Tarja: Proyecciones Universales de Una Manifestacion Regional
Tarja: Proyecciones Universales de Una Manifestacion Regional
Tarja: Proyecciones Universales de Una Manifestacion Regional
Lucena, Silvio Alexis Sal Paz, Julio Csar Instituto de Investigaciones Lingsticas y Literarias Hispanoamericanas Universidad Nacional de Tucumn
Las revistas son la autobiografa de la literatura, all se pronuncian los Nombres de Autor pero tambin su anonimato. Nicols Rosa
As como en ella -la revista- se nos ver a nosotros, en nosotros, por mucho tiempo, algo se ver de ella. Nstor Groppa
1. Introduccin Abordar una revista cultural supone indagar un momento histrico especfico, un espacio geogrfico particular, para tomar contacto con las diversas manifestaciones de la vida artstica y literaria. En efecto, este tipo de publicacin, como seala Carilla, constituye el testimonio ms valioso de una poca (145). En este artculo examinaremos la gnesis, trayectoria y disolucin de la revista jujea Tarja (1955-1960) en tanto formacin intelectual que propici la confluencia e interaccin de diversas voces de una regin marginada, inexpresada y postergada por el centralismo porteo. En este sentido, David Lagmanovich hace referencia a la desacertada concepcin -gestada y sostenida desde el centro- de que la literatura argentina gira exclusivamente en torno a la ciudad de Buenos Aires. Los fundamentos de este prejuicio se apoyan en la concentracin de revistas, editoriales y premios en la ciudad portuaria (LNA, 11).
2 No obstante, la irrupcin de esta importante publicacin en el campo intelectual argentino nos permite comprobar que, como dice Armando Ral Bazn en el prlogo del libro de Alicia Poderti, el meridiano de la cultura argentina no pasa exclusivamente por Buenos Aires. (13) En las pginas de Tarja resulta posible reconstruir los proyectos estticos y culturales ideados por cuatro poetas (Mario Busignani, Jorge Calvetti, Andrs Fidalgo y Nstor Groppa) y un pintor (Medardo Pantoja) que, revalorizando la herencia cultural del Noroeste Argentino, intentaron revertir la situacin de aletargamiento en la que se encontraba sumido su espacio socio-histrico. Nuestro objetivo primordial en este estudio es sistematizar las contribuciones que dan cuerpo a los nmeros de Tarja, que constituyen cabales muestras de la cultura regional y, por tanto, valiosas proyecciones de nuestra identidad nortea. Cabe aclarar que para la elaboracin de esta investigacin hemos recurrido a la reimpresin facsimilar realizada en 1989 por la Universidad Nacional de Jujuy. El anlisis pormenorizado de los editoriales y de una de las secciones fijas de la revista, Pltica, nos permitir obtener una radiografa de las tendencias ideolgicas que posibilitaron a los responsables de esta significativa empresa sortear los riesgos de quedarse en la superficie del color local y, en cambio, bucear en las profundidades del alma nortea, abandonando el silencio y dando testimonio de su presencia.
1.1. Algunas reflexiones en torno al concepto revista cultural Las nociones de revista cultural y revista literaria se vinculan directamente con el fenmeno global del periodismo cultural. Siguiendo a Rivera, podemos definirlo como aquel que intenta evidenciar las problemticas globales de la sociedad de una
3 poca y responder a sus demandas concretas, empleando un tono y un estilo acordes con la temtica abordada y con las particularidades del pblico receptor (11). Sin embargo, debemos reconocer que el campo del denominado periodismo cultural no es uniforme ni reductible a pocos prototipos fcilmente identificables, razn por la cual, a menudo, la crtica se ha visto obligada a valerse de parmetros excesivamente amplios para dar respuesta al fenmeno:
zona muy compleja y heterognea de medios, gneros y productos que abordan con propsitos creativos, crticos, reproductivos o divulgatorios los terrenos de las bellas artes, las bellas letras, las corrientes del pensamiento, las ciencias sociales y humanas, la llamada cultura popular y muchos otros aspectos que tienen que ver con la produccin, circulacin y consumo de bienes simblicos, sin importar su origen o destinacin estamental. (Rivera 19)
En cuanto al trmino revista literaria, Lafleur, Provenzano y Alonso proponen considerarla como una publicacin realizada por un grupo de intelectuales que tienen como objetivo primordial difundir un mensaje ajeno a intereses econmicos, prescindiendo de subsidio estatal. Por tal motivo, quedan excluidas de estas observaciones las secciones literarias de peridicos y revistas de inters general, adems de las publicaciones relativas al mbito universitario e institucional (in Rivera 56). No obstante, Rivera plantea objeciones a algunos aspectos que integran esta conceptualizacin, pues, a su juicio, no necesariamente deben considerarse rasgos distintivos de una revista literaria carecer de fines de lucro o contar con financiacin oficial. Ambas refutaciones son sustentadas por el autor a travs de ejemplos emblemticos de revistas argentinas como Sur y La Biblioteca de Paul Groussac, respectivamente, que surgieron en contextos de mayor prosperidad y pudieron contar con mecenas (56). Por su parte, Altamirano y Sarlo prefieren emplear la expresin revista cultural antes que revista literaria:
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En realidad, habra que hablar ms genricamente de revistas intelectuales o culturales, es decir de publicaciones peridicas deliberadamente producidas para generar opiniones (ideolgicas, estticas, literarias, etc.) dentro del campo intelectual (96)
Asimismo, Rivera adhiere a esta postura fundamentando que no todas las revistas literarias se limitaron, a lo largo de su historia, al campo de la literatura, sino que se ocuparon de dar cuenta de diferentes temticas relativas al arte, la filosofa, la historia, las ciencias sociales, la poltica, la economa y el derecho, entre otras reas de conocimiento. Adems, seala que en el mbito de estudio de las revistas culturales puede trazarse una lnea divisoria entre la produccin creativa (que explora terrenos estticos e ideolgicos inditos y disponibles) y la produccin reproductiva (que contribuye a la difusin tanto del patrimonio tradicional como del acervo incorporado a travs de la produccin creativa) (56-57). En consecuencia, coincidimos con este enfoque y sostenemos que resulta ms apropiada la designacin plural de revistas culturales, por su amplitud y riqueza semntica. Algunas notas distintivas de este tipo de publicacin son: la adopcin de una fisonoma de grupo, que se evidencia en una estructura colegiada de direccin; la creacin, en el interior del campo intelectual, de vnculos y solidaridades (que definen la identidad de un nosotros) y de tensiones (que la oponen a un ellos); la tendencia a gestar en su pblico lector una imagen de opinin autorizada, etc. En otras palabras, la revista cultural es un rgano intelectual que se erige en una de las principales formas de organizacin del territorio cultural. En efecto, Raymond Williams (in Altamirano y Sarlo 97) establece en el interior del campo intelectual una diferenciacin entre instituciones (movimientos, crculos y escuelas de produccin artstica y literaria) y formaciones (reducido nmero de integrantes; existencia relativamente efmera; relaciones informales, por ausencia de reglas definidas, entre sus miembros). Las caractersticas asignadas a estas ltimas nos permiten identificar,
5 con este rtulo, las revistas culturales, que se distinguen de cuerpos regulados, como la universidad o las asociaciones profesionales. Un ltimo aspecto a destacar es que las revistas culturales son, en general, la cuna de los intelectuales de cada generacin. Es decir, permiten afianzar la vocacin y la experiencia de futuros creadores de las letras y del periodismo; adems, representan, en muchos casos, el mbito de prueba y ensayo en la etapa de iniciacin de la trayectoria literaria de un escritor. A modo de ejemplo, podemos citar los nombres de Hctor Tizn y Libertad Demitrpulos, ambos escritores jujeos, que encontraron en el mundo configurado alrededor de Tarja el espacio propicio para comenzar a revelar su talento:
La primera Tarja apareci de gris y a partir del segundo nmero comenc a publicar all, cuando an no me preva, si chicha o limonada. (Tizn, Tarja a lo lejos, publicado en la reimpresin facsimilar de la revista Tarja de 1989 s/ n de pg)
1.2. La nocin de cultura en la revista Tarja Como qued de manifiesto, el concepto de periodismo cultural se aplica a un campo extenso y heterogneo; involucra, en consecuencia, una constante oscilacin entre los trminos periodismo y cultura. Por esto, sostenemos que resulta prcticamente imposible abordarlo desde una sola perspectiva, razn por la cual debemos desentraar qu nocin de cultura se esconde detrs de una revista como Tarja. Sabemos que el trmino cultura fue analizado desde diferentes disciplinas y posturas ideolgicas, que dieron lugar, a lo largo del tiempo, a infinidad de definiciones en torno a dicho objeto. Entre ellas, podemos considerar dos concepciones bsicas que representan posiciones antagnicas acerca de la problemtica. Por un lado, se encuentra el enfoque proveniente de la Ilustracin que restringe su significado al campo de las bellas letras y las bellas artes; califica positiva o negativamente a los sujetos como cultos e incultos, respectivamente, y desconoce la capacidad de todos ellos para hacer cultura. Por otro, una perspectiva ms amplia e
6 integradora que se sustenta en los aportes de la antropologa, la sociologa y la semitica. Dentro de esta lnea, podemos ubicar a Adolfo Colombres, quien define cultura como: el producto de la actividad desarrollada por una sociedad humana a lo largo del tiempo, a travs de un proceso acumulativo y selectivo (9). Tambin, planteos tericos como los del socilogo mexicano Jorge Gonzlez (in Barei 11), quien la concibe como un modo de organizar, ordenar y estructurar el presente, la vida concreta, la experiencia, a partir del sitio que ocupamos en las redes de las relaciones sociales. Como veremos en el anlisis de los editoriales, podemos afirmar que en el espacio textual de Tarja gravita una nocin de cultura ligada de manera ms estrecha a la segunda perspectiva enunciada, pues los temas, preocupaciones y las miradas desarrolladas en sus pginas reflejan una actitud de compromiso social con el hombre del NOA. Creemos necesario, entonces, reflexionar y poner en evidencia, en los apartados siguientes, qu clase de lectura efecta Tarja de los textos de la cultura en el momento socio-histrico en el que se escribe.
2. Pormenores de un proyecto de trascendencia para el NOA: gnesis, trayectoria y disolucin de Tarja (1955-1960)
Ya al nacer una revista latinoamericana se encuentra en un estado de prognosis reservada de lo que llamaremos la enfermedad de los tres nmeros. Es decir, que al superar la crisis de la publicacin de los tres primeros nmeros, la revista tiene buena posibilidad de sobrevivir. (Jorge Grossmann, in Lagmanovich, LNA 192). Hablar de revistas literarias es tarea relativamente fcil a condicin de que, como generalmente ocurre, se hable mal de ellas No se repara con suficiente frecuencia, en la labor positiva de este tipo de publicaciones, que muchas veces alimentan las apetencias literarias de sectores extensos de lectores, complementando eficazmente la tarea de conjunto realizada por el libro. Y cuando esa labor se realiza desde el interior del pas, con todo el peso en contra que implican las distancias a superar, la escasez de las comunicaciones, las dificultades con las imprentas, la escasa densidad del medio cultural y las agravadas dificultades financieras, entonces puede decirse que ella asume rasgos francamente heroicos. (Lagmanovich, LNA 189-190). [La cursiva es nuestra]
Las citas transcriptas establecen un diagnstico acertado de la situacin que experimentaron, en gran parte, las revistas culturales de la Argentina a lo largo del siglo
7 XX. Alicia Poderti aporta otros elementos de inters que nos permiten complementar la evaluacin efectuada por Lagmanovich, sealando que las revistas slo sobreviven en virtud de dos razones: por una parte, si han estado ligadas directamente a un movimiento literario; por otra, si representaron un valioso testimonio de la situacin socio-histrica de una regin y de un pas. (238) La aparicin de Tarja en el panorama cultural de mediados de los 50 fue un proyecto heroico que consigui perdurar gracias a que se convirti en portavoz y testimonio vivo del NOA y de su gente:
Estamos convencidos de la incalculable temtica humana de nuestro Norte y de las posibilidades de sus gentes para el trabajo intelectual. Por ello es que iniciamos esta labor, manifestando la necesidad de que esas posibilidades abandonen el silencio y adquieran las formas concretas del testimonio. (Editorial Tarja N 1)
2.1. Caracterizacin general La revista jujea Tarja, publicada entre 1955 y 1960, fue un empresa que congreg a un grupo de escritores y artistas del Noroeste Argentino vinculados por una preocupacin comn, la falta de proyeccin de la regin, y por un ferviente anhelo, el de constituirse en intrpretes de la cultura del interior. Mario Busignani1, Jorge Calvetti2, Andrs Fidalgo3, Nstor Groppa4 y el artista plstico Medardo Pantoja5 fueron los impulsores y miembros estables de un equipo de direccin6 que se mantuvo invariable hasta la finalizacin del emprendimiento esttico y cultural. La impresin, por su parte, estuvo siempre a cargo de Jos Francisco Ortiz. En los siguientes fragmentos, dos de sus fundadores narran cmo fueron los inicios de la publicacin:
Seguramente a l [Groppa] -que dejaba Tilcara para trabajar en Jujuy-, se le ocurri la idea de la revista. Yo jams exhum lo mo. Luego de muchas conversaciones decidimos bajar a Jujuy para comunicarnos con otros escritores y concretar nuestro proyecto, que ya contaba con el apoyo incondicional del inolvidable y querido Medardo Pantoja. Lo recuerdo muy bien. Pasebamos con Leandro por la avenida Fascio cuando decidimos visitar a Mario Busignani y a Andrs Fidalgo, a quienes yo no conoca, para
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exponerles nuestras ilusiones. (Calvetti, publicado en la reimpresin facsimilar de la revista Tarja de 1989 s/ n de pg) [La aclaracin parenttica nos pertenece]. Fue Mario De Lellis, director de Ventana de Buenos Aires (donde yo haba publicado algn poema), quien escribi a Groppa hacindole saber mi venida a Jujuy; y l con Calvetti se llegaron desde Tilcara para transmitirme el proyecto de Tarja. Ya lo haba hecho con Pantoja, pues los tres se vean con frecuencia por trabajar all; ignoro cundo lo hicieron con Busignani, pero rpidamente hubo acuerdo para que cada uno de nosotros interesara a otras personas. (Fidalgo, publicado en la reimpresin facsimilar de la revista Tarja de 1989 s/ n de pg).
Inauguraron, de este modo, una formacin cultural que, desde el interior del pas, concentr a poetas y artistas plsticos no slo locales, sino tambin de toda la geografa argentina. El nombre de la revista se tom de una expresin que alude a la marca que indica el da de trabajo cumplido; faena concluida y asentada en la libreta de jornales (Editorial Tarja N 1). De la lectura de una ancdota referida por Jorge Calvetti puede desprenderse que fue l mismo quien propuso esa denominacin:
Hasta ahora quiero saber, conocer las causas profundas y ciegas, o, tal vez, clarsimas o inconscientes, que me hicieron pronunciar en aquel momento, durante ese paseo crepuscular la palabra Tarja que habra de convocarnos y unirnos en ese hermoso y enaltecedor recuerdo que es, hoy, la revista. (Calvetti, publicado en la reimpresin facsimilar de la revista Tarja de 1989 s/ n de pg)
En los diecisis nmeros aparecidos, la revista cont con la participacin de una numerosa cantidad de representantes del quehacer artstico y literario de la poca, entre los que se destacan plsticos de renombre como: Carlos Alonso, Pompeyo Audivert, Juan Carlos Castagnino, Gertrudis Chale, Jorge Gnecco, Enrique Policastro, Vctor Rebuffo, Ral Soldi, Lino E. Spilimbergo y Carlos Torrallardona. Asimismo, en sus pginas, dejaron su huella creadora importantes poetas, narradores y ensayistas, entre los que podemos citar a: Carlos Hugo Aparicio, Ral Aroz Anzotegui, Horacio Jorge Becco, Len Benars, Manuel J. Castilla, Nicols Ccaro, Jaime Dvalos, Cristbal de Guevara, Mario Jorge De Lellis, Libertad Demitrpulos7, Francisco Ramn Daz, Carlos E. Figueroa, Ral Galn, Julio Galer, Joaqun O. Giannuzzi, Gastn Gori, Luis Gudio Krmer, Carlos Mastronardi, Guillermo Orce
9 Remis, Miguel ngel Pereira, Nicandro Pereyra, Antonio Requeni, Hctor Tizn8, Alvaro Yunque y Domingo Zerpa. Es importante sealar que gran parte de estas colaboraciones fueron obras publicadas exclusivamente en la revista, por lo que resulta imposible hallarlas en la produccin total de los autores.
2.2. Antecedentes e influencias Vale aclarar que Tarja no fue la primera formacin cultural de la regin del NOA; en efecto, antes de su aparicin gozaron de cierta repercusin otros emprendimientos como: la Revista de letras y ciencias sociales (Tucumn, 1904-1907), Sustancia (Tucumn, 1939-1946), Cntico (Tucumn, 1940), La Carpa (Tucumn, 1944-1953) Norte (Tucumn 1951-1955)9. Es decir, Tarja representa, de algn modo, la continuacin de un proyecto regional que tuvo su centro de difusin en la provincia de Tucumn, razn por la cual una franja de la crtica la considera heredera del legado cultural de La Carpa10. Esta asercin ha desatado una polmica entre estudiosos del mbito literario y Leandro Nstor Groppa, uno de sus fundadores y nico sobreviviente del equipo de direccin. Los enunciados que siguen reflejan las disidencias en torno a la influencia ejercida por el grupo consolidado en Tucumn sobre el jujeo:
Como sucede con toda antologa es cuestionable su seleccin y el concepto de que Tarja es continuacin del grupo La Carpa que aos antes apareciera en Tucumn. Puedo asegurar que la mayora de nosotros desconocamos la existencia de tal grupo ni lo que se proponan. Este error, a pesar de numerosas aclaraciones, por lo menos de mi parte, es evidente que se arrastra y se seguir arrastrando tanto por desconocimiento como por pereza intelectual. Hecho muy comn principalmente en lo artstico. (Nstor Groppa, Tarja cumple 50 aos en Suplemento Cultural Diario El Pregn, 18 de diciembre de 2005, pg. 2) Tan cierto son esos vnculos generacionales que, cuando en 1955 alguno de los nombrados establecen en Jujuy otro grupo de escritores y artistas, reunido en torno de la revista Tarja, sus palabras iniciales guardan estrecha similitud con la que signaron, once aos antes, el nacimiento de La Carpa en Tucumn. (Lagmanovich, LNA 24)
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Tarja retoma y ampla los postulados de La Carpa, pero en este caso se suma a los ejes de inters ya mencionados, un ahondamiento en la temtica social. (Baumgart, Crespo y Luzzani 245) La revista Tarja, publicada entre 1955 y 1961, nucle en sus pginas un nutrido grupo de artistas que recogi la herencia del grupo La Carpa, ahondando en la denuncia social y reintegrando la imagen cultural de los sectores relegados (Poderti 249)
Como vimos, a pesar de que Groppa niega ser sucesor de La Carpa, argumentando que desconoca su existencia, el hecho de que se hayan desempeado como colaboradores de Tarja algunos miembros que haban pertenecido a las filas de la agrupacin gestada en Tucumn durante la dcada del 40 nos permite suponer que el desconocimiento mutuo no fue tan radical como lo sugiere. As, la adscripcin de escritores como Ral Aroz Anzotegui, Manuel J. Castilla, Nicandro Pereyra y Ral Galn a ambas formaciones culturales constituye, desde nuestra ptica, el argumento ms contundente para aceptar, con atenuaciones, los enunciados que contradicen la perspectiva de Groppa. En efecto, existe una evidente continuidad en las temticas abordadas por estas revistas, en lo que atae, por ejemplo, a la distancia que se imponen respecto del regionalismo literario11, para ellos, de connotaciones negativas, por lo que implica de superficial:
Creemos que la Poesa es flor de la tierra, en ella se nutre, y se presenta como una armoniosa resonancia de las vibraciones telricas. Creemos que el poeta es la expresin ms cabal del hombre, del hombre hijo de la tierra Conscientes de las solicitudes del paisaje y de las urgencias del drama humano no renunciamos ni al Arte ni a la Vida. Esa conciencia nos hace, en cierto sentido -o en todo sentido-, polticos. Es la responsabilidad que, a nuestro entender, recae sobre quien ofrece a los otros los frutos de su alma. (Prlogo del Primer Boletn de La Carpa, 1944, in Baumgart, Crespo y Luzzani 241) Nuestro mayor anhelo finca en la bsqueda de "una versin digna y fiel de nuestra tierra y de sus criaturas", empeo que no debe tomarse -se hace necesario decirlo- en trminos de estrecho localismo ni tampoco de folklorismo deliberado. Quiere decir simplemente que nos sentimos ligados al hombre que aqu vive, padece y suea, con su entera circunstancia, en cuanto suma de tradicin, de accin y de futuro, modelado -eso s- por la tierra como querencia y paisaje y tambin como historia e instrumento. En esa suma cuenta, para nosotros, intensamente lo nacional y americano, en integracin recproca. (Busignani, Pltica Tarja N 5-6)
11 Sin embargo, en la construccin del rol cultural que les toca desempear, los dos grupos difieren notoriamente: mientras Ral Galn, a quien se le atribuye la autora del prlogo que abre la Muestra Colectiva de Poemas de La Carpa, se erige a s mismo y a sus compaeros como iniciadores de la Poesa con mayscula, Tarja se reconoce, al menos en los editoriales, como continuadora de una labor iniciada por el pueblo, como una voz entre las mltiples que forman el coro expresivo de la cultura de la regin del NOA:
Los autores de estos poemas hemos nacido y residimos en el Norte de la Republica Argentina, pero no tenemos ningn mensaje regional que transmitir Nada debemos a los falsos folkloristas. Tenemos conciencia de que en esta parte del pas la Poesa comienza con nosotros. (Prlogo del Primer Boletn de La Carpa, 1944, in Baumgart, Crespo y Luzzani 258-259) [La cursiva es nuestra]. Si nuestra voz es an oscura e imperfecta, lo sumamos al canto de todos, porque es as como se forman los coros y a los coros se los oye desde las cuatro distancias. Cooperaremos-desde estas pginas, alegrndonos junto a los colegas sin discriminar a nadie- que desde sus respectivas revistas, o solos, trabajan en este mismo sentido. Tendiendo nuestras voces y manos hacia lo que sea noble accin para el futuro, invitamos a los intelectuales de Amrica a sumarse a este ensayo, o a dejarnos un lugar en el que ellos comenzaron, para que juntos podamos seguir el trabajo de un pueblo ya inmvil en la tierra y terminar las frases de sus himnos suspendidas por siglos de silenciosa vergenza. (Editorial Tarja N 4)
2.3.1. Secciones A lo largo de sus diecisis nmeros, la revista present una organizacin en diferentes secciones, que reflejan calidad artstica y fervor intelectual, as como aspectos relevantes y significativos de la cultura regional y nacional. Las que ocuparon un espacio permanente fueron:
- Editorial, sin ttulo y sin firma, redactado por alguno de los cuatro escritores del equipo directivo, segn palabras referidas por Andrs Fidalgo en la reimpresin facsimilar de Tarja.
12 - Pltica, columna de opinin rotativa a cargo de M. Busignani, J. Calvetti, A. Fidalgo y N. Groppa. El ltimo nmero no la incluy entre sus secciones. - La Red, metfora de un entretejido cultural; seleccin de fragmentos literarios de significativa importancia y vigencia, pertenecientes a Anbal Ponce, Romain Rolland, Juan Mara Gutirrez, Juan Bautista Alberdi, Jos Mart, Jos Ingenieros, Domingo Faustino Sarmiento, Juan Alfonso Carrizo y Juan de la C. Puig. - Comentarios de libros y filmes, con iniciales, firma o seudnimo que indican su autora.
Encabezaban
cada
publicacin
textos
provenientes
de
diferentes
fuentes
historiogrficas que posibilitaban la relectura del pasado colonial de la regin. Luego, con regularidad, podan encontrarse en sus pginas poemas, ensayos, relatos, cuentos e ilustraciones de destacados representantes de la cultura del pas, adems de las secciones fijas ya mencionadas. Del mismo modo, aparecan reportajes, homenajes, separatas con reproducciones de arte y listados de libros y revistas recibidos para su posterior resea crtica. Cerraban cada nmero creaciones literarias y grabados originales de nios de Tilcara (detalle inusual en revistas de su tipo). Como sealamos en otro apartado, la publicacin cont con la colaboracin original de importantes figuras del campo cultural argentino del momento: por ejemplo, Ral Soldi y Juan Carlos Castagnino, quienes escribieron sobre pintura y murales, respectivamente; Vctor Rebuffo, acerca de grabado; Alejandro Barletta, sobre un concierto de bandonen; Hctor Di Mauro, acerca de tteres y Carlos Mastronardi, un ensayo sobre lrica. Merece destacarse, adems, que Tarja organiz diversas actividades culturales que eran difundidas por la revista:
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Creo conveniente precisar ante todo, que ella no se limit a la publicacin de la revista durante casi cinco aos: hubo adems un suplemento de poesas que no haban podido ser incorporadas a la revista, varios libros editados con el mismo sello, exposiciones de artes plstica, conferencias, algn concierto o arte musical, una librera sin fines comerciales y un teatrillo de tteres. Los dos ltimos, continuaron su actividad hasta aos despus de haber cesado la publicacin de la revista. (Fidalgo, publicado en la reimpresin facsimilar de la revista Tarja de 1989 s/ n de pg)
El panorama que venimos diseando nos demuestra que, como expresamos en la introduccin de este trabajo, Tarja excedi los lmites atribuidos convencionalmente a una revista literaria; fue una formacin cultural que se proyect al medio a travs de mltiples actividades.
2.3.2. Temas Respecto a los tpicos desplegados en los distintos nmeros, podemos afirmar que su variedad y riqueza otorgaron a la publicacin matices de incuestionable calidad. En este sentido, es importante subrayar que las lneas temticas de los textos literarios se vinculan, frecuentemente, con el hombre de la regin y su problemtica:
La literatura regional es el nombre verdadero de la literatura, porque toda obra es regional, nace en un tiempo, en un lugar, en una regin. Ahonda en el suelo del hombre y con ello se universaliza. Mitifica esta piedra, este arroyo, este campesino. (Barcia 43)
As, advertimos la presencia del espacio jujeo (Tilcara, Ledesma y la Puna), la majestuosidad de los elementos de la naturaleza (ro, agua, viento, tierra), la situacin de la frontera, los tipos humanos y sus faenas (el indio, la boliviana, el coya, el changador, la carbonera, el hachero, el minero, el cazador, el cosechero correntino, el caero, el prroco, el labrador, el jornalero, la lavandera), la religiosidad popular (fantasmas, duendes, santitos), la nostalgia del pasado Por su parte, los textos ensaysticos -nos referimos, particularmente, a los editoriales y a los discursos agrupados bajo la denominacin Pltica- no abandonan estas preocupaciones recurrentes; por el contrario, incorporan nuevas isotopas ligadas no slo al mbito regional, sino tambin al plano nacional y mundial. Estas secciones son,
14 a nuestro juicio, las que mejor ponen de manifiesto la ideologa del grupo a travs de argumentos que trascienden lo netamente literario o artstico. Altamirano y Sarlo, citando a R. Williams, afirman que, en una formacin cultural, la unidad intelectual y esttica -por medio de la cual sus miembros se reconocen a s mismos y toman distancia respecto de los otros- no necesariamente est dada por una serie de preceptivas doctrinales:
A veces los principios que confieren identidad a un grupo no tienen otro carcter que el de una constelacin de actitudes y sobreentendidos, valores y rechazos compartidos que no se articulan en discursos programticos o manifiestos de doctrina. (98)
Justamente esto es lo que ocurre con Tarja pues, a raz del momento histrico en el que se gesta el proyecto, es posible observar en los intelectuales de la regin una actitud antiperonista, desde lo poltico; anti-pintoresquista, en lo esttico y anti-torre de marfil, desde lo social, por el compromiso que asumen. Recordemos que los aos de vida de la revista coinciden con un momento crtico de la historia del pas denominado por Floria y Garca Belsunce (907) periodo del antiperonismo gobernante (1955-1966) y por Romero (167), la Repblica en crisis (1955-1973), caracterizado por una profundizacin de los problemas en materia institucional, social y econmica -que venan acarrendose y padecindose desde la dcada del 30-, que tradujo las diferencias ideolgicas en enfrentamientos e intolerancia. A continuacin, realizaremos un recorrido global por los editoriales y la seccin Pltica con el propsito de rescatar las lneas temticas desarrolladas en los diferentes nmeros aparecidos:
- Tarja N 1 (noviembre-diciembre de 1955) Editorial. Tema: Significacin del nombre de la revista y manifiesto ideolgico del grupo:
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Convenimos en dar a esta palabra [tarja] el significado corriente con que se la usa aqu: marca que indica el da de trabajo cumplido; faena concluida y asentada en la libreta de jornales Con ideales que nos vinculan al Hombre real y a su tierra siempre dura; procurando, con espritu atento interpretarlos, expresarlos y cantarlos, presentamos en nuestra Antologa12, obras que vencieron a las edades. Labores semejantes a las annimas manifestaciones de otros hombres: monumentos y cacharros con los que tuvo irremediablemente que pactar el tiempo De nuestra labor, desterramos el azar y la gratuidad. Propsitos claros y definidos nos estimulan. [La aclaracin parenttica nos pertenece]
Pltica (por Jorge Calvetti). Tema: La poesa como reflejo de las problemticas del hombre. Oposicin con la perspectiva del arte por el arte:
Sabemos todos que en la gente de nuestro pueblo el mundo de las formas es rudimentario, elemental; sabemos que sus posibilidades expresivas son reducidsimas, pero sabemos tambin que su vida interior es enormemente rica. Pensamos que si publicramos obras mostrando ese drama de mudez que los coarta o que los anula, los ayudaramos Conviene aclarar que no se exalta ninguna moda, ninguno de los manidos ismos para nuestro arte. Slo queremos afirmar que, entre los escritores que aspiran y suspiran las voltiles esencias del Arte Puro y aquellos autores atrs de cuyas obras vemos un hombre, ya sea pesimista u optimista, materialista o mstico, preferiremos siempre a estos ltimos, aunque los veamos a cada rato levantndose de sus tropiezos y sacudindose las solapas despus de su ltima cada.
Como puede observarse en los fragmentos citados, subyace la huella de algunos conceptos del existencialismo, aunque tamizados por la cosmovisin regional: el arte comprometido, el escritor militante, entre otros.
- Tarja N 2 (enero-febrero de 1956) Editorial. Tema: Tarja como concierto de voces; invitacin a publicar en la revista:
En las ms bajas capas sociales como en las ms altas, es dable comprobar que existen tantas complejidades como individualidades encontramos. Es cierto que muchas de ellas tienen una afinidad y una persistencia que las caracteriza como una constante de un grupo o clase social determinada. Y, puesto que hay artistas, escritores, que desean llegar a cualesquiera de estos grupos que forman el conglomerado social, a todos ellos nos dirigimos fraternalmente para que desde estas pginas digan su mensaje. [La cursiva es nuestra].
Pltica (a cargo de Mario Busignani). Tema: La literatura como posibilidad de decir el mundo:
Y es mediante la palabra que el hombre da ser a todo lo que existe. Ello encierra la idea, el concepto, la forma, el nmero, la relacin, la cualidad, la jerarqua La vida verdadera es profundidad, amor y creacin. Quien la vive as asume plenamente su situacin en el mundo y colma su ser afincando en s las cosas, los seres y los hombres como presencias dotadas de cualidades singulares, llenas de sentido. Quien as vive conoce el nombre potico de todo lo creado, puede hundir su palabra en la sombra y calar en el misterio.
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El texto de Busignani despliega el pensamiento que cohesiona al grupo director y a los colaboradores de Tarja, con solvencia terica y con clara conciencia del significado de la literatura entendida como formalizacin cultural nacida del poder de la palabra. En el conjunto de enunciados se destacan la afirmacin La vida verdadera es profundidad, amor y creacin y dos conceptos: a) la singularidad que da sentido a la presencia de las cosas, los seres y los hombres; b) la trascendencia que alcanza el que comprende esta cosmovisin: Quien as vive conoce el nombre potico de todo lo creado. De este modo, la palabra potica adquiere un poder cuasi mgico: puede hundirse en la sombra y calar en el misterio.
- Tarja N 3 (marzo-abril de 1956) Editorial. Tema: Motivos del aislamiento e incomunicacin del NOA. Misin de Tarja: articular las voces aisladas:
Nuestra situacin geogrfica nos relega, un poco, al margen de los hontanares de cultura del pas, de escasa y lenta circulacin perifrica. Adems, los caracteres y desarrollo de nuestra economa -predominantemente agraria y pastoril- nada propicios a la difusin y decantacin de valores, aaden inercias Creemos as que lo local vale slo por la vibracin intemporal que lo anima. Por ello Tarja quiere que en sus pginas -y tambin con su ejemplo- salgan y vengan estmulos y llamados que preparen la unin y concierto de lo que ahora permanece disperso y lejano. [Las cursivas son nuestras].
Pltica (escrita por Andrs Fidalgo). Tema: Federalismo cultural. Literatura social vs. Literatura torremarfilista:
A travs de numerosas publicaciones especializadas, comentarios, notas periodsticas, etc., parece haber en el pas consenso poco menos que unnime respecto a la conveniencia de que el federalismo alcance tambin al terreno cultural. Por supuesto que despus o al mismo tiempo de habrselo logrado en lo poltico y econmico, sin cuyo antecedente no pasara de ser una idea elogiable Tales pretensiones significan entre nosotros y en buen romance, la defensa de autonomas provinciales frente a la accin absorbente de algunos sectores porteos, que se arrogan la propiedad poco menos que exclusiva de la cultura nacional Tarea urgente, es la de liberar al interior de la penetracin seudo-cultural realizada por quienes no enfocan temas de inters humano (de todos los hombres); ni argentinos; ni propios de un lugar argentino; sino que defienden intereses individuales o de pequeos grupitos snobs. Amparados tras recursos formales (que a veces dominan admirablemente), denigran al hombre, lo consideran incapaz de conquistar su liberacin terrena, y se retuercen ahogados por angustias de laboratorio.
17 El fragmento citado es, a nuestro juicio, una de las ms importantes manifestaciones de la coleccin de Tarja. Verdadera declaracin de principios y autodefinicin de un perfil ideolgico. Lo fundamental del texto se centra en dos aspectos: a) el federalismo cultural y b) la necesidad de conquistar la independencia cultural. a) El reclamo del ejercicio de un autntico federalismo ya va camino de cumplir dos siglos; sin embargo, el mismo parece vincularse con el campo de la utopa. Fidalgo seala sin eufemismos: la accin absorbente de algunos sectores porteos, que se arrogan la propiedad poco menos que exclusiva de la cultura nacional. En su opinin, conquistado el federalismo en el terreno poltico y econmico, corresponde en ese momento la defensa de las autonomas provinciales en el plano cultural. Observemos que se refiere a autonomas provinciales y no regionales; no ignora las implicancias del trmino que emplea, sino que advierte la complejidad de un reclamo de nivel regional. b) Resulta contundente la crtica que dispara contra la penetracin seudo-cultural que imponen los intelectuales del puerto. Afirma: no enfocan temas propios de un lugar argentino. Centra su invectiva en el complejo extranjerizante, la exclusin del inters por lo propiamente humano, las angustias de laboratorio (en transparente referencia al existencialismo sartreano importado de Pars).
- Tarja N 4 (octubre ? de 1956) Editorial. Tema: Relectura sobre la relacin entre el arte y Amrica desde la perspectiva del nativo:
Nuestro trabajo es en el campo esttico relacionamos arte con Amrica, por ser aqul una de las manifestaciones superiores, ltimas, del complejo social de un lugar determinado. Hablamos de la raz y la flor tan igualmente viejas! de nuestra Amrica No necesitamos nuevas fuentes de arte; es decir, inspirarnos en elementos exticos. Lo tenemos todo. Interpretemos lo que nos han dejado, sacando de ello una conclusin y una enseanza Tendiendo nuestras voces y manos hacia lo que sea noble accin para el futuro, invitamos a los intelectuales de Amrica a sumarse a este ensayo, o a dejarnos un lugar en el que ellos comenzaron, para que juntos podamos seguir el trabajo de
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un pueblo ya inmvil en la tierra y terminar las frases de sus himnos suspendidas por siglos de silenciosa vergenza.
El ncleo semntico del texto se sintetiza en la concepcin del arte como una de las manifestaciones superiores, ltimas, del complejo social de un lugar determinado. El emisor emplea dos metforas eficaces: raz y flor. Races, las indgenas, las prehispnicas. Flor, la que debera ya producirse, porque es tiempo de superar los errores cometidos por los conquistadores y los que los siguieron. La reflexin se cierra con una invitacin a los intelectuales de Amrica a sumarse a este ensayo para que juntos podamos seguir el trabajo de un pueblo ya inmvil en la tierra y terminar las frases de sus himnos suspendidas por siglos de silenciosa vergenza.
Pltica (por Nstor Groppa). Tema: La historia del arte como reflejo de la historia del hombre. Crtica a la funcin del arte en la sociedad contempornea:
Todas las historias, (artstica, cientfica, etc.), hacen una sola: la historia del Hombre. Todas nos ayudan a comprenderlo. EI arte y la vida, fueron inseparables. Aqul se nutri con sta y como un espejo artesanal, curioso y prolijo, la reflej En Amrica Latina hay 14 millones de nios sin escuela y 35 millones de adultos analfabetos No hacen arte ni gozan de l. Antes de contemplar una obra necesitan recorrer una cartilla. Y toda esa masa es la continuacin de la muchedumbre annima que vino edificando sobre el planeta. Masa desheredada de todo. Antiguamente, en las peores condiciones, esta gente tomaba parte en el hacer cultural de su grupo, pueblo o raza. Hoy quedan al margen. Tal vez esos sean los verdaderos interrogantes que deba plantearse el arte de nuestra poca y no el estril e inofensivo divagar sobre la tela, o los habilidosos juegos de ideas necesarios para justificar colores y lneas que no hacen ms que guiar, con cierta seguridad, hacia los ambicionados y cmodos mercados a trmino.
Como puede apreciarse, el autor enfatiza la necesidad de asociar la preocupacin social con la esttica. Demanda arte y cultura para todos, no slo para minoras que propician el estril e inofensivo divagar sobre la tela, o los habilidosos juegos de ideas que no hacen ms que guiar hacia los ambicionados y cmodos mercados a trmino. Constituye una elogiable conciencia crtica del espritu mercantil de algunos sectores -no slo empresarial- mucho antes de que explotara y se difundiera lo que se ha
19 dado en llamar la economa neoliberal, manifestacin visible de la prdida de valores del fin de siglo.
- Tarja N 5-6 (noviembre-diciembre de 1956/ enero-febrero de 1957) Editorial. Tema: Ratificacin de los ideales de Tarja:
Con el ejemplar que el lector tiene en sus manos, cumple Tarja un ao de vida Tarja no aspira a existir solamente en el mundo bello, infinito y voluble de la literatura. Son demasiado importantes la realidad del mundo y la realidad del hombre en el mundo -y demasiado opresivas muchas de esas realidades- para ello Por eso es que, plenos de fe, continuamos con nuestro silencioso trabajo, lejos de las declamaciones y con esta humana imperfeccin llena de un cabal y honesto amor hacia el futuro incontenible del Hombre.
El editorial est construido como una celebracin del primer ao de vida de la revista y una reafirmacin de los principios insistentemente expresados.
Pltica (a cargo de Mario Busignani). Tema: Literatura regional vs. Literatura regionalista. Radiografa de la situacin marginal de la regin:
Nuestro mayor anhelo finca en la bsqueda de una versin digna y fiel de nuestra tierra y de sus criaturas, empeo que no debe tomarse -se hace necesario decirlo- en trminos de estrecho localismo ni tampoco de folklorismo deliberado. Quiere decir simplemente que nos sentimos ligados al hombre que aqu vive, padece y suea, con su entera circunstancia, en cuanto suma de tradicin, de accin y de futuro, modelado -eso s- por la tierra como querencia y paisaje y tambin como historia e instrumento. En esa suma cuenta, para nosotros, intensamente lo nacional y americano, en integracin recproca No se busque, pues, en nuestro empeo slo carcter local ni tampoco ese falso folklorismo compuesto de modos, nombres y elementos lugareos ms o menos pintorescos -ya ni siquiera siempre legtimos- porque lo que nos preocupa, antes que nada, es ese hombre que aqu y ahora convive con nosotros, ms o menos ajeno a la cultura, que viste ropas anodinas, anda o pie, lleva sangre y polvo de dispares rumbos y vegeta en la soledad provinciana.
Los conceptos que estimamos ms definitorios son: a) el rechazo del estrecho localismo y del folklorismo deliberado (ntese que el emisor utiliza la expresin folklorismo y no folklore); b) la tierra como querencia y paisaje, que implica entraable amor al terruo natal, y como historia e instrumento, nocin que manifiesta la condicin histrica de tal quehacer cultural; c) la identidad nacional y la idea recurrente de pertenencia a la Amrica ancestral.
20 - Tarja N 7 (marzo-junio de 1957) Editorial. Tema: Realidad del intelectual argentino; deberes y derechos de los escritores:
desde hace muchos aos, aqu y en todas partes, se insiste convenientemente sobre los derechos y deberes de los escritores Los deberes nacen de la mayor o menor conviccin que tenga el escritor respecto de la eficacia que en sus manos pueda representar el oficio y la sensibilidad que posee, ms el grado de honestidad con que emplee ambas cosas y ms el inteligente conocimiento de lo que el medio exige de l y de lo que l pueda dejar de valedero en ese medio Esta actitud social, de miras tan elevadas, al par que enaltece armoniosamente su condicin de escritor y su dignidad de hombre, da derechos. De todos ellos, el ms elemental es el de exigir al medio un absoluto respeto a su labor. Insistiremos en esto y no puntualizaremos las imperiosas necesidades de ndole material (organizacin gremial, casa de descanso, ediciones, etc.) porque es precisamente por lo que muchos escritores, al comprobar que la literatura es algo muy distinto a un juego intrascendente, han luchado y luchan desde antiguo y muchos artistas dolorosamente, hasta con el pago de sus vidas, nos lo han advertido No hace falta detallar cul es actualmente nuestra situacin. Slo decimos que ni deberes ni derechos han sido plenamente observados y conquistados.
A nuestro parecer, resulta altamente significativo que en 1957 y desde el interior del pas un grupo de intelectuales, asociados a partir de afinidades de ideales y aspiraciones, reflexionara sobre temas como retribucin, seguridad social y organizacin gremial de los escritores. Esto constituye para los miembros de Tarja (criterio que compartimos plenamente) una manifestacin del respeto que la sociedad debe al hombre de letras.
Pltica (escrita por Jorge Calvetti). Tema: Presencia o ausencia de estilo propio y definido en la literatura argentina:
A veces, resulta provechoso y conveniente formular (y formularse) algunas preguntas. Partiendo de los antecedentes citados podramos suscitar una buena Pltica si nos pusiramos a conversar sobre la existencia o inexistencia de un estilo argentino en nuestra literatura Tememos que ello no pueda ser posible. No se habla ni se considera el insulso y remanido arte folcklrico al uso. Podramos, s, mencionar algunos escritores en cuya obra se siente la Patria. El primero de ellos: Don Leopoldo Lugones en sus memorables Romances de Ro Seco, en algunos Poemas Salariegos, quiz Miguel A. Camino con sus bellos poemas patagnicos de indudable y nativa fuerza plstica, en algunos sonetos de Enrique Banchs, en algunos poemas de Borges, de Molinari, etc. Pero lo cierto es que en el plano de las formas cultas, el estilo argentino no est definido, no se ha decantado ni tiene fuerza suficiente como para caracterizarse, como para singularizarse. Sin embargo, el pueblo s ha logrado, en mucho mayor grado, expresarse peculiarmente. Puede corroborarse esta afirmacin estudiando los Cancioneros Populares, vg. los de Juan Alfonso Carrizo.
21 Un rasgo identificatorio de ese presunto estilo argentino se define como aquel que se percibe en obras en las que se siente la Patria. Para ejemplificar, el columnista cita, en primer lugar, a Leopoldo Lugones. El lector de comienzos de siglo XXI se sorprende, habida cuenta del desprestigio de que fue objeto esta figura por sus ideas polticas en la dcada del 30 del siglo pasado. Sin embargo, a nuestro juicio, su ubicacin en cabeza de lista -segn el criterio sealado como parmetro- hace esta mencin plenamente justificada. El listado incluye, tambin, a Miguel A. Camino, a Enrique Banchs, a Jorge L. Borges (con restriccin de textos) y a Ricardo Molinari. Asimismo, resulta significativa la referencia: Sin embargo, el pueblo s ha logrado, en mucho mayor grado, expresarse peculiarmente. Puede corroborarse esta afirmacin estudiando los Cancioneros Populares, vg. los de Juan Alfonso Carrizo, porque revaloriza la literatura oral y la equipara en importancia a la escrita desde el centro.
- Tarja N 8 (agosto-noviembre de 1957) Editorial. Tema: Comparacin de la labor de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE) y la de Tarja:
Nosotros que participamos en esta labor de Tarja, tenemos nuestras distintas preferencias. Nos las respetamos y seguimos adelante porque hay un deseo de unin y una meta de ser humanamente tiles, tan bella como cada una de estas firmes, personales convicciones. Y entonces, sin ingenuidad, nos preguntamos: en nuestra ancha patria no podemos hacer lo mismo; no es necesario, imperiosamente necesario, que se lo haga? El amor a nuestra patria, el amor a su pueblo y l respeto a nuestros colegas, nos hacen confiar en la inevitable labor positiva que muy pronto deber iniciar la Sociedad Argentina de Escritores, justificando su existencia como tal. [Las cursivas son nuestras].
Pltica (por Jorge Calvetti). Tema: Literatura como reflejo del devenir histrico:
No se pretende compulsar a nadie hacia un realismo absoluto y excluyente ni mucho menos. El Dante se preocupaba de los ms sutiles matices del arte literario. Se preocupaba hasta de encontrar rimas graves y speras para su Infierno; pero al mismo tiempo y no por casualidad, ciertamente lo poblaba en gran parte con florentinos (sus paisanos)... Nunca con ms verdad que ahora se pudo hablar de un NUEVO MUNDO. Jams el presente del hombre ha estado ms transido y conmovido por procesos sociales y econmicos no sabemos si definitivos, pero s sabemos, que importantsimos. Es necesario, entonces, que los escritores reconsideren su actitud, su posicin, frente a la realidad y a la vida, pues lo cierto es que, mientras los prosaicos cientficos aspiran a conquistar
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prcticamente el cielo, nuestros areos poetas insisten en su veterano, en su habitual suspiro... Hasta cundo? [La cursiva es nuestra].
- Tarja N 9-10 (febrero-mayo de 1958) Editorial. Tema: Aspectos que deben merecer atencin estatal.
Por lo que llevamos consignado, los temas que preocupan a los colaboradores de Tarja son centrales en la vida cultural y social (afortunadamente, estos intelectuales no se desentienden de la realidad del contexto propio). El editorial del nmero que fusiona las entregas novena y dcima resulta especialmente revelador del pensamiento del grupo. Transcribimos in extenso porque nos parece justificado:
Cules son, en fin, las manifestaciones culturales (artsticas o cientficas), que estimamos conveniente proteger o auspiciar por medio del estado, para esto que aqu y ahora entendemos por pueblo? 1) Lo que favorezca la pacificacin, cohesin e integracin nacional. Vale decir: lo que una y no lo que divida. El pas necesita del esfuerzo aunado de sus habitantes. Todos nos beneficiaremos con el xito, o todos nos perjudicaremos con el fracaso. 2) Lo que favorezca la transformacin econmica, permitindonos pasar de la etapa agrcola-pastoril o semi-industrial (segn las zonas), a la produccin diversificada, con laboreo agrcola mecanizado, con las bases siquiera de una industria pesada y con industrializacin liviana suficiente. Transformacin que debe ir paralela a una ms justa distribucin de beneficios. 3) Lo que favorezca las libertades o garantas pblicas, necesarias en lo cultural como en ningn otro terreno. Libertad de expresin, de reunin, de prensa, de circulacin de personas y cosas, etc. 4) Lo que favorezca el respeto por las decisiones populares, reduciendo o anulando posibles golpes de estado o imposiciones de minoras que se autotitulan selectas. 5) Lo que favorezca las relaciones internacionales pacficas y el ms amplio intercambio comercial y cultural con todos los pueblos del mundo.
Pltica (a cargo de Mario Busignani). Tema: La educacin popular como deber del Estado, de los intelectuales y de los artistas:
La educacin popular sigue siendo un presupuesto esencial de la democracia, aunque el mtodo, contenido y filosofa de esa educacin deben responder, ahora, al grado de madurez social, a la evolucin tcnica y econmica y a la peripecia universal del hombre. No es posible ya darnos por satisfechos con estadsticas de alfabetizacin de las masas (de discutible realidad, por otra parte), porque lo que se necesita hoy, de un modo apremiante, es la difusin popular de los bienes materiales e inmateriales de la cultura. La integracin nacional, puesta en cuestin frecuentemente, quedar consumada, sin lugar o dudas, el da en que una cultura social propia -que tendr que ser, no obstante, de raz americana- module, desde adentro, nuestra inteligencia y nuestra sensibilidad. Ciertamente incumbe a los gobernantes proveer lo pertinente para que arraigue y crezca en las masas una verdadera educacin popular. Pero es tambin responsabilidad irrenunciable de intelectuales y artistas.
23 Por la vigencia que tiene el problema de la educacin y por la agudeza con que el mismo es tratado, vale el registro de los conceptos principales: a) la educacin es presupuesto esencial de la democracia; b) las estadsticas de la alfabetizacin de las masas son falaces, resultan discutibles como reflejo de la realidad; c) es apremiante la necesidad de dar difusin popular a los bienes materiales e inmateriales de la cultura (esta polaridad desnuda hasta qu punto el emisor conoce el tema, pues no formula enunciados tericos); d) la integracin nacional quedar consumada cuando una cultura social propia, de raz americana, module, desde dentro, nuestra inteligencia y nuestra sensibilidad; e) incumbe a la responsabilidad de los gobernantes hacerse cargo de este asunto de larga data.
- Tarja N 11-12 (diciembre de 1958) Editorial. Tema: La guerra y la paz. La distribucin de la riqueza y del poder entre los hombres como variable desencadenante:
Sntesis admirable de los fundamentos y conclusiones del pensamiento pacifista, este editorial constituye indudablemente una pieza antolgica. Tomamos para la cita los conceptos sobresalientes:
no basta condenar la guerra para que la paz exista as como el crimen no acaba con el castigo del criminal. La paz no es un estado de nimo ni siquiera un sentimiento. Es un hecho que descansa en hechos. Tratados, asociaciones, congresos, mitines, todo ha sido ensayado, y tendr que ser repetido porque la sangre no ha sido restaada. La guerra, como todo acontecimiento humano, responde a un complejo de causas, aparentes y circunstanciales unas, permanentes y recnditas las otras La guerra estalla cuando las contradicciones entre los hombres y entre los pueblos llegan a su mxima definicin y tensin. La contienda armada no ha sido ni ser nunca un fin en s, lucha gratuita, sino un medio -en verdad, extremo y ltimo- para la consecucin de fines predominantemente econmicos Educar para la paz, crear el sentimiento de paz, es importante y necesario. Pero no es suficiente. La paz exige accin. Quienes la reclaman y la apoyan deben contribuir, de algn modo, a que se den las condiciones econmicas y sociales que la hacen posible.
24 Pltica (escrita por Nstor Groppa). Tema: La conciencia gremial del escritor y la preocupacin por los problemas que ataen al desarrollo cultural del pas:
Por lo tanto, es nuestro inters destacar dos conclusiones que nos parecen importantsimas: la conciencia gremial tomada por el escritor, y su preocupacin por los problemas que ataen al desarrollo cultural del pas, desde los ms inmediatos de orden interno, hasta los no menos urgentes del campo internacional. Certifican lo primero, las mltiples resoluciones con miras a dignificar el trabajo del escritor y a obtener eficaces protecciones para el libro. Demuestran lo segundo, las declaraciones tendientes a resguardar nuestra integridad cultural
- Tarja N 13 (junio de 1959) Editorial. Tema: Diagnstico de la realidad econmica de las publicaciones culturales en la Argentina:
El desatino de los costos de impresin, conspira directamente contra cualquier alarde artesanal, y las perspectivas de sus desenfrenos, contra la misma existencia del impreso Tal es el fondo, arriesgamos, de una preocupacin comn: cmo subsistir. Y este planteo, del que no puede dudarse la justeza, nos lleva a pensar en la libertad de publicar como en algo ms que la censura o la no censura previa, algo ms que la anuencia oficial, puesto que en su raz existe una esencia econmica, capaz, por s sola, de realizar la seleccin y evitar el antiqusimo sistema de la discriminacin ideolgica Con estas palabras no pretendemos cambiar el rumbo sealado a la cultura del pas por un complejo engranaje econmico. Tampoco deseamos aumentar desaprensivamente el inventario de discursos, declaraciones y reclamos, pero eso s, queremos dejar sentado, para templar nuestra honestidad, seguros de los muchos que nos escuchan y aprueban, que vemos con desilusin cmo se va paralizando una faz en el largo hacer cultural de nuestro pueblo.
El texto refleja la preocupacin por la subsistencia de las publicaciones no subvencionadas de manera general; podemos interpretar que se trata de un problema acuciante para el grupo responsable de la edicin de Tarja. Lo expuesto, en cierto modo, resulta casi premonitorio.
Pltica (por Andrs Fidalgo). Tema: El valor de la palabra frente a otros medios de expresin:
Palabra: del latn parbola. Parbola: narracin de un suceso fingido, del que se deduce por comparacin o semejanza, una verdad importante o una enseanza moral.
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De acuerdo a ello, la palabra sera algo as como la trayectoria entre nosotros y las cosas Esta exposicin, sirve para poner de manifiesto uno de los tantos problemas que se presentan al escritor. El elemento por medio del cual debe expresar o expresarse, es la palabra y su primera obligacin es lograr la autenticidad verbal, aunque sin perder de vista que la finalidad es comunicar algo a alguien y que las palabras tienen ya un valor de uso que no puede modificar arbitrariamente. La prdida del justo equilibrio, puede tornar su obra, indescifrable para los lectores. [La cursiva es nuestra].
- Tarja N 14-15 (julio-octubre de 1959) Editorial. Tema: Situacin del libro y la lectura en la Argentina de los 50:
Cuando conversamos con un hombre de pueblo y entre otras cosas nos referimos a la situacin del libro argentino, o del libro en la Argentina, y, como en toda conversacin llegada a este punto terminamos por convenir en que ya no se puede leer, que para comprar un libro es necesario pasar por un proceso previo de indignacin por lo absurdo de su precio, etc., es muy posible que con toda atencin este hombre nos mire tan confuso como asombrado. En esa respetuosa perplejidad podremos ver, si deseamos, el ndice ms cierto y ms dramtico que hoy particulariza a la cultura en la Argentina En sntesis, la mayora de nuestro pueblo no lee; la parte de ella que pretende el ttulo de lector, lee mal; y una minora se encuentra conquistada por otras literaturas cuyas ventajas de publicacin sobre la nacional son evidentes. El libro de autor argentino, en consecuencia, tiene poco mercado, y mientras siga subiendo su costo en comparacin con el proteccionismo a uno impreso en el extranjero, o al de un escritor extranjero que por no liquidrsele derechos de autor resulta ser ms barato, menos accesible ser para la gente que en alguna oportunidad quiera acercarse aunque ms no sea que por curiosidad al autor nacional, quien resulta ser una desvalida curiosidad demasiado cara para un pueblo empobrecido.
Este editorial esboza el problema en la Argentina de la relacin costo-posibilidad de lectura y crisis del libro argentino. Las consecuencias de esta situacin estn a la vista: a) el pueblo no lee; b) el autor argentino tiene poco mercado; esto se agrava con el proteccionismo que recibe el libro y el escritor extranjeros (fruto del arraigado complejo de inferioridad ante el europeo, de inocultables secuelas en muchos planos de la cultura y de la vida social).
Pltica (escrita por Andrs Fidalgo). Tema: La existencia de una literatura nacional:
Casi cerrando el ciclo de Tarja, la revista plantea un cuestin esencial. La respuesta es clarsima:
una literatura corresponde a determinado pas no slo por el hecho de producirse en cierto lugar Tampoco por la nacionalidad de sus autores Una literatura estar vinculada a determinado pas (y podr por eso ser nacional), cualquiera sea el estilo,
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escuela, tendencia o nacionalidad del autor y cualquiera sea el lugar en que se la escriba, cuando exprese directa o indirectamente: - un medio geogrfico determinado; - los habitantes de ese medio, an cuando sean de otra nacionalidad. Quedan as comprendidos los inmigrantes, s, como ocurre en la Argentina, forman parte del pas; - el pasado, las opiniones actuales y las esperanzas para el futuro, comunes a esos hombres; - su carcter, usos y costumbres. Su psicologa; - el idioma utilizado en ese pas, con sus modismos, giros y matices propios.
Esta caracterizacin, que toma conceptos abrevados de manantiales conocidos, resulta una descripcin identificatoria muy funcional para el lector, cualquiera sea su preparacin. La continuacin de lo expuesto, aunque eco de ideas consabidas, vale por su coherencia:
una serie de elementos de forma y de fondo que componen la obra, permiten por regla general vincularla con un medio geogrfico determinado y, en sntesis, hablar de literaturas nacionales. Ese carcter ser una resultante no buscada, una consecuencia involuntaria. Y en muchos casos, mal que les pese a sus autores.
- Tarja N 16 (julio de 1960) Editorial. Tema: Ojeada retrospectiva a la historia del pas en el 150 aniversario de Mayo. Definicin del ser nacional:
Los ciento cincuenta aos cumplidos desde el pronunciamiento de Mayo representan para el pas una larga trayectoria de acontecimientos que ha ido dibujando la trama de nuestro desarrollo, influido, con cambiante signo, por circunstancias que presionaron el curso de nuestra madurez. Llegados ahora a esta edad cabe una ojeada retrospectiva sobre lo andado, puesto que de nuestra fidelidad con el ser nacional depende la feliz definicin de la personalidad que nos concierne. Ese a modo de examen de conciencia, es, a no dudarlo, el mejor homenaje a Mayo Hay que crear riqueza y hay que crearla de modo que su distribucin sea democrtica y justa, ya que nicamente as se conciliar el inters individual con el inters social y estarn fundadas las bases reales de una sociedad libre integrada por individuos libres, dueos de una personalidad y de un destino, lo que es el ms hondo contenido del espritu de Mayo. [La cursiva es nuestra].
Las temticas emergentes en los textos del grupo Tarja pueden agruparse en los siguientes ejes:
- Situacin de la regin frente al centralismo porteo; - Literatura nacional o literaturas nacionales (regionales)?; - Literatura: reflejo de la realidad social o laboratorio de experimentacin formal?;
El muestreo que hemos efectuado nos posibilita afirmar que la revista jujea responde directamente a la nocin de literatura regional postulada por Pedro Luis Barcia, quien establece que es
la literatura que se apoya en las materias regionales para encarnar la expresin personal del autor y proyectar una dimensin universal a los temas de la obra. Aplica el lema del Club de Roma: Pensar globalmente y actuar localmente. Es glocal. [] Su base de despegue hacia la ndole del hombre es un lugar geogrfico, una historia localizada, unos motivos tradicionales. La regin, para la literatura regional, no es un jergn para una siesta esttica: es un trampoln hacia otras dimensiones. Es una ventana al mundo. (42)
2.4. Hiptesis e inexactitudes en torno a su desaparicin Un rastreo bibliogrfico de los pocos trabajos crticos que han tomado en consideracin a Tarja nos permite advertir que existe, en torno a su cierre, un manto de incertidumbre que le otorga un aire misterioso:
Tarja desapareci en julio de 1960, de muerte natural y, cosa inslita, con algn dinero en el bolsillo, segn tengo entendido. (Tizn, Tarja a lo lejos, publicado en la reimpresin facsimilar de la revista Tarja de 1989 s/ n de pg) [La cursiva es nuestra]. En los diecisis nmeros aparecidos desde noviembre de 1955 hasta julio de 1960, colaboran un nutrido grupo de plsticos [] (Baumgart, Crespo y Luzzani 245) [La cursiva es nuestra]. Fue pensada y apareci a fines del 55. Desapareci casi al terminar el ao 61. (Groppa, Indicios generales de Tarja escrito en 1962 y publicado en la reimpresin facsimilar de la revista Tarja de 1989 s/ n de pg) [La cursiva es nuestra] Ahora ya ha desaparecido, pero durante varios aos (aproximadamente hasta 1960) fue, tambin una de las ms brillantes realizaciones del espritu norteo []. (Lagmanovich, 1974: 199) [La cursiva es nuestra]. La revista Tarja, publicada entre 1955 y 1961, nucle en sus pginas una nutrida cantidad de artistas que recogi la herencia de La Carpa [] (Poderti, 2000:249) [La cursiva es nuestra].
Nos arriesgamos a pensar que estas divergencias proceden de conceptualizar el fin desde diferentes perspectivas: es el fin de qu? Simplemente de una publicacin? O de todo un espectro que gener el grupo a travs de sus actividades, como una estela
28 dejada por un barco a su paso? Cabe recordar que, segn lo narrado por Fidalgo, luego de la desaparicin de la revista, siguieron llevndose a cabo actividades ligadas a Tarja, en tanto formacin cultural:
Creo conveniente precisar ante todo, que ella no se limit a la publicacin de la revista durante casi cinco aos: hubo adems un suplemento de poesas que no haban podido ser incorporadas a la revista, varios libros editados con el mismo sello, exposiciones de artes plstica, conferencias, algn concierto o arte musical, una librera sin fines comerciales y un teatrillo de tteres. Los dos ltimos, continuaron su actividad hasta aos despus de haber cesado la publicacin de la revista. (Fidalgo, publicado en la reimpresin facsimilar de la revista Tarja de 1989 s/ n de pg)
Igualmente, en cuanto a las razones y circunstancias que motivaron el cese y desarticulacin de Tarja, podemos advertir posiciones encontradas:
Luego fueron sucedindose los otros nmeros hasta llegar al 15. [] En una palabra que esta revista es, al cabo de cinco aos, con orgulo [sic] de Jujuy y del norte. Recordamos ligeramente esta trayectoria para destacar, por contraste, una disposicin ridcula de la Comisin de Cultura de Jujuy que ha resuelto suprimir la suscripcin a 20 ejemplares de Tarja, cuyo monto es nfimo si se piensa en el costo de la publicacin. Pensamos que Tarja no va a dejar de salir porque desde el gobierno se le prive de unos cuantos dineros. Lo que duele es que sean los mismos jujeos quienes, justamente con Tarja, muestran tanta miopa y tanta triste mezquindad. (Castilla, Tarja, orgullo de Jujuy en El Intransigente, Salta, 12 de abril de 1960) Fue pensada y apareci a fines del 55. Desapareci casi al terminar el ao 61. Una y otra cosa se hicieron de comn acuerdo entre sus cinco directores [] Pero presentimos que estas confesiones no son las deseadas por aquellos que nos han ledo y ayudado. Nuestros amigos querran conocer otra supuesta verdad; saber concretamente qu pas y cmo ha sido; estimar el hecho concreto, el detalle de algn entreteln, en una palabra: lo que se dice en confianza. Bien, por la estima ganada en tanto trabajo que se juzg honesto, pedimos nos sigan creyendo: TARJA desaparece voluntariamente. Sus ltimos pasos tienen la misma certeza de los primeros; los gua la misma claridad, pero, por supuesto, cierta pena que no hubo en aqullos. Hay ciclos que concluyen; experiencias que terminan; tarjas que completan la quincena; peones en busca de nuevos conchavos [sic] para progresar, o para seguir siempre igual, pero en otro ambiente, con otro clima. (Groppa, Indicios generales de Tarja escrito en 1962 y publicado en la reimpresin facsimilar de la revista Tarja de 1989 s/ n de pg) Tarja desapareci en julio de 1960, de muerte natural y, cosa inslita, con algn dinero en el bolsillo, segn tengo entendido. (Tizn, Tarja a lo lejos, publicado en la reimpresin facsimilar de la revista Tarja de 1989 s/ n de pg)
No creemos que hayan sido discordias o desencuentros entre los miembros del grupo los que provocaron su cierre, aunque tampoco juzgamos que haya acontecido de modo voluntario. En consonancia con lo afirmado por M. J. Castilla -colaborador de la revista, quien escribe su artculo desde un momento previo al hecho (abril de 1960 y
29 julio del mismo ao, respectivamente)-, sostenemos que el factor econmico fue decisivo. En efecto, en el ltimo nmero no puede advertirse ninguna alusin a la finalizacin del emprendimiento ni indicio de despedida a los lectores. Adems, en varios editoriales y en la seccin Pltica, los directores dejaron entrever su preocupacin por que un proyecto cultural de envergadura, como el que gestaron, gozara de subsidio y proteccin estatales. Sin embargo, Hctor Tizn, otro de los integrantes de Tarja, pone en duda nuestra hiptesis al sealar no slo que la decisin de abandonar la empresa fue resuelta de comn acuerdo, sino tambin que dej a sus creadores algunos dividendos. De todos modos, entendemos que lo que realmente sucedi no es trascendente frente al tesoro incalculable que representa el contenido cultural encerrado en las pginas de la revista, digno de ser rescatado de los anaqueles del olvido.
3. Consideraciones finales
Fueron indudablemente centenares. Conservadoras, fracturadoras o redimensionadoras del sistema cultural. Desde modestas hojas hasta suntuosos cuadernos ejecutados con autntico virtuosismo grfico. Impresas en talleres ignotos o en imprentas prestigiosas. Sublimes, chabacanas, tumultuosas, conciliadoras, ingeniosas, agresivas, estpidas, confusas o genialmente reveladoras, conocieron la humildad del nmero nico o la opulenta prosperidad de las colecciones que llenan metros de biblioteca. Cumplieron un papel vital y decisivo para el desarrollo de la cultura, y en algunos casos merecen la justiciera aoranza y los homenajes de la nostalgia. (Rivera 90-91)
Acudimos a esta cita de Jorge Rivera porque sintetiza, de manera potica, los objetivos centrales que nos propusimos al iniciar esta investigacin: rescatar el legado cultural de Tarja y determinar qu importancia tuvo para el NOA. En este sentido, entonces, cabe preguntarnos: qu modificaciones introdujo en el espacio cultural de la regin? No resulta sencillo estimar con precisin su aporte a la cultura nortea; sin embargo, podemos sealar como una de sus principales contribuciones el haberse constituido en rgano de difusin de autores de la regin y del
30 resto del pas que, en muchos casos, luego de la desaparicin de la revista, se vieron privados de la posibilidad de dar a conocer su obra y su pensamiento. Al respecto, merece destacarse que el espacio textual de Tarja jams tom en consideracin la procedencia ideolgica como factor de exclusin, lo que la convirti en un verdadero concierto de voces. Adems, incentiv cambios significativos en las relaciones de la esfera de la produccin artstica y literaria con la estructura social, que la transformaron en figura emblemtica de su tiempo. As, permiti desentraar los misterios de la cultura de la regin para proyectarlos a nivel universal:
[] Slo dir que jams pretendimos desde sus pginas la exaltacin agresiva de una cultura, ni disfrazarnos de indios, ni siquiera de indigenistas, ni hacer la revolucin. Slo quisimos abandonar el silencio y adquirir formas concretas del testimonio, como se dijo en el mensaje inicial. (Tizn, Tarja a lo lejos, publicado en la reimpresin facsimilar de la revista Tarja de 1989 s/ n de pg).
Por ltimo, creemos que sus cinco aos de vida -que no conocieron vaivenes ni interrupciones-, sus diecisis nmeros, sus quinientas pginas, el ejemplar indito de poesa y la gran diversidad de actividades culturales desarrolladas dan cuenta de la notable tarea llevada a cabo. Al prestar atencin a la realidad circundante de la regin, se torn en valioso testimonio del ser profundo de los argentinos. Esto demuestra que la expresin Tarja fue, para sus miembros, mucho ms que un nombre; fue el da a da en la construccin de la cultura regional, argentina, americana, desde el lugar del compromiso intelectual:
[] el esfuerzo annimo del que transport o tall las piedras hace miles de aos, an sigue siendo til. As ocurri la historia: con la mnima tarea de todos. (Editorial Tarja N 2)
31 Notas
Mario Busignani (1915-1996) Naci en Jujuy, Argentina. Su labor creativa, que se encuadra dentro de la de los autores dedicados a expresar el ambiente de su tierra natal, abarca los siguientes ttulos: Tiempo ensimismado (1947); Memoria del asombro (1950); Imgenes para un ro (1960). Integr diferentes agrupaciones culturales como Renacimiento en 1948, que obtuvo el Primer Premio del Certamen de Teatros Independientes. 2 Jorge Calvetti (1916-2002) Naci en Maimar, provincia de Jujuy, Argentina. Form parte de numerosas instituciones culturales del pas y del extranjero: integrante de la comisin directiva de la Sociedad Argentina de Escritores (S.A.D.E.), miembro de nmero de la Academia Argentina de Letras (1984), y miembro correspondiente de la Real Academia Espaola (1999). Trabaj durante 30 aos como periodista del diario La Prensa y fue colaborador de varias revistas. Entre sus libros publicados pueden mencionarse: Fundacin en el cielo, 1944; Libro de homenaje, 1957; Imgenes y conversaciones, 1966; La Juana Figueroa, 1968; Solo de muerte, 1976; Memoria terrestre, antologa, 1983; Poemas conjeturales, 1992 (poesa); Alabanza del Norte, 1944; El miedo inmortal, 1968; Escrito en la tierra, 1993 (narrativa); Juan Carlos Dvalos, 1961; Genio y figura de Jos Hernndez, 1973 (ensayo). Su obra, traducida al ingls, francs, alemn y griego, fue merecedora de prestigiosas distinciones como el Premio Internacional EUDEBA, el Konex, el Gran Premio de Honor de la Fundacin Argentina para la Poesa y la Gran Faja de Honor de la S.A.D.E. 3 Andrs Fidalgo (1919-2002) Naci en Buenos Aires, Argentina. Residi en diferentes provincias del pas hasta que se radic en Jujuy en 1950. Poeta, narrador y ensayista. Su obra comprende: La copla, 1958; Elementos de potica, 1961; Breves toponimia y vocabulario jujeos, 1965; Panorama de la literatura jujea, 1975; Bibliografa de la literatura jujea, 1990 -en colaboracin con Herminia Bellomo-; El teatro en Jujuy, 1995 (ensayo), Toda la voz, 1971; Coplas y variaciones, 1989; Aproximaciones, 1986 (poesa); De quin es la puna?, 1988 (volumen de historia); Sonra por favor!, 1991 (volumen de humor). 4 Nstor Groppa (1928) Naci en Laborde, provincia de Crdoba, Argentina. Poeta y hombre consagrado al periodismo cultural. Su produccin potica incluye: Taller de muestras (1954); Indio de carga (1958); Romance del tipgrafo (1958); Los herederos (1960); En el tiempo labrador (1966); Carta terrestre y catlogo de estrellas fugaces (1973); Todo lo dems es cielo (1974); Postales (1975); Violetta marina y viola D'Amore (1976); Almanaque de notas (1978); Cantos para Jujuy (1981); Eucalar celeste, lapacho rosa (y otros nombres del tiempo) (1983); Abierto por balance (de la Literatura en Jujuy y otras existencias) (1987) y Anuarios del tiempo (compilaciones que registran la historia afectiva de San Salvador de Jujuy entre 1960 y 1996, en diez tomos). Fue integrante de la Academia Argentina de Letras y miembro correspondiente de la Academia Interamericana de Puerto Rico. Recibi numerosas distinciones como la Faja de Honor de la S.A.D.E. (1976), el Primer Premio Regional de Literatura, en el rubro poesa, otorgado por la Secretara de Cultura de la Presidencia de la Nacin (1980) y el Diploma de Honor, concedido por el Instituto Literario y Cultural Hispnico de Westminster, California, Estados Unidos. Adems, fue declarado Ciudadano Ilustre de San Salvador de Jujuy (1987) y Profesor Extraordinario Honorario de la Universidad Nacional de Jujuy (1997). 5 Medardo Pantoja (1906-1975) Naci en Tilcara, Jujuy, Argentina. Fue uno de los mejores artistas plsticos de su provincia. Estudi dibujo y pintura en la ciudad de Rosario, Santa Fe, con los maestros Fernando Gaspary, Antonio Berni y Lino Eneas Spilimbergo. Su obra, que revela un sentimiento de amor esencial a la tierra y a su gente, se impone con la sencillez cabal de lo autntico. En tal sentido, trasciende lo meramente anecdtico, situndose en el plano de la bsqueda metafsica del hombre americano. Obtuvo importantes premios a nivel nacional como el Premio Estmulo, en el Saln Nacional de 1944; el Premio Adquisicin en el Primer Saln Nacional de La Rioja de 1950, y el Primer Premio en el 11 Saln de Artes Plsticas de Tucumn, en el mismo ao. Fue docente en su provincia y en el Instituto Superior de Artes de la Universidad Nacional de Tucumn. Su legado cultural, preservado por una fundacin que lleva su nombre, se concentra mayoritariamente en el Museo de Tilcara. 6 Mencionados en orden alfabtico, desde el primer nmero, para reflejar la imagen de grupo cohesionado en el que no hay cabida para el protagonismo individual. 7 Colabor en el N 16, pp. 403-404 y en el Suplemento de Poesa Indita, pg. 14, vol. II. 8 Su participacin, iniciada en el segundo nmero, fue continua (N 2, pp. 22-25; N 3, pp. 56-57, pp. 6869; N 4, pp. 95-96; N 5/6, pp. 106-107, pp. 135-136, pp. 140-141; N 8, pp. 198-199, pp. 204-205, vol. I; N 9/10, pp. 226-228, pp. 250-251; N 11/12, pg. 278, pp. 299/301; N 14/15, pp. 374-375, vol. II.) Este motivo ha llevado a que algunos desprevenidos estudiosos lo consideraran fundador de la revista, hecho que el mismo Tizn se ha encargado de rebatir: cada vez que su nombre sale como quien dice, a relucir, me pone en aprietos porque se da por sentado que yo fui uno de sus parteros, lo cual, vuelvo ahora a declararlo, es una leyenda apcrifa. Yo, lamentablemente no fui partero ni padre de esta criatura
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prestigiosa, sino, tal vez, su entusiasta to. (Tizn, Tarja a lo lejos, publicado en la reimpresin facsimilar de la revista Tarja de 1989, sin nmero de pgina consignado). 9 Para mayor profundizacin del tema, vase Billone; Lafleur, Provenzano y Alonso; Lagmanovich; Martnez Zuccardi, y Poderti. 10 Asociacin de poetas y artistas del Noroeste Argentino surgida en Tucumn (19441953) e integrada por Mara Adela Agudo, Ral Aroz Anzotegui, Julio Ardiles Gray, Manuel J. Castilla, Omar Estrella, Ral Galn, Mara Elvira Jurez, Nicandro Pereyra y Sara San Martn, entre otros. 11 Siguiendo a Barcia, el adjetivo regional puede adoptar tres niveles de significado: a) Positivo (exalta ponderativamente lo regional. Es una forma de afirmacin de la identidad de la regin, como parte de una afirmacin ms general de patria. Enaltece el compromiso tico de rescatar lo que corre riesgo de perderse para siempre); b) Negativo (supone actitud descalificadora para aquello a lo que se aplica. Juzga de menor, de segundo nivel a la literatura que adjetiva: literatura sin proyeccin exterior, pintoresca, de color local. Exige al lector competencia regional para develar las claves y comprender sobreentendidos. Refugio de resentimiento generado por la marginacin padecida frente al centralismo porteo y por la reaccin frente al avance uniformador hegemnico de la globalizacin, que va sometindolo todo a sus moldes); c) Descriptivo u objetivo (lo regional no es ni bueno ni malo, simplemente es). Las dos primeras acepciones, opuestas, coinciden en que aluden a la misma realidad, que podemos denominar literatura regionalista; la tercera, en cambio, corresponde a la literatura regional que es la que se apoya en las materias regionales para encarnar la expresin personal del autor y proyectar una dimensin universal a los temas de la obra. La regin, para esta literatura, es una ventana al mundo. (39-41) 12 El trmino antologa se emplea en este editorial para hacer referencia a la recopilacin de diferentes trabajos en cada nmero de la revista y no al Suplemento de Poesa Indita (de posterior aparicin, en 1957).
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