Pagden, Anthony - CULTURA Y CIVILIZACION - Reflexiones Sobre La Historia de Las Ciencias Humanas
Pagden, Anthony - CULTURA Y CIVILIZACION - Reflexiones Sobre La Historia de Las Ciencias Humanas
Pagden, Anthony - CULTURA Y CIVILIZACION - Reflexiones Sobre La Historia de Las Ciencias Humanas
ANTFIONY PAnDEN
La acepcin moderna ms frecuente del trmino cultural es la designacin de todo aquello que tiene valor normativo dentro de un determinado grupo social. El trmino se introdujo en la mayora de las lenguas europeas a travs del alemn (Kultur), aunque sus orgenes lingilsticos se encuentran en el mbito de las prcticas religiosas el trmino latino cultus y en el de la agricultura el francs culture. No voy a discutir aqu la historia de estos trminos
(o del trmino historia a menudo igualmente inestable), pero es importante apuntar que en un tiempo Kultur competa dentro de un tro del que formaba partejunto a Civilization y Bildung. Los tres implicaban un cierto grado de excelencia social, poltica, artstica o moral estimado en trminos histricos. Ser una persona culta implicaba (como an hoy lo hace para muchas personas) el conocimiento de las artes y de las ciencias y la capacidad de manejar con habilidad los usos sociales, ser educado, civil, etc. Hacia finales del siglo xix el sentido de los trminos Civilization y Kultur se haba escindido, mientras que Bildung no haba llegado a adquirir ningn significado de carcter general ms all de la lengua alemana. Durante la mayor parte del siglo xviii, sin embargo, civilizacin y cultura se consideraron inseparables. Existan diferencias de matiz entre los dos trminos, pero ambos eran, esencialmente, lo opuesto a barbarie. (Hasta mediados del siglo xix, gran parte de lo que hoy llamaramos Cultura se asimilaba a una categora diferente: lo que en francs se denominaba lesprit o ms directamente las costumbres. Volver a este punto ms adelante.) Una persona culta o civilizada era aquella que era amable, educada, refinada. Pero, para serlo, la persona deba ser tambin ilustrada, y la Ilustracin (Auflddrung) era, segn la famosa definicin kantiana, el valor de conocer tu propia razn. Una per-
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sona completamente racional es aquella que mediante el uso de su razn conseguir un total entendimiento de s mismo que le permitir escapar de la barbarie. Escapar de la barbarie era a la vez ser culto y pertenecer a una cultura,
ya que los brbaros vivan, por definicin, al margen de los lmites de la sociedad humana. Cultura es la produccin en un ser racional de una aptitud destinada a cualquier fin de su propia eleccin, escriba Kant, y, en consecuencia, de ser en su libertad 2 Civilizacin se asociaba de un modo muy similar con este tipo de emancipacin moral e intelectual. Emancipacin escriba Diderot en 1780, o lo que es lo mismo con otro nombre, civilizacin, es una tarea larga y ardua t Cultura y civilizacin formaban parte de un lenguaje inseparablemente unido a un proyecto universalizador: el de las ciencias humanas. Este proyecto comienza a finales del siglo xv y parte del principio de que el nico modo posible de trascender el desafo lanzado desde el escepticismo por aquellos que deseaban conservar alguna pretensin de certeza en los asuntos humanos era la definicin de un principio tico bsico y aparentemente obvio. Este tom dos formas: la auto-conservacin (Hobbes, Pufendorf y Grotius), y un sentido moral comn (Shaftesbury). El primero de ellos se basaba en el argumento de que a pesar de todo lo dems en que los humanos podemos diverger los tipos de gobierno ms convenientes, la existencia de Dios, el mejor modo de criar a los hijos o de enterrar a los muertos en lo que todos estamos de acuerdo es, mediante un simple proceso inductivo, en que ninguno queremos morir y por ello tenemos el derecho tico a la auto-defensa. El segundo, que rechazaba un individualismo tan simple, mantena que dado que todos podemos comunicarnos de algn modo, debemos compartir algn grado de conciencia moral y social. A ambos se lleg a partir de un pensamiento experimental que traa consigo la construccin de un estadio presocial dentro de la historia humana que vino a denominarse estado natural. Ambos asuman que los hombres vIvIeron alguna vez en una condicin pre-social. Su posterior sociabilidad, las sociedades que haban constituido con el paso del tiempo, no era el resultado de una idea innata de sociabilidad, como Aristteles y los escolsticos haban defendido. El hombre no era un animal social por naturaleza o por designio divino. Era sociable porque haba llegado a la conclusin de que era mejor para l vivir en comunidad en vez de llevar una vida, segn la famosa definicin de Hobbes, asquerosa, brutal y corta. Shaftesbury y los italianos, como Giambattista Vico y Antonio Genovesi, insistan en que su sentido de lo correcto y lo incorrecto y su capacidad de identificarse con otros lo que se vino a llamar reconocimiento de la especie eran sin duda innatos. Pero esto no le haca un animal social. Los tericos del estado natural trasladaron de un modo efectivo la consideracin de lo que era la ley natural universal de un sistema cog~ Kritil< <lcr Lrtcitskraft. 2. TeiL Auhang. Methodentehrc der teologischen Urteilskraf, Innanuet
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para sobrevivir tanto fsica como psicolgicamente. Pero, como estas necesidudes claramente slo podan juzgarse bujo las circunstancias paniculares en que surgan, slo podan conocerse por medio de investigaciones especificas acerca de casos igualmente especficos. A diferencia de los telogos, slo interesados en las leyes abstractas basadas en la aplicacin de principios derivados de textos supuestamente divinos, los tericos de la sociabilidad se ocupaban de los incidentes reales del comportamiento humano. Cada caso, claro est, constitua precisamente lo que Montesquieu llam lesprit de un pueblo en particular lo que nosotros llamaramos su cultura. Ambos argumentos, debido al carcter bsico y, por ello, irrefutable, de los fundamentos de la sociabilidad con que jugaban, eran enormemente dependientes de un corpus de datos etnogrficos. La historia antigua y los relatos de viajes modernos fueron analizados afanosamente buscando la evidencia de que todo hombre en todo lugar y
tiempo haba demostrado un instinto de sociabilidad. Como apuntaba Georg Forster, uno de los compaeros de Cook, en su traduccin al Viaje al Cabo de Buena Esperanza (1785) del viajero sueco Anders Sparrman:
Todo libro de viajes autntico y bien escrito es, de hecho, un tratado de filosofa experimental... Son principalmente los filsofos modernos y los maestros vivientes de nuestra poca quienes han recurrido ms a estos tesoros como portadores de los mejores materiales para elaborar sus sistemas, o al menos, como los ms aptos para apoyar y confirmar sus doctrinas
~.
La teora de una sociabilidad natural basada en la necesidad, y tratada histricamente, poda explicar el porqu las sociedades haban sido tan diferentes entre s en el espacio y en el tiempo, y era capaz adems y esto iba a
ser crncial de incorporarse a una teora general del progreso humano hacia
la verdadera civilizacin, y la cultura en el sentido kantiano del trmino.
Debido a que las necesidades humanas crecen a un ritmo exponencial, las necesidades cambiantes tienden a producir personas distintas. La Humanidad es, por ello, una categora del ser que slo podemos aspirar a comprender dentro del marco de un proceso que se desarrolla a lo largo del tiempo. Como Kant apuntaba, no somos seres meramente racionales, sino tambin seres temporalizadores y como tales slo podemos comprender razonando bajo la forma del tiempo La autoridad, tanto en el nbito cognitivo como en el mbito social,
~.
haba sido construida por agentes humanos. No haba sido concedida desde el exterior por un agente superior como en los infames sistemas cristianos y absolutistas. Como deca Kant, el hombre no estaba hecho para guiarse por el ms-
785), p. u,
A 1/muge to <he cape ofGoad Hope, towards <he Artft: Polar cia/e and orcuad <be World (London,
vase Onura ONvi., Gonstructions ofReason, Exploralions <a Kants Practical Philosophy (Cambridge, 1989), p. 22.
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tinto y por el conocimiento innato, sino para producirlo todo a partir de s mismo ~ Para entenderlo, por ello, se deba desentraar el proceso de su construccin. La historial, definida de ese modo, pasaba a ser, por ello, la ciencia humana. El progreso del espritu humano, escribi Condorcet en Esquisse dun ableau historique des progrs de 1 esprit hurnain de 1793, esta sometido a las mismas leyes generales que observamos en el desarrollo individual de nuestras facultades, ya que es la consecuencia de tal desarrollo, considerado como se manifiesta en una gran cantidad de individuos agrupados en sociedad. Pero el resultado que presenta en cada momento depende del presentado por los incidentes que le han precedido, y a su vez influye sobre los que le seguirn. Este discurso es por ello histrtco Y en todos estos discursos, no slo en el de Condorcet, la diferencia entre los pueblos del pasado es decir del pasado europeo y los pueblos de culturas remotas cae bajo la nocin nica de salvajismo trmino, esto debe tenerse en cuenta, de origen botnico y no peyorativo en sentido estricto. El salvaje lejano se convierte as en un laboratorio de campo, un nodo de acceso al antepasado remoto del hombre europeo. El metafsico y el moralista, observaba Condorcet, se haban ocupado del comportamiento de los individuos. La historia de la humanidad, en contraste, aspiraba a estudiar no slo las diferentes sociedades que han existido contemporneamente, sino tambin aquellas que existieron durante el paso del tiempo. Se trataba de la historia de la civilizacin 8 Esto, sin embargo, agudizaba particularmente el problema de la necesaria relacin entre usando terminologa kantiana el componente ideogrfico de esta historia (es decir su base factual) y el componente nomottico o terico que hara tales datos inteligibles. Todos los historiadores de la humanidad del siglo xvt adoptaron respecto al salvaje un punto de vista acusadamente etnocntrico y afirmado en el presente. Esto no es simplemente una yana moralizacin retrospectiva, era la posicin mantenida por el jesuita Joseph Fran9ois Lafitau, autor de Les Moeurs des Sauvages Amriquains compare aux moeurs des premiers emps, de 1724, que emple una profunda investigacin etnogrfica de los 1roquis de Canad y analiz detalladatnente las costumbres de los Licios y de los Espartanos parademostrar la similitud entre los salvajes modernos y los europeos antiguos. Lafitau defenda que para que fuera til para un proyecto de tipo cientfico, el material que tales culturas nos proporcionan tena que ser juzgado primero por sus propios hbitos y costumbres. En ciertos casos ello podra exi-
It/ce zur ciner nlgemeinen Gesrhiue in weltburger Abisicht. cn bn~nanuel (anis Werke, vol. 4. p.
l54.
Esquisse dun tableou hisorique de. p~ogrt~s de 1 esprit hurnain, editado por Alain Poss (Paris, 988), p. 80. Ibid.
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gir incluso la creacin, como hizo el mismo Lafitau, de vocabularios totalmente nuevos. El proyecto de Lafitau haba sido demostrar la verdad de la Cristiandad y, por ello, la falsedad del escepticismo de Pierre Bayle demostrando que todos los pueblos compartan creencias y prcticas religiosas. Pero su objetivo era, basndose en una sociologa meticulosa y una lecturadetallada de la historia clsica, demostrar la verdad de la Cristiandad. No comenzaba, como otras obras haban hecho, asumiendo que la Cristiandad y la tradicin cristiano-tomista de la ley natural eran ciertas para elaborar despus las razones que explicaran por qu tantos pueblos la ignoraban y despreciaban de un modo tan flagrante. Como se quejaba Nicole Antoine Boulanger en 1776 en LAntiquit devoile par ses usages, tras investigar casi dos siglos de teora social de este tipo: Los filsofos, metafsicos y juristas sin tomar en consideracin para nada la historia han intentado crear (sus hombres naturales) exclusivamente por medio de la razn~. Por supuesto, no era necesario adentrarse en el campo para escapar a tal destino, pero silo era como Boulanger y algunos otros reconocan acabar con la distincin entre el dato en bruto y la especulacin. Si en una ciencia humana de este tipo los datos ideogrficos demostraban ser recalcitrantes, no era simpleinente necesaria ms teora, como propona Kant, sino una teora que explicara qu clase de datos eran los que se tenan. El filsofo italiano Giambattista Vico haba hecho, en gran medida, el mismo tipo de observacin. Vico defenda que aquellos que quisieran utilizar la evidencia de (en este caso) sociedades del pasado para apoyar sus teoras deban tener en cuenta las causas que gobernaron a los agentes del pasado, y no imputarles meramente su propia y anacrnica lgica causal. Se quejaba de que los estudiosos quieren que todo lo que ellos saben sea tan viejo como el mundo ~>. Sin embargo, apenas podemos entender y
sonos absolutamente incapaces de imaginar cno pensaba el hombre de Gro-
tius, Puffendorf y Hobbes Y si no podemos hacerlo, tampoco podremos aceptar fcilmente el que este hombre inferira de la falta de confort de su condicin primitiva el que deba abandonar ese estado natural y formar una sociedad civil. Lo que Vico apuntaba es algo familiar hoy en da para aquellos que se preocupan de lo contrafactivo, y es que cualquier mundo posible ha de aparecer como verdadero respecto a alguna realidad factual previa. La mayora de los historiadores y antroplogos modernos han tendido a ignorar este tipo de argumento debido a que han asumido que los estados naturales utilizados tanto por los tericos del siglo xvii, como por Rousseau y algunos otros en el siglo xvt, haban sido tomados como entera y reconociblemente contractuales. El hecho de que Locke y Hobbes los identificaran con Amrica, Rousseau con el Vaud, etc., se consideraba como meramente ornamental. Podran encontrarse en cualquier lugar y en cualquier poca. Su funcin no era demostrativa, sino heurstica. Para demostrar este punto se haba recurrido siempre a la famosa afirmacin de Rousseau de que l pretenda
LAntiquit devoilde par s< usage.s (Amsterdam, 1772), vol. l, p. 8. Giambastista veo. Lo scienza Nuova, p. i27. Ibid., p. 261.
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dejar los hechos a un lado. Pero, como Jean Starobinsky ha demostrado convincentemente, la afirmacin de Rousseatt debera leerse dentro del contexto de sus intentos de evitar la crtica de que su descripcin de la historia primitiva del hombre amenazaba al relato bblico de la creacin. De hecho, sus contemporaneos Adam Smith, o Francesco Antonio Grimaldi el critico napolitano de Rousseau, por ejemplo interpretaron literalmente sus afirmaciones acerca del estado natural. Tambin lo hicieron Hume y Ferguson, y stos, no es necesaro decirlo, no estaban ni obcecados de un modo voluntario, ni les eran extraas estrategias conceptuales de ese tipo. Esta posicin tiene una dimensin adicional. El escepticismo, en particular el cartesiano junto con el sensacionalismo de Locke, haban prestado el servicio incalculable, como Jean dAlembert entre otros haba reconocido, de liquidar todo el edificio escolstico construido desde Toms de Aquino a Suarez acerca de la nocin de idea innata. Descartes mismo, sn embargo, haba intentado reemplazarla por la propuesta demasiado austera de que slo el conocimiento til deba poseer la certidumbre de las matemticas. Todo lo dems perteneca al mbito de la opinin, y aunque la opinin poda ser interesante, nunca podra tomarse como conocimiento. Esto hacia todo tipo de ciencia hunana inoperable ya que era en ltimo extremo la opinin lo nico en lo que tales ciencias podan basarse. La tarea era dotar a la opinin de una dignidad nueva. Despus de todo, era probablemente lo ms cerca que se poda llegar a la verdad en cuestiones humanas, y la razn humana, como haba dicho Locke, slo era un instrumento suficientemente potente en tanto el hombre se abstuviera de usarlo para sondear el oceano del Ser. Mientras el modelo de las ciencias naturales poda ser aquel de la utilidad, ningn discurso sobre el comportamiento humano poda aspirar a reproducir la certidumbre y precisin matemticas de aquellas ciencias, ya que quien se ocupa de las ciencias humanas, en contraste al cientfico natural, es l mismo el objeto de su estudio. Como Buifon afirmaba al inicio de su Histoire Naturelle (obra que intentaba alinear la historia de la humanidad con la historia natural del mundo entero), siendo nuestros sentidos el efecto de causas de las que nada sabemos, slo nos pueden conducir a ideas relativas a efectos y nunca a causas i2 El xito de Newton haba demostrado, afirmaba, el carcter esencialmente limitado de la base positiva del conocimiento humano. En lo que a nosotros concierne, declaraba, refirindose a toda una generacin intelectual, estos efectos generales son las leyes de la Naturaleza. Sospecho que en nuestro mundo post-Khuniano hemos perdido de vista en gran medida el significado completo de esta crucial distincin entre los respectivos objetivos posibles de las ciencias naturales y humnmas l3 Sin embargo, cuando el filsofo canadiense Charles Taylor public su ahora famoso texto Interpretation md the Sciences of Man en 1971 era consciente de que su conclusin accrca dc que Las ciencias humanas miran hacia atrs. Son inevitableIjistoire Naturelle De/hombre, un Ocurres compltes de Rufin (Paris, l842), vol. 3, p. 222. vase Clifford GEERTZ. The strange estrangement: Taylnr and he natural sciences, en Philosophy u an Age ofPlura/ism, editado por James TLLLY (Cambridge. i994}. pp. 83-95.
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mente histricas aunque ciertamente no era nueva de hecho Aristteles haba dicho algo similar era, no obstante, radicalmente escandalosa 14 Lo era pre-
dominantemente para la comunidad de las ciencias sociales americana porque lompa con una tradicin que aspiraba a lograr cierto tipo de indivisibilidad tanto en la cientificidad de su mtodo como en la formulacin cientfica de sus conclusiones. Cuando Locke, Condillac, Condorcet y Buifon marcaron distinciones similares, esa tradicin era an inestable. Pero creo que la insistencia con que defendan sus postcones indica la claridad con la que vean el reducconismo al que el cientifismo, particularmente la propuesta enormemente seductora de Hobbes, poda conducir finalmente. La voluntad de crear una ciencia del hombre que intentara establecer causas primeras formaba parte de lo que Vico llam la arrogancia (bono) de los estudiosos, y slo poda derivar en metafsica. Las Sciences de lhomme o la Historia de la Humanidad iban a proporcionar una descripcin de los efectos o para usar un lenguaje ms antiguo, de las causas secundarias por medio de un examen de su origen, en tanto poda ste llegar a conocerse, y de su desarrollo. Tales historias posean dos propiedades. En primer lugar eran progresivas. Todas ellas se preocupaban de establecer la situacin del presente y, en particular una condicin presente que, durante la segunda mitad del siglo xviii vino a describirse de un modo creciente como civilizacin. Todas ellas se situaban como la obra de Lafitau en la conjuncin entre una explicacin del proceso histrico y una descripcin de los datos de campo
recogidos, una tarea que se convirtiria de un modo arquetpico en la jurispru-
dencia de la humanidad de Vico, basada en la comprensin los hbitos comunes de los pueblos. Nos encontramos aqu, entonces, con algo que se aproxima en gran medida a una nocin de culturas. Sin embargo, aunque el proyecto de Vico tiene algo en comn con las antropologas de finales del siglo XIX, sus hbitos comunes como el sensus comunis de Kant no describen tanto lo que Clifford Geertz ha denominado conocimientos locales 15 como aquellas prcticas culturales que podran describirse como comunes a cualquier
comunidad posible. Todas juntas agrupadas constituan lo que Vico denominaba la ley natural de las naciones. Esto nos lleva a la segunda propiedad de estas historias: su preocupacin por las colectividades en vez de por los individuos. El escepticismo cartesiano poda haber eliminado el yugo de la escolstica como DAlembert apunt en el Discours Preliminaire a la Encyclopdie, pero lo haba sustituido no por otra
cosa que por la forma ms extrema de razonamiento solipsista 16 El anti-fundacionalismo que caracteriza gran parte del pensamiento de la Ilustracin tarda, el del mismo Kant, el de Diderot, Herder y, por supuesto, el de Rousse-
au, segn Kant el Newton del mundo moral, deriva de un rechazo del puro y
Philosophyandhe Ruinan Sciences. Philosophicai Papers 2 (Cambridge, 958), pp. i5-57. Local Knowledge: Fact and Law in comparativo Perspective. en Ural Knowledge. Furiher Es.says in Interpeetive Anthropology (New York, 983), 167-234. 6 Discours pre/lninaire de lFncyc/opdie, en Oeuvres corapltes de DA lember (Geneva. i967) i, 36.
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humanamente imposible auto-centrismo del proyecto cartesiano, un autocentrismo que hacia imposible, como hemos visto, todo tipo de ciencia humana. El conocimiento de lo humano no slo requera un alto grado de modestia epistemolgica y consista inevitablemente en el examen de actos colectivos, sino que deba ser l mismo un acto colectivo. El historiador especulativo no podra ya apartarse del lugar que l mismo ocupaba en el esquema que intentaba describir, ni podra distinguirse de su objeto de estudio por tratarse de un ser racional. Esto tambin era cierto en Kant, pero la posicin kantiana, como l mismo dej claro, deba mucho a Bacon cuyo in commune consultant encabeza el epgrafe de la Primera Crtica. Es este nfasis que alcanza no slo al valor de la colectividad como verdadero objeto de estudio sino tambin a la posicin del historiador, lo que explica la centralidad de una descripcin del origen y desarrollo del lenguaje en muchas de estas historias especulativas, ya que la invencin del lenguaje haba sido el supremo acto colectivo. (Para Kant, el escepticismo mismo era poco ms que un fracaso del orden discursivo, del mismo modo que el dogma era el triunfo de un orden discursivo injusto). En ambos casos es al lenguaje nuestras prcticas discursivas en terminologa moderna y no al mundo real a lo que nos referimos. La invencin del arca escriba Condorcet, fue obra de una genio; la creacin de una lengua era la obra de toda una sociedad 17 La Tercera Epoca del Esquisse abarca desde la invencin de la agricultura que, fijando al hombre a la tierra que trabaja 18 hace de la sedentariedad, que era para Condorcet una condicin necesaria de civilizacin tanto como lo haba sido para Aristteles, hasta la creacin del alfabeto, que requiere lo que l llama, hacindose eco de la doble convencin roussoniana, una doble doctrina 19 Del isttu modo, la invencin de la imprenta al final de la poca Sptima, se identifica como la etapa final previa al advenimiento de la verdadera poca del conocimiento cientfico, debido, por supuesto, a que la imprenta colectiviza el acto cognitivo al hacerlo finalmente accesible a todos 20 La historia humana haba tenido, por supuesto, sus altibajos, sus falsos comienzos y reveses catastrficos, pero Condorcet, junto con la mayora de los Historiadores de la Humanidad, siempre insisti en que en el fondo era una narracin de.progrcso. in-eversible .dirigWahacia una- creciente objetividad cientfica y, a travs de la verdad cientfica, hacia la emancipacin, o Ilustracin, que es la base de toda civilizacinycultura. De hecho, el fin que sustentaba la Esquisse dun tableau historique y la idea para una Historia Universal en clave cosmopolita de Kant, as como la Historia ideal eterna, de Vico, era el desvelar la verdadera naturaleza de nuestros prejuicios para el
philosophe politique.
Esto me lleva a mi conclusin. Supongo que pocas ciencias humanas tomaran como principal objetivo el desenmascaramiento de los prejuicios,
~ Lsquisse.
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pero para la Ilustracin, la Historia de la Civilizacin era un proyecto con una claro y declarado fin poltico. En ltimo trmino tena como fin el ensear al hombre cmo llevar una vida colectiva mejor e iba a conseguirlo mostrndole la historia de su existencia nada ms que por lo que era. Hay algo ms que aadir con relacin a estos proyectos. Las ciencias humanas modernas se conciben a modo de, usando la frase de Taylor: entendimiento ex post facto 2i Sin embargo, sus creadores en el siglo XVIII, en particular Condorcet y Kant, crean que stas posean una importante capacidad de prediccin. Tanto la Esquisse como la Idea imra una Historia Universal en clave Cosmopolita concluan dando las lineas generales de un estado futuro de la humanidad, y ambos fueron escritos teniendo tal conclusin en mente (el texto completo de Condorcet, que nunca lleg a escribirse, se habra ocupado de ello exhaustivamente). Porque si, como se argumentaba, mediante una apropiada comprensin de cmo el mundo haba llegado a ser podamos contemplarlo tal como es, no haba razn para que la progresin que haba comenzado con un pensamiento experimental no acabara con otro: la construccin de la etapa final de la civilizacin, humana. Es ms, la utpica Epoca dcima de Condorcet y la ms modesta Novena proposicin kantiana, no son meramente predictivas, son tambin prescriptivas. Estas observaciones declaraba Condorcet al inicio del Esquisse, acerca de lo que el hombre ha sido, y acerca de lo que es hoy nos muestran el medio con que asegurar y acelerar los nuevos desarrollos que an esperamos lograr 22 Las ciencias humanas en el siglo Xviii se basaban en la suposicin de que el modo en que el hombre deba progresar poda ser inducido de la experiencia del pasado, porque, como Kant sealaba Debemos asumir que la naturaleza no opera sin un plan y un fin, incluso en medio del arbitrariojuego de la libertad humana. El pensamiento filosfico deba, por ello, ser capaz de producir la definitiva historia universal siguiendo lo que l llama una ley a priori. Kant insista que con ello no se pretenda tanto suplantar la labor de la historia propiamente dicha, aquella basada en la composicin emprica, como aproximarse a los datos desde un diferente ngulo 23 El resultado de este encuentro demostrara ser, como dijo en El Conflicto de las Facultades, la narracin del futuro inminente y, en consecuencia, la posible representacin a priori de los acontecimientos que se supone van a ocurrir. La forma que tales acontecimientos iban a tomar no es clara, pero silo es el que para Kant los dos componentes de lo que l denomin antropologa prctica el ideogrfico y el nomottico (es decir el dato bruto por un lado, y la reflexin filosfica por otro) slo podan llegar a integrarse totalmente mediante algn tipo de proyeccin hacia un estado futuro que seria, en palabras de Kant, designado y adivinatorio y, sin embargo, natural 24 Este estado seria el de la emancipacin humana, el de la Ilustracin y la civilizacion
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Ant/iony Pagden
Es este aspecto del trmino civilizacin el que lo ha hecho tan difcil de usar La ciencias humanas modernas han puesto gran nfasis en la bsqueda de la relatividad. Pero a menudo olvidamos a unos orgenes que fueron, como he intentado describir, no solo valorativos sino tambin predictivos. No es sino hasta despus de este perodo, cuando los romnticos alemanes intentaron destruir todo el proyecto cosmpolita y, segun ellos, totalizador que desde su punto de vista haba sustentado el programa Ilustrado, que Civilizacin, y Cultural se escindieron y, en muchos casos, pasaron a ser conceptos antitticos. Jean Starobinski, en una larga historia del trmino civilizacin, escriba que: El momento histrico en que aparece la palabra civilizacin, marca le entrada en escena de una autoreflexin esta autorefiexin no se absorbe en s misma, sino que se percibe reflexivamente y por eso la civilizacin occidental se ve como una civilizacin entre otros. Siendo consceite de s misma, la civilizacin descubre las civilizaciones 25 Esta propuesta no describe muy ajustadamente, me parece, el estatus del trmino Civilizacin, sino que lo hace del de Cultura, ya que lo que sustentaba la nocin de civilizacin era la creencia en un sensus communis, compartido por todos los pueblos al margen de sus culturas individuales. Cultura, por el contrario, era precisamente el esprit de un grupo particular, de una nacin, aquello que reconoca la posibilidad dc la inconmensurabilidad entre la totalidad de los grupos sociales.
No os confundis adverta Nietzsche. El antagonisno entre ellos es abismalmente profundo. Desde el punto de vista de la moral, los gran-
des momentos de la cultura han sido sienpre pocas de corrupcin. Mientras que las eras de deliberada o forzada domesticacin humana civilizacin han sido siempre eras de intolerancia para las naturalezas ms atrevidas y espirituales. Lo que la civilizacin pretende no es lo que quiere la cultura; ms bien es lo contrario 26~ Las ciencias sociales modernas nacieron bajo el signo de esta ruptura de los trminos civilizacin y cultura o, ponindolo de un modo diferente, nacieron del conflicto entre cosmopolitismo y nacionalismo.
25 Lc mor civiiisation. en Le renzde <Jons le mal. criaque e lgitimitaon de / a rtfice 1 / ge des lumnires (Paris. 989), p. 54. 26 Aus dcm Nachiass der Achtzigerjahre, en Werke (Munich, 956), vol. 3, p. 837.