Recuerdos
Recuerdos
Recuerdos
SOBRE
Guy de Maupassant
POR
FRANOIS TASSART
SU AYUDA DE CMARA (1883-1893)
http://maupassant.free.fr
Deseo complacer a los amigos y admiradores de mi excelente seor, publicando estas pginas para describirlo tal como era. Muchos personajes insignes han sido unnimes en proclamar al seor de Maupassant Maestro Literario; yo, humildemente, que he vivido cerca de l varios aos, le he conocido mejor que cualquiera de ellos y me permito, en consecuencia, con toda la sinceridad de mi corazn, publicar estos modestos recuerdos a fin de que se sepa que mi seor, que ha sido reconocido Hombre de gran talento, era mejor an, pues era en sumo grado, bueno, recto y leal. Franois TASSART
El 1 de noviembre de 1883, el seor R..., sastre del seor Guy de Maupassant, me present a ste como ayuda de cmara y cocinero. Entramos en el saln dnde me encontr en presencia de dos caballeros que se calentaban de espaldas a la lumbre. El primero, aguerrido mozo, de tez rosada, gran bigote rubio, cabello castao muy ondulado (el pijama abierto dejaba ver un cuello poderoso), tena un pantaln ajustado y dos babuchas. Me dije: Este es el seor. El segundo, delgado, estaba en ropa de calle, correcto, barba negra, joven todava y completamente calvo. El seor me coment sus condiciones; ninguna me fue grata. Expres lo mejor que pude todos mis inconvenientes y me retir a una habitacin contigua acompaando al sastre. Un cuarto de hora despus, el seor. R. sala, con un paquete bajo el brazo. Me dijo que regresara al saln, lo cual hice. Mi futuro seor me pregunt entonces mis condiciones y mi opinin. En dos minutos lo hice. El caballero flaco, volvindose hacia m, hizo un gran gesto de aprobacin con la cabeza. Cundo puede usted comenzar? pregunt el seor de Maupassant.
Cuando el seor desee. Bien, venga maana a las ocho. Como yo intent tomar una carta de recomendacin de mi bolsillo, l me detuvo con un gesto de rechazo: No es necesario. Si usted realiza mis deseos, yo lo ver bien. Esboz una sonrisa y un pequeo signo de cabeza en la direccin de su compaero que result ser su primo, el seor Le Poittevin. Recog mi chaqueta, excusndome ante l de no haber querido aceptar una librea. Me dese buena suerte y me tendi la mano. Al da siguiente, al medioda, serva el almuerzo. Mi seor me dijo: Deseara venir conmigo al campo? Por supuesto, seor respond. Bien...Tomaremos el tres de las ocho pasado maana. La cocinera, que ha trabajado la ltima temporada en mi casa, est all. Ella le indicar mis gustos. El cuatro de noviembre, a las once de la maana, nos apeamos en la estacin ms prxima a su casa; todava debamos viajar quince kilmetros en coche. Un coup, con dos caballos, nos llevaba... Como yo haba engrasado los dos yugos, pues me apenaban los animales, el seor de Maupassant me dijo: En esta regin todos los caballos van cubiertos; es algo muy tpico de aqu. Pens que deba tener tambin las mediocres cualidades de los cocheros. Por el camino, que era bueno, rodamos rpido. El seor extendi sus pies contra el frontal del coup. Yo deb pronto hacer otro tanto. El banco tapizado estaba hundido y resbaladizo, descendiendo hacia los lados por lo que era imposible mantenerse. Mi seor comenz a echar pestes
contra el propietario que le alquilaba este cacharro desde haca quince aos, a pesar de sus reiteradas protestas. Despus de pasar varios pueblos y granjas, rodeados de excelentes cuadros normandos, llegamos a lo alto de una colina, desde donde divisamos tretat. Los techos de pizarra se confundan con el color del mar. A la izquierda se encontraba un gran valle. El cielo estaba muy claro, el sol un poco plido, semejando una luna desamparada, una de esas lunas de frica que arrastran su tristeza sobre el mar de arena tras una tempestad. Mi seor me toc el brazo: Mire abajo, ah, al fondo del valle, est La Gillette, mi querida casa. Despus volvindose hacia el mar, exclam: Que bello est! Que maravilloso matiz! Es violeta! Es muy, muy bello! Figrese que si un pintor plasmase estos colores y estas tonalidades, se dira que no son reales. Yo tambin encontr el paisaje maravilloso. Nos dirigimos a la oficina de correos, luego a la casa donde fuimos recibidos por la cocinera y el jardinero. Al da siguiente, sobre las diez, mi seor me dijo que tomase un cestillo y le acompaase a recoger fresas. Mientras procedamos a la recoleccin, alababa la fertilidad de su jardn y me enumeraba las dificultades que tena en los veranos de sequa, ya que haca regar las plantas dos veces al da. Me sorprendi la rapidez con la que recoga fresas. Era muy hbil hacindolo. La cocinera me confes que el seor de Maupassant tena algunas pequeas manas, pero a pesar de ello era sin embargo un excelente seor, un buen muchacho, un joven de la regin a quien llamaban por su pequeo nombre y un nadador como ninguno. l, su hermano y su primo Le Poittevin, doblaban a nado la aguja del Sudoeste y entre la ida y la vuelta nadaban unos seis kilmetros.
No se encontraba persona a quin no le dirigiese un amable saludo. Saba los nombres de todos. Era un hombre instruido y ya haba publicado varios libros; su editor iba a venir aqu este ao lo cual era seal de que le iban bien las ventas. La casa estaba aislada en el gran valle, sin mucha vista. En el jardn se levantaba una cabaa hecha con una barcaza apoyada en unos pilares de ladrillo y, rodeado de arbustos, estaba el cuarto de aseo. Esa era mi habitacin. Me resultaba extrao; jams habra sospechado que se pudiesen emplear viejos barcos para hacer habitaciones; sin embargo no estaba mal. En este cuadro normando, una pequea charca contena unos pececillos rojos, los campos rodeados de berzas; ms all las colinas grises y tristes. En lo alto de una de ellas, se vea una casa y un cobertizo en el bosque, la aldea de La Nueva Caledonia segn me dijo Desire, la cocinera. El segundo da, hacia las siete de la tarde, tom una linterna y acompa a mi seor a la verja del jardn. Pronto lleg un carruaje. Una dama muy abrigada, descendi. El seor la tom de una mano y nos dirigimos hacia la casa. Yo los segu tratando de proporcionarles la mayor visibilidad posible con mi linterna. En la antesala, mi seor ayud a la dama a desprenderse de toda una serie de chales. Estaba muy solcito y atento. Me percat de lo que seduca su sonrisa cuando quera. Mientras degustaban el postre, yo me dirig a la cocina donde Desire haca los preparativos para nuestra cena. Eh! me dijo Es bella esa mujer? Yo respond riendo: Seguramente lo es. Le encuentro cierto aire principesco. No se ra me dijo gravemente Desire esta mujer ha sido amante de Napolen; es sabido aqu por todos.
Napolen se volvi loco y le concedi ttulos nobiliarios. Ella haca grabar unas armas en todas sus joyas y en los enseres que posea en su casa. A las diez, el carruaje esperaba y recog mi linterna acompaando al seor y a su invitada; mi seor subi al coche tras ella y me dijo: No me espere. Tengo mis llaves... Revis las cerraduras y regres a la cocina donde guard la linterna; despus, avanzando a tientas y siguiendo la hilera de arbustos, me dirig a mi habitacin, donde un olor acre, mezcla de pino y alquitrn me suba a la garganta; segn dicen es un olor muy sano, pero al mismo tiempo desagradable y yo no estaba an acostumbrado. Observ mi cuarto con la impresin de que se trataba de un enorme atad reconstruido para el Gran Viaje. Hice un rpido inventario: una cama de hierro, un armario, dos pequeas banquetas fijas, a babor y a estribor; una plancha que haca de anaquel y por supuesto, una palangana; en frente una portilla; cerca de la cabecera de la cama haba un clavo para colgar un reloj. Eso era todo. Los muebles tenan un sello de la poca renacentista. Supe ms tarde que se trataba del trabajo de un artista ebanista que proceda del Midi y se estableci en tretat. Me acost pero no poda dormir. Escuch un ruido lejano que se haca prximo por momentos. Era producido por las olas que se arrastraban yendo a sacudir contra los flancos de mi pobre barcaza, alzada sobre sus muros de ladrillo y lamiendo cada lmina como cuando estaba en el mar. Haba navegado durante cuarenta aos, zarandeada por las olas y todava continuaba gimiendo a cada golpe de mar. Despus de haber llevado cientos de toneladas de rodaballos, caballas por cientos de miles, arenques y sardinas por millones, despus de haber navegado, impasible, en bellas jornadas soleadas y tambin haber conocido terribles
tempestades, haba venido a morir en La Gillette sirviendo de abrigo al mayordomo de un gran escritor. Al da siguiente mi seor me pregunt si me encontraba a gusto en mi barca. Yo se lo agradec. Me coment las dificultades que haba para conseguir habitaciones de invitados en todas las casas de la regin. Despus del almuerzo, entreabri la puerta de la cocina diciendo: Hemos olvidado el pan para los pececillos rojos! Era la hora en la que los visitaba. Ellos emergan y lo esperaban en la superficie del agua. Una cantidad importante de pjaros se situaban para participar de la pitanza. Volaban en torno a mi seor, caan a sus pies, tan numerosos, tan cerca y tan confiados, que l se vea forzado a dispensarles atencin para no pisarlos. El tiempo, magnfico cuando llegamos, se volvi desagradable, el viento soplaba con fuerza; el mar se embraveci con violencia; nuestros diez das llegaban a su fin y no haba modo alguno de prolongarlos, dado que el correo de Pars aumentaba da a da. Mi seor dio unas recomendaciones al jardinero. Le sugiri algunas ideas para el jardn durante la primavera. Despus, alegres, nos pusimos en camino hacia Pars, siempre en el famoso coup; y eso que el arrendatario los tena mejores. En la estacin de Ifs, mi seor me dijo: El verano es muy agradable aqu, ya lo comprobar. Esta estacin que estaba ubicada en un gran parque, estaba rodeada de rboles; se podan ver hermosas alamedas y al final un castillo blanco de techos puntiagudos. No haca calor. Mi seor bati las suelas sobre la calle; le horrorizaban las salas de espera donde, segn l, se percibe la basura de todos los pases del mundo.
En Pars hice todo lo posible para acondicionar el apartamento, pero no saba por donde comenzar. Encontraba libros, folletos, peridicos apilados a lo largo de las paredes, contra los muebles y en el suelo. Sobre la mesa haba montaas. Yo enceraba y sacaba brillo todos los das, pero en vano; mi seor iba del lavabo a su mesa de trabajo con unas toallas chorreando agua. Un da en que la portera me subi un montn de cartas, le confi mi desesperacin por ese desorden... Ella me cont que, poco tiempo antes, mi seor, sacando su revolver de un bolsillo, se haba disparado una bala en el dedo. Orgullosa aadi: Fui yo quin lo cur. Qu resistente era al dolor! Podra ir a la guerra que no se le oira quejarse Pero, le pregunt, no fue soldado en 1870? S me respondi ella fue herido; fue reclutado en el reemplazo de los dieciocho aos; y, a su llegada a Rouen, gast algunas bromas al Almirante que gobernaba la ciudad, y ms tarde a los prusianos. Cuando los alemanes fueron dueos de la ciudad, march al Havre, donde atenda a los enfermos como una hermana de la caridad. Al cabo de algunos das, mi seor me dijo: Voy a ofrecer una cena. Seremos diecisis. S que no hay lugar ms que para doce pero se han de colocar igualmente. Se trata de una cena de peticin de mano. Esta cena no era ms que una encerrona que quera jugarle a la bella H... para vengarse de una burla que ella se haba permitido hacer a mi seor. Un espaol, magnfico, grande, rubio, de piel rosada, llegado recientemente de Madrid, estaba buscando una mujer bonita y amable para que le hiciese compaa. Era muy rico y deba instalarse suntuosamente.
Cuatro damas, incluida la bella H..., fueron invitadas para que l escogiese. Ellas tenan puestas sus ms bellas galas, estaban emperifolladas. El apuesto espaol, que era marqus, fue situado en la cabecera de la mesa, expuesto a la mirada de las cuatro mujeres, que no le quitaban los ojos de encima. Mostraba una indiferencia relativa al principio; todo el mundo miraba de hito en hito con un poco de incomodidad, pero se observaba sobre todo al riqusimo extranjero. Aunque buen mozo, era de aspecto raro; demasiado grande, no lograba introducir sus piernas bajo la mesa, tena un traje desmesurado, un chaleco amarillo y un pantaln gris azulado muy claro. El pescado acababa de ser servido, cuando me pregunt con toda claridad donde estaba el bao. Sorpresa general! Pero l, sin ningn asomo de pudor, ya haba desabrochado sus tirantes y desaparecido. Uno de los invitados, que haba viajado por Espaa, explic que en ese pas era un hecho admisible que se abandonase la mesa... El espaol, ya de regreso, solicit informacin para instalarse...Quera un gran apartamento, el mejor y ms hbil decorador, un marchante de caballos de primer orden (fue Mnage por el que opt). Se le hacan recomendaciones desde todos lados de la mesa, y las damas vislumbraban ya una mansin principesca. El marqus de San Pola beba como un cosaco champn y agua de seltz; haba vaciado el slo tres litros que deban ser suficientes para todos los invitados. Durante el asado, se desprendi de su chaqueta y solicit airearse un poco; le acompa a un saln vecino y le abr la ventana. Mientras tanto, son una carcajada al unsono en el comedor. Cuando el helado fue servido, creyndose sin duda en su apartamento, solicit dos sillas y dos cojines, cayendo en un breve sueo.
10
Cuando despert se abord el tema de las mujeres; dijo que necesitaba en su nuevo domicilio a una chiquilla para que lo distrajese y que le diera todo lo que l quisiera. Entonces las cuatro seoritas comenzaron con sus zalameras a cada cual mejor, hicieron gracias, poses para realzar sus figuras, en definitiva compitiendo para ver quien se llevaba el gato al agua. La pequea H... con su dulce figura, era sin duda la ms bella, de una frescura de rosa y graciosa a ms no poder. Tambin el espaol no titubeaba y finalmente la escogi. Cuando la cena hubo terminado, la llev y, simulando un estado de embriaguez exagerado, el marqus baj los escalones hasta la puerta de cuatro en cuatro, arrastrando a la muchacha en un descenso victorioso pero desordenado. Una vez que hubieron salido de la casa, se produjo el delirio, todo el mundo se tronchaba, unos lloraban, otros saltaban, haba quin rodaba por el suelo. El seor de Maupassant, agarrndose las costillas, pataleaba de alegra comprobando lo bien que haba resultado la broma. Saba que al da siguiente, tras el amanecer, el marqus depositara un lus sobre la chimenea de la joven y desaparecera a la inglesa. El quince de diciembre tena en las manos un calendario cuando mi seor abri la puerta del saln. Tena aspecto sombro. La vspera, haba ido a una velada en casa de una persona importante y haba acompaado a una extranjera de rizos rubios, no bonita, pero joven y bastante apetecible. Despus de almorzar, ella se ausent, pero no por mucho tiempo; a las 4 estaba de regreso; debi esperar hasta las 6 y a las 7 y media, volviendo, a mi seor para cenar en la ciudad. Al da siguiente a las 9 de la maana, ella estaba todava all. Esto durante cuatro das; despus de lo que, mi seor me dijo:
11
Haga lo que quiera, pero no lo aguanto ms... Me dice cada vez que marcha para Viena y vuelve todos los das... chela fuera si le obliga! Las invitaciones a cenar y a acudir a veladas, llovan; un da contamos diecisiete. Franois me dijo el seor de Maupassant prepare todo lo que necesitemos para dos meses; nos vamos la prxima semana a Cannes y a nuestro regreso nos iremos a alojarnos en casa de mi primo L..., en un apartamento ms confortable. Aqu estoy demasiado agobiado. No respiro. Mi seor tom el rpido. Yo le segu en el Express. En la estacin de llegada, un recadero me esperaba llamndome por mi nombre. La seora de Maupassant y su hijo, el seor Herv, ocupaban un bonito apartamento. Mi seor alquil uno con una bella vista sobre el mar, muy alegre y soleado. Desde los primeros das quiso que su madre y su hermano cenasen con l en su casa. Su vida se soseg. Trabajaba nueve horas hasta el medioda, tras lo cual se aseaba y almorzaba. Tres veces por semana, por las tardes, iba a tirar con pistola a casa de un amigo en compaa de otros aficionados. Cierta maana, un caballero de grandes bigotes, con un peculiar andar, se present para ver al seor de Maupassant. Le dije que el seor no estaba nunca por las maanas. El caballero escribi algunas palabras sobre su tarjeta y tendindomela se ro; todos los pelos de su rostro se erizaron; pareca una verdadera brocha. Mi seor trabajaba y por nada del mundo le habra molestado. No conoca otra consigna. A medioda le entregu la tarjeta. La ley en voz alta y dijo: Est bien. Ir esta tarde. Al da siguiente este caballero vino a almorzar con su esposa y le volv a ver varios das seguidos. Hablaba mucho,
12
pareca saber muchas cosas y emita opiniones atropelladamente, seguidas de un tropel de cotilleos de la regin, que el mundo pareca empequeecido. Propuso a mi seor la fundacin en Cannes de un Club Social que sera muy importante y que hara mucho dao a Niza, quizs incluso a Monte Carlo. Enunci las bases de los Estatutos entusiasmndose, excitndose, afirmando que estaba en posicin de obtener la autorizacin para los juegos, etc. Algunos das despus mi seor me avis de que iba a ofrecer un almuerzo para una docena de personas, doce hombres: Vamos me confo a fundar una Sociedad Annima que no es ms que una broma que queremos gastarle al conde L..., fundador del Club. l ser el Presidente ejecutivo, el conde O... el presidente honorario y la principal fuente de fondos con una aportacin de dos millones y medio de francos; el seor R..., secretario, el barn R..., P.A, yo y algunos ms completaremos el Consejo de Administracin y compraremos la isla de Sainte Margherite. Durante el almuerzo, doce caballeros se sentaban ante la mesa; la reunin era muy seria. El conde O... pareca preocupado, pasaba repetidas veces la mano por detrs de la cabeza; su actitud era la de un hombre que lucha, que se pregunta si debe comprometerse en esta empresa, si no sera ms sabio abstenerse. Es que dos millones y medio, an cuando se es rico, es mucho dinero. El barn R..., discretamente incida ms en la duda del futuro presidente hablando de su mayora de acciones, pero el seor P.A...., ayudado por mi seor, demostraba, cifras en mano y mediante unos documentos irrefutables que el asunto era de primer orden, absolutamente seguro; el principal accionista se dej convencer y dio su entera aprobacin. Los dems accionistas aplaudieron esta decisin con una vehemencia edificante.
13
El futuro presidente fue envestido de alegra y triunfo... Ms tarde, finalizado el almuerzo, el Consejo en su totalidad, flanqueado por sus dignatarios eventuales, se dirigi hacia la puerta fumando unos enormes cigarros. La Louissette los esperaba para transportarlos a la isla de Sainte Margherite de la que ya se consideraban dueos. No asist al desengao del Presidente cuando supo que la isla de Sainte Margherite no estaba a la venta y que perteneca al Estado. No lo volv a ver hasta dos aos ms tarde, en Pars, bastante cambiado y el pelo completamente cano. Mi seor acababa una novela que debera salir en abril; las pruebas iban llegando poco a poco y yo tena que ir sin cesar al correo. Los personajes importantes comenzaban a llegar en tropel a Cannes... El seor reciba muchas invitaciones y lleg a encontrarse desbordado como en Pars. La Escuadra del Mediterrneo estaba fondeada en el golfo Juan; mi seor quera visitarla. Un da en que la flota deba hacer unas maniobras, lo acompa a La Louisette para llevar algunos objetos. Estaba dispuesto a hacerse a la mar pues haba buena marea y un fuerte viento del sudeste. Yo lo vea alejarse con su viejo marinero Galice que, a primera vista, ya no tena edad para navegar. Al anochecer, ese viejo lobo de mar, habiendo sacado los diferentes avos que no dejaba jams a bordo, tom como era habitual en l, un vaso de buen vino. Cuando acab de beber y apreci que sus pulmones se haban relajado, me confo que jams en su vida de marino, haba visto nada igual al seor de Maupassant. Es hbil dijo Est atento a todo y conoce el oficio como un viejo marino. Es de un atrevimiento que a veces hace temblar; considero que esta tarde con nuestro ligero ballenero, totalmente abierto, hemos remontado unas olas enormes, justo
14
mar adentro. Fue duro, pero el seor no pareca fatigado y pona todo el corazn. Pens que este buen hombre se haba ganado un segundo vaso. Se fue diciendo: Ahora ya no tendr nunca miedo en el mar con el seor de Maupassant. Una noche, hacia las dos de la madrugada, o a mi seor que me llamaba: Venga, he encendido el fuego en mi habitacin frotando una cerilla y el fsforo ha saltado sobre la colcha de la cama que se ha incendiado enseguida. Acud rpido con un delantal bien mojado puesto y otro sobre la cabeza. Arroj dos jarros de agua sobre la cama que ya era todo fuego; la colcha y el mosquitero ya haban sido consumidos. Ped a mi seor que me pasara ms agua, pero al poner el gran jarrn de porcelana sobre el fregadero, ste se rompi. No se preocupe dijo Tengo mi manuscrito. Lo dems tiene poca importancia. La puerta de la habitacin quemaba, las compuertas al lado de la escalera haban ardido y se podan arrancar; tuvimos suerte de que los cristales de la ventana resistieron y eso evit corrientes de aire que podran haber avivado el incendio. A base de agua pude controlar el fuego... Ms tarde, naturalmente, los bomberos llegaron y acabaron de demoler lo que quedaba de la cama y los muebles. Mi seor fue a pasar dos das a Monte Carlo. A su regreso encontr su habitacin restaurada, pero pudo constatar apenado que varios objetos a los que tena estima, se haban deteriorado, entre otros, algunos libros viejos, sus diccionarios y una carpeta de viejo cuero.
15
Volvi al trabajo pero con menos entusiasmo; se levantaba ms tarde. Un da fue a visitar la baha de Agay y las montaas de Estrel. Otro da acompa a su madre en coche a Vallauris, por la ruta de Californie que pasa circunvalando el pueblo donde estn ubicadas las fbricas de porcelana de los hermanos Massier. De noche, cenando, mi seor y su madre evocaron este paseo. Estaba encantado con las piezas de loza que haba comprado para su pequea Gillette. Habl de los seores Massier, tan amables, tan expertos en sus negocios. Record los detalles de la excursin, la vista, la longitud de la Corniche, los inmensos tapices verdes, el mar, las islas lejanas. Estaba arrebatado y pareca describir un sueo. Una maana el seor de Maupassant dijo a Galice que a la primera brisa propicia, llevaran La Louissette a Antibes. Y usted, Franois aadi no lleve ms mis pistolas a casa de M.A...., partiremos prximamente. Ya tengo bastante! No se puede dar dos pasos seguidos sin tener el sombrero en la mano para saludar a toda esa gente importante que hormiguea por la calle. Me invitan a demasiadas cenas, lo que me fatiga y no siempre me resulta divertido. Adems mi libro va a publicarse y es necesaria mi presencia en Pars. El veintisiete de febrero, el viejo Galice estaba listo; el viento era bueno. Mi seor parti con l para reconducir La Louisette. Les vi ganar el paso de la Croisette y como bordeaban algunas largas hondonadas. Por la noche le pregunte si el viaje haba sido sin contratiempos. Al partir, s me respondi el seor pero despus de dar la vuelta a la Garoup, el viento se volvi inestable, soplando tanto del Este como desde tierra, con una fuerte marejada procedente del golfo de Gnes. Dos o tres veces La Louissette se lleno de agua y al pobre Galice no le llegaba la
16
camisa al cuerpo; le hice tomar un vaso de ron y le anim dicindole que lo ms duro haba pasado; cuando unas horas despus arribamos a puerto, Galice no poda disimular su alegra. Ahora no tendra ms que mantener a La Louissette bien anclada detrs del muelle. Pars. Mi seor no estaba contento. El tres de marzo, haca un fro glido y de las nubes caan gruesos copos de nieve, haciendo las calles intransitables para los peatones. Como al seor no le gustaba el coche, sala poco. Aprovechaba el tiempo escribiendo algunas crnicas y poniendo a punto las ltimas galeradas de su libro. Hacia el da veinte el tiempo mejor y l se ocup de su nuevo apartamento ayudado por su decorador. Ambos acordaron pintar el comedor de color granate, el saln Lus XVI azul, el dormitorio amarillo y el jardn de invierno verde oliva... Compraron enseguida los tejidos. El dos de abril, vspera de la mudanza, embalamos los objetos ms valiosos, los platos, las antiguas fuentes de Rouen, los libros antiguos. El tres de abril, en la calle Montchanin, el decorador Kaklter estaba con dos obreros; los paquetes con las telas se abrieron. Mi seor estaba alegre. Tres hombres trabajando... Qu fiesta! Kaklter entr en el saln con su cliente; en tres das, pinturas y cortinas estuvieron colocadas. Durante tres semanas el seor de Maupassant trabajaba con entusiasmo en esta empresa; no perdiendo ms que una tarde ms o menos. La mayor parte de los objetos ocupaban varios lugares eventuales antes de encontrarles la ubicacin definitiva. Dos cabezas de ngeles talladas en madera maciza que simbolizaban los dioses del viento, eran los favoritos de mi seor; acabaran por ir a parar a la sierra.
17
Un da Kaklter trajo las estanteras de la biblioteca. Era el mueble que ms me gustaba. Por fin iba a poder poner orden; no habra ms libros por el suelo, a lo largo de las paredes y alrededor de los pies de las mesas; el escritorio podra ser un poco menos cargado. Lo consider un autntico alivio y me entusiasmaba ayudar a mi seor a colocar los libros sobre los estantes a medida que l los iba clasificando. Ya instalados, mi seor pidi al decorador que le enviase la factura de inmediato. Se respira mejor aqu me coment mientras echaba un vistazo por todo el apartamento Este Kakleter es ciertamente robusto; cuando golpea un clavo ajusta el martillo para no doblarlo... Estas cabezas de ngeles que pesan setenta kilos, las ha fijado a base de martillazos muy rpidos. Es un obrero muy hbil. Lo que ms admiro de l sobre todo es su temple, pues debo reconocer que le he dado muchas ocasiones para impacientarle y jams ha dejado traslucir una sombra de mal humor. Mi amigo, el seor M..., quin me lo ha recomendado ha hecho un autntico hallazgo. Adems entiende de todo. Si viese su pequeo bajo, que coquetamente est decorado... Su gabinete de trabajo est enteramente revestido de una tela verde azulada, muy dulce a la vista y de un bello efecto. No quedaba ms que proceder al pintado del cuarto de bao; mi seor dej este trabajo para ms adelante, aprovechando su primera ausencia. No poda soportar el olor a pintura y todava menos a los pintores que, segn deca, le robaron en la calle Dulany un alfiler de corbata y una bonita sortija de su abuelo. Henos aqu en los primeros das de mayo. Estoy mejor, me dijo el seor de Maupassant un poco resfriado por culpa del fuego que usted mantiene en todas las habitaciones, no obstante me siento dispuesto para trabajar.
18
Vaya a la librera que est a la derecha de la calle Bac, esquina el puente Royal, y cmpreme un mapa del Sena, trayecto de Pars a Rouen. Voy a descender en yola hasta Rouen con el seor A... Me llevar cuatro das. Durante ese tiempo vaya haciendo todos los preparativos necesarios para ir a tretat. Iremos tan pronto regrese. Mi seor tom el tren para embarcar en Maisons-Laffite, pero olvid el mapa en el apartamento. Yo me di cuenta y se lo llev, llegando a tiempo para el embarque el seor A... estaba en la barandilla, el seor tom los remos; se frot las palmas de las manos de un modo particular, ech una ltima mirada alrededor de su barco y salud con la cabeza a una treintena de personas presentes en el lugar. Despus, haciendo un movimiento como el de un gran pjaro que alza el vuelo, lentamente, con suavidad, introdujo los dos remos en el agua. Algunos minutos despus no se vea a lo lejos ms que un punto negro sobre la superficie plateada del Sena que reflejaba un bello sol primaveral. El seor, segn confesin de sus conocidos, era un remero fuera de serie. Estos halagos me agradaron. A su vuelta el seor me cont que haba tenido un tiempo esplndido pero que el pobre seor A...., no estaba lo suficientemente preparado para hacer largos recorridos. He tenido me dijo que tomarle los remos a cada momento y a veces remar durante cuatro horas sin descansar.
19
CAPTULO II
JUNIOOCTUBRE 1884
tretat. Jardinero modelo. Tiro de pistola. Gallinas y gallo. Riego. El juego de bolos. Los dos santos de madera. El cuarto de invitados. Una joven americana. El maestro Renard. El fuego en la casa. Marie Seize. Octubre. Las hojas del otoo. Bel Ami se acab.
tretat. Junio de 1884. Fuimos los primeros en llegar a tretat; mi seor aprovech para descansar y trabajar en un cuento entre crnica y crnica. Despus se ocupaba del jardn; pasaba horas con Cramoyson, discutiendo los emplazamientos de los parterres de verano. Se excitaba reconociendo los rboles que haban crecido muy rpido, a fin de elegir las especies a plantar perfectamente en el futuro, segn conviniese al terreno. Se levantaba a las ocho y no quera tomar nada; deca que le molestaba para trabajar; consideraba que el caf con leche por la maana era un alimento de mujeres. Daba varias veces unos paseos por su jardn, visitaba sus peces rojos y all se lavaba los ojos; seguidamente escriba durante once horas y luego tomaba su vaso de agua fra, se aseaba y almorzaba. Despus de esto disparaba todos los das sus cuarenta y cinco balas con su pistola... Disparaba diez balas a veinte pasos del objetivo, otros diez al mandato; despus diez a cuarenta pasos del objetivo, unos diez al mandato: un, dos, tres; estos veinte ltimos, siempre a doble carga. Cuando estaba satisfecho de sus disparos descansaba; si no an disparaba diez balas ms, pero era muy inusual. Es intil deca e incluso peligroso ser un perfecto tirador. A este ritmo, la provisin de balas tradas de Pars se vio rpidamente disminuida; pidi entonces viejo plomo en casa de
20
Franois Jeanne y mi seor me inici en la fabricacin de estos proyectiles. Al principio llegaba a hacerle de quinientas a seiscientas en una tarde. Vea usted me dijo que hbil es ya, no encuentra esto divertido?... Slo tiene que prestar atencin en que la cuchara no resbale en el agua, pues el plomo hirviendo podra saltarle a los ojos; es muy peligroso. Me gustara que usase unas gafas, me quedara ms tranquilo. Provisto de dos pares de ojos sobre mi nariz, llegu a fabricar mil balas en una tarde, divirtindome mucho. Hacia las dos y media o tres, el seor de Maupassant iba de vez en cuando a ver el mar, pero lo ms habitual es que lo hiciera sobre las cinco y media. Un da que hablbamos de cocina, mi patrn me dijo que Vimont, nuestro carnicero, tena muy buena carne: Lo conoce usted? Es muy fuerte! En su casa la grasa no est mohosa. Creo que tiene doce hijos. Y es un gran bebedor de champn. Ha llegado a beber hasta catorce botellas... Ah! Y ms tarde dijo: Tengo una idea. Me gustara tener unas gallinas para disponer de huevos frescos en mi almuerzo; podras hacrmelos pasados por agua todos los das. Diga a la vendedora que me consiga seis y un buen gallo, el ms hermoso que tenga. Voy a pedir a Cramoyson que me haga enseguida un corral con varas trenzadas con hilo de hierro al lado de la cabaa del bosque, que sea lo suficientemente grande para que estos animales tengan hierba que picotear. Dos das despus, las gallinas llegaron con un gallo excelente que tena una considerable cresta y un pico dorado. Mi seor me recomend tomar la precaucin de hacerle unas sopas con los restos del pan y de la leche. Y yo aadi le echar grano.
21
Cramoyson dej un saco en la cabaa. Varias veces al da, mi seor visitaba sus peces rojos, pero a l le gustaba sobre todo entretenerse con sus gallinas; no dejaba de mirarlas, observaba sus mnimos movimientos y se diverta. Las aves eran en verdad fuertes y hermosas, y el gallo estaba todava ms colorado que a su llegada. Es bello! me deca Es gallardo! Merece ser pintado. Seguramente se hara un cuadro magnfico. Vea la expresin de su cabeza. La mirada es bastante fiera. Y sus hermosas crestas de un rojo vigoroso y ese cuello brillante es resplandeciente y esa prestancia majestuosa! Mire su cola; que soberbio penacho! Pero usted sabe, en general, que no lo conservan mucho tiempo... Los huevos son muy buenos, no tienen parangn en el gusto con los de Pars. Usted dir a la vendedora que para el mes de julio le pedir otras seis gallinas pesadas, pues stas, acabarn fatigadas. El jardn iba tomando un buen aspecto; Cramoyson nos dijo que tena unas judas verdes, prestas a ser recogidas y pequeos guisantes en flor: S dijo mi seor son muy bonitos. Sepa Franois que yo no como zanahorias, colas y acelgas y sobre todo espinacas! Cramoyson le dar, lo antes posible, judas verdes, habichuelas, guisantes y lechugas variadas para cocer. Verdura cocida puede darme todos los das, a la crema fresca, claro. En una de sus visitas a sus rosales, el seor de Maupassant advirti un da un pequeo rbol que se encontraba al borde del camino. Se lo mostr a Cramoyson: Vea como cambia en un ao este fresno. Este terreno le conviene, pondremos una hilera en el prado a lo largo del seto ya que los sicomoros no crecen y no dan tampoco demasiada sombra. Sobre el borde del vallado, ante la casa, aadiremos tambin algunos lamos blancos; crecen muy aprisa y son agradables a la vista.
22
Yo haba trado de Pars una pequea bomba Japy con las mangueras necesarias para llegar hasta el extremo del jardn desde ambos lados. Era muy cmodo: uno de nosotros bombeaba y el otro diriga la manguera; esto resultaba ms rpido que la regadera y menos fatigoso. De este modo indicaba el seor cuando usted no est aqu, Cramoyson, yo ayudar a Franois para mantener las fresas en buen estado de humedad, a fin de poder tener fresas sin interrupcin. La pequea bomba aspirante e impelente, instalada cerca de la gran bomba que ocupaba ya la tapa del pozo, pareca un pequeo juguete y creo que mi seor le consideraba como tal, pues, en todo momento, se diverta hacindola funcionar diciendo: Es para que no pierda su agua. Cuando se pona a regar, era siempre para estar en la bomba. Cuando yo quera reemplazarlo, me rechazaba argumentando que yo enviaba el agua ms fina y con ms suavidad que l. Siempre me encargaba la manguera. El 22 de junio tuvimos la visita de una dama; luego, el 24, la visita de otra dama y 8 personas a cenar. Comenzaban a jugar a los bolos. Mi seor se diverta; era un placer orle rer cuando haba jugado bien, o an cuando poda desplazar los bolos de esas damas, lo que las haca correr y lanzar unos gritos agudos como los de un nio. Una bonita maana, hizo tirar todas las manzanas de los rboles para que no impidiesen el crecimiento de nuevos rboles. Todos los das se pasaba las maanas del mismo modo. Mi seor se paseaba y trabajaba, pero despus del almuerzo, no quitaba la vista del gran seto hacia el lado de tretat; en ese seto se encontraba una abertura, por la que las damas llegaban
23
del fondo del paseo, a la salida del picadero de Justin. Y tan pronto las vea, se dispona a sacar los bolos, o bien a clavar los hierros del croquet. Quera ponerse a jugar de inmediato. A menudo incluso no daba tiempo a las damas a despojarse de sus chales y sus sombreros en la casa. Se extenda todo sobre el pequeo seto de espinas que separaba el prado del jardn y la partida comenzaba inmediatamente. Se deba enteramente al juego, con tal fogosidad que se poda preguntar si el autor de Une vie se percataba de las entonaciones y los piropos amables que esas damas le dirigan con unos Muy bien, querido o Atencin, pequeo y que el eco de la costa de Fcamp repeta lenta pero fielmente. El 26, cayendo la noche, observ en el camino de la cocina, una gran mujer llevando una carretilla cargada. Era la empleada del almacn de antigedades Le Vieux Rouen que llevaba las compras que mi seor haba hecho durante el da. Sealndome dos santos de madera entre esos objetos, mi seor me dijo: Vea que bien trabajados estn; son finos; estoy muy contento sobre todo porque son santos del otro lado de la Mancha que no tienen nada de ingleses. Los objetos restantes fueron colocados un poco por todas partes, pero principalmente en el cuarto de invitados; quera mantenerlo alegre, porque deba recibir una visita prximamente. Entonces, con una minuciosidad digna de un ama de llaves emrita, tom nota de lo que faltaba an en la habitacin: una caja de polvos de arroz, frascos de fragancias, un espejo a tres caras para peinarse, bola de alfileres: Yo comprar esto por la tarde dijo Hay una carpeta con papel, pluma y secante? S, Est bien! La primera persona que ocup esa habitacin, en la que l haba puesto todos sus sentidos, fue una joven americana,
24
autora de varias novelas publicadas en Francia. Esta dama era tan inteligente como bella. Una maana, en que la mujer contratada a su servicio no llegaba para darle su desayuno, me dijo: Pero, Franois, usted puede entrar en mi habitacin y depositar los platos sobre la mesa; eso no me molesta en absoluto; estoy tapada en mi cama. Esta misma dama dijo un da a mi seor, en medio de una discusin literaria: Todos sus crticos, a los que se les da tan mal analizar una nueva obra, me hacen rer; pues, la literatura no es algo tan complejo. Yo jams he aprendido la lengua francesa; escribo todas las palabras fijndome en sus analogas y mientras tanto ellos aceptan mis libros, lo ve usted? Y aadi: Si ellos me hablan de la gran dificultad que encuentran casi siempre cuando se entienden dos seres que se aman enteramente..., usted comprende lo que quiero decir..., s, que saben darse el mximo de placer sensual. Si esto ocurre una vez, tambin un abismo los separa. Mi seor no rea, su frente se ensombreca y yo notaba un movimiento nervioso en sus pupilas. No entend su respuesta, pues en ese momento me pidi que les sirviera el siguiente plato... Algunos aos despus, me envo a conseguir noticias acerca de la salud de esa dama al hotel Meyerbeer, a la vuelta de los Campos Elseos. Un botones me condujo a su habitacin; yo estaba apenas en el umbral de la puerta cuando esta dama me dijo: Entre, entre, Franois Acrquese. Usted sabe que no soy una mojigata.
25
Me acerqu a su cama y me pidi que le diera noticias de mi seor: Hbleme de l mucho tiempo me deca no me cansar nunca con ese tema. Luego de haberle hablado bastante tiempo como ella deseaba, me dijo con una leve emocin en la voz: S, mi buen Franois, usted casi lo ha entendido; ese ser que no se descubre, pues es necesario haber vivido cerca de l como yo lo he hecho para elegirle... Y usted sabe que yo no amo solo a su seor como literato, yo lo amo por l, como se dice en mi pas: for his good heart, for his extreme loyalti, and his great kindness (por su buen corazn, por su extrema lealtad y su gran bondad). Tengo all, valo, sobre mi mesa, escrito completamente, nuestra conversacin de anteayer. Este buen y querido amigo ha quedado conmigo toda la tarde, no poda decidirse a marchar. Resulta que ambos nos preguntbamos si esa no sera nuestra ltima entrevista; pues, mi pobre Franois, dentro de dos das voy a ser operada de un quiste y desconozco lo que pueda resultar. Pero di a mi amigo Maupassant que si quedo bajo el cloroformo, mi ltimo pensamiento ser para l... Di cuenta al seor de mi misin y qued muy afectado. Durante mucho tiempo tuve ante mis ojos el bello rostro de esta dama: tena una magnfica cabellera dorada que armonizaba maravillosamente con su tez rosada, y que retena apenas con un pauelo de encaje. Era verdaderamente hermosa! Julio. El juego de bolos tena un xito exagerado; mi seor gozaba de excelente salud. Llegaron unos amigos que se instalan en dos habitaciones. Por fortuna dorman hasta las once, lo que permita al seor trabajar toda la maana. Despus de almorzar, los llevaba a orillas del mar o a Saint-Jouin a casa de la bella Ernestine.
26
Despus ofreci algunas cenas y las veladas resultaron muy alegres. Se jugaba al pauelo, a menudo los recin llegados no comprendan nada, pero l los obligaba a ponerse, les explicaba el juego y una vez lanzados, stos se diviertan mucho y rean todava ms fuerte que de ordinario. Este juego era seguramente el que ms le gustaba a mi seor. Una maana traa unas provisiones cuando observ a mi seor en el prado, rodeado de todas sus gallinas. Me llam: Venga a ver este enorme agujero en la valla del campo, el enrejado est levantado y bajo la tierra est cavado a gran profundidad. No hay duda, es un zorro. Ha sentido las aves, el bribn! Pero a nosotros dos!... Voy ahora mismo a escribir a Pars para que me enven rpidamente un cepo de gran fuerza. Yo me lo conozco y Cramoyson tambin; no le daremos tiempo para realizar su negocio. Mi seor volvi conmigo del lado de la casa; sus gallinas le seguan siempre como si hubiesen comprendido que l se ocupara de su defensa, y parecan incluso apenarse cuando tenan que separarse para pasar la pequea verja que separaba el jardn del prado. Cuando Cramoyson lleg, mi seor le mostr el agujero y le pidi que dejase todo en orden, as como reforzar la verja mientras esperaba la llegada del aparato. Agosto. Todos los das, despus de esta alarma, desde que se levantaba, mi seor verificaba todo el permetro de la finca normanda. El aparato lleg. Era una mquina infernal, incluso muy peligrosa de manipular. Fue colocado detrs de las cabaas de madera, donde dorman las gallinas, pensando que atrado por el olor, este daino animal vendra a caer en la trampa. Septiembre. El seor de Maupassant me orden:
27
Mientras yo pienso quisiera que usted llevase, de vez en cuando, una cesta de peras a las damas del correo, y tambin a casa de la seora C... sta es la hija de Offenbach, el gran msico. No es por las peras, pero s que es muy sensible a las atenciones que se tienen con ella... La prdida de su hermano le ha supuesto un duro golpe y se ha sumido en una profunda tristeza; pero tambin, por otra parte, yo he estado muy apenado de ver marcharse a ese pobre muchacho al que quera mucho; era tan bueno, tan franco compaero, y no tena ms que veintids aos! El 12 de septiembre, mi hornillo de cocina no quiso encenderse. Para solucionarlo le administr algunas cucharadas de grasa y dos minutos ms tarde el fuego alumbraba en la chimenea. Mi seor, oyendo las crepitaciones, vino a avisarme. Salimos al jardn y vimos las chispas llevadas por el viento: Esto no ser nada me dijo pero es preciso tener cuidado, pues mi primera casa, anterior a esta, fue consumida y nunca supe como comenz el fuego. Es cierto que estaba muy ligeramente construida y cubierta con caa. Jugbamos en el jardn cuando nos dimos cuenta que el fuego estaba por todas partes. Como no tenamos los medios para apagar el incendio, nos pusimos todos a cantar y a bailar de alegra alrededor de ese fuego imprevisto e inesperado. En los ltimos das de septiembre, una tarde, cayendo la noche, o que se hablaba muy alto en el jardn, al lado de mi cuarto. Me adelant y observ a mi seor con Marie Seize, una celebridad de la bohemia local. Entr de inmediato en mi cocina. El seor lleg tras de m gritando: He aqu una buena mujer!! Menudo bicho! Jams he visto nada parecido. Figrese que dorma estos pasados aos en los bancos del paseo martimo, con su marido y sus seis hijos; la comuna, por as decirlo, le haba alquilado una barraca
28
de madera, en lo alto, de cara al mar sobre la costa. Yo siempre la he socorrido, pero este ao ha ido demasiado lejos! Le he dado 10 francos ms de veinte veces; como no se atreve a venir aqu, me espera a todas horas en el paso. Y ahora viene a decirme que ella, su marido y sus hijos no tienen ningn vestido para el invierno; y que debo vestirlos si no quiero verles morir de fro! Le he dado 20 francos. Pero si vuelve, envela a paseo!... Cuando mi seor fue a la mesa, se puso a hablar de nuevo de Marie Seize: Vea incluso si es astuta. Viene a la cada de la noche, pues por el da no se atrevera a salir; no tiene ms que una falda roda y una blusa a retales, los pies descalzos, piernas desnudas, los brazos descubiertos. En fin, es extraordinariamente sucia! Es repugnante! En todas sus quejas me deca: Seor de Maupassant, si usted no me ayuda no me queda a quin recurrir; a la mierda, con todos mis hijos, s, a la mierda. Los enviar de golpe a todos a la mierda! Vlan! como si estuviese hecho. Pero yo tengo la conciencia muy tranquila al respecto. Apenas ocho horas despus, el seor me llam dicindome que fuese a ver quin vena por el valle. Era Marie Seize que vena a decir que no tena ms carbn ni ms dinero para comprarlo. Fui a advertir a mi seor en el saln. Est bien, dle diez francos dijo l, sin un instante de reflexin. Octubre. Las ltimas manzanas se recogieron. Las hojas de los rboles caan tupidas y ya no quedaban ms en los rboles para abrigar al seor en sus paseos matutinos; adems estaba obligado a calzarse sus botines de caza, en tanto estuviese la tierra tan hmeda y pesada bajo sus pies. Pero un encanto pareca retenerlo:
29
Esto es exquisito, el otoo en el campo me dijo Este aire vivificante que llena los pulmones produce una sensacin muy agradable... Y adems es muy potico, la cada de las hojas es incluso muy interesante! Antes de dejar sus ramas, adoptan los colores ms variados. Me he fijado que han pasado por cinco y seis colores; las de los lamos blancos en particular, resultan muy divertidas observarlas. 26 de octubre. A las dos llev su comida al gallo y a su ltima compaa, todas las anteriores haban pasado por la cacerola. Mi seor caminaba alrededor de la charca, me sigui para ver comer a su gallo. Tena una rama en la mano y me dijo: He acabado Bel Ami. Espero que satisfar a aquellos que me han pedido siempre alguna cosa extensa; pues hay pginas y pginas, y apretadas Tiene toda una parte para las damas que creo les ha de interesar. En cuanto a los periodistas, se considerarn aludidos; los espero!... Con este bonito sol plido continu fotografiara esas dos aves que tienen aspecto de abandonadas. Lo hizo enseguida. No s por que, pero los clichs no salieron. Mientras tanto, lleg una dama que manipulaba un aparato ante el rostro de mi seor; se trataba de un medalln.
30
CAPTULO III
NOVIEMBRE 1884 FEBRERO 1885
La sala de duchas. La Galera Adquisiciones Piroli Un regalo de Ao Nuevo Un techo maravilloso Viaje a Italia. El regreso. Empaquetado defectuoso. La piedra de azufre. Trabajo y vida mundana. La cena del colegial. Trainera holandesa. tretat. La Normanda en flor. Los vasos antiguos de Rouen. El jarrn de China. Bel-ami ha aparecido.
Pars, noviembre de 1884 Vea Franois, con este calefactor no se estar demasiado mal aqu. Tiene una buena instalacin; calienta bien, quizs demasiado; pero cuando los ventanucos estn abiertos en lo alto de la casa de mi primo, se atenuar mucho el calor en la ma. Luego usted me dice que esto no costar ms que un franco diario, para nada, en comparacin con el calefactor de madera Bajo con usted para ver los focos. Abr las dos puertas en lo alto que dejaban al descubierto las cuatro placas rojas del aparato, y mi seor confirm la potencia del calor: Cmo puede estar enfrente para cargarlo? Es un infierno! Luego reflexion: Puesto que estoy all, veamos entonces si, en la primera bodega, no podra instalar una sala de duchas, pues con la proximidad de este calefactor sera muy buena idea venir aqu a ducharse. Se encarg al arquitecto y la instalacin estuvo acabada rpidamente. Mi seor estaba encantado: He tenido una idea excelente; las aguas de la ciudad tienen una presin ms que suficiente y vea que simple es. Ahora podr darme una ducha a diario sin salir de casa, incluso
31
dos si me apetece. Con toda seguridad, el bao, el tubo y sobre todo la ducha son de lo ms saludable para el hombre. Y en un tono muy alto, mi seor aadi: Cuando pienso que Flaubert nunca quiso hacer hidroterapia, ni incluso fricciones! Qu lstima; no se habra ido tan joven. Pero nunca quiso hacer higiene. Piense! No tena ms que sesenta aos cuando muri; estaba todava fuerte y vigoroso, y, no hay ninguna duda de que una ducha, como esta, le habra prolongado la vida. Algunos das despus, mi seor hizo venir al tapicero para colocar unos santos; los coloc en la galera, uno a cada lado del Buda. Luego se acabaron de instalar las cortinas de la estancia, que comunicaba con el dormitorio y, como no haba ms que una media ventana dando a un pequeo patio, dijo a Kaklter: Usted ha decorado muy bien mi galera, es muy bonita; pero me falta aire en mi habitacin con esas portezuelas. Si no las pongo, la desnudez de los cristales, me golpea en los ojos durante la noche y eso me har mal. Voy a comprar un par de cortinas, juncos y perlas, eso tamizar el da y habr ms aire en mi habitacin. As fue hecho y el seor se encontraba orgulloso de su instalacin. Esta galera, especie de pequeo jardn de invierno donde tena siempre sus palmeras, unas plantas y unas flores, le gustaba mucho; all estaba casi constantemente; ah encontraba la claridad y la tranquilidad necesarias para componer sus obras. Todos los das me traa algn objeto nuevo para decorar su apartamento. Una tarde entrando, me dej un paquete: Abra eso con mucha precaucin, pues son unos frascos de perfumes de vidrio de Venecia; son de un gran valor y muy hermosos. Irn bien para mi bao, pues pueden contener un litro cada uno. Como tengo mucho en mi despensa, utilizar
32
uno para agua de Colonia y otro para el agua de bao y, para los otros dos, ya ver Diciembre. El fro comenzaba a hacerse sentir, a partir de ese momento mi seor no dejaba de tomar sus baos y su ducha diaria. El agua estaba muy fra, deca, y se encontraba muy contento, porque obtena buenas reacciones. Un da en que el agua estaba ms fra de lo habitual, mi seor se levant muy rpidamente, teniendo todava su tupido bigote empapado de agua: Est perfecta as! Dme bien la ducha; pronto le tomar por un alumno de Pascal, el clebre hidroterapeuta. Yo era muy feliz viendo a mi seor contento y rpidamente le segua para darle una buena friccin de agua de Colonia, luego se friccionaba l mismo con un guante de crin. Mire, Franois me dijo un da pienso que para esta planta baja, sera buena idea tener un gato, de este modo espantara la bichera con su presencia; ms vale prevenir que lamentar. Algunos das mas tarde tenamos una pequea gata que mi seor bautiza con el nombre de Piroli; en poco tiempo se volvi muy familiar, gustndole mucho las caricias. Ella haca unas fiestas, jugando sobre todo con los cortinajes de perla; esto duraba en ocasiones horas y mi seor, en su largo divn de la galera, disfrutaba admirando a esta encantadora bestezuela tan graciosa y tan ligera en todos sus movimientos. Se encari mucho con esta pequea Piroli, siendo el apego recproco. Tan pronto como l entraba, ella no lo abandonaba. La vspera de Navidad, mi seor me dijo: Tendr maana una cena de nochebuena Pero el da de Ao Nuevo, cenar en la ciudad, pues usted tendr bastante que hacer por otra parte Uno de estos das, tomar un coche en el que pondr dos grandes cestas; luego ir a las pequeas barracas del bulevar donde se encuentran unos
33
establecimientos de frusleras muy divertidas y novedosas del arte parisino; comprar varios objetos del mismo modelo, lo que usted encuentre ms interesante y mas inslito. Sobre todo no olvide de tomar esos diablos barbudos que saltan cuando se quita la tapa de la caja Yo le dir lo que tendr que hacer el da de Ao Nuevo. La antevspera del da de Ao Nuevo, yo entraba con dos cestas repletas de todo lo que haba comprado en las pequeas barracas. Mi seor examin todo e hizo una seleccin y, al da siguiente, lo empaquet en varias cajas, de las que una de ellas fue ms esmerada que las dems; se las arregl para poner encima todo una hilera de esos diablos barbudos que me haba particularmente recomendado. Tuvo antes la precaucin de deshacer los ganchos, de modo que era la tapa de la caja lo que los retena en su interior. Esto me dijo es para la seora O Usted la llevar en el momento del almuerzo y pedir al gerente del hotel que la entregue inmediatamente. Dgale que se las arregle para que se quite la tapa de la caja encima de la mesa del comedor; insista para que se haga como yo le digo. Al medioda, el primero de ao, yo estaba en el tema de la seora O, porfiando con el gerente del hotel que no quera entender nada: Comprenda usted me deca que hay mucha gente. Yo no puedo presentar su caja. Yo le repliqu: Poco importa la gente, al contrario; cuanto ms locura, mas divertido. Finalmente acab por convencerlo y le expliqu la manera de colocarla para abrir la tapa de un solo golpe. No transcurrieron cinco minutos cuando o un estruendo extraordinario. Se arrastraban las sillas, se rea, se pataleaba. Yo me dispona a marchar cuando el gerente del hotel sali del comedor dicindome:
34
Ren todos! Incluso algunos lloran Adis, adis! Por la tarde, vistiendo al seor, le cont los esfuerzos que haba tenido para decidir al gerente del hotel a presentar mi caja: No me sorprende del todo me dijo Todos estos gerentes de hotel de grandes casas se parecen; son altos como unas agujas de iglesia y la mayora sirven muy mal, con sus falsas maneras de sacristn. Encuentro que se est mejor atendido en las casas donde no hay ms que dos criadas Pero usted los ha odo rer La cosa ha tenido su xito. Eso me es suficiente. Tom su sombrero: Hace mucho fro esta tarde; meta a Piroli en su cestilla cerca de una boca del calefactor, y deje todas las bocas del apartamento abiertas. Al regresar yo las cerrar si lo considero conveniente. El 6 de enero, da de Reyes, mi seor tena que cenar con algunos amigos, pintores y literatos. Cuando todo el mundo march, mientras yo recoga la mesa, l me llam desde su galera: Usted no se puede imaginar cuanto me gusta este rincn. Pues bien, voy a embellecerlo ms. Mi amigo Oudinot, el pintor de vitrales, me cede un techo en vidrio de color, hecho por un americano que ha muerto. Este techo, parece, es muy hermoso y eso no me sorprende, pues Oudinot no sabe hacer ms que cosas bellas; lleva el arte en el alma. Es quin ha hecho los vitrales del monumento de M. Thiers en el PreLachaise, y es una maravilla. Entonces, esos das aqu, ir a ver al arquitecto, al cerrajero, el fontanero y el electricista; usted se las arreglar para solicitarle que vengan todos a la misma hora, al objeto de que se entienda bien todo y de que no vaya para largo. Pues yo querr ponerme de acuerdo en todo con ellos antes de mi marcha para Italia. Har falta un aparato elctrico para encender el gas que har instalar por encima del techo.
35
Con los vitrales de color, eso me dar una hermosa luz y unos tonos muy suaves. Desde que haya fijado los trabajos que hacer, me voy a Italia y Sicilia con algunos amigos, Gervex, Amic, etc Pero ser un viaje breve, de un mes o seis semanas a lo sumo, ya que hace falta que trabaje para publicar un volumen a fines de mayo. Marchar hacia el 18, un poco antes que mis amigos, a fin de poder estar algunos das con mi madre en Cannes. Usted arrgleselas para que todas mis cosas estn listos y mis camisas repasadas por esa persona que trabaja tan bien El 17 de enero, todo estuvo listo. Mi seor iba a partir; su principal recomendacin fue decirme: Si usted llega a ausentarse ms de un da, tendr que dejar a Piroli en casa de mi primo y recomendarlo bien a la criada. Luego, haga activar los trabajos; que yo no vea obreros a mi vuelta para que pueda trabajar tranquilo. Febrero. Mi seor estaba en Roma, con sus amigos, seores Gervex, G. Legrand, etc. Todos se divertan mucho. Marzo. Recib unos paquetitos de Girgenti (Sicilia) que estaban en un estado lamentable. 28 de marzo. A las 8 de la maana, el seor de Maupassant lleg de Italia y, desde el vestbulo, Piroli reconoci su voz; ella corri, se arroj a sus piernas con unos quejidos y unos maullidos de alegra. Buenos das, mi gatita, pero djame entrar. Ella no quera entender nada. Se vio obligado a tomarla en sus brazos de tanto que ella gritaba. Pague al cochero, pues es necesario que yo est con esta Piroli. Pero como ha cambiado! Est enorme! Y Piroli sobre el escritorio, mientras que mi seor intentaba abrir las cartas ms urgentes, haca unos ronroneos y
36
buscaba apoyar sus dos patas delanteras sobre el pecho del seor, ola su bigote como para besarlo. Esto hizo que apenas pudiese llegar a leer su correspondencia. El seor se dirigi enseguida a su cuarto de bao. Apenas entr en su baera, Piroli salt sobre el pequeo mueble fijado en la cabecera de la baera y trataba de atrapar el peridico que l lea. No alcanzndolo, le dio en los cabellos dos golpes con su suave pata y, gesticulando, tir en el agua una mano disecada que se encontraba sobre el mueble. Mi seor la reprendi: Cmo tiras en mi bao la mano de Shakespeare? Oh! La minina!.... Luego, alcanzndome la mano: Squela bien y pngala bien lejos para que ella no pueda tirarla Ahora srvame mi t en la galera. Almorzando, el seor admiraba el nuevo techo; me llam para que le enseara el funcionamiento del aparato del gas, que se serva de un aparato elctrico para encenderlo. Quiso hacerlos funcionar el mismo dos o tres veces. Estaba contento. Eh! me dijo esto est muy bien! Funciona de maravilla. Las doce farolas de gas se encienden de un solo golpe. Estoy seguro de que por la noche harn un muy buen efecto. Por lo dems, este techo es muy hermoso, los matices son muy suaves y el leo encantador. Adems habr ganado mucho esta habitacin con este techo; la humedad, el frescor del techo se encontraran aislados por este techo vtreo donde las doce farolas de gas de encargarn de calentar y de secar todo. Pondr tambin unas telas de Gnes para ocultar esa pared; esta horrible pintura desaparecer, as como esta pintura verde que es muy fea. As arreglada esta galera se convertir en un pequeo saln. Cuando haya gente en el otro saln, usted los har entrar aqu; una vez la puerta de mi habitacin cerrada, esto formar un pequeo apartamento separado.
37
Regresamos al comedor donde se encontraban las cajas que mi seor me haba enviado de Italia; todo estaba sobre el aparador. Haba dejado la mayora de esos objetos en su caja para que el seor pudiese comprobar lo mal que haban sido embalados. Se los haban envuelto simplemente con un papel totalmente desgarrado; tambin todo estaba roto, excepto dos pequeas estatuas ms slidas que haban resistido. A la vista de ese desastre, mi seor enrojeci, pero supo dominarse. En este caso dijo dado que no estaban bien embalados, las compaas del ferrocarril no tienen la culpa, son esos pedazos de idiota de vendedores! Pero lo que es ms grave es que han debido ponerse de acuerdo para empaquetar mal, ya que he comprado esos objetos en diversos puestos a menos que esa sea la forma de empaquetar en su pas. Son unos seres extraordinarios! As que se entra en casa de uno de esos anticuarios, acude en primer lugar un caballero de cierta edad preguntando que es lo que desea. Luego se presenta una dama de edad madura, luego una segunda dama joven y otro caballero, joven tambin. Sus exageradas cortesas y sus maneras no dejan ninguna duda sobre sus intenciones fraudulentas. Son indignantes, desagradables y repugnantes. Pese a ello, son bellos como su pas, que contiene maravillas, en palacios y museos, tengo que admitirlo. Sus museos encierran riquezas incalculables y todas hermosas, y alrededor de esas cosas tan bellas, hormiguea un populacho inmundo; el contraste es chocante y triste. Todas esas cosas hermosas pierden mucho estando ubicadas en semejante entorno. Ah! Ha deshecho mi maleta, Franois? Dme entonces una piedra de azufre que se encuentra en el fondo. Se la di; tomndola, se dio cuenta que comenzaba a pulverizarse. Fui yo mismo quin la fue a buscar al fondo de una mina. Hemos ido unas quince o diecisis veces para descender.
38
Les he dado esquinazo a todos en el camino. Solo con el gua, fui hasta el final. Usted dir que no hubo inconveniente, no! La marcha era difcil y el olor insoportable, pero no habra querido que se dijese que yo no haba podido seguir a un gua en una mina de azufre!... Piroli, que no cesaba de frotarse a lo largo de las piernas de mi seor recibi el polvo del azufre en los ojos, se puso a maullar y a correr como una loca; no fue fcil cogerla y curarla. Mi seor estaba listo para arrojar la piedra por la ventana de lo desolado que estaba: Decididamente, todo lo que viene de ese pas nos trae desgracias. Y tomando a Piroli sobre sus rodillas, la acariciaba: Mi pobre chiquitina, mi pequea preciosa. Cuando la hubo tranquilizado un poco, me dijo: Franois, prepreme mi traje para esta noche; ceno en casa de la Seora X, voy luego al teatro; esta dama quiere presentarme al seor Raymond Deslandes. Todo el mundo me repite que debera dedicarme a escribir teatro, pero no me gusta demasiado y si llegase a hacerlo, no sera seguramente del modo como se ha hecho hasta el momento. Tengo horror de ese gnero truculento. No! no! Eso, nunca consentir en hacerlo. Cada vez que voy al teatro, salgo horripilado. Si no fuese por esa encantadora sociedad que all se encuentra siempre, no pondra nunca los pies en l. Hoy confieso que hubiese preferido mi cama a esa velada, y sin embargo no he dormido mal de Cannes a Paris. Mi seor regres a su trabajo; escribi algunas crnicas para los peridicos, al objeto de poder ocuparse de inmediato de su nueva novela. Abril. Un domingo, mi seor consult su agenda:
39
Ceno en la ciudad dijo todos los das de la semana, excepto el martes. Ese da vendrn unos amigos; usted nos har una cena como de costumbre; seremos catorce. Luego, el viernes, no seremos ms que cuatro, pero igualmente preprenos una buena cena; nos dar incluso dos, una abundante y otra magra, pues creo que esas damas comen frugal; el pequeo caballero que ser el cuarto invitado comer lo que quiera, l elegir. El viernes, a la hora de la cena, vi llegar dos damas de una elegancia extraordinaria, muy fuertes ambas, muy bellas y exhalando a su paso los perfumes ms delicados. Luego el timbre son de nuevo, abr y me encontr de cara con un colegial; le hice entrar en el saln. Se present muy graciosamente, salud primero a mi seor, luego a las damas de modo un tanto torpe, como un colegial atolondrado. Pero enseguida recuper su aplomo en la mesa; fue encantador, contando unas historias del colegio muy divertidas, como alguien que conociese en profundidad todos los entresijos de esos cuarteles de jvenes muchachos. Era guapo, tena la boca muy fina, con un poco de bello incipiente sobre el labio superior, una nariz aguilea y las fosas sensiblemente dilatadas, unos grandes ojos negros y un cabello rizado y negro. Toda la cena haba estado regada con champn. Llegando a los postres todos estaban alegres; l incluso tena sus bonitos pies adelantados bajo la mesa y la escena era de lo ms cmica. Las damas atacaron de frente al joven, que no se dejaba desamparar; ste guardando siempre su aspecto tmido, no dud en decirles que l no peda ms que demostrarles que era un hombre amable y no desprovisto de cierto valor. Ellas rean muy alto, se partan de risa, pero el colegial rea menos, y pareca tomar su papel muy seriamente. En cuanto a mi seor, daba vueltas con la punta de sus dedos un marrn glas anidado en su pequea cobertura de papel; no coma ms, no
40
beba ms, no rea ms; morda su bigote y de vez en cuando abra su pequea castaa y se la meta en la boca. De repente me ech una mirada, sus ojos estaban hmedos y enrojecidos; me dijo: Franois, triganos el caf, por favor A las nueve y media, fui a buscar un coche para el seor colegial que deba estar de vuelta a las diez. Mi seor lo acompa hasta la puerta y estrechndole fuertemente la mano, le dijo recrendose en sus palabras: Hasta luego, amigo mo. Las damas queran saber quien era ese encantador efebo; jams lo sabran!... Al da siguiente, llev el t de mi seor y me dispuse a ordenar un poco de derecha y de izquierda. Me pidi que le ayudase a cambiar de lugar algunos muebles. Mientras tomaba las disposiciones, se ri aparte. De repente me dijo: Y bien Franois, cmo ha encontrado usted ayer al pequeo colegial? Yo le respond: Es un encanto. Entonces mi seor comenz a rer a carcajadas: Ah! Es encantador? Pues es una dama! Recuerda usted a la pequea institutriz que haba venido el ao ltimo a pedirme que la recomendara al ministro de instruccin pblica?; es ella!... Habiendo obtenido el empleo que deseaba, me ha escrito para agradecrmelo. Yo me acord de su aspecto de cro y le he pedido si quera venir a representar ese pequeo papel, que ella ha hecho perfectamente Vive con su madre; es una muchacha muy honesta Pero ha visto usted la cara de esas damas? Han marchado convencidas de que era un colegial de Condorcet. No puedo decir cuanto me he divertido. Representar este mismo nmero a otras, ciertamente.
41
9 de abril. Mi seor, vistindose para ir a hacer unas visitas, me llam para preguntarme si yo tena intencin de salir por la tarde: Es me dijo porque ayer he comprado un trineo holands y quisiera que usted est aqu para recibirlo Al da siguiente, el seor me pidi ayudarle a medir un retal de seda azul Luis XVI; quera ver si sera tela suficiente para recubrir su trineo. Pues, mire usted me dijo ese amarillo que lo recubre es lamentable. Cubierto con esta seda azul, creo que estar muy bien, su forma es muy original. Ve usted esas grandes flores que rodean el asunto? No son finas, pero los colores son claramente de la poca y estilo holands. Avise a Kaklter, mi tapicero, para pedirle que venga a hacer este pequeo trabajo o mejor voy a enviarle un aviso telegrfico, eso lo har apresurarse Pero, estoy pensando, hoy estamos a diez, el catorce tengo una cena de periodistas; el diecisis o el diecisiete iremos a pasar algunos das a tretat; tengo necesidad de tomar diferentes disposiciones para el verano prximo, pues he alquilado un coto de caza bastante importante, todas las tierras dependen de la gran granja Martin de Bordeaux-Saint-Clair y los bosques colindantes; hay unas zonas de caza del conejo excelentes. Usted lo ver a finales de otoo, tendr unos buenos conejos para asar en sus cacerolas. Tambin har falta que visite las casas de mi madre en tretat. Le pido que me ayude un poco, a fin de vigilar que estn bien equipadas con todo lo que haga falta, por lo menos con lo necesario, para poder alquilar este ao esos lamentables inmuebles. El diecisis de abril, mi seor me dijo: Partimos maana para tretat. He escrito a Cramoyson para que encienda el fuego; llevo conmigo a un amigo, M.B No conoce Normanda y la va a ver por primera vez bajo uno de sus ms hermosos aspectos.
42
El diecisiete de abril, a las diez y media, llegamos a las Ifs; el coup tradicional nos esperaba. Luego de haber cerrado las portezuelas, mont sobre la silla; haca muy buen tiempo, los caballeros haban bajado todas las ventanillas; pude or muy bien su conversacin. Llegamos ante un paisaje normando, todos los rboles frutales estaban en flor; ped al cochero que fuese ms despacio, lo que hizo amablemente, muy feliz, me dijo, de agradar al seor de Maupassant. Entonces los caballeros pudieron admirar cmodamente ese bello decorado. El amigo de mi seor estaba radiante, entusiasmado, a la vista de tal cantidad de flores rosas, malvas, violetas, blancas que formaban inmensos manteles coloreados con los tintes ms dulces y ms frescos los unos y los otros, ceidos en un enorme cordn de csped creciente. Es ese cordn que se llama cuneta en Normanda. Rodeados de esos encantadores ramos, se entrevea, por aqu y por all, algunos techos de paja cargados de musgo oscuro y plateados de lquenes. Por la brecha del portaln, que estaba en la entrada de la granja, se descubra todo ese bello conjunto bajo un cielo azul muy puro, maravilloso. El amigo de mi seor no cesaba de repetir: Es hermoso, es hermoso! Es mgico! Llegamos a las ltimas casas de Bordeaux-Saint-Clair, cuando mi seor me dijo: Ha visto, Franois, que bello es? Cramoyson nos esperaba en el umbral de la Gillette. Mi seor le estrech la mano: Buenos das, mi buen Cramoyson, como est usted? Y Cramoyson, muy contento de vernos, respondi: Gracias, seor, gracias, y usted? Las provisiones estaban hechas; a medioda anunci a los caballeros que estaban servidos. Ellos no se hicieron rogar. Cuando se est en pie a las seis de la maana, al medioda, el apetito es grande. Tambin los huevos revueltos a la crema y las hermosas chuletas de Vimont, el carnicero, no estuvieron
43
demasiado tiempo en la mesa. Al final del almuerzo, mi seor me mir: Han comido usted y Cramoyson en la cocina? Yo respond: S, s, Seor, gracias. Pensaba en todo. Nuestros cuatro das fueron bien empleados, tanto visitando las casas de la seora como haciendo los preparativos para la caza; disponiendo los perros, etc. Finalmente, el ltimo da, por la maana, mi seor me dijo: Usted empaquetar los dos grandes jarrones antiguos de Rouen; pngalos en las cajas de agua de Chtelguyon. Le ruego que se esmere en el embalaje, estara desolado si se rompen. Son muy bellos y muy especiales, pues eran de mi abuelo, que era un gran aficionado a los objetos de arte. Tena una coleccin muy interesante en su castillo normando; adoraba tambin la caza, tena unos hermosos caballos y seguramente la jaura mejor entrenada de Normanda. Pars, veinticuatro de abril. Mi seor me llam: No s si es el viaje, pero tengo una fuerte jaqueca. Voy a hacerme una friccin de vaselina en la nuca y si a las once no estoy mejor, respirar un poco de ter. A medioda, tom su ducha, un bao de pies con harina de mostaza y almorz ligeramente a la una. Por la tarde se sinti mucho mejor y pudo ir a cenar al pueblo. Algunos das ms tarde, me dijo, despus de almorzar: Voy a casa de mis editores del otro lado del ro; cenar en el pueblo, en chaqu, no tendr que atenderme. Despus tomando a Piroli sobre su tumbona, le habl: S, s, tendrs necesidad de ir a pasear, pero aqu no es posible, te perderas. Paciencia; en tretat podrs correr. Que saltos podrs dar sobre el buen csped. Los rboles, los pjaros, los peces, cuantas cosas nuevas para ti!
44
Y, acaricindola, repeta: Paciencia, paciencia, pronto partiremos! Veintids de mayo. Mi seor me dijo: Hace una semana que Bel Ami ha aparecido, las peticiones desde provincias son numerosas y la prensa es buena. No se lo haba dicho, eh?... Y se rea bajo su enorme bigote.
45
CAPTULO IV
MAYO 1885 JUNIO 1886
tretat. Los patos de Barbarie. El canto del gallo. Proezas de tiro. Paff. Grandes calores. Apertura de caza. Salammb. Partida de tretat. Estancia en Pars. Llegada a Antibes. La villa Muterse. Enero de 1886. La recogida de las aceitunas. La seora de Maupassant. La Louisette. El Bel-Ami. Regreso a la calle Montchanin de Pars. Aoramos el sol del Midi. Mademoiselle Perle y les Soeurs Rondoli. Un paseo en el parque Monceau. La elegante lamparita.
tretat, finales de mayo de 1885. Llegamos a tretat; todo estaba adelantado, los rboles tenan sus hojas, los rosales con sus brotes a punto de florecer, los fresales disponan sus pequeas flores blancas y tenan la tierra suficientemente hmeda de momento. Una maana, llegaron de parte de la seora Valois dos patos de Barbarie, totalmente azules. Mi seor advertido vino el mismo a ponerlos en la charca, y de inmediato, muy elegantemente, se pusieron a nadar, sumergindose tres o cuatro veces seguidas, luego se secaron batiendo las alas. Parecan alegres, y tenan el aspecto de decirse que esa pequea charca les gustaba mucho, y haba sido hecha sin duda para ellos, tan pequeos Mi seor dio una propina al portador y se retir comprobando que los patos no iban a escapar y que se habituaran muy pronto Despus de almorzar, le llev para comer un buen pat. Mi seor prestando atencin a la comida, dijo: Son hermosos!; que bonito plumaje! Dle usted todo lo que sea necesario, pero que no se coman el pan que les doy a los peces.
46
Piroli no dejaba a su seor, pero a la vista de los patos, iba a acurrucarse bajo los arbustos que rodeaban la charca, moviendo la cola y fijando sus grandes ojos, preguntndose sin duda lo que podran ser esa especie de animales que ella nunca haba visto an; por lo dems, se familiarizara muy pronto y no tardara en querer jugar con los pequeos patos; como en su proximidad stos se escapaban, ella se envalentonaba, haciendo incluso alguna tentativa para atraparlos, pero cuando notaba sus patas mojarse, renunciaba. Entonces, mi seor le dijo: Espero, seorita Piroli, que no confundas a esos dos pequeos Barbarie con dos grandes pjaros y les hagas dao. Ah!, pero no, pues me enfadara! Luego la tom en sus brazos, y, en unos das, ella comprendi que aquellas pequeas bolas azules formaban parte de la casa. Cuando entrbamos vimos que una gran mujer vena por el camino. Es Marie Seize, ha visto los postigos abiertos; no pierde tiempo. Luego murmur: En fin! emitiendo un suspiro, y Maria Seize recibi su generosa limosna. Como en el ltimo ao, las gallinas estn muy hermosas; el gallo es menos imponente que su predecesor, pero se destaca por su canto. Un da mi seor me llam: Ese gallo es terrible; canta con una voz extraordinaria, pero estoy seguro de que usted no sabe el nmero de veces que canta un buen gallo cuando despierta. Le confes mi ignorancia. Pues bien, me dijo en su primer canto, da entre treinta y cuatro y treinta y cinco series; en el segundo diecisiete; para el tercero y los siguientes, es variable. Varias veces, recordando esas observaciones de mi seor, comprobaba que nuestro gallo daba bien las series de canto requeridas; entonces, era un buen gallo.
47
Dos de junio. Mi seor me pidi que le lleve sus pistolas de tiro; lleg antes que yo, y dispar veinte veces, sobre dos dianas; confirmamos quince blancos y cinco balas en las proximidades del blanco. Como yo le dije: Es una media brillante. S, es buena, brillante si usted quiere. Y rindose aadi: Pero no se puede ser siempre brillante. Usted conoce a mi amigo M. E., tiene cuarenta aos, es fuerte como un derribador de bueyes de la Villette, pues bien, ltimamente junto a la seora X. no ha sido del todo brillante!... Pero he tirado bastante por hoy, recjame todo esto; voy a preparar los bolos. Las damas van a venir. Algunos das despus, mi seor estaba disparando cuando lo o llamarme. Rpido, vine con unas balas, creyendo que las haba agotado: Pero me dijo no es para esto por lo que lo llamo. No puedo retirar esta varilla de la pistola; vea, est verdaderamente dura. Vamos a tirar cada uno por un extremo con todas nuestras fuerzas. En varios intentos mi seor me envi al vaco, pues cada uno daba todo lo que poda. Sin embargo despus de otros tantos esfuerzos que yo hice, lo conseguimos, pero tenamos calor y nuestras manos tenan un pequeo baile de San Vito. Mientras recargaba la pistola, me dijo: Espere un poco, Franois, voy a mostrarle que, a pesar de los esfuerzos que acabo de hacer, no tiemblo. Y, con el brazo tendido, tomando la pistola, aadi: Ve usted sobre aquel rbol la primera hoja de esa pequea rama aislada de la derecha? Voy a cortarla justo en el nacimiento de su tallo. En efecto, hecho el disparo, la pequea hoja revolote en el aire y descendi a la hierba para tomar su posicin de hoja
48
muerta. Medimos la distancia y estaba a veintiocho pasos, y mi seor me deca: Tirar diez como esta en fila A menudo, se oan unas voces: Eso son las damas me dijo recoja todo, se lo ruego, y pase un poco esta varilla por un papel de lija muy fina. tretat, fin de junio. Mi seor haba comprado para cazar un perro adiestrado: acababa de llegar. Este hermoso animal enseguida se encari con mi seor, quin, desde primera hora, fue a recogerlo a la perrera; l no le dejaba ms que a la hora de las comidas. El seor estaba encantado con su perro, un enorme podenco Pont-Audemer, con unos ojos muy inteligentes; no le faltaba ms que hablar. Rozaba la perfeccin incluso corriendo tras las gallinas. Tambin a mi seor le gustaba mucho y me deca: Creo que este bonito Paff ser un valioso ayudante para la caza. Varias veces, durante el verano, el guarda vino a buscar a Paff para conducirlo a la granja del seor Martin y pasearlo sobre el coto de caza. Julio. El seor de Maupassant se divierte tirando fuegos artificiales; pero este ao tuvimos mucho calor que sec todo, hasta los juncos marinos de la costa, que haban cambiado su tono verde habitual por una tinte caoba desteido, medio muertos, la parte superior inclinada hacia el sol; estaban listos para ser quemados y es precisamente lo que se produjo. Varios asistentes corrieron para apagar ese conato de incendio con sus pies, pero no era ni prudente ni prctico. Yo fui en mi turno, con un gran felpudo empapado en agua, y di razn fcilmente del fuego aplastando las hierbas que ardan, con ese instrumento tan simple. De regreso al jardn, o al doctor Pouchet que deca a mi seor:
49
Es un espabilado, su Franois. Mi seor le respondi: S, es un muchacho de recursos, no tiene ningn problema, no solo para apagar los incendios, sino para todo. Agosto. La Gillette estaba enteramente ocupada por unos amigos. El calor se haca sentir cada vez ms; No eran ya solamente los fresales los que haba que regar, sino todos los arbustos, si se quera conservarlos. Tambin todas las maanas, temprano, el jardinero, su esposa, yo, e incluso el seor, quin para l era un divertimento, regbamos la granja antes de que saliese el sol, y as mantenamos todo verde y las flores hermosas. Por la tarde, mi seor estaba siempre ocupado con sus invitados. Un da los llevba al Casino, otra vez a la costa para ver el Trou lhomme, despus lAiguille, tambin la Chambre aux demoiselles. Regresaban por los bosques Valois para encontrar un poco de frescor, visitaban tambin a veces la Fontaine aux mousses por lEscalier du cur. Ese ao, la caza se abri quince das antes de lo habitual. Mi seor no estaba contrariado, ms bien estaba impaciente por probar su nuevo fusil; l mismo haba hecho todos sus cartuchos, para estar seguro, segn deca, de sus dosis de plvora y obtener una regularidad perfecta en el disparo. Llegado el da, haba seis invitados; la cita era para las nueve, a fin de aprovechar toda la maana. A medioda, regresaron a la granja para el almuerzo. Mi seor vino a verme hacer la tortilla sobre un fuego de madera en la gran chimenea equipada con los utensilios necesarios para cocinar. Era todo de hierro forjado y brillaba como la plata. Por lo bajo, mi seor me dijo: Es un placer ver una chimenea tan bonita, tan bien equipada y tan bien cuidada.
50
Despus se puso en la mesa, y la tortilla rebosante de championes, de trufas de un dorado oscuro, impregnada de una excelente mantequilla fresca, recin cogida, fue servida. Todo el mundo la encontr exquisita y se proclam que el fuego de madera era an lo que haba ms prctico para las cosas que piden ser ensalzadas. A la una, los cazadores retomaron la llanura. Haca calor, las pequeas codornices estaban perezosas, los perdigones tambin, el cuadro era muy bello: ciento cuarenta y tres piezas. Para un territorio de caza relativamente pequeo, era magnfico. Mi seor llegaba primero con treinta y siete piezas, el seor Arraux con veintitrs. El seor estaba muy contento, atribuyendo su xito a su fusil y a su joven Paff, que se haba portado perfectamente, y tambin a la fabricacin de sus cartuchos, que continuara fabricando l mismo. Un da de caza, a finales de septiembre, el cochero olvid ir a recogernos. Haca ms calor que de ordinario. Cuando mi seor vio que el sol se ocultaba, decidi regresara pie a tretat. Me pas su fusil y nos pusimos en marcha a paso gimnstico, y, en veinticinco minutos, habamos hecho un camino de cinco kilmetros. Mi seor, al que este paseo diverta, me deca: Mire usted, Franois, si un general pudiese conseguir de sus hombres una marcha como esta, sera suficiente en ciertos casos para conseguir una victoria completamente inesperada. S, pero nosotros estbamos tambin ms mojados que saliendo de un bao, y creo seguro que los pobres soldados, si estuviesen sometidos a una marcha semejante, no podran sostener un tal esfuerzo. Al final del otoo, el seor caz el conejo con sus pequeos canes, que eran verdaderamente notables, tanto por sus cualidades cinegticas como por su resistencia al cansancio. A m me daban lstima, pues tena la impresin de
51
que sus patas cortas y tan extraamente torneadas, no estaban hechas para un ejercicio tan duro. Una noche de lluvia, la tempestad hizo su aparicin. El seor de Maupassant qued solo toda la velada. Subiendo a acostarse, atraves la cocina, y vio sobre la mesa un ejemplar de Salammb cerrado. Y bien, me dijo lo ha terminado? Yo le respond: S, seor, me pareci muy bello, pero ser necesario que lo vuelva a leer varias veces, para comprenderlo bien. A lo que mi seor respondi: Su franqueza me gusta, s que no puede ser de otro modo. Esta obra representa el trabajo de quince aos del ms bello y, sin ninguna duda, del ms grande espritu de nuestro siglo. Yo tena la mano izquierda apoyada sobre otro libro. Eh! me dijo mi seor Qu tiene ah? Yo retir mi mano y le dej ver: Un libro de profecas del Papa Honorio el Grande. Yo le dije: Seor, no me interesan las ciencias ocultas, creo incluso que nada de lo que contiene este libro de proftico sea realizable; pero sin embargo me gusta ojearlo algunas veces porque es el libro en el que mi padre me ense a leer. Mi seor respondi: Es muy bonita esta edicin; yo no me he ocupado nunca de esta ciencia, pero s de algunos hombres que se adhieren a estas cosas y no tienen nada de tontos. Antibes, 1885-1886. Dejamos tretat el 25 de noviembre, y despus de una estancia de algunas semanas en Pars, el tiempo necesario para que mi seor pusiese sus asuntos editoriales en orden, estbamos, la vspera de Navidad, en la villa Muterse en el cabo de Antibes. Esta casa, ya antigua, tena por un lado el aspecto de un largo muro; ninguna salida, ni
52
ventanas, ni puertas; la fachada miraba hacia el Sur y daba sobre un gran patio rodeado de unos hermosos grupos de rboles. Se vean los campos, vias cercanas, ms lejos unos olivos, y abajo, al borde del cabo, un gran faro blanco. El invierno era suave; todos los das despus de almorzar, mi seor vena a sentarse con su madre sobre un banco situado ante el saln, a pleno sol y bien abrigado de ese aire fro del Norte, que descenda a veces de los Alpes cubiertos de nieve, tan lejanos en apariencia cuando hace buen tiempo, y tan prximos los das ms extraos donde las cimas retienen las nubes. Sobre ese banco, mi seor era tan feliz de estar a solas con su madre! Cmodamente discutan la estructura de una nueva narracin; se fraguaba el plan, luego acababan ponindose de acuerdo, y entonces mi seor exclamaba riendo: He aqu la perfeccin, mi narracin cae a plomo sobre esas patas como el gato del portero. Ese gato haca, en efecto, con mi seor unas sesiones de juegos sin fin sobre el banco y ese pequeo animal, que pareca tan triste cuando llegamos, comprendi rpidamente que haba encontrado un compaero y un amigo. Tambin era fiel a la cita todos los das y no dejaba de disfrutar de esas buenas jornadas. Era tan feliz, ese minino de piel suave y profunda, blanco y gris ceniza, con su pequea cabeza donde brillaban dos ojos amarillos verdaderamente inteligentes! Ese animal di a mi seor la idea de escribir su crnica sobre los gatos. Por la maana, le gustaba mucho pasear por el camino, a la derecha de la casa, flanqueado por enormes laureles de distintas especies, de polveros, de palmeras. Al extremo, el invernadero, luego una plantacin de olivos, en el que varios eran centenarios de tronco bifurcado; las dos partes pasaban muy bien aunque solo estaba viva una de ellas; sobre la copa, largas ramas se dirigan hacia el cielo como si quisieran elevarse ms alto todava.
53
A mi seor le gustaba pasearse bajo esos rboles; all pasaba varias maanas, interesndose en la recogida de las aceitunas. Unas mujeres, vestidas como hombres, estaban apoyadas en las ramas; armadas de una vara, golpeaban con fuerza alrededor de ellas y los frutos caan sin ruido en unos cestos, y luego en los sacos. El seor, que era un gran observador, siguiendo muy atentamente esta recogida, y ms de una vez, no contento de haber pasado la maana mirando ese trabajo, quera regresar por la tarde. Desde que haba acabado su juego con el gato, iba por la senda que pasa bajo los olivos, donde las mujeres trabajaban, con su sombrero gris un poco hundido sobre los ojos, su grueso bastn en la mano. Haca el simulacro de pasar rpido, arreglndoselas para pasar lo ms cerca posible del grupo de las recolectoras; a la noche, durante la cena, contaba a su madre toda su satisfaccin por haber podido examinar los detalles de esta recolecta que podran servirle ms adelante. Pues, ciertamente aada aparte del lado cmico, all se encuentra mucha poesa. La seora de Maupassant cont entonces a su hijo uno de sus viajes al fondo de la Crcega salvaje donde haba visto ese mismo trabajo, hecho por unos seres ms extraos an. Tenan dice ella unas costumbres que no te puedo definir, pero que, te aseguro, habran provocado miedo en cualquier otro que no fuese yo. Si vieses ese espectculo, tendras ms que poesa, tendras la sensacin de lo extraordinario. Hay tambin en ese pas unos olivos monstruosos; a veces su tronco es tan inclinado que casi tocan la tierra, la siguen durante varios metros, luego regresan de nuevo, subiendo derechos como un rbol joven. Debo decir que la seora de Maupassant no conoca el miedo; haba recorrido sola y a pie con su gran bastn en la mano, Italia en todos los sentidos, penetrando hasta en los rincones ms recnditos. Haba explorado tambin una parte de
54
las Dos-Sicilias, luego Crcega a la que amaba por encima de todo, pues all haba encontrado unas impresiones particulares adaptadas a su temperamento, unos paisajes absolutamente salvajes, de una belleza primitiva, luego las rocas y el mar que casaban all como en ninguna otra parte , deca ella, y formaban un conjunto inolvidable . No haba un da que la seora no hablase de bandidos o vendettas, siempre con ese entusiasmo que le era tan particular, describiendo a su hijo el cuadro de las cosas que haba visto y en un lenguaje que no perteneca ms que a autnticos letrados; en sus relatos, sus expresiones recordaban completamente al estilo de Flaubert. A menudo, por la noche, cuando mi seor estaba ausente, nos contaba a m y a Marie, su asistenta, unas escenas fantsticas de las que haba sido testigo durante sus dos aos de estancia en Crcega. A veces, pona tanta vehemencia contndonos esas aventuras tan extraordinarias y casi siempre llenas de misterio que yo senta unos escalofros recorriendo mi espalda. Nos confes tambin que no haba comido nada mejor que los deliciosos tordos de carne delicada que se le serva en el almuerzo en casa de los bandidos, entre otros en la caverna de Bellacoscia en el monte. La seora aada: Todos esos hombres siempre han tenido conmigo una gran deferencia y una cortesa superior. De vez en cuando, mi seor haca una salida con su Louisette que estaba fondeada en el puerto Aubernon (baha de la Salice). Como ese barco solo serva para pequeos paseos, l compra el Bel-Ami a fin de poder hacer autnticos viajes a lo largo de la costa. Ese barco se desplazaba fcilmente para entrar y salir de los puertos; mi seor estaba muy contento. Ahora se detena poco en el banco; tan pronto terminaba de almorzar, descenda a Antibes a ver su Bel-Ami. El seor Muterse, antiguo capitn de la marina, le acompaaba con frecuencia en esas salidas con su nuevo barco; ambos se
55
convirtieron en verdaderos amigos, teniendo el uno por el otro una gran estima. Fue el seor Muterse quin recomend a mi seor a Bernard, ese marino tan prudente como avispado, flexible, de buenas maneras, marinero perfecto para la navegacin de placer. Mi seor, despus de varias salidas, no tard en adquirir los conocimientos prcticos indispensables para el manejo de su barco. Recibi durante el almuerzo a unas personas de la sociedad de Cannes; por la tarde se dedicaba exclusivamente a sus paseos por mar en el Bel-Ami. Una vez incluso lleg hasta Niza. Un da en el que yo haba ido a llevar las mantas a bordo, vi en lo alto del espign del yate, a toda la sociedad en su interior. Cuando tena todo su velamen bien desplegado, no luca nada mal, su parte delantera estaba muy bien, pero su color negro no era nada agraciado, pese a que estuviese realzado con un crculo amarillo que le haca un cinturn dorado. Su forma de plato no disgust nunca a mi seor. Nuestra estancia en el cabo llegaba a su trmino. Acabadas, esas gratas veladas, donde yo paseaba por los caminos que discurren como unas cintas blancas a travs de planicies cubiertas de serpol y de tomillo perfumados, formando bajo los rayos de la luna un brillante tapiz. Los grandes troncos de los olivos proyectando sombras fantsticas sobre el camino, a menudo iluminados por el doble juego de la luna y de la luz del faro, en el extremo de esa punta de tierra llamada la Garoupe. Una noche, mi seor lleg un poco tarde para cenar. De pronto cont que acababa de alquilar un chalet compuesto de dos cuerpos de edificio, uno al Sur y otro al Norte, de modo que esa casa poda estar habitada durante todas las estaciones, deca l; la seora se instalara all y nosotros podramos ir en cualquier momento. Era muy bonita y tena una vista esplndida; la propiedad estaba en la carretera de Antibes a
56
Cannes; la pequea montaa donde estaba situada se llamaba la Badine. Quedamos an algunos das en Antibes, para permitir al seor Gervex acabar el retrato de mi seor. Luego, partimos para Pars. Pars, cuatro de marzo, calle Montchanin. Haca fro, el tiempo no era bueno; el calefactor estaba encendido, el apartamento estaba bien caldeado. El seor tomaba su bao de entrada y Piroli, sentado al lado de la lmpara juda, sobre el pueblecito gtico, segua con sus ojos todos los movimientos de su seor, descontenta con verle donde no poda esperarle para jugar con l. El seor de Maupassant se ocupaba de la composicin de las primeras pruebas de su novela Mont-Oriol. Volviendo de una visita a su editor, compr una enorme piel de oso blanco, que cubra gran parte del parquet del saln; sta produca muy buen efecto, daba un poco de alegra a esta habitacin situada al Norte, tan montona y triste despus de la estada en el Midi. El seor en ese momento estaba atendido por el doctor X que le ordenaba darse baos de vapor. Se acondicionaba entonces una sala con un gran silln de mimbre y forrado con lana; se recubra todo con un gran caucho especial. Este tratamiento le sentaba muy bien; tomaba su ducha saliendo de su bao de vapor y obtena unas reacciones muy fuertes. Quedaba muy satisfecho. Para dos personas an impregnadas totalmente del buen sol del Midi, al que acabamos de dejar, este apartamento, que mi seor haba, sin embargo decorado con esmero, pareca demasiado estrecho, demasiado caluroso, sobre todo poco aireado. Esa habitacin, de tres metros de lado, totalmente cubierta de telas y de tapiceras, apenas reciba luz y el aire no se renovaba ms que mediante la comunicacin con la sala
57
vecina. El seor dorma mal en esa topera. Una vez me atrev a decirle que estaramos mejor en un quinto con un gran balcn, pero no tuve xito. Por el momento, estaba completamente encaprichado por un bajo. Para colmo de males, en un patio vecino, haba unos perros que no cesaban de ladrar en toda la noche, y para las personas de sueo ligero, eso resultaba muy molesto. Me inform para saber si no habra algn medio para modificar ese estado de cosas, pero supe que el vecino ms prximo a esos perros ruidosos haba denunciado a su propietario y no haba obtenido nada del tribunal excepto pagar los gastos. El seor de Maupassant hizo definitivamente su despacho en la galera, bajo el techo luminoso; la luz llegando de arriba le molestaba menos en los ojos, luego haca menos ruido que en la calle La mesa Luis XVI, adornada de cobres, desapareca bajo el trabajo en curso: dos relatos, Mademoiselle Perle y les Soeurs Rondoli, dejaban ver sus ttulos; una novela, sin titular todava, contenan una serie de nombres, ortografiados de distintas maneras y escritas en gtico, redondo. Todos estos trabajos iban perfectamente sin contar las dos crnicas por semana que escriba para los peridicos. Un da me permit decirle a mi seor que tanto trabajo simultneo deba de cansarle la mente: No me respondi estoy muy entrenado! Cuando me canso de una cosa, tomo otra para relajarme. Sin embargo a partir de hoy, he resuelto suprimir la poltica de mi trabajo, ya que siempre me ha aburrido. He aqu mi ltimo artculo, me lo llevar usted al Figaro esta tarde. Pasar uno de estos das para avisar a esos caballeros que no cuenten con ello para el tipo de artculos que les escribo. Al da siguiente de una gran jornada del mes de mayo mi seor me hizo el siguiente relato:
58
Ayer, he ido a visitar al conde Cernuschi. Su hotel del parque Monceau es enorme y majestuoso. El interior no recuerda para nada a las casas ordinarias, es un autntico museo. Hay unas interesantes cermicas, pero lo que tiene verdaderamente curioso, es su saln, muy grande, con una altura de ms de doce metros en el que tiene reunida una coleccin de bronces japoneses de variada belleza, un buda de Mjouro montado bajo un palio, de unos siete a ocho metros, luego un quemador de perfumes de Kyoto, otro representando un dragn y de una gran finura artstica; hay tambin un dios de la guerra chino y otro japons, estn muy simpticos en la gracia de su atavo, sin hablar de sus figuras extraas con barbas puntiagudas. Tiene con seguridad en su casa unos objetos de un gran valor. Saliendo de casa del seor de Cernuschi, quise dirigirme a la avenida Friedland; poda tomar el paseo central del parque o el de las nieras a la izquierda, era mi camino ms corto, pero no s por qu tom a la derecha, el paseo que prolonga el bulevar de Courcelles. Pas al lado de la charca de los patos donde se encuentran dos cisnes blancos bastante enclenques. Poco despus observ una dama sentada, sola, leyendo un libro que pareca ocuparla enteramente. Algunos pasos ms lejos, me sent un momento, admirando la pose graciosa de esa dama que, inmersa en su lectura, no vea nada de lo que pasaba a su alrededor; luego me alej un poco para sentarme al sol. All, tena cerca de m, sobre un banco, una pareja de cierta edad; la mujer haca gancho y el marido dorma, el rostro enrojecido, congestionado, seal de una penosa digestin. Me encontraba bien en ese lugar; el sol filtrndose entre las ramas, me golpeaba en las piernas, este bello verdor fresco me haca mucho bien en los ojos; oa crujir los brotes encima de mi cabeza, haciendo un rudo semejante a las gruesas gotas de lluvia cuando caen sobre las hojas. Es delicioso, ese parque, en esta estacin; pas all un momento muy agradable; me senta posedo por un dulce
59
ensueo; estaba como bajo la influencia de uno de esos finos perfumes de Oriente, perfumes de dioses, que te hacen pasar por los sueos ms extraordinarios Me devolvi a la realidad el ruido que hacan tres jardineros que iban a plantar un enorme platanero. Me gust asistir a la operacin: los jardineros tenan un cuidado muy particular para mover la planta, no tocndola ms que con una gran delicadeza, al fin cuando fue colocada, me levant para admirarla de cerca. Era verdaderamente bonita. Dej el parque bajo el encanto de la calma que haba encontrado y tambin de la satisfaccin que haba experimentado mirando esa encantadora planta. Era, sobre el emplazamiento de este platanero, que haba encantado tanto a mi seor, donde se encuentra hoy el monumento levantado en su memoria. Es el equivalente al sauce de Musset!
60
CAPTULO V
OCTOBRE 1886 MAYO 1887
En el chalet de los Alpes. El marco de una nueva novela. Pintorescos paseos. Ren Maizeroy y Aurlien Scholl. Visitas principescas y mundanas. Un temblor de tierra. La casa amenaza ruina. Piroli est feliz de regresar a Pars. Estilo naturalista de una marquesa.
Antibes, Chalet de los Alpes, dos de octubre. Mi seor estaba mucho tiempo en su gabinete de trabajo, situado en el segundo piso; debera decir mejor que iba de una ventana a otra, pues esa habitacin formando un semicrculo tena cinco aberturas. Sea cual sea por donde se mire, se tiene la inmensidad ante s, hasta donde alcanza la vista. Por el lado Norte, se vean de entrada, sembrados por todas partes, las faldas de las pequeas montaas cubiertas de pinos y, adosados a sus flancos, se perciban grupos de casas formando pueblos. Todas estaban pintadas en rosa y blanco, el efecto era pintoresco y encantador. Luego la cordillera de los Alpes se prolongaba hasta la frontera, se dejaba entrever Italia, Niza, el paseo de los Ingleses y el enorme golfo de los Anges en toda su extensin; bordeando el golfo, una lnea negra; era la va del ferrocarril. Ms cerca, un fuerte en el mar en forma de estrella, Antibes, con dos torres cuadradas y sus murallas en la Vauban, el campo de maniobras completamente gris, cerca del que se destacaba un cuadriltero verde oscuro. Era el cementerio de Antibois, sombreado de cipreses esbeltos, que parecan reflejarse en las aguas de la pequea cala que rodeaba el puerto. Un cementerio, en esta ensenada, cerca del mar tan azul, daba la impresin de haber sido colocado en
61
ese lugar para que los que all reposaran estuviesen mecidos por sus olas. Por las ventanas al Sur, el cabo con su inmenso batiburrillo de verdor de reflejos plateados; ms a la derecha, el golfo Juan y las islas de Lrins se vean muy bien. Es en ese observatorio incomparable donde mi seor iba a esbozar el plan de una novela sobre la que tena depositadas muchas esperanzas. A la vista de esos maravillosos lugares, ese esplndido panorama, esta naturaleza tan bella que encantaba a la vista y animaba el corazn, me propuse ayudarlo e inspirarlo para llevar a buen trmino la obra que l iba a concebir! Tal fue la promesa que me hice cuando hube recorrido junto a l, con mi vista, esas regiones enormes que nos rodeaban, nos separaban del resto del mundo y nos situaban en un marco maravilloso, hecho para los que sienten la necesidad del aislamiento y del reposo. Durante el da el calor era an muy fuerte; por el contrario las veladas eran deliciosas; el cielo, donde las estrellas brillaban, era de una claridad admirable. Lament que el astrnomo de tretat estuviese tan lejos, pues pensaba que aquello sera para l una alegra, al ver esa bveda estrellada que nosotros admirbamos todas las noches. Piroli cazaba grillos, detenindose en ocasiones ante del gran nmero de lucirnagas que lo asustaban. Cuando llegaba la hora de dormir, se decida con pena dejar el jardn donde se estaba tan bien; las noches eran tan dulces que hacan pensar en ese paraso terrestre del que habla la Historia Sagrada. Yo dorma con la ventana abierta; esa tibieza que llega del exterior era tan buena, tan perfumada! Bajo su influencia se obtena un sueo tranquilo y beneficioso. Los esquiadores no haban llegado todava. El seor de Maupassant organizaba su tiempo; se levantaba a las ocho, bajaba a tomar el aire en el jardn a la sombra de los pimenteros que dejaban descender sus ligeras ramas hacia la
62
tierra, como los sauces llorones. Son alegres y relajantes todo el invierno, esos pimientos con sus hojas color de plomo que parecen plateadas cuando el viento las mece Mi seor trabajaba hasta las once, tomaba su ducha y almorzaba al medioda; hacia las dos, daba un paseo, a menudo en los bosques que se encontraban a la derecha de Vallauris y se extendan muy lejos hacia la montaa. Un da, se extravi en esos bosques, donde solamente los barrancos sirven de rutas; eran las nueve y media cuando regres; estbamos todos muy inquietos. Nos cont las peripecias de su paseo, los rboles gigantes que haba visto sobre las rocas, en unos sitios casi inaccesibles; termin diciendo: Sin mi brjula, no puedo decir cuando habra salido de ese bosque; estaba muy perdido!... Dos veces por semana, haca esgrima en la casa con un oficial militar; aunque bastante flojo en ese deporte, lo tomaba con cierto placer. En todo caso pona toda su buena voluntad. Finales de octubre. Hizo preparar su barco y tom a su servicio un segundo marinero, un robusto muchacho que se llamaba Raymond. Era el cuado de Bernard. Hicieron una salida con el Bel-Ami; fueron hasta Cannes y Saint-Raphael; mi seor regres encantado de su paseo. El seor Maizeroy vino a pasar algunos das en la casa, luego el seor Aurlien Scholl lleg para permanecer all algn tiempo. Noviembre. Mi seor se ausent veinticuatro horas por semana, de jueves a viernes al medioda. Aparte de esta fuga, pas su tiempo en su gabinete de trabajo o a bordo de su yate Desde el gabinete de trabajo poda verse muy bien el extremo del mstil del Bel-Ami. Se convino con Bernard que cuando creyera que iba a hacer buen tiempo, izara el pabelln a las
63
nueve de la maana, de modo que antes de las once se pudiese saber si se saldra o no por la tarde. Varias veces mi seor pidi a su madre que lo acompaase a dar un paseo por mar, sobre su barco que entonces navegaba muy bien; pero la seora agradecida, deca que ella prefera sus caminatas a pie que tan beneficiosas resultaban para su salud: De este modo aada unas veces voy a hacer una visita a la seora King, en el castillo de La Pinde; luego mi intencin es proseguir hasta la punta del cabo. Si t ests por esos parajes, te ver; pues yo reconocera tu barco entre cientos, por la forma de sus velas. Mi seor ofreci varios almuerzos a las Altezas de Cannes, y todas eran unnimes en proclamar que los Alpes vistos desde all, eran incomparablemente ms bellos que desde cualquier otro lugar, lo que pareca producirle un gran placer. Tambin se deshizo en agradecimientos y cortesas de todo tipo hacia esas grandes damas, hasta el punto que alguna vez me preguntaba si no habr ido demasiado lejos, pues para quien le conoca bien como yo, su deferencia hacia los dems dejaba aparentar un ligero punto de irona, que l saba, todo sea dicho, disimular bajo una frase amable y bien construida. Al da siguiente de esos almuerzos, el seor de Maupassant hablaba siempre mucho, lo que era contrario a sus costumbres en la casa. He aqu en resumen sus confidencias: Mire usted, esas damas del mundo no tienen nada que les guste; tienen espritu, es cierto, pero un espritu hecho de molde, como un pastel de arroz relleno de crema. Su espritu proviene de su educacin en el Sagrado Corazn; siempre las mismas frases, hechas con las mismas palabras Eso es el arroz! Luego todas las banalidades que ellas han recogido despus en la sociedad. Esa es la crema! Y siempre te
64
sirven el mismo plato. Usted sabe cuanto me gusta el arroz, pero an as, me negara a comerlo todos los das. No puedo establecer ninguna comparacin entre esas mujeres de mundo y las mujeres artistas nacidas en un medio intelectual. Estas ltimas te dan unas alegras por lo imprevisto de todo lo que te dicen; su conversacin no se queda corta, te hablan de museos, teatro, msica, montaas, ciudades, y todo lo dicen de un modo que te hechiza, hasta el punto que con frecuencia se pierde la nocin del tiempo. Se quedara uno de buen grado pegado a los cojines del divn, creyndose transportado en medio de alguna ciudad mgica. Despus de haber dado as libre curso a sus reflexiones, mi seor me dijo: El centro que ayer adornaba la mesa estaba muy logrado. Dnde encuentra usted todas esas flores? Yo no las veo en ninguna parte. Yo le contest que buscando bien se encuentran todava. Estbamos en la vspera de la fiesta de Santa Colette, que era siempre objeto de una ntima celebracin. El invierno que apenas existe en el litoral daba ya paso a la primavera que haba cambiado a placer el jardn. Este soleado pas, que dice ser el ms bello del mundo, pareca no querer perder su reputacin. Esta maana, hacia las cinco y media, todas las campanillas de la casa se han puesto a sonar con furia, la estructura de toda la parte Norte del chalet se retorca, haciendo un ruido ensordecedor, como si toda la casa se desmoronase. De un brinco, salt de la cama, llegu a la escalera sin darme cuenta de lo que pasaba. O entonces al seor que gritaba con toda la fuerza de sus pulmones: Rpido, fuera, es un temblor de tierra! Pero la primera sacudida ya ha pasado.
65
Vistmonos aprisa dijo y bajemos al jardn, pues de aqu a algunos minutos vamos a tener una rplica. Descendimos. El seor, impaciente, golpeaba el suelo con el pie, porque su madre y su asistenta no bajaban. La segunda sacudida tuvo lugar; finalmente la seora lleg diciendo: Sabes, mi pobre nio, en un caso parecido, slvate, pero no te ocupes de m, te lo ruego, pues me es imposible apresurarme, y luego, t sabes, todos los temblores de tierra del mundo me dejan indiferente. Entramos en la pequea casa del jardinero, hecha un una planta baja solamente. Era ms prudente, segn el seor de Maupassant, pues crea que habra ms sacudidas. Yo hice un fuego en la cocina y prepar lo necesario para el almuerzo. Cuando lleg nuestra lechera, todava asustada, bajo el golpe de pavor que haba tenido, y la voz entrecortada de pequeos hipos, se puso a gemir: Si, seores, yo me encontraba en pleno monte de la Badine, cuando de golpe sent que perda el equilibrio, iba a caer de espaldas; instintivamente hice un esfuerzo para evitarlo. Pero mis bidones de leche, que llevaba sobre la cabeza, fueron a caer bien lejos. Despus de secar unas lgrimas que le venan a los ojos, aadi: Esta maana no puedo darles leche; es debido a este maldito temblor de tierra Despus de haber tomado el t, entramos como valientes en el chalet que tena unas hermosas grietas, por todas partes. Se tom la decisin de dejar todas las puertas abiertas, y de prepararse para salir de inmediato cuando se sintiera la menor ondulacin sobre los pies. Hacia las ocho, mi seor estaba listo para tomar su ducha. Una seria sacudida se produjo de nuevo, pero estbamos ya preparados, nos habamos hecho ya un poco a este gnero de sorpresas. En definitiva, estbamos indemnes y resultaron
66
destrozadas pocas cosas en la casa. No ocurra lo mismo en la villa vecina: los techos estaban cados, y se haban producido muchos destrozos. Afortunadamente, no hubo que lamentar daos personales. Por la tarde, mi seor fue a la oficina de telgrafos y se enter del desastre espantoso de Niza. Antibes estaba tambin afectado, sobre todo en sus viejas calles, pero no haba ms que un muerto y algunos heridos. Por la noche, el seor nos dijo que, segn las indicaciones del observatorio de Niza, habra que esperar an nuevas sacudidas, pero menos fuertes. Eso no era muy tranquilizador para acostarse. La seora declar que, llegase lo que llegase, no la iba a importunar, y que ella no bajara ms por unos temblores de tierra! Transcurri una semana, durante la que nos enteramos de las desgracias en Italia; mi seor, estando un da en Niza, pas por la oficina meteorolgica que haba registrado diecisiete sacudidas desde el primer da de esa conmocin, y se le confirm que todava habra ms. Entrando en casa, hizo llamar al seor Mary, contratista de Antibes. ste ltimo examin la casa y fue de la opinin que sera una gran imprudencia continuar habitando la parte de los dos pisos, que poda derrumbarse de un momento a otro, las grietas discurran desde la bodega a la buhardilla, adems los suelos estaban separados de los muros; producan un efecto de trampoln cuando se pisaba encima. Mi seor debi dejar su despacho; instalndose en una galera situada encima del gran vestbulo de entrada que le serva de sala de armas. Fue en ese corredor de doce metros de largo donde durante seis semanas yo dorm sobre un colchn apoyado directamente sobre la madera del suelo; durante todo este tiempo, la puerta quedaba completamente abierta da y noche, teniendo nicamente puesta una cortina para que el aire no me diese directamente en los ojos
67
Uno se habita a todo; no pensamos en tener miedo; el seor, que de costumbre cerraba hasta la puerta de su habitacin, ahora dorma, por as decirlo, bajo las estrellas; todas las salidas de la casa estaban abiertas sobre el gran camino, por el que no cesaban de transitar noche y da la crema de los vagabundos vomitados por Italia sobre toda la costa, dirigindose haca Toulon y Marsella. Debo decir que jams ninguno de ellos fue maleducado con nosotros; pero tambin, cuando el mismo caminante volva cuatro veces a la carga durante el da, yo no haca ademn de reconocerle, y le daba sin ninguna duda una nueva limosna. En ocasiones iba por la noche con mi seor hasta el extremo del jardn, sobre la vertiente desde donde se vea Niza. Se poda ver las luces alineadas de las farolas de gas de la avenida de los ingleses, y siempre se acababa hablando del terremoto; mi seor haca una descripcin que pona la carne de gallina, y me meta la muerte en el alma para toda la noche. Una noche, hizo notar que los fuegos de los candiles haban aumentado mucho sobre las fortificaciones de Antibes; ms de doscientas parejas vivan all ahora, habiendo tenido que dejar sus domicilios que amenazaban ruina, tras tantas sacudidas repetidas. Mi seor me llev una noche a visitarlos; fue muy generoso con esas personas a las que se vea con autntica necesidad. Era un cuadro lamentable de miseria y de tristeza; sobre dos jergones juntos dorman la madre y cuatro hijos. Al lado, toda una familia, desde la abuela hasta los ltimos llegados; por aqu y por all, sartenes, farolas, lmparas judas, colgadas en soportes de madera. Era lgubre, pero afortunadamente no haca fro. Me sorprenda que el seor no hubiese escrito un artculo sobre esta bulliciosa miseria que su pluma habra descrito tan bien. No habra tenido ms que escribir el relato que hizo a su madre al da siguiente.
68
Finales de marzo. Nuestra casa an segua en pie; las grietas continuaban alargndose, sobre todo encima de las puertas y las ventanas. Para olvidar nuestras tribulaciones, iba de vez en cuando a recoger violetas en los campos con unos vecinos. Algunas veces llegamos a ser quince, era divertido, cada uno contaba sus chistes, sin alargarse demasiado, pues se trataba de no perder el tiempo. Cada uno llevaba su cestilla y sus dos filas; se pona en juego el amor propio para acabar el primero. Varias veces, durante estas pequeas salidas, mi seor pasaba cerca de nosotros, pareca casi tentado a unirse. En nuestro jardn todo estaba florido, un pequeo arbusto ya tena sus frutos maduros, rojos como las fresas. Dejamos el chalet a finales de abril despus de haber soportado setenta y dos sacudidas Las rdenes fueron dadas; los albailes iban a tomar nuestro lugar Llegando a Pars, encontramos el apartamento perfectamente clido. Piroli reconoci su casa y sobre todo estaba feliz de haber encontrado su cortina de perlas y la piel de oso que tena un olor muy particular que trataba siempre de averiguar; se rascaba la piel a contra sentido, y pegaba al suelo su nariz olisqueando durante tiempo, sin duda con la esperanza de llegar a saber lo que poda ser aquella enorme bestia Pareca satisfecha y enseguida tom sus antiguos hbitos. No ocurri lo mismo con mi seor; pareca cansado aunque no se acostaba, vea a demasiada gente y sobre todo reciba muchas invitaciones; no cesaban de acosarle. Una tarde en la que haba salido, una pequea carreta inglesa totalmente amarilla se detuvo ante la casa; de ella
69
descendi una joven dama enfundada en un traje de un hermoso gris, el sombrero del mismo color. Yo le abr, me pregunt brevemente si el seor de Maupassant estaba en casa. Le respond: No, el seor ha salido Bien, entro. me dije ella Dme algo con que escribir. Y sobre una hoja de papel escolar que se encontraba sobre el escritorio, escribi de arriba abajo esta nica palabra: CERDO Cuando mi seor entr, vio la hoja, la ley y prorrumpi en carcajadas: Que el diablo las lleve a todas! exclam de repente. Y aadi: Esta joven marquesa, que escribe tan bien, es la hija de un antiguo ministro del Imperio. Pero no quiero volver a verla Me ha llegado hasta el gorro Por lo dems, le digo que no quiero quedarme ms en Pars; aqu no me dejan respirar; es una pesadez!... Acabo de alquilar en Chatou.
70
CAPTULO VI
MAYO JUNIO 1887
En Chatou. Acondicionamiento especial. Las ranas de la seora O La cena de las condesas. Crudas verdades y placentera filosofa femenina. El instinto maternal de Piroli. La espaola. Una tragedia que acaba bien. Improvisada salida de camping. Ol, los remeros! Indisposicin molesta. La oferta del millonario.
El seor me dijo que se le haba recomendado un apartamento muy alegre en Chatou, entre los dos brazos del Sena, cerca del Puente: Iremos all, me dijo a pasar seis semanas antes de salir para tretat. Espero estar menos perseguido por la gente que aqu; adems, podr remar un poco y distender los miembros. Tres das despus llegamos a ese apartamento. Detrs del saln, en una especie de torre, se encontraba una pequea habitacin que poda servir de despacho. Mi seor me dijo: Es en este cuarto, que domina el brazo vivo del ro, donde pienso trabajar. Maana ir a Pars y traer lo que hace falta para decorar un poco estos muros demasiado desnudos y darles un poco de alegra, usted ya ver!... Al da siguiente regres con unas cajas y en la jornada posterior se afan en colocar sobre las paredes de este pequeo cuarto unos chinos, unos japoneses con parasoles, mujeres hotentotes que danzaban y se tomaban de las manos hacindose muecas. Haba all tambin unos peces con unas cabezas extraas con dos ojos de plata y unos bigotes de hilos dorados. Trataba de colgarlos en la pared tanto la cabeza hacia arriba, como la cola levantada, como horizontalmente, para ver cual era el
71
mejor efecto. Luego tapi una ventana, bajando las persianas y los grandes cortinajes, una nica ventana era ms que suficiente para tener luz del da. Incluso baj la persiana de esta ltima, para atenuar el gran da y el brillante reflejo de ese brazo de ro, donde se miraba ya, ardiente, el sol de mayo. La maana estaba bastante avanzada; pregunt a mi seor si poda ir a preparar el almuerzo. Esta nueva instalacin nos llev an varios das. Cuando estuvo todo en su lugar, el seor se sent ante su mesa, como para trabajar; pero como la luz del da llegaba lateralmente, no pudo soportarla y decidi llevar a la mesa del saln todos los utensilios de los que se serva para trabajar. Una maana, entrando en el saln, lo encontr en su ventana. Mire me dijo esa orilla del otro lado, cuando el agua est tan baja, que triste est! Con ese lodo, semejante a un charco de ranas sin hierba; luego esas casas de un blanco salino son verdaderamente feas. Es cierto que son habitaciones de pescadores. A propsito, quisiera que usted hablase con uno de esos pescadores para que me consiga cincuenta ranas vivas. Le pago diez francos No fue necesario ms; al da siguiente, por la maana, el pescador traa las ranas, nicamente haba ciento diez. Cuando el hombre se fue, el seor me llam: Tan pronto acabe el almuerzo, marchar para Pars; ir a comprar una cesta conveniente para introducir estos bichos, y se los llevar a la seora O Har usted todo lo posible para que sea ella misma quin abra la cesta. Me gustara que las ranas le salten a su cuerpo y se dispersen por todas partes en su saln. Al llegar a Pars, cambi a mis saltadoras de cesta. No fue muy fcil, el miedo sin duda doblaba su agilidad. Finalmente, hecho el trasbordo, tom un coche y me dirig al domicilio de la dama. Era un magnfico palacio situado en una de las
72
grandes avenidas de Pars, donde un da, el autor de la Comdie humaine reposara sobre un pedestal, como predijo mi seor. Llegu a la antesala. En la habitacin de al lado oi voces, luego un mayordomo con librea me pidi que le siguiera. Subimos por una escalera monumental de mrmol de Italia, de variados colores, muy bien combinados, de tonos muy suaves. Llegando al final de esta maravilla, se me hizo entrar en un saln donde mis pies se hundieron en la mullida alfombra. Por todas partes no haba ms que cristales y espejos en los que se reflejaban los rboles del jardn. Habra podido creerme en un palacio fantstico. Yo llevaba siempre en la mano mi cesta de chiquilla que va a la escuela, cuando vi ante m a la seora O a la que no haba odo ni visto llegar. Buenos das Franois me salud. Buenos das, seora. Le present mi cesta, pero ella no la tom. Qu me trae ah usted, Franois? No lo s, seora, es mi seor quien me ha dado esta cesta y me orden que la abriese usted misma; nicamente usted puede conocer su contenido. Entonces la seora O profiri dos ah! ah! Que sonaron muy fuerte en el saln, ro muy alto y con un tono queriendo ser severa, me dijo: Franois, quiere usted, se lo ruego, decirme que contiene esa cesta? Yo todava trate de defender mi postura, objetando que tena rdenes estrictas de mi seor, y que no poda ser ms que la seora quin conociese el secreto de la cesta. Pero no pude seguir. Con un gesto, ella me hizo callar: Franois, espero su respuesta! Esto fue dicho dulcemente, pero con tal autoridad y con un tono tan imponente que me produjo el efecto de una orden
73
absoluta. Entonces, totalmente balbuciente, confes el contenido del envo. Y bien! me pregunt Qu puedo hacer con esos pobres animalitos? No lo s le respond. En fin exclam supongo que deben ser tiles para alguna cosa. Entonces le coment: S, seora, en algunos restaurantes se sirven las ancas, preparadas como el pollo son un bocado muy delicados, s Las ancas son la parte interesante Y ella estall en una gran carcajada. Esta bien, dijo agradzcaselo al seor de Maupassant y, cuando baje, dgale por favor Franois, al mayordomo que est de servicio abajo, que haga todos los preparativos enseguida porque voy a llevar esos pobres animalitos al lago del Bosque de Bolonia, pues deben tener mucha sed. De regreso a la casa, cont mi derrota a mi seor; quiso conocer todos los detalles, y se ro francamente: Estaba seguro del desenlace; saba que ella no pensara ms que en una cosa, salvarles la vida! Una tarde, fui avisado de que el dos de junio, el seor de Maupassant ofrecera una cena. Seremos doce me dijo si alguna de las damas no falta. No seremos ms que tres hombres. Poco despus, aadi: S, nueve, son nueve invitadas; pero lo que es divertido es que ellas son, excepto una o dos, todas condesas. Y se puso a contar con los dedos: S, est bien; exceptuada la seora Z y la pequea Nina, todas portan la corona condal. Seguramente todos esos ttulos nobiliarios van a alegrar a mi amigo L quien, haciendo resonar muy fuerte esos ttulos, no dejar de lanzar
74
guasas y chanzas. Pero espero de todos modos que sabr conservar la compostura de hombre bien educado. En efecto, desde que se estuvo en la mesa, el seor L pregunt a esas damas lo que haban hecho con sus maridos y como si recitase una letana, se dedic a preguntar a cada una en particular dnde se encontraba su cnyuge, lo que haca, lo que pensaba, y toda la felicidad que aquel deba encontrar en sus lugares predilectos. Todo lo que deca ese terrible seor L pareca talmente cierto, ya que, en el momento, se habra podido creer brujo, o, al menos, suponerlo compaero eventual de aventuras, en ms de una ocasin de los maridos de las condesas, en las casas que con tanto detalle describa. Esta manera de hablar poda parecer un poco cruda; pero las nobles damas no se perturbaron por tan poca cosa; pues todas juntas se dedicaron a proclamar su indiferencia por las informaciones que acababan de tejerse, pero que ellas conocan desde haca mucho tiempo. Aadieron que sus maridos preferan las carnes variadas de algunos restaurantes al buen asado fresco de su casa. Como conclusin dijeron: Viva tranquilo al respecto, guapo moreno de cabellos brillantes, nosotros no hemos considerado sus revelaciones ms que para recordar todo el placer que podemos procurarnos, usando liberalmente unos dones que debemos al Creador Nosotras dejamos a nuestro cnyuge a sus preferencias que no juzgaremos No pude or la respuesta del brujo, pues fui a buscar mis platos a otra dependencia luego Piroli no paraba de llorar, frotndose contra mis piernas; me estaba invitando a que fuese a ver a sus pequeos que haba trado al mundo durante la tarde. Por la noche, cuando todo el mundo se hubo ido, Piroli fue a quejarse cerca de su seor.
75
Esto no es posible me dijo hay algo anormal por lo que esta pequea llora tanto. La seguimos hasta el pequeo gabinete de trabajo decorado de chinos, que estaba convertido en la residencia de Piroli y de sus cachorros Uno de sus cuatro recin nacidos estaba muerto y ella lo haba sacado de la cesta. Aqu est la razn dijo el seor de tu desolacin, mi gatita! Mientras la acariciaba, hice desaparecer el pequeo cadver y Piroli tom su lugar en la cesta con sus otros retoos. Mi seor me dijo: Verdaderamente, no le falta ms que la palabra. Yo le inform entonces que no me haca falta ms que dos o tres das para ensearle a bajar maana y noche a las orillas del Sena, donde ella pudiese encontrar unas hierbas para refrescarse y tambin en ocasiones unos saltamontes, a los que era muy aficionada Un da, despus de almorzar el seor de Maupassant me dijo: Voy a dar una vuelta por la isla; si preguntan por m, usted responder que estoy en Pars. Hacia las tres, lleg el seor L: Est el patrn por aqu?... Yo le respond: No, el seor ha ido a pasearse por la isla. Pues bien, he aqu de lo que se trata; acabo de llegar de Pars y he hecho el viaje con la seora N que no me conoca. Esta dama esta en un estado de sobreexcitacin extraordinario; en varios momentos ha sacado un revolver de su bolso y toda su clera se dirige hacia el seor de Maupassant. No hay duda acerca de sus intenciones; voy a ir a buscar al patrn y advertirle. En cuanto a usted, no tiene ms
76
que esperar a esa dama y haga todo lo posible para convencerla de que regrese a Paris No transcurri un cuarto de hora cuando la dama lleg, y, con un tono muy pausado, me pregunt: Franois, el seor de Maupassant est ah? No, seora, mi seor est en Paris. No, no, respondi ella en un tono elevado yo le quera Entonces, sbitamente, se detuvo, plida; se desmoron en el vaco, yo no tuve tiempo para tomarla en mis brazos, para evitar una cada, en la que pudo haberse herido seriamente. La llev hacia un divn de mimbre que estaba en el fondo del comedor. Una vez bien acomodada, le friccion con fuerza las manos, le apliqu compresas de vinagre sobre las sienes; nada funcion. Recurr entonces a los frascos de sales, colocando uno bajo cada fosa de forma intermitente. No volva en s y pareca no respirar; su palidez era extrema, yo comenzaba a preguntarme si no estara muerta. Tena miedo, me dirig hacia la ventana que abr completamente para que entrara el aire y me dispuse a pedir ayuda, cuando record que en un caso similar haba sido recomendado aflojar a la enferma; me acerqu a ella y desabroch su blusa, luego trat de hacerle respirar sales levantndole la cabeza. Finalmente comenz a respirar, al principio muy ligeramente, luego un poco ms fuerte; despus sus labios realizaron los movimientos de una persona que tiene sed, sus ojos daban saltos como si quisieran abrirse y, poco a poco, respirando siempre las sales, recuper el conocimiento. Despus de ser un poco remisa, tomndome las dos manos, comenz a llorar unas lgrimas calientes y entre sollozos me dijo: Franois, se lo ruego, dme al seor de Maupassant, dme al seor de Maupassant o voy a morir! Le quiero! Le
77
digo que le quiero!... No le har ningn dao, est seguro; se lo prometo pero dmelo. Ella repeta esto siempre La tranquilic lo mejor que pude, prometindole ir enseguida a buscar a mi seor Baj, pero nadie haba visto al seor. Regres junto a la dama cuando oi abrir la puerta; era el seor que regresaba. De pronto me dijo: Ya lo s. Vengo a arreglar esto. Estaba tan tranquilo que daba la impresin de que se trataba de la cosa ms sencilla del mundo. Durante la velada, el seor, acompaado de esta dama, vino a la puerta de la cocina y, con la mayor de las naturalidades, como si nada hubiese pasado, me dijo: Franois, el asunto ya est arreglado. La extranjera aadi: S, ahora somos buenos amigos El quince de mayo, el seor de Maupassant me advirti que el martes siguiente, invitara a cenar a algunos amigos de su juventud. Me sugiri que preparase una buena cena. Ponga los vinos sobre la mesa, quiero servirlos yo mismo. Entre los invitados habr jvenes, viejos, casados y solteros. Todos estos amigos llevarn a sus esposas, naturalmente; llegarn por la tarde para hacer una sesin de canotaje, as que prepare algunos pastelillos para ofrecerles antes del paseo. Luego, pasando su mano por su cabello que peinaba hacia atrs, mi seor me dijo: Me pregunto que broma podra hacerles Oh! Ya la he encontrado, les har perder el ltimo tren, ser divertido Lleg el da; todo el mundo estaba all. La cena transcurri alegremente, la sobremesa se prolong; haba tantos viejos recuerdos que contar; despus del caf, los pequeos
78
tragos, los cigarros La velada era muy hermosa, mi seor vino a decirme: Llevo a todos mis invitados a la isla. Tratar de volver demasiado tarde para el ltimo tren; en todo caso, a las once y cuarto, usted detendr todos los pndulos. A media noche, todo el mundo regres cantando. Pero llegando a la casa, el estupor fue general cuando se dieron cuenta que el ltimo tren para Pars haba partido. Algunos invitados rean francamente y continuaban cantando, pero algunas damas se quejaban recriminando Finalmente, para apaciguar a todo el mundo, se tom una copa de champn, luego se cont para saber cuantas camas deberan desplegarse. Se dejaron las mantas en el suelo, se ayudaron los unos a los otros; incluso los gruones se resignaron sinceramente y la alegra volvi de nuevo. La instalacin no dur mucho tiempo, sino, por el contrario, result muy divertida. Tanto ruido haba inquietado a Piroli; sali de su pequeo saln japons, donde viva con sus pequeos, y vino a ver lo que ese jaleo significaba. Mi seor, para tranquilizarla, la tom en brazos, todo el mundo la acariciaba; satisfecha, ella emiti unos pequeos maullidos de alegra, pues fue a quin le prodigaron ms halagos. Mientras transcurran todos estos hechos, una de esas damas vino a advertir a la amable sociedad que ella no poda dormir ms que sola. Mi seor le dijo pues, que l estaba en la misma situacin, y que, por una vez, ellos no dormiran. Despus de eso, se sirvi una nueva copa de champn, luego mi seor propuso ocupar un sitio en los pequeos colchones. Esta idea provoc una carcajada general, pero como paliativo, aadi: Si ustedes quieren, para que el aire circule ms libremente, se dejarn todas las puertas abiertas. Por la ventana del comedor se vea el Sena, millares de estrellas podan observarse, se habran credo ver peces
79
plateados en la superficie del ro. Finalmente, yo di una doble vuelta de llave sobre todas esas personas inmersas en una bolsa de fortuna y me fui a acostar. Al da siguiente, antes de las seis, chocolate y caf estaban preparados. Aquellos cuyas ocupaciones apremiaban en Pars, se apresuraban para regresar a la capital; los ms afortunados, que no tenan ms que disfrutar de la existencia quedaron hasta las once para almorzar. Durante la tarde, mientras estaba ocupado colocando un somier en su sitio, mi seor vino hacia m y, frotndose las manos y acariciando el lomo de su gata, me dijo: Mire usted, Franois, que bien lo han pasado todos; se lo haba dicho, esto ha sido verdaderamente divertido. Otra serie: La semana prxima me anunci el seor de Maupassant, tendr unos invitados para una excursin de remo y los retendr a cenar, se lo advierto con tiempo A propsito, no sera el momento de desprendernos de dos pequeos de la gata, pues tres deben fatigarla mucho? Mire que delgada est! dijo mostrndomela Tenga, conservaremos esta pequea que tiene tres colores, creo, que ser tan bonita que la llamaremos Pussy. Luego, regresando al saln, se puso a silbar, lo que era raro en l, pues en diez aos que le he servido, solamente le o silbar tres veces. El da de la excursin de remo lleg. Apunt las rdenes: Estoy muy bien entrenado me dijo, hacindome ver sus brazos hay fuerza ah dentro y es natural, he hecho mucho remo y ejercicios fsicos de todo tipo! A pesar de ello mis manos no estn muy desarrolladas; han quedado demasiado pequeas, pero eso no es bice para la fuerza, cuando agarro un objeto, lo agarro bien. En mi pecho tambin hay capacidad y resistencia, cosas que no tienen todos esos remeros ocasionales. Estoy totalmente
80
listo para probarlo si ellos quieren medirse conmigo; pero lo dudo Usted me preparar el agua para mi ducha a las siete; sobre todo que est bien fra, pues es cierto que har calor. Me har un almuerzo ligero, pero consistente: dos huevos cocidos, un filete a la plancha, unas judas verdes, queso de gruyere y t bien caliente. En el momento de almorzar, el seor iba a ver al gran almirante de Chatou, Alphonse Fournaise. Todo estaba listo, los cuatro barcos estaban alineados; eran: le Bon Cosaque, Monsieur, Madame y Bel-Ami Hacia las dos, el seor sali vestido de nuevo: pantaln, camiseta y una magnfica gorra blanca. Saliendo, se frotaba las manos: Tengo muy buen aspecto en este momento dijo alegremente. Eran ms de las seis cuando regres; tena el rostro descompuesto, con unas manchas violetas; me dio miedo: Rpido Franois, mi ducha enseguida! Le ayud a quitarse su camiseta y su pantaln; su cuerpo estaba completamente violceo. A pesar de todo, tom su ducha, despus, de inmediato, l y yo, nos pusimos a dar unas fricciones con guante de crin y aadiendo agua de Colonia. Al cabo de un momento, me pregunt si mi cena no se quemaba; pero yo estaba tan contrariado de verle en semejante estado que no pude evitar decirle: Tanto peor si, por una vez, la cena se quema! Continu frotndose durante bastante tiempo. A pesar de ello, no obtuvo la reaccin habitual. Quiso entonces contarme la excursin que haba hecho, pero la voz le faltaba; entrecortaba las palabras sin poder pronunciarlas. La cena, sin estar fra, no fue sin embargo alegre; el seor se senta mal y los das siguientes estuvo alicado. Me cont sin embargo esta salida en barco:
81
Mis invitados me dijo me dejaron la ms gruesa carga, pero yo les hice ver que un hombre entrenado puede realizar ese tipo de deporte. Para acabar, volvimos de Marly, el seor X en su yola con una dama y el seor M en el pequeo bote con dos damas; tomaron el brazo muerto del ro; pero yo remont el brazo vivo con el Bon-Cosaque y tres damas, y llegu incluso antes que ellos! Mire usted, todos esos grandes atrevidos me hacen recordar a los eunucos del harn del Gran Turco. Durante varios das, despus de esta escapada, mi seor permaneci melanclico; pasaba horas sobre su divn, acariciando sus dos gatas y no se levantaba ms que para ir a la cocina a beber leche. En una de estas visitas me dijo: Yo tambin, tomar un poco de leche maana, no me siento bien; tengo mal el vientre. Hgame, por favor, una chicoria a la crema. Por la noche, la lmpara tenue, con un peine muy fino de ncar que haba trado de Italia, peinaba el pelaje de sus gatas a contra sentido y en la oscuridad se diverta en hacer brotar resplandores fosforescentes. Pasaron as algunos das y mi seor no se encontraba mejor; haca sin embargo sus paseos por la isla e iba a ver sus barcos. Despus de fuertes clicos y unos dolores intestinales agudos que se declararon, todos los remedios ordinariamente empleados en esos casos no resultaron. Entonces se decidi a tomar quince gotas de percloruro de hierro cada cuarto de hora disueltas en agua, continuando con las cataplasmas de harina de lino laudanizadas, y esto result bien para detener el mal. Despus de esta indisposicin, fue a ver a un mdico en Paris, pero no qued satisfecho, quejndose del poco conocimiento de esos caballeros de la Facultad de Medicina. Una maana, el seor, regresando de la casa de Fournaise, pas ante la cocina y me pidi que le preparase su
82
ducha. Not que caminaba nerviosamente cerrando los puos; comprend enseguida que deba estar contrariado. Su aseo dur menos tiempo que de costumbre y, una vez en la mesa, me dijo: Sabe usted, Franois, lo que me han propuesto? Un riqusimo americano me ha ofrecido un yate de vapor, muy bonito, parece. Pero se burla a mi costa, y ha debido ser inmediatamente puesto en su sitio por mi negativa categrica. He estado educado cara a cara con su enviado, pero tambin que poda pensar ese millonario hacindome tal proposicin? Soaba o haba bebido? Finales de junio. El seor senta que no se recuperaba; se decidi a partir para tretat. Aqu me dijo hay demasiada humedad para m; este lugar encerrado entre los dos brazos del Sena nunca est seco. Pero que quiere usted? Me gusta remar, amo el agua, no importa donde se encuentre! Por desgracia, es perjudicial para mi salud; marchamos pasado maana. Creo que usted har bien comprando una segunda cestilla para Pussy; est volvindose tan grande que temo que moleste a su madre. Luego quite de las paredes todo lo que me pertenece; no olvide sobre todo el pequeo escritorio; haga una caja especial con todas esas cosas que nos llevaremos a tretat, me servirn all. Ahora voy a decir a Alfonso Fournaise que ponga mi cuenta al da y a encomendarle mis barcos.
83
CAPTULO VII
JULIO AGOSTO 1887
Regreso a tretat. Guy de Maupassant se dedica a la astronoma en su cocina. Reconciliacin con las espinacas. Tortugas fugaces. Marie Seize encantadora de tortugas. La venganza pensemos en ella siempre! Le Horla. Unas sombras negras pasan. La influencia de lo invisible. Pierre et Jean compuesto en el paseo de fresnos. La seora Pasca. Muerte de Piroli.
Julio de 1887. Henos aqu de regreso a tretat. Una maana, el seor vino a colgar en la cocina un planisferio celeste; hacindolo mover, me describa el movimiento del cielo, relacionando por su nombre las principales estrellas, distinguiendo los planetas de los satlites. Mire usted, me dijo yo ya s orientarme, y no he ido ms que una vez con Camille Flammarion a su observatorio. Pero que hombre encantador e instruido! Su ciencia es de los ms seria e interesante. Yo le coment entonces que tretat posea tambin un distinguido astrnomo y cit al seor Louis. Es cierto me dijo le conozco desde la infancia. Le he visto en alguna ocasin en casa del seor L Quiere usted preguntarle si quiere venir a casa, una noche que haga bueno? Estoy seguro de que aceptar. El seor Louis vino a pasar varias veladas con mi seor. Una vez lo llev al acantilado del Havre, encima de la Chambre aux demoiselles. Era el lugar preferido de este astrnomo; desde all vea mejor el cielo, penetrando mejor en sus secretos; es en este lugar que desde haca treinta aos, l se devanaba los sesos para ver lo que pasaba en lo alto e informar a los peridicos, de los que era corresponsal, lo que haba
84
podido observar de nuevo. El seor me dijo que el seor Louis le haba interesado mucho. Aadi: No me quedar jams duda de que me encontraba cerca de un hombre de gran valor. El seor vena de vez en cuando a mover este planisferio celeste. Yo me preguntaba que idea habra tenido para hacer de la cocina su gabinete astronmico. Supe ms tarde que yo no era ajeno a esta fantasa. Una noche, regresando con l de una excursin, le haba nombrado varias estrellas; eso deba significar poca cosa, pues no conoca ms que las que mi padre me haba enseado cuando yo era nio. Eso fue suficiente para alentar a mi seor hacia esos estudios. Una maana, mi seor se encontraba cerca de su plano, hacindolo girar, y ocupndose de ello durante bastante rato, y el lugar era bastante restringido. De golpe, me mir diciendo: Hace usted chocolate? S, es para la velada respond yo. Y le expliqu que para que estuviese bueno, le haca falta estar doce horas en el bao mara, con la vaina de la vainilla. Oh!, no encuentro nada que reprochar, nicamente afirmo que su receta es excelente. El mes de julio era muy caluroso; Paff estaba tendido cuan largo era, en el paseo que hay frente a la cocina, a la sombra del seto y el gran manzano salvaje que daba frescor al pozo. Entre Paff y el seto, Piroli tom posicin, ella pis un poco el borde de hiedra situado al lado y, encogindose sobre si misma, pos sus cuatro patas de terciopelo blanco sobre la gran oreja de su amigo. Mi seor, pasando para ir a tomar su bao, me llam: Franois, ha visto este cuadro? Estos dos animales son verdaderamente gentiles. Pero mire usted que hace calor, es imposible dejarlos en mi gabinete de trabajo, y sin embargo hace bien dejndoles la puerta del lado norte abierta.
85
Cramoyson hizo el nuevo jardn bastante grande para tener legumbres a voluntad; destaco una variedad de espinacas enormes; sin embargo el seor, un da, las haba clasificado entre las legumbres que no comera nunca. Yo hice todo lo que pude para servrselas; cuando l dijo que haba acabado, me pregunt que eran esas hierbas verdes, yo le dije que se trataba de una planta mejorada que vena de la Tetragonia, segn lo que me haba dicho el jardinero: Oh! exclam poco importa el nombre de la planta, la cosa as preparada est absolutamente exquisita. Y mi seor fue a pedir a Cramoyson que no faltase nunca esa legumbre Yo cont a Cramoyson que mi seor haba encontrado deliciosas las espinacas, y que se fue convencido de que esa planta era un descubrimiento cuyo honor recaa en Cramoyson, el cual se puso hecho una fiera. Nuestro jardn zoolgico se haba enriquecido con ocho hermosas tortugas; estaban en libertad en el campo normando. Mi seor estaba contento con ellas, no vera arrastrarse ms a las babosas; a veces se diverta colocando los dos pies juntos sobre la espalda de una de ellas, dicindome: Esto es slido! Incluso la rueda de un carro cargado no hara ceder estos caparazones de lo resistentes que son! Un da, para nuestra gran estupefaccin, observamos que todas las tortugas haban desaparecido; las buscamos en todos los rincones; finalmente descubrimos, bajo el enrejado, un agujero ms pequeo que los que hacen de ordinario los conejos. Pensamos, con razn, que era por este lugar por donde esos animales, que caminan tan lentamente, se fueron; se registr una parte de la costa, la espesura de juncos y de retamas casi impenetrables; pero no encontramos nada. Luego de haber dejado gran parte de la piel de nuestras manos cubierta de rasguos, renunciamos a nuestra bsqueda. Ocho horas despus, vi a una gran mujer que descenda por el sendero de la costa. Era Marie Seize, que viva en lo alto
86
sobre la loma llamada Nueva Caledonia. Algunos instantes despus, me qued totalmente sorprendido al verla en la puerta de la cocina con el seor. Apart su delantal que tena elevado; en su interior se encontraban nuestras ocho tortugas; fueron reintegradas al prado y Marie Seize fue recompensada por su esfuerzo. Mi seor no agotaba las alabanzas sobre la honestidad de esta pobre mujer, que habra podido, segn l, hacer una excelente sopa con eses pobres animales. La alambrada fue entonces comprobada minuciosamente. Esta vez estbamos tranquilos por nuestras fugadas. Pero apenas un mes ms tarde haban franqueado de nuevo la llave del campo. A pesar de todas nuestras precauciones, nunca pudimos guardarlas; nos la jugaron varias veces, y era siempre Mara Seize quin nos las devolva. Misteriosa coincidencia! Qu concluir? Acaso era una encantadora de tortugas? O bien, como deca el seor riendo, se haba excedido con la recompensa la primera vez? La primera era tan tentadora A algunos das de esto, Cramoyson, cerca del barco, reparaba un bordillo. Mi seor se aproxim y le pregunt como estaba (haba estado enfermo unos das atrs). El respondi que estaba mejor, que haban sido las malditas fiebres que haba contrado durante su detencin en Alemania. El seor expres entonces su horror por la guerra y en particular su odio por los prusianos. No comprendo sin embargo dijo los clamores por la venganza. Nosotros no la haremos nunca de este modo; por el contrario, sera necesario prepararse bien sin dejrselo ver, y caer sobre ellos en el momento oportuno. No recuerdo con exactitud el da en el que el seor me dijo lo siguiente. No tom nota, pero recuerdo muy bien que haba ido al jardn a avisarle de que la cena estaba lista. Lo encontr admirando un ramo de hortensias: Mire, Franois me dijo que bellas estn este ao; cada tallo forma un ramo de buenas dimensiones; me parecen
87
ms coloridas que de costumbre, tal vez se deba a su fuerza vital. El sol desapareca detrs de la cuesta del bosque de Valois y oblicuamente nos golpeaba en los ojos. Para evitarlo y tambin para entrar, mi seor se dirigi hacia la casa, continuando hablando como si tuviese prisa: Hoy he enviado a Pars el manuscrito del Horla; antes de ocho das ver usted que todos los peridicos publicarn que estoy loco. Como gusten, a fe ma!, pues yo estoy sano de espritu y saba muy bien, escribiendo este relato, lo que haca. Es una obra de imaginacin que asombrar al lector y producir ms de un escalofro en la espalda, pues es extraa. Por otra parte le dir que muchas cosas de las que nos rodean nos escapan. Ms tarde, cuando se las descubre, se est muy asombrado de no haberlas percibido antes. Despus, nuestra apata nos lleva a ver por todas partes lo imposible, lo inverosmil. De este modo, cuando apareci Une Vie, la crtica, esa gran charlatana, que a menudo intenta demoler una obra maestra, porque no la ha comprendido, no tena palabras lo suficientemente duras para decir que mi novela no era real, que los hechos no eran posibles. Pues bien, los hechos que yo describo en ese libro acaban de suceder en Fontainebleau, tengo el relato impreso sobre mi escritorio. Solo lamento haber escrito demasiado pronto mi libro, pues la realidad, es mucho ms definitiva, ms completa que mi novela. Con esto tena argumentos para arrojar por la borda la crtica ms enconada. Septiembre. Mi seor va de caza como en los aos anteriores, con un poco menos de entrenamiento, me da la impresin. Sin embargo ha acabado la mayor parte de su novela Pierre et Jean. Comenzada cuando llegamos aqu, hace dos meses y medio, est terminada; ha trabajado muy bien. El seor me dijo que la sombra que ya da el camino de los pequeos
88
fresnos, le ha sido completamente propicia; Eso es en el fondo la razn de que Pierre et Jean haya sido escrito en un tiempo relativamente muy corto, si se tiene en cuenta las crnicas y relatos que cre semanalmente. Todava me queda por hacer, me explic mi seor antes de que salgamos para frica, una especie de prlogo que pondr al principio de esta novelita, donde expondr brevemente lo que pienso de la crtica, y tambin mi manera de comprender la novela. Todava quedaban muchos baistas a orillas del mar con el tiempo tan bueno. Casi todas las noches, haba gente cenando en la Gillette. Entre los habituales, destacar a una gran dama de cabellos blancos; su tinte dejaba pensar que haba sido morena Se llamaba seora Pasca, una gran artista , segn mi seor. Ciertamente era una persona completamente superior, llena de buen sentido, inteligente. Que placer escucharla; tena a todo su auditorio pendiente de sus palabras, dichas tan pausadamente y tan a propsito Fue una excelente consejera de mi seor quin tena por ella una consideracin sin lmites En agosto, Piroli tuvo descendencia. Las consecuencias fueron alarmantes. El seor hizo venir al veterinario de Criquetot quin redact una extensa receta. Cuando hubo acabado de explicarnos como debamos proceder para curar al pobre animal, aadi: Usted sabe, seor, que los gatos son nerviosos; por ello es muy difcil darles los cuidados que su estado necesita. Hicimos lo imposible; a pesar de ello, la gatita exhal su ltimo suspiro el quince de septiembre, encima de mi cama. Ese da mi seor haba ido de caza a Santa Hlne a casa del seor Arroux. Cuando lleg a la maana siguiente, le di la triste noticia. Vino a ver la gata en el cuarto de bao, donde yo la haba dejado y me pregunt si haba sufrido mucho; quiso
89
conocer los detalles sobre sus ltimos momentos. Le dije que haban sido lamentables, la pobrecilla rodaba gimiendo y se aferraba a m, como para pedirme socorro De Piroli nos quedaba un recuerdo vivo, la pequea Pussy, qu fue confiada a la mujer encargada de cuidar el apartamento durante el tiempo que durase el viaje que debamos hacer a frica.
90
CAPTULO VIII
OCTUBRE NOVIEMBRE 1887
Viaje a Argelia. Argelia la Blanca. Instalacin en la calle Ledru-Rollin. Paseo impresionante en el cabo Matifou con el seor Masqueray. Siguiendo a las Desencantadas. Lo que dicen las mujeres rabes en la mezquita. En los baos de Hammam-Righa. Caza infructuosa. Los santones musulmanes y Voltaire. De camino hacia la Kabilia.
Marsella, 3 de octubre. El seor ocupaba su habitacin de costumbre en el hotel Noailles, que tena vistas sobre la Cannebire. Hacia las once, me dijo: Hoy puede disponer del da libre; tengo las plazas para embarcar maana al medioda, voy a almorzar en la Rserve y estar aqu hacia las seis para cenar. Al da siguiente por la maana, mi seor me llev a ver en el viejo puerto un yate desarmado al que le haban dicho que estaba a la venta; la forma le gustaba, y sus dimensiones respondan perfectamente a lo que l deseaba en un barco. Nuestra travesa fue muy buena, un tiempo esplndido. Llegamos a Argel, que se destaca totalmente blanco, construida en anfiteatro. El desembarco no fue fcil, incluso result desagradable con todos esos rabes que se apoderabann del equipaje, muy a nuestro pesar, y lo llevaban a un hotel cualquiera. Por fortuna para los nuestros, no se equivocaron y bajamos hacia el gran hotel del Oasis sobre el puerto. Al da siguiente, a las nueve, el seor estaba preparado para salir: Esto es lo que he decidido, Franois. Como no pienso trabajar en el hotel, voy a tomar un apartamento para estar tranquilo en mi casa. Vaya usted, por favor, a ver en el barrio, si encuentra alguna cosa que nos convenga; yo voy a visitar Mustapha, que ya conozco, y si encuentro una pequea villa o
91
un piso que responda a lo que quiero, pedir a mi madre que venga aqu a pasar el invierno conmigo. Al final, fue en la calle Ledru-Rollin donde acabamos por tomar un apartamento, despus de haber visitado varios, y visto varios propietarios, argelinos, rabes, marroques y judos de grandes ojos aterciopelados. Este edificio, aunque tena dos habitaciones hacia el Midi, no era alegre; su nica ventaja era que estaba cerca de la oficina de correos. Ocupamos el tercer piso; era necesario un portador de agua; yo contrat al que me envi la portera, era pequeo y delgado, un autntico Biskri, pies y piernas desnudas, tuerto del ojo derecho; su ojo izquierdo era tan mvil y huidizo que no pude ver su color. Establec las condiciones a tanto la semana y acord una buena media, un precio de turista. Como signo de alegra, sin duda, se puso a batir sus delgados dedos en el cntaro de cobre que tena bajo su brazo. El once de octubre, a la una, yo acababa de almorzar, slo como siempre, ante mi pequea mesa de madera blanca adosada a la pared, cuando mi atencin fue atrada por la danza que ejecutaba mi caf en mi vaso; iba a decrselo enseguida al seor, dndole los detalles precisos que no dejaban lugar a dudas sobre la existencia de sacudidas ssmicas. Por la noche, cenando, el seor de Maupassant me dijo: Usted sabe, tena razn, no se ha equivocado, era un temblor de tierra. El aparato ssmico del crculo de los oficiales ha registrado, a las doce y cincuenta y seis minutos, tres oscilaciones de varios segundos, yendo de Este a Oeste. Estoy feliz de haber encontrado aqu a todos esos oficiales, su compaa me resulta muy agradable; son todos unos caballeros encantadores, bien educados, instruidos, incluso algunos estn bastante puestos en literatura. Aunque estamos en tierra francesa, est el Mediterrneo entre nosotros y la madre patria, lo que es suficiente para darnos la sensacin de estar en un pas extranjero, sobre todo cuando se ven todos
92
esos rabes circular por las calles y se oye su chchara. Uno est desorientado, y reconforta encontrar verdaderos franceses que hablan nuestra lengua, como en Pars. Si se escucha bien, creo que se oira su corazn latir cuando se habla de los bulevares y de la Casa Dorada. El jueves vendrn varios de esos oficiales a almorzar con el seor Masqueray y el seor Bureau. 14 de octubre. El seor me dijo: Franois, maana voy con el seor Masqueray a dar una vuelta hasta la punta del cabo Matifou. Quiere venir con nosotros? Tal vez no tenga otra ocasin parecida Tomar mi fusil con algunos cartuchos, de diferentes plomadas. Si puedo abatir algunos pjaros, siempre me resultar agradable. Salimos en el tren de las cinco y cuarenta y ocho de la maana. Desde nuestra salida de Argel, percibimos el mar fosforescente, enorme; algunos minutos despus, el sol, pareciendo hacer un gran esfuerzo, dejaba ver a lo lejos, entre el horizonte y el agua, una nfima parte de su disco, que iluminaba de inmediato el mar. Un cuarto de hora despus, llegamos al alto de Hussein-Dey y el tren se detuvo. Los caballeros descendieron enseguida a la calle, y asistimos al ms bello amanecer que se pueda imaginar; quedamos en xtasis ante una maravilla que no puedo describir. El seor se apoyaba con su mano izquierda en el brazo del seor Masqueray y, con su mano derecha, no paraba de hacer grandes gestos que subrayaban la demostracin que despachaba a viva voz. El seor de Masqueray, ms alto, se encogi un poco bajo la presin de la mano de mi seor, y, muy cerca de l, el odo alerta, con una expresin de arrobo intenso, escuchaba a su amigo con un placer que se reflejaba en toda su fisonoma, sobre todo en sus grandes ojos brillantes, tan prestos a expresar su entusiasmo y emocin. Esto es lo que puedo recordar de aquella conversacin:
93
Mi querido amigo, esto es ms que fantstico, es una apoteosis, pero una apoteosis sin nombre; no existen palabras que puedan traducir una cosa tan bella, esto sobrepasa todo; es ms que esplndido, es extraordinario; talmente bello, que uno no puede desprenderse de la impresin de que nos transporta, que nos invade; es la magia Este mar!... este cielo!... Nunca he vista nada tan cautivador y que me haya afectado tan profundamente!... El seor de Masqueray se inclinaba ligeramente hacia mi seor y aprobaba, luego, en unos trminos cientficos que no sabra reproducir, dio una explicacin sobre ese tipo de fenmeno. El tren haba silbado, y marchaba ya, cuando puede decidir a los caballeros a subir. El resto del viaje fue de menos inters, aunque la vista que tena sobre el mar en la punta de ese cabo tan adelantado, era extraordinaria. El paisaje no tena ningn atractivo para m; yo disfrutaba del placer que me produca la conversacin de esos dos hombres de espritu que se comprendan tan bien. El seor de Maupassant iba a menudo a cenar al Palacio de verano, en Mustapha superior, en casa del seor Tirman, que le haba explicado sus puntos de vista sobre el futuro de Argelia, sobre los embalses a construir, el abandono del presupuesto en la colonia, la cuestin de los ferrocarriles, etc. Todo eso pareca interesar a mi seor; pero su figura era ms expresiva cuando me contaba su paseo del viernes, sobre el camino del cementerio rabe, que le diverta hasta tal punto que le gustaba hacerlo dos veces al da. Vea, me dijo lo que son las costumbres de estas razas Estos rabes, que dejan apenas salir a sus mujeres para ir a la mezquita, las envan cada viernes bastante lejos al campo a hacer unos melindres sobre las tumbas de sus parientes difuntos, y colocar algunos guijarros puntiagudos que adornan
94
esos silos de huesos humanos enterrados all. Cuando salen de sus Campos Elseos desprovistos de encanto, la mayora de ellas vuelven a ser mujeres. As hoy, he hecho dos veces la ruta de Mustapha inferior hasta el jardn de Hussein-Dei, para tomar nota. Pues bien, varias de esas mujeres, cuando no eran ms que dos y crean no ser vistas, levantaban su velo en mi proximidad. Su rostro, que no ve jams el da, es de un blanco calizo y se dira que las mejillas de algunas de ellas estn ligeramente untadas de polvo malva. Con sus grandes ojos negros, la mayora son muy bellas. Y una sonrisa se perda bajo el bigote de mi seor. Otra vez, el seor me indic una pequea mezquita, completamente detrs de la Casaba, cerca de un jardn pblico que domina la ruta de San Eugne. Esta pequea residencia es muy bella para un santo de Mahoma; mi seor la ha descrito en uno de sus Voyages. Me decid a hacer una visita all. Deb quitarme mis zapatos para entrar en el santuario. Desde el umbral o unos lamentos suaves y lnguidos. Me aproxim y vi dos mujeres que geman, que hacan unos extraos gestos, invocando sin duda un santo cualquiera. En definitiva, no comprend en absoluto esa puesta en escena. Saliendo, me encontr de cara con el guardia del parque que me interpel: Ha comprendido alguna cosa? Lo cierto es que no le respond. Ah, no! contest en un tono burln, y con un acento meridional usted no puede comprender, no conoce la lengua rabe. Todos esos nios ricos franceses estn cortados por el mismo patrn!... Sabe usted lo que ellas hacen all, todas esas mujeres, en unas posturas tan extraas y tan jocosas? Pues bien, cuentan sus miserias al Santo, pues las mujeres rabes no tienen derecho a rogar a Dios directamente; ese honor supremo esta reservado a los varones. Por lo dems, debe saber que de oraciones ellas dicen poco; no vienen ms que a contar sus
95
tristezas, sobre todo para hablar mal de su marido, y confan sus penas ms ntimas al Santo. A menudo tienen razn, es necesario admitirlo, pues los rabes siempre tienen, al lado de su legtima mujer, dos o tres concubinas. 4 de noviembre. El seor de Maupassant se decidi a abandonar Argel; esta ciudad lo cansaba y su apartamento se volvi odioso a causa de los mosquitos. Esto ser lo que haremos. me dijo en primer lugar iremos a las aguas termales de Hammam-Righa donde har una cura; el seor Lefvre, hombre encantador que he conocido, vendr con nosotros. Cuando haya tomado el nmero de baos que considere necesario, partiremos con Lefvre a cazar la pantera en los bosques de Thniet-et-Haad, donde l es el nico en poseer una casa. Usted tendr que cuidar el caballo, pienso que sabr salir adelante con el asunto, no es as? Tranquilic a mi seor al respecto 6 de noviembre. El seor estuvo retenido en Argel durante algunas horas; yo march solo con el seor Lefvre, en su coche, para ir a la estacin de Bou-Medfa en HammanRigha. La subida era escabrosa, se pona a menudo el caballo al paso; el seor Lefvre condujo. Un poco curioso quizs, pero seguramente muy inteligente, me desat la lengua, y, cabalgando sobre el camino que serpenteaba y suba siempre, le cont algunas historias de mi seor, la mayora ya escritas. l me felicit por lo bien que conoca la obra del gran escritor. Hammam-Righa, 9 de noviembre. Mi seor renunci a la caza en los bosques de Thniet-et-Haad. El seor Lefvre march solo, y el seor se obstin en tomar unos baos; estos baos estaban a una temperatura demasiado elevada, de cuarenta y dos a cuarenta y cuatro grados; esto le produjo bastante dao, y pas unas noches muy agitadas. El seor
96
Dufour, patrn y propietario del hotel, era un hombre bien educado y de buenas maneras; muy solcito con su cliente, puso a su disposicin todo lo que crea poder distraerle Tenamos un gua notable, de diecinueve aos, el ms fino sabueso de los bosques colindantes; su nombre era BouHyahia; estaba cubierto de esta tia repugnante y asquerosa que era comn en la mayora de los habitantes de este desgraciado pas. Un da, el seor de Maupassant me dijo: Hace bueno; inmediatamente despus de almorzar, descenderemos del lado del gran barranco para ver si hay posibilidad de matar alguna cosa. Bou-Hyahia vendr con nosotros. Ponga especial cuidado de que no toque mi fusil, pues tiene la tia. Aparte de esto, es ciertamente el hombre que necesitamos, conoce bien la regin y hasta los ms pequeos rincones del bosque. Salimos a la una, con un fuerte calor; descendimos por ese gran barranco y el sol se haca sentir. Caminamos luego a lo largo de un pequeo torrente, brillante y lmpido; unas adelfas que crecan en los taludes arrojaban su sombra en esta agua cristalina que discurra placenteramente y daba un poco de frescor. Yo me detuve ante ese arroyo que encontraba tan bello, cuando mi seor me llam: Venga, Franois, vamos a ir al lado de ese pequeo bosque. Tal vez all, encuentre alguna presa Bou-Hyahia aprob esta idea en unos trminos de una excesiva adulacin como slo los rabes saben hacer. Despus de haber rodeado el monte, nos encontramos en una enorme pradera y pudimos ver, a la sombra de los rboles, unos grupos de rabes vestidos con un gran refinamiento. Se divertan rodando sobre esa hermosa alfombra verde. Cuando nos vieron, parecieron muy contrariados, como si ese encantador rincn fuese de su propiedad, de ellos nicamente, nada ms que para su diversin.
97
Bou-Hyahia nos dijo que esas personas eran rabes ricos que vivan en unos pueblos sobre las cimas y que, cuando haca mucho calor, descendan a la tarde para tomar el fresco cerca de la rivera a la sombra de los rboles, con unas mujeres para distraerse, y l nos hizo comprender que en sus diversiones no guardaban ninguna reserva. Si ustedes quieren, seores, aadi vamos a tumbarnos un poco all, bajo el bosque, durante un rato, pues yo no he esperado nunca diez minutos. Bou-Hyahia pronunciaba estas palabras con el tono de una oracin que dejaba comprender todo el placer que tendra si se acceda a su sugerencia Pero mi seor, como si no le hubiese odo, remont la rivera, indicndome la multitud de races y de laureles que se alimentaban en esa hermosa agua clara y que al mismo tiempo eran depositarias del germen de la fiebre. Despus de haber caminado quinientos o seiscientos metros sobre nuestra derecha, nos encontramos un sendero rabe tortuoso, pero muy bonito, que conduca al bosque, segn nos dijo nuestro gua. Lo tomamos; ms o menos a medio camino, hicimos un alto (pues la pendiente era empinada); nos sentamos sobre un pequeo talud. Pasaron ante nosotros algunos pjaros del pas. Mi seor dispar, pero no abati nada; ms adelante volvi a disparar, con la misma fortuna: Esto no es posible dijo este fusil debe tener algn defecto. Y para comprobarlo dispar a un aloe. En efecto, encontramos nicamente algunos granos de plomo esparcidos por las hojas de la planta. Era un fusil nuevo de percusin que mi seor haba comprado para ir a cazar la pantera; me pas entonces el arma defectuosa y, frunciendo las cejas, envi una maldicin al armador poco escrupuloso que se lo haba vendido Le entregu su viejo fusil que era ms pesado, pero con el que abati una pieza en cada disparo.
98
Cuando llegamos a la frondosidad del bosque, en lo alto, el sol despareca en el horizonte, bien lejos, detrs de los pueblos rabes. Estos pueblos situados en las cimas de una serie de pequeas montaas, parecan pertenecer ms al cielo, al espacio, que a la tierra. El seor me lo hizo notar, dicindome: Que bien se debe vivir all aislado, casi totalmente solo, cuando se est ya acostumbrado! Bou-Hyahia dijo: S, seor, aparte del gran calor, esos pequeos montes son muy sanos, el aire all es muy puro Luego, seguimos caminando por un estrecho camino bajo el bosque, a la sombra de grandes rboles tupidos que formaban una bveda, encontrndose all una frescura muy agradable Nuestro gua caminaba de prisa y quiso hacernos ver el mausoleo de un rabe de alta alcurnia, que fue Santo y el gobernador de este pas en tiempos pasados. La noche caa cuando llegamos a la tumba del santn, que nos haba descrito Bou-Hyahia; nos relat todos los milagros hechos por este Santo de Mahoma, lo que interesaba poco a mi seor. Conviene decir que su historia se repeta casi siempre y seguramente, despus de todo lo que nos dijo nuestro gua, el ms claro de los milagros que hizo su famoso Santo, fue el saber hacer salir las pobres economas del monedero de unos pobres paisanos, mediante sus sutilezas y marrulleras. Esto revolvi a mi seor: S, exclam eso est bien; sea cual sea el pas y cual sea la religin, siempre es la misma cosa; siempre es el inters lo que gua todo. Esas religiones me producen nauseas, pero suprmalas y se las reemplazar por otras llegndose al mismo resultado. Ha ledo usted a Voltaire, Franois? No, seor.
99
Pues bien, lo que nos dice Bou-Hyahia de su santn me hace pensar en Voltaire. Despus de haber denigrado todas las religiones, y a la catlica en particular, fue expulsado de Francia; iba a fundar una pequea comuna llamada Ferney, cerca de la frontera suiza, y, sin ningn recurso, supo, gracias a su ingenio de santn, si usted quiere hacerse unas rentas con la credulidad de los pobres paisanos del lugar y viviendo bien a su costa, cmodamente. Acab sus das agradablemente en un castillo que hizo construir con los escudos que le daban los catlicos. Al da siguiente fuimos a fotografiar la tumba de BouMahoma. Bou-Hyahia aprovech para hacernos pasar por unas guaridas de jabales; estbamos armados, pero ningn animal mostr su hocico, para gran decepcin de mi seor y de nuestro gua, pues este ltimo tendra un suplemento en la paga, si hubiese llegado a hacer batir uno a su generoso cliente. Poco satisfecho del resultado de esta cura, dejamos Hammam-Righa y, despus de haber pasado dos das en Argel, (el tiempo de tomar diferentes cosas, entre otras unas botas de cuero de Rusia, que mi seor deba recibir en Theniet-et-Haad para la caza de la pantera) salimos para Tnez. Se le dijo al seor que el clima era all ms hmedo y menos enervante que en Argelia. Tomamos forzosamente el primer tren a las seis de la maana. Era el nico. El seor de Maupassant estaba en la portezuela para ver el sol elevarse sobre el mar; estbamos solos en nuestro compartimiento. Ech una ojeada al camino del cementerio rabe y del jardn de Hussein-Dey, donde, sobre las barreras, se perciban unos monos enormes. Que feos son, horribles! dijo. El tren se detena en todas las estaciones, y marchaba con una lentitud de tortuga; se creera estar dando un paseo en
100
coche; se poda mirar el paisaje tranquilamente; se pasaba entre altas montaas, luego sbitamente se oa un ruido infernal. Pasamos las Portes de Fer, me dijo el seor y estamos ahora en Kabilia, pas que he recorrido a caballo, hace ya algunos aos y que me ha dejado unos recuerdos muy extraos Sabe usted que el kabilo es absolutamente diferente del rabe de Argel? Del mismo modo que ste ltimo es perezoso, el kabilo es audaz y muy puesto en negocios, es necesario verle en su casa a ese espabilado; es capaz de sacar algunos puntos a nuestros ms finos normandos. Vimos desfilar una pequea estacin, luego un coqueto pueblo, formado por algunas casas. Un poco por todas partes, unos eucaliptos arrojan una alegre nota en este valle. Es Thiers me dijo el seor de Maupassant; el pueblo es pequeo, como el hombre del que lleva el nombre. Pero que pensador era ese hombre. Que dosis enorme de trabajo poda tener! Cuando se piensa en ese penoso momento de la paz de 1871! El rostro del seor se volvi prpura, como todas las veces en las que la conversacin le recordaba a los prusianos, algo se despertaba en l Se tumb y cerr los ojos; pareca querer dormir, para no pensar ms en las cosas lamentables de 1870, que hacan sangrar su corazn de patriota De este modo, los ojos cerrados, se puso a hablar, hacindome la descripcin de un interior kabylo, reviviendo las escenas inolvidables que l ha descrito tan bien en el volumen Au Soleil. Hacia las tres, llegamos a Soukahras. Despus de haber subido con dificultad pero con rapidez la rampa de cuatrocientos cincuenta metros, se cambi la maquina especialmente afectada por la subida en los tramos de Duvivier a esta ltima localidad. Durante esta detencin, caminando a lo largo de las avenidas, el seor me hizo notar que este pas era
101
nuevo, que la va frrea era reciente. Luego se detuvo y no pudo retener una crisis de xtasis: Qu hermoso! Que maravilla de horizonte! Es esplendido, y que cielo! Est totalmente rojo, vea! Tenamos el sol detrs. El seor de Maupassant se puso a nombrarme todos los colores que tenamos ante los ojos, despus la profundidad del cielo hasta el infinito del horizonte, que se perda muy lejos en unas ondulaciones del terreno Acab por la enumeracin de los diferentes matices que flotaban ms cerca de nosotros, encima de los campos de viedos. Estos colores variaban segn la via estuviese todava verde o que hubiese tomado su traje de invierno, de un rojo apagado y oxidado. Mi seor estaba arrobado ante ese magnfico horizonte; habra querido hacerme comprender y participar de sus sutiles impresiones ya que no dejaba de explicarme el sublime espectculo: Mire, Franois, para ver y distinguir bien, es necesario tener la vista hecha a ello para esto, cuando se mira hay que percibir todo; no contentarse nunca con una aproximacin; dar tiempo a la vista para definir bien, para seguir de algn modo esas cosas que apenas se ven, y eso no se consigue ms que con un ejercicio largo y paciente, llegndose de este modo a tomar en sus ojos todo aquello de lo que son capaces. Incluso los mejores artistas deben de esforzarse, esforzarse mucho para formar la vista, para ser verdaderamente bueno. Finalmente tom su pequeo bloc verde y en l escribi tres notas, las nicas que le he visto tomar en diez aos; l escriba siempre de memoria, y no necesitaba nunca mucho tiempo; su prodigiosa memoria le ha servido mucho.
102
CAPTULO IX
NOVIEMBRE DE 1887 A 5 DE ENERO DE 1888
En Tunicia. Los baos turcos. xito en el crculo de oficiales. Viaje a Kairouan a gran velocidad. Instalacin en Tunez, avenida de la Marina. El fuego inspirador. El buen trabajo del masajista negro. Sobre las ruinas de Cartago. Las escapadas de Tahya. Macarrones a la italiana? La gorda tunecina. Tahya tiene el mal de mar.
Tnez, noviembre. Nuestra primera maana la ocupamos en visitar los antiguos baos romanos de Hammam-Lif a cuatro kilmetros de Tnez. Esas fuentes de agua caliente tuvieron un cierto renombre en los tiempos antiguos; me dijo mi seor pero segn lo que o decir hoy, habran perdido muchas de sus propiedades de antao. Tal vez los minerales, sobre los que ellas se filtraban en el interior de la tierra, se agotaron, es muy posible. Finalmente fuimos a ver cual era ese gnero de establecimiento. Mientras el seor me contaba esto, atravesamos unos grandes campos donde ms de cuarenta parejas de bueyes arrastraban unos arados, que removan una tierra generosa y muy oscura, casi negra; era la tierra ms rica en nutrientes necesarios para la vegetacin. Los numerosos labradores trabajaban por grupo de tres o cuatro arreos; se seguan, pareciendo uno solo, tanto eran semejantes y regulares en su marcha, a lo largo del surco, que les conduca muy lejos, hasta donde alcanzaba la vista, tan lejos que a esta distancia nos parecan como unos diminutos insectos. A nuestra izquierda, casi a orillas del lago, vimos grandes muros blancos. Mi seor consult a su gua y dijo:
103
Esos son los edificios de la granja del seor Brolmann. Continuamos siempre por el mismo camino; un poco ms lejos llegamos a un paso a nivel de la va frrea, donde los rales estaban cubiertos de herrumbre. Mi seor me dijo: He aqu el comienzo de una va que no va actualmente ms que hasta Hammam-Lif, pero prximamente debe continuar hacia el interior de la provincia. Despus de un cuarto de hora de marcha, llegamos en frente a un viejo edificio que formaba un cuadrado bastante grande, pero que estaba en muy mal estado; las ventanas eran muy pequeas, las tena redondas y cuadradas y todas estaban protegidas con rejas de hierro. Pareca una prisin o una antigua fortaleza. Dos nios sucios, en andrajos, jugaban en un sombro corredor; era en la entrada de este extrao inmueble. Una piedra gris, elevada ms de cincuenta centmetros, formaba el umbral, de modo que era necesario levantar las piernas muy arriba para franquearla. Cuando lleg a esa entrada, mi seor pregunt al mayor de los bribones. Aqul, que comprenda muy bien el francs, fue a llamar a la encargada de los baos turcos. Era una mujer muy alta, de un aspecto moreno, con unas caderas muy pronunciadas. Acercndose a nosotros, se cio a su cuerpo un delantal a rayas, rosa y rojo, y muy afable nos dijo: Si ustedes desean ver los baos, caballeros, vengan por aqu, por favor. La seguimos; por unos corredores negros y estrechos, llegamos a la sala de los baos Esto es todo lo que usted tiene? le dijo mi seor. S, respondi ella. Mi seor le dio las gracias muy efusivamente y sta nos condujo hasta la salida. Afortunadamente, porque nunca hubisemos encontrado solos el camino. Ya fuera, el seor se puso a respirar muy fuerte, aspirando el aire y mirando a lo lejos con tenacidad, como
104
alguien que haba estado privado de aire y de luz despus de mucho tiempo. No encuentra usted repugnante lo que acabamos de ver? me pregunt Es una porquera y de un aspecto espantoso. Esas baeras, que parecan estar en unos sarcfagos, estn mermadas y cascadas. Tienen la profundidad justa para recibir un cuerpo humano. Luego, esa especie de sillas, alumbradas por ese pequeo ojo de buey, me hace pensar en los viejos calabozos. Oh!, no, mi buena seora, yo no ser su cliente, usted no me ver aqu nunca Esa mujer era una maltesa, de un tipo interesante, no me molest haberla visto. Despus de atravesar el paso a nivel, nos cruzamos con una calesa 1830. El seor de Maupassant reconoci en el interior al hijo del bey de Tnez. Caminamos entonces muy aprisa, como personas que ya han perdido demasiado tiempo. Apenas tuvimos ocasin de notar en la entrada de la ciudad, una gran puerta abierta en pleno cielo, al lado de la que yacan unos montculos de tierra, que eran, parece ser, lo que quedaba de unas fortificaciones. Pas un rbol, estaba desnudo, seco y triste. El mismo da, hacia las siete de la tarde, mi seor me dijo: Prepreme enseguida mi maleta, con lo necesario para un viaje de ocho a diez das; me ha surgido una ocasin, una oportunidad inesperada. Estos son los hechos: He ido al crculo de oficiales y tuve unas palabras con varios de ellos. Tras las primeras palabras intercambiadas, uno de ellos me dijo: Qu felices estamos de verlo y que buena estrella trae usted hoy entre nosotros! . Y aadi: Espere. Corro a ver si hay todava tiempo. Tom su casaca y se ausent un cuarto de hora. Durante ese tiempo, yo contine charlando de las costumbres tunecinas y tambin de Pars. Cuando regres, muy alegre, me dijo: Aqu esta, seor de Maupassant, lo que me
105
hace feliz ofrecerle, en nombre del director del banco de Tnez; quiere acompaarle en un viaje en coche que l va a hacer a travs de Tunicia hasta Kairouan, donde va a visitar las granjas de Lanfida, granjas que, sin duda, usted nunca ha visto? Deba partir hoy, pero si usted acepta su invitacin, demorar su marcha hasta maana por la maana a las nueve. Sern ustedes cuatro; el director estar acompaado de dos secretarios del banco, ambos antiguos oficiales que formaron parte de la expedicin francesas a esta hermosa tierra de Tunicia de la que, estoy persuadido, sabr inspirarle unas pginas ms bellas todava que las que usted ha escrito sobre Argelia en su volumen Au Soleil. Acept!... Y en todas las personas que me rodeaban pude advertir la alegra de haber recibido mi visita. La vida es tan montona, lejos del corazn de Francia! Entiendo el placer que experimentaron durante algunos instantes con un escritor que les haba divertido varias veces con sus cuentos y relatos. De pronto me re interiormente, pues acababa de darme cuenta que, sin duda, ellos hacan corro a mi alrededor, como se suele hacer en un saln mundano, ante una belleza muy admirada... En ese momento un tierno orgullo me invadi, Qu encantadores resultaban todos y que buenos franceses se vean en sus rostros! Por fin me sent y la conversacin contino, muy interesante, pero de lo ms sencillo, pasando revista a los escritores actuales. Pude comprobar que la mayora de esos soldados eran admiradores de Paul Bourget. Al da siguiente, a las nueve de la maana, un coche estaba ante la puerta del hotel; cuatro caballeros estaban en su interior. Tenan unos grandes abrigos de cuello alto y sombreros flexibles de color gris claro. Uno de esos hombres era mi seor,
106
y, sin que yo percibiese ningn movimiento dentro del coche, los dos enormes caballos salieron a gran velocidad transportando, hacia las montaas de Numidia, al hijo literario de Flaubert quin supo por la magia de su talento evocar en Salammb todo el prestigioso pasado, todo el esplendor de ese pas. Diciembre. El seor de Maupassant ya regres. Estaba encantado de su viaje; la gran mezquita de Kairouan le interes mucho, adems su regreso por mar desde Sfax a Sousse le result muy agradable. Me congratulo me dijo de la inspiracin que he tenido antes de mi partida encargndole a usted que leyera las cartas de mi madre; por los resmenes telegrficos que me ha enviado, he tenido noticias suyas tan regularmente como si estuviese aqu. Yo inform a mi seor que haba descubierto en Tnez, en la parte nueva de la ciudad, un bao turco con muy buenas instalaciones, con duchas y baos de vapor, todo muy bien dispuesto. El pareci muy contento: Esa es una buena noticia. Y ahora necesito un apartamento, ya que no podr trabajar en este hotel. Evidentemente no quiero, a ningn precio, habitar en la ciudad rabe. Entonces, vea lo que puede encontrar en la ciudad francesa. Despus de muchas bsquedas, al fin pude encontrar, por intermediacin de un judo, un alojamiento conveniente en la avenida de la Marina; era justamente lo que nos haca falta. Pero la primera noche, mi seor tuvo fro. Aqu, el caso se volvi embarazoso; no haba chimenea, no ms que en el resto de todos los apartamentos que habamos visitado. El seor se mostr muy contrariado: Piense, Franois, que ah, bajo esta terraza, no hace calor, la humedad de la noche me cae en la cabeza.
107
Comprenda que quera fuego a cualquier precio; entonces le dije: Son las siete y media, en dos horas habr aqu un buen fuego en el comedor. En efecto, antes de las diez, una estufa zumbaba en el lugar indicado, y, como una pequea mquina de vapor, arrojaba su humo por encima de la terraza. Pasaron algunos das. Mi seor pareca contento. Un da, almorzando, alab mucho el establecimiento de los baos: Sus duchas estn muy bien aplicadas. Ayer, tom un bao de vapor excelente, seguido de masaje. Ese masajista negro es extraordinario, con una fuerza increble, estilo Kaklter. Te gira y vuelve a girar sobre la mesa, como si fueras un nio pequeo. Hace unos juegos con los miembros que parece que te los va a desencajar, con una suavidad perfecta, sin hacerte ningn dao; para acabar, salta sobre la mesa, te toma las piernas y te desliza su taln a lo largo de la espina dorsal, luego te deposita sobre la mesa como a un conejo al que se le ha hecho pasar a otra vida sin trnsito mediante esta operacin. Despus de esta sesin, fui a ver al director del establecimiento, pues, se lo confieso, estaba un poco asustado. Pero l me ha tranquilizado absolutamente, dndome unos detalles muy precisos sobre ese masajista negro. Por otro lado, jams he encontrado ningn masajista que se le iguale. 17 de diciembre. Mi seor se dedic muy seriamente a trabajar; la estufa cumpla su cometido. 18 de diciembre. El seor de Maupassant me dijo: Despirteme maana a las cinco. Voy al hospital a ver al mdico jefe, el doctor Charvot, que va a amputar la pierna a un infeliz, el cual debe, diez das ms tarde, caminar sobre el mun con una pierna de madera. Si creo al doctor, parece que
108
va a poner su pierna en una solucin que lo curar en un plazo muy breve. Hacia las nueve, el seor me pidi agua para proceder a su aseo: No me siento predispuesto para trabajar esta maana. Voy a salir un poco a tomar el aire. No puede usted hacerse una idea de ese hospital: es un autntico osario humano en descomposicin, es un horror!... o ms bien todos los horrores reunidos, y una vergenza! Fuera, alrededor de los muros, hay muertos y moros, envueltos en unos psimos andrajos; me dijeron que eran rabes a los que no han podido admitir por falta de plazas. Dos veces por semana, se pasa a reconocer a aquellos que han dejado de vivir, se les arroja en una caja y se les sepulta en un lugar determinado. Almorzando, el seor de Maupassant me mir y me dijo: Pero usted, Franois, parece que se encuentra mal. Si, tengo siempre mal el estmago y el sueo muy agitado le respond. Bien, si usted quiere, esta tarde, lo llevar a Cartago en coche; vendr nuestra perra Tahya1, la dejaremos correr, eso le har bien. Cuando nuestro coche hubo partido, la perra pareca feliz, dando brincos. Pero apenas llegamos a un cuarto de hora de las puertas de la ciudad, percibi un rebao de corderos. Se puso a huir con toda la velocidad de sus patas. El seor, sorprendido, me hizo notar que corra ms rpido que el tren italiano que iba hacia la Goulette. Cartago supuso una autntica decepcin para mi seor; no existe nada ms que vestigios de muros y unas piedras en desorden en el suelo. Algunas briznas de hierba asomaban entre los guijarros.
1
109
Ni el menor vestigio del palacio de Salammb, ni el emplazamiento del bosque de sicomoros, ni el campo de rosas. Ahora no era ms que una planicie Mi seor no hablaba, su espritu estaba absorto sin duda por los sucesos de los que ese lugar fue teatro. Tal vez evocaba a Salammb sufriendo bajo la influencia de Tnit, viendo su llegada bajo la tienda de Math, y la sorpresa del brbaro En finexclamAunque nada subsiste, se tiene la ilusin de sentir todava el aire cargado de perfumes de los limoneros y los cipreses Luego, dirigiendo su mirada a lo lejos, sobre el mar azul, aadi: Estaba lejos la isla imaginaria que Math, en su delirio de amor, ofreca a Salammb, despus de haberle destrozado su cadenita simblica!... De regreso hacia Tnez, nos cruzamos en el camino, con un asno engalanado con un cordel de cascabeles y dos ciclistas rabes: El primero dijo mi seor es muy parecido al que Flaubert describi en Salammb, lleva al cuello las insignias de los afortunados en la guerra los segundos asombraran mucho a los cartagineses Tres das ms tarde, el doctor Charvot, que haba regalado Tahya a mi maestro, le acompaaba, dicindole que haba sido encontrada en Bizerte por un pintor de la ciudad, y que la haba devuelto pero que no era su primera escapada. El seor decidi dejarla en la terraza de la casa donde el animal podra caminar, y tambin para habituarla a reconocer su vivienda. No haba pasado una hora cuando o llamar bajo la escalera. Era una vecina que me peda que recogiese a nuestra perra en su casa. Tahya, en un brinco formidable, haba franqueado los muros que separaban las dos casas, y descendi por una pequea escalera que conduca a la cocina de esta dama, atrada sin duda por el olor del guiso que sta preparaba.
110
Se decidi entonces atarla, pero el seor renunci pronto, pues se opona con toda la fuerza de su espritu vagabundo. Si hubisemos insistido, probablemente nos hubiera mordido; la dejamos pues hacer su voluntad; se producan varias ausencias; al cabo de algunos das volva, un poco avergonzada en un primer momento, pero enseguida se olvidaba, esperando la siguiente escapada. Haca justicia a su raza. Veintitrs de diciembre. El seor de Maupassant trabajaba cada vez ms. Yo advert como aumentaban las pginas escritas; las cont, haba escrito treinta y siete pginas de papel de cuaderno escolar en una jornada. Se lo hice notar dicindole que era mucho, y que podra ser perjudicial para su mente. Mi reflexin le hizo sonrer y replic: No, no, eso no me fatiga en absoluto; estas son descripciones de viaje que me vienen solas, sin buscarlas, mi memoria vale por dos plumas como la ma. A pesar de esta dosis de trabajo, mi seor iba con frecuencia a almorzar al crculo de los oficiales, o bien algunos de esos caballeros venan a casa. Un da, me dijo: El jueves prximo tendr varios caballeros a almorzar; me gustara que preparase unos macarrones a la italiana, hechos con esmero, pues sepa usted que el director del Banco es un antiguo ministro italiano. No lo s con exactitud, pero creo que mat en duelo a varias personas en su pas, lo que lo habra llevado a expatriarse. Recin llegado aqu, por venganza, creo, se pas al lado de los franceses. Los invitados llegaron el jueves; hice todos los esfuerzos posibles para satisfacer sus paladares, eligiendo carnes selectas, de ave, etc. Todo iba bien cuando llegu al comedor, llevando una ensaladera donde humeaba el macarrn: A la guerra como en la guerra! , me dije. No tena legumbres. Pero mi seor no pensaba como yo; me hizo gestos para indicar que
111
dejase pasar desapercibido el incidente, dicindole al director que ese no le pareca el buen macarrn del que tena costumbre; sin embargo los caballeros repitieron tanto y tan generosamente, que no qued ms. Entonces el ex ministro de Victor-Emmanuel, dirigindose a mi seor, le dijo: Seor de Maupassant, el macarrn a la italiana bien preparado est seguramente muy bueno; pero este que acabamos de comer vale cien veces ms, que sea o no a la francesa, poco importa, pero le aseguro que nunca he comido nada mejor. Enseguida vi el rostro del seor tomar su buena expresin habitual. Mi ensaladera estaba excusada. Todo el mundo se dispuso a hablar de cocina. Esos caballeros tenan calor, no parecan aburrirse, la conversacin se desarrollaba muy animadamente; al final de la cena, uno de los invitados exclam: Si tenemos el placer de hacer una expedicin juntos, le pedimos, querido seor, que lleve al hombre que ha hecho esta cena tan suculenta que acabamos de tener el honor de disfrutar en su mesa. Y, sin dar tiempo a mi seor para responder, todos dijeron: S, s... 25 de diciembre. Unas mujeres judas paseaban muy elegantemente por la avenida de la Marine. Mirndolas, mi seor me pregunt si el gua me haba mostrado la gorda tunecina, una de las ilustraciones del natural. S. contest. La ha visto en persona? insisti. S. respond de nuevo. Entonces, dijo el seor: Que monstruo, eh! Eso no es una bola, es una montaa de grasa. Le ha hecho pasar tambin por la casa de la madre? Me pregunt an Que curiosa es esta madre que
112
tiene la casa abierta con sus dos propias hijas, y adems, con un desahogo increble! Pero, segn lo que dice el gua, ese tipo de comercio es muy comn aqu. Que ciudad ms curiosa con esas mezclas de raza y de costumbres!... Regresaremos ms tarde all a pasar algunos meses, pues quiero preparar una interesante novela basada en estas observaciones; ser divertido escribirlo en un tono cmico. 6 de enero de 1888. Lleg el da de nuestra marcha. La propietaria del apartamento acaba de hacer el inventario. Le dije que todo lo que habamos comprado iba a quedarle, muebles, utensilios de cocina... Ella se sonroj un poco, y me pregunt si sera indiscreto agradecrselo al seor de Maupassant. Yo se la present a mi seor, quin se inclin cortsmente ante esa mujer, viuda de un oficial espaol; era muy bella... Para el viaje a la estacin, yo tena mis dos porteadores, ms un lavandero y un delegado del carnicero. Con los equipajes facturados, yo estaba pendiente de toda esa gente y mi seor estaba en medio de la sala, rodeado de una veintena de personas, tanto civiles como militares; varios oficiales queran acompaarle hasta el pequeo barco que sala de la Goulette para transportar a los viajeros a bordo del trasatlntico fondeado a lo ancho... Ese paquebote que deba conducirnos a Marsella en treinta y seis horas era el Mose Todos nuestros paquetes estaban en su lugar.... Mi seor hablaba con el capitn que se encontraba sobre la pasarela. A las seis de la tarde estbamos en alta mar, la tierra haba desaparecido completamente. Por lo dems, comenzaba a anochecer, yo pase por el puente; mi seor unindose a m, me dijo: Esos oficiales, y esos compatriotas que viven en Tnez han tenido una gran amabilidad conmigo, que considero muy franca, pero que encuentro en ocasiones un poco
113
exagerada; olvidaba que se deben juzgar las situaciones en su contexto y que, lejos de Francia, est permitida un poco ms de relajacin. Sepa, Franois, que estamos sobre uno de los mejores navos de la Compaa Trasatlntica. Segn lo que acaba de confesarme el capitn, tiene plena confianza en su barco; parece ser que est construido mayoritariamente en madera, y navega muy bien. Nos dirigimos a la proa del navo para ver como estaba la pobre Tahya, que tuvo que alojarse con sus congneres segn el reglamento. El pobre animal padeca ya el mal del mar; su hermoso hocico acababa de mancharse en algunas zonas en las deyecciones que haba hecho; su cola, su tan bonita cola, que normalmente llevaba tan gallardamente, se arrastraba detrs de ella como un pingajo: Mi seor le habl, pero ella no pareca reconocerlo; la sloughi pagaba su tributo al mar. La travesa fue tranquila, el mar se embraveci y nuestro bravo Mose, no navegaba, pero cabeceaba seriamente. Todo el mundo debi dejar el puente, por orden superior. Mi seor me dijo: Puede acostarse, Franois, ya he hablado con el gerente del hotel, no olvidamos nada y, si usted est mareado, qudese acostado, es lo mejor que se puede hacer en ese caso. Se lo agradec. Apenas descend hacia el camarote, fui presa del mismo mal que la pobre Tahya. En Marsella, una vez en tierra, todo mi mal desapareci como por encantamiento. No ocurri lo mismo con la pobre Tahya, que no se tena sobre sus patas. Tambin fue ella la primera en ser atendida en el hotel Noailles, donde nos alojamos.
114
CAPTULO X
ENERO FEBRERO 1888
El Zingara convertida en Bel-Ami. Navegacin azarosa. En Porquerolles. Misteriosa aparicin. El exilio de una Casandra del segundo Imperio. Extraas confidencias sobre la sociedad de las Tulleras. Curiosa previsin de las catstrofes del ao terrible. Navegando para Cannes sobre el Bel-Ami. La significativa acogida de Tahya.
Estbamos muy confortablemente en el hotel de Noailles. Es cierto que hace aos que mi seor se alojaba en l. Siempre le serva el mismo personal y tena la costumbre de ocupar la misma habitacin que daba a la esquina con vistas hacia la Cannebire. Cosa singular: en todas las ocasiones que estuvimos en ese hotel, veamos siempre a un monseor. Mi seor me hizo la siguiente observacin: Cada vez que paso por aqu, hay una banda violeta sobre la alfombra. Y una sonrisa de nio bueno acompaaba esas palabras. El primer pensamiento de mi seor fue para el barco que haba visto en su paso por aqu en octubre de 1887 y cuya adquisicin le haba tentado. Los marineros lo visitaron con l; Raymond, con un hacha, echo abajo una parte del maderamen del suelo; descendi a la cala, golpe de nuevo en la membrana de ese yate, que devolva un sonido quejumbroso, como si se le hiciese dao. Bernard tambin haba bajado aprisa en ese hueco; subieron juntos. El seor pidi algunas informaciones al guardin, despus de lo que, regresamos a la ciudad, a lo largo del barrio de la Fraternidad, donde los restaurantes populares, las tiendas de jabn y de bullabesa se mezclan. La etiqueta no miente, aqu est la fraternidad en accin, todo ese mundo bullicioso se tutea, el conjunto parecera quizs original,
115
sorprendente, sin uno no supiese que se encontraba en Marsella. En el camino, los marineros manifestaron a mi seor que el barco estaba absolutamente sano y construido con la mejor madera que existe, el roble blanco de Escocia. 18 de enero. A las seis de la maana, mi seor, Bernard, Raymond y yo estbamos en el viejo puerto de Marsella, a bordo del Zngara, que, a partir de ese da, se llamara Bel-Ami. El tiempo era dudoso, haba un poco de agitacin. Esto indica marejadilla , dijo Bernard. Se decidi no obstante hacerse a la mar Castillo de If. Echamos amarras; estbamos reducidos a nuestros propios medios para marchar. Fue izada la gran vela, luego un foque y la vela de artimn. Eso fue todo; no pudimos ocuparnos ni de la vela de flecha ni del gran foque. Una marejadilla muy grande sacuda nuestro pequeo navo, sin viento determinado. Bernard deca: Prefiero una tempestad a esta brisa traicionera, en semejante mar. Y enviaba una imprecacin, pero el golfo de Lion no entenda a Bernard, continuando envindonos grandes montaas de agua, que en ocasiones se oponan y golpeaban duro, estrellndose en los flancos y en el puente del Bel-Ami. Mi seor tena el timn y no pareca muy preocupado. Yo no sabra decir lo mismo de mi, pues, a pesar de lo ocupados que estbamos para hacer navegar el barco, me pareca que tena fro, probablemente ocasionado por la impresin de este embravecido mar. El seor se dio cuenta: Franois, dijo tome un vaso de champn. Se reconoci que era intil tratar de franquear esas enormes olas, tomndose la decisin de navegar contra viento, entre la costa y las islas Jarre y Rion.
116
Acabamos de doblar la isla Mair. Luego de una hora de navegacin, tuvimos finalmente un poco de calma, cuando una niebla muy espesa nos sorprendi; estbamos en una oscuridad absoluta, apenas navegbamos, pues no sabamos que tenamos delante del barco, partiendo una espuma blanca muy compacta. Hacia las diez y media, la niebla se disip, pudiendo por fin percibir la bveda del cielo. La corriente nos llevaba hacia la costa, cerca de la que haba mucho peligro. Por falta de elementos, el Bel-Ami apenas se gobernaba. Bernard echaba pestes, Raymond profera insultos a todos los dioses de los mares. Mi seor mantena siempre el timn con la misma tranquilidad. Raymond descendi en el bote y nos tom a su remolque, tirando firme con sus remos. Trataba de evitar la costa. Mi seor pidi entonces a Bernard que tomase el timn, diciendo que descenda a descansar en el divn. Pero peda que se le avisase cuando nos acercsemos a Cassis; quera volver a tomar el timn para la maniobra de entrada en ese pequeo puerto. Llegamos all en una hora; dimos cuenta de nuestro primer almuerzo a bordo del Bel-Ami; creo que fue el mejor que jams hicimos all. Nuestro paseo nos haba abierto desmesuradamente el apetito. Por la tarde, mi seor fue a dar un paseo que le hiciese olvidar pronto los pequeos contratiempos de la maana. Entr con un aspecto muy alegre diciendo: Qu tiempo esplndido, los campos de siemprevivas, inundados de sol, estn deslumbrantes! Al da siguiente, al amanecer, el Bel-Ami, despus de haber franqueado el estrecho canal de Cassis, avanzaba con resolucin, con rumbo hacia alta mar. Llevaba muy buena velocidad, el tiempo se presagiaba bueno y tenamos una reconfortante brisa fresca. El tiempo no decepcion y la jornada fue esplndida para nuestra navegacin.
117
A las dos, el Bel-Ami estaba fondeado en el puerto de la pequea baha de Porquerolles. El seor de Maupassant en chaqueta, cubierto con un sombrero y armado de un bastn, parti de inmediato para explorar ese rincn de tierra perdida. Raymond y yo nos dedicamos a buscar agua dulce. En nuestro camino, advert en un huerto unas coliflores magnficas; pregunt a la duea si quera darme un par, lo que hizo de buen grado, y, muy contentos, como si hubisemos hecho un encuentro inesperado, regresamos a bordo. Entrando la tarde, mi seor se inform de nuestro paseo y nos pregunt si habamos encontrado agua. S, respondi Raymond y mejor an; Franois consigui unas enormes coliflores, de leche y crema. Baj al saln. El seor me dijo: As que ha encontrado provisiones? S, seor. Pues bien, yo tambin, he encontrado un excelente tema para una crnica. No me suceden ms que cosas sorprendentes! He partido de aqu pronto con la intencin de visitar esta isla. Bien lejos de esperar lo que he visto y apreciado, haba ya caminado mucho, estaba a punto de regresar sobre mis pasos, en tanto los senderos son difciles y poco frecuentados en la vertiente sur. Me dije a mi mismo: Me gustara ver all abajo la orilla, en el extremo de este salvaje lugar. Continu entonces mi camino por un sendero estrecho rodeado de arbustos voluminosos. Cual no fue mi sorpresa, cuando vi venir hacia m a una dama, en ese rincn deshabitado, casi inabordable! Continu avanzando, ella tambin; era demasiado alta, su vestimenta recordaba la poca de 1830, aproximadamente. Yo me preguntaba si no estaba soando. Cuando estuvo cerca de mi, me ech hacia la maleza para dejarla pasar, luego la salud. Enseguida ella me dijo: Oh! Seor, comprendo su sorpresa encontrando aqu, en un lugar tan aislado, una mujer sola!
118
Puedo decir que despus de tantos aos que vivo aqu, usted es el segundo parisino que veo. No me diga que usted no es de Paris! Pues lo veo, lo siento, todo en usted me lo dice, aunque la moda haya cambiado despus del tiempo en el que yo viva en ese delicioso Pars. Haba dicho todo esto sin que yo pronunciase una sola palabra; aadi que le dara un gran placer si le deca mi nombre, lo que hice. Quiere usted, dijo ella, seor, venir por aqu? Encontraremos una ruta ms larga, que conduce hacia el mar. Caminamos juntos; ella retom la palabra: Estoy muy feliz de saber quin es usted; querr disculpar que no diga mi nombre? Por otra parte mi nombre no le dira nada. Lo que puede interesarle es el motivo por el que estoy aqu despus de tantos aos, sola, absolutamente sola, con mi criada, en medio de esta vegetacin salvaje, de cara a esta inmensidad azul ella me mostraba el mar pero yo lo amo; las nicas distracciones que tengo vienen de l, el sonido que va y viene, los barcos que pasan. No lo tengo ms que a l y a la bveda celeste para las confidencias, jams me canso de admirar las innumerables estrellas que se reflejan en ese inmenso e incomparablemente hermoso espejo. Para m, nada ms que para m. Me complazco en esta posesin encontrando un poco de mi antigua vanidad. Este invierno, por ejemplo, mientras haca mar gruesa, se oyeron aqu unos extraos ruidos; pero estoy acostumbrada y felizmente para m desconozco el miedo. Pero todo esto no le da la razn de mi presencia aqu. Pues bien, seor, es la siguiente: Cuando Napolen III reinaba sobre nuestra querida Francia, yo era una gran dama de Pars; mis relaciones y las de mi familia me permitieron ver de lejos las calamidades pblicas que amenazaban mi querido pas. Me puse en accin, tratando de abrir los ojos a los gobernantes; nadie me quiso escuchar; yo clamaba entonces ms fuerte y escriba Se me
119
arrest A pesar de todo, no pude detenerme; fui condenada al exilio. He aqu mi historia, seor. Pero Napolen, hombre de espritu, de quin se haya podido decir, no tena ms que un defecto, era el estar enfermo, tena siempre un guijarro que empujaba a otro. Diciendo esto, hizo rodar con su pie unas pequeas piedras que cubran el camino en ese lugar. Napolen, continu, conociendo mi amor por mi patria, determin dejarme aqu, en tierra francesa, con una condicin, que no dejara jams estos lugares y no revelara a nadie mi nombre, no ms que mi situacin. Yo lo jur y debo respetar mi juramento. A continuacin comenzamos a hablar de la poca del segundo Imperio. Los nombres que mencionaba frecuentemente eran Ricord, mdico del emperador, Feuillet el escritor. Conoca mucho al seor Thiers y a Jules Simon. Cuando la dej, la salud con mucha deferencia, ella me ofreci su mano dicindome: Permtame estrechar la mano del gran escritor que es el seor de Maupassant. Y muy bajo: Si me atreviese, le preguntara si su Bel Ami contina todava con su gran xito Poda tener unos cincuenta y cinco aos y ha debido ser muy bonita, su figura ha conservado mucho de su carcter. El 21, a las nueve de la maana hicimos la maniobra para salir del puerto de Porquerolles. La cosa se puso mal, la brisa no era lo suficientemente fuerte, las velas del Bel-Ami no eran lo bastante grandes y estaban, adems, en mal estado. Finalmente, todo este cmulo de circunstancias, haca que el barco no obedeciese, no abata, como dicen los marineros, y estaba muy cerca de tocar las rocas que bordean esa baha. Bernard me puso entonces un bichero en la mano con las instrucciones para utilizarlo. Yo empujaba con todas mis fuerzas con esta pesada prtiga, pero eso no cambiaba gran
120
cosa la posicin del barco, por fin un viento de tierra vino en nuestro auxilio; entonces totalmente solo, el Bel-Ami se puso en camino. Mi seor tena el timn, pero no deca palabra. Bernard tena toda la responsabilidad de la maniobra en los momentos difciles. Una vez efectuada la maniobra de salida, navegamos hacia alta mar. A cinco millas mar adentro, tomamos direccin hacia Cannes, tanto como el viento nos lo permita y siempre en andanadas, donde debamos detenernos, sin tocar ningn otro puerto. Pasamos el cabo Venta, las islas de Port-Cros y del Levant; Bernard nos relacion, a su paso, los nombres de todas esas bahas, puertos, islas y cabos; pareca conocer admirablemente la costa. El seor lo verificaba sobre su mapa y era muy exacto. Halagado por esta aprobacin, Bernard procedi a nombrar todos los cabos por los que bamos a pasar: cabo Ngre, baha de Cavalaire, cabo Lardier, torre de Cabaret, Saint Tropez. Detrs de los montes de los Maures, nos hizo tambin advertir sobre la costa una roca que tiene la forma de un pico de guila enorme. Eso, dijo, es un excelente punto de referencia para los marinos El da y la noche no fueron demasiado malos, habamos recorrido bastante camino; el segundo da tuvimos un viento ideal para la marcha del Bel-Ami; la segunda noche, hacia la una y media, brillaba Saint-Raphael y, tres cuartos de hora ms tarde, percibimos a lo lejos y muy bajo el pequeo fuego de la bella baha de Agay Raymond dijo entonces: Hacia las cuatro y media, seor de Maupassant, estaremos en Cannes. Apenas diez minutos despus, Bernard dijo: Maldita seal, seor de Maupassant, el viento nos deja y una marejadilla parece llegarnos del golfo de Gnes.
121
Bernard fue entonces a la proa del barco, bajndose, y colocando las manos debajo de sus ojos; luego, al cabo de un momento, declar que el mar estaba comenzando a endurecerse. Por lo dems, comenzamos a percibir que el BelAmi danzaba ya de un bonito modo. Ante este contratiempo, se decidi entrar en la baha de Agay. La maniobra fue dirigida desde ese costado. Creo que estbamos apenas a una milla de la entrada de la baha, no podra decirlo con exactitud, pues estbamos muy atareados, adems la luz, durante la noche, confunde incluso las vistas ms ejercitadas, y en ese momento los marineros, no ms que mi seor, no se sentan seguros de que saliese bien la entrada en la rada Raymond fue muy sereno en ese momento. En este caso dijo, o ms bien exclam Cabo a la mar. La maniobra fue enseguida realizada, y un pequeo viento del golfo sirvi al Bel-Ami para retomar un poco la direccin, all donde el viento mora. Pero la marejadilla creca cada vez ms, formndose altas montaas de agua, luego cavando pozos en los que el barco descenda, pareciendo creer que no podra remontarlos. Pero Bernard deca: No es malo este barco; no se deja sorprender; corta la ola como un len el peasco. Hacia las diez nuestra situacin se agravaba todava, pasamos un mal momento; no sabamos donde poner nuestra atencin; cantidad de cuerdas y de hilos haban cedido, no haba ms que la gran vela sobre el barco; los balanceos, con esas resacas terribles, haban hecho saltar las amarras del palo. Se reparaba lo que se poda, pero no se haba acabado un lado cuando ceda el otro. Todas las cuerdas de la gran vela estaban atadas tanto junto a la borda que al pie de la arboladura. Es ese
122
momento yo pensaba en Tahya. Ella haba partido para Cannes, tranquilamente en un compartimiento caliente. Bebimos varias veces champn, tenamos necesidad; mi seor beba t. Siempre manteniendo el timn; no pareca desmoronado del todo; Al ms fuerte de nuestros lamentos, l nos deca algunas palabras reconfortantes, luego aada: Mire usted, en el mar hace falta siempre esperar muchos imprevistos. A las tres de la tarde, una mejora se manifest, la marejada se fue desvaneciendo, cesando en sus movimientos entrecortados; nuestro desplazamiento desde las dos de la maana era poco ms o menos de dos millas, finalmente suavemente, hacia las cuatro, un pequeo viento se levant; no tenamos entonces bastantes brazos para izar las velas. Se utiliz todo, hasta el ltimo trozo de tela A las siete, el BelAmi estaba anclado en el puerto de Cannes; tena a su lado el Ville-de-Marseille, que sera a menudo su vecino de puerto. Esa misma noche, estbamos ante el apartamento que la seora de Maupassant haba hecho instalar para su hijo y para ella en la villa Continentale. Tahya nos esperaba en la puerta como si dudase de nuestra llegada; hizo muchas carantoas a su dueo, saltando alrededor de l. Pero el seor iba derecho hacia su madre que estaba en el vestbulo y le dio dos sonoros besos, preguntndole: Cmo ests? Demasiado mal, de momento, Y tu, mi querido nio? respondi la seora. Pero Tahya no estaba contenta y continuaba queriendo obligar a mi seor a ocuparse de ella, abriendo su boca muy grande y dejaba or unos gemidos singulares que le venan del fondo de la garganta. Haba de todo en sus quejidos, desde ruego hasta clera; por momentos, se habra dicho un instrumento de msica desconocido, el lenguaje de algn
123
pueblo salvaje de ese desierto, donde haba nacido esa tierna Tahya. Yo me deca: Tal vez ella hable al seor el idioma que ella ha odo en su infancia, ms all de los mares de arena. Por fin l se ocup; no era ms que cuestin de tiempo, pues no sba si no se volvera agresiva Toda la noche, en mi cama, continuaba soportando el balanceo, teniendo absolutamente la misma sensacin que si estuviese todava sobre el puente del yate. Desde el da siguiente, mi seor se cit con el constructor de Antibes, y fue decidido que se carenara en curva el BelAmi, que se le lastrara fuertemente y que un velamen nuevo sera inmediatamente encargado en Inglaterra, a la casa Livton, la primera del mundo, segn parece. Este velamen deba ser ms grande y sobre todo fuerte en foques, ms desarrollado.
124
CAPTULO XI
FEBRERO 1888 FEBRERO 1889
Tahya y Pussy son puestos en presencia en la calle Montchanin. Una cena en casa de Dumas hijo. Enigmtica desaparicin de un antiguo objeto de marfil sustituido por un retrato de mujer. Regreso a Cannes. El Bel-Ami en dique seco. Nobles confesiones de un artista que lucha en ocasiones para no pensar ms. Recuerdos ntimos de Flaubert. En la batalla de flores el seor de Maupassant triunfa sobre el duque de Chartres. El general A cuenta su ltima carga en 1870. Eran unas damas imponentes En la casa WaldeckRousseau. Duelo frustrado En Aix-lesBains. La vocacin de soltera de Maupassant decidida en la montaa. Un barn ingls quiere conocer la verdadera Maison Tellier y la fina flor del espritu francs. Muebles antiguos, viejos amigos. Franois confundido con los ttulos de nobleza. Cena aristocrtica. Se habla allfilologa y la Sra. de Maupassant muestra su erudicin. Aparece Fort comme la mort. Los jvenes hacen cola en casa del autor. Regalo de muecas al escritor. Un mdico normando ha modelado su cerebro.
Diez das ms tarde regresamos a Pars, calle Montchanin, donde encontramos todos nuestros paquetes de frica, y a Pussy, tan curiosa como lo era su madre. Su nariz pas revista a todos los objetos con minuciosidad, tomndose su tiempo; fue una inspeccin en toda regla El seor reconoci todo, no faltaba nada, estaba perfecto Se deposit en el saln la gran alfombra de lana de Kairouan; las otras, se dispersaron un poco por todas partes. Mi seor estaba satisfecho del efecto de sus alfombras y se felicitaba por su adquisicin Que cambio de temperatura! Nevaba y haca fro; esto pareca penoso cuando acabbamos de dejar el pas del sol. Tambin Tahya no peda salir; haba elegido la alfombra ms
125
mullida y se extenda all. Pussy la pinchaba y le saltaba sobre la espalda, pero ella no quera moverse. El seor estaba con ellas en el saln; estaba sentado en su trineo, que yo rode de mesas, clasificando el trabajo de su viaje y preparando otro. El 2 de febrero, el seor de Maupassant me dijo: Esta noche, ceno en casa del seor Dumas hijo; me ha escrito una encantadora carta, casi demasiado amable. Yo dira incluso que creo que trata de orme contar las impresiones de mi viaje. Al da siguiente, mi seor me habl de su velada: Que divertido es este Dumas en su franqueza! Dijo a su esposa en la puerta del saln: Entra, querida, entra, porque voy a besar a Marie en la antecmara. Marie es su amiga, y pas tal y como l haba dicho. Con la mayor naturalidad del mundo, mi seor iba a seguir contndome, cuando bruscamente cambi de conversacin: Voy a regalar a Tahya. Aqu se aburre, no tiene suficiente espacio, mientras que a donde se va a ir, hay un gran patio y caballos. Esto la distraer; debe encontrar este pas muy fro cuando sale a la calle, a pesar de su piel Ah! Me he comprado un abrigo! Me lo entregarn maana, ya que haba que hacerle un pequeo retoque. Le pido, Franois, que disponga a tiempo el que salga mi aparato de ducha para Cannes. Le aviso tambin que el jueves tendr invitados a cenar. Seremos diecisis; haga una buena cena, mollejas de ternera si puede. Sobre uno de los paneles del saln, mi seor coloc una bella acuarela de Leloir representando unos personajes disfrazados en la comisara de polica; a la derecha, sobre el mismo panel, dos miniaturas antiguas de sus antepasados; debajo un encantador escritorio estilo Luis XV, sobre el que se apoyaban un viejo jarrn chino y un objeto antiguo muy hermoso, cuyo trabajo era de una exquisita finura. Este objeto
126
representaba la coronacin del rey Clovis por san Remy en la catedral de Reims. Una maana qued estupefacto; ese bello objeto haba sido reemplazado por un retrato de mujer. Mi decepcin era tan grande que ni me fij si era bella o fea. Ya no tendra ms el placer de contemplar esa hermosa filigrana, donde cada personaje estaba tan bien logrado y tan bien en su lugar! Los personajes eran pequeos, pero de una calidad perfecta, la ptina completaba la belleza de esta obra de arte, y haba desaparecido sin duda para siempre! Yo estaba desolado. Interiormente me gustara coger ese retrato de mujer y arrojarlo por la ventana. Por fortuna, no permaneci all ni un da entero; por la noche, un pequeo cuadro con un tema antiguo lo haba reemplazado. Mi seor, tan expansivo de ordinario cuando se trataba de sus figuritas, guard un silencio absoluto sobre los cambios. 12 de marzo. El seor de Hubert estaba en el saln. Vino a negociar en nombre del Gil Blas, que deseaba asegurar la prxima novela del seor de Maupassant. Tan pronto se fue, mi seor vino conmigo a aportar algunas modificaciones en el arreglo del comedor. Se deposit, sobre el panel enfrente a la puerta del saln, un caparazn en pao rojo con aplicacin de seda amarilla y bordados de oro. El comerciante que lo vendi haba afirmado que haba sido llevado por el caballo de Enrique II. Cannes, 6 de abril. Fuimos a Antibes a ver donde se realizan los trabajos del Bel-Ami. Lo encontramos en tierra sobre su quilla, sostenido a cada lado por dos gruesos pivotes de madera. Toda su parte inferior estaba recubierta de un bonito cobre rojo, hasta su lnea de flotacin; la parte encima de esa lnea fue lijada, reparada, y recibi ya una mano de
127
pintura; las reparaciones ms importantes fueron realizadas. Bernard nos dijo: El interior est absolutamente terminado, pero todas las salidas estn taponadas para evitar el polvo; yo podra hacer verlo hoy. El seor sonri y dijo: Muy bien, muy bien. De todas formas, para visitarlo, hara falta subir a una escalera y bastante alta, pues el Bel-Ami, as fuera del agua, parece un pequeo gigante. El seor de Maupassant pareca contento, se podra en ocho das poner el barco a flote; luego dijo a Bernard: He recibido una carta de la casa Livton; el velamen llegar uno de estos das. Volvimos a pie de Antibes a Cannes siguiendo la gran carretera, lo que nos oblig a pasar al lado de nuestro viejo chalet de los Alpes. Mirndolo, el seor dijo: No estbamos mal all. Pero l estaba ilusionado con la idea de comprar una casa que se encontraba en el golfo Juan, a donde llegamos veinte minutos ms tarde. Vimos un camino que conduca a un gran castillo totalmente blanco, que se vislumbraba bastante lejos en el valle. Mi seor me dijo: Es por aqu. A ochocientos metros, observ un triste edificio aislado, casi en el pantano; tena unos caaverales por todas partes. Yo le hice notar este detalle, dicindole que seguramente era hmedo, quizs incluso febril: Oh!, ciertamente no me respondi est demasiado cerca del mar. Adems, tendremos un caballo y un coche para que usted pueda ir a buscar provisiones y llevar mi correo a la oficina. En primavera, tendr mi barco enfrente, con un buen cabo y dos anclas, no habr peligro Mi madre vendr a vivir conmigo, estoy seguro de que a ella le gustar mucho estar en este aislamiento.
128
Yo experimentaba un gran disgusto viendo tomar consistencia esta combinacin que, segn mi idea, no le convena bajo ningn concepto. Caminando sobre la carretera, siempre un poco rpido para m, pues el seor tena el paso muy largo, ya me senta mareado; me pareca que tena un poco de fiebre. Quise encontrar un medio de convencer a mi seor de que esa casa no responda en absoluto a lo que necesitaba, sobre todo para comprarla. Para qu?dije El seor ya tiene la Gillette y un buen nmero de otras habitaciones! Charlando, habamos llegado a un lugar ms elevado, desde donde se dominaba Cannes y la punta de la Croisette; ms a lo lejos, las islas y, all abajo, un sol rosa enviaba sus rayos sobre el cabo Roux, como si quisiera acribillar con sus fuegos esta masa de roca roja. Incluso aqu dije esta costa es ms bella, hay ms perspectiva que en el fondo del golfo Juan. S, es mucho ms alegre desde este lado y quizs usted tenga razn. Esta casa que nosotros acabamos de ver est un poco lejos. Pero qu quiere usted? nosotros, los artistas, estamos siempre tentados a buscar la soledad. Y luego, hay que decirlo, no somos siempre muy prcticos en negocios. As en Marsella, he tenido en cuenta los tiles consejos que usted me ha dado para los arreglos de compra y venta de mis barcos y principalmente para la expedicin del pequeo Bel-Ami. Es que, nosotros, tenemos siempre el espritu ocupado por la novela que se desarrolla en nuestra cabeza, yo, al menos, aunque lucho a veces para no pensar msEst donde est, todo lo que se presenta a mi vista, dotado con algo de inters, se transforma para m en objeto de estudio. Por eso nosotros nos apartamos en parte y por fuerza nos volvemos inferiores para el detalle de las cosas prcticas de la vida corriente. Yo an no me dejo ir completamente como Flaubert. Para l, nada en el mundo exista fuera de su trabajo; su prosa y
129
su persona no formaban ms que un mismo bloque. Nunca se molestaba para pasar por casa de un editor, para reclamar el dinero que se le deba Debo por tanto decir que, en mi juventud, le he visto algunas veces muy alegre; saba encontrar unas reflexiones tan ingeniosas para hacernos rer! Tambin de joven, yo lo quera mucho, y experimentaba el sentimiento de su superioridad; su buena figura, sus grandes ojos tan dulces y tan expresivos bajo su poderosa frente, todo ese conjunto me encantaba y me senta atrado hacia l. Llegamos a Cannes. Ante nosotros, a nuestra derecha, apareca una propiedad enorme con unos grandes rboles y, al fondo de ese parque, una gran casa que no se distingua en su totalidad. Mi seor me dijo: Tengo unos amigos de Pars que estn a punto de comprar esta enorme propiedad. Por la noche, acabando de cenar, el seor me tom aparte: Sabe Franois?, he hablado con mi madre; quedaremos aqu; el barco vendr sobre la rada de Cannes durante mi estancia y Antibes ser su puerto de atraque cuando sea desmontado. Respir Al da siguiente, la seora de Maupassant me felicit vehementemente: Usted tiene toda la razn, mi bravo Franois, evitndonos complicar las cosas Recordando la aprensin que me caus esa triste casa del golfo Juan, yo me complac en demostrar a mi seor cuan enojoso hubiera sido dejar este apartamento con tres hermosas habitaciones a pleno sol, tapizadas en tela de Gnes. Era muy alegre y suficientemente clido sin fuego. Fue en la que el seor esboz el plan de Fort comme la mort, despus de sus discusiones con su madre, que no quiso nunca aceptar ese desenlace de muerte violenta bajo un mnibus.
130
Cannes, 7 de abril. Sobre el bulevar de la Croisette tuvo lugar la batalla de flores. Entrando en casa por la noche, mi seor todava estaba emocionado: No quera ir a esa batalla de flores; ese tipo de diversiones no me tienta generalmente. Sin embargo hoy, encontrndome en el lugar con dos amigos, hemos tomado un coche y nos hemos mezclado con la muchedumbre. Lo que nos hemos agobiado, bombardeado, incluso al pobre duque de Chartres! l no saba como hacer para disimular cuando nos vio llegar. Yo me he divertido ms de lo que habra credo. Todo es ponerse, sin duda, incluso la brisa del mar era fresca, lo que me ha sorprendido con tan buen sol. 16 de abril. El seor de Maupassant ha partido a buscar su barco a Antibes, habindose incrementado el equipaje con un grumete. Se puede prescindir de mi; sin embargo yo me crea ya un poco marino, puesto que haba hecho el viaje de Marsella a Cannes sin pasar por encima de la borda e incluso sin caer ni una sola vez sobre el puente El 18, el Bel-Ami sala por la tarde para pasear por mar a unos amigos Entrando hacia las cinco, la seora de Maupassant me dijo: El barco de mi hijo es muy bello en el mar con sus hermosas velas blancas; es totalmente grcil. Por la noche, cenando, mi seor cont a su madre el bonito paseo que haban realizado; explic con detalle las cualidades del barco con su nuevo velamen, mucho ms grande que el anterior, lo que lo haca rendir mucho mejor, dando una velocidad mayor al pequeo navo. En su entusiasmo, lleg a decir: Pienso incluso que con este barco as preparado, podremos, el ao que viene, hacer un crucero por las costas de Marruecos
131
Cannes, villa Continentale, abril de 1888. Qu le ocurra ese da? Me pregunt dos veces si la seora haba entrado: Son las seis pasadas, respond yo la seora no tardar sin duda, pues no le gusta andar en la oscuridad El seor caminaba del extremo de la antecmara al extremo del saln, era obvio que tena alguna cosa que decir a su madre. La seora lleg por fin; apenas tuvo tiempo de sentarse cuando l le dijo de un impulso: Sabes? He tenido una buena jornada que se ha terminado por una cosa que me ha tenido muy interesado. He encontrado al general A; hemos caminado juntos hacia la Croisette. Durante este paseo, me ha contado su ltima carga de 1870 a la cabeza de su escuadrn. Nosotros sabamos, me dijo, que todo estaba perdido y el general D estaba en lo cierto cuando me dijo: Vamos, por el honor de las armas! Entonces todo el escuadrn, en un mismo pensamiento, se lanz hacia delante, por el honor de las armas, por Francia. No podra describirle la sensacin que experiment elevando mi espada y dando esa orden! Es una especie de entusiasmo que te arroja en un estado delirante, indefinible, que te da una voluntad desconocida, unas fuerzas sobrenaturales As fuimos hasta el choque!... y all, el pequeo numero que quedbamos golpebamos al adversario con el furor que las circunstancias imponan. Y cuando casi solo, no encontraba a nadie ante mi, me deca: Ya se ha acabado!... Y me pareca que la masacre no haba durado ms que un instante Por desgracia, s, se haba acabado, y algunos oficiales a los que la suerte haba dejado vivir se reunieron conmigo En ese momento el general estaba muy emocionado, todos los nervios de su ser de soldado estaban tensos, como las cuerdas de un arpa que da su nota ms elevada, y, de su mano, como si hubiese dado la orden de la revancha, mostraba el horizonte Nada ms que oyndolo me senta estremecer, estaba invadido
132
por la actitud de ese bravo general, acababa de captar (y sabr algn da tomarlos) los efectos producidos, por esos reencuentros sobre los campos de batallas, en el alma de un autntico soldado. Regresamos hacia la Rserve. El jardn de las Hesprides nos enviaba los senderos dulces y agradables de sus naranjos de largas hojas y, bajo la atmsfera pesada de este fin de da, el golfo de Cannes, incendiado por el sol que se ocultaba enrojecido, muy rojo, se pareca de este modo a un gran lago de sangre. 16 de mayo. De regreso a Pars, ofrecimos varias cenas. Una maana, el seor de Maupassant pareca preocupado; me anunci que iba a dar una merienda a varias grandes damas de la alta sociedad a las que no poda invitar a cenar debido a su soltera. Vendran tambin algunos caballeros. Usted no est acostumbrado me dijo a este tipo de recepciones, en fin, usted lo har lo mejor posible, yo le dir lo que tiene que hacer. 22 de mayo. A las cuatro, todo el mundo haba llegado para la merienda, yo haba quemado un autntico surtido de perfumes. El samovar, con su pequeo ruido de vapor que se escapaba, llamaba a los invitados Apart el gran biombo que separaba el saln del comedor y los invitados tomaron sitio alrededor de la mesa. Mi seor en ese momento me pareci apurado, tan suelto de ordinario; todas esas bellas damas se rean ya muy fuerte y dos de ellas, en lugar de sentarse en la mesa, se subieron sobre un bonito bal renacentista que se encontraba al lado de la ventana. La que estaba ms cerca del ventanal se puso a jugar con la borla de la cortina, hacindola ir y venir como si fuese un pndulo; su vecina la acompaaba con los movimientos de sus piernas, golpeando rtmicamente con sus talones sobre la fachada del cofre, y ambas rean
133
descubriendo exageradamente sus dientes de marfil. Las damas que estaban es la mesa las acompaaban al unsono Todas, palabra de honor, estaban inmersas en una alegra que no me explicaba; despus de todo, me dije, ttulos aparte, son mujeres, y como acaban de pasar bajo una antigua puerta del harn del Gran Turco transformada en biombo del comedor, tal vez las ha electrizado! Finalmente la princesa *** y el seor Alexandre Dumas hijo, las dos personas ms notables de la reunin, impusieron silencio, y se acord que no hablase ms de una persona a la vez, a fin de poder entenderse. El seor Dumas dijo entonces algunas frusleras de su cosecha. De nuevo todo el mundo estaba desatado, no se entenda nada. Hubo una nueva llamada al orden, y fue su Alteza quin tom la palabra; estimulada, sin duda, por lo que acababa de decir el seor Dumas, toc un tema un poco escabroso. Pero estaba en casa de un muchacho, haba que divertirse. Varias de estas damas no estaban quietas y pasaban revista a todos los objetos que adornaban el comedor; una de ellas hizo observar la pose majestuosa de un gallo galo que adornaba una antigua silla de estilo Rouen. Otra quiso saber la razn y el significado del biombo de harn que cerraba el comedor. Mi seor, presto a responder, se demor riendo Fue en ese momento cuando ellas descubrieron sobre la chimenea un elefante y sus pequeos de porcelana, as como un pequeo cerdo acompaado de su progenie. Cada una de ellas haba tomado un objeto, le daba vueltas por todos lados, y lo blanda en lo alto; exigan al seor de Maupassant que les diese el motivo de la presencia de esos objetos en su casa El seor trataba de explicar, pero no poda hacerse comprender, pues todas hablaban al mismo tiempo, y cada una quera una explicacin particular; lo rodearon, formando un racimo tupido; estaba absolutamente tomado al asalto. Su Alteza y el
134
seor Dumas no se tenan en pie de la risa; pasaron al saln; el enjambre les sigui A la partida, mi seor dijo a Su Alteza lo halagado que estaba del honor de su visita. Ella le respondi: S, s, querido, en mi casa cuando usted quiera, pero aqu, oh! no, creo que me pondra enferma Al da siguiente, tomando su bao de vapor, mi seor me dijo: He redo tanto ayer que todava tengo dolor en las costillas, y espero tener una buena sudoracin para que me desaparezca. Luego se puso a hablar del seor Alexandre Dumas; me cont su primera entrevista con l: en primer lugar, el seor Dumas le pareca duro y reservado, pero eso no dur mucho; antes del fin de la conversacin ya se haban comprendido bien. A partir de ese momento, no lo he visto nunca de otro modo que encantador; es un literato de primer orden, un hombre de mundo consumado. Luego, que franca alegra! Adems es incomparable en lo que respecta a las buenas palabras y a las curiosas ancdotas. 21 de mayo de 1888. A las seis de la tarde, el seor de Maupassant me envo llevar una nota a casa del seor Waldeck-Rousseau para excusarse de no poder ir a cenar con l. Desde la vspera estaba afectado de una dolorosa jaqueca de la que no pudo desprenderse. A mi regreso, me dijo que a menudo el seor Waldeck le haba aconsejado de un modo paternal que aceptase la cruz pero que el seor siempre la haba rechazado. Sin embargo aadi se deberan siempre tener en cuenta los sabios consejos de personas tan bien templadas; eh bien! Cuando ceno con l, me entran unas ganas locas de decirle que debera darle una condecoracin a su cocinera, pues
135
es seguramente el primer cordon bleu de Paris. En ninguna parte he encontrado ninguna cosa que se aproxime a la maravilla de su cocina. Estamos en junio. El seor de Maupassant quiere ir a pasar una temporada a Aix-les-Bains antes de marchar para tretat. Una tarde, vistindose para ir a cenar a la ciudad, me anunci que deba batirse en duelo al da siguiente; pareca ms tranquilo que de lo habitual, pero dejaba ver su firme voluntad corregir su malhumor cuando me dijo: Se han permitido, en un artculo del peridico, comprometer a una mujer casada Que digan de mi obra literaria lo que quieran declar pero que no toquen mi vida privada, pues la restablecer. Tambin, como soy el ofendido, exijo el duelo a pistola a veinte pasos, con continuacin hasta que se encuentre uno de los adversarios fuera de combate. Y le aseguro que con una buena arma pronto har una caricia en la piel de mi adversario. Esta tarde, he ido a disparar a casa de Gastine-Renette. Sobre diecisiete disparos he puesto diecisis en el ombligo del maniqu y el muchacho me ha dicho: Seor, usted se ejercita para batirse pero es intil. Teniendo en cuenta su fuerza y si tiene buenas armas, compadezco al que est enfrente a usted A las once, mi seor entr; yo lo esperaba sin haber recibido la orden, aguardando siempre que ocurriera un incidente y que el asunto no siguiera adelante Cuando el me vio en el comedor, se sorprendi un poco y me dijo: Ah! Est usted ah? Bien, puede ir a dormir, est todo arreglado, ya no me bato El seor de Maupassant recibi una amable carta del seor Gounod, que le renovaba su peticin hecha ya, en un
136
saln, si quera escribirle alguna cosa, para que l le pusiese msica. Mi seor me dijo: Tal vez hiciese bien, l es un gran artista!... En nuestra nueva instalacin en Aix-les-Bains, mi seor y su madre tomaban su almuerzo en un pequeo saln de la planta baja que acondicionaba como comedor. Esta pieza estaba amueblada con una cmoda imperio, con cobres muy finos que servan de aparadores; el servicio del buffet se haca sobre una consola con su bella doradura patinada de la poca. La puerta acristalada que serva al mismo tiempo de ventana estaba abierta. El seor estaba sentado de frente, tena ante l una enorme cesta de geranios rojos rodeada de plantas de diferentes coloridos, luego un encantador arrate de rosales y de arbustos de hojas blancas y violetas. Este conjuntos de flores y de verdor daban una nota muy alegre a este jardn, pudindose figurarse que el pequeo comedor estaba dispuesto para formar el conjunto de un cuadro encantador. El seor pareca tan feliz de estar solo con su madre! Hablaban alto, segn su costumbre en la intimidad; cada uno de ellos saba que su interlocutor era inteligente, tenan el uno con el otro una confianza ilimitada, pero les gustaba mucho la discusin y acababan casi siempre con un acuerdo unnime. Aquel da, lo que dominaba en su conversacin, era el gran afecto que llenaba sus corazones; eran tan felices que yo estaba impresionado. Es tan noble el amor maternal! Lo que me haca pensar una vez ms en mi buena querida madre, que por desgracia, no vea a menudo, y aquel emotivo cuadro de mi seor con su madre me produca unas ganas locas de correr a ver a la ma, de abrazarla y decirle que no la dejara nunca. El seor contaba a su madre su ascensin a la Dent-duChat en compaa de una de esas inglesas intrpidas que se encuentran por todas partes:
137
Como nos deslizbamos mucho deca nos servimos de nuestras manos a modo de arpn y te aseguro que eso no careca de inters El seor de Maupassant se dio cuenta de que yo estaba triste, es posible, pues nada escapaba a su ojo escrutador. Espontneamente me pregunt si haba ya subido al Revard; le respond que no. Pero hay que ver eso me dijo Yo voy all esta tarde, si usted quiere venir conmigo, lo llevo. Si seor respond quiero bien, pero con una condicin, que no est obligado a seguir al seor a lo ms fuerte de la subida. De acuerdo, est claro, est listo a las dos y media, yo lo pondr en el camino, luego ir a hacer una visita al doctor. Durante ese tiempo, usted podr tomar una buena ventaja. Fue hecho como haba sido convenido. Mi seor se uni a m cuando yo tomaba el ltimo sendero para llegar a la cima de ese monte. Nos pusimos a caminar en la direccin del Mont Blanc que veamos ante nosotros, as como otras montaas de Italia y Suiza. Vamos a regresar por este lado me dijo, tomando sobre su derecha, luego me indic donde se encontraba Chamonix, detrs de unos grandes pliegues de las montaas: Usted no se puede imaginar que bella es toda esta parte de Suiza, cuando se siguen las montaas y los lagos, hasta el monte Rose en Italia Yo he hecho ese viaje hace varios aos y conozco toda esa regin. Fue incluso all que la dama Destino decidi mi vida e hizo de mi un soltero. Yo haca la excursin en compaa de toda una familia; la que deba ser mi mujer estaba entre los turistas y yo no s por qu, por qu circunstancia, otra mujer, una extranjera por as decirlo, se interpuso entre nosotros. Eso fue la muerte de nuestra proyectada unin Pues, por desgracia, casi siempre en nuestra vida de miseria est la mujer honesta y a menudo
138
vctima de la intrigante A veces me pregunto si ese matrimonio no hubiese sido para m la felicidad, pues conoca muy bien a esa joven, dotada de un bello espritu, grande y generoso, muy instruida; la vida me hubiese sido muy generosa a su lado, ella tena todo lo que haca falta para apoyar mi obra Pero el destino!... Despus de un momento de silencio, el seor se puso a describirme todas las montaas que se encontraban al otro lado del pequeo lago del Bourget. Sbitamente se detuvo: Recuerdo que debo ir a Marlioz; voy all de paso. Usted volver por el camino que ha tomado para venir. La ltima semana de nuestra estancia en Aix ha comenzado. El seor de Maupassant de pregunt si haba ido a la villa de las Flores. Le respond negativamente. Ah! me dijohay que ir; tome unas entradas y ponga mucha atencin en todo lo que vea: las mujeres, los juegos, los ponys, las idas y venidas del pblico y la organizacin del establecimiento en general. Se lo agradec y me retir a la cocina, desde donde o al seor que deca: Comprende, madre, que para ms adelante puede serme til con esas veladas que l va a pasar en la villa de las Flores, pues tiene buena memoria, ve con precisin y sabe describir bien lo que ha visto. Dos das antes de partir, el seor entreg a su madre unas entradas para el teatro del crculo. Se representaba Franois les Bas-Bleus; la mayora de los artistas eran de la pera Cmica de Pars. Fuimos y pasamos una velada muy agradable. Ya hemos regresado a Pars; mi seor tena a su mesa un barn del otro lado del canal de la Mancha. Para explicar su presencia, estoy obligado a volver un poco atrs.
139
En el ao 1886, el seor haba sido invitado varias veces a almorzar por una baronesa que viva en los alrededores del Parque Monceau; l regres all la primavera siguiente. Tena en la casa su cubierto siempre preparado, pero no abusaba. Pues a pesar de las atenciones que se tena con l y que le emocionaban, l me deca que la vida mundana le obsesionaba. Fue en el transcurso de uno de estos almuerzos donde conoci al barn del que quiero hablar. Por qu se uni a mi seor, no lo s. Pero la verdad es que llegaron a ser un par de amigos y el seor lo invit a venir a tretat. Durante el verano, se instal diez das con su mayordomo; se les aloj en una gran villa de la seora de Maupassant donde estaban ms confortablemente que en la Gillette. La primera maana, mi seor le hizo ver la playa con sus grandes formaciones rocosas, las Aiguilles. Por la tarde, hubo una reunin de amistades y se jug a los bolos. El barn se uni a la partida; se defenda bastante bien con el juego, excepto para recoger los bolos cados; era mayor y, a su edad, el espinazo pierde ya flexibilidad; entonces, con todos los honores de su rango, la seora R, siempre amable y ligera como una liana, se ofreca a recogerle sus bolos que le entregaba con unos: Aqu estn, seor barn, no burlones del todo; sonaban serios. Por la noche, se cen en los Verguies, seguido de msica; al da siguiente, se visit el valle de Antifer y se almorz en casa de la bella Ernestina en Saint-Joint. Hay que ver cuantas personas notables han venido a admirar las viejas cajas de reloj de los buenos viejos tiempos de esta bella Ernestina, cuando las manzanas daban tanta aguardiente como sidra! Por la tarde se jug al pauelo. Al principio este juego desconcert al barn, pero enseguida lo entendi; era ms divertido que esa msica que l oa, siempre la misma, desde haca ms de sesenta aos
140
Un da, el seor de Maupassant parti en coche con el barn. Como era singular, me dije yo, nada de mujeres? Dos das despus, dando una ducha a mi seor, me dijo: He ido con el barn a visitar la Benedictine de Fcamp. l deseaba echar un vistazo a la Maison Tellier, que est en realidad en Rouen, pero yo tena razones para trasladar la historia a Fcamp. El barn ha visto la casa de Fcamp y la ha reconocido muy bien, segn lo que yo haba escrito; resultmuy divertido Despus de diez das de esta existencia sana y sencilla, durante los cuales unos juegos infantiles haban sido servidos a ese barn, l estaba transformado. Los negocios le volvan a llamar, y le gustara tanto quedarse todava. Se encontraba tan bien, en ese medio de apariencia tan simple, pero donde se encontraba personas de espritu, artistas, donde se desarrollaba una alegra incansable! Su mayordomo me deca: Pero este es el reino de los cielos descendido a la tierra; desde los quince aos que hace que estoy con el seor barn, jams le he visto tanto tiempo seguido de buen humor. Se demoraron sin embargo en partir y yo me deca: Siempre lo mismo, tiene la suerte de ser barn; es sin duda el gran respeto debido a su ttulo que le ha valido quedar indemne. Cmo sino ha podido quedar diez das aqu sin que se le haya hecho una sola broma? Nunca semejante hecho haba podido ser consignado hasta ese momento en los anales de la Guillette. En el otoo siguiente, mi seor me previno que iba a tener a cenar al barn con algunos notables personajes de la literatura: No seremos ms que cuatro, me dijo nos har una cena frugal, pero de calidad. El da convenido, el barn lleg en levita semi larga, una corbata inglesa pinchada con un pasacorbatas de oro mate, con
141
un diamante incrustado... Lo hice entrar en el saln, donde mi seor los esperaba teniendo a su lado, como suele pasar con los literatos distinguidos, dos soberbias mujeres, ambas imponentes con quines el pequeo colegial de Condorcet se haba devanado los sesos unos aos antes2. No pude ver la cara que puso el presumido al ver este cuadro; pero en la mesa, fue muy amable, haba tenido tiempo de reponerse, la cena fue incluso animada. Estas damas, que haban pertenecido al teatro y que se lanzaban ese da hacia la literatura, conocan muy bien Inglaterra y, con su facilidad de lenguaje pulcro y sus expresiones elegidas de artistas parisinas, supieron hacer resurgir las bellezas de la gran isla y de sus habitantes. Cuando el barn se retir, su imberbe rostro estaba marcado por la alegra serena que le haba dado la gracia y el encanto de la literatura francesa. 12 de noviembre. Henos aqu en Cannes. El 14, un aviso anunci la llegada a la estacin de unos muebles que provenan de una villa de la seora de Maupassant, que su hijo haba hecho embalar en tretat. Fui a reconocerlos a la estacin de la Bocca y los hice transportar a una villa muy cerca de la nuestra en donde preparamos un apartamento para la seora. Luego mi seor puso en su apartamento de soltero varios viejos muebles de familia. Los tena muy buenos; de entrada, una cama imperio, con unas curvas muy finamente cinceladas, una mesa Lus XVI, muy bella, que le serva de escritorio, luego una preciosidad de secreter de la misma poca, pequeo; tena metro y medio de alto y sesenta centmetros de largo, y estaba compuesto de pequeos cajones secretos. En ocasiones el seor se complaca en abrirlo y escribir all su correspondencia. Tena tambin un sinfonier con mltiples tiradores, donde se poda alinear ordenadamente distintos objetos, tales como corbatas, guantes, etc.
2
142
Sobre la chimenea, estaba instalado un reloj de pndulo en columna de mimbre verde; era del siglo XVII y de una extraa belleza en su elegante forma. Citar aun un arca holandesa, un armario normando y algunos pequeos muebles de fantasa; era una fortuna que el apartamento fuese espacioso, pues tenamos con que llenarlo. Antes de colocar definitivamente todos estos muebles, mi seor los cambiaba varias veces de lugar; los pequeos, en los que haba clasificado sus cartas, sus peridicos y sus libros, eran bastante manejables; pero ese gran diablo de arcn holands era muy pesado. Tanto peor, ya que bailaba como los dems! Eso diverta mucho al seor! Una maana, en medio del ms fuerte de nuestro trabajo, l me confi sus preferencias: Si yo fuese rico, tendra una gran casa en un bonito sitio muy retirado. La llenara de todo tipo de hermosas cosas, de objetos raros que me gustasen; no dejara de mirarlas. Eso sera para m el ideal de vivir en una calma perfecta, pasar mis das enteros contemplando lo que me produjera placer, lejos de ese tren mundano que tanto me cansa, al que estoy obligado a seguir, al que detesto. Los das siguientes, empap todos esos muebles con una solucin qumica para destruir un insecto casi invisible que los carcoma, luego fue el turno de la cera y la brocha Fort comme la mort marchaba bien; deba estar acabada el 15 de enero, a fin de aparecer en un peridico y saldra en las libreras en la primavera. Mi seor me dijo que su xito no era dudoso, pero el final no le gustaba demasiado a la seora. Finales de diciembre. El Bel-Ami est en el puerto de Cannes; mi seor pasea por mar. Ya hay gente en Cannes y siembre muchas altezas. Ayer, un duque ha venido a visitarnos. No lo conoca. Lo recib educadamente, como a todo el mundo Por la noche, cuando
143
entregu su tarjeta al seor, me pregunt como lo haba llamado. Le dije que le haba llamado seor. Entonces l me orden tratarle de monseor, al igual que a todos los duques y altezas. Yo promet hacer lo posible por poner en prctica sus recomendaciones y era sincero. Pero mi diablico temperamento era rebelde; para mi todo ese buen mundo, era siembre de caballeros y de seoras, y yo deb esforzarme para llegar a articular monseor; mi lengua siempre se trababa, a pesar de mi buena voluntad El da de Ao Nuevo lleg. Mi seor cen en la ciudad, en casa de una alteza Su madre cen en casa con una amiga. Su conversacin trat sobre el poco valor de los ttulos nobiliarios; yo aprovech para decir a la seora mi falta de educacin al respecto y sobre todo la mala disposicin de mi temperamento. Le confes que an esforzndome mucho, yo me trababa muy a menudo, tanto a bordo del barco como en la casa. La seora crea que yo llegara a hacerlo mejor, dado que pona buena voluntad. Ella acab por tanto por reconocer que me comprenda muy bien y que, sin aprobarme, ella haca otro tanto Esas damas se divirtieron mucho con algunas ancdotas sobre los ttulos nobiliarios que yo les cont. El 22 de enero, mi seor dio una gran cena a la sociedad aristocrtica residente en Cannes. Haba muchas ms damas que caballeros. La seora de Maupassant asisti y tambin una pequea dama muy erudita, la misma que ms tarde se hara la sonmbula y adivinara el futuro de las damas del gran mundo, en una fiesta dada por el seor de Maupassant en tretat. La cena estaba ya muy avanzada; todas esas damas, que habitualmente apenas comen, haban tenido aqu un muy buen apetito; hicieron los honores a todos los platos y no dejaron de probar ni uno solo. Mi seor lo hizo notar y yo observ en su rostro una prueba de una verdadera satisfaccin y un punto de
144
vanidad. Es que aqu, la cocina no estaba hecha por un hombre del oficio, pero estaba cuidada; aqu, no haba nada de rutina, pero s a menudo unos experimentos nuevos que tenan la fortuna de resultar exitosas, y que ponan al seor tan contento, no solamente por l, sino sobre todo por sus invitados. Tambin ellos marchaban raramente sin felicitarlo por las buenas cosas que haban saboreado. Todas las damas invitadas se conocan, exceptuando la dama burguesa, la erudita, que hablaba poco, pero observaba mucho. No se perda un solo gesto de todas esas grandes damas, las escuchaba, y su atencin era visible; la conversacin era un poco banal, sin embargo se lleg a hablar de literatura, pero nadie se atreva a profundizar demasiado en ese terreno, sin duda por que haba un autor presente. Eso era un error, pues todo lo bueno que se pudiera decir de sus colegas no supondra ninguna sombra para mi seor; no es por defenderlo, pero l estaba siempre contento de or hablar bien de la obra de los dems. Uno de los caballeros procedi a narrar un hecho que le haba ocurrido viajando en barco por las costas de Grecia. Haban descendido a tierra para hacer una cacera en unos seductores macizos de vegetacin, donde esperaban encontrar caza mayor desconocida. Al cabo de algunos minutos de marcha por esos difciles bosques, sin senderos, percibieron que haban sido seguidos y luego rodeados por un grupo de hombres vestidos de andrajos que parecan salvajes poco conciliadores. Eran autnticos bandidos que les hicieron comprender sus intenciones: la bolsa o la vida, sino iban a utilizar sus fusiles. El narrador aadi: Habramos podido tratar de defendernos, puesto que estbamos armados, pero cremos ms sensato parlamentar y vaciar nuestras bolsas en manos de esos piratas de costas, antes que llegar a unos extremos que hubieran podido ser
145
lamentables. Que suspiro de alivio dimos, cuando nos vimos a bordo de nuestro barco! Estbamos curados de las ganas de ir a tierra. Mi seor lo escuchaba atentamente, pues tambin tena la idea muy arraigada de recorrer prximamente las costas de Marruecos con su Bel-Ami. Se acababa de hablar de Grecia; una de esas damas, que tena algunas nociones de lenguas antiguas, llev la conversacin a ese tema. No sospechaba que a su lado se encontraba una persona, la seora de Maupassant, que posea los conocimientos ms slidos sobre esas lenguas. Se entabl una discusin sobre la formacin de algunas palabras francesas derivadas del latn y de algunas cuyo origen se remonta al griego. Pero esa dama no fue ms lejos, pues la seora de Maupassant le daba los datos, los nombres de los autores, y citaba los pergaminos sobre los que haban sido inscritas las transmisiones de estas palabras de una lengua a otra, con una precisin que asombraba a los presentes. Hara falta un profesor emrito, lleno de saber, para poder dar una leccin a la seora de Maupassant, que pareca siempre no opinar, pero que saba todo, todo, en especial en lo concerniente a las lenguas; las hablaba casi todas con una facilidad que poda parecer que hubiese nacido tanto en las orillas del Tmesis como en las riveras del Tibre. Por otra parte, ella era muy conocida en el mundo de los grandes doctores polglotas y de entre ellos, los que venan a la costa Azul, no dejaban de visitarla. Por naturaleza, le gustaba el retiro, la tranquilidad, no haca ms sociedad que la justa y necesaria para ser agradable a su hijo, y reciba a los sabios, eruditos y letrados con gran placer. Tendra que haberse visto su entusiasmo cuando un da le anunci a la seora al seor doctor X, del otro lado del canal de la ManchaRpidamente, ella se dispuso a pasar sobre sus cabellos blancos un pequeo peine para alisar un poco sus
146
cintas y, sin quitar su largo vestido, fue enseguida junto a sus amigos. Eran los que se dice una buena pareja, tan sabios el uno como el otro. La conversacin se entabl enseguida, las cortesas corrientes no contaban demasiado para ellos y, desde las dos hasta las siete de la tarde, se entabl una clase mutua, sin detencin, tan solo la seora Xtom su t, y el seor X sus vasos de agua. Tres jarras fueron necesarias para esa tarde. La seora de Maupassant, que no beba, me deca riendo que ella haba soportado ese choque en seco, como cierto animal atravesando el desierto En la mesa, por la noche, todava bajo la emocin de esa buena jornada, la seora le habl a su hijo, enumerndole las sensaciones que, al respecto, le colmaban el espritu. Ella se inclinaba hacia l, como para hacrselo comprender mejor; su actitud era como la de una madre que habla a su nio, su voz, por momentos, matizaba las palabras, pues la entonacin se haca ms fuerte o ms suave, segn lo que deca. Se senta vibrar su corazn, y era la madre y el profesor quines formaban una sola persona hablando a mi seor. l escuchaba religiosamente, diciendo de vez en cuando una palabra solamente, pues saba que en esos momentos no le corresponda hablar y que tena mucho ms que ganar escuchando. El seor sufri algunas jaquecas; durante varias noches no pudo dormir, lo que le permiti comprobar que, en el pasillo que iba de un extremo a otro del apartamento de arriba, se caminaba noche y da sin detenerse un solo instante. Esa vivienda estaba ocupada por tres inglesas. Mi seor dedujo que haban hecho un voto ante algn santo de la bella Albin, y, que segn esa promesa, uno de ellas deba caminar siempre. Prestamos atencin durante varios das, pero jams pudimos echarlas en falta, nunca se detuvieron, deban ser descendientes del judo errante.
147
Finales de enero. El seor de Maupassant finaliz su novela, estaba libre ahora para pasear a todas esas damas en barco. Las llev un da a almorzar a un albergue de la rada de Agay. Yo no fui con ellos, pero algunos das despus, el seor me dijo: Franois, usted vendr a bordo esta tarde para servir el t, pues Bernard est a menudo ocupado con las maniobras. Haba mucha gente y yo no aparec por el puente ms que para el servicio que se me haba encargado, es decir para servir el t, los pasteles y tambin el modesto vaso de agua azucarada. Hacia la tarde, puse de todos modos mi cabeza en la trampilla que serva de puerta a la cocina, pues me pareca que se tardaba en volver y que bamos a encontrarnos sin brisa para el regreso. Apenas estaba all, en la posicin de un hombre guillotinado, pues estaba metido hasta el cuello en esa especie de agujero, cuando recib en plena cara una ola que me golpe la cabeza sobre el borde de la trampilla. Al mismo tiempo, o unos gritos que procedan del puente; esa fuerte ola haba cubierto el barco, empapando a todas las damas. Las toallas, que haban costado una fortuna, se haban perdido, todas las servilletas y todos los pauelos de a bordo fueron empleados para secar y tratar de reparar ese desastre, que no se haca ms que acrecentar, pues frotando, los colores se extendan ms los unos sobre los otros. As pues, nada que hacer, todo estaba perdido. Nadie pudo explicarse ese golpe traicionero del mar, en el momento en el que Bernard tena el timn. Fue dada la orden de volver de inmediato. Yo supe ms tarde el motivo de esta inundacin. Era la hora de regresar, pero por el deseo caprichoso de una de esas damas, se navegaba siempre hacia alta mar, y fue para decidir el regreso que Bernard se las arregl para dejar que el puente del Bel-Ami recibiera dos metros de agua, defendindose como un diablo diciendo que haba sido sorprendido. No admiti que
148
lo hiciera adrede, pero fue la nica vez, que yo sepa, que semejante accidente se produjera. A la maana que sigui a esta salida en barco, mi seor se levant un poco ms tarde de lo habitual. Sirvindole su t, me pareci apenas despierto, como si no hubiese todava salido de su asombro del golpe de la ola de la vspera. Yendo y viniendo en el saln me dijo que todava no haba comprendido ese error de Bernard. Luego aadi: Ha visto a la princesa tendida sobre el puente? Ocupaba la mitad de la longitud del Bel-AmiMe gusta mucho el espritu de esa princesa, alegre, sutil, pero tambin a veces, con unos estrpitos enormes. Le contar su historia otro da. Esta maana, he quedado acostado una hora de ms en mi cama, para levantar el cuento que voy a escribir hoy. Henos a primeros de marzo, la vegetacin ya estaba muy avanzada, haba flores de todas clases en los jardines, todos los balcones de las villas estaban cubiertas con profusin y despedan gratas fragancias. Algunos muros, sobre la ruta de Frjus, estaban cubiertos de rosas y de diferentes flores trepadoras. Era encantador; haba unos lugares donde se podra creer que unos arcos del triunfo haban sido hechos expresamente para la recepcin de algn prncipe encantado que habitara en esos inmensos palcos de flores y de vegetacin. Un da, el seor de Maupassant, pasendose por esos lugares, quiso llevar a sus amigos sobre su BelAmi a SaintHonorat, donde, segn l, la vegetacin deba estar muy desarrollada. Al cabo de dos das, hacia las dos de la tarde, con todas las velas fuera, con un tiempo extraordinario, el Bel-Ami cruzaba las islas de Lrins. El seor haba tenido a bien llevarme. El regreso fue tranquilo, sin animacin. A la noche,
149
mi seor detall a su madre la esplendida vista que se tena del promontorio y el entusiasmo de las damas, pero enmudeci sobre la impresin de su visita al claustro El seor Riou, el pintor, vino a pasar la jornada a bordo del Bel-Ami. La seora de Maupassant consinti acompaar a su hijo en este paseo por mar. Mi seor estaba encantado, le gustaba mucho el seor Riou y apreciaba su talento; quera pedirle que hiciese una composicin del Bel-Ami. Por la noche, cenando, el seor me deca: Riou es totalmente un maestro en su arte; Adems, la Llegada de Napolen III a Egipto y la Inauguracin del Canal de Suez son suyos Gran artista! 10 de marzo. Estamos de regreso en Pars. El 16 apareci Fort comme la mort. Todo iba bien; mi seor estaba contento, contaba con que en la primavera, la venta fuese importante en las bibliotecas de los ferrocarriles. Adems su editor actual tena ms sagacidad comercial que el anterior. El da de la puesta en venta, mi seor se dirigi a la casa editorial para firmar las dedicatorias en los ejemplares de los amigos. El nmero es considerable me dijo y la variedad de las dedicatorias tambin. Me gusta ms hacer este trabajo sobre el lugar y tambin enviar los volmenes directamente por el intermediario de la editorial, salvo para algunos ntimos, que reciben unos papeles Holanda y Japn. La aparicin de esta novela fue un triunfo para el seor, pero reciba tal proliferacin de visitas de jvenes escritores, que mi seor finalmente no pudo resistirse a lamentarse. Me fatigan! Tengo necesidad de mis maanas para trabajar, y luego algn tiempo, verdaderamente son demasiados! No los recibir ms, de ahora en adelante, solo con cita. No pido otra cosa que serles til; pero la mayora de
150
las veces, lo que pueda decirles no les va a servir. De este modo, vea lo que sale de aqu; todos los buenos consejos que se le puedan dar son vanos, es una farsa. Nunca piensa en su negocio y tiene la pretensin de llegar a ser novelista!Es imposible, es imposible! Comprenda que para hacer una novela, es necesario pensar constantemente, poner a cada personaje en su lugar, que todo est bien arreglado cuando se abordan las primeras pginas, sino hay que estar siempre remodelando. Entonces se embrolla todo y no se puede salir ms. Eso no es trabajo de un da, incluso para un literato experimentado, ms razn an para un debutante. Un da un recadero llev al seor de Maupassant un voluminoso paquete cuidadosamente embalado, con la recomendacin especial de no entregrselo a nadie que no fuese a l en persona. El hombre quera esperar, pero cuando yo le hube entregado una buena propina, no insisti ms y se fue. Lo tom, pues mi seor no volva hasta las ocho para cenar. Se deshizo el paquete; era de entrada un papel muy fuerte, y luego una serie de pequeas cajas que contenan cada una, una pequea mueca de diez a doce centmetros de altura. Haba en total veinticuatro. Seis estaban vestidas como mujeres de mundo, con vestidos de cola, muy elegantes en su pequea talla; otras seis estaban vestidas como religiosas, todas de negro con cofias blancas; estaban menos atractivas que las mujeres de mundo, bajo esos trajes negros, pero tenan un carcter especial, un aire austero completamente logrado; luego seis tenan el traje de las religiosas dominicanas, todo de blanco; eran encantadoras. Las seis ltimas eran unas viudas vestidas de crespn, con largo velo negro. Las aline todas sobre la mesa del comedor y mi seor se puso a cenar. Pussy, curiosa, quera saltar sobre la mesa, para divertirse con esos juguetes que sin duda le gustaban, pero se teman sus patadas.
151
En cuanto a Jacquot, el periquito, a la vista del bello decorado que formaban esas pequeas muecas tan frescas y bonitas, dejaba su palo para venir a examinarlas ms de cerca, pues, l tambin, era un animal curioso. El seor lo dej un poco sobre la mesa. Ese periquito era divertido, se volva a derecha y a izquierda, farfullando, luego tomaba aires de importancia, haciendo saludos tan graciosamente como poda; a fin de cuentas, fueron las damas mundanas sus preferidas ; ellas estaban perfumadas y l se volva loco con sus olores. Tambin se aproximaba a esas damas, incluso demasiado, pues quera testimoniarle su amabilidad con unos picotazos que habran podido daarlas. Fue necesario alejarlo; protest a su manera, pero no se le pudo dejar. Durante la velada, mi seor me pidi unos trapos viejos. Los deshilachamos en bandas muy estrechas, y con ayuda de un punzn, introdujo esas tiras bajo los vestidos de las seis viudas; meti el mayor nmero posible de modo que se formase en ellas un abdomen muy prominente de forma que no hubiese ninguna duda sobre su interesante estado. Luego las volvi a introducir en los cartones, volvi a hacer el paquete y al da siguiente a primera hora, la persona que haba dirigido este envo lo recibi de vuelta de modo que debi darle que pensar y hacerle comprender que no haba all tantas viudas como ella quiso hacerle creer. Este asunto no dio mucho que hablar en Landerneau; pero en el barrio que va del bulevar Malesherbes al Arco del Triunfo, las damas del gran mundo no se abordaban ms que con unos: Ah! Querida, es indignante; sabe usted?... seis! S, querida, seis! En una misma noche! Perfectamente. Entre dos crepsculos! Mi seor estaba dispuesto para salir para una gran velada. Daba vueltas su sombrero entre las manos; mirndolo, acab por decir:
152
Est muy usado y sobre todo pasado de moda. Hace falta que encargue uno; pues, excepto por mi gorras, siempre me veo obligado a hacrmelos a medida. Tengo la cabeza tan redonda que nunca encuentro nada hecho. Esta cabeza absolutamente redonda que tenemos mi hermano y yo, viene, segn me ha contado mi madre, de lo que el viejo mdico que nos recibi a nuestra llegada a este mundo, nos hizo tomndonos entre sus rodillas y amasndonos fuertemente la cabeza, acabando con un gesto de alfarero que redondea su pieza de un golpe final de artesano. Luego le dijo a mi madre: Vea, seora, le he hecho una cabeza redonda como una manzana que, est segura, contendr un cerebro muy activo, y casi con certeza una inteligencia de primer orden. Hizo la misma operacin con mi pobre hermano; pero sea por los seis aos que nos separan o bien porque las manos del doctor estuviesen menos dispuestas, no lleg a darle la forma que l quera. Mi madre le acariciaba siempre su pequea cabeza y l se escapaba y estaba tan contrariado que dejaba escapar un juramento normando... A veces me pregunto si fue el masaje de ese buen viejo doctor sobre mi joven cerebro, lo que me permite dedicarme hoy tan fcilmente a un trabajo por encima de la media.
153
CAPTULO XII
ABRIL AGOSTO 1889
En Poissy. Franois conoci a Flaubert. Madame Bovary en el trabajo. Zola y Maupassant. Los Rougon-Macquart juzgados por un leal sirviente. Pot-Bouille es una denegacin de justicia. Paralelismo entre Zola y Flaubert por Maupassant. La danza de vientre en la calle Montchanin. Estancia en Triel. La comida en la Guinguette. Maupassant cuenta sus luchas con unos perros furiosos. Salvamento nocturno. La mujer del ingeniero. Por qu no a la medalla de salvamento? Pasando ante Mdan. Los seores Zola y H. Pessard almuerzan en casa. El rgimen de sobrealimentacin del doctor Grubby. Alegre paseo en barco de vapor. Cena sobre el agua. Una pgina del Decameron. Regreso a tretat. Notre Coeur. Indicios de agotamiento. El miedo a las araas.
Pars, finales de abril de 1889. El sol estaba hermoso, ese ao en Paris. Ayer, mi seor tuvo una jaqueca y hoy tena los ojos rojos. No se quejaba, saba sufrir; apenas tomaba un poco de ter o de antipirina para esos dolores de cabeza. Lo que ms lamentaba eran los das de trabajo perdidos, pues a continuacin de esas crisis, tena necesidad de reposo absoluto. Entonces le preparaba unos manjares absolutamente ligeros; su estmago le molestaba tambin a veces, pero creo que no tena nada pues nunca dej de hacer una digestin. A pesar de todo eso, sus males tal vez fuesen de naturaleza nerviosa. Su apartamento le disgustaba, el incesante ruido de los coches sobre esos gruesos pavs le cansaba; despus, la visin de ese terreno vago, lleno de planchas negras espaciadas que el sol baaba a placer con sus rayos, le produca un efecto sin sentido, de algo que no deba ser. Para ocultar ese horror soleado, el seor se decidi a poner unas cortinas de vidriera en
154
tela verde en las ventanas. Resultaban muy agradables a la vista, pero tambin convertan el apartamento en sombro y triste! Haba que buscar a ciegas los objetos de los que tena necesidad y siempre tena miedo de romper alguna cosa Mi seor se aburra tanto es ese domicilio que se decidi a volver a remar y me dijo: Maana le llevar a Poissy donde he hecho transportar mis barcos; pues, en Chatou, ya es insoportable, a causa del vecindario. Hay demasiados semi mundanos. Lo lamento por Alphonse y la seora Papillon que siempre han sido muy amables conmigo y que son tan cuidadosos con mis barcos Es necesario que usted conozca a los propietarios del Hotel del Esturin y tambin al guardin de mis barcos. A las ocho de la maana, me llam: Est preparado, Franois? me dijo es necesario que tomemos el primer tren para llegar a la hora del almuerzo. Partimos Llegando a Poissy, mi seor fue a casa del guardin de sus barcos y le rog venir inmediatamente a ver lo que tena que hacer para que todo estuviese en orden en quince das. Pasando ante el hotel, encarg el almuerzo. En la drsena, el seor de Maupassant charl durante un buen rato con el guardin, luego me envo a buscar a un constructor pintor. Finalmente, estando todo convenido, regresamos a almorzar, y me dijo: He hecho bien en traerlo conmigo; son poco inteligentes y ser necesario que vengamos de vez en cuando, tanto el uno como el otro Inmediatamente tras el almuerzo, consult su gua: No tenemos tren directo maana, dijo y no puedo remar ya que no hay nada preparado Bien! Voy a dar una vuelta hasta Villennes; si quiere usted acompaarme, podr conocer la regin, en todo caso usted habra de ir all ms tarde. Nos pusimos en marcha; pasamos las avenidas de Poissy que discurren a lo largo del ro, luego llegamos a unas
155
pequeas praderas sembradas de rboles; a la izquierda, ms all de la va frrea, observamos un castillo blanco en un lugar maravilloso; caminamos por un bonito sendero, el seor delante, pues no haba lugar ms que para una persona. Que bella es la naturaleza en plena eclosin! me dijo. En efecto era encantador, ese sendero que discurra a lo largo de un talud cubierto de hierba y de espuma; en los campos, sobre el cerro, todos los cerezos estaban en flor; a la derecha, unas zarzas gigantes trepaban sobre los arbustos; luego, a lo largo del Sena, grandes alamos pinchaban sus copas en el cielo Llegados a un lugar donde el sendero se ensanchaba, nos encontramos un pequeo camino que descenda hacia el Sena; el seor se detuvo y, volvindose hacia un pequeo monte bajo, me dijo: Esta brecha me recuerda a Flaubert Mientras pienso, le ruego, Franois, que me recuerde que este jueves prximo debe tener lugar nuestra reunin del comit en Rouen para el monumento a Flaubert. Lo he anotado en mi agenda, pero es ms seguro que sean dos en recordarlo. No me haba dicho usted que lo haba conocido?... S, seor, yo he tenido el gran honor de servir en una mesa al seor Flaubert, en 1876 y 1877, en casa de la seora T*** que viva en la calle Murillo, en la vivienda contigua a la del seor Flaubert. Mis recuerdos son muy precisos porque fui muy sorprendido cuando el gerente del hotel me dijo, sealndome al seor Flaubert: Ve usted a ese caballero; hay que servirle primero, incluso antes que a las damas. Ocupaba una plaza a la derecha de la anfitriona de la casa y Claudius Popelin a la izquierda. Eso se hace as, me dijo el gerente del hotel, porque el seor es un espritu superior, un escritor notable. Luego, yo le dar a leer uno de sus libros y usted podr juzgar por s mismo. Me dio Madame Bovary, que le en principio solo. Ese libro me impresion vivamente;
156
lo encontr tan exacto y tan penetrante que hice la lectura en alta voz durante varias veladas en la cocina ante todo el personal reunido. Esta lectura suscit discusiones entre las mujeres que servan en la casa respecto de la primera salida a caballo de Madame Bovary con el caballero que era su vecino, y luego se volvieron ms serias cuando les le el pasaje en el que Madame Bovary, volviendo del castillo, una maana, se encontr ante la choza del cazador furtivo. La buena inglesa deca: Oh! yes! Yo, en lugar de la seora Bovary, habra entrado en la choza muy gentilmente, lo habra engaado, cubierto de falsas caricias y luego le arrebatara su fusil y lo habra matado. De este modo no habra podido decir a las gentes de la regin que me haba visto venir del castillo! En lo que a m respecta, seor, le dir que yo so durante mucho tiempo con el farmacutico. Desde la ventana de nuestra cocina, poda verse el comedor del seor Flaubert. Despus de la lectura de Madame Bovary, esta ventana estaba siempre ocupada por una o dos mujeres del servicio que buscaban percibir al autor de ese bello libro. Una de ellas deca: He visto una esquina de su bata, otra: Me pareci ver su cabeza totalmente calva. Una tercera aada: Yo, yo he visto sus largos mechones que le caen sobre la espalda. Yo hablaba seguido; mi seor me escuchaba, feliz de orme hablar, en mi gran simplicidad, de Flaubert, al que tanto amaba Llegamos bajo el famoso rbol de Villenes, de gigantescas ramas, bajo las cuales se haba instalado un restaurante y toda clase de juegos. El seor me pregunt si quera tomar algo, yo se lo agradec. Entonces me dijo: Venga por aqu, vamos a atravesar la va frrea y voy a ensearle el lugar donde se embarca, para el caso en el que tengamos que hacerlo algn da. Desde el embarcadero, me mostr a lo lejos el puente de Triel.
157
Despus de haber atravesado la va del ferrocarril y haber girado a la derecha, bordeamos una antigua iglesia oculta parcialmente por una cortina de hojas nacientes; luego por un pequeo camino, llegamos a lo alto del cerro sobre una gran ruta. Desde all, pudimos descubrir un panorama grandioso. El seor de Maupassant se detuvo para mirar bien, luego me dijo: Mire, Franois, que imponente es esta vista, esta inmensa planicie! All abajo, en frente, el bosque de SaintGermain; ms a la izquierda, la cadena de Cheverchemont, ms abajo Triel y Vaux, Meulan, al fondo Mantes la Bella, hacia la que discurre ese bello ro adornado de todas sus islas. Sepa usted que esa ruta conduce a Mdan, a casa del seor Zola. Yo tendr que enviarle all sin duda. Ahora, vamos a tomar este lado por los bosques, los conozco todos, no nos perderemos, est seguro de ello Ese Zola es un escritor de primer orden. Ha ledo usted algo de l? Si, seor, pero poco respond. los RougonMacquart nicamente. Y bien? Oh!, seor, no se muy bien que decirle, pues es literatura y yo no entiendo ni gota El seor de Maupassant me dijo: Usted se desenvuelve muy bien en cocina; no se puede saber de todo. Pero ha ledo usted los Rougon-Macquart? Si, seor, y dado que quiere usted saber lo que pienso, se lo voy a decir. El seor Zola ha exagerado demasiado hablando de los servidores; el hace decir a esas pobres buenas personas toda clase de horrores; en Pot-Bouille, los hace gritar por las ventanas una sarta de palabras sucias, groseras. Yo se lo repito, seor, ha exagerado. Yo soy servidor despus de veinticinco aos y nunca he odo palabras parecidas a las que el seor Zola pone en boca de sus personajes. Luego, su Trublot, quiero creer que existe; pero es un individuo muy extrao. Yo
158
no digo que las criadas, las cocineras, no tengan sus deseos de amor como las dems mujeres. No, pero de ah a decir que ellas estn todas dispuestas a esconder a los Trublot detrs de las puertas de sus cocinas, esperando el momento de hacerlas subir a su buhardilla, no, seor, no! El seor Zola ha tomado sus informaciones muy deficientemente; a saber donde ha podido buscarlas. No est bien tomarla con unos seres indefensos, que a menudo son muy interesantes. Cuantas veces en una jornada, la mayora de ellos tienen que arrastrar su amor propio para conservar su puesto y mantenerse honestos! Y todo para cobrar a fin de mes treinta francos, con los cuales compran lo estrictamente necesario y envan el resto a sus viejos padres, todava sobrecargados de nios o con frecuencia invlidos! Yo habra visto, desde luego, mucho mejor, que el seor Zola pusiese de relieve la honestidad, la devocin de los servidores, las pruebas que tienen que soportar a diario; pues en la mayora de las casas no hay que tener carcter, hay que inclinarse siempre; si a uno se le humilla, debe procurar que no se le advierta. El trabajo es por lo general duro, sin consuelo y sin aliento, pues se est separado de los parientes; todos estos y muchos otros detalles seran un mejor tema de estudio para el seor Zola y, sin embargo, esto se encuentra ms a menudo que las historias repugnantes que l ha inventado, pues no son verdaderas ya que no ha visto lo que ha escrito. Todo eso no existe y, seguramente, no soy el nico en pensar que hace falta tener en si mismo unas pensamientos viles y malsanos para hacer salir de su cerebro unas cosas tan repugnantes que, repito, nunca han existido. Yo me agitaba como un diablo, tena calor. El seor de Maupassant sonrea, de vez en cuando negaba con la cabeza, golpeaba ms o menos fuerte la tierra con su bastn. Por fin me dijo:
159
Crea, Franois, que Zola no ha querido ofender a esas valientes jvenes de las que usted habla tan bien. l ha querido solamente mostrar, en esa clase de la sociedad, el lado defectuoso. Su obra est muy bien, pero, como siempre, ha buscado un gran efecto para venderla. Si l hubiese escrito en el sentido que usted acaba de exponer, no habra vendido nada, mientras que con lo que ha hecho, todos los apetitos malsanos van a arrojarse sobre sus libros, lo que es una cura, y el dinero, que era a todo lo que l aspiraba, afluy. Desde mi punto de vista, es un error, pues un artista de su categora, no debera pensar ms que en su obra y ser absolutamente desinteresado. Mire usted a Flaubert, del que hablamos a todas horas, es seguramente uno de los que ha aportado a la lengua francesa la mayor de las gracias y la armona. Cuanta paciencia y cuanto desinters! Como tantos otros, habra podido publicar novelas y procurarse unos buenos ingresos, pero prefiri seguir su vocacin de artista y encerrarse durante quince aos para escribir Salammb! Tambin ms tarde, dentro de cien aos, dentro de dos siglos, incluso cuando la sociedad haya pasado por convulsiones terribles y que la autntica Repblica haya encontrado su devenir, cuando de unas clases nuevas saneadas y juiciosas surjan unos artistas, unos literatos de primer orden, est seguro de que casi todos los escritores de este siglo sern olvidados, mientras que la bella obra de Flaubert permanecer con pleno resplandor. Todas las personas inteligentes querrn leerla, porque sentirn lo que se puede obtener de una obra tan fuerte y tan noble. Esas ltimas palabras, mi seor las pronunci muy altas, haciendo el ademn de esparcirlas por el espacio. Atravesamos el bosque, un pueblo y toda una extensin de planicie; el seor mir su reloj y dijo: Son las cuatro y veinticinco; nos quedan treinta minutos para llegar a la estacin, de la que estamos
160
aproximadamente a cuatro kilmetros. Es factible. Est dispuesto, Franois? Y aferrando su bastn en su mano derecha, aceler su paso de gran caminante. Al llegar a la estacin, circulamos sobre los andenes para refrescarnos, pues tenamos calor. Luego, el seor me mostr una casa cubierta de via virgen y de hiedra: Es la que el seor Meissonier, el gran pintor, ocupa durante el verano Calle Montchanin, 25 de abril de 1889, nueve de la maana. El seor de Maupassant estaba de pie, cerca de la chimenea de su habitacin. Deposit una pila de piezas de oro. Mire usted, me dijo todo esto es mi ganancia de ayer por la tarde. Es una buena cantidad, pero no quiero guardar ni un centavo. Esta tarde, ir a las oficinas de la beneficencia. No s por que todas esas personas mundanas me obligan a jugar. Resulta que ayer se celebr una reunin en casa de mi amigo X, el abogado, usted lo conoce, el que vino a almorzar conmigo el ltimo ao. En esta velada, las damas estaban en mayora. Ante sus insistencias, me vi obligado a consentir en jugar; sin embargo, les advert que estaban equivocadas, pues era probable que sus botes fuesen a parar a los pobres No comprendo esta aversin que tengo por todos los juegos de dinero, mientras que tengo tanto animo por lo juegos de espritu y todava ms por todo lo que sea prctica fsica. Los primeros das de mayo de 1889, mi seor hizo venir a la calle Montchanin a un grupo de rabes, que llegaba desde Argel, para dar unas representaciones en la Exposicin. Aprovech la ocasin para ofrecer a algunos privilegiados amigos la primicia del espectculo de estos artistas de frica, artistas divertidos, originales.
161
Una de las mujeres, entrando, me salt al cuello dicindome unas cosas muy amables: Te reconozco, tu estuviste en Argel, me acuerdo de ti, oh, s, s! Y no paraba de abrazarme, lo que me molestaba mucho, mientras que el seor rea hasta retorcerse. Por fin intervino: Pero es posible que la seora lo haya visto en Argel, despus de todo, ya que usted ha estado all. La joven, animada por esas palabras, no me soltaba; era muy gentil, con su pequea figura redonda y morena, sus bellos ojos aterciopelados. nicamente yo no saba si ella haba tenido calor, pero un olor sucio, salvaje, ms repugnante que apetecible, emanaba de su pecho casi completamente al descubierto, adornado nicamente con un collar de conchas que, a cada movimiento de cabeza, produca un sonido de quincalla. Eran doce mujeres y cuatro hombres, ms su tumulto. En el saln, parecan molestas, girando sobre si mismas, tomndose los pies en las alfombras y en los bajos de sus vestidos que llevaban largos, tanto por delante como por detrs, y con una amplitud de talla que se podra creer que tenan crinolinas. Finalizadas las presentaciones, su gua les hizo sentar a todos en crculo y comenzaron su bum-bum musical, cantos y gritos. Despus del primer fragmento, se les hizo pasar al comedor, para tomar unos pasteles y beber champn. Ese buen vino francs les fue ofrecido como una bebida especial fabricada en su honor, pues el vino, incluso el ms fino, Mahoma les prohbe probarlo y ellos no queran desobedecerlo. Despus de cada danza o fragmento musical, se refrescaban siempre con uno o dos vasos de champn. Las mujeres queran ejecutar la danza del vientre, incluso las de mayor edad. Entonces aquello fue un aquelarre de todos los demonios, estaban a ver quin producira las contorsiones ms giles y verdaderamente las ms extraordinarias. Eso no
162
era lo ms interesante, sino que era verlo demasiado cerca; finalmente se lleg al punto en que los actores se divertan ms que los espectadores. A cada instante mi seor dejaba el saln e iba a su habitacin hasta la galera, acompaado de una invitada y, caminando, meta las manos en sus bolsillos, como tena por costumbre hacer cuando estaba solo y se paseaba a travs del apartamento, buscando poner a punto una frase que no tomaba la forma que l deseaba. El director de la orquesta haca todo lo que poda para tener controlado a todo el mundo. Algunas de esas damas estaban sobre los divanes y los canaps, perdidas entre los cojines, otras en el suelo, tumbadas sobre la gran piel de oso blanco o ponindose en cuclillas sobre las alfombras. Los msicos trataban bien que mal de poner sus instrumentos acompasados; incluso se lleg a ejecutar una ltima pieza. Pero que cacofona! Cada uno iba a su guisa; no puedo decir el extrao aspecto producido por todas esas personas con sus trajes diferentes que se agitaban en medio de sus desordenadas posturas; pareca una reunin de tteres agitndose en un batiburrillo fantstico. Una ltima vez se refrescaron, pero no les di ms que naranjada. Por fin lleg la hora de la despedida. Hizo falta toda la sangre fra del gua para organizar la marcha; se hizo larga pues haba siempre alguien que no estaba preparado, todos haban perdido algn objeto ms o menos importante de su vestuario. Mi pequea rabe no dejaba de venir a decirme adis, pues insista en tomarme por un invitado porque yo estaba vestido con una corbata blanca. Cuatro coches estaban en la puerta, todo el mundo se subi. En ese momento no s si el gua se equivoc o si fui yo quin comprendi mal las indicaciones dadas; result que las ocho personas, que deban ir al bulevar Latour-Maubourg, 52, fueron conducidas al bulevar Voltaire, 72, mientras los que deban dormir en esta ltima direccin acabaron en LatourMaubourg.
163
No fue hasta el da siguiente por la maana que se dieron cuenta que all se haba producido un error. Una maana de finales de mayo, el seor de Maupassant me llev a Triel; se dispuso a elegir una villa para pasar una parte del verano. Mi seor quera dejar Pars, sin alejarse demasiado sin embargo, para el caso en el que desease hacer una visita a la Exposicin. Fue en el extremo de Triel, cerca de Vaux, donde el seor encontr lo que deseaba. La villa estaba escondida entre rboles y de cara al Sena; uno de los lados de la casa estaba al borde del camino que se diriga a un curso de agua. Fuimos siguiendo la orilla hasta el puente de peaje que une Triel con Vernouillet, donde se encuentra la estacin del ferrocarril. Mi seor no quera regresar enseguida a Pars; las orillas del ro, ya florecidas, lo retenan. Eligi uno de esos cenadores de restaurante desde donde la vista domina la rivera a lo lejos, y all, se nos sirvi el almuerzo El seor de Maupassant estaba sentado, la mirada vuelta hacia el puente; vea el Sena correr hasta donde alcanzaba la vista, justo hasta las islas de Meulan. Sobre la orilla opuesta, de tramo en tramo, unos grupos de grandes rboles reflejaban sus altas siluetas en el agua fugitiva y formaban grandes manchas sombras. El seor miraba todos estos detalles con una atencin apasionada; se hubiese dicho que los oliese tambin, pues se vean palpitar las aletas de su nariz y plegarse su frente en el esfuerzo de su observacin. Todo su ser estaba preso por la contemplacin del paisaje. Una imperceptible sonrisa afloraba sobre sus labios El espectculo lo ocupaba por entero; lo grababa en l para aprehenderlo mejor, definirlo mejor e imprimir definitivamente en su obra esa agradable sensacin que l experimentaba. En ese momento, su rostro, rebosante de serenidad, daba la impresin de absoluta felicidad.
164
Sin embargo, a la gran luz del da, ese rostro ofreca algunos signos de fatiga, pero la expresin era tan inteligente que eclipsaba todo. Encargando el almuerzo a la sirvienta, el seor de Maupassant le solicit: Yo tomar agua de Saint-Galmier para beber. Luego, volvindose hacia m: Usted, Franois, tome lo que quiera. Cuando la muchacha se hubo ido, aadi: Tengo siempre ms confianza en estos restaurantes populares cuando estn servidos por mujeres. Despus se puso a contar algunas ancdotas que le haban sucedido en los tiempos en los que remaba con regularidad. Una vez, haba partido de Croissy para ir hacia Paris, con la intencin de remar una parte de la noche. Pero al llegar ms all de Carrires-Saint-Denis, a un lugar llamado la Folie, all donde la va frrea, que va de Pars a Maisons-Lafitte, cruza el Sena, romp uno de mis remos. Entonces amarr mi yola a la orilla y part a pie para Pars. Estaba llegando a Bezons siguiendo siempre la orilla del Sena, cuando un enorme perro, que guardaba unos depsitos, se abalanz hacia m. No tena nada para defenderme ni incluso un bastn; estaba en pantaln de algodn y en camiseta. En esta situacin, juzgu el enfrentamiento desigual y me arroj al agua para atravesar el Sena a nado. El animal hizo otro tanto; no lleg a alcanzarme porque, buen nadador, se la jugu; le hice remontar la corriente, lo que le resultaba muy difcil y eso fue lo que me salv. Al da siguiente yendo a buscar mi barco, pas por la casa del propietario del perro para advertirle que si volva a ocurrir esa situacin, no dudara en matar al animal de un disparo de revolver. l me contest con arrogancia y me dijo que eso sera entonces lo que tendra que hacerle a l; a lo qu, le volv a repetir que si la ocasin se presentaba, destrozara seguramente la cabeza del perro, y que si l quera presentarse,
165
tendra una gran satisfaccin en recibirle. Le aseguro que llegado el caso, habra administrado a ese bruto un correctivo del que se acordara. Yo no temo a un hombre forzudo, lo derrotara nueve veces de diez por mi gran agilidad. Mi seor estaba en plena racha de recuerdos. Prosigui: Nunca le he contado lo que me ocurri una noche en tretat? No recuerdo la hora que era, pero el cielo estaba cubierto, y usted sabe que en el valle, entre estas dos costas, la noche es siempre ms opaca. Iba a llegar al seto del jardn, no haba percibido nada anormal, cuando, del lado de los avellanos, un enorme perro se abalanz hacia mi garganta sin previo aviso. Su ataque fue tan fuerte que me hizo caer de espaldas. Apenas recuper mi equilibrio cuando se arroj sobre m una segunda vez. Entonces le aferr la garganta con mi mano izquierda y, con mi brazo derecho, le rode el cuello para estrangularlo si tena la suficiente fuerza. Su posicin no era buena; el animal lo comprendi sin duda, pues hizo un esfuerzo supremo para desprenderse, y eso nos hizo rodar a ambos aferrados en el foso que bordea el camino. Yo ganaba, l estaba casi sobre la espalda; su rabia estaba en ese momento en su apogeo, todo su cuerpo se estremeca y su voz ruga espantosamente. Yo me estaba recuperando e hice un movimiento de plegarme en dos para ponerle mi rodilla sobre la garganta, cuando por casualidad encontr bajo mi mano derecha una gran piedra afilada. La tom y, sin darme tiempo a reflexionar, se la clav en la boca, lo ms profundamente que pude. Al cabo de un momento comprend que el animal se renda, su cuerpo casi no se mova. Retir mi mano, dejando la piedra y, con mil precauciones, me desprend. Corr a recoger mi bastn que haba dejado caer sobre el camino para asestarle unos golpes y acabar de tumbarlo. Pero la lucha estaba acabada, o al perro que hua entre las espigas de un trigal vecino, y sin ningn gruido. Yo estaba estupefacto.
166
Mi traje qued destrozado; tena las manos estropeadas, las introduje en un buen bao de una solucin de alquitrn jabonosa, despus las empap con unas vendas con las que las envolv toda la noche. Al da siguiente por la maana, comprob que no haba mordeduras graves. Pero cual no sera mi sorpresa cuando, abriendo la puerta de entrada, vi acostado sobre el felpudo a mi animal de la vspera! Me vio, se levant y, arrastrndose, vino hacia m como para pedirme perdn. Yo le present mis manos mordidas, l las lami con dulzura, le di leche de beber, para reparar los daos de su garganta. Bebi. Despus de que le hiciera algunas caricias, march. Durante dos o tres estaciones, sin exceptuar un solo da, ese perro se encontraba en mi puerta no importando la hora a la que yo bajaba. Un da, Cramoyson quiso darle caza; pero le ped que no lo hiciera. Este pobre animal no poda explicarme el motivo por el que me haba atacado, pero yo estaba emocionado con su fidelidad vinindome a visitar cotidianamente y, dado que esto le produca placer, no quera que se le cazase. Nos habamos convertido en buenos amigos, nuestro primer encuentro haba sido tempestuoso, incluso terrible, pero estaba olvidado. Ambos estbamos de acuerdo para reconocer que se haba producido un mal entendido; habamos nacido para ser amigos y no enemigos. Supe despus que el animal perteneca al director de la revista Old England que habitaba en una villa de tretat. Nuestro almuerzo llegaba a su fin. El postre estaba sobre la mesa, era pastel de arroz. Esto tiene buena pinta! dijo mi seor. Desde que fue servido, aadi: Sabe usted, Franois, que el agua hace resaltar el gusto de los platos azucarados?
167
Mand traer a la sirvienta un vaso y me sirvi de su agua de Saint-Galmier. En efecto, el pastel me pareci mejor con esa agua. Continuando comiendo, el seor dej caer sus quevedos de vidrios ahumados, sin duda para ver mejor el Sena. l no dejaba de mirarlo. Ah! Yo conozco este ro tanto por encima como por debajo! Cuntas zambullidas he hecho! Hace algunos aos dej Sartrouville para vivir en Croissy, a fin de no tener que pasar la esclusa de Port-Marly donde, cuando haba que esperar demasiado, tomaba mi yola sobre la espalada y la llevaba de ese modo al otro lado. Por esto es por lo que tengo la espalda un poco hundida. Alquil una modesta casa en Croissy. All tena algunos vecinos, entre otros un distinguido ingeniero que, para complacer a su esposa, haba ido a las afueras a pasar una temporada. Una noche o que alguien me llamaba desde el exterior. Abr la ventana. Era mi amigo que vena a decirme que crea que su esposa se haba arrojado al Sena. Me preguntaba si poda ir con l y ayudarle a buscarla. Su voz angustiada me deca que tena el corazn destrozado. No olvidar nunca la impresin que me produjo la voz de aquel hombre rogndome acompaarle. Lo vea desesperado; no vacil. Puse mi traje de bao y, cinco minutos despus, me sumerg donde mi amigo crea que su mujer haba desaparecido. Durante ms de una hora registr en todas direcciones, el fondo del ro alrededor del lugar indicado pero no descubr nada. Le dije entonces que su esposa no deba estar en el Sena; l pareci dudar.... Quizs lo haba amenazado? No quise ser indiscreto, pero trat de levantarle el nimo dicindole que el pjaro haba simplemente salido volando de la jaula y no tardara en regresar finalizando su huida.
168
Algunos das despus vi a mi amigo. Me tendi las dos manos, radiante de felicidad y me dijo: Mi mujer ha regresado!... La amo todava ms que antes si es posible. Durante su ausencia, ella se desembaraz de todos esos perfumes exagerados que a mi no me gustan. Ahora, crame mi querido amigo, todo su cuerpo y sus trajes, exhalan una cierta fragancia fresca como la que yo respiraba la noche, en la que usted nadaba con tanto fragor bajo el agua. Hoy, segn me han dicho, viven muy felices. Los veo muy raras veces. Dejamos el restaurante. El seor caminaba a buen paso sobre el puente. Luego de haber pagado los cntimos del peaje, lo alcanc: Este puente suspendido y tembloroso, me dijo produce el efecto de un anciano posedo por el baile de San Vito, y a ese Sena lo conozco, me ha dado grandes momentos y tambin reumatismos de los que no me pude desprender. Le tengo un poco de rencor por estos ltimos, quizs ms an porque hasta el presente me ha negado la ocasin de poseer la medalla de salvamento. Sin embargo he sacado de sus aguas trece ahogados, once muertos y dos vivos. Los muertos no cuentan. Mis dos vivos, formando parte de sociedades, quedaron tambin sin efecto. As pues necesitara una nueva ocasin para poseer la medalla que tanto anso. Para m, vale ms que todas las posibles Legin de honor. En el tren, tomamos cada uno un rincn hacia atrs, estbamos solos. Pasando por Mdan, mi seor ech un vistazo por la ventanilla y dijo: Zola quizs est en Mdan, las ventanas de su gabinete estn abiertas. 18 de junio. Ya estamos instalados en Triel. Mi seor ha ido a buscar su yola a Poissy y me encarg ir all a tomar el
169
barco Tonneau3. Esta embarcacin, as denominada porque el constructor la haba hecho absolutamente redonda por debajo, estaba destinada a ser el bote del Bel-Ami, pero jams pudo echarse al mar. Una tarde fui a buscarla; El seor estaba all, embarc conmigo y descendimos lentamente entre los grandes rboles, Villenes de un lado y las islas del otro. Mi seor no hablaba, pensaba; su mirada soadora tras sus gafas se paseaba sobre toda esa bella vegetacin, sobre esas flores que cubran las orillas del ro. Despus de haber pasado Villenes, me mostr una casa: La reconoce usted? S, respond es la casa del seor Zola. Mi seor coment: l se hace un mal de todos los diablos. No se le ha metido en la cabeza hacer una novela sobre cada categora de obreros? Es una autntica faena la que se impone; y adems, un novelista de talento no debe hacer esas cosas. Yo lo he pensado con frecuencia; desde mi punto de vista, un escritor no debe escribir ms que lo que experimenta; para producir bien una obra, es necesario haberla visto y comprendido. Dira incluso: hay que sentirla, hay que amarla o detestarla, estar en definitiva impregnado de los menores detalles de su tema y verlos bien diferenciadamente, en una palabra, haberlos estudiado a fondo. Esto, para m, no es lo que hace Zola por este camino. Yo no quiero escribir ms que lo que me gusta, sobre un tema que me interesa. Quiero conservar el estilo que he adoptado, y mantener mi impronta personal. Pasado maana, Zola y Hector Pessard, que vive en Triel con su madre durante una parte del ao, vendrn a almorzar a casa Llegamos al puente de Triel, mi seor me tom los remos, pues yo no tiraba lo suficientemente fuerte para su gusto. Como pasbamos enfrente de la propiedad del seor Pessard, creo que le daba vergenza ser visto navegando a
3
Tonel
170
semejante velocidad, sobre todo siguiendo el curso del ro. Cuestin de amor propio. El da del almuerzo previsto, mi seor tena enfrente de l al seor Zola y a su derecha a su amigo el seor Pessard. La conversacin fue de lo ms banal, tocando apenas la literatura. Se pronunciaron los nombres de algunos colegas, sin detenerse. Se charlaba sin orden ni concierto; no se producan ms que paradas y reanudaciones, sin continuidad, a pesar de los esfuerzos del seor Pessard que buscaba despertar el inters. A cada instante, parecidos a dos gatos que se espan, los dos grandes novelistas se echaban una ojeada, luego rpidamente bajaban la vista sobre su plato, como si lo que ste contuviese les resultase de mucho inters. Este no era el estilo acostumbrado de mi seor, siempre tan franco y tan jovial. Finalmente, el hielo no se rompi. Inmediatamente despus del almuerzo, el seor Zola se fue a dar su acostumbrado paseo a Cheverchemont, y mi seor fue a visitar a las plantaciones de championes de Temple y de Vaux con su amigo Pessard. A las cuatro, serv el t del seor; estaba tendido sobre su larga silla; se levant bruscamente, y sin mirarme, procedi a dar sus impresiones: A Zola, lo considero como un gran escritor, un valor literario considerable! Luego, mirndome, aadi con un tono amargo y repulsivo: Personalmente no me gusta!... Un momento despus, vino a buscarme para recoger los pequeos montculos de maleza que haba cortado al borde del camino de entrada que conduca a un bello csped. Me dijo: Mire usted, Franois, est mejor as? S, desde luego, pero el pequeo sendero que conduce al pozo tendra tambin necesidad de un arreglo parecido. respond.
171
l se dirigi all y cort muchos brotes, incluso algunas ramas. Trabajaba con ahnco y tena calor; y, Dios mo, que contento y feliz pareca, demostraba seguramente ms placer mojndose all, pues no haca mucho tiempo que haba llovido, que en una gran velada en casa de una Alteza. Cuando hubo acabado exclam: Creo que habra sido un buen jardinero; en cualquier caso, esto me divierte mucho! 15 de julio. El seor de Maupassant se daba algunos baos en el Sena en vez de duchas, pero no le resultaba demasiado efectivo. Lleg una joven pareja de sus amigos de Pars dndole una sorpresa. Quedaron a cenar, lo que le produjo un gran placer. Durante la comida, les cont su visita al doctor Grubby, de la calle Saint-Lazare en Paris y explic el rgimen extremadamente complicado que le dio: nada de pan, pero, en su lugar, tres veces al da unas patatas a la inglesa, huevos, bajo todas las formas, pescado en todas las comidas, mucha ave y fiambre de carnicera, as como purs, pocas legumbres verdes, nada de caza mayor ni vino, pero dos litros de leche diaria como mnimo al da. Yo no hablo aadi de los medicamentos, lo que sera demasiado largo; pero me pregunto como mi estmago podr resistir este amasijo de alimentos. El 17, el oculista vino a almorzar con el seor, cuyos ojos no vean mejor. El 20, volvi a consultar con el doctor Grubby, y por la noche me cont que le haba hecho hablar: Cuando me dijo acab su letana, fij mi mirada en sus ojos con insistencia. Entonces l se solt: A usted, seor de Maupassant, que es un hombre inteligente, prefiero decirle la verdad. Yo no trato de persuadirlo; sin embargo, permtame decirle que obtengo muy buenos resultados, y usted ve que
172
todas las cosas que yo le he dado pueden serle muy tiles y sentarle muy bien.. El seor de Maupassant concluy: Estaba informado. A continuacin, trat en la medida de lo posible, de hacer seguir, sin exageracin, ese rgimen a mi seor; pues seguramente sera bueno como reconstituyente. El doctor Grubby falleci hacia 1899, a la edad de noventa y tres aos, y, curiosidades del destino, en los ltimos meses de su vida, no quera tomar ms que consom, exigiendo a su criada que fuese a buscarle el caf de Franois, el antiguo servidor del seor Guy de Maupassant. El seor, aunque fatigado, ofreci en estas fechas, algunas comidas, entre otras un almuerzo que permanecer famoso por su matelote de anguila llamada matelote la Mre Didier, que debi quedar en el recuerdo de algunos invitados. stos no debieron olvidar el embarque, bajo un tremendo aguacero, en el Saint-Georges, yate de recreo, que se haba amarrado ante la casa para una excursin por la tarde. Todo el mundo pareca apresurado de subir a bordo; se esperaba sobre la orilla, pero apenas unos instantes despus, la lluvia redobl su intensidad. Caa con rabia, en todos los sentidos, pero esto no impeda que la gente riese. Las damas, en lugar de utilizar sus sombrillas, las arrojaron a la embarcacin que las conducira al barco; tambin ellas se calaron. Que importaba! Incluso se rean!... Cuando todos embarcaron, y todo fue reconocido, del Saint-Georges salieron unos poum, poum impresionantes. Era un barco de vapor. Nuestro Bel-Ami no haca ruido, se deslizaba sobre el agua suavemente, tan grcilmente como un cisne, sin ninguna trepidacin ni olor a carbn. Pero aqu haba vapor. La lluvia ces, no era ms que una fuerte granizada; la costa de Mantes estaba despejada, no quedaban ms que
173
algunas nubes blancas recorriendo el cielo. El sol caa a plomo sobre el puente, donde las damas se haban ido a instalar, pidiendo al astro en lo alto que se mantuviera all para acabar de secarlas. El Saint-Georges vir; se pas bajo el puente elstico de Triel. Yo me volv, no se vea ya nuestra villa; se pas Villenes; en Mdan, ni una persona tuvo una sola palabra para el seor Zola, ante la casa de quin se pasaba. Poissy abrasaba. Marchaba bien ese barco y yo lo poda comprobar con placer, pues debamos recorrer la Meuse, de Namur a Rtterdam. Llegamos a Herblay; aqu, el campo no es bonito; el propietario del yate baj a tierra para comprar unas gallinas, a fin, segn l, de complicar un poco su cena, que le pareca ms que mediocre en comparacin con el almuerzo que Maupassant haba ofrecido; se le dijo que a bordo no era la misma cosa que en la casa. Pero su vanidad estaba en juego y no escuch a nadie, subiendo a bordo dos gallinas flacas, nerviosas, con los huesos salientes. Incluso sin ese suplemento intil, haba una cena muy completa y muy buena. El mal tiempo haba remitido, el sol muy caliente hizo olvidar la tormenta, todo el mundo estaba sentado en la popa sobre el puente. Se estaba alegre, y de vez en cuando, algunas notas de un fragmento de pera discurran sobre la estela que dejaba el Saint-George e iban a perderse en los matorrales que bordeaban las orillas del ro. Se organiz una partida de pauelo, pero no tuvo xito. Ese juego no est hecho, sin duda, para el aire libre. Por lo dems, no hubo necesidad de juegos; el propietario del barco se encarg de distraer a sus invitados; con sus buenas maneras de caballero supo distraerlos con divertidas gracias. Adems, era un buen muchacho, saba divertir, tena una magnfica cabellera negra, un bigote ligero y fino, la boca rosada, como la de una jovencita, un mentn un poco
174
puntiagudo, todava brillante del ltimo afeitado. Tambin deba tener xito con las mujeres. Yo advert que una de ellas sobre todo no cesaba de mirarlo, no le quitaba la vista de encima; a veces, abra sus ojos muy grandes, despus lentamente se unan los prpados, como si se escapase una caricia, conservando durante un largo momento la forma de una almendra apenas abierta. Qu juego de miradas! Al mismo tiempo se vean las aletas de la nariz dilatndose; sus labios, rosados, pasaban a un malva plido, casi blanco; un gran suspiro del corazn inflaba su blusa. Ah! Bella dama, usted nos hizo asistir all a una verdadera llamada de amor; todo en usted parece decir a aqul que usted mira: Es a m, o prefieres a todas? Y l, dndose cuenta, comprendiendo su estado del alma; estando l por ella pleno de pequeos sentimientos y delicadezas; mientras pronunciaba su nombre, todo vibraba en l. Todo su ser estaba posedo; cuando l le hablaba, era con una dulzura infinita, se senta estremecerse su corazn. Mi seor tambin tena su parte de xito con las damas; pero ese buen moreno eclipsaba todo. El seor no era celoso, al contrario, l siempre le segua y se las compona para facilitar las conquistas a su amigo. Se encontraba tambin a bordo un pintor (amable por momentos, pero a menudo ensoador, pensando en la tela, en el retrato que haba dejado en su taller sobre el caballete), un jefe de negociado de un ministerio y dos hombres de mundo, que sin ningn tipo de protocolo me propinaron unas palmadas por extender el mantel sobre la mesa y disponer los cubiertos Se cen temprano, an era de da y tambin porque todo el mundo tena apetito tras ese paseo sobre el agua y al aire libre. En la mesa, siempre la misma franca alegra; se bromeaba y los platos desaparecan como por arte de magia. El champn era el vino preferido, y la grandiosa aurora boreal que cubra en ese momento el cielo, le proporcionaba un bello tinte
175
rosado dentro de las copas de cristal tallado. Hay que decir que tambin me parecan un poco rosados los rostros de todo el mundo. Mi trabajo haba acabado ya y me fui a cenar con los mecnicos. Lleg la noche y nos encontramos en tinieblas; los fuegos del lado del barco arrojaban sus luces hacia delante y no proporcionaban ninguna claridad sobre el puente; se encendieron linternas venecianas; enseguida resurgieron los nimos. En lo alto, las estrellas parecan pequesimas; una de las jvenes, una condesa, exclam: Oh! Es el cielo que enva un beso a la tierra! El pintor, que tena bajo su mirada una especie de cuadro mgico, con las damas sentadas en grupo en la popa del barco, iluminado de farolillos de todos los colores, sali de su estado semi letrgico y respondi: S, seora, un autntico beso de fuego. Luego se dedic a describir cientficamente el fenmeno, pero eso no satisfizo a la condesa. Estoy segura, seor de Maupassant, dijo sta, que usted conoce alguna cosa sobre el beso de estos poderosos elementos. Bien poco, seora respondi el autor de Une Vie, y lo lamento en esta ocasin que parece interesarle tanto. Pero sobre el arte de besar, del amor, si usted lo prefiere, vea lo que nos dice Michelet sobre los habitantes de los mares y tambin de algunos vegetales, que saben darse felicidad por encima de todo lo que La dama no le dej acabar; le tom precipitadamente de un brazo y se fueron al otro extremo del barco para finalizar su conversacin, para gran decepcin de los dems invitados que tambin queran or el fin de la explicacin. Hubo recriminaciones y se les oblig a regresar; ambos rean y fue necesario casi empujarlos para llevarlos a sus
176
lugares, pero fue imposible obtener el menor esclarecimiento sobre la definicin del Beso y del Amor. Todos callaron cuando una bella dama se puso a decir toda la felicidad y el bienestar que ella experimentaba en ese encantador paseo sobre el agua, por esa serena velada, con unos amigos y amigas tan alegres: Me parece que me quedara de buen grado toda la noche, deseando incluso que se prolongara indefinidamente. Entonces mi seor le dijo: Es un placer que yo he saboreado a menudo. Cuantas veces el alba me ha sorprendido sobre este hermoso ro, por all, del lado de Chatou! Espero que no fuese solo? pregunt la dama con cierta picarda... Como el seor no respondi, todas las mujeres, a coro, le instaron a pronunciarse. Pero aqul que ha escrito Au bord de leau, ese poema vvido y de una tan gran fuerza, supo mantenerse sin pronunciar ni s, ni no, lo que hizo patalear a las bellas pasajeras, y la expresin de fino normando surgi de todos los labios El cielo se estaba agrandando desmesuradamente, no se perciban ms que algunas luces dispersas. Yo me deca: Desde que estamos navegando, vamos sin duda a desembarcar en Mantes o en Elbeuf. Un paseo a lo Maupassant. Todo el mundo se ver obligado a dormir en un hotel. Pero me equivocaba; a la una de la madrugada, abordamos al puente de Saint-Germain. Unos coches estaban all, esperando para llevar a Pars a las damas y a algunos caballeros. Mi seor, sus amigos ms intrpidos y yo, fuimos a tomar el tren a SaintGermain y llegamos a las tres de la maana a la calle Montchanin. El 21 de julio, el seor decidi regresar a Paris. No estaba contento con sus mdicos; la ltima semana era el doctor Grubby quin le confesaba que lo trataba por la persuasin;
177
hoy era su oculista que le daba a entender que el mal de los ojos no era ms que una continuidad de un mal general, y que para obtener una mejora, sera necesario mejorar su estado de salud. Al respecto, el seor pens que la vecindad del Sena era tal vez muy culpable del estado nervioso en el que se encontraba en ese momento. Tambin hizo remontar los barcos a la drsena de Poissy, y el 25, parti para Paris, a donde llegue yo igualmente por la noche con el coche de la mudanza. El 27, tomamos el tren para tretat donde el seor de Maupassant se reencontr con gran satisfaccin con su fuerte ducha, con el agua muy fra de sus pozos. Despus de algunos das, experiment una sensible mejora y se dedic a trabajar. Notre Coeur estaba en marcha, pero la abandon durante una semana para escribir una crnica destinada al Gaulois, y un cuento cuya idea le haba llegado de sbito. Lo tengo absolutamente todo, delante del espritu me dijo. De hecho lo escribi en cuatro das; llenaba setenta y dos pginas de papel escolar, sin una tachadura. Mientras lo acababa, mi seor lo hizo copiar, pues quera conservar el manuscrito. Durante este trabajo, la joven Pussy se haba subido sobre el escritorio de mi seor. En algunos trazos de lpiz, dibuj su silueta: Mire usted, me dijo esta pequea Pussy. Pues bien, valdra la pena habituarla a permanecer sobre mi escritorio tan tranquilamente como su madre. Tiene un temperamento mucho ms sensible, ms felino, el ruido de mi pluma deslizndose sobre el papel turba su reposo; siempre conserva la actitud que usted ve en ella, dispuesta a dar un ligero golpe con su pata a mi pluma cuando chirra un poco. Si mi proveedor ordinario tiene un papel ms satinado, usted podr tomarlo preferentemente
178
La sociedad habitual de mi seor lleg aqu en parte y por la tarde se jug al tenis. Desde las seis hasta las siete, el seor prctic esgrima en el jardn; prefera el aire libre a su sala de armas. Aproximadamente todos los das, se cenaba en la Gillette; por la noche se hacan proyecciones de sombras chinescas o se representaban comedias. El nuevo saln, unido al antiguo comedor, se prestaba completamente a este tipo de divertimentos. Una maana, como yo llegaba del jardn con mi delantal lleno de judas verdes, encontr a mi seor en la cocina, mirando su mapa celeste, y, esta vez estaba de mal humor. Me dijo en un tono breve: Franois, le ruego que ponga atencin y cierre todas las ventanas de la casa antes de que el da decaiga. Esta noche, apenas pude dormir, prob en las camas de todas las habitaciones, y haba araas en todas. Siento por esas bestias una gran repulsin, no puedo explicarme el motivo, pero les tengo pnico. Esas traidoras bestias suben por los balcones y llegan as a las ventanas. Cirrelas entonces antes de la noche, se lo ruego. En el transcurso de la tarde que sigui a esa aciaga noche, el seor me pidi que subiera delante con dos lmparas encendidas. Haba cerrado todo, ventanas y contraventanas; por todas partes pareca una negra noche. Comenzamos la caza de las araas; pasamos en primer lugar revista a tres habitaciones, donde no nos encontramos ms que algunos pequeos insectos de largas patas delgadas que portaban un pequeo cuerpo, y que eran totalmente inofensivos. Pasaron fugazmente a mejor vida, sin trnsito. A continuacin, nos volvimos a la habitacin azul, reservada a los amigos. El seor coloc una lmpara en cada esquina del lado de la ventana, luego removi las cortinas; esta vez, vimos escapar dos grandes araas, que rpidamente se refugiaron detrs del espejo de la chimenea.
179
Yo propuse retirar ese espejo que no era muy grande. Pero mi seor se neg: No, no, temo que se produjese algn dao en el frontal de este espejo que, segn lo que me ha dicho mi madre, es la obra de un mstico, y que representa las armas de los Lepoittevin, si hubiesen portado sus ttulos de nobleza. En efecto, ese frontal era frgil y delicado. Se vea en el bajo dos lanceros que soportaban varios jarrones de flores vacos parecindoles faltar un poco de aplomo. Estos jarrones estaban coronados de dos amorcillos caminando, con una pena visible, sobre el filo cortante de las espadas; parecan hacer un esfuerzo por alcanzar dos cabezas de leopardos, y sus pequeas figuras rubicundas parecan tambin querer abrazarse. Todo estaba cubierto de pintura blanca, poco agraciada para el tema. El seor de Maupassant abri la cama en medio de la habitacin, luego me hizo dejar mi posicin al lado de las lmparas para ir a ayudarle a tender una gran banda de tela negra en la alcoba. Despus de lo que me hizo aproximar una luz contra el muro para iluminar bien la parte posterior del espejo. Durante ese tiempo, l se haba ocultado detrs de la tela negra, donde se puso a emitir unos sonidos imitando una dulce msica. Esto no dur mucho, las dos gallardas salieron de su escondite, ganaron el borde de la cornisa y, a la carrera, se refugiaron en la parte sombra, entre la tela negra y el fondo de la alcoba, donde fueron capturadas. Sus cadveres se depositaron sobre una silla con las de los pequeos arcnidos tomados al principio, y escoltados de Pussy y de Pel, fuimos a llevar esos despojos poco apetitosos a la charca de los peces. Los cadveres de los insectos ms pequeos fueron atrapados de un bocado, pero para los de los grandes, se necesit un cierto tiempo. Viendo esto, mi seor me dijo: Tal vez he cometido un error dando esas gruesas araas a los peces, pues tienen unas ventosas muy venenosas.
180
Vea usted como los peces dudan en tomarlos. Sentirn el veneno? Es muy posible. Son unas bestias tambin. Pussy asista, muy seria, a esta escena. En cuanto a Pel, brincaba sin parar y saltaba de vez en cuando junto a su amo. Ese pobre Pel no tena nada de lo que haca falta, ni un poco de la inteligencia de su padre, el grave Paff!
181
CAPTULO XIII
18 DE AGOSTO DE 1889
La gran fiesta de Sainte-Hlne. El gran yate Bull-Dog transporta a la alta sociedad. Las lavanderas normandas. El asno de un doctor humanitario. El Sphinx-Cottage . Coro pastoral al antiguo estilo sobre la pila. El Crimen de Montmartre y el pintor Marius Michel. Incendio inextinguible y slvese quin pueda. Huida del asesino hipottico. Lotera divertida. Es el gallo Un conejo para la seora Arnould. Pitonisa visionaria Mil quinientos curiosos alrededor de la Gillette.
tretat, 17 de agosto de 1889. Unos pintores instalados en el pequeo camino, cerca de la cocina, finalizaban un cuadro representando El crimen de Montmartre; mi seor los admiraba y sonrea satisfecho; luego, dirigindose a m, me pregunt: Y bien, Franois, est todo dispuesto para maana? Tiene todo lo necesario, los toneles, tablas, blusas, sombreros, gallinas, conejos, el puesto de adivinacin, los bidones de petrleo y la prisin, las mangueras de riego y las dos bombas en buen estado? El cuadro decorativo es sensacional y va a estar terminado. Maana dir usted a Eugnie que vaya a casa de Vimont y traiga sangre, lo ms caliente posible. Los uniformes de bombero han llegado y he visto a la adivina, est muy conseguida. Se ha puesto de acuerdo con la seora Lecoeur para los pasteles? 18 de agosto. Era el da de Sainte-Hline. Los marinos de tretat y los baistas que daban su habitual paseo por la playa, abrieron desmesuradamente los ojos al advertir un
182
enorme yate a vapor, el Bull-Dog, con los colores franceses en su gran mstil y el de los del Club de Francia en la popa. Unas chalupas descendieron al agua para conducir a tierra a toda la gente de la alta sociedad que estaba a bordo. Bajo un suave sol, con un mar en calma, esas barcazas blancas se deslizaban lentamente, con gracia, bajo la cadencia de sus remeros, sobre ese manto verde con fondo esmeralda como no se ve ms que en tretat. Los pequeos barcos cargados de damas con vestidos claros, sombreros engalanados con flores, con sombrillas de todos los matices, mas bellas las unas que las otras, parecan jardines flotantes, mientras se aproximaban a tierra. Los pescadores y los baistas, personas amables, se adelantaron para facilitar el desembarco. Una vez sobre los guijarros, las damas se arreglaron, sacudiendo sus vestidos. De pronto advirtieron no lejos de ellas, una hilera de gorros blancos que hacan unos movimientos continuos de vaivn. Se aproximaron y cual no fue su sorpresa al ver sobre la playa a unas mujeres ocupadas en lavar la ropa sucia en una fuente que discurra hacia el mar en medio de gruesas rocas. Un pequeo asno, atado a una carreta, estaba all, en medio de los paquetes de ropa mojada. Una de estas damas le frot el lomo con su sombrilla; quera acariciar a ese valiente animal que era nico en su especie en el pas. Pero no pudo aproximrsele debido a los montculos de colada que lo rodeaban y se alej lamentndolo. Este asno haba sido ofrecido a las lavanderas por un doctor humanitario motivado por piedad observando el dao que les produca a esas pobres mujeres cargar sobre sus espaldas los gruesos fardos de ropa mojada, hasta lo alto de los acantilados, donde la tendan a secar. Una de las damas dijo: Cmo me divertira chapoteando con esas buenas mujeres en esa agua tan clara!
183
Hum! exclam una vecina, por un momento tal vez! Y aadi: Pero creo recordar que el seor de Maupassant me dijo que un riachuelo pasaba por su casa. Sin duda es el que viene a desembocar aqu. As era, en efecto. Ese riachuelo, hoy subterrneo, que pasaba bajo la Gillette, era antao el ro del Gran Valle. Todos los hoteles de tretat fueron ocupados. No estaban nicamente los invitados que haban llegado por mar, otros provenan tambin de Dieppe, de Fcamp y de los castillos de los alrededores Hacia las dos, toda esa gente se diriga por grupos hacia la calle Alphonse-Karr; tomaban la gran calle y llegaban a un paseo en cuya entrada varios paseantes advirtieron una inscripcin sobre la puerta de un chalet oculto en medio de una frondosa vegetacin y una profusin de flores. Sphinx-Cottage Este nombre debi despertar ms de un recuerdo entre estos paseantes de la alta sociedad parisina, pues el que all vivi durante varios aos, hizo tales brechas en esa sociedad que su recuerdo tal vez pudo atenuarse pero no se borrar jams. Una vez pasado el paseo, todas las sombrillas se abrieron, abrigando bellos rostros que queran dejarse quemar por el sol; unos vestidos largos y medio largos barran el polvo del camino. Se lleg enfrente a una capilla donde se oa a unos ingleses, habituales de tretat, cantar como unos bienaventurados. Algunos pasos ms y las primeras personas llegaron a la puerta de la Gillette, que estaba completamente abierta. En el prado, a la derecha, situados sobre unos toneles, se encontraban unos msicos tocados de enormes sombreros, vestidos con unas blusas azules muy largas, tan largas que no se vean sus pies, pareciendo no ser ms que uno con el barril sobre el que
184
se sostenan. Daban la bienvenida a los invitados, soplando con toda la fuerza de sus pulmones, sus instrumentos, ejecutando un a ira encontrado por mi seor entre las partituras de msica de su abuelo: Ese fragmento dijo y la vestimenta de los msicos son de la misma poca. Los ecos de las ltimas notas se haban perdido en el acantilado desde donde llegaban a todo el mundo. El jardn y la finca normanda presentaban una vista encantadora con todas esas bellas personas de bonitos vestidos de colores tornasolados. Pero lo que destacaba ante todo era la gran alegra de la reunin. Cuando todas las presentaciones fueron hechas, el seor, ayudado de algunos ntimos iniciados, organiz un baile grandioso en la pradera. Todo el mundo participaba. Todava puedo ver a mi seor Llevaba una dama de cada mano, tena el corazn alegre; bailaba y entretena a sus bailarines. En cuanto a ellas, se rean talmente como si l no las hubiese sostenido bien y estuviesen a punto de caer. De vez en cuando una de esas damas perda un zapato y emitan unos gritos y unas risas que llegaban a ocultar el sonido de los instrumentos. Enseguida se pas al juego del balancn en el que dos bomberos aficionados lo ejecutaban sobre la charca, donde uno de ellos caa y se sumerga en el fondo. Luego, se interpret el Crimen de Montmartre, escena vvida ante la cual todo el mundo desfil. Este crimen estaba representado en un fondo de un color propicio al tema El decorado haba sido diseado con efecto por el pintor Marius Michel. Un sargento de pueblo suspendi a su mujer por los pies y, con una malsana curiosidad, le practic una seccin en el vientre, queriendo ver aquello que no comprenda. La sangre flua a chorros, autntica sangre.
185
Como cuchillo, era el estilete de mi seor el que estaba clavado en la herida. El efecto era estremecedor, sorprendente de realismo; varias de las damas estaban impresionadas y se ocultaban los ojos para no ver ms. De pronto, en un grupo, se seal al asesino. Todo el pblico, ayudado por los bomberos, procedi al arresto del criminal, a quin se le condujo de inmediato a prisin. Al cabo de algunos instantes el prisionero prendi fuego en su celda y aprovech el estupor general para huir. Los bomberos hicieron su trabajo, llevando sus mangueras y tratando de extinguir el incendio. Pero cuanta ms agua arrojaban, mas se avivaba. Result que esa prisin estaba totalmente construida de madera y de paja y haba sido empapada de petrleo. En los paseos que bordeaban el incendio, toda la gente senta un gran placer viendo subir aquellas bellas llamas, lo que confirmaban los bomberos, y, de sbito, dirigieron sus mangueras sobre unos grupos de damas, dejando consumirse la prisin por completo. Unos gritos partieron de todos lados, producindose un slvese el que pueda. Mi seor se vio obligado a enviarnos para hacer parar esa diversin. Con algunas toallas, el mal fue rpidamente reparado. Era, entre parntesis, una reproduccin del gnero que explotara ms tarde con xito el Gran Guiol. Se recuper un poco el aliento yendo al buffet en el que la seora Lecomte du Noy haca los honores con su natural simpata. En ese momento su hermosa cabeza de artista, como deca mi seor, estaba perfecta, totalmente engalanada de flores intencionadamente dispuestas. Una lotera sucedi al melodrama. Se haba colocado en el fondo del jardn una mesa con unos estantes. Haba all unos jarrones y tiles de cocina de todo tipo. Incluso yo mismo me sorprend al ver expuestos dos pequeos jarrones rosas chinos muy antiguos. Todos los nmeros fueron distribuidos y el sorteo comenz. Cada lote le era entregado enseguida al
186
afortunado ganador y todos los asistentes se rean hasta retorcerse, pero el clmen fue cuando mi seor cant el nmero 16, una voz clara respondi: Aqu! El seor exclam: Es el gallo Y yo deposit en las manos de una joven seorita un gallo vivo, enorme, y para que no se aburriese solo, le di tambin una gallina. Con un animal en cada mano, la joven estaba turbada, tanto o ms que los animales, sintindose mal sujetos, hacan todos sus esfuerzos para escaparse. Por supuesto, se produjo una carcajada general. Se cant el nmero 29. La seora P. Arnould levant el brazo tendiendo el billete. Este nmero dijo mi seor gana un conejo vivo provisto de todo su pellejo. Yo di su lote a esa dama, aconsejndole que lo tomara por las orejas, lo que hizo no sin quejarse: No podr nunca llevar esta bestia! Si, seora le dije mtalo en el maletero de su coche. Entonces, marchndose de lado para mantener al conejo alejado de ella, la dama se puso en camino para ganar la entrada del jardn. Varios invitados la seguan, demostrando un gran regocijo viendo su turbacin. Cada dos por tres, el conejo daba golpes de rin y cada vez, la dama profera un grito y daba un paso hacia atrs. De todos modos no lo solt Se haba organizado tambin una barraca de adivinacin; la seora R experta en el arte de la quiromancia, durante toda la duracin de la fiesta, distribua sus predicciones a las damas. Ah, mi pobre Franois me confes despus de la sesin ya era hora de que esto acabase, pues mi silla y mi persona se acabaran fundiendo en una sola cosa. En fin, no
187
hay nada sin pena, pero incluso me he divertido a expensas de esas grandes seoras. La mayora de ellas crean lo que les dije, se lo aseguro; es asombroso! Era la hora de sentarse a la mesa. Todos los ntimos de la Gillette estaban all, y, adems, algunos aficionados que amablemente haban prestado su concurso en la organizacin de la fiesta. En ese final de jornada, todo el mundo se divirti mucho y se propagaron buenas palabras que se enviaban esas nobles personas con la rapidez de las pelotas de tenis en un partido disputado. A pesar de todo, mi seor no tena esa noche toda su amplitud de alegra de costumbre. La fiesta haba marchado bien, era cierto, pero se adverta que l habra querido algo mejor. Al da siguiente, vino a la cocina a hacer girar el mapa celeste, que haba abandonado desde haca algn tiempo atrs y me dijo: Esto ya ha pasado, pero es enojoso no estar completamente aislado para este tipo de diversiones! Ha visto usted alrededor de los setos y tambin sobre la costa, a toda esa gente? Estoy seguro que habra bien unas mil quinientas personas Si tuviese una gran casa y una propiedad bien cerrada, lo hara mejor, puede estar seguro. Y me explic su plan que no me pareca irrealizable. Termin dicindome: En esa ocasin no seran de doce a quince las personas que usted tendra que atender bajo el mismo techo, sino de ochenta a cien. Una risa alarg su bigote y se fue a dar un paseo a la charca y a su finca normanda. Ese mismo da, encontr sobre la ruta del Gran Valle a la bella Hlne de la calle Saint-Lazare. Llevaba de la mano a dos hermosos muchachitos de cinco o seis aos, uno rubio y otro moreno. Me rog que pidiese al seor que la recibiera; pero l
188
ya la haba visto y vino a decirle buenos das; eso fue todo pues l no reciba ms a esas amables damas
189
CAPTULO XIV
FIN DE AGOSTO, SEPTIEMBRE Y OCTUBRE 1889
Excursin nutica en Italia. Un paraso sobre el gran Azul. Los relatos de a bordo. Un recuerdo a la bella Allouma de la Main gauche. Los viajes en las largas travesas de Raymond. Sobre las costas del Japn. un barco de flores. Msica de ensueo de noche. Los olores de Gnes. En la niebla. Escalas en Porto-Fino y en Sainte-Marguerita. Alborada en el Bel-Ami. En Florencia. En los museos. En la bsqueda de figurillas. La iglesia de San-Paolo. Reflexiones tolstoinianas sobre la guerra. En Pisa. La seora de Maupassant espera en Cannes a su hijo afectada de una breve crisis.
A finales de ese mes de agosto, emprendimos un viaje a Italia en el yate. Partimos del puerto de Cannes al amanecer, para aprovechar la brisa, franqueamos el paso entre la punta de la Croisette y la Isla Sainte-Marguerite, dejando el golfo Juan a la izquierda. Poco despus, el sol apareci encima del cabo Antibes, como una bola de fuego que ascenda al cielo. Este hecho presagiaba una calurosa jornada. Tras costear algn tiempo, estbamos en alta mar, habiendo doblado casi el cabo. Pero eso fue todo. El viento de la maana haba dado paso a una calma chicha generalmente provocada por el gran calor. Por la tarde, sin embargo, se levant una brisa del Este que nos transport ms all de Villefranche. All, mi seor nos hizo admirar la belleza de la costa. Ah abajo dijo est Beaulieu, un verdadero vergel de vegetacin. Encima est la ruta de la Corniche que es esplndida para recorrer.
190
Algn tiempo despus, pasamos ante la punta de la Mortola y Bernard anunci que abandonbamos aguas francesas. La penumbra lleg, se colocaron las lmparas en su lugar y fueron tomadas las disposiciones para pasar la noche. Se acord que yo hiciese con Raymond la primera guardia hasta las dos y que luego Bernard y el piloto tomaran el relevo. La segunda jornada de navegacin fue menos calurosa, mantenindose la brisa constante. Nuestro seor, despus del almuerzo, tom el timn. Entonces los dems pudieron comer sobre el puente en la proa, a la sombra de la vela. Acabado el almuerzo, las velas estaban suficientemente infladas por el viento y nuestra joya de navo discurra tranquilamente sobre el mar azul. Nos sentamos muy bien; el pecho se dilataba y los pulmones aspiraban con delicia este aire tan puro. En una palabra, era el autntico paraso sobre el agua. Cada uno quera hablar, decir alguna cosa y, la verdad, el fondo de todas las conversaciones derivaban en la encantadora vida que llevbamos a bordo que ya haba hecho de todos nosotros una improvisada familia. S, no haba duda, las amistades, la camaradera, la vida familiar que se lleva a bordo de un barco, estrechan pronto esos lazos. Se dira que el hombre, sintiendo la nada completa a su alrededor, tiene necesidad de amistades e instintivamente, hace todos sus esfuerzos para conseguirlas. Estbamos reunidos sobre el puente y para pasar el tiempo nos pusimos a contar historias. El piloto, siendo el mayor, habl el primero; nos cont en su pintoresco lenguaje, una mezcla de italiano y francs, la curiosa historia de un naufragio en las costas de Sicilia. Luego fue el turno de Bernard. Nos detall una de sus historias juveniles donde abundaba lo picante. Cuando finaliz, dijo al seor de Maupassant:
191
Yo no estaba casado en esa poca. A lo que el seor respondi: Crame bien, mi bravo Bernard, eso me resulta indiferente. Cuando me toc a m, cont una aventura escabrosa que me haba ocurrido en Argel dos aos antes, buscando un apartamento. Haba acabado mi historia, y todo el mundo se rea todava; me preguntaba si no haba ido demasiado lejos en mi relato, cuando mi seor me dijo: Muy bien, Franois, eso es muy rabe. Nos hizo entonces la descripcin del gnero de vida de las mujeres kabilas. Esta vida, aunque complicada, ms extraordinariamente salvaje, tena mucha analoga con el cuento Allouma, publicado en el volumen La Main Gauche. Allouma, esa mujer rabe convertida en la amante de un rico francs, colono en los alrededores de Thniet-el-Haad, tena la necesidad, de vez en cuando, de atravesar las planicies de arena para regresar a su tienda. Y cuando por fin se repona de ese placer, retomaba de vuelta su largo y penoso camino a travs del desierto, llegando muerta de fatiga, servil, a los pies de su amante. Era el turno de Raymond. Se aproxim al seor y le pidi permiso que por supuesto le fue concedido. Comenz: Yo haca por aquel entonces, grandes travesas por China. Era joven y vigoroso y no me faltaba valor, se lo aseguro. Habamos salido de Marsella en el Agrilla, velero de primera categora para su tamao. ramos treinta y seis tripulantes y todos buenos mozos. Como en anteriores viajes, atravesamos muchos mares y ocanos. Por aqu y por all, un golpe de viento, una avera, pero todo eso no importaba. Lo ms enojoso con la vela, era la calma, y la calma, en esos largos viajes, hacen perder la cabeza a los marineros.
192
Despus de siete meses en el mar, el capitn nos dijo un da: Muchachos, hemos llegado. Todo el mundo abra los ojos con estupor pues no se vea todava tierra. Se navegaron algunas millas ms y la orden de fondear fue dada. Percibimos muy lejos una costa baja que formaba una punta y se perda en el mar. Se comunic enseguida con tierra y dos das ms tarde, unas chalanas vinieron a recoger nuestra mercanca y a traernos la que debamos transportar a Francia. La tripulacin estaba un poco preocupada por verse obligada a permanecer en pleno mar. Al menos, en China, decamos, se entraba en puerto y se bajaba a tierra! Esta vez bamos a permanecer diecisiete o dieciocho meses de balanceo sin un cuarto de hora de interrupcin. Nos hacamos todas estas reflexiones, pero nadie se quejaba, pues nuestro capitn, hombre enrgico, era la personificacin de la bondad, y todas la tripulacin lo quera mucho. Al cabo de algunos das vimos que nos abordaba un ballenero repleto de gente. Enseguida nuestra curiosidad, como puede imaginarse, fue aguijoneada y cada uno se preguntaba que significaba eso. Lo que era ms extrao es que, viendo a todas esas personas, no podamos adivinar su sexo, pues en ese pas, los vestidos masculinos y femeninos se parecen extraamente. Una vez hubo subido todo el mundo a bordo, el patrn con una sonrisa un poco guasona, nos dijo que esas treinta y seis mujeres japonesas all presentes haban venido para distraernos durante la estancia que el barco deba permanecer en ese lugar. Participad un poco, como se dice en Marsella, de la alegra de todos. No tratar de hacerles un cuadro de ese paraso de Mahoma. Deben comprenderlo, y yo, cuando pienso en ello, siento todava un estremecimiento correr por mis venas. Lo que
193
s puedo afirmar es que nuestras compaeras fueron amables. Nos ensearon las danzas de su pas. Un hecho destacable y que tiene su inters para describir someramente el carcter y las costumbres de esas extranjeros, era que hacan todo lo que podan por ser fieles a cada uno de nosotros; cada una reconoca muy bien al que haba elegido. Yo no habra podido hacer otro tanto, teniendo en cuenta que para m, todos esos rostros color limn se parecan. Esas cinco semanas, como pueden imaginarse, nos parecieron cortas en semejante compaa y los adioses fueron conmovedores Aqu, Bernard interrumpi el relato diciendo con aire bromista: Venga ya, charlatn! Raymond le respondi: T ests celoso, viejo, y habras querido participar de nuestra ganga. En todo caso, se podran rer an ms tarde, pues tal vez pudimos haber contribuido a renovar la raza amarilla. Raymond, diciendo esto, estaba entusiasmado. Se habra dicho que era Jean Bar, dando la orden de hundir la escuadra inglesa. All arriba, el seor de Maupassant me hizo servir el t y encarg para la tripulacin alguna infusin. Enseguida pidi a los marineros algunas informaciones sobre los pases del extremo Oriente. De noche estbamos todos sobre el puente, el barco apenas avanzaba, Bernard llevaba el timn y mi seor estaba cerca de l. De pronto dijo sorprendido: Escuchen, se oye una msica! Era cierto, se oan unos sonidos muy armoniosos procedentes de la costa italiana. Eran de una dulzura inexpresable. Se habra credo soar, as acunados sobre el mar entre el cielo y el agua, tan grande era el encanto de esa noche
194
tranquila; el mar era como un mantel de aceite, de un azul oscuro. Mi seor, orgulloso de haber odo esa msica lejana, dijo: No sera sorprendente que alguna ballena viniera a pasarse por aqu, la msica las atrae, y es sorprendente que esa bestia, tan dulce como grande, sea tan sensible a los sonidos armoniosos. Algunas horas ms tarde, unos cachalotes sopladores, pasaron cerca de nosotros, haciendo un ruido de tempestad en la superficie del agua. Al da siguiente atracamos en PortMaurice. El seor fue a dar un paseo por tierra y a su regreso me dijo: Franois, esta ciudad no tiene nada de bella, ni de rica. He querido cambiar 100 francos y he debido recogerlo todo en calderilla. No hay oro y como pasaremos todava aqu la jornada de maana, le rogara que fuese hasta Monte Carlo a buscar oro, lo que ser ms cmodo para el viaje. 12 de septiembre. Tenamos Gnes a la vista. Franqueamos la entrada al puerto. All, debimos presentar nuestro certificado de salud antes de entrar en el puerto comercial. Mire, Franois, me dijo el seor qu magnfico puerto! Eh, bien. Yo prefiero sin embargo el de Marsella respond. No obstante, repiti l este es muy bello. A fin de evitar choques accidentales con los barcos comerciales, fondeamos el Bel-Am en la parte trasera del puerto, denominada Vieja Drsena, pero a mi me daba la impresin de que estbamos all peor que en el gran puerto. A nuestro alrededor, no tenamos ms que barcos estibando sus cargamentos de aceite, de jabn, de sardinas ms o menos
195
estropeadas. De este enjambre emanaba un olor insoportable. Tambin, desde el da siguiente, el seor estaba dispuesto a abandonar ese lugar. No se sabe con certeza murmur a que costa ir; por todas partes uno se siente mal, y no se camina ms que sobre inmundicias. Gnes me hizo pensar en esa dama mundana de Tnez, que no sala de su casa ms que con un gran velo negro que le llegaba hasta las rodillas. Ese vestido de tela, siempre feo, ocultaba con frecuencia un encantador rostro, de bellos ojos y una boca y labios rosados y sensuales. Gnes, no obstante, dejaba ver toda su fealdad, unas fachadas sucias y negras. Tiene por otro lado, cosas hermosas, palacios, museos, grandes riquezas y tambin bellas mujeres, como Tnez. Despus de haber abandonado Gnes, navegamos lentamente, siguiendo a distancia la costa que conduca a Porto-Fino. Mi seor pareca experimentar un bienestar real al aire libre y un placer an ms grande al no tener que volver a oler ms los nauseabundos olores del mercado italiano. Una noche, en la que Bernard y yo habamos tomado un relevo de dos horas, nos encontramos rodeados de una espesa niebla. Le dije a Bernard que no poda distinguir nada ms all de diez metros, a lo que me respondi: Cuando se es marino, Franois, hay que ver, incluso a travs de la bruma ms espesa y algunas veces a travs de las tempestades que acompaan siempre a los truenos y a los rayos deslumbrantes. As que mire bien, es imprescindible ver. De pie, en la proa, sujetando con una mano la cuerda de la vela, intentaba ver lo mejor que poda, pero era imposible distinguir otra cosa que no fuese una espuma gris y compacta. Transcurri as una hora aproximadamente. Luego unos cambios sucesivos se produjeron; la espuma fue tomando un tono blanco que formaba una cortina y estrechaba menos la lnea visual. Luego, yendo y volviendo sobre ella misma, la
196
espuma ligera, desapareciendo en la masa lquida, produca los colores ms variados, el violeta se mezclaba con el amarillo claro, unos focos azules pasaban a travs del rosa plido. Este juego de magnficos matices me intrigaba mucho. En ese momento comenzaba ya a ver. Esa gran banda blanca, donde se confundan todos los matices del arco iris, desapareci en las aguas bajo la poderosa presin del sol que apareca a lo lejos, totalmente rojo; sus rayos continuaron haciendo fuerza sobre la bruma y, majestuoso, se elev, calentndonos todo el da. Bernard me dijo entonces: Esta vez ve usted, Franois? S, respond pero me gustara ver ese fenmeno volverse a repetirse otra maana. Haca varios das que nos encontrbamos en alta mar con calma, no avanzando ms que lentamente cuando, hacia las dos de la tarde, el piloto nos anunci que divisaba Porto-Fino. S, nos dijo lo reconozco por su campanario. Todos nos pusimos a mirar en la direccin que indicaba. No distinguiendo ninguna interrupcin en la costa, hice partcipe de mis dudas a mi seor. l consult sus mapas con su comps. El mapa localizaba Porto-Fino detrs de un pequeo cabo, mejor dicho, una punta. El seor me dijo: Franois, usted es un miope del estilo de la seora de Maupassant, que reconoce las costas la primera cuando yo navego con ella. A las cinco, el ancla fue lanzada en el pequeo estanque de Porto-Fino, pero, antes, habamos sufrido algunos golpes de viento descendiendo por las laderas que bordeaban el canal. El seor de Maupassant me dijo: Voy a tierra a tomar una habitacin para pasar la noche. Encontr la idea singular. Qu necesidad tena de derrochar el dinero en tierra cuando se estaba tan bien a bordo!
197
El sueo era tan suave en la pequea litera de la cabina, cuando se estaba mecido un poco por la agitacin del agua! Porto-Fino era encantador, al borde de su pequeo puerto natural y tena detrs unas montaas cubiertas de pinos verde oscuro. La bonita forma de esas redondeces nos haca pensar enseguida en lo que el escultor Falguire omiti intencionadamente poner en relieve su Diane, sin embargo tan perfecta. Despus de nuestra llegada, el seor iba todos los das a recorrer la costa con su bote, y siempre regresaba maravillado de las cosas nuevas e imprevistas que descubra. El Bel-Ami estaba, si me atrevo a decirlo, como en un acuario, pues nunca vi tantos pececillos de todos los colores, movindose continuamente a nuestro alrededor. El seor les daba de comer, recordando probablemente, a los pequeos peces rojos de tretat en los que pensaba siempre aorndolos. El quinto da, Bernard recibi la orden de tomar las disposiciones para un paseo por mar, luego se ira a fondear en la rada de Santa-Marguerite. Desde el primer da, mi seor encontr un apartamento a ciento cincuenta metros del puerto y sobre la vertiente sur de la rada. Lo alquil por un mes: Vea, Franois, me dijo con esta hermosa vista sobre el mar, podr trabajar. Dos das despus, avis a Bernard para que a la primera brisa favorable, aprovechara la ocasin para hacerse conducir a Sistri-Lavente con el barco, y que de all, ira a pasar dos o tres das a la montaa. Una maana, despus de haber atravesado ese bello golfo, llegamos a Sistri-Lavente, con un tiempo extraordinario. Provisto de su bolso de viaje, el seor tom un coche y parti. Nosotros aprovechamos su ausencia y nuestra estancia en ese pas para abastecernos. El tiempo era tan bueno que pasamos la
198
noche sobre la rada de Sistri y no regresamos hasta el da siguiente a Santa-Marguerite. El seor de Maupassant regres al tercer da por la maana. El pequeo pueblo estaba muy animado por un continuo ir y venir de gente, unas banderas fueron colocadas en las fachadas de las casas. Nos preguntbamos lo que querra decir eso cuando un paisano solicit en tierra la presencia del capitn del Bel-Ami. Quera pedir nicamente el favor de poder representar la Marseillaise ante ese barco, sobre el que ondeaba la bandera francesa, puesto que era la celebracin de la unificacin de Italia. El seor lo permiti de buen grado, pero recomend a Bernard que sobre todo no permitiese subir a nadie a bordo. Hacia las tres, el concierto comenz por la Marseillaise y acab con el mismo himno, tan bien acogido por la poblacin como si en el fondo fuesen republicanos. Por la tarde, el seor de Maupassant encarg a Bernard, al que le haba dado algunos luises, que ofreciese un ponche a los msicos. Yo le acompa y asistimos a una velada verdaderamente cmica. Gracias a la generosidad del patrn, esa velada nos permiti relacionarnos con unas personas muy simpticas y de buena posicin en el pas. Creo que fue una lstima que el seor no hubiese podido ver ms de cerca a la poblacin de Santa-Marguerite que le habra proporcionado ms informacin documental que el perfil de un paisano observado en el recodo de un camino4 La estancia en este puerto tocaba a su fin, se envi el barco a esperarnos en Gnes. Durante ese tiempo el seor de Maupassant visit algunas ciudades del interior, Florencia, por ejemplo.
199
Llegamos a esta ciudad por ferrocarril. Pero desde el tercer da de nuestra llegada, mi seor estaba cansado y no sala. Me pregunt si haba visitado los museos. Le dije que no. Puede usted muy bien, visitarlos esta maana me dijo yendo a la oficina de correos a recoger mis cartas, pues no saldr antes del almuerzo. De regreso, no pude impedir expresarle al seor de Maupassant todo mi entusiasmo por haber visto en esos museos tantos cuadros de las escuelas francesa y flamenca, entre otros la Virgen del jilguero de Rafael y tantos otros de los que haba ledo sus nombres en el Louvre de Pars, as como a Bruges cuando yo era ms joven. Adems la capilla del hospicio de Bruges contena cantidad de obras de nombres famosos de la escuela flamenca. Cuando se han visto una vez esas obras maestras no se las olvida nunca de tanto que impresionan. Mi seor me pregunt si haba visto la Mujer de Tiziano. Le respond que no. Pues bien! exclam Yo se la har ver. Desde hace tiempo me he propuesto visitar todos los museos de Blgica y Holanda; cuando haga ese viaje, le prometo llevarle conmigo. Al da siguiente, hacia las diez, fuimos al museo a admirar el Tiziano del que me haba hablado; despus visitamos algunos anticuarios en la bsqueda de figuritas raras. Mi seor compr algunas. Haba all muchas cosas hermosas, pero en las que no encontraba el arte deseado. Eso no vala uno de esos hermosos cuadros de las clebres galeras que ningn precio podan tener, a pesar de su deseo de poseerlos. En el transcurso de uno de nuestros paseos errantes, nos detuvimos en la Plaza de la Seora; enfrente estaba la terraza de los Lanzi. Mi seor mi hizo ver y admirar un monumento, El rapto de la Sabina, luego Hrcules derribando al centauro Nesus de Jean de Bologne.
200
Fuimos a almorzar, llevando nuestras figuras; me pareca muy satisfecho de lo hecho esa maana. Cmo embriagan todas las obras maestras que se ven en esta ciudad! exclam Este bosque de objetos de arte me seduce y me impregna por entero. En la alegra que experimento, creo penetrar en el alma de esos viejos artistas, exaltando su poesa a travs de sus sueos, en sus tan perfectos trabajos. 22 de octubre. Mi seor est mucho mejor. La indisposicin que le hizo permanecer en la habitacin durante algunos das, pareca haber remitido. La ventana de su saln estaba abierta y miraba pasar un regimiento de caballera sobre los andenes que pasaban por el Arno, del lado opuesto. Estos caballeros, totalmente uniformados, tocaban unos instrumentos que producan unos melodiosos sonidos y muy dulces, lo que indujo a mi seor a comentar: La msica de este regimiento me recuerda a un instrumento que se utilizaba antiguamente en casa de mi abuelo para provocar el canto de los pjaros. Luego me ley un fragmento de una carta de su madre, que le deca que viera la vieja iglesia de San-Paolo que era muy interesante. Tras el almuerzo partimos en la bsqueda de esa iglesia. No tardamos demasiado en encontrarla. La iglesia conservaba las banderas y trofeos tomados al enemigo en el campo de batalla. Eran numerosas esas gloriosas reliquias que se perdan all entre andrajos descoloridos. Un bedel nos acompa bajo la bveda de ese monumento y nos explic la procedencia de todas esas banderas, lo que provoc en mi seor la siguiente reflexin: Todo eso que nos cuenta est muy bien, pero eso es lo de menos, lo realmente importante es el nmero de vidas humanas que han debido costar esos trapos y que habran
201
podido ser tiles a su pas mucho mejor que sacrificndose en esas guerras que no sirven de nada excepto hacer mal a todo el mundo. Soy un enemigo acrrimo de la guerra! Yo pensaba que mi seor tena razn. Al salir de ese panten de objetos sagrados, mi seor me habl ampliamente del valor de los pueblos que haban vivido bajo ese sol y clima tan magnfico y agradable. Volviendo de Florencia, nos detuvimos algunos das en Pisa, hermoso pueblecito de mucho carcter, clebre por su torre inclinada, que yo admir tanto como su catedral de irreprochables lneas. No dejamos de extasiarnos antes las puertas de baptisterio con sus amorcillos de bronce, gordos como nios de dos aos, que servan de picaportes. Al lado se encontraba el Campo-Santo pero estaba en un lamentable estado, pues todas las pinturas que decoraban las paredes no estaban en absoluto protegidas contra las inclemencias de las estaciones. A las seis de la tarde del 31 de octubre, estbamos en Cannes. La seora de Maupassant se encontraba en la puerta del apartamento para recibir a su hijo. Desde que lo vio, una gran emocin se apoder de ella, su voz estaba trmula; apenas pudo articular sus nicas palabras: Mi querido nio! Una vez dentro, mi seor le explic que haba padecido una crisis intestinales Florencia y que haba permanecido algunos das en su habitacin pero ya se senta mejor, y que esperaba que no se repitiese. Durante la velada continu dando detalles a su madre sobre su estado y su viaje. Antes de dejar la casa y despedirse de ella, la seora vino a la cocina, me tom ambas manos y me agradeci mucho los cuidados que haba dispensado a su hijo
202
desde nuestra partida de Cannes. Gruesas lgrimas fluan de sus pobres ojos enfermos y su dama de compaa, llorando ms fuerte que ella, se la llev. Despus de diez das de reposo, el seor de Maupassant estaba mucho mejor, haba recuperado su buen aspecto habitual.
203
Paris. Noviembre. Nos mudamos. Nos trasladamos de la calle Montchanin a la avenida Victor-Hugo, a pesar de todo lo que intent disuadir a mi seor de este deficiente traslado a un entresuelo situado encima de un horno de una panadera. 25 de noviembre. Haca cinco das que estbamos en el nuevo apartamento. Por la maana el seor me dijo: Mire usted, Franois, si lo hubiera escuchado, no habra venido a este apartamento, donde me encuentro tan bin; y no oigo en absoluto el ruido nocturno del horno Desgraciadamente, como ocurre tan a menudo en esta msera vida, las cosas agradables pasan rpido, y esta tranquilidad no fue nada duradera. Todas las noches, del subsuelo, suba un estrpito que sin duda habra despertado a
204
un sordo. Entonces se hizo gestin tras gestin con el arquitecto que haba alquilado ese apartamento a mi seor. No se pudo obtener de ste nada razonable. Fue necesario recurrir a la va judicial. El 18 de diciembre, el tribunal nombr un perito que deba pasar una parte de la noche en el apartamento para proceder a una confirmacin de la denuncia. Para introducir al perito sin despertar las sospechas de la portera y del panadero, mi seor dio una cena a la que este representante de la ley fue invitado. No tuvo ms que quedarse un poco ms tarde que los restantes invitados para percatarse de los ruidos nocturnos que hacan trepidar la casa hasta el sexto piso. Arquitecto de la Alcalda de Pars, me pareci un caballero distinguido y de un tacto perfecto. La conversacin, durante la cena, fue agitada, incluso inquietante, para algunos de los que asista, como yo, sin tomar parte. Varios motivos contribuyeron a exaltarla. En primer lugar las distintas condiciones de los presentes, y tambin, sin duda, la atmsfera de inquietud generada por la epidemia de gripe que nos estaba afectando y que estaba siendo tan mortfera. Todo el mundo estaba impresionado y los nervios ms estables se perturbaban. Estaban presentes varios mdicos; su ciencia, respecto a esta epidemia, fue muy discutida, cuestionada con bastante vehemencia. Los doctores se defendieron como pudieron, pero no fueron convincentes. Una de las damas, con una lgica documentada respecto del tema y verdaderamente desconcertante, les dio el golpe de gracia. Entonces una gran calma se estableci en el comedor; la llama de las bujas vacilaba bajo el efecto del calor y se poda sentir un malestar indefinible; todos los presentes parecan incmodos en su asiento. Sin embargo poco a poco la conversacin se reanim. Esta vez se discuta sobre la cuestin de la muerte y de la vida. Evidentemente todas esas personas no tenan mucha relacin
205
con ese inframundo, no, pero el temor del ms all era profundo en ellos y esto deriv en una disertacin, hasta donde la razn poda, sobre el alma! Varias hiptesis fueron expuestas para demostrar su existencia, pero la duda era lo ms predominante. Uno de los doctores aprovech entonces la ocasin para tomarse la revancha; intent demostrar, mediante una tesis hbilmente concebida para la circunstancia, que el alma era una pura invencin, que no exista. Una calma absoluta sigui a esta negacin. Mi seor haba guardado un profundo silencio. De pronto, con voz firme, dijo: Si estuviese gravemente enfermo, y si las personas que me rodearan en esos momentos, me presentasen un sacerdote, lo recibira para quedar bien! Estas palabras causaron tal estupor que los invitados parecieron sorprendidos. Tenan aspecto de preguntarse si haban comprendido bien. Algunas damas quisieron aprobar a mi seor. Las exclamaciones se intercalaban, las protestas apenas surgan en el tumulto general. Se quera hacer retirar a mi seor las palabras que haba dicho; alguien lleg incluso a decirle: Estoy seguro de que ese recibimiento al sacerdote no sera ms que consolar a los allegados, siempre apenados en semejantes circunstancias. Esta tenaz insistencia ofendi a mi seor; no respondi directamente. Tom una rosa de la cesta en medio de la mesa y la deshoj sobre su silla muy despacio, como si no desease llegar nunca al ltimo ptalo. Su sonrisa forzada me hizo comprender que deseaba que sus invitados tuviesen un poco ms de delicadeza en lo tocante a su independencia de opinin. Esas bonitas hojas blancas, ligeramente perfumadas, que l arrugaba entre sus dedos, en otro momento le habran inspirado alguna poesa Su pensamiento estaba lejos de ello.
206
Al da siguiente por la maana, mi seor encontr sobre la mesa una nota del perito: confirmacin de ruidos ms que suficientes. Gracias a ello podra conseguir la rescisin de su contrato de arrendamiento. A pesar de la satisfaccin que le produjo este informe, observ que permaneca sombro; cuando le serv su t, me dijo: Cmo puede haber personas instruidas que tienen el espritu fuera de lugar en sociedad! Pero no olvidar. Despus de todo, si me apeteciese recibir a un sacerdote en mi lecho de muerte, sera muy libre de hacerlo, supongo! Adems mi opinin no cambiar nunca sobre este aspecto, pero no quiero aceptar esas puestas en escena, que tienden a hacerme pensar como otros La noche de ese mismo da, regres alegre, con su buen humor de siempre. Lo ayud a vestirse y me dijo que vena del domicilio del seor Taine. He ido me dijo a leerle mi relato le Champ doliviers. En su rapto, me declar que eso era de Esquilo. Luego, mirndome, vio que no comprenda; entonces me explic que Esquilo era un autor incomparable, un poeta de genio, el genuino creador de la tragedia griega. Una dama de tez plida estaba ya en nuestra puerta, avenida de Victor-Hugo, desde las nueve de la maana; pregunt por el seor de Maupassant Yo crea haberla visto ya; era una rusa que haca un poco de literatura pero se inclinaba sobre todo por la poltica Despus de su almuerzo, el seor sali; pas por la biblioteca para poner algo de orden y encender el fuego. Vi que los amorcillos que coronaban los morillos de Enrique II desaparecan bajo dos cosas negras que haban revoloteado justo sobre la alfombra. Era papel quemado; sobre la losa del mrmol, unas pequeas esquinas de papeles quemados haban
207
escapado a las llamas. En esos fragmentos, reconoc el manuscrito sobre Italia que yaca all entre las cenizas. Apenas crea lo que mis ojos vean. Iba a dirigirme hacia el rincn de la biblioteca, donde se encontraba el manuscrito, cuando observ sobre la mesa de mi seor algunas hojas donde el haba anotado con lpiz azul: adis! No haba duda, ese manuscrito de 220 pginas, de un inestimable valor, no exista ya! Contena los recuerdos de los viajes que mi seor haba hecho a Italia. En esas hojas contaba, con una piedad todava ms expresiva que aquella que le inspir su artculo titulado La Guerre, los sentimientos que le eran familiares sobre ese gran tema. Mostraba las dames de Vicente encerradas en una caverna, las luchas de Pisa, de Florencia y de Milan Estaba todo tan bien descrito, tan bien expresado que podan seguirse los acontecimientos como si hubiesen ocurrido ante nuestros propios ojos. Era asombroso, se senta el olor de la sangre en los campos de batalla que l describa; era, en una palabra, una descripcin tan poderosa como la realidad. Despus, mi seor, trataba de los hombres de artes y sobre todo de los de genio superior de ese pas. En la pgina 176, narraba la vida de un turista enfermo en el viaje y atendido en una habitacin del hotel por su servidor. En este hecho tan simple, el autor de Notre Coeur se haba excedido. Toda la sensibilidad del ser doliente haba hablado, lo que me haba parecido de un sentimiento tan intenso que en mi opinin, el seor de Maupassant no haba escrito nada ms hermoso. Ms tarde, en la Vie Errante, algunas pginas que haban escapado al fuego fueron corregidas y publicadas Yo intent saber la causa de esa destruccin, pero mi seor permaneci impenetrable sobre ese punto; solamente un par de veces me dijo hablando de Crispi:
208
Ese ser tan despreciable hace bastante dao a su pas! Hasta el punto que no quiero incluso leer ms lo que este hombre sin ideas hace publicar por mediacin de sus peridicos en relacin a Francia y al temperamento de su pueblo. Pero si un da me llegase a encontrar cara a cara con l, no s si podra contenerme! Creo que le dira algunas cosas que lamentara or Despus de haber odo varias veces al seor expresarse con tanta acritud sobre el asunto de Italia, llegu a la conclusin que haba preferido sacrificar su obra antes que hablar bien de un pas cuyos dirigentes perseguan a Francia con su prfida animosidad. Pero de todos modos, por qu destruir su bello manuscrito! Destruirlo? Esto poda servir a la poltica rusa, que vena sin duda a defender a esa eslava de la patria de Turgueneff de las visitas matinales. Llegamos en los primeros das de enero de 1890, yo estaba afectado de una fuerte gripe. No queriendo soportar por ms tiempo el ruido del panadero, mi seor se decidi a partir para Cannes. Nos mudaremos en el mes de abril. Hecho singular! Pareca dejarme aqu con cierta satisfaccin que yo no lograba explicarme. Usted no est bastante bien me dijo para llevarlo conmigo. Por otra parte, tendr probablemente otras crisis de esa maldita enfermedad. Descanse, piense, yo le escribir y le dar noticias de la seora. Del 12 de enero al 15 de marzo, fecha del regreso de mi seor a Pars, recib varias cartas, todas ms o menos similares: Mi buen Franois, Le agradezco que haya realizado mis encargos y haya llegado a un acuerdo con mi editor. Me alegra saber que su
209
salud est mejor. Bsqueme un apartamento para abril; que sea confortable, con cuarto de bao. Confo en usted; lo que haga estar bien. La seora est bastante contenta de su salud de momento. Por lo dems, en el invierno, sus ojos han mejorado. Crea, mi buen Franois, etc. Observ que mi seor no me hablaba de su propia salud. Cuando regres a Pars, lo encontr ms fatigado que a nuestro retorno de Italia. No le hizo sus caricias habituales a Pussy. Tambin era cierto que esta pequeo gatita se haba vuelto cada vez ms salvaje, se escapaba a la proximidad de cualquier persona. El seor me dijo que el animal tena necesidad de aire libre y de libertad. La llev a casa de un portero de un hotel de nuestra avenida, donde haba un gran jardn y unas caballerizas. Pensaba que all, se encontrara bien, cuando diez das despus ese amable hombre, vino a decirme que, en opinin del veterinario, se haba debido sacrificar al pobre animal. Esa noticia me entristeci mucho, todos los que la haban conocido, tan inteligente, tan gentil, no sala de mi pena. No se lo dije a mi seor; era intil apenarlo contando el fin trgico de esta pobre gatita a la que tantas veces haba acariciado. Estbamos a finales de marzo; mi seor alquil un apartamento en la calle Boccador pero no nos mudamos hasta el 30 de abril. El seor estaba mejor, pero no lo bastante bien para acometer los ltimos captulos de Notre Coeur. El ruido de la panadera le impeda dormir de noche, lo que le provocaba gran ansiedad y le haca sufrir mucho. Como tuvo algunos das en los que nada tena que hacer en Pars, se decidi a ir a Inglaterra, a casa de su amigo, el barn de R,
210
que no cesaba de reclamarle la visita que le deba desde su estancia en tretat. A su regreso de Inglaterra, apenas entr en el apartamento, el seor me pregunt si su bao estaba preparado, y me dijo: Me voy a meter enseguida, pues no puede imaginarse lo cansado que estoy. Ni me siento. Esos malditos ingleses, esa supuesta sociedad distinguida, me han dejado en este increble estado, son talmente aburridos e irritantes de lo fatuos que son y sin sentido comn! Verdaderamente Qu gente insoportable! Tambin he acortado mi estancia. No he estado all ms que ocho das, y crame bien que si no hubiera encontrado en ese inspido pas a una flamenca de Gante, de sangre generosa, con un extraordinario perfil y una garganta oh, que garganta... de mrmol como estoy seguro que Van Dick, su gran pintor no ha encontrado en su larga carrera!, pues seguramente, sin esta belleza, ya habra regresado a las cuarenta y ocho horas Un poco ms tarde, en 1892, encontr al barn en la Avenida de los Campos Elseos. Se apiad sinceramente sobre la suerte de su amigo, pero con las palabras, las frases, de un hombre que se senta enfermo. El grato recuerdo que l haba tenido de la atencin de mi seor me emocion profundamente. Dejndome, aadi: Es una desgracia, un espritu tan bello, un literato que rayaba la perfeccin! Y un buen humor siempre igual! 30 de abril. Calle Boccador. Estbamos aqu desde haca diez das, y mi seor llam a Kaklter para que le instalase unas grandes cortinas en su habitacin que quera transformar. Eso es dijo lo que ms me urge. El tercer da, su habitacin y la biblioteca estaban terminados; tena dos piezas para trabajar y acab Notre Coeur
211
sin ningn problema, dando al mismo tiempo algunos consejos al tapicero, que decor completamente el saln de un verde oliva. El techo estaba hecho de una tapicera con grandes personajes; sobre los paneles se erigan tambin unas tapiceras representando paisajes y vegetacin. La alfombra era color salmn, el mobiliario se compona de sillones, sillas y canaps casi todos de diferentes estilos, pero la mayora eran Lus XVI y recubiertos de viejas sedas. Sobre la chimenea, un bloque de mrmol blanco, enorme, estaba un reloj de pndulo, autntico Lus XVI, con dos candelabros muy bajos. Las cortinas estaban bien surtidas de tonos; el dorado de las puertas y de los espejos haba desaparecido bajo las telas. El conjunto era de un buen gusto perfecto y proporcionaba a mi seor un bello saln. El comedor no tena ms que dos muebles antiguos; sobre las paredes, estaban colgados algunos cuadros y unos viejos platos de Rouen. Estaba todo muy bien. Esta sala tomaba la luz del da por un gran ventanal de cristal, que daba sobre la avenida, desde donde se perciban el puente del Alma y, enfrente, en el cielo, se destacaba la torre Eiffel, a la que el seor no admiraba mucho, excepto cuando se producan tormentas. Le interesaba ver los serpenteantes flujos de luz elctrica efectuando su luminoso recorrido a lo largo de esas enredadas escaleras de hierro. Quedaba en ocasiones, mucho tiempo en su gran ventana, como la llamaba, para mirar ese fenmeno y todo lo que pasaba era en ese gran espacio que tena ante s. Aqu mi seor tena un apartamento perfecto: sala de bao y duchas, sala de armas y cinco habitaciones que daban al exterior, al Midi, todas independientes. Dejando abiertas todas las puertas que se encontraban alineadas, podra hacerse una caminata de veintids metros en lnea recta. Era un sueo para al que le gustase tanto caminar trabajando. 18 de mayo. Tengo preparado, desde hace algn tiempo, el apartamento de soltero de mi seor, aqu, muy cerca, en el
212
bajo de nuestra misma calle, y, a pesar de esto, recibi a una mujer all. Ah estaba la razn por la que la colocacin de las cortinas de su habitacin era tan urgente! Era peculiar! Yo apenas conoca a esta mujer; entrando, ella pronunci solamente el nombre del seor de Maupassant, y, sin mirarme, como un autmata, entr en el saln. Ni ese da, ni los siguientes, es seor me coment nada de la presencia en casa de esa desconocida. Una maana en la que mi seor daba su caminata de un extremo al otro del apartamento, vino a buscarme al comedor y me dijo: Tengo dolores en las articulaciones. A partir de maana comenzar a tomar baos de vapor. Le ruego que disponga todo. Despus de haber tomado tres o cuatro, e incluso habiendo abreviado la sesin hasta el extremo de reducir el bao a diez minutos, el seor debi de abandonar ese tipo de terapia. No estaba ms de cinco minutos en su silln, cuando en un abrir y cerrar de ojos toda la sangre le suba a la cabeza. l lo reconoci y, para evitar la congestin, tom su dicha simple, siempre, claro est, seguida de fricciones sobre todo el cuerpo con el guante de crin empapado en agua de Colonia. Notre Coeur se termin; mi seor lo ha dado a la Revue des Deux Mondes para una publicacin inicial. Me advirti que el seor Koning, director del Gymnase, vendra una de esas maanas Despus de esta visita, durante la que haba podido or la poderosa voz de este caballero, mi seor me cont el objetivo de la presencia de ese director de teatro: Me ha pedido si quera rehacer, segn mi punto de vista, y tambin un poco segn sus premisas, el manuscrito de una pequea obra que el seor X ha versionado de uno de mis cuentos. El asunto me parece muy fcil, me da un mes para
213
ese trabajo, pero yo le he citado aqu dentro de quince das porque ya estar hecho. Ese caballero lleg con puntualidad a recoger el manuscrito, que ley en voz alta antes de llevrselo. Qu voz! Yo nunca haba odo una voz tan potente. En ciertos pasajes, que encontraba logrados, gritaba y dejaba expresar todo su entusiasmo de director y quizs tambin de artista No obstante se dio cuenta de que me seor haba omitido varios trucos por l indicados; se lo hizo notar, pero no como reproche, y, muy contento, march. Yo lo vi todava en la antesala, gordo, bajo, el rostro iluminado, con unos cabellos de un negro azabache. Con su gruesa mano, roja y regordeta, llev el manuscrito de Musotte a lo ms profundo del bolsillo interior de su chaqueta, y, estrechando la mano de mi seor, le dijo como despedida: Espero, seor, que cuando yo tenga la direccin de ese teatro creo que se refera al Vaudeville usted no podr negarme una obra suya, que ser un excelente negocio para m teatro y un triunfo para usted, se lo aseguro. Mi seor lo dej partir sin responderle, pero rea dulcemente; era casi un beneplcito. Junio. Los mdicos que mi seor consultaba en esos momentos eran partidarios de una alimentacin muy reconstituyente, sin tener en cuenta la dificultad de sus digestiones. Fue necesario que comiese mucho, al menos cuatro veces al da. Por la maana le daba yema batida, a medioda carne poco hecha, casi sangrante, pur y queso; a las cuatro una crema cocida, por la noche una cena completa. Se mantena con ese rgimen rico en alimentos fcilmente asimilables, pero no se obtena mejora como yo deseara Ofreci varias cenas y recibi cumplidos sobre su bonito y confortable domicilio. Se admiraron sus magnficos platos antiguos de Rouen; uno de sus invitados, gran
214
aficionado, los intent comprar, pero el seor no quiso desprenderse de ellos a ningn precio; por otra parte eran hermosos, pintados con esmero, ovales y con asas recortadas, lo que aumentaba mucho su valor. Al da siguiente de esa cena, mi seor pas revista a sus platos y los ajust. Nunca se toman demasiadas precauciones! El 17 de junio, hacia las dos, el seor fue a casa de su editor por el lanzamiento de su nuevo libro. Notre Coeur iba a aparecer el 20, y, esa vez, haba tenido trabajo varias tardes. Pero haba alguna cosa que no puedo definir. Se volvi, me habl y vi que no tena ese entusiasmo que de ordinario segua a la publicacin de una de sus novelas. Acab por decirme: No puede imaginarse lo desagradable que me resulta la parte comercial! Finales de junio. Notre Coeur ha tenido una buena prensa; las ediciones aumentaron. Por esta razn, el seor de Maupassant tena motivos para estar satisfecho. No ocurra lo mismo con su salud. Desde haca un mes, l no estaba, por expresarlo de algn modo, en este mundo; por la noche no tena un gato al que acariciar cepillndolo. Es ahora cuando se diverta en la oscuridad haciendo saltar chispas elctricas en sus cabellos que hacan bastante ruido al pasar el peine, sobre todo en la zona que rodeaba las orejas. Daba un paseo despus de cenar, regresaba, descansaba antes de acostarse; a pesar de estos miramientos, dorma mal. Desde las once de la noche a las dos de la madrugada, me llamaba siempre tres o cuatro veces, bien por una taza de manzanilla, bien para aplicarle ventosas. Era un procedimiento que me pareca eficaz, pues, casi cada vez, hacamos desaparecer el dolor o al menos aliviarlo. La dama desconocida volvi varias veces. Su actitud no haba variado; entraba y sala siempre de igual modo, no era una cualquiera; aunque estuviese demasiado perfumada, no
215
tena nada de las profesionales, no perteneca tampoco a esa sociedad distinguida a la que mi seor frecuentaba. Era una burguesa del ms alto nivel; todo en ella denotaba el gnero de esas grandes damas que han sido educadas, bien en los Oiseaux, o en el Sacre-Coeur. Se ven en ellas buenas y rgidas maneras. No creo equivocarme, conozco la impronta de esas casas; durante varios aos he podido apreciar a personas de alta alcurnia donde trabaj antes de entrar al servicio del seor de Maupassant. Yo no le habl mucho, pero intu perfectamente que esa inteligencia que no se mostraba haba sido bien modelada y era de una sorprendente amplitud. Era de una belleza notable y llevaba con una gran clase sus vestidos, siempre gris perla o gris ceniza, ajustados en el talle por un cinturn bordado con autnticos hilos de oro. Sus sombreros eran sencillos y siempre haciendo juego con su vestido, llevando sobre su brazo un pequeo chal, si el tiempo era dudoso o amenazaba lluvia El 3 de julio, estbamos en Aix-les-Bains. Mi seor nos instal en un pabelln dependiente del Hotel de lEurope. Ese bonito nido estaba en un camino perdido, sobre la ladera que se elevaba en la costa del Revard. La vista era maravillosa; se poda ver le Dent du Chat, enfrente, dominando la cadena de montaas que rodeaban el lago Bourget en su lado sudoeste. El seor de Maupassant coma en el hotel, dado que l no haba ido all para escribir, sino para recabar unas notas para lAme trangre. Varias veces al da, iba a la villa de las Flores; segua de cerca y por todas partes, tanto como era posible, a una princesa rusa que resida en el pabelln ocupado antao por la emperatriz Eugnie Un da me cit durante la noche en su vivero de flores humanas, como l deca, y me present a la dama en
216
cuestin Despus de haber perdido dos luises jugando a los caballitos, me retir y fui hasta orillas del lago donde se repeta hasta el infinito la imagen de la luna en su superficie. Continu durante mucho tiempo en el serpenteante csped que discurra segn el deseo caprichoso del borde del lago; oa, en la profunda calma de la noche, fluir las agua de las fuentes que descendan murmurando. Que hermoso recuerdo conservo de esa velada! Esa bella claridad, esa tranquilidad, el tenue ruido del agua, esa tibia suavidad y ese perfume de hierba que el sol haba calentado durante todo el da! Me habra acostado con mucho gusto a la luz de las estrellas, sobre todo si hubiese tenido a mi disposicin un barco donde estara dejndome mecer sobre esa agua tan clara y tan limpia. Pero eso no eran ms que sueos, mi seor deba haber entrado: me apresur a regresar a nuestro pabelln. Al da siguiente, durante el almuerzo de los carteros, gracias a algunas palabras en ruso, entabl relacin con el ayuda de cmara de la princesa. La vspera, habamos hecho rodar las bolitas sobre la alfombra verde del caf, y, al da siguiente a las cuatro de la tarde, tom un exquisito t ruso con crema, en el saln de la dama de compaa de su Alteza. Dos das ms tarde fuimos juntos al teatro del Crculo. Aprovech para dar a mi seor las informaciones que deseaba ardientemente acerca de esta personalidad extica, de las que supo sacar un maravilloso partido. Nuestra princesa tuvo un lugar destacado en lAme trangre5. Nunca comprend como el seor pensaba interpretar la situacin de esta dama en su novela. Lo que puedo decir, es que al lado de mil pequeos detalles interesantes de la vida de esta princesa, me haba impresionado que tuviese dos amantes que no la dejaban nunca y que, como dos corderitos amados y dciles, dorman en dos pequeas camas colocadas a ambos lados de la de Su Alteza. El prncipe consorte era, segn decan, un funcionario de elevado
5
217
rango que vena raras veces a Francia, slo cuando su servicio as lo exiga. Una tarde haca tanto calor que renunci a pasear. Volv al chalet, llevando una caja de uvas, dado que aqu el seor de Maupassant continuaba, al mismo tiempo que sus duchas, con una cura con uvas blancas. Me oy entrar y me llam. Le mostr la caja de fruta que encontr a su gusto y, depositndola sobre una mesa al lado de la cama, dijo: Con este insoportable calor, he pensado que no sera prudente pasear. Tambin me he echado sobre mi cama y, por una vez en su vida que no tiene demasiado trabajo, trate tambin usted de descansar. Aqu, en el fondo, nos falta aire Comiendo las uvas, me cont su Ame trangre. Pero yo estaba tan sofocado por el calor, en esa habitacin, que no pude recordar lo que me haba dicho. Vindome en ese estado por la temperatura, me autoriz a abrir la puerta del saln y un poco la ventana que miraba al Norte. Eso me reanim un poco; el seor se rea recogiendo sus uvas. Luego me dijo: Lo que le voy a contar ahora no es de una novela, pero es real. Pues bien!, he aqu: El seor X ha contratado en su casa para ayudar a su esposa, a una joven griega muy bella, casi de pura raza. Su candor, su ingenuidad, su juventud, me tienen un poco inquieto hasta el presente; pero no creo estar lejos de franquear el obstculo. Sera verdaderamente una desgracia dejarla a ese viejo una vileza sin nombre un crimen de lesa amor!... Se ro de todo corazn y, volviendo al gran calor que nos incomodaba: Si esto contina aadi voy a enviar una nota a Raymond y Bernard y nos iremos al mar lo antes posible. Bajo la vela siempre estaremos mejor. Le advierto a tiempo. Pero, dgame, si, por casualidad, ve usted un accidente, un crimen
218
cualquiera, en fin, alguna cosa donde haya muerto un hombre de forma violenta, venga a advertrmelo enseguida, me gustara tomar notas sobre ese tema. Dos o tres das despus, volva yo de un paseo sobre la carretera de Marlioz, cuando advert, detrs de un matorral, el cuerpo de un hombre que colgaba de la rama de un rbol. Rpido me dije he aqu una oportunidad para mi seor. Pero enseguida llegaron dos gendarmes, seguidos de una mujer; cortaron la cuerda, el individuo ya estaba muerto, aunque tibio todava Corr a avisar a mi seor. Pero result decepcionante porque me dijo que necesitaba una muerte violenta, por revolver o cuchillo, o un atropello con sangre, etc Hemos subido varias veces al Revard. Mi seor mir mucho tiempo, con gran atencin, todas esas montaas y esos paisajes, que rodeaban Aix-les-Bains. Cierto da, nos quedamos en lo alto hasta el anochecer. El seor quiso quedarse hasta dar cuenta de los menores matices que aparecan en todo ese amplio panorama que tenamos ante nosotros, en una bella puesta de sol. Estaba contento, encontraba el espectculo magnfico: el sol desapareci por la derecha, en un valle, iluminando todava el lago en toda su amplitud y dando a sus aguas un aspecto de enorme incendio; las altas cimas de las montaas estaban ya en sombras. Era la noche que llegaba. Descendiendo, mi seor me dijo: Lo ha visto bien? Todo eso lo encontrar en mi novela. Aix y sus alrededores me han proporcionado un cuadro maravilloso para mover en l a mis personajes. Estoy satisfecho. Es hermoso y siento que todo lo que he visto est bien descrito en mi obra. Diciendo esto se tocaba la frente.
219
22 de julio. Mi seor pareca alegre, y, entre dos carcajadas prolongadas, me anunci que partamos para Cannes, dentro de dos das en el tren de la tarde para evitar el calor del da: Pasaremos, va Valence; haba pensado en el ferrocarril de los Alpes por Grenoble, pero sera necesario tomar casi todo el tiempo ms trenes, lo que resultara muy fatigoso. Tengo ahora todos mis documentos y mis personajes perfectamente cada uno en su sitio; no hay ms que hacer, veo mis asuntos claros, absolutamente difanos. Anunci a mi amigo el ayuda de cmara de la princesa rusa mi prxima partida. Pareci contrariado. Por la noche, para distraerlo, lo llev a la Villa de las Flores y lo inici en el juego de los caballitos, donde haba venido con la firme intencin de recuperar los dos luises que haba dejado all algunos das antes. Cuando mi amigo hubo comprendido el sistema, me puse a jugar por mi propia cuenta, l me sigui el juego. Durante una hora, la suerte nos favoreci; luego hubo altibajos. A las once, le dije que me iba. Pero l quera continuar a todo trance; una palidez extraa haba reemplazado el tono rojo violeta de su figura, sus ojos eran como dos llamas ardientes. Yo lo vea absorto en el juego; pero de todos modos me lo llev; quera pagarme no importaba que, con tal de que hiciese un extraordinario y no importaba a que precio. Entonces le dije: Amigo mo, la dicha no es eterna, y la suerte todava menos. Cuando se viene de haberla tenido durante un cuarto de hora, lo mejor es tomar un modesto vaso de cerveza, de irse a soar en la cama y de continuar creyendo que se gana siempre Al da siguiente, llegando al almuerzo, observ que nuestra mesa, contrariamente a nuestra costumbre, contena unas copas de champn. Mi amigo el ruso me dijo que era l quin ofreca ese buen vino de Francia a todo el mundo con
220
ocasin de mi marcha, y aadi que no haba nunca podido llegar a contar los luises que haba ganado la vspera con los caballitos Todo el personal de servicio de los clientes del hotel tom con placer su parte de esas libaciones extraordinarias y una franca alegra reinaba al final de la comida. Pero haba un secreto del que nadie sospechaba, era que ese mosto rojo que se acababa de degustar era debido a la suerte derivada de la cuerda del ahorcado que yo haba descubierto ocho das antes en la carretera de Marlioz.
221
CAPTULO XVI
FIN DE JULIO NOVIEMBRE 1890
En Cannes. Se navega con placer a borde del Bel-Ami. Los acorazados y Richelieu. Buen viento. La sobrina del seor. Los dos enamorados de Sur leau. Ese recuerdo inspira al bravo Bernard para gran jolgorio del seor de Maupassant. Impresiones de Bretaa. Franois va de peregrinaje. En la Gruta de Artus viendo bellezas. El seor de Maupassant cuenta a su vuelta un episodio de sus aos escolares en el colegio de Yvetot. En Saint-Tropez. Reencuentro emotivo en el mar del seor de Maupassant y su padre. El Bel-Ami salvado de los arrecifes por la sangre fra de Bernard. La partida de las hermanas de Mireille. En Saint-Raphael. Frjus, los Croiss, Gounod, Alphonse Karr, etc En Niza. La leccin de las hormigas. En Lyon. El aniversario de la muerte de Herv de Maupassant. Aqu yace Confidencias desgarradoras sobre el desaparecido. Quin sabe?
El 28 de julio, el jefe de estacin de Cannes iba y vena sobre el andn, esperando el rpido de Marsella. La presencia de Bernard y Raymond le haba hecho sospechar la llegada del seor de Maupassant, al que vino a saludar con mucha deferencia cuando descendi del vagn; mi seor fue muy sensible y le respondi muy amablemente. Luego fue el turno de los dos bravos marinos, Bernard, con su voz seca, y Raymond, con timbre sonoro, quines presentaron sus saludos de bienvenida al seor. Sus buenas figuras emocionadas decan ms que sus discursos; se vea que esos dos hombres queran a su patrn, no porque el fuese su seor, sino porque el era muy bueno para ellos. Como deca a veces Bernard, el seor es el compaero de a bordo ms que el capitn.
222
El Splendid-Hotel estaba abierto. Mi seor prefiri descansar all provisionalmente antes de instalarse completamente a bordo del Bel-Ami. Al da siguiente por la maana, hacia las 7, miraba el mar y el cielo desde su ventana, luego me dijo: Franois, hace buen da, creo que el tiempo es propicio, voy a vestirme, ir a tomar mi ducha al establecimiento y, a las nueve y media, estar a bordo. Arrgleselas para adquirir las provisiones de la jornada. Almorzaremos a bordo, y haga todo lo posible para estar en el puerto a las nueve a fin de levar anclas tan pronto llegue. Haba una buena brisa y la salida fue fcil. Avanzamos orillando por las bahas de la Napoule y Thoule; pasamos enfrente del domicilio del doctor Magitot, perdido en un repliegue de la montaa, y que se perciba apenas detrs de los reflejos de las sombras de una sombra muralla de pinos. El seor almorz, luego fue nuestro turno. El viento del Este pegaba fuerte, estbamos en la punta del Estrel, el cabo hacia alta mar. Raymond estaba en proa, al lado del extremo saliente, a la sombra del gran foco; Bernard estaba sentado detrs, contra el mstil de popa. Yo me encontraba cerca de l, para estar alejado del movimiento de la viga de madera del velamen. Nuestro seor se abrig bajo su sombrilla blanca fijada en el barco. Tena ambas manos sobre el timn y conduca; todo marchaba bien, el viento se mantena. Creo dijo que navegamos a unos ocho o nueve nudos. Bernard respondi: Eso creo yo tambin. Mi seor estaba contento, feliz, su fisonoma, en esos momentos de emocin, denotaban autntica firmeza y voluntad. Haca unos movimientos sobre su banco y daba de vez en cuando ligeras sacudidas al timn, para hacer dar al
223
barco todo lo que poda de s y por esos impulsos, aumentar todava ms en velocidad el vuelo de su gran pjaro blanco, como a l le gustaba llamarlo en alguna ocasin. Bernard se pudo a hablar, mientras yo registraba el horizonte con el catalejo. De golpe percib dos grandes barcos que tom por carboneros. Pero el seor y Bernard se dieron cuenta enseguida que me equivocaba; eran dos cruceros de nuevo modelo con la proa puntiaguda. Se habl de esas nuevas unidades, de los servicios que podan prestar, de su velocidad desconocida hasta entonces y de lo que se esperaba de ellos. Mi seor aprobaba esos nuevos modelos, atribuyndoles un gran valor para el ataque y la ofensiva. Luego, hablando de los antiguos acorazados, los trat de mastodontes voluminosos. Bernard estaba un poco contrariado y trataba de defender la marina de guerra de su tiempo, cuando l estaba en la flota, pero acab aceptando que el progreso haba avanzado. Mi seor se percat del movimiento de enojo de Bernard; me arroj el salvavidas dicindome: Franois, ha visitado los antiguos acorazados? S, seor, respond hace quince aos, visit en Brest el Richelieu. Y cont las comentarios que o durante la visita a ese navo de tan famoso nombre. S, dijo entonces el seor ese cardenal del que se haba dado nombre a su acorazado tena ms de un agujero en su bolsa, el rey tena su parte, y nosotros, la nuestra, por carambola. Cambiando de conversacin, se interrumpi de sbito: Dgame entonces, Bernard, me parece que el viento amaina? Oh, seor, en estas calurosas jornadas, es extrao que se mantenga tan bien como hoy. Pues bien, entonces, no iremos a Agay y, cuando usted lo juzgue conveniente, navegaremos hacia las islas para entrar
224
en Cannes hacia las cinco, a fin de que pueda dar un paseo para desentumecer las piernas antes de cenar. A las tres, baj a la cocina a hacer el t. Regresando al puente, observ que el barco marchaba muy rpido. Bernard debi tomar el timn para que mi seor tomase su t, pues as le deca: No hubiera podido beber y conducir teniendo los brazos ocupados. Vea me hizo notar como se eleva! En un cuarto de hora, el viento ha doblado su fuerza. Creo que nuestra marcha ha pasado a diez nudos; es extraordinario para un barco de esta eslora. Est dotado de muy buenas cualidades. Del resto, a semejante velocidad, apenas se inclina. El seor retom el timn y vir hacia alta mar. Estaba encantado del buen viento que soplaba. Raymond reemplaz en el timn al patrn que se puso a caminar sobre el puente, dicindome: No voy a dar mi paseo a pie despus de la cena. Estamos demasiado lejos en este momento, por lo que vale la pena quedarnos. Vea como navegamos. Es admirable! Esto es lo que yo llamo navegacin! Y mi seor deambulaba de un extremo al otro de su barco. Cerraba los puos, lo que en l era un signo de alegra o enojo. Esta vez, era placer lo que experimentaba Volvi a tomar el timn diciendo: Se podra creer que navegamos hacia Argel. Estaba muy bien, pero el barco, esta vez convertido en pjaro por su velocidad, se inclinaba cada vez un poco ms, el agua cubra la mitad del lado bajo del puente. Yo no tena an miedo, pero miraba de todos modos hacia donde se encontraba tierra, donde no distingua ms que un gran crculo de montaas y la punta del Estrel que se perda en el agua. Un poco ms cerca se vean las islas de Lrins, que no formaban ms que una mancha negra en medio de este inmenso espejo que el sol haca deslumbrar.
225
A las ocho, entramos en el puerto de Cannes con la brisa necesaria para no remar. Sobre la drsena, el capitn Pierruque esperaba a mi seor para felicitarlo por la gran velocidad de su velero. El tambin haba estado a lo largo de las islas y nos haba visto. Mi seor le escuchaba sonriendo, estaba orgulloso de su paseo. Entrando en el saln, dijo: Estoy encantado de esta jornada, ha ido maravillosamente. Al da siguiente 29 de julio, acompa a mi seor a Niza. Iba a ver a su madre, la seora de Maupassant, que viva ahora en la villa de los Ravenelles, calle de Francia. Esa casa no tena ms que un piso, pero estaba situada sobre una colina y dominaba totalmente el mar. Con ese hermoso horizonte, bien despejado, era un lugar de reposo y tranquilidad. Llegando, vimos en el jardn una chiquilla de cuatro aos, cabellos rubios en bucles, sujetos nicamente por una estrecha cinta. Sus ojos eran azules, brillante y dulce, su bonita tez blanca estaba ligeramente rosada; era la sobrina y la ahijada de mi seor; se diverta jugando con un cochecito de madera. Su to la llam y ella vino gentilmente a saludarlo, y, retornando rpidamente a su juego, se coloc entre los dos varales y sigui corriendo por un pequeo camino que rodeaba una parte del jardn Entre tanto nosotros llegamos a la casa; la Seora de Maupassant llam a Simone para venir a almorzar, ella respondi s, pero no vino. Su madre fue a buscarla, y regres muy enojada, dejando sus ejercicios de velocidad que parecan gustarle tanto. A las tres, dejamos la villa de los Ravenelles para volver a la estacin. Haca un calor trrido; mi seor me confes que tena calor, luego me dijo que estaba contento de la instalacin de su madre, que el aire era all bueno, entre el mar y la tierra, y que vendra tambin a vivir a Niza el prximo otoo. Al da siguiente, salimos de nuevo con el Bel-Ami. Ya en alta mar, haca un tiempo delicioso. Mi seor deploraba la
226
negativa inflexible de su madre cada vez que le propona que viniese al barco a hacer un pequeo crucero. l se sentira tan feliz de tenerla cerca Almorzamos en el mar y, a las seis de la tarde, arrojamos el ancla en la rada de Agay. Despus de cenar, mi seor fue a dar su paseo por tierra. Al da siguiente, muy temprano, se fue a la montaa para saludar al ermitao al que le gustaba encontrar en su potica soledad. Pero una decepcin lo esperaba, el hombre haba desaparecido; haca dos meses que no se le vea. El 2 de agosto, el seor fue a Saint-Raphael de madrugada. Entrando, me dijo: Esto es muy bonito, muy potico; las orillas de este ro estn llenas de rboles; al otro lado, enormes prados se suceden. Es encantador, pero no volver, las ramas de los rboles, que penetran en el agua, son un obstculo para remar. La velada era magnfica, las estrellas comenzaron a brillar en la bveda azul, iluminada del lado del levante. Estbamos sentados sobre el puente del Bel-Ami, que estaba fondeado exactamente en el lugar donde se encontraba tres aos antes el pequeo Bel-Ami negro. Mi seor estaba en un silln plegable en la popa, y, como haca tres aos, miraba la montaa, el tortuoso sendero que baja a toda prisa, en el que vio antao caminar una pareja de enamorados que le haban impresionado como la misma imagen de la felicidad. Volvi un poco la cabeza hacia el puente y hacia el agua, donde esos dos seres enamorados haban venido despus de su cena; luego contempl el albergue y la ventana de la habitacin donde estaban recogidos, donde haban hecho brillar una luz rpidamente apagada. Saliendo de su ensoacin, dijo a Bernard: He descrito bien en mi volumen Sur leau, a los enamorados que vi aqu un da? Estoy seguro de que ellos no sospechaban que eran vigilados tan de cerca.
227
Eh, s, s! respondi Bernard con enrgicos gestos de aprobacin, ocupndose de su aficin favorita. Este bravo Bernard no puede or pronunciar las palabras amor o enamorado , sin experimentar la necesidad de contar una de sus historias de juventud. El seor de Maupassant lo saba muy bien y se diverta. Esta vez, nos hizo la narracin de un flirteo que haba tenido con una cocinera de Morlaix y nos explic las seales que utilizaba para comunicarse. Haba especialmente una maceta de flores que se dejaba en la ventana o que se retiraba, segn las circunstancias. El seor rea, pero Bernard, muy serio, continuaba: Ah! Las bretonas, s, seor, son incomparables. Luego esa rivera donde qued durante cuatro meses en un barco desarmado, es seguramente, la ms bella de todas las que he visto en mis numerosas vueltas al mundo; est encajada entre dos grandes cerros, cubiertos de rboles varias veces centenarios, y esa cinta de agua salada, que discurre como un pequeo ro comn hundindose en el seno de la tierra, hara creer que se est en medio de un bosque accidentado, si el movimiento del barco no le recordara a uno que est sobre un suelo mvil. Tambin estaba el gran viaducto que franqueaba el ro, pero no lo vea a menudo, la ventana de mi amiga estaba en el lado opuesto En ese momento el narrador se detuvo Raymond estaba dormido en la proa del barco. Su sueo se acompaaba de sonidos quejumbrosos, Bernard quiso despertarle, el seor se opuso. Para buscar diversin, l me dijo: Franois que conoce tan bien la Bretaa debera contarnos algunas caractersticas de las costumbres del pas. Les cont que haba hecho una parada en Huelgota, un rincn muy bonito del lado de los Montes de Arre. All, haba visto unas rocas de una belleza notable, entre las que se
228
encontraban un grupo denominado el Menage de la Vierge. Un da de fiesta, me paseaba en un bosque de los alrededores de Huelgota; segua a un arroyo que pasaba bajo los bosques; las gruesas races de los rboles que se enredaban sobre sus orillas formaban unas barreras naturales que multiplicaban hasta el valle vecino las pequeas cascadas blancas de espuma. Para completar la poesa del lugar, unos pintores, inmviles en la hierba, ante sus caballetes parecan jugar al escondite. De improviso se descubra un poco en todos los rincones, el curso de este maravilloso riachuelo, cuya sombra era producida por ramas de follaje ligero, con los tonos ms suaves. Yo caminaba siempre un poco al azar, no sabiendo donde me encontraba, cuando observ, en un sendero un poco ms a la derecha, unas cofias blancas que se dirigan todas por el mismo lado. Conclu que en esa direccin deba encontrarse alguna cosa de inters. Tom entonces el mismo camino; como quin no quiere la cosa, segu a un grupo de jvenes. Despus de haber subido dificultosamente, durante un momento, un sendero bastante largo en forma de caracol, llegaba a un macizo de pinos enormes, verdaderos gigantes. Al lado, en la izquierda, despus de haber escalado un montculo de tierra, totalmente cubierto de musgo, llegu al fin del peregrinaje, pues se trataba de un peregrinaje lo que animaba a esas jvenes muchachas. No haba capilla ni santos, pero era la Gruta de Artus, un famoso jefe bretn que combati en el siglo sexto contra los Anglosajones por la independencia de su patria. Ms tarde, vendran los hroes de las novelas de caballeras, las leyendas de la Mesa Redonda y del Santo Grial. Me ubiqu detrs de un matorral para ver lo que vena a hacer en esa gruta toda esa juventud femenina. En primer lugar, entraron o ms bien se deslizaron agachando mucho la cabeza bajo un montn de piedras, despus pasaron por una especie de gran chimenea para salir sobre la plataforma o techumbre de la gruta, que estaba hecha de grandes losas. Una vez en lo alto, se
229
ponan a bailar, a rer, a cantar a voz en grito. Se trataba de quin cantaba ms fuerte. Llegado el momento de descender, no regresaban por la abertura que haban tomado para subir sobre el techo de la gruta del gran Artus, ya que cada una de ellas se dejaba deslizar andando hacia atrs entre dos piedras abiertas que formaban un corredor. Este descenso no era posible sin levantar las faldas hasta la cabeza; arrojaban entonces divertidos grititos, pues ninguna de ellas llevaba pantaln, de modo que dejaban ver todo lo que el Creador les haba dado. Los pjaros, muy numerosos en este lugar, fueron ofuscados en su pudor por un espectculo tan singular? Me permit creerlo, pues, durante un instante, cesaron sus cantos, para retomarlos enseguida con empeo. Se estaran contando, sin duda, lo que haban visto Mi seor rea de buen grado: Usted siempre tiene la suerte, me dijo de llegar en el momento preciso. Nuestra hilaridad fue ruidosa. El hecho es que Raymond se despert de sbito. El seor quiso tambin contar su historia: Yo tena catorce aos, estaba en el colegio de Yvetot. Se nos daba de beber una horrible bebida que se llamaba abundancia. Para vengarnos de este malvado trato, una noche, uno de nosotros lleg a introducir la mano en el manojo de llaves del director. Cuando ste y los encargados de la disciplina se durmieron, nosotros tomamos en la despensa y en la bodega todo lo que habamos encontrado con las mejores marcas, como vinos finos y aguardiente, y, con mil precauciones, todo fue subido al tejado del colegio, donde nos dimos un atracn de todos los diablos Eran las cuatro de la maana cuando nos despertaron. Como yo era uno de los cabecillas y sobre todo tenda a mantener la responsabilidad de mis actos, eso me vali la expulsin. No me disgust, pues, en
230
el colegio de Rouen donde se me envo a continuacin, estaba muchsimo mejor Pasando a otro orden de ideas, mi seor dijo: Muy bella la mar, esta noche, y qu particular ese creciente de luna plateada iluminando esa punta de tierra, que nos separa casi del mar! Y esos pinos ralos, se diran siluetas de guerreros, unos centinelas avanzados de algn cuerpo armado!... Y ahora, mis muchachos, si ustedes quieren, todo el mundo a dormir Al da siguiente por la maana, haca buen tiempo, mi seor estaba radiante: Amo este mar, me dijo sobre el que encuentro finalmente toda mi independencia. Sobre mi barco, no se puede venir a acosarme. Nada es tan bueno como esos bellos amaneceres y esas veladas que tenemos aqu. Pero, a pesar de todo, pienso a menudo en el mar de tretat, en mis salidas con los marineros del pas y con algunos amigos, a veces con tiempo horrible. Nada nos detena, nos divertamos cuando franquebamos unas olas monstruosas con nuestro barco, para ir a alta mar a buscar, bien rodaballos, bien arenques, segn la estacin El 4 de agosto, a las siete de la maana, serv el almuerzo de mi seor en un saln que tena vista sobre el puerto de Saint-Tropez y el golfo, que estaba en aquel momento arrugado por un empuje del viento del Este. Mi seor me dijo que haba dormido mejor en esa habitacin en tierra que sobre el barco. Verdaderamente, Raymond duerme demasiado ruidosamente; los ronquidos que produce son tan poderosos que traspasan las juntas del yate y llegan a mis odos completamente vibrantes, como si fuesen amplificados por algn aparato acstico o hilo elctrico, y esto no tiene nada de agradable
231
Se fue hablndome y mordisqueando un croissant; iba de un extremo a otro del saln, que era muy largo, miraba por la ventana y secaba los ojos. Estaban muy enrojecidos, sus pobres ojos!... El 5 de agosto, haca las dos, el Bel-Ami sali del puerto de Saint-Tropez. Haba un buen viento del Este, el trabajo era fcil. Mi seor dijo a Bernard de ir lo ms cerca posible de Sainte-Maxime, pues quera desembarcar con el bote para ir a saludar a su padre Bernard no quera negarse, pero no le gustaba aproximarse a la costa Noroeste del golfo de SaintTropez, conociendo las dificultades que podran surgir en esos parajes al maniobrar con viento del Este. Se las arregl para navegar ms bien hacia la derecha, luego se acerc a tierra. Nos encontramos de frente al semforo de SainteMaxime que se encontraba en el mar, mientras que la regin estaba ms alejada del lado del golfo de Saint-Tropez. El guardin era un pariente de Raymond. Yo desplegu todos los pabellones y mi seor habl con este empleado del Estado, que viva en una choza encaramada sobre una parte elevada de la costa. Entre otras cosas, l dijo al seor que esperaba por la tarde la visita del seor de Maupassant padre. Acabada la conversacin, el seor exploraba la costa con su catalejo, cuando observ que alguien agitaba un pauelo blanco en el aire. Reconoci a su padre: Esa forma singular de agitar el pauelo! dijo Eso no es un saludo, lo hace ir de izquierda a derecha, muy rpido, como una seal de peligro. Yo estaba en ese momento en la proa, cuando lleg Bernard; ech una rpida ojeada al mar y de un salto fue al medio del barco, dirigiendo la maniobra; mi seor salt sobre el timn que Raymond tena y, en un instante, el esbelto BelAmi haba virado sobre su izquierda, como un barca que se habra hecho girar sobre ella misma de un esfuerzo. Nos dimos
232
cuenta entonces a nuestra derecha que el agua tena un color muy oscuro; eran las rocas que sta cubra que estaban a un metro o dos a lo sumo, que le daban ese tono. Eso era por lo que el seor de Maupassant padre agitaba tan desesperadamente su pauelo! l conoca esos traidores arrecifes En estas circunstancias, el ojo de Bernard, su ojo marino del que se vanagloriaba, nos salv de un grave peligro, y el Bel-Ami, por su ligereza, evit dejar, sobre esos montones de piedras a flor de agua, su bello armazn. Ese desastre habra podido producirse bajo la bandera y bajo la mirada del guardin del semforo, que nos haba hablado un instante antes! Navegamos enseguida hacia alta mar. El seor, tomando su t, nos asegur que, llegado el caso, habramos podido ganar la costa en el bote Dijo esto con calma, casi con indiferencia. Luego pidi a Bernard que entrara a puerto lo suficientemente a tiempo para poder dar su paseo a pie. La maana que sigui a esa salida, me dijo de contratarle un coche descubierto con dos caballos por tres horas En el coche, en pleno recorrido, me anunci sin prembulos que haba comenzado L'ame trangre y que crea que sera una buena novela, tal vez un poco sensacional. Recorrimos el golfo al trote de los caballos, hasta PinBertrand. Algunas personas estaban sentadas bajo los rboles, otras miraban su estructura gigantesca Durante ms de una hora dimos vueltas, siguiendo los caprichos de estrechos caminos que finalizaban tanto en un campo de cultivos como en unas plantaciones de vides. Se vean tambin muchas malezas y terrenos sin cultivar. Pero de pronto llegamos al valle de Pampelone, al final del paseo. El aspecto cambi; todo all era alegre. El albergue donde se detuvo nuestro coche estaba abrigado, oculto casi completamente, bajo una higuera. Todas las viviendas de este pas eran semejantes; estaban
233
metidas detrs de naranjos o palmeras, y se las vea recubiertas de altas parras que las envolvan maravillosamente. Marchamos a pie por un camino que suba hacia el Oeste. Pasamos por un puente de planchas bajo el que puede or el rumor del agua sin verla. Era un arroyo enteramente cubierto por unas grandes plantas, especie de nenfares que encontraban all un suelo propicio para su desarrollo, pues estaban llenas de vida y de un verde intenso. Uno estaba tentado a cogerlas. A la izquierda, tomamos un sendero que nos condujo hacia el mar, en la ensenada que llevaba el nombre de ese valle. All, mi seor se detuvo durante un momento, contempl el mar con arrobamiento. Que hermoso, exclam ese horizonte es incomparable! Encuentro ms encanto, ms belleza potica en el mar, aqu, que en ninguna otra parte que haya visto. Vea que movimientos ondulatorios tan graciosos. Y esa ola tan suave, con que ligereza viene a morir sobre esa superficie de arena blanca! No es ese golpeteo, una lucha que se produce entre los dos elementos, sino una caricia que se da con dulzura tal que se puede pensar que tienen un gran placer en encontrarse A la derecha, se encontraba el fondeadero de la terraza; el cabo Camarat lo abrigaba; lo habamos doblado alguna vez. Mi seor se call, su figura resplandeca y dejaba ver la emocin que experimentaba ante este esplendor de la naturaleza. Se puso a caminar, marcando sus pisadas sobre la fina arena de la playa. Se dirigi hacia el centro del valle, avanzando aprisa, estrechando en su mano derecha su sombrilla blanca y, de vez en cuando, haciendo una pequea pausa, retiraba sus quevedos azules, luego continuaba en silencio. Pareca no percibir mi presencia. Yo caminaba a su lado, o detrs de l, teniendo gran cuidado de no hablar, para no turbar esos momentos de inspiracin que conoca despus de tanto tiempo, en los que yo saba que su pensamiento estaba en pleno trabajo. Estaba
234
almacenando impresiones y fijando, en su mgica memoria, todo lo que vea; los menores detalles no seran olvidados; nada escapaba a su ojo escrutador. Yo me deca: En un ao, incluso ms tarde sabr, en algunas pginas sublimes, expresar toda la poesa de este lugar, cuya visin le causa en este momento una impresin tan intensa a sus delicados sentidos de artista y de poeta, y, por esas pginas de una realidad tan plenamente sentida, conseguir hacer estremecer los nervios y el corazn de las personas que aman lo Bello, lo Verdadero Regresando al coche, pidi al cochero que no fuese rpido. Llegamos a la meseta de la parte elevada, que separa el valle de Pampelone del golfo de Saint-Tropez. Mi seor se puso de pie en el coche, ech una larga mirada al conjunto de ese pas que acabbamos de recorrer, se volvi a sentar y me dijo: Este valle sera un lugar para vivir delicioso! Entonces me hizo una narracin histrica del descubrimiento de tretat por Alphonse Karr, el autor de la Penlope normande, y por Offenbach, creador de la opereta y autor de Orphe aux enfers, que fue uno de los primeros en construir una villa a mitad de la cuesta de la ruta de Fcamp. Llegamos a la vertiente Norte; tenamos ante nosotros el golfo de Saint-Tropez en toda su extensin, en toda su belleza, bajo un sol rosado que le proporcionaba un ligero vaho del mismo color. Del otro lado, se vea el bosque de los alcornoques; abajo, sobre el litoral, apareca grisceo, pero las cimas se perdan en el horizonte, eran de un verde iris aterciopelado que era una caricia para la vista. Por la noche, mi seor cont nuestro paseo a sus marineros, y Bernard le dijo que el fondeadero de la Terraza era poco seguro; que estaba absolutamente abierto al viento del Este, y que la ensenada de Pampleone se haba bautizado por los marinos de la costa como la Baha de la muerte, a causa del
235
gran nmero de barcos que encallaban en sus arenas. El seor concluy: Entonces, lo bello es prfido. El da siguiente, a las nueve de la maana, estbamos ya sobre el Bel-Ami, pues mi seor deseaba ver la alta mar lo ms lejos posible, deca a Bernard, cuando de golpe, a veinte metros del barco, un clarn son en los campos El seor lea su peridico, sentado en la popa; se ech a rer diciendo: Es que en Saint-Tropez va a haber una ocupacin armada? No hay un solo uniforme, incluso la guardia campestre hace su inspeccin, tocada de un bfalo. Unos carruajes se alinearon sobre las drsenas, luego llegaron un gran nmero de mujeres, vestidas con claros colores y tocadas de gorros blancos, que pareca que queran echar a volar al menor viento. Llevaban unos grandes paquetes que cargaban encima de los vehculos. Un nuevo toque de clarn se hizo or, y todas tomaron al asalto los vehculos, dentro, encima, estaban por todas partes, incluso al lado de los conductores. De pronto todas se pusieron a cantar en la lengua de Mireille. Era dulce, aunque muy alto, lo que pareca un Canto de despedida, pero no tena nada de belicoso. Raymond nos explic que se trataba de los obreros que marchaban para hacer la recogida de la flor del azahar en Cogolin, donde se celebraba un gran comercio. Esta alegre partida, totalmente inesperada, puso a mi seor de un humor alegre, y nos cont unas historias sobre los xodos de los normandos que iban a hacer la siega de un pas a otro. Saint-Raphael, 11 de agosto de 1890. El acceso a ese puerto era ms fcil que el de SaintTropez porque est ms avanzado en plena mar. El calor era excesivo; tambin desde
236
que haba un poco de brisa, tan ligera como fuese, era siempre bienvenida e incluso aprovechable. Desde la maana, mi seor iba a dar una vuelta en los bosques de Boulouris, para buscar un poco de fresco. Pasaba y volva a pasar por la avenida sombreada que una SaintRaphael con Frjus. Segn su opinin, en este paseo, siempre haba aire, fuese cual fuese el tiempo. Haba bautizado esa ruta como le Zphir de Frjus. Tom sus comidas a bordo, pero por la noche, fuimos a dormir a un hotel rodeado de pinos. El jardn estaba al borde del camino que llevaba al mar; no haba playa en ese lugar; el jardn, el camino y el agua estaban casi al mismo nivel. Cuando el viento del Sur daba un poco, las bases de los pinos que estaban al borde se cubran de agua salada que no pareca perjudicarles. Desde las ventanas de su habitacin, el seor tenia una gran vista; a una corta distancia en el mar, se vean unas grandes rocas magmticas, de un rojo intenso, que parecan las siluetas de dos leones, por su actitud, defendindose del avance de la tierra hacia ellos. El 12 la jornada fue tan abrumadora que apenas pudimos dejar el puente del barco, donde pasamos una parte del da bajo la tienda. Raymond tuvo tiempo de dormir su siesta, tambin estaba dispuesto a charlar; y nos cont la historia del marinero cuyo sobrenombre era Patience, porque nunca haba tenido un momento de impaciencia. El 15, salimos con el fresco, aprovechando los primeros vientos que nos enviaba el golfo de Frjus, y pasamos toda la jornada en alta mar. Sobre esa inmensidad azul haca un tiempo delicioso, se tena suficiente viento para navegar; a las tres y media de la tarde serv el t a mi seor: Ya!me dijo me encuentro tan bien aqu que no percibo el tiempo pasar. Quiso que tomramos el t caliente con l; alab esa higinica bebida, producindole gran satisfaccin que
237
pensramos como l. Luego, nos explic que nos encontrbamos en aquel momento cerca del emplazamiento donde el almirante Baudin libr, en 1800, un combate con los ingleses, quines son famosos bebedores de t. l tom el timn y Bernard se permiti decir que yo estaba preparado para contar alguna cosa que les hiciese rer. Ped entonces a mi seor si me permita servirme de un bretn. Seguro, me dijo el bretn siempre tiene carcter. Bernard y Raymond, que queran que los hiciese rer, quedaron con la boca abierta al final de mi relato que consideraban fbula. Yo les manifest que era cierto; entonces se troncharon, y mi seor les dijo: Las costumbres de ese pas son extraas, pero siempre hay algo que retener. Raymond subi al gran mstil para desenganchar un cabo que se haba prendido en un gancho; Bernard estaba a estribor, a lo largo de la borda, agachado, en la posicin de una rana que se dispone a saltar al agua. Escuchaba e inspeccionaba con la mano un elemento que chirriaba, haciendo un ruido muy desagradable. Se dira una rueda mal engrasada. En fin todos los pequeos inconvenientes se arreglaron y el gran pjaro blanco volaba estirando sus alas hacia su nido. Dimos la vuelta hacia Saint-Raphael; el sol no haba desaparecido completamente detrs de la cadena montaosa de los Mures. Mi seor miraba el valle de Argens y haca las siguientes reflexiones: Que impresionante es este valle, sobre todo en el momento en el que el crepsculo se apodera de l y mientras flotan las brumas del calor! Evoca buenos recuerdos. Esas marismas convertidas hoy en huertos, fueron antiguamente un puerto romano. Los cruzados partieron a menudo de all, y despus de las guerras de Italia, de Oriente, etc., los reyes de Francia, en diferentes ocasiones, vinieron a refugiarse ah con sus escuadras. Habra muchas cosas interesantes que hacer con
238
todos los recuerdos de esta vieja ciudad de Frjus, pero yo no puedo dedicarme a todo. Mi cabeza actualmente parece una obra repleta de materiales para varios aos de trabajo. Y aadi: Es aqu, en este bello marco, donde Grounod compuso Romo et Juliette. A nuestra llegada al puerto, Bernard orden fondear. Raymond ejecut la maniobra con una prontitud y regularidad admirables, y el Bel-Ami, con una ligereza extraordinaria, gir sobre si mismo y fue a detenerse a dos metros de la drsena, ni ms cerca, ni ms lejos, justo a la distancia de la longitud de la rampa. El 20 de agosto, mi seor fue a Maison Close, a saludar a Alphonse Karr. Nos avis para irnos a Niza en el primer da viento favorable. 22 de agosto, Niza. No se respiraba en el puerto de Niza como en el de Saint-Raphael. El seor de Maupassant caminaba sobre el puente de su barco; haca el cuarto, como dicen los marineros, y no pareca satisfecho. Mir la montaa: para no ver lo que pasaba cerca de l , y aadi: Si mis ojos pudiesen ir ms lejos a buscar alguna cosa que me produjera placer, no hara lo mismo con mi olfato. Decididamente este puerto huele demasiado a comercio para mi temperamento. Almorz en casa de la seora de Maupassant, villa de los Ravenes, y recuper su buen humor de siempre cuando oy a su madre decirle que ella se encontraba tan bien en ese jardn, que su salud haba mejorado mucho, al extremo de poder dormir sin somnferos, y de ver lo suficiente como para leer. Durante la tarde, se detuvo en el camino, enfrente a la cocina. Luego de un momento se acerc a un viejo tronco de rbol en el que haba un gran hormiguero y de repente me
239
llam; armado de sus quevedos y su lupa, mir trabajar esos animalitos, admirando su manera de vivir. Sabe usted me dijo en ellas no existen soberanos, el trabajo est distribuido, y cada una hace su parte con el mayor amor propio. Nunca se produce el menor desorden, los beneficios se reparten; aquellas llamadas obreras construyen las galeras, y tienen tambin la misin de alimentar a las hembras que estn ocupadas en desovar, y a las que previamente han arrancado las alas a su regreso de la unin que han tenido con los machos. Pero eso no es todo los machos son condenados a muerte por la colonia despus de una sola entrevista. Qu le parece? Segua todas las evoluciones de estos laboriosos insectos; habra deseado asistir a alguna ejecucin, aunque sin embargo pareca no aprobar este mtodo expeditivo, y ver las hormigas portar los cadveres a la cmara fnebre, donde los dejaban momificar. La pequea Simone, la ahijada del seor, se acerc a l; saltaba sobre su balancn que mova con fuerza. Su padrino le aconsej que fuese ms suave, temiendo que se cayese. Despus del almuerzo, el segundo da de nuestra estancia en Niza, el Bel-Ami lev anclas y lleg a fondear de noche en el muelle de Cannes. All todava mi seor obtuvo una mejora, pues encontr un establecimiento de hidroterapia muy bien dirigido. Lyon. El motivo de nuestra presencia en Lyon en noviembre de 1890 fue el prematuro fin del hermano de mi seor, que haba fallecido haca un ao. Viva en un bonito pueblo ms all de los puentes que atravesaban los grandes ros que baan esa ciudad. Profundo era el efecto de mi seor por su hermano. Lo haba demostrado bien, en diferentes fases de su vida, por los consejos paternales que le daba en toda circunstancia.
240
Eran las once solamente y ya habamos almorzado. Un coche vino a buscarnos y nos condujo a la casa de un fabricante de monumentos funerarios. Tras haber arreglado todo con este hombre, mi seor quiso obtener algunas informaciones suplementarias concernientes a la concesin a perpetuidad de la tumba. Luego partimos, atravesamos el ro, y llegamos al campo Yo tal vez habl un poco demasiado, durante ese trayecto, acerca de cosas que se vean por el camino, pero mi seor no pareca en absoluto interesarse y rara vez respondi. Estaba pensativo y su mirada pareca buscar algo muy lejos, algo que no encontraba Entonces me call, y se hizo en ese campo un profundo silencio. Nuestro coche rod as durante una hora. De sbito el seor de Maupassant baj la ventanilla que estaba en su portezuela y me indic con un gesto una casa a la izquierda totalmente rodeada de rboles, y con una voz forzada, tratando de ser natural me dijo: Es all, en ese lugar, donde mi pobre hermano est muerto. Diez minutos despus, llegamos al atrio de una coqueta iglesia de campo; luego nos dirigimos al cementerio donde se encontraba la tumba del seor Herv. Era una tumba de mrmol negro, donde estaban escritas, en letras de oro, el nombre y la edad del que reposaba all para siempre El monumento era de buen gusto e imponente en su simplicidad. Levantando entonces la cabeza, observ el bonito sitio que dominaba ese cementerio. El seor permaneci inmvil y silencioso. Di entonces algunos pasos y arriesgu algunas palabras para hacerle destacar el paisaje; pero no pareca orme, su figura haba tomado ese tono violceo que indicaba en l una emocin violenta. No lloraba, pero su rostro estaba totalmente contrito y ese dolor mudo, sin sollozos, me oprima el corazn. Acab por decirme:
241
Esta tumba es la ms conveniente; de forma redondeada, la lluvia del cielo se encargar de lavarla. La mano que portaba su bastn tena unos movimientos nerviosos. Me esforc en llevarlo fuera del recinto fnebre; me sigui sin pronunciar una palabra, entr de un salto en el coche y cay pesadamente en su rincn. Pareca siempre mirar a lo lejos, sin ver nada. Retomamos el camino por el cual habamos venido. Volviendo a percibir la casa de su hermano, no dijo ms que una palabra, siempre la misma: All est! Y entonces con un gran flujo de palabras, me hizo el relato de los principales episodios de la vida de aqul que l lloraba. En todo lo que me confo, encontr el gran parecido de esos dos seres, sin embargo tan diferentes por otra parte. No pudo decirme ms que cosas buenas de su hermano, pero lamentaba nicamente que no hubiese querido seguir la carrera diplomtica, para la que le reconoca disposiciones. En lugar de esto, quiso dedicarse al cultivo de flores, y en sus jardines, con la cabeza sin cubrir en el verano, a pleno sol, en dos ocasiones fue afectado de insolacin. De nuevo mi seor se call Me di cuenta en ese momento, en los dos lados de nuestro coche, de dos largas lneas claras, entre dos altos muros. Era el Rdano que flua hacia unos pases ms clidos, como si quisiera huir de la niebla que flotaba sobre l. El seor permaneci absorto, y llegamos de este modo al hotel. All, le serv un t bien caliente. Se dedic a ir y venir por su habitacin a lo largo y comenz a hablar de la muerte de su hermano: Yo le he visto morir, me dijo Segn la ciencia, su fin deba llegar un da antes; pero l me esperaba, no quera partir sin volverme a ver, sin decirme adis Hasta luego quizs?...Quin sabe!... Cuando lo hube abrazado, pronunci muy fuerte en dos ocasiones Mi Guy! Mi Guy! como
242
antao en el jardn de los Verguies, cuando me llamaba para jugar Con mi pauelo le secaba sus pobres ojos velados en los que el bonito azul haba desaparecido. Por una seal que hizo, cre comprender que deseara ver bajarse un poco mi mano, y entonces la toc con sus labios Ah! Su amistad era sincera, pobre hermano; y verdaderamente nos ha sido arrebatado muy joven! La pena de mi seor era muy profunda en ese momento No sali por la noche y, al da siguiente por la maana, despus de haber ido a visitar la colina de Fourvires, regresamos a Pars.
243
CAPTULO XVII
DE NOVIEMBRE 1890 A FINALES DE OCTUBRE 1891
La dama del vestido gris perla. Invitado a la corte italiana. Juicio severo sobre las altas clases ociosas. Plan de trabajo. Echar a volar sobre la costa Azul. La villa del misterio. La ltima crnica del Figaro. El Angelus. Los sntomas alarmantes se multiplican. Decepcin con el teatro. Una gran vedette exigente. El seor Piot-Verdier. Nada de perifollos. Viaje a Arles en la bsqueda de Mireille. La hermana de la Femme de Tiziano en un convento. Paseos artsticos por Avignon. Nada de msica! Confidencias sobre la composicin del Angelus. Nmes y la Torre Magne. En el puente del Gard. Elogio de la higiene romana. En Toulouse no se duerme. Terapia de cura en Bagnres-deLuchon. Los olores sulfurosos no consiguen sentar mejor a mi seor ms que en Sicilia. En Divonne. La casa encantada. Guerra a los ratones! Una recuperacin fsica inesperada. Insolacin y accidente de triciclo. La novela de Andrsy y la hermosa seora X La pesca de truchas.
Estbamos reinstalados en la calle Boccador. La dama del vestido gris perla y el cinturn dorado, vino. El seor de Maupassant no ha conciliado el sueo hasta las 3 de la maana, luego de haberlo intentado con todos los medios a nuestro alcance. Mientras los sinapismos hacan su efecto, me sent contra la pared al lado de la ventana y all, la cabeza apoyada sobre la gran cortina, cont los cuartos, las medias y las horas que sonaban tan bien en el pequeo reloj de pndulo de viaje Al amanecer, fue a buscar la bolsa de viaje de mi seor a su apartamento de soltero, del que decididamente iba a desprenderse. Acababa de recibir una carta de la corte de Italia; era una invitacin de S.M. la Reina, concebida en los trminos ms aduladores. El seor respondi aceptando; pareca feliz con la idea de ver de cerca ese interior regio. Me dijo, con una
244
buena sonrisa, que esperaba que esas personas hubiesen seguido el progreso, arrojando a las antpodas los prejuicios acerca de las abluciones cotidianas del cuerpo. 25 de noviembre. Mi seor fue ayer a Rouen a inaugurar el monumento del seor Flaubert. Al da siguiente, mir la maqueta en yeso que sirvi de modelo para la obra definitiva y que representaba los rasgos de su padre literario. Pero no pareca satisfecho: Ha visto, me dijo el tiempo fro y gris que he tenido para este viaje? No s por qu, pero de vez en cuando me resulta desagradable entretenerme con esas personas a las que no estimo. Colgamos el medalln de yeso encima de una puerta, en el interior del saln. La temperatura de Pars era penosa, cuando uno se habituaba a regiones clidas; mi seor, incluso con su abrigo, tena sensacin de fro, de modo que se vea obligado a tomar coches para realizar sus visitas, lo que le enojaba mucho. Le gustaba tanto caminar! Todava acept algunas cenas en la ciudad, pero evitaba las veladas, cuyas luces deslumbrantes le fatigaban la vista. Restringa lo ms posible sus salidas nocturnas, y descansaba. Incluso no lea; ltimamente, vena hasta la puerta de la cocina, despus de haber cenado. En una de esas visitas, me dijo: Tenemos en Francia cuarenta o cuarenta y dos mil hijos de buena familia, y es muy extrao que tan solo uno de ellos trate de salir de la clase de los ociosos, eso por pereza. Se ha cortado la cabeza a esa vieja aristocracia de raza que ha tenido un cierto valor histrico. Ahora no puedo ir a los salones de la alta sociedad sin or a grupos de personas que defienden la juventud dorada y la empujan lo ms que pueden hacia la inaccin, camino de la desgracia y de la perdicin. Por todo el
245
mundo, veo una corriente tumultuosa que se precipita y que har zozobrar a toda la sociedad incapaz de defenderse por el sano hbito de un trabajo regularmente remunerado. Es tan bueno el trabajo, cuando se lleva bien! No lo s, pero me parece que no podra permanecer sin trabajar. Esa necesidad est en m. En alguna ocasin he dicho, sin embargo, que no escriba ms que por necesidad de dinero. Eso no es del todo cierto, hay cosas que me gusta escribir. Pero, incluso, ms tarde, cuando haya acabado todas esas novelas y relatos a los que estoy consagrado, har una especie de trabajo de anlisis general de mi obra, y pasar revista a los grandes autores que creo haber comprendido mejor. Eso ser para m un trabajo relajado y de un gran inters para la juventud. Me parece que no me cansar y me procurar la satisfaccin muy intensa de releer cosas que han contribuido a mi deleite intelectual. A modo de apndice a ese trabajo, espero dar mi opinin sobre la evolucin que, segn creo, debe producirse en las diferentes clases en Francia durante el siglo veinte. Fin de febrero. Mi seor decidi de pronto que partiramos para Niza, donde el barco nos esperaba totalmente dispuesto. Fue en un jardn plantado de naranjos en el que mi seor tom un apartamento, a mitad de camino del puerto y del domicilio de la seora de Maupassant. Las primeras noches fueron ms o menos buenas; l atribua ese bienestar a la proximidad de los naranjos, ese calmante del aire libre. Diez das ms tarde, partimos con el Bel-Ami. Todo lo necesario estaba a bordo para un viaje largo: los fsiles, las carabinas americanas y un comps completamente nuevo mucho ms importante que el antiguo. El seor lo haba estudiado y serva perfectamente para trazar la ruta. Las luces tambin haban sido renovadas. Salimos a la mar una maana, con un fuerte viento del Este y, a la tarde, el Bel-Ami se
246
encontr con su amiga la Ville-de Marseille junto al muelle de Cannes donde mi seor desembarc. Sigui un poco la lnea de la rada, a lo largo de los barcos de placer que, fondeadas en la orilla, daban la impresin de una ciudad de pequeas residencias blancas. Sus mstiles emergentes remataban en campana; se diran unas chimeneas. Mi seor sigui siempre la orilla del mar y, un poco antes del establecimiento de los baos, su silueta despareci en un jardn que bordeaba la ruta de la Croisette. En un nido de vegetacin, se encontraba una villa de balcones dorados. Me pareci ver an al ilustre novelista apoyar la mano sobre la rampa para ayudarse a subir el medio piso, desde donde se dominaba el horizonte. Iba a encontrarse con la dama de la ropa modesta, impecable y rgida, la enigmtica El Bel-Ami, tras dos das de descanso, iz sus colores que ondeaban, haciendo un ruido singular bajo la presin del viento que pareca gritar adis El cabo Roux, Agay, Saint-Raphael, todos esos bonitos lugares donde nuestro yate haba atracado los aos anteriores, fueron rebasados, con una velocidad enorme. Al da siguiente, saludamos el paso de Porquerolles y, por la noche, estbamos en el viejo puerto de Marsella, donde me pregunt si el Bel-Ami se reconocera. En todo caso el antiguo Zngara era irreconocible a los ojos del ms agudo de los marselleses. Desde haca ocho das, todas las maanas, iba con el seor por la calle de Roma al Prado, luego a la Corniche que recorramos de un extremo a otro ante ese hermoso mar que permaneca siempre imponente. A menudo almorzbamos en el restaurante de la Rserve y, despus, dbamos un pase por los alrededores del parque pblico. Pero el seor de Maupassant pareca cansado; el Bel-Ami estaba listo para partir para visitar Sevilla y Tnger conforme a las primeras intenciones. Pero el golfo de Lion estaba terrible; despus de nuestra llegada, no pareca querer calmarse y los
247
meteorlogos anunciaban un periodo muy largo de mal tiempo. A pesar de estos psimos pronsticos, el Bel-Ami salio un da a alta mar desde Marsella; el agua se elevaba en olas monstruosas y amenazantes en esos parajes prfidos. Viendo esto, mi seor dio la orden de acercarse a las costas de Provence y abandon, con un poco de decepcin, creo, las de Espaa. Henos pues de vuelta a la patria de Garibaldi; en nuestro gran apartamento rodeado de plantas olorosas, el seor de Maupassant pareca aburrirse; toda esa muchedumbre que hormigueaba en las calles de Niza le obsesionaba. A menudo bamos a almorzar a casa de la seora de Maupassant y de all, siguiendo el mar, ganamos el puerto donde el Bel-Ami estaba dispuesto para el paseo. Cuando el tiempo lo permiti, bordeamos Villefranche y echamos una ojeada a Beaulieu, que siempre estaba embellecindose. Luego, para variar, fuimos otro da hasta la punta del cabo de Antibes y cuando mi seor admir una vez ms las islas de Lrins y, al fondo, Cannes, que formaba un crculo verde tachonado de blanco, con su vieja torre cuadrada totalmente ruinosa plantada en el monte Chevalier, punteado con unas placas rojas brillantes, de un aspecto muy triste, que haban sido formadas por los siglos pasados y el mistral que viene a morir a sus pies, entonces se vir hacia alta mar para volver a arrojar el ancla en la ciudad de Massna. Durante la salida de ese puerto, el seor me concedi el honor de llevar el timn durante bastante tiempo. Estaba finalizando una crnica titulada Un Empereur para el Figaro. Quin habra supuesto entonces, vindole an tan pendiente del trabajo, que esa sera la ltima crnica que escriba para ese peridico, pues fue sin esfuerzo aparente que l sac adelante esa corta redaccin. A partir de ese momento dej a un lado lAme trangre y no trabaj ms que en una obra nica, su Angelus.
248
Una noche de abril, me llam, estaba sufriendo, y no quiso que le dejase ni un minuto. Fui presto a su habitacin, y le prepar una taza de manzanilla. El sol al levantarse me encontr todava junto a l. Sin embargo, por la maana, se sinti mejor; esa molestia despareci y nuestra jornada transcurri al aire libre, como de costumbre. Por la noche, me dijo que haca calor y que poda disponer todo para nuestro prximo regreso a Pars; algunos das despus, se despidi de su madre y tomamos el rpido de la noche para Pars. Durante las seis semanas que acabamos de pasar en Pars, mi seor no pudo ser ms razonable, arreglando su tiempo para cuidar su salud, sin sustraerse ni un da a su nueva regla de vida. Tambin iba mejorando, incluso haba engordado un poco; su aspecto era mejor. Fue entonces cuando ofreci un almuerzo a los seores Coquelin, de la Comedia Francesa. Pienso me dijo haber encontrado un tema para una obra que sera un buen asunto y tambin para los de la Comedia, y los he invitado a almorzar hoy en casa, para tener su opinin sobre mi idea. Ellos son serios, puedo someter a sus juicios cualquier cosa con toda confianza. Con estas palabras aluda a los desengaos que haba tenido anteriormente con otras gentes de teatro. Ciertos literatos le haban reprochado a menudo el no haber querido seguir los consejos orientados hacia ese gnero de produccin; multiplicaron los esfuerzos para vencer sus prejuicios contra el teatro, pero muchos de ellos ignoraban que mi seor no siempre se haba olvidado de ese mundo de candilejas. En 1886, haba hecho una pieza en tres actos. Se haba puesto de acuerdo con la persona que deba interpretar el papel principal. l conoca su talento y su estilo, haba arreglado de forma particular su obra para ella. Los papeles fueron impresos y distribuidos, el momento de representarla llegaba. Entonces esa dama puso unas condiciones que el director del teatro no poda aceptar: solicit por velada una suma que sobrepasaba la mitad
249
de la media de taquilla. Mi seor propuso rechazar totalmente sus derechos de autor para satisfacer a la intransigente diva. Pero no se lleg a un acuerdo y el asunto no pudo salir adelante; la obra quedo en la carpeta. Mi seor me deca al respecto: Yo no deploro esta ruptura ms que por ese excelente Raymond Deslandes. Es un perfecto caballero, ha puesto tanta buena voluntad en este asunto! Y llegar a este desenlace, es bastante enojoso para l. Para m, este desengao me aleja del teatro, vuelvo a la novela, a mis cuentos y relatos. En definitiva, es lo que prefiero, es lo que verdaderamente me divierte escribir. Por otra parte yo consideraba a esta mujer ms seria! Me haba parecido tan sincera en nuestras negociaciones. Todava la veo en mi divn donde me escuchaba tan graciosamente, estrechando en su mano la esquina de uno de mis cojines, como para reafirmar sus respuestas. Debo confesar que me haba producido una buena impresin; he debido reconocer enseguida que era tan buena actriz en la vida como en la escena. Tuve incluso la ingenuidad de temer por ella por ese perfume tan particular que prefera, tan violento que deba, a mi entender, estar incmoda ella misma El seor Piot-Verdier, camisero de mi seor, vino a traerle unas camisas de da y de noche. Las primeras le sentaban muy bien y le gustaban mucho, sobre todo porque eran muy sencillas, pero no ocurra lo mismo con las camisas de noche, que el seor Piot-Verdier, creyendo hacer bien, haba adornado con una pechera de color. El seor le dijo: No, no, yo no quiero esos adornos; los suprimir y entonces las aceptar. Si usted quiere satisfacerme, hgame siempre cosas simples, quedmonos en la nota modesta y pasemos de los perifollos. Ponga una cifra bajo el dobladillo, eso ser suficiente
250
El 22 de octubre, el seor Piot-Verdier trajo unos calcetines de lana y unos calzoncillos color beige; era un artculo ingls, muy caluroso. Todo complaci a mi seor; entreg a su camisero su tarjeta donde escribi la direccin: Chalet de lIsre, en Cannes; era all donde se le deberan enviar los chalecos de franela encargados. El 27 de junio, el seor de Maupassant emprendi un viaje por la costa de los Cvennes, para seguidamente, hacer una cura en Luchon. Llegamos a Arles; El seor me dijo: Estamos en la Roma gala, esta ciudad tiene una gran reputacin por sus bellas mujeres y espero encontrar algn buen tipo. Fuimos al hotel, en una plaza sin personalidad. Desde la maana, estbamos en la calle, en las puertas de las iglesias. Entre otros, visitamos la de Saint-Trophime, de la que mi seor admir la fachada. En unas callejuelas estrechas observamos unas siluetas de las que el gran manto y los sombreros ondeaban a merced del viento. Ese gorro de Arles, tan elogiado, su cinta de velos, no ms que la capucha blanca que lo coronaba, no daban a esas mujeres la impresin de nobleza que mi seor esperaba. Es bonito en su modestia, deca pero no tiene nada de aristocrtico fue sin embargo aqu donde Fredric Mistral escribi Mireille. Nuestra jornada finaliz sin haber encontrado la belleza soada. Al da siguiente, hacia las nueve, un seor Oscar estaba all para conducirnos. A dnde? No lo saba. Saliendo del hotel, nos hizo tomar una calle tortuosa que suba y, despus de algunos minutos, llegamos a las Arnes; nos hizo una descripcin histrica refirindose siempre a los romanos.
251
Luego llegamos a un alto donde se encontraba una especie de plaza pblica. Ese barrio era absolutamente lamentable; las casas caan unas sobre otras sin apariencia de querer ser reparadas para salvarlas. Se creera uno en alguna ciudad abandonada, e impropia de esta villa renombrada que se llam en alguna ocasin la Pompeya de Francia. Tambin mi seor mir con un aspecto taciturno ese triste cuadro. Cien metros ms all, el seor Oscar golpe en una puerta barnizada, cubierta en parte de gruesos clavos de cabeza negra, y coronada con un capitel en ojiva, creo que moderna. Se abri una mirilla, nuestro gua dijo algunas palabras y nos hicieron entrar. Estbamos en un convento. Se nos condujo a una rotonda que serva de locutorio. Una monja mayor, que apenas poda andar, vino hacia nosotros. Mi seor la salud en voz baja; ella hizo el simulacro de tomarle por la mano y empuj una puerta ante ella. Ambos desparecieron. Cunto tiempo estuvieron ausentes? No lo s con certeza, pero me pareci mucho. Cuando mi seor volvi, salimos inmediatamente y, a buen paso, descendimos por una calle en pendiente, al final de la que el seor Oscar, nuestro gua improvisado, se despidi de nosotros. bamos ahora a lo largo del delta de la Camargue. Mi seor no pudo sustraerse a expresar su emocin: Lo que he visto en ese convento es muy bello, ms artstico que todo lo que jams he visto. Es tal vez mejor incluso que la Mujer de Tiziano de Florencia. Desde luego, lo que acabo de contemplar supera todo, todo. Pasamos la maana del 29 en Tarascn. Visitamos la cripta de la primera iglesia romana, muy interesante, luego el castillos del rey Ren. Por la tarde, sobre la ruta de los Papas de Avignon, escuchamos un fragmento musical. Haba muchas mujeres hermosas y sobre todo una juventud muy fresca que formaba
252
un bello conjunto y sugera a mi seor algunas alegres reflexiones: Esta msica, me dijo es demasiado ruidosa. No me gusta. Caminando hacia el Rdano, yo pensaba: Es su gran sensibilidad que le confunde en este momento, pues en Fort comme la Mort, l escribi: La msica es un misterio que se expande a travs del cuerpo, turba los nervios y las almas con una fiebre potica y material, mezclando el aire lmpido con una onda sonora que se escucha. Despus de haber echado un vistazo al palacio de los Papas, franqueamos el Rdano y visitamos el antiguo pueblo de Villeneuve-dAvignon. Regresamos a Avignon, despus de haber vuelto a pasar el ro que discurra majestuoso y que se vea serpentear a lo lejos desde lo alto del puente. Sobre una terraza a la izquierda, que dominaba la plaza y el palacio de los Papas, observamos una gran capilla, Notre-Dame des Doms. Mi seor me dijo: Veamos un poco; en ocasiones, en el interior de esos antiguos monumentos, hay unas cosas que se deben examinar de cerca, tales como vitrales, etc Luego de haber visto la iglesia, percibimos a la izquierda, cerca de la entrada, un hall, y all, en una urna de vidrio, una santa de tamao natural estaba tendida. El seor la observ con mucha atencin como todas las cosas en las que quera profundizar y dijo en voz alta: Esta estatua es obra de un artista italiano. En Francia, no sabemos llegar a un acabado tan artstico. Saliendo, dio algunas monedas a la mujer que estaba encargada del agua bendita, la que nos inform de que la bonita santa Nevia-Felicit que l acababa de admirar haba sido regalada a esa iglesia por el papa Po IX. De regreso a la estacin, el seor ech unas miradas a izquierda y derecha en unas calles estrechas donde se podan
253
ver fachadas de monumentos gticos. Por la noche me anunci que podamos partir para Nimes, y aadi: Ms adelante esto ser divertido, cuando el seor Dumas me pregunte donde he tomado mi rostro de mujer, yo le responder: En una urna en Notre-Dame des Doms de Avignon Sinceramente, yo no he encontrado en esa figura todo lo que compone mi ideal de mujer. Sin embargo he visto all, en esa expresin del rostro, el diamante en bruto que he de tallar; he podido apreciar unos detalles artsticos que me servirn para formar los relieves de mi protagonista, que espero llegar a lograr de un modo sobrecogedor, alcanzando casi la perfeccin. Por otra parte voy, en mi Angelus, a dar toda la capacidad de expresin de la que soy capaz; todos los detalles sern cuidados con una minuciosidad que no tendr nada de cansino. Me siento admirablemente dispuesto para hacer ese libro, que domino tan bien y que he concebido con una facilidad sorprendente. Eso ser la cima de mi carrera literaria, estoy convencido que sus cualidades entusiasmarn de tal modo al lector artista que se preguntar si se encuentra ante la realidad o una novela Nimes, 1 de julio. Mi seor fotograf los principales monumentos e hicimos la ascensin de la torre Magne, en la cima del monte Cavalier. El panorama que se abarcaba desde su plataforma era verdaderamente maravilloso, mi seor no dejaba de admirarlo Al da siguiente, a las ocho de la maana, circulbamos en coche por la gran ruta blanca que conduca al puente del Gard. Unas bateras de artillera, que se dirigan a Nimes para una revista, avanzaban en un torbellino de polvo tan espeso que no se vea nada. Mi seor tosi un poco, pero no se detuvo; toda su atencin estaba atrada por los caones que nos cruzbamos. Doscientos pasos antes de llegar al restaurante del puente del Gard, unos gritos de aves asustadas se hicieron or
254
bajo el bosque, a nuestra izquierda. Mi seor baj del coche y corri hacia el lugar de donde partan los gritos de esos pobres animales. Yo le segu, y vimos, sobre el borde del sendero mal trazado, un zorro que hua llevando una gallina. Mi seor lament no tener su fusil Llegamos al puente romano; admiramos la majestuosidad de los trabajos de los que los romanos han dotado esta parte de Francia. Para subir all, se poda elegir entre varios senderos tortuosos. Yo me met en uno de ellos, llevando el aparato fotogrfico, unas placas de reserva y un catalejo; llegu a la plataforma antes que mi seor, que haba tomado sin duda el camino ms difcil. Cuando se dio cuenta de que yo le haba aventajado, hizo un visible esfuerzo para franquear esa cresta, poco fcil a decir verdad. Tom una foto del puente, del lado de la pasarela Luis XIV, luego fuimos de un extremo al otro del estrecho corredor, que se encontraba en lo alto del puente uniendo ambas orillas de ese torrente. Desde all, se dominaban los bosques de los alrededores. En ese momento, lo que me dijo mi seor result de lo ms interesante. Me cit los episodios de los que ese puente fue teatro, hacia el fin del siglo cuarto, tan pronto como fue construido; luego me alab la utilidad de este acueducto para llevar las aguas tomadas en la fuente de Eure a Nimes. Que leccin! dijo los romanos desconocan lo imposible, cuando se trataba de la salud pblica. Que trabajos prodigiosos! Por todas partes instalaban termas donde se baaban gratuitamente. Ah! desde luego, eran prcticos desde este punto de vista. Es triste comprobar como este buen hbito que ellos nos han indicado para regenerarnos por el agua se ha perdido, pues nuestra raza all gan mucho. Pasamos medio da en Cette, luego partimos para Toulouse, donde nos alojamos en el hotel Tivollier, calle de Alsace-Lorraine.
255
Al amanecer, mi seor estaba en la ventana de su habitacin; miraba el cielo y me pregunt si crea que hara buen tiempo. Le respond que esta regin me era desconocida, no poda darle una apreciacin; pero que si estuviese en el Norte, le dira que con una maana seca sin ningn roco, tal y como la tenamos, y los humos y brumas evaporadas por el sol se levantaban, lo ms seguro era que lloviese por la tarde. Mi seor me pregunt entonces si haba visto el Capitolio. Le respond negativamente, y aadi: Yo no s por qu, pero las personas y las cosas de este pas me disgustan. Tal vez es porque, en mi primera juventud, tuve que soportar durante tres aos la vecindad de un ciudadano de Toulouse, presuntuoso hasta tal punto que me sacaba de quicio? Mi seor dorma mal en ese hotel, donde haba demasiados mosquiteras, cortinas y colgaduras. Tambin, a pesar del gran calor, viajaba todo el da para llegar a Bagnresde-Luchon, donde pensaba que valdra ms la pena instalarse en un apartamento durante el tiempo de su cura. Yo le pregunt si no sera preferible esperar un poco, para ver si el clima le convendra. En efecto, me respondi creo que usted tiene razn; ser ms sensato ver si el tratamiento me conviene tambin. Durante tres das, hicimos excursiones, vistamos las cascadas de Juzet, de Montauban, luego el valle del Lys y la cascada del Coeur. Mi seor encontr la reunin de todos esos nombres felices riendo para sus adentros, aadiendo algunas reflexiones espirituales de circunstancia. Acabamos nuestra vuelta por la cascada del Enfer, que cae desde mucha altura; rodeamos el sendero de la izquierda y ganamos el glaciar, que el seor encontr bien, aunque l los haba visto ms imponentes, segn dijo.
256
El gua apenas nos sigui en esta ascensin; tambin, de regreso al albergue, fueron muy cordiales el cochero y l, estaban muy sorprendidos de ver a mi seor y a mi, salir sin tomar nada en la fuente de aguas termales. Pero tenamos mucho calor, e bamos envueltos en nuestras mantas de viaje, cuando descendimos a ese bello y fresco valle, siguiendo las orillas de un riachuelo cuya dulce msica era como un canto potico ejecutado a lo lejos por unas divinidades misteriosas en algn palacio subterrneo habitado por hadas. El cuarto da, mi seor lo pas en Luchon y, por la noche, de acuerdo con su mdico, decidi no continuar la cura. Los olores sulfurosos del establecimiento le afectaban el sistema nervioso. Si se obstina en continuar, le dijo ese bravo doctor espaol podra hacerle mucho dao. Adems, Luchon era tan montono! Era un embudo donde no se respiraba y donde no se vea el sol aparecer en la cima de las montaas ms que a las diez. No hacan equitacin, nunca tuvo la ocasin de subir esos montes severos para asistir, desde las alturas, a la salida del astro del da. Tras la decisin del mdico, mi seor me hizo las siguientes reflexiones: El olor del azufre es muy fuerte aqu por todas partes. En el interior del establecimiento termal, es menos soportable an que en las minas de azufre que he visitado en Sicilia. Henos en Divonne-les-Bains. Mi seor deseaba estar un poco alejado del centro del pueblo; Fue en el campo, en casa de la viuda de un mdico, en una especie de granja, donde la tomamos como alojamiento. Los das siguientes, yo sal a buscar las provisiones al pueblo, y volv por unos senderos que atravesaban unos campos de avena y de trigales dorados; estaban separados por zonas de grandes trboles verdes, sobre el que pareca extendido un ligero tapiz con un fondo violeta
257
muy suave. Sobre los bordes de ese sendero, encontr unos trboles de cuatro, seis y ocho hojas, siempre en nmero par, lo que comportaba suerte, segn el dicho de los campesinos El seor de Maupassant, iba por el camino a tomar su ducha, dos veces al da. Pero ese camino le pareca largo por su monotona; nicamente, algunos extraos nogales cubran un poco el horizonte y proporcionaban una nota pintoresca en el cielo de un azul oscuro. All abajo est el Mont Blanc, pero lejos, luego se le deja a la izquierda para ir a Divonne. El cuarto da, a las siete de la maana, mi seor estaba ya listo; fue a tomar su ducha, yo saba que haba dormido poco durante los cuatro das que estbamos all. Me dijo que oa cosas anormales por la noche, y yo estaba dispuesto a creerle, ya que, desvelado, sentado sobre una incmoda silla que me haca dao, yo tambin oa ruidos que no poda explicarme. Yo tena seguramente el sistema nervioso un poco tenso, pero eso no me impeda tener todo mi espritu, e ignorbamos el uno y el otro lo que ordinariamente se llama miedo. Que esa casa estuviese encantada o no, era algo que nos dejaba indiferentes, pero de todos modos, nos gustara tener un poco de descanso. Finalmente, la ltima noche, dado que no podamos dormir y que unos ratones pasaban bajo nuestros ojos en grupos, como patrullas de reconocimiento, la luz no los asustaba en absoluto, organizamos un juego de obstculos para esos imprudentes. Con una redecilla de las provisiones y algunos otros ingenios inventados para la circunstancia por mi seor, capturamos treinta y dos de esas animalillos, que sufrieron sobre el campo la suerte del mrtir san Laurent. nicamente, en lugar de la parrilla, tuvieron el honor de un brillante y alegre fuego. Yo pensaba: Si Piroli estuviese aqu, qu fiesta! Mi seor no estaba ms que a medias satisfecho del resultado, pues no pudo cazar ni una sola rata, y eran las ratas, creo, las que hacan ese ruido que no se poda explicar.
258
La tarde que sigui a ese sacrificio, fui con mi seor a Divonne; tomamos mi camino preferido. Caminando, le cont mi supersticin respecto de los trboles de hojas pares. Eso hizo rer al seor, y aceler el paso, al punto que apenas poda seguirle. Despus de algunos minutos a esa velocidad, ralentiz de golpe su marcha y, con la mano, seal un gran Cristo que dominaba la entrada de un cementerio: Es seguramente el hombre ms inteligente, el mejor organizado que haya venido a esta tierra. Cuando se piensa en todo lo que ha hecho! Y no tena ms que treinta y tres aos cuando fue crucificado!... Napolen I, al que admiro, en su ingenio, deca: En todo lo que ha hecho ese hombre Dios o no hay algo misterioso, inaccesible, a los En ese instante mi seor se detuvo, habamos debido apartarnos al lado del camino para dejar pasar un grupo de hermosas vacas rubicundas que iban a pastar. Llegamos al pueblo, mi seor alquil un chalet con cocina. A la noche ya estbamos instalados, la habitacin de mi seor daba al Midi, el comedor al Oeste; estaba muy bien y, desde la primera noche, el seor descans mejor. Tras quince das de una tranquilidad absoluta en este domicilio, mi seor pareci haber recobrado su buen humor y su salud de antao. Una maana su mdico vino a almorzar con l; tuvieron una conversacin muy animada y alegre. Debo decir que ese doctor, a sus cualidades profesionales, una un bello espritu y una filosofa perfecta que complaca mucho a mi seor. Tena sobre l la autoridad del hombre de ciencia; adems, se vea lo bien que realizaba su tratamiento. Las buenas duchas de esta agua helada, que descenda desde los montes de Francia; ese retiro sobre este rincn de tierra aislada, como perdida en esa cadena inmensa de montaas, a orillas del lago Lman; el buen aire que llegaba de todos lados de las cimas; alimentos de primer orden, todo pareca conjuntado a pedir de boca para
259
recuperar al famoso remero de Sartrouville. En efecto, engord y su aspecto era esplndido, dorma las noches casi enteras; apenas me llam una o dos veces. Mi seor daba de vez en cuando un paseo en triciclo. Haca tres das que haba ido al castillo de Voltaire en Ferney; y hoy iba a Prgny a casa de la baronesa de R, y me concedi la tarde libre dicindome que si esa dama lo retena, se quedara all a cenar. Yo fui a pasear por el camino de Gex. Pero a pesar de la suerte que pareca sonrernos, ya que el seor de Maupassant recuperaba su salud, y toda la felicidad que me haban prometido los simblicos trboles, yo tena una aprensin y no me alejaba demasiado. Regres a la casa sobre las cuatro y media; mi seor llegaba al mismo tiempo que yo, el rostro totalmente congestionado. La baronesa estaba ausente y l haba hecho el trayecto desde Divonne a las puertas de Genve bajo un sol de rigor, trrido en este valle. Haba querido regresar sin detenerse, sin descansar, y, a la vuelta, agobiado por el calor, fue presa de un mareo, cayo de la mquina y se produjo una luxacin en dos costillas. Despus de un descanso bajo una techumbre de una granja, tuvo el coraje de subir; y aqu lleg, desolado, no del dao que se haba hecho en las costillas, sino de la sacudida que esta cada (que pareca un ataque de insolacin) puedo haber producido en su cerebro, tan bien equilibrado todos estos ltimos tiempos en los que haba podido trabajar con extrema facilidad en su Angelus. Lleg el doctor, reconoci la luxacin de las costillas, ordenando vendar el trax en una serie de bandas bien apretadas. Mi seor pareca reconfortado tras la visita de ese buen doctor. La noche fue sin embargo mala; en varias ocasiones deshaca sus vendas, y yo siempre deba recomenzar ese trabajo no demasiado fcil. Por fin, a las cinco de la madrugada se durmi.
260
La noche siguiente fue un poco ms tranquila. Yo soaba sobre una silla del comedor, cuando o, como una msica, el pequeo pndulo repicando las dos de la maana; me dije: Es la molestia En efecto, el enfermo no dejaba de llamarme. En ese preciso momento, unas tristes ideas me torturaban el espritu, mi corazn lata como bajo el golpe de una gran emocin, en mi especie de ensueo; tena el presentimiento de que una desgracia nunca llega sola. El da 15, a las nueve de la maana, un coche estaba en la verja del jardn. Una dama descendi. Ah! Dios mo!, aqu estaban mis presentimientos hechos realidad! Ella explic que era su viaje a Suiza al que debamos el honor de su visita Seis das ms tarde, un coup estaba de nuevo en la puerta para llevar a la visitante, pero cual no sera mi conmocin, cuando vi el caballo derrumbarse como una masa. Ese accidente poda retrasar la marcha de la desconocida, y eso era lo que no necesitaba mi seor bajo ningn precio. Por fin el animal se puso en pie y pudo conducir a Ginebra a aquella que mi seor vea alejarse con placer. Se trataba ahora de recuperar, de llevar paz y tranquilidad al escritor encumbrado para que pudiese darnos nuevas obras maestras. El 23 de agosto, se produjo una distensin en el estado general de mi seor; el doctor haba venido esa maana, haba encontrado una mejora sensible de las costillas. Era un punto del que no habra que ocuparse de all en algunos das, afortunadamente, pues otro inconveniente surgi. Dos personas haban alquilado las habitaciones colindantes con las nuestras. Durante tres das, por la noche, hacan un escndalo insoportable. Eran unas orgas sin fin, indescriptibles. El seor de Maupassant sali de all para contarme que haba llegado, con frecuencia, a salir de noche al aire libre para desinfectarse de los olores de los que estaban impregnadas esas habitaciones de hotel:
261
Esos grandes cuarteles donde se duerme a menudo separados por una simple puerta, son en ocasiones muy instructivos; y me propongo escribir pronto un relato titulado La premire nuit, que ser una especie de memento cmico, para los amantes de la madrugada. He recogido unos documentos extraordinarios en el hotel Noailles en Marsella Hemos trabajado bastante; he desplazado la cama de mi seor al otro lado de la habitacin. Las mantas, las sbanas y las colgaduras, que la propietaria ha querido darnos, estaban tendidas a lo largo del tabique de separacin; y, a fe ma, ese acolchado un poco espeso formaba un buen aislante. El mismo ruido continu las noches siguientes, pero bastante atenuado para permitir el descanso. Ejecutando este trabajo de la nueva instalacin en su habitacin, el seor me cont como conoci a la seora X: Fue, me dijo en la primavera de 1883, yo paseaba en Andrsy, en yola claro. Despus de haber rodeado la isla y echado un vistazo al embalse de Fin-dOise, di media vuelta y tuve el deseo de ir, sobre esa franja verde rodeada de agua, a tomar un poco el fresco y a tumbarme. Enganch mi yola y camin entre las zarzas. En esa poca, ese rincn era todava un poco salvaje, hoy es muy visitado. Me dirig hacia un olmo que vi repleto de pequeas ramas bajas que me proporcionaran un poco de sombra. Aproximndome, advert que el lugar estaba ocupado. Dud Era un hombre o una mujer? Pasando a una pequea distancia, comprob que se trataba de una mujer que tena un sombrero de remero y una camiseta. Justo en ese momento, ella puso una paoleta sobre sus hombros, probablemente porque senta fresco. Yo qued fijndome, esa dama lea un libro, all, sola. Esto me pareci extrao. Estaba realmente sola? Esa era la cuestin. Aproximndome un poco, comprob que lea Une Vie con una
262
atencin devoradora. Entonces me dije que esa particularidad iba a facilitar las presentaciones. Fui a pasearme bajo el bello camino de los tilos de Andrsy. Hacia las seis, una persona, fue, con una barca, a recoger a la lectora de la isla. Segu sus movimientos de cerca; con ese caballero, otras parejas tomaron asiento en una mesa del restaurante Chantry. Yo me hice servir en una mesa prxima para verla bien. El dueo del restaurante me dijo que estaba casada con el caballero moreno. En ese momento, qued un poco decepcionado, despus el tabernero volvi a informarme que crea haber odo decir que iban a separarse. La desconocida me pareci bonita, de carcter travieso, estilo pilluelo de Pars. Entonces no pude evitar melanclicas reflexiones respecto de ella. He aqu dos seres jvenes y hermosos, estn ya cansados el uno del otro y van a ser desgraciados para el resto de sus das. Que comedia es el matrimonio, tal y como lo han hecho las convenciones! No sera ms sencillo y ms justo dejar a esos dos seres seguir la senda de la naturaleza y dejarse ir por la pendiente del instinto? Algunas semanas ms tarde, yo estaba relacionado con esa gente, que adoraba la orilla del agua Los primeros das de septiembre pasaron y el sol nos dejaba pronto detrs de las montaas; para compensarnos un poco, estbamos muy temprano sobre las alturas; esperbamos salir el astro siguiendo una bonita corriente fluvial (el Versoix), cuya agua clara y fra flua rpido hacia el valle, arrastrando en ocasiones unas piedras bastante grandes que dejaban al descubierto bonitas truchas de reflejos plateados. Unos pescadores estaban en el agua, totalmente remangados; agarraban con la mano a esos pequeos peces que les escapaban algunas veces para retomar su camino en el curso del agua, y rpidamente se ocultaban bajo el primer guijarro propicio. Ese juego diverta a mi seor, que haca tiempo
263
deseaba ver esta pesca y tambin el modo en el que se tomaban los peces de carne tan delicada: Este pescado, me dijo con el sol sobre esos montes y sobre esa planicie, vista desde aqu, me produce una inspiracin de la que voy a hacer una crnica para el Gaulois. Nos dispusimos a dejar Divonne; mi seor me dijo que haba encontrado el soneto que quera hacer para el seor Gounod.
264
CAPTULO XVIII
FIN DE SEPTIEMBRE 1891 AL 6 DE JULIO 1893
La clarividente simpata del profesor G - Visita nefasta. Consulta grave. Marcha para Cannes. En el Chalet de lIsre . El doctor Daremberg. El implacable mal hace lentos progresos. Obsesin fnebre.- Le Moine de Fcamp. La espina de lenguado en el estmago. Seales de parlisis. La memoria se mantiene muy clara.- La fatiga cerebral se acenta.- Los mosquitos. Triste da de Ao Nuevo.- ltima fiesta familiar. El fatal despacho desde Oriente en la trgica noche.- El seor de Maupassant se corta la garganta en un gesto impulsivo.- An tiene conciencia de su estado.- Una velada terrible.- La imagen de la venganza obsesiona al enfermo.- En la residencia del doctor Blanche en Passy.Fugaz esperanza de curacin.- Se produce lo que tema el doctor Blanche.- Delirios de persecucin.- Destellos de lucidez.- A quin tienta el destino!- Suiza fue la causa de que el seor de Maupassant acabe sus das en una residencia de salud.
18 de septiembre de 1891. Fue un verdadero placer encontrarnos en el confortable apartamento de la calle Boccador. El seor de Maupassant manifest su pesar por no poder llevar de viaje todas esas cosas familiares que amaba, que tena la costumbre de ver y de tocar cada da, y sobre todo mi cama , aadi, pues no poda encontrar nada parecido en ninguna parte. El 19, entr para cenar y pareca totalmente feliz. Haba, parece ser, visitado a un eminente profesor de la Facultad de Medicina que segua sus dolencias desde haca varios aos. El doctor G..., me dijo me ha encontrado perfectamente; le he confiado lo que pensaba de Divonne y
265
ambos fuimos unnimes en reconocer que ese era exactamente el tratamiento que me convena, aprobando el resultado. Ese profesor, que era un hombre de mucho corazn, haca aos que tena amistad con mi seor; le trataba con afecto paternal y pareca mirarle siempre como a un adolescente sin experiencia. De este modo, cuando el seor fue a Cannes sin m, un ao atrs, me dijo a su vuelta: Estuve por la tarde con el doctor G... en ese triste hotel situado en una hondonada, entre la carretera de Gras y el bulevar del Cannet. La noche era sombra y algo doloroso se senta en el ambiente de ese valle, que ola a marisma. Por qu estbamos all? No lo s; recorriendo siempre el mismo camino, la conversacin nos llev a habar de mi salud. Le expliqu a ese buen doctor lo que haba sido en su juventud el autor de Bel-ami, le describ al intrpido remero que haba sido antao. En resumen, detall lo que senta en ese momento. Entonces, como un padre a su hijo, me dijo las cosas ms dulces que se pueden or, arropadas con unas recomendaciones de tal firmeza, capaces de hacer estremecer el corazn de los ms indiferentes. Cuando nuestras manos se estrecharon para separarnos, advert que unas gruesas lgrimas resbalaban por las mejillas a pesar de todo lo que acababa de alegrarme tan profundamente con sus buenas palabras. En ese momento, fui presa de unas ganas espontneas de posar mis labios en esa dulce fuente de lgrimas que me parecan las ms nobles que mis ojos, mojados tambin, hubiesen nunca visto... El seor aadi un momento despus: Fue la nica vez en mi vida que tuve el deseo de abrazar a un hombre. El 20 de septiembre, hacia las dos de la tarde, el timbre elctrico, cuyas pilas no haban sido renovadas desde varios meses atrs, son de un modo quejumbroso. Fui a abrir y me encontr de cara con esa mujer que haba hecho ya tanto dao a mi seor. Como siempre, pas, rgida, y entr en el saln sin
266
que su rostro, que pareca de mrmol, hiciese el menor movimiento... Me retir a mi habitacin: un sentimiento de tristeza, mezclado con un poco de clera, me embargaba. No debera echar en cara su actitud a la visitante nefasta, reprocharle el crimen que cometa deliberadamente, y si era preciso ponerla fuera sin ceremonia?... Pero dado que mi seor la quera recibir, yo no poda ms que inclinarme... Ahora puedo decir cuanto lamento no haber tenido entonces el valor para ceder a esos impulsos de alejar a esa vampira! Mi seor vivira todava... Por la noche, l pareca agobiado y no coment ni una sola palabra de la visita. El 17 de octubre, a las once de la noche, el amigo de mi seor, el eminente profesor, acababa de enviarle al doctor D..., pues l era presa de una enfermedad indecible. Despus de un momento de conversacin cordial, el mdico se retir y yo continu con mi rol de enfermero hasta las cuatro de la maana. Mi seor se hundi en un profundo sueo; entonces me retir para descansar un poco. El 19 de octubre, estaba peor; podra casi decirse que haba perdido toda la mejora que le haba procurado su cura en Divonne. El doctor D... vino a verle, luego fue el profesor G..., quin aconsej una consulta para dentro de dos das. Entrando en el dormitorio, vi encima de la obra maestra de Rodin que adornaba la chimenea, sobre esa quimera de rostro malvolo y ojos crueles, que arrastraba una desgracia en su aspecto fiero, la hoja de los anlisis de orina de mi seor, donde los doctores iban a leer y resumir su estado de salud... A las tres de la tarde, los mdicos ya estaban all. Del saln donde los introduje, pasaron a la biblioteca con mi seor. Algunos minutos despus regresaron al saln; el chequeo no dur ms de media hora. Yo escrut con ansiedad la fisonoma del seor de Maupassant; el diagnstico no pareca haberle
267
asustado, pero pareca preocupado, tena el aspecto de los das malos. Me permit preguntarle que le pasaba, pero apenas me respondi. Camin sin parar de un extremo a otro del apartamento, yo le deje recuperarse Media hora despus, le llev una yema batida con el t, que tom con placer; me dijo que recogiera una serie de frascos de perfumes que haba retirado de su cuarto de bao. Todos esos olores, me dijo me hacen mucho dao. Durante la cena, me confes que de la reunin con esos caballeros, no auguraba nada bueno para su salud en el futuro, que Pars le resultaba nefasto y que bamos a partir para Cannes. Mi hizo una exposicin de sus fuerzas fsicas, dejndome bien claro que l contaba con ellas para recuperarse, y aadi que tendra necesidad de un largo reposo y sobre todo no ver ms a la dama de mrmol, que tanto dao le haca!... He aqu que mi pobre maestro se encomend a m por completo. Me hizo una breve confesin En ese momento, me inspir tanta piedad, que experiment una gran pena, faltndome valor para echarle la menor reprimenda. Debo sin embargo confesar que durante el mes que acababa de transcurrir, dejaba con frecuencia a un lado mi rol de asistente domstico y me permita darle consejos, tan a menudo como la ocasin lo requiriese y dependiendo de las circunstancias. Se daba cuenta en ocasiones de que mis alusiones iban un poco lejos; mi seor, que haba comprendido muy bien el sentido de las mismas, no responda. Esa noche, sin duda, su corazn estaba demasiado contrito y dejo escapar unas palabras que constituan una confesin, en una respuesta que pareca dar razn a las numerosas recomendaciones que discretamente yo le haca desde tiempo atrs. La simple sensatez me sugera recordarle que la mejor ciencia para vivir era saber despejar su camino de
268
todo lo que pudiese hacer flaquear y minar su salud, el primero de todos sus bienes. El 21, mi seor escribi a su madre; el 22 arregl sus cuentas con los editores. Yo me ocup de los equipajes. Es seor de Maupassant me dio distintos objetos que viajaran con nosotros, uno o dos diccionarios repetidos ( tena ya en Cannes), algunas obras raras de autores antiguos, que quera releer antes de devolverlos a su madre a quin pertenecan Llevamos con nosotros una bolsa especial conteniendo unos manuscritos y algunas cartas El 28 todo estaba listo; el 29, hacia las siete, bajamos, el coche nos esperaba a la puerta. La portera, buena y sencilla mujer, se enterneci por nuestra partida y derram unas lgrimas sinceras. Mi seor le dio una propina esa maana, dicindole que estara ausente hasta el da de Ao Nuevo Chalet de LIsere, 2 de noviembre. Desde la ventana de su habitacin, mi seor vea el mar, la punta de Estrel que avanzaba en el manto azul y tambin el faro. Estaba orgulloso de esa vista y de su alojamiento, que responda perfectamente a sus expectativas de descanso. Estaba solo en la pequea casa, sin piano ni encima, ni debajo, ningn vecino colindante, una amplia panormica y su pequeo jardn en cuyo centro plant un macizo de claveles. Desde el primer piso, el extremo del jardn pareca agrandarse merced a la continuacin del de la seora Littr, la viuda del sabio. Gozamos de un final de otoo extraordinario; tambin el seor aprovech para dar paseos por mar; pareca tener su barco en su corazn como nunca A pesar de la suavidad del clima, mi seor me dijo que por las noches la temperatura de su habitacin cambiaba con rapidez y descenda mucho por la maana. Esto tal vez fuese debido a que encima de esa
269
habitacin no haba ms que un desvn. Ese mismo da me dirig a un aserradero mecnico siguiendo la orilla de un ro que vena del Cannet. Al da siguiente haca depositar sobre el techo una capa de serrn de cincuenta centmetros. Esta precaucin bast para mantener la temperatura regular en su habitacin. Unos amigos de Pars estaban alojados con nosotros para pasar algunos das solamente, tenan la intencin de comprar o de alquilar una villa para el invierno. Mi seor los paseaba en coche y en barco; haca lo posible por ser til, pues ellos eran mayores. En cuanto a l, haba retomado su Angelus, aunque trabajaba con una obstinada lentitud. A finales de noviembre, el seor se quejaba, deca que senta dolores por todas partes. Resultaba extrao! Tena buena cara, relajada, incluso haba engordado. A menudo se baaba en casa y todos los das se daba su ducha en el establecimiento. Su apetito era satisfactorio y regular Me haba comentado dos o tres veces que yo le haba echado demasiada sal a las comidas; pero no rechazaba el plato por eso. Rara vez vea al doctor Gimbert, su habitual mdico en Cannes. Su amigo, el doctor Georges Daremberg, que estaba instalado aqu durante la estacin, era a quin iba a contar sus miserias. En resumen, la situacin me pareca buena, exceptuando las noches. Mi pobre seor nunca pudo disfrutar de un sueo normal antes de las tres de la madrugada. Si consegua dormirse antes, yo estaba seguro que al cabo de dos horas, me llamara. 6 de diciembre. Esa tarde sali a la mar con el doctor Daremberg, que haba venido a almorzar con l. Rieron recordando algunos episodios de su juventud. Yo me percat de que al doctor le produca cierto placer hacer recordar al seor detalles para comprobar si ste responda directamente, pero fue en vano ya que no pudo sorprender ni una sola vez a mi seor desprevenido.
270
15 de diciembre. Desde principios de mes, ambos fuimos dos o tres das a Niza a almorzar en casa de la seora. El seor quera que lo acompaase para preparar la comida. No es que la cocinera de mi madre no sepa su oficio, sino porque estoy acostumbrado a su cocina y usted ha comprendido perfectamente lo que me conviene. 16 de diciembre. Anocheciendo, se pase al final del jardn y volviendo siempre alrededor de su macizo de claveles. A veces se bajaba para admirarlos ms de cerca; tenan ya flores y muchos brotes a punto de eclosionar Yo estaba en un rincn con Bernard, poniendo a punto el triciclo. Mi seor me dijo que poda disponer de esa mquina, pero era un instrumento demasiado peligroso en ese pas montaoso. El da de Navidad sub a bordo con mi seor para efectuar una salida, pero el viento se haba detenido, adems era festivo para los marineros. Cuando regres a la casa, l ya estaba all y me pregunt si no sera demasiado tarde para que le preparase un bao. Me puse a ello y el bao estuvo preparado de inmediato. Cen muy bien despus de ese bao. Por la noche, Bernard acompa a Raymond que vena a dormir al chalet. Mi seor los oy y se acerc a la cocina a saludarlos. Se lleg a hablar de fiesta y religin. El seor de Maupassant nos dijo entonces que el primer relato que escribira sera le mon de Fcamp, y en pocas palabras, nos expuso su tema. Haba visto en un granero de Fcamp a un monje que viva retirado desde haca aos. Supe por la mujer que le llevaba la comida cont mi seor detalles muy curiosos. A ese monje lo vi dos veces; estoy seguro que no que est lejos de dudarse como voy a amenizarlo. Quiero presentarlo bajo dos formas inesperadas, y
271
el ermitao del Estrel no contar ms al lado de este famoso tipo. Y acabamos riendo con l de esos seres extraos que se consumen de soledad y dejan los senderos abandonados para arrojarse al desierto como los santos de la Thbade. Recuerda usted me deca al respecto el seor de Maupassant, las ceremonias nocturnas de nuestros vecinos en Divonne? Pues bien, an me han proporcionado una documentacin que no se habr perdido. El 26, en el transcurso de la tarde, mi seor me dijo que iba a dar un paseo por la ruta de Grasse. Diez minutos ms tarde, estaba de regreso. Yo estaba ocupado en mi aseo. Me llam muy enrgicamente, quera verme a todo trance y enseguida, para decirme que, en el camino del cementerio, haba visto unas sombra, un fantasma! En cualquier caso, haba sido vctima de algn tipo de alucinacin. Yo comprend que haba tenido miedo, pero no quiso confesarlo. El 27, almorzando, tosi un poco; me dijo seriamente que seguramente una parte de la espina del lenguado que acababa de comer, haba ido a parar a sus pulmones y que podra morir. Mi escasa ciencia no me permita tomar en serio esta afirmacin. De todos modos le aconsej que bebiese t muy caliente. El resultado fue bueno; una hora despus, descenda por el camino que conduca al puerto y daba un bonito paseo a bordo del Bel-Ami. Yo estaba muy lejos de sospechar que sera el ltimo6. Volvi hacia las cinco bastante contento, pero cansado. Una buena friccin lo recuper; descans esperando la cena y tom su comida como de costumbre.
6
El Bel-Ami se convirti en agosto de 1893, tras la muerte del seor de Maupassant, en propiedad del seor Frdric de Neufville, que a su vez lo vendi en julio de 1895 al seor conde de Barthlemy. Hacia 1900, lo vi en Saint-Nazaire, transformado en un simple barco de pesca.
272
Por la noche, Raymond me dijo que al seor le haba costado subir en el bote y desembarcar; sus piernas no le obedecan visiblemente. Por momentos las elevaba demasiado o los posaba muy rpido. Ya se haba quejado a m de esa dificultad para moverse. El 28, como de costumbre, fuimos a almorzar en casa de la seora; no pas nada de particular excepto que mi seor no dijo palabra en todo el trayecto de la casa a la estacin, y que incluso por la noche, en su habitacin, no me habl ms que de las necesidades del servicio. 29 de diciembre, a las cinco de la tarde. Mi seor se meti en el bao. En ese mismo instante lleg su amigo, el doctor Daremberg. Le inform de que el seor acababa de entrar en su baera; l me respondi con un tono muy festivo: Eso me resulta indiferente. Me produce tanto placer ver a Maupassant en el agua como en su saln. Entrando en el cuarto de bao exclam: No saques tus manos del agua, amigo mo; aqu est el corazn, nada de protocolos entre nosotros! Cmo ests? Dos carcajadas estallaron en el vaco de esa sala sin muebles. Cuando ese alegre compaero march, lo acompa hasta la puerta del jardn y resumiendo, me dijo confidencialmente: Su seor es de una fuerte complexin, pero est afectado de una enfermedad que no rige bien el cerebro. Acaba de hacerme el relato de su viaje a Tnez con una facilidad increble, citando datos, nombres de personas, sin dudar un solo instante. Todo le vena espontneamente; me ha hablado como alguien que nada tiene que temer en mucho tiempo. As pues, paciencia y valor, mi buen Franois.
273
El 30 de diciembre, tenamos encima de las montaas del Estrel, y sobre todo en la parte Oeste del cielo, una aurora boreal de las ms imponentes. Mi seor me llev por el camino que rodeaba el camino de la seora Littr. Desde all, se vea el fenmeno en todo su esplendor, no molestaba mirarlo. El seor de Maupassant pareca feliz de vivir. Nunca he visto magia parecida en el cielo, eso no se parece en nada a las auroras boreales de un rosa anaranjado que he contemplado en otras ocasiones. Vea, es rojo sangre! Y era cierto, el cielo estaba tan rojo que apenas poda fijarse en l la vista durante algunos minutos. El seor trat de hacerme comprender como se producan esos fenmenos luminosos compuestos de una gran parte de electricidad y de fluido magntico que se encontraba en las proximidades de los polos. El ltimo da de diciembre, me dijo que haba dormido mejor que de costumbre. Cuando hubo tomado sus huevos y su t, me advirti que vendra un amigo a almorzar, el seor Muterse, y que se aseara pronto, para ir a tomar su ducha y estar de regreso antes de la llegada de su invitado. A las doce y media, se sentaron en la mesa, pero el seor tena jaqueca y solicit retirarse pronto a su habitacin, siendo la conversacin penosa. Hacia las tres, mi seor se encontraba mejor; fuimos juntos por la senda de la villa Bellevue. Pasamos por la casa de Rose, la mujer que vena a limpiar a casa, luego la villa Continentale. Hicimos una investigacin sobre un aspecto referente a nuestro descanso, tratamos de indagar que motivos atraen o rechazan a los mosquitos. As, en la villa Continentale, estbamos literalmente devorados por esos bichos poco amables, y, en el pequeo chalet en el que vivamos, y que formaba parte del mismo barrio, no haba ni uno solo. No obstante tenamos un foso con unos guijarros en el fondo como
274
en la villa, incluso tenamos tambin un lavadero y una cisterna descubierta en el jardn y nunca vimos ni uno de esos temibles insectos. 1 de enero de 1892. Desde las siete, mi seor estaba levantado, yo le sub agua caliente para su aseo, pues debamos tomar el tren de las nueve para ir a casa de la seora, pero l tena dificultades para afeitarse. Me dijo que tena una niebla ante los ojos, y que por el momento no se senta en disposicin de ir a casa de su madre. Trat de ayudarle lo mejor que pude. Tom sus huevos y su t; eso remiti y se sinti mejor. Abr completamente la ventana, el aire y el sol penetraron a raudales en la habitacin. El correo lleg; ley algunas cartas, buenos deseos, siempre los mismos, me dijo. Luego los marineros llegaron y el seor descendi a recibirlos. O a los hombres pronunciar las frmulas banales que se repiten cada ao. Pero aqu al menos, haba algo ms que repeticin, los deseos de esos bravos tenan un acento de inimitable sinceridad, se poda sentir que ellos de dirigan al hombre, al buen seor, que ellos queran, de buena fe. Lleg mi turno de estrechar la mano a mis compaeros de tierra y mar. Eran las diez, el seor me pregunt si estaba listo para partir. Si no vamos, mi madre va a creer que estoy enfermo. Tomamos el tren. Durante el recorrido, el seor miraba el mar por la ventana; estaba hermoso y azul bajo un cielo muy limpio, con un buen viento del Este. l me hizo observar que ese tiempo soleado sera admirable para un paseo por mar. Luego, atento al espectculo, me pidi que ojease los peridicos para decirle si haba alguna cosa que pudiese interesarle. Una vez en casa de la seora, hice y serv el almuerzo; mi seor pareci comer con buen apetito. En la mesa estaban su
275
madre, su cuada, su sobrina y su ta, la seora de Harnois, a la que quera mucho. Haba ido a su casa ms de una vez, cuando su corazn estaba demasiado alterado, a confiarse a ella; su ta tena unos dones naturales y particulares para compartir sus penas y consolarlo. A las cuatro, el coche vino a recogernos; yendo a la estacin, compramos una gran caja de uvas blancas para continuar con el rgimen habitual. En el chalet, el seor de Maupassant se cambi de ropa, puso una camisa de seda para estar ms cmodo y luego cen, como de costumbre, un ala de pollo, escarola a la crema y un souffl de arroz vainillado, todo regado con un vaso y medio de agua mineral. Hasta las diez, anduvo de un extremo al otro del saln y del comedor; de vez en cuando, llegaba hasta la cocina, cuya puerta de comunicacin haba quedado abierta. No dijo apenas una palabra, ni a Raymond ni a m. Cuando le sub una taza de manzanilla a su habitacin, me sigui enseguida y se quej de dolores en la espalda. Me dijo que le dola hasta la regin lumbar. Le apliqu una serie de ventosas y, al cabo de una hora, el sufrimiento remiti. A las once y media se meti en cama. Sentado sobre mi silla baja, en la habitacin contigua, esper a que se durmiese. Despus de haber tomado su infusin, comi alguna uva y cerr los ojos; pas un minuto y medio. Me retir a mi habitacin dejando mi puerta abierta. Un momento despus, el timbre de la puerta del jardn son, era un repartidor de correo. Regres y ech un vistazo a la habitacin de mi seor para ver si dorma, y si era posible entregarle esa nota, que vena de un pas de Oriente, segn me dijo el cartero. Pero el seor descansaba profundamente, la boca ligeramente entreabierta; yo volv a acostarme. Pasaron aproximadamente una hora y cuarenta y cinco minutos cuando o un ruido; corr hacia la pequea habitacin
276
que llega a la escalera y encontr al seor de Maupassant de pie, la garganta abierta. De pronto me dijo: Vea, Franois, lo que he hecho. Me he cortado la garganta, es un caso absoluto de locura Llam de inmediato a Raymond. Tumbamos a mi seor sobre la cama de la habitacin contigua y vend como pude la herida. El doctor de Valcourt, llamado urgentemente, lleg pronto en nuestra ayuda, en esta triste circunstancia. A pesar de mi emocin, tena una lmpara, mientras que el doctor practicaba rpidamente las suturas necesarias, ayudado por Raymond que cumpla su cometido sin rechistar y con diligencia. La operacin result perfectamente. Mi pobre seor estaba absolutamente tranquilo, no pronunci una palabra en presencia del doctor. Cuando el mdico hubo partido, nos manifest su dolor por haber hecho semejante cosa y de causarnos tantas molestias. Nos dio la mano, a Raymond y a mi; quera pedirnos perdn por lo que haba hecho, y era consciente de toda la magnitud de su desgracia; sus grandes ojos abiertos se fijaban en nosotros como para rogarnos algunas palabras de consuelo, de esperanza, si eso era posible. De donde nos viene, en parecidos momentos (momentos tan penosos que parece que no podremos revivirlos de nuevo sin que nuestra razn no zozobre), la desconocida fuerza que nos impulsa a luchar contra la misma evidencia. Yo continu lo mejor que pude consolando al herido con todos las palabras apaciguantes que poda encontrar. Veinte veces se las repet y cuando menos le hacan bien a mi pobre seor que se agarraba desesperadamente a una esperanza imposible. Finalmente, su cabeza se inclin, sus prpados se cerraron y se durmi Raymond, apoyado sobre el pie de la cama, estaba anonadado, al borde de sus fuerzas, haba dado todo de lo que era capaz; estaba de un plido espantoso. Le aconsej que tomase un poco de ron, lo que hizo, y entonces de su pecho de
277
coloso salieron unos sollozos que pareca que iba a estallar, sus ojos permanecan secos. Ambos, nos quedamos velando a nuestro seor; yo no me mov pues tena una mano apoyada sobre mi brazo; tema tanto despertarle que incluso no hablamos. La luz de las lmparas haba sido reducida y, en la oscuridad, pensamos en la irreparable desgracia. Cuantas cosas pasaban por la cabeza en ese fin de noche! A veces, deseaba que todo se detuviese y que mi vida fuese suspendida, tanta era la pena que soportaba. Luego, quera tener esperanza, y me deca que puesto que mi seor razonaba y que reconoca lo absurdo de lo que haba hecho, su espritu no estaba muerto; as que poda esperar. A base de razonamientos, llegu a persuadirme de que sabra curarle bien y que este accidente desaparecera con el tiempo. Me convenca de que era imposible que nos abandonase as, cuando, la vspera an, nos hablaba en trminos tan lcidos de sus trabajos, de su Moine de Fcamp y de su Angelus. En cualquier caso, me prometa a mi mismo hacer todo lo que de mi dependiera para combatir el mal, que no era, me deca, invencible, considerando sobre todo la robusta constitucin del seor de Maupassant. Cuando se despert, a las ocho, yo estaba convencido de que todo ira mejor Bernard lleg, se sorprendi a la vista de nuestro enfermo; es que tena una palidez espantosa. Tom su mano para comprobar si tena fiebre; pero no, estaba fresca. Le pregunt si quera tomar el t, pues era la hora. Apenas me respondi; le present una yema batida que acept A medioda, estaba an en un estado de completa postracin, indiferente a todo; su tranquilidad me daba miedo El mensaje llegado durante la noche haba quedado abierto sobre una mesa; llevaba en la firma el nombre de la mujer nefasta. La familia de mi seor que la haba abierto y ledo no haba comprendido nada. Pero a m, esa firma me
278
haba hecho estremecer. Hay que creer en la fatalidad? Por qu los deseos del enemigo ms implacable de la existencia de mi seor llegaron en el momento preciso en que su hermosa inteligencia estaba amenazada? Misterio. Durante todo ese da, e igualmente al siguiente, mi seor permaneci confundido. A las ocho de la tarde, se levant para decirme sbitamente, con una animacin febril: Franois, est preparado? Marchamos, la guerra ha sido declarada. Le respond que no deberamos partir hasta la maana siguiente. Cmo! exclam, estupefacto por mi resistencia es que usted quiere retrasar nuestra partida, cuando es de mxima urgencia actuar lo ms rpido posible? Siempre hemos convenido entre nosotros que, para la venganza, marcharamos juntos. Usted sabe bien lo que hace falta, a cualquier precio, y lo haremos. En efecto, l me haba hecho jurar seguirle en caso de guerra con Alemania; debamos ir juntos a defender la frontera del Este. Durante nuestros desplazamientos, me confiaba su cartilla militar, temeroso de que no se perdiese entre la gran cantidad de papeles que posea. La velada avanzaba, mi pobre seor persista en sus ideas y se irritaba de mi lentitud. La situacin se volva crtica, pues no poda comprender que yo fuese un obstculo para nuestra partida Felizmente, Rose, la mujer de la limpieza, se impuso. sta tena sobre l una autoridad, una influencia verdaderamente sorprendentes; era una gran mujer de rasgos acusados como los de una napolitana, con los cabellos en bucles entrecanos. Todo lo que ella deca le impresionaba, l era dcil a sus consejos y no los discuta. Al da siguiente, el enfermero enviado por la residencia de salud del doctor Blanche lleg, y yo pude ir hasta Cannes.
279
Pas por la casa de nuestro carnicero para anunciarle mi prxima marcha, y la triste noticia l estaba a punto de despedazar un cordero, tom la nota que yo deba pagar, la pos sobre la tabla y qued absolutamente desconcertado durante unos minutos. Su mujer trat de hacerlo volver a la realidad preguntndole que le pasaba. Respondi: Nada, nada, pero no puedo creer lo que acabo de saber. Como, ese caballero que yo vea pasar varias veces al da por aqu e ir al puerto, se ha convertido? Adems, su andar gallardo era el de un hombre pleno de vida y salud, daba gusto verlo. Yo haba ledo algunos de sus cuentos, y me gustaba mucho; era un gran escritor. Ah! Qu desgracia!... El corazn de ese bravo negociante estall, llev a sus ojos un pauelo y no pudo retener sus lgrimas. Su esposa me dijo entonces: Hace quince aos que estamos casados y es la primera vez que lo veo llorar! Creo que era el 6 de enero. Rose y el guardin estaban cerca de mi seor que estaba tranquilo. En cuanto a m, llegu a estar inconsciente, me mova como un autmata, pero, tan pronto mi mirada se posaba sobre el enfermo, volva a la realidad. Tema en todo momento que volviese con nuestras diferencias respecto a la partida para la guerra Extraa alucinacin! Fuimos en un coche-cama, enganchado al rpido de Pars; nos dirigimos a la residencia del doctor Blanche, en Passy, donde mi seor iba a ser internado, tal vez curado. Estaba all, acostado en la cama del medio, no manifestando ninguna agitacin, dulce como un nio El tren, circulando a todo vapor, atraves las montaas de Estrel. Yo permanec de pie, apoyando mi mano sobre la portezuela; sta se abri completamente. Casi fui arrojado a la va. Cmo me pude mantener? No sabra decirlo. Cuando hube cerrado la
280
portezuela y tomado posesin de m mismo, el guardin me dijo: Se ha salvado por los pelos! Estaba escrito que usted no deba morir, sin duda porque su seor tiene necesidad de usted para reponerse. Estas palabras me revitalizaron y sent regresar mi valor Passy, 7 de enero. Toda esa primera jornada, mi seor descansaba; me pareca muy cansado, sin embargo haba dormido durante la mayor parte del viaje Tres das despus de nuestra llegada a esta residencia, el doctor Blanche se present a las once de la maana. El seor de Maupassant comenzaba a almorzar. Despus de los saludos y de estrecharle la mano, el clebre alienista se sent y estuvo presente durante la comida. Habl de diferentes cosas, dejando caer unas cuestiones de forma imprevista. Mi seor respondi a todo coherentemente. Hay que decir que l conoca ya al seor Blanche y que lo estimaba mucho. Saliendo, el doctor me dijo: Su seor hace todo lo que usted de pide, eso es bueno. Ha respondido correctamente a mis preguntas, no est perdida toda esperanza!...esperemos Estas esperanzadoras palabras fueron un blsamo para mi corazn y bendije a ese buen hombre, de cabellos blancos y digno porte, que inspiraba confianza a primera vista. Mi seor poda curarse! El ilustre especialista lo haba dicho y yo le cre. Hasta el 20 de abril, yo cuid del seor, ayudado por los enfermeros con la firme intencin de obtener un buen resultado. Su salud fsica era buena, su moral me pareca tambin muy mejorada. Apenas algunas alucinaciones venan a turbar su paz de espritu. A veces se complaca contndonos unas bromas muy divertidas, con ese verbo inimitable que yo conoca tan bien y era feliz vindonos rer, a su guardin y a m.
281
Una noche de abril, yo estaba ocupado en escribir a su madre. De sbito me reproch el haberlo sustituido a l, en el peridico el Figaro, y de haber mediado en el cielo. Aadi: Le ruego que se retire, no quiero volver a verle. Qued estupefacto, mi corazn se encogi, pero, por los consejos de Baron, el guardin, que saba mejor que yo que no deba llevarse la contraria en este tipo de enfermedades, me retir. Al da siguiente, mi pobre seor me recibi tan bien como de costumbre y me pregunt si iramos pronto a su domicilio de la calle Boccador. Durante la jornada, cont al doctor Blanche la inquietante escena que haba tenido lugar, repitindole textualmente lo que l me haba dicho. Tras este relato, los rasgos del alienista se contrajeron, se volvieron duros; frunciendo las cejas dijo: Tanto peor! Es lo que me tema. Baj muy aprisa la escalera, y me pareci que agarraba ms fuerte que de costumbre la rampa de madera sobre la que se apoyaba siempre. Yo qued perplejo. Cuando pude reunir mis impresiones, llegue a la conclusin de que el sabio desesperaba decididamente de la salud moral de su ilustre cliente. Entonces pens: Si va peor, si no hay esperanzas de curacin, Qu razn hay para permanecer aqu? Estaramos mejor en el campo, un hombre y yo seran suficientes para vigilar al enfermo, puesto que est alucinado, y no es violento. Otro da, me volvi a pedir que me retirara, pero al da siguiente yo no pensaba. 16 de junio de 1892. La seora de Maupassant est absolutamente de acuerdo conmigo. Deseara otra forma de vida para su hijo
282
15 de julio. Todo ha sido intentado en ese sentido por parte de la madre del seor y de su ta, la seora de Harnois, que siempre ha tenido total debilidad por l. Pero, para nuestra gran desgracia, se han agarrado a lo imposible, el desgraciado debe quedar encerrado, reducido a un estado de muerto viviente! El da en el que supe esa decisin, mi seor me recibi con estas palabras: Franois, cuando iremos a la calle Boccador, donde tengo todo lo que necesito para mi aseo? Adems, mis manuscritos estn all, como mis libros. Los alimentos que usted sabe preparar tan bien me mejoraran, mientras que aqu no curar jams! Estaba obligado a escuchar todo esto, sin encontrar ni una palabra que decir. Era bastante desgarrador. Como de costumbre, le promet que nuestro regreso a la calle Boccador no tardara. Debo decir que los mdicos me trataron siempre con la misma amabilidad. Un da, uno de ellos me pregunt cuanto tiempo haba estado al servicio del seor de Maupassant. Despus de unos instantes de conversacin, me dijo: S, lo comprendo, mi pobre muchacho, pero qu quiere usted? Septiembre. Mi seor ya no hablaba de regresar a su casa Un da me pidi su antiguo objeto de marfil que l haba hecho desaparecer con gran misterio y sonri; a pesar de esto, me afirmaba no saber lo que haba sido del trptico. Luego se volvi hacia Baron para que fuese testigo de lo que l deca era cierto7. Ese guardin, amable, ligero y perfecto en su trabajo, haba conquistado las simpatas del enfermo; l respondi:
7
Ver captulo XI
283
Verdaderamente, Franois, el seor de Maupassant tiene una buena memoria, recuerda exactamente ese detalle y otras cosas, como usted ha podido comprobar. Octubre. bamos al jardn todas las veces que el tiempo lo permita. Los das se volvan cortos y sombros; haba ya niebla sobre las orillas del Sena. Cuando haca mal tiempo, el seor de Maupassant pasaba su tiempo en el saln jugando al billar. Entrando en la casa, solo, por la noche, tom al azar un volumen de la obra del seor. Detenindome en su lectura, me pareca sentirlo junto a m Sus obras son talmente l mismo, que creo orle, me figuro que est all y que va a pronunciar mi nombre, veos sus gestos realzando sus relatos, lo reconozco completamente, con la risa tan franca que tena cuando me hablaba de sus lectores. Por desgracia! s, yo reviva los das pasados; con claridad o a mi seor darme una orden conocida: Franois, esta tarde, llevar mi artculo al Gil Blas. Espero que estn contentos, puesto que los quieren buenos! Su risa sonaba entonces, atronarte y plena, semejante a la de un nio satisfecho de haber acabado sus deberes. El lunes de Pascua, 3 de abril de 1893, yo estaba en el jardn con mi seor y su enfermero. Haba adelgazado mucho durante este largo invierno, y su caminar era menos seguro. Nos sentamos en un banco, bajo un castao de Indias, cuyas jvenes hojas dejaban filtrar los rayos del sol. A pesar de todo, el enfermo experiment aun la satisfaccin de ver el renacer de la naturaleza; admir ese hermoso csped que se extenda ante nosotros y relajaba nuestros ojos. Le hice notar la belleza de un pequeo arbusto que estaba coronado ya de abigarradas hojas, casi blancas. l me respondi:
284
S, ese arbolito est bien, pero no es comparable a mis lamos blancos de tretat, sobre todo bajo el viento del Oeste. En ese jardn, cerrado por gruesos muros, pens en los numerosos paseos que habamos hecho juntos en las montaas, al aire libre y puro, y nos volv a ver sobre lo alto del monte Revard, cuando mi seor me mostraba las montaas de Suiza con el extremo de su bastn, indicndome donde se encontraban Chamonix, Zermath y el monte Rose. Record tambin lo que me haba dicho, con acento emocionado que contena un lamento inconfesable, que ese viaje a Suiza haba contribuido a romper un matrimonio proyectado. Incluso si hubiese estado casado, habra tenido otro destino! Esa mujer con la que deba casarse, yo la conoca, era de una inteligencia superior. Sin ninguna duda, el se habra convertido en el ms grande productor literario de su tiempo. Un da, haciendo partcipe de esta impresin al doctor Blanche, ste me respondi: Guy de Maupassant era demasiado artista para casarse! En ese momento pens: Tal vez tenga razn el doctor. Pero despus de haber reflexionado, cuando me acordaba lo bueno que era mi seor, sensible a las sugestiones del corazn, conclua que la mujer que lo hubiese tomado por la delicadeza, por la nobleza de los sentimientos habra hecho de l lo que hubiese querido Para que volver atrs? Nadie escapa a su destino. El del seor de Maupassant fue determinado por un simple reencuentro donde se decidi su futuro en el momento en el que iba a seguir la vida en comn. Regresando de nuestro paseo, pasamos ante las pajareras, que contenan toda clase de pjaros. Aqu, fue Baron quin se entretuvo con mi seor viendo todos esos animales que le interesaban. Entenda mucho de esas aves; el seor de
285
Maupassant lo reconoca y escuchaba con placer sus explicaciones. Por la noche, cuando dej a mi seor, me dio la mano, y me pareci todava ms triste. Como en tantas otras ocasiones, me alej de este domicilio con el corazn encogido; Nunca el horror de la tumba viva donde el gran novelista estaba encerrado no me pareci ms siniestra Fue el fin. El 3 de julio de 1893, el seor de Maupassant se apag en ese sombro asilo, lejos de mi, desgraciadamente
Mi tarea ha concluido. He dicho lo poco que saba sobre el seor de Maupassant. Puede que este libro sencillo y modesto, eco fiel de una larga intimidad con el seor desaparecido, proporcione algunas informaciones tiles a aquellos que traten de sacar a la luz la persona y la obra de este gran escritor.
286
NDICE
CAPTULO I: NOVIEMBRE 1883 MAYO 1884
Mi contratacin, el 1 de Noviembre de 1883. Diez das en tretat. Regreso a Pars. Una cena de peticin de mano. Demasiadas cenas. Enero de 1884. Marcha a Cannes. Fundacin de un Club Social. Trabajo y paseo por mar. Un incendio. Regreso a Pars en marzo. Mudanza. Instalacin en la calle Montchanin. Mes de mayo. Descenso en yola de Paris a Rouen. Un remero fuera de serie.__________________ 3
287
una
288
de las catstrofes del ao terrible. Navegando para Cannes sobre el BelAmi. La significativa acogida de Tahya.________________________121
289
Crimen de Montmartre y el pintor Marius Michel. Incendio inextinguible y slvese quin pueda. Huida del asesino hipottico. Lotera divertida. Es el gallo Un conejo para la seora Arnould. Pitonisa visionaria Mil quinientos curiosos alrededor de la Gillette.____________________189
290
colegio de Yvetot. En Saint-Tropez. Reencuentro emotivo en el mar del seor de Maupassant y su padre. El Bel-Ami salvado de los arrecifes por la sangre fra de Bernard. La partida de las hermanas de Mireille. En Saint-Raphael. Frjus, los Croiss, Gounod, Alphonse Karr, etc En Niza. La leccin de las hormigas. En Lyon. El aniversario de la muerte de Herv de Maupassant. Aqu yace Confidencias desgarradoras sobre el desaparecido. Quin sabe?____________________________________________229
291
292
Este libro se acab de imprimir en el I.E.S. A Xunqueira I de Pontevedra el 20 de junio de 2005. Traducido del francs por Jos Manuel Ramos Gonzlez, desde la versin en html de Therry Selva en http://maupassant.free.fr