Resumen - Roy Hora - Horacio Tarcus (1993) "Foucault y El Marxismo"

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Roy Hora Horacio Tarcus (2013) INTRODUCCIN FOUCAULT Y EL MARXISMO

I. La trayectoria de Michel Foucault En los aos en los que Sartre, a la bsqueda de una sntesis entre existencialismo y marxismo, proclamaba a este ltimo como "la filosofa insuperable de nuestro tiempo", se iniciaba, con la aparicin de un libro titulado Enfermedad mental y personalidad (1954), la deriva intelectual de uno de los ms brillantes y revulsivos pensadores occidentales: Michel Foucault. Siete aos ms tarde dar a conocer su primer gran texto, escrito a partir de otras coordenadas tericas, la Historia de la locura en la poca clsica. A partir de esta arqueologa de la psiquiatra y de la escisin entre locura y razn, a la que le sigue otra de la medicina moderna. El nacimiento de la clnica (1963), es posible dibujar una primera "problemtica" foucaultiana que, en el marco de la crtica estructuralista a los relatos humanistas que por entonces pasa a dominar el campo intelectual francs aloja tambin a Raymond Roussel (1963), y culmina en Las palabras y las cosas (1966). A estas obras le sigui una de carcter metodolgico, La arqueologa del saber (1969), donde Foucault reflexiona sobre su obra previa, y un texto programtico, El orden del discurso (1970), en el que inicia un camino que, no sin grandes rupturas, lo llevar a plantear, de modo ciertamente renovador, la relacin entre poder y saber, entre poltica y verdad. Los textos de la primera etapa del pensamiento de Michel Foucault no pueden identificarse sin ms con el estructuralismo. En un marco comn con el estructuralismo, de compartido "antihumanismo" que erradica al sujeto de la narracin y la explicacin, la pregunta por la cientificidad del discurso es entonces desplazada, en el trabajo de Foucault, por la de las condiciones de produccin de los discursos, y por la indagacin de las reglas y las condiciones de posibilidad de la aparicin de determinados objetos, sistemas conceptuales y temas que son interiores al propio discurso. A la unidad de construccin de unos discursos que no consideraba en s mismos ni verdaderos ni falsos, en los que, erradicado el sujeto de la enunciacin, el hombre no habla sino que es hablado, la llam formacin discursiva. Es la proclamacin de la "muerte del hombre" que Foucault anuncia en Las palabras y las cosas, la que le vale una repentina celebridad en el campo cultural francs. Esta no estuvo exenta, sin embargo, de ms de una seal de desagrado, provenientes algunas de ellas del propio marxismo. Las razones de la violenta respuesta de Sartre no se entienden sino en el contexto de las dificultades de lo que entonces era satanizado como humanismo para establecer un dilogo productivo con las nuevas corrientes intelectuales parisinas. En pocos aos, el prestigio de Sartre, y el proyecto que l dise, una sntesis de marxismo y existencialismo, se derrumb completamente frente a las nuevas corrientes intelectuales que vean en esa bsqueda una empresa ya desde el inicio destinada al fracaso. En estas condiciones, las investigaciones foucaultianas, dirigidas a construir una arqueologa de las ciencias del hombre y de unas prcticas e instituciones determinadas, pero que evitaban toda mencin a un sujeto individual o colectivo que, dotado de medios de reflexin, deliberacin y accin, produjese historicidad, no poda encontrar en ese marxismo articulado en torno a los temas sartreanos ms que rechazo. Un primer reconocimiento de la relevancia de la obra de Foucault por parte del campo marxista francs provino de la nueva figura intelectual que por entonces, a mediados de la dcada del sesenta, comenzaba a hegemonizar ese espacio, Louis Althusser. Fue este filsofo el encargado de llevar adelante una audaz estrategia intelectual de apropiacin del corpus terico del estructuralismo para construir una sntesis propia que remozara desde dentro al propio marxismo. Pero si la relacin entre Foucault y el marxismo fue poco fructfera en esta etapa, las razones no las hallaremos exclusivamente en los avatares del campo intelectual francs, sino tambin en algunos signos ambiguos -o si se quiere, contradictorios- del corpus terico del primer Foucault: los deslizamientos entre un Foucault que concibe a Marx, junto a Freud y a Nietzsche, como las brechas que permiten abrir paso al pensamiento contemporneo desgarrando la episteme humanista de la modernidad, y de otro que incluye a Marx como a un efecto involuntario y derivado de esa misma episteme, han dado lugar a perplejidades y a equvocos. En efecto, en su conferencia de 1964 sobre "Nietzsche, Marx, Freud", les concede a estos tres pensadores el ttulo de fundadores de "una nueva modalidad de interpretacin", de una nueva hermenutica de la que seramos herederos. Sin embargo, en Las palabras y las cosas, nicamente Nietzsche, de la trada anterior, aparece abrindose camino hacia "lo que puede ser el espacio del pensamiento contemporneo". Marx y el marxismo quedan subsumidos en la episteme decimonnica, como una variante de la Economa Poltica Clsica. Cmo entender este desplazamiento? Miguel Morey, sugiere que su conferencia de 1964 no es sino "una primer escritura apresurada de algunos aspectos de Las palabras y las cosas". Sin desestimar esta interpretacin, puede entenderse el deslizamiento tambin como una tensin nunca resuelta entre el ajuste de cuentas que Foucault pretende hacer en relacin a Marx y al marxismo, tensin que se juega entre la recusacin del Marx historicista-humanista, el Marx del esencialismo humano y la redencin por la Historia, por una parte, y la recuperacin para una tradicin, del Marx de la crtica, de la negatividad, del que con su teora del fetichismo ideolgico, lleva a cabo uno de los momentos fundantes en el proceso de descentramiento del sujeto de la conciencia. Para asistir a un verdadero debate deba producirse un cambio de terreno que abriese nuevos interrogantes, tanto de parte de Foucault como del marxismo. En el origen de un conjunto de nuevas preocupaciones estn sin duda una serie de eventos y

procesos que dirigiran la atencin y los esfuerzos analticos cada vez ms hacia el problema de la poltica: en primer lugar, la irrupcin repentina de las masas en el Mayo del '68, pero tambin procesos de ms largo plazo. Nos referimos a la conciencia cada vez ms amplia de la creciente estatalizacin de la vida social y de los procesos de acumulacin en los Estados occidentales de Bienestar y al carcter, sino crecientemente represivo de los socialismos existentes, por lo menos a la creciente puesta en discurso de su carcter represivo dentro de las tradiciones polticas de izquierda. Para Foucault, estos fenmenos fueron el comienzo de una interrogacin de nuevo tipo, que coloc cada vez ms centralmente a la poltica y el poder como eje principal de sus investigaciones, de la que el artculo "Nietzsche, la genealoga, la historia" (1971) y las conferencias de Rio de Janeiro reunidas luego en La verdad y las formas jurdicas (1973) son textos de acercamiento, y Vigilar y castigar (1975) y los volmenes de la Historia de la sexualidad, especialmente el primero, La voluntad de saber, las obras de una madurez que no alcanz a completarse, interrumpida por la muerte. Foucault parte de la crtica de una serie de postulados que asocia a las concepciones tradicionales del poder, proponiendo unos alternativos. Los postulados que rechaza, y los que a continuacin sugiere son los siguientes: 1) postulado de la propiedad, segn el cual el poder sera la propiedad de una clase que lo habra conquistado. Para Foucault, el poder no es una propiedad sino una estrategia, y sus efectos no son atribuibles a una apropiacin, sino a dispositivos de funcionamiento; 2) postulado de la localizacin, segn el cual el poder estara localizado en el aparato de Estado. Foucault seala como el Estado aparece como un efecto de conjunto, resultante de una multiplicidad de engranajes y de ncleos que se sitan a un nivel completamente distinto, y que constituyen una "microfsica" del poder; 3) postulado de la subordinacin, segn el cual el poder encarnado en el aparato de Estado estara subordinado a un modo de produccin que sera su infraestructura. Si hay correspondencia entre uno y otro, para Foucault no se debe a una "determinacin": el poder no es una superestructura, sino que est presente en la propia constitucin del espacio econmico; 4) postulado de la esencia o del atributo, segn el cual el poder tendra una esencia y sera un atributo que distingue a los que lo poseen (dominantes) de los que lo sufren (dominados). Para Foucault, el poder carece de esencia, ya que es operatorio, y no es un atributo, sino una relacin; 5) postulado de la modalidad, segn el cual el poder acta por medio de la represin y la ideologa. Estas no son ms que estrategias extremas. El poder, bsicamente, produce, por medio de una trasformacin tcnica de los individuos. El poder, ms que reprimir, produce realidad, ms que ocultar o engaar, produce verdad; 6) postulado de la legalidad, segn el cual el poder de Estado se expresa en la Ley. La Ley, para Foucault, no es un estado de paz impuesto consensual o coercitivamente, sino una batalla perpeta: un sistema mediante el cual se gestionan ilegalismos. Con la formulacin de estos principios de anlisis alternativos, Foucault produce un corrimiento que desplaza las preguntas por el sujeto (quin detenta el poder? Quin lo soporta?), el lugar de ejercicio (en dnde est ubicado?) y la esencia del poder (qu es el poder?) por la de la especificidad de su modo de funcionamiento (cmo funciona el poder?) y la de sus efectos (qu produce el poder?) que sin duda est en el origen de sus descubrimientos, as como probablemente tambin en el de sus debilidades. II. Foucault y las tradiciones tericas marxistas La tensin irresuelta en el ajuste de cuentas con Marx vuelve a plantearse en el segundo Foucault a propsito de la problemtica del poder. Cabe preguntarse con mayor especificidad en qu sentido preciso la teora foucaultiana del poder puede legtimamente inscribirse en el horizonte terico abierto por Marx. Una clave interpretativa la proporciona el mismo Foucault cuando reconoce que "para analizar las relaciones de poder apenas si disponemos por el momento ms que de dos modelos: el que nos propone el derecho (el poder como ley, prohibicin, institucin) y el modelo guerrero o estratgico en trminos de relacin de fuerzas". Dentro del segundo se puede reconocer una tradicin que rene tanto a Marx como a Foucault. Tradicin no lineal, claro est, pues para este ltimo los marxistas, al pensar la historia en trminos de lucha de clases, han prestado mayor atencin a la clase en s (su esencia, su conformacin, su alcance) que a la lucha como constitutiva de las clases, con la excepcin del propio Marx, especialmente en sus textos histricos. Ahora bien, si en un sentido ms general el modelo de Marx y el de Foucault participan de una misma tradicin anticontractualista del poder, la disputa en tomo a ciertos problemas parece ser ms bien inconciliable. No obstante, una lectura que insista en la mera contraposicin puede hacer perder de vista algo que es decisivo: Foucault no desconoce las condiciones econmicas, las relaciones de produccin o el poder estatal. Slo se propone impugnar que ellas acten sobre un sujeto preconstituido cuyo objetivo consistira, tras correr el velamiento de la ideologa, en recuperarse de la alienacin a la que se encuentra sometido. Si el marxismo permiti que sobreviviesen las nociones de sujeto -bajo la forma de las clases sociales entendidas como sujetos histricos- y de verdad -bajo la forma del sujeto que se reapropia de sus condiciones de existencia y logra descorrer el velo ideolgico-, el programa foucaultiano se propone desembarazarse de los grandes temas de la Verdad o el Sujeto originario, pitra entender que tanto sujetos como verdades son constituidos por las prcticas del poder. Es esta visin del poder, y de la relacin entre el poder y el saber, tan radicalmente nueva como Foucault pretende? Queda el marxismo en su conjunto prisionero de la concepcin tradicional del poder? Cul es la relacin de esta propuesta foucaultiana con las visiones que el marxismo ha producido respecto del poder? No menos importante, cul es la relacin entre la visin foucaultiana del poder y la concepcin de lo social que formula el marxismo -de complementariedad total o parcial, de oposicin, etc.? Finalmente, cul es la productividad de una concepcin de este tipo? La respuesta a estos interrogantes no es sencilla, dado que la ofensiva terica de Foucault fue simultnea y coextensiva, a lo largo de los aos setenta, a un renovado desarrollo de los

estudios marxistas sobre la poltica, el poder y el Estado. Su mayor esfuerzo, desde Gramsci para ac, estuvo centrado en escapar a las aporas del instrumentalismo, el determinismo economicista, la subsuncin del poder en el Estado, o de la ideologa entendida como "falsa conciencia". En lo que se refiere a la posicin que ocupa Foucault en el campo cultural, y su relacin respecto del marxismo, existen dentro del marxismo visiones dismiles. En el mundo anglosajn es frecuente catalogarlo como un autor estructuralista que habra pasado, a comienzos de los 70, y sin mayores problemas, al posestructuralismo. Sin embargo, otros autores lo vinculan a las "Filosofas del Deseo", junto a Deleuze y Guattari; otros, por su parte, estudiaron las similitudes de su programa terico con el de la Escuela de Frankfurt, as como sus puntos de contacto con los "nuevos filsofos" franceses. Desde distintos mbitos del marxismo anglosajn se ha reevaluado su relacin con el "marxismo occidental", especialmente con la tradicin sartreana que lo precedi. Los balances tambin aqu son encontrados. Si Perry Anderson, retomando las investigaciones de Peter Dews, entendi que el marxismo, por una parte, y estructuralismo/posestructuralismo, por otra, constituan dos paradigmas tericos rivales, Mark Poster sostuvo que el Foucault "posestructuralista" comenz "a ocuparse de temas que eran centrales en el pensamiento del marxismo occidental, y que las posiciones que adopt, aunque en algunos casos se asemejaban a las de los marxistas occidentales, por lo general fueron ms all de las posiciones de stos y estuvieron encaminadas a lograr una nueva formulacin de la teora crtica. III. El problema del poder Puede afirmarse que el marxismo no ha dado una respuesta acabada a la problemtica de la relacin entre estructura y sujeto ni ha brindado un aporte definitivo sobre cmo opera el poder y cmo se construye socialmente la subjetividad. Ahora bien, ha resuelto el programa foucaultiano estos problemas, o cuando menos, ha logrado plantear la problemtica de un modo ms adecuado? Estas preguntas estn en el centro del nutrido debate europeo de los aos setenta y ochenta de los marxistas con Foucault. Muchos marxistas, sin dejar de reconocer los desafos que la obra de Foucault plantea, han sealado las dificultades a que conduce el abandono de ciertas perspectivas y categoras y la incorporacin de otras. Para Perry Anderson la teora foucaultiana del poder, en su esfuerzo por evitar la bsqueda de un fundamento externo al mismo, de una jerarqua y una centralidad, habra terminado hipostasiando un nuevo primer principio, de donde "el poder pierde cualquier determinacin histrica: ya no hay detentadores especficos del poder, ni metas especficas a las que sirve su ejercicio. Como voluntad absoluta, su ejercicio es su propia satisfaccin". Segn Nicos Poulantzas, Foucault habra contribuido a una concepcin relacional y positiva (productiva) del poder, pero su lmite estara en la ausencia de un fundamento material. La absolutizacin de un poder que slo remite a s mismo conducira a la idea de un Amo-Poder, fundador primero de toda lucha resistencia. Toda lucha, toda resistencia, resultara entonces originaria y constitutivamente pervertida por el poder. Escrito a propsito de la aparicin de Vigilar y Castigar, Vittorio Cotesta recorre el itinerario terico de Foucault, desarrollado tiempo despus en su libro Linguaggio, Potere, Individuo. Saggio su Michel Foucault. Formado en una perspectiva gramsciana, el autor advierte en Foucault el riesgo de diluir la problemtica del poder de clase en la del control disciplinario, lo que lo conducira a un cierto funcionalismo -toda la realidad social estara, en el fondo, atravesada por la misma determinacin disciplinaria- y a cierta arbitrariedad, en tanto las relaciones que se establecen pueden ser de lo ms diversas, no habiendo en Foucault un criterio objetivo que gue la individuacin de las conexiones. El trabajo de Dominique Lecourt, intenta trazar un balance de los mritos del anlisis foucaultiano del poder, a la vez que se propone dar cuenta de las razones tericas que lo hacen potencialmente explotable -no sin grandes tergiversacionespor la Nouvelle Philosophie, ese conjunto de ex-maostas que hacia 1974, en un giro poltico espectacular, comenzaron a denunciar el Gulag, los totalitarismos y las filosofas totalitarias, dentro de las que le atribuan a la figura de Marx un lugar ms que destacado. Afirma que la crtica foucaultiana al marxismo en su conjunto no es adecuada, y que ms bien conduce a poner de manifiesto las debilidades de lamicrofsica del poder, destacando las dificultades que debe afrontar un pensamiento que rechaza la vinculacin entre el conjunto de las prcticas sociales -entre ellas, las ideolgicas-y las relaciones de produccin. Para Lecourt, la consecuencia es que el poder aparece, al igual que el Estado, despojado de toda determinacin de clase, y la microfsica del poder se convierte en metafsica. Jeffrey Weeks, se interroga por el desafo que la obra de Foucault significa para los historiadores. Analiza lo que ve como las principales preocupaciones de Foucault a lo largo de su vida intelectual y destaca los aportes del pensador francs a la prctica historiogrfica -la puesta en cuestin de la naturalidad de determinados objetos, como la locura y la sexualidad, la crtica al determinismo, a las deducciones funcionalistas y al concepto de necesidad, la denuncia de las concepciones evolutivas que conciben al presente como una superacin del pasado. Simultneamente, seala algunos puntos que le merecen reparos: en especial la relacin entre lo discursivo y lo extradiscursivo, la constitucin de la subjetividad individual y algunos aspectos de su teora del poder. Este ltimo problema atraviesa todo el texto de Bob Fine, que intenta sealar los lmites de la teora foucaultiana del poder a partir de contrastarla con las reflexiones que los clsicos del marxismo han hecho sobre la cuestin. Fine llama la atencin sobre la necesidad de considerar el problema de las formas histricas de ejercicio del poder, cuestin que, como afirma, est en el centro de las preocupaciones de Foucault. Sin embargo, para Fine, el anlisis foucaultiano del poder no hara ms que continuar el del marxismo clsico (Marx, Engels, Lenin, Trotsky), que habra sentado las bases para una teora relacional del poder, cuestionando las concepciones instrumentalistas. La relacin entre poder y formacin de la subjetividad en Foucault es la preocupacin del trabajo de Peter Dews, colaborador habitual de la New Left Review. Comparando

las distintas concepciones del sujeto humano en la obra de Foucault, en la de los pensadores de la Escuela de Frankfurt y en los "filsofos del deseo", Dews traza un balance crtico del intento del pensador foucaultiano de disolver el lazo filosfico construido por la modernidad entre conciencia, autorreflexin y libertad a partir de la afirmacin de la heteronoma del sujeto. La negacin de la potencialidad poltica progresista de un sujeto autnomo es, para Dews, inconsistente, lo que se hace visible, entre otras cosas, en las debilidades de su nocin no teorizada de resistencia. El artculo de Athar Hussain, tiene por objeto discutir el primer tomo de la Historia de la sexualidad. Hussain saluda en la Historia de la sexualidad un nuevo tipo de crtica del psicoanlisis que intenta pensarlo en el marco de sus condiciones histricas de emergencia, as como la apertura de una nueva dimensin de anlisis no dominada por la" categora de sujeto: la biopoltica. Sin embargo, Hussain es ms crtico cuando analiza algunos conceptos centrales del libro, como los de represin y ley, y cuando se pregunta por la pertinencia de considerar al anlisis de la sexualidad como un campo adecuado para formular hiptesis generales sobre el funcionamiento del poder. La polmica alcanza su pico agudo en las pginas de Massimo Cacciari, filsofo del ex-Partido Comunista Italiano, a tal punto que logr provocar la airada rplica del propio Foucault. Cacciari se pregunta: si el poder es diseminacin anrquica, para qu seguimos hablando de poder? S en todo caso se trata de una multiplicidad funcional de tcnicas, no ser necesario definir tales funciones, la forma de su campo de fuerzas? No es lo que hacen Deleuze y Foucault, cuya puesta en cuestin de la Metafsica de lo Uno deriv en otra forma de metafsica, una Metafsica de lo Mltiple. Ambas reducciones reafirman el poder como Poder, Sistema, Estado. La primera lo hace de manera inmediata: la segunda, reconsagrando su figura en cuanto asume absolutamente la "autonoma" de sus propios dialectos. La encendida rplica de Foucault proporciona una respuesta acabada a esta suma de interrogantes que se han formulado a su teora del poder. Se limita, simplemente, a despejar ciertos equvocos en el debate, especialmente en la crtica de Cacciari sin reconocer la pertinencia terica o poltica de las impugnaciones. Las reduce a un efecto de la poltica de los comunistas, advirtiendo que la relacin de su teora con la poltica es de otro tipo. En la respuesta de Foucault tampoco es convincente su postura en lo que concierne al problema del fundamento del poder: Foucault recuerda que parti de la pregunta de si las relaciones de poder no representaban una realidad "relativamente independiente" de las relaciones de produccin: sin embargo en su obra no aparecen indicaciones sobre los vnculos recprocos entre ambas esferas, y an se presta a entender las relaciones de poder en trminos de autonoma absoluta, sin ningn fundamento o determinacin externos. Si la teora foucaultiana del poder no puede pensarse sino en el contexto de expansin de las luchas y las resistencias contra las formas de poder local que alcanzaron su clmax veinte aos atrs que pusieron a la institucin en el centro de sus preocupaciones, convirtindola en el objetivo de una nueva poltica, la ausencia de una reflexin sobre la articulacin entre la microfsica del poder, el Estado y las clases no constituye una virtud sino por el contrario una debilidad del anlisis foucaultiano. Por ello, la articulacin de estos aspectos que sealaron un campo de conflictividad ms amplio que el que el marxismo estaba acostumbrado a privilegiar, con los que surgen de poner en relacin estas formas locales de poder con las clases y el Estado sigue siendo un problema de relevancia terica y poltica de primer orden, y constituye un desafo que es necesario afrontar tanto para quienes intentan abordarlo desde una perspectiva foucaultiana como para quienes se proponen encararlo desde las tradiciones marxistas.

[Roy Hora Horacio Tarcus, Introduccin, en Horacio Tarcus (Comp.), Disparen sobre Foucault, Ediciones El Cielo Por Asalto, Buenos Aires, 1993.]

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