Mejìa Ricart - Crítica de Nuestra Historia Moderna
Mejìa Ricart - Crítica de Nuestra Historia Moderna
Mejìa Ricart - Crítica de Nuestra Historia Moderna
PRIMER PERODO DEL ESTADO LIBRE EN LA PARTE ESPAOLA DE LA ISLA DE SANTO DOMINGO
CONSEJO DIRECTIVO
Mariano Mella, Presidente Dennis R. Sim Torres, Vicepresidente Toms Fernndez W., Tesorero Manuel Garca Arvalo, Vicetesorero Octavio Amiama de Castro, Secretario Scrates Olivo lvarez, Vicesecretario
VOCALES
Eugenio Prez Monts Miguel de Camps Edwin Espinal Julio Ortega Tous Mu-Kien Sang Ben Antonio Morel, Comisario de Cuentas
ASESORES
Jos Alcntara Almnzar Andrs L. Mateo Manuel Mora Serrano Eduardo Fernndez Pichardo Virtudes Uribe Amadeo Julin Guillermo Pia Contreras Emilio Cordero Michel Raymundo Gonzlez Mara Filomena Gonzlez Eleanor Grimaldi Sili
EX-PRESIDENTES
Enrique Apolinar Henrquez + Gustavo Tavares Espaillat Frank Moya Pons Juan Toms Tavares K. Bernardo Vega Jos Chez Checo Juan Daniel Balccer Jess R. Navarro Zerpa, Director Ejecutivo
CONSEJO DE DIRECTORES
Lic. Vicente Bengoa Secretario de Estado de Hacienda, Presidente ex oficio
Lic. Mcalo E. Bermdez Miembro Vicepresidente Dra. Andrena Amaro Reyes Secretaria General
VOCALES
Ing. Manuel Guerrero V. Lic. Domingo Dauhajre Selman Lic. Luis A. Encarnacin Pimentel Dr. Joaqun Ramrez de la Rocha Lic. Luis Meja Oviedo Lic. Mariano Mella
SUPLENTES DE VOCALES
Lic. Danilo Daz Lic. Hctor Herrera Cabral Ing. Ramn de la Rocha Pimentel Ing. Manuel Enrique Tavrez Mirabal Lic. Estela Fernndez de Abreu Lic. Ada N. Wiscovitch C.
Esta publicacin, sin valor comercial, es un producto cultural de la conjuncin de esfuerzos del Banco de Reservas de la Repblica Dominicana y la Sociedad Dominicana de Biblifilos, Inc.
COMIT DE EVALUACIN Y SELECCIN Orin Meja Director General de Comunicaciones y Mercadeo de Banreservas Coordinador Luis O. Brea Franco Gerente de Cultura de Banreservas Miembro Juan Salvador Tavrez Delgado Gerente de Relaciones Pblicas de Banreservas Miembro Emilio Cordero Michel Asesor de la Sociedad Dominicana de Biblifilos Miembro Raymundo Gonzlez Asesor de la Sociedad Dominicana de Biblifilos Miembro Mara Filomena Gonzlez Asesora de la Sociedad Dominicana de Biblifilos Miembro Jess Navarro Zerpa Director Ejecutivo de la Sociedad Dominicana de Biblifilos Secretario
ISBN: Tapa dura 978-9945-421-37-8 Tapa blanda 978-9945-421-36-1 Primera edicin: Instituto de Investigaciones Histricas a cargo de Editorial El Diario, Santiago, Repblica Dominicana, 1938. Segunda edicin: BANRESERVAS-BIBLIFILOS, 2007 Coordinadores: Luis O. Brea Franco, por Banreservas; y Jess Navarro Zerpa, por la Sociedad Dominicana de Biblifilos Arte y diseo de la edicin: Ninn Len de Saleme Correccin de pruebas e ndice onomstico: Juan Freddy Armando Impresin: Amigo del Hogar Santo Domingo, Repblica Dominicana Octubre 2007
Contenido
Presentacin ........................................................................................
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DANIEL TORIBIO
Administrador General del Banco de Reservas de la Repblica Dominicana
Exordio ................................................................................................
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MARIANO MELLA
Presidente de la Sociedad Dominicana de Biblifilos
Introduccin a la segunda edicin de la obra Crtica de Nuestra Historia Moderna, Primer Perodo del Estado Libre en la Parte Espaola de la Isla de Santo Domingo de Gustavo Adolfo Meja Ricart .....................................................................
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Prembulo. Por dnde tiene que empezar el estudio de nuestra historia moderna? ..
Captulo Primero ..............................................................................................
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El Gobierno de los Setenta Das. El pugilato de dos ideas contradictorias: la liberal y la del conservadurismo. La discutida personalidad del Licenciado Nez de Cceres: su genealoga, sus detractores y sus apologistas. El criterio que debe mantener la crtica racional acerca del hecho histrico. Los ltimos das del emancipador, y sus andanzas en Amrica. Captulo Segundo ............................................................................................ Precedentes de la Independencia Efmera de este perodo. Proclamacin del Estado Dominicano. Declaratoria de independencia del pueblo dominicano. Acta Constitutiva del 1 de diciembre del 1821. Sesin del 4 de diciembre. Los actos ms caracterizados de la Junta del Gobierno Provisional. El estado de la Agricultura, Comercio e Instruccin Pblica.
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Captulo Tercero .............................................................................................. No entr en el dominio de la Historia el hecho poltico de la unin a Colombia. Falta de acuerdo previo entre el Genio de la Libertad de Amrica y nuestro prcer don Jos Nez de Cceres. Presunciones que se deducen de los textos haitianos y que parecen explicar mejor la causa que impidi que el Libertador americano se pusiera en pugna con la tierra del gran Petin. La Tradicin. Pruebas directas e indirectas. El linaje dominicano del General Simn Bolvar, y la culpa del desamparo a nuestra patria que se le achaca por parte de algunos de nuestros historiadores y publicistas. Apndices I. Declaratoria de Independencia del Pueblo Dominicano ...............
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II. Acta Constitutiva del Gobierno Provisional del Estado Independiente de la Parte Espaola de Hait ................................ III. Acta de la Sesin del 4 de Diciembre del 1821 de la Junta Provisional de Gobierno del Estado Independiente de Hayti Espaol ............................................................................ ndice onomstico ...........................................................................................
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Presentacin
Con gran complacencia el Banco de Reservas de la Repblica Dominicana, en colaboracin con la Sociedad Dominicana de Biblifilos, entrega al pas el tercer volumen de la Coleccin Biblifilos-Banreservas, que corresponde a la obra Crtica de nuestra historia moderna. Primer perodo del Estado libre en la parte espaola de la isla de Santo Domingo, de la autora del Dr. Gustavo Adolfo Meja Ricart. Esta investigacin es ejemplar en su gnero, no slo por la rigurosa metodologa, por el manejo magistral de los amplios legajos documentales de que se sirve y por la fiera intencin que manifiesta el autor de ser fiel a los hechos, sino, sobre todo, por la extensin y la profundidad que abarca su mirada escrutadora de historiador lcido, que busca describir con objetividad los hechos que interpreta. La obra del Dr. Meja Ricart constituye un documento de capital importancia para el conocimiento de nuestro pasado, especficamente sobre el perodo de la Independencia Efmera y sobre la actuacin del Dr. Jos Nez de Cceres, y a pesar del tono polmico, que a veces resulta fuerte a la mentalidad contempornea, constituye el estudio ms amplio y profundo sobre ese episodio tan poco estudiado por nuestros investigadores.
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Nos resulta inslito que una obra de tanta relevancia, sea prcticamente desconocida por la mayora de los jvenes historiadores y estudiosos de temas dominicanos, en razn de que slo contbamos con la primera edicin que se efectu en 1938, es decir, hace casi 70 aos. El autor, en el desarrollo de su indagacin, pone todo su empeo en abarcar la totalidad del perodo sin dejar resquicios sobre la vida, la personalidad y la obra del Dr. Jos Nuez de Cceres. Estudia minuciosamente las caractersticas de la vida en la poca, analiza detenidamente la situacin poltica y econmica, y relata en admirable sntesis los acontecimientos que llevaron a la proclamacin del Estado Independiente de Hait Espaol. Considera, adems, las circunstancias por las cuales Simn Bolvar no respondi al llamado hecho por Nez de Cceres, para incorporar el nuevo Estado a la Gran Colombia. El autor naci en Santo Domingo, el 24 de septiembre de 1893. Fue escritor, historiador, educador y abogado. Hijo del destacado educador Flix Evaristo Meja. En 1914 se gradu de abogado en el Instituto Profesional y de Doctor en Derecho Civil y en Derecho Pblico y Ciencias Polticas, en la Universidad de La Habana en 1919. Entre sus obras destacan: Abolicin de la Reserva Sucesoral (1914), Acuso a Roma (1920), Historia General del Derecho (1942), Derecho Dominicano, su estatificacin y fuentes histricas (1943), La Democracia y el Imperialismo (1943), todas ellas sobre poltica y derecho. En el campo historiogrfico escribi, adems de la obra que presentamos: Introduccin a la Historia (1940), El descubrimiento y la conquista (1940), Historia de la Conquista (1944) y La Historia de Santo Domingo (Volmenes I-VIII. 1948-1955). Tambin escribi obras de literatura como: Mi libro de cuentos (1913), La cada de las alas (1925), Un blasn colonial (1947), entre otras.
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El Dr. Meja Ricart ocup posiciones pblicas relacionadas con el mbito de sus intereses profesionales: abogado del Estado ante el Tribunal de Tierras; diputado por el Distrito de Santo Domingo y por las Provincias Duarte y San Rafael; Presidente de la Comisin Permanente de la Secretara de Relaciones Exteriores y Miembro de la Comisin Nacional de Codificacin del Derecho Internacional Pblico. Fue catedrtico de las facultades de Derecho y Filosofa de la Universidad de Santo Domingo y miembro del Instituto de Periodismo de la referida Universidad. El Dr. Meja Ricart recibi mltiples reconocimientos internacionales: miembro correspondiente de la Academia de Ciencias Penales de la Universidad Nacional de Mxico, miembro correspondiente del Instituto de Derecho Comparado de la Universidad de Pars, Presidente del Instituto Nacional de Criminologa de Santo Domingo, Presidente del Instituto de Investigaciones Histricas, Presidente de la Comisin de Estudios Histricos Filosficos, Miembro de Honor de las Asociacin Bibliogrfica de Cuba y Miembro de Nmero de la Academia Dominicana de la Lengua. Falleci en Madrid el 10 de junio de 1962, a la edad de 68 aos. Gracias al esfuerzo mancomunado de Banreservas y de la Sociedad Dominicana de Biblifilos entregamos a las presentes y futuras generaciones, este excelente libro que busca desentraar nuestro pasado, para que conocindolo y aduendonos de sus honduras podamos ser cada da, con mayor orgullo y conciencia, mejores dominicanos.
Exordio
La Sociedad Dominicana de Biblifilos, se complace en presentar el tercer ttulo de la Coleccin Biblifilos-Banreservas, Crtica de Nuestra Historia Moderna, Primer Perodo del Estado libre en la parte espaola de la Isla de Santo Domingo de Gustavo Adolfo Meja Ricart. La obra magistralmente escrita, fue elaborada con informacin obtenida en el Archivo de Indias a las que se le agregan la utilizacin de fuentes bibliogrficas proveniente de autores haitianos, venezolanos, mexicanos y puertorriqueos, esto nos demuestra lo
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Se han fundado algunas haciendas de caa de azcar, y algunos otros establecimientos de frutos menores: los vecinos van reparando sus casas que antes estaban lastimosam.te deterioradas, y no pocas se han edificado enteramente de nuevo: todo lo cual indica que no se va p.a atrs, sino que la isla adelanta con aquel paso lento propio de un cuerpo debilitado a quien una mano bienhechora no estiende el alimento que pide para su convalecencia, y tiene q.e esperarla toda de su vigor intrnseco. El progreso habra sido ms acelerado, si las necesidades mismas no hubieran forzado a salir de las reglas dictadas por la experiencia p.a el alivio de los pueblos arruinados; pero las desgracias andan enlazadas, y una tras otra: as lo ha sentido Santo Domingo: en ninguna poca esperiment golpes ms funestos y ruinosos, y nunca tampoco se le ha podido dar menos desahogo. Si acaso notare V. S. que yo me separ desde mi ingreso al mando de las medidas adoptadas por el Sor. Urrutia p.a el pretendido aumento de la agricultura, me permitir le recomiende estas dos reflexiones: primera, que p.a atender al mecanismo de las tareas de un proyecto semejante, se requiere mas que nada un genio mui particular, y yo no dudar confesar que no lo tengo, y antes por el contrario me domina una aversin casi invencible a todo lo que es minucioso. Y la segunda, que el gobierno hace mucho cuando no estorba que los sbditos busquen y alcancen su bien por medios y arbitrios honestos a que cada uno propenda mejor. Ms claro, el gobierno no debe ser agricultor, comerciante, ni artesano: su inters est cifrado en proteger y desembarazar estos tres manantiales de la riqueza pblica, y siempre y cuando quiera apropirselos, en el fondo de la realidad vendr a obstruirlos, aunq.e las apariencias lleguen a persuadirle otra cosa. La ilusin durar por un tiempo, y cuando pase, se ver la sima que haba escavado. Estos principios me indujeron a no seguir la senda de mi antecesor, y estoi entendido que no por eso han arredrado los adelantos de la agricultura,
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porque los vveres de la tierra que han sido siempre abundantes, y cuando se ha presentado quien saque tabacos, mieses, caoba, y algn caf no ha dejado de encontrarse. Con una poblacin tan diminuta y esparcida en una extensin de ms de tres mil leguas cuadradas, con un tesoro pblico, que apenas alcanza p.a una mitad de gastos, porque no cuenta con otros ingresos que los mui escasos y eventuales de aduana, y donde la ruina de la emigracin de lo mas florido del vecindario se han agregado sucesivamente los sitios, los incendios y la devastacin de muchas antiguas poblaciones, que no han vuelto todava a restablecerse, y slo se conservan sus nombres en la memoria de los naturales; puede V. S. hacerse cargo de lo poco que habr mejorado la posicin de esta isla en cuanto a sus medios de seguridad, conservacin y defensa en caso de una invasin enemiga. Estos objetos tan interesantes, aunque cueste mucho espresarlo, es menester convenir de buena fe en que se hallan todos en el ms lastimoso abandono por la absoluta falta de recursos pecuniarios p.a atender a su entrenim.to. La relacin del Sor. Urrutia explica y desenvuelve los obstculos que detuvieron la ejecucin del plan militar, de que vino encargado. Se content con pedir a la corte los fondos necesarios p.a tamaa obra: propuso ideas apoyadas en miras econmicas, mas no por eso lograron un xito afortunado: todo est por hacerse, y lo que son los muros, cuartel de veteranos, la fortaleza, y dems edificios militares han ido de da en da en mayor decadencia, porq.e donde no hai con qu dar de comer a la poca tropa y empleados de indispensable servicio, menos puede contarse con ningn sobrante que distraer en el reparo de edificios. Su gobierno poltico ha variado, y no es ya el mismo q.e refiere, y presenta la relacin del Sor. Urrutia: acaba de sufrir una revolucin, cuyo influjo, segn los clculos ms bien combinados, es de la mayor trascendencia, no solam.te a la seguridad de esta parte
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espaola, sino tambin a la de todas las demas islas nacionales y estrangeras. En Octubre ltimo se amotinaron los generales, y las tropas contra el negro Cristbal, que dominaba con el ttulo de Rey en la banda del Norte de la colonia francesa nuestra vecina: el 8 del citado mes se quit la vida de un pistoletazo, considerndose perdido sin recurso, y los tres grales. que acaudillaron esta revuelta, y se encargaron del mando hasta sentarlo sobre nuevas bases, nos dieron cuanta de ella en oficio del 12, reiterndonos las mismas protestas de amistad, y relaciones mercantiles: se les contest en iguales trminos y de urbanidad y atencin, y se dio cuenta a la corte: puede V. S. llamar a la vista estos papeles, que no son mui cansados, y su contenido le ofrecer copia abundante de noticias. Desde en vida de Alejandro Petion, titulado presidente de la repblica de Hait, bajo cuya forma de gobierno se distingua la banda del Sur de la misma colonia, pudo preverse, y aun se vaticin que al cabo cesara la divisin de los dos partidos, y se refundira en uno, inclinando el vaticinio a favor de las ideas liberales, humanas y filantrpicas de Petion, que comparadas con la dureza, arbitrariedad y misantropia de Cristbal formaban el cuadro mas chocante y opuesto. Muri Petion, y su sucesor Juan Pedro Boyer, actual presidente de la misma repblica de Hait, siguiendo las huellas y principios de su antecesor, ha venido a heredar el nuevo destino para que le abri el paso. Aprovechando los primeros momentos de la explosin del Norte se present con un egrcito fuerte de ocho a dies mil hombres convidando con la paz y la unin, y su voz fue oda con general agrado. La funesta memoria del reinado de Cristbal era un incitamiento demasiado poderoso para que el partido del Norte se negase a los sentimientos de fraternidad: se acuerdan entre s, y el 12 del propio mes de Octubre hace la solemne declaracin de no existir en la parte francesa, sino un solo gobierno por lei fundamental de la nominada repblica de Hait.
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Cuando los generales de la banda Norte dieron cuenta de la muerte de Cristbal escribieron contemporneamente al Yllmo. Sor. Arzobispo metropolitano, participndole el mismo suceso, y pidindole adems cuatro sacerdotes p.a el pasto espiritual de q.e estaban privados por falta de ministros del culto catlico. Hecho todas las combinaciones, que fueron de considerar en el caso y circunstancias, se resolvi: que sera un paso conducentsimo a estrechar la confianza y la sinceridad de las ofertas que nos acababan de hacer, el enviarles los sacerdotes que deseaban, y de acuerdo con el Sor. Arzobispo, convine en que se destinasen a este servicio el Arcediano D. Juan Ant. Pichardo, con ttulo de vicario, y los presbteros D. Manuel Quintan, D. Elas Rodrguez, D. Jos Mara Tirado. Pero esta misin hecha con las miras polticas ya indicadas, no ha podido tener todo el buen efecto que prometa, porque enterado Boyer de ella escribi a su Yllma. manifestndole que de un momento a otro esperaba un obispo que le haba concedido la santa sede, y que a su llegada se arreglaran con l los asuntos del culto religioso. A vista de lo cual ha dado nuestro Arzobispo las rdenes terminantes y positivas para que sus clrigos se retiren inmediata.te pues no son all necesarios. Y en efecto por los partes oficiales del comandante gral. de la frontera del Sur sabemos que en Marzo ha llegado a Puerto Prncipe el obispo de Macri con el ttulo de Vicario Gral. Apostlico, trayendo consigo doce sacerdotes auxiliares. Hasta Diciembre ltimo corrieron las cosas sin el ms leve tropiezo; pero en 5 del propio mes empezaron a propagarse por los pueblos de la banda Sur los rumores alarmantes de que nuestros vecinos meditaban proyectos de invasin sobre el territorio de la parte espaola, y que un oficial nombrado Dzir Dalmassi haba venido autorizado por el presidente Boyer a hacer proposiciones de voluntario sometimiento, y caso de resistencia a intimidar los
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nimos con las amenazas de fuerza armada, que desplegara su repblica para el logro de la empresa. Estos rumores crecieron a tal punto que me vi precisado a entenderme directam.te con Boyer pidindole clara esplicacinde sus intenciones; pero sin desentenderme de adoptar las medidas convenientes a poner los pueblos fronterizos de la banda Sur al abrigo de un golpe de mano, si acaso se meditaba por los vecinos algn proyecto. Debo confesar aqu en obsequio de la justicia, que siempre dud mucho de una conducta igual por parte de Boyer, porque ni se dejaban sentir aquellos movimientos inseparables de los preparativos de una conquista, ni estaba en el orden natural de las cosas que hirviendo todava y sin asentarse las ocurrencias del Guarico se pusiese mano a una nueva tentativa, y de xito tan incierto. Por tanto en la carta a Boyer sobre este acontecimiento procur desviar toda idea de desconfianza, prometindome que de este modo, a ms de evitar quejas lograra que su contestacin fuese ingenua, y disipar con ella los recelos, que todos tienen de la buena fe de nuestros vecinos. Este fue el principal objeto que tuve para dar a la luz en un manifiesto la correspondencia oficial sobre la verdadera o falsa misin del Dzir Dalmassi. La opinin gral. ha sido siempre que cuando cesase la guerra de esos dos partidos, y ambos se refundiesen en uno, el primer paso sera tratar de apoderarse de la parte espaola de esta isla para formar de toda ella un solo y nico gobierno: y no solam.te aqu se ha pensado de este modo, sino q.e nuestra corte est en la misma persuasion, como puede V. S. verlo en la Real orden de 31 de Enero de este ao, en que con noticia de los ocurrido a consecuencia de la muerte de Cristbal, con anticipacin y de oficio se previene, que inmediatamente se tomen todas las medidas posibles de precaucin por ser temible alguna empresa contra el todo o parte de esta provincia. Al buen efecto de este manifiesto, y a la comisin dada al cap.n D. Manuel Carabajal p.a pasar una revista en todos los pueblos de
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la banda Sur con algunos fusiles y municiones que se enviaron, y repartieron en los lugares que apreci mas conveniente, debe atribuirse la quietud y confianza que han vuelto a entrar los naturales, disipado por ahora todo temor de invasin. Las instrucciones comunicadas al comisionado, a los coman.tes locales, justicias y ayuntamientos de las poblaciones fronterizas forman un legajo de papeles, que pueden conducir mucho al conocimiento de este suceso, y de las reglas para lo que convenga hacer si revivieren otra vez los mismos rumores. A ellos corre anexo el parte que se dio a S. M. en 31 de Enero ltimo por los Ministerios de la Guerra y de Ultramar, y con este motivo volv a recomendar el mrito contraido por los naturales en la reconquista de esta plaza, la falta de recompensa, lo desprovisto de estos almacenes, y la urgencia con que debe ser socorrida esta plaza de armas y municiones, si la quiere poner en un estado regular de defensa. Etc. Como por el ministerio de la Gobernacin de Ultramar se me comunic Real orden con la nota de mui reservada acerca de iguales temores y desconfianza a que daba lugar la mutacin poltica de los vecinos, en su contestacin insist con nuevas fuerzas porque a la mayor brevedad posible fuese socorrida esta plaza, pues aunq.e los naturales manifiestan como siempre la mejor disposicin a defender sus hogares y suelo nativo, piden armas y no habindolas en cantidad suficiente p.a distriburselas decaen de nimo al considerarse indefensos; en lugar que sabiendo que hai medios suficientes con qu repeler al enemigo les basta conocimiento p.a contar con su seguridad, como acaba de suceder con los rumores de invasin el mes de Diciembre: se sobrecogieron al principio dando p.r razn la falta de armas y con slo haberse enviado una cantidad de doscientos cincuenta fusiles con las correspondientes municiones, recuperaron su energa, y el capitn Carabajal pas revista a ms de 2.600 hombres, que se presentaron voluntarios y seguram.te no
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son esos todos los individuos capaces de tomar las armas que ofrece la sola banda del sur. Etc. A este mismo lugar pertenece otra R. I. orden de 18 de Noviembre del ao pp.o comunicada por uno y otro Ministerio, de la Guerra y de Ultramar, para noticiar a ese gobierno la expedicin de unos 1200 hombres, y algunos buques que se preparaba en Londres por un tal Maseroni, que sirvi a Murat, y se titula general de la repblica de Colombia, con el fin de sorprehender esta capital, y entregarla despus de tomada a otras tropas que vendran de la Martinica bajo el pretesto de reconquistarla p.a devolverla a la Espaa. Por fortuna no ha tenido efecto hasta ahora la empresa de Maseroni, etc. Una voz de incierto origen se levant, y propag con estudio en la capital y sus alrededores anunciando q.e el da de San Jos estaba sealado para proclamar la independencia a la hora de misa mayor, cuando todas las corporaciones y autoridades estuviesen reunidas en la iglesia catedral, y las tropas formadas en la plaza de armas con motivo de la solemne funcin que debe hacerse el 19 de Marzo como aniversario de la publicacin y jura de la constitucin poltica de la Monarqua. Desde luego se indicaron con la misma publicidad los cabezas de esta pretendida revolucin, y se circularon listas de los llamados a ocupar los empleos del nuevo gobierno. Al principio de esta trama se observ que los individuos delatados por esa voz general como autores del trastorno eran aquellos que un partido sin influjo, ni aceptacin desea perder, y esta circunstancia por s sola fue bastante para que el ardid saliese errado. Quin de sano juicio haba de dar crdito a los anuncios del cambio poltico divulgados de antemano, y denotado por su nombre y apellido a las mismas personas sospechosas? No era de pensar ms bien que esta era una farsa ridcula inventada p.a incomodar, o hacer trisca de ellas? Yo sin embargo practiqu mis averiguaciones secretas y
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satisfecho de que nada haba que recelar no tom disposiciones ostensibles, pero s las reservadas que juzgu convenientes. La funcin del da fue tranquila, sin haberse atravesado ni un ruido casual que la turbase, y de este modo quedaron visiblemente desmentidos los rumores y descubierta la daada intencin con que se levantaron y estendieron por cuantos arbitrios puede descurrir la ojeriza. Firmes no obstante sus autores en el designio de manchar el buen nombre de otros, recurren al pretesto de no haberse podido verificar la explosin el da de San Jos porq.e los cabezas contaban con recibir p.a ese mismo da contestacin a los oficios dirigidos a Bolvar; pero que el jueves santo se vera realizada la ejecucin de la nueva planta de gobierno. A ms de esta salida parece que atribuyeron a un desprecio de las voces vagas esparcidas la indiferencia que yo tuve particular cuidado de aparentar, y por lo tanto discurrieron el cmo me pondran en la necesidad de obrar de un modo ostensible. Adoptan al intento la senda tortuosa de impresionar por uno de sus satlites al Sor. Comandante de artillera, y hacerle tal vez creer que realmente estaba concertada una conspiracin para el jueves santo, llevados sin duda de la reflexin que llegando esta noticia por el conducto de un gefe de la guarnicin no podra yo mantenerme en la indiferencia y reposo que se me vi conservar un mes antes, sin embargo de la misma vocinglera. Acrcase en efecto aquel gefe a m la noche del 15 de abril, dndome parte de la supuesta conspiracin, nombrando por cabezas a los mismos que incluan las listas circuladas con anticipacin el da de San Jos, y descubrindome el conducto por donde haban llegado a su conocimiento estas novedades. Conoc en el momento el blanco a que se apuntaba, mas no puede desentenderme de la obligacin que me impona el deber, y sobre la marcha dict providencias enrgicas y prontas, no para desconcertar los planes que no haba sino para tranquilizar al pueblo,
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que sabedor de la denuncia empez a manifestarse sobrecogido de terror, principalmente las mugeres que han representado en esta escena un papel mui principal, porque los autores del drama supieron escogerlas como instrumentos los ms adecuado para sostener una falsa alarma. Cuando el gefe me dio la denuncia se instruy de las medidas, no tuvo embarazo en representarme de palabra que a su entender eran demasiado fuertes, y que aterrorizaran al pueblo de un modo estraordinario: insist en que era menester llevarlas a su ejecucin p.a la seguridad de la plaza si haba en realidad alguna trama de que recelarse: replicme entonces que las disposiciones que estaban indicadas eran bien obvias y conocidas, no debiendo ser otras que las de proceder inmediatam.te contra las personas de los indicados por caudillos. Sin antecedente, ni otro fundamento que la voz popular, y lo q.e es mas con la experiencia de lo sucedido el dia de San Jos, limit mis operaciones a unas providencias de pura seguridad interna, y este modo de obrar ha producido el buen xito q.e yo me prometa. Todos estn ya plenamente desengaados y convencidos de q.e en el fondo no ha habido otra cosa q.e una intriga despreciable, dirigida a perder o desceptuar cuando menos a pocos individuos. Quines son estos, y cul es su conducta, en breve deber V. S. conocerlos y tocarla por s mismo sin necesidad de mis informes, y yo confo q.e entonces formar el mismo imparcial y justo concepto en que yo me detuve p.a no prohijar con ligereza los vagos rumores esparcidos en dao de su opinin. En resumen: la capital, los pueblos interiores, toda la parte espaola goza de tranquilidad: sus sentimientos de amor al suelo patrio, fidelidad al Rey, y adhesin al sistema constitucional, son intachables, y la ms enconada rivalidad no ser capaz de encontrar una sombra que los empae y oscuresca. El servicio militar en las circunstancias mismas de la denunciada revolucin se ha hecho con los naturales prontos a la voz del gobierno esmerado en el
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cumplimiento de sus rdenes, y celosos de conservar limpio el renombre de fieles que heredaron de sus mayores, y tienen heroicamente acreditado en la memorable hazaa de la reconquista. Pudieron ser parte integrante de la Francia sin mala nota, cedidos y entregados en forma pblica y solemne por el tratado de Basilea: y todo lo sacrificaron en la ardua empresa de reconquistar por s mismos su patria p.a unirse de nuevo al nombre espaol. Yo deseara q.e los medios de subsistencia fuesen seguros en la provincia como puede V. S. contar que lo son los de gobernar a sus naturales con amor, dulzura, y ciega confianza; pero los pasados infortunios de la isla, el no habrsele podido dar en todo este tiempo el ensanche y alivio que demandan imperiosamente sus necesidades, la mantienen todava en el mismo estado de languidez y decadencia que describe la memoria del Sor. Urrutia. No cuenta con otros ingresos que los de la Aduana de esta capital, y la de Puerto de Plata, que sobre contingentes y eventuales, en los aos mas prsperos apenas dan p.a la mitad de los gastos mas precisos e indispensables del Servicio ordinario. Ni puede suceder de otro modo atendida la cortedad de la poblacin, y la pobreza a que estn reducidos los naturales por un efecto de las vicisitudes experimentadas en 25 aos de guerras, incendios, emigraciones, sitios, y mortandad que han sido las consecuencias de la infausta cesin a la Francia. El fruto ms precioso con que se alimenta tal cual comercio con los estrangeros es la caoba, y eso en los aos que hai demanda, porque cuando falta, como en el anterior, y lo que va corrido de este todo se paraliza, y se entra en apuros que comprimen el nimo ms despejado p.r que no hai donde volver los ojos ni recursos de qu echar mano p.a atender siquiera a la subsistencia del soldado, y hospital. Etc. Etc.84
84 Archivo General de Indias, Sevilla, Audiencia de Sto. Dgo., Gobiernos Polticos, aos 18201822, Estante 78, Caj. 5, Leg. 21, Doc. No. 76.
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En ste como en otros extensos documentos oficiales, se revela no tan slo el estado fidelsimo de la Colonia en el mes de mayo del 1821 en que se rindi la Memoria transcrita de Kindeln, poca muy prxima a estallar la revolucin de fines de tal ao que venimos descorriendo, sino la falsa situacin de relaciones con Hait, la supuesta invasin francesa de Maseroni de que no hablan siquiera los glosadores de nuestra narrativa Historia, y todo el silencioso drama nacional que vena desenvolvindose como cataclismo interior en nuestra conciencia colectiva a los propios ojos de las autoridades hispanas. Pero nos interesa de todo ello ahora sacar en claro, las indefensas fuerzas con que contaba la Plaza en los momentos en que la Independencia se pronuncia en este efmero perodo, el verdadero escenario en que ella se produce, germina y desarrolla. Era en verdad de gran penuria la economa nacional, el servicio militar se haca con naturales sin renumeracin, las obras de las maestranzas de artilleras y de ingenieros se hallaban interrumpidas, la poblacin escassima y esparcida en una extensin vasta de ms de tres mil leguas cuadradas, con un tesoro pblico que apenas alcanza a abarcar la mitad de los gastos, y a ms con poblaciones an devastadas por los incendios y cuyos nombres slo quedaban como reliquias en la memoria de los indgenas quienes sumados no sobrepasaban al padrn antiqusimo de 62.092 almas diseminadas en todo el territorio de la parte Espaola.85 Retrocediendo al plan mismo, diremos que, para ejecutar los independientes lo proyectado, narcotizaron con opio, al jefe del puesto capitn Grazotti, quien no sinti cuando el teniente Patricio Rodrguez atac por sorpresa al parque y se apoder del Arsenal. Este suceso acaeci a las once y media de la noche, segn el relato del Teniente del Rey, Cabo Subalterno de la Isla, D. Nicols
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Docs. Hist. proc. Arch. Indias, etc. t. III, pags. 81 al 90. 140
Mahy, al Capitn Gral. De la Isla de Cuba.86 Y se ejecut lo planeado, forzando la puerta de tierra de la Fortaleza, con la ayuda de la tropa de Caballera de los Campos, en complicidad con la guarnicin de negros que comandaba Al. Este ltimo fue el elemento de ms importancia que dio el contingente para el xito de la Conspiracin.87 Despus las autoridades espaolas se rindieron en cada una de las guarniciones o posiciones, y rebelronse, sucesivamente, a favor de los sublevados, los Fuertes de San Diego, San Jos, y el baluarte del Conde. Hicieron se soltar los presos en la Crcel Pblica.88 As, pues, preparadas las cosas del modo ms conveniente, en el amanecer se vio enarbolar en el Homenaje la bandera colombiana, e hzose la Independencia sin efusin de sangre, en la noche del 30 de noviembre al 1 de diciembre del 1821, y al decir de un historiador, la Capital, que se haba dormido a la sombra del pabelln de Castilla, se despert cobijada por el de Colombia, y de esclava tributaria que era de Espaa, se elev al rango de Nacin libre, soberana e independiente. De acuerdo con el relato que hace el Dr. Morilla, testigo de mayor excepcin por haber presenciado los hechos, el Capitn General Mariscal, D. Pascual Real, tuvo noticias de la Conjura: Declarndose la independencia en 1 de Diciembre de 1821, refiere de cuya conspiracin tuvo noticias el Capitn General Mariscal de Campo D. Pascual Real por comunicacin que le hizo
Docs. Hist. proc. Arch. Indias, t. III, 1929, p.7. Carta transcrita, dirigida por el Segundo Cabo de la Isla al Capitn Gral. De Cuba. 88 Tal ocurri el suceso segn el cotejo que hemos hecho de textos haitianos con nacionales manuscritos. En cuanto al incidente algo verosmil del narctico dado al capitn Grazotti lo hemos tomado de una tradicin de que tambin hace uso en su compendio de Historia Patria el Lic. Arturo Logroo, t. I, p.192, quien a su vez lo abrev seguramente de los pliegos inditos que acerca de la Historia de Santo Domingo ha dejado su ilustre abuelo D. Fernando Arturo de Merio, gran orador y poltico, cuyo Archivo l posee como precioso legado.
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el Pbro. Cruzado que se cree lo supo bajo el sigilo de la confesin y tambin se lo comunicaron otras personas fidedignas; mas l no se decidi a tomar resolucin alguna para impedirla, pues a pesar de que no haba tropas de lnea y de que el Coronel Al que mandaba las Compaas de morenos estaba ganado por el Dr. Nez, sin embargo quiz hubiera sido posible reprimir el movimiento, pues en la Plaza existan muchos oficiales del Egrcito de Benezuela, y aun entre el escaso nmero de las otras tropas existentes y entre los propietarios y personas de influencia no contaba Nez sino con pocos partidarios entre ellos aquellos Jefes y oficiales que haban obtenido sus grados por nombramiento del General Snchez por sus servicios en la reconquista y que an despus de tantos aos no haban conseguido la aprobacin Real. Fue general la voz que corri en aquellos das de que el General Real se resign a que estallara la revolucin, y en prueba de ello se dijo que para la noche del movimiento haba dado por sea a la orden de la plaza la palabra arruinarse .89 Asimismo parece imposible que el Brigadier Real permaneciera ajeno a hechos y circunstancias cuya gravedad tena excitados los nimos, y en cual fue el primero verdaderamente notable para denunciar el estado de la opinin pblica, el alzamiento del 15 de noviembre del 1821, efectuado en Montecristi y Dajabn, de que haremos relacin ms posteriormente.90 Es del caso dar a conocer el acopio de datos que acerca de tal insurreccin, su origen y motivos, hace el propio Pascual Real. Gobierno Poltico de S.to Domingo. Exmo Sr. Con fha. Del anterior dige a V. E. la insurreccin realizada en la parte Espaola de la Ysla de S.to Domingo q.e estaba a mi cargo,
Del Monte y Tejada, Hist. Sto. Dgo., t. III, in fine, Noticias de lo que presenci el Dr. Morilla, escritas por el mismo, p.277. 90 Los comandantes Diego Polanco, en Montecristi, y Andrs Amarante, en Dajabn, dirigieron el movimiento en aquellas localidades, ayudndolos en sus empresas el haitiano Arrieu. 142
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con los antecedentes q.e pude recopilar en los cortos instantes q.e en mi arresto me fue permitido escrivir, cuyo hral. Entregu al Alferez de fragata retirado de la Armada Nacional D. Antonio Ma. Coca, prximo a salir p.a Cadiz, al mismo tpo. q.e di los avisos convenientes a los Capitanes Generales de Cuba, Puerto Rico, y Costafirme; y haviendo llegado a este Reyno donde forzosam.te me dirigieron aquellos Disidentes, tengo el honor de estenderme algo ms con inclusin de algunos documentos q.e en aquella ocasin no obraban en mi poder. Por la entrega q.e hizo mi antecesor el Brigadier D. Sebastin Kindeln (de q.e conservo copia) devia reposar tranquilo en la fidelidad y buen carcter de los havitantes, pues aunque prximam.te a mi regreso hubo otros dos movimientos a igual obgeto, aqul me asegur ser todo falso, y efecto de personalidades e intrigas, p.o que el tiempo h hecho ver su certeza; el denunciador havia designado los Sugetos, con multitud de asersiones q.e lo acreditaban; desgraciadamente en aquella poca como en otras anteriores, influa despticamente y a su antojo en el Gobierno de la Ysla el furibundo Auditor de Grra. D. Jos Nez de Cceres, dotado de un talento particular y con grande ascendiente entre todos los naturales, como q.e en la escena representaba el principal papel supo muy bien ganar el tiempo necesario p.a contener la explosin descubierta, paliando y amenazando los testigos q.e depusieran en la causa de que result el fiel denunciante Capitn D. Manuel Martinez reo de calumnias vindose precisado a implorar el perdn de los traidores, pagando crecidas Costas, quedando igualmente expuestos a la pasin de los agraviados varios sugetos, entre ellos los Coroneles de Artillera e Yngenieros D.n Luis Granados y D.n Manuel de Yta como ms interesados al descubrimiento q.e se solicitaba , y he aqu un antemural q.e p.a lo subcesivo puso a cubierto sus perversas maquinaciones, emprendiendo la tercera ya q.e por temor vean
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sellados los labios de los Espaoles mas fieles, por q.e tamaos echos son por naturaleza muy difciles de llevarse a prueba. Confieso a V. E. q.e muy pronto a pesar de los buenos informes conoc la mayor parte de estos corifeos, p.o de un modo q.e no poda tomar deliveracin sin comprometer el sentido de nuestras leyes, cuya puntual obserbancia era todo mi anelo, y en tal situacin falto de tropas por q.e no poda sostenerlas, me dediqu exclusivamente observar la conducta de los sospechosos, pasando muchas noches en vela, y a consolidar la opinin del Gobierno hacindome lugar entre los naturales por cuantos medios pude discurrir, lo q.e efectivamente consegu muy luego; y al amor q.e generalm.te me profesaban todos ellos se deve el buen trato y vello comportamiento q.e en medio de la ferocidad de una revolucin obtuvieron los Comerciantes y empleados Europeos, interesndome con la mayor eficacia por su suerte en los cortos das q.e permanec all despus del acontecimiento, siendo notar q.e no hubo a quien le dirigiesen una sola palabra de agravio. En medio de las circunstancias de q.e me beia rodeado confiaba algun tanto de q.e los Soldados del Vatalln d. morenos q.e cubran la Guarnicin, y particularm.te su Comandante Capitn Pablo Al seguan muy constantes y adictos a nuestra causa, y as como continuam.te llamaba a este p.a cariciarlo, lo execut tres das antes del desgraviado suceso, y despus de reencargarle la Vigilancia y ofrecido diez y seis pesos p.a cada uno de sus soldados q.e denunciasen a los facciosos q.e quisiesen seducirlos, se march muy conforme y satisfecho, an en aquella hora permaneca fiel p.o posteriormente el referido Auditor y perverso fiscal de Hacienda pblica D.n Jos Joaqun del Monte le permitieron manifestndole (sin duda fingida) una R.l Orden en q.e se le negaba a l, y a otros de sus Capitanes la Carta de Ciudadanos q.e haban solicitado, y prometindole al mismo tiempo la livertad de los Esclabos, paga completa en lo Subcesivo,
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muchos ascensos a todos y a l el de Coronel, con cuyo ardiz pudieron corromper la fidelidad de este buen hombre y su tropa, as como tambin ganaron al Capitn D. Manuel Carabajal, segundo que fue de D. Juan Sanchez en la reconquista, y q.e se hallaba sumamente descontento por falta de premio, y aun autorizacin de su empleo; al Capitn de Caballera D. N. Basquez, elevando al primero a Capitn Gen.l de la Ysla, y a Coronel el segundo de cuyo modo por la mucha influencia q.e estos sujetos tenan, se atrajeron varias compaas de los Pueblos interiores, a quienes tambin prometieron ventajas. Yo creo muy bien q.e muy pronto aquella parte se bea atacada por los negros y Mulatos de la Repblica de Hayt, pues aunque luego q.e tom el mando mand un Gefe con un Capitn cumplimentando a su Presidente, y este me contest de una manera vastante poltica, no dejaba de tener recelos, por q.e varios Corsarios Insurgentes q.e amenazaban y andaban seduciendo la Ysla, eran abrigados en sus Puertos, donde se aparejaban y recivian armamentos, sin dar a mis reclamos otra salida q.e la de no poder por su Constitucin prohivrselo, aadiendo si se apuraba q.e tampoco la Espaa havia aun reconocido aquella Repblica, p.o siempre garantizando la amistad prometida; esta reservada conducta y la vocinglera de sus Oficiales en la frontera, me ha eho, conocer q.e los Haytianos no queran a cara descubierta atacar nuestro territorio, p.o si q.e aspiraban a poseer toda la Ysla, promoviendo simultm.te q.e se insurreccionase p.a realizarlo con ese pretesto. Aquella llamada Repblica fue sin poderlo remediar el conducto por donde ha girado la correspondencia de los aventureros; desde el Guarico se escrivian cartas seductivas, impriman y circulaban folletos, suplandanto la fcha. de Puerto Rico, y all mismo se pervertan a los q.e de estotra parte se presentaban a comprar o vender efectos. No siendo suficientes los expresados antecedentes p.a sublevar la Ysla, adoptaron los Conspiradores el Partido de alarmar los Pueblos
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fronterizos por el temor, dicindoles q.e sino juraban la Yndependenda vendra un Exto de Hait a degollarlos, como se comprueba por un oficial del Comand.te General de frontera del Norte D. Manuel Aybar, en q.e me dice q.e el Gefe de abanzada D. Andrs Amarantes havia jurado la Independencia en el despoblado de Veler fronterizo a los negros; q.e reuna tropa p.a deshacer aquel motn, p.o ms tema de la Ciudad de Santiago en donde resida, pues vea los nimos dispuestos q.e la mayor parte de la gente havia huido a pretesto de la noticia y con dificultad iba juntando algunos Milicianos; con fha. diez y seis de Noviembre deca el mismo, q.e ya havia mandado al teniente Coronel Infante con ciento cincuenta Soldados, y q.e segua reuniendo ms por si fuese necesario, p.o q.e tema dejar sola la Ciudad; de todo di aviso al Presid.te Boyer, encargndose tomase por su parte providencia, y yo embi a Aybar auxilios e instrucciones sin poderme apartar de la Capital por q.e all es donde consideraba el mayor peligro. El da diez y ocho del mismo mes me avis dho. Gefe q.e con las tropas mandadas se havia cortado el motin de Veler, y q.e el Cavecilla Amarantes le manifestaba por escrito q.e unos pcaros (entre los q.e venia algunos franceses y Caraqueos) les havian engaado dicindole q.e vena un Exercito presentndose Orden falsa de Boyer p.a q.e jurase la Independencia q.e aunque tarde havia conocido su yerro, p.o q.e ya comprometido con nuestro Gobierno por la primera deliveracin havia enarbolado el Pavelln Haytiano acogindose a su ampara y q.e p.a hacerlo respetar sin embargo de ser parte del territorio Espaol se havia presentado el Coronel de la Repblica Paul, con porcin de tropa mandando q.e lo jurasen cuantos all havia. En estas contestaciones y providencias subsequentes, emple la tarde del treinta de Noviembre, dejando sobre la mesa aquella noche una Proclama comunicando a los Pueblos las tramas de los malvados p.a q.e se precaviesen de tales embustes, y en la madrugada
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estall la mencionada sublevacin privndome hasta del gusto de haver perecido en las filas defendiendo nuestros dros., por q.e no encontr una sola persona a quien agregarme, pues a los pocos Europeos q.e all existan no se les dej salir de sus Casas, tales fueron las precauciones de los promotores y su ascendiente, lo q.e acredita q.e la mayor parte tenan conocim.to saviendo positivam.te q.e eran parte muy activa los referidos Auditor de Grra. y Fiscal de Hacienda pblica; los Secretarios Poltico y Militar, todos los vocales de la Diputacin provincial, incluso tambin su Secretario, excepto D. Jos Barona, q.e era Europeo y el Intend.te interino D. Felipe de Castro; con porcin de Sujetos o quasi todos los ms visibles a la Peninsula p.a realizarlo vervalmen.te. Dios Gue.a V. E. muchos aos Liverpool 24 de Enero de 1822. Exmo. Sor. Pasq.l Real (rbrica). Exmo. Sor. SSrio. De Estado y del Despacho de la Gobern. de Ultramar.91 Epilogando el suceso, diremos, aunque sin contradecir el pliego antes transcrito que parece fiel, bien que equivocado en cuanto a apreciaciones de personajes y acontecimientos humanos se refiere, que, se dirigieron los sublevados a la morada del Brigadier Real, a quien se le notifica por medio de uno de ellos, D. Leonardo Pichardo, que desde ese instante ha cesado su mando en la Colonia ya libre. Condcese al Gobernador depuesto ante la presencia del dicho Lic. Nez de Cceres, quien le hace encerrar en el Homenaje y no le da por nico cautiverio la casa de su cuado D. Felipe Fernndez Dvila de Castro, Intendente interino del Ejrcito, segn algunos historiadores,92 dejndole bajo la custodia de una guardia
91 Docs. Hist. Arch. Indias, t. III, pgas. 27 a 29: Audiencia de Sto. Dgo. , Gob. Pol. 1820 al 1822. Est. 78, Caj. 5, Leg. 21, Doc. 54. 92 Docs. Hist. Arch. Indias, t. III, pgas. 27 a 29: Audiencia de Sto. Dgo. , Gob. Pol. 1820 al 1822. Est. 78, Caj. 5, Leg. 21, Doc. 54.
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hasta el 7 de diciembre,93 en que se le enva para Plimourt, en un bergantn ingls, junto con su familia y algunos funcionarios, servidores fieles de la Metrpoli.94
93 Nuestros historiadores sealan el 5 de diciembre del 1821 como fecha de embarque de D. Pascual Real en vez del 7 del dicho mes como reza la licencia del propio Brigadier Real, y no 9 del mismo mes como dice la carta del 10 de diciembre dirigida por el Teniente Real, don Juan Nepomuceno de Crdenas, Cabo Subalterno de la Isla, al Capitn Gral. de la isla de Cuba, cuyo testimonio debe ser ms credo por haber formado parte de la expedicin. 94 Don Felipe Fernndez Dvila de Castro acompa a D. Pascual Real, y no, como incurrindose en error, se ha dicho, D. Francisco Fernndez de Castro, Comisionado a la sazn en Cuba para pedir auxilios de parte del Gobierno de la Colonia espaola en la isla de Santo Domingo, segn testifica la carta del 10 de diciembre del 1821, ya copiada en la nota. La carta aparece a continuacin, MFGC. El Lic. Arturo Logroo, en su Historia Patria, t. I, p.193, dice: ...Al amanecer fue enarbolada en la Fuerza la bandera colombiana y saludada a disparos de can por todos los fuertes, dirigindose los separatistas en imponente poblada a la casa del gobernador Real, adonde tomando la palabra don Leonardo Pichardo, hacindose eco del querer general, le intim la entrega del mando. Tal hizo el gobernador, sin resistencia, siendo conducido a donde Nez de Cceres, quien, respetuosamente, le indic como crcel la morada de su cuado D. Felipe Fernndez Dvila de Castro, lugar que permaneci hasta efectuar su embarque del pas lo que hizo en un bergantn ingls. En cambio, el Teniente Real, D. Juan Nepomuceno de Crdenas, Cabo Subalterno de la Isla, en su carta del domingo 10 de diciembre del 1821 le refiere al Sr. Don Nicolas Mahy, Capitn Gral. De la isla de Cuba los siguiente: Excmo. Sor. El da 30 del inmediato mes de Nov.e a las once y media de la noche, el Dr. Dn. Jos Nez de Czeres (Cceres, nota de GAMR), Auditor de Guerra de la Isla y en actual ejercicio del Juzgado de Letras de la Capital sorprendi la fuerza y guardias de la plaza, y forz la puerta de tierra, y habiendo entrado tropas de Caballera de los Campos, con ella y la de la guarnicin de negros que tena ganada se hizo dueo de la Ciudad, puestos y Almacenes, haciendo conducir seguida, al Sr. Brig.er D.n Pascual Real Cap.n Gral. de la Ysla, a un encierro de la torre llamada del Omenaje (Homenaje, nota de GAMR). A las 6 de la maana del 1 del actual, se enarbol el pavelln (Pabelln, nota de GAMR) tricolor saludado con veinte y un caonazos, se proclam la independencia, se public el bando para que saliesen de la plaza los q. no la siguiesen, y despojados todos los Gefes de guarnicin de sus empleos, qued reconocido por el Presidente el expresado Nez, por Cap.n Gral. Manuel Carvajal, por 2 Comand.te gral. y Coronel Comandante de Artillera e. Ingenieros el Ten.te de la armada D.n Mariano Mendoza, natural de esa plaza con otros empleos y otros posteriores q. despus se han dado. Como el S.r Cap. Gral. continu siempre bajo la Custodia de una guardia, hasta ayer 9 q. lo embarc el Gob.no para Plimourt en un Berg.n Yngls, no pudo cumplir con el deber de dar el aviso a las Autoridades Espaolas limtrofes, Y yo como Ten.te Rey Cabo Subalterno de la isla, pongo en noticia de V. E. esta triste ocurrencia, as para su conocimiento y consiguientes Providencias como para que se sirva el Comisionado D.n Fran.co Fernz. De Castro q. pas a pedirlos. Yo paso a la Ysla de Puerto Rico a esperar en ella las rdenes de S. M. y lo pongo en noticia a V. E.
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Es evidente por licencia concedida por D. Jos Nez de Cceres, Presidente del Estado Independiente de Hait espaol, que con fecha 7 de diciembre del 1821, se trasladaron a la Pennsula Espaola por la va de Londres, los seores D. Pascual Real, Da. Anastacia de Real con sus tres hijos, Dolores, Isabel y Juan, y dos esclavos pequeos de su propiedad nombrados, Juan de la Rosa y Matilde; capitn Jos Maria Salomn, teniente Adeodato Medina, subteniente Nicasio Campos, cabo Silvestre Gago; y adems, Antonio Chicano, Eugenio Bartolom, Julin Muoz, Manuel Prez, Martn Farias, Antonio Pedrosa, Antonio Fontiberes, Manuel Garca, Manuel Toms y Timoteo chico.95 Proclmase solemnemente en ese memorable 1 de diciembre del ao 1821, el autonmico Estado Dominicano, desplegndose
p.a su conocimiento. Dios gue. a V. E. m. ss. s. de S. Domingo y Dic.e 10 de 1821. Juan Nep.o de Crdenas. Excmo. S. D.n Nicols Mahy Cap.n Gral. de la Ysla de Cuba. Es copia. Mahy (rbrica). Archivo General de Indias. Sevilla. Audiencia de Santo Domingo. Gobiernos Polticos. Aos 1820 a 1822. Est. 78, Caj. 5, Leg. 21. Doc. No. 52. Doc. Hist. Pro. Arch. Indias, 1929, p.7, 78521. Tip. Luis Snchez Andujar, Sto. Dgo. 95 Licencia Libre y Seguro Pasaporte para Pascual Real y sus acompaantes: Da. Anastacia Real con sus tres hijos, Dolores, Isabel y Juan, y dos esclabos pequeos de su propiedad nombrados Juan de la Rosa y Matilde, Cap.n D. Pascual Real. Yd. D. Jos M.a Salomn. Ten.te D. Adeodato Medina. Subt.te D. Nicasio Campos. Cabo Silbestre Gago: Ant.o Chicano. Eug.o Bartolom. Julin Muz. Manuel Peres, Martin Farias. Ant.o Pedroza. Ant.o Fontiberes, Man.l Garca. Man.l Tomas. Timoteo chico (rbrica) (Figuran estos nombres al margen). Archivo Gral. de Indias. Sevilla. Audiencia de Sto. Domingo. Gobiernos Polticos. Aos 1820 a 1822. Est. 78, Caj. 5, Leg. 21, Doc. No. 54 (bis). Doc. Hist. Arch. Ind, t. III, p.31. Estado independiente de Hait Espaol. Jos Nez de Cceres Presidente del Estado. Concedo Licencia, libre y Seguro pasaporte al Sor. D. Pascual Real, Brigadier de los Exrcitos Nacionales de Espaa p.a q.e con las personas q.e al margen se espresan, se traslade a la Pennsula Espaola por la Va de Londres, respecto a q.e con motivo del cambio poltico q.e acaba de ocurrir en la parte Espaola de esta Ysla, declarando su libertad e independencia, ha cesado en el mando q.e en ella obtena de Cap.n y Gen.l y Gefe superior poltico, e intimndole en consecuencia, su pronta salida. Por tanto ruego y encargo a todos los Comandantes de Buques de la Marina Militar y mercante de las repblicas de Colombia y buenos Ayres, que no lo molesten ni impidan su nabegacin si no antes bien le den el fabor y auxilios q.e pueda necesitar. Dado en la Capital de Estado Yndepend.te de Hait Espaol a siete de Dic.e de mil ochocientos veinte y uno. Ao 1 de la independ.a. Jos Nez de Cceres. Joaqun Morell Secretario. Es copia. Real. (rbrica). 149
en todas las fortalezas, guarniciones y edificios pblicos las banderas de la repblica sudamericana de Colombia. Se constituye una Junta Provisional de Gobierno compuesta del Lic. Jos Nez de Cceres, Gobernador Poltico, quien la preside; D. Manuel Carabajal,96 Capitn General del Ejrcito Libertador; y de los Diputados de cinco provincias: D. Antonio Martnez Valds, D. Juan Vicente Moscoso, don L. Juan Nepomuceno de Arredondo, don Vicente Mancebo, D. Juan Ruiz y don Manuel Lpez de Umers en calidad este ltimo de Secretario General. Estos miembros fueron los propios alzados que firmaron el acta de Declaratoria de Independencia. Los principios en que se fundaba este Estado libre haban sido previamente escritos por el sagaz jefe del Gobierno, y sus colaboradores ejecutivos. Formronle, en primer trmino, la declaracin de Independencia del pueblo dominicano; y como segundo acto, la constitucin de un Gobierno Provisional, completamente ajeno a la autoridad metropolitana que quedaba as de hecho y de Derecho abolida. El acta constitutiva del 1 de diciembre del 1821, organizaba dicho Estado, y en su sesin del 4 del mismo mes y ao, la Junta Provisional de Gobierno, reunida en la Sala Municipal, organizaba el Poder Judicial. En resumen: la Declaratoria presentaba en un cuadro panormico todos los errores polticos del poder hispnico, en su ms antigua colonia de Amrica. Se compona este histrico documento de todas las quejas de los adoloridos hijos formuladas contra una madre desidiosa y culpable, y en ellas se incluan hasta aquellas
Este personaje aparece con el nombre de D. Manuel Carabajal en documentos oficiales anteriores, que hemos trascrito en esta relacin histrico-crtica, concernientes a la Colonia, cuando era Capitn encargado de las jurisdicciones militares de la frontera en sustitucin del Teniente Coronel D. Domingo Prez Guerra, como se puede notar, principalmente, en oficios nmeros 18 y 19 de la Capitana General al mismo insertados en Documentos Histricos procedentes del Archivo de Indias, t. III, pp.646, y copiados en la nota 74 (nueva numeracin, MFGC). 150
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que ahondaban sus races en el pasado tiempo colonial en que se mand a demoler injustamente las arcaicas villas martimas de Bayaha, Yaguana, Montecristi y Puerto Plata.97 Tampoco daban al olvido, y echabnselo en cara, los blancos libertos a sus olvidadizos amos iberos, todos sus intiles actos de fidelidad y devocin hacia Espaa, sobre todo, sus servicios en contra de Francia, en 1809, con el fin de reintegrar la Colonia a su podero y mando, sumindola de nuevo en tradicional obediencia como si fuera hija descarriada que volviera en movimiento espontneo a su redil hogareo, a pesar de la inconsecuencia materna anterior, cedindola como vil mercadera, en poca infausta de Carlos IV. A propsito de lo primero, la exposicin patritica no omite hacer resaltar la falta del Gobierno que tena su sede en Madrid, el cual no supo recompensar a los hroes que haban participado en las jornadas de la Reconquista, principalmente, en la batalla de Palo Hincado, mula de aquellas otras acciones ganadas a los franceses en el 1691, cantada por los poetas, segn trae en sus relaciones de la poca el esclarecido Sigenza98; y cita, entre
97 El Gobierno de la Metrpoli ordena la demolicin y abandono de estas villas para concentrar sus respectivas poblaciones en la parte Norte de la Colonia, en 1806. 98 Aldese aqu a los epinicios gratulatorios con que algunos de los genios mejicanos celebraron al Exmo. seor Don Gaspar de Sandoval, Cerda, Silva, y Mendoza, Conde de Galve, &, Virrey de la Nueva Espaa, con ocasin de deberse a sus influjos y ayuda la victoria que por mar y tierra, consiguieron las catlicas armas americanas, de los franceses en el Guarico, lugar de la costa septentrional de la antigua Isla Espaola, el da 21 de enero del ao 1691, segn Sigenza y Gngora, y no por el 1889 como traen algunas relaciones* adonde es clebre la lid de Sabana Real o De la Limonada. Como curiosidad histrica para eruditos, y no con distinta finalidad, interrumpimos el orden cronolgico de la narracin de esta obra, retrocediendo ms de un siglo y cuarto para dejar transcritos los cantos en los cuales fue loado este magnifico triunfo hispnico, del cual como descendientes de la raza nos sentimos orgullosos.
*Nota de Gustavo Adolfo Meja Ricart dentro de esta nota, MFGC. Pichardo, Historia Patria, p.43, dice: 1889. Cumpli, pues, Mr. de Cussy las rdenes que haba recibido, aguijoneado en gran parte por el ofrecimiento que le hizo de conferirle el mando de toda la Isla, invadiendo la parte Norte, Etc. 151
ellos, como ejemplos, al propio cabeza rebelde, don Manuel Carabajal, Ayudante del Brigadier Juan Snchez Ramrez y a don Pedro Vsquez, quien agoniz en plena miseria.
En vista de los anteriores acontecimientos y como justa represalia de esas invasiones, orden el Rey de Espaa a su Gobernador en sta que lo era a la sazn don Ignacio Prez Caro, el castigar esos desmanes, y, al efecto, se alistaron fuerzas que, aumentadas con los contingentes que vinieron de Mjico, se pusieron bajo las rdenes del ex-Gobernador, Sandoval y Castilla, quien libr el 21 de enero la clebre batalla de La Limonada, en que salieron completa y resonantemente victoriosas las tropas espaolas. Etc. Al contrario, el historiador Garca coloca la expedicin francesa en el propio 21 de enero, pero en el 1691, pgina 181, del tomo 1 del Compendio de la Historia de Santo Domingo, 3 ed., 1893. En la arcaica y erudita Relacin de lo sucedido a la armada de Barlovento a fines del ao pasado, y principios de este de 1691, Obras de Sigenza y Gngora, pgas. 257 a 260, se lee: ...A 18 (enero) llegaron los trescientos lanzeros con noticia de que a 21, sin falta, se dara el abanze al Limonal, y el mismo da se repartieron en los Vageles. Etc. ...Era ya entrada la noche del da 20, y con el silencio de ella, fueron las lanchas de la Capitana y almirante a sondar la entrada, y acercndose hasta las mismas casas de los Franceses con gran recato, hallaron seis brazas de agua en toda ella. Etc. No estuvieron ociosos los Franceses en el tiempo que antecedi a esta noche; porque aunque ignorantes (a lo que presumo) de la cercana de la Armada, saban muy bien por sus Corredores los movimientos de nuestro Exercito, y no jusgando conveniente esperar al enemigo en sus proprias casas, dando voz a todas las poblaciones, para que acudiesen a la del Guarico con prevencin de armas, pusieron en vanderas, sin muchos Cabos para su gobierno 1200 escopeteros, o bucaneros, como ellos dizen, esquadronndose en la Sabana de Caracoles arrimados a la ceja del Limonal y todos a pie, menos el Sargento Mayor que andaba montado, esperaron el choque con grande nimo. A no mucha distancia de aquel sitio se havia alojado aquella noche el Maestre de Campo D. Francisco de Segura con sus isleos y sabiendo la cercana y orden de los Franceses dexando ciento y cinquenta hombres, assi para cubrir algunos puestos, en que se pudiera rezelar emboscada, como para seguridad del bagaje, hizo frente a su esquadron con los mosqueteros y escopetas con que se hallaba, que eran trecientos, y dio la retaguardia a los quatrocientos hombres de lanzas que el quedaron. Comenz su marcha, casi de noche, con orden de que al romperse la guerra se tendiesen en tierra los Lanzeros, y que no se levantasen hasta oyr: Abanza. Avistaronse los dos Exercitos quando esclarecia, y siendo el nuestro el primero que dio su carga y haviendola retornado el enemigo y repetido otras, al tiempo que por reconocer menos gente de la que esperaban se iba estrechando, se dio voz a los lanzeros para que abanzasen. Levantronse estos como si fueran Leones, y partiendo con ligereza sobre el enemigo, no dexaron hombre con hombre en muy breve espacio, y huyendo los Franceses por aquellos bosques como si fueran gamos, dndole primero gracias a Dios los nuestros, se cant victoria. Etc. Copiaremos, ante todo, poesa de la Madre Juana Ins de la Cruz Religiosa profesa en el Convento de San Jernimo de Mxico: Feniz de la erudicin en el lnea de todas las 152
Y como no le es lcito a la Historia fantasear de aqu la inferioridad reconocida por Aristteles en su desmedro por oposicin a la poesa, no empec lo que hay de eterno en cada accin
ciencias (al decir de D. Carlos de Sigenza y Gngora, Obras, pags. 233 y sigts., emulacin de los ms delicados ingenios, gloria inmortal de la Nueva Espaa. SILVA No cabal relacin, indicio breve Si, de tus glorias, SILVA esclarecido, Ser el dbil sonido De rauda voz, que a tus acciones deve Quantos sonoros beve De Hipocrene en la fuente numerosa Alientos soberanos, Que el influxo reciben de tus manos. O sincopada gloriosa De tan regia ascendencia esclarecida Si siempre verde rama, La dulce ardiente llama Del pecho anima escaso, Que a copia tanta limitado es vaso, Y Plvora oprimida Los conceptos aborta mal formados Informes embriones, No partos sazonados; Si bien de lumbres claras concebidos Quando hijos no lucidos, O partos no perfectos Lucientes sern fetos Del divino ardimiento Que tu luz engendr en mi entendimiento. Assi preada nube congojada De la carga pesada De terreas condensadas exalaciones Sudando en densas lluvias la agona Vivora de vapores espantosa, Cuyo silvo es el trueno, Que al cielo descompone la armona El pavoroso zeo, Que concibi la mquina fogosa, (Que ya imit despus la tirana En ardiente fatal artillera) Rasga, y el hijo aborta luminoso, Que en su vientre aun no cupo vaporoso. O como de alto numen agitada La, aunque virgen, preada 153
humana debemos conceder valor a tales testimonios justificados por los hechos, puesto que esa deidad grave que pesa en su balanza los acontecimientos que arrastran a los pueblos y los hombres, procede
De conceptos divinos Pitonisa donzella, De Delfos encenda Inflamada la mente Entre rotas dicciones En clusulas pronuncia desatadas De vozes salpicadas De estilo inconsecuente Los que en el pecho sella. Misterios que regulan desatinos, Humanas atenciones La lumbre haziendo pura, Que frentica sea la cordura. Que assi el humano pecho Aunque gustoso sea, aunque suave A ardor divino estrecho Viene; y el que no cave No solo en vozes sale atropelladas Del angosto arcaduz de la garganta Pero buscando de explicarse modos Lenguas los miembros todos Quiere hazer con acciones demandada, Que a copia sirvan tanta. No de otra suerte pues la balbuciente Lengua en mal pronunciadas Clusulas, de tus glorias solcita Ponderar solamente La, para mi, ms rara circunstancia, Pues ya en ms bien cortadas Plumas, si se limita O estrecha en la elegancia, No se agravia el asunto, que a la fama Eterno ser empleo Ya en vno, en otro ya sacro trofeo Y los sin pluma alados O con (quando pelada) ms lucida Y ms volante pluma Cisnes, que cana espuma Al mar occidental surcan nevados En blandos ecos de su ms subida Primorosa armona En no molesta, en dulce si porfa 154
casi siempre ms por indicios, conjeturas y probabilidades, o juntando fragmentos mutilados e interrogando testimonios discordes, que por ciencia propia o verificadas intenciones, que las ms de las
La que en sus claras vozes aun no cave De tu nombre publican alta gloria, Que en calamo es suave Eterna ocupacin de eterna historia, Y ya en trompas oyeron, ya en clarines Los opuestos confines Del orbe, de tu fama los acentos, Cuyos ecos, los vientos Llevaron agitados Del estrpitu horrendo, Que de la colisin del choque duro Engendr de tus almas el estruendo: Temeroso estallido Que aunque el pecho asust ms prevenido, Y inquiet al enemigo ms seguro. El mismo que por fausto tuvo da La Galica arrogancia, Que quarto fu del mes, en que la llama Ardiente de la esfera Antes de tornos veinte, En el Len rugiente, De ardor nieve encendida, reverbera, En que sobervio embia La insolente embaxada De indignas sujeciones pretendiente: Entonces, aunque ignara ac peldao Atenta providencia Tuya, o SILVA famoso, cuyas cienes No los verdes desdenes De Daphne ceir deben, si de estrellas Corona inmarcesible, A riesgo dio tamao En orden bien dispuesto conveniente No esperado socorro, remitiendo, La que al mar de occidente Defensa es auxiliar, valiente armada, Que dominando el viento Por su ttulo goza el barlovento; Nutico alivio a mseras querellas De los que el insufrible Peso ya, en el rezelo padecan, Del extranjero yugo, que teman. 155
veces no puede penetrarlas ntimamente como las ve y sabe el poeta, arrebatado de su numen divino.
O tu deidad alada, Que el orbe discurriendo De vozes y de plumas proveda Los dos polos distante Unos sabes hazer: O tu corona De cumbre bipartita, Que en cytaras sonantes Numerosos cristales de Helicona Los hecgos inmortales, los famosos De varones gloriosos Triunfos cantis (si acaso a copia tanta La voz en la garganta No enronquese, la cuerda no se roza En la sonora lyra La trompa vozinglera, Que ya el vaco ocupa de la esfera No rebienta al aliento que le inspira). Cantad de su Excelencia Valor togado, y militar prudencia. Del Lic. Francisco de Ayerra Santa Mara, Capelln de su Majestad en su magnfico Real Convento de Jess Mara de Mxico. SONETO Al corte de tu pluma providente No solo Tetis dividi su plata; Mas vistieron las lises escarlata, Tintos los campos en carmn ardiente, Rayos por letras fulmin valiente Can tan antes al Francs pirata, Que aunque siente la mano, que le mata, Es muy despus, que sus heridas siente. Que fuera si el arns de Marte armado, El Guarico entre sangre, y entre espuma Vibrar te viera esto que azicalado? Ms no fue meneseter tu espada en suma; Pues dexas, o gran SILVA, asegurado Que vences con la espada, y con la pluma Del P. Francisco Xavier Zapata, Religioso de la Compaa de Jess, Maestro de erudicin en el Colegio mximo de san Pedro, y San Pablo. 156
Por virtud del segundo acto el cual consista en un Reglamento Provisional que vala Constitucin, y que formaba un cuerpo de 39
SONETO Como era tuya, gran Seor, la gloria Con que la Isla Espaola aseguraste Por esso a su defensa adelantaste Aun antes que las armas, la victoria. No cabe hecho tan grande en poca historia: Que a tanta eternidad le encomendaste, Que la inmortalidad, que te ganaste, An no queda cabal a su memoria. Si la necesidad lo demandara Desaire pareciera a lo que hiziste, Que por obligacin slo se obrara: Pues tu tan sobre todo te pusiste, Que, porque a tus aciertos alcanzara, La misma providencia preveniste. Del Capitn D. Alonso Ramrez de Vargas, Alcalde mayor que fue, por su Majestad, del partido de San Juan de Los Llanos, y Corregidor de Mizquiahuala. SONETO Freno impuso a pirtica osada Tu soberano influjo o SILVA o gloria De tu casa! segura la victoria, Si de tu providencia dependa: Por tierra, y mar la ardiente vizarra Tus rdenes guard, dando a la historia Materia, en que celebre tu memoria, De donde nace, a donde muere el da. En vna, y otra desigual palestra Cada Espaol fue vn rayo despedido Mas quien lo fulmin sino tu diestra? De tu ardor al relmpago encendido El trueno se sigui: si horrores muestra, Ya habr llegado a Francia el estallido. El P. Antonio de Peralta, Theologo de la Compaa de Jess, habiendo visto el antecedente soneto: con los mismo consonantes y opuestos su sentido, dixo: 157
artculos la parte Este de la antigua isla Espaola, se declaraba un Estado libre, independiente y republicano.
SONETO No yugo puso a galica osada Corona si, tu influjo, o grande gloria De augusto SILVA, porque fue victoria Rendirse a brazo, que de ti penda. No a ti, sino al Francs la vizarra Espaola, dio asunto a tanta historia, Que tendr siempre da su memoria De tu memoria en el eterno da. No el Espaol fue rayo en la palestra, Ni rayo de tu impulso despedido; El rayo fulminado fue su diestra. Vol en tu orden su ardor tan encendido, Que antes que de su fuego dieras muestra, Ya en Francia havia llegado el estallido. Del bachiller D. Francisco de Acevedo graduado en las facultades de Philosophia, y Canones, y actual cursante de la Medicina SONETO No la presencia, el eco solamente, Es del poder, para vencer bastante, Pues de la luz, hasta en lo ms distante El influxo del Sol est presente. El rayo con el golpe mata ardiente, Pero amedrenta con la voz tronante, Y para que se logre lo triunfante, El amago le sobra a lo valiente. Sol, y rayo el valor de SILVA llama Del triunfo conseguido la victoria Contra el Francs, que derrotado brama. Inmortalize el tiempo su memoria, Pues solo con la gloria de su fama Ha triunfado la fama de su gloria. De Don Diego Joseph de Bustos, Oficial mayor de la Secretara de gobierno, y Contador regulador del derecho de la media Anata. 158
Bien como tal Estado celebrara un tratado de alianza posterior con Colombia para componer un estado de la Unin sudamericana
SONETO De el Prncipe al rescripto Justiniano Habla (no acaso) le llam divina; Porque si como orculo fulmina, Como sentencia se resiste en vano. Si al poder, que se entiende soberano, La cosa aun muy distante est vezina Para ver el corsario su ruina Donde son tu voz, lleg tu mano. Trifulco fuego se volvi el tridente Y la campaa en el marcial ensayo A slo tu carcter obediente O exelso Conde, si es mortal desmayo Solo tu influxo, que obrars presente! Que har estoque, si tu pluma es rayo!. Del Capitn D. Gaspar de Guevara que fue de la Infantera Espaola en la Isla de Jamayca. SONETO Al sobervio Francs que abati luego El coraje espaol del occidente, De su contraste dicen lo impaciente, Con vozes de metal, lenguas de fuego. Al marcial, el intrpido trasiego, Que previ nuestro Prncipe prudente, Solo l supo juntar prvidamente Lince la vista, y el enojo ciego. Con tinta de oro escrita su memoria, Del bronze ms all su permanencia, A la fama da cuerpo, a la historia. Porque al suplir su nombre su presencia, Aunque vna fue por l tanta victoria Dos vezes triunfo su providencia. De Don Antonio Morales Pastrana, Agente Fiscal que fue y Oficial mayor de vna de las Secretaras de Govierno, y Guerra de esta Nueva Espaa. 159
sealada: as, un diputado debera ser enviado cerca de Bolvar portador de la noticia del trueque poltico habido en nuestro suelo, con el fin de manifestarle expresamente la voluntad colectiva de
SONETO Cantar en igual Marte vna victoria, Corta gloria es al brazo el alcanzarla: En desigual certamen reportarla, Es a la voz del triunfo mayor gloria. En el valor isleo fue notoria Contra francs impulso provocarla; Dando su ardiente esfuerzo al intentarla, Voz a la fama, asuntos a la historia. Ms que mucho, si en ti por excelencia, SILVA ilustre, logr la que condujo A alientos de tu pluma providencia. El efecto glorioso, que produjo Califica tus sombras asistencia, Quanto ms que al poder devi a tu influjo. Del Br. Don Ivn de Guevara, Capelln Mayor del Convento de Religiosas de Santa Ins de esta Ciudad. SILVA Si infestaba el Francs el continente De costas Espaolas, Que con alternas olas, Circunda el espumoso mar indiano, Triunfo es ya del valor americano Su atrevimiento prfido alevoso: Que mucho, si de SILVA generoso El brazo omnipotente Le decret, con pluma presagiente, Pena fatal, y lamentable estrago, Dexando a vn solo amago: Castigadas francesas altivezes, No vna vez sola, sino muchas vezes, Quando, sin que sirviesen de embarazo Faltas de su presencia, A tanto se estendi su providencia, Que supliendo su nombre por su brazo, Admir el susto entonces, Que iras de plomo que escupieron bronces, 160
incorporacin a Colombia. Otro diputado encaminara sus pasos hacia Puerto Prncipe para proponer a Boyer un pacto de amistad, comercio y alianza en comn defensa y seguridad para los dos territorios que se compartan la Isla desde tiempos del Descubrimiento.
Si no fueron diluvios De spides, que devieron el ser rubios A Vulcano, dexando en vn momento, alborotado el mar, y oscuro el viento, A los Franceses fieros, Con aquel fuego, y luz de sus azeros (Sin darles prevencin para desmayos) Ceniza hizieron espaoles rayos. De tanto vencimiento Motivo fue tu heroyco entendimiento, Tu espritu robusto; Que anteviendo el estrago (aunque sin susto) De no esperada guerra, No te negaste a quantas prevenciones El zelo dicta, y la cordura encierra; Y son, entre marciales esquadrones, (Las armas que el descuido embota). A ti Prncipe exelso (a quien veleras Corsantes naves, y terrestre tropas Ofrecern rendidas sus vanderas) A ti se dever, que ya recobre Su antigua fama nuestro mar salobre; Y (libres de enemigas invasiones Las costas indianas) A ti se dever tengan vfanas Crdito entre las olas Las armas de la america espaola; Pues aun las que se mueven A vn solo impulso tuyo, al mismo instante Sus victorias te deven: Y todo te grangea vigilante Crdito soberano De prncipe cabal, de Argos christiano. Sobrevive a tu fama eternamente, Y con tinta de liz, y estilo ardiente Caones mil de bronze en las campanas Escrivan inmortales tus hazaas. Vive glorioso, vive siempre, vive, Y pues en su regazo te recive La eternidad por tan feliz victoria, 161
Fue en esa solemne ocasin en que qued redactada la Declaratoria independiente del pueblo dominicano, cuando la soberbia del patricio Cceres pronunci la memorable frase: No ms dependencia, no ms humillaciones, no ms sometimiento. De entre los cnones notables de este ya ilustre pliego legado a la posteridad, pudese sealar el artculo 9 que admita como ciudadanos a todos los hombres libres de cualquier color y religin que hubieran nacido sobre el territorio o en pases extranjeros, siempre que los extranjeros hubiesen residido tres aos y estuviesen casados con una mujer indgena. Ellos deban hacer constar estas circunstancias ante los Alcaldes Municipales, con el fin de obtener una carta cvica en que se estamparan los sellos del Estado y estuviese firmada por el Secretario de Gobierno.
Immarcesible siempre, Y en prfidos gravada tu memoria, Le quede por aplauso al occidente; Y con voz modulante, En cytara sonante Te publique la fama sin segundo En quanto gyra el ambitu del mundo. El Lic. Don Francisco de Ayerra Santa Mara, agrega Sigenza y Gngora, oponindose a la vulgaridad de que el Len teme el canto del Gallo (para que se oygan los elogios de su Excelencia, en quanto se estiende la lengua latina) dixo: Programa Dominus Silva come de Galve Anagramma o Indos! Mecum Deus: Vale Gallis EPIGRAMMA Si Deus est Mecum, Hispani properate Leones; Seu cantet Gallus, seu crepet ille minax: Ipse manus victus, dorsum davit ocyor auris: Auspicium contra vincere posse datur. O INDOS! Revocate animos; nam voce silenti Subdidit Hispano colla superba iugo. En Guarici Servet humus tepefacta cruore; Concentus prodest, et sua crista nihil. Me Duce, sat semel hostem sit vicisse Leones; VAEGALLIS! cantus si amplius ediderint. FINIS* *Sigenza, Obras, pags. 231 al 245. Nota de Gustavo Adolfo Meja Ricart dentro de esta nota, MFGC. 162
Adems, el artculo 10 agregaba: que despus de haber obtenido esta carta, el aspirante extranjero recibir una carta de naturalizacin librada por el poder legislativo. Mas ni sta ni la carta cvica le dar nunca el derecho de obtener empleos en el Gobierno, en la judicatura, en las finanzas, las municipalidades ni otras funciones civiles o polticas excepto tener empleos militares. Y, segn el artculo 33 del propio texto, esas prohibiciones y excepciones eran extendidas a todos los espaoles nacidos en la Pennsula. Aadindose luego otras disposiciones en dicho acto constitutivo que no dejaban de ser comunes a todas las Constituciones. Qudese para otros hacer el minucioso anlisis de esta gloriossima declaratoria de principios, ya desde el punto de vista de la democracia, ya de acuerdo con los postulados inmanentes del derecho y la libertad humana; pero lo cierto es, que ella encierra filosficamente y juzgada por la Crtica, un hondo sentido de la responsabilidad histrica de un pueblo que expresaba un alma nacional ya libre y espontnea en su desenvolvimiento de la accin, aunque imperfecta por conformacin orgnica inferior formada por elementos atvicos raciales que concurrieron en sus orgenes a su deformado concepto de la nacionalidad. Por esto, como ya dijimos, lo cual ser materia de los preliminares del perodo haitiano que ya desarrollaremos, el hecho de que Montecristi y Dajabn se unieran al movimiento anexionista en pro de Hait desde el 15 de noviembre del ao que se est historiando, y esotro que no se hizo esperar de que Santiago, la ms importante de las poblaciones del Norte, adhirase a la vecina repblica por decretarlo as, una Junta Central Provisional que se dirigi en ese sentido al presidente Boyer (en despacho que consta en la coleccin de documentos haitianos aludidos, el cual copiaremos ms tarde), producen como fatal reaccin el fenmeno que aniquila la naciente Repblica. Tampoco estudiaremos en este instante la actitud de Juan Pedro Boyer, y la importancia que l concede a estos acontecimientos, pues
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tendramos que remontarnos para su cabal comprensin histrica a las races viejsimas del infiel suceso de Montecristi y Dajabn, el cual arde como pavesa en llama, se prolonga por todos los pueblos norteos, y prndese por contagio en los mismos del Sur, del cual fue Azua el postrero eslabn que se uni al proyecto nefando de atarnos con cadena al hermano de Occidente. Traeremos tan slo en apoyo de esto, el famoso documento dirigido por el presidente Nez de Cceres al presidente Boyer, bien que le transcribiremos cuando tengamos que vernos, mal pecado de nuestra parte, con los grmenes genuinos que producen la incorporacin a Hait. Tenemos dicho, y ahora repetimos como verdad irrecusable ante un imparcial juicios de la Historia, a pesar de toda la alharaca en contrario, que no se puede poner en entredicho la figura de alta talla tica y espiritual del licenciado Jos Nez de Cceres, s se para en mientes que l fuera todo trueno o ambicin, o que resultara, al fin y al cabo un decepcionado de las cosas del medio nativo inferiorsimo en el cual se movi, porque, de una y otra condicin (defecto o virtud poltica), deba participar para concurrir con adversos hados a la providencia que frustr su destino de libertador, y la propia libertad de su Patria. Porque ya no tenemos el concepto de los antiguos retricos griegos que queran que la Historia fuese algo inanimado y terrible como la tragedia, o lo que en el fondo se desprende del profundo sentido del Genio de la Historia de fray Jernimo de San Jos, esa belleza estatuaria de la Historia, sino que hoy ella reconstruye a veces de polvo y cenizas, o cuando mucho, huesos secos de cuerpos enterrados, esto es, indicios de acaecimientos, cuya memoria casi todo pereci; a los cuales, para restituirles vida, el historiador ha menester, como otro Ezequiel, vaticinando acerca de ellos, juntarlos, armnicamente, someterlos unos a los otros, engarzarlos, dndole a cada uno su encaje, lugar y propio asiento en la disposicin y cuerpo de la historia; aadirlos, para su enlazamiento y fortaleza,
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nervios de bien trabadas conjeturas; vestirlos de carne, con raros y notables apoyos; extender sobre todo este cuerpo, as dispuesto, una hermosa piel de varia y bien seguida narracin, y, ltimamente, infundirle un soplo de vida, con la energa de un tan vivo decir, que parezcan bullir y menearse las cosas de que trata, en medio de la pluma y el papel. Pero si tal cosa pasa en lo que se exige de la obra historiogrfica para que forme un todo orgnico completo, sometido a la ley de unidad, segn en todo con la idea que Hegel da de la obra potica, as ya se concede al historiador la facultad de resucitar en su mente las acciones y los caracteres, y ponerlos con nueva vida a los ojos de los lectores, no encerrndose, para tal reproduccin, en la simple fidelidad de los detalles, sino coordinando los materiales, modificndolos, combinndolos, agrupando los rasgos y los incidentes, de tal modo, que pueda quien leyere formarse idea clara de la nacin, de la poca, de las circunstancias exteriores, de la grandeza o debilidad de los personajes, y de su fisonoma original, y del encadenamiento natural y propio de las acciones. As la historia nacional depone contra toda censura al consecuente jefe de la Junta de Gobierno quien tuvo que acatar las circunstancias desfavorables a la nacionalidad que crecieron de improviso o se desenvolvieron en un lento proceso histrico, las cuales fueron en gran parte, provenientes de la inferioridad en nmero y grande miseria en que nos hundamos, despus del fracasado intento del prcer en pro de una alianza con Hait. De ah, no en otra parte, hay que buscar sus races, que Nez de Cceres dirigiera al pueblo el manifiesto del 19 de enero del 1822, en el cual le recomendaba a sus compatricios que se revistieran de firmeza para no escuchar los ecos de las antiguas preocupaciones, y presentaran al mundo poltico el dechado de un pueblo amaestrado en las vicisitudes y mutaciones de Gobierno, y que saba, por lo tanto, acomodarse a las ms diferentes formas, porque cualquier Gobierno era bueno, si se gozaba en l de los derechos imprescindibles
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de la naturaleza: libertad, igualdad, seguridades personales y paz social; de todo lo cual se promete que se disfrutar en abundancia bajo la Constitucin y leyes de la Repblica de Hait. Concedamos que esto era pactar, el repblico y estadista que haba en el licenciado Nez de Cceres, con un concepto relativo de verdad que estaba fundamentado en la unidad geogrfica, sino histrica, que deba mantenernos en una sola isla, indivisible, y alejados ambos pueblos que la disfrutbamos de antiguo, de toda dominacin extraa estropea, pero sin que por eso no dejemos de caer en la frmula interesada o codiciosa de Toussaint, la cual se traduca en una isla nica e indivisible haitiana. De juzgarlo de manera diferente, con sentido riguroso, habra que interpretar tal documento, como debilidad injustificada en varn tan templado y de una sola pieza: tal lo fue siempre el autor de nuestra incipiente Repblica de aquellos das, pues no cabe la hiptesis, aunque achaque fuese de otros tiempos, el que este Nez de Cceres estuviera en pecado de infidelidad con Boyer, entre otras razones por la principal presuncin en su favor de que no se quedara en la Colonia ya haitianizada para gozar de lo que hubiera sido natural gaje de su delito de lesa-nacin, y todo lo cual se le ofreci por medio de un puesto de senador vitalicio que nunca ocup ni acept, tal como lo hicieron sus colegas don Manuel Carabajal, y el ex-diputado D. Antonio Martnez Valds. Nez de Cceres, dice Aurdouin, qued sin empleo; pero era un ciudadano de la Repblica, reciba los honores y le era ofrecido el sueldo de senador, dignidad a la cual no haba podido ser llamado porque su conducta inspiraba desconfianza. En cambio, D. Manuel Carabajal, su compaero, por su colaboracin con Hait, fue promovido al grado de Ayudante General del Estado Mayor, a pesar de su avanzada edad.99
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Al contrario consta que Nez de Cceres fue obligado a desalojar el pas y se decret la confiscacin de sus bienes por parte del Gobierno de la Ocupacin. Entre otras pruebas de este hechos se debe consultar el acto o contraescrito del 14 de abril del 1823 en que se anula una donacin de Cceres, ya trada a colacin en este estudio crtico-histrico.100 La actitud de prcer que siempre asumi D. Jos Nez de Cceres aun despus de perpetrada la ocupacin militar haitiana, la delata una carta que copiaremos a continuacin, la cual procede del archivo de uno de sus nietos, el ingeniero don Rafael Nez de Cceres, y dirigida desde la ciudad de Santo Domingo, al general Carlos Soublette, hroe de la Independencia sudamericana, en ese momento Vicepresidente de la Repblica de Colombia. Exmo. Seor General Carlos Soublette, Vicepresidente de la Repblica de Colombia. Exmo Seor: Por principal y duplicado he dirigido al Excmo. Sor. Presidente de la Repblica de Colombia el oficio de que es triplicado el adjunto, aprovechando las ocasiones y sujetos que se han presentado para ese destino, y que pr. sus circunstancias personales tengo por incapaces de hacer traicn. a la confianza. No he tenido razn pr. ninguna parte de haber llegado a manos de S. E. el Presidente Libertador; aunq. p. diferentes vas he podido saber el arribo de los conductores a esa ciudad; y como el tpo. corre, la urgencia crece, y mi reputacin sufre en lo ms sensible con la demora de unas resultas, qe. deben servirme de norte pa. resolverme a entrar en alguno de los partidos, a que inclinaban los infortunios de Sto. Domingo me ha parecido conveniente dirigirme en derechura a V. E. suplicndole tenga la bondad de encargarse de enviar mis oficios al Presidente
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Bolvar al lugar de su residencia, recogerme la contestacin, y con las medidas de mayor seguridad hacerla venir a mis manos en el concepto de que me hallo expiado pr. todas partes, y qe. este Gobierno hace la ms rigurosa indagacn. de todo papel impreso, o manuscrito, carta, gacetas y todo gnero de corrrespondencia de cualquier parte que venga, se apodera de todo, lo abre, lo lee, y lo entrega, o retiene, segn conviene a sus miras; y este registro comienza desde qe. toca el buque en el placer, amenazando a los capitanes, tripulc. y pasageros con la pena de la confiscacin y otras barbaridades, si ocultan algo. Tenga asimismo entendido V. E. qe. estos blancfagos mantienen espas en esa ciudad, en la Guaira, en Cartagena, y en otros varios puntos p. informarse de lo que ah pasa, de cualquier movimiento que se proyecte sobre esta parte Espaola, y de las opiniones de Colombia acerca de la invasin que han hecho a la fuerza, abatiendo el pabelln que enarbolamos con tanto gusto, y entusiasmo, para colocar el suyo tan odiado, y funesto a la felicidad qe. nos propusimos, y propagar noticias contrarias a las buenas esperanzas de redencin qe. nos alienta. Conviene igualmente qe. V. E. tenga entendido qe. la Independencia Colombiana q.e proclamaos aqu fue bien recibida, y adoptada en todos los dems lugares de la Parte Espaola, sin qe. ni uno siquiera la hubiese repugnado; mas como sobrevino tan inmediatamente la irrupcin de nuestros brbaros vecinos, ahora todos le atribuyen esta desgracia, pr. qe. tal es la rutina del vulgo en las calamidades pblicas, y algunos serviles aprovechndose de esa enfermiza disposicin del pueblo han comenzado a levantar partidos p. la bandera espaola otra vez, contando con auxilios de Puerto Rico y otros recursos, qe. aunque, remotos o del todo imposibles tiene la fuerza necesaria para ganar terreno. Esto ha producido (...) cierta fermentacn. qe. comprendida pr. el gobierno se ha visto precisado a ponerse sobre el quien vive, doblando la guarnicn.
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y reforzando los puestos con otras precauciones del caso. El pueblo se sobresalta, se promueve la emigacin a Cuba, Pto. Rico, y los partidarios de la Independencia pierden influjo. A esto se agrega que la poltica de estos malvados africo: haitianos pinta el estado de Colombia en la ms deplorable situacin pa. desalentar, y yo pienso qe. pa. contrariar los efectos de todas estas maniobras conducira mucho qe. se introdujesen aqu las gacetas, y dems papeles pblicos relativos a los sucesos de las armas Colombianas, a sus mejoras en los diferentes ramos de administracin, viniendo a mi poder con este objeto, pues yo los estendera a los qe. conviniese, sin embargo de toda vigilancia de esta inquisicin, y V. E. no acertar a figurarse cuanto conducir este paso a reanimar los nimos y sostener la opinin, pr. qe. no ve como yo, el consuelo, qe. se recibe, y la alegra en qe. todos entran cuando se consigue uno de estos papeles, por donde se descubre, qe. los malos rumores son sembrados a propsito por los enemigos de Colombia. Aunque V. E. y dems Gefes de la Repca., son demasiado advertidos, y experimentados, no estar dems prevenir qe. Boyer, pa. creer al mundo poltico, que ha sido llamado pr. los pueblos de la parte Espaola. Es falso, es una intriga tramada con este objeto, y a la que se quiere dar cuerpo, publicando algunos documentos relativos a Santiago, y otros lugares fronterizos, pero estas piezas son forjadas despus del suceso, es decir despus qe. en Beler, en Dajabn y Monte Cristy hizo arriar, patear y romper en tiras el pabelln de Colombia, con amenazas de entrar a fuego y sangre, si no enarbolaban el de Hait, y se le sometan. Para sto tena de antemano apostados sus agentes, mulatos establecidos en el territorio Espaol con instrucciones de lo que havan de ser, llegado el caso y pr. es menester decirlo todo, hava tambin entre ellos algunos espaoles desnaturalizados. Cuando Santiago se vi amenazado de una irrupcin a sangre y fuego dobl la cerviz pa. no verse de
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nuevo reducido a cenizas, como en las anteriores invasiones de estos Vndalos, esta es la pura verdad, y puede V. E. estar seguro de qe. ser el primero de los pueblos qe. sacuda el yugo en cuanto se les avise que ha llegado la hora de las venganzas. Permtame V. E., le pregunte, si algunos oficiales adictos de corazn a la Independa.y que me ayudaron a proclamar la del primero de Diciembre ltimo pueden pasar a ese destino en la confianza de ser colocados en el ejrcito, pues muchos lo desean, y se han detenido a causa de qe. los godos101 y sus partidarios han divulgado qe. tres de estos qe. han ido de aqu a all, no han merecido favorable acojida, y son por el contrario tratados con desdn, Yo no he podido persuadrmelo, pero este recelo arredra su determinacin, y yo deseara poderles asegurar, qe. en Colombia hallarn una madre agradecida, y dispuesta a reparar su desgracia y el atraso que sienten en su carrera por haber abrazado su causa. Espero que V. E. disimular generosamente qe. yo distraiga con estos encargos la atencin que le demandan otros ms graves negocios puestos a su cuidado; pero la suerte de Santo Domingo es lastimosa, y se empeora con la dilacin. Colombia la invit, la movi, la precipit a embarcarse en el bajel de sus destinos, y haviendo correspondido al convite, quedar abandonada en medio de los escollos? Permanecer pa. siempre cautiva bajo el poder de estos fieros arraeces? El nombre de Colombia no le habr servido, si no pa. consumar su perdicin, p.a condenarse a una esclavitud cien veces ms ignominiosa q.e la Europea? Todo es posible, pr. qe. los estados, los mismo qe. los particulares pueden olvidarse de su honor: mas, si tambin est reservado este desprecio pa. Santo Domingo, yo estoy dispuesto a no sobrevivir a mi deshonra y a dar satisfaccin a mis compatriotas.
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Dios guarde a V. E. muchos aos, Santo Domingo 6 de agosto de 1822 (fdo) Jos Nez de Cceres. Exmo. Sr. Vice-Presidente de Venezuela, Carlos Soublette102. Se ha discutido a Nez de Cceres su afirmacin de que algunas poblaciones dominicanas entregadas de antemano al haitiano repudiasen la Independencia del 1821, pero esto es absolutamente cierto, tal prueba daremos en otra parte de esta Crtica; y a ms otros elementos ms puros pero siempre equivocados, pugnaban por una libertad bajo la antigua sombra hispana: ejemplo de esa actitud fue la de Diego de Lira y otros. El Capitn de Milicias de Santo Domingo D. Diego de Lira y algunos fieles habitantes de Saman y dems puntos del Este de la Isla recibieron la orden de jurar la Independencia y reconocer el gobierno de Colombia, negndose a ello y ponindose en defensa, y pidiendo en definitiva auxilios a los buques franceses que haba estacionados en aquellas aguas.103 Mas, anteriormente, el jefe de la Repblica del 1 de diciembre del 1821 tan pronto como provey de las urgentes resoluciones administrativas indispensables al nuevo Estado que acababa de nacer, se dirigi al Brigadier don Gonzalo de Arstegui y Herrera Gobernador de Puerto Rico, para que arriara la bandera de Espaa, manifestndole que haba respondido a los patriotas de Santo Domingo que accedera seguidamente a esta indicacin porque le constaba que l abrigaba un corazn liberal y americano. Nez de Cceres lleg a tener alguna esperanza en Arstegui por ser ste cubano de origen, pero no slo atacaron duramente al
Esta carta de Nez de Cceres figura entre los documentos anexos a una monografa escrita por el Sr. Emilio Rodrguez Demorizi, a la sazn estudiante universitario, laureada con el primer premio en el Concurso celebrado por la Asociacin Nacional de Estudiantes etc., el 17 de diciembre del 1932. 103 Documentos remitidos por el Gobernador de Puerto Rico al Ministro de Ultramar espaol, publicados en Documentos Histricos procedentes del Archivo de Indias, t. II, p.93. 171
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emancipador los peridicos borinqueos La Gaceta y El Investigador, a instancias probables de este ltimo, sino que l mismo protesta de la audaz invitacin por medio del Aviso de Gobierno que a continuacin copiamos. Acaba este Gobierno de recibir, con otros varios oficios para diversas Autoridades espaolas, uno en que se le invita a tomar parte y cooperar al plan que han adoptado algunos descontentos y mal avenidos en la plaza de Santo Domingo, y que suscribe el titulado presidente don Jos Nez de Cceres, Auditor de la Guerra, y Juez de letras que era en ella. Slo la obcecacin, la ignorancia o el frenes ms estpido pudo alentar al autor de este papel para dirigirse a mi persona y propalar en su territorio, la confianza y facilidad que tena y hallara a su favor en ella, segn as la preconiza en su comunicacin y lo divulga en sus conversaciones. Por dnde pudo figurarse D. Jos Nez, que Gonzalo Arstegui, podra jams variar de sentimientos, ni creerlo capaz de bajezas ni rateras, para que cuente con su cooperacin al plan detestable que acaba de poner por obra de la desgraciada isla de Santo Domingo? Si no le bastaban, repito, los testimonios que tengo dados en la nacin y fuera de ella, de mi carcter igual siempre, de mis sentimientos firmes, y que no hay en la tierra nada que pueda desmentir ni arredrar mis principios, manifestados constantemente, en que ha fundado sus descabelladas expresiones, su insultante comunicacin su animosa idea de que poda y deba contar con mi autoridad? Me conoce personalmente? Ha conservado nunca conmigo la menor relacin? Tiene alguna noticia de que Arstegui, durante su larga y honrosa carrera, haya jams titubeado en los nobles sentimientos que le animaron siempre, y que fuese capaz de separarse de ellos, aunque las desgracias llovieran sobre la Espaa, hasta no dejar uno de sus hijos? Ha concebido el Sr. Nez que pudiera notarse mi nombre con el ms pequeo tilde
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de traicin ni de ingratitud? Pues en qu funda este iluso el concepto con que me presenta, y la facilidad en escribirme? Ser acaso porque soy americano? Ah! Este nombre me honra, me llena el alma y me recuerda las obligaciones en que el me constituye. S, americano, pero americano que ama a su pas, que lo adora, que quiere verle lejos de las desgracias que lo afligen, que conoce los lazos que lo unen con la madre patria, que es hijo de sus hijos, que no sabe faltar a su cuna, a su obligacin, ni a los juramentos que espontneamente lo ligaron ms a ella. Arstegui desea la paz en la Amrica, pero nunca introducir, para lograrla, los desrdenes y la desolacin. Arstegui conoce bien el sagrado deber que se ha impuesto, los males que hay que desterrar, la prudencia con que debe aplicarse el cauterio que conviene al cncer que lo devora. No protege, ni ha protegido nunca ideas ambiciosas, ni la exaltacin de malvados, ni de intrigantes. El bien pblico ha sido su gua, y constantemente ha sabido batir el egosmo y la delacin. Desea como el primero la pronta terminacin de las desgracias que deplora, pero no las alentara bajo el especioso pretesto de alegras, con nuevas convulsiones y desaciertos. Eso queda para los ilusos, para los ambiciosos, para los que no aman su patria: est reservado para aquellos hombres que nunca conocieron la gratitud, el deber y la justicia; en una palabra, para los hipcritas y preciados de sabios, para los patricidas furiosos, que viviendo de sueos y de quimeras, quieren envolver a todos en sus fantsticas ilusiones. Haya hecho su disparate el Sr. Nez, donde menos debi y cuando menos le convino hacerlo. Llore su locura y vuelva arrepentido al seno de un Gobierno paternal, que ni l ni sus paniaguados merecen; pero que es generoso e indulgente, y no se atreva con sus impuros labios, no digo manchar, a pronunciar el nombre de jefes, que siempre supieron cumplir con las penosas
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obligaciones de su instituto; y tenga entendido que el punto donde manda Arstegui, es y ser siempre leal y firme en su unin ntima a la Espaa, que primero perder mil vidas, antes que permitir el ms pequeo extravo contra la opinin de Puerto Rico, y que en esta Isla no se abrigan semejantes ideas ni hay un solo puertorriqueo que no las deteste y abomine, sin que sea necesario mi estmulo, pues siempre han sido, y sern firmes apoyos del trono constitucional. Y no crea el Sr. Nez, que para ello se vale ni valdr de terrores ni de opresin; no, es Arstegui bastante libre, como debe entenderse la voz, para dirigir a sus subordinados por la ley, usar de sus razones, encaminadas al entendimiento, pintando con exactitud lo que es un gobierno revolucionario y la magna Constitucin que felizmente nos rige. Aslese el Sr. Nez en sus proyectos, deje en pacfica posesin a sus vecinos, no se introduzca a presentarles el detestable veneno que ha derramado en su pas, aprenda ms a conocer los hombres, estudie los deberes de la sociedad, a los de Amrica, los de un empleado respecto de su gobierno, y su corazn de dir: has errado, y en los trminos que yerra el hombre ms vulgar. Me detendra ms en la materia, pero basta para que aquel nuevo proslito de la revolucin no ignore mis principios e intenciones; los pueblos de esa Isla conozcan lo detestable de su jefe actual, igual a la que deja en los que le suceden, e identificada con la de los naturales de esta fiel Isla. Puerto Rico, 29 de Diciembre de 1821. (fdo. Gonzalo Arstegui)104 Porque es de saber que los laureles obtenidos por Bolvar y dems independizadotes en Amrica, junto con la propaganda previa que se haba hecho, fueron otros tantos mviles que hicieron creer a los libertadores de Santo Domingo que la pequea Borinquen respondera inmediatamente a su llamamiento, tal como dicen
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en su Historia de la Insurreccin de Lares los publicistas D. Jos Prez Moris y D. Luis Cueto105. Aunque la misiva transcrita no sirviese para convertir a la rancia autoridad que ejerca pleno dominio en la colonia de la isla convecina, vali, sin embargo de acicate para que se siguiera intensa propaganda con el propsito de obtener la libertad de Puerto Rico, confundindose en estos trabajos de Independencia los patriotas borinqueos y los dominicanos, y utilizndose para el caso emisarios y espas que laboraban tesoneramente en pro de sus proyectos revolucionarios o de emancipacin. Tal actividad se hace evidente en el oficio del gobernador Arstegui al Capitn del puerto de San Juan, el cual dice as: El Capitn D. B. Guillot, Juez fiscal de esta Capitana General, para el seguimiento y sustanciacin de la causa que se sigue a Camilo Prez Ramrez, iniciado en el crimen de espa del gobierno republicano en que se ha erigido ltimamente la parte espaola de Santo Domingo, me dice con fecha de este da entre otras cosas lo que copio: En el proceso que por decreto de V. S. del 25 del corriente estoy formando contra el soldado Camilo Prez Ramrez, del batalln veterano de Santo Domingo, por creerse espa de aquel gobierno, resulta entre otros particulares de sus confesin, que estando arrestado dicho Camilo en la prevencin de aquel cuartel oy la conversacin que tenan varios sujetos de carcter de aquella Isla, en la que se trataba de poner en convulsin a sta; y que para ello se ofrecieron pasar a este destino un tal Valds y otro llamado D. Patricio Rodrguez, capitn que es en la actualidad de aquel Gobierno disidente. Y los traslado a Ud. para que proceda a las indagaciones ms escrupulosas en las embarcaciones etc., Puerto Rico, 29 de Enero de 1822.106
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Obra editada en Barcelona, 1872, p.15. Historia de las Insurrecciones de Lares, etc., p.18. 175
Consta en documentos fehacientes, y en diversos artculos de la poca se habla del frustrado empeo de emancipar a la oprimida Borinquen, aun despus de Gonzalo Arstegui y cuando asumi el poder en la isla de Puerto Rico el Capitn General D. Miguel de la Torre, el mismo a quien venci Bolvar en la batalla renombrada de Carabobo. Se sabe que por el ao del 1823, el general de la Torre segua alerta los movimientos independientes de un tal Carlos Rogoti, de D. Andrs Level de Goda, amigo y entusiasta encomiador de Nez de Cceres, y de un seor Maloni, quien juntamente, con el negro dominicano Castro, se ocupaban de excitar a la rebelin de Puerto Rico, manteniendo correspondencia con algunos amigos suyos residentes en esta Isla y con un tal Escut, que estaba en Bogot, solicitando del Gobierno Colombiano que armara una expedicin contra esta provincia.107 Tales conspiradores solan congregarse en Saint Thomas, y aseguraba a la sazn el negro Castro que no habra de pasar un ao sin que aquella isla de Puerto Rico fuese completamente libre. Fracasaron por desventura tales tentativas de liberacin para la fraterna isla de borinquen, no teniendo otro efecto que recrudecer el rgimen colonial con furibundo odio y opresiones.108 Otro defensor del jefe del gobierno de los setenta das, y no de siete semanas, segn el cmputo que de su duracin efectiva hacen algunos escritores,109 es el Lic. C. Nouel, uno de los autores nacionales ms ecunimes al tratar asuntos histricos, quien ha inquirido: Pero poda Nez de Cceres disponer de los elementos necesarios para
107 Demorizi, Artculo Nez de Cceres y Puerto Rico, publicado en Analectas, junio 8 del 1934, p.111. 108 Moris y Cueto, Historia de las Insurrecciones de Lares, etc. P.18. 109 El Gobierno de los nativos dur desde la noche del 30 de noviembre al 1 de diciembre del 21, en que se dio el grito de Independencia por Nez de Cceres, hasta el 8 de febrero del ao subsiguiente, inclusive, vspera de la entrada de las tropas de Boyer en Santo Domingo, es decir, treinta y un das de diciembre (1821); treinta y un das de enero
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oponerse a la invasin armada que amenazaba el pas? No haba visto desvanecerse todas sus esperanzas de unirse a Colombia, y por consiguiente, de ser protegido por ella para sostenerse en su obra? No se haba negado el Gral. Jos Antonio Pez, Presidente de Venezuela, a aceptar la federacin que el comisionado dominicano Dr. Don Antonio Mara Pineda, le haba propuesto en nombre de Nez de Cceres y de su gobierno, fundado en que las atenciones de la guerra contra los espaoles y la campaa del Ecuador no le permitan disponer del contingente de hombres y de recursos que de l se solicitaban? As, pues, sin auxilio de ningn gnero, exhausto el tesoro, sin ejrcito, porque no poda contar con la cooperacin del batalln de morenos libres, supuesto que su gefe Al haba asumido una actitud esencialmente pasiva, era apremiante y comprometida la situacin del Presidente Nez. Etc. A excitacin de Nez de Cceres reunise el Cabildo en sesin extraordinaria el 19 de Enero, y al enterarse la corporacin por la carta de Boyer, recibida el da anterior, de la situacin del pas, hizo graves cargos a Nez de Cceres, atribuyndole gran
(1822): total setenta das. A tal cifra da asenso el historiador don Emiliano Tejera*. En contra de este clculo est el autorizado fr. Cipriano de Utrera, quien afirma que slo transcurrieron siete semanas entre el mando efectivo de los autctonos y los pronunciamientos en pro de Hait, en la parte espaola de la Isla**. El Instituto de Investigaciones Histricas, en su Acuerdo Primero del 14 de febrero del 1937, ha sostenido el criterio de los setenta das, cuando dice: ... que, el lapso que debe computarse al perodo en cuestin (del Estado Libre), es de SETENTA das, que van desde el grito de Separacin de la Metrpoli del 1 de diciembre del 1821, hasta la entrada de las tropas haitianas comandadas por Boyer en la Capital del Estado Independiente de Hait Espaol***. *Tejera, Monumento a Duarte. Nota de Gustavo Adolfo Meja Ricart dentro de esta nota, MFGC. **Utrera, Dilucidaciones histricas. Nota de Gustavo Adolfo Meja Ricart dentro de esta nota, MFGC. ***Este Acuerdo Primero del Instituto de Investigaciones Histricas se public en La Opinin, febrero del 1937. Nota de Gustavo Adolfo Meja Ricart dentro de esta nota, MFGC. 177
parte de la culpa en los acontecimientos que le haban llevado a aquel estado, principalmente el regidor Don Andrs Lpez de Medrano le ech en cara el haberlos engaado; pero no era ese el momento de las recriminaciones ni de las invectivas, que ni mejoraban la condicin del gobierno ni servan para conjurar el peligro. Era necesario resolver, y resolver pronto: urga, en tan crticas circunstancias, adoptar un temperamento que evitara los males que resultaran de la ocupacin violenta del territorio, por una soldadesca desenfrenada y acostumbrada a todos los excesos. La nica solucin que poda darse al caso extremo en que se hallaba el pas era el sacrificio de su independencia, sometindose a la fuerza que se lo impona y a las exigencias de Boyer, ya que por una serie de contrariedades en la marcha de los negocios pblicos y por los sucesos desgraciados que haban sido su consecuencia, se vea el gobierno independiente en la dura y triste condicin de abdicar su autoridad y su soberana. Este pensamiento tuvo sus opositores entre los miembros del Municipio y dio origen a acaloradas discusiones; pero al fin, cediendo todos a la imperiosa ley de la necesidad, se enarbol ese mismo da 19 de Enero el pabelln haitiano en las torres y fortalezas de la ciudad, con cuyo hecho qued consumada la unidad poltica de toda la Isla bajo el gobierno de Hait, desapareciendo la efmera nacionalidad creada por Nez de Cceres.110 Tambin merece gran estima la figura de Nez de Cceres a los ojos de nuestro historiador Garca, quien mantiene el criterio de conspirador en favor de su Patria que le asigna esta Historia, cuando relata su inmigracin a Venezuela en los comienzos del perodo haitiano para ir en busca de medios con que promover una revolucin reivindicadora del suelo propio sojuzgado. Cuales fueron las principales medidas de seguridad?.
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Las que tuvieron por objeto ahuyentar del pas a todas las familias tildadas de espaolismo, en cuyo nmero entraron las que tenan bienes que se les pudieran confiscar, con las cuales se emplearon cuantos medios reprobados sugiri la maldad, para llenarlas de terror y ponerlas en el camino de la emigracin, que tom tambin don Jos Nez de Cceres, animado por la esperanza de encontrar en Venezuela elementos y recursos con qu librar a su pas de la dominacin haitiana.111 Y el mismo don Jos Gabriel Garca con su voto da asenso a nuestra anterior opinin, en su artculo Del Gran Pronstico, en el cual trae la razn porque el caudillo de la Independencia, tuvo constreido por las circunstancias a no poder hacer otra cosa. Finalizando con este grito de admiracin hacia su excelsa figura: Como se ve, los hechos haban tenido ms eficacia que las razones (frase que constituy un vaticinio para el futuro, pronunciada por D. Jos Nez de Cceres en su famoso discurso en el Consejo Municipal a que se refiere en ms de una oportunidad este libro), y el gran pronstico del Lic. Don Jos Nez de Cceres quedaba cumplido: Gloria, pues, a ese sabio ilustre, gloria a Duarte, gloria a Snchez, trinidad patritica que simboliza la encarnacin de la autonoma poltica de Quisqueya.112 Ahora bien, un juicio honra sobre manera la memoria del primer hombre de accin de su poca que fue Nez de Cceres, entre nosotros, es decir, el que nos da la obra indita y trunca probablemente por la trgica muerte de su autor, el viril parlamentario don Santiago Guzmn Espaillat, El Ideal Nacional, que pasamos a trasladar a esta crtica.113
Hist. Sto. Dgo., t. 2, pags. 276 y 277. Revista de Educacin, ed. 31 de diciembre de 1921, p.445. 113 Hombre que se distingui en el parlamento en su oposicin al Gral. Ramn Cceres cuando se vot la Convencin Domnico-Americana, luego fue victimado en el rgimen de los Victorias por un sicario quien fue mandado a matarle ex profeso.
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El movimiento separatista de Nez de Cceres fue una precipitacin; pero precipitacin inevitable. De ah sus resultados negativos. Si la conspiracin por Hait, ya visible con los pronunciamientos de Dajabn y Monte Cristy, indicaba adhesin a los principios republicanos y desamor a Espaa, bien pudo pensar Nez de Cceres, como contrarresto, que la ereccin de Santo Domingo en Estado republicano autonmico, satisfara a todos los enemigos de Espaa, as como el lazo federativo con Colombia contendra las ambiciones haitianas. Una y otra previsin fallaron. Los hechos demostraron que los conspiradores haitianizados slo queran nuevos amos, sin parar mientes en que los que se haban dado eran los ms antitticos con la ndole del pueblo dominicano. La campaa de Bolvar en el Ecuador no permiti a Pez dar los auxilios solicitados y la obra del ilustre Auditor indefectiblemente tuvo que destruirse por no contar en el pas con los recursos indispensables. Adversas como fueron las circunstancias a Nez de Cceres, el fracaso no mengua en nada su gloria y su grandeza. Jurisconsulto notable, hacendista competente, maestro de la juventud y restaurador de la Universidad, de ideas avanzadas y clara visin de estadista, fue el primer dominicano que dio forma y realidad a las vagas aspiraciones de independencia. Por su actuacin resulta la figura ms connotada y prestigiosa de su tiempo; y es, en el orden cronolgico, nuestro primer hombre de accin, aunque muchos prefieran ese calificativo para el Caudillo de la Reconquista. Pero Don Juan Snchez Ramrez, hbil y valeroso, no fue ms que un soldado afortunado. Espaol de corazn, representa el pasivo tipo colonial, de iniciativas escasas o nulas, acostumbrado a recibirlo todo de la Metrpoli: funcionarios, leyes, recursos, y cuanto haba de menester la infeliz colonia para sus limitadas necesidades. Si por las acciones blicas no, por la trascendencia y oportunidad del pensamiento cabe
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parangonar a Nez de Cceres con San Martn de preferencia a otro prcer de la emancipacin americana. Etc..114 Pero para quien merece todas las exaltaciones el licenciado Nez de Cceres por su mentalidad y como eximio prcer es para la pluma enftica y bien tajada de don Mariano Antonio Cestero: Aqu de una digresin referente a Nez de Cceres y su eminente proeza, escribe, por algunos mal comprendida y peor juzgada. Cceres fue una preclara inteligencia de viril quisqueyano vaciada en molde de concienzudo evolucionista, no, como errneamente hse podido creer, desacertado y, a destiempo innovador poltico. El supo en buena hora y bien elegido momento fijar lemas propicio a su concepcin patritica, coronada por el triunfo: pero ah! el pas no correspondi a lo que dignidad y conveniencia de concierto le pedan, l no supo aferrarse con ardoroso cario a la Independencia; no la apret contra el corazn, con efusiva verdad, no la custodi y menos defendi con solcita y potente virilidad; antes al contrario, por laxitud y desnimo hzola efmera y vila, en breve instante, desvanecida perecer... Sin embargo, rectifiquemos este juicio. No fue el pas, s que el elemento conservador la causa averiguada, el fautor del dao; una parte conspirando infames! por desquiciar la obtenida autonoma, el resto paralizando con su consuetudinario desvo, cuando de ejercer actividades costosas en sacrificios se trata, enervando descredos! hasta el anonadamiento, todo cuanto fuera civismo, y vigor nacional... Cceres infiri, discurriendo como pensador de alto vuelo y patriota de excepcionales altiveces, que era preferible por dura y cara que a la ciudadana resultase, vida libre, soberana, capacitada para realizar la felicidad social, de que no se tena ni tenue goce, y aquietarse
114 La Cuna de Amrica, No. 32, diciembre. 3 del 1911, y reproducido por Analectas No. 12, junio 24 del 1914.
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con dignificadores atavos nacionales, totalmente desconocidos, a la msera existencia en que ao tras ao languideca la Colonia, desatendida, desdeada, sumida en luctuosas desventuras, revolvindose en vergonzoso marasmo moral... ante previsiones de lo futuro, mirando a Occidente, nada temi el aventajado hombre pblico que fuera parte a inclinarle a prevenir de riesgos la Independencia, porque tena fija en la conciencia, confindose a ella, esta eterna y cortsima sentencia: al pueblo que quiere ser libre ningn poder lo sujeta a esclavitud... Todo en Nez de Cceres, inclusive y especialmente la discretsima frmula de la Independencia, engarzada confederativamente, en la Unin Colombiana; todo, todo, da fe y acredita de cuerda, atinada, trascendental su patritica evolucin. Equivocose, sin embargo, el insigne repblico? Resultaron ilusorias sus sabias inducciones polticas?... Pues asimismo, con meras diferencias, equivocronse sus continuadores Duarte y Snchez, y los que, imbuidos en idnticas intuiciones patriticas que stos, pisaron sobre sus mismas huellas... Etc..115 Y as bien puede afirmarse que el eminente ciudadano que haba tenido la audacia de avanzar el destino de nuestro pueblo libre, no se hizo acreedor de modo alguno al vituperio de sus contemporneos o el dicterio de la Historia por su devocin a Boyer, ni jams sta existi, a diferencia de sus conspicuos colaboradores que a la sombra del rbol extrao tuvieron nombrada, prebendas y haciendas. Digamos, pues, y esto es lo cierto, que si la personalidad humana, independiente y enrgica de Nez de Cceres, vale, es precisamente por su misin providencial y por el fin histrico a que coadyuva en la autonoma de su Patria, al cual quiz no sea del todo ajeno su sentido de adaptacin al medio sin el cual hubiera perecido todo concepto futuro, aunque todava endeble, de la nacionalidad y
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de la raza. De donde se infiere que, lejos de condenarle la Historia por prosaica que sea en su interpretacin de la realidad, ser siempre el hecho emancipador que el hroe afirma y realiza, ms brillante y provisto de humana poesa actual y posible, que otros hechos y otros hroes ms adentro de la realidad histrica que todos los ojos ven, pero que al quedar depurados se desmedrarn siempre en vez de magnificarse como sucede a la figura ya simblica del precursor de nuestra ms remota Patria. Y si bien se mira, gran parte del prestigio que llevara ste consigo, no consiste slo en el exceso de su personalidad violentamente acentuado por sus crticos o apologistas, sino en que, lejos de aparecer sus actos como arbitrarios y ajenos del fin comn, tienen un valor representativo dentro de este mismo fin, ya por contraste y oposicin , ya como protesta contra un estado social dominicano, imperfecto o vicioso, y preparacin para otro ms alto que an puede estar en camino, o que no llegar nunca; en lo cual viene el Lic. Nez de Cceres a asemejarse a grandes personajes histricos que han ejecutado muy mayores cosas sin darse cuenta ni razn clara de ellas. As los personajes que se mueven en un pas de sombras, y los cuales tienen tan dudosa vida como Esplandin o como D. Cirongilio de Tracia. Por esto, dice Menndez Pelayo, que gloria ser siempre del gran Schiller haber descubierto aquella ley de eterna armona esttica, clave del drama histrico, tal como l la ejecut siempre, es decir, como el punto de interseccin entre el drama de la pasin individual y el drama de la plaza pblica. As se explican esas misteriosas figuras de mujeres y de nios, colocadas por la tradicin, como hijos terminales, al principio de toda gran evolucin histrica; como si el drama del hogar fuese inseparable del que se desata por la voz de los tribunos o por el pual de los conspiradores. As, en la fantasa popular que abrillanta los orgenes de las repblicas, la sangre de Lucrecia y de Virginia es
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riego lustral y expiatorio para la libertad romana, y la flecha del arquero Tell rubrica la carta de las franquicias helvticas.116 Importa adems aclarar que en la comunicacin de Boyer a Nez de Cceres, que traeremos a anlisis en el curso de esta crtica histrica, se confirma todo el inters que puso el Jefe de la Invasin de los hombres de Occidente en halagar al ya derrocado Presidente del efmero Estado del 1821, y como aqul hace toda clase de promesas al viril patricio nativo para inducirle a la sumisin y fidelidad al dominio extranjero. As le dice, entre otras cosas: ... No espero encontrar en todas partes sino hermanos, amigos, hijos a quienes abrazar; pero no habr obstculo que sea capaz de detenerme; etc. Y en cuanto a Ud., ciudadano, que creo animado como me anuncia del solo inters de la Patria, abra su alma a la ventura y a la confianza, porque la independencia de Hait ser indestructible por la fusin de todas las voluntades y afectos en una sola voluntad y alma nacional. Tendr asegurados sus legtimos derechos a mi consideracin y estima, y poseer Ud. ttulos de gran valor para ser opuestos a sus conciudadanos que le honrarn, tan pronto como llegue mi ejrcito a Santo Domingo; etc.. Nada quita valor intrnseco y prestigio de apstol a esta gran figura nacional que ahora sometemos al crisol imperecedero de la Historia, pues el propio ex ministro Ardouin rinde tributo lisonjero a su memoria, aunque impensadamente, cuando denuncia que la vanidad y orgullo de Nez de Cceres esperaban este momento (la toma de posesin en el Cabildo de Santo Domingo, por parte de Boyer), para manifestarse con su protesta como jefe que haba sido de la revolucin del 1 de diciembre del 1821. Confirmar tambin lo que dejamos dicho, el que se sepa qu trato afable y respetuoso prodig el avisado jefe contrincante a
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nuestro infortunado patricio, cuando entraron las soberbias tropas extraas con aire triunfal de quien penetra en ciudad conquistada heroicamente, puesto que, es de advertir, que en la Puerta del Conde se hallaba el Lic. Nez de Cceres rodeado de altos dignatarios de la Ciudad, en el instante en que lleg el presidente Boyer, y bajndose ste de su caballo, dile al primero, un abrazo, con abandonada prenda de reconocimiento por su aparente resignacin a reconocer la autoridad de Hait; pero cuya solicitud luego deba desmentir aquel prcer con su ruidoso discurso en el Cabildo a que ya volveremos a referirnos en otro lugar de esta obra. Aqu viene algo acerca de actos que competen a Nez de Cceres, y que nos darn el criterio exacto que debe merecer ste, quien slo hubo de rendir sus armas de emancipador ante el abrumador hecho de que todos los que le rodeaban y gran parte de la conciencia espuria dominicana, ya haban acatado el mismo, real o engaosamente, pues en materia de esta ndole las falsas realidades de los hechos equivalen a los hechos mismos tal como veremos en muchos de los pasajes ms importantes de nuestro relato nacional; y sin contar con que a Cceres las ms adversas circunstancias le cercaron o pronuncironse en su contra: evocaremos nicamente ahora, los sucesos a que dieron lugar los blancos colonos establecidos en Saman, cuando la llegada de Juan Pedro Boyer. No dejaremos tambin de hacer mencin del incidente aquel franco-haitiano, a favor de Espaa, presentado por el almirante Jacob, y alentado por el comandante Douault. A raz de ambos sucesos el Presidente de la endeble Repblica puesta bajo la sombra protectora de Colombia, haba escrito a ste ltimo el 30 de enero del 1822, sabedor ya de que el ejrcito haitiano avanzaba hacia Santo Domingo, para incitarle a la resistencia en Saman a los proyecto del invasor Boyer. ofrecindole su personal concurso y el de la escasa gente con que contaba, mas a lo cual no pudo acceder el
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dicho comandante Douault porque esperaba nuevas del Gobernador de la Martinica a quien se haba dirigido en consulta para tomar resolucin con el fin de amparar bajo el pabelln galo a la Pennsula. Termina ya en puridad lo que pudiramos llamar la vida pblica del Lic. Nez de Cceres, aunque luego trataremos algo ms acerca de l, en la era haitiana, y su salida de la Patria, camino de la costa Firme, bien que ya hablamos de cmo anduvo por all hasta su muerte en Mjico, Pero es lo cierto que mucho ms podra decirse en elogio del padre de la Repblica en este perodo, de quien ya el elocuentsimo Padre Merio hizo la siguiente apologa: Se acerca ya s, no ha llegado aun el da de reparacin para el esclarecido ciudadano, que por haberse adelantado a sus compatriotas en el camino del progreso poltico, social, stos no lo comprendieron, y la nota de infamia que por aquel hecho quisieron imprimir a la frente del noble patricio, hasta los que en 1861 pidieron cadenas al extranjero para uncir su patria al poste del oprobio, se ha ido transformando a los ojos de la posteridad en una esplendente aureola de gloria, porque es innegable que tiene la de haber sido el primer dominicano que quiso libertar la patria, rompiendo el yugo colonial que pesaba sobre el suelo de la Espaola hacia trescientos veintinueve aos.117
117 Logroo, Historia Patria, t. I, pags. 198 y 199; Merio, Geografa fsica, histrica y poltica de Santo Domingo.
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Captulo Tercero
No entr en el dominio de la Historia el hecho poltico de la unin a Colombia. Falta de acuerdo previo entre el Genio de la Libertad de Amrica y nuestro prcer Nez de Cceres. Presunciones que se deducen de los textos haitianos y que parecen explicar mejor la causa que impidi que el Libertador de Amrica se pusiera en pugna con la Tierra del Gran Petin: la tradicin. Pruebas directas e indirectas. El linaje dominicano de Simn Bolvar, y la culpa del desamparo a nuestra patria que se le achaca por parte de algunos de nuestros historiadores y publicistas.
de Bolvar, ni pudo disponer ayuda, por escasez de contingente de tropas, armas y dineros que se solicitaban por parte del Comisionado del Gobierno Dominicano. Resta examinar una cuestin previa muy discutida recientemente en lo que respecta a este incidente histrico. Era cierto que Bolvar haba prometido a Nez de Cceres su cooperacin y haban estado en correspondencia con anterioridad al acto del 1 de diciembre del 1821? Nada lo revela. Por conjeturas posteriores que haremos parece muy improbable que el Caudillo se comprometiera en la libertad de la parte Espaola, dndole la espalda al pueblo haitiano que le tena dada ayuda liberal y desinteresada, pues lazos de gratitud le unan a Alejandro Petin, tal cual sealaremos casi a rengln seguido. Adems hemos escudriado todo lo que se refiere a esa poca, todas las colecciones de cartas de Bolvar que han llegado hasta nosotros, y ninguna correspondencia estaba dirigida al jefe de la Conjura del 21. En contrario aporta una prueba indirecta e implcita, hasta cierto punto, el Dr. Vicente Lecuna ya citado, en su notable trabajo Las Campaas de Bolvar, cuando asegura el hecho apuntado con anterioridad de que no se pudo dar auxilio a nuestra Repblica por parte de Colombia. La colonia de Santo Domingo, dice, la ms antigua del nuevo mundo, enarbol tambin la bandera colombiana, pero desgraciadamente no se pudo prestarle auxilio alguno, y fue invadida y ocupada por los haitianos. A ms de que una carta escrita en la ciudad de Popayn, fechada el 9 de febrero del 1822, dirigida por Bolvar a Santander, nos revela, tcitamente, por lo menos, que muy tarde fue sabido por el Libertador por antonomasia de toda Amrica, la proclamacin de independencia de la parte espaola de la isla de Santo Domingo por parte del
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licenciado don Jos Nez de Cceres; pero que el general Simn de Bolvar estaba inclinado a prestar ayuda a los dominicanos bien que no tanto por generosidad como por poltica prctica americanista. La referida epstola refiere, entre otras cosas, lo siguiente: ...Ayer he recibido las agradables comunicaciones sobre Santo Domingo y Veracruz, del 29 y 30 del pasado. Mi opinin es que no debemos abandonar a los que nos proclaman, porque es burlar la buena fe de los que nos creen fuertes y generosos; y yo creo que lo mejor en poltica es ser grande y magnnimo. Esa misma isla puede traernos, en alguna negociacin poltica, alguna ventaja. Prejuicio no debe traernos si le hablamos con franqueza y no nos comprometemos imprudentemente por ellos, etc..118 Esta comunicacin del 9 de febrero del 1822, fecha en la cual el general Boyer haba entrado ya con sus tropas invasoras en Santo Domingo, parece evidenciar, hasta cierto punto, de que eran infundados los cargos a Bolvar acumulados por algunos publicistas, puesto que su nimo era prestarnos proteccin y no dejar en el vaco el pensamiento de confederacin de nuestro Estado a la futura Gran Colombia, formulado por Nez de Cceres en su notabilsima Declaratorio de Independencia y en el acto confirmativo del mismo da 1 de diciembre del Gobierno Provisional de la Repblica. Otra prueba de que no hubo acuerdo previo entre los dos emancipadores sealados, el Libertador de Amrica y nuestro libertador primero, es la que trae una Carta enviada por el Gobernador de Maracaibo al Ministro de Guerra y Marina del Gobierno que tena su asiento en Bogot, fechada el 2 de enero del 1822, que dice as: ...El Capitn Juan Delgado que acaba de llegar a esta plaza procedente de la Vela de Coro, me ha trasmitido la plausible noticia de haber visto all pocos momentos antes de su salida, varios impresos de la isla de
118 Esta misiva consta en el tomo III, Cartas del Libertador, publicada por el Dr. Vicente Lecuna, p.19.
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Santo Domingo, en que se asegura la transformacin que hizo a costa de sus propios esfuerzos declarndose libre e independiente del gobierno de Espaa, agregndose y reconociendo al de Colombia, a cuyo fin haba llegado a Curazao una misin de la junta gubernativa de la expresada isla a tratar con el gobierno de Colombia: que en los mismos papeles se asegura la proteccin y auxilio de toda clase que le ha ofrecido la Repblica de Hait; y creyendo como debe la exposicin del dicho oficial, tengo la satisfaccin de ser el primero que eleve al gobierno tan lisonjero acontecimiento; pues el bello ejemplo de herosmo que ha dado Santo Domingo a las islas vecinas, ir completando la desesperacin y desengao de nuestros enemigos. Le aviso a V. S. para su inteligencia y que se sirva trasmitirle al conocimiento de S. E. el Vice-Presidente. A pesar de que la carta de Nez de Cceres a Soublette, del da 6 de agosto del 1822, parece sembrar en nuestro nimo cierta duda racional acerca del acuerdo preestablecido entre Bolvar y nuestro Nez de Cceres.119 De todos modos no es punto an bien dilucidado por la Historia, y para explicarlo caben algunas conjeturas. Quizs una circunstancia aclare parte del misterio! En la fuente haitiana abrevamos que vino a recalar a Los Cayos la expedicin que formaba Bolvar, Brin, Bermdez y Aury, entre otros emancipadores sudamericanos; pero habiendo surgido dificultades entre ellos que ponan en peligro tan trascendental empresa, el presidente Petin dio el comando de una flotilla al marino Luis Brin120 para que regresara a su patria, prest a Bolvar el
119 Vase la Carta de Soublette, en la Nota No. 105. Se actualiz el nmero de la nota para esta edicin del libro, MFGC. 120 No se ha podido indagar con exactitud los elementos que en aportacin de la empresa fueron suministrados por el generoso Brion. Este intrpido marino, descendiente de holandeses, naci en Curazao el 6 de julio del 1782. Se educ en Holanda y en los Estados Unidos de Amrica.
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concurso de su mediacin para que cesaran tales diferencias y rivalidades entre l, el general Bermdez y el comodoro Luis Aury, y orden al Gral. Marin entregar a este ltimo 2,000 piastres como indemnizacin por reparaciones alegadas. Dando muestras Petin de sus simpatas por tan noble causa que esos inmortales aventureros encarnaban exagera su largueza, hcele dar al mismo Libertador 4,000 fusiles, 15,000 libras de plvora, 15,000 de plomo, armas, etc. Y permite a los expedicionarios reclutar haitianos para servir en las tropas independientes de la Costa Firme.121 No obstante el Dr. Vicente Lecuna relata en su folleto Expedicin de los Cayos de que no se sabe a punto fijo la cifra de los elementos de guerra cedidos por los haitianos: el general Marin asegura consistieron en 15,000 libras de plvora, 15,000 libras de plomo, 4,000 fusiles, una imprenta y una fuerte cantidad de dinero, cuya monta no indica. Mas, como se ha referido, el 26 de enero no recibi Bolvar sino 2,000 fusiles y cierta cantidad de cartuchos; y despus slo sabemos de la orden del 7 de marzo de entregarle 10,000 libras de plvora y 15,000 de plomo; a los pocos das le fue cedida la imprenta, y el 25 de febrero se rescindi la venta de 1,500 fusiles, negociados con Brin, para que ste pudiera darlos a Bolvar.122 De acuerdo con la obra Vida de Bolvar, escrita por Larrazbal, la Tesorera de Hait para no dejar constancia de tal ayuda a los patriotas venezolanos, gir varias sumas por mediacin del negociante ingls Southerland, el mismo que recomend a Petin que cooperara con Bolvar y quien a su vez contribuy con recursos propios a la Expedicin.123
Ardouin, Estudio Hist. Hait, t. III, p.186; t. IX, pags. 101 al 103; Lecuna, Expedicin de los Cayos, foll. de 42 pags.; Blanco y Azpurua V., Expedicin de Bolvar por Marin, 405. 122 P.27, obr. cit. 123 Exp. de los Cayos, etc., p.27. 191
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El historigrafo Lecuna ya mencionado le atribuye otro motivo al eficaz amparo de Petin. Mas se ha ponderado la filantropa de Petin que sus talentos polticos; pero sin menospreciar sus nobles sentimientos debemos reconocer su sagacidad respecto a los intereses de su raza y de su pueblo, pues fomentando la rebelin de la Amrica espaola, serva a la vez la causa de la libertad, representada en ese momento por Bolvar y sus compaeros, y contribua a crear obstculos a los propsitos de la Santa Alianza, y por tanto a la Francia, empeada en la reconquista de Hait.124 Parece as que por una deuda sagrada hacia la patria de Alejandro Petin no se trat de pugnar por los ideales emancipadores de Nez de Cceres, lo cual confirma en mucho una tradicin que consiste en que debi existir un pacto secreto entre Bolvar y el susodicho gran patriota de Hait, por cuya virtud, el primero dejara al segundo, manos libres para acaparar toda la Isla que se hubo proclamado indivisible desde el acta de Independencia occidental. No damos completo asenso a tal especie que se ech a rodar desde aquellos tiempos memorables! Pero todava aceptando la verosmil hiptesis de gratitud hacia los haitianos, habra causa para atenuar la responsabilidad de negligencia que recaera en ese hombre predestinado que cargaba sobre sus espaldas ciclpeas todo un Continente. Sobre todo cuando ha podido comprobarse que l
Hay disidencias entre los historiadores referente a la fecha de partida de la empresa blica pero es ms verosmil la que fija el boletn nmero 1 del Ejercito Libertador, es decir el 31 de marzo, y sta debi de ser tambin la misma fecha en que maniobra la escuadrilla emancipadora, desde el fondeadero de la Beata en su ruta al Este, segn el citado Lecuna*. Ni tampoco estn de acuerdo los narradores acerca del nmero de los expedicionarios. Se estima en 250, la mayora oficiales, de aceptar las afirmaciones de Baralt, Lecuna y otros escritores**. *Lecuna, foll. cit., p.51. Nota de Gustavo Adolfo Meja Ricart dentro de esta nota, MFGC. **T.1, pag. 410. Nota de Gustavo Adolfo Meja Ricart dentro de esta nota, MFGC. Expedicin etc., p.31. Nota de Gustavo Adolfo Meja Ricart que no corresponde a ninguna numeracin en el texto, MFGC. 192
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se hallaba fuera del territorio venezolano, y desconoci en verdad el hecho por el cual se le acusa! O de lo contrario habra que admitir que el alma grande de Bolvar obedeci en este triste incidente a uno de esos arranques egostas que restaban porcin muy noble a su gloria: dndole as las espaldas a un doble vnculo de raza y de origen. Es cosa averiguada que el Genio de la Libertad de Amrica era de progenie dominicana: D. Jos Antonio Bolvar de la Santsima Trinidad, El Libertador, naci en Caracas en la noche del 24 de julio del 1783, y era hijo de don Juan Vicente Bolvar y doa Mara de la Concepcin de Palacio; pero por lnea paterna tena como ascendiente a D. Simn de Bolvar, el Mozo, nacido en Santo Domingo, quien era as el quinto abuelo del hroe. Este don Simn de Bolvar, el Mozo, que se halla enterrado en nuestra Catedral y dej descendencia en Santo Domingo, era a su vez hijo de D. Simn de Bolvar, el Viejo, quien el ao del 1859, y no 1887 como dice Oviedo y Baos y algunos historiadores, lleg a Caracas como Secretario de Residencia, junto con don Diego de Osoria, nombrado Gobernador y Capitn General.125 Adems la genealoga acusada de Simn de Bolvar se evidencia en la Informacin de Mritos y Servicios, que se levant en la muy noble y leal ciudad de Santo Domingo de la isla espaola, a los 29 das del mes de Agosto del 1567, ante los seores presidente y oidores de la audiencia y cancillera de su Majestad.126 Aparte hemos dejado tambin otra razn histrica que una una amistad y camaradera a algunos de los libertadores de Amrica con ese Petin. As, por el ao 1792, tom servicio en el ejrcito de Blgica mandado por Dumouriez, el insigne Francisco de
Luis Alberto Sucre, Historia Genealgica del Libertador, p.59. Sucre, Hist, General. Libertador, p.191; Archivo General de Indias en Sevilla, Est. 53, c. 1, lg. 12; Expediente remitido en copia a la Academia Venezolana de la Historia, de la cual es miembro de nmero el Dr. Luis Alberto Sucre.
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Miranda, y en ste era el general Alejandro Petin su compaero de armas, vinculndole a l lazos de entraable afecto.127 Y a ello poda no ser indiferente la actitud de Colombia con la Repblica de Nez de Cceres. Precisamente, una carta del gobernador don Carlos Urrutia al presidente Petin, la cual consta en los Documentos procedentes del Archivo de indias, t. II, p.94, consigna la protesta del primero al segundo por un apresto blico y desembarco que se anunciaba para Santo Domingo, que daba consistencia a otra versin de que se tena en mientes una expedicin de Bolvar a Santo Domingo, dirigida desde Hait.128 Sobre todo, cuando el general Alejandro Petin contesta con hbil evasiva a la comunicacin de Urrutia: ...que aunque el gobierno espaol, escribe, no haba celebrado con l ningn tratado de alianza en cuyo nico caso era que estara comprometido a impedir la hostilidad de otro agresor al Gobierno Espaol, sin embargo, no descuidaba las consideraciones de una mutua armona con que hasta all haban corrido ambos gobiernos locales. Etc..
Carta indita hasta el ao 1811, la cual public en su obra Napolen y la Independencia de Amrica, el celebrado historigrafo D. Carlos A. Villanueva, dirigida la misma por Miranda a Petin, desde Valenciennes, fechada a 26 de octubre, 1er. ao de la Repblica Francesa. 128 Salvo que se refiera, erradamente, la dicha misiva, a la expedicin que permiti Petin a los emancipadores Bolvar, Bermdez, Brin y Aury, en Los Cayos, en el aos 1816. 194
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Apndice
No ms dependencia, no ms humillacin, no ms sometimiento al capricho y veleidad del Gabinete de Madrid. En estas breves y compendiosas clusulas est cifrada la firme resolucin que jura, y proclama en este da el pueblo Dominicano. Rompi ya para siempre desde este momento los gastados eslabones que lo encadenaban al pesado y opresivo carromato de la antigua Metrpoli; y reasumiendo la dignidad y energa de un pueblo libre, protesta delante del Ser Supremo, que resuelto a constituirse en un estado Independiente no habr sacrificio que no inmole en el altar de la Patria para llevar al cabo la herica empresa de figurar, y ser admitido al rango y consideracin de los dems pueblos del mundo poltico. El ignominioso pupilaje de 328 aos es ciertamente una leccin demasiado larga y costosa, que a todos desengaa por s sola y sin mayor esfuerzo de ningn fruto que se ha sacado de la fantica lealtad a los Reyes de Espaa. Con este falso dolo, levantado por el error, y sostenido por una supersticin poltica, se haba logrado aletargar el espritu, y burlarse de la credulidad de un pueblo naturalmente bondadoso129 y sencillo. Ser fieles a la Espaa, aguantar con una paciencia estpida los desprecios de la Espaa, no vivir,
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no moverse, no ser nosotros, sino para la Espaa, era todo y lo nico en que hacamos consistir nuestra felicidad, la fama de nuestras virtudes y la recompensa de los ms distinguidos servicios. Si hay todava entre nosotros almas tan bajas, y vendidas al servilismo, que se atrevan a contradecir estas verdades de experiencia, vuelvan por un instante sus fascinados ojos al espantoso estado de ruina y desolacin en que yace sumida la parte espaola de la Primada del Nuevo Mundo. No les pedimos que se remonten a la infausta poca, en que una orden del Divan espaol fue bastante para demoler, porque no poda guardar las plazas martimas de Bayaha, la Yaguana, Montecristi y Puerto Plata, a donde concurran los holandeses y otros extranjeros a proveerlas de las mercaderas que la Metrpoli no les proporcionaba. Acrquense de una vez a los recientes sucesos de nuestra edad, comenzando su examen por el furioso huracn130 de la cesin; numrense,131 si estn dotados de tanta insensibilidad, el diluvio de plagas que arroj de s este torbellino, y difundindose por el hermoso y frtil suelo de Hait, han convertido sus campos en desiertos, y sus ms ricas y vistosas ciudades en escombros y cenizas. Echen todava, si quieren, un denso velo sobre la melanclica historia de las muertes, hambres, y dems horrores del ltimo sitio, que pusieron a esta capital los naturales para arrancar su posesin del poder de los franceses, y fjense unicamente en el da once de Julio de 1809, da para siempre memorable, en que la Isla abandonada, la isla que sirvi de rescate a las provincias Peninsulares, ocupadas por las victoriosas armas de la Repblica francesa, y la Isla en fin que salv en aquella crisis apurada el trono vacilante de Carlos cuarto, de su libre y espontnea voluntad, ata de nuevo los vnculos disueltos por el tratado de Basilea, y se complace con el ms sincero y cordial
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jbilo de la estrecha alianza que renueva con su antigua y desdeosa Metrpoli. Si Santo Domingo hubiera cometido desde su descubrimiento alguna enorme culpa, o contrado un grave reato para merecer la indignacin y la ojeriza de la Espaa, parece que con el arrojo y feliz xito de la reconquista tena derecho a esperar un general olvido de su desmrito, y las mas afectuosas demostraciones de gratitud. Sin embargo, salgan a la palestra los hroes de ese rasgo de lealtad nunca visto en los anales de los pueblos fieles, las viudas, los hijos, los padres de los que murieron peleando, por ser sbditos de una nacin que los cede, y acosa de su gremio, como a una manada de carneros, o han muerto de necesidad, o estn sujetos al mezquino socorro de dos y tres reales diarios de velln: los que en la campaa ocuparon los primeros puestos por su valor y habilidad, apenas se entra en la plaza, descienden a los grados inferiores, o se quedan sin nada. D. Manuel Carvajal132, el bravo defensor de Manganagua, el segundo de D. Juan Snchez, y que se duda no sin fundamento si trabaj ms que l, o si se opuso con ms frecuencia a los peligros de la guerra, est por recibir una expresin de que sus servicios han sido gratos. Con el mismo dolor muri Don Pedro Vsquez, otro campen de los que ms se esforzaron y combatieron por el logro de la reconquista, y al cabo de doce aos sale diciendo el Editor de la Miscelnea del da 11 de Noviembre ltimo, que para satisfaccin de aquellos a quienes pueda interesar, se halla autorizado por el Jefe poltico para publicar, que en oficio de 7 de Julio de este ao, que le ha sido dirigido por el ministerio de la Gobernacin de Ultramar, entre otras cosas le dice S. E., que el Rey le ha mandado avisar al Ministro de Guerra lo conveniente para que se despachen los grados y condecoraciones naturales por la reconquista.
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No es ya tiempo de que se nos quiera adormecer y arrullar, como a nios, con estas vanas esperanzas. Las mismas ofertas se han hecho y repetido en diferentes ocasiones, y estamos por ver su cumplimiento. Es menester que se nos repute y tenga todava en la clase de unos seres imbciles y faltos de racionalidad, comos se crea a los principios del descubrimiento de la Amrica, para que el Ministerio de Ultramar, el Jefe poltico y Redactor de la Miscelnea se figuren que con esa gota de agua fra puede apagarse el furioso volcn de la indignacin, que ruge y brama reconcentrado en el corazn de los naturales. Para despachar patentes de grados superiores a los Europeos, conferirles los primeros puestos militares, destinar a esta plaza oficiales ociosos, sin cuerpos ni compaas, organizar los dispendiosos ramos de artillera y de ingenieros, recargar sueldos sobre las exhaustas rentas de esta Provincia, para estas y otras medidas que de da en da la llevan rpidamente a su exterminio, si han tenido sobrado lugar los ministros y no se ha necesitado de reiterar las rdenes del Rey; mas doce largos aos no han sido bastantes a enviar los auxilios militares, que se han pedido con tanta urgencia, y de que hay tan absoluta falta, y menos para recompensar los sacrificios de los valientes y liberales, que derramaron su sangre, y dieron sus bienes para rescatar el suelo patrio de la dominacin francesa, y presentarlo como una fresca vctima a la Espaa en testimonio de la ms firme y tenaz adhesin. Mas para que anublamos con estos amargos recuerdos el hermoso y despejado da de la regeneracin poltica de Santo Domingo? Si la serie de injusticias, agravios, abusos, vejaciones y abandono, fueran el nico mvil de esta saludable mudanza, acaso ningn otro pueblo de Amrica podra bosquejar un cuadro ms cargado de negras sombras y espectros horrorosos que esta desgraciada Isla. Ella fue la primera en el rden de los establecimientos, y est siendo la ltima en el adelanto, y progresos de cuanto constituye el bienestar de los pueblos. Sin embargo de los cual, para justificar
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nuestra causa no necesitamos de recurrir a la odiosa enumeracin de las tempestades y vicisitudes que hemos padecido: sentimientos de honor, principios de justicia, razones de utilidad y conveniencia pblica son los nobles impulsos que nos estimulan a pronunciar el divorcio y emancipacin de la Espaa para siempre. Desde el Cabo de Hornos hasta las Californias se pelea con ardor y encarnizadamente por el incomparable beneficio de la Independencia. En todas partes huye despavorido el caduco Leon de Espaa dejando desocupado el terreno a la fuerza y vigor juvenil de Amrica. Ya reflejan sobre el horizonte poltico los crepsculos del gran da de los hijos de Colombia: aparecer de un momento a otro la risuea aurora de la Independencia de toda la Amrica. Los aduladores de la Espaa no pueden resistir tanto golpe de luz y se tapan o apartan los ojos para no ver el majestuoso espectculo de los estensos y poderosos Estados que vienen con la cabeza erguida a colocarse entre las naciones; y cuando los ms remotos y desconocidos lugares concurren con sus esfuerzos al logro de las incalculables ventajas de esta nueva vida. Seria decoroso a la Primada del Nuevo Mundo no tomar parte en esta herica lucha? Santo Domingo ha recibido en su seno a la estudiosa juventud de Caracas y Puerto Rico, Cuba y Habana:133 ha prohijado en el gremio y claustro de su Universidad a los naturales de todos estos pueblos cultos y sus adyacencias: los ha ennoblecido con los grados y premios de todas las ciencias: muchos de los hroes que figuran en el honroso teatro de su revolucin, bebieron aqu los elementos del saber; y puede hacerle honor, que habiendo sido uno de los focos principales de la ilustracin Americana sea la ltima en reconocer los eternos principios del orden social? La patria de los Morfas, de los Minieles, de D. Juan Snchez, y Marcos Torres, la que ha sacudido tantas veces el yugo de las potencias europeas en Sabana Real, en los
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montes de Najayo, en Palo Hincado, podr mostrarse insensible a la inmortal gloria de decorrer y extinguir para siempre el tirnico imperio de sus Conquistadores? De todo nos ha despojado la Espaa; pero nos queda el honor y fortaleza de nuestros padres. Sabemos con evidente certeza que los hombres renunciaron la independencia del estado natural para entrar en una sociedad civil que les afiance de un modo estable y permanente la vida, la propiedad y la libertad, que son los tres principales bienes en que consiste la felicidad de las naciones. Para gozar de estos derechos se instituyen y forman gobiernos, derivando sus justos poderes del consentimiento de los asociados; de donde se sigue, que si el gobierno no corresponde a estos escenciales fines, si lejos de mirar por la conservacin de la sociedad, se convierte en opresivo, toca a las facultades del pueblo alterar, o abolir su forma y adoptar otra nueva que le parezca ms conducente a su seguridad y futuro bien. En hora buena, que los gobiernos fundados de largo tiempo no se cambien por ligeros motivos y causas transentes. La prudencia dicta que se sufran los males, mientras sean soportables; pero cuando tocan en el ltimo pice, cuando la misma experiencia demuestra que el designio es reducirlo todo a un absoluto depotismo, entonces sera degradarse de seres racionales y libres, si los hombres no deshacen en el momento un gobierno diametralmente contrario a los altos fines de su originaria institucin. Y quin a la luz de estos principios no aplaudira como justa la que hoy adopta en el suyo la parte espaola de Haiti? Cuantos azotes, infortunios y desastres puede abortar la hidra del depotismo, otros tantos ha sufrido Santo Domingo durante su vergonzosa sumisin a la Espaa; luego es de nuestra primera obligacin, y uno de los ms sagrados derechos que nos impone el amor a la Patria, procurar con eficacia y por cuantos medios estn a nuestro alcance, la felicidad que la Metrpoli no ha sabido, o no ha podido asegurarnos por llevar adelante sus miras de abatimiento y tirana.
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Estamos plenamente convencidos de que para conseguirla y aumentarla, no nos queda otro camino que el de la independencia. Con ella tendremos leyes formadas por nosotros mismos, anlogas al genio, educacin y costumbres de los pueblos, acomodadas al clima y localidad, y nuestra representacin nacional sobre la proporcin numrica guardar una perfecta igualdad entre todos los pobladores de estas provincias, y no servir para alimentar la discordia entre las varias clases, como ha sucedido con las bases establecidas por la Constitucin de Cdiz. Arreglaremos el poder judicial de manera, que, ahorrndose tiempo y gastos, no se falte a la buena administracin de la justicia en lo civil y criminal, ni se saquen los recursos fuera del territorio. Atenderemos con especial cuidado a la educacin de la juventud tan abandonada hasta ahora, porque sin ella son ineficaces todos los deseos de pblica felicidad. Nos dedicaremos al fomento de la agricultura, de las artes y el comercio, como las nicas y verdaderas fuentes de la riqueza de los pueblos, arreglaremos nuestras rentas sobre el dogma fundamental de gastar no ms de lo que tenemos y es compatible con la riqueza territorial, vendrn a nuestros puertos todas las naciones en estado de proveer a nuestras necesidades y de dar estimacin y salida a los frutos del pas, en lugar que la Espaa, a ms de carecer de los principales artculos de nuestro consumo, nunca ha sabido negociar de otro modo que a beneficio de la esclusiva y con las sordideces del monopolio, que como hijo legtimo, nace y se deriva de aquel absurdo principio. Todo, en fin, lo tendremos en sta y nada saldremos a buscar a mil trescientas leguas de distancia, donde no se ven nuestras necesidades, ni puede haber inters en remediarlas ni tamao de la urgencia. Enredada la Espaa en el intrincado laberinto de sus nuevas instituciones, lucha con los enemigos internos, que a cara descubierta y con ardides maquinan su destruccin. Un pie de ejrcito
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de cincuenta mil hombres de tropas veteranas, y ochenta a cien mil milicias Nacionales, son los efpeques134 con que se empuja y quiere hacer marchar el lento y perezoso sistema constitucional: las potencias europeas ms poderosas le infunden recelo y sobresalto, porque, a pesar de sus protestaciones de amistad y buena inteligencia, descubren sntomas del descontento con que miran la depresin de los tronos absolutos, en que todas ellas desean sostenerse firmes y tranquilas. Las legislaturas de los aos de veinte, y veinte y uno que corre, han votado cada uno el emprstito de doscientos millones que les faltan para llenar el cupo de los gastos comunes y ordinarios del tiempo de paz, a pesar de las bajas y cercenes que se lisonjean haber hecho en todos los ramos de administracin pblica, el oro y la plata de Amrica ya no fluyen precipitados a derramarse en la tesorera de Madrid, los corsarios independientes apresan en todos los puntos de precisa recalada a la vista de Cadiz, y por todos los cabos litorales de la Pennsula los mal aviados escasos vageles135 de su lnguido y mezquino comercio, porque no hay fuerzas navales que los protejan: y siendo ste el verdadero y deplorable estado de la Nacin Espaola sera una consumada insensatez de nuestra parte esperar socorros y mejoras de la que los mendiga para sus apuros, y no atina a sosegar sus turbaciones domsticas. Santo Domingo por el contrario: en medio de su decadencia est subsistiendo de sus propios recursos, y an tendra mucho ms desahogo si hubiera fundado su sistema administrativo sobre los principios de economa que le prescriben su extenuada poblacin, su agricultura y comercio; pero ha tenido que defenderse de toda buena regla, para atender a las cargas que le ha ido echando encima su ingrata y desconocida metrpoli, en recompensa y para alivio
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de los males que nos aniegan desde el ruinoso golpe de la cesin. Si la ley de los aranceles y reglamentos de aduanas no se hubiera suspendido y atemperado a las circunstancias locales, ya estaran cerrados de una vez y para siempre todos los puertos de la Isla, porque cuando ms se pondera la libertad espaola, es cabalmente cuando se ha tirado a remachar con ms vigor, las cadenas del monopolio y la esclusiva del comercio. Los mismos correos conductores de estos preciosos reglamentos ni siquiera se dignan tocar en los puntos martimos de la Isla que antes acostumbraban, sindonos forzoso pagar quien vaya136 a traernos las sentencias de muerte para tener la brbara complacencia de ejecutarlas en nosotros, y con nuestras propias manos. Aqu est la sola cosa para que dependamos de la Espaa y no para que nos asista, provea y socorra en nuestros apuros y necesidades: hasta aqu hemos vivido esclavos y dependientes por hbito, pero los hechos que persuaden mucho ms eficazmente que las rutinas nos demuestran y convencen que somos libres y emancipados. As lo reconocemos y tocamos por nuestra propia experiencia, y conducidos por ella declaramos y solemnemente publicamos que la parte espaola de la Isla de Haiti, queda desde este da constituda en un Estado libre e independiente: que el buen pueblo Dominicano ni ahora, ni en adelante, ni nunca se someter a las leyes y gobierno de Espaa, considerndose absuelto de toda obligacin de fidelidad y obediencia; que revestido de la dignidad y carcter de nacin soberana, tiene un pleno poder y facultades para establecer la forma de gobierno que mejor le convenga, contraer alianzas, declarar guerra, concluir la paz, ajustar tratados de comercio y celebrar los dems actos, transacciones y convenios que pueden por derecho los dems pueblos libres e independientes, y que si la
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Espaa reconociere y aprobare esta declaratoria ser habida y reputada como amiga; pero si la impugnare o por cualquiera va y modo pretendiere estorbar nuestras instituciones y la marcha del nuevo gobierno en que vamos a entrar, sabremos defenderlo con nuestras vidas, fortuna y honor. Viva la Patria, viva la Independencia, viva la Unin de Colombia! Dada en la ciudad de Santo Domingo de la parte espaola de Hait a 1 de Diciembre de 1821. Ao primero de la Independencia. Jos Nez de Cceres, presidente. Manuel Carvajal. Juan Vicente Moscoso. Antonio Martnez Valds. L. Juan Nepomuceno de Arredondo. Juan Ruz. Vicente Mancebo. Manuel Lpez de Umres, Secretario137.
137 Santo Domingo, Imprenta de la Presidencia del Estado Independiente de la Parte Espaola de Hait, Jos Mara Gonzlez.
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II. Acta Constitutiva del Gobierno Provisional del Estado Independiente de la Parte Espaola de Hait
Los Ciudadanos Manuel Carvajal, Coronel del ejrcito libertador y Capitn general, Jos Nez de Cceres, Gobernador poltico y Presidente del Estado Independiente de la parte espaola de Haity, Juan Vicente Moscoso, Diputado del partido de la capital, Antonio Martnez Valds, por el primero del Norte, Licenciado Juan Nepomuceno de Arredondo, por el segundo del Norte, Juan Ruz, Coronel del ejrcito libertador, por el del Este, y Vicente Mancebo por el del Sur, reunidos en esta sala del Consejo municipal con el objeto de establecer la forma de gobierno que en las actuales circunstancias del momento parezca ms conveniente a mantener la tranquilidad pblica, el buen orden de la sociedad, proveer a la seguridad y defensa del Estado en general, a la recta administracin de justicia, y al goce y ejercicio de los ms preciosos derechos de los ciudadanos; han venido en decretar, y decretan el siguiente reglamento provisional para el buen orden y rgimen del Estado. Artculo I. Siendo, como es, la parte Espaola de Hait un estado libre, e independiente, se declara: que la forma de su gobierno es, y debe ser Republicano; pero entre tanto arregla un exacto sistema de representacin nacional sobre las bases ms convenientes, habr una Junta de gobierno provisional, que se compondr
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del Capitn general, del Gobernador poltico del Estado y de los Diputados, o suplentes de los cinco partidos en que est dividido el territorio de la parte espaola de esta isla. El secretario de esta Junta es el de la Capitana general. Art. 2. En esta Junta se acordarn todas las disposiciones generales, medidas de seguridad pblica arreglos de todos los ramos de administracin del Estado, y cuanto ms parezca til y conducente a consolidar la independencia, ponerla al abrigo de todo ataque de enemigos internos y esternos, levantar tropas, exigir e imponer contribuciones, abolir o moderar las existentes, arreglar el orden de los jueces y tribunales para la buena administracin de justicia, organizar las oficinas de cuenta y razn, dar aranceles para el aforo y cobranza138 de sus derechos, promover la educacin pblica, fomentar la agricultura, las artes y el comercio, y generalmente para hacer todo aquello que exija, y demande el bien del Estado para su prosperidad, unin y seguridad, removiendo al mismo tiempo cuantos obstculos se opongan o arredren estos importantes fines. Art. 3. Los reglamentos que acordare esta Junta tendrn en todo el Estado la fuerza y vigor de leyes, y el hacerlos cumplir y ejecutar toca al Gobernador poltico Presidente del Estado, quien las comunicar con este objeto a todas las Corporaciones, Jefes y Autoridades, as de la capital, como de los otros partidos. Art. 4. Esta parte espaola entrar desde luego en alianza con la Repblica de Colombia; entrar a componer uno de los Estados de la Unin; y cuando se ajuste y concluya este tratado, har causa comn, y seguir en un todo los intereses generales de la Confederacin. Art. 5. Con estas miras se despachar a la mayor brevedad posible un Diputado cerca de S. E. el Presidente de la Repblica de Colombia, comunicndole el cambio poltico de Santo Domingo,
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y manifestndole los deseos de adherirse a la unin de los Estados que actualmente componen, o en adelante compusieren la Repblica de Colombia. La Junta elegir este Diputado, dndole las instrucciones, documentos y poderes competentes al lleno de su encargo; y este comisionado solicitar se le comunique la Constitucin general de la Repblica de Colombia, para su previo examen y conocimiento dar a esta parte espaola su acto de accesin.139 Art. 6. Otro mensaje igual se enviar inmediatamente al Escmo. Seor Presidente de la Repblica de Hait en la parte francesa nuestra vecina, proponindole un tratado de amistad, comercio y alianza para la comn defensa y seguridad de ambos territorios en caso de invasin enemiga, o de maquinaciones internas contra su libertad e independencia. Art. 7. No pudiendo haber verdadera libertad civil, sin la divisin de poderes, declara la junta, que por ahora residen en ella la facultades del legislativo, hasta que en circunstancias ms tranquilas puedan adoptarse y establecerse las bases de la representacin nacional. La potestad de ejecutar las leyes en todo el Estado toca al Presidente Gobernador poltico, y la de administrar justicia en lo civil y criminal pertenece a los Jueces y Tribunales determinados por las leyes y con arreglo a los trmites y formalidades que prescriben las mismas. Art. 8. Los derechos del hombre en sociedad consisten en su libertad, igualdad, seguridad y propiedad. La Libertad es la facultad de hacer todo aquello que no prohibe la ley, o no ofende al derecho de tercero. La igualdad no admite distincin de nacimiento ni poder hereditario: la ley es una misma para todos, bien premie, bien castigue. La seguridad resulta de la confianza que deben tener
139 En la publicacin que de este documento hizo en la revista Panfilia, el Lic. Mximo Coiscou, dice en Nota No. 2: Es digno de notarse cmo D. Jos Nez de Cceres y sus compaeros emprendieron su obra de separacin de Espaa y unin a Colombia con entero desconocimiento de la condiciones favorables y propsitos.
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todos los asociados de que los esfuerzos del cuerpo social no se emplean en otra cosa que en asegurar a cada uno los derechos. La propiedad es el derecho de gozar y disponer de las rentas, bienes y del producto de su trabajo, o de su industria. Esta propiedad es inviolable, y ni el Estado puede tocar a ella sin una conocida necesidad, o evidente utilidad comn, y eso dando la indemnizacin a juicio de hombres buenos. Art. 9. Son ciudadanos del Estado independiente de la parte Espaola de Hait todos los hombres libres de cualquier color y religin que sean, nacidos en nuestro territorio, o aunque lo sean en pas extranjero, si llevasen tres aos de residencia o fueren casados con muger natural. En ambos casos harn constar los interesados al Gobierno las respectivas circunstancias por medio de una informacin ante los Alcaldes municipales, y la de haber vivido obediente a las leyes del pas, ocupados en arte, oficio, o industria honesta, y resultando conforme le despachar la carta de ciudadano, sellada con el del Estado, y autorizada por el Secretario de Gobierno. Art. 10. La carta de naturaleza se conceder por el poder legislativo, obteniendo antes la de ciudadano por los trmites, y con las formalidades indicadas; pero ni sta, ni la de ciudadano darn nunca derecho a obtener empleos de Gobierno, de judicatura, de hacienda, municipales, ni otros civiles y polticos: esceptanse los empleos militares a quien bien podrn ascender aunque sean los ms elevados. Art. 11. Tanto los naturales, como los extrangeros comenzarn a ejercer los derechos de ciudadano a los 18 aos de edad para lo que es necesario concurrir a toda clase de elecciones; pero no podrn ser elegidos a no contar 25 aos, fuera de los casos que por la ley se requiera mayor de edad para algn empleo. Art. 12. Los derechos de ciudadanos se pierden 1 Por condenacin judicial a pena aflictiva o infamante; pero extinguida, puede el mismo tribunal que la impuso, rehabilitarlo 2 Por obtener empelo
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o condecoracin de otro Gobierno 3 Por admitir carta de naturaleza en pas extranjero. Art. 13. El ejercicio de los mismos derechos se suspende 1 Por entredicho judicial a causa de furor, demencia o imbecilidad 2 Por el estado de deudor fallido, o de deudor a los caudales pblicos 3 Por acusacin criminal legalmente intentada 4 Por no saber leer, ni escribir para lo que es ser elegido, pero no para elegir 5 Por no tener empleo, oficio, o modo de vivir honestamente. Art. 14. Los deberes del ciudadano son los siguientes: est obligado a sostener la independencia y libertad de la patria sacrificando sus vida y haciendo en obsequio de estos sagrados deberes, a contribuir para los gastos del Estado en proporcin a sus haberes, ser fiel a la Constitucin, obedecer las leyes y respetar las Autoridades constitudas. Todo el que no los emplee, es mal ciudadano y responsable de la contravencin con arreglo a las leyes. Art. 15. La casa de todo ciudadano es un seguro asilo de su persona y de cuanto tenga en ella; no podr ser allanada sino en los casos determinados por la ley con un previo mandamiento judicial por escrito, o por el juez en persona cuando en ella se comete un delito, o se refugia un delincuente in fraganti, o perseguido por autoridad competente. Los lugares pblicos, como fondas, cafes, botelleras, billares140 y todos los que necesiten licencia del Gobierno para su establecimiento pueden ser visitados de da y de noche, segn lo exijan el buen orden y el arreglo de la polica. Art. 16. Ningn ciudadano puede ser perseguido, preso, o detenido en la crcel, u otro lugar pblico, si no en los casos, y con la formalidad de proceso, que requieren las leyes. Art. 17. Si el hecho que motiva prisin mereciere pena corporal no podr el preso ser puesto en libertad bajo de fianza; pero
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tendr lugar la fianza cuando slo merezca alguna multa pecuniaria, o pena correccional que no esceda de un mes de arresto. Art. 18. Subsistir la libertad de imprenta en los trminos que ahora se observa, y bajo las formalidades y penas que prescriben las leyes existentes en este punto, hasta que se formen y publiquen otras que mejor convengan. Art. 19. Por ahora, y mientras no se disponga otra cosa, continuarn los Ayuntamientos existentes, denominndose municipales, y bajo la forma de su eleccin, y renovacin en las pocas y partes sealadas; pero en cuanto a sus funciones y facultades se atendrn a las que tenan y tienen por las leyes de indias, y a la policia de los pueblos. Art. 20. Los Alcaldes no conocern de demandas civiles sino hasta en cantidad de cien pesos abajo, y en juicio verbal, con esta distincin Si el inters de la demanda no pasare de veinte y cinco pesos, sin hombres buenos; pero de 25 pesos en adelante hasta 100 con dos hombres buenos que nombren las partes, haciendo sentencia el acuerdo de uno con el Alcalde. Y en lo criminal sobre injurias verbales, o reales que no traigan aparejada pena corporal aflictiva, sino puramente correccional o de arresto que no pase de 20 das, tambin con hombres buenos. En uno y otro caso la sentencia se estender por el Escribano en un libro que deber llevar al intento, y la firmarn el Alcalde y hombres buenos, dndose a la parte que la pidiere, certificacin de ella por el Escribano: este libro pasar de Alcalde en Alcalde, y se conservar en su poder. Art. 21. Pueden igualmente los Alcaldes recibir informaciones de testigos para los casos prevenidos en el art. 9 de este reglamento, y para los dems en que verse inters privado, como sobre legitimidad de nacimiento, naufragio, muerte, o ausencia, siempre que la ley no requiera otro medio especial de justificacin. Art. 22. En todas las ciudades, villas y poblaciones del Estado se administrar la justicia en primera instancia en causas civiles y
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criminales, que no sean las contenidas en el artculo 20 de este reglamento provisorio por un Alcalde mayor, juez letrado, que nombrar el Gobierno, y deber residir en la cabecera de cada uno de los cinco partidos. Art. 23. El salario de estos jueces ser por ahora el de mil quinientos pesos pagados por el estado: tendrn adems estos jueces los derechos de firmas y ocupaciones con arreglo a los aranceles existentes, y no podrn cometer las declaraciones de causas civiles y criminales, sino a los Alcaldes municipales de los pueblos, o Alcaldes mayores de los partidos, sirvindose de exhortos con las inserciones conducentes; y todos estarn obligados a cumplirlos recprocamente, y a prestarse mutuo auxilio para la buena administracin de justicia. Art. 24. Estos Jueces letrados sern reemplazados en sus funciones en los casos de vacante, muerte, ausencia o impedimento legal, por los Alcaldes municipales de los pueblos en donde ocurra la vacante, hasta tanto que, dndose cuenta al Gobierno, hace la previsin; y ante los mismos Alcaldes pueden ser demandados en las causas civiles y criminales que ocurran contra ellos; en cuyo caso el Alcalde municipal se consultar con el Asesor letrado. Art. 25. Habr un tribunal de apelaciones residente en esta capital, adonde las partes puedan elevar sus recursos en lo civil, y los jueces las consultas de las sentencias que prefieran en lo criminal. La denominacin de este tribunal ser por ahora la de Corte superior de justicia, y el nmero de jueces de que se componga, sus atribuciones, salario y orden de proceder se determinar a la mayor brevedad posible por otro reglamento particular. Art. 26. Para la decisin de las causas en lo civil, y la imposicin de las penas en lo criminal, se arreglarn los jueces de primera instancia y los de la Corte superior de justicia a lo dispuesto en las leyes existentes al tiempo de la publicacin de la Constitucin poltica de
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la nacin espaola, interino se formen otras ms anlogas al genio, educacin y costumbres de los ciudadanos del Estado. Art. 27. La Intendencia seguir por ahora separada del Gobernador. A ella toca todo lo econmico, poltico y gubernativo de los ramos de hacienda, la cobranza, manejo y distribucin de caudales; pero las causas y negocios civiles o criminales, de contrabando, pago de contribuciones y deudas, derechos incorporados o de reversin, generalidades, correos, delitos de empleados en el ejercicio de sus funciones y dems causas y pleitos de que antes conocan los Intendentes, se determinarn en primera instancia en el juzgado del Alcalde Mayor, y las apelaciones irn a la Corte superior de justicia para su decisin en vista y revista. Art. 28. No se har novedad por ahora en los impuestos, derechos, rentas y contribuciones establecidas, sino que se continuar su percepcin y cobranza, cualquiera que sea su ttulo y denominacin; pero el producto de las que estaban destinadas a los gastos de la Diputacin provincial entrar en la tesorera general del Estado. Art. 29. Cualquiera deuda que se contraiga de este da en adelante, para sostener la libertad e independencia de la patria, o para acudir a los otros gastos indispensables de la administracin pblica, ser reconocida como legtima por el Gobierno, y todas las rentas del Estado responsables a su pago. En cuanto a la antigua deuda, contrada por el extinguido gobierno de Espaa, se estar a lo que sobre este punto se resolviere por el Congreso general de la Unin; pero las pensiones asignadas a las viudas, padres, hijos de los que han muerto en la guerra de la reconquista, continuarn satisfacindose, y lo mismo a los que se hubieren inutilizado por la misma causa. Art. 30. Con preferencia a los dems ramos de administracin pblica se dedicar la Junta a la organizacin del sistema de rentas que parezca ms conforme a la situacin del pas y de su
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riqueza territorial, siendo una de sus primeras atenciones moderar los gastos al mnimo posible, y cercenar el nmero de empleados que no sea el muy preciso para el despacho de los negocios. Art. 31. Cuando en la Junta de Gobierno se trate de aranceles de aduana, de la imposicin de un nuevo derecho, de la modificacin de aquellos que parezcan exorbitantes y de la reduccin o aumento de plazas en rentas y sus sueldos, asistir el Intendente con voto consultivo, pero no intervendr en la resolucin. Art. 32. Quedan desde luego abolidas la Constitucin poltica de la Monarqua espaola, y las leyes, corporaciones y dems establecimientos que de ella dimanan, fuera de todo lo que va salvado y exceptuado en este reglamento provisional, o se salve y escepte por los dems que sea preciso formar en lo sucesivo. Art. 33. Ningn espaol europeo puede obtener en el Estado empleo de Gobierno, de judicatura, de hacienda, Municipal, civil o poltico, cualquiera que sea su denominacin; para los militares de que habla el art. 10 de este reglamento, deber antes haber obtenido la carta de naturaleza por los medios y con las formalidades que quedan prevenidas. Art. 34. Por ahora, y entre tanto no se forme un nuevo arreglo de los cuerpos militares del Estado, haciendo cesar la odiosa distincin que hasta ahora se ha querido sostener entre el soldado y el simple ciudadano, y que ha sido en todo tiempo el origen de divisiones y partidos en el Estado, permanecern los mismos que hay en la actualidad, gobernndose por la ordenanza general o los reglamentos particulares de cada uno, excepto el fuero privativo de los nombrados cuerpos privilegiados, que cesar por entero y en todas sus partes, dependiendo los individuos de dichos cuerpos de la jurisdiccin de la capitana general. Art. 35. Las maquinaciones, ardides, proyectos, planes de sedicin, los tumultos, motines, asonadas y alborotos levantados, o
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de cualquier modo dirigidos a trastornar el nuevo sistema Republicano, a destruir la libertad e independencia de la patria, a impedir el curso de las medidas adoptadas, a turbar el sosiego pblico, o inspirar adhesin a la Espaa, sern reputados delitos de traicin contra el Estado, se conocer de ellos a estilo militar, y se juzgarn en consejo de guerra, ejecutndose la pena que se imponga a los delincuentes dentro de las veinte y cuatro horas de la notificacin de la sentencia. En esta clase de delitos no hay fuero privilegiado, ni excepcin que exima de la autoridad del consejo de guerra. Art. 36. Los que fueren nombrados para cualquier empleo del Estado debern antes prestar juramento si fueren militares en manos del Capitn general o Comandante de las armas y siendo civil en las del Gobernador Presidente bajo esta frmula: Jurais a Dios y por los santos evangelios de reconocer y defender con vuestra vida, hacienda y facultades la Independencia y libertad del Estado de la parte espaola de Hait, ser fiel a su Gobierno, guardar su Constitucin (si fuere Juez, u otro Gefe que tenga autoridad, se dir, y hacer guardar) observar sus leyes, y obedecer a las autoridades constitudas? Responder el empleado, s juro; y el que le reciba el juramento lo comunicar bajo la frmula siguiente: si as lo hicireis Dios os ayude141 y si no, os lo demande, y adems seris responsables al Estado de todo abuso y contravencin,142 con arreglo de las leyes. Art. 37. Ningn empleado pblico podr ser depuesto de su empleo sin debido conocimiento de causa, y por escesos y abusos que determine la ley; pero todos son responsables con su persona, empleo y bienes en los casos de resultar convencidos judicialmente de contravencin a sus deberes.
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Art. 38. Si en el ejercicio de las funciones del empleo ocurrieren dudas a los funcionarios pblicos, ya sea sobre la inteligencia de alguno de los artculos de este reglamento provisional, o de cualquiera otra ley de las que deben regir por ahora en el Estado, harn la propuesta a la Junta por medio del Gobernador poltico, y por el mismo conducto se le comunicar la resolucin. Art. 39. Que se publique, imprima y circule a la mayor brevedad posible para su observancia y puntual cumplimiento en todo el Estado, conservndose esta acta original en el archivo de la sala municipal para su constancia y perpetua memoria en los anales de la Isla de Hait en la parte espaola; y la firman los ciudadanos que componen esta Junta provisional de Gobierno. Dada en la sala municipal de la ciudad de Santo Domingo, capital del Estado independiente de Hait espaol, a primero de Diciembre de mil ochocientos veinte y uno, ao primero de la Independencia. (fdos.): Manuel Carvajal Jos Nez de Cceres Juan Vicente Moscoso Antonio Martnez Valds L. Juan Nepomuceno de Arredondo Juan Ruz Vicente Mancebo Manuel Lpez de Umeres, secretario.143
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III. Acta de la Sesin del 4 de Diciembre del 1821 de la Junta Provisional de Gobierno del Estado Independiente de Hayti Espaol
modo alguno ni con ningn ttulo en negocios gubernativos, econmicos, ni polticos; tampoco podr avocarse las causas pendientes en los Tribunales de primera instancia, aunque sea con la denominacin de casos de Corte que no los habr. Art. 4. La Corte superior de justicia ser denominada en impersonal, con arreglo al artculo 25. El despacho diario ser de tres horas, a menos que el cmulo de negocios o la urgencia de alguno exiga ms tiempo, en cuyo caso permanecer reunido el Tribunal por el que sea necesario a juicio del magistrado Decano. Art. 5. El ms antiguo de la Corte superior de justicia es el Presidente quien har conocer los asuntos sealados en el ao que le hubiesen sido sometidos y negocios de su competencia. Art. 6. El Tribunal no asistir en cuerpo a ningn acusado o individuos y el Fiscal, por escrito o de palabra, no atender ninguna rden y gozar de los dems honores que por las leyes de Indias competen a los nombrados funcionarios y Alcaldes del crimen. Art. 7. El salario de estos magistrados y del Fiscal ser por ahora y hasta mejores circunstancias el de mil quinientos pesos, y entre tanto se arreglan los ramos de Hacienda pblica, y se fija sobre el erario la competente y proporcional dotacin, se destinan a su pago los fondos de la suprimida Diputacin provincial; el salario del Relator ser de quinientos pesos, que saldr de los mismos fondos indicados; pero tendr adems derechos de los memoriales ajustados segn arancel. Art. 8. Que resultando vacante la plaza de Alcalde mayor del partido de la Capital, por la eleccin hecha del Juez de letras de ella para Presidente del Estado, entre tanto la provee el Gobierno y entra a su servicio el nombrado, ejerzan la jurisdiccin por entero los Alcaldes municipales, con arreglo a lo prevenido en el Art. 24. Art. 9. El Gobierno destinar edificio para el despacho y audiencia de la Corte superior de justicia, proveyndose de estrado y dems utensilios correspondientes, y procurando que el tribunal
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quede instalado y corriente en su despacho el da 2 de Enero del ao prximo entrante. Art. 10. Que atendiendo al recargo con que actualmente se halla la imprenta, se contine el despacho de las causas civiles y criminales, escrituras y dems documentos pblicos en papel comn, para dar tiempo a que se habilite el nmero de pliegos necesarios para el 1 de Enero inmediato, en que deber comenzarse a usar el de los sellos que adopta el Estado. Art. 11. Estos sellos y sus precios son los siguientes: el del sello primero, tres pesos fuertes; el del sello segundo, doce reales; el del sello tercero, dos reales; y el cuarto, medio real el pliego, y este mismo servir para el despacho de las causas y negocios de oficio, ponindosele la correspondiente inscripcin que as lo denote, y no podr haber actuacin, compulsa, escrituras, y dems documentos pblicos con pliegos intermedios de papel comn fino, comenzarn y acabarn con el de la respectiva clase de sello que requiera el documento por su naturaleza, con arreglo a las leyes existentes hasta el da de hoy, y los pliegos intermedios sern todos del sello 4, bajo la pena de nulidad del documento que se despachare en otra forma, y de suspensin de oficio al Escribano que le autorice. Art. 12. Como la administracin de justicia en todo el Estado ha de ser uniforme, en los Tribunales eclesisticos actuarn en papel de los mismos sellos y valores, bajo las penas establecidas. Art. 13. El producto del ramo del papel sellado se colectar y administrar como hasta aqu y entrar a la Tesorera general del Estado, con aplicacin a los fondos sealados para el pago de los salarios de los magistrados y otros gastos de la administracin de justicia. Art. 14. Los Alcaldes municipales tendrn por escrito y de palabra el tratamiento de su gracia: los Alcaldes mayores el de seora: la Junta de Gobierno provisional ser denominada en impersonal, y el Presidente del Estado tendr tratamiento de entero
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de excelencia por escrito y de palabra, y los individuos de la Junta provisional de Gobierno, estando reunidos en su representacin o en asunto de oficio, el de seora. Art. 15. Que se publique esta ley por el Presidente, y se imprima para su circulacin a todas las dems corporaciones, gefes y autoridades del Estado para su observancia y cumplimiento en la parte que a cada uno corresponda. Dada en la ciudad de Santo Domingo, capital del Estado Independiente de Hait espaol a 4 de Diciembre de 1821. Ao I de la Independencia. Jos Nez de Cceres Juan Vicente Moscoso Antonio Martnez de Valds L. Juan Nepomuceno de Arredondo Juan Ruz Manuel Lpez de Umeres, secretario.144
Documentos Antiguos publicados por el Lic. Mximo Coiscou Henrquez, antiguo Jefe de Misin de los Archivos de Sevilla, quien entreg los originales a la Secretara de Estado de Relaciones Exteriores en donde se conservan. 222
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ndice onomstico
ndice onomstico
A Abad Solano, Antonio 63 Acevedo, Francisco de 158 Agripino 36 Albor, Mara 61, 63, 64, 68 Al, Pablo 26, 98, 111, 127, 141, 142, 144, 177 lvarez, Juan 69 Amarante, Andrs 125, 146 Anaya, Juan Pablo 69 Antonio, San 46 Aquino, Manuel 108 Arago, Juan 69 Aragn Nez de Cceres de Micheln, Amelia 69 Aragn Nez de Cceres viuda de Abad, Diana 69 Aragn Nez de Cceres Viuda de Govea, Eva 69 Aragn Nez de Cceres viuda de Ochoa, Sara 69 Aragn Nez de Cceres viuda de Rock, Mara 69 Aragn Nez de Cceres, Alberto 69 Aragn Nez de Cceres, Nerea 69 Aragn, Len 69 Arce, Antonio 69 Arcos, Gabriel 70 Ardouin, Beadbrum 23, 46, 47, 51, 80, 82, 85, 111, 113, 121, 166, 184, 191 Aristteles 122 Arstegui y Herrera, Gonzalo 171, 172, 174, 176
Ascensin, Jos de la 59, 63, 65 Aury, Luis 94, 95, 190, 191, 194 Avezana, Jos 70 vila, Jos Cecilio 73, 74 Aybar, Luis 101 Aybar, Manuel 146 Ayerra Santa Mara, Francisco 156 Aymerich, M. Melchor de 71 B Bez, Pablo 98, 99 Baralt 192 Barona, Jos 147 Barragn, Jos Antonio 69, 70 Bartolom, Eugenio 149 Bermdez 46, 190, 191, 194 Biassou 127 Blanco y Azpurua 191 Bolvar de la Santsima Trinidad, Jos Antonio 193 Bolvar, Juan Vicente 193 Bolvar, Simn 18, 25, 27, 29, 44-47, 67, 68, 70, 71, 75, 82, 94, 137, 160, 168, 174, 180, 187-194 Boyer, Jean Pierre 20-23, 25-27, 42-44, 47, 53, 55, 66, 80, 81, 96, 100, 105, 106, 108, 109, 110, 113, 119, 120, 125, 126, 132-134, 146, 161, 163, 164, 166, 169, 177, 178, 182, 184, 185 Briceo, Justo 46 Brin, Luis 94, 190, 194 Bustamante 75 Bustos, Diego Joseph 158
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C Caballero, Manuel 40, 90 Cceres, Ramn 179 Campos, Nicasio 149 Carabajal, Manuel 57, 100, 102, 105, 107, 109, 110, 134, 135, 145, 148, 150, 152, 166, 199, 206, 207, 217 Carlos IV 54, 61, 151, 198 Carmen, Lorenzo del 61 Caro, Francisco Javier 39, 40, 47, 90 Carreo 46 Castro 176 Castro y Tirao, Agustn de 99 Cerda 151 Csar 42, 122 Cestero, Mariano Antonio 41, 181 Chevalier 111 Chicano, Antonio 149 Christophe, Henri 27, 80, 98, 99, 101, 103-105, 110, 118, 125, 132-134 Ciro el joven 36 Coca, Antonio 143 Coiscou Henrquez, Mximo 28, 97, 209, 222 Coln, Bartolom 59 Coln, Cristbal 58, Coln, Diego 59 Comas y Coll, Jos 99 Concepcin de Palacio, Mara de la 193 Cordero Michel, Emilio 16 Crecencio Regin, Manuel 69 Cruz Limardo, Jos 67 Cruzado, Miguel 60 Cruzado, Pbro. 142 Cueto, Luis 175 Curtius 35 Cussy, Mr. De 151 D Dalesar, M.r 108 Dalmassi, Dezir 25, 96, 97, 98, 102, 105, 107-109, 111, 113-117, 119, 121, 133 Daniel, Prophete 112 Dvila de Castro, Felipe Fernndez 147, 148 Delgado, Juan 189
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Daz, Jos Domingo 46 Doault, Comandante 185, 186 Dolores, Isabel 149 Domouriez 193 Duarte, Juan Pablo 21, 33, 40, 41, 67, 72, 81, 96, 177, 182, 182 Duclor, Francisco 70 Duverg 32, 42 E Enaul, Cadichon 111 Escut 176 Esplandin 183 Evaristo Meja, Flix 82 Ezequiel 164 F Farias, Martn 149 Fernndez de Castro, Francisco 148 Fernndez, Andrs 63 Fernndez, Cristbal 75 Fernando VII 94 Ferrand 80, 84, 94 Ferrero 37 Florez, Juan Jos 70 Fontiberes, Antonio 149 Fray Jernimo de San Jos 164 Frment, Coronel 26, 126 Fras 57 Fuente, G. De la 57 Furlong, Patricio 69 G Gago, Silvestre 149 Galvn, Manuel de Jess 123 Galve, Conde de 151 Garca Godoy 54 Garca, Joaqun 65 Garca, Jos Gabriel 34, 40, 41, 61, 111, 114, 178, 179 Garca, Leonidas 21, 50 Garca, Manuel 149 Garrido, Manuel 98, 99 Garza, Jos de la 76 Gervinus 35 Gonzlez, Jos Mara 57, 206, 217
Gonzlez, Joseph 60 Gonzlez, Juan 72 Gonzlez Canalda, Mara Filomena 16 Granados, Luis 143 Grazotti 140, 141 Grote 35 Grulln, Eliseo 87 Guadalupe de Samano, Jos 70 Guell y Mercader, Jos 68 Guerra, Juan 76 Guevara, Gaspar de 159, 160 Guillot, B. 175 Guzmn Espaillat, Santiago 179 H Hamlet 123 Hnriquez y Carvajal, Federico 63, 66 Herculano 35 Hrcules 41 Heres, Toms de 71, 72 Hermann Scheneider 37 Herodoto 35 Herrera, Andrs de 109 Herrera, Damin de 109 Herrera, Pedro 108 Heureaux, Ulises 52 I Imbert 42 Ins, Santa 46 Infante, Alejandro 103, 104, 146 Inturbide 42 Iribarren, Toribio 74 J Jacob, Almirante 185 Jimnez, Antonia 68, 77 Joinville 35 Jorge, San 46 Juan Francisco 127 Juan, San 46 K Kindeln, Sebastin 18, 21, 26, 27, 48, 83, 92, 96-101, 102, 104-107, 110,
111, 113, 114, 119, 120, 123, 124, 127, 128, 140, 143 L Lafragua, Jos Mara 75 Larrazbal 191 Lasala, Jos 97-99 Lauzer, Marta 58, 59, 63 Lecuna, Vicente 52, 189, 191, 192 Leocadio 93 Len, Juan Pablo de 109 Len, Monseor Silvestre C. 76, 77 Level Alen, Andrs 52 Level de Goda, Andrs 52-54, 56, 74 Limardo, Melchora 52 Lira, Diego de 171 Livio, Tito 36, 78 Llano, Manuel Mara del 69 Logroo, Arturo 141, 186 Lpez de Umrez, Manuel 52, 57, 150, 206, 217, 222 Lpez Medrano, Andrs 51, 90, 178 Lpez, Manuel 62, 64 Lpez, Mateo 70 Lucrecia 183 Lugo, Amrico 21, 48, 50, 51 M Macaulay, Lord 36, 37 Macri 133 Madiou, Toms 47, 111, 113 Madrigal, Juana Mata de 62, 68, 77 Magny 125 Mahy, Nicols 141, 148, 149 Mancebo, Vicente 109, 150, 206, 207, 217 Manoli 176 Manuel Toms 149 Maquiavelo 36 Marcos, S. 109 Marin 191 Marques, Exequiel 71 Martn, San 181 Martnez Valds, Antonio 20, 21, 46, 48, 124, 150, 166, 175, 206, 207, 217, 222 Martnez, Jos Guillermo 77
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Martnez, Manuel 143 Maseroni 136 Matos Daz, Eduardo 63, 76 Matos Daz, Rafael 63, 69, 76 Mdicis, Julin de 36 Medina, Adeodato 149 Meja, Flix Evaristo 12 Meja, Jos Antonio 69 Meja Ricart, Gustavo Adolfo 11-13, 15, 17, 18, 20-26, 28, 40, 71, 77, 82, 87, 93, 111, 162, 177, 192 Meja Ricart, Tirso 16 Mella, Mariano 16 Mella, Ramn Matas 42 Mendoza 24 Mendoza, Cristbal 74 Mendoza, Diego de 35, 66 Mendoza, Mariano 20, 44, 148, 151 Menndez Pelayo, Marcelino 36, 122, 183 Merio, Fernando Arturo de 141, 186 Miguel, San 46 Mnieles 201 Miracley, Pedro Julin 70 Miranda, Francisco de 47, 193, 194 Mojarra 24 Momsem 35 Monpoint, Richard 112 Monte y Tejada, D. Antonio 40, 49, 59, 88, 93 Monte, Jos Joaqun del 144 Monte, Manuel del 39, 40 Montilla 46 Morales Pastrana, Antonio 159 Morell, Joaqun 149 Morfas 201 Morilla, Francisco 49, 51, 89, 93 Moscoso, Joseph 61, 64, 65 Moscoso, Juan Vicente 150, 206, 207, 217, 222 Mueses, Martn 64 Muntaner 35 Muoz Delmonte, Domingo 39, 47, 90 Muoz, Julin 149 Murat 136
N Napolen 42 Nepomuceno de Arredondo, Juan 150, 206, 207, 217, 222 Nepomuceno de Crdenas, Jun 148, 149 Nepomuceno Rosains, Jos 75 Niebuhr 35 Nin, Benito 101 Nouel 176 Nez de Cceres hijo, Jos 67, 68, 77, 85, 90, 95, 147, 150, 183, 184, 186, 189 Nez de Cceres rincn y Camarena, Jos 58 Nez de Cceres, Carlos 69 Nez de Cceres, Eduardo 68 Nez de Cceres, Francisco D. 58, 59, 61, 64-66, 68 Nez de Cceres, Gernimo 59, 60, 63, 66, 68, 69 Nez de Cceres, Jos 11-13, 17-24, 26-29, 39-41, 43-54, 57-72, 74-78, 82, 83, 85, 87, 124, 126, 127, 142, 143, 148, 149, 162, 164-167, 171, 172, 174, 176-182, 184, 185, 187, 188, 190, 192, 194, 206, 207, 209, 217, 222 Nez de Cceres, Juan 68 Nez de Cceres, Juana 69 Nez de Cceres, Manuela 69 Nez de Cceres, Mara 61, 62, 64-66 Nez de Cceres, Nerea 68 Nez de Cceres, Pedro 44, 65, 67-69 Nez de Cceres, Primitivo 68 Nez de Cceres, Rafael 167 Nez de Cceres, Tirso 69 Nez de Cceres, Tito 69, 76 Nez y Domnguez, Jos 76 Nez, Joseph 61 Nez, Antonia 60, 63, 66 O OLeary 43, 46 Oppert 35 Ordaneta 46 Oregn 93 Ortega y Gasset 37, 46
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Ortega, Josefa 66 Osoria, Diego de 193 Osorio, Ana de 47 Oviedo y Baos 193 P Pez, Jos Antonio 46, 67, 70, 71, 177, 180, 187 Papilleaux 26, 126 Paredes 57 Pedro, San 46 Pedrosa, Antonio 149 Penson, Csar Nicols 59, 60, 66 Peraza, martn 69 Prez Florencio, Jos 101 Prez Guerra, Domingo 101, 105, 106, 109, 110, 150 Prez Moris, Jos 175 Prez Ramrez, Camilo 175 Prez, Antonio 62, 64 Prez, Jos Joaqun 57 Prez, Manuel 149 Pericles 36 Petin, Alejandro 29, 47, 132, 187, 188, 190-194 Pichardo, Bernardo 126 Pichardo, Juan Antonio 85, 99, 111, 114, 133, 151 Pichardo, Leonardo 147, 148 Piedra, Len de la 72 Pina 96 Pineda, Antonio Mara 177, 187 Pinzn, Luis 69 Platn 36, 122 Plutarco 33 Polanco, Diego 125 Pompeyo 120 Portes Gil, Emilio 69 Portes, Simn 69, 70 Purtillos 42 Q Quezada, Ramn 109 Quintana Roo, Andrs 69 Quintan, Manuel 133 Quintero, Jos Antonio 76
R Rafael, San 46 Ramrez de Vargas 157 Ramrez, Sebastiana 59, 60, 63 Ranke 35 Rawlison 35 Real, Anastacia de 149 Real, Brigadier 82, 125, 126, 142, 147 Real, Dolores 149 Real, Juan 149 Real, Pascual Hsares 27, 83, 123, 125, 141, 148, 149 Recio, Carlos 101 Regalado 89 Revenga 46 Rocha, Jos Vicente 101 Rodrguez Demorizi, Eilio E. 67, 69, 75, 171 Rodrguez, Elas 133 Rodrguez, Juan 100, 101 Rodrguez, Patricio 140, 175 Rogoti, Carlos 176 Rojas, Jos Mara 52, 53 Romero, Vicente 69 Roque, San 46 Rosa y Matilde, Juan de la 149 Rosas, Pedro de 61 Ross, Eduardo 59, 60 Ruiz, Andrs 101, 150, 207 Ruiz, Juan 217, 222 Ruiz, Plcido 110 S Saldaa, Jos Ignacio 70, 73 Salomn, Jos Mara 149 Salustio 35 Snchez Andjar, Luis 149 Snchez Ramrez, Juan 20, 21, 39-41, 54, 57, 90, 125, 142, 145, 152, 180, 199, 201 Snchez, Francisco del Rosario 33, 40, 41, 96, 182 Snchez, Manuel Segundo 44, 46, 67 Sandoval, Gaspar de 151 Santana, Miguel 73 Santana, Pedro 21, 32, 42, 66
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Santander 70, 187, 188 Santos, Toms de los 109 Savala, Lorenzo 69 Savygny 35 Secra 46 Seda, Pedro de 93 Ser 98 Sigenza y Gngora, Carlos de 151-153 Silva, Justo de 20, 44, 96, 103 Silveira, Andrs 70 Simn, Don 46 Soto, Jos Mara de 101 Soublette, Carlos 167, 171, 190 Southerland 191 Spengler 37 Sucre, Luis Alberto 71, 193 Suero, Camilo 109 T Tcito 35, 36, 78 Tavares 25 Tejera, Emiliano 22, 23, 43, 50, 80, 111, 114, 177 Tell 184 Thabarres 125 Timoteo Chico 149 Tirado, Jos Mara 133 Toribio, Daniel 13 Tolr, Carlos 71 Torre, Miguel de la 176 Torrente 48 Torres, Franco 61, 64 Torres, Marcos 201 Toussaint Louverture 42, 44, 85, 166 Tracia, Cirangilio 183 Troncoso, Jos 62
Trujillo, Rafael Leonidas 23 Tucdides 35, 36, 78 U Urrutia, Carlos de 24, 90, 92, 93, 128, 131, 139, 194 Utrera, Cipriano de 59, 60, 63, 177 V Valds, Mara de Jess 77 Valencia, Gabriel 69 Valenzuela, Nicols Antec. de 60, 63 Valera y Jimnez, Pedro 89 Valera, Arzobispo Pedro 51 Vsquez, Capitn de Caballera 145 Vsquez y Sosa, Mercedes 57 Vsquez, Pedro 152, 199 Viau, Capitn 26, 126 Victoria, Francisco 75 Victoria, Guadalupe 69 Villanueva, Carlos A. 194 Via, Manuel de la 70 Virginia 183 Vital Fernndez, Francisco 70, 76 Voltaire 35, 72 X Xenophonte 36 Y Ysnardi 98, 110, 111 Yta, Manuel de 143 Z Zapata, Francisco 156
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