Kant Criticismo
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Perodo precrtico
En el comnmente denominado perodo precrtico, que abarca la produccin kantiana anterior a la publicacin de Crtica de la razn pura (1781), podemos seguir el proceso de formacin del filsofo, as como su relacin con la ciencia y filosofa de su tiempo. Las influencias de Schultz y Knutzen, en estos primeros momentos, fueron fundamentales ya que determinaron el que pronto, en el espritu del joven pensador, se enfrentaran los dos sistemas cuyos campos, en su madurez, tratar de delimitar: Wotff, (metafsica racionalista) y Newton (mtodo emprico cientfico). Dos rasgos podemos destacar de este primer perodo: preocupacin por la ciencia, y escepticismo frente a la metafsica tradicional. La primera etapa de este perodo est marcada por su atraccin hacia las llamadas ciencias naturales: la fsica y las matemticas. El problema de lo finito y lo infinito, el concepto de fuerza, la estructura astronmico-csmica, la sntesis armnica de toda la realidad, eran temas centrales de los cientficos y filsofos del momento. Kant no escapa a este influjo y durante este tiempo tambin es movido por el afn de sntesis ms que por el de anlisis o crtico, que ms tarde le sern propios. Tal como seala Cassirer en el captulo II de Kant, vida y obra, no es posible juzgar la obra kantiana de este primer perodo desde categoras racionalistas o empiristas, ya que el deseo de sntesis le lleva a manejar unas y otras constantemente. La postura kantiana est en la lnea de la filosofa que mueve a los cientficos modernos, los cuales, sobre todo a partir de Galileo, conciben la ciencia como ciencia de la hiptesis, de la experiencia imaginaria, y cuyo lenguaje es el lenguaje matemtico. Este lenguaje proporciona el acceso a una estructura del universo que se concibe, por este motivo, escrito en lenguaje geomtrico. Las matemticas son la nueva sintaxis de la ciencia fsica, de acuerdo con la estructura racional de la naturaleza, en una concepcin apriorstica de la ciencia experimental moderna, que solamente de esta forma puede constituirse como algo autnomo de la filosofa y de la teologa. La curiosidad cientfica y el afn de conocimiento, proporcionan al joven Kant una slida informacin sobre toda clase
2 de problemas cientficos y matemticos. En las obras de esta primera etapa vemos al joven filsofo dialogando con Descartes, Leibniz, Galileo, Lamben, Kepler, Braher y Newton, lo cual no hubiera sido posible sin esa informacin y sin un criterio propio que ya empezaba a manifestar una capacidad de crtica y sntesis poco comn. Ideas sobre la verdadera apreciacin de las fuerzas vivas nos muestra a Kant interviniendo en la polmica mantenida entre Leibniz y Descartes, pero, sin lugar a dudas, es Historia general de la naturaleza y teora del cielo la obra ms importante de esta primera etapa del perodo precrtico, donde encontramos la primera aportacin cientfico-filosfica de Kant: las fuerzas de atraccin y repulsin, de una manera mecnica, explican el origen del universo, a la vez que afirma la existencia de un espacio inmenso repleto de materia csmica. Esta primera aportacin terica kantiana fue tan importante que, tras la confirmacin experimental que de la misma hizo el astrnomo francs, se la conoce con el nombre de teora Kant-Laplace. Su preocupacin por la totalidad y por buscar los fundamentos de los fenmenos naturales, no detenindose en la mera descripcin de los mismos, en contra de las corrientes escptico-nominalistas, son evidentes en esta obra. Con la publicacin de Nueva luz sobre los principios fundamentales del conocimiento metafsico (1755) comienza la segunda etapa de este primer perodo, centrada en su preocupacin por la metafsica y la orientacin hacia el empirismo ingls y el criticismo. Kant se enfrenta a la filosofa de su tiempo poniendo de relieve la mayora de sus insuficiencias. Los temas centrales se pueden reducir a: ruptura con la metafsica de Wolff, demostracin del falso uso de la lgica aristotlica yla oposicin entre pensamiento y realidad. Del dilogo con Aristteles, Descartes, Spinoza, Leibniz y Wolff, sale la crtica a la metafsica tradicional y su firme conviccin de la insuficiencia de la misma para resolver las necesidades que la ciencia y la moral le estaban planteando. La falsa sutileza de las cuatro figuras silogsticas, La nica prueba posible para demostrar la existencia de Dios, Investigaciones sobre la evidencia de los principios de la teologa natural y de la moral y Sueos de un visionario, interpretados mediante los sueos de la metafsica pueden ser consideradas como las obras ms representativas de esta etapa. Poco a poco van apareciendo los elementos que configuran su criticismo trascendental. En Sobre el primer fundamento de la diferencia de las zonas dentro del espacio pasa a un primer plano de su preocupacin la problemtica del espacio. La consideracin del espacio como condicin de la experiencia, pero no como objeto de la misma, es la conclusin ms importante de la obra. Una vez
3 ms, como sucedi en su dilogo con la ciencia, Kant busca los fundamentos, la relacin de necesidad, la totalidad desde la que todo sea comprensible, la justificacin de la universalidad del conocimiento. Esta tensin es la que le hace considerar insatisfactorios los resultados de la metafsica racionalista y del empirismo ingls. Su inclinacin por los mtodos de las ciencias y las matemticas sintticos, necesarios y sobrios, frente a los de la metafsica analticos, especulativos y complicados, ya es evidente en esta poca. Los primeros resultados de su insatisfaccin y del nuevo criticismo, aparecen en la Dissertatio de 1770. Kant considera esta obra como el verdadero comienzo de su revolucin copernicana. Est seguro de que en ella se encuentran los principios de un nuevo modus operandi de la filosofa. La ctedra, para la que haba sido nombrado, era un autntico desafo para un filsofo que, como l, haba adquirido un slido prestigio, pero que an no haba producido lo que de l se esperaba, y precisamente en el campo de la metafsica. Sus agudos planteamientos en la filosofa de la ciencia y sus crticas a la metafsica tradicional daban pie a esperar mucho del, ya no tan joven filsofo. Kant no rehuye el reto y hace su presentacin con una comunicacin autnticamente revolucionaria, y no tanto por lo que explica en ella, como por lo que implcitamente hace suponer vendr despus. l tiene conciencia de esta importancia y as se lo hace saber a sus amigos. Desde hace alrededor de un ao he llegado, y ello me alegra, a una idea, la cul ya no me preocupa tener alguna vez que modificar, aunque s necesitar ampliarla, con cuyo medio todo gnero de cuestiones metafsicas puede ser decidido si son solubles o no (1) . Poco ms adelante, y en la misma carta aade: Las secciones primera y cuarta pueden ser pasadas por alto como de menor relieve; pero en la segunda, tercera y quinta aunque por causa de mi falta de salud no las he podido elaborar a satisfaccin, me parece que se ofrece una materia, que sera digna de una realizacin ms cuidadosa y prolija. Las leyes generales de la sensibilidad juegan falsamente gran papel en la metafsica, en la cual, sin embargo, todo estriba en conceptos y principios de la razn pura. Parece que debera preceder a la metafsica una ciencia especial, aunque puramente negativa, en la que se fijen a los principios de la sensibilidad su validez y sus lmites, para que no perturben los juicios sobre los objetos de la razn pura, como hasta ahora ha sucedido casi siempre. En efecto, espacio y tiempo y los axiomas, para considerar todas las cosas bajo sus relaciones, son, respecto de los conocimientos empricos y de todos los objetos de los sentidos, muy reales y contienen en verdad las condiciones de
(1) Carta a Lambert, 2 septiembre 1770.
4 todos los fenmenos y juicios empricos. Pero si algo no es de manera ninguna objeto de los sentidos, sino que es pensado por un concepto general y puro de la razn, como una cosa o una sustancia en general, etc., entonces se produce muy falsas posiciones, si se quiere someter a la sensibilidad ese concepto fundamental pensado. Esta afirmacin kantiana de la necesidad de una ciencia que debera preceder a la metafsica, de una autntica propedutica en la que se fijen a los principios de la sensibilidad su validez y sus lmites, para que no perturben los juicios sobre los objetos de la razn pura, es el anuncio dc su futura Crtica, de la que la Dissertatio vendra a ser una especie de avance. El inters por diferenciar el conocimiento sensible del intelectual es lo ms importante de toda la obra: establecer con el mayor rigor la distincin entre sensibilidades e intelecto, o mejor entre razn sentiente y razn pura y abstracta (intelligentia), y a su vez, la distincin de sus respectivos objetos(2). En este proceso de diferenciacin, que lleva a cabo en la obra, van apareciendo toda una serie de teoras que pasarn, sin modificaciones, a la Crtica de la razn pura doctrina de la sensibilidad, espontaneidad del conocimiento intelectual y receptividad del sensible, imposibilidad de la intuicin intelectual, materia y forma del conocimiento, aprioridad del espacio y el tiempo. Con la Dissertatio, prcticamente, comienza una nueva etapa de la filosofa. Kant busca la base en que pudieran apoyarse la necesidad y exactitud de las matemticas. La influencia de Euler, en estos momentos, es evidente, as como el definitivo distanciamiento de las Posiciones de Leibniz y Newton. El espacio y el tiempo sern las bases buscadas; la determinacin de ambos como a priori y a la vez, como necesarios para la experiencia, hace posible una fundamentacin de la ciencia de lo sensible, a la vez que se pone de manifiesto el valor de los conocimientos a priori. Es el momento de la gran luz, la distincin entre la materia y la forma en el conocimiento, la separacin esencial y metodolgica entre los contenidos del mundo sensible y el inteligible, como nica manera de solucionar las situaciones a que haban llegado empiristas y racionalistas. Metafsica y fsica-matemtica deben tener sus campos perfectamente limitados, tanto por sus fundamentos como por sus mtodos. Kant, en estos momentos, tiene el proyecto claro y ve inminente su realizacin; la realidad no fue as. La anunciada inmediata aparicin de la obra (Crtica de la razn pura) tardara once aos en producirse.
(2) Kant, Dissertatio , Madrid, 1961, Introduccin de R. Ceal, p. 37.
5 2. Perodo crtico: uso terico de la razn La razn humana tiene el destino singular, en uno de sus campos de conocimiento, de hallarse acosada por cuestiones que no puede rechazar por ser planteadas por la misma naturaleza de la razn, pero a las que tampoco puede responder por sobrepasar todas sus facultades.(3) ...; es, por una parte, un llamamiento a la razn para que de nuevo comprenda la ms difcil de todas sus tareas, a saber, la del autoconocimiento y, por otra, para que instituya un tribunal que garantice sus pretensiones legtimas y que sea capaz de terminar con todas las arrogancias infundadas, no con afirmaciones de autoridad, sino con las leyes eternas e invariables que la razn posee. Semejante tribunal no es otro que la misma crtica de la razn pura. De todo lo anterior se desprende la idea de una ciencia esencial que puede llamarse Crtica de la Razn Pura... Un rganon de la razn pura sera la sntesis de aquellos principios de acuerdo con los cuales se pueden adquirir y lograr relativamente todos los conocimientos puros a priori. La aplicacin exhaustiva de semejante rganon suministrara un sistema de la razn. En los textos anteriores Kant expone la necesidad, la razn y cul debe ser el contenido de la Crtica de la Razn Pura. Ya en la carta a Lambert nos anunciaba la necesidad de construir una propedutica de la metafsica, una ciencia que fijar los lmites del conocimiento sensible. Aquel proyecto se ha ampliado: ahora es necesario constituir un tribunal que garantice sus pretensiones legtimas y que sea capaz de terminar con todas las arrogancias infundadas, no con afirmaciones de autoridad, sino con las leyes eternas y invariables que la razn posee. Fijar lmites a la capacidad de la razn poda ser considerado como negativo, y en efecto, Kant mismo afirma que fijar lmites era, en primer lugar, decir qu no poda construir la razn humana, cules eran sus usos legtimos e ilegtimos. Fijar, en una palabra, la imposibilidad de la metafsica para fundamentar el conocimiento cientfico. Esta negatividad del primer momento dar paso a un segundo momento, el ms genuinamente kantiano: averiguar la legitimidad de un segundo uso de la razn, el prctico. La universalidad y validez del conocimiento matemticocientfico, es para Kant una realidad de la que hay que partir. El problema, por consiguiente, no era el de discutir su idoneidad en base a determinados paradigmas, sino el de averiguar cmo
(3) Kant, Crtica de la Razn Pura, Prlogo, A VII, Madrid, Alfaguara, 1978, p.,7.
6 alcanzaban su status gnoseolgico. Tal investigacin se convertir, en el fondo, en una investigacin sobre la verdad de la trascendencia ontolgica, tal como indica Heidegger, Si la verdad de un conocimiento pertenece a su esencia, el problema trascendental de la posibilidad interna del conocimiento sinttico a priori equivale a preguntar por la esencia de la verdad de la trascendencia ontolgica (4). El problema de esta universalidad y validez quedar reducido a averiguar cmo son posibles los juicios sintticos a priori, problema que es, en realidad, el averiguar en qu consisten las condiciones de la certeza. El conocimiento de las condiciones de toda presencia como tales es lo que Kant llama conocimiento trascendental. Llamo trascendental todo conocimiento que en general se ocupa, no tanto de los objetos como de nuestro modo de conocerlos, en cuanto ste debe ser posible a priori. Este mtodo trascendental parte de una serie de supuestos: en primer lugar, la existencia de conocimientos universales y necesarios; luego, la existencia y el valor objetivo de ciencias necesarias, como las matemticas y la fsica mecnica; en tercer lugar la aceptacin de que la necesidad no tiene otro origen que un a priori de la razn; y, en fin, que la experiencia no es una pura combinacin de percepciones, sino que implica adems una actividad combinada de la sensibilidad y del entendimiento.(5) La mezcla de elementos empiristas y racionalistas (wolffianos) es evidente. El juicio analtico no puede aportar conocimientos ya que no hay nada dado en e1, pero tiene necesidad y universalidad, condiciones que se dan en el conocimiento cientfico y en las matemticas. El juicio sinttico, como muy bien haba sealado Hume, aporta conocimiento particular, por lo que no hay en l necesidad ni universalidad. El conocimiento cientfico, de cuya existencia y realidad parte Kant, tiene universalidad y necesidad, a la vez que comporta un aumento del conocimiento. Estas caractersticas le son propias al juicio sinttico a priori; en l, lo dado se convertir en la materia del conocimiento: todo aquello que puede ser recibido por nuestra sensibilidad. La forma ser la que aporte la necesidad y la universalidad: los elementos puros que posibilitan el conocimiento y la misma existencia. Pues bien, la tarea propia de la razn pura se contiene en esta pregunta:cmo son posibles los juicios sintticos a priori ? En base a esto Kant hace una primera distincin entre los conocimientos que se construyen, que usan, con juicios sintticos
(4) M. Heidegger, Kant y el problema de la metafsica, Mxico, F.C.E.,1973, p.23 (5) H. J. Vleeschauwer, Historia de la filosofa, vol. 7, Madrid, Siglo XXI, 1977, p. 184
7 a priori y los que no los usan, por lo que la pregunta anterior, incluye la respuesta a las siguientes preguntas: Cmo es posible la matemtica pura? Cmo es posible la ciencia natural pura? y nos obligar a preguntarnos, cmo es posible la metafsica como disposicin natural? o cmo es posible la metafsica como ciencia? La primera investigacin consistir en averiguar cules son esos elementos puros y a priori que aportan la necesidad y la universalidad al conocimiento, a la vez que posibilitan la experiencia (deduccin metafsica). La segunda, cmo es posible su aplicacin a la experiencias cul es su uso en el conocimiento cientfico (deduccin trascendental). La intencin ltima que mueve estas investigaciones vendra a ser la bsqueda de cmo debe ser estructurada la razn para poder optar al ttulo de ciencia real. Goldman nos dir que el fin ltimo de la obra kantiana ser la bsqueda y justificacin de la totalidad, A. Philonenko, que su objeto ser la unidad de una multiplicidad, unidad que encontrar en las funciones a priori unificadoras y objetivantes de la razn, y Heidegger que la tarea de la Crtica de la Razn Pura consiste en determinar la esencia del conocimiento ontolgico por la explicacin de su origen y de los grmenes que lo hicieron posible.(6) La posibilidad de las matemticas como ciencias puras quedar demostrada en la Esttica Trascendental, donde se determinar cules son sus elementos a priori o formas puras: el espacio y el tiempo. Frente a Leibniz (conceptos discursivos), frente a Newton (espacio y tiempo como absolutos) y frente a Locke (conceptos empricos), Kant mantiene la concepcin de espacio y tiempo como formas a priori o intuiciones puras de la sensibilidad. No proceden de la experiencia, ni son cosas en s, pero son los que la hacen posible. El mismo Kant en la Explicacin que sigue a la exposicin de espacio y tiempo sale al paso de la posible realidad de ambos: tienen una realidad subjetiva, estn en las cosas como formas de nuestra intuicin, tienen una realidad emprica como condiciones de la experiencia posible, pero en ningn caso pertenecen a las cosas como son en s mismas. Tomados juntamente, espacio y tiempo son formas puras de toda intuicin sensible, gradas a lo cual hacen posibles las proposiciones sintticas a priori. Estas formas de la sensibilidad, a la vez que aportan la necesidad y la universalidad a los juicios sintticos a priori, dan como resultado el que el objeto experimentado nunca puede ser el objeto tal como es en s mismo, sino como es captado por la sensibilidad humana. Al ser simples condiciones de la
(6) M. Heidegger, opus cit., p. 26
sensibilidad, estas fuentes de conocimiento a priori se fijan sus propios lmites refirindose a objetos considerados tan slo en cuanto fenmenos, pero no representan cosas en s mismas. Por consiguiente, si fenmeno, considerado en su sentido original, no significa otra cosa que el objeto de la experiencia, el cual, como tal, no puede sernos dado nunca ms que bajo las condiciones de la experiencia misma. La sensibilidad aparece como pasividad, puramente receptiva, abierta al objeto al que recibe, por medio de sus intuiciones puras, como fenmeno. La segunda facultad cognoscitiva es el entendimiento, el cual ejerce su actividad discursiva por medio de los juicios, los cuales son posibles por medio de las categoras (conceptos puros del entendimiento) y de sus principios puros. La deduccin trascendental de aqullas, constituy, segn el mismo Kant, la parte ms difcil de la Crtica: Para examinar a fondo la facultad que llamamos entendimiento y para determinar, a la vez, las reglas y lmites de su uso, no conozco investigaciones ms importantes que las representadas por m en el segundo captulo de la Analtica Trascendental bajo el ttulo de Deduccin de los conceptos puros del entendimiento. Esas investigaciones son las que ms trabajo me han costado, aunque, segn espero, no ha sido vano. Esta indagacin, que est planteada con alguna profundidad posee dos vertientes distintas. La primera se refiere al objeto del entendimiento puro y debe exponer y hacer inteligible la validez objetiva de sus conceptos a priori. Precisamente por ello es esencial para lo que me propongo. La intuicin sensible proporciona al entendimiento una diversidad que ser asumida por ste, en un acto espontneo, de una forma determinada. Esta sntesis es posible debido a las categoras. Tena razn Hume, no hay nada en la intuicin sensible, en la experiencia, fuera de su diversidad, pero como para construir el conocimiento son necesarios conceptos como sustancia y causa, conclua en un escepticismo. La Deduccin Trascendental kantiana supera este escepticismo al mostrar que las categoras (conceptos puros del entendimiento) contienen desde el entendimiento, las bases que posibilitan toda la experiencia en general. Ya los empiristas vieron que tales conceptos no procedan de la experiencia, ni tampoco son disposiciones objetivas que estn en perfecta concordancia con las leyes dc la naturaleza (en tal caso les faltara la necesidad), sino que las categoras contienen las bases de toda experiencia en general. La realidad, al presentarse como el conjunto de nuestra experiencia, o no es nada, las categoras no slo aparecen como conceptos puros del entendimiento, sino que tambin tienen un
9 valor emprico. Las cosas en s mismas se conformaran necesariamente con sus leyes con independencia de que un entendimiento conociera tal conformidad. Ahora bien, nosotros slo tenemos experiencia de fenmenos, los cuales, en tanto que representaciones, estn sujetos a la ley de conexin impuesta por nuestra capacidad conectora. Las leyes del mundo fenomnico son las leyes de su posibilidad En otras palabras. todos los fenmenos de la naturaleza tienen que someterse, en lo que a su combinacin se refiere, a las categoras, de las cuales, como fundamento originario de la necesaria legalidad de la naturaleza (en cuanto natura formaliter spectata), depende esta. Las categoras no proceden de la experiencia, ni son cosas en s (trascendentes), son conceptos puros del entendimiento humano con valor trascendental. Si las intuiciones sin las categoras son ciegas, las categoras sin las intuiciones estn vacas. No podemos pensar un objeto sino mediante las categoras ni podemos conocer ningn objeto pensado sino a travs de intuiciones que correspondan a esos conceptos. Igualmente, todas nuestras intuiciones son sensibles y este conocimiento, en la medida en que su objeto es dado, es emprico. Ahora bien, el conocimiento emprico es la experiencia. No podemos, pues, tener conocimiento a priori sino objetos de experiencia posible. Para que sea posible esta sntesis de lo diverso de la intuicin sensible por las categoras del entendimiento (sntesis de aprehensin en la intuicin), es, pues, absolutamente imprescindible que en mi conocimiento toda conciencia pertenezca a una sola conciencia (la de m mismo). Puesto que lo diverso dado en una intuicin se halla necesariamente sujeto a la originaria unidad sinttica de apercepcin, ya que slo tal unidad hace posible la de la intuicin. Esta originaria unidad sinttica es la sntesis trascendental de la imaginacin: el Yo pienso o apercepcin pura. Las categoras, a su vez, para que los objetos puedan ser subsumidos bajo un concepto, tienen necesidad de un tercer trmino que sea homogneo con la categora, por una parte, y con el fenmeno, por otra, un termino que haga posible aplicar la primera al segundo. Llamaremos a esa condicin formal y pura de la sensibilidad, a la que se halla restringido el uso de los conceptos del entendimiento, esquema de esos conceptos y denominaremos esquematismo del entendimiento puro al procedimiento seguido por el entendimiento con tales esquemas. La Analtica de los principios nos va a mostrar los principios del entendimiento para que sea posible la experiencia. Para que la categora pueda constituir conocimiento, para que, en
10 definitiva, sea posible el que la diversidad de la intuicin sensible pueda ser expresada por medio de juicios sintticos a priori, tiene que ser posible la experiencia, los principios del entendimiento puro no son otra cosa que principios a priori de la posibilidad de la experiencia y que a sta se refieren todas las proposiciones sintticas a priori. Por consiguiente, el uso que el entendimiento puede hacer de todos sus principios a priori, de todos sus conceptos, es un uso emprico, nunca trascendental. La tercera pregunta, cmo es posible la metafsica como ciencia? encontrar su respuesta en la Dialctica Trascendental. Nuestras dos nicas fuentes de conocimiento son el entendimiento y los sentidos. Ambos son correctos en cuanto a su uso. Es en el juicio, cuando no se atiene a las reglas de objetividad, donde se da el error. En un conocimiento enteramente concordante con las leyes del entendimiento, no hay error. Tampoco lo hay en una representacin de los sentidos, al no incluir juicio alguno. La ilusin trascendental se produce, al hacer, en el juicio, un indebido uso trascendente de las categoras. El entendimiento puro trata de ampliar su campo de accin trasladndose a territorios ajenos a la experiencia, lejos de su demarcacin y sobrepasando el uso trascendental de sus principios. La funcin de la Dialctica Trascendental ser descubrir en qu consiste esa ilusin y a qu es debida. La ilusin trascendental, como producto de una ilusin natural, no desaparecer con el descubrimiento del error, ya que es una tendencia inevitable. Si la funcin del entendimiento como facultad cognoscitiva es la de dar unidad a la diversidad de la intuicin sensible, la de la razn, como facultad discursiva, es la de dar unidad a la diversidad de las reglas del entendimiento. La razn tiende a la unidad de los principios, a buscar una total concordancia del entendimiento consigo mismo. Ahora bien, este principio de la razn, en ningn caso se refiere a la experiencia, ni para dictar sus leyes, ni su posibilidad. Estos principios de la razn son las ideas trascendentales, conceptos de la razn pura que rebasan el lmite de toda experiencia. Estas ideas pueden tener un uso prctico o un uso especulativo. En este ltimo, que es el que aqu se considera, sus posibles objetos nos son completamente desconocidos.
3. Perodo crtico: uso prctico de la razn El sujeto del conocimiento y el sujeto de cosas diferentes, aunque vinculadas entre s. pues, se mantienen en planos diferentes, orientadas hacia una nica finalidad: el hombre la ley moral son Las dos Crticas, pero ambas estn como ser dotado de
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11 libertad y, desde l, la posibilidad de las ideas con realidad objetiva. Ya en el Prlogo de la Crtica de la razn pura se nos anunciaba un posible nuevo uso de la razn sin restricciones: De ah que una crtica que restrinja la razn especulativa sea, en tal sentido, negativa. pero. a la vez, en la medida en que elimina un obstculo que reduce su uso prctico o amenaza incluso con suprimirlo, sea realmente de tan positiva e importancia utilidad. Ello se ve claro cuando se reconoce que la razn pura tiene un uso prctico (el moral) absolutamente necesario, uso en el que ella se ve inevitablemente obligada a ir ms all de los limites de la sensibilidad. Este uso tiene su razn de ser en la moral y no como simple especulacin, sino como algo absolutamente necesario. Las ideas del alma y de Dios dejan de ser trascendentes y regulativas para convertirse en inmanentes y constructivas del objeto de la razn prctica, el sumo bien. Los lmites que el uso terico impona a la razn, desaparecen en el uso prctico de la misma. La razn pura es moral porque posee la ley y esta confiere absolutez al bien moral con independencia de la actividad humana. El ser moral consiste en representarse la ley en s misma y hacer de esta representacin el principio determinante de su voluntad. Esta ley que se presenta como universal y a priori, no puede deducirse de la experiencia, siendo la existencia de la libertad la que posibilita tal valor. La razn no puede tener limites fuera de s misma, a la vez que la voluntad no puede estar determinada por las leyes naturales. El concepto de libertad, en la medida en que su realidad pueda demostrarse mediante una ley apodctica de la razn prctica, constituye la coronacin de todo el edificio de un sistema de la razn pura, an de la especulativa, y de todos los dems conceptos (Dios y la inmortalidad) que en sta carecen de apoyo como meras ideas, se enlazan con este concepto, y con l y gracias a l adquieren existencia y realidad objetiva, es decir, que su posibilidad se demuestra por el hecho de que la libertad es real, pues esta idea se revela mediante la ley moral. Pero adems, de todas las ideas de la razn especulativa, la libertad es la nica de la cual sabemos a priori la posibilidad, aunque sin inteligirla, porque es la condicin de la ley moral que sabemos. (7) La funcin que el entendimiento tena en la Crtica de la razn pura, es la asignada a la razn en la Crtica de la razn prctica. El entendimiento fijaba los lmites de un correcto uso de la razn terica, que tena por objeto el conocer; la razn
(7) Kant, Crtica de la Razn Prctica, Buenos Aires, Losada, 1961. Prlogo, p.8.
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12 fijar los lmites o, ms correctamente, las condiciones en que debe darse la moral como autntico conocimiento prctico. Si el entendimiento nos prevena contra los usos indebidos de la razn terica, la razn va a descalificar toda moral basada en principios trascendentes o empricos. Todo fanatismo quedar descalificado a partir de este momento. Distinto es ya lo que sucede con el uso prctico de la razn... El uso de la razn pura, una vez que se ha puesto en claro que la hay, es nicamente inmanente; el empricamente condicionado que se jacta de ser soberano nico, es, por el contrario, trascendente y se manifiesta en exigencias e imperativos que van totalmente ms all de su territorio, lo cual es precisamente la situacin inversa de lo que pudo decirse de la razn pura en su uso especulativo. En lo prctico, nos dir Kant, la razn tiene que ver con el sujeto. Este sujeto est dotado de una voluntad que puede ser determinada por la razn y por la sensibilidad. Si cualquiera de las dos pudiera determinar absolutamente tal voluntad, estaramos ante seres puros o ante seres totalmente instintivos, determinados. El sujeto moral kantiano, es el hombre concreto, finito, cuya voluntad puede ser determinada por toda una serie de motivos, y que tiene libertad para moverse en funcin de lo querido o deseado. Por su exigencia de universalidad, la ley moral que mueve a este sujeto, ha de situarse en el reino del deber ser y no en el del ser. La regla prctica es en todo momento producto de la razn porque prescribe la accin como medio para la realizacin de un pronstico. Para un ente, empero, en quien la razn no sea totalmente el nico motivo determinante de la voluntad, esta regla es un imperativo, es decir, una regla que se designa por un deber-ser que expresa la obligacin objetiva de la accin, y significa que si la razn determinara totalmente la voluntad, la accin tendra que suceder intelectualmente segn esa regla. La razn proporcionar los principios para una posible legislacin moral, hacia la que tender la buena voluntad del sujeto en base a su libertad; buena voluntad que, como nico bien incondicionado, ser la que haga posible el juicio moral. La Analtica de la razn prctica pura tendr como fin el encontrar los principios que deben determinar esa buena voluntad. La voluntad no puede ser movida por un contenido concreto, por la materia, sino por la forma, por la representacin de la ley. La representacin de estos principios hace que la necesidad se manifieste como una obligacin que toma la forma de imperativo categrico (mximas universales), frente al hipottico (mximas subjetivas). El imperativo categrico representa la accin como
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13 absolutamente necesaria, siendo, por consiguiente, estas leyes, como principio de la moralidad, puramente formales. Si un ser racional debe pensar sus mximas como leyes prcticas universales, puede slo pensarlas como principios tales que contengan el fundamento de determinacin de la voluntad, no segn la materia, sino slo segn la forma. De esta ley moral, como forma legislativa que determina la voluntad, tenemos conciencia inmediatamente, inmediatez que no se puede demostrar, sino que se nos impone por s misma, pues es un hecho de razn. El imperativo categrico (Obra de tal manera que la mxima de tu voluntad pueda valer siempre al mismo tiempo como principio de una legislacin universal), es vlido para todos los hombres. No tiene ms contenido que su mismo carcter o forma de ley. Cualquier mxima que quiera elevarse al rango de ley universal, siendo subjetiva, mostrar su contradiccin, tal como Kant nos muestra con una serie de ejemplos, por lo que ser inmoral. La posibilidad de esta moral reside en la libertad, libertad que, a su vez, slo es posible si yo decido de m mismo como nomeno, pues como fenmeno estoy condicionado por las causas de mi conducta, por mximas subjetivas. La libertad es la razn de ser que constituye la moralidad, mientras que la ley moral es la santidad, cosa imposible para el hombre, slo concebible en Dios, por lo que solamente nos es posible el mantener la tensin hacia esa entidad, es decir, movernos en el debe-ser y no en el ser. Sin embargo, la ley moral ordena a todo el mundo y exige la ms estricta observancia. Por consiguiente, la ley moral no expresa sino la autonoma de la razn prctica pura, es decir, la libertad, y sta misma es la condicin formal de todas las mximas, la nica bajo la cual pueden concordar con la ley prctica suprema. Ahora bien, el concepto de un ente que tiene voluntad libre, es el concepto de causa noumenon, y ste es un concepto que no se contradice en s. La moral as entendida es una moral autnoma, tiene en s misma fundamentacin de su obligatoriedad, tal como lo muestra la Deduccin Trascendental, frente a las dems que, al estar movidas por principios materiales subjetivos u objetivos, son heternomas (obligan hipotticamente); es una ley formal frente a las dems que son de contenido. Una voluntad determinable por esta ley tiende hacia el bien supremo que, conforme a la razn prctica, es el perfecto, aqul en que la moralidad se convierte en fuente de la felicidad. El bien supremo supone el perfecto acuerdo entre la voluntad y la ley moral. Como este acuerdo no llega a darse nunca, es necesario admitir un progreso indefinido, el cual supone para el uso una existencia indefinida, slo posible bajo el supuesto de la inmortalidad del alma. El segundo elemento del
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14 bien supremo, la existencia de Dios, es la consecuencia del acuerdo entre la virtud y la felicidad. Inmortalidad del alma y existencia de Dios aparecen. pues, como postulados de la razn prctica pura, en base al principio, ya mostrado por la razn terica, de que siempre que se da un condicionado tendemos a remontarnos al incondicionado. Estos postulados no son dogmas tericos, sino presupuestos en un aspecto necesariamente prctico; por lo tanto, si bien no amplan el conocimiento especulativo, dan realidad objetiva a las ideas de la razn especulativa en general (mediante su referencia a lo prctico) y la autorizan a conceptos cuya posibilidad de sostenerlos ni siquiera podra pretender en otro caso. Estos postulados son los de la inmortalidad del alma, de la libertad, considerada positivamente y de la existencia de Dios. La voluntad pura, indirectamente determinada por el principio de la moralidad, exige estas condiciones necesarias de la observacin de su precepto: los postulados. Pues bien, se ampla realmente nuestro conocimiento de esta suerte mediante la razn prctica pura, y lo que era trascendente para la especulativa es inmanente para la prctica? Desde luego, pero slo en el aspecto prctico. En efecto, con eso no conocemos lo que son en s mismos ni la naturaleza de nuestra alma, ni el mundo inteligible ni el ente supremo; nos hemos limitado a unir sus conceptos en el concepto prctico de bien supremo, como objeto de nuestra voluntad, y totalmente a priori por medio de nuestra razn, pero slo mediante la ley moral y tambin solamente en relacin con ella respecto al objeto que ella ordena. Estos postulados, pues, no aaden nada a nuestro conocimiento, ni el creerlos o no creerlos aade nada a nuestra obligacin moral. Por otra parte con su afirmacin deducida de la moralidad no decimos nada a cerca de ellos. En la Crtica de la Razn Pura se nos presentaban como problemticos y aqu se nos presentan como ciertos y con valor constitutivo. Lo que en la razn pura se presentaba como trascendente, aqu es inmanente, aunque, repito, en ningn caso podemos llegar a conocer lo que sean en s mismos, sino solamente afirmarlos. Son una necesidad del ser moral finito y de ellos no podemos hacer ningn uso en el terreno de lo especulativos por ejemplo en la teologa ya que ello implicara un conocimiento. Si tal conocimiento fuera posible al hombre, como sujeto moral quedara determinado con lo que perdera su libertad y con ella su dimensin moral. El problema del determinismo, con Spinoza al fondo, est gravitando sobre estas afirmaciones: Por el contrario, un requerimiento de la razn prctica pura
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15 se funda en un deber de hacer que algo (el bien supremo) sea objeto de nuestra voluntad para promoverlo con todas nuestras fuerzas: pero para ello es preciso suponer su posibilidad y. en consecuencia, tambin las condiciones necesarias para ella, o sea Dios, la libertad y la inmortalidad, porque no puedo demostrarlas, aunque tampoco refutarlas, con mi razn especulativa. Desde luego, este deber se funda en una ley totalmente independiente de estas ltimas suposiciones, apodcticamente cierta por s misma, a saber, la ley moral... ...la mayora de las acciones legales se haran por temor, slo pocas veces por esperanza y ninguna por deber, y no existira un valor moral de las acciones, que es lo nico que importa para el valor de la persona y an para el del mundo a los ojos de la suprema sabidura.
4.
La Crtica del juicio es la tercera, y ltima, gran obra del perodo crtico. Pensando en las dos crticas anteriores, nos encontramos con que el sujeto humano tiene una doble actividad: el mundo fenomnico (reino de la causalidad), el mundo de la moral (reino de la libertad). Esta doble actividad es ejercida por un nico sujeto con una nica razn, por lo que debe haber algn modo de armonizar ambas actividades. La facultad de juzgar ser la encargada de restablecer la armona primaria por medio de la idoneidad. Pero en la familia de las superiores facultades de conocimiento hay otro miembro intermedio ms entre el entendimiento y la razn: es la facultad de juzgar, la cual hay motivos para suponer, por analoga, que puede contener igualmente, si no una legislacin propia, s un principio peculiar suyo para buscar leyes, bien que ese principio sea meramente subjetivo, a priori, el cual, sin tener como jurisdiccin propia ningn campo de objetos, puede tener, sin embargo, algn territorio y cierta cualidad del mismo para la cual precisamente slo sera vlido ese principio propio.(8) Esta facultad a la que se refiere Kant, acta por medio de juicios reflexionantes. El sujeto puede juzgar subsumiendo lo particular en lo universal (funcin determinante del mundo fenomnico, conocimiento del mismo) o bien puede contemplar los objetos ya constituidos no preocupndole su constitucin. En este
(8) Kant, Crtica del juicio, Buenos Aires, Losada, 1861. Introduccin, III, pp 19-20
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16 ltimo caso tiene ante l lo mltiple como conocido, pero sin ser subsumido en una ley universal. La averiguacin de esa ley es lo propio del juicio reflexionante, donde lo dado es slo lo particular y para ello hay que encontrar lo universal. Los principios que el entendimiento proporcionaba el juicio determinante (las categoras) ya no son vlidos, ahora es necesario buscar un principio que nos sirva para comprender el por qu de lo mltiple, que nos confirme que la naturaleza no responde accidentalmente a ciertos conceptos. Tal principio no puede ser constitutivo de objetos, ni de la posibilidad de experiencia de los mismos, sino reglas para operar su unidad sistemtica. Este principio es la idea de finalidad, por medio del cual suponemos que la naturaleza prescribe fines a las cosas. La idea de finalidad ofrece la posibilidad de subordinar todos los principios empricos en un sistema. Mostrar esa posibilidad de unidad es el cometido de la Crtica del juicio. Esta finalidad, que tiene su fundamento en el entendimiento, no presupone ninguna modificacin: tericamente no es necesaria para la experiencia y prcticamente tampoco lo es para el deber. La finalidad de la naturaleza es, pues, un concepto a priori especial que tiene simplemente su origen en la facultad reflexionante, puesto que no puede atribuirse a una cosa semejante a los productos de la naturaleza, como si sta los hubiera dotado de fines, sino que este concepto slo puede usarse para reflexionar sobre ellos acerca del enlace de los fenmenos que en la naturaleza se dan, enlace regido por las leyes empricas. La finalidad puede ser: subjetiva (crtica de la facultad de juzgar esttica) u objetiva (crtica de la facultad de juzgar teleolgica). Las conclusiones de ambas crticas consisten en determinar las caractersticas del juicio esttico y del teleolgico.
4.1.
El juicio esttico
El juicio esttico se ocupa de lo bello y lo sublime, y con l Kant entra de lleno en uno de los temas centrales de la Aufklrung. Su repercusin lleg al romanticismo (Goethe y Schiller). En el juicio esttico se dan dos caractersticas aparentemente opuestas: universalidad y subjetividad. La universalidad consiste en la comunicabilidad, es decir, posibilidad que tiene aquel placer de ser participado por todos los hombres, y es alcanzable cuando se descubre la finalidad, sin representacin concreta de fin, por medio de la contemplacin. La Analtica de lo bello nos presenta los
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17 factores del juicio del gusto: segn la cualidad, lo bello es desinteresado; segn la cantidad, es universal; segn la relacin, no tiene por fundamento ms que la forma de la finalidad de un objeto; segn la modalidad, la necesidad del sentimiento universal implcito en un juicio de gusto, es una necesidad subjetiva, representada como objetiva partiendo de la hiptesis de un sentido comn. Por otra parte, lo sublime viene a ser una representacin de lo infinito aadido a lo bello. No se mira aqu el objeto del agrado como algo contrario a unos lmites, sino como algo suprahumano e impotente. Es una magnitud que slo es igual a s misma. De ah se deduce que lo sublime no debe buscarse en la naturaleza sino nicamente en nuestras ideas. Sublime es lo que, por ser slo capaz de concebirlo, revela la facultad del espritu que va ms all de toda medida de los sentidos.
4.2.
El juicio teleolgico
Las repercusiones leibnizianas, en esta parte de la obra, son evidentes. La causalidad mecnica nos explica cmo es y cmo funciona la realidad, pero no nos dice nada acerca de esa aparente fuerza interna que hace que sus partes sean a la vez medios y fines. La realidad como substancia organizada y que se organiza a s misma es, como producto, un fin natural. Este fin no se presenta como regla constitutiva o explicativa de la naturaleza; su valor es meramente regulativo. La experiencia no lo necesita, pero tampoco se opone a ella, ya que no es una regla de la naturaleza misma, sino una regla de la razn que sirve para orientar a la experiencia. El concepto de fin es quien produce aquella unidad de la multiplicidad de lo concreto a que antes aludamos, por lo que es un verdadero trascendental. Por consiguiente, toda apariencia de antinomia entre las mximas del modo de explicacin propiamente fsico (mecnico) y teleolgico (tcnico), se basa en que se confunde el principio de la facultad de juzgar reflexionante con el de la determinante, y la autonoma de la primera (vlida slo subjetivamente para el uso de nuestra razn con respecto a las leyes particulares de la experiencia) con la heteronoma de la otra, que tiene que regirse por las leyes (universales o particulares) dadas por el entendimiento. Son dos formas diferentes de ordenacin de la realidad, pero que se complementan. La insuficiencia de la explicacin mecanicista, para los seres finitos, es la que nos hace recurrir a la consideracin teleolgica.
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18 Esta consideracin teleolgica lleva a Kant a la afirmacin del hombre como fin supremo de la creacin, en cuanto que es un ser moral, y en segundo lugar ,a considerar como posible la existencia de un ser inteligente y libre de quien depende esa finalidad de la naturaleza, a la vez que nuestra moral. Ahora bien, aquella teleologa en modo alguno conduce a un determinado concepto de Dios, concepto que, por el contrario, slo se encuentra en el de un autor moral del mundo, porque nicamente ste proporciona fin final, dentro del cual slo podemos incluirnos a condicin de que nos comportemos en consonancia con lo que nos impone, o sea: con aquella que nos obliga, a ttulo de fin final, la ley moral. Aqu est, posiblemente, la clave de toda la obra kantiana.
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