ITTE Historias de Locos (Miguel Sawa, 1910) PDF

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HISPIRA
LIBROS
-

^ose Antonio. 10 ZARAGOZA

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Brandis University Librarles

Gift of

Brandis University

National Women^s Committee

HISTORIAS DE LOCOS

ES PROPIEDAD

A MANERA DE PRLOGO

sSA

engaarte y

soar

dice el viejo Schiller.

Y
la

aade Gruyau: Esta es

propia divisa del arte.

nosotros precisamos: del arte ro-

mntico. El arte romntico cuyas ltimas estribaciones cien todava nuestro


horizonte,

ha sublimado el ms cruel engao y el ms perenne sueo: la

La luna, diosa cansina de los pensamientos fijos y melanclicos, arrebata sus elegidos el equilibrio del comn sentir, el seoro de la mente, la paz armoniosa de la vida ntegra; y libertando la fantasa de
locura.

todo vnculo

y represin

la torna

<

.-

A MANERA DE PRLOGO

fugaZ; ivagadora^ inasequible, mi-

serablemente libre como un


ciega.

ave

Pero el hombre primitivo que est en nosotros, venera la locura como sus congneres de la prehistoria. Que tal dolencia es asombrosa, y en su

gravedad y maravillas ss advierte la huella de una energa divina. Y hay ms; la locura, que nos pareci veces sobrehumana, nos produce asimismo efectos de simpata y de singular revelacin, porque con sus
fenmenos, sin darnos cuenta, habamos intimado secretamente. Pues si es evidente que coincidimos en
creer

que ciertos

delirios,

ciertas

aberraciones tenidas por locura han sido vehculo de profeca, inspiracin potica fiebre inventora, si todos

hemos temido alguna vez, departiendo con un loco, ser nosotros, los cuerdos, quienes estuvisemos desalumbrados y ciegos; quin por otra parte no ha experimentado alguna vez, sentado en un ruedo de personas comedidas y normales, como en los senos de su espritu tomaba con-

A MALERA DK PRLOGO

im luimorismo inarticulado, una visin engaosa un desvaro aentimental, inmediatamente repelidos, pero que con todo no ban hecho sentir por un instante el aura impresistencia
cisa do la locura?

Por esto creemos que la reivindicacin de la locura para el genio, que fu una de las conquistas del romanticismo, descansaba sobre un nfasis vano. Porque todos los hombres tienen su parte de locura, aun los ms llanos y humildes; todos, en ciertas ocasiones, se han dado cuenta de una dispersin incipiente de sus facultades, y podran declarar, si no se lo vedara cierta excusable supersticin, cual es el asidero que el engao fatal y decisivo, hallara en su mente; cual es la preocupacin tenaz, el recuerdo invencible,
el
el

espectro de una ley de herencia

remordimiento de un delito que


la codiciada fortaleza.

fcilmente rendira al vago poder

enemigo

Aun desde un punto de vista de mero provecho y granjeria, no en


baldo buscamos la paz en la ora-

10

A MADERA DE

PF.LC'GO

cin, desvanecedora del agobio y pesadumbre que nos causa nuestra propia naturaleza; y en la efusin

que nos libra de


soledad
egosmo";

los

pnicos de la

y las disminuciones del y en el trabajo y el juego, que templan cada cual su modo el espritu hacindolo resistente y elstico. Y no habr sido en balde, porque con tan nobles medios vencemos algo ms espantoso que la muerte, algo que, como la muerte, viene con

la cautela del ladrn.

La vida

del espritu es

una lucha

con la locura, y uno de los medios ms donosos de vencerla, es engarzarla en cuentos.

II

;N

Espaa,

el

hroe, el de
tales
loco,

ms alto ms inmorfu

hazaas,

un

Don

Quijote. El ro-

manticismo de Espaa es el culto una especie de locura. La desigualdad pasmosa, si se quiere, trgica, que ofrecen las obras de nuestros grandes ingenios y las empresas de nuestros grandes organizadores, revela un principio de desasosiego y de caos en el espritu nacional. Nuestro idealismo nos embriaga ms que el vino. Qu secreta virtud de la tierra hace nuestros hombres cenceos y graves, de mirar
inconsciente

12

A MANERA DE PRLOGO

iluminado,
realismo,
slita

y aparente sequedad y que disfrazan mal la iu-

pujanza del espritu? El loco decimos, por la pena es cuerdo. Acaso nuestra raza indomable necesita

del freno de

innmeros que-

brantos

y reciedumbres para que exteriormente se sujete, y viva con-

formada, aunque sin dulce apego las cosas, sin el sentido minucioso de su riqueza, y sin el gusto siempre vario de sus consuelos. La literatura que cuenta entre sus obras inmortales hDon Quijote de la

Mancha y

el

Licenciado Vidriera,

que pareca haber agotado no solo los recursos dramticos de la locura, sino aun sus donaires y sutilidades, como en La Fingida Arcada, realiza hoy una nueva incursin al pas fantstico de la demencia. Los Cuentos DE Locos, deliciosa obra postuma de Sawa, son fruto de la amorosa coyunda de nuestro genio nacional y la corriente literaria moderna,
la cual desarticulando el idealismo

de

la realidad hall altsimas

re-

presentaciones en la prodigiosa su-

A MANERA DE PRLOGO

13

gestin de Poe, en la refinada inco-

herencia de Maeterlinck, en extrao iluminismo de Villiers.

el

De aqu que los Cuentos de Locos


sean

eminentemente espaoles y eminentemente modernos, obra, por

raro acierto, autctona

universal.

III

EAN
iWli

aliora.

todoa su sa-

bor la obra postuma de Miguel Sawa, el brillante narrador y periodista, arrebatado nuestra compaa en el periodo de la vida en que la produccin artstica conserva todo el bro de la mocedad y adquiere ya la sazn que delata lo definitivo
(en 1866-1910).

En

la

memoria de cuantos rinden

pleitesa las letras ibricas, estn

BUS afortunadas empresas literarias,

el fascino

de simpata de toda su

labor.

En

sus libros, en sus artculos

en sus campaas, Sawa se mostr siempre castizo y moderno la par,

16

A MANERA DE PRLOGO

como sobrio. El emiandaluz se conquist nente escritor con su rica y varia labor honroy tan
brillante

ssimo lugar entre los actuales briosos renovadores de la literatura castellana,

y merece hoy, con


laurel.

las

ms

dulces ores del recuerdo, la grave

sombra del

Pero en sus Cuentos de Locos es quiz donde aparece ms sutil su humorismo, ms firme su dilogo, ms primorosamente tallada su frase. Cuentos de Locos es adems una obra eminentemente represen-

tativa de la actual pasin psicolgica, de la sutilizaci literaria

del estetismo.

Sea pues este

libro consolidacin

invencible del renombre de Sawa,

granjele el amor entraable de los

hombres, ms venturoso monumento que los mrmoles y bronces.

EM

ILIO

VALLES

JUDAS

EIST. LOCOS

STABA en el Museo contemplando extasiado el hermoso cuadro de Van Dyck El beso de Judas. De pronto son una voz detrs do m, una voz queda y lgubre, que me hizo estremecer de espanto. Verdad, caballero, que yo tengo cierto parecido fsico con el discpulo traidor del Hijo de Dios?

Me

volv asustado.

hablaba era un hombre de alta estatura, vestido completamente de negro, el cabello y la barEl que

me

ba del color del azafrn,


isaltones, la piel colgante,

los ojos

amarilla

por la

ictericia...

vea usted lo que on4a8 coincidenciasaadi el desconocido

20

MIGUEL SAWA

tambin me llamo Judas como el que vendi Cristo.

Y sonrindose tristemente:
Pero no
desconfie usted de m...

Crea usted que en el fondo soy un buen hombre. Y agarrndose de mi brazo, como de toda la si furamos amigos vida, me invit tomar un bock de
cerveza.

Yo

le segu

maquinalmente, entre

asustado y curioso. Ya en el caf, el extrao personaje me cont su historia entre bock y

bock de cerveza, hablando siempre con aquella voz queda y lgubre que daba escalofros. No tena nacionalidad conocida; era judo y haba nacido de cualquier madre y d cualquier padre, no saba dnde. Viva solo en el mundo, sin mujer, ni hijos, ni amigos. Practicaba la medicina, aunque no era mdico. Esto me ha proporcionado el placer aadi sonriendo de matar mucha gente con toda impunidad. Haba viajado mucho, viajaba constantemente. Tena casi tantos aos como

HISTORIAS DE LOCOS

21

Humanidad. Y le aburra la vida, ya una vez haba intentado suiciy darse colgndose de un rbol. Ya le he dicho usted concluy que no tengo amigos. Los hombres me inspiran un profundo
la

desprecio. Odio, mejor. Pero usted,


sin saber por qu,
tico.

me ha sido simpTiene usted cara de bueno y de inteligente. As como yo me parezco al discpulo traidor, usted se parece al Maestro sublime. Y yo necesito, para salvarme, sentir algn afecto noble, amar alguien, tener un amigo
siquiera...

cogindome las manos y estrechndomelas nerviosamente entre las suyas, heladas como las de un
muerto, aadi:
Si...,

aunque usted no quiera, yo

ser su amigo, su hermano... La re-

generacin del mundo est en el amor! Yo he pasado la vida odiando al Hombre... Si llegase amar estara salvado!

en voz baja, como


siglos

si

hablara

consigo mismo:

Diecinueve

de lucha es ya

22

MIGUEL 8WA

bastante castigo...

Oh,

Padre de

todos, ten compasin de m! Diecinueve siglos! Pens

que

aquel hombre estaba loco, y para poner fin la extraa conversacin le ofrec en trminos vulgares mi amistad, y me desped de l prometindole volver pasados tres cuatro
das aquel caf donde habamos

celebrado nuestra
vista.

primera entre-

Don Judas me estrech las manos conmovido, intent abrazarme, y me rog, con frases de la mayor cortesa, que pagara la cerveza que habamos bebido, porque aadi tristemente su dinero estaba maldito y no se lo admitan en ninguna
parte.
* * *

fu

Desde aquel funesto da don Judas mi amigo, mi camarada, mi compaero de todas las horas, mi
aquel da comenzaron mis desgracias. Don Judas deba poseer

hermano...

Y desde

un don

siniestro, eso

que

los Italia-

HIST0BIA6 DB LOCOS

2$

nos llaman la jettatura, y vivir con l era vivir en la trgica compaa del infortunio

del dolor.

Lo que yo he padecido en los tres

meses que ese ser maldito ha sido mi amigo!

Yo soy muy

dbil de carcter,

don Judas se haba apoderado de tal modo de mi voluntad, que yo no me atreva hacer nada sin su censen
timiento y su consejo. Por mandato imperativo

de

coloqu mi modesto

capital en accio-

nes de la Sociedad La Honradez, y la tal Sociedad quebr poco, dejndome en la miseria. A sus manos murieron, en el espacio de siete das, mi madre, mi mujer y mis cuatro hijos, atacados de una enfermedad extraa, para la que los mdicos no encontraban
remedio. Don Judas, que, como le he dicho usted antes, practicaba la medicina, asisti solcito mis enfermos, cuidndolos con cario de madre, actuando la vez de mdico y de
enfermero.

24

MIGUEL SAWA

A la muerte de mi ltimo hijo, don Judas, completamente desesperado ms desesperado en apariencia que yo se arroj en mis brazos declarndose responsable de todas las desgracias que ocurran. Yo soy un ser funesto... yo soy el genio del mal... Estoy maldito] de Dios y de los hombres... He querido regenerarme por el amor y he sido tu amigo leal, tu hermano... Y te he trado la desgracia, y he trado la desgracia esta casa. Dios no me perdona! Por mi has perdido tu madre, tu mujer y tus hijos. Por m te has arruinado. Nadie puede ser feliz en mi amor. La clera de Jehov persigue implacable todos los que amo. Y lloraba y ruga, y se arrancaba furioso los recios mechones de su barba roja. Loco de angustia le pregunt: Pero quin eres t entonces? Se ech rer. Qu risa la suya! As deben de rer los diablos, si es
que
ren.

Imbcil! No

me

has conocido?

HISTOKIAS DE LOCOS

25

Yo soy
fidia, la

la traicin, el engao, la per-

maldad... Yo soy Judas, el

que vendi Cristo por treinta monedas!

agitando

en sus
el

manos una
de mi

bolsa:

Aqu
traicin!

tienes

precio

Por eso te deca que mi dinero estaba maldito y me lo recha-

zaban en todas partes. Volvi rer con su


de desesperado.

risa infernal

Aun conserva cuerda con que intent ahorcarme, arrepentido de mi traicin. Pero, desgraciado de m, estoy condenado vivir siempre! N! grit loco al n ha llegado tu ltima hora! Morirs mis manos, asesino de mi madre, asesino de mi mujer, asesino de mis
Mira mi
cuello...

la seal de la

hijos!

S! aull Judas mtame por


caridad!

Me arroj sobre
apretndole
el

cuello

furioso, con ambas

manos.

Y estuve apretando mucho tiempo.

26

)IGL

SAWA

Por

fin le

dej caer al suelo, sin

vida, muerto...

Y por haber librado la humanidad de ese hombre maldito, por haber matado Judas el traidor, me han trado aqu, este manicomio...

EL GATO DE BAUDELAIRE

IsTED sabe que Baudelaire


tena

un gato?

Oh!

un

gato hermossimo, de pelo


negro, suave

brillante

como la seda, las orejas graciosamente plegadas, los ojos redondos, de un verde claro, que veces se encendan como dos ascuas, terriEl gato de bles, amenazadoras
Baudelaire era de muy ilustre progenie. Yo he averiguado todos sus antecedentes de familia. Era nieto de Azucena^ la gata blanca de Lamartine, hijo de Csar, el felino amado por Vctor Hugo.

Stiro que as se llamaba el gato de Baudelaire, no tuvo descendencia. El poeta le conden eterna castidad, mutilndole con sua propias manos apenas nacido.

80

MIGUEL SAWA

Y Stiro qu irona la
bre! incapacitado para

el

de su nomamor, sin
fil-

ideal alguno en la vida, se hizo

y nada superior en

sofo,

pens, con Kant, que no

hay

la tierra al sobe-

rano yo. Todos los gatos son egostas, ya lo sabe usted, pero ninguno tanto como Stiro. Tendido sobre la mesa
del poeta, los ojos soolientos, se

haca adorar como un animal sagrado. De vez en cuando distenda sus

miembros en un desperezo voluptuoso V sacaba sus uas encorvadas, que se alargaban feroces, buscando
algo que destrozar.

Yo odio los gatos casi

los

tanto

como

hombres. Es una monomana como otra cualquiera. Todos tene-

mos alguna.

Voy

explicarle el por qu de

mi

odio hacia esas pequeas fierecillas


del hogar.

Yo tuve un amor en
se llamaba Esmeralda.

la vida

que

aquella

mujer

oh, no crea usted que le engao!- tena, tanto en lo fsico como en lo moral, algo de feli-

HISTORIAS DE LOCOS

81

no. Por algo


gata.
Si la

la llamaba

yo mi

hubiera usted visto en las desnuda, sobre una piel de tigre nunca conoci el pudor, desperezarse voluptuosa, como el gato negro de Baudelaire, alargando sus manos, dos preciosas garras, en busca de la presa que
siestas del verano,
destrozar!...

Y yo, insensato! la entregu mi corazn para que, jugando, jugando, llegase clavar en l sus uas y lo despedazase poco poco, con sabia
ferocidad.

Esmeralda, idlatra de su persona, enamorada de si misma, no am nadie en la vida. Tambin crea en el yo de Kant; tambin, al venir al mundo debieron de mutilarla.
Pero era tan hermosa!... blanca,
los ojos verdes,

de un verde claro,

del color del ajenjo^ misteriosos

soadores;

el

cuerpo....

Poderoso

Dios, qu tentacin de cuerpo! Una

obra perfecta de la naturaleza! No haba hombre que al verla no


se

enamorase de

ella.

Esmeralda

32

MIQEL SAWA

coqueteaba con todos: se haca adorar de todos... Me hizo sufrir mucho; ya lo comprender usted. Yo era un hombre digo. Deb matarla. Pero por aquel entonces, no tena yo el
valor del asesinato. Mi gata huy un
da

con

el

clown
el

Calgula.

ya no volv

verla ms. Alguien

me

cont que

clown, harto de sus liviandades la mat pualadas, veintitrs pu aladas!

Aquel brbaro, furioso y desespe


rado, se ensa con la pobre
rada, destrozando su

Esme

hermoso cuer

po agolpes de su hierro justiciero. Yo me he vengado tambin, mi manera, de la traicin de aquella mujer. Oh, cunta sangre he derramado desde que me abandon! Yo no he usado el pual como Caligula. Me he valido de las manos. La extrangulacin; le recomiendo usted este procedimiento para cuando quiera deshacerse de alguien. Es el mejor de todos. Vea usted estos dedos. Son de hierro. Al que yo coja
entre
ellos!...

HISTOBIAS DE LOCOS

33

Me
timas.

horroriza pensar en mis vc-

Yo puedo

decir,

como

el

per-

sonaje de la tragedia: Mis crmenes

son tantos
el

como las arenas del mar. Comenc mi obra de venganza en

gato de Esmeralda. Qu animal ms precioso! Era blanco como la espuma, de ojos oblicuos, azules

como el cielo. Cunto le quera Esmeralda! Y por eso, precisamente,, le mat. Oh, qu gozo al apretarle el cuello! El pobre animal me miraba con ojos suplicantes, demandndome piedad. Pero yo fui implacable. Y le ahogu entre mis manos con furia salvaje.
Despus... despus.... Ya le he dicho usted que mis crmenes han sido tantos como las arenas del mar. Realizado mi primer acto de venganza, sent la bestial necesidad de la sangre. Hubo noche en que comet hasta doce asesinatos. Mis dedos, convertidos en garras, se hacan cada vez ms aptos, ms inteligentes para matar. Por qu mi odio terrible contra los gatos? se preguntar usted.
3

HIST.

LOCOS

34

MIGUEL SAWA

La respuesta es muy sencilla. Por que Esmeralda oh, estoy bien seguro de ello! era una gata con apariencias de mujer, y yo me propuse a bien de la humanidad, acabar con todos los animales de su especie.

No vaya

usted figurarse, sin em-

bargo, que m odio ios gatos era :general. No; los humildes, los miserables, los vagabundos,

me

inspira-

ban verdadera lstima. Mi especialidad vaya usted saber por qu han sido los gatos amados por los
hombr.es clebres. Por eso

me

fui

Paris matar
iaire.

el

gato de Baude-

Qu espantosa aventura aquella! Mi ltima aventura! An me estremezco al recordarla. Era de noche. Yo haba entrado en la habitacin del poeta como un ladrn, descerrajando la puerta. Stiro, como de <^.ostumbre, yaca tendido sobre la mesa en que se escribieran las Flores del mal. Sus ojos relucan en la
4

-obscuridad

acerqu

como dos ascuas. Me cautelosamente, y ya

HISTORIAS DE LOCOS

8S

iba echarle las

manos

al cuello,

cuando el animal se puso bruscamente en pie, mirndome airado con sus ojos sangrientos. Yo no puedo decirle usted lo que pas despus.
Stiro se arroj
furioso sobre mi,

clavndome

como

uas, poderosas de un tigre, sobre la cara. Di un grito de dolor. Y dej de ver. Stiro, me haba arrancado los ojos con sus garras de fiera.
sus
las

Y por eso estoy ciego. Soy un pobre invlido del crimen. Pero bien me he vengado de Esmeralda! Ya
apenas si hay por el mundo ningn animal de su especie. Yo he acabado con todos!

LA MUTER DE NIEVE

ALDiTO sea

el sol!

Es el

responsable de todas mis


desgracias! Oh, yo quisiera vivir en

un pas de

desolacin y de tristeza, en que reinara eternamente la noche; un lugar

de sombras, de tinieblas, sin luz, sin aire; un lugar apartado y solitario donde poder llorar sin que nadie me viera! Uted debe de saberlo lo sabe todo el mundo! 3^0 estoy enamorado hasta la locura de una mujer misteriosa, de un espritu puro como los ngeles, invisible inadmisible para todos, para todos menos para mi! Yo estoy enamorado de la mujer de nieve. Usted no la conccer... No la conoce nadie ms que yo! Es una mu-

40

MIGUEL SAWA

jer nica, blanca

como

la ieve

de

que est formada, blanca como la espuma del mar; los ojos muy grandes, sin color, lucientes
trellas; la

como dos es-

boca tenue como un sus-

piro:
rojo,

las orejas diminutas; el pelo

cayendo sobre su espalda como

llamas de fuego; y el cuerpo, majestuoso en su desnudez, blanco tambin, con la blancura ideal del mr-

mol helnico, del que surgi la Venus divina. No he visto ms que una vez en mi vida esta mujer extraordinaria, una vez sola! Fu el da 13 del pasado Diciembre. Fecha sagrada! Nevaba... Oh, qu hermosa estaba aquel da la Tierra!

Todo blanco, todo blanco... Una nota de color, sin color. La nieve caa inmaculada en menudos copos,

como
hojas
tados,

hostia santa. Los rboles, sin

sin verdor,

torcidas

con sus ramas recomo miembros desconyun-

semejaban espectros detenidos en medio del camino. Todo callaba con silencio de
muerte. Solo
el viento

dejaba oir su

HISTORIAS DE LOCOS

41

VOZ, que
ces,

amenazaba ronca unas

ve-

y pareca

otras plair deses-

perada.

La nieve lo cubra todo, se apoderaba de todo, de las casas, de las calles, d3 la ciudad entera, que iba poco poco perdiendo su aspecto normal, que iba desdibujndose, esfumndose, desvanecindose. Ella se me apareci en medio del
camino como visin
celeste.

En

acti-

tud hiertica, los brazos cados con


gracioso desmayo, la cabeza erguida, los ojos fosforescentes, pareca
la estatua

de una diosa abandonada. Su pelo rojo resplaindeca con fulgoCa de rodillas al verla en xtasis de adoracin. jVenus admirabilis!

res de fuego.

en voz baja, sin atreverme micon voz balbuciente, una sentida oracin de amores. Diosa, mujer, ngel!.,, Mrame, alza hasta m tus divinos ojos! Quin eres? La inmaculada, la pura, la Virgen de los Cielos? Mrame y mrarla, la rec,

tame

si

quieres! Te adoro!

42

MGUEL SAWA

Eila no

me

contest qu haba de

contestarme!

dola todas las palabras de

y yo continu reznamor que

acudan elocuentes mis labios. Divina para todos, humana para m! De pronto alc los ojos para continuar admirndola. No; no era ilusin. Me miraba! S, me miraba y me sonrea. Ya no era la estatua: era la mujer.

Te

adore!

Me pareci ensueos
fantasa, delirios de

quiz de la

m cerebro en

fiebre! que la mujer de nieve


ofreca su boca, tenue
piro,

me

de la

como un susque volaban, como pja-

ros inquietuB, los besos ardientes de

su amor.

Me levant tambaleando la felicidad se sube tambin la cabeza y


emborracha como un mal vino para
ai)razarla.

Haba cesado de nevar. La ech


los brazos al

cuello su cuello,

ms blanco que las alas de la paloma, esbelto como las torres de que
hablaba Salomn! y un mi boca

HISTORIAS DS LOCOS

48

la suya, helada

como

la nieve, la

que

di calor

con mis besos.

besndola, besndola perdi el

sentido

de en plena lucidez cerebral, las sensaciones de placer extraordinarias nicas, de aquel

cai en tierra, incapaz

sentir en pleno juicio,

amor insensato. Cuando volvi la vida lucia el sol, un sol de fuego, con ms calor, con ms llamas, que todo el calor y todas llamas del infierno. La nieve se haba derretido y con ella la Inmaculada, la Pura, la Virgen, ia estatua

admirable de mis ensueos de una


hora.

Yo continuaba con
abiertos.

los

unos hombres

me

brazos apre-

saron y me trajeron aqu. Quin ha matado la mujer de nieve? El sol! Y por eso le odio y le maldigo. Y por eso quisiera vivir en un lugar de horror y de tinieblas,

donde poder llorar, sin que nadie me vea, la muerte de mi bien amada, la muerte de mi Virgen de
nieve...

EL GENIO DE LA ESPECIE

^.OCTOR, doctor, soy feliz!

El mdico, de pie ante


el

lecho del enfermo, se

un dedo la boca, en actitud de imponerle silencio. Oh, djeme usted que bable! Necesito darle gracias Dios por lo bueno que ha sido conmigo. Todas mis palabras van dirigidas l. Todas mis palabras son oraciones. Y echndose reir de repente: Pero qu bestias son los homllev
bres!
ta,

Todo

lo

extraordinario les asus-

todo lo anormal les admira. Para

vida es una linea recta, de la que arranca una curva, la que llaman la muerte. Y todos tenemos que ir por esa recta y acabar en esa curellos la

va.

Ley

universal.

La

naturaleza,

4S

MIGUEL SAWA

diceD, es inmutable. La inmortali-

dad del

espritu

y de

la materia?

Paparrucha!

Y revolvindose
lecho:

furioso en el

No me interrumpa
tor!

usted, doc-

Le digo usted que la humanies imbcil! Slo Dios, por ser

dad

Dios, es grande!

de rabia: Oh, esos mentecatos!... Nadie, salvo usted, ha entendido mi enfermedad. Oiga usted esos pedantes diagnosticando. -Los vasos capilares que se desbordan en sangre y anegan el corazn, el vientre que se hincha congestionado por la hidro-

rechinando

los dientes

pesa, etc., etc. Majaderos!


ellos,

Para

cralo usted, doctor, me he des-

viado de la lnea recta y voy caminando ya por la curva. Pues bien, no, seores mdicos, se han equivocado ustedes; mi corazn funciona con absoluta regularidad, y en cuanto la hinchazn del vientre yo les asegur que es perfectamente natural, que es uno de tantos fenmenos propios de mi estado.

HISTORIAS DE LOCOS

49

El mdico asinti: de tantos fenmenos. Pero el enfermo, cada vez ms ex-

Uno

citado, sigui gritando:

Pues no han querido hacerme Les he hecho el proceso de mi enfermedad, iniciada, como sabe usted hace nueve meses, y se han redo de m, creyendo que deliraba. Vyales usted esos hombres de la linea recta hablarles de las maravillosas transformaciones de que es capaz el organismo humano, de los
caso!

milagros,
los,

si

quiere usted as llamar-

con que Dios favorece a veces las criaturas! De seguro que me han tomado por loco. Gracias que creyndome en peligro de muerte, han tenido lstima de m y no me han aplicado la camisa de fuerza. Y despus de unos momentos de
silencio:

turaleza! Pero por qu el

Las leyes inmutables de la Nahombre

no ha de ser apto para la concepcin y para la maternidad? Por qu las entraas del macho no han de ser fecundas como las de la hembra?
4
-

HIST, LOCOS

50

MGtEL SAWA

Calise el
sin fuerzas,

msero, anonadado y y de pronto se irgui

bruscamente sobre la cama, elev los ojos lo alto y murmur con voz
grave:

Gracias, Dios mo, por el bien me has hecho! Y dirigindose al mdico, que le observaba intranquilo: Gracias usted tambin, doctor, por no haberse burlado de m como

que

los otros.

llorando y riendo
si

al

mismo

tiempo:

Oh,

usted supiera!... Mi nica

ambicin, mi nico deseo en la vida, ha sido tener un hijo, muchos hijos,..

me

No he aspirado nada ms! Cuando convenc de que mi mujer no era

apta para la maternidad, busqu en el adulterio el hijo que me negaba el amor legtimo. Pero Dios no quiso concedrmelo, sin duda porque no me lo mereca. Llegu odiar mi mujer, que muri desesperada. Llegu odiar todas las mujeres. Cuando vea un nio en brazos de su padre lloraba de rabia.

Una vez en

el

HISTORIAS DE LOCOS

51

Retiro, engatus

un pequeuelo para que se viniera conmigo, pero

me lo quitaron antes de llegar casa.

medida que pasaba el tiempo


iba haciendo viejo
los nios iba

me

mi

estril

amor

en aumento.

Estas pasiones no satisfechas suelen llevar la locura. Clam Dios,


pidindole que acelerase el

momento

de mi muerte. Y cuando me confin en la cama, esperando impaciente que llegase mi ltima hora, mi vientre comenz hincharse, hincharse... El milagro se haba hecho, yo no s cmo .. (ya sabe usted que no hay explicacin para los ^milagros). Llam mi mdico, y despus otro, y despus otro... Pero todos se rean de m, nadie quera creer en el hecho extraordinario. Consult los

ms afamados

toclogos y los insen-

satos se negaron reconocerme!

mientras tanto la

enfermedad llammosla as segua su curso natural; mi vientre se hinchaba cada vez ms, y yo senta dentro de l un
peso que

me

abrumaba...

el

peso de

una montaa. Qu era aquello? Se-

52

MIGUEL SAWA

gQ
hijo

los mdicoS; aquelloj

aquel peso,

era agua; segn yo, aquello era el

esperado haca tanto tiempo, era que Dios se apiadaba de m y haca fecundas mis entraas. Y exaltndose de nuevo, exclam grandes gritos: i Ahora se ha de saber la verdad, ahora se ha de saber quienes son los locos, si ellos yo, porque ha lle-

gado

el

momento

del milagro!

El mdico le interrog.

Vuelven
bles.
.
,

los dolores?

S... vuelven... terribles... horri-

Parece que mi pobre vientre va abrirse, va romperse, va estallar. jY qu angustia en el corazn!... Doctor, doctor, ha llegado la
hora! Mis entraas se desgarran!...
Oh,

qu

feliz soy!

fin

va

sa-

berse la verdad!
la hora.

S, tiene usted razn; ha llegado No se mueva usted. El parto

se presenta normal... Quieto...

Voy

por los frceps. " Ah! Pero es preciso emplear


los hierros?

S... se trata de

un caso extra-

HISTORIAS DE LOCOS

53

ordinario. Pero no tenga usted cui-

dado. Respondo de todo.

Vamos

anestesiarle para que no sufra usted

nada.

No tema
tigo

usted, doctor, no

me

quejar... Sabr

someterme al casque Dios impuso la mujer:

Parirs con dolor.

El enfermo abri los ojos, velados ya por la eterna sombra.

Qu ha
nia?

sido,

doctor,

nio

-Nio. -Vive?
No... naci muerto. Ah, Dios mo, todo

intil!

Mi

hijo!

Dnde est mi

hijo?

cerr de nuevo los ojos para no

volverlos abrir ms.

COMO SE FABRICAN LAS ESMERALDAS

IsTED sabe quin soy yo?


S...

usted
otros,

cuando ha venido verme... Us-

ted querr,

como tantos

que

le

revele mi secreto. Des-

graciado!

Dios

usted siempre

haga que ignore cmo se fabrican las

esmeraldas!

A pesar de mi aspecto vulgar, sepa usted que yo soy un ser extraordinario. Por eso me han trado aqu. A unos nos declaran genios, y otros nos declaran locos. Yo debo de figurar, segn los mdicos, entre estos ltimos. Me es lo mismo! Desprecio los juicios de la humanidad! S; sepa usted, seor mo, que yo he llegado apoderarme, uno por uno, de todos los secretos de la Na-

58

MIGUEL SAWA

turaleza, que yo,

como

Dios, lo s

todo

usted, que he llegado ser lo que soy, gracias una mujer. El amor es la gran fuerza de la vida. Un hombre enamorado lo puede todo. Si Mara me hubiese dicho: Quiero una estrella para colocrmela en la frente como una diadema de luz, hubiera robado para ella el ms brillante de
los luceros.

y Debo de declararle

algo ms.

Porque sus ojos me miraran con amor; porque su boca me sonriera alegre, yo me senta capaz de todo. Por ella llegu averiguar cmo se
fabrican las esmeraldas.

Pero la pobre Mara se contentaba con poco; era una mujer sencilla, sin pretensiones... Alguna vez protestaba de nuestra pobreza. Entonces yo, para consolarla, la llevaba
ante el espejo.
bonita, se

ella, al

verse tan
lo olvida-

echaba

rer

ba todo. Pero una noche... Nos habamos


detenido ante la joyera de Urquiola.

Mara, con la frente apoyada en

HISTORIAS DE LOCOS

59

el cristal del

escaparate, para ver

mejor, contemplaba con ojos de codicia, todas aquellas

hermosas

pie-

dras de luz.

Yo la observaba intranquilo. Vamonos?


No... todava no... espera... un minuto ms... no me canso de ver... Dios mo, qu hermoso es todo
esto!

Y en xtasis de admiracin, con voz que hacia temblar el deseo: Mira esa diadema de brillantes... Cmo fulgurara sobre el negro de mis cabellos! Por poseerlas, porque fueran mas, era capaz de arrancarme los ojos con mis propias manos! Hablaba exaltada, apretndome el brazo con fuerza nerviosa. Oh, mira qu rub! Es una gota de sangre fresca? Es un lucero al rojo? Es una rosa que se petrific al morir?... Qu bien hara engarzado en uno de mis dedos!
Oh, y esas perlas? Fjate bien Has visto en la vida nada ms armnicamente bello? Con qu compararlas? Nacidas en el fondo mis-

?r::

I "

-^ r ?iHi

y He

Q^iedc
ojos

en ]

:-,.--

--

'-- -'Lar!

si no...

Lo necesito: S t no

me

lo das, otro balR- que...

No la dej terminar la raae.


Pero qu diee^... Me amenazas?

,Ei collar! ETeeesito el e<d]ar!


tal energa, en aa toz y ei sn mirada, que la dije para calmarla: Lo tendrs, no s como; pero lo

Haba

Y entr decidido en la joyeria.


El precio de esas e^nendda^
Seis

m pesetas.

Seis mil pesetas!... Me qued aterrado. Cmo podan Taier aquellas miaeraB piedras tanto dinero? {.Con que dice nsted qne seis rail pesetas? interrogn de nuevo al dependiente. Siy seor: ^is mil pesetas. Baeno: pn^ es mo el eoUar. Ya TolTer por l... uno de estoe

das.

Cuando usted quiera.


mil poetas!... Pero, por qu las joyas b^ui de ser ms caras que
Seis

las floree?

62

MIGUEL SAWA
4:

^^

4*

ra,

Desde aquella funesta noche, Mame neg implacable sus besos. Traes el collar?

Maana.

iS,

maana,

lo

mismo que hoy!


la pacien-

rea con risa cruel. Pues mira

que se

me va

acabando

cia. Si t

fueras otro hombre!... Ma-

ana! y volva rer colrica. Pens en mi desesperacin, que


acaso no sera desatinado intentar la fabricacin de esmeraldas. Le todos cuantos libros de qumica hall en la Biblioteca y solo pude averiguar que la esmeralda era una piedra de color verde, compuesta de silicato de al-

mina msera tierra arcillosa !~y de


un xido llamado glucina.
Pero, pesar de cuantos ensayos

tes,

combinacin de estas dos paralmina y la glucina, no me dieron por resultado el todo, sea la
hice,
la

esmeralda.

Mara segua interrogndome


el

implacable:

Traes

collar?Traes el collar?

HISTOiilAS

DE LOCOS

63

H:

:}:

Una

noche, era ya algo tarde, al

pasar por la joyera de Urquiola, vi que en la tienda no haba ms que un dependiente.

Entr decidido. Ese collar de esmeraldas que est en el escaparate. El que vio usted la otra noche? -Si. Ya sabe usted el precio: seis mil
pesetas.

S, ya lo s: seis mil pesetas. Cogi el collar, y me lo mostr


sonriendo.

Vaya unas
S;

piedras!

muy

hermosas.

Era la ocasin. Me arroj sobre l, de improviso; le tap la boca con una mano, para evitar que gritara, mientras con la otra le cog por el cuello, apretndole con todas mis
fuerzas.

Despus le arranqu el collar, me lo guard en el bolsillo y ech


correr.

64

MIGUEL SAWA
H
ji

^5

Aquella noche, como toas las noches, Mara me esperaba impaciente.

- Traes

el collar?
lo tienes.

Si; aqui

Y me
ntica.

Oh, amor mo! besaba y

me

morda

fre-

Colcamelo sobre la torre de mi cuello. Llamaron la puerta.


Mara

me mir

asustada.
mi!
ro-

Quin podr ser? La polica!... Vienen por He asesinado al joyero para


barle!

T?... La polica!... Y se

lle-

varn mi

collar?...

Quise abogara como al otro. Pero huy. No hay monstruo semejante la mujei! Huy, llevndose el
coliar.

Desgraciado!.,. Ya sabe usted el

secreto para fabricar esmeraldas!

MI

OTRO YO

HIST.

LOCOS

'^^v'v^iA ^'Q^^''^ ^/-^^Aii

i^^h

d,:

^^^^ICEN que
^^?

la

Naturaleza no

se repite jams, no da
la vida dos seres iguales,

que todos
son distintos entre
s.

los

hombres

No crea usted

semejante absurdo! Yo no soy un tipo vulgar, yo no soy un cualquiera, yo tengo personalidad propia, y sin embargo... Tal como soy fsicamente, tal como soy en conjunto y en detalle, ha habido un hombre en el mundo. Dijrase otro yo. Una gota de agua y otra gota de agua. Quien le viera y me viera tena derecho dudar de mi

madre.

Mreme usted bien, ligeramente, atentamente... Ve usted estos ojillos


azules, de prpados

abombados y

68

MIGUEL PAWA

mirar centelleante? Ve usted esta gran nariz de loro, corva y puntiaguda, atrevidamente inclinada hacia la izquierda? Ve usted este pelo rojo, y esta barba rala, y esta tez pecosa? Pues los mismos ojos y
la misma nariz y el mismo pelo y la misma barba que yo tena aquel

demonio de hombre. Pero hay ms: le digo usted que


la

identidad

era completa. Fjese

usted en esta cicatriz que parte en

dos mi frente. Pues otra de igual

forma y tamao y en igual


tena aquel miserable.

sitio

cojeaba como yo del pie derey le faltaba como m el dedo pulgar de la mano izquierda... Otro yo, le digo usted que
cho,
otro yo!
Mi mismo modo de rer estridente, mi mismo modo de hablar gangoso/ mi mismo modo de accionar violento, mis mismos gestos extravagantes!...

llamaba como yo, Juan; y tena el mismo apellido que yo, Expsito; y haba nacido en el mismo
se

HISTORIAS DE LOCOS

69

da

mo

y en el mismo mes y el misao que yo, el 14 de octubre

de 1864. El no tena familia; yo tampoco. Eramos en todo iguales. Pero pensbamos y sentamos de distinta

manera. El
soy...

era...

como

era,

y yo
fsico,

como

soy.

Ya le he
agua; en

dicho usted: en lo

una gota de agua y otra gota de


lo el

moral, l tenia su coramo.

zn y yo

contarle usted cmo cono mi hombre. Har del suceso c unos cuatro aos. Iba yo una noche,

Voy

ya de retirada, camino de mi casa, y al doblar la esquina de la calle de Peligros me di de manos bocas


con l. Animal! Brbaro! Pero donde lleva usted

los

ojos?

Y al levantar el bastn para


dir al insolente

agre-

qued estupefacto.
la ma!

Pero esa cara es

70

MIGUEL SkWA

Pero ated es tan feo como


Caballero!

yo!

Seor mo!

Debo
solo

advertirle usted que en Carnaval est permitido dis-

frazarse!

El que va disfrazado es usted! polmica se haca interminable, le cog violentamente de un brazo y le llev arrastrando hasta el farol ms prximo. Qued estupefacto! Aquel hombre era otro yo; era yo mismo. Pero esto no puede ser! No, seor, no puede ser. Debo de estar loco! Debo de estar borracho! Decidimos, para aclarar la cuestin, entrar en el caf de Fornos. Yo

Y como la

estaba resuelto llevar aquel farsante al Juzgado de guardia, por

usurpacin de personalidad,

si

no

me

satisfacan sus explicaciones.


* * *

octava copa de cognac mi me cont su historia, una historia vulgar y triste, la eterna
la otro yo

HISTORIAS DE LOCOS

71

historia de Pedro, Juan, Francisco,

etctera.

La borrachera
Ja,
iguales!
ja!

nos dio por rer.

Caso
si

- Pero

ms gracioso! somos absolutamente


de

Una broma
raleza!
-

mam

Natu-

De

Una broma de pap el Destino! pronto mi homogneo se torn


dijo -tu

grave.

vida y la ma Eon obra del Misterio. Quin eres t? Quin soy yo? Acaso una
trajo al mundo, somos fruto de un mismo vientre impuro. La Casualidad, gran auxiliar del Misterio, nos ha reunido. No nos separemos ya ms. Yo ser, si quieres, y aunque no quieras, de ahora en adelante, tu amigo, tu hermano... Yo no he amado nadie.

Hermanome

misma madre nos


acaso

Necesito alguien quien querer... Toma mi mano... A.si! Estrchamela

con fuerza! Amigos para siempre? Hermano, hermano, que sea la Felicidad y no la Desgracia quien nos ha reunido esta noche!

72

MiaUEL SAWA
* ^

S, hermano! Valiente farsante! Vaya un modo de entender la fraternidad que tenia aquel canalla!

Crame

usted, caballero, desde la

funesta noche en que conoc ese

hombre, yo no he vuelto gozar un solo momento de tranquilidad. Mi otro yo se vino vivir conmigo, mi casa, en mi compaa, como si efectivamente furamos hermanos. Y todo lo que era mo, todo lo que era de mi propiedad, pas ser suyo: mis muebles, mis libros, mis ropas, mis alhajas, mi dinero...
serable, usurpando

hubiera sido eso solo! El mimi personalidad, cometi toda clase de abusos y desmanes, ponindome ms de una vez en trance de ir la crcel quiz
Y
si

presidio.

ahora permtame usted que


de'claracin,

le

una declaracin importante. Aqu donde usted me ve, yo he sentido un gran horror hacia las mujeres. Siempre que he podido huir de ellas, he huido. Es un

haga una

HISrOKIAS DE LOCOS

73

le recomiendo. Da muy buenos resultados. A.y, amigo mo! Pero conoc Regina y esta vez si que no pude huir! y al conocer Regina conoc al amor. Nunca mujer alguna ha ejercido tan poderosa influencia sobre un hombre. Dej de ser; mi cerebro y mi corazn fueron suyos; dej de ser; yo no pensaba sino lo que ella; yo no senta sino lo que ella... Uno de tantos casos de anulacin por amor como se ven en la vida. Y mi hermano se enamor tambin de Regina! Era lo lgico verdad? Todo lo mi no era suyo? Pues

sistema que

entonces!...

Decidido asesinarle le interrogu

una noche.
[Miserable! Vas robarme tambin el

amor de esa mujer?

por miedo, se arroj mis pies gimoteando. Perdname, hermano... Estaba loco, estoy loco... Ya veo que somos
otro yoj quizs

Mi

incompatibles.

La

fatalidad se

empeado en separarnos. T

ha yo

74

MIGEL~SAW

sobramos en el mundo suspir, y vi que sus ojos se llenaban de lgrimas. Nada temas de m... sabr cumplir mi deber, sabr sacrificaral pronunciar misero rompi llorar desesperado. - T no sabes lo que la amo! i^o tanto como y o! le repliqu

me...
este

Hegina!...

nombre

el

furioso.

jCalla!
dej

Qu sabes t de eso! si-

gui el miserable. Oh, esa mujer!

ahogado por los Yo no s qu daria por poseerla! Pero no temas, hermano: sabr cumplir con mi deber. Djame que te abrace. Ya no volveremos vernos ma en la vida! Me voy para no volve! Perduame todo el mal que te hecho... Ya s que he sido ingrato y desleal contigo. Perdname! Un abrazo. Que la nagas feliz! A.dis, hasta que nos volvamos ver en la otra vida, si hay otra vida despus que sta!
de
hablar,

sollozos. Esa muje

Me

dej abrazar

sin contestarle

palabra.

Dame tu revlver.

HISTORIAS DE LOCOS

75

Se
feliz!

lo di.

Adis,

hermano, que

la

hagas

H^

:t^

de mi otro yo volvi la mi espirita y por espacio de algunos meses fui feliz en el amor de Regina.
la fuga

Con

tranquilidad

lleg ai fin el dia, tan ansiado!

en que adquir el derecho de que aquella mujer fuese ma. Imagnese usted de mi emocin al dirigirme la alcoba donde me esperaba, anhelante, la esposa de mi alma. Oh, qu dulce embriaguez la de aquellos momentos! Abr, temblando, la puerta del
santuario.

Regina! Regina! grit, sin gritar. Soy yo! Abr la puerta y di luz. Imagnese usted mi asombro y mi indignacin. Mi mujer no estaba sola. Con ella haba un hombre. Mi

hermano.
que he S, soy yo me dijo usurpado una vez ms tu personali-

76

MIGUEL SAWA

dad y he ocupado tu puesto en


fosa nupcial

la

Can!
S que lo soy, y por eso despus de poseerla la he matado para que no fuera de nadie ms que de m! Le cog por el cuello. Miserable!
-

Ma!

Solo ma!
*
H

Despus... despus, no s lo que


pas. El hecho es que
loco

me

declarado

y me han

trado este mani-

comio.

LA SIRENA

la

soy un enamorado del mar. Un enamorado platnico. No me he embarcado ms que una vez en vida. Oh, pero qu hermoso viaje
|o

aqul!
l

En

conoc la felicidad.

En

conoc la desgracia.

Amor y dolor
mar! Las

no son palabras sinnimas?


Oh, las bellezas del

aguas del Ocano tienen todos los colores, son verdosas toda la gama del verde, cuando se hallan en calma; negras con todo el horror de lo negro en los das de tempestad; rojas, cuando el sol se baa en ellas; blancas, con esa blancura luminosa, fosforescentes de la nieve, en las claras noches estrelladas. El hombre es un ser inferior. Para

80

MIGUEL SAWA

cada uno que mira lo alto, hay ciento que, con los prpados caidos, andando torpemente como los topos, slo se preocupan de ver sin talento para observar las cosas bajas y feas de la tierra. Hay muy pocos ue aspiren volar, que quieran perderse, en busca de mundos nuevos por las inmensidades del infinito. Andar dos patas es tan cmodo, y
tan
fcil, y...

tan natural!

Y vyales

usted esos hombres

hablarles de nada extraordinario, de nada que no sea el hecho vulgar, el pan nuestro de cada da. Creer usted que hay quienes niegan la existencia de gnomos, stiros y faunos, de ninfas, sirenas y nya-

de esos seres extraos, cantados por los poetas, pobladores misteriosos de los bosques y los mares? Pero lo que me indigna verdaderamente es que esos topos duden de la existencia de las sirenas, de aquellas divinas hijas de Aquelo y Calirpe, metamorf oseadas en monstruos marinos por la vengativa
des,

Ceres.

HISTORIAS DE LOCOS

81

Porque, crame usted, yo teDgo motivos para creer en laa llamadas ninfas del mar, yo puedo asegurarle usted que mis ojos han visto horas y horas, hasta saciarse de mirar! una de esas mujeres-sirenas, que surgen, como Venus, de las aguas^ para asombro y xtasis de los navegantes. Qu portentosa creacin de belleza aquel monstruo! Parece que la veo an. Sus ojos cambiaban caprichosamente de color, y eran, veces, verdes como el mar, y otras,

azules
las!

como

el cielo. Pero

qu ex-

traa, qu poderosa luz en las pupi-

Qu soberano modo de mirar el de aquellos ojos nicos! Su cabellera rubia, floreada de al-

gas, caa sobre sus espaldas

como

Estaba desnuda... sonrea fascinadora, enseando y las perlas de sus dientes. Estaba desnuda, al aire el alto y torneado cueoro.
llo, el

un manto de

seno virginal... Estaba dessonrea!


la

nuda y

Yo
6
-

admiracin, y
HIST.

contemplaba en xtasis de ella, siempre sonren-

tocos

82

MiaUEL SAWA

do, arqueaba, con gracioso movimiento, sus brazos de nardo y apoyaba en ellos su cabeza de oro, lanzando sobre m todo el fuego de
sus miradas.

Ech el cuerpo fuera de la borda, an riesgo de caerme al mar, para


clara

contemplarla mejor. La noche era y serena. Alrededor de aquella mujer bullan las aguas formando espumas luminosas. La luz de la luna caa directamente sobre ella, baando de luz su cuerpo desnudo. Un nimbo de estrellas circundaba su cabeza. Y segua sonriendo. Quin era aquella divina aparicin de amor? Luego era verdad la existencia de las sirenas y aquella mujer era una de las ocho ninfas del mar de que nos hablan los
poetas?

Perd la cabeza y grit:

Agaofone;

Telxlepia, Molpe,

Slguea!

La

sirena, al orme, avanz, vino

hasta m tendindome los brazos. Y comenz cantar, en versos que caso fueran del divino Apolo, una

HISTORIAS DK LOCOS

83

cancin formada de besos y suspiros.

me

Volvi tenderme los brazos pareci que gritaba:

-Ven!

Me

acord de las palabras de

Nietzsche:
El que lucha con monstruos corre
el riesgo

de convertirse en monstruo. Vuestra mirada penetra en el abismo? El abismo penetra su vez en


vosotros.

Y tuve miedo. Pero ella segua mirndome, mirndome y gritando: Ven! Ven!
Me
volv loco.
los ojos

All voy,
Cerr

amor mo! y me arroj

al

mar.

Despus no s lo que pas. O voces que gritaban: Hombre al agua!

Y perd el conocimiento.
vida de la razn vi que tena la mano derecha ensangrentada y que aprisionaba en ella
la

Cuando volv

un haz de
el oro.

cabellos,

rubios

como

Di cuenta mis compaeros de


pasaje de que se

me haba aparecido


84

MIGUEL S\WA

una mujer-sirena. Les declar que


mis ojos
haban visto horas y horas hasta saciarme de mirarla! y les ense por ltimo prueba materialel haz de cabellos rubios. Y se echaron reir, y yo creo que me reputaron de loco. Sin embargo, desde entonces yo creo en la existencia de las sirenas.
la

LA MUERTE

E llamaba... cmo se lla-

veces pierdo la memoria... Elena, s; creo que se llamaba Elemaba?...

hermosa era! De esto s que s que lo recuerdo bien qu hermosa! Alta y fuerte, tal como una estatua de Mina. Qu

estoy bien seguro; esto

nerva; los ojos negros, negros como


la noche, ojos fascinadores

que enloquecan con su mirar de amor; la faz morena, artsticamente soleada; la boca roja y ardiente como la llama; el cabello azulino y brillante...

pregunto usted: Una mudebe morir? Por qu la Belleza no ha de ser inmortal? Por qu la Gracia no b a de ser eterna?
le

Yo

jer as,

SS

MIGUEL SAWA

Pero la Muerte es implacable y no perdona nadie. Armada de su guadaa, hiere ciega


lo

mismo

lo bello

que lo feo, lo bueno que lo malo... Para ella no hay clases ni privilegios. Todos iguales. Maldita sea la
igualdad!

Y as llevamos siglos y siglos, desde que el mundo es mundo. El hombre crear, y ella, la Inexorable, de&truir. Qu poder hay semejante al de la muerte? Ninguno. Ella tiene como cmplice, como aliada, la Naturaleza entera, al aire, ai agua, al fuego. La tierra no d de s ms que elementos de destruccin. Oh, es terrible! Todo lo que nace, nace para morir. ;Todo! El mismo planeta que habitamos, rotos sus ejes, dejar algn da de girar alrededor del sol y desaparecer en el vaco. Y el sol, el mismo sol se apagar tambin. No hay fuego que no se consuma, no hay llama que no se extinga, no hay hombre que no se torne en cenizas! Y volveremos otra vez las tinieblas del caos,

HISTORIAS DE LOCOS

89

la

noche ser eterna en

el In-

finito.

puede todo. Ya lo he dicho antes; no hay poder como su poder. Y sin embargo, igame usted, si es usted capaz de comprenderme. Voy contarle cmo he podido yo acabar con ella. Pero no crea usted que estoy loco, como han tenido bien asegurar los fariseos de la justicia que me han confinado en este manicomio. No, no crea usted que estoy locoi Los
S, la

Muerte

lo

locos son ellos!

Oiga usted la historia de la verdad. Elena, pesar de sus apariencias

de

diosa,

era,

en

reali-

dad,

una mujer como otra cualquiera, una pobre mujer como otra
cualquiera...

Aquel hermoso bloque de carne, digna de un pedestal, era tambin


susceptible
la muerte.

miseria

hum ana
y

al
de

dolor de la enfermedad

al dolor

Una

tarde...

Estbamos asomados

90

MIGUEL SAWA

mirndonos sin vernos, en pleno xtasis de amor. Cantaba el pjaro en el rbol y el agua en la fuente; vibraba el aire armnico; el cielo era de prpura, y la tierra, dorada por el sol, pareca
al balcn,

un paraso. Elena apoyaba su cabeza sobre mi


pecho,

y en voz queda, con palabras seguidas de suspiros, murmuraba:

felicidad!

morirme en esta Temo tanto la vida!... Mira, nuestro amor que hoy es fuego,
quisiera

Oh,

maana

ser ceniza. Todo muere!

Las dichas de este mundo son humo y


se las lleva el viento... Todo muere!

Y
y

brazos al cuello uniendo su boca la ma:


los

echndome

Tarde
mento de

temprano llegar

el

mo-

la desilusin

del hasto.

Por eso te digo que quisiera morirme en una hora como la de ahora, gozando de este estado de plena felicidad. De pronto, mi adorada grit, cayendo desplomada en mis brazos:

Me muero!
go! Me muero!

Dios

ha odo mi rue-

Ces en su canto el pjaro, dej

HISTORIAS DE LOCOS

91

parse el aire y de sombras. S que se mora! Bes su boca y su boca estaba yerta; palp su cuerpo y tampoco haba calor en l... Y sus
la fuente, el cielo se cubri

de sonar

qu permanecan cerrados me no miraban ya con fiebre de y amor? Se mora, se mora!... Entonces oh, le juro usted que no miento! se acerc nosotros con paso ledo, se interpuso entre los dos una sombra surgida no s de donde. Hombre mujer? No puedo decirlo un ser monstruoso que llevaba una sonrisa en la boca y una guadaa en la mano. La reconoc en seguida. Era la Muerte! Era la Muerte, que vena robarme mi amada!
ojos por

Elena!...
la

Amor

mo!... Elena!

clam desesperado. Una voz misteriosa, que vena de


sombra, me A qu la no te oye, si Crees tenerla
contest:

llamas, insensato,

si

ya no puede

orte?

en tus brazos y so

halla

entre los mos. [Rlientras t

estrechas su cuerpo muerto, yo es-

&2

MldCrXL

SAWA

trecho su alma viva. Ella me llam, bien lo sabes, y por eso he venido.

;Me solicitan de tantas pa^te5^.. Yo bien quisiera servir todos, pero me falta tiempo. De da y de noche el clamoreo es Ven, venl> La vida incesante. cuenta con muchos partidarios, pero mira que yo!... Todos me temen,
el favor.

Agradceme

pero tolos

Un

llaman. silencio. Luego, la voz vibr

me

sonora.
est en m; la jams sabr el verdad que nica hombrel Yo soy lo desconocido, lo ignorado, lo eternamente misterioso. Qu hay despus de mi? La

La nica verdad

Nada? SI Infinito? Qae lo averigen, si pueden, esos bestias de


sabiosl

blandiendo

amenazadora

la

guadaa:

Hoy me llevo Elena; maana vendr por t. Espera Ten paciencia! Tarde temprano, sers mo. Yo soy la laexorable, la que naI

die perdonal

Loco de desesperacin,

grit:

HISTORIAS rs LO ros

T'?

Nol A Elena no te la llevars mientras yo viva ;Insensatc! Te atreverc\3 conmigo?


I

Saqu
alto.

el revlver,

dispar lo

O rer otra vez entre las tinieblas.

Adis:' llevo prisa. Tengo mucho que hacer. Hasta muy pronto. La sombra se desvaneci, siempre
riendo,
se

y entonces surgi
el espacio.

la luna,

y
el

lumin

Yo segua apretando frenco cadver de Elena.

bestias esos mtraerme aqui han inventado la farsa de que yo, en un rapto de locara amorosa, habia ahogado mi adorada al abrazarla. Y no he sido yo. sino la Muerte, quien la ha asesinado.. La Muerte, la Inexorable, la que nadie perdoDa; Por eso dispar sobre ella los seis tiros de mi pistola Browing. ;Si llego
dicos. Pira

Y vea usted si son

alcanzarla!...

EL HOMBRE QUE RE

^^^^^EOR doctor, yo soy Tony


Garnier, el famoso clown

Tony Garnier, que


el

pose

raro secreto de la risa.

Yo soy el hombre que rie constantemente, perpetuamente... Como el trgico judo de la leyenda, quien Dios conden andar siempre, por los siglos de los siglos, andar siempre, sin tregua ni descanso, yo tambin, por mandato divino, estoy condenado reir. Y no s si despus de muerto... Doctor cuando el alma se separa del cuerpo, cesa por completo la vida en el organismo humano? No cree usted en la existencia de ese fluido al que Descartes llamaba la materia sutil? Porque yo tengo
(

mST. L0C03

98

MIGUEL SAWA

miedo de quo mi carcajada siga sonando en ese ms

siniestra
all

que
des-

hay despus de
Doctor ;soy

la muerte.
el

hombre ms

graciado del mundo! Qu podria hacer yo para llorar? Por qu Dios me ha negado el don supremo de las lgrimas? jOb, es espantoso! No

hay nada que me conmueva, nada que me emocione... Todo me haco reir. No tengo sensibilidad moral alguna. Soy un monstruo. Crame usted estas palabras de verdad que le digo: no hay dolor que para mi sea dolor. El espectculo de
la

muerte, que todos aterra, tam-

bin provoca en m la insensatez de


la risa.

Una

noche, mi compaero
el

Mors, por el que senta yo cierto


afecto,

cay desde

trapecio la

pista, destrozndose la cabeza. Corr

maquinalmente su lado para presauxilio. El pobre muchacho viva an. Eoja la cara por la sangre que le brotaba de la herida, los
tarle

ojos desencajados, salindosele de


las rbitas, la

boca cot trada por el dolor, el buen Mors estaba real-

HI^T01vIA,^

DS JOCOS

99

meute espantoso. Y qu modo de quejarse el del msero! Haciendo un supremo esfuerzo de voluntad,

pudo, al verme, pronunciar Mala suerte, algunas palabras. Tony, mala suerte! Me muero, me muere! Y lo creer usted, doctor? Incli nado sobre mi cam arada, que yaca

en

el suelo

retorcindose

con

la$^

convulsiones del dolor, yo rea como

un insensato. El pblico, que se haba dado cuenta exacta de la tragedia, baj la pista indignado,

con

el

propsito de lyncharme.

Yo

segua

riendo

como un

loco, sin

hacer caso

todava

de ios denuestos de la gente. Y ya ve usted si soy un perfecto miserable, al recordar al pobre Mors siento ganas de reir. Es monstruoso! Verdad? Es es-

pantoso!

Cmo

se explica usted esta ex-

traa insensibilidad que


inferior los

me
Yo

hace

mismos animales?
creo
cielo.

Cmo

se explica usted esta horrible

predisposicin la riss?

que todo esto es un castigo del

ICO

MIGUEL SAWA

Ver

usted...

Voy

contarle la tra-

gedia de mi vida. Esccheme y com-

padzcame.
* * *

Usted ha odo hablar de Alicia Brond, ms conocida por el sobrenombre de la WaJlv/ria? Pues Alicia Brond era mi mujer: mi mujer legtima. Verdad que era muy hermosa? Ob, s, muy hermosa! Me parece estarla viendo con sus ojos azules, de un azul obscuro, brillantes como luceros; sus mejillas encendidas, del color de las rosas; su boca grande,
sensual, de

Dichoso el
llos ojos

un rojo sangriento... hombre quien aquemiraban con amor; dichoso


le

el

hombre quien aquella boca

hiciera el don de sus besos!


Alicia,

mayores encantos de acuerdo bien, era su cabellera de seda y oro, en la que poda envolverse como en un manto regio, y que tena no s qu perfume afrolos

Uno de

me

disaco...

Yo hubiera

Nos queramos mucho, mucho... sido feliz en su amor si

HISTOiilAS

DE LOCOS

101

ios

celos.,.

Doctor, no comprendo

que se pueda querer una mujer dudar de ella. Porque como dijo San Agustn, que tena motivos para conocerlas, las mujeres son el principio y el fin de todo pecado, y no existe nada ms quebradizo y frgil que su virtud.
sin

dolor que los celos?

Hay mayor tormento, hay mayor Yo creo que no.

Vivir en perpetuo temor, desconfiar

de todo, dudar siempre, es horrible, Y as he vivido yo cerca de dos aos. Mucho he sufrido, pero mucho tambin

he hecho

sufrir la

pobre

Alicia.

Mire usted, doctor, mi mujer era una de esas mujeres que pareciendo malas son, en realidad, mejor que buenas. Ella sola decirme: Pero qu quieres que haga? Es preciso vivir con el pblico. Si me miran tengo que mirar, si me sonren tengo que sonrer. Pero ya sabes que yo no quiero nadie en el mundo ms que t. Y con los ojos llenos de lgrimas: Tony por qu te empeas en hacerte desgraciado? Por qu

102

MIGUEL SAWA
ie

dudas de mi? Yo
diel

contestaba

f u-

rioso: jNo quiero que mires Da-

Lo oyes? Aunadle! Tengo celos de todo y de todos! Ah, conozco bien la perfidia de las mujeres! Crees que si no me dieras motivos desconfiara yo de ti? 1 veces miras de una manera los hombres! Sra cosa de arrancarte los ojofc! Es que porque soy un msero clown no tengo derecho velar por mi dignidad de mai

rido? Pues ten cuidado, Alicia, ten

cuidado! El da

menos pensado
mal...

pier-

do la cabeza y entonces... Esto fatal-

mente tiene que acabar


quieres enmendarte...

Tuno

Y ya se me va

acabando

la paciencia.

De
les

todas las enfermedades mora-

que padece el hombre la nica que no tiene cura es la de los celos. Sin tener no ya pruebas si no el me-

nor indicio de la infidelidad de Alicia yo segua dudando de ella. Nuestra vida era una vida de condenados. Llegu injuriarla, llegu maltratarla. aquellos luceros que brilla. .

ban antes en sus

ojos se

haban

apagado; sus labios, de un rojo san-

HISTORIAS DE LOCOS

103

griento, tenan ahora el color

mo-

rado del

lirio!...

al fin surgi la catstrofe.

Una

nochC; despus de golpearla brutal-

mente, sin motivo alguno, la amenac con sealarle la cara, para que aquella herida, reveladora de su ignominia, la sirviera de perpetuo
castigo...

Alicia, rechinando los dientes de

rabia,

y con una voz que yo no

le

haba odo nunca, me replic furiosa: Te has propuesto que sea mala y vas salirte con tu gusto! Me arroj sobre ella, sujetndola
por ambos brazos: Ah! Pero es que

me amenazas?

S! Te amenazo! Estoy harta


.de

que

me

maltrates sin motivo!

xilicia!
-Tony!

No me provoques!
Sealarme
la cara! Por

qu?

Mi nico
adelante...

delito

ha

sido quererte.

Pero descuida, que desde ahora en

La cog por el cuello para evitar que siguiera hablando.

104

MIGKL SA.WA

j Miserable!
Suelta!

Canta, canta como Desdmona, porque vas morir!


No!... Suelta!

Canta!

Soy inocente!

Ya

le

dars cuenta Dios de tu

inocencia! Canta!

Perdn!

No

hay perdn para

ti!

Y segui apretndola el cuello hasta


ahogarla.

me

Cumplida mi brbara venganza ech reir como un loco. Y desde aquella noche mi carcajada sipetuamente...
A.y,

niestra suena constantemente, perdoctor!

Qu hara yo para

poder llorar?

LA TENTACIN

u voz clam angustiada. Deja, Seor, que vuelva mi! Y el desgraciado cay de rodillas, elevando lo alto sus manos de asceta. Deja, Seor que vuelva m! Baj despus, humilde, la cabeza, y rez en voz alta, con voz lgubre de queja, todas las oraciones del

amor divino: Padre nuestro. Ave Mara.


y horas. De pronto,
Rezando, rezando, pasaron horas el msero se levant iracundo: Anatema!... Maldicin!... Pasado el acceso se ech llorar. Sus ojos eran como dos manantiales de lgrimas. Lloraba y lloraba sin que se agotara el caudal de ellas.

108

MIGUEL S\WA
t,

Bien sabes

Seor gema

el

msero, que que no soy responsable... Aos y aos te he rogado: ao me dejes caer en la tentacin! Por qu no has querido orme? Yo era feliz en mi pureza. Pero vino el Enemigo Malo y me tent. Para alejar al pecado,
peta el

estoy libre de culpa,

todas las noches, al acostarme, reanatema de San Antonio:

Cuando veis una mujer, creed que tenis presente, no un ser humano ni una bestia, si no al Diablo. Y mis sueos eran puros como podan ser los de los ngeles. Luego por las maanas, al despertar, despus de bacer la seal de la cruz, recitaba en voz alta, una y otra vez, modo de oracin, las palabras de San Juan Crsstomo: La mujer es ia causa del mal, la autora del pecado, la fatalidad de nuestras mipuerta del infierno. Llegu sentir tal horror hacia ellas que olvid que haba nacido de vientre de mujer. Las madres me deca, no son hembras; son solo madres.
serias, la

HISTOMAR DH IOC03

109

Seor; yo era feliz en


cia del pecado.

m ignoransatisfaccin

No hay

que el estado de pureza. M alma, abrasada en el amor de Dios, no senta otro deseo que el del sacriflcio. Las mujeres pasaban mi lado como sombras, sin que yo las viese, abstrado en mis meditaciones. Si alguna vez mis ojos se fijaban en ellas, temblaba de horror y de asco. Pero era posible que los hombres perdieran su alma por aquellos monstruos de abominacin? A.y! pero una noche... Era ya tarde. Rezaba yo mis oraciones. Do pronto, llamaron la puerta. Sal abrir, intranquilo. Quin poda ser aquellas horas? Dios mo! la que llamaba era la Mujer, era la Tentacin, era el Pecado, que venan perderme. Me ech temblar al verla, y, hael espritu

mayor para

ciendo la cruz, retroced asustado:

Vade retro!

describir nunca la forma carnal de aquel demonio de seduccin. De qu color eran sus ojos? Negros azules? No s... creo

Yo no podr

lio

MIGUEL SAWA

que negros. Era rubia morena? Rubios son los ngeles, morenas son las mujeres... S... deba de ser morena. Deslumbrado ante su belleza, cerr los ojos para no verla. Pero la Mujer habl. Yo no oa sus palabras sino la msica de su voz. Oh, qu bien suena en boca de mujer el silbido de la serpiente

De

pronto, la Impura, para acabar

su obra de seduccin, lleg hasta

m y me cogi una mano. Al contacto

de su carne sent paralizarse la sangre en mis venas, y me pareci que mi cerebro dejaba de funcionar. Qu tiempo pas en aquel estado de inconsciencia? No s... Un se-

gundo del valor de un siglo! Guando volv la \ida, la Mujer segua all, mirndome implacable con sus ojos
de tentacin.

Vade
angustiado.

retro!

-clam de nuevo

La Impura, sin hacer caso de mis palabras, me ech los brazos al


cuello.

Quise huir, pero estaba cogido por el Demonio y no poda moverme,

HISTOraAS DE LOCOS

111

como

si

mis pies hubieran eciiado

raicea en la tierra.

Seor, Seor, ven en mi ayuda! Pero Dios no quiso oirme, no quiso darme fuerzas para resistir la tentacin.

Entonces, sin darme cuenta de

lo

que haca, cediendo la necesidad del instinto, uni mi boca la boca de la Impura. En aquel beso de amor puse toda mi alma. Nunca mujer alguna fu besada como lo fu aquella! La serpiente me habia ofrecido la manzaca del Pecado, y yo la devoraba con el ansia del hambriento. Te amo, te amo! la dije, sin dejar de besarla, metindola las pa labras en la boca. Ella luchaba por desasirse de ,mis
brazos.

Te amo, te amo!
Ilaa extraa laxitud languideci

de pronto todo mi cuerpo. Y mi cabeza cay rendida sobre el hombro de aquella mujer. Aprovechndose de mi confusin huy la Impura, huy con la rapidez
del viento.

112

MIGUEL SaWA

Quise seguirla, pero el Demonio tena sujeto an y no poda moverme, como si mis pies hubieran echado races en el suelo.

me

:}:

Desde entonces vago por el mundo buscando en vano aquel fantasma de


mujer.

Y
mi

por ms que la llamo no acude

voz.

Dejad, Seor, que vuelva mi! Padre nuestro... Ave Mara...

UN DESNUDO DE RUBENS

HIST.

LOCOS

loco haba sacado la cabeza por entre los barrotes de la ventana una cabeza espantable, de cabellos erizados, que se mova incesante^ con movimientos nerviosos y me llamaba con gritos de desesIL

peracin.

Caballero!

Si

quisiera usted ha-

cerme

favor de orme unos momentos!... Tengo que revelarle un secreto importantsimo... Esccheel

me

usted por lo que ms quiera en mundo... Slo unos momentos... el Acerqese usted sin miedo... Yo no

hago mal

nadie...

Yo soy un pobre y clavando en

loco inofensivo...

interrumpindose m sus ojos de fiebre:

Mire

usted, caballero, no quiero

116

MIGUEL SAWA

engaarle. Yo no s decirle usted en verdad si estoy loco estoy cuerdo. La razn es el don de pensar que Dios ha dado los hombres para diferenciarlos de los animales? Pues entonces, pesar de lo que digan los mdicos, puedo asegurarle usted que estoy en el pleno dominio de mis
facultades mentales. Qu
siera

ms

qui-

yo que mi cerebro hubiese

dejado de funcionar regularmente!


quisiera yo que verme tormento de pensar! Y despus de una pausa: Creo que vivimos equivocados. Por qu considerar la inteligencia oh vanidad humana! como un privilegio, como una gracia suprema? Cunto ms felices que nosotros los

Qu

ms

libre del

animales, libres del dolor del pensamiento! Todos los males del hom-

bre tienen su origen en el cerebro. Yo he pedido al mdico que me


el mo, como si fuera un tumor, pero no ha querido hacerme caso. Los mdicos son tan imbciles!

amputase

Crame
pensara,

usted,
si

yo sera no recordara

feliz si

no

que...

HISroniAS DE TOCOS

117

Y girando cada vez ms descompasadamente, ms frenticamente


la cabeza, sigui dicindome:

Que no
Me va en

se entere nadie,

que nasoy

die escuche lo que

voy

decirle!...

ello la vida! Caballero,

un miserable: he matado mi
mujer Y tapndose
I

como

si

cara con las manos se sintiera horrorizado de si


la

mismo:
S; soy

un miserable! No me-

rezco perdn de Dios ni de los hombres! Pero no se marche usted... Tenhistoria...

go que contarle la historia... Toda la No crea usted que soy


vulgar...

un asesino
sepa...

Cuando usted

Sus ojos se llenaron de lgrimas: Yo puedo decir como telo: mi clera es como la de Dios, que destruye los objetos que ms ama. Hizo una pausa, y despus, algo ms sereno, aunque siempre moviendo la cabeza vertiginosamente,
continu:

Pues ver usted: yo estaba muy enamorado de mi mujer. Cmo no

118

MIGUEL SAWA

amor ante aquel prodigio de la Naturaleza? Dios al darla vida dijo: Ah va mi obra maestra. No puedo describir con palabras su belleza porque no las hay que den idea de lo que era aquel portento de encantos y de gracias. Ya le digo usted: la obra maestra del Gran Ars&tir el
tfice.

La voz

del loco se hizo musical; al

hablar pareca que cantaba. Puedo asegurarle usted con-

no es una como no lo ha sido nadie en el mundo. El hombre que ha posedo la mujer amada

tinuque
mentira.

la felicidad

Yo he

sido feliz

no tiene derecho negar la


cidad.

feli-

torn bronca
lloraba.

Hizo otra pausa; ahora su voz se y al h&blar pareca que

Ver
gracia.

por la

usted cmo ocurri mi desPasebamos nuestro idilio hermosa Italia. Ya habamos

Roma, aples, Venecia, Miln... Y llegamos Florencia. Pues bien: una tarde fuimos al Museo Dei Office y al entrar en la
visitado

HISTORIAS DE I.CCOS

119

sala destinada Rubens... Oh, en

aquellos momentos si que puedo asegurarle usted que me volv loco!

Porque imagnese usted cul sera mi sorpresa y mi espanto y mi indignacin al ver que uno de aquellos lienzos representaba una mujer desnuda, y que aquella mujer era una copia exacta de la ma, lo que se dice una copia exacta.
S;

aquella era su cara su

misma
su mis-

cara!

y aquel era su cuerpo


Era

mo

cuerpc!...

ella toda ella!

Sus

ojos, su nariz,

su boca, su cuello, su
era ella, toda

seno, sus piernas...


entera!

Hubens haba visto mi mujer desnuda! Otros ojos, antes que los
mos, haban gozado de ia contem-

placin
sible?

de aquel cuerpo

que yo

crea sagrado. Pero era esto po-

Ya le he dicho
llos

usted que en aque-

momentos estaba completamente loco. Saqu el revlver y dispar primero sobre mi mujer y luego sobre el lienzo revelador de mi deshonra. Unos hombres me detuvieron

123

MIGUEL SWVX

y me llevaron no

dnde y luego
de preocuparse

me

trajeron aqu.
loa sollozos dej

Ahogado por
hablar; luego,

ya

sin

de m, monolog:

Pero Rubens naci hace mucho tiempo y no pudo conocer mi mujer! Cuntos aos hace que naci Rubens? Doscientos, trescientos aos! No! No pudo conocerla! Pero la adivin y he hecho bien en matarla. La adivin!

llorando

riendo un

mismo

tiempo:
S, he hecho bien en matarla!

UN SUICIDIO

las ropas del suicida se

encontr una carta; dirigida al juez de guardia,


que, copiada la letra,

deca

as:

Le escribo usted por respeto los precedentes. Todo hombre que


se

mata

tiene el deber de confesarse

la ley

de su distrito. Obedezco de la rutina. Sin embargo... Yo no le concedo usted potestad para juzgarme. El haberse aprendido de memoria el DigestOy no le da usted derecho tanto. A.h, seor juez, Cristo no

con

el juez

practicaba la justicia llevando un


bastn de borlas en la mano!

Mi
s
si

un caso especial. Yo no ser usted capaz de comprencaso es

124

MGUEL SAW4

derme. Ha ledo usted Nietzsehe? Quizs no, porque Nietzsehe es incompatible con el Cdigo. Pues el gran filsofo ha dicho que la vida solo puede tolerarse con la esperanza de la muerte. Es una horrible frase verdad? Pues bien; ese gran pesimista de Nietzsehe, que estando loco razonaba como cuerdo, ha puesto en mis manos, como en la de tantos otros, el revlver del suicida. S; tenia razn el maestro: la muerte es la nica esperanza! Por qu me mato? Yo mismo no puedo decirlo. Porque s; que es toda una afirmacin. Me hallo en una situacin tan especial de nimo Todo me aburre. Por qu, si el cielo es azul, m se me aparece negro? Ay, seor juez, si yo pudiera llorar! Ay, seor juez, si yo pudiera reir! Los mdicos dicen que padezco de ese mal extrao, llamado neurastenia, del que ha dicho Charcot que es una enfermedad que no mata, pero que no deja vivir. iNo! ao deja vivir! Y por eso... La
i

HISTORIAS DE LOCOS

125

vida es mala, quin sabe si la muerte...? Oh, la atraccin de lo desconocido,


la

fuerza del misterio!

Seor juez, ya que en este mundo me ha ido tan mal, vamos ver si en el otro... Quiere usted acompaarme en el viaje? Mi revlver es de seis tiros. Dos para usted y dos para mi. Sobran otros dos para quien
quiera aprovecharlos.
* * *

Hace muchos aos que


tillado

llevo

amar-

en la mano

el

revlver del

suicida. Si no le molesta,
tarle

voy con-

una

triste historia sentimental.

la

Yo he padecido como tantos otro?, enfermedad del amor. Decir


trai-

mujer, es decir engao y falsia y


cin; decir

amor, es decir tormento y pena y desesperacin y muerte. Si la hubiera usted conocido, seor juez!... Era un monstruo de belleza. Colocada sobre un pedestal, la multitud la hubiese admirado como la divina mujer de Milo. Tena los ojos verdes, quo se tornaban negros en el instante divino

126

KIGUEL SAY/A

del placer,
lino,

y las cejas de color azugraciosamente curvadas, y la boca, siempre sonriente, engarzada de perlas, y el pelo dorado como el trigo, y la tez blanca como la nieve y como la espuma. Era un monstruo de belleza. Cuerpo de estatua y rostro de mujer. Venus y Eva al mismo tiempo. Bendito el artfice que la engendr, y el vientre, divino molde de belleza, en que se cuaj su carne maravillosa! Nos queramos mucho, mucho... Venus! Apolo!

Un

beso!

Ciento!

Nos queramos mucho, mucho... Pero despus de unos cuantos meses de amor, mi adorada se cans de mis caricias. Y ya no me llamaba Apolo, sino Juan, y yo no la llamaba ya Venus, sino Venan cia. Y acab por abandonarme.
* * *

ne;

Aquel amor fu un amor de la carun amor de los veinte anoe,

HISTORIAS DE LOCOS

127

cuando
pide

el deseo,

siempre en
ms...

fiebre,

ms y siempre

Luego, pasado algn tiempo... Si la hubiera usted conocido, seor juez! Era como una de esas vrgenes creadas por los pintores del renacimiento. Un alma sin cuerpo, un algo inmaterial y divino! Colocada en un altar, la hubieran adorado como la Madre de Dios. Tenan sus ojos negros la hermosura del dolor; su boca, de labios plidos, que yo torn en rojos fuerza de besos! no sonrea nunca, no rea nunca; su tez era de un blanco azulado, el color dlos muertoe! su cabeza, ms bien que iluminada, luminosa, se inclinaba pensativa.

Y tambin me
cho...

quera mucho, mu-

Mi Mi

virgen!
cielo!

Un

beso!

Ciento!

Y
cir

tambin
lo

mujer ya

me abandon. Decir he dicho antes, es defalsa

engao y

traicin.

128

JilGDEL

SAWA
*

Yo o he hecho mal nadie; yo he sido bueno como todos y nadie lo ha sido conmigo. Yo crea en la amistad y en el amor, Y ya no puedo creer
i

en nada! Estoy solo en

el

mundo. Nadie

me

quiere ni yo quiero nadie.

Huyo

cuando alguien intenta acercarse m. La vista de ias mujeres me produce nuseas; la vista de los hombres me causa horror. No tengo ms distraccin que los libros, y los libros me dicen: Todo es mentira en la vida; no creas en nada; negar es ser fuerte; odiar es ser doblemente fuerte. Estoy aburrido, seor juez; no hay placer que para m sea placer; no hay dolor que para m sea dolor. No s reir... no s llorar... S; un buen tiro en la sien... No tengo otra solucin... Desliguemos el cuerpo del alma. Mal matrimonio
el

de la materia y el espritu! Dormir siempre... no sentir... no pensar... Muertos el corazn y el ce-

HISTORIAS DE LOCOS

129

rebro, nuestros dos grandes enemigos!


.. El cuerpo, sin movimiento; el alma, sin sensaciones..., qu feli-

cidad!

Seor juez, siga usted mi ejemplo. Ah queda mi revlver. Dos tiros, y descansar para siempre! Conque... Adis!... Qu bien voy dormir esta noche en mi lecho de
tierra!

Hi>T. i.ocor,

LA BUENA CRIANZA

lAN salido de
siete

Lugo

dieci-

dementes, conducidos la pena de reclusin perpetua en el manicomio de Valladolid. Ya en el tren, los reclusos, despus de examinarse recelosos, hablaron entre si. Yo dijo uno segn los mdicos, estoy mal de la cabeza. Y no es verdad. Si gasto el dinero en francachelas es porque es mi. Buenos sudores me ha costado ganarlo all en tierras de Amrica. Pero mi mujer se quej al juez de que la estaba arruinando. Y el juez mand llamar un mdico para que me reconociera. Y el mdico, quien habia comprado mi mujer, me declar loco. Y por eso me llevan al manicomio, por eso.

MIGUEL SAWA

Yo dijo otro, no estoy seguro de mi razn. Sorprend mi novia hablando ya muy de noche con un hombre y me fui ella; l huy cobardemente, abandonndola mi ira, y me hart de darla golpes con la navaja. Vinieron los guardias y me detuvieron. Yo lloraba y rea un mismo tiempo y daba gritos y quera matarme. Etonces me pusieron una camisa de fuerza. Y vino
un hombre y
sin siquiera

me

declar loco.

loco estoy

mirarme y as

he de estar hasta que


s por

me

muera.

Pues yo sigui un tercero, no


qu

me

llevaron al manico-

mio. Aseguro que en la vida no hice

nada malo. Pero la gente del pueblo me tom mana y dio en decir que estaba loco. Lo que pueden las malas lenguas! Todo por cuestin de envidia. Porque saben que soy hermano
del rey Felipe
II.

Por un motivo anlogo aadi


un cuarto, me llevan detenido m. Tambin por cuestiones de envidia. Porque sepan ustedes, seores, que yo soy el emperador de Francia,

IIISTOxIAS

DE LOCOS

135

ya

fallecido quien
I.

llamaban Napo-

len

Perdone

usted.

Napolen

soy

yo replic otro de los locos. Haya paz, seores, esos hombres que nos guardan
que, efectivamente,
la razn.

van creer hemos perdido

Ageno
las

estas disputas, uno de los

alienados, con la cabeza oculta entre

manos, canturreaba dulcemente:


Ah tienes mi corazn quieres matar, puedes; pero, como t ests dentro, si le matas, tambin mueres.
si le

Otro de los locos gritaba exaltado; Digan ustedes lo que quieran, si

ahora es da luego ser de noche! Napolen I soy yo! Bueno, no discutamos; entonces ser yo el sultn de Turqua.

el tren

seguia su marcha camino

de Valiadolid, conduciendo aquel triste convoy de enfermos.

LA MUERTE DE MARA ANTONIETA

JASE usted de todos esos idealistas que creen posible la igualdad, la fra-

ternidad humana! Mientras el

ley
ses.

mundo de castas y

exista,

existir

la

la diferencia

El poder real es el

de clapoder real,

la aristocracia es la aristocracia,
el

pueblo es el pueblo. jSi lo sabr yO; que soy el hombre ms grande que ha producido la Revolucin
francesa!

Voy contarle usted lo que me ha ocurrido en esta mi segunda aparicin en la vida.

Hay en

calle de Tudescos,

Madrid, en la llamada una casa triste,

lbrega, sin sol

que amenaza venirse abajo, rendida por la

sin aire,

140

MIGUEL SAWA

pesadumbre de los aos. Pues bien, en esa casa ha vivido, hasta hace poco, la propia Mara Antonieta, reina un tiempo de Francia. Yo la vi una tarde asomada al balcn, y qued deslumhrado ante
su belleza soberana. Luego, pens:
Pero
si

yo conozco esa mujer!


si la

Y segu

reflexionando: Vaya

conozco! Pero no acertaba adi-

vinar quien era. Hasta que mi cerebro se ilumin de pronto con la luz de una idea: Pues si es la Austraca!
S,

aquella mujer era la propia


el

imagen,

propio retrato de la po-

bre reina guillotinada.


tena la frente alta

Como

ella

serena, los

ojos azules, los cabellos

rubiosde

un rubio
la

plido, color de oro viejo,


la nariz aguilea...

boca altiva,

Estaba en presencia de Mara Antonieta rediviva. Y tuve tentaciones de sa ludarla con una reverencia de minu. Usted dir: Pero cmo poda ser aquella mujer, Mara Antonieta? La verdad, no s que responderle.
ilusin era completa.

La

HISTORIAS HE LOCOS

141

La vida

est llena de estos hechos

inexplicables.

Sin embargo, por qu no creer

que hay seres extraordinarios


quienes Dios concede
el privilegio

de gozar de dos ms existencias? Yo soy uno de esos seres extraordinarios. Fjese usted en m. No me reconoce usted? Esta fealdad grandiosa de mi rostro debe ser para us ted una revelacin. Dios slo ha hecho un hombre semejante midijera mejor un monstruo: Mirabeau. Y al no ser yo Mirabeau, claro es que tengo que ser por fuerza Danton. S, spalo usted; yo soy el famoso convencional del 89, el com paero de Marat y Robespierre, el hombre de las matanzas de Septiembre; yo soy aquel que dijo al verdugo al pie de la guillotina: Ensears mi cabeza al pueblo, qu bien vale la pena de que la vea! Yo soy Danton redivivo. Y querr usted crerlo? As como yo me doy cuenta de mi existencia, as como yo s quin soy, Mara Antonieta, en cam-

142

MIGUEL SAW
iia

bio,

olvidado por

completo su

historia, su pasado, ignora quien es,

y no hay modo de convencerla de que ha nacido en Viena y que es hija de Mara Teresa y viuda de Luis XVI. Yo le hice el amor con fines puramente altruistas; yo intentaba, al
casarme con ella, realizar la unin entre la monarqua y el pueblo. Y Mara Antonieta me ha rechazado, se ha burlado de m. Si no hay modo de hacer compatible lo que es fatalmente incompatible!

Yo me
discurso:

dirig

ella con

el siguiente

Seora: Vengo proponeros la alianza del poder real con la revolucin. El siglo XX no es el siglo XVIII. Ya no hay clases ni pri vilegios. Su igual humana es un hecho y Mara Antonieta bien puede ser la esposa de Danton. Ella se ech rer. Pero est usted loco!

Yo continu imperturbable: Qu felicidad haberla encontrado usted en esta triste casa de

HISTORIAS DE LOCOS

143

de Tudescos! Pero por qu ha abandonado usted su palacio de las Tulleras? Viene usted acaso de Versalles de Marly? Dnde est su corte amable de adoradores? Y el conde de Artois? Y el de Provenza? Y los caballeros Coigny, Terla calle

Lauzan y tantos otros? Dnde sus damas? Y la princesa de Lamballe? Y el buen rey? Permtame usted, seora, que la salude con una reverencia de minu. Permtame usted que bese con toda corsen, Vaudreil,
tesa su

manita

real.

No, no se asuste usted, no me mire usted con esos ojos de espanto. Yo ya no soy el Danton de aquellos tiempos terribles. Yo soy ya otro

hombre

distinto. Si quiere usted, es-

toy dispuesto gritar viva la Monarqua!, condicin de que usted


grite: viva la

Repblica!

Hagamos

un pacto: unamos la vieja Tirana con el pueblo emancipado. Mara Antonieta casada con Danton! Y por qu no? Ya le he dicho usted que estos son otros tiempos. Adems, el odio de la Revolucin nos ha igua-

144

MiaUEL SAWA

lado.

Piense

usted

que

nuestras

cabezas han podido besarse en la trgica cesta del verdugo Sansn! Yo abjuro, seora, en honor de usted, de todos mis ideales polticos. Danton se declara cortesano de Mara Antonieta. Cmo no ser vasallo de tal reina? Imagnese usted por un momento que soy el conde de Artois el de Provenza, que soy uno de tantos caballeros de su corte de amor. Permtame usted que me arrodille sus pies, como cumple un

buen cortesano. Oh, reina y seora, yo la adoro con toda mi alma! Ella me miraba asustada, sin saber que responderme. Me da usted miedo! Yo no soy Mara Antonieta!

Ah!, te obstinas en negar?


T eres Mara Antonieta! T eres
la Austriacaf

la cog furioso

por un brazo.

Danton estaba con la calentura! Sulteme usted! Declara que eres la Austraca! Perdn! Soy inocente!

iNo!

HISTORIAS DE L0C03

145

Socorro!
Le ech
ser ma!
las

Socorre!

manos al cuello. Muere, pues, ya que no quieres

Por eso

le

deca usted que no es

posible la alianza entre el poder real

el pueblo.

10

l!IST,

LOCOS

LA MSCARA DEL DOMIN NEGRO

seguramente, por ei que pareca envolverla, la mscara ms interesante que haba aquella noche en el Real. Da pie enmedio del saln, apoybase indolente en uno de esos bastones de la poca del Directorio, ligeros
lA,

aire de misterio

frgiles

como

juguetes, capricho-

samente adornado de cintas y flores. Iba sencillamente vestida con un domin de seda negro, amplio y largo, tachonado de lentejuelas doradas. A travs del antifaz, que le cubra por completo la cara, brillaban sus ojos negros como la noche. Sobre el pecho caale desmayado un

ramo de

violetas marchitas.
ella,

Me

acerqu

y despus de

150

MIGUEL SAWA

unas frases banales, la invit que disemos una vuelta por el saln. Cogise de mi brazo sin decir palabra. Su andar era lento y solemne. Si las estatuas tuvieran el don del movimiento as deban caminar. Fu en vano que la interrogase, hacindola esas preguntas indiscretas propias del lugary de la ocasin. Cmo se llama? Esperaba alguien? Haba ido al baile sola acompaada? A juzgar por la gentileza de su cuerpo deba de ser muy bonita. Pero mi desconocida, indiferente mis palabras, callaba obstinada, sin contestarme ms que con impertinentes monoslabos: S... No...* De pronto, estrechndome el brazo instintivamente y juntando su cuerpo al mo, me dijo con voz queda, dulce como un suspiro de amor:

Tengo
Cog sus

fro, mucho fro! manos y sus manos

esta-

ban heladas. Y en

el saln

haba un

calor de cuarenta grados sobre cero!

Pens que se habra puesto repentinamente enferma, y cada vez ms interesado por aquella extraa mu-

HISTORIAS DE LOCOS

151

jer, la invit que pasramos un gabinete del restaurant, donde ha-

ramos encender un buen fuego y beberamos juntos, si tanta era su bondad, unas copas de champagne.

La mscara del domin me estrech la mano en seal de agradecimiento.

Oh! dijo. Es un

fro

de muerte

al hablar sus dientes castaeteaban y su cuerpo se extremeca con temblor nervioso. Un fro de
muerte!

Una vez

instalados en el gabinete
la

y encendida

chimenea, mi desco-

nocida se sent ante el fuego, contemplando, pensativa y muda, el


fantstico vaivn de las llamas.
vit

acerqu ella galante y la inque se quitara la mscara y bebiese conmigo una copa de champagne. Movi la cabeza en seal de nega cin, y luego, despus de una pausa, me dijo con voz grave y solemne, clavando en m sus ojos que brillaban
febriles:

Me

No

quiera usted saber quien

11^

:?rx5.

SAWA
Maldito afn del

?*?y

:*?

-eiiguarlo todo!
'

La

:>

desilosito...

;i:

::::

ririse u:f ie

que quiera... .le soy ioven y

m placiente...
-^y otra T'erdad
^

tira.
:

Qaed o: OQaTQZ trisie:

losa,

y lu^o,

^Ha:^
T;

"^^

\1

aae...

le soy
,
.

en acompaaruna ms-

eara muy poco divertida Einpiaiido: s imposible que podamoa enteademos. Hace ya macho tiempo miielto ti^npo!, que las

..

paaonea

d^ mondo

no hacen

latir

rai coraaftn. Cuerpo muerto, alma muerta, eatoy ineapaeitada lo mis-

mo pan el amio' que para el odio.


Tz
7

r::: ^r litado por el cham^ ^r iescnbiir el mi3r1e ~ : r


i aquella majer
;^i irritado

y nerrioso.

e=2.
::

::
11
:

ya de engaos! Qaicaie ara que ns ojos te Tean!

iel

CamaTal

fiesta

de la

Trid! 'TeosTO necead a i de 5':er

quien eres, tengo necesidad de saber lo que piensas, tengo necesidad de


saber lo que sientes
I

Mi desconocida
fija

seg^ia silencioca,
el

toda su atencin en
s

llamear

de

los troncos.

que pensar de ti segu increpndola. Eres un enigma, eres el Eaigma. Por qu goza? as en el engao y en el misterio: ;3^abla. mujer, habla y jusnfcatel La mscara movi los labios como si rezara, y luego, con toz solemne:

Yo no

Cmplase tu Toluntad, Dios


mo!

Y ponindose en pie se arranc con ademn violento el antifaz y me mil decidida la cara. ;Aqui me tienes' La mir espantado. Aquella mujer pareca una muerta, era una muerta. Plida, de xma palidez mate,. los ojos apagados, sin brillo, las labios blanquecinos, las mejillas nacidas y exanges, el pelo lacio, cayndole desmayado sobre la frente, la mscara del domin se me imagin como

164

MIGUEL SAWA

un cadver que
de su tumba.

se hubiese escapado

Aqu me tienes sigui hablndome con su voz tenue y dolorida.


Te parezco hermosa? Ay, un tiempo lo fui! Pero ya no puedo inspirar sino horror compasin. Y despus de un silencio: Voy contarte mi historia, toda m historia... Va hablar por mi boca la voz de la verdad. Dios me lo manda. Que l me perdone. Pero permtame que contine calentndome en el fuego. Estoy helada... T no puedes imaginarte lo que es el horror de este fro... Ya te lo he dicho antes: es un fro de muerte, que me penetra hasta los huesos, que paraliza mis movimientos, que me congela la sangre en las venas... Y no hay fuego que pueda darme
calor!

Oye continu mi
toria.

trgica hissolo

Ser breve.
el trabajo

A.y,

Dios

sabe

que

me

cuesta ha-

blar! Hace ya muchos aos que vine una noche un baile de mscaras del Real. Iba acompaada del Amor.

HISTOEIAS DE LCCOS

155

Y mi marido, quien creamos ausente de Madrid, nos sorprendi aleve, cuando nos entregbamos, confiados, las ternuras del amor.
El

drama

ocurri en un cuarto igual

ste, quizs en este

mismo

cuarto.

Mi marido

vernos abrazados, se ech reir con una risa de dolor y espanto como yo no he oido nunca. LuegO; sobre seguro, quema ropa, dispar primero sobre m amante y despus sobre m los seis tiros de su revolver. Aun mismo tiempo lanzamos nuestro ltimo suspiro de amor y nuestro ltimo suspiro de vida! Y desabotonndose rpidamente el domin me mostr su pecho desnudo, desgarrado por dos anchas heridas, frescas an, por las que manaba impetuosa la sangre. Estas son las dos heridas que me causaron la muerte, y que todos los aos, tal noche como esta vuelven
al
abrirse...

Yo

la oa aterrado, sin

atreverme

interrumpirla. La muerte?

S"; la muerte.

Como

castigo

mi

156

MIGCJEL

SAWA

delito Dios

me manda

que venga

todos los aos este baile del Real.

Por eso me tienes aqu. Comprendes ahora por qu te deca que las pasiones del mundo no pueden hacer

mi corazn? Dieron las cuatro. Al sonar la ltima campanada la mujer del domin se puso en pie. Adis. Es mi hora. Antes de que amanezca tengo que estar all.,. Toma, como recuerdo de esta noche, este ramo de violetas, muertas
latir

como

yo.

Abri la puerta y desapareci. Yo


la dej
ir,

sin intentar detenerla.

ya de maana^ cuando entr el camarero en el cuarto, me encontr dormido sobre una silla, apretando convulsivamente entre las manos un ramillete de violetas marchitas. En el suelo haba unas cuantas manchas de sangre, fresca an. Sobre la mesa veanse vacas dos botellas de champagne.

UN AMOR VERDADERO

jocos hombrea podrn ase-

gurar y
rea

al decir estas

palabras don Juan son-

que melanclico han sido amados, como lo he sido yo, con amor de verdad.

Las mujeres oh, las conozco que es posible conocerlael entienden el amor de un modo
bien, todo lo

tan extrao... Con rendirse nuestros requerimientos

y hacernos
es algo

en-

trega de una porcin de su cuerpo

ya
que

creen...
eso.

el

amor

ms

De

xtasis divino lo calific

el poeta.

Yo he pasado mi vida de mujer en


mujer, como la mariposa de flor en or. El nmero de mis conquistas,
si

se

sumaran, arrojara un

160

MIGUEL SW-V

buen total. Oh, puedo quejarme!

verdad que no cambio de unas cuantas palabras de exaltacin amorosa las pobres me han dado todo lo que me podan dar. En mi fiesta, como en la de Tenola

rio,

figuran mujeres de todas clases

categoras, desde la princesa al-

tiva, etc.,

y de todas los rdenes de la belleza; rubias, morenas, tri-

gueas...

Declaro que soy eclctico en cuestiones de esttica, que me gustan todas, todas en general. Aquella mujer que me am con amor de verdad, no era, desgraciadamente, una hermosura. Pero tena los ojos ms prodigiosamente bellos que he visto en mi vida. Eran como el sol, que deslumhraban, que cegaban con su luz, y tenan tal poder magntico de fascinacin que rendan las

ms

fuertes

voluntades.

Cmo

sufrir la

mirada'^dominadora

de aquellos ojos ardientes sin sentirse tocado de amor? Dir ustedes, para completar este esbozo de retrato, que Irene

HISTORIAS DE LOCOS

161

que as se llamaba la protagonista de mi historia era morena, muy morena, la boca grande, de labios plidos, de pelo negro y abundante, el cuerpo chiquito, pero admirable de forma... Considerada en conjunto, sin estudiar el detalle, poda calificrsela entre esa clase de mujeres que sin ser bonitas son ms que bonitas. Oh, aquellos ojos, aquellos ojos negroa de Irene! Y sin embargo, yo apenas si me fijaba en ella. Pero qu idiotas somos veces los galanteadores de
oficie!

Por aquel entonces estaba yo dedicado la conquista de una hermassima rubia, mujer de tal magnificencia carnal, de tal exhuberancia de sexo, que haca recordar las Tres Gracias de Kubens, las Tres

Gracias juntas. Y aquella mujer era la hermana de Irene. Alguna vez senta fijos en mi, melanclicos y ardientes la vez, loa ojos terribles de la muchacha. Demonio de chiquilla! pensaba
11
-

HIST.

LOCOS

162

MIGUEL SAWA

yo por
manera?
tambin
triste

qu

me

mirar de esa

Alguna vez
la

Irene

me

diriga

palabra

tenue, que

con su voz semejaba un

suspiro.

Qu hermosa es Matilde! verdad? (Matilde era su hermana). Comprendo que est usted enamorado de ella. Qu mujeres le gustan usted ms, las rubias las morenas?

]Vaya una pregunta! dir usted. Le ruego que me perdone mi curiosidad. Tengo el defecto de ser algo
indiscreta.

Y
jor
ojos:

mirndome fijamente para meabrasarme con


el

fuego de sus

Las rubias las morenas? Yo la contestaba galante:

En secreto: las morenas.


Coloreada de rubor, Irene

me

mi-

raba agradecida.

Yo

quisiera ser

na, tan hermosa

como mi hermacomo mi hermana.

Pero la Naturaleza no ha querido favorecerme como ella. Sin embargo, yo no creo ser del todo fea.

BISTORIAS DE LOCOS

168

Alguna vez me miro por curiosidad al espejo yo soy muy poco coquetay no suelo encontrarme del todo mal. Se ha fijado usted en mis
ojos? y al decir esto, Irene me asaeteaba con sus miradas terribles. Alguien que me hace el amor, y al que no hago caso, dice de ellos *que son negros y profundos como abismos. Tampoco creo que mi cuerpo est por completo falto de atractivos. Mire usted que pie tan chiquitn tengo y se alzaba atrevidamente la falda para ensearme la monera de
sus piececillos, tan exageradamente

pequeos, que poda abarcarse los dos con un solo beso. Vea usted mis manos, de las que dice ese muchacho que me hace el amor que son dignas de una reina. Pero yo estaba loco y no haca caso de las adorables coqueteras de la pobre Irene. iDeciddamente los galanteadores de oficio somos unos perfectos
idiotas!

64

MiaUEL SAWA

La

que por

conquista de Matilde la rubia la esplendidez de sus formas

haca recordar las tres Gracias de Rubens, las tres Gracias juntas era cosa hecha. Una ms que aumentar mi lista amorosa! A fuerza de ruegos haba conseguido de ella que me concediera una cita en sus habitaciones pasadas las doce de la noche. As como Irene era toda espritu, Matilde era toda carne. Y yo la haba hecho perder el poco juicio que tena con mis mentidas palabras de amor! Lleg al fin todo llega en este

mundo, todo lo que ha de ser es el da y la hora de la cita. Un poco emocionado yo he sido siempre
algo sensible me dirig las habi-

taciones de

mi enamorada. Al n cay! Phis! phis! ^Era de esperar. La fruta estaba madura. He tenido la suerte de llegar tiem-

po...

Y la muchacha como

bonita es

bonita...

As monologaba yo, frivola

ale-

HISTORIAS DE LOCOS

165

gremente, al llegar la alcoba de Matilde. Iba hacer la seal coQvenida tre8 golpes discretos en la puerta cuando del fondo obscuro del pasillo surgi una sombra de mujer que avanz hasta mi resuelta y me detuvo por un brazo. Silencio! Soy yo, que he venido

siguindole.

Irene?

S^ Irene... Iba usted al cuarto de mi hermana, verdad? No puede


usted

negarlo. A sorprenderla?

Citado por ellaV Igual d!

De

todos

modos he llegado tiempo de que cometa usted una infamia. Hablaba indignada, apretndome
brazo con fuerza nerviosa. Nunca lo hubiera credo en usted. Dios mo, qu tristeza de vida! Todos iguales! Qu hombres! Y yo que le juzgaba usted distinto los demb! .. Qu decepcic! Digo que me d usted horroi! Y de pronto, variando de tono, con voz enrgica: Voy decirle la verdad... El hecho es que estoy algo enamorada
el

166

MIGUEL SAWA

de usted... He venido siguindole impulsada por los celos. Mi hermana! Qu me importa mi hermana? La odio porque es la causante de mi desgracia. Sin ella acaso usted.,. Ot! verdad que no le parezco usted tan fea? Un poco desconcertado yo no pierdo nunca del todo la serenidad
solo se

me

ocurri decirla:

Silencio, pueden ornos!

Y qu me importa que nos oigan?


grit Irene. Estoy decidida todo. Y despus de una pausa: Ya sabe usted que hace das estoy enferma. Tqueme usted las manos. Estn ardiendo, verdad? Es el fuego de la fiebre. Esta noche,

como todas

las noches, estaba des-

velada, sin poder dormirme, pensan-

do en usted... De pronto, o una voz que vena no s de dnde y que me deca: Tu amado acaba de llegar. Salt de la cama y me encamin instintivamente aqu. La voz misteriosa no me haba engaado. Tanta prisa tena por llegar que he venido medio desnuda. Gracias que con la

HISTORIAS DE LOCOS

167

obscuridad no puede usted verme... Y tengo fro, mucho fro!

Hizo otra pausa, y despus aadi con voz dolorida: No quiero detenerle... Con qu derecho? Entre usted... Mi hermana le espera. Perdneme si le he molestado... Adis! Que sea usted feliz! Adis para siempre
.

Conmovido ante tanta generosidad, la ech los brazos al cuello


un

mi boca

la suya...

Yo no

s el

tiempo que dur nuestro xtasis. De pronto sent que el cuerpo de Irene se desplomaba, rendido y sin fuerzas... Cre que se habra desmayado y la conduje en mis brazos su habitacin. Y cumplido este piadoso deber de caridad, me dirig, fiel mi palabra, al cuarto de Matilde, que ya deba de estar esperndome
impaciente.

Irene no volvi la vida despus de su desmayo. Mis besos la haban matado! Muri de amor la desdichada Elvira, que dijo el poeta.

168

MIGUEL SAWA

'

Por eso les deca ustedes y don Juan volvi sonrer melanclico que yo haba tenido la desgracia de ser amado con amor de verdad. Y despus de una pausa: Ah, la pobre Irene! ;Nunca me
consolar de su muerte!

MANUELA

t^

;IEZ

minutos no ms tardara Manuela en recorrer la distancia que media

entre la Montaa del Principe Po y la calle de la Cava. Alguna patrulla de mamelucos, al ver aquella mujer manchada de

sangre, las ropas destrozadas, el cabello suelto sobre la espalda,

como

una bandera negra, los ojos de espanto, que corra y corra furiosa,
dispararon sobre ella sus fusiles. Manuela, sin volver la cabeza, segua su carrera loca, y contestaba las descargas con furiosas imprecaciones.

Cochinos!
chutes!

Cobardes!

Fran-

Al llegar la calle de la Cava se

172

MiaUEL SAWA

detuvo un momento, agotadas ya todas sus energas fsicas. Ay, me muero! Senta un ardor en la cabeza. El ardor de la fiebre! Y le pareca que el corazn, en su palpitar furioso, iba salrsele del pecho. Pero pron-

to se repuso.

Puales! Es que

me voy

des-

mayar como una damisela?

Y nuevamente ech correr agitando al aire su cabellera, negra como pendn de muerte.
Madre! Madre!

Una
dil,

vieja, toda arrugas

canas,

apareci, alumbrndose con un can-

en la puerta de la tienda de vinos sealada con el nmero 52. Hija! Manuela!

-Aqu

estoy.

-Sola? -Sola. Y tu padre? Y tu marido? All quedan.

-Dnde? En la Montaa

del Prncipe Po.

En
~S.

la

Montaa?

HISTORIAS DE LOCOS

173

qu harn con Matarlos.


Jess! Dios mo!

ellos?

vieja prorrumpi en sollozos. Matarlos? Dices que matarlos? Y por qu?

La

Por patriotas. La vieja se encogi de hombros.


Por
patriotas!

El candil tembl en sus manos haciendo oscilar la luz.

Por patriotas! Y qu es eso? Qu delito es ese? No poda hablar, atragantada por


los sollozos.

Si ya se

lo'^

deca yo! Qu

ms

da Juan que Pedro? Mande el que mande, espaol francs, los pobres nos ir siempre mal. Pero no han querido oirme y se han buscado
su perdicin.

Como
y

respuesta las palabras de

su madre, Manuela grit indignada


furiosa:
!

Viva Fernando Viva Espaa! Muera Napolen! Qu vas comprometernos! gimi la vieja.

174

MIGUEL S^WA

Dos guardias polacos atravesaron en aquel momento la calle al correr frentico de sus caballos. La manla se ech reir al verlos. Llegan tiempo! Y adelantndose hasta los ginetes,
riesgo de ser atropellada: Eh, amigos, un jarro de vino! Yo convido! Viva Napolen! Los soldados pararon en firme sus caballos, y despus de examinar temerosos la mujer deliberaron en

voz baja. Vino! Nos ofrecen vino para


la sed!

Bajamos?

Por mi!...

n jarro nunca es de despreciar. Eso digo yo.


Son
mujeres.

No hay

que

fiarse, sin

embargo.

Si; en este maldito pas, las mujeres son de temer tanto como los hombres. Beberemos un jarro y nos
iremos.

Bueno; pero nada ms que un


jarro.

HISTORIAS DE LOCOS

175

Descendieron de loa caballos, y alumbrados por Manuela entraron en la taberna. Madre, usted qudese en la calle para cuidar de las caballeras. La maja de pie, vea beber los
soldados.

.Vaya un

vinillo, eh? seores!

De lo mejor que produce la tierra!

Voy

servirles otros jarros. Esto se

bebe como agua. Dirn ustedes: pero, por qu nos convida esta mujer? Voy contestarles. Porque siento una gran simpata por los franceses. Mi abuelo era de Pars de Francia. Murat, quien he visto varias veces, es un gran mozo. Bueiia jornada la de hoy, eh? amigos. Vaya una ensalada do tiros! Beban ustedes sin miedo. Este vino no hace dao, jlgual no lo cata ni Napolen! Conque ustedes son franceses? Ounto me alegro! Ya les he dicho que mi abuelo... Y los mamelucos son tambin
A.qu

de

otro jarro de vino?

Quieren ustedes Con franqueza. todo est pagado! Viva NaPars?

polen!

176

MIGUEL SAWA

Los soldados asentan con gestos de aprobacin las palabras de la


maja, algo desconcertados ante la charla de aquella mujer, la que apenas entendan. Ab! Ustedes no comprenderf Yo crea... jComo el espaol es tan f-

cil!...

Yo tampoco

entiendo una pa-

labra de franchute. Y eso que ya les he dicho que mi abuelo...

Y sonrindose,
el sentido

para mejor ocultar de sus palabras, los in-

sult.

Cochinos! Hijos de...! Canallas! Ladrones! Los soldados se sentan satisfechos. Despus de la penosa jornada del da no les vena mal aquel descanso. Y el vino, como bueno, era
bueno.

la mujer, la mujer...

mon

DieUj epatante!

Manuela, impvida, segua increpndolos:

emborrachaos, hijos de malas madres! Bebed, asesinos! Bebed, herejes!

Bebed,

Al sexto vaso de vino, los soldados estaban ya borrachos. Manuela, de

HISTOniAS DE LOCOS

177

pie fronte ellos, los observaba nerviosa.

Otro

brinda.]
!

cuartillo, seores!

;Vamos

Por la cochina Francia

Por el cochino Napolei.!

Uno de

los

guardias se permiti

tocarla la cara.

La maja

se sonri.

Gracias, gabacho. apretando los dientes, en voz

baja:

...Consentido!
garn!

Ya

me

las pa-

Otra vez los soldados deliberaron en voz baja. Me gusta esta mujer,

-Y mi.
Para los dos. Para m. Somos compaeros.
Si; pero t eres casado.

Y eso qu importa? Yo primero.


Bueno.
prisa, que es tarde. S, de prisa. Manuela segua observndolos. Ya son mo^! Uno de los soldados, el que pare12
-

Pero de

HIST.

LOCOS

178

MIGUEL SAWA

ca

ms

joven, se puso de pronto en

pie, apuntndola con una de sus


pistolas.

Mademoiselle! La maja se ech reir, con risa que daba espanto oira.

Qu

quieres, gabacho? Mademoiselle!

Qu

quieres?

refugiarse en un rincn de la tienda. El soldado, tambalendose, avanz hasta


ella.

Y corri

Cuidado! grit Manuela.

Y
bre

arrojndose
l le

de repente arranc la pistola de


lo

so-

la

mano.
Cobarde! Ya vers t de
es capaz una madrilea!

que

Apunt y dispar. El soldado cay


al suelo blasfemando.

Por mi marido! Luego volvi el arma contra

el

otro soldado que al ver caer su

compaero

se haba puesto en pie blandiendo su sable. Son una nueva detonacin.

Por mi padre!

HISTORIAS DE LOCOS

179

La

vieja entr despavorida en la

tienda.

Hija! Qu has hecho?

Vengarme!
Y
silencio:

Vengarte!

despus de unos momentos de


libertad
estos

Demos
llos...

caba-

Arrojemos estos cadveres


vieja elev las

la cueva.

La

manos

lo alto,

sollozando:

Pero por qu han de ocurrir


estas cosas entre los hombres?

ARTES FEMENINAS

E trataba de contar una


historia
te.

muy

interesan-

y^^^^^

do,

El caf, recin servihumeaba en las tazas

y las risueas fisonomas de los convidados indicaban que se haba comido y bebido bien. Vamcs ver pregunt un seor grave que se sentaba al lado de la Qu clase de duea de la casa: historias prefieren ustedes? Tr-

gic.is?

Cmicas? De

amor?

De

dinero?

Sooaron coro varias voces femeninas:

jDe amor! De amor! El seor grave hizo un gesto de


disgusto.

El

amor

es

un peligro

la

hora de

la digestin.

84

MiaUEL SAWA

Etonces mi vecino de la derecha exclam con tono jactancioso, acaricindose su bigote lo Rostand: Una hisforia de amor? Pues
bien:

yo voy referiros una

in-

teresantsima.

Todos nos dispusimos escucharmientras i tomaba un sorbo de caf y encenda un habano: Ante todo principi, debo declarar ustedes que ia protagonista de mi historia es mujer bastante cole,

nocida y que, por tanto, creo oportuno reservar su nombro. S; ya sabemos que es usted hombre discreto, seor Fernandez interrumpi ia seora de la casa. Los comienzos de esta aventura continu el narrador, fueron verdaderamente extraos. Hace pocos meses, recib una carta concebida poco ms menos, en estos trminos: Caballero: una pobre mujer en-

ferma y triste muy enferma y


tristfc!--desea hablarle usted

muy
unos

momentos y

le ruega venga esta noche las doce visitarla. El ru-

HISTORIAS DE LOCOS

185

go de una mujer es siempre un mandato para todo caballero. No lo


olvide usted.

Y ms
calle

abajo el nombre de una

nmero de una casa. Y nada ms. Ni una firma, ni siquiera

el

una

inicial, ni

un

solo indicio por el

cual pudiera voDir en conocimiento

de quien era la extraa autora de aquella extraa carta. Como com-

prendern ustedes,
pareci interesante
solo

la

aventura me y no dud un

momento en acudir la cita. doce en punto ya estaba llamando la puerta de mi desco-

las

nocida.
Sali abrirme

una doncella.

La seora? pregunt. Pase usted adelante. No hablamos una palabra ms:


misterio
Bolo

el

continuaba.

Me

dejaron

en una habitacin amueblada elegantemente, y pocos momentos despus volvi la doncella. La seora espera usted dijo hacindome una sea para que la
siguiese.

Eatramos en una

alcoba

mal

186

MIGUEL SAWA

bastro,

alumbrada por una lmpara de cuya escasa luz pude

ala-

ver,

tendida en amplio lecho, la protagonista de esta historia.

La
ora,
la

doncella nos dej solos obedese-

ciendo una indicacin de su

y yo tom asiento junto cama, en una silla que hablan colocado all en espera de mi visita,
sin duda.

Aqui

el

narrador se interrumpi

algunos momentos para tomar un sorbo de caf. Despus, continu: Yo estaba algo desconcertado y no sabia qu decir. Mientras tanto, mi bella desconocida, porque se me haba olvidado decir ustedes que as, de primera impresin, aquella mujer me pareca hermossima, me

miraba fijamente.

iOh,
usted!

ya saba yo que vendra


ofreci su

Y me
mas.

mano, que yo

me

apresur estrechar

entre las

Entonces, media voz, con palabras que eran

ms bien

suspiros,

me


HISTORIAS DE LOCOS
187

toda su historia, una historia vulgar y sin inters, de amor no correspondido, de engaos y de trairefiri

ciones...

Ob, Dios mo! exclam por n^ como resumen. Qu desgraciada


soy!...

se ech llorar.

Yo procur
segu.

consolarla
dijo

lo

con

Pero, en fin me te. No me conoces?

impacien-

La mir
si la

fijamente la cara. Vaya

conoca! Gomo que aquella

mu-

jer

haba sido uno de los grandes amores de mi vida! Torpe de mi! Pero si t eres

Encarnacin!

La respuesta
jada.
tiguos.

fu una carcaEramos amigos, amigos anests

Sabes que

muy

bonita?

la dije estrechando sus

manos apa-

sionadamente. Te parezco bien? paando sus palabras

acomde una
del

sonrisa:

Tampoco t

ests

todo mai!

188

MIGUEL SAWA

Luego hablamos de la poca ya tan lejana! de nuestros pasados amores, de lo felices que habamos sido en aquel tiempo... Dios mo -dijo. Qu insensatos hemos sido matando nuestra felicidad!

No... Todava podemos ser

fe-

lices. le contest estrechando sus

manos con pasin. No ya no es


..

posible!...

Y mi

marido?

Bah!
que
te

Tu marido!

Un hombre
aos de

abandona

los dos

matrimonio...

Poco poco

me

mando

ella.

haba ido aproxiLa batalla estaba

ganada! De pronto sent abrir la puerta de la alcoba. No tuve tiempo ni aun para apartarme de su lado y adoptar una postura conveniente.

Encarnacin, al ver la cara del importuno visitante, lanz un grito

de espanto: Mi maride!
Despus...

..

Bah!

ya

se

lo

bu-

HISTORIAS DE LOCOS

189

pondrn ustedes. Una escena gica que tuvo por remate


herido.

tr-

un

desafo, del cual sal ligeramente

Terminado

el lance,

mi

contrin-

cante me envi por medio de sus padrinos una carta, en la que le lo siguiente: Esta noche las doce

mi alcoba, la visita de mi antiguo amigo Fernndez. Si quieres acompaarnos...


recibir en

Aquella carta llevaba la firma de Encarestupefacto.

Me qued

nacin.

De modo? interrog
de la casa.

la

duea

Que aquella mujer contest con


tono de despecho el seor Fernndez,

quera

reconciliarse con su
el

plan diablico de citarnos los dos una misma hora para que nos encontrramos en su alcoba y surgiera el consiguiente
conflicto.

marido y urdi

La moraleja de esta historia voy decirla yo, exclam el seor grave.

190

MIGUEL SAWA

despus de unos momentos de


libre de las

silencio:

Que Dios nos


jeres!

muto-

Amen! respondieron una dos ios comensales.

EL SINO

Lugar de la accin. Un jardn de


vegetacin exiiuberante y ex-

TRAA. UnA FUENTE QUE CANTA EL RUMOR DEL AGUA. NOCHE MUY
OBSCURA.
Personajes:

Clara y La Sibila
CLARA

Vengo muerta.
Oh, gracias Dios que he llegado!

Qu largo
nable!

el

camiao, qu intermi-

Yo

corra, corra, jadeante, sofo-

cada, sin alientos, sin fuerzas

la

carretera se prolongaba, se alargaba

cada vez ms. Sombras misteriosas


as
-

me

perse-

IIIST

LOCOS

194

M!GU?L SAWA

guian, todos ios fantasmas del mi


do! S; la casa de la Sibila

esta casa de misterio.

debe de ser Tengo miedo,

quisiera huir.,.

LA SIBILA

Alguien ha entrado en
CLARA
Oh, en la fuente

el jardn.

hay una sombra,

una mujer...
La Sibila!

LA
Nia;,

SIBILA, levantndose

qu buscas aqu?

CLARA

Perdneme usted!
tarla=..

s'^ena

consul-

Djeme usted que me vaya, tengo miedo, mucho miedo...


LA SIBILA

Vamos, levntate y tranquilzate: ven aqu, conmigo, yo no hago mal


nadie.

Qu quieres saber?
CLARA
S!

tu porvenir?

vengo usted ansiosa de ave

HISTORIAS DE LOCOS

195

riguar... quiero

conocer

el misterio

de mi vida.
LA SIBILA

Todo lo sabrs, pero tranquilzate; vamos la fuente. Ests temblando,


pobre cordera.
CLARA, llorando
Oh^ Dios mi!

LA SIBILA

Llora
ests

si

eso te hace bien; sintate^

muy

nerviosa; llora,

eso

te

calmar.

CLARA

Perdneme usted!
LA SIBILA

Dios te bendiga, hija de Eva;

her-

mosa te han hecho

tus padres!
los

mucho

dao vas hacer

hombres.

CLARA

Le parezco usted hermosa?


LA SIBILA

Nada temas de

mi.

Yo soy una

196

MIGUEL SAWA

bruja que bien pudiera ser una san


ta; tranquilzate.

Me acerco t, con las manos lie as de verdades; pero has de oir mis palabras como si fueran sentencias.
CLARA
S!

lo

creo en el misterio, creo en todo sobrenatural y extraordinario.

LA SIBILA

La

fe te salve.

Dame

tu

mano;

la

izquierda; hermosa joya de carne!

Tan blancas y tan suaves como las tuyas fueron un tiempo las mas; un tiempo, y ahora mralas... manos piopiamente de bruja, de uas largas y encorvadas como las de nuestro padre Satans. Malhaya la joven que llega vieja! T no sabes quin soy yo?
CLARA

No s... me han dicho que es usted una mujer extraordinaria, conocedora de la ciencia de la vida, para
quien el porvenir no tiene secretos.

Y yo

necesito saber...

me

siento con

HISrOHIAS DE LOCOS

197

fuerzas para todo, pero dudo veces,

pero tengo miedo de m misma. LA SIBILA


Si, no te han engaado; yo soy una mujer extraordinaria, conocedora de la ciencia de las ciencias, yo soy

el

orculo de la verdad.

Mira, yo he conocido la vida viviendo;


riencia;

mi gran saber es la expehe sufrido mucho porque he

amado mucho.
Luego, el tiempo

me ha hecho vieja

y enamorada del

misterio, he apren-

dido el arte fabuloso de la alquimia

en

los

romances del marqr.s de

Villena y he estudiado con los augures el canto de los pjaros y con

quiromnticos la adivinacin del el examen de las planicies, montes, surcos y lneas de


los

porvenir por

las

manos; yo s leer en los setenta y ocho cartones jeroglficos del libro de los egipcios llamado Taro; yo poseo el secreto del elixir de larga
llamado judo errante; yo s el mepara enamorar los hombres;

vida, descubierto por Ahasverusy el


dio

193

MIGUEL SAWA
el

yo conozco
dolor de

blsamo que cura


el

el

amar y apaga
lo

fuego de

la concupiscencia...

Yo soy
yo

que

el

vulgo llama una


s nada.

hechicera, una maga, una bruja...


lo s todo...

y no

CLARA
Oh, pues hable usted!

LA SIBILA

Mano de reina! Brazo de diosa sers lo que quieras ser; t llegars donde quieras llegar.
CLARA
Gracias por sus palabras de espe-

ranza; pero qu le dicen usted las

rayas de mi mano?
LA SIBILA

Ms me dicen los ojos de tu cara. La mujer vence por su belleza: ese es el gran talismn y tu vencers siempre que
quieras, hasta

que

venza t y mate tu juventud, como ha matado


el

tiempo

te

la ma.

HISTOFIAS DB

OCOS

199

CL^KA
Qu gozo! Vencer!
L\ SIBILA

Pero ay de ti! si te enamoras. Para triunfar en la vida, estorba un


poco de corazn: hazte querer de uno... de muchos; pero t... quirete ti misma.
CLARA
Triste destino el

mi entonces. Yo

no quiero vivir para m sola: mi alma se desborda de amor; yo quiero amar

ser

amada.
LA SIBILA

S, triste

Me das lstima, pobre cordera! destino el tuyo; vas ir por la vida, con el corazn en la mano, ofrecindoselo los hombres; todos tomarn de l un poco, un cachito y al cabo te encontrars

con que has repartido tu corazn pedazos, entre unos y otros, sin haber encontrado el hombre de tus
deseos.

200

MIGTTtL

SAWA

CLARA
No!

Yo entregar

entero mi cora-

zn slo aquel quien ame.


LA SIBILA

Dios te depare pronto ese homPorque en amor no hay mujer que no se equivoque y de equivocacin en equivocacin, puedes irte dejando, como te he dicho antes, en manos de unos y de otros, ese corazn que quieres conservar entero
bre.

para uno

solo.

CLARA
Pero ser
feliz,

ser desgraciada?

LA SIBILA

La vida es un camino muy largo: ndalo deprisa: al final encontrars la felicidad: algunos la representan en forma de esqueleto, llevando una
guadaa en
la

mano.

Se llama la muerte.
CLARA

iQu horror!

inSi\>KlAS DE lCOS

201

LA SIBIL!

Pero no te asustes. Ya te he dicho que el camino ea largo y hay muchos que lo recorren riendo. La cuestin est en no preocuparse de nada;
divirtete

y deja
CLARA

sufrir

los

dems.

Me

asusta usted.

LA SIBILA

Por qu? Ten fe en mis palabras y ya vers. La vida es una farsa: divirtete, goza lo que puedas. El mal? El bien? No te preocupes de eso: s buena mala, segn to

convenga.
ti

Y rete

de todo, hasta de

misma.
CLARA

No

la entiendo usted.

LA SIBILA

Ya me

entenders con

el

tiempo.

Mira, ya ves que yo soy una bruja

la moderna, que toda mi ciencia


consiste en haber vivido.

Tu mano

202

MIGUEL SAWA

me dice slo que eres bonita: no quiero engaarte con falsas predicciones,

pero te aseguro, que,

si

sigues mis
ti

consejos, la vida ser para

un her-

moso camino de

flores.

CLARA

Usted

cree...

pues la prometo obe-

decerla en todo.

LA SIBILA

Temo que te pierda el corazn, como me perdi m, cuando tena


hermoso el amor!... Y no tengo ms que decirte: adis, hija de Eva, goza del mundo lo que
tus aos. Es tan

puedas.
Si la serpiente llega
ti,

tenta-

dora, con la manzana en la boca, cmela, devrala. Tu mano... quiero


besrtela, reina,
A.di&!

reina del amor.

CLARA
Adis... Me separo de usted intranquila, nerviosa, preocupada, casi
loca...

jAy

mi pobre cabeza! jAy mi

HISTORIAS DE LOCOS

203

pobre corazn! Sus palabras me han hecho mucho dao; quizs me han hecho mucho bien... no s lo que pienso... no s lo que siento... estoy aturdida... Gracias por sus consejos.
Adis.

LA SIBILA

Que

la vida te sea leve. Adis.

FIN

A.DVERTENC1A DEL EDITOR

La prematura muerte de don Miguel Sawa


le

sorprendi en

el

curso de las negociacio-

nes entabladas con esta casa para la publicacin de sus Cuentos de Locos.

La seora viuda de Sawa, quien nos


complacemos en reiterar desde estas pginas
nuestro sincero agradecimiento por las
lidades
faci-

que nos ha dado para

el feliz

trmino

de nuestro cometido, tuvo la bondad de proporcionarnos nuevos cuentos del exquisito y malogrado narrador para completar este

volumen.

Son
obra;
la

estos los

que aparecen

al fin

de

la

y aunque por su asunto diverjan de

tnica de los Cuentos de Locos, su inclu-

sin aqu ha de satisfacer todos cumplida-

mente, pues permitirn


la

al lector

completar

semblanza

literaria

de Sawa, y harn de
al

este libro

un homenaje ms completo

amigo cuya prdida acerba lamentamos.

NDICE
PAOS
.

A manera
Judas

de prlogo

5 17

El gato de Baudelaire

27 37

La mujer de nieve
El genio de la especie

45
.

Como

se fabrican las esmeraldas

55

Mi otro yo

65
77

La sirena La muerte
El

85
rie

hombre que La tentacin

95 105

Un desnudo de Kubens Un suicidio


La buena crianza La muerte de Mara Antonieta La mscara del domin negro Un amor verdadero
Manuela
Artes femeninas
El sino

113
121
131

.... ....

137
147

157

169
181 191

Advertencia del editor

205

ESTE LIBRO QUEDO IMPRESO EN BAR-

CELONA, EN LA CASA EDITORIAL

DE EDUARDO DOMENECH, CONSEJO DE CIENTO, 321, EL 23 DE DICIEMBRE

DE

1910

i:i.sT,

LOCOS

OBRAS PUBLICADAS

Almas annimas,
Marquina.

(indita)

por Eduardo

Manzana de Ans, por Francis Tammes, trad. E. Des-Canedo.

El caso LEAVENwoRTH,por A.K.Green,


trad. Emilio. M.^ Martines.

Jacob, por Joaqun Ruyra, trad. Jos Carner.

Zalacan el Aventurero, (indita)


por Po Baroja.

Juventud de prncipe, por W. MeyerForster, trad. Eduardo Marquina. ToM Sawyer, detective, por Mark Twain, trad. Emilio M.^ Martines,

El amor catedrtico,
G. Martnez Sierra.

(indita)

por

La

enjuta, por Vctor Ctala, traduccin M. Donenge Mir.

Dios salve la reinaI, por Alien Upward, trad. A. de la Pedrasa.

La bella dorma en el
Frangois de Nion,

bosque... por trad. B. G. de

Candamo.

OBHA=: PS.ICIAS

Rebelda,
centa.

(indita)

por

Joaqun Di-

El seor de Halleborg, por A. de


Hedenstjerna, trad. Gabriel Mir.
(historia de un caballo) por el Conde Len Tolsto, trad. [os Carner. Casa por alquilar, por Carlos Dickens, trad. Manuel de Montoliu.

Kolstomero,

MiNNiE, por A. Lichtenberger, traduccin A. Albert Torr ellas.

El dragn de fuego, por


navente.

Jacinto Be-

Ernestina, (indita) por Prudencio Bertrana, trad. Mario Aguilar.

Boda

Oficial, por R. H. Savage, traduccin A. de la Pedrasa.


(novela rabe), tradticcin Jos Carner.

El Hurto Sabroso,

Rey en la tumba, por Anthony Hope,


adaptacin de A. Albert lorrellas.
Fausto, por Ivan Turgueneff, traduccin de Melchor Casas.

El

Silencio, por Eduardo Rod, traduccin de Silvano Imas.

Apuntes de un desconocido, por Fedor Dostoyeusky, trad.B. G. de Candamo.

Las cerezas del cementerio,


por Gabriel Mir.

(indita)

El espada Montes, por Frank Harris, trad. de Jos Farrn y Mayoral.

03UAS PUBLICADAS

Jerusaln'en Dalecarlia, por Selma Lagerlof, trad. de Pedro Llerena.

La

voz de las campanas, por Carlos Dickens, trad. de Melchor Casas.

Historias de Locos, (indita) por Miguel Sawa.

APiVRECER DENTRO DE

15

DAS

NERTO
DE FEDERICO MISTRAL

con

re fral o

aufgrafo y
de/ autor

Traduccinde B. Morales San Martn:


: : : :

Ilustraciones de Junceda

APARECER POSTERIORMENTE

HENRI LAVEDAN

^r

Traduccin de A. de la Pedraza

EN PREPARACIN

Culpable?
POR W, LE QUEUX

Traduccin de A. Albert Torrellas

EN PREPARACIN

El
DE

Reflujo
R. L.

STEVENSON

Traduccin de Vctor Oliva

En

preparacin
novela de fama mundial

la sentidsima

del insigne novelista

americano

JORGE ISAACS

Xa edicin
d cargo de

de esta obra
la Biblioteca

Domenecli ser la mejor


de cuantas se hayan pu: :

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blicado

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LA ILUSTRAR PROFUSAMENTE
EL CELEBRADO DIBUJANTE
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O",

ir

XJ 3Sr

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^a^.

EN PREPARACIN

EL LUNAR
POR ALFREDO DE MUSSET

Tkaduccin de Joaqun Gallardo

EN PREPARACIN

Li

PiiLADA

POR MARIAN VAYREDA

Traduccin de Jos Carnee

PQ

<w. M Sawa, Miguel,

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de locos

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1910.

Historias

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663^

BRANDIS UNIVERSiTY LIBRARY

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