Exposición Literatura Francesa Perec
Exposición Literatura Francesa Perec
Exposición Literatura Francesa Perec
En el prembulo de La vida, instrucciones de uso, el narrador se detiene en una explicacin acerca del arte del puzzle o el arte del enigma: slo las piezas que se hayan juntado cobrarn un carcter legible, cobrarn un sentido () las dos piezas milagrosamente reunidas son una, a su vez fuente de error, de duda, de desazn y de espera (Perec, 1997: 13). El inicio del sentido, de la legibilidad, es el encuentro de dos piezas, la reunin del par mnimo, comparable al orden sintagmtico en el texto, que, a su vez refleja otro milagro escondido en el espacio del puzzle, el del encuentro del jugador y el creador del mismo. Esta segunda duplicacin que revela el prembulo de la novela es la verdad ltima del enigma ldico y, otro paralelo, la del texto mismo: todos esos elementos inertes, amorfos, aparentemente azarosos y pobres en significado e informacin, que el jugador-lector tantea, han sido a su vez estudiados, premeditados por el otro, el creador, que no es sino su alter ego identitario. Las variantes de una duplicidad complementaria, de otra forma de un enigma y su desciframiento, tambin recurren y estructuran el relato autobiogrfico y el ficcional de Georges Perec, en W o el recuerdo de la infancia , texto que gira alrededor de una problemtica nica e igualmente bifronte y fragmentaria: la de la identidad y sus seas en la escritura1. Sin embargo, la presentacin perecquiana de esta identidad (la suya) sigue las reglas o las constricciones, las leyes impuestas al juego, por un nio que juega al escondite (Perec, 1987: 15) en abismo en el texto mismo. Desde la conjuncin falsamente disyuntiva del ttulo del mismo, o la estructura del texto, divido en dos partes, hasta la alternancia de captulos y relatos se muestra la misma duplicidad enigmtica que legisla el relato fragmentado. Tanto el relato equvocamente autobiogrfico como el elusivamente ficcional repiten la duplicidad complementaria de las piezas de un puzzle que es el rompecabezas de la propia identidad, un doble juego de bsqueda y huida, cuya complementariedad se repite en ambas
partes, y que se refleja mutuamente. En la primera parte del relato ficcional, el narrador, el impostor y originalmente desertor que adopta el nombre de Gaspard Winckler (en una alusin intertextual al ya citado La vida, instrucciones de uso2) sale a la bsqueda del nio desaparecido, el homnimo que le cede su nombre. En el relato autobiogrfico, el adulto sale a la bsqueda del nio igualmente desaparecido, de su origen y su historia. Pero la duplicacin tambin implica necesariamente una transformacin, tal como el epgrafe de la primera parte se repite en la segunda con una leve correccin, es decir, recurre en un otro. De la misma forma, ego y alter ego muestran esta idea central de duplicacin diferenciada, y fundamentalmente, la nocin misma de que un ego siempre es alter, siempre es otro en el relato autobiogrfico, porque lo que subyace al concepto de identidad es una ficcin, porque sta es huidiza y precaria, llena de variantes disidentes, una construccin fragmentaria y fragmentada, dividida estructuralmente, como el texto. La reescritura de la historia de infancia, la historia de W, es una bsqueda que construye la huida ficcional (la desercin del impostor y la desaparicin de Gaspard Winckler) para crear un reflejo oblicuo y fragmentario del s en la red que tejen, como en la lectura que hago yo al respecto (Perec, 1987: 15). En este sentido, la estructura desdoblada del texto repone la idea de fragmentacin identitaria, o de una forma de la identidad que siempre es fragmentaria y simultneamente ficcional, una reconstruccin del enigma sobre la base de rastros o huellas equvocos. Letras, dibujos, fotos, cuadros son las huellas mnmicas, con las que el narrador reconstruye su propia imagen, oblicuamente. Sobre estos signos de la identidad, sus imgenes y significado, podemos observar dos cuestiones. Por un lado, la imagen del s est mediada (y es identificada) por estos signos, bajo formas diferenciadas: la letra (Perec, 1987: 22), el nombre (Perec, 1987: 44); la palabra (Perec, 1987: 89), la lengua y la imagen pictrica (Perec, 1987, 22-23). En el primer recuerdo, la letra hebrea falsamente identificada dentro de la escena familiar apunta tanto a la condicin del futuro escritor como al judasmo del narrador, en la
confluencia entre la historia y la Historia con maysculas. Entre estos recuerdos, la lectura y la escritura poseen un lugar preponderante, no slo en la reproduccin de los textos del pasado, sino tambin en los del futuro, igualmente pertenecientes al pasado para el narrador autobiogrfico (Les lieux, Un homme qui dort, Les choses,etc.). Tal como se constituye una forma de dialogismo entre los dos relatos de W o el recuerdo de la infancia , en los textos mismos de la infancia, la duplicidad se convierte en otra forma de dialogismo, entre los textos reproducidos y las notas3 con correcciones, comentarios sobre las fuentes textuales de los escritos infantiles, precisiones contradictorias sobre la naturaleza y verosimilitud de los mismos, adems de las digresiones sobre los parentescos y sobre el origen y destino de la familia Peretz. Desde este punto de vista, en el nombre, o la palabra, se anan los aspectos identitarios judaico- mstico, el lingstico-literario y el espacial, particularmente privilegiado en la obra de Perec. El rastreo nominal (Perec, 1987: 44) pone un trmino, tal como sostiene el narrador autobiogrfico, permite fijar la identidad, en los dos aspectos denotados: no slo en la identificacin4 (dar un nombre), sino que, en trminos espaciales, localiza sus races y traza sus lmites, brindando esa forma de anclaje de la que luego nos ocuparemos. Por otro lado, la escenificacin del recuerdo como imagen en el caso del primer recuerdo lo mediatiza y lo desplaza, lo transforma en otra escena, una representacin artstica que se encadena, a su vez, con otras representaciones pictricas. El narrador adulto se convierte en espectador y comentarista de la escena de la niez, y pasa a ejercer una forma de rememoracin divergente, donde la escena familiar se transforma en Jess ante los doctores, que deviene, en la ltima correccin, en la Presentacin en el templo. En la imagen pictrica se alude tambin al hecho de que yo es otro, como dijimos, ego es un alter, o ms que uno, muchos otros divergentes. Este es el segundo punto a marcar en el recuerdo que posibilitan estas seas identitarias.
Esta forma de intertextualidad pictrica puede plantearse, en los trminos brindados por Paul Ricoeur, en su Teora de la interpretacin: La iconicidad es la re-escritura de la realidad. La escritura, en el sentido limitado de la palabra, es un caso particular de la
iconicidad. La inscripcin del discurso es la transcripcin del mundo, y la transcripcin no es duplicacin, sino metamorfosis. La escritura como iconicidad aparece en la representacin de la letra gammeth o gammel, cuyo ideografa aparece reproducida, en el texto; y en el cuadro mismo, que es la metfora errnea de la totalidad de la escena misma, es decir, del recuerdo. En la nota al pie se actualiza la inexistencia o la inexactitud del cuadro, como reminiscencia, pero, al mismo tiempo, se pone en abismo y se cuestiona la labor del (auto)bigrafo (la fiabilidad del narrador, en los trminos de Wayne Booth ), como constructor de la escena en tanto que conjunto (in)coherente e (in)acabado. La iconicidad puede leerse, dentro el
desarrollo posterior del texto, en las fotografas o el cine y en la importancia de la escritura, la lectura (los libros), adems de la reflexin sobre la lengua, las palabras y las letras que se constituyen en recuerdos. El recuerdo se estructura y se conforma de acuerdo con las imgenes que brindan textos y fotos. De hecho, el narrador nos dice, ms adelante: cuadros enteros de la historia o simples construcciones de frases que me producen la impresin no slo de haberlas conocido siempre, sino, todava ms, de que casi me han servido de historia. Precisamente, el recuerdo de la infancia (en tanto historia, en tanto relato) est constituido por textos, lecturas, reflexiones sobre el lenguaje, que se entretejen con la autobiografa, fijando la figura del escritor como foco de la bsqueda y, al mismo tiempo, como punto de fuga, como cuerpo que difracta la interpretacin, en la medida en que la prioridad es la reflexin misma de la escritura, en un doble sentido: la significacin de la escritura para el autobigrafo, el narradorescritor, la escritura que lo constituye o construye como escritor, es decir, que sustenta su identidad en tanto escritor, y, al mismo tiempo, la caracterstica escritura autorreflexiva en la obra de Perec, en donde encontramos indicios coincidentes (Gaspard Winckler es uno de ellos) y que, sin embargo, recorren mbitos y textos diversos .
En los fragmentos denominados autobiogrficos ste se manifiesta siempre divergente, una variante entre muchas, como en el segundo recuerdo y sus cuatro variantes. La mediacin representacional da lugar as al desvo permanente y a una forma de encadenamiento que se configura espacialmente como una constelacin asociativa. Resulta claro que no se trata aqu del esfuerzo constante en el gnero literario de fijar el recuerdo en su verdad autobiogrfica o establecerlo como unvoco en su verosimilitud, sino, por el contrario, de exhibir su contradiccin, comentada continuamente en las notas del narrador adulto, que enfatizan su equivocidad y fragmentariedad, y muestran la identidad en sus divergencias, la difracta en sus variantes posibles e inciertas. Por otro lado, este movimiento contradictorio mimetiza el desplazamiento sintagmtico, en el espacio del texto. La bsqueda del desaparecido Gaspard Winckler, en la historia ficcional, tambin plantea un paralelo con respecto la novela de detectives, no slo en el enigma mismo de la desaparicin y bsqueda, sino tambin en el enigma que plantea la misiva dirigida al narrador impostor. El hecho de haber sido escrita en francs, el nombre en el membrete (Otto Apfehlstahl) y la inscripcin MD, el emblema herldico de la misiva y sus componentes desconocidos, y, sobre todo, las identidades ocultas en el nosotros son otros tantos signos o huellas, que generan otro interrogante identitario a ser interpretado por el narrador ficcional. Tambin aqu la lengua, la representacin pictogrfico-simblica y los signos de la escritura permiten trazar otras seas identitarias, igualmente enigmticas, sobre el vaco referencial. Como se ocupa de sealar el narrador, las huellas o pistas del relato autobiogrfico no son la identidad misma, sino la representacin que apunta a su ausencia, una posibilidad de evocar () lo irrevocable () lo que fue para que yo sea todava (Perec, 1987: 21-22), mediante la escritura. Identidad y escritura5 son, para el narrador autobiogrfico, el reverso y el anverso inseparables de un mismo signo que apunta a un referente ausente, condicin de posibilidad de los relatos. La reescritura es un trazo que recrea la ausencia del s y que existe
gracias a sta, en tanto la identidad se escribe o se reescribe sobre el vaco, sobre esa negacin y ausencia. El relato autobiogrfico se abre con la frase Yo no tengo recuerdos de infancia (Perec, 1987: 14), una negacin tranquilizadora para el narrador, pero inmediata y ostensiblemente contradictoria con respecto al movimiento de instauracin de cualquier relato autobiogrfico. La frase es tambin una provocacin, una invitacin al juego, y exhibe el hecho de que lo que vendr, necesariamente ha de ser una ficcin, que se afirma metatextualmente, replegada sobre s misma y reconocida como tal. En este sentido, el desciframiento identitario rene conjuntamente en un nico espacio diversas historias: el relato ficcional, la historia personal y la familiar y la Historia, con hache mayscula, junto con sus variantes (Prec, 1987: 14). Sin embargo, si el concepto de historia (la autobiogrfica y la colectiva) enfatiza el eje temporal y presupone tradicionalmente una forma de temporalidad dictada por la sucesin, expresamente lineal, que rene fechas y acontecimientos, Perec, con la mirada del coleccionista, aqu como en muchos otros textos, recrea el recuerdo como una Especie de espacio, literalmente, W, en donde se acumulan los signos e imgenes del pasado, encadenados por la escritura. La reconstruccin de la infancia y del origen muestra la desnaturalizacin de los recuerdos, su fragmentariedad, su naturaleza ficticia (fabulada, como muestran los comentarios a los textos de la juventud reproducidos en el captulo VIII), pero tambin redime sus contradicciones y desplazamientos, y, sobre todo, su obligada representacin in absentia. El texto se afirma entonces como el lugar de confluencia de estos dibujos dislocados, disociados, el espacio de su conservacin. En el captulo trece, se percibe esta ausencia de integracin de recuerdo; stos son formas de escritura sin ligar, sin puntos de referencia y pertenencia. los recuerdos son trozos de vida arrancados al vaco. Sin amarras. Sin nada que los fondee, sin nada que los fije. Casi nada los ratifica. Sin ms cronologa que la que yo, con el paso del tiempo, he reconstruido arbitrariamente: el tiempo pasaba (Perec: 1987, 79). Mientras que el
espacio textual y ficticio denota la posibilidad de fijacin y de concretizacin de esas regiones de la infancia desaparecidas (y de aqullos que han desaparecido con ellas), el tiempo posee una cualidad abstracta, arbitraria, cuya ley se fija en la constriccin que decide el sujeto. La visita a la tumba del padre muestra la misma necesidad de un anclaje en el espacio, de la fijacin espacial de la muerte, que abandona el plano de la abstraccin, tal como el paso del tiempo, y se vuelve concreta y perceptible (Perec: 1987, 46). Se trata del mismo impulso que da lugar a la fijacin de referencias, imaginadas o reales, y que transforma al texto en un plano o mapa, cuyos trazos renen, fijan y localizan los signos o seas de identidad, en un ordenamiento ficcional, arbitrario. el narrador pone trmino al lento desciframiento de la infancia precisamente en este doble sentido: trazando los lmites y dando un nombre (Perec: 1987, 15), acciones ambas relacionadas con el mapa de la identidad. Paradjicamente, mientras que el narrador autobiogrfico presenta otra ausencia con respecto a la muerte de la madre, es el narrador ficticio el que, de manera desplazada, debe testimoniar y describir el universo concentracionario de W, la ficcionalidad de sus leyes, su arbitrariedad y la perversin de su existencia. W es ese espacio que permite la objetivacin de las historias, y que resonar como eco de otras historias, las del porvenir del segundo epgrafe, las ficcionales y las reales, que, curiosamente, nos reflejan ms cercanamente, en los campos de deportados de Pinochet. As, W, el texto y el lugar son una puesta en abismo de las imgenes ficcionales, individuales y colectivas de la infancia, pero tambin aqullas de la adultez, porque tambin representan el espacio de confluencia del destino personal y el colectivo, los mbitos de la guerra y los campos de concentracin. Efectivamente, en una imagen paralela a la de los recuerdos sin amarras ni nada que los fondee, a su ausencia de un anclaje, el barco que naufraga en el captulo IX ser la excusa que desplazar al narrador ficticio, convertido en testigo, a ese espacio distpico y pesadillesco, ilocalizable en mapas y anuarios.
El espacio insular es un mbito que rememora en varios aspectos los universos igualmente concentracionarios y sus leyes arbitrarias y azarosas, en Franz Kafka, pero tambin recurre en ambos escritores el trazo inherentemente y ambivalentemente autobiogrfico. W rememora las sociedades y mbitos pesadillescos y carcelarios, los sistemas totalitarios y que pervierten toda humanidad en El castillo, o El proceso; o lo imprevisible e implacable de la ley, su arbitrariedad frente al sujeto impotente, en Ante la ley o Sobre el problema de las leyes, pero, sobre todo el aislamiento insular y la utopa invertida de En la colonia penitenciaria, que tambin describe el desplazamiento del narrador testigo como etnlogo de la barbarie. El nfasis en el deporte y el arte del suplicio representan en cada caso, formas de la estetizacin del mal. En los dos casos, se trata del espectculo de la crueldad, irracional e igualmente ocioso, de un sistema de Amos y Esclavos, que tambin revela un aparato perverso, concreto en el caso de Kafka, abstracto, en el de Perec: hay que ver funcionar esa mquina enorme cada uno de cuyos engranajes participa, con implacable eficacia, en el anonadamiento sistemtico de los hombres () (Perec, 1987: 177). En ambos casos, la escritura y el cuerpo poseen tambin un papel central. En Kafka, el aparato escribe ornamentalmente su sentencia, en el cuerpo de los condenados annimos, una sentencia ilegible que constituye su destino marcado a ciegas, mientras los atletas igualmente innominados de W se interrogan constantemente sobre el destino, escrito en su Estrella (la estrella de David), otro ndice que seala iconogrficamente el enigma de la propia historia. As, el texto realiza una de las operaciones posibles de reemplazo de la X (= ENIGMA), en tanto incgnita identitaria, descriptas por el narrador en el captulo XV, gracias a la
naturaleza ideogrfica o icnica de la letra misma y del encadenamiento (la red) de los recuerdos del narrador Si las fotos de la infancia devuelven el cuerpo a los ausentes de la propia historia, y al mismo yo, perdido en la niez, lo hacen gracias a que la iconicidad de la escritura fija el espacio y concretiza la existencia ausente, enigmtica de estas otras identidades
annimas, desaparecidas y privadas de cuerpo, en las que el escritor autobiogrfico se encuentra, ms all de las contradicciones, disperso en su difraccin. Bibliografa AAVV, Anthropos. Georges Perec. Una teora potencial de la escritura, de la configuracin del mundo. Literatura y vida. N 134/135, Agosto 1992. AAVV, Suplementos Anthropos. Georges Perec. Potica narrativa y teora literaria. La experimentacin oulipiana. N 34, Septiembre 1992. Perec, Georges, Especies de espacios. Trad. de J. Camarero. Barcelona: Montesinos, 1999. ____________, La vida instrucciones de uso. Trad. de J. Escu. Barcelona: Anagrama, 1992. ____________, W o el recuerdo de la infancia. Trad. de A. Clavera. Barcelona: Pennsula, 1987. Robin, Regine, Identidad, memoria y relato. Buenos Aires: Eudeba, 1996.
De acuerdo a la interpretacin de Regine Robin, sobre la exposicin de Paul Ricoeur respecto de la nocin de identidad narrativa, ste: teoriza la identidad a travs de dos polos: un polo de estabilidad al que llama, a travs de un neologismo, la mismidad, que cubre todo aquello que da cuenta de una continuidad, de una estabilidad de la identidad y evoca al sentido clsico de la nocin de identidad (...) Hay que oponer a la mismidad un segundo polo, que es el de la ipseidad. Esto se corresponde (...) con una promesa de s mismo. Es el polo que va a abrir el sentido de la palabra identidad a la idea de una identidad que no est nunca terminada (...) La identidad narrativa est ubicada entre estos dos polos (...) El acento est puesto sobre la flexibilidad, la fluidez (Robin, 1996: 32-33). En W o el recuerdo de la infancia, el polo de la ipseidad corresponde, paradjicamente, al relato autobiogrfico, donde la fluctuacin pertenece al plano subjetual y los puntos de anclaje son los recuerdos del bigrafo (conos) desde los cuales se fija la identidad. El (auto) bigrafo es tambin el hermeneuta de estos signos. No reproduce (no duplica, como dice Ricoeur) sino que transforma, que es lo mismo que decir se transforma en el proceso de escritura, mediante la interpretacin y la correccin (la reescritura) del texto. El texto deviene as palimpsesto, es la transformacin de un texto en otro texto. Esto sucede con los relatos de la infancia, de los cuales, la historia de W es, jerrquicamente, el ms importante. Esta historia tambin tiene un origen ideogrfico. 2 Esta nocin de enigma ldico que seala el puzzle puede percibirse asimismo en el resto de la obra de Perec. Precisamente en La vida instrucciones de uso, Gaspard Winckler es el vecino de Bartlebooth (Bartleby + Barnabooth), que representa al artista del puzzle- enigma. Por otro lado, El Enigma es el nombre del primer cuadro de El gabinete de un aficionado y se relaciona con toda la simulacin del origen del cuadro ficticio. Finalmente, el enigma de la identidad del jefe del Grupo de Izmir, la familia maldita, es el objeto central de esa persecucin de los perseguidos, los hijos del Peludo, en El secuestro. 3 De aqu la insinuada comparacin con Pale Fire, el texto de Nabokov, que realiza Jess Camarero en su texto la comparacin entre poema y notas, correcciones y comentarios. 4 En la equvoca identificacin, porque, en los trminos de Magritte, no ajenos a Perec, esto no es una pipa, es decir, la representacin alude a la ausencia referencial, que impulsa la bsqueda textual, y apunta, metatextualmente, a su propia construccin, a su escritura y a su fabulacin ficcional. 5 Esto es lo que digo, esto es lo que escribo y slo esto es lo que se halla en las palabras que trazo y en los blancos que aparecen en el intervalo de dichas lneas () jams encontrar en mi propia insistencia ms que el reflejo ltimo de una palabra ausente en la escritura, el escndalo de su silencio: no escribo para decir que no dir nada, no escribo para decir que no tengo nada que decir. Escribo: escribo porque hemos vivido juntos, porque he sido uno entre ellos, sombra entre sus sombras, cuerpo junto a sus cuerpos; escribo porque ellos han dejado en m su marca indeleble y porque su rastro es la escritura: su recuerdo ha muerto en la escritura; la escritura es el recuerdo de su muerte y la afirmacin de mi vida (Perec: 1987, 50).