Pandillas Juveniles
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Pandillas juveniles Cultura y Conflicto de la calle Mauro Cerbino Editorial El Conejo Editorial ABYA-YALA Mayo 2004 Portada: Ana Rodrguez Diagramacin: Pato Echeverra M. ISBN: 9978-87-248-5 Derecho de autor: 019601 Depsito Legal: 2661 6 de Diciembre 2309 y La Nia, 3er. piso Telf.: 222 79 48 - 222 79 49 - Fax: 250 10 66 Casilla: 17-03-4629 e-mail: [email protected] Quito - Ecuador RECONOCIMIENTOS El presente ensayo forma parte de un diagnstico sobre nios y jvenes en situacin de riesgo desarrollado por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales - FLACSO Sede Ecuador para el Programa Nuestros Nios del Ministerio de Bienestar Social - MBS-. Dicho estudio abord, entre otras problemticas, el embarazo adolescente, menores infractores, consumo de drogas y, naturalmente, la violencia juvenil. Este diagnstico fue realizado con la finalidad
de proporcionar sustentos tcnicos y tericos para la formulacin de Polticas Pblicas para nios, nias y jvenes entre 6 y 18 aos. El reto investigativo, a nuestro criterio, mereci priorizar el protagonismo de la palabra frente al anonimato de las estadsticas. Cremos que dar cuenta de las subjetividades juveniles permita ir ms all de las cifras de delitos, vctimas y arrestos, o desvirtuar las imgenes que algunos medios de comunicacin construyen de los jvenes y de los "pandilleros" en particular. Por ello, es necesario agradecer a los jvenes, varones y mujeres, quienes a cambio del respeto de su privacidad, nos prestaron su tiempo y sus narraciones; a los jvenes etngrafos y etngrafas, quienes a travs de su entrega a este estudio hicieron posible los resultados y las comprensiones. Y, no menos importante, a las instituciones Cefocine de Guayaquil, Centro "La Aurora" de Cuenca y Foro de la Juventud de Quito, que apoyaron desinteresadamente el trabajo de campo y acompaaron el proceso desde su inicio. La investigacin realizada se ha basado en la participacin directa de los propios sujetos de estudio. El trabajo de campo contribuy 6 a generar, entre los jvenes (entrevistados y entrevistadores), espacios de conversacin y dilogo sobre sus prcticas, percepciones y sentidos de la vida, que viabilizan la reflexin. Es nuestro anhelo, y no presuncin, que la investigacin en materia juvenil se suscite a partir de enfoques similares. Ojal que ello signifique renovar el debate social sobre juventud. Un agradecimiento especial va dirigido a Francisco Cevallos quien ha colaborado a la realizacin de la investigacin y de quien he recibido importantes aportes; con l he podido discutir muchas de las ideas aqu contenidas. Pandillas Juveniles 7 PRLOGO En un mundo signado por exclusin, violencia y marginalizacin crecientes, la palabra pandilla parece haber perdido definitivamente la vieja connotacin ldica con que haca referencia a las bandas que formaban en especial nios y adolescentes, con fines de juego. Con ello, el factor simblico asociado al fenmeno de las pandillas juveniles tambin ha sido afectado: los procesos germinativos afectivos y culturales vinculados a la definicin de la identidad,de la configuracin del yo a travs de lo colectivo, en las complejas dinmicas de convertirse en adultos, han sido unvocamente etiquetados con la nocin del delito. En el estudio cualitativo realizado por Mauro Cerbino, sobre "Pandillas Juveniles", el anlisis de la imagen corporal de los pandilleros/as le permitir descifrar la problemtica identificatoria que los introduce como actores de un afuera social construido porque la trama social existente solo es capaz de suscitar en ellos nausea o repulsin. Tatuajes, adornos, pinturas, prendas, se constituyen en elementos para realizar operaciones rituales y articular una estructura que seala un nico enunciado: Ser Pandillero. Ah, en esa imagen rebelde y espectacular, se inscribe o se traduce lo imaginario, un sistema especular cuya funcin es representar los "otros posibles Yo" entre los que puede oscilar un sujeto para definir su identidad. El esfuerzo no les pertenece slo a ellos. La constitucin del Yo es el terreno de Ssifo. Podemos observar que, sin excepcin, estamos empeados en el intil y cansado esfuerzo de definirnos como un personaje (una mscara, en el sentido de los latinos) o su contrario. Todos entramos en la escena social sintiendo el peso y la 8 gravedad de la autoconstruccin del "yo", de la " persona". Un despliegue de sueos, fantasmas y sntomas testimoniarn y garantizarn nuestra vida, nuestra existencia y tambin nuestras enfermedades. El "yo" que adviene es esta construccin imaginaria del cuerpo, la prueba de nuestro deseo, que expresa nuestra falta en ser aquello que no somos y no seremos jams. Extrao fracaso sobre el que no dejamos de decidir. Sobre el yo se precipita la oscuridad, le salta encima como una pantera, dira Claudel. Alguien
puede decir, en este tejido de disyunciones ticas, dnde el Bien y el Mal se interpenetran? Quin es? Nuestras desventuras son ajenas a la racionalidad social. Pero, qu sucede cuando una sociedad nos sustrae, nos expropia, los lugares y las prcticas a travs de los que debemos construir nuestra paradjica identidad? Cul es el efecto cuando los gestos mas vitales de nuestra experiencia no pueden socializarse o reclamar su derecho de existencia ante "Otro"? Qu resolucin va probar un sujeto ante una sociedad en crisis, que no puede institucionalizar, historizar, sus disfuncionalidades, sus conflictos y que en suma nos enfrenta al espectculo del derrumbe de una temporalidad, derrumbe que tambin determina el drama trgico de nuestros proyectos y esperanzas? La respuesta es irrefutable: el sujeto bordea la Psicosis. Ser pandillero es, en consecuencia, el sntoma de una sociedad enferma. Este cono, que surge en las sociedades en crisis, tiene la funcin de un modelo identificatorio que permite representar la ausencia de devenir y de certeza. De algn modo, el sntoma ser la puesta en sentido de los anhelos e ideales siempre fallidos de llegar a Ser. Sin este sueo espurio y desesperado de los marginados, su subjetividad seria pura borradura o disolucin. Esta realizacin imaginaria re-introduce el poder como objeto de deseo. El poder siempre ha sido el signo que mediatiza la dialctica del ser y el tener. Aqu, como en muchos otros casos, para obtenerlo se gira en torno de la muerte y la trasgresin, se obtienen pequeas cuotas de poder por fuera de la ley y el orden social. El poder es la prueba de que se ha dominado o sometido lo prohibido9, como medio de sobrevivencia, se ha triunfado no solo sobre las circunstancias sino sobre la anomia. Ser pandillero exigir el Poder y el poder demandar un ser diferente. Un estilo de vida un sueo? donde todo estar disuelto, al menos temporalmente: familia, trabajo, educacin. Un nuevo lenguaje cifra la diferencia y traiciona el decir comn, el del buen sentido, promulgando un cdigo cerrado, hermtico, pasaje de reconocimiento y referencia de s mismos y necesariamente juego de espejos de exclusin del Otro. A travs de este uso crptico de la lengua se ejercita desde el lado de las pandillas el conflicto de integrar y excluir. Aprendizaje de un lenguaje que les informa que la sobrevivencia es enfrentamiento hostil con la autoridad: policas, jueces, polticos, periodistas. Enfrentamiento por sobretodo con la lengua sistemtica, nutrida de logos, la mquina que organiza el tejido social como un territorio que separa y excluye todo flujo extrao e inestable. La lengua establecida, la del da a da de la autoridad y el establecimiento. El destino de los pandilleros/as (su tpico regreso a la "normalidad") plantea a las sociedades el dilema de cmo no excluir ni integrar. La politicidad del fenmeno pandillero es recogida por Cerbino como una demanda poltica, un camino de reconstruccin y resignificacin de la polis a partir de la potencia innovadora de las imgenes y los imaginarios ldicos, renovadores, cuya expresin hierve en los meandros discursivos de la vida en las pandillas. Cmo reconstruir la ciudadana, el estatuto de pertenencia a una sociedad y la sociedad misma nutrindola con estos nuevos cdigos? Es ste el desafo que nos plantea el autor: cmo no perdemos, cmo no cerramos la puerta a un mundo que pugna por nacer toda vez que los viejos cdigos y normas han perdido el sentido y la razn social e histrica de ser. Osvaldo Vintimilla Quito, Junio del 2003
INTRODUCCIN:
VIOLENCIA Y JUVENTUD Llaman violento al ro impetuoso pero a las orillas que lo comprimen nadie las llama violentas Bertolt Brecht ...Demos una breve definicin del alarmismo, necesaria en parte porque el trmino es un ejemplo de aquella fastidiosa clase de palabras que en el uso comn indican tanto lo que causa una condicin del sujeto que la percibe, como la condicin misma. Erving Goffman Mientras desarrollbamos una investigacin sobre violencia y pandillas juveniles, el asesinato de algunos taxistas en Guayaquil, en apariencia cometidos por miembros de la nacin 1 denominada los Latin King, ha desatado la reaccin en cadena de los medios de comunicacin que, con su tpico sesgo sensacionalista, han hecho del tema de la violencia juvenil el de mayor actualidad. Lo que ha provocado, como en otras ocasiones, el incremento de la represin policial y la sistemtica estigmatizacin de los mundos juveniles como portadores potenciales o efectivos de violencia delincuencial. La medida tomada en Guayaquil, del toque de queda a las 10 de la noche para los jvenes menores de 18 aos, es la demostracin de que el discurso dominante tiende a focalizar y atribuir la violencia a los sectores juveniles como si stos fueran implcitamente, es decir, biolgica y psicolgicamente violentos. Por otra parte, el tratamiento de "emergencia" usado en el tema de las pandillas juveniles, incluso en los trminos de aquel periodista que en un reportaje lamentaba (con un cierto grado de extraamiento) el hecho de que los pandilleros en Guayaquil ya no actuaban en sus territorios usuales y ms bien haban tenido el atrevimiento de ir al centro de la ciudad a cometer sus delitos, tiende a desconocer la dimensin histrica de fenmenos como la violencia que, de una u otra forma, acompaan nuestro vivir social y que, disfrazados como "emergencias" y "amenazas para la sociedad", terminan por ocultar y hacernos olvidar que la violencia es la expresin cotidiana o episdica, criminal, poltica o cultural de conflictos que la cultura hoy dominante tiende insistentemente a negar (Davis 1994). Si entendemos la violencia como conflictividad nos alejamos de la prctica de focalizacin que apunta a definir a algunos sujetos como violentos en oposicin a otros que no lo seran, con la consecuencia, en el plano moral, que esta prctica conlleva: el sealamiento de los buenos versus los malos. En otras palabras, se puede decir que el alarmismo social, relativo a los comportamientos delictivos o a la inseguridad ciudadana, intenta ocultar precisamente un escenario marcado por mltiples conflictos socioculturales desatados, entre otras condiciones, por la presencia de mecanismos de inferiorizacin, exclusin o marginacin econmica y simblica de amplios sectores de la poblacin. La presencia de estos mecanismos permite pensar la violencia como una construccin social tejida alrededor de las interacciones entre sujetos y escenarios conflictivos. La concepcin y el tratamiento por parte de las autoridades y de los medios de comunicacin de masas de la violencia protagonizada por algunas pandillas juveniles se enmarcan en la operacin significativa de generar estereotipos formulada por Stuart Hall (1997). Este autor argumenta que el estereotipo "reduce, esencializa, naturaliza y fija la diferencia". En ello se basa la tendencia a focalizar la violencia: etiquetar, sin mayor problematizacin, a las13 pandillas como violentas es utilizar una estrategia de separacin divisin tendiente a seccionar lo normal y lo aceptable de lo anormal e inaceptable, es excluir o expeler todo lo que no calza, que es diferente, envindolo a un exilio simblico porque es intolerable (Ibd.: 257).
Por otra parte, la operacin de estereotipar muestra claramente el proceso de desconocimiento y el prejuicio sobre el que se basa la acusacin o como dice Mary Douglas (1996), de atribucin de responsabilidad y de la culpa (blaming): la mayora de las veces se llega a acusar o culpar a alguien sin haber desarrollado antes un diagnstico de lo que condiciona los acontecimientos que son objetos de la acusacin 2. El tratamiento de la conflictividad o de las violencias pensadas como emergencias, tiene precisamente esta limitacin: amplifica los hechos y descuida la problematizacin en torno a las razones no lineales ni mecnicas, sino complejas, que las han producido. De ah el frenes colectivo del que se hace portadora la llamada "opinin pblica", que no es ms que el reino de los estereotipos, por buscar medidas coyunturales que taponen o pretendan resolver los problemas derivados de aquellos hechos, como si se tratara de encontrar la cura para la enfermedad de la violencia. La idea de que leyes severas, por ejemplo, puedan liquidar la delincuencia es uno de los mitos sociales que difcilmente desaparecer (Dal Lago 1990). "Un mito social es una retrica de la verdad, un discurso que pretende y luego asume un valor de verdad factual" (Ibd.: 143). En este sentido, la violencia juvenil representa un mito social cuando se la concibe como algo fctico, "gratuito" y natural, y no como asociada a condiciones generales problemticas. Pensar y comprender estas condiciones es el desafo de una sociologa que "postula que los agentes sociales no llevan a cabo actos gratuitos" (Bourdieu 1997: 140) si "un acto gratuito es un acto del que no se puede dar razn, un acto insensato, absurdo, insignificante, ante el cual la ciencia social nada tiene que decir, ante el cual no tiene ms remedio que dimitir" (Ibd.).
1 Acerca de la definicin de "nacin" existen muchas versiones discordantes: hay quienes la consideran una especie de confraternidad dedicada a ciertas actividades culturales como la msica o el graffiti fundamentalmente pacficas, y otros como una organizacin de mayor estructuracin jerrquica ms numerosa que una pandilla (siendo que esta no llega al centenar de miembros mientras que la nacin es de varios centenares) y dedicada a actividades ilcitas. En todo caso, las naciones tienen conexin con otros pases latinoamericanos, incluso con los Estados Unidos.1 2 Obviamente no se trata aqu de establecer atenuantes a la manera de un tribunal, sino ms bien de emprender la comprensin de los mltiples factores que influyen en una determinada conducta considerada violenta. Es necesario renunciar a una concepcin estereotipada que apunta a definir la violencia como fctica, como manifestacin de lo "anormal" y de la desviacin social, y ms bien preguntarse por las condiciones generadoras de conflictividad, antagonismo y disenso. Esto significa, al mismo tiempo, pasar de una visin instrumental que plantea los problemas para ser resueltos a otra que intenta definir situaciones problemticas que se caracterizan por ser inciertas, ligadas al desorden y a la indefinicin, y como tales, siempre complejas3. En el caso de las pandillas juveniles, el enfoque que plantea problemas por resolver se traduce en la identificacin de causas mecnicas y lineales con respecto a los efectos y los fenmenos. Desde las autoridades y los medios se afirma que las causas que determinan los problemas de comportamiento se concentran en una supuesta prdida de valores debida, fundamentalmente, a la desarticulacin familiar. Segn este enfoque, es necesario que la familia asuma la responsabilidad de sus hijos para evitar que caigan en la patologa social de la desviacin y la violencia. Como se puede ver, se trata de la aplicacin prctica de la lgica clsica del si p entonces q. Lgica lineal de causa-efecto, que desconoce, por un lado, la intervencin de otras variables en la determinacin del problema y, por el otro, produce particularmente falsas expectativas sobre la factibilidad de solucin a los problemas4. A estas dos caractersticas hay que agregar una tercera, que es la que impide observar aquello que afirmaba Pascal, en cuanto a que todas las cosas son causadas y causantes, ayudadas y ayudantes, mediatas e inmediatas y que, entonces, en el caso especfico que nos interesa aqu, la familia en crisis es probablemente, ms que una causa, uno de los efectos de mayores y ms profundas con junto" y que como tal entonces no puede ser tratado por separado que es precisamente lo que hace una perspectiva instrumental. 3 Usamos aqu "complejo" en el sentido que da Edgar Morn, de "lo que est tejido 4 La mayora de las intervenciones de las autoridades se enmarcan en esta lgica. "Las reacciones que provocan las violencias son uniformes e indiscriminadas como las violencias mismas", afirma Rossana Reguillo (1999).
diciones crticas y problemticas, histricas o estructurales. Del mismo modo, hay que reflexionar sobre la violencia (o las violencias), partiendo de la constatacin de que existen diferentes expresiones y contextos violentos, que vuelven impracticable y desviante el poder reconocer y distinguir claramente entre vctimas y victimarios. Es necesario abandonar esta visin estereotmica 5 si queremos comprender a fondo las razones que sustentan las violencias y los conflictos. Como seala Georges Balandier (1997:190): "la violencia (.) es vista como inherente a toda existencia colectiva, es el resultado del movimiento de las fuerzas por las cuales dicha existencia se compone y que ella engendra, depende de la dinmica de lo vivo por la cual orden y desorden son inseparables" (la cursiva es ma). A esta dimensin permanente de condiciones existenciales que engendran violencias, se aade en la modernidad tarda un conjunto de situaciones problemticas particulares que tiende a complicar y radicalizar el panorama y los escenarios de la violencia. Una vez ms, Balandier (Ibd.) seala que: "en las sociedades de la modernidad actual, las situaciones potencialmente generadoras de violencia son permanentes y no slo coyunturales: efectos de nmero: (con el apilamiento urbano), de masa (con la indiferenciacin),de multitud (con las reuniones ocasionales cargadas de un poder difcil de controlar) y de imitacin (toca la fragilidad de los valores y los modelos de identidad, propicia al desamparo individual)"(Ibd.: 192). Asistimos a manifestaciones de violencia en distintos contextos: desde las estructuras institucionales como la escuela, la familia, las autoridades de gobierno y de Polica, los medios de comunicacin, hasta las formas contemporneas de socialidad y de afirmacin identitarias. Estas manifestaciones difusas de violencia sevubican en un horizonte general de condiciones problemticas que pueden resumirse de la siguiente manera: Por un lado, un empobrecimiento simblico de las relaciones sociales debido a la fractura existente entre identidades particulares y grupos de inters que no logran comprender a fondo la "dependencia mutua" que se establece en la dinmica entre identidad y alteridad6. El empobrecimiento simblico significa, en pocas palabras, la prdida de interrogacin por el sentido de la construccin del "otro" que pueda suscitar una duda reflexiva del sujeto, y comporta el abultamiento de la construccin de una imagen de las relaciones sociales en un simple "ver" a los "otros" o como sujetos de veneracin, de identificacin y fascinacin absoluta, o como enemigos que hay que aniquilar 7. 5 Derrida (1967) define como "estereotmico" al espacio ontolgico que crea la separacin binaria entre sujeto y objeto, interno y externo, bien y mal, etc. Sobre este tema ver tambin Said (1978). La aplicacin de la visin estereotmica no se da solo en la separacin entre sujetos o actores, entre un "nosotros" y un "ellos" sino tambin, como en el caso especifico de las pandillas, en las condiciones o causas que definen ciertos comportamientos. Hay un doble discurso: esas condiciones o causas se aplican a los pandilleros y no a otros. Por otra parte, la circulacin globalizada de materia prima imaginario-simblica, generada por las industrias culturales, con un fuerte acento en la espectacularizacin y pornograficacin8 de la cultura audiovisual contempornea ha desplazado, o cuanto menos ha tensionado, a las formas tradicionales de produccin, intercambio y consumo de bienes simblicos y saberes adscritas a las interacciones generacionales, por un lado, y por el otro, a un territorio y a un espacio antropolgico de prcticas simblicas propias (ritos, fiestas y cotidianidad). 6 Sobre este tema se puede consultar a Ernesto Laclau. 1996. Emancipacin y Diferencia. Buenos Aires: Ariel. 7 Ulrich Beck (2000) se pregunta: "No podra suceder que un escepticismo reflexivo, vivido y argumentado de acuerdo a nuestra poca, superara la arrogante fe del industrialismo en la tcnica e instaurara la tolerancia y la curiosidad respecto de la diversidad de los otros? Dubito, ergo sum". Nos parece muy interesante la propuesta aqu esbozada por Beck. Ms adelante, al tratar del discurso de la masculinidad hegemnica podra cobrar sentido plantear esta nueva especie de "ecologa de la mente" de la produccin de la duda. 8 Llamamos "pornograficacin" al proceso que conlleva el querer mostrarlo todo, el afn de trasparentarlo todo con el fin de fascinar y evitar que el sujeto "trabaje" con lo que ve, en contraposicin a la erotizacin que apunta en cambio a velar y a mantener una mirada curiosa, atenta y creativa frente a las imgenes, ver tambin Cerbino, Chiriboga y Tutivn (2000). Estas reflexiones apuntan, entonces, a desvincular la accin violenta de algunos grupos juveniles (pandillas o naciones) de supuestas causas intrnsecas a su condicin juvenil (o simplemente imputadas a "fallas" familiares), y a reconducirla a la relacin con condiciones problemticas generales de la cultura actual. Tenemos que concentrarnos en matizar y comprender el desdibujamiento de los referentes que en
otras pocas han generado las condiciones para la cohesin y la posibilidad de tener ciertos sentidos de la vida social, que hoy tiende a producir angustia y desasosiego. Lo que es innegable es el carcter particular de la reaccin juvenil en el intento de crear nuevas lgicas de accin, tal vez nicas en estos tiempos. Reaccin que se sustenta en un fondo de significacin cultural organizada en torno a estticas ligadas al cuerpo. La ropa, los tatuajes, el pearcing, los bailes, las "figuras acrobticas", las patinetas y el walkman como elementos incorporados, a manera de prtesis, nos remiten a un uso del cuerpo que podra estar dibujando un escenario de biopoltica; es decir, de un quehacer poltico, ya no en trminos de formulacin de un proyecto ideolgico tradicional, sino de una politicidad que proviene de la vida cotidiana, del andar por la calle mostrando una esttica corporal que "devuelve", a veces trasformados y neutralizados, los signos de la violencia, de la exclusin y del dominio 9. Otras veces se asiste a una especie de fatalismo frente a la violencia generalizada. As se expresa Boris, un ex pandillero: no tienes otra alternativa; ves en la casa cmo se pelean tus padres y ves violencia; te subes al bus y el chofer te trata mal; todo es un crculo de violencia, estamos rodeados de violencia y el joven tambin expresa: tienes adentro todos tus dones y atributos, que los expresas con violencia. Por su parte Reguillo (2000a) advierte que: "La marginalidad y la exclusin son condiciones que se aprenden, se vuelven piel, se hacen conducta y esta es una violencia mayor". Y es tambin violencia aplicar las fciles ecuaciones semiticas que establecen una relacin directa entre la "pinta", el barrio en el que vive, o la condicin econmica del sujeto juvenil y su potencial comportamiento delincuencial. 9 Rossana Reguillo (2000 a) reflexiona sobre la biopoltica desde los consumos culturales y toma de Foucault la idea de que "a todo poder se oponen otros poderes en sentido contrario", escribe: "si algo caracteriza los colectivos juveniles insertos en procesos de exclusin y de marginacin es su capacidad para transformar el estigma en emblema, es decir, hacer operar con signo contrario las calificaciones negativas que les son imputadas". Sobre la nocin de biopoltica ver tambin Hart y Negri (2001). La mayora de las veces las acciones policiales se enmarcan en una especie de presuncin de culpabilidad basada no en la constatacin de un delito, sino sobre la observacin de un comportamiento considerado no apropiado en base al estereotipo. As, el delincuente no es necesariamente un joven que ha cometido un acto ilegal; ms bien cada joven que tiene una determinada forma de vestir y en general un look "sospechoso", es un delincuente oculto que la "perspicacia" policial logra desenmascarar 10. Esta operacin de estigmatizacin, sobre todo si es reiterada, puede como veremos, representar una de las condiciones ms prolficas para abrazar lo que Goffman ha llamado la carrera profesional de la "desviacin": a algn sujeto juvenil no le queda otra posibilidad que ser "realmente" un delincuente, y como tal, recibir el absurdo "reconocimiento" de los otros 11. Marcadamente presente en los discursos que circulan en la sociedad, encontramos expresiones como "daados" o "delincuentes", calificativos aplicados a los jvenes pandilleros. En el trabajo de campo y en las entrevistas a profundidad, muchos sujetos juveniles, no necesariamente pandilleros, se apropian de estos significantes y los emplean para definirse a s mismos. Asistimos por tanto, en trminos sociolgicos, a la categora de el otro construido, donde las pandillas, naciones, bandas, patas, jorgas o simplemente grupos juveniles, podran entrar en un pro ceso en los que los actores incorporan y se apropian del significante, en este caso "daado", porque probablemente no queda otra alternativa que "serlo realmente". La incorporacin de la "etiqueta" (labelling) de alguna manera queda demostrada en el tipo de apodos que ciertos jvenes pandilleros usan para nombrarse entre ellos ("traga muertos", "tiro loco", "tarntula", "el loco", entre otros.)12. 10 Tal es el caso demostrado de aquel joven que, apresado por el toque de queda en Guayaquil, testifica que en las denominadas charlas para "reorientar" y "reeducar" a los jvenes en situaciones de riesgo (un pilar del plan antipandillas puesto en accin en esta ciudad), lo que le habran manifestado con nfasis es: Cmo es posible que tus padres te dejen ir por la calle con "ese corte (de cabello) rapero"?. 11 Para profundizar en las implicaciones de esta dimensin se puede estudiar la aportacin de la teora psicoanaltica lacaniana del deseo que es deseo del Otro y que plantea siempre el enigma de la pregunta "che vuoi"? o que quiere la sociedad de mi? (Ver Zizek 2001).
Creemos que la violencia juvenil ha sido, hasta hoy, un fenmeno sin respuestas acertadas, por la miopa que ha caracterizado su comprensin. De parte de las autoridades y la mayora de la opinin pblica se repite insistentemente que las soluciones (como si existieran o fueran definitivas!) se plasman en los mbitos de la prevencin, represin y rehabilitacin13. La prevencin carece de mecanismos de apropiacin y motivacin porque se basa enteramente en un discurso moralista, estereotipado y retrico que a travs de las "famosas charlas", no tiene repercusin significativa en los mundos de sentido de los jvenes. La represin, por su parte, no genera ms que exclusin, discriminacin y estigmatizacin de estos mundos, a travs de supuestas y dudosas aplicaciones jurdicas que vulneran otros derechos, o "nuevos" derechos que apuntan a la constitucin de nuevas ciudadanas culturales. Finalmente, la rehabilitacin, ligada muchas veces a una verdadera y propia reclusin y privacin de libertad, sea por su infraestructura o por enfoques que carecen de proyecciones integra doras, corre el riesgo de convertirse en un espacio de "aislamiento" social que paradjicamente en vez de re-insertar, se transforme en una plataforma de "perfeccionamiento" de las destrezas delictivas. 12 Por su parte Stuart Hall (1997) argumenta: "las vctimas (en este caso el autor se refiere a los negros) pueden verse atrapadas por el estereotipo, confirmndolo inconscientemente va los mismos trminos de los que han tratado de oponerse y resistirse a l". Algo similar puede ser pensado para los estereotipos creados en torno a los jvenes o a los pandilleros, aunque obviamente no de forma mecnica y directa. Es lo que parece interpretar Jacinto cuando afirma: "violencia social, todo te destruye. Tienes estereotipos por ejemplo que vas cogiendo de todo lo ms violento que puedas". 13 Existe una larga lista de verbos con el prefijo "re": reeducar, reorientar, reformar, rehabilitar. Todos estos han adquirido la caracterstica innegable del lugar comn, dado que, en el momento de la profundizacin de perspectivas, ninguna institucin que los emplea sabe no solo "cmo", sino sobre todo desde "dnde", es decir, desde qu referentes,valores, contenidos nuevos y de alguna manera claros, re-partir. Las supuestas soluciones pensadas desde estos mbitos no slo no han aminorado los ndices de violencia, conflictividad y delito, sino que probablemente los han incrementado, adems de seguir abonando a una concepcin que plantea a la juventud exclusivamente como agente portador o generador de problemas.
ASPECTOS METODOLGICOS ESCENAS, ESCENARIOS Y ESCENOGRAFAS DE LA VIOLENCIA JUVENIL Y SUS ORGANIZACIONES Para desarrollar la investigacin de tipo cualitativo acerca de jvenes en situacin de riesgo, y en particular, de aquellos organizados en pandillas, era necesario identificar inicialmente algunos nudos crticos que preocupaban tanto al conjunto de la sociedad, as como a los investigadores. Nos surgan, por tanto, preguntas abiertas a partir de las cuales nuestras hiptesis tomaban forma para ser contrastadas finalmente en y con el trabajo de campo. Formulacin de la hiptesis La formulacin de la hiptesis fue guiada por preguntas iniciales de la ms diversa ndole; cuestionarnos si vivimos en una sociedad pacfica o si la sociedad actual es ms violenta que la de ayer eran apenas los puntos de partida. Partimos de una constatacin de que existira una doble violencia: una ilegtima y una legtima. Esta ltima estara sostenida por la manifestacin de una forma institucionalizada de violencia, aceptada e incluso a veces demandada socialmente, como es el caso del tratamiento periodstico o generalmente meditico de muchos acontecimientos cotidianos; o tambin la formacin de discursos autoritarios basados en dinmicas de jerarquizacin; o el uso de la fuerza como un medio de control y disciplina al
interior de las familias, as como en otros mbitos, incluido el de la poltica. En este sentido son violentos los actos de maltrato, de corrupcin, de ostentacin de riqueza, de ciertos usos lingsticos, de adulacin del poder? Nos preguntamos si, adems de la pobreza, existen relaciones problemticas entre las categoras de exclusin o marginacin simblica y las de violencia y pandillas. Para poder responder a estas preguntas debimos tomar en cuenta que ella sociedad ecuatoriana la inestabilidad y la incertidumbre han pasado a ser la norma. Estos cuestionamientos nos llevaron a pensar en un nudo crtico frente a la violencia como manifestacin social y econmica, que en el caso especfico de nuestro grupo de estudio, se enmarcaban en dos interrogantes ms: Podemos asombrarnos frente a la violencia de los jvenes?, o si la violencia ha pasado a ser parte de la mirada sobre "lo joven", al menos como estereotipo, o categora social de estudio? Esta clase de preguntas nos remita a analizar los enfoques institucionales, el discurso poltico, la opinin pblica y el rol de los medios de comunicacin; esto, a su vez, mereca respuestas frente a las fciles asociaciones que culpan de la violencia nicamente a la juventud como una especie de "chivo expiatorio". Estas asociaciones se relacionaban con la desintegracin familiar y su crisis de valores, la falta de escolaridad o, peor an, reconocer en el joven, per se, una conviccin naturalmente violenta -lase tambin criminal y delincuencial-; adems de la asociacin, a veces pensada como nica y exclusiva, de sectores populares y empobrecidos con la violencia 14. Sin embargo, sin menospreciar ese tipo de causalidades, el nuevo nudo crtico que surga para la hiptesis -basado en esos factores de exclusin social y econmica- era pensar en la violencia como acto poltico; es decir, como una "respuesta" hacia esas si tuaciones de desventaja y riesgo en la que la juventud vive, as como un fuerte cuestionamiento a los modelos de convivencia social y sus instituciones. 14 Jess Martn Barbero (1998) a propsito de la supuesta reiterada afirmacin de que entre los jvenes se estn perdiendo los valores, argumenta que se trata de una: "preocupacin de corte moralista, incapaz de comprender, de dar cuenta de la transformacin que los valores estn atravesando"y que"en todo caso donde se estn acabando los valores no es entre los jvenes, ellos estn haciendo visible lo que desde hace tiempo se ha venido pudriendo en la familia, en la escuela y la poltica" (cursiva en el texto). Descubrir si la eleccin de una "tribu" o pandilla no se hace slo por gustos musicales o por estricta esttica, sino porque remite a unas actitudes cargadas de politicidad, muchas de ellas ligadas al cuerpo, a sus consumos o a factores emocionales, o si cierta identidad violenta otorga honor, respeto y reconocimiento, se constituan en las principales interrogantes que se enfrentaran en el trabajo de campo. La relacin entre pandillas y violencia haba que enmarcarla en el plano general de la dimensin imaginario-simblica de la organizacin de la pandilla por un lado y, por el otro, en los sentidos de la violencia de alguna manera aceptados socialmente, para pensar si existe una nueva sensibilidad cultural cargada de politicidad llamada inconformidad, rebelda, antagonismo y disenso, o si se recurre a la violencia fsica cuando la "violencia verbal-gestual y ritual" agota sus capacidades de mediacin. Finalmente, plantebamos dos nudos finales: uno referido especficamente a las acciones y prcticas pandilleras con dos perspectivas internas, la del pandillero como individuo y las lgicas de accin, organizacin y liderazgo; y otro frente a las acciones "contra" la violencia, asociadas a pensar si son los pandilleros quienes deben "insertarse" en un modelo social establecido y desigual, y de cmo debe ser esa insercin.
Estas interrogantes y otras brindaran varios descubrimientos posteriores, unos recogidos en una primera etapa de formulacin de los instrumentos de investigacin y validacin, y otros que se recogieron durante el desarrollo del trabajo de campo. Todo esto articulado a la literatura disponible en el mbito de la investigacin de pandillas juveniles. As, el punto de partida se converta en explorar, observar, escuchar y comprender al sujeto social joven -en este caso, pandillero o ex pandillero- en sus formas de ser y estar en el mundo, de dar sentido a su vida y a la de los dems, a partir de nuevos paradigmas e interrogantes exploratorias que rompiesen con la lgica mecanicista de las explicaciones lineales del tipo causa-efecto, y que por el contrario, pusiesen en el tapete del anlisis los diversos enfoques multifactoriales, multidisciplinarios y multidimensionales. En este mismo sentido, fue necesario tambin superar aquellas visiones enmarcadas exclusivamente en lo biolgico, lo jurdico o lo escolar como mbitos explicativos de los "problemas" juveniles, y pensar la juventud como una categora de estudio con un enfoque culturolgico: que explore, observe y comprenda al sujeto juvenil en las dimensiones simblicas del tiempo y espacio de su vida, en los sentidos de las relaciones y los vnculos, de sus entornos de incidencia, de sus consumos culturales a travs de los cuales es posible leer lo juvenil sin caer en las tentaciones (lamentablemente dominantes en los discursos oficiales) de una esencializacin ontolgica. Entonces, ms all de analizar las manifestaciones fenomnicas de la violencia o el conflicto -de o en las pandillas juveniles-, se hara hincapi en el intento de interpretar esos sentidos que los jvenes de ambos sexos atribuyen a sus acciones y a sus entornos. Se trata de una aproximacin a las formas de construir o reconstruir la realidad; a las lgicas de convivencia, organizacin, liderazgo y accin; a sus dimensiones emocionales, y a las construcciones de alteridades, de reconocimiento e identificacin. Pensamos que los resultados de esta investigacin pueden viabilizar el diseo de nuevas polticas culturales, concebidas a partir de la conviccin (estratgica) de que es necesario actuar con medios simblicos si queremos incrementar la capacidad de los sujetos -en este caso juveniles-, sin eliminar la conflictividad como elemento fundamental de las dinmicas de constitucin social y poltica de una comunidad, de sustituir, neutralizar o transformar la violencia fsica en una confrontacin simblica y constructiva llena de potencialidades. Mtodo de estudio El paso siguiente fue definir el mtodo y las tcnicas por medio de las cuales deba desarrollarse el estudio cualitativo. Con una aproximacin etnogrfica a travs de entrevistas a profundidad y observacin participante desarrolladas por jvenes pandilleros y ex pandilleros, se obtuvo el material necesario para el anlisis y la interpretacin. Tomando en cuenta lo que Carles Feixa (2000) argumenta frente a este tipo de estudios y a la naturaleza "subjetiva" de las fuentes orales, diramos que la memoria no es un depsito de hechos, sino una matriz de significados y valores; silencios, deformaciones, errores y repeticiones, donde el contraste entre informantes, el anlisis de la coherencia interna de los relatos y la explicitacin del contexto histrico sirven tambin para relativizar las opiniones expresadas, en bsqueda de un anlisis y una interpretacin apropiados (Ibd.). Instrumentos de investigacin Para el desarrollo del trabajo de campo fue necesario partir de entrevistas previas a jvenes pandilleros y ex pandilleros, quienes brindaron una primera validacin a una serie de preguntas relacionadas con gustos musicales, bailes, lenguaje (jerga, coba, dichos, frases), lugares de descanso y de refugio; formas y lugares de diversin; drogas, armas y alcohol; modas, ropa,
marcas, dinero, cine, radio, TV, relaciones sociales y familiares; relaciones entre hombres y mujeres; creencias y percepciones. Las entrevistas y observaciones por tanto, se realizaran a un nmero determinado de jvenes que tuviesen o hubiesen tenido relaciones con pandillas. Para ello fue necesario identificar al equipo de etngrafos que desarrollaran el trabajo de campo. Para seleccionar el perfil de los etngrafos era necesario privilegiar a jvenes relacionados de alguna manera con pandillas juveniles de sus respectivas ciudades; jvenes con inclinacin a la observacin participante y al trabajo de campo, donde las pandillas gestan sus relaciones y sus territorios emocionales15, que se encuentren comprendidos entre 16 - 18 aos, con disponibilidad de tiempo y actitud para desempear esta labor. Instrumentos metodolgicos Concientes de que el perfil de los entrevistadores no poda ser exigente en trminos de experiencia investigativa, pero s en funcin de los resultados que era necesario recoger, se dise un proceso de capacitacin, acompaado de guas para el desarrollo de entrevistas y observaciones. Los contenidos del taller tenan por objeto desarrollar algunas bases tericas para la investigacin, destrezas para el desarrollo de observacin participante y entrevistas a profundidad, la transferencia de enfoques y metodologa de la investigacin, y un ejercicio prctico de entrevista y observacin. El taller de entrenamiento de etngrafos, para el caso de Guayaquil y Cuenca, dur 18 horas, aproximadamente, y para el caso de Quito, fueron nuestros primeros entrevistados quienes asumieron ese rol de entrevistadores, en cuyo caso el acompaamiento fue ms cercano. Las guas para el desarrollo de las entrevistas y observaciones fueron los instrumentos metodolgicos que acompaaban el trabajo de campo de los etngrafos, donde se recogan preguntas, sugerencias y caminos por los cuales ellos podran efectuar su labor. Tanto en el mbito de las temticas, como en el de relacin, las entrevistas significaban mantener ambientes de confianza con el entrevistado, aclarar los fines de la entrevista y la respectiva confidencialidad de sus relatos, un uso comn de su lenguaje, que indagara en las connotaciones de sus frases y palabras, dejar hablar al entrevistado y subrayar la importancia de "todo" literalmente lo que l o ella poda registrar a partir de sus ancdotas y respuestas, y guiar la entrevista hacia las temticas que se investigaran y la curiosidad del entrevistador por "querer saberlo todo". Esto ltimo, claro est, sin querer violentar o entrometerse en aquellos mbitos que el entrevistado considerara ntimos o que le fuese "imposible" expresar y contar.
15 Con territorios emocionales nos referimos a aquellos entornos y lugares (reales, virtuales o simblicos) donde los jvenes gestan sus relaciones. Los territorios juveniles no se circunscriben a una zona especfica o delimitada estrictamente (por fronteras); por el contrario, pueden remitirse a varios lugares de paso y/o permanencia adscritos emocionalmente en la cotidianidad de los jvenes de ambos sexos.
Trabajo de campo Durante los meses de diciembre del 2001 y febrero del 2002, se realiz el estudio de campo basado en el mtodo etnogrfico que, a travs de las tcnicas ya citadas de entrevistas a profundidad y de observacin participante, permitira la recoleccin de informacin sobre la base de relatos de sus propios actores. Se seleccionaron las ciudades de Quito, Guayaquil y Cuenca, por ser los centros urbanos donde se concentra la mayor incidencia de violencia con relacin a la pandilla. Como puntos de apoyo y colaboracin, para el caso de Guayaquil y Cuenca se seleccionaron dos instituciones: Cefocine y "La Aurora", respectivamente, cuyos miembros colaboraron con esta investigacin debido a su acercamiento hacia el tema y al trabajo que estas organizaciones desarrollan con relacin a la
problemtica de las pandillas juveniles en sus ciudades. Fueron jvenes integrantes de estas instituciones quienes desarrollaron el trabajo de campo. A partir de los aliados institucionales y contactos necesarios, se seleccion al equipo de trabajo: cinco etngrafos en Quito, cuatro en Guayaquil, dos en Cuenca; dicho equipo cont con el apoyo de los responsables de la investigacin y de organizaciones aliadas en cada ciudad. El balance final del trabajo arroj como producto 12 observaciones y cerca de 80 entrevistas, varias de ellas grupales, que oscilaban entre dos y cuatro entrevistados por cada una. Cabe destacar que las condiciones bajo las cuales estas entrevistas se desarrollaron variaron segn los diferentes territorios por donde transitan los jvenes pandilleros y pandilleras: esquinas, parques, discotecas, lugares de trabajo; incluso, lugares de robo, bronca o consumo de drogas. Pblico al que se dirigi las entrevistas El pblico que se seleccion para desarrollar las entrevistas estuvo constituido por jvenes organizados en pandillas y ex pandilleros, la mayora de ellos de sexo masculino (por la misma constitucin de las organizaciones pandilleras), entre 14 y 18 aos. Asimismo, colaboraron jvenes mayores de edad, la mayora de ellos ex miembros de pandillas, quienes registraban cambios y recurrencias en el tiempo de las formas de organizacin pandillera, formas de desvinculacin o sentidos de la violencia. Otros aspectos relevantes Para acompaar el estudio de campo, era necesario recoger fuentes bibliogrficas, nacionales e internacionales acerca de esta temtica, frente a lo cual nos encontramos ante la dificultad de que en Ecuador no existe literatura referente, salvo un par de investigaciones de baja cobertura. Otro aspecto relevante fue la dificultad de puntualizar el nmero de jvenes pandilleros o el nmero de pandillas existentes. Para el trabajo de campo, as como para el proceso de anlisis y codificacin de entrevistas, nos enfrentamos casualmente ante la coyuntura de fenmenos de violencia ocurridos en Guayaquil donde presuntamente miembros de una nacin, la de los Latin King, haban asesinado a algunos taxistas. Este hecho provoc que muchos jvenes pandilleros sintieran el peso de la mirada acusadora de la sociedad, que empez adems a responsabilizarlos de todos los actos violentos desatados en esta ciudad y en otras del pas. Esta situacin volvi ms difcil la recoleccin de testimonios de pandilleros ya que ellos se sentan amenazados por una verdadera "cacera de brujas", y expuestos al uso indiscriminado de sus condiciones y relatos por parte de los medios de comunicacin de masas. Las definiciones de juventud y, en particular, de pandillas juveniles estn atravesadas por estereotipos sociales, cuya repercusin se desarrollar de manera explcita a lo largo de este estudio. les, los complejos procesos de construcciones identitarias, a los que precisamente contribuyen los medios de comunicacin y las nuevas gramticas audiovisuales generadas en escala planetaria por las industrias culturales. La de la mayora de los medios es una mirada alarmista y escandalosa que reproduce o contribuye a crear estereotipos y lugares comunes al servicio de unas "verdades oficiales" que sancionan y estigmatizan sin cuestionar otros factores. Los medios tienden a exagerar y espectacularizar el "mal" a la manera de una novela policial, donde de antemano se reconocen los personajes malos y buenos, y los ingredientes "justos" para que el televidente o el lector no tenga que hacer ningn esfuerzo para activar su pensamiento crtico y analtico.
He aqu algunos ejemplos tomados de la prensa escrita que hacen referencia a la mirada de los medios sobre el tema de las pandillas juveniles: Su objetivo [el de las pandillas] no solo es robar, buscar informacin-espas- o especializarse en cometer ilcitos, sino expandir el desenfreno sexual, el consumo del alcohol, drogas, trfico de armas y matar" (Diario Hoy, Enero 13 del 2002. p. 3A). A ms de crear alarmismo social, y generar la estigmatizacin del sujeto juvenil (en general) que implanta el "terror", parecera que la irrupcin en el espacio pblico y la consecuente visibilizacin pandillera es lo que ms preocupa a la "sociedad normal": Guayaquil, la ciudad ms populosa de Ecuador, con 2.2 millones de habitantes, y principal puerto sobre el Ocano Pacfico, ha vivido en los ltimos meses difciles momentos por la aparicin de por lo menos un centenar de pandillas juveniles que han venido implantando el terror. Esos grupos que actan especialmente en el centro de la ciudad y en sectores barriales de la periferia, han comenzado a ser combatidos por la polica, que, a su turno, est reclamando el apoyo de los padres de familia para que eviten la presencia de los menores en las vas pblicas (El Comercio. Febrero 5 del 2002). Ser joven, pobre y vestir con alguna ropa en especial, pueden ser causas no slo de sospecha, sino de juzgamiento directo: ...la tarde del primer viernes de este ao cuando Santiago Ortiz, de 25 aos, vio que detrs de l caminaban cuatro jvenes, ataviados con camisetas anchas y gorras, aceler su paso. Luego se encontr de frente con cuatro ms de las mismas caractersticas. Estaba acorralado, suplic vivir por su esposa e hijo cuando los ocho mostraron navajas y revlveres. (El Comercio. Enero 6 del 2002). A veces, ciertos medios permiten a los jvenes poder defenderse del tratamiento generalizado sobre la base del cual se asocian formas expresivas -sobre todo la ropa y los otros iconos estticos ligados al cuerpo como el corte de cabello, por ejemplo- con los actos delictivos. Los jvenes de un colegio secundario, donde muri un estudiante miembro de los Latin King, protestan ante esa mirada acusadora de la sociedad expresando que: En las calles, les gritan pandilleros, Latin King, o t lo mataste; casi nadie responde las burlas o acusaciones. Por unos, pagamos todos. La gente piensa que la mayora somos as y no saben que los responsables fueron infiltrados y ex estudiantes. De broma en broma nos ofenden, coment Jos Franco, alumno de sexto curso" (El Universo, 19 de febrero). LO IMAGINARIO DE LA CONFLICTIVIDAD, ROSTROS Y MIRADAS DE LA VIOLENCIA La juventud retrata siempre con trazos fuertes a la sociedad global, la cual, por su parte, no siempre gusta de verse retratada (Aranguren 1986, Feixa 2000) LA LEY DE LA SELVA O LO IMAGINARIO-SIMBLICO DE LA VIOLENCIA? La violencia se estructura muchas veces como un conflicto de imaginarios. Lo que significa pensar en la violencia y el conflicto no como esencias que bajo determinadas circunstancias se pongan en acto, sino como una constante tensin relacional mantenida con "el otro" en el
proceso de posicionamiento imaginario. Pero, qu es lo imaginario? Existen muchas definiciones de esta nocin, por cierto compleja y resbalosa. Intentaremos dar una: lo imaginario es ese conjunto complejo de procesos de identificacin y proyeccin con "los otros" que va conformando y constituyendo la estructura del yo (yoica) del sujeto, su posicin frente al otro, sus sentimientos de satisfaccin y frustracin, su acomodamiento en las relaciones sociales, el reconocimiento, la visibilidad y afirmacin de la dimensin de persona17. Los signos de la violencia asoman cuando se reduce la funcin de la palabra (que pertenece, en gran parte al registro de lo simblico), cuando los ritos y los discursos como mediaciones simblicas y "sublimales" declinan o se vuelven impotentes18. En los en tornos y escenas en las que los pandilleros actan no es que prime un lugar sin reglas, de animalidad o lo que se llama a veces la "ley de la selva" (que como toda ley sera simblica), sino que se trata de una "selva" que se enmarca en una dimensin amplificada de lo imaginario. 17 Usamos aqu la nocin de persona en el sentido latino de "mscara", del papel jugado y la posicin asumida en el concierto de las relaciones sociales. A este mismo sentido haremos referencia ms adelante cuando hablemos de persona. 18 Ver sobre este tema, Marc Aug (1998). Todo lo que tiene que ver con la estructura yoica y narcisista es imaginario. Las relaciones sociales, los vnculos, las construcciones de alteridades, es decir los procesos de identificacin y reconocimiento de los otros, se enmarcan en el registro imaginario. Nuestra tesis aqu es que en el momento actual, en parte debido a lo que ya hemos sealado como la espectacularizacin y pornograficacin de la cultura audiovisual y el dficit simblico19, las relaciones sociales quedan atrapadas, de manera evidente, en una imaginarizacin abultada. De esta condicin, obviamente, no escapan los mundos juveniles, ni tampoco las pandillas. Es ms, estos mundos se caracterizan por la articulacin de conjuntos estticos que definen las distintas posiciones frente a la vida, las maneras de agruparse, de sentirse, de ser visibles y de ocupar el espacio pblico. Hoy, los jvenes operan y actan a travs de complejos mbitos imaginarios, sostenidos a partir de la apropiacin de bienes simblicos que circulan sobre todo en los medios y que representan la materia prima para las adscripciones identitarias, la afirmacin y la diferenciacin social. Es posible, adems, que con la incorporacin de fragmentos generados por las industrias culturales, stos sean disueltos y neutralizados en su poder de manipulacin, mediante la capacidad de descontextualizarlos, duplicar o seriar ciertos iconos mediticos puede significar la rendicin de estos conos20. "El vestuario, el conjunto de accesorios que se utilizan, los tatuajes y los modos de llevar el pelo, se han convertido en un emblema que opera como identificacin entre los iguales y como diferenciacin frente a los otros"21. 19 A propsito de esta definicin de dficit simblico quiero sealar cuanto afirma talo Calvino en sus ltimos escritos que se titulan Sei proposte per il prossimo millennio: "A veces me parece que una epidemia pestilencial haya contagiado a la humanidad en la facultad que ms la caracteriza, es decir el uso de la palabra, una peste del lenguaje que se manifiesta como prdida de fuerza cognoscitiva.que tiende...a apagar toda chispa que brote en la confrontacin de las palabras con nuevas circunstancias" (la traduccin es nuestra).
20 Creemos (tomando la idea de Massimo Canevacci 1999) que ste es el caso, por ejemplo, de los jvenes que se tatan el cdigo de barras en alguna parte de su cuerpo, cuerpo que juega a hacerse mercadera para disolver su poder fetichista. Todos los procesos de reconocimiento o desconocimiento son imaginarios. En el caso de las pandillas, las insignias plasmadas en los collares, anillos y pulseras, en el nombre y los apodos de sus integrantes, representan algunos mecanismos de identificacin y reconocimiento que "visibiliza o invisibiliza" hacia dentro y fuera de ellas. Ahora bien, la conflictividad es imaginaria ya que, de la manera cmo se articula el circuito de las imgenes y las miradas es como se ponen en escena los niveles y las prcticas de la confrontacin: ah lo que importa y lo que se quiere es poder afirmarse a los ojos del otro, como alguien que es digno de l o, incluso, superior a l. Las formas de alcanzar relaciones de conflictividad fsica como la bronca, se desatan por problemas de identificaciones fallidas o por envidia. As, la conflictividad puede ser pensada en trminos de competencia, que es jugada en funcin de poseer los signos identificatorios, visibles y reconocibles para tener un lugar y una posicin, para poder jugar un papel en cualquiera de los mbitos sociales y relacionales con los otros. En la estructuracin de las relaciones imaginarias de los sujetos juveniles cobra fuerza la nocin de envidia sealada por Zizek en el sentido de invidente, que sera una especie de forma elemental con la que el sujeto se percibe como no visto, como ignorado y como lo que irrita del otro; es decir, se tratara del escenario de no ver y de no ser visto. En este sentido, por ejemplo, el hecho de que un joven no vaya vestido de una cierta forma o no utilice los accesorios "apropiados" le hace pasar desapercibido e ignorado por el otro, por ello se necesita de un cierto look para evitar esta invidencia. Es ms, la envidia (siempre segn Zizek), podra crear en el sujeto -en este caso- juvenil, la representacin de un complot del otro contra l. Un complot de desconocimiento y de trama malvola o burlesca hacia su persona. 21 Rossana Reguillo (2000 a) sugiere el trmino de "socioesttica" como un elemento caracterstico de las culturas juveniles. Esto, de alguna manera, nos permite comprender el significado profundo del por qu alguien puede asaltar a otra persona "simplemente" por robarle los zapatos: esos zapatos pueden ser el signo de la visibilizacin, del reconocimiento y de la aceptacin del sujeto asaltante en los espacios que cotidianamente ocupa. Aqu dos testimonios: El robo ...o sea, yo lo que quera es ropa de marca porque vea que la juventud se pona ms ropa de marca que la que nosotros usbamos (Rubn). ...Se trataba de vestirse bien, con zapatos de marca tenas que tener las reebok, las nike, las adidas y ya ms o menos estabas bien vestido (Jimmy). La envidia puede ser la dimensin imaginaria en la que los signos del otro, los "signos prueba" (Baudrillard 1976) pueden llevar al sujeto juvenil a buscar la bronca. Con "signos prueba" nos referimos a aquellos que permiten mostrarse y que otorgan algn status; se expresan por ejemplo en frases como: "si bailas bien ya te quedan viendo mal"; "nos tiran charadas y se burlan". O tambin: En los bailes este man baila bien y es del otro grupo, y es una cuestin de competencia, entonces todos tratan de tener cierta hegemona en base a la violencia, y en base a ella no dejar
que el resto de grupos tengan ciertos detalles o ciertas maneras en las que se les pueda superar.. yo por la violencia te gano lo que sea (Germn). La pinta de uno y la pinta del otro: la ropa, el baile, la marca y los zapatos son muestra de estar a la moda, de "estar en onda". Muchos de estos imaginarios, adems, son condicin necesaria para la visibilidad de los chicos frente a las chicas, o viceversa, como nos dice Fernando: Cuando t vas a la disco, t no buscas, sino encuentras. Si las manes te ven bien vestido, cuando ests a la moda, cuando t bailas bien, o eres popular, eres alegre, divertido, ellas te buscan... SENTIDOS Y VALORACIONES DE LA MIRADA: UN INICIO DE LA CONFLICTIVIDAD La mirada lo dice todo. El loco Nos ven con miedo, a veces con pena; la sociedad nos ve como basura de la calle. Fausto Uno de los momentos ms conflictivos que se puede observar, analizar e interpretar en los sujetos pandilleros y, que ellos mismos reportan en sus relatos, es lo que hace referencia a la mirada. La mayora de las veces parece ser la que se encarga de desatar la bronca y los actos violentos. Aqu un testimonio: Cuando uno est tranquilo, y viene un gajo de manes, que te comienzan a mirar mal, entonces t les dices que por qu chucha miran as, entonces los frenteas. La mirada es una de las condiciones imaginarias ms complejas y esto se debe a lo que Barthes (1993) ha llamado, en referencia al estatuto semitico de la mirada, la significancia. "La mirada pertenece a ese dominio de la significacin cuya unidad no es el signo (discontinuo), sino la significancia el "misterio" de la mirada, lo turbio que lo compone, se sita en esta zona de desbordamiento" (Barthes 1993: 305-306). Es decir, la mirada siempre desborda nuestra "normal" capacidad de lectura, entendimiento y comprensin por tener un carcter significante difcilmente circunscribible con claridad y no asociable a un significado determinado. De ah que la mirada es significancia. Es siempre "ms" de lo que creemos o de lo que entendemos. Es un misterio que inquieta; adems, si escuchamos a Lacan, la mirada es siempre malfica. La mirada hace intervenir una suspensin del sentido como interrogacin del sujeto, una desorientacin: es como si de pronto los sujetos, objetos de "ciertas" miradas, se descubriesen vulnerables y se enfrentasen a vivir una situacin insoportable, porque no logran subsumir este vaco de sentido con un entendimiento o una comprensin, que no sea la de una sancin o juicio negativo (la imagen de la inferiorizacin o el desprecio, por ejemplo) que se desprende de esa mirada hacia ellos. Frente a la "incomprensin" producida por ese vaco se pasa al acto, al acto violento que intenta compensar esta falta22. ...Se hace lo que se tiene que hacer, cuando ya no hay nada ms que hablar...
Rubn Blades El acto violento no es slo consecuencia de una incomprensin, sino que se produce por la imposibilidad de construir una mediacin simblica: la posibilidad de apalabrar esa mirada, de encasillarla o asignarle un sentido soportable o conveniente. En cambio, lo que se genera es que "esa" mirada produzca una parlisis en la capacidad subjetiva de apalabramiento, se trata de una mirada que produce escozor. Esto se da adems, en la medida en que cada mirada fenomnica (en la calle, entre jvenes y entre pandilleros) hace "recordar" o establece una conexin imaginaria compleja23 con esa otra Mirada que la sociedad dirige constantemente hacia ciertos sujetos y entre ellos, a los juveniles: la mirada del gran otro, que juzga, desaprueba, estigmatiza y hace sentir inferior. Una mirada que parece plantearse como sancionadora de posiciones sociales frente a las cuales a veces no se puede responder o se responde transgresiva o violentamente.24
22 Las preguntas que se puede hacer un sujeto frente a ciertas miradas son muchas, pero todas apuntan probablemente a un cuestionamiento que produce incomodidad: por ejemplo, qu tengo yo de raro para que se me mire de esta forma? Qu es lo que no le gusta al otro?, etc. 23 Cada mirada concreta desata una especie de "metaforizacin" de esa otra gran mirada, y en este sentido contiene tambin algo de inscripcin simblica. La mirada del discurso dominante, las miradas inquisidoras, las miradas de los "normales", la mirada del Otro y la del igual a m, es lo que provoca en el joven o la joven la reproduccin de ese juego de miradas, un juego que vuelve impotente simblicamente y que genera conflictos que, aunque expresados a veces a travs de frmulas lingsticas o palabras rituales, no logran cumplir con la ritualizacin de la violencia y apuntan directamente a la agresin fsica. As, ante este "juego" de miradas cuestionadoras e increpantes, la reaccin apalabrada es ritual: "Qu me ves" (especialmente en el caso de las mujeres cuando perciben una mirada morbosa); "Qu te debo" (con la idea de no deber nada a nadie); "Qu quieres" (que yo te pueda dar); "Qu ests muy bacn" (es decir, ms que yo), o "Qu chucha quieres" (tratando de decir en el caso de los hombres especialmente: qu chucha, si yo no la tengo); frmulas rituales que se producen en respuestas a una mirada que interroga. Las veces que se responde a la mirada con una formulacin lingstica ritualizada "insuficiente" es cuando "se arma la bronca". El juego de "mirar o no", sanciona adems, la pertenencia a un grupo o el reconocimiento obtenido en l. Se mira precisamente a los que hay que desafiar o que merecen ser vistos porque son considerados inferiores o "inferiorizables". ...Por ejemplo, entras a una fiesta donde hay diferentes grupos, pero si ya te conocen que eres arrecho, si eres bien parado, as, ni te regresan a ver, vuelta si eres guambra carcoso, te pueden humillar as (David). 24 "
...una ve la mirada de la gente, cuando una se est pasando le quedan viendo a una, y dicen esa pelada es una ladrona, esa era es una drogadicta, eso dice la gente, porque ellos no saben lo que es vivir la vida en la calle..." (Jimena). Otras veces, en cambio, la mirada podra cuestionar el papel de "hombra" de un chico que va a la discoteca con su "pelada": muchas de ellas (las broncas) se dan por celos, por ejemplo, tienes tu pelada y todos los muchachos estn que joden o sea t entiendes que morbosean y todas esas cosas, t ves que le joden a tu pelada y dicen: cmo va a ser que esta puta venga hecha la buena a robarse la mirada de todos" (Fernando). LO SIMBLICO DE LA CONFLICTIVIDAD. (DE COLORES Y DE BRONCA: ALGUNOS HORIZONTES)
Los collares, los colores y el nombre, adems de caracterizar el mundo imaginario juvenil, representan el sustento simblico para la constitucin de identidades diferenciadas y particulares, adscritas a los territorios reales o imaginarios en la accin de chapetear25 o graffitear. Se muestra aqu la presencia de una creatividad simblica y de produccin de significacin (de una poyesis), con base en la escritura, en el rayar que deja huella, en el marcar que subjetiviza, a travs de la apropiacin del espacio que adems queda "anotado"26. Como dice Rafael frente al significado del territorio: ste..lo marcamos con graffiti y lo haces por obtener fama, para que vean que existes. Comnmente, el significante que nombra la diferenciacin se lo sita en la etnia, el color de la piel, la edad o el gnero; por cierto, se trata de un significante tramposo porque es reductor y "esencializante". En el juego imaginario de producir la diferencia, en el caso de muchas pandillas o naciones de caractersticas similares, la diferenciacin se plasma en la tipologa de los colores, de los collares usados, de gestos y seales empleados, y de otros atributos estticos27. stos afirman cohesin y marcan la pertenencia y la diferenciacin; son elementos simblicos que, como hemos dicho, representan una prctica significante.
25 "Chapetear" es escribir los nombres y los apodos en los lugares por donde transitan los jvenes. "Nuestro territorio es por donde andamos...con grafos, dibujos, con nuestros colores, el nombre de nuestra banda y por eso nos quedamos tranquilos de que ya sabe otra pandilla que ese es nuestro territorio y nadie puede marcar all" (miembros de una pandilla de Guayaquil). 26 "Anotar en el doble sentido de poner nota y hacerse notar" (Cerbino 2000). La capacidad de creacin asociada a los consumos culturales implica acceder a una manera subjetiva de vivir y experimentar la diferencia de modo autntico que provee al sujeto juvenil de un sentido de la vida y de las relaciones con los dems pares o con los adultos. Como tal, es incorrecto afirmar, como muchas veces se hace, que los jvenes simplemente copian de iconos transmitidos por las industrias culturales globalizadas. De lo que se trata, ms bien, es de una operacin de "devolucin" del significado, de traduccin legtima o adaptacin local, incluso desordenada, de los flujos y mercanca cultural que forman parte de la parafernalia meditica.28 Asimismo, el lenguaje juvenil (oral, escrito o corporal -en los saludos y seas-) es un lenguaje "secreto", una jerga o coba incomprensible para el mundo adulto; un "idiolecto" que se separa del lenguaje "normal", que adquiere espesor ritual y constituye el horizonte hermenutico de mapas y prcticas de participacin ciudadana. Es suficiente observar, por ejemplo, en los colegios, la presencia de grafos29 que son incomprensibles para la mayora de adultos o maestros, y que estn all para testimoniar la presencia 27 Estos atributos estticos se traducen en operaciones ritualizadas como indica esta historia que nos cont una chica de una nacin: una pelea entre ella y otra chica era una prueba puesta por la organizacin para demostrar su capacidad de enfrentamiento y de bronca a partir de la cual recibira un collar como reconocimiento para empezar a formar parte de la nacin. La estructuracin jerrquica al interior de la nacin viene simbolizada a travs de una tipologa de colores y la calidad de los collares. 28 Ms all de otras consideracin que habra que tomar en cuenta, es interesante que entre las "demandas" presentadas a las autoridades de gobierno del Guayas por parte de representantes pandilleros y de naciones de esta provincia constan algunas de carcter cultural, tendientes a afirmar la libertad de expresin: paredes para graffitear, consumo de msica y espacios para los "hip hoperos". del sujeto juvenil, en el intento de representacin imaginario-simblica de su mundo posible en la delimitacin de un "territorio". 29 Llamamos grafos a aquello "signos" que escriben los pandilleros en paredes y otros lugares de su territorio; estos se diferencian de los graffitis en cuanto su significado no es explcito y no puede ser descifrado por cualquiera. Se trata, en otras palabras, ms que de signos que quieren comunicar algn significado, de "marcas" que testimonian la presencia de una determinada pandilla. Junto con esta dimensin simblica existe otra
30 de sentido muy distinto, que tiene que ver directamente con el escenario propio de la conflictividad y las violencias. Nos referimos a lo que Connell (1987) define como "masculinidad hegemnica".
HONOR, RESPETO Y RECONOCIMIENTO: LA ARRECHERA El gil es la parada del vivo.31 Boris Al proceso de estructuracin imaginaria que da cuenta de las dinmicas de identificacin como elemento de cohesin, pegamento y unin de las pandillas, se acompaa la asuncin del discurso dominante de una masculinidad expresada a travs de la afirmacin y demostracin de valenta, hombra, respeto y honor.32 La estructuracin imaginaria que conforma la prctica de estar juntos y de distinguirse de los dems, se alimenta y apoya en el sustento simblico de la masculinidad para obtener de ah, el sentido y el valor socialmente aceptados. ste es un punto fundamental: la masculinidad hegemnica de ninguna manera es prerrogativa exclusiva de los grupos pandilleros; stos, ms bien, la encuentran ya instalada y practicada en todos los estamentos de la sociedad ecuatoriana. La adscripcin a los significantes de respeto y hombra se refiere de lleno a un discurso autoritario y duro, articulado en las tradicionales oposiciones de fuerte/dbil, grande/pequeo, superior/inferior o como dicen algunos pandilleros vivo/gil; un discurso dominante en las autoridades y la poltica, en la economa y en la escuela, en las profesiones y en los medios, en el hogar y, en general, en las relaciones sociales, incluso en los vnculos afectivos y de pareja33: .el lenguaje dominante utilizado por autoridades, lites y medios es el de la guerra, un lenguaje masculino por excelencia: luchar hasta que los malos ciudadanos, los delincuentes, sean sometidos al orden del Estado, defender los derechos de los ciudadanos honrados, han sido frases cargadas de herosmo masculino (Andrade 2001).
30 "El orden simblico se asienta sobre la imposicin al conjunto de los agentes de estructuras cognitivas que deben una parte de su consistencia y de su resistencia al hecho de ser, por lo menos en apariencia, coherentes y sistemticas y de estar objetivamente en consonancia con las estructuras objetivas del mundo social" (Bourdieu 1997). 31 Esta afirmacin lo que quiere decir es que el "gil", que es aquel considerado dbil o tonto, es lo que permite la "parada", el exhibirse del "vivo". En otras palabras el vivo necesita del gil para ser tal. 32 Podramos decir que esta nocin tiene relacin directa con un "ideal del yo" en trminos psicoanalticos. En particular, en los medios, encontramos una serie de discursos duros que favorecen determinadas representaciones con respecto a la violencia en general y, en particular, ligadas a lo juvenil: "la violencia est escenificada principalmente como espectculo mercadotcnico, y cada vez ms la violencia que se gesta en la intimidad de la casa o la vecindad, se hace y se transmite pblicamente por programas televisivos" (Nateras 2001). As, algunos sujetos juveniles, en particular pandilleros, adquieren el reconocimiento y la aceptacin del grupo en la reivindicacin de su hombra y respeto. Se trata de algo que se "tiene que construir" -precisamente su hombra-, dando constante demostracin de ello en sus prcticas y en su discurso casi siempre agresivos y violentos, ya que:
"Es la violencia lo que les garantiza adquirir respeto, estatus, reconocimiento social y sentido de pertenencia a un grupo" (Santa Cruz y Concha-Eastman 2001). La pandilla, hacia su interior y en la relacin con "los otros", es una dimensin imaginaria tan grande como frgil. No hay mucho espacio para la solidaridad entendida como organizacin de ayuda 33 Es emblemtica, en este sentido, una publicidad de una marca de leche en la cual se hace notar la diferencia valorativa entre un nio grande, alto, que entra a una habitacin llena de nios (podra ser el aula de un colegio) con un paso firme que infunde temor y respeto, y otro, en cambio, pequeo y tmido, que recibe la burla de sus compaeros. Ejemplos como este se repiten en todos los mbitos que hemos sealado, pinsese por ejemplo en las acusaciones de ser "maricn" que se dirigen constantemente los polticos, o casos paradigmticos: el "esperma aguado" materia de contienda entre dos candidatos a la presidencia o la afirmacin del ex Presidente de la Repblica dirigindose a la multitud: "ustedes saben que yo no me ahuevo". al otro. Muchas pandillas tienen un cdigo estricto donde el "dbil" no cabe, y por lo tanto, tampoco la solidaridad entendida como dar gratuito. El dar del lder, por ejemplo, sirve para reafirmarse como tal, para crear dependencia y reafirmar un "cdigo de honor". Entonces, es ms un intercambio que un acto altruista. Es el oportunismo adscrito en la frase comnmente usada de "hoy por ti, maana por m". La "solidaridad" pandillera o la "amistad" se quiebra en el discurso viril cuando, como expresa Max: "los ms arrechos se iban quedando y los ahuevados se iban..." El que no puede formar parte de la pata se vuelve un pato, alguien a quien atacar, el gil, a quien verle las huevas. "Si se me montan los dems, aqu tengo mi pato" (Juan). Esta homofona nos habla de una frgil frontera entre lo propio y lo ajeno. Pato-pata abona a la dimensin imaginario-simblica de la que hemos hablado. La virilidad se expresa como una lgica de "accin" en el sentido dado por Goffman, segn el cual una accin significa participar en situaciones fatdicas parecidas a los juegos de azar. En esta direccin, creemos que la virilidad es el horizonte de sentido que se encarga de desarrollar la capacidad de administrar la fatalidad (el destino), lo que es considerado inevitable y para lo cual la "nica" respuesta es a veces la demostracin de hombra plasmada en un saber pelear y enfrentarse al "otro", al enemigo. Vivir en la calle, vivir juntos en la calle y ser parte de una pandilla, significa precisamente esto: saber y hacer vivir, es encontrar un sentido de la vida en el hecho de poderse convertir en "hombres de respeto", como dicen los chicos, "hombres sabidos y vividos". Esto obviamente tiene que demostrarse constantemente, incluso perdindole el miedo a la muerte. Ciertos relatos, como los de Paco y Cristbal, que nos dicen: la calle te da sorpresas como no te da sorpresas, te puede quitar la vida; cada quien tiene su estilo de vacilar, tu quieres ser ms sabido que los otros, y cuando son ms sabidos que uno, empiezan las broncas... se saca la cartuchera...bala... en fin todas las pandillas son iguales... Asimismo, los ritos de iniciacin y las pruebas que definen la vinculacin y permanencia en una pandilla, apuntan tambin hacia la demostracin de valenta, de aptitud varonil para el combate, para tener capacidad de desafiar o de saber aceptar el desafo34. Aqu es evidente el paralelismo que existe entre la formacin militar de los miembros de las Fuerzas Armadas y la prctica de los conocidos bautizos. Mtodos de castigo u hostigamiento similares se dan al interior de las pandillas. Tambin muchas intervenciones de la polica hacia los jvenes se traducen en la aplicacin de modelos masculinos de sancin: flexiones de pecho y corte del pelo largo para los "sospechosos rockeros", son algunos ejemplos. Se trata, en definitiva, de sanciones que reafirman los valores de la fuerza y el autoritarismo, de la inferiorizacin, del desprecio y la humillacin. El horizonte simblico de la masculinidad hegemnica cortocircuita con el culto a la imagen, en el que la hombra tiene que ser conducida y sostenida por el look de ciertos zapatos, la ropa de marca y los otros atributos estticos. El caso de los zapatos es tal vez paradigmtico: es un signo de poder y distincin, y reafirma el andar por la calle como hombres de respeto. Es significativo en este sentido el relato de Jos, un ex miembro de una pandilla-secta en el que afirmaba que hasta dorma con las botas de rockero puestas. Adems de la demostracin fctica y real de la virilidad, existen expresiones lingsticas que apuntan a definir una hombra hablada, al "saber de la labia". La mayora de estas expresiones contienen una referencia a la mirada35. Es necesario recalcar que su empleo no es prerrogativa exclusiva de los hombres dado que son expresiones pronunciadas tambin por mujeres, lo que comprueba lo hegemnico y dominante del discurso masculino. 34 La iniciacin y pruebas de permanencia estn sujetas a castigos fsicos: rondas de golpes o flexiones de pecho como resistencia al "hostigamiento" como ellos lo llaman-. Broncas internas o con otros grupos; inclusive, uso de armas o drogas, en algunos casos.
35 Son expresiones utilizadas todo el tiempo en las conversaciones de los jvenes varones y mujeres, algunas de ellas son: "ver las huevas" o "que chucha me ves". Ver las huevases humillar, burlarse de una persona; entonces, no dejrselas ver, es el sustento simblico de la masculinidad; Boris relata: "la mayora de jvenes se rene y si te dicen por ejemplo: "a m lo que me gusta de vos es que no te dejas ver las huevas; ponte, dejarse ver las huevas tiene que ver con que a mi nadie me hace bromas y si me haces una broma te caigo a puetes y ya no me viste las huevas..."
En efecto, en los relatos femeninos tambin se desprende la aplicacin de un discurso que tiende a masculinizar a las mujeres, asumido con su complicidad o sin ella: Si hasta la he invitado a puetes, pero ella nada, se ha corrido, se mete a la falda... (Jimena). ...mis rivales? A veces unos son mariconazos, la plena! A veces unos se ahuevan, hay unos que creen que porque andan en grupo son valientes, pero cuando estn solos son maricones... (Miriam). ...cuando me quieren ver las huevas, cuando me quieren batracear, me defiendo porque yo tambin empec a vivir en la calle y no me tengo que dejar ver las bolas de nadie... (Katia). Bueno, verdad que las mujeres debemos ser varones tambin porque hay enfrentamientos, nosotros nos pegamos como hombres o nos damos con hombres... (Samantha). Los jvenes hablan y expresan claramente qu es lo que marca su presencia en la pandilla: tiene que ver directamente con la "arrechera" (o las variantes regionales como son la "decisin" o la "barraquera"), es decir, con tener que demostrar una valenta filtrada por un significante "sexual" masculino. Juan, al ser interrogado acerca de la "arrechera", nos abre la vinculacin de sta con los imaginarios de la hombra, cuando frente al hecho de consumir droga nos dice: ...a m me invitaron mis panas, me decan que fume para que me haga hombre... ms hombre, ms arrecho... Y Omar por su parte afirma: harta chupa, biela, puro Trpico como varn Entonces, si bien la pandilla ampara y representa un espacio emocional, el sujeto juvenil que no se demuestre "arrecho" tarde o temprano ser marginado. Ted relata que: ...no debes tener miedo, si lo tienes ah ests frito, un man en un pleito debe ser valiente, tirrselo a macho, decidido... mira soy tranquilo, pero si me buscan debo ser arrecho, macho, valiente... Y Camilo por su parte afirma: si te muestras ahuevado, se te cargan. Un "aditivo" para sostenerse en el discurso y en la prctica de la valenta est representado por el consumo de drogas o de alcohol 36. Aunque no est presente como algo necesario, en todas las prcticas cotidianas de la diversin, del robo o de la bronca, se muestra como una condicin para el escape37 "a otros lugares" en los que reducir los miedos, las penas y la soledad. ...era una, una parte de la vida de nosotros... a veces lo haca porque los dems lo hacan, pero lleg un momento en que ya lo haca porque fue algo que te haca salir a un mundo diferente (...) tu autoestima se estimulaba, ao, tu personalidad era muy diferente...
(Diego). ...eso ao, se sacaba as los temores, y uno se senta diferente y sociable... para pensar bien yo no me drogaba... (Santiago). Entre otros aspectos relacionados con el discurso de la virilidad, existe tambin un "cdigo de honor y de normas" interno al funcionamiento de la pandilla que tiene que ser respetado para participar en ella: ...para llegar a ser [nombre de la pandilla] debes tener agallas y huevos, a m hasta las lgrimas medio se me han salido; para ser un [nombre de la pandilla] no digo que he llorado...(El genio). Pedro, despus de pegarle a una chica confiesa: ...de ley, despus me senta asqueroso, o sea en ese rato si me vean mis panas yo me pona a rer porque no poda demostrar debilidad en ese rato...36 "...claro que tambin sirve para hacerse valiente, ms bravito que otro, la mayora lo consumen por eso"; "cuando t usas drogas eres mas sabido que otro, y no sientes huevadas, ni cosas cuando robas..."; "Te pone listecito para poder robar, hacer ms relajo..."; "para hacer ms divertido las cosas que hacamos, y nos estimulbamos con eso, nos creamos valientes, ms que los otros." "nos drogamos, a veces para ser sincero, para sacarme mis inquietudes, mis penas, para hacer las cosas que no haces sobrio, no sientes con la droga miedo de nada, temor de nada, t sabes que puedes hacer lo que quiera, si es de matar, matas, no tienes miedo a nada ni nadie, t con la drogas no miras si es rico o pobre, t vas a darle por darle." 37 "...Yo viva asustado, entonces tena que usar droga para tratar de olvidarme de todos los problemas que estaba en ese momento"; "...chuta la marihuana te pone feliz ...las pepas ya le digo es para volarse y no acordarse de nada..." Acerca del escapismo, ver: M. Maffesoli (2000) en Revista Nmadas y otros textos del mismo autor. Gonzalo, al preguntarle acerca de sus integrantes en la "nacin" dice: Hay mujeres, hay varones, hay de todo, hasta maricones para decirte, pero todo tiene su lmite... para ser (nombre de la nacin) hay que tener huevos y arrechera... Asimismo, en otra parte de su relato, cuando hace referencia a un hijo que va a tener dice algo que nos abre el prximo tema de anlisis: ...si es varoncito va a ser un [nombre de la nacin] hasta la muerte, si es mujercita resignarme... EL PANDILLERO COMO GUERRERO Jactarse de decir que se ha matado, acuchillado, o apedreado (y no siempre importa si es cierto o no) confiere al pandillero un significado de superioridad sobre otros jvenes. Esta superioridad a veces es construida o percibida a travs de la creencia de que se puede decidir sobre la vida y la muerte de otros sujetos, lo que otorgara una especie de reconocimiento prestigioso. Frente a la constante pauperizacin econmica y simblica, a la inferiorizacin a la que estn expuestos los jvenes en el hogar, en el colegio, en el trabajo, es factible pensar que la "construccin de superioridad" es una reaccin a ello. Adems, la expresin empleada por los pandilleros de "ir a caminar" como la accin que desemboca en el robo o en el asalto, nos hace pensar en una vinculacin entre esas prcticas y la apropiacin de algunos espacios de la ciudad que les son normalmente proscritos: ciertas vas en donde transitan o viven personas de condicin socioeconmica alta o de la "sociedad bien". En otras palabras, no se trata slo de ir a los lugares donde hay gente adinerada o "gil", sino de irrumpir en esos espacios negados para ah marcar una presencia, como con los grafos en las
paredes que dejan las huellas de su trnsito. 50 En general, "caminar" por la ciudad es para las pandillas ir significando un conjunto de territorios en los que se ejerce una afirmacin: "el que ms camina por ah es el que se hace respetar ah", o: "slo nosotros sabemos andar por aqu" (Pablo). EL LDER, RECONOCIMIENTO Y AFIRMACIN EN EL CAMPO Rey solo hay uno, coronas hay muchas. (Jessica) El discurso masculino dominante se lo observa tambin en la definicin del lder de la pandilla, pues ste ha tenido que demostrar su hombra en algn momento de su vinculacin al grupo. El liderazgo tiende a equipararse con la capacidad de ser agresivo, y saber responder de la misma forma a aquellas situaciones impredecibles que puedan significar amenazas para la pandilla. La mayora de los relatos apunta a definir al lder como una persona "bien arrecha", que sabe dirigir en particular, las situaciones de pelea o las acciones de asaltos o robos. De ah que la persona que lidera debe demostrar tener un "historial delictivo" importante, marcado por la virilidad. Boris expresa: ...un lder se mide ms por los puetes, o porque roba o por las cosas que hace, o sea, si mataste a alguien, yo no voy a discutir el liderazgo, porque si mataste una vez puedes matar otra... Frente al robo, Cristian responde, por ejemplo: "Siempre hay un "man" bien arrecho, que nos dirige". En todo caso, el papel de liderazgo no es impuesto, se obtiene en el "campo", en la calle, se inscribe en un proceso de reconocimiento y delegacin de autoridad38. Un lder puede ser cuestionado por otro aspirante que lo puede desafiar y retar midindose en el mismo terreno de la hombra y la virilidad. Mostrndose como el ms fuerte y arrecho frente al otro. Ah se establece un enfrentamiento ritual constante durante un perodo, hasta que el grupo pueda decidir quien es el lder. 38 Se trata de algo parecido a la asuncin de una posicin hegemnica que en el sentido gramsciano se basa en el consenso y no en la imposicin. En este sentido, las pandillas o las naciones difieren de las formaciones militares en las que la autoridad est dada por la carrera, por la automtica ascensin. Junto con caractersticas tradicionales de carisma, rapidez mental y capacidad de pelea, el lder es quien se gana la autoridad demostrando otras cualidades que apuntan a la creatividad, como son por ejemplo el saber bailar y graffitear. A continuacin exponemos una serie de relatos que dibujan las caractersticas ms relevantes del lder, mostrando lo jerrquico de las pandillas: El lder tiene que ser el ms parado, el ms arrecho de todos, el ms antiguo antes que nada (Pedro). Le hacemos caso al lder, l toma las decisiones y hay que acatarlas para no tener problemas (Jimmy). Nuestro jefe, no es un batracio, es alguien preparado, que se meti en esto por circunstancias de la vida (Boris). Al jefe le decimos el propio, el propio para todos (Fernanda). El lder se encarga de mantener informados a todos (Jessica).
Siempre hay un lder que dice qu debemos hacer y qu no (Gaby). LA VIOLENCIA, SIMBLICA Y REAL HACIA LAS MUJERES ...el papel es el mismo, nosotras tenamos que estar preparadas para todo, cuando haba enfrentamiento igual nos dbamos duro con hombres, ese rato no veamos nada, solo tenamos que sacar la cara por nuestro grupo (Gaby). La vinculacin y prcticas internas de una pandilla estn conectadas directamente con las relaciones entre gneros; Mario por ejemplo cuenta que: [le dicen] a m me gusta cmo eres con las peladas... les coges a las peladas, les tratas mal, abusas de ellas, yo no s hasta qu punto, hasta cierto punto llegas a tener relaciones sexuales y luego les botas, les dejas a un lado y eso es como admirado... o sea yo cuando sea grande quiero ser como vos, por qu?, porque yo quiero tratarles as a las mujeres, o yo quiero pegarles as a los que me quedan viendo mal, y empieza as y cada vez va aumentando. El componente de virilidad y el look viril es considerado por los jvenes como un signo distintivo frente a las jvenes: Ponte, en la discoteca, todas las peladas se te pegaban o sea ah disfrutabas del privilegio de ser del grupo... (Marcos) Tambin puede ser un valor o una aspiracin de las mismas chicas en su vida cotidiana: Mira, mi forma de ser, aqu en mi casa es diferente, soy tranquila, afuera con mis hermanitos en la nacin, soy relajosa. Yo me lanzo a todo, me gusta hacer de todo, no slo porque soy mujer, me gusta hacer slo algo, as sea cosa de hombres. (Carolina). En las relaciones de gnero, al interior de las pandillas, se puede plantear lo que Bourdieu define como violencia simblica, esto es: "aquella forma de violencia que viene ejercitada sobre un agente social con su complicidad" (Bourdieu 1992: 129, traduccin libre). Dicho en otras palabras, la presencia femenina en las pandillas contribuye de alguna manera a reproducir el discurso y la prctica de la masculinidad hegemnica. Ya te digo, competan por el que tena ms peladas, por el que besaba ms chicas en el da, te das cuenta, las peladas hoy estaban con uno maana estaban con otro, brutas como van a hacer algo as, como maana se van a meter con el amigo. A tener relaciones con el amigo de mi pelado, no pues. Yo me acuerdo que se peleaban por los chicos. Yo no me met mucho en eso. Las peladas era las que se queran hacer populares (Gabriela). Marjorie, por su parte nos cuenta que: ...antes cuando una mujer entraba a los [nombre de la pandilla] tena que acostarse con unos 5 6 coronas y cuando ya se acostaba con todos era aceptada por el grupo... ...si a algn [nombre de la nacin] le gustaste tienes que acostarte con l y si ella quiere ser [nombre de la nacin] tiene que irse con l... antes te pegaban, te botaban al piso te pateaban todos, te hacan desvestir y te pegaban y tenas que aguantarte para entrar (Leticia).
Cmo te explico, t te metes con un chico te dice yo quiero estar solo contigo ya en serio, pero ellos si pueden estar con otras chicas porque existe el machismo, y si t le ves con otra a l t te tienes que quedar tranquila en ese rato, pero le buscas a esa chica e igual le das duro (Carmen). LOS MAPAS EMOCIONALES JUVENILES Siempre andamos armados, vamos pilas y siempre un paso ms adelante... El loco VINCULACIN O LA ENTRADA A LA PANDILLA Es innegable la existencia histrica de agrupaciones juveniles llamadas jorgas, que se juntaban en las esquinas de ciertos barrios de Quito como son La Tola y San Juan, que guerreaban y se peleaban por una rivalidad motivada en la conquista de mujeres o por la competencia en los deportes. En la actualidad, la formacin de pandillas es un fenmeno mucho ms complejo y se enmarca en condiciones generales inditas como, por ejemplo, los nuevos hbitos vinculados a los consumos culturales y la presencia de las industrias audiovisuales globalizadas. Existe adems, otro aspecto que conforma el panorama y se relaciona a una pregunta fundamental que formula Jess Martn Barbero en los siguientes trminos: "con qu queremos que suee una juventud alimentada cotidianamente -no slo y no tanto en la televisin sino en la casa, en la calle, en el trabajo- con el afn de lucro fcil, con el dinero y el confort como valores supremos, con la confusin del inteligente con el listo, es decir, con el que sabe engaar y trepar rpido, con la corrupcin como estrategia de ascenso tanto en la clase poltica como empresarial?" (Martn-Barbero 1998: 23-24) En muchos de los relatos de los entrevistados se desprende claramente la asuncin de estas valoraciones: despus me acuerdo que empezaron a llegar ms y ms, y veamos que estbamos hacindonos bastantes, entonces yo digo bueno pues estamos hacindonos bastantes, hay que hacer algo, hay que hacernos ms populares, tener xito (Fernando). A ms de las valoraciones que dan sentido a la vinculacin pandillera, lo que hay en juego en esta pertenencia es lo que Bourdieu llama illusio, que "es el hecho de estar en el juego, cogido por el juego, de creer que el juego merece la pena, que vale la pena jugar". Entonces, si la pandilla es como un "juego social", como dice Bourdieu, "lo que ocurre en l importa a quienes estn dentro, a quienes participan". Participar o pertenecer a la pandilla es interesante, en el sentido latn de interesse: "estar adentro, formar parte, significa participar, por lo tanto reconocer que un juego merece ser jugado y que los envites que se engendran en y por el hecho de jugarlo merecen seguirse; significa reconocer el juego y reconocer los envites" (Bourdieu 1992). La pandilla es un juego de identidad, la bsqueda de no ser indiferente sino precisamente de marcar una diferencia. Un juego que pone apuestas simblicas e imaginarias que "invitan" porque son atractivas. Formar parte significa esto: eliminar o alejar la indistincin. El amparo y la proteccin que la pandilla brinda permite el sentirse acogido y, adems, el sentirse envitado a la construccin performativa de una identidad junto con otros miembros y participantes en el "juego". Esto es algo normal, si uno se mete en esto es para divertirse... dice Jessica, y Juan cuenta:
iba a la discoteca con ellos, me gust cmo bailaban, me gustaba hacer relajo con ellos, me gust la movida... me comenz a gustar hasta que me met.... Al ser elementos imaginarios y simblicos de identificacin la msica, el collar, la ropa de marca, los nombres, stos van creando la illusio de la pertenencia y la identidad: ...muchas pandillas se dan para buscar identidad, t s me entiendes, porque la gente necesita ser identificado como alguien... (Pedro). La necesidad de identificarse con alguien es lo que se traduce en un "yo soy", una forma de proyectarse hacia "el otro igual", porque tenemos algo en comn. Identificarse es compartir, es proyectar el "yo" imaginario en "el otro". UNA COMUNIDAD EMOCIONAL Y cada amigo es la familia que escogemos entre extraos... Rubn Blades Entonces l me dijo: oye loco, t eres de los nuestros; yo dije por? quieres que te presente a alguien, quieres que te presente a tu familia? (Mario). La mayora de los informantes apuntan a definir a la "pandilla", la "nacin", la "jorga" o la "pata" como una familia, o como afirma el loco: "yo les digo que la pandilla, es como mi segunda familia". Mara, al ser preguntada por su pandilla, responde: Somos como hermanos una gran hermandadnos decimos hermanitos porque somos como una familia. Si bien es cierto que los problemas familiares pueden tener cierta influencia, los jvenes que ingresan a la pandilla lo hacen sobre todo por el atractivo que sta despierta en ellos, ya sea por los beneficios materiales o emocionales que obtienen. Adems, los que deciden ingresar no lo hacen con el objetivo de iniciar una carrera delictiva, a pesar de que con frecuencia se ven envueltos en ella, sino porque buscan -en principio- otro tipo de vivencia. (Cruz y Portillo 1998 en Santacruz y Concha-Eastman 2001). Sera un error pensar que la "familia" de la calle sustituya a la familia biolgica; como aclara el genio: "hablas de mi familia de la casa o de la calle?". Esta "otra" familia, la de la calle, es una comunidad emocional, y "familia" adquiere un valor metafrico: imaginarse lo que podra ser una familia, como39 en el caso de Mara cuando afirma que lo que los junta: no es una regla, es algo que a una le nace, porque cuando estamos unidos somos una familia somos una familia unida. La pandilla, como comunidad emocional que ampara, apoya y da proteccin, al mismo tiempo brinda la posibilidad de "tener un norte", un sentido de la vida; caractersticas que muchas veces, en la familia de la casa, estn ausentes, sobretodo porque en esa familia el sujeto juvenil no adquiere un sentido de persona.40 no fue fcil, los manes me decan entra, pero yo tena mi vida... pero me seguan diciendo.. t eres pilas, t usas ropa bacn, y entr. ...Por lo que yo era mi necesidad tener, porque yo ya le digo no haca nada en la casa, mi vida no vala nada, entonces comenc a salir con mis panas, con ellos en cambio ya tuve dinero, ya
comenc a tener incluso hasta pelada. Si llegu a tener, y as se empieza y luego ya se va metiendo ms, ms a fondo... (Varios entrevistados y entrevistadas). Persona es aquella que juega un papel en el escenario de la socializacin, papel que en la familia no puede darse porque son necesarias otras condiciones de la vida social (entre pares), que se pueden encontrar en la calle, en particular, para aquellos jvenes que viven en los barrios marginales de las ciudades41. El testimonio de Esteban nos lo confirma: 39 "Si bien es cierto que la familia no es ms que una palabra, tambin es cierto que se trata de una consigna o, mejor dicho, de una categora, principio colectivo de una realidad colectiva" (Bourdieu 1997). 40 El testimonio de Pablo va en esta direccin: "es que yo en mi casa no me senta persona, no me senta nadie, era nadie". 41 Vale la pena subrayar, aunque solo de paso, que la pandilla no es un fenmeno exclusivo de los jvenes de sectores socioeconmicos deprimidos: existen pandillas conformadas por chicos y chicas de sectores pudientes. Es nuestra interpretacin, que las pandillas de cualquier condicin socioeconmica, no slo se dedican a actividades ilcitas, sino que constituyen comunidades emocionales y de sentido de la vida social. Es que se ve en las calles la vida, es mejor antes que estar en la casa, o sea en las calles conoces cosas buenas, cosas malas que en la casa no, nunca vas a conocer nada de eso. Pedro, cuenta que su vinculacin a una pandilla empez cuando tena problemas familiares y no sala y me crean nio, y otra porque quera hacer mas amistades y tener ms experiencia en la violencia. Como se puede notar, el sujeto juvenil puede quedar atrapado en un decir infantilizante por parte de su familia. Por oposicin a ese "creerle nio", que distorsiona su formacin como persona, el joven busca relacionarse socialmente hacia fuera del hogar. As, la constitucin de una pandilla no est asociada necesariamente a la desarticulacin familiar: el o la joven necesita de la calle para socializar. Si la familia expulsa, la calle atrae; es un lugar abierto que acoge aparentemente sin problemas, y donde se encuentran amistades entre pares, con las que se puede construir una posicin reconocida en el espacio social. Del hogar a la calle se da lo que en antropologa se llama un rito de pasaje: la constitucin de formas simblicas para pasar de una a otra condicin de la vida42. En la calle los jvenes tienen que demostrar ser "personas valientes", se prestan para el reconocimiento y la aceptacin. Se exponen a las miradas y tienen que responder a una serie de desafos inditos que se enmarcan en los procesos de socializacin. En este sentido, si por ejemplo el discurso de la masculinidad hegemnica ha sido asumido en el hogar, es en la calle donde se reproduce y se vuelve prctica social. Por otro lado, la pandilla es un espacio de escucha, un escenario para conversar temas que en el hogar pueden ser menospreciados o incomprendidos. All se comparten problemas similares, lo que aqueja y alegra; las formas de ser y estar confluyen en un espacio compartido de ideas, prcticas, pensamientos, saberes, ticas y estticas.Ah es donde el sujeto persona tiene un interlocutor semejante con el que establece una comprensin plena por la adscripcin a una comunidad lingstica comn.43
42 "En sus calles, cerca de sus viviendas, en sus barrios encuentran el ambiente apropiado para adquirir los "conocimientos" que los llevarn ms tarde, a ingresar a las pandillas. El espacio fuera del hogar se convierte en un "refugio" alterno al familiar y en ese ambiente social viven emociones inmediatas, que su espritu juvenil les reclama. All viven intensamente, se identifican con sus pares, crean crculos sociales y aprenden sus propias formas de relacionarse con la sociedad" (Santa Cruz y Concha-Eastman 2001).
El lenguaje juvenil no es como el de las ciencias, en el que las palabras siempre tienen sinnimos y pueden ser sustituidas por otras o intercambiadas. El lenguaje juvenil usa palabras que son precisiones expresivas de significantes fuertes, densos y, en este sentido, poticas, porque no admiten traduccin con otros significantes o la asociacin con significados obvios.
La insistencia sobre el significante se expresa adems en trminos fonticos, de sonido, entonacin y pronunciacin marcados, algunos de ellos son onomatopeyas: "paf, pum, bum, taz, pac, suass". Se trata, en los trminos de Jakobson (1981, Passim), de un nfasis puesto sobre la funcin potica (la que se refiere al mensaje) y no tanto sobre la funcin referencial (la del contenido). Razn por la cual hay una imposibilidad de traduccin, y se vislumbra la existencia de una capacidad de abstraccin de los jvenes. RIESGO, DIVERSIN, MIEDO Y SOLEDAD Cada suicida sabe dnde le aprieta la incertidumbre. Mario Benedetti Existen otros elementos que llevan a los jvenes de ambos sexos a formar parte de una pandilla. Muchos de ellos, tal vez, tienen que ver con su percepcin del riesgo. Parece ser que los jvenes son los que mejor saben representar y aprovechar un signo evidente de estos tiempos de ultra modernidad: la angustia provocada por la incertidumbre. Su capacidad de vivir el momento, los instantes de un presente infinito, significa transformar esa angustia en actitudes positivas frente a la vida. En este contexto, muchos de los riesgos, considerados como tales por la sociedad adulta, se traducen en la oportunidad de vivir el vrtigo y una "descarga adrenalnica". A travs del uso y abuso de "pruebas" corporales como son, por ejemplo, los saltos mortales de los raperos o el mosh de los rockeros, muchos jvenes imprimen un sentido a la vida social. Algunas de las actividades que desarrolla una pandilla van en esta direccin que es convivir con el riesgo para obtener oportunidades de afirmacin y reconocimiento. Entonces, existen riesgos que atraen, que permiten a los jvenes medirse y encontrar satisfaccin e incluso diversin. Aqu, el testimonio de Jorge: Armarse bronca con los choros [ladrones] era ms emocionante porque estabas arriesgando tu vida, porque sientes la adrenalina en tu cuerpo de verdad, porque ellos s te meten el cuchillo sin pensarlo dos veces. O tambin el de Walter: .a m siempre me excitaba la sangre y el peligro a m personalmente a mis amigos les gustaba hacer eso 43 "Tu grupo es como tu familia porque t te vas a la casa y le cuentas cosas a tu pap, y te dicen cosas como que no tienes edad para tener enamorada o como para qu andas con guambras locas, entonces no ests muy identificado con tu familia porque no encuentras un espacio, vuelta los amigos s te dan ese espacio" (Sebastin). Sin embargo, otras veces, para otros sujetos juveniles, la pandilla representa la posibilidad de diluir o dar un tratamiento colectivo al miedo o a la soledad. Esta ltima juega, seguramente, un papel decisivo en la bsqueda de contactos y espacios de agrupacin. Varios de nuestros entrevistados y entrevistadas hablan acerca de la soledad. Alejandro y Ernesto por ejemplo, afirman respectivamente: hubo momentos que me senta solo, no tena con quien dialogar, me hice pana de unos manes que me convencieron de que me meta en la pandilla, y como me dieron su apoyo, por eso me met....
Lo que pasa es que muchas veces, muchos estamos por no sentirnos solos, por no estar, cuando hay problemas, yo me sal de la casa a los 13 aos, entonces no tena a nadie ms, entonces necesitaba a mi familia, y ellos eran como mi familia Con respecto al miedo, ste tiene una doble valencia: por un lado debido a la percepcin de inseguridad se entra a la pandilla; por el otro, una vez adentro, muchos miembros no slo no resuelven esta condicin, sino que se sienten acorralados, y con una sensacin permanente de temor. Alex afirma: La pandilla de verdad es importante, hay gajos que vienen de otro barrio y nos apoyamos, mientras que uno est solo est sin apoyo... y vienen otros y te pueden sacar la chucha...en cambio si estamos en gajo...nos podemos desquitar... por eso yo creo que es importante la pandilla, para sentirte seguro...si ests en grupo se puede iniciar la bronca... Por su parte, Jos, ex pandillero, expresa el temor constante que senta: Ya no siento esa presin que antes senta, culpabilidad y temores, a veces cuando t ests en tu casa siempre tienes que estar con sobresaltos, que cundo viene la Polica, que cmo llega, ests perseguido, siempre angustiado Tambin Cristbal, ex miembro de una secta satnica nos dice: ...cuando yo estaba en la secta me daba miedo morir, me daba miedo que me apualen a cualquier momento... no poda dormir, para tener dos horas de sueo, yo dorma con mi propia escopeta calibre 16, tena mi revlver y dos puales DE INSTITUCIONES, ENTORNOS Y SUBJETIVIDADES ...me senta como un bicho porque tena hambre, necesitaba, necesitaba sobrevivir en ese da... Germn La violencia en general, social o de un grupo en particular la juvenil en este caso-, es difusa no slo por su multicausalidad, sino porque ante todo, se encuentra intrnseca e imperceptible en discursos y prcticas que no hacen otra cosa que desgastar y corroer las relaciones ciudadanoEstado, y ms que nunca, las relaciones ciudadano-ciudadano. En el tejido social, es por la va de la violencia que los ciudadanos gestan su conducta social, su sentido de ciudadana y su relacin con las instituciones. Esta configuracin de relaciones son las que vuelven impracticables los sentidos mnimos de "entendimiento" entre la institucionalidad y los diferentes actores de la sociedad. La violencia, en el tejido social, provoca y produce discursos cotidianos que son (re)construidos y utilizados por las organizaciones pandilleras como solucin a sus propios conflictos internos e intergrupales. Como lo confirman sus relatos, estos conflictos tienen que ver en unos casos con el territorio que "simplemente es como los pases que hacen la guerra para agrandar su territorio", en otros con su seguridad individual: "...una vez unos manes me robaron, me maltrataron y desde all dije yo algn da me iba a vengar y entonces los muchachos me comenzaron a apoyar..." (Jos), o con la necesidad de respaldo social o grupal: "...si van al centro y los andan siempre piteando (haciendo problema) que se defiendan, si no puede solo, que lo haga con una agrupacin" (El loco). Hablar de violencia social, no obstante, no es hablar de un fenmeno causado o alimentado en s mismo, aislado o producido desde la "descomposicin" o "carencia" de valores. Desde una perspectiva de las pandillas, la violencia social, global, local e individual tiene races en un sistema "formal" excluyente. La violencia se da "...por la familia, por las crisis econmicas; los
millonarios y los polticos" (Gustavo); es decir, a causa de un conjunto de factores coyunturales, y sobre todo, estructurales de ndole econmica y poltica: "...por la crisis del pas, no hay trabajo, y la gente roba para subsistir..." (Mario); "...una solucin, el trabajo... para que la gente no se pierda, por eso andan los manes gomeando [drogndose] desde pequeos, no tienen por qu luchar.. comienzan a robar..." (Leticia). Es a este conjunto de condicionamientos sociales y estructurales sobre los cuales la violencia social y la juvenil se gestan, a los que Santacruz y Concha-Eastman (2001) se refieren cuando describen: "la lnea que divide a la disfuncionalidad del grupo de la disfuncionalidad de la sociedad en la que ste se encuentra inmerso, comienza a desdibujarse". Los testimonios as lo confirman: ...mira para serte sincero yo s que est mal lo que hago, y yo a veces quisiera salirme de esta huevada, pero no puedo, as como est el pas, no vamos a ningn lado, y no hay plata para trabajar... (Jimmy). ...yo tena una ta que tena un puesto en el centro, y vinieron estos... [municipales], y le quitaron todo, entonces me dijo y ahora en qu voy a trabajar... entonces cmo la ayudo?, si voy a buscar trabajo no me lo dan, entonces robo... (Freddy). La primera condicionalidad institucional, es entonces, el Estado, frente a cuyas propuestas e intervenciones se gesta un inmanejable e ingobernable frente de "demandas" o "derechos no ejercidos", como respuesta a los cuales se construyen diversas estrategias de sobrevivencia y, por tanto, nuevas subjetividades para enfrentar tal situacin. VIOLENCIA JUVENIL: CDIGOS, CLASES SOCIALES Y ESTEREOTIPOS Sin desconocer las prcticas de ciertas pandillas como violentas, y sin dejar de relacionarlas con la carga de violencia social existente, es necesario provocar ciertos comentarios frente al estereotipo de ser joven, hombre y pobre (podramos aadir a esto una pinta en especial: rapero o rockero), como un pandillero, "daado" y "delincuente". Los mismos pandilleros describen que entre sus integrantes: hay de todo, no necesariamente [gente] de la calle, sino que la gente que tiene ms posibilidades econmicas son las ms daadas que existen, hay toda cantidad de gente... Los aniados tambin son, porque ellos tambin cuando no tienen para su trago tambin ven algn pato... o porque nosotros, o sea yo, tengo un amigo que l es de ac de [nombre del barrio], l tiene vicio, o sea tiene su hueco o sea donde l vende ya... (entrevista de grupo) En su interior, no obstante, se desarrollan en cierta manera, (re)expresiones de valores sociales adquiridos; nuevas subjetividades que hablan de cdigos propios de accin pandillera relacionada con diferenciaciones econmicas o sociales: "a los que no les robamos es a las viejitas..." (el Loco). Esta moral personalizada se refleja tambin en actos de "justicia propia": ...yo reconozco que hemos robado... pero nosotros robamos a gente que tiene dinero, que lo derrocha... y no robamos a los que son pobres; hay pandillas que s roban a todos... ...Con lo del baile, ayudar a las personas que no pueden ayudarlas, a los viejos, a todos, no a unos. A las personas malas robamos, pegamos, hacemos lo que quiera, las cosas de la calle... (entrevista de grupo) Ms an, vemos que en la calle, en el hueco o la olla (lugar donde se compra droga), en las mismas discotecas, en las esquinas de cruce, en las paradas de buses o al interior de las mismas patas, se desdibujan ciertas diferenciaciones sociales, y a la vez se visibilizan profundamente otras. En estos espacios de socializacin 64 corren los imaginarios de la emulacin de la marca, la pinta, y se desplaza la conflictividad relacionada con la alteridad y la competencia.
Esto permite identificar otra "institucin" contradictoria: el mercado. A decir de Galeano (1998) "...Las rdenes de consumo, obligatorias para todos pero imposibles para la mayora, se traducen en invitaciones al delito....". Las diferenciaciones sociales (re)aparecen, se materializan, se (re)afirman y profundizan cuando el mercado ya no es slo un mercado de bienes y servicios, sino de imgenes e imaginarios de "estatus", "felicidades", "confort" y "bienestar"; de consumos y satisfactores "bsicos" y "exclusivos" para jvenes. ENTORNOS SOCIALES VIOLENTOS: DE LA REPRESIN COMO SALIDA, A LA PREVENCIN COMO "CURACIN" Las soluciones propuestas frente a la "problemtica" de las pandillas, y en este contexto, las situaciones sucedidas en Guayaquil, permiten visibilizar enfoques y prcticas institucionales, entre las que estn aquellas que proponen reformas al Cdigo de Menores para que jvenes entre 14 y 17 aos sean juzgados como adultos o con mayor dureza. Para Paola Surez de la Direccin Nacional de Polica Especializada en Niez y Adolescencia -DINAPEN- "los delitos de los menores son en 60% a ttulo personal, porque saben que el Cdigo de Menores no los sanciona con severidad" (cursiva ma) (Diario Hoy, enero 13 del 2002. p. 3A). Otro tipo de prctica proviene de una especie de discurso esquizoide y provocador que aduce una conducta irregular de adolescentes y jvenes, frente a la cual se organizan comisiones de "Control y Vigilancia" y se decreta el "toque de queda" (en la provincia del Guayas) para los menores de edad a partir de las 10 de la noche, penndolos con la reclusin (de mximo 24 horas) bajo el cargo de contraventor. Se trata de medidas que pasan por alto que, ese tipo de disposiciones legales infringe otros derechos, como el de la libre circulacin, entre otras. Es as que paradjicamente, tal como lo dicen otros estudios sobre el tema (Santacruz y ConchaEastman 2001), lo que parece no tomarse en cuenta es que este tipo de abordaje slo intensifica an ms la "espiral" de violencia, pues se privilegia el uso de ella como recurso en el intento de eliminarla. Ral Vallejo (ex Ministro de Educacin), en su columna editorial expresa que: Lastimosamente, no es un asunto que se resuelve con programas remediales, aunque sean importantes para la coyuntura, y menos con batidas policiales que ponen bajo sospecha a todos los jvenes (El Comercio, febrero 9 del 2002). Esto ltimo se relaciona con la afirmacin de Hardt y Negri (2001) de que "los comportamientos de inclusin y exclusin social adecuados para gobernar son (...) cada vez ms interiorizados dentro de los propios sujetos". La accin represiva va de la mano, no slo con la estereotipia de los sectores juveniles, sino tambin con la vulneracin del joven como persona. En esa relacin entre pensamientos y prcticas, podemos inferir de dilogos policiales como los que citamos a continuacin, la fragilidad de los decires frente a provocadores haceres: En el camino, las preguntas se volvieron chistes para los policas: Dnde metemos a los manes que cojamos?.En las llantas, mi cabo, los tapacubos son grandes... (El Comercio, febrero 11 del 2002). En otro fragmento se encuentran las propuestas de solucin relacionadas con la prevencin y la rehabilitacin; ambas parten de la ecuacin simplista del joven pandillero como sinnimo de "enfermo". Hacemos referencia a cmo los medios de comunicacin reproducen los discursos de las autoridades: Uno de los puntos contempla la creacin de tres centros integrales para pandilleros en Guayaquil (norte, centro y sur), donde los jvenes recibirn preparacin acadmica y teraputica desde el prximo ao lectivo. Sern una suerte de colegios, segn el subsecretario de Bienestar Social, Eduardo Franco. No es una forma de marginacin. Adnde, entonces, irn los menores que son expulsados de los colegios? Ellos necesitan rehabilitacin y, adems, seguir preparndose intelectualmente, justifica el funcionario (cursiva ma) (El Comercio, febrero 8 del 2002).
Sin embargo, detrs de estos discursos no existe ninguna intencin de rehabilitar, al menos no en el sentido de "volver a habilitar", es decir otorgar capacidades u oportunidades que permitan a los individuos tener nuevas prcticas sociales. En efecto, las soluciones "teraputicas" se refieren exclusivamente a "enfermedades" como las que se atribuyen a comportamientos anmalos y que justifican, por ejemplo, la expulsin de los colegios de ciertos jvenes. Estas supuestas soluciones, tienden ms bien hacia una mayor marginacin, y demuestran ms bien la intencin de que los "sujetos problemticos" sean excluidos del espacio pblico hasta no ser rehabilitados. De este se hace evidente el vaco institucional en trminos de polticas especficas de juventud. LAS POLTICAS POLICIALES Y LA (IN)SEGURIDAD CIUDADANA El fenmeno de la violencia no es, y no podra serlo, inmune a los mundos juveniles; por el contrario convive con ellos, en los escenarios pblicos y privados: en la familia, en la escuela, en el grupo de pares, en las redes de consumo de las industrias culturales. Socialmente, hemos asistido, (...) a un proceso de pauperizacin de los sectores medios. Este empobrecimiento resta futuro a los jvenes y los hunde en la desesperacin existencial. A esto debemos aadir la preeminencia de una cultura de la violencia que es dispensada con generosidad por los mass media; (...) as como el lenguaje violento de los personajes pblicos, tenemos, entonces, un cuadro general de por qu las pandillas adoptan actitudes delictivas (Ral Vallejo. Editorial El Comercio, febrero 9 del 2002). As tambin lo alude Germn, cuando nos dice: Yo era de Latacunga pero como ramos muy pobres y nos venimos para ac a Quito, y ah me inici con mis notas... Los jvenes, como otros actores sociales, forman sus agrupaciones no slo de manera reivindicativa o socializadora, sino tambin vital, sea por condiciones econmicas o intereses en comn44. Sin embargo, muchas veces solo las prcticas sociales relacionadas con los grupos juveniles son catalogadas como "molestias sociales"45. Considerar que "todas" las pandillas juveniles estn "al filo de la delincuencia" es una retrica adoptada, aprendida y repetida socialmente. La ruta de la violencia no es ajena a la cotidianidad del joven, (con)vive, se (re)produce y se (re)afirma en las relaciones sociales, y por ende, forma parte de su propio desarrollo. Surgen, en consecuencia, respuestas institucionales relacionadas con la seguridad ciudadana. En palabras de Daniel Gonzlez, Magistrado de Casacin Penal de Costa Rica (1996): tenemos claro que seguridad ciudadana es un concepto bastante difuso, y que hoy se utiliza con muy diversos propsitos, como en pocas pasadas se utilizaron los conceptos de seguridad nacional y seguridad del Estado en el plano ideolgico, que pretendieron constituirse en la razn de ser de la poltica criminal y justificaron una gran cantidad de atropellos a los derechos humanos. Cuando se habla de pandillas y grupos juveniles, seguridad ciudadana se utiliza, por lo general, como sinnimo de seguridad fsica en las calles y las casas, olvidndose que un verdadero concepto debera incluir tambin otras libertades pblicas y privadas, conformadas por derechos bsicos y fundamentales como los derechos polticos, los derechos econmicos y los derechos sociales, los cuales nunca se ven afectados -ni amenazados- por la existencia de esos grupos. En estos trminos, la cultura del terror y del temor crea un ambiente social en el que existen y se reproducen una serie de actitudes contra quienes son considerados "potenciales" delincuentes. Esto pone en entredicho tanto la idea de seguridad como la bsqueda de un concepto de ciudadana. 44 Mujeres, indgenas, trabajadores, jvenes, se agrupan para "presentar" socialmente sus demandas particulares y exigir sus derechos. 45 "No son actividades delictivas ni criminales, pero s perturban la convivencia escuchar msica en alto volumen, jugar en la calle hasta altas horas de la noche, o simplemente "vacilar" en grupo o crear temores en los vecinos" (ver Santacruz y Concha Eastman 2001).
EMERGENTES PERO INVISIBLES Qu les queda por hacer a los jvenes, en este mundo de paciencia y asco, slo graffiti, rock y escepticismo... Tambin les queda no dejar que les maten el amor, recuperar el habla y la utopa, ser jvenes sin prisa y con memoria, situarse en una historia, que es la suya, no convertirse en viejos prematuros. Mario Benedetti Manejamos la hiptesis de que la emergencia de la juventud, como sujeto social, se expresa en un proceso de redefinicin de la ciudad en el espacio y en el tiempo, y se concreta en la aparicin de una serie de universos especficos en la red urbana (Feixa 2000, Passim). Los jvenes construyen su ciudadana en la consolidacin de un saber que proviene de sus interacciones y bsqueda del sentido de la vida. Con este saber se oponen al estereotipo creado socialmente desde el rechazo de quienes los ven slo como una amenaza, por considerarlos sujetos problemticos. Por otro lado, la carencia de polticas juveniles institucionales -que se traduce en la escasez de atencin y servicios exclusivos para jvenes- tambin representa una dificultad para la constitucin de una ciudadana juvenil. Gustavo expresa: "cuando nos reunimos salimos a bailar, pero en el barrio no hay nada qu hacer...". Los relatos de los testimonios hablan de demandas muy claras: "...yo quisiera que te digan que nos van a dar una beca para estudiar la secundaria, fuentes de trabajo para chicos de 18 aos, porque por desempleo comienzan las bandas a robar; el pas no progresa...". Pablo, hace una relacin directa entre identidad y trabajo cuando afirma: "...si yo trabajo o no trabajo, yo no estoy diciendo qu hago, estoy diciendo quin soy...". Estos testimonios dan cuenta de la necesidad de afirmacin y pertenencia con sus entornos y espacios pblicos. Las instancias formales de protagonismo, participacin y decisin juvenil, que viabilicen la accin y gestin de los jvenes, frente a los temas que les preocupan, son inexistentes. Por consiguiente, la capacidad de negociacin que la juventud pueda tener, en el plano institucional y con los otros actores sociales, est inhibida por prcticas institucionales que restan legitimidad y representatividad al agenciamiento pblico de los jvenes. Prueba de ello son sus relatos relacionados con la poltica, la Polica o la Iglesia que son consideradas: "mentirosas", "corruptas" o "explotadoras del pueblo". Estas expresiones son producto de un profundo malestar y dan cuenta de las fallas propias de la responsividad46 de las instituciones, y no son expresiones que demuestran una incapacidad de integracin atribuida, por lo general, a los jvenes. ...yo cuando voy a votar (perdnenme por lo que voy a decir) a m me dan mi papeleta y yo pongo: saben que, quisiera que hicieran algo por el pas. Ustedes no valen verga, ustedes slo quieren llevarse la plata del pueblo para enriquecerse. Entonces siempre escribo eso, pero eso nunca me han de llegar a leer esos polticos. (Mateo). LA INSTITUCIONALIDAD Y LA CONSTRUCCIN POLTICA DESDE LA PANDILLA Las pandillas vienen a formar parte del pas, porque los polticos mismo se nos llevan la plata y, mejor dicho, ya todos son delincuentes... Los pequeos tambin van viendo la TV... porque en la TV pasan esos reportajes y se dan cuenta como est el pas. De ah salen las pandillas (Efran).
En coincidencia con los estudios acerca de pandillas juveniles realizados en otros pases, podramos decir que "...aunque estos jvenes no expresan simpata alguna por la poltica, su situacin s est politizada, desde los medios, en las comunidades mismas donde viven o ejercen su agresin, en las esferas policiales y en los gobiernos; la palabra pandillero est altamente politizada" (Santacruz y Concha-Eastman 2001). 46 Capacidad de respuesta institucional que, lejos de preocupar a la sociedad adulta en contra de los jvenes, debera preocupar a la sociedad adulta contra s misma, e identificar qu est "haciendo mal" o, simplemente, qu est dejando de hacer.70 Esta politizacin provocada desde los medios y la opinin pblica dentro de la cual el criterio de los y las jvenes es poco relevante- se contrapone a la politicidad intrnseca de las acciones y prcticas de los mundos juveniles y dentro de stos, los pandilleriles. Esta politicidad se expresara en trminos de vida, de cuerpo, de sentidos, en el consumo, en expresiones como la msica, el tatuaje o el graffiti. "La msica est en la lucha" se lee en un graffiti en Quito. Estas expresiones hacen un llamado de atencin a la sociedad que no logra "descubrir" la existencia de otras formas de participacin poltica y accin colectiva porque no se pueden medir desde los indicadores tradicionales.47 Los jvenes sienten desconfianza y rechazo a las prcticas polticas tradicionales. De ello dan cuenta las siguientes afirmaciones: [La Poltica] es un cosa puerca, los polticos se llevan el dinero, ellos son los delincuentes y al pueblo lo matan de hambre... ...por qu voy a tener preferencias polticas por manes que roban, que son corruptos (varios entrevistados y entrevistadas) Este rechazo, adems, se convierte en una justificacin de las acciones pandilleras: Los manes son ms ladrones que uno... (Mateo) Si la ley es ms ladrn que uno... (Jimmy) Otra forma de justificacin es reclamar para s la impunidad que otros disfrutan por delitos de mayor magnitud: Esos son ms corruptos que nosotros. Ellos le roban la plata al pueblo y de frente. Esos manes, que son presidentes,... ese Abdal rob y nadie le dijo nada, se fue a Panam. A nosotros medio nos ven robando y nos cogen y hasta nos meten presos. Nosotros no podemos irnos a Panam (Sebastin). Si es que caen presos, con esa misma plata les sacan y frescos como si nada... Si nosotros cayramos presos, plata de dnde, a pagar como cojudos (Pablo). 47 Por ejemplo, lo que autores como Foucault, Hardt y Negri han denominado biopoltica.71 CATLICOS Y CRISTIANOS A SU MODO: CREEN EN DIOS, NO EN LA IGLESIA Los jvenes pandilleros y pandilleras tienen por la Iglesia un nivel de escepticismo similar al que tienen por la poltica. No obstante, en sus identificaciones polticas destacan elementos religiosos provocadores: ...no tengo identificacin poltica y si me llaman a elecciones, creo que no votara por nadie solo si baja Pap Dios, votara por l... (Fernando). ...no votara por nadie, nulo. Solo por Cristo" (el Genio). Los jvenes no creen en religiones, instituciones o intermediaciones. Han construido (cuando la han construido) una relacin personal con una divinidad. ... Para m ser cristiano no es ser, no estar en una lista de ss o de nos. Ser cristiano es seguir a Jess y punto; tener como pana a Jess (Pablo). Durante la entrevista, Javier y Pedro hablaron sobre sus dudas y certezas acerca de Dios: Javier: Yo creo en mi Dios, mi Dios para m y en mi Virgencita del Quinche que es sagrada. Pedro: Yo creo en Dios... pero tambin he dudado, a veces. Javier: O sea a veces se duda. S se duda.
Pedro: Con tanta huevada que se ve, se llega a dudar de Dios. Pero no.. no.. todava lo tengo Javier: Yo creo en Dios, porque bueno no tengo plata, soy pobre, pero mi Dios siquiera le da salud a mi mami, a mi papi y a mi familia, por eso yo creo en Dios. Siquiera tenemos qu comer... El peso de la tradicin religiosa incide en los discursos y creencias de los pandilleros48, pero sus percepciones configuraran una religiosidad mucho ms intimista y menos mediada por la institucin religiosa. Recurrentemente la frase "Gracias a Dios..." es expresada por muchos jvenes pandilleros, siendo adems, una frase reflexionada como en el caso de Marco: ...no s si darle gracias a Dios, porque a Dios no le gusta eso, pero a m no me ha pasado nada. El cielo y el infierno tambin estn presentes en el discurso de los pandilleros: "el cielo... algo lindo, pero no voy a ir al cielo", "el infierno es lo que vivimos aqu", "el infierno es aqu mismo". El infierno de la religin, el lugar donde "terminan las almas pecadoras", para los jvenes, se materializa en el mundo actual que es considerado violento, "pecador" y "malo". Es decir, el infierno es una realidad presente en la cotidianidad. En ciertas frases con marcado tinte religioso tambin se evidencia el "inmediatismo" juvenil o lo que otros estudios en temticas juveniles han llamado "sensacin de no futuro" o "ausencia de futuro"; nos referimos a frases como: "Dios lo dir, yo trato de seguir adelante", "hay que vivir el momento", "yo trato de vivir el da, el presente y ser feliz con ello", "no sueo con el futuro". 48 Religiosidad tradicional expresada en frases como: "yo siempre he sido catlico"; "yo siempre voy a la iglesia; miedo slo se le tiene a Dios, respeto slo a Dios..." LA POLICA: REPRESIN Y COMPLICIDAD Las instituciones y organizaciones sociales, as como los actores que las representan, carecen de credibilidad, debido, en buena medida, a las respuestas que han dado a ciertos problemas sociales, como la inseguridad pblica. Con la Polica... cuando tenas chance les mandabas a la mierda, les rompas cosas. Los policas sern odiados por los jvenes eternamente, porque son sinnimo de represin, de qudate quieto... y yo no estoy en condiciones de quedarme quieto, ni tampoco reprimido. Yo estoy viviendo mi libertad y mi libertad es sagrada. Si ves un polica, ves que es una persona que te va a privar de tu libertad. Solo por el hecho de ver el uniforme no les quieres... (Boris).73 Los pandilleros frente a la Polica son al mismo tiempo victimarios y vctimas. La fuerza pblica es vista -por parte de las pandillas- como una institucin sin legitimidad, corrupta y peligrosa. 49 Cuando nos ven [los policas], ese rato nos hacen requisas. Lo peor es que los manes ni siquiera nos cogan, era para ver qu tenamos. Si nos cogen, "nos sacan la puta", nos dejan por ah botados y los manes se llevan "nuestras notas". Los manes son ms ladrones que uno. Por eso tambin se les tiene odio (Marcos). Nosotros tenamos nuestra plata, una cadena, relojes... nos comenzaban hacer requisa... vean que estbamos algunos, entonces ya venan, nos suban a los carros, nos cogan y nos decan que djate ver qu noms tienes y se nos llevaban la plata, se nos llevaban las cadenas, las chompas (Santiago). En las prcticas policiales se evidencia de manera clara la estereotipia: un estilo, una forma de vestir o una pinta determinada; un barrio, una esquina, un grupo de jvenes reunidos significan
potenciales (o consumados) delincuentes: Si andas con tu banda, hay que abrirse... porque "los pacos", si te ven 5 6 te llevan como sospechosos de pandilla. Son sapos (Sebastin). Nos ven como sospechosos, si nos ven mal vestidos, vestidos sper batracio o nos ven con un paquete, les damos a veces dinero, o a veces s nos "sacan la chucha"... (Jimmy). Pero ms all de los estereotipos, son frecuentes, en la accin policial, no solo actos de corrupcin (porque les quitan sus cosas50), sino que tambin existe una complicidad con los mismos pandilleros, dado que a veces, segn ellos- son ciertos policas quienes les proporcionan armas: La misma ley [Polica] nos apoya. La ley misma te da las armas para que te defiendas (Cristbal). 49 La Polica es vista con "odio", como "lo peor" o como "el peor enemigo". El rol de la autoridad, de la familia o de la Polica, se ha desgastado, segn los jvenes, por sus propias prcticas. 50 Julio relata: "Yo ya estoy marcado por la Polica. Estuve fichado en la correccional, y cuando ests fichado siempre se te cargan, siempre te sacan plata. Ahora en el pas notodos, pero algunos policas, son corruptos." Por qu crees que tenamos armas? Porque la Polica mismo nos las traa. Nosotros tenamos un sargento que era [nombre de la nacin] y l estaba con nosotros e igual l muri (Pedro). La relacin que existe entre los pandilleros y la Polica, en tanto que a la vez proveedores y represores, representantes del orden y de la ilegalidad, estimula la accin pandillera por el desafo a la autoridad, incrementndose as el vrtigo o el riesgo que los jvenes experimentan al delinquir. Porque como los manes andan con sus armas se creen muy bacanes... o se creen ms porque tienen uniforme. Chuta, [el riesgo] yo creo que cuando me he metido a robar en lugares, donde hay guardias, polica... creo que hay que ser bien arrecho (varios entrevistados). En definitiva, a decir de los jvenes pandilleros, la institucin policial es vista, en gran medida, como el estmulo que sostiene las acciones delictivas. A partir de ah, es considerada simplemente "un par" o "un rival" para la pelea callejera y en esto radica y cobra valor "su legitimidad". LA "CRCEL": SANCIN, SOBREVALORACIN INTRAPANDILLA Y POTENCIALIZACIN DEL "DELINCUENTE" "La puesta en marcha de esta sociedad, asegurando la obediencia a sus reglas y a sus mecanismos de inclusin y/o exclusin, es lograda por medio de instituciones disciplinarias (la prisin, la fbrica, el asilo, el hospital, la universidad, la escuela, etc.) que estructuran el terreno social y presentan lgicas adecuadas a la "razn" de la disciplina. El poder disciplinario gobierna, en efecto, estructurando los parmetros y lmites del pensamiento y la prctica, sancionando y prescribiendo los comportamientos normales y/o desviados" (Hardt y Negri 2001). Segn los testimonios recogidos, en los centros de reclusin juveniles (hogares de trnsito, correccionales, Polica Judicial) la razn disciplinaria se difumina. Estos espacios son lugares que posibilitan a los jvenes la inclusin al mundo social de la pandilla ms no su reinsercin en la sociedad o su re-educacin en la obediencia y cumplimiento de reglas. Los pandilleros construyen o encuentranen estos lugares, tal como lo hacen en la calle, su status y reconocimiento. ...hay cosas como cuando te vas preso por una "puetiza" y te ponen en el parte policial: "intento de homicidio. Es tenaz porque sales con el orgullo de que te han puesto intento de homicidio
(Marcos).75 Detrs de esta sensacin de orgullo est el discurso viril, la necesidad de afirmarse como lder: ...otras cosas que te dan hegemona es estar preso porque dicen no, este man ya es vivido ya sabe y no se dej ver las huevas en la crcel. El que estuvo preso ya tiene una experiencia ms que contar. Contar ms cosas de entre todos los del grupo te da cierta solvencia de que este man ya sabe y yo me estoy metiendo con alguien que ya sabe, que tiene experiencia, entonces sabes que ests arriesgando mucho (Boris). Es as que, de algn modo, los centros de rehabilitacin se han convertido en lugares de aprendizaje para el delito: La escuela Virgilio Guerrero [Quito] es una escuela de maa. Sales aprendiendo "demasiado" all (Cristian). Ah... las acciones que se repiten constantemente, son los robos, todos los das... y el vicio, el humo, all me volv un adicto, no te dejo el polvo... (Sebastin). Si te ha cado bien la cana, le aceptas por el lado bueno: te formas como un "socipata". Uno le acepta tranquilamente las cosas y le toma de un modo mejor para que no haya represin, cambia tu vida o simplemente te vuelves peor, ms daado, ms delincuente (Mario). En el parte te ponen que trataste de matar a una persona, pero no trataste de matar sino que hubo cortes o hubo cosas en la bronca y todo te echaron la culpa a vos, solo es para poner un poco ms de trabas para que no salgas ...(Boris). Los mtodos de coercin y castigo, que se amparan en supuestos criterios de seguridad, rehabilitacin y cura de los males sociales, y las prcticas sociales del orden, disciplina y control, no son ms que formas de exclusin, marginacin y discriminacin. Parece ser, entonces, que se trata de compromisos que la sociedad asume en contra de s misma y sus aspiraciones (Cevallos y Cevallos, Foro Nacional de la Juventud 1998). 76 DE MIEDO, PODER Y ARMAS ...Yo siento desesperacin porque la bala sopla y sopla por el aire, y t ests parado... El Loco Aquello que la sociedad asume en contra de s, encuentra sus representaciones ms claras en un cmulo de paradojas sociales que, en palabras de Luiza de Melo (2000), se ciernen en un actual sentimiento de inseguridad, una amplificacin de los riesgos, una obsesin egosta por proteccin: un espacio/ tiempo urbano en trminos macro propicia la desocializacin para, como en la cohesin grupal basada en la violencia, asistir a la emergencia y cristalizacin de patrones originales de sociabilidad. El miedo, la soledad o la inseguridad a los que nos referamos como las causas que llevan a los jvenes a drogarse inhalando "pegamento", los ritos de vinculacin intrnsecos a la pandilla, y la bsqueda de reconocimiento y de poder, repercute en la necesidad de portar cualquier tipo de armas. Los jvenes pandilleros tienen gran inters en aprender a manejar las armas, el ser diestro en ello les otorga un valor guerrero frente a los dems porque da cuenta de su capacidad para administrar lo imprevisto. "Eso es lo emocionante, saber que arriesgaste tu vida y no te hicieron nada. Es como irse a la guerra, todo el mundo piensa en irse a la guerra y regresar vivo" (El Loco). Para agredir o defenderse se utiliza cualquier instrumento: puos, cachetadas, piedras, palos, armas blancas o de fuego: ...pienso que una persona que tiene un arma es porque es inseguro de s mismo. Cuando esta arma le es quitada, l se siente inseguro, inestable, sin proteccin. Entonces tiene esa necesidad urgente de portar un arma (El Loco). Las armas representan control, dominio e invulnerabilidad:51
51 Sea por seguridad y afirmacin cuando "...se siente miedo a las personas, a la sociedad, a la Polica, al mundo que te rodea, a lo menos cuando no ests con un arma, parece que no eres nadie" ; osea para encontrar que "son tiles cuando uno tena enemigos; o para "...buscar un poder, un dominio sobre las dems personas pero a la fuerza"; esa arma significa el control en las manos.77 ... te dan la oportunidad de abusar de la gente y nadie te va a decir nada, porque tienes un arma, puedes robar, puedes pegar a alguien... un arma te da poder, es una sensacin de poder que se sabe que tienes en tus manos (varios entrevistados). Sin embargo, las mismas armas que protegen y dan seguridad, tambin generan un efecto contrario, no slo porque otro puede portar un arma, sino que, "cuando la bala sopla, el que se queda parado pierde". LA MUERTE Y EL VACIAMIENTO DEL SENTIDO DE LA VIDA Vengo de un barrio tan mezquino y criminal, quiz te queme, queme, quiz. Vengo de un barrio siempre a punto de estallar, quiz te queme, queme, quiz. Si de nada sirve vivir buscas algo por qu morir... Fito Pez Una muerte amiga obliga a la muerte de un enemigo. Concha-Eastman La muerte tiene el extrao poder de suscitar el frenes de la vida. Maffesoli Vivir como venga y morir de una. La vida y la muerte en los jvenes forman parte de sus entornos cotidianos de socializacin y desocializacin; relacionadas con la posibilidad de tener "norte", razones de existencia, horizontes de destino, la vida y la muerte se encuentran asociadas. "Las manifestaciones de agresin ciegan las prcticas autodestructivas y reflejan no slo el reverso del control, sino la eclosin anmala de su propia condicin de incertidumbre." (De Melo 2000). Estas incertidumbres se reflejan en las percepciones que tienen sobre la vida:78 La vida para m... no s...no tengo nada que decir de la vida (Fernando). La vida para m no tiene importancia, porque uno no tiene por quin vivir, uno vive solo y uno mismo se preocupa (Juan). Los siguientes relatos evidencian una sensacin de vaciamiento si bien se relaciona con la muerte, da cuenta sobre todo- de la prdida del sentido de la vida. Senta un vaco dentro de m y ...no sabano saba ni donde ir... si en ese rato nos mataban estbamos hecho pedazos. Creamos que toda nuestra vida era una porquera, que no habamos hecho nada por esta vida (Walter). En este contexto, se hace explcita la afirmacin de que en los tiempos que corren: la nica certeza es la incertidumbre. "Lo ldico, el exceso y la inversin social recuerdan la presencia estructural de la muerte en el hecho cotidiano y son el signo de una cierta sabidura de los lmites
ms o menos consciente- que domina el tira y afloja entre el orden y el desorden, la agresin y la desagregacin"m(Maffesoli 1996, en Serrano 2000, pg. 26). Por esto, en la cotidianidad de hombres y mujeres pandilleros, la violencia se ha transformado en una rutina de aprendizaje: La vida, la rutina, yo vea lo que se peleaban y yo deca debo aprender para defenderme. Lo primero que haca era acordarme... sabes que una vez me toc un man de unos dos metros, tucote, que me cogi del cuello yo dije ya me mor... pero me ensearon a que no me ahueve de nadie, hombre o mujer que se me pare adelante: bien me das o te doy (Alejandra). La muerte violenta es un hecho cotidiano en la actividad pandillera, lo que hace que, adems de convivir con ella, se le d una valoracin significativa. Matar, al igual que afirmar haberlo hecho52, otorga reconocimiento social al interior del mundo de la pandilla. De todos modos, para ser credo es necesario demostrar que se es capaz de matar; es decir, se debe traducir el discurso de la valenta a una prctica violenta.
52 "No, no le mat, eso s no vi que le mat"; "...yo saqu el revlver, di un tiro al azar y despus me dijeron que haba muerto un man..."; "le pegu un tiro y me dijeron despus que estaba muerto. Para muchos es ms importante "decir" que se ha matado, ms que haberlo hecho; "ni siquiera" presenciar la muerte, sino que sea comentada. Es decir, es necesario sostener el discurso con afirmaciones realistas que no siempre terminan con la muerte como acto real, pues se vuelve a la dimensin imaginaria con la que el discurso de la valenta es una connotacin imprescindible de la prctica social.79
...nos enfrentamos y nos apuntamos con las armas y la que dispar ms rpido fui yo. Las dos estbamos en el suelo pero yo me levant mas rpido entonces igual le dije: "te voy a matar si no me sueltas", y me dijo: "mtame, entonces". Como me ret, yo le mat. No me acuerdo dnde le di, pero le mat... (Catalina). Los entornos pandilleros son aquellos donde "el plomo vuela" y donde los nicos referentes de defensa y respeto son las marcas: el tatuaje, la cicatriz o los colores identitarios que se deben defender. En las percepciones, la muerte siempre est ligada al misterioso e imprevisible azar o al implacable destino53. Se mata "cuando no hay mas remedio", cuando "no tienes alternativa", cuando "es tu vida o la de ellos". Adems, morir provoca temor: "cuando me apuntan", "cuando me han amenazado de frente"... Ese fue creo unos de los peores das de mi vida, porque recin estaba aprendiendo a ver muertos. Era mi primera vez... la primera vez que haba visto un muerto y que le haba visto a la muerte cara a cara (Luis). Prefieren que su muerte sea "de una", es decir, rpida, sin sufrimiento, sin dolor. Conciben a la muerte como un paso, y a pesar de que les provoca temor, consideran que hay algo despus: ...estuve dos veces a punto de ser apualado y yo me di por muerto en ese momento. Me dije muy bien, si en este momento me muero adnde me voy, yo saba que despus de esta vida algo tena que haber (Juan). De paso, es importante sealar que la muerte en la pandilla ms all de lo que se piensa comnmente- no slo se produce por asesinato sino tambin por suicidio. Cuando Pedro contaba sus experiencias frente a la muerte, lo haca desde su propia bsqueda del suicidio (lo intent en tres ocasiones). Si bien en la mayora de los entrevistados descubrimos un cierto "apego" a la vida, tan cercano a una mezcla compleja hecha de vaciamiento del sentido de la vida y de incapacidad de causarse la muerte, el relato de Pedro nos muestra que el suicidio puede ser interpretado como efecto de una desocializacin o ruptura de todo vnculo social. De ah que, Pedro evita el suicidio cuando un "otro socializador" (su amigo o su hermano en este caso) con su intervencin, lo hace "volver" a la vida. As relat su primer intento de suicidio: ...Me iba a lanzar del tercer piso de una casa abandonada (...) Yo estaba pensando en todo lo que era yo, pensaba en que yo era una porquera porque si yo mora a nadie le importaba, que no vala, que era como un cero a la izquierda. En eso me puse a escribir a esta vida, me puse a
escribir a mis paps y cuando me iba a lanzar, slo escuch unos pasos que suban rpido por el edificio. Entonces me cogi mi hermano. Mientras iba viendo mi cuerpo que ya estaba lanzado para botarse, de repente sent un brazo que se cruz y entonces me dijo qu vas a hacer, no seas mudo, entonces esa fue la primera vez que me salvaron.
53 Los procesos de resignificacin y relativizacin de la muerte son expresados por frases como las siguientes: "...yo me he salvado tres veces creo que soy como el gato que tiene siete vidas..."; la muerte es el no tener la vida comprada, el no morirse a la vspera". Ver "Menos querer ms de la vida", Serrano (2000). 80
EL COLEGIO El colegio es slo un parapeto para decir que ests estudiando. Cristian El estudio es la excusa para que tus padres te mantengan y si ya no estudias tienes que trabajar y si no trabajas cmo tienes tus cosas... Marcos Para muchas pandillas, los colegios son lugares de reunin que se realizan en los momentos del recreo o a la salida de clases. El colegio se constituye en un espacio de socializacin juvenil de tipo conflictivo; es decir, de encuentros y desencuentros. Sin embargo, la escuela no es un espacio que provoque o pueda provocar mecnicamente la constitucin de pandillas. No obstante, cabe sealar, que la institucin escolar no ha sabido renovarse ni constituirse en un espacio que posibilite la expresin juvenil.81 Es ms, la escasa o nula escolaridad, la desercin temprana o la repeticin constante de los aos formativos es una de las caractersticas que comnmente se otorgan a los jvenes pandilleros. Ellos son los que no estudiaron, los "malos" alumnos, los jvenes "problema". Llegaba al colegio pero nunca haca deberes, era buen estudiante pero nunca me gust hacer deberes y no haca deberes. Pero tena problema en faltas, yo tena el 75% de faltas... es que me fugaba para ir con mis panas (Mateo). La carencia de opciones reales de formacin y bienestar que el colegio representa, agravada por prcticas obsoletas y recursos pedaggicos limitados e inflexibles, convierte a la institucin escolar en un caldo de cultivo para la formacin de pandillas juveniles. Un elemento adicional, que refuerza la afirmacin anterior, es que el discurso de la virilidad, como discurso autoritario y duro al que ya hemos hecho referencia, se encuentra tambin enquistado en la cultura escolar. LA FAMILIA La familia, as como otras instituciones socializadoras, se encuentra debilitada. La desarticulacin de la cual es objeto, debido entre otras cosas- a la sobrevaloracin del rol de la madre, en relacin con la carencia de la "autoridad" paterna, y la violencia intrafamiliar son, potencialmente, factores causantes de la insercin de los jvenes en las pandillas y, sobretodo, escenarios en los que se relacionan con la violencia que luego de algn modoreproducirn. En este sentido, la violencia no es algo que los jvenes "descubren" al salir del hogar, al contrario, para muchos es una constante que inicia y se aprende en casa. Es as que, la violencia verbal y fsica, se vuelve piel. Los entrevistados encuentran en la familia un espacio de contradiccin y juzgamiento y, por esto, las relaciones intrafamiliares abonan a la exacerbacin de la conducta agresiva del pandillero.
Si mi pap me haba traicionado entonces no poda confiar en nadie ms... Mi hermana mayor me dice cambia de vida, ya no debes estar as, ninguno de nuestra familia es as, t eres la nica que nos haces quedar mal a la familia. Eso lo hace sentir mal a uno (varias entrevistadas).82 El desconocimiento de la familia es latente en sus expresiones: T sabas que exista tu madre pero no convivas con ella, ni con tu padre, no tenas esa armona, esa unidad que debe de existir en la familia, sino que era un alejamiento, casi no exista la familia... la familia era casi algo desconocido (Antonio). A pesar de que observamos que la familia est en crisis, se puede decir que an perdura un ideal de familia que de alguna manera- se reproduce en la pandilla. Este tipo de agrupacin acta como una comunidad de acogida, lo cual se refleja en el lenguaje juvenil que, entre pares, est cargado de expresiones como: "familia", "ao", "primo", "brother". Sin embargo, si bien los problemas familiares pueden ser vistos, en muchos casos, como antecedentes para la insercin en pandillas, otras causas intervienen en la decisin de pertenecer a una pandilla. Los padres no comprenden a los chicos, pero tambin los jvenes quieren probarse, divertirse con su patn. O sea en cuestin familiar yo no tena muchos relajos, el problema era que no tena relajo, ni para bien ni para mal. Mi mam se dedicaba a darme para el colegio y hasta luego, hars deberes y nada ms, yo no tena problemas (entrevista de grupo). Otros relatos demuestran como la pandilla es el espacio para experimentar nuevas bsquedas: de emociones y de sentido personal. El descaletarse54, el salir de la casa, da cuenta de estas bsquedas, significa para ellos una etapa de vivencia propia: Cuando yo estuve en la Universidad, llegaba borracha a la casa y yo le dije as a mi esposo, te imaginas si no nos hubisemos casado yo estuviese estudiando, y seguira siendo una borracha. l me dice que yo hubiera estado con mis panas, chupando todos los viernes o fines de semana, porque t me ayudaste a cambiar a m y yo a vos (Marcela). 54 En su jerga, la caleta es la casa y por tanto, "descaletarse" sera irse de su casa.83 A veces nos descaletbamos, nos ibamos con los panas a vivir un buen tiempo y despus se regresaba de nuevo a la casa (Germn). Curiosamente, la mayora de los pandilleros entrevistados considera al matrimonio y a la constitucin de una familia propia como una posibilidad para cambiar de vida y poder abandonar la pandilla. Ya viv la juventud y en mi etapa adulta me gustara trabajar, ayudar a mis padres, mantener a mi mujer, estudiar y trabajar...ser alguien en la vida (Walter). No obstante, algunos pandilleros pese a tener hijos y convivir con ellos y con sus esposas no dejan la pandilla. Aunque en algunos casos, como el de Beatriz, el hecho de tener un hijo, s ha cambiado su concepcin de la vida y la familia: Mi hijo me ha enseado bastante, a valorar la presencia de mis paps porque ahora yo tambin soy madre y s lo que se siente tener un hijo. Todo el dolor que mis paps han de haber sentido cuando yo no llegaba a dormir! Yo nunca les respond, pero yo nunca aprovech las oportunidades que tuve. Pude estar en la casa, aunque sea viendo televisin con mis paps, pero prefer estar en otros lados. Mi hijo me ha ayudado a muchas cosas y a ser una persona adulta...85 IDEAS PARA UNA POLTICA DE JUVENTUD ...y hablbamos de naciones, sabes que el trmino naciones sali recin y una ya hablaba desde hace aos. Ustedes ya saban que haba eso, y nunca se preocuparonnunca les import nada de lo que haba alrededor... Anita La investigacin cualitativa ha permitido profundizar los sentidos y valoraciones de los mundos juveniles pandilleros: en los campos imaginarios y simblicos de la conflictividad entre e intra
pandillas, en los contextos sociales econmicos y culturales en los cuales sta se produce, as como en los entornos, instituciones y mbitos de incidencia. Los sentidos y valoraciones de la violencia -y dentro de sta, la violencia juvenil- reflejados en este estudio, proponen nuevos escenarios de accin, y sin duda alguna, la posibilidad-necesidad de profundizar a travs de nuevas investigaciones, algunas respuestas- preguntas frente a esta temtica. En este contexto, mal podramos desarrollar propuestas de intervencin a manera de respuestas -lase recetas-, sino por el contrario, plantear nuevos mbitos de reflexin y discusin que el debate social y las acciones institucionales no han tomado en cuenta. Las relaciones sociales, en la actualidad, padecen de un exceso de imaginarizacin. Es necesario refundar al "otro", percibindolo como adversario y no como enemigo, dado que es un miembro funcional de una "competencia" que motiva y sostiene la conflictividad, que permite la expresin de la pluralidad de posiciones y el libre juego entre los actores sociales.86 El discurso simblico de la masculinidad hegemnica y de la virilidad, de la afirmacin en la diferencia y en la negacin del otro, cortocircuita con el despliegue imaginario de la violencia. La violencia, que muchas de las veces es instrumental, tiene que ver con un campo simblico en el que se ven reducidas sus capacidades de mediacin. La desocializacin presente en todos los mbitos de la sociedad, en particular en los barrios marginalizados y excluidos, las prcticas institucionales y programas de atencin, as como la carencia educativa y econmica de la poblacin no permiten acceder a "capitales simblicos" o a promover su produccin. Cuando los espacios comunicativos y de aprendizaje estn ausentes, cuando stos son pobres simblicamente, la reproduccin de estereotipos (en particular el de la virilidad) es un hecho "normal". Sin embargo, es posible desarrollar respuestas efectivas si contribuimos a generar las condiciones para que la sociedad y la juventud tengan espacios de palabra y expresin; de circulacin de ideas; de reflexividad sobre los sentidos de la vida; de constante mediacin simblica en los territorios de la conflictividad. Por tanto, las respuestas-preguntas iniciales frente a la conflictividad juvenil, pueden ser: Cmo hacer que la relacin con el otro sea mediada con instrumentos simblicos que permitan aprovechar dicha relacin; pasar del discurso simblico de la virilidad y el reconocimiento a otras formas simblicas y ritos de no aniquilamiento del otro? Creemos que el juego puede ganar terreno ya que ni desconoce al otro, ni tampoco elimina la conflictividad, ambos adversarios son parte del juego. Si la comunidad emocional de una pandilla se mantiene por un juego imaginario que decreta que existe un otro en tanto que enemigo, entonces cmo permitir que pueda haber religio56 entre los miembros de una agrupacin sin marcar un enemigo imaginario: el otro o el gran Otro que es la sociedad?
56 Nos referimos con el trmino religio, a la capacidad de relacin, de re-ligar.
87 Creemos que s es posible, si se transforman o se incrementan las mediaciones simblicas y no nicamente la dimensin imaginaria, lo que hace factible el paso de enemigo a adversario. Si la manera de afirmarse como sujeto-persona debe pasar por la puesta en sombra, inferiorizacin o negacin del otro, y si la cohesin de un grupo se mantiene en funcin de esta operacin: por qu no ver la posibilidad de la pelea ritualizada57, simblica, sin necesidad de violencia fsica? La principal conclusin-recomendacin que podramos expresar es que la temtica de la violencia -a la que nosotros nos referimos en trminos de conflictividad y malestar en la cultura-, no hace sino provocar una mirada hacia adentro de la sociedad en su conjunto, con el fin de motivar profundas reflexiones del accionar cotidiano frente a los conflictos propios de la interaccin social. La violencia juvenil no podr ser solucionada con respuestas fciles -inmediatas ni de corto plazo-, ni tampoco en la medida en que no se cuestionen patrones
sociales y culturales propios de un discurso duro, viril y autoritario, que se traduce, en la actualidad, en medidas represivas y reformadoras. Si no transformamos los entornos sociales cotidianos en los cuales los jvenes se desenvuelven, cualquier poltica de juventud, sobretodo aquellas relacionadas con la violencia, no tendr resultados efectivos. Es decir que es imprescindible superar, adems de la pobreza, la marginalidad y la exclusin imaginaria y simblica. En otras palabras, no existe una receta que de modo aislado cure el "mal" de la violencia, ya que el tratamiento de este problema debe ser una apuesta coordinada intersectorialmente, que debe considerar los mbitos pblicos y privados en el amplio entramado social. Si entendiramos los sentidos, razones y valoraciones que para ciertos jvenes tiene el ingreso a las pandillas, posiblemente estaramos provocando en la mirada adulta, en la mirada social estigmatizadora, en la mirada institucional y programtica, un cambio que considere ms las causas estructurales, y aquellas de tipo emocional, que los problemas de violencia juvenil como fenmenos aislados.
57 La ritualizacin de la conflictividad podra poner en marcha la confrontacin simblica o la dimensin dialgica propuestas por Habermas (1987).
Adems, muchas de las polticas pblicas que buscan responder a la violencia juvenil en las calles, no toman en cuenta el hecho de que tambin existe una relacin entre la vinculacin a la pandilla y la demanda de diversin o el gusto por lo prohibido. Las perspectivas de estas polticas deben incorporar aquellos sentidos de los que estn cargados las vinculaciones y cohesiones pandilleras. No se trata de un mero conocimiento de la realidad pandillera, sino de utilizar los mismos mecanismos de fidelidad y vnculo, que tienen los jvenes al ingresar a la organizacin, para emprender el proceso inverso de la desvinculacin a la pandilla. Para ello, es necesario que esos sentidos se desplieguen en actividades no delictivas. En otras palabras, pensamos que es posible disear polticas pblicas a partir de los horizontes de sentido ya presentes en la juventud y no desde visiones preconcebidas ajenas a esos horizontes. DE LAS VALORACIONES EN LA PANDILLA Haremos malabares con nuestra pobreza, msica y poesa de barriga vaca, fuego por la boca con nuestras propuestas.58 En trminos de organizacin juvenil, cobertura, accin colectiva y convocatoria, las pandillas son las ms estables y compactas, sobre todo si las comparamos con cualquier otro tipo de organizacin estudiantil, barrial, cristiana o poltica. Si bien la pandilla resulta interesante para algunos jvenes, es necesario ubicar, por un lado, cules son esos intereses, envites y pegamentos que los cohesionan y, por el otro, qu valoraciones sustentan las dinmicas de integracin pandillera que se pueden rescatar y ser aprovechados en el tratamiento del tema pandillero. Mencionamos aqu algunas: Un respeto irrestricto a las jerarquas y a la autoridad. Esto, que puede contraponerse a ciertos criterios sociales segn los cuales los jvenes pandilleros no reconocen ninguna nocin de autoridad, demuestra ms bien la factibilidad de procesos que instauraran otros liderazgos grupales. El tratamiento de las discrepancias internas no niega la conflictividad, sino que incita a la confrontacin en base a diferencias, sin vulnerar la cohesin interna. Esto abre la posibilidad de desarrollar estrategias de mediacin-confrontacin sin necesidad de desarticular las formas organizativas.
El "vacile", la ropa, los deportes y la msica son prcticas que articulan a los jvenes pandilleros. Estos elementos permiten potenciar actividades creativas, en base a las que ya existen, ampliando los horizontes de produccin simblica. Los jvenes pandilleros muestran tener una capacidad de adaptacin a condiciones desfavorables; afirman que de la vida "hay que salir bien parado"; por lo tanto podemos hablar de una fortaleza que podra ser potenciada como un recurso empleable frente a las adversidades, como son la pobreza y la marginacin.
58 Afiche de celebracin del Da Global del Servicio Voluntario Juvenil, Foro Nacional de la Juventud 2001.
DE LAS POLTICAS CULTURALES A LA CIUDADANA CULTURAL JUVENIL Como ya hemos dicho, para que las acciones de polticas pblicas para la juventud sean efectivas es necesario partir de los horizontes simblicos ya existentes en los mundos juveniles. Sin embargo, como afirma Reguillo (2000 b), existe una tendencia fuerte a (con)fundir el escenario situacional con las representaciones profundas de los jvenes o, peor an, a establecer una relacin mecnica entre prcticas sociales y universos simblicos. Es necesario, dice la investigadora, pensar en la calle en tanto escenario "natural", como espacio de extensin de los mbitos insti90tucionales en las prcticas juveniles, y no como antagonista en relacin con espacios escolares o familiares. A lo largo de esta investigacin pudimos establecer una relacin directa entre la accin de las pandillas y el espacio pblico. Accin que se ve reflejada en la "irrupcin" o "invasin" de lo pblico en el intento de negar la exclusin o la marginacin y hacerse visibles. Esto quiere decir que lo que est en juego es, entre otras cosas, la apropiacin de la ciudad. Solamente si se registran las relaciones del joven (y en particular del pandillero) con la ciudad, en cuanto objeto cultural de consumo, y sus experiencias de apropiacin de los lugares pblicos, es posible entenderlo como actor social (Prez 1996). Los resultados de la investigacin dan cuenta de que la msica, desde los distintos gneros del rap, del rock o de los nuevos ritmos y fusiones, el graffiti o el chapeteo, el arete o la pinta, constituyen consumos culturales con sentido propio, cargados de una politicidad expresada -hoy ms que nunca- a travs del cuerpo que se hace baile, piel, carne y estilo. El desarrollo de polticas culturales para los jvenes permitira subsumir capacidades y destrezas para la produccin de capital simblico, insumo necesario para mediar la conflictividad social y juvenil. Una poltica cultural que reconozca las formas participativas, expresivas y organizativas que los jvenes tienen, permitira desplegar nuevos enfoques que tanto las ciencias sociales o las prcticas institucionales han desarrollado insuficientemente. Consecuentemente, para delinear y alimentar las agendas de polticas de juventud, es imprescindible desarrollar de manera permanente la investigacin de los mundos juveniles, por ejemplo a travs de la constitucin de un observatorio ciudadano de la juventud, ya que son las representaciones colectivas, nutridas de percepciones, sentidos y mapas cognitivos, las que dan forma y contenido a las identidades-alteridades sociales para la construccin ciudadana. La emergencia de la juventud como sujeto social ha desempeado un papel fundamental en el paso de la ciudadana civil a la ciudadana poltica, y en el establecimiento de los derechos individuales, la libertad, la justicia y la propiedad, como derechos a participar en el espacio pblico (Reguillo 2000 a.). No obstante es necesario pensar hoy en da en una ulterior transformacin, la que se refiere al paso de una ciudadana poltica a una "ciudadana cultural"59, esto es un conjunto de prcticas y nuevas configuraciones de la vida cotidiana que constantemente los sujetos juveniles crean a travs del lenguaje y la expresividad. En palabras de
Reguillo (op.cit.) existe el reto de: "desarrollar una mirada que trata de no perder al sujeto juvenil, sino que busca entenderlo en sus mltiples 'papeles' e interacciones sociales, en sus 'modos de estar juntos' (Barbero 1995), en sus 'comunidades inmediatas de significacin' (Orozco 1991) y en aquellos movimientos o 'gramticas de vida' (Habermas 1989) que hacen las veces de 'comunidades imaginarias' a las cuales se adscriben". 59 El concepto de ciudadana cultural ha sido usado especialmente por autores como Reguillo (2000 ii). CONCLUSIONES El anlisis desarrollado nos lleva a plantear, de modo sinttico, algunos conceptos e ideas preliminares que pueden ser considerados como sugerencias en el tratamiento del tema de pandillas juveniles. 1. El reconocimiento: de los sentidos y valoraciones, que hacen que los jvenes, por s mismos, como personas y ciudadanos, como actores sociales, sean "dueos" de espacios propios, socialmente reconocidos y cuya constitucin se da a partir de sus particulares "formas de ser y estar en el mundo". Estas formas son diferentes de aquellas de los mundos adultos, aunque es importante resaltar que esas diferencias no se dan en base a una natural esencia de unos y otros, de jvenes y adultos, sino como relaciones mutuas, que son las que hay que tener en cuenta en el anlisis. 2. El desarrollo ldico: como reproduccin de prcticas de sociabilidad en las que los sujetos se "ponen en juego" o "se juegan" en la construccin negociada de las complejas dinmicas interactivas. A travs de ellas se estimula el carcter agonstico y competitivo implcito en cualquier juego, motivando as la participacin activa e interesada de cada jugador, la puesta en prctica de la tolerancia, el manejo del riesgo y del vrtigo, de la diversin y el ocio, y de la representacin corporal. 3. La accin colectiva y la erotizacin social: que deben considerar a la accin juvenil pandillera como "capitalizable", en la medida en que pueda ser reconocida desde su peculiar politicidad y otorgar horizontes de sentido en la socializacin y la erotizacin, es decir, en la capacidad de "toparse", "tocarse", encontrarse, juntarse, enamorarse, protegerse entre los iguales y los diferentes, capacidad que se traduce en la construccin amorosa de vnculos, de un ms all siempre simbolizable en las relaciones puramente imaginarias. 4. La gestacin de una cultura escolar, poltica y jurdica distintas: como posibilidad de fortalecer entornos sociales que promuevan la solucin de conflictos a travs de prcticas no agresivas sino dialgicas. De ah, la generacin de una cultura escolar distinta que cuestione las relaciones verticales profesor- alumno y que entregue las motivaciones necesarias al estudiante; una cultura jurdica que lejos de ser represiva pueda ser mediadora; una cultura poltica que, en lugar de ser escenario de agresin, confronte sus discrepancias asumiendo la conflictividad, con una capacidad renovada de mediacin simblica. 5. La redefinicin del concepto de violencia: que permite rescatar las prcticas violentas, distinguindolas y hasta oponindolas a aquellas crueles o agresivas. La violencia, en este sentido, implica una escritura que pueda ir ms all del cdigo cultural del reconocimiento, que encuentra su legitimidad "simplemente" en la aplicacin de una "marca", una moda o un consumo. La vestimenta de un grupo de jvenes, por ejemplo, no llega a ser en muchos casos una escritura porque no se genera como tal, es decir que no es motivada por el deseo de decirse particular frente a cualquier otra escritura, sino que intenta simplemente hacer variaciones sobre el cdigo generalizado del reconocimiento. En ese caso, se trata de marcar con la ropa u otros atributos estticos, una diferencia coyuntural de procedencia, de generacin-, que funcione sencillamente como signo prueba de la pertenencia a un grupo. Esto no est necesariamente
ligado a una conciencia poltica fuerte que permita una discursividad, sino, de un modo ms inmediato, a una visibilidad. No es un hacer violento o un pensar violento, en la medida en que no est en juego un choque que permita una dimensin tica, que apela al no sometimiento o a la no interiorizacin de un hombre por otro. La escritura de la violencia es entonces la escritura de un enfrentamiento vital, que contradice la lgica de la muerte, el asalto o la violacin. Finalmente, lo poltico de la violencia estara relacionado con la realizacin de una performatividad que se despliega a consecuencia de la produccin de un sentido. ANEXOS PARA UNA ETNOGRAFA DE LA NOCHE La noche atrae, as como la calle. La noche es como que reduce las diferencias o paradjicamente las vuelve visibles de alguna manera. Para hablar de la noche queremos reproducir entero un relato, un texto potico que habla por s solo y es el resultado de una observacin que no fue realizada por ninguno de nuestros etngrafos,sino por uno de estos sujetos que llamamos, con mucha facilidad, "pandillero". Un joven, un hippie, que se apoda el "traga muertos". l "vacila" en la avenida Amazonas de la ciudad de Quito: Desde que empieza desde que hay luces sonidos colores a las 6 de la tarde hay bulla gente sonidos colores a las 6 de la tarde a las 9 de la noche comienza a hacer fro a las 10 hasta las 12 igual y a lo que est haciendo fro ves a un putanal de nios saliendo a vender flores por ah un man vendiendo droga unos negros enchompados vendiendo droga ves a los Tulas subiendo y bajando con cara de imbciles ves a los ricos en los carros a todo volumen y ves a los hombres buscando sexo por ah ms de noche ves a los jovencitos yendo a bailar a la discoteca despus ves cerrar los almacenes se apaga la msica se apaga los focos y solo ves la soledad de la calle y el fro con la gente que est ah y los nios vendiendo las prostitutas vendindose y los travestis caminando las botellas de trago tirndose y los borrachos y los chapas los ladrones y los negros vendiendo marihuana despus a la 1 de la maana tienes un fro tenaz que tienes que hacer es tomar trago te pones un montn de trago de Norton que vale $1 con un dlar que te haces de trago puedes vivir otra realidad no sientes dolor ni fro ni hambre en ese rato vos ves a la gente salir de la discotecas felices, ebrios despus ves a la gente tragando en las chancrosas con sida comiendo las papas fritas ah ves las migajas que botan a la basura y la gente recogiendo los pobres los nios los indgenas los locos hasta ves a locos, ricos, pobres prostitutas negros blancos ricos pobres y clase media nios guapsimos ah nios guapos pobres y despus de eso ves durmiendo en la calle ms de 20 personas en una esquina loco con un cartn cobijados con un peridico y otros calentndose con un cartn que no se prende mas se calienta haciendo moitos eso es a las 2 hasta las 4 de la maana sientes ese fro que te come los huesos y despus vos del cansancio sabes cual te mata ms tienes hambre y cansancio pero el que ms te mata es el sueo y no te importa el fro del cemento y no te importa que el culo est hecho verga ya no ms el sueo te venci el sueo y te quedaste en la esquina y cuando la gente pasa dice oye est borracho que asco pismosle escupmosle as pasa la gente diciendo loco y ves al lado las botellas las basuras eso en la Amazonas luego a las 6 de la maana pasa el man que recoge la basura y deja limpia las 6 ya no hay ni borrachos ni hippies ni drogadictos ni maricas ni travestis solamente hay pobres... Todo eso desaparece a las 6 de la maana se desaparece porque pasa un carro limpiando las pobrezas de la ciudad y a las 7 de la maana es una linda calle que no ha pasado nada y nadie sabe nada y esa es la realidad y para escaparte de esa puta realidad vives en la luna y te tomas un trago y te quedas fresco y no piensas en ningn careverga de la verga o sino te haces maricn o sino puta lo ms que puedes hacer en esta vida es no pensar en nada ni en Dios ni en plata ni en nada lo nico que puedes pensar es en chupar... chupemos". PEQUEO GLOSARIO DE FRASES Y TRMINOS
El presente glosario ha sido incorporado a fin de entender los trminos y frases que utilizan los jvenes en sus relatos y que han sido citados en esta investigacin. Es necesario aclarar que muchos de estos trminos no son utilizados por todas las pandillas, ya que cada una tiene sus propias formas de expresarse/diferenciarse, adems del hecho de que no son de uso "exclusivo" dentro de la pandilla o de utilizacin nica de los jvenes; sin embargo, citamos las ms usadas. Existen, a su vez, variaciones marcadas entre trminos segn la zona geogrfica; los jvenes varones y mujeres de Quito, Guayaquil o Cuenca se diferencian entre s por sus propias expresiones regionales, en estos casos, junto con la palabra existe su descripcin geogrfica. Hemos encontrado adems, dichos y expresiones que responden a otros contextos y que han sido incorporados, como el caso de colombianismos y palabras anglosajonas sobre todo. Las palabras que estn acompaadas con otras entre parntesis, son frases que en conjunto tienen significancia, solas no. As como tambin, frases que en diferentes tonos, contextos y personas cambian de sentido. Prueba nuevamente del carcter "complejo" de los lenguajes juveniles. PALABRAS QUE EN DIFERENTES CONTEXTOS CAMBIAN DE SENTIDO No me vean las huevas: es decir, que no sea inferiorizado o molestado. Te hago huevadas: refirindose a que l puede "joderte", cortarte con un cuchillo, pegarte, etc. No te ahueves: es decir, no seas cobarde. Son huevadas: quitar veracidad, aminorar o no creer en algo. Qu huevada eres: puede ser desde un insulto o una forma de decir a un amigo que es una "pendejada", no digno de algo o que ha cometido un error. Bacn, bacano(s), bacana(s), bacanes, chvere: es decir que algo es "pleno", que causa gusto. Qu ests muy bacn; Qu, muy chvere: hace referencia a que ese "otro" se est creyendo ms de lo que es "uno". Qu nota: es una expresin de asombro sobre algo, tambin que es "chvere". Unas notas: es decir, las "cosas de uno", problemas o cosas reales que tiene. Mucha nota: tambin puede pasar por insulto, o para expresar que aquella cosa que pasa o cuentan ha rebasado los lmites de quien lo dice. TRMINOS EN ORDEN ALFABTICO Aboyado (Guayaquil): forma de expresar que est golpeado o herido. brete, abrirte, abrirse, me abro: forma de expresar distancia del grupo, ya sea porque que se va a algn otro lado, o que no desea participar de alguna accin. Acolitar: acompaar, apoyar, ayudar (mi acolite: mi amigo). Ahuevado: cobarde Aniados (Guayaquil): forma de decir a los "nios ricos", a los adinerados. Aplica (cul es el que ...) (Guayaquil): es decir, quin es el que se atreve a hacer algo. Arrecho: que se es valiente o que est excitado sexualmente, segn el contexto. Batida: palabra que expresa que varios miembros de la pandilla o nacin salen a robar. Tambin hace alusin a las redadas que hace la Polica. Batracear (Guayaquil): es el acto de vacilar, molestar, ya sea en "buen" o "mal" sentido. Batracio (Guayaquil): expresin utilizada por los pandilleros para describirse a s mismos y a otras personas, ya sea por su forma de vestir, cuando realizan un acto o dicen algo fuera de lo comn (malas palabras, por ejemplo). ste tambin puede ser un insulto contra alguien. Berreado: algo que ya no es original, algo que se ha copiado y que es repetido, ya sea un sitio, una cosa o una frase. Billete (tener...): tener dinero (los ricos son los que "tienen billete").
Cachina (Guayaquil): palabra utilizada para referirse a la posesin de cosas o ropa nueva o a la nueva moda. Cagado: tener o estar en algn tipo de problema. Caleta: es la casa, el hogar, el lugar donde viven. Cana: es la crcel. Caminante: integrante de la nacin. Caminar (ir a...): ir a robar. Camello: trabajo. Carcoso: algo inferior, sin mucho valor. Cargarse: molestar a alguien en demasa. Cargoso: alguien que "se carga", que molesta en demasa. Cayo (tenemos un ...) (Guayaquil): es decir, tenemos un problema o un inconveniente que resolver. Chamba: para referirse a una actividad de trabajo o econmica, tambin puede ser utilizada por los pandilleros como una expresin para ir a robar. Chancrosas: son las comidas rpidas de la Avenida Carrin de Quito (...en Etnografa de la Noche) Chapa(s): forma de referirse a la Polica, especialmente en la sierra. Chapeta o Chapa (Guayaquil): palabra utilizada para referirse en general a los apodos o sobrenombres dados dentro de la pandilla o nacin. Chapetear (Guayaquil): acto de rayar las paredes con frases, slogans o nombres de la pandilla o nacin. Es la forma tambin de marcar sus territorios. Charada (tirar...): molestar a alguien, burlarse. Chimba (qu..) (Guayaquil): significa que no tiene valor o que no se lo da, es "qu chucha". A diferencia de la expresin colombiana que significa lo contrario, es que es algo chvere o emocionante. Chiveado: adulterado. Choros: ladrones. Chucurrilla (Cuenca): licor. Clan: unin de dos a tres naciones. Cliente: es la persona a la cual roban. Corona: lder de una nacin. Cristal (hblame...): transparente, hablar claro. Cucha: la madre, la mam. Cuchos: refiere a los padres o tambin para decir que alguien ya est entrado en aos. Culillo: miedo. Culo (hecho...): si bien, se refiere a las nalgas, la frase significa que algo est mal, feo o inapropiado. Se qued ... : es que se qued asombrado, pasmado. Culo vago (Guayaquil): se refiere a las mujeres de "programa", o de "cantina" que andan con hombres de arriba para abajo. Del putas: algo que est bien, en sobre manera. Dope (Guayaquil): para referirse a una porcin de droga. Duros, propios, parado: es decir, los fuertes, valientes, originales. Encachinarse (Guayaquil): obtener cosas o prendas de vestir o lucirlas (conjugacin de cachina). Frenteas: acto de enfrentar a alguien. Fresco: tomar una actitud tranquila, perder cuidado sobre algo o mantenerse al margen. Frito (estar...): significa tener problemas. Full (A ...): es decir que algo est lleno, repleto, que se tiene algo en demasa.
Gaibor o Gueibor: refirindose al aparato sexual masculino, la "verga", pero con un sonido "americanizando" del trmino. Gajo: grupo de personas. Gente: palabra utilizada para referirse a los miembros de su pandilla. Gil: es la persona tonta o boba; alguien a quin robar o simplemente a quin molestar. Es el antnimo del "vivo". Grafitear: acto de rayar las paredes con frases, slogans o nombres de la pandilla. Es la forma tambin de marcar sus territorios. Grifa (chompicio, goma, basuka, bate, hayaca, maduro con queso, polvo, trique, vivio): tipos de droga. Guabura (vamos a darle ...): significa que se dar duro a alguien. Guambra (Chamo, Peladito): formas de inferiorizar al tratar a las personas, no siempre menores, que conocen poco de la vida o que se estn equivocando con actos o apreciaciones. Hermanito (Guayaquil): utilizada por algunas de las naciones para referirse a sus pares, a sus miembros. Hermano mayor (Guayaquil): el que da las rdenes a los miembros de la nacin, tiene un grado de superioridad en la nacin. Hip hop: movimiento cultural creado alrededor del ritmo musical del rap y sus dems consumos (gorras, pantalones, camisetas, etc.) Hostigamiento (Guayaquil): con sus varias connotaciones significa fastidiar, cuidar de cerca a alguien, o constituye una de las pruebas de iniciacin en la nacin que se refiere a hacer ejercicio forzado. Hueca: lugar "escondido" para divertirse o para conseguir algo. Hueco: lugar donde se compra la droga. Huevas (ver las...): molestar a alguien o ser molestado. La frase puede ser utilizada cuando se hacen algn chiste entre los jvenes o tener connotacin agresiva cuando ese chiste "cay mal" o pas la raya y molest en demasa. J ama: comida. Joda, joder: divertirse o molestar (en buen o mal sentido). Leta, letus: ver en caleta (- ca - leta) Madre: encontramos varias expresiones rituales con relacin a la madre, chucha tu madre o puta madre (respuesta agresiva frete a algo), del puta madre (-agregndole la palabra del- es algo que es muy, muy interesante o chvere), te saco la madre (para expresar que le puede pegar muy fuertemente), valen madre (es decir que no tiene valor). Man(es), la man(es) (tipo(s)): personas. Marcar (...la hora) (Guayaquil): contar qu se ha hecho. Mosh: baile grupal rockero (heavy metal) que lo desarrollan con una caminata en forma circular y que incrementan su paso al ritmo de la cancin hasta terminar corriendo y saltando con pies y manos. Mouser (estamos en la ...) (Guayaquil): es decir, estamos mal. Movida: se refiere a un acto o un plan personal o grupal. Nacin: unin entre pandillas que superan adems los cientos de integrantes. Norton: es el licor de marca "Norteo" (...en Etnografa de la Noche) ero(a): un(a) amigo(a). Este es un trmino colombiano que viene de "uero", parte de la frase: "somos como ua y carne". En el contexto del relato que citamos, se refiere a una persona cualquiera. Olla: lugar donde se compra la droga. Olla (estamos en la...): estamos mal, en problemas, o sin dinero. Paco(s): forma de referirse a los policas, especialmente en Guayaquil. Pana (brother, familia, ao, an, loco, yunta): amigo.
Parada (hechar o tirar...): lucirse en un lugar o molestar a otros. Paro: mentira. Pata: grupo de personas muy amigas (tambin llamada jorga, grupo o pandilla). Patn: se refiere a los actos de una persona o grupo. Estn en su patn: estn en sus cosas. Pato: alguien a quien molestar, pegar o robar. Pelada(o): en diferentes contextos es una chica(o) cualquiera, o tambin se refiere a la enamorada(o). Peluquero (vamos al...) (Guayaquil): es decir, vamos a robarlo, asaltarlo, allanarlo. Pito: problema, relajo, pelea. Piteado: que tiene problemas. Polilla (Guayaquil): un tipo que sabe de todo. Plstico (Quito): ver en lenguaje aniado. Plomo: balas. Putanal: muchos. Quebrar: matar. Recorrer: cuando los miembros de una pandilla o nacin de un determinado sector van a buscar a otros para irse de bronca o simplemente ir a robar (especialmente en Guayaquil). Relajo (hacer...): hacer problema o divertirse. Relajosa: que le gusta hacer relajo Rollo: similar a la "movida" o "patn", se refiere a un acto o un plan personal o grupal. (Estar en un...): tener algn lo o problema. (Hacer un...): algo que es contado o hecho y da vueltas, confunde, engaa, que es una mentira o no se lo cree. Sabido(s): personas que conocen ms de la vida y de la calle. Sapos: las personas que delatan o cuentan las cosas de la pandilla. Superior (Guayaquil): utilizado para referirse a una persona con un nivel jerrquico mayor que el suyo en la pandilla o "nacin" (un corona le dice superior a su rey). Tanque (Guayaquil): el encargado de "hostigar". Tella (Quito), ocha (Cuenca): botella, generalmente de licor. Tirar: tener sexo; (tirar los perros o los lobos): coquetear y acechar a una mujer con planes de conquista; (tirrseles): en algunos casos es robarles. Triqueado: estar bajo la influencia de alguna droga, o sentir temor de algo. Tuco, tucote: fornido, fuerte, grande, sea una persona o alguna cosa. Una (de one, de ...): se refiere a algo que debe ser hecho rpidamente, sin perder tiempo. Vacilar: divertirse; tambin se refiere a una forma de relacin amorosa muy rpida que no requiere compromiso futuro. Verga (hecho...): algo que no est bien; (qu..., la...) expresin de desaprobacin, tambin puede ser utilizada como insulto; (estamos en la ...) se refiere a que se est mal, sea por efectos del licor o por los problemas que se atraviesan. Viejos: ver "cuchos". Visaje (echar...): mirar y observar algo a alguien generalmente antes de un robo. Vivido(s): ver en "sabidos" Volado: estar bajo el efecto de la droga. Yunta: amigo. Zanahoria: persona que no sabe nada, que es un bobo, un nerd, un norio. BIBLIOGRAFA Andrade, X. 2001. Homosocialidad, disciplina y venganza; en Masculinidades en Ecuador. Quito: Flacso.
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SENTIDOS Y VALORACIONES DE LA MIRADA: UN INICIO DE LA CONFLICTIVIDAD . . . . . . . . . . . . . . . . . . .37 LO SIMBLICO DE LA CONFLICTIVIDAD, (DE COLORES Y DE BRONCA: ALGUNOS HORIZONTES) . . . . . .41 Honor, respeto y reconocimiento: la arrechera, 43; El pandillero como guerrero, 49; El lder, reconocimiento y afirmacin en el campo, 50; La violencia, simblica y real hacia las mujeres, 51 LOS MAPAS EMOCIONALES JUVENILES . . . . . . . . . . . . . . .53 Vinculacin o la entrada a la pandilla, 53; Una comunidad emocional, 55; Riesgo, diversin, miedo y soledad, 58 DE INSTITUCIONES, ENTORNOS Y SUBJETIVIDADES . . .61 Violencia juvenil: cdigos, clases sociales y estereotipos, 63; En110 Mauro Cerbino tornos sociales violentos: de la represin como salida, a la prevencin como "curacin", 64; Las polticas policiales y la (in)seguridad ciudadana, 66; Emergentes pero invisibles, 68; La institucionalidad y la construccin poltica desde la pandilla, 69; Catlicos y cristianos a su modo: creen en Dios, no en la Iglesia, 71; La Polica: represin y complicidad, 72; La "crcel": sancin, sobrevaloracin intrapandilla y potencializacin del "delincuente", 74; De miedo, poder y armas, 76; La muerte y el vaciamiento del sentido de la vida, 77; El Colegio, 80; La Familia, 81 IDEAS PARA UNA POLTICA DE JUVENTUD . . . . . . . . . . . .85 De las valoraciones en la pandilla, 88; De las polticas culturales a la ciudadana cultural juvenil, 89 CONCLUSIONES . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .93 ANEXOS PARA UNA ETNOGRAFA DE LA NOCHE . . . . . . . . . . . . . . . .95 PEQUEO GLOSARIO DE FRASES Y TRMINOS . . . . . . . . .97 Palabras que en diferentes contextos cambian de sentido, 98; Trminos en orden alfabtico, 99 BIBLIOGRAFA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .105
ANEXO 2
Los Hijos E Hijas De Mam Ting: Culturas Juveniles Y Violencia En Un Proyecto Llamado Palenque
En la elaboracin de diferentes estrategias de resistencia, no solo para crear pero tambin para mantener estas naciones, Luis Barrios, en Los hijos e hijas de Mam Ting: Culturas juveniles y violencia, en un proyecto llamado Palenque, nos enfatiza el uso de la espiritualidad como una estrategia de resistencia (Barrios 2003, 2004, 2007). Para l, dicha espiritualidad constituye una experiencia de empoderamiento en contextos sociopolticos concretos, as como una posibilidad
real de transformacin de las condiciones opresoras en las que se encuentran los protagonistas de las naciones juveniles. Enfatiza la necesidad de producir unas polticas pblicas de prevencin, inclusin y participacin juvenil. Para este autor es importante que en el fenmeno social de la violencia tambin se puedan ver a los y las jvenes no solo como variables independientes, sino ms bien como variables dependientes. Por lo tanto en este contexto, nos dice Barrios, es sumamente importante el que identifiquemos las maneras en que diariamente, en la sociedad, violamos los derechos humanos y civiles de los y las jvenes. De aqu entonces el que nos enfatice que para lograr comprender estas realidades debemos participar en foros que ellos mismos preparan (tambin escuchar los mensajes que nos envan en su msica, lo que escriben en sus graffitis, las razones por las cuales crean organizaciones de la calle, etc.) o invitarles a foros que los adultos preparamos, pero con la intencin de poder escuchar sus preocupaciones.
Luis Barrios
Introduccin
Si la adolescencia fue descubierta a finales de los siglos XI, y de ese siglo ha sino como actor 1999:41). aqu de adorno. lo que queremos. aos de edad). se democratiz en la primera mitad del siglo XX, la segunda mitad presenciado la irrupcin de la juventud, ya no como sujeto pasivo protagonista en la escena pblica. (Feixa Nosotros no estamos Sabemos quines somos, de dnde venimos y (Jos Rafael: joven participante de 17
De entrada me gustara poder aclarar dos cosas al escribir este captulo 1. Primero, si tenemos en cuenta lo que Feixa y Jos Rafael nos estn diciendo en las citas propuestas al comienzo de esta introduccin, no deber existir la menor duda de que, en la lectura de este captulo, encontraremos una reflexin elaborada desde una perspectiva radical y progresista. Todo lo que est escrito aqu tiene la intencin de retar a quienes se creen que son los dueos de la moral en nuestra sociedad, muy en particular cuando tiene que ver con culturas juveniles.
1 Este captulo es parte de un libro que estoy escribiendo en ingls y el cual debe estar listo para antes del verano de 2008, bajo el ttulo de: The Children of Mam Ting: Structural Violence in Transnational Urbanism and Youth Subversive Spirituality, con la Editorial Kendall Hunt de Estados Unidos.
Este escrito tambin tiene la intencin de denunciar los enfoques que pretenden criminalizar
y catalogar como patolgicas a estas culturas juveniles, cuando buscan o crean espacios pblicos de liberacin. De ah que, desde un enfoque que pretende subvertir el orden dado por el status quo, les compartir algunas reflexiones que hemos experimentados con jvenes en la ciudad de Nueva York, que no son actores pasivos de lo que ocurre en nuestro diario vivir; muy en particular, en lo referente al tema de la violencia en general y la violencia juvenil en particular. Este tema surge de las entrevistas, de historias de vida, de los temas identificados en las
expresiones artsticas (pinturas, dibujos, dramas, fotografas, etc.), grupos focales y notas de campo. Segundo, no tengo la menor idea de cmo se debe escribir un captulo que pretende alcanzar lo anteriormente dicho. Eso s, tengo muy buenas intenciones aunque reconozco que son controversiales, agitadoras, reflexivas y con una invitacin a la accin en la construccin de la paz con justicia. Para complementar la discusin, los temas se analizan a la luz de las voces de los y las jvenes, incluyendo literatura acadmica y por supuesto, para alguien que cree que es imposible mantener fuera de la objetividad la belleza de la subjetividad, les incluyo mi humilde interpretacin. O sea, este captulo es un compartir de un dilogo dialctico de ideas y percepciones con agrupaciones juveniles a manera de reflexin. Por qu Mam Ting? No me dejen sola, suban la v. Que la tierra e mucha y d pa t. En el campo entero se oye una vo. Vive en Hato Viejo, Doa Ting Agarren la mocha y suban la v; que hay una junta de Sol a Sol (Grupo Convite: canto a Mam Ting).
oa Florinda Muoz Soriano, campesina dominicana, mejor conocida por Mam Ting, naci en el ao 1914, en Villa Mella, Repblica Dominicana. Esta mujer afro descendiente fue y sigue siendo, un smbolo de la resistencia y de la lucha por la justicia social. Como suele suceder en la mayora de los casos, las circunstancias del diario vivir la convirtieron en una lder popular autctona, encabezando la lucha contra los desalojos injustificados. En su lucha por la justicia, despus de poner una querella contra un terrateniente, fue asesinada el 1 de noviembre de 1974, en Hato Viejo, Yamas. Este hecho no fue aislado, sino planificado por las clases dominantes dominicanas, para quienes Mama Ting se convirti en un obstculo contra sus agendas opresoras. Por desgracia, no fue la primera lder sindicalista asesinada, y tampoco ha sido la ltima, dentro o fuera de la Repblica Dominicana. Mas adelante, la palabra Ting se ha convertido en una especie de mantra de liberacin y de militancia subversiva, no solo dentro del sindicalismo, sino tambin en otras luchas, las que buscan la justicia de los derechos reproductivos, justicia racial, justicia econmica, etc. Es una especie de grito de esperanza para quienes viven en la exclusin y en la opresin. Pero ella, como mujer luchadora, se ha convertido en una madre, en un cono maternal, pasando a ser una especie de madona que lleva entre sus brazos lo que pari como esperanza. De aqu, entonces, que da a da sigue pariendo a los hijos e hijas que se resisten a someterse, y creativamente elaboran sus luchas de resistencias en donde quiera que estn. Para nosotros, aqu, en la ciudad de Nueva York, las luchas de estos jvenes inmigrantes dominicanos en particular, y latinos en general, que resisten el discurso social dominante que los criminaliza y caracteriza como casos patolgicos, slo por ser jvenes, es una especie de continuidad al legado histrico de Mam Ting, y les convierte en sus hijos e hijas que buscan una bendicin de redencin. Estas son las culturas juveniles que vienen de sectores empobrecidos que luchan, entre otras cosas, por encontrar sus espacios de pertenencia, lograr adquirir un respeto, impulsar la defensa de sus culturas e identidades, conquistar con sagacidad el poder que se les quit; crear espacios de ocio y de consumo cultural y manifestar sus espiritualidades. Estas culturas juveniles, al igual que Mama Ting, mientras combaten con nuevas maneras de organizacin al terrorismo del capitalismo neoliberal, a la demagogia de la democracia de la gente rica, a la irrelevancia de un sistema educativo que les quiere embrutecer o a la hereja de una Iglesia institucional que les traicion, a la vez nos recuerdan que son parte de nuestra sociedad. Tiene relacin con lo que Marcela (joven participante de 18 aos de edad) nos deca en un grupo focal: Cul es la insistencia de que yo vaya a la escuela y a la Iglesia? Esta es mi pelea diariamente con mi madre y mi padre. La escuela es para lavarte el cerebro, y as no piensas, y la
Iglesia es una ratonera de ladrones que le ha robado al pueblo hasta la esperanza. Qu es el Proyecto Palenque? Por eso, alcanzar la comprensin ms crtica de la situacin de opresin todava no libera a los/as oprimidos. Sin embargo, al desnudarla dan un paso para superarla, siempre que se empeen en la lucha poltica por la transformacin de las condiciones concretas en que se da la opresin. (Freire, 1999:29). No es una casualidad que el fracaso escolar est muy difundido. Soledad, ausencia de los familiares agobiados por muchas horas de trabajo, nostalgia de una arcadia y de una comunidad perdidas, imposibilidad de vivir su propia privacidad en pocos metros cuadrados a menudo compartidos, llevan a los jvenes a reinventarse como latinos. (Queirolo Palmas y Torre, 2006:302). El programa, conocido por el nombre de Palenque, est basado en poder entender el fenmeno de la violencia personal/interpersonal en la vida urbana, y su relacin interdependiente con la violencia institucional y la violencia cultural-estructural. En adicin, esta investigacin etnogrfica crtica examina en estos jvenes otras variables como el racismo, clasismo, sexismo, heterosexismo, xenofobia, etnocentrismo, adulto-centrismo, y otras formas de opresin y exclusin, en un plano personal, comunitario y en sus interdependencias globales. Asimismo explora las estrategias que estos jvenes utilizaron para desafiar la exclusin, la opresin y la dominacin; muy particularmente, la forma en que desarrollan agrupaciones juveniles de la calle y a la vez reorganizan, a travs de sus estilos culturales, lo que podemos identificar como espiritualidad subversiva (Barrios 2000, 2004). Palenque, como un centro de culturas juveniles, surga en el ao 2000 y era, adems, uno de los veinticuatro proyectos nacionales que recibieron fondos federales del programa Family & Community Violence Prevention (FCVP), en Central State University, Wilberforce, Ohio, y del Office of Minority Health. Comenz como una colaboracin entre la Universidad de la Ciudad de Nueva York, John Jay College y las comunidades de Washington Heights/Inwood, de Nueva York. Algunos objetivos bsicos de este proyecto son el poder desarrollar modelos creativos para que los participantes, primeramente, puedan entender todas las dimensiones de lo que en nuestra sociedad llamamos violencia; asimismo, la relacin que existe entre violencia personal e interpersonal y su interrelacin con la violencia institucional y la violencia cultural estructural. El programa promueve el incluir a los y las jvenes en asuntos comunitarios, nacionales y globales que tienen que ver con identificar las injusticias en todas sus dimensiones, y con desarrollar un sentido de responsabilidad comunitaria/global, buscando alternativas creativas para implementar la paz con justicia. Palenque se desenvuelve como un programa cultural con nfasis en la expresin del arte radical, cuya meta principal es la prevencin de la violencia juvenil. Se utiliza el enfoque freiriano, en el cual se toma en consideracin las vivencias cotidianas de sus participantes. Desde estas vivencias se reflexiona sobre la situacin histrica, econmica, social, poltica y espiritual, entre otras, de sus vidas y de sus comunidades, y sobre todo, la interconexin que existe con la realidad nacional y global. Paulo Freire (1971) ha propuesto la concienciacin como una forma de propiciar la desalienacin de las personas y el cambio social. A la liberacin individual y grupal, Freire aadi ms adelante, la necesidad de participar en organizaciones polticas que luchasen por conquistar cambios polticos, sociales, econmicos, etc. Es por esto que la reflexin y la prctica son baluartes muy importantes en la tesis de Freire para lograr una transformacin de ambos: del ser humano y de la sociedad en donde vive. De aqu entonces que el programa Palenque incluye, en su currculo, el poder desarrollar no solo la conciencia crtica, sino tambin el sembrar la esperanza en estos jvenes. En el lenguaje de Freire (2001:66-67): El pensamiento proftico, que es tambin utpico, implica la denuncia de cmo estamos viviendo y el anuncio de cmo podramos vivir. Por eso mismo, es un pensamiento esperanzador.
Esta dialctica de lo que ocurre y de lo que debera estar ocurriendo, es uno de los ejes principales del programa. O sea, nos movemos de la desesperanza a la esperanza (Barrios 2004). A este proceso de transformacin, Martn-Bar (1995:109) lo elabor de la siguiente manera: el proceso de concienciacin supone el paso de la alienacin a la identidad social, es decir, el paso de una conciencia presentista, cuyo nico horizonte es la satisfaccin individual de las necesidades inmediatas, a una conciencia de clase, orientada a la formacin y satisfaccin de necesidades sociales que responden a los intereses de toda la comunidad social (lo que solo es posible orientndose por los intereses fundamentales de los/as oprimidos, de los/as condenados de la tierra. Este proceso de transformacin, de descubrir quin soy, en dnde estoy, y sobre todo, que las realidades socio-econmicas no suceden en un vaco, es lo que realizamos al desarrollar esta conciencia presentista en Palenque. Anita, una de las participantes en el programa lo describe as: Una de las cosas que ms me gusta del Palenque es que me quit las vendas que tena en los ojos. Ahora puedo ver lo que no vea y puedo hacer lo que no haca: luchar por la justicia. La programacin de Palenque tambin promueve la identidad de las culturas latinas (dominicana, puertorriquea, mexicana, etc.) como una manera de poder reducir la violencia en las vidas de los y las jvenes urbanos. Los encuentros se llevan a cabo despus del horario escolar (de 16h00 a 21h00), durante el ao acadmico (septiembre a junio) y tambin durante el verano (julio y agosto). En el verano, el horario es de 9h00 a 16h00, de lunes a jueves. Este trabajo de prevencin tiene como enlace cooperativo a la comunidad de Washington Heights/Inwood (Distrito 12), la cual est localizada en la parte norte de Manhattan. Personas recin llegadas de la Repblica Dominicana forman el mayor conglomerado de sus residentes, demostrando, entre otras cosas, grandes desventajas econmicas, sociales, polticas y de lenguaje. El nombre del programa: Palenque, es tomado del nombre que comunidades afro descendientes (cimarronas) en el Caribe, usaron para identificar sus zonas liberadas, las cuales crearon para proteger su identidad cultural, personal y colectiva, religin, costumbres e idiomas, etc. A travs de la msica, drama, baile y artes visuales, los jvenes construyen imgenes de los problemas y fortalezas de sus comunidades; se educan en lo concerniente a la prevencin y descubren maneras de prevenir el crimen. Especialmente, descubren las maneras en que en nuestra sociedad se lleva a cabo la construccin social del crimen. Asimismo, el programa les permite a los jvenes utilizar su creatividad, a travs del arte, buscando desarrollar un sentir de identidad, independencia, disciplina, solidaridad, valoracin personal y colectiva, apreciacin y respeto por la diversidad racial, tnica, sexual, de gnero, religiosa, etc. El fundamento principal es el uso de lo cultural, que se utiliza para facilitar el entendimiento de s mismos dentro de su propia historia y contexto social, econmico y poltico. Esto est muy bien ilustrado cuando escuchamos las palabras de Juan Carlos, uno de los jvenes participantes: Cuando comenc a dibujarme no me senta cmodo pintndome de negro. Luego me dije a m mismo: pero es que yo soy negro aunque a la dems gente no le guste. Yo soy negro en un lugar donde no se ve a la gente negra con buenos ojos. Este proceso de la identidad racial, en una sociedad racista, es una lucha constante para muchos de estos jvenes, quienes en la mayora de los casos no tienen idea de cmo funciona el racismo institucionalizo en Estados Unidos. Otro caso es el de Gloria, tambin participante, cuando en una dramatizacin con teatro popular en la que se deba buscar a otra persona para ilustrar una
relacin de pareja, ella, muy natural, seleccion a otra compaera. En medio de comentarios que promueven la cultura del odio a la diversidad sexual, ella nos dijo: Para el gusto se hicieron los colores; a m me gustan las mujeres. Alguien tiene algn problema con esto?. Por supuesto, aprender a reconocer su identidad sexual, aceptarla y sentirse bien con esto, no fue fcil para Gloria. Fue todo un proceso doloroso porque vino acompaado del rechazo y de la burla y, peor an, ella fue vctima de crimen de odio, siendo agredida fsica y psicolgicamente con golpes y palabras en diferentes ocasiones, por sus familiares, amistades y sobre todo por la propaganda de violencia heterosexista y homofbica de nuestra sociedad. El programa tambin postula el que estos jvenes puedan entender las diferentes dimensiones y manifestaciones de lo que identificamos o no identificamos como violencia en nuestra sociedad; muy en particular, el origen de la violencia personal/interpersonal, y su relacin con la violencia institucional y la violencia cultural-estructural. Especficamente, el programa examina cmo las distintas formas de explotacin y exclusin comunitarias y globales afectan a las personas y a las comunidades (Morn 2005; Van Soest 1997). De aqu que el anlisis e intervencin de la violencia en nuestro programa, sea dentro de las diferentes formas en que sta se manifiesta: violencia directa (homicidios, genocidios, asesinatos, torturas, violaciones, etc.), violencia indirecta (violencia por omisin como el hambre, las enfermedades, la pobreza, etc.), violencia represiva (privacin de los derechos civiles y derechos humanos) y violencia por exclusin (racismo, sexismo, heterosexismo, homofobia, xenofobia, etnocentrismo, etc.) (Salmi 1993). Reflexionando sobre la metodologa La investigacin puede cumplir dos propsitos fundamentales: a) producir conocimientos y teoras (investigacin bsica), y b) resolver problemas prcticos (investigacin aplicada). (Hernndez-Sampieri; Fernndez-Collado y Baptista-Lucio 2003:36) Les comparto que este estudio fue llevado a cabo en la ciudad de Nueva York, con un programa de prevencin de violencia juvenil, llamado Palenque2, en el cual participaron unos 150 jvenes (85 hombres y 65 mujeres), y est fundamentado tanto en la investigacin bsica como en la aplicada. Y por supuesto, es una especie de gestacin continua de un proyecto. Todos estos jvenes son de procedencia latina (96% dominicanos/as, 2% mexicanos/as, 1% puertorriqueos/as y el 1% mixto) entre las edades de 14 a 19 aos de edad. El 85%, al momento del estudio, llevaba menos de cinco aos residiendo en Estados Unidos; 5% llevaba entre 5 a 10 aos, y el resto (10%) naci en Estados Unidos. 2 El autor es fundador (junto al Prof. Jos Luis Morn), director e investigador principal del proyecto. Este trabajo adopta el modelo de Investigacin Accin Participativa (Stringer 1996), cuyo nfasis es en la accin-participacin, buscando garantizar que la participacin no sea con motivos asistencialistas sino ms bien de transformacin. Se persigue una praxis que conduzca al cambio social estructural, sobre la realidad que se est estudiando. La investigacin explora y analiza crticamente las historias y experiencias de jvenes latinos/as, que participaron en el programa durante un perodo de cinco aos (2000-2005); a la vez, analiza crticamente el impacto del programa en sus vidas. Las entrevistas de historias de vida con los participantes, han colectado informacin en las siguientes reas: informacin demogrfica, vecindad de infancia, educacin, actividades de vecindad, trabajo e ingreso econmico familiar, habilidades de resolucin de conflictos, historiales delictivos, relacin con padres/madres, identidad/asimilacin tnica, modelos a imitar en sus vidas y aspiraciones futuras. Tambin se analizan cientos de pginas de notas de
observacin de campo y fotografas que fueron tomadas por los participantes en sesiones de clase, en la comunidad, en demostraciones contra la guerra y acontecimientos sociales. Adems, se analizan trabajos realizados por los participantes tales como: pinturas, dibujos, poemas y diarios que crearon durante las sesiones de clase. Varios instrumentos de medicin de actitudes de violencia (Violence Risk Assessment Inventory-VRAI) y de aprovechamiento acadmico (New York State-Regents Examinations) se administraron a los participantes. La intervencin del programa se llev a cabo de lunes a viernes de 16:00 h a 20:00 h y comenz en el mes de agosto para finalizar en mayo. Luego, el programa de verano funcionaba de lunes a jueves en horario de 9:00 h a 17:00 h, durante los meses de junio y julio. El currculo impact a los participantes en las siguientes reas: 1) componente cultural, 2) componente acadmico, 3) componente familiar, 4) componente recreativo, 5) componente laboral, y 6) componente espiritual. En lo cultural, enfatizamos la bsqueda de la identidad personal y colectiva. El currculo incluye historia de su pas, la msica por regiones y sus fenmenos socio-polticos. Lo acadmico persigue lograr que comiencen a asistir a la escuela y logren desarrollar un apego significativo con la institucin, si la misma demuestra ser una entidad de empoderamiento y respeto. El mejorar el aprovechamiento acadmico lectura, escritura y matemtica y completar las asignaciones son tambin prioridades del currculo. Lo espiritual est basado en la tesis de que la espiritualidad tiene dimensiones sociales y polticas. El nfasis mayor es el postulado de que ninguna realidad humana debe ser ajena a esta espiritualidad, la cual es, por lo tanto una experiencia de empoderamiento (empowerment) solidario que busca, por un lado el despertar de la conciencia crtica y de clase para que podamos entender nuestras realidades sociales, polticas, econmicas, histricas, y religiosas, sin tener que recurrir a respuestas mgicas que nos enajenen de nuestras responsabilidades; por otro lado, tambin nos hace partcipes de un poder que nos debe llevar a la organizacin estratgica, la cual persigue, como resultado, la organizacin socio-poltica para lograr la transformacin de circunstancias opresoras en experiencias de liberacin. Es decir, que esta espiritualidad guarda una relacin estrecha con lo que podemos identificar como derechos humanos y dignidad humana. Un punto importantsimo en esta espiritualidad subversiva, es que nada tiene que ver con la creencia en Dios, pues se la reconoce en personas que creen y que no creen en la divinidad (Barrios 2000, 2003, 2004). Reflexionando sobre el enfoque terico La psicologa no es, y no puede ser un esfuerzo neutro conducido por cientficos y practicantes separados de circunstancias sociales y polticas. Esto es un esfuerzo humano y social. (Prilleltensky y Fox 1997). Permtanme aclarar primero que mi formacin acadmica no viene de las ciencias antropolgicas o sociolgicas, dos reas de estudios que tienden a ocupar los mayores trabajos en la investigacin de culturas juveniles y hacia las cuales tengo mucho respeto. Mi formacin acadmica est dentro de las ciencias psicolgicas. Ahora bien, para m es un gran honor poder decir que estoy en la trinchera de la psicologa militante, la cual, por un lado, postula que la dimensin social de la liberacin tiene prioridad sobre el individuo y, por otro lado, escucha las demandas de los sectores populares que han sido oprimidos y excluidos. Por supuesto, el propsito es el de evitar la intervencin asistencialista y/o paternalista que produce un quietismo y derrotismo que, en ltima instancia, beneficia a la clase dominante. Con esta psicologa militante lo que se busca es producir un empoderamiento en los sujetos, que resulte primero en una toma de conciencia y luego que, a travs de la movilizacin social, stos puedan cambiar sus realidades, hasta lograr la salud mental comunitaria (Martn-Bar 1983, 1996; Montero 1984, 1994; Prilleltensky y Fox 1997).
Ahora bien, comienzo por aclarar que las crticas surgidas desde las ciencias sociolgicas y antropolgicas hacia la psicologa, no son del todo correctas. Me parece que el problema estriba, no en que se hayan utilizado modelos psicolgicos para interpretar los fenmenos de la violencia, sino ms bien en la utilizacin de unos modelos tericos que se prestan para realizar anlisis personales o interpersonales, obviando la capacidad de entender que incluso la psiquis puede ser una produccin socio-poltica. En otras palabras, penosamente tengo que reconocer que hay una serie de teoras psicolgicas conservadoras que funcionan como protectoras de los valores de la clase dominante y gobernante. En los estudios y/o anlisis de las culturas juveniles, esta psicologa se ha encargado de elaborar teoras individualistas, buscando proyectar a la juventud como un periodo crtico del desarrollo, caracterizado por inseguridades, rebeldas e inmadurez. De aqu la necesidad de liberar a la psicologa de estos males porque solo persiguen defender, validar y promover la ideologa dominante del status quo, sin necesidad de alterar instituciones o estructuras. Estas son las teoras que nos van a decir que, para entender o lidiar con la violencia, lo nico que debemos hacer es lidiar con la persona, y que culpan a las vctimas de la violencia existente y las convierten en agresoras, reduciendo el anlisis solo a lo personal. (Martn-Bar 1983; Prilleltensky y Fox 1997; Colectivo Contrapsicolgico Esquicie 2000). En nuestro currculo de Palenque hemos incorporado dos postulados bsicos de la psicologa crtica, muy bien elaborados por Fox (2000:21) cuando nos dice: Primero, nuestro objetivo poltico es radicalmente ayudar a crear una mejor sociedad. Y segundo, es necesario rechazar los valores de la psicologa dominante, sus asunciones, y prcticas como un marco legtimo para nuestro trabajo. O sea, la problemtica del diario vivir pone presin social y poltica para realizar cambios institucionales y cultural-estructurales. Este proceso de crear una mejor sociedad, articulado por nuestros jvenes, incluye una agenda de gnero en donde se desmantele la supremaca masculina; se d espacio para celebrar la diversidad sexual (como el ser gay, lesbiana, bisexual, transgnero, etc.), se combata abiertamente al racismo y etnocentrismo y, por supuesto, nuestra sociedad de clases. Todas estas experiencias humanas producen violencias, de aqu la necesidad de cambiarlas en procesos de liberacin. De hecho, las interpretaciones psicolgicas conservadoras no toman en consideracin, por ejemplo, el fenmeno de la desigualdad social, poltica, econmica, racial, tnica, religiosa, sexual, de gnero, entre otras, creadas por unos sistemas econmicos capitalistas. Lo mismo ocurre con los anlisis de la violencia dentro del marco institucional o cultural estructural. Este proceso de psicologizar errneamente, es parte de crear una ideologa dominante que deja como resultado consensos que, a la vez, permiten el control de las masas. Entre estos estn el pnico psicolgico creado por instituciones gubernamentales, realidad que es el diario vivir en Estados Unidos, con todo el asunto de que Osama bin Laden, y ahora tambin Irn, son una amenaza nacional. Como nos dijo en una entrevista Francis, uno de los participantes: Hay gente que le gusta entretener a la gente para que no se den cuenta de cmo es que los estn jodiendo. Como yo creo que la raz de toda violencia es la ignorancia, pues acabemos de una vez con la ignorancia. Muy interesante la tesis de este joven de solo 16 aos: para acabar con la violencia, hay que acabar con la ignorancia. No me queda la menor duda cuando digo que en la prctica, en la ctedra, en la investigacin o en la produccin de teora, la psicologa debera ser una ciencia al servicio de la liberacin del pueblo. De aqu, entonces, la necesidad de producir respuestas serias y concretas concernientes a todas estas basuras acadmicas cuando establecen postulados como: la falta de madurez de la juventud o la crisis de la identidad de la juventud. Inmadurez la podemos encontrar en cualquier edad, y crisis existenciales o polticas, ni se digan. Como me deca muchas veces mi abuela Doa Brbara, de 82 aos: Mi nieto, yo como que muchas veces
no s lo que quiero en esta vida. Y esto contrasta con lo que Vernica, una de las participantes, a la edad de 14 aos, nos deca en uno de los talleres: Lo que s es que yo no vine a este mundo a que me jodan la vida. Tengo claro que soy mujer, negra y latina, esas son tres cosas que hacen mi vida ms difcil pero yo voy a m. Al que no le guste que se vaya al carajo. Esta rebelda social y militante, que puede ser diagnosticada como patolgica, nos est diciendo que la edad no garantiza automticamente el que no tengamos una crisis o el que tengamos madurez. De aqu tambin la necesidad de rechazar aquellos diagnsticos cuya funcin principal es el segregar, oprimir, marginar y explotar a los seres humanos, porque en la mayora de los casos, son solo un reflejo de los fundamentos morales y cientficos de la psicologa que produce la clase dominante en nuestra sociedad. Se puede consultar la literatura de Thomas Szasz, muy en particular dos de sus libros: El mito de la enfermedad mental (1998) y La fabricacin de la locura: un estudio comparativo de la inquisicin con el movimiento de salud mental (1994). Reflexionando sobre la violencia Si se puede hablar con propiedad de una violencia institucionalizada en Amrica Latina, es porque existe un tipo de violencia contra la poblacin mayoritaria que est incorporada al ordenamiento social, que es mantenida por las instituciones sociales y que se encuentra justificada y aun legalizada en el ordenamiento normativo de los regmenes imperantes. (Martn-Bar 1995:376). La violencia es definida como cualquier accin o situacin que daa la salud o bienestar de otros, incluyendo ataques directos a la integridad psicolgica o fsica de una persona, como tambin acciones destructivas que no necesariamente envuelven relaciones directas entre la vctima o la institucin o persona responsable por el dao. (Salmi 1993) Yo creo que violencia es cualquier mierda que no nos permite ser felices. La guerra es violencia, la polica en nuestra comunidad es violencia, el hambre es violencia, el machismo es violencia, toda esta mierda, es violencia. (Sacha, una participante de 15 aos). En nuestro enfoque de intervencin e investigacin en el proyecto Palenque, partimos del postulado de que no es posible explicar la violencia personal o interpersonal sin un claro entendimiento de su relacin con la violencia institucional y la violencia cultural-estructural. De aqu que todo proceso de intervencin toma en consideracin la experiencia de la concienciacin a travs de la cual las y los jvenes reconocen la necesidad de no solo cambiar sus conductas de violencia, sino tambin cambiar las instituciones, estructuras y aspectos culturales de opresin y exclusin de la sociedad. De hecho, viene a mi mente una experiencia en la que se me pidi realizar una intervencin de evaluacin en una escuela superior en la ciudad de Nueva York, en donde muchos de los jvenes que participaban en el proyecto Palenque estaban estudiando y en donde, al mismo tiempo, se estaba reportando una serie de incidentes alarmantes de violencia entre jvenes. Los diagnsticos primarios por parte de las autoridades de la escuela y la polica giraban alrededor de dar interpretaciones personales e interpersonales a la violencia que supuestamente haban identificado. Hay que aadir, en todo esto, que nunca faltan las versiones que demonizan y criminalizan a las agrupaciones juveniles que son las organizaciones de la calle, muchas veces diagnosticadas como pandillas, bandas o naciones, y las responsabilizan de la violencia. De todas maneras, comenc por presentar preguntas que, a mi juicio, necesitbamos contestar, por ejemplo: cul es la capacidad de alumnos para esta escuela? Tremenda sorpresa me llev cuando se me dijo que la escuela fue construida para 3.000 estudiantes y, en ese momento, tenan una poblacin de 7.000. Por supuesto, se asombraron y se alarmaron ms que yo, cuando les pregunt: y qu esperan ustedes que suceda con este hacinamiento, cuando tienen un espacio pblico que no fue construido para esa cantidad de personas? Jos, uno de los jvenes participantes en el programa lo describi de una manera que asombra:
Nos meten en ese edificio como si fusemos animales y luego quieren que nos comportemos como gente decente, cuando hasta para ir al sanitario hay que hacer fila, y han creado aulas escolares en la cancha de baloncesto y quieren dar consejera en los pasillos de la escuela donde no hay ninguna privacidad. Es como si quisieran que nos matemos unos a otros. Nadie puede negar que el hacinamiento produce serios problemas de salud. Por un lado, la insuficiente ventilacin causa enfermedades respiratorias; algunos de sus efectos sociales pueden ser el producir tensin, una calidad de educacin inferior y de analfabetismo funcional, y la desercin escolar. Por otro lado, en lo psicolgico, se dice que el hacinamiento deja como resultado la carencia de la privacidad, la cual a su vez provoca estados de depresin y otros resultados psicolgicos negativos. Son frustraciones que pueden ser la antesala de tensiones entre personas y/o grupos (Baum y Koman 1976; Clauson-Kaas et al. 1996; Satterthwaite 1995; Zeedyk-Ryan y Smith 1983). Ahora bien, por qu todo esto no puede ser clasificado como violencia institucional o cultural-estructural?, por qu no podemos ver que la violencia personal o interpersonal puede ser solo un sntoma de un problema mucho ms serio? Acerca de esto, el Colectivo Contrapsicolgico Esquicie (2000:215) indica: los sntomas son interpretados, pero no escuchados. Un dato histrico curioso es que, en el proceso de acompaar a estos jvenes, nos dimos cuenta de que en lugar de seguir mantenindolo como un programa de reduccin de violencia, era mucho ms prctico y mucho ms justo convertirlo en un proyecto de paz. Esto, por supuesto, ofendi grandemente a las entidades del gobierno que estaban financiando el proyecto y se desarroll un debate que culmin en quitarnos los fondos econmicos. Todo esto a pesar de demostrar que una muy buena manera de eliminar, o por lo menos reducir la violencia, es a travs de ensear los valores de la paz con justicia. De aqu el que nos dedicramos, aun sin fondos del gobierno, a la tarea de dialogar sobre asuntos de la paz; o sea, a buscar lo que Manuela, una participante, nos dijo: Las respuestas a las preguntas sern encontradas si sabemos cmo relacionarnos mejor. El preocuparnos y el amar nos traern felicidad. Todo ser mucho mejor si buscamos la paz. Esta joven, para ese entonces de solo 14 aos de edad, entenda que en la conquista de la paz hay la necesidad de aprender a relacionarnos mejor, preocupndonos y amando a las dems personas. Al seguir esta misma lnea de pensamiento y accin, tambin recuerdo la produccin colectiva que realiz un grupo de jvenes participantes Giovanna, Martha, Angie, Jonathan, Jean, Anthony e Ingrid que luego de reflexionar sobre la paz nos comparti la necesidad de establecerla, pero dentro del marco de la igualdad: El silencio es la naturaleza, la naturaleza es la felicidad. El amar y el preocuparnos es respeto por los bebs y las palomas. La libertad es el aire y los rboles haciendo el amor, mientras dormimos, en plena tranquilidad, en la igualdad procuremos vivir en la paz Es interesante que en la actualidad tengamos una serie de personas, grupos o pases que reclaman la paz, pero lo estn haciendo sin mencionar en ningn momento lo que podra ser el problema: que sin justicia no hay paz. Por lo tanto, este llamado a eliminar las desigualdades sociales es sumamente importante en este proceso. De otro lado, uno de los poemas que ms me impresion fue el que Uri, Sakia, Jean, Jeanette, Miguel, Edward, y Hctor (facilitador) lograron producir colectivamente. Aunque con un comienzo catastrfico nunca habr paz en este mundo, se mueven a la alternativa de implementar esa paz, con la construccin de un mundo nuevo, en vez de quedarse como espectadores: Nunca habr paz en este mundo por lo tanto hagamos un mundo nuevo, y encontremos la paz en la msica liberando la mente si as lo decidimos.
La comida puede unir a la gente, compartamos la calidad del tiempo. La paz no es tener miedo, la paz es seguridad, la paz no tiene precio y puede ser ma, como cuando duermo y sueo y la paz canta: Sin justicia no hay paz! La paz es libertad de expresin, la paz es que seamos seres nicos, y ser nicos es ser pacficos. Esto es lo opuesto a la violencia, la paz es una ciencia espiritual, la paz es como jugar un juego, donde en la cancha te despojas del estrs. Aunque el nfasis puesto en el programa es en la construccin de la paz, con esto no estoy diciendo que nos apartamos del proceso de entender crticamente la construccin de la violencia. De nuevo, en el programa partimos del postulado de que la violencia presenta mltiples formas yque entre ellas pueden darse diferencias muy importantes (Martn-Bar 1995:370). Por esto ponemos gran nfasis en las diferentes categoras de violencia: violencia directa, violencia indirecta, violencia represiva, violencia alienadora, etc.; muy en particular la violencia por omisin, la cual cae dentro de la categora de violencia indirecta, que a su vez se distingue por no asistir a los seres humanos que estn en peligro. Ejemplo de ello es la falta de proteccin de los efectos de la violencia social como el hambre, las enfermedades y la pobreza (Salmi 1993; Martn-Bar 1994; Barrios 2000, 2003, 2004; Brotherton y Barrios 2004). O sea, tal como Alday, Ramljak y Nicolini (2001:136), y que sintetizamos: los actores sociales de toda comunidad aprendimos de ellos que la nica manera de cosechar lo que se espera para mejorar, es tejiendo una buena red social que no slo nos permita crecer, sino tambin que nos sostenga cuando pasamos por malos momentos. Asimismo, entendemos que la violencia tiene un carcter histrico y por consiguiente es imposible entenderla fuera del contexto social en que se produce (Martn-Bar 1995:371). De aqu el que sigamos de cerca lo dicho por Freire (1970:75): En verdad, lo que pretenden los opresores es transformar la mentalidad de los oprimidos y no la situacin que los oprime. A fin de lograr una mejor adaptacin a la situacin que, a la vez, permita una mejor forma de dominacin. Tambin concienciamos sobre la realidad de los sucesos terroristas ocurridos en la ciudad de Nueva York el 11 de septiembre del 2001, y lo conectamos histricamente con la violencia del primer 11 de septiembre ocurrido en Chile en el ao 1973, la invasin a Afganistn y a Irak, entre otras realidades. Traemos a la discusin la realidad de cmo la violencia es construida socialmente y por tanto, cmo se establece un orden social, para ser manifestada y justificada; tres ejemplos de ello son la violencia hacia la mujer, violencia hacia las personas gay/lesbianas, bisexuales y transgneros, y la violencia por falta de seguros mdicos; esto ltimo lo podemos ilustrar con la realidad de ms de 44 millones de personas en los Estados Unidos que no tienen seguros mdicos, lo cual ha resultado que entidades como New England Journal of Medicine (1997) diga que en los Estados Unidos, por lo menos cada ao, mueren 1 milln de personas por falta de cuidado mdico. Las tres manifestaciones de violencia que se promueven y se justifican en lo institucional y cultural-estructural gnero, orientacin sexual o la omisin de servicios mdicos, se discuten dentro del contexto de la violacin de derechos humanos. Reflexionando la reconstruccin de lo que llamamos violencia juvenil
Uno de los temas recurrentes y controversiales cuando se habla de violencia e inseguridad ciudadana es el papel que cumplen los medios de comunicacin de masas en el modo cmo cubren los hechos delictivos y criminales. (Cerbino 2005:11). Ahora bien, por qu es que cuando hablamos de violencia lo primero que tiende a venir a nuestras mentes es el encuentro fsico entre dos personas? O tal vez, el encuentro fsico entre dos grupos de jvenes. Si retomamos las palabras de Sacha, otra joven participante, de quien uso una cita directa al comienzo de esta seccin, cuando nos define la violencia, notaremos que ella utiliza la descripcin de: cualquier mierda que no nos permite ser felices. Y va mucho ms lejos cuando tambin nos dice: el hambre es violencia. En qu academia de la polica se les entrena para arrestar a quienes producen el hambre en nuestra sociedad? Quin acusa a un gobierno de producir hambre en su ciudadana? Esta realidad de violencia institucionalizada o cultural estructural tiende a ser invisible en nuestras sociedades capitalistas (Salmi 1993; MartnBar 1995). En este pas las tasas del crimen subieron nacionalmente a travs de la dcada de los ochenta, antes de empezar un descenso constante a principios de los noventa. En los pasados cien aos la prevencin de la delincuencia juvenil y el manejo apropiado de quien comete la ofensa, ha sido la poltica social crtica en los Estados Unidos (Jenson, Potter y Howard 2001). La literatura existente en parte es clara cuando tiene que describir perfiles del joven ofensor: 1) nios/as que inician la conducta antisocial en una edad temprana estn en un riesgo apreciablemente aumentado de convertirse en ofensores graves y violentos durante su adolescencia (Loeber et al. 1998); 2) la juventud delincuente empieza utilizando alcohol y otras drogas en una edad ms temprana, a la que se identifica con la delincuencia, y est en mayor riesgo del abuso de sustancias controladas entre la edad adulta temprana; (Hawkins et al. 1998); 3) el fracaso en la escuela, el conflicto de embarazos no deseados y la familia, entre numerosos otros resultados problemticos, se asocia tambin con conductas delincuentes (Dryfoos 1998). En los ltimos aos ha habido un cambio en las ciencias sociales y en los enfoques sobre la criminalidad dentro de los sistemas de justicia, hacia la prevencin de la violencia juvenil y la intervencin hacia un enfoque ms holstico, por ejemplo el de salud pblica (Mercy y Hammond 1999; Mercy et al. 1993). En ste, por lo menos cuatro avances distintos son presentados. As, MacKinnon-Lewis, Kaufman y Frabutt (2002:358) indican que hay un primer paso en el cual se deber detectar y definir el problema a travs del cuidado sistemtico, a menudo utilizando informacin demogrfica para documentar la incidencia y la frecuencia. En un segundo paso, ellos reclaman que el enfoque de salud pblica debe poder identificar factores de riesgos y protectores, asociados con el problema. En el tercer paso se hace necesario disear, probar y evaluar la eficacia de los programas, las intervenciones y las polticas o guas establecidas. En el cuarto paso, se necesita introducir y difundir los programas de una manera que puedan ser aceptados dentro de la comunidad. Estos investigadores reclaman tambin que el paso cuarto deber tomar en cuenta la identificacin de vacos de conocimientos y a la vez establecen direcciones para trabajos futuros en cada uno (la deteccin temprana, identificacin de factores de riesgo, poltica programtica y la evaluacin). Estos investigadores tambin afirman que un componente crtico en el modelo de salud pblica para programar la prevencin de violencia es el poder establecer soluciones que sean sobreabundantes y coordinadas desde una perspectiva comunitaria. Estas soluciones surgen de coaliciones comunitarias por quienes representan la aplicacin de la ley, los servicios sociales, sistemas de tribunal, sistema escolar, de negocios y del pblico en general (2002:358-359). Por otro lado, el Informe del Cirujano General concerniente a la Violencia Juvenil (U.S. Department of Health and Human Services, 2001: 4) seala lo siguiente: el descontento con el tiempo y los resultados del ideal de rehabilitacin despert la bsqueda de un papel ms efectivo del cuidado de salud al puntualizar la violencia. Este informe tambin examina la magnitud de las tendencias en la violencia
juvenil en las ltimas dos dcadas y algunos de los hallazgos destacados en el informe son: 1) Para 1999, las tasas de arresto por crmenes violentos con la excepcin de asaltos agravados se haban reducido a los niveles del ao 1983. El arresto por asaltos agravados se mantuvo en el nivel de casi 70% ms alto que lo reportado en el 1983 y esta es la ofensa que con mayor frecuencia se identifica en reportes relacionados con violencia. 2) Jvenes varones especialmente de grupos minoritarios son desproporcionadamente detenidos por crmenes violentos 3) A nivel nacional las escuelas tienden a ser relativamente seguras. Comparado con los hogares y vecindarios, las escuelas tienden a tener menos homicidios o reportes de casos de heridas que no son graves. Los jvenes en el riesgo mayor de ser asesinados en violencia asociada con la escuela pertenecen mayormente a grupos raciales y/o tnicos minoritarios, de los grados finales de la escuela superior y escuelas localizadas en reas urbanas. 4) Hay dos trayectorias generales del comienzo para la violencia juvenil una etapa primaria, antes de la pubertad, y otra ms tarda, en la adolescencia. Los jvenes que llegan a ser violentos antes de la edad de 13 aos, cometen generalmente ms crmenes y mayores crmenes graves, por un tiempo ms prolongado. Durante su niez estos jvenes demuestran un patrn de violencia en escalada y muchas veces lo continan durante la adultez. (5) Los factores de riesgo de mayor impacto durante la niez son la participacin en conductas graves pero no necesariamente conducta violenta criminal el uso de sustancias, ser varones, agresin fsica, familia de nivel socioeconmico bajo o pobre y padres/madres antisociales 6) La participacin con amistades delincuentes y la afiliacin con pandillas son dos indicadores de mayor significado de violencia, sin embargo, poca intervencin efectiva se ha desarrollado para combatir estos problemas. 7) La eficacia de programas depende tanto de la calidad de la implementacin como del tipo de intervencin; muchos programas son ineficaces no porque su estrategia sea equivocada, sino porque la calidad de la implementacin es pobre. Yearwood (2002) afirma que cuando estamos frente al fenmeno de la violencia juvenil necesitamos reconocer que se trata de personas de un nivel socio econmico pobre, con una falta significativa de estructura social en las comunidades en que viven. En otras palabras, Yearwood asegura que estas personas carecen de varios controles sociales informales y formales, los cuales prohibiran la violencia como una opcin (p.35-36). l entonces presenta siete principios claves, que necesitamos abordar en nuestro esfuerzo de prevencin, y que deben dirigir las actividades/intervenciones hacia la violencia juvenil. El primero es el restableciendo la vivencia cooperativa (reestablishing the village), lo cual en su comprensin se refiere al esfuerzo de ayudar a las comunidades a que puedan desarrollar infraestructuras a travs de la creacin de coaliciones y asociaciones comunitarias. El segundo principio es lo que l identifica como proporcionando el acceso al cuidado de salud (providing acces to health care), debido a la realidad de que necesitan tratamiento tanto quienes realizan la violencia como quienes son sus vctimas. El tercero es la necesidad de optimizar la unin, el apego y la conexin (improve bonding, attachment and connectedness), ms especficamente, los esfuerzos que sostienen los vnculos y el afianzamiento entre padres/madres y sus nios/as. En el cuarto principio Yearwood indica la necesidad de optimizar la autoestima del joven (improve self-esteem of youth); aqu se refiere a una autoestima positiva que surge de nuestra comprensin de tener poder o competencia, comprensin de sentirnos nicos o especiales, tener modelos de personas que pueden ser utilizadas para que le den sentido al mundo, y tener una comprensin de estar conectados a otras personas, lugares y cosas. El quinto principio de Yearwood es el el aumento de habilidades sociales (increase of social skills), lo cual incluye las habilidades de comunicacin, el manejo de la ira, la resolucin de conflictos, las destrezas paternales/maternales, habilidades de liderazgo y el manejo de la conducta. El sexto principio es el restablecimiento de la persona adulta y de escudos protectores (reestablishing the adult and protective shield), debido a la realidad de que comunidades con estructuras sociales firmes tienden a exhibir menos conductas desviadas. El
sptimo y ltimo principio es disminuir los efectos residuales del trauma (minimizing the residual effetcs of trauma). Yearwood sugiere que detrs de la ira hay una herida y conectado a ella est el temor de ser herido otra vez. Por esta razn, l reclama, que para poder ayudar a alguna persona a que cambie las conductas de riesgos hacia su salud, se hace necesario considerar las entidades relacionadas con el estrs traumtico que caus la herida original. Un punto de gran importancia cuando analizamos la realidad de la informacin o estadsticas existentes, es el que Hawkins et al. (1998) enfatizan cuando nos dicen que en Estados Unidos, las comparaciones raciales y tnicas han sido limitadas principalmente a personas afroamericanas y caucsicas porque la estadstica oficial rara vez incluye los grupos tnicos, tales como latinos, en la coleccin rutinaria de datos. Este fenmeno de excluir o hacer invisibles, por ejemplo a las comunidades latinas, es el que hemos constantemente criticado cuando proponemos que en el racismo de Estados Unidos hay unas realidades, mas all de ser personas negras o blancas, que deben tomarse en consideracin. En resumidas cuentas, de una manera muy arbitraria, en Estados Unidos el estudio o la intervencin contra la violencia est basada en una definicin que solo incluye lo personal o lo interpersonal. La violencia institucional o cultural estructural de la cual muchos de estos jvenes son vctimas, no se menciona. En la violencia institucional, siguiendo a Soest (1997), podemos incluir por ejemplo los despidos masivos de empleados con el propsito de otorgar mayores ganancias a las corporaciones, o la eliminacin de pensiones y seguros mdicos por parte de las corporaciones con el propsito de ahorrar en sus gastos. En la violencia cultural estructural podemos identificar la penosa realidad de los ndices tan elevados de mortalidad infantil por falta de cuidado prenatal en las comunidades negras y latinas (Federal Interagency Forum on Child and Family Statistics 2007) y la encarcelacin desproporcionada de personas negras, latinas y pobres, bajo lo que podemos identificar como el Complejo Industrial de Prisiones de Estados Unidos (Sudury 2005). Vemoslo de esta manera: En Estados Unidos, el pas ms rico del mundo, existen actualmente 36,5 millones de gente pobre. El Centro de Investigaciones Innocenti de UNICEF (UNICEF 2007) produjo un informe que proporciona un amplio anlisis de la vida y el bienestar de nios y jvenes de veintin naciones del mundo industrializado. En ste se investigan las siguientes realidades: bienestar material; salud y seguridad infantil; bienestar educativo; relaciones de los nios/as y los/as jvenes con sus familias y compaeros; conductas y riesgos; conductas de salud; y bienestar subjetivo de los jvenes. Qu se descubre en el informe? Por un lado, que Estados Unidos est en el nmero diecisiete en bienestar material. Tambin, que ocupa el ltimo lugar en salud y seguridad y el dcimo segundo lugar en bienestar educativo. De aqu que cuando hacemos las entrevistas a nuestros jvenes, el 75% no sabe lo que es un almuerzo nutritivo que se supone que la escuela suministra durante el espacio de horario de 8:00 h a 16:00 h. Uno de los participantes nos deca, durante un proceso de entrevistas: de almuerzo te dan un pedazode pizza que estaba congelada unos dos o tres meses antes de llegar a la mesa. Y para acompaarla te dan un vaso de agua con azcar y color que ellos llaman jugo (Carlos, joven participante de 15 aos). Pero aun hay ms para el pas que quiere dar ctedras de democracia y valores familiares. Estados Unidos ocupa en este informe el penltimo lugar en relaciones familiares y entre iguales, y en conductas y riesgos. Por supuesto, como este informe solo toma en consideracin aquellos nios, nias y jvenes que viven en sus casas, la realidad de los desplazados, destechados, de las minoras tnicas y de la inmigracin indocumentada no cuentan. O sea, que esta realidad, como nos expresa Xiomara, otra de las jvenes participantes, es mucho ms cruda: nosotros vivimos en un apartamento de tres dormitorios y contndome a m somos unas diez personas. A la hora de dormir tenemos camas hasta en la sala y la cocina. Vivimos como conejos en una jaula y nos peleamos hasta para ir al sanitario.
De nuevo, para algunas personas estas realidades institucionales y/o culturales estructurales no son violencia. De aqu el que, durante una evaluacin a nuestro proyecto Palenque por parte del gobierno, se debatiera con un evaluador del programa, pues ste nos solicit que quitramos de nuestro currculo de reduccin de violencia la siguiente informacin: El 10% de la poblacin mundial disfruta del 70% de las riquezas del planeta; 10 millones de nios y nias mueren antes de cumplir los 5 aos por causas evitables; el 70% de las personas pobres del planeta son mujeres. Los nios, nias y jvenes menores de 18 aos representan un 25% de la poblacin en Estados Unidos. Sin embargo, tambin son el 34,9% de las personas viviendo en pobreza y esto es equivalente a unas 12,9 millones de personas. La distribucin por grupos raciales/tnicos nos demuestra que los nmeros se inclinan hacia las comunidades afroamericanas con un 24,9% (9,2 millones) y las comunidades latinas con un 21,8% (9,4 millones) (U.S. Census Bureau 2005). Para aquel evaluador del programa fue casi imposible aceptar que toda esta realidad sea parte de lo que llamamos violencia. De hecho, en un encuentro con los jvenes recuerdo que uno de ellos, ante la pregunta de cmo la violencia les haba afectado, le dijo de manera contundente: En nuestra comunidad la brutalidad policial est fuera de control. Dgame usted, quin le pone orden a una gente que se supone debe poner el orden y lo que hace es cometer crmenes? Te paran, te insultan y te dan golpes, y luego no hay manera de poder acusarles. Yo, como que tengo un letrero en mi frente que dice prenme y denme golpes porque es a cada rato que lo hacen. (Roberto: joven participante de 17 aos). Por otro lado, un informe preparado por el Departamento de Agricultura de Estado Unidos (United States Department of Agriculture 2006) relat que durante el ao 2006, unas 35,5 millones de personas vivieron en hogares considerados de alimentacin insegura (insecure food). De stos, 22,9 millones son personas adultas (el 10,4 %) y 12 millones son nios/as (el 17,2%). Asimismo, el nmero de gente en las peores condiciones de alimentacin aument de 10,8% en el ao 2005 a 11,1%. Esta realidad es consistente con la pobreza reportada por el Censo Poblacional, donde en adicin se demuestra que las condiciones han empeorado. Y para no dejar de ser consistente con la violencia del racismo institucionalizado y la violencia del etnocentrismo estadounidense, las comunidades negras (21,8%) y latinas (19,5%) llevaron el peor impacto de esta realidad. Por supuesto, tambin en el currculo de reduccin de violencia se incorpora la manera en que el Banco Mundial, el G-8, Fondo Monetario Internacional, la Organizacin Mundial del Trabajo, Tratado de Libre Comercio, y otras entidades fueron creadas para defender, promover y proteger las polticas capitalistas neoliberales. Y como Palenque es un programa que combate la violencia en todas sus manifestaciones, se incorpor tambin la realidad de la violencia de la dictadura militar a travs del Complejo Industrial Militar por parte de Estados Unidos. Aqu se nos revela que en el 2002 se gastaron 1.217 dlares per cpita en defensa, y slo 46 dlares per cpita en Ayuda Oficial al Desarrollo (Burkholder 2004). El Departamento de Defensa aprob su presupuesto para el ao 2008 en 481,4 billones de dlares, que comparando con el del ao 2006, aumenta en un 9,5%, y en un 4% al del 2007. Esta realidad demuestra que Estados Unidos sigue siendo el pas industrializado que ms dinero invierte en asuntos de guerras y a la vez el que menos invierte en el desarrollo humano. Penoso es tambin que, para muchos de estos jvenes, el servicio militar se ha convertido en una fuente de empleo y esta es la razn principal para enlistarse. Aqu podemos citar las palabras de Luis ngel: La cosa est mala y yo me voy a enrolar con el ARMY. La paga es buena y el bono de entrada de cinco mil dlares es fenomenal. Esto nos ayuda para la compra de la casa que tanto hemos esperado. Adems me ayudan pagando mis estudios universitarios.
Es penoso porque la mayora de esta propaganda glamorosa de reclutamiento son mentiras que se descubren luego, al estar adentro. Mientras tanto, en la elaboracin del currculo, discutimos sobre la violencia y la guerra en Irak, y la manera en que Estados Unidos nunca organiz un procedimiento para que se pudiese saber el nmero de las vctimas civiles iraques a consecuencia de esta guerra colonialista que comenz el 19 de marzo de 2003. El proyecto Antiwar.com (2007) reporta que hasta el 5 de diciembre de 2007 se han reportado 1`199.698 iraques asesinados con esta guerra injusta, ilegal e inmoral. Luego de que nuestro proyecto Palenque organizara unos talleres de educacin sobre la violencia directa a travs de la guerra y sobre el propsito de las guerras, muy en particular de Afganistn e Irak, tomando en consideracin el anlisis crtico de la violencia institucional y cultural estructural, y adems de movilizar a los jvenes a participar en demostraciones en contra de la guerra en Washington, curiosamente perdimos el apoyo econmico por parte del gobierno federal. Ante este panorama, Rosita, una de las participantes en el programa, elabor un texto en donde nos confronta con cinco preguntas que ella espera que podamos contestar: Por qu el mundo est lleno de odio? Por qu no podemos vivir en paz? Por qu no se resuelven los verdaderos problemas? Qu es lo que pasa con esta humanidad? Cul es el precio que tenemos que pagar para disfrutar la paz?. Hablar de violencia y limitarla solo al mbito personal/interpersonal y no incluir la violencia institucional, cultural estructural, sobre todo, el facilitar informacin para que estos jvenes entiendan que Dios no es responsable de este tipo de crimen, sino ms bien las polticas neoliberales y de exclusin social, es contribuir a los procesos violentos. Por ejemplo, en nuestra realidad socio-poltica el ser joven conlleva una serie de diagnsticos o etiquetas que en la mayora de los casos son negativas y tienden a estar criminalizadas. Al respecto nos dice Canelles (2006:151): En este sentido, la presencia de jvenes en la calle, aun sin estar relacionada con ningn hecho incvico o delictivo, ha sido el origen de numerosas intervenciones destinadas a la dispersin de estos grupos, desde la eliminacin de elementos de mobiliario urbano hasta la dispersin a travs de la polica. No solo la presencia fsica de estos jvenes en las calles es motivo para un alarme sensacionalista, sino su manera de vestir, de caminar, la msica que escuchan, cmo se arreglan el pelo, etc., pasa a ser una especie de simbolismo del otro que nuestra sociedad tiende a demonizar y rechazar, lo cual, tarde o temprano resulta en una realidad que muchas veces est oculta en todo el anlisis de violencia juvenil y hace que los jvenes sean vctimas de la violencia que el adulto-centrismo produce en nuestra sociedad. Y esto porque muchas veces nuestro sistema de justicia criminal como control social, intencionalmente responde a intereses polticos que nada tienen que ver con cometer algn tipo de crimen. Tal como nos dice Young (1999): As aquellos que estn en la derecha con frecuencia intentan sugerir que los niveles del delito no tienen ninguna relacin con cambios en los procesos del trabajo y la ociosidad, pero estn arraigados en las reas supuestamente autnomas de la crianza del nio, el uso de drogas, o un mundo libre flotante de valores morales. Mientras que, aquellos que estn en la izquierda repetidamente intentan sugerir que los cambios del encarcelamiento, los modelos del control social, son decisiones polticas o directivas que no estn relacionados al problema del delito. Es por todo esto que en nuestro currculo las manifestaciones ocultas de la violencia, como la inseguridad, el desamparar o el desatender a un pueblo, junto a la penosa realidad de llevarlo a tener que mendigar por lo que debe ser un derecho, se discuten crticamente. Salmi (1993) lo identific como violencia por omisin y Rebeca (una de las participantes de 17 aos de edad) lo relat as: Para la polica en la ciudad de Nueva York yo soy sospechosa, porque camino y me visto sospechosamente solo por ser una joven latina esta realidad me hace sospechosa, o sea, una criminal.
Este perfil racista es muy comn en la polica de la ciudad de Nueva York, es parte de la opresin y exclusin que diariamente estos jvenes tienen que vivir. Ahora bien, cmo esto que estn llamando violencia juvenil, ha impactado en lo que podemos catalogar de crimen contra la juventud? En el ao 2003, unos 5.570 jvenes hombres y mujeres entre las edades de10 a 24 aos fueron asesinados; un promedio de 15 jvenes cada da. De estas vctimas, el 82% fueron asesinados con armas de fuego (Centers forDisease Control and Prevention 2006). Aunque la preocupacin de la ciudadana concerniente a incidentes con armas de fuego dentro del aula escolar ha aumentado, la realidad es que las muertes de jvenes por incidentes escolares es menor al 1% de los homicidios relacionados con jvenes (Anderson et al. 2001). En el ao 2004, ms de 750.000 jvenes recibieron tratamiento mdico en salas de emergencia, por heridas relacionadas a la violencia (Centers for Disease Control and Prevention 2006). Por otro lado, en una encuesta nacional llevada a cabo con estudiantes de escuela secundaria (Centers for Disease Control and Prevention 2004) se encontraron los siguientes resultados: el 33 % de los jvenes report haber estado envuelto en una o ms confrontaciones fsicas en los doce meses antes de la encuesta; y el 17 % report el haber tenido en su poder algn tipo de arma (pistola, cuchillo, barra), uno o ms das durante los treinta das anteriores a la encuesta. Es interesante este dado estadstico cuando lo comparamos con las experiencias del proyecto, pues de los 150 jvenes del proyecto, durante las entrevistas de historias de vida, un 87% report haber tenido un arma de fuego o un cuchillo por lo menos una o ms veces, tres meses antes de la entrevista. Sin embargo, cuando les preguntamos las razones por las cuales tenan en su poder un arma de fuego o un cuchillo, el 92% respondi: para defenderme. Cuando se le pregunta al personal del Departamento de Educacin o de la Polica sobre las posibles causas de la posesin de armas en los jvenes, la respuesta siempre tiende a ser: para cometer crmenes. Por supuesto, la explicacin no est basada sobre preguntas y respuestas alrededor de la tenencia de armas en los jvenes; esto sera, de acuerdo a lo que nos dice el Colectivo Contrapsicolgico Esquicie (2000): identificar el sntoma, pero no escuchar al sntoma . Se puede ilustrar al respecto, en este fragmento de una entrevista que realic con uno de los participantes. Luis: Dices que siempre tienes un cuchillo para defenderte. Berto: Claro que si. Luis: Lo llevas a la escuela? Berto: Este cuchillo es mi compaera inseparable. Luis: Y desde cuando comenzaste a tener este cuchillo contigo? Berto: Desde que tena 12 aos. O sea, hace unos 4 aos. Luis: Hblame de la ltima vez que tuviste que usar el cuchillo contra alguien. Berto sonre, se acomoda en la silla y contesta: Gracias a Dios hasta ahora nunca. Hay que reconocer que respuestas semejantes dan los adultos al explicar sus razones para portar armas. Por lo tanto, ser que estamos viviendo en una sociedad que no ofrece garantas de seguridad a sus ciudadanos? Almenos esto es lo que creen los y las jvenes cuando nos explican el por qu crean o se afilian a organizaciones de la calle (Barrios 2007; Barrios, Brotherton y Esparza 2006; Kontos, Brotherton y Barrios 2003; Brotherton y Barrios 2004). Ahora bien, el fenmeno de la globalizacin y sus impactos nacionales con polticas neoliberales que se caracterizan por la exclusin y la opresin, ha dado como resultado una especie de terrorismo solapado, y tan solapado que muchas veces no nos permite ver que el arma de destruccin masiva ms poderosa que existe en este mundo se llama hambre, y que es consecuencia de la violencia tanto institucional como cultural-estructural. De nuevo, esta realidad violenta debe ser estudiada por una parte dentro de la categora de los jvenes que son sus vctimas y por otra, en
el contexto de nuestra realidad capitalista neoliberal, dentro del marco de lo que Curbet (2007) identifica como: conflictos globales y violencia locales. De hecho, cuando dentro del currculo de Palenque discutimos sobre los recortes econmicos al presupuesto de educacin nacional y del Estado, y los comparamos con los aumentos para el Departamento de Defensa, es interesante encontrar reacciones como la de Pedro, un joven participante de 15 aos, que nos dijo: es como si esta gente tuviese un plan de hacernos cada da ms brutos y luego enviarnos a las guerras a defenderles cuando se roban el petrleo de pases como Irak. Ahora bien, no me gustara cerrar sin antes reconocer que en Estados Unidos, muy arbitrariamente, todo cambi a partir de los sucesos del 11 de septiembre de 2001. Digo arbitrariamente pues polticamente conviene sealar este triste episodio como lo ms cruel e inhumano que se haya cometido contra la poblacin que reside en este pas, porque puede ser un ejemplo de lo que las otras personas nos hacen. Ahora bien, el genocidio cometido contra las comunidades indgenas y afro descendientes, por solo mencionar dos ejemplos, en donde millones de personas fueron asesinadas con la excusa diablica de la ideologa de la supremaca blanca, tiende a ser invisible en nuestra historia porque cae bajo la categora de lo que hicimos a otros. Observo que este asunto es tan delicado que todava recuerdo a un grupo de jvenes en Palenque, quienes luego de ser entrenados con tcnicas de mediacin, alternativas a la violencia y solucin de conflictos dentro del modelo de paz, cuestionaron el currculo despus de escuchar al presidente George W. Bush, en su discurso de reaccin a la destruccin de las Torres Gemelas, cuando dijo: nos vengaremos, ya pagarn. Muchos de estos jvenes vinieron al programa ese da diciendo: Eso es exactamente lo que estamos diciendo. Qu tanta mierda de hablar, y escuchar a las otras personas. Rmpele la cabeza para que aprendan a respetarte y ya est (nota de grupo Nmero 5-2001). Por lo tanto, reconocemos que los discursos blicos del Presidente Bush luego del 11 de septiembre y su incapacidad de buscar soluciones polticas a un conflicto, fue un mal ejemplo para los jvenes. Por otro lado, hay que reconocer tambin que nos cost trabajo demostrar que ese tipo de actitudes irresponsables tienen consecuencias muy serias en nuestra sociedad y que lo que les estbamos enseando no solo era importante sino necesario para construir un mundo mejor. A esta realidad hay que sumarle las nuevas leyes dizque de seguridad nacional que han surgido despus del 11 de septiembre (Acta Patritica, etc.) las cuales siguen criminalizando a la juventud solo por ser jvenes. Este histerismo poltico, que ha resultado en ms violencia institucional y cultural estructural contra las culturas juveniles, no est basado en teoras de conspiracin. No deja de preocuparme que un sinnmero de conductas que deberan ser atendidas escuchar los sntomas dentro de la escuela, ahora son reportadas a la polica, que arresta y procesa a los jvenes a travs del sistema de justicia criminal juvenil. Me parece que deberamos tener un personal debidamente entrenado para lidiar con peleas que ocurren dentro de los planteles escolares. Y mucho ms cuando sabemos que en la mayora de estas peleas no hay armas de por medio. Hasta ahora, las estadsticas nos estn diciendo que la mayor parte de crmenes cometidos por jvenes o contra jvenes tiende a ocurrir en los hogares o en las calles. O sea, parece que hasta el momento, el ambiente escolar tiende a ser mucho ms seguro (Centers for Disease Control and Prevention 2006). Una de las reas ms delicadas en todo este proceso de criminalizacin de la juventud en Estados Unidos, la podemos identificar en las llamadas leyes contra las pandillas (anti-gangs laws). El proceso de detencin, enjuiciamiento, sentencias, utilizando un modelo de adultos, ha resultado en lo que Villarruel y su equipo de investigacin (2002) denominan como una alta incidencia desproporcionada de jvenes latinos encarcelados. Cuando leemos los informes de la polica federal (Federal Bureau Investigation-FBI) y otras entidades del gobierno relacionadas con pandillas, es interesante saber que todos coinciden en algo: creemos que en aquellos lugares en donde el crimen ha aumentado, ste se debe al crimen relacionado con pandillas. En ningn
momento pueden presentar datos concretos sobre esta hiptesis, donde oficialmente podamos ver el porcentaje exacto del crimen relacionado con pandillas. La situacin se agudiza si estamos frente a jvenes indocumentados quienes de alguna manera sern deportados y separados de sus familias. Este panorama aterrador por supuesto, debera ser evaluado dentro de la realidad de la violacin de derechos humanos de los jvenes. De acuerdo a Villarruel y su equipo, es importante el que podamos contestar a la siguiente pregunta: Dnde est la justicia? Y ms adelante movilizarnos hacia lo que ellos nos piden: Un llamado a la accin en beneficio de las juventudes latinas que estn en el sistema de justicia en Estados Unidos. Escuch este grito de justicia en la historia de Joshua, otro de nuestros participantes de solo 15 aos de edad, a quien fui a visitar mientras estaba encarcelado: Luis: Tengo entendido, Joshua, que te arrestaron mientras estabas en el parque con tus amigos. Joshua: S, estbamos sentados en el parque, nadie estaba fumando marihuana ni bebiendo o molestando a alguien. La polica me present tres cargos. Uno por reunirme ilcitamente en el parque, el otro por resistir el arresto y el ltimo por ser miembro de una pandilla (Latin Kings). Luis: Y que estabas haciendo t en el parque? Joshua: Escuchando msica con mis amigos. Cuando dialogamos con la polica y los abogados de estos jvenes descubrimos que lo que Joshua nos haba dicho era correcto. La razn de los policas era muy interesante, sobre todo cuando pude conversar con el agente que arrest a Joshua, quien me comunic lo siguiente: qu tienen ellos que estar haciendo en el parque? Aunque no estn haciendo algo malo, posiblemente lo estn planificando y nosotros tenemos que actuar inmediatamente. Esto, como medida de prevencin, antes de que ocurra algo criminal. Ya usted ve lo que nos sucedi con el 11 de septiembre, por no actuar a tiempo. (Polica 1). Hay que reconocer que esta actitud de la polica no viene de la nada; esta es la manera en que los estn entrenando y es lo que se espera de ellos como oficiales del orden pblico. Este proceso de criminalizacin basado en un perfil racial es parte de toda ideologa de rechazo, opresin y exclusin de nuestra sociedad adulto-cntrica que se empea en convertir a estos jvenes en chivos expiatorios. Reflexionando sobre el concluir La prevencin carece de mecanismos de apropiacin y motivacin porque se basa enteramente en un discurso moralista, estereotipado y retrico a travs de las famosas charlas que no tienen repercusin significativa en los mundos de sentido de estos jvenes. (Cerbino 2006:16) Sin igualdad civil, sin libertad poltica no hay dignidad; sin dignidad no hay vida. (Hostos 1999:80). Luego de transcurrir por estas reflexiones del proyecto Palenque, me gustara concluir dejando varios puntos sobre la mesa. Primeramente, hay la necesidad de movernos hacia unas polticas pblicas de prevencin, inclusin y participacin juvenil. Estas polticas deben ser capaces de entender que la violencia es un fenmeno social complejo y multifactico, y que toda intervencin hacia la llamada violencia juvenil debe entender las maneras en que se llevan a cabo las marginalizaciones sociales de la juventud; as tambin comenzaremos a ver a los y las jvenes no solo como variables independientes, sino ms bien como variables dependientes. Es sumamente importante el que identifiquemos las maneras en que diariamente, en la sociedad, violamos los derechos humanos y civiles de los jvenes. Por supuesto, para poder comprender estas realidades debemos participar en foros que ellos mismos preparan (tambin escuchar los mensajes que nos envan en su msica, lo que escriben en sus graffitis, las razones por las cuales crean organizaciones de la calle, etc.) o invitarles a foros que los adultos preparamos, pero con la intencin de poder escuchar sus preocupaciones. Por otro lado, hay tambin la necesidad de facilitar procesos de educacin en donde la ciudadana en
general y los grupos juveniles en particular aprendan a examinar cmo las distintas formas de opresin y exclusin (de clase, gnero, orientacin sexual, religin, racial/tnica, adultocentrismo, entre otras), comunitarias y globales, afectan a las personas y a las comunidades. Sobre todo, el cmo estas realidades globales se interconectan, se interrelacionan y a la vez son interdependientes a nuestras realidades comunitarias. Es de gran importancia fomentar una poltica del crimen en donde la restitucin de la justicia sea la motivacin principal, evitando as las tendencias sadistas del castigo y del revanchismo, realidades que se nutren de odio y desprecio. La restitucin de la justicia tiene como fundamento los principios bsicos del amor y el respeto, sin que esto signifique evitar las consecuencias de las conductas a quienes han violentado las reglas de la sociedad. De aqu la necesidad de incluir a instituciones no gubernamentales como la familia, escuelas, trabajo, asociaciones y/u organizaciones de la calle que los jvenes han construido, etc. Lo que nos interesa es poder producir una poltica pblica que se mueva ms all de una poltica de control que no est dando resultado al reclutar ms policas, al construir ms crceles o aumentar las sentencias penitenciarias. Cierro esta reflexin con un poema de Mario Benedetti, para indicar que estas reflexiones son procesos, nunca una meta. Qu les queda a los jvenes? Qu les queda por probar a los jvenes en este mundo de paciencia y asco? slo grafitti? rock? escepticismo? tambin les queda no decir amn no dejar que les maten el amor recuperar el habla y la utopa ser jvenes sin prisa y con memoria situarse en una historia que es la suya no convertirse en viejos prematuros qu les queda por probar a los jvenes en este mundo de rutina y ruina? cocana? cerveza? barras bravas? les queda respirar / abrir los ojos descubrir las races del horror inventar paz as sea a ponchazos entenderse con la naturaleza y con la lluvia y los relmpagos y con el sentimiento y con la muerte esa loca de atar y desatar qu les queda por probar a los jvenes en este mundo de consumo y humo? vrtigo? asaltos? discotecas? tambin les queda discutir con dios tanto si existe como si no existe tender manos que ayudan / abrir puertas entre el corazn propio y el ajeno / sobre todo les queda hacer futuro a pesar de los ruines de pasado y los sabios granujas del presente.