Senaf & Unicef - Cuadernillo - Justicia - Penal - Juvenil
Senaf & Unicef - Cuadernillo - Justicia - Penal - Juvenil
Senaf & Unicef - Cuadernillo - Justicia - Penal - Juvenil
CONCEPTOS, DEBATES
Y EXPERIENCIAS EN JUSTICIA PENAL JUVENIL
2 / Conceptos, debates y experiencias en justicia penal juvenil
Esta publicación fue realizada por la Dirección Nacional de Asistencia Directa a Personas y
Grupos Vulnerables de la Secretaría de Derechos Humanos del Ministerio de Justicia y Derechos
Humanos de la Nación, la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia (SENNAF) y el
Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), Oficina en Argentina.
Esta publicación está auspiciada por la Relatoría sobre los Derechos de las Personas Privadas de la
Libertad de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y por el Instituto Latinoamericano de
Naciones Unidas para la Prevención del Delito y Tratamiento del Delincuente (ILANUD).
ÍNDICE
Conceptos y Debates 11
Palabras del Subsecretario de Política Criminal, Alejandro Slokar 13
Situación de las Personas Privadas de Libertad en las Américas, Florentín Meléndez 15
Derecho Internacional de los Derechos Humanos y Derecho Penal Juvenil, Ana María Figueroa 20
¿Son posibles mejores prácticas en la justicia juvenil?, Mary Beloff 31
I. Experiencias Internacionales 43
La Reforma Judicial de Brasil, Renato Campos do Vitto 45
Programa de Justicia Penal Juvenil y Derechos Humanos en Costa Rica, Rita Maxera 49
Programa de Mediación Penal Juvenil en Cataluña, España, Charo Soler Roque 55
La Experiencia Venezolana en Justicia Penal Juvenil, Lenin Romero 71
Anexos 109
Mecanismos restaurativos en las nuevas legislaciones penales juveniles: Latinoamérica y
España, Rita Maxera 111
Justicia penal: Realidad y Fin, Silvana Sandra Paz, Silvina Marcela Paz y Mariano Ezequiel Muzio 129
4 / Conceptos, debates y experiencias en justicia penal juvenil
Conceptos, debates y experiencias en justicia penal juvenil / 5
PRÓLOGO
Pensar en buenas prácticas en justicia penal juvenil nos lleva indefectiblemente a pensar en el
marco normativo institucional existente. Así como no puede haber una buena práctica con una mala
normativa tampoco sería posible una buena normativa con prácticas que vulneran los derechos de los
jóvenes.
Por eso, el Estado argentino plantea las transformaciones teniendo en cuenta la necesidad de bregar
por una modificación normativa que ha mostrado su lozanía a través del tiempo y ha sido casi hasta el
presente inderrotable, con todo lo que eso implica de carga ideológica, de sentido discriminador de la
infancia y la adolescencia. En este sentido, luchar por un sistema de responsabilidad penal juvenil resulta
indispensable, al mismo tiempo que resaltemos las buenas prácticas e interpelemos aquellas violatorias
de derechos y garantías constitucionales.
De alguna manera, eso se encuentra subyacente en algunos patrones ideológicos encubiertos que
hoy existen. Contra todo eso es que debemos concentrar los esfuerzos para modificar una situación
que tiene su epifenómeno en el tratamiento penal de los jóvenes, que hace a todo un modelo estructural
donde la mortalidad infantil, el trabajo infantil, la explotación sexual infantil y la falta de atención en
cuanto a la salud y la educación también forman parte de este cuadro de situación difícil, que el Estado
argentino empezó a revertir.
Consideramos que la privación de libertad debe ser una situación excepcional y límite, al contrario
de la “habitualidad” que se advierte a lo largo de la historia en la Argentina, donde la detención tiene el
sentido de castigo y ocultamiento, y no es reparatoria. Se levantan muros para que no se vean los pobres,
los niños, los privados de razón a través de la locura así como todo aquello que molesta, para dar una
imagen falsa de una sociedad que de una vez por todas tiene que asumirse a sí misma en sus virtudes y
sus defectos, y buscar soluciones a aquellas cosas que deben ser corregidas.
De forma sencilla, esta publicación presenta ciertos conceptos claves sobre la justicia penal juvenil y
sólo algunas de las experiencias existentes que, con sus aciertos y dificultades, apelan a una mirada
distinta y alternativa en relación a la privación de la libertad y posibilitan la construcción del sentido de
responsabilidad por parte del joven que ha infringido la ley penal.
6 / Conceptos, debates y experiencias en justicia penal juvenil
Estamos seguros de que este material contribuirá a fomentar y difundir las buenas prácticas en justicia
penal juvenil, y servirá como herramienta para todos aquellos que están comprometidos en la defensa de
los derechos de los jóvenes.
Dra. Gladys Acosta Vargas Lic. Paola Vessvessian Dr. Eduardo Luis Duhalde
Representante de UNICEF Secretaria Nacional de Niñez, Secretario de Derechos Humanos
Adolescencia y Familia Ministerio de Justicia
en Argentina
Ministerio de Desarrollo Social de la Nación y Derechos Humanos de la Nación
Conceptos, debates y experiencias en justicia penal juvenil / 7
PRESENTACIÓN
Su antecedente y fuente principal son las “Jornadas sobre buenas prácticas en Justicia Penal Juvenil”,
realizadas el 19 y 20 de Septiembre de 2005 en el Senado de la Nación. Organizadas por la Secretaría de
Derechos Humanos del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos y por el Consejo Nacional de Niñez,
Adolescencia y Familia (hoy Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia) del Ministerio de
Desarrollo Social, las Jornadas contaron con el auspicio del Honorable Senado de la Nación, el Instituto
Latinoamericano de las Naciones Unidas para la Prevención del Delito y el Tratamiento del Delincuente
(ILANUD) y la Relatoría sobre los Derechos de las Personas Privadas de Libertad en las Américas de la
Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).
El propósito fue reunir actores de diferentes lugares del país relacionados con la problemática de
adolescentes imputados y/o condenados por la comisión de delitos –jueces, fiscales, defensores,
funcionarios de los poderes ejecutivos nacionales y provinciales, representantes de organizaciones sociales-
para intercambiar información sobre buenas prácticas en materia de justicia penal juvenil, como lo son
las experiencias de justicia restaurativa y la aplicación de medidas no privativas de la libertad.
Este documento, publicado conjuntamente entre la Secretaría de Derechos Humanos del Ministerio
de Justicia y Derechos Humanos de la Nación, la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia,
y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), se propone recuperar y difundir aquellas
experiencias y compartir otras nuevas, para debatir y dar impulso a un Sistema de Justicia Penal Juvenil.
En la primera parte se plantean algunos conceptos fundamentales y los debates más actuales en torno
a la justicia penal juvenil.
En la segunda parte se recogen experiencias que por su metodología, sus logros, su trayectoria y su
enfoque para resolver dificultades las consideramos referentes. Se presentan algunas experiencias de otros
Estados que tienen una realidad similar, ya sea en lo social, en lo económico, o en su tradición jurídica
y una recopilación de algunas experiencias nacionales, que han tenido importantes logros, y por tanto es
bueno que puedan ser conocidas, fortalecidas y replicadas.
Esta publicación brinda elementos sumamente valiosos para evitar violaciones de los derechos de los
adolescentes cuando éstos se hallen en conflicto con la ley penal y, especialmente, nos muestra que existe
la posibilidad de trabajar con los jóvenes desde una perspectiva socio-educativa. A su vez, este documento
busca ser una instancia superadora de la mera crítica al régimen actual puesto que, sin perjuicio de
8 / Conceptos, debates y experiencias en justicia penal juvenil
encontrarse aun pendiente de modificación, ello no puede constituir un impedimento para la construcción
de un camino respetuoso de los derechos y libertades fundamentales de los niños, niñas y adolescentes.
Asimismo, la publicación pretende se una herramienta para trabajar con el Poder Judicial sobre
distintas alternativas al momento de decidir la sanción aplicable a un niño o joven; ya que se podrá
contar con un abanico de posibilidades alternativas a la privación de libertad, y que no sea la
institucionalización la medida a la que recurran en función de una supuesta protección.
Cabe recordar que, debido al sistema tutelar en general y, dentro del mismo, el Régimen Penal de la
Minoridad, regulado mediante la Ley Nº 22.278 y su modificatoria Nº 22.803 dictadas por la última
dictadura militar, todavía existe en nuestro país una grave situación de vulneración de derechos respecto
de los niños, niñas y adolescentes sometidos a dicho régimen, especialmente de aquéllos privados de su
libertad. Así también lo está entendiendo la jurisprudencia que, mediante distintos fallos, cuestiona
fuertemente la constitucionalidad del sistema vigente1 .
La Convención sobre los Derechos del Niño, en sus artículos 37 y 40, establece que la privación de
la libertad de jóvenes infractores de la ley penal debe ser utilizada como último recurso y por el menor
tiempo posible. Además señala que la intervención, cuando hay niños y adolescentes imputados de
delito, debe orientarse a fomentar la dignidad y el respeto de esos niños por los derechos humanos y las
libertades fundamentales de terceros.
En el mismo sentido, en la quinta regla de Beijing, se afirma que el sistema de justicia juvenil debe
hacer hincapié en el bienestar de los jóvenes y adolescentes. Entonces, definir si estamos desarrollando
o no buenas prácticas supone confrontar esos imperativos con lo que venimos trabajando a diario.
El artículo 30 de las Reglas de Beijing y los artículos 60 y 62 de las Directrices de Riad nos convocan
a una investigación, evaluación y revisión periódica del estado de situación de aquellos jóvenes que son
imputados de cometer delitos en nuestros países y también a una revisión periódica de las políticas y de
las prácticas a desarrollar. Hay allí un precepto que indica que la administración de justicia penal juvenil
debe ser concebida como parte integrante de los esfuerzos del desarrollo nacional.
Existen aspectos que debemos mejorar sustantivamente en nuestras prácticas. Por un lado, el escaso
respeto del principio de inocencia, de jerarquía constitucional. Esto significa que las sanciones que
padecen los jóvenes imputados de delitos son prácticamente idénticas, ya sean jóvenes que luego van a
ser sobreseídos o absueltos, como aquellos otros que finalmente son encontrados responsables del hecho.
A esto se suma el hecho de que en nuestro país existen adolescentes y jóvenes que están condenados a
prisión y reclusión perpetua o a penas de prisión muy altas.
Además, tenemos que observar que la dificultad que provoca la excesiva demora en la sustanciación de
los procesos en los cuales están imputados adolescentes, no solo es de orden burocrático. También ocasiona
enormes dificultades intelectuales y psicológicas, casi insuperables, para que el joven sometido a proceso
pueda establecer una relación entre el procedimiento, la resolución y aquel hecho que se le imputó. Si
estamos aspirando a trabajar el problema de la responsabilidad, no puede haber una gran distancia entre el
momento en que se resuelve su participación en el hecho y el momento histórico en que se produjo.
1
Fallos M.D.E. s/ robo agravado por el uso de armas en concurso real con homicidio calificado (el Dial- AA305B)
y C.39520 “Incidente de Incompetencia en autos G.F:D. s/ expediente tutelar” – CNCRIM Y CORREC FED Sala I
06/12/2006.
Conceptos, debates y experiencias en justicia penal juvenil / 9
Existe un rico debate en la actualidad, y ansiosamente esperamos que la Ley de Justicia Penal Juvenil
resulte ser aquella que todos propiciamos, para generar prácticas acordes con las obligaciones asumidas
nacional e internacionalmente a partir de la jerarquía constitucional de la Convención.
CONCEPTOS Y DEBATES
12 / Conceptos, debates y experiencias en justicia penal juvenil
Conceptos, debates y experiencias en justicia penal juvenil / 13
Celebro el espacio de reflexión amplia y participativa que, sin lugar a dudas, va a redundar en una
mejor calidad institucional, si desde luego se trata de buenas prácticas en la operatividad de aquella área
de la agencia judicial en la que aún gobierna el autoritarismo tutelar fruto del higienismo positivista que
constituía la ideología mundial que imperaba a fines del siglo XIX.
Como ustedes bien saben, respecto de los niños y adolescentes, el poder punitivo muestra sus mayores
contradicciones; las patentiza, las hace mucho más claras y evidentes. Esto significa que exhibe su
ineficacia preventiva, su inhumanidad, su violencia y, en no pocos casos, también su corrupción.
Insisto en que todo ello surge bastante cristalino, con meridiana claridad y, por ende, muchas veces
se ha optado por encubrirlo bajo un pretendido manto tutelar, para pasar a ser allí más autoritario que
respecto de nosotros, los adultos.
Aunque, sin querer llamar a confusión, diré que a veces hay que tener cuidado. Porque en ocasiones
el sistema penal se va a quitar la máscara y va a aspirar a reprimir la precocidad, sosteniendo que todos
los niños infractores son hijos de delincuentes que se reproducen. Es así que se lanza un sistema penal
subterráneo, casi de la cloaca, en donde se proclama la lisa y llana eliminación o la ejecución sin
proceso de los adolescentes, que es una realidad que bien conocemos de los países de la región.
Ahora, es cierto que durante muchos años el sistema penal se ha cubierto con esa careta “pietista”,
con la máscara piadosa y ha pretendido que los niños y adolescentes debían quedar fuera del discurso
penal porque estaban tutelados con medidas educativas o formadoras.
Creo que, en realidad, la inquisición y el positivismo criminológico triunfaron más ampliamente y
durante muchos más años en el campo de los niños antes que en el terreno de los adultos con el llamado
“Derecho del menor” acuñado por, si se me permite, los “minoristas”, en donde los pobres chicos lo
que hicieron fue abonar el terreno y dar caldo de cultivo en favor de aquellas concepciones.
Insisto en que, con este contexto de tutela, niños y adolescentes, fueron y son prisionizados sin
proceso ni defensa, por decisiones arbitrarias de jueces.
La incapacidad que a veces se sigue alegando respecto de ellos hacía y hace que no exista obligación
alguna de escucharlos y menos aún de atender sus demandas. Claro: como las medidas eran tomadas en
su favor, no eran necesarias las garantías.
Como bien ustedes conocen, y no quiero abundar en esto en los breves minutos que se me encomiendan,
el proceso de “rejuridización” en la concepción del niño y adolescente como sujeto de derecho comenzó
por los años ’60 y culminó en las últimas décadas con la Convención sobre los Derechos del Niño, las
Reglas de Beijing y las Directrices de Riad, etcétera. La idea central de este aparato normativo es que
ningún niño, ningún adolescente, pueda estar en peor situación penal o procesal que un adulto que
hubiese realizado la misma conducta.
Siendo esto bastante elemental, la humanidad demoró un siglo para materializarlo en el mundo y,
lamentablemente, todavía a la Argentina no llegó.
Creo que una tan ansiada ley de protección integral vendrá a dar cuenta de ello. Pero, cuidado, creo
convenir con todos ustedes en que no basta una ley para mejorar la situación de los jóvenes, como si la
realidad se transformase con los papeles, como si apenas una hoja de papel pudiera mutar lo que vivimos
cotidianamente.
* Palabras pronunciadas por Alejandro Slokar con motivo del cierre de las Jornadas sobre Buenas Prácticas
en Justicia Penal Juvenil realizadas en septiembre de 2005 en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
14 / Conceptos, debates y experiencias en justicia penal juvenil
Por eso creo que a este propósito es indispensable recorrer un camino juntos para remover
métodos, pero también contenidos en el ejercicio de las políticas públicas de ese ámbito. En aras de
mejorar la calidad institucional y a favor del compromiso, defensa y respeto de los derechos de los niños
que, desde luego, supere el mero auxilio caritativo que los trata como objetos. Me refiero a que, en rigor,
se reconozca de una vez por todas que son sujetos de derecho, favoreciendo como ejercicio de ese
derecho las políticas públicas, sociales y universales.
Quiero terminar diciendo que el empeño del gobierno del cual me siento muy orgulloso de
formar parte, pero también el de todo argentino de bien, es que frente a la ansiedad y a la zozobra que
muchas veces provoca y genera impotencia, los pibes puedan soñar con un futuro en el cual, y para
empezar, puedan vivir, crecer, pensar en ser grandes y, por sobre todo, un poco más felices que hoy. Por
todo ello, muchas gracias por la actividad de todas y todos ustedes.
Conceptos, debates y experiencias en justicia penal juvenil / 15
En primer lugar, quiero expresar una profunda y especial satisfacción por estar en el Honorable
Senado de la República en este evento importantísimo sobre buenas prácticas en materia de justicia
penal juvenil. Es un honor para la Comisión Interamericana no sólo estar presente, sino apoyar este
valiosísimo esfuerzo de la Argentina y de sus instituciones para brindar de manera integral una protección
a la niñez y a la adolescencia, señalada como infractora de la ley penal en el país.
Es muy importante discutir estos temas y reflexionar sobre los avances, los retrocesos y estancamientos
que tenemos en nuestros países. Debemos tomar como referente, precisamente, esos avances, pero
también las malas prácticas; unas, para multiplicarlas, y otras, para no repetirlas en el continente.
Fundamentalmente, hablar de las buenas prácticas en materia de justicia penal juvenil, es hablar de
la responsabilidad del Estado en materia de derechos humanos.
Hablar de las buenas prácticas en esta materia es traer a cuenta las implicaciones y los alcances de los
estándares internacionales en materia de derechos humanos, y en materia de administración de justicia
juvenil, que están fundamentalmente desarrollados en la Convención sobre los Derechos del Niño, que
tiene rango constitucional en la Argentina. Este es un ejemplo y un gran avance a nivel del derecho
constitucional comparado, a raíz de la reforma constitucional de 1994.
También implica recordar y traer a cuenta los estándares que están desarrollados en las Reglas Mínimas
sobre la Administración de Justicia de Menores de las Naciones Unidas, en los Principios Básicos de las
Naciones Unidas sobre la Protección de los Menores Privados de Libertad y, por supuesto, en las Reglas
de Tokio sobre las Medidas no Privativas de la Libertad, entre otros instrumentos internacionales que
protegen de manera integral los derechos de la niñez y la adolescencia.
Considero que hablar de buenas prácticas en este campo no es otra cosa más que poner en práctica de
manera efectiva esas normas internacionales, y los derechos fundamentales y garantías con rango consti-
tucional en nuestros países. Hablar de buenas prácticas de manera creativa implica involucrar a las
instituciones de la sociedad, especialmente la familia, las universidades y otro tipo de instituciones
sociales que por naturaleza tienen que coadyuvar los esfuerzos del Estado para cumplir sus compromisos
internacionales en materia de derechos humanos, particularmente para proteger a sectores vulnerables
como la niñez y la adolescencia en nuestros países.
Hablar de buenas prácticas implica reflejar la aplicación efectiva de dichas normas en la práctica
institucional cotidiana; y por supuesto, tener como referente en toda actuación institucional del aparato
del Estado, los principios fundamentales rectores de protección integral de la niñez, comenzando por el
principio del “interés superior de la niñez”, que no sólo ha sido recogido por la Convención sobre los
Derechos del Niño, sino que ha sido desarrollado en varias legislaciones del continente. Incluso, ha sido
interpretado extensivamente por la Corte Interamericana en su jurisprudencia reciente. Eso implica darle
validez, en toda circunstancia, al principio de legalidad, al principio de humanidad, al principio de la
afectación mínima, al principio de la imparcialidad y, por supuesto, teniendo esta visión de co-respon-
sabilidad, al principio de la participación de la comunidad.
Es un reto y un compromiso para todos los actores en el continente generar tendencias importantes,
y prácticas ejemplarizantes y positivas, es decir, buenas prácticas.
La Comisión Interamericana tiene especial interés en apoyar, en la medida de nuestras capacidades y
*Florentín Meléndez, Relator sobre los Derechos de las Personas Privadas de la Libertad de la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos; Relator de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos para
Argentina, Bolivia, México y República Dominicana y Miembro de la Asamblea General del Instituto Interamericano
de Derechos Humanos (IIDH).
16 / Conceptos, debates y experiencias en justicia penal juvenil
posibilidades, este tipo esfuerzos. Es precisamente por ello que la Comisión está co-auspiciando este
evento, y va a seguir apoyando todo evento similar, especialmente en la Argentina, ya que como Relator
de la Argentina, me corresponde apoyar los avances que ya estamos observando en el país, y que ello
pueda servir para multiplicarlo en el continente. Esa es también parte de la tarea de la Comisión
Interamericana: alentar las buenas prácticas y apoyarlas, así como también difundirlas y reconocerlas,
especialmente en el propio territorio del Estado en donde se están produciendo.
Por otro lado, quiero referirme a un tema que no es ajeno a la Justicia Penal Juvenil, el tema carcelario
a nivel continental, en la medida que nos estamos informando en la Relatoría sobre los Derechos de las
Personas Privadas de Libertad, a mi cargo.
Como ustedes han escuchado, estoy a cargo de la Relatoría no sólo de la Argentina y otros países,
sino de la Relatoría sobre Personas Privadas de Libertad en las Américas. Eso nos permite y nos exige
darle seguimiento a la situación carcelaria y a la situación institucional de adolescentes infractores de la
ley en distintos países. Hemos estado informándonos de la situación carcelaria e institucional en las
Américas. Tenemos distintas fuentes de información. Agradeceríamos, por lo tanto, que nos hagan llegar
cualquier tipo de información sobre la situación carcelaria e institucional en las distintas provincias de
la Argentina. Nosotros nos informamos a través de la recepción y procesamiento de casos individuales.
Conocemos casos individuales vinculados con la justicia penal juvenil, con las violaciones al debido
proceso, así como también con las condiciones carcelarias a nivel continental.
En ese sentido, nos estamos informando, ya sea a través de las solicitudes de medidas cautelares,
como por medio de los informes gubernamentales o de las organizaciones no gubernamentales que nos
hacen llegar a la Comisión Interamericana. Nos estamos informando desde la Relatoría a través de las
visitas in situ que estamos realizando en distintos países. Así, por ejemplo, en poco menos de dos años
que tengo como Comisionado y Relator para estos temas, hemos visitado algunos centros de detención,
cárceles policiales, cárceles de “retención migratoria”, como lo llaman en algunos países, e instituciones
donde están internos los adolescentes infractores de la ley, y también los adultos. Incluso, hemos visitado
cárceles de alta seguridad y cárceles donde están los pabellones de la muerte, es decir, las personas que
están condenadas a muerte o condenadas a cadena perpetua.
En ese sentido, hemos podido constatar “horrores”, lo digo enfáticamente con ese término. Hemos
detectado situaciones altamente deplorables en distintos países del continente, que parecieran ser una
práctica generalizada, salvo rarísimas excepciones, salvo buenas prácticas que también estamos consta-
tando, que no son la tendencia generalizada sino, lamentablemente, la excepción. Por ejemplo, hemos
visitado en la Argentina el centro penitenciario de Mendoza, en diciembre pasado, y nos encontramos
con una situación lamentable. No quiero decir que es una situación propia o exclusiva de Mendoza,
lamentablemente este tipo de situaciones se observa también en otros países del continente. Le hemos
dado seguimiento a la grave situación de la cárcel de Urso Branco, en Brasil, que también tiene medidas
provisionales de la Corte y antes tenía medidas cautelares de la Comisión.
En esas cárceles se observan altos niveles de violencia, pero también se observa la pasividad de las
autoridades frente a los niveles de alta violencia interna. Hemos visitado cárceles de alta seguridad en
Guatemala. Recientemente, en Escuintla, Guatemala, se han producido no menos de 30 internos muer-
tos, ante la pasividad de las autoridades. También pudimos constatar violencia interna con resultado de
muerte en Mendoza y en Urso Branco.
En mí país —El Salvador— también hay altos niveles de violencia en los centros penitenciarios, con
decenas de seres humanos muertos al interior de las cárceles. Hemos podido visitar centros penitencia-
rios para adultos, por ejemplo, en San Pedro Sula, Honduras, donde por negligencia inexcusable, se
produjo un hecho gravísimo que costó la vida de 106 jóvenes infractores de la ley, que murieron quema-
dos en su celda, sin que hubiera una actuación diligente de las autoridades penitenciarias. Reitero, 106
seres humanos murieron calcinados en una celda, que es un poco más grande que este salón, donde
estaban privados de libertad por diferentes hechos, sin acceso al sol.
Asimismo, hemos podido visitar centros de menores en Guatemala. Durante la visita al centro la
Gaviota, en la ciudad capital, pudimos decretar medidas cautelares de oficio, a fin de proteger a
Conceptos, debates y experiencias en justicia penal juvenil / 17
niños y adolescentes de la “calle” que fueron reprimidos por personal de vigilancia por haber hablado con
el Relator un día antes. Los menores de edad fueron sacados de sus celdas en horas de la madrugada, en un
lugar donde hace mucho frío, y desnudos fueron bañados con agua helada y dejados a la intemperie, como
represalia por haber conversado con el Relator en una visita oficial de la Comisión.
Con estas anécdotas quiero plantearles cómo nos estamos informando en la Comisión sobre la
situación real que se está viviendo en muchos centros penitenciarios y centros de menores infractores de
la ley en el continente.
En Guatemala también visitamos una cárcel identificada como la Comisaría 33, donde estaban
internos 300 adolescentes infractores de la ley, completamente abandonados en un patio. El Relator le
advirtió a las autoridades que si no tomaban medidas urgentes y eficaces, en cualquier momento podía
haber brotes de violencia con resultado de muerte. Y en efecto, hace menos de un mes, en ese centro
carcelario que visitamos, murieron no menos de 30 adolescentes infractores de la ley, por la violencia
interna y la pasividad de las autoridades.
Pudimos también visitar, durante una visita nocturna realizada en el mes de junio, el centro de
menores infractores de la ley de Tatuapé, en San Pablo, Brasil. Y así hemos ido, en la medida de las
posibilidades, visitando diferentes centros carcelarios y penitenciarios. Y seguiremos visitando centros
penitenciarios e instituciones de adolescentes en las Américas, para informarnos directamente de la
situación y de las condiciones carcelarias, y poder incidir en el terreno promoviendo cambios positivos
y generar buenas prácticas a nivel penitenciario e institucional. Esa es parte de la labor de la Comisión,
y con estas visitas nos estamos informando.
¿Cuál es la idea que como Relator tengo de la situación carcelaria en las Américas? Creo que se dan
cinco elementos característicos que son comunes en el continente, especialmente en América latina.
El primero de ellos es la ausencia de políticas públicas penitenciarias compatibles con los estándares
internacionales. No obstante, debo reconocer que estamos siendo informados de que hay avances legis-
lativos, por ejemplo, en materia de leyes sobre adolescentes infractores de la ley. Hay avances, hay
procesos de adecuación legislativa a los estándares internacionales. Sin embargo, una buena ley con una
mala práctica no puede, definitivamente, producir los efectos para los que ha sido prevista. Una segunda
característica generalizada, es la del abandono de los centros penitenciarios. Los centros penitenciarios y
los centros de menores, por regla general, están abandonados en nuestros países. Un tercer elemento
característico, conocido por todos, es el hacinamiento, es decir, la sobrepoblación carcelaria. Un cuarto
elemento es la discriminación en el trato a la población interna y en la aplicación de la ley. Y un quinto
elemento, es el autoritarismo y la arbitrariedad en los centros de privación de libertad.
En cuanto a la ausencia de políticas públicas, no hemos podido observar ciertamente que haya
voluntad política para implementar y estructurar de manera consensuada con la comunidad, con la
familia, y con los sectores directamente involucrados, políticas públicas eficaces, humanistas y compa-
tibles con la dignidad y los derechos fundamentales; compatibles con las exigencias de un Estado cons-
titucional y democrático de derecho. No hemos podido observar que haya políticas públicas compati-
bles con los estándares internacionales en materia de derechos humanos.
Las políticas públicas que estamos observando son de corte represivo, son políticas de “mano dura”
o, como se las identifica en mi propio país, políticas de “súper mano dura”. Estas son políticas de
castigo, de encierro y aislamiento, que excluyen la participación de las familias y de la comunidad; son
políticas que promueven el ocio carcelario, que es el enemigo principal de la resocialización de los
internos, y que no propicia definitivamente su retorno al seno familiar y a la sociedad.
En cuanto al abandono carcelario, no sólo observamos un abandono de las autoridades penitenciarias
o responsables de las instituciones de adolescentes infractores de la ley, sino, lo que es más grave aún, un
abandono de la Justicia. Esta situación de abandono de la justicia tuve la oportunidad de planteársela a
la Corte Suprema de Justicia de Mendoza, y pude llamar su atención e intervención. El abandono
carcelario, por lo tanto no es sólo el abandono de las autoridades penitenciarias, sino de los jueces de
ejecución penal, de los jueces penitenciarios, de los jueces que instruyen los procesos penales, y en
algunos casos, hasta de los mismos defensores públicos.
18 / Conceptos, debates y experiencias en justicia penal juvenil
Por supuesto, hay que reconocer algunas cosas. He sido informado que la Defensora Pública del
Estado ha adoptado como iniciativa muy valiosa la visita obligada de los defensores públicos de manera
periódica a los internos que están abandonados hasta por sus defensores. Eso también refleja que no se
aplican medidas como la libertad condicional, las medidas alternativas o sustitutivas de la prisión, que
bajarían considerablemente los niveles de sobrepoblación o hacinamiento y, por lo tanto, de violencia
interna.
Ese abandono se traduce también en el acceso a los derechos sociales fundamentales en los centros de
privación de libertad en cuanto a la alimentación precaria que reciben los internos. Por ejemplo, en
Escuintla, Guatemala, en el centro de menores infractores, el personal de la institución jamás entra al
interior del recinto. La comida se las dan en bolsas plásticas que dejan en la entrada del establecimiento
para que los mismos internos se la distribuyan en 300 raciones que nunca alcanzan para todos, por lo
que siempre hay violencia por la distribución de la alimentación. Por supuesto, eso provoca hambre,
desnutrición y resentimiento, generador de brotes brutales de violencia.
El abandono también se observa con la falta de acceso a la asistencia médica y psicológica, especial-
mente en centros con altos índices de violencia, así como con las precarias condiciones de higiene, la
prácticamente nula actividad laboral, deportiva, cultural y educativa en muchísimos centros. Hay un
abandono casi completo en el continente, hasta donde nos estamos informando, sobre la situación
carcelaria.
Lo que se promueve, entonces, es el ocio carcelario. Esta es una situación muy cómoda para las
autoridades en el continente que, definitivamente, están afuera de los recintos carcelarios, ya que no
intervienen, ni previenen la violencia interna, y no actúan positivamente respecto de los aspectos funda-
mentales de los derechos sociales de los internos.
También hemos podido observar una ausencia de controles internos y de supervisión e inspección
efectiva, como una labor preventiva de la violencia. No hay prácticamente medidas de prevención de la
violencia. Las cárceles de América Latina, por lo general, son una especie de bombas de tiempo y, de
hecho, ya están explotando. Han explotado en Urso Branco, en Mendoza, en Jiguey, República Domini-
cana, en San Pedro Sula, en Escuintla, etc. Están explotando en todo el continente. Lamentablemente,
son explosiones humanas, son muertes de seres humanos que se pueden y se deben evitar. Esto representa
el sufrimiento y la desesperanza de miles de familias en el continente, no sólo de los internos. Y esto no
se toma en consideración para reestructurar las políticas públicas eficaces en esta materia.
Asimismo, hay una ligera tendencia a la privatización de los centros penitenciarios. He podido visitar
el centro penitenciario central de Belice, que está privatizado completamente, y estamos esperando los
resultados de este nuevo modelo o de esta nueva tendencia que quiere arraigarse en el continente. Hay
mucha presión en algunos países para que se privaticen las prisiones.
En cuanto al hacinamiento y a la sobrepoblación, en la Argentina tenemos algunos ejemplos, no es
sólo el caso de Mendoza. Y los tenemos en casi todos los países del continente. Es lamentable que
todavía se observen casos de tortura y, de manera muy generalizada, tratos crueles, inhumanos y degradantes
en nuestras cárceles. No hay separación de categorías de internos, tal como está planteado en la normativa
y en los estándares internacionales, lo cual también incrementa la violencia carcelaria. Hay una falta
generalizada de infraestructura carcelaria y de presupuestos penitenciarios adecuados para que el mismo
sistema cumpla con sus objetivos fundamentales de resocialización.
En cuanto a la discriminación, hemos observado una aplicación selectiva de las leyes penales y de las
leyes que se aplican a los jóvenes o a los adolescentes infractores de la ley. Hay un trato diferenciado por
distintos motivos: posición económica, origen social, pensamiento político e ideológico. Lamentable-
mente, también los hay por género y raza. Las cárceles de Oaxaca, en México, son un ejemplo de la
discriminación por motivos de raza.
Por otra parte, hay un tráfico de influencias que propicia el tráfico de drogas y de armas al interior de
los centros penitenciarios y de las instituciones de menores infractores de la ley. Definitivamente, todo
esto redunda de manera negativa en la afectación de grupos vulnerables, como los indígenas, los
adolescentes, los pobres, las mujeres y los afrodescendientes.
Conceptos, debates y experiencias en justicia penal juvenil / 19
Por último, el autoritarismo y la arbitrariedad están cobrando mucha fuerza en varios países. La ley no
es precisamente la que impera, no es el derecho el que impera, sino la apreciación discrecional y
desmedida de muchas autoridades, que actúan sin control alguno, incluso sin control judicial, sin
control de entidades de una fortaleza moral y ética, como la Defensoría del Pueblo, que en varios casos,
sus miembros no pueden ingresar libremente a los centros carcelarios y penitenciarios, por el fortalecimiento
de la discrecionalidad, el autoritarismo y la arbitrariedad desmedida de las autoridades. Definitivamente,
eso propicia la tortura y el trato brutal, trastorna el régimen de visitas, y establece como sistema de
castigo el aislamiento, el encierro, la incomunicación, los traslados arbitrarios, la afectación del derecho
a la defensa, la proliferación de cárceles de alta seguridad y, en definitiva, genera condiciones propicias
para la impunidad en los centros penitenciarios.
Quiero concluir planteándoles a ustedes que este problema -profundamente humano- requiere de una
solución profundamente humanitaria. Y no tengo dudas que este esfuerzo que se está haciendo ahora en
la Argentina sobre las buenas prácticas en materia de justicia penal juvenil, que no está divorciada del
tema penitenciario e institucional, va a contribuir para tener una visión mucho más integral de la
problemática, que nos permita, a la Comisión Interamericana, no sólo poder alentar estos esfuerzos sino
exhortar su multiplicación en otros países donde no se observan precisamente buenas prácticas en esta
materia.
En la Comisión, desde la Relatoría de Personas Privadas de Libertad, estamos haciendo un esfuerzo
no sólo por visitar las cárceles en el continente y poder incidir en el terreno, sino también por preparar un
informe regional sobre la situación de las personas privadas de libertad en las Américas, y para ello
queremos nutrirnos de información de distintas fuentes confiables y objetivas.
Quiero aprovechar para solicitar esa información y que ustedes la hagan llegar a la Comisión
Interamericana para poder rendir este informe en los próximos años. También estamos haciendo un
esfuerzo para preparar el proyecto de una Declaración Interamericana sobre principios, derechos y garantías
de las personas privadas de libertad en las Américas. La Relatoría a mi cargo ha preparado un primer
borrador que ha sido revisado por el equipo técnico de la Secretaría Ejecutiva de la Comisión. Posteriormente,
va a ser consultado con mis colegas comisionados, y probablemente a partir de noviembre o diciembre
de 2005, lo estaremos consultando con distintas instancias en el continente, con algunos gobiernos, con
organizaciones no gubernamentales, con universidades y con personalidades involucradas en el tema.
Agradeceríamos también su opinión para enriquecer este instrumento, que no pretendemos que sea
uno más, sino que venga a introducir un valor agregado en el desarrollo normativo de la protección
integral de la niñez, la adolescencia y de los adultos privados de libertad en las Américas.
20 / Conceptos, debates y experiencias en justicia penal juvenil
Los Estados en el siglo XXI han cambiado, el Estado nacional en este mundo globalizado ha
variado en cuanto a las funciones, controles, interdependencia y fundamentalmente, ha modificado
la matriz “estado-céntrica” que presentaba acerca de la política, dado que en los ’70 la centralidad
de la vida estaba alrededor de la política en las universidades, los sindicatos, la escuela, las actividades.
Actualmente, el Estado dentro de la globalización, se enfrenta a la mundialización incontrolable
por los estados de bienes y servicios, por lo que éstos difícilmente pueden regular. En consecuencia
a países del tercer mundo, la globalización nos ocasiona graves problemáticas en el ámbito social,
cultural, económico y político. La cibernética dentro de la actual estructura no conoce de límites ni
aduanas, opera independientemente de los controles tradicionales.
Puede afirmarse que las democracias se encuentran debilitadas frente a las bolsas, el flujo de capitales, el
manejo de divisas que operan durante las veinticuatro horas del día, todo el año, dado que siempre existe un
mercado bursátil funcionando en algún lugar del mundo, donde se puede operar aún desde las computadoras.
Somos testigos de cómo no existe un solo país que pueda soportar la fuga masiva de capitales, sin poner en
vilo a su propio sistema político, de cómo en uniones regiones –UE- entienden que las huelgas de un país
inciden en la de sus vecinos de las mismas empresas mundiales, para citar alguno de los ejemplos.
Paradójicamente, de esa globalización también debemos valorar el auge del derecho internacional
de los derechos humanos, dentro de ello la posibilidad de los monitoreos a través de organismos
supranacionales y de justicia, para que vayan surgiendo líneas directrices, para que los países y la
comunidad internacional en general, puedan estar alcanzando los estándares mínimos internacionales
dentro de sus propias leyes internas. Estos estándares se encuentran positivizados en declaraciones,
pactos, tratados, convenciones, que surgen de largos procesos regionales e internacionales y luego se
plasman en normas, que a su vez deben ser ratificadas por los Estados parte, con el procedimiento de
sanción de leyes y de esta manera adquieren obligatoriedad para su aplicación en el derecho interno.
Muchas veces, desde el ámbito internacional, con las opiniones consultivas, decisorios sobre asuntos
cuasi-contenciosos y contenciosos, los organismos ayudan más de lo que los propios funcionarios imaginan.
Así los controles a los Estados y los informes que éstos producen en cada uno de monitoreos que tienen
previstos los tratados, son muy útiles.
Analizamos dentro de los derechos humanos juveniles y estándares mínimos, que nuestro país se
encuentra en situación similar a la de muchos países de América latina, con déficit en la aplicación de
nuestro sistema de normas internas en relación a los tratados internacionales sobre derechos humanos,
recomendaciones, protocolos. A la fecha Argentina no ha adaptado en la legislación interna una norma
específica que se adecue a la Convención sobre los Derechos del Niño – aprobada y publicada en BO la ley
23849 que ratifica a la citada Convención con fecha 22/10/1990-, aunque se encuentran en trámite legislativo
proyectos de ley que lo contempla1 .
* Ana María Figueroa, Doctora en Ciencias Jurídicas y Sociales. Doctora en Derecho. Coordinadora del Área
Jurídica, Secretaría de Derechos Humanos, Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación .
1
Con posterioridad a la presente Jornada sobre “Buenas Prácticas en Justicia Penal Juvenil” se promulgó el 21
de octubre de 2005 la ley Nº 26.061 denominada de “Protección Integral de los Derechos de las Niñas, Niños
Conceptos, debates y experiencias en justicia penal juvenil / 21
Advirtamos que dentro del proceso continental, en los ‘90 Brasil adaptó su legislación. Argentina a pesar
de haber ratificado la Convención sobre los Derechos del Niño en similar período, por las legislaciones
específicas de inferior jerarquía, observamos la circunstancia de que menores de 16 y 17 años pueden y son
condenados a prisión y reclusión perpetua, es decir, se les aplica el régimen penal de los adultos. En América
Latina el otro país que aplica legislación ordinaria a las personas de los 16 a 21 años es Bolivia, mientras que
en la mayoría establece topes a las penas por ilícitos cometidos por personas al momento de la colisión
menores de 18 años de edad. En este sentido debemos analizar por qué razón los operadores jurídicos,
abogados y jueces, no aplican la ley como deben hacerlo, por qué razón no se interponen inconstitucionalidades
cuando existe contradicción entre nuestra norma suprema y las leyes inferiores. Las respuestas pueden ser
múltiples, que varían desde la poca presión que pueden realizar los niños y niñas, hasta no considerarlos
sujetos de derecho, como así también la costumbre de asignarle un valor preferente a las normas de inferior
jerarquía por encina de la Constitución y de los tratados sobre derechos humanos con rango constitucional.
Vamos a pasar al segundo cuadro, donde analizaremos el rango constitucional de trece instrumentos sobre
derechos humanos, que deben ser aplicados en el momento que se analizan los casos judiciales, sometidos a
jurisdicción de los tribunales federales y de provincias.
Insisto con que existe una práctica en donde puede observarse, que a pesar de lo preceptuado por el
artículo 75 inciso 22 de la Constitución Nacional, no se aplican las convenciones con rango constitucional,
hasta tanto las leyes en el derecho interno no realizan las reformas y adaptaciones.
Por otro lado cuando se analiza la situación particular de niños, niñas y adolescentes se usa la
“Convención sobre los Derechos del Niño” parcialmente, atendiendo la circunstancia particular de la
edad con un criterio tutelar y no se les reconocen todos los derechos y garantías que éstos poseen por su
condición de personas, por su calidad de sujetos de derecho, de ciudadanos.
El artículo 75 inciso 22, de nuestra Constitución Nacional, reformada en 1994, le ha dado jerarquía
constitucional a:
· Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre;
· Declaración Universal de los Derechos Humanos;
· Convención Americana sobre Derechos Humanos;
· Pacto Internacional sobre Derechos Económicos, Sociales y Culturales;
· Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y su Protocolo Facultativo;
· Convención sobre la Prevención y Sanción sobre el Delito de Genocidio;
· Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial;
· Convención sobre la Eliminación de todas las formas de Discriminación contra la Mujer;
· Convención contra la Tortura y otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos y Degradantes;
· Convención sobre los Derechos del Niño.
Puede afirmarse que desde el ámbito constitucional, existen pocos países en el mundo que tengan un
sistema tan protector y garantista como Argentina, que expresamente menciona los tratados con jerarquía
y Adolescentes”, en donde se cumplió con la adaptación de nuestro derecho interno a la “Convención sobre los
Derechos del Niño”, con rango constitucional a partir de la Reforma de la Constitución Nacional en el año 1994,
en virtud de lo dispuesto en el artículo 75 inciso 22.
22 / Conceptos, debates y experiencias en justicia penal juvenil
constitucional y habillita por un sistema ordinario agravado, para que en el futuro nuevos tratados
puedan adquirir igual rango.
Ahora cabe preguntarnos, si el sistema jurídico ha positivizado ampliamente en normas estos tratados
y les asignó jerarquía constitucional, por qué razón los abogados no plantean la inconstitucionalidad
ante los tribunales de justicia, cuando la legislación interna mantiene restricciones que son violatorias
del sistema constitucional. Paralelamente ¿por qué los jueces no resuelven las inconstitucionalidades? O
ante la falta de adecuación a los tratados asumen el rol de control de la Constitución, cuya atribución
tienen conferida en el artículo 116 de la Constitución Nacional. Debemos reconocer la falta de
ejecutoriedad del Derecho y la falta de conciencia colectiva acerca de su importancia.
Hay dos cuestiones en este texto que deben tenerse presente al momento de aplicar los tratados, la primera
es la relativa a la jerarquía de los mismos, otorgada “en las condiciones de su vigencia” lo cual está determi-
nando el constituyente que es cómo efectivamente rige el tratado a nivel internacional. El texto fue cuestión
de debate en la comisión “Tratados Internacionales”, dado que algunos constituyentes pretendían que tuvie-
sen jerarquía constitucional las leyes que habían ratificado los tratados para asegurar que las reservas realizadas
por Argentina tuvieran jerarquía constitucional, por ejemplo las de la Convención Americana sobre Derechos
Humanos o la de la Convención sobre los Derechos del Niño y otro sector de la comisión no aceptaba ese
planteo, por ello obtuvo mayoría el dictamen que debe aplicarse tal cual se encuentran vigentes en el orden
internacional. Cuando la CSJN el 7/4/95 en “Giroldi, Horacio y otro” resuelve respetando esta postura en el
fundamento número once establece “…y considerando particularmente su efectiva aplicación jurisprudencial
por los tribunales internacionales competentes para su interpretación y aplicación. De ahí que la aludida
jurisprudencia deba servir de guía para la interpretación de los preceptos convencionales en la medida en que
el Estado Argentino reconoció la competencia de la Corte Interamericana para conocer en todos los casos
relativos a la interpretación y aplicación de la Convención Americana ”. La segunda palabra desde la dogmá-
tica constitucional que debe tenerse en cuenta para la aplicación de dichos tratados es que son “complemen-
tarios”, término que generó también una interesante discusión, donde algunos sectores pretendían darle el
significado sinónimo a “secundarios”, estableciendo que en caso de oposición de la parte dogmática de
“Declaraciones, Derechos y Garantías” de la Constitución de 1853 y alguno de éstos instrumentos, tenía
mayor jerarquía la carta magna. La opinión mayoritaria dejó debidamente aclarado que la palabra “comple-
mentarios” indica como su acepción castellana establece que le dan “completud”, que “completan” el
catálogo de derechos que tenía la Constitución de 1853 y su reforma de 1957, afirmando que si se realiza una
interpretación armónica de la Constitución y los Tratados con jerarquía, no surgirán contradicciones, pero de
surgir es más adecuado que se interprete de acuerdo a este modelo de sociedad, que mucho ha avanzado con
relación a la primera carta política.
En el cuadro tercero abordaré la diferencia, que a mi entender existe sobre derechos humanos y
derechos subjetivos, y luego de su análisis epistemológico, el papel del Estado, el objeto, la tutela,
jurisdicción, se establecen las distinciones. Su consecuencia es que en presencia de una violación a
derechos humanos surge la responsabilidad del Estado ante la comunidad internacional.
3. Diferencias
A grandes rasgos podemos afirmar que los derechos subjetivos son aquellos que surgieron con el
Estado Liberal de Derecho en 1789, con la función abstencionista estatal, que son positivizados en
normas, constituciones, que consagran los derechos y libertades del ciudadano. Con relación a las
personas que son actores de los derechos subjetivos, podemos afirmar que estos derechos son vulnerados
por los particulares entre sí en diversas relaciones civiles, comerciales, laborales; o por grupos económicos,
teniendo una base contractual privada.
En cambio, los derechos humanos tienen que ver con la etapa del intervencionismo estatal, surgen
entre las dos guerras mundiales, se formalizan a partir de las declaraciones universales y regionales de
derechos humanos en 1948. Los que violan los derechos humanos son los Estados o grupos de Estados,
organismos internacionales, organizaciones internacionales -Fondo Monetario Internacional, la
Organización Mundial del Comercio, Banco Mundial- por lo que se debe reconocer una antijuridicidad
objetiva ante la situación de desposesión, frente al derecho que está reconocido convencionalmente y la
falta de acceso a él, existe responsabilidad del Estado, porque éste se comprometió formalmente ante la
comunidad internacional que debe cumplir con dichos instrumentos.
En consecuencia no es lo mismo violar una norma interna, aún la Constitución, que vulnerar una
norma que se encuentra en un tratado, porque esta genera una mayor responsabilidad estatal. La razón de
ser del Estado de Derecho debe ser el cumplimiento de la legalidad y la lucha contra la impunidad, por
ello debe arbitrar todos los medios para el cumplimiento de los tratados que ratifica.
3. 2. Todos los Estados del mundo reali- 3. 2. Los Estados ratifican los Tratados,
zan formulaciones generales en sus Cons- Convenciones, Pactos, Declaraciones
tituciones y legislaciones internas de de- aceptando proteger estándares mínimos
rechos y garantías individuales y socia- universales en su país y se comprometen
les, comprometiéndose en su territorio y ante la comunidad internacional, por lo
ante su sociedad. cual generan responsabilidad internacional.
En segundo lugar, la formalidad de estos derechos se distingue porque todos los Estados del mundo
cuando realizan formulaciones generales en constituciones y leyes, se comprometen ante su sociedad y
dentro de la jurisdicción de su territorio que las van a cumplir, para lo cual instrumentan derechos y
garantías. Tienen previsto en su organización un sistema de división de poderes, por lo que es el Poder
Judicial el competente para entender en las cuestiones jurídicas que se someten a sus decisorios. Pero,
cuando esos mismos derechos se encuentran en el texto de un tratado que el Estado ha ratificado,
estamos en la órbita de los derechos humanos y en consecuencia se están reconociendo estándares
mínimos universales para aplicarlos en el país. De manera tal que, si no cumplen los preceptos
convencionales se incurre en responsabilidad internacional, que es mucho más grave que violar una
norma interna. La gravedad es palmaria porque cada uno de estos tratados que tienen rango constitucional,
posee un órgano político o judicial que tendrá entre sus atribuciones controlar el cumplimiento de las
normas convencionales, y ante el caso de incumplimiento tiene atribución para exigir que cese la violación,
se repare o se modifiquen los actos estatales.2 Los mecanismos para el control van desde la presentación
2
La “Convención para la Prevención y Sanción del Delito de Genocidio” determina que sus controversias serán
sometidas a la Corte Internacional de Justicia a petición de parte, artículo 9; La “Convención Americana sobre
Derechos Humanos” establece dos órganos para conocer de los asuntos relacionados con los compromisos de
la CADH –artículo 33- que son la “Comisión Interamericana de Derechos Humanos”-artículo 34/51- y la “Corte
Interamericana de Derechos Humanos” –artículos 52/69; la “Convención sobre la Eliminación de todas las
24 / Conceptos, debates y experiencias en justicia penal juvenil
de informes de los Estados para establecer el grado de cumplimiento a los pactos, los contra informes de
las ONG, las denuncias que los particulares realizan a los incumplimientos, entre otras.
En tercer lugar, el objeto de los derechos subjetivos es la protección y la defensa de los derechos de
propiedad, de las cosas, de los bienes susceptibles de apreciación pecuniaria que están reconocidos en
acuerdos privados; legislados en normas especiales, códigos y aún en la Constitución, todos los derechos
subjetivos tienen un correlato económico, ya sean el derecho de la propiedad inmueble, mueble –
registrable o no registrable-, intelectual, entre otras. El surgimiento de los derechos subjetivos se realizó
esencialmente alrededor del derecho de propiedad y libertad. Mientras que el objeto de la protección de
los derechos humanos son necesidades humanas reconocidas internacionalmente en pactos, tratados,
convenciones, declaraciones, que luego ratifica el país en su legislación interna. Las necesidades humanas
se relacionan con el conjunto de derechos que los seres humanos tienen por su condición de tal,
independientemente de si puede o no pagar y contratar. Así el derecho a una vivienda es un derecho
humano fundamental independientemente de que ese sujeto pueda comprarla, arrendarla u obtenerla por
los distintos medios en el mercado. Así advertimos de la diferencia de objeto.
En cuarto lugar, con relación a las obligaciones, frente a los derechos subjetivos nos encontramos con una
obligación de medio. El Estado cumple con su responsabilidad cuando los derechos y garantías son consagrados
en su legislación interna, por ejemplo al prescribir: “todos los habitantes son iguales ante la ley” -artículo 16
CN- podría afirmarse que su obligación está cubierta. Se debió realizar un proceso de evolución del Estado
liberal de Derecho para reconocerse como necesario que el Estado además debe realizar acciones positivas
para lograr de hecho las igualaciones que por cuestiones sociales los ciudadanos no pueden alcanzar por sus
propios medios. Luego del proceso de sanción legislativo, prácticamente se desentiende de los resultados de
esos preceptos. Mientras que si esos mismos derechos se encuentran positivizados en convenciones, adquieren
el rango de derechos humanos y la obligación de resultado del Estado. No sólo cumple cuando ratifica, sino
que como resolvió la Corte Suprema de Justicia de la Nación, a partir del caso “Giroldi, Horacio Antonio”
cuando se ratifica un tratado, el Estado tiene que adoptar todas las medidas: legislativas, judiciales, administrativas,
políticas y de cualquier otra índole para que ese tratado sea efectivamente cumplido.
En quinto lugar, la legitimación procesal en los derechos subjetivos es individual. Uno tiene que
demostrar que tiene un interés legítimo para poder actuar, tiene que demostrar personería, de manera tal
que los particulares, organizaciones sociales con personería y, excepcionalmente el defensor del pueblo,
como nuestro sistema admite a partir de 1994, pueden actuar procesalmente. En cambio, para los derechos
humanos la legitimación procesal es amplia porque, además de individuos y de grupos se incluyen pueblos,
colectivos, ONGs, que reclaman primero los derechos ante la jurisdicción interna y, una vez que se agota
esta vía, subsidiariamente se puede seguir reclamando en la jurisdicción internacional.
En sexto lugar, los derechos subjetivos se ponen en movimiento cuando nos encontramos ante una
turbación arbitraria o ilegítima frente a una situación de desposesión; mientras que en los derechos
humanos se pone en movimiento el aparato jurisdiccional para lograr el acceso, la vigencia efectiva. O
sea que aquí, además de derechos y garantías, lo que se le suma a los derechos humanos es la necesidad
de acceder a los derechos que las convenciones determinan, o sea lograr la vigencia efectiva. Si esto no
se logra, entonces, no se está cumpliendo con los términos convencionales.
Finalmente, la jurisdicción en los derechos subjetivos es nacional. Se parte del derecho de la soberanía
o inmunidad territorial del Estado; entonces, el control o incumplimiento es una cuestión interna reservada
a cada uno de los Estados. En cambio, para el caso de los derechos humanos, la jurisdicción es supranacional
y universal, se le reconoce a todos y para todos. La inmunidad soberana cede frente a los derechos
humanos y se acepta el control internacional para el efectivo cumplimiento, que es lo que está sucediendo
en nuestro sistema de tratados.
Nosotros hasta aquí hemos visto cuáles son las normas fundamentales que se han enumerado para la
legislación del derecho internacional de los derechos humanos de niñas, niños y jóvenes en nuestro
sistema. En nuestro país, los tratados aquí enumerados están incluidos en el artículo 75, inciso 22), de la
Constitución Nacional.
Pasemos ahora al cuarto cuadro para analizar las normas específicas del derecho penal de niños, niñas y
adolescentes, para tomar en cuenta las disposiciones constitucionales y del derecho internacional de los
derechos humanos, con jerarquía superior a las leyes internas, según lo establecido en el artículo 75 incisos 22
y 24 de la Constitución Nacional3 . La estructura jurídica entonces está compuesta por las siguientes normas:
4. 1. Normas con jerarquía normativa suprema que deben aplicarse al derecho penal juvenil
· Constitución Nacional;
· Convención sobre los Derechos del Niño;
· Convención Americana sobre Derechos Humanos;
· Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos;
· Declaración Universal de Derechos Humanos;
· Declaración Americana de Derechos y Deberes del Hombre.
3
Artículo 75 inciso 22 de la Constitución Nacional, Capítulo IV, Atribuciones del Congreso “Aprobar o desechar
tratados concluidos con las demás naciones y con las organizaciones internacionales y los concordatos con la
Santa Sede. Los tratados y concordatos tienen jerarquía superior a las leyes…”. El inciso 24 establece “Aprobar
tratados de integración que deleguen competencia y jurisdicción a organizaciones supraestatales en condiciones
de reciprocidad e igualdad, y que respeten el orden democrático y los derechos humanos“.
Conceptos, debates y experiencias en justicia penal juvenil / 27
4. 2. Normas con jerarquía superior a las leyes internas que deben aplicarse al derecho penal juvenil
· Reglas de la N. U . para la Protección de los Menores Privados de Libertad;
· Reglas Mínimas de N. U. para la administración de la Justicia de Menores –Reglas de Beijing-;
· Reglas Mínimas de N .U. sobre las Medidas No Privativas de Libertad –Reglas de Tokio-;
· Directrices de N. U. para la Prevención de la Delincuencia Juvenil -Directrices de Riad-;
· Recomendaciones del Comité de los Derechos del Niño.
El “Comité sobre los Derechos del Niño” determinó que las reglas de Naciones Unidas para los
menores privados de la libertad, las reglas de Beijing, las de Tokio, las directrices de Riad y las
recomendaciones del Comité integran la interpretación de la Convención.
Dentro de la Convención sobre los Derechos del Niño, en primer lugar, observamos cómo se refuerza
la cuestión de las obligaciones del Estado parte. La Convención sobre los Derechos del Niño cita el término
“Estado parte” ciento dieciocho veces. De manera tal que cuando un Estado suscribe esta Convención tiene
que saber que debe cumplir estas directrices, de lo contrario le genera responsabilidad internacional.
En segundo lugar se define al niño, en su artículo 1 como “…todo ser humano menor de 18 años de
edad, salvo que, en virtud de la ley que le sea aplicable, haya alcanzado antes la mayoría de edad”.
Debemos tener en cuenta que la ley 23849 que ratifica dicha Convención, en su artículo 2do, segundo
párrafo establece que “…. Con relación al artículo 1 de la Convención sobre los Derechos del Niño, la
República Argentina declara que el mismo debe interpretarse en el sentido que se entiende por niño a
todo ser humano desde el momento de su concepción y hasta los 18 años de edad”. Si efectuamos la
aplicación de máxima jerarquía referida, dicha reserva tiene menor validez por ser formalmente una
norma interna que la Convención, por lo tanto niño es todo ser humano menor de 18 años.
En tercer lugar, se nombra unas ocho veces el interés superior del niño para cuando se toman medidas en
instituciones. Y aquí digo la palabra instituciones, en sentido amplio, porque después vamos a hablar de ellas.
También se señala el derecho, respecto de las relaciones con los padres, a no ser separados, a mantener
relaciones con ambos progenitores cuando están separados entre sí, para que ambos progenitores intervengan
en su crianza y desarrollo.
En cuanto a los niños privados temporal o permanentemente de su medio familiar, ya sea por adopción,
por ser privados de la libertad o por ser niños infractores de la ley penal, siempre se debe tomar en cuenta
su superior interés.
Al ser privados de la libertad, nosotros tenemos que tener en cuenta la regla 11 b) de las Naciones
Unidas que la define como “…toda forma de detención o encarcelamiento así como la internación en un
establecimiento público o privado donde no se le permita salir por su propia voluntad y que esté allí ya
sea por orden judicial, administrativa o de otra autoridad pública”. De manera tal que incluye la privación
de libertad tradicional en institutos especiales, cárceles, como así también en instituciones cuando el
objetivo es de “tutela” en lugar de corrección y sanción.
Las normas de Naciones Unidas citadas son protectoras de los niños en situaciones de privación de la
libertad y el tratamiento que debe observarse.
De esta manera nos encontramos con derechos y garantías en los instrumentos internacionales que
constituyen una obligación de hacer para el Estado y le acarrea responsabilidad internacional cuando no
puede hacerlo. De los instrumentos internacionales, los principios de: igualdad, legalidad y no discriminación,
como así también los derechos y garantías del derecho judicial eficaz, deben ser aplicados a los niños. Es
una normativa integral para todos los ciudadanos que debemos respetar, además que los niños tienen que
tener especificidades, porque son sujetos de derechos como cualquier ciudadano de nuestro país.
En el quinto cuadro traté de sintetizar los principios y lo que constituyen su contracara, lo que se
encuentra prohibido hacia los niños, ellos son:
28 / Conceptos, debates y experiencias en justicia penal juvenil
5. 1. Principios de:
· Igualdad, No discriminación, Legalidad
5. 2. Prohibición de:
· Tortura, tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes.
· Pena capital o prisión perpetua.
· Privación de libertad ilegal o arbitrariamente.
Los niños gozan del principio de igualdad y no discriminación como cualquier sujeto de derecho, y como lo
establece el Preámbulo de la “Convención sobre los Derechos del Niño” que “…la infancia tiene derecho a
cuidados y asistencia especiales”, como así también “Considerando que el niño debe estar plenamente preparado
para una vida independiente en sociedad y ser educado… en un espíritu de paz, dignidad, tolerancia, libertad,
igualdad y solidaridad”, como así también en su artículo 2. 1 consagra que los Estados aseguran los derechos a
todos los niños sujetos a su jurisdicción “… sin distinción alguna, independientemente de la raza, el color, el
sexo, el idioma, la religión. La opinión política o de otra índole, el origen nacional, étnico o social, la posición
económica, los impedimentos físicos, el nacimiento o cualquier otra condición del niño, de sus padres o de sus
representantes legales”; en el artículo 2. 2 lo protege contra la discriminación por su condición de mayor
vulnerabilidad, como así también por las actividades e ideologías de sus padres, tutores o familiares.
Por la condición de sujeto de derecho de todo/a niño/a debe aplicarse el principio de legalidad, no
permitir que nuestros decisorios y conductas estén guiados por las costumbres y creencias de no adjudicarle
racionalidad al niño, de no tomar en cuenta qué desea y piensa al momento de tomar las decisiones que
los afectan a éstos/as.
En consecuencia existen prohibiciones acerca de medidas que no pueden tomarse con los niños y
niñas, tales como aplicarles tortura, a no sufrir prisionizaciones perpetuas, ni prisiones ilegales o arbitrarias.
En el cuadro seis enumero los derechos y garantías de que gozan todos los niños y niñas en nuestro
sistema jurídico.
6. Derechos y garantías:
Hay que advertir que estamos considerando las cuestiones de los niños/as sometidos a privación de la
libertad por órdenes judiciales, cuando hay muchos más que están en esa condición por órdenes
administrativas o de otra índole y que no pueden voluntariamente dejar de estarlo. El trabajo que se está
haciendo desde la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, da cuenta de que hay aproximadamente
veinte mil niños en esas condiciones, lo cual es un número elevadísimo.
¿Qué está prohibido en el sistema internacional al cual nuestro país debe obedecer? Se encuentra prohibida
la tortura y los tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes. Nosotros sabemos que la prisión sine die
Conceptos, debates y experiencias en justicia penal juvenil / 29
constituye una modalidad de tratos o penas crueles, inhumanos y degradantes. En esa condición se encuentran
ocho personas que en el momento de la comisión del delito tenían entre 16 y 17 años, o sea en el momento
de la imputación de los ilícitos eran menores, actualmente son mayores de 18 años.
Es necesario que a las penas capital como a la reclusión o prisión perpetua se les esté tratando de
poner un tope, a modo de remedio y no como algo favorable o lo mejor que se pueda pensar para estas
situaciones. Pero ¿qué se puede hacer desde el ámbito del Estado, si no es aplicar los tratados y adecuar
nuestra legislación interna a ellos?
Hace pocos días, algo más de un mes, Videla se suicidó en la Cárcel de Mendoza por la angustia que
le ocasionaba estar condenado a perpetua. A pesar de la contención que le daban, él no creyó más en el
sistema y se terminó ahorcando. ¿Qué vamos a esperar, más niños que terminen de esta forma? Me
parece que es irracional e inaceptable.
El tema de la privación de la libertad ilegal, en forma arbitraria o por cualquier medio hay que introducirlo
como punto de agenda y debatirlo esencialmente entre los funcionarios que dirigen y los que trabajan con
las condiciones de encierro en prisión. Bajo la idea de tutelar a los niños, tutelan a los pobres, a los
excluidos, a los que no tienen familias bien constituidas y que no tienen la culpa de esa situación.
Si no cambiamos las condiciones económicas, sociales y educativas vamos a tener que necesitar más
lugares para tutelar a los niños. ¿Qué nos está pasando a los argentinos para que no nos demos cuenta de
que no puede continuar esta situación en un país democrático y del siglo XXI? ¿Cuáles son los derechos
que tienen los niños como sujetos, lo cual quiere decir como sujetos de derechos más la especialidad de
su condición de niños?
Contar con un derecho judicial eficaz como es el juicio previo con todas sus garantías, la presunción
de inocencia como cualquier persona y el derecho a ser oído y a ser respetado. Eso significa que debe ser
oído un niño cuando sus intereses están en juego. Debemos reforzar la idea que el superior interés del
niño y niña, implica que cuando los adultos decidimos por ellos, debemos confiar en su racionalidad,
que cuando los escuchamos en juicio y en el ámbito privado, no debemos hacerlo para cumplir con un
formalismo y después no tomamos en cuenta lo que desean y se han manifestado cuando adoptamos las
decisiones que le competen.
Respecto del derecho a la doble instancia, si en todo procedimiento de tipo penal se tiene el derecho,
a la revisión o segunda instancia, también el niño y niña poseen ese mismo derecho, porque son decisorios
que le incumben a su vida.
El derecho a detención determinada y durante el menor tiempo posible, constituye la última ratio,
cuando no hay ninguna otra posibilidad con ese niño, solamente en esa circunstancia corresponde
privación de libertad. Todas las medidas alternativas deben ser vistas, valoradas y evaluadas primeramente,
antes de ordenar la prisión. Tiene derecho a una pronta asistencia jurídica, social, educativa, y psicológica
de toda índole, a un trato humanitario y digno, según las necesidades de su edad. Los niños que están
tutelados, los que están “prisionizados” son niños. Por lo tanto, tienen derecho al juego, al esparcimiento
y a poder crecer como personas. Tienen derecho a estar separados de los adultos en las cárceles y a estar
divididos en categorías según sus condiciones. Tienen derecho a la comunicación y al trato con su propia
familia. Cada uno de estos derechos encuentra encuadre sin ningún problema en el superior interés del
niño en el que tanto insiste la Convención referida.
Finalmente el cuadro séptimo intenta esbozar los desafíos que debemos enfrentar para cambiar y
mejorarar la situación de los niñas y niños en nuestro país.
7. Los desafíos
1. Exponer frente a un auditorio y tener la posibilidad de que las propias ideas y argumentos sean
escuchados, debatidos y mejorados, siempre me ha parecido un privilegio. Que esa exposición tenga
lugar en el Congreso de la Nación Argentina es aún un honor mayor. Tal convicción está siempre
acompañada de un fuerte sentimiento basado sobre la enorme responsabilidad que significa encontrarse
en este lugar –hablando desde lo técnico en un espacio político por naturaleza –, responsabilidad
incrementada cuando el tema sobre el que trata la presentación involucra la pregunta sobre qué es lo que
se debe hacer desde el punto de vista institucional para que los niños vivan mejor.
2. Se impone seguidamente una advertencia preliminar. Algunos argumentos que presentaré a
continuación quizás resulten algo diferentes de aquellos que habitualmente se esgrimen en las discusiones
sobre justicia juvenil. No pretendo hacer una provocación, sino simplemente aportar algunos elementos
para renovar la gastada reflexión sobre estos temas. Así, la presentación que sigue está estructurada sobre
el señalamiento de algunos aspectos problemáticos de la justicia juvenil en la Argentina. Me propongo
presentarlos de la manera más técnica posible con el ánimo de defender aquella posición que sostiene
que sólidas consideraciones teóricas pueden y deben explicar y motivar acciones concretas; en otras
palabras, para que buenas razones teóricas contribuyan a generar buenas prácticas.
3. El primer punto que quiero someter a vuestra consideración se relaciona con destacar la pertinencia
y la relevancia de algunos espacios que están comenzando a generarse en nuestro medio para promover
una reflexión sobre las prácticas legales concretas y no sólo sobre la teoría (la recurrente pregunta respecto
de cómo tendrían que ser las leyes), tal como era frecuente hasta hace poco tiempo atrás. En este marco
que da preferencia a la práctica, propondré una perspectiva diferente, superadora del debate reactivo que
durante años ha confrontado a la ley con la realidad, ya sea para sobreestimar a la primera, o bien, a la
segunda como única variable importante o relevante en el análisis en desmedro de la otra.
En tal sentido, entiendo que no es posible soslayar la experiencia de casi veinte años de reformas
legales en América Latina dirigidas a incorporar la Convención sobre los Derechos del Niño y otros
estándares de derechos humanos al derecho interno de casi todos los países de la región, experiencia que
puede aportar algún elemento adicional a esta cuestión.
Quizás la importancia exagerada que se ha adjudicado a la ley en las cuestiones relacionadas con la
protección y defensa de los derechos humanos de niños y niñas se deba a que por mucho tiempo los
juristas –no me refiero a aquellos dedicados al derecho de menores, rama cuyo desinterés por debates
normativos e interés por discusiones propias de las ciencias sociales, médicas y psicológicas son por
todos conocidos– se mantuvieron al margen de las reflexiones respecto de por un lado, cuáles eran los
problemas legales que tenían las leyes especializadas en menores y, por el otro, de cuáles deberían ser las
características de un mejor derecho para los menores de edad. Por ese motivo, frente a la crisis sistémica,
tanto teórica cuanto empírica del modelo tutelar clásico, la pertinencia de una irrupción considerable de
los juristas dedicados al Derecho “mayor” (penal, civil de familia, etc.) para señalar los déficits
constitucionales del modelo vigente y para proponer las reformas requeridas conforme los compromisos
internacionales asumidos por los países, se imponía como estrategia adecuada. De esa forma, la ausencia
del derecho de menores en las reflexiones jurídicas mayores produjo como reacción el reclamo por una
presencia sostenida, permanente, intensa, del derecho mayor respecto del derecho de menores. De ahí
tal vez la creencia excesiva en que cambios legales pudieran producir automáticamente cambios concretos
en la realidad sensible y la desconsideración de un análisis crítico dirigido a refundar, al igual que el
viejo derecho de menores, la psicología, la psiquiatría, el trabajo social y otras disciplinas de intervención
individual y social, sobre nuevas bases inspiradas en el derecho internacional de los derechos humanos.
5. Otro aspecto que debe ser considerado en los debates en torno de la justicia juvenil se vincula con
la relación entre juristas y otros profesionales dedicados a la intervención psicosocial con adolescentes
infractores. Al igual que respecto de la implementación y efectiva vigencia de las nuevas leyes aprobadas
recientemente, éste es un segundo punto vinculado también con la realidad que no se ha logrado resolver.
El Derecho (mayor) ha incorporado en su reflexión general aquélla referida a la condición jurídica de
la infancia. En líneas generales, y salvo algunas cuestiones muy particulares, ya no se plantean mayores
dudas teóricas o conceptuales; tampoco existen dificultades técnicas respecto de cuáles son los lineamientos
generales, los principios rectores de un derecho adecuado para tratar con los niños en general tanto en el
derecho de familia cuanto en el derecho penal. La jurisprudencia y la reforma legislativa han logrado
avances notables al respecto.
No obstante, lo que no se ha generado en el ámbito latinoamericano –a diferencia de lo que ocurre
en otras regiones, principalmente en los países desarrollados– es un conocimiento sistemático, riguroso,
eficaz, respecto de las mejores prácticas en materia de justicia juvenil. Más aún, corroborando lo señalado
más arriba, si bien algunas leyes latinoamericanas son mejores que las leyes europeas desde el punto de
vista técnico-legal y de las garantías que desarrollan respecto de los adolescentes infractores, son evidentes
las enormes diferencias y los avances que los países europeos tienen en relación con las prácticas concretas
en materia de justicia juvenil respecto de los países latinoamericanos.
Esto me permite –expresado de manera concisa– concluir en que la responsabilidad de continuar con
el proceso de transformación de la justicia juvenil no corresponde ya exclusivamente a los abogados o
juristas, sino a las disciplinas vinculadas con la intervención social y psicológica, las que deben asumir
el liderazgo en este camino de transformaciones en términos de encontrar nuevas y eficientes formas de
intervención psicosocial y de separarse del matrimonio, casi centenario, que tuvieron con los juristas en
el marco del complejo tutelar clásico, que puede haber sido muy eficiente durante cien años, pero que
ya no resulta efectivo.
Conceptos, debates y experiencias en justicia penal juvenil / 33
6. Quisiera mencionar un último elemento de la relación entre las disciplinas relacionadas con la
intervención psicosocial y el derecho. Una ley mejor (es difícil predicar que una ley penal es “buena”) en
términos de los estándares más modernos de derechos humanos no sólo constituye un imperativo elemental
de justicia, sino que cumple una función pedagógica positiva tanto en el psiquismo cuanto en los
procesos de socialización secundarios1 . Es razonable entonces pensar que una mejor ley en los términos
antes descriptos puede contribuir con el adolescente en la construcción de vínculos no conflictivos con
su comunidad, a diferencia de lo que ocurría con el modelo tutelar clásico donde el mensaje que
recibían los menores de edad de parte de las instituciones diseñadas para protegerlos era completamente
“esquizofrenizante” (merecía conforme la ley trato similar quien cometía un delito que quien era víctima
de uno, quien era adicto que quien era delincuente, etc.).
Una ley de justicia juvenil o penal juvenil es una ley represiva, es una ley penal; no es una ley tutelar
para proteger a los adolescentes. Si ello no está claro a la hora de legislar y a la hora de aplicar tal ley,
y se le sigue pidiendo al sistema penal –por más especial que sea– que supla las deficiencias de los
sistemas de protección de niños y adolescentes, los problemas se repetirán hasta el infinito. Por ello es
importante tener en claro cuál es la función de la ley (penal, en este caso), para qué es precisa, cuáles son
sus límites y potencialidades. Indudablemente, esta ley podrá indirectamente coadyuvar a la tarea de
protección de derechos económicos, sociales y culturales de los adolescentes infractores, pero ello no la
justifica ni le da sentido.
1
El modelo italiano de justicia juvenil es un buen ejemplo de lo aquí sostenido. Cfr. Palomba, Gaetano, Il siste-
ma del nuovo processo penale minorile, Milán, Giuffré, 1991; en español, Sistema del nuevo proceso penal del
menor, Buenos Aires, Eudeba, 2004; una lectura crítica ineludible al modelo legal previo, De Leo, Gaetano, La
giustizia dei minori, Turín, Giulio Einaudi, 1981; en español, La justicia de menores, Barcelona, Teide, 1985.
2
Christie, Nils, Limits to pain, Oxford, Martin Robertson, 1981; en español, Los límites del dolor, México,
Fondo de Cultura Económica, 1984.
3
Christie,, Nils, A suitable amount of crime, Londres, Routledge, 2004; en español, Una sensata cantidad de
delito, Buenos Aires, Editores del Puerto, 2004.
4
Suitable en inglés en el original. Se tradujo en la edición en español como “sensata”.
34 / Conceptos, debates y experiencias en justicia penal juvenil
Planteado en términos relativos y con el alcance que acabo de dejar planteado, es posible entonces
considerar que algo de “positivo” puede encontrarse en que la sociedad tenga delitos y criminales, sin caer
en un funcionalismo exacerbado, como el de Durkheim o Merton. Se trata de una paradoja muy difícil de
resolver, pero es preciso tener conciencia de ella, porque de lo contrario se opera en la realidad a tientas o
asumiendo inconscientemente el ideario positivista tutelar aunque en lo explícito lo critiquemos. Desde
este punto de vista entonces el derecho penal cumpliría una función positiva: aquélla de su valor pedagógico.
8. Propongo ahora un ejercicio formal para detectar algunas respuestas no penales que abundan,
que presentan características diversas y que están distribuidas de forma dispar en los Derechos nacionales
y en el Derecho internacional.
Al respecto, es importante tener presente un criterio realista sobre el Derecho internacional de los
derechos humanos. La Convención sobre los Derechos del Niño, que lo integra, es un texto que abunda
en vaguedades, lagunas y contradicciones, y que requiere una hermenéutica particular para darle sentido
y efectividad. Sus redactores no han facilitado la tarea. El Derecho internacional de los derechos humanos
es muy complejo y las normas internacionales sobre infancia –como es evidente en normas acordadas
por todas las naciones del mundo– no resuelven problemas mayores.
La tarea entonces de interpretar el derecho internacional de los derechos humanos (tanto por tribunales
internacionales, regionales o locales cuanto por la doctrina) es, en este sentido, fundamental para facilitar
el trabajo de los operadores, para coadyuvar en la generación de buenas o mejores prácticas. Como se
advierte, la pregunta es cómo construir desde ese amplio Derecho, mejor o peor, lineamientos, guías,
circuitos que modelen las “buenas prácticas”.
Un ejemplo es elocuente. En la Argentina –como es sabido, un país con una legislación federal
atrasada–, muchas provincias dictaron leyes de protección a la niñez, que es una competencia local5 ,
conforme los más modernos estándares internacionales de derechos humanos. No obstante, en muchas
provincias, sobre todo en lo organizacional, se mantuvieron diseños e instituciones propias y características
de la legislación anterior. Así, la “adecuada” ley de la provincia de Neuquén observa la figura del asesor
tutelar de menores, conforme lo previsto por el artículo 59 del Código Civil. Sin embargo, en lugar de
continuar con el rol tradicional que los asesores de menores han tenido en los procesos de la justicia
especializada –con notables excepciones, ciertamente –, las defensoras que ocupan los cargos desde la
aprobación de la ley han desarrollado una práctica extraordinaria en términos de promoción y defensa de
los derechos de niños y niñas neuquinos. Ello parece estar indicando que, aun con una legalidad defectuosa,
compleja o que no facilita las cosas, es posible generar mejores prácticas.
Otro ejemplo en el mismo sentido lo constituye la sostenida y relevante modificación de la
jurisprudencia de la justicia de menores en el ámbito nacional en los últimos siete años, gracias al
trabajo silencioso y paciente de muchos abogados defensores y a otros factores estructurales como la
renovación académica y generacional de la justicia penal federal y nacional.
Con estas afirmaciones no estoy sosteniendo que no sea necesario reformar las leyes. Todo lo contrario.
Pretendo simplemente advertir que si lo que se procura lograr es aquello que sea más beneficioso para los
niños en particular y para la sociedad en general, no se debe soslayar la dimensión de las prácticas (la
aplicación misma de las leyes), tema por demás crucial aquí y también a la hora de la reforma legal. Por
otro lado –y mientras se aprueban mejores leyes–, indica que buenas prácticas pueden generarse aún con
leyes inadecuadas.
9. No advierto el sentido en este contexto de ponerme a relatar todas las especies, formas y teorías
que existen respecto de la mediación penal juvenil y de la justicia restaurativa en relación con menores
5
Cfr. Beloff, Mary, Constitución y derechos del niño en AA.VV., Estudios sobre justicia penal. Libro de Home-
naje a Julio B. J. Maier, Buenos Aires, Editores del Puerto, 2005.
Conceptos, debates y experiencias en justicia penal juvenil / 35
infractores de la ley penal. La producción intelectual sobre el tema es, si bien escasa en castellano,
frondosa en el mundo anglosajón y accesible en gran medida a través de Internet.
Me parece por lo contrario más útil conectar ese debate con la realidad de la justicia juvenil en
nuestro país.
El primer punto que me parece importante para la reflexión se vincula con la expresión, en nuestro
contexto jurídico cultural, “justicia restaurativa”. Los procedimientos, prácticas e instituciones subsumidos
bajo tal denominación traducida literalmente del inglés (restaurative justice) no coinciden en general, en
nuestro medio, ni con las nociones más generalizadas de justicia ni tampoco con aquellas vinculadas
con las diferentes ideas de reparación.
Tony Marshall, un criminólogo inglés, define a la justicia restaurativa como un proceso en el cual
todas las partes que tienen alguna clase de interés en un conflicto subsumible en un tipo penal que haya
tenido lugar en una comunidad, se reúnen para resolver colectivamente cómo lidiar con las consecuencias
de ese crimen y con sus efectos e implicancias para el futuro6 . Como se advierte sin dificultades, no se
trata de una definición jurídica, sino de una definición muy laxa que permite que sea aplicada a un
amplio espectro de situaciones que en muchos casos se encuentran muy distantes de nuestras ideas
compartidas acerca de lo que es la justicia.
El problema radica en el matiz que la palabra “justicia” puede adjudicar a este procedimiento. Como
mencioné, muchos de los acuerdos negociados en el marco de la denominada “justicia restaurativa”
pueden ser exactamente lo contrario de lo que en Occidente se considera “justo”. No quiero implicar
que sea imposible articular una teoría de justicia respecto de la negociación o de la mediación, pero
ciertamente ello requiere una compleja argumentación adicional. En términos generales, no creo que sea
posible sostener que las soluciones producto de una negociación sean soluciones “justas”. La víctima tal
vez acepte los términos de una mediación porque ello le “conviene” o el imputado acepte someterse a
estos procedimientos, porque ello puede resultarle conveniente, pero ello no implica que el acuerdo
alcanzado sea un acuerdo “justo”, sino conveniente para una o ambas partes.
En tal sentido y para concluir, el problema es de suma relevancia si se piensa en incluir esas formas
no penales en la justicia juvenil, ya que se espera de ella que cumpla una función clave en que el
adolescente infractor se relacione de una manera no conflictiva con su comunidad en el futuro, comprenda
el valor de las personas y de las cosas, y respete los derechos de todos. En palabras del comienzo del
artículo 40 de la Convención sobre los Derechos del Niño: “A ser tratado de manera acorde con el
fomento de su sentido de la dignidad y el valor, que fortalezca el respeto del niño por los derechos
humanos y las libertades fundamentales de terceros y en la que se tengan en cuenta la edad del niño y la
importancia de promover la reintegración del niño y de que éste asuma una función constructiva en la
sociedad”. Una solución que sólo se base en razones de “conveniencia” puede contradecir este objetivo,
directriz en las normas internacionales de derechos humanos de la infancia en materia de justicia y clave
para toda intervención psicosocial en términos modernos.
Con respecto a la otra parte del binomio, lo “restaurativo” –un significante muy poderoso– es importante
pensar respecto de todos sus alcances: qué significa restaurar, en qué contexto y con qué alcances.
Debería entenderse que la justicia restaurativa –pese a su denominación – no implica necesariamente
una solución “blanda”7 . En la justicia penal tradicional, que utiliza las reglas de procedimiento habituales,
6
Marshall, Tony, “Criminal mediation in Great Britain 1980-1996”, en European Journal on Criminal Policy
and research, págs. 21-43 citado en Morris, Allison y Gabrielle Maswell (eds.), Restorative justice for juveni-
les. Conferenciing, mediation and circles, Oregon, Hart, 2001, cap. 1, pág. 5.
7
“En el entusiasmo por la mediación es importante no olvidar que los rituales y arreglos en los tribunales penales pueden
tener funciones protectoras importantes. Cuando las tensiones se desatan, incluso hasta la violencia inmediata amenaza,
los solemnes y a veces también completamente tediosos y aburridos rituales en el aparato penal pueden tener un efecto
calmante. (…) El sistema de mediación puede ser fácilmente pervertido en tribunales juveniles disfrazados (…) Lo que se
desarrolla en estos tribunales (…) es la represión de los niños.” Cfr. Christie, Nils, op. cit., págs. 121/2.
36 / Conceptos, debates y experiencias en justicia penal juvenil
la confrontación entre las partes es indirecta, impersonal y está filtrada a través de rituales procesales. Por
lo contrario, en los procesos restaurativos el contacto es personal, directo y, a menudo, muy emocional. No
puede afirmarse seriamente que sea una solución ligera o “blanda” para los ofensores confrontarse directamente
con el sufrimiento y el daño que ellos causaron y con la desaprobación de su comunidad y, en muchos
casos, hasta de su propia familia. Más allá de las discusiones relacionadas con la distinción entre mecanismos
formales y no formales de control social, lo cierto es que estos mecanismos alternativos e “informales”
pueden ser muy duros y severos (el conocido ejemplo del joven al que se le exige llevar en la escuela un
cartel con una leyenda referida a su infracción es un buen ejemplo de lo que acabo de señalar).
11. Una primera línea de soluciones se enmarca dentro de lo que en inglés se denomina diversion. En
caso de que ocurra un hecho subsumible en principio en un tipo penal, esto es, ocurra un hecho
considerado un “crimen” por una comunidad, es posible derivar el asunto, idealmente sin ninguna clase
de contacto previo con el ámbito penal, siquiera policial (aunque es casi imposible de implementar con
tal alcance en la práctica), a una instancia comunitaria de solución de esta clase de conflictos. Esta
alternativa requiere mecanismos comunitarios muy afianzados y probablemente sólo sea susceptible de
ser llevada a cabo en comunidades pequeñas, ya que la dinámica de las relaciones sociales y la vida en
grandes centros urbanos no facilitan la utilización de esta opción. Se presenta como una alternativa
complicada frente a la respuesta penal, pero aún así puede resultar posible experimentarla y desarrollarla
en los contextos adecuados.
8
Artículo 40.3: “Los Estados Partes tomarán todas las medidas apropiadas para promover el establecimiento de
leyes, procedimientos, autoridades e instituciones específicos para los niños de quienes se alegue que han
infringido las leyes penales o a quienes se acuse o declare culpables de haber infringido esas leyes, y en
particular: (...) b) Siempre que sea apropiado y deseable, la adopción de medidas para tratar a esos niños sin
recurrir a procedimientos judiciales, en el entendimiento de que se respetarán plenamente los derechos huma-
nos y las garantías legales…”
9
Directriz 6º: “Deben crearse servicios y programas con base en la comunidad para la prevención de la
delincuencia juvenil, sobre todo si no se han establecido todavía organismos oficiales. Sólo en última instancia
ha de recurrirse a organismos oficiales de control social”.
Directriz 57: “Debería considerarse la posibilidad de establecer un puesto de mediador o un órgano análogo
independiente para los jóvenes que garantice el respeto de su condición jurídica, sus derechos y sus intereses,
así como la posibilidad de remitir los casos a los servicios disponibles. El mediador u otro órgano designado
supervisaría además la aplicación de las Directrices de Riad, las Reglas de Beijing y las Reglas para la protección
de los menores privados de libertad. El mediador u otro órgano publicaría periódicamente un informe sobre los
progresos alcanzados y las dificultades encontradas en el proceso de aplicación. Se deberían establecer también
servicios de defensa jurídica del niño…”
Conceptos, debates y experiencias en justicia penal juvenil / 37
Los tipos de pedagogía e intervenciones sociales que pueden implementarse en el marco de la diversion
son muy ricos, porque no están contaminados por la lógica penal o, por lo menos, no deberían estarlo.
Los mejores ejemplos de diversion a nivel mundial son los que presenta Nueva Zelanda bajo las formas
de asambleas, grupos o círculos familiares. En estos casos, la ingeniería institucional sobre la cual se
montan esos procedimientos no penales está altamente desarrollada, es adecuada a los fines que se
persiguen y encarga a los servicios sociales (no a la policía) la tarea de concretar las soluciones alternativas.
12. Un aspecto importante que no quiero dejar de mencionar y que nos lleva otra vez a la relación
entre la ley y la realidad es que un problema soslayado en las reformas legales latinoamericanas fue el de
las transformaciones institucionales. Tal vez parte de las dificultades en la implementación de las nuevas
leyes se explique, entre otros factores, por la ausencia de empeño dirigido a transformar los arreglos
institucionales en los que se debía poner en acto la nueva legalidad de intensidad equivalente al depositado
en la reforma de las leyes. Puede existir una ley adecuada sin arreglos institucionales adecuados, una ley
inadecuada con arreglos institucionales igualmente inadecuados, o bien, lo que es harto improbable
pero existen casos, leyes inadecuadas con arreglos institucionales adecuados. En este sentido, el modelo
neozelandés es adecuado tanto en sus dispositivos normativos cuanto institucionales vis à vis los fines
propuestos y, por tal motivo, sea probablemente el modelo más eficiente, en términos de reducción de
la violencia, del derecho comparado.
13. En la Argentina el sistema legal no prevé soluciones al estilo de la diversion descripta más arriba
(más allá de las formas informales de solución de conflictos que encajan dentro de la “cifra negra”).
En atención a que por razones que no puedo desarrollar aquí esta posibilidad es por el momento
inviable, me concentraré en la posibilidad de introducir la “justicia restaurativa” dentro de los modelos
que asumen que existe una respuesta penal. A tal fin es importante distinguir entre soluciones o mecanismos
procesales de aquellas cuestiones sustantivas.
Respecto de los primeros, y nuevamente en razón del modelo federal argentino, el Derecho público
provincial contiene en muchas jurisdicciones –Chubut o Neuquén son buenos ejemplos– dispositivos
procesales que incluyen mecanismos asimilables o cercanos a lo que se entiende por “justicia restaurativa”.
Al igual que lo ocurrido con las leyes de protección a niños (competencia local), en muchas jurisdicciones
los procedimientos dirigidos a tratar con menores infractores de la ley penal están incorporando estas
formas nuevas y más eficaces de administrar estos conflictos en concordancia con los estándares
internacionales de derechos humanos de la infancia y la adolescencia. Esto ha ocurrido con independencia
de que, a nivel nacional, la ley sustantiva (22.278 y 22.803) siga sin modificarse.
Por otro lado, desde el punto de vista sustantivo, formas de “justicia restaurativa” se han introducido
en muchas legislaciones –no en la Argentina aún– como consecuencia de la crítica que el movimiento
abolicionista ha realizado a las instituciones penales. La idea de que el Derecho Penal moderno tiene
una tercera vía reparatoria que se agrega a las clásicas vías retributiva y de tratamiento fue una solución
estratégica del Derecho Penal en un momento de crisis de legitimación cuasi-terminal.
En términos sencillos, las soluciones reparatorias están incluidas en todas las nuevas leyes de justicia
juvenil latinoamericanas en la sección que regula las consecuencias jurídicas de la conducta transgresora
de la ley penal por parte del adolescente una vez celebrado el juicio de responsabilidad. En algunos
países son denominadas “sanciones reparatorias”, en otros “medidas” o “penas”. El propio nombre de
aquélla indica que ha existido un juicio previo y una atribución de responsabilidad y que como consecuencia
de ella se debe reparar el daño. Estas sanciones o medidas (derecho sustantivo o de fondo) son diferentes
de las soluciones procesales de consecuencia reparatoria, y son las más utilizadas y eficaces. Aunque a
los penalistas dogmáticos no les agrade aceptarlo, siempre es el derecho procesal penal –y no la dogmática
sustantiva– el que juega el principal papel en el drama del delito y de la pena, también con los adolescentes.
14. La introducción de una vía reparatoria (con los alcances que pretenden darle los promotores de la
justicia restaurativa) dentro del Derecho Penal –especial juvenil, en este caso– implica una discusión en
38 / Conceptos, debates y experiencias en justicia penal juvenil
torno de cuáles son los alcances materiales de una solución que realmente resuelva el conflicto de
manera que se restablezca la paz social y no queden heridas abiertas. Lograr este resultado es enormemente
complejo y mucho más aún cuando se lo procura mediante la pena, que no tiene en principio ese fin. En
general los debates se concentran en los aspectos materiales (¿qué edad? ¿qué penas o medidas?), y no en
los aspectos procesales, que son los que en definitiva inciden realmente en la vida del adolescente.
En rigor, lo que parece ser más exitoso –por lo menos en el derecho comparado no latinoamericano –, en
términos de lograr que el adolescente no se meta en problemas y se comunique de manera no conflictiva
con su comunidad en el futuro, es el mecanismo procesal, no el sustantivo. Estos mecanismos comenzaron
a implementarse en la región luego de la aprobación del Estatuto del Niño y el Adolescente en Brasil (1989)
y por la incidencia de las Reglas de Naciones Unidas para la Administración de la Justicia de Menores
(conocidas como Reglas de Beijing). En el lenguaje de estas normas, se llamó remisión a lo que técnica y
conceptualmente no es más que una forma de lo que los procesalistas llaman “principio de oportunidad
procesal”: la decisión en cabeza del Ministerio Público Fiscal de decidir qué casos se llevan a la justicia
penal y qué casos no. Existen muchas razones por las que los fiscales –no los jueces, como se regula en
muchas legislaciones de menores infractores en América Latina– pueden y deben administrar racionalmente
los casos en los que se pondrá la energía y recursos persecutorios estatales. Esa discrecionalidad debe
desarrollarse dentro de regulaciones marco ya que, a diferencia del modelo adversarial anglosajón, nuestro
modelo procesal está construido sobre la base del principio opuesto que es el de persecución penal pública
o de oficio de todos los delitos de los que tome conocimiento el Estado (principio de legalidad procesal) y
el fiscal no es el dueño absoluto de la acción penal.
15. ¿Cuál tiene que ser el contenido de la reparación (sea introducida por la vía procesal, sea introducida
como pena)? Esta pregunta es muy importante ya que si el contenido de la salida reparatoria sin juicio
(por aplicación del principio de oportunidad, por ejemplo) es similar a la que acontecería luego de un
juicio donde se debata y pruebe la responsabilidad del adolescente en los hechos, el modelo tiene un
problema, por lo menos en términos pedagógicos, que es una finalidad propia de todo proceso penal
juvenil (como los maestros italianos enseñan). El modelo tendría así una seria dificultad en términos de
su justificación. En consecuencia, las sanciones reparatorias no pueden tener el mismo contenido que
aquellas medidas reparatorias ordenadas antes del juicio de responsabilidad. Las dificultades prácticas
son evidentes, pero es preciso tener claras las diferencias teóricas para introducir reformas.
16. Otra figura que se usa con frecuencia en el derecho argentino es la suspensión del juicio a prueba, que
como se sabe no se trata de la probation del derecho anglosajón. En la mayoría de los casos, la suspensión del
juicio a prueba implica alguna solución de tipo reparatorio, si bien el consentimiento de la víctima no es
vinculante para que el juez la otorgue. No obstante, se diferencia esta salida de las que se pueden implementar
como diversion en que en este último caso ni siquiera se ha iniciado un proceso penal.
17. Por último, se pueden instrumentar soluciones reparatorias o conciliaciones durante todo el
proceso, como formas alternativas de terminar el juicio. El régimen procesal penal especial debería
permitir que en cualquier momento se llegue a una solución reparatoria, restaurativa y conciliadora. En
estos casos, debería evitarse el recurso a argumentos como los que están siendo utilizados en Chile, por
ejemplo, en el debate previo a la aprobación de la ley de justicia penal juvenil, argumentos de tipo
eficientista o de costos de inversión que impiden estas soluciones una vez avanzado el proceso por la
inversión que ya habría realizado el Estado, además de favorecer la indiferenciación entre la justicia
penal de adultos y la especial de menores de edad, o bien, el uso, en esta jurisdicción especializada, de
la justicia rápida o abreviada. Si bien es complicado de instrumentar –particularmente en la Argentina
por razones constitucionales– en el contexto de la justicia especial para adolescentes infractores no
deberían ser válidas razones del tenor de: “si el Estado ya invirtió recursos en llevar a este adolescente a
juicio, ¿cómo puede aceptarse una mediación con la víctima el día antes o el mismo día de la audiencia
de debate?”
Conceptos, debates y experiencias en justicia penal juvenil / 39
Otra cuestión importante en esta línea es la posibilidad de que alguien interprete como favorables al
adolescente infractor, las diferentes formas de juicio abreviado, ya que serían soluciones “reparatorias”
consensuadas. No puedo desarrollar el punto y hay suficientes razones para considerar que las formas de
abreviación de juicio mediante negociación con los fiscales (plea bargaining) no deberían ser incluidas
en sistemas de justicia juvenil conforme los principios que aquí fueron someramente presentados,
básicamente por razones pedagógicas, de responsabilidad del adolescente, etcétera.
18. Finalmente, quiero resumir las cuatro cuestiones principales en las que podría resumirse el tema
que he tratado.
La primera se refiere a la gravedad de los hechos imputados al adolescente, lo que nos conduce a
aquello con lo que comencé la presentación: cuánto delito, cuánto derecho penal es adecuado; para qué
hechos delictivos imputados a menores es preciso mantener un imaginario cuyas claves sean víctimas y
castigos, y para cuáles no; cómo en este contexto “meta-penal” operan las garantías procesales10 .
La segunda cuestión se refiere a la pertinencia de una discusión sobre la responsabilidad: ¿es razonable
implementar un sistema de justicia juvenil, y a su interior un sistema reparatorio, que ignore adjudicar
responsabilidades?
La tercera se relaciona con la anterior: cómo se introducen estos procedimientos “informales” y cómo
entran en tensión con las garantías procesales sin que se debata la responsabilidad.
La cuarta y última cuestión se refiere al programa pedagógico a implementar con el adolescente
infractor como consecuencia de un acuerdo reparatorio, y a sus alcances y límites, según cada una de las
variantes legales. Este es un programa que no está escrito ni desarrollado aún en ningún país de la región,
como tampoco para la justicia penal juvenil en general.
En “Los límites del dolor”, con gran claridad, Nils Christie escribió que los delitos son torpes intentos
por decir algo. En el caso de los adolescentes, yo agregaría que los intentos son especialmente torpes.
Christie continúa diciendo que nosotros (la sociedad) respondemos con una igualmente torpe cucharada
de dolor, que es la pena, el castigo. El autor con sabiduría nos indica que deberíamos ser capaces de
construir sistemas legales donde la necesidad percibida de causar dolor para recuperar la paz social
tienda a reducirse. Abusando de sus metáforas, podría decirse que las respuestas penales (y los derechos
y garantías que son, al mismo tiempo, su justificación y su límite) son como joyas que se llevan a las
fiestas, pero que no se usan todos los días, para todas las ocasiones. La vestimenta penal se reserva así
sólo para esa celebración dramática que es relevante en términos simbólicos para la comunidad –más
allá de los resultados concretos que produce–, y para la subjetividad del adolescente –por lo que los
psicólogos nos han enseñado–.
Entonces ¿cómo se reformula felizmente el cuadrinomio “adolescente, responsabilidad, juristas y
pedagogos”? No lo sé y creo que ningún abogado podría saberlo. Sí tengo la intuición de que los juristas
ya colaboraron con este proceso e hicieron su parte, al señalar la relevancia y devolver las garantías a
estos rituales, por lo que tal vez ahora a los pedagogos y quienes se ocupan de la intervención social les
corresponda continuar el proceso y, quizás de ese modo, habremos reducido suficientemente la necesidad
percibida de castigar a los adolescentes para que se reestablezca la paz social, y será posible definir
concretamente cuánto será lo adecuado.
A lo mejor alguna vez pueda llegarse a una instancia en la que ninguna cantidad de Derecho Penal
sea adecuada, pero sostener esto hoy en América Latina, en las condiciones actuales, me parece una
irresponsabilidad política y una falacia teórica.
10
En el Reino Unido son muy utilizadas estas formas composicionales sin mayor control en términos de respeto
a garantías fundamentales, el ejemplo del muchacho que va a la escuela todas las mañanas con una remera que
dice: “Yo soy el que hizo (...) [tal cosa grave]”, es nuevamente gráfico.
40 / Conceptos, debates y experiencias en justicia penal juvenil
Conceptos, debates y experiencias en justicia penal juvenil / 41
EXPERIENCIAS EN
JUSTICIA PENAL JUVENIL
42 / Conceptos, debates y experiencias en justicia penal juvenil
Conceptos, debates y experiencias en justicia penal juvenil / 43
EXPERIENCIAS
INTERNACIONALES
44 / Conceptos, debates y experiencias en justicia penal juvenil
Conceptos, debates y experiencias en justicia penal juvenil / 45
La Secretaría de Reforma Judicial fue elegida como una de las prioridades del gobierno del Presidente
Lula, y creada en mayo de 2003 para hacer la articulación de políticas volcadas al cambio del sistema
judicial.
La estrategia de actuación de la Secretaría está centrada en tres conjuntos de acciones. La primera
iniciativa es la reforma constitucional, y logramos aprobar en diciembre pasado la enmienda constitucional
45, que introduce innovaciones en relación a la macro estructura del Poder Judicial. Creamos en Brasil,
ahora, el Consejo Nacional de Justicia, conferimos autonomía a las defensas públicas provinciales,
instituimos la federalización de los crímenes contra los derechos humanos, entre una serie de otras
medidas que ahora están en nuestra Constitución federal.
El segundo conjunto de acciones se dirige a la reforma procesal, a la reforma legislativa. Entonces,
logramos enviar al Congreso Nacional 23 proyectos de ley que cambian el Código de Proceso Penal,
Civil y Laboral, en un intento de hacer el proceso más efectivo y más rápido.
El tercer conjunto de acciones —y ahí creo que se da la gran dificultad—son las acciones sobre la
modernización de gestión del Poder Judicial. Creo que eso es un gran problema porque incluye otros
elementos, como una expresión cultural de los operadores del derecho. Y creo que nuestro papel es
difícil porque hay una resistencia muy grande para que el Ejecutivo haga sugerencias y proposiciones
acerca del sistema de justicia. Pero hace dos años que estamos haciendo un proyecto que es una tentativa
de mapear y después difundir buenas prácticas en justicia.
Sin embargo, hicimos algunos trabajos de investigación y diagnósticos. Logramos descubrir, en un
trabajo sobre acceso a la justicia por medio de alternativas de reducción de conflictos, que la cuestión de
la resolución alternativa en el ámbito penal de niñez y adolescencia no había casi nada en Brasil.
Entonces, nos pareció estratégico hacer algo en ese ámbito.
De allí nació el recién empezado programa Promoviendo Prácticas Restaurativas de un Sistema de
Justicia Brasileño. En estos programas tenemos algunos colaboradores como el Programa de las Naciones
Unidas para el Desarrollo en Brasil (PNUD), el ILANUD en Brasil, las cortes de justicia de tres provincias:
Distrito Federal, San Pablo y Río Grande do Sul, juntamente con las escuelas, la Magistratura, el Ministerio
Público, la Defensa Pública y tan importante en cuanto a todos los otros co- responsables, los programas
de asistencia social. Más adelante voy a hablar un poco sobre eso.
Los objetivos del proyecto son los siguientes: profundizar el análisis, la diseminación, la difusión y la
evaluación de ese modelo restaurativo en los sistemas de justicia brasileño. Para eso trabajamos en dos
ejes: un eje teórico y otro práctico. En el eje teórico logramos realizar en junio pasado un seminario
internacional en Brasilia, que contó con la presencia de especialistas de Nueva Zelanda y Canadá, donde
discutimos y hablamos sobre el establecimiento de estándares.
Es verdad que las experiencias internacionales sobre justicia restaurativa, en gran parte de los casos,
están en países que tienen una cultura jurídica diferenciada. Entonces, tenemos que ver con mucho
cuidado cómo hacer esa adaptación para nuestra realidad.
En esos seminarios logramos aprobar —en el plenario final— la Carta de Brasilia, que es fruto de dos
encuentros: el Primer Simposio sobre Justicia Restaurativa en Brasil y el Seminario Internacional, que
hacen un conjunto de estándares sobre la aplicación del modelo restaurativo para el sistema brasileño.
Creo que eso es muy importante, porque cuando hablamos de justicia restaurativa no estamos hablando
de un concepto listo, acabado; en verdad, tenemos que preguntar qué justicia restaurativa queremos. No
es una palabra mágica que va a conferir efectividad en la resolución de todos los conflictos.
* Renato Campos do Vitto, Procurador del Estado de San Pablo, Asesor de la Secretaría de Reforma Judicial del
Ministerio de Justicia, República Federativa de Brasil.
46 / Conceptos, debates y experiencias en justicia penal juvenil
Por eso, si bien es importante la discusión sobre los procedimientos y las características, tan importante
como eso es la discusión sobre los valores intrínsecos del modelo restaurativo.
En ese eje teórico estamos promoviendo intercambio de experiencias entre los proyectos piloto
brasileños, y en esos seminarios formamos equipos de asistentes sociales, psicólogos, también para ser
plenamente específicos, en estos equipos que están trabajando en los proyectos pilotos.
En Brasil no había nada en portugués sobre justicia restaurativa. Logramos publicar un libro que
contiene artículos de diversos autores internacionales, hicimos la traducción y estamos pensando e
intentando junto con el PNUD hacer la traducción de esta publicación para el castellano también.
Felizmente está agotado el libro, estamos trabajando en la revisión para una segunda edición.
En ese eje teórico vamos a publicar un manual de apoyo a los jueces, a los profesionales y a los
técnicos que quieran hacer una experiencia concreta de justicia restaurativa, compilando todos los datos,
todo lo aprendido en esos tres proyectos pilotos.
En este eje práctico, nosotros tenemos tres experiencias concretas de aplicación del modelo restaurativo.
La primera es en el núcleo ponderante que está en Brasilia y funciona en la justicia criminal para adultos;
y los otros dos pilotos están en el ámbito de la niñez y adolescencia.
El primero de ellos está en San Pablo, en la ciudad de San Caetano do Sul. Es un proyecto que tiene
la característica de unir la actuación represiva y las escuelas de la red pública. Nuestros esfuerzos se
orientan a capacitar a los agentes educadores para que los conflictos que son típicamente disciplinarios
no lleguen al Juzgado de Niñez como conflictos que reclaman una intervención estatal. Esos proyectos
trabajan con el proceso de conocimiento.
Entonces, la idea es conseguir la remisión en gran parte de los Estados, y que los otros ni siquiera
lleguen a los fiscales. Y el trabajo de capacitación está enfocado en los educadores y agentes del propio
Juzgado de Niñez y Adolescencia de San Caetano.
El otro proyecto piloto está ubicado en Porto Alegre, también en el Juzgado de la Niñez y
Juventud, pero ahora en el proceso de ejecución. Aquí estamos probando modelos restaurativos con
casos de niños ya privados de su libertad, a fin de lograr una rápida concreción de una libertad
asistida. Además, estamos intentando una aproximación entre víctima y ofensor; y los resultados
parecen muy interesantes.
Voy a poner a su disposición todo el material de ambos proyectos de niñez y adolescencia de Brasil.
Hay un núcleo común sobre el modelo y el diseño de estos proyectos.
Algo que estamos haciendo es trabajar básicamente en la capacitación de agentes que ya trabajan
con el proceso. Entendimos que con el tiempo que disponíamos y con los recursos materiales con los
que contábamos era muy difícil trabajar con agentes comunitarios. Sin embargo, me parece que sería
muy deseable que las experiencias de base, puramente comunitarias, sean incentivadas; pero fue una
opción en razón del tiempo y del dinero. En esos proyectos se están haciendo realidad workshops u
oficinas sobre justicia restaurativa y un entrenamiento específico en mediación y comunicación no
violenta.
Hay una preocupación muy grande también por documentar todas las etapas o estadios de la
capacitación y de su aplicación práctica para que lleguemos a un resultado de evaluación que pueda
legitimar el modelo. Como no hay tradición en el Brasil sobre este tipo de experiencias, esta es la
primera en cuanto a una política pública; y entendemos también que es estratégico el convencimiento.
Eso se logra con un monitoreo de las experiencias y una evaluación que estará terminada de aquí a seis
u ocho meses.
Me gustaría hablar ahora sobre esos estándares. ¿De qué estamos hablando? ¿De qué justicia restaurativa
estamos hablando en el Brasil? La Carta del Brasil fue discutida en esos seminarios internacionales y en
el “I Simposio de Justicia Restaurativa Brasileña”. Tenemos dieciséis principios:
El primer principio se refiere a precedentes e informaciones sobre las prácticas restaurativas y todos
los procedimientos en que los participantes tomarán parte.
El segundo principio habla de la voluntariedad: nadie puede ser obligado a ser parte de un procedimiento
restaurativo si así no lo quiere.
Conceptos, debates y experiencias en justicia penal juvenil / 47
Después, tenemos el principio de respeto entre todos los participantes; y no sólo de las víctimas y
ofensores sino principalmente de los facilitadores, los psicólogos, los asistentes sociales, los representantes
de la comunidad que puedan ser parte de estos encuentros restaurativos. Este principio dice que todas las
personas implicadas en este conflicto deben tener esa atención, haciendo hincapié en sus necesidades y
posibilidades. Aquí no estamos hablando de víctima o de ofensor.
Es necesario todavía implicar a la comunidad en esos proyectos, siempre observando los principios
de solidaridad y cooperación.
Otro principio que a mí me parece muy importante es el que establece la “interdisciplinariedad” de
la intervención. Estamos acostumbrados en el Brasil —con una tradición jurídica formalista— a que,
efectivamente, no se llegue al núcleo del conflicto. Eso no se hace apenas con jueces, fiscales o abogados
y sí con el equipo técnico capacitado para cuidar de esos asuntos.
Otro principio es el de la atención a las diferencias y peculiaridades socio-económicas y culturales
entre los participantes de la comunidad. Con respecto a la diversidad, también la garantía irrestricta de
los derechos humanos, el derecho a la dignidad de los participantes. Ese punto me parece muy importante
porque creo que la cuestión de los derechos humanos es una cuestión nuclear para la justicia restaurativa.
En una perspectiva histórica tenemos a la víctima muchas veces haciendo propiamente la ejecución
del castigo, de la pena. Hubo un proceso de distanciamiento de la víctima de esa posición y ahora
estamos intentando volver al control de la situación. Pero eso puede ser un desastre si no tenemos la
seguridad de que toda construcción histórica de los derechos humanos debe ser respetada en este proceso;
de lo contrario, algo que se dice restaurativo puede atentar contra la dignidad de los participantes.
A su vez, creo que en el proceso restaurativo tenemos que promover relaciones económicas ecuánimes
y no jerarquizadas. Este procedimiento debe ser una expresión participativa, siempre observando el
principio de legalidad sobre el Estado democrático de derecho.
Hay una preocupación en el Brasil sobre la cuestión de capacitación. La Carta expresa el derecho a
exigir la confidencialidad de toda la información referente a ese proceso restaurativo. Si las partes no
logran llegar a un acuerdo, lo que pasó en esas sesiones no puede ser considerado por el juez para fijar la
pena en el proceso tradicional.
Otro punto muy importante es el de la integración como la red de política social en todos los niveles de
la federación. Si nosotros estamos proponiendo una intervención diferenciada, me parece que ese sería, tal
vez, el gran desafío. Como regla en Latinoamérica, tenemos el servicio de asistencia social —precario— que
no consigue atender las necesidades reales de la población. Entonces, debemos optimizar eso, hacer una
integración; de lo contrario, los propios acuerdos restaurativos van a ser bonitas palabras en una hoja de papel.
En ese sentido, también decimos que es necesario el desarrollo de políticas públicas integradas. En
este momento, vemos la justicia restaurativa como un proyecto que debe estar integrado con el sistema
de justicia y con el desarrollo de prácticas con base puramente comunitarias.
Otro principio es el de la promoción de la transformación de estándares culturales y de la inserción
social de las personas implicadas en el conflicto. A su vez, nos parece muy importante el monitoreo y la
evaluación continua de las prácticas en la perspectiva del interés de los usuarios de esos servicios.
Por último, me gustaría traer algunas reflexiones sobre el desarrollo de este programa específico en el
Brasil. Como he dicho, es un programa recién empezado. Estamos trabajando en eso hace menos de un
año y para mí está muy claro que nuestro gran desafío es el ligado al cambio cultural. Estoy de acuerdo
con lo dicho, en cuanto a que es necesario y muy importante cambiar las leyes. Pero no tengo duda que
más importante que eso es cambiar las personas que aplican esas leyes. Y para mí, en ese punto, la
justicia restaurativa tiene un potencial revolucionario porque puede cambiar las expectativas de todas las
personas en relación a qué esperan del Estado: una punición o un castigo ejemplar.
Cuando se dan cuenta de que hay otra posibilidad que es mejor para la víctima y para el ofensor, creo
que eso tiene un gran potencial de cambio sobre el modo en cómo vemos a la sociedad como un todo.
Me parece estratégico que pensemos las prácticas restaurativas siempre con una conexión con la
cuestión de educación. Si el tema es cultural, es necesario que los métodos pedagógicos sean, de alguna
manera, revistos y se apropien de esos instrumentos alternativos para la solución de conflictos.
48 / Conceptos, debates y experiencias en justicia penal juvenil
Veo allí una responsabilidad muy grande de esos primeros programas en Latinoamérica, porque si no
observamos los principios y los valores, todo lo que se dice que es justicia restaurativa tendrá un descrédito
muy grande. También es muy clara la necesidad de inversión en capacitación, monitoreo y evaluación de
las experiencias como único modo de legitimarlas como una alternativa posible y viable.
Tengo algunas dudas sobre la implantación de programas como esos en gran escala. En la medida en
que trabajamos en proyectos pilotos todo es más fácil. Entonces, pienso cómo sería el costo de la
aplicación de la justicia restaurativa en América Latina a gran escala. Para darnos una idea, en Nueva
Zelanda, para una población de cuatro millones de habitantes, tienen dos mil asistentes sociales en los
ministerios. Para Brasil, que hoy tiene más de ciento sesenta millones de habitantes, necesitaríamos
ochenta mil asistentes sociales y tenemos quince mil jueces. Entonces, esa es una cuestión a analizar.
Otra dificultad es el fortalecimiento de la red de asistencia social. Creo que nada vamos a avanzar si
la respuesta estatal, a partir de su enfoque restaurativo, no es efectiva. Eso demanda el fortalecimiento de
esas redes sociales.
Y, por fin, el empoderamiento de las comunidades. El simple hecho de que este proyecto piloto esté
implicado con este sistema de justicia, hace que no exista un programa tal sin la participación efectiva
de la comunidad. Además, debemos pensar en el contexto de la democracia en Latinoamérica y la crisis
de credibilidad de la justicia.
Hay un estudio hecho en América Latina que arroja datos increíbles. Hace veinticinco años, casi
todos nosotros vivíamos en regímenes dictatoriales. Pasados veinticinco años, al menos desde el punto
de vista jurídico electoral, tenemos democracias; pero las respuestas que los gobernantes electos han
logrado trazar no son satisfactorias. Entonces, eso afecta a todas las instituciones públicas. Y la justicia
restaurativa es nada más que la posibilidad de construcción de una democracia participativa de abajo
para arriba en el Poder Judicial. Es difícil, no lo dudo. Es una utopía.
Me gustaría terminar con una frase del poeta Mario Quintana, que dice así: “Si las cosas son
inalcanzables… ¡bueno! / No es motivo para no quererlas… / Qué tristes los caminos si no fuera / la
mágica presencia de las estrellas”.
Conceptos, debates y experiencias en justicia penal juvenil / 49
En primer lugar quiero aclarar que vengo a hablar no como costarricense, porque nunca me he naturalizado,
pero sí de la experiencia de veintiocho años de trabajo en Costa Rica. Lo que sé lo aprendí allá.
Quiero hablar de nueve años y meses de tener aprobada y aplicada en el país la Ley de Responsabilidad
Penal Juvenil.
Nosotros tenemos una buena práctica general que es haber aprobado e implementado la ley. Y dentro
de su aprobación o implementación, tenemos prácticas que han dado resultado y otras que no lo han
dado tanto. En diez años que vamos a cumplir en mayo, pensamos tener un diagnóstico muy certero de
qué necesitamos ajustar.
La experiencia de Costa Rica no podría transpolarse directamente a otros países. Somos 4 millones de
habitantes con 10 por ciento de población afrodescendiente, con más del 10 por ciento, en este momento,
de población migrante. Hablo de más del 10 por ciento constatado en el censo. Si uno piensa que la
migración nicaragüense es temporal, es ilegal, creo que debe estar llegando al millón.
Es un país unitario, con un Congreso de una sola cámara, con 57 diputados. Digo esto para que
ustedes vean cómo es más fácil todo. Esto ni siquiera es comparable a una de las provincias grandes de
este país.
Es un país que desde 1949 terminó con los golpes militares aboliendo el Ejército, y adoptó un
modelo de país socialdemócrata, en grave peligro, actualmente, ante la eventual firma del Tratado de
Libre Comercio. Además, todavía tiene el monopolio de la energía eléctrica, el monopolio de las
telecomunicaciones, todavía existe el seguro social. Y tiene todavía empresas del Estado que quedan del
modelo socialdemócrata, como la producción del alcohol: la Fábrica Nacional de Licores.
El gasto social se garantizó en Costa Rica con algo que se llaman “destinos específicos”, que significa
que de ciertos impuestos hay un porcentaje obligatorio que mantiene algún gasto social que va directo a
la institución del gasto sin pasar por la caja única del Estado, tema éste que está en completa discusión.
Además existe un fondo de asignaciones familiares que se mantiene con un 3 por ciento del impuesto
a las ventas, y un 5 por ciento por cada trabajador de la planilla de los patronos, privados y públicos. Ese
es un fondo que mantiene el gasto social y que es obligatorio para los patronos, y para el Ministerio de
Hacienda su giro. Todo esto está cuestionado porque realmente responde a un modelo socializado que
ya pareciera que no va a regir más.
El gran tema es que es un país —de los de Centroamérica— nunca invadido por los Estados Unidos.
Quiere decir que la relación del habitante costarricense con los Estados Unidos no era conflictiva. A
partir de esta discusión del cambio de modelo, cambia también la relación; o sea, el sentirse ahora
dominado y no ayudado.
Entonces este es un contexto que hay que tenerlo en cuenta, porque esto que estoy hablando ahora
puede que no sea tal si vengo a hablar dentro de dos o tres años.
¿Qué pasó en Costa Rica con la Convención sobre los Derechos del Niño? Costa Rica es un país que
firma todo convenio que ande dando vuelta por ahí. Eso es cierto, la Corte Interamericana está en Costa
Rica, entonces, firma antes de saber qué tiene. Eso sí hay que decirlo, y ratifica rápidamente. Entonces,
lógicamente, la convención en el ‘89 se firmó, grupos de costarricenses trabajamos en su redacción, y en
junio del ‘90 era ley de la República. Pero no quedó ahí la cosa sino que rápidamente el país comienza
a pensar que si bien los instrumentos de derechos humanos son directamente operativos, es imposible
que se apliquen directamente en materia penal.
* Rita Maxera, miembro del Programa de Justicia Penal Juvenil y Derechos Humanos, Instituto Latinoamericano
de las Naciones Unidas para la Prevención del Delito y el Tratamiento del Delincuente (ILANUD).
50 / Conceptos, debates y experiencias en justicia penal juvenil
En materia penal debe haber leyes que bajen la normativa a las leyes que obligan a los jueces. Yo no
podría decir que un sistema de responsabilidad específico para adolescentes se puede crear solamente
aplicando las reglas de Beijing, Riad y las pocas normas que tiene la Convención.
¿Qué pasó entonces? Comenzó el tema de que había que adecuar la legislación a la Convención. Y
Costa Rica tenía una ventaja que no tienen todos los países, que es haber tenido desde el ‘73 separado el
tema de protección del tema tutelar penal.
Ya estábamos convencidos que lo tutelar era penal, porque es un eufemismo decir que es tutelar.
Dejemos de lado que no tutelaba, pero cuando el juez tutelar aplicaba una medida, aplicaba el Código
Penal. Si ustedes veían los registros decía “robo”, “homicidio”; otra cosa es que después dijera que no
era un chico que cometía delitos sino que tenía una conducta irregular, asocial y que necesitaba protección.
Pero el derecho penal estuvo siempre vigente.
Cuando un chico se iba del centro donde estaba, se decía que se fugó. Y, bueno, uno no se fuga de
donde puede salir. Y, evidentemente, los únicos que pueden privar de libertad en el derecho penal son
los Estados. Después, podríamos hablar de otras privaciones de libertad. Pero ahí quedó claro que lo que
imponía la Convención era cambiar el modelo tutelar. Todavía no teníamos claro a dónde íbamos.
Del año ‘90 al ‘93, no se logró llegar a un acuerdo sobre una ley, pero ya existía la sala constitucional,
que en Costa Rica es la consagración del Estado constitucional de derecho, en 1989, que es control
concentrado de la constitucionalidad. Entonces, faculta a los jueces a hacer consulta. Y lógicamente, lo
que diga la sala tiene efectos erga omnes.
A un juez se le ocurrió decir que el Código Penal contravenía la Convención porque fijaba la edad de
entrada en el Código Penal, no de imputabilidad. Porque Costa Rica tiene separada la edad de la
imputabilidad perfectamente. Y la sala dijo que desde la ratificación por Costa Rica de la Convención
sobre los Derechos del Niño habían caído ya por inconstitucionales todas las normas que se le oponían.
Quiere decir que los jueces empezaron a usar la consulta de constitucionalidad para aplicar los principios
de la Convención vía la ley tutelar. Así se logró incorporar la defensa pública obligatoria en los juicios,
todo a base de recursos de hábeas corpus y consultas de constitucionalidad.
De ahí llegamos al ‘94. Desde la Defensoría de los Habitantes iniciamos un proceso legislativo y se
acordó no mezclar el Código de la Niñez y la Adolescencia con la ley o el proyecto de Justicia Penal
Juvenil. ILANUD se encarga de la ley de justicia penal juvenil, y la Defensoría de los Habitantes —que
es la Defensoría del Pueblo— en el área de protección especial —que en ese momento tenía a mi cargo—
articulamos el proceso del Código de la Niñez y la Adolescencia.
En 1996 se sanciona la ley de Justicia Penal Juvenil y en el ’98 la que crea el Código de la Niñez y la
Adolescencia. Esta ley es una ley que adopta —para mí elaborados o sacados como principios— los
principios del modelo de responsabilidad. Quiero decir esto porque no hay que tener miedo, si nosotros
estamos acá reunidos reconociendo que las personas menores de edad, niños, niñas y adolescentes, son
sujetos de derecho, es porque estamos admitiendo que son personas en condición de desarrollo que van
adquiriendo responsabilidades precisas a medida que aumenta su ámbito de libertad, que adquieren
capacidad de decidir y de responsabilizarse, en forma distinta a la de los adultos.
La otra cuestión es que acá niños y niñas no tenían nada que ver, porque había que fijar una edad que
dividiera la población que todavía no puede responder, aunque sea de manera específica, de la población
que sí responde. Niñez y adolescencia, en el caso de Costa Rica: 0-12 y 12-18. Este es un tema que
recoge el Código de la Niñez y la Adolescencia; y la adolescencia hoy en Costa Rica, a partir de la
aprobación del Código de la Niñez, es una categoría jurídica. Dejó de ser la adolescencia y la
preadolescencia psicológica, que no es que no sirve, pero la edad como garantía de seguridad jurídica
está fijada de 12 a 18.
El otro punto de este modelo de responsabilidad, es que esta ley tiene que tener mecanismos que
minimicen la intervención penal. O sea, si nosotros creemos que para adultos hay un derecho penal
mínimo, este para los adolescentes debería ser más mínimo aún.
Otro principio es la posibilidad de tener una amplia gama de sanciones donde la privación de
libertad sea el último recurso. O sea que no es que la prisión o la privación de libertad es la pena
Conceptos, debates y experiencias en justicia penal juvenil / 51
principal que tiene alternativas; no, eso es en materia de adultos. Nosotros tenemos una amplia gama de
sanciones, y más bien el juez tiene que justificar mejor cuando decide elegir la última.
En cuanto a las garantías del debido proceso formal y sustancial, éste fue un camino muy duro. Los
jueces tutelares parecía que nunca habían visto qué era la tipicidad, ni que había que fundamentar la
culpabilidad. Porque en adolescentes se recomendaba lo que la trabajadora social o el informe psicológico
decía. No había causas de justificación, pues tuvieron que empezar a ver que también regían las garantías
sustanciales o los principios constitucionales.
Otro punto que tiene que ver con las garantías procesales es que no nos quedamos con la defensa,
sino que defendimos la intervención del Ministerio Público del fiscal en el proceso. Porque nuestra
experiencia de haber logrado la defensa con el recurso ante la sala constitucional, nos había puesto en un
proceso que era desparejo, porque el defensor argumentaba frente al juez. Entonces, necesitábamos el
equilibrio del fiscal para establecer un contradictorio. Y se le puso mucho énfasis a la preparación de los
fiscales, porque ellos nunca habían tenido nada que ver con el tema. En Costa Rica, fiscales y defensores,
si bien pertenecen al órgano del Poder Judicial, no tienen nada que ver entre ellos; una es la fiscalía penal
y la otra es la defensa pública penal.
Lo otro importante —y que se cumplió— es la especialidad de todos los órganos de intervención
judicial. Hay fiscalía penal juvenil, hay defensoría penal juvenil, defensa pública penal juvenil, juzgados
penales juveniles, tribunal de apelación penal juvenil y casación penal juvenil.
Hay Juzgado Penal Juvenil, Fiscal Penal Juvenil y Defensor Penal en cada cabecera de provincia, que
son 7 provincias, más 4 juzgados en San José, en dos distritos judiciales diferentes.
También se creó el juez de Ejecución Penal Juvenil, que esto fue también un tema controvertido.
Porque, lógicamente, esto con el sistema penitenciario es una cosa que al principio causa muchísima
resistencia. Hoy trabaja muy bien a diez años de su creación. Todos están en un solo centro en la
provincia de San José Central, o en Alajuela, muy cerca de San José. En este momento, eso está todo en
manos del Ministerio de Justicia.
El otro punto es que estos procesos tienen que considerar a la víctima. Y yo les diría que esa es una
deuda que tenemos todavía. En el Derecho Procesal Penal de adultos creo que no hemos pasado mucho
más de haberla puesto en el Código Procesal Penal, y mucho menos en adolescentes, porque si la
mentalidad nuestra es pensar siempre que la víctima es el adolescente imputado —que no niego que sea
víctima de las condiciones estructurales—, nos olvidamos que hay una víctima del delito que, muchas
veces, es tan víctima como él.
Los delitos de los adolescentes no son en Costa Rica “delitos de Robin Hood”: robar a los ricos para
repartir entre los pobres. Y muchos de los delitos son cometidos en los mismos ámbitos donde viven, en
las puertas de los colegios más pobres de la zona donde los chicos no van en los buses particulares, ni
cuidados. Entonces todo eso hace que el tema de la víctima tenga que entrar en la mentalidad también
de los que operamos en este tema. Porque si no, no puede haber mecanismos restaurativos. Y creo que
lo que ha impedido que avancemos en ello es considerar que frente al delito hay una persona que es
víctima, que también tiene derecho a ser oída. Realmente es un tema de una deuda enorme que tenemos
que afrontar.
Con este marco de lo que es la ley, yo diría que los primeros tres años fueron de ajuste; de mucha
capacitación, sobre todo en el ámbito judicial y en el ámbito del Ministerio de Justicia. Acá no intervino
nunca el ámbito de la protección. El Sistema Nacional de Protección creado por el Consejo de la Niñez
se ocupa de los niños y adolescentes que son víctimas de la omisión estatal, puramente, que son
víctimas de la familia, pero que no han entrado en la cadena del derecho penal.
Hoy este sistema no tiene resistencia en el país. Hace cinco años que no enfrentamos ningún pedido
de bajar la edad, que han enfrentado otros países como Brasil, El Salvador; o sea, ya está interiorizado
mentalmente que es el sistema de justicia penal juvenil.
Ha habido en los primeros años mucha presión periodística, que en la actualidad ha bajado. Se ha
trabajado con los periodistas sobre el manejo de la información, y además convenciéndolos acerca de
que el sistema es severo; es garantista pero es severo.
52 / Conceptos, debates y experiencias en justicia penal juvenil
La Sala constitucional ha seguido interviniendo. Hay consultas ya cada vez más refinadas sobre temas
procesales, sobre el valor supletorio del Código Procesal de Adultos; o sea, ya no es la cosa desde la
aplicación primera sino que ya entra en refinamientos, si el tema de la prescripción corre desde tal fecha
o tal otra. Y en los Tribunales de Casación es lo mismo.
Entonces, creo que ahí uno podría decir que el tema ya es un tema “introyectado”. Hay una justicia
penal de adultos, hay un derecho penal juvenil especial y específico. Digo que es especial, porque es una
ley separada del Código Penal y separada de las leyes de protección, con garantías específicas que no
tienen las personas adultas y que corresponden a la condición de adolescente.
Hasta ahí vamos bien. El tema acá es cuando vamos a la aplicación penitenciaria. El Sistema Penitenciario
costarricense siempre se ocupó de los menores de edad, desde el año ‘76, donde se arma el nuevo
modelo penitenciario, en el que tuvieron que ver bastantes argentinos que paseaban por allí.
Ahí no había problema, pero ahora hubo imposiciones: tener separadas edades, tener separados
condenados y los que estaban con medida cautelar, etcétera. Y hubo que hacer ajustes desde la estructura
hasta ajustes de trabajo diferente; motivar una serie de resoluciones, consultar con el juez de ejecución.
Ya llevan diez años y la realidad es así ahora.
Todo lo que sale del proceso sin llegar a juicio, de eso se encarga el Poder Judicial y sus equipos
interdisciplinarios. O sea, quien sale con suspensión del proceso a prueba, nada tiene que ver con el
sistema penitenciario; ni siquiera lo que va a conciliación. Nada de eso tiene que ver con el sistema
penitenciario. Lo que va al sistema penitenciario es lo que tiene sentencia; sentencia de privación de
libertad para una dirección especial, sanción no privativa de libertad para otra.
Con sanción no privativa de libertad hay 280 adolescentes, que están mayormente en libertad asistida;
y 44 adolescentes privados de libertad, de los cuales más del 50 por ciento —como el 60 por ciento—
están con condena, y el resto con medidas cautelares. Pero además todos los que están ahí son menores
de 18 años. El grave problema con estas leyes es la creación de la categoría adulto-joven que cumple
condena de sanción penal juvenil. Y ahora vamos a explicar por qué es el problema.
Si ustedes ven los adolescentes denunciados, el 81 por ciento, lógicamente, es masculino y el 19 por
ciento es femenino. Yo, en mis trabajos, todas estas diferencias las trabajo.
¿Qué entendemos por denunciados? Los casos llegados a la fiscalía. Desde la ley penal juvenil, la
policía detiene y entrega al Ministerio Público. Entonces ya no tenemos en comisarías, ya no tenemos el
problema que teníamos antes, de las veinticuatro horas, si eran el máximo, si eran el mínimo. Entonces,
entrega a la fiscalía. Esto quiere decir que a la fiscalía llega todo: lo que es ridículo y lo que no lo es.
Porque la denuncia puede ser una denuncia donde la víctima no va a aparecer nunca más, denuncias sin
adolescente identificado: “Me robaron”. “¿Quién le robó?”. “No sé”. ¿”Fue un varón”? “Sí”.
Siempre el porcentaje de mujeres denunciadas es menor, pero ahora vamos a ver cómo se va decantando
después.
El año ‘97 es el primer año en el que tenemos datos, porque la ley se aprobó en el ‘96 . Entonces,
tenemos ‘97, ‘98, ‘99, 2000, y vemos que siempre la denuncia mayor es por delito. Las faltas, que
ocurren muchísimo, en la realidad la gente no las denuncia.
Las faltas, para Costa Rica, son penales; están en el Código Penal, existen juzgados, jueces
contravencionales; no es administrativo, es penal y está en el Código Penal con un juicio más leve.
Nosotros discutimos, en la sanción de la ley, si era conveniente despenalizar la falta; no lo logramos.
Hoy estoy contenta de no haberla despenalizado. Nadie puede ir con una medida de privación de
libertad por falta, pero a veces el llegar al juzgado termina con situaciones que son tremendamente
conflictivas y que atentan contra la paz social.
Además, hay un tema que tenemos que sacarnos de encima, el tránsito, que en Costa Rica es judicial,
y que son los adolescentes que le quitan el carro al papá o a la mamá y chocan; que los juzgados de
tránsito no entendieron que era materia de ellos y nos encajaron este tema a nosotros.
Acá está la clasificación de los delitos, y si ustedes miran, lógicamente, siempre es el delito contra la
propiedad, aunque de 1997 a 2004 pasó a ser un porcentaje menor en relación con todos. Los delitos
contra la vida representan un 15 por ciento, los sexuales un 11 por ciento. Estos últimos datos son
Conceptos, debates y experiencias en justicia penal juvenil / 53
extraídos ilegalmente, porque todavía la Corte no los publicó. Pero el país publica año a año el estado de
la Nación, entonces ya estamos trabajando estos datos y hacemos esa comparación; los delitos contra la
libertad representan un 6 por ciento, contra la autoridad pública un 3 por ciento... Y lo que me explican
de las infracciones de la ley de psicotrópicos es que a partir del año 2000 se llevaba a la Fiscalía a los
adolescentes que estaban consumiendo. Y entonces ahí se derivaban al organismo que atiende. Pero eso
no tendría que ser así. Eso tiene que ser directamente una derivación a donde corresponde, porque el
consumo no es delito, salvo que tuviera una cantidad de droga que uno pudiera pensar que tiene droga
para el tráfico.
Vemos que, de lo que llega a juicio, sólo en el ‘97 un 59 por ciento fue condenado. Esto es lo que
llega a juicio. O sea que llegando a juicio, que son los casos excepcionales, sólo eso se condena. Quiere
decir que todavía en el juicio se hacen valer como causa de justificación o alguna causal de disminución
de la reprochabilidad, etcétera.
Digo esto porque uno pensaría que, donde hay salidas alternas al proceso, nadie llegaría —o
excepcionalmente llegaría después— a una absolutoria. Sin embargo se demuestra que aun no habiendo
hecho uso de la salida anticipada, llegamos en el año 2004 a menos de la mitad condenada. Ahora hay
absolutoria, lógicamente es mucha por el “in dubio preadolescente”. En un proceso acusatorio garantista,
las pruebas anteriores no sirven para condenar.
Estas son las sanciones impuestas. Si ustedes ven los porcentajes, el internamiento en centro
especializado representa sólo un 16 por ciento de las condenatorias, por eso hay 40 chicos. La sanción
no privativa de libertad más usada es la libertad asistida. Y este es un problema que hay que trabajar,
porque la libertad asistida es la más fácil de aplicar para los jueces, porque la deja librada lógicamente
y para bien del servicio penitenciario de adolescentes, el darle contenido. Pero se deja de utilizar la
prestación de servicios a la comunidad, para la cual teníamos muy buen convenio con los bomberos
—los bomberos en Costa Rica dependen de un monopolio estatal del Instituto Nacional de Seguros.
Los jueces, creo que no creen en los bomberos, o les da más seguridad la libertad asistida. Les parece
que con eso solucionan más problemas, y ese es un problema que quiere resolver justamente la gente
del sistema penitenciario.
Con respecto a la reparación del daño, esta representa el 0,3%. Cuando hablamos de la reparación
del daño en la ley penal juvenil, no hablamos de pagar dinero: puede hacerle un trabajo a la víctima,
puede volver a arreglarle lo que dañó, etcétera. En algunos jueces he visto aplicaciones muy interesantes:
de devoluciones periódicas, de alguna retribución; ahí no estamos hablando de conciliación, sino de
reparación del daño, pero en todo caso, desutilizada.
En prestación de servicios a la comunidad, hay que tener mucho cuidado, porque vienen los modelos
norteamericanos de prestación de servicio de la Marina, son Organizaciones No Gubernamentales que
se mantienen de esa manera y enseñan a hacer barcos y otras cosas. Pero cuando uno ve los programas a
ver si se admiten como soporte, resulta que los tienen privados de libertad, porque ellos no los admiten
si a la vez no están dentro de la institución, con lo cual no es libertad asistida.
El internamiento de ejecución condicional fue muy criticado porque nos decían que si teníamos
alternativas a la prisión, por qué conservábamos el internamiento. Es para salvar los errores judiciales de
quien no usó alternativas antes.
La privación de libertad no sólo procede cuando el delito tiene prevista una pena mayor mínima de
6 años, que es lo que dice la ley penal juvenil, sino que también por reiteración injustificada de las
medidas o de las sanciones no privativas de libertad, cosa que salió de Brasil y que desgraciadamente así
se interpretó.
Entonces, delitos como robo simple y tentativa de robo simple o reiterado, o en concurso con otro
delito, siempre el robo agravado, el homicidio y los delitos sexuales se mantienen como los delitos que
han dado lugar a internamiento.
Quiero hablar del juicio abreviado. Nosotros omitimos el abreviado expresamente, porque estaba a
la par la redacción del Código Procesal Penal, porque para nosotros no es educativo que alguien confiese
y que con eso logre una negociación de una pena que es facultativa a la pena menor.
54 / Conceptos, debates y experiencias en justicia penal juvenil
Sin embargo, la sala de casación penal tiene una división ahí y ha entendido que supletoriamente rige
el Código Procesal de adultos porque es beneficioso, y otra parte de la sala considera que no.
Para terminar, creo que conviene largarse en el tema; no apurarse ni pelear, sin la ley el tema no se
inicia, tampoco termina con la ley. Pero que hay que aventurarse, y la Argentina, por su tradición, tiene
que aventurarse.
Decir que no queremos, y que a la vez tenemos chicos de 16 años con cadena perpetua, me parece
que es un contrasentido muy grande.
Conceptos, debates y experiencias en justicia penal juvenil / 55
El artículo segundo, dos, regla 6ª, dice: Atendiendo a la poca gravedad de los hechos, a las condiciones
o circunstancias del menor, a que no se hubiese empleado violencia o intimidación, o que el menor haya
reparado o se comprometa a reparar el daño causado a la víctima, el Juez, a propuesta del Fiscal, podrá
dar por concluida la tramitación de todas las actuaciones.
* Charo Soler Roque, Coordinadora de Equipos Técnicos, Dirección General de Justicia Juvenil en Cataluña,
España.
56 / Conceptos, debates y experiencias en justicia penal juvenil
El artículo segundo, tres, 3º, dice: En atención a la naturaleza de los hechos, el Juez de Menores, de
oficio o a instancia del Ministerio Fiscal o del Abogado, podrá decidir la suspensión del fallo por tiempo
determinado y máximo de dos años, siempre que de común acuerdo, el menor, debidamente asistido, y
los perjudicados, acepten una propuesta de reparación extrajudicial.
Esta ley limitaba la edad de los jóvenes infractores a la franja comprendida entre los 12 y los 16 años
y, más que una nueva ley, fue una modificación parcial de tres artículos de la Ley de Tribunales Tutelares
de Menores de 1948. Con su entrada en vigor, al Ministerio Fiscal le corresponde la investigación y la
iniciativa procesal. Así, pues, a partir de ese momento derivará los casos susceptibles de participar en el
Programa.
La última etapa coincide con la entrada en vigor de la Ley Orgánica 5/2000 reguladora de la
responsabilidad penal de los menores que establece un marco muy concreto y recoge la reparación en un
marco muy específico.
Cabe destacar de esta ley los siguientes aspectos:
· La edad de los jóvenes infractores queda limitada a la franja de 14-18 años.
· Sigue siendo el Ministerio Fiscal quien a partir de la instrucción solicita la mediación para
determinados casos.
· Otorga mucha importancia a los equipos técnicos.
· Establece la mediación en dos momentos procesales diferentes.
El Programa Actual
Marco legal
La Ley Orgánica 5/2000 de 12 de enero, reguladora de la responsabilidad penal de los menores,
establece el límite de edad entre los 14 y 18 años, y también recoge la conciliación y la reparación en dos
momentos procesales diferentes.
Artículo 19. Sobreseimiento del expediente por conciliación o reparación entre el menor y la víctima.
1. También podrá el Ministerio Fiscal desistir de la continuación del expediente, atendiendo a la
gravedad y circunstancias de los hechos y del menor, de modo particular a la falta de violencia o
intimidación graves en la comisión de los hechos, y a la circunstancia de que además el menor se haya
conciliado con la víctima o haya asumido el compromiso de reparar el daño causado a la víctima o al
perjudicado por el delito.
4. Una vez producida la conciliación o cumplidos los compromisos de reparación asumidos con la
víctima o perjudicado por el delito o falta cometido, o cuando una u otros no pudieran llevarse a efecto
por causas ajenas a la voluntad del menor, el Ministerio Fiscal dará por concluida la instrucción y
solicitará al Juez el sobreseimiento y archivo de las actuaciones, con remisión de lo actuado.
5. En el caso de que el menor no cumpliera la reparación o la actividad educativa acordada, el
Ministerio Fiscal continuará la tramitación del expediente.
primera intervención que se realice con los infractores primarios. La ley limita los casos que tengan
especial violencia o intimidación pero con el tiempo, la práctica nos ha ido demostrando que cada vez
más los fiscales han ido derivando más casos debido a que los resultados ponen de manifiesto que es una
buena herramienta para que los jóvenes se responsabilicen de su actuación.
El texto legal actual es más explícito que el anterior. Establece definiciones sobre los conceptos de
conciliación y reparación del daño causado, definiciones que no existían en la anterior ley, y no determina
el tipo de acuerdo al que deben llegar las partes en cada caso concreto.
La definición que hace la ley de conciliación - reparación queda recogida en la exposición de motivos
y dice así:
... “un interés particular revisten los temas de reparación del daño causado y la conciliación del
delincuente con la víctima como situaciones que, en aras del principio de intervención mínima, y con el
concurso mediador del equipo técnico, pueden dar lugar a la no incoación o sobreseimiento del expediente
o a la finalización de la medida impuesta, en un claro predominio de los criterios educativos y re-
socializadores sobre los de una defensa basada en la prevención general y que pudiera resultar
contraproducente para el futuro.
La reparación del daño causado y la conciliación con la víctima presentan el común denominador de
que el ofensor y el perjudicado por la infracción llegan a un acuerdo, cuyo cumplimiento por parte del
menor termina con el conflicto jurídico iniciado por su causa. La conciliación tiene por objetivo que la
víctima reciba una satisfacción psicológica a cargo del menor infractor, quien ha de arrepentirse del daño
causado y estar dispuesto a disculparse. La medida se aplicará cuando el menor efectivamente se arrepienta
y se disculpe, y la persona ofendida lo acepte y otorgue su perdón. En la reparación el acuerdo no se
alcanza únicamente mediante la vía de la satisfacción psicológica, sino que requiere algo más: el menor
ejecuta el compromiso contraído con la víctima o perjudicado de reparar el daño causado, bien mediante
trabajos en beneficio de la comunidad, bien mediante acciones, adaptadas a las necesidades del sujeto,
cuyo beneficiario sea la propia víctima o perjudicado”.
Las definiciones establecidas en la Ley 5/2000 no entran en contradicción con los aspectos básicos
del programa estructurado en Cataluña a partir de 1990 que se traducen, como veremos más adelante, en
el retorno del protagonismo a las partes a partir de la responsabilización del menor y la oferta por parte
de éste de una acción reparadora a la víctima que tiene que ser satisfactoria para ésta.
Esta información es muy útil para nosotros ya que nos informa de su intención de continuar o no con
el proceso y por tanto de los profesionales que tienen que intervenir en función de la demanda que hace.
En el caso de NO impide, nos está informando que si la mediación es exitosa pedirá un archivo de la
causa. Así pues el profesional que atenderá el caso en primer lugar será un mediador. Solo en el supuesto
de que la mediación no resultara viable o exitosa intervendría el asesor.
En el caso de NO impide pero solicita informe, nos informa que independientemente de que sea
viable o no la mediación quiere un informe de asesoramiento. En función del resultado de la mediación
y de la situación de ese menor, decidirá continuar con el proceso judicial o desistir. En este caso
intervendrán un técnico del programa de asesoramiento y posteriormente si el menor quisiera reparar
intervendría el mediador.
Si, por el contrario, IMPIDE el desistimiento, nos está informando que ese hecho lo va a llevar a
juicio. Así pues, es necesario el informe sobre la situación del menor y en el supuesto de que éste
quisiera reparar, tendrá que saber que aunque la mediación fuera exitosa, no va a ser alternativa al
proceso judicial y en todo caso, se podrá utilizar como atenuante.
Destacar que la mayor parte de las demandas que proceden de la Fiscalía contempla la posibilidad de
mediar bien a través del primer formato, -No impide- o del segundo donde además de la mediación
solicitan la realización del informe de asesoramiento.
A partir de las premisas anteriores podemos llegar a la conclusión, que para el desarrollo del programa
se necesita una metodología que de el máximo protagonismo a las partes, a la vez que pueda aportarles
elementos educativos, al menos al menor infractor. De la experiencia tenida en este ámbito de actuación
hemos visto que la mediación es una herramienta válida para que menor infractor y víctima, de común
acuerdo, decidan los actos reparadores adecuados que satisfagan los intereses de ambas partes.
La mediación posibilita que la reparación tenga un carácter restaurativo, más allá de la compensación
de los daños y de los perjuicios. También comporta una perspectiva de futuro independientemente de
que entre las partes pueda haber o no relación.
Nuestra opción es la de la mediación siempre y cuando voluntariamente las partes accedan.
La voluntariedad también es un elemento de la mediación que nos parece importante destacar ya que si
las partes no están predispuestas a participar en un proceso de mediación difícilmente lo llevaremos a cabo.
Desde la perspectiva de justicia juvenil y ante la posibilidad de mediar o hacer frente a un proceso
judicial, uno puede pensar que la voluntariedad está condicionada. Es cierto que muchos jóvenes escogen
mediación en primer lugar para ahorrarse un juicio, pero también lo es que cuando se trabaja con
seriedad, se consiguen cambios.
que a la víctima no se la puede victimizar más, ni al menor infractor se le puede hacer pasar por una
situación en la que se enfrente a algo que realmente sea irreparable.
1. Estudio de viabilidad
a) entrevista con el menor infractor
b) entrevista con la víctima
Así pues, en primer lugar, haremos una entrevista con el joven infractor; y una vez que obtengamos
una serie de datos que después analizaremos, entraremos en contacto con la víctima.
Finalizado el trabajo con las partes por separado, haremos una valoración de la información que
poseemos para programar nuestra intervención posterior. Decidiremos si es necesario realizar más entrevistas
con alguna de las partes o bien si es posible un encuentro cara a cara o alguna otra opción de las previstas
en el programa.
1. Estudio de la viabilidad
Tres son las condiciones previas para que un proceso de mediación sea viable:
· Reconocimiento
· Capacidad
· Voluntariedad
El reconocimiento
Para que un joven infractor pueda reparar necesita reconocer su participación en los hechos o,
como mínimo, aceptar algún tipo de relación con los hechos denunciados. Si no se da esa condición,
no podrá legitimar a la víctima ni podrá ofrecerle reconocimiento; por lo tanto, si no modifica su
actitud no lo podremos aceptar en el Programa. Una de las cosas que tenemos que tener en cuenta y
saber transmitir a ese joven, es que el reconocimiento en la mediación le servirá para resolver el
conflicto que tiene con la víctima y no para que se le sancione judicialmente. Por otro lado es más que
probable que si resuelve el conflicto que tiene con la víctima también resuelva el que tiene con la
Justicia.
En general suele haber desconfianza pero si este aspecto se trabaja con el menor y éste comprende su
utilidad se producen cambios importantes.
Desde que en el mes de abril de 2005 entró en vigor el Real Decreto 1774/2004 del 30 de julio que
aprueba el Reglamento de la Ley Orgánica 5/2000, el abogado tiene una presencia muy activa en los
procesos de mediación. Este será citado a la sesión informativa de la primera entrevista y aconsejará a su
cliente sobre las ventajas o inconvenientes de un proceso de mediación en su caso.
La capacidad
Para poder llevar a cabo un programa de reparación a la víctima, el menor infractor debe ser capaz de
llevar a cabo las acciones necesarias para solucionar el conflicto existente y arreglar el daño producido.
La capacidad es la aptitud, talento, cualidad que dispone a alguien para el buen ejercicio de algo1 , de
llevar a cabo la acción reparadora.
La aptitud es lo que hace que una cosa sea adecuada para cierto fin, la disposición natural de las
personas para determinada actitud, la idoneidad para obtener o ejercer un determinado empleo.
La aptitud es la capacidad que las partes requieren para ponerse en el lugar del otro, poder reparar y
ser reparado e implicarse en la búsqueda de soluciones. Las partes tienen que estar preparadas para
abordar el conflicto que les afecta.
Tres elementos podrían ayudarnos a definirla:
· Capacidad de crítica
· Capacidad de empatía
· Tolerancia a la frustración
Si nos quedáramos sólo con el reconocimiento, nos pararíamos a mitad del camino. Un infractor
puede decir que lo ha hecho, pero no tiene por qué mostrar ningún arrepentimiento y considerar que su
actuación era la única posible. Ante esa situación si no es capaz de introducir algún elemento crítico
sobre su actuación y establecer alguna posibilidad de empalizar con la víctima, llevaríamos a las partes
a una radicalización de sus posturas y a un aumento del conflicto.
La capacidad de tolerar la frustración también es un elemento importante. A veces las expectativas no
se cumplen y se tiene que poder aceptar una negativa o un resultado inferior al esperado sin que por ello
se reactive o agudice el conflicto.
La voluntariedad
Un programa de mediación y reparación necesita de la voluntad de las partes para participar en
él. Sin esta voluntad, las acciones que se llevan a cabo carecen de sentido y los acuerdos de reparación
tienen menos garantías de que se cumplan de forma satisfactoria. A pesar de esto, la voluntariedad
en el ámbito penal juvenil y sobretodo la del menor infractor, tal y como ya vimos puede estar
condicionada.
Al menor infractor se le ha imputado un hecho delictivo y se encuentra frente un proceso penal al
final del cual puede ser declarado culpable y donde se le puede imponer una pena. Este hecho puede
provocar una elección rápida de un programa que le puede permitir evitarse el anterior proceso, sin tener
en cuenta el esfuerzo que debe realizar. El trabajo del mediador consiste en hacerle ver el significado de
la elección hecha para que modifique su percepción inicial y aún así acepte reparar.
Por parte de las víctimas puede suceder que no vean las ventajas que pueden obtener y desestimen
este proceso de forma precipitada sin tener suficientes elementos para saber que les puede aportar. Es
necesario suplir este déficit con información clara sobre el proceso de mediación, ayudándoles a encontrar
y definir sus intereses. De esta forma se podrá conseguir una adhesión voluntaria.
La voluntariedad no se da necesariamente de forma espontánea y lo más habitual es que el mediador
trabaje este aspecto, aportando sobre todo información y transparencia.
1
Diccionario de la Lengua Española. Real Academia Española 1992.
Conceptos, debates y experiencias en justicia penal juvenil / 63
Su herramienta de trabajo básico será la entrevista y ésta procurará ser muy dinámica y abierta,
buscando la máxima participación de los actores. Con sus preguntas ayudará a que expresen su malestar
y que éste pueda ser abordado entre ellos, así como que saquen de sí mismos lo mejor para solucionar el
conflicto que los enfrenta.
A través de la entrevista, no solo obtendremos información sino que también intentaremos producir
cambios a partir de la reflexión.
Durante esta etapa varias serán las cuestiones sobre las que el mediador deberá incidir de forma
prioritaria. A grandes rasgos el esquema que sigue la entrevista es el siguiente.
Objetivos:
· Conocer la dimensión del conflicto según la visión de cada uno.
· Conocer su disponibilidad y capacidad para participar en el programa.
Es muy conveniente que las partes conozcan bien el programa que se les ha propuesto. Sin esta
información no podrán escoger cuál es la alternativa que prefieren.
2. Aspectos que permitirán al mediador valorar la viabilidad:
· La versión de cada parte sobre los hechos.
· Actitud e intencionalidad ante el hecho.
· Objetivo de la denuncia y expectativas hacia la justicia.
· Cómo viven y definen el conflicto.
· La capacidad de cada uno para ponerse en lugar del otro.
· Motivación para solucionar el conflicto.
· Interés en la búsqueda de soluciones.
· Capacidad para reparar y ser reparado.
· Materialización de soluciones concretas, realizables por el menor y útiles para la víctima
Nos centramos mucho en el hecho y las consecuencias y circunstancias que lo rodean, así como en las
posibilidades de que ese hecho pueda ser asumido y reparado. A veces las consecuencias de la conducta
van mucho mas allá de la intencionalidad del infractor y esto puede dificultar la mediación. Es el caso de
los accidentes que pueden tener consecuencias irreparables para la víctima. Ante una situación de este tipo
tenemos que valorar si es adecuado enfrentar a las partes a una situación que en sí misma, es irreparable.
Una vez hecho el análisis, y si se considera conveniente continuar con el programa, el mediador
puede optar entre:
· Un programa de reparación por iniciativa de las partes
Cuando el infractor y su familia informan que llegaron a un acuerdo con la víctima, el mediador se
64 / Conceptos, debates y experiencias en justicia penal juvenil
pondrá en contacto con ésta para confirmarlo. Si se confirma el aspecto anterior y se da por resuelto el
problema, el mediador informará sobre esta situación para que se valide a nivel judicial.
Mediación indirecta
Con este concepto pretendo reflejar las situaciones en las que a las víctimas les supone un gran esfuerzo
enfrentarse al victimario y nos piden que a través nuestro, se le haga llegar a la otra parte su petición. La
mayoría suele dar el tema por solucionado y finalizado y piden que se transmita la idea de que lo que
quieren es que persista la situación de ausencia de conflictividad, conseguida a partir de que se puso la
denuncia. Muchas de estas víctimas aceptan una carta de disculpas con el compromiso de no reincidencia.
Otra situación que puede darse es la demanda de una determinada cantidad de dinero en concepto de
daños o similares. En estos casos el mediador debe evitar convertirse en “el chico de los recados” que va de
una parte a otra con propuestas, contrapuestas y críticas que para nada facilitan la resolución de los
acuerdos. Se tendrán que enmarcar muy claramente las reglas de esta intervención y establecer un límite
muy claro a partir del cual si no se produce el acuerdo, lo negocian directamente o lo dirimen en Tribunales.
situación, de sus motivos y de las repercusiones que han tenido en ellos los hechos. Cada uno tiene que
hacer un esfuerzo para poder entender al otro, facilitando un espacio de atención y escucha para poder
reflexionar sobre los aportes que hace el otro.
Abordar y clarificar los hechos es importante para poder entender la situación en la que se encuentran.
El infractor puede explicar, justificar y rectificar su conducta. La víctima puede conocer los motivos de tal
conducta y evitar así la creación de fantasías. A su vez puede explicar las repercusiones que esta conducta
ha tenido en ella. El infractor puede ver en toda su dimensión los resultados de su acción, cerrando un
círculo que permite descubrir una nueva realidad que no hubiesen podido descubrir ellos solos. El encuentro
entre ellos permite valorar por uno mismo si las explicaciones que se piden y dan, son sinceras o no. Este
es el primer paso para que las partes recuperen la calma y se dispongan a trabajar hacia el futuro.
Para que el encuentro pueda ser positivo, el mediador lo estructura en etapas que permitirán abordar
con orden los distintos elementos a trabajar. La estructuración del proceso y el clima generado a partir de
la conducción del mediador es lo que ha de permitir a las partes llegar a los acuerdos que permitan una
salida válida al problema existente.
Es muy importante en todo el proceso —quizás en este espacio de forma especial— el rol que jugará
el profesional. El mediador será un profesional con mucho poder sobre el proceso, pero no sobre el
resultado. No debe llevar ese proceso hacia un resultado concreto, y si trabajar para motivar e incentivar
a las partes para que saquen de sí mismas lo mejor y para que decidan implicarse y buscar una solución.
La solución ha de ser la que planteen las partes, no la que al mediador le pueda parecer mejor.
El mediador, en la medida de lo posible —en este ámbito y en todos—, a pesar de lo difícil que pueda
resultar, ha de mantener una cierta imparcialidad y neutralidad. Es un término que, si ustedes quieren,
sería motivo de otro debate; pero como mínimo ha de tender a ello.
Los acuerdos a los que pueden llegar las partes en el encuentro pueden ser muy variados y a título de
ejemplo pueden consistir en:
· Un intercambio de explicaciones dadas mutuamente, con todas las posibilidades sobre su punto de
vista sobre los hechos pasados, su situación actual y los deseos o compromisos de futuro.
· Un pacto para la restitución material de los daños: una indemnización económica, una reparación
del objeto dañado o una prestación en beneficio del perjudicado.
· La realización de una actividad en favor de la comunidad, donde la víctima valora el esfuerzo del
menor infractor, reconociéndole explícitamente su predisposición.
· La renuncia de la víctima a su derecho a la indemnización a cambio de que el menor infractor haga
entrega de la cantidad acordada a una entidad sin ánimo de lucro.
· La entrega o intercambio de regalos o de algún detalle que sirva para mostrar a una parte la actitud
conciliadora de la otra.
· Una combinación de las anteriores.
· Otras, en función del conflicto a resolver y el criterio de las partes.
Por supuesto, se recoge en el documento de acuerdos que, después, se enviará —anexo al informe—
a la Fiscalía de Menores. El fiscal de menores es el que validará ese proceso de mediación, en tanto y en
cuanto solicitará al juez de menores la continuación del expediente o el archivo de la causa.
Se consideran positivos aquellos procesos que han permitido a las partes la solución de su conflicto.
También se valoran como positivos aquellos programas en que el menor ha podido demostrar su
responsabilización y su interés reparador, aunque no se haya podido reparar de forma efectiva el daño
causado a la víctima. En estos casos el mediador hace un informe positivo del caso a la instancia judicial.
En los casos donde la valoración final del mediador no es positiva, también se informa pero sin entrar
en detalle sobre los motivos. Será entonces necesario el informe sobre las circunstancias del menor y a
partir de ese momento probablemente continúe el proceso judicial.
Cabe destacar que casi en un 95 por ciento de los casos en los que el fiscal había informado que
podía desistir —y en la mayoría de los casos en donde el proceso de mediación había sido exitoso—, se
acabó el proceso y no se llegó a juicio.
1. Sexo:
· 1.189 chicos (84,57%)
· 217 chicas (15,43%)
Conceptos, debates y experiencias en justicia penal juvenil / 67
2. Edades
· 15 años (21,55%)
· 16 años (28,66%)
· 17 años (25,89%)
3. Nacionalidad:
· españoles (86,34%)
· extranjeros (13,66%)
El 2004 no fue uno de los años en que más menores atendimos. Este año, por ejemplo (por 2006),
llevamos muchos más.
Con relación al género, destacar que los encuentros de mediación son muy diferentes en función de
si son chicos o chicas. Curiosamente, el abordaje de la situación y el tiempo que se requiere hace que,
de alguna forma, el tiempo que debamos dedicar también sea diferente.
Como notarán, la mayor parte de nuestras intervenciones se lleva a cabo con jóvenes de 16 y 17 años
españoles. Aunque el porcentaje de extranjeros va aumentando, de momento se mantiene en el 13.66 %.
Positivos
· Conciliación con la víctima 43,49%
· Conciliación con reparación económica 20,95%
· Conciliación con reparación no económica 7,62%
· Reparación a la comunidad 4,92%
· Actividad educativa 9,13%
· Rescate interés reparador 23,41%
El concepto conciliación con la víctima implica la petición de disculpas por parte del infractor y su
aceptación por parte de la víctima.
Cuando hablamos de conciliación con reparación económica nos referimos a que además de lo
definido anteriormente hay que añadir una compensación económica por el daño sufrido.
Conciliación con reparación no económica implica un compromiso por parte del infractor de realizar
determinadas acciones sociales en beneficio de la víctima.
Cuando la conciliación implica una reparación a la comunidad quiere decir que la actividad se
realizará en beneficio de la comunidad pero es el resultado del acuerdo alcanzado con la víctima.
La actividad educativa implicaría más un trabajo de contenido reflexivo como por ejemplo la asistencia
a charlas o bien la elaboración de trabajos relacionados con el hecho cometido.
Cuando hablamos de rescatar el interés del menor en reparar queremos recoger las situaciones en que
por causas ajenas a la voluntad del menor no se ha podido llevar a cabo la conciliación y el mediador
considera que la actitud ha sido positiva y que no es necesario realizar ninguna otra actividad educativa.
Como vemos el mayor porcentaje de éxito implica la presencia de la víctima en cualquiera de sus
modalidades.
Negativos
· Por actitud del infractor 90,38%
· Por decisión fiscal/mediador 9,61%
Se considera una respuesta negativa cuando el proceso se ha iniciado pero no se concluye con éxito.
Esto puede ser debido a la falta de implicación del infractor, o bien a que la Fiscalía en la medida que
avanza la investigación puede obtener elementos que le hagan replantearse la oferta inicial.
68 / Conceptos, debates y experiencias en justicia penal juvenil
Como vemos, la mayoría de los casos que finalizan sin éxito es debido a la actitud del infractor.
Este aspecto implicaría los acuerdos que contemplan la responsabilidad civil y trata de recoger los
casos en los que se ha llegado a acuerdos.
Como vemos por la distribución, en la mayoría de los casos se produce una renuncia total por parte
de la víctima a reclamar civilmente por los daños ocasionados. A este acuerdo se llega bien porque se ha
recuperado el valor de lo dañado o porque se ha producido una reparación moral.
Cuando hablamos de renuncia parcial o condicionada nos referimos a situaciones en las que se está
a la espera de la realización de una actividad o bien al cobro del último plazo.
En la no renuncia se recoge que la víctima independientemente de los acuerdos asumidos en relación
a la responsabilidad penal quiere reclamar por los daños que ha tenido. Esta situación normalmente
implica daños muy cuantiosos o lesiones graves con secuelas importantes donde se desconoce su posible
evolución. Las partes de común acuerdo pueden decantarse por el veredicto de un juzgado.
Forma
· Con participación de la víctima y con encuentro 47,08%
· Con participación de la víctima y sin encuentro 26,54%
· Sin participación de la víctima 17,37%
· Reparación a iniciativa de las partes 9,01%
Como su nombre indica, la forma implica la manera en que se han conseguido los resultados del
programa. Vemos por tanto que mayoritariamente la víctima tiene una presencia muy activa tanto si lo
hace directamente participando en el encuentro como indirectamente a través del mediador.
Tiempo
· 0-1 mes 16,77%
· 1-3 meses 49,83%
· 3-5 meses 22,34%
· Más de 5 meses 11,06%
Hemos de decir que, mayoritariamente, los procesos de mediación se realizan entre uno y tres meses,
estando más cerca de tres meses que de uno. Luego, hay algunos que se demoran más debido a diferentes
situaciones como, por ejemplo, gestiones para llevar a cabo una actividad, casos en los que hay multiplicidad
de víctimas. Nos hemos encontrado con expedientes que, a lo mejor, tienen quince o veinte víctimas.
Evidentemente, eso demora el proceso porque hay que intentar localizar a cada una de ellas.
Víctimas: Muestra 1.616 perjudicados
Personas: 62,25%
· Hombres 59,34%
· Mujeres 40,66%
· Menores de 18 años 40,87%
· Mayores de 18 años 59,13%
· Conocidas 45,53%
· Desconocidas del entorno 26,48%
· Totalmente desconocidas 27,99%
Conceptos, debates y experiencias en justicia penal juvenil / 69
Destacar que nos estamos refiriendo a las personas físicas que son la mayor parte de las víctimas con
las que trabajamos. El mayor porcentaje corresponde a hombres mayores de18 años que en el 45% de los
casos son conocidas del entorno del infractor.
· Institucionales: 37,75%
o Empresa privada 28,20%
o Empresa familiar 10,49%
o Empresa pública 6,72%
o Escuelas 7,38%
o Ayuntamientos 17,87%
o Metro 2,79%
o RENFE (Ferrocarriles) 2,79%
En lo que se refiere a víctimas institucionales suponen el 37.75 % del total de las víctimas atendidas en
el programa. La mayoría de este tipo de víctimas suele ser empresas privadas seguida de los Ayuntamientos.
Consideraciones finales
Para finalizar me gustaría comentar algunos aspectos que me parecen importantes.
El primer aspecto tiene que ver con la gravedad de los hechos delictivos ya que en general cuando
hablamos de mediación penal es fácil encontrar opiniones contrarias. Hay quien cree que en este ámbito
solo se debería mediar en hechos delictivos de poca entidad y quien opina que de hacerlo así, lo único
que se conseguiría es ampliar la red de control social.
La experiencia de menores comenzó trabajando en casos leves y evidentemente esta fue una de las críticas
que se nos hizo. Así pues este ha sido un tema sobre el que se ha reflexionado y debatido sin encontrar la fórmula
que nos indique el mejor camino. Continúa habiendo opiniones a favor y en contra pero lo cierto es que la
experiencia ha permitido que cada vez más los fiscales confíen en el proceso y deriven casos más graves.
Personalmente, y partiendo siempre de lo que he ido viendo a través de la práctica, creo que la
mediación penal tiene sentido cuando se trata de delitos de cierta entidad en los que se ha producido
algún tipo de afectación. Si no se da esta previa, es difícil que las partes, sobre todo en el caso de la
víctima, se presten a iniciar un proceso de este tipo. Si no hay afectación en el autor y en la víctima, lo
único que logramos es hacerles perder el tiempo.
Así pues, si no tomamos determinadas medidas, estos programas también se pueden convertir en un
ejercicio de control social, pues estamos interviniendo en hechos que, a lo mejor, quedarían archivados
sin más. Sin embargo, como contrapartida, si somos nosotros los que damos por supuesto cuando un
hecho es grave o no lo es, también estamos quitando la posibilidad de que la víctima pueda, de alguna
forma, catalogar u opinar sobre esa situación; es decir, si le ha afectado o no. Encontrar el equilibrio es
ciertamente difícil. Creo que hay que tener en cuenta estas variables para no excedernos en nuestro
trabajo y buscar una fórmula que lo haga compatible.
70 / Conceptos, debates y experiencias en justicia penal juvenil
También quiero destacar la importancia de la especificidad del rol del mediador. En ese sentido,
abogo para que la dedicación del profesional asignado a trabajar en el ámbito penal, que quiera hacer
mediaciones, sea exclusiva. Me parece importante que su rol quede claramente diferenciado de otras
funciones y acciones que se llevan a cabo en el marco de la justicia juvenil, y en todo caso, si tiene que
realizar alguna función más, éstas estén relacionadas con métodos de justicia restaurativa o bien impliquen
otras soluciones extrajudiciales. El mediador no debería tener que enfrentarse a la dualidad que supone
realizar un informe para asesorar a un Juez sobre la conveniencia o no de aplicarle una sanción, en un
caso en el que ha dirigido un proceso de mediación.
Bibliografía
Diez, Francisco y Tapia, Gachi. “Herramientas para trabajar en mediación”. Paidós mediación nº9.
Barcelona 1999.
De la Cámara, Gimeno, Soler, “La mediación en el ámbito penal: la experiencia en Catalunya.
Dossier de apuntes Instituto Superior de Estudios Psicológicos (ISEP). Barcelona 2001.
Peters, Tony y Aertsen, Ivo. “Justicia reparadora. En búsqueda de nuevos caminos en el trato del
delito”. Universidad católica de Lovaina.Bélgica 1994.
San Martín Larrinoa, María Begoña. “La mediación como respuesta a algunos problemas jurídico
criminológicos (Del presente francés al futuro español)”. Administración de la Comunidad Autónoma
del Pais Vasco. Julio de 1997.
Tamarit Sumalla, Josep Mª. “La reparació a la víctima en el dret penal”. Justícia i societat nº11.
Centre d’estudis jurídics i formació especialitzada. Barcelona 1993.
Nuevos retos que plantean los menores al Derecho, publicación de las II Jornadas sobre Derecho de
los Menores con el título “ La mediación en la Justicia Juvenil: La experiencia de Cataluña, Universidad
de Comillas. Madrid 2004.
Revistas
Justicia i Societat Nº 19. “La mediación penal”. Centre d’Estudis Jurídics i Formació Especialitzada.
Barcelona mayo de 1999.
Justiforum Nº 8. “Monogràfic sobre Justícia Juvenil”. Centre d’Estudis Jurídics i Formació Especialitzada.
Barcelona diciembre de 1997.
Temps D’Educacio Nº 19. Revista de la Divisió de Ciències de l’Educació. “Els programes de mediació
i reparació en l’àmbit de la justicia juvenil” Charo Soler Roque i Robert Gimeno Vidal. Universidad de
Barcelona. Septiembre de 1998.
Mediación Víctima- Ofensor en la Justicia Juvenil. Publicación de Defensa de los Niños internacional-
Uruguay. Montevideo, 1999.
Cuadernos de Psquiatría y Psicoterapia del Niño y Adolescente “Revista de la Sociedad Española de
Psiquiatría y Psicoterapia del Niño y del Adolescente”, nº 28 segundo semestre de 1999.
Herramientas “Revista interdisciplinaria sobre temas de Justicia Juvenil”. Publicación de Defensa de
los Niños Internacional-Uruguay. Montevideo 2000.
Conceptos, debates y experiencias en justicia penal juvenil / 71
En principio quiero agradecerles a los compañeros por la invitación que le hicieran al Consejo
Nacional de Derecho en la persona de la presidenta Luisa Rodríguez, que en este momento se encuentra
de viaje rumbo a España, por lo que no pudo asistir. Nosotros trabajamos con ella. Ella es del gobierno
y nosotros de la sociedad, pero convivimos, no sé hasta dónde, pero esa es una particularidad del
proceso.
Yo observo que el problema se quiere desenvolver en el marco de las preocupaciones y yo no sé si la
experiencia de Venezuela da alguna respuesta. Honestamente no sé si la experiencia de Venezuela se
podría colocar dentro del marco de las buenas prácticas. Yo creo que hay una práctica allá, pero no sé
si pasan de ser unas prácticas, lo que sí sé es que no son especulaciones.
Porque Venezuela, y contextualizaré un poco lo que voy a plantear en relación con la Ley Orgánica,
tiene como contexto cuarenta o cuarenta y cinco años de gobierno reformista, de tradición democrática
representativa y de una justicia convencional más o menos adecuada a un orden democrático representativo
- yo creo que de base constitucional tradicional- signado fundamentalmente por la trilogía que constituye
la relación entre el poder ejecutivo, el legislativo y el judicial.
Los sistemas electorales unifican la forma de cómo se racionaliza el comportamiento general de
estas tres estructuras; el gobierno, el poder ejecutivo y el legislativo, que legisla no sé si para que las
cosas cambien o si para que se genere un conflicto en las políticas públicas y en cómo se orientan éstas.
Lo cierto es que en Venezuela ese mecanismo, ese proceso, esas realidades se agotaron a fines de los
años 90. Fueron agotados a través de las alternancias que se produjeron desde 1958 hasta fines de los
años 90, y que por supuesto tenía sus antecedentes hacia 1936, de donde surge la política de la infancia.
En Venezuela la política de la infancia surge, como en toda América Latina, muy signada por el
asistencialismo, revestido un poco de pediatría más que de juridicidad, porque la juridicidad era tutela
sobre el niño, no sobre los derechos.
Digo a fines de los 90 porque en Venezuela se suceden hechos que trastocan las bases constitucionales
y políticas de esta sociedad, sin lo cual es difícil comprender el esfuerzo que se pudiera estar haciendo
en este momento por la infancia, no porque no formara parte de la agenda política de la democracia,
pero formaba parte de una concepción tutelar que aún hoy existe, y conviven ambas realidades.
Sin embargo, la profundidad del cambio constitucional que se produce con la nueva Constitución
plantea, en principio, un problema que gusta mucho a los que trabajan con las leyes, esto es, si lo
relativo a la Constitución debe ser un conjunto de principios muy generales, que tenga un carácter
normativo más que garantista o imperativo desde el punto de vista de su compromiso.
Y una de las discusiones que se producen a propósito de la emergencia del proceso constituyente en
Venezuela es exactamente si se trataba de reformar un marco jurídico o de refundar una República. Se
optó por lo segundo, y optó la ciudadanía, porque hubo un referéndum posteriormente a la elección de
quienes redactamos la Constitución, el cual fue consultivo.
Puede cuestionarse que todo el mundo no está informado sobre la Constitución, que no fue una
discusión de todo el pueblo, todo eso se puede decir, pero hubo una actitud de la sociedad en general
para respaldar la nueva búsqueda, el nuevo desafío, y plantearse crear una nueva base constitucional.
En el marco de esta nueva base constitucional surge la Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela, que es una Constitución de refundación de una sociedad.
No hay parches en el camino, no hay visiones parciales o fragmentadas sino que existe una visión estructural.
Esa visión se ratifica en Venezuela a propósito del golpe de Estado que se dio al presidente Chávez.
* Lenin Romero, miembro del Consejo de Niños, Niñas y Adolescentes de la República Bolivariana de
Venezuela.
72 / Conceptos, debates y experiencias en justicia penal juvenil
Por eso en este momento hay una lucha en Venezuela por la reforma de la ley para incorporarla en el
marco del poder ciudadano. Porque vamos hacia la construcción de un poder popular que va a funcionar
con asambleas y mucha participación para la construcción de una nueva sociedad.
Esto sobre las bases de una perspectiva socialista, que no es otra cosa que una democracia radical en
su desarrollo relativo al bienestar, a la propiedad y a la forma de acceder a la creación de condiciones
para que la población tenga oportunidades; no acceder a oportunidades sin que haya condiciones.
Y hay un componente, de algún modo económico, que surge de elementos de posibilidad, que es el
petróleo, para hacer rendimientos en materia social, en materia general de las familias, de los niños y de
los adolescentes con el compromiso concreto de reducir las condiciones de pobreza.
Nosotros tenemos un país muy rico y muy pobre, las dos cosas. Tenemos bastantes recursos y bastante
pobreza. El 95 por ciento de la población está en condiciones de pobreza y hay una clase media bien
empobrecida. Entonces, ahí se nos plantea un problema de desarrollo, no sabemos si va por debajo o por
encima, no se sabe hacia dónde hay que ir para igualar y para resolver los problemas que, obviamente,
involucran a la familia. Esto ha supuesto la estructuración de un Poder Ejecutivo también variable.
Yo creo que en estos cinco o seis años de gobierno han pasado no menos de cincuenta o sesenta ministros;
ministro que se cuestiona lo echan; ministros que no responden, afuera; ministros que hacen piquete, afuera.
Eso hace bastante inestable el sistema, pero es bastante controlable desde el punto de vista del tipo de
gobernabilidad que hay, porque es una gobernabilidad fundamentalmente asentada sobre el poder popular
que tradicionalmente fue excluido en ese proceso de agotamiento del sistema político y económico. Esa
gente está incorporada en los procesos de organización.
Por ejemplo, esa gente tiene participación en las distintas organizaciones del pueblo. En el caso
nuestro se definió en instancias concretas la participación de la sociedad de diferentes maneras, tanto en
los consejos locales de planificación como a nivel de las asambleas de ciudadanos como en la
representatividad para el control social.
Entonces, ahí hay una contraloría social nacional en manos de la gente.
No sé si esa es una buena práctica o no, pero lo cierto es que en los hospitales hay gente que es
usuaria y que está organizada para ello; lo mismo en las escuelas y en las políticas públicas municipales.
Y ahora, en la última elección que se celebró hace aproximadamente un año, cambió la composición
política del país: veinticuatro estados, trescientos cincuenta y cinco municipios, de los cuales sólo dos
estados quedaron en entidades políticas distintas a la del gobierno en donde ganó la social democracia.
Sin embargo, la social democracia buscó vínculos para la legitimidad con el gobierno central.
Es decir que hubo un cambio y, tal como se ha dicho en Venezuela, los responsables de lo que ocurra
ahora no podemos buscarlos en otros que no sean quienes tienen la responsabilidad del ejercicio del
poder público en general.
El poder público hoy forma parte de un proceso que se legitimó en el amanecer del 111 pero que
cobró fuerza electoral posteriormente y hoy forma parte de una fuerza estructurada.
En ese contexto surge la Ley Orgánica de protección, que tiene dos caras. Por un lado los 10 años que
anteceden a las luchas confrontándose con los sectores particularmente vinculados a la social democracia
y, por otro lado, la emergencia y aceptación del proyecto de ley que estaba más o menos diseñado y que
aceptó incluir el constituyente en la Constitución de 1999.
Es decir, todo el título séptimo de la Constitución entronca con la visión garantista del proceso
jurídico que se había diseñado y que hoy forma parte de un proceso constitucional, dándole las dimensiones
legales que esta estructura tiene.
Entonces, en Venezuela hay una práctica bien compleja. Está la práctica de protección, que tiene que
ver con todos los asuntos civiles, y está la práctica penal, que tiene que ver con todo lo que estamos
discutiendo aquí, pero ambas coexisten dentro de un mismo sistema.
1
Nota del Editor: el autor se refiere al 11 de abril de 2002, fecha de un fallido golpe de Estado contra el presidente
Hugo Chávez.
74 / Conceptos, debates y experiencias en justicia penal juvenil
Esto significa que antes había veinte jueces en el país y ahora hay mil cuatrocientos, entre jueces y
fiscales, concursados, debatidos públicamente y controlados. O sea que hay una nueva especialización.
Sin embargo, si bien existe esta especialización en el trabajo con los niños y adolescentes, si no
hay promoción popular, organización del pueblo y participación de la gente, también hay que judicializar.
Las prácticas del procedimiento, lo que es mío y lo que no es mío, son ideológicamente poderosas
y se reproducen como hormigas, haya revolución o no haya revolución. Eso lo observo. Y en esta
discusión, en la cual veo que hay como mucha fe en el enfoque garantista, en los nuevos sistemas de
Derecho, advierto que nosotros tenemos una experiencia.
Por ejemplo, en materia de protección, la reproducción progresiva del esquema del abogado en
profesionales no abogados, porque es un equipo multidisciplinario, tienden a estructurar la rutina del
nuevo sistema, aún cuando esté territorializado, desconcentrado. Porque los problemas relativos al
delito o a la protección, en general, son problemas complejos y si no se tiene el respaldo público del
gobierno o de la estructura no se llega a nada, pasa más a las esperanzas, a las fantasías y no a lo que
uno aspira como profesional, que es a la construcción posible de una cosa distinta.
En ese sentido, creo que advertir es una buena práctica. Si pudiéramos estar frente a la necesidad de
un cambio, aún cuando sea en condiciones de refundación, tenemos que alertar sobre la importancia
que supone la calle, la gente, el pueblo organizado, su coexistencia, para que él participe de la toma
de decisiones.
Muchas defensorías nuestras, por ejemplo, están a nivel de los municipios, de los barrios y de las
organizaciones en un sistema nacional integrado, y tienden a no entender el problema que ustedes
están discutiendo acá sobre las medidas después de la decisión del juez, o antes. Este es un problema
profundo y real.
Hay una transformación profunda de la estructura, una modificación sobre la base de la responsabilidad
o de la transformación de la conciencia como parte de la toma de decisiones en la cual se participa.
Este es un problema también a considerar. Creo que esta parte habría que subrayarla.
También está la otra: la coexistencia entre la sociedad y el gobierno para conformar el sistema.
El sistema nuestro no sólo es federal sino también autónomo en cada nivel territorial, y no tiene
conexión en el sistema sino que lo articulan los procedimientos que el sistema realiza, tanto el de
responsabilidad penal como el de producción.
Es también interesante discutir el tema de la composición. Nosotros tenemos una composición
paritaria, siete del gobierno y siete de la sociedad electos por voto directo y secreto de la gente que
participa. En el caso de los del gobierno son representantes calificados de éste, pero fundamentalmente
a estas estructuras terminan yendo los amigos del gobierno, los familiares, las hermanas de los gobernantes,
aún en procesos de cambio, de transformación y de aspiraciones profundas de que el cambio modifique
las condiciones de desigualdad en el cual se está. Esto también hay que revisarlo.
La vieja relación entre un Estado que excluyó con unos ciudadanos que fueron excluidos genera
también su propia circunstancia. Por lo cual, muchas veces uno se pregunta si será verdad que Luisa nos
acompaña o si nosotros podremos acompañar a Luisa, porque esa es la discusión que se va a dar allí.
Hay que buscar también la mediación en el sistema de protección y en el sistema penal, porque a
veces se presentan conflictos por tradición, por una tradición no procuradora de acuerdos, no clara en
intereses, no adecuada a los procesos de cambios que se están planteando.
Cada vez que cambia un ministro cambian también los personajes; esto genera una inestabilidad
progresiva dentro del sistema.
Nosotros seguimos sosteniendo que es importante que la sociedad participe paritariamente, aún con
estos problemas, porque se trata de controlar al gobierno.
Lo que hay que buscar en esa participación es un pueblo organizado, porque en la medida en que el
pueblo está organizado en relación a esa participación, que son niños, adolescentes, familias y comunidades,
no solamente disminuyen las condiciones por las que las políticas públicas no tengan intereses más
claros a nivel de los municipios, por ejemplo, sino que permitiría la evaluación de resultados, lo cual
daría mayor consistencia dentro de todo el sistema de protección.
Conceptos, debates y experiencias en justicia penal juvenil / 75
Entonces, nosotros hemos resuelto la parte de especialización del sistema penal y la parte de protección
también, con problemas.
Y digo con problemas porque ayer había una crítica bastante sustantiva sobre el fondo de las
orientaciones de la Convención y los instrumentos internacionales en su aplicación a las políticas nacionales
que presentan algunos vacíos que deben ser analizados en las condiciones de cada país. Y, en este
sentido, por ejemplo, el mayor esfuerzo que se ha puesto en la protección en Venezuela lo ha puesto la
Universidad Católica; el resto de las universidades han estado muy rezagadas. Estamos hablando de
setenta u ochenta instituciones rezagadas, vale decir, con visión tutelar.
El otro problema es que los operarios con los cuales se mueve esta política pública, que fue diseñada
a nivel de los municipios, de los Estados, tienen su complejidad porque en la transición a la nueva ley
orgánica se previó que el Instituto Nacional del Menor, que era la institucionalidad que el Estado tenía
para ejercer la tutela en el país, ejerciera la primera gobernación en este proceso y que esto diera cauce
a su liquidación como institución pública facilitando los convenios de autogestión, para los municipios
y los Estados. Eso ha sido duro porque parece que tiene muchos intereses. Los niños para eso son
importantes, generan muchas cosas, muchos recursos. Pero atenderlos y respetarlos como ciudadanos de
derecho se hace difícil. Esto ha tenido dificultades.
En este momento nos encontramos frente a una experiencia que tiene que ver con un planteamiento
y que voy a mencionar aquí. Nosotros pensamos que la discusión nos llevó a estar de acuerdo en el
desarrollo de programas y servicios a nivel municipal como son los trabajos comunitarios, la libertad
asistida. Es decir, este enfoque más allá de la privación que debe ser una excepción.
Nosotros nos hemos planteado la necesidad de transversalizar la problemática de la protección en
esta visión amplia, dentro de todo el currículum escolar venezolano: desde antes de nacer hasta la
educación universitaria porque la educación —y con esto perdónenme mis compañeros abogados— no
es para castigar a la gente sino para liberarla, para transformarla. Y el librito nos dice que tenemos que
incorporar el llamado Programa Socio-Educativo. A mí me gusta más el enfoque socio-penal que deberíamos
analizar “garantistamente” para ver como lo transformamos. Pero, también plantearnos una visión
transformadora y no reproductora de la educación.
La responsabilidad que tenemos construida es la que hemos construido históricamente. Es por ello
que nosotros hemos planteado la necesidad de una educación bolivariana lo que provocó que mucha
gente tiemble dentro y fuera de Venezuela porque cree que se le va a “meter” el proyecto de cambio
político que el país tiene. No es así. Es el desarrollo humano integral formando parte de la concepción
de Derecho y la práctica de una nueva escuela vinculada a la resolución de estos problemas. Es decir, si
tiene que haber mediación, conciliación o lo que fuere que lo lleve a cabo la escuela en su conexión
para la sociedad. ¿Por qué hay que quebrantar la relación de la escuela con la sociedad? Nosotros
queremos la escuela abierta para que la gente entre a ella. Entonces, dentro de este marco vinimos
trabajando muy modestamente porque es muy sensible en Venezuela. Incluso, en mi país hay una
consigna que dice: “con los hijos míos no te metas”. Es decir, eso entraña toda una complejidad sobre
todo en educación porque pareciera que en esa área la forma de adoctrinar a la gente no son los
comportamientos sino las ideas. Hay gente que piensa eso sin medir la relación existente entre los
comportamientos y los cambios de las ideas. Esto lo digo porque lo que ha ocurrido es que ha cambiado
el esquema y el imaginario colectivo no dándose cuenta de esto los partidos tradicionales, lo que lleva
a que se encuentren un “poquito” perdidos. Hay que estar pendiente de esto porque la sociedad cambió,
la sociedad aspira a otra cosa.
En ese sentido, nosotros pensamos que la estructuración de una transversalización en el currículum
de formación de la protección integral y los derechos humanos constituye una herramienta importante
para la incorporación y la inclusión. Nosotros tenemos la asistencia del 98 por ciento de los muchachos
a la escuela y el 2 por ciento afuera. Eso es en la matrícula y no en el total de la población. Nosotros
tenemos once millones de muchachos. Y el objetivo es incorporar esos once millones en distintos tipos
de programas, como por ejemplo las misiones que se han llevado a cabo para erradicar el analfabetismo,
los problemas de prosecución en la escolaridad y de quebrantamiento de esa relación con la familia y la
76 / Conceptos, debates y experiencias en justicia penal juvenil
EXPERIENCIAS NACIONALES
78 / Conceptos, debates y experiencias en justicia penal juvenil
Conceptos, debates y experiencias en justicia penal juvenil / 79
Centraré mi análisis en una serie de contenidos teóricos que considero fundamentales para analizar
la posibilidad de la aplicación concreta de la mediación penal en el marco de los criterios de oportunidad,
que es la experiencia sobre la que trabajó el INECIP en la provincia de Buenos Aires.
En este análisis teórico—inicial, creo que es válido preguntarnos cuál es la función del derecho penal
en un Estado democrático. Todos sabemos que el derecho penal, inicialmente, tipifica conductas de los
individuos y les aplica una determinada sanción. El derecho penal y el proceso penal funcionan de
acuerdo a normas constitucionales, sobre las cuales debe adecuarse y, supuestamente, delimitarse su
accionar.
Sin embargo, es sabido que la realidad social argentina muestra que actualmente el sistema penal no
ofrece las respuestas que la ciudadanía reclama, y allí aparece la mediación penal, en el marco de los
criterios de oportunidad reglados. A esta altura, considero que todos saben a qué me refiero, es decir, a
la oportunidad de que el titular de la acción pública, el Ministerio Público Fiscal, pueda desistir de la
acción, dadas determinadas condiciones. Por supuesto, siempre hablamos de criterios de oportunidad
reglados, o sea, que estén específicamente aclarados por el legislador en la norma procesal. Nosotros
consideramos que la mediación penal es la oportunidad de solucionar ese déficit que observamos en el
Estado democrático en la actualidad.
Continuando con ese análisis, se consideran importantes todas las leyes de menores, tanto la 22.278
en el ámbito nacional, como la 10.067 en el ámbito de la provincia de Buenos Aires, que es la Ley de
Patronato. Ambas representan lo que conocemos como “paradigma de la situación irregular” y reflejan
los pensamientos del positivismo criminológico en su máxima expresión, como ya todos lo conocemos
ampliamente. Sin embargo, hoy la criminología ha evolucionado hacia construcciones más críticas,
centra su análisis en la teoría de la reacción social y da una mayor importancia al pensamiento jurídico
penal.
En esto se concentra el nuevo pensamiento de la dogmática penal: la reacción social, del conjunto
de la sociedad, ante el hecho delictivo, y cómo regular, desde la dogmática penal, esa reacción social.
Creo que ese es el desafío de todos los operadores jurídicos: racionalizar al máximo esa reacción social.
Me parece que la mediación penal es una oportunidad para racionalizar el ejercicio del poder punitivo.
Por otra parte, considero primordial remarcar el concepto de política criminal. Considero que la
política criminal de un Estado —como ya todos sabemos— es la política estatal sobre los órganos de
control social. Y esa política que se aplica debe estar orientada a resolver los conflictos de una sociedad,
teniendo en cuenta desde ya las conductas violentas que se presentan en una sociedad en tiempos de
paz. Ahora bien, esa política criminal no puede ser otra cosa que un conjunto de decisiones, de
instrucciones, de reglas, orientadas claramente a la resolución de los conflictos, de lo contrario, si
pierde de vista cuáles son los conflictos que tiene la sociedad y se cae en una letra muerta que es muy
difícil de sustentar en el tiempo.
Por eso, considero que esa política criminal tiene dos elementos fundamentales: uno, que está
reglado por el conjunto de conductas que esa sociedad considera que deben ser punibles —es decir,
cómo circunscribe esas conductas y cómo las sistematiza— y en una segunda etapa, cuál es el
procedimiento que esa sociedad elige para resolver esos conflictos y quiénes serán los encargados de
hacerlo.
*Mariano Ezequiel Muzio, Investigador del Centro de Estudios sobre Justicia Restaurativa del INECIP (Instituto de
Estudios Comparados en Ciencias Penales y Sociales), Provincia de Buenos Aires, CEJUR.
80 / Conceptos, debates y experiencias en justicia penal juvenil
Estas dos decisiones son fundamentales para sustentar la política criminal de un Estado democrático
y están interrelacionadas desde el punto de vista jurídico social en forma constante. En ese sentido, la
dogmática penal y la dogmática jurídica han avanzado al interrelacionarse con otro tipo de conocimientos
—ya sean las ciencias sociales o las ciencias políticas— permitiendo evolucionar el pensamiento de los
juristas y la dogmática en general a fin de solucionar este aspecto.
Cuando hablamos de política criminal, resulta esencial remarcar cuáles son los elementos que debe
tener una política criminal de un Estado democrático y cuáles deben respaldarse.
Ante todo, el principio fundamental es el de la mínima intervención: el poder penal sólo puede
intervenir en las faltas graves, y cuando decimos “graves” nos referimos a conductas que afecten bienes
jurídicos fundamentales aceptados por el conjunto de la sociedad.
Entonces, el derecho penal no soluciona miles de conflictos y creo que no debemos perder nunca de
vista esa problemática.
Otro punto fundamental que deseo destacar sobre la política criminal son los límites absolutos que
debe tener un Estado en el ejercicio del poder punitivo. Este límite debe plasmarse en forma concreta
tanto en la legislación que estructura el proceso penal como en la normativa de fondo. También debe
tenerse en cuenta la transparencia del poder penal y la posibilidad de controlar el ejercicio del poder
punitivo por parte de las agencias ejecutivas y, sobre todo, de la agencia judicial. Debemos apuntar a una
política criminal en la que las sanciones sólo puedan ser establecidas por la agencia judicial, es decir,
desde el poder jurisdiccional.
Otro elemento que considero fundamental es la posibilidad de la participación ciudadana a través de
un juicio por jurados, que en este caso, es el factor esencial para que la ciudadanía participe en el
momento primordial de un proceso penal, que es la determinación de la culpabilidad de un acusado
mediante un veredicto. Luego, será el juez profesional quien se encargue de determinar el momento o el
quantum de la pena.
Otro aspecto que deseo remarcar es el del control de la ejecución penal y las condiciones de detención
de las personas privadas de la libertad en nuestro país. Todos sabemos las condiciones en la que viven
muchos de los condenados, e inclusive procesados, en las unidades carcelarias, y esta situación no puede
permanecer al margen de una política criminal de un Estado Democrático.
Creo que todos estos elementos son importantes para analizar el actual proceso penal.
Todos sabemos que el proceso penal que rige en Argentina en el sistema nacional o en el de la
provincia de Buenos Aires responde al principio de legalidad. Ese principio inicialmente surgió del
Iluminismo como una forma de limitar al ejercicio del poder punitivo. Sin embargo, hoy observamos
que es una gran trampa que está en nuestro proceso penal, ya que el conjunto de las conductas que ha
tipificado el legislador, dentro del proceso de inflación penal en el que nos vemos inmersos, representa
una dificultad imposible de superar por parte de los operadores, representa un gran obstáculo para
continuar y proseguir la persecución de una cantidad de delitos que es imposible de abarcar desde los
medios con que cuentan los operadores judiciales en la actualidad.
Por eso, desde el INECIP consideramos que la mediación penal, dentro del marco de los criterios de
oportunidad, puede otorgar la posibilidad concreta de resolver los conflictos que se plantean en el
ámbito de la sociedad, rompiendo con este paradigma que ya claramente la realidad ha considerado que
está caduco.
La Secretaría de Mediación Penal se encuentra dentro de la órbita de la Fiscalía General que, a su vez,
circunscribe su accionar dentro del ámbito de la Procuración General de la Provincia de Buenos Aires.
Entonces, el ámbito institucional es la Fiscalía General. Ahora bien, ¿cuál es la procedencia de los casos
en los que interviene el Centro de Mediación? Pueden provenir de la Unidad Fiscal de Instrucción, del Juez
de garantías —que puede enviar directamente el caso al Centro de Mediación— o a pedido de las partes.
Quisiera aclarar y destacar cuál es el ámbito normativo en que se brinda la posibilidad de aplicar la
mediación penal en la provincia de Buenos Aires. Si bien estas jornadas sirven para informar, es sabido
que la provincia de Buenos Aires no cuenta con una ley de mediación penal. Por lo tanto, la posibilidad
de aplicar la mediación penal se ve sustentada, desde el punto de vista legislativo, gracias a diversas
Conceptos, debates y experiencias en justicia penal juvenil / 81
normas. En principio, la norma fundamental es la Carta Magna de la provincia de Buenos Aires, que en
su artículo 15 se refiere, obviamente, a la administración de Justicia y reconoce todas las garantías a los
imputados y a los ciudadanos de la provincia. Luego, se reconocen los artículos 86 y 87 del Código
Procesal Penal de la provincia de Buenos Aires, texto posterior a 1998 con las sucesivas reformas. Y hay
otros dos artículos esenciales de dicho Código que deseo destacar: son los artículos 56 y 56 bis, que
fueron incorporados por la Ley 13.183, sancionada en el año 2004.
El artículo 56 faculta al representante del Ministerio Público Fiscal —titular de la acción penal en la
órbita de la provincia de Buenos Aires— para ejercer criterios de oportunidad. Esto significa desistir del
ejercicio de la acción penal cuando él considere que existe la posibilidad de una reparación concreta del
daño, lo cual le permite resolver el asunto y desistir de la acción penal.
Con respecto al artículo 56 bis —al que se lo clasificó como “criterios especiales de archivo”— el
legislador considera que puede aplicarse el criterio de oportunidad en tres incisos fundamentales. En
primer lugar, cuando se aplique el principio de insignificancia, teniendo como límite que el delito en
abstracto no supere la pena de seis años de prisión.
En segundo término, considera que puede aplicarse el criterio de oportunidad cuando el accionar del
imputado haya generado un daño en su persona y considere que la aplicación de la pena fuera
desproporcionada.
Y finalmente, en el inciso c), considera que puede aplicarse en aquellos casos en que otros hechos
imputados a la misma persona imponen una pena mucho más severa que el delito donde se aplica el
criterio de oportunidad. Sin embargo, dicho artículo considera que, al momento de determinar la
posibilidad de los criterios de oportunidad, debe tenerse en cuenta la existencia de un acuerdo concreto,
de un acercamiento entre la víctima y el ofensor, y claramente debe constatarse si el ofensor o el
imputado tiene la voluntad de reparar el daño o si ya lo ha reparado y, en todo caso, si no lo ha reparado
en forma concreta, cuál es la voluntad de repararlo. Esos criterios serán tenidos en cuenta al momento de
decidir finalmente el archivo definitivo de las actuaciones.
Cabe recordar que tanto en este artículo como en todos los mencionados anteriormente —el 86 y el
87 como así también en las normas de archivo tradicionales, artículos 268 y 290 del Código Procesal
Penal de la provincia de Buenos Aires— la víctima siempre tiene la posibilidad de impugnar este archivo
de las actuaciones. Esa facultad está consagrada en el artículo 83, inciso 8, del Código Procesal Penal de
la provincia de Buenos Aires. Por lo tanto, puede apelar ante el fiscal departamental, quien finalmente
decidirá si la causa se archiva o no.
En consecuencia, ese es el marco normativo que abre la puerta a la posibilidad de la mediación penal.
En cuanto a las características del proceso de mediación, sabemos que la mediación penal es la
oportunidad de un encuentro seguro y estructurado en el Centro de Mediación ante un tercero imparcial,
que es el mediador, y cuyo objetivo es buscar la posibilidad de acuerdos concretos que no deben surgir
del mediador sino de las partes, pues son ellas las que se deben acercar y tratar de resolver el conflicto,
estructurando acuerdos parciales que claramente puedan ser cumplidos en el futuro, de lo contrario, no
sirven para nada, es una pérdida de tiempo para las partes y, sobre todo, para el mediador, porque es un
desgaste sin sentido y el conflicto queda sin resolución.
Por otra parte, se pueden realizar acuerdos parciales cuando las partes no están de acuerdo. El mediador
penal puede entrevistarse en forma solitaria con cada una de las partes hasta que se pueda llegar a un
acuerdo definitivo. Generalmente, el método de los acuerdos parciales cumple con esa finalidad.
Finalmente, debemos remarcar que el procedimiento siempre debe ser voluntario: nunca las partes pueden
ser acercadas compulsivamente a una mediación, de lo contrario, la mediación penal carece de toda finalidad.
El índice de cumplimiento de los acuerdos es más que importante. Es muy difícil encontrar causas
donde, una vez logrado un acuerdo y las partes hayan firmado ese convenio, no se llegue a un
cumplimiento.
También hay un índice sobre el tipo de delitos sometidos al Centro de Mediación, la intervención y
los resultados obtenidos. Tanto las causas de daños, de violencia familiar o de robo simple son muy
positivas a la hora de aplicar la mediación penal.
82 / Conceptos, debates y experiencias en justicia penal juvenil
Por último, me gustaría remarcar como conclusión cuatro aspectos fundamentales de la posibilidad
de aplicar la mediación penal dentro de los marcos de los criterios de oportunidad.
Consideramos que la mediación penal puede ser la salida o una de las salidas. Por supuesto, no es la
solución definitiva ni vamos a inventar nada, pero sí creemos que puede ser un aporte importante para
resolver el déficit que tiene este Estado democrático y, sobre todo, dar así una respuesta concreta a miles
de problemas que escapan, claramente, al proceso penal actual y que no pueden ser resueltos dentro de
ese marco, con las características rústicas y cerradas que tiene nuestro código de rito.
La única manera de que funcione esta posibilidad es aceptando por parte de los operadores jurídicos
nuestro rol, es decir, “desjudicializando” el conflicto, dejando de lado esa consideración que tienen
muchos juristas o muchos operadores jurídicos que consideran que resignar la competencia es un pecado
mortal. Creo que la posibilidad de brindar un elemento para resolver el conflicto debe estar por encima
de apetencias personales o de esa batalla por la competencia que, muchas veces, se transforma en un sin
sentido que deja de lado la problemática y, sobre todo, a la víctima y al ofensor, que son los protagonistas
del conflicto.
También considero que la posibilidad de aplicar la mediación penal debe darse en un marco
voluntario—como dije con anterioridad— y exclusivamente en aquellas posibilidades donde haya un
acercamiento entre la víctima y el ofensor. Creo que este puede ser un elemento para mejorar la convivencia
del conjunto de la sociedad.
Y, por último —nunca está de más aclararlo, aunque sea redundante— considero que el rol del
proceso penal y el rol de la mediación penal deben restablecer la paz social. Ese debe ser el objetivo de
todos los juristas y de todos los operadores del sistema.
Conceptos, debates y experiencias en justicia penal juvenil / 83
En lo personal quería agradecer que puedan considerar a la Libertad Asistida como una buena práctica.
Esto significa que se pueda entender el espíritu que implica trabajar con adolescentes en conflictos con
la ley penal en su medio y fuera del sistema de institucionalización.
Una sola cosa quería aclarar: Libertad Asistida también trabaja con jóvenes en conflicto con la ley
penal antes del juicio, no únicamente de forma posterior al juicio. Esto después lo ampliaré pero me
parecía algo importante, sobre todo por la concepción que esto implica para el abordaje de la problemática
de estos jóvenes en estas condiciones.
El Programa de Libertad Asistida pertenece a un área global, que es el Programa Nacional de Justicia
para niños, jóvenes y adolescentes en situación de vulnerabilidad socio penal, cuya coordinadora es la
doctora Marcela Principato, y abarca tres áreas: una es el área de instituto de tratamientos de conducta, los
llamados institutos, que son para situaciones extremas, o deberían serlo; el sistema de residencias, que son
jóvenes que no se encuentran privados de su libertad pero sí se encuentran fuera de su núcleo familiar, en
una residencia con un régimen particular; y el Programa de Libertad Asistida, que está dedicado a jóvenes
en conflicto con la ley penal. La diferencia radica en que se trabaja en su medio comunitario y familiar.
Este programa es coordinado por la licenciada Elba Picallo. Fue creado en el año 1991 y fue sufriendo
modificaciones de acuerdo a las necesidades y el contexto social. Actualmente atiende un promedio
mensual de 430 jóvenes, un número mayor a la cantidad de los que se encuentran internados en este
momento. Está destinado a adolescentes de ambos sexos de entre 12 y 21 años, los cuales pueden ser
derivados por Juzgados de Menores, Juzgados Orales de Menores, y desde hace un tiempo a esta parte
estamos recibiendo una cantidad importante de jóvenes provenientes de juzgados federales.
No es excluyente ningún tipo de causa para que el joven sea derivado a Libertad Asistida. Esto lo
aclaro porque, en otros países, el hecho de poder ser incorporado o no al Programa de Libertad Asistida
está relacionado con el tipo de causas que generó el proceso judicial.
Los chicos pueden tener antecedentes institucionales o no tenerlos. Esto quiere decir que puede ser
una alternativa para evitar la institucionalización o como seguimiento de la institucionalización para
lograr una mejor inserción; o sea que es una herramienta que se puede utilizar en distintas alternativas.
Nosotros creemos que la exclusión social y la modificación de los valores dominantes generan en
estos adolescentes, y en muchos más, una situación extrema: las ausencias de proyectos y la falta de
ideales que se corresponden a un vacío interno del adolescente.
Esta afirmación que parece bastante abstracta, se puede pensar de un modo más concreto. Es decir que
el contexto social, sumado a una historia familiar, genera un vacío tan importante en el joven que éste no
puede insertarse de una manera diferente en la comunidad ni tomar aquellas cosas que se le brindan.
Por eso hay una premisa que es diferente en este tratamiento, nosotros partimos de la base de que estos
jóvenes no piden el tratamiento, vienen derivados directamente de los juzgados, con lo cual el trabajo más
difícil que tenemos y al que apuntamos en un principio es a lograr que eso que fue una indicación judicial
a partir de una situación conflictiva, sea tomado como una posibilidad de ayuda por el joven y su familia.
Si bien enviamos a los juzgados bimestralmente informes por medio de comunicaciones telefónicas
o asistiendo personalmente a los Juzgados, no informamos sobre las particularidades de la vida privada
del joven y su familia, sino de su evolución global. Si nosotros logramos pasar por esta primera etapa y
que este tratamiento no quede únicamente en el plano de la indicación judicial obtendremos muy buenos
resultados; mucho mejores de los que cualquiera podría llegar a pensar.
* Marisa Kelmeszes, Supervisora Profesional del Programa de Libertad Asistida, Consejo Nacional de Niñez,
Adolescencia y Familia, Ministerio de Desarrollo Social de la Nación.
84 / Conceptos, debates y experiencias en justicia penal juvenil
El objetivo general del Programa es atender a jóvenes en conflicto con la ley penal en su medio familiar
y comunitario como alternativa a la privación de libertad y como acompañamiento al egreso de los institutos.
Hay objetivos específicos relacionados con los jóvenes, su familia y la comunidad.
En relación al joven, el primer objetivo que nosotros nos proponemos es favorecer la formulación de
un proyecto de vida alternativo al que lo ha conducido a la situación de riesgo, partiendo siempre de sus
necesidades, posibilidades e intereses. Esto implica ser muy respetuoso de los deseos del joven.
Muchas de las familias de los jóvenes que son asistidos se encuentran con las necesidades básicas
insatisfechas. Esos son los chicos con los cuales nosotros trabajamos; por lo cual, nosotros somos muy
conscientes de que hay que partir de las necesidades y posibilidades reales, porque sino todo lo que
hagamos no tiene ningún sentido.
Por otro lado, se trabaja intensamente para que el joven se instale, luego de un tiempo y un proceso,
en ámbitos comunitarios existentes de acuerdo a sus necesidades.
Muchas veces la educación se encuentra ligada a la Formación Profesional, la alfabetización o algún recurso
educativo ligado a la capacidad del joven. Si alguno tiene la capacidad y desea incluirse en el sistema escolar
tradicional, si es necesario se lo acompaña en la inscripción, se trabaja con la familia para que lo estimule y lo
acompañe en este proceso. En muchos casos se trabaja conjuntamente con la dirección, los docentes y el
Gabinete psicopedagógico del colegio. Si hay algún programa alternativo al tradicional dependiente del Gobierno
de la Ciudad en el que los jóvenes se puedan insertar, también se los acompaña. La realidad es que para nosotros
“educativo” es aquello que le brinde cualquier herramienta de formación que al joven le beneficie.
Muchas veces los espacios recreativos son muy importantes, tanto desde el punto de vista de lo social
como también por lo que implica para el joven saber que alguien en algún lugar lo espera, y así aprender
a sostener una actividad con regularidad. Es decir que realizamos un trabajo articulado con los lugares en
donde se van insertando los jóvenes, sea el lugar que sea.
También es muy importante en el campo laboral acompañar a estos jóvenes. Nosotros trabajamos
con jóvenes de hasta 21 años, y la realidad es que a partir de los 16 ya empiezan a insertarse laboralmente.
Uno podría desconocer esa realidad, pero no sirve; por lo cual, tratamos de brindarles los mejores
medios para que puedan insertarse dignamente en algún trabajo, y acompañarlos en este proceso.
Muchas veces podemos lograr que se complemente con un proyecto a nivel formativo. Esto implica
que dentro de unos años va a tener una mayor capacitación y el trabajo que consiga cuando sea mayor de
edad va a ser mejor y más digno.
Otro aspecto es la salud. En general son jóvenes y familias bastante excluidas del sistema de salud y
se trabaja con ellos sobre esto. Hay algunas situaciones que son extremas y deben ser atendidas con
urgencia, y otras que no son extremas pero que nunca fueron atendidas adecuadamente.
A veces es significativo el hecho de que algún profesional pueda acompañar al joven al hospital en
una situación límite, como por ejemplo una puñalada, o una sobredosis, o hacerlo simplemente cuando
está muy engripado y nunca nadie lo acompañó para que la gripe sea tratada adecuadamente. Es bueno
que un profesional, más allá de trabajar en entrevistas y hablar con el chico para que pueda entender por
qué llegó a todas estas situaciones, pueda acompañarlo y mostrarle que está presente y que las cosas también
se pueden hacer de otra manera.
Me parece que es importante saber qué implica nuestro trabajo. Implica compromiso social, implica un
abordaje profesional en el cual se pueda analizar la situación y ayudar al joven a comprender y comprometerse
con la realidad, pero también es necesario cierto acercamiento afectivo. Acercamiento que facilita el logro de
importantes cambios. Si uno permanece en una posición de total asepsia es imposible abordar esta situación.
Una cosa muy importante para nosotros es que el joven pueda desarrollar la capacidad de pedir y
recibir ayuda ante las situaciones problemáticas, que comprenda esta situación de alarma; que cuando el
adolescente vea que está por meterse en algún problema pueda advertirlo.
Hay algunos recursos que son externos y otros que a partir de lo externo empiezan a internalizarse.
Cuando uno les brinda algunos elementos el adolescente empieza a considerarlos. Para que esto suceda
es imprescindible un tiempo significativo de trabajo.
Es necesario trabajar sobre la historia del joven, comprometerlo con ella pero hay que pensar cuándo,
Conceptos, debates y experiencias en justicia penal juvenil / 85
dónde y cómo, y evaluar si éste es capaz de soportarlo. Comprometerlo con su historia no quiere decir
recordar su historia en pos de nada, sino que implica que el joven pueda reconocerse e incluirse en la misma.
Todos sabemos, y sobre todo en este país, que si uno no conoce y reconoce la historia los efectos son
devastadores. Muchos de estos adolescentes no la reconocen porque la misma es tan dolorosa, que es
insoportable; otras veces porque simplemente no la conocen. Cuando ésta es insoportable, antes de
empezar a abordar la misma, uno trata de armar una estrategia de contención para que cuando se trabaje
sobre algunos de sus aspectos, ello no genere tanto dolor que caiga en el vacío y genere situaciones más
conflictivas. En cambio cuando esta historia se desconoce es importante ayudarlo a construirla.
Nosotros consideramos la familia en un sentido amplio y los referentes afectivos son aquellas personas
significativas para el joven. No nos limitamos a trabajar con la familia tradicional.
A partir de comprometerse con su historia y con su presente lo que nosotros queremos lograr es que
tenga mayor responsabilidad en relación a sus actos. Si uno conoce cuál es el origen posiblemente
también entienda el por qué de sus actos.
En algunos casos el objetivo que nos proponemos es que tomen conciencia de la necesidad de realizar
un tratamiento específico. ¿Qué quiero decir con esto? Hay jóvenes que han transitado por varias instituciones
alternativas, comunidad terapéutica o institutos. No se ha dedicado tiempo ni se ha diseñado una estrategia
para que el adolescente sea conciente y acepte una internación o un tratamiento ambulatorio específico.
Muchos juzgados derivan a los jóvenes a este programa para que se realice este trabajo de concientización
en relación a la necesidad de un tratamiento específico. En ese caso, si lo logramos, el objetivo de
Libertad Asistida se ha cumplido.
Por eso, en Libertad Asistida nos planteamos objetivos puntuales en relación a cada caso y a cada chico, más
allá de los enunciados como objetivos generales. Estos operan como un marco de referencia para nuestro abordaje.
Otro aspecto fundamental en este tratamiento es que los adolescentes puedan reflexionar sobre sus
vínculos afectivos y, si es necesario, que los modifiquen o simplemente que los reorganicen, lo cual no
es tan simple. Por otro lado, fomentar el encuentro con pares que tengan una inserción social más
adecuada y no estén expuestos a situaciones de tanto riesgo.
En relación a la familia, nosotros intentamos promover una participación más activa de ésta, que se
haga cargo en parte del conflicto por el que está atravesando el joven. Cuando esto se logra, en general,
el nivel de actuación de los jóvenes desciende notoriamente.
También hay familias que deben tomar conciencia de la necesidad de realizar tratamientos específicos,
por ejemplo, de violencia familiar o en relación a la patología de alguno de sus miembros.
También intentamos favorecer la inserción de las familias en ámbitos comunitarios alternativos que
desconocían. Muchas veces la gente no conoce todos los programas existentes, no solamente el otorgamiento
de subsidios, sino el trabajo comunitario que se desarrolla dado que nadie se los informó. Por eso tratamos
de acercarlos hacia ellos y así poder prevenir conductas de riesgos de otros miembros de la familia.
Nosotros vamos a las casas de los adolescentes o a casi todas, porque lamentablemente en este
momento hay lugares a los cuales no podemos acceder por el riesgo que esto implica. De todos modos
es válido aclarar que en todos los lugares nosotros contamos con referentes comunitarios que nos
acompañan y son los mismos jóvenes con los que trabajamos los que a menudo nos cuidan; lo que es
más que importante en este contexto.
En relación a la comunidad, lo que nosotros intentamos es que los jóvenes acepten una inserción
alternativa, que no sea únicamente la de la trasgresión y marginación y así generar lazos sociales de
mayor compromiso mutuo.
En referencia con la articulación federal, es un objetivo promover espacios de intercambio y brindar
asistencia técnica en el caso que fuera necesario.
Durante un período hemos viajado a muchas provincias para trabajar y se construyeron experiencias
muy interesantes, obviamente respetando la idiosincrasia de cada lugar, porque esto es fundamental para
saber lo que implica una inserción alternativa y comunitaria de los jóvenes en conflicto con la ley penal
en cada lugar. No se trataba de decir “hagamos esto” sino “nosotros hacemos esto, qué hacen ustedes,
qué se puede hacer de todo esto”; este fue siempre el espíritu con el cual se trabajó.
86 / Conceptos, debates y experiencias en justicia penal juvenil
En cuanto a la metodología de trabajo, nosotros contamos con operadores. La mayoría son psicólogos,
todos tienen experiencia en trabajos comunitarios o en acompañamiento terapéutico. Aclaro esto porque
es muy difícil contar con psicólogos que demuestren la flexibilidad necesaria para entender un abordaje
terapéutico diferente a un tratamiento habitual en un medio no convencional.
El equipo de profesionales está dividido en cuatro zonas. Trabajamos en Capital y hasta un radio de
25 kilómetros alrededor. Se determinó este radio por cuestiones estratégicas, partiendo de que somos
nosotros quienes vamos hacia el lugar, una distancia mayor dificultaría el abordaje. Consideramos que si
no trabajamos en el medio comunitario y no conocemos la comunidad no tiene sentido nuestro trabajo.
Como dije, estamos divididos en cuatro zonas, cada una de las cuales tiene once o doce operadores.
Hay cuarenta y tres operadores, cuatro supervisores, y la jefatura del programa. Cada operador tiene a
cargo a aproximadamente diez chicos. Tener a cargo a un joven implica trabajar con él, con su familia,
y establecer —junto con la supervisión— los objetivos y las estrategias específicas para cada caso.
Esto implica establecer la frecuencia con la que se van a hacer las entrevistas, el lugar y con quiénes.
Obviamente se realiza una revisión semanal en relación a los objetivos que nos propusimos, qué se pudo
lograr, qué no y qué hay que modificar.
En el Programa de Libertad Asistida no se realiza un proceso de admisión, todos los casos que se derivan son
admitidos, aunque hay una realidad; los tres primeros meses, si bien no son de admisión, se corresponden con
un período de diagnóstico que nos permite arribar a una idea más clara de los objetivos y estrategias a desarrollar.
Como les dije, los operadores van al lugar donde está el joven. En general es el operador quien
conduce la estrategia, dado que hay diversos agentes interviniendo, ya que se tiende a incluir al chico en
distintos ámbitos. El operador trata de coordinar las entrevistas, los recursos institucionales e
interinstitucionales, y todo en función de que el joven pueda concretar un proyecto alternativo de vida.
Para nosotros una herramienta fundamental es la entrevista, pero en un sentido amplio. Digo esto
porque muchas veces nosotros acompañamos a los niños a realizar gestiones concretas, como ir al
médico, a hacer el trámite para la obtención del D.N.I., a centros educativos y recreativos. Todos esos
momentos los consideramos como parte de la entrevista.
La entrevista es fundamental ya que los jóvenes pueden hablar. Sabemos que cuando no se habla se
actúa. Si nuestro objetivo es que socialmente se inserten de otra manera es necesario que puedan hablar,
que puedan presentarse, pedir ayuda, decir cuáles son sus necesidades, etc.
Lo que nosotros consideramos como tiempo promedio para que un abordaje sea eficaz es un año;
pero si se necesita un poco más se evaluará, y si se considera conveniente un período menor se obrará en
consecuencia. Algunos chicos que son derivados no necesitan tratamiento, y en ese caso nosotros
explicamos los motivos por los cuales consideramos que no lo necesitan.
Me parece importante realizar una pequeña síntesis de cuál es la diferencia entre el Programa de
Libertad Asistida y otros programas institucionales. Partimos de la base de que:
1) los niños no piden un tratamiento, es una indicación externa; por lo cual un trabajo fundamental es que
una indicación de un juzgado pueda ser tomada como una posibilidad de ayuda para el joven y su familia;
2) ni el joven ni su familia solicitan el tratamiento, por lo tanto es muy probable que no asistan al
mismo, por lo cual somos nosotros quienes nos acercamos a su medio. Tanto el joven como su familia
vivencian este acercamiento como facilitador del vínculo y por ende del abordaje terapéutico;
3) las ausencias a las entrevistas no las tomamos como un abandono sino como parte de un proceso.
Consideramos que la presencia del operador, más allá de la ausencia del niño, determina el vínculo y
permite contrarrestar una historia de tantas ausencias y
4) queremos romper con esa falsa dicotomía de lo individual y lo comunitario.
Los chicos que nosotros recibimos son consecuencia de la exclusión y de la vulnerabilidad, y nadie va
a discutir esto, pero llegan con tal grado de deterioro que si uno no hace un trabajo personalizado para
que ellos puedan salir de esta situación, uno les podrá ofrecer un montón de opciones, pero no las
podrán aprovechar no porque no quieran sino porque no puedan.
Por lo cual, el trabajo es personalizado, y es importante que lo sea. Pero que sea personalizado no
quiere decir que nosotros desconozcamos la realidad social en la cual están inmersos.
Conceptos, debates y experiencias en justicia penal juvenil / 87
I. Marco Normativo
Para esa franja etaria (16/18 años), la normativa aplicable en Argentina es la añeja Ley 22.278 (BO.
28-8-80) reformada posteriormente por la Ley 22.803 (BO. 9-5-83), 23.264 (1985) y 23.742 (1989)
indexadas y restauradas con las reformas ingresadas por el portal del art. 75 inc. 22 Constitución Nacional
(1994) y la normativa internacional consecuente, Convención sobre los Derechos del Niño (ley 23.849),
Pacto de San José de Costa Rica (ley 23.054, de 1984), Convención de Viena (ley 19.865, vigente 27-01-
1
1980), ( )Reglas de Beijing (1985). Directrices de Riad (1990). Reglas de La Habana (1991). Reglas de
1
Tokio, medidas no privativas de la libertad, (1990), ( ) Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos
1
(arts. 23 y 24), ( ) Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (art.10).
Asimismo la normativa internacional, amén de la supremacía, cuenta con la operatividad inmediata,
como lo dijo la Corte Suprema en el caso “Ekmekdjian, Miguel A. c/ Sofovich, Gerardo y otros” (CS,
julio 7-1992), exige la remoción de los obstáculos que encontrare para su aplicación, (CSJN, Giroldi,
Horacio D. y otro s/ recurso de Casación. Fallo del 07-04-1995), lo que es extensivo a las decisiones de
la Corte Interamericana, como lo ha dicho en el caso Bulacio (18-9-2003).
La tarea del intérprete será filtrar la vieja legislación con el tamiz de estas nuevas disposiciones de
raigambre constitucional para dar lugar así a la generación de un nuevo sistema actualizado que se
ocupara de las infracciones a la ley penal cuya autoría se asigne a personas menores de 18 años de edad2 .
La piedra basal de ese nuevo régimen no puede desairar el mandato emergente de los arts. 37 y 40 de
la Convención sobre los Derechos del Niño, no solo en cuanto a las garantías que los mismos exigen
sino también en cuanto al compromiso asumido “tomar todas las medidas apropiadas para establecer
leyes, procedimientos, autoridades e instituciones específicos para los niños de quienes se alegue (se
acuse o declare culpables) que han infringido las leyes penales”3 .
* Arsenio F. Mendoza, Programa de Mediación Penal Juvenil de la Provincia de Entre Ríos, Disertación realizada
en las VII Jornadas Nacionales de Mediación, organizadas por el Colegio Público de Abogados de la Capital
Federal, agosto de 2005 y editado en Paraná, Entre Ríos, noviembre de 2005. Web: www.defensapropia.org.ar
1
Ingresan al sistema normativo por el Preámbulo de la Convención sobre los Derechos del Niño.
2
La Justicia entrerriana dijo: “con arreglo a lo establecido en el art. 31º de la Constitución Nacional, el derecho
positivo vigente que rige la situación de los menores sometidos a proceso penal emana básicamente de la “Con-
vención sobre los Derechos del Niño” (cfme.: art. 75º, inc. 22, Const. Nac.) y de las leyes Nº 22.278 -nacional- y la
legislación provincial.” Agrega seguidamente: “Tales extremos normativos, que forman parte del propio ordena-
miento constitucional, ponen inequívocamente de relieve el inconfundible espíritu garantista y tutelar que anima
al régimen de menores, acorde con el cual debe interpretarse toda la regulación legal de rango inferior, aún cuando
ésta en buena medida haga gala de una discrepante y controversial orientación más alineada, en verdad, hacia un
modelo de defensa social, exigiendo al intérprete extremar los recaudos para evitar una aplicación de la ley que
pueda resultar contradictoria con el espíritu y la letra de ese derecho positivo fundamental” (STJER, Caso: Cáceres,
V. H. y Cáceres, D. L. - Falso Testimonio – Casación, expte.2480-49, fallo del 03/III/2003).
3
Ídem, la Nº 52 de las Directrices de las Naciones Unidas para la prevención de la delincuencia juvenil,
Directrices de RIAD, ONU Resolución 45/112, de 14 de diciembre de 1990.
88 / Conceptos, debates y experiencias en justicia penal juvenil
II. La Transición
En el interregno que va desde el viejo al nuevo sistema legal, procede la exégesis de actualización de
cuyo producto resultará un nuevo régimen de transición para los menores de 18 años de edad. Sabemos
que nuestro país se comprometió a fijar una edad por debajo de la cual se presume que no hay capacidad
para infringir las leyes penales (art. 40, 3; a). Así, no hay dudas de que la capacidad penal plena se inicia
a los 18 años de edad, y eso incide en la idea que, por debajo de esa edad, diseñemos medidas alternativas
a la pena. Tal postura se ve hoy reforzada con la sanción de la ley 26.061 que al diseñar un especial
sistema de protección integral de los niños hasta los 18 años de edad, alejando con ello la alternativa de
incluirlos en el campo de la responsabilidad penal.
Igualmente, concierne rescatar instancias insoslayables; como la necesidad que al producirse un
hecho catalogado como delito, se realice el proceso de investigación que le es propio y común para
jóvenes y adultos. Según los casos, podrá darse un trámite atinente a la protección integral, judicial o
administrativo, si el autor fuere menor de 16 años; o será “tutelar” si tuviere más de esa edad y menos
de 18 años, conforme con los artículos 1 y 4 inc. 3 de la ley 22.278.
Para que esa intervención judicial no sea una intromisión arbitraria, es preciso un diagnóstico que la
legislación provincial suele definir como informe biosicosocial, y que tiene por finalidad corroborar el
estado del joven y su proceso de desarrollo, obstáculos y carencias. Rol familiar, necesidad de asistencia
económica y técnica. Informe médico, psicológico y social sobre tipo y nivel de tratamiento y programa
que requiera el menor (argumento, Nº 27, Reglas de La Habana).
El expediente “de protección integral” solo persigue revisar las denominadas situaciones de riesgos
que agravian o amenazan el proceso de desarrollo de esa persona. En tanto, el tratamiento tutelar es un
derecho que tiene la persona menor de edad por ser un requisito exigible para acceder a la absolución, o
en su defecto a la escala penal de la tentativa (art. 4, ley 22.278). En esa visión ha de tenerse en cuenta
que la internación es siempre el último recurso y se aplica por el menor tiempo posible (art. 37 CDN),
procurando el uso de las medidas alternativas (art. 40; 4º CDN), que serán proporcionales al delincuente,
el delito y la víctima, evitando la sanción meramente penal ( Regla de Beijing Nº 5).
* María Dolores Finochietti, Fiscal Penal Juvenil de la Provincia de Neuquén, Programa de Mediación Penal
Juvenil.
Conceptos, debates y experiencias en justicia penal juvenil / 91
La Convención sobre los Derechos del Niño en su artículo 40 establece que las soluciones que se
apliquen a las infracciones a la ley penal cometidas por jóvenes deben tender a fortalecer el respeto del
niño por los derechos humanos y por las libertades fundamentales de terceros. Ese es uno de los mandatos
incluidos en nuestra Convención sobre los Derechos del Niño —digo “nuestra” porque lo es desde el
momento en que está incorporada desde 1994 en la legislación constitucional— como paradigma para
solucionar este tipo de conflictos; además de utilizar mecanismos que promuevan la reintegración del
niño y de que éste asuma una función constructiva en la sociedad.
Me parece que es clarísimo el paradigma que establece la Convención; no es un paradigma de
irresponsabilidad ni de impunidad sino de política criminal racional.
En la provincia de Neuquén hay un Programa de Mediación Penal. Oportunamente presenté un
proyecto de reglamento ante el fiscal del Tribunal Superior de Justicia, quien lo aprobó, y a partir de
2002, a través de un convenio marco que existía con el Poder Ejecutivo, lo implementamos junto con el
Centro de Atención a la Víctima del Delito. Los profesionales que actúan como mediadores se capacitaron
en mediación y son profesionales pagos por el Centro de Atención a la Víctima del Delito. El Programa
funciona en el mismo edificio de la Justicia Penal Juvenil, donde se encuentra ubicada también la
Fiscalía, de la que soy titular. Por medio de ese programa procuramos, o nos fijamos como objetivo,
resolver el conflicto generado por la infracción a la ley penal cometida por un joven, respetando los
intereses y los deseos de los sujetos que lo protagonizaron.
Creo que esto es lo más importante, es decir, estamos estableciendo una solución que es absolutamente
democrática, porque es respetuosa de los deseos tanto de la víctima como del imputado y sin generar
sensación de impunidad, ni en la víctima ni en la comunidad.
Es importante en este momento el reconocimiento comunitario que tiene el programa, y cómo hay
determinadas instituciones que cuando tienen un conflicto recurren —incluso antes de hacer la denuncia—
al programa de mediación.
Hablo, por ejemplo, de establecimientos escolares, donde sabemos que la conflictividad y los niveles
de violencia y la presencia de jóvenes con portación de armas, problemas de drogas, son importantes.
Sabemos que estos problemas existen.
Y hoy los directores y los asesores pedagógicos están recurriendo, espontáneamente, muchas veces a
plantear estos conflictos en forma directa al programa y antes de realizar la denuncia. Me parece esto
importantísimo porque, además de que nosotros desjudicializamos cuando mandamos al programa de
mediación una denuncia, mayor desjudicialización aún si ni siquiera se llega a formularla.
La mediación penal que se lleva adelante en Neuquén, es un programa en el que la mediación es
voluntaria. Creo que no podría ser de otra manera. Hay distintas formas. Algunos la establecen como
obligatoria para determinados delitos y demás. Nosotros no la tenemos como obligatoria para
determinados delitos ni tampoco tenemos un rango de delitos. De esto después voy a dar alguna
explicación.
Es gratuita porque la llevan adelante los funcionarios públicos del centro de atención a la víctima; o
sea, que reciben un sueldo de parte del Estado y no cobran por mediación realizada. Es prejudicial
porque aun cuando se formula la denuncia y ésta ingresa a la Fiscalía, la Fiscalía inmediatamente la
deriva al centro de mediación, y si la mediación es exitosa, directamente el legajo fiscal se archiva y no
se hace ningún tipo de actuación. Es multidisciplinaria porque los cuatro mediadores que están actualmente
trabajando son: un docente, una asistente social, una psicóloga y un abogado.
En cuanto a los pasos que se siguen para concretar la mediación, es necesaria la selección del caso
por el fiscal, la invitación a la víctima y al infractor. Se hacen entrevistas, primero por separado con la
víctima y con el joven y sus padres. Muchas veces la víctima también es menor. O sea que si la víctima
es menor también concurre, obviamente, con sus padres o con algún adulto responsable.
Finalmente, hay un encuentro víctima-victimario y la redacción del acuerdo. Cabe señalar que el
acuerdo no llega a la Fiscalía con ninguna connotación de asunción de responsabilidad; dice que las
personas que intervinieron se comprometen —en plural— a no volver a colocarse en el futuro en situaciones
como las que generaron este conflicto.
92 / Conceptos, debates y experiencias en justicia penal juvenil
Esto es porque muchas veces sabemos que especialmente, en los delitos como amenazas, quizás
hasta en los de lesiones, a lo mejor el que hizo la denuncia incluso no es verdaderamente el que fue el
primer agresor, sino que ha sido una escalada en la cual ha habido múltiples etapas. Entonces,
alternativamente han sido víctimas y victimarios dentro de un mismo conflicto. Por lo tanto, nosotros
preferimos que el fiscal no se entere de qué fue lo que pasó dentro de la mediación. Lo único que nos
llega es el acuerdo.
En base a ese acuerdo, que está obviamente suscripto por los intervinientes y por el mediador que es
quien le da la característica o la seriedad del caso que hubo un tercero imparcial que gestionó todo este
conflicto, el fiscal directamente dispone al archivo de lo actuado.
Esto fue lo que se gestionó en el año 2004 dentro de la Fiscalía de Delitos Juveniles. Hubo aplicación
de criterio de oportunidad sin mediación en 375 casos. Luego, hay oportunidad con mediación en 155,
suspensiones de proceso a prueba, declaraciones de responsabilidad 101 casos e imposiciones de pena
13. Es de flujo esto, o sea, es todo lo que se resolvió durante el año. No quiere decir que las 13 esas
correspondan a todas las declaraciones de responsabilidad que hubo en ese mismo año porque,
posiblemente, entre responsabilidad y pena va a transcurrir un año, que es el año ese famoso de tratamiento
y demás. O hay que esperar que cumplan los 18 años muchos de los chicos a los cuales se les declaró
responsabilidad.
Pero me parece que es bastante revelador de esto que estamos hablando de aplicar la pena sólo como
última ratio y tratar de aplicar otras alternativas.
Me parece importante destacar que el tema de la aplicación de otras alternativas hace que la gente
crea un poco más en el sistema porque también podríamos no hacer nada. También podríamos hacer lo
que se hace actualmente en materia de justicia penal de adultos: sobreseer, archivar, reservar y no hacer
absolutamente nada. Y el descrédito dentro de la comunidad sigue siendo cada vez mayor.
Entonces me parece que cuando hablamos de solucionar la conflictividad que genera el delito tenemos
que ser serios, tenemos que saber que somos funcionarios a los que se nos paga, justamente, para que
intentemos dar una respuesta y que esa respuesta sea generadora de una mayor paz social. Entonces me
parece que mirar para el costado y no hacer absolutamente nada y decir “acá no pasó nada y reina la
impunidad” no es una buena respuesta ni es un buen mensaje.
Quiero también mostrarles que de 209 casos enviados a mediación, hubo mayores acuerdos básicamente
en los delitos de lesiones y amenazas. Esto es porque cuando la gente tiene un conflicto cara a cara, cuando
una persona tiene un conflicto con alguien que conoce y con alguien que sabe que puede volver a tener ese
conflicto y que el conflicto se puede agravar, tiende más a acordar, que quizás en otros casos en donde
solamente está comprometido un interés económico. Es un déficit que tenemos; veremos si con el tiempo
lo podemos revertir y poder logar un mayor número de acuerdos y en otra variedad de delitos.
Para concluir, quiero señalar que hay un principio básico que es que no hay “delitos mediables” sino
que hay “casos mediables”. Esto porque muchas veces se tiende a poner el límite de pena. Y entonces
llegamos acá, “y, hasta diez años”; “y, no hasta doce”; “y no, hasta quince”, y hasta cuándo... No
importa. Yo soy partidaria de no poner límites. Hay amenazas simples que no se pueden mediar porque
son una escalada de violencia atroz de un chico que entró, por ejemplo, cometió un robo con armas y
después va y le dice al vecino: “Si me denunciás te limpio a vos y a tus hijos”. Esas amenazas simples no
se van a poder mediar.
En cambio, a lo mejor hay un caso de robo con armas, como yo tuve, donde sí mediamos, donde el
chico —con problemas de adicción— entró con un adulto a la casa de su abuela y cometieron, en
perjuicio de su abuela, un robo con armas. La abuela, obviamente, no quería que el nieto fuera preso.
Entonces, nosotros en ese caso hicimos una mediación, y con todo éxito el chico se internó en un
establecimiento donde recibió tratamiento.
Entonces, robos con armas ¿son mediables? Y, en principio no, pero no sé cuál es el caso. No nos
asustemos por los límites porque a veces terminamos excluyendo casos que no deberían ser excluidos. O
tampoco obligar a que todos los delitos de hasta tal pena tengan que ir a mediación, porque no todos de
esos delitos van a ser mediables.
Conceptos, debates y experiencias en justicia penal juvenil / 93
posibilidad para alcanzar soluciones menos violentas, más positivas y democráticas en cuanto se
posibilita que las partes resuelvan su propio conflicto, dejando la intervención del Estado para los casos
en que exista una grave afectación al interés público o que fracase la mediación o se incumpla el acuerdo
alcanzado.
Objetivos
Los sistemas de consenso entre víctima y victimario, vinculados con un hecho que puede caer bajo
una sanción penal, persiguen básicamente los siguientes objetivos:
1) Evitar las consecuencias estigmatizantes de una condena para el infractor.
2) Impedir la cristalización de hábitos y conductas antisociales que producen las penas priva-
tivas de libertad breves, en las que ningún proceso de toma de conciencia y rehabilitación
serio puede intentarse.
3) Hacerlo de forma que no se desresponsabilice al autor, ni genere sensación de impunidad
en la víctima y en la comunidad.
4) Hacer que el autor asuma la reparación del daño que ha causado con su conducta.
5) Hacer que la víctima se sienta escuchada y tenida en cuenta con relación a la situación por
ella vivenciada, que ha dado origen al conflicto.
6) Hacer que la comunidad también participe de la solución, a través de ONG, redes
interinstitucionales, servicios de asistencia social, de salud, etc.
· Voluntariedad: La American Bar Association dice que debe tenerse especial cuidado en que la
negativa del infractor a entrar en el programa no lo perjudique en otras instancias procesales. Si una
de las partes no desea participar, se suspende el trámite.
· Informalidad: Por sus propias características las actividades mediadoras no serán formalizadas en
modo alguno, salvo el acuerdo al que finalmente se arribe que debe ser formalizado y firmado por
todos los interesados.
En este tipo de mediación ambas partes tienen poca experiencia para resolver de esta forma el
problema, por lo que el mediador, además de convencerlos de participar en el programa, debe estar
preparado para formular posibles formas de reparación que a las partes por sí no se les ocurrirían.
Es importante que en ciertos casos –problemas de adicción, conflictos en el ámbito escolar o barrial-
también participe alguna organización o institución vinculada con el tema y forme parte de la solución
que se proponga.
Esquema de Actuación
La finalidad de este encuentro es conocer la actitud del adolescente frente al hecho, qué nivel de
responsabilidad acepta, si se advierte algún interés o si tiene capacidad y posibilidades de asumir todo lo
que importa ingresar en el programa. También se debe evaluar la opinión de los padres y su grado de
disposición a aceptar la inclusión de su hijo en el mismo.
De evaluarse como favorable el resultado de esta entrevista, se requerirá que el joven haga un
ofrecimiento de reparación.
favorable y el resarcimiento de la víctima podrán ser invocados oportunamente por la Fiscalía para
solicitar la absolución en los términos del art. 4º ley 22.278/803, siendo su criterio vinculante según el
alcance previsto en el art. 87, 1º párrafo, de la ley 2.302.
En caso de incumplimiento se seguirá adelante con el proceso para el supuesto del art. 64 y podrá
pedirse imposición de pena según las previsiones del art. 4º ley 2.2278 en el otro.
la víctima podrán ser invocados oportunamente por la Fiscalía para solicitar la absolución en los términos
del art. 4º ley 2.2278, siendo su criterio vinculante según el alcance previsto en el art. 87, 1º párrafo, de
la ley 2.302.
III- Procedimiento:
6º) El Fiscal requerirá a los operadores del Programa de Mediación que den inicio al proceso de
resolución alternativa de conflictos.
7º) Si alguna de las partes desea que su caso pase a una instancia de mediación, podrá presentarse y
solicitarlo ante la Agencia Fiscal.
8º) El requerimiento de intervención de la Oficina de Mediación formulado por el Fiscal será notificado
al defensor penal del joven.
9º) Los mayores de 18 años asistirán a la instancia de resolución alternativa de conflictos personalmente,
los menores lo harán asistidos por sus padres o representantes legales.
10º) Aceptar este método no implicará asunción de responsabilidad por parte del joven, para lo cual
se firmará un convenio de confidencialidad que impedirá que lo manifestado pueda ser citado, o que los
mediadores puedan ser convocados como testigos en otras instancias de orden civil o penal.
11º) El plazo para concluir la mediación será de 30 días a partir de la notificación del joven, prorrogable
por otros 30 en caso de que la Oficina así lo solicite.
12º) En caso de arribarse a un acuerdo, se firmará un acta que será suscripta por las partes, sus
representantes legales y quienes hayan intervenido en carácter de mediadores.
13º) El acta será presentada por el Fiscal al Juez de Garantías cuando se pretenda la aplicación del
criterio de oportunidad previsto en el art. 64 de la ley 2.302.
14º) El acta acompañada de un informe final confeccionado por el mediador se presentará al Juez de
Juicio cuando se pida la absolución en los términos del art. 87 1º párrafo de la ley 2.302.
15º) En caso de no lograrse un acuerdo, la Oficina devolverá el legajo a la Fiscalía para que continúe
con el trámite.
16º) Cuando el acuerdo implique algún control o seguimiento, se podrá requerir colaboración a
instituciones públicas o privadas vinculadas con el tema de que se trate.
Lesiones graves 17 4 20 38
Violación 2 4 2 -
Conceptos, debates y experiencias en justicia penal juvenil / 99
Hurto automotor 10 5 8 18
Robo automotor 4 13 10 11
Estafa 1 4 5 3
Extorsión 1 - - 1
Usurpación 1 2 2 -
Violación de domicilio 10 5 10 13
Encubrimiento 8 12 13 13
Resistencia a la autoridad 10 10 23 21
Incendio 3 3 2 1
Lesiones/homicidio culposo 8 5 5 3
Otros - 40 3 3
Lesiones 49 32
Amenazas 24 16
Daños 9 17
Hurtos 20 18
Robos 16 17
Otros 2 1
Lesiones 55 45
Amenazas 21 19
Daños 12 16
Hurtos 6 11
Robos 7 9
Otros 2 6
Total
103
106
Conceptos, debates y experiencias en justicia penal juvenil / 101
Presentación
Este plan de inclusión social para adolescentes y jóvenes aún adolescentes es el fruto de la experiencia
de años de trabajo y de una continua sistematización con los actores involucrados, los cuales conforman
la directa consecuencia de familias destrozadas por el hambre y la indigencia, modelados por la privación
y la frustración, los cuales no suman hoy casos aislados, sino un fenómeno social, donde las cárceles y
los institutos de menores, poblados de jóvenes aún adolescentes, muestran el fracaso de la sociedad y el
Estado, en la construcción de una sociedad con mayor justicia social.
Luego de tres años de trabajo nos animamos a pensar que “otra cosa es posible” para esos jóvenes, en
ocasiones entramados en la droga y conductas delictuales, proyectando juntos, desde el territorio, la
posibilidad de construir una esperanza.
El Programa tiene una consecuencia programática muy fuerte: en poco tiempo, si se cumplen los
requisitos de planificación, podrán estar insertos en el Programa gran cantidad de jóvenes y adolescentes
en una participación activa de su propia formación y de su inserción comunitaria como para aspirar
seriamente a contribuir en mucho a la disminución del delito y la violencia, a generar un principio de
corte del círculo vicioso de la pobreza.
Cuando hablamos de inclusión la entendemos como la posibilidad de luchar por una transformación
de la realidad. Se trata de una práctica política conjunta y solidaria comprometida con los cambios
profundos de las condiciones de injusticia en que se desarrolla su exclusión.
Seremos felices los que pergeñamos esta sistematización, los chicos, los jóvenes aún adolescentes,
las organizaciones barriales, todos envueltos en zonas de pobreza, también los profesionales y operadores
comunitarios comprometidos con ellos, si otros logran una nueva sistematización superadora que proteja
mejor sus derechos.
Porque como escribió León Felipe:
Objetivo global
Promover la inclusión social colectiva de los adolescentes y jóvenes a partir de la creación de centros
de inclusión social, donde puedan construir sus propios proyectos de vida, articulando las acciones y
actividades entre los organismos del Gobierno, las Organizaciones no Gubernamentales y el Sector
Privado, transformando el liderazgo de carácter violento, en un liderazgo comprometido y solidario para
cambiar la realidad hacia situaciones de mayor justicia social.
La experiencia
La experiencia da cuenta de la construcción, la reconstrucción y el saber que tienen su soporte
fundamental en la práctica cotidiana realizada en los barrios Las Flores Sur, Lagunita, Las delicias, San
Martín Sur, de la ciudad de Rosario de la provincia de Santa Fe como así también en la formación
ideológica-profesional de los operadores comunitarios.
Se rescata la palabra y la subjetividad particular y grupal, material central de trabajo, no como
panacea instrumental utilizada para la investigación de los llamados estigmatizados o excluidos sino
tomados allí donde el tiempo y la historia son significativos para la construcción de lo social.
Consideramos que la mejor forma de dar a conocer nuestras actividades es narrar el trabajo que
realizamos desde junio de 2004 hasta hoy en el barrio “Las Flores” de la ciudad de Rosario, barrio
emblemático por las situaciones de dura violencia cotidiana.
Entonces, desde aquí, desde este lugar en la historia, en la misma escena que se convierte en un punto
esencial de mira, una ventana al mundo, comienzan a aparecer historias.
Se trata entonces de entender el presente cotidiano, la exclusión social, dentro de sus escenarios,
comprendiendo lo social, a partir de abarcar lo cotidiano que se manifiesta en los sujetos sociales, donde
nacen y mueren los sentimientos, los signos y los significados, donde se concretan normas, éticas, y
etiquetas vigentes, materia prima de nuestra intervención en lo social.
Conceptos, debates y experiencias en justicia penal juvenil / 103
Se hace necesario, entonces, dar a conocer las características del barrio y el por qué de nuestra
llegada.
En el mes de mayo del año 2004 se realiza la ocupación del barrio por las fuerzas especiales policiales
conocidas como las TOE (Tropas de Operaciones Especiales) ordenada por el Ministerio de Gobierno de
la Provincia, con el fin de intervenir en la prevención del delito a raíz de la violencia desatada con saldo
de muertes.
Advirtiendo la ineficacia de tal procedimiento unido a la injusticia de su accionar fundamentalmente
en acciones de represión sobre los adolescentes y jóvenes del lugar, nos decidimos a trabajar en el barrio.
En un principio solamente conocíamos su ubicación geográfica y todo aquello que se podía leer en
los diarios, es decir, “Las Flores sinónimo de barrio peligroso, de disputas territoriales por robos y
mercado de drogas”, lugar de “malvivientes”, “región salvaje”, “inculta”, “territorios de bandas”, etc.
Nuestras primeras intervenciones consistieron en conocer la realidad barrial, sus organizaciones barriales,
sus destinatarios, sus habitantes y realizar así un diagnóstico del mismo, primer paso para la intervención.
Con el objetivo de construir la historia, en los diferentes encuentros se pudo establecer que el barrio
surge debido a diferentes reestructuraciones de los barrios Saladillo y La Sexta en la década del 60 y en el
año 78 de los barrios Manuelita, Tablada y La Sexta (llamada actualmente República de La Sexta).
En un primer momento la reestructuración se debe a la venta de los terrenos que se ocupaban ilegalmente
y en un segundo momento la reestructuración tiene que ver con el ocultamiento de las situaciones de
pobreza que se vivían en ese momento en la ciudad de Rosario dado que políticamente no era conveniente
mostrarlas a la prensa nacional e internacional en el período del mundial de fútbol.
Otro sector que constituye a la población del barrio está conformado por aquellas personas que
vienen del interior del país, como resultado de las migraciones internas, en busca de trabajo. Se constituye
así una zona irregular que fue extendiéndose con el tiempo alrededor de todo el barrio.
En la actualidad, las desigualdades sociales se han ido agudizando; cada vez más el capital se concentra
en las manos de una minoría reducida mientras las capas medias y bajas se empobrecen crecientemente,
traduciéndose estas contradicciones en el espacio físico y social de una ciudad.
Esto produce una marca territorial que repercute en el barrio y en toda su población donde ya no se
observa una vida por fuera del lugar representada por salidas, como eran el cine, el baile; ante estas
transformaciones el barrio se ha convertido en el lugar donde transcurre mayoritariamente la vida de sus
habitantes, desconociendo el resto de la ciudad.
“No salimos a bailar, a la noche sacamos a los pasillos un equipo de música, compramos vino en el
kiosco y bailamos acá, escuchamos música y se ve que la gente se engancha” , Eduardo, 20 años.
“una vez mi hermano me acompañó a una entrevista de trabajo en una obra y cuando tuve que ir solo
me perdí, cuando llegué le dije a mi vieja; pero me dijo que yo era un vago que no quería trabajar, pero
me perdí de verdad, no conozco Rosario si nunca salgo de acá”, Emmanuel, 16 años.
Personas que desde el punto de vista meramente económico no son percibidas como “aptas”, es
decir, que se consideran un “coste” y no un “beneficio”. También son percibidos como ciudadanos
“superfluos”, cada vez más numerosos y más excluidos de esa base social de acceso a bienes imprescin-
dibles que fundan la ciudadanía social.
Otro punto a destacar es la fractura al interior del barrio definidos por sus habitantes en una división
territorial, “los de atrás” y “los de adelante”, discurso que quiere simbolizar el imaginario social que
instituye a este barrio como “peligroso”.
104 / Conceptos, debates y experiencias en justicia penal juvenil
Con estas premisas, nuestro trabajo se orientó en la búsqueda de construir un lugar común, el cual
llamamos “Centro de Inclusión” donde todos, “los de atrás” y “los de adelante”, coinciden en ciertos
intereses y necesidades, donde solo existe un territorio, “el futuro”, que nos organiza, nos orienta, nos
nutre en esa búsqueda incansable de justicia social.
“La solidaridad no es dar a cambio de nada, es dar a cambio de que el que está al lado tuyo crezca
junto con vos” , Eduardo (integrante del Programa, hoy operador comunitario.)
De lo personal a lo colectivo
El proceso individual y colectivo de los adolescentes y jóvenes integrados en los Centros de Inclusión
Social para la organización de un proyecto de vida se desarrolla de acuerdo a los siguientes módulos:
A. Desarrollo personal: tiene como propósito brindar a los adolescentes y jóvenes, especialmente a
aquellos relacionados con la droga y/o el delito, medios para recuperar su autoestima y su autovalorización
a partir de desarrollar sus cualidades personales, se les brinda la posibilidad de asistir a talleres de
deporte, música, comunicación social, teatro y aquellos que surjan del interés de los adolescentes y
jóvenes.
En este módulo el objetivo es la recuperación de la autoestima, motivando a los adolescentes y
jóvenes a superar por lo menos en su propia valorización, la situación de marginalidad y exclusión,
dándoles fuerzas para pensarse como protagonistas “capaces de” y “promotores de”. De esta manera se
impulsa la participación y permanencia voluntaria y se favorece el ejercicio de sus capacidades de
opción y decisión.
Desde el abordaje personal y comprometido de los talleres, se contacta a las familias para integrarlas
en este compromiso de superación de las dificultades y necesidades retomando o afianzando los lazos
familiares a fin de comenzar a sentir “el yo puedo” junto al “nosotros podemos”.
“..Rodrigo es hijo de mi papá pero nunca hablábamos, ahora si, empezamos a ser hermanos, ...”
Ezequiel.
En una salida cuyo objetivo era ver una obra de teatro, organizada como actividad recreativa por el
taller de teatro, y que fuera organizada en conjunto con las familias, se comentó:
“Nunca estuve en el teatro y menos con mi hijo si salimos juntos siempre es a vender; lo máximo
que llegué es a la puerta a pedir, ahora hay que organizar una obra donde él actúe, debe actuar bien.”
“Esta experiencia demostró que los chicos pueden prestar atención o concentrarse en algo que les
produce disfrute y además les permite analizar la obra, lo que nos permite pensar que las salidas deberían
continuarse hasta lograr que los chicos puedan sentir estos lugares como propios y poder disfrutar de
ellos como el resto de la sociedad.”
Genoveva (tallerista de teatro)
B. Desarrollo de objetivos educacionales y laborales: se realiza a fin de que puedan recuperar sus
valores y ventajas de incorporación a la educación formal, teniendo en cuenta las situaciones vitales que
la enmarcan, puesto que no siempre es posible tal incorporación. Para esto se dictan talleres de apoyo
que están en continuo contacto con los docentes y directivos de las escuelas del barrio.
A los que no pueden incorporarse a la educación formal se les brindan todos los valores y riquezas de
la educación no formal, con el objetivo de que en un tiempo futuro puedan reincorporarse o incorporarse
Conceptos, debates y experiencias en justicia penal juvenil / 105
según el caso. La inclusión educativa formal o no-formal tiene su basamento en considerar al aprendizaje
en el marco de las situaciones históricas, culturales y vitales de cada uno de los adolescentes. Por eso,
el medio social en el que el chico crece y se desarrolla no puede ser considerado como externo en su
proceso de aprendizaje, sino que se considera constitutivo de este.
“yo voy porque aunque terminé la escuela no se leer muy bien”, Daniel.
del sistema que es ser delincuentes o fantasmas dormidos y resignados que deambulan tristemente por
sus ghetos de miseria sin posibilidad de molestar con sus acciones los proyectos hegemónicos de poder
excluyente de las corporaciones que todavía hoy nos dominan.
Programas complementarios
A partir de este objetivo surge como programa complementario la formación de agentes comunitarios
solidarios a partir de aquellos integrantes de los talleres interesados en formarse en conocimientos
básicos y estrategias adecuadas para transferir posteriormente esos conocimientos y estrategias a la
población mediante un enfoque socio educativo cultural.
En el marco del programa hemos desarrollado un dispositivo de acción comunitaria para el abordaje
de la problemática de las adicciones donde abordamos el consumo como expresión del malestar social
y no como una propuesta parcializada en una patología: la adicción.
Con los adolescentes que trabajamos, la pérdida de ciudadanía aparece como un destino que se percibe
como inevitable. No hay futuro porque no hay presente, la idea de cambio se traduce como la idea de fin:
fin de trabajo, fin de la familia, fin de la posibilidad de ascenso social. El abandono de las funciones del
Estado bajo políticas neoliberales ha favorecido el individualismo y la fragmentación social, es decir, la
pérdida de idea de comunidad, del bien común y con ella la pérdida de identidad, de socialización.
En este contexto de pobreza y exclusión las sustancias tóxicas se instalan como “salida” que promete
cierta construcción de identidad y por lo tanto cierto sentido de pertenencia posible frente a la fragmen-
tación social.
Es por ello que el abordaje necesariamente debe darse en espacios microsociales, en el entramado
singular de cada comunidad, a través de la reconstrucción de los lazos de solidaridad y reciprocidad que
posibilitan la construcción de identidad y propician el protagonismo de la familia y la comunidad en la
resolución de la problemática.
En tal sentido proponemos:
· Sensibilización de grupos e instituciones.
· Diagnóstico de la situación local.
· Capacitación de líderes comunitarios.
· Proyecto barrial.
· Inclusión de los adolescentes en los distintos ejes del programa, la posibilidad de construir un
proyecto de vida permite instalar un cuestionamiento al uso de drogas como a otros comportamientos
que aparecen como expresión del malestar.
El consumo de drogas puede ser un obstáculo en el sostenimiento de estas acciones. Se trata enton-
ces de posibilitar un espacio grupal, a modo de talleres complementarios en las acciones de cambio.
La “reinserción social” de los adolescentes consumidores de drogas sólo será exitosa si comienza a
producirse allí mismo donde algo del orden de la exclusión se puso en juego. Es la propia comunidad
quien debe favorecer los mecanismos de inclusión de sus adolescentes, creando espacios de pertenencia
y de socialización.
El Estado garantiza con educación, salud y trabajo los mecanismos para que los ciudadanos reconstru-
yan lazos de solidaridad.
Nuestro abordaje en el entramado singular de cada comunidad, a través de la reconstrucción de los
lazos de solidaridad y reciprocidad que posibilitan la construcción de identidad nos ha permitido peque-
ños logros que se contraponen a las políticas de control social.
Trabajo de mediación
Entendemos la mediación como aquella medida buscada por el bien común, donde nuestra postura no
es encontrar buenos y malos o culpables e inocentes a quienes sancionar. Por lo tanto, nuestra intervención
se dirigió a organizar el hecho de tal manera que permitiera la convivencia de las dos familias y jóvenes
integrantes del Programa en la comunidad. La intervención en terreno nos permite manejar los códigos de
la exclusión, la trasgresión como modo de vida, como forma de vida necesario para la supervivencia.
Conceptos, debates y experiencias en justicia penal juvenil / 107
Entonces, la mediación se desarrolla en un hecho de robo, un adolescente roba a otro dinero y toda
su ropa, surgiendo amenazas y enfrentamientos entre las familias. Aquí nuestra intervención utiliza
como herramienta el diálogo y el vínculo de confianza establecido entre los profesionales y las familias.
Esto permite llegar al acuerdo de asumir el acto realizado, devolviendo lo sustraído. Posteriormente se
trabajó el vínculo roto entre ellos y las familias permitiéndoles recorrer juntos los caminos solidarios de
la comunidad, en la construcción de sus proyectos de vida.
En la exclusión lo principal es sobrevivir, y ella es la que guía sus actos por carriles señalizados por
otros parámetros. Sus conductas son producto de la muerte temprana de sus infancias, la entrada prema-
tura y abrupta en la adolescencia y a su vez la conversión de golpe en adulto por el Derecho Penal, por
la droga, por la necesidad de sobrevivir, macerados en sus caminos por los golpes físicos y morales de la
injusticia estructural, sin sueños que proyecten sus vidas hacia realizaciones personales.
Esto se presenta de forma evidente en el discurso de adolescentes de veinte años cuando afirman:
“La vida es hasta los 30, después... la nada, la muerte...” , Emanuel, 20 años
Esto nos lleva a pensar que el único camino posible es aquel que ataque el camino de la desprotección
estructural que sufre la comunidad; solo así podremos hablar de la integralidad necesaria para la igual-
dad de oportunidades.
“Te esperamos”
Como desarrollamos anteriormente, el delito está ligado a la supervivencia; pero creemos que otra
cosa es posible para esos chicos entramados con la droga y/o el delito. Esto nos llevó a trabajar con
jóvenes privados de la libertad de los barrios en los cuales estamos insertos.
Uno de los casos que abordamos tiene como protagonista a un adolescente llamado Gustavo, de 16
años de edad que había sido detenido 2 veces por robo calificado y a 2 semanas de integrarse a trabajar
con nosotros es detenido una tercera vez por la misma causa.
A partir de aquí, nuestro abordaje tuvo las siguientes estrategias:
· Abordaje personal dentro de la comisaría por un trabajador social y un psicólogo desde la relación
afectiva, y asesoramiento y representación del caso por parte de un abogado en el juzgado de menores
correspondiente.
· Abordaje familiar a fin de comprometerla en un trabajo en conjunto que tuvo como objetivo la
libertad del adolescente, desde la inclusión a los tres módulos del Programa.
· Trabajo con otras instituciones barriales.
Luego de un período de trabajo con los profesionales del juzgado, se realiza la integración del joven
al Programa sustituyendo así su internación a un Instituto de rehabilitación.
Desde su inserción en los diferentes módulos del Programa, Gustavo no volvió a reincidir y mejoró
los vínculos familiares, su inserción laboral y comenzó a tratar su adicción dentro del mismo grupo
comunitario.
Lo más destacable es la superación de una imagen individualista de sí mismo a una forma de entra-
mado con el otro desde un compromiso solidario.
Gustavo sigue perteneciendo a un conocido grupo de la zona llamado “la banda del camión” que se
conoce por haber protagonizado algunos robos y porque los jóvenes poseen problemas de adicciones.
Pero a partir de nuestro abordaje pudimos relacionarnos con sus miembros, logrando que Gustavo hoy
trabaje de albañil y con los demás nos estamos dando una estrategia de formación de una cooperativa de
trabajo.
Nuestra intervención posibilitó que uno de ellos hoy esté colaborando como un agente solidario
dentro del Programa. Tenemos esperanza de que en pocos meses más dicha “banda” solo permanezca
como un grupo de amigos comprometidos con la política.
A la fecha de esta publicación tenemos en el Programa a Marcos, a quien el juez procesó por robo
calificado. Esto hacía muy probable que se le aplicara la pena privativa de la libertad.
108 / Conceptos, debates y experiencias en justicia penal juvenil
Marcos, hijo de una familia conocida nuestra en el barrio vecino (La Granada) pidió nuestra
intervención. Evaluadas las posibilidades, decidimos arriesgarnos a su incorporación en el Programa,
intercediendo ante el juez interviniente. Este accedió a nuestra intervención. Estamos convencidos que
de ahora en más Marcos podrá enhebrar una esperanza de vida mientras que en la cárcel le esperaban no
menos de cinco años de muerte, ya que tiene 19 años con muchos antecedentes.
Queremos remarcar que nos comprometimos con dos abogados que accedieron a tomar la
representación legal de los casos que el Programa les indique, lo que no es frecuente encontrar.
Monitoreo evaluación
Comité evaluador
Se conforma un comité de seguimiento y evaluación, por aquellos sectores o representantes de los
mismos, que financien el presente Programa, director del mismo, dejando las puertas abiertas para la
representación de los mismos jóvenes.
Informes
Cada mes, los/as coordinadores de cada centro de Inclusión social presentan un informe a las autoridades
del Programa que luego es elevado al Comité Evaluador.
Paralelamente se realizan reuniones mensuales con el fin de evaluar el trabajo durante ese mes,
resolviendo y tomando nuevas estrategias de ser necesario.
Conceptos, debates y experiencias en justicia penal juvenil / 109
ANEXOS
110 / Conceptos, debates y experiencias en justicia penal juvenil
Conceptos, debates y experiencias en justicia penal juvenil / 111
Este trabajo analiza los mecanismos de desjudicialización (alternativas al juicio) y las sanciones no
privativas de libertad de contenido restaurativo, contemplados en las nuevas legislaciones penales juve-
niles adecuadas a los principios de la Convención sobre los Derechos del Niño, vigentes en los países
latinoamericanos y en España.
Cabe notar que la Convención sobre los Derechos del Niño no habla de “justicia restaurativa”,
concepto que es posterior a ella. Al respecto, el documento E/CN.15/2002/5/Add.1 del Consejo Econó-
mico y Social de las Naciones Unidas titulado Justicia restaurativa. Informe del Secretario General.
Adición, Informe de la reunión del Grupo de Expertos sobre Justicia Restaurativa, trae las siguientes
definiciones:
1. Por “programa de justicia restaurativa” se entiende todo programa que utilice procesos restaurativos
e intente lograr resultados restaurativos;
2. Por “proceso restaurativo” se entiende todo proceso en que la víctima, el delincuente y, cuando
proceda, cualesquiera otras personas o miembros de la comunidad afectados por un delito, participen
conjuntamente de forma activa en la resolución de cuestiones derivadas del delito, por lo general con la
ayuda de un facilitador. Entre los procesos restaurativos se puede incluir la mediación, la conciliación, la
celebración de conversaciones y las reuniones para decidir sentencias;
3. Por “resultado restaurativo” se entiende un acuerdo alcanzado como consecuencia de un proceso
restaurativo. Entre los resultados restaurativos se pueden incluir respuestas y programas como la repara-
ción, la restitución y el servicio a la comunidad, encaminados a atender a las necesidades y responsabi-
lidades individuales y colectivas de las partes y a lograr la reintegración de la víctima y el delincuente.
El trabajo que estamos presentando es esencialmente jurídico, pero sería necesaria la investigación
empírica, para conocer mejor las posibilidades de las soluciones restaurativas en materia de justicia
penal juvenil en los países de la región y promocionar aquéllas que han obtenido mejores resultados.
De los principios contenidos en la Convención sobre los Derechos del Niño, y los otros instrumentos
de las Naciones Unidas que la integran y desarrollan en esta materia, las Reglas Mínimas para la Admi-
nistración de la Justicia de Menores (Reglas de Beijing), las Reglas Mínimas para la Protección de los
Menores Privados de Libertad, y las Directrices para la Prevención de la Delincuencia Juvenil (Directrices
de Riad), se derivan las siguientes características del nuevo modelo de justicia penal juvenil, llamado
“modelo de responsabilidad”1 :
§ El reconocimiento de los niños, niñas y adolescentes como sujetos de derecho en etapa especí-
fica de desarrollo, que significa también la adquisición paulatina de responsabilidades de tipo
jurídico, entre ellas la penal a partir de determinada edad y distinta de la responsabilidad penal
de los adultos.
§ La inclusión de opciones para minimizar la intervención penal evitando el proceso o el juicio
(alternativas al proceso, mecanismos de desjudicialización).
* Rita Maxera, Instituto Latinoamericano de Naciones Unidas para la Prevención del Delito y Tratamiento del
Delincuente, ILANUD, XI Congreso de las Naciones Unidas sobre Prevención del Delito y Justicia Penal, Seminario
sobre potenciación de la reforma de la justicia penal, incluida la justicia restaurativa Bangkok 18-25 abril 2005.
1
A partir de 1990 el Proyecto ILANUD/Comisión Europea realizó el diagnóstico jurídico y sociológico de la
situación de los sistemas de justicia penal juvenil en todos los países de la región y desde allí cada uno comenzó
su proceso de reforma. En forma paralela al estudio en América Latina con los mismos instrumentos se hizo un
estudio comparativo con España e Italia.
112 / Conceptos, debates y experiencias en justicia penal juvenil
§ El establecimiento de una amplia gama de sanciones (medidas) con una finalidad pedagógica y
entre las cuales las que impliquen privación de libertad deben ser excepcionales, reservadas para
los delitos más graves y utilizadas en tanto no sea posible aplicar una sanción diferente.
§ Las garantías del debido proceso sustancial y formal de los adultos, más las garantías específi-
cas que corresponden a los adolescentes en razón de su edad. Estas garantías están reconocidas
expresamente, y normados los actos del procedimiento para que posibiliten su efectividad,
tomando en cuenta la situación específica de las personas adolescentes.
§ La especialidad de todos los órganos del sistema de justicia penal juvenil.
§ La participación de la víctima en el proceso, tomando en cuenta también la finalidad pedagó-
gica de la intervención penal.
CUADRO 1
PAÍSES LATINOAMERICANOS EN LOS QUE SE ENCUENTRA VIGENTE UNA LEGISLACIÓN PENAL
PARA ADOLESCENTES PLENAMENTE ADECUADA A LOS PRINCIPIOS DE LA CONVENCIÓN
SOBRE LOS DERECHOS DEL NIÑO
1
Después de la Ley del Menor Infractor se promulgó la Ley de Ejecución de las Medidas y posteriormente 2
leyes antimaras. La primera declarada inconstitucional, la segunda del 2004, vigente.
2
Cuenta con Ley Antimaras del año 2003. Consiste en una reforma al artículo 332 del Código Penal que tipifica
el delito de asociación ilícita.
3
La Ley 46 del 2003 modifica la Ley 40 de 1999, Régimen Especial de Responsabilidad Penal para la Adolescen-
cia. Las principales son las siguientes: aumento del máximo de la pena privativa de libertad de 5 a 7 años para
los delitos de homicidio doloso, violación sexual y tráfico ilícito de estupefacientes; ampliación de la duración
máxima de la detención provisional de 2 a 6 meses y ampliación de la lista de delitos que admiten detención
provisional y pena privativa de libertad.
Conceptos, debates y experiencias en justicia penal juvenil / 113
§ Como puede verse en el cuadro, algunos países legislaron la materia en códigos integrales; otros
en leyes especiales. Los años consignados corresponden a la entrada en vigencia de la ley o
código y no a su aprobación.
§ Colombia espera la aprobación de la Ley de la Niñez y la Adolescencia de 2004.
§ En México están en proceso de aprobación de un Proyecto de reforma a la Constitución Política
referente a la responsabilidad penal juvenil y un Anteproyecto de Ley del sistema de justicia
penal para adolescentes.
§ En Chile el Proyecto de Ley que crea un sistema de responsabilidad de los adolescentes por las
infracciones a la ley penal, alcanzó en el 2004 aprobación de la Cámara de Diputados.
§ En la Argentina en el año 2000 se presentó el 1er. Proyecto de responsabilidad penal juvenil
adecuado a los principios de la Convención sobre los Derechos del Niño. En el 2002 perdió
estado parlamentario. Desde esa fecha muchos anteproyectos han sido elaborados sin que nin-
guno se concrete en una iniciativa legislativa. En algunas provincias del país se han llevado a
cabo reformas de tipo procesal.
4
La Ley 46 de 2003 modifica la Ley 40 de 1999, Régimen Especial de Responsabilidad Penal para la Adolescen-
cia. Las principales son las siguientes: aumento del máximo de la pena privativa de libertad de 5 a 7 años para
los delitos de homicidio doloso, violación sexual y tráfico ilícito de estupefacientes; ampliación de la duración
máxima de la detención provisional de 2 a 6 meses y ampliación de la lista de delitos que admiten detención
provisional y pena privativa de libertad.
5
El Código de la Niñez y Adolescencia de Perú de 1992 fue reemplazado por un nuevo Código (2002) que en
lo que interesa a nuestro tema conserva las mismas instituciones e incorpora disposiciones especiales para el
“pandillaje pernicioso” entendido como lo define el artículo 193 de ese cuerpo normativo: “Se considera
pandilla perniciosa al grupo de adolescentes mayores de 12 (doce) años y menores de 18 (dieciocho) años de
edad que reúnan y actúen para agredir a terceras personas, lesionar la integridad física o atentar contra la vida
de las personas, dañar bienes públicos o privados u ocasionar desmanes que alteren el orden interno”.
114 / Conceptos, debates y experiencias en justicia penal juvenil
CUADRO 2
LAS ALTERNATIVAS AL JUICIO
(desjudicialización)
BOLIVIA SI NO NO NO
BRASIL SI NO NO NO
COSTA RICA NO SI SI SI
ECUADOR SI SI NO SI
EL SALVADOR SI SI SI NO
ESPAÑA SI6 SI SI NO
GUATEMALA SI SI SI NO
HONDURAS SI SI SI NO
NICARAGUA NO SI SI NO
PANAMÁ SI SI SI SI7
PARAGUAY SI SI NO NO
PERÚ SI NO NO NO
REP.DOMINICANA NO SI SI SI
URUGUAY NO SI SI8 SI
VENEZUELA SI SI NO SI
El siguiente cuadro presenta las diversas alternativas al juicio de carácter restaurativo previstas en las
legislaciones de los países que estamos analizando.
Los mecanismos de salida anticipada del proceso (desjudicialización) son similares aún cuando algunas
veces no se denominan de la misma manera. La diferencia fundamental entre la remisión y el criterio de
6
En la legislación española recibe el nombre de Desistimiento de la incoacción del expediente por corrección
en el ámbito educativo y familiar (artículo 18).
7
En la Legislación panameña se regula como la suspensión condicional del proceso.
8
Recibe el nombre de prescindencia de la acción penal.
Conceptos, debates y experiencias en justicia penal juvenil / 115
BOLIVIA
La remisión es la forma de desjudicialización contemplada en la legislación específica. No toma en
cuenta a la víctima y aún cuando la remisión se acompañe de una medida socieducativa no está
contemplada la reparación del daño.
BRASIL
La remisión no contempla la reparación a la víctima. Sin embargo, al prescribir que podrá aplicarse
cualquiera de las medidas previstas en la ley podría el juez ordenar la reparación del daño.
COSTA RICA
La conciliación es el único mecanismo de desjudicialización de carácter restaurativo.
Artículo 61. Partes necesarias
La conciliación es un acto jurisdiccional voluntario entre el ofendido o su representante y el menor de
edad, quienes serán las partes necesarias en ella.
Artículo 64. Procedencia
La conciliación procederá en todos los casos en que es admisible para la justicia penal de adultos. 9
ECUADOR
La conciliación y la suspensión del proceso a prueba tienen carácter restaurativo.
Conciliación10 :
Artículo 345. El Procurador podrá promover la conciliación siempre que la infracción no sea de
aquellas que autorizan el internamiento preventivo según el artículo 330 de este Código.
Para promover la conciliación se realizará una reunión con la presencia del adolescente, sus padres o
representantes legales o personas que lo tengan bajo su cuidado y la víctima, el procurador expondrá la
eventual acusación y oirá proposiciones.
En caso de llegarse a un acuerdo preliminar el Procurador lo presentará al Juez de la Niñez y
Adolescencia, conjuntamente con la eventual acusación.
9
El Código Procesal Penal de Costa Rica establece (artículo 36) que la conciliación procede en las contravencio-
nes, en los delitos de acción privada, de acción pública a instancia privada y los que admiten la suspensión
condicional de la pena. O sea aquellos delitos cuya pena mínima no exceda de tres años (artículo 59 Código
Penal). Por su parte la Sala Constitucional Voto N° 711-98 de las 16:09 horas del 6 de octubre de 1998
respondiendo a una Consulta Judicial Facultativa de Constitucional relativa a la aplicación de este instituto y la
congruencia con el art. 155 del Código de la Niñez y la Adolescencia indicó que la conciliación no procede
cuando la víctima es menor de edad.
10
La legislación ecuatoriana indica que las obligaciones establecidas en el acuerdo conciliatorio pueden referir-
se a la reparación del daño causado o la realización de ciertas actividades concretas destinadas a que el
adolescente asuma su responsabilidad por los actos de los que se le acusa.
116 / Conceptos, debates y experiencias en justicia penal juvenil
EL SALVADOR
Tres de los mecanismos tienen carácter restaurativo.
Implica la remisión, en el caso de El Salvador acuerdo de partes y reparación del daño. Por su parte,
en el caso de la conciliación puede decirse que prácticamente la admite en todo tipo de delitos o sea
tiene el ámbito de aplicación más amplio de las legislaciones que se analizan. Sin embargo, fue eliminada
como mecanismo de desjudicialización en el ámbito de aplicación de la Ley Antimaras. La renuncia a la
acción una institución equivalente al principio de oportunidad reglado, también prevé la reparación del
daño como una de las causales para su procedencia.
La remisión
Artículo 37. El juez podrá examinar la posibilidad de no continuar el proceso, cuando el delito
estuviese sancionado en la legislación penal con pena de prisión cuyo mínimo sea inferior a tres años,
con base en el grado de responsabilidad, en el daño causado y en la reparación del mismo.
Si el juez considera que no procede la continuación del proceso, citará a las partes a una audiencia
común y previo acuerdo con ellas, resolverá remitir al menor a programas comunitarios con el apoyo de
su familia y bajo el control de la institución que los realice, si no existiere acuerdo entre las partes, se
continuará con el proceso.
La conciliación
Artículo 59. Admiten conciliación todos los delitos o faltas excepto los que afecten intereses difusos
de la sociedad.
El arreglo conciliatorio procede de oficio, a instancia de parte, a petición del ofendido o víctima,
siempre que existan indicios o evidencias de la autoría o participación del menor, y no concurran
causales excluyentes de responsabilidad; sin que ello implique aceptación de la comisión por parte del
menor.
La conciliación procede ante la Fiscalía General de la República o ante el juez de menores, mientras
no se haya decretado la resolución que aplique medidas en forma definitiva al menor.
Artículo 60. La conciliación es un acto voluntario entre el ofendido o la víctima y el menor, quienes
son las partes necesarias en la conciliación. Para el cumplimiento de las obligaciones de contenido
patrimonial podrá obligarse a cualquier persona.
No podrá autorizarse la conciliación cuando vulnere el interés superior del menor.
La renuncia de la acción
Artículo 70. La Fiscalía General de la República podrá renunciar de la acción por hechos tipificados
en la legislación penal, como faltas o delitos sancionados con pena de prisión cuyo mínimo no exceda
de tres años. Tendrá en cuenta las circunstancias del hecho, las causas que los motivaron o la reparación
del daño.
En los casos señalados en el inciso anterior, si la reparación del daño fuere total, la Fiscalía deberá
renunciar de la acción.
La renuncia impide promover la acción ante el tribunal de menores.
Conceptos, debates y experiencias en justicia penal juvenil / 117
ESPAÑA
En un mismo artículo la ley española regula dos mecanismos de desjudicialización de contenido
restaurativo, la conciliación y la reparación a la víctima. La conciliación no implica compensación
económica y la reparación del año consiste en obligaciones de hacer a cargo del adolescente y en
beneficio de la víctima, el afectado o la comunidad. Estas posibilidades son totalmente independientes
del acuerdo al que pueden llegar las partes sobre la responsabilidad civil derivada del delito o falta.
GUATEMALA
El acuerdo conciliatorio en la legislación guatemalteca, puede darse entre la persona ofendida y los
padres, tutores o responsables del adolescente lo que hace dudar del carácter socio-educativo que también
debe perseguir la conciliación. Los adultos responsables pueden apoyar el acuerdo o asumir obligaciones
que consten en el mismo, pero no sustituir la voluntad del adolescente presuntamente responsable de la
conducta delictiva.
Conciliación
Artículo 185. Admiten conciliación todas las transgresiones a la ley penal donde no exista violencia
grave contra las personas.
Artículo 186. Naturaleza de la conciliación. La conciliación es un acto voluntario entre la parte
ofendida y el adolescente o sus padres, tutores o responsables.
Para el cumplimiento de las obligaciones de contenido patrimonial podrá obligarse cualquier persona.
No podrá autorizarse la conciliación cuando se vulnere el interés superior del adolescente.
118 / Conceptos, debates y experiencias en justicia penal juvenil
Remisión
Artículo 193. El juez podrá examinar la posibilidad de no continuar el proceso, cuando la acción
contenida estuviere sancionada en el Código Penal, con pena de prisión cuyo mínimo sea inferior a tres
años, con base en el grado de participación en el daño causado y la reparación del mismo.
Si el juez considera que no procede la continuación del proceso, citará a las partes a una audiencia
común y previo acuerdo con ellos resolverá remitir al adolescente a programas comunitarios, con el
apoyo de su familia y bajo control de la institución que los realice, si no existiere acuerdo entre las partes
se continuará el proceso.
HONDURAS
La legislación hondureña contempla la indemnización a la víctima para la procedencia del criterio de
oportunidad; sin embargo, no se precisa si se trata de una obligación a cargo del adolescente o de sus
representantes.
La conciliación
Artículo 220. La conciliación procederá en cualquier etapa del proceso anterior a la apertura del
juicio y será aplicable cuando en las infracciones cometidas no haya existido violencia contra las personas.
La conciliación será un acto voluntario que en ningún caso podrá entenderse como que el niño es
responsable de la infracción que se le imputa. La conciliación no tendrá lugar cuando en cualquier forma
vulnere los intereses del niño.
Por medio de la conciliación podrá pactarse la remisión del asunto.
El criterio de oportunidad
Artículo 224. Por el criterio de oportunidad el Ministerio Público podrá solicitar al Juzgado de la
Niñez competente, o al que haga sus veces, que se abstenga de conocer de la acción deducida o que
admita su desistimiento si media justa indemnización para la víctima, en su caso, y siempre que concurra
alguna de las causales siguientes:
a) Que se trate de acciones u omisiones en que la responsabilidad del niño es mínima;
b) Que el niño haya hecho cuanto estaba a su alcance para impedir la comisión de la infracción o
limitar sus efectos;
c) Que el niño haya resultado gravemente afectado por la acción u omisión; o,
d) Que la infracción cometida no haya producido un impacto social significativo.
El criterio a que este artículo se refiere se aplicará cuando las infracciones no merezcan, de acuerdo
con el Código Penal o la ley especial de que se trae, pena de reclusión que excede de cinco (5) años. El
Juez podrá otorgarlo aún con oposición de la víctima, quien podrá hacer uso de los recursos correspondientes.
NICARAGUA
Sólo la conciliación tiene contenido restaurativo.
Conciliación
Artículo 145. La conciliación es un acto jurídico voluntario entre el ofendido o su representante y el
adolescente, con el objeto de lograr un acuerdo para la reparación del daño causado por el adolescente.
El arreglo conciliatorio procede de oficio, a instancias del acusado o a petición del ofendido, siempre
que existan indicios o evidencias de la autoría o participación del adolescente sin que ello implique
aceptación de la comisión del hecho por parte del acusado.
Conceptos, debates y experiencias en justicia penal juvenil / 119
Artículo 148. La conciliación no procederá en los delitos cuya pena merezca medidas de privación
de libertad.11
PANAMÁ
Ni el criterio de oportunidad, ni la remisión implican en la legislación panameña reparación del
daño. Tienen contenido restaurativo la conciliación y la suspensión condicional del proceso.
Conciliación
Artículo 69. La conciliación es un acto voluntario entre la persona ofendida o su representante y el
adolescente o la adolescente. Los adolescentes y las adolescentes tendrán derecho a que sus padres,
tutores o representantes los acompañen durante la audiencia de conciliación. Los adolescentes que hayan
cumplido los dieciséis años tendrán derecho a que sus padres, tutores o representantes no se encuentren
presentes durante la audiencia de conciliación.
Para el cumplimiento de las obligaciones de contenido patrimonial, el adolescente o la adolescente
podrá ser acompañado por cualquier persona.
PARAGUAY
Solo está prevista la remisión como salida anticipada.
Remisión
Artículo 242.En todas las etapas procesales, el Juzgado Penal de la Adolescencia podrá examinar la
posibilidad de no continuar el proceso, cuando el hecho punible estuviese sancionado en la legislación
penal con pena privativa de libertad que no supere los dos años, basándose en el grado de responsabili-
dad, en el daño causado y en la reparación del mismo.
(...)
PERÚ
Sólo regula la remisión y no queda claro a cargo de quién está la reparación del daño.
Remisión
Artículo 206. El Fiscal podrá disponer la Remisión cuando se trate de infracción a la ley penal que no
revista gravedad y el adolescente y sus padres o responsables se comprometan a seguir programas de
orientación supervisados por el PROMUDEH o las instituciones autorizadas por éste y, si fuera el caso,
procurará el resarcimiento del daño a quien hubiere sido perjudicado.
11
La indicación de los delitos que serán sancionados con una medida de privación de libertad están especifica-
dos en el artículo 203 del Código de la Niñez y la Adolescencia, y son los siguientes: asesinato atroz, asesinato,
homicidio doloso, infanticidio, parricidio, lesiones graves, violación, abusos deshonestos, rapto, robo, tráfico de
drogas, incendio y otros estragos, envenenamiento o adulteramiento de agua potable, bebidas, comestibles o
sustancias medicinales. También en el incumplimiento injustificado de medidas no privativas de libertad.
120 / Conceptos, debates y experiencias en justicia penal juvenil
REPÚBLICA DOMINICANA
La legislación dominicana remite al Código Procesal Penal para la aplicación de los mecanismos de
desjudicialización.
URUGUAY
Esta es la única salida con contenido reparador. Cabe notar que regula de manera detallada el meca-
nismo de la conciliación.
VENEZUELA
La posibilidad de conciliación en los delitos que afecten intereses colectivos o difusos y la reparación
social del daño resulta novedoso.
La conciliación
Artículo 564. Cuando se trate de hechos punibles para los que no sea procedente la privación de
libertad como sanción, el Fiscal del Ministerio Público promoverá la conciliación. Para ello, celebrará
una reunión con el adolescente, sus padres, representes o responsables y la víctima, presentará su even-
tual acusación, expondrá y oirá proposiciones.
Parágrafo Primero: En caso de hechos punibles que afecten intereses colectivos o difusos propondrá
la reparación social del daño.
(…)
CUADRO 3
LAS SANCIONES NO PRIVATIVAS DE LIBERTAD
BOLIVIA NO SI SI SI NO SI
BRASIL NO SI SI SI SI SI
COSTA RICA NO SI SI SI SI SI
ECUADOR SI SI SI SI SI SI
EL SALVADOR SI SI SI SI NO SI
ESPAÑA NO SI SI SI12 NO SI
GUATEMALA NO SI SI SI SI SI
HONDURAS SI SI SI SI SI SI
NICARAGUA SI SI SI SI SI SI
PANAMÁ NO SI NO SI SI SI
PARAGUAY NO SI NO SI SI SI
PERÚ NO SI SI SI NO NO
R.DOMINICANA NO SI SI SI SI SI
URUGUAY SI SI NO SI SI SI
VENEZUELA NO SI SI SI SI SI
12
Resulta interesante que en primer lugar la reparación consiste en trabajo a favor de la víctima sustituible por
una compensación económica. Además, se requiere la aceptación de la víctima.
122 / Conceptos, debates y experiencias en justicia penal juvenil
BOLIVIA
Prestación de servicios a la comunidad
Artículo 243. Consiste en tareas prestadas gratuitamente por el adolescente en beneficio de la
comunidad, en entidades asistenciales, hospitales, escuelas u otros establecimientos similares, así como
en programas comunitarios o estatales, por un período no mayor a seis meses.
Las tareas serán asignadas de acuerdo con las aptitudes del adolescente y deberán ser efectuadas en
jornadas máximas de ocho horas semanales con las garantías previstas en el presente Código. Estas
jornadas podrán cumplirse los días sábados, domingos y feriados o en días hábiles de la semana, de
manera que no perjudiquen la asistencia a la escuela o la jornada normal de trabajo.
En ningún caso y bajo ningún concepto será aplicada esta medida sin que el Juez explique al adoles-
cente los fundamentos y alcances de la misma.
BRASIL
Obligación de reparar el daño
Artículo 116. Tratándose de actos infraccionales con efectos patrimoniales, la autoridad podrá deter-
minar, si fuera el caso, que el adolescente restituya la cosa, promueva el resarcimiento del daño, o por
otra forma compense el perjuicio a la víctima.
Parágrafo único: Habiendo manifiesta imposibilidad, la medida podrá ser sustituida por otra adecuada.
COSTA RICA
Prestación de servicio a la comunidad
Artículo 126. La prestación de servicios a la comunidad consiste en realizar tareas gratuitas, de interés
general, en entidades de asistencia, públicas o privadas, como hospitales, escuelas, parques nacionales y
otros establecimientos similares.
Las tareas deberán asignarse según las aptitudes de los menores de edad, los cuales las cumplirán
durante una jornada máxima de ocho horas semanales, los sábados, domingos y días feriados o en días
hábiles, pero sin perjudicar la asistencia a la escuela o la jornada normal de trabajo.
Los servicios a la comunidad deberán prestarse durante un período máximo de seis meses.
La medida se mantendrá durante el tiempo necesario para que el servicio fijado se realice efectiva-
mente o sea sustituido.
Reparación de daños1 2
Artículo 127. La reparación de los daños a la víctima del delito consiste en la prestación directa del
trabajo, por el menor de edad en favor de la víctima, con el fin de resarcir o restituir el daño causado por
el delito. Para repararlo, se requerirá el consentimiento de la víctima y del menor de edad; además, la
aprobación del Juez.
12
Resulta interesante que en primer lugar la reparación consiste en trabajo a favor de la víctima sustituible por
una compensación económica. Además, se requiere la aceptación de la víctima.
Conceptos, debates y experiencias en justicia penal juvenil / 123
Con el acuerdo de la víctima y el menor de edad, la pena podrá sustituirse por una suma de dinero
que el Juez fijará, la cual no podrá exceder de la cuantía de los daños y perjuicios ocasionados por el
hecho. La sanción se considerará cumplida cuando el Juez determine que el daño ha sido reparado en la
mejor forma posible.
ECUADOR
Reparación del daño causado
Artículo 369. (...)
4.- Esta medida consiste en la obligación del adolescente de restablecer el equilibrio patrimonial
afectado con la infracción, mediante la reposición del bien, su restauración o el pago de una indemniza-
ción proporcional al perjuicio provocado.
Servicios a la comunidad
Artículo 369.
5.- Son actividades concretas de beneficio comunitario que impone el Juez, para que el adolescente
infractor las realice sin menoscabo de su integridad y dignidad ni afectación de sus obligaciones acadé-
micas o laborales, tomando en consideración sus aptitudes, habilidades y destrezas, y el beneficio socio-
educativo que reportan.
EL SALVADOR
La reparación del daño no está contemplada como sanción.
Servicios a la comunidad
Artículo 13. Los servicios a la comunidad son tareas de interés general, que el menor debe realizar en
forma gratuita.
Las tareas a las que se refiere la presente disposición, deberán asignarse en lugares o establecimientos
públicos, o en ejecución de programas comunitarios, que no impliquen riesgo o peligro para el menor,
ni menoscabo a su dignidad, durante horas que no interfieran su asistencia a la escuela o a su jornada de
trabajo.
ESPAÑA
Prestaciones en beneficio de la comunidad
Artículo 7.
(…)
j. La persona sometida a esta medida, que no podrá imponerse sin su consentimiento, ha de realizar
las actividades no retribuidas que se le indiquen, de interés social o en beneficio de personas en situa-
ción de precariedad. Se buscará relacionar la naturaleza de dichas actividades con la naturaleza del bien
jurídico lesionado por los hechos cometidos por el menor.
GUATEMALA
La prestación de servicios a la comunidad
Artículo 243. La prestación de servicios a la comunidad consiste en realizar tareas gratuitas, de interés
general en entidades de asistencia, públicas o privadas, como hospitales, escuelas, parques nacionales y
otros establecimientos similares.
Las tareas deberán asignarse según las aptitudes de los adolescentes, procurando, cuando fuere
posible, relacionar la naturaleza de la actividad con la del bien jurídico lesionado por el adolescente.
Las tareas se cumplirán durante una jornada máxima de ocho horas semanales, los sábados, domingos
y días feriados o en días hábiles, pero sin perjudicar la asistencia a la escuela o la jornada normal de
trabajo.
Los servicios a la comunidad deberán prestarse durante un periodo máximo de seis meses.
124 / Conceptos, debates y experiencias en justicia penal juvenil
La sanción se mantendrá durante el tiempo necesario para que el servicio fijado se realice efectiva-
mente o sea sustituido. La sanción será supervisada y orientada por la persona que el juez designe, quien
elaborará un plan individual para el adolescente.
HONDURAS
Servicios a la comunidad
Artículo 193. ...consistirán en tareas de interés general que el niño deberá realizar en forma gratuita.
Dichos servicios en ningún caso podrán exceder de seis (6) meses.
Las tareas a que se refiere el párrafo anterior deberán cumplirse durante horas que no interrumpan su
asistencia a la escuela o al trabajo y se prestarán en establecimientos públicos o durante la ejecución de
programas comunitarios que no impliquen riesgo para el niño o menoscabo a su dignidad.
NICARAGUA
Prestación de servicios a la comunidad
Artículo 199. La prestación de servicios a la comunidad consiste en realizar tareas gratuitas, de interés
general en entidades de asistencia pública como hospitales, escuelas y parques.
Las tareas deberán asignarse según las aptitudes del adolescente y se cumplirán durante cuatro horas
semanales, como mínimo, procurando realizarse los sábados, domingos y días feriados o en días hábiles,
pero sin perjudicar la asistencia a la escuela o la jornada normal de trabajo y que no impliquen riesgos
o peligros para el adolescente ni menoscabo a su dignidad.
Los servicios a la comunidad deberán prestarse durante un período máximo de seis meses.
13
Si bien el juez puede ordenar la reparación en los delitos con efectos patrimoniales no se establece la nece-
sidad de aceptación de la víctima.
Conceptos, debates y experiencias en justicia penal juvenil / 125
Con el acuerdo de la víctima la medida podrá sustituirse por una suma de dinero que el Juez Penal de
Distrito del Adolescente fijará, la cual no podrá exceder de la cuantía de los daños y perjuicios materia-
les ocasionados por el hecho. La medida se considerará cumplida cuando el Juez Penal del Distrito del
Adolescente determine que el daño ha sido reparado en la mejor forma posible.
PANAMÁ
Prestación de servicios sociales a la comunidad
Artículo 133. La prestación de servicios sociales a la comunidad consiste en realizar, de modo
gratuito, tareas de interés general en las entidades de asistencia pública, ya sean estatales o particulares,
tales como hospitales, escuelas y parques.
Las tareas asignadas deberán guardar proporción con las aptitudes del adolescente o de la adolescente
y con su nivel de desarrollo biopsicosocial. Igualmente, la prestación de servicios sociales a la comuni-
dad deberá contar con orientación psicológica, la cual se realizará periódicamente.
Estas sanciones podrán tener lugar en días hábiles o en días feriados, pero en ningún caso podrán
tener una carga superior a las ocho horas semanales, ni podrán interferir con la asistencia a la escuela o
con la jornada normal de trabajo.
La prestación de servicios sociales a la comunidad no tendrá una duración mayor de dieciocho meses.
Reparación de daños
Artículo 134.
La reparación de daños consiste en una obligación de hacer, por parte del adolescente, a favor de la
persona que haya sufrido perjuicio o disminución en su patrimonio por razón de la conducta infractora.
La obligación de hacer que se le asigne al adolescente o a la adolescente, siempre deberá tener por
finalidad resarcir el daño causado o restituir la cosa dañada por su conducta, sin menoscabar la situación
socioeconómica del adolescente o de la adolescente.
El juez penal de adolescentes sólo podrá imponer esta sanción, cuando la víctima haya dado su
consentimiento y el adolescente o la adolescente y el adulto responsable hayan manifestado su acuerdo.
Si ambas partes acuerdan sustituir el trabajo del adolescente o de la adolescente por una suma de dinero,
el juez procederá a fijar la cuantía que se considere equivalente a los daños y perjuicios ocasionados por
el acto infractor.
El adulto responsable que manifieste su acuerdo en imponer esta sanción, está solidariamente obliga-
do a la reparación del daño. En todo caso, el juez de cumplimiento podrá considerar la sanción cumplida
cuando el daño haya sido reparado en la mejor forma posible.
La reparación del daño excluye la indemnización civil por responsabilidad extracontractual, a menos
que la persona ofendida la haya solicitado y el juez, concedido de modo expreso.
PARAGUAY
Reparación del daño
Artículo 200.
(...)
g) reparar, dentro de un plazo determinado y de acuerdo con sus posibilidades, los daños causados
por el hecho punible;
Imposición de obligaciones
Artículo 205.
a) reparar, dentro de un plazo determinado y de acuerdo con sus posibilidades, los daños causados
por el hecho punible;
b) pedir personalmente disculpas a la víctima;
c) realizar determinados trabajos;
d) prestar servicios a la comunidad y,
126 / Conceptos, debates y experiencias en justicia penal juvenil
PERÚ
Prestación de Servicios a la Comunidad
Artículo 232. La Prestación de Servicios a la Comunidad consiste en la realización de tareas acordes
a la aptitud del adolescente sin perjudicar su salud, escolaridad ni trabajo, por un período máximo de
seis meses; supervisados por personal técnico de la Gerencia de Operaciones de Centros Juveniles del
Poder Judicial en coordinación con los Gobiernos Locales.
REPÚBLICA DOMINICANA
Prestación de servicios sociales a la comunidad
Artículo 332. La prestación de servicios sociales a la comunidad consiste en realizar de modo gratui-
to, tareas de interés general en las entidades de asistencia pública o privada, tales como hospitales,
escuelas, parques, bomberos, defensa civil, Cruz Roja y otros establecimientos similares, siempre que
estas medidas no atenten contra su salud o integridad física y psicológica.
Las tareas deben guardar proporción con las aptitudes de la persona adolescente y con su nivel de
desarrollo biopsicosocial y deberá contar con atención integral continua.
(...)
URUGUAY
Trabajos en beneficio de la comunidad
Artículo 82. Los trabajos en beneficio de la comunidad se regularán de acuerdo a las directivas que
al efecto programe el Instituto Nacional del Menor. Preferentemente podrán realizarse en hospitales y en
otros servicios comunitarios públicos. No podrán exceder de seis horas diarias. La autoridad administra-
tiva vigilará su cumplimiento, concertando con los responsables de su ejecución, de forma que no
perjudique la asistencia a los centros de enseñanza, de esparcimiento y las relaciones familiares, en todo
lo cual se observará el cuidado de no revelar la situación procesal del adolescente.
VENEZUELA
Servicios a la comunidad
Artículo 625. Consiste en tareas de interés que el adolescente debe realizar de forma gratuita, por un
período que no exceda de seis meses, durante una jornada de ocho horas semanales preferentemente los
días sábados, domingos y feriados, o en día hábil pero sin perjudicar la asistencia a la escuela o la
jornada normal de trabajo.
Las tareas a las que se refiere este artículo deberán ser asignadas, según las aptitudes del adolescente
en servicios asistenciales o en programas comunitarios que no impliquen riesgo o peligro para el adoles-
cente o menoscabo para su dignidad.
Comentario Final
Todas las legislaciones analizadas incorporan mecanismos de desjudicialización, principio funda-
mental de una ley de responsabilidad penal juvenil.
Las primeras legislaciones aprobadas con posterioridad a la Convención –las de Brasil y Perú- estable-
cieron la “remisión” como única forma de salida anticipada del proceso. La remisión se incorpora al
derecho penal juvenil de los países de tradición romano germánica a través de las “Reglas Mínimas de
Conceptos, debates y experiencias en justicia penal juvenil / 127
las Naciones Unidas para la administración de la justicia juvenil” (Reglas de Beijing), adoptadas por las
Naciones Unidas en 1985. Las legislaciones posteriores incorporan otros mecanismos como el principio
de oportunidad, la conciliación y la suspensión del proceso a prueba. La característica común es que en
todas las legislaciones se trata de mecanismos procesales.
En las legislaciones salvadoreña y venezolana casi todas las formas de desjudicialización toman en
cuenta la reparación a la víctima.
La conciliación está contemplada en todas las legislaciones que hemos analizado, con excepción de
Brasil, Perú y Bolivia. Los países que la incorporan limitan generalmente su campo de aplicación a los
hechos no violentos. La procedencia más amplia la contempla la Ley del Menor Infractor de El Salvador,
que solamente no la admite en el caso de delitos o faltas que afecten intereses difusos de la sociedad; sin
embargo, la reciente Ley Antimaras del 1° de abril del 2004, declara improcedente la posibilidad de la
conciliación en los casos regidos por ella.
La legislación venezolana admite la posibilidad de conciliación en el caso de hechos punibles que
afecten intereses colectivos o difusos y la posible reparación social del daño en esos casos, previsión que
es novedosa y única en la legislación analizada.
En lo referente a las sanciones no privativas de libertad de carácter restaurativo, se destaca la previ-
sión de la ley de Paraguay en la que se indica que el adolescente debe reparar de acuerdo con sus
posibilidades, los daños causados por el hecho punible o pedir personalmente disculpas a la víctima o
realizar determinados trabajos o prestar servicios a la comunidad o pagar una cantidad de dinero a una
entidad de beneficencia. Dispone también que el juez deberá imponer la obligación de pagar una
cantidad de dinero solo cuando se trate de una infracción leve y se pueda esperar que el pago se efectúe
con medios a su propia disposición.
Consideramos que la prestación de servicios a la comunidad tiene siempre una finalidad restaurativa
ya que persigue que el adolescente comprenda que la colectividad o determinadas personas han sido
lesionadas por su conducta delictiva y que los servicios que presta constituyen su reparación. Su carácter
educativo es incuestionable y puede contribuir realmente al proceso de inserción comunitaria del adoles-
cente. Es importante tomar nota de la disposición de la ley española que recomienda relacionar la
naturaleza de dichas actividades con la naturaleza del bien jurídico lesionado por los hechos cometidos
por el menor.
Como última reflexión podemos afirmar que:
Acertadamente, el preámbulo del Proyecto revisado de la Declaración de Principios sobre la utiliza-
ción de programas de justicia restaurativa en materia penal14 , dice que “ … el enfoque restaurativo da a
las víctimas la oportunidad de obtener reparación, sentirse más seguras e intentar cerrar una etapa,
permite a los delincuentes comprender mejor las causas y los efectos de su comportamiento y asumir
una genuina responsabilidad y posibilita a las comunidades comprender las causas profundas de la
acción delictiva, promover el bienestar comunitario y prevenir la delincuencia”. Este principio es compa-
tible con las finalidades del modelo de responsabilidad penal para los adolescentes que establece la
Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño, y con las legislaciones de los países de
América Latina que hemos analizado, siempre y cuando se respeten las garantías específicas de las que
los adolescentes gozan por su especial condición de menores de edad. Esto significa, para la víctima, que
la posibilidad de acceder al mecanismo restaurativo cederá cuando resulte contrario al “interés superior
del adolescente” entendido como la garantía a favor de la persona menor de edad, que obliga a tomar la
decisión que más favorezca el reconocimiento de los derechos del adolescente, en este caso el infractor
frente a los derechos de la víctima.
14
Resolución 200/14 del Consejo Económico y Social, anexo, modificado por el Grupo de Expertos sobre
justicia restaurativa.
128 / Conceptos, debates y experiencias en justicia penal juvenil
Citas
CELADE, 1950-2050
Estimaciones y Proyecciones de Población 1950-2050, Centro Latinoamericano y Caribeño de
Demografía, CEPAL, Naciones Unidas.
http://www.eclac.cl/celade/proyecciones/xls/AMLpesto.xls).
CEPALC, 2000
La brecha de la equidad: una segunda evaluación. Santiago de Chile.
WORLD BANK, 2000
World Development Report 2000/2001. Attacking Poverty, Washington.
Conceptos, debates y experiencias en justicia penal juvenil / 129
“¿Qué leyes son éstas que debo respetar, y que establecen tan gran
distancia entre mi persona y la persona de un rico? (……)¿Quién ha hecho
semejantes leyes? Hombres Ricos o poderosos que jamás se han dignado
visitar las miserables cabañas del pobre”1 .
Introducción
Si hablamos de buenas prácticas, sin duda nos lleva a pensar que existen malas o regulares prácticas,
que no han sido invitadas a esta cita.
Es posible que las prácticas ordinarias sean la respuesta restitutiva que sin duda ocupa el lugar de lo
instituido, lo legítimo.
A veces las buenas prácticas aparecen desde un no lugar.
O desde el lugar de la diáspora, el destierro, aquellas causas que llegan al ámbito judicial desde una
lógica no delictual, sino desde otras márgenes, desde lo social, desde lo marginal, desde lo no resuelto
por otra institución que se califica tanto con la no ayuda de todos, que se convierte en algo que el estado
presume debe controlar desde el recorte del delito.
Aquí es donde se tiene la oportunidad de reciclar el conflicto, (a) calificándolo con intervenciones
inadecuadas, o (b) se puede tener la oportunidad de no abordar nunca el conflicto con contingencias técnicas
que entienden solo parte de los involucrados, (c) se puede optar por intervenir en el conflicto para que se
reabsorba con el menor traumatismo posible; en este último caso se parte de la idea fuerza de restaurar.
*Silvana Sandra Paz, Silvina Marcela Paz y Mariano Ezequiel Muzio, Centro de Justicia Restaurativa (CEJUR),
INECIP, Buenos Aires- Argentina.
1
Beccaria Bonesana, Cesare, Tratado de los delitos y de las penas, trad. de Juan Antonio de las Casas, Ed.
Comares, Granada, 1996, Capítulo XVI.
130 / Conceptos, debates y experiencias en justicia penal juvenil
Mediación Penal
La Mediación Penal es la expresión más extendida de la Justicia Restaurativa y constituye la posibilidad
de producir la reintegración social de los delincuentes y responder a las necesidades de las víctimas, en
el marco de los valores de la comunidad.
La Mediación Penal, debe estructurarse como un instrumento de resolución de conflictos que se
generan en el seno de la sociedad, adoptando así una concepción de resolución definitiva de los conflictos
sociales, restableciendo la paz social, quebrantada por la conducta contraria a la norma. Este proceso de
mediación, debe ser analizado como una forma de que ambos actores intervinientes en ese conflicto,
tanto el victimario como la víctima, lleguen a través de un entendimiento a una separación de ese
conflicto, haciendo posible una reparación concreta del daño y facilitando el rol del mediador como
garante del acuerdo que lleguen ambas partes en el marco del proceso de mediación penal.
En la Mediación Penal el asistido tiene derecho a la palabra, a que se pueda entender el conflicto, la
historia y las huellas del sufrimiento. Es necesario darle importancia a la palabra, intervenir a tiempo
hace eficaz la acción.
Entendemos al delito como generador de una herida en las personas y un quiebre en sus relaciones. Esto
genera vulnerabilidad en las relaciones sociales y constituye una obligación de volver las cosas al orden.
El progreso de un sistema político se mide por su capacidad de tolerar sencillamente la desviación
como signo y producto de tensiones y disfunciones sociales no resueltas, y por otro lado preventiva, sin
medios punitivos o autoritarios, haciendo desaparecer sus causales materiales. En una perspectiva semejante
desde luego es posible la abolición de esa pena específica - inútilmente aflictiva e incluso criminógena-
que es la reclusión carcelaria. Y más en general, es deseable la reducción cuantitativa de la intervención
penal paralelamente a la superación de lo que Marx llamaba los focos antisociales donde nacen los
crímenes: con la instauración de garantías jurídico-sociales de vida y supervivencia idóneas para eliminar
las raíces estructurales de la desviación por razones de subsistencia, con la eliminación de los fenómenos
de disgregación y de marginación social de los que nutren las subculturas criminales, con el desarrollo de
la democracia y de la transparencia de los poderes públicos y privados cuyo carácter oculto e incontrolado
está en el origen de gran parte de la actual criminalidad económica y administrativa2 .
Es en este rumbo, dentro de una concepción de un derecho penal reductor, donde debe encuadrarse
la actuación de la mediación penal, como un verdadero instrumento del que pude valerse el operador
jurídico, para enfrentar un conflicto determinado, evitando la intervención lesiva del poder punitivo, en
ámbitos para los cuales no está, como hemos mencionado, apto para solucionar el conflicto planteado.
2
Luigi Ferrajoli, Derecho y Razón, Ed. Trotta, Madrid, 1995, pág. 343.
Conceptos, debates y experiencias en justicia penal juvenil / 131
La mediación penal no es modelo penal alternativo, sino una adecuada alternativa al modelo punitivo
mismo, que intenta proveer una solución para “ese” conflicto y no un mero ejercicio del poder.
A mayor mediación, menor ejercicio del poder punitivo y mayor ejercicio de poder de solución de
conflictos por vía de otros modelos3 .
3
Obarrio María Carolina, Quintana María, Mediación Penal, Una resolución alternativa, Ed. Quórum, Bs.
As.,2004, Prólogo de Eugenio Raúl Zaffaroni, pág. XII.
132 / Conceptos, debates y experiencias en justicia penal juvenil
de Brasil, se podrían contemplar medidas tales como: advertencia o amonestación, reparación del daño,
realización de servicios comunitarios, entre otras.4
La penalización de algunas conductas genera niveles de acatamiento con un considerable costo
psicosocial, pero no olvidemos que este tema los convoca a ellos los adolescentes y a los jóvenes, los
que no resultan de ningún modo ajeno, por el contrario, muchas veces el delito como emergente deja al
descubierto problemáticas de adicciones que se revelan como un peligro de extrema intimidad y una
presencia real en su cotidianeidad, realidad ante la cual resulta difícil sustraerse. Esto los alerta e intentan
encontrar recursos de defensa, que a través de los sistemas complementarios de justicia como la mediación
penal tienen la matriz de una re formulación de modos de enfrentar la problemática que excede la
sanción y brindar una respuesta superadora.
El mecanismo para la Mediación Penal Juvenil debe ser participativo y voluntario. En ese sentido se
deben fomentar programas de información pública para asegurar la participación de Gobiernos, y de la
sociedad civil como red social y como potenciales usuarios.
La sustentabilidad de estos programas de Mediación Penal Juvenil descansa en la planificación que
tome en cuenta y asegure la disponibilidad de recursos humanos y económicos.
Se debe reconocer que la resolución alternativa de conflictos es un componente valioso y legítimo del
sistema de administración de justicia.
4
Imputabilidad Penal, Sancion y Justicia en Jóvenes y Adolescentes, Eduardo Gallardo Frías, Abogado, Profesor
e
Ayudante Derecho Penal, Universidad La República de Chile, Gonzalo Berrios Díaz, Licenciado en Ciencias
Jurídicas, Primerasesis y 4 de diciembre de 1999. Parlamento Latinoamericano, Sao Paulo, Brasil.
Conceptos, debates y experiencias en justicia penal juvenil / 133
La reparación es lo que hace que el infractor se encuentre confrontado con su conducta y las conse-
cuencias que de ella se derivan y a su vez responsabilizarse por esas conductas, compensando después
a la persona damnificada del modo que ellas acuerden. Este acto es reparatorio por el daño causado.
Hablar de las situaciones de violencia institucional en que se encuentran los chicos infractores sería
volver sobre historias diarias, y esperas innecesarias, falta de espacios adecuados para las entrevistas
con privadas superposiciones de intervenciones, falta de actualización, profesionales ritualizados trabajando
en clave tutelar, procurando una comunicación que los adolescentes no comprenden.
En esta línea de idea actualmente los ciudadanos, en el sistema retributivo, sienten que muchas veces
la ley no les toca; que ante un hecho ilícito no hay nada, y a veces sanción. Que ellos siguen siendo
víctimas y por eso se agrupan en búsqueda de algo seguramente del tratamiento particularizado, cercano
e inmediato, que afiance la efectividad de la respuesta legal.
4.- Criterios de Oportunidad: Una puerta abierta para la Mediación Penal Juvenil
La legislatura de la provincia, al sancionar la Ley 13.183, incorporó, los criterios de oportunidad al
Código Procesal Penal de la provincia de Buenos Aires para la justicia de mayores de 21 años. El artículo
56 bis, prevé las posibilidades en que el representante del Ministerio Público Fiscal pueda archivar las
actuaciones, en las siguientes circunstancias:
Artículo 56º bis.- Criterios especiales de archivo. El Ministerio Público Fiscal podrá archivar las
actuaciones respecto de uno o varios de los hechos imputados, o de uno o más de los partícipes, en los
siguientes supuestos:
1. Cuando la afectación del bien jurídico o el aporte del imputado en el hecho fuera insignificante y
siempre que la pena máxima del delito imputado no supere los seis años de prisión;
2. Cuando, el daño sufrido por el imputado a consecuencia del hecho torne desproporcionada, superflua
o inapropiada la aplicación de una pena, excepto que mediaren razones de seguridad o interés público;
3. Cuando la pena en expectativa carezca de relevancia en consideración a las de los otros delitos imputados.
Como podemos observar en la norma anteriormente citada, el Estado provincial renuncia a la
continuación de la acción penal, en este caso a través de un archivo de las actuaciones. Pero de todas
maneras no prevé la posibilidad de una resolución definitiva del conflicto. Sólo archiva las actuaciones,
cuando se presenten las circunstancias enumeradas en la norma, pero descarta toda posibilidad de que
el Estado renuncia a la acción penal, en aquellos casos donde la víctima y el victimario, aplicando las
técnicas propias de la mediación penal puedan alcanzar la verdadera finalización del conflicto.
Creemos con firmeza que la Mediación Penal Juvenil debe ser incorporada al código de rito, impulsando
de esta forma la posibilidad concreta de clausura del procedimiento luego de que se alcance un resultado
satisfactorio en el marco de la mediación. Este gran salto permitiría desligar al menor de un proceso
penal que no lo protege y lo estigmatiza, y que sólo tiene como objetivo perseguir una verdad que no
encuentra vinculación alguna con el modelo de protección integral consagrado en la Convención
Internacional de los Derechos del Niño. Una vez más debemos esperar que los órganos que direccionan
el poder punitivo decidan renunciar a la potestad que le otorga el principio de legalidad y permitan dejar
fuera de la competencia del derecho penal conflictos que pueden ser resueltos sin su lesiva intervención.
5.- Complementariedad
La justicia restaurativa y en este camino la mediación penal para jóvenes es una forma más humana
y participativa de tratar con el delito y no posee efectos inapropiados. Por ello observamos al menos en
Argentina la incipiente y sostenida complementariedad con el sistema de respuestas de la justicia ordinaria,
la que por ahora ingresa por la vía de lo alternativo. A esto nosotros lo vemos como un camino en
víasde evolución, como un estado necesario para la concientización y comprensión de los operadores del
sistema, cada uno de los ciudadanos y la comunidad en su conjunto.
La inclusión de complementariedad de los procesos restaurativos se va a producir con el tiempo por
la selección que primero las víctimas y después el propio sistema registrará como válido.
134 / Conceptos, debates y experiencias en justicia penal juvenil