Bartolomé de Las Casas y El Parecer de Yucay Ignacia Cortes

Ignacia Corts Rojas
BARTOLOM DE LAS CASAS Y EL PARECER DE YUCAY

IgnACIA CORTS ROjAS
Bartolom de Las Casas
y el Parecer de Yucay.
El manifesto annimo
de los encomenderos frente a la poltica
humanista de la Corona espaola del
siglo xvI
UnIvERSIDAD RICARDO PALMA
Editorial Universitaria
Lima / Per
2011
Primera edicin, noviembre del 2011
Cubierta: Erik Chiri jaime
Bartolom de Las Casas y el Parecer de Yucay. El manifesto annimo
de los encomenderos frente a la poltica humanista de la Corona
Ignacia Corts Rojas
Universidad Ricardo Palma / Editorial Universitaria.
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Prohibida la reproduccin de este libro por cualquier medio, total
o parcialmente, sin permiso expreso de los editores.
Impreso en el Per / Printed in Peru
7
COnTEnIDO
Introduccin 13
Marco terico 19
I. COnTExTO HISTRICO DE LA PRODUCCIn DEL
PARECER DE YUCAY
1. Las Leyes nuevas (1542) 25
2. La junta Magna de 1568 31
3. La llegada de Francisco de Toledo al Per 34
II. LA DOCTRInA DE BARTOLOM DE LAS CASAS En EL
TExTO DEL PARECER DE YUCAY
1. Tratado comprobatorio del imperio soberano y principado
universal que los reyes de Castilla y Len tienen sobre las
Indias (1552) 56
2. Brevsima relacin de la destruccin de las Indias (1552) 61
3. Tratado de las doce dudas (1564) 64
III. LA COnFIgURACIn DEL InDIO En EL PARECER DE
YUCAY 72
1. La supuesta inferioridad del indio
2. Bartolom de Las Casas: el apstol de los indios o el
viborezno de Espaa 86
Ignacia Corts Rojas
8
Conclusiones 91
Bibliografa directa 96
Bibliografa indirecta 97
Iv. TExTO EDITADO: DEL PARECER DE YUCAY 103
I. Origen del engao sobre el verdadero y legtimo
seoro del Per
1. La causa del engao fue fray Bartolom de Las Casas, y slo
l, por haber sostenido y enseado la opinin de los ingas eran
seores legtimos y los curacas seores naturales 107
2. La Explicacin del xito de la opinin engaosa del padre
Las Casas 109
3. Descubrimiento del engao de la opinin del padre
Las Casas 111
4. Exculpacin del rey, de los telogos, letrados y otros de haber
seguido la opinin del padre Las Casas 113
5. Inculpacin al padre Las Casas, y tambin a los del consejo real
por haber seguido la opinin de aqul 114
II. Daos que se han seguido y seguirn del engao si no se
admite la falsedad de la opinin del padre Las Casas
1. Dao a La Corona Real de Castilla 117
2. Dao al gobierno Cristiano 118
3. Dao al Evangelio 119
4. Dao al Reino del Per 120
5. Dao a los Cristianos 121
6. Dao a los Reyes Cristianos de otras naciones 125
7. Dao a los vasallos Espaoles de Indias 125
8. Dao a los herejes Luteranos Ingleses y Franceses 126
Bartolom de Las Casas y el Parecer de YucaY
9
III. Fundamentos del verdadero y legtimo Dominio y
seoro del rey de espaa sobre los reinos del Per
1. Fundamento Primero: Los ingas fueron tiranos recientes 129
2. Fundamento Segundo: ellos constituyeron el imperio a
su antojo 131
3. Fundamento Tercero: antes de los ingas no haba seor,
ni universal, ni particular; los indios vivan en Behetra 131
4. Fundamento Cuarto: El Papa Alejando vI hizo al rey de espaa
legtimo Seor Absoluto de los Reinos del Per 132
Iv. Argumento en contra y sus respuestas
1. La tirana de origen ha prescrito 133
v. Apndices
1. Sobre el benefcio de las minas 141
2. Sobre los tesoros de los dolos y las guacas de los difuntos 146
vI. Eplogo 153
Este trabajo corresponde a mi tesis de Licenciatura en Educacin en
Castellano presentada el ao 2009 en la Universidad de Santiago de
Chile. Quisiera agradecer a todas las personas que me apoyaron durante
mi formacin acadmica, en especial al Dr. nelson Osorio Tejeda,
quien dirigi mi estudio e incentiv la publicacin de este trabajo. A
los profesores Luis Hachim Lara y Francisca Fernndez Droguett por
sus comentarios y dedicacin en la revisin del texto.
Adems, agradezco a mis padres por apoyar siempre mis proyectos.
13
InTRODUCCIn
El pensamiento humanista de la Corona espaola del siglo xvI,
responde a un proceso histrico-cultural en donde se pueden recono-
cer variados actores que infuyen en su conformacin. Dentro de estos
agentes, el estudio se centra en la fgura del dominico Bartolom de
Las Casas, principal sujeto histrico concreto denunciador de la prc-
tica poltica de los encomenderos en territorio americano su realidad
social.
Resulta interesante estudiar la obra de Las Casas por su misin
en la conformacin del discurso ofcial de la Corona, el cual responde
a un humanismo renacentista, pues se comprende en funcin de los
ideales del Renacimiento europeo, donde se caracteriza la accin de
autorreconocimiento y heterorreconocimiento, en trminos de Ar-
turo Andrs Roig. El reconocimiento se manifesta, por parte de los
evangelizadores, en su labor misionera frente al indgena y el hetero-
rreconocimiento se presenta en la intencin de stos, no slo en atraer
a la fe cristiana a los indios, sino que en el exigir una conservacin de la
cultura y tradicin de la poblacin conquistada
1
.
1
Segn juan Carlos Estenssoro en Amrica Latina Colonial se pueden distinguir
dos grandes procesos de la evangelizacin en el Per. La primera evangelizacin,
desde el ao 1533 al 1582 aproximadamente, que se caracteriz por la presencia
de los dominicos y la posicin de la Iglesia de buscar correspondencias a fn de
cristianizar los ritos y creencias locales y un segundo proceso de evangelizacin
que se habra dado a cargo de los jesuitas, donde surgen nuevas necesidades sim-
Ignacia Corts Rojas
14
El humanismo renacentista, en cuanto momento histrico euro-
peo, coincide con el proceso de Conquista presentndose la incorpo-
racin de un nuevo territorio a la Corona Espaola y justifcando esta
accin en la evangelizacin de los pueblos. Es en este contexto donde
se originan los pensamientos crticos de algunos misioneros, quienes
acusaron a los conquistadores de Amrica amparados bajo su ansia de
riqueza y fama, comenzaron a ejecutar una poltica que se separaba
de las intenciones de promocin de la fe cristiana y, ms bien, se po-
sesionaron de manera injusta y violenta en las Indias. Es as como se
presentan las primeras manifestaciones de anlisis crtico frente a una
realidad concreta, destacndose dentro de esta lnea la obra realizada
por el fraile dominico Bartolom de Las Casas.
Sin duda las ideas, reclamos y denuncias de Las Casas infuyeron
en la poltica adoptada por la Corona Espaola. Si bien, se llegaron a
establecer leyes favorables a los indgenas, como resultado de refexiones
realizadas por el fraile dominico un ejemplo de ello es La Controver-
sia de valladolid, en donde los planteamientos de Las Casas son con-
frontados a los de gins de Seplveda quien consideraba a los indios
como gentes inferiores que por su condicin incivilizada deban
ser sometidos por los hombres espaoles venidos a Amrica stas slo
quedaron legitimadas en la postura de la Corona, pues en el territorio
americano los encomenderos ejercan su voluntad sin respetar los dic-
tmenes de los reyes.
En esta insubordinacin de los encomenderos a la poltica huma-
nista de la Corona, la cual nunca fue explicitada directamente a la Co-
rona Espaola, se realizaron una serie de violaciones al pueblo indge-
na. Los encomenderos no acataron las rdenes provenientes de Espaa,
blicas (2002:461). Es en este segundo momento, desde los aos 1583 a 1640,
donde Estenssoro menciona la violencia de la Iglesia y la represin a los ritos que
reproducen los indgenas a partir de la imitacin de los ritos catlicos.
juan Carlos Estenssoro: El Simio de Dios. Los indgenas y la Iglesia frente a la
evangelizacin del Per, Siglos xvI-xvII. En Boletn del Instituto Francs de Estu-
dios Andinos. n 30, 2001, pp. 455-474.
15
pues conocan que su labor de explotacin de riquezas era necesaria
para la economa de Espaa al enviar a la Corona la quinta parte de lo
extrado. Con este factor los encomenderos se sentan impunes para
someter a esclavitud y malos tratos a los indios.
El rechazo por parte de los encomenderos al humanismo rena-
centista de la Corona Espaola, se hace ms patente en el Parecer de
Yucay, un documento que circul como manuscrito durante el siglo
xvI, fechado el 16 de marzo de 1571. El trmino Parecer debe ser
comprendido como un juicio o dictamen jurdico que en el perodo
colonial cumpla el objetivo de recoger opiniones respecto de diferen-
tes materias. De esta manera, el Parecer de Yucay, manuscrito annimo
redactado en territorio peruano el ao 1571, expresa el planteamiento
poltico ideolgico del sector de los encomenderos. El texto es annimo
y nunca fue publicado impreso quiz esto se debe a que para publicar
un documento se requera la autorizacin de la Corona espaola, lo
cual resultara peligroso, en cuanto al contenido que se presenta en l.
Se caracteriza por ser el nico documento, hasta donde conocemos, que
expresa de forma explcita el pensamiento de los encomenderos en ma-
teria de la poltica de la Corona. El Parecer de Yucay centra su discurso
en atacar la fgura de Bartolom de Las Casas, realizando una crtica a
su labor y su postura.
Se hace particularmente interesante ver en el Parecer de Yucay, la
manifestacin del planteamiento de los encomenderos, analizndolo
desde la perspectiva de discurso reaccionario frente a lo ofcial, la pol-
tica de la Corona. Por lo cual es necesario, adems de analizar los argu-
mentos expresados en el Parecer de Yucay, contraponer este discurso al
pensamiento de Las Casas.
De esta forma, el Parecer de Yucay, permanece como un discurso
annimo y sin publicacin; lo que hoy en da se conoce de l es su cir-
culacin en forma de manuscrito, el original no ha sido encontrado y se
hace referencia a que fue redactado en 1571, slo estuvo en el Per nue-
ve das del 16 al 25 de marzo de ese ao. Segn el padre dominico Isacio
Prez Fernndez, el Parecer fue redactado por encargo del virrey del Per
Francisco de Toledo y la copia autgrafa del Parecer se habra sacado
Ignacia Corts Rojas
16
en el Cuzco entre el 16 y el 25 de marzo de 1571, fecha sta en que el
virrey ya envi el autgrafo a Espaa junto con las dos Informaciones ya
hechas, en el envoltorio sellado del correo real. A partir de entonces, ni el
autor ni ningn otro del Per volvi a ver el ejemplar autgrafo (Prez
Fernndez, 1995:66-67). De esta manera, el problema se origina en el
hecho de que el documento jams fue publicado y hasta nuestros das se
ha desconocido, con certeza, la autora del texto original.
Los manuscritos con los cuales se cuenta para el estudio del Pare-
cer, son tres y aparentemente estos poseen aadiduras y sobreaadidu-
ras a lo que fue el texto original, por lo cual no nos centraremos en la
importancia de dar con el verdadero autor del Parecer puesto que en
las diversas copias que se hacen de ste se evidencia una participacin
colectiva en su redaccin.
En cuanto a su contenido, el documento es una expresin de
repudio, por parte de los encomenderos, hacia las refexiones huma-
nistas de Las Casas, utilizando un ataque hacia el fraile que va dirigido
de manera indirecta, en una suerte de enmascaramiento, a la poltica
adoptada por la Corona. Sin embargo, a pesar de que el texto expresa el
pensamiento de los encomenderos, se debe cuestionar hasta qu punto
representa los intereses fundamentales de los encomenderos y cmo son
expuestos stos para generar su base argumentativa.
En el presente estudio pretendemos analizar el texto que hoy
se conoce como el Parecer de Yucay (1571) dentro de su contexto de
produccin, en el complejo panorama histrico cultural siglo xvI. Es
as como se abordar el contexto de produccin del Parecer de Yucay
desde la instauracin de las Leyes nuevas (1542) hasta comienzos del
siglo xvII, periodo en el que se evidencia la infuencia del proyecto
poltico del virrey Francisco de Toledo, amparado, hasta cierto punto,
por el rey Felipe II, en Per. Adems, se propone examinar las obras
de Las Casas que, segn el estudio realizado por Isacio Prez Fernn-
dez sobre el Parecer de Yucay, aparecen de manera implcita refutadas
dentro del manuscrito annimo de Yucay. Por otra parte, el trabajo
tiene por objetivo analizar la visin que se mantiene del indio en el
Parecer de Yucay.
17
La hiptesis del estudio se basa en el enigma del Parecer de Yucay como
un documento que jams fue editado de lo cual se puede inferir que el au-
tor no se responsabiliz de los argumentos entregados en el texto, pues el
haberse hecho cargo de ste signifcara una desobediencia hacia la Corona,
la cual se encargara de castigar a quien se adjudicara la autora.
El imprimir un texto requera de una aprobacin de la Corona
Espaola, aprobacin que posiblemente sera denegada para el autor
del Parecer, ya que la Corona no avalara la crtica de los encomenderos
contra Las Casas, pues debemos considerar que Bartolom de Las Casas
era uno de los consultores de la Corona Espaola en materia de pol-
tica sobre el territorio americano. As el discurso del Parecer de Yucay,
se presenta como una oposicin o cuestionamiento a la poltica de la
Corona Espaola, pero utiliza como estrategia persuasiva una denuncia
personal contra Las Casas.
Por otra parte, para una comprensin del trabajo hemos credo ne-
cesario transcribir el texto del Parecer de Yucay, que ha sido presentado
por Isacio Prez Fernndez en El annimo de Yucay frente a Bartolom
de Las Casas, Estudio y edicin crtica del Parecer de Yucay annimo (Valle
de Yucay, 16 de marzo de 1571), incorporando algunas notas crticas del
original de Isacio Prez Fernndez
2
.
2
Otra transcripcin del manuscrito podemos encontrar en el trabajo realizado por
josyane Chinse el ao 1970, quien trabaja con dos de los tres manuscritos del Pa-
recer. La autora se refere a que los dos manuscritos se encontraban en la Biblio-
teca nacional de Madrid, en dos volmenes diferentes, con las signaturas: MS.
9442 MS.19569 (Chinse, 1970: 97). Pero hoy en da, segn Chinse se ubican
en la Biblioteca de Salamanca. Lamentablemente, cuando se redact esta tesis no
contbamos con este material.
19
MARCO TERICO
El texto del Parecer de Yucay (1571) con el que contamos para el
desarrollo del trabajo no es el manuscrito autgrafo, pues este no ha
sido hallado. no obstante, gracias al trabajo de Isacio Prez Fernndez,
en donde rene los tres manuscritos-copias que se han encontrado del
Parecer de Yucay, localizados en los depsitos de la Biblioteca nacional
de Madrid, se ha logrado proponer un trabajo de anlisis y contextua-
lizacin histrica de dicho documento. Los manuscritos-copias con los
que trabaja Prez Fernndez son diferenciados a travs de las letras: A, B
y C. Destacando que el manuscrito A puede corresponder al siglo xvII,
mientras que los manuscritos B y C al siglo xIx.
Discurso y contexto
El Parecer de Yucay, es un texto en donde se evidencia el cambio
de la poltica de la Corona en materia de evangelizacin y colonizacin
de las Indias, el telogo peruano de la orden de los dominicos, gustavo
gutirrez, seala que los intereses de la corona y de los encomende-
ros opuestos entre ellos unas dcadas antes coinciden esta vez en el
rechazo a las tesis de Las Casas (gutirrez, 1990:77). De esta forma,
podemos comprobar que el discurso que se confgura en el Parecer co-
rresponde al proyecto poltico del virrey Francisco de Toledo, avalado
por el rey de Espaa y los intereses de los encomenderos. Es as que la
comprensin del trmino discurso que se emplear en el presente tra-
Ignacia Corts Rojas
20
bajo corresponde a lo propuesto por Teun A. van Dijk, quien consi-
dera que el discurso es un fenmeno prctico, social y cultural, por
lo que el discurso manifesta o expresa, y al mismo tiempo, modela,
las mltiples propiedades relevantes de la situacin sociocultural
3
que
denomina Teun A. van Dijk como contexto, por lo que el discurso, en
nuestro caso, el Parecer de Yucay, no se encuentra aislado de su contexto
histrico y cultural.
Segn gustavo gutirrez el Parecer de Yucay forma parte del:
arsenal de argumentos que Toledo construye con paciencia y dedicacin,
el Parecer de Yucay tiene un lugar especial; se trata de una arma que tiene
la importante funcin de apuntar a la raz de los males que quiere com-
batir: Bartolom de Las Casas. El virrey y sus seguidores parecen pensar
que son los escritos del dominico, y no los hechos histricos, la fuente
de tantas protestas ante las injusticias que se cometen con los indios
(gutirrez, 1990: 89).
En el Parecer se desarrolla un discurso antilascasiano, al criticar los
postulados del fray dominico Bartolom de Las Casas, en cuanto a la
legitimidad del seoro de los incas y la presencia espaola en las Indias.
Esta confguracin discursiva en contra de la fgura de Las Casas, ya se
vena realizando en Amrica. Un ejemplo de ello es la Carta (1555)
al emperador Carlos v, del franciscano Toribio Motolina, en donde
tambin se presenta el intento de deslegitimar los postulados del fray
dominico, en la cual advierte Isacio Prez Fernndez un paralelismo
entre la Carta y el Parecer, aunque con una diferencia:
la Carta de Motolina es una reivindicacin de lo ocurrido en la nueva
Espaa basada en la doctrina de Seplveda. El Parecer es una reivindica-
cin de lo ocurrido (y de lo que va a ocurrir) en el Per, basado tambin
en la misma doctrina de Seplveda (Prez Fernndez, 1995: 28).
3
Teun A van Dijk: El discurso como interaccin social: 21.
21
Con esto podemos reconocer que los discursos estn siempre
vinculados a otros discursos producidos con anterioridad y tambin
a aquellos que se producen sincrnicamente y con posterioridad
4
. El
Parecer de Yucay se encuentra relacionado con otros discursos, unos
creados en el siglo xvI para desacreditar la obra de Las Casas y otros
que se producirn en el perodo del virreinato de Francisco de Toledo
en Per, para intentar legitimar la dominacin espaola en el territorio
de las Indias.
Isacio Prez Fernndez en su estudio El annimo de Yucay frente
a Bartolom de Las Casas adems de presentar una versin editada del
texto, a partir de los tres manuscritos antes sealados, propone diversas
personas que podran ser los autores del Parecer. Esto se debe a que el
texto original contaba con la presencia de la frma del encargado de re-
dactar el Parecer, segn Isacio Prez Fernndez, independientemente de
que en los tres manuscritos no aparezca el nombre del autor.
Otro estudio con el que contamos sobre el Parecer de Yucay, es
el propuesto por gustavo gutirrez, quien al igual que Isacio Prez,
pertenece a la orden de los dominicos, en su libro Dios o el oro en las
Indias analiza los antecedentes del contexto histrico en que se redacta
el Parecer, mencionando algunos sucesos claves para la confguracin
del nuevo proyecto poltico de la Corona para las Indias. Algunos de
estos hechos seran: el conficto con la promulgacin de las Leyes nue-
vas (1542), la junta Magna de 1568 y el viaje de Francisco de Toledo
a Per (1569), entre otros. As tambin, como Isacio Prez Fernndez
lo seala, la incgnita del autor del texto del Parecer de Yucay resulta
ser un tema fundamental para la comprensin del documento, aunque
gutirrez afrma que hoy se sabe que el autor es el dominico garca de
Toledo, primo del virrey del Per (gutirrez, 1990: 54). Acabando de
esta manera el conficto de la autora del Parecer.
4
norman Fairclough y Ruth Wodak: Anlisis crtico del discurso. En Teun A. van
Dijk.: (compilador): El discurso como interaccin social: 394.
Ignacia Corts Rojas
22
Evangelizacin, Hispanizacin y Transculturacin
Los dos estudios que mencionamos y en los que se analiza el Pa-
recer, en cuanto a su estructura, argumentos y contexto histrico, han
sido confgurados desde la visin dominica de ambos autores. Tanto
Isacio Prez Fernndez como gustavo gutirrez se centran en la critica
del Parecer en contra de la fgura del padre Las Casas, de esta forma po-
demos establecer que ambos trabajos no tienen por objetivo abordar la
situacin real de la poblacin indgena bajo el nuevo proyecto poltico
de la Corona ejecutado por el virrey Toledo, con lo que adems se invi-
sibiliza la organizacin y respuesta indgena a la hispanizacin a travs
del culto a las huacas
5
y el movimiento nativista Taki Onqoy
6
(1565) y
cmo los indgenas fueron reprimidos, principalmente por medio del
proceso de extirpacin de idolatras. La hispanizacin corresponde a
uno de los objetivos de la evangelizacin en las Indias o quiz fue el
resultado de esta conversin de los indgenas al cristianismo, ya que
la hispanizacin es la implantacin del modelo espaol de sociedad o
civilizacin a los pueblos nativos de las Indias, de esta manera no slo se
busc llevar la fe catlica a los indios, sino que se produjo un proceso de
transculturacin. Segn Serge gruzinski la transculturacin es la adop-
cin por parte de un pueblo o grupo social de rasgos culturales propios
de un pueblo o grupo social (cit. por gutirrez Susana y Cristina Soto,
2008: 53). Es as como Claudio Esteva Fabregat establece que:
5
Huaca es tanto emplazamiento fsico de un poder como el poder mismo residente
en un objeto, montaa, tumba, momia de un antepasado, ciudad ceremonial, san-
tuario, rbol sagrado, cueva, manantial o lago de cabecera, ro o piedra enhiesta,
estatua de una deidad, plaza sagrada o pedazo de tierra donde se celebran festivida-
des o donde vivi un gran hombre Burr C Brundage: Empire of the Inca: 47. En:
nicholas grifths: La cruz y la serpiente: 350.
6
El Taqui Onqoy o Taki Onqoy, fue un movimiento andino de rebelin y recon-
quista, a la vez religioso y poltico [...] dirigido desde vilcabamba, o vitcos, por
el Inca Titu Cusi. Pierre Duviols: Procesos y visitas de Idolatras, Catajambo, Siglo
XVII: 23.
23
[] la obra misionera era intrnsecamente decisiva en lo espiritual y es-
tratgica en lo poltico, de manera que los evangelizadores pronto pudie-
ron ser considerados por los sagaces capitanes espaoles, Hernn Corts
el primero, como los agentes ms efcaces para el xito de sus conquistas,
pues las conversiones indgenas conseguan transformar la hostilidad
guerrera en prdida de voluntad progresiva para seguir enfrentndose
contra un poder, el espaol, que apareca secundado y favorecido por
otro, el de los frailes, a sus ojos ms permanente y trascendente
7
.
Con esto podemos inferir que el rol que cumplieron los misione-
ros llegados a las Indias se caracteriz por apaciguar a los indios frente
a los espaoles, logrando que la poblacin nativa de Amrica no se
resistiera de mayormente al invasor espaol.
Si bien hemos caracterizado la transculturacin como una forma
de adopcin por parte de un pueblo de rasgos culturales de otro pue-
blo, debemos considerar que la transculturacin no slo se manifesta
de manera pasiva. Con esto destacamos que en la transculturacin hay
cierto grado de reciprocidad entre ambas culturas que establecen re-
laciones de contacto, pues no se trata slo de adquirir algunos rasgos
culturales de un grupo social, sino que en este proceso se presenta una
participacin activa de ambas culturas, en que la delimitacin entre
la cultura aportadora y receptora no est claramente establecida, dado
que se produce un intercambio recproco entre ellas (Susana gutirrez
y Cristina Soto, 2008: 53). no obstante, la cultura aportadora, en este
caso la espaola, se instaur con diversos mecanismos, algunos repre-
sivos y otros de asimilacin, en la cultura nativa de las Indias, en que
evidentemente no se permiti mantener las creencias de la poblacin
indgena. Un ejemplo de ello es el proceso de extirpacin de idolatras
en Per, que buscaba reprimir la religiosidad andina. Es por esto que al
emplear el trmino hispanizacin lo haremos en el sentido del proceso
de imposicin de la cultura espaola sobre la indgena, pues como lo
7
Fray Toribio de Benavente: Historia de los indios de la Nueva Espaa. Edicin de
Claudio Esteva Fabregat: 11.
Ignacia Corts Rojas
24
estableceremos en el captulo tercero del presente trabajo, la imagen
que intentan representar discursos tales como el Parecer de Yucay de la
cultura indgena se basa en una concepcin etnocntrica racista, pues
a menudo los indios son confgurados como individuos que son re-
presentados como no-sujetos, privados de toda agentividad, de toda
voluntad y poder de decisin (Martn Rojo, 2003: 165). Por lo que
la hispanizacin ms que ser un proceso de reciprocidad entre ambas
culturas, la espaola y la indgena, se manifesta como un intento de
instaurar la diferencia entre una cultura y otra, presentando la cultura
espaola los rasgos positivos que deben ser incorporados a la poblacin
indgena.
no obstante, podemos reconocer a travs del anlisis de diversas
fuentes y soportes de registro en el periodo colonial, como bailes, texti-
les, msica, entre otros, la elaboracin de mltiples formas de respuesta
por parte de los/as indgenas, logrando crear sus propias sntesis ante la
colonizacin cultural (Quijano, 2001).
25
I
COnTExTO HISTRICO DE LA PRODUCCIn DEL
PARECER DE YUCAY
1. Las Leyes nuevas (1542)
Las llamadas Leyes nuevas
8
tal vez son el documento ofcial de la
corona espaola de mayor relevancia en cuanto al refejo de la postura
de Las Casas, en materia de la colonizacin de Amrica; segn gustavo
gutirrez las llamadas Leyes nuevas (1542), de inspiracin lascasiana,
provocaron la enrgica protesta de los encomenderos de todas las In-
dias (gutirrez, 1990: 54-55). no obstante, las opiniones sobre la in-
fuencia directa que ejerci Las Casas para la promulgacin de las Leyes
nuevas son diversas. El historiador Mario gngora asegura que:
esta reforma no fue de ninguna manera una consecuencia directa de las
ideas de Las Casas; surgi, ms bien, de una corriente subterrnea de
crticas que emergi de las concepciones morales y del nfasis en el De-
recho natural que era generalmente aceptado en los crculos cultos de la
Espaa de aquella poca; la mayora del Consejo de Indias, alrededor de
1542, quera la abolicin del sistema de encomienda de servicio personal
y deseaba poner freno al proceso de conquista, con el fn de evitar la total
aniquilacin de los indgenas (gngora, 1998: 44).
8
Las Leyes nuevas fueron promulgadas por Carlos v el 20 de noviembre de 1542,
estas ordenanzas tenan por objetivo regir el trato que los encomenderos les daban
a los indgenas.
Ignacia Corts Rojas
26
Las Leyes nuevas de 1542 signifcaron el rechazo explcito de
los encomenderos a la poltica de la Corona. no obstante, para com-
prender las repercusiones que generaron las Leyes nuevas en Amrica,
debemos primero analizar el proyecto poltico de la Corona para las
Indias.
El complejo panorama de lo que implic el denominado descu-
brimiento de Amrica, signifc establecer un proyecto poltico para
los nuevos dominios incorporados a la Corona. Si bien la empresa de
Conquista se bas en la extraccin de riquezas de las Indias y, por ende,
en el enriquecimiento desmedido de los conquistadores, el trabajo de
algunos frailes se dedic a la predicacin del evangelio a los nativos de
las Indias, de esta manera los frailes consideraban que el instrumen-
to primordial de dominacin consista en la cruz y no en la espada
(Hanke y gimnez Fernndez, 1954: xII).
El rey de Espaa para la poca, Carlos v, tendr por confesor
al general de la orden de Santo Domingo, quien ser el hombre de
confanza del emperador y, como lo seala el historiador guatemalteco
Severo Martnez Pelez, la Orden de los Predicadores, hoy conocida
como la de los dominicos, ser una aliada para la Corona en materia
poltica. La Orden de los dominicos es considerada la principal orden
que establece la importancia de denunciar los actos de abusos cometi-
dos por conquistadores y, posteriormente, por los encomenderos hacia
la poblacin nativa de Amrica. Pero tambin se debe tomar en cuenta
que la defensa que los dominicos hacan de los indios era, en el fondo,
la defensa de los intereses de la monarqua enfrentada a la voracidad de
conquistadores y colonos (Martnez Pelez, 1976: 69).
Las Leyes nuevas signifcaron la prohibicin explcita de la escla-
vitud de los indios, quienes deban ser considerados como tributarios
del rey y no esclavos. El rey Carlos v saba que del trabajo de los indios,
esto quiere decir, la mano de obra para la extraccin de riquezas de
las Indias, dependa la economa de Espaa. Es por esto que las Leyes
nuevas establecan la pena de muerte para el conquistador que con
el pretexto de aludir a la rebelda de los indios los mantuviera como
esclavos.
27
Para 1542, Las Casas contina con su produccin terica sobre
el trato que deben recibir los indgenas y las denuncias al actuar de los
encomenderos. En su Memorial de Remedios (1542) expresa su ofensiva
en contra del sistema de encomienda:
[] quitando todas las encomiendas que estn hechas en todas las In-
dias, y que no dando uno ni ningn indio a espaol por encomienda,
ni por vasallo, ni en feudo, ni de otra cualquiera manera, porque segn
la larga y muy cierta experiencia que se tiene, de cualquier manera que
a espaoles se den, los han de matar y destruir por sus cudicias de haber
oro y riquezas, y, por tanto, hacer el contrario es contra la ley de Dios,
y gran pecado mortal, y en grandsimo perjuicio y destruicin del patri-
monio real de Su Majestad (Las Casas, 1958: 120).
El sistema de encomienda en las Indias se convirti en la posibilidad de
alcanzar el bienestar econmico de los encomenderos, pasando a un
segundo plano la rendicin de cuentas a la Corona, por esto era que los
espaoles al viajar a Amrica podan conseguir rpidamente el ascenso
econmico y posteriormente social en dichos territorios. Sin embargo,
la encomienda y el repartimiento a travs de las Leyes nuevas, sufrieron
modifcaciones, en donde a los encomenderos se le quitaban todos los
indios a quien los tuviera sin ttulo a vista (Martnez Pelez, 1976: 73).
Las Leyes nuevas, promulgadas en noviembre del 1542 bsica-
mente establecan que:
todos los indios eran vasallos libres, tributarios del rey. Seran puestos en
libertad todos los esclavos cuyos amos no presentasen justo ttulo para
retenerlos, y de all en adelante no se haran nuevos esclavos por ningn
motivo. Se estableca la pena de muerte para el conquistador que, so pre-
texto de rebelda de los indios, los esclavizase como se haca antes. []
Se le quitaban todos los indios a quien los tuviera sin ttulo a la vista. A
quien, teniendo ttulos, dispusiese de muchos indios, se les reduciran a
nmero razonable. A quien, teniendo tambin ttulo, se le comprobase
que les daba mal trato, se le quitaran todos sin ms averiguacin. Igual-
mente se le quitaran todos los indios encomendados a quienes ejerciesen
Ignacia Corts Rojas
28
ofcios de autoridad. [] Quedaban suprimidos los servicios personales
y nadie podra obligar a trabajar a los nativos contra su voluntad. Las
encomiendas que, as modifcadas, fuesen vacando por muerte del be-
nefciario, pasaran a la corona; se prohiba heredarlas (Martnez Pelez,
1976: 73-74).
Las radicales transformaciones a la encomienda y el trato a los
indgenas, a travs de la Leyes nuevas, fueron un intento de frenar
la injusticia que conquistadores y encomenderos ejercan en Amrica.
Un precedente para la promulgacin de estas leyes fueron las Leyes de
Burgos (1512) en las que se presenta el reconocimiento ofcial de la
injusticia, para poder establecer una lucha verdaderamente institucio-
nal (Ulloa, 1977: 59). Las Leyes nuevas signifcarn un acto concreto
para acabar con el enriquecimiento de los encomenderos por medio de
la explotacin de la poblacin nativa. Pero, independientemente de las
intenciones y leyes dictadas por la corona, el panorama en las Indias fue
poco alentador. Las Leyes nuevas no pudieron ser implantadas del todo
en el territorio americano, pues causaron una conmocin en las colo-
nias, la corona se vio obligada a hacer concesiones en varios puntos, y se
lleg a situaciones intermedias, conciliatorias (Martnez Pelez, 1976:
74). Las Casas en su Memorial al Consejo de Indias (1565) cuestiona la
ejecucin de las ordenanzas del rey y el actuar de los conquistadores y
encomenderos en las Indias, declarando que las leyes:
no se han cumplido, por la grande y desmedida codicia de los que all
han pasado, mayormente de los que aquellas gentes han ido a gobernar,
porque los unos y los otros siempre han engaado a los reyes con muchas
y diversas falsedades, y no avisando de cmo aquellas gentes perecan
por los insultos que en ellas se hacan y el mal gobierno que desde el
principio se les haba puesto, pretendiendo sus propios intereses solos, y
otros por la misma causa con rebeliones, alborotos y desobediencias que
han cometido contra la fdelidad que deban a su rey natural (Las Casas,
1958: 536-537).
29
El lugar en donde estall el conficto entre encomenderos y los
nuevos mandatos de la corona de manera ms violenta, fue sin duda
el Per. Los partidarios de gonzalo Pizarro se opusieron a las Leyes,
generando una revuelta en el territorio que termin con el asesinato del
funcionario espaol que llegaba encargado de hacer cumplir las Leyes
nuevas (Martnez Pelez, 1976: 75). De esta manera, la lealtad al Rey
se vio afectada en el territorio peruano en donde los partidarios de Pi-
zarro expresaban un sentimiento general de solidaridad, el que una
a todos los conquistadores de Amrica en contra de la burocracia de
la Corona (gngora, 1998: 47). Segn gustavo gutirrez, las Leyes
nuevas en Per generaron la mayor reaccin de violencia en las Indias
con la rebelin de gonzalo Pizarro y sus secuelas. Bartolom de Las
Casas, que tuvo especial preocupacin por lo que suceda en el Per,
era por ello una fgura particularmente controvertida en estos reinos
(gutirrez, 1990: 55).
Las Leyes de 1542 desencadenaron el repudio por parte de
conquistadores y encomenderos a la misin de Las Casas como telogo
de la Corona, entrometindose en el proyecto poltico para las Indias.
Para ellos ahora el enemigo no slo sera el actuar de la burocracia de
Espaa, sino que el ataque se centr en la colaboracin de Las Casas
en temas como las leyes. La puesta en prctica de las Leyes nuevas
9

aunque como ya mencionamos estas se vieron modifcadas y no del
todo ejecutadas signifc la alerta de los encomenderos frente a las
denuncias de Las Casas y su participacin activa en la corona espaola
bajo el mando de Carlos v.
9
Segn jos Antonio Mazzotti Desde el revuelo causado por las Leyes nuevas de
1542 y la infuencia lascasiana, los encomenderos vieron sus esfuerzos mal recom-
pensados con una legislacin que coactaba [sic] sus derechos y seoro, dando paso
al sistema de los corregimientos y al andamiaje de fueros especfcos para los na-
tivos dentro de un cuerpo de leyes o una repblica distinta, como se denominaba
en la poca. Para nadie es secreto, sin embargo, que pese a sus aparentes buenas
intenciones, la legislacin de la segunda mitad del xvI consolid el poder de la
Casa Real Las agencias criollas y la ambigedad colonial de las letras hispanoame-
ricanas. En: <http://www.pitt.edu/~hispan/iili/AgenciasIntro.pdf>.
Ignacia Corts Rojas
30
El sistema de encomienda en Per facultaba a los encomenderos
a recibir los servicios de distritos nativos especfcos (Howland Rowe,
2003: 250), con posterioridad a la promulgacin de las Leyes nue-
vas (1542), segn el antroplogo Tomas A. Abercrombie, los nuevos
encomenderos, sin duda, pusieron inmediatamente a sus sbditos al
trabajo, bajo las condiciones entonces vigentes de una cierta libertad
paternalista. En teora la encomienda no conformaba un ttulo de pro-
piedad sobre la tierra, sino slo un ttulo a recaudar tributos razonables
de un grupo de indios (Abercrombie, 2006: 2005). Por otra parte,
las Leyes nuevas generaron el cambio en el sistema de explotacin
implementado por los encomenderos, pues se logr la abolicin de los
servicios personales de indios sin pago; de esta manera en Per se reali-
zaron pagos nominales por servicios, y los encomenderos comenzaron
a comerciar en gran escala, principalmente en coca y otras provisiones
para Potos. Este comercio usaba portadores nativos y llamas que perte-
necan a los nativos (john Howland Rowe, 2003: 251).
no obstante, los encomenderos reclamaron ms derechos y ttu-
los
10
. Es as como en el ao 1550 los encomenderos envan grandes
presentes para el Emperador para pedir que las encomiendas se volvie-
sen hereditarias en perpetuidad (Howland Rowe, 2003: 251). Inde-
pendientemente de esta peticin y el ofrecimiento de los encomenderos
del Per de 7,600,000 pesos a la Corona, para que le concediera este
privilegio, el Rey se opuso a esta medida. Por otra parte, el arquelogo
john Howland Rowe asegura que los caciques se pusieron seriamente
preocupados y le dieron poderes a Bartolom de Las Casas y Domingo
de Santo Toms para ofrecer 100,000 ducados ms que el precio tope
ofrecido por los encomenderos si el Rey abola las encomiendas en su
totalidad (john Howland Rowe, 2003: 251), esta ltima peticin tam-
poco fue aceptada por la Corona.
10
Para Mario gngora en 1559, cuando la bancarrota nacional durante los prime-
ros aos del reinado de Felipe II indujo a la Corona a ofrecer encomiendas en per-
petuidad y a establecer Cortes en el Per, la Monarqua, a pesar de todo, se neg a
investir a esas encomiendas con poderes jurisdiccionales (gngora, 1998: 133).
31
2. La junta Magna de 1568
La junta Magna fue una junta general de los Consejos, presidida
por el cardenal Diego de Espinosa, obispo de Sigenza [] ella fue
convocada para examinar asuntos indianos. Se trata de una reunin
decisiva para la poltica a seguir en las Indias (gutirrez, 1990: 68).
La junta Magna se gener por la infuencia de Las Casas. El fray
dominico Bartolom de Las Casas en su ltimo Memorial (1565) pro-
mueve la realizacin de la junta Magna, la que se iniciar el 27 de julio
de 1568, despus de la muerte de Las Casas. De la junta Magna se des-
prendern los lineamientos del proyecto poltico que adoptar Felipe II
en cuanto a las Indias. En este ltimo Memorial Las Casas aconseja al
monarca:
tengan por bien de mandar juntar congregacin de letrados telogos,
pues es propia materia, y juristas de todos dos consejos, como muchas
veces el Emperador, que haya santa gloria, para particulares negocios de
las Indias mand juntar, en la cual se vean y examinen las conclusiones
que yo tengo aparejadas para ello, y las probanzas y razones y autoridades
de ellas, y lo que en ella se terminare se publique en las Indias. [] y
por esta va, sin escndalo y alboroto, se podrn librar aquellas gentes de
las manos de aquellos que las tienen tiranizadas, y el rey de Espaa ser
con efecto seor dellas universal, lo que no ahora no es sino de nombre,
porque se las tienen usurpadas; porque al fn son cristianos, y un da que
otro podrn tornar en s, viendo que no los admiten a los sacramentos,
como pecadores incapaces dellos, y que en un punto han de ser en los
infernos sepultados (Las Casas,1958: 537).
El propsito de realizar esta junta para Las Casas responda a reme-
diar, de cierta forma, el dao causado a los nativos de las Indias y darle
mayor autoridad a la fgura del rey, aludiendo a la falta de dominio en
las Indias de la Corona, pues el territorio americano se vea controlado
por los intereses de encomenderos y conquistadores, quienes buscaban
riqueza y reconocimiento para subir en la escala social de la poca. En
1554 el virrey de nueva Espaa, Luis velasco, seala que

Ignacia Corts Rojas
32
hay un gran nmero de espaoles que no estn dispuestos a servir, o tra-
bajar, y que andan por all trafcando con indios, y los nativos no sacan
ningn buen ejemplo o provecho de esto y de aqullos la mayor parte
son campesinos y gente de baja clase que han venido de Espaa para
evitar los tributos y el servicio [] (cit. por gngora, 1998: 140).
Si la funcin de la junta Magna era tratar sobre asuntos indianos,
estos sern abordados desde una perspectiva muy diferente a la pro-
movida por Las Casas, ya para este perodo y, ms an, con la junta
de 1568, se podr comprobar el rol que asumir la corona espaola en
materia de Indias.
A pesar de que esta junta fuera promovida por Las Casas en su
ltimo memorial, entregado al cardenal Diego de Espinosa, debemos
reconocer la colaboracin del clrigo Luis Snchez, quien a pedido de
Espinosa redact un Memorial, similar al ya escrito por Las Casas, pero
que tena como respaldo el encontrarse en Per, lugar donde se concen-
traban los temas de la junta.
La junta Magna fue compuesta por autoridades, telogos y fun-
cionarios, que segn Isacio Prez Fernndez, no eran representativos
de Las Casas ni Snchez (Prez Fernndez, 1995: 19).
La junta tendr como objetivo principal dar las directrices a los
virreyes recin nombrados para Mxico y Per (gutirrez, 1990: 69),
entregndole por medio de esta junta las instrucciones
11
a Francisco de
Toledo que deba cumplir como virrey del Per.
La junta Magna adems abordar el tema de la labor de la Igle-
sia Catlica en las Indias. Segn el historiador americanista guillermo
Cspedes del Castillo, la junta Magna
reconoca la importancia de la labor evangelizadora realizada por los re-
gulares y su desinters, y propona que en adelante las iglesias fuesen
11
Segn gutirrez, de la junta Magna no se han encontrado las actas de esa re-
unin (gutirrez, 1990:69). Isacio Prez Fernndez refrindose a la junta Maga
menciona que hasta ahora se han desconocido las Actas de la misma; e incluso se
ha llegado a pensar que quiz ni se hicieron (Prez Fernndez, 1995: 19).
33
administradas por ellos, porque as haba de resultar ms econmico para
el Estado. Pero al mismo tiempo protestaba contra la costumbre que te-
nan ciertos regulares de tratar, en el plpito o por escrito, de cuestiones
polticas como el derecho de conquista y de colonizacin, dando instruc-
ciones para que ello se impidiese, y asimismo se buscasen y destruyesen
los escritos sediciosos. Por otro lado, la junta expresaba quejas contra
los curas seculares, que en general segn los miembros de la junta no
pensaban sino en enriquecerse a costa de los indios. Las instrucciones
secretas a Toledo subrayaban la urgencia de realizar las reducciones de
pueblos de indios para hacer ms fcil la evangelizacin y la supresin de
las religiones indgenas. []
Otro punto importante era el de los diezmos, que, en adelante, se deban
cobrar de todos los feligreses, tanto espaoles como indios, con el fn de
llegar un da a una autofnanciacin de la Iglesia de Amrica (cit. por
Duviols, 2003: 33-34).
Es as como podemos apreciar el cambio que se produce del go-
bierno de Carlos v a Felipe II, principalmente una vez que muere Las
Casas; con esto no queremos suponer que el proyecto poltico de Felipe
II, desde un principio que asume el mandato (1556), no se encontrara
marcado por el pensamiento humanista renacentista, ni mucho menos,
se busca proponer que Felipe II temiera a Las Casas y que por este
motivo retrasara el proyecto para las Indias. no obstante, Isacio Prez
Fernndez con respecto a la junta menciona que
de haber asistido el padre Las Casas a tal junta, hubiese puesto los pun-
tos sobre todas las es. Pero, claro, de haber sobrevivido el padre Las
Casas hasta el momento de celebrarse la junta Magna, no es que no se
le habra invitado (decisin esta imposible de Felipe II), es que la junta
no se habra celebrado, sino que se habra prorrogado hasta momentos
mejores; quiero decir; hasta despus de que el padre Las Casas muriese
(Prez Fernndez, 1995: 20).
Ms bien, consideramos que la celebracin de la junta Magna
en 1568, se ve infuenciada por los hechos histricos que se venan
Ignacia Corts Rojas
34
desarrollando en Per. Slo por destacar un episodio relevante en este
territorio, podemos referirnos al descubrimiento del movimiento na-
tivista Taki Onqoy (1565). gutirrez considera que la junta de 1568
se gener en la dcada del 60, donde se producen en las Indias una se-
rie de acontecimientos (desasosiego social, sublevacin de encomen-
deros, destitucin del virrey peruano, establecimiento de hugonotes
en Brasil y Florida) que confguran al decir de B. Escandell una crisis
americana coincidente con la crisis que se viva en Europa en esos
mismos aos.
Felipe II y sus colaboradores buscan conjurar ese mal momento
convocando a la junta general (gutirrez, 1990: 69).
3. La llegada de Toledo al Per
El arribo de Francisco de Toledo a Per se realiz el 30 de octubre
de 1569, despus de participar en la junta Magna de 1568 y recibir
instrucciones de Felipe II para ocupar el cargo de virrey.
Toledo fue instruido por Felipe II para que hiciera valer los dere-
chos de la Corona en las Indias. En una de las instrucciones dadas a
Toledo, fechada el 28 de diciembre de 1568, el rey expresa:

Y porque segundo lo que se entiende de los religiosos que han residido
y residen en aquellas tierras so color de querer tomar la proteccin de
los indios y de los favorecer y defender se han querido entrometer a
querer tratar de las cosas tocantes a la justicia y al gobierno y al estado,
queriendo tocar en el derecho y seoro de las Indias y en otra cosas que
traen consigo mucho escndalo, especialmente tocando estos puntos en
plpitos y en otras congregaciones y plticas, tendris cuidado de preve-
nir esto con sus provinciales y superiores para que en ninguna manera
den lugar a ello y vos por vuestra parte proveeris asimismo guardando
las cdulas y provisiones y captulos de instrucciones que esto tratan (cit.
por gutirrez, 1990: 69-70).
35
El mandato por parte del rey es explcito, el cambio del proyecto
poltico de la Corona en materia de Indias se evidencia con Felipe II y
adems se hace notorio el proceso por el cual atravesar Per durante
los aos del virreinato de Toledo, desde 1569 a 1581. De esta forma, el
proyecto poltico de Felipe II responde al inters por restablecer plena-
mente los derechos del Patronato real (gutirrez, 1990: 75).
La Corona obtuvo el derecho al Patronato eclesistico sobre la
Iglesia de las Indias, el que era
todo un sistema de legislacin poltica y eclesistica, en virtud del cual la
Corona espaola mitig la infuencia de Roma en sus dominios; cons-
tituy en su propio estilo y sobre la base de principios ortodoxos y mi-
sioneros un equivalente de las tendencias del pensamiento eclesistico y
nacionalista que, en todas las Monarquas occidentales, estaba poniendo
limitaciones al poder papal (gngora, 1998: 126)
De esta manera, la iglesia americana es diferente a la espaola,
pues no dependa directamente de Roma, sino del rey de Espaa, por
lo que una vez que Toledo llega a Per cuestiona que algunos religiosos
intervengan en asuntos que le corresponden al gobierno, pues los frailes
dependen directamente del rey de Espaa por lo que deben avalar su
proyecto poltico para las Indias.
Felipe II en la real cdula de 1574 fja las facultades patronales de
la Corona, para la Iglesia de las Indias, destacando los ttulos del Patro-
nato, que corresponden al Derecho de gentes y el Derecho cannico. Es
as como el rey estaba capacitado para dar el pase a los misioneros y sus
superiores, presentar al obispo los prrocos y doctrineros, y entender en
su remocin, control y punicin (Borges, 1992: 75).
Algunas de las facultades del Patronato real que confere mayor
autonoma a la Iglesia Americana respecto de la espaola, son que el
rey tiene derecho
[...] a) presentacin a todos los benefcios de Indias; b) el pase regio o
control de todos los documentos eclesisticos destinados a las Indias; c)
Ignacia Corts Rojas
36
la exigencia a los obispos de un juramento de fdelidad a la Corona; d)
determinadas limitaciones a los privilegios del fuero eclesistico; e) los
recursos de fuerza, o apelacin de los tribunales de la Iglesia a los del
Estado; f ) la supresin de las visitas ad limina de los obispos de Indias;
g) el envo al Consejo de Indias y no a Roma de los informes episcopales
sobre el estado de las dicesis; h) el control de los traslados de clrigos y
religiosos a Indias; i) el control de las actividades de las rdenes religio-
sas, mediante informes que los superiores haban de dar peridicamente
sobre las mismas [] ( Borges,1992: 75-76).
De lo antes mencionado se desprende que la Corona mantena
soberana absoluta en Amrica y a su vez Toledo, como funcionario de
la corona espaola, logr poner en prctica el ejercicio de represin,
avalndolo como una tcnica de evangelizacin y de extirpacin de ido-
latras para los cultos indgenas considerados paganos.
A pesar del apoyo de la Corona al virreinato de Francisco de To-
ledo, Isacio Prez Fernndez cuestiona las atribuciones de Toledo en el
Per, tales como: la realizacin de las Informaciones sobre el gobierno
de los Incas, la guerra contra el Inca y el retiro de circulacin de las
obras de Las Casas. Si bien, estas instrucciones quizs no fueron expli-
citadas por el rey Felipe II, todas estas medidas respondan plenamente
al proyecto de la Corona. Es as como la llegada de Toledo slo vena a
reforzar y ejecutar el plan de gobierno de Felipe II.
Francisco de Toledo una vez que llega a Lima se dispone a realizar
una visita, que tena como objetivo inspeccionar los territorios que esta-
ban a su cargo para posteriormente elaborar un informe dirigido al rey de
Espaa. Toledo en sus Informaciones denuncia la falta de control sobre la
poblacin indgena y afrma la ilegitimidad del seoro inca. La primera
Informacin corresponde a la realizada en jauja el 20 de noviembre de
1570 y la segunda se efectu en Huamanga el 14 de diciembre de 1570
(Prez Fernndez, 1995: 22). Las Informaciones, segn gutirrez, adems
tienen la funcin de poner fn al infujo que el obispo de Chiapas tena
incluso en el Consejo de Indias (gutirrez, 1990: 81). En una carta que
el virrey Toledo enva a Felipe II, destaca que
37
Prubase que estos naturales es gente que ha menester curador para los
negocios graves que se le ofrecen as de sus almas como de sus haciendas,
porque si no hubiese quien los guiase y gobernase en ellos se perderan
y que si no hubiera espaoles en esta tierra que les ensearan en la fe de
jesucristo ellos no lo entendieran y fueran engaados en todo as en sus
almas como en sus haciendas porque s; no saben lo que les conviene ni
tampoco para la administracin de sus haciendas y buen orden y gobier-
no de sus posesiones y que por esta causa eran muchas veces engaados
(cit. por gutirrez, 1990: 93).
El virrey Toledo expresa la necesidad de obtener el control sobre la
situacin indgena, pues los denominados como indios no cuentan con
la sufciente capacidad para reconocer lo que les conviene como pueblo.
Adems Toledo reafrma la idea de la tutela del espaol frente a los ind-
genas, aunque esta tutela ms bien responda al intento de instaurar un
sistema de control violento parecido a la Inquisicin.
Un documento que se ha reconocido como resultado de los inte-
reses de Toledo, es el que se conoce como el Parecer de Yucay. El Parecer,
fue redactado despus de la Informacin de jauja, por mandato del
virrey, fechado el 16 de marzo de 1571. Para Isacio Prez Fernndez la
autora del Parecer de Yucay corresponde al primo de Toledo, el fray do-
minico garca de Toledo. Segn Prez Fernndez el Parecer de Yucay fue
adjuntado a las Informaciones realizadas por el virrey Toledo en una
carta enviada a Espinosa el 25 de marzo de 1571. El Parecer de Yucay
slo se encontr en Per a disposicin de los de all, nueve das; del 16
al 25 de marzo de 1571 (Prez Fernndez, 1995: 23).
El virrey Toledo una vez que llega a Per comienza a realizar diver-
sas labores para frenar los intentos de alzamientos y resistencia por parte
de los indios. Una de estas labores fue el reasentamiento o reduccin
indgena el que consista en el retiro de los nativos de sus poblamientos
tradicionales y lugares asociados de culto (john Howland Rowe, 2003:
270). Segn john Howland Rowe el reasentamiento indgena comenz
en 1570 y se extendi durante todo el perodo de mandato de Toledo,
siendo su principal funcin:
Ignacia Corts Rojas
38
alejar a los nativos de sus santuarios tradicionales y agruparlos en pue-
blos de tipo espaol (reducciones), donde ellos podan estar bajo la su-
pervisin constante de las autoridades civiles y sus curas parroquiales.
Puesto que el programa contemplaba la traslacin de por lo menos un
milln y medio de gente, fue una empresa espectacular, y su realizacin
exitosa es un gran atributo a la habilidad organizativa de Toledo (john
Howland Rowe, 2003: 247).
Los aos que Francisco de Toledo asume el cargo de virrey del
Per, estarn marcados por la tirana con que se ejecutaron sus rdenes.
Un ejemplo de ello es la disposicin para poner en prctica institucio-
nes como la Inquisicin en las Indias.
La Inquisicin en las Indias
La Santa Inquisicin en Espaa estuvo a cargo del ofcio apostli-
co, su misin era detectar la hereja y castigar a quienes la practicaban.
En Espaa la Inquisicin moderna funcionaba desde 1480. En las In-
dias, segn Luque Alcaide surgen dos primeros tipos de Inquisicin
americana:
la episcopal y la monstica, que funcionaron hasta la implantacin del
Tribunal del Santo Ofcio de la Inquisicin de 1569, que sera la tercera
modalidad. A estos tres tipos se aade un cuarto cuo tpicamente ame-
ricano: el Provisorato del Tribunal del Santo ofcio para los indios.
Las cuatro instituciones se proponan velar por la conservacin de la
doctrina cristiana en las nuevas cristiandades americanas. Para ello deban
cortar cualquier brote de doctrina heterodoxa y tambin asegurar una bue-
na prctica moral de los cristianos viejos (Luque Alcaide, 1992: 302).
En Per el Tribunal de la Inquisicin se implanta el 29 de enero de
1570, en Lima. Luque Alcaide seala que en las Instrucciones de 1569,
para la incorporacin del ejercicio inquisitorial en las Indias, se redacta-
ron las caractersticas que debera poseer:
39
a) control de la penetracin ideolgica y de la infltracin extranjera,
refejado en el asentamiento de los puntos inquisitoriales cubiertos
por los comisarios;
b) exclusin de los indios de la jurisdiccin inquisitorial; por ser ne-
ftos en la fe se os advierte sealaban en las Instrucciones que no
habis de proceder contra los indios es nuestra voluntad que slo
usis de ello contra los cristianos viejos y sus descendientes, y las
otras personas contra quien en estos reinos se suele proceder;
c) carcter urbano del aparato administrativo, derivado de centrar su
funcin de vigilancia sobre los espaoles, residentes en los pueblos
de espaoles, ciudades principalmente comerciales y martimas;
d) mayor autonoma de los tribunales territoriales de la Suprema. En
la pennsula, si no se da un acuerdo entre los inquisidores y el
ordinario en el dictamen de las causas, han de remitir al citado
Consejo el expediente del proceso para que decida. La lejana te-
rritorial hizo que, para evitar el retraso en las causas, se indicase
que en Indias slo se le remitiran los juicios con discordia en los
votos y que tuviesen un dictamen de relajacin al brazo secular.
Este veredicto, que implicaba la pena de muerte, deba ser decidi-
do, en caso dudoso, por el Consejo de la Suprema, mxima garanta
procesal (Luque Alcaide, 1992: 306).
Segn las caractersticas generales de la Inquisicin en Amrica,
esta no debera ejecutarse contra los indgenas, ya que se encontraban
en un estado de inicio o aproximacin a la fe catlica. Independiente de
esto, debemos cuestionar hasta qu punto se respet este mandato, pues
con Toledo como virrey del Per, podremos constatar que si bien no se
utiliz el nombre de Inquisicin para el sometimiento de los indgenas
a la religin Catlica, las prcticas pueden ser, de cierta forma, hereja.
La extirpacin de idolatras en Per
En Amrica no se utiliz la Inquisicin para reprimir las manifes-
taciones culturales indgenas, no obstante es el proceso denominado
Ignacia Corts Rojas
40
como Extirpacin de idolatras el que ser empleado para castigar la
perduracin del culto de los indgenas de los Andes. La complejidad de
este proceso har que primero analicemos a qu se referen los trminos
extirpacin e idolatra, para luego relacionarlo con el movimiento
nativista Taki Onqoy y, adems, comprobar las relaciones entre los di-
ferentes actores de dicho proceso. Quiz la relacin ms signifcativa
que podremos comprobar es la que se realiza entre extirpadores e indios
ladinos
12
, para el caso, veremos dos fguras importantes dentro de este
proceso: Cristbal de Albornoz y Felipe guamn Poma de Ayala.
El proceso de extirpacin de idolatras de los nativos de los Andes
se realiz aproximadamente durante los aos 1564 y 1660
13
, pasando
por diversos perodos en su ejecucin. no obstante, nos centraremos
en los aos de inicio de este proceso, en los cuales se fue gestando una
nueva forma de represin y evangelizacin en los Andes.
El concepto de extirpacin para el siglo xvI puede ser conside-
rado como un mecanismo autoritario de evangelizacin, que concibe
12
Los indios ladinos corresponden a los naturales hispanohablantes que se capa-
citaron y utilizaron la lengua espaola, adquiriendo a la vez, las costumbres del
dominador. Susana gutirrez y Cristina Soto: Construccin de una conciencia lati-
noamericana diferenciada: un proceso de conquista a travs de la escritura. Trabajo de
tesis para optar al grado acadmico de Licenciado en Educacin en Castellano y al
ttulo profesional de Profesor del Estado en Castellano. Universidad de Santiago
de Chile, 2008: 155.
11
Segn nicholas grifths, el proceso de extirpacin de idolatras es posterior a
estas fechas, situando algunos documentos sobre la extirpacin, en su mayora, a la
segunda mitad del siglo xvII e inclusive a comienzos del siglo xvIII. En: La cruz
y la serpiente: 22.
El proceso de extirpacin de idolatras habra sido posterior al de evangelizacin,
pues en los Andes ambos procesos tuvieron una periodicidad distinta.
Podramos decir que antes de la creacin de una institucin formal de extirpacin
de idolatras nos encontramos ante una represin idoltrica, mucho menos arti-
culada que la extirpacin. Sin embargo, emplearemos la nocin de extirpacin
de idolatras como un proceso no uniforme que variar constantemente segn el
contexto donde es aplicado y los materiales u objetos, siempre dinmicos de la
poblacin nativa donde recae la accin extirpadora.
41
las creencias del otro, del indgena, como prcticas religiosas que de-
ben ser reprimidas. Para el catolicismo de la poca, la religiosidad del
mundo andino, a travs del culto a las huacas, no deba encontrarse en
dilogo con la religin vlida, la de los espaoles. A pesar de esto, la
poblacin andina acept el sistema religioso catlico, pero reinterpret
los elementos cristianos desde dentro de la matriz cultural nativa e in-
trodujo muchos elementos indgenas
14
, y, tal vez, sea por este motivo,
de reinterpretacin del cristianismo realizado por la cultura indgena
de los Andes, que la mentalidad de algunos de los principales actores
de este proceso, como Francisco de Toledo y Cristbal de Albornoz,
adoptaron medidas para castigar los cultos religiosos indgenas al con-
siderarlos paganos o herejes.
En cuanto al concepto de idolatra, en el periodo inicial del
proceso de extirpacin, debemos destacar que su comprensin no es-
tuvo del todo clara, por lo que el concepto de idolatra cobra una
amplia extensin, incluyendo toda conducta andina considerada no
cristiana
15
.
A pesar de esto, Cristbal de Albornoz a travs de sus Informacio-
nes propone la ideologa de la Extirpacin al distinguir, segn grifths,
tanto como para la bsqueda de las idolatras y la destruccin de las
huacas como para el del movimiento nativista Taki Onqoy, las formas
represivas del proceso no sern diferentes. Lo que conocemos como el
proceso de extirpacin de idolatras no slo tendr como objetivo cas-
tigar a los hechiceros doctrineros o terminar con el culto a las huacas,
sino arrasar con toda la cultura indgena de los Andes. Pierre Duviols
destaca que la Extirpacin prohiba no solamente creencias o ritos sino
tambin costumbres indgenas defnidas como contrarias a la moral y a
las costumbres cristianas, tales como las borracheras, los amanceba-
mientos, la sodoma (Duviols, 2003: 49).
14
Manuel M. Marzal: La transformacin religiosa peruana, cit. por nicholas grifths:
La cruz y la serpiente: 30.
15
victoria Castro y varinia varela: As saban contar: 16. En:<http://www.lacult.
org/docc/oralidad_04_16-27-asi-sabien-contar.pdf>
Ignacia Corts Rojas
42
An as la comprensin de los cultos andinos por parte de los
espaoles se har a travs de la comparacin con el paganismo, pues la
idolatra consiste en adorar imgenes que no corresponden a su propia
religin. El adorar una huaca signifcaba rechazar el cristianismo ya que
para el espaol catlico y la elite blanca de Amrica el culto de las di-
vinidades concebidas y el de los objetos fabricados por el hombre son
idoltricos (Duviols, 2003: 21).
La categorizacin de los cultos andinos como idolatra fue el in-
tento de distincin entre una religin vlida, la cristiana catlica, y una
basada en la supersticin, la andina, borrando las posibles semejan-
zas que podan poseer, pues como seala nicholas grifths tanto los
cultos nativos como los cristianos sirven en ltimo trmino al mismo
propsito, en cuanto que su funcin es la de asegurar la ayuda sobrena-
tural para obtener lluvias, hacer crecer las cosechas y devolver la salud
(grifths, 1998: 33).
Cuando nos referimos a la religiosidad andina que deba ser supri-
mida por medio del proceso de extirpacin de idolatras nos centramos
en aquella que prevaleci en este periodo, la que se caracterizaba por el
culto a las huacas
16
. Siendo
una estructura religiosa diferente a la sntesis incaica, en la que el panten
estatal, encabezado por el Sol (Inti), viracocha e Illapa (rayo, trueno,
16
Segn john Howland Rowe las wakas eran los espritus de lugares particula-
res (montaas, lagos, fuentes, rocas) y su poder era en consecuencia local (john
Howland Rowe, 2003: 269).
Debemos considerar que lo conocemos actualmente sobre el culto a las huacas del
periodo colonial forma parte de la construccin de una nueva narrativa religiosa
que se instaura con la evangelizacin, en el que los espaoles se apropian de las
divinidades andinas para emplearlas en la evangelizacin o para rechazarlas y con-
traponerlas al culto catlico. Es por este motivo que la comprensin de las huacas
es elaborada a partir de fuentes coloniales que muchas veces crearon una imagen
distorsionada de lo que habra sido para los indgenas el culto a las huacas, siendo
as difcil la tarea de determinar con cierta precisin el concepto de huaca aplicado
en el siglo xvI y xvII
43
relmpago), haba sido reemplazado por una organizacin de deidades
ms paritaria, en donde cada una pareca representar a una comunidad o
regin, reunidas todas con ocasin del enemigo comn, a manera de fe-
deracin de huacas: que estaban repartidas en dos partes, las unas con las
huacas Pachacama y las otras con las huacas Titicaca, que todas andaban
por el aire (Millones, 1987: 167).
Mercedes Lpez-Baralt seala que en el siglo xvI los movimien-
tos milenaristas reviven el culto preincaico a las huacas, y no incluyen
una representacin del Inca, ligado al culto solar de la lite [sic] cuzque-
a recin derrotada (Lpez- Baralt, 1989: 35).
De esta manera, a partir del ao 1541 el vicario general del Cuzco
Luis de Morales escribe al rey sobre la necesidad de reprimir los cultos
incaicos (Sol, huacas, momias) y propone a una persona especializada
para luchar contra ellos (Duviols, 2003: 22). Desde aquella fecha se
gesta lo que despus se desarrollar como el proceso de extirpacin de
idolatras.
Toledo una vez llegado a Per comienza a poner en prctica los
mandatos emitidos por el Consejo de Indias y el Rey, que se basaban
en detener los intentos de restauracin del imperio inca. Es as que el
movimiento nativista Taki Onqoy (1565) ser el principal obstculo
que encontrarn los espaoles en Amrica, para imponer su poltica y
religin. Duviols menciona que
el virrey procur aniquilar la vieja generacin de los hechiceros y dog-
matizadores que haba conocido la poca de los incas. Escribi al rey que
muchos de ellos, adems de ser sacerdotes del diablo, eran autnticos
asesinos que solan utilizar venenos para deshacerse de sus enemigos,
que tenan esta costumbre desde el incario y que los incas los castigaban
(Duviols, 2003: 24).
El Taki Onqoy es denominado como un movimiento nativista por
Luis Millones, pues este era un intento de las comunidades andinas
Ignacia Corts Rojas
44
de volver a las enseanzas y creencias de sus antepasados y simultnea-
mente rechazaban la infuencia evangelizadora de los conquistadores
(Millones, 2007: 10). Mercedes Lpez-Baralt seala que de acuerdo
con la ideologa de este movimiento [el Taki Onqoy], al Dios cristiano
se le estaba terminando su periodo de incumbencia y les tocaba a las
huacas el turno para recrear el mundo (Lpez-Baralt, 1989: 22).
Lo que hoy conocemos sobre el Taki Onqoy es a travs de los
relatos de diferentes personajes de la poca como: Cristbal de Molina
el cuzqueo, Cristbal de Albornoz y guamn Poma de Ayala; es por
este motivo que la fabilidad de estas fuentes deben ser comprendidas
como una visin o representacin del movimiento creada por tales au-
tores. no obstante, las Informaciones de Albornoz servirn como fuente
para dar cuenta de la interpretacin que se haca del Taki Onqoy en la
Colonia.
Albornoz seala que su logro, en cuanto a su misin como ex-
tirpador, fue la erradicacin del movimiento mesinico
17
Taki Onqoy.
Cristbal de Albornoz en su Informacin de Servicios de 1584 destacar
que
fue el primero que sac a luz por su muncho cuidado y diligencia la seta
y apostasa llamada Taqui Ongo, en la cual davan los yndios despus de
bautizados en bailar y temblar andando a la redonda, y en aquel baile
ynbocaban al demonio y a sus guacas e ydolos, y en el bayle renegavan y
apostatavan de la verdadera fe de jesucristo y de todas las enseanzas que
avan resebido de los cristianos y saerdotes qe en este reino avan pa-
sado, la qual seta yba cundiendo y estava ya derramada en la mayor parte
de estos reinos, y mediante la mucha solicitus del dicho cannigo y el ser
tan buena lengua y predicador en ella de estos naturales, reduxo a mu-
17
Segn Luis Millones el concepto de mesianismo corresponde a colocar como eje
principal una divinidad, que cumplidos ciertos requisitos por sus seguidores, en-
viar un mesas para redimirlo. Del mesianismo andino del siglo XVI a la revolucin
informtica: el Taki Onqoy. En: <http://www.nanzan-u.ac.jp/LATIn/kanko/
documents/01LuisMillones_001.pdf >.
45
chos y los desenga de esta falsedad y otras muchas, como constar ms
largo por la ynformacin y testimonios [] (Albornoz, 2007: 229).
Es as como describe en sus Informaciones Cristbal de Albornoz el
movimiento del Taki Onqoy, por lo que se podr confrmar la relevan-
cia que tena esta forma de resistencia de los indgenas de los Andes para
los espaoles. Por este motivo, el Taki Onqoy fue el foco de atencin
para Toledo, ya que comprenda que al destruir esta secta acabara con
la organizacin y cultura de los indgenas.
Para la tarea de extirpacin Toledo se organiz junto a los obispos
para nombrar visitadores eclesisticos que dieran cuenta de las idola-
tras que se cometan en diversos territorios de los Andes. Dentro de los
seleccionados para dicha labor encontraremos a Cristbal de Molina El
Cuzqueo y Cristbal de Albornoz; este ltimo es considerado como el
precursor de la ideologa de la Extirpacin y se le adjudica el mrito
de ser quien establece este proceso como una institucin. Albornoz se
refere a la labor de Francisco de Toledo en la Informacin de 1584
mencionando que el virrey
[] ech mano de las personas ms califcadas y de ms autoridad,
cienia y espirienia que ava en l, entre las quales elixi al dicho can-
nigo [Cristbal de Albornoz] para que visitase las provinias de Chin-
chaisuyo, que son las ms pobladas y ms ricas que ay en este obispado,
y si saben que las hizo reducir, y puso doctrina en ellas y las visit con
mucha rectitud, lo qual fue cosa ymportantsima para la conversin de
los naturales (Albornoz, 2007: 228).
Cristbal de Albornoz realiz sus Informaciones sobre las visitas del
proceso de extirpacin de idolatra en los aos 1570, 1577 y 1584, pero
en la Instruccin para descubrir todas las guacas del Piru con sus camayos
y haciendas (1583), se manifestar el primer tratado sobre el proceso de
extirpacin, pues en ella se enumeran las ms frecuentes creencias y
las categoras de huacas que los curas deben suprimir (Duviols, 2003:
24).
Ignacia Corts Rojas
46
Albornoz se convertir en un sujeto experimentado en este proce-
so y ostentar el ttulo de extirpador al asegurar que l fue el primero
que los descubri y averigu y sac de raz
18
, refrindose a los taqui
ongos. no obstante, Albornoz no podra haber realizado esta tarea solo,
sino que le acompaarn diversos sujetos en su misin, quizs el ms
importante ser guamn Poma de Ayala. Segn Luis Millones no se
menciona a Felipe guamn Poma de Ayala como parte de la visita [de
1570], el testimonio de su participacin descansa en la Nueva Cor-
nica, pero no quedan dudas de que fue parte de aquella aventura,
por el detalle con que describe la situacin y los personajes (Millones,
2007: 50).
La conexin que se establece entre Albornoz y guamn Poma,
quedar en evidencia a travs del propio relato del indio ladino, en su
Nueva Cornica y Buen Gobierno (1615), pues su obra, como lo destaca
Mercedes Lpez-Baralt, recoge las experiencias de sus viajes por el
Per cuando era asistente del inquisidor Albornoz y tambin en su des-
tierro (Lpez-Baralt, 1988: 295). As, a Felipe guamn Poma de Ayala
le servir como fuente para su Nueva Cornica las visitas realizadas
junto a Albornoz.
En Nueva Cornica y Buen Gobierno, podemos evidenciar la equi-
paracin en algunos discursos entre guamn Poma y Cristbal de Al-
bornoz, un ejemplo de ello es la visin que expresa el indio ladino sobre
el culto a las huacas, criticando el paganismo o idolatra de los indios
de los Andes.
[] todas las dichas maldiciones se echauan y se echan agora en este
tienpo con poco temor de Dios nuestro Seor y Criador.
18
A pesar de que Cristbal de Molina, El Cuzqueo, atribuye a Luis de Olvera el
descubrimiento del Taky Onqoy. no obstante, Molina no desmerecer el trabajo
realizado como extirpador de Cristbal de Albornoz. ver nota preliminar al per-
sonaje histrico y los documentos de Pedro M. guibovich Prez en Luis Millones
(comp.): El retorno de las huacas: 25.
47
Del agero que en cada ao lo tienen quando coxen mas o papas, ocas
que nasen dos juntos masorcas o dos papas juntos y o muy grande mayor
que todos. Dizen que es muy mala seal que an de murir y acauar y para
esto no an de morir mandan baylar toda la noche, haziendo pacarico [pa-
sarse la noche en celebracin ritual] [] Todo son ydlatra y serimonia,
uzo del Ynga, nauta pacha [la poca antigua] de los indios uaca muchas
[que adoran waqas] (guamn Poma, 1992: 256-257).
Agregando que
Todo lo dicho de los hichiseros lo uide quando el seor Cristbal de
Albornoz, uecitador de la santa iglesia, castig a muy muchos yndios,
Fue muy cristiano jues, castigaua a los padres y a todos (guamn Poma,
1992: 257).
Pierre Duviols compara los postulados de guamn Poma, sobre la
concepcin idoltrica de los indios y adems de la ilegtima sucesin de
la dinasta inca, pues de ella no habra sobrevivido un descendiente le-
gtimo, a la postura de Toledo, frente a los indios de los Andes. Duviols
seala que guamn Poma adopta y desarrolla una tesis antilascasiana.
Repite los argumentos de los adversarios ms enconados de Las Casas,
defendiendo la poltica de dominacin espaola directa que ilustr el
virrey Toledo (Duviols, 1987: 39).
guamn Poma es empleado por Cristbal de Albornoz como in-
trprete en sus visitas de extirpacin de idolatras y a partir de esta co-
nexin Felipe guamn Poma ilustrar a travs de su Nueva Cornica
la postura de Albornoz y, por ende, del virrey Toledo. Sin embargo,
como lo establece Mercedes Lpez-Baralt:
aunque guamn Poma critica la idolatra, admira la efciencia del apara-
to incaico, muchas de cuyas instituciones considera ejemplares: la visita,
las leyes y ordenanzas, el consejo real, la organizacin socio-poltica, etc.
Alaba en trminos exaltados el sistema de justicia de los incas, e ilustra su
rigor en imgenes con textos verbales que cumplen la funcin de relevo
en forma de monlogos (Lpez-Baralt, 1988: 205).
Ignacia Corts Rojas
48
En referencia al movimiento Taki Onqoy o enfermedad de la dan-
za, en quechua, guamn Poma justifca el actuar de los visitadores,
como es el caso de Cristbal de Albornoz, al considerar que estas re-
presentaciones, danzas
19
y cantos, son cultos que deben ser castigados
ya que son producto de los falsos hechiceros del Taki Onqoy. Segn
guamn Poma, Cristbal de Albornoz:

castig a los demonios, guacas dolos de los yndios. Y lo quebr y quem
y coros a los hicheseros yndios, yndias y castig a los falsos hicheseros
y taqui oncoy [lit.: enfermedad de la danza], yllapa [el rayo], chuqui ylla
[oro amuleto], guaca vilca [divinidad local] [] (guamn Poma, 1992:
638).
De esta manera, podemos comprobar a partir de Nueva Cornica y Buen
Gobierno de guamn Poma, la relacin que se presenta con Cristbal de
Albornoz, en el inicio del proceso de extirpacin de idolatra. guamn
Poma respaldar las labores de extirpador de Albornoz y rechazar el
culto a las huacas de los indios de los Andes, adems de su forma de
resistencia presente en el movimiento nativista del Taki Onqoy.
Sin duda, quedan muchas interrogantes en esta conexin entre
Albornoz y guamn Poma, pues si bien en Nueva Cornica el indio
ladino relata con cierta admiracin la obra de Albornoz, debemos cues-
tionarnos si se vio realmente infuenciado por el discurso del extirpa-
dor. Por otra parte, debemos preguntarnos si guamn Poma comparta
estos supuestos del proceso de extirpacin de idolatras o bien, cre un
discurso favorable a algunas prcticas de los espaoles en Amrica para
que no fuera rechazada su obra en el primer intento de acercamiento
19
Cuando nos referimos a danzas, en el contexto del Taki Onqoy, lo haremos en el
sentido que propone Luis Millones del xtasis o posesin que toma el cuerpo del
creyente, pues no se trata de un baile o coreografa conocida por los posedos.
Luis Millones: Taki onqoy: de la enfermedad del canto a la epidemia. Santiago de
Chile: Centro de Investigaciones Barros Arana. 2007. (Fuentes para el Estudio de
la Colonia Iv).
49
a los espaoles, pues guamn Poma siempre tuvo en mente slo un
lector principal: el rey Felipe III de Espaa (Adorno, 1987: 44). Es
as que guamn Poma, ms que aceptar la concepcin espaola, logr
crear una estrategia para poder entregar sus crticas al sistema poltico
de los espaoles en Amrica y su puesta en prctica en el territorio de
los Andes. Rolena Adorno propone que el autor-artista expresa su vi-
rulenta crtica de los colonizadores espaoles en un texto secreto dentro
del texto (Adorno, 1987: 44). Como se ha analizado en la obra de
guamn Poma, tal vez debemos situarnos en el contexto de la poca
que se present en Amrica durante el periodo Colonial, para ms que
encontrar respuestas certeras, se pueda admitir la pluralidad y com-
plejidad de relatos como Nueva Cornica que encubran aquello que
no lograban poner de manifesto.
Per se vio transformado durante el virreinato de Francisco de
Toledo a travs de diversos mecanismos propuestos por el virrey para
arrancar las creencias de los indios. Entre estos mecanismos encon-
tramos la extirpacin de idolatras, la persecucin a los taquiongos y
hasta la ejecucin de Tupac Amaru I, el ltimo Inca rebelde. Todos
estos factores que se presentan aproximadamente durante los aos 1564
fecha en que se descubre el Taki Onqoy, independientemente de que
para dicho ao an no se encontraba Toledo en el Per y 1572, con la
decapitacin de Tupac Amaru I, son antecedentes y tambin repercu-
siones del cambio poltico en la Corona espaola, adems de la difusin
de textos que buscaban revertir la infuencia de Las Casas en materia de
las Indias. El Parecer de Yucay (1571) slo viene a confrmar los hechos
histricos de crisis que se venan produciendo en Per y es por este
motivo que el anlisis de este documento no se puede establecer slo
desde el contexto histrico que le precede, ya sea a travs del anlisis de
las Leyes nuevas (1542) y la junta Magna (1568), sino que tambin es
producto de las propias respuestas realizadas por los indios a las formas
de represin instauradas por el virrey Toledo y, en general, al control
colonial en el Per.
Segn Tomas A. Abercrombie:
Ignacia Corts Rojas
50
Las tcnicas inquisitoriales de los extirpadores de idolatra espaoles,
aplicadas a la poblacin andina con ocasin del taqui onqoy, contribu-
yeron a ensear a los andinos que el rey castellano y el dios cristiano no
podan ser derrotados en guerra abierta de dioses; pero las disciplinas y
castigos de la Contrarreforma tambin sirvieron para adiestrar a los andi-
nos en tcticas interpretativas menos audibles y visibles. [...] los andinos
aprendieron una nueva diferencia entre actividades pblicas y privadas;
sus prcticas heterodoxas las canalizaron hacia la clandestinidad, don-
de slo podan realizarlas pequeos grupos de gente detrs de puertas
cerradas o en las cumbres de montaas alejadas (Abercrombie, 2006:
331-332).
La perduracin de la poltica del virrey de Toledo durante el siglo XVII
El proceso de extirpacin de idolatras comenz con los extirpado-
res Cristbal de Molina, el cuzqueo, y Cristbal de Albornoz a fnales
del siglo xvI, no obstante, la extirpacin de idolatras tendr una vi-
gencia hasta fnales del siglo xvII.
Slo para destacar la perduracin del proceso de extirpacin de
idolatras podemos analizar la fgura del sacerdote jesuita Francisco de
vila, quien estuvo a cargo de inaugurar las primeras campaas de ex-
tirpacin en el ao 1609 en la provincia de Huarochir. Teodoro Ham-
pe Martnez destaca que Francisco de vila en su biblioteca particular,
posea textos referentes al Derecho Inquisitorial, por lo que es
evidente que los procedimientos judiciales y punitivos del Santo Ofcio
sirvieron de modelo a las visitas de idolatras, aunque la mutua incom-
prensin entre los jueces de origen ibrico y los acusados y testigos
de las comunidades amerindias planteaba una diferencia fundamental,
debido a la coexistencia de por lo menos dos discursos o niveles de comu-
nicacin distintos. La asimilacin de los jefes religiosos nativos con simples
hechiceros, por ejemplo, demuestra la fagrante incapacidad (o falta de
voluntad) de los jueces-visitadores para comprender los ritos y creencias
indgenas en su propio contexto (Hampe Martnez, 1996: 33).
51
Por otra parte, grifths establece que el continuar con la acusa-
cin de los indios como idlatras en el siglo xvII responda al intento
de mantener un control social por parte de los sacerdotes extirpado-
res, pues la inculpacin les serva a los sacerdotes como una forma de
desquite en contra de los indios que osaran en denunciar los abusos
econmicos que estos realizaban. Duviols menciona que:
a fnes de 1607 [] por segunda vez vila estuvo en pleito con la jus-
ticia eclesistica. En septiembre inicise contra l un expediente de 24
captulos, acusndole de exacciones contra los indios, de recargo del tra-
bajo de stos, y de algunas otras faltas graves en el ejercicio de su car-
go vila fue enjuiciado y estuvo preso en Lima. Mucho ms tarde,
en 1645, recordando este trance desagradable, haba de afrmar que los
indios lo haban acusado sin fundamento, por mera venganza, porque
l haba denunciado sus idolatras, y queran deshacerse de tan peligroso
prroco (Duviols, 2007: 218).
El padre jesuita Pablo jos de Arriaga en su Extirpacin de idolatra
del Piru (1621), destaca la labor de vila sealando que
quien comenz a descubrir este dao que tan encubierto estaba, y a sa-
car, como dicen, por la hebra el ovillo, fue el doctor Francisco de vila,
siendo cura en la doctrina de San Damin, de la provincia de Huaro-
chiri. [] averiguando ciertas supersticiones de unos indios, los castig
pblicamente, haciendo despus del castigo una pltica detestando la
idolatra [] (Arriaga, 1968: 196).
Francisco de vila adems de su funcin como extirpador recogi
un manuscrito quechua annimo a fnes del siglo xvI, que se conoce hoy
como Dioses y hombres de Huarochir. Segn vicente Santuc, vila recorra
la sierra de Lima (Huarochir) con ayudantes andinos que deban transcri-
bir en quechua los mitos y leyendas de la regin (Santuc, 2007: vII).
El valor del Manuscrito de Huarochir se funda en ser el primer
testimonio indgena del mundo prehispnico que da cuenta, segn el
Ignacia Corts Rojas
52
relator, de tradiciones anteriores a los del tiempo del inca, por lo que
remite al tiempo del orden (Santuc, 2007: x). Adems este texto, ti-
tulado por jos Mara Arguedas con el nombre de Dioses y hombres de
Huarochir, es el nico texto quechua popular conocido de los siglos
xvI y xvII y el nico que ofrece un cuadro completo, coherente, de
la mitologa, de los ritos y de la sociedad en una provincia del Per
antiguo (Arguedas, 2007: 1) en donde predominaba la narracin oral.
Sin embargo, debemos preguntarnos el motivo por el cual vila manda
a reunir la tradicin indgena quechua a travs de un manuscrito. Para
jos Mara Arguedas, vila necesitaba la informacin para el adoctri-
namiento y para elegir los mtodos a fn de extirpar idolatras (Argue-
das, 2007: 5).
El manuscrito quechua ha sido comparado al Popol Vuh, libro que
narra las antiguas historias de la nacin quich
20
, como fuente de docu-
mentacin de los mitos y tradiciones de los pueblos indgenas. A pesar
de que documentos como el Popul Vuh y Dioses y hombres de Huarochir
recogieran la cultura de los pueblos nativos basada en la oralidad, debe-
mos considerar que estos textos tambin pueden presentar la infuencia
espaola de quienes transcribieron las narraciones orales a textos escri-
tos. En cuanto a Dioses y hombre de Huarochir citaremos el Captulo 4
que se titula Cmo el sol se desapareci cinco das, en el que podemos
encontrar la infuencia cristiana en el manuscrito, que quiz sea un pro-
ducto de la intervencin de Francisco de vila.
Captulo 4
Cmo el sol se desapareci cinco das
Y AHORA vAMOS A COnTAR CMO MURI EL DA
En tiempos antiguos dicen que el sol muri. Y, muerto el sol, se hizo
noche durante cinco das. Las piedras, entonces, se golpearon entre ellas
mismas, unas contra otras; desde entonces se formaron los llamados
20
La nacin quich se encontraba al interior de lo que hoy se conoce como guate-
mala.
53
morteros, es decir las muchas, y tambin los batanes. Los hombres empe-
zaron a comer en esas cosas; las llamas de los cerros comenzaron a seguir
a los hombres. Y esto, ahora nosotros cristianos lo bendecimos diciendo:
Quiz anocheci el mundo por causa de la muerte de nuestro poderoso
seor Jesucristo.Y es posible que as haya sido (vila, 2007: 25).
De esta manera se puede ratifcar que Dioses y hombres de Hua-
rochir corresponde a un discurso que posee dos fuentes, como lo es-
tablece Luis galdames
21
: una andina, basada en la cultura oral de los
pueblos indgenas, y otra colonial. As, en este texto se puede apreciar
grados de aculturacin que se ponen de manifesto junto con conteni-
dos ntidamente hispanos y cristianos, pero, tambin, con otros de raz
ciertamente originaria
22
.
Los textos producidos en el Per por los funcionarios de la Coro-
na, ya sea en el siglo xvI o comienzos del xvII, se caracterizan por ser
documentos que demuestran, adems del sentido de Contrarreforma
y el control sobre los indgenas del Per, el manejo de informacin y
conocimiento intelectual por parte de sus autores.
Esto se hace ms evidente an en Dioses y hombres de Huarochir.
Para Teodoro Hampe Martnez, la revisin del inventario de libros de
la biblioteca de vila viene a confrmar la preparacin intelectual del
extirpador quien fue principalmente guiado, como todos los hombres
cultos de la sociedad colonial, por el afn de mantenerse al da con las
ms recientes corrientes de pensamiento originadas en Europa (Ham-
pe Martnez, 1996: 10).
En el caso del Parecer de Yucay, podemos comprobar el conoci-
miento sobre algunas obras de Las Casas y la Carta al emperador Carlos
21
Luis galdames: Pensamiento mtico en los Andes: el manuscrito de Huarochir. Un
anlisis epistemolgico. Santiago, 2004, p. 15 Tesis para optar al grado de Doctora-
do en Filosofa con mencin en Epistemologa de las Ciencias Sociales. Universi-
dad de Chile.
En: <http://www.cybertesis.cl/tesis/uchile/2004/galdames_l/sources/galdames_l.pdf>
22
Ibd.: 15.
Ignacia Corts Rojas
54
v, de Motolina, debido a la similitud que posee sta con el manuscrito
annimo de Yucay. De esta forma, la etapa colonial del siglo xvI y
xvII en las Indias demuestra la preparacin intelectual de los autores
y miembros de las elites blancas o hispanizadas (Hampe Martnez,
1996: 10) a travs de sus propias producciones. Es por esto que el Pare-
cer de Yucay, debe ser estudiado en contexto de las manifestaciones his-
tricas y culturales que se generaron en la sociedad del Per, incluyendo
as los actos realizados por los propios indgenas para preservar su tradi-
cin durante el siglo xvI y, posteriormente, en el siglo xvII, como un
intento de detener la hispanizacin impuesta por los espaoles.

55
II
LA DOCTRInA DE BARTOLOM DE LAS CASAS En EL
TExTO DEL PARECER DE YUCAY
El fray dominico Bartolom de Las Casas critic el maltrato que los
espaoles ejercieron en contra de la poblacin indgena en las Indias.
Su defensa a los indios le signifc el rechazo de encomenderos y
conquistadores que vean en Las Casas el enemigo de sus intereses
econmicos. Las Casas como consultor del monarca Carlos v infuy
en el proyecto poltico implementado por la corona espaola para
las Indias. Por este motivo, los encomenderos intentaron revertir la
infuencia que ejerca Las Casas en la Corona, a travs de numerosos
actos de reproche a los mandatos de los reyes.
A partir del ao 1569, si no antes, se presentar el cambio del
proyecto poltico de la Corona espaola bajo el mando de Felipe II, a
travs del nombramiento de Francisco de Toledo como virrey del Per.
Adems, en el ao 1571 se redactar el texto conocido como el Parecer
de Yucay. Este manuscrito ratifca la postura de encomenderos y fun-
cionarios espaoles en Amrica que deseaban retirar de circulacin las
obras de Las Casas. En las obras de Bartolom de Las Casas se realizan
crticas a la forma como se haba realizado la conquista de los territo-
rios de las Indias y adems tenan por funcin denunciar los actos que
venan realizando los encomenderos. El posible autor del Parecer, segn
Isacio Prez Fernndez, fue el primo del virrey Toledo, fray garca de
Toledo, quien probablemente conoca la produccin crtica del fraile
dominico. En el Parecer, algunas obras de Las Casas son mencionadas
Ignacia Corts Rojas
56
de manera implcita para la refutacin, pues no son nombradas por sus
ttulos, sino que slo son llamadas como libros o el libro de Las
Casas, sin referirse especfcamente a alguno de ellos.
Segn Isacio Prez Fernndez, el Parecer, opera, como vamos a ver,
contra la persona del padre Las Casas y contra los Tratados, particular-
mente la Brevsima y el Tratado comprobatorio del imperio soberano; y a
ellos aade, al parecer, otros escritos posteriores del padre Las Casas que
ste no pudo publicar: Apologa adversus Seplvedam (Prez Fernndez,
1995: 28) a lo que agrega que de los textos Doce dudas y De thesauris, el
autor del Parecer de Yucay pudo tener apuntes o notas de la lectura de los
mismos en el Consejo de Indias (Prez Fernndez, 1995: 38-39).
Para el anlisis de la produccin escrita de Las Casas, al que apa-
rentemente el autor del Parecer tuvo acceso para realizar su refutacin
en contra de la doctrina de Las Casas, se han seleccionado tres textos:
Tratado comprobatorio del imperio soberano y principado universal que
los reyes de Castilla y Len tienen sobre las Indias (1552), Brevsima re-
lacin de la destruicin de las Indias (1552) y Tratado de las doce dudas
(1564)
23
.
1. TraTado comProbaTorio del imPerio soberano Y PrinciPado
universal que los reYes de casTilla Y len Tienen sobre las
indias (1552)
Redactado por Bartolom de Las Casas el ao 1552, este Tratado
va dirigido al rey Felipe II. Las Casas en este texto expone los motivos
por los cuales los territorios de las Indias, incorporados a la Corona
Espaola, son de soberana de los espaoles, no obstante, realiza
distinciones entre la comprensin de dicha soberana y aquellos que
consideran que los indios, antes de realizada la conquista espaola, no
eran dueos legtimos de su tierra.
23
Los tres textos de Las Casas sealados, se encuentran en Obras de Bartolom
de Las Casas. Madrid: Atlas, 1958. 5 tomos.
57
Al parecer, la concepcin de Las Casas en materia de seoro de las
tierras de las Indias fue cuestionada en la poca ya que este aclara en el
inicio del Tratado:
[...] mi deseo, que es hacer algn servicio a Dios, ocurriendo a las ca-
lumnias de algunos que, o por no penetrar bien la verdad, o porque ape-
tecen contrarios fnes, presumen a los reyes (que de su propria e innata
generosidad y noble naturaleza son de nimos y sentidos elementales
y simples y juzgan a todos por sus reglas de lo que conocen en s), so
especie fcticia e pintada de servilles, ofrecerles pocin venenosa y tan
amarga, e quiz mortfera, que no slo a los reinos corrompen [...] (Las
Casas, 1958: 350).
A lo que agrega Las Casas:
lo segundo que espero conseguir es que se manifesten los errores de los
que tan temerariamente afrmar osan que el derecho y principado de los
reyes de Castilla sobre Indias se funde u haya de fundar en armas y en
poder [...] (Las Casas, 1958: 351).
Para Las Casas no era vlido que la soberana de la corona espaola
se basara en la represin de los nativos de las Indias, pues la empresa de
conquista en un comienzo se justifc a travs de la evangelizacin de
los indios y no en la extraccin de riquezas.
Por otra parte, Las Casas en esta misma obra, seala que el Sumo
Pontfce tiene la labor de promover la evangelizacin de los infeles en
las Indias.
Sumo Pontfce es pastor y obispo de todos los infeles. Pues en cuanto es
cabeza en lugar de Cristo, es obligado a infuir y mandar o constituir la
orden, modo y va que se debe tener en administrar y asentar o introdu-
cir en las tierras de los infeles el culto divino e religin cristiana, cons-
tituir los convenientes y necesario ministros para ello, cmo se siembre,
crezca y se dilate, y ample, conserve e defenda la fee [sic] e la Iglesia y
reino de Cristo en todas las partes e reinos del mundo, porque fu [sic]
Ignacia Corts Rojas
58
constitudo [sic] pastor, cabeza, perlado y cura, por la manera dicha, so-
bre todos los hombres del mundo (Las Casas, 1958: 355).
El autor del Parecer destaca que los indios no pueden ser legtimos
seores de las Indias ya que son infeles y adems tiranos, refrindose
especfcamente a los indios de Per, al imperio Inca. no obstante, se-
gn la doctrina de Las Casas, Cristo decide por los gobernantes sobre la
Tierra, siendo de esta manera incuestionable el seoro de los Incas. Por
este motivo, Las Casas seala que los indios a pesar de ser infeles, por
desconocer la fe catlica, son dueos legtimos de sus tierras, aunque el
rey espaol mantenga soberana en el territorio, por haber sido descu-
bierto por la corona espaola y la cesin de las Indias por medio de las
bulas de Alejando vI
24
(1493). Segn Isacio Prez Fernndez el autor
del Parecer est contraponiendo su tesis a la del padre Las Casas, quien
slo admita para el rey de Espaa un dominio de imperio soberano
sobre las Indias que no poda excluir el dominio legtimo de los seo-
res naturales (Prez Fernndez, 1995: 37).
En el Parecer de Yucay se destaca que los Incas no deban ser con-
siderados como dueos legtimos de Per, debido a su condicin de
tiranos. El autor del Parecer intenta persuadir al rey asegurando que

cuando su Santidad le dio este nuevo mundo, le tena sin rey ni seores
particulares, sino como una cosa sin dueo. Y permite su Majestad que
estos Ingas tiranos hagan las guerras a stos de manera que cuando los
espaoles vengan los hallen a todos sujetos, aunque tirnicamente, para
que no haya ms que hacer que bautizarlos, y que de una mano y en un
mismo tiempo, sin llevar la Iglesia ventaja a los reyes de Espaa, queden
seores deste mundo los unos y los otros (:13)
25
.

24
vase Mario gngora, Estudios sobre la historia colonial de Hispanoamrica. Santia-
go de Chile. Editorial Universitaria, 1998: 51-53.
25
Pgina 13 de esta edicin.
59
La legitimidad del seoro de los espaoles sobre las Indias, para el
autor del Parecer, se valida por dos motivos: el primero es por la caracte-
rstica de tiranos de los Incas, argumento que no logra dar con los mo-
tivos por los cuales deben ser considerados como tal y el segundo que se
basa en la creencia del merecimiento de las Indias por la reconquista de
la pennsula ibrica bajo el dominio de los moros.
Creo destos reinos que de ninguno es su Majestad ms legtimo seor y
ms absoluto, porque tengo para m por averiguado que, como los reyes
de Espaa anduvieron ochocientos aos reparando aquellos reinos que
los moros haban ganado en solos ocho meses para tornrselos a dar a
jesucristo, nuestro Seor, y plantar en ellos las banderas de su cruz, y esto
con tanto derramamiento de sangre, y de tal sangre como era la nobleza
de Espaa [] les dio estos reinos tan ricos de oro y plata y perlas y
piedras preciosas (:12).
El intento de argumentar a favor de la legitimidad del seoro es-
paol, slo se puede confgurar a travs de estas dos proposiciones, no
obstante, el autor del Parecer no logra refutar la postura de Las Casas en
esta materia, por lo que slo entrega una opinin poco fundamentada
al respecto.
Si bien Las Casas considera que los espaoles poseen soberana
sobre las Indias, esta se debe basar segn la fe catlica, lo cual implica
que la corona espaola ampare a sus sbditos infeles. Las Casas seala
pues como todos los infeles sean sbditos, al menos en habitu y en
potencia, y el cual pastor cura y cabeza suyo, por los actos susodichos
sguese ser obligado a los socorrer y defender cuanto pudiera (Las Ca-
sas, 1958: 371).
Segn Bartolom de Las Casas los indgenas merecan ser tratados
como sbditos de la Corona, esto implicaba la preocupacin por la po-
blacin nativa, amparndolos y regulando la situacin que vivan bajo
el mando de los encomenderos. Es por este motivo que el Parecer puede
ser visto como el manuscrito annimo de los encomenderos, pues el
ataque a Las Casas y, por ende, a la poltica de la Corona anterior a Fe-
Ignacia Corts Rojas
60
lipe II, se basa en el inters de mantener el enriquecimiento a travs del
sistema de encomienda de algunos espaoles en las Indias.
Bartolom de Las Casas no niega la soberana de los reyes espao-
les, concedida por las Bulas de Alejandro vI, pero destaca la obligacin
de realizar la labor evangelizadora en las Indias. En el Tratado compro-
batorio Las Casas pone nfasis en el Derecho natural de los indgenas,
lo que segn Mario gngora, lograr disminuir la fuerza de las Bulas,
para el control de las Indias.
El nico ttulo legtimo era el de las Bulas de Alejandro vI, inter-
pretadas como textos que implicaban una obligacin misionera: pero el
problema terico surgi cuando la donacin papal fue contrarrestada
con el Derecho natural y el Jus Gentium, lo que favoreca a los indge-
nas, puesto que en este caso no se poda siquiera hablar de una guerra
justa de legtima defensa o de recuperacin de territorios, un argumento
que poda ser utilizado en el caso de los musulmanes y, en ese tiempo,
ms especfcamente, para los turcos (gngora, 1998: 65).
Las Casas utiliza el Derecho natural como un medio para legiti-
mar el dominio se los indgenas en sus tierras, destacando que
a los infeles pertenecelles de Derecho natural todos los estados e dignidades
e jurisdicciones reales en sus reinos e provincias de Derecho y ley natural,
como a los cristianos, y cerca desto ninguna diferencia se puede asignar. La
prueba desto es porque, sin diferencia, infeles o feles son animales raciona-
les, y por consiguiente competelles y serles cosa natural vivir en compaa
de otros, y tener ayuntamientos, reinos, lugares y ciudades, por consiguiente
tener gobernadores y reyes y competerles tenellos, y los que lo son son perte-
necelles de ley y Derecho natural (Las Casas, 1958: 385).
Ante los argumentos de Las Casas, el autor del Parecer dispone
de cuatro fundamentos para deslegitimar la postura del fray dominico
referido al seoro de los Incas. Estos fundamentos son: 1. considerar
a los incas como tiranos recientes, 2. la organizacin del imperio inca,
fue realizada de manera antojadiza por Topa Inga, 3. antes de los in-
cas no haba seor, ni universal, ni particular, 4. las Bulas de Alejandro
61
vI para dar como nico seor legtimo de las Indias al rey de Espa-
a. Estos cuatro argumentos, segn Isacio Prez Fernndez, carecen
de valor cientfco, como toda la exposicin del texto, pues el Parecer
es simplemente la repeticin de la tesitura de quienes, a toda costa, se
empeaban en teorizar el dominio y seoro jurdico de la dominacin
y enseoramiento efectivos que se haban producido y se estaban pro-
duciendo en Per (Prez Fernndez, 1995: 46).
2. brevsima relacin de la desTruicin de las indias (1552)
La Brevsima posiblemente es el texto de crtica ms explcito reali-
zado por el fray dominico Bartolom de Las Casas. En este documento
se exponen los perjuicios causados por los espaoles a los nativos de las
Indias. La denuncia en la Brevsima se reconoce principalmente hacia el
sector de los encomenderos, por el trato que dieron estos a los indge-
nas, explotndolos para su propio benefcio.
En la Brevsima, el relato de Las Casas se confgura a partir de su
propia experiencia en las Indias, muchas veces se presenta como testigo
de los actos cometidos por encomenderos y conquistadores. En el pr-
logo de su Brevsima Las Casas dedica su obra al rey Felipe II y destaca
la situacin en la que se encuentran los indios.
Lo cual visto, y entendida la deformidad de la injusticia que aquellas
gentes inocentes se hace, destruyndolas y despedazndolas sin haber
causa ni razn justa para ello, sino por sola codicia e ambicin de los que
hacer tan nefarias obras pretenden. vuestra Alteza tenga por bien de con
efcacia suplicar e persuadir a Su Majestad que niegue a quien las pidiera
tan nocivas y detestables empresas, antes ponga en esta demanda infernal
perpetuo silencio, con tanto terror, que ninguno sea osado desde adelan-
te ni aun solamente se las nombrar (Las Casas, 1958: 135).
De esta manera, Las Casas manifesta que el sistema de encomien-
da slo ha logrado avalar la explotacin de los indgenas por los espa-
Ignacia Corts Rojas
62
oles. Es por este motivo, que el autor del Parecer ataca la denuncia de
la Brevsima, pues en ella se evidencia el intento de persuadir al rey de
Espaa para que termine con este sistema de trabajo
26
forzado. El au-
tor del Parecer responde a las crticas que se presentan en la Brevsima,
sealando que
[...] de estos agravios que refere este padre es cierto que muchos dellos
no pasaron as, que a l le engaaron historiadores que le hablaban a su
gusto, porque personas desapasionadas que se hallaron en lo que l refe-
re por grandes crueldades juran que no fue tal (:24).
El autor del Parecer niega que los abusos cometidos por conquis-
tadores y encomenderos, denunciados por Las Casas, sucedieron de la
forma como el fraile dominico los da a conocer en la Brevsima. A esto
se suma en el Parecer el intento de deslegitimar los relatos de Bartolom
de Las Casas. Esto se debe a que Las Casas jams estuvo en Per, por
lo que su testimonio carece de valor para el autor del Parecer. Las Casas
en su Brevsima se presenta como testigo de los sucesos o conocedor de
ellos. Es importante destacar que para la poca el valor de ser testigo
directo, muchas veces brinda legitimidad a las escrituras coloniales. As
muchos escritores aluden a su participacin dentro del contexto, con lo
que se instaura una nueva memoria social para los territorios conquis-
tados basada en la nocin de verdad
27
.
El sometimiento de los indgenas a duras labores para la extrac-
cin de riqueza en las minas de Per, evidencia no slo el abuso de los
espaoles en contra de los nativos, sino sus intereses basados en la co-
dicia. Las Casas expone que el principal motor de los encomenderos y
26
Hay que destacar que desde el ao 1550 los encomenderos buscaron obtener la
perpetuidad del sistema de encomienda.
27
Esta nueva memoria social es ordenada a travs de la escritura alfabtica, que re-
presenta un sentido de tiempo lineal, donde la narracin se ordena por aconte-
cimientos no simultneos. Adems, se le superpone valores como el de verdad,
continuidad y orden (posibilidad de un nico relato).
63
conquistadores espaoles es el querer enriquecerse a costa del sacrifcio
indgena, olvidando la funcin de la conquista espaola que se basaba
en propagar la fe catlica a los infeles por medio de la evangelizacin.
El autor del Parecer de Yucay no conforme con lo expuesto por
Las Casas, seala que las obras del fraile causaron dao a los cristianos,
pues corrieron los libros hasta las manos de las naciones enemigas de
la Iglesia, y en todas infamaron la nacin cristiana, y entre cristianos la
espaola, de crueles tiranos y ladrones, haban usurpado y posean lo
que no podan [...] (:23).
Por otra parte, el autor del Parecer cuestiona el anlisis que pudo
hacer Las Casas sobre la condicin en la que se encontraba el territorio
peruano porque Bartolom de Las Casas jams estuvo en el Per. no
obstante, en la Brevsima, Las Casas entrega un captulo sobre Los
grandes reinos y grandes provincias del Per, basado en el relato de un
fraile franciscano llamado Marcos de niza
28
. Las Casas introduce este
testimonio de la siguiente manera:
28
Si bien en la Brevsima de Bartolom de Las Casas se le asigna la autora de la
informacin sobre el Per a Marcos de niza, Francisco Esteve Barba, en su estudio
preliminar de Crnicas Peruanas de Inters Indgena, destaca que Bartolom de Las
Casas conoci la obra Conquista y poblacin del Per de Cristbal de Molina, el
almagrista, pues el padre Las Casas sintiendo la afnidad de su pensamiento con el
del autor, quien quiere que fuese, aprovecha a manos llenas esta otra Destruicin
en las pginas de su Apologtica Historia; pero sin conocerle ms que le conocemos
nosotros, le llama sencillamente un seglar. [...] juan Bautista Muoz hizo copiar
el original, hoy en Sevilla y a la sazn en Simancas, y entonces puso a la cabeza
de la copia su opinin de que el autor fuera algn religioso, de quienes era casi
peculiar el principio Ihus y abultar los daos de la conquista. Fue por primera vez
publicada la relacin en francs por Ternaux Compans en sus nouvelles anales
des voyages er des sciences geographiques, tomo Iv, en 1842, pero atribuida a fray
Marcos de niza, que no puede ser el autor. Prescott la cit por su ttulo abreviado
y sin atribuirla, y Diego Barros Arana, en la breve introduccin que redact para
su edicin de 1873, supuso ya que fuera su autor cierto clrigo llamado Cristbal
de Molina, natural de Leganiel, cerca de Huete, que acompa a Almagro en su
expedicin a Chile (Esteve Barba,1962: xIx).
Ignacia Corts Rojas
64
De infnitas hazaas sealadas en maldad y crueldad, en estirpacin de
aquellas gentes, cometidas por los que se llaman cristianos, quiero aqu
referir algunas pocas que un fraile de Sant Francisco a los principios
vido, y las frm de su nombre enviando treslados por aquellas partes y
otros a estos reinos de Castilla, e yo tengo en mi poder un traslado con
su propia frma en la cual dice as [...] (Las Casas, 1958: 169).
En el Parecer de Yucay se cuestiona que Las Casas se refera al terri-
torio peruano sin haber estado en l. Uno de los principales argumentos
que esgrime en contra de Bartolom de Las Casas, el autor del Parecer,
es que este jams estuvo en Per, por lo cual no podra haber dado
cuenta de los sucesos que destaca en su Brevisima.
Hallse en Santo Domingo, que es la isla Espaola, y en otros
descubrimientos al primero, antes que hubiese el Per, que a ste jams
vino en su vida aunque intent dos veces, segn dicen, venir y se em-
barc y no pudo arribar (:9).
3. TraTado de las doce dudas (1564)

Segn Isacio Prez Fernndez, posiblemente el autor del Parecer
tuvo acceso a esta obra de Bartolom de Las Casas y De thesauris a travs
de notas o apuntes de las lecturas del Consejo de Indias. En el Tratado
de las doce dudas o Doce dudas, Las Casas realiza una revisin a los su-
cesos de la conquista del Per. Lo interesante de este texto es la crtica
que realiza Las Casas a la explotacin de las minas descubiertas en Per.
Las Casas destaca que los espaoles cometieron un robo a los indios al
explotar las minas que pertenecan al territorio peruano. Ante esto Las
Casas propone al rey que sean devueltas todas las riquezas saqueadas a
los nativos de Per, por parte de los espaoles.
Que las minas de oro y de plata y de otros cualesquier metales y
cosas preciosas que estuviesen descubiertas cuando los espaoles entra-
ron en aquellos reinos, o que se descubriesen los indios o los espaoles,
como quiera que sea, los dichos espaoles cometieron hurto y rapia
65
y son obligados a restituir todo el oro y plata y todas las dems cosas
que de ellas sacaron, so pena de eterna condenacin (Las Casas, 1958:
532).
Las Casas acusa a los espaoles en el Per de ser codiciosos, al sa-
quear las minas que no les pertenecan, por lo que era necesario restituir
todos los robos realizados a los indios.
Sin embargo, adems de la codicia y saqueo de las minas por los
espaoles, estos se interesarn por las sepulturas y ofrendas a las huacas
de los indgenas. En las sepulturas los indios enterraban a sus difuntos
acompaados de diversos objetos: ropas las mejores que tenan, esme-
raldas, vasos, ollas, cntaros y otras muchas vasijas de oro y de plata
(Las Casas, 1958: 482), por lo que los espaoles saquearon las sepultu-
ras. As tambin, las ofrendas que realizaban los indios a las huacas se
convirtieron en otra fuente de riquezas de los espaoles.
Las Casas al referirse al culto a las huacas explica que
guaca llaman los indios del Per cualquier lugar a donde est alguna
cosa que ellos adoran, y as llaman guaca al cerro que adoran y al lugar
donde est la piedra que tienen por Dios, y el pozo a donde se lavan para
sacrifcar al demonio, y algunas veces se toma el todo por la parte, y as
llaman guaca a cualquiera cosa que adoran: guaca llaman a la misma pie-
dra que adoran, y a la fuente, y al rbol, etc (Las Casas, 1958: 483).
Los indios realizaban ofrendas a sus huacas, las mismas que poste-
riormente robarn los espaoles. Segn Bartolom de Las Casas todas las
ofrendas a las huacas hurtadas por los espaoles deban ser devueltas.
Por su parte, el autor del Parecer justifcar la explotacin de las
minas, como un benefcio concedido por Dios al rey de Espaa, pues
nuevamente reconoce en el descubrimiento de las Indias un regalo di-
vino dado al rey por la reconquista de la pennsula ibrica. As el autor
del Parecer destaca:
[...] todas las Audiencias de oidores y alcaldes de corte y Inquisicin, en
lo eclesistico el arzobispo de los Reyes, con todos los provinciales de las
Ignacia Corts Rojas
66
religiones y otros hombres muy doctos que iban con ellos, y todos sin
faltar hombre, despus de haberse ventilado la materia, tomaron que se
labrasen las minas, y as se hace; de donde su Majestad saca tanto oro y
plata, por su determinacin tan catlica y liberal, que no solamente para
conquistar el turco le sobre, sino tambin para hacer grandes mercedes a
estos reinos de donde lo saca. Y es cosa maravillosa que, en comenzan-
do a labrar las minas, es tanta la riqueza que se descubre que espanta y
admira. Ya m, mucho ms ver la ceguedad que este padre y obispo de
Chiapa tuvo en condenar el sacar estas riquezas y minas, poniendo or-
den y medios como ahora se hace: porque, bien considerado qu quiere
decir el haber puesto Dios a estos indios tan miserable en las almas y tan
desamparados de Dios, tan inhbiles y bestias en unos reinos tan grandes
y valles y tierras tan deleitosas y tan llenas de riquezas de mina de oro y
plata y otros muchos metales? [...] (: 44).

De esta forma, el autor del Parecer manifesta que los indios no
merecen la riqueza que se encuentra en su territorio, sino que esta debe
ser poseda por aquellos espaoles cristianos que lucharon en contra
de los moros en Espaa y que a las Indias llevan el evangelio. Adems
critica al obispo de Chiapa, Bartolom de Las Casas, por condenar la
extraccin de riquezas de las minas de Per.
Segn gustavo gutirrez:
Estos argumentos son motivo de un nuevo ataque a Bartolom de Las
Casas. Este consideraba un despojo dicha explotacin de las minas; e in-
cluso sugera a los indios que las escondiesen de la codicia de los espao-
les dicindoles que estos estaban all slo por el oro y la plata. [...] Toledo
se quejaba de los consejos que los religiosos daban a los indios frente a las
recaudaciones de la administracin colonial. Aqu se trata de las minas y
de su explotacin por los encomenderos (gutirrez, 1990: 105-106).
Defendiendo el derecho que poseen los espaoles, pues estos tienen
la ventaja espiritual de la fe (gutirrez, 1990: 105), sobre las minas y
ofrendas de los indios, el autor del Parecer tambin seala que los indios
son infeles y herejes por sus ritos. El culto a las huacas fue considerado
67
como una expresin de idlatras contraria a las creencias de la fe catlica,
que posteriormente fue reprimido por medio de las visitas que realizaron
sujetos como Cristbal de Molina, Cristbal de Albornoz y, Francisco de
vila, durante los siglos xvI y xvII.
La contraposicin entre espaoles e indgenas en el Parecer, hace
notar la visin racista y eurocntrica del autor del documento, como
lo establece gustavo gutirrez. Las diferencias entre ambos pueblos en
el Parecer se presentan a travs de la sobrevaloracin del espaol que
realiza el autor del Parecer al comparar espaoles con indgenas para
lograr explicar los derechos que posean los espaoles sobre las riquezas
de Per.
[...] Todos ramos infeles: esa Europa, esa Asia; mas, en lo natural, gran
hermosura, muchas ciencias, discrecin. Poco fue menester para que los
apstoles y varones apostlicos desposasen estas almas con jesucristo por la
fe del bautismo. Mas estas naciones, criaturas eran de Dios; y mas eran feos,
rsticos, tontos, inhbiles, lagaosos, y era menester gran dote. Y as, les dio
hasta las montaas de oro y plata, tierras frtiles y deleitosas, porque a este
olor hubiese gentes que por Dios quisiesen ir a esta predicacin evanglica y
los bautisasen y quedasen estas almas esposas de jesucristo (:45).
Segn el autor del Parecer los espaoles estaban predestinados a
llegar a las Indias por una orden divina para atraer a los infeles ind-
genas a la fe catlica, con lo que slo se validara la expresin religiosa
del invasor espaol. A esto se suma la idea de confgurar al indio como
un ser inferior a los espaoles, pues los indgenas son descritos como
bestias. Segn el autor del Parecer la condicin de infeles de espaoles
e indios se diferencia porque los espaoles fueron de gran hermosura
e inteligencia. Es as que la afrmacin de la superioridad de la raza
blanca y cultura occidental (nosotros) y desprecio por indgena (es-
tos) (gutirrez, 1990: 107) es evidente en el Parecer y lo ser tambin
durante los siglos xvI y xvII. Por su parte, Bartolom de Las Casas
ve en los indios la posibilidad de atraerlos a la fe catlica, sin necesidad
de extirpar sus manifestaciones religiosas. no obstante, Las Casas justi-
Ignacia Corts Rojas
68
fca el culto a las huacas a travs de su propia comprensin religiosa al
aceptar la religiosidad andina como un anticipo o preparacin para
su conversin al cristianismo. Esto se puede comprobar a travs de su
Tratado de doce dudas, al sealar que los espaoles deben devolver las
ofrendas robadas a las huacas de los indgenas. En este tema Las Casas
menciona que algunos espaoles:
han querido decir que las tales riquezas se dan a las iglesias. La razn es,
porque los indios ya traspasaron el dominio de las tales cosas en el dolo
que tenan por verdadero Dios y por el consiguiente en el verdadero Dios
transfrieron el dominio, pues aquella era su intencin. A esto se responde
que los indios no entendan que el verdadero Dios se ofenda de aquellos
sacrifcios, mas antes entendan que le agradaban; los cuales, si entendieran
lo contrario, por ninguna va los ofrecieren, y ans renunciaron el seoro
de sus cosas debajo de condicin, conviene a saber, si las tales cosas apla-
can y eran gratas a Dios; empero, entendiendo que eran dadas y ofrescidas
a dolos en defensa suya, lo cual si supieran en ninguna manera las ofrecie-
ran, no perdieron el dominio (Las Casas, 1958: 528).
Entregando por conclusin que
La restitucin de las riquezas que no tienen dueo, ofrecidas a las guacas,
y las riquezas de las sepulturas que tampoco tienen herederos, dbense
restituir en provecho de los indios de aquel lugar o provincia adonde
se hallan las tales guacas y sepulturas; ora sea en la comunidad y bien
comn, ora sea para las iglesias de los indios; fnalmente, en aquello que
ms provecho recibieren los indios (Las Casas, 1958: 529).
Para Las Casas el culto a las huacas responda a una aproximacin
al Dios cristiano. De esta manera, se puede interpretar que tanto Las
Casas como los espaoles a los que atac por medio de sus obras,
encomenderos, conquistadores y algunos funcionarios de la Corona
mantenan una visin racista para la confguracin de la imagen del
indio. Bartolom de Las Casas generaba una imagen del indio como
hijos que deban estar bajo la tutela, o bien, ser salvaguardados por los
69
evangelizadores. Por otra parte, los espaoles, en particular, el autor del
Parecer destacaban la inferioridad de los indios en contraste a la fgura
del espaol.
La comprensin del indgena del fraile dominico debe ser analiza-
da segn las manifestaciones del Humanismo paternalista. Para Arturo
Andrs Roig, el modo de pensar de algunos sacerdotes frente a la situa-
cin de sometimiento de la poblacin nativa de las Indias, responda
a una forma de heterorreconocimiento de la humanidad indgena que
se sustentaba sobre una exigencia de conservacin de formas de vida
autnoma de la poblacin conquistada (Roig, 1983: 8). Es as como la
relacin entre indio y evangelizador se dio bajo la fgura padre-hijo
con la que se pretendi desplazar la vigencia de la otra, la generalizada e
imperante, la de amo-esclavo (Roig, 1983: 9). Si bien la postura de
hombres como Las Casas ayudaron a frenar o, por lo menos, intentaron
proponer medidas de proteccin a los indgenas, compartieron, hasta
cierto punto, la necesidad de ver al indio como un sujeto inferior, esto
se debe a que ambos sectores, aunque de diferentes formas y por diver-
sos motivos, negaron la autonoma que poda tener el sector indgena,
la que se manifest en movimientos como el Taki Onqoy, el alzamiento
de vilcabamba y el culto a las huacas, expresiones que no slo buscaban
defender el territorio utilizado por los espaoles, sino que renegar la
cultura del invasor.
Podemos concluir con que el Parecer de Yucay slo logra utilizar
las obras de Bartolom de Las Casas para demostrar cierto grado de
conocimiento sobre el dominico y as poder criticar su doctrina. Sin
embargo, el documento carece de argumentos que logren refutar la tesis
de Las Casas sobre el seoro legtimo de los Incas y, adems, cuestio-
nar las denuncias que hizo Bartolom de Las Casas sobre el trato a los
indgenas. Por este motivo, la nica propuesta que realiza el autor del
Parecer al rey Felipe II es terminar con la circulacin de las obras del
dominico, sealando que no puede entender:

qu utilidad tuvo esta impresin de libros que slo su lenguaje le condena;
que si los espaoles hubieran hecho todo cuanto all refere, no era medio
Ignacia Corts Rojas
70
hacerlo saber a todas las naciones cristianas y brbaras, y que ellos des-
prendiesen a hacer lo mismo. Los medios eran confesiones para restituir,
consejos, plpitos, pareceres de grandes letrados y justicia; y deste arte se
enmiendan los pecados y agravios de todo el mundo, porque el imprimir
los libros y hacerlo saber a todo el mundo fue un mal medio, y dejrselos
imprimir peor, que ms haban de ver muchos que uno, y ningn mal se
poda quitar con la impresin que no fuese all muy peor (:26).
71
III
LA COnFIgURACIn DEL InDIO En EL
PARECER DE YUCAY
Los estudios de Isacio Prez Fernndez y gustavo gutirrez sobre
el documento hoy conocido como el Parecer de Yucay, han abordado
principalmente la crtica que el autor de este texto realiza en contra de
la fgura de Bartolom de Las Casas. no obstante, podemos realizar
un anlisis de la concepcin o recreacin de la fgura del indio
29
que se
plantea en el Parecer. Aunque, el Parecer de Yucay se reconoce como un
documento que pretende deslegitimar la obra de Las Casas en materia
de las Indias, es fundamental comprender que los argumentos que en-
trega sobre el legtimo dominio de los reyes de Espaa sobre las Indias
y el dao causado por la doctrina del fraile dominico Bartolom de
Las Casas, se encuentran como respaldo para la intencin del autor,
de justifcar la explotacin de las minas del Per, y adems, la funcin
de esclavos que deban cumplir los indios para el enriquecimiento de
los espaoles. Segn gustavo gutirrez hay que considerar este texto
29
Segn jacques Poloni- Simard es con la conquista y posterior organizacin de
la Colonia que nace la categora de indios. Se llam as a la poblacin nativa que
ocupaba el territorio antes de la llegada de los espaoles, a los vencidos y nuevos
sbditos del rey de Castilla. Tambin se defni a los indios por las obligaciones
que deban a sus encomenderos y a la Corona: el tributo y los servicios personales,
para hablar solamente de las principales. Historia de de los indios en los Andes, los
indgenas en la historiografa andina: anlisis y propuesta, p.2 En: <ftp://www.ehess.
fr/pub/cerma/Fichiers_revue/BAC/Poloni/Historiografa_andina.doc>
Ignacia Corts Rojas
72
como testigo de una cierta mentalidad cercana a los encomenderos
frente a los indios y a la pobreza en general, as como de la exasperacin
que causaba la lucha que llevaba Bartolom de Las Casas (gutirrez,
1990: 120). Es por este motivo que analizaremos en la confguracin
del indio en el Parecer de Yucay, la que ayudar al autor a mantener una
diferencia entre el sector espaol y el indgena, situando al primero en
un nivel de superioridad frente al sector indgena. Construyendo as
aligual que otros discursos del perodo una frontera tnica.
1. La supuesta inferioridad del indio
Segn el flsofo, historiador y semilogo francs Tzvetan Todo-
rov en el descubrimiento y conquista de Amrica la mentalidad del
espaol llegado a las Indias se caracteriza por el deseo de hacerse rico
(Todorov, 1987:154); no obstante Todorov no considera que este deseo
de riqueza slo se presente en el hombre espaol del siglo xvI, sino que
lo caracterstico del hombre europeo de esta poca y, en particular del
hombre espaol llegado a las Indias, se identifca en la
subordinacin de todos los dems valores a ste. El conquistador no ha
dejado de aspirar a los valores aristocrticos, a los ttulos de nobleza, a los
honores y a la consideracin; pero para l se ha vuelto perfectamente cla-
ro que todo se puede obtener con dinero, y que ste no slo es el equiva-
lente universal de todos los valores materiales, sino que tambin signifca
la posibilidad de adquirir valores espirituales (Todorov, 1987: 154).
En las Indias el conquistador y posteriormente el encomendero debe-
rn encontrar argumentos o al menos intentarn dar con ellos que legi-
timen la extraccin de riqueza del territorio conquistado y, as tambin, la
subordinacin de la poblacin indgena al trabajo en las minas. Para que la
Corona aprobara dichas prcticas, el espaol llegado a las Indias comenzar
a efectuar una descripcin del estado del territorio y de sus habitantes, en la
que realzar la fgura del espaol en desmedro del indio.
73
Para Tzvetan Todorov el sector de los encomenderos y conquista-
dores buscar en los planteamientos de gins de Seplveda la validacin
de su discurso. En el ao 1550 se efecta la Controversia de valladolid,
que corresponde al debate del eclesistico juan gins de Seplveda con
el fraile dominico y obispo de Chiapas, Bartolom de Las Casas. El en-
cuentro se realiz frente a juristas, telogos, sabios y un jurado en donde
se enfrentan las dos posturas que representaron el pensamiento de los
diferentes sectores de la poblacin espaola. Una de estas posturas era la
que presentaba al indio como un sujeto inferior al espaol y que por este
motivo justifcaba el actuar de conquistadores y encomenderos; quien
sostiene esta idea es gins de Seplveda. Por otra parte, se encuentra la
concepcin igualitarista (Todorov, 1987: 173) del dominico Bartolom
de Las Casas, quien consideraba que los indios se encontraban en una
posicin de igualdad respecto a los espaoles, ya que Las Casas afrma
que las leyes y reglas naturales, as como los derechos de los hombres, son
comunes a todas las naciones, cristiana y gentil, cualquiera que sea su
religin, su ley, su color o condicin, sin que se puedan establecer diferen-
cias entre ellas (Todorov, 1987: 174). Si Las Casas propone la igualdad
para establecer la relacin entre espaol-indio, gins de Seplveda basar
esta misma relacin en la diferencia o desigualdad existente de ambos
pueblos.
Los argumentos que propone gins de Seplveda para marcar
la diferencia entre indio-espaol, se basan en la tesis de Aristteles de
generar la distincin entre quienes nacieron para ser amos y aquellos
nacidos para ser esclavos. Segn Todorov, gins de Seplveda cree que
el estado natural de la sociedad humana es la jerarqua, no la igualdad
(Todorov, 1987: 163). De esta manera, la diferencia del sector espaol
e indio se traduce en la relacin: superioridad/inferioridad. Es as como
gins de Seplveda respaldar lo considerado como guerra justa en
contra de los indios, entregando cuatro razones para esta
30
. Todorov
30
gins de Seplveda intent obtener por parte de la Corona el respaldo para que
fuera impreso su dilogo Democrates alter. Segn Tzvetan Todorov la Controversia
de valladolid, como enfrentamiento directo entre gins de Seplveda y Bartolom
Ignacia Corts Rojas
74
realiza una parfrasis de los cuatro argumentos de gins de Seplveda,
quien considera que:

1. Es legtimo dominar por la fuerza de las armas a los hombres cuya
condicin natural es tal que deberan obedecer a otros, si rechazan
dicha obediencia y no queda ningn otro recurso.
2. Es legtimo desterrar el abominable crimen que consiste en comer
carne humana, que es una ofensa particular de la naturaleza, y
poner fn al culto de los demonios, el cual, ms que cualquier otra
cosa provoca la ira de Dios, con el monstruoso rito del sacrifcio
humano.
3. Es legtimo salvar de los graves peligros a los innumerables morta-
les inocentes que esos brbaros inmolaban todos los aos, apaci-
guando a sus dioses con corazones humanos.
4. La guerra contra los infeles se justifca porque abre el camino para
la propagacin de la religin cristiana y facilita la tarea de los mi-
sioneros (Todorov, 1987: 165).
De esta manera, al revisar los postulados de gins de Seplveda
nos damos cuenta de la reiteracin de estos argumentos que venan ya
desde 1550 siendo confrontados a la postura de hombres como Fran-
cisco de vitoria y Bartolom de Las Casas por parte del sector de
los encomenderos y conquistadores. En el Parecer de Yucay se reafrma
esta actitud eurocntrica y racista frente al sujeto indgena. Cuando nos
referimos al racismo que aparentemente se encuentra en el Parecer lo
hacemos desde la comprensin de racismo propuesta por Teun A. van
Dijk, quien seala que el racismo se genera frente a una relacin de
poder, entre dominados y dominadores, ejerciendo el poder un grupo
sobre otro, lo que hoy en da consideramos como una modalidad de
abuso de poder (van Dijk, 2003: 45). Es as como el racismo signif-
de Las Casas, le sirvi a gins de Seplveda como una especie de apelacin, en
donde logr exponer lo propuesto en su tratado sobre las justas causas de la guerra
contra los indios (Todorov, 1987: 163).
75
ca el predominio europeo de grupo ejercitado especialmente hacia los
grupos no europeos (no blancos) u otros pueblos que se identifcan en
trminos de un complejo conjunto de diferencias, basadas en atribucio-
nes fsicas, culturales y socioeconmicas (van Dijk, 2003: 48).
Con la lectura racista realizada por algunos sujetos de los textos
de Aristteles, los espaoles lograron dar algn tipo de argumento para
realizar de manera violenta la conquista del territorio de las Indias y su-
bordinar al pueblo indgena. Para Teun A. van Dijk el sentido de supe-
rioridad del grupo europeo blanco se genera con el descubrimiento
de Amrica, al darse el inicio de la conquista europea a gran escala, de
la esclavitud, el imperialismo y el colonialismo (van Dijk, 2003: 84).
Por lo que podemos asegurar que la reproduccin del discurso racista
de gins de Seplveda se vino realizando por encomenderos y conquis-
tadores para legitimar su actuar. En el Parecer vemos cmo el indio es
considerado un sujeto inferior o ms an un no-sujeto, pues a menu-
do en el texto se presentan las siguientes denominaciones al pueblo in-
dgena: miserable gente idlatra, miserables, infeles, idlatras y
enemigos. Adems se les atribuye las siguientes caractersticas: vivan
como bestias y eran ignorantes, as tambin a los incas se les conside-
ra como caciques tan malos y tan viciosos y se establece que el inca era
uno de los mayores tiranos del mundo. Por todo lo antes mencionado
segn el autor del Parecer era justo hacerles guerra a los indios.
La ociosidad del indio
Adems del Parecer de Yucay, podemos encontrar variados textos
que reproducen la imagen del indio como un ser inferior. Por dar al-
gunos ejemplos mencionaremos la carta de Francisco de Toledo datada
en Los Reyes, el 25 de marzo de 1571
31
, en la que el virrey busca co-
municar a S. M. su opinin favorable a la explotacin de las minas y
31
El anlisis de esta carta se encuentra en Silvio A. Zavala: El servicio personal de los
indios en el Per (extractos del siglo XVI), Tomo I. Mxico: El Colegio de Mxico,
1978.
Ignacia Corts Rojas
76
al trabajo que deben realizar los indios dentro de estas. Esta carta, por
su fecha de redaccin podemos considerarla como uno de los tantos
intentos de demostrar al rey la necesidad de la extraccin de rique-
zas en Per, que como veremos ms adelante, es uno de los objetivos
principales que busca conseguir el autor del Parecer de Yucay. El virrey
Toledo en esta carta establece que el trabajo de los indios, bajo la mita
minera
32
, servir para que los indios puedan pagar sus tributos
33
y as
no estarn ociosos (Toledo, 1978: 70). De esta manera, se concebir
al indio como un individuo ocioso, rehsa el trabajo que le imponen los
espaoles independiente que a veces se les pagara a los indios, porque
la corona desea que el trabajo sea voluntario y remunerado; pero, a
falta de indios de alquiler sufcientes, le parece necesario al virrey usar
la compulsin (Zavala, 1978: 64) el trabajo voluntario de los indios
cuando se les pagaba echaba por tierra el pretexto de holgazanera para
forzarlos; habra sacado a luz que la tal haraganera no era otra cosa que
la repulsa de un trabajo inconveniente por mal remunerado, casi gratui-
to (Martnez Pelez, 1976: 232).
Otro texto revelador sobre la imagen que se genera sobre la fgura
del indio por parte de los espaoles en las Indias, corresponde a la In-
formacin sobre las costumbres que los naturales de estos reinos tenan antes
que los espaoles entrasen, y qu modo tenan los yngas para gobernarlos,
aplicndolos al trabajo porque no hiciesen ociosos del virrey Francisco de
Toledo, quien dispone que el 2 de junio de 1571 se haga esta informa-
cin, a partir de la interrogacin a grupos de indios ancianos. Segn
Silvio Zavala en esta Informacin la parte relativa al trabajo indgena se
plantea en un pliego de preguntas. Algunas de estas preguntas son:
32
La mita minera fue establecida en el ao 1572 por el virrey Toledo, corresponda al
trabajo obligatorio y gratuito durante un ao para todos los indios del Kollasuyo
en las minas. En http://www.uclm.es/aidp/pdf/barbero1/35.pdf.
33
El tributo fue una cuota obligatoria para todos los indios de la Amrica espao-
la, pagadera al rey como reconocimiento de su seoro (Martnez Pelez, 1976:
232).
77
si saben que los yngas procuraban que los indios no tuviesen ociosos,
porque con la ociosidad no se hiciesen holgazanes, sino que los hacan
trabajar y los ocupaban, porque esto era el mejor modo de gobernarlo; y
cuando no haba en qu, los hacan hacer caminos y otras cosas intiles
para slo ocuparlos. Si saben la condicin y naturaleza de estos sbditos
es llevarlos con algn temor y sujecin, y que de otra manera nunca
haran nada sino estarse ociosos y perdidos y que as lo sentan los Yngas
que los gobernaban; y hoy en da saben que por bien no hacen nada. Si
saben y entienden estos testigos que es justo que haya curador que los
gue y gobierne en cosas graves, porque si no lo tuviesen los engaaran
y se perderan como gente que no sabe gobernar por s solos, en lo que
les conviene ms a sus almas, bienes y haciendas. Que en tiempos de los
Yngas no usaban la coca sino el Ynga y muy pocos a quienes la daba,
como caciques o algn su privado. Que en tiempo e los Yngas se labra-
ban minas de oro y plata y otros metales en esta tierra (cit. por Zavala,
1978: 71).
Para Silvio Zavala el propsito de estas preguntas revelan que el
virrey Toledo no slo busca inquirir el pasado indgena sino consoli-
dar las bases del sistema compulsivo de trabajo que instaur (Zavala,
1978:71) en el Per. As tambin podemos comprobar la similitud en-
tre los textos que circularon en la poca del virreinato de Toledo, pues
en estos se pretende no slo situar al indgena en una posicin inferior
a los espaoles, sino que pretende justifcar el nuevo proyecto poltico
para las Indias especfcamente en este caso el Per de la corona es-
paola, as tambin como de destacados funcionarios de la Corona,
como lo fue el virrey Toledo.
En el Parecer de Yucay, el autor del texto destaca que los incas fue-
ron tiranos, realizaron las leyes a su antojo y que antes de los incas el
territorio no contaba con seor general ni particular. Es as como en
el Parecer se concluye con que
Pues se infere ahora destos tres fundamentos cualquiera buen ingenio,
y ver ms clara que el sol la tirana de los Ingas, y cmo no tuvieron
Ignacia Corts Rojas
78
seoro l ni sus caciques en la tierra, porque ste que es Topa Inga no
lo fue, y que no pudo preescribir [sic] con mala fee [sic] y en tan poco
tiempo repugnando los indios, ni pudo hacer seores, pues l no lo era,
ni los estados que los dio eran suyos, ni antes haba seores que ahora lo
puedan pretender, sino cada uno su casilla y su tierra. Y dstos casi no
hay memoria; y siempre se les da para sus labores aunque no lo hayan
tenido, porque es menester para tributar y sustentarse, y el rey queda
legtimo seor, pues el papa le hizo (: 37).
Como lo establece Lewis Hanke y Manuel gimnez Fernndez,
en Bartolom de Las Casas (1474-1566). el autor del Parecer de Yucay
combate la idea expuesta por Las Casas de que los incas fueron vo-
luntariamente recibidos como seores y la acusacin de que, mientras
los espaoles imponan tributos y se llevaban todo el dinero afuera, los
incas no imponan tributo y gastaban en el Per el dinero que tenan
(Hanke y gimnez, 1954: 201-202).
El indio como idlatra
Otro aspecto fundamental para la comprensin de la imagen que
se quiere crear del indio en el Parecer de Yucay es el de idlatra. La
supuesta idolatra que ejecutaron los indgenas del Per se caracteri-
zaba por el culto a las huacas, el autor del Parecer menciona que los
conquistadores espaoles tenan por fe que era gran virtud el matar
a estos indios y alancearlos, porque, como los vean idlatras y adorar
piedras y sacrifcar hombres y comer carne humana, y no eran telo-
gos pensaban que servan a Dios en matar a sus enemigos (: 24). De
esta forma, justifca el maltrato hacia los indios, pues estos adoraban
objetos que no pertenecan a la nica religin vlida, la catlica. La
descripcin del indio que el historiador gonzalo Fernndez de Ovie-
do entrega en la Historia General y Natural de las Indias se caracteri-
za por la diferencia entre superioridad-inferioridad, ya que seala
que los indios eran naturalmente haraganes y viciosos, melanclicos,
cobardes, y en general, un pueblo invariablemente mentiroso (cit.
79
por Hanke, 1968: 17). Estas opiniones frente al indio se mantendrn
durante un largo perodo en la Colonia.
En el Parecer de Yucay se establece que el indio debe ser incorpo-
rado a la religin catlica, pero para dicha labor, primero es necesario
arrasar con la cultura indgena, pues sus creencias, su religiosidad, son
consideradas como cultos idoltricos, por lo que la religiosidad an-
dina es vista como un agravio a la religin catlica. De esta manera,
podemos reconocer que la religiosidad andina fue un obstculo para la
implantacin de la cultura espaola, ya que tanto el culto a las huacas
como el movimiento Taky Onqoy buscaban establecer la resistencia a la
cultura dominadora. Segn Luis Millones a los indios a travs del culto
a las huacas:
les tocaba entonces revitalizar los pactos locales con sus divinidades do-
msticas para reconstruir la armona con el universo. La reorganizacin
de su vida diaria no fue fcil, ahora el nativo debera satisfacer a un
nuevo amo, cuyas demandas acortaban el tiempo y las posibilidades de
una vida familiar propia, de una existencia comunal regular y del cum-
plimiento de sus obligaciones rituales (Millones, 1987:170).
En el Parecer se reconoce la difcultad para el adoctrinamiento de
los indios por lo que se seala que los caciques no permiten el ingreso
a la religin catlica a los dems indios, aludiendo el autor del Parecer
que es tanto que, contra cuantos religiosos hay les persuadiran lo que
quisiesen de sus guacas y dolos. Y, si les quieren persuadir al bien y al
Dios verdadero, harn ms que todos los religiosos juntos. Y son estos
caciques tan malos y tan viciosos comnmente que todo lo llevan tras
s (: 19).
En cuanto al Taki Onqoy, si bien no se menciona de esta manera
en el Parecer de Yucay, podemos destacar que las caractersticas de este
movimiento pueden haber sido conocidas por el autor del Parecer, ya
que su descubrimiento se realiz en el ao 1565. Por otra parte, cuando
en el Parecer de Yucay se destaca la condicin bestial de los indios, tam-
bin se hace en relacin a sus cultos pues se establece que los caciques
Ignacia Corts Rojas
80
no permiten que los indios sean buenos cristianos, sino que el cacique
[] todo lleno de mancebas y borracheras y sacrifcios a sus diablos
(: 20). Luis Millones considera que el xtasis de la posesin y la orga
rituales no eran desconocidos en la tradicin andina. Probablemente
estaban asociados a las formas shamnicas primigenias del proceso his-
trico de las religiones en esta parte del mundo (Millones, 1987: 169).
Por lo que tanto el culto a las huacas como el Taki Onqoy recuperaron,
aparantemente, las tradiciones preincaicas en que el contacto cultural
con el pueblo dominador deba ser rechazado, lo que refuerza la idea
bsica del Taki Onqoy con respecto a buscar, en los aspectos primige-
nios de la religin andina, el sustento para una nueva unidad contra el
invasor europeo (Millones, 1987: 170). Es por esto que para el indio
el aferrarse a sus creencias era una manera de oponerse a su conquista
espiritual (Martnez Pelez, 1976: 214).
En esta revisin de la concepcin del indio como idlatra por par-
te de los espaoles debemos destacar la postura de Las Casas frente a la
religiosidad del indio. Para Bartolom de Las Casas la condicin del in-
dio como infel se deba a su desconocimiento sobre la religin cat-
lica, por lo que no deba ser castigado, sino que atrado a travs de una
evangelizacin no violenta, lo que no se logr plenamente en las Indias,
ya que se gener una evangelizacin violenta por medio de la extirpa-
cin de idolatras en Per. Segn Tzvetan Todorov el fraile dominico
Bartolom de Las Casas intentar establecer una relacin de igualdad
entre espaoles e indios. Esto se debe a que a pesar de encontrarse los
indios en desconocimiento de la religin catlica estos presentan una
naturaleza cristiana (Todorov, 1987: 174), con lo que solamente sera
necesario reafrmar esta condicin. Por lo que en el discurso de Bartolo-
m de Las Casas podemos notar que al igual que el autor del Parecer de
Yucay pretende establecer la religin catlica como la nica va posible
de religiosidad para el mundo andino. A pesar de reconocer en Bartolo-
m de Las Casas la constante semejanza entre indio y espaol, borrando
de esta manera la propia identidad del indio, se debe considerar, como
lo seala Teun A. van Dijk, que esta forma de disensin era una rara
excepcin entre el clero de la poca, cuyas actitudes sobre los otros
81
esencialmente se defnan en trminos de oposicin entre cristianos y
herejes (van Dijk, 2003: 85). Como lo establece Enrique Dussel, desde
el comienzo de la conquista espaola, el mundo del indgena ser visto
como [] demonaco y como tal deba ser destruido. Ese mundo
del Otro era interpretado como lo negativo, pagano, satnico e intrn-
secamente perverso (Dussel, 1992: 57)
34
.
Bartolom de Las Casas y su invencin del indio
En Brevsma relacin de la destruicin de las Indias, de Bartolom
de Las Casas, se entrega una descripcin sobre el indio en donde se pre-
senta como un ser bondadoso, negndole de esta manera la posibilidad
de la maldad u otros aspectos negativos. La descripcin del indio que
realiza Las Casas es particularmente sobre los nativos de la isla Espaola,
debemos destacar que esta forma de referirse al indgena se proyectar
para los dems territorios de las Indias sin mayor discriminacin entre
las posibles diferencias de los indios de Amrica. Las Casas describir al
indio como gentes:
simples, sin maldades ni dobleces, obedientsimas y fdelsimas a sus se-
ores naturales e a los cristianos a quien sirven; ms humildes, ms pa-
cientes, ms pacfcas, no rijosos, no querulosos, sin rancores, sin odios,
sin desear venganza, que hay en el mundo. Son asimismo las gentes ms
delicadas, facas y tiernas en complisin e que menos pueden sufrir tra-
bajos y que ms fcilmente mueren de cualquiera enfermedad, que ni
hijos de prncipes e seores entre nosotros, criados en regalos e delicada
vida, no son ms delicados que ellos, aunque sean de los que entre ellos
son de linaje de labradores.
Son tambin gentes pauprrimas y que menos poseen ni quieren
poseer de bienes temporales; e por esto no soberbias, no ambiciosas,
34
Archivo pdf. En portal Investigadores relacionados a Clacso, obra flosf-
ca de Enrique Dussel textos completos. En <http://168.96.200.17/ar/libros/
dussel/1492/1492.html>
Ignacia Corts Rojas
82
no cubdiciosas. Su comida es tal, que la de los sanctos padres en el
desierto no parece haber sido ms estrecha ni menos deleitosa ni pobre.
Sus vestidos, comnmente son en cueros, cubiertas sus vergenzas, e
cuando mucho cbrense con una manta de algodn, que ser como
vara y media o dos varas de lienzo en cuadra. []
Son eso mesmo de limpios e desocupados e vivos entendimientos, muy
capaces e dciles para toda buena doctrina; aptsimos pare recebir nues-
tra sancta fee catlica e ser dotados de virtuosas costumbres, e las que
menos impedimientos tienen para esto, que Dios cri en el mundo (Las
Casas, 1958: 136).

A partir de la descripcin entregada por Las Casas sobre el indio
podemos ver cmo el sujeto indgena se construye en oposocin al es-
paol, a pesar de que ya no sea un individuo hereje, bestial, miserable,
entre otras califcaciones, para Las Casas ser un sujeto que sufre, pero
que al mismo tiempo est dotado de un tipo de cristianismo que debe
ser resurgido, desconociendo as la propia religiosidad del indio. Si bien
es cierto que los indios debieron experimentar la violenta invasin de
los espaoles, estos tambin lograron establecer diferentes mecanismos
de resistencia a la cultura invasora, como lo hemos analizado a travs
del culto a las huacas y el Taki Onqoy, entre otros.
Segn Enrique Dussel la contradiccin es una de las caractersticas
de la Conquista, pues
Se predica el amor de una religin (el cristianismo) en medio de la con-
quista irracional y violenta. Se propone de manera ambigua y de difcil
interpretacin, por una parte, al fundador del cristianismo que es un
crucifcado, una vctima inocente en la que se funda la memoria de una
comunidad de creyentes la Iglesia; y, por otra, se muestra a una persona
humana moderna, con derechos universales. Y es justamente en nom-
bre de una tal vctima y de tales derechos universales que se victimiza
a los indios. Los indios ven negado sus propios derechos, su propia ci-
vilizacin, su cultura, su mundo sus dioses en nombre de un dios
83
extranjero y de una razn moderna que ha dado a los conquistadores la
legitimidad para conquistar (Dussel, 1992: 55-56).
Aunque Las Casas deseara integrar al indio a la cristiandad, para
Todorov poco aportar Bartolom de Las Casas a la descripcin del
indgena, pues simplemente intenta identifcar al otro con el propio
ideal del yo (o con el propio yo) (Todorov, 1987: 180). Para Todo-
rov la nica originalidad del discurso del fraile dominico radica en
que la oposicin fel/infel es invertida a la comprensin que realizaban
otros autores de la poca, pues Las Casas atribuye el polo valorizado
(fel) al otro, y el desvalorizado a nosotros (a los espaoles) (Todorov,
1987: 180).
El indio y el oro
Bajo la misma concepcin del indio como un sujeto inferior al es-
paol llegado a las Indias, el autor del Parecer de Yucay intentar dar una
interpretacin a la riqueza que se encontraba en el Per. Si el indio era
un ser inferior, lleno de cualidades negativas, por qu contaba su te-
rritorio con tantas riquezas? Esta es la pregunta que el autor del Parecer
responder sealando que sin el oro, sin las riquezas del territorio, no se
podra realizar la evangelizacin, pues alguna recompensa deban tener
los espaoles por su labor de conquistadores y evangelizadores en las In-
dias, adems hay que destacar que el autor del Parecer considera que el
dominio de Amrica fue concedido por Dios a los reyes catlicos, por lo
que todo lo que se encontrara en dicho lugar sera, incuestionablemente,
de propiedad de la corona espaola. Segn gustavo gutirrez con esta
respuesta al problema de la extraccin de riquezas de las Indias y, especf-
camente al tema de las minas en Per, el autor del Parecer intenta realizar
una refexin teolgica que defenda tanto los derechos de la corona so-
bre las Indias, como los de los conquistadores y encomenderos, a explotar
las riquezas de estas tierras (gutirrez, 1990: 101).
En el Parecer de Yucay se condenar la postura de Las Casas frente
a la explotacin de las minas de Per al sealar el autor que le espanta
Ignacia Corts Rojas
84
ver la ceguedad que este padre y obispo de Chiapa tuvo en condenar el
sacar estas riquezas y minas [] (: 44).
De esta manera, se pretende a travs del Parecer justifcar la extrac-
cin de oro de las minas de Per, siendo la riqueza un medio para los
indios de salir de su hereja y lograr as su salvacin. Este propsito
de convencer al rey sobre la necesidad de la explotacin de las minas en
Per se manifest en otros documentos, como las cartas enviadas por
el virrey Toledo. Una de ellas datada en Los Reyes el 8 de de febrero de
1570, segn Silvio Zavala expresa la opinin del virrey sobre las minas
de Per, estimndolas ser todo el caudal de esta tierra y de donde salen
los quintos para la Real Hacienda y que constituye la base del comercio
con Espaa; sin ellas los espaoles no sustentaran la tierra; y, faltando
stos, no habra conversin de los naturales (Zavala, 1978: 64).
Las Casas en su Brevsima relacin de la destruicin de las Indias,
para referirse a Per incorpora el relato de fray Marcos de niza
35
, quien
destaca que los indios no han mostrado a los espaoles todas las minas
que se encuentran en Per, debido al maltrato recibido por estos.
[] digo que por la relacin de los indios hay mucho ms oro escondi-
do que manifestado, el cual, por las injusticias e crueldades que los espa-
oles hicieron no lo han querido descubrir, ni lo descubrirn mientras
recibieren tales tratamientos, antes querrn morir como los pasados. En
lo cual Dios nuestro Seor ha sido mucho ofendido a su Majestad muy
deservido y defraudado en perder tal tierra que poda dar buenamente
de comer a toda Castilla, la cual ser harto difcultosa y costosa, a mi ver
de la recuperar (cit. por Las Casas, 1958: 170-171).
Isacio Prez Fernndez advierte en su estudio crtico sobre el Pare-
cer de Yucay, que el apndice sobre las minas que se incluye en el texto
no pertenece al Parecer original. De esta manera, Prez Fernndez no
cree posible que la autora del apndice sea atribuible a garca de Tole-
do, pues manifesta que este apndice sobre las minas no es concebible,
35
vase nota 25.
85
en absoluto, en un telogo de pura cepa sino en un entrometido a teo-
logizar (Prez Fernndez, 1995: 103). As tambin Prez Fernndez
asegura que no lo concibe en un telogo dominico; y con esto ya est
dicho que no lo concibo en fray garca de Toledo (Prez Fernndez,
1995:103). Pero no slo destaca Isacio Prez Fernndez que garca de
Toledo no pudo haber escrito este apartado por su caracterstica de te-
logo, sino que por razones cronolgicas lo atribuye a Polo de Ondegar-
do. Esta aadidura, segn Isacio Prez Fernndez, fue efectuada en el
Cuzco el ao 1571 acaso en septiembre. Lo aadi, al parecer, juan
Polo de Ondegardo (Prez Fernndez, 1995: 95).
De esta manera, Prez Fernndez sostiene que
el lector no crticamente precavido, que no es consciente del truco, es-
pontneamente atribuye tales teologas al autor del texto original, fray
garca de Toledo; por lo cual ste a la vez que el lector es vctima de un
engao es vctima de una atribucin indebida: ser autor de una teolo-
ga barata, ajena, es decir vctima de una jugada sucia (Prez Fernndez,
1995: 104).
Cabe cuestionar si realmente el lector del Parecer de Yucay atribuya
alguna diferencia en la lnea expositiva y argumentativa que se genera a
lo largo del discurso del autor del Parecer, incluyendo el apndice de las
minas, hasta ahora atribuido a garca de Toledo, pues tanto el fray To-
ledo si es que efectivamente este es el autor del Parecer como los po-
sibles autores que realizaron las diversas aadiduras y sobreaadiduras
a las copias que circularon a partir del documento original del Parecer
del 16 de marzo de 1571, intentaron manifestar el repudio en contra
de Las Casas y su obra para poder validar la explotacin de riquezas del
territorio peruano, as tambin como la de sus indgenas.
Ignacia Corts Rojas
86
2. Bartolom de Las Casas: El apstol de los indios o el
viborezno de Espaa
A pesar de que Tzvetan Todorov establezca que Bartolom de Las
Casas aport muy poco a la confguracin de Amrica, denominados
como indios, es innegable la importancia del fraile de la orden de
los predicadores (dominicos) para la consideracin del indio como un
sujeto dotado de derechos. La crtica realizada por Las Casas a enco-
menderos y conquistadores fue duramente recibida por algunos espa-
oles. Este rechazo a Las Casas adems se manifestar en espaoles que
no toleraron recibir crticas de sus compatriotas, al considerar que el
padre Las Casas expona la imagen de Espaa a los dems pases. Es por
este motivo que no es extrao encontrarnos con textos que formularon
ataques en contra de Bartolom de Las Casas muy similares a la forma
como manifesta sus crticas el autor del Parecer de Yucay.
Por otra parte, la Carta al emperador Carlos v del fraile francis-
cano Toribio de Motolinia, frmada el 2 de enero de 1555 en Tlaxcala,
al igual que el Parecer de Yucay expresa el repudio a la doctrina de
Bartolom de Las Casas. La Carta de Motolinia ha sido comparado al
Parecer de Yucay. Isacio Prez Fernndez establece que el Parecer es una
reiteracin de la Carta de Motolinia, en este texto el fraile franciscano
intenta desacreditar su persona [Las Casas] y su doctrina, expuesta
sta en los tratados Confesionario, Tratado sobre los esclavos y Entre los
remedios principalmente (Prez Fernndez, 1995: 26). Para Isacio P-
rez Fernndez, Fray Toribio de Benavente (Motolina), fue vctima de
la infuencia de los encomenderos de Mxico y se prest ingenua e
inconscientemente a hacerles el juego (Prez Fernndez, 1995: 26), ya
que Motolinia consideraba que la
denuncia sistemtica contra aquellos espaoles que mantenan cauti-
vos y obligados a servir a los indios, tuvo efectos positivos porque, muy
pronto, bajo la constante presin moral de los frailes y a causa de la
consiguiente movilizacin de las leyes reales, se abandonaron los pri-
vilegios que permitan estas licencias y se restringieron los poderes de
87
los conquistadores en cuanto a continuar la explotacin arbitraria de
los indios. Motolinia seala, al respecto, que estos comportamientos de
maltrato a los indios era slo cuestin de unos cuantos espaoles, pues la
mayor parte de stos ajustaban sus relaciones con aqullos a la conciencia
cristiana (Esteva Fabregat, 2001: 34-35).
Es tal vez por este motivo que Isacio Prez Fernndez aduce que
Motolinia para redactar la Carta se encontraba bajo las rdenes de los
encomenderos, pues el fraile franciscano jams desconoci que los
indios deban ser tratados de manera justa, a pesar de que tambin
criticara lo que Claudio Esteva Fabregat denomina como la demago-
gia lascasiana (Esteva Fabregat, 2001: 9). La Carta de Motolinia fue
promovida por los viejos conquistadores y entonces encomenderos de
Mxico, no por el rey ni por el virrey de Mxico (Prez Fernndez,
1995: 28), encontrando dentro de su base argumentativa la doctrina de
gins de Seplveda sobre la situacin de los indios. Para Isacio Prez
Fernndez la dependencia temtica del Parecer con la Carta de Motoli-
nia se puede comprobar en la forma como se refere al padre Las Casas,
especfcamente en cuanto a la pasin que haca que Bartolom de
Las Casas estuviera engaado sobre la realidad de las Indias, Las Casas a
travs de sus obras causa daos a los espaoles, Motolinia menciona en
su Carta que Bartolom de Las Casas:
Tambin dice que todo cuanto los espaoles tienen, cosa ninguna hay
que no fuese robada. Y en esto injuria a v.M. y a todos los que ac pa-
saron, as a los que trajeron haciendas como a otros muchos que las han
comprado y adquirido justamente. Y el de las [sic] Casas los deshonra
por escripto y por carta impresa. Pues cmo? as se ha de infamar por
un atrevido una nacin espaola con su prncipe, que maana lo leern
los indios y las otras naciones? (Motolinia, 2001: 311).
Los aspectos que Prez Fernndez considera similares entre el Pa-
recer de Yucay y la Carta de Motolinia son las denuncias que intentan
promover ambos textos, al sealar que las obras de Las Casas exponan
Ignacia Corts Rojas
88
slo injurias que en nada podan ayudar a la Corona, adems del tema
sobre el cuestionado seoro de las Indias. Motolinia en materia del
seoro de las Indias se sita en el contexto histrico de nueva Espaa,
asegurando que los aztecas haban ganado el territorio a travs de gue-
rras y que antes de los aztecas se encontraban los chichimecas y otomes
que eran gentes de behetra. Si bien el Parecer de Yucay datado el 16 de
marzo de 1571 en Per aborda los temas de aquel territorio, debemos
destacar que el repudio que signifc la denuncia de los espaoles que
realiz Las Casas fue una fuente para que algunos sujetos realizaran tex-
tos, que ms que entregar un anlisis a los planteamientos de la doctrina
lascasiana, se caracterizaron por intentar terminar con la infuencia del
fraile dominico en la poltica de la Corona, independientemente de que
tuvieran xito o no cabe destacar que la Carta de Motolinia fue reci-
bida por la princesa, quien entreg la Carta al Consejo de Indias, desde
donde pas al archivo del Consejo y no se volvi a saber ms de ella; y
la princesa, secundando el parecer del Consejo, decidi que se castigase
a Motolinia por haberla escrito (Prez Fernndez, 1995:26). La Carta
buscaba persuadir al rey de Espaa, resguardando los intereses de los
encomenderos, y el Parecer de Yucay, un texto que tambin se encuentra
cercano a la mentalidad de los encomenderos, expresa la secuencia
de actuaciones que el virrey [Toledo] (respaldado por el rey) llevar a
cabo en los aos 1571-1572 (Prez Fernndez, 1995:28). Segn Lewis
Hanke y Manuel gimnez Fernndez:
() se debe aceptar la carta [de Motolinia] como autntica, y ella de-
muestra cun intensa era la animosidad contra Las Casas, an en ciertos
crculos eclesisticos, animosidad que todava existe, sin hacer distincin
entre espaoles y no espaoles o eclesisticos y laicos. En verdad que la
actitud determinada por este corrosivo libelo de Motolinia, es un exce-
lente ndice de la opinin general que uno se forma sobre Las Casas y
todas sus obras (Hanke y gimnez, 1954, 167).
Por otra parte, nos encontramos con un fllogo e historiador es-
paol, Ramn Menndez Pidal (1869-1968), que manifesta abier-
89
tamente su posicin en contra de Las Casas. Uno de los libros donde
expone su crtica al fraile dominico es: El P. Las Casas y Vitoria con otros
temas de los siglos XVI y XVII (1958). Este libro de Menndez Pidal re-
sulta interesante por la evidente visin eurocntrica y racista que brinda
sobre la doctrina del padre Las Casas y su forma de comprensin de la
humanidad del indio.
Menndez Pidal reconoce la infuencia que tuvo Las Casas en la
poltica de la Corona sealando que por su decisin, por su incansable
continuidad en exponer sus opiniones, tena gran fuerza de conven-
cimiento sobre los frailes misioneros y sobres los gobernantes (Me-
nndez Pidal, 1966: 33). Ramn Menndez Pidal en El P. Las Casas y
Vitoria demuestra que es conocedor del Parecer de Yucay refrindose
a este como obra de
Un fraile annimo, informante del virrey don Francisco de Toledo en 16
de marzo 1571, hombre muy bien enterado, lector de las relaciones de
vitoria, era a la vez muy conocedor de toda la vida de Las Casas, cuyas
opiniones haba seguido en otro tiempo, pero las abandon cuando re-
sidi en el Per, tierra que Las Casas no visit, aunque intent entrar en
ella dos veces; con un solo indio del Per con que hubiese hablado, dice
l, se hubiera convencido fray Bartolom de que el dominio de los incas
era una usurpacin tirnica (Menndez Pidal, 1966: 33).
El libro de Menndez Pidal continuar en esa lnea de ataque en
contra de Las Casas, repitiendo los argumentos que realizaron otros au-
tores en el perodo colonial. Menndez Pidal destaca que Las Casas fue
el principal enemigo de conquistadores y encomenderos pues estos en
el fraile dominico encontraron a un violento enemigo, desprovisto de
autoridad (Menndez Pidal, 1966: 34). El historiador espaol adems
cuestiona que Las Casas osara comparar a los indios con los espaoles:
Las Casas no vea en aquellos caciques, o reyes, segn l suele llamar-
los, sino como soberanos de un estado equiparable en todo al del Rey
Catlico; con absoluto simplismo, igualaba las gentes indias a los pue-
blos civilizados (Menndez Pidal, 1966: 27). Con esta cita podemos
Ignacia Corts Rojas
90
confrmar el discurso eurocntrico de Ramn Menndez Pidal, que al
igual que en el Parecer, destaca las diferencias entre espaoles e indios,
pero desde una perspectiva en que la diferencia se genera a partir de
una jerarquizacin a travs del eje superioridad/inferioridad. Resulta
adems a lo menos llamativo la idea de presentar a Las Casas como
un antipatriota, por haber denunciado a los espaoles que daban un
maltrato a los indgenas, lo que segn el autor del Parecer y siglos ms
tardes en la crtica de Ramn Menndez Pidal a Bartolom de Las Ca-
sas, se pone de manifesto en la Brevsima de Las Casas. Menndez Pidal
seala que:
[] sin esta funcin de su libro [la Brevsima], verdadero despertador e
incitador de odios antihispanos, no hubiera sido ms que uno de tantos
historiadores de Indias. naci a la luz de la fama matando la fama de su
patria, como el viborezno que al nacer desgarra las entraas de la madre.
El mayor enemigo de Espaa no podra haber soado un libro ms a su
propio gusto (Menndez Pidal, 1966: 38).
Tzvetan Todorov ha establecido que tanto Las Casas como otros
defensores de los indios son caractersticos de una ideologa colonia-
lista pero que no mengua en nada la grandeza del personaje, sino al
contrario. justamente porque no podemos dejar de admirar al hombre,
importa juzgar con lucidez su poltica (Todorov, 1987: 186). Por lo
que no se puede cuestionar la importancia de Bartolom de Las Casas
como actor principal en el periodo colonial de los derechos de los in-
dios, lo que signifc una enardecida crtica de sujetos como el autor
del Parecer, el virrey Francisco Toledo, Motolinaslo por nombrar
algunos que a pesar de su contexto histrico, ms prximo o no a las
obras de Las Casas, vieron en este fraile dominico el enemigo de enco-
menderos y conquistadores, al criticar el anhelo de riqueza durante el
siglo xvI de este sector de los espaoles.
91
COnCLUSIOnES
El texto conocido como el Parecer de Yucay, puede ser considerado
como un discurso antilascasiano. En el Parecer de Yucay se crtica prin-
cipalmente al fraile dominico Bartolom de Las Casas, por la defensa
que propuso al pueblo indgena, as tambin como las denuncias que
expres por medio de sus obras al actuar de conquistadores y encomen-
deros, quienes por medio de la explotacin del indio lograron obtener
riquezas en las Indias.
Bartolom de Las Casas tuvo una gran infuencia en el proyecto
poltico de la Corona espaola en materia de Indias, primordialmente
durante el periodo del rey Carlos v, pues Las Casas se transform en el
consultor del monarca. Es por este motivo que uno de los principales
enigmas del Parecer de Yucay se centr en la falta de la frma del autor
del documento, por lo que interpretamos como un ocultamiento de la
identidad del autor como una forma de burlar la inevitable sancin que
recibira por parte de la Corona espaola, pues el ataque a Las Casas
tambin vendra a desarrollar una crtica al proyecto poltico de la Co-
rona para las Indias. Si bien esta hiptesis de encubrimiento del autor
del Parecer se deba a la inobediencia al discurso ofcial de la Corona
que ejecut con su documento, debemos cuestionarnos si realmente la
falta de la autora del texto se debe a este motivo.
La Corona espaola bajo el mando del rey Carlos v se encontr
infuenciada con la postura del dominico Bartolom de Las Casas. Un
ejemplo de ello es el intento de poner control a los abusos cometidos
por algunos de los espaoles llegados a las Indias, a travs de la pro-
Ignacia Corts Rojas
92
mulgacin de las Leyes nuevas el ao 1542. Este documento ofcial
prohiba la esclavitud de los indios, pues eran tributarios del rey y no
deban ser esclavos de los encomenderos, quedando estipulado as que
los indgenas ya no seran obligados a realizar trabajos para los conquis-
tadores y encomenderos, por lo que el sector espaol en las Indias ve
que la posibilidad de enriquecimiento a travs de la mano de obra de los
indgenas es restringida por la Corona. no obstante, las Leyes nuevas,
como documento ofcial, se pusieron en prctica con diversas modifca-
ciones favorables a los encomenderos y conquistadores. De esta forma,
Bartolom de Las Casas se transform en el opositor al sistema de enco-
miendas, por lo que durante el siglo xvI comenzaron a circular textos
que buscaron detener la infuencia del fraile dominico. En esta lnea
encontramos la Carta de fray Toribio de Benavente, Motolinia, dirigida
a Carlos v, en donde se denuncia el actuar de Las Casas al considerar
que este realiz un dao a Espaa al difamar a los espaoles que llega-
ron a las Indias, al ser recibida la Carta de Motolinia fue castigado por
su crtica a Bartolom de Las Casas. Quizs el autor del Parecer habra
recibido los mismos castigos que Motolinia, por lo cual prefri no en-
tregar su nombre en el documento. Sin embargo, debemos considerar
que el Parecer de Yucay, para algunos estudiosos del manuscrito como
Isacio Prez Fernndez y gustavo gutirrez, el texto original, con el
cual no contamos, s presentaba la frma del autor y que el primo del
virrey Toledo, fray garca de Toledo, fue el encargado de redactar el
Parecer. Si bien, el documento con el que contamos hoy del Parecer de
Yucay, editado por Isacio Prez Fernndez, ha sido reconstruido a partir
de tres copias manuscritos del Parecer, se debe considerar que en su
escritura participaron ms sujetos, siendo as un documento colectivo.
Esto lo sealamos por las posibles aadiduras de las copias manuscritos
que advierte Isacio Prez Fernndez, siendo estas aadiduras incorpora-
das al texto en fechas posteriores al 16 de marzo de 1571, pues el texto
original slo estuvo en el Per durante nueve das. Para Prez Fernndez
el Parecer formaba parte de las Informaciones elaboradas por el virrey
Francisco de Toledo, de ser as, deberamos entonces asumir que el Pa-
recer de Yucay, no se confgur como un discurso annimo, por miedo a
93
las sanciones que la Corona podra haber ejecutado en contra del autor.
Si bien nunca fue editado el Parecer de Yucay creemos que el autor del
texto tal vez no corra riesgos en frmar el documento, pues dentro del
nuevo proyecto poltico de la Corona espaola para las Indias, coinci-
de, hasta cierto punto, con lo propuesto por el autor del Parecer. Es as
que el cambio en materia de las Indias de la Corona espaola se viene
a producir una vez que sube al trono Felipe II. Esto queda en evidencia
en la reunin conocida como la junta Magna de 1568, en donde se
expresan los nuevos intereses de la Corona al brindar instrucciones a los
virreyes nombrados para el Per y Mxico. El virrey para el Per ser
Francisco de Toledo, que, amparado por Felipe II, instaura un proyecto
poltico basado en la represin de todas las manifestaciones culturales
de los indgenas, para que una vez abandonadas sus costumbres slo se
dispusieran a realizar trabajos favorables a la economa de la Corona.
El contexto histrico en el que se inserta el Parecer de Yucay viene
a marcar el cambio de la Corona espaola, con las nuevas medidas res-
trictivas para los indgenas. Sin embargo, tambin hay que sealar que
el proyecto poltico de Felipe II para las Indias crea ciertas limitaciones
para los espaoles. Se estableci que el sistema de encomienda slo
podra ser heredado por dos generaciones, una vez cumplido el plazo
las encomiendas pasaban a manos de la Corona, es as que por medio
de los nuevos dictmenes del rey Felipe II se haba eliminado una aris-
tocracia terrateniente potencialmente secesionista y se haban logrado
algunos de los fnes absolutistas (Abercrombie, 2006: 289). Dentro de
este panorama el Parecer de Yucay, como discurso favorable a los enco-
menderos busca, a partir de la crtica a Las Casas, persuadir al rey Felipe
II de que brinde algunas concesiones favorables a los espaoles de las
Indias. De esta manera, en el Parecer se busca legitimar los actos que ya
venan sucediendo y aquellos que sucedern en el Per.
El estudio del Parecer de Yucay no se puede limitar a algunos su-
cesos histricos vinculados a la produccin del texto, sino que se debe
analizar lo que propone el documento como un discurso cercano a los
encomenderos. Por lo que el trabajo de tesis propuesto abord aspectos
que no han sido tratados por los estudios de Isacio Prez Fernndez y
Ignacia Corts Rojas
94
gustavo gutirrez, como la situacin concreta de produccin del texto
a partir de la llegada de Francisco de Toledo a Per. La historia del Pa-
recer de Yucay se ha construido a partir de los actores espaoles, como
Las Casas, Francisco de Toledo, entre otros, borrando la situacin en
la cual se encontraban los indgenas del Per. Es as que la propuesta
de trabajo se valida adems a travs de la lectura de las manifestaciones
culturales, la organizacin y resistencia que se produce en la poblacin
nativa de Per, al verse enfrentada a la extirpacin de su religiosidad
y con esto al proceso de transculturacin, en el que no haba cabida
para una comunicacin recproca entre la cultura del dominador y del
dominado. Estos sucesos son comentados por el autor del Parecer de
Yucay, al realizar una confguracin del indio de Per, brindando carac-
tersticas de ellos, como seres que deben aspirar al molde espaol, por
lo que tambin se ha podido establecer el racismo con el cual se opera
en algunos discursos del siglo xvI, que si bien pueden estar a favor o
en contra de la poblacin indgena, generan una imagen del indgena
siempre situada en el polo de inferioridad frente al espaol.
El valor del estudio del Parecer de Yucay, no se limita slo en dar
con el nombre del autor del texto original ni en analizar los ataques al
padre Las Casas que se presentan en el manuscrito, sino que la impor-
tancia de este documento es el vincularlo al panorama poltico cultural
que se sostuvo en las Indias, desde una perspectiva cercana a la pobla-
cin indgena.
Sin duda el anlisis del Parecer de Yucay parti con el inters de
comprobar la relacin entre su falta de autora y no publicacin con las
posibles sanciones a las cuales se hubiese expuesto el autor, no obstante
tras el estudio realizado podemos establecer que el principal objetivo del
Parecer de Yucay se manifesta en el intento de obtener la autorizacin
del rey de Espaa para la extraccin de riquezas de las minas del Per,
as tambin como la posibilidad de saquear los lugares sagrados de los
indgenas, las huacas, creando un discurso complejo que toca temas tan
diversos como la legitimidad del seoro espaol, la crtica de las obras
de Las Casas, el dao causado por las obras de Las Casas, el comporta-
miento de los indgenas, hasta la necesidad de explotar las minas.
95
En resumen, el Parecer de Yucay es un discurso que no slo debe ser
considerado como un documento en donde se realizan crticas al padre
Las Casas, las mismas crticas que los encomenderos y otros sujetos
espaoles repitieron durante el siglo xvI inclusive otros posteriores a
ese siglo, rescatando los argumentos de gins de Seplveda para vali-
dar sus propios intereses. El Parecer puede que no proponga nada nuevo
como discurso antilascasiano, favorable a los encomenderos, pero el
documento puede ser una interesante fuente de documentacin para
comprender el virreinato de Francisco de Toledo, la confguracin de
los discursos eurocntricos en el periodo colonial y la persecucin a los
cultos de los indgenas de los Andes que se desarrollar desde el siglo
xvI.
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Parecer de Yucay
104
PRESEnTACIn TCnICA DEL TExTO EDITADO DEL
Parecer de YucaY
1. Esta edicin del Parecer de Yucay, ha sido extrado del texto edi-
tado de Isacio Prez Fernndez, O.P., quien tom el texto del
manuscrito A, como base. Los incisos aadidos al manuscrito A
sern acotados entre parntesis angulares: < >.
2. Algunos aspectos formales que posee el texto del Parecer de Yucay
editado por Isacio Prez Fernndez han sido eliminados para la
presente edicin.
3. no se conserva el seseo que se presenta en el Parecer editado por
Isacio Prez Fernndez
4. Las palabras, nmeros o incisos aclaratorios que propone Isacio
Prez Fernndez entre corchetes: [ ] han sido incorporados al tex-
to.
5. Incorporamos aquellas notas crticas de Isacio Prez Fernndez
que consideramos fundamentales para la comprensin del Parecer,
siendo algunas de estas modifcadas por su extensin y referencia
a los manuscritos B y C.
6. Es necesario destacar que la edicin de Isacio Prez Fernndez so-
bre el Parecer de Yucay se encuentra dotada de ttulos y subttulos
que han sido aadidos por el editor.
105
DOMInIO DE LOS IngAS En EL PER
Y DEL QUE SU MAjESTAD TIEnE En DICHOS REInOS
Excelentsimo Seor:
Mndame vuestra excelencia que le diga mi parecer de lo que he
mirado y considerado con gran diligencia sobre este dominio de los
Ingas, y del que su Majestad tiene en estos reinos, en que consiste el
fundamento de todo el bien o el mal de las Indias, como adelante se
dir. Yo obedezco a v. Exc., lo uno por ser cosa del servicio de Dios
y de su Majestad, a quien v. Exc. tanto respeta en las cosas grandes y
pequeas, y lo otro por mandrmelo v. Exc., a quien yo, despus de
los dos, ms deseo servir en la tierra. Y as, tratar tres puntos breves y
sustancialmente:
El primero, por dnde entr <en casi todo el mundo>
1
un engao
tan grande como fue darles a estos Ingas el verdadero y legtimo
seoro destos reinos.
1
Este inciso acotado entre parntesis angulares es sospechoso de ser una aadidura
posterior; lo cual, por tanto, no fguraba en el manuscrito autgrafo. no decido en
este caso con seguridad, pues que sea o no aadidura depende de la amplitud de
sentido que tenga, porque es de por s oscuro. Si quiere decir: en casi toda Espaa,
no hay inconveniente en que fgurase en el texto autgrafo; si quiere decir: en casi
toda Europa, es evidente, por razones que expondr al hablar de otras expresiones
que tienen esa amplitud, que es una aadidura posterior a 1578. De ser aadidura,
dnde, cundo y por quin fue redactada? no lo s. Lo mismo digo de las dems
aadiduras interpoladas que anoto a continuacin notas: 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11,
12,13, 14, 15, 16. Pero, como la mayora de ellas se referen a hechos de fecha pos-
terior al ao 1578, que fue cuando se hizo la primera traduccin de la Brevsima al
famenco y el 1579 al francs, y con ello se universaliz o europeiz el conocimiento
de la misma, probablemente fueron interpoladas en Espaa, acaso no antes de 1581,
cuando fnaliz el virreinato de don Francisco de Toledo y ste volvi a Espaa. no
s si habrn sido redactadas por un mismo autor o por varios.
106
El segundo punto ser ver los grandes daos que han venido y
vinieran dl si no se admitiera esta verdad que voy a declarar.
El tercer punto ser ver cmo el verdadero y legtimo dominio
y seoro destos reinos est en sola la Majestad del rey, nuestro
seor, y sus sucesores.
Y tambin verdaderamente ver cun bueno y necesario es rom-
per estas montaas de oro y plata para labrar minas, con los buenos
medios que v. Exc. ha dado, como que hasta ahora se haba reparado
ms por ilusin del demonio que no por razn ni verdad.
107
I
ORIgEn DEL EngAO SOBRE EL vERDADERO Y
LEgTIMO SEORO DEL PER
1. La causa del engao fue Fray Bartolom De Las Casas, y slo
l, por haber sostenido y enseado la opinin de los ingas
eran seores legtimos y los curacas seores naturales
Cuanto a lo primero, la causa deste engao que ha habido tan
grande en la Majestad del emperador y su Consejo y sus virreyes y
gobernadores y Audiencias y telogos y grandes catedrticos y
predicadores <y fnalmente en toda la cristiandad y aun en toda la
infdelidad>
2
ha sido ser un hombre slo, que no era razn.
2
Este inciso acotado entre parntesis angulares, evidentemente fue aadido al texto
original, pues el 16 de marzo de 1571 no pudo dar tal amplitud al supuesto enga-
o porque an no la haba alcanzado.
Siendo esto verdad, hay que tener en cuenta, sin embargo, este dato documental
bsico: el mismo virrey, en la carta al cardenal Espinosa, del Cuzco, a 25 de marzo
de 1571 (nueve das despus de haber sido escrito el Parecer), le dice: Desde que
en esa ilustrsima junta [la junta Magna iniciada en Madrid el 27 de julio de 1568]
comenc a or tratar desta materia [el seoro del Per] y de los daos que la indiscre-
ta inexperiencia del obispo de Chiapa haba hecho con su persuasin en esos reinos
y fuera de ellos con la impresin de su libro. Su libro, cuando lo dice un autor
del siglo xvI, es, sin duda, alguna, la Brevsima. (En este caso es el Tratado compro-
batorio del imperio soberano?). Esos es errata, en vez de estos (hay alguna base
en lo que sigue en la carta, que repite)? De ser estos (=los reinos del Per), no hay
problema alguno; el fuera de ellos signifca: en el resto del nuevo Mundo. Pero si
Ignacia Corts Rojas
108
Este fue un fraile de Santo Domingo que se llam fray Bartolom
de Las Casas. Sus calidades eran ser un muy buen religioso, ms en
cosas de Indias muy apasionado, y en lo ms sustancial dellas, muy
engaado, como ir refriendo verdades para quitar el mayor engao
que l tuvo, <y casi todo el mundo por l>
3
, debajo de un buen celo.
<Y creo que obr sutilsima del demonio para persuadir tan de golpe
al mundo este engao, porque desde el primero en que l tena esta
miserable gente idlatra, ninguno ha habido, ni carece que se descubre
mayor en las Indias que ste en que a puesto al universo por mano de
un varn religioso.>
4

<Este fraile, antes que fuese religioso, era un clrigo licenciado en
leyes, y no estudi teologa. vino casi con los primeros descubridores,
o cuasi. Hallse en Santo Domingo, que es la isla Espaola, y en otros
descubrimientos al primero, antes que hobiese [sic] el Per, que a ste
jams vino ni le vio en su vida, aunque intent dos veces de venir y se
el esos es correcto, entonces signifca: en Espaa, y el fuera dellos signifca fuera
de Espaa.
En este caso ha de advertirse que, en tal fecha, el virrey ya pensaba que el libro
impreso del padre Las Casas haba hecho mucho dao fuera de Espaa. Y lo pen-
saba ya desde la junta Magna de 1568. En qu estaba pensando concretamente el
virrey Toledo en 1568 que pudiese ser base objetiva de que el libro del padre Las
Casas haba hecho daos fuera de Espaa? Si no es en Indias, no lo s; y creo que
se lo fguraba por su cuenta, si no pensaba en las Indias, donde estaban ejerciendo
los libros del padre Las Casas una infuencia enorme.
De todos modos, advirtase que segn declara- de ello oy hablar en la citada
junta; de manera que no era l slo el que pensaba as. Se lo fguraban tambin?
Pensaban en las Indias? Es que el rey tena espas observadores que le informaron
desde el extranjero? Era el miedo anticipado (ya manifestado por Motolina) de
que lo llegasen a utilizar los extranjeros? no conozco, en absoluto, ningn dato
que lo fundamente hasta 1578, que ya he dicho.
Por lo dems, lo dems, obsrvese que el segundo punto que expone el Parecer
versa sobre los daos que se han seguido y seguirn si.
3
Este inciso acotado entre parntesis angulares ha sido, evidentemente, aadido.
vase lo dicho en las notas 1 y 2. Dnde, cundo y por quin? vese la nota 1.
4
vase la nota 1.
109
embarc y no pudo arribar. Trajo de Espaa a estas partes trescientos
labradores con ttulo de poblar una isla, y dejlos all y l salise afuera,
y todos murieron y se acabaron. Y l por esta ocasin metiese fraile,
tom el hbito en la Espaola, y, como al principio hubo tantos ma-
los tratamientos en estos naturales, movido de buen celo, defendilos.
Mas mesclce, al parecer, tanta pasin con estos seglares y ellos contra
l sobre esta defensa, que los unos y los otros no merecan ser credos;
pues no hay cosa que ms desnierve [sic] la persuasin de un negocio
especialmente tan grande como es la pasin. Esta le sala a este religioso
por los ojos, por la boca, echando espumarajos quando hablaba de estos
seglares, por un estilo de poca modestia, y de aqu creca ms la pasin
de ambas partes, y estaban como enemigos declarados. Unos decan
quel fraile era apstol de estos indios, y que Dios le haba enviado para
reparo dellos; otros, que aqul no era espritu sino espritus y pasin.
Con esta opinin fue fraile y bueno, aunque no de tanta autoridad. Y
habr treinta aos poco ms que se vino a Espaa, y sin licencia de su
perlado [sic]; y, preguntndole despus que con qu licencia vino, res-
pondi que con la de la caridad>
5
.
2. La explicacin del xito de la opinin engaosa del padre
Las Casas
Y ofrecisele una ocasin donde l qued muy a caballo para cuanto
ha sucedido y podr suceder de males. <Y as creo que el demonio la
urdi>
6
. La ocasin fue hallar en la corte, donde l iba a quejarse al
rey de los agravios y excesos que al principio se hicieron contra estos
naturales indios, otro fraile de San Francisco, estranjero [sic], creo que
era francs, fray jacobo, hombre de crdito en su religin. Este tena
grande con la Majestad del emperador. Era tambin fraile de Indias, y
haba referido a su Majestad muchos malos tratamientos que algunos
5
vase la nota 1.
6
vase la nota 1.
Ignacia Corts Rojas
110
espaoles hacan en estas conquistas. Y, como lleg el fray Bartolom,
llevle al emperador y acreditsele de manera que a su instancia y
persuasin sealaron oidores de los Consejos para hacer demostracin
de los malos tratamientos que hicieron. Y hzola, y apret esto tanto a
la conciencia real que de all, y de otras cosas que se trataron, result la
visita del Consejo y proveyeron a otro. Qued el fraile tan favorecido
de esta vitoria [sic] y de la merced que su Majestad le haca, que casi no
se provea cosa en Consejo sino todo por su mano, porque su Majestad
del emperador le mandaba entrar en Consejo.
Trat poco despus de las leyes nuevas y de la venida de la persona
de Blasco nez por virrey, y insisti con ello tanto, que resistiendo el
Blasco nez ms de seis meses, lo hubo de acabar con l. Principi
para acabar todas las Indias, si Dios no lo remediara.
Con este favor que tuvo y autoridad, persuadi a toda Espaa,
desde el emperador y Consejo hasta los menores frailecitos de all, el
dominio y seoro de estos Ingas y tambin destos caciques y curacas;
y dioles ttulos a los Ingas de legtimos reyes de esta tierra, y a los ca-
ciques, legtimos seores naturales, siendo la mayor falsedad que de
las Indias se ha dicho porque es donde ms se dicen- no habiendo l
visto estos reinos ni habindose informado dello ni de un solo indios
de esta tierra; que el menor dellos le diera a entender lo contrario que
persuadi y escribi con tan grandes inconvenientes como han sucedi-
do y sucedern si su Majestad no fuera alumbrado de la verdad, que es
el haber sido el Inga uno de los mayores tiranos del mundo y ms fres-
cos, que no tenan ms dominio en la tierra que en la de Espaa, ni los
caciques ni curacas eran ms seores de haberlos puesto all un tirano
pocos aos antes que los espaoles llegasen. Porque antes deste tirano
no haba seor universal ni particular en la tierra, sino que cada uno lo
era de su casa, como se ver la informacin hecha por el mejor del reino
y ms antiguo y califcado. Y es tan gran verdad sta como lo es haber
Indias y Per. <El se enga y la pasin le ayud a esta falsa resolucin.
Y l, con su autoridad y la que despus el rey le dio de obispo y hallarse
en todos los Consejos de Indias y cuanto se provea en ellos de virreyes y
Audiencias. Y no haba proveer hombre en lo eclesistico ni seglar sino
111
el que era de esta opinin; y stos eran obispos y virreyes y oidores all
y ac los dems grandes contrarios; y los oidores fbanse dl, como lo
vean con aquel celo. Con esto se aseguraron todos en esta opinin tan
perniciosa cuando bien se entienda-, porque era quitar a su Majestad
el seoro que Dios y su vicario le dieron diez partes las ocho, y tras
esto cerrarles las puertas para grandsimos bienes, y abrirlas a mayores
males como despus se ver.>
7
3. Descubrimiento del engao de la opinin del padre Las Casas

Creo destos reinos que de ninguno es su Majestad ms legtimo
seor y ms absoluto, porque tengo para m por averiguado que, como
los reyes de Espaa anduvieron ochocientos aos reparando aquellos
reinos que los moros haban ganado en solos ocho meses para tornrselos
a dar a jesucristo, nuestro Seor, y plantar en ellos las banderas de su
cruz, y esto con tanto derramamiento de sangre, y de tal sangre como era
la nobleza de Espaa, y tan de propsito que hasta la reina y sus damas
andaban en la guerra para que vindolas all, caballeros se animasen
a recuperalle a jesucristo en sus reinos antiguos, en premio de tantos
trabajos y tan largos, con tanta costa de haciendas y vidas, les dio estos
reinos tan ricos de oro y plata y perlas y piedras preciosas.
Por las riquezas que ellos aventaron y ganaron para Cristo,
nuestro Seor, para que con ellas ganasen los reinos de los infeles y los
persiguiesen, diselos tan lejos y apartados con tanta distancia y seoro
della en la mar y en la tierra como medida y tasa de largo tiempo que
ellos trabajaron, que fueron ochocientos aos.
Diselos sin ningn gnero de seor universal ni particular, pues ellos
le dieron a l los de Espaa del mismo arte, sin dejar en ellos dominio ni
de slo un moro, pues en lo de granada se acab todo. Y en seal desto,
y que claramente lo entendisemos, se los dio el mesmo [sic] ao que ellos
acabaron de restituir a su divina Majestad los reinos de Espaa.
7
vase la nota 1.
Ignacia Corts Rojas
112
Y por que ms claramente se entendiese esto, si no estbamos cie-
gos, se los dio Dios por el ms alto ttulo de cuantos todos los reyes cris-
tianos poseen, dndoselos no por armas sino por mano de su vicario
en la tierra. Y con tan pacfca posesin que no es menester ms de que,
en entrando estos indios en la Iglesia por el bautismo, desposndose sus
almas con jesucristo, l mismo se los sujeta y da por sbditos por mano
de su vicario el papa Alejandro.
Y por drselos Dios libres y sin pensin ni compaa, como quien
l es, se los dio a l slo sin repartir con otros reyes ni seores. <Y por
su alto juicio y profundo dispuso estos reinos de manera que, como los
reyes de Espaa procuraron y salieron con ello de restiturselos a jesu-
cristo, nuestro Seor, sin dejarle compaa de ningn rey moro ni seor
particular que reinse en l, as su divina Majestad dispuso las cosas de
arte que, cuando su Santidad le dio este nuevo mundo, le tena sin rey
ni seores particulares, sino como una cosa sin dueo. Y permite a su
Majestad que estos Ingas tiranos hagan las guerras a stos de manera
que cuando los espaoles vengan los hallen a todos sujetos, aunque ti-
rnicamente, para que no haya ms que hacer que bautizarlos, y que de
una mano y en un mismo tiempo, sin llevar la Iglesia ventaja a los reyes
de Espaa, queden seores deste mundo los unos y los otros.>
8
Y as, nuestro muy santo Padre Alejandro, en su bula de conce-
sin, como alumbrado de Dios, refere para haberle de dar este nuevo
mundo- los mritos de los Reyes Catlicos en haber ganado el reino de
granada y echado a los moros dl, y como a personas que tanto haban
trabajado y con tan santo celo, y que ternan [sic] el mismo en la con-
versin de estos infeles.
Est clara la verdad de que estos indios de todo el Pir [sic] y lo
mucho de lo que conocemos fuera, no tenan seor universal ni parti-
culares, sino todos tiranos y puestos por tiranos. ninguna cosa hay en el
Per que ms fatalmente se pruebe, como ahora vuestra Excelencia con
gran autoridad va haciendo la probanza porque es entre ellos ms claro
que haber entrado espaoles en esta tierra.
8
vase la nota 1.
113
La otra verdad, que es ser su Majestad seor solo y verdadero des-
tos reinos, es tan alto ttulo y verdadero el que tiene, que no puede ser
mejor porque es fee [sic] que el papa se lo pudo dar, y demostracin que
se le dio, como consta por las bulas de concesin y confrmaciones de
pontfces.
4. Exculpacin del rey, de los telogos, letrados y otros de
haber seguido la opinin del padre Las Casas
Las conclusiones y colararios [sic] y infrencias [sic] tan terribles
que aquel padre sacaba de su falso fundamentos, muchas sacaba muy
bien, y otras rigurosas, con que alteraba y espantaba al emperador y
Consejo y a encomenderos y a frailes y obispos y confesores, y aun a
cuantos telogos haba en Espaa, discpulos y maestros y catedrticos
y captulos de religiosos y universidades de estudios; y ellos todos apro-
bndole su dotrina [sic], opiniones y conclusiones falsas por la falssima
informacin que a todos haca del hecho del seoro destos Ingas y
caciques naturales, pensando l que era as como informaba al pie de la
letra como si lo hubiera visto, o como por ventura sera en otra parte
donde haba estado.
Tambin, para excusar a tantos letrados y telogos, es menester
saber que no estaban obligados a saber si era verdad el hecho o no, sino
que respondan a lo que les proponan, especialmente el Consejo. Y fray
Francisco de vitoria, catredtico [sic] de Prima, respondi a stos que
s nisi contrarium constet ; y ans lo dice en su Relacin. Mas, hablan-
do la verdad, la misma falsedad que tena el hecho que l tomaba por
fundamento, esa mesma [sic] tenan sus inferencias en el derecho; que,
de su fundamento falso, conclusiones falsas se han de inferir necesaria-
mente como fueron las de este padre, y de fundamentos verdaderos,
como son casi todas las contrarias a las que l puso, conclusiones verda-
deras. Y as, todos los telogos muy bien inferan las conclusiones que
arrobaron [sic], aunque falsas por los falsos fundamentos que les daban.
Y esto es muy ordinario entre letrados: dar hoy unas frmas aprobando
una cosa, y maana das las contrarias condenando las primeras, porque
Ignacia Corts Rojas
114
en el hecho los engaan. Y es como dicen: cual la confesin, tal la ab-
solucin.
5. Inculpacin al padre las casas, y tambin a los del consejo
real por haber seguido la opinin de aqul
Y as, quien ha tenido la culpa no es sino este padre que fue fcil
en creer, y ms en afrmar el hecho de lo que no saba sino de odas,
especialmente viendo que el emperador y los del su Consejo le daban
tanta autoridad en el hecho de las Indias, como si fuera un apstol.
Tuvironla tambin los del Consejo pues dellos faba el rey y fa en
hacienda y en conciencia- fundados en llanesa, y en que se podra
creer a un hombre y con las apariencias en aqul tena. Y no era pru-
dencia del Consejo farse en cosa tan ardua y que della tanto dependa
slo un hombre, aunque fue prudencia del rey farse de su Consejo.
<Mas hubiera costado caro si la Majestad divina no hubiera alumbra-
do a otros que le descubrieran la verdad de su absoluto seoro destos
reinos, sin tener otro || seor natural en todo l, para poder desto
inferir maravillas que convienen al buen gobierno destas tierras y a
la cristiandad destos naturales, porque no le iba a su Majestad menos
que una persecucin que estos naturales pudieran hacer si algunos se
descuidaran con ellos.
Procur tanto este prncipe de las tinieblas este engao para que,
ya que haba entrado la luz evanglica, quedasen unas tinieblas en la
cosa que ms importaba para destruir esta luz. Y as la urdi de manera
que el emperador tuvo tanto escrpulo que este padre le puso, y todos
los telogos siguindole por las falsas informaciones, que quiso dejar
a estos reinos a los Ingas tiranos, hasta que fray Francisco de vitoria
le dijo que no los dejase, que se perdera la cristiandad; y prometi de
dejarlos cuando stos fuesen capaces de conservarse en la fee [sic] cat-
lica. Miren qu treta tan delicada para tornar a echar las tinieblas de la
infdelidad y idolatras y sacrifcios de hombres, y comer carne humana
y vivir como bestias!
115
Dej este padre tan autorizada esta su dotrina [sic] falsa porque
esto predic y ense y escribi con tan grandes afectos y efcacia ase-
gurando aquel falso hecho del seoro dstos- que muy pocos hombres
hubiera que no le creyeran, autorizndolo con su buena vida y autori-
dad de obispo y la que su Majestad le daba de mandarle entrar en los
Consejos de Indias tantos aos haba, y por sus canas y vejez, que deba
de tener noventa aos cuando muri. Y yo fui uno de los que ms le cre
y al que ms mal le pareca quitarles a stos su dominio, hasta que en el
Pir [sic] vi lo contrario con otras grandes ceguedades.
Ayudrosle mucho a persuadir esta opinin falsa otros muchos
frailes de todas las rdenes ac en las Indias: unos que no eran doctos
creyndole como a la fee [sic] lo que escriba, otros, doctos o no, lo
advertan estando presentes o dejaban correr el agua por donde sola
por no contradecir al obispo de Chiapa, de quien todos eran hechuras;
porque, como tuvo tanta autoridad en Consejo, no haba ms de apro-
bar l o repreobar, as en lo || eclesistico como en lo seglar, que aquello
era hecho por el crdito dl se tena y su Majestad le daba. Y la pasin
grandsima o celo que tena le haca aprobar a todos los que favorecan
y seguan su dotrina [sic], y al contrario a los que la contradecan>.
Este fue el orden como se vino a plantar en el mundo este engao
tan perjudicial.
117
II
DAOS QUE SE HAn SEgUIDO Y SEgUIRn DEL EngAO
SI nO SE ADMITE LA FALSEDAD DE LA OPInIn DEL
PADRE LAS CASAS
El segundo punto que promet fue decir los daos que se han
seguido y seguirn si esta verdad no se declara.
1. Dao a la Corona Real de Castilla
Lo primero, a la corona real de Castilla le dejaba un demonio muy
quebrado y manco porque era curador mientras stos eran incapaces; y,
cuando ms, le da otro que es hacerle el papa, rey de reyes, quedndose
los reyes y seores tan seores como antes.
De aqu infera cosas de grandsimo escrpulo para el rey y para
cuantos ac pasaban. Diciendo que estos Ingas eran perfectos reyes y
seores legtimos, ataba ac las manos a su Majestad <hasta decir que
no se poda dar ni encomendar indio a nadie sino con licencia del seor
natural; pona escrpulo en minas y en cuantos tratos haba en la tierra
y maneras de vivir, porque lo fundaba en el legtimo dao dstos, sien-
to tirano el Inga y de los mayores del mundo, y ms nuevo tirano que
estaba corriendo sangre en tirana y actualmente andaba en ella. Era
tanto lo que apretaba en este falso ttulo que daba a los ingas y caciques,
que hasta el comer de los religiosos y otros ministros de la justicia era
sospechoso, sino all con ciertas limitaciones; y muchas ms puso al
rey porque le dejaba un seoro muy general, y atadas las manos; que,
en teniendo estos ingas alguna ms capacidad, les haba de dejar todo
Ignacia Corts Rojas
118
el mundo y quedarse l mirando lo que pasaba, pues ellos eran seores
naturales, y se les deba el gobierno y seoro teniendo capacidad para
sustentar la fe y gobernarse polticamente>
9
. Y ste era gran mal para la
corona real, pues su Santidad y Dios le dieron estos reinos libres y sin
seores para que ellos lo fuesen mejor y con ms alto ttulo de cuantos
posee, que es la conservacin del Evangelio y de la fe catlica.
2. Dao al gobierno Cristiano
<Haca tambin agravio al gobierno cristiano porque ataba las ma-
nos al rey para ir libremente en muchas y grandes cosas de medios para
el mejor gobierno, por razn de hacer stos seores naturales y que jure
hereditario sucedan. Y quien no sabe qu poderosos son estos caciques
para hacer buenos y malos a sus indios, no entender la fuerza de esta
razn. Es tanto que, contra cuantos religiosos hay les persuadiran lo
que quisiesen de sus guacas y dolos. Y, si les quieren persuadir al bien y
al Dios, harn ms que todos los religiosos juntos. Y, si stos sucediesen
jure hereditario, era destruccin de todo el gobierno porque era sufrir
cabezas malas y perversas que destruyesen la repblica, y quitale al rey
el poder de hacer eleccin de los mejores y virtuoso, y a ellos la ocasin
de pretender estos estados cacicargos [sic] no se haban de dar sino a
los mejores, criaran a sus hijos virtuosa y cristianamente para que su
Majestad se los diese. Y, si el hijo menor era mejor, darlo aquel; y, si
todos viciosos, a ninguno sino al mejor siempre. Y esta libertad tiene
su Majestad agora, y sta la quitaba este padre, haciendo a stos seores
naturales>
10
.
9
vase la nota 1
10
vase la nota 1.
119
3. Dao al Evangelio
Al Evangelio. Padeca el Evangelio y su conservacin en stos por-
que, derechamente y con verdad, si stos fueran seores naturales y
que heredaran hijos a padres, tarde o mal fueran cristianos porque en
su mano dellos est sin poder ser otra cosa humanamente- ser estos
naturales cristianos o idlatras.
Ellos no tienen otro Dios mayor que a sus caciques por el grandsi-
mo temor que les tienen; que ni les dejan hacienda, ni hijas, ni mujeres,
ni vidas que no les lleven, sin osarse quejar hombres dellos a justicia. Y
si se queja, ay dl! Porque tienen mil modos de matarlos y robarlos sin
poderse entender. Y, si un cacique de stos, despus de ser los indios
cristianos, y tenerlos el fraile muy a su mano, les dice: mira que es
burla todo eso, si no tened las guacas y honradlas [sic], al punto dejarn
cuanto el fraile les dice, y se irn a idolatrar. Y lo || mismo es de todas
las cosas de cristiano. Pues cunto ofende al Evangelio el que quita a
su Majestad este derecho de seor que pueda poner a estos naturales
buenos y virtuosos caciques criados en competencias por los religiosos
para este tan santo fn, y que ellos aprueben con su vida y doctrina las
verdades que los religiosos les ensean, y que provean los ministros del
rey a caciques que, en diciendo no haya guaca, le obedezcan como a
Dios, y que, en mandando la cosa buena, sean ellos los ejecutores dello;
y no al revs de todo, para que nunca haya cristiano a derechas sino
todo lleno de mancebas y borracheras y sacrifcios a sus diablos. Y todo
esto por quererles heredar lo que nunca Dios les dio sino que antes se
le quita para que mejor se hiciese esta predicacin del Evangelio y fuese
recibida. Luego grandsimo agravio se haca a la fe y a toda la Iglesia
dejar a stos con un dominio y armas que cierren la puerta a la fe y a la
virtud y al asiento della en los corazones de estos miserables.
<Y digo otra vez que, si no se entiende esta verdad, a lo menos se
crea y tenga por frme que puede ms un cacique para introducir la fe y
conservar a stos en la cristiandad que cien frailes juntos. Y al revs; que,
si un cacique de stos quiere persuadirles a su gentilidad y vanidades, po-
dr ms y har ms dao que provecho doscientos religiosos. Y sta creo
Ignacia Corts Rojas
120
que fue la razn principal de plantar el demonio esta ceguedad en aquel
padre y l en todo el mundo, para que, ya que el prncipe de estas grandes
tinieblas de la idolatra y ley natural le haban echado fuera y predicado
la luz evanglica, a lo menos echase el fundamento de donde claramente
se siguiesen inconvenientes para que esta luz de la fe no entrase en todos,
y en los que entrase se conservase mal. Y tal fue persuadir al mundo por
mano de un hombre el demonio y seoro de estos Ingas y caciques, y
excluir a los reyes dl, siendo verdaderamente suyo; porque, siendo el rey
seor, quedaba libres para darles a estos naturales cabezas y seores que
les ayudasen a ser feles de Dios, y la falsa herencia y dominio de naturales
ministros para ser infeles y no salvarse jams.>
11

4. Dao al Reino del Per
Al reino. Haca grandsimo agravio al reino mismo porque le im-
posibilitaba de poder darle asiento como los otros reinos tienen, as en
lo poltico como en lo cristiano, quitando a su Majestad la libertad de
darle al reino los gesos [sic] y los niervos [sic] que ms le convenan para
su conservacin temporal y aun cristiana porque de lo uno depende lo
otro dejando esta libertad a los Ingas y caciques como a legtimos seo-
res. Quin duda sino que, si conviniese para el asiento de los reinos, para
la seguridad dellos, para la perpetua conservacin de la fe catlica hacer
seores espaoles, sino que lo poda hacer pues es seor verdadero? Lo
cual todo quitaba este padre con decir que stos eran verdaderos seores.
Y de aqu colega que, no solamente no se podan dar indios en perpetui-
dad, pero ni aun en encomienda, sino que todos estuviesen en la corona,
sino que todos estuviesen en la corona real, porque stos eran seores na-
turales. Y hubiera a esta ceguedad de costarle al rey perder las Indias, y el
demonio tornar a ganas estas almas. Mas, siendo la verdad sta: que ellos
fueron tiranos y tirnicamente proveyeron estos caciques, como consta
y que el rey es seor verdadero destos reinos, bien podr, no solamente
11
vase la nota 1.
121
encomendar indios por vidas, mas hacer seores perpetuos a espaoles
como podran hacer a los mismos indios. Y por ventura les convendra a
los indios ms el darles seores perpetuos espaoles, y al reino su asiento,
dndoles los niervos [sic] de mayorazgos que tienen en Espaa y Francia
y otras partes, porque desta manera trataran a los indios muy bien; y se
afcionaran yendo los espaoles a esta tierra y olvidaran a Espaa, en-
noblecerse ha la tierra y enriquecerse ha; no sacando Della todo lo que
da de oro y plata, quedara una fuerza perpetua en los reinos para lo que
Dios principalmente pretende, que es la cristiandad de estos naturales.
En fn, hacerse ha otra Espaa quedando el reino muy bien compuesto;
y, de no hacerse esto, mrese bien que no puede haber asiento sino andar
todo de leva y desmembrando los indios como heredad ajena que la dis-
frutan los que la arrendaron por diez aos, el reino sin fuerzas ni niervos
[sic] sino de prestado, pobre porque todos son a chuparle la sangre de las
venas de sus riquezas para llevar fuera el Evangelio; y la fe ha de estar en
estos reinos sin seguridad, porque no la tiene ms su conservacin que la
tiene la de lo temporal, y, si sta falta, al punto cae. Luego, grandsimo
agravio se haca al reino en darle el dominio de los Ingas y caciques que le
destruyeran, y quitarle al rey que le ha de edifcar.
5. Dao a los Cristianos
A los cristianos. Haca y ha hecho grandsimo dao a la reputacin
de los cristianos <en la opinin de los turcos y moros y rabes y herejes
y enemigos de la fe y otros infeles, y aun de naciones cristianas fuera de
la espaola porque>
12
puplicando [sic] este hombre aunque con bue-
12
Este texto acotado entre parntesis angulares ha sido aadido porque da por su-
puesta una universalizacin de la infuencia de la doctrina del padre Las Casas que
no consta que hubiese llegado a tener todava el 16 de marzo de 1571. Adems, no
hace sentido cabal con lo que sigue, pues sobra la partcula porqu; y, haciendo
caso omiso de este texto, el enlace de lo que le sigue con lo que le precede es per-
fecto. vase la nota 1.
Ignacia Corts Rojas
122
na intencin y engaada- el dominio de los Ingas y destos caciques y
curacas, y el poco que el rey tena, y juntamente con esto, los desafueros
que hicieron a esta gente al principio algunos soldados y otros que ver-
daderamente no hicieron, sino que a este padre se los haban referido.
Y este publicar con tanta pasin o celo indiscreto, que no se con-
tentaba con decirlo por sus trminos propios en juntas particulares, en
sermones donde esto se podra santamente afear, sino que hizo libros
tratando de esto, tan de lo rasgado y por trminos tan feos y encareci-
mientos tan grandes, que verdaderamente, ms indignaba que aprove-
chaba, y ms eran injurias que reprehensiones, y ms pareca pasin que
celo. Y hubo ocasiones para pensarlo porque los seglares lo quisieron
matar, y se vino huyendo a Espala y a quejarse de todos ellos.
<Corrieron los libros hasta las manos de las naciones enemigas de
la Iglesia, y en todas infamaron la nacin cristiana, y entre cristianos la
espaola, de crueles tiranos ladrones, que haban usurpado y posean lo
que no podan; no mirando este padre religioso que no ha habido en
el mundo guerra justa donde no haya habido excesos y abusos contra
Dios y los prximo; y no por eso son guerras injustas, que los abusos,
excesos y sacrilegios se castigan ms o menos conforme a la potencia del
capitn general y al lugar y tiempo, castigando a unos rigurosamente y
a otros piadosamente, con otros disimulando, porque conviene, hasta
su tiempo, con otros olvidando las culpas.>
13
Entre todos los excesos y muertes y crueldades que al principio
hicieron espaoles en estos reinos, que fueron muchos, unos fueron
injustos y atroces, y sos no de muchos soldados sino de pocos y desal-
mados, y muchas veces contra la voluntad de los superiores. Mas no era
tiempo de castigarlo todo por no matar hombre donde vala ms que en
otra parte mil, y donde los motines eran ms fciles y las revueltas ms
13
Este texto acotado entre parntesis angulares ha sido aadido, evidentemente, por-
que no pudo ser escrito el 16 de marzo de 1571. Y esto, porque en l se dice que
corrieron los libros [de Las Casas] hasta las manos de las naciones enemigas; y,
en 1571, los libros del padre Las Casas no haban corrido hasta tales manos. vase
la nota 1.
123
perniciosas para que todos se acabasen en un da entre tantos enemigos.
Y de estos agravios que refere este padre es cierto que muchos dellos
no pasaron as, que a l le engaaron historiadores que le hablaban a
su gusto, porque personas desapasionadas que se hallaron en lo que l
refere por grandes crueldades juran que no fue tal.
Y pasa escuchar algo, y no del todo, a estos soldados pocos que ha-
can aquellos excesos, es menester saber que muchos de estos conquis-
tadores primeros, estando para morirse ahora ya viejos al cabo de tantos
aos, y otros que en vida y estando buenos afrman lo mismo, dicen que
tenan por fe que era gran virtud el matar a estos indios y alancearlos,
porque, como los vean idlatras y adorar piedras y sacrifcar hombres y
comer carne humana, y no eran telogos pensaban que servan a Dios
en matar a sus enemigos. Y les ayudaban a excusar algo estas crueldades
de pocos, la justicia grande que tenan en su defensa; y en stas mataron
a mucha gente, al entrar los espaoles en sus tierras, pudironlo hacer
aunque les pesase, porque tenan derecho a predicarles el Evangelio. Y
si sobre esto les hacan guerra los indios justamente por la ignorancia
que tenan, justamente se defendan ellos. Y tanto crecan las batallas y
guazbaras y reencuentros de los indios contra espaoles, no queriendo
la paz que les ofrecan, que poda ya pasar el ttulo de defensa en dere-
cho de guerra ofensiva, y tener justo ttulo los indios en ofender y los
espaoles justsimo; los unos, con la verdad de la justicia, que eran los
espaoles, y los otros por ignorancia, que eran los indios.
Quien bien considera qu cosa es estar ciento y cincuenta espa-
oles, y otras veces menos, en tierra de enemigos, tan sin socorro de
amigos y apartados, entre doscientos mil indios de guerra, y que estn
otros dos millones a los lados de quien se pueden socorrer, y que en-
cogiendo al espaol le han de hacer tajadas y comrsele, no le parecer
que es exceso viendo stos tan emperrados en la defensa de sus tierras y
de sus idolatras y maldades, y al diablo que los anima y los esfuerza y
espanta para que acometan a defenderle a l los reinos que tiene usur-
pados a Cristo nuestro Seor.
Quien bien considera esto, como he dicho, de qu se espanta que
no estn los espaoles tan puntuales en el defenderse y ofender y distin-
Ignacia Corts Rojas
124
guir qu tanto han de esperar para no tomar en su defensa, y qu tanto
ha de durar la defensa, y cundo ha de comenzar la ofensa y el castigo
de los excesos que los indios hacen y crueldades contra los ministros del
Evangelio? All no tienen letrados a quien consultar; y algunas veces los
ha habido, y, si no son animosos, a quien ms les parece que tardan los
espaoles en arremeter son ellos, y los que ms prisa se dan a la defensa.
Bueno es que est la tierra llena de indios puestos en armas, y
cada da escaramuzar con ellos defendindose. Y, despus de asegurar
los indios a los espaoles, acometerlos veinte veces, rompiendo palabras
que les dan de paz y seguro; y que los espaoles no se defendan ni los
puedan ofender cuando ellos estuvieren demasiados [], pues entre es-
tas ocasiones quedan los indios agraviados de justas guerras defensivas y
ofensivas, y entre estas justifcaciones de los espaoles se hacen aquellos
excesos que el padre representa de todos, siendo pocos los que lo hacen,
y en tiempo que no se han de matar los espaoles sino resucitarlos si
fuera posible para la defensa de gente que va a promulgar el Evangelio,
y que tiene derecho a entrar y predicarle y amparar al que le recibiere y
castigar a quien a stos perturbare.
Esto excesos son los que al padre hace tan grandes y tan crueles y feros
que nunca las naciones brbaras aqu llegaron en su opinin, ni ha habido
tiranas en el mundo que llegasen a stas. <Y esto ha persuadido en su libro
a todas las naciones infamando de infeles a los cristianos, y entre cristianos
la nacin espaola, Y no puedo entender qu utilidad tuvo esta impresin
de libros que slo su lenguaje le condena; que, si los espaoles hubieran
hecho todo cuanto all refere, no era medio hacerlo saber a todas las na-
ciones cristianas y brbaras, y que ellos desprendiesen a hacer lo mismo.
Los medios eran confesiones para restituir, consejos, plpitos, pareceres de
grandes letrados y justicia; y deste arte se enmiendan los pecados y agravios
de todo el mundo, porque el imprimir los libros y hacerlo saber a todo el
mundo fue un mal medio, y dejrselos imprimir peor, que ms haban de
ver muchos que uno, y ningn mal se poda quitar con la impresin que
no fuese all muy peor.>
14
14
Este texto acotado entre parntesis angulares, evidentemente, ha sido aadido. En
125
6. Dao a los Reyes Cristianos de otras naciones
Haca y hizo [sic] grandsimo mal al atrevimiento que los prncipes
cristianos pudieran tomar para pretender estas Indias, o partes dellas,
contra su Santidad, diciendo que mejor hicieran ellos esto que los espa-
oles, pues hicieron tantas maldades y crueldades, y que el papa les hizo
agravio, y que ellos quieren hacer lo que Dios les mand la conversin
del mundo: predicate Evangelium, poniendo mejores medios en la con-
versin destos naturales; y dirn de aqu otros mil disparates.
7. Dao a los vasallos espaoles de Indias
Tambin hizo gran dao a los mismos vasallos de su Majestad en
estas partes de las Indias porque, dando el ttulo y dominio de reyes a
estos Ingas y caciques y quitndolo a su Majestad, han dado sus malos
vasallos en decir que el rey no es rey de ac, sino los Ingas, y que se
quieren hacer con l y ellos sustentar el Evangelio. Y han pretendido
casarse espaoles con indias parientes del Inga para despus alzarse con
el reino como cosa que les viene por herencia, y que ellos tienen ms de-
recho pues le ganaron con sus lanzas; y, si son hijos de conquistadores,
que sus padres le ganaron. Y ste es un bravo escndalo que naci deste
engao del seoro del Inga que este padre escribi y concibi tan sin
fundamento, y derram con sus libros indiscretamente.
primer lugar, porque repite. En segundo lugar, por la razn ya aducida en algunas
notas anteriores: el 16 de marzo de 1571, la Brevsima no era todava conocida por
todas las naciones (El texto de esta aadidura parece que tiene un saborcillo a
la Carta de Motolina, de 1555). En tercer lugar, el inciso que no fuese all muy
peor, parece que remite al Per, lo que indicara que la aadidura se hizo en Espa-
a. Dnde, cundo y por quin fue interpolada esta aadidura? vase la nota 1.
Ignacia Corts Rojas
126
8. Dao a los herejes Luteranos Ingleses y Franceses
<Hace e hizo grandsimo dao a los herejes luteranos ingleses y fran-
ceses porque, habiendo visto tantos males como all refere el libro, se han
cegado en este punto, de manera que dicen que el rey de Espaa es tirano
y que lo somos todos los espaoles, y procuran de robar por ese mar
Ocano diciendo que somos ladrones de las Indias, y que pueden quitar-
nos la ropa que llevamos robada. Y anda irviendo [sic] ese golfo dellos, y
siempre se irn califcando ms con la codicia de oro y plata.
Y no solamente se atreven a la mar, mas llega su desvergenza a
tanto que surgen en los puertos y entran por la tierra adentro hartas
leguas a saltear en los caminos, y suben por ros en fragatas a robar otras
llenas de plata y oro a vista de las fotas. Y aun lo que peor es para el
Evangelio y seoro del rey: que hacen ya fuertes dentro de las tierras,
principio de sembrar su malvada y desatinada secta en estos miserables,
que, a una voz y la tomaran por ser ella tan sucia y tan bestial, y ellos
tener mucho deste humor.>
15
15
Este texto acotado entre parntesis angulares ha sido aadido al texto original. En
efecto, aunque los hechos a los que alude no sobrepasan, al parecer, el ao 1571,
en tales hechos no infuy para nada la Brevsima como en el texto se supone.
(vase, Isacio Prez Fernndez, Estudio crtico preliminar, vIII, 2, de la edicin
crtica de la Brevsima, texto preparado para la imprenta).
Ciertamente, para robar por ese mar Ocano, los luteranos (as llamaban a todos
los cismticos entonces recientes) ingleses y franceses no necesitaban ser infuen-
ciados por la Brevsima, pues lo venan haciendo desde bastantes aos antes de ser
impresa en Sevilla por el padre Las Casas. Lo mismo para surgir en los puertos.
Con lo de entrar por la tierra adentro y subir por los ros no tengo presentes los
casos a los que alude, y no tengo humor para averiguarlo. Supongo que no andar
lejos del pirata Francis Drake, quien tampoco necesitaba de la Brevsima.
Al mencionar los fuertes, acaso se refere a la expedicin de los hugonotes franceses
a la Florida al mando de gaspar de Coligny, en 1564, exterminada por Pedro Me-
nndez de vils en la suya de 1565.
Pero en ninguna de estas acciones de piratas o corsarios s que hayan infuido
para nada, antes del 16 de marzo de 1571, ni la Brevsima ni ningn otro tratado
del padre Las Casas. Lo que inici una reaccin fuerte contra Espaa y contra
127
Bastarn estos daos referidos sin otros muchos ramos que salen
deste tronco, que cualquiera de mediano juicio los ver, para entender
cun gran mal fue aquel engao que tuvo esta padre y peg en los
entendimientos de tantas gentes, dando el dominio a unos tiranos, y
quitndoles a los reyes de Espaa a quien Dios se los dio por un modo
de los ms nuevos que Dios ha tenido en dar reinos. Porque el ttulo
es en sangre divina, ordenando Dios con su permisin que un tirano
los hubiese recogido tirnicamente y se los tuviese acorralados al rey de
Espaa para que, en tomando el bautismo, quedase seor de la tierra
para que l los alumbrase y los hiciese hombres naturales y sobrenatu-
rales con la doctrina evanglica y polica humana.
<Esto se haba de remediar para cortar la causa y corriente de
tantos daos, restituyndose su Majestad a su dominio y revocando c-
dulas que el engao y escrpulo de conciencia les ha hecho dar a los de
su real Consejo para que estos curacas y caciques hereden conforme a lo
que el Inga hizo; porque si esta cdula se aejara algunos aos ms, ellos
intentaran lo que ni Dios les dio, ni el Inga ni el diablo pudiera hacer
si no era por este mismo medio que haba tomado de engaar a este
fraile tan religioso, y por l a todos cuantos ahora viven y han muerto
de cuarenta aos a esta parte. Y, si esto no se remedia, su Majestad abre
la puerta a todos cuantos bienes quisieren plantar en esta tierra; y d
gracias a nuestro Seor que le ha dado luz desta verdad por mano de v.
Exc., que muy presto se la oscurecer el demonio de manera que por
lo mismo se la dejar dudosa, echando un puado de tinieblas en ella
con morirse todos los indios antiguos, que desto dan claro testimonio,
los espaoles fue precisamente la implacable actuacin de Menndez de Avils en
la represin de los hugonotes, que fue uno de los orgenes de la leyenda negra
(vase: varios, Franceses en la Florida. Madrid: Ed. Historia 16, 1991. Eugenio
Rudillas y Caravia, Conquista y colonizacin de la Florida por Pedro Menndez de
Avils. Madrid: Ediciones Istmo, 1992).
Todo esto revela que el hecho de suponer el autor de este pasaje que la Brevsima
infuy en tales sucesos, deja en claro que l lo redact, no en 1571 sino despus
de 1578.
Dnde, cundo y por quin fue redactado? vase la nota 1.
Ignacia Corts Rojas
128
como se ver en la probanza que dellos se hace por mandado de v.
Exc. en la visita que personalmente va haciendo con los frutos que
todo el mundo ver y estos reinos comienzan a sentir.>
16
16
Este texto acotado entre parntesis angulares ha sido aadido al texto original. La
razn es que se trata de un estrambote o ampliacin, al fnal del captulo de los
daos; fnal marcado ya en el prrafo anterior. Por otra parte, es una aadidura que
quebranta la brevedad sustancial de la exposicin y alude a documentos de los que
no es fcil que tuviese conocimiento el autor del texto original.
Dnde, cundo y por quin fue redactado? vase la nota 1.
129
III
FUnDAMEnTOS DEL vERDADERO Y LEgTIMO
DOMInIO Y SEORO DEL REY DE ESPAA SOBRE LOS
REInOS DEL PER
El tercer punto que dije es ver la justicia que su Majestad tiene en estos
reinos del Pir [sic]. Y sta para verla presupone cuatro fundamentos.
1. Fundamento primero: los ingas fueron tiranos recientes
El primer fundamento es que fueron tiranos tan modernos, y tan
descubiertamente, que nadie lo ignora si quiere mirar en ello. Porque
Topa Inga Yupanqui, padre de guaina Cpac el cual guaina Cpac
era vivo seis o siete aos antes que los espaoles entrasen en el Pir [sic]
y rein treinta y cinco aos y gan tiranizando poca tierra porque no
fue hombre de guerra, ganara desde Quito hasta Pasto, que eran doce
leguas poco ms de largo, los lados de este espacio que fueron Cha-
chapoyas por una parte, por la otra la isla de la Pun; de manera que,
contando los 35 que rein y los siete que haba que era muerto antes
que espaoles entrasen, vienen a ser 42 que era vivo su padre Topa Inga
Yupagui, el primero tirano que sali de junto al Cuzco, con su padre ya
muy viejo que se llamaba Pachacuti Inga Yupanqui, el cual, por su vejez
, se volvi desde los soras al Cuzco, adonde tena l su estado, tambin
por la tirana, que sera el Cuzco y cuatro leguas alrededor, lo cual haba
ganado tiranizando ocho seores dellos sus antepasados.
Ignacia Corts Rojas
130
Y este octavo fue viracocha, padre de Pachacuti, fue el primero
que sali del Cuzco conquistando, que los otros siete all haban que-
dado y estado siempre, y de slo el Cuzco podan ser seores si lo eran,
habiendo ya prescripto con buena fe, la cual ellos jams tuvieron; mas
todo lo dems, que es desde el Cuzco, por parte del norte, hasta Quito y
Manta por la sierra y los llanos que son ms de 440 leguas, y por la parte
del sur, que es a medioda desde Chile ms de 500 leguas, todo lo gan
y lo conquist estere tirano Topa Inga que reinaba, como dice, cuarenta
y dos aos antes que los espaoles llegasen a la tierra y la ganasen y
redujesen a la Iglesia, si no fue lo que hay hasta xauxa, que lo gan su
mismo hermano que se llamaba Cpac Inga, hermano menor, al cual
mand su padre Pachactec que fuese delante conquistando hasta vil-
cas treinta y tantas leguas del Cuzco hacia Quito. Y el Cpac ganlo y
pas ganando hasta xauxa cuarenta y tantas leguas ms adelante.
Y parecile al padre y al hermano Topa Inga que ola a traicin, y que
llevaba malos pensamientos, y mand a su hijo que caminase presto contra
su hermano Cpac Inga y le matasen. Y as lo hizo el Topa Inga, y pas
con gran fuerza de gente matando a los que se defendan, hasta no dejar
hombre ni nio ni mujer viva. En otras partes, pasa asegurar las tierras que
ganaba y no se le levantasen, pasbalos todos a otras partes, y muy lejos,
a esto llamaban mitimaes. En otras dejaba guarniciones para que no se le
levantasen, que lo acostumbraban especialmente en tierras speras y fuertes
como es en la sierra. En otras, oyendo y viendo la sangre que derramaba, se
le rendan los pueblos; y cuando esto hacan, al que sala a hacer la pltica
para rendirse le deca el Topa Inga: manda t este pueblo, y sin otro respe-
to le haca seor. Y acaeca muchas veces que el capitn que los bandeaba y
gobernaba en la guerra tena por gran bajeza salir a rendirse al Inga; y, como
los vea a todos atemorizados, deca: salga otro que sea gallina y cobarde,
que yo no ir, y tomaba la mano al ms ruin del pueblo y rendasele de
parte del pueblo, y a ste deca que mandase.
Desta manera, yendo en persona y hacia el sur y Chile por sus ca-
pitanes, sujet toda esta tierra sin sacar ms de lo que su hijo guiana
Cpac gan, que fue desde Quito a Pasto doce a catorce leguas con
esta resistencia y tirana y poco seguro de su parte; de manera que no
131
se puede dudar sino que ste fue tirano tan moderno y tan fresco que
no pudo prescribir sino que actualmente andaba con las armas en las
manos en la obra tirnica, repugnndole sus enemigos en pudiendo, y
l asegurndose por todas las vas a l posibles. A este Topa Inga dej los
estados su padre en vida por ser ya muy viejo.
2. Fundamento segundo: ellos constituyeron el imperio a su antojo

El segundo fundamento que se ha de saber es que este Topa Inga
fue el que hizo y orden instituy todos los seoros del arte que he di-
cho, como son curacas y caciques, guarangas, pachacas. En fn, cuantos
gneros de seores hay, todos los hizo ste, sin antes haber ninguno; y,
en realidad de verdad, no nombre dellos, sino que como tirano, dio y
reparti a quien quiso, puso las leyes que se le antoj con su habilidad,
todas ordenadas a la subjecin [sic] que pretenda.
Daba l y provea estos estados de caciques, muriendo uno, a quien
ms partes tena para el gobierno. Y, si el primer hijo tena edad y partes,
dbaselo; y, si no al segundo si las tena; y, si no al segundo si las tena, y,
si no, al tercero; y, si no haba hijos, al hermano; y si no hallaba partes en
sus deudos cercanos, dbalo a otro. De manera que no tenan esas heren-
cias sino eleccin del Inga, teniendo al respeto a los hijos y hermanos si
hallaba en ellos las calidades para gobernar que eran menester.
Esto guard el primer tirano que fue Topa Inga, y el segundo que
fue su hijo guaina Cpac, y el tercero que fue su hijo Atapalipa, que vivi
aquellos siete aos hasta que entraron los espaoles y le mataron, dicen, por
temor no los acabase l a todos, que les andaba urdiendo una traicin.
3. Fundamento tercero: antes de los ingas no haba seor, ni
universal, ni particular; los indios vivan en behetra
Lo tercero que se ha de presuponer por tan gran verdad como sta
es que, antes que este tirano Topa Inga los conquistase y subjetase [sic]
por fuerza de armas, en toda tierra no haba seor general ni particular,
Ignacia Corts Rojas
132
sino que cada uno era seor de su casa y heredad para labras su ms y
comida, y esto estrechamente porque haba infnito nmero dellos; de
manera que eran como bestias.
Este padre tena a sus hijos y deudos que le reconocan como a
tal; y, si uno mataba a otro riendo, era seor de aquel cuerpo y de su
heredad y de un tiro de piedra alrededor, y aun de honda. Este cuerpo le
vala mucho porque le curaba y quedaba enjuto como embalsamado, y
tenale en su casa. Y porque consintiese que le viniesen a reverenciar y a
dar de comer que era una de las vanidades que tenan le estaban a ste
sujetos como los de su misma casa. Y de aqu vena que aquella mujer
era ms estimada para casarse con ella que ms deudos tena, y no la que
era ms rica. Porque la que era ms emparentada traa consigo amigos
y gente, que era lo que ms se preciaba, por ser la casa mayor. Y en esto
ponan su honra y autoridad y poder, y aun ahora queda memoria de
estas casas y parentelas, que se conocen todos quin son de tal o de tal
ayllo, que es casta o linaje; y para muchas cosas de gobierno cuentan
agora por estos ayllos y casas.
Y el origen fue ser antes cada uno seor de su casa como bestia y
no haba otro seoro. Y una de las razones que estos indios antiguos
dan para entender cmo tan presto los subjet al Topa Inga, fue por
traer el gran nmero de gente, y ellos no tenan fuerza porque no es-
taban aunados sino con grandes diferencias entre s mismos; y as los
subjet.
Y por estas guerras y diferencias que tenan entre s mismo y un
pueblo contra otro, aunque fuese de cuatro vecinos, si haba uno entre
ellos ms animoso, les deca: alto hermanos, defendmonos de estos
nuestros enemigos que vienen a destruirnos; y sala animndolos. Y
ellos, siguindole, peleaban contra los otros; y, si vencan, repartan la
ropa y tierras entre s, y dejaban algo para necesidades comunes, y al
capitn daban mejor parte que a los otros.
Este capitn, que l mismo sala al campo esforzndolos, y a quien
ellos seguan, no era seor ni tena ms ttulo ni seoro ni jurisdiccin
que lo que su mismo nombre que le daban signifcaba, que era canchico-
na, que quiere decir valientes hombres entre todos. Su poder era en or-
133
den de la guerra, y no ms; de arte que, en acabando la guerra, no haba
ms reconocimiento que a otro, y de aqu vena que estos canchiconas
procuraban cuanto podan que hubiese guerras para ser algo y mandar,
porque en habiendo paz eran iguales con los otros. Y sta fue la razn
ms principal de ser tan antiguas las guerras en el Per: la ambicin de
estos capitanes, que no eran seores en la paz sino en la guerra.
Ahora se ve claramente la gran destruccin de pueblos que se ha-
can en las guerras unos con otros. Aunque el Topa Inda destrua otros
que los espaoles pocos o ninguno destruyeron, digo en guerras, a
ste no le tributaban nada ni le reconocan en este caso. Lo mismo pa-
saba en los lugares grandes que tenan estos cachiconas o valientes para
cuando se ofreca. Otras veces se aliaba pueblo con pueblo contra otros
pueblos, y valles contra valles, que en cada valle haba cuatro o ms pue-
blos. Y estos cachiconas hacan la guerra ofrecindose y animndolos, y
el pueblo holgaba dello. <Mas esta eleccin, hecha desta manera, no era
para otro efecto sino para la guerra. Esto se ve agora en los dos extremos
del Per hacia Quito y Chachapoyas y Chile, adonde no se halla ni un
seor, sino cada uno lo es de su casa, no ms. Y para las guerras que han
tenido y tienen es del mismo arte que he dicho; y sustentan la guerra
tambin como cualquier otra nacin muy poltica. Y fuera de la guerra
no hay otro reconocimiento; tanto que me cont un hombre que lo
vio, que haba sido en Chile capitn general, que, estando un indio
labrando su tierra, lleg uno de estos capitanes y le dio pescozn como
burlando delante deste espaol; y el otro alz el palo con que labraba
y diole un gran palo en las espaldas. Y el espaol conoca al indio, que
era muy buen capitn, y ri al otro dicindole que cmo era que le
daba. Respondi el otro: qu le debo yo ahora, ni qu tiene que ver
conmigo? Tan bueno soy como l, que no estamos en la guerra. Eran
estos indios amigos de los espaoles ya ayudbanles algunas veces con-
tra los otros indios.
Esta misma costumbre tenan en todo el Per, sino que en lo que
sujet el Inga perdiese con los caciques que eligi y leyes que puso y a
stos de Chile jams los pudo sujetar, y a los de Quito y Chachapoyas,
que es el otro extremo del Per, menosprecilos, y no quiso pasar ade-
Ignacia Corts Rojas
134
lante porque era gente desnuda y que andaba en carnes; y as, dijo que
stos no podan valer pues andaban como bestias.
Y esto es gran conjetura de que no haba seores sino solamente
canchiconas: ver el uso que hay en lo dems de los extremos deste reino,
cuando no hubiera ms probanza, por la confesin que todos los anti-
guos y personas de ms crdito hacen, y ninguno lo niega, porque todo
era as verdad.>
17
Pues se infere ahora destos tres fundamentos cualquiera buen in-
genio, y ver ms clara que el sol la tirana de los Ingas, y cmo no
tuvieron seoro l ni sus caciques en la tierra, porque ste que es Topa
Inga no lo fue, y que no pudo preescribir [sic] con mala fee [sic] y en
tan poco tiempo repugnando los indios, ni pudo hacer seores, pues l
no lo era, ni los estados que los dio eran suyos, ni antes haba seores
que ahora lo puedan pretender, sino cada uno su casilla y su tierra. Y
dstos casi no hay memoria; y siempre se les da para sus labores aunque
no lo hayan tenido, porque es menester para tributar y sustentarse, y el
rey queda legtimo seor, pues el papa le hizo.
4. Fundamento cuarto: el papa alejando vi hizo al rey de espa-
a legtimo seor absoluto de los reinos del Per
El cuarto fundamento es que el papa Alejandro le hizo al rey de
Espaa seor dellos y se los sujet en entrando en la Iglesia catlica. Y,
como ellos no tuviesen otro seor natural y legtimo, qued todo en
su Majestad, que tiene todo el seoro y dominio; de manera que los
escrpulos que poda haber en estos reinos ene. Adquirirlos sin justicia
y en las prescripciones de ellos, todo cesa aqu.
17
Este texto acotado entre parntesis angulares entiendo (no estoy segura) que ha sido
aadido al texto original. La razn es que repite lo ya dicho, contradiciendo as la
brevedad sustancial anunciada en la introduccin. Adems, obsrvese que, a diferen-
cia del texto anterior, utiliza la forma subjeto, ste utiliza la forma sujet.
Dnde, cundo, y por quin fue interpolada esta aadidura? vase la nota 1.
135
Porque, como puede su Santidad, si conviniese a la Iglesia catlica
hacer un rey sobre todos los reyes cristianos, a quien todos obedecieran,
l los gobernase, as, y muy mejor, pudo hacer un seor y un rey de to-
das las Indias, que a Dios se lo metiese bautizndose, no perjudicando
en esto a nadie de los que antes eran seores, sino que, si los haba, lo
sean si conviene a la conservacin de la fee [sic] catlica en ellos y en
los otros. Mas en los reinos como ste no hall seores legtimos sino
ladrones y tiranos que actualmente tiranizaban, y las tiranas pasadas
estaban corriendo sangre, la gente toda llena de temor y espanto, y le
obedecan ms que a sus dioses, porque al dios que l les daba adora-
ban, y el que l reprobaba la blasfemaban. Y as, su Majestad entr a
ser seor y rey sin hallar otro rey universal ni particular, porque cuanto
orden el Topa Inga tirano no vala nada, como no lo vala su seoro. Y
han de volver las cosas al primer estado en que el tirano las hall cuando
las subjet por fuerza de armas. Y en este mismo entra su Majestad, y ha
de ordenar las cosas sin tener respeto al Inga ni a sus leyes, sino tomar
y dejar lo que le pareciere libremente, y lo que ms conviene al servicio
de Dios y gobierno cristiano, pues el mismo Dios se lo dio y el papa en
su nombre como su vicario
18
.
18
Me parece evidente que aqu, que es donde el autor termina de exponer breve
y sustancialmente el punto tercero y ltimo de los enunciados en el prlogo, es
donde, en el texto original autgrafo se iniciaba la despedida; es decir, aqu, a con-
tinuacin segua el prrafo: Esto es, Excmo. Seor lo que me parece y v. Exc.
me manda que haga tinieblas (vase la nota 24); prrafo que continuaba: Ds-
tas nos libre Dios, incluidas la data y la frma. De manera que aqu terminaba el
texto del manuscrito original autgrafo, excluidas las aadiduras interpoladas que
he venido acotando entre parntesis angulares.
137
Iv
ARgUMEnTO En COnTRA Y SUS RESPUESTAS
1. La tirana de origen ha prescrito
<Argumentando en contra que har luego contra esto es decir que,
aunque fueron tiranos, mas que ya eran legtimos seores porque los
haban recibido voluntariamente, y que todos los reyes, si los miran,
a las manos tienen reinos que entraron en ellos por tirana, y que ya
poseen con buena conciencia, o por prescripcin hecha con buena fe,
o por nueva eleccin del reino o repblica, o comn consentimiento
de todos.
A esto respondo que es tan falso haber habido nada de esto como
lo es lo principal que este padre afrma: que era ser legtimo rey el Inga, y
los caciques seores naturales. Y se ha de mirar mucho en estos hechos,
porque los derechos no tienen ms fuerza de la que tienen los hechos,
y en variando el hecho, varia el derecho. Y as es falso el hecho de decir
que hubo nueva eleccin, pues stos jams eligieron al Inga, sino que
siempre los tuvo opresos y atemorizados debajo del yugo de la tirana.,
Y no se engae nadie con una manera de subjecin que dan ellos, que
les es muy natural, a cualquiera que les vence y los subjeta. Aun en par-
ticular, obedecen luego y dicen: pues me venciste, yo te servir; mas
debajo de esta palabra buscan cien invenciones para matarle o huirse,
y por esto el Inga se faba tan poco de ellos, y deca que para gobernar
y asegurarse de estos yngas era menester de cuando en cuando matar
diez o doce mil de ellos. Y no bastaba que los caciques y seores que
haca le obedecieren de voluntad, porque stos tambin eran tiranos y
138
le ayudaban a sus tiranas, y no eran seores antes, ni tenan qu rendir
ni sujetar al Inga voluntariamente ms de sus personas y hacienda, que
los dems no eran sus vasallos, como ya est dicho. Y, si ellos le daban
la obediencia al principio, era de miedo como los otros. Y despus ha-
calos seores no solamente de lo que ellos posean antes sino de lo que
no era suyo, ni el Inga les poda dar que era el seoro de los dems, que
nunca fue suyo, ni del Inga tampoco. Y as los caciques eran tan tiranos
como l, como le ayudaban a su tirana, y ellos se conservaban en ella.
Y si el Inga no les hiciera seores, no le conservaran la obediencia ms
que los otros indios particulares, de manera que ni al Inga ni a los caci-
ques hechos por l eligieron ni aceptaron sino de miedo, el ms bravo
que jams hombres tuvieron a hombres. Y hoy da se parece porque es
increble la tirana con que los tratan, robndoles haciendas e hijas y
mujeres y vidas sin osar ms que quejarse que si no hubiese rey ni virrey
de Audiencia; solamente lo dicen algunas personas en secreto y tem-
blando porque, si el cacique lo sabe, tiene muchas maneras de matarlos
y de tratarlos tan mal que la misma muerte.
Ya este lenguaje del temor es tan comn entre ellos que, si les
preguntan a quin quieren ms de sus caciques, no saben responder por
amor sino por temor, diciendo: a hulano [sic] temen ms, a aquel temen
ms, y a quien temen obedecen, y a quien no temen no le obedecen ni
se les da nada por l.
Pues donde ha habido tanta opresin, tanto temor, no siendo los
caciques seores sino hechos por el tirano para conservar su tirana, y
los indios todos libres y sin ningn seor, sino cada uno de su persona
y bienes, cmo quiere el otro persuadir que estaba el Inga ya reebido
[sic] de todo el reino? Son imaginaciones presupuestas para fundar el
derecho que quieren dar, a cuto no es ni convena ser para en cuanto a
estos indios les toca. Y as, Dios tuvo los reinos como ms le convena
al tiempo que haban de entrar en su Iglesia, quera [sic] estar sin leg-
timos seores, para que el dominio que pudieran tener los naturales no
hiciera los estorbos que ahora vemos que se hacen presuponiendo un
dominio falso: que el Inga es rey, y los caciques seores legtimos.
ni tampoco pudo ser el Inga ni los caciques seores verdaderos
139
por prescripcin, como est dicho, porque ni hubo tiempo tan largo
que bastase, ni buena fe que es necesaria para prescribir, sino que la
tuvieron muy mala, pues traspasaban la ley natural destruyendo y ma-
tando a sus prximo, en lo cual no puede haber ignorancia que de
restitucin ni de pecado mortal los excuse.
Y as queda respondido al argumento con decir que es falso; que
ni stos prescribieron ni pudo ser, ni stos fueron de nuevo electos ni
cayeron en ese ttulo, ni tenan esos escrpulos que hallan en cristianos
y no en unos brbaros como stos, ni prestaron consentimiento porque,
aunque le diesen los caciques, era por ser tiranos. Y ellos y los Ingas iban
a la parte para ser seores tiranos, y todos eran ladrones, y los caciques
no tenan vasallos ni seoros que rendirle, sino que el Inga los haca
seores de lo que no poda. Y as los indios eran libres y nunca tal con-
sentimiento dieron, sino siempre presos y miserables y en temor as del
Inga como de los caciques, con una servidumbre extraa de servicio
y haciendas, que ms eran esclavos que no vasallos, siendo ellos antes
libres y sin ningn gnero de subjecin, sino cada da en su casa seor
de lo que tena.
Cosa es que me admira, que haya hombres que, debajo de buen
celo, procuren dar a estos indios ttulos y cosas que, ni son suyas, por-
que Dios no se las quiso dar, ni les conviene y por esto Dios se las neg,
como este seoro de los Ingas y caciques. Mejor habra sido quererle
dar a quien cuando fuera suyo convena, o quitrsele, o restringrseles
el poder; porque realmente ellos son menores. Y, para ser gobernados
y menores, no hay para qu fuesen mayores ni seores ni gobernadores
sino con gran dependencia.
Pues, si esto es verdad, como lo es, qu ansias son stas por ha-
cerlos seores? Y, si esas ansias tienen, por qu quieren ms favorecer
a los Ingas y caciques tiranos claramente, que son pocos y malos, que
no a los muchos que son todos los dems indios vasallos que pretenden
su verdadero seoro y libertad, que de esta no hay que dudar? no es
mejor, y ms seguro, y ms santo conservarles a stos en su libertad de
ser seores cada uno de su casa para que, cuando entre el Evangelio,
reconozcan un seor cristiano, que no querer conservar en su tirana a
Ignacia Corts Rojas
140
los Ingas y caciques con tanto detrimento de la repblica toda y de los
reinos, y que cuando llegue el Evangelio y el seoro de los reyes cris-
tianos, a quien el papa los da para su bien espiritual y temporal, halle
tan grandes impedimentos de seores naturales, que tanto impiden y
destruyen a las dos policas divina y humana?
Yo no s responder en esto sino lo de arriba: que ha sido sutileza
delicada del demonio para hacer los daos arriba dichos. Y as, tom
por instrumento a un hombre religioso y al parecer de buen celo, mas
engaado y mal pltico, y poco discreto, como se ha visto en esto de la
publicacin de sus libros, y la traza y modo que dio a su Majestad del
gobierno de esta tierra cuando Blasco nez vino que la hubiera de
destruir, y an no se ha puesto en pie de aquel golpe que le dieron. Y
todo fue por la indiscrecin celosa de este religiosa, no dando el tiempo
a las cosas que ellas haban menester ni los medios convenientes que se
requeran.>
19

19
Este texto acotado entre parntesis angulares en que se expone y se responde al
Argumento en contra, es una aadidura complementaria. La razn es que se repite
y repite lo ya dicho antes, quebrantando el propsito anunciado en el prlogo, de
escribir breve y sustancialmente. Y adems, el tema mismo desborda el esquema
adelantado tambin en el prlogo.
141
v
APnDICES
1. Sobre el beneficio de las minas
<Otra cosa me admira y hace devocin: ver el orden que Dios ha
tenido con su Majestad del rey, nuestro seor, en que claramente de-
clara esta verdad de haberle dado estas Indias y sus riquezas por premio
de los trabajos y gastos que hicieron en conquistarle a l los reinos de
Espaa. Porque, si bien se mira, despus que estos reinos del Per se
ganaron hasta hoy, que son casi cuarenta aos
20
, no se ha visto ni se ha
podido alcanzar la justifcacin de la labor de las minas y de oro y de
plata y azoge [sic]
21
que es increble si no se ven hasta estos tiempos,
cuando el rey se determin con espritu divino y particular movimien-
to de Dios, juntamente con el de nuestro santsimo Padre tan lleno
de Espritu Santo que sus mismas obras lo declaras a esta Santa liga
contra los enemigos de nuestra fe catlica
22
, no estimando en tanto las
20
Despus que estos reinos del Per se ganaron hasta hoy, que son casi cuarenta
aos. Atahualpa fue preso en noviembre de 1532. Polo de Ondegardo redact
hacia septiembre de 1571 este tema de las minas.
21
Alude a las minas de azogue de Huancavelica, descubiertas en 1566-1567, en tiem-
po del super-gobernador garca de Castro, y a la decisin del virrey don Francisco
de Toledo de utilizar tal azogue para benefciar las minas de plata de Potos en la
junta celebrada en Lima en setiembre de 1570.
22
Se trata de la Liga de la cristiandad contra los turcos promovida por san Po v
y Felipe II, que terminar con el triunfo en la batalla de Lepanto el 7 de octubre
142
riquezas temporales que su Majestad podra gastar en el repartimiento
de los gastos que fueron cada ao tres millones, a respecto de doscien-
tos y cincuenta mil ducados cada mes como las riquezas grandes de
la gloria de Dios y las almas que con ellas se han de reducir al reino de
Cristo, nuestro Seor; por lo cual creo y tengo por averiguado que le
dio la justifcacin de la labor de estas minas y tesoros.
Y as, cuando su Santidad y el rey, nuestro seor, andaban en esta
divina trama inspirados del cielo, andaba tambin Dios con v. Exc.
sin saber la ocasin de la necesidad en que la Liga puso a su Majestad
averiguando esta verdad de las minas si se podan labrar o no con tanto
bro y sin escrpulo en lo que todos hasta all haban tenido que me
espanto. Y, juntando toda la for del reino de juristas y telogos, donde
haba hombres gravsimos en lo seglar: v. Exc. y el licenciado Castro,
del Consejo de su Majestad, todas las Audiencias de oidores y alcaldes
de corte y Inquisicin, en lo eclesistico el arzobispo de los Reyes, con
todos los provinciales de las religiones y otros hombres muy doctos que
iban con ellos, y todos sin faltar hombre, despus de haberse ventilado
la materia, tomaron que se labrasen las minas, y as se hace; de donde
su Majestad saca tanto oro y plata, por su determinacin tan catli-
ca y liberal, que no solamente para conquistar al turco le sobre, sino
tambin para hacer grandes mercedes a estos reinos de donde lo saca.
Y es cosa maravillosa que, en comenzando a labrar las minas, es tanta
la riqueza que se descubre que espanta y admira. Y a m, mucho ms
ver la ceguedad que este padre y obispo de Chiapa tuvo en condenar
el sacar estas riquezas y minas, poniendo orden y medios como ahora
se hace; porque, bien considerando, qu quiere decir el haber puesto
Dios a estos indios tan miserables en las almas y tan desamparados de
Dios, tan inhbiles y bestias en unos reinos tan grandes y valles y tierras
tan deleitosas y tan llenas de riquezas de minas de oro y plata y otros
muchos metales? Y esto, no como quiera sino que todas estas monta-
de 1571.El autor del texto correlaciona la simultaneidad del descubrimiento del
azogue en el Per, y las gestiones de la Liga en Europa (frmada el 20 de mayo de
1571), entendindola como una simultaneidad providencial.
143
as estn llenas de ello, y tierras hay que en las casas y en los campos y
adonde quiera, est la tierra mezclada con polvo de oro.
Qu signifca esto sino que se hubo Dios, con estos gentiles mi-
serables y con nosotros, como sea un padre que tiene dos hijas: la una
muy blanca, muy discreta y llena de gracias y donaires, la otra muy
fea, lagaosa, tonta y bestial? Si ha de casar la primera, no ha menester
darle dote sino ponerla en palacio, que all andarn en competencia los
seores sobre quin se casar con ella. A la fea, torpe, necia, desgraciada,
no basta esto sino darle gran dote: muchas joyas, ropas, ricas, suntuosas
casas, y con todo eso Dios y ayuda.
Lo mismo hizo Dios con stos y con nosotros. Todos ramos in-
feles: esa Europa, esa Asia; mas, en lo natural, gran hermosura, muchas
ciencias, discrecin. Poco fue menester para que los apstoles y varones
apostlicos desposasen estas almas con jesucristo por la fe del bautismo.
Mas estas naciones, criaturas eran de Dios; y, para la bienaventuranza,
capaces de este matrimonio con jesucristo; mas eran feos, rsticos, ton-
tos, inhbiles, lagaosos, y era menester gran dote. Y as, les dio hasta las
montaas de oro y plata, tierras frtiles y deleitosas, porque a este olor
hubiese gentes que por Dios quisiesen ir a esta predicacin evanglica
y los bautizasen y quedasen estas almas esposas de jesucristo. Mas digo
y oso afrmar que, como sea verdad que, en orden de la predestinacin,
no solamente los bienes de gracia, como gracia y caridad y virtudes, son
medios de la predestinacin y salvacin de los hombres, sino que tam-
bin los bienes temporales, en algunos, son medios de predestinacin
y para salvarse, al revs, la falta de ellos para condenarse, algunos hay
que, por ocasin de las riquezas, se salvarn, y otros que, por falta de
ellas, se condenaron. As, digo de estos indios que uno de los medios
de su predestinacin y salvacin fueron estas minas, tesoros y riquezas,
porque vemos claramente que donde estas minas, tesoros y riquezas,
porque vemos claramente que donde las hay va el Evangelio volando y
en competencia; y adonde no las hay sino pobres, es medio de reproba-
cin porque jams llega all el Evangelio, como por gran experiencia se
ve que, a tierras donde no hay este dote de oro y plata, ni hay soldado
ni capitn que quiera ir, ni aun ministro del Evangelio. Luego, buenas
Ignacia Corts Rojas
144
son las minas entre estos brbaros, pues Dios se las dio para que les lle-
vasen la fe y cristiandad y conservacin en ella y para su salvacin. Y as,
siempre usaron labrar minas porque siempre haba de ser as.
Y me parece que veo de qu turquesa sac, aquel padre, obispo de
Chiapa, el bodoque de esta opinin: que no haba de haber minas, que
fue de la misma que sale hoy, la del demonio: que, hablando, hoy da con
los indios, una de las cosas a que ms les persuade es que escondan las
minas y tesoros, dicindoles que, no habiendo minas, luego se irn los
espaoles y cristianos, y se volvern a sus idolatras y vida pasada. Y as lo
hacen los indios, que antes dejarn matarse que descubrirlas, porque sabe
el demonio muy bien que ste es un medio efcaz de estar el Evangelio
en estas partes, y que por estas riquezas se salvan stos, y le han quitado a
l su reino, y hechdole [sic] fuera. Y tom por instrumento a este varn
religioso para que ocultase estas minas y tesoros, echando a los hombres
al inferno si las labraban. D donde colijo que este padre tuvo mucho de
espritu humano y poco de divino en este caso, y se le mezcl el Malino
[sic], lo cual acaece muchas veces, aun en santsimos varones.
Y porque de un golpe se justifquen estas minas con los buenos
medios que v. Exc. a tomado, digo que es tan necesario, moralmente
hablando, haber minas en estos reinos que, si no las hubiese, ni habra
rey ni Dios en ellos.
Del rey est claro porque, si su Majestad no tuviese la caridad de
los apstoles, no tomara en sta los preceptos que tiene: el uno de ha-
cer predicar el Evangelio en este mundo nuevo, y el otro conservarle en
los que le han recibido. Y con esto, no tener inters ni utilidad alguna,
porque, quitados los quintos reales y los almojarifazgos que cesaran
cesando el oro y plata, porque se acabara la contratacin y no habra
rey que quisiese serlo.
Que no habra Dios, est muy ms entendido porque, en estos
reinos ms que en otros, lo espiritual depende de lo temporal. Y as, la
predicacin del Evangelio y la conservacin que es el Dios que digo
no se podra conseguir sino habiendo rey catlico, porque, con qu se
haba de sustentar la justicia que tiene tantos ministros, las guarniciones
y fuerzas del reino, la doctrina de tantos clrigos y religiosos, la seguri-
145
dad de estos reinos, por la mar y por la tierra, de cosarios [sic] que hay
y ha de haber, y siempre ms califcados, por el gran inters que se les
ofrece, como vemos cada da? Pues, cesando el rey, claro est que se aca-
bara en estos reinos la fe catlica, para la que los reyes en estos reinos se
instituyeron como medio necesario de quien depende la cristiandad.
Luego las minas, moralmente, tan necesarias son como es haber
rey, pues sin ellas no se conservar, ni, sin su Majestad, el Evangelio.
Luego santas y buenas son, y gran ceguedad en los hombres negarlo, y
malicia en el demonio, y obra suya.>
23
Esto es, Excmo. Seor, lo que me parece y v. Exc. me manda
que haga; y mi espritu queda muy satisfecho por haberme v. Exc.
puesto en obras tan de mi profesin, que es dar luz y ver en alguna cosa
a nuestro Seor jesucristo, que dice que por esto vino al mundo, para
dar testimonio de sta tan llena de bienes espirituales y temporales,
cuando estaba ya llena de tinieblas
24
.
23
Este texto acotado entre parntesis angulares, que versa sobre el punto particular
de las minas, es un texto aadido. La razn general es que desborda el propsito de
exponer breve y sustancialmente anunciado en el prlogo; y tambin porque el
tema no tiene nada que ver con la temtica del dominio o seoro del Per.
24
Obsrvese que este prrafo es indicativo de que el autor ha llegado ya al fnal de su
exposicin.
Ya dije (vase la nota 18) que, segn mi entender, el lugar propio en que fguraba
todo este fnal (el que aparece aqu y su continuacin, incluida la data y la frma), era
despus de exponer breve y sustancialmente el tercer punto anunciado en el prlo-
go del Parecer. Pero, al ser aadido el Argumento en contra y el tema de las minas, el
aadidor lo traslad aqu, es decir, como despedida despus de lo que aadi.
Pero qu decir del largo texto que ocupa las pginas que siguen? no veo otra
opcin que considerarlo como un largo Apndice; y ello se confrma con el inciso
aunque no lo propuse al principio. []
Probablemente, el que aadi el texto de las pginas que siguen, teniendo en cuen-
ta lo que aadi, fue quien tuvo la ocurrencia de dividir el texto fnal del modelo
y colocar la segunda parte al fnal de lo que haba aadido para que fgurase all la
data y la despedida. Aunque lo que hizo fue una chapuza, pues, como veremos,
no hace sentido redaccional. Mejor hubiese hecho si hubiese trasladado al fnal el
texto entero sin dividirlo.
Ignacia Corts Rojas
146
2. Sobre los tesoros de los dolos y las guacas de los difuntos
< Y, porque la ocasin de haber tratado de minas llama a decir algo
de los tesoros y guacas de los difuntos y de los bienes ofrecidos a sus
dioses, o demonios por mejor decir, aunque no lo propuse al principio
dir a v. Exc. lo que entiendo, as del hecho de la verdad como del
derecho, porque en todas las cosas de Indias la mayor difcultad est
en entender el hecho, y ste est muy oscuro, por las pasiones que en
estos reinos hay entre religiosos y estado de legos. Y toda ella man
del maestro de esta seta [sic] y opinin que fue el primero el obispo de
Chiapa, que es cierto que ha sido. De manera que toda la multitud de
frailes que han seguido a este hombre, no es por razones que den sino
por una fe humana que los llev. Y he sabido de un hombre fdedigno
que, andando l haciendo ofcio de escribano en una visita y diciendo
los indios cosas que importaban al servicio de su Majestad, le deca el
visitador, que era religioso y de lo ms grave de ac porque despus fue
obispo: no pongas eso, que es contra nosotros. Diciendo yo esto a
otros frailes y afendolo mucho, me decan que era verdad que todo
aquello pasaba, y como se comenz a descubrir esta tirana del Inga, les
pasaba como si ellos le quitaran el reino. Esta es la razn de estar en las
Indias los hechos de las cosas tan difcultosos.
Y de ninguna cosa haba v. Exc. de advertir ms a su Majestad
que se proveyese cosa en Indias sin averiguar primeros los hechos, por-
que ser gran seguridad de la conciencia real y gran autoridad no des-
hacer maana lo que hizo hoy si lo que hizo hoy no fue bien provedo
por falsa informacin. Pues no se requiere menos saber el hecho de lo
que he propuesto para justifcar los tesoros de las guacas y bienes del Sol
y de los dems dolos para ver el derecho de todo esto, que se requiere
saber el hecho de la tirana del Inga para ver que ningn derecho tiene
ni tuvo jams.
Lo que pasa es que estos indios tenan dos maneras de bienes: unos
consagrados a sus dolos, como oro y plata, ganados, tierras y muchos
Pero el crtico debe darle las gracias porque esta chapuza es altamente reveladora.
147
indios dedicados a la labor de estas tierras y servicio de sus dolos, y de
esto es gran suma lo que hay, que estaba ya apropiado a sus guacas, que
eran sus dioses como el Sol, y al dios de la mar, y al de la tierra, y a otros
que por las historias se podran saber. Otros bienes haba que estaban ya
dedicados y dados a los difuntos; como si un seor Inga rico u otro mo-
ra, se enterraba y dejaba tesoros de oro y plata y ropa rica, y lo ponan
junto a su cuerpo, y aun dejaba su casa entera para su servicio, y tierras
para labrar, ganados y por todo ello le ofrecan comida; y del mismo
arte estaba en pie su casa de indios y indias que si fuera vivo, porque
esperaban que haban de resucitar, y que todo aquello que haban de
servir despus; y por hallar algunas riquezas, las guardaban consigo.
De los primeros bienes, que eran los dedicados a sus dioses o de-
monios, est claro que son de su Majestad y de aqullos a quien l los
dieron con condicin de que le den el quinto o la parte que a su Majes-
tad le pareciere, porque estos bienes no han de estar en el aire sino que
algn dueo han de tener o derecho a ellos.
Este no es el diablo, a quien se ofrecen, ni el Sol, ni la mar, porque
cuando fueran del demonio, es enemigo, y se los podamos quitar; no
es del Inga, cacique o indio que los enterr consigo, que ya est en la
otra vida o en la otra muerte, por mejor decir, que es el inferno y
voluntariamente los dio a sus dioses.
Diran que es de la Iglesia del Dios verdadero, porque aquel Inga o
cacique tuvo voluntad implcita de darlas y ofrecerlas al Dios verdadero,
sino que se enga y err el tirano. Este es el ms fuerte argumento
que hacen los que quieren quitar a su Majestad este derecho y cogerlo
para s. Y en verdad que a m me parece muy falsa y faca razn, que
no hay que parar en ella porque, aunque fuese as que su intencin de
estos miserables idlatras fuera, ofrecindolo al demonio, querer acertar
en Dios verdadero, con todo esa erraron, y por eso fueron idlatras y
pecaron mortalmente y se condenaron. Y. como el Dios verdadero no
recibi su intencin, menos recibi su oferta de oro ni plata ni anima-
les, porque la ofrenda y la intencin hacen una cosa, y, no recibiendo la
una, no recibe la otra sino que los hombres que juzgan de esta ofrenda,
muchos de ellos tienen condiciones no solamente diferentes en algo de
Ignacia Corts Rojas
148
las de Dios, sino del todo contrarias. La de Dios es ilustre, es generosa,
es divina, y estima las cosas en lo que la intencin, que es cosa del alma,
recbela y la ofrenda cuando van juntas, mas cuando l no recibe la
intencin, no mira a la ofrenda.
Los hombres son vahos, viles; y algunos son tanto en juzgar de esto
y aun ejecutarlo que, si les ofrecen algo con mala intencin, estiman
ms el oro y plata que todas las intenciones sin ello. Y as digo que
Dios no recibi la ofrenda y el sacrifcio del idlatra, pues no recibi
la intencin sino que todo lo abomin, y por ello le conden porque
fue ofendido. Y as queda respondido al argumento de la intencin. Y
si nosotros nos edifcsemos un poco, veramos cuan grosera razn es
aqulla. Y as, san Agustn tiene esto; y tras un hecho de un emperador
que distribuy todos los bienes que tenan gentiles dedicados a sus dio-
ses y dio gran parte de ellos a seores y prncipes y parte de la Iglesia,
no como cosa suya sino por hacerle bien y limosna. no cato el lugar de
san Agustn ni el emperador que era, porque estoy en un valle junto al
Cusco con v. Exc.; lo tengo en mis borradores, en Lima; yo lo dar en
llegando al Cusco donde hay libros; y cualquier jurista o telogo cair
[sic] en ello
25
.
25
Estoy en un valle junto al Cuzco con v. Exc. ntese esta interesantsima de-
claracin. Ms adelante har otra declaracin similar. vase la nota 26. Aunque no
nombra el valle, creo que no hay ningn inconveniente en admitir que tal valle
aludido es el de Yucay. Y en l se hallaba con el virrey el autor cuando redactaba el
pasaje. Quin era el autor? En qu fecha redactaba?
Parece natural pensar que se trata de fray garca de Toledo, quien acompa a su pri-
mo el virrey en la visita como consejero. Pero, como he dicho que me resisto a admitir
que el autor del texto del anterior tema de las minas haya sido fray garca, as me resisto
a admitir que el del actual tema de los tesoros y las guacas sea l. Y ello porque ste pun-
to tambin desborda la extensin a la que se propuso ceir fray garca en el prlogo; y
adems, temticamente no tiene que ver con el dominio y seoro
Por otra parte, concediendo que tal declaracin responda al hecho, tal estada del
autor con el virrey en Yucay no puede corresponder al 16 de marzo de 1571 sino a
una fecha posterior, pues del 13 al 18 de marzo es seguro que el virrey se encon-
traba en el Cuzco, como lo prueba la Informacin por la que el virrey otorgaba
investidura a un cacique, hecha en el Cuzco con esas fechas (Roberto Levillier, Don
149
Los otros bienes eran los que dejaban y enterraba consigo los caci-
ques y otros indios ricos. Estos es ms claro ser de su Majestad que los
primeros, presupuesto el hecho de lo que pasaba; porque estos caciques y
ricos que enterraban consigo estos tesoros cuando moran, en vida, des-
pus de haber sustentado a sus hijos, les dejaba lo que l quera a cada
uno, y al que no quera dejar nada tambin lo haca y poda, porque stos
no estaban obligados a distribuir sus bienes ni heredaban sus hijos por
las leyes civiles, por las cuales ellos no estaban obligados ms de criar y
sustentar a sus hijos hasta edad que ellos se pudiesen sustentar y valer.
Y as, de los bienes que tenan distribyanlos dando parte a sus
hijos, parte a los dolos, y lo otro no se lo queran dar a nadie sino a s
mismos, entendiendo que haban de volver a esta vida para hallar bienes
y riquezas. Y as los enterraban consigo en las guacas. Y era este error de
manera que en muchas partes de estos reinos, cuando mora el cacique
y le metan en la guaca que era una pila de barro se entraban con l
su mujer y criados, y all se dejaban morir diciendo que le iban a servir
y haban de volver con l. Y as estos bienes no son de los hijos que es
burla decir que s porque por ninguna ley eran suyos; porque por las
civiles no se les obligaba, que no eran cristianos sino gentiles; por la ley
natural menos, que no obligaba al padre sino a criarlos y sustentarlos
hasta tal edad. Y de los dems bienes, los poda dar a quien quisiese, y
as los reserv para s mismo. Luego, esta parte que no la dio a nadie
sino la dej para s no es de los hijos y deudos; luego es de su Majestad
como cosa sin dueo.
Si dicen que no es sino del mismo cacique y hombre que consigo
lo enterr, y que se ha de estar all por aparato y honra del cacique,
como estn las capillas y enterramientos de cristianos, no vale nada el
argumento porque las capillas de los cristianos son parte del culto divi-
Francisco de Toledo, tomo II: 65-98), la Provisin para que no se planten ms ch-
caras de coca, datada en el Cuzco, a 15 de marzo de 1571 (guillermo Lohmann
villena, Francisco de Toledo, tomo I: 113-114) y una Carta del virrey referente a
gobierno y justicia (Roberto Levillier, Gobernantes del Per, tomo v: 314-355).
[]
Ignacia Corts Rojas
150
no, y buenas aquellas memorias; mas los de estos gentiles no son sino
una memoria infame de aquel cacique condenado en los infernos; y,
fuera de eso, una gran ocasin para los indios ya cristianos de ir a mo-
char aquellos miserables cuerpos. Y as, una diligencia muy principal
que se ha de tener en estos reinos para quitar idolatras es no solamente
destruirles los dolos de oro, plata y piedras, sino tambin desenterrar
los cuerpos de estos y ponerlos en partes que no se sepa, porque all los
veneran y adoran y llevan de comer.
Y no hay que alegar veneracin de cuerpos de gentiles idlatras,
que nunca los santos los tuvieron en nada. D esto hay leyes expresas;
y admirablemente lo not y declar el doctor Covarubias, que, por no
tener aqu libros en este valle ni tiempo para verlos no alego los lugares
y distintas leyes que van probando esta verdad
26
.
De manera que aquellos tesoros, ni son de los hijos ni deudos ni
son de los mismos que los dejaron para ningn efecto antes daban al
cacique que los dej para s mismo porque fuera tener en ellos una
memoria infame y perpetua de condenado y tormentos particulares asi-
dentales [sic] en los infernos todas las veces que por su causa se ofen-
da a Dios all en su sepultura, y daosa para los cristianos indios que
fueren all a profesar errores y a venir y mochar cuerpos condenados;
sino que son bienes sin dueo, propios de su Majestad para gastarlos
en obras tan altas como trae entre manos fuera de estos reinos contra
infeles, y en stos destruyendo con ellos los errores que con esos tesoros
y enterramientos se estn profesando cada da.
Y as haba v. Exc. de avisar a su Majestad que, ya que no labra
estas guacas y enterramientos, los diese a espaoles; y a indios tambin,
que, como gente que sabe dnde estn, los descubrirn si entendiesen
que les haban de dar provecho. Y de all podran llevar su Majestad la
parte que le pareciese, ques [sic] lstima ver tantas necesidades y que
estos tesoros estn cubiertos y sin ningn fruto debajo de la tierra.
Y a lo que podrn decir: que ya les han apercibido muchas ve-
ces, respondo que muchas ms han ellos descredo ese apercibimiento
26
por no tener aqu libros en este valle. vase la nota 25.
151
porque jams creen que hay para ellos bien, sino es ahora que se van
asegurando con el amor paterno que v. Exc.; sienten sus palabras
y obras desagravindolos de los chicos y de los grandes, as espaoles
como caciques. Y esta fe es gran medro para que ellos descubran mu-
chas cosas.>
27
27
Este texto acotado entre parntesis angulares que versa sobre los tesoros y las gua-
cas ha sido aadido al texto original. Digo esto porque: primero, repite cosas ya
dichas, con lo cual contradice el modo breve y sustancial anunciado en el prlogo.
Segundo, desborda la temtica anunciada al principio, en el prlogo del Parecer.
Tercero, su mismo autor comienza declarando (declaracin que revela ser una aa-
didura apendicular y redactada despus de la de las minas) haber introducido el
tema aprovechando la ocasin de haber tratado de minas, aunque dice no la
propuse al principio. Se trata de una aadidura complementaria (incluida ya en
el ms. A) al texto original autgrafo (aparte estar sobreaadido posteriormente con
los textos que aparecen en los mss. B y C, que no fguraban en el ms. A). Cuarto,
porque estaba con l el virrey en Yucay; y ste, como qued dicho, no estuvo ah
antes del 16 de marzo de 1571, sino despus.
Su autor es, pues, el segundo aadidor-complementador que intervino, despus
del que aadi el tema de las minas. []
153
vI
EPLOgO
Esto es, Ecmo. Seor, lo que me parece y v. Exc. me manda
que haga; y mi espritu queda muy satisfecho por haberme v. Exc.
puesto en una obra tan de mi profesin, que es dar a luz y ver en alguna
cosa imitado a nuestro Seor jesucristo, que dice que por esto vino al
mundo, para dar tertimonio de la verdad; y yo a este mundo nuevo,
para dar testimonio de sta tan llena de bienes espirituales y temporales,
cuanto estaba llena de bienes espirituales y temporales, cuanto estaba ya
llena de tinieblas
28
.
De stas nos libre Dios para que veamos presto la luz eterna. Y,
con tanto, guarde nuestro Seor la excelentsima persona de v. Exc.
muchos aos, para que a estos reinos les acabe de hacer tan grandes
servicios como ha comenzado.
En el valle de Yucay, a diez y seis de marzo de mil y quinientos e
setenta e uno.
28
Aqu, antes del ltimo prrafo que sigue, es donde el ms. B (y el C) traslada este
prrafo que haba suprimido en un lugar anterior (vase pp. 46-47) que es donde
lo coloca el ms. A.
Evidentemente, el ms. B (y el C) lo ha trasladado con cuenta y razn, pues ambos
prrafos son lgicamente inseparables, ya que el antecedente de De stas nos libre
Dios no es otras muchas cosas, con el cual le hace concertar forzadamente (pues
no hace sentido) el texto ms. A, sino tinieblas (con el cual hace sentido perfecto).
Ignacia Corts Rojas
154
Excmo Seor
Besa las excelentsimas manos de v. Exc.
Su siervo
29
29
Es evidente que esta expresin: su siervo exige a continuacin la frma. Por esto digo
que el texto original autgrafo del valle de Yucay, a 16 de marzo de 1571, no fue
annimo sino que estaba frmado; y la frma, casi con toda seguridad, era: Fray garca
de Toledo. sta apareca cuando la despedida ocupaba el lugar asignado en la nota 18.
Cuando ya desapareci la frma fue cuando ocup el lugar asignado en la nota 24, es
decir, cuando se comenzaron a hacer copias y a introducir en ellas adiciones.
Se termin de imprimir en los talleres grficos de
TAREA ASOCIACIN GRFICA EDUCATIVA
Pasaje Mara Auxiliadora 156-164 Brea
Correo e.: [email protected]
Pgina web: www.tareagrafca.com
Telfono: 332-3229 Fax: 424-1582
noviembre 2011 Lima Per

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