Barnes y Bloor

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Barnes y Bloor Relativismo, racionalismo y sociologia del conocimiento

La mayor parte de los crticos del relativismo sostienen alguna versin del racionalismo y describen el relativismo como una amenaza para los estndares racionales y cientficos. () Lejos de ser una amenaza para la comprensin cientfica de las formas de conocimiento, el relativismo es, mas bien, un requisito necesario. Lo que afirmamos es que el relativismo es esencial para todas aquellas disciplinas, como la antropologa, la sociologia que dan cuenta de la diversidad de sistemas de conocimiento, su distribucin y sus patrones de cambio Son aquellos que se oponen al relativismo, y que otrogan un estatuto privilegiado a ciertas formas de conocimento, los que suponen un peligro real para una comprensin cientfica del conocimiento y la cognicin. I El relativismo requiere lo que podramos denominar un postulado de simetra o equivalencia. Estos postulados alternativos de equivalencia conducen a dos variedades de relativismo; y, en general, es la naturaleza del postulado de equivalencia lo que define una forma especifica de relativismo. Nuestro postulado de equivalencia, a diferencia de otros, consiste en sostener que todas las creencias estn a la par en lo que respecta a las causas de su credibilidad. No es que todas las creencias sean igualmente verdaderas o falsas, sino que, independientemente de su verdad o falsedad, le hecho de su credibilidad debe verse como igualmente problemtico. La postura que defenderemos es que todas las creencias, sin excepcin, requieren investigacin emprica, y que debe darse cuenta de ellas, encontrando las causas locales y especificas de su credibilidad. II Si el relativista coloca todas las creencias a la par en lo que se refiere a la explicacin, entonces podemos decir que esta defendiendo una forma de monismo. Subraya la identidad esencial de cosas que otros separaran. Por el contrario, los racionalistas que rechazan el relativismo l hacen normalmente mantenindose en una forma de dualismo. Se aferran a las distinciones entre verddero y falso, creencia racional e irracional, e insisten en que estos casos son esencialmente diferentes. Intentan proporcionar a la distincin un papel en la conducta de la sociologia del conocimiento, o la antropologa, o la historia, diciendo que las explicaciones que se han de ofrecer en ambos casos son de tipo diferente. En particular, muchos de los crticos del relativismo rechazan implcitamente nuestro postulado de equivalencia, diciendo que las creencias racionales deben ser explicadas total o parcialmente por el hecho de que son racionales, mientras que las creencias irracionales no requieren mas que una explicacin causal, sociopsicologica o externa. Lakatos fue uno de los mas fervientes defensores de un punto de vista estructuralmente similar. Hizo coincidir los procedimientos racionales en ciencia con aquellos que se acomodaban a su filosofa de la ciencia preferida. La exhibicin de los casos que parecen conformarse a su filosofa

de la ciencia preferida se llama historia interna o reconstruccin racional. En ellos afirma que la propia lgica del descubrimiento cientfico da cuenta por completo del aspecto racional del desarrollo cientfico. Todo lo que queda mas alla de esa lgica es cedido al socilogo para que e una explicacin no racional, sino causal. El punto crucial es que un relativista acepta que sus preferencias y evaluaciones estn tan ligadas al contexto como las de las tribus T1 y T2. Del mismo modo, acepta que ninguna de las justificaciones de sus preferencias puede formularse en trminos absolutos o independientemente de su contexto. En ltimo termino, reconoce que sus justificaciones se detendrn en algn principio o supuesta cuestin de hecho que solo tiene credibilidad local. La nica alternativa es que las justificaciones comenzaran a convertirse en circulares y suponer lo que intentan justificar. Para el relativista no tiene sentido la idea de que algunos estndares o creencias son realmente racionales, comodiferentes de otros aceptados como tales solo de forma local. Dado que cree que no existen normas de racionalidad libres de contexto o supraculturales, no concibe que las creencias aceptadas racional e irracionalmente sean dos clases de cosas cualitativamente diferentes. No pertenecen a dos generos naturales diferentes que estimulan la mente humana de dos formas diferente,s o que tienen una relacion diferente con la realidad, o que dependen para su credibilidad de patrones diferentes de organizacin social. De aqu la conclusin del relativista de que deben explciarse del mismo modo. III Una reaccin tpica en este punto del argumento es intentar contener y limitar la importancia de la sociologia del conocimiento declarando que, dado que se trata del estudio de la credibilidad, puede no tener implicaciones para el estudio de la validez. La cuestin de las razones de una creencia y la cuestin de sus causas son dos cosas bastante diferentes. La razn es que sera difcil encontrar algo mas contingente y mas variable socialmente que las razones evidenciales. Lo que cuente como una razn evidencial de una creencia en un contexto se veera como evidencia para una conclusin diferente en otro contexto. () Como han mostrado los historiadores de la ciencia, diferentes cientficos extraen conclusiones distintas y creen que la evidencia apunta en direcciones diferentes. Esto es posible porque algo nicamente es evidencia par aotra cosa cuando se coloca en el contexto de supuestos que le dan significado (supuestos, por ejemplo, acerca de que es probable o improbable) a priori. Las razones evidenciales, entonces, son un objetivo clave para la investigacin y la explicacin sociolgica.La cuestin no es que la sociolgia del conocimiento se limite a causas mas que a razones evidenciales. De lo que se ocupa es precisamente de las causas como razones evidenciales. IV El racionalista tambien tratara la validez y la credibilidad como una unica cosa cuando encuentre cierta clase de razones que presuntamente llevan consigo su propia credibilidad: razones que seran visibles porque brillan con luz propia.

La simple estructura del ejemplo permite ver con facilidad lo que esta pasando. La distincion entre validez y credibilidad es bastante razonable en este caso, pero su relevancia, su alcance y su objeto son enteramente locales. Como el relativista esperaria, no se trata de una distincion absoluta, sino que el empleo depende de n trasfondo que se da por supuesto. Es un movimiento dentro de un juego, y es en relacion con el conocimiento del tasfondo presupuesto por el movimiento como la validez y la credibilidad se reconcilian tacitamente. Sin esto, la propia distincion nunca podria utilizarse, ni proporcionarse ninguna aplicacion al contraste que indica. Debemos examinar el caso del racionalista para encontrar el punto en el que se dice que las razones se hacen visibles por su propia luz y la "razon en accion" trasciende la operacion de los procesos causales y las condiciones sociales. V Un candidato familiar para invocar el papel de la "razon en accion" es la clase de creencias que se suponen aprehendidas directa e inmediatamente por la experiencia. Flew ha argumentado que cuando la cuestione s dar cuenta de creencias acerca de asuntos de us y observacion cotidianos, entonces no hay demasiado espacio para sofisticadas causas sociales e historicas. VI No se trata de negar el efecto de los hechos sobre la creencia; esto es, del segmento de realida no verbalizada que es el objeto de las creencias en cuestion. Lo unico acerca de lo que se debe insistir es que, cuando se hacen las concesiones necesarias al efecto de "los hechos" se hacen de acuerdo con el postulado de equivalencia. Esto significa que el efecto de "los hechos" sobre quienes los creen juega el mismo papel general tanto si la creencia resultante es verdadera como si es falsa. (...) Sin embargo, Pristley y Lavoisier creian cosas totalmente distintas: daban explkicaciones claramente incompatibles de la naturaleza de las sustancias que observaban y de sus propiedades y comportamiento. En efecto, afirmaban que en los eventos de los que eran testigos estaban presentes sustancias completamente diferentes. Lavoisier negaba que existiera el flogisto y postulaba la existencia de algo llamado "oxigeno". Priestley adoptaba exactamente el punto de vista opuesto. Insistia en la existencia del flogisto, identificndolo con ciertas muestras de gas que, de acuerdo con los dos, estaban presentes en el experimento. Ademas, Priestley negaba el oxigeno de Lavoisier y caracterizaba el gas asi etiquetado (que el mismo haba descubierto) en trminos de su propia teoria. Evidentemente, el efecto de los hechos no es ni simple ni suficiente para explicar lo que necesita ser explicado, esto es, la divergencia teorica. La razn es que el efecto de los hechos varia tanto que la sociologia del conocimiento tiene aqu una tarea a realizar. La conclusin general es que la realidad es, despus de todo, un factor comn en todas las respuestas cognitivas extraordinariamente diferentes que la humanidad produce para ella. Al ser un factor comn, no es un candidato prometedor que se pueda presentar como explicacin de esa

variacin. Ciertmente, cualquier diferencia en el muestreo de la experiencia, y cualquier exposicin diferencial a la realidad, debe ser tenida en cuenta. Pero esta esta totalmente de acuerdo con nuestro postulado de equivalencia, que impone al socilogo investigar cualquier causa local de credibilidad que funcione en cada caso. Nada hay aqu que proporcione consuela al racionalista, ni problemas al relativista. VII Otra importante lnea de ataque dirigida contra el relativismo aparece en una conocida serie de artiuclos de Hollis y Lukes. Estos autores sostienen que todas las culturas comparten un nucleo comn de creencias verdaderas y patrones de inferencia justificados racionalmente. Este nucleo esta compuesto de afirmaciones que las personas racionales no pueden dejar de creer en situaciones perceptivas simples y reglas de juicio coherente, a las que las personas racionales no pueden dejar de suscribirse. En otro lugar, estos universales culturales se describen como creencias de percepcin de objetos materiales e inferencias simples basadas, digamos, en la ley de no contradiccin. Segn los autores, la verdad de las afirmaciones de este nucleo, y la validez de sus inferencias, se reconocen en todas partes porque son criterios universales e independientes del contexto de verdad y racionalidad, que todo el mundo reconoce y que todos estn dispuestos a aceptar. Sin tales criterios universales no habra un nucleo comn. Lo que ocurre en el caso del nio es que es desautorizado. No, es un avin. Esta correcion es, al mismo tiempo, un acto de control social y de transmisin cultural. Le ayuda a aprender cuales de los juicios posibles de similitud son aceptados por su sociedad como relevantes para el uso de pjaro. De esta forma, las particularidades de la experiencia se ordenan en grupos y patrones especficos de una cultura. Lo que muestran los ejemplos es que incluso temrinos empricos como pjaro no constituyen un nucleo especial de conceptos cuya aplicacin dependa nicamente de una razn incondicional. El aprendizaje, incluso de los temrinos mas elementales, es un proceso lento que involucra la adquisicin de convenciones especificas de la cultura. Esto hace que palabras empiricas aparentemente simples no sena diferentes de otras que quiz tienen una influencia cultural mas obvia. No hay ocasiones privilegiadas para el uso de trminos (no hay situaciones perceptivas simples) que proporcionen al investigador significados estndar, no tiene sentido utilizarlos para proporcionar una base segura desde la cual avanzar hacia casos mas ambiguos cuyo funcionamiento ha de entenderse de una forma cualitativamente diferente y derivativa. Todos los conceptos y todos los usos estn a la par: ninguno es intrnsecamente no ambiguo o intrnsecamente ambiguo mas de lo que algunos son intrnsecamente literales o intrnsecamente metaforicos. Ninguno de los conjuntos de una cultura puede colocarse de forma no problemtica en una relacion de identidad con otro conjunto de una cultura diferente. De aqu que la traduccin perfecta no pueda existir: solo puede haber una traduccin aceptable para propsitos practicos, juzgada como tal por estndares contingentes y locales.

VIII El argumento de Hollis y Lukes incluye la afirmacin de que hay formas simples de inferencia que toda persona racional encuentra irresistible. Entre los ejemplos se encuentra el de: p, p implica q, luego q. La cuestin bsica es que las justificaciones d ela deduccin presuponen ellas mismas la deduccin. Son circulares, porque apelan a los mismos principios de inferencia que estn en cuestin. En este sentido, la justificacin de la deduccin esta en el mismo caso que la justificacin de la induccin que realiza tcitamente movimientos inductivos apelando al hecho de que la induccin funciona. Lo que muestra Prior es que apelar a reglas y significados no puede por si solo justificar nuestras intuiciones acerca de la validez, porque tales reglas y significados son ellas mismas juzgadas de acuerdo con esas intuiciones, por ejemplo, intuiciones al efecto de que y es definida con reglas aceptables y otras, como tonk, no. () Nuestra preferenciapor las reglas correctas que definen las conectivas aceptables revela la circularidad de la pretendida justificacin. Las intuiciones son bsicas, y el problema de la justificacin planteado por la tortuga es, despus d etodo, el punto final. Como buena relativista que es la tortuga espera una justificacin razonada de la deduccin, confiando en que no habra ninguna. IX Qu otra cosa podemos hacer mas que recurrir a causas para responder a la cuestin de la amplia aceptacin de las formas de inferencia deductiva la evitacin de la inconsistencia? Una estrategia plausible es adoptar una forma de nativismo: la disposicin surge de nuestra constitucin biolgica y de la orma en que esta organizado nuestro cerebro. No es necesario decir que este paso no proporciona ningn consuelo al racionalismo: epistemolgicamente invocar la estructura neuronal no es mejor que invocar la estructura social: ambas cosas buscan explicaciones mas que justificaciones. Y por esta misma razn, el nativismo es perfectamente compatible con el relativismo. Ninguna explicacin de nuestras propensiones de razonamiento con base biolgica justificara un sistema nico de ocnvenciones lgicas. Del mismo modo que nuestra experiencia de un mundo material compartido no garantiza por si misma que compartamos las mismas descripciones verbales de el, asi nuestra racionalidad natural compartida no garantiza un nico sistema lgico. () La asimilacin de Hollis y Lukes se vuelve rpidamente contra ellos: el modus Ponens, que ellos confiadamente haban supuesto un universal racional, ha sido explcitamente criticado, e incluso rechazado en algunos interesantes sistemas de lgica. Como cuerpo de convenciones y tradiciones esotricas, el carcter compulsivo de la lgica, tal y como es, se deriva de ciertos propsitos estrechamente definidos y del habito y el uso institucionalizado. Su autoridad es moral y social, y , como tal, es un material admirable para la investigacin y la explicacin sociolgica. En particular, la credibilidad de las convenciones lgicas,

del mismo modo que las practicas diarias que se desvan de ellas, tendr un carcter totalmente local. El objetivo del racionalista, de producir piezas de conocimiento que sean universales en su credibilidad y justificadadas en trminos independientes de contexto, es un objetivo inalcanzable. Hay, por supuesto, un paso final que puede dar el racionalista. Puede caer en el dogmatismo, diciendo de alguna inferencia, conclusin o procedimiento seleccionado: esto es precisamente en lo que consiste ser racional, o esto es precisamente una inferencia valida. Es en este punto donde el racionalista finalmente arranca la victoria de la derrota, porque mientras el relativista puede combatir contra la raozn, esta desarmado frente a la fe. Del mismo modo que la fe protege de otras cosas, tambien, protege a la razn. La fe ha sido siempre la defensa tradicional y mas efectiva contra el relativismo. Pero si en este punto el relativista debe retirarse derrotado para contemplar desde alguna lejana colina los rituales del culto del racionalismo, aun puede preguntarse pausadamente a si mismo: Qu causas locales y contingentes podrian explicar la notable intenidad de la fe en la razn, tan peculiar de este culto?

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