Antropologia de Las Religiones Elio Masferrer
Antropologia de Las Religiones Elio Masferrer
Antropologia de Las Religiones Elio Masferrer
Seccin Debate
El desarrollo de la antropologa y las ciencias representan nuevos desafos para los antroplogos. Durante mucho tiempo analizamos las cuestiones religiosas en el contexto etnolgico y como visiones del mundo de los pueblos estudiados, considerando, en muchos casos, que los pueblos eran homogneos y las visiones del mundo tambin. Hubo colegas que para referirse a estos pueblos adoptaron el trmino pueblos etnolgicos, forma elptica de evitar el etnocentrismo de primitivos. Palabras claves: Antropologa de las religiones, ciencias sociales, grupos religiosos, transculturacin. The development of anthropology and sciences mean new challenges for anthropologists. For a long time we used to analyze religious issues within the context of ethnology, along with their role as the examined peoples worldviews. In many cases, such studies would assume that those peoples and those worldviews were homogeneous. Some anthropologists even used the expression ethnological peoples, a way of avoiding the ethnocentric primitive. Keywords: Anthropology of religions, Social sciences, religious groups, transculturation
RESUMEN
ABSTRACT
AntroplogoProfesor-Investigador de la Escuela Nacional de Antropologa e Historia- Instituto Nacional de Antropologa e Historia (ENAH-INAH), Mxico, D. F. <[email protected]> Artculo propuesto el 18/07/08, versin nal recibida el /10/08.
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PRESENTACIN
Las realidades son cada vez ms complejas y la etnologa y la antropologa social deben dar cuenta de los procesos de diversidad cultural, tnica y social en las sociedades que estudian y donde trabajan, cada vez mas alejadas de los trminos de las mal llamadas sociedades simples. Afrontamos el desafo de explicar sociedades complejas en contextos multiculturales (Banton 1980). Durante mucho tiempo los cientcos sociales latinoamericanos empleamos formulaciones conceptuales desarrolladas en otros contextos socio-polticos, culturales y econmicos, realizando procesos de interpolaciones tericas que llevaron a transitar en forma acrtica por las modas conceptuales de los centros hegemnicos. El desafo que enfrentamos es desarrollar propuestas que partan de nuestros contextos y traten de resolver nuestros problemas, asumiendo los aportes conceptuales desarrollados no slo en el primer mundo, sino tambin en el Tercero, particularmente en Amrica Latina y en nuestros propios pases.
LA CONSTRUCCIN DE UNA CIENCIA SOCIAL LATINOAMERICANA
Para construir una antropologa de las religiones en sociedades complejas es importante partir de las distintas visiones del mundo desarrolladas en nuestros propios pases, rompiendo con criterios etnocntricos y neocoloniales que slo ven como legtimas las instituciones y propuestas religiosas originadas en los centros hegemnicos, para luego asignarle la categora de religin popular o protestantismo popular o catolicismo popular a esas propuestas locales. Sin tomar en cuenta que los antroplogos no deberamos asumir esos juicios de valor para estudiar nuestras realidades, no podemos olvidar que cada cultura, subcultura o sociedades parciales en los contextos multitnicos, pluriculturales y complejos que denen nuestras sociedades merecen respeto, para ser estudiadas como formaciones en s mismas. En muchos casos algunos cientcos sociales de las religiones han partido de las deniciones, construcciones teolgicas e incluso propuestas utpicas construidas en los centros hegemnicos y las estudiaron como si fueran la realidad que estamos analizando. Frente a esto es importante recordar a Herskovitz, quien
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hace muchos aos, plante que los espacios de la convivencia, el relativismo cultural,
es una losofa de la cual surge el respeto mutuo basado en los hechos que pone en audaz relieve el duro ncleo de las semejanzas entre las culturas que han sido tenazmente pasadas por alto a favor del acento puesto en las diferencias culturales. Estos hechos demuestran que toda sociedad tiene valores e impone restricciones que todo sistema de tica ejerce sobre los que viven de acuerdo con aquel (Herskovitz 1992).
En este contexto, es importante pensar a la antropologa de las religiones, ya que permite ubicar a nuestros objetos-sujetos de estudio. Asumir el relativismo cultural como criterio bsico de la antropologa de las religiones, no implica renunciar al control social, como ya lo dijo hace mucho tiempo Herskovitz: hay que distinguir agudamente entre relativismo cultural y la relatividad de la conducta individual que equivaldra a negar todo control social sobre la conducta. Se ha visto que en toda sociedad humana existen fuerzas morales integradoras; y continua planteando que el ncleo mismo del relativismo cultural es la disciplina social que respeta las diferencias, es el respeto mutuo. Subraya el valor de diversos modos de vida, y no el de uno slo, signica armar los valores de cada cultura (Ibid. 1992)1 y no como simples derivados de otros sistemas culturales, sociales y polticos.
APORTANDO CONCEPTOS
Nuestra propuesta est orientada a formular un marco conceptual, terico y analtico de la antropologa de las religiones que deje de lado el etnocentrismo y se aboque al estudio de las visiones del mundo que se formulan en nuestras sociedades, particularmente aquellas que habitualmente denominamos religiosas. Es importante mencionar a Clifford Geertz, quien dena religin como un
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La historia cultural nos ensea que si es importante discernir y estudiar los paralelismos en las civilizaciones humanas, no es menos importante discernir y estudiar las diferentes maneras que el hombre ha estudiado para satisfacer sus necesidades (Herkovits 1992).
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sistema de smbolos que obra para establecer vigorosos, penetrantes y duraderos estados anmicos y motivaciones en los hombres, formulando concepciones de un orden general de existencia y revistiendo estas concepciones con una aureola de efectividad tal que los estados anmicos y motivaciones parezcan de un realismo nico (Geertz 1989). Empero, sin descartar los aportes de este autor, en trminos operativos consideraremos tambin religin a todo sistema conceptual, mtico, simblico y ritual que se plante en trminos de verdades absolutas, operando sin necesidad de vericacin o si la reclama es en realidad un proceso de vericacin, que se verica a s mismo, un esquema tautolgico (Masferrer 2004). Nos parece importante tambin denir nuestra perspectiva analtica. En muchos casos los investigadores de las religiones se han centrado en los informantes clave, tomando en muchos casos como tales a los lderes institucionales, que tienen cierto nivel de formalizacin. Habitualmente los lderes formales son realmente brokers, intermediarios de poder, entre las cpulas eclesisticas y sus feligreses, tratan de adscribirse a las ortodoxias dogmticas y teolgicas, para obtener legitimidad desde la cpula, rerindose mas al campo de la cultura ideal o los paradigmas institucionales, que a la cultura real de la organizacin, sin perder necesariamente el control de su feligresa, donde se plantean muchas veces como constructores o al menos buscadores de consensos. Esto no descarta el desarrollo de estrategias de control sobre sus feligreses para que abandonen lo que llaman contaminaciones paganas, resultado de una educacin religiosa deciente, para que sufran las transformaciones que los llevarn a la verdadera fe.2 Para quienes partimos de la observacin participante y de una antropologa de las religiones en sociedades complejas, en sociedades de masas, el problema es entender que esas masas no son amorfas ni homogneas, sino que por el contrario estn segmentadas, estraticadas y escindidas por tradiciones histricas, econmicas, culturales, sociales y religiosas. Por ello importa partir de la perspectiva de los creyentes, el punto de partida para una lectura etnolgica es el anlisis de las transformaciones sufridas en los sistemas de ecacia simblica y en los rituales, ceremonias y prcticas religiosas vinculadas a los mismos.
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Algo de eso est planteado por Marzal (2002)., cuando considera que el catolicismo popular no es la religin de los pobres, sino de las mayoras poco cultivadas religiosamente. Despus veremos que este autor brinda diversas deniciones.
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Buscar la perspectiva del creyente, de los consumidores, productores y reproductores de bienes simblicos y religiosos, abre(n) caminos para comprender adecuadamente la dinmica de los sistemas religiosos y las solidaridades que se construyen entre miembros de distintas confesiones religiosas, quienes muchas veces comparten ms entre s que con miembros de otros sectores de la misma iglesia a la que pertenecen. Las perspectivas de los creyentes ponen en entredicho los sistemas eclesiales jerarquizados, se conguran muchas veces como sistemas de poder de los laicos, en ciertos casos alternos al de las iglesias y sus sistemas clericales basados en especialistas religiosos iniciados en los trminos institucionales (Masferrer 2004). En nuestra caracterizacin de especialistas religiosos tomamos a todos aquellos que estn dedicados preferentemente a la produccin y reproduccin de los sistemas religiosos. Esta denicin incluye por supuesto a especialistas no formalizados desde las cpulas eclesiales, pero que los creyentes consideran con estos roles.
LOS SISTEMAS RELIGIOSOS Y LAS IGLESIAS O DENOMINACIONES
En esa perspectiva es que empleamos el concepto de sistema religioso para diferenciarlo del termino religin, utilizado como sinnimo de las grandes corrientes religiosas, cristianismo, catolicismo, judasmo, etc. (Weber 1980),3 o como concepto para referirse a una institucin. En nuestro trabajo de investigacin como ya sealamos, preferimos emplear el trmino sistema religioso, denido como un sistema ritual, simblico, mtico relativamente consistente desarrollado por un conjunto de especialistas religiosos, articulado o participante en un sistema cultural o subcultural.4 Consideramos clave el papel del ritual, pues es mediante la participacin en los sistemas rituales que se internalizan los sistemas religio3
Entiende por religiones mundiales al confucionismo, hinduismo, budismo, cristianismo e islamismo: sistemas religiosamente determinados de regulacin de la vida que han sabido reunir en su derredor a multitudes de adeptos Tambin incluye como sexta posibilidad al judasmo, por su impacto en el Islam y el Cristianismo (Weber 1980). Podramos decir que las diferencias individuales en las creencias y en el comportamiento de personas que pertenecen a un sub-grupo o comunidad local dentro de una sociedad particular estn sumidos en los consensos que caracterizan las sub-culturas de los dos grupos y de este modo hacen posible distinguirlos unos de otros en trminos de sus patrones tpicos de pensamiento y de conducta (Herskovits 1992).
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sos y, partiendo de estos, se articulan con los sistemas mticos y simblicos, la endoculturacin religiosa se inicia desde el nacimiento de los nios. En muchas ocasiones hemos empleado el concepto de religin popular para referirnos a los sistemas religiosos,5 pero este concepto tiene muchas debilidades pues presupone que las clases altas se adscriben a la ortodoxia o que no son capaces de generar sus propias propuestas religiosas6. Esto ya haba sido sealado por el antroplogo cataln Manuel Delgado:
Aqu reside la gran paradoja que el aparato eclesial se ve condenado a repetir. La nica manera de divulgar los mensajes de su sistema religioso es vehiculndolos mediante actitudes y conceptos que le son ajenos, y a veces contrarios. Para ganarse un cierto grado de articulacin social, la Iglesia debe constantemente cristianizar el folclore y folclorizar el cristianismo. La religin que las gentes practican es, a la vez, un medio y un obstculo, su principal aliado y su peor enemigo.
El catolicismo, entendido como religin teolgica, es, ante todo y casi nicamente, la religin en la que creen y la que practican los telogos y la pauprrima minora para la que sus arcanos signican. Para la sociedad, lo que hay, es otra cosa. Joan Prat (1983) ha propuesto llamarlo experiencia religiosa ordinaria; es decir conjunto completo de comportamientos, ritos, concepciones, vivencias, representaciones sociales y smbolos de carcter religioso que en un marco concreto espacial y temporalmente sustentan unos individuos tambin concretos. Gutirrez Estvez ha sugerido la frmula sistema religioso de denominacin catlica, aquel en que, al margen de su procedencia, todos los elementos estn estructurados en un nico sistema que organiza su experiencia y proporciona determinadas energas simblicas para vivir en sociedad (Gutirrez Estvez1984).
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Varios autores deslindan la religin popular como instrumento de lucha de las clases populares y la contraponen a la religin ocial, resultado de la romanizacin de la Iglesia a partir del siglo XIX (Pio IX) (Dussel 1986). No disentimos de Dussel, sin embargo no coincidimos en descartar la posibilidad de que las clases altas generen a su vez sus propias construcciones religiosas, sin que necesariamente sean las mismas que las ociales. Una de nuestras hiptesis de trabajo es que el desarrollo de la Nueva Era o la Teologa de la Prosperidad en las clases altas, por analoga tiene un papael estructuralmente similar a la llamada religin popular en los sectores populares.
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Ambos trabajos constatan lo ms constatable, algo que ms adelante Crdoba Montoya (1989) notara en su atinado trabajo sobre la gnesis ideolgica de esa nocin, el que religin popular no es un trmino aceptable para la antropologa y que el contenido que habitualmente se le asigna a lo que corresponde es a la estructura de ritos y mitos, de prcticas y creencias relativas a cosas socialmente consideradas como sagradas, que tienen un valor institucional reconocido por la comunidad, que constituyen modalidades de accin social y vehculos de expresin vehemente de una determinada ideologa cultural. Llamar a esa estructura experiencia religiosa ordinaria o sistema religioso de denominacin catlica es legtimo y preferible a la articial religiosidad popular. Lo que ocurre es que el valor de tales nociones se acerca al del eufemismo, porque, en antropologa y cuando ha lugar a ello es decir, cuando existe un espacio sociocultural exento a qu referir tal categora, el nombre que recibe el conglomerado de esas prcticas y creencias no es otro que el de, sencillamente, la religin (Delgado 1993). Es interesante destacar que los autores referidos polemizan con un texto de Marzal contemporneo a esa poca. Marzal les contesta revisando sus deniciones aos despus en Tierra Encantada. All da un conjunto de deniciones de catolicismo popular que son divergentes. Es interesante recordar que este autor, adems de antroplogo, era sacerdote jesuita y asesor activo de espacios confesionales, eso es transparente cuando considera que
el catolicismo popular puede denirse en general, como la forma en que se expresan religiosamente para dar un sentido trascendente a su vida, las grandes mayoras del pueblo de Amrica Latina, que se denen a s mismas como catlicas, a pesar de su escaso cultivo religioso, que se debe tanto a la falta de una mayor atencin de parte de la Iglesia Catlica como a que dichas mayoras no buscan mayor atencin religiosa y se contentan con ser catlicos a su modo (Marzal 2002).
Ms adelante avanza con cuatro puntos que muestran las tensiones conceptuales del maestro. 1) Como todo sistema religioso, est formado por un conjunto peculiar y complejo de creencias, de ritos, de formas de organizacin, de sentimientos y de normas ticas, creen en Dios, en los santos y en el demonio, participan en la celebracin de las estas patronales, que son el rito religioso pblico
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mas importante del continente y peregrinan masivamente a los santuarios de Cristo, de la Virgen Mara o de los santos. Es una cultura en el sentido antropolgico del trmino, un modo de ver la vida y de construir el mundo se transmite de generacin en generacin. Esa transmisin se hace mas por medio de las devociones populares y por el proceso de socializacin en una sociedad donde la fe se hizo cultura que por la catequesis formal. Forma diferentes subculturas religiosas en el marco socioeconmico del sector social que lo vive, que son el mundo indgena y africano que guarda elementos de sus viejas culturas, el campesinado, las colonias sub-urbanas marginales, los sectores medios y la misma burguesa. En pocas palabras todos los estratos sociales. Es denominado tambin religiosidad popular, religin popular, religin del pueblo y, en la Evangelii muntiandi del papa Pablo VI, piedad popular. Acota que el catolicismo popular no es un conjunto de prcticas inconexas, sino una religin por el que la mayora de los latinoamericanos, dan un sentido trascendente a su vida (Marzal 2002).
En trminos estrictos podemos observar que este autor maneja distintas deniciones de catolicismo popular. Por una parte, como un horizonte religioso denido por ciertas partes comunes a Amrica Latina; luego, como una cultura en el sentido antropolgico; y en el tercer punto la escinde en subculturas sumamente diversas, que abarcan desde los indgenas hasta la burguesa. Se reivindica como sacerdote al mencionar la denicin empleada por Paulo VI, para luego plantear que no es un conjunto de prcticas inconexas, sino (nada menos que) una religin por el que la mayora de los latinoamericanos dan sentido trascendente a su vida. A un etnlogo le resultaran ms interesantes el segundo y tercer punto, donde abre la posibilidad de estudiar precisamente los sistemas de visin del mundo de los distintos grupos sociales, pueblos y etnias que componen Amrica Latina. Los conceptos de Marzal, quien fue mi maestro, son muy tiles para una comprensin amplia de la cuestin religiosa en Amrica Latina; es la tarea de sus discpulos profundizar en sus enseanzas.7
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Es interesante destacar que Marzal emplea un concepto de sistema religioso similar al nuestro, sin embargo nunca estaba de acuerdo conmigo cuando lo empleaba e incluso polemizamos en pblico. Mi planteo
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Desde esta perspectiva, las denominaciones religiosas tienen en su interior distintos sistemas religiosos. Del mismo modo, estos sistemas religiosos, aunque distintos entre s, pueden tener un conjunto de elementos comunes que traspasan las estructuras organizativas, eclesisticas o denominacionales, esto es, una estructura macrosistmica, cuyo ejemplo mas notable son los llamados modos nacionales de expresin religiosa, como por ejemplo la llamada religin civil norteamericana.8 Una lnea de investigacin pendiente tratara de ubicar los distintos modos nacionales de conguracin de los sistemas religiosos especcos y sus modos de articulacin a sistemas culturales ms amplios9. En esta perspectiva, los sistemas religiosos se articulan en la dinmica de las sociedades nacionales y regionales donde estn insertos, a la vez que producen importantes transformaciones en las estructuras eclesisticas nacionales e internacionales. Del mismo modo, dichas estructuras transnacionales tienen inercias burocrticas e histricas que tienden a encauzar u orientar los procesos de los sistemas religiosos concretos, producindose as una tensin permanente ortodoxia-lectura sistmica, que genera tendencias a la sin de las estructuras eclesisticas y a la creacin de nuevas formas organizativas que respondan a las nuevas demandas de desarrollo de los sistemas religiosos.
fue que era ms marzalista que Marzal. En realidad debemos discernir entre el Marzal antroplogo de las religiones que tena planteamientos fascinantes y el Marzal sacerdote, quien fund la antropologa aplicada de las religiones, presente en ese mismo texto cuando plantea que los catlicos populares muestran una instruccin religiosa deciente, y aceptan los valores cristianos, a pesar de su irregular asistencia al templo y a sus deciencias ticas. Ms adelante seala que la catequesis formal tiene un contenido ms intelectual y su meta debiera ser conocer con las necesarias adaptaciones locales, el Catecismo de la Iglesia Catlica (1992) (Marzal 2002). Se trata de una religin que evita identicarse con una sola confesin religiosa, que toma prestado de las tradiciones religiosas de tal modo que el americano medio no ve conicto alguno entre ella y su fe particular si es que la tiene adems la religin civil consiste en uso de smbolos religiosos en la vida pblica (Giner 1994). Al respecto en Amrica Latina, los desarrollos ms avanzados en esta cuestin son de los investigadores brasileos, del Cono Sur y los del Mundo Andino, adems de los mesoamericanistas (en un sentido ms histrico) y los mexicanos.
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La dialctica denominacin10sistema religioso es muy importante pues pone en duda las estructuras de poder tradicionales de las iglesias y sus aparatos burocrticos y son muchas veces la expresin visible de la confrontacin. Otra evidencia de la organizacin de las solidaridades transdenominacionales es la dicultad de las iglesias para construir verdaderos dilogos ecumnicos en Amrica Latina.11 En trminos estrictos nos parece importante reformular esta denicin. Esta nocin no institucional de sistema religioso est basada precisamente en el trabajo de campo, la herramienta habitual del antroplogo, que hace nfasis en los grupos sociales que son portadores de los sistemas religiosos y no necesariamente en la perspectiva de los telogos, que como intelectuales orgnicos de los distintos sistemas religiosos parten de la perspectiva institucional y de autoridad, y no necesariamente de los procesos sociales de reproduccin y reformulacin de los sistemas culturales y religiosos.
LA DINMICA DE LOS SISTEMAS RELIGIOSOS. UN MODELO ENERGTICO
Una de las cuestiones evidentes de la dinmica de los sistemas religiosos es el crecimiento y decrecimiento de distintas propuestas religiosas. Sin entrar en los excesos premonitorios de algunos colegas, como Stoll (1993),12 y/o actores religiosos interesados en demostrar la inevitabilidad del triunfo de su propuesta, es evidente que el campo religioso es cambiante y existen propuestas que se han fortalecido, otras que estn en franca decadencia, hechos visibles tanto al interior
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El trmino denominacin ha sido desarrollado en Estados Unidos y es consistente con el concepto de sociedad civil. Implica que cada grupo religioso no se asume como la Iglesia. Sino que son slo partes en el proceso de construccin de la Iglesia, denominaciones de una parte del cuerpo de Cristo, construcciones inconclusas de la Iglesia que propuso Cristo. En este sentido hay una controversia con la Iglesia Catlica. El trmino denominacin es til, pues aunque connotado no implica juicios de valor descalicatorios, como es el caso de secta, nuevo movimiento religioso o cult. Hay un acuerdo tcito entre los cientcos sociales de las religiones en Amrica Latina de emplearlo como trmino neutral. Vase Goodall, apndice de M. Prez Rivas (1970), donde muestran los avances y retrocesos del movimiento ecumnico, originalmente planteado en Europa, su traslado a Amrica Latina es complicado. Donde la disputa por la feligresa es la tnica, el dilogo ecumnico se centraliza slo en las Iglesias histricas hasta la Reforma, sin incluir a pentecostales. STOLL, David: Is Latin America Turning Protestant? The Politics of evangelical Growth, 1990.
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del mundo catlico, como del protestante. Un dato interesante es que las asociaciones religiosas catlicas tienen registrados ante la Secretara de Gobernacin de Mxico 18,644 ministros de culto (33.43%), mientras que los evanglicos tienen 27,212 ministros (48.80%). Podran sumarse las 26,000 religiosas, pero sus roles no son equiparables a los pastores.13 No incluimos a los ministros registrados por los Testigos que son 3,972 (7.12%), ni a los 428 (0.77%) mormones. Los 80 millones de catlicos asisten menos de una hora al mes promedio a servicios religiosos, pero los 10 millones de evanglicos asisten a 15 horas promedio al mes a sus servicios. Si aplicramos los criterios de Richard N. Adams (1975, 1978) sobre quantum energtico, veramos que en realidad los evanglicos disponen de mayores recursos humanos o, para ser ms precisos, ms energa humana que los catlicos, lo cual sera una de las explicaciones de su incremento en 50% cada 10 aos. Para ello hemos tratado de plantear una frmula para denir la estrategia disponible en un sistema religioso. E (energa del Sistema religioso) = tiempo social + tiempo cristalizado (recursos + edicios) Llamamos tiempo social al tiempo y trabajo socialmente disponible para el sistema religioso y consiste tanto en la asistencia a los servicios como el involucramiento de los participantes en un conjunto de actividades de la organizacin. El tiempo cristalizado es un trmino provisorio, referente a recursos monetarios o en especie que aportan los feligreses, as como edicios y dems instalaciones fsicas. En trminos estrictos el sistema religioso necesita tiempo social para su desarrollo, de lo contrario entra en crisis. Es notable la venta de templos o su renta para diversas actividades en Europa donde no logran los recursos necesarios para su mantenimiento; otra salida ms digna es el desarrollo de la llamada arqueologa histrica, forma amable de incorporacin al patrimonio cultural, donde nalmente los contribuyentes se hacen cargo del mantenimiento de los edicios religiosos, para admirarlos como monumentos de un pasado glorioso.
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Datos del 2006 proporcionados por la Sra. de Gobernacin, los ministros catlicos romanos tendran el 33.43%, mientras que los pentecostales ascenderan al 48.80%, los Testigos de Jehov representan el 7.12%, los adventistas el 2.36% y los mormones el 0.77%. Los protestantes histricos tienen el 7.07% Fuente: www.asociacionesreligiosas.gob,mx/SDGARO5-DOCS-Ministros_credos.pdf (consultada el 18/06/2006).
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Este modelo no descarta la posibilidad de existencia de grupos religiosos que hagan una fuerte inversin en recursos materiales, dinero y construcciones, y que no les interese tanto una religin de la mayora sino, por el contrario, fortalecer su presencia en un nicho social y, desde all, potenciarse hacia el conjunto de la sociedad. Esto se expresa con toda claridad en los llamados nuevos movimientos eclesiales, dentro del catolicismo, que hacen nfasis en la formacin de lderes y dejan las masas al trabajo rutinario de los prrocos. Seran estos lderes quienes con su ejemplo e imagen atraeran a las masas y les serviran de modelo de identicacin, y de all el inters en el control de los medios de informacin de masas. Dicha estrategia podra ser operativa en situaciones de monopolio de una propuesta religiosa, en contextos de sistemas de religin de estado. En un mercado religioso competido, equivale a un abandono de espacios que son cubiertos por las distintas propuestas evanglicas que tienen una gran capacidad para generar organizaciones diversas que capten esta situacin de vacante en los diversos sistemas religiosos. Es interesante observar cmo la Iglesia Catlica recientemente se ha retirado de espacios completos del campo religioso, y es necesario comprender qu implica esto en trminos estructurales, adems de las cuestiones polticas y de coyuntura, que no son el tema de este artculo. Fue notorio en el encuentro del Papa Benedicto XVI con los miembros de los Movimientos y las nuevas comunidades eclesiales, donde participaron ciento veintitrs organizaciones eclesiales, que el papel destacado estuvo en los Focolares, la Comunidad de San Egidio, el Camino Neocatecumenal, Comunin y Liberacin, Sodalicio de Vida Cristiana, los alumnos de la Fraternidad sacerdotal de San Nicols Borromeo y los Legionarios de Cristo,14 y ni siquiera fueron invitadas a participar las Comunidades Eclesiales de Base. Que implica esto, en trminos estructurales? Una hiptesis de trabajo consiste en comprender el concepto de catlicos en trminos de universalidad. Si sta no se mantiene, se rompe el equilibrio estructural de la organizacin, pues la Iglesia Catlica es un modelo de estructura segmentaria, donde los distintos segmentos de la estructura se mantienen cohesionados por un sistema
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de equilibrio dinmico inestable,15 siguiendo por analoga el modelo de los nuer (Evans-Pritchard 1977). Este modelo implica la aceptacin de propuestas teolgicas y ritos diferentes, ms de 30 en el mundo, de una innidad de carismas religiosos distintos expresados en diferentes rdenes religiosas y de teologas diversas, pluralismo que unica sobre la base de un grupo de conceptos que les permiten mantener la unidad, respetando las diferencias. Por ello, la eliminacin de una tendencia implicara la ruptura del equilibrio y llevara a la fragmentacin, cuestin que es rechazada por la Iglesia catlica, la institucin religiosa ms antigua del mundo. Los intentos de homogeneizacin son vistos como peligrosos porque tienden a la ruptura.
UNA HIPTESIS PARA COMPRENDER LAS CONVERSIONES Y CAMBIOS RELIGIOSOS
Llaman la atencin algunos aspectos de la polmica en torno a las conversiones que observamos a diario en nuestro trabajo de campo. Algunos colegas nos han involucrado en una polmica terminolgica que pretende contraponer conversin a cambio religioso. Es interesante recordar la discusin en torno al concepto de aculturacin que se dio hace ms de 40 aos en la antropologa para explicar los procesos de conversin y cambio religioso. El fenmeno de la aculturacin, del ingls acculturation, denomina el proceso de adaptacin a una cultura, o de recepcin de ella, de un pueblo por contacto con la civilizacin de otro ms desarrollado. Frente al vocablo aculturacin, el cubano Fernando Ortiz propuso el trmino transculturacin y lo present de la siguiente manera: el vocablo transculturacin expresa mejor las diferentes fases del proceso transitivo de una cultura a otra, porque ste no consiste solamente en adquirir una cultura, que es lo que en rigor indica la voz anglo-americana aculturacin, sino que el proceso implica tambin necesariamente la prdida o desarraigo de una cultura precedente, lo que pudiera decirse
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Coincidimos con Leach (1971) cuando plantea que la sociedad, matemticamente hablando, no es un agregado de cosas, sino un agregado de variables, que los modelos estructurales generalizados no se aplican nicamente a sociedades del mismo tipo estructural aparente y que una misma ordenacin estructural puede encontrarse en cualquier tipo de sociedad.
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una parcial deculturacin, y, adems, signica la consiguiente creacin de nuevos fenmenos culturales que pudieran denominarse neoculturacin. Dicho concepto de las inuencias y las transformaciones culturales permite ver el punto de vista latinoamericano del fenmeno, y revela una resistencia a considerar la cultura propia y tradicional, que recibe el impacto externo que habr de modicarla, como una entidad meramente pasiva o incluso inferior, destinada a las mayores prdidas, sin ninguna clase de respuesta creadora. En el proceso de transculturacin podran identicarse tres etapas: 1. Una parcial prdida de la cultura que puede alcanzar diversos grados y afectar variadas zonas trayendo consigo siempre la prdida de componentes considerados como obsoletos. 2. La incorporacin de la cultura externa. 3. El esfuerzo de recomposicin mediante el manejo de los elementos que sobreviven de la cultura originaria y los que vienen de fuera. Sin embargo, el anterior esquema no considera los criterios de seleccin y de invencin que se deben considerar en todos los casos de movimiento cultural, ya que ese estado da cuenta de la energa y la creatividad de una comunidad cultural. Si est viva, cumplir esa selectividad, sobre s misma y sobre el aporte exterior, y efectuar invenciones con un arte de combinacin adecuado a la autonoma del propio sistema cultural. Podramos incluso decir que el proceso de seleccin es una bsqueda de valores ms fuertes, capaces de enfrentar el impacto de las culturas, por lo cual se puede ver tambin como una tarea inventiva, como una parte de la neoculturacin de que hablaba Fernando Ortiz, trabajando simultneamente con las dos fuentes culturales puestas en contacto. Entonces, se puede decir que hay prdidas, selecciones, redescubrimientos e incorporaciones, y que estas operaciones se resuelven dentro de una reestructuracin general del sistema cultural, que es la funcin creadora ms alta que puede cumplirse en un proceso intercultural (Yoon Bong Seo 2001). 16 En el caso que nos ocupa, lo notable es la necesidad de los creyentes de tomar decisiones en contextos de cambio cultural y social, que no slo involucran a los emigrantes, sino a quienes permanecen en sus propias localidades. Los cambios acelerados han incidido en la ecacia simblica (Lvi-Strauss 1976) de los sistemas religiosos y particularmente a las instituciones o denominaciones
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Esto no es compartido por Herskovits (1992), quien considera que transculturacin no implica, en modo alguno, que las culturas que toman contacto deban distinguirse una de otra como superior, o ms avanzada.
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religiosas y las han confrontado a nuevas situaciones, ante las cuales muchas veces no tienen respuestas. La crisis de la ecacia simblica del catolicismo tradicional y de los protestantes histricos es una realidad que no ha sido adecuadamente estudiada, pues no es un proceso uniforme. No podemos descartar los procesos de resignicacin de los mitos y smbolos de ciertos sistemas religiosos y una suerte de cambios internos al interior de los mismos sistemas religiosos, sin descartar la posibilidad de cambios tan profundos en ellos que llevaron a replantearlos, abriendo la posibilidad de congurar nuevos sistemas religiosos. Estas novedades obligan a revisar la aplicacin del concepto de ecacia simblica, un elemento cualitativo y valorativo estratgico en los procesos de conversin y cambio religioso, as como en la permanencia en y lealtad a un sistema religioso. Una consecuencia de la nocin de sistema religioso es la ruptura o el abandono de la nocin de lealtad de los creyentes a la denominacin religiosa o para ser ms precisos a la institucin religiosa en trminos formales. Nuestra hiptesis plantea que la lealtad de los feligreses es fundamentalmente a su modo de consumo, produccin y reproduccin de bienes simblicos y que en la medida que se produce un desfase del sistema con la denominacin de origen, los creyentes tienden a relacionarse con las distintas denominaciones en la medida en que les son tiles para congurar un sistema religioso propio en condiciones de operar. Es en esta perspectiva que debemos entender a los evanglicos o cristianos, incluidos los protestantes histricos, pentecostales e incluso grupos que en sentido teolgico no son reconocidos como tales por las elites, pero que los creyentes incluyen en esta categora, como adventistas, mormones e incluso testigos de Jehov. En el caso del protestantismo histrico, ste ha derivado hacia el evangelismo, una construccin latinoamericana que implica la ruptura con las Iglesias madres, en su mayora de Estados Unidos y en segundo lugar de Europa para construir expresiones nacionales, donde lo determinante ha sido la expansin del pentecostalismo y el neopentecostalismo, que en muchos casos incluso ha carismatizado a los histricos (Campos 1997). La construccin de un protestantismo latinoamericano es uno de los fenmenos ms interesantes. Un aspecto novedoso es la capacidad de los evanglicos de construir una macroindentidad que les permite aglutinarse frente a otros y actuar coordinadamente, sin prescindir de sus profundas diferencias. All es relevante
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la apropiacin del termino cristiano o similares (Cox 1995). Los evanglicos son un ejemplo de construccin macrosistmica interdenominacional, concepto que construimos partiendo de Frederik Barth, quien dene un sistema politnico estraticado como aquel donde los grupos estn integrados de un modo especial: comparten ciertas orientaciones generales de valor que les sirven de base para elaborar juicios de jerarqua (1976). Cabe recordar que las iglesias evanglicas, tanto histricas, como pentecostales, fueron rompiendo sus lazos de dependencia con sus matrices norteamericanas y se dieron estrategias pastorales y autoridades nacionales independientes. Recientemente ingresaron al contexto latinoamericano los grupos neopentecostales, cuya peculiaridad consiste en realizar una fusin de las tradiciones pentecostales con las doctrinas presbiterianas o reformadas, que les permite desarrollar estrategias pastorales y de evangelizacin con contenidos polticos y sociales ms acordes con los nuevos tiempos. El discurso neopentecostal est mucho ms adaptado para inuir en sectores sociales medios y altos, sin descartar los sectores populares, permitindole insertarse y afrontar los desafos de la postmodernidad. Otra peculiaridad de los neopentecostales es el desarrollo de redes latinoamericanas que involucran a las denominaciones neopentecostales latinoamericanas autonomizadas, y que estas redes a su vez ingresan a los Estados Unidos y Canad a disputarle feligreses a las Iglesias pentecostales tradicionales, e incluso a las neopentecostales estadounidenses. En este contexto los lmites entre denominaciones se van borrando y se producen procesos de conguracin de una macro identidad evanglica, que permite actuar unicadamente, construyendo espacios signicativos en la sociedad. Los evanglicos en Mxico constituyen lo que en matemticas se denomina conjuntos difusos o borrosos, aquellos que denen esquemas de pertenencia, pero cuyos lmites no estn denidos.17 Esto ltimo es decisivo en los procesos de multirreligiosidad, los creyentes se escinden y oponen a los especialistas religiosos, el grupo de hombres dedicado
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...la posibilidad de representar, en el lenguaje especco de los conjuntos borrosos, a determinados predicados vagos sobre universos jados y de realizar con ellos un clculo lgico que permita efectuar inferencias. La lgica borrosa ha cobrado un gran inters en la ingeniera del conocimiento, tanto para representar conocimientos imprecisos como para la gestin de incertidumbre en ciertos sistemas expertos... En general, la lgica borrosa es un instrumento til, y con gran frecuencia simple, para el tratamiento de diversas modalidades del razonamiento aproximado (Trillas 1995).
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a manejar lo sagrado y de quienes se esperan ciertos niveles de consistencia teolgica, en este contexto los especialistas institucionalizados muchas veces cubren aspectos parciales de los sistemas religiosos operantes. Esta hiptesis de trabajo seria til para explicar los fenmenos de multirreligiosidad (Rodrigues Brandao 1985) existentes en Amrica Latina y probablemente en otras partes del mundo. Desde esta perspectiva no reconocemos el concepto de deslealtad con las creencias religiosas propias, sino al contrario, la lealtad con su sistema de visin del mundo. Ms especcamente, la asimilacin de cambios profundos en sus sistemas de visin del mundo, lleva a los creyentes a recortar de las denominaciones religiosas, aquellos aspectos pertinentes para operar su sistema religioso especco. Otra hiptesis de trabajo est referida al capital simblico de las denominaciones y sistemas religiosos. La confrontacin de las denominaciones religiosas con la capacidad de operar en forma pertinente el capital simblico histricamente acumulado. La nocin de capital simblico que empleamos est referida a un proceso histrico de aceptacin y reconocimiento de la ecacia simblica de un sistema religioso, que habitualmente es capitalizado por la denominacin religiosa, un aparato institucional, al cual se le reconoce cierta capacidad de operacin legtima sobre el sistema religioso y las estructuras eclesisticas.
KS (CAPITAL SIMBLICO)= ACUMULACIN HISTRICA DE EFICACIA SIMBLICA
Esta tensin denominacin-sistema religioso es un elemento a tener en cuenta para analizar los procesos de conversin religiosa, que puede darse al interior de una misma denominacin, como es el caso de los carismticos catlicos o rompiendo lealtades institucionales, pero sin cambiar de sistema religioso, como en el caso del paso de los carismticos al pentecostalismo o dentro de las diferentes variantes del pentecostalismo. Consideramos entonces que la crisis de los sistemas reconocidos de ecacia simblica de las denominaciones, que estn en un momento dedicadas a la administracin de un sistema religioso especco, lleva a la conversin o cambio religioso, que es de alguna manera la bsqueda de que la denominacin coincida total o parcialmente con los procesos de cambio en el sistema de visin del mundo del creyente, teniendo en cuenta
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que los creyentes operan fundamentalmente en contextos sociales y socializados, y no en proyectos individuales. Sin embargo, no podemos dejar de lado el concepto de nicho social, en una sociedad compleja, segmentada y escindida en clases sociales, grupos residenciales, categoras de edad y concepciones sobre los gneros, afectada por procesos migratorios entre otras cuestiones. El xito del desarrollo de las propuestas denominacionales est precisamente en la denicin adecuada del target18 en el mercado religioso, encontrar un segmento donde la propuesta denominacional y el sistema religioso sean adecuados, pertinentes y congruentes. En este contexto la multirreligiosidad, de la que hablan ciertos especialistas, tiene dos deniciones: la primera suele aplicarse a la coexistencia de varias propuestas religiosas histricas en la misma sociedad, rerindose a cristianos, judos, musulmanes, budistas e hinduistas en Europa, por ejemplo, donde los lmites y espacios estn bastante denidos. Por otro lado, en Amrica Latina la coexistencia de diferentes tradiciones religiosas es vista en otra perspectiva histrica. Sin embargo, retomando los planteamientos de Rodrigues Brandao los latinoamericanos no tenemos mayor problema en aplicar a distintos aspectos de nuestra vida cotidiana y social mecanismos de interaccin y prcticas religiosas, y tradiciones religiosas que en trminos teolgicos y origen histrico son contradictorios, e incluso conictivos. Podemos practicar yoga, ir a un centro budista, participar de una sesin de cura divina pentecostal, entrar en un ritual de santera, ir a misa el domingo y bautizar a nuestros hijos en el catolicismo. Hemos resuelto en la prctica la polmica entre Marcel Mauss y Lucien Lvy-Bruhl sobre el principio de contradiccin y el tercero excluido, aplicando los criterios de Mauss, referidos a una cierta inconsistencia funcional, que nos sirve para afrontar la vida cotidiana (Levy-Bruhl 1949). Otro aspecto, est referido a los procesos de cambio social y cultural. Nuestras sociedades, los integrantes de un mismo grupo social e incluso los miembros de una misma familia no reaccionan de la misma manera frente a las dinmicas de globalizacin e interrelacin, e incluso buscan en muchos casos formas alternas
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Trmino proveniente del mundo publicitario y se reere a un segmento denido de mercado. Lo empleamos deliberadamente pues existen asociaciones religiosas, que se comportan como autnticos supermercados de la fe. Por ello no incluimos en el concepto de neopentecostales a la Iglesia Universal del Reino de Dios, cuyo comportamiento est mas vinculado a la venta de productos y servicios de tipo religioso, que a la estructura de uno o varios sistemas religiosos especcos.
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de articulacin y relacin con distintos espacios sociales. Margaret Mead plantea que existen tres tipos de dinmicas culturales: las pregurativas, donde los nietos se parecen a los abuelos; las cogurativas, donde las generaciones se endoculturan a si mismas; y las postgurativas o transgurativas donde las sociedades son endoculturadas desde afuera, desde otra cultura o sociedad. Esta dinmica diversa puede darse al interior de una misma familia y congura distintas formas de espiritualidad, diferentes articulaciones a uno o a distintos sistemas religiosos. En Amrica Latina como resultado de los procesos de interrelacin y desarrollo de los medios de informacin de masas, podemos aculturarnos sin mudarnos de la casa donde nacimos.
LA MAL LLAMADA MUERTE DE LAS RELIGIONES O EL AGOTAMIENTO DE CIERTAS PROPUESTAS RELIGIOSAS
Ciertos autores planteaban el desarrollo de fuertes procesos de secularizacin en las sociedades latinoamericanas a partir de algunos indicadores, como la baja de la tasa de natalidad, aumento de divorcios, o uso de los anticonceptivos entre catlicos. En trminos estrictos estas situaciones marcan precisamente el agotamiento de ciertas propuestas religiosas que fueron hegemnicas durante varios siglos y la crisis en la denicin de elites burocrticas o jerarquas religiosas que estn cada vez ms distanciadas de los sistemas religiosos en los que estn involucrados sus antiguos o presuntos feligreses, quienes los requieren en muchos casos como una agencia de servicios religiosos para cumplir ciertos ritos de paso. Al momento de escribir este texto se estren la pelcula El Cdigo da Vinci, despus de 47 millones de ejemplares vendidos del libro, el record de la dcada, y a pesar de una crtica cinematogrca devastadora la pelcula recaud 640 millones de dlares en tres semanas. En Mxico logr recaudar 70.2 millones de pesos en una semana, superando a El rimen del Padre Amaro, La Mala Educacin y La Pasin de Cristo19. Evidentemente el pblico no buscaba en esta pelcula, ni en el libro, un thriller sino la respuesta a un conjunto de preguntas que las
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Recauda Cdigo 640 millones de dlares. Reforma, 12 de junio de 2006, Mxico, D.F. http://www.reforma. com/gente/artculo/656892.
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burocracias clericales manejaron siempre como secreto de ocio; probablemente no la encuentran, pero s se reeja una situacin de profunda insatisfaccin con las propuestas histricas y la bsqueda de nuevas formulaciones espirituales. Esta obra pone sobre el tapete de discusin los criterios patriarcales de las Iglesias, reivindica nuevos papeles para las mujeres, cuestiona el criterio de castidad como base de la santidad y reivindica el matrimonio y la pareja como concepto de santidad, rescata el papel de lo humano, como actor decisivo y activo frente a lo divino, percibido como una suerte de dios ocioso u omnipresente20, que sustituye la accin humana por su propio sacricio y que lleva a otra pregunta, es posible matar a Dios.?21 Marca tambin la crisis de las sociedades secretas como lugares privilegiados de poder conspirativo y reclama espacios para la transparencia. Se piden espacios para los creyentes y una subordinacin de las elites a los principios y pregonan, a la vez que exigen una adecuada rendicin de cuentas. Es el cuestionamiento ms serio que hayan sufrido las jerarquas eclesisticas desde la Reforma Luterana y marca el inicio de una crisis de legitimidad y consenso en la Iglesia Catlica y en las dems Iglesias que siguen su modelo organizativo. La pregunta est en si sabrn escrutar los signos de los tiempos, No por casualidad el mismo da que se estren El Cdigo da Vinci el Vaticano hizo pblica su ambigua posicin frente al caso Marcial Maciel y los Legionarios de Cristo.22
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Es interesante recordar las palabras de Benedicto XVI en Auschwitz, en el fondo slo se puede guardar un silencio de estupor, un silencio que es un grito interior dirigido a Dios: Por qu, Seor, callaste? Por qu toleraste todo esto? este silencio se transforma en peticin de perdn y reconciliacin, hecha en voz alta, un grito al Dios vivo para que no vuelva a permitir jams algo semejante LOsservatore Romano n.23 (1954) 9 al 15 de junio de 2006, pag. 15 (303), edicin mexicana. Cabe recordar que durante siglos los judos fueron acusados de deicidio, una de las bases del antisemitismo. A partir de 1998, la Congregacin para la Doctrina de la Fe recibi acusaciones, que ya en parte se hicieron pblicas, contra el padre Marcial Maciel Degollado, fundador de la Congregacin de los Legionarios de Cristo, por delitos reservados a la competencia exclusiva del dicasterio. Todos estos elementos han sido objeto de un examen maduro por parte de la Congregacin para la Doctrina de la Fe, y segn el Motu Proprio Sacramentorum sanctitatis tutela, promulgado el 30 de abril de 2001 por el Siervo de Dios Juan Pablo II, el entonces prefecto de la Congregacin para la Doctrina de la Fe, el cardenal Joseph Ratzinger, autoriz la investigacin de las acusaciones. En ese tiempo tuvo lugar el fallecimiento del Papa Juan Pablo II y la eleccin del cardenal Ratzinger como nuevo pontce. Tras haber sometido los resultados de la investigacin a un estudio atento, la Congregacin para la Doctrina de la Fe, bajo la gua del nuevo prefecto, el cardenal William Joseph Levada, decidi -teniendo en cuenta tanto la edad avanzada del padre
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Nuestra hiptesis de trabajo es que el congelamiento estructural del catolicismo lleva a la diversicacin y segmentacin del campo religioso mexicano y latinoamericano y abre las puestas para el desarrollo de alternativas religiosas de diferente origen y caractersticas. Ante la imposibilidad estructural del catolicismo de tener a su interior todas las tendencias y carismas, pierde las posibilidades de ser la religin nica e incluso est perdiendo el desafo de mantenerse como religin de las mayoras, por eso se abren los caminos para otras propuestas religiosas que dan cuenta de las novedades y los nuevos desafos sociales, culturales y espirituales que se desarrollan en las sociedades latinoamericanas. No debemos olvidar que la Santa Sede es en trminos de ciencia poltica una monarqua absoluta de base teocrtica, pues el Papa designa a los cardenales que son quienes a su vez designarn al nuevo Papa. Estos formalmente no actan por s mismos, sino por inspiracin del Espritu Santo, quien los orienta para identicar y designar al sucesor de Pedro, Obispo de Roma, Vicario de Jesucristo, Sucesor del Prncipe de los Apstoles, Supremo Pontce de la Iglesia Universal, Patriarca de Occidente, Primado de Italia y Arzobispo de la Provincia Romana, as como Soberano de la ciudad del Vaticano. El Papa tiene la capacidad de designar a todos los obispos y cardenales, tambin por inspiracin del Espritu Santo. Esta concentracin personal de poder de base teocrtica, tiene a su vez un sistema de contrapesos horizontales que permiten el libre juego de las facciones internas para evitar, precisamente, la ruptura del equilibrio. En este caso retomamos en trminos analticos el modelo de monarqua divina de los Chilluk (Lienhardt 1959)23. La Iglesia vive siempre en el lo de la navaja de la autoridad legtima y el autoritarismo. La estructura de autoridad de la Iglesia puede expresarse en la metfora de la cadena arborescente donde cada eslabn tiene un espacio de autonoma relativa, pero todos los hilos de la red conuyen en el Papa, quien es el responsable de la legitimidad de cada eslabn. En muchos casos su poder slo
Maciel, como su delicada salud- renunciar a un proceso cannico e invitar al padre a una vida reservada de oracin y de penitencia, renunciando a todo ministerio pblico. El Santo Padre aprob estas decisiones. Independientemente de la persona del fundador, se reconoce con gratitud el benemrito apostolado de los Legionarios de Cristo y de la Asociacin Regnum Christi. OP/LEGIONARIOS CRISTO/MACIEL VIS 060519 (330). Quiero agradecer a Felx Bez-Jorge su sugerencia de tomar esta hiptesis en torno a los Chilluk, aunque l lo aplica al sistema poltico mexicano.
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consiste en que puede raticar lo decidido en esa instancia. Pues, adems, todo esto est matizado por los principios de libertad, libre albedro e historicidad del cristianismo.24 El problema estructural delicado es la ruptura sistemtica de los mecanismos de consenso como constructores de legitimidad.
A MANERA DE CONCLUSIN
Durante mucho tiempo hubo quienes asociaban el desarrollo de las propuestas religiosas con el estado de presunto primitivismo de los pueblos estudiados y desde perspectivas positivistas o marxistas vaticinaban la muerte y desaparicin de las religiones en consonancia con el desarrollo cientco. Estas propuestas, que planteaban la muerte de las religiones como resultado de la confrontacin de las ideologas religiosas con el conocimiento cientco, entraron en crisis a nales del siglo XX. La proximidad del n de siglo y del milenio nos confront con el desarrollo de importantes movimientos milenaristas y apocalpticos, contrastados con movimientos revivalistas, todos de nuevo cuo, y en muchos casos relacionados con el desarrollo de los movimientos de la Nueva Era. Asimismo la agudizacin de los conictos sociales en el mundo islmico ve pasar la riqueza petrolera por los bolsillos de los poderosos, mientras se mantienen condiciones pauprrimas en las masas musulmanas. En ese contexto, las propuestas fundamentalistas, en muchos casos apoyadas por los occidentales para revertir el peligro sovitico, mostraron con toda crudeza las dicultades y los peligros de pensar las cuestiones religiosas en trminos polticos y, peor an, conspirativos (Masferrer 2002). Como sea, despus de los fatdicos 11 de septiembre y de marzo, ya nada es igual. Ningn experto se atreve a dejar de lado las cuestiones religiosas, sin embargo todo se ha complicado pues se piensa lo religioso en trminos de conicto y no como el desarrollo de diversas visiones del mundo en contextos complejos multiculturales y sumamente diversicados; del mismo modo, aquellos que predecan el predominio de la homogeneidad y la uniformidad en un mundo globalizado e interrelacionado se confrontan cada vez mas con los procesos de
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En esta perspectiva la posicin de Juan Pablo II sobre la eternidad y universalidad de los valores es un punto que debe ser matizado por las propias tradiciones del cristianismo.
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localizacin. Asimismo, los tericos de la secularizacin (Dobbelaere 1981-1994) se han confrontado con la realidad del incremento y presencia de nuevas formas de religiosidad, sin dejar de mencionar el agotamiento de las formas tradicionales de las mismas. En muchos casos los llamados procesos de secularizacin slo reejaban la crisis de las formas tradicionales de religiosidad europeas (incluyendo sus prstamos culturales en Amrica Latina). En este contexto la antropologa de las religiones, en lo particular, y las ciencias sociales de las religiones, en general, deben afrontar nuevos desafos de conocimiento. Lo ms notable es el desarrollo del pentecostalismo en el mundo protestante, su expansin con notable xito, en el continente americano, disputando su predominio a la Iglesia Catlica, y la conguracin de movimientos laicales en el mundo catlico que, en forma silenciosa, disputan hegemona en el catolicismo con las jerarquas tradicionales. Pero aqu no terminan las cosas. La conguracin de formas organizacionales y de nuevas expresiones religiosas en los ltimos cincuenta aos es un desafo para la imaginacin. Estamos tanto frente a nuevas religiones como al transplante de viejas propuestas del mundo oriental al mundo occidental, que son en buena medida el desarrollo de nuevas lecturas que implican en no pocas situaciones la recreacin de estas propuestas en otros contextos. Algunos de ellos han implementado nuevas utopas tecnolgicas e intentan el contacto con extraterrestres, transformados en emisarios divinos, otros simplemente se declaran almas que provienen de otro planeta y a cambio de cantidades signicativas de dinero cooperan a la localizacin de estos orgenes (Smucler R. 1998).
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