Curso Breve Sobre Los Sacramentos

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LOS SACRAMENTOS.

HILARIO PINEDA

2 009

LOS SACRAMENTOS EN GENERAL El trmino Sacramento: La palabra sacramento -que desciende del lenguaje no religioso del derecho Romano- fue utilizada en la Iglesia latina para traducir la expresin griega mystrion. Pero mystrion tiene un significado ms amplio de lo que hoy llamamos sacramento. Porque mystrion puede significar algo oculto o secreto, pero tambin: Dios, el Escondido, la Revelacin de Dios en Cristo; y tambin el culto que se tributa a Dios. Cristo es el misterio personificado, con una misin oculta para el mundo pero patente para los creyentes. Cristo es, para nosotros, el misterio de la salvacin. As consideradas las cosas, misterio es tanto una doctrina oculta como, sobre todo, una realidad oculta. La doctrina de Cristo no es que sea un secreto o una participacin secreta en un secreto, es, por encima de todo, la obra de salvacin que Cristo realiza en favor de los hombres y que algunos llegan a conocer por la fuerza del don de la Fe: es, por tanto, el plan salvfico de Dios, escondido en sus designios eternos y manifestado en el tiempo, en Cristo. El trmino mystrion se ha aplicado a los sacramentos porque en ellos se hace eficaz esa salvacin mediante la gracia que otorgan. Por eso, poco a poco, a lo largo de la historia, la expresin sacramento, mystrion, fue reservndose para significar ciertos signos sensibles que causan la gracia en el hombre y que fueron instituidos por Jesucristo y contados a la Iglesia para nuestra salvacin.

Sacramento, Signo Sensible:


Un signo sensible es un smbolo. Y un smbolo es una expresin figurada y visible, o representacin sensible, de una realidad invisible. El valor de un smbolo no est en lo que l es de por s, sino en lo que indica, en lo que representa. Y, como el hombre capta el smbolo por los sentidos, su eficacia y su efectividad es ms amplia y ms profunda que la palabra o expresin hablada. Si yo, por ejemplo, doy la mano a otra persona, ese gesto es simbolos de la gracia que otorga Cristo, que es tanto como decir signos de la fe. Y, en ellos, hay algo muy importante: obran eficazmente lo que significan y lo que significan es la gracia de Dios. Los sacramentos, en cuanto smbolos, tienen una significacin que supera su sentido natural. Y esto, porque Cristo se la ha dado. Por eso el simbolismo de los sacramentos slo puede ser entendido dentro de la fe. Los smbolos sacramentales, por tanto, son smbolos de la gracia que otorga Cristo, que es tanto como decir signos de la fe. Y, en ellos, hay algo muy importante: obran eficazmente lo que significan y lo que significan es la gracia de Dios. La distincin de los sacramentos (que son siete) y su ordenacin respectiva slo puede explicarse por la distincin de los signos sacramentales tal como se entienden bajo la luz de la fe. Por eso, para entender los sacramentos hay que interpretar sus signos respectivos.

Los simbolos Sacramentales:


Los elementos constitutivos de los signos sacramentales en cada sacramento son cosas materiales y palabras. Como dicen los telogos: res et verbum (cosas y palabra), o bien materia y forma. Todos los sacramentos contienen estos elementos imprescindibles. Si falta uno de ellos, ya no hay sacramento. A este respecto, dice san Agustn: se junta la palabra al elemento (cosa) y se realiza el sacramentos. Y, como la palabra no puede separarse de quien la dice, ni la cosa de quien la usa, ni la unin de la una a la otra de quien hace el acto, tambin ste -el que hace el acto sacramental- forma parte del signo o smbolo sacramental porque los sacramentos son acciones de Cristo y de la Iglesia. Son cosas y palabras que, especialmente, el tacto, los ojos y los odos perciben. Y, como stos son los sentidos ms importantes, puede decirse que el hombre acepta la salvacin (que le viene por los sacramentos), a travs de unos medios muy adecuados a su naturaleza: es propio de la naturaleza humana llegar al conocimiento de las realidades espirituales a travs de los sentidos. As, por ejemplo, yo s que Dios me perdona cuando oigo al sacerdote que dice: yo te absuelvo de tus pecados ...

Los Sacramentos, Signos de Amor:

Los sacramentos son signos de la gloria de Dios, que, como Seor, llama a los hombres; pero son tambin signos de la gloria del amor omnipotente, porque Dios es el Seor del Amor. A travs de los sacramentos, el amor de Dios intenta hacerse poderoso con los hombres y constituirse en Seor de ellos. Y, como el amor divino se revel al mundo en Cristo, los sacramentos son tambin signos del amor de Cristo. En ellos se hace presente a los hombres la virtud salvadora de Cristo glorificado. Dios Padre, mediante Jesucristo, nos da la salvacin que l nos prepar durante su vida en la tierra. Por eso, el amor de Dios, que se pone de manifiesto en los sacramentos, tiene carcter cristolgico. En resumen: en los sacramentos el Padre obra por Cristo en el Espritu Santo como amor redentor. Cuando se realiza un sacramento, se est haciendo, en primer lugar, un reconocimiento a Dios como Seor. Por tanto, se est adorando a Dios. Se da, pues, un movimiento de abajo hacia arriba. Por eso, los sacramentos son liturgia y culto; es decir, himno de alabanza a Dios. Pero tambin, se da un movimiento de arriba hacia abajo: en el signo sacramental Cristo se entrega a la Iglesia, se da a los hombres, les da su gracia y los salva. Es decir, los sacramentos santifican al hombre en un acto de adoracin a Dios.

La Institucin de los Sacramentos:


Los siete sacramentos fueron instituidos por Cristo esto quiere decir que Cristo -porque quiso- concedi a determinados signos externos la potestad de conferir la gracia, es decir, de participar de la misma vida divina. Cristo hizo que ciertos objetos materiales -visibles- fueran instrumentos de salvacin. El mismo Cristo, para realizar su obra salvadora, asumi la naturaleza humana (material), encarnndose. Y, aunque en los sacramentos no se produce esto de la misma manera, puede decirse, sin embargo, que la institucin de los sacramentos est en estrecha relacin con la Encarnacin y con la obra salvadora de Cristo. EFECTOS DE LOS SACRAMENTOS.

La gracia Santificante:

Por la gracia somos hechos hijos de Dios, dignos de recibir la gloria eterna y templos de la Santsima Trinidad. Es como un fuego y una luz de Dios que limpia todas las manchas del alma, y, si ya se gozaba de ella, la aumenta.

La gracia sacramental:

La gracia propia y caracterstica del sacramento que recibimos: cada sacramento confiere su propia gracia, la especfica de ese sacramento. Si los sacramentos son siete, quiere decir que cada uno da una gracia especfica, que se aade a la gracia santificante. Y, si se trata del sacramento del Bautismo, de la Confirmacin o del Orden Sagrado, tambin recibimos el llamado carcter sacramental. Si todo sacramento nos asemeja con Cristo, cada uno de ellos lo hace de un modo particular en funcin de sus signos, captados y entendidos a la luz de la fe. Es decir, nos hace participar de diferentes modos en la Pasin, Muerte y Resurreccin de Cristo: Bautismo nos asemeja a Cristo hacindonos partcipes de su vida; participacin que comprende la comunidad con Cristo crucificado y resucitado. La Confirmacin nos asemeja a Cristo hacindonos fuertes ante el mal y dndonos capacidad de vencer en la lucha de cada da; llegando, si fuera preciso, al testimonio pblico de nuestra fe, incluso con peligro de la propia vida. La Eucarista nos hace semejantes a Cristo en su ofrecimiento en la Cruz y hacindonos penetrar en la plena intimidad con Dios. La Penitencia hace al que la recibe semejante a Cristo sometido a la justicia de Dios al morir en la Cruz, expiando as los pecados. La Uncin de Enfermos obra en el bautizado la imagen de Cristo cumpliendo su misin histrica cara al cielo, en la hora de su muerte, hacindose as apto -por la uncin- para una existencia eterna en la gloria. El sacramento del Orden asemeja a Cristo cumpliendo su oficio sacerdotal en la Cruz, instaurando as el sacerdocio eterno del sacrificio celestial de la alabanza. Y el Matrimonio, por fin, asemeja a Cristo recibiendo, con su muerte, a la Iglesia como esposa, infundindole la gloria de su propia vida.

El Caracter:

Es verdad de fe que el Bautismo, la Confirmacin y el Orden Sacerdotal imprimen en el alma el Carcter sacramental; es decir, una marca espiritual indeleble que hacen que esos tres sacramentos no se pueden volver a recibir. En la Sagrada Escritura se designa al carcter como sello divino o sello del Espritu Santo (2Cor 1,21 ; Ef 1,13.30). En el Bautismo, en la Confirmacin y en el Orden, la semejanza con Cristo tiene unas caractersticas ms profundas y estables que en los otros sacramentos. En ellos, la semejanza con Cristo es indestructible: el pecado podr desfigurar esta semejanza, pero nunca aniquilarla. Esto es lo que se llama carcter sacramental. Y son sacramentos que slo pueden recibirse una vez en la vida. El carcter es: Un signo configurativo, porque asemeja a Cristo; Un signo distintivo, porque distingue a los bautizados, a los confirmados y los ordenados in sacris, de los que no lo son; Un signo dispositivo, porque capacita para el culto, Un signo obligativo porque obliga al servicio de Dios.

Eficacia de los Sacramentos:

Los sacramentos producen su efecto de dos modos:

El efecto ex opere operato.Hace referencia a la eficacia que produce un sacramento por el solo hecho de administrarlo rectamente (da la gracia por la virtud del mismo sacramento, recibida de Dios). Es decir, realizado el signo sacramental (el hecho de bautizar, de absolver, etc.), Dios concede la gracia interior, y esto solamente por la realizacin del signo (por quien tiene facultad para ello), y teniendo intencin de hacer lo que hace la Iglesia. Los sacramentos dan la gracia en virtud de su realizacin, es decir, en virtud del signo sacramental rectamente realizado. Pero las disposiciones internas de quien lo recibe pueden hacer imposible la infusin de la gracia. El efecto ex opere operato hace referencia a la eficacia que produce un sacramento por el solo hecho de administrarlo rectamente (da la gracia por la virtud del mismo sacramento, recibida de Dios), puesto que subraya su radical eficacia: viene de Cristo y no se basa en los mritos del ministro (que acta como instrumento para la realizacin del sacramento), ni tampoco en los mritos del sujeto que lo recibe, ni de las disposiciones de fe y devocin del ministro. Por eso, un sacramento se administra rectamente cuando, al realizarlo, se observan todas las prescripciones litrgicas establecidas por la Iglesia, y el que lo realiza tiene capacidad para ello e intencin de hacer lo que hace la Iglesia: un sacerdote debidamente ordenado, cuando celebra la Santa Misa, consagra vlidamente el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo; cuando absuelve los pecados, en el sacramento de la Penitencia, los pecados quedan perdonados, etc. Pues bien, todo esto se realiza, prescindiendo de sus disposiciones interiores de fe y devocin. Esto quiere decir que, si ese sacerdote, celebra la Santa Misa en pecado mortal, consagra verdaderamente el Cuerpo y la Sangre de Cristo, aunque cometa un grave pecado de sacrilegio; y, lo mismo, si en esas circunstancias absuelve pecados, quedan absueltos, pero ofende al Seor gravemente.

El efecto ex opere operantis: Las buenas disposiciones del sujeto son muy importantes para que la gracia del sacramento recibido puedan actuar eficazmente. Si hay obice, es decir un alma no dispuesta, la gracia se comunica pero no actua. Las disposiciones interiores del sujeto que recibe un sacramento tienen una gran influencia porque, aunque los sacramentos confieren la gracia por su propia virtud, esta gracia se recibe en funcin de las disposiciones del sujeto. Y, hasta tal punto es as, que un hombre -haciendo mal uso de su libertad- podra llegar a impedir de modo absoluto la recepcin de la gracia, por ejemplo: En el sacramento de la Penitencia, si alguien pretendiera recibirlo sin el debido arrepentimiento de los pecados, o bien ocultando pecados graves, el sacramento sera nulo. Se producira una simulacin del sacramento, pero no habra sacramento. Y, adems, se cometera un grave sacrilegio. En el caso de la Eucarista recibida en pecado mortal, se recibira a Jesucristo, pero sacrlegamente: no se recibira ninguna gracia, por tanto, sino todo lo contrario.

EL MINISTRO DEL SACRAMENTO:

El ministro principal de los sacramentos es Jesucristo en cuanto Dios. Cristo, en cuanto hombre, es causa instrumental de ellos (porque la humanidad de Jesucristo es el instrumento unido a su divinidad para causar la gracia). La Iglesia, adems, sirve de instrumento visible a Cristo. Y la Iglesia acta a travs de sus miembros. Pero no todos sus miembros pueden administrar todos los sacramentos. Hay sacramentos que slo pueden ser administrados por los sacerdotes, en cuanto que participan de modo especial en el sacerdocio de Cristo. Y, sea cual fuere el ministro ordinario o extraordinario de los sacramentos, siempre ha de tener en la realizacin del sacramento intencin de hacer lo que hace la Iglesia. Al tratar sobre cada sacramento, en particular, ya veremos cul es su ministro adecuado (con distincin, si la hay, entre ministro ordinario y extraordinario).

EL SUJETO DEL SACRAMENTO .


Slo los bautizados son capaces de recibir otros sacramentos. El Bautismo es la puerta de la vida espiritual. Las condiciones requeridas en el sujeto varan de unos sacramentos a otros. Al tratar sobre cada sacramento en particular, precisaremos el sujeto. Ahora es suficiente sealar que, sin el carcter bautismal, se carece de la necesaria capacidad para recibir los dems sacramentos.

LOS SACRAMENTOS DE VIVOS Y MUERTOS:


Sacramentos de vivos son aquellos que, para su recepcin lcita y, por tanto, fructuosa, es imprescindible el estado de gracia (estar vivo sobrenaturalmente). Y son sacramentos de muertos aquellos en que, en el momento de su recepcin, el sujeto puede no hallarse en estado de gracia. stos son el Bautismo y la Penitencia. EL SACRAMENTO DEL BAUTISMO El agua es smbolo de limpieza, de fecundidad y de vida. El agua, signo sacramental del bautismo, es seal de la remisin de los pecados y del nacimiento de una nueva vida: Dios nos ha salvado segn su propia misericordia con el bao del segundo nacimiento y con la renovacion del Espritu Santo (Tit. 3, 5). El hombre, por el bautismo, es lavado interiormente: deja de ser esclavo del pecado de origen, de los pecados personales cometidos hasta entonces y de las fuerzas del mal. El bautizado es sanado en su raz personal ms profunda. Por el bautismo el hombre nace a una vida nueva: por la accin de, Espritu Santo, Dios Padre lo hace suyo y, uniendolo a Jesucristo, su Hijo nico, pone en su corazn las primicias de la herencia de su Reino. La gracia del Espritu Santo, o gracia santificante, que el hombre recibe en el bautismo, le hace participar ya en esta tierra de la misma vida de Dios. Institucin: El Bautismo es un verdadero sacramento instituido por Cristo. En los Santos evangelios encontramos fundamentos bblicos de las palabras de Jess al instituir este sacramento (Mt 28,19 ; Mc 16,16 ; Jn 3,5). El Cdigo de Derecho Cannico da una definicin descriptiva, muy completa, cuando dice: El bautismo, puerta de los sacramentos, cuya recepcin de hecho o al menos de deseo. es necesaria para la salvacin, por el cual los hombres son liberados de los pecados, reengendrados como hijos de Dios e incorporados a la Iglesia configurados con Cristo por el carcter indeleble, se confiere vlidamente slo mediante la ablucin con agua verdadera acompaada de la debida forma verbal. El Bautismo es el nico procedimiento para entrar a formar parte de la Iglesia y nos capacita de recibir los dems sacramentos. Una persona no bautizada, por tanto, al no formar parte de la Iglesia, no puede comulgar el Cuerpo de Cristo, confesar, etc. Adems del bautismo de agua -que es el normal-, existe tambin el de deseo y el de sangre. El bautismo de agua es el habitual, bien sea por inmersin (sumergiendo todo el cuerpo en la piscina bautismal), por infusin (derramando agua sobre la cabeza), cualquiera de estas formas es vlida. El bautismo de sangre es el martirio de una persona que todava no es cristiana -adulto o nio sufrido por Cristo. Es otra manera de poner de manifiesto un perfecto amor de Dios. El bautismo de deseo, que se da, por ejemplo, cuando a un catecmeno (que est preparndose para ser bautizado) le sobreviene la muerte; o bien cuando un pagano o infiel (que quiz no tenga ni idea del bautismo cristiano) muere haciendo un acto perfecto de dolor de sus pecados o de perfecto amor de Dios (porque este acto de perfecta caridad incluye, implcitamente, el bautismo).

Diferencia con el bautismo de Juan: El Bautismo de Juan tena por objeto mover a la penitencia y perdonaba los pecados en funcin de las disposiciones del sujeto. Es decir, este bautismo no confera la gracia por s mismo sino que nicamente preparaba o dispona para ella. Era un mero sacramental inspirado por Dios al Precursor (Juan) con el fin de excitar a los judos al arrepentimiento de sus pecados y prepararse para el bautismo de Cristo (Jn 1, 26.31). El mismo san Juan puso de manifiesto la diferencia entre su bautismo y el de Jess, cuando dijo: En verdad, yo os bautizo en agua para la conversin; pero aquel que viene detrs de m es ms fuerte que yo, y no soy digno de llevarle las sandalias. El os bautizar en el Espritu Santo y fuego (Mt 3, 11) Necesidad del sacramento del Bautismo: En el Evangelio constan las siguientes palabras del Seor: Id pues, y ensead a todas las gentes, bautizndolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espritu Santo, el que creyere y se bautizara se salvar, pero el que no creyere se condenar... En verdad os digo que quien no naciere del agua y del Espritu, no puede entrar en el Reino de los Cielos. Por otra parte, en la Constitucin Lumen Gentium, del Concilio Vaticano II podemos encontrar lo siguiente: quienes ignorando sin culpa el Evangelio de Cristo y su Iglesia buscan, no obstante, a Dios con un corazn sincero y se esfuerzan, bajo el influjo de la gracia, en cumplir con obras su voluntad, conocida mediante el juicio de la conciencia, pueden conseguir la salvacin eterna. Y la divina Providencia tampoco niega los auxilios necesarios para la salvacin a quienes sin culpa no han llegado todava a un conocimiento expreso de Dios y se esfuerzan en llevar una vida recta, no sin la gracia de Dios. Cuanto hay de bueno y de verdadero entre ellos, la Iglesia lo juzga como una preparacin del Evangelio y otorgado por quien ilumina a todos los hombres para que al fin tengan la vida (LG 10). Elememtos del Bautismo: La materia del sacramento- agua natural y verdadera (fra, tibia o caliente). Se entiende por agua natural y verdadera la que procede de ro, mar, pozo, lluvia, nieve destilada, etc., o de manantiales. No son aguas naturales las que proceden de jugos de frutas; y tampoco la tinta, el yodo, las lgrimas, el sudor, el vino, etc. Salvo caso de urgencia, el agua con la que se bautiza debe estar bendecida con este fin, bien en la Vigilia Pascual, o bien -fuera del tiempo pascual- en cada una de las celebraciones. El elemento formal -o forma del sacramento corra sobre su cabeza o piel. del Bautismo- lo constituyen las palabras pronunciadas por el que lo administra: Yo te bautizo en el nombre del Padre y del Hijo y del Espritu Santo. Con cualesquiera otras palabras no se bautiza

Ministro del Bautismo: Los ministros ordinarios del Bautismo son: los Obispos, los presbteros y los diconos. Por razones de buena administracin pastoral, es al prroco a quien le incumbe el bautismo como competencia especfica con respecto a los fieles que residen en su territorio, salvo que ste delegue a otro ministro. Pero, como el bautismo es necesario para la salvacin, en ausencia o en defecto del ministro ordinario, puede cualquier persona que tenga la debida intencin de bautizar como se bautiza en la Iglesia, hacerlo vlidamente. Esto es aplicable no slo al bautismo en peligro de muerte si el bautizado de esta manera, sobrevive, habr de llevarlo a la Iglesia para que el ministro ordinario supla las ceremonias que, en su momento dada la urgencia del caso-, no pudieron hacerse. Efectos del Bautismo: Por el bautismo se perdona, al que lo recibe, el pecado original; es decir, el pecado que contrajeron nuestros primeros padres, Adn y Eva, que fue un pecado de desobediencia a Dios y que se transmite a los dems hombres con la misma naturaleza humana. El que recibe el bautismo se une a Cristo y a su Iglesia; entra a formar parte del Cuerpo Mstico de Cristo, del cual Cristo es la Cabeza; y se constituye en miembro de la Iglesia. Se le infunde la gracia santificante que le transforma en hijo adoptivo de Dios: lo que Cristo es por naturaleza, nosotros lo somos por gracia. Y, en cuanto hijos, herederos de Dios y coherederos con Cristo. Se le infunden tambin las virtudes teologales: fe, esperanza y caridad, las dems virtudes infusas y los dones del Espritu Santo 17 . En una palabra, Dios toma posesin de esa alma y as sta se pone en condiciones de producir frutos de vida eterna.

El bautizado queda marcado con lo que se llama carcter, que es como un sello imposible ya de borrar: una marca indeleble. Esta marca o sello identifica al bautizado con Cristo y le hace participar de su sacerdocio, es una defensa de la gracia recibida y un signo que distingue a los fieles de los que no lo son; posibilita al bautizado para recibir los dems sacramentos y le capacita para llevar adelante su vocacin cristiana. Y si el bautizado es adulto, el bautismo le borra todos los pecados que haya cometido hasta entonces.

Sujeto del Bautismo: Es capaz de recibir el bautismo todo ser humano no bautizado, y slo el. El bautismo de los nios . Hay en la Iglesia una venerable tradicin -que se remonta a los primeros tiempospor la cual no se hace distincin entre nio o adulto en el caso del Bautismo. San Agustn, por ejemplo, es categrico al respecto: hay que bautizar a los nios. No puede justificarse el retraso del bautismo hasta la edad adulta aduciendo criterios de libertad, porque el bautismo no slo no implica una disminucin del futuro ejercicio de la libertad, sino que facilita su ejercicio de modo ms pleno y recto. No hay razones, pues, para dilatar el Bautismo de los nios. La gracia no es fruto de la libertad humana: los prvulos que no tienen uso de razn, como nios en el vientre de su Madre la Iglesia, reciben la salvacin, no por los actos personales sino por los de la Iglesia. El bautismo de adultos. El que va a recibir, ha de tener intencin de recibirlo y quererlo libremente, excluyendo toda violencia o coaccin. No es preciso que tenga una completa formacin cristiana. A este respecto dice Santo Toms que bastar para recibirlo vlidamente que tuviera intencin general de recibirlo segn Cristo lo instituy y la Iglesia lo confiere. Es necesario, sin embargo, por parte del bautizado adulto, el acto de Fe para que el sacramento produzca su efecto. Por eso es tan importante que los catecmenos adultos que as se llaman los aspirantes al bautismo, aunque suene tan feo sean bien instruidos en las principales verdades de la Fe, tales como la existencia de Dios, la Trinidad, la Encarnacin y la remuneracin de buenos y malos. El adulto que se bautiza, como es comprensible, no puede recibir antes el sacramento de la Penitencia, porque todava no es cristiano. Pero s debe tener arrepentimiento de los pecados personales cometidos desde que tuvo uso de razn. Estos pecados como ya he dicho antes- le quedarn perdonados por el solo hecho de recibir el sacramento del Bautismo. El destino de los nios no bautizados. Teniendo en cuenta que la Iglesia ha recibido de Cristo el mandato imperativo de bautizar a las gentes para que puedan salvarse , puede deducirse que tambin para los nios ste es el nico medio seguro para lograr su bienaventuranza eterna. En estos ltimos aos, una Instruccin de la Congregacin para la Doctrina de la Fe ha puesto sobre el tapete esta delicada cuestin, y las conclusiones a las que llega son las siguientes: No se conoce otro medio seguro, fuera del Bautismo, para que los nios puedan conseguir la bienaventuranza eterna. Por esta razn, la Iglesia siente la necesidad apremiante de administrarlo a aquellos que puedan recibirlo. Esto no quiere decir que la Iglesia niegue la existencia de otros medios para salvacin de los nios; simplemente se limita a decir que los desconoce, porque la Revelacin no habla de ellos. La Iglesia, por tanto, no niega la posibilidad de salvacin de un nio no bautizado. Dios en su misericordia puede tener otros medios totalmente desconocidos para nosotros, para ofrecerles la salvacin. As, de hecho, lo reconoce maternalmente cuando reza por ellos en el rito conmovedor de la exequias por un nio que muere sin bautismo. La Iglesia ha mostrado siempre su favor a la doctrina segn la cual los nios que mueren sin bautismo no slo se ven exentos de todo sufrimiento, sino que gozan de una felicidad natural, aunque se hallen privados de la visin de Dios. El lugar en que se encuentran estas personas se llama limbo. Los padrinos del Bautismo y sus compromisos: Es muy conveniente un padrino o una madrina; pero tambin puede tener padrino y madrina. La misin del padrino o de los padrinos en caso de un adulto consiste en asistirle en su iniciacin cristiana y, juntamente con los padres, presentar -tanto al adulto como al nio- a la Iglesia para que sea bautizado. Y, despus de bautizado, ha de colaborar para que persevere en la fe y en la vida cristiana, especialmente si faltan los padres. Los padrinos intervienen en la celebracin del bautismo para profesar, juntamente con los padres, la fe de la Iglesia en la cual es bautizado el nio. Los padrinos han de reunir, a dems, ciertas cualidades, tales como: que hayan cumplido los 16 aos; que sean catlicos, estn confirmados y hayan recibido el sacramento de la Eucarista; que lleven una vida coherente con la Fe y la misin que van a cumplir; que no estn afectados por una pena cannica, por ejemplo, la de excomunin; y que no sean ni el padre ni la madre de quien se va a bautizar.

Lugar de la celebracin: Como norma general, el bautismo debe impartirse en la Iglesia parroquial a la que se pertenece, salvo justa causa; y, si sta se da, se puede celebrar en otra Iglesia u oratorio con la previa autorizacin del prroco. Fuera de caso de necesidad, no debe adrninistrarse el bautismo en casas particulares (salvo autorizacin del Ordinario por causa grave). Y, tambin como norma general, no debe celebrarse en clnicas u hospitales, exceptuando el caso de necesidad o cuando lo exija otra razn pastoral. El prroco del lugar en que se celebra el bautismo tiene obligacin de anotarlo con toda diligencia y sin demora en el Libro de Bautismos de la parroquia. En ese libro debe que dar constancia del da y lugar de nacimiento, da y lugar en que se administr el sacramento, nombre del ministro, de los padres y padrinos y de otros testigos (si los hubo)". EL SACREAMENTO DE LA CONFIRMACIN El deber y el derecho del seglar al apostolado deriva de su misma unin con Cristo Cabeza. Insertos por el Bautismo en el Cuerpo Mstico de Cristo, robustecidos por la Confirmacin en la fortaleza del Espritu Santo, es el mismo Seor el que los destina al apostolado (... ). El apostolado se ejercita en la fe, en la esperanza y en la caridad que el Espritu Santo difunde en el corazn de todos los hijos de la Iglesia. Ms an, el precepto de la caridad, que es el mandamiento mximo del Seor, urge a todos los cristianos a procurar la gloria de Dios por el advenimiento de su reino y la vida eterna a todos los hombres, a fin de que conozcan al nico Dios verdadero y a su enviado Jesucristo. Institucin: La Confirmacin es un autntico y verdadero sacramento distinto de Bautismo. Es, por tanto, un signo sensible que por s causa la gracia, instituido por Jesucristo. La vida sobrenatural de un cristiano comienza con el Bautismo. Por medio de l, el hombre es regenerado y nace espiritualmente por el agua y el Espritu Santo, pero llega a la madurez a travs de la Confirmacin, porque por ella recibe la plenitud del Espritu Santo en forma de capacidad para vivir conscientemente como cristiano: una plenitud que requiere luego la colaboracin del hombre. Por eso he dicho que recibe la capacidad. Es lgico que sea as. Llegar a la madurez espiritual slo se puede lograr en la misma medida en que, previamente, se haya recibido la fuerza vital sobrenatural -la gracia del sacramento- que le capacite para crecer y realizarse en una existencia cristiana. Un nio -en el plano natural- no crece porque se le estiren los pies o el cuello, sino por la propia fuerza vital que el organismo tiene por naturaleza. No consta expresamente en los Evangelios, pero es un sacramento que se ha administrado desde siempre en la Iglesia. Est claro que Cristo lo instituy pero no lo administr por s mismo, puesto que era algo pensado para cuando l se fuera. Cristo anunci la venida del Parclito, el Espritu Santo- una vez que l se marchara de este mundo. De lo que s hay clara constancia es de la administracin por los Apstoles -con la imposicin de las manos- de un sacramento que confiere la gracia del Espritu Santo. As puede leerse en los Hechos de los Apstoles que cuando los Apstoles, que estaban en Jerusaln, se enteraron de que Samara haba recibido la palabra de Dios, enviaron a Pedro y a Juan; ellos bajaron hasta all y oraron por los fieles, para que recibieran el Espritu Santo; an no haba bajado sobre ninguno, estaban slo bautizados en el nombre del Seor Jess. Entonces les imponan las manos y reciban el Espritu Santo (Hch 8, 14; 19,6) Definicin del sacramento de la Confirmacin: El Concilio Vaticano II dice: Por el sacramento de la Confirmacin se vinculan (los cristianos) ms estrechamente a la Iglesia, se enriquecen con una fuerza especial del Espritu Santo y con ello quedan obligados ms estrictamente a difundir y defender la fe como verdaderos testigos de Cristo, por la palabra juntamente con las obras. Una definicin completa y descriptiva: Es un sacramento, instituido por Jesucristo, por el cual los bautizados reciben una gracia especial del Espritu Santo, que los incorpora ms perfectamente a la Iglesia y los robustece para que difundan y defiendan la fe con mayor fuerza, como verdaderos testigos de Jesucristo. Caracterstica de la Confirmacin: La Sagrada Escritura presenta como lo ms caracterstico de este sacramento el que por l se recibe el Espritu Santo. No es que hasta ese momento el cristiano no haya recibido el don del Espritu Santo -ya que el

Bautismo es nacimiento a una vida en el Espritu-, sino que por la Confirmacin se enriquece con una fuerza especial del mismo Espritu. Efectos de la Confirmacin: El carcter es uno de los efectos -y muy importante- que produce la Confirmacin. Y consiste en un sello invisible e indeleble -imborrable- y, por tanto, permanente, que ni tan siquiera el pecado mortal es capaz de borrar. Esta marca nos confirma como pueblo de Dios por vocacin -por llamada suya personal-, una llamada que l no retira jams. Por eso, este sacramento slo puede recibirse una vez en la vida. Lo especfico del carcter sacramental es el de recibir la capacidad para dar testimonio de la propia fe ante los dems, pese a las dif'cultades -exteriores o interiores- que puedan darse, como buenos soldados de Cristo. La mayor parte de los cristianos estn llamados a dar testimonio de su fe en las circunstancias ordinarias de la vida: en la familia, en la escuela, en la sociedad civil, en el servicio a los ms necesitados, y siempre, en los ambientes en que habitualmente viven o trabajan. Y, algunos de ellos, fortalecidos por el don del Espritu Santo, han mantenido su fe en situaciones difciles y han dado testimonio de Cristo hasta morir por El. stos son los mrtires. El carcter de la Confirmacin confiere una cierta participacin en el sacerdocio de Cristo, que se refleja de modo especial en la preocupacin por los dems, en el afn apostlico de acercar a otras personas a Dios. En resumen: este sacramento hace al cristiano apstol y testigo de Jesucristo. Adems del carcter, la confirmacin da la plenitud del Espritu Santo con la infusin de sus dones: sabidura, entendimiento, consejo, ciencia, piedad, fortaleza y temor de Dios. Adems, la presencia del Espritu Santo en el alma produce unos frutos sobrenaturales, que san Pablo concreta en los siguientes: caridad, paz, longanimidad, benignidad, fe, continencia, gozo, paciencia, bondad, mansedumbre, modestia y castidad. Acrecienta la gracia santificante que ya est presente en el alma (si se recibe el sacramento con las debidas disposiciones) . Y otorga la gracia propia del sacramento, que hace al cristiano ms fuerte contra los ataques exteriores e interiores. Elementos de la Confirmacin: La materia de la Confirmacin es el crisma o aceite de olivas (o de otras plantas) mezclado con blsamo (que lo perfuma), consagrado por el Obispo en la llamada Misa Crismal que, ordinariamente, se celebra el Jueves Santo con esta finalidad. Este aceite es signo de fuerza, salud y alegra. Y el perfume con el que se mezcla simboliza las buenas obras del cristiano: ellas difunden el buen aroma de la verdad y el amor de Cristo por el mundo. La forma del sacramento la constituye las palabras que pronuncia el ministro al ungir con el aceite la frente del confirmando. N... recibe por esta seal el don del Espritu Santo , a las que el confirmando responde Amen. En la celebracin del sacramento, el ministro impone su mano sobre la cabeza del confirmando mientras le aplica la materia y la forma. Imponer las manos es seal de bendicin. Pero, sobre todo, este gesto expresa que se confa una misin sagrada a quien se le imponen las manos y que se le da la orden de envo para cumplirla Necesidad de la Confirmacin: El hecho de que Cristo haya instituido un sacramento quiere decir que, en s mismo, ya debe ser algo conveniente para la identificacin con l y hacernos santos. En consecuencia, omitir este sacramento por negligencia o menosprecio es una ofensa a Dios, un pecado Pero, estrictamente hablando, la Confirmacin no es tan necesaria como el Bautismo para salvarse, porque ste ya ha conferido al sujeto la gracia primera de la justificacin, fruto exclusivo de la gracia santificante (la cual puede existir en personas sin confirmar). Ministro de la Confirmacin: El ministro ordinario de la Confirmacin es el Obispo. Existen casos particulares en los que los Vicarios Episcopales, aunque no sean Obispos, en cuanto que son Ordinarios en el mbito de su jurisdiccin, pueden administrar este sacramento, puesto que se equiparan al Obispo diocesano. Lo mismo sucede con otros Prelados y Vicarios. Simultneamente con el Obispo o con el presbtero dotado de facultad para confirmar, pueden asociarse en casos particulares otros presbteros. Por ejemplo, en el caso de un nmero muy elevado de confirmandos. El sacerdote que bautiza a un adulto o admite en la Iglesia Catlica a un ya bautizado, tambin tiene facultad concedida por el derecho para Confirmar en ese mismo acto.

El Obispo diocesano o cualquier sacerdote puede confirmar en peligro de muerte, por derecho. Y, por fin, el Obispo diocesano -si la necesidad lo requiere- puede facultar a uno o varios sacer dotes determinados para administrar este sacramento. El Sujeto de la Confirmacin: Todo hombre o mujer que se halle bautizado, tenga uso de razn (salvo peligro de muerte), est convenientemente instruido y dispuesto, y sea capaz de renovar las promesas del Bautismo. Como se trata de un sacramento de vivos se requiere estar en gracia de Dios. La edad que el derecho exige para este sacramento es la edad de la discrecin es decir, alrededor de los 7 aos-, salvo que la Conferencia Episcopal establezca otra cosa, haya peligro de muerte o, a juicio del ministro se vea aconsejable otra cosa. Este criterio que actualmente se sigue quizs choque a algunos, especialmente a personas mayores, porque, antes, no se vea ningn inconveniente en administrar este sacramento al poco tiempo de haber sido bautizado. Sin embargo, hoy da, con buen criterio, se procura que el confirmando -por regla general- sea consciente del sacramento que va a recibir, puesto que, no en balde, se trata de una confirmacin de su condicin de cristiano. Y si, no obstante, por cualquier razn, una persona ha descuidado recibir este sacramento, conviene que no lo demore ms, tenga la edad que tenga (50, 60, 70 o ms aos). Para toda la comunidad cristiana, y para el mismo ministro, constituye siempre una gran alegra ver cmo reciben la Confirmacin personas mayores, convencidas, por fin, de la grandeza de este sacramento. El Cdigo de Derecho Cannico vigente dice que: Los catlicos an no confirmados deben recibir el sacramento de la Confirmacin antes de ser admitidos al matrimonio, si ello es posible sin dificultad grave Los padrinos de la Confirmacin: Es muy conveniente -al menos uno- para que ayude al apadrinado a cumplir fielmente las obligaciones que dimanan de la recepcin del sacramento, especialmente si faltan los padres. En la medida de lo posible, tambin es conveniente que se escoja como padrino al que lo fue del Bautismo. Para ser padrino de Confirmacin se requieren los mismos requisitos que para el Bautismo. Para probar, en un determinado momento (vg., para casarse o para recibir el sacramento del Orden), que se recibi el sacramento de la Confirmacin, se puede acudir al libro de confirmaciones de la Curia diocesana, en el que consta el ministro, los padres y padrinos, el lugar y el da de la administracin del sacramento solicitando el oportuno certificado.

LA EUCARISTIA .
Jess se esconde en el Santsimo Sacramento del altar, para que nos atrevamos a tratarle, para ser el sustento nuestro, con el fin de que nos hagamos una sola cosa con l. Al decir sin m no podis nada, no conden al cristiano a la ineficacia, ni le oblig a una bsqueda ardua y difcil de su Persona. Se ha quedado entre nosotros con una disponibilidad total. Cuando nos reunimos ante el altar mientras se celebra el Santo Sacrificio de la Misa, cuando contemplamos la Sagrada Hostia expuesta en la custodia o la adoramos escondida en el Sagrario, debemos reavivar nuestra fe, pensar en esa existencia nueva, que viene a nosotros, y conmovernos ante el cario y la ternura de Dios. La Eucarista, un Sacramento: La Eucarista es el sacramento del Cuerpo y Sangre de Jesucristo bajo las especies de pan y de vino. En la Eucarista est real y verdaderamente Jesucristo; que con la Eucarista se ofrece por nosotros Jesucristo en la Santa Misa; y que, por medio de la Eucarista, recibimos a Jesucristo en la Sagrada Comunin. La expresin sacramento viene del latn res sacra o res sacrans , que quiere decir algo que santifica, algo que es santo. En griego se le llama Mystrion (algo oculto o misterioso). Con la denominacin de sacramento se quiere expresar, adems, algo as como el signo o el smbolo expresivo de algn misterio santo. Cuando los cristianos hablamos de Sacramento, nos estamos refiriendo a algo que no slo es signo o seal visible de la gracia, sino, al mismo tiempo, causa de ella. Por eso el Catecismo Romano define el Sacramento como cosa sensible que, por institucin divina, tiene la virtud de significar y comunicar la gracia santificante. Todo sacramento, pues, ha de tener tres notas: Ser un signo perceptible por los sentidos (cosa y palabra: materia y forma). Ser generador de la gracia santificante. Haber sido instituido por Jesucristo.

En la Eucarista se dan estas tres notas con alguna peculiaridad. Es signo: la materia -pan y vino- convertidos en el Cuerpo y la Sangre de Cristo, por virtud de las palabras de la Consagracin. En la Eucarista -y sta es su peculiardad- lo que inmediatamente se causa es Cristo su Cuerpo y su Sangre- y, a travs de l, la gracia (en los dems sacramentos se produce inmediatamente la gracia, por virtud divina). La Eucarista es uno de los siete sacramentos instituidos por Jesucristo. Pero, como la Eucarista es el sacramento del Cuerpo y de la Sangre del Seor, resulta ser el ms excelente de todos: es, por excelencia, el Sacramento de nuestra Fe, como dice el sacerdote tras la Consagracin de la Santa Misa. En l es Cristo mismo el que se da como fuente de todas las gracias y permanece en el que lo recibe mientras las especies sacramentales no se corrompan. Por eso, todos los dems sacramentos confluyen en el de la Eucarista como los radios de una circunferencia con su centro. Y, por eso tambin, toda la vida cristiana ha de tener como centro la Eucarista: el misterio de la presencia real de Cristo. La presencia real de Cristo en la Eucarista: La fe catlica cree y profesa que Jesucristo se halla en la Eucarista real, verdadera y sustancialmente presente; que es tanto como decir que en la Eucarista estn verdaderamente presentes su Cuerpo y su Sangre, juntamente con su Alma y su Divinidad. Se trata de una presencia real, sacramental; es decir, misteriosa. Est verdaderamente presente. Es decir, no es algo meramente simblico, figurado o aparente. Presente sustancialmente; es decir, como lo que Cristo es: su alma y su cuerpo como hombre, y su divinidad como Dios. En la Eucarista no est slo la accin santificante que deja Cristo a su paso -aunque sea excelsa-, sino el mismo Cristo. En la Eucarista est Cristo todo entero, y lo est bajo cada una de las especies, sea la del pan, sea la del vino. Y, no slo eso, sino que est en todas y en cada una de las partes en que se puedan dividir estas especies. En esto se fundamenta la licitud de recibir la Comunin bajo una sola especie. Despues de la celebracin de la Santa Misa Cristo permanece bajo las especies del pan y el vino indefinidamente, salvo que las especies se corrompan. Ya desde los primeros tiempos de la Iglesia, la fe en la permanencia de la presencia real de Cristo en la Eucarista queda testimoniada, por ejemplo, en la costumbre de llevar el Vitico a los enfermos, a los encarcelados, etc. La consecuencia inmediata que se deduce de esta permanencia es el respeto y veneracin que merecen las especies sacramentales y que ha de traducirse en gestos de verdadera adoracin. El gesto de la genuflexin es el ms expresivo. La consagracin: Por medio de las palabras de la Consagracin, dentro de la Misa, se produce la llamada transubstanciacin. sta es la palabra que mejor expresa lo que verdaderamente se realiza con el pan y el vino despus de que el sacerdote pronuncie sobre ellas las palabras sacramentales. La transubstanciacin es una conversin milagrosa y singular, distinta de todas las dems posibles conversiones naturales. La conversin eucarstica o transubstanciacin- es una conversin sustancial nica en su clase, porque en ella toda la sustancia del pan y del vino es la que se convierte en el Cuerpo y la Sangre de Cristo, mientras que los accidentes del pan y del vino -color, olor, sabor, tamao, etc.- quedan invariables, permanecen inmutados. Pero bien entendido que no es que Cristo se oculte en las Sagradas Especies como el que se pone detrs de una delgada pelcula de pan real o de vino real para que no le veamos, sino que se esconde en las apariencias del pan y del vino -que ya no es el pan y el vino que antes eran (ni por su materia ni por su forma)-: lo que era pan y vino ahora es Cristo por entero. La Eucarista no puede explicarse siguiendo las leyes de la experiencia. La omnipotencia divina interviene aqu milagrosamente. En la misma vida de Cristo sobre la tierra se dieron acontecimientos -andar sobre las aguas, multiplicar panes y peces, convertir el agua en vino, resucitar muertos, etc.-, que pusieron de manifiesto la posibilidad de que una intervencin divina suspendiera la aplicacin de las leyes fsicas, empricas. Por tanto, el dogma eucarstico -de la presencia real de Cristo bajo las especies sacramentalesno es que sea absurdo o contradictorio, es simplemente algo que el hombre nunca podr hacer, pero que no excede a las fuerzas divinas. Elementos constitutivos del Sacramento: La Materia: Lo nico que la Iglesia exige es que sean pan y vino autnticos. Es decir, pan de harina de trigo. Y, puesto que Cristo en la ltima Cena utiliz el pan zimo o sin levadura, la Iglesia latina -al menos desde el siglo VIII- tiene establecido que el sacerdote, dondequiera que celebre la Misa, debe hacerlo con este tipo de pan. El vino ha de ser extrado de la uva natural de vid -blanco o tinto-, al cual, durante la Misa, hay que aadirle unas gotas de agua de acuerdo con una costumbre que se remonta a los primitivos tiempos del

cristianismo y que tiene un carcter simblico: en recuerdo del agua que man del costado abierto de Cristo: de la unin hiposttica de la naturaleza humana con la divina del Seor; y en recuerdo, tambin, de la unin mstica del pueblo fiel con Jesucristo. Si el vino no fuera de uva, la Consagracin sera invlida . Est terminantemente prohibido -incluso en caso de extrema necesidad- consagrar, conscientemente, una materia sin la otra, o ambas fuera de la Santa Misa. Ministro de la Eucarista: Solamente el sacerdote, vlidamente ordenado, posee el poder de consagrar la Santsima Eucarista. El encargo de Cristo: Haced esto en memoria ma, va dirigido exclusivamente a los Apstoles y a sus sucesores. Toda la Tradicin de la Iglesia es concorde con este criterio. En los ltimos aos, sin embargo, han comenzado a difundirse, y, a veces, a ponerse en prctica, algunas opiniones que, al negar esta enseanza, hieren en lo ntimo la vida de la Iglesia. Esto ha obligado a la Sagrada Congregacin para la Doctrina de la Fe a dirigir a los obispos de la Iglesia una carta en agosto de 1983- poniendo en guardia sobre,esta grave desviacin. ... aunque todos los bautizados gocen de la misma dignidad ante Dios, en la comunidad cristiana que su divino Fundador quiso jerrquicamente estructurado existen desde sus orgenes poderes apostlicos especficos, basados en el sacramento del Orden. Entre estos poderes, que Cristo ha otorgado de manera exclusiva a los Apstoles y a sus sucesores, figura en concreto el de presidir la celebracin eucarstica. Solamente a los Obispos, y a los Presbteros a quienes ellos han hecho partcipes del ministerio recibido, est reservada la potestad de renovar en el misterioeucarstico lo que hizo Cristo en la ltima Cena. En principio, hay que decir que son ministros ordinarios de la Sagrada Comunin el Obispo, el Presbtero y el Dicono. Y cabe, tambin, que en determinadas circunstancias sea ministro extraordinario para repartir la Sagrada Comunin preferente el fiel cristiano que ha recibido el ministerio del acolitado. No obstante, cuando alguna necesidad lo aconseje, podr tambin distribuir la Comunin otro fiel designado para ello por el Ordinario del lugar: para un caso concreto, o durante un tiempo determinado, o -si es verdaderamente necesario- de manera permanente. Sujeto de la Eucarista: Cualquier catlico puede recibir la Eucarista si se halla debidamente dispuesto. Es decir, si se encuentra en gracia de Dios. En el caso de que tuviera conciencia de pecado mortal, tendra obligacin de abstenerse a recibir la Eucarista por mucho que le apeteciera. En este caso se le puede aconsejar que haga una comunin de deseo, una comunin espiritual, y vaya a confesarse cuanto antes. Conviene recordar aquellas palabras de san Pablo en la primera carta a los cristianos de Corinto: Quien come el pan y bebe el cliz del Seor indignamente se har reo del Cuerpo y Sangre del Seor, y tambin aquellas otras: Pues el que sin discernir, come y bebe el Cuerpo del Seor, come y bebe su propia condenacin. De todo esto se deduce que hay que prepararse muy bien para recibir al Seor, incluso observando el ayuno de una hora sin tomar alimentos. La que siempre ha establecido el Derecho de la Iglesia: la edad de la discrecin (a los siete u ocho aos). Es imprescindible que los nios, antes de la Primera Comunin, hayan recibido una preparacin adecuada y cuidadosa, de manera que conozcan -en la medida de su capacidad- el misterio de Cristo y puedan recibir el Cuerpo del Seor con fe y devocin. La recepcion de la Eucarista: Efectos de la Eucarista: Se produce una unin entre quien recibe el Sacramento y Jesucristo. Dice el Seor: Quien come mi carne y bebe mi sangre permanece en m y yo en l. Adems, despus de esta unin sacramental con Cristo -pasajera porque dura mientras no se corrompan las especies-, permanece la unin espiritual -que es permanente-: unin en la caridad y en la gracia, que slo se interrumpe en el caso de cometer un pecado mortal. Y, como las sagradas especies sacramentales permanecen durante unos minutos sin corromperse, bien vale la pena aprovechar ese tiempo para mantener un coloquio encendido con Cristo Jess: acciones de gracias, peticiones, desagravios, actos de amor, etc. Siempre que recibimos con las debidas disposiciones la Sagrada Comunin, se nos conserva y acrecienta la vida del alma que es la gracia porque recibimos a su mismo autor, que es Jesucristo. Pero no debemos olvidar que los frutos que produce en nosotros este sacramento estn tambin en funcin de nuestras disposiciones personales (preparacin adecuada y accin de gracias consecuente). El hecho de que concluya la Misa no quiere decir que, necesariamente, tengamos que abandonar la iglesia, especialmente si hace pocos minutos que hemos recibido a Jesucristo

Los efectos de la Santa Misa: Los efectos de la Misa se llaman frutos en cuanto redundan en beneficio de los fieles. Y estos frutos se reciben de acuerdo con sus disposiciones interiores (aunque la Misa, en s misma, tenga un valor infinito). La Santa Misa produce frutos en favor no slo de los vivos, sino tambin de los difuntos. Y, en definitiva, toda la Iglesia se beneficia de los frutos de cada Misa: los que todava permanecemos en la tierra y los que se hallan en el Purgatorio; se beneficia el sacerdote que celebra y los que asisten a la Misa; tambin los ausentes si se unen al sacerdote que celebra; y se benefician, por supuesto, todos aquellos por quienes especialmente se aplica. Por los difuntos la misa se ofrece a manera de sufragio. Es decir, aplicando a las almas del Purgatorio la fuerza impetratoria y satisfactoria del Santo Sacrificio. La Eucarista como sacrificio: El sacrificio de la Cruz y el sacrificio de la Misa es un solo y nico sacrificio. En la Santa Misa se hace presente sacramentalmente el sacrificio cruento, doloroso, de Cristo en la Cruz. Pero, precisamente por ser sacrificio, la Misa nos ofrece la posibilidad de participar de la vctima ofrecida en el banquete sagrado. Ahora bien, lo que Cristo quiso perpetuar no fue la ltima Cena -el banquete-, sino el Sacrificio de la Cruz que tuvo lugar unas horas despus en el Calvario. Cristo instituy el sacramento de la Eucarista en la ltima Cena del Jueves Santo, anticipando sacramentalmente su muerte en la Cruz. En la ltima Cena Cristo estaba pasible, pero an no paciente; en la Santa Misa se hace presente Christus passus, que padeci y se halla ahora pleno de gloria en el cielo. La Misa, pues, hace referencia directa al sacrificio de la Cruz, sacramentalmente anticipado pero an no consumado en el Cenculo. Por eso la primera Misa es el Sacrificio de la Cruz. La Misa es mucho ms que un banquete fraterno en el que se conmemora la Pasin y Muerte del Seor: es la re-presentacin, real e incruenta, del sacrificio cruento de la Cruz. EL SACRAMENTO DE LA CONFESIN Es el sacramento por el cual se perdonan, por medio de la absolucin sacrdotal, los pecados cometidos despus del bautismo. Es Cristo quien le perdona. El sacerdote es un instrumento -un mediador- entre Dios y los hombres, como depositario del mandato de Cristo recogido en el Evangelio de San Mateo (18,18): lo que atareis sobre la tierra ser atado en el cielo; lo que desatarais ..., y tambin en el de San Juan (20,23): a quienes les perdonarais los pecados les sern perdonados; a quienes se los retuvierais, les sern retenidos. Institucin: El sacramento de la Confesin es de institucin divino. En los relatos del Evangelio de san Mateo y san Juan encontramos las palabras con que Jess dio el poder, a la Iglesia en la persona de Pedro, de perdonar los pecados. Es una potestad conferida a la Iglesia jerrquica (Mt 16,17-20; 18,18 Jn 20,23) Elementos constitutivos: La Materia: lo constituyen los acytos del penitente: La contricin: es el dolor del alma y aborrecimiento del pecado cometido con el propsito de no pecar ms. Esta procede de la razn y de la gracia que lo ilumina, poe ello es interna; pues, nace de la voluntad libre edel hombre, es sobrenatural porque los pecados cometidos son una ofensa a Dios, es universal porque se extiende a todos los pecados cometidos y mxima porque se aborrece el pecado como un mal mayor. Se le llama contricin perfecta si nace de la caridad; es decir de la pena de haber ofendido a Dios; puede ser imperfecta o atricin si nace de la consideracin de la fealdad del pecado o del miedo al castigo merecido. Sin un penitente bien dispuesto interiormente, no puede haber confesin por muchos signos de la cruz que se hagan. El perdn de los pecados, por tanto, no se realiza si al penitente le falta dolor de ellos y propsito de enmendarse. La Confesin: es la acusacin de los pecados propios cometidos despus del bautismo y desde la ltimas confesin. Son manifestados delante del confesor para que los perdone. Este es un requisito indispensable establecido por el mismo seor Jesucristo a manera de Juicio. La confesin ha de ser sincera en todo lo quie se refiere al nmero, especie y circunstancia, acusandose de los pecados sin omitir, disminuir ni alterarlos. Quien a sabiendas omitira un pecado en la confesin comete otro pecado de sacrilegio. La confesin ha de ser ntegra, que abarque todos los pecados mortales aun no confesados en nmero de

veces cometidos. El sacerdote recoge la confesin del penitente, le hace las preguntas que considere oportunas para matizar el pecado, le hace las recomendaciones que vengan al caso y, comprobando que se dan en el que se confiesa las disposiciones interiores necesarias, le da la absolucin. Y las palabras de la absolucin incluyen hacer la seal de la cruz. La Satisfaccin: libre del pacado, el cristiano debe todava recuperar la plena salud espiritual; es decir, que tendr que hacer algo para reparar sus pecados. Har la penitencia. La Forma: son las palabras que acompaan en el momento que el ministro absuelve al pecador trazando el signo de la Cruz: Dios, Padre misericordioso, que reconcili consigo al mundo por la muerte y la resurreccin de su Hijo y derram el Espiritu Santo para la remisin de los pecados, te conceda, por el ministerio de la Iglesia, el perdn y la paz. Y yo te absuelvo de tus pecados en el nombre del Padre y del Hijo y del Espritu Santo. El pecado Mortal y Venial: El pecado mortal es el acto mediante el cual un hombre, con libertad y conocimiento, rechaza a Dios, su Ley y la alianza de amor que Dios le propone, prefiriendo volverse a s mismo, a alguna realidad creada y finita, a algo contrario a la voluntad divina. Al pecado mortal se puede llegar de modo directo, como sucede en la idolatra, apostasa o atesmo; o de modo equivalente, como ocurre en todos los actos de desobediencia a lo que Dios manda. En el pecado venial, el hombre se detiene o se distancia, sin por ello abandonar la vida de Dios. Los pecados veniales exigen atencin por nuestra parte porque, muchas veces, predisponen para el mortal. En las ltimas normas dadas por la Iglesia con referencia a este sacramento, se presenta la confesin frecuente como el medio ideal para acrecentar la gracia del bautismo; como ocasin y estmulo para identificarse ms ntimamente con Cristo y hacerse cada vez ms dciles a la voz del Espritu Santo; y como fuente privilegiada de santidad, de paz y de alegra. Si recibimos frecuentemente la Eucarista, debemos hacerlo con las mejores disposiciones, con la mayor pulcritud interior que nos sea posible. Esto es un signo delicado de amor, fruto de la fe en la presencia real de Cristo. Por eso, es conveniente, aunque no haya pecados mortales, confesar los veniales con alguna frecuencia. Diferir la recepcin del sacramento de la Penitencia impide, adems, poder lucrar indulgencias. Y son muchas las indulgencias que se pueden ganar si estamos bien El sujeto de la Confesin: La obligacin de confesarse comienza con el uso de razn. Naturalmente la obligacin surge, como tal, cuando hay pecados mortales. Para aquellos que han caido en pecado mortal despus, del bautismo, es muy necesario la confesin para adquirir la salvacin. Esta es una verdad de derecho divino impuesta por el mismo Dios. As como res tan necesario para acercarse al sacramento de la comunin. Los pecados internos: Deleitarse en la representacin imaginaria de un acto pecaminoso advertido y consentido como tal, del tipo que sea, como si se estuviera realizando, aunque no se tenga intencin de llevarlo a cabo, es pecado como el externo correlativo, y ser grave o leve segn lo sea el objeto. Tambin lo es desear deliberadamente una cosa mala con intencin de ejecutarla cuando se presente el momento oportuno; y tambin complacerse en una accin mala o deshonesta ya pasada, que uno realiz por s mismo o que realiz otro. Estos pecados podrn ser graves o leves en funcin de la gravedad de lo imaginado, de lo deseado o de aquello de lo que se ha complacido. Y, por supuesto, exigen en el sujeto advertencia plena y pleno consentimiento. La mera tentacin de imaginacin, si se rechaza, incluso con esfuerzo, no slo no es pecado sino que es virtud: una cosa es sentir y otra consentir. Ministro del sacramento: Por el sacramento del Orden todos los sacerdotes reciben la capacidad de perdonar -in persona Christi- los pecados. Los sacerdotes, para absolver vlidamente los pecados, precisan unir a la potestad de orden (que les viene por el Sacramento que han recibido), el encargo del Obispo diocesano o del Ordinario del lugar para ejercitar ese ministerio. Es lo que se llama tener facultades ministeriales. Una vez recibidas las facultades ministeriales en una dicesis, los sacerdotes pueden confesar en todo el mundo. Y tambin conviene saber que cualquier sacerdote -cualquiera que sea su situacin-, aunque no tuviera facultad para absolver, puede hacerlo en el caso de que alguien se encuentre en peligro de muerte y no haya posibilidad de acudir a otro debidamente facultado.

El ministro de la confesin est obligado a guardar el sigilo sacramental, que, aunque pueda considerarse moralmente como una forma de secreto confiado, por su propia naturaleza especfica se trata de algo tan peculiar, tan sui gneris, que es mejor no compararlo con ningn otro tipo de secreto. El sigilo sacramental es inviolable y, por ello, el confesor tiene prohibido terminantemente manifestar, de palabra o de cualquier otro modo, lo que ha odo en confesin. Es como si no lo hubiera odo: no sabe nada al respecto. El confesor que, directa o intencionadamente, violara el sigilo sacramental, quedara automticamente excomulgado, con excomunin reservada al Romano Pontfice

La Excomunin: La Iglesia, por propio derecho, puede castigar con sanciones penales a los fieles -clrigos o laicos que cometen delitos. Esto es consecuencia de que la Iglesia tiene -como sociedad perfecta- su propio Derecho Penal. Todo el libro VI del Cdigo de Derecho Cannico est dedicado a los delitos y penas. Ahora bien, la Iglesia ha de tener como preocupacin fundamental la salvacin de las almas, por eso al delincuente que reconoce su delito -y su pecado- se le perdona. No es, como puede verse, nada parecido a lo que sucede en los tribunales civiles. En stos, al individuo que se reconoce culpable convicto y confeso- se le condena. La misericordia, en la Iglesia, ha de tener un lugar primordial, procurando que la pena, en su caso, colabore y no obstaculice la consecucin de los fines pastorales. Por eso, la instancia penal debe ser el ltimo recurso que se utilice. Slo se har despus de haber agotado todos los medios posibles, dentro de las vas pastoral y jurdica, para reparar el escndalo, restituir la justicia y enmendar al reo (c. 1341). Las penas cannicas, pues, tienen un significado pastoral, y slo se aplican cuando sea necesario defender la disciplina eclesistica. Hay penas que se llaman medicinales (o censuras) y penas expiatorias. Entre las primeras est la pena de excomunin. La excomunin es, pues, una pena medicinal o censura por la cual se excluye a alguien de la comunin de los fieles. Se trata de la prdida de la comunin jurdica, es decir, de la unin de un fiel con la Iglesia en cuanto sociedad visible. Y, al perder esta comunin, la autoridad legtima priva a esa persona de los derechos que tena como fiel: le excluye de la Iglesia mstica y jurdica. Al excomulgado se le prohbe: participar en la Eucarista, recibir los otros sacramentos, ser padrino de bautismo, etc. Y queda fuera del impulso espiritual de la Comunin de los Santos. Son causas de excomunin, entre otras, la apostasa de la fe, la hereja o el cisma; la profanacin de las especies eucarsticas; la violencia fsica contra el Romano Pontfice; la violacin del sigilo sacramental; el haber procurado el aborto y haberlo conseguido, etc. Formas de la celebracin del sacramento: El ORDO PENITENTIAE, de 2 de diciembre de 1973, regul los tres ritos actualmente vigentes. El llamado rito A es para reconciliar a un solo penitente. El rito B es para reconciliar a varios penitentes pero con confesin y absolucin individual. Ahora bien, entre los dos ritos hay una distincin clara, aunque accesoria. Y es que, segn el rito B, a la reconciliacin del penitente le preceden y le siguen celebraciones comunitarias en las que participan varios penitentes. Con el rito B se pretende, por tanto, poner ms de relieve el carcter comunitario y eclesial. Y el rito C es para reconciliar a muchos penitentes con confesin y absolucin general. La regla general, de acuerdo con el canon 961, es la siguiente: No puede darse la absolucin a varios penitentes a la vez sin previa confesin individual. Y la excepcin (tambin recogida en este canon): a no ser que amenace un peligro de muerte y el sacerdote o los sacerdotes no tengan tiempo para or la confesin de cada penitente. Haya una necesidad grave, es decir, cuando teniendo en cuenta el nmero de penitentes, no haya bastantes confesores para or debidamente la confesin de cada uno de ellos dentro de un tiempo razonable, de manera que los penitentes sin culpa por su parte se veran privados durante notable tiempo de la gracia sacramental o de la sagrada comunin; pero no se considera suficiente necesidad cuando no se puede disponer de confesores a causa slo de una gran concurrencia de penitentes, como puede suceder en una gran fiesta o peregrinacin. La primera excepcin no plantea ningn problenia. Est muy clara. La segunda excepcin, sin embargo, se presta a interpretaciones arbitrarias, como efectivamente ha sucedido. El Papa, en la Exhortacin Pastoral sobre la Reconciliacin y la Penitencia, dice que esta forma no puede convertirse en forma ordinaria y, por tanto, slo puede usarse en los casos en que haya una necesidad grave. Y es el obispo -y nadie ms- el que, en el mbito de su dicesis, debe valorar si se dan o no esas condiciones que exige el Cdigo para poder impartir la absolucin. Todo ello en pleno respeto de la ley y de la praxis de la Iglesia. La interpretacin, pues, de este canon ha de ser restrictiva. En cualquier caso, el prroco no tiene atribuciones para ello. Ha de ser el obispo diocesano el que juzgue si se dan las circunstancia.

Est establecido que para que un fiel reciba vlidamente una absolucin colectiva, se requieren cuatro condiciones: Que est debidamente dispuesto (examen de conciencia, dolor de los pecados y propsito de enmienda). Que haga el propsito de hacer, lo antes posible, confesin individual de los pecados graves de los que, en ese momento, no pudo confesarse en forma individual. Que antes de la absolucin general haga un acto de contricin. Que no acumule absoluciones generales. Es decir, que aquel a quien se perdonan pecados graves con una absolucin general debe acercarse a la confesin individual antes de recibir otra absolucin general, de no interponerse causa justa Lugar de la Confesin: El lugar propio para or confesiones -dice el Cdigo- es una iglesia y oratorio, esto quiere decir que habr que buscar un sitio adecuado dentro de esa Iglesia o dentro de ese oratorio. Y si es as, qu mejor que un confesonario, que facilita la rejilla, siempre conveniente porque -aparte de otras razones- el penitente tiene derecho a no revelar su identidad personal. EL SACRAMENTO DE LA UNCION DE LOS ENFERMOS Es un sacramento pensado por Dios nuestro Seor para el cristiano que se encuentra postrado por la enfermedad y, en consecuencia, por el sufrimiento; y tambin por los achaques graves que puedan darse cuando ya empiezan a fallar las fuerzas fsicas como secuela de los aos... El cristiano debe sentir una profunda alegra al saber que la Iglesia, como Madre, igual que acudi solcita al comienzo de su vida en este mundo a proporcionarle las aguas del Bautismo y despus le fue facilitando los sucesivos medios imprescindibles para su santificacin -Confirmacin, Penitencia, Eucarista, etc.-, llegado el momento de la grave enfermedad o de la ancianidad, tambin le asiste, maternalmente, con el sacramento de la Uncin, disponindole lo ms perfectamente posible para la vida eterna. En este ltimo sacramento -puede decirse- se consuma la obra purificadora de Cristo, que perdona y limpia, quitando los pecados que queden todava por expiar. Sufrimiento y muerte son realidades misteriosas que estn ntimamente ligadas al misterio de Jesucristo. Por eso, el cristiano, mirando a Jess crucificado, encuentra fuerza sobreabundante para aceptar agradecido con los ojos de la fe- lo que racionalmente pudiera repugnarle. El sufrimiento en s mismo es un mal, pero Jesucristo lo ha ennoblecido hacindose, l mismo, dolor.... convirtindolo en sufrimiento fecundo. Cristo toma sobre s nuestras miserias se hace pecado por nosotros- y se inmola en el Calvario para redimirnos y salvarnos. Juan Pablo II deca en una de sus alocuciones que: el sufrimiento es tambin una realidad misteriosa y desconcertante. Pero nosotros cristianos- mirando a Jess crucificado encontramos la fuerza para aceptar este misterio. El cristiano sabe que, tras el pecado original, la historia humana es siempre un riesgo; pero sabe tambin que Dios ha querido entrar en nuestro dolor, experimentar nuestra alegra, pasar por la agona del espritu y desgarramiento del cuerpo. La fe en Cristo no suprime el sufrimiento, pero lo ilumina, lo eleva, lo purifica, lo sublima, lo vuelve vlido para lograr la eternidad (Aloc. 24-III-79). En resumen: El sufrimiento (consecuencia de la enfermedad o de la vejez), la misma muerte, son males que Dios detesta. Sin embargo, el hombre -por su rebelin- lo introdujo en el mundo. En el instante de la Redencin, el sufrimiento y la muerte, cambiaron de aspecto ante los ojos de Dios: si antes le eran odiosos, ahora se le hacen deseables para el mismo hombre. Viene Cristo a la tierra y se hace varn de dolores. No nos suprime, por ello, el dolor, pero le da sentido, lo diviniza, lo transfigura. El dolor as se convierte en cruz -un reflejo de su Cruz-, y el hombre se convierte en bienaventurado. Es suficiente con que su cruz se identifique con la Cruz de Cristo. Institucin: Los siete sacramentos fueron instituidos por nuestro Seor Jesucristo. Toda la tradicin de la Iglesia ensea que el sacramento de la Uncin de enfermos fue instituido por Jesucristo y promulgado por el Apstol Santiago en un texto que se recoge en su Epstola y que dice as: Est enfermo alguno de vosotros? Llame a los presbteros de la Iglesia y que recen sobre l, despus de ungirlo con el leo en el nombre del Seor. Y la oracin de fe salvar al enfermo y el Seor lo curar, y, si ha cometido pecado, se le perdonar. No consta expresamente el momento preciso de su institucin, pero hay pruebas palpables de que el Seor pensaba en ella, por ejemplo, cuando envi a sus discpulos de dos en dos para que predicaran al pueblo, le exhortaran a la penitencia, arrojaran a los demonios y sanaran enfermos ungindolos con leo. Esta uncin debe creerse sin duda alguna que no fue inventada por los Apstoles sino mandada por nuestro Seor, y dotada, no de una virtud natural, sino misteriosa, y ms bien instituida para salvar las almas que para curar los cuerpos.

Una definicin: Es un sacramento instituido por Jesucristo, por el que se confiere a los enfermos o a personas de avanzada edad, que se hallan en peligro de muerte, la gracia para que sean aliviados espiritualmente y, a veces, tambin corporalmente, si conviene a la salud de su alma En la Constitucin Lumen Gentium se lee: Con la Uncin de los enfermos y la oracin de los presbteros, toda la Iglesia encomienda a los enfermos al Seor paciente y glorificado, para que los alivie y los salve, e incluso les exhorta a que, asocindose voluntariamente a la pasin y muerte de Cristo, contribuyan as al bien del Pueblo de Dios. En la Constitucin Sacrosanctum Concilium -la que trata de la liturgia-, se dice: La extremauncin, que tambin, y mejor, puede llamarse Uncin de enfermos, no es slo el sacramento de quienes se encuentran en los ltimos momentos de su vida. Por tanto, el tiempo oportuno para recibirlo empieza cuando el cristiano comienza a estar en peligro de muerte por enfermedad o vejez. Efectos del sacramento: Este sacramento produce un aumento de la gracia santificante, porque como es sacramento de vivos-hay que recibirlo ya en gracia de Dios. Sin embargo, si el enfermo no hubiera podido confesar, este sacramento le borra los pecados veniales y aun los mortales, si estuviera arrepentido de ellos. Por eso es tan importante asistir a un moribundo con la Uncin de enfermos, especialmente si ha perdido muchas de sus facultades, porque puede suceder que se encuentre en pecado y no tenga fuerzas para hacer el acto de dolor y confesarse. En estas circunstancias s puede recibir la Uncin, porque los actos del sujeto no forman parte del sacramento. Es decir, basta con que la gracia no encuentre obstculos en su alma, siendo suficiente la atricin habitual para recibirlo. Otro efecto de este sacramento es el de quitar las reliquias del pecado: quitar los residuos que puedan quedar en el alma como consecuencia de los pecados cometidos a lo largo de toda la vida. Porque, si bien es verdad que el sacramento de la Penitencia limpia al alma del pecado, tambin es cierto que el pecado no slo mancha, sino que deja un resto o reato de pena temporal que, si no se purifica en esta vida, habr que hacerlo en el Purgatorio. En resumen: la Uncin trata de completar la obra de reconciliacin con Dios, quitando al alma todo resto de culpa y pena temporal, segn las disposiciones del enfermo. Adems de todo esto, la Uncin confiere la gracia especfica suya, que consiste en fortalecer al alma del enfermo para afrontar con sentido sobrenatural y alegra la enfermedad y llegado el caso, la misma muerte, al mismo tiempo que le conforta para resistir y vencer las tentaciones que puedan sobrevenirle en tal estado de especial debilidad. Tambin puede experimentarse alivio en la enfermedad e incluso la curacin total, si conviene a la salvacin del alma. Y, por fin, este sacramento siempre conforta al enfermo en su enfermedad y al anciano en su vejez, movindole a una gran confianza en la misericordia divina. Sujeto del sacramento: Todos los bautizados adultos que se encuentren gravemente enfermos y los ancianos -por su natural debilidadaunque no tengan una enfermedad que haga temer por su vida. Los que vayan a someterse a una intervencin quirrgica como consecuencia de una enfermedad peligrosa. Los nios que tengan suficiente conocimiento para recibirlo con fruto. Los que hayan perdido los sentidos, siempre que, de haber estado en posesin de ellos, pueda presumiese que hubieran pedido el sacramento. En la duda de si el enfermo ha alcanzado el uso de razn o de si la enfermedad es verdaderamente grave, convendr administrrselo. En situacin normal, es conveniente que el enfermo se confiese y reciba la Eucarista antes de recibir la Uncin. Si no pudiera hablar, deber hacer un acto interno de dolor de sus pecados. Este sacramento puede -y debe- recibirse tantas veces se presenten las circunstancias que estn previstas para poder administrarse. Bien es verdad que, en principio, no es un sacramento apto para recibirse con frecuencia (por su misma naturaleza). Tantas cuantas veces un enfermo se halle en peligro grave, podr recibirlo; incluso dentro de una misma enfermedad, si en ella hubo perodos de convalecencia y, posteriormente, el peligro se hace ms grave. Lo mismo puede decirse de los ancianos si puede temerse por su vida en razn de los aos y de los achaques, aunque stos, en s mismos, no sean graves. La ancianidad por s misma, ya es como una enfermedad crnica; lo que podra ser en un joven una afeccin leve, en un anciano puede tener complicaciones fatales y en poco tiempo. Elementos constitutivos: La materia: Es el leo bendecido por el Obispo en la Misa Crismal del Jueves Santo, que -generalmente- procede de la oliva, aunque podra tambin proceder de cualquier otro vegetal. Esta bendicin pueden hacerla, igualmente,

aquellos que, por derecho, estn equiparados al Obispo diocesano (Prelado, Abad, Vicario ... ); y, en caso de necesidad, cualquier presbtero, pero dentro de la celebracin del sacramentos. La forma: La constituye las palabras siguientes que dice quien lo administra: Por esta Santa Uncin y por su bondadosa misericordia, te ayude el Seor con la gracia del Espritu Santo. Y se responde: Amn. Prosigue el sacerdote: Para que, libre de tus pecados, te conceda la salvacin y te conforte en tu enfermedad. E, igualmente, se responde: Amn. Mientras tanto el sacerdote pronuncia estas palabras, va ungiendo la frente y las manos del enfermo o anciano. Y, si esto no fuera posible o no resultara conveniente, basta que con que se haga una sola uncin en la frente o en otro lugar del cuerpo. La celebracin: Como es habitual, hay unos Ritos Iniciales a los que sigue la Liturgia Sacramental. Los Ritos Iniciales se componen de un saludo, de un acto penitencial y de la liturgia de la Palabra. La Liturgia del sacramento se compone de una imposicin de manos del sacerdote sobre el enfermo (en silencio), de la bendicin del leo (si fuera necesario, por no disponer del que, en su da, bendijo el Obispo), y de la uncin propiamente dicha (ordinariamente en frente y manos) mientras se dicen las palabras sacramentales. A continuacin tiene lugar la Conclusin del Rito, con bendicin Ministro del sacramento: Son ministros ordinarios de l, el Obispo, el prroco y sus cooperadores, los sacerdotes encargados del cuidado de los enfermos o de los ancianos y los Superiores de las Comunidades religiosas. Pero cualquier sacerdote puede administrarlo oportunamente con el consentimiento, al menos presunto, del prroco. El Cdigo de Derecho Cannico da facultades a los sacerdotes para poder llevar consigo el leo bendito, para poder administrar el sacramento en caso de urgencia. Necesidad del sacramento: Este sacramento no es necesario con necesidad de medio- para salvarse, pero prescindir de l Voluntariamente es temerario y no excusa de culpa. Y si, por desprecio, no se recibiera, se incurrira en pecado grave. Y la gravedad se aumentara si este desprecio llegara a escandalizar a otras personas. EL SACRAMENTO DEL ORDEN El pueblo cristiano -todo l- es un pueblo sacerdotal. Por el sacramento del Bautismo y el de la Confirmacin, los cristianos recibimos lo que se llama el sacerdocio comn o real. Cristo encomend a su Iglesia llevar a cabo su obra redentora a lo largo de todos los siglos, y todos, en cuanto que somos Iglesia de generacin en generacin-, llevamos adelante esta gran empresa por medio de ese sacerdocio comn: si Jess es, en cuanto Dios y Hombre verdadero, mediador entre Dios y los hombres, todo cristiano, unido a Cristo, realiza tambin esta funcin. Ahora bien, por el sacramento del Orden, se otorga a algunos fieles (que ya tienen, por tanto, el sacerdocio comn) un sacerdocio realmente distinto al del resto de los fieles. Un sacerdocio que difiere del sacerdocio comn esencialmente: es el llamado sacerdocio ministerial o jerrquico. Los dos participan del nico sacerdocio de Cristo, pero el sacerdocio ministerial -por la potestad sagrada que recibe- supone una identificacin real con Cristo ms profunda, porque es identificacin con Cristo-Cabeza, con Cristo en cuanto preside y gobierna la Iglesia. El sacerdote es un varn bautizado, tomado de entre los hombres por una razn vocacional, y en beneficio de ellos, para ofrecer dones y sacrificios por los pecados. Es un hombre, por tanto, segregado dentro del pueblo de Dios, pero no para estar separado del pueblo, sino para consagrarse totalmente a la obra para la que Dios le llam El sacerdote, con la gracia de Dios, ha de tener un exquisito tacto para saber conjugar estar en el mundo sin ser de l. Un sacerdote es, fundamentalmente un hombre de Dios, un elegido por l: es Dios quien le ha buscado y llamado para transformarle misteriosamente. El sacerdocio es, pues, un don de Dios, un carisma, una asuncin o elevacin del hombre hecha por l, una vocacin sagrada que transfigura ontolgicamente al que la recibe, sin detrimento de la integridad de su naturaleza humana. Podemos dar una definicin del sacramento del Orden: Sacramento por el cual algunos de entre los fieles quedan constituidos ministros sagrados al ser marcados con un carcter indeleble, as son consagrados y destinados a apacentar el pueblo de Dios segn el grado de cada uno, desempeando su ministerio en la persona de CristoCabeza las funciones de Ensear, Santificar y Regir. Institucin:

El sacramento del Orden, es uno de los siete instituidos por Jesucristo que confiere la gracia propia y peculiar para cumplir las obligaciones de los ministros sagrados, marcando con un carcter indeleble al que lo recibe, que le identifica con Cristo, Cabeza y Pastor. Ministro: Este sacramento tan slo puede conferirlo vlidamente un Obispo, lo cual no quiere decir que el presbtero traiga su ministerio del Obispo, sino que viene de Dios, aunque por medio del ministerio episcopal y para ser ejercitado en comunin con l. Sujeto del Sacramento del Orden: Cualquier catlico varn, que tenga vocacin sacerdotal, lo desee libremente y sea llamado por su Obispo, s. Si falta alguno de estos elementos, se puede decir con toda seguridad que el sacerdocio no es para l. Vocacin entendida como llamada de Dios; llamada que puede producirse de modo imperativo (que, sin embargo, no elimina la libertad del elegido), o de una manera ms suave o gradual, ms reflexiva o persuasiva, pero que en todo caso- ha de ponerse de manifiesto en funcin de unas condiciones de idoneidad no slo subjetivas sino tambin objetivas. El deseo de ser sacerdote, el celo por las almas, el afn de servicio a Dios y a los hombres, etc., es, subjetivamente, muy importante, pero no suficiente: han de darse tambin unas condiciones objetivas. El hecho, por ejemplo, de que una persona haya sido apstata de la fe, o que haya cometido homicidio voluntario, o que haya causado o cooperado en un aborto, o que haya intentado suicidarse, etc., impide, objetivamente, que pueda llegar al sacerdocio, a no ser que obtenga dispensa del legtimo Superior. Esto es lo que se llama en Derecho Cannico irregularidades. Adems de estas irregularidades, estn los impedimentos simples, que cesan automticamente en cuanto desaparecen las causas que los motivaron. Por ejemplo, los que estn casados, mientras viva el otro cnyuge; los administradores de bienes econmicos, mientras lo sean y no rindan cuentas, etc. Junto a todo esto, es necesario que el candidato al sacerdocio, durante algunos aos, se sujete a un plan de formacin doctrinal y se ejercite en las virtudes humanas y sobrenaturales, etc. Y, despus, habr de ser el propio Obispo el que ccn el asesoramiento oportuno decida si el candidato rene las condiciones exigibles para ser llamado a las Sagradas rdenes (entre otras, la edad establecida: no menos cle 23 aos para el diaconado y 25 para el presbiterado). La funcin de preparar a los futuros sacerdotes se realiza en los Seminarios. Elementos Constitutivos: La materia en el sacramento del Orden la constituye la imposicin de las manos que hace el Obispo en silencio sobre la cabeza del ordenado. La forma la constituye las palabras que dice, posteriormente, el Obispo en la Oracin Consecratoria, dentro de la cual hay un prrafo que es ineludible por ser esencial. Una vez realizado el signo sacramental, por la unin de la materia y de la forma, el candidato ya es sacerdote para siempre: desde ese mismo momento,ni antes ni despus. Y lo mismo puede decirsedel Dicono y del Obipo. Efectos del Sacramento: El sacramento del Orden es uno de los tres sacramentos junto con el Bautismo y la Confirmacin que imprimen lo que se llama carcter. El carcter es como una marca, un sello imborrable que queda impreso en el alma del que lo recibe; sello que le distingue irrevocablemente del resto de los dems hombres. Y, como el carcter sella al alma, quien ha recibido el sacerdocio por el sacramento del Orden ya es sacerdote para siempre: sacerdos in aeternum se lee en la Escritura: en la tierra y tambin en el cielo.

Diversidad de grados en un mismo Orden: El episcopado: El episcopado constituye la plenitud del sacramento del Orden por los poderes propios que le viene conferido por la consagracin. Son los sucesores de los Apstoles y tienen la potestad de ensear, santificar y regir una porcin de la Iglesia llamada dicesis o iglesia particular. La potestad de ensear:

Entre los principales oficios de los Obispos se destaca la predicacin del Evangelio. Ellos son los maestros autnticos, dotados de la autoridad de Cristo, para predicar al pueblo que le ha sido encomendado. Los Obispos, cuando ensean en materia de fe y costumbres en comunin con el Romano Pontfice, deben ser obedecidos por todos. Y, aunque cada uno de ellos no goce por s de la prerrogativa de la infalibilidad, sin embargo, cuando -aun estando dispersos por el mundo- mantienen el vnculo de unin entre s y con el Papa, enseando autnticamente en materia de fe y costumbres de manera concorde, su doctrina goza tambin de la infalibilidad. Esto es lo que se llama Magisterio Ordinario y Universal. La Potestad de Santificar: Quiere decir que el Obispo -por estar revestido de la plenitud del sacramento del Orden es el administrador de la gracia del supremo sacerdocio, sobre todo en la Eucarista mediante la cual la Iglesia vive y crece constantemente. Los Obispos, orando y trabajando por el pueblo, difunden de muy varias maneras y con abundancia la plenitud de la santidad de Cristo. Son ministros privilegiados de la Palabra de Dios; por medio de los sacramentos cuya administracin regulan con su autoridad-santifican a los fieles: administran el sacramento del Bautismo, son ministros originarios de la Confirmacin, son los dispensadores de las Sagradas rdenes, los moderadores de la disciplina penitencial y los que exhortan e instruyen al pueblo cristiano para que participe con fe y reverencia en la liturgia y -especialmente- en el Santo Sacrificio de la Misa. La Potestad de Regir: Por lo que respecta a la potestad de regir al pueblo, a ellos encomendado, los Obispos han de exhortar y aconsejar sin descanso y sin cansancio, pero tambin han de ejercitar su autoridad y su sagrada potestad para edificar a su grey en la verdad y en la santidad. Esta potestad que personalmente ejercen en nombre de Cristo es propia, ordinaria e inmediata, aunque su ejercicio est regulado por la suprema autoridad de la Iglesia y pueda ser circunscrita dentro de ciertos lmites con miras a la utilidad de la Iglesia y de los fieles. Es decir, que los Obispos no actan en sus dicesis como representantes o delegados del Papa, sino que sus poderes y facultades les vienen directamente de Dios aunque, por su propia naturaleza, han de ejercitarse en comunin jerrquica con la Cabeza y con los miembros del Colegio Episcopal. En virtud de esta potestad, tienen el sagrado derecho, y ante Dios el deber, de legislar sobre sus sbditos, de juzgarlos y de regular todo cuanto pertenece a la organizacin del culto y del apostolado. Han de tratar con particular caridad a los sacerdotes, ya que stos asumen parte de sus deberes y solicitudes que tan celosamente cumplen con diario cuidado, tenindolos por hijos y amigos, y, por tanto, prontos siempre a orlos y fomentando la costumbre de comunicarse confidencialmente con ellos El Presbiterado: Los presbteros, aunque no tienen la plenitud del sacerdocio y dependen del Obispo, tienen los poderes propios a su ministerio: La evangelizacin y la santificacin mediante el ministerio de los Sacramentos, sobre todo de la Eucarista. Dice el Seor: Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda creatura. .. El presbtero ha de garantizar y animar la evangelizacin encomendada a la comunidad cristiana que l preside, sin dejar l tambin de anunciar el Evangelio a quienes no pertenecen a la comunidad eclesial. El modelo apostlico de sacerdote se orienta a la iniciacin de la fe de los bautizados, a la reevangelizacin constante de todos los cristianos y a la evangelizacin decidida de los alejados, confluyendo toda su actividad en la celebracin de la Eucarista. Slo por la Eucarista ya tendra que existir el sacerdocio. Porque por la Santa Misa se hace presente, aqu y ahora, el Sacrificio de Cristo en la Cruz. El sacerdote hace posible que el Sacrificio de Jesucristo se perpete a lo largo de los siglos. En este sentido deca el Papa Juan PabloII: Celebrar la Eucarista no es un acto ms de vuestro ministerio: es la raz y la razn de ser de vuestro sacerdocio. Seris sacerdotes, ante todo, para celebrar y actualizar el sacrificio de Cristo, siempre vivo, para interceder por nosotros. Pero, adems de la Eucarista, al sacerdote compete una funcin muy importante, que es la de perdonar los pecados: administrar el sacramento de la Penitencia. Y, aunque renovar el Sacrificio del Calvario y perdonar los pecados constituyan los dos actos principales del ministerio sacerdotal, la misin del sacerdote no se agota ah: administra tambin los dems sacramentos, predica la Palabra de Dios (evangeliza) y dirige espiritualmente al pueblo cristiano El diaconado: Diacona es una palabra que viene de otra griega que significa ministerio o servicio. El ministerio o servicio de los diconos se orienta hacia estos tres aspectos: liturgia, caridad y evangelizacin. Estas funciones han de desempearlas segn determine el Ordinario del lugar y siempre en perfecta comunin y bajo la autoridad del Obispo y del sacerdote que, en cada territorio, presiden la cura de almas.

Los diconos en el ejercicio de su ministerio, y por lo que respecta a las funciones que les sean legtimamente encomendadas, procurarn ser testigos cualificados y fermento constante de la diacona de la Iglesia en el seno de las comunidades en que trabajen. Sus funciones: Los Diconos sirven en el culto a Dios -Santa Misa fundamentalmente- proclamando el Evangelio y dando la comunin a los fieles; son ministros ordinarios del sacramento del Bautismo; pueden exponer el Santsimo Sacramento y reservarlo; predican la Palabra de Dios en forma de homila o de otra manera; como clrigos que son, ayudan en la Iglesia a la que estn adscritos en toda las actividades que se les indiquen: catequesis, movimientos apostlicos, etc. El Diaconado Permanente: Hay un diaconado permanente y otro transitorio; ste como paso previo para el presbiterado y que ha de ejercerse durante un tiempo, y aqul que se recibe con carcter estable, para siempre. Desde 1967 la Iglesia estableci el diaconado permanente del que se habla en los Hechos de los Apstoles (Hch 6). Los que lo reciben pueden ser clibes o casados. Los casados precisan, como es lgico, el ineludible consentimiento de su esposa, y han de tener, al menos, 35 aos. Los diconos permanentes clibes pueden ser ordenados a partir de los 25 aos. En resumen: El sacerdocio es una espiritualidad centrada en la Eucarista, en el amor y el servicio a todos los redimidos, en el ejercicio de la reconciliacin, que se manifiesta especialmente en el sacramento de la Penitencia; en la cercana especial al pobre y al oprimido, como Cristo. Los sacerdotes son sabedores de que slo tras la Cruz se llega a la Resurreccin, como acaeci con Cristo; y que la nuestra es una vida en dedicacin plena y total a la misin de anunciar el Evangelio, igual que Cristo. Todo esto es la consecuencia de pensar y actuar in persona Christi, en nombre y representacin de Cristo El Romano Pontfice: El Papa es el Obispo de Roma y, por tanto, el sucesor de san Pedro. En cuanto Obispo de Roma es depositario de todos los poderes que Cristo concedi a los que seran los continuadores del ministerio de Pedro. Y as, por ejemplo, el Papa actual es el Vicario de Cristo en la tierra, el Pontfice Supremo, el Primado de la Iglesia Universal, el Patriarca de Occidente, el Primado de Italia y el Metropolita de la Provincia Romana. (Adems, es el Soberano del Estado de la Ciudad del Vaticano). La Sede de Roma es el centro de la catolicidad y la fuente de la unidad de la Iglesia Universal. El Romano Pontfice cumple la misin que corresponde a estos ttulos no de una manera honorfica, sino real: su Magisterio solemne es infalible cuando define doctrinas de fe y costumbres; y en su gobierno tiene jurisdiccin decisiva y autntica sobre la Iglesia entera: goza de la triple potestad legislativa, judicial y ejecutiva en grado mximo. Entre los Obispos es mucho ms que un primero entre iguales, hasta el punto de que los Obispos, si pierden la unidad con el Papa, pierden tambin la legitimidad de ejercicio de los poderes recibidos... El celibato sacerdotal: Corresponde a la autoridad de la Iglesia determinar qu tipo de hombres considera idneos para el sacerdocio, y qu requisitos deben reunir, y le ha parecido sumamente conveniente que, entre esos requisitos, est el haber recibido de Dios el carisma de ser capaz de vivir en plenitud el celibato apostlico. El sacerdocio lleva a la identificacin con Cristo, Sumo y Eterno Sacerdote, Perfecto Dios y Perfecto Hombre, que fue clibe. El matrimonio es excelente, tan excelente que Jesucristo lo ha elevado a la mxima categora posible dentro de la Iglesia: a la de Sacramento. Pero, para los que aspiren al sacerdocio, les exige la castidad perfecta. El celibato siempre ha sido considerado por la Iglesia como seal y estmulo de caridad: seal de un amor sin reservas, estmulo de una caridad abierta a todos. El celibato permite al sacerdote, tambin en la prctica, una mayor eficiencia y una mejor actitud psicolgica y afectiva para el ejercicio continuo de la caridad, pudindose dar del todo -ms amplia y concretamente- para utilidad de todos. El sacerdote ha de ser un hombre disponible en cualquier momento, un hombre libre. Pero la castidad es un don de Dios, que l da a quien quiere, es un regalo que Dios hace a algunos hombres y, entre ellos, la Iglesia elige a sus sacerdotes. EL SACRAMENTO DEL MATRIMONIO

Premisa: Cuando, hace veinte siglos, el cristianismo propugn el matrimonio como uno e indisoluble y aquello constituy una autntica novedad en un mundo pagano, decadente, aquejado de todos los vicios.... pero acab imponindose. De esta manera, la familia se fortaleci, constituyndose en columna firme, vertebral y bsica de la nueva sociedad. Ahora bien, la fuerza redentora y progresiva del cristianismo exige la aplicacin de sus principios de modo continuo, sin desmayo, a travs del tiempo, a todas las generaciones. Todas las pocas han de ser de nuevo salvadas, redimidas de costumbres sociales atrasadas, de ideologas retrgradas -aunque puedan parecer nuevas-, que arraigan ms o menos en ciertos ambientes y, a veces, en pases enteros. Pinsese, por ejemplo, en el influjo negativo de Lutero -que todava perdura- al privar al matrimonio de su condicin de sacramento y declinar su regulacin jurdica en favor del poder civil. Y, ms tarde, la Revolucin Francesa trajo otros retrocesos lamentables al privar al matrimonio de su necesaria dimensin religiosa e introduciendo la disolucin del vnculo o divorcio vincular. En nuestro siglo, los movimientos de signo colectivista se estn esforzando por imponer una concepcin irreligioso del matrimonio y de la familia donde quiera dispongan de poder pblico; y siempre, a travs de su propaganda ideolgica, consistente -en lneas generales- en negar la religiosidad humana, incluso la natural... De esta manera, el Derecho de Familia, de inspiracin cristiana, ha quedado de alguna manera profundamente afectado en su misma raz, al estimar -ellos- que no se adapta a los modernos criterios de libertad y progreso... Todo ello ha sembrado, insensiblemente, la confusin dentro del campo cristiano y no son pocos los que, llamndose catlicos, barajan conceptos equivocados acerca de esta institucin -divina desde su mismo origen-, no tanto por abierta disconformidad con los criterios religiosos, como por desorientacin, deformacin o pura ignorancia. Institucin: En la Sagrada Escritura, en el relato de la creacin del hombre narrada en el libro del Gnesis, entendemos claramente y con certeza -y as lo afirma el Magisterio de la Iglesia- que el matrimonio ha sido instituido por Dios, y es El adems quien seala los fines esenciales. De ah que la institucin matrimonial sea sustancialmente inmutable. El matrimonio, por tanto, hay que aceptarlo como es. El hombre puede o no optar por casarse, pero, si lo hace, no es libre de establecer sus requisitos esenciales. Es, como si dijramos, un contrato de adhesin: las clusulas contractuales ya estn establecidas por Dios; el hombre, libremente, se adhiere a ellas o, si no, no contrae matrimonio. Jesucristo devolvi al matrimonio la dignidad original y lo elev, entre cristianos, a la categora de Sacramento. Por eso la Iglesia tiene potestad de regular el matrimonio, de acuerdo con la ley divina. Las propiedades de todo matrimonio son: la unidad (uno con una y una con uno) y la indisolubilidad (todos los das de tu vida hasta la muerte de uno de los cnyuges). La exclusin de estas propiedades, o de alguna de ellas, en el momento de casarse -por ambos contrayentes o por uno solo de ellos- hace nulo el matrimonio. Los fines del matrimonio son: la generacion de nuevas vidas o procreacin y la subsiguiente educacin de los hijos, el mutuo auxilio y la regulacin o encauzamiento del instinto sexual. Con estas propiedades y estos fines, es vlido el matrimonio entre cristianos y es ilegtimo el contrado entre no cristianos. Como todo verdadero matrimonio contrado entre cristianos es Sacramento, los cnyuges han de casarse en el Seor, de acuerdo con las leyes de la Iglesia. La originalidad del Matrimonio: Lo que verdaderamente da origen al matrimonio es el consentimiento vlidamente emitido, como acto de la voluntad. Por medio del consentimiento un varn y una mujer se entregan y aceptan mutuamente en alianza irrevocable. Del consentimiento mutuo surge el vnculo conyugal. Para que este consentimiento sea vlido es preciso que las personas lo -expresen con conocimiento y libertad. Por eso, cualquier vicio sustancial en el consentimiento (error, ignorancia, miedo, violencia) hace nulo el matrimonio. El contenido de este consentimiento ha de abarcar no slo la unidad y la indisolubilidad del vnculo, sino tambin el estar ordenado a la procreacin mediante la natural cooperacin sexual. Adems del consentimiento, tal como acabamos de ver, es preciso para que haya matrimonio que no se d ninguno de los impedimentos que especifica el Cdigo de Derecho Cannico, porque estos impedimentos inhabilitan para poder contraerlo, por ejemplo: La impotencia, el estar ligado con vnculo matrimonial anterior no disuelto por la muerte del otro cnyuge, los ordenados in sacris, el raptor con respecto a la raptada, el conyugicida, etc. Y, por fin, hay un tercer requisito imprescindible para que el matrimonio sea vlido y ste es el realizarlo en forma cannica. Es decir, ante el Ordinario del lugar o el prroco o un sacerdote delegado por uno de los anteriores, y ante dos testigos, observando los ritos prescritos por la Iglesia. Ministro:

El sacramento del matrimonio es un sacramento muy peculiar. Tiene unas caractersticas propias que lo distingue de los otros seis. Para empezar podemos decir que el ministro del sacramento no es el sacerdote, sino los propios contrayentes: ellos son los que se dan y otorgan por medio del llamado consentimiento. Son ellos los que se lo administran y reciben. Los que se ecercan al sacramento del matrimonio sin las debidas disposiciones interiores de estado de gracia cometen un pecado grave de sacrilegio en cuanto que recibe un sacramento de los llamados de vivos. Pero, si no hubiera sido suficientemente consciente de este hecho, la infraccin moral sera leve. De ah la conveniencia de instar a los contrayentes a que administren y reciban el sacramento con las debidas disposiciones. Pero si, a pesar de todas las reconvenciones que se les hagan, no se determinan a confesar previamente sus pecados en el sacramento de la Penitencia, el prroco no podr oponerse a la celebracin del matrimonio porque, como cristianos, tienen derecho a l, y es el nico medio de que disponen para poder casarse. El sacerdote es un testigo cualificado que recoge ese consentimiento mutuo, manifestado por ellos, en nombre de la Iglesia. Adems del sacerdote que desempea un cometido activo, puesto que solicita de los contrayentes la expresin externa de su consentimiento matrimonial, la Iglesia exige la presencia de dos testigos. Sujeto: Es sujeto capaz de recibir el sacramento del matrimonio, cualquier bautizado con uso de razn que no tenga ningn impedimento. Como se trata de sacramentos de vivos, para recibirlo sin cometer pecado grave aunque vlidamente- hace falta estar en gracia. Elementos constitutivos: La materia del sacramento la constituyen los propios cuerpos de los contrayentes que se dan y se aceptan mutuamente, en orden a los actos propios para la procreacin. Y la forma del sacramento son las palabras por las que manifiestan los contrayentes el consentimiento indisoluble de mutua entrega. Efectos del matrimonio: El efecto propio del matrimonio es el vnculo entre los conyuges, con sus propiedades esenciales de unidad e indisolubilidad. Adems produce efectos sobrenaturales: El aumento de la gracia santificante, la gracia sacramental especfica que consiste en el derecho de recibir las gracias actuales necesarias para cumplir debidamente los fines del matrimonio.

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