Consagracin y Servicio

Eliseo Apablaza Fuentealba

Presentacin

El presente libro tiene como propsito atender una necesidad de la obra de Dios entre las iglesias que estn por la restauracin del modelo de Dios. Esta necesidad puntual se refiere al espacio que ha de tener cada hermano y hermana para servir al Seor Jesucristo, el cual es la Cabeza "del cuerpo que es la iglesia". El modelo del cristianismo, tradicionalmente, ha sido tener un "ministro" al frente que lo haga todo. Sabemos cun nefasto ha sido en el transcurso de los siglos de la historia de la iglesia el que slo una casta sacerdotal pretenda servir a Dios. "Las obras de los nicolatas" en Efeso se transformaron en " la doctrina de los nicolatas" en Prgamo. Estos fueron los comienzos de un servicio anormal. El uso del vocablo laicos viene, precisamente, de una parte de esta palabra ("nico-laos"), que significa "pueblo". Este trmino ha sido usado por las corrientes del cristianismo en forma despectiva, para referirse a aquellos cristianos que no tienen un servicio visible y que, por lo tanto, no son parte de la cpula ministerial. Es ms, hay quienes, en su doctrina, expresan que los laicos no son parte de la iglesia. Qu horror! Cuntos miembros del cuerpo de Cristo han sido atrofiados porque se les neg un espacio o porque no se les consider! Las Sagradas Escrituras son muy claras en incluir a todos los creyentes como sacerdotes, santos, ministros, diconos, reyes, mayordomos, siervos. A todos se nos designa como "participantes del llamamiento celestial" (Heb.3:1). En todos estos trminos estn incluidos todos los creyentes. Por lo tanto, todo hijo de Dios debe servir a su Seor y Dios de acuerdo a lo que l dice que somos. Es ms, se le pedir cuenta de los dones y/o talentos con que fue capacitado para servir, siendo amonestados con ayes los que descuidan su labor. El da del Tribunal de Cristo habr mucho lloro y crujir de dientes cuando el Seor Jesucristo como Juez pida cuentas a los mayordomos (Mat.25:14-30). Y esto ser as, porque muchos habrn pensado que era muy poco lo que tenan para servir. Dios levante a los de espritu apocado y vean que Dios nos ha considerado a todos! Creemos que esta Palabra impresa, la cual ha sido predicada entre nosotros oralmente por el autor, ha de ayudar en gran parte a los hermanos para que encuentren su espacio para servir a su Seor en la iglesia y desde la iglesia, a una humanidad doliente, que necesita y clama por ser aliviada de sus llagas. Usted y todos tenemos la oportunidad de ser tiles ("Onsimos"): no le permita al enemigo subestimaciones. Crea lo que Dios dice acerca de Ud. Se sorprender de lo bien que trata Dios a los suyos, porque los ve en Cristo y en l los ve perfectos. El cristianismo ha cado histricamente, ya en la pasividad, ya en el activismo. Ambas cosas son anormalidades que han tenido muchos representantes y que han causado enorme dao en el pueblo de Dios. Las enseanzas que hay en estas pginas pueden ayudar a no caer en ninguna de las dos, sino a entrar y

continuar en la senda correcta, como son las obras de fe y los trabajos de amor. Quienes hacen este tipo de obras son creyentes que han aprendido a servir al Seor en el Espritu y se caracterizan por no tener confianza en s mismos. Tal vez el problema de muchos creyentes que no se atreven a servir es que temen hacerlo en la carne, o por temor a tomar una iniciativa individualista; si bien es cierto que ambos temores son atendibles, el creyente ha de preguntarle al Seor "Qu quieres que haga?". Sin duda que la respuesta no se tardar, y los consejos de este libro esperamos en oracin sirvan para despejar estos temores. Hno. Roberto Sez F. Santiago de Chile, diciembre de 1998.

ndice

1. Los pequeos5 2. Tres principios para el servicio..15 3. Suministrando vida..25 4. La justicia de Dios y nuestra justicia.33 5. El libro de memoria..42 6. Los tipos de servicio en la iglesia..50 7. Apacentando el rebao60

Capitulo Uno

LOS PEQUEOS

Galilea de los gentiles En los tiempos del Seor Jess haba dos grandes provincias judas, en las cuales l desarroll su ministerio: Judea y Galilea. Judea, ubicada al sur de Palestina, era la ms importante, porque all estaba Jerusaln y en Jerusaln estaba el templo. Toda la actividad poltica y religiosa de los judos se centraba en Jerusaln. En cuanto al territorio, corresponda a la herencia de las tribus de Jud y Benjamn. Nosotros sabemos que stas eran tribus principales entre los judos, especialmente Jud, de la que era David, y de la cual vino el Seor en cuanto a la carne. Galilea, en cambio, ubicada al norte, estaba asentada en el extremo de Palestina, en los territorios de dos tribus menores de Israel: Zabuln y Neftal. De estas tribus no se dice mucho en las Escrituras. Desde tiempo antiguo, Galilea no tuvo muy buena reputacin. Isaas dice de ella: "Galilea de los gentiles", palabras que Mateo cita en 4:15. Los fariseos, hablando con Nicodemo, le decan que de Galilea nunca se haba levantado profeta. Galilea era considerada tierra de tinieblas y de sombra de muerte; sin embargo, Dios visit esa provincia apartada enviando a su propio Hijo. Aqu tenemos, pues, dos provincias: Judea, con toda la gloria de ser la cabeza de la nacin; y Galilea, en los confines del territorio, donde Israel ya se mezclaba con los gentiles. En Judea estaba la gloria; en Galilea estaban las sombras de la muerte. Lo ms notable de esto es, sin embargo, que el Seor Jess, siendo de la tribu de Jud, y teniendo, por tanto, todos los derechos de asociarse con la provincia de Judea, se asocia con Galilea, la despreciada. Por eso es llamado Jess nazareno, es decir, de Nazaret, ciudad galilea. (Hch. 2:22). La opinin que de ella tenan los judos no era mejor que la que tenan de Galilea en general. "De Nazaret puede salir algo de bueno?" solan decir (Jn. 1:46). As pues, el Seor Jess era galileo, y por esta causa fue muy despreciado en Jerusaln. Pero no slo el Seor era galileo: tambin lo eran sus discpulos (Hch.1:11). Ahora bien, nosotros podemos dividir el evangelio de Mateo en dos grandes partes, si tomamos como criterio el lugar en donde el Seor desarroll su ministerio: los primeros 18 captulos contienen su ministerio en Galilea, y la mayor

parte de los restantes, su ministerio en Judea. En Galilea ense, resucit muertos, consol a los pobres, san a los quebrantados de corazn, dio vista a los ciegos. Este fue un ministerio de enseanza, de sanidad, de buenas nuevas. All predic algunos de sus principales sermones: el sermn del Monte (caps. 5 al 7), el discurso a los doce (cap. 10), el de las parbolas (cap. 13). All se regocija el Seor en el Espritu y dice: "Te alabo, Padre, Seor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y de los entendidos, y las revelaste a los nios" (11:25). All el Seor revel sus misterios a los nios y los us para predicar el evangelio del reino con poder. En Judea, en cambio, su ministerio estuvo relacionado con la cruz. Aqu se presenta la mayor oposicin. Estn los fariseos que buscan la ocasin para destruirle. Est el Getseman y el Glgota. Vemos, pues, que hay una diferencia importante entre estas dos provincias en cuanto al ministerio del Seor. En el captulo 19 encontramos al Seor saliendo de Galilea con destino a Judea. Luego de su penoso viaje hacia Jerusaln, de su muerte all y de su resurreccin, vuelve a Galilea, donde se manifiesta a sus discpulos (Mt. 28: 10). Pero el ltimo discurso del Seor a sus discpulos en Galilea, antes de trasladarse a Judea, lo tenemos en el captulo 18 de Mateo. En este captulo, unos de los ms hermosos de la Biblia, vamos a centrar ahora nuestra atencin. Los pequeos El captulo 18 de Mateo tiene un solo y gran tema: los pequeos. Los pequeos son los mismos "nios" a los cuales Dios les revela a su Hijo, y que motivan el regocijo del Seor en Lucas 10:21: "En aquella misma hora Jess se regocij en el Espritu, y dijo: Yo te alabo, oh Padre, Seor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y entendidos, y las has revelado a los nios. S, Padre, porque as te agrad." Vemos aqu, en esta versin Reina-Valera, 1960, varias secciones, encabezadas por subttulos. Estos subttulos nos van a ayudar. Si miramos con atencin, veremos que todas estas secciones estn relacionadas con los pequeos. En la primera: "Quin es el mayor?" se habla de los nios; en la segunda: "Ocasiones de caer", se habla de los tropiezos hechos a los pequeos; en la tercera: "Parbola de la oveja perdida", de los pequeos que se pierden; en la cuarta: "Cmo se debe perdonar al hermano", de cmo y cunto se debe perdonar, fundamentalmente, al hermano pequeo; y en la quinta: "Los dos deudores" se habla acerca de cmo deben ser perdonadas las deudas que los hermanos ms pequeos tienen con nosotros. As pues, podemos ver que todo este captulo est enteramente referido a los pequeos.

Reiteramos que este es el ltimo sermn del Seor en Galilea, la despreciada, antes de ir a Judea. El Seor pone aqu, en Galilea, todo el acento en los pequeos, para que nosotros atendamos a lo que l nos quiere decir. Revisemos las cinco secciones una a una. "Quin es el mayor?" (versculos 1-5). Aqu se dice que el volverse como un nio es una condicin para el reino (3); que el humillarse como un nio es condicin para la grandeza en el reino (4); y que el recibir a los nios es recibir al Seor del reino. De modo que si no nos volvemos como nios, si no nos humillamos como nios y si no recibimos a los nios, no tenemos parte en el reino, ni menos podremos alcanzar en el reino alguna honra, porque estaremos rechazando al Seor del reino. Es una buena leccin que nosotros debemos recordar siempre. No importa el grado de conocimiento, ni las verdades espirituales que sepamos; no importa cuntos demonios hayamos echado fuera ni cun-to hayamos predicado. El imperativo es volvernos como nios, humillarnos como nios y recibir a los nios. Y aqu recibir a un nio es recibir a un pequeo en la fe, a uno que es dbil. "Ocasiones de caer" (versculos 6-10). Pocas veces el Seor es tan severo como en este pasaje. Los "ay!" que vemos aqu aparecen pocas veces en el Nuevo Testamento. Los encontramos referidos a las ciudades impenitentes (Corazn, Betsaida, Capernaum), a los fariseos, a Judas, a los ricos, a Babilonia, y aqu, a aquellos que hacen tropezar a los pequeos. El Seor le imprime tanta fuerza a esta enseanza, que llega a decir que es preferible cortarse la mano, o el pie, o sacarse un ojo, y entrar con esa mutilacin al reino, antes que ser echado fuera por un tropiezo provocado a los pequeos. Cuidado, pues, con menospreciarlos! "Parbola de la oveja perdida" (versculos 11-14). La parbola de la oveja perdida est referida a los pequeos. La oveja que se va por los montes dejando el rebao, representa a los pequeos (vers.14). Hay noventa y nueve que estn firmes y seguras, son estables, oyen la voz del pastor y se sujetan a l; pero una, tal vez la ms dbil, o la ms obstinada y rebelde, en su pequeez espiritual, se descarra. Entonces el pastor va tras ella y la trae, y se regocija ms por ella que por las noventa y nueve que no se descarriaron. Cuntos hermanos pequeos hay que, por diversas razones, se han apartado? Cualesquiera de esas razones es una demostracin de su pequeez. No obstante, el pastor va tras ella, la trae y se regocija por ella. "Cmo se debe perdonar al hermano" (versculos 15-22). La expresin "por tanto", con que comienza esta seccin, sirve para conectarla con la seccin anterior. En el versculo 14 se termin hablando de los pequeos, as que aqu estn ellos implcitos en el comienzo. Quines suelen pecar muchas veces? Los pequeos. Sin embargo, aunque ellos pueden pecar setenta veces siete, an as deben ser perdonados. Y esta cantidad no es, en realidad, cuatrocientas noventa veces, sino "siempre". Setenta veces siete es igual a siempre. Los pequeos

tienen que ser perdonados siempre, pero tambin tienen que ser reprendidos. Cmo? Dice: "... estando t y l solos". Esto es as para que no sea avergonzado ante los dems. Despus, si l no hace caso, hay que dar otros pasos, pero primero es "solos". Los que ms suelen incurrir en tal cantidad de faltas son los pequeos. "Los dos deudores" (versculos 23-35). Esta seccin comienza con el conectivo "Por lo cual", que, al igual que el "por tanto" del versculo 15, asocia la seccin con la anterior. Aqu aparecen un rey, un siervo y un consiervo. El siervo est endeudado con el rey, y el consiervo con el siervo. El rey es el Seor y los siervos somos nosotros. El siervo tiene una deuda tan grande, que es literalmente impagable. Y como no puede pagarla, es perdonado; y como es perdonado de una deuda tan grande, tiene que estar dispuesto a perdonar siempre al hermano endeudado con l. El siervo debe diez mil talentos. Una cantidad considerable. Si traducimos esa cantidad de dinero a nuestra moneda actual, podremos ver ms claramente la magnitud de su deuda. Un talento equivale a seis mil dracmas. Una dracma es aproximadamente lo que ganaba en los tiempos del Seor un obrero al da. En Chile, un obrero gana aproximadamente unos $2.500 al da. Si multiplicamos esta cantidad por seis mil, tenemos quince millones de pesos. Ese es el equivalente a un talento. Si multiplicamos quince millones por diez mil, tenemos la no despreciable suma de quince mil millones de pesos. Esa es la equivalencia en pesos chilenos de hoy de los diez mil talentos. Quince mil millones de pesos * . Para comprender mejor el monto de esta cantidad grafiquemos un poco. Con quince mil millones de pesos podramos comprar mil quinientas casas de diez millones cada una, o tres mil vehculos de cinco millones. Ahora bien, si tuvisemos que pagar esa deuda a plazos, con cuotas de doscientos mil pesos mensuales, tardaramos setenta y cinco mil meses en pagar, es decir, seis mil doscientos cincuenta aos. Si pudiramos pagar un poco ms, unos quinientos mil pesos mensuales, deberamos pagar dos mil quinientos aos. Si pudiramos pagar an un poco ms, un milln de pesos al mes, deberamos estar pagando mil doscientos cincuenta aos, es decir, unas diecisiete vidas. Y si alguien dijera: "Yo tengo mucho dinero, yo quiero pagar esa deuda mensualmente de por vida", (supongamos, setenta aos), debera pagar la suma de diecisiete millones ochocientos cincuenta y siete mil ciento cuarenta y dos pesos al mes. As, pues, de verdad el siervo no tena con qu pagar. Por eso, el Seor ordena venderle a l y a sus hijos y todo lo que tena para que se le pagase la deuda. Es decir, las vidas de toda su familia y sus bienes. Y por eso, como era del todo imposible, cuando el siervo se humill, el Seor le perdon la deuda. Y eso es lo que el Seor nos ha perdonado a nosotros. As tan grande era la deuda que nosotros tenamos con l. Nuestros pecados eran tantos y tan horrendos, y nuestra separacin con Dios era tan abismante, que slo la sangre

del Seor Jess pudo tender el puente que nos llev desde nuestra cada hasta la reconciliacin con Dios. Bendito es el Seor Jesucristo! Preciossima es su sangre! Porque si a cada uno el Seor le perdon diez mil talentos, al sumar por cada uno de nosotros esa cantidad, tenemos una cantidad que no podemos concebir. No hay en todo el universo dinero ni riquezas suficientes para pagar el precio de nuestra salvacin. Pero, cunto deba el consiervo? Cien denarios. Un denario es aproximadamente lo mismo que una dracma, o sea, unos doscientos cincuenta mil pesos chilenos de hoy, apenas una vigsima parte de un vehculo de cinco millones (una rueda tal vez?). Y es por esa cantidad insignificante que el siervo estrangulaba a su consiervo, y an ms, lo ech en la crcel hasta que le pagase la deuda. Parece claro que hay una gran diferencia entre ambos casos. As que podemos concluir que siempre la deuda que un hermano tiene con nosotros es infinitamente menor que la que nosotros tenamos con el Seor. No importa el tamao del pecado, no importa la ofensa que nuestro hermano nos haya infligido: todo lo que podamos imaginar, por grave que sea, es menor que lo que el Seor nos perdon, y de lo cual nos limpi con su preciosa sangre. Por tanto, si fuimos misericordiosamente perdonados, tambin debemos misericordiosamente perdonar. De este precioso captulo tambin podemos inferir que normalmente son los hermanos ms pequeos los que se endeudan con los hermanos ms grandes; as como normalmente son los hermanos ms grandes los que hacen tropezar a los ms pequeos. Que el Seor nos libre a unos y a otros para no obstruir su obra entre los hijos de Dios. Pensamos que este captulo 18 de Mateo difcilmente pudo haber sido predicado en Judea. Es un captulo que tena que ser predicado en Galilea. Constituye una defensa del Seor a los dbiles, a los pequeos, a los menospreciados. Una defensa de los que en palabras de Pablo son "menos dignos" y "menos decorosos" en el cuerpo (1 Cor. 12:23). "Mis hermanos ms pequeos" En el captulo 25 de Mateo, versculos 31 al 46 encontramos el pasaje referido al juicio de las naciones, en el cual aparece el Seor en el da del juicio, apartando las ovejas de los cabritos. A las ovejas dir en aquel da: "Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundacin del mundo ". Cul es la razn de tal bienaventuranza? Es porque cuando ellos hicieron misericordia a "mis hermanos ms pequeos, a m lo hicisteis" -- dice el Seor. Luego, en los versculos siguientes, dice a los cabritos: "Apartaos de m, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ngeles ". Cul es la razn de tan terrible juicio? Es porque al no haber hecho misericordia "a uno de estos ms pequeos, tampoco a m lo hicisteis".

Aqu, cuando el Seor habla de sus hermanos ms pequeos no se refiere a los que son del mundo, sino a los hijos de Dios, a los renacidos, a los que tienen su mismo Espritu, de los cuales El es el primognito. El Seor puede ser considerado amigo de los pecadores (Mt.11:19), pero no es hermano de ellos. Vemos aqu el valor que tienen para el Seor los pequeos? Aqu se habla, no de los que tienen un lugar destacado en la iglesia, sino de los que no se notan en ella. Los pequeos en el cuerpo En 1 Corintios 12 dice que en el cuerpo que es la iglesia, nadie debe menospreciar a otro y decirle: "Yo no te necesito". El ojo no puede decirle eso a la mano, como tampoco la cabeza a los pies. "Antes bien los miembros del cuerpo que parecen ms dbiles, son los ms necesarios; y a aquellos del cuerpo que nos parecen menos dignos, a stos vestimos ms dignamente; y los que en nosotros son menos decorosos, se tratan con ms decoro. Porque los que en nosotros son ms decorosos, no tienen necesidad; pero Dios orden el cuerpo, dando ms abundante honor al que le faltaba, para que no haya desavenencia en el cuerpo, sino que los miembros todos se preocupen los unos por los otros" (2225). Aqu estn los dbiles, los menos dignos, los menos decorosos. A estos podemos asociar con los pequeos de Mateo 18 y de Mateo 25. Aqu en Corintios hay miembros que parecen ms dbiles, pero son los ms necesarios. Estn los que parecen menos dignos, pero que, no obstante, se visten ms dignamente. Alguien podra pensar, tal vez, que sera muy hermoso tener slo hermanos crecidos, maduros y estables en la iglesia. Sin embargo, en los tiempos de Pablo tambin haba hermanos dbiles, y haba algunos que no eran tan decorosos, ni tan nobles, ni tan crecidos. De la misma manera ocurre hoy, y as ser siempre en la iglesia. Por qu estn esos hermanos entre nosotros? Sera motivo de mucha gloria si fusemos todos muy maduros. Tendramos motivos para enorgullecernos ante todos quienes nos rodean. Pero la existencia de un solo hermano dbil en la iglesia es motivo suficiente para que todos seamos humildes delante del Seor. El Seor permite que est mi hermano con todas sus debilidades y flaquezas, para que yo tenga la suficiente humildad y paciencia, como para estar con l, para asistirlo, para apoyarlo, para rer con su risa y llorar con su llanto. Para que no nos envanezcamos. Ay si perdemos la ternura hacia el pequeo! Ay si nos volvemos orgullosos, soberbios, altivos! Existe, pues, una poderosa razn por la que estn los hermanos ms pequeos entre nosotros. Hay una leccin que ellos nos tienen que ensear. Qu cosa ms noble es que el hermano ms crecido en la iglesia pueda bajar hasta la estatura del ms pequeo y sentarse a su mesa, abrazarlo, llorar juntos, lavarle los pies y aun ser lavado por l! Qu espectculo maravilloso delante del Seor y delante de sus ngeles! Esto no puede ser hecho sino por el Espritu Santo cuando caminamos en amor. Por eso el andar en amor es el complemento perfecto del andar en la justicia.

Aqu en este pasaje de Corintios hay lo que podramos denominar un principio de equidad, que consiste en darle ms honra al que tiene menos, para que no haya desavenencia en el cuerpo. Para que ninguno se glore y menosprecie a su hermano ms pequeo. Andar conforme al amor Veamos Romanos captulo 14. Tomaremos algunos versculos de este hermoso captulo: "Recibid al dbil en la fe, pero no para contender sobre opiniones. Porque uno cree que se ha de comer de todo; otro, que es dbil, come legumbres. El que come, no menosprecie al que no come, y el que no come, no juzgue al que come; porque Dios le ha recibido ... Pero t, por qu juzgas a tu hermano? O t tambin, por qu menosprecias a tu hermano? Porque todos compareceremos ante el tribunal de Cristo ... De manera que cada uno de nosotros dar a Dios cuenta de s. As que, ya no nos juzguemos ms los unos a los otros, sino ms bien decidid no poner tropiezo u ocasin de caer al hermano ... Pero si por causa de la comida tu hermano es contristado, ya no andas conforme al amor. No hagas que por la comida tuya se pierda aquel por quien Cristo muri... No destruyas la obra de Dios por causa de la comida. Todas las cosas a la verdad son limpias; pero es malo que el hombre haga tropezar a otros con lo que come. Bueno es no comer carne, ni beber vino, ni nada en que tu hermano tropiece, o se ofenda o se debilite ...". Este captulo sigue la misma lnea de Mateo 18. En Mateo 18 nosotros vemos que el mayor pone tropiezo al menor. Aqu el mayor menosprecia al menor. En Mateo 18 el menor est endeudado con el hermano mayor, ac el menor juzga al mayor. Pero, tanto el mayor como el menor comparecern ante el tribunal de Cristo. Hay algunos profesores que, al momento de evaluar a sus alumnos, los sientan en dos filas: a los que tienen ms dificultades les hacen una prueba ms fcil, y a los ms avanzados, una ms difcil. Ay de los que estn en la segunda fila! La prueba para ellos es terrible. Algo as es lo que va a pasar cuando comparezcamos ante el Seor. No todos vamos a ser medidos con la misma vara. A cada uno, de acuerdo a lo que se le haya dado. Al mayor, con una vara ms alta; al menor, con una ms baja. Por tanto, el mayor no menosprecie al menor, antes bien diga: "Seor, ten misericordia de m, porque habiendo recibido de Ti tanta luz, soy, en mi actuar, tan similar a mi hermano que tiene menos." La "prueba" que se le va a aplicar en aquel da, y para la cual tiene que prepararse, ser mucho ms difcil. En Romanos 14 se habla principalmente de la comida como ocasin de tropiezo, aunque tambin se mencionan otras cosas, como el guardar los das. La comida es algo que puede causar tristeza, si es que el hermano es contristado por la comida que t comes, y puede ser, adems, motivo de tropiezo, de ofensa o de debilitamiento en la fe. Se habla tambin de la prdida de uno por quien Cristo muri, y aun de la destruccin de la obra de Dios por causa de la comida. Esto

significa que, aunque hay cosas que pueden ser legtimas para nosotros, ellas pueden tambin causar dao a los hermanos ms pequeos. El versculo 15 dice: "Si por causa de la comida tu hermano es contristado, ya no andas conforme al amor." Si slo le causamos tristeza, ya no andamos conforme al amor. Este es un asunto delicado. En esto hemos de ser muy cuidadosos. Si por nuestro actuar un hermano cayera en pecado, sera sin duda terrible. Si se apartara del Seor, sera tambin terrible. Pero ac se trata solamente de la tristeza algo aparentemente menor pero aun as es terrible, porque es seal de que no andamos conforme al amor. Hay aqu tambin una gradacin que va de menor a mayor: se habla de contristar, de sufrir una prdida, y de destruir la obra de Dios por causa de la comida. Primero la tristeza, luego la prdida y finalmente la destruccin de la obra de Dios por una cosa pequea. Esto es tremendo y muy solemne. Y puede no slo ser provocado por la comida, sino tambin por muchas otras cosas. El problema de la conciencia La conciencia del hermano mayor es ms firme; en cambio, la del menor es ms dbil. La tendencia del menor es juzgar al mayor por lo que come, o hace. Sobre qu base el menor juzga al mayor? Sobre la base de su propia conciencia, no de la del otro. De manera que el mayor es juzgado por la conciencia del menor. Ese es el parmetro. A nosotros nos gustara ser siempre juzgados de acuerdo a nuestra propia conciencia, pues, si tenemos una conciencia firme, sabemos que todo nos es lcito, y que si lo hacemos con fe y no dudamos, no somos condenados porque lo hacemos como para el Seor. El problema est con los hermanos que tienen un crecimiento menor, cuando somos juzgados por la conciencia de ellos. En 1 Corintios 10:29 dice: "La conciencia, digo, no la tuya, sino la del otro." La conciencia ma me puede aprobar, pero, qu de la conciencia del otro? Un hermano legtimamente puede decir: "Por qu se ha de juzgar mi libertad por la conciencia de otro? Y si yo con agradecimiento participo, por qu he de ser censurado por aquello de que doy gracias?" (10:29b-30). En otras palabras, l puede decir: "Yo acto de acuerdo a mi conciencia. Tienen que respetar mi derecho de hacerlo". Sin embargo, la demanda para el hermano mayor es que no use de ese derecho, por causa de la conciencia de los pequeos. "Todo me es lcito, pero no todo conviene; todo me es lcito, pero no todo edifica " dice Pablo (10:23), y contina ms adelante: "Si, pues, comis o bebis, o hacis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios. No seis tropiezo ni a judos, ni a gentiles, ni a la iglesia de Dios; como tambin yo en todas las cosas agrado a todos, no procurando mi propio beneficio, sino el de muchos, para que sean salvos ." (10:3133). Aqu est el principio: "No procurando mi propio beneficio. No agradndome a m mismo". En 1 Corintios 9, Pablo habla acerca de los varios derechos que como apstol tiene, pero de los cuales no ha hecho uso. Un hermano crecido como l tiene muchos derechos, pero no hace uso de ellos, sino que se allana a todos para

ganar a todos. Pese a la libertad que tiene, l no usa de su derecho para actuar de acuerdo a su conciencia, sino que siempre considera a los dems: "Ninguno busque su propio bien, sino el del otro". Hermanos, no seamos tropiezo ni a judos ni a gentiles, ni a la iglesia de Dios. Es decir, ni fuera de la iglesia ni dentro de ella. En el captulo 15 de Romanos leemos: "As que, los que somos fuertes debemos soportar las flaquezas de los dbiles, y no agradarnos a nosotros mismos. Cada uno de nosotros agrade a su prjimo en lo que es bueno, para edificacin ". Primero aparece en negativo (para nosotros): "No agradarnos a nosotros mismos", y luego en positivo (para los dems): "Cada uno agrade a su prjimo en lo que es bueno, para edificacin". Y aade: "Porque ni an Cristo se agrad a s mismo". Vemos aqu cmo opera este principio, desde el mismo Seor hacia abajo. Cristo no se agrad a s mismo. Pablo tampoco se agrad a s mismo. Qu diremos nosotros? Diremos: "Seor, yo no quiero agradarme a m mismo!?" Esto est bien, pero es slo el primer paso. Debemos poder llegar a decir: "Yo tampoco me agrado a m mismo". "Andad en amor" Este es el camino del amor. Esta es la conducta que se espera de un hermano maduro. Pablo exhorta a los efesios, diciendo: "Esto os digo y requiero en el Seor: que ya no andis como los otros gentiles ... vosotros no habis aprendido as a Cristo (4: 17,20) ... andad en amor, como tambin Cristo nos am, y se entreg a s mismo por nosotros ... "(5:2). Tenemos que dejar el menosprecio a los hermanos y volver a considerarnos unos a otros. Volver a estimar cada uno a los dems como superiores a nosotros mismos. Tiremos nuestra presuncin, nuestra liviandad, para que no caigan maana sobre nosotros los ayes que vendrn sobre los que ponen tropiezos. Volvmonos a la ternura de Cristo. La ternura de la cual Pablo nos habla en 1 Tesalonicenses 2, donde dice que, cual nodriza, cuid a los hermanos en su pequeez, deseando entregarles an su propia vida. Alentmonos unos a otros a servir a los ms pequeos en amor, y tambin a ellos para que adquieran su propio desarrollo, de acuerdo a su capacidad. Cuando seamos ms misericordiosos, cuando consideremos a los ms dbiles, a los menos honrosos, a los menos dignos, a los de un solo talento, entonces ganaremos mucho como iglesia. Me temo que an hay corazones heridos, porque alguna vez no fuimos lo suficientemente tiernos con ellos. No fuimos delicados. Muchas ovejas se apartaron y nunca las fuimos a buscar. A otros, tal vez, los hicimos tropezar con algn gesto, con alguna conducta nuestra, con alguna promesa no cumplida. Hay, en ocasiones, detalles tan pequeos que pueden afectar tanto. Es tiempo de que volvamos a valorar lo que tenemos en la casa de Dios. Es da de que valoremos a todos los miembros del cuerpo. Que el Seor nos llene de su

amor, de su ternura. Que nos d la capacidad para tocar los corazones heridos y sanarlos. Que nos d la capacidad para considerarnos unos a otros con verdadero y profundo amor. Porque el amor cubrir multitud de pecados y sanar todos los corazones que estn heridos. Que el Seor nos socorra. Amn.

Capitulo Dos

TRES PRINCIPIOS PARA EL SERVICIO

Primero ABUNDANCIA EN LA ESCASEZ (Mt. 14:13-21; 15:32-38; 16:5-12; Lc. 12:1) Al leer estos pasajes, tenemos un panorama ms o menos completo del significado que tuvo la multiplicacin de los panes y los peces. Nos damos cuenta de que en dos ocasiones el Seor hizo este milagro, y luego extrajo una enseanza que se resume en el captulo 16 de Mateo. El propsito del Seor no era solamente alimentar a la multitud que en ese momento tena hambre, sino que, adems, quera dejarnos una enseanza muy importante, la cual se asocia con la levadura de los fariseos. La enseanza aqu tiene que ver con nuestra consagracin y con nuestro servicio al Seor. Lo primero que salta a la vista al confrontar estos pasajes es que cuando haba menos panes y peces, el Seor saci a una multitud ms grande, y hubo ms cestas con pedazos. Esto es algo importante de destacar. Y cuando por el contrario haba ms panes y peces, el Seor pudo multiplicar menos, ya que slo fueron alimentados cuatro mil y sobraron siete cestas. Qu significa esto? Esto significa que cuando hay poco, cuando nosotros tenemos poco, entonces se da al Seor la oportunidad para que l haga un milagro mayor. Esto se puede decir tambin de la siguiente manera: "El poder de Dios se perfecciona en la debilidad" (2 Cor.12:9). El ejemplo del Seor Si miramos al Seor en los das de su carne, lo vemos rodeado de debilidad. El Seor no aprendi letras, para que nadie pudiera decir que la sabidura que l tena la haba aprendido de algn sabio. No fue instruido como Pablo a los pies de un Gamaliel, o por alguno de los doc-tores de la ley, para que as pudiera resaltar en l la sabidura de Dios. El Seor se asoci con Nazaret de Galilea, una ciudad despreciada, para que la gloria del Seor no procediera de la alcurnia de una ciudad prestigiosa, y para que nadie pudiera decir: "Este profeta viene de Jerusaln: tenemos que orlo". Su apariencia era sin atractivo como para atraer a las multitudes (Is. 53:2), tuvo hambre y sed, llor, y seguramente tambin padeci fro en las heladas noches a la intemperie; "fue menospreciado, y no lo estimamos" (Is.53:3). Por tanto, vemos que en la debilidad del hombre Jess de Nazaret, el hijo de Mara, se encarn el mismo Hijo de Dios, quien cre todas las cosas con la palabra de su poder. Qu abundancia hubo en la escasez, en la limitacin y

debilidad del hombre Jess! Y su gloria se manifest en toda la limitacin de un cuerpo semejante al nuestro. El ejemplo de Pablo El Seor le dijo a Pablo: "Bstate mi gracia, porque mi poder se perfecciona en la debilidad". Pablo confirmaba eso mismo diciendo: "De buena gana me gloriar ms bien en mis debilidades, para que repose sobre m el poder de Cristo ." Y aada: "Porque cuando soy dbil, entonces soy fuerte" (2 Cor.12:10). Nuestra escasez y debilidad no son un obstculo para el Seor, sino ms bien son la ocasin que l busca para mostrar su poder y su gloria. He aqu la oportunidad para los que somos dbiles y limitados. Dios nos busca para poder expresar a travs de nosotros su abundante e inefable gloria. Por tanto, ninguno de nosotros, por muy dbil o pequeo que sea, est excluido de un servicio, si es que nos ponemos en las manos del Seor. Al ver a un siervo que da mucho fruto quiz t pienses que su fructificacin se debe a que tiene muchos panes que ofrecer al Seor. Pero no es as. Si te acercas a l y le preguntas, seguramente te dir: "Hermano, soy el ms dbil y el ms intil de los hombres". Como Pablo, que deca que era menos que el ms pequeo de todos los santos. Es verdad eso referido a Pablo, el apstol por excelencia, el que recibi la revelacin ms grande, aqul ante quien Dios descubri el velo que ocultaba el misterio de Cristo y la iglesia? S, tiene que haberlo sido. Dios conoca la debilidad y pequeez de Pablo. A nosotros nos parece que es un grande, pero Dios le conoca de verdad. De modo que no importa si tienes poco, lo que importa es si lo poco que t le ofreces al Seor es tu todo. Si tu todo es poco, el Seor recibir mayor gloria cuando haya multiplicacin. La necesidad de ser partido No obstante, sea que tengas cinco panes o tengas siete, hay una condicin bsica para la fructificacin. Y esa condicin es que seas partido. Nuestro ser interior debe ser quebrantado. Debe haber una separacin del alma y el espritu. Nuestros afectos ms ntimos deben ser puestos delante del Seor y ser negados para que haya una verdadera multiplicacin. Los doscientos denarios que los discpulos suponan que se gastaran en alimentar a la multitud, no eran suficientes. El dinero no puede saciar ninguna necesidad verdadera, y nunca ser suficiente. Por eso el Seor no multiplic denarios, sino panes. La mayor necesidad en el pueblo de Dios hoy no es de dinero para saciar las necesidades de la gente, sino de hombres y mujeres que estn dispuestos a ser partidos para que otros coman.

En Juan 6 aparece un relato de este mismo hecho, en que se mencionan dos elementos nuevos: primero, que los panes son de cebada y no de trigo; y segundo, que los panes los trajo un nio. Qu nos dice esto? La cebada vale la mitad que el trigo (2 R. 7: 16), y a veces slo un tercio (Ap. 6:6); y un nio es muy poca cosa cuando hay muchos hombres reunidos. Entre cinco mil hombres, un nio no es nada. As, pues, en la pequeez y en la humildad de lo que se le ofrece, el Seor encuentra la ocasin para mostrar su gloria. En ambos pasajes se dice, adems, que el Seor tuvo compasin de la gente. Las necesidades de ellos tocaban su corazn. El Seor hoy da sigue teniendo compasin de la gente, y nos quiere usar a nosotros para darles de comer. El Seor dio los panes a los discpulos y stos a la multitud. La gente recibi el alimento de manos de los discpulos. Tambin l quiere hacer as hoy. l quiere que pase a travs de nosotros la bendicin para los muchos que tienen necesidad. La levadura de los fariseos Luego dice que el Seor les dijo estas cosas a sus discpulos para que se guardasen de la levadura de los fariseos y los saduceos. En Lucas 12:1 se seala que esta levadura es la hipocresa. Por qu de este pasaje el Seor extrae una enseanza relativa a la hipocresa? La hipocresa consiste en hacerse ver, en aparentar externamente algo que no es real en lo interior. Es una fachada. El hipcrita no tiene intimidad con el Seor. No soporta que lo alumbre la luz de Dios en lo ntimo. l quiere mostrar un brillo que no procede del quebrantamiento. El ama la gloria de una resurreccin que no ha pasado por el Getseman, y que no conoce la cruz. La hipocresa hace imposible la multiplicacin, porque sta requiere que el pan sea partido. La multiplicacin no procede de una justicia exterior, de una apariencia; la hipocresa, por el contrario, es un asunto que se ventila hacia afuera, es la justicia que se hace delante de los hombres. La hipocresa es estril, no es del Espritu; en cambio, la multiplicacin es un asunto que se decide en el interior del hombre, es un grano de trigo que cae en la tierra y muere, olvidado por los hombres, pero que luego da mucho fruto. Quien quiera prestar un servicio delante de los hombres, tiene que primero ministrar delante del Seor. Nadie puede comenzar realizando cosas externas, primero debe haber una entrega del corazn, una aceptacin de la cruz. Luego el Seor podr usar a esa persona para un ministerio pblico, para servir a los hermanos o a los que estn afuera. Siendo la multiplicacin un asunto que se manifiesta en lo exterior; sin embargo, su suerte se decide en lo interior. La multiplicacin que habr maana se decide hoy. El servicio que t prestars maana, se est decidiendo ahora. De la misma manera que el servicio que t ests prestando hoy se decidi ayer, cuando determinaste el grado de tu entrega y de tu consagracin.

La multiplicacin se decide cuando uno se propone en lo secreto de su corazn ponerse en las manos de Dios para ser partido. La mxima recompensa de un hipcrita es la alabanza de los hombres. Eso es todo lo que busca y en eso se complace. En cambio, la mxima recompensa de uno que se ha ofrecido delante del Seor es que l pueda utilizarle para suplir las necesidades de otros. El Seor espera que nosotros hoy tomemos una decisin ms radical que la que tomamos ayer, habiendo ya caminado un tramo, habiendo sido instruidos, habiendo sido socorridos por el Seor de tantas maneras. Hoy da se requiere de nosotros una consagracin un poco mayor. "Cmo an no entendis?" En este pasaje de Mateo 16 vemos que los discpulos se olvidaron de traer pan; entonces el Seor les advirti acerca de la levadura de los fariseos. Por qu el Seor les dijo eso? Sin duda que haba un problema con los discpulos. Si vamos al evangelio de Marcos (8:17-21), leemos que el Seor les dijo: "No entendis ni comprendis? Aun tenis endurecido vuestro corazn? Teniendo ojos no veis y teniendo odos no os? Y no recordis?". Luego de recordarles la cantidad de gente que haba sido alimentada y la cantidad de cestas que haban recogido con pedazos, el Seor concluye diciendo: "Cmo an no entendis?" Los discpulos estaban incapacitados todava para poder entender los principios que se derivan de estos milagros. Para el Seor era evidente que las cantidades de los panes y peces, de la gente alimentada y de las cestas con pedazos sobrantes, hablaban por s solas. La leccin de es-tos pasajes se obtiene relacionando ambos milagros, y obteniendo conclusiones a partir de las cantidades. Nuestro Dios es Dios que provee abundantemente en medio de la escasez, y ms abundancia otorga cuando hay ms escasez. Ellos, sin embargo, an tenan sus ojos velados. Los discpulos tenan que ver, adems, que ellos no podan presumir del milagro que el Seor haba obrado recin. No podan conservar como trofeo los panes que el Seor haba multiplicado. No podan exhibir un hecho que no proceda de un quebrantamiento presente. Cada vez que se espera suplir la necesidad del pueblo de Dios, tenemos que ser partidos de nuevo. Cada vez que se bendice a una persona, es porque hubo una renuncia, una prdida del yo, es porque la cruz tuvo efecto en el corazn de quien fue usado por el Seor. Ellos lamentaban no haber conservado algunos panes de los que el Seor haba multiplicado, pero l les dice: "Por qu pensis dentro de vosotros, hombres de poca fe, que no tenis pan?". Ellos tenan que ver que, al producirse la necesidad, ellos tendran que ser partidos de nuevo, y entonces habra pan. Cuando el Seor multiplic para los cinco mil no guard para los cuatro mil. Cada vez tuvo que obrarse un nuevo milagro. Cada vez tuvo que producirse un nuevo

partimiento y siempre va a ser as. Por eso nuestra consagracin, si bien se decide en un momento crucial, se debe ir renovando da a da. Lo verdaderamente peligroso para los siervos de Dios es la hipocresa. Los que desean servir a Dios no deben temer por la escasez de sus recursos, sino por la semilla de la hipocresa que pueda albergarse en su corazn. Por eso el Seor dijo: "Guardaos de la levadura de los fariseos", es decir, la doctrina de ellos, que se resume en aquella lacnica expresin: "Ellos dicen, y no hacen." (Mt.23:3b). Esto s atenta contra el servicio de un hijo de Dios, e impide la multiplicacin. Renovando nuestra consagracin En la Escritura se habla de que hay una puerta estrecha y un camino angosto. La puerta estrecha es ese acto de consagracin nico y definitivo, cuando t pones la oreja junto al poste para que sea horadada, y as vienes a ser siervo para siempre (Ex. 21:5-6). El camino angosto es una sucesin ininterrumpida de actos de consagracin y de renunciamiento, cada da. De manera que no podemos vivir de experiencias pasadas. Si bien ellas marcan hitos en nuestra historia de fe, y nos ensean y nos alientan, se requiere un nuevo acto de consagracin hoy, si es que queremos que las necesidades de otros sean hoy suplidas a travs de nosotros. Podemos decir que nuestra consagracin hoy es ms completa que ayer? Si la respuesta es positiva, preguntmonos ahora: Hemos mirado hacia adelante para ver cunto el Seor espera que le consagremos a l? Cunta renuncia de nosotros mismos y de lo que poseemos espera el Seor hoy? Puede haber abundancia en la escasez. No pensemos que es muy poco lo que tenemos; ms bien asegurmonos de que lo poco que tenemos lo hemos puesto todo delante del Seor. En nuestra debilidad, en nuestra pequeez, el Seor tiene la ocasin para mostrar lo poderoso que es, de modo que despus puedan decir algo as como lo que dijeron de El: "No es este el carpintero, hijo de Mara, hermano de Jacobo, de Jos, de Judas y de Simn? No estn tambin aqu con nosotros sus hermanas?" (Mr. 6:3). Entonces podrn decir de ti: "Quin es este hombre? De dnde aprendi estas cosas? No es ste el que yo vi en otro tiempo lleno de problemas, esclavizado de tantas cosas, frustrado, amargado, y cmo es que ahora est dando este fruto? Tienen que notarse en nosotros las huellas de la gracia de Dios y de su mano poderosa. Pablo dice que somos grato olor de Cristo en los que se salvan. Ese grato olor es la huella que deja el Espritu Santo en un hombre cuando se ha consagrado enteramente al Seor. As que, la multiplicacin mayor se produjo cuando hubo menos panes. Ms gente fue saciada con los menos panes y ms cestas con pedazos sobraron entonces. Esto no significa, sin embargo, que tenemos que ofrecerle poco al Seor para que

en eso poco exprese su gloria. Ms bien quiere decir que aunque nosotros tengamos poco, aunque nuestro todo sea poco, eso es suficiente para el Seor. Segundo DEJAR PARA RECIBIR "Y cualquiera que haya dejado casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por mi nombre, recibir cien veces ms, y heredar la vida eterna" (Mateo 19:29) Para una mejor comprensin de lo que compartiremos a continuacin, vamos a resaltar algunas palabras de este versculo: "Y cualquiera que haya dejado ... recibir." Esto tiene que ver, pues, con el dejar y con el recibir. Muchas veces nos parece que no podemos servir al Seor, porque no tenemos qu poner delante de los dems: nos vemos vacos. Nuestro corazn y nuestras manos estn vacos Qu compartiremos con otros? Qu les diremos? Nos parece que ni siquiera hemos recibido un talento con el cual poder servir al Seor. Pero ac vemos un principio: "Quien haya dejado, recibir". Esto parece ser una relacin proporcional. Tanto dejas, tanto recibes. Ahora bien, apliquemos este recibir no como buscando algo para nosotros. No vamos a dejar cosas para recibir nosotros, ni vamos a negociar con el Seor para ganar nosotros. Tommoslo en este otro sentido. Pensemos en que necesitamos recibir primero para tener qu poner delante de otros cuando haya necesidad. Queremos tener el corazn lleno, las manos llenas y la boca llena de bendicin, para entregar cuando haya necesidad. Es en este sentido que necesitamos recibir. Mira por un momento tu corazn. Qu afectos hay en l? Qu preocupaciones? Qu planes tiene para el futuro inmediato? Qu ambiciones secretas? Mira tu corazn. Ve si ests dispuesto a dejar hoy algo de eso que llena tu corazn para que el Seor pueda poner en su lugar algo que puedas ofrecer a los dems, algo con que saciar la necesidad de los dems. Si lo haces, habr entonces alguna gracia, alguna virtud, alguna vislumbre de la gloria del Seor, algn destello de su amor que El te dar para bendicin de otros. Ahora, mira tus manos. Por un momento mira tus manos. Qu cosas estn aferrando tus manos? El Seor no puede poner nada en ellas, porque estn ocupadas. Si sueltas lo que tienes, l podr llenarlas de bendicin. Y podremos cantar con verdad esa antigua cancin: "Tengo mis manos llenas de bendiciones, y estas son para ti". Necesitamos tener las manos llenas de bendiciones para que, al tocar al hermano, l sea bendecido. Tal vez hay alguna cosa que el Seor te ha demandado desde hace mucho tiempo, y t, una y otra vez has argumentado con l. A veces te parece que has logrado convencerlo. Pero de pronto te das cuenta de que no lo has convencido. El Seor, tierna y firmemente, te hace ver que la demanda est en pie y que esa

cosa cualquiera sea tiene que ser dejada o quitada de en medio, porque te est trayendo peso y afliccin, y el Seor quiere verte libre. As que tus muchos argumentos y tu esmerada persuasin no le han convencido. Qu tienes hoy respecto de aquello? Tal vez este sea el da de dejarlo para que puedas recibir la abundancia del Seor. Si el Seor sigue insistiendo todava, entonces tienes que dejarlo. Cuando hay este tipo de controversias con el Seor, no sirve de mucho aumentar la oracin, ni la lectura de la Biblia, ni el ayuno. El Seor bien podra decirte: "Por qu redoblas la oracin y el ayuno, cuando t sabes que no es eso lo que te estoy pidiendo? No ver el ayuno, ni oir tu oracin." Si ese punto no es solucionado, no va a quedar nunca claro en tu corazn que verdaderamente l es el Seor y que t eres su siervo. Mientras ese punto no se solucione, habr siempre un forcejeo. T podrs decirle: "T eres el Seor, y yo quiero hacer tu voluntad", pero eso te va a sonar hueco y no te va a dejar tranquilo. As t no puedes servir. Lo nico que vale en una situacin como esa es ceder a lo que el Seor te est demandando. De los varios aos que algunos de nosotros hemos caminado, hemos aprendido que la capacidad de servicio que podemos tener en un momento dado, nos viene cuando estamos dispuestos a dejar algo de lo nuestro para recibir del Seor. Luego que hemos entendido una demanda podemos evadirla por mucho tiempo, pero llega a sernos tan aguda que por fin tenemos que decir: "Seor, quiero hablarte acerca de este asunto. Hoy quiero renunciar a esto de una vez y para siempre. Nunca ms lo mencionar. Est absolutamente muerto y enterrado para m." Desde ese da algo cambiar en tu relacin y en tu servicio al Seor. Tal vez orars lo mismo, leers lo mismo la Biblia: nada externo aparentemente habr cambiado. Pero el aprovechamiento ser distinto. El Seor sabe que algo cambi. Y el Seor, que ve en lo secreto, te recompensar en pblico por aquello que fuiste capaz de dejar por amor a l. Entonces habr multiplicacin y habr provisin suficiente para tener siempre algo qu poner delante de los hermanos en caso de necesidad. Tercero SIRVIENDO SEGN LA UBICACIN Y LOS TALENTOS Aceptando los talentos (Mateo 25: 14-30) De acuerdo a la parbola de los talentos, vemos que el Seor ha repartido sus recursos espirituales de manera desigual (a unos cinco, a otros dos y a otros uno), pero no arbitrariamente. No es porque l haya querido darle a unos ms y a otros menos. l lo hizo sobre la base de la capacidad de cada uno (versculo 15). Cuando vemos de qu manera uno reacciona o ha reaccionado frente al Seor por los talentos que recibi, nos damos cuenta de que no todos hemos quedado

conformes. Ha habido quejas. Unos creen haber recibido poco, y otros creen haber recibido demasiado. Los que creen haber recibido poco se sienten menoscabados. Los otros, que creen haber recibido demasiado, (y quieren evadir la responsabilidad que eso implica), se sienten abrumados. Es bueno y necesario que veamos que el Seor nos ha dado a cada uno la cantidad apropiada. El me ha dado a m lo que yo puedo administrar bien, segn mi capacidad. Ni demasiado para que no me sienta abrumado, ni tan poco para que no me sienta menoscabado. Si yo fuera lo suficientemente sabio, y si hubiese estado en mi mano decidir cuntos talentos yo deba recibir, seguramente me habra otorgado la misma cantidad que tengo. No ms. Porque cuando hay ms recursos de los que se puede buenamente administrar, suele haber gran prdida. Se pierde el siervo, se pierden los talentos y ms encima se provoca un escndalo. Esto se produce cuando se tiene ms de lo que buenamente puede uno administrar. Reconociendo la ubicacin "Mas ahora Dios ha colocado los miembros cada uno de ellos en el cuerpo, como l quiso" (1 Cor.12:18) Adems de los recursos espirituales que hemos recibido, hemos sido ubicados en el cuerpo en un determinado lugar y para desempear una determinada funcin. Dios coloc los miembros en el cuerpo como l quiso. Es un asunto de sabidura divina, no de decisin humana. Esto viene de arriba, no es de la tierra. Y es seal de madurez el aceptar tanto el lugar que nos corresponde en el cuerpo, como la cantidad de recursos que el Seor nos ha dado. Nuestro lugar en el cuerpo tiene que ver con la funcin que desempeamos, en tanto que los talentos tiene que ver con la administracin que nosotros hagamos de esos recursos. Qu podemos decir hoy de estas cosas? Que estamos en el lugar adecuado y que tenemos la cantidad necesaria de talentos para servir bien. El Seor no se ha equivocado. Mira a los hermanos que estn junto a ti. El Seor los escogi a ellos para que sirvieran contigo, y a ti te escogi para que sirvieras con ellos. Hay una complementacin de los unos con los otros. T te ves, a veces, muy pobre y necesitado, pero tu hermano tiene una riqueza que t no tienes y que suple tu necesidad. Tu hermano tambin piensa a veces que l es muy pobre y necesitado. Y resulta que el Seor te ha dado a ti la riqueza que l necesita. As que, aunque todos se vean faltos y dbiles, lo poco que uno tiene suple perfectamente la necesidad del otro, y el Seor es glorificado. As, pues, t ests en el lugar adecuado, y posees tambin la cantidad de recursos espirituales adecuada.

"Bien, buen siervo y fiel" T no tienes nada menos que lo que el Seor te ha dado. Y no tienes nada ms que lo que buenamente t puedes administrar. No hay lugar para quejas. Todo est bien. Dios es sabio. Ahora tienes que servir lo ms fructferamente posible, segn tu ubicacin y tus recursos. Tenemos lo suficiente como para dar frutos suficientes, de modo que se nos pueda decir en aquel da: "Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel; sobre mucho te pondr, entra en el gozo de tu Seor" (Mt.25:21). Es de notar que tanto al de cinco talentos, como al de dos, el Seor le dijo: "Sobre poco has sido fiel." Qu nos sugiere esto? Nos sugiere que el hoy siempre es poco comparado con el reino. Nuestra real capacidad no es puesta en ejercicio hoy, sino maana en el reino. De manera que si t piensas que has recibido poco, no ests tan equivocado. En realidad, todos hemos recibido proporcionalmente poco, comparado con lo mucho que recibiremos en el reino si somos fieles ahora. En esto poco tenemos que ser fieles hoy para que se nos ponga maana sobre lo mucho que el Seor quiere confiarnos. Porque, si crees tener capacidad para ms talentos, pero ni an trabajas los pocos que crees tener, cmo podrs tener maana los muchos que crees merecer? Tenemos que ser hoy fieles en lo poco. Este es el da de las pequeeces, aunque no es poca la gloria que tenemos entre manos. Porque tener uno es bastante, tener dos es harto y tener cinco es mucho. Pese a que es mucha la gloria que tenemos entre manos, es poca comparada con la que administraremos en aquel da, si somos fieles hoy. Aqu somos probados en lo poco. El Seor pone a prueba hoy nuestra consagracin, nuestro servicio. Esto tienen que saberlo todos, desde los ms nuevos. Desde el primer da ellos deben saber que siempre el Seor los estar probando. Antes de promovernos, el Seor nos probar. El camino de la fe es como la enseanza personalizada. Si apruebas una leccin, pasas a la siguiente. En este aspecto, no importa el avance del compaero. T aprendes y progresas segn tu propio ritmo de aprendizaje. En este aspecto, cuando hablamos de los talentos, esto es as. El Seor dio a cada uno una porcin particular de su gracia y de acuerdo a eso se le pedir cuenta. No sobre lo que se le haya dado a otro. Entonces, los que tienen dos, cuidado!, se les va a pedir cuenta sobre esos dos y no sobre el un talento que tiene el compaero. l tiene demandas menores, pero a ti se te va a pedir ms. En la iglesia siempre habr oportunidad para que todos sirvan. Siempre habr lugar y oportunidad para que sirva el que es fiel, sobre todo el que es fiel. Slo una anormalidad muy grande en la iglesia podra impedir que los hermanos sirvan. Cuando hay anormalidad, entonces slo unos pocos sirven. Estos son considerados "ungidos", como si los dems no lo fueran. Unos pocos talentosos lo hacen todo, en desmedro de los que no lo son tanto. Eso es una anormalidad. Nadie puede cerrarle el paso a otro para que no sirva, porque el Seor gobierna sobre su casa.

El hecho de que haya algunos que se destacan hoy por sobre otros hermanos de su misma capacidad, es seal de que han sido ms fieles. Encontramos en la parbola que el que tena cinco, rindi otros cinco, y el que tena dos rindi otros dos, pero tambin puede ocurrir que un hermano de dos rinda tres y otro de dos rinda uno. Nada asegura que ambos rindan dos. De modo que hermanos con la misma capacidad pueden rendir diferente. Eso depende de la fidelidad y la consagracin, de cunto aman al Seor, de cunto estn dispuestos a dejar para que l ponga sus riquezas en sus manos. Si algunos destacan sobre nosotros hermanos de la misma capacidad no nos sintamos envidiosos, sino ms bien llenmonos de un santo temor. El que va adelante, siga; que as nos da un ejemplo para imitar. l nos va abriendo una huella por la que nosotros podremos caminar. As que, los que van ms adelante avancen!, que nosotros queremos seguirles. Temamos, porque cada uno de nosotros tendr que dar cuenta a Dios de s, segn la funcin y los recursos que nos asign. Si hoy somos siervos buenos y fieles, entraremos maana en el gozo de nuestro Seor. Que as sea.

Capitulo Tres

SUMINISTRANDO VIDA
"De manera que si un miembro padece, todos los miembros se duelen con l, y si un miembro recibe honra, todos los miembros con l se gozan. Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo, y miembros cada uno en particular" (1 Cor.12:26-27). "... sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo, de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre s por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, segn la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificndose en amor" (Ef.4:14-16). El smil del cuerpo Para describir lo que es la iglesia y para ensearnos acerca de ella, el Espritu Santo utiliza en la Escritura diversas figuras y tipos, as por ejemplo, utiliza personajes, especialmente mujeres del Antiguo Testamento, como Eva, Asenat, y Rut, entre otras. Sin embargo, la figura ms acertada para expresar lo que es la iglesia funcionando aqu abajo en este tiempo, es el cuerpo humano. Aqu en el captulo 12 de 1 Corintios se habla acerca de cmo el cuerpo tiene muchos miembros, de que cada miembro tiene una funcin determinada, y de que todos los miembros se ayudan mutuamente. Ninguno est de ms, todos tienen que cumplir su rol, dejando que los dems tambin cumplan el suyo. Todos los miembros funcionan en forma coordinada, siguiendo los dictados de la cabeza, que es el Seor Jesucristo. De lo mucho que se podra hablar sobre la iglesia, en este smil del cuerpo humano, vamos a rescatar algunos aspectos aqu. Al leer especialmente los versculos 26 y 27 del captulo 12 de 1 Corintios, nos damos cuenta de que hay una ntima dependencia entre los miembros del cuerpo. Si un miembro padece, todos los miembros se duelen con l; y si un miembro recibe honra, todos los miembros con l se gozan. A cada miembro le afecta lo que pasa con el otro miembro. Y lo que pasa con uno, le afecta a todos. No slo a la persona que est al lado, que pudiera ser el esposo o la esposa, o los hijos, o el miembro con el que tiene ms contacto. Dice: " Si un miembro padece, todos los miembros se duelen con l". Hay una interdependencia absoluta entre un miembro y todo el cuerpo. Al decir que "si un miembro padece, todos los miembros se duelen con l ", eso nos est sugiriendo una cosa ntima; el dolor normalmente es algo que se lleva en lo interior y que se sufre en la intimidad. En cambio, cuando habla de la honra que un miembro recibe y que produce gozo en todos los dems, eso nos sugiere algo pblico, porque si un miembro es honrado, el gozo de esa honra recibida alcanza a todos los miembros. De manera, entonces, que tanto en lo privado como en lo

pblico, hay una interdependencia y una influencia recproca entre cada miembro y los dems miembros del cuerpo. De modo que, parte del dolor y del gozo que t sientes como miembro, no depende de ti ni de tu relacin con el Seor. Parte de ese gozo o de ese dolor es producto de lo que ocurre con los otros miembros del cuerpo. As tambin, muchas de las cosas que te suceden a ti en lo privado o en lo pblico, no solamente te afectan a ti, y te producen gozo o dolor, sino que tambin afecta a otros. Y esto no es algo consciente. No es algo que t tengas que andar publicando: "Hermanos, estoy adolorido por esto". Es algo espiritual, porque la iglesia es espiritual. De tal manera que lo digas o no, lo que pasa en tu corazn, sea doloroso o sea feliz, va a afectar al resto del cuerpo. Esto es una cosa muy profunda, porque la iglesia es un cuerpo muy sensible a los hechos y a los estmulos espirituales. Qu pasa con nosotros, con nuestras palabras y con nuestra conducta? Ellas traern necesariamente, o bien dolor, o bien gozo. Hay dos alternativas: edificacin (vida) o destruccin (muerte). Sea que ocurra en pblico, o sea que ocurra en lo ntimo. Por eso dice en Efesios que la iglesia es un cuerpo " bien concertado y unido entre s". La unin o interdependencia de los miembros es absoluta para bien o para mal, para comunicar vida o para comunicar muerte. La herida de un miembro trae dolor al cuerpo entero; la sanidad de un miembro (es decir, su restauracin), trae bienestar y salud al cuerpo entero. Si hay miembros heridos hoy, ellos tienen que ser sanados para que la vida del cuerpo no tenga obstruccin, para que la vida que est fluyendo por los miembros sanos no se encuentre con un dique en ese miembro que est enfermo, o herido. Si hay muchos miembros debilitados, entonces la vida del cuerpo no fluye a travs de ellos. Llega hasta ellos, pero por causa de su debilidad o de su amargura, la vida es obstruida all y no sigue su avance. Aunque ellos reciben la vida, son incapaces de comunicarla a otros. En la medida que ellos vayan siendo sanados, el cuerpo va a ir experimentando salud y fortaleza. Muchos dolores y angustias que padecen los miembros ms activos del cuerpo son producto de los miembros debilitados y de los corazones heridos de otros miembros. Los hermanos activos, los que estn sanos, pueden percibir dolores que no proceden de su propio corazn, sino de una carga exterior que se ejerce sobre ellos. Hay a veces angustias, oraciones con gemidos, que no son ocasionados por pecados propios, o por una carga propia. El Espritu pone el dolor de otros miembros, la necesidad de otros miembros sobre ellos; aun la muerte que procede de otros miembros viene sobre los miembros activos, para que cumplan en su carne "lo que falta de las aflicciones de Cristo por su cuerpo, que es la iglesia". (Col. 1:14). Los miembros ms activos pueden percibir el estado de la iglesia, y pueden saber cunta muerte o cunta vida est fluyendo a travs de cada uno de los miembros.

Veamos, por ejemplo, lo que sucede en el cuerpo con un brazo enfermo. Un brazo anquilosado es aquel que se tiene que llevar colgando porque no tiene vida. Ese brazo no sirve para abrir una puerta o para coger un objeto; sin embargo, el cuerpo tiene que cargar con l. El peso de ese miembro recae sobre el cuerpo, pero ese miembro no sirve al cuerpo, porque no fluye vida a travs de l. Lo pblico y lo privado Lo pblico y lo privado son los dos ambientes en los cuales siempre nos estamos moviendo. De estas dos esferas, la que ms nos interesa ver hoy es la de lo privado. Normalmente, uno tiende a guardar las palabras y la conducta pblica para no herir u ofender al hermano. Pero qu pasa en lo secreto? Tenemos que ver que tanto las acciones piadosas realizadas en secreto, como los pecados cometidos en secreto, afectan a todos los miembros del cuerpo, las unas para bien y los otros para mal. Nadie puede pecar impunemente en la iglesia, aunque sea el pecado ms secreto, y aunque sea un pecado menor. As tambin, ninguna accin justa deja de bendecir al cuerpo aunque se haga en la cmara ms secreta, donde nadie ve y nadie sabe, ni siquiera la esposa o el esposo. Porque el esposo aprovech el momento en que la esposa no estaba en la casa, ni los hijos, para impartir vida al cuerpo. Y la esposa, cuando estaba sola, por causa de que ama al Seor y ama la iglesia, aprovech ese tiempo para impartir vida al cuerpo. Cunto pecado secreto ha aplastado innumerables reuniones de la iglesia? Cuntos pecados y faltas cometidas en estos das, influirn para que el prximo partimiento del pan no tenga la gloria que debiera tener? Ofensas y pecados no confesados, que no habrn sido purificados por la preciosa sangre del Seor Jess. No importa la magnitud de los pecados. No es necesario llegar a cometer un pecado vergonzoso para impartir muerte al cuerpo. Puede ser simplemente un comentario, una murmuracin, una crtica amarga, una maledicencia, un juicio que no procede del amor, o bien, palabras deshonestas de nuestra boca. Todas estas cosas producen efectos de muerte en el cuerpo, aunque nadie las escuche. Tambin toda palabra de bendicin y toda accin de gracias, desatarn salud, poder, libertad y gozo en el cuerpo, aunque se digan en secreto. Esa oracin en tu cmara ntima, en que t bendices al hermano aqul que tiene un problema, en que t lo guardas y lo cubres en la sangre de Jess, traer bendicin al hermano y vida al cuerpo. Tenemos que entrar en una corriente de palabras de bendicin, de perdn, de manera que sea como un tejido, un tramado de bendiciones que van y vienen de uno a otro miembro, para liberacin de vida en el cuerpo. Entonces, de cada miembro ir saliendo hacia otros con nombres, si es que sabemos de la necesidad que hay entre los hermanos, o sin ellos, para bendecir a todos , la vida abundante. As, el diablo no podr penetrar y la muerte chocar con el poder

glorioso de la vida de resurreccin que fluir de las palabras de tu boca. Toda accin piadosa hecha delante de Dios genera una corriente de vida en el cuerpo. En Mateo 6 tenemos tres acciones que son realizadas en secreto delante de Dios, y que producen vida al cuerpo: la limosna, la oracin y el ayuno. Aqu se habla de la recompensa pblica que se recibe por estas acciones. Este es un aspecto importante que el Seor ense aqu. Pero si somos un cuerpo como lo somos , y todos los miembros estn unidos entre s por coyunturas que se ayudan mutuamente; si somos miembros los unos de los otros como somos , entonces, inevitablemente, toda accin piadosa hecha en secreto, no slo redundar en que el Padre nos va a honrar pblicamente, sino en que esa honra va a traer edificacin y vida a todo el cuerpo. Sea de hecho, sea de palabra, podemos suministrar vida al cuerpo. Y para esto no hay nadie que est descalificado. No hay nadie que sea demasiado pequeo como para no poder aportar vida al cuerpo. As como tampoco hay nadie, por grande que sea, que no est expuesto a introducir muerte al cuerpo, si es que sus palabras o sus obras son pecaminosas. De tal manera que esto es un aliento para los pequeos, y es tambin una advertencia para los mayores. Uno de los actos de mayor bendicin y vida para el cuerpo es aquel en que un miembro, en lo ntimo de su corazn, en lo secreto de su aposento, hace un acto de renunciacin de s mismo o de algo suyo por causa del Seor. Tambin puede ser un acto de obediencia que trae consigo el quebrantamiento del alma. Tales cosas implican una aceptacin de la cruz de Cristo sobre el yo, y son actos de los ms nobles y vivificantes que puede realizar un miembro. No slo para su propio beneficio espiritual, o para la gloria de Dios, sino que adems redundar en la edificacin de la iglesia, y en bendicin para todos los miembros. Todas las cosas que llegan a ser pblicas en un momento, han tenido su comienzo en el corazn. De tal manera que, por ejemplo, un pecado, primero fue concebido como un deseo concupiscente y luego, cuando se dio a luz y se llev a cabo, produjo el pecado, y su consecuencia es la muerte. De manera que la vida exterior de la iglesia, la gloria de la iglesia (que se puede ver, por ejemplo, cuando las reuniones son llenas de testimonio, de alabanza y adoracin), es una consecuencia de la vida ntima de cada uno de los miembros del cuerpo. Lo que pasa con las reuniones es una consecuencia de lo vivido por cada miembro, principalmente en lo privado. Si una reunin no est todo lo gloriosa que debiera estar, nosotros no tenemos que buscar soluciones a la reunin, ("falt alabanza", "falt oracin"), porque cualquier explicacin que t sugieras no es lo suficientemente profunda como para descubrir el problema de fondo, que es la vida ntima de cada miembro del cuerpo. Suele haber un doble estndar en nuestra vida: una conducta pblica y una conducta privada. Aunque los hermanos no oigan ni sepan las malas palabras proferidas en secreto, el Seor las oye. Aunque los hermanos no vean ni sepan

las malas acciones cometidas en secreto, el Seor las ve. Respecto de esto, veremos un pasaje muy ilustrativo en el libro de Ezequiel. Las abominaciones de Israel En Ezequiel captulo 8 aparecen por lo menos tres tipos de abominaciones que el pueblo de Israel cometa en secreto. Aqu aparecen tres tipos de personas de Israel: Los ancianos, las mujeres y los varones. Cada uno estaba cometiendo un tipo distinto de abominacin. Los ancianos, que eran los encargados de administrar las cosas espirituales, estaban ofreciendo incienso a dolos abominables; las mujeres, lloraban a Tamuz, un dolo babilnico; y los varones estaban postrados ante el sol. Todos ellos pensaban que Dios no los vea: "No nos ve Jehov; Jehov ha abandonado la tierra " decan (vers.12). Eran pecados secretos. As tambin hoy da hay abominaciones que alejan muchas veces al Seor de su santuario. Hay pecados ocultos que traen muerte al cuerpo. Las abominaciones del siglo XX La Escritura dice que tenemos que redimir el tiempo, porque los das son malos. Qu hacemos con nuestro tiempo libre? Hay tiempo que legtimamente podemos dedicar a descansar. Pero cunto tiempo vaco hay, en que, por decirlo as, ofrecemos incienso a los dolos de hoy? Podremos decir: "el Seor no nos ve", o "Los ancianos no nos ven", o "Nadie me ve", o "Dios no me ve"? Veamos algunas de las abominaciones del siglo XX. Hay muchas imgenes que entran por nuestros ojos y que estn afectando tremendamente no slo nuestra alma y nuestro espritu que tienen que ser santificados sino tambin, y lo que es ms grave, la vida de la iglesia. Me refiero a las pelculas, y a la televisin, principalmente la que es suministrada por cable. Hace aos atrs, por ah por el 75, lemos "La Visin" de David Wilkerson, en que l anunciaba que en aos venideros cualquier persona iba a poder tener un aparato de cine, instalarlo en su casa y ver pelculas (de acuerdo a la censura de los EE.UU.) doble X o triple X, es decir, para mayores. En su propia casa y como si estuviera en el cine. En ese tiempo no imaginbamos que una cosa as poda llegar a suceder tan pronto, ni cmo sera este invento tan prodigioso. Sin embargo, no han pasado muchos aos y ya es una realidad. Cualquier persona puede tener un equipo de vdeo en su casa, y puede ver la pelcula que quiera, y si se conecta al cable podr ver pelculas de trasnoche, para mayores. ltimamente ha habido incluso controversias pblicas, por lo subido de tono que son esas pelculas. Y eso es algo que est al alcance de todos hoy en da. Para el

mundo es normal y legtimo, y ya forma parte de sus hbitos de vida. El problema es si para nosotros resulta normal. Los estudiosos de la comunicacin identifican un cierto tipo de experiencias producidas por los medios, que son las "experiencias vicarias". Estas experiencias son las que uno vive, no directamente de la realidad, sino a travs de los medios, pero con tal realismo, que es como si uno de verdad las estuviera viviendo*. Lo que all se muestra es como si nosotros mismos lo estuviramos viviendo, sea un film, un documental, una carrera, etc. Vindolas, participamos y sentimos lo que ah sienten, sea alegra u horror. De tal manera que el adulterio que aparece en un film, de alguna manera, tambin lo vivimos, y el asesinato que, dentro de la trama de la pelcula aparece como justo, tambin lo aprobamos. Hay pelculas, cuyos directores son tan hbiles, que pueden llevarnos a tomar partido a favor del asesino, del adltero, del corrupto, y del degenerado. Este asunto no es tan banal como uno pudiera pensar en una primera instancia, porque en ello est involucrada el alma, y trae un caudal de muerte para nuestro espritu y para la vida de la iglesia. Es tan letal que afecta el gozo, la vida y el crecimiento de la iglesia. A travs de esas pelculas nos introducimos en burdeles, y en antros de corrupcin. No son las pelculas sobre temas homosexuales las que estn hoy ms en boga? Es como entrar a Sodoma, ver lo que hay ah y consentir con ello. No se vindica la homosexualidad en ellas? Por otro lado, el hombre que ve cmo se le hace violencia a una mujer, no se identifica, de alguna manera, con el violador? Qu terrible es dar lugar a la carne! Eso es proveer para los deseos de la carne. Ahora vemos con espanto las propagandas que anuncian las nuevas teleseries: hay ah escenas cada vez ms atrevidas. Todo en aras del 'rating'. Nosotros, los hijos de Dios, nos sumaremos a los miles y millones de telespectadores de este pas seducidos por las concupiscencias de la carne? No apoyaremos ni participaremos en estas abominaciones. Ahora bien, llegaremos a prohibirlas entre nosotros? Llegaremos a establecer leyes como: "No hagas, no toques, no veas"? Creemos que ninguna prohibicin da fruto permanente. Esas son cosas que se destruyen con el uso. Si pusiramos un declogo: "No hagas esto, no hagas esto otro", lo nico que haramos es avivar el deseo de cometer ese tipo de cosas. La solucin para esto, hermanos, es que nosotros tengamos revelacin y tengamos luz para ver delante del Seor por amor al Seor y por amor a los hermanos qu conviene y qu no conviene. No porque haya una ley externa que se me impone, sino porque aqu adentro hay un Espritu que es santo, y que no puede participar en espectculos en que se hiere la santidad del Seor y mi dignidad como hijo de Dios. No es un asunto de restriccin externa, sino de aceptar la amonestacin del Espritu por amor al Seor y a los hermanos. Estas son algunas de las abominaciones del siglo XX. Estn rodeadas de un manto de legitimidad: todos lo hacen, por tanto, son normales. Se ha cauterizado la conciencia. Se ha borrado el lmite o al menos est muy difuso entre lo que es santo y lo que es profano, entre lo que edifica y lo que no edifica, entre lo que

conviene y lo que no conviene. Pidmosle al Espritu Santo que nos aclare esos lmites. Que nos muestre lo que s podemos y lo que no; lo que conviene y lo que no conviene. No vamos a tomar los televisores y venderlos. Pero tiene que haber una administracin responsable de este asunto y de todos aquellos que tienen que ver con nuestra vida. Hasta las lecturas. Las revistas, incluso los diarios. En el da de hoy, hermano, prcticamente t no puedes leer cualquier diario. Tambin tienes que seleccionar qu diario vas a leer. No en funcin de una tendencia poltica o de una corriente de opinin, sino para escapar de toda la inmundicia que ah suele aparecer. Asimismo, hay revistas que no pueden caer en manos de nuestros hijos. Nosotros no podemos proveer alimento para ese tipo de sexualidad, de consejos corruptos, de modelos y hbitos, de formas de ser y de actuar de personas que con toda seguridad estn llenos de demonios de lascivia y de perversidad. No nos haremos partcipes con los demonios. Al tocar estos asuntos podemos caer en el legalismo, por eso lo hacemos con temor. No es bueno que el esposo le prohba a la esposa, y le diga qu puede ver y qu no. No es bueno que la esposa le diga al esposo qu puede ver y qu no. Cada uno tiene que saber. Sobre los hijos s sobre todo si no son convertidos tenemos que velar nosotros, y poner una restriccin. En lo posible, no con una forma de ley externa, sino ms bien como encauzando las inquietudes y energas de los hijos hacia otro lado. "En vez de ver esta pelcula, hijo, te propongo esto otro". Y tal vez convenga, en ese caso, participar con ellos de otra actividad, de tal manera que, con sabidura, los apartemos de las cosas que no les convienen. Es bueno proveerles de otras actividades que ellos puedan hacer y que les traigan edificacin o que, al menos, no les contaminen. Cuntas horas en una semana desperdiciamos! Sumemos los minutos, las medias horas, en una semana, en un mes, en un ao. Cunto hace que no leemos un libro de la Biblia completo? No hay tiempo. Si nos programramos un poco, tal vez en un ao, o en dos, aprovechando esos retazos de tiempo intiles, podramos leer la Biblia completa. Todo esto se refiere, principalmente, a lo que hacemos en secreto, privadamente. La vida que fluye de la muerte Veamos ahora en 2 Cor.4:12: "De manera que la muerte acta en nosotros y en vosotros la vida". En general, la 2 epstola a los Corintios tiene la particularidad de que, gracias a ella, nosotros conocemos acerca de la vida interior de Pablo. Aqu l abre su corazn y nos muestra sus experiencias como hombre de Dios. Muchas de ellas se refieren a lo ntimo. Es como el trasfondo, el lado oculto de un hombre. Y nos muestra tambin cmo es que un hombre como l lleg a tener un ministerio tan fecundo. Aqu encontramos la clave de esa fructificacin.

Encontramos que l permanentemente tuvo que experimentar la muerte sobre s mismo para que hacia otros fluyera la vida. Ese es un principio aplicable a Pablo y a todos los creyentes que desean servir al Seor. Tambin a nosotros. En esta carta se habla de las tribulaciones de Pablo, de sus necesidades, de sus angustias secretas, de su paciencia, etc. En esta epstola se habla de no vivir para s, sino vivir para Aquel que muri y resucit por nosotros. Aqu se habla de las debilidades, de las humillaciones que un hombre de Dios puede vivir, todas las cuales, aceptadas, vividas por amor al Seor y a los hermanos, por amor a las iglesias a las que l sirve, producen un grato olor de Cristo. Este grato olor es de lo cual hemos venido hablando. Es esa bendicin, esa liberacin, ese gozo que fluye en la iglesia, es Cristo manifestado en el corazn de cada uno de los miembros del cuerpo, y que suministra vida. En la iglesia, a veces, es posible percibir este grato olor de Cristo en forma muy potente, tanto que nos parece que casi podemos tocar al Seor. Es real, es envolvente. Su presencia nos inunda, y los ros de Dios fluyen con fuerza irresistible. Qu gloriosos son esos momentos, ellos alientan nuestra fe! Pero, qu es eso sino la vida que fluye de la muerte? Hay miembros del cuerpo que estn aceptando la accin de la cruz sobre su yo, y que estn aceptando morir a s mismos para que otros puedan ser vivificados. Oh, hermanos, que veamos que nuestra conducta ntima, que nuestra renunciacin, que nuestra consagracin privada es determinante, y que puede liberar un caudal de vida en el cuerpo. Cmo podemos servir los que somos dbiles, los que somos flacos, los que somos pequeos? Aqu hay un camino para suministrar vida al cuerpo. Tal vez t nunca te has atrevido a ponerte en pie y hacer una confesin pblica del Seor, o dar un testimonio. Pero sabes? esta forma de suministrar vida t la puedes ejercitar todos los das, en cada momento, en lo ntimo de tu corazn, en lo secreto de tu morada. Y no te quepa la menor duda de que encontrars all una forma de servicio que traer vida al cuerpo y que ser aprobada por el Seor. El Seor te har sentir el gozo de saber que por tu corazn est fluyendo una vida que no se estanca ah, sino que bendice a otros. Cmo hemos de colaborar para que la iglesia sea restaurada? Cmo hemos de aportar vida al cuerpo? He aqu el camino. Cuidar nuestra conducta, nuestras palabras, de modo que el Seor se agrade de nuestra intimidad y l pueda expresar su santidad y su gloria a toda la iglesia. Nuestra mayor deficiencia puede estar en lo que hacemos en secreto. Cuando esto sea mejorado habr mucha vida fluyendo en el cuerpo. Que el Seor nos ayude.

Capitulo Cuatro

LA JUSTICIA DE DIOS Y NUESTRA JUSTICIA

Dos tipos de justicia "Porque os digo que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraris en el reino de los cielos" (Mat.5:20). "Guardaos de hacer vuestra justicia delante de los hombres, para ser vistos de ellos; de otra manera no tendris recompensa de vuestro Padre que est en los cielos" (Mat.6:1). "Antes, (los escribas y fariseos) hacen todas sus obras para ser vistos por los hombres" (Mat.23:5a). En las Escrituras hallamos dos tipos de justicia que son aprobados por Dios. La primera de ellas es la que menciona Pablo en Romanos 1:17: "Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como est escrito: Mas el justo por la fe vivir." Aqu se habla de la justicia de Dios, revelada por fe y para fe. No es por obras, para que nadie se glore. Nosotros hemos recibido la justicia de Dios por la fe en el Seor Jesucristo. La segunda es la justicia del creyente, del cristiano, basada en obras justas, por las que se presentar ante el tribunal de Cristo: "Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba segn lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo" (2 Cor.5:10). De esta justicia, "nuestra justicia" se habla en Mateo 5:20 y 6:1. Hay, por tanto, una justicia que es nuestra y que no es reprobada por Dios. Aun ms, aqu se nos alienta en cuanto a ella y se nos instruye acerca de cmo obtenerla. Ambos tipos de justicia son, pues, aprobadas por Dios. Rechazamos de plano, en cambio, la justicia que es por las obras de la ley, por las cuales nadie se justifica delante de Dios. Reprobamos esta justicia que Dios tambin reprueba , con la cual el hombre pretende alcanzar salvacin. La Escritura descalifica absolutamente todo esfuerzo del corazn no regenerado, que intenta presentarse a Dios por sus propios mritos, por su propia justicia, por medio de sus obras de muerte. No obstante, damos gracias a Dios porque hay una justicia que es nuestra, basada en nuestras obras justas, las cuales son tenidas en cuenta delante de Dios. Si nosotros slo atendemos a la justicia de Dios, que es por la fe, y descuidamos la nuestra, que se expresa en obras procedentes de un corazn regenerado, tendremos una gran prdida en el tribunal de Cristo. Esto nos puede llevar a

descuidar el hecho de que hay una justicia que tendremos que exhibir cuando comparezcamos ante el Seor, una justicia que es nuestra, y que no es imputada por Dios. Por eso hoy vamos a hablar de la justicia del creyente. La justicia del creyente Tenemos que dejar en claro que esta justicia slo la puede alcanzar quien haya recibido primero la justicia de Dios; esto es, quien haya sido justificado gratuitamente por la fe en Cristo Jess. Nadie puede caminar por el camino angosto si primero no ha entrado por la puerta estrecha. De la misma manera, nadie puede ir acopiando una justicia para presentarse ante Cristo en aquel da, sin haber sido primero declarado justo por Dios mediante la fe, limpio de sus pecados, regenerado y sellado por el Espritu Santo de la promesa. Esta justicia de que hablamos aqu es producto de obras justas, las cuales han sido purificadas por la fe. Esta es "la obra de vuestra fe", de la cual Pablo habla a los hermanos de Tesalnica (1 Tes.1:3). Esta justicia se obtiene mediante las buenas obras que "Dios prepar de antemano para que anduvisemos en ellas". En Efesios 2:8-10 dice: "Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se glore. Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jess para buenas obras, las cuales Dios prepar de antemano para que anduvisemos en ellas ." Si nosotros unimos el versculo 9 en que dice "no por obras", con el versculo 10 en que dice "para buenas obras", tenemos: "No por obras (pero) para buenas obras". Es una contradiccin? No, no lo es. Las obras del versculo 9 estn antes de la justificacin por la fe y, por lo tanto, no sirven de nada. Ellas proceden de un corazn impuro. Mas, al lado ac de la justificacin por la fe qu hay?, hay buenas obras, las cuales Dios prepar de antemano para que anduvisemos en ellas. No somos salvos por obras, aunque s lo somos para buenas obras. Mayor que la de los escribas y fariseos "Si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraris en el reino de los cielos". En qu nuestra justicia tiene que ser mayor que la de los escribas y fariseos? La justicia de los fariseos estaba viciada en tres aspectos: Lo primero, en su procedencia. Ella proceda de un corazn no purificado por la fe, no regenerado y, adems, jactancioso. Lo segundo, en cuanto a su expresin. Era una justicia externa, que buscaba ser vista y reconocida por los hombres. Y lo tercero, en cuanto a su fin, porque tena como objetivo justificarse delante de Dios.

Qu vemos, en cambio, en el creyente? Cul es su justicia? La justicia del creyente tiene un origen puro y noble, porque procede de un corazn regenerado por el Espritu Santo, purificado por la sangre de Jess y que ha probado su impotencia para agradar a Dios. Sin embargo, y pese a eso, el creyente ha de andar con temor, y no con presuncin. Cmo podra un creyente sino temer, luego de haber visto que sus antiguas obras de justicia no le sirvieron para presentarse como justo ante Dios? Por eso, ahora desconfa incluso de las obras de su propia justicia y de s mismo como realizador de ellas. Sabe que su corazn debe ser purificado permanentemente de toda motivacin impura, por lo cual se acoge a la sangre de Jess, para ser limpio, no slo de toda obra impura, sino aun de las motivaciones con que son hechas sus obras. En cuanto a su expresin, es una justicia que tiene una forma interna. Hace todas las cosas delante de Dios y no para ser visto por los hombres. Y en cuanto a su fin, este no es otro que el de agradar a Aquel que se ofreci a s mismo en su rescate y que deleita su corazn. Aquel que lo cautiv y a quien ha ofrecido su oreja para que la horade a perpetuidad (Ex. 21:2-6). El fin de estas obras es agradar a Dios y colaborar para el establecimiento del reino del Seor Jesucristo sobre la tierra. En Mateo 6 se mencionan tres acciones de justicia como ejemplo: las limosnas, la oracin y el ayuno. Notemos que estas tres cosas unen lo espiritual con lo material. No hay disociacin, en un creyente, entre las cosas espirituales y las cosas materiales. Los fariseos eran muy diligentes en esto: daban limosna y ayunaban, hacan largas oraciones, visitaban a las viudas y a los hurfanos y diezmaban de todo. Todas estas cosas son buenas, pero al Seor le interesa tambin el origen, la expresin y el propsito que ellas persiguen. Los escribas y fariseos, en su corazn no regenerado, eran jactanciosos y soberbios. Ellos confiaban en s mismos como justos y menospreciaban a los otros. El fariseo de la parbola deca: " Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adlteros, ni aun como este publicano. Ayuno dos veces por semana, doy diezmos de todo lo que gano" (Lc.18: 11-12). El problema de este fariseo no estaba en lo que haca, sino en la actitud con que lo haca. La actitud contaminaba y viciaba sus obras. La justicia de los escribas y fariseos era muy sofisticada. Tena muchas gradaciones; estaba reglamentada y era muy exigente. Los obligaba a ellos a hacer un ejercicio permanente y severo. Mirada externamente, estaba basada en obras de alta calidad, pero tanto su origen, como su expresin y su fin estaban viciados. Nosotros sabemos que a Dios no le basta la justicia exterior de las acciones que podamos hacer, sino que le interesa sobremanera cul es su punto de partida, cules son los medios con que se realiza, y cules son los fines que persigue. El Seor no acept el sacrificio de Sal en Gilgal, no porque no aceptara

los sacrificios, sino porque a l le interesa ms la motivacin de los sacrificios que los sacrificios mismos. No s si has experimentado la vergenza que se siente ante Dios cuando l nos permite ver, en su luz, lo impuro de una cierta motivacin o de una cierta accin emprendida por nosotros. No importa lo que externamente hayamos dicho. No importa lo que los dems crean ver. El Seor va a lo profundo, y es all en lo profundo donde nosotros sentimos, a veces, la reprensin del Espritu respecto de las motivaciones y de las acciones que realizamos. En qu ms tiene que ser mayor nuestra justicia que la de los escribas y fariseos? En la cantidad? Si los fariseos ayunaban dos veces a la semana ayunaremos cuatro? Si ellos daban el diez por ciento de sus ingresos, daremos el veinte? Oraremos el doble? Haremos ms y ms limosnas? El gran problema de los fariseos y de sus seguidores es que sus obras procedan de un corazn incrdulo. Todo lo que no procede de fe es pecado. Un corazn incrdulo no es capaz de creer que Dios puede recompensar un acto de justicia hecho en secreto, y por eso lo publica. As puede recibir, al menos, la recompensa de los hombres, que consiste en la alabanza de ellos. Al obrar as est diciendo tcitamente: "Dios no ve. Dios no oye. Dios no est." Sin embargo, el creyente sabe que Dios " es galardonador de los que le buscan" (Heb.11:6). Por eso el creyente lo hace con fe, sabiendo que aquello que los hombres no ven, Dios lo ve. Y lo hace, no por la recompensa, sino para agradar a Aquel que lo limpi de sus pecados y que lo salv de tan grande condenacin. La hipocresa La hipocresa es hacer las cosas para ser visto por los hombres, para ser alabado y bien conceptuado por ellos. La hipocresa es una forma de incredulidad, porque no cree que Dios est mirando y est oyendo. La hipocresa puede comenzar con un solo acto de incredulidad, pero luego puede transformarse en toda una doctrina. La doctrina de los fariseos, que es la hipocresa, es como la levadura que leuda toda la masa. As contamina la vida del hombre, sus propsitos y sus acciones. Por eso es necesario que los que quieren servir al Seor estn atentos a este peligro, a esta desviacin que es pretender alcanzar una justicia delante de los hombres y no delante de Dios. Mientras el fariseo publica su justicia, el creyente la esconde. El creyente no quiere recibir la aprobacin de los hombres, sino la aprobacin que viene de Dios. Sin embargo, hemos de tener cuidado, no sea que por esconder nuestra justicia, caigamos en no procurarla. Es fcil confundir las cosas y llegar a una inactividad y a una falta de voluntad para servir a Dios. Se puede llegar a decir una cosa tan impa como esta: "Yo no quiero servir, porque no quiero ser hallado buscando el reconocimiento de los dems." Este extremo, aunque ms sutil, es mucho peor que el otro. Cuidado!, porque Dios no puede ser burlado. El conoce las intenciones ms ntimas del corazn.

As pues, los que hemos recibido la justicia de Dios gratuitamente por la fe, tenemos que esforzarnos para que nuestra justicia sea mayor que la de los escribas y fariseos. Dos clases de vestido "Gocmonos y alegrmonos y dmosle gloria; porque han llegado las bodas del Cordero, y su esposa se ha preparado. Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino, limpio y resplandeciente; porque el lino fino es las acciones justas de los santos" (Ap. 19:7-8) En las Escrituras encontramos que para los cristianos hay dos clases de vestido, los que se relacionan, a su vez, con los dos tipos de justicia de que estamos hablando. El primer vestido es el mismo Seor Jesucristo. Cuando venimos a Dios, el Seor se convierte en nuestro vestido, es decir, en nuestra justicia, con la cual nos presentamos ante Dios. Dios nos dio este vestido al darnos a Cristo, para que as no estemos desnudos, y podamos comparecer delante de Dios. Este vestido lo tienen todos los salvos, porque lo recibimos cuando fuimos justificados gratuitamente por la fe, y no depende de nuestro caminar. Al ser salvos, ya somos vestidos del Seor Jesucristo. El segundo tipo de vestido es este de lino. Cuando seamos presentados a Cristo, llevaremos este vestido de lino. Este es las acciones justas de los santos y se va confeccionando desde el da en que nosotros fuimos salvos. Este vestido nos es dado por el Seor Jesucristo a travs del Espritu Santo. Estas mismas dos clases de vestido se mencionan en el Salmo 45: "Toda gloriosa es la hija del rey en su morada; de brocado de oro es su vestido. Con vestidos bordados ser llevada al rey; vrgenes irn en pos de ella, compaeras suyas sern tradas a ti"(13-14). Aqu en el versculo 13 se habla de un vestido de brocado de oro, y en el 14, de vestidos bordados con los cuales la hija del rey es llevada al rey. As que tenemos el vestido de oro y el vestido bordado. Sabemos que el oro es el Seor Jess, porque el oro proviene de Dios. El vestido de oro es el que usa la hija del rey en su morada y es el que todos los hijos de Dios llevamos siempre. Luego est el segundo, que es bordado, y con el cual ella es llevada al rey. Este sirve para presentarse ante el rey. Este vestido se est bordando desde el da que fuimos salvos y son las acciones justas de los santos. Un bordado se efecta sobre una tela vaca. As, el hilo entrelazado con la tela viene a formar una sola cosa con ella. Cuando en nuestro caminar Dios va permitiendo que pasemos por dificultades y pruebas, entonces el Espritu Santo va

diseando en nosotros un bordado, y ese bordado es la figura de Cristo. De manera que Cristo se va perfilando en nosotros paso a paso, y se va manifestando en nuestro andar. Cunto de nosotros es expresin de Cristo? O, dicho de otro modo, Cunto de Cristo ven los dems en nosotros? Cunto ha podido el Espritu Santo perfilar o dibujar de Cristo en nosotros? Nosotros sabemos que el propsito de Dios es que todos lleguemos " a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo" (Ef.4:13b), que todo lleguemos a ser un hombre perfecto. Pablo deca: "Sed imitadores de m, as como yo de Cristo". Siempre el modelo original es Cristo y todos nosotros estamos siendo transformados para ser semejantes a Cristo. Cuando nos presentemos ante El, no vamos a ser medidos por la cantidad de demonios que echamos fuera, o de milagros que hicimos en su Nombre, porque estas cosas, ustedes saben, son muy relativas. El Seor dir a muchos que presumen de esto: " Nunca os conoc; apartaos de m, hacedores de maldad" (Mt.7:23). De modo que, en ese momento, no servir como carta de presentacin el haber hecho estas cosas, sino cunto el Espritu pudo formar de Cristo en nosotros. La obra ms preciosa que el Espritu Santo realiza en nuestros das, delante de nuestros propios ojos, es plasmar a Cristo en nosotros. Esta obra no sirve de tropiezo a nadie y nunca escandaliza a nadie. En cambio, el echar fuera demonios y el hacer milagros hace que muchas de las personas que poseen estos dones se llenen de vanagloria y empiecen a adquirir una relevancia por sobre el Seor, de modo que luego caen en el descrdito, en lazo del diablo y vienen a ser motivo de tropiezo para todos. Cuando Cristo, por el Espritu Santo, es formado en nuestras vidas, entonces l no hace mal. Cristo no sirve de tropiezo a nadie. Cristo expresa toda la gloria de Dios, cuando es mostrado en su preciosa Persona, en su mansedumbre, en su poder y en su perfecto equilibrio. Esto es lo que el Seor quiere hacer en estos das a travs de la iglesia, y en particular, a travs de cada creyente. Por eso, es necesario que permitamos al Espritu Santo que l borde en nosotros esta imagen preciosa. Este bordado no se hace de una sola vez, sino que es un trabajo que se realiza cada da hasta que Dios diga: "Ya est terminado. Ahora ya se ve Cristo." Qu precioso ser ese da! Cundo llegar para ti y para m? Pablo lleg al final de su carrera y sin duda que en l se cumpli esto. En algunos se cumple antes que en otros. Que el Seor nos ayude para someternos dcilmente a este trabajo del Espritu Santo, y as Cristo sea formado en nosotros. El vestido de lino fino En Apocalipsis 19:8 dice que el vestido es de lino, y que el lino es las acciones justas de los santos.

Cules son estas acciones justas? En Mateo 6 se mencionan algunas para ser hechas en secreto. Pero hay otras que son pblicas, como predicar el evangelio, por ejemplo. Hay cosas que, aunque nosotros no queramos que se vean, se van a ver. En la Escritura encontramos que hubo mujeres que servan al Seor de sus bienes. Entre nosotros, muchas necesidades de los santos tienen que ser suplidas. Estas son las acciones justas de los santos. Cada expresin de amor al Seor, realizada en el poder del Espritu Santo, viene a ser uno de los miles de puntos en este gran bordado que est realizando el Espritu Santo. Este vestido es de lino fino, limpio y resplandeciente. Nosotros sabemos que este vestido es blanco porque est purificado por la sangre de Jess (Ap.7:9,14), pero cuando dice que es limpio y resplandeciente, se refiere a que el vestido del creyente es hecho brillar por el fuego de la prueba, por las aflicciones y tribulaciones. As como el oro se prueba en el crisol, as tambin el vestido viene a ser limpio y resplandeciente por medio de la prueba. Pudiera ser que alguno de nosotros tenga su vestido blanco, pero que no est limpio ni resplandeciente. El resplandor es propio del corazn que se ha doblegado al Seor, que ha aceptado la obra de la cruz, y que est dispuesto al sufrimiento por amor al Seor. As pues, pudiera suceder que nuestro vestido est blanco, pero opaco, como desvado en su color. Cuantas ms pruebas y dificultades soportemos por amor al Seor, ms brillo tendr nuestro vestido. Este vestido es de lino y no de lana, porque el lino es una fibra natural y, por tanto, no est asociada, como la lana, con la muerte de un animal. El lino es una planta que no se puede relacionar ni con la sangre ni con la salvacin. Aqu no est en juego la salvacin. Este vestido tiene ms bien que ver con presentarse para Cristo y para el reino. Los que tengan este segundo vestido van a participar de las bodas del Cordero y tambin del reino de Cristo. Dice en 19:8 que "a ella se le ha concedido". Este es un don, una gracia, es un privilegio para nosotros como creyentes poder presentarnos delante del Seor con este vestido bordado, de lino fino, limpio y resplandeciente, y que tiene bordada la figura del Seor Jesucristo. "Y su esposa se ha preparado ..." Estamos preparados? O mejor dicho, Nos estamos preparando? Porque preparados slo vamos a estar cuando llegue aquel da. Permtanos el Seor entrar en una senda de renunciamiento y de servicio, para que no permanezcamos ociosos. No podemos estar sin fruto, no podemos perder el tiempo, porque los das son malos. Uno suele perder el tiempo cuando no sabe qu es lo que Dios quiere que uno haga, cul es el don que Dios le ha dado, cul es su funcin en el cuerpo, y cules son las obras que Dios prepar para uno. Tal vez algunos de ustedes digan: "Yo no quiero estar ocioso, yo no quiero perder el tiempo, pero, qu puedo hacer? qu debo hacer?"

En estos estudios hemos estado tratando de responder a esas preguntas, y hemos ido mostrando, a la luz de las Escrituras, varios principios y alternativas de servicio. Todos deben servir Esto es algo muy personal, y que tiene que ser aclarado por el Seor a cada uno en particular. Cada uno tiene que preguntarle al Seor con insistencia y con la certeza de que l le va a aclarar, cules son las obras que l prepar de antemano para que anduviese en ellas. Sabiendo cul es el lugar que nos corresponde en el cuerpo, y cules son nuestros dones, entonces podremos poner todo nuestro esfuerzo, nuestro tiempo y energas al servicio del Seor, para que tales obras sean cumplidas. Porque si nosotros no las hacemos, tal vez nadie las har. Y podra suceder que esas obras que estn preparadas de antemano para nosotros, se queden sin hacer, y as despus nosotros tengamos mucha vergenza delante del Seor cuando l nos pida cuenta de ellas. Nosotros hemos recalcado esto: en la restauracin de la iglesia todos los miembros deben servir. Todos tienen que encontrar su funcin y funcionar de acuerdo a ella, desarrollarse, aportar vida al cuerpo y hacer las obras que Dios prepar para cada uno. Esta no es una cosa slo de los hermanos maduros. Este es un asunto de todos los hermanos, incluso de los ms pequeos los que tienen slo un talento. El Seor les ha dado una tremenda posibilidad de servicio y de enriquecer la vida del cuerpo, aun con lo poco que pudieran aparentemente tener. Es tan alta la invitacin que se nos hace, es tan alto el camino que se nos muestra de servir al Seor, de colaborar con l en su obra , que todos nosotros, en el lugar donde estamos, debemos apreciarlo y considerarlo delante del Seor, y ver que los das que vienen para la iglesia son realmente gloriosos. Las cosas que pasen hoy da por tu corazn, las decisiones que t tomes ahora, van a determinar si hemos de ver la gloria de Dios o no, si la iglesia va a ser restaurada plenamente entre nosotros o no. Es ahora que est en juego todo aquello. Estas cosas no dependen de Dios, porque la voluntad perfecta de Dios es reunir todas las cosas en Cristo, y hacer que Cristo tenga la preeminencia en todas las cosas. Como sabemos que la voluntad de Dios no ha cambiado en este respecto, no tenemos para qu preguntarle cul es su voluntad. El punto importante es si nosotros nos rendimos ahora para que Cristo pueda tener la preeminencia entre nosotros. Estamos llenos de expectacin. Estamos llenos de esperanza. Es tan alto el llamamiento que tiene la iglesia, es tan alta su posicin y tales los dones que ella ha recibido, que no puede ocurrir menos que una gloriosa restauracin en la consumacin de esta era, y en ello tomaremos parte nosotros, si es que estamos

dispuestos hoy a dar pasos de fe y a correr la carrera con diligencia, persuadidos de que El es galardonador de los que le buscan. Que el Seor nos ayude. Amn.

Capitulo Cinco

EL LIBRO DE MEMORIA
Las obras muertas Rechaza Dios todas las obras del hombre, o hay obras que l acepta? Si es que acepta ciertas obras, slo las acepta o tambin las demanda? Vamos a ver, si el Seor lo permite, estos asuntos, y tambin la diferencia que hay entre las obras muertas y las buenas obras. Las obras muertas son aquellas que hicimos cuando nuestro corazn no tena fe. Aunque estbamos muertos en delitos y pecados, nosotros tenamos una vana esperanza, una secreta ambicin: pensbamos que nuestras obras nos podan justificar delante de Dios. Ahora bien: esas obras eran obras muertas, porque quienes las hacamos, estbamos muertos (Ef.2:1). En Hebreos 9:14 dice: "Cunto ms la sangre de Cristo, el cual mediante el Espritu eterno se ofreci a s mismo sin mancha a Dios, limpiar vuestras conciencias de obras muertas para que sirvis al Dios vivo? ". Aqu tenemos la sangre ms preciosa, la sangre de Cristo que se ofreci sin mancha a Dios para limpiar nuestra conciencia de obras muertas. No se hubiera derramado esa sangre si no hubiese sido necesario limpiarnos de esas obras. Mas son un estigma y un peso para el corazn que quiere servir a Dios. Esas obras que hicimos antes de ser salvos, hechas para justificarnos, son obras muertas. De stas tenemos que ser limpiados para poder servir al Dios vivo. Porque, qu producen esas obras? Producen una vana sensacin de seguridad y una justicia propia. El primero de los fundamentos de la fe mencionados en Hebreos 6:1-2 es el "arrepentimiento de obras muertas". Esto nos sugiere que es la primera enseanza que se debe impartir a un convertido. No slo tenemos que ser limpiados de las obras muertas, sino que, previamente, tenemos que arrepentirnos de ellas. De estas obras dice la Escritura: "No por obras, para que nadie se glore" (Ef.2:9). "Bienaventurado el hombre a quien Dios atribuye justicia sin obras " (Rom.4:6). "No por obras, sino por el que llama" (Rom.9:11). "El hombre no es justificado por las obras de la ley" (Gl.2:16). "No conforme a nuestras obras, sino segn el propsito suyo" (2 Tim.1:9). Por contraposicin a estas obras muertas, la Escritura pone la fe. Se reafirma el valor de la fe, de tal manera que las obras muertas y la fe no se avienen, ni se pueden hermanar. "En el evangelio, la justicia de Dios se revela por fe y para fe " (Rom.1:17). Las obras muertas no proceden de la fe y son incompatibles con ella. Las buenas obras, en cambio, proceden de la fe y van hermanadas con la fe.

Las buenas obras Para alcanzar la justicia de Dios vale la fe sola, sin las obras; pero para que el creyente alcance la justicia que Dios le demanda, la fe no vale sin las obras. Veamos la Escritura: "As alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que est en los cielos " (Mt.6:16) Qu van a ver los dems? "Vuestras buenas obras". Ya no son obras muertas, sino buenas obras. Dice, adems, "para que vean ..." esto es visible, no secreto. "Porque el Hijo del Hombre vendr en la gloria de su Padre con sus ngeles, y entonces pagar a cada uno conforme a sus obras" (Mt.16:27). Dice "conforme a sus obras". "Haba entonces en Jope una discpula llamada Tabita, que traducido quiere decir, Dorcas. Esta abundaba en buenas obras y en limosnas que haca " (Hch.9:36). Dorcas era una discpula, no una incrdula; por tanto, sus obras son buenas obras. Ella era muy conocida por todos. En el versculo 39 dice que al morir Dorcas, las viudas le mostraban a Pedro las tnicas y los vestidos que haca cuando estaba con ellas. Ellas llevaron pruebas concretas de sus buenas obras. Se fijan que no era fe? Porque la fe no produce vestidos ni tnicas. Las obras, s. "... El cual pagar a cada uno conforme a sus obras" (Rom.2:6). Luego, toda la extensa argumentacin que va desde el versculo 7 al 10 es una explicacin del versculo 6. "Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundis para toda buena obra" (2 Cor.9:8). Aqu las obras son una consecuencia de la gracia. Si nos quedamos en la gracia, nos quedamos a mitad de camino. "... No por obras, para que nadie se glore. Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jess para buenas obras, las cuales Dios prepar de antemano para que anduvisemos en ellas" (Ef.2:9-10). Las obras del versculo 9 son obras muertas; las del versculo 10 son buenas obras. "Y el mismo Jesucristo Seor nuestro, y Dios nuestro Padre ... conforte vuestros corazones, y os confirme en toda buena palabra y obra " (2 Tes.2:16-17). Aqu est la palabra y estn las obras. "Que hagan bien, que sean ricos en buenas obras, dadivosos, generosos ..." (1 Tim.6:18). En qu tienen que ser ricos nuestros hermanos ricos? En buenas obras.

"Palabra fiel es esta, y en estas cosas quiero que insistas con firmeza, para que los que creen en Dios procuren ocuparse en buenas obras. Estas cosas son buenas y tiles a los hombres ... Y aprendan tambin los nuestros a ocuparse en buenas obras para los casos de necesidad, para que no sean sin fruto " (Tit.2:8,14). En el mismo captulo aparece dos veces este asunto. " ... Os haga aptos en toda obra buena para que hagis su voluntad, haciendo l en vosotros lo que es agradable delante de l por Jesucristo ..." (Heb.13:21). La voluntad de Dios para el hombre se compone de buenas obras, de un conjunto de obras. Aqu vemos tambin que la procedencia de las buenas obras es la potencia de l actuando en nosotros. "Y si un hermano o una hermana estn desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada da, y alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais las cosas que son necesarias para el cuerpo, de qu aprovecha? As tambin la fe, si no tiene obras, es muerta en s misma " (Stgo.2:15-17). Aqu estn asociadas las obras con respecto al socorro que es necesario dar a los hermanos que pasan por necesidad. Cuando hay necesidad, de nada vale un buen discurso como el que aparece en el versculo 16: "Id en paz, calentaos y saciaos." Tiene que ir acompaado con buenas obras, para que el que tiene fro sea abrigado y el que tiene hambre sea saciado. "Y si invocis por Padre a aquel que sin acepcin de personas juzga segn la obra de cada uno, conducos en temor todo el tiempo de vuestra peregrinacin " (1 Ped.1:17). Hemos de tener temor, porque tendremos que dar cuenta. "... Manteniendo buena vuestra manera de vivir entre los gentiles; para que en lo que murmuran de vosotros como de malhechores, glorifiquen a Dios en el da de la visitacin, al considerar vuestras buenas obras" (1 Ped.2:12). Al ver los gentiles nuestra manera de vivir, tendrn que reconocer que somos de Dios y glorificarn a Dios al ver nuestras buenas obras. "Yo conozco tus obras" (Ap.2:2,9,13,19; 3:1,8,15). El Seor encabeza su mensaje a cada una de las siete iglesias, con la frase: "Yo conozco tus obras"; luego entra a juzgar en particular a cada una. Cuando llega el momento del juicio, la fe es medida por las obras que ha sido capaz de producir. Lo que se juzga son las obras. La fe est implcita en ellas. "O una voz que desde el cielo me deca: Escribe: Bienaventurados de aqu en adelante los muertos que mueren en el Seor. S, dice el Espritu, descansarn de sus trabajos, porque sus obras con ellos siguen" (Ap.14:13). "He aqu yo vengo pronto, y mi galardn conmigo, para recompensar a cada uno segn sea su obra" (Ap.22:12). Hemos hecho un pequeo recorrido por el Nuevo Testamento para darnos cuenta de que las buenas obras tienen valor delante de Dios. Estas constituyen nuestra

justicia, nuestra virtud, con las cuales nos vamos a presentar para ser juzgados y por las cuales vamos a ser recompensados. El mejor ejemplo de buenas obras En el mismo Seor Jess tenemos un gran ejemplo, el mejor ejemplo. El Seor vino a realizar una obra, la obra que el Padre le encomend. As tambin, nosotros tenemos una obra que hacer. "Mas yo tengo mayor testimonio que el de Juan; porque las obras que el Padre me dio para que cumpliese, las mismas obras que yo hago, dan testimonio de m, que el Padre me ha enviado" (Jn.5:36). Las obras que l haca daban testimonio de que el Padre le haba enviado. "Me es necesario hacer las obras del que me envi, entre tanto que el da dura; la noche viene, cuando nadie puede trabajar" (Jn.9:4). El tiempo es limitado, tenemos que hacer las obras ahora que todava alentamos vida, ahora que tenemos fuerzas y nimo. Hay muchos que ya no tienen ninguna de estas cosas. "Si no hago las obras de mi Padre, no me creis. Mas si las hago, aunque no me creis a m, creed a las obras, para que conozcis y creis que el Padre est en m, y yo en el Padre" (Jn.10:37-38). El Seor se remite enteramente a sus obras, como prueba de que es el enviado de Dios. "Yo te he glorificado en la tierra; he acabado la obra que me diste que hiciese " (Jn.17:4). Qu satisfaccin interior debi tener el Seor al decir estas palabras! Para eso haba sido enviado, y la obra estaba concluida. El libro de memoria Vamos a ver ahora uno de los captulos ms hermosos del Antiguo Testamento. Al leerlo, se ve la atencin que el Seor presta a todas las cosas que nosotros hacemos por amor de su Nombre. El Seor dice que ni un vaso de agua dado a uno de sus discpulos, por pequeo que sea, quedar sin recompensa. Hay recompensa de justo a quien recibe a un justo y hay recompensa de profeta a quien recibe a un profeta (Mt.10:41-42). Estas distinciones, tan sutiles a nuestro entender, nos indican que todo lo que el Seor hace es perfecto, y que todo est consignado a cabalidad. Nadie podr decir en aquel da: "Seor, a se le ests dando ms recompensa de lo que merece", o "A m me ests dando menos de lo que merezco." El Seor tendr el detalle de todas las cosas que hicimos por amor de su Nombre. Y es que hay un libro en los cielos donde se registra todo esto. En Malaquas 3:16 dice: "Entonces los que teman a Jehov hablaron cada uno a su compaero; y Jehov escuch y oy, y fue escrito libro de memoria delante de l para los que temen a Jehov, y para los que piensan en su nombre." Evidentemente, este no

es un libro para condenar. Dice que es para los que temen al Seor y para los que piensan en su nombre. Este es un libro de recompensas. Malaquas vivi en das de profunda crisis, en los cuales el pueblo se haba apartado de Dios. Sin embargo, aun en esas circunstancias, Dios est atento a lo que hace su remanente fiel, para tomar nota de su fidelidad. Igual ocurre hoy en da. Veamos Nehemas captulo 3, donde tenemos una muestra de lo que es aquel libro de memoria que est en los cielos. Sabemos que Nehemas tuvo carga por Jerusaln cuando gran parte de la ciudad todava estaba en ruinas. El Seor permiti que el rey al cual serva le diera permiso y an le proveyera de los recursos para ir a Jerusaln. Cuando lleg, Nehemas propuso lo que traa en su corazn a los que all vivan, y, pese a la oposicin de muchos, ellos iniciaron la obra de la reconstruccin del muro y de sus puertas. En este captulo se deja constancia de las personas y de los grupos de personas que tomaron parte en esa reconstruccin. Algunos reedificaron tramos del muro. Otros reedificaron puertas. Y aun otros reedificaron tramos de muro y puertas. En este captulo qued todo registrado con acuciosidad. Si estaba enfrente de la puerta, si estaba cerca o si estaba ms all. Si era esta torre o era la otra, si era esta puerta o la otra; si particip ste o aqul, si participaron stos o aqullos. El sello de la aprobacin de Dios Vamos a destacar ahora algunas cosas. Hay algo asombroso aqu. En este captulo aparecen exactamente cuarenta nombres de personas. Esto es tremendamente significativo. Nosotros sabemos que el cuarenta no es un nmero cualquiera en la Escritura. El diluvio dur cuarenta das y cuarenta noches. Cuarenta das estuvo Israel en el desierto. Cuarenta das estuvo Moiss en el monte Sina (dos veces). Jons anunci destruccin sobre Nnive en cuarenta das. Cuarenta das ayun el Seor en el desierto. Despus de su resurreccin, el Seor se apareci cuarenta das a sus discpulos, etc. Ser fortuito que aqu aparezcan cuarenta nombres involucrados en la obra de reconstruccin? No es fortuito. Esto es una seal de que Dios quiere decirnos aqu algo importante. Es que hay un libro de memoria delante de Dios que habla acerca de los que toman parte en su obra. Aparte de los cuarenta, aparecen aqu diez grupos de personas. Esto tambin es muy significativo. Estn los sacerdotes hermanos de Eliasib (3:1), los sacerdotes de la llanura (3:22) y los sacerdotes (3:28), los levitas (3:17), los sirvientes del

templo (3:26), los plateros (3:32), los comerciantes (3:32), los varones de Jeric (3:2), los tecotas (3:5) y los moradores de Zanoa (3:13). En total, diez grupos. La Escritura, inspirada por el Espritu Santo, es perfecta en todas las cosas. Nosotros sabemos que entre la Pascua de los judos y Pentecosts hay cincuenta das. Luego que el Seor Jess resucit, se apareci por cuarenta das a sus discpulos y les dijo que se quedaran en Jerusaln hasta la venida del Espritu Santo. Cuando lleg Pentecosts, se produjo su derramamiento. Cuntos das transcurrieron entre la ascensin del Seor y Pentecosts? Diez das. Si sumamos cuarenta ms diez, tenemos cincuenta. El diez es el nmero de la perfeccin del hombre, en tanto que el cinco (o el cincuenta) es el nmero de la responsabilidad del hombre ante Dios. As que las obras son la responsabilidad del hombre delante de Dios. Un registro acucioso En Nehemas 3:3 vemos que la tarea de los hijos de Senaa era reedificar la puerta del Pescado: "Los hijos de Senaa edificaron la puerta del Pescado; ellos la enmaderaron, y levantaron sus puertas, con sus cerraduras y cerrojos ." Noten ustedes que la obra de ellos termin con los cerrojos, no antes. He aqu todo el proceso: la enmaderaron, la levantaron, pusieron sus cerraduras, y finalmente sus cerrojos. La reconstruccin de la puerta no qued hasta las cerraduras, ellos tambin pusieron los cerrojos. Ellos hicieron una obra perfecta. As tienen que ser hechas las cosas para Dios. En el versculo 3 dice, adems, que toda una familia los hijos de Senaa edificaron la puerta del Pescado. Seguramente el padre (Senaa) estaba muerto, y por eso los hijos edificaron en su nombre la puerta, de lo contrario dira: "Senaa y sus hijos". Noten, en cambio, que la puerta Vieja fue restaurada slo por dos personas: "Por Joiada hijo de Paseah y Mesulam hijo de Besodas" (3:6). As que en el versculo 3 tenemos a una familia completa reedificando una puerta, y en el versculo 6 tenemos a dos personas reedificando otra puerta. "E inmediato a ellos restauraron los tecotas; pero sus grandes no se prestaron para ayudar a la obra de su Seor" (3:5). Aqu vemos que los tecotas hicieron su parte y, por el versculo 27, sabemos que, adems, hicieron otro tramo: "Despus de ellos restauraron los tecotas otro tramo, enfrente de la gran torre que sobresale, hasta el muro de Ofel." Los tecotas son los nicos que aparecen haciendo voluntariamente un doble trabajo. Qu gloria la de los tecotas! De ningn otro grupo se dice eso. Noten tambin que los tecotas trabajaron sin sus lderes: stos no se prestaron para la obra del Seor. Por qu el Espritu Santo dice eso? Por qu no dice simplemente "los tecotas reedificaron esto y despus reedificaron ms all otro tramo"? Dice: "Pero sus grandes no se prestaron para ayudar". Menciona a los

que trabajaron y a los que se negaron a trabajar. El Seor tambin toma nota de los remisos. En el versculo 32 dice que el tramo comprendido entre la sala de la esquina y la puerta de las Ovejas fue restaurado por los plateros y los comerciantes. Y en el ver-sculo 8 dice que uno de los plateros, Uziel, restaur un tramo. Es decir, Uziel, como platero, junto a los de su oficio, restaur un tramo; y luego l, por s solo, restaur otro. Aqu Uziel es mencionado aparte, y tiene una gloria y una recompensa que los dems plateros no tuvieron. Qu nos puede ensear esto? Que en la obra de Dios hay lugar para la disposicin y entrega personal. T puedes participar con tu grupo, por ejemplo, los diconos, pero t tienes libertad para servir ms all de eso. As ocurre en la Escritura con Esteban y con Felipe. Ellos estaban entre los siete diconos de la iglesia en Jerusaln, pero ambos realizaron una obra que excedi su ministerio de diaconado. Esteban hizo grandes prodigios y seales entre el pueblo, dando testimonio de la fe; fue, adems, el primer mrtir. Felipe, en tanto, predic el evangelio en Azoto, en Samaria, y luego en Cesarea, donde la Escritura lo presenta como evangelista (Hch.21:8). Era dicono solamente o tambin evangelista? Era tambin evangelista. De manera que en la obra de Dios, hay la posibilidad de extender nuestro servicio segn la consagracin y disposicin de cada uno. En el versculo 12 dice: "Junto a ellos restaur Salum hijo de Haloes, gobernador de la mitad de la regin de Jerusaln, l con sus hijas ." Salum restaur con sus hijas. En Israel, quien no tena hijos varones se senta deshonrado. Salum slo tena hijas. Ellas tambin tomaron parte en la obra. Se piensa que en el Antiguo Testamento las mujeres estn relegadas, pero aqu las hijas de Salum tienen una recompensa segura delante de Dios por su obra. En el versculo 13 dice que Hann, con los moradores de Zanoa, restauraron una puerta y mil codos del muro (unos 450 metros). Es decir, no slo restaur una puerta, como otros hicieron. El restaur, adems, un tramo del muro. Tiene una doble honra. En el versculo 20 vemos que Baruc restaur "con todo fervor" el tramo desde la esquina hasta la puerta de la casa de Eliasib sumo sacerdote. Notemos que edific frente a la casa de Eliasib, el sumo sacerdote (la mxima autoridad religiosa en Israel). Motivaba eso, acaso, su fervor? Tena l una conviccin muy fuerte de estar sirviendo a Dios? Cmo habr sido el trabajo de Baruc que el Espritu Santo dej constancia de su fervor! Baruc no lo hizo de cualquier forma, porque sta es la nica persona de quien se dice con qu nimo lo hizo. No importa slo lo que hagamos, sino tambin cmo lo hagamos. En el versculo 1 dice: "Entonces se levant el sumo sacerdote Eliasib con sus hermanos los sacerdotes, y edificaron la puerta de las Ovejas." La parte del trabajo de Eliasib fue reedificar la puerta de las Ovejas. Esto nos hace recordar al

Seor, quien es la Puerta de las ovejas (Juan 10:7). Eliasib era sumo sacerdote, el que presentaba las ofrendas delante de Dios. El, como sumo sacerdote, reedific la puerta de las Ovejas, y otros Baruc y Meremot edificaron el muro frente a su casa (3:20-21). No es este un ejemplo claro de servicio mutuo? Eliasib, por su alta investidura, ofrenda delante del Seor, y otros sirven al sumo sacerdote, ayudndole en la obra que l descuida por servir al Seor. En el versculo 23 dice que Benjamn y Hasub restauraron " frente a su casa"; y que Azaras restaur "cerca de su casa". He aqu dos adverbios de lugar. Parece ser un detalle tan pequeo, pero tambin es consignado por el Espritu Santo. El versculo 28 dice: "Desde la puerta de los Caballos restauraron los sacerdotes, cada uno enfrente de su casa." En 3:1 veamos que el sumo sacerdote no reedific enfrente de su casa, en cambio los sacerdotes s. Ellos trabajaron slo enfrente de sus propias casas. El sumo sacerdote tena una encomienda especial, pero ellos no. Ellos no hicieron como hizo el sumo sacerdote, sino como Dios les indic que hiciesen. En el versculo 30 dice que uno de los reedificadores fue Hann, " hijo sexto de Salaf". Si se menciona el hijo sexto de un hombre, por qu no se menciona ninguno de los otros cinco? Ellos no hicieron nada, de lo contrario habran quedado registrados. Por qu no dice simplemente "los hijos de Salaf"? Porque importaba el sexto: Hann. Hermano, si tu familia no sirve al Seor, t tienes que hacerlo de todas maneras. El Seor no te va a dar a ti un pago conforme a la injusticia de tu familia, como tampoco le va a dar a tu familia el pago por tu justicia. Al final del versculo 30 se dice que Mesulam restaur "enfrente de su cmara". Esto nos sugiere una obra pequea; sin embargo, Mesulam es uno de los cuarenta. En el versculo 31 vemos la obra que hizo Melquas, una obra mucho mayor. Tanto Melquas como Mesulam estn consignados. Sea pequea o sea grande su obra, todos quedan consignados en este libro de memoria delante de Dios. Ellos y sus obras, y aun la forma cmo la hicieron. Por qu razn? Porque "cada uno recibir su recompensa conforme a su labor" (1 Cor.3:8b). A la luz de Malaquas 3:16, qu es Nehemas 3, sino un libro de memoria delante de Dios, respecto de los hombres y de las mujeres que tomaron parte en la reconstruccin del muro y de las puertas de Jerusaln? No era una obra de hombres, era la obra del Seor. No era solamente la reconstruccin de los muros de Jerusaln: era la obra de su Seor. As pues, el Seor lleva un libro de memoria exacto, perfecto y completo de toda la obra de amor que los hijos de Dios hacen por causa de su Nombre. Que el Seor nos ayude para ser diligentes en su obra. Amn.

Capitulo Seis

LOS TIPOS DE SERVICIO EN LA IGLESIA

Dos cargos en la iglesia En Filipenses 1:1 dice: "Pablo y Timoteo, siervos de Jesucristo, a todos los santos en Cristo Jess que estn en Filipos, con los obispos y diconos ." Aqu se habla de tres tipos de personas: los santos, que son los hermanos, los obispos, y los diconos. Los obispos y los diconos son los nicos cargos que tiene la iglesia local. Los obispos, pastores o ancianos Es interesante notar que los obispos son tambin llamados ancianos, y pastores (Ver Hch.20:17,28; Heb.13:7,17). Hay tres nombres para denominar un mismo cargo, pero estos tres nombres nos indican algn aspecto diferente de su trabajo. Reunidos los tres podemos tener claridad acerca de qu es exactamente lo que hace el obispo o el anciano o el pastor. Aqu en Filipenses tenemos la palabra "obispo", que significa "sobreveedor". El obispo es una persona que tiene que mirar en medio de la casa de Dios para que haya orden y para que todos sirvan. Su trabajo consiste en supervisar, alentar y ensear a otros a servir. Pero el obispo tambin es un pastor. Y el pastor es uno que cuida del rebao para que las ovejas estn bien alimentadas y abrevadas, y para defenderlas del peligro que pueda venir sobre ellas. Y los obispos son tambin ancianos. "Anciano" es un trmino tomado del Antiguo Pacto. Entre los judos, los ancianos eran las personas de respeto. Eran los que tenan que juzgar entre los dems. En la iglesia, son las personas de confianza, aquellos que tienen sabidura de parte de Dios para decidir asuntos en medio de los hermanos, y determinar cul es la voluntad de Dios cuando surge alguna dificultad. Damos gracias a Dios por los obispos, que tambin son los pastores y ancianos. Ellos son los que gobiernan. Ellos son los que dirigen, los que dan instrucciones en medio de la casa de Dios. La palabra "obispo" suele ser usada en el da de hoy en otro sentido, por lo que es preferible utilizar las palabras "anciano" o "pastor" para denominar este cargo. Pero en la Biblia se refieren a un mismo tipo de personas. Los ancianos no necesariamente son los ministros de la Palabra, porque su funcin primordial es gobernar. No obstante, ellos tienen que tener un requisito

fundamental: han de ser personas con entendimiento en las cosas espirituales, y que posean una trayectoria de fe y de vida. Ellos han sido probados, ellos han estado en las dificultades y han sido aprobados por Dios. Ellos tienen que ser espiritualmente aptos y, adems, tienen que estar en condiciones de conocer la condicin espiritual de los dems. Tienen que ser hombres maduros, no orgullosos, no emocionales. No engredos, no vanidosos, confiables, estables. Y es deseable que tengan tambin algn sentido y habilidad prctica, para as desempear mejor su trabajo. Los diconos Los diconos no tienen una labor de gobierno dentro de la iglesia. Ellos son los que sirven, los que ministran. Ellos no tienen ninguna otra responsabilidad mayor que la de servir. Reciben instruccin de los ancianos y luego ven cmo esas instrucciones pueden llevarse a la prctica. Ellos tienen que estar preocupados de las necesidades materiales que hay en la iglesia. Por eso, los diconos tienen que ser personas diligentes, con habilidad para hacer cosas y para trabajar con sus propias manos. Ellos no van a estar a cargo de la Palabra, o de la oracin, pero s tienen que estar con sus ojos abiertos y con sus odos muy atentos para detectar dnde hay necesidad. No importa cun pequea o grande sea la iglesia: tienen que haber diconos suficientes para que las necesidades del pueblo de Dios sean suplidas. No puede haber hermanos en la iglesia que no tengan qu llevarse a la boca, o que no tengan con qu cubrirse. Sera una vergenza si esto sucediera slo porque no hay diconos establecidos, o porque los diconos que hay no estn cumpliendo con su ministerio. La casa de Dios es un alero que tiene que poder cobijar a todos los hombres que buscan a Dios. La casa de Dios tiene que ser un ambiente tan grato, que todos se sientan cobijados, resguardados, suplidos. Los pobres tambin tienen un lugar en ella. Por cuanto menos tienen, requieren mayor honra. Si bien el rea especfica del servicio de los diconos son las cosas prcticas, tambin ellos tienen que tener entendimiento espiritual. En Hechos 6:3 dice que los diconos que haba en Jerusaln tenan buen testimonio, estaban llenos del Espritu Santo y de sabidura. En 1 Timoteo 3:8-13 se destacan tambin algunos requisitos espirituales que los diconos tienen que cumplir. Ellos tambin han de tener peso espiritual. Los diconos tienen que ser estables, confiables. Y para que esto sea as, tienen que ser tambin espirituales. Ellos no pueden introducir en la casa de Dios los mtodos o formas de servicio que el mundo tiene. En la casa de Dios se sirve de acuerdo a los principios de Dios, de acuerdo a la sabidura de Dios, y de acuerdo a la gracia que Dios da.

Ahora bien, el asunto de la esfera de su servicio no es algo rgido, porque nosotros vemos a dos diconos en la Biblia, Esteban y Felipe, que, ms all de servir a las mesas, desempeaban el ministerio de la Palabra. No hay impedimento para que un hombre que ha entregado su vida al Seor, y que ha comenzado desarrollando un determinado servicio, pueda, por su fidelidad, recibir del Seor otros trabajos. Tanto los ancianos como los diconos son dignos de ser muy considerados, y todos los hermanos harn bien en obedecer sus instrucciones. Dos reas de servicio en la iglesia Vamos a hablar ahora acerca de dos reas de servicio que hay en la iglesia, para todos los hermanos. Est el servicio sacerdotal y est el servicio levtico. Tal como hay dos cargos en la iglesia, hay tambin dos reas de servicio que estn vinculadas con esos cargos. Todo el trabajo que se hace en medio de la iglesia local tiene que ver, o bien con lo espiritual, o bien con lo prctico, y ah est la relacin, ya sea con los ancianos, ya con los diconos. Esto no significa, sin embargo, que ambos sean excluyentes el uno del otro, ni tampoco significa que los diconos trabajen con autonoma respecto de los ancianos. Estas reas de servicio son complementarias, y estn ambas bajo la responsabilidad final de los ancianos. Las expresiones "servicio sacerdotal" y "servicio levtico" estn tomadas del Antiguo Testamento, y por analoga nos sirven a nosotros para aclarar cules son los tipos de servicio que se dan en una iglesia local. El servicio sacerdotal Tenemos que decir, primeramente, que en el Nuevo Pacto, todos los creyentes somos sacerdotes. Todos tenemos entrada al Lugar Santsimo. Todos podemos presentarnos delante de Dios a favor de los hombres. Todos podemos ayudar para que las personas tengan un encuentro con Dios. Por tanto, somos todos sacerdotes. Nosotros no vemos que haya en el Nuevo Pacto una casta sacerdotal. No hay profesionales del sacerdocio aqu. No hay los llamados ungidos, o pastores o sacerdotes como diferentes de los dems. Todos nosotros somos sacerdotes. Y todos tenemos que desarrollar en la casa de Dios un servicio espiritual. Los sacerdotes eran los que ministraban en el Lugar Santo, y uno de ellos, el Sumo Sacerdote, en el Lugar Santsimo. Ellos tenan que ver con las cosas santas de Dios. Nosotros tambin, como aquellos Sumo Sacerdotes, hemos entrado en el Lugar Santsimo. Y an ms, somos sacerdotes-reyes, real sacerdocio. Todos los hermanos pueden servir en este mbito del servicio espiritual. La oracin intercesora

El trabajo del sacerdote comienza cuando, a semejanza del Seor Jesucristo, se acerca al trono de Dios para interceder por otros (Heb.7:23-25). All pedimos por los que no tienen voz para invocar al Seor, por los que no tienen ojos para verle, ni tienen fe para acercarse a l. Como sacerdotes, comenzamos nuestro trabajo intercediendo en la oracin. Sea en privado, sea participando en grupos por las casas, o sea en la asamblea, nosotros tenemos que ejercer este sacerdocio. Nosotros podemos tener un listado de personas por las cuales orar permanentemente. Esto pueden hacerlo todos, mayormente los que no pueden desarrollar otro servicio, ya sean los ms jvenes, por su inexperiencia, o los ancianos, por sus avanzada edad. Qu til sera que cada uno tuviese una lista de nombres, de conocidos, de amigos, y poder sostener una oracin a favor de ellos todos los das, hasta que uno a uno vayan llegando al Seor! Un hermano en China, desde joven, acostumbraba a hacer esto. En su poca de Colegio, anot setenta amigos, y al cabo de algunos meses se convirtieron casi todos, luego de compartirles del Seor. Era una cantidad considerable, pero ellos se convirtieron al Seor, porque l sostuvo una oracin insistente a favor de ellos. Este no es un trabajo pequeo. O es poco que una persona llegue a Cristo? Que sea salva de la condenacin eterna? Oh, jvenes, oh hermanas. Si t te has sentido intil, si t no sabes en qu mbito puedes servir, mira, he aqu un trabajo de gran importancia. Propnte en tu corazn orar por las personas que te rodean, nmbralas delante del Seor. Que sus nombres se escuchen en el cielo, y que sean amarradas al trono de Dios para que sean salvas. Haciendo obra de evangelista Est el trabajo de la evangelizacin, que tambin pueden realizarlo todos los hermanos. Los hermanos nuevos pueden hacerlo compartiendo el evangelio a su compaero de trabajo, a su vecino, a su amigo. O bien, invitndolos a las reuniones de evangelizacin de la iglesia. Pero no es slo para los nuevos. Es necesario que todos en la iglesia hagan obra de evangelista. Es cierto que hay pocos evangelistas. Pero, tal como Pablo le dijo a Timoteo, nosotros tenemos que decirle a cada hermano: " Haz obra de evangelista" (2 Tim.4:5). No todos pueden predicar el evangelio, pero s todos pueden ocuparse del evangelio, todos pueden conducir las personas a Cristo. Y luego que ellos han aceptado al Seor, los hermanos han de cuidar que asistan a las reuniones, que se bauticen, y que reciban la instruccin bblica, para que ellos vayan creciendo y se vayan desarrollando normalmente. La evangelizacin es una de las ms altas encomiendas dadas a la iglesia. Nosotros podemos ser inducidos a pensar que slo unos pocos pueden hacerlo, los siervos especialmente dotados, que pueden reunir multitudes y predicar con denuedo. Pero es necesario ver que todos los hermanos pueden hacerlo. No importa lo pequeos que sean, porque los hermanos nuevos, los que estn con el primer amor, llenos de gozo, son las personas ms indicadas para atraer a otros a

Cristo. Ellos han experimentado recientemente un cambio, su vida ha sido transformada, ellos pueden decirle a otros: "Mira lo que Dios ha hecho conmigo, es glorioso. Yo te invito para que t tambin vengas." As que, hermanos, no esperemos a recibir una designacin especial. No esperemos a alcanzar el dominio de la oratoria y de ciertas habilidades para hablar en pblico. Todos podemos hacer obra de evangelista. El trabajo de los ministros de la Palabra Hay tambin otro trabajo sacerdotal en medio de la casa de Dios. Cuando una persona se convierte al Seor tiene que ser instruida en la sana doctrina. No podemos nosotros dejar a los nuevos abandonados al azar, por si reciben alguna enseanza; o por si son alcanzados por algn tpico de la fe. Hay que desarrollar un trabajo sistemtico de enseanza. Tiene que haber abundancia de Palabra. Todas las verdades bblicas deben ser expuestas con claridad y en un tiempo no muy prolongado. Pablo, hablndoles a los ancianos de feso, les deca que no haba rehusado anunciarles todo el consejo de Dios. Cmo se har esto al interior de cada iglesia? Eso es asunto de la administracin de cada localidad. Pero es necesario cuidar de los nuevos, e introducirlos ms y ms en la fe. Que haya una reunin semanal en que, de acuerdo a la cantidad de hermanos nuevos, y de acuerdo al nmero de los hermanos de la iglesia, se pueda ir adoctrinando y enseando las verdades de las Escrituras. Nosotros no vamos a tener cristianos maduros, posesionados de la herencia que tienen, a menos que la Palabra de Dios les descubra esa herencia. Cmo podrn saber lo que son, si no han sido enseados en la Escritura? Que el Seor levante maestros sabios en la Palabra, que sean capaces de reproducir las enseanzas con fidelidad y con gracia a los hermanos que van llegando, para que ellos se posesionen de toda su herencia. Siendo herederos de todas las cosas, y teniendo la esperanza de reinar con Cristo en el da de maana, no podemos ignorar lo que tenemos. No podemos conocer slo una parte. Tenemos que conocerlo todo. Es muy importante el ministerio de la Palabra. La Escritura nos muestra que en la iglesia en Jerusaln, los apstoles se dedicaron enteramente a la oracin y al ministerio de la Palabra. Por Efesios 4:11 sabemos que los ministros de la palabra son los apstoles, los profetas, los evangelistas, los pastores y los maestros. Nosotros encontramos en Hechos 13:1-2, que en la iglesia en Antioqua ministraban al Seor profetas y maestros. Todos ellos eran ministros de la Palabra. Cul es su mbito de trabajo? Ellos son los encargados de evangelizar, y tambin de edificar. Lo primero significa introducir a los hombres en la fe, y lo segundo tiene que ver con el incremento de esa fe y del conocimiento del Hijo de Dios. Este es un doble trabajo, y corresponde a los ministros de la Palabra. Por eso tenemos que reconocer a los ministros de la Palabra que el Seor ha constituido. Y luego, tenemos que ayudarles, de acuerdo a la gracia que el Seor nos ha dado, para que ellos estn en las mejores condiciones de hacer su trabajo.

Los ancianos no pueden hacerlo todo. Los obreros no pueden hacerlo todo. En la casa de Dios hay lugar tambin para los profetas, para los evangelistas y para los maestros. Ellos tienen que servir en la casa de Dios para que la Palabra de Dios "corra y sea glorificada"*. Los ministros de la palabra son tiles tanto en las funciones de la iglesia, como tambin en las tareas de la obra, ms all de la iglesia local*. Cuando el Espritu Santo envi a Pablo y a Bernab como apstoles, ellos estaban ministrando al Seor como profetas y maestros. De tal manera que nosotros podremos esperar que los futuros obreros surgirn de aqu, de este semillero de predicadores que tendremos en las iglesias. El Seor siempre se busca personas que han tenido algn ejercicio y que han sido probados. Y cmo se prueban, cmo se adquiere esa capacidad de ministrar, de tener la Palabra en los labios y de proclamarla? Es por el ejercicio del ministerio de la palabra en medio de la casa de Dios. As que abramos espacios para que ellos puedan servir. Que no siempre los ancianos tengan la predicacin. En la Biblia se habla tambin de profetas, evangelistas y maestros. Que el Seor nos socorra y nos ayude para que estas cosas puedan ser hechas entre nosotros. El ministerio levtico En los primeros captulos de Nmeros encontramos que, en el desierto, haba una tremenda cantidad de personas que cumplan los distintos trabajos relacionados con el tabernculo. Cuando se hizo el primer censo, haba veintids mil trescientas personas en la tribu de Lev la tribu encargada de este servicio. Todos ellos tenan que ver con el trabajo prctico que se haca especialmente en el atrio, donde estaba el altar sobre el que se presentaban las ofrendas, y donde eran inmolados y desollados los animales. Todo ese trabajo fsico, rudo, para el cual se necesitaban hombres fornidos y diligentes, era realizado por los levitas. De los 22.300, solamente los que tenan entre 30 y 50 aos podan servir. En total eran 8.580. Y de esos, haba tres grandes grupos. Estaban los descendientes de Coat (2.750), que estaban encargados de los muebles santos y los utensilios dentro del tabernculo. Luego estaban los descendientes de Gerson (2.630), encargados de las cortinas y las cubiertas del tabernculo. Y tambin estaban los descendientes de Merari (3.200), encargados de las tablas del tabernculo, con sus barras y columnas. Los varones de Israel eran 603.550, y de ellos 22.300 eran levitas. De stos, 8.580 prestaban servicio en el momento en que se hizo el censo, es decir, un 1,42%. Como cantidad, 8.580 impresiona, imagnense ustedes lo que significa que haya esa cantidad de personas sirviendo!, pero como porcentaje es bajsimo. Ser as entre nosotros? Es la voluntad de Dios que slo unos pocos (un 1,42%) sirvan, y los dems sean meros espectadores? Ahora bien, Como hacan ellos para poner a servir a 8.580 personas en el tabernculo? En eso nos ensean a nosotros, porque todo lo tenan perfectamente ordenado segn un sistema de turnos. Nada deba tropezar con otra cosa.

Hermanos, nosotros estamos en el Nuevo Pacto. Somos los sacerdotes y los levitas de Dios en este tiempo. Nosotros estamos en el santuario presente de Dios, que es la iglesia, disfrutamos de la gracia, tenemos acceso directo al trono de Dios. Podemos valorar lo que significa trabajar en medio de la casa de Dios? Me temo que no lo hemos valorado suficientemente. Los levitas entre nosotros estn trabajando? Estn ordenados de cierta manera para que se cumplan los diversos trabajos levticos en la casa de Dios? Hay muchas cosas en qu servir al Seor! Los levitas entre nosotros son todos los hermanos que sirven. Los estables entre los hermanos que sirven son los diconos. Pero no solamente los diconos sirven. Hemos enfatizado que todos somos llamados a servir, que entre nosotros no hay ningn intil. Todos somos Onsimos, y sabemos que "Onsimo" significa "til" o "provechoso". Todos podemos ministrar como sacerdotes y todos podemos ministrar como levitas. Todos podemos servir en lo espiritual, y todos podemos servir en lo prctico. Hermanos, si ellos tenan tal cantidad de hombres sirviendo y con tal orden, cunto ms nosotros que tenemos una posicin mayor que la de ellos, y que somos menos en nmero que ellos? Por lo tanto, podemos servir todos, ordenadamente. Trabajos del ministerio levtico Cules son algunos de los servicios levticos en la casa de Dios hoy? De verdad son muchos, y pueden variar de una iglesia a otra, segn sean las necesidades propias de cada una. He aqu algunos de ellos. Hay que hacer el trabajo de la limpieza en los locales de reunin. No hay necesidad de pagar a alguien para que lo haga, salvo, tal vez, cuando hay locales demasiado grandes. Hay que arreglar el local, puede haber una tabla suelta que hay que cambiar, o hacer alguna ampliacin. Hay el trabajo de acomodar las sillas y los distintos implementos dentro del local. Es necesario que haya levitas encargados de administrar el partimiento del pan y los bautismos. Hay elementos que son utilizados en el partimiento del pan, y cuando se hacen bautismos, tendrn que estar los ancianos o los obreros preocupados de eso? No. Tiene que haber levitas que lo hagan, pero que lo hagan con devocin, con amor, sabiendo que, aunque sea que laven un pao, lo estn haciendo para el Seor. Hay que cuidar tambin de los pobres. En la iglesia que vemos en la Biblia haba necesidades de tipo material, y tambin viudas a las cuales era necesario sustentar. En Hechos 6:1 dice que algunas viudas fueron desatendidas en la distribucin diaria, por eso Pablo despus instruye a Timoteo (1, 5:9) para que se haga una lista de aqullas que tenan necesidad de ser atendidas. Tena que haber un orden, y entre nosotros tambin tiene que haberlo. Hechos 2:45 dice: "Y vendan sus propiedades y sus bienes, y lo repartan a todos segn la necesidad de cada uno", y Hechos 4:34a: "As que no haba entre ellos ningn necesitado", y 4:35b: "Y se reparta a cada uno segn su necesidad". En

todos estos pasajes se habla de lo mismo, de cmo las necesidades de los hermanos eran atendidas, de modo que nada les faltase. Todos los recursos que tena la iglesia, producto de la venta de las propiedades y de los bienes que se donaban, se reparta segn la necesidad de cada uno, de modo que no haba entre ellos ningn necesitado. Tambin est la contabilidad, el manejo de los dineros de la iglesia. Est el servicio de la cocina, donde muchos hermanos y hermanas puedan servir a las mesas cuando se requiera. Est el trabajo en la oficina del servicio, cuando la hay. En todo tiene que haber orden y cuidado, y mucha diligencia para atender las distintas necesidades. Conforme las iglesias vayan creciendo, tendr que haber un ambiente donde se pueda disponer de todo, con oficinas, con registros, con hermanos que entran y salen para atender las diversas necesidades de los hermanos. All tambin se puede habilitar una pequea biblioteca, donde los hermanos que deseen aprender y prepararse para un ministerio puedan tener acceso a libros que les ayuden en el estudio bblico. Un ambiente donde se puedan reunir los ancianos y los diconos, una oficina con telfono y fax para la atencin permanente de consultas, y para la deteccin de necesidades; un lugar de encuentro, donde los ancianos y los diconos puedan estar entrando y saliendo. La iglesia tiene que bullir de actividad. Tiene que ser un ambiente donde el afligido pueda ir y encontrar socorro. Muchas veces los hermanos no saben dnde acudir, porque los obreros salieron, los ancianos estn trabajando, y los diconos estn tambin en sus trabajos. Pero hay hermanos y hermanas que tienen tiempo disponible como para dedicar una tarde o un da a la semana y atender la oficina, y recibir las necesidades, y an para orar por los que se acercan a pedir ayuda. Esto tiene que ser hecho entre nosotros. Esperamos, hermanos, que las cosas del Seor sean muy tomadas en cuenta por nosotros, y que sean ordenadas todas ellas. Tiene que haber control, tienen que haber listas para un mayor orden. Tanto para los diconos, para consignar las necesidades del pueblo y poder atenderlas, como tambin para los ancianos, para saber el estado espiritual de los hermanos y las necesidades que tienen que ser atendidas. Tambin el transporte es parte del servicio levtico. Los vehculos dedicados a la obra pueden ser atendidos por hermanos que trabajan en el ramo. Si son fieles en ese trabajo, es suficiente. El Seor no les va a pedir cuentas sobre otra cosa, sino sobre aquello que tienen a la mano. Ayudar a los hermanos pobres, a las ancianas y a los enfermos en sus tareas domsticas es otro trabajo levtico. Hay hermanas pobres, a veces viudas, que tienen nios pequeos y que necesitan ayuda. Siempre en las iglesias hay hermanas con tiempo y disposicin. Ellas perfectamente podran invertir un par de

horas de la semana, e ir a esa casa humilde y cooperar con el lavado, el aseo, y as ayudar a la hermana que tiene necesidad. Qu hermoso sera que en la oficina de los diconos, hubiera listados de hermanos y hermanas que ofrecen horas, o medios das a la semana, o al mes, para ir a prestar un servicio a la casa de los hermanos necesitados. Que hubiera verdaderas compaas de hermanos que colaboren en instalar una cocina, un clefont, clavar una tabla, arreglar un techo o mejorar una pared, o pintar una pieza en las casas de los santos ms necesitados. Oh, qu gloria nosotros podramos ver! Oh, cmo el Seor se agradara de esto, porque ello significara que el pueblo de Dios tiene un corazn amoroso y compasivo. Es el amor prctico el que vale, no el terico. El mundo lo vera y glorificara a Dios. Los diconos estn llamados no slo a servir ellos a las mesas, sino a involucrar a muchos hermanos en el servicio levtico, para que todos sirvan. Hermano, hermana, no esperes a que los ancianos o los diconos te digan: "Hermano, tu puedes hacer esto?", sino acrcate t mismo y diles: "Yo quiero ayudar, yo quiero servir. Hermano, yo dedico este tiempo, o este talento, para servir a mis hermanos, tmalo en cuenta, antalo. Tal da a tal hora, yo estoy disponible." El trabajo de las hermanas Cuando en una iglesia hay hermanas que tienen algn don de Dios para la enseanza, y tienen carga por servir al Seor, hay que ver la forma de que lo puedan hacer. Hay que hacer los arreglos necesarios para que las hermanas se renan cada cierto tiempo (una vez al mes o cada dos meses), segn se requiera. Si en una localidad hay inquietud por parte de las hermanas por estar juntas y abrir su corazn entre ellas, para tratar de asuntos domsticos, o de la crianza de los nios u otras cosas prcticas, y ven que no hay entre ellas hermanas con suficiente sabidura como para que enseen a las dems, perfectamente podran llamar a los obreros y pedir que vengan algunas hermanas de otra localidad que puedan hacerlo. No es en ninguna manera algo ilegtimo, al contrario. Si hay una necesidad, debe ser atendida. Si hay hermanas con la capacidad espiritual y con gracia para impartirles enseanza, pues bien, que lo hagan. As las hermanas podrn abrir su corazn como nunca antes lo pudieron hacer porque a las hermanas puede resultarles difcil abrir su corazn ante un anciano. Habiendo hermanas crecidas, maduras, ellas podrn hacerlo y ser as sanadas de situaciones tan ntimas que a veces les agobian y que han marcado su corazn. Hay tambin situaciones relacionadas con las hermanas que los varones no pueden atender. Sera inadecuado para un varn entrar en una casa donde vive una hermana sola, o que est enferma; sin embargo, las hermanas pueden entrar libremente, y pueden suplir esa necesidad. Nosotros encontramos en la Biblia a una mujer llamada Dorcas, que serva a las viudas. Ella haca tnicas y vestidos. Ella tena un tremendo testimonio en el lugar

donde viva, de tal manera que cuando muri hubo una gran conmocin. Entonces mandaron a buscar a Pedro, el cual, en el nombre del Seor, la resucit. (Hch.9:36-42). Qu bendicin era para todas aquellas mujeres necesitadas una mujer como Dorcas! Es un ejemplo para las hermanas, ya que les muestra un mbito de servicio en las cosas prcticas que ellas pueden atender. Tambin est el trabajo con los nios. Es conveniente que los nios de la iglesia sean atendidos con frecuencia, y que las hermanas que tienen gracia y que tienen el don de la enseanza, estn con ellos y les enseen las verdades de la Escritura. Esas sencillas y hermosas verdades de la Palabra se anidarn en sus corazones tiernos y darn fruto cuando sean mayores. Hay aqu otra esfera de servicio para las hermanas. Algunas de ellas pueden, incluso, viajar a otras localidades de tiempo en tiempo, para hacer una labor de enseanza bblica entre los nios, y de capacitacin entre las hermanas. Trabajo para los jvenes Hay jvenes que tambin tienen el don de la Palabra y de servicio, y que tienen una carga por servir al Seor. Damos gracias al Seor por ello. Donde hay jvenes as, y que tambin tienen los dones, (porque no es suficiente con tener carga), perfectamente pueden reunirse y estimularse al amor y a las buenas obras. Ellos pueden hacer un trabajo de evangelizacin. Y juntamente con eso, deben ser edificados y ser librados de la corriente del mundo. Ellos pueden y deben ser una segunda generacin de creyentes que vayan reemplazando paulatinamente a las generaciones mayores. Nosotros no podemos esperar solamente en los hermanos que tienen cuarenta o ms aos y que ya estn sirviendo al Seor. Tenemos que pensar que tiene que haber una renovacin. Si el Seor no viene todava, entonces nosotros tenemos que formar a los jvenes, brindndoles oportunidades para que se ejerciten en el estudio y en la predicacin de la Palabra. Qu gloria es, qu bendicin trae cuando vemos a los jvenes imbuidos del amor del Seor, y con deseos de servirle. Que el Seor permita que muchos hermanos y hermanas que hasta ayer se consideraban intiles, desde hoy sepan lo que significa llamarse Onsimo. Que el Seor nos ayude para que estas cosas sean hechas de acuerdo a su voluntad. Amn.

Capitulo Siete

APACENTANDO EL REBAO
1 LAS OVEJAS TRAS EL PASTOR, O EL PASTOR TRAS LAS OVEJAS? (Jn.10:1-5; Mt.18:11-14; Sal. 23) Hay dos principios que pueden regir el trabajo de los pastores: uno toma como base las palabras del Seor en Juan 10, segn el cual el pastor va delante de las ovejas y las ovejas le siguen. El otro se basa en la parbola de la oveja perdida, segn la cual el pastor va por los montes tras la oveja descarriada. Segn el primer principio, el pastor habla y las ovejas le siguen. La responsabilidad aqu recae enteramente en las ovejas. El que no oigan, o se alejen, depende de ellas. Su alejamiento puede motivar, incluso, la reprensin, porque es deber de las ovejas estar atentas a la voz del pastor, y seguirle. Segn el segundo principio, el pastor va tras las ovejas. Aqu el pastor no habla, sino acta. Va tras la que se descarra, la halla y se regocija por ella. Es misericordioso con la dbil y aun con la rebelde. La responsabilidad recae aqu, en gran parte, en el pastor, que debe estar atento a su rebao, para recoger la que se extrava. Diremos que uno de estos principios es correcto y el otro incorrecto? Tomaremos uno y dejaremos el otro? Ciertamente que no. No son contradictorios, sino complementarios. El primer principio marca la normalidad. El segundo muestra el cauce de accin en la anormalidad. El primero muestra las cosas como deben ser (notemos que aqu el pastor es el Seor Jess); en cambio, el segundo muestra las cosas como suelen ser (aqu el pastor es "un hombre"). El primero funciona con el ministerio de la palabra ("conocen su voz"); el segundo, con la accin ("va por los montes"). La palabra y la accin tienen que hermanarse en un pastor. En Juan 10, las ovejas parecen sanas y vigorosas, porque siguen al pastor sin necesidad de ayuda. Todas parecen tener un grado de madurez, lo que les permite seguir al pastor sin manifestar distraccin ni rebelda. El pastor va delante, guiando al rebao por los mejores pastos y las ms saludables aguas. Las ovejas le siguen. Esto es lo perfecto, es lo deseable. Pero est el segundo caso, donde hay ovejas pequeas que se descarran. Ellas reclaman la atencin del pastor. Por una sola de estas ovejas, el pastor es capaz de dejar las noventa y nueve en el redil, aunque esto implique, eventualmente, un retroceso en el avance del rebao, o, a veces, una prdida. Sin embargo, el pastor aqu est dispuesto a sufrir esa prdida.

Miremos al Pastor de los pastores caminando por los caminos de Galilea. Muchos le siguen admirados. Algunos quieren hacerle rey. Su marcha parece imperturbable; sin embargo, alguien alza su voz hacia l. Es un ciego junto al camino. Las gentes tratan de acallarlo. Para qu molesta al Maestro? Sin embargo, l escucha, se detiene y, lleno de compasin, le sana. El Seor detuvo su marcha cada vez que alguien le requiri. As ha de hacer todo pastor. An hay otra razn para detenerse. El lobo amenaza al rebao, y el pastor lo defiende, aun a riesgo de su propia vida. En esto se diferencia el pastor del asalariado. En el momento de dificultad, se reafirma lo verdadero y queda en evidencia lo falso. De manera que lo normal y deseable en la vida del rebao es que el pastor vaya delante y que las ovejas lo sigan. Lo normal es que el pastor tenga una palabra que atraiga a las ovejas. El pastor ha de tener la Palabra de Dios. Pero lo no deseable forma parte tambin de la vida del rebao. Aqu estn las ovejas que se descarran, y el lobo que amenaza. Ojal no hubiera nunca ovejas que se descarran y un lobo que amenaza. Pero lo indeseable es tambin parte de la vida del rebao, y de ello tiene que hacerse cargo el pastor. Estas cosas detienen aparentemente el avance del rebao, porque implica su descuido momentneo. Pero ms importante que el avance del rebao son ahora aquellas ovejas que estn en serio peligro. Es importante avanzar, pero tambin lo es que ninguna oveja se pierda. El Seor nos libre de seguir un caminar imperturbable, esperando que las ovejas nos sigan, cuando hay tantos motivos para detenernos un poco y atender a las necesidades de ellas. 2 LAS NECESIDADES DE LOS PEQUEOS (Mateo 25:31-46) En el pasaje de Mateo 25:31-46 se mencionan seis necesidades de los hermanos ms pequeos, que deben ser atendidas, como si fuera un servicio al Seor mismo* . Estas necesidades pueden ser materiales y tambin espirituales. Sin descuidar el hecho de que muchas veces pueden ser materiales en cuyo caso hay que procurar diligentemente atenderlas , en este lugar haremos una exposicin atendiendo a lo que espiritualmente significan estas seis necesidades. 1. Del que tiene hambre. La primera y ms grande necesidad de los hijos de Dios es de la Palabra el Verbo es decir, Cristo mismo, quien viene a saciar el hambre. El raquitismo espiritual y el desvaro se originan en el hambre no saciada. En Mateo 24:45-51 se habla de dos siervos: uno fiel y prudente; el otro, malo. El primero se caracteriza por dar el alimento a tiempo a los de la casa de Dios; el otro, por apalear a sus consiervos, en vista de la tardanza del Seor. Los pastores son llamados a proveer de alimento a los hijos de Dios. Ellos deben imponerse como un deber delante de Dios el acopiar alimento para que haya abundancia en

la casa de Dios. Esto es as, porque los pequeos no saben todava procurarse alimento por s mismos. El hecho de que la recoleccin del man en el desierto era la primera tarea que realizaba el pueblo de Dios cada maana, nos indica su importancia. Lo primero era asegurar el alimento. Por eso los pastores han de atender, en primer lugar, a la necesidad de alimento en la casa de Dios. De esa manera, cuando los pastores tomen la palabra de Dios, podrn alimentar al rebao, y no caern en la tentacin del siervo malo, que apalea a las ovejas. Cuando hay una motivacin de amor, cuando se es un siervo fiel y prudente, entonces hay alimento abundante en la casa de Dios. 2. Del que tiene sed. La sed es saciada con el Espritu Santo: "El que tiene sed, venga a m y beba. El que cree en m, como dice la Escritura, de su interior corrern ros de agua viva. Esto dijo del Espritu que haban de recibir los que creyesen en l." (Jn. 7:37-38; ver tambin Jn. 4:13-14). La sed de los hermanos es saciada, por lo menos, de dos maneras especficas:

recibiendo la palabra "rhema" de parte de Dios, que es espritu y vida. siendo guiados por los hermanos mayores para recibir la llenura del Espritu Santo. Hay que propiciar instancias de oracin en que se d libertad al Espritu de Dios para as ser llenos de l.

3. Del que es forastero. Cuntos hermanos entre nosotros estn como forasteros, a los cuales no hemos recogido? Hermanos a los que no hemos dado carta de ciudadana. Ellos miran desde lejos, esperan ser acogidos, pero no hemos ido a buscarles para decirles: "Esta es tu ciudad, t eres hijo de Dios; yo tambin lo soy, as que somos conciudadanos". O bien para decirles: "T has nacido de Dios, entonces perteneces a la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios. T perteneces a esta ciudad, no porque hayas comprado tu ciudadana, sino por nacimiento." Tal vez haya hermanos que esperan que les recojamos, que no slo les digamos que tienen en Jerusaln una ciudad permanente, sino que se lo hagamos sentir con nuestros hechos. Si no lo hacemos, tal vez varios de ellos terminarn buscando otra ciudad, donde s sean recibidos. 4. Del que est desnudo. En Gnesis 9:18-27 se nos muestra a No en su debilidad. l se embriaga y yace desnudo en medio de su tienda. Frente a este bochornoso cuadro, sus hijos reaccionan de manera distinta. Mientras Cam se burla y ventila el hecho ante sus hermanos, Sem y Jafet cubren a su padre, cuidando de no ver su desnudez. Aqu tenemos la diferencia entre un espritu vil y un espritu noble. Cam no vio la dignidad de su padre. Sem y Jafet tuvieron la suficiente sensibilidad como para percibir lo grave de la situacin y cubrieron su desnudez. Sem y Jafet no pretendan ni podan haber ocultado el pecado de su

padre (era demasiado evidente), pero lo que s podan hacer era cubrir su desnudez y resguardar su dignidad. Nuestros hermanos tienen debilidades, as como tambin nosotros. Las de ellos pueden ser mayores que las nuestras y tal vez ms vergonzosas. Pero an as hemos de guardar su dignidad. El Espritu noble que nos habita nos llevar a ser delicados incluso en los ms pequeos asuntos. Deshonrar al hermano, burlarnos de sus debilidades, usar de malicia ante l, buscar intenciones y malos propsitos donde no los hay, es rebajar la dignidad de un miembro de nuestra propia familia: la familia de Dios. Tambin significa rebajar nuestra propia dignidad, porque es nuestro hermano. Debemos cubrir la desnudez del hermano y no publicarla. Luego, estando solos con l, le aconsejaremos que compre del Seor vestiduras blancas para que se vista, y as no se descubra otra vez la vergenza de su desnudez (Ap. 3:18). Le diremos que mientras l no compre vestiduras blancas, se expondr de nuevo a la desnudez o a vivir tomando siempre vestiduras prestadas. 5. Del que est enfermo. Los signos ms notorios del enfermo son su debilidad y su afliccin. La visita al enfermo tiene en s misma una cualidad curativa. En tal momento, una palabra delicada ser para l cura, ungento y venda. No como los amigos de Job, que iban a censurarle. El hermano va al hermano enfermo a fortalecerlo en su debilidad, y a aliviarlo en su afliccin. Apegar su corazn al de l, y el amor que fluya hacia su corazn suavizar la herida ms profunda. Recordemos la enseanza del Maestro. "Los sanos no tienen necesidad de mdico, sino los enfermos." l iba a los enfermos y perdonaba sus pecados, para que fueran libres de sus enfermedades. Ante un mdico amoroso, el enfermo confesar espontneamente su enfermedad, e incluso las causas de ella. Entonces confesar su pecado y ser perdonado. El Seor dijo que l haba sido enviado a sanar a los quebrantados de corazn. Tal vez la enfermedad ms comn hoy en el pueblo de Dios sea sta. Cunta tristeza suele haber en el corazn de los creyentes! Cuntas heridas causadas a veces por los hermanos mayores! Muchas de las modernas depresiones son, simplemente, el fruto de un corazn herido. Permtanos el Seor tener lengua de sabios para saber hablar palabras al debilitado, al afligido, al enfermo! 6. Del que est en la crcel. El que est en la crcel no puede venir a nosotros, por eso dice "y vinisteis a m". l est encerrado en prisiones, en fortalezas de muy difcil acceso. Ni la sicologa ni la psiquiatra lo pueden salvar. Slo lo salvar Aqul que dijo: "El Espritu del Seor me ha enviado a pregonar libertad a los cautivos a poner en libertad a los oprimidos " (Lc.4:18); y "Si el Hijo os libertare, seris verdaderamente libres" (Jn.8:36). Somos pregoneros de libertad! Es verdad que no somos libertadores (como si tuvisemos nosotros poder para libertar), pero s somos pregoneros de libertad. Nosotros anunciamos libertad en Cristo, y as podemos, por el poder de su Nombre, poner en libertad a los oprimidos.

Finalmente, notemos que en este pasaje, los hermanos ms pequeos, por causa de su necesidad, no realizan acciones, sino que las reciben. Toda esta multiplicidad de acciones las realizan los hermanos mayores en favor de ellos. En el salmo 23, lo mismo que en Juan 10, el Pastor es el Seor. De la misma manera que nosotros estamos llamados a imitar al Pastor de Juan 10, lo estamos para imitar al Pastor del salmo 23. Aqu el Pastor gua a las ovejas a delicados pastos, a aguas de reposo, conduce al rebao por sendas de justicia, les infunde aliento en las dificultades. Las ovejas se sienten atendidas, ungidas, plenas, y con la mejor esperanza para lo futuro. Esa es tambin nuestra misin. Hemos de esforzarnos para que esto se cumpla en nuestros amados hermanos, como consecuencia de nuestro pastoreo. Normalmente leemos este salmo desde la perspectiva de las ovejas, pero nos hace bien leerlo tambin desde el punto de vista del pastor, porque como pastores es nuestro modelo de conducta. 3 SIENDO EJEMPLOS " no como teniendo seoro sobre los que estn a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la grey" (1 Ped.5:3) "Acordaos de vuestros pastores, que os hablaron la palabra de Dios; considerad cul haya sido su conducta, e imitad su fe" (Heb.13:7). Ser ejemplos de la grey implica la ms alta demanda para los pastores. Esto los constrie a ser irreprensibles, porque de ellos tomarn ejemplo los hermanos, sea para bien o sea para mal. Cada pastor deja una huella en el rebao. Los hermanos copiarn, consciente y a veces inconscientemente las virtudes y defectos de sus pastores. Los pastores son ejemplos, no seores de la grey. "Considerar" (Heb.13:7) significa "meditar con atencin y cuidado", y tambin significa "juzgar". Aqu el Espritu Santo invita a los hermanos a meditar acerca de la conducta de sus pastores. En una palabra, los invita a juzgarlos. Las ovejas pueden hacerlo, y de hecho lo hacen, aunque no sean estimuladas a ello. Qu juzgan? Los efectos, el fin y los frutos de su conducta. Porque la conducta es lo que se ve. Las intenciones no se ven. Rubn era una tribu de Israel. En Jueces 5:15-16 se dice que Rubn tena grandes resoluciones del corazn y muy altos propsitos, pero que esos propsitos no se traducan en acciones. Ellos no salan a la guerra con las dems tribus. Ellos se quedaban en el plano de las buenas intenciones, y por ello son reprendidos.

Los hermanos consideran primero la conducta, y luego imitan la fe. La conducta es puesta en la balanza, entonces la fe es imitada. Conforme sea la conducta, as ocurrir con lo dems. La conducta es juzgada, en tanto la fe es imitada. Los pastores estn siempre expuestos a este juicio de su conducta y no han de resistirse a ello. Ms bien, han de procurar tener tal conducta que sea digna de ser imitada. Pablo, Silvano y Timoteo en Tesalnica dejaron mucho ejemplo de conducta santa, justa e irreprensible para ser imitada (1 Tes.2:10). E, incluso, instan a los hermanos para que les imiten (4:1). El buen ejemplo despierta el deseo de imitarlo. El mal ejemplo sirve de tropiezo. El mal ejemplo surge muchas veces en asuntos de esta vida, especialmente en el mbito del trabajo, en los negocios, o en la vida familiar. Los pastores han de cuidar de ser irreprensibles en el trato con los hermanos en cuanto a los asuntos de esta vida. Y han de cuidar igualmente su trato con los de afuera en los asuntos de esta vida. Estas cosas hablan ms fuerte que las ms hermosas palabras, y pueden ser tropiezo para los ms pequeos y acarrear mucho vituperio al Nombre del Seor. Qu dolor tienen los hermanos cuando un pastor lleva un defecto que ellos no pueden corregir y que l no ve o no est dispuesto a enmendar! Porque los hermanos nunca se atrevern a tocar un asunto as, por respeto a los siervos de Dios. Tal cosa es motivo de prdida en cuanto a la autoridad y en cuanto al servicio de los pastores. Por eso, ellos han de pedir permanentemente al Seor el ser alumbrados respecto de s, sea que el Seor mismo, o bien sus consiervos en el ministerio, les iluminen. En tal caso, una actitud humilde, una disposicin a aprender y a ser perfeccionado, son de invaluable estima delante de Dios y de los hermanos. 4 PROCURANDO QUE TODOS SIRVAN Hasta aqu hemos hablado acerca del pastoreo a las ovejas en especial de las ovejas ms pequeas y tambin acerca de la conducta de los pastores. Ahora tocaremos el asunto del servicio. Porque, aunque los hermanos sean pequeos en cuanto a la fe y a su desarrollo en el Seor, ellos tambin deben servir. Si ellos estn siendo pastoreados, si estn sanos, si han sido recibidos, abrevados, alimentados y consolados, entonces ellos han de prestar un servicio en el cuerpo, conforme a la gracia que han recibido, y de acuerdo a la capacidad de cada cual. Si ellos estn en condiciones saludables, nada les exime de servir al Seor. Entre los hermanos que tienen un solo pastor, hay muchos hoy en da que piensan que l es el nico que est obligado a servir, porque es su trabajo, y porque recibe

salario. Otros que tienen presbiterio piensan que los varios pastores y los diconos deben servir, porque ellos fueron ungidos para servir. Sin embargo, si miramos en 1 Corintios 12, Efesios 4 y Romanos 12, vemos que todos estn llamados a servir. Tanto los del servicio espiritual como los del servicio prctico; tanto los sacerdotes como los levitas, todos sirven. En la iglesia todos sirven, cada uno en el lugar que Dios le ha sealado y de acuerdo a la gracia que ha recibido. Si alguien no est sirviendo, se sentir intil, y su corazn se inclinar al desnimo, a la frustracin y an a la crtica. Segn Mateo 25:14-30, en la iglesia estn los hermanos de cinco talentos, los de dos talentos y los de un talento. El mayor problema lo presentan los de un talento. No porque tengan poco, sino porque entierran su talento y no lo trabajan. Al mirar las iglesias parece evidente que son muy escasos los de cinco talentos, que son pocos los de dos, pero que son muchos, en cambio, los de un talento. Normalmente, los de cinco y los de dos talentos ya tienen un servicio en la iglesia. Pero no pasa lo mismo con los de uno. Estos son los pequeos, los dbiles, y tambin estn entre ellos los llamados "carnales". Pero cuidado! no los menospreciemos. Dos de un talento equivalen a uno de dos, y cinco de un talento, equivalen a uno de cinco. Si sumamos todos los hermanos de un talento, veremos que constituyen un capital mucho mayor que el de los cinco, y que el de los dos, juntos. De modo que la verdadera riqueza de la iglesia est en los hermanos de un talento, aunque aparentemente sean de menor estima y figuracin en el cuerpo. Aunque estos son, ciertamente, ms difciles de ensear y de guiar, con todo, ellos deben ser ayudados y estimulados para que sirvan. Si se equivocan tres veces, hay que intentar con ellos una cuarta vez. Si se desalientan, hay que ir tras ellos, y alentarlos de nuevo. Y as ser todas las veces que sea necesario hasta que hagan trabajar su talento. Como ellos no siempre atinan a servir espontneamente, los pastores han de asignarles tareas y estimularlos a que las cumplan. Va a haber un gran desarrollo de las iglesias cuanto estos hermanos sirvan. Por eso los pastores tendrn que sentarse a buscar, en oracin delante del Seor, las tareas adecuadas para cada hermano de un talento, y luego encomendrselas. Hay una gran variedad de servicios que los hermanos de un talento pueden desarrollar. Los ancianos de cada iglesia han de ver quines y qu servicios pueden desarrollar los hermanos. Esto traer mucha bendicin a cada uno en particular y tambin a toda la iglesia. Que el Seor nos socorra en esta y en todas las cosas, para llevar con dignidad el ttulo de pastores, ttulo tan alto, cuanto que nuestro amado Seor es el Prncipe de los pastores

1 Edicin. Temuco (Chile), Enero de 1999. ISBN: 956-288-139-3. Las citas bblicas corresponden a la versin Reina-Valera 1960. Otras versiones usadas: Versin Moderna de H. B. Pratt (VM), y Biblia de Jerusaln (BJ).