La Gente de La Lluvia
La Gente de La Lluvia
La Gente de La Lluvia
HERNN GALINDO
LA GENTE DE LA LLUVIA
Obra en un acto Premio Nacional de Teatro UANL 2004 A Jaime Sierra, mago de la danza en los tiempos de Amadeus. Era una lluvia que ahogaba todas las lluvias, y hasta el recuerdo de las otras lluvias. Ray Bradbury -La larga lluviaPersonajes FABIN El violinista DORA La muchacha del pez ALONDRA La amante BRUNO El amante RODAS Plomero DELFINO Plomero CORO DE EXTRAVIADOS Hmeda accin que se desarrolla en distintos planos y espacios. Montones de paja por la escena, que representan la basura; o lo que sea necesario, dependiendo del momento y del lugar. Los personajes de Alondra y Bruno deben vestir con la moda de treinta aos atrs que el resto.
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Hernn Galindo
La gente de la lluvia
Uno Obertura de Orfeo y Eurdice de Glck, poco a poco todo se reduce a un solo violn. Llueve. En escena, el coro de extraviados con mltiples paraguas negros. Escuchamos el lamento musical mientras los extraviados se van alejando por diversas direcciones; descubrimos a Fabin que toca bajo la sombrilla que le detiene el ltimo extraviado; el sombrero, a sus pies, en espera de la cooperacin de los transentes. FABIN: Nadie recuerda cuando nos descubrimos en medio de la nada. Nadie sabe ni siquiera relativamente cmo pasamos a ser esos nadie que vivimos en la nada. Ninguno, nadie, nada. Sin tiempo como el tiempo y sin sol como los peces ciegos que habitan las cavernas negras del fondo de los mares. Ninguno, nadie, nada. Fabin vuelve a tocar; por la escena cruzan Dora, cargando la burbuja de vidrio donde nada su pez dorado, Alondra y Bruno. Alondra llevan un neceser, l porta una maleta; ambos con impermeables. Todos lucen extraviados; todos tratan de ver a travs de la lluvia. Salen.
Durante la obra, mientras no llueva, una gota persistente, cayendo en algn charco indescifrable, nos recuerda la presencia pluvial. Dos Estamos en un interior semejante a una caverna de metal, escuchamos algunos golpes que se repiten en un eco de hierro. Un lamento de cadenas. Desde el telar desciende una escalera metlica. DELFINO: Baja. Baja ms. Una lmpara de mano ilumina a Delfino, que desciende en la escalera. RODAS: (En off.) Qu esperas para prender tu batera? (Delfino lo hace, ilumina en derredor.) La encontraste?
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DELFINO: (Iluminando el suelo.) S. Est atascada. RODAS: (Irnico.) Qu raro. Basura? DELFINO: (Descendiendo hasta el suelo, salta finalmente.) Mucha. Apesta horrendo. Creo... creo que es un caballo muerto. RODAS: Un caballo? (Re a carcajadas mientras baja la escalera.) Lo que nos faltaba. Qu tesoros. DELFINO: A lo mejor as un da nos hacemos ricos. RODAS: (Re. Le da un manotazo en la cabeza.) No seas imbcil. DELFINO: Acurdate de Santos, se hall un jarrn con muchas monedas de oro y ya nunca lo volvimos a ver. RODAS: Para m que rob a alguna vieja o asalt a alguien... o secuestr a un nio, cobr y luego se pel. Si crees que te vas a hacer millonario sacando mugrero de las caeras... DELFINO: Los tesoros son diferentes para cada quin. Nunca sabes dnde te los puedes hallar. RODAS: (Prctico.) Por lo pronto agarra la cua y vamos sacando la rejilla. Est atascada en lodo... y basura... DELFINO: Todos vamos a ser basura. La basura tuvo su lado bueno. Ah ves botellas que alegraron fiestas, zapatos que caminaron los sueos de un hombre, cadveres de pjaros que cruzaron muchos cielos... RODAS: Delfino. Ya prale de filosofar. Luego te me vas como la otra vez y aqu abajo... ni quin te ayude. Lucinda se te muri (Escuchamos un balazo que pertenece al pasado.) pero... pero, pues tienes que seguir. Acurdate de tus chamacos... As que no te claves. Porque de la prxima a lo mejor no sales. DELFINO: (Ensimismado.) S. RODAS: Adems, huele a caballo muerto, aqu no estamos para echar verbo. rale. Jlale.
Ambos se posesionan de una pieza con rejas, tras el esfuerzo, sta cede con un ruido de cascadas y basura. En realidad, esta reja es la piesera de una cama vieja, misma que los dos plomeros meten a escena, pero ellos no la ven como tal.
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RODAS: T primero. Mtete al tnel. DELFINO: Oigo msica. T no? Tres Los plomeros suben a la cama y cruzan sobre ella como si fuera una pirmide de basura; con sus linternas en mano salen de escena. Un poco despus, el ambiente cambia, se dibuja el reflejo de una ventana por la cual escurre la lluvia. De entre las sbanas sale Bruno, est desnudo, enciende un cigarro. ALONDRA: (An metida bajo la colcha.) Est lleno de goteras. Tengo los pies mojados. BRUNO: No es el Ritz. ALONDRA: (Se envuelve en la sbana.) Me quieres? BRUNO: Qu absurda. ALONDRA: Es un s o es un no? BRUNO: (La besa.) T qu crees? Aqu estamos, en medio de la nada o ...en el cao del mundo. Ya no me acuerdo cunto hace que salimos. ALONDRA: Hasta cundo estarn cerrados los caminos? Y si nos aventuramos? BRUNO: Aventurados ya estamos, eso es una cosa, otra es que la carretera sea intransitable; ya lo oste en la radio: los ros desbordados, las montaas desgajadas y cadas sobre el pavimento... Iramos directo a la muerte. ALONDRA: Muerte por delante, muerte por detrs... BRUNO: Por detrs?... (Reflexiona.) Ah... tu marido... y su escopeta matapatos... ALONDRA: (Que se ha quedado en sus pensamientos.) Muerte alrededor... (Lo mira ansiosa.) Viste el cadver? (Silencio.) Cuando pasamos el vado, mientras creca el torrente. Estoy segura de que vi un animal muerto, enorme... un caballo. BRUNO: No. No lo vi. O vea el camino o nos bamos al agua.
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ALONDRA: S, era un caballo...muy curioso, entre el agua revuelta y la noche. Cuando los relmpagos iluminaban logr verlo, dando de maromas entre la corriente. Era ms que blanco... transparente. Estoy segura que le vi las entraas... y hasta los huesos. BRUNO: A lo mejor era un rbol. ALONDRA: A lo mejor. BRUNO: Alondra, nunca me has dicho... Tuviste alguna vez un hijo? ALONDRA: (Trmula.) No. BRUNO: Ah. Es importante saberlo.
ALONDRA: Bruno... Hacia dnde iremos? BRUNO: Qu te parece ... a donde corra el agua de la lluvia? (La lleva a la cama, se tienden en ella.) ALONDRA: Me parece bien. Comienzan a hacer el amor. Escuchamos el violn de Fabin; de entre las sbanas, como si se deshiciera una orga, emerge Fabin con su violn. La cama sale de escena. La lluvia vuelve... Cuatro La luz de un farol callejero ilumina un extremo, Fabin ha metido su violn al estuche, trata de cubrirse y de fumar bajo la lluvia; se detiene a esperar un autobs. La msica lejana de algn bar se escucha unida a risotadas de ebrios. Pausa. El autobs no viene. Fabin mira hacia todos lados y tras asegurarse que nadie lo ve comienza a chapotear en los charcos, se re, cada vez se va convirtiendo ms en un nio hasta llegar a un xtasis de felicidad y carcajadas, mismas que son interrumpidas por la presencia de Dora, quien viene de paoleta e impermeable, cargando una caja. FABIN: (En risa forzada.) Ja, ja. Dora mira para ver si se acerca el autobs FABIN: Se le va a deshacer.
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DORA: Qu? FABIN: La caja. Esa caja de cartn, con la lluvia. DORA: Ah. No importa. Contiene agua. FABIN: Cmo? DORA: Aqu adentro... traigo todo el mar, los ros y los lagos. FABIN: (Encantado, curioso.) Pero... cmo? DORA: S nosotros, todos, somos un poco de pasto, de sol, un tanto de arena, otro poco de aire... mucho de polvo de estrellas... entonces somos todo el cosmos junto... FABIN: (Embrujado.) Claro. DORA: (Se deshace de la caja mostrando una pecera con un pez tropical.) Pues aqu cargo el ocano. FABIN: Es lindo. Casi nunca veo nada lindo. DORA: Pobre. FABIN: (Le extiende una mano.) Fabin. Msico. DORA: (La estrecha.) Dora. Un ser vivo. FABIN: (Re.) De dnde vienes? DORA: Del acuario. FABIN: No. Dnde naciste? De dnde eres? DORA: Yo... De La Laguna! FABIN: (Considerando que lo evade.) Naciste en una laguna? Bien. (Sonre.) Eres una sirena. DORA: (Sonre.) De hecho. Y quiero volver al agua. FABIN: (Por la lluvia.) Bueno, hoy hay bastante. Se acerca el autobs, lo escuchamos, las luces de los faros los baan
y, posteriormente, caen sobre ellos las luces de las ventanillas; omos que la puerta se abre, ninguno de los dos sube. El autobs se va.
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FABIN: No te ibas a ir en el autobs? DORA: No. A menos que me lleve al agua. (Re.) FABIN: (Re. No comprende e interrumpe las preguntas que le gustara hacer.) Te invito un caf. DORA: Invtamelo. FABIN: Cmo se llama tu pez? DORA: Cmo dices que te llamas t? FABIN: Fabin. DORA: Mi pez se llama Fabin. (Fabin sonre, le ofrece el brazo, Dora acepta. Salen.) El coro de extraviados, con sus paraguas negros, cruzan frente a ellos y los miran alejarse. Salen entre Rodas y Delfino, que siguen andando por el tnel; los sonidos, una vez ms se vuelven cavernosos y metlicos. Cinco RODAS: Malditas inundaciones. DELFINO: Las inundaciones no son malas por s solas, se hacen por tanta basura atascada, cierra tneles enteros y coladeras. El agua toma su curso pero los ingenieros se empean en cambiarlo construyendo calles y tratando de entubar los ros. No. La corriente siempre pelear por su camino original. Nada la detiene, se meter hasta lo ms profundo, destruyendo todo lo que haga el hombre. RODAS: S. Y luego en esta ciudad. Cuando llueve llega el caos. Noms comienza a subir el agua y todas las alimaas trepan a los rboles y se agarran de las piedras. (Re.) Las cucarachas salen despavoridas, asustadas... y las ratas chacualeando con sus colas pelonas... (Enciende un cigarro.) DELFINO: A ver si no explotamos, un escape de gas... RODAS: Gas hay por todos lados y no precisamente natural. (Re.)
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DELFINO: Las verdaderas ciudades estn aqu abajo; cuntos tneles, cuntos pasadizos... RODAS: Perfectamente podran vivir muchos ms que arriba... DELFINO: Y viven. No como nosotros, pero viven. A m se me figura que toda esa gente, la gente que no se nota... RODAS: Cul? DELFINO: La que no vemos ni nosotros ni nadie, esa gente gris que pasa a nuestro lado en la calle, esas que se duerme en las banquetas, la que pide limosna; los nios sin dueo, los viejos sin casa... los
malandrines, los enfermos, los olvidados, viven aqu abajo. Vienen a rerse y a llorarse entre todos... RODAS: Dicen que en muchas ciudades hay colonias enteras debajo de las calles... DELFINO: Las alcantarillas son sus portales a la luz. Y ms abajo debe de haber otros. Los muertos o los que nunca nacieron o lo que es peor... los que nunca nadie vio. No te sientes a veces como que no somos nadie? Como que... estamos en medio de la nada? Pausa larga. Lo nico que se oye es la gota constante; lo nico que se mueve es la columna de humo del cigarrillo. Sbitamente suena el radio-comunicador de Rodas, con ruido de esttica. RODAS: S? Aqu Rodas. (Ruido que l s entiende.) Tercer nivel. (Ruido.) Dos. Hemos destapado dos. (Ruido.) El problema est peor ms abajo. (Ruido.) Cambio y fuera. DELFINO: Esa gente que no vemos. Esos que traen su propia locura y nadie se da cuenta hasta que... RODAS: Vamos a darle. T carga la herramienta. DELFINO: Esa gente... Se escucha un silbido largo y suave que poco a poco se va tornando en las notas de un violn. DELFINO: Oyes? RODAS: No.
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Rodas levanta una trampa y comienza a bajar, Delfino lo sigue con su herramienta; el eco metlico se mezcla con el violn. Seis El coro de extraviados, con sus paraguas, entra a escena y deja despreocupadamente - o descubre - entre la paja, una silla, un arcn y una tina que recoge el agua proveniente de una gotera. Luego, todos, se asoman a la trampa por la cual salieron los plomeros; por all ascienden Fabin y Dora. El coro sale. Afuera, la tormenta sigue. FABIN: Mi casa. (Ella slo mira alrededor.) DORA: Un stano. FABIN: (Corrige.) tico. Aqu est el caf. Bueno, estaba. Ya no hay. Pero tengo... (Del arcn saca una botella de vino.) Para emergencias. DORA: A Fabin le agrada tu casa. Mira cmo nada. Cmo te llamas? FABIN: (Se sienta junto a ella.) Fabin. Te gusta la msica? DORA: Me gusta. FABIN: (Toma su violn, toca mientras dice:) Serenata para Dora. Cuntame de tu laguna. DORA: Escuchamos pera. FABIN: Bien. Cul te gusta? DORA: Todas las que ponen.
FABIN: A mi me fascina Orfeo y Eurdice de Glck. La msica me hace vibrar. Viene a m como un recuerdo... Un vestigio de lo que fui. No tengo nada ms. Alguien me dej en una pensin para nios... (Finaliza.) DORA: Yo soy de La Laguna. FABIN: (Sonre.) Entonces, yo soy de la lluvia. Cada vez que llueve, dejo de ser. La lluvia me toma todo. Me olvido, me pierdo, ya no me pertenezco. Por eso la prefiero, porque con ella me fundo. Somos uno solo. Ella y yo. (Transicin.) Yo tambin escrib una opera: Nuestra seora de las oscuridad. Se trata de una mrtir que se aparece en lo
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profundo de los tneles cada vez que llueve y con ella se juntan los enamorados sealados, esos cuyos amores les han sido prohibidos... esos que la moral no deja ser... o que la naturaleza de la sangre trata de impedir... aunque no puede. En ella cantan los fantasmas, danzan las nimas, los olvidados salen de sus rincones. Hay un aria de ella, cobijada por una colonia de insectos subterrneos... pero al final, todos ellos, irradian su propia luz... y la coronan. DORA: La luz en la oscuridad? FABIN: Esa. Te invitara a cenar pero no tengo nada. Qu quieres hacer? DORA: Barcos de papel. FABIN: (Por un momento se queda esttico.) Ja. Barcos... (Abre el arcn y saca un grupo de hojas amarillentas.) Son programas de pera... Don Giovanni, La Traviata, Los cuentos de Hoffman... que ahora navegarn... DORA: (Toma una y hace un barco.) El barco de Nuestra Seora de la oscuridad... (Fabin re.) En un viaje para los enamorados prohibidos... (Lo coloca en la tina.) Ha zarpado ya rumbo a la luz de los insectos. Siete El tnel. Ruidos metlicos. Rodas y Delfino descienden. RODAS: Ya viste? (Ilumina con su linterna un barquillo de papel que la corriente desliza.) Un barco perdido. DELFINO: No. Sabe muy bien a dnde va. RODAS: A dnde? DELFINO: Abajo. Al corazn de la tierra. (Rodas se pierde en la oscuridad.) Igual que nosotros. Ocho El mismo cuarto de hotel. Afuera llueve ms fuerte. Alondra abre su neceser que no es tal, es un tocadiscos porttil. Coloca la aguja y escuchamos Gli sguardi trattieni de la pera Orfeo y Eurdice. Poco a poco se deja llevar por la msica y baila sin percatarse de que Bruno entra. Viene empapado, su impermeable escurre; saca
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una bolsa con vveres. Va y la abraza, baila con ella, Alondra no abre los ojos hasta que los dos ren y se van al suelo. ALONDRA: Conseguiste vino? BRUNO: (Re.) En este rincn de la carretera? (Saca una botella.) Cerveza y no muy fra. (La destapa con los dientes, bebe.) ALONDRA: El fro de la lluvia es suficiente. (Bebe.) BRUNO: Traje salchichas y mostaza... ALONDRA Muy alemn. Muy de acuerdo con Glck. (Vuelve a poner la misma meloda desde el inicio.) BRUNO: La lluvia hace perder la nocin del tiempo. Cuntos das llevamos y no ha disminuido? ALONDRA: Al contrario, crece. De seguro ya todos los ros se han desbordado, las presas... Cuntas casas se habr llevado el agua ya? Pero, en fin, no da lo mismo estar aqu que all? BRUNO: No. Yo quiero estar all. ALONDRA: Y qu es all? BRUNO: Muy simple: no es aqu. ALONDRA: Y... querrs estar conmigo? BRUNO: Qu pregunta. ALONDRA: Es un s o un no? BRUNO: Tienes miedos de vieja. ALONDRA: Y t, respuestas de nio. BRUNO: Para muchos lo soy. ALONDRA: Y yo? Soy una vieja? BRUNO: Otra vez. ALONDRA: Veinte aos. Noms veinte aos. Toda tu vida y la mitad de la ma. A veces quisiera correr...
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BRUNO: (Con sorna.) As, en la lluvia? Te vas a enlodar. ALONDRA: En la lluvia o en el sol. Correr de todo, de los hombres, del primer marido, del segundo... hasta de ti. BRUNO: (Pausa.) No podrs correr de m. Porque te encanto. Adems, ya estamos corriendo juntos. (Re.) Huyendo de un loco con una escopeta mata-patos. ALONDRA: Ayer so que junto con aquel caballo transparente, nosotros tambin navegbamos torrente abajo, ramos traslcidos, como gelatina blanca llena de venas y rganos y masas que envolvan bombillas elctricas... por momentos estbamos montados en el caballo muerto y por momentos nos revolcbamos entre sus patas y el agua color tierra... BRUNO: Qu alucinaciones. ALONDRA: Sueos. No es lo mismo.
BRUNO: (La abraza consolador.) No sufras. Nadie nos va a alcanzar. Escucha la lluvia. Ya arranc al hotel de sus anclas de piedra y ahora es como un barco, vamos navegando. ALONDRA: (Con miedo.) Pero no tiene proa... no tiene velas... BRUNO: Y lo mejor es que no tenga ni timn. Para qu? Que nos lleve donde quiera. Si nos lleva juntos. ALONDRA: (Recuperando la breve alegra.) S. Juntos. Bruno, aunque a veces te pida estar sola, aunque a veces me vuelva como loca... no me dejes. Quiero que ests dentro de m. Siempre. BRUNO: Prometido. Escuchamos Che puro ciel! de la misma pera. Bruno y Alondra salen danzando con movimientos apenas perceptibles; de la misma manera se van desnudando. Nueve Delfino entra con el barco de papel en la mano, se sienta en la cama; por debajo de las sbanas emerge Dora en una ligera bata de dormir. DORA: (Infantilmente feliz.) Es para m?
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DELFINO: S. DORA: Lo ponemos en la acequia? DELFINO: Para eso es. Las sombras de los rboles indican un jardn bajo la lluvia. Abren un paraguas y van a la acequia, ella se inclina para jugar con el barco, l se sienta tras ella. DORA: Lo malo de un barco de papel es que se va pronto... DELFINO: As se esfuman las mejores cosas, de inmediato, por eso las extraamos y vivimos siempre recordndolas. DORA: Lo voy a entretener, como si estuviera anclado... DELFINO: Es tuyo. Puedes hacer con l lo que t quieras. Ests contenta en La Laguna? DORA: (Sonre, afirmando.) Nos ponen peras. Ahorita no se oye con la lluvia. DELFINO: (Le acaricia el cabello.) Dorita... Quin fuera t. A veces creo que es ms duro vivir afuera. Siempre metido en el mugrero. Bajando entre la porquera todos los das. Abrindole paso a la lluvia, hecha ros debajo de las calles. Dorita.... DORA: Extrao a Lucinda... (Suena de nuevo el balazo del pasado. Delfino se estremece.) DELFINO: Yo tambin. DORA: Cmo esta? DELFINO: Mejor que nosotros.
DORA: Extrao sus besos. DELFINO: Yo tambin. DORA: Mis sobrinitos? DELFINO: Los nios estn bien. DORA: (Sbita preocupacin) Y tu examen de leyes?
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DELFINO: (Sonre) Ya no estudio no te acuerdas? Ahora soy... DORA: Buscador de tesoros. Ah, s. Debajo de las calles. DELFINO: Hermanita, dile adis al barco. DORA: Adis, barco. El barquillo sale mientras los dos lo miran. DORA: Ayer vino Lucinda... (Balazo lejano. Delfino se cubre los ojos, se seca el sudor de la frente.) Y me bes... as. (Lo besa en una forma ausente de malicia.) Luego se fue corriendo entre la lluvia (Sonre ampliamente.) Y un relmpago se la llev. DELFINO: (Llora, abraza a Dora y le dice junto a sus cabellos, en una exhalacin.) Ay, Dorita. Diez Torrente de lluvia, escuchamos el fragmento Msero Giovane!. El coro de extraviados, siempre paraguas en mano, cruza por la escena en distintos sentidos, siempre perdido, cada vez ms agitado, se lleva los elementos de utilera, slo deja un bao de hojalata grande. La msica sigue, Fabin, con bata de bao y pantuflas, chapotea entre los charcos que ha dejado la lluvia, solo, re perdido en su liberacin momentnea. Entra Dora con su pecera. FABIN: Eres un enigma, Dora. DORA: Enigmadora... (Sonre.) Suena como a una animadora de enigmas. FABIN: (Vindola que acaricia al pez.) Qu vas a hacer? DORA: Si tu te vas a baar, yo voy a baar a Fabin... FABIN: (Estalla en carcajadas.) Somos una familia. (Transicin.) Nunca he tenido una. T? DORA: S. Mira sus escamas, parecen un montn de lunas metidas en una tela de mago... si cada una de ellas fuera un sol, te imaginas la cantidad de mundos?
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Fabin la mira entre la fascinacin y el desconcierto, prefiere no pensar. Rpidamente, con pudor, se despoja de sus pantuflas y toalla y se esconde en la tina de metal. Dora ni siquiera ha volteado a verlo. Ellos siguen en su espacio y no perciben a Rodas que desde las alturas viene bajando atado a un cable con su lmpara de bateras y una pala. RODAS: Baja ms, compaero. Ms todava! An no alcanzo el suelo. DORA: (Muy seria.) Fabin, si te dieran la opcin de implantarte las alas de
un ave o las branquias de un pez, qu preferiras? RODAS: (Furioso.) No ests oyendo que ms? (Para s.) Imbcil. (Llega al suelo.) Ya. Aqu esta el problema. Y solo! Maldito Delfino. (Exhala y se desengancha el cable.) La falta que hace el compaero, hombre.... rale, Rodas, a palear. (Comienza a tratar de deshacer el montn de basura con su pala.) El cable se balancea y se quedar ah hasta el final de la escena. FABIN: Eligiendo.) Las alas para volar. Ser caro. Pero firmes y no pegadas con cera... Sin embargo, t preferiras las branquias y las aletas (Sonre.) T escoges y lo mismo escojo yo. DORA: (Absolutamente convencida.) Yo no necesito nada porque ya lo tengo. Mis alas para volar, mis branquias para nadar... no te lo haba dicho? FABIN: (La mira deteniendo el movimiento del cepillo sobre su espalda, comprendiendo que habla en serio.) No. RODAS: (Contina en la faena.) Maldito Delfino. Malditas inundaciones! Maldita basura! Puentes sumergidos, coches hundidos, hombres ahogados y yo al final, con pala para levantar la miseria de todos, la mugre de todos. Yo para limpiar la cloaca del mundo... (Se detiene agotado.) Y a quin le importa?... Bienvenidos todos... vuelvan a ensuciar. (Palea.) Maldito Delfino, me dejaste solo. Se ilumina el fondo de la escena. En una tina de bao blanca estn Alondra y Bruno; junto, en el suelo, el tocadiscos. ALONDRA: Alguna vez leste la Biblia? BRUNO: No. No creo en nada. Slo en m.
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ALONDRA: Yo lo digo por... tiene unas ilustraciones, de Dor... desde nia me impactaron. Especialmente las del Diluvio... Y ahora con tanta lluvia... BRUNO: Pero esta agua est rica. Clida. Huele bien. ALONDRA: Hay una lmina en especial... algunos tratan de salvar la vida de las aguas, en una misma pea una madre alza a su beb y una leona tiene a sus cachorros entre las fauces... Es tanta la desesperacin que se olvidan de que pertenecen a distintas razas... Y ellas... las madres... tratan de salvar a sus hijos antes que a ellas mismas... BRUNO: No. No lo vi. RODAS: (Retoma la faena.) Y ni el mismo Delfino se cree que yo tengo cabeza... Me respeta noms porque soy su jefe. Pero da lo mismo. Aqu nos la llevamos los dos con la mierda hasta el pescuezo. Cul es la diferencia? S. Todos somos iguales, noms que a unos les toc subir a las terrazas de los edificios y a otros limpiarles todo el
mugrero que dejan caer... Ellos son los pjaros... nosotros los escarabajos. (Transicin.) Delfino... maldito. Ah andas medio loco por tu Lucinda... Cundo vas a despertar?... Maldito. DORA: (Apoyada en el filo de la tina de Fabin.) El aire para los pjaros, el agua para los peces y el limbo para los fantasmas. FABIN: Eres hermosa, Dora. DORA: (Lo salpica.) Hermosadora suena a... FABIN: A hermosa Dora. Ahora. Vindote aqu. As. Slo me falta la msica. Alondra saca la mano de la tina y coloca la aguja sobre el disco. ALONDRA: Orfeo y... BRUNO: Eurdice. Esa s me la s. Me lo has dicho tantas veces. ALONDRA: Puede haber prueba ms grande de amor que descender a los infiernos en busca de la amada? BRUNO: Me parece una imbecilidad. Si ya est muerta. ALONDRA: Es una metfora, Bruno. No se si a veces eres muy joven o eres muy... tonto.
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BRUNO: (La besa lascivamente.) Soy joven cuando te poseo... no?. Ser tonto no importa cundo, ser tu problema. ALONDRA: (Contina.) Orfeo baja al infierno... (Bruno se fastidia y bebe.) Y la busca... Haras eso por mi? BRUNO: Bajar al infierno? No. (Pausa.) Lo ms probable es que los dos nos vayamos juntos all abajo. (Re.) Entra a escena una placa de azulejos con una regadera de cadena, adems de una banca. El vapor del bao flota en el ambiente. De esta manera quedan tres sitios: el bao de Fabin, el bao del hotel y el bao de vapor de la empresa de drenaje. Entra Delfino en toalla con un jabn, le da otra toalla a Rodas que ahora deja el drenaje para estar en el vapor. RODAS: Maldito Delfino. Te me rajaste. (Se quita el overol para ponerse la toalla.) Hoy me dejaste solo. Con el trabajo tan duro... DELFINO: (En la banca.) Hoy tena que estar con Dora. RODAS: Nos pas una cosa horrible, de suerte estaba con la cuadrilla... DELFINO: Qu? FABIN: Dora, todos tenemos secretos. Dime uno tuyo y te enseo uno mo. DORA: Mi secreto es que yo no tengo secretos. (Sonre difana.) Lo que quieras te digo. Lo que quieras hago. FABIN: Yo tengo un secreto. DORA: Qu?
BRUNO: Alondra. Te quiero pedir algo. ALONDRA: Soy tuya. BRUNO: Gracias pero nadie es de nadie a fin de cuentas, por eso te lo pido. ALONDRA: Qu? RODAS: Estbamos en una fosa sptica... Destapndola porque una tubera de desage se rompi y la inund, haba un montn de cajas de embalaje y omos que un gato estaba chillando...
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FABIN: (Trmulo.) Me prometes que no te vas a asustar? BRUNO: No te vayas a enojar. Es importante para m. Es de las pocas cosas que son importantes para m. DELFINO, ALONDRA Y DORA: (En distinto volumen y tono, a destiempo) Dime. RODAS: No era un gato, era un nio. BRUNO: Quiero un hijo tuyo. FABIN: Tengo... seis dedos... en cada pie. (Le muestra un pie.) Pausa general. ALONDRA: (Rotunda.) No! DELFINO: (Devastado.) No. DORA: (Carcajadas.) No! RODAS: Lo rescatamos. Todo pareca que la madre lo ech por el retrete pero como dicen: al que le toca vivir... DORA: (Re.) No puede ser... Qu... curioso (Carcajada.) Es como... como la aleta de un pez. ALONDRA: Nunca. Jams. No es posible (Intenta salirse de la tina, Bruno la detiene.) RODAS: Yo no se cmo pueden hacer eso... tirar un hijo... BRUNO: Si no me lo das es que no me quieres. Cuntas veces al da me preguntas que si te amo y te la pasas sufriendo por eso y ahora que te pido un hijo... ALONDRA: Es que no sabes! No comprendes! (Lucha con l derramando el agua de la tina.) BRUNO: Que s! Lo quiero! Un escape de vapor vuelve a llenar el bao de los plomeros . RODAS: Est caliente no? Maldito Delfino... me dejaste solo. (Delfino se quita la toalla y va a la regadera.) Con todo el trabajo... y te fuiste a
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jala de la cadena y recibe un bao de agua fra.) Dorita... Antes Lucinda y ahora Dorita... Cundo te vas a dedicar a ti? (Delfino se enjabona ignorndolo.) DORA: (Ingenua.) Por qu tienes seis dedos? FABIN: (Se alza de hombros.) Si los tuviera en las manos sera un excelente pianista. (Sonre.) No te da... asco? No te parece...? DORA: (Espontnea.) Eres nico. Como Fabin, ningn otro pez tendr el mismo nmero de escamas... BRUNO: Yo he cambiado mi vida por ti... ALONDRA: Estoy vieja para tener un hijo... BRUNO: Con ninguna otra voy a querer tener un hijo. Es ahora y nada ms. Entiendes? ALONDRA: T eres el que no entiende. (Llora.) Es que ya tuve uno... BRUNO: No me equivoqu. ALONDRA: Con mi primer esposo, pero cuando llego ste... BRUNO: El mata patos... ALONDRA: Me oblig a que lo dejara. Me golpeaba... no lo quera. Y yo... BRUNO: Lo dejaste. Alondra llora, quiere salirse de la tina y l la vuelve a meter. RODAS: Maldito Delfino... Estas llorando verdad? DELFINO: T qu sabes... RODAS: S s. La extraas... Pero ya se muri. DELFINO: (Angustiado.) Lo s de sobra. (Deja caer el jabn, vuelve a estirar la cadena, se cubre la cara trmulo bajo el agua.) DORA: T eres de otro mundo, Fabin. FABIN: Justo como t. (La invita a la tina.)
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BRUNO: Bueno... pues ahora es tiempo de recuperarlo. ALONDRA: No quiero volver a sufrir. BRUNO: No me niegues la felicidad... Quieta te digo! RODAS: No te niegues la felicidad, Delfino... (Recoge el jabn.) DELFINO: (Llora.) Felicidad? FABIN: Dora... t vas a ser mi felicidad. DORA: Si quieres. (Se besan.) Llmame, entonces, Felicidadora. RODAS: (Le enjabona la espalda.) Acepta las cosas... Te queremos ver feliz... Yo te quiero ver feliz. ALONDRA: No! No y no. BRUNO: Si yo digo que s, es s! (La toma por el cuello.) FABIN: (Suspendiendo el beso.) Dora... te adoro. (Vuelve a besarla comienzan a hacer el amor.) RODAS: Maldito Delfino... yo... te... te... (Lo abraza por la espalda y lo sigue enjabonando, le besa el cuello.) Yo te...
DELFINO: (Se deja tocar, sigue trmulo, llora.) Ya te dije que no... Rodas... Yo no... (Rodas le tapa la boca.) RODAS: Por favor... silencio. BRUNO: (Ante el grito de Alondra.) Silencio! (Presiona su cuello hasta que ella accede.) Un hijo. Me oyes? Y ste no lo vamos a tirar. Lo oyes? (Se dispone a violarla.) Un hijo! Los tres grupos dicen cosas ininteligibles. Fabin y Dora hacen el amor; Alondra y Bruno estn en contienda agresiva; Rodas insiste, acariciando a Delfino, que no se mueve, slo llora. Lluvia sobre todos. Sbitamente, Dora se desprende de Fabin, l sigue haciendo el amor con una Dora imaginaria, ella va al cable que dej Rodas desde el principio de este cuadro y comienza a nadar en el aire o a volar segn ella lo crea.
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Once Transicin luminosa, semejante a un eclipse, luego un destello enorme de flash fotogrfico. Los extraviados han vaciado el escenario de elementos. Fabin danza entre los charcos, posteriormente se ubica en una esquina y pone el sombrero a sus pies para recolectar donativos de peatones. Por el fondo aparecen Delfino y Rodas paleando basura. RODAS: Ellos son los pjaros, Delfino y desde lo alto dejan caer su mugrero sin preocuparse de nosotros... DELFINO: Ya me lo has dicho. RODAS: Y nosotros somos los escarabajos que juntamos las bolas de... DELFINO: Esto tambin ya me lo has dicho. (Fabin toca su violn.) Oyes? (Rodas lo mira.) Esa msica. Es la misma que oigo... all abajo... en los tneles... Se escucha el ruido de un gran camin de basura, incluyendo el sistema hidrulico bajando la pala mecnica. RODAS: Pues yo noms oigo el del camin de drenaje. No te distraigas. Hay que subir el mugrero... (Delfino deja la pala y va hacia Fabin.) Delfino... Delfino! (Por lo bajo.) Maldito Delfino... Delfino se para muy cerca de Fabin, cuando el violinista abre los ojos se sorprende. DELFINO: Siga... (Fabin sigue.) Atrs, Rodas contina acumulando la basura, la cual va formando una gran esfera negra. RODAS: Escarabajos... maldito Delfino... Si no te cuido yo... quin? DELFINO: (Cuando Fabin termina de tocar.) Si trajera dinero te daba. FABIAN: No importa. Te gust?
DELFINO: No s. Es que... Me da escalofros. Esa meloda la oigo cuando andamos all abajo, en los tneles... FABIAN: (Desconcertado.) Esta msica es ma. Una pera original. DELFINO: (Intrigado, se sienta frente a l.) Cuntamela.
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Rodas lo ve desde el fondo y decide no llamarlo. Vuelve a su trabajo; la esfera va creciendo. Doce En el lado opuesto del escenario llueve en un cuadro estrecho. Bruno y Alondra bajo un paraguas. ALONDRA: Estars contento. BRUNO: Ya lo ves. No que no podas? (Le da un papel.) ALONDRA: Tienes que cuidarme mucho. Oste lo que dijo la doctora. Es de alto riesgo... BRUNO: T eres fuerte. Saldr muy sano. ALONDRA: (Llora.) Jrame que no me vas a dejar, ahora menos que nunca. BRUNO: Si quieres que te lleve, vmonos ya, tengo domin. ALONDRA: Bruno, necesito que me acompaes... Ms que antes, por el nio... BRUNO: Por l tengo que buscar trabajo. Ya se nos acab todo. Si al menos le hubieras sacado ms... ALONDRA: Pero si vas a jugar con esos que ni conozco... BRUNO: Son relaciones, para el trabajo... Adems, no necesitas conocerlos. No quiero que te vean conmigo. Me da pena. (Re.) Van a decir que eres mi mam. ALONDRA: No seas imbcil. (l re ms.) No seas cruel... BRUNO: Vmonos. ALONDRA: (Sbitamente, asustada.) Esprate. (Aterrada.) Es l. (Ruido de un coche que pasa; el agua que chasquea.) Mi marido. BRUNO: No... No era el mata patos. Ests como loca. ALONDRA: Perdname. Es por esto del beb, estoy... BRUNO: Ests bien. Acurdate que ya tuviste uno y no te paso nada. (Pausa.) Bueno, mejor nos vemos ms noche, ya se me hizo tarde.
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Bruno se va con la sombrilla, la deja bajo la lluvia. Alondra mira el papel del examen y despacio sale por el lado opuesto. Trece Fabin y Delfino comparten una botella; continan sentados. Al fondo, Rodas se ha echado a dormir recargndose en la bola negra que va formando. FABIN: Y esa es la pera de Nuestra Seora... DELFINO: De la oscuridad. La oigo, la escucho entre rejillas y pasadizos, entre
los tneles de ladrillos lamosos y viejos, entre charcos y goteras... Cmo puede ser? Y esa mujer, la que se ha quedado a vivir contigo... te sigue inspirando? FABIN: S, pero estoy bloqueado; decenas de melodas bullen en mi cabeza y suben como la leche hirviendo pero... no puedo mas que repetir y repetir lo mismo. DELFINO: Y as, nada ms de pronto la amas. (Fabin alza los hombros.) FABIN: No. Es algo ms poderoso. Si acaso crees en Dios puedes decir que lo amas igual que a una mujer? Es algo diferente, ms grande... DELFINO: Cmo se llama? (Lo interrumpe.) No, no me digas. Disclpame que te pregunte tantas cosas, no soy muy social comnmente... Pero tu msica. FABIN: Ella es... no puedo definirla. (Angustiado.) Cada da vivo con el miedo de perderla... Y t? Quin era ella? DELFINO: Mi esposa, una gran mujer. Me dej dos hijos... FABIN: Se muri. DELFINO: Se suicid. (Pausa. Bebe.) Por amor. (Pausa, bebe.) FABIN: Cmo? Se sacrifico o...estaba ...enamorada de otro? DELFINO: S, a lo primero: se sacrific quiz por el bien de todos. No, a lo segundo: estaba enamorada... ms que enamorada... tremendamente deslumbrada... por otra mujer.
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FABIN: (Tras una pausa en la que beben.) Todos podemos tener historias terribles... Vivencias tremendas... Pasados absurdos de tanto dolor... Y secretos. Y cosas extraas y deformidades sin explicacin... (Lo mira y dice no muy convencido:) Debemos sobreponernos. Y a la mujer, la conoces? DELFINO: Es mi hermana. Un relmpago sin trueno. Rodas ha despertado y se acerca a ellos, pone su pala en medio de los dos y le dice a Delfino. RODAS: Ya descansaste? La ltima carga y se va el camin. Hay que apurarnos, se anuncian grandes lluvias otra vez. Rodas se retira sin ver a Fabin. DELFINO: No se cmo te llamas. No quiero. No te voy a volver a ver. No quiero. No le cuentes a nadie lo mo. FABIN: Ni lo tuyo ni lo mo. DELFINO: Este encuentro no existi. FABIN: Jams. (Delfino se aleja y comienza a palear junto a Rodas. Fabin dice para s mismo:) No me acuerdo cundo pas a estar en medio de la nada, tampoco cundo ingres al grupo de los nadie, ni cundo
comenc a contar las horas de los nuncas. Catorce La esfera de desperdicios que han formado los plomeros gira fuera de escena, mientras escuchamos la partida del camin recolector; ellos tambin salen. De atrs de la bola de inmundicias entra una cama blanca de hospital, en ella se recupera Alondra. ALONDRA (Dbil, voz entrecortada.) Bruno... Bruno. Entra Bruno, su actitud es indescifrable, entre molesto y anonadado. BRUNO Me condenaste. ALONDRA So tantas cosas. BRUNO Desde el principio me condenaste. ALONDRA Qu pas? Est bien el nio?
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BRUNO Por desgracia est muy sano. ALONDRA Cmo? BRUNO Me condenaste. Tuviste un fenmeno. Tiene seis dedos en cada pie. Alondra, trmula. l, inmvil. La iluminacin de la habitacin cambia ligeramente; por la parte trasera entra Dora y se apoya en la cabecera de la cama. Ninguno de los dos la ve. Le acaricia los cabellos a Alondra a manera de consuelo. Quince Comienza a lloviznar. Escuchamos la obertura nuevamente. El coro de extraviados invade la escena. Todo desaparece, salvo Dora, que en desplazamientos lnguidos, a veces tensos, en otros, deslizantes, llega a proscenio y se coloca como un Cristo. El coro abre sus sombrillas y con ellas le forma unas enormes alas que bien podran ser las del Arcngel Miguel o bien las de Mefistfeles. Diecisis En el presente cuadro Rodas palea desperdicios alrededor de la trampa y va obligando a Delfino que tambin lo haga. RODAS: Vienen lluvias ms fuertes, Delfino. Hay que prepararse. Si no desatascamos este sector, cuntas casas te gusta que se metan debajo del agua. Luego ah van a quedar flotando los perros hinchados y las cosas intiles. (Pausa.) T tambin te crees que yo no tengo cabeza; que ando por ah abajo con mi cuerpo decapitado... que pienso con los brazos que levantan la pala y con esto. (Se toma el sexo.) DELFINO: No. RODAS: No digas que no. No me tengas lstima. Pero ests equivocado. S tengo cabeza... y corazn. DELFINO: Y tienes mujer y tienes hijos... RODAS: Y errores y accidentes. Ideas que no me gustan, metidas a palos en la cabeza y en la memoria. Recuerdos que me dejaron miedos. Y deseos que empujan por escaparse, igualito que si mi alma fuera una de tantas caeras tapadas, y lo que quiero es patearlos desde adentro, gritando, por salir a la luz...
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DELFINO: Yo igual, amigo. Pero mi alma va por otro tnel, a desembocar en otro ro... Nuestros cauces no son los mismos. Ya ves a los ingenieros que entuban a los ros y luego stos, furiosos, rompen todos los cinchos y todos los metales y estallan y arrasan con colonias enteras... RODAS: Me arriesgo. DELFINO: Y traen muertes y dolor... RODAS: Me arriesgo. DELFINO: Te entiendo. Nada ms que yo no s siquiera con qu arriesgarme. (Se toca el pecho.) Aqu adentro traigo una pedacera de corazn... trozos oxidados... tuercas enmohecidas... RODAS: (Lo toma por la espalda, una mano en cada hombro.) Escpelas, maldito Delfino... Escupe los retazos de chatarra... Scalos ya. DELFINO: Rodas. Jefe. Amigo. (Se suelta.) Cuando lo haga, si es que llega a suceder y me quede adentro todo limpio... RODAS: (Con una leve esperanza.) S... DELFINO: (Conmovido de s mismo.) Como una casa blanca llena de muebles blancos... RODAS: Qu? DELFINO: No te voy a invitar. No te voy a poder invitar. No te voy a querer invitar. RODAS: (Transicin. Fro. Bronco.) Mtete t primero. Vienen fuertes lluvias. Mas vale que destapemos esto. (Le seala la trampa.) DELFINO: (Entrando.) Rodas... RODAS: Mtete. Aqu no estamos para echar verbo. (Delfino entra a la trampa.) Vienen grandes lluvias, maldito Delfino... y cuando tu casa blanca se inunde... yo te la voy a sacar del pantano... y me vas a dejar entrar. Rodas se mete a la trampa, pero antes de desaparecer, con la pala, acerca los desperdicios y tapa el agujero como sepultndose a s mismo.
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Diecisiete Entra Alondra; se ve deshecha y ms vieja. De entre la paja hmeda saca una silla y se derrumba en ella. ALONDRA: Nunca para la lluvia. Nunca se detiene. La lluvia cae, la lluvia sube. Un ciclo infinito. Desde entonces canta alrededor de mis tmpanos. No cesa. Es como una temporada permanente de agua y ms agua, convirtiendo las aceras en canales, inventando remolinos en cada
coladera; a veces, cuando ha llovido mucho, el agua es clara, transparente, con ganas de ser bebida. Porque hay lluvias hermosas, esas que baan los jardines para dejar estallar, al sol siguiente, los capullos que se abren, explotando en ptalos de mil colores; incluso es bella esa lluvia que se apila en los cristales de la tarde o de una maana de domingo y se escurre dejando una estela cristalina, como si cada gota fuera una vida propia y tomara el rumbo que decide, aunque al final se une con todas en ese ocano de lluvia acumulada, igual que uno en el mar de gente de cualquier.... (Reflexiona.) A propsito... Qu ciudad es esta? Donde nunca llueve y donde siempre llueve? Donde la vida se vive en dos niveles, el de arriba de la calle y el de debajo de ella, siempre hmedo. (Pausa.) Y la lluvia fea, la horrenda, la que me martilla en la cabeza, como esa antigua tortura china de la gota que a travs de los das, cayendo en la misma parte de la cabeza, termina por abrirla y penetrar hasta el cerebro. La lluvia detestable, la que me resfra el alma, la que me pudre los huesos de humedad, la que me satura de hongos el espritu... BRUNO: (Emerge, fumando, de la oscuridad.) Pst... hey, loquita... ALONDRA: (Aterrada.) Quin? Vete! BRUNO: A cul de los dos ests corriendo? ALONDRA: (Llora, extraviada.) Cules dos? T no eres ni uno ni otro... BRUNO: Como no. Soy el padre de tu hijo... (Ella se queja. Esconde la cabeza entre las rodillas, dice cosas ininteligibles.) De nuestro hijo de seis dedos... T me lo pediste te acuerdas?: Siempre dentro, muy dentro de ti. ALONDRA: Ests enfermo. BRUNO: (Re. Irnico.) Slo yo. ALONDRA: Desde que me lo dijiste... te desapareces meses, luego vienes y me.... me...
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BRUNO: Te torturo? Qu prefieres, el abandono o la tortura? ALONDRA: (En un alarido.) Vete! BRUNO: A cul de los dos ests corriendo? Al padre de tu hijo o a tu hijo? ALONDRA: (En un susurro.) Vete... por favor... vete. BRUNO: Para que nadie lo sepa, como cuando me abandonaste a m. (La abraza. Llora.) Pobre mam... Toda la vida dedicada a buscarte. Toda la vida siguindote. Ahora que te encontr...(Firme.) nunca te voy a dejar. ALONDRA: (Desquiciada, muy dbil.) Por favor, mtame. BRUNO: Matar a mi amante? Matar a mi madre? No estoy loco. ALONDRA: (Extraviada.) La lluvia cae, la lluvia sube. Un ciclo infinito. Bruno la abraza mientras ella casi se desvanece. La lleva hasta la trampa y la mete en ella, despus arroja algo de basura por el hueco, enciende un cigarrillo y sale. Dieciocho
Fabin aparece tras la pared que hicieran los extraviados; toca, con su sombrero a los pies. Recibe pocas monedas, algunos extraviados se van, otros lo miran extraamente desde la lejana. FABIN: Por unos momentos viv la luz. La buena lluvia purificante. Los mendrugos fueron manjares y pasteles de Viena. Mi desconocida pera triunf titilante en el Thatre de LOpra, en La Scala, en el Metropolitan... La tina de bao fue el Mediterrneo... las calles mojadas, los Campos Elseos y la avenida de las esfinges con cabezas de carnero en Karnak... el autobs las alas de caro, una gndola atracando en San Marcos... Dora es las manos de Miguel ngel en el mrmol, las bailarinas de Degas, los nenfares de Monet; es la noche de Van Gogh, es todas las notas de Mozart, es los coros que entonan a Haydn... es Eurdice. (Tres extraviados lo rodean.) Ahora es la soledad (Un extraviado lo golpea en la espalda con el paraguas.) Ahora es el recuerdo (Una sombrilla le azota el pecho.) Es la memoria (Golpe en la cabeza.) El deseo inalcanzable (Fustigazo en la entrepierna.) Es la vacuidad... (Los extraviados lo latiguean por todo el cuerpo. El coro se queda quieto, Fabin se arrastra ensangrentado entre sus pies, alejndose por el suelo.) Me ha dejado en la oquedad de m mismo. Y otra vez estoy en medio de la nada,
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soy de nuevo nadie en el tiempo de los nuncas. (Llega a la orilla de la trampa.) Porque Dora ya se ha ido... para siempre. Y no habr otra. Esta pera ha bajado su teln final. Jams habr otra igual. (Los extraviados lo asedian de nuevo y cada uno clava la punta de su sombrilla en Fabin; por segundos parece una metfora visual de San Sebastin. Los extraviados lo abandonan y se dirigen al sombrero, lo toman y se reparten las monedas, otro se lleva el violn. Salen.) Eurdice... Eurdice Dora. Euridicedora. A qu te suena? Endurecedora? Eres Medusa. (Se arrastra asomndose a la trampa.) Encantado soy, de piedra me has hecho. Tuyo. (Se deja caer dentro de la trampa cabeza abajo con un alarido.) Diecinueve La cama del hotel emerge de un lateral y se levanta vertical sobre su piesera, Bruno est a horcajadas en la cabecera con la ropa hecha jirones. BRUNO: Y qu me quedaba? Dejarla impune? Y los aos en el orfanato? Y los abusos, el miedo, la soledad y mi desarraigo? Enfermo yo? Enferma ella, enfermo el mata patos, enfermo el mundo. Quin puede dejar a un nio tirado en el olvido? No soy de hierro. Y quin no esta enfermo? Todos al borde del precipicio, al filo de los tiempos, en la raya de la vida... en medio del bien y del mal. (En un grito.) Y a quin le importa? Y tengo yo la culpa que haya sido mala madre? Ni una perra desteta a su cachorro para largarse con un nuevo macho, hasta los buitres alimentan a sus cras en los nidos antes de echarlas a
volar y las tarntulas las llevan a cuestas hasta que generan su veneno propio... Enfermo yo? Alguien tena que castigarla! Y como no hay nadie en el universo que haga justicia... Nadie ms que yo! (Pausa.) Y despus de todo... a quin le importa? (Desciende finalmente hasta el suelo. Hilarante.) Adems... Quin puede venir a castigarme? Mi castigo: toda esta vida. Bien pagado por delante. La luz de una puerta que se abre. La sombra o silueta de una escopeta para cacera de patos lo apunta. Un disparo amarillo. BRUNO: (En un ltimo aliento de vida, con su cuerpo agujerado.) Mis ojos!... (Delirando.) Estoy asesinado. (Se derrumba en un montn de paja hmeda.) Veinte Delfino y Rodas en el centro de la escena, bajo un crculo de luz con rayas; presencia y sombra de una alcantarilla muy por encima de ellos. Los sonidos se vuelven cavernosos y metlicos.
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RODAS: (Hablando por el radio.) En el nivel nueve. (Ruido.) El problema es grave, la obstruccin es grande. No me lo van a creer... (Ruido.) Aparece otra luz idntica en un extremo: ah est Fabin; un tercer crculo, que ubica a Bruno. Finalmente, Alondra aparece por el fondo, desciende entre la oscuridad y el cuarto crculo de luz, con sombras de rejilla, la cubre. ALONDRA: Tiene seis aos. A los seis aos ya est grande, no? S que en el retiro lo van a cuidar muy bien. Le vend los piesecitos para que nunca le vean los dedos y no lo vayan a humillar. Adems le dej un tocadiscos porttil y... y una pera... la que ms me gusta. La nica que tena... Ojal y le abran pronto la puerta, porque como est lloviendo... Lluvia torrencial en las reas de luz que indica que por las alcantarillas se cuela el agua de la tormenta. RODAS: (Al radio.) No. No abran las compuertas. Si no quitamos la obstruccin del nivel nueve el agua se va a devolver y va a lanzar al aire todas las tapas de las alcantarillas... Una inundacin, entiende?! Inundacin. DELFINO: Necesitamos ms que una cuadrilla... Necesitamos una gra... De dnde? De dnde pudieron venir? RODAS: No vinieron. Los arrastr el agua. DELFINO: Pero... Desde dnde? Cuntos kilmetros bajo la tierra? Y cmo es que siguen juntos? DELFINO: Nivel nueve. (Ruido.) Me escuchan? No abran las compuertas! FABIN: (Para s, delirando.) Nuestra Seora de la Oscuridad... DELFINO: No los arrastr el agua... S vinieron.
BRUNO: (Agonizando y as hasta el final.) Nada existe. Nadie hace justicia. No hay Dios. Si hubiera uno mi vida no sera... Yo hago la justicia. DELFINO: Aqu estn. El rugido lejano del agua que corre comienza a escucharse, est a kilmetros de distancia en tneles aledaos.
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RODAS: (Deja caer el radio.) Delfino... Abrieron las compuertas! Vmonos. (Delfino se queda quieto.) La presa est llena, Delfino... Abrieron las compuertas... el torrente no tardar en llegar... Vmonos! El rugido del agua crece. DELFINO: No... Los caballos... ALONDRA: (Delirando.) Y si dentro de veinte aos me lo encuentro? Si me busca como su padre, mi hijo, y me sorprende? Qu le voy a decir, que es mo? Mi hijo? Mi nieto? Y si l tambin quiere hacerme un hijo? El rugido del agua torrencial crece aun ms. RODAS: Delfino, aprate! (Lo toma para arrastrarlo.) DELFINO: (Se zafa.) No! Aqu estn. Cuatro caballos. RODAS: Cuatro caballos muertos, y nosotros tambin si no salimos... DELFINO: Esos caballos no mueren. RODAS: (Bajo.) Maldito Delfino (Lo abraza, luego le acaricia speramente una mejilla.) Adis. (Rodas sale corriendo.) ALONDRA: Yo iba montada en ese caballo transparente... FABIN: Nuestra Seora... BRUNO: (Re.) Ser que ests haciendo Justicia? DELFINO: Cuatro caballos... El Apocalipsis. Y los cuatro jinetes? La luz se intensifica sobre Delfino, Alondra, Fabin y Bruno; todos separados. El coro de extraviados entra con movimientos lentos que anuncian su destruccin. El rugido del agua torrencial est a metros de ellos, el volumen sube, todos esperan la inexorable inundacin. Sbitamente todo se suspende y poco a poco escuchamos la msica que Fabin tocaba al violn. FABIN: Ya no importa cundo pasamos a ser nadie, ni tampoco desde cundo rondbamos en la nada. Eso ya no es importante. (Re.) Ya no.
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Mientras los dems continan ensimismados, Fabin comienza a chapotear alegremente entre los charcos, la msica sube. Por el fondo aparece Dora; una corona de insectos luminosos cie su cabeza. Extiende los brazos hacia ellos. Todos la miran, todos sonren. Teln lento Agosto-septiembre de 2003. En poca de lluvia. Monterrey, N. L.