Hill Sandra - El Ultimo Vikingo

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The last viking (1998) El ltimo vikingo Argumento: En el siglo X, Geirolf Ericcson se encuentra a bordo de su drakkar en medio de una

fuerte tormenta. El barco naufraga y cuando Geirolf despierta est a miles de kilmetros de su Noruega natal y a diez siglos de distancia. Geirolf ha cruzado la puerta del tiempo y del espacio, y ha aparecido en Maine, en casa de la doctora Meredith Foster. Adems, descubre que su barco pertenece a a Fundacin Trondheim y a la Universidad de Oxley, y est siendo reconstruido por la doctora Foster y su equipo. Meredith, por su parte, cree que se trata de un chiflado que ha aparecido desnudo en su casa, habla de una forma muy anticuada y dice ser vikingo especializado en la construccin de barcos. Eso s, un chiflado muy atractivo, que adems de conocer la cultura noruega del siglo X posee un secreto en el arte de amar, el punto S; algo que acabar por convencer a la doctora y la embarcar en una pasional historia de amor. Captulo uno En un pas lejano, ao 997 d.C. Geirolf profiri un salvaje grito vikingo de guerra antes de ocultar la cabeza entre los generosos pechos de Ingrid. Esto no pareci impresionarla. Bram de indignacin. A continuacin, todava aferrado a su voluptuosa figura, salt por encima de la baranda quebrada de su dragn vikingo, partido en dos, que empezaba a sumergirse en la mar embravecida... hacia un naufragio seguro. En fin, tal es el destino de muchos guerreros vikingos, por otra parte mejor que cualquier otro, pens Geirolf con cierto fatalismo mientras un remolino succionaba su cuerpo, que giraba de forma incontrolada, cada vez ms rpido, hacia las profundidades salobres. Muy pronto todo habr acabado... las valquirias ya deberan estar aqu para conducirme hacia Asgard, la morada de los dioses, donde con toda seguridad me aguarda un gran banquete en la otra vida. Espero por lo menos que se trate de Asgard, y no del infierno. Despus de todo, he demostrado mi resistencia en este da, no creo que merezca el averno. Todava conteniendo la respiracin, abraz con mayor fuerza a Ingrid, su acompaante en el camino hacia la muerte, y se ri entre dientes. Quizs esta noche me acostar con mi verdadera compaera de cama, con pechos tan magnficos como los tuyos, dulce Ingrid. Entonces, el instinto de supervivencia se revolvi en el interior de Geirolf, por ventura un reflejo de guerrero. Desde su infancia haba sido entrenado para luchar hasta el final. No se rendira ahora como un cro mocoso. No! Maldiga sea! Soy Geirolf Ericsson del noble clan de Yngling. Por mis venas corre sangre de reyes. Soy un excelente constructor naval y un valiente soldado. No debo morir todava. Mi honor exige que realice la misin que promet llevara cabo a mi padre. La vida depende de m. Me niego... a... rendirme. Con un fuerte impulso de sus piernas, Geirolf patale para escapar de la sepultura salina a la que le arrastraba el remolino, y emerger rpidamente, como un delfn, en la superficie de una mar sospechosamente tranquila. Con un movimiento brusco de cabeza, se sacudi por encima del hombro la venda en que

se haba convertido su larga cabellera mojada. Para su sorpresa, nada menos que Ingrid el estrafalario mascarn de proa de madera que representaba a una diosa rubia y bien dotada-, y sus gloriosos pechos le mantenan a flote, cabeceando suavemente sobre las olas del ocano. Haca ya ms de tres aos que su hermano Jorund, haciendo gala de su tosco sentido del humor; le haba regalado la figura en madera de un torso femenino para embellecer la proa de su ltimo drakkar, el Fiero Lobo. Afortunadamente, Geirolf haba conseguido aferrarse al mascarn cuando su navo se quebr en dos haca tan slo unos momentos. Geirolf profiri una carcajada de jbilo ante aquella irona: salvado por los senos de una mujer. Su madre, lady Asgar, cristiana de origen sajn, dira que era la justa represalia del dios nico como castigo por la vida salvaje y de libertinaje que haba llevado su hijo menor. Su padre, el jefe Eric Tryggvason, vikingo por excelencia, se morira de risa ante la lasciva paradoja. La ltima amante de Geirolf, la dulce Alyce de Hedeby, chasqueara la lengua en seal de desaprobacin, para despus simplemente sonrerle satisfecha por el hecho de que siguiera con vida, fuera como fuese. Dio un lametn al pezn izquierdo de Ingrid, del tamao de una enorme uva madura, y comprob su salinidad. Pens demasiado tarde en la posibilidad de una astilla en su lengua. A la dbil luz de la Luna del Demonio, ese extrao fenmeno celeste que le haba conducido hasta aquellas peligrosas aguas, mir con ternura a su rgida compaera y se relaj. Su destino ahora estaba en manos de los dioses. La nica explicacin que po-da imaginar era que Odn haba decidido librarle del diablico Storr Grimmsson, el proscrito que asesinara o capturara a la totalidad de su tripulacin de fieles marinos haca siete das y siete noches, salvando nicamente a Geirolf en su decrpito navo en medio de la mar tempestuosa. Considerando todo lo que le haba sucedido, Geirolf determin que el Dios todopoderoso escandinavo deba tener otros planes para l. Resignado, se dej llevar por la cadencia de la corriente. No saba dnde se encontraba, haca ya tiempo que haba perdido la posicin que le ofrecan las estrellas, bajo el aura extica de la Luna del Demonio... Seguramente mucho ms al oeste de lo que ningn vikingo se haba aventurado antes. Ni siquiera Eric el Rojo. Tendra mucho que contar a los bardos de la corte de su padre en Vestfold. Con toda seguridad, los escaldos hilvanaran sagas que hablaran de su extraordinario valor durante millones de aos. Siempre que consiguiera regresar, claro est. No, no dejara que le invadieran pensamientos sombros, debo regresar, se jur a s mismo, mientras acariciaba con la palma de la mano su ancho cinturn de cuero, y asa el pesado broche que esconda el sagrado talismn. De lo contrario, aquel largo viaje no habra tenido sentido. Ni la sangrienta batalla contra Storr, ni la prdida de tantas vidas. S, debo devolver la reliquia al lugar al que pertenece, tal como orden mi padre. Con un profundo suspiro, luch contra el desfallecimiento esforzndose por mantener los prpados abiertos. Estaba tan cansado y dolorido a causa de la batalla. Si pudiera descansar tan slo un momento. Pero eso no era posible, deba estar atento a los presagios, ante cualquier seal divina que pudiera indicarle su futuro. Al amanecer, Geirolf abri los ojos con gran esfuerzo (deba haberse quedado dormido, a pesar de haberse resistido al sueo), y entonces vio la seal. Loado sea Odn! Se trataba de un drakkar a medio construir que descansaba sobre una loma verde, en la cima de un escarpado acantilado. Pareca como si estuviera esperndole.

-Vamos, Ingrid -exclam exultante, dirigindose hacia su decorativa acompaante, que ahora cargaba bajo su brazo izquierdo. Con renovada vitalidad, nad hacia la orilla mientras empezaba a salir el sol-. se es el barco que nos llevar de vuelta a casa. Destino. S, le llamar Destino Fiero. Maine, ao 1997 d.C. -De ningn modo! No quiero que el mascarn de proa de mi barco haga ostentacin de pechos -exclam Meredith Foster, sacudiendo la cabeza indignada. Su ayudante universitario, Mike Johnson, frunci el ceo en un gesto de impaciencia mientras volva a enrollar los borradores que haba preparado para que ella diera el visto bueno. -Vamos a ver, doctora Foster, he estudiado los mascarones de proa de los barcos vikingos del siglo x y entre ellos no es extrao encontrar figuras que representan a alguna de sus diosas predilectas como adorno. Meredith dio unos golpecitos nerviosos sobre el escritorio con su lpiz y lo mir con ojos escrutadores por encima de sus gafas de lectura, intentando dilucidar si hablaba en serio o no. El ex marine, que segua luciendo un corte reglamentario en su rubia cabellera, y que llevaba sus antiguas camisetas del ejrcito americano combinadas con pantalones vaqueros, tena un mordaz sentido del humor. Y con frecuencia le tomaba el pelo, considerndola demasiado seria y absorta en su trabajo. -Tambin era habitual la representacin de animales, seor Johnson. Busca un dragn o una serpiente, en lugar de chicas sexys y pechugonas. l le devolvi una sonrisa. -Y no creas que no me he dado cuenta de que esta figura femenina se parece mucho a Sharon Stone --aadi. En el poco tiempo que haca que conoca a su atractivo ayudante, candidato a doctorarse en Cultura Escandinava de la Alta Edad Media, ste no haba ocultado el hecho de que Sharon Stone era la mujer con la que ms le gustara perderse, sin importarle dnde. A veces pensaba que su obsesin por la estrella de cine y sex symbol le ayudaba a olvidar el dolor de la prdida de su joven esposa, dos aos antes, en un inslito accidente de esqu-. No olvides que nos interesa la fidelidad histrica. En ese caso, Sharon Stone es puro anacronismo. Mike se encogi de hombros en un gesto que vena a decir: Bueno, ha valido la pena intentarlo, y opt por una nueva estrategia. -Siempre podemos ponerle un sujetador a la chica. Meredith alz una ceja. -Amigo mo, ni siquiera un Wonder Bra, en combinacin con una gra, conseguiran sostener lo que has dibujado en esos bosquejos. Mike la mir boquiabierto, atnito ante su inusual picarda, pero reaccion con rapidez. -Y si se tratara de una figura masculina con otro tipo de... atributos? Te parecera bien? -Tampoco, aunque representara a Mel Gibson con falda escocesa. Intercambiaron clidas sonrisas, y Meredith se sinti satisfecha por haber podido franquear la formalidad habitual en su relacin con Mike. Le haca sentirse bien, por una vez, actuar... con normalidad. -Adems, tenemos cosas ms importantes de qu preocuparnos -puntualiz-. La primavera est a punto de llegar, y todava no hemos encontrado a un carpintero

competente que se haga responsable del proyecto. Ahora que llega el buen tiempo, me gustara reanudar los trabajos de construccin. Con un gesto de asentimiento, el joven tom asiento frente al escritorio, y coloc una pierna sobre las rodillas. -Trabaj con tu abuelo durante ms de un ao en el Proyecto Drakkar de Trondheim, pero l era el constructor jefe. Cuando falleci el otoo pasado, se produjo un parn irreparable. Un parn irreparable. S, Meredith lo saba mejor que nadie. Su abuelo haba sido como un faro para ella, la piedra angular en un mundo cada vez ms solitario y ajeno, desde el trago amargo que supuso su divorcio haca ms de tres aos. Qu hara sin sus sabios consejos y su amor incondicional? -Estara ms que dispuesto a continuar su labor -prosigui Mike-, pero sencillamente no tengo el talento para supervisar el trabajo de todos esos estudiantes. Puedo lijar madera y hacer el papel de jefe grun con los ms hbiles, pero eso es todo. -Lo s, y valoro toda la ayuda que me has ofrecido hasta el momento. -Se recogi un mechn tras la oreja, e inconscientemente lo introdujo entre sus cabellos informalmente recogidos en la nuca, mientras reflexionaba sobre su problema comn-. Me preocupa el hecho de que nuestros anuncios en la prensa de Bangor apenas tuvieran respuesta, y que ninguno de los candidatos estuviera cualificado. Tal vez si lo intentamos en alguna de las revistas arqueolgicas que me recomend mi hermano aparezca algn afina interesada en el proyecto. -Pero los carpinteros profesionales exigen mucho ms dinero de lo que podemos permitirnos pagar con nuestra subvencin. -Conseguiremos a alguien --respondi convencida. Incluso aunque tenga que pagar de mi propio fondo fiduciario. Lo que sea con tal de hacer realidad el sueo del abuelo. Mientras tanto, podemos ocupar a nuestros estudiantes con tareas de menor relevancia. -Como por ejemplo el lijado manual? Con arena, tal como lo hacan los constructores navales en la antigedad, no es as? -dijo Mike, rezongando. Lijar era un trabajo tedioso e interminable que todo el mundo detestaba. -As es. --Meredith sonri mientras se colocaba correctamente las gafas--. Y encrgate de averiguar qu pueden ofrecernos en la carpintera, en relacin con la figura de un animal para la proa. Aunque sea un elefante. Simplemente no quiero partes impdicas humanas. -Si insistes --murmur Mike, mientras sala de la oficina-. Un elefante? Dios santo, dnde se ha visto un drakkar vikingo republicano. -Y luego hablaba de anacronismos. La oscuridad ya cubra con su manto la campia cuando Meredith acab su jornada. Conduca por la larga y empinada carretera hacia la casa que haba heredado recientemente y que albergaba tantos recuerdos para ella. Con una estructura en forma de A y un solo dormitorio, haba sido construida por su abuelo con sus propias manos sobre un solitario acantilado con vistas al ocano Atlntico. De nios, junto con su hermano mayor, Jared, y su hermana pequea, Jillian, sus padres les haban enviado all todos los veranos, mientras ellos, absortos en su importante trabajo como destacados profesores de estudios medievales en la Universidad de Princeton, viajaban para dar conferencias o participaban en una u otra expedicin de investigacin en museos y excavaciones arqueolgicas. La abuela tambin estaba entonces, y unto al olor de la madera que tallaba su abuelo, los

aromas a pan recin cocido y comida casera inundaban la casa. Meredith no estaba segura de que su madre pudiera cocinar, siempre tan ocupada con su carrera profesional. Pero su madre no consideraba que las artes culinarias fueran una habilidad imprescindible. La empleada domstica que viva con ellos se haba ocupado siempre de esas tareas. Meredith observ la casa mientras se aproximaba a ella, y por primera vez se percat de su sencillez y reducido tamao. Curiosamente, nunca antes haba pensado en ello. Pero ahora recordaba que mientras los abuelos dorman en la buhardilla, ella y sus hermanos haban desplegado sus sacos de dormir en el suelo de la sala de estar, o fuera, cuando el tiempo lo permita, al lado de la piscina. Nunca les haba molestado. Tanto cario! Era lo que ms recordaba de ellos... El amor que sus abuelos demostraban tenerse y que prodigaban a sus queridos nietos. Ahora, no quedaba nada de ello. Luchando contra el nudo que se le haba hecho en la garganta, la mirada de Meredith recorri veloz el drakkar a medio terminar iluminado durante un instante por sus faros. Su abuelo haba decidido construir su proyecto en la parcela vaca al lado de la casa, en vez de aprovechar el campus de la Universidad de Oxley, demasiado alejado y situado en el interior. En sus cartas, su abuelo le haba comentado adems que a los estudiantes les encantaba aquel lugar remoto, y que a menudo combinaban su trabajo con una excursin, o descendan por el peligroso acantilado para darse un chapuzn en el ocano. Cogi su maletn v una bolsa pequea con comestibles del asiento de atrs, y se dirigi hacia la casa sumida en sombras. Haba algo tremendamente triste en ruta casa vaca al ocaso. Era lo nico que echaba de menos de su matrimonio con Jeffrey. Normalmente regresaba a casa antes que ella de la Universidad de Columbia, donde ambos eran profesores. Durante los primeros aos, los das ms felices de su matrimonio, cuando ella llegaba a casa l ya haba empezado a hacer la cena. En el equipo estreo sonaban sonatas para violn de Vivaldi. Al abrir la puerta era recibida con un vaso helado de Chenin Blanc y una clida sonrisa. En ocasiones, incluso, su marido le daba la bienvenida de forma incluso ms especial. Aquellos das se haban ido para siempre. Y en parte se alegraba. Pero ese da, cuando abri la puerta, se encontr con un recibimiento distinto. Adems de una gran sorpresa. Nada ms tranquear la entrada, un brazo robusto la asi por la cintura, alzndola del suelo, y sinti la presin de un cuchillo en el cuello. La bolsa de la compra cav al suelo con un ruido sordo, desgarrndose, y el maletn se abri de un golpe, desparramando su contenido. -Sultame! -grit, profiriendo patadas con sus cmodos mocasines, que en ese momento hubiera deseado cambiar por botas de montaa, contra la tibia de-muda de su atacante. Al agitar los brazos golpe un muslo, tambin desnudo. Y peludo. Oh, no, debe de estar desnudo. Nos, por dios, que no me viole! Asustada e indignada, grit con todas sus fuerzas, mientras araaba los brazos de aquel bruto. Su agresor no afloj ni un pice, simplemente mascull un improperio entrecortado e incoherente al lado de su cuello desnudo, seguido de un monoslabo gutural que son como una orden: Kyrr!>-. La nica fuente de luz en la casa, sumida en la ms absoluta oscuridad, provena del reflejo del fuego que crepitaba en la chimenea del saln, y de la luna llena, parcialmente visible a travs de las puertas acristaladas que ciaban acceso a un patio con vistas al ocano.

La chimenea? Su asaltante se haba, tornado la molestia de encender la chimenea? Gimi llegando a la conclusin de que efectivamente se trataba de un violador. que se quera tomar las cosas con calma. Pens adems, en en ataque de panico, que era viernes por la noche. Ante si se desplegaba la perspectiva de un fin de semana entero, durante el cual nadie la echara de menos ni acudira en su busca. Oh, dios! Dios mo! Dnde est mi gas para defensa personal? Para su desesperacin, Meredith vio cmo el spray se alejaba rodando hacia la cocina, junto con tres naranjas, su pluma Parker preferida, y un montn de calderilla procedente de su monedero. Mantn la calma. Recuerda las clases de autodefensa. Tmate tu tiempo. Piensa antes de actuar. Pensar? ja! En ese momento se senta como una ameba perdida en medio de la cadena de sus pensamientos. Una ameba despistada que gritaba desesperadamente. El hombre carg con ella hasta el saln, con los pies todava un palmo por encima del suelo de madera noble. Supona que se trataba de un hombre por su estatura y el tamao del peludo antebrazo apretado contra su abdomen, demasiado cerca de la parte inferior de su pecho. Los callos de sus dedos se enganchaban en su blusa de seda. Ola a agua salada, cuero mojado y manzanas. Manzanas? Ech una rpida ojeada y comprob que las seis manzanas McIntosh que haba puesto aquella maana en el frutero de la mesita baja haban desaparecido. Sus corazones estaban esparcidos por el suelo. El muy cerdo! Meredith se dio la vuelta en un intento de ver a su agresor, pero la hoja en su garganta se lo impidi. Entonces, sigui pataleando y chillando, y le asest un par de codazos. Fue como golpear un muro de ladrillos, aunque casi se le desencajaron los brazos de los hombros debido al esfuerzo. Profiriendo un juramento, Bld hel!, el desgraciado la lanz contra el sof. Se inclin sobre ella ahogando un rugido, hasta rozar prcticamente su nariz, blandiendo el arma que ella reconoci como el cuchillo para tallar favorito de su abuelo. Repiti la orden anterior, esta vez con mayor claridad, aunque con cierto acento extranjero: Kyrr! . Su mente ofuscada archiv el sonido gutural. Le recordaba a un idioma antiguo, como el ingls medieval. Con un doctorado en estudios medievales, era versada en idiomas de la Alta Edad Media. Meredith frunci el ceo confundida, jadeando, intentando incorporarse en vano. El gorila deba de pesar ms de noventa kilos, y algunas partes ntimas de su cuerpo estaban empezando a familiarizarse con las del suyo propio. El fantasma de una posible violacin de nuevo hizo aparicin. De pronto, se le eriz el vello de la nuca, en seal de alarma, y algo se agit en su memoria. Aquella palabra perteneca a un dialecto similar al ingls antiguo, pero distinto. Dios mo, pens. Kyrr significaba en nrdico antiguo estate quieta. Deba saberlo, despus de haber pasado su luna de miel con Jeffrey largo tiempo atrs en Islandia, donde todava se hablaba un dialecto de aquel lenguaje arcaico. Jeffrey la haba convencido de que la combinacin de luna de miel e investigacin era una buena idea. Todo lo que recordaba era el fro. Profiri una larga secuencia de palabras extranjeras. El corazn le lata con fuerza ante la desconcertante presin de su cuerpo, por no mencionar la amenaza, analiz cada palabra por separado, y por fin concluy que le estaba haciendo una pregunta en una mezcla de ingls y nrdico antiguo. -Quin eres t, mujer?

Su interpretacin se vio reforzada cuando el hombre aadi: Hvao heitir Pu?, que sin duda quera decir: Cmo te llamas?. -Doctora Meredith Foster -dijo chillando. Un ladrn que habla con fluidez un idioma medieval? Debe de ser uno de los amigos de Mike. Se trata de una broma. -<Dock-whore Merry-Death * --repiti lentamente, su aliento directamente sobre su boca. Aliento con olor a manzana. Hubiera esperado algo mejor de Mike-. Merry-Death --volvi a repetir lentamente, saboreando la sonoridad de aquel nombre en su boca. No tena intencin de corregir su pronunciacin, por si acaso no se trataba de un bromista. Y s, efectivamente le gustara asesinarle, y a Mike tambin, alegremente, por haberle dado aquel susto de muerte. -Geirolf --dijo, sealndose a s mismo con el dedo-, g heiti Geirolf. Estupendo. Ahora que ya hemos dejado atrs las presen Debido a su desconocimiento del idioma, Geirolf pronuncia Meredith> como <Merry-Death> - que en ingls significa literalmente Muerte alegre. De ah se desprende el juego de palabras del prrafo a continuacin. taciones, Rolf, encanto, qu te parece si te quitas de encima? Hasta ahora, parece que no hay daos graves, pero debes de pesar ms de una tonelada, y me ests arrugando mi mejor blusa de Yves Saint Laurent, y... Interrumpi su retahla al comprobar que se levantaba con un solo y suave movimiento, algo por otro lado notable en un hombre de su tamao. No pudo evitar quedarse boquiabierta ante el primer vistazo que lanz a su atacante. Con solo alargar el brazo habra podido tocar a aquel hombre tan alto, de casi dos metros de altura, que estaba de pie ante ella. Llevaba una tnica sin mangas de cuero fino y flexible. El atuendo medieval quedaba ceido a la cintura mediante un ancho cinturn con una enorme hebilla circular de metal que semejaba oro, en la que haba grabada la figura de un animal enroscado. En la parte superior de los brazos, tremendamente fibrados, luca brazales de plata grabados. Jillian, que haba diseado su propia lnea de joyera de estilo medieval, se volvera loca si viera aquellas obras de arte. Qu diablos! Incluso su hermano Jared, el arquelogo, quedara impresionado. Aunque se tratara de meras reproducciones, eran las mejores piezas que Meredith hubiera visto nunca fuera de un museo. Sus cabellos de color castao claro le llegaban hasta los hombros. Estaban hmedos, como si acabara de darse un placentero bao. Calzaba botas de cuero de suela plana, atadas con tiras que le llegaban hasta las rodillas. Un vikingo. Su captor pareca un antiguo dios vikingo. Un dios vikingo extremadamente atractivo. Meredith nunca se haba fijado demasiado en los atributos fsicos de un hombre. Educada en un hogar de eruditos, siempre le haba atrado ms el intelecto que la masa muscular. Sin embargo, por primera vez en su vida, comprendi por qu las estudiantes femeninas deliraban ante la imagen de Brad Pitt o ponan los ojos en blanco cuando un estudiante especialmente atractivo con pantalones apretados pasaba a su lado. Oh, dios mo. Mis hormonas estn experimentando una regresin. Se mordi el labio inferior para evitar decir una estupidez, corno por ejemplo, ,Puedo tocarte?. Pero en su interior estaba chillando como una quinceaera llevada por el deseo. Increble! Fuera donde fuese que Mike hubiera encontrado a ese tipo, se haba superado a s mismo. Tal vez se tratara de uno de esos hombres que hacan striptease en clubs

nocturnos para mujeres. S! Vikingos'R Us. Pero, no, no era posible, pareca tan... autntico. Meredith le observ ms detenidamente. Viejas cicatrices y heridas recientes de las que manaba sangre (probablemente fuera salsa de tomate) cubran la mayor parte de la piel visible de aquel cuerpo musculoso, desde sus hombros macizos hasta su rostro de facciones perfectas y sus pantorrillas delineadas por los tendones. A pesar de su ceo fruncido y pose amenazadora, aquel gigante era abrumadoramente atractivo. Se pareca bastante a aquel actor, Kevin Sorbo, del programa de televisin sobre Hrcules, en versin vikinga. No es que viera demasiada televisin, se dijo a s misma con cierta irrelevancia histrica. Alz la barbilla con altanera, y profiri con suma insolencia y arrastrando las palabras toda una letana en nrdico antiguo, en un tono demasiado bajo para que ella pudiera entenderlo todo. Meredith no necesitaba un traductor para saber lo que le estaba preguntando. -Te gusta lo que ves? Sinti vergenza al pensar que haba estado observndole durante demasiado tiempo. -No demasiado -minti. Se sent de manera informal sobre la mesita, con las piernas separadas, y Meredith se pregunt (aunque reprendindose a s misma) si llevara ropa interior bajo su corta tnica. l se restreg con las puntas de los dedos su hirsuta mandbula mientras la examinaba, aparentemente contrariado, como si fuera incapaz de entenderla. Despus, acarici distradamente con los dedos de la otra mano la hebilla de su cinto, que Meredith hubiera jurado que era de oro macizo. Para su sorpresa, ya no tema a aquel tipo. En realidad, senta una profunda compasin injustificada por l, aunque todava tuviera entre sus manos el cuchillo de su abuelo. Pareca perdido, como un nio pequeo. Deba de tratarse de un actor, contratado por Mike. Acaso no le haba dicho su ayudante, una y mil veces, que necesitaba animarse? De hecho, en una ocasin, le haba regalado una novela llamada Amor con un cowboy ardiente, en la que una profesora universitaria lo dejaba todo por una breve relacin con un cowboy, tras el abandono de su amante. Basta ya! Se acabaron los juegos. Quiz, si le amenazaba con denunciarle, aquel estpido dara por terminada la broma y se ira a casa. Forzando un tono amenazador en su voz y frunciendo el ceo, grit: -Fuera de mi casa... violador, o llamar a la polica. l parpade mientras la miraba atnito, y a continuacin observ su cinturn con una expresin extraa. La ira reemplaz rpidamente al aturdimiento, cuando se volvi hacia ella. -Violador? Me ests llamando violador? Ja! Soy Geirolf Ericsson. Mi padre es gobernador de Vestfold y hermano de Olaf, rey de toda Noruega ... -S, y yo soy la reina de Inglaterra --respondi Meredith con sorna. -No, no lo eres. Aelfgifu es la reina de toda Inglaterra, y no hubo mujer ms huraa en toda la historia de la marina de Inglaterra. Dudo que viva otro ao. Ya pas en varias ocasiones por los dolores del parto y, sin embargo, slo le ha dado un heredero al rey Etelredo. Ella le mir boquiabierta. Agit una mano en el aire imperiosamente, enojado por el hecho de que le hubiera interrumpido.

-Escucha esto, mi seora... Yo, Geirolf Ericsson, no tengo necesidad de forzar a ninguna moza para prodigarle mis atenciones. Las mujeres han suplicado mis favores desde que era un muchacho sin ninguna experiencia. Favores? Puso los ojos en blanco ante su arrogancia. -Escucha t, gallito, me da igual si eres el mismsimo Kevin Sorbo. Sal inmediatamente de mi casa. -Tu lenguaje... es extrao. Quin es Kevin Sorbo? Mientras hablaba, el hombre arrug el ceo y observo atentamente la hebilla de su cinto, que ahora sujetaba con fuerza. Entonces farfull para s mismo: -Qu extrao! Puedo entender y hablar una lengua extranjera mientras toco el talismn. si-No me tomes el pelo -dijo Meredith con desdn, pero, simultneamente se dio cuenta de que ahora tambin ella poda entenderle. Lo ms extrao era que saba que ambos hablaban idiomas distintos. Un escalofro de alerta le recorri la piel-. No s si esto es idea de alguien, un chiste de mal gusto, o si eres un ladrn o un violador, pero... Meredith interrumpi su discurso al percibir un fuerte olor como de carne chamuscada. Con ayuda de su olfato explor la estancia. No pudo creer lo que vean sus ojos. En la chimenea estaba asndose un animal despellejado, insertado en un palo. -Qu... qu es eso? -pregunt en tono estridente---. Oh, dios! No ser el gato que ltimamente merodeaba por la parte trasera de la casa? Has... has matado a Garfield? -Garfield? --S, Garfield, el gato. Geirolf respondi con los ojos como platos. --Un gato? Crees que he matado un gato? Y que pensaba comrmelo? Bld hel! -Despus sonri-. Es un conejo. --Un conejo? -En su interior, Meredith suspir aliviada. -S, doy fe de ello. Qu pretende al emplear ese lenguaje arcaico? El segua sonriendo, como si matar un conejo fuera algo normal. Seguramente se trataba de uno de esos racistas fanticos de la Asociacin Nacional del Rifle. -Por qu... ests... asando... un ... conejo? ----pregunt muy despacio, apenas capaz de refrenar su ira. -Porque... tengo... hambre -replic, imitando su insidioso tono de voz--. Y porque estoy harto de comer pescado crudo. Por qu si no? Por supuesto. Por qu si no? -Hambre? Pescado crudo? Pero... de dnde has sacado el conejo? Espir ruidosamente en seal de exasperacin, dando a entender que estaba formulando preguntas estpidas. -Lo cac en los alrededores de tu mansin. - Mi mansin? -Tu feudo. Por qu repites continuamente mis palabras? Eres una descerebrada ? -No, no soy ninguna descerebrada, t... t, s lo eres.---De repente, otro pensamiento cruz por su mente: Dnde est... el resto?. Seor, esperaba no encontrarse el pellejo y las tripas en el fregadero de la cocina, sobre todo porque su triturados de basuras estaba estropeado. -Hice una ofrenda a los dioses, por supuesto, en agradecimiento por su proteccin.Mir de forma significativa a las llamas, que se reflejaban en sus ojos de color whisky con un pcaro resplandor. -Me parece que no he entendido bien. Has dicho que utilizaste mi chimenea como altar de sacrificios para un dios pagano? Geirolf respondi encogindose de hombros.

-Venero a todos los dioses, el cristiano y los escandinavos. -Cmo te atreves a celebrar un rito pagano en mi chimenea? Aspir profundamente para aadir: -Por la sagrada Freya! Tu voz podra atravesar una armadura oxidada. Ser mejor que cierres la boca, mujer, o tal vez decida sacrificar tambin a una virgen. Todava poda apreciarse una chispa de picarda en sus brillantes ojos. Meredith decidi que eran del color del bourbon aejo. S, ojos de alcohlico. Sus labios carnosos temblaban como con un tic nervioso. O acaso estara reprimiendo una sonrisa burlona? -Bueno, menos mal que no soy virgen -espet. Geirolf respondi ofreciendo a Meredith una amplia sonrisa, exhibiendo sus deslumbrantes dientes blancos. Su mente pens: Muy bien. Y qu?. Pero otra parte de su cuerpo deca: Oh, dios!. Pero enseguida, aquel desgraciado la devolvi a la realidad. --Deba haber imaginado que una mujer entrada en aos como t ya habra separado sus muslos para el placer. Dnde est tu hombre Entrada en aos? Separar los muslos? Qu cara tiene este bruto machista! -Slo tengo treinta y cinco aos. Apuesto a que t tienes ms o menos la misma edad, zopenco entrado en aos. Y no tengo marido, si es lo que quieres saber. -Meredith se arrepinti inmediatamente de sus palabras precipitadas y se retract. Quiero decir que mi marido volver a casa muy pronto. Geirolf arque las cejas, no muy convencido. -As que eres una mujer de vida licenciosa, y adems entrada en aos, que vive sola. Es aqu donde entretienes a tus amantes? -Dicho esto, la recorri con la mirada en un examen rpido de su fsico, que claramente pona en entredicho su capacidad para atraer a los hombres. Le daba igual que aquel simio blandiera un cuchillo. Meredith ya haba tenido bastante. Se puso en pie de un salto, con las manos en las caderas, exigiendo una respuesta: -Quin eres y qu ests haciendo en mi casa? -g er tyndur. -Geirolf observ a aquella belicosa mujer que se atreva a desafiar sus rdenes, mientras Meredith intentaba analizar su respuesta, palabra por palabra. -Estoy perdido -tradujo. A l todava le pitaban los odos a causa de sus chillidos estridentes. De los araazos en sus antebrazos manaba la sangre. Y Merry-Death, aquella mujer de extrao nombre, se atreva a acusarle de ser un violador. Como si pudiera gustarle una mujer como sa. Demasiado alta. Demasiado delgada. Con una lengua demasiado larga. Y vieja. A l le gustaban las mujeres jvenes, de carnes blandas y dciles. Como Alyce. Sinti la tentacin de lanzar a aquella moza estpida a la mar embravecida, pero primero necesitaba respuestas. Por otra parte, tema que se tratase de urca bruja. Cuando entr en la casa, lo primero que hizo fue explorar todas las estancias, pero no encontr las marcas habituales en el suelo. Tampoco encontr velas o lmparas de esteatita. Especialmente interesante le pareci la estancia con un armario mgico que arrojaba luz al abrir su puerta. En su interior encontr un trozo de queso, que result incomestible, recubierto como estaba por una pelcula invisible, imposible de masticar. En caso de que fuera una hechicera (y sus ojos de color verde plido, que ahora relampagueaban furiosos, delataban esa condicin), debera andarse con cuidado. Incluso con la proteccin de su talismn, no era fcil hacer frente a los hechizos de una bruja.

Pero Merry-Death, sin duda alguna, pagara por sus insultos ms adelante. Le mostrara cul es el destino de una mujer rebelde. -Mi seora, hvar er g? -bram irritado-. Dnde estoy? Aquella pregunta la desarm. Sus enormes ojos rpidamente se posaron sobre sus mltiples magulladuras, dulcificados por la compasin. Mmm! -pens Geirolf--, a esta mujer debera habrsele ocurrido ofrecer la hospitalidad de su tierra a un viajero. Y ms teniendo en cuenta que estoy herido. -Tambin te golpeaste la cabeza? -inquiri. Geirolf hizo una mueca de indignacin. Obviamente, aquella mujer le consideraba estpido. -Responde, mujer. Dnde estoy? -Maine. -Maine. Nunca he odo hablar de tal lugar. Estamos en Groenlandia, el nuevo mundo descubierto por Eric el Rojo? -Lo dices en serio? Maine se encuentra al nordeste de Estados Unidos, Groenlandia se encuentra a unos dos mil cuatrocientos kilmetros al norte. -Mmm. Mi barco se desvi del rumbo mucho ms de lo que crea. -Del rumbo? Ms bien, se sali de tu globo terrqueo. -Es culpa de mi hermano Jorund. l es el cartgrafo de la familia. -Jared? Fue mi hermano Jared quien te envi? -La arruga que le surcaba la frente (Geirolf hubiera apostado que era permanente) desapareci, y antes de que l pudiera enmendar el malentendido, Meredith se centr en el resto de la informacin. -Tu barco? -Por las uas de los pies de Thor! Te pareces a la cotorra que Jorund trajo consigo de oriente. Siempre cuac, cuac, cuac y continuamente repitindolo todo. -Se deleit con el gruido que sus palabras provocaron en aquella irritable mujer-. S, en efecto, mi drakkar, Fiero Lobo, naveg a la deriva durante das, desde la batalla contra Storr Grimmsson hace una semana. Pero finalmente se hundi. Extraar terriblemente a mi Fiero Lobo. Era uno de los mejores barcos que constru en mi vida. A Merry-Death se le ilumin la cara. -Eres un constructor naval? Por eso te envi Jared. O fue Mike? Geirolf ignor sus confusas palabras. -S, soy el mejor constructor naval del mundo -dijo vanaglorindose-, y Grimmsson pagar con su vida por la prdida de mi tripulacin y de mi barco. No importa, puedo construir nuevos barcos sin problema -prosigui mientras pensaba: Como ese que hay fuera, que me llevar de regreso a mi tierra. Pero es mejor que no revele tris planes todava--. A diferencia de una vida humana, una embarcacin siempre puede ser reemplazada. -Pero... pero... cmo llegaste hasta aqu? -Mi barco se hundi -repiti sin ocultar que estaba haciendo alarde de paciencia-, y nad hasta llegar a la orilla esta maana. Merry-Death dio un gritito ahogado. -Has sobrevivido a un naufragio? Le llev un rato asimilar el significado de sus palabras, a pesar de que el talismn estaba haciendo un estupendo trabajo de traduccin. Tal vez fuera realmente corta de entendederas, como crey en un primer momento.

-No me extraa que parezca que te han dado una paliza. Por qu no lo dijiste antes? Dios santo, tuviste que escalar el acantilado? Por fin pareca que mereca un poco de compasin divina tras sus terribles experiencias. -S, y te aseguro que no fue nada fcil cargar con Ingrid. -lngrid? -pregunt con un chillido-. Has trado una mujer contigo? -Una mujer? -replic, riendo---. S, podramos usar esa denominacin. Las plidas mejillas de Merry-Death se tornaron escarlata de ira. Obviamente, la muchacha no tena sentido del humor. Pero Geirolf empezaba a darse cuenta de que contaba con otros atributos. El moo poco favorecedor en el que llevaba recogidos sus cabellos en la nuca se haba deshecho, permitiendo que stos se desparramaran sobre su jubn de seda de color marrn plido, parecido al de la madera de nogal barnizada. Las manos en las caderas ponan de relieve los anchos calzones de hombre de color marrn que cubran su delgado cuerpo, mientras daba golpecitos en el suelo con sus mocasines de cuero. Demasiado marrn, pens sin darse cuenta. Acaso intentaba ocultar su feminidad? Quera parecerse a un triste rbol? No, no poda ser un rbol con aquella melena cobriza y esos ojos verdes de bruja. Con toda seguridad no era su tipo. Pero tampoco era tan fecha como le haba parecido en un primer momento. Y su insensatez! Una mujer que le exiga respuestas, a l, un karl de alta clase de Noruega. Ja! Muy pronto la pondr en su sitio. -S, Ingrid est fuera, al lado de tu foso, secndose tras nuestro prolongado bao. -En mi foso? Sus ojos dejaron de parecerle tan bellos, ahora que bizqueaban con frustracin. Estaba convencido de que aquella mujer era estpida. -S, esa zanja hecha de piedra con agua azul en su interior. -La piscina? Quitaste la lona de la piscina del abuelo? Oh, no, esto ya es el colmo. No puedo creer que dejaras fuera a una mujer, probablemente herida, mientras entrabas en mi casa sin permiso, para mascullar conjuros sobre un pobre animal y luego atacarme. Ignorando su resoplido de incredulidad ante sus acusaciones, Merry-Death se dirigi hacia las extraas puertas de cristal y aspir profundamente ante la primera imagen de Ingrid, que yaca boca arriba, con los pechos apuntando al cielo y sus pezones rojos refulgiendo bajo los rayos de la luna llena. -Mike Johnson, te matar. Ya te advert que reo quera una rubia tonta en mi mascarn de proa -murmur la mujer. Despus dio media vuelta, y avanz a grandes zancadas hacia l, sin duda con la intencin de soltarle otra cida perorata. Pero se detuvo a medio camino. -Qu... qu ests haciendo? Geirolf estaba desabrochndose la hebilla del cinturn con ademn de quitarse la tnica. Ladeando la cabeza, perplejo ante su expresin de pnico, intent tranquilizarla. -No tienes motivos para tener miedo, no pretendo hacerte dao... a menos que me rechaces. -Rechazar? -Si actas precipitadamente. - Precipitadamente?

Se encogi de hombros. -S, mi malhumorada cotorra. No intentes atacarme. Ni tampoco escapar. Si no, me ver obligado a cortarte la cabeza o arrojarte al acantilado. La mujer cerr la boca y sofoc un grito, que aparentemente nada tena que ver con sus palabras. Cuando Geirolf se quit la tnica, ya no pudo quitarle los ojos de encima. Ataviado tan slo por un taparrabos y las botas, vio cmo la mujer retroceda asustada. Sagrado Thor! A buen seguro, ya habra visto algn hombre desnudo, si como ella misma deca ya no era virgen. -Qu ests haciendo? -dijo con voz entrecortada. -Voy a quitarme la sal de la piel en tu foso. Despus voy a comerme el conejo. Y a continuacin me gustara dormir largo y tendido. Dnde est tu lecho de pieles, por cierto? No lo he visto antes, cuando explor tu mansin. -Vstete -orden, apartando la vista como una tmida doncella. Seor, estaba harto de sus quejas y de su falso pudor. -No, no lo har. Y puede que t tambin debas quitarte tus vestiduras. -Acababa de descubrir que empezaba a sentir otro tipo de necesidades, aparte de sus ganas de comer conejo. En la euforia retrasada por haber escapado milagrosamente de la guadaa de la muerte, ahora senta la necesidad de celebrar la vida... tal como hacan los guerreros cuando volvan de una batalla desde el principio de los tiempos. La mujer, atnita, abri sus ojos verdes como platos. -A pesar de tu cuerpo huesudo y tu lengua viperina -dijo en tono informativo, aadiendo una sonrisa que intentaba indicar el gran honor que le estaba concediendo- he decidido tomarte como mi compaera de cama mientras visito tus tierras. Captulo dos Geirolf dej caer su taparrabos. Los verdes ojos de Merry-Death casi se salen de sus rbitas. Trag saliva produciendo un ruidito gutural, como si se estuviera ahogando. Geirolf ri entre dientes satisfecho. La mayora de las mujeres reaccionaban de forma semejante al ver por primera vez sus partes viriles. Los dioses haban sido generosos al respecto. -T ... t empez a decir farfullando de indignacin, mientras Geirolf pasaba a su lado con aire arrogante y atravesaba la puerta abierta, Caminaba con deliberada lentitud, con los hombros hacia atrs, exhibindose. Tal vez ahora Meredith apreciara el honor que le confera al tomarla como compaera de cama. -Vuelve aqu -dijo, gimiendo como un alma en pena-. Y ponte la ropa. -No, en mi tierra no nos baamos con nuestras vestiduras. -Aqu tampoco, idiota, pero todava no he encendido el calentador de la piscina y el agua est congelada. -Ja! Obviamente desconoces la experiencia de baarse en invierno en uno de los fiordos de mi tierra natal. El agua est tan fra que es capaz de convertir el miembro de un hombre en un carmbano. Esto no puede ser peor. -Pero... por qu no te duchas con agua caliente en la casa? Geirolf se detuvo al borde del foso, y sumergi en l el dedo gordo. Un escalofro le recorri el cuerpo hasta llegarle a la coronilla, ponindole la piel de gallina. La parte de su cuerpo de la que estaba tan orgulloso se arrug aterrada. El muy cobarde! Por

todos los diablos, el agua estaba congelada. -Qu es eso a lo que llamas ducha? -pregunt con indiferencia, para que ella no pensara que era demasiado blandengue para una ducha fra. -Ven, te lo mostrar. Pero cbrete por dios. De dnde te habrn sacado Jared y Mike? De la selva? Geirolf se detuvo de pronto. -Acabo de darme cuenta de que no llevo mi cinturn. -Ests bromeando? -T sarcasmo te har enfermar, mi seora. Quera decir que, aun sin mi cinturn, puedo comprender tu extrao lenguaje. -Es cierto -confirm ella, poniendo de manifiesto la perplejidad que senta. Sus ojos se desviaron hacia la cintura de Geirolf. Inmediatamente alz la vista, con un intenso rubor en sus mejillas. -Te has sonrojado, mujer? Por el aliento de Odn, te has ruborizado! -Le gustaba que le mirase aquella parte. Y aquella parte tambin se regocijaba al ser contemplada. En verdad, su timidez resultaba sumamente atractiva en una mujer de tan avanzada edad. -Perders tu timidez cuando te acostumbres a m -afirm, mostrndose magnnimo. -No, no, no, te equivocas. Yo no voy a acostumbrarme a nada. Aqu se juega segn mis normas. --Ja! Mientras le lanzaba una mirada furibunda, tropez y cay al suelo sobre Ingrid, profiriendo una fuerte palabrota. Estaba bastante seguro del significado de aquella exclamacin, incluso sin ayuda del talismn traductor. -Chist, chist -dijo Geirolf con dulzura, imitando tina de las expresiones preferidas de su madre, perfecta para la ocasin-. Tienes algn problema en los huesos, que te hace ser tan torpe? Ella se enderez para responder a la afrenta. --O quizs es culpa de tus pies excesivamente grandes? Meredith ahog un grito de indignacin. Dios, es mejor poner a una mujer en su sitio desde el principio. -Dnde puedo poner a Ingrid, para que est a salvo de tus desgarbadas maneras, hasta que adorne la proa de mi drakkar? -Qu drakkar? -pregunt Merry-Death mientras apretaba el paso para poder seguir el ritmo de sus enormes zancadas. Geirolf agit una mano en direccin al terreno al lado de su feudo. Atnita, Merry-Death abri sus ojos breves como platos, cuando se dio cuenta de que se refera al barco a medio terminar. -No vas a colocar a esa pechugona en la proa de mi barco. Ya se lo advert a Mike. Obviamente, no lleg a transmitirte el mensaje. Merry-Death lanz un bufido de indignacin; despus su atencin se centr en el resto de sus palabras. -Tu barco? Lo dices en serio? Ese barco pertenece a la Fundacin Trondheim y a la Universidad de Oxley. -Un prototipo lamentable, por cierto. Pero no temas, corregir todos los errores cometidos hasta ahora. Ser el mejor navo que haya surcado nunca los mares. -Lo hars? Puedes hacerlo? -pregunt esperanzada, casi sin aliento-. Dices que tienes la capacidad de construir un dragn vikingo?

--Por supuesto. Ya lo hice en muchas ocasiones. Mis barcos son los mejores de todo el mundo. Monarcas de naciones lejanas han venido a suplicarme que trabaje para ellos. De hecho, el pasado ao, el rey Etelredo de Inglaterra solicit uno de mis knorrs... un drakkar de gran tamao destinado al comercio. -Qu rey? -Merry-Death detuvo su avance asindole por el brazo con una mano. Sus ojos volvieron a posarse inconscientemente sobre sus partes viriles-. Podras cubrirte, por lo menos cuando te hablo? -Con qu? --No s, con tu mano. -Demasiado pequea -respondi con una sonrisa. -Tu mano o tu... tu...? Alz una ceja. -Qu opinas t? -Aaarrgh! Sigues cambiando de terna. Quien es el rey Etelredo del que hablas? -Etelredo el Indeciso es el rey de Inglaterra --explic con comedida paciencia-. Recuerdas que ya mencion a su esposa? Merry-Death se llev la mano a la frente, como si sufriera un ataque de migraa. -Isabel es la reina de Inglaterra. No hay ningn rey. Etelredo fue rey a finales del siglo x. -No s nada de esa tal Isabel. Efectivamente, Etelredo fue rey a finales del siglo x... o sea el nuestro... y lo sigue siendo. Geirolf reanud el paso hacia el interior del feudo. -Espera. Me ests diciendo que crees que estamos en el siglo x? Ahora era l quien pareca perplejo. Qu pregunta tan extraa! En fin, otra de sus extravagantes cuestiones. -S. Estamos en el ao 997, que corresponde al siglo x. Merry-Death se ech a rer. Geirolf no le vea la gracia, as que su risa slo poda deberse a que estaba loca, adems de ser una estpida. Cuando se enjug las lgrimas de la cara con el dorso de su mano, por fin pudo informarle. -Tengo noticias para ti, amigo mo. Estamos en el ao 1997. Tu barco no slo se desvi de su rumbo, sino que tambin se perdi en el tiempo. Ja, ja, ja! Dios mo, que se preparen Mike v jared. Saban que estaba desesperada, pero por qu tenan que enviarme a un constructor naval chiflado? -Mil novecientos noventa y nueve? Ja, ja, ja! -replic Geirolf, imitndola con una risa forzada-. Seora ma, os habis dado un golpe en la cabeza recientemente? --No, pero me gustara darte uno a ti. --Ser mejor que reprimas tu lengua viperina, MerryDeath. Me ofende profundamente que me consideres un chiflado. En mi tierra, soy un jefe, un karl, as que ser mejor que demuestres el debido respeto a mi condicin. --Alz la cabeza altanero, mientras pasaba a su lado indignado-. Ingrid adornar la proa de ese barco, o no habr barco. Geirolf estaba disfrutando una de las experiencias ms sensuales y gratificantes de su vida. Merry-Death la llamaba ducha. De pie en un cubculo recubierto en tres de sus paredes por azulejos cuadrados de cermica, con una puerta de cristal empaada que lo cerraba, se dej acariciar por inagotables chorros de agua caliente que le recorran el cuerpo, mientras se enjabonaba con una barra de fragante aroma, y masajeaba sus cabellos con un lquido espeso, hasta

que se llenaron de espuma. En verdad cada vez tena ms pruebas de que aquella mujer era una hechicera. Mientras caminaban hacia la cmara dedicada al bao, haba accionado una tras otra las palancas dispuestas en las paredes, e inmediatamente se haban iluminado antorchas de extraas formas que pendan del techo de cada estancia. Despus le explic que la sala de bao y la cocina estaban provistas de agua corriente que llegaba hasta la casa a travs de grifos. Tampoco era tan extraordinario. Los antiguos romanos con sus fantsticos ingenios haban conseguido algo muy similar haca ya varios siglos, aunque de los grifos de Merry-Death tambin sala agua caliente. Pero haba algo que superaba los lmites de la lgica... el inodoro. Por Thor bendito! Merry-Death le haba explicado que la gente no tena letrinas, excepto en las zonas rurales, y reciban el nombre de excusado exterior, o retrete. En aquel pas, las personas se aliviaban en tazas de porcelana llenas de agua que se vaciaban, como por arte de magia, al accionar un mango plateado. Le pareca un desperdicio, teniendo en cuenta que afuera haba gran abundancia de arbustos. Geirolf lleg a la conclusin de que efectivamente se trataba de una bruja, pero todo el mundo saba que haba brujas buenas y brujas malas. Deba de ser una de las buenas, puesto que hasta el momento no haba evidencias de que utilizara sus artes con fines malignos. Sin embargo, permanecera atento a las posibles seales. No conseguira hechizarle. En una ocasin una bruja negra haba maldecido a su hermano por haber rechazado sus favores, y las partes viriles de Magnus haban adquirido un tono prpura y se haban llenado de ampollas durante una quincena. Su madre afirmaba que la causa era que Magnus haba metido su miembro donde no deba, pero l echaba la culpa a la maldicin de la bruja. Geirolf estaba tan limpio que casi resplandeca, pero verti un poco ms de aquel lquido dorado en la palma de la mano y volvi a frotarse hasta que sali espuma. Despus jur sobre el gran Valhalla, pidiendo auxilio a la bruja. Meredith estaba a punto de echar pasta en una olla con agua hirviendo cuando escuch el grito de Rolf. -Merry-Death! Aydame! Vaya, el tipo tena un buen vozarrn. Redujo el fuego y se precipit por el pasillo. Por el camino lanz una mirada desdeosa al conejo asado de Rolf, que ste haba dispuesto sobre la mesa de la cocina, antes de dirigirse a la ducha. Por supuesto, no pensaba ni probarlo. -Merry-Death! -Un momento! -reclam, mientras abra la puerta del bao, tan slo una rendija, para comprobar que Rolf estaba presentable, aunque las malas maneras de aquel bruto ya haban demostrado que eso no le importaba demasiado. Todava estaba en la ducha, gimiendo coleo un loco. Oh, no! Se habra escaldado? Corri hacia la ducha y abri levemente la puerta de cristal, asegurndose de mirar hacia arriba. -Qu pasa? -Tengo jabn en los ojos y no consigo quitarme toda esta espuma. Por los testculos de Balder! Me queman los ojos. Por mucho que me aclaro con agua la espuma blanca no

desaparece. Creo que me estoy quedando ciego. Me echaste una maldicin? Meredith intent comprender su prolija explicacin impregnada de pnico. -Para empezar, eso no es jabn, es Breck. Es champ. Perteneca a mi abuelo. Ni siquiera creo que sigan fabricndolo. Cunto has utilizado? Se encogi de hombros, con los ojos todava cerrados y la cara dirigida al chorro de agua. Jess, estaba cubierto por una ingente cantidad de espuma. -Medio frasco -respondi mientras escupa el jabn que le llenaba la boca. -Tonto, se supone que basta con un tapn, es jabn concentrado. -Cmo poda saberlo? -gru mientras se rastrillaba el cabello con los dedos, e intentaba abrir los ojos-. Estoy ciego? -No, no ests ciego. Ests... qu crees que ests haciendo? Animal! Rolf la haba agarrado por la mueca y la introdujo en la ducha, con ropa y todo. --Deja de parlotear como una cotorra y expulsa el veneno de mi cuerpo! Ahora mismo! Y ser mejor que pueda volver a ver o te retorcer tu esqueltico cuello, me da igual que seas una bruja. Sobre todo, si mi miembro se vuelve de color prpura. Bruja? Prpura? No s si se trata realmente de un constructor naval, pero este tipo es muy raro, de eso estoy segura. Con un gruido de protesta, Meredith le ayud a quitarse la espuma y con ayuda de una toalla le limpi los ojos, inyectados en sangre, pero en perfecto estado. En lugar de mostrarse agradecido, Rolf maldijo su nombre entre dientes. En ese momento Meredith se dio cuenta de que l tena los ojos clavados en su blusa mojada. La seda se le haba pegado al cuerpo, ahora prcticamente transparente, debido a su color beige claro. Se horroriz al comprobar que sus pezones estaban en punta y que sus respectivas aureolas rosas se vean perfectamente, y entonces se percat de que el juramento era producto de su frustracin como macho, no de la ira. Con un rpido movimiento, Rolf la asi por la cintura y la apoy contra la pared contraria. Mientras intentaba encajar sus caderas con las de ella con ertica insistencia, acerc su boca. -Qu ms hace un hombre y una mujer en estas duchas mgicas? -pregunt con su aliento sobre los labios de ella. Meredith debera haber dispuesto sus manos contra su velludo pecho y empujarle indignada. Era una profesora universitaria. Con un doctorado en estudios medievales. Era una mujer de principios de los noventa, no una chiquilla descerebrada. La parte lgica de su cerebro deca Basta! , por oposicin a la contraria que se relama Mmmm. Por una vez en su anodina vida, Meredith se decidi por el camino ilgico. Alz la barbilla bajo la ducha todava humeante, se encontr con los labios de l y abri los suyos para recibir un beso. Y se sinti tan contenta, tan satisfecha de haberlo hecho. El vikingo (fuera quien fuese) jugaba con sus labios con delicadeza. Frot sus carnosos labios contra los de ella hasta que se volvieron maleables y Meredith empez a gemir. Slo entonces profundiz el beso, devorndola con hambre atrasada. -Han pasado tres meses desde la ltima vez que estuve con una mujer -murmur cuando separo su boca para tomar aire. -Yo hace tres aos que no estoy con un hombre -replic, mientras mordisqueaba su labio inferior. Dios mo, soy yo realmente, la que est mordiendo los labios de un hombre? Sonri mirndola.

-Entonces nuestro apareamiento ser espectacular. Antes de que pudiera digerir tal declaracin, o de decir alguna tontera, como por ejemplo Qu empiece el juego! , l sumergi su lengua en su boca, mientras utilizaba ambas manos para palpar sus pechos. A Meredith le flaquearon las rodillas. Su pene erecto, presionado contra el hueco entre sus muslos, la sujetaba. Ambos gimieron... uno en la boca del otro. -Qu es ese zumbido? -grit. A pesar del aturdimiento producido por la pasin, Meredith reconoci el telfono. Durante unos segundos, se qued mirando fijamente a aquel hombre tan atractivo de pie ante ella, sin comprender nada. Sus labios tumefactos por el beso se separaron de los de ella, pero jadeaba y sus ojos de color Jack Daniels seguan brillando con pasin. Su cuerpo desnudo segua pegado al suyo, persuadiendo sus partes ms ntimas. Era un extrao. Estaba a punto de tener sexo con un perfecto desconocido. Haba perdido la cabeza? Meredith le mir pestaeando, mientras recuperaba su sentido comn. l devolvi la mirada, parpadeando confuso, y Meredith aprovech el momento para apartarle y salir de la ducha. Oy sus gritos tras de ella, mientras corra por el pasillo dejando charcos de agua, pero no se detuvo para escuchar lo que deca. Cogi el telfono sin cables que haba en la sala y contest jadeando. - S? -Mer, eres t? -pregunt su hermana Jillian--. Tienes la voz rara. -He salido corriendo de la ducha. Acabo de salir corriendo de la ducha? Ms bien, casi me corro en la ducha, uff ! -Perdona. Qu cuentas? Jillian nunca llamaba simplemente para charlar. -Qu pasa, Jillie? -Tiene que pasar algo malo para que te llame? -A media frase su voz son temblorosa. -Oh, Jillie, qu pasa ahora? --Meredith se desplom en el sof, para levantarse de un salto al darse cuenta de que estaba empapada. Avanz unos cuantos pasos y se apoy en la pared, peinndose el pelo con los dedos compulsivamente, y colocndose los mechones mojados detrs de las orejas. Poda escuchar los dbiles sollozos de Jillie. -Cario, qu pasa? Dnde ests? -Estoy en Londres. Pero puede que tenga que estar en Chicago esta noche. -Crea que tenas que quedarte en Londres otro mes, para tu exposicin de joyera de estilo Jelling. -As es. Mer, necesito que me hagas un favor. Un gran favor. Oh-oh. Jillie tena treinta aos, cinco menos que Meredith, y siempre estaba pidiendo favores. Dos fracasos matrimoniales, un negocio fallido, una hija delincuente juvenil y una coleccin sin fin de amantes. Jillie siempre tena problemas. -George me llam desde Chicago -empez a explicar Jillie. George era su primer marido, un psiclogo. Se casaron cuando estaban en el ltimo ao del instituto, y Jillie se haba quedado embarazada-. Me ha dicho que debo regresar inmediatamente. -Por qu? -pregunt Meredith, temiendo la respuesta. -Gourd ha sido arrestada por robar en una tienda, y la polica ha amenazado con enviarla a un reformatorio. -Gourd? -Es el nuevo nombre du jour de Thea. Esta semana est pasando por una fase Madre Tierra.

Meredith solt una risita. Tpico de su sobrina. Siempre en busca de s misma. Odiaba su nombre real, Theodosia, casi desde que naci, por lo que cada semana adoptaba un nuevo seudnimo. -Es la tercera vez que la arrestan en los ltimos cinco meses -inform Jillie angustiada. -Oh, Jillie. -Y la pobre Thea. En los doce aos de su corta vida, se le haba diagnosticado todo, desde dficit de atencin a sndrome de comportamiento hostil. Meredith probablemente se pondra histrica si tuviera que vivir con su desquiciada hermana. Aquella vida no era la ms apropiada para una chica adolescente, siempre arriba y abajo como una pelota entre sus padres esquizofrnicos, que no parecan precisamente encantados de tenerla como hija. -George dice que se lava las manos. Dice que debo regresar de Londres inmediatamente y comportarme como una verdadera madre. No ms traslados. Me estaba preguntando... -No. -No? -No, no vas a pasarme tus problemas de nuevo, Jillie. Ya es hora de que seas responsable de tus actos. -Pero me van a quitar a Thea. Jillie empez a llorar. Sus sollozos convulsivos le rompan el corazn. Apoy la frente contra la pared, consciente de que iba a hacer el tonto... de nuevo. Geirolf estaba furioso. Ninguna mujer le haba provocado hasta el punto de que la ereccin le doliera, para interrumpir la cpula, sin siquiera dar una explicacin. Semejantes. juegos eran propios de adolescentes inmaduros que experimentaban su primera excitacin. Haca mucho tiempo que haba superado esa fase, y Merry-Death con toda seguridad no estaba en su primera floracin. Quera una respuesta, y no esperara ni un minuto ms. Tras secarse con brusquedad, se aplic el ungento que Merry-Death le haba dado para sus heridas, y se embuti en unos calzones de suave tejido que haban pertenecido a su hermano, y que ella le haba proporcionado junto con una pren-da llamada camiseta en la que aparecan estampada a la altura del pecho la frase JUST DO IT (cuya traduccin significaba simplemente hazlo). Le gustara hacerlo como era debido, y lo hara, despus de retorcerle su pescuezo intil. Por ltimo, se ci el cinturn talismn, puesto que pareca ayudarle a entender la extraa lengua que utilizaba Merry-Death. Por fin irrumpi descalzo en la gran estancia, algo que nunca hara en su propio feudo, donde objetos innombrables a menudo cubran el suelo. De pronto detuvo en seco sus pasos. Merry-Death estaba hablando con una pequea caja negra que mantena pegada a la oreja. Una caja? Bueno, por qu no? Haba odo hablar de magos que hablaban con rboles, animales, e incluso con el viento. Oh, dios, entonces se trataba de una autntica bruja. Realmente quera copular con una bruja? S, se respondi a s mismo inmediatamente, como demostraba aquello que penda entre sus muslos como un ancla. -Dame eso -exigi a gritos. Le arrebat la caja de las manos, haciendo ademn de tirarla al suelo. Pero de la caja sala un sonido extrao, similar al de una mujer llorando. Alarmado, alz la vista hacia Merry-Death, quien intentaba recuperar el objeto. -Qu es ese ruido? -pregunt, sosteniendo la caja por encima de su cabeza, fuera del alcance de Merry-Death. -Mi hermana.

-Tu hermana es una caja? -No, mi hermana no es una caja. Seor, puede que Jared te encontrase realmente en la jungla. Eso es un telfono y yo estaba hablando con mi hermana que est en Londres. Geirolf resopl incrdulo y, sin embargo, con suma cautela, aproxim el telfono a su oreja. -Quin est ah? -pregunt una voz femenina. l levant la cabeza sobresaltado. -Geirolf -respondi con voz vacilante, aunque se senta bastante estpido hablndole a una caja. Roz la hebilla del talismn en busca de auxilio. -Quin eres t? --Jillian, la hermana de Meredith, desde Inglaterra. Qu haces t all? Se trataba realmente de una caja parlante, y la voz afirmaba que le hablaba desde el pas de los malditos sajones. MerryDeath deba de ser una bruja mucho ms poderosa de lo que haba pensado. -Bueno, acabo de darme una ducha, pero... Merry-Death gimote y escondi la cabeza entre las manos. -Una ducha? -inquiri la voz con sorna-. Meredith tambin vena de la ducha. Estabais duchndoos juntos? -Bueno, s, estbamos juntos en la ducha, pero... -Dame el telfono -dijo Meredith entre dientes, pero l esquiv sus manos como zarpas. -Cmo te ganas la vida, Geirolf? -pregunt la voz. -Soy un vikingo. -Un qu? -Un vikingo. Nunca has odo hablar de los nordmanni... de los escandinavos? Acaso estis todos locos en este pas dejado de la mano de dios? -Dios mo, es demasiado bueno. Mi hermana con un vikingo! -respondi con una risa tonta-. Dnde te alojas, seor Vikingo? A Geirolf no le gust el tono condescendiente de aquella voz femenina, y rehus a contestar. -Sois amantes? -No es asunto tuyo con quien comparto las pieles de mi cama. -Geirolf no era un hombre que se vanagloriase fuera de la cmara, y no empezara a hacerlo ahora. La caja se rea histrica. La lanz contra el suelo disgustado, y Merry-Death aprovech para recoger velozmente el telfono. -Jillie-, te llamo ms tarde -dijo-. No, no es mi amante. No, no te estoy tomando el pelo. No, no tiene un gran... -Alz la vista hacia donde l se encontraba, con las manos en las caderas, y se ruboriz- barco. Ja! Muy pronto le enseara a aquella moza con todo detalle, el tamao de su... barco. Media hora ms tarde, Meredith se encontraba sentada a la mesa de la cocina frente a su vikingo. Los pantalones de chndal y la camiseta de Jared estaban ms llenos que nunca. Su larga melena de color castao claro, que ahora presentaba mechones rubios por el sol, estaba recogida en la nuca con una goma que Meredith tuvo que ensearle a usar. Ella se haba cambiado de ropa, otra blusa de seda y pantalones secos, antes de volver a la cocina para preparar la cena. Rolf seleccionaba la carne de su conejo asado, mientras observaba el plato de pasta que haba ante ella, acompaada de ensalada. Ante ambos, sendos vasos de agua helada.

-Ests seguro de que no quieres compartir mi comida? Hay mucha cantidad. l pareci vacilar. -Parecen gusanos blancos cubiertos de sangre. Meredith sonri. -En efecto, pero estn deliciosos. -No eres tan fea cuando sonres, Merry-Death. Deberas hacerlo ms a menudo. Apoy un codo sobre la mesa para sostener su barbilla en la mano ahuecada, mientras la observaba atentamente. Su corazn lati de forma extraa ante aquel cumplido grosero y su concienzudo examen. Pero Geirolf estrope su efecto al aadir: -Y adems tienes buenos dientes. -Como un caballo? Geirolf sonri. -No, no como los de un caballo. Nerviosa, sorbi ruidosamente un espagueti. No quera ceder al desafo de sus brillantes ojos, as que se relami de satisfaccin. -Por satans! Podras despertar al muerto ms tieso con ese gesto lascivo. -Qu? Geirolf le hizo un guio. Fue como si un cosquilleo recorriera todo su cuerpo. Ese tipo le traera problemas, grandes problemas. -Probar uno de tus gusanos -declar. En lugar de esperar a que Meredith le trajera un plato y cubiertos, estir una mano sobre la mesa y cogi un espagueti. Arqueando el cuello, lo sostuvo sobre sus labios abiertos, como un fakir que se dispusiera a tragarse una espada. Entonces, lentamente, lo succion en su boca hasta la garganta. Durante todo el proceso no apart su mirada de los ojos de ella. Despus, se lami los labios, y los dedos pulgar e ndice. Era lo ms sensual que Meredith hubiera visto nunca hacer a un hombre. Como los preliminares del sexo, pero an mejor. -Te ha gustado? -le pregunt Meredith, con un nudo en la garganta. -Muchsimo. Acaso haba doble sentido en su lacnica respuesta? -Te gustara saber qu otra cosa me gustara mucho ms? -pregunt Geirolf. -No! -replic inmediatamente mientras se pona de pie de un salto para proporcionarle su propio plato y cubiertos. El bruto se ri a sus espaldas. Media hora ms tarde, Rolf desisti en sus intentos de comer espaguetis con un tenedor. La camiseta estaba llena de salpicaduras de salsa de tomate. Los espaguetis que haba intentado enrollar en el tenedor estaban desparramados por el suelo y encima del mantel. Y Meredith se mora de risa, hasta tal punto que las lgrimas le corran por la cara. -Creo que esta comida fue inventada por alguna mujer para desquiciar a su hombre -bram Rolf, apartando el plato. Con ayuda de una servilleta, se limpi la cara para asegurarse de que no quedaban restos de salsa. Despus la tir al suelo y se puso en pie. -Por qu me castigas, Merry-Death? Por qu no liemos finalizado el juego que iniciaste antes? -Qu juego? -Meredith tambin se levant y empez a retroceder hacia la sala de estar. -Ya sabes. En la ducha. --Se quit la camiseta manchada y la arroj a un lado por encima de su cabeza. Despus avanz hacia ella, con ojos de depredador fijos en su presa.

Los ojos traidores de Meredith se quedaron clavados en su pecho ligeramente velludo y su abdomen perfectamente delineado. El ancho cinturn con aquella hebilla recargada, realzaba su delgada cintura y estrechas caderas. Oh, oh, las hormonas vuelven al ataque. -Por qu rehuiste mi abrazo, mi seora? --Su voz ronca contena una insinuacin pecaminosa. Mi seora? No se senta precisamente como una dama ante la invitacin tcita que se esconda en sus turbios ojos. -Porque estaba sonando el telfono -dijo, tragando saliva. Cada vez que retroceda un paso, l daba otro hacia delante. Finalmente la acorral. Pero no se senta amenazada, sino... excitada. Oh, dios! -Era sa la nica razn? Meredith asinti con un gesto de cabeza. -Por qu te recoges el pelo en un moo austero, como una casta monja? Tienes hermosos cabellos. -En serio? Meredith estaba atrincherada en el sof. Rolf estaba al otro lado, cerca de la chimenea en la que slo quedaban ascuas, como en disposicin de abalanzarse sobre ella. -S. Antes, cuando lo llevabas suelto, me lo imagin esparcido por tu espalda, sobre tus pechos desnudos, sobre las pieles de mi lecho. Meredith abri los ojos como platos ante sus vergonzosas palabras, y sus pechos turgentes empezaron a dolerle. Rolf lo advirti de inmediato, y en su rostro se dibuj lentamente una sonrisa cmplice. -Ven -dijo, alargando una mano en un gesto imitador--. Se acabaron los juegos. Meredith se sinti tentada. Casi. Pero deneg con un movimiento de cabeza. -Creo que me has hipnotizado con ese... talismn del que tanto hablas. -No, eres t la que me has embrujado, mi dulce hechicera. Ahora ven a m -dijo en tono persuasivo-, no me rechaces fingiendo que no deseas el placer tanto corno yo. -Te equivocas -minti, a pesar de que senta una espiral de fuego en la parte central de su cuerpo, que se desplazaba de forma tentadora hacia abajo. -Te demostrar cmo hace el amor un verdadero vikingo -prometi con voz suave-. Y t podrs demostrarme tus artes de brujera en la cama. Estoy esperando con gran ansiedad nuestro intercambio. -No, no lo entiendes -protest Meredith con voz dbil. Estaban dando vueltas alrededor del sof. Ahora Meredith estaba de espaldas a la chimenea, y l estaba detrs del sof. -Tenemos que hablar. Me parece que se trata de un grave malentendido. -Podemos hablar ms tarde. Despus. Y por cierto que lo nico que reviste gravedad aqu es... -Su mano, la misma con la que se haba rascado su hirsuta barbilla (deba hacer varios das que no se afeitaba), sealaba ahora hacia abajo. -No te atrevers. La mano se detuvo a medio camino, tocando su cinturn casi con erotismo. Estaba jugando con ella, como un gato seguro de s mismo con un ratn indefenso. Pero su mirada qued fija sobre la ampulosa hebilla, y de pronto se acord del mascarn de proa toscamente grabado que estaba en su jardn. Estaba recobrando la razn. En un principio, Meredith haba pensado que aquel tipo, tan atractivo, por cierto, haba

sido enviado por su hermano, confabulado con Mike. Pero tal vez eso era lo que ella quera creer. Haba algo que no encajaba en todo aquello. Tan slo era un extrao que se haba presentado inesperadamente en su casa, y que afirmaba que el golpe que presentaba en la frente se haba producido al quebrarse el mstil de su drakkar. Y que la herida reciente que apareca en su espalda, un corte superficial de unos quince centmetros, era producto de la espada de alguien llamado Storr Grimmsson. Pareca fascinado por todos los avances modernos de su casa, no slo el telfono, la nevera, el agua corriente o la electricidad. Incluso cosas tan simples como una lata de aluminio, los cubitos de hielo, o las gomas para el pelo. Pero haba algo ms. Saba mucho sobre la historia del siglo x. Afirmaba incluso que perteneca a aquel perodo histrico, algo que Meredith se haba tomado antes como una broma. Pero tal vez Rolf no estaba bromeando. Oh, dios, quiz se haba escapado de una institucin para enfermos mentales y slo era un chalado que crea ser un prncipe vikingo de la antigedad. -Escucha Rolf -dijo en tono severo, mientras daban otra vuelta alrededor del sof-, vamos a hablar, ahora. Es importante que aclaremos algunas cosas. Su mandbula se puso tensa. Pareca estar a punto de protestar, pero finalmente se encogi de hombros. -Hablaremos, si lo deseas -concedi-, pero despus haremos el amor. El corazn de Meredith lata con fuerza. Era una persona obsesivamente honesta. Nunca haba sido coqueta o aficionada a ese tipo de juegos. --Tal vez -acept ruborizada. -Tal vez? -pregunt l, sealando cnicamente con las manos sobre sus atractivas caderas-. Tal vez? -Intenta comprenderme. Las aventuras de una noche con perfectos desconocidos nunca han sido mi estilo. -Bien, me atrevera a afirmar que pasar aqu muchas noches -dijo, arrastrando las palabras-, por lo menos hasta que mi barco est a punto. Eso es lo que t te crees -replic ella ante su interrupcin. Despus, aturullada ante la perspectiva de todas aquellas noches a las que l aluda, prosigui-: Admito que la oferta Sexo con un vikingo ardiente cada vez me parece ms atractiva. Y aunque me resulte difcil de creer, realmente estoy empezando a considerar la posibilidad de un encuentro sexual que no signifique nada ms. Sencillamente, necesito algunas respuestas previas. A Rolf le temblaron los labios antes de poder devolverle una sonrisa indolente. Meredith odiaba esa sonrisa. -Un vikingo ardiente? -dijo en tono burln-. Mi seora, este vikingo est al rojo vivo. Captulo tres -Desembucha -dijo-, estoy escuchando. Tras arrojar un par ms de leos al fuego y avivarlo con el atizador, se dej caer sobre los blandos cojines de la estructura semejante a una cama que se encontraba delante de la chimenea. Con sus largas piernas apoyadas sobre la mesa baja frente a l, tom una manzana del frutero que haba en el centro y empez a masticarla con fruicin, como si se estuviera muriendo de hambre. Aquel plato de gusanos que Merry-Death le haba dado para cenar no bastaba para llenar su estmago vaco.

Cuando alz la vista, Merry-Death estaba boquiabierta, mirndole a l, y a la manzana alternativamente. -Qu pasa? Nunca has visto a un hombre comer una manzana? -Por supuesto que s. Lo que me sorprende es cmo te comportas en casa... en mi casa. Ni siquiera esperas a que se te pregunte si quieres sentarte, o comer algo... o lo que sea. Las ltimas palabras fueron pronunciadas en un tono embarazoso y chirriante. No poda engaarle. l saba por qu estaba tan nerviosa. Estaba pensando en el placer de correrse. Como una yegua en celo, su cuerpo se preparaba para el apareamiento. -Con su permiso, puedo tomar asiento, Merry-Death? --pregunt divertido. --Ummf! -Se empobrecer tu casa por haberme comido una manzana? -aadi. -Por favor! No es eso. -Por el sagrado Thor! Las charlas femeninas me dan dolor de cabeza. Estoy cansado y hambriento y... tambin tengo hambre de otra clase... Si debo escuchar este sermn, y digo sermn porque eso es a lo que la mayora de las hembras se refieren cuando dicen hablemos, por lo menos quiero satisfacer uno de mis apetitos. Merry-Death cerr la boca de golpe. l sonrea por dentro. Verdaderamente, era tan fcil hostigar a aquella mujer. En absoluto supona un desafo para sus cualidades superiores. -Bueno, de qu quieres hablar ahora? -continu provocndola, lanzando el corazn de la manzana al centro mismo de las llamas, donde empez a chisporrotear y expeler el delicioso aroma de aquellas frutas en otoo. Ella permaneca de pie tras aquella especie de cama, fulminndole con la mirada. -Y por el amor de Freya, sintate para que no tenga que estirar el cuello para mirarte. Antes de que pudiera protestar, estir el brazo por detrs de su hombro, la asi por la mueca y tir de ella por encima del respaldo acolchado de la extraa cama hasta colocarla sobre su regazo boca abajo. Durante el proceso, pudo apreciar de cerca sus posaderas antes de que ella se enderezara. Su estado mayor se puso en posicin de firme. Siempre haba sentido una atraccin especial por las mujeres con un trasero bien redondo. Tras adaptar el escurridizo cuerpo de ella para que se sentase sobre su regazo, vio sus pechos apretados contra la fina seda de su jubn. No es que no se hubiera fijado en ellos poco antes, en la cmara de la ducha. -Deja de mirarme as -farfull indignada, golpeando las manos que recorran su cuerpo. Pero no poda dejar de mirarla, ni de tocarla. Intent disimular la sonrisa que empezaba a dibujarse en sus labios. Despus de un trasero firme y bien torneado, lo que ms le gustaba eran los pechos de una mujer. De hecho, l y sus hermanos haban mantenido un profundo debate sobre el tema en una ocasin (estaban todos borrachos), y haban llegado a la conclusin de que los pechos de las mujeres eran un regalo de los dioses para los hombres. Jorund y Magnos afirmaban que cuanto ms grandes mejor (ms a donde a agarrarse o algn argumento parecido), pero l era de la opinin de que todos los tamaos tenan su encanto, y lo dijo en voz alta. Despus, con la sabidura procedente de un barril de aguamiel, la conversacin deriv hacia las desventajas de acostarse con chicas bonitas. -Las mujeres hermosas se lo creen demasiado -declar Magnus con un sonoro eructo.

Qu curioso que el eructo fuera un recuerdo tan vvido en su memoria--. Exigen gran cantidad de halagos antes de separar las piernas. -Y las mujeres del montn se esfuerzan ms por complacer -haba aportado Geirolf sabiamente. No poda recordar si haba eructado o no. -Tienes razn, pero no hay nada mejor que una moza bien dotada entusiasmada por el deporte de la cama. -Jorund dijo esto con un suspiro. En aquel tiempo, su hermano estaba loco por la bella Else, una lechera a la que estaba intentando dar caza. Su madre, lady Asgar, haba escuchado la conversacin y propin a cada uno un sopapo, mientras les llamaba zoquetes groseros y asquerosos. -Zoquete grosero y asqueroso ---buf Merry-Death, devolvindole al presente-. Qutame las manos de encima! -Por qu? -Geirolf mantena la parte superior del cuerpo de ella inmovilizada, presionndola contra su pecho desnudo con una mano, la otra ocupada en deshacer el moo y repartir los mechones de su sedosa cabellera sobre sus hombros, hasta los montculos en cuestin. -No me gusta hablar de forma ntima a una mujer que lleva el pelo recogido como una monja ---dijo con voz densa mientras sumerga el rostro en su fragante cabellera. Ola a Breck. A Merry-Death le costaba respirar. -Tambin utilizas Breck para lavarte el pelo? --pregunt perezosamente mientras probaba su dulce piel en la curva que dibujaba su cuello. Merry-Death emiti un grito ahogado. Interpretando sus gritos como una invitacin a seguir, le acarici el cuello con el rostro y avanz hacia arriba- Primero le mordisque uno de sus lbulos, y despus pas i explorar las formas de su oreja con la punta de la lengua. Merry-Death se qued rgida, en estado de conmocin. l tambin estaba rgido, pero en su caso no tena nada que ver con una conmocin. Meredith luch contra el letargo ertico del que despertaban sus sentidos. Sinti la presin del talismn de Rolf en su cadera como con un calor extrao, y se pregunt si no sera realmente mgico. No haba otra explicacin que justificase la atraccin que senta por aquel hombre grosero de labios extremadamente sensuales y que pareca un pulpo. Como tampoco tena lgica alguna el hecho de que una mujer culta como ella se rindiera ante el impulso de la lujuria en estado puro. Pero le haca sentirse tan bien. Y haba pasado tanto tiempo. -No! -insisti, reuniendo fuerzas para resistirse. Consigui zafarse de su abrazo, y llegar al otro lado del sof. Todava jadeando, cruz los brazos por delante del pecho para ocultar las seales de excitacin sexual. Rolf la mir fijamente a los ojos, alzando la barbilla con aire desafiante, con sus ojos ambarinos enturbiados por la pasin. Despus dej salir lentamente un suspiro reprimido, y espero tenso el prximo movimiento de ella. -Quin... eres... t? -pregunt -Geirolf Ericsson -dijo con brusquedad, apretando y aflojando los puos, como si apenas pudiera contener su desaforada pasin. Meredith no poda recordar la ltima vez que un hombre la haba deseado de ese modo. Era un cumplido embriagador. -De dnde vienes? -Hordaland.

De nuevo utilizaba aquellas palabras antiguas. Por qu no deca simplemente la regin al suroeste de Noruega o Antigua Noruega, para ser ms concreto? -Cmo has llegado hasta aqu? -Mi barco naufrag -respondi con sequedad, obviamente impaciente porque finalizasen aquellas preguntas que interferan en sus planes de seduccin-, y despus escal el maldito acantilado hasta llegar a tu feudo. Segua repitiendo todo lo que haba dicho antes. Quiz simplemente haba preparado aquella historia. Ignor su mirada abrasadora, que ms o menos vena a decir: Puedo ahora abalanzarme sobre ti?. -Quin te ha enviado? Se encogi de hombros. -Eres un constructor naval? Asinti con la cabeza y se pas la lengua por los labios lentamente. Por cierto que tena unos labios muy bonitos. Y su lengua tampoco estaba mal. Por favor, acaso est anticipndose a mis preguntas? Por qu me cuesta tanto concentrarme? Puede un exceso de hormonas provocar un sndrome de atontamiento? -Has venido para finalizar el proyecto del drakkar? A Meredith le sorprendi el hecho de que pudiera enlazar ms de dos palabras de forma inteligible. l vacil, para contestar despus: -S, creo que es por eso por lo que he sido enviado. -Y realmente puedes construir un dragn vikingo? Rolf le lanz una mirada ofendida. -Acaso no te lo he dicho antes? -Cunto te llevar finalizar el proyecto? -Bueno, por lo que he podido ver, dira que la mitad del trabajo debe rehacerse. Una vez que... -Con toda seguridad no deber rehacerse. -Mi seora -intervino Rolf exasperado--, tienes la intencin de botar el barco al agua? -Por supuesto. -Se hundir. Redujo el tamao de sus ojos a una rendija, furiosa. -Mi abuelo era un constructor experto. Ests diciendo que era un incompetente? -Acaso era un navegante experto? -Bueno, en realidad, no -admiti--, pero... -Tu abuelo utiliz clavos en la unin de las planchas de roble, y lo hizo correctamente, pero no rellen las juntas con soga. El barco no es estanco. Meredith aspir profundamente al or la noticia. -Hay un dicho en mi tierra: Oft veltir ltil pfa punguhlassi. Alz una ceja, negndose a preguntar su significado, o reconocer su fluidez en nrdico antiguo. -Una pequea fuga puede hundir un gran barco -tradujo-. Y hay otro motivo de preocupacin: la quilla est descentrada. -Quilla? -La viga de madera que forma la espina dorsal en la parte inferior del barco. Se trata del elemento ms importante del casco de una embarcacin. Si est descentrada, el barco

escorar. A pesar de su alarmante pronstico, Meredith se sinti aliviada. Rolf pareca conocer su oficio. -Construir ese barco vikingo para ti, Merry-Death -prometi-, pero se har a mi manera. Qu hombre tan arrogante y con tal exceso de confianza en s mismo! Pero no tena eleccin. Si era capaz tan slo de la mitad de lo que afirmaba saber hacer, sera perfecto para el trabajo. No obstante, de ningn modo le permitira controlar su proyecto. Pero esperara el momento adecuado para decrselo. -Por qu es ese barco tan importante para ti, MerryDeath? Sus pies seguan descansando sobre la mesa baja y, alargando un brazo por encuna del respaldo del sof, ahora jugueteaba con los mechones de pelo de Meredith desparramados sobre sus hombros. Ella deseaba que dejara de hacerlo, se estaba poniendo nerviosa. Le distraa del importante tema que les ocupaba. Le haca pensar en otras cosas extremadamente irrelevantes, tales como... hasta que punto poda ser ardiente un vikingo? -Porque era importante para mi abuelo, que era profesor de estudios medievales en la universidad local, y tena un especial inters en la cultura nrdica. --Al empezar a hablar sobre su abuelo y su proyecto, su nerviosismo desapareci junto con la percepcin obsesiva de la masculinidad de Rolf. Gracias a dios-. El sueo de su vida era reproducir un drakkar para finalmente hacerse a la mar y recrear un gran viaje vikingo. Tal como el capitn Magnus Andersen hizo hace cien aos. -Mi cabeza va a estallar, Merry-Death. Quin demonios era Magnus Andersen? -Andersen construy una rplica del barco de Godstad en 1893. Para demostrar que el drakkar estaba en condiciones de navegar, viaj de Noruega a Terranova en tan slo veintiocho das, a pesar de que debi hacer frente a varias tormentas. Mi abuelo deseaba hacer lo mismo desde nio, pero en sentido contrario. -Tu abuelo era de origen nrdico? Meredith deneg con la cabeza. -Mi abuelo simplemente pensaba que se podan aprender muchas cosas de la forma de vida de los vikingos, especialmente en cuestiones de construccin naval. l crea que la universidad deba ensear, y que la planificacin, el trabajo duro, la tenacidad, y todas las dems habilidades necesarias para construir un barco... en fin, que todo ello sera de gran ayuda a sus estudiantes en cualquier camino que tomasen en la vida. -Cierto, cierto -confirm Geirolf, asintiendo con la cabeza. -El abuelo muri antes de que pudiera hacer realidad su sueo. -Meredith se enjug las lgrimas, y despus mir a Rolf resuelta-. Pero yo voy a terminar el proyecto. -Lo comprendo perfectamente. -De veras? Nadie ms lo entiende. Ni mis padres ni mi ex marido. -Aunque odio decir esto, t y yo tenemos mucho en comn. Al igual que tu abuelo, mi padre me encarg una misin. No descansar hasta que la lleva a buen trmino. Su percepcin del asunto desconcert a Merry-Death momentneamente. -En fin, sea como sea, sa es la razn por la que me he tomado un ao sabtico de la Universidad de Columbia, donde soy profesora de estudios medievales, para retomar el trabajo de mi abuelo en la Universidad de Oxley y hacerme cargo del proyecto Trondheim.

Rolf la miraba sin entender una palabra. -Qu? -pregunt-. Qu pasa ahora? -La mitad de las palabras que has dicho no tienen ningn sentido para m. Qu idioma es ese que utilizas... utilizamos? -pregunt, aferrando la hebilla de su cinto mientras hablaba, como probando suerte, en busca de respuestas. -Ingls. -No puede ser. Hablo ambos idiomas, escandinavo e in-gls, bastante similares, pero tus palabras no pertenecen a ninguno de los dos. -Qu palabras? -Seor, los juegos de aquel tipo estaban acabando con su paciencia. Le pareca efectivamente un experto en construccin naval, pero tena que seguir fingiendo que se trataba de un vikingo?-. Dame un ejemplo. -Por ejemplo profesora. -Profesora es otra palabra para designar a un maestro. -Universidad? Meredith frunci el ceo con extraeza, luego se ri. -Es una escuela... destinada a chicos y chicas jvenes, entre dieciocho y veintids aos. -Ahora s que slo dices tonteras. A los dieciocho aos los hombres hace mucho que dejaron la escuela. Se ocupan de sus propias haciendas o luchan en las guerras de sus reyes. Y las mujeres... las mujeres a esa edad ya estn criando a sus hijos. -No sigas tomndome el pelo! Escucha Rolf, tengo demasiados problemas para seguir con esta farsa. As que corta de una vez y... -Qu quiere decir medieval, eso que has dicho que enseas? Antes has dicho que eras doctora, ahora afirmas ser profesora ... una mujer que ensea? No te creo. Meredith pens que debera negarse a contestar ms preguntas absurdas, pero la mueca de confusin que arrugaba la frente de Rolf pareca autntica. Meredith estaba empezando a alarmarse. Se tratara realmente de un enfermo mental? A pesar de todo, tom aire y prosigui con sus explicaciones. -La palabra medieval se refiere al perodo comprendido entre los siglos VI y XVI. Mi especialidad se centra en la historia de Inglaterra entre los siglos X y XII. Rolf emiti un sonido que denotaba su perplejidad y que Meredith interpret como la reaccin habitual de la gente ante el hecho de que hubiera dedicado su vida a un tema tan aburrido. Ella alz el mentn, ponindose a la defensiva. -Vengo de una familia de eruditos. Mi abuelo se especializ en cultura nrdica de la Alta Edad Media. Mis padres han sido reconocidos por sus investigaciones sobre las costumbres en la Baja Edad Media. Mi hermano Jared es arquelogo, ha trabajado en las excavaciones Coppergate de York, y actualmente se encuentra en Noruega participando en la excavacin de una granja escandinava. Mi hermana Jillian disea joyera de estilo Jelling. Rolf se pein la melena con los dedos, desconcertado. -Todo esto hace que me sienta confuso. -Por qu? -Bueno, puedo comprender que los sabios estudien el pasado, pero cmo es posible estudiar el futuro? --Qu quieres decir con... el futuro? Rolf gesticul con las manos, haciendo notar que se le acababa la paciencia. Meredith chasque la lengua para demostrar su hasto. -No, el perodo posterior al ao 997 no es el futuro. Mira, qu te parece si te enseo los

planos que mi abuelo dibuj para el drakkar, y empezamos de cero de nuevo? Enseguida, Merry-Death se dirigi a su estudio y empez a ordenar los descomunales bocetos. -Por la dentadura de dios y el aliento de Odn! No es posible! Meredith se sobresalt, puesto que no se haba dado cuenta de que l la segua tan de cerca. Ech un vistazo por encima del hombro y vio a Rolf mirando boquiabierto las estanteras que recubran tres de las paredes del cuarto. La cuarta presentaba enormes ventanales que durante el da ofrecan una vista espectacular del ocano Atlntico. Toc uno de los volmenes encuadernados en cuero con aire reverencial. -Debes de ser muy adinerada para poder permitirte tantos libros valiosos -dijo con cierto temor en su voz-. En mi mundo, los mismsimos reyes, normalmente, slo poseen uno o dos. Abri un volumen con sumo cuidado. Rozando con un dedo el papel satinado, profiri un suspiro. -Las ilustraciones son extraordinariamente reales. Y la escritura es extraa. No se parece a los trazos que suelen hacer con tinta los escribas monsticos. -No mucho. Aquel tipo era un actor estupendo. Pero Meredith no poda entender por qu actuaba. Pareca que su fascinacin por los libros era autntica. --Es increble. Te entiendo cuando hablas, pero no puedo comprender el lenguaje en el que estn escritos estos libros. Es ingls? Meredith asinti. De pronto sinti pnico y se apart de l, a pesar de que su actitud no era amenazadora; simplemente estaba all, de pie, con el torso desnudo, hojeando embelesado un libro. -Maana podras ensearme a leer esta clase de ingls anunci con su habitual arrogancia, mientras cerraba el libro de golpe. Maana. En un solo da pretende aprender a leer un nuevo idioma. Ja! Si cree que voy a perder el da dando clases de ingls a un impostor, va listo... Aunque fuera cierto que no puede leer en ingls, qu le hace pensar que puede aprender toda una lengua extranjera en un solo da? Ahora me dir que es Einstein... el Einstein vikingo. Rolf se paseaba por el estudio, cogiendo un volumen tras otro, estudindolos minuciosamente, acariciando sus cubiertas, murmurando suavemente palabras de incredulidad o admiracin. Por ltimo cogi un libro escrito por un colega de Meredith de la Universidad de Columbia: Las excavaciones de Vestfold. La tumba de un prncipe vikingo. Lo abri por el cuaderno central con ilustraciones, y de pronto empalideci, perplejo. -Qu? Qu te pasa? -pregunt Meredith asustada. -Es mi espada -respondi Rolf-. Cmo es posible? Meredith se acerc un poco ms. -Mira, tiene el mismo grabado que aparece en el broche de mi cinturn. Meredith examin la ilustracin a color de una espada vikinga extrada de un monumento funerario. En efecto, su empuadura estaba decorada con un grabado que representaba animales con formas estilizadas, idntico al que apareca en la hebilla del cinturn de Geirolf. En la base haba escritas algunas runas. Meredith, sealando los smbolos, le pregunt qu queran decir. inmediatamente se reprendi a s misma por haber formulado aquella pregunta. Cmo podra aquel bufn descifrar el alfabeto futhark?

-Esta arma, valiente compaero, perteneci a mi queri do hijo, Geirolf Ericsson -tradujo en un tono glacial. Meredith se qued pasmada. -Increble -coment, ms que impresionada por el hecho de que Rolf pudiera leer las runas, y de que su traduccin fuera idntica a la que apareca al pie de foto. Pas la pgina y tuvo que ahogar un grito. Se trataba de una ilustracin a doble pgina de un magnfico drakkar vikingo con un dragn en la proa. -Quin ha hecho esto? Quin ha hecho un dibujo de mi barco? -Tu barco? -S, ste es el drakkar que constru el ao pasado, Dragn Fiero. Todos los nombres con los que he bautizado mis barcos contienen la palabra fiero. Pensaba llamar a mi nuevo barco Destino Fiero. -No entiendo nada -di o Meredith, frotndose la frente con las puntas de los dedos. -Comparto tu aturdimiento, mi seora -aadi Rolf, volviendo la pgina-. Mira, mira esto -prosigui, sealando los brazaletes de plata encontrados en el yacimiento, y estir los brazos para mostrar el parecido con lo, motivos grabados en los que adornaban los suyos. Rolf sigui examinando las pginas de aquel libro, mientras frunca cada vez ms el ceo, emitiendo gruidos cada vez ms audibles. Meredith sinti que una oleada de pnico recorra su cuerpo. Qu estaba pasando realmente? Finalmente, Rolf se volvi hacia ella. -Qu libro es ste? Quin lo escribi? Y por qu? -Ya te lo dije, se titula Las excavaciones de Vestfold. La tumba de un prncipe vikingo, y recoge las excavaciones arqueolgicas que tuvieron lugar hace aproximadamente cinco aos en un yacimiento de Noruega. Vestfold era el nombre de una regin al suroeste de Noruega. -Ya s donde est Vestfold -dijo en tono inquietante-. Yo vivo all. -Ah, s? -Por qu se ha excavado una sepultura sagrada? Meredith se encogi de hombros. -Es la principal ocupacin de los arquelogos. Las tumbas escandinavas constituyen la nica posibilidad de conocer cmo viva la gente hace mil aos, puesto que no contamos con ningn documento escrito. -Meredith se estremeci al ver la expresin de repugnancia en el rostro de Geirolf. -Si se tratase de tumbas cristianas, los sagrados sacerdotes pondran el grito en el cielo, ante semejante sacrilegio. Acaso nuestras tumbas merecen distinta consideracin por ser paganas? -No, pero cuando interviene la codicia... o, con ms frecuencia, la bsqueda de conocimientos histricos, las tumbas pasan a ser de dominio pblico. Se arrop el pecho con los brazos, como si de repente tuviera fro, y murmur: -Miles de tumbas profanadas... quin podra haber imaginado algo semejante? Habra sido mejor que todos los vikingos hubieran preservado los ritos de incineracin. -Entonces pareci recordar algo ms-. Qu decas de la muerte de un prncipe vikingo? La conversacin empezaba a parecerle absurda. -Ya te lo dije antes -respondi con cierta exasperacin-. Los objetos aqu representados fueron extrados de un antiguo sepulcro vikingo. Un tmulo funerario que contiene incluso un barco.

-Un sepulcro? De quin? -pregunt Rolf, con la voz cargada de temor. Despus aadi--Antiguo? -Bueno, se cree que un poderoso jefe vikingo erigi ese tmulo funerario en honor a uno de sus hijos. No hay restos seos, as que se supone que su hijo muri en un batalla en otro pas, o en el mar, puede incluso que... -Sus palabras acabaron en un murmullo ante la expresin de horror del rostro lvido de Rolf-. Por qu ests tan disgustado? -No era un prncipe. Era un karl... un alto jefe. -Q... qu? -Meredith sacudi la cabeza como para aclararse las ideas. Estaba hablndole como si hubiera credo su actuacin. Sin embargo, la profesora que llevaba dentro volvi a emerger, testaruda, y procedi a explicar-: Rolf, el vikingo ah enterrado muri hace ms de mil aos. Es historia antigua. -Mil aos? -repiti Rolf como atontado-. Sigues insistiendo en que nos encontramos en el ao 1997? -Por supuesto. -Gu minn gour! -susurr y volvi a repetir el improperio-. Dios mo! -Sosteniendo su mirada, espet--: Mi barco no slo se desvi de rumbo en las grandes aguas, sino que adems viaj en el tiempo. -Eso es imposible. -Qu otra explicacin puede haber? Ayer, el da en que mi barco naufrag, era el ao 997. Hoy t afirmas que estamos en 1997. -Y t crees que viajar en el tiempo es posible? --pregunt Meredith en tono burln. Rolf alz los hombros en un gesto que denotaba incertidumbre. -Las leyendas de las sagas hablan de sucesos semejantes, pero normalmente en ellos intervienen los dioses y la vida despus de la muerte. Sin embargo, respondiendo a tu pregunta, s, como todos los buenos escandinavos creo que todo es posible en esta vida. Meredith hizo una mueca de escepticismo con su labio superior. Un dbil gemido escap de la boca de Rolf al volver a mirar el libro que apretaba entre sus puos. -Faoir minn --dijo con un quejido---. Mi padre... -Angustiado, alz sus ojos llenos de lgrimas hasta encontrarse con los de ella, con aire suplicante-. Mi padre debi de prepa rar ese mausoleo para m. Te das cuenta de qu significa eso? Ella deneg con la cabeza todava como atontada. -Estoy dauour... muerto. Meredith asinti, aunque en realidad no poda creer que Rolf estuviera muerto, o que el hombre que estaba de pie ante ella fuera un viajero en el tiempo. No, no poda aceptarlo. O tal vez s? Rolf se balanceaba ahora de un lado a otro, lamentando su prdida, con un aullido grave y salvaje. Estaba llorando su propia muerte? Dios bendito! Una y otra vez, farfullaba sin cesar: -Dauour... dauour.. dauour... Por fin, alz la cabeza bruscamente y profiri un juramento. --Hver fjandinn! Maldito! Maldito sea! Maldito sea Storr Grimmsson! Malditos sean todos los dios:, que me enviaron a este lugar en este tiempo! Pero, sobre todo, me maldigo a m mismo por mis pecados, por los cuales debo de estar pagando con este castigo. Meredith intent consolarlo posando una mano sobre su brazo, pero l la rechaz. -No sientas lstima por m, doncella, porque regresar a mi tiempo. Lo juro por todo aquello para m sagrado.

Meredith dio un paso atrs, y observ al furibundo guerrero quitarse la gotea del pelo para mesarse su larga melena en un gesto desesperado. Profiri un primitivo alarido vikingo, tan antiguo como el tiempo, y se precipit a travs de la sala en direccin al acantilado, donde bram a los cielos nocturnos su rabia y su dolor. Atisbando por la ventana, Meredith le vio caminar impaciente por el borde del acantilado, arrancndose cabellos, golpendose el pecho, alzando sus brazos con gran consternacin. Vociferaba extraas palabras en nrdico antiguo. Sera un canto fnebre? El corazn de Meredith se solidariz con el de aquel hombre atormentado. Debera estar asustada, pero no lo estaba. De algn modo saba que Rolf no supona ninguna amenaza, por lo menos para su integridad fsica. En realidad, se trataba de un desconocido y, sin embargo, Meredith se senta conectada a l de forma indescriptible. Se senta atrada por l, pero haba mucho ms. Las lgrimas anegaban sus ojos y poda sentir su dolor. Fuera cual fuese la razn por la que estaba all, su intuicin le deca que el destino, o tal vez los dioses, tenan algo que ver. As deba ser. Sali afuera e intent consolarle, pero Rolf no poda escucharla o aceptar su auxilio en ese momento. Sus ojos rojos y vidriosos la miraban sin verla, corno si fuera invisible. -Vete, mujer. Djame llorar... a solas. Mientras regresaba a tientas a la casa, a Meredith le pareci or que Rolf aada, en un tono ms amable: --El honor de un hombre exige que demuestre fortaleza, incluso al despedirse de los muertos. Durante las horas que siguieron, Meredith recogi la cocina, prepar la cama para Rolf en el sof, y apag las luces, pero segua mirando de vez en cuando hacia fuera, preocupada. En una de esas ocasiones, le vio arrodillado con los brazos extendidos hacia el cielo iluminado por la luna, mientras segua entonando aquel canto fnebre escandinavo. En otra ocasin, le vio expresar su rabia asestando un puetazo a un rbol con frustrado enconamiento. Y durante todo ese tiempo, pareca estar tan perdido, y tan solo. Meredith no poda mantener sus ojos abiertos por ms tiempo, y por fin decidi acostarse. Curiosamente, cay en un sueo profundo, exhausta por todo lo que haba vivido aquella noche. Antes de dormirse, todava se pregunt si acaso no se levantara por la maana para comprobar que la visita del fiero vikingo haba sido un mero producto de su desbordante imaginacin. Por extrao que pudiera parecer, aquella perspectiva le haca sentir un sincero pesar. En mitad de la noche, se despert al sentir una presencia en su habitacin... ms concretamente en la cama. Cuando intent incorporarse, un brazo fro se enroll en su cintura, y la apret contra un fuerte cuerpo masculino. Aunque llevaba ropa interior y una camisa de dormir, se dio cuenta de que aquel cuerpo estaba desnudo. -No -protest mientras intentaba liberarse de su abrazo. -Chist. -Sinti la respiracin de Rolf en su odo, mientras ste se adaptaba a las formas de su espalda, desde la cabeza a los pies-. No quiero hacerte dao. Djame abrazarte un rato, nada ms. Meredith no quera hacer el amor con l. Todava no. El deseo al que casi haba sucumbido horas antes, haba sido remplazado por un nuevo vnculo perturbador, que prefera analizar a la luz del da. Adems, todava tena muchas preguntas.

-No -repiti-, ahora no, todava no. El cuerpo de Rolf se puso rgido, y sus dedos, que se haban abierto camino bajo su brazo, entre el hombro y la cintura, se detuvieron. Rolf exhal suavemente, y Meredith cerr los ojos con la agradable y tentadora sensacin de sus labios rozndole la nuca. -Te necesito. La splica que hizo en un susurro -tan slo tres palabras, pronunciadas con pura honestidad y marcadas por el dolor---, fueron su perdicin. Y Meredith acept algo que inconscientemente ya haba decidido haca algunas horas. Dio media vuelta entre sus brazos y roz con ternura su hmeda mejilla, incapaz de discernir si eran lgrimas o la bruma del mar. -Yo tambin te necesito -suspir, como una rendicin. Captulo cuatro -Estoy muerto --dijo Rolf absolutamente desconsolado. Girando sobre su espalda, se tap los ojos cerrados con el antebrazo. A la luz de la ventana sin cortinas y la eterna luna llena, Meredith contemplaba sus largos cabellos esparcidos sobre la nvea almohada. Meredith se apoy sobre su hombro, y alarg la mano izquierda hasta acariciar la mejilla de Rolf en un gesto tranquilizador. -No. Ests vivo, Rolf. l retir el antebrazo de su rostro y le lanz una mirada suplicante. -Realmente lo piensas? Mmmm. Por fuerza debo ceder ante tu juicio ms sensato sobre la situacin. En verdad que mi cabeza parece que va a estallar de tanta confusin. Mi cuerpo est atrapado en tu tiempo, pero mi espritu anhela el calor de mi propio pueblo. Tengo roto el corazn. A buen seguro aquellos que vagan por la otra vida no experimentan semejante dolor. A continuacin, puso su enorme mano sobre la de ella, que segua posada sobre su mejilla, y se la llev al pecho, donde su corazn lata con fuerza, como si efectivamente estuviera a punto de estallar. Rolf estaba desnudo hasta la cintura, el resto del cuerpo cubierto con el edredn hecho a mano por la abuela de Meredith, con el dibujo de una lluvia de estrellas. Meredith saba que estaba completamente desnudo, pero mientras admiraba su magnfico cuerpo, no sinti aquel deseo irresistible. Lo que senta era una abrumadora... Qu era aquello? Ternura, era la nica palabra que se le ocurri para describir la emocin que llenaba su corazn y haca hervir su sangre. Era un desconocido, pero al mismo tiempo, ya no lo era. Ansiaba tocarle y curar las heridas de su alma, aunque ni siquiera sabia de qu tipo eran. Como profesora, se deleitaba en la transmisin de conocimientos a sus estudiantes. Resultaba irnico, pero presinti que aquel hombre rudimentario podra ensearle mucho, mucho ms. Sospechaba que le haba sido enviado por alguna razn. Pero en ese momento, el motivo no importaba. Sencillamente saboreaba el regalo de la presencia de Rolf en su vida, Los ojos sombros de Rolf le sostenan la mirada. -Hazme sentir que estoy vivo, Merry-Death. Ella lade la cabeza en un gesto inquisitivo, mientras senta cmo se le aceleraba el pulso. -Estoy tan cansado y aburrido de luchar. Deshaz la escarcha que amenaza con

congelarme el alma, Merry-Death. Por favor. Meredith asinti con la cabeza, incapaz de articular palabra alguna que pudiera atravesar el nudo que se le haba hecho en la garganta. Lentamente, acerc su cabeza a Rolf y, todava con una mano posada sobre su pecho, pos sus labios sobre los de l. La suavidad sobre la rigidez. El calor sobre el fro. Estaba tan helado y tan rgido como un muerto. Pero ella hara que se recuperase, se jur a s misma. Haba sido un beso sin intencin ertica, puesto que slo pretenda trasmitir ternura. Y sin embargo, haba sido tremendamente sensual, como demostraban los gemidos que inme-diatamente profiri Rolf. -Sers amiga de mi corazn? murmur. El aliento de Rolf sobre sus labios era por s mismo un dulce beso. Ante aquellas palabras, a Meredith todo empez a darle vueltas, mientras una necesidad, largo tiempo escondida y reprimida en lo ms profundo de su ser, luchaba por abrirse al exterior, como los ptalos de una frgil flor. Amiga de su corazn? Quera decir algo parecido a "alma gemela"? O tan slo se refera a una amistad? Rolf separ los labios, en una invitacin. Sus brazos permanecan inmviles a ambos lados, con las palmas de la mano hacia arriba, en una actitud suplicante. No insisti en que ella tambin se desnudara. Ni se abalanz sobre Meredith con la intencin de poseerla. No le hizo falsas promesas, ni le jur amor eterno. Se limit a esperar, dejndole a ella que decidiera el ritmo del amor... o que le rechazara, si era eso lo que quera. A Meredith aquella perspectiva le haca sentirse extraamente poderosa... adems de nica. Ningn hombre le haba permitido llevar la batuta en ese terreno, ni siquiera Jeffrey. Poda tomar todas las decisiones o ninguna. No estaba segura de qu era lo que deba hacer. As que decidi profundizar en el beso, para hacer una prueba. Rolf la recibi con un leve movimiento de sus labios, que ya no estaban fros. Meredith roz sus labios de una comisura a otra, explorando, hasta que encontr la posicin ms adecuada. Entonces desliz la lengua dentro de su boca, tanteando. El corazn de Rolf lati excitado bajo la mano que ella tena sobre su pecho. Meredith sonri, todava con los labios sobre los de Rolf, y sinti que l tambin sonrea. Reconfortada, se apart un poco y explor el rostro de Rolf con los ojos y los dedos: la sien magullada, que bes con suavidad; el arco de sus gruesas cejas; las largas y espesas pestaas; los pmulos marcados y su mandbula; incluso su nariz recta y arrogante. Observ admirada sus anchos hombros, pero no los toc. Ni tampoco las lneas en relieve de sus venas, que realzaban sus brazos musculosos. Ni las mltiples cicatrices, antiguas y recientes, que salpicaban su piel. Ni los tentadores contornos de luces y sombras que perfilaban sus pectorales y los msculos del abdomen. Prefiri saborear la expectativa de poder tocar todo aquello, algn da. -Eres hermoso -susurr. -S -asinti, bizqueando mientras la miraba. Por alguna razn, aquel gesto la conmovi profundamente. Tal vez porque aquella pequea demostracin de sentido del humor confirmaba que sus esfuerzos por sacarle de su desolacin estaban dando resultado. -Ya no ests helado -coment, deslizando la mano que tena sobre su pecho hasta el cuello, y de regreso hasta la cintura, para detenerse all. l aspir profundamente, y meti el estmago.

Era un gesto de resistencia? Tal vez esperaba que no se detuviera all. O al contrario, quiz no quera ella fuera ms lejos. -No, ya no tengo fro, gracias a ti, dulzura. Pero mis huesos estn doloridos y mi corazn enfermo. Dulzura? Qu expresin tan cariosa! Liberando sus manos de las ligaduras invisibles a ambos lados de su cuerpo, la rode con sus brazos hasta acomodarla en su pecho. Dispuso una de sus manos sobre los hombros de ella, envolvindola en un abrazo, y la otra qued enterrada entre sus cabellos, atrayndola hacia s. En cuestin de segundos, con el rostro descansando sobre su clido pecho, Meredith percibi cmo se normalizaban sus pulsaciones, mientras su pecho se inflaba y desinflaba a un ritmo regular. Se haba quedado profundamente dormido. No se sinti ofendida. Al contrario, sinti recompensados los esfuerzos que haba hecho para consolarle. Pero Meredith no pudo dormir. Tampoco se sinti en paz, aquella noche, cuando el sueo la abandon, dejando va libre a las perturbadoras cuestiones que asediaron su cerebro. Al amanecer, sali sigilosamente de la cama y arrop a Rolf con el edredn. Uno de sus brazos descansaba por encima de su cabeza, dejando visible el espeso vello, extraamente atractivo, de su vulnerable axila. El otro brazo descansaba sobre la almohada en el lugar donde haba estado abrazndola haca tan slo unos instantes. Se le llenaron los ojos de lgrimas al contemplarle. Despus se oblig a apartar la vista de l, y baj a su estudio, con la esperanza de encontrar algunas respuestas con ayuda de su ordenador. Ya haban dado las ocho cuando Meredith oy a Rolf levantarse. Poco despus, escuch la ducha. Haba dejado un montn de ropa vieja de Jared, junto a un par de maltrechas zapatillas deportivas, que seguramente le iran pequeas. Abandon la mesa del ordenador y se dirigi a la cocina para preparar el desayuno. Tendra que ir al supermercado muy pronto. En la nevera no quedaba gran cosa. Se decidi por las tostadas. Despus quebr un huevo en un tazn lleno de leche, vacil, y aadi dos huevos ms, pensando que Rolf tendra un tremendo apetito tras la exigua cena de la noche anterior. Prepar diez tostadas, las introdujo en el microondas, puso la mesa, y sobre ella mantequilla y sirope de arce. Despus prepar una jarra de zumo de naranja concentrado y encendi la cafetera. Todava oa la ducha, as que volvi al ordenador y a sus perturbadores incursiones en la cultura escandinava a travs de Internet. Hasta el momento, haba podido corroborar los absurdos datos histricos facilitados por Rolf. Efectivamente, en el ao 997, el poderoso gobernador de la regin de Noruega denominada Vestfold se llamaba Eric Tryggvason. Uno de sus hijos haba sido constructor de barcos, adems de clebre guerrero. El hermano de Eric, Olaf Tryggvason, era rey de Noruega en aquella poca. Aelfgifu, reina de Inglaterra y cnyuge de Etelredo el Indeciso, haba sido dbil y poco agraciada, tal como haba dicho Rolf, y falleci durante un parto, probablemente en el ao 997. Cmo poda saber Rolf aquellas trivialidades histricas? Tecle su contrasea y esper a que el ordenador le diera acceso al sistema. Tamborileando nerviosamente con sus dedos sobre la mesa, mientras esperaba a que la

mquina procesara los datos, Meredith empez a hacer planes. Enviara un fax a Noruega, donde se encontraba su hermano Jared, en cuanto llegara a su despacho, puesto que no dispona de aparato de fax en casa. Tambin tena algunas preguntas para Mike. Todava no estaba segura del todo de que ni l ni Jared tuvieran nada que ver con la llegada de Rolf. Intent comunicarse con Mike, pero le informaron de que estaba visitando a algunos antiguos compaeros del ejrcito en Bangor, y que se quedara all todo el fin de semana. - Qu haces, Merry-Death ? Meredith se sobresalt. No haba odo aproximarse a Rolf. Con una mano sobre su acelerado corazn, mir por encima del hombro y tuvo que ahogar un gemido. Seor, aquel hombre era tan atractivo. Se haba puesto una camiseta Adidas de color gris que llevaba por dentro de los mismos pantalones de chndal negros, ceida a la cintura por su talismn, una curiosa combinacin que, sin embargo, encajaba perfectamente con su imagen de vikingo. Llevaba el cabello mojado recogido en una cola, y se haba afeitado, permitiendo as que aflorasen sus perfiladas y atractivas facciones. Algunas arrugas de sufrimiento enmarcaban sus ojos y labios tristes, pero pareca que el descanso le haba hecho bien. Sin perder el contacto visual, coloc su mano izquierda sobre el hombro de Meredith, ejerciendo cierta presin. -Gracias -dijo, con voz ronca. Meredith supo que se refera al consuelo que le haba ofrecido la noche anterior. Meredith acept su agradecimiento y Rolf se apart de ella. Entonces advirti que llevaba algo en la otra mano. -Para qu sirve esto? --pregunt, tomando asiento en una silla de respaldo vertical prxima a la suya. Meredith sonri. -Son calzoncillos. Ropa interior. Rolf sostuvo la prenda ntima de color blanco ante l, y dijo en tono burln: -No puede ser, son demasiado pequeos para contener las partes viriles. -Son elsticos... se adaptan incluso a las partes viriles de mayor tamao -replic, tambin con sorna. Entonces se dio cuenta, no sin cierto pudor, de que no deba llevar nada debajo de los pantalones. Seor! -Y esto? --volvi a preguntar. -Calcetines de deporte. Ya sabes... -Se interrumpi para buscar una palabra que pudiera entender-. Mmm... calzas, eso es. Se ponen en los pies antes de calzarse. Rolf hizo un gesto para indicar que haba comprendido su explicacin, y procedi a ponrselos, tras algunos torpes intentos, hasta que descubri cmo hacerlo. Despus alz una ceja Mientras sostena los ltimos objetos que haba trado consigo. Las deterioradas playeras de Ja red. -Son las viejas zapatillas para correr de Jared --le inform mientras se arrodillaba ante l para ayudarle a ponrselas. -En serio? En tu pas la gente tiene zapatos slo para correr? -S -respondi ella, riendo. Ahora que Rolf lo mencionaba, sonaba extrao. -Y tambin tienen calzones especiales para sentarse? -No -rezong, mientras intentaba introducir sus pies a presin en las playeras, por lo menos dos nmeros ms pequeas del que deba calzar Rolf.

-Debes de usar un 48. Ya sabes lo que dicen de los vikingos con pies grandes, no? -Hizo aquella ltima observacin sin pensar, e inmediatamente se arrepinti. Rolf baj la mirada hacia ella frunciendo el ceo con extraeza. -No, qu dicen de los vikingos con pies grandes? Y por qu te has puesto tan colorada? -En las comisuras de sus labios asom de repente una sonrisa-. Podra ser lo mismo que dice la gente de los sajones de narices grandes? Meredith decidi cambiar de tema. -Crees que podrs usar estos zapatos? Tus dedos deben de estar muy comprimidos. Rolf se encogi de hombros. -No creo que sea peor que llevar botas de cuero mojadas en una batalla. -Entonces se puso en pie, hizo un par de flexiones con sus rodillas y corri sin moverse del sitio durante unos segundos-. S, ahora veo que un hombre puede correr como el viento con estas botas de tela -afirm, ofrecindole una deslumbrante sonrisa, que la hizo derretirse hasta los huesos-. Ahora mustrame esa caja que mirabas cuando entr en la habitacin. Por el sagrado Thor, nunca estuve en ningn lugar con tantas cajas mgicas. Poco despus, Geirolf parpadeaba atnito, intentando desesperadamente procesar todas las informaciones que aparecan fugaces en la pantalla del ordenador de Merry-Death. -Es pura y simple brujera, de eso estoy seguro, pero la ms increble que he visto nunca. Letras e imgenes, y toda la sabidura del mundo contenidas dentro de esa pequea caja... en el interior de ese... cmo lo llamaste? Ah, s, sede-rom. Meredith profiri una carcajada. Estaba seguro de que haba pronunciado mal una de aquellas endemoniadas palabras de aquel lenguaje nuevo. -Eres una mujer de espritu maligno al regocijarte en mi desconcierto. -No, es slo que suena tan gracioso... -Gracioso? Me tratas como a un cachorro? -Hizo un gesto con la cabeza de desaprobacin. Gracioso?-. Por lo menos, intento comprender la magia de esta caja que ordena -espet-. Desde que nac, mis padres me animaron a aprender todo lo que estuviera a mi alcance, sobre la naturaleza y el mundo. Del conocimiento proviene la fortaleza, sola decir mi padre. Incluso para los hombres que se dedican a la lucha, el cerebro es un arma tan poderosa como su espada. -Por lo que dices tu padre deba de ser muy sabio. -El movimiento de cejas con el que acompa sus palabras le revel que no se trataba de un cumplido. -Te resistes a creer que nosotros, brbaros paganos, nos deleitamos en la sabidura. No, no niegues la duda que la expresin de tu rostro deja entrever. Ya te dije antes que mi madre era cristiana, aunque mi padre respeta las antiguas costumbres. Al nacer, consagr cada uno de sus hijos a los dioses escandinavos. -Y qu? Por todos los santos! Me gustara borrar esa sonrisita de suficiencia de sus labios. Tal vez si la arrojase al foso lo conseguira. Pero no debo perder los estribos. Al menos por ahora, hasta que domine todos los secretos de las cajas mgicas. -Si pusieras riendas a tu lengua, tal vez me daras la oportunidad de acabar con mi relato --dijo, controlndose. Ciertamente, aquella mujer necesitara un par de lecciones o ms (tal vez cincuenta), para volverse ms dcil-. Como te estaba contando antes de que me interrumpieras, la divinidad que protege a mi hermano Magnus es Frey, dios de la

fertilidad y la prosperidad. Magnus tiene diez hijos vivos con sus tres mujeres, y es el mejor granjero de toda Noruega. -Tres mujeres! -Fue el comentario de Merry-Death, como si eso fuera lo ms destacable de toda la informacin que Rolf le haba trasmitido-. Tres mujeres! Rolf hizo un gesto displicente con la mano. -Luego est mi hermano Jorund, cuyo protector es Thor; el dios de la guerra. Jorund es el ms fiero guerrero sobre la tierra. Aspir profundamente ante el sombro pensamiento que le asalt de repente: tal vez no volvera a verlos nunca. Despus prosigui con brusquedad: -Y mi padre me consagr a Odn, el dios del aprendizaje. Tal vez hayas odo que el dios padre de todos sacrific su nico ojo para poder beber la sabidura del pozo de Minir. -Un mito! -exclam Meredith con desdn-. Adems, t eres constructor de barcos, no un erudito. Para eso te consagr tu padre a la sabidura? -No siempre fui constructor naval. Despus de haber superado diez inviernos, fui acogido en la corte sajona del rey Edgar, el primo de mi madre. Durante cinco aos, sobreviv a aquel nido de serpientes de aristcratas conspiradores, pero absorb todas las enseanzas que los monjes ofrecan en los monasterios. -En serio? Por fin, aquella mujer pareca impresionada por su formacin acadmica, pero menospreciaba sus habilidades como artesano de la madera. -Escchame bien, obstinada seora. Estoy orgulloso de los callos de mis manos, que delatan mi oficio. Me siento ms realizado construyendo un buen barco que traduciendo cualquier texto del latn. Se sonroj al verse sorprendida en una actitud condescendiente. -Oh, no era mi intencin... Ro alz una mano en un gesto para acallar sus palabras. -No me importa lo que pienses de m. Yo s quin soy. -Ya no recuerdo cmo iniciamos esta conversacin. --Sin duda me estabas reprendiendo por algo, corno todas las mujeres. --Qu es ese ruido? -pregunt de pronto Merry-Death. --Estaba hablndote. -No me refiero a eso, tonto. Meredith le mir por encima de una extraa pieza de joyera hecha de plata y cristal, que descansaba sobre la parte superior de su nariz, y con unas prolongaciones que iban hasta detras de las orejas. En su mundo, las mujeres llevaban diademas o aros sobre la frente, para conservar su sano juicio. Pero, en su opinin, la nariz era un sitio muy extravagante para un adorno. En fin, las mujeres siempre encontraban alguna excusa para adornarse. Algn da incluso llegaran a adornar sus narices con aretes. Su estmago dej escapar un rugido, y de pronto se dio cuenta de que deba de llevar un buen rato quejndose. Ese era el ruido al que se refera Meredith. -Supongo que no tendrs nada ms que ofrecer a un hombre hambriento, aparte de aquellos gusanos. Meredith sonri al bruto y le condujo a la cocina. Hombres! Bastaba con mencionar la palabra comida para poder manejar hasta al ms fiero. --Pues s. Ahora vamos a comer tostadas al estilo francs. -Al estilo francs? -se burl Rolf, en un primer momento . En muchas ocasiones viaj a Francia, y nunca prob nada semejante. -Pero engull ocho de las diez tostadas baadas de mantequilla y sirope, bebi un vaso de zumo de naranja y tres tazas de caf, que

reivindic corno la autntica bebida de los dioses. Despus salieron para examinar el drakkar. -En tu pas las mujeres se atavan siempre con calzones de hombre? -pregunt-. Que conste que no me parece mal. Meredith le mir de soslayo para ver los ojos de aquel bribn clavados en la parte posterior de sus Levi's demasiado estrechos. Los haba heredado de Jillie, y se los haba puesto aquella maana en combinacin con un jersey de angora blanco de talle alto. -No, las mujeres no llevan calzones siempre. Yen este pas reciben el nombre de pantalones o mallas, no calzones. Esta clase concreta de pantalones se llaman vaqueros. Deberas comprarte unos, si es que todava no tienes. Rolf le lanz una mirada escptica, pero no dijo ms, puesto que acababan de llegar a la ubicacin del proyecto. Se puso serio de repente, y examin los dos cobertizos techados pero abiertos por los costados. Uno de ellos serva para proteger la gran cantidad de madera necesaria para el drakkar de ms de veintitrs metros de eslora, cobijado en el otro cobertizo. Rolf se dirigi primero al cobertizo que albergaba planchas en forma de cua, adems de los troncos de rboles enormes. El abuelo le haba dicho en una ocasin que seran necesarios once robles de como mnimo ocho metros de altura, aparte de un ejemplar de entre quince y veinte metros para la quilla, para construir un drakkar de ese tamao. Rolf se arrodill ante la madera y la toc con sus dedos, la sopes, lleg incluso a olerla. Luego frunci el ceo, chasqueando la lengua en seal de desaprobacin. Meredith se aproxim a l. -Qu pasa? -Quin fue el tonto que permiti que toda esta madera se secase? Cualquier constructor naval sabe que la madera verde es lo mejor para las planchas. Una vez seca se vuelve demasiado quebradiza para trabajarla. -Se puso en pie y la fulmin con la mirada como si ella tuviera la culpa de tal incompetencia. -No ha habido ningn tonto, aparte de ti. Mi abuelo muri de forma repentina el pasado octubre... -Su voz se quebr y tuvo que hacer una pausa. Finalmente se aclar la garganta y prosigui-: No haba nadie capaz de hacerse cargo del proyecto. Rolf intent consolarla poniendo una mano sobre su hombro, pero ella le rechaz. No quera su compasin. -Tenemos todas las anotaciones de mi abuelo, y su ayudante, Mike Johnson sigue aqu, pero nadie cuenta con la capacidad necesaria par supervisar un proyecto de semejante envergadura. Desde que me instal aqu en enero, estoy intentando encontrar a alguien que pudiera relevar a mi abuelo y proseguir con su obra. Rolf asinti. -Es una cuestin de honor. Meredith se qued boquiabierta ante aquel comentario. Cmo poda saber que ella lo senta de aquella manera? Cmo saba que dejar el proyecto de su abuelo sin terminar era en cierto modo como deshonrar su memoria, que la finalizacin del drakkar sera un gesto de amor y respeto? Reprimiendo la emocin que la embargaba,

pregunt: -Podemos hacer algo para salvar la madera? -En parte -contest Rolf-. Y los tablones que descartemos podrn aprovecharse para hacer remos, cuadernales, cornamusas y defensas. --Mira, qu ramas tan curiosas -dijo, llamando la atencin de Rolf, que todava se encontraba al otro lado, examinando uno a uno las planchas y los troncos. Entre los tablones rectos y los cortados en forma de cua, haba tambin ramas curvadas, algunas incluso ahorquilladas. Rolf hizo un gesto con la cabeza dando a entender que su estado era lamentable. -Ahora son inservibles. La madera curvada es necesaria para las cuadernas y las curvas del barco, y las ramas bfidas para los esclanos y las sobrequillas, pero deberan haber sido conservados bajo el agua para preservar la flexibilidad de la madera. Mientras se aproximaban al drakkar, Rolf lo examin con idntica profesionalidad. Meredith estaba cada vez ms impresionada por sus conocimientos. Viniera de donde viniera, aquel tipo era la respuesta a sus oraciones... como mnimo, de aquellas en las que peda a un constructor naval. S, eso es. Como si no estuviera viendo su piel bronceada y los msculos que sobresalen por debajo de los brazales que adornan sus brazos. Como si no me diera un vuelco el corazn cada vez que sonre. Como si no me quedara embobada cuando se agacha forzando el material elstico de esos pantalones negros. ---Qu has dicho? -pregunt Rolf, enderezando la espalda. ---Nada -respondi ella, aborreciendo el rubor que le arda en la cara. La leve sonrisa que se dibuj en los labios de Rolf le confirm que l saba exactamente lo que le pasaba. --Volvamos adentro y empecemos con las lecciones de ingls. Nunca podrs leer las anotaciones de mi abuelo ni entender sus bocetos a menos que tengas las nociones para leer en ingls. ---Ya te lo dije, yo ya puedo leer en ingls --protest. s, s. De nuevo toda esa historia del prncipe vikingo ---rezong Meredith, mientras regresaban a la casa. -Mirndola detenidamente por detrs, Rolf le advirti: --Ser mejor que pongas freno a tu lengua, mujer; o te ensear qu ms puede hacer un vikingo, adems de construir barcos. Debera haberle reprendido por semejante descaro, pero percibi un brillo guasn en sus ojos. Era un bruto arrogante, eso es lo que era. Lo malo era su tremendo atractivo. --Los vikingos zopencos y machistas no impresionan a todas las mujeres, lo sabas? --En serio? --pregunt sorprendido--. Siempre que mis hermanos y yo hemos ido en campaa, las mujeres se pelean por estar con nosotros, independientemente del pas, pero sobre todo, las sajonas. Dicen que somos mucho ms altos y ms bellos que sus poco agraciados hombres ingleses. -Eh! Por lo que tengo entendido, los vikingos se lavaban con mucha ms frecuencia que los hombres sajones. Por eso atraan ms a sus mujeres. T tampoco olas tan mal. Rolf sonri. --Bueno, eso tambin cuenta. Cuatro horas ms tarde, Meredith estaba sentada en la silla de su biblioteca, estirndose. Haban hecho increbles progresos. Rolf estaba aprendiendo muy rpido a leer en ingls,

gracias en parte a la gran cantidad de textos en ingls y nrdico antiguo de su abuelo, y al uso de programas de software. Rolf deba de ser sumamente inteligente para captar los principios bsicos con tanta facilidad, pero Meredith sospechaba que haba algo ms. Casi crea su declaracin de que el talismn tena poderes mgicos. Cmo si no era capaz de dominar ya el alfabeto y la gramtica elemental? Cmo era posible que pudiera utilizar el teclado del ordenador mientras estudiaba? Su entusiasmo por aprender, casi infantil, la conmovi. No rehus ninguna de sus instrucciones, ni siquiera la aburrida tarea de escribir el alfabeto. - Por qu tienes tantas ganas de aprender todo esto tan rpido? -pregunt, por ltimo-. Y no me contestes con la tontera de que has sido consagrado al dios de la sabidura. Alz la vista sorprendido del libro de texto de tercer curso que estaba estudiando, y que haba pertenecido a Meredith cuando era nia. --Para poder volver a casa -respondi con sencillez y retom la lectura. A Meredith casi se le para el corazn. Se pregunt por qu se senta tan desconsolada ante la idea de perder a un hombre que acababa de conocer. No significaba nada para ella, slo era un constructor de barcos, un medio para llegar a un fin. Una vez finalizado el proyecto, le dira adis y buen viaje, de acuerdo? No, no, no. No saba exactamente qu haba pasado, tal vez se debiera a que se senta tremendamente sola, pero Rolf haba entrado en su vida, y probablemente incluso en su corazn, en tan slo un da. Y su ausencia dejara un vaco, lo saba. Deba empezar a protegerse. -Ya basta por hoy -anunci, estirando el brazo por encima del hombro de Rolf para cerrar el libro-. Qu te parece si comemos? Rolf asinti con la cabeza y se puso en pie, estirando los brazos y arqueando la espalda, agarrotada por haber permanecido tanto tiempo sentado. Meredith evit mirarle, poniendo en marcha su plan de autoproteccin. Poco despus, Rolf estaba apoyado en la barra de la cocina, mientras Meredith abra un sobre de sopa de tomate y preparaba sndwiches calientes de queso. Por la tarde tendra que ir a comprar sin falta. Mientras ella se mova por la diminuta cocina, Rolf observaba cada uno de sus movimientos, como si los estuviera memorizando para situaciones futuras. Tal vez era una aliengena enviado para estudiar la civilizacin en la tierra. Al fin y al cabo, la historia del viaje en el tiempo de Rolf era igual de inverosmil. Rolf no le quitaba los ojos de encima, lo cual haca que Meredith estuviera ms nerviosa de lo normal. Probablemente porque se acordaba de la imagen de l en su cama la noche anterior, cuando casi hicieron el amor. -Hblame de ese talismn ---dijo por fin Meredith, sacando otro tema para distraer sus pensamientos-. Cmo puede ser que la hebilla de un cinturn tenga poderes mgicos? -Cmo dices? De qu hebilla mgica hablas? Creo que te equivocas. La hebilla no es ningn talismn, sino tan slo una funda protectora. Baj el fuego de la sopa, y puso dos sndwiches ms de queso en la sartn, tras retirar los que ya estaban hechos. Despus le dedic toda su atencin. -Qu quieres decir? Se quit el cinturn para mostrrselo. En la parte posterior del enorme broche circular haba escondida una pequea varilla. Rolf la accion y se abri una tapa, que dej al

descubierto una cruz de oro de exquisita factura. El crucifijo tena unos seis centmetros en su parte ms ancha y no haba sido diseado como colgante, aunque podra adaptarse para ese uso. El reverso de la cruz era rugoso, como si se hubiera desprendido una parte de la pieza. -Es preciosa! Me la dejas? Rolf asinti, ofrecindosela. En cuanto la sostuvo en la palma de su mano, sinti su latido. De inmediato alz la mirada hacia l, y comprob que Rolf era consciente de lo que estaba percibiendo. -Qu es esto? -pregunt. -Es un frontispicio dorado que mi padre arranc de una Biblia hace tres aos durante el saqueo de Lindisfarne, la isla sagrada, en Inglaterra. Meredith se llev una mano a la frente, perpleja. -Espera, el clebre ataque vikingo al monasterio de Lindisfarne tuvo lugar doscientos aos antes, a finales del siglo VIII.. Rolf frunci el ceo ante su interrupcin. -Te hablo del segundo ataque a Lindisfarne, en el que... -Aj! Dijiste que t no tenas nada que ver con los saqueos y las violaciones. Rolf chasque la lengua ante la nueva interrupcin. -Dije que, concretamente en mi familia, no se consiente la violacin. Nunca dije que no interviniramos en los saqueos. El saqueo es una empresa honorable para los vikingos. De hecho, los franceses v los sajones tambin son muy aficionados a saquear y robar. Y no he dicho que mi padre atacase el monasterio de Lindisfarne. Los benditos monjes abandonaron la isla hace un siglo. No, mi padre se hizo con el frontispicio a travs de un aldeano cuya familia haba robado el libro sagrado antes de que se fueran los sacerdotes. As que como ves, no fue un robo en el sentido literal de la palabra, puesto que para empezar, ya se trataba de un objeto robado. -Contina, te escucho -dijo Meredith con un suspiro de resignacin. Aquel hombre tena respuestas para todo. -Hace tres aos, esto es, en 994, mi padre se uni a su hermano Olaf... -El rey de Noruega? -S, Olaf Tryggvason, rey de Noruega. Si sigues interrumpindome, nunca podr acabar con esta saga. Ahora se trataba de una saga, de acuerdo. -Mi padre, uno de los gobernadores de Noruega, junto con el rey Olaf, y Sven Forkbeard, rey de Dinamarca, se unieron para planear la invasin a gran escala de Inglaterra. Las flotas combinadas contaban en total con noventa y cuatro barcos de guerra, muchos de ellos construidos por m. Fue el ms fantstico ataque vikingo a Inglaterra en ms de medio siglo. -Quin gan? Rolf se encogi de hombros. -La mayora de nobles britnicos estaban dispuestos a aceptar a Sven como soberano, pero Londres fue defendido con idntico ahnco. Como de costumbre, hubo numerosas disputas en el seno de las tropas noruegas y danesas. Era una alianza forzada, entre dos reyes vikingos que durante aos haban intentado someter al contrario. Al final, Etelredo compr su vasallaje pagando un tributo de diecisis mil libras. Meredith estaba ms confusa que nunca. -Qu tiene todo eso que ver con el talismn y la reliquia sagrada?

-Mi padre estaba terriblemente enojado al abandonar Inglaterra hace tres aos. Estaba furioso con su hermano Olaf, que permaneci en la corte sajona y prometi la conversin al cristianismo de todos los escandinavos. Enojado con el cobarde de Etelredo, en quien no se puede confiar. Indignado con los dioses por no haber protegido a los guerreros que cayeron. Pero, sobre todo, estaba colrico con el dios cristiano puesto que mi madre le haba convencido de que se bautizara antes de zarpar. --Y como represalia decidi saquear el monasterio cristiano de vuelta a casa -aadi Meredith. Era su intencin... pero no era consciente de que el monasterio ya no exista. --Rolf agit una mano como para quitarle importancia al hecho--. Entonces decidi asaltar algunas aldeas en busca de sus riquezas escondidas. Las ricas rdenes eclesisticas haban sido objetivo de muchos ataques vikingos en el siglo x. Meredith lo saba por su especialidad de estudio. Pero eso no significaba que creyera la historia de Rolf. --Contina -le anim a seguir Meredith, sin embargo-. Por qu afirmas que precisamente este objeto es un talismn? Qu tiene de especial? --El crucifijo no es lo principal, sino la reliquia guardada en l durante su forjado. -Qu reliquia? -Tres pestaas de san Cuthbert, que fuera tambin monje de Lindisfarne, prendidas en una astilla de madera, que procede de! bculo de Moiss. Fue un hombre sagrado de la Biblia cristiana que libr de la peste bubnica a los pueblos de la antigedad gracias a los poderes de su cayado. -Ya s quin era Moiss ---espet-. Seor, realmente es una buena historia. No es que crea realmente que esa cruz esconde semejante reliquia, pero suponiendo que fuera cierto, qu importancia tiene para ti y para tu padre? -Mi padre sufre de un gran sentimiento de culpa por haber cogido la reliquia sagrada, sobre todo debido al acoso de mi madre. Ella cree, y ha convencido a mi padre, que la terrible hambruna que acola Noruega cnicamente desaparecer cuando la reliquia sea devuelta al lugar que le corresponde en la isla sagrado. Tal vez baste con enterrarla bajo las ruinas del monasterio, en ausencia de los miembros de la orden monacal. Cuando la reliquia regrese a su sitio, la maldicin llegar a su fin. Se lo dijo un ngel a mi madre en una visin. Meredith no pudo evitar el tono burln con el que sus palabras salieron de su garganta. -Lo siento. No pretenda... -Yo tambin suelo ser escptico. Me cuesta crees- que la reliquia robada de Moiss haya provocado la hambruna y que su devolucin acabe milagrosamente con la peste. Pero no puedo correr el riesgo de equivocarme. Y mi honor me obliga a lle-var a cabo la misin que me encomend mi padre. -As que, cuando te dirigas a Lindisfarne para devolver el crucifijo, Storr Grimmsson...; e! tipo del que me hablaste antes..., os atac y rob la reliquia, cierto? Rolf asinti. Meredith senta que la cabeza le iba a estallar con todas aquellas confusas informaciones. --Entonces seguiste a Grimmsson hasta... Islandia?. -Islandia, claro -dijo en tono sarcstico-. Y desde ah continu la persecucin hasta estas aguas, y entonces tu barco naufrag. -S -confirm con entusiasmo-. Por fin lo has comprendido. Aaaargh, grit Meredith para sus adentros mientras devolva el crucifijo a Rolf. Tras

ponerlo de nuevo en su escondrijo, volvi a ceirse el cinto y tom asiento en la mesa. Meredith puso un tazn de sopa delante de l, junto con tina pila de sndwiches de queso y un vaso de leche. -Sopa de sangre! -No es sangre. Es sopa de tomates -dijo Meredith, riendo--. Prubala. Est hecha con hortalizas y es buena. As lo hizo, y aunque no pareca demasiado impresionado por la comida, dio buena cuenta de todo, hasta de la leche, a pesar de haber comentado: --Preferira una buena copa de aguamiel a esta bebida infantil. Meredith anot mentalmente que tambin deba comprar una caja de cervezas por la tarde. --Bueno, ahora escucha -anunci Meredith despus de poner los platos en el lavavajillas. Quera decirle que volviera al estudio para hacer sus ejercicios de ingls, mientras ella iba a comprar. ---Te escucho -le susurr en la curva de su cuello arrastrando las palabras. Se haba acercado a ella sigilosamente por detrs. Malditas playeras, que no hacan ningn ruido. Meredith intent apartarse de l, pero Rolf ya la tena rodeada por la cintura y haba empezado a deshacerle el moo que llevaba en la nuca. -Me encanta tu pelo -murmur. -Ya lo dijiste antes -replic Meredith, saboreando el cumplido. Seguro que no lo deca en serio. Ningn hombre se haba fijado antes en su pelo. Despus de todo, incluso en los das que le quedaba especialmente bien, era de color marrn, sin ninguna tonalidad especial, y ms tieso que un palo. Carente de feminidad en ausencia de rizos y sugerentes ondulaciones. Rolf enterr el rostro en sus cabellos con un suspiro, mientras con una mano esparca los mechones por encima de sus hombros. De pronto, a Meredith su melena se le antoj espesa, abundante... y hermosa. Acababa de darse cuenta de ese hecho sorprendente, cuando se percat de que su otra mano estaba posada sobre su estmago, en seal de posesin. Meredith reo poda moverse, aunque hubiera querido hacerlo. -Siento haberme quedado dormido la vspera, MerryDeath -se disculp con voz suave, intentando abrirse camino con la boca por la mandbula hacia las comisuras de los labios, su mano desplazndose hacia arriba desde el estmago por debajo de su pulver, tocando la piel desnuda de su abdomen. Meredith profiri un breve maullido de angustia. o de placer? Arque el cuello hacia atrs contra el hombro de Rolf. -Pero ahora no estoy cansado -susurr l, ahuecando la mano sobre uno de sus senos recubiertos de encaje-. Y t? Casi se cae al suelo ante las intensas y erticas sensaciones que suscitaban sus suaves maniobras. Pero estaba clavada contra el fregadero por la parte inferior del cuerpo de Rolf, que presionaba de forma insinuante la parte trasera de sus tejanos. --No debes preocuparte por la posibilidad de un beb -le asegur con voz de seda mientras apartaba a un lado el escote del jersey y mordisqueaba la curva especialmente sensible de su cuello. -Qu... que quiere decir? --Realmente acababa de morderle el hombro? Y despus lo haba lamido?

-Encanto, no te pongas tensa conmigo. Slo quera decir que me asegurar de que no cres. -Y cmo lo hars? -pregunt ella para ponerlo a prueba, revolvindose entre sus brazos-. Puesto que dices ser un vikingo del siglo x, sin mtodos anticonceptivos modernos, dime, cmo piensas llevar a buen trmino tan extraordinaria hazaa? -Por qu ests enfadada, Merry-Death? Slo estoy pensando en tu reputacin. La mayora de las mujeres valoraran tal consideracin. Meredith alz una ceja de forma inquisitiva. -No derramar mi semilla en tu cuerpo. Profiriendo un bufido de exasperacin, Meredith se escabull de sus brazos. Gracias a dios, las palabras de Rolf tuvieron el efecto de una jarra de agua helada en su decisin de capitular de manera irresponsable e impetuosa ante su campaa de seduccin. -No sera necesario, en el caso improbable de que hiciramos el amor. Lo cual no va a suceder. Porque, vers, resulta -tom aliento para reunir el valor de revelar su ms doloroso secreto- resulta que no puedo tener nios. Rolf la mir fijamente durante un buen rato, y despus se limit a decir: -Oh, Merry-Death, lo siento. Meredith cerr los ojos para ocultar la reaccin ante su compasin. Por qu no haba hecho una observacin insensible, como todos los dems? Como por ejemplo: No importa. Tener hijos no es tan importante. Siempre tienes la posibilidad de adoptar. No significa que seas menos mujer. O aun peor, el comentario de Jeffrey antes de divorciarse: Tal vez no naciste para tener hijos. En lugar de eso, Rolf haba comprendido su dolor y lo comparta. Cuando por fin pudo empezar a controlar sus emociones, abri los ojos para comprobar que l segua mirndola fijamente, esperando a que acabara su lucha interior. Puso una mano sobre la hebilla del cinturn y otra sobre su corazn, sin dejar de mirarla a los ojos, y todo lo que dijo fue: -Siento tu pesar. Meredith asinti y se oblig a s misma a cambiar de tema. En una fraccin de segundo decidi que ambos necesitaban hablar de algo menos serio. -Qu bien que llevas zapatillas deportivas, Rolf. -Por qu? -pregunt inquieto. -Porque nos vamos al centro comercial. Captulo cinco Geirolf estaba sentado con el cinturn puesto y las piernas firmemente abrazadas en el carro rojo sin caballos de MerryDeath. Iban por una carretera local a una velocidad infernal, levantando el polvo a su paso. -No tan rpido! -grit. Le retorcera su insensato cuello... si es que consegua salir con vida de aquella caja. Otra caja! Por las uas de los pies de Thor, aqul era el pas de las cajas. -Cmo? -Merry-Death tarareaba la msica que proceda de un estante, de aquella caja que ella llamaba radio-. Si slo vamos a cincuenta y cinco kilmetros por hora. -Eso lo explica todo -dijo bruscamente. Todas aquellas palabras y objetos desconcertantes de aquel nuevo mundo le extenuaban. Lo que ms deseaba era volver a su tierra natal, a la vida sencilla y carente de magia. Mir sin ver a travs de la ventanilla, y de pronto algo capt su atencin-. Buen dios! Detn el carruaje, Merry-Death. Con presteza. Un gran

peligro nos acecha. -Cmo? Qu pasa? -pregunt Merry-Death alarmada. Restregndose el chichn que ya empezaba a despuntar en su frente, Rolf seal al cielo. -Un pjaro enorme y brillante se cierne sobre nosotros. Seguramente se trata de uno de los buitres de Loki a punto de atacar. Es tan grande que podra engullir un regimiento entero de una vez. Las sagas mencionan tales seres. Merry-Death escudri el lugar hacia el que Rolf sealaba, y enseguida empez a rer. -Eres increble! -dijo, dndole un codazo como reprimenda-. Si slo es un avin. Puesto que ella no dio muestras de preocupacin, Rolf dej de contener la respiracin. Cuando Meredith le explic qu era un avin, l la mir fijamente, estupefacto. No poda dar crdito a su aclaracin: una mquina inventada por el hombre que permita a la gente volar por el aire salvando grandes distancias, incluso ocanos. Ante su afirmacin de que nunca antes haba odo hablar de un avin, Meredith frunci el ceo y arranc de nuevo el coche. La opinin que aquella mujer tena de l, que era un embustero o incluso algo peor, empezaba a molestarle. No poda dejar de pensar en aquel fantstico pjaro de metal que acababan de ver. Mordindose el labio inferior con los dientes, intent comprender. -Acaso ser mejor que regresemos a tu feudo. No estoy seguro de querer presenciar ningn objeto ms producto de cualquier arte de encantamiento en lo que queda de da. Meredith se ri divertida. -Demasiado tarde. Ya hemos llegado. No estaba seguro de a qu se refera: un lugar al que MerryDeath denominaba centro barco-mercial, y que le haba garantizado que sera divertido. Rolf reconoci la zona mientras ella haca que su caja abandonara la calzada para entrar en un solar en el que yacan cientos de cajas similares, de formas y colores distintos. No vio barcos por ningn lado, en aquel centro barco-mercial. Mientras Meredith diriga su caja hacia uno de los compartimentos, Rolf dej escapar un suspiro de alivio y observ detenidamente los alrededores, perplejo. -Dnde est la diversin? Meredith ignor aquel comentario sarcstico y le ayud a desabrocharse el cinturn. Con una sonrisa cmplice, le inst a que la siguiera. Pero ni siquiera eso sera fcil, puesto que no saba cmo se abra la condenada puerta de aquella maldita caja. Empezaron a caminar hacia la estructura del centro barcomercial, pero de pronto Geirolf detuvo sus pasos y exclam: -Por la sagrada cruz! Es lo ms descabellado de todo cuanto he visto en estas descabelladas tierras. -El qu? --Merry-Death estir el cuello movindolo de un lado a otro, incapaz de ubicar aquello que haba suscitado su incredulidad. -All -dijo Rolf, sealando a una anciana que caminaba acompaada de un cerdo atado por correa. Era el cerdo ms feo que haba visto en toda su vida, con una panza que casi arrastraba por el suelo-. Por ventura esa moza quiere vender su puerco en el mercado? Merry-Death profiri una carcajada ante su ocurrencia. -No, es tan slo un cerdo barrign, es su mascota. -Mascota? -farfull Rolf-. Como si fuera un gatito? -Aj. No es monsimo? -Te has dado un golpe en la cabeza ltimamente?

Poco despus, atravesaron las puertas de cristal del centro barco-mercial, e inmediatamente Geirolf retrocedi sobresaltado. Todas las personas de aquel mundo deban haberse dado cita all; todos charlaban y chillaban alegremente mientras caminaban con bro, solos, en parejas, o en amenazadores grupos. Le hubiera gustado tener a Valiente compaero consigo. Se senta indefenso sin su espada. Pero Merry-Death no pareca asustada, as que decidi seguir sus pasos. Merry-Death dijo que necesitaba sacar dinero, as que en primer lugar se dirigieron a un cajero. Introdujo un rectngulo confeccionado con un extrao material llamado plstico en una de sus ranuras. Geirolf se mof al ver lo que sala de la mquina: ninguna moneda, slo pergaminos. Meredith explic que, aunque tambin haba monedas en su pas, el papel, una clase distinta de pergamino, tena validez como moneda de curso legal. Acept su aclaracin con escepticismo, y entonces le asalt otro pensamiento perturbador. -No tengo dinero aqu. Cmo podr comprar ropa y todos los artculos que necesito mientras est en tu pas? -No tienes de qu preocuparte. -Ya lo tengo! -dijo en una inspiracin repentina, quitndose uno de sus brazales-. Puedo cambiar esto por monedas, no crees? -S, podras venderlo, claro, pero... -Por qu lo dudas? Acaso no tiene valor aqu? En mi pas, las joyas son mercancas transferibles, que pueden trocarse o partirse en trozos a cambio de dinero. -Geirolf, probablemente podras comprar un pequeo pas entero con el dinero que te daran por ese objeto de valor inestimable. Pero no ser necesario. El puesto de constructor naval para el proyecto Trondheim tiene un salario asignado. No es mucho, pero bastar para cubrir tus necesidades. Te dar un adelanto. El la mir entrecerrando los ojos. -Ests segura? Siempre he pagado por m mismo. Y, a buen seguro, nunca permitir que una mujer patrocine mis necesidades. No aceptar tu caridad. -Ahrrate tu orgullo, Rolf. Te avisar cuando tu cuenta se haya agotado. -Bien, entonces estamos de acuerdo -acept, devolviendo el brazal a su lugar. Despus, la alcanz para adentrarse cautelosamente en las entraas del centro barco--mercial, prometindose a s mismo que su primera compra sera una espada. Vio varias parejas pasar, obviamente amantes, con sus manos entrelazadas. Entonces, cogi la mano de Merry-Death y entrecruz sus dedos con los de ella. Le agradaba sentir su pulso en la mueca. Pareca evidente que ella senta lo mismo, porque le lanz una mirada de sorpresa, pero no retir la mano. El leve rubor de sus mejillas delataba, adems, cmo le afectaba su contacto. Por fin! Y deseaba que le afectase mucho ms. Oooooh! Mira eso. No te parece encantador? -chill Meredith mientras tiraba de l en otra direccin. -Q... qu? -tartamude Rolf, incapaz de discernir el objeto que provocaba su entusiasmo. Lo nico que vea eran los puestos del mercado con puertas y ventanas de cristal, y una gran cantidad de gente. -Es un gran dans. Siempre quise tener uno. -Te servira un gran noruego? Meredith se atragant de la risa al or su propuesta, y l le propin una palmada en la

espalda. -Bueno, cualquier cosa que haga un dans la puede hacer un noruego mejor -dijo malhumorado-. Y, francamente, no me parece bien que elogies a otros hombres en mi presencia. -Rolf, un gran dans es el nombre de una raza de. perros. Meredith se sec los ojos con un pauelo de papel, y despus seal con la mano al cachorro desamparado en el escaparate, que festejaba su atencin. Probablemente tambin se estaba riendo de l. -Lo saba -minti, y se dirigi briosamente hacia la salida del centro barco-mercial. Celos! Por primera vez en mi vida he hecho una exhibicin pblica de esa estpida emocin. Mis hermanos se moriran de risa. Mi padre dira: "Ya era hora de que sufriera como todos los hombres"; mi madre hara los preparativos para la boda. Estoy perdido. El prximo que se riera de l, hombre o bestia, conocera el filo de su espada. En cuanto pudiera comprar una, por supuesto. Pero lo ms parecido a una espada que pudo encontrar fue un objeto llamado puntero lser. De momento, servira. Dos horas despus se encontraban sentados en una mesa en el rea de los restaurantes. A sus pies yacan amontonadas bolsas con ropa y otros artculos. Meredith no se haba redo tanto en aos. -Esta comida s est hecha para el paladar de los dioses --declar Rolf con entusiasmo mientras acababa con su sexta porcin de pizza de salchicha y championes-. Por qu la gente tiene tanta devocin por las vestiduras? Ya me he probado suficientes prendas y zapatos para lo que queda de da. Meredith le dio la razn. En realidad haban comprado ms que suficiente para un tiempo. Dos pares de pantalones vaqueros y media docena de camisetas, ropa interior (prefera los calzoncillos largos), calcetines, un par de botas de trabajo... un enorme nmero 48. Rolf haba demostrado tener un instinto excepcional para la moda. Escogi un par de pantalones de sport con pinzas de Ralph Lauren y dos polos, adems de un par de mocasines del ms fino cuero, cuyo precio era prohibitivo. -Esto de comprar es ms cansado que un da de preparacin para la batalla --se quej Rolf, apartndose un poco de la mesa y mirando fijamente a Meredith. A ella no le gustaba que Rolf la examinase de aquella forma. Le haca sentirse incmoda. Y l lo saba. Le delataba su sonrisa, lenta y perezosa. -Estoy de acuerdo... en cuanto a que ir de compras es agotador ---dijo mientras quitaba una pelusa imaginaria de sus vaqueros-. Y todava tenemos que ir al supermercado. Con tu apetito, tendremos que llenar la despensa. -Ests diciendo que como demasiado? Que estoy gordo? -protest, echando los hombros hacia atrs ofendido, lo cual no hizo ms que realzar su magnfico cuerpo. -Slo un poco. El llevaba todava la vieja camiseta gris, los pantalones de chndal negros que ella le haba dado esa maana, y su cinturn talismn. Pero como se siguieran fijando en l con tal descaro las chicas y las mujeres hipersexuadas que haba en el centro comercial, iba a empezar a gritar. Y Rolf ni siquiera pareca advertir todas aquellas cabezas que se volvan al verle pasar, tan absorto como estaba descubriendo cada nueva maravilla con la que

tropezaba en su camino: surtidores, bolgrafos, acuarios. Probablemente estaba acostumbrado a la adulacin femenina, a juzgar por su aspecto. De camino hacia la salida del centro comercial, cargados de bolsas, Rolf se detuvo de repente. Ahora qu? -Dame cincuenta dlares, Merry-Death, y apntalo en mi cuenta. -Rolf le haba hecho comprar un pequeo cuaderno para ir apuntando todos sus gastos. De nuevo, su orgullo masculino. -Para qu? Crea que ya lo tenamos todo. -Casi todo -respondi, y en cuanto tuvo los billetes en la mano, se desvi hacia la derecha. -Oh, no -refunfu Meredith, al darse cuenta de que se diriga hacia Victoria's Secret. -Rolf -increp con un bufido. Por fin, con las bolsas golpendole las piernas, lleg hasta donde l estaba-. Qu haces aqu? -Hemos estado todo el da comprando cosas para m, y nada para ti. Quiero hacerte un regalo. -En su mano sostena un camisn transparente de color rojo fuego-. Qu te parece? Su cara estaba ardiendo, sin duda a juego con el color del camisn. -Yo no me pongo cosas as para acostarme. Prefiero... camisas de dormir. -Ya lo s --dijo Rolf compungido. -Cmo que ya lo sabes? -chill ella. Rolf le lanz consternado una mirada fulminante. -Anoche slo estaba cansado, no muerto. Dios, qu ms pudo ver? Qu ms recuerda? Rolf devolvi el uniforme de prostituta al perchero y coment despreocupadamente: -En verdad, prefiero que no lleves nada. El corazn de Meredith lata desbocado mientras Rolf segua adentrndose en la tienda. -Esto te ayudara a lucir esas piernas tuyas tan increblemente largas -diciendo esto, puso ante sus ojos un culotte de seda de una marca francesa-. Qu es esto? -Ropa interior, Rolf, por favor -susurr, mortificada por el hecho de que estaban llamando la atencin. Adems, oh, seor, era sa una de sus alumnas, no dos de ellas, Amy Zapalski y Joleen Frank? Rolf rebusc entre todos los colores disponibles hasta que encontr uno de color carne ribeteado por un lacito blanco, lo sostuvo ante ella como para comprobar la talla y se lo coloc bajo el brazo. -Perfecto --coment con un guio. Antes de que Meredith pudiera agarrarlo por el brazo y arrastrarlo hacia la salida, Rolf exclam Aaaaaah ! , y se dirigi a toda prisa hacia la seccin de bodys. -Qu finalidad tienen estas prendas? -pregunt a una dependienta rubia y delgada como un lpiz que apareci a su lado como un rayo. -Son bodys, encanto. No me digas que nunca has visto uno? -No, nunca --replic, con la mandbula casi en el suelo, mientras ella le mostraba una a una aquellas escandalosas creaciones. -se -dijo Rolf, haciendo que se detuviera en un body de dos piezas de satn de color rosa, con finos tirantes. Muy sencillo y muy sexy. -Qu te parece, cario? -pregunt, trayndola a su lado con un brazo enroscado sobre sus hombros. Haban dejado las bolsas en el suelo en la seccin de camisones

trasparentes. -Creo que ests loco. Eso es lo que creo -farfull, pero cuando l la llamaba cario, senta calor y un cosquilleo que le recorra todo el cuerpo. Como una colegiala. Oh, dios! -Le encanta -dijo Rolf a la dependienta, que estaba haciendo conjeturas sobre l, como si se tratase de un algodn de azcar gigante que quisiera engullir. Rolf abraz a Meredith contra s y le bes la frente. -No, no me encanta -protest-. Es ... es... rosa. -Y qu? -Tengo treinta y cinco aos -le inform en voz baja-. Las mujeres de treinta y cinco aos no llevan nada rosa. -Pues deberan -proclam, pero justo en ese momento, otro objeto llam su atencin. Estaba mirando boquiabierto un maniqu que haba en la parte posterior de la tienda, y que luca el ltimo grito en prendas ntimas de los noventa. -Por todos los diablos! -exclam jadeando. -Esto es el colmo! Ni hablar! Nunca en la vida! -afirm con firmeza-. No puedo traspasar la frontera del Miracle Bra. Vamos. -Meredith le arrastraba del brazo. -El sostn milagroso -dijo Rolf con un suspiro, pero se dej llevar por ella. Mientras pagaba, Rolf le hizo un comentario en un aparte-: Mi hermano Magnus comprara una docena de sos, uno para cada una de sus amantes. Meredith le fulmin con la mirada poniendo en entredicho sus palabras. -Seguro -dijo Rolf convencido-. Magnos tiene debilidad por las tetas grandes. Meredith chisporrote de indignacin ante aquella grosera. -Hola, seora Foster -entonaron Amy Zapalski y Joleen Frank al unsono, anulando cualquier posible invectiva contra el ordinario vikingo. Las chicas no podan despegar los ojos de los prominentes bceps y las apretadas nalgas de Rolf, an ms realzadas al agacharse a recoger una moneda de veinticinco centavos que se le haba cado. Despus, su atencin deriv hacia los artculos que haba adquirido. Las muchachas miraron a Rol despus a Meredith, y a las prendas ntimas, sucesivamente, y dejaron escapar una risita tonta. Meredith quera que se la tragase la tierra. Saba que a la maana siguiente los rumores ya habran corrido como la plvora por todo el campus. Profesora en rosa caliente. O tal vez profesora caliente en rosa? O profesora en rosa con vikingo ardiente? Dos horas! Haban estado dos horas en el supermercado! Meredith no haba pasado tanto tiempo en una tienda de comestibles en toda su vida. De todas las cosas que haban llamado la atencin de aquel extravagante vikingo, desde que entrara en su vida de la forma ms inslita, Rolf afirmaba que el supermercado era la ms fantstica de todas. En la frutera, Rolf examin todos los artculos en venta y Meredith tuvo que impedir que los probase, uno por uno, al pasar. -Pero de dnde viene todo esto? -exclam. -De todo el mundo. -En barco? -Algunas frutas s. Reaccion con idntica incredulidad al pasar por la verdulera. -Quin poda imaginar que existiera tal variedad de verduras? Despus, las cajas que contenan cualquiera de los artculos, ya fueran cereales, pasta, o helados. -En ningn pas de los que he estado, nunca observ tal veneracin por las cajas.

Mmmmm. Meredith nunca se haba parado a pensar en ello, pero Rolf tena razn. Asimismo, las latas de metal tambin llamaban poderosamente su atencin. Pero fue la carnicera lo que ms le sorprendi. -No entiendo nada. Qu hacen los hombres en tu pas? Cul es su funcin? Si no actan corno cazadores o protectores de su familia... -Su voz se fue apagando, sin terminar la frase. -Los hombres aqu no son hombres? -Los hombres ganan dinero para sus familias -intent explicar Meredith-. Bueno, en realidad, las cosas no son as, exactamente. Hoy en da, en la mayora de las familias trabajan hombres y mujeres. Comparten las tareas por igual. -Los hombres no son los cabeza de familia? -Ya no se definen as los diferentes papeles. Se le trab la lengua al intentar dar una explicacin, v comprob que Rolf todava pareca tremendamente atribulado. Cuanto ms tiempo pasaban en el supermercado, ms deprimido pareca. -Qu sucede? -El exceso. Hay demasiado de todo en tu pas. Y demasiado fcil de conseguir. No creo que me gustara vivir en un lugar semejante. A buen seguro, los hombres se ablandan. Todo es demasiado confuso. Meredith no pudo rebatrselo. El carro estaba lleno hasta arriba, e incluso a Rolf parecan fallarle las fuerzas. -Qu es eso? -pregunt, propinndole un leve codazo y sealando a un nio pequeo sentado en el carro que llevaba su madre. El muy pillo estaba comiendo galletas Oreo con un mtodo sorprendente: primero separaba las dos galletas, luego lama el azcar glas con la punta de su diminuta lengua rosada, para despus masticar los barquillos. Rolf se relami en un gesto mimtico. -Son galletas Oreo -dijo riendo. Verdaderamente, a veces era como un nio pequeo. Meredith le indic el estante que haba justo detrs de l. Rolf puso tres paquetes en el carro; vacil, y despus aadi otro. Slo quedaba un pasillo por el que Meredith necesitaba pasar: el de productos de higiene personal. Compr desodorante para Rolf, despus de explicarle su utilidad. Rolf olfate el producto tras destapar el envase. -No est mal, pero no huele tan bien como tu Breck. Meredith compr tambin un cepillo de dientes para l. A Rolf le pareci un buen invento, aunque las ramitas tambin hacan su funcin. Meredith vacil al llegar al final de la seccin, para finalmente arrojar tambin una caja de preservativos al carro. No tena nada que ver con la posibilidad de quedarse embarazada... Toda precaucin era poca para protegerse del sida en los tiempos que corren. Cuando Rolf le pregunt para qu servan, Meredith respondi que se lo explicara ms tarde. Pero Rolf era insistente y ley en voz alta las palabras en la caja. -Pre-ser-va-ti-vos Tro-ya-nos. -Por favor, Rolf, calla -exclam. -Por qu te has puesto tan roja? -pregunt con cierta sospecha en la voz, mirando alternativamente a ella y a la caja. Rolf se detuvo y se neg a moverse hasta que le aclarara qu estaba sucediendo. Meredith le explic brevemente su utilidad. -Y por qu compras slo una caja? Ja! --Cogi dos cajas ms del estante y los arroj al

carro. Con una sonrisa de oreja a oreja, le arrebat el carro de las manos y lo empuj hacia la salida. Meredith consigui alcanzarle en la caja. -Tengo hambre --rugi Rolf-. Volvamos a casa. -Con la punta de un dedo le acarici la mandbula, hasta llegar a la barbilla, que inclin hacia atrs para darle un beso fugaz. Su voz ronca y el velo que enturbiaba sus ojos de color whisky decan a voz en grito que no tena hambre de comida. Y Meredith solicit ayuda divina, puesto que ella senta la misma clase de hambre. Rolf le bes el hombro mientras un muchacho introduca sus provisiones en bolsas de papel. Incluso a travs del jersey, a Meredith le abras su calor. En cuanto salieron del supermercado, Rolf la abraz y bes con sus labios la parte interior de cada una de sus muecas, una tras otra. Todo el tiempo, Rolf la mir fijamente a los ojos, con una promesa que le fue devuelta con la mirada. Tras introducir las bolsas en el maletero dei coche, Rolf la empuj suavemente contra el parachoques, y tom la cara de Meredith entre sus manos para mantenerla sujeta, aunque ella no tena la menor intencin de moverse, y la bes de veras. Su boca en la de ella. Insistente. Voraz. Con la experiencia que da la edad, el vikingo puli y molde los labios de Meredith hasta que stos encajaron a la perfeccin con los suyos propios. Luego utiliz su lengua para demostrarle cun hambriento se senta por ella. A Meredith le hubieran fallado las rodillas de no ser porque estaba apoyada en el coche y el cuerpo de Rolf la sostena. Despus l se separ un poco de ella, y sonri, como satisfecho por su tarea. Meredith prcticamente se arrastr hasta el asiento del conductor. Se abroch el cinturn de seguridad y respir profundamente intentando relajarse. Concentrada en la conduccin, tard un poco en darse cuenta de que Rolf se haba desabrochado el cinturn y que cada vez estaba ms cerca de ella. Se dio cuenta demasiado tarde de que uno de sus brazos descansaba estirado sobre el respaldo de su asiento. Las puntas de sus dedos jugaban con su pelo. La otra mano ejerca presin sobre una de sus rodillas... peligrosamente inmvil. -Rolf -protest Meredith-. No puedo concentrarme si haces eso. -Exacto -le susurr al odo, sonriendo. Meredith haba sentido su aliento abrasador antes de escuchar aquella palabra, y un delicioso hormigueo viaj desde las sensibles espirales de su oreja hasta la parte inferior de su cuerpo, con erticas paradas tcnicas en sus pechos y en el lugar en que se unan sus muslos. Meredith gimi suavemente mientras abandonaba la autopista para tornar la carretera local que llevaba hasta su casa. -Te gusta? -dijo, arrastrando las palabras. Luego utiliz la punta de su lengua mojada para reseguir las espirales de la caracola de su oreja, e introducirla en un ataque sorpresa. Meredith arque el cuello como consecuencia del intenso placer, que provoc adems el endurecimiento de sus senos y que se le acelerase el pulso. -No -pidi gimoteando. -No te gusta? --pregunt sorprendido. En ese momento se dio cuenta de que la mano posada sobre su rodilla empezaba a moverse, con el dedo ndice examinando la entrepierna de sus pantalones vaqueros.

-Separa tus muslos -dijo l con voz persuasiva. Meredith mir al frente, intentando convencerse a s misma de que aquella solitaria carretera exiga toda su atencin. Pero sus piernas se separaron por voluntad propia. Mientras la boca, los dientes y la lengua de Rolf practicaban juegos seductores sobre su oreja y su cuello, el ndice solitario recorra lentamente las costuras desde una de sus rodillas, pasando por la entrepierna, hasta la otra rodilla. Lentamente. Una y otra vez. Hasta que ella dese chillar y expresar su excitacin sexual y la necesidad de tomar la mano de l y guiarla all donde ms la necesitaba. -Cmo te sientes ahora? Meredith guard silencio, con el fin de evitar demostrar su vulnerabilidad. -Tus pechos -dijo con voz ronca, lanzando una mirada a las partes mencionadas-, dime cmo estn. Ella emiti un suave maullido en seal de resistencia. Nunca haba mantenido rana conversacin semejante con un hombre. Adems, aquel dedo guasn segua martirizndola con su audaz exploracin. --Dmelo -suplic l-. Hblame de tus pechos. Cmo los sientes? Ella asinti en silencio. -Hinchados. -Y? No supo que contestar. -Se te han puesto duros los pezones? -Muy duros --confes con voz espesa. Para entonces, conduca a diez por hora. Esperaba que no hubiera vecinos en los alrededores que acudieran a ver si tenan algn problema Quieres que los toque? Sinti que las lgrimas le anegaban los ojos. Tal era la necesidad de su roce. -He tenido ganas de tocarte a travs de ese pulver de piel de gato durante todo el da. Cada vez que te movas o estirabas los brazos imaginaba tus pechos debajo, esperando. Meredith pensaba que la tocara en ese momento. Sin embargo, en lugar de eso, Rolf volvi a ocupar su asiento. Ella le mir de reojo y comprob que l estaba igualmente excitado. -Qu pasa? -Ya hemos llegado-inform Rolf con una sonrisa irnica. Atormentada por el hecho de haber perdido el decoro de aquella manera, Meredith condujo hacia el camino de entrada a la casa. No se atreva a mirarle; Rolf deba de estar rindose de ella. Ella se desabroch el cinturn, y estaba a punto de abrir la puerta cuando Rolf asi su cintura con ambas manos y maniobr hasta que ella estuvo sentada a horcajadas sobre su regazo. -Creas que lo dejara as? -inquiri Rolf con voz ronca mientras adaptaba el cuerpo de Meredith contra su miembro endurecido. -Ooooh. --Meredith inici un lamento lento v extrao, plaidera en su propio entierro. Rolf puso ambas manos sobre sus senos, y empez a masajearlos, mientras tarareaba suavemente una alabanza hacia la suavidad del jersey de angora. -Puedo notar tus pezones -susurr en seal de apreciacin-. Son grandes y estn duros. El cuerpo de Meredith se tens ante las espirales de placer provenientes de sus pezones. De forma instintiva, arque la espalda adelantando el pecho, mientras sus brazos se apoyaban en las rodillas de l. Cuando Rolf mordi uno de sus pezones a travs del tejido

del jersey para empezar a succionarlo, ambos empezaron a gemir. Un ro empez a correr entre sus piernas, y Meredith se dio cuenta de que en toda su vida ningn hombre le haba hecho perder la cabeza de ese modo, con ropa o desnuda. Tan rpido. Y a la luz del da. En un coche. Mi cerebro est a punto de estallar. Rolf dirigi su atencin al otro pezn, y simultneamente abri las piernas para obligarla a sentarse ms cerca de sus caderas. No, no es mi cerebro el que va estallar, sino otra parte de mi cuerpo. Y, caray, me encanta. Rolf asi sus nalgas y le indic cmo quera que se moviera. Meredith sigui sus indicaciones. Mientras ella iniciaba el movimiento sealado con una suave ondulacin, l tom su rostro con los dedos enredados en el cabello, y la palma de la mano en su nuca. Justo antes de que Rolf la conminase a acercar los labios contra los suyos, Meredith pudo ver su boca abierta y abandonada a la pasin, el rubor en sus pmulos bronceados, y las piscinas ambarinas de sus ojos rebosantes de excitacin. Mientras la lengua de l imitaba las embestidas de su miembro rgido contra la entrepierna de Meredith, en una oleada tras otra, del centro de su ser se elev una espiral de placer hasta llegar al clmax, derritiendo sus huesos, expandindose hasta salir a travs de un grito que llen la boca de Rolf. Intent separarse de l, era ms de lo que poda soportar, pero Rolf se lo impidi, a punto de llegar a su propio clmax, restregndose contra ella de atrs hacia delante. De lo ms profundo de su garganta surgi un rugido grave y viril y, para sorpresa de Meredith, su excitacin volvi a escalar, ms y ms. l succion su lengua hasta traerla a su boca, y la embisti con fuerza... una, dos, hasta tres veces lleg al clmax, con los muslos temblorosos por la tensin liberada. Durante lo que se le antoj una eternidad, aunque probablemente slo haban transcurrido unos segundos, el nico sonido audible en el interior del coche fue su respiracin entrecortada, mientras ambos intentaban, unidos ahora por la frente, apaciguar sus corazones desbocados. Meredith evit sus ojos. Se senta profunda y absolutamente humillada. Qu opinin tendra Rolf de ella? Cmo podra desmontar de su regazo con elegancia y salir del coche, sin mirarle a la cara? -Bien, para matar el gusanillo no ha estado mal --dijo Rolf, riendo entre dientes-. Ahora podemos regodearnos en el plato fuerte, sin prisas. Meredith cometi el error de mirarle en ese momento. Rolf no estaba bromeando, ni tampoco sonrea. Estaba tremendamente serio. Meredith deba de haberse quedado boquiabierta, porque l le propin travieso una palmadita en la barbilla. Al ver que no haba modo de salir de aquella situacin con dignidad, Meredith se levant como pudo de su regazo. -Escchame, gallito, no habr plato fuerte. Esto tiene que terminar ahora. -Por qu? -Porque... porque yo no hago estas cosas. -Y crees que yo s? -Hizo una pausa para despus preguntar-: A qu cosas te refieres? -Al sexo con perfectos desconocidos. -Ah, eso.

-S, eso. T y yo tenemos una relacin estrictamente comercial, eso es todo -anunci Meredith mientras abra el maletero para recoger la compra. El helado probablemente se habra derretido, expuesto a toda aquella energa calorfica que haban generado sus cuerpos. Rolf guard silencio y cogi varias bolsas. Mientras se aproximaban a la puerta principal, ella pens: Bueno, por fin he conseguido que este bruto entre en razn. Parece que ahora lo ha entendido. Pero Rolf inmediatamente puso en evidencia lo errneo de aquella conclusin, al preguntarle: -Te gustara ducharte conmigo? Meredith le mir boquiabierta, incrdula. Estaba hablando con una pared, o con un tpico macho, que escuchaba tan slo lo que le interesaba? -Claro, si quieres incluso te enjabonar. Captulo seis El estruendo de un trueno, seguido inmediatamente por un relmpago, como un mal augurio, sesg de raz la tentadora propuesta de Rolf. -Ah, Thor debe estar celoso de mi suerte con las mujeres. Suerte con las mujeres? Se refera a ella? Qu cara ms dura! Daba por sentado que iba a tener suerte? O se jactaba de que ya se la haba tirado? De acuerdo, deba admitirlo, tal vez le haba dado algunas esperanzas en el coche. Bueno, ms bien muchas. Pero eso no justificaba que l ... -S, el dios de los truenos arroja contra los cielos su poderoso martillo Mjollnir, liberador de rayos, cuando siente la afrenta de un mortal. A los dioses les gusta creer que son los nicos bendecidos con las artes amatorias. Artes amatorias?, repiti articulando los labios sin emitir ningn sonido. -Ser mejor que me ande con cuidado, o Thor me convertir en un troll. Rolf le gui un ojo antes de agacharse para depositar las bolsas de la compra en la escalera de la entrada. Meredith odiaba que le hiciera guios. Eso provocaba en ella una revolucin interior. Y eso era algo que no deba sentir una mujer de treinta y cinco aos. -Ya eres un troll. -Aj. Entonces te gustan los trolls, no es cierto? A buen seguro, puesto que hace tan slo unos instantes ,gemas de placer con este troll que tienes ante ti. Meredith chasque la lengua en seal de disgusto. -No lo hice. Rolf arque una ceja. -Por ventura necesitas un recordatorio. -Se acerc a ella y le pas un pulgar juguetn por los labios. Ella retrocedi, la bolsa de la compra aferrada contra su pecho, hasta que su espalda choc con la puerta. De nuevo se oy un trueno. Rolf hizo una mueca. -Has conseguido un aplazamiento, mi seora. Debo ocuparme de la madera antes de que empiece a llover. Ella se relaj. Pero slo un momento. Mientras se diriga hacia el terreno en el que se encontraba el drakkar, Rolf grit por encima del hombro: -Ve preparando el Breck. A este vikingo acaban de ocurrrsele unos cuantos trucos de

troll. Meredith no pudo evitar rerse. Para su sorpresa, aquella risa ligera y despreocupada se propag a travs de la atmsfera electrificada. Cundo fue la ltima vez que haba bromeado con un hombre de ese modo? O acaso era sa la primera vez? Profiriendo un suspiro se volvi hacia la puerta, rebuscando la llave en su bolsillo. Sin embargo, antes de que pudiera introducirla en la cerradura, la puerta se abri de golpe. Meredith retrocedi del susto, esperando que apareciera otro intruso de la Alta Edad Media salido de la nada. -Hola, ta Mer! -exclam su sobrina Thea, besando el aire prximo a la mejilla derecha de Meredith y recogiendo de la escalera una de las bolsas de la compra-. Me encanta tu jersey, ta, pero te has dado cuenta de que tienes dos manchas a la altura del pecho? Oh, no te ruborices. Probablemente eres una dejada, igual que yo. Es la gentica, ya sabes. En el aeropuerto me manch los vaqueros de helado de fresa. Meredith la mir boquiabierta, demasiado conmocionada por la aparicin de Thea para preocuparse por las manchas reveladoras de su suter. Qu clase de aliengena haba invadido el cuerpo de su sobrina? Dios santo, primero un vikingo que viajaba en el tiempo y ahora aquella... criatura. Aquella chica de doce aos de edad llevaba la raya al medio en su larga melena lacia y negra, que le llegaba hasta los pantalones vaqueros descoloridos, por encima de una camiseta teida a mano con diseos psicodlicos. Un atuendo por otro lado normal en una adolescente. Pero la normalidad acababa ah. Sus labios carnosos estaban perfilados con un lpiz de labios negro y cubiertos de brillo de color prpura oscuro. Se haba puesto tal cantidad de rmel de color magenta, sombra y lpiz de ojos, que a Meredith le pareci asombroso que pudiera abrir los prpados. Las uas de cinco centmetros de largo, obviamente falsas, estaban pintadas con esmalte de color marrn verdoso. Pero lo mejor era el aro diminuto que adornaba su orificio nasal izquierdo. -Espero que no te importe que haya entrado as -prosigui Thea alegremente-. Llam desde el aeropuerto pero como no contestabas cog un taxi. Sabas que un taxi desde Bangor hasta aqu cuesta cincuenta dlares? Slo tena treinta y no veas cmo se puso el taxista. Pero no te preocupes, record donde escondes la otra llave y entr. Tuve que saquear la hucha. Te molesta? Le di veinte dlares en monedas de veinticinco cntimos, y diez ms de propina en monedas de diez. Menos mal que escucho tanta msica grunge, si no, no hubiera podido entender algunas de sus palabrotas. -Thea finaliz su verboso discurso con una sonrisa avergonzada. Tras dejar la bolsa de la compra en la mesa de la cocina, Thea hizo dos viajes ms para recoger las que todava quedaban afuera. No paraba de morderse el labio inferior, que le temblaba descontroladamente. -Est bien que haya venido, no, ta Mer? Lo que quiero decir es que Jillie no te oblig, o s lo hizo? Eh? Entretanto, la joven haba descubierto el paquete de galletas Oreo a la vista en una de las bolsas, y ya haba empezado a engullirlas demostrando su deleite con pequeos grititos. -Jillie? -chill Meredith, fijndose en la ms irrelevante de sus palabras. Lo que realmente le hubiera gustado saber era por qu su hermana no le haba dicho que Thea ya estaba en camino cuando la llam la noche anterior. Ja! Probablemente porque saba que Meredith se pondra furiosa.

-Desde cundo llamas a tu madre Jillie? -Desde que empezaron a salirme tetas. Mam dijo que deberamos tratarnos ms... como hermanas. Dice que es demasiado joven para tener una hija casi adulta. Ahora podemos ser las mejores amigas. No te parece guay? -Pero sus ojos delataban que en realidad aquella idea no le pareca tan estupenda. S, muy guay. Francamente, por lo que Meredith pudo apreciar, la muchacha no haba desarrollado realmente el busto, y faltaba mucho para que fuera adulta. Jillie, Jillie, Jillie, cundo sers t adulta? -Claro que me parece bien que hayas venido --confirm Meredith, abrazndola por los hombros-. Me encanta tenerte aqu. T eres mi sobrina favorita, tesoro. -Es que soy tu nica sobrina -replic con una sonrisa radiante-, pero ya no me llamo Thea, sabes? Ahora mi nombre es Serenity. -Serenity? -pregunt Meredith riendo-. Me pareci entender que tu madre deca que ahora te llamabas Gourd. -Eso fue el mes pasado. -Thea agit la mano en el aire como para quitarle importancia-. Todos siguen llamndome Gordie, pero es taaaan infantil. Adems, Serenity suena ms new age. Ambas intercambiaron sonrisas. -Ta Mer, te prometo que no liar nada... ya sabes... de eso... como robar en tiendas... o meterme en los mientras est aqu. No puedo explicarte por qu hice esas travesuras. Yo en realidad no soy mala, ya lo sabes. No lo soy. --Sus ojos se llenaron de lgrimas mientras suplicaba su comprensin. -Oh, cielo, ya lo s-le asegur Meredith, mientras le secaba las mejillas con un pauelo de papel. Despus, con la intencin de aligerar la conversacin, Meredith coment: -Tu maquillaje es tan... tan... -Guay? --pregunt Thea animada, contenta por haber cambiado de tema--. Es lo ltimo de esa nueva marca, Plaga Urbana. No te parece, vaya, sencillamente perfecto? El perfilador de labios se llama Moho, pero mi favorito es Cieno. Puedes usarlo cuando quieras. -Gracias, pero no creo que lo haga. -Jillie s lo hace. De hecho, creo que me ha robado mi esmalte de uas Vmito. Ahora llevo Lodo, pero no es tan llamativo como Vmito. Meredith se llev una mano a la frente. Senta ganas de devolver ante todos esos tonos horribles que parecan mirarla fijamente a la cara. -Por dios bendito! --exclam sbitamente Thea, mirando fijamente por encima de Meredith--. Por el sagrado dios bendito! Meredith no necesitaba volverse para saber quin haba: el troll. -Oh, dios mo! Ta Mer, te lo ests haciendo con Kevin Sorbo? Espera a que mis amigos de Chicago se enteren. Dnde est el telfono? -No vas a poner conferencias, muchachita -anunci Meredith. Sobre la insinuacin de Thea de que se lo estaba haciendo con un hombre, ya se ocupara ms tarde. -Quin es Kevin Sorbo? -volvi a preguntar Rolf, entrando en la cocina como si tal cosa-. Ya lo mencionaste antes, Merry-Death. Apoyado en el frigorfico, Rolf se secaba las gotas de lluvia de sus brazos desnudos y su pelo mojado con un trapo de cocina. Ellas se volvieron hacia donde estaba, y l les devolvi una sonrisa divertida. Durante unos instantes, el nico sonido audible en la

cocina fue el del aguacero que caa afuera. -No sabes quin es Kevin Sorbo? Caray! Si eres igual que l. Es el actor que representa a Hrcules en la tele. Es un cachas, como t. ---Thea se sonroj al pronunciar las ltimas palabras. -Hrcules?-pregunt Rolf, frunciendo el ceo confuso. -S, ya sabes, el hijo de aquel dios griego, Zeus. Hrcules era tan fuerte y tan valiente que fue elegido para llevar a cabo aquellas sorprendentes hazaas. Cuntaselo t, ta Mer. -Griego? Yo no soy un bizantino. Soy un vikingo. -Un vikingo? Hala! Eres algo as como un aspirante a jugador de rugby? Ta Mer-edith! No saba que te gustaban los deportes. -Slo los de cama -mascull Rolf-. Por lo menos, todava tengo esperanzas. -El pobre pareca tremendamente confundido a causa de aquella conversacin. Por suerte, su sobrina no haba escuchado el ltimo comentario. --Conoces a Warren Moon? -pregunt Thea-. Warren Moon, de los Vikingos de Minnesota. -Yo soy de los vikingos escandinavos. Preferimos asaltar, antes que saquear. Vendieron los Vikingos de Minnesota a los Asaltantes de Oakland? Mmm. Creo que me hubiese enterado. Tienes un anillo de la Superbowl? -Thea examin los dedos de Rolf y suspir desilusionada. -Slo llevo brazales. Qu es un anillo Superbowl? -Oh, dios mo -refunfu Meredith. -Espera un momento. Has dicho que eras un vikingo escandinavo. Eres de Noruega? -pregunt Thea. Meredith alz la cabeza y lanz a Rolf una mirada cmplice. Ya le haba advertido antes, cuando estaban en el centro comercial, que no era buena idea contarle a todo el mundo la relacin disparatada de su viaje en el tiempo. Rolf vacil un momento antes de responder y roz la hebilla de su cinto, como seleccionando cuidadosamente las palabras. -S, vengo de Hordaland... las tierras escandinavas al otro lado del ocano. -Thea... lo siento, es que no me sale llamarte Serenity, se me atasca la lengua. Thea, te presento a Geirolf Ericsson. Est aqu para participar en el proyecto del barco vikingo. Ten un poco de paciencia con l, todava tiene algunos problemas con el idioma. -Tu ta est dndome lecciones -anunci Rolf, reprimiendo la sonrisa que provocaba en l la incomodidad de Meredith. -Guay! -dijo Thea, ya de camino hacia el saln, con la programacin de televisin del peridico en la mano-. Tengo tres semanas de vacaciones, ya sabes, la pausa de primavera. Tal vez pueda, no s, echar una mano con las clases de ingls. Tres semanas?, Meredith sinti un nudo en el estmago. Necesitaba con urgencia un anticido. Probablemente le estaba saliendo una lcera, u otra dolencia igual de espantosa, como por ejemplo una sobrecarga de hormonas. A solas durante unos instantes, antes de salir de la cocina en pos de la muchacha, Rolf aadi con un brillo de determinacin en los ojos: -Yo, a cambio, tambin voy a ensearle algunas cosas a tu ta. -Guay! -repiti Thea. Ni en un milln de aos se rebajara Meredith a preguntar qu era lo que pensaba ensearle, pero su imaginacin se estaba esforzando de veras. Y el calificativo guay no

serva ni para empezar a describir sus visiones. A las nueve de la noche Thea ya estaba profundamente dormida en la cama de la buhardilla, que Meredith compartira con ella. Sin maquillaje y con una camisa de dormir de Mickey Mouse, volva a ser la nia de doce aos que era. El corazn de Meredith sufra por aquella nia necesitada, pero no estaba segura de poder ayudarla. Aunque estaba agotada por todos los acontecimientos del da, Meredith busc sbanas para preparar la cama de Rolf en el sof. A mitad de la escalera se detuvo, ante la visin conmovedora de aquel gigante apesadumbrado con la mirada fija en el fuego. El codo apoyado en la repisa de la chimenea sostena su cabeza ladeada. La mano que quedaba libre sostena el atizador, que de vez en cuando utilizaba para avivar el fuego, aunque no hiciera falta. Meredith saba que estaba abrumado por todos los inventos modernos que haba visto aquel da, en el centro comercial o la televisin, ante la cual se haba sentado durante horas con Thea, con ojos incrdulos. Pero ella segua sin aceptar su relato del viaje en el tiempo. Tena que haber otra explicacin. La acadmica que era buscaba una explicacin lgica. Quera creer que su hermano Jared o Mike haban encontrado a aquel constructor de barcos probablemente en alguna regin primitiva en la que no haba televisin ni centros comerciales. Haba dibujado de memoria un bosquejo del talismn que Rolf llevaba en el cinturn y la reliquia escondida en l, con la intencin de envirsela a Jared por fax a primera hora del da siguiente; tambin se la enviara a Jillie y a sus padres. Tal vez ellos pudieran descubrir algo sobre su origen. Meredith estaba convencida de que aquel objeto nico era algo ms que una baratija. Rezaba porque no la hubiera robado de la coleccin del algn museo. Meredith estaba considerando adems la posibilidad de pedirle a Mike que comprobara, con ayuda de sus amigos de la comisara local, si se haba denunciado la desaparicin de un paciente de un centro psiquitrico, o si haba alguna orden de bsqueda respecto a un hbil estafador que andaba suelto y se haca pasar por constructor naval vikingo. Caray, la segunda posibilidad le pareca absurda incluso a ella. Todos esos pensamientos asaltaban su mente confusa continuamente, mientras el hombre en cuestin la observaba en silencio, como un halcn, con sus ojos dorados ardientes de pasin. Se haba duchado y ahora llevaba una camiseta blanca impoluta metida por dentro de los pantalones vaqueros. Su larga melena estaba recogida mediante una goma en la nuca, dejando al descubierto la rotunda mandbula, y la curva divina de su cuello. Estaba descalzo, y sus pies grandes y estrechos resultaban tremendamente sexys. No necesitaba ningn complemento del departamento de artculos erticos. Oh, dios, seguro que no. Al ver acercarse a Meredith con sbanas y mantas, Rolf chasque la lengua en seal de desaprobacin. -Supongo que estoy exiliado en el sof, y castigado a dormir solo esta noche. Una oleada de calor inund su rostro. -As es. No sera prudente, con Thea aqu. Adems, t y yo necesitamos un perodo de enfriamiento. Alzando una ceja en un gesto inquisitivo, Rolf se apart de la chimenea. -Y si no tengo ganas de enfriarme? -pregunt con voz ronca-. Qu pasa si en realidad lo que deseo es acabar lo que empezamos esta tarde? Rolf avanz hacia ella, tan slo un paso, pero Meredith sinti pnico, dej caer la ropa de

cama y de un salto se parapet detrs del sof. Necesitaba poner una distancia entre los dos. Cada vez que l se acercaba, en su cerebro se produca un cortocircuito. Geirolf se detuvo, pero no como consecuencia de las mezquinas protestas de aquella mujer; cada vez que se acercaba a la bruja, su capacidad para pensar con claridad quedaba anulada. Y despus de todo lo que haba visto y odo durante aquel da, ms que nada en el mundo necesitaba tener la cabeza clara para buscar la manera de volver a su propio tiempo. Ella crea que conseguira aplacar su apetito ataviada como iba con unos calzones demasiado grandes y una camisa de seda negra tambin enorme, una especie de ropaje para dormir que ella llamaba pijama. Pero l ya saba lo que esconda debajo de esas prendas... aunque todava no haba visto nada, slo a travs del tacto. Cuando llegara el momento, compartira las pieles de su lecho, si es que poda encontrar algo parecido en aquel pas dejado de la mano de dios, y entonces ella llevara las prendas preferidas por la mayora de mujeres... y hombres vikingos: la piel desnuda. Ella tambin se regocijara con su apareamiento. Geirolf tena un sexto sentido para esos asuntos, basado en aos de experiencia, y su instinto masculino le indicaba cundo una mujer estaba madura. Merry-Death finga acritud y una inclinacin a reprimir sus instintos, pero l la conoca mejor que ella a s misma. Sus jugos se estaban acumulando y su piel suave le peda a gritos que recogiera su roce. Pero todava no haba llegado el momento. No sera esa noche. Haba demasiadas cosas en juego. La confianza que su padre haba depositado en l. La hambruna. Su propio honor. El guerrero que haba en l perciba potenciales peligros por todas partes, tena que mantenerse alerta. Y, sin embargo, la necesidad de aparearse excitaba su sangre; deba luchar por dominar su apetito. Aquella moza sera suya antes de que regresara a su mundo. Pero todo a su debido tiempo. Cuando a l le placiera. As que, de momento, aquella mujer tonta y temblorosa, que se esconda tras aquella estructura parecida a una cama a la que llamaba sof, no tendra que preocuparse por sus insinuaciones. Ja! En sus mejores tiempos haba saltado los muros de un castillo, o la baranda de un barco, en innumerables ocasiones. Realmente crea esa mujer que aquella precaria barrera supondra un obstculo para l? Entonces, contra toda lgica, sinti su orgullo herido al verse rechazado a pesar de sus encantos. No, no poda permitir que ella creyera que tena la sartn por el mango. A las mujeres haba que ponerlas en su lugar desde el principio. --Por qu luchas contra tus necesidades de mujer? -Q... qu? -Me deseas. -De ninguna manera. l solt una carcajada ante aquella mentira. -S me deseas. Aunque tu cuerpo de mujer te traicione, revelando tus verdaderos deseos, de forma tan fragante como el de un hombre -replic Rolf, sealando su entrepierna. Ella dio un grito ahogado como respuesta ante aquel gesto soez. Bueno, haba momentos en los que un hombre tena que ser ordinario para defender su postura. Sobre todo, con una mujer tan testaruda. -Tu excitacin no se hace patente en tu cuerpo mediante un estpido miembro enhiesto, pero hay otras seales que la delatan ante los ojos de un hombre observador. Por ejemplo,

tus ojos empaados por la pasin... Meredith cerr los prpados. l sonri con voracidad. -Tus labios separados y tu respiracin agitada. Ella cerr la boca de golpe. La sonrisa de Rolf se hizo an ms amplia. -Tus pezones hinchados... Meredith cruz los brazos a la altura del pecho, pero ya era demasiado tarde. l ya los haba visto, y por un momento haba olvidado la razn por la que deba estar alerta. Aquella mujer era peligrosa. Geirolf sacudi la cabeza como para alejar su confusin y se dej caer en el sof. Dando unos golpecitos en el cojn que haba a su lado, exhort: -Ven, sintate aqu, conmigo. Por esta noche ests a salvo de mis deseos concupiscentes. Ella rehus, lanzndole una mirada desconfiada. -En serio. Ven aqu. Necesito hablar contigo sobre los trabajos en el drakkar. Quiero empezar con la primera luz del da, y hay muchas cosas que debemos concretar. -Por qu tienes tanta prisa? -Cuanto antes terminemos el barco, ms pronto podr de volver la reliquia al lugar en el que debe descansar. Y regresar a mi tierra. As que el factor tiempo es de la mxima relevancia. Ella asinti, pero Rolf todava perciba su incredulidad ante la explicacin del viaje en el tiempo. Quin crea que era? Un proscrito, que se haba propuesto robarle sus posesiones, o su virtud? Probablemente. O un imbcil demente? Casi era ms probable que considerara la ltima posibilidad. -Maana tmatelo con calma. Yo tengo que estar en la universidad a las nueve, pero enviar a mi ayudante, Mike Johnson, para que se rena contigo si consigo localizarle. Trabajaris mano a mano en el proyecto. Adems, el lunes tengo que arreglar todo el papeleo en la oficina de empleo para poder contratarte. Supongo que no tienes nmero de la seguridad social... -Meredith le escrut durante unos momentos-. No, imagino que no. Bueno, Mike tiene algunos contactos clandestinos que seguramente podran conseguirte documentacin falsa. Dios mo, no puedo creer lo que acabo de decir. Yo, violando las leyes? Jeffrey se morira de risa. -Quin es Jeffrey? -Mi ex marido. -No me gusta. Merry-Death sonri... con una expresin clida y abierta que conmovi el corazn de Geirolf. -A m tampoco. -Cuando sonres no eres tan poco agraciada. En verdad, casi eres hermosa. -Muchas gracias. --Ya antes la haba honrado con aquella franca honestidad-. Jeffrey deca que se me vea la dentadura superior al sonrer. -Jeffrey es un zopenco. Cuando hagamos el amor, har que tus labios dibujen incontables sonrisas. Meredith dej de sonrer de repente. -Lo has prometido -le record, apartndose de l. -No me refiero a esta noche. Volvi a relajarse. -A la mayora de los hombres no les gusta que las mujeres se ran durante las relaciones sexuales. Jeffrey sola decir... -Deja de mencionar al idiota de tu antiguo marido en mi presencia. No tiene nada que ver con nosotros -la interrumpi Geirolf, refunfuando-. Adems, t no te reirs de m, sino

conmigo. Tengo el propsito de proporcionarte mucho placer. Ella alz los hombros, como dndole por imposible. -La arrogancia es algo natural en ti, me equivoco? -Hay una diferencia entre arrogancia y seguridad en uno mismo. Soy consciente de mis habilidades. Y te pido que dejes de llevar la conversacin hacia el terreno del sexo o empezar a pensar que has cambiado de opinin respecto a la idea de hacer el amor conmigo esta noche. Meredith se puso rgida de indignacin. -Yo no... --Chist... -golf le indic que callara con un gesto, alzando la palma de la mano-. Dime de cuntos ayudantes dispongo. Y cules son sus capacidades. -Bueno, est Mike y apenas una veintena de estudiantes que trabajan con l, entre hombres y mujeres. Algunos de ellos cuentan con conocimientos bsicos de carpintera, pero todos ellos trabajan con entusiasmo. Seguirn tus instrucciones al pie de la letra. Sin embargo, slo queda una semana de vacaciones. Despus, la mayora de ellos slo podrn dedicar al proyecto un par de horas al da, mximo tres, y el fin de semana. -Mmrnm. Por ventura podr terminar el drakkar en dos o tres semanas, si aprovecho todas las horas de luz diurna. Pero tengo que decirte que he decidido construir otro barco ms pequeo para m. -Cmo? -Merry-Death hizo ademn de levantarse del sof y apartarse de su lado, obviamente disgustada-. No puedes hacer eso. -S que puedo. Vers, al principio acept ayudarte a finalizar el drakkar, pensando despus en utilizarlo para mis propios fines... para volver a casa. -Oh, no... Deba haberlo imaginado! Un ladrn! -exclam Merry-Death, echando chispas y lanzndole una mirada malvola. -No intentes intimidarme. Desde que tuve conocimiento del deber para con tu honor de hacer realidad el sueo de tu abuelo, decid que no hara nada semejante. Pero eso significa que debo construir otro drakkar ms pequeo para mis propios propsitos. ---La fundacin no puede asumir ms gastos. Eso sera robar. Adems, el presupuesto ya es insuficiente. Geirolf se sinti ofendido por el hecho de que ella creyera que pensaba robarle. -Pagar los materiales que necesito con mi sueldo. Y trabajar en mi tiempo libre. No te estafar, mi seora. --Lo siento -dijo Meredith, pero sus disculpas no bastaron para lavar la afrenta-. De acuerdo, construirs dos barcos. Pero no veo la manera de que puedas tenerlos listos en tres semanas. -Debo hacerlo -afirm-. Anoche, cuando Thea y yo jugbamos con tu ordenador, encontr ms informacin sobre la Luna del Demonio. Ya te coment el fenmeno astronmico que tuvo lugar la noche en que naufragu. Pues bien, la prxima Luna del Demonio se producir el 28 de abril, o sea, de aqu a un mes. -Y crees que la Luna del Demonio est relacionada de algn modo con el portal del tiempo que te permitir regresar a tu casa? -pregunt Merry-Death con cierto escepticismo. l asinti. -Y no volver a suceder hasta el ao que viene. Tengo que volver pronto si quiero llevar a cabo la misin que me encomend mi padre. Merry-Death pos una mano sobre su hombro.

-Rolf, no estoy segura de que ests siendo sincero conmigo. Pero, suponiendo que as sea, existe la posibilidad de que no puedas hacer nada por cambiar la historia. l se puso rgido, aunque saba que no lo deca con mala intencin. -Debo intentarlo. Ella asinti con la cabeza. -Entonces, suponiendo que finalmente puedas devolver la reliquia al lugar que le corresponde, y que eso ponga fin a la hambruna, qu hars entonces? Cuntame cmo ser tu vida cuando regreses a tu... pas. -En primer lugar, tengo el propsito de buscar a Storr Grimmsson para acabar con su vida. l y todos sus seguidores se merecen una muerte horrible por sus mezquinas acciones. Despus, me dedicar a mi negocio de construccin de barcos. Tengo una preciosa granja muy cerca de un fiordo. --T? Un granjero? Bueno, es curioso, pero s, puedo imaginarte de granjero. -La creacin de buenos barcos me llena de satisfaccin, y me gano bien la vida vendindolos por todo el mundo. En otros tiempos sola probar mis barcos en viajes comerciales, o en incursiones vikingas, pero durante los ltimos aos no tena ganas de viajar. Tal vez vuelva a aventurarme en la mar, si siento su llamada. Este viaje me ha demostrado que quedan muchas tierras por explorar. Por otra parte, puede que este viaje aplaque la necesidad que hay en m de buscar nuevos horizontes. -Quizs ests preparado para sentar la cabeza y formar una familia. Geirolf se encogi de hombros. -Ya lo hice y no me senta especialmente dichoso. -Ah, s? -pregunt Meredith sorprendida- Has estado casado? -Dos veces. -Dos veces -repiti Meredith como una cotorra. -Ambas murieron en el parto. Cuando me cas por primera vez tan slo contaba dieciocho inviernos, y ella diecisis. Ariside muri de fiebres del parto despus de parir un beb muerto. -Oh, Rolf. Lo siento mucho. l volvi a encogerse de hombros. -As es la vida. Adems, sucedi hace mucho tiempo. -Y tu otra mujer? -Mi segunda mujer, Signe, muri hace cinco aos. El parto se adelant un mes y dur cinco das. Se desangr hasta morir. -Debiste quedar destrozado. -S, fue una tragedia, ambas fallecieron tan jvenes, y los bebs no tuvieron la menor posibilidad de sobrevivir. Pero apenas conoc a mis mujeres. Fueron matrimonios convenidos por mis padres, y yo casi siempre estaba fuera. Ella le dio golpecitos en el hombro. -Eres joven. Volvers a casarte. -No, no volver a hacerlo. No me gusta la condicin de hombre casado y tampoco tengo ganas de engendrar herederos. Me resist a mi ltima unin con Signe, que acept nicamente cuando mi padre dijo que de ese modo cumplira con mi deber de sangre para con l. As que no pienso volver a casarme. Meredith parpade para evitar derramar las lgrimas que anegaban sus ojos. Verdaderamente, pens l, las mujeres se emocionaban con las realidades ms simples de la vida.

-Por lo menos, ahora todas mis necesidades se ven satisfechas gracias a mi amante, la dulce Alyce, que reside en la ciudad comercial de Hedeby. Ella le mir con desdn, disgustada. -Ahora dime t, Merry-Death, qu hars cuando hayas cumplido con tu deber para con tu abuelo? Te quedars aqu y seguirs siendo profesora? -No -respondi ella con cierto tono condescendiente, para seguir demostrndole su desprecio. Las mujeres solan mostrarse muy quisquillosas en ese aspecto--. Solicit un ao sabtico de mi actividad docente en la Universidad de Columbia. Se supone que en otoo debo regresar para dar clases. -Se supone? Pero t qu quieres hacer realmente? Merry-Death cerr un momento los ojos ante aquella pregunta. Cuando volvi a abrirlos, Geirolf pudo ver incertidumbre y tristeza en el pozo profundo de sus ojos verdes. -No lo s. Toda mi vida he hecho lo que los dems esperaban de m. Mis padres. Mi marido. Incluso mis abuelos. No puedo recordar que alguien me preguntara nunca qu es lo que yo realmente quera hacer. Quizs... l lade la cabeza, esperando. -... en realidad, s lo que quiero. Amor. Geirolf no pudo evitar mofarse. -Siempre me he sentido sola. Cuando era nia. Incluso cuando me cas. Creo que si encontrara a un hombre que me quisiera, dejara mi profesin gustosamente y me quedara en casa, un hogar lleno de nios... bueno, por lo menos dos. Sus ojos estaban enturbiados por la pena, y l se acord del momento en que le confes su esterilidad. Tom la mano de ella entre las suyas y entrelaz sus dedos, pero ella intent liberarse. -No quiero que me tengas lstima. -No lo hago. -Siempre puedo adoptar. Es lo que hacen hoy en da las mujeres solteras. Tal vez sea eso lo que haga. Quedarme aqu y adoptar un nio. Cuento con un fondo fiduciario con el que puedo mantenerme. Y podra escribir un libro, de esos que mis padres consideran demasiado frvolos. -Meredith le mir de reojo, indecisa, antes de continuar revelndole sus pensamientos-. Siempre quise escribir un libro sobre las mujeres que destacaron por su extravagancia en la Edad Media. -Podra contarte la historia de algunas de ellas. Merry-Death ri y se enjug los ojos con la mano que le quedaba libre. l segua asiendo con firmeza la otra mano, y se dio cuenta de que senta un extraordinario placer con el mero contacto de las palmas de sus respectivas manos. -Qu hay de ese hombre que podra amarte? -No hay ninguno en el horizonte, y ya me quem una vez. No, cada vez estoy ms convencida de que adoptar un nio es la respuesta a mis necesidades, en lugar de salir a la caza de un hombre que llene mi vida. l no pareca convencido de la veracidad de sus palabras y tampoco estaba segura de que ella lo estuviera. Quiz fuera la extraa conexin que senta con aquella mujer ahora que sus manos estaban unidas. Tal vez fuera aquella fiebre provocada por el deseo que segua insatisfecho en sus entraas. O por ventura fuera aquel dios travieso, Loki, quien le inspir desatando su lengua. Fuera cual fuese la causa, Geirolf se qued tan atnito como Merry-Death cuando la trajo hacia s para susurrarle con voz ronca:

-Podras acompaarme en mi regreso a casa. Captulo siete A la maana siguiente, un fuerte martilleo despert a Meredith. Abri somnolienta un ojo, apenas una rendija, para comprobar que estaba amaneciendo. En el despertador sobre la mesita de noche vio que tan slo eran las seis de la maana. El martilleo no cesaba. Meredith se dio cuenta de que provena del exterior. Se levant todava medio dormida, y arrop con el edredn a Thea, que segua durmiendo profundamente a pesar del ruido. El primer pensamiento que asalt su mente cuando empez a tener la cabeza clara fue: Por favor, casi no ha amanecido y ese dichoso vikingo est ah fuera construyendo un barco. Los vecinos van a llamar a la polica. El segundo pensamiento, casi concatenado con el primero, fue el recuerdo de la noche anterior: Oh, dios mo, ese vikingo me invit ayer a acompaarle a su hogar... al siglo x. Y me siento tentada. Casi me gustara creer que realmente es quien dice ser... Un vikingo exclusivo, para m sola, en su refulgente armadura. Se ri ante su propia ocurrencia. Era absolutamente ridculo que se sintiera tan halagada por su invitacin. Sobre todo porque en el momento en que las palabras salieron de los labios de Rolf, ste pareca a punto de sufrir un infarto. Y desde luego nada halagadora haba sido su respuesta, cuando le pregunt qu hara ella en su pas y l balbuce y tartamude, hasta que finalmente contest que supona que podra ser su amante. Como si estuviera dispuesta a aceptar eso! Y sin embargo, su propuesta haba suscitado en ella una curiosa sensacin clida y confusa. Toda aquella confusin trrida desapareci en el momento en que sali afuera en pijama, pero con paso decidido, y vio a Rolf en medio del barco totalmente desmontado. -Q... qu ests haciendo? Te mato. Has destruido meses de trabajo de mi abuelo. -No te inquietes, mi seora -dijo intentando tranquilizarla, esquivando sus brazos y sosteniendo el hacha por encima de su cabeza, fuera de su alcance. -Me gustara darte motivos para que te inquietes, estpido -grit Meredith, apretando los dientes, mientras cerraba las manos en un puo y contaba hasta diez. -Vamos, Merry-Death, clmate. Simplemente estoy empezando de nuevo. Al final, ahorraremos tiempo. Ya vers. -Dej caer el hacha al suelo y avanz hacia ella, rodendole los hombros con el brazo-. Scate las lgrimas, encanto, esto es trabajo de hombres. S lo que me hago. Oh, dios mo, eso espero. -Y deja de llamarme encanto. -Hace que me sienta tan... tan... caliente y confusa... caray! -. En la sociedad actual no hay trabajos de hombres. O sea que corta ya con tu rollo machista. Rolf arque una ceja con actitud condescendiente. -Ah, s? Muy bien, entonces, mi abnegada ayudante, podras bajar el acantilado con ese brazo de la quilla para remojarlo en el mar? El brazo de la quilla al que se refera tena unos cuatro metros de largo y deba pesar unas dos toneladas. -Me gustara poder levantar esa maldita cosa. Tambin s qu hara con ella: la usara a modo de ariete para borrar esa estpida sonrisa de tu cara. Ah estaba, de pie, sonriendo todava con ms descaro, con las manos en las caderas

sobre su nuevo atuendo, compuesto por pantalones vaqueros, camiseta y zapatillas deportivas, con el pelo recogido y una gorra de bisbol. -Siempre has sido as de violenta? Admiro eso en una mujer. Eres como una valquiria. Tal vez te deje venir conmigo a una de nuestras incursiones vikingas. -S, eso es lo que realmente falta en mi vida, violaciones y pillaje. -En la ma tambin. No me acuerdo cundo fue la ltima vez que particip en violaciones y pillajes. Y saqueos... no te olvides de los saqueos. -No te pases, Rolf. Pero l ya tena la cabeza en otro sitio. Estaba agachado y examinaba varias piezas finas de madera, de algo ms de dos metros de largo, que parecan estacas para tomateras. Cogi una de ellas, todava indignado, la sopes entre sus manos, y despus la levant con una mano hasta la altura del hombro. Con un movimiento preciso que hubiera sido la envidia de cualquier guerrero medieval, la arroj como si fuera una lanza apuntando a la pila de material inservible que estaba a unos siete metros, acertando de pleno. -Has tenido suerte -se mof Meredith. -Ja! -replic l, obviamente complacido por el desafo. Con los ojos de color whisky relampagueando, hizo lo mismo con cinco improvisadas lanzas ms. Slo entonces se volvi hacia ella, sonriendo. -Fanfarrn. -Ahora te ensear lo que es fanfarronear. Este truco me lo ense mi padre. -Cogi otra lanza y se acerc lentamente a ella para drsela. Despus dio diez pasos en direccin contraria y se volvi hacia ella-. Ahora, apunta y arrjamela. -No lo har. -Haz lo que te digo, Merry-Death. No me hars dao. -No estoy segura. -Hazlo -orden l-. Y trala con fuerza, o el truco no funcionar. -Est bien -acept, por una vez sin dar importancia a su prepotencia-, pero como te haga dao, te mato. Rolf se ri ante la incongruencia de su amenaza, y despus empez a bailar pasando su peso de un pie al otro, con actitud provocadora. -Vamos, Merry-Death, imagnate que soy tu antiguo marido y que acabo de contarte que tengo una amante. No fue necesario seguir provocndola. Meredith arroj la lanza y lo hizo con fuerza. La lanza iba directa hacia el pecho de Rolf, y a Meredith le entr pnico. -Oh, dios mo! -chill. Entonces, para su sorpresa, Rolf detuvo la lanza en el aire e inmediatamente la gir hbilmente entre sus dedos y volvi a arrojarla apuntando hacia ella. Aquel maldito juguete pas zumbando justo por encima de su hombro izquierdo. -Si hubiese apuntado de verdad, te habra atravesado el pecho -dijo vanaglorindose. Buen dios, habra hecho eso realmente en una batalla? Realmente haba matado a alguien? Naturalmente deba haberlo hecho. En ms de una ocasin le haba dicho que era un clebre guerrero, adems de renombrado constructor de barcos. Aunque, no, no poda ser cierto, eso estaba incluido en su viaje a travs del tiempo, que ella no poda creer. -Y esto me lo ense mi to Olaf -prosigui l. Esta vez cogi dos lanzas y las arroj simultneamente a la pila de materiales de desecho, donde aterrizaron con perfecta precisin.

Meredith se estremeci asustada. -Todo eso lo has ledo en un libro de historia, no? -Qu? -Rolf se sacudi el polvo de las manos y avanz hacia ella con aire arrogante. -Todo eso del rey Olaf y de apuntar con dos lanzas a la vez. Cuando me dijiste el da de tu llegada que estabas emparentado con el rey Olaf Tryggvason, sent curiosidad. Entre otras cosas, las sagas cuentan que Olaf tena la habilidad de apuntar con dos lanzas de una sola vez. De hecho, muchos aos despus de su muerte, un hombre llamado Tryggvi, que deca ser hijo suyo, de un matrimonio en el extranjero, intent hacerse con el trono de Noruega. Los dems aspirantes al trono se burlaron de l, afirmando que era el hijo de un cura. Pero se dice que Tryggvi, en su ltima batalla, arroj dos lanzas simultneamente con xito, y exclam: As es como mi padre me ense a decir la misa!. -Merry-Death, la cabeza me da vueltas al escuchar tus palabras. No s nada de esa persona llamada Tryggvi. Olaf tuvo muchas mujeres y amantes en muchos pases distintos, y por tanto muchos hijos tanto legtimos como bastardos. Qu intentas decirme? -Lo que quiero decir es que me gustara que dejases ya esa insensatez del viaje en el tiempo desde la poca de los vikingos. De acuerdo, sabes algunos trucos tontos para lanzar palos. Mira qu bien! Pero no me digas que practicabas con lanzas de verdad hace ms de mil aos. -No miento -respondi l con voz cortante. -No has viajado en el tiempo. -S, lo he hecho. -No, no lo has hecho. l levant ambas manos en el aire pidiendo tregua. -Me rindo... de momento, pero no abandono la batalla. Pasemos a un tema ms neutral. Djame que te cuente el principal problema con el que me he encontrado esta maana: la ubicacin. Por qu escogi tu abuelo este lugar para construir su drakkar? Est demasiado lejos del agua. Cmo transportaremos el barco, una vez finalizado? Cmo salvaremos este acantilado para poder botarlo? -Mi abuelo no tena eleccin. La universidad est en el interior y all no hay espacio libre. Aqu contaba con un terreno, y le pareci el lugar ms lgico. Por otra parte, no es tan difcil cargar el barco en un camin con plataforma cuando llegue el momento y transportarlo hasta algn muelle a pocos kilmetros de aqu. -De acuerdo, puede que eso no sea tan difcil, pero tambin hay que tener en cuenta la falta de agua para mojar la madera. Tendr que construir un depsito de agua... enorme. Balder bendito! Puedes hacerte una idea de la prdida de tiempo y energa que supone cargar baldes con agua desde el mar, o desde tu feudo? Meredith se ri por lo bajo y camin despacio hacia uno de los laterales de la casa. Abri un grifo que haba en el exterior y tir de la manguera mientras regresaba donde l se encontraba. El lado oscuro de su naturaleza, que haba descubierto recientemente, desde que cierto vikingo entrara en su vida, la espoleaba, ante la oportunidad perfecta de vengarse. -Djame volver a ver esa sonrisita de suficiencia, seor Vikingo Esto-Es-Trabajo-DeHombres -dijo en tono burln, mientras accionaba la palanca en la boca de la manguera, empapndolo de la cabeza a los pies. Rolf se qued mudo por unos instantes, mientras las gotas de agua, probablemente congelada, resbalaban por su rostro, con la gorra de bisbol ladeada, y la ropa pegada a su

cuerpo. Entonces lentamente apareci en sus labios una sonrisa, justo antes de abalanzarse sobre ella para hacerle un placaje que la tir al suelo y volver la manguera en su contra. Meredith recibi una buena ducha, y el agua, efectivamente, estaba fra. Regodendose en su triunfo, Rolf le tendi una mano para ayudarla a levantarse. Meredith todava escupa agua y mechones de pelo de su boca. Slo entonces se dio cuenta de que Rolf haba dejado de sonrer de repente. Ahora observaba con sumo inters el pijama mojado, adherido a cada una de las curvas de su cuerpo como un envoltorio de plstico negro. -Ayer por la noche, cuando te vi en pijama por primera vez, pens que no me gustaba -coment con una sonrisa perezosa-, pero he cambiado de opinin. -Despus, sacudiendo la cabeza, la tom de la mano conducindola hacia el interior de la casa-. Ya basta de juegos. No debes seguir intentando seducirme, encanto. Meredith chisporroteaba de indignacin. El le dio una palmadita en la barbilla. -Venga, vamos adentro, tenemos que hacer una lista con los materiales que necesitamos. No es hora de entretenerse, mujer. Debo comportarme como una persona adulta. No tengo que saltar con cada palabra que sale de su boca como una trampa. No debo mirar sus nalgas a travs de la tela del pantaln mojado. -Has desayunado? -S, hace rato que romp el ayuno, con galletas y aguamiel. Tendrs que volver al centro comercial pronto. Eh? Galletas y aguamiel? -Por favor, has desayunado galletas Oreo y Bud Light? -S. Pues no acabo de decrtelo? Por qu te has quedado boquiabierta? Es una combinacin deliciosa. Desayun mientras miraba Barrio Ssamo en la caja de imgenes. Hoy he aprendido la letra X con Epi y Blas. Creo que la X es la mejor letra de vuestro alfabeto. De hecho, forma parte de mi palabra favorita. -Rolf esper un momento hasta que ella captara a qu palabra se refera; sus ojos ambarinos centelleaban con picarda. Meredith se ri, sintindose libre de preocupaciones y ms feliz que nunca. Impulsiva. En efecto, decidi que probara el desayuno compuesto por galletas Oreo y cerveza. Por otra parte, tal vez debera dejarse llevar por esa actitud impulsiva. Geirolf haba aterrizado en el paraso de los constructores navales, el Bangor Hardware Superstore. -Ahora en serio! Quin eres realmente? -pregunt Mike Johnson por ensima vez, desde que llegara al feudo de Merry-Death haca algunas horas, a peticin de ella. Aunque era el da del seor, se haba acercado a la oficina a trabajar-. Lo que quiero decir es que no entiendo qu clase de hombre se vuelve loco por el papel de lija. Papel de lija! Que te excite Sharon Stone vestida nicamente con un cinturn de carpintero, me lo puedo imaginar, pero papel de lija? Debes de haber estado viviendo en la selva todos estos aos. -Cmo? -respondi Geirolf sin prestarle demasiada atencin, comprobando la textura de los distintos nmeros de papel de lija apilados en distintos estantes, para despus arrojar una docena de cada al carrito-. No te ofendas, Mike, pero me parece una tontera que t y Merry-Death pretendis construir un drakkar utilizando los mtodos tradicionales, cuando tenis a vuestra disposicin todas estas maravillas modernas.

-De eso se trata, precisamente... de ensear a nuestros estudiantes el trabajo duro y la perseverancia necesarios para llevar a cabo un proyecto de semejante magnitud. -Ja! Si queris, podis perseverar frotando los speros tablones con arena, y cepillando la madera con una azuela hasta que os duelan los dedos, pero yo no soy tonto. Yo utilizar papel de lija para construir mi barco. Mike sacudi la cabeza atnito. -La profesora Foster te va a matar. Y no slo por el papel de lija. Espera que vea esos martillos high tech y las gubias que has cogido. Quiere que el barco se construya exactamente tal como hacan los primitivos vikingos. -O sea, de la manera ms dura. No es tpico de una mujer? -bram Geirolf-. Y quin dice que soy primitivo? Mike solt una risotada. -Te has tomado en serio tu estpida representacin de un vikingo, no? -No, va te lo dije... Vengo de Hordaland, o sea Noruega. Y eso es todo lo que puedo decirte. Promet a Merry-Death que no contara cmo llegu hasta aqu. -Eso me parece interesante, porque me acusa a m... o a su hermano Jared de haberte contratado. -Mike le escrut con recelo, reduciendo los ojos a dos rendijas-. Esta maana casi quema el fax acribillando a todas las universidades del pas con cartas sobre ti y ese endemoniado cinturn tuyo. Hasta me pidi que preguntara a la polica local. Geirolf no tena la menor idea de qu era un aparato de fax. Tal vez Mike quera decir un aparato sajn. Tampoco saba qu era la polica. Estaba harto de preguntar Qu es eso?, para cada maldita cosa de aquel nuevo mundo. Pero comprenda la palabra carta. -En mi opinin, se es uno de los mayores errores cometidos por tu pueblo... ensear a las mujeres a escribir. Por todos los diablos! Los hombres de Amrica debis tener reblandecido el cerebro. Vuestras mujeres no slo os rien incesantemente, debes excavar el foso, limpia las letrinas, no eructes, sino que ahora adems pueden seguir fastidindoos utilizando pergaminos. Mike ri, apretando el paso para no quedarse atrs, mientras Geirolf giraba una esquina empujando el carrito. -Has compartido tus opiniones con la profesora Foster? -Todava no --admiti Geirolf, intercambiando una mueca atribulada con el joven. A Geirolf le gustaba Mike. El hombre, que deba de haber visto ya unos veinticinco inviernos, iba ataviado casi igual que l, con calzones vaqueros, camiseta y botas para correr. La mayora de los hombres con los que se haban cruzado aquel da llevaban un atuendo similar. Pero la camiseta de Mike era de color verde y tena impresas en el pecho las palabras U.S. Army. Era el nombre que reciba el ejrcito americano, segn le haba dicho. Mike haba sido guerrero durante tres aos antes de volver a la escuela, lo cual resultaba muy extrao para la mentalidad de Geirolf. Un hombre adulto que necesitaba ms educacin? Y su cabello! Aquel joven llevaba su cabellera rubia (deba haber sangre nrdica en su familia) tan corta que se le vea el cuero cabelludo. Deca que era el corte de los marines. Geirolf nunca haba dado crdito a la leyenda bblica de que la fuerza de un hombre resida en sus cabellos, pero stos arropaban en las fras noches escandinavas, cuando no haba ninguna mujer disponible para el lecho. En qu deba de estar pensando Mike? Alguna mujer deba de haberle convencido para hacer semejante tontera. Probablemente esa Sharon Rock, no, Sharon Stone, criatura ante cuya mera mencin a Mike se le haca

la boca agua. Mike le cont que sus padres haban muerto aos atrs en un accidente en una caja con ruedas, y su mujer haba fallecido haca dos aos esquiando. Geirolf decidi que ms tarde mantendra una conversacin de hombre a hombre y le ayudara a encaminar su vida de acuerdo con las directrices del comportamiento masculino. Por ventura le enseara la manera de llevarse a la cama a aquella seductora llamada Sharon Stone. Geirolf dedic la maana, despus de que Merry-Death saliera hacia la universidad, a estudiar ingls con Thea. La muchacha, que estaba mucho mejor con la cara sin pintar, haba encontrado un manual para nios en Internet, que le ayud enormemente. Despus miraron durante dos horas Barrio Ssamo en una maratn de la televisin pblica para recaudar dinero. Geirolf pens que le gustara tener ms tiempo; no poda imaginar nada mejor que conocer al pcaro Epi, que se le antojaba como un amigo recin descubierto en aquel pas extrao. El aspecto de Epi era distinto al de cualquier nio que hubiera visto nunca, pero tena las orejas enormes, como su hermano Magnus, y por eso aquel chico se haba granjeado su cario. Con ayuda del cinturn talismn, Geirolf ya dominaba los rudimentos del ingls. nicamente recurra a su hebilla ocasionalmente, cuando se encontraba en el mundo exterior, para traducir palabras o expresiones extravagantes, de las que no salan en Barrio Ssamo o en los libros de gramtica. Como por ejemplo las palabras que los conductores de otras cajas con ruedas haban empleado para gritar a Mike cuando ste se meti delante de ellos. O las letras de las canciones que salan a todo volumen de la caja de msica de Thea... letras tan estrafalarias como los nombres enfermizos de los msicos. Thea estaba en casa, pintndose las uas de manos y pies con Plaga Negra, haciendo retumbar la atmsfera con la estentrea msica. Pero ahora dirigi su atencin en otra direccin. -Por el sagrado Thor! Me parece estar en Asgard -dijo Rolf entusiasmado. Muy pronto se dio cuenta de que haba penetrado en la versin americana del Valhalla, el verdadero paraso para los hombres: la seccin de herramientas elctricas de la ferretera. Mike se mora de risa y se burlaba de su fascinacin por aquellas herramientas, pero a Geirolf no le importaba. Dara la totalidad de su cmara de los tesoros a cambio de la mitad de aquellas herramientas de los dioses. Por fin, despus de casi una hora, Mike consigui arrastrarlo fuera de all, y slo cuando ste le dijo que aquello supona una prdida de tiempo, lo cual le record la urgencia de su misin. Suspirando con pena empuj el carro hasta la caja de madera... el mostrador... donde un trabajador de la tienda tom su dinero y lo deposit en otra caja... una a la que llamaban registradora. Geirolf tena los ojos vidriosos cuando Mike finalmente consigui hacerle salir de la tienda con sus compras. Pareca un milagro... todas aquellas extraordinarias herramientas elctricas que haban sido inventadas. Haba sierras que se movan solas. Taladros que perforaban la madera ms dura sin esfuerzo. Y todas ellas accionadas por algo llamado electricidad, que Geirolf buscara en el ordenador cuando volviera al estudio de MerryDeath. Mike le haba hablado incluso de la existencia de enormes mquinas como palas, llamadas excavadoras, que podan cavar un foso en un solo da. Geirolf conoca unos cuantos reyes y nobles sajones que pagaran una fortuna por algo semejante. -No ests tan triste, Rolf. -Los labios de Rolf temblaban intentando disimular su regocijo, mientras descargaban sus paquetes en la parte trasera de su caja con ruedas. El vehculo

de Mike era distinto al de Merry-Death. Era de color azul, y nicamente los asientos delanteros estaban cubiertos por un techo. La parte de atrs era una larga caja (qu otra cosa poda ser!) descubierta destinada al transporte de cosas-. Cuando volvamos a la casa de la profesora Foster, podrs ver los vdeos que hemos comprado, Esta casa vieja, de Bob Vila, y Un chapuzas en casa, de Tim Allen. En ellos encontrars todo lo que siempre has querido saber sobre herramientas modernas. Cuando llegaron a la pista de tierra que conduca al feudo de Merry-Death, Geirolf convenci a Mike de que le dejase conducir su caja. Tras varios bandazos y derrapes, pareca controlar la tcnica. Y era una experiencia verdaderamente excitante, deslizarse a toda velocidad; velocidad que Mike describi como diecisis kilmetros por hora. Era como la euforia tras una feroz batalla, o la emocin de otro hijo tras entablar un duro combate de deporte de cama. Cuando par en seco con un chirrido ante la puerta de Merry-Death, Mike todava apoyaba los brazos estirados contra el salpicadero y se rea a carcajada limpia. Merry-Death estaba en el porche, con las manos en las caderas y los ojos furibundos. Thea, luciendo unas pinturas de guerra que hubieran sido la envidia de cualquier guerrero escocs, estaba de pie a su lado, con una sonrisa de oreja a oreja. -No te parece magnfica? -dijo Geirolf, aspirando con fuerza. -Quin? -Mike le lanz una mirada incrdula-. Thea? -No, por supuesto que no. Me tomas por un pederasta? -La profesora Foster? Crees que la profesora Foster es magnfica? Geirolf asinti con la cabeza, volviendo a sentir, al mirarla, aquella pesadez ya habitual en sus entraas, y tina alteracin en los latidos de su corazn. -La profesora Foster? -repiti Mike incrdulo y anonadado-. Ests loco por mi jefa? Debes de estar loco, quiero decir... no me malinterpretes. Me gusta la profesora Foster. Es una persona encantadora. Pero... magnfica? Para nada! En cambio, Sharon Stone... ella s me parece magnfica. Geirolf deneg categricamente con la cabeza. -Eres joven, Mike. Como un caballo con anteojeras. Valoras una mujer nicamente con tus ojos... y tu miembro viril. -Y qu? -sonri Mike--. A m me funciona. -Muchacho insensato, hay ms... mucho ms. Meredith no daba crdito a sus ojos. Eran las seis. Mike y Rolf haban estado fuera toda la tarde. Y, para colmo, Rolf conduca la camioneta. Aunque era domingo, haba decidido ir a la oficina, donde se haba encontrado con Mike. Haba pedido a su ayudante universitario que fuera a su casa para conocer al nuevo constructor naval del proyecto. No esperaba que se embarcasen en una gran aventura... y mucho menos que fuera el vikingo quien estuviera tras el volante de la furgoneta. Decidi que estrangulara a Mike. Despus se enfrentara al gigante, aquel que tantas preocupaciones le haba causado durante todo el da, puesto que las innumerables indagaciones sobre su identidad haban resultado infructuosas, y slo haban originado ms interrogantes. -Dnde habis estado todo el da? -espet a los dos hombres que se acercaban cargados con bolsas en las que poda verse impreso el logotipo de la Bangor Hardware Superstore. --De compras -respondi Rolf alegremente, inclinndose para darle un beso rpido en los labios al pasar-. Te he echado de menos, encanto -susurr al lado de su boca todava

abierta de por el asombro. Aquel gesto espontneo dej a Meredith estupefacta. Momentneamente olvid por qu estaba tan enfadada y preocupada. Me ha besado. As, por la cara. Me ha besado. Delante de Mike y Thea. Oh, seor, me ha besado. Como si tuviera todo el derecho a hacerlo. Mike simplemente se ri entre dientes. A Thea se le escap una risita tonta. Rolf lanz a Mike una mirada cmplice y le gui un ojo. -iAaarghh! -grit Meredith, volviendo a la realidad-. Estaba tan preocupada. -Eso es algo tpico de las mujeres... retorcerse las manos con nerviosismo cuando sus hombres parten para la batalla. -Batalla? Qu batalla? Estabais comprando. -Es lo mismo -dijo Rolf, agitando una mano en el aire. Mike agach la cabeza avergonzado. -Lo siento, profesora Foster. Debera haberte llamado, pero nos... esto... entretuvimos en la seccin de mquinas de la ferretera. Rolf profiri un suspiro. -Estoy enamorado... A Meredith el corazn le dio un vuelco. Ha conocido a una mujer en la ferretera? Un flechazo? Vaya, no es tpico de los hombres? Ligarse a una para enseguida acosar a otra. No, no, no! Por qu estoy pensando esto? l no ha ligado conmigo. Ay, ay! -de las herramientas elctricas -concluy Rolf con una elocuente sonrisa. Obviamente haba advertido su consternacin. -C... cmo?-farfull Meredith, que en algn momento haba perdido el hilo de aquella conversacin surrealista. -Rolf ha descubierto la juguetera de sus sueos: las herramientas elctricas -anunci Mike mordaz. -Esta noche veremos a Bibveela y a Timalle y en la caja de imgenes. Entonces lo comprenders -exclam Rolf, extrayendo las dos cintas de vdeo de una bolsa. -Bob Vila y Tim Allen -tradujo Mike. En un aparte, pregunt a Meredith, articulando para que le leyera los labios-: Quin es este tipo? A Meredith la cabeza le daba vueltas, pero un hecho importante se abri camino entre la confusin. No haba otra mujer. Ms tarde analizara la sensacin de alivio absolutamente gratuita que la inundaba. De momento, se limit a ordenar con un rugido: -Pasa adentro. La cena est lista, y tenemos muchas cosas de qu hablar. T tambin te quedas, Mike? -No me lo perdera por nada del mundo -respondi Mike, todava rindose entre dientes-. Estoy impaciente por ver tu reaccin cuando Rolf exponga su teora sobre el feminismo. -Rodeando a Thea por los hombros con el brazo libre, se dirigi hacia la casa-. Por cierto, me encanta tu maquillaje, chica. Pero el pendiente en la nariz, no s, me desconcierta. No se te quedan enganchados los pauelos de papel? -Oh, Mike, t siempre bromeando -respondi Thea halagada. -Espero que hoy no haya gusanos otra vez -rezong Rolf, propinando a Meredith una palmadita en las nalgas al pasar a su lado. Ella apenas pudo reprimir un alarido de indignacin. -Tengo un hambre atroz -prosigui-. Dara buena cuenta de medio oso asado ahora mismo, acompaado de un trozo de pan blanco. No creo que...

-Hay chili y panecillos de masa fermentada. Lo tomas o lo dejas -contest Meredith riendo. -Hoy he hablado con mi hermano Jared. Me ha dicho que l no te envi -inform Meredith mientras serva ms chili a Rolf y a Mike, que repetan por tercera y segunda vez respectivamente. Tendra que hacer un curso de reciclaje para cocinar en grandes cantidades. -No te lo haba dicho ya? --replic Rolf, todava contrariado porque Meredith no haba comprado ms cerveza-. Cmo puede comer un hombre su cena sin aguamiel que le ayude a hacer la digestin? -No haba dejado de refunfuar durante toda la cena-. Sobre todo, para digerir este forraje picante. -Entonces, quin te dijo que quera contratar a un constructor naval? -Meredith formul la pregunta con indiferencia, con la esperanza de pillar a Rolf desprevenido, pero vio que Thea y Mike levantaban la cabeza intrigados, as que inmediatamente aadi-: Bueno, no importa, ahora ests aqu. Supongo que eso es lo que cuenta. -Tendra que esperar el momento adecuado, en privado. Son el telfono y Meredith fue al saln para contestar. Su casa, normalmente impoluta, era un caos. Haba ropa de Thea esparcida por todas partes. Sobre la mesa, una bolsa de palomitas de maz del microondas haca compaa a un montn de ceds, sin mencionar un surtido de productos cosmticos que podra ruborizar a la mismsima Mary Kay. En una esquina estaba la ropa nueva de Rolf, cuidadosamente doblada, junto con su tnica de cuero y las botas, que Meredith haba limpiado para l. Afuera, la espantosa y pechugona figura femenina todava yaca en el patio. Meredith profiri un suspiro de desesperacin y descolg el telfono al tercer timbrazo. -S? -Mer? Por qu suspiras? Qu pasa? -pregunt una voz femenina en un arrebato de preocupacin. Era su hermana Jillian. -Que qu pasa? Te dir lo que pasa, Jillie. Aqu hay una nia de doce aos que debera estar con su madre. Tengo que finalizar la construccin del drakkar antes de que acabe el semestre. Tengo un constructor naval que se cree que es un vikingo de verdad y que espera que esta noche miremos juntos en la tele Un chapuzas en casa, como mandan las buenas costumbres. Y, por si eso fuera poco, tengo que decidir qu demonios har con mi vida cuando finalice el proyecto. Jillie dej escapar un profundo suspiro de alivio. -Eso es todo? Crea que era algo grave. Meredith volvi a gemir. -Si eso no te parece grave, dime que otra cosa puede haber. -Te dir lo que es grave, querida hermanita. Se trata del bosquejo que me enviaste de una joya medieval. Meredith inmediatamente se puso en guardia. Ese mismo da haba enviado su dibujo por fax a Jillie, a su hermano, a sus padres, e incluso a un colega de la Universidad de Columbia. -Me he pasado toda la tarde buscando en los archivos de la biblioteca de un museo. La hebilla de ese cinturn es una pieza magnfica! De qu material est hecha? Es igual, no hace falta que intentes describirlo. Regreso a Estados Unidos. Tengo que verlo en persona. Podra tratarse de un descubrimiento decisivo. Como los pergaminos del mar

Muerto de la tumba del faran Tut. Bueno, tal vez no tanto. Pero estamos hablando de algo que puede hacernos famosas, encanto. Meredith apart el auricular de la oreja y lo observ atnita. Su hermana iba a interrumpir su trabajo en el museo de Londres, pero no para ayudar a su hija, sino para examinar una alhaja antigua. Y a qu vena eso de utilizar el plural, nosotras? - Me ests escuchando, Mer? -Qu? -aparentemente su hermana segua parloteando. -Creo que podr salir en un par de das. Mientras tanto, podras hacer algunas fotos y envirmelas? O dibujos ms detallados, si crees que las fotografas pueden hacer que el tipo sospeche algo. Sea como sea, sobre todo no dejes que el tipo se escape con su cinturn, rbalo si hace falta. --Ests loca? El tono de haber colgado fue la nica respuesta. Meredith lanz una mirada a la cocina, donde Thea parloteaba alegremente con Mike y Rolf mientras introducan los platos en el lavavajillas y recogan la mesa. La madre de Thea no haba solicitado hablar con su hija, ni siquiera haba preguntado si se encontraba bien. Parpade varias veces para impedir que se le saltaran las lgrimas cuando Rolf avanz hacia ella. -No pongas esa cara tan triste, encanto --dijo, mostrndole las dos cintas de vdeo-, hoy vamos a aprenderlo todo sobre las herramientas elctricas. Meredith ocult el rostro entre sus manos, pero antes Rolf aadi: -Adems, tenemos postre. Haba conseguido otra bolsa de galletas Oreo en algn sitio. Tal vez tambin las vendan en la ferretera. Thea y Mike le seguan con cuatro vasos de leche. A Jeffrey le hubiera dado un ataque al verla comer porqueras. Era un devoto defensor del mantra una buena alimentacin, nutre el cerebro. Y la telebasura era un tab an mayor. A diferencia de sus padres, haban tenido televisin en casa, pero Jeffrey hubiera bloqueado todos los canales que emitieran algo con tan pocas pretensiones intelectuales como Tim Allen. A Meredith le avergonz aquel recuerdo sbito e inoportuno. Despus, enderezndose con determinacin, decidi que, a partir de ese preciso momento, no iba a permitir que el cretino de Jeffrey siguiera controlando su vida. -Estupendo! -exclam, y se dej caer en el sof-. Estoy impaciente. -Y lo deca en serio. Sin embargo, una hora despus, Meredith tena ardor de estmago. Y no era slo debido a las galletas Oreo y la leche, encima del chili y los panecillos de masa fermentada. Era a causa de Rolf y su comportamiento bajo los efectos de la televisin. El vikingo miraba la pantalla absorto, paralizado, aullando de placer, al unsono con Thea y Mike. Bob Vila haba captado su atencin, pero la gran sensacin era la malograda serie Un chapuzas en casa. -Mira, Merry-Death. Tim est construyendo un cuarto de bao, con un asiento reclinable, una banqueta para los pies y un pedestal para la copa de aguamiel y el puro. No te parece genial? S, genial. -Qu es un puro? Podemos comprar puros maana, Mike? -Claro -respondi Mike.

--Qu asco -aadi Thea. -Por supuesto que no -prohibi Meredith. Los distintos captulos fueron sucedindose, y Meredith se dio cuenta de que haba creado un monstruo: un vikingo cuyo hroe era Tim Allen de Un chapuzas en casa. Rolf profiri un suspiro y volvindose hacia ella dijo: -Creo que Tim debe de ser uno de vuestros dioses modernos. Incluso su compaero, Al... debe de ser un dios menor. -No creo. Por fin Rolf apret el botn de apagado del mando a distancia y mir a Meredith a los ojos. -Tengo una idea estupenda. Un mal presentimiento hizo que a Meredith se le revolviera an ms el estmago. Mike y Thea escuchaban expectantes: miraban a Rolf como si fuera la personificacin de un dios y sus palabras pepitas de oro de sabidura. -Por qu no invitamos a Tim Allen para que nos ayude a construir nuestro drakkar? Captulo ocho Eran las diez y Meredith segua hablando por telfono. Esta vez con sus padres. Ocupando sus respectivos escritorios, en el despacho que idearon para ellos haca ya varios aos en la biblioteca revestida de madera de nogal, de su casa en Princeton, sus padres se las ingeniaban para echarle una arenga en una conversacin telefnica a tres bandas. Cuntas veces, durante aos y aos, fue llamada por sus padres a ese sanctasanctrum para dar cuenta de su frvolo comportamiento? Como si ella hubiera sabido ser frvola! Haba estado alguna vez a la altura de su alto nivel de excelencia tanto personal como acadmica? Por mucho que se esforzara en complacerles, a ojos de sus padres ella haba sido una fracasada, igual que Jillie, que no lo intent en absoluto. El estmago revuelto de Meredith se quejaba, probablemente augurando una lcera. De naturaleza cobarde, en lugar de hacerles frente, se refugiaba invocando la pared invisible que sus recriminaciones no podan atravesar. Si se negaba a escucharles, no podan herirla. Meredith se concentr en los sonidos procedentes de la buhardilla, donde Thea se preparaba para acostarse. Afuera, el ruido spero del papel de lija contra la madera reflejaba la obsesin de Rolf de trabajar hasta no poder ms, con el fin de regresar cuanto antes a su hogar. Cuando Meredith pensaba en su inevitable partida, su nimo caa en picado como bajo el peso de una losa. No tena idea del motivo. Rolf haba entrado en su vida haca tan slo dos das y, sin embargo, de algn modo colmaba una de sus necesidades ms ntimas... que todava no comprenda del todo y de la que nunca haba sido consciente. Quin era ese hombre? Y por qu haba hecho aparicin en su mundo? Tena que haber una razn. -Me ests escuchando, Meredith Ann? -la reprendi su madre-. De nia ya soabas despierta. Aparentemente no has perdido esa horrible costumbre. Pon atencin, querida. Esto es importante. -Vamos, Lillian, no rias a la nia -interrumpi su padre, que siempre se haba referido a ella como <<la nia. Meredith se pregunt si su padre poda imaginarse lo insultante que resultaba aquella expresin. Probablemente, no-. La nia no entiende la importancia

de la informacin que nos transmiti esta tarde. Nunca se ha tomado su trabajo lo suficientemente en serio. -Probablemente sigue obsesionada en su intil marido. Te lo dije desde el principio, Herbert, que ese matrimonio nunca funcionara. No es cierto? -S, Lillian, lo dijiste. -Nunca me impresion el coeficiente intelectual Mensa de Jeffrey. Despus de todo, slo era un licenciado de una universidad estatal. Y engredo... Dios mo, ese bigote suyo le delataba. -Bueno, Einstein tambin llevaba bigote, Lillian. Debemos ser tolerantes. -Umpf! Einstein no persegua a las muchachas jvenes para fecundarlas. Einstein no dej a su mujer porque no poda tener hijos. Einstein no... -Basta ya! -grit Meredith, sorprendindose a s misma. Despus, con un tono ms neutro dijo: -Tengo que dejaros. Cul es realmente el motivo de vuestra llamada? -Tu tono de voz no me afecta lo ms mnimo, Meredith Ann -dijo su madre con frialdad. -La nia siempre ha tenido un problema de autocontrol -aadi su padre. -Igual que Jillian. -Aaargh! -fue la contribucin de Meredith. -La razn por la que hemos llamado -dijo su madre en un tono exagerado de paciencia- es que tu padre y yo hemos hablado sobre la conversacin que mantuvimos contigo esta maana, despus de que enviars el fax. Y aunque seguimos pensando que el trabajador que has contratado est equivocado en sus afirmaciones sobre algunos de los acontecimientos histricos del siglo x, tambin creemos que plantea hiptesis interesantes. -Como por ejemplo sus impresiones sobre la reina Aelfgifu. Y los detalles sobre la corte del rey sajn Etelredo en Winchester y la del rey Olaf en Noruega en el siglo x. Tambin su relacin de barcos adquiridos por personajes de la nobleza de aquella poca -aadi su padre-. Dijiste que Ralph es de Noruega? Haba un trfico intenso entre las tierras escandinavas y Jorvik, el centro neurlgico de comercio de Norte Umbra. Tal vez Ralph haya encontrado por casualidad algunos documentos que permanecieron largo tiempo escondidos... -O antiguas piedras rnicas de Islandia que arrojan nuevas informaciones sobre la cultura de la Alta Edad Media --agreg su madre esperanzada-. Si es cierto que Ralph puede leer el alfabeto futhark, tal como afirmas, ese hecho en s mismo es extraordinario. -Se llama Rolf, no Ralph. Como de costumbre, sus padres, la arrollaban como una apisonadora. Esta vez ni siquiera se dieron cuenta de la correccin. -Los trabajadores a menudo descubren objetos de vital importancia, sin ser conscientes de su relevancia. Te acuerdas de aquellos antiguos pergaminos, Lillian, que un trabajador egipcio de una cantera tena guardados en los muros de su casa? Meredith pudo percibir el tono eufrico de su padre. La emocin de un posible nuevo descubrimiento era lo nico que poda suscitar tal estado de excitacin. La nica muestra de afecto que Meredith recordaba de su padre fue un brusco abrazo, cuando, todava adolescente, obtuvo 1.500 puntos en el examen SAT, que inmediatamente su madre se encarg de pasar por agua, recordndole que Jared haba obtenido 1.550. -Tu padre tiene razn. Probablemente, ese hombre es un fanfarrn inculto, como la

mayora de los trabajadores de yacimientos arqueolgicos, pero nunca se sabe. El hecho de que afirme ser un vikingo, y que se vanaglorie de ello, no obstante, es tan... tan... plebeyo. -Eh? Nunca dije que fuera un trabajador de un yacimiento arqueolgico. Os cont que es un constructor de barcos vikingo -interpuso Meredith. Las risas colectivas al otro lado de la lnea constituan una condena abierta a sus facultades mentales. -Acaba de usar la nia esa palabra infame? -S, Herbert, lo ha hecho. Crea que habamos conseguido eliminar ese rasgo de su personalidad haca ya tiempo. -Qu palabra? -pregunt Meredith. -Eh? -inform su padre con un tono glacial de desagrado. -Padre -dijo Meredith con un suspiro provocado por la exasperacin-, tengo treinta y cinco aos. Ya puedes dejar de corregir mi forma de hablar. --Sea como sea, nia, llegaremos el sbado. -Q... qu? -chirri la voz de Meredith. Era la primera vez que decan querer venir a Maine. Sinti un pinchazo en el estmago y la bilis le subi hasta la garganta. El sbado? En seis das? Oh, cielo santo. -Por favor, arrglalo todo para que tengamos un coche de alquiler esperando en el aeropuerto, Meredith Ann. Y bscanos alojamiento en algn hotel decente de las cercanas. -Hagas lo que hagas, nia, no permitas que Ralph se escape hasta que hayamos tenido la oportunidad de entrevistarle. Escapar? Cmo podra impedir que Ralph, el botarate gigante... digo... Rolf... no haga lo que desea? -Crea que os ibais a Bombay. --Chist, chist, nia. Hay que centrarse, recuerdas? Bombay fue el mes pasado. El lunes debemos asistir a un simposio en Hamburgo, Las implicaciones sociales y polticas de la cal en las letrinas del siglo x. Slo disponemos de dos das para ir a Maine. -No, no, no... esperad un momento. Creo que no es una buena idea -protest Meredith, pero sus padres ya haban dejado de sintonizar con ella. -Asegrate de meter la grabadora en la maleta, Herbert, y muchas cintas. -S, Lillian. Y no olvides la cmara. Puede que necesitemos fotografiar la hebilla de ese cinturn medieval. -Supuestamente medieval, Herbert. -No hace falta decirlo, Lillian -dijo su padre desdeosamente. Ni siquiera se dieron cuenta cuando Meredith colg el telfono con un adis casi inaudible. En cuanto deposit el telfono inalmbrico sobre la mesa, el aparato volvi a sonar. Meredith puls un botn que activaba el contestador automtico. Era ms que suficiente para un da. -Hola, Mer, soy Jared. Habl con Jillian ayer por la noche y los dos creemos que has pescado un pez gordo. Llmame maana a primera hora. Tienes que acribillar a ese tipo con el milln de preguntas que he preparado para l. Probablemente es un impostor, pero ese cinturn es... bueno, si es lo que creo que es, podra constituir el eslabn perdido de un importante segmento de la historia. Y el mascarn de proa parece igualmente fascinante. Pero ten cuidado, hermanita. Los hurtos en yacimientos arqueolgicos se

estn convirtiendo en un problema internacional. No debes relacionarte con criminales. Llmame maana. Ah, te he dicho ya que puede que venga la semana que viene? De todos modos, necesito unas vacaciones. Hurtos en yacimientos arqueolgicos? Podra ser Rolf un criminal? No, decidi inmediatamente. Pero qu haba dicho Jared al final? Que tal vez l tambin vendra? Oh, santo cielo! Tom un gran trago de Pepto-Bismol antes de salir afuera para hablar con su criminal interino. A ver qu deca ante la perspectiva de toda aquella gente que muy pronto se daran cita en su casa. An mejor sera ver la cara de sus padres y hermanos cuando vieran que estaba compartiendo su casa con un simple obrero. -Rolf, por qu no das el da por terminado? Meredith avanz hasta donde Rolf trabajaba afanosamente, lijando el esqueleto del barco de menor tamao que ya haba erigido. El olor acre de la madera recin cortada impregnaba el viento. -Mike estar aqu con los estudiantes a las nueve de la maana. Llevas desde el amanecer en pie; venga, es hora de ir a la cama. Se puso en pie con un gil movimiento, dejando caer el papel de lija al suelo. -Es una invitacin? Rolf la mir solemne mientras se enjugaba el sudor de la frente con el antebrazo. Llevaba nicamente los pantalones de chndal y las zapatillas deportivas, adems, por supuesto, de su cinturn talismn. Pero eso era todo. A pesar de que el aire primaveral todava era fresco, la transpiracin haca brillar su cara, los hombros y la enorme y tentadora extensin de su pecho. A la luz de la luna llena, ella observ, fascinada, cmo se deslizaba una perla de sudor desde su barbilla, pasando por el esternn hasta llegar, lenta, muy lentamente, a la hebilla del cinturn. -Y bien? -dijo Rolf, provocndola con una sonrisa cmplice. Cuadrndose, ella incrust un vaso de t fro entre sus manos. -No, no es una invitacin. Es una orden. Debes descansar, o no me servirs de nada. Rolf sonri ante el doble sentido involuntario de sus palabras, mientras tomaba un sorbo del vaso, para probar. Normalmente, aparte de aguamiel, ninguna otra bebida era de su agrado. Pero sta le gust, as que echando la cabeza hacia atrs, la termin a largos tragos. Meredith tuvo la oportunidad de admirar su esbelto perfil. La nariz y la barbilla, contundentes. El elegante cuello. Sus labios carnosos y mojados. Amor con un vikingo ardiente presentaba cada vez mejores perspectivas. Rolf dej el vaso sobre el armazn del barco y le lanz una mirada desafiante. -Una orden, has dicho? Ja! Me ofende la aseveracin de tu autoridad sobre m. En verdad, mi intencin es hacer exactamente lo contrario, para demostrarte que no puedes doblegarme a tu voluntad, utilizando nicamente palabras. Has de saber esto, mi seora: Geirolf Ericsson no acepta rdenes de nadie. -Espera un segundo. En algn punto del camino has llegado a creerte que ests a cargo de este proyecto. -Cmo? -La mandbula de Rolf se puso rgida, su tono de voz denotaba tensin. -Tal vez fue en el centro comercial cuando tomaste el mando. Quiz fue cuando

compraste todas esas herramientas modernas, en la ferretera, en contra de mis directrices. O cuando echaste por tierra todas las horas de duro trabajo de mi abuelo, sin permiso. O cuando te instalaste en mi casa. Pero entrate de esto, gallito... Voy a trazar una lnea en la arena. Yo soy la jefa. Y t el empleado. Y a partir de este momento, debes acatar mis rdenes. Rolf sacudi la cabeza con incredulidad. --Ten precaucin, buena moza. Has traspasado los lmites de la valenta y has entrado en el reino de la estupidez con tu chchara femenina carente de sentido. Meredith bram en el sentido literal de la palabra. -Y deja de llamarme moza. -Te llamar moza y lo que me venga en gana. -Rolf se inclin hacia ella hasta que prcticamente sus narices se rozaron--. Quieres saber cundo me convenc de mi autoridad superior. Pues te lo dir, buena moza. Su clido aliento ba los labios de Meredith al hablar. Un escalofro le recorri el cuerpo, pero se negaba a retroceder. En realidad, no habra podido moverse aunque su vida hubiera dependido de ello, tal era el grado de hipnotismo que en ella suscitaba su proximidad. -Por ventura he tomado el control porque me llamo Geirolf Ericsson, hijo de Eric Tryggvason, karl de Hordaland, y nac para ser lder -inform Rolf-. Quiz fuera cuando los dioses me condujeron a travs de este maldito agujero en el tiempo a una mujer obstinada cuya lengua arruina su sentido comn. Tal vez fuera cuando vi los descabellados errores cometidos en el drakkar, y saba que poda corregirlos. O puede que fuera... -Rolf vacil, deslizando la lengua sobre su labio superior en una deliberada insinuacin sexual-, puede que fuera cuando te convert en una gatita que se abandon ayer en aquella caja con ruedas tuya. Con unos cuantos besos, nada ms. Meredith ahog un grito ante la referencia al lapsus en el que perdi el juicio. Qu tpico de un hombre, dar tanta importancia a su indiscrecin! Al enderezarse, Rolf roz los labios temblorosos de Meredith con sus nudillos. Profiriendo una carcajada, aadi: -Imagnate cuando por fin copulemos, encanto. Crees que sers t quien lleve la voz cantante? Ja! No lo creo. El hombre dirige, la mujer le sigue. Es la ley de la naturaleza y as ha sido siempre. Meredith echaba chispas de indignacin. Toda la calidez de sus sentimientos se desvaneci al or su discurso machista. -T... t, engredo cerdo machista, arrogante y autoritario. Neandertal de la Edad de Piedra. No copulara contigo aunque fueras el vikingo ms caliente del mundo. -Oh, pero no es un no definitivo -asever con suma confianza en s mismo-. Tus protestas dicen no, pero en tus ojos arde la palabra invitacin. -No... es... cierto. -Crees que me rechazars con tu fastidioso desafo ante cada una de mis rdenes. Desconfas cuando te hablo de mi pasado y de cmo llegu a tu pas dejado de la mano de dios. En ese caso, mi seora, eres t quien carece de veracidad. Te mientes a ti misma al decir que no quieres tenerme. Me deseas cada vez ms ardientemente, apostara mi larga espada a qu as es. Pero me tendrs, a m y a mi otra espada ---y al decir esto, hizo un gesto grosero sealando en direccin a sus ingles-, o no me tendrs, si yo as lo decido. Fue la gota que colm el vaso. Aquel estpido se haba pasado de la raya. -Te echo.

-Pretendes echarme? Claro que nos echaremos, pero juntos. Podra tomarte aqu mismo, en el suelo, y abrir tus surcos, hasta el infierno, ida y vuelta. -No me refera a eso, pervertido. Ests despedido. Ya no trabajas en el proyecto. No quiero verte ms por aqu. Meredith respir profundamente al escuchar la severidad de sus propias palabras. Su ira desenfrenada haba hablado por ella, sin que ella pudiera pensar. Dese poder retractarse, especialmente cuando Rolf se enderez con el orgullo herido. -No quera... l alz una mano para interrumpirla. -Has dicho despedido? Has dicho que no me deseas? -Aquellas palabras la hirieron como puales-. As sea! Con el corazn latiendo con fuerza y los ojos empaados de lgrimas, Meredith vio cmo Rolf se diriga a grandes zancadas hacia al casa. Para seguramente salir de su vida del mismo modo. La mujer estaba plida y triste cuando entr en su casa poco despus, pero a l no le importaba. Nadie, hombre o mujer, poda mancillar su honor y salir indemne. Si fuera un hombre, ya estara muerta..., o seriamente magullada. -Rolf, lo siento, si te he ofendido -dijo tartamudeando. l se dio cuenta de que su orgullo tambin estaba herido, porque las palabras no salan con facilidad. Se desprendi de sus modernas vestiduras y se puso su tnica de cuero y el cinturn con el talismn. Se quit las cmodas zapatillas deportivas y se calz sus rgidas botas de tiras de cuero cruzadas. Deba recordarle que era un vikingo, no un hombre moderno y blandengue que poda amasar a su antojo. Con aire despectivo, y todava ofendido, sinti fro en sus partes viriles sin el taparrabos. Sin duda le saldran ampollas en los talones como consecuencia del roce de las botas de piel, que haban encogido con el agua del mar. Maldita sea! Un par de das en estas tierras extraas y ya me estoy ablandando. Ella puso una mano sobre su brazo. -Rolf... -Sultame -dijo con rudeza, apartndose de ella. Deba ser cauto. La moza tena la capacidad de enturbiar sus sentidos cada vez que se acercaba a l. Oh, estupendo. Ahora se le llenan los ojos de lgrimas. Ah viene. Ahora emplear todas sus argucias femeninas para domearme a voluntad. Pero no permitir tal engatusamiento! No lo har. Se quit uno de los brazales del brazo y se lo tendi a Meredith. -Esto es a cambio del dinero que me adelantaste. Ya no trabajar ms en tu drakkar. Ella intent devolvrselo pero l la esquiv. -Cuando Mike llegue maana, le dar el otro brazal. Tal vez pueda encontrar un prestamista que me facilite los fondos necesarios para comprar vveres y los materiales necesarios para terminar mi barco. -Ests loco? Esos brazales probablemente valen cientos de miles de dlares. l se encogi de hombros. -Escucha, me precipit al hablarte de ese modo cuando sal afuera; estaba disgustada. Mi familia en pleno acaba de anunciarme que vendrn aqu. -Por qu no les negaste tu consentimiento?

Alz bruscamente la cabeza, como si esa idea no se le hubiera ocurrido nunca. Mi hermano Magnus tiene razn. Las mujeres son menos inteligentes. -No preguntaron mi opinin. l resopl enojado. -En cambio, no te cost encontrar las palabras para castigarme. -No lo entiendes. Mis padres me recriminan; eso s, muy educadamente. Mi hermano se aprovecha de mi cario hacia l. Mi hermana se escuda en mi sentido de la responsabilidad y mis sentimientos de culpa. -Meredith se encogi de hombros en un gesto de impotencia-. Me resulta ms fcil rendirme que discutir con ellos. -La rendicin sin lucha no es ms fcil, ni puede ser la mejor solucin. Sienta un precedente, y por siempre jams te conviertes en presa fcil para aquellos que quieren ir minando tu armadura. El rostro de Meredith se ilumin ante su comprensin. -Exacto, eso es lo que sucede. Me utilizan. -Igual que t a m? En su cara apareci la decepcin. -No, claro que no. Bueno, no ms que t a un. Amonton unas cuantas mantas y sobre ellas arroj algunas manzanas y galletas. Si no te importa, tomo prestadas estas mantas hasta que pueda comprar pieles para mi cama. La comida la necesito para romper el ayuno maana, puesto que me advertiste que no deseabas que cazara animales salvajes y los cocinara en tu chimenea. -C... cmo? Todava quieres irte. Pero adnde? -Fuera. Dormir bajo las estrellas, al lado de mi barco. Aunque no siga trabajando en tu proyecto. Necesito terminar in] barco para volver a casa. -Vas a acampar en mi terreno? --No te lo acabo de decir? S, Magnus tena toda la razn, en lo que a la inteligencia femenina se refiere. -Pero... pero... qu pensar la gente? -A diferencia de ti, no me importa lo que los dems piensen de m. El rubor encendi las mejillas de Meredith. -He dicho que lo siento. -Te he escuchado, mujer... ahora y antes. Y me parece que es demasiado tarde para disculparse. -Rolf escrut su rostro un momento, como reconsiderando sus palabras-. Retiras lo que has dicho? -S. Quiero decir, qu, exactamente? -Meredith miraba a todos lados, excepto a l, mientras se retorca las manos con nerviosismo-. No, no ests despedido -murmur finalmente a regaadientes. -Ah -dijo l, con los brazos cruzados sobre el pecho, esperando, hasta que ella se vio obligada a mirarle a los ojos-. Y las dems palabras? ---Las dems palabras? Ah, s, por supuesto: te necesito en el proyecto. Rolf deneg con la cabeza. -No fueron esas tus palabras exactas, mi seora. Lo que dijiste fue <No quiero verte.... -Acabo de decir que te necesito en el proyecto. Maldita sea! Que ms quieres de m. -La verdad. Me deseas? Un dbil gemido se escapo de sus labios, dndole de llenos corno un afrodisaco que Rolf no necesitaba en absoluto. te deseo, pero estoy luchando con todas mis fuerzas contra ese anhelo. l sonri. Su respiracin agitada y el sonrojo eran indicios inequvocos de que ella le

deseaba, no le haca falta aquella confesin forzada. Por qu dudaba? -Quiz piensas demasiado, encanto -dijo con ternura, rozando sus labios separados con las puntas de los dedos. Ella respir entrecortadamente. Acaso estaba experimentando la misma titilante calidez que ahora pasaba por la mano de Rolf, ascendiendo por su brazo y expandindose por todo su cuerpo sensibilizado? -Nunca has elegido seguir tus impulsos? -pregunt Rolf con voz espesa. -Nunca. -Es una lstima. -l se acerc an ms. Meredith retrocedi, hasta chocar con la pared. Tan voluble como un potro... o una yegua en celo, pens l para sus adentros. -Borra esa sonrisita de suficiencia -orden Meredith, mientras de un golpe rechazaba la mano de Rolf, que ya haba abierto el prendedor que confinaba su pelo a un apretado moo en la nuca. De inmediato se esparcieron sus mechones de color caoba y el aire se llen de olor a Breck. l apoy ambas manos en la pared a cada lado de su cabeza y se irgui imponente ante ella. -Por que tiemblas, Merry-Death? No debes temer nada de m. -No puedes intimidarme -respondi ella, alzando la barbilla orgullosa. l era consciente de que Meredith se resista a la tentacin de acurrucarse en sus brazos, y que por eso echaba a correr como un acobardado conejo. Su valor era impresionante, adems de insensato. Pues la suerte estaba echada, ahora que la caza haba comenzado. Otra cosa no sera, pero s un experto cazador. -Ah, entonces tiemblas a causa de mi presencia -dijo Geirolf, con voz ronca. La primera regla de la caza era desarmar la presa. 1 se inclin para acercarse an ms a ella v roz sus labios contra la lnea de la obstinada mandbula de Meredith. -C... cmo? No es cierto. -Embustera. Tu cuerpo ya se est preparando para el apareamiento. -l dispuso la callosa palma de una de sus manos sobre uno de los senos cubiertos de seda de Meredith, luego la otra. Ella le recompens con un gemido. -Tus cumbres endurecidas te delatan, mi seora. -Aprovechando la situacin, abri dos botones de su jubn de seda. Slo dos, con eso bastaba. Esquivar y saber retirarse a tiempo, otra de las reglas del buen cazador. Ella le mir fijamente, como un cervatillo inmvil ante la flecha del arquero. l le sostuvo la mirada. Hasta la bestia ms salvaje del bosque era susceptible de quedar hipnotizada por los ojos de un cazador. Tras una larga pausa, abri otro botn. Luego otro. La blusa se abri, dejando al descubierto sus pechos. El no la toc. Se limit a mirar, y mirar. Bajo su seductor examen, los rosados pezones empezaron a abultarse y presionar contra el encaje de su ropa interior. l sinti su garganta reseca, y un escalofro le recorri el cuerpo. No era un buen augurio. El acosador deba tener siempre el control. Al principio, no poda hablar. Cuando por fin lo hizo, su voz era ronca, casi irreconocible. -Ansas que te toque tanto como yo lo deseo? Los ojos de color esmeralda de Merry-Death miraron hacia arriba suplicantes, pero ya no

poda pedir clemencia. La sangre corra agitada por sus venas, martilleando su cerebro impregnado de deseo. Cuando se hizo evidente que no cedera, ella asinti con la cabeza. -Dilo -exigi. La palidez de su cara dej paso al rubor provocado por la vergenza. -Tcame --susurr ella-. Por favor. Eso bast. Introduciendo un dedo en la parte ms estrecha del sujetador entre sus pechos, tir hacia delante para romper la prenda ntima. Sus senos, ahora liberados, eran gloriosos, globos perfectos de piel cremosa y oscuras aureolas. Con un gemido de puro xtasis, tomo en el cuenco de sus manos cada uno de sus pechos, los alz, y despus agach la cabeza para introducir uno de ellos en la caverna caliente de su boca, succionndolo con fruicin. Ella profiri un grito, un aullido agudo de placer agnico. Hay algn hombre que haya escuchado algo semejante de su mujer y que no se haya sentido como uno de los... elegidos de los dioses? En recompensa a su homenaje, distingui al otro pezn con idntico tratamiento, mientras sostena a Meredith, a quien las rodillas empezaban a fallarle. Profiriendo una carcajada triunfante de jbilo, la levant en brazos, preparndose para llevarla afuera, donde podran aparearse en privado. Ella no protest. Ni una sola vez. Al contrario, se enrosc en su pecho y escondi su rostro caliente en el cuello de l. Envuelto por el olor a Breck, Geirolf se senta exultante. Era algo maravilloso, esa sensacin previa al momento en que un hombre y una mujer se disponan a hacer el amor. -Me siento tan dichoso de que hayas cedido, encanto -le dijo al odo con voz ronca mientras empujaba la puerta con la cadera-. Crea que no aceptaras que me hiciera cargo del proyecto. -C... cmo? -El cuerpo de Meredith se puso rgido como la pica de un guerrero-. Has entendido mal. Soy yo la que dirige el proyecto, no t. Ella se escabull de entre sus brazos. Sus ojos seguan ardiendo de pasin y sus cabellos desaliados y desparramados en todas direcciones le conferan un aspecto salvaje. Sus pezones seguan brillando como consecuencia de sus besos. Pero su estado anmico estaba cambiando rpidamente. -Mi cuerpo es el que se ha rendido, no mi autoridad. l retrocedi. -No trabajar para ti, Merry-Death. O me dejas dirigir el proyecto, o no participar en l. No aceptar tu premisa yo soy el jefe y t el empleado. No aceptar tus condenadas rdenes. Ella se encogi de hombros. -No puedo hacer esa concesin. Estoy a cargo del proyecto Trondheim. Yo doy las rdenes. Y as es como debe ser. Como las glidas aguas del mar del Norte, sus palabras truncaron la excitacin de Rolf. Cmo poda haberse equivocado al interpretar sus seales corporales? La maldijo, a ella y a todas las mujeres testarudas que no cedan ante el juicio superior de un hombre. No le quedaba alternativa. -Entonces, no tenemos nada ms que decirnos. Con esas ltimas palabras, baj la escalera con paso decidido, recogi el montn de mantas y abandon el feudo. Su orgullo segua intacto.

Su corazn no. Captulo nueve Dos das ms tarde, al volver a casa, Meredith encontr a Thea en el patio pintando de rojo brillante los pezones de Ingrid. La muchacha ya haba dado una capa de pintura color carne al mascarn de proa de Rolf, all donde la escamosa piel quedaba al descubierto. Ahora estaba restaurando los puntos ms sensibles de Ingrid. -Hola, ta Mer. Meredith apenas poda or a su sobrina debido al estruendo procedente del reproductor de ceds que sta tena al lado. Los responsables de aquella msica estridente tenan un apelativo ridculo, algo como Tornillos de nueve pulgadas, o era Uas de nueve pulgadas? Daba lo mismo. Las letras eran incomprensibles, aunque sin duda de mal gusto. A los abuelos de Thea les iba a encantar la msica de su nieta; sus preferencias se decantaban ms bien por el dulcmele medieval. -Por qu has vuelto tan pronto, ta Mer? -Mike me llam y me ha pedido que vuelva a hablar con Rolf. --Sus palabras exactas haban sido: Suplica si hace falta. Estamos con el agua al cuello. Meredith se apoy en la puerta del patio y prosigui-: Mike me ha dicho que sus estudiantes no estn haciendo ningn progreso. Ms bien vamos hacia atrs. Mientras tanto, el barco de Rolf sube como la espuma. -Rolf es... bueno, es guay, ta Mer. Guay? No es exactamente el calificativo que yo empleara. -Es agradable -concedi. -Agradable? Agradable? La mantequilla de cacahuetes es agradable. Rolf es... bueno, es fantstico. No puedes hacer las paces con l? -No es un problema de hacer las paces, cielo. Justo entonces Meredith se dio cuenta de que su sobrina no luca su maquillaje grunge habitual. Aleluya! Un motivo menos de queja para mis padres. -Tienes una piel preciosa, Thea. Verdaderamente preciosa. No me haba dado cuenta de lo guapa que eres. -Eso mismo dijo Rolf. Me hizo mirarme al espejo, primero con maquillaje, despus con la cara limpia. Pero no me dio su opinin. Slo me pregunt cmo me vea mejor. Porque eso es lo ms importante. No intentar impresionar a los dems. Simplemente hay que estar a gusto con una misma. Acaso no ser el consejo de Rolf para Thea un mensaje no tan sutil para m?, se pregunt Meredith. -Bien, me parece un estupendo consejo, cario, pero qu hizo que saliera ese tema? -No me acuerdo exactamente. Hablamos mucho. Rolf nunca me trata como a una nia. Dice que en su pas a los nios de doce aos de edad se les considera personas adultas. -Thea dej a un lado el pincel e inclin la cabeza como concentrndose-. Ah, ya recuerdo. Estbamos hablando de su hermana Katla, que se cas con un prncipe vikingo de Normanda con slo trece aos; la gente se casa muy joven en su pas. A lo que iba: Katla siempre estaba descontenta con su cabello. Era tan rubia que casi pareca que tena el pelo blanco. Entoooonceeees, un da se lo ti con aceite de nuez. -Thea hizo una pausa para rer-. Le llev ms de seis meses quitarse el tinte del pelo. Y de la frente. Y de las manos. Al final result que su prncipe adoraaaba el rubio casi blanco de sus cabellos. No te parece una historia fantstica? Oh, s! Me pregunto por qu Rolf no comparte esas experiencias personales conmigo.

Ja! Tal vez porque nunca creo nada de lo que me cuenta. Tal vez porque la mayora del tiempo le ignoro. O por lo menos lo intento. -Me alegro de que te hayas dado cuenta de la importancia de la belleza natural. Pero veo que conservas el pendiente de tu nariz. -Eh, tampoco hay que llevar al extremo ese rollo de la belleza interior. Adems, Rolf dijo que si ahora es normal llevar adornos en la nariz, el mo no le pareca tan mal. -Eh? -Por favor, he vuelto a decir "Eh?", otra vez? Me estoy volviendo primitiva, estupendo. -Rolf cree que las gafas de montura de plata que llevas en la punta de la nariz son una clase de adorno. Como mi pendiente. Los ojos de Thea danzaron alegres al transmitirle esa informacin. Ambas rieron intercambiando miradas cmplices. -Has comido ya? -Meredith ech un vistazo al reloj. Slo eran las doce y media, y apenas haba avanzado en el trabajo de oficina. Tal vez sera mejor quedarse en casa. Preparar las prximas clases. Lavarse el pelo. Comerse con los ojos a Rolf. -No, gracias, ta Mer. Rolf est preparando un banquete vikingo fuera, con una hoguera y todo. Meredith de inmediato se puso rgida. -Oh, dios mo. No... no me digas que el plato fuerte es conejo fresco. En la cara de Thea asom una sonrisa cmplice. -Conejo? Por favor, ta Mer, de dnde sacas esas ideas? No, Rolf envi a Mike y algunas de las estudiantes al supermercado. Pero no pudieron encontrar un asador o un caldero en ninguna parte, ni siquiera en el Wallmart. Al final compraron algunos cacharros de hierro fundido en una tienda de antigedades. Mike compr tambin pieles viejas para Rolf. Son... absolutamente impresionantes. -Pieles? -pregunt Meredith en un dbil tono de voz. Qu sera lo siguiente? Pero no tuvo que esperar demasiado para saberlo. Olfate el aire y confirm que lo que Thea le haba contado era cierto. El inconfundible olor a barbacoa flotaba en el aire. Sin darse cuenta, se pregunt si habra alguna ordenanza en contra en su municipio. Tal vez no. -Por cierto, ta Mer. Espero que no te moleste. Mike ha puesto un alargo en la tele para poder ver Un chapuzas en casa fuera. Despus la devolver a su sitio. Meredith sacudi la cabeza incrdula ante aquella irona. -A Rolf se le salen los ojos de las rbitas cuando ve ese programa, sabes? De hecho, ta Mer, Rolf considera a Tim Taylor el Hombre-herramienta como su hroe. No te parece formidable? S, realmente formidable! Otra de las cosas que les va a encantar a mis padres. -Es cierto que los abuelos nunca tuvieron un televisor cuando t, mam y el to Jared erais nios? -Meredith se percat de que Thea haba dejado de llamar a su madre por su nombre y volva a llamarla mam. Otro cambio positivo. -Es cierto, cario. Nuestros padres tenan otro nombre para la televisin: comida basura para las masas. Tampoco ahora tienen televisin. -Puaj! Son tan cerebromanacos. Qu forma tan concisa de resumirlo todo, se dijo Meredith a s misma. -Espera que echen un vistazo a Un chapuzas en casa coment Thea con una sonrisa traviesa.

Meredith hizo una mueca. La mxima expresin del machismo y la estupidez, que glorifica el trabajo manual, en lugar del intelectual. Cielo santo. -Estoy impaciente por ver su cara -concluy Thea entusiasmada. -Yo s -dijo Meredith, mientras se pona una mano en la frente-. Nos queda Tylenol extra fuerte, Thea? -No, ayer te acabaste el frasco, te acuerdas?, cuando Rolf sali de la ducha con su, cmo lo llamas?, taparrabos -Thea volvi a sonrer. Aunque Rolf se negaba a estar en la casa o comer con ellos, le costaba renunciar a la ducha. Insisti en pagar a Meredith por el uso del bao. Una tarifa ridcula: diez dlares por ducha. Ella sospechaba que no paraba de entrar y salir de la casa durante el da, cuando ella estaba en la oficina. -Hola, doctora Foster. Tenernos que hablar en privado -afirm Mike al entrar en la casa desde el patio. Meredith abri la boca con asombro, tanto que la mandbula pareca querer tocarle el pecho. Mike iba ataviado con una tnica de piel de ciervo, sin cuello y de manga larga, que le llegaba hasta la mitad del muslo, y que llevaba ceida con un cinturn para herramientas de diez centmetros de anchura. Sigui con la mirada sus piernas desnudas hasta el suelo, para comprobar que no llevaba botas de suela plana, como las de Rolf, sino botas de montaa sin calcetines. La visin era considerablemente absurda, teniendo en cuenta el corte de pelo de Mike. -En nombre de dios, qu ests haciendo? -pregunt Meredith, intentando contener la risa. Mike se sonroj, pero alz la barbilla con altanera. --Rolf dijo que sera buena idea que todos nos vistiramos a imagen de los vikingos, para dar mayor autenticidad al proyecto. Por cierto, tesoro -prosigui dirigindose a Thea , dnde est tu vestido vikingo? -En casa, no quera mancharlo de pintura -respondi Thea, alzando la vista hacia Mike con veneracin. -Ejem! -tosi Meredith, para llamar la atencin de Mike-. Crea que Rolf se negaba a ofreceros ningn tipo de consejos. -l est... trabajando en su proyecto. Pero no le importa compartir con nosotros informacin sobre la cultura vikinga. -Qu bondadoso! -observ Meredith con malicia. -golf tena razn, doctora Foster. Todos nos sentimos ms involucrados desde que nos vestimos de forma acorde con el espritu del proyecto. Y no era eso lo que tu abuelo realmente quera, ensear a los jvenes otras formas de vida? -Tal vez ests en lo cierto -concedi Meredith, asomando la cabeza por el patio. Increble pero cierto: aproximadamente una docena de estudiantes iban vestidos como Mike y Rolf. Algunos llevaban idnticas tnicas sin cuello, a media altura del muslo, por encima de unas mallas ajustadas, y ceidas mediante anchos cinturones. Otros llevaban capas de corte sencillo sobre el hombro, sujetas con insignias redondas de metal, que hacan las veces de los broches tradicionales vikingos. En ellos poda leerse: Go Eagles, Larga vida a los Grateful Dead, Noche de fiesta en Sigma Nu, busca tu suerte, e incluso No es la forma de pescar, sino cmo mover el gusano. Las jvenes universitarias estaban monsimas, con el pelo recogido en trenzas y vestidos

sueltos de hilo de manga larga, bajo los delantales que les llegaban a media pierna, a lo Madre Hubbard, abiertos en los laterales y prendidos a la altura de los hombros mediante chabacanos broches de bronce. -De dnde han sacado todo eso? -pregunt Meredith, volvindose hacia Mike. -Algunos acudieron a la Sociedad para el Anacronismo Creativo local. Otros a Oxfam. Pero la mayora de ellos han confeccionado ellos mismos sus disfraces. La tela era muy barata, y los cinturones y los broches son artculos de tiendas todo a cien -respondi Mike en tono defensivo, por lo que Meredith sospech que el dinero haba salido de los fondos para el proyecto. Meredith intent relajarse. -Bueno, supongo... -Te importara que utilizramos la madera inservible para construir una casa vikinga al lado de la piscina? -Q... qu? Por supuesto que no. Dnde est Rolf? Quiero hablar con l. Ahora! Qu pasa con su apretado calendario? Una casa vikinga! Oh, le matar. Dnde est ese maldito vikingo? -Tienes que chillar todo el tiempo, Merry-Death? -dijo Rolf, acercndose a ella por detrs. Mike y Thea salieron corriendo, dejndolos solos-. En verdad, que todas las gaviotas de aqu hasta Islandia deben de haber huido a causa de tus alaridos. Puesto que haba tenido que presentar un informe sobre la marcha de los trabajos en la facultad aquella maana, Meredith llevaba un traje negro entallado, con una falda hasta las rodillas, medias y tacones. Mientras criticaba sus alaridos, Rolf se recost perezosamente contra los muros de la casa, con los brazos cruzados sobre la amplia extensin de su pecho, examinando el conjunto de arriba abajo. Era difcil no darse cuenta de su mirada de admiracin, con sus ojos de color whisky como platos, ante el largo tramo de piernas que quedaba al descubierto. -No estaba chillando -dijo ella, desconcertada-. Slo he dicho... Rolf, me ests escuchando? -Eh? -Rolf tena los ojos clavados en sus medias, por no mencionar la chaqueta ajustada y el discreto escote en medio del cual haba una perla solitaria insertada en una cadena de oro. De pronto, una sonrisa empez a dibujarse lentamente en sus labios-. Hasta dnde llegan esas escandalosas calzas? -Lo suficientemente arriba -espet ella, con la cara ardiendo de rubor-. En realidad, mi atuendo no tiene nada que ver con... aaaargh! ... Qu ests haciendo? -Esta vez s haba chillado. Rolf haba alargado un brazo y empez a subir el dobladillo de la falda para comprobar por s mismo hasta donde llegaban las medias. Ella le apart la mano de un golpe y le dijo: -Llegan hasta la cintura y se llaman medias. Ahora podemos regresar al motivo de mi temprano regreso a casa: hablar contigo. -Mmmm -murmur l, ahora concentrado en el colgante con la perla-. En mi cofre de los tesoros, en casa, guardo un collar de esmeraldas... lo troqu con un comerciante ruso, en Novgorod. Te lo regalara si pudiera. Hara juego con tus hermosos ojos, encanto. -Rolf toc con suavidad la perla con el dedo ndice. Debajo, la piel desnuda pareca abrasada por el leve roce. Meredith suspir involuntariamente.

-Oh. -Suspir l tambin, con voz ronca, obviamente sorprendido. Sus ojos ambarinos ardan de pasin. En un slo instante, el roce de su dedo ndice sobre la piel de Meredith haba actuado como un fsforo, provocando instantneamente en ambos el fuego que ahora les consuma. Alarmada por la oleada sbita de excitacin que la inund, Meredith retrocedi, a travs de la puerta del patio hacia el interior de la casa. l fue en pos de ella, cerrando la puerta a su paso y echando el cerrojo. Meredith sigui retrocediendo hasta llegar a la esquina al lado de la chimenea, fuera del alcance de la mirada indiscreta de cualquiera que pasase por el exterior de la casa. Era casualidad? O acaso deseaba estar a solas con Rolf? La haba echado de menos igual que ella a l en los ltimos dos das? La deseaba como ella estaba empezando a desearle a l? Con presuntuosa arrogancia, Rolf enrosc una mano tras su nuca, mientras utilizaba la otra para empotrar las caderas de Meredith contra las suyas. Y s, deba de haberla echado de menos. Y mucho. -No pienso que... -empez ella a protestar. -As me gusta, encanto, no pienses nada. -Rolf termin la frase por ella. Incorrectamente, por supuesto, en opinin de Meredith, que era incapaz de encontrar las palabras para ponerme en su sitio. Rolf la haba levantado por la cintura y la presionaba contra la pared, sus tacones a un palmo del suelo. Sostenindola con ayuda de las caderas, estmago con estmago, Rolf procedi a llevar a cabo lo que haba decidido haca ya tiempo. Con un rugido de suprema determinacin viril, recorri con las callosas palmas de sus manos las medias de seda, desde los pliegues de las rodillas, pasando por la parte posterior de sus muslos y nalgas, hasta llegar a la cintura, remangndole la falda en el camino. -Se me van a hacer miles de carreras -dijo Meredith con voz entrecortada. -S, me parece que ests verdaderamente a punto de correrte, mujer -malinterpret Rolf, enroscndose sobre ella para demostrrselo. Chispas de excitacin al rojo vivo salieron desde el punto de contacto en cuestin hacia todas las extremidades del cuerpo de Meredith, que parpade atnita, con la esperanza de que sus ojos siguieran en sus rbitas. Entonces l se apart un momento para poder subirle la falda tambin por delante. Rolf, a su vez, se remang la tnica, de manera que entre ellos slo se interponan las medias y la fina tela de su taparrabos. Antes de que Meredith se desplomara en el suelo, l volvi a encajar sus caderas, para sostenerla contra la pared como una mueca de trapo. -Quin tiene el mando, ahora, Merry-Death? -le susurr al odo con voz ronca, sacando de nuevo a colacin su batalla todava en curso. Incluso su trrido aliento pareca una caricia, pero ella se neg a responder. Le pareca sumamente injusto que mezclara sus diferencias respecto al proyecto del drakkar con el terreno personal. l ri ante su negativa tcita a responder esa pregunta, y Meredith temi que la interpretase como un desafo. As fue. Doblando ligeramente las rodillas y ladeando su pelvis hacia delante, l encaj con precisin su miembro excitado en la entrepierna de ella. Todo le daba vueltas, y de su garganta escap un quejido. -Era una orden, doctora Foster, eso que acabo de or? -pregunt Rolf, mientras tomaba las manos de Meredith, apoyadas en sus hombros para

intentar apartarle, y las alzaba por encima de su cabeza. Entrelazando sus dedos con los de ella, las apoy contra la pared. Ella deneg con la cabeza. -Es esto una demostracin de cmo los vikingos violan y saquean? Es as como sometes a tus prisioneras? -No, es as -replic con voz de seda. Y Meredith comprendi, antes incluso de que Rolf inclinara su cabeza, que haba cado en la trampa. -Mjate los labios -exigi. Deba haberse negado. Pero en lugar de eso, obedeci. Su nica satisfaccin era sentir la respiracin agitada de l. Rolf hizo un gesto de aprobacin con la cabeza. -Separa tus labios -la persuadi a continuacin. Ella de nuevo obedeci. Senta la ereccin contra su cuerpo. -Ahora arquea el cuello y alza la cara para que tus labios se encuentren con los mos. -Esta vez dio la orden en un susurro apenas audible. l tom sus labios con salvaje intensidad, tragndose el gemido de Meredith con la boca abierta. vido, la oblig a separar ms los labios para que acogiera a su ambiciosa lengua. Meredith se sorprendi a s misma al recibir de buen grado su brusca invasin, jugando con su lengua, besndole. Sin interrumpir el beso, Rolf moldeaba su boca con hmeda e ntima habilidad. Le indicaba sin palabras la manera de hacer que sus labios fueran ms maleables, para proporcionarle an ms satisfaccin. Cuando la sensacin en su entrepierna empez a latir y a manar en espirales como un delicioso martirio, augurando un clmax demasiado violento y precipitado, Meredith intent apartar su boca y apret los muslos. -No! -grito. Aunque la haba entendido perfectamente, Rolf mordisque su labio inferior con presin controlada. -Chist, encanto, djame hacer. -No era una peticin. -Pero yo no quiero... oh! -En algn momento, durante su estado inducido por la pasin, no se haba dado cuenta de que sus manos seguan encima de su cabeza, ahora de forma voluntaria, mientras las de l se dedicaban a desabrochar los botones de su chaqueta. Sus ojos dorados ardan de excitacin ertica ante la visin de sus pechos cubiertos de encaje. Despus apart la tela. No tuvo que pedirle que arqueara la espalda para ofrecerle los senos turgentes y doloridos. Sali de ella de forma espontnea, ante la necesidad primaria de su contacto. Y... ooooh! ... Bast el roce de sus encallecidos dedos sobre sus pezones hinchados para que Meredith gimoteara y separara sus piernas para rodear con ellas la cintura de Rolf. Con un gutural bramido, Rolf puso sus manos sobre sus nalgas casi desnudas y la meci, primero suavemente, luego cada vez con ms fuerza, cada vez ms rpido. Ambos estallaron, uno contra otro, en un torrente salvaje de xtasis desbordante. En algn punto, a Rolf deban haberle fallado las piernas, puesto que Meredith, al despertar del breve desvanecimiento que haba sufrido, el primero de su vida, por cierto, se encontraba en el suelo, con las piernas todava enroscadas en la cintura de Rolf, que pareca tan atnito como ella. En efecto, Meredith estaba aturdida. Y sumamente avergonzada. Geirolf estaba recostado contra un rbol y observaba a Merry-Death a travs de sus prpados entrecerrados mientras sta se deslizaba entre los estudiantes. Se haba resistido

a la peticin de Thea de ponerse una toga vikinga, pero se haba cambiado de ropa y ahora llevaba unos pantalones vaqueros y una amplia sudadera con la inscripcin Soy una mujer. Escucha mi rugido. l sonri al leer el mensaje. Ya saba que poda rugir. Le gustaban mucho ms las prendas que llevaba antes, que dejaban al descubierto sus largas piernas y buena parte de su busto. O el suter de piel de gato que llevaba en el centro barco-mercial haca un par de das. Pero de momento se reservara comunicarle sus preferencias. En aquellos instantes, no se senta satisfecho con aquella mujer. Hablaba con los jvenes en un tono de voz normal, sobre el proyecto y otros asuntos. Se sentaron alrededor del fuego, mordisqueando la comida que l les haba ofrecido trinchada en astas de madera. Trozos de ternera nadando en una salsa espesa, servida sobre rebanadas de pan blanco sin levadura, que en aquel pas llamaban pita. Ella se ri alegremente al ver sus atuendos, pero l saba que su alegra era forzada. La mujer estaba tan nerviosa como un gato sobre ascuas calientes. Y con razn. Se haba escabullido de su abrazo despus de su virtual apareamiento, haca apenas una hora. Pero no por mucho tiempo. l lo saba. Y ella tambin. Geirolf no daba crdito todava: haba derramado sus semillas sobre sus calzones como un jovencito demasiado mayor para ello. Por segunda vez. La mujer le haba seducido con aquellas descocadas calzas, conducindole a una irrefrenable prdida de control. Y su alivio, aunque no haba sido como l hubiera preferido, haba sido gloriosamente exquisito. A pesar de que le desagradaba la habilidad que tena aquella mujer para reblandecer su cerebro y hacer que sus huesos se derritieran como la mantequilla, estaba impaciente por ver cmo sera realmente en la cama, si aquello era slo el aperitivo. -No comes nada? -coment ella, acercndose por fin a l. Geirolf se percat de que mantena cierta distancia, como si temiera que se abalanzara sobre ella. Tal vez lo hara. -Preferira continuar con el manjar que me ofreciste, para luego apartarlo de mi vista antes de que tuviera la oportunidad de... satisfacer plenamente mi apetito. -Sus palabras la hicieron ruborizarse, lo cual sorprendi sobremanera a Geirolf, tras la desinhibida demostracin que le hiciera recientemente. -Bueno, eso fue un... -trag saliva- error que no debe repetirse. l ri estentreamente, haciendo que la mirada de varios estudiantes, as como la de Mike y Thea, se desviase hacia ellos. Entonces susurr, nicamente para sus odos: -No, no fue un error. Y, a buen seguro, debe repetirse. Una vez, y otra, y otra. Con la excepcin de que en el futuro ser yo quien dirija el juego. Yo dar las rdenes. -Me parece que ya das suficientes rdenes -espet ella, y Geirolf se dio cuenta de que Merry-Death hubiese deseado que aquellas palabras nunca salieran de sus labios... sus labios todava hinchados y amoratados a causa de sus besos. Eso le record cunto le gustaba besarla. Su pronta respuesta, el ardor con el que ella le devolva sus besos. El travieso ronroneo que sala de ella cuando... -Para! Para inmediatamente! -Qu? -En su frente apareci una arruga provocada por el desconcierto. -De mirar mi boca como... como.. l arque una ceja. -Como un hombre hambriento? Ella protest.

-Rolf, esto es serio. -S, en efecto. -No, quiero decir que debemos comportarnos con ms seriedad y profesionalidad. Hoy he vuelto antes de la oficina para hablar de nuestras diferencias sobre el proyecto, y en lugar de eso... -En lugar de eso, me seduces con tus calzas de ramera. Es as como las mujeres de todos los tiempos han intentado saldar las diferencias con sus maridos. Chist, chist. No s por qu, esperaba ms de ti, siendo una mujer profesional como dices ser. -Yo no te seduje -espet ella indignada-. T me atacaste. No me extraa que los vikingos tengis fama de violadores y saqueadores. Debe de ser algo natural en vosotros. -Atacarte? Has dicho que yo te ataqu? Es as como definiras tus gemidos portadores de tu anhelo en mi boca? O el hecho de que tus ojos verdes se derritieran de deseo? Y qu me dices del momento en que tus muslos de guerrera se cerraron alrededor de mis caderas y me derribaron al suelo? -Muslos de guerrera? Muslos de guerrera? -farfull Meredith indignada, empujando el pecho de Rolf con la palma de la mano, y retrocediendo inmediatamente al ver que los estudiantes no les quitaban ojo de encima. -Me malinterpretas, buena moza. Los muslos de guerrera son tremendamente atractivos en una mujer. Lo mejor para apretar a un hombre y un caballo por igual. - Aaaaargh! -Se te estn poniendo duros los pezones. Ella baj la vista horrorizada, y frunci el ceo con desprecio al comprobar que l no poda ver riada bajo el ancho jubn. -No es cierto. -Puede que me equivoque. -Puede que tu cerebro se encuentre alojado entre tus piernas. l sonri. -Con toda seguridad. -Eres desesperante. --S, es uno de mis encantos que las mujeres encuentran irresistibles. -Todos los vikingos tienen el ego hiperdesarrollado? Rolf puso mala cara. -Confundes la autosuficiencia con la seguridad en uno mismo. -Vas a retornar el proyecto? -Ests cambiando de tema? -replic Rola riendo. -S, vamos a cambiar de tenla. Mira eso --dijo ella furiosa, mientras agitaba una mano en el aire sealando a los dos barcos sin terminar-. Mike y los estudiantes apenas cuentan con un armazn para trabajar en el proyecto del drakkar, y mientras tanto, el tuyo est casi acabado. l se encogi de hombros. -Ahora que he sido liberado de la gestin de tu proyecto, puedo dedicar todas las horas de luz del da a trabajar en mi barco. Y, por supuesto, no tengo reservas en cuanto al uso de papel de lija y de las masillas para madera moderna. Maana voy a pedir a Mike que me lleve otra vez al paraso de la ferretera... -Es el hipermercado de la ferretera -corrigi Meredith. -Ya lo s, mujer -dijo Rolf, propinndole un pellizco en la nariz--, pero para un hombre que trabaja con las manos, esa tienda es, en efecto, el cielo. Como iba diciendo, mi intencin es comprar algunas herramientas elctricas. Tal vez un taladro v una sierra mecnica. Y cinta americana. He odo decir que la cinta americana es el mejor amigo del

hombre ---concluy Rolf con un significativo movimiento de cejas. -No utilizars herramientas modernas en mi barco. -Chist, chist, chist... No me ests escuchando, seora. Las herramientas son para mi barco, no para el tuyo. -Rolf se dio unos golpecitos en la dentadura superior, como reflexionando-. Acaba de ocurrrseme una idea estupenda. Por ventura har otra compra. Un motor. S, ser el primer barco vikingo con motor. -T... t... -Meredith luchaba por encontrar las palabras adecuadas-. No sers capaz. -Merry-Death, Merry-Death, Merry-Death, me decepcionas. Cuando aprenders a no morder el anzuelo? No, no arruinar un buen barco con un motor. He examinado el motor de la caja con ruedas de Mike, y puesto que hoy me ha conseguido el documento de la seguridad social y un permiso para viajar, llamado pasaporte, estoy considerando... -Hizo una pausa deliberada para dar una pista a Meredith-, la posibilidad de sacarme el permiso de conducir maana. Y comprarme una caja con ruedas. Un coche, no quiero una de esas furgonetas que a Mike le gustan tanto. -Oh, dios! -Merry-Death empleaba esa expresin en demasa cuando hablaba con l. Sin duda como consecuencia del aturdimiento que en ella provocaba su sabidura e ingenio. -Por ventura no sabrs dnde hay un buen mercado de cajas con ruedas donde... ? --pregunt Rolf tmidamente. Merry-Death le mir recelosa, estrechando la ranura de sus ojos. A Rolf le encantaban sus ojos verde mar, incluso cuando los entrecerraba a causa de su mal genio. - ... donde un vikingo pueda comprar un... coche? Ella ahog un grito antes de girar sobre sus talones para regresar indignada a su feudo. Apostara que iba a buscar otra de aquellas pldoras mgicas. Mejor que curase sus migraas como buenamente pudiera; as luego no podra poner la excusa de un dolor de cabeza cuando l viniera a demostrarle su propia magia. Y esa magia no se encontraba en ninguna pldora. Captulo diez a hermana de Meredith, Jillian, entr en sus vidas aquella noche, como una tormenta de verano sobre su bienamado valle de Vestfjord: con mucho ruido y pocas nueces. Llevaba unos calzones negros ajustados confeccionados en material elstico, que con toda seguridad la catapultaran hasta Islandia si alguien tirase de la goma de la cintura para luego soltar de golpe. Sus pechos forcejeaban contra el jubn blanco de seda que cubra sus muslos y sus brazos hasta la mueca, ceido en la cintura por un descomunal cinturn con incrustaciones metlicas. Varios de los botones del jubn estaban desabrochados, dejando a la vista un impresionante escote, adornado por un magnfico collar de oro y mbar, con un diseo similar a los que hacan los artesanos de Coppergate en Jorvik. De sus orejas pendan aros a juego con el collar, que su estrafalario peinado dejaba al descubierto. Su pelo, recogido en la coronilla en un moo desaliado, era del mismo color castao cobrizo que el de Merry-Death, pero algunos mechones dorados aparecan repartidos uniformemente por su cabellera. Rolf pens que no poda ser debido a la exposicin al sol. Mike y los estudiantes ya se haban ido, y ya casi anocheca cuando Jillian abraz a Thea una y otra vez, para luego enviarla afuera a recoger la montaa de equipaje que haba trado consigo. Volvindose hacia l y Merry-Death, Jillian pregunt sin rodeos: -Bueno, entonces sois amantes?

-No! -exclam Merry-Death. -S -dijo Rol f simultneamente. Jillian les mir alternativamente, mientras sus labios pintados de color prpura se curvaban en una sonrisa divertida. -Es una cuestin de definicin -explic Rolf, ignorando la tos forzada de Merry-Death. -No somos amantes -dijo Merry-Death, poniendo nfasis en la negacin, atravesndole con la mirada, de reojo-. Contrat a Rolf para trabajar en el proyecto del drakkar. Es un constructor naval de... Noruega. -Cuando la caja alquilada de Jillian hizo aparicin, ella le haba advertido apurada que no deba hablar de su viaje en el tiempo, de los antiguos vikingos, ni de cualquier otra cosa que hiciera sospechar a su hermana su verdadera identidad. Aparte del hecho de que MerryDeath no creyera su historia, le desagradaba que le calificara de antiguo. Rolf le hizo un gesto admonitorio con el dedo. -No, ests tergiversando nuestra relacin. Me contrataste para que dirigiera el proyecto, no es as, mi seora? A continuacin se hizo un elocuente silencio, durante el cual Jillian articul las palabras mi seora?, de forma que Merry-Death las leyera en sus labios, y despus entrecerr los ojos, para observarles detenidamente. Rolf ya no necesitaba la magia del talismn para traducir su extrao lenguaje, con excepcin de los trabalenguas que empleaban ocasionalmente. A pesar de que siempre haba demostrado una considerable facilidad para las lenguas extranjeras, estaba seguro de que en esta ocasin el talismn haba acelerado su aprendizaje. Finalmente, Merry-Death agach los hombros con resignacin. -As es. Rolf est a cargo del trabajo fsico del proyecto, y yo me encargo del papeleo y las relaciones con el comit de la fundacin. Somos... socios -pronunci aquella ltima palabra tentativamente, aguantando la respiracin en espera de su respuesta. Maldicin, qu terca era aquella mujer. Le llevara demasiado tiempo considerar su impertinente afirmacin. Pero, puesto que era un hombre compasivo, se limit a asentir con la cabeza, mientras ella profera un suspiro de alivio. Ya pagara por desafiarle de aquel modo, ms adelante. -Mam, dnde quieres que ponga tu equipaje? -pregunt Thea cuando entr jadeando a la sala, cargada en exceso con cajas de cuero de todos los tamaos, cuyo nombre haca honor a un hroe bblico llamado Sansn. Jillian alz una ceja como un interrogante dirigido a MerryDeath, la cual respondi: -Puedes dejarlo arriba. Dormiris juntas, yo me quedar en el sof. Los ojos de lince de Jillian se desviaron hacia Rolf haciendo conjeturas. -Rolf prefiere dormir afuera, bajo las estrellas -respondi por l Merry-Death. Geirolf emiti contrariado un leve bufido al pasar al lado de Merry-Death para ayudar a Thea con las maletas. Ella puso una mano sobre su hombro para detenerle un instante y susurr: -De veras me ayudars? Volvers a trabajar en el proyecto maana? -S. Ella lade la cabeza con asombro ante el hecho de que l diera su conformidad con tanta facilidad. -Todo lo que tenas que hacer era preguntar, dulzura. Sin rdenes. -Dulzura? Qu forma de hablar tan pintoresca! -Oh, eres el hombre ms exasperante

del mundo! --dijo Merry-Death. l le devolv una sonrisa, sin poder resistirse a la tentacin de robarle un beso breve de su boca entreabierta. -As que no sois amantes, eh? -dijo Jillian muerta de risa. l retrocedi de un salto. Merry-Death tena algo que haca que se olvidara de dnde se encontraba. Cmo era posible que sintiera un cosquilleo en los labios con un simple roce de los suyos? Sorprendente. Cunto ms intensa sera aquella sensacin cuando otras partes de su cuerpo estuvieran conectadas? -Jess! Salen ms chispas de vosotros dos que de una fogata. Las mejillas de Merry-Death se llenaron repentinamente de arrebol. l le hizo un guio, imaginando cien maneras distintas de hacer que se sonrojara an ms. Estaba impaciente por comprobarlo. Merry-Death avanz su testaruda barbilla, que no era precisamente la parte ms atractiva de su anatoma. Al pasar a su lado, furiosa, en direccin a la escalera que conduca a la buhardilla, Rolf hizo un comentario a Jillian: -Tu hermana necesita clases de feminidad... para aprender a ser ms dcil. Merry-Death dio un traspi, pero no mir atrs. Jillian profiri una carcajada de regocijo. Thea suba la escalera caminando hacia atrs, de cara a los dems, con una sonrisa de oreja a oreja. -Vers, todos los conocimientos de Merry-Death proceden de los libros, por lo que su educacin en los asuntos de la vida real lamentablemente presenta muchas carencias. -Qu interesante! -opin Jillian. Merry-Death se burl por lo bajo y farfull algo sobre un vikingo engredo. -Los hombres de este pas cuentan con un hroe perfecto, al que deberan emular... -Oh, no! -exclam Merry-Death, mirndole con el ceo fruncido desde el pasillo de la planta de arriba. -Tim Taylor el Hombre-herramienta! -grit Thea. Jillian alcanz a Merry-Death en el pasillo, todava boquiabierta por el asombro. -Tu hroe es Tim Allen, el actor de Un chapuzas en casa? -pregunt Jillian con incredulidad, para despus dejar paso a otro ataque de risa, mientras rodeaba con un brazo a su hija por los hombros, que tambin se convulsionaban con hilaridad. Hasta Merry-Death tuvo que taparse la boca con la mano para sofocar una sonrisa. Cmo era posible que aquellas obstinadas mujeres no comprendieran las cualidades heroicas del injustamente vilipendiado Tim? Cuando las carcajadas de Jillian por fin se apaciguaron hasta convertirse en una risita tonta, dndose una palmada en el muslo todava regocijada, sta pregunt: -Y quin, le ruego nos explique, seor vikingo, sera la herona equivalente para las mujeres? A quin deberamos imitar para ser ms..., cmo dijiste..., dciles? No le agradaba que se rieran a sus expensas. En verdad que todas las hembras eran unas descerebradas, buscando explicaciones para la menor tontera. Bueno, tendra que esclarecerles varias cosas, sin tapujos. -Martha Stewart. -Martha Stewart! -repitieron las tres mujeres entre risas. -S, la vi en la caja de imgenes esta maana mientras rompa el ayuno. Por todos los dioses, es maravillosa. En menos de una hora coci doce barras de pan, prepar cemento

para reafirmar las rocas de su jardn, pod un manzano y tricot un mantel. Y ni una sola vez molest a un hombre para que viniera en su ayuda. -Es de verdad, este to? -pregunt Jillian a Merry-Death. -No estoy segura. -Las mujeres podrais aprender mucho de Martha. En verdad, es tal como le dije a Sharon Stone ayer cuando se quejaba de su apretada agenda. -Qu acabas de decir? -chill Merry-Death. Verdaderamente, si no estuviera locamente enamorado de aquella mujer, tendra que decirle que su voz a veces haca que se le saltaran las lgrimas. -Hablaste con Sharon Stone? -No acabo de decirlo? Ella se puso la mano en la frente, en aquella actitud eternamente femenina que vena a decir: Mi destino en la vida es el sufrimiento y las tribulaciones... y los hombres son el origen de todos los males. Le pareci una buena seal. Se estaba ablandando. -Dnde... cmo pudiste hablar con Sharon Stone? -Por telfono. Qu objeto tan milagroso es esa caja negra! -Por qu llamaste a Sharon Stone? Y cmo, en nombre del seor, pudiste hacerte con su nmero? -Ja! No fue nada fcil. Os lo explicar. -Deposit las cajas de viaje en el suelo y se apoy en la pared del pasillo-. Como sabes, Mike desea a esa mujer, aunque yo no veo su atractivo. Demasiado ordinaria, si queris saber mi opinin. Y debo confesarte, MerryDeath, que no creo que sus cabellos rubios sean de nacimiento. Mi hermana poltica, Gilda, se parece mucho a Sharon, salvo que... -Aaaargh! -volvi a chillar Merry-Death, provocando pinchazos en las cuencas de sus ojos. A continuacin, se le saltaran las lgrimas-. Puedes hacer el favor de terminar tu explicacin? l le lanz una mirada de desaprobacin con el ceo fruncido. -Mike desea a esa mujer y quera demostrarle cmo le dara caza un vikingo. -Darle caza? Ests diciendo que a las mujeres hay que cazarlas? -farfull Merry-Death echando chispas. -Y cmo se procede a la caza, exactamente? -Jillian no pareca tan escandalizada ante la nocin de que los hombres cazan a las mujeres. -Directamente. Sin rodeos, ni splicas de gallina, ni virginales y empalagosos devaneos. Simplemente hay que decir a la mujer Te deseo. --Rolf hizo una pausa, como para reflexionar-. O bien, tomarla, sencillamente. Es otro mtodo, por supuesto. A algunas mujeres no les gusta que les pregunten. S, sa es normalmente mi estrategia. Y se es el error que he cometido contigo, Merry-Death. Demasiados escarceos. Cmo me alegro de haber venido! -dijo Jillian, rindose a carcajadas-. Vas a ser taaaaan bueno para mi hermana. --Bien dicho! -exclam Rolf con entusiasmo, para retomar despus el asunto anterior-. Lamentablemente, Sharon no puede venir hasta Maine, tiene que actuar en una historia para la caja de la tele. Pero a invitado a Mike a visitarla en Hollywood. -Diles a quin ms llamaste, Rolf. Dselo -le inst Thea, dando saltos de alegra. Rolf estaba resplandeciente. -Acaso olvid informarte, Merry-Death? Tim y Al van a venir a ayudarnos en el proyecto del drakkar. Vendrn con un equipo de la caja de imgenes, para hacer una comedia, una historia fingida, sobre Tim construyendo un dragn vikingo en el patio de

su feudo. Merry-Death se qued estupefacta. Sus labios temblaban intentando en vano articular alguna palabra. En verdad, le recordaba a su to abuelo Biolf cuando le daba un ataque. Sin duda estaba abrumada de admiracin, por su capacidad de adaptarse tan bien a su pas. Sac pecho, para proseguir: -El jefe de Tim, adems, est dispuesto a pagar por ello. Ah tienes! Despus podrs agradecerme mi aportacin a las reducidas arcas de tu proyecto. -Tim y Al? -chirri Merry-Death. Por lo menos esta vez no chill. -Chist, chist. No ests poniendo atencin. Tim Allen y Al Borlund. -Has hecho todas esas conferencias desde mi telfono? -pregunt en un dbil tono de voz. -S. Y creme, tuve que hacer muchas ms antes de poder conseguir los nmeros correctos. Agentes. Gremios de la caja de imgenes. Ted Turner. Operadoras de lengua viperina. Merry-Death escondi la cara entre las manos. Era uno de sus gestos favoritos, mientras hablaba con l. -Necesito una aspirina. -Aspirarme? Bueno, bueno, bueno, Merry-Death. Tu peticin tiene tono de perversin y el momento es un tanto extrao... -Rolf hizo una breve pausa-, pero yo estoy bien dispuesto, si t tambin lo ests. -Y diciendo esto, abri los brazos en un gesto invitador. Jillian y Thea rieron hasta tal punto que las lgrimas resbalaban por sus mejillas, pero Merry-Death le mir fijamente, como si la hubiera noqueado. En ocasiones, concluy, era una sabia medida, noquear a una mujer. De un modo u otro. Algunas horas ms tarde, Geirolf estaba sentado en la mesa de la cocina ante una copa de aguamiel, mientras Jillian examinaba su cinturn con una lupa. Anteriormente, ya haba hecho lo mismo con los brazales. Por alguna razn, no haba querido mencionar la reliquia oculta en el cinturn, que slo quedaba al descubierto al presionar una de las cuentas del trabajo de orfebrera en oro. Cuando conoci a Merry-Death, desde el principio no dud en confiar en ella, contndoselo todo sin vacilacin. En cambio, con su hermana se mostraba reservado. Qu curioso! Pero no quera entretenerse con semejantes cavilaciones. Estaba aburrido. Y con un concupiscente y extrao estado de nimo. El deseo concupiscente no era extrao en s mismo, pero s la intensidad de su anhelo hacia Merry-Death, ahora casi insoportable. Merry-Death acababa de subir a la planta superior con un vaso de vino para remojarse en lo que ella haba denominado un bao de espuma. Le hubiera gustado estar presente. S, decididamente, le gustara. Pero en lugar de eso, durante la ltima hora haba escuchado los grititos ahogados de Jillian en relacin con su cinturn, cuando en realidad le hubiera gustado mucho ms escuchar los grititos ahogados de Merry-Death en relacin con otra de sus posesiones, que se encontraba ligeramente por debajo de su vientre, y que reclamaba a gritos su atencin. -Por qu me miras as? -pregunt Jillian. En lugar de responder, le arrebat el cinturn de las manos.

-Es hora de dormir, tengo que levantarme con las primeras luces del alba. -En realidad, en lo ltimo que pensaba era en dormir. -No estoy cansada -dijo Jillian, entornando los ojos-. Por qu no me dejas el cinturn para seguir haciendo unos cuantos bosquejos ms? Te lo devolver por la maana. Ja! Sin duda estaba planeando salir corriendo con el talismn en mitad de la noche, para ponerlo bajo vigilancia en algn apolillado museo. O venderlo al mejor postor. -No -afirm con rotundidad-. Ya lo has examinado y has hecho suficientes garabatos. El destello de irritacin en sus ojos, que ella disimul rpidamente, le revel su segunda naturaleza taimada. Slo pensaba en ella misma y su codiciosa ambicin, en primer y ltimo lugar. Prueba evidente de ello era la negligencia hacia su hija. Sin mencionar sus recientes insinuaciones, la cada de ojos y el roce no tan casual de partes de su cuerpo contra el suyo. Se estaba abrochando el cinturn, mientras se diriga hacia la puerta que daba al patio, cuando ella le llam. -Mi hermana no es lo suficientemente mujer para ti, sabes? Yo sera una opcin mucho mejor. Rolf se tambale un momento, y despus se volvi hacia ella lentamente. -Eres una pobre desgraciada, adems de desleal. La palabra familia no significa nada para ti? Ella se encogi de hombros. -Quiero a mi hermana. No me mires con desprecio, vikingo... Yo le tengo mucho cario, a Mer... a mi manera. -Jillian alz los brazos por encima de la cabeza, aparentemente para relajar el cuello despus de estar tanto tiempo sentada, pero en realidad lo que quera era tentarle con sus formas. Y sus formas eran bellas, pero l no tena ganas de ver nada ms. Ni de probar sus encantos. Pero ella insisti. -Nunca lo he hecho con un vikingo. T lo has hecho alguna vez con una diseadora de joyas? Tenemos fama de tener muy buenas... manos. -Jillian le lanz una significativa mirada, haciendo sonar las articulaciones de los dedos. l sacudi la cabeza en un gesto de desagrado. -Parece ser que hay cosas que nunca cambian. Una serpiente entre la hierba es lo mismo en todos los pases y en todos los tiempos. Ests cortada por el mismo patrn que la bblica Jezabel. -No seas tan mojigato y sentencioso. Te estoy proponiendo jugar un rato, no que nos casemos. Adems, est claro que t y Mer todava no habis consumado el acto, y probablemente nunca lo haris, por lo que conozco a mi hermana. Enfurecido por su perfidia, regres a la mesa dando grandes zancadas, y le asest unos golpecitos en el pecho en seal de advertencia. -Lo hayamos hecho o no, es la mujer que he elegido, y adems lleva tu misma sangre. No te da vergenza? Jillian se puso escarlata ante su rechazo. Despus alz las manos en seal de rendicin. -Est bien, t te lo pierdes, amigo. Ya lo comprobars por ti mismo. Mer es muy dulce y todo eso. Demasiado dulce, en realidad. A algunos hombres les excita precisamente eso, pero muy pronto pierden inters cuando se dan cuenta de lo mediocre que es. Un pelele. -Un pelele?

-Dbil. -Has perdido el juicio? Merry-Death es la mujer ms fuerte que he conocido nunca. Bueno, aparte de mi madre. Sea cual sea el obstculo que la vida arroja en su camino, ella se enfrenta al desafo con la templanza de un guerrero veterano. Nunca huye de los deberes a los que le obliga su honor. -Este ltimo comentario iba expresamente dirigido a ella, achacndole su falta de responsabilidad maternal. -No conoces a Mer tan bien como yo -replic ella, pasando por alto sus crticas-. Siempre intentando complacer a todos. Siempre fracasando. Yo aprend hace tiempo a no bailar al ritmo de los sueos de los dems, pero Mer sigue corriendo sin moverse de sitio, intentando memorizar exactamente los pasos de baile. l lade la cabeza perplejo. -Cuando ramos nios, nuestros padres pusieron el listn muy alto. Tan alto que era imposible de alcanzar. Jared, nuestro hermano mayor, casi consigue llegar al nivel exigido por ellos. En el colegio sacaba las mejores notas. Tena la personalidad ms seria. Nunca se meta en los. Si Mer es aburrida como una piedra, Jared es como una tumba de hormign. Sus palabras despectivas le irritaron, pero Jillian sigui provocndolo. -Jared era muy inteligente. Sali de casa para ir a la universidad y nunca regres. Pero el mal ya estaba hecho. Se ha convertido en un clon de mis padres... un acadmico trabajoadicto sin vida social. -Y Merry-Death? -pregunt Rolf. A pesar de sus recelos, y de que no quera escuchar la chchara de aquella mujer detestable, quera saber ms del pasado de Merry-Death... la razn por la cual se mostraba tan esquiva. -Meredith era pattica, incluso desde muy pequea. Crea que nuestros padres la querran si satisfaca sus altos niveles de exigencia. Rolf profiri un gruido cargado de incredulidad. -Los padres no ponen condiciones a su amor. Ella arque las cejas en seal de desacuerdo. -Los nuestros lo hicieron, y siguen hacindolo. Y aunque Jared ahuec el ala, y yo dej de bailar a su son hace tiempo, Mer sigue intentando complacerles... para ganarse su amor. En su corazn sinti una punzada de compasin hacia Merry-Death. l haba crecido en un hogar donde reinaba el cario, as que no poda menos que compadecerla por la frialdad que deba haber impregnado los primeros aos de su vida. -Mer intent lo mismo con su marido, Jeffrey -prosigui Jillian maliciosa, y Geirolf aguz el odo-. Le asfixiaba con tanto amor. Yo s que en realidad la dej por aquella jovencita tonta que se estaba tirando, y que dej embarazada, pero a m no me cabe la menor duda de que si Mer hubiese sido una mujer de verdad, Jeffrey nunca la hubiera dejado. Incluso aunque hubiera podido parir hijos como caramelos. Lo dicho, es pattica. Geirolf se puso tenso, furioso. -Mer es toda una mujer. Aquel que sea incapaz de apreciar su vala padece de ceguera. Adems, en la lealtad que prodiga a aquellos que ama no hay debilidad, sino fortaleza. -Empleas un lenguaje tremendamente arcaico. De dnde has dicho que eres? -En la frente de Jillian apareci una arruga de concentracin, mientras escudriaba a Rolf-. Todava no s quin eres, ni de dnde vienes... pero s que me encuentras atractiva. l profiri un suspiro de cansancio. De nuevo estaba intentando seducirle. Su falta de inters deba ser ms que evidente.

-Vi cmo me mirabas antes -sugiri-. T tambin me gustas, vikingo, de forma primitiva. Sus labios se curvaron en una mueca de repulsin ante la deslealtad hacia su hermana y la descarada invitacin a compartir su lecho. -Casi cualquier hombre picara el anzuelo, pero una mujer necesita algo ms que belleza fsica para cobrar la pieza. T, mi seora, eres una miserable pescadora. -Y t crees que Mer en la cama es mejor que yo? -pregunt boquiabierta, incrdula-. Escucha, no te preocupes por Mer, no tiene por qu enterarse. Podemos ir fuera. No me importa compartir mi saco de dormir. -Yo duermo sobre pieles. -An mejor. l se lament ante su insistencia. -Puedes arrojar el anzuelo en otra parte, mi seora -contest Rolf-. Este pez ya ha sido cobrado. Jillian abri los ojos como si acabara de hacrsele una revelacin. -Dios bendito! Mi hermana ha pescado a un vikingo. Una gallina y un semental. -Jillian se reclin en el respaldo de la silla y le examin como si le hubieran salido tres cabezas-. Ests enamorado de mi hermana. -No, no lo estoy -neg Rolf. O tal vez tiene razn? Su corazn empez a palpitar desaforadamente al considerar aquella estrafalaria posibilidad. Ser cierto?-. Por qu dices tal cosa? -espet, arrepintindose de inmediato de haber formulado esa pregunta. Ella sonri con suficiencia, como suelen hacer las mujeres cuando creen que le han ganado la batalla a un hombre, aunque l no poda comprender por qu el afecto que senta hacia Meredith era una prueba de la derrota. -Ya lo sospech, la primera vez que os vi juntos. No puedes quitarle los ojos de encima. -No creo que me regodee en su contemplacin -objet-, aunque ciertamente es agradable a la vista. -En aquel momento decidi controlar de manera ms estricta las emociones que delataban sus traicioneros ojos-. Adems, el hecho de que un hombre mire a una mujer no significa que est enamorado. -Buscas su roce a la menor oportunidad. --Vamos a ver, eso que dices es falso. Soy muy cauteloso al respecto. -l inmediatamente se dio cuenta de su error. Realmente acababa de admitir sus esfuerzos conscientes (o acaso eran inconscientes) de controlar sus impulsos de tocar a MerryDeath? -Y tal como acabas de defender a Mer... bueno, cualquiera dira que debes de estar enamorado. -Confundes la caballerosidad con alguna clase de concepto romntico -concluy con determinacin, mientras abandonaba la casa malhumorado, acompaado de la risa cargante de aquella mujer. A pesar de sus protestas, Geirolf no poda dejar de pensar en la teora de Jillian. En lo ms profundo de su alma, tema que hubiera descubierto algo de lo que ni l mismo era consciente. Reprimindose con determinacin, se jur a s mismo: No, no amo a Merry-Death, no puedo permitirme enamorarme de ella, ni de ninguna otra mujer. Pero en ese preciso instante, lo supo. De alguna manera, se haba enamorado, por primera vez en su vida. Y la beneficiaria de sus renuentes atenciones era casi mil aos ms joven que l. Cmo era posible?

No quiero esto. Qu futuro haba en aquello? Ninguno. Prximamente regresara a su tiempo, solo. Solo. Por qu, tras todos estos aos de preciada libertad, la perspectiva de una vida solitaria ya no me parece atractiva? Bueno, tal vez sera lo mejor, resolvi, mientras se acostaba sobre sus pieles al lado de su barco a medio terminar. Era demasiado distinta a l. Y no era slo la diferencia de culturas y pocas. Ella trabajaba con la mente; l con sus manos. Ella soaba con una tranquila vida familiar; por sus venas flua la sangre de vikingos y aventureros. Ella pensaba demasiado antes de tomar una decisin; l actuaba por instinto. A l le gustaban las galletas Oreo; ella prefera los gusanos de pasta. Ah, pero cmo sera el apareamiento con una mujer a la que realmente amase? Con Merry-Death? La tentadora perspectiva persista. Y persista. Y persista. No consegua apartarla de su cabeza por ms vueltas que diera en su lecho de pieles, incapaz de conciliar el sueo. Estoy sentenciado. Por otra parte, estaba haciendo una montaa de un grano de arena. Tal vez, si lo deca en voz alta... no, en voz alta, no. Tal vez si pronunciara aquellas palabras en su cabeza, se dara cuenta de cun absurda era aquella posibilidad. S, eso hara, decidi Geirolf. Apret los ojos y los puos intentando reunir fuerzas para aquella dura prueba. Se prepar como hara para una brutal batalla, o un bao en el glido mar del Norte. Amo a Merry-Death -dijo, haciendo una prueba. Entonces, fue como si un volcn entrase en erupcin en su mente. Las palabras salieron a borbotones, como un inagotable torrente de lava-. Amo a Merry-Death, amo a Merry-Death, amo a Merry-Death, amo... Junto a aquella terrible confesin, le vino a la mente otra perspectiva igualmente aterradora. Podra ser que su destino no fuera devolver la reliquia a su lugar? Acaso era Merry-Death su verdadero destino? Era medianoche y Meredith segua deleitndose en la profunda baera con patas de su abuela, un capricho que su abuelo haba hecho instalar para su querida esposa en el enorme y moderno cuarto de bao, aunque ste ya contaba con una ducha. Gracias a dios por el capricho. Y por el amor que profera su abuelo a su mujer. Dej correr un hilillo de agua caliente, y de vez en cuando verta un poco de aceite aromtico para reponer la espuma, utilizando el dedo gordo del pie para desaguar un poco de agua y que la baera no se desbordase. Le vino a la mente la imagen de su abuela cuando al acabar el da suba al. piso de arriba para su bao nocturno. Las sonrisas cmplices que solan intercambiar sus abuelos. El aroma a rosas que impregnaba toda la casa. Era sa la razn por la que Meredith haba seguido comprando el mismo producto para el bao durante todos esos aos, aunque nunca se haba atrevido a usarlo en vida de su abuelo por miedo a suscitar en l recuerdos dolorosos? Asociaba aquella fragancia al amor? Jeffrey detestaba aquel aceite perfumado. A ella le encantaba. Bebi otro sorbito de vino blanco de la copa de cristal que descansaba en la repisa al lado de la baera. Despus ech hacia atrs la cabeza, sus cabellos flotando en el borde posterior. La casa estaba en silencio. Jillian le haba hecho una visita antes de acostarse, haca una media hora. Ni siquiera su hermana haba conseguido importunarla aquella noche con sus preguntas insidiosas acerca de Rolf, sus orgenes, su procedencia, sus sentimientos hacia l. La

haba acribillado a preguntas, pero por una vez Meredith se haba mantenido firme. -Maana, Jillie. Maana te lo explico todo. As que Jillie no tuvo ms remedio que irse para dormir al lado de su hija. Por primera vez desde haca varios das, se sinti en paz. Sin preocuparse por el proyecto. Ni por su futuro personal. Sin la necesidad compulsiva de pensar y planear hasta el mnimo aspecto de su vida y su trabajo. Haba dejado de estar en guardia ante la tentadora presencia de Rolf. Tal vez debera tomarse la vida como aquel bao relajante... sencillamente fluir. La puerta se abri con un chasquido a sus espaldas. Meredith crey que era su hermana, que todava no se haba acostado. -Espero que no vengas a reanudar tu interrogatorio, Jillie. Alcnzame una toalla, por favor. Mi piel empieza a parecerse a una uva pasa. -Eso es algo que me gustara comprobar por m mismo -dijo una voz masculina, rindose entre dientes. Geirolf se regal los ojos ante la vista que se le ofreca. Merry-Death dej escapar un gritito e intent sumergirse an ms en el agua mientras l se aproximaba a la baera. As que esto es un bao de espuma. Por todos los diablos, hay ciertas cosas en este pas que no me importara llevarme conmigo al pasado. Los baos de espuma. Las herramientas elctricas. Merry-Death. -Chist -dijo Geirolf, acercndose a la baera-. No queremos que tu hermana irrumpa en la sala de bao en tu rescate. Sin duda, preparara un ataque para proteger tu virtud. El tono cnico de su voz debi alertar a Meredith, puesto que sta le examin durante unos instantes, y despus exclam: -Cielo santo! Mi hermana ha intentado ligar contigo, a qu s? La ausencia de celos le sorprendi, sin darle tiempo a inventar una excusa. -No tiene importancia. -Ja! Tal vez para ti no. Escchame bien, Rolf, tienes que comprender a mi hermana. Da la impresin de estar muy segura de s misma, pero en el fondo es terriblemente insegura. Mis padres desde nios nos hicieron sentir... intiles. El mtodo que emple Jillie para soportar las continuas crticas fue la rebelin... y la petulancia. l hizo un gesto de incredulidad con la cabeza. -Eres increble, Merry-Death. No puedo creer que justifiques la malicia de tu hermana. Intenta atraer a tu hombre a su lecho y consideras que es una nimiedad. Bueno, a m, francamente, me parece que quiere lastimarte. -Rolf, t no eres mi hombre. T slo eres... va, es igual. Y tienes razn. Siempre estoy justificando a Jillie. Sabes? -Ella vacil, para luego hacerle una confesin-. Sospecho que trat de seducir a Jeffrey cuando estbamos casados. Y aquella alimaa de Jeffrey probablemente haba sucumbido a sus encantos. Pobre Merry-Death! Siempre haba sido vctima de aquellos a los que ms amaba. Antes de que l pudiera mostrarse solcito, ella sigui hablando. -Qu haces aqu, de todos modos? -Pens que tal vez podra tomar una ducha -minti l. -Mentiroso -dijo Meredith riendo-. Ya te has duchado dos veces hoy. l alz una ceja. -As que cuentas las veces que me ducho. Mmmm. Acaso has estado imaginando que compartes la ducha conmigo.

-No lo he hecho -dijo ella indignada, mientras el rubor le suba a las mejillas. Haba acertado, pens con inmensa satisfaccin. En efecto ella haba estado imaginndose a ambos de ese modo ocupados-. Adems, no puedes entrar as, sin ms ni ms, mientras tomo un bao. Vas a despertar a todo el mundo. -Nadie sabr que estoy aqu si bajas la voz. Te han dicho alguna vez que a veces suena como un chirrido? -Rolf, debes respetar mi intimidad. Rolf se dio cuenta de que estaba haciendo que se sintiera incmoda. Y ella tambin tena el mismo efecto sobre l. -Umpf! Con toda la gente que entra y sale de tu feudo, cundo vamos a tener un momento de intimidad, que tanto necesitamos? Se me acaba de ocurrir que sta es la nica estancia con un cerrojo en la puerta. Mirando con recelo cmo disminua el nivel de espuma (aunque no lo suficiente para la imaginacin de Rolf), Meredith alarg el brazo hacia el estante donde se encontraba el aceite y verti una buena dosis en la baera, provocando la sbita aparicin de mucha ms espuma. Simultneamente, sac el dedo gordo dei pie fuera de la baera para accionar una palanquita plateada, que de inmediato desagu parte del agua con un borboteo. Despus, con el mismo dedo movi la palanca en la direccin contraria. -Bld Hel! Vuelve a hacer eso y aparecer un vikingo enorme en tu baera. -Que vuelva a hacer qu? -Ella le mir de reojo, asustada. -Ese extico truco que acabas de hacer con el pie. -Rolf le dedic una sonrisa. Aquella mujer era extremadamente hbil. Inconscientemente se pregunt qu otras habilidades esconda tras su remilgado aspecto exterior. -Deja de sonrer de ese modo. l sonri an ms abiertamente. -Y deja de mirarme. No es decente. Eh, qu haces? Tras echar el pestillo, acerc un taburete a la baera y se dej caer en l con aire cansado. Despus alarg la mano hacia la botella con la locin espumosa, y la coloc al otro lado de la repisa, fuera del alcance de Meredith. Meredith evit, con estudiada indiferencia, mirar a la parte de abajo de la tnica de Rolf, que haba quedado remangada al sentarse, con las rodillas separadas, dejando al descubierto una porcin considerable de sus pantorrillas y muslos velludos. -He hecho una pregunta. Qu haces aqu? Apoyando los codos en el borde de la baera, Rolf sonri perezosamente. Odiaba que sonriera de ese modo. -Estoy esperando a que se evapore la espuma -respondi l. -Oh! -chill Meredith, sumergindose an ms en la baera. Entonces, con el dedo ndice, empez a dibujar algo en la gruesa capa de espuma, una cadena de letras que inmediatamente se fundieron unas con otras: T-E- Q-U-I-E-.... Q... qu ests haciendo? -pregunt alarmada. A buen seguro, no haba escrito lo que ella haba credo leer. Apart la mano con un movimiento brusco, como si acabara de darse cuenta de lo que estaba haciendo. -Estoy practicando el alfabeto -respondi. Embustero. -Tal vez te gustara que practicase mi escritura sobre tu piel. Piel de uva pasa, no dijiste eso, cuando entr en el bao? Ella cerr los ojos, mientras tomaba conciencia del hormigueo que le recorri el cuerpo, como si realmente Rolf estuviera trazando las letras sobre su piel... palabras ansiadas y al

mismo tiempo rechazadas por todo su ser. -Merry-Death -empez a decir Rolf con voz suave, en la que se perciba cierta desesperacin-, te estremeces cuando te toco? Ella abri los ojos de golpe. Ahora tambin poda leerle la mente? -No me refiero al roce de tus partes ntimas, simplemente al pasar. Como el beso fugaz que te di antes. Te estremeciste? Al formular la pregunta, l la miraba con aspecto sombro y miserable. Ella frunci el ceo, confusa. -Qu pasa Rolf? Por qu me haces semejantes preguntas? l se encogi de hombros. -Es algo que dijo tu hermana. Meredith se eriz. -Antes o despus de intentar abalanzarse sobre ti? La severidad de su rostro se evapor y, ya ms animado, le dio una palmadita en la barbilla. Y vaya si se estremeci, caray! -Despus. -Entonces, qu es lo que insinu mi hermana, que te pone tan triste? l volvi a trazar letras entre la espuma aparentemente no demasiado concentrado, pero ella intuy que haba algo que le perturbaba profundamente. Algo que Jillie haba dicho. Qu poda ser? Meredith no tena oscuros secretos. Rolf alz el rostro para encontrarse con los ojos de ella. -Dijo que... dijo que estoy enamorado de ti. Era lo ltimo que Meredith hubiera imaginado nunca. -Yo... yo... -farfull. Aunque en realidad, lo que quera decir era lo ests?. Pero no pudo reunir el valor necesario. Por alguna razn, su respuesta era demasiado importante para ella. Las lgrimas anegaron sus ojos, y ella volvi la cara hacia la pared. Su vulnerabilidad haca que se desmoronase. No tanto por su desnudez no compartida, sino porque se senta tan... necesitada. Con el dedo ndice apoyado en la mandbula de Meredith, Rolf la oblig a mirarle. -Lo negu... al principio. Al principio? Oh, dios santo! -Pero me temo que Jillian hizo una sabia declaracin. -Ah s? -Meredith asi los bordes de la baera con desesperacin, dejando a la vista sus blancos nudillos. Si no se agarraba con fuerza, podra suceder que se sumergiera y se ahogase en dos palmos de agua, a causa del abandono provocado por la pasin pura que se haba apoderado de su torso. -Qu quieres decir; Rolf? -susurr ella. -Creo... No, no puedo esconderme tras cobardes titubeos... -confes con voz ronca-.. g elska pig. -Qu? -Te quiero -tradujo en un murmullo apenas audible. Despus en un tono ms alto: -Te quiero. Que el destino tenga piedad de nosotros, pero es cierto. Te quiero, MerryDeath. Captulo once -Me quieres? -pregunt Merry-Death sofocada. El rubor escarlata que haba inundado su rostro dej paso a un color crema plido y sus

luminosos ojos se dilataron con anhelo. Si sus nudillos blancos seguan apretado el borde de la baera con ms fuerza, haran aicos la porcelana. Geirolf no estaba ofendido. Entenda su pnico. Acaso no haba luchado l tambin contra el mismo impulso de salir corriendo como el viento cuando Jillian le sugiri por primera vez que estaba enamorado de Merry-Death? Recobrando la compostura, Merry-Death se ri. Era una risa falsa, uno de esos sonidos desagradables que la gente reproduce para tapar sus verdaderas emociones. -Ja, ja, ja, -dijo Merry-Death-. Un chiste muy bueno, Rolf, pero no es necesario que me vengas con esa vieja cancin. Ya he decidido tener una aventura contigo. O sea que no tienes que... -Ah, s? -l sonri abiertamente, todava sentado en el borde del taburete, con el mentn apoyado en sus hmedas manos. Apenas pudo reprimir las ganas de meterse en la baera con ella, con tnica, botas y todo. Pero primero deba aclarar sus ideas-. No es ninguna cancin, como t dices. Se trata de una declaracin de hechos. Ojal no fuera as, porque nuestro camino est lleno de obstculos. No quiero estar enamorado de ti, Merry-Death, pero eso lo que hay. Te quiero. Merry-Death emiti un leve maullido de angustia y l no supo reconocer si estaba contenta o no. Puesto que nunca antes haba pronunciado esas dos temibles palabras a una mujer, no poda recurrir a su experiencia. -Te advierto, Rolf, que no necesitas darme jabn para lograr que vaya a la cama contigo. Ya hace das que ganaste esa batalla. l se ri entre dientes. -Me encantara enjabonarte, encanto. Una sonrisa nerviosa hizo aparicin en las comisuras de los labios de Merry-Death, labios que l se imaginaba besando intensamente muy pronto. -Te he dicho cunto me agrada el perfume de tu jabn? Casi tanto como el aceite de bao con esencia de flores que impregna esta cmara de bao. Nunca jams volver a oler rosas sin pensar en ti. Merry-Death ech la cabeza hacia atrs y le lanz una incmoda mirada. Por qu le sorprenda el hecho de que l apreciara las fragancias asociadas a ella? Pero Geirolf tena otra pregunta: -Qu es eso de la aventura que has decidido tener conmigo? Se trata de una perversin? -pregunt con optimismo. Mientras tanto, iba arrastrando perezosamente las yemas de los dedos sobre las burbujas que se esfumaban, lo cual le proporcion una visin turbia del glorioso cuerpo que se esconda debajo. -Eres tan desvergonzado -declar Merry-Death, aunque no pareca molesta-. Cuando digo aventura me refiero a aventura amorosa, una relacin eventual que ambas partes saben que acabar en un perodo corto de tiempo. Geirolf irgui la espalda. -No, no hay nada de eventual en mis sentimientos hacia ti. No me rechaces con tanta ligereza, mi seora. Eso es un deprecio hacia mi ofrecimiento. -Y qu es exactamente lo que me ofreces? -pregunt con cautela. -Mi corazn. -Oh, Rolf. -Sus ojos se llenaron de lgrimas... apostara a que se trataba de lgrimas de felicidad. Ella se dispona a seguir hablando, pero de repente se interrumpi-: Mira, ste no es el mejor sitio para tratar este tema. Te importara darte la vuelta para que pueda

salir de la baera? l sonri abiertamente. -Evidentemente, puedes ponerte de pie, pero yo no soy tan tonto como para apartar la vista. -Me sentira ms cmoda si hablramos en igualdad de condiciones, totalmente vestidos. -Yo podra quitarme mis prendas -ofreci l. Ella le dirigi una exclamacin de desdn, que a l le record a su madre. Bueno, no exactamente. La expresin de ensueo del rostro que tena ante s no tena nada de maternal, alabados sean los dioses! -Vamos, Merry-Death, ponte de pie y deja que yo te seque. Luego ya veremos eso del tema que hay que... tratar. Ella se hundi todava ms en la baera, con la barbilla rozando la superficie del agua. Qu moza tan testaruda! -Cobarde! -se burl l. Por un momento, los ojos de Merry-Death echaron chispas, justo antes de levantarse de repente, salpicando agua por encima del borde. l quiso aplaudir o halagar su valenta, pero la lengua se le atasc en el paladar y sus brazos quedaron congelados junto al torso. Merry-Death era magnfica. De pie, inmvil, con agua hasta las rodillas, le devolvi la mirada, con gran atrevimiento, y le permiti estudiar las lneas de su cuerpo esbelto. Era como una estatua de mrmol bizantina, todo planos relucientes y curvas seductoras. Con los cabellos mojados peinados hacia atrs y alzando su barbilla orgullosa, su rostro no era hermoso pero s bien formado. Un cutis perfecto. Pmulos prominentes. Nariz recta. Cejas gruesas y arqueadas sobre sus ojos verdes cristalinos. Labios carnosos que invitaban al beso. No, rectific, s que era hermosa... para l. Sus senos eran redondos y firmes, del tamao de las granadas; los pezones y las aureolas circundantes, presentaban un delicado matiz rosa plido. Geirolf adoraba esos senos y le demostrara a Merry-Death cunto, ms tarde. Era delgada, pero no demasiado. Su estrecha cintura daba paso a unas caderas redondas que enmarcaban un vientre plano y un ombligo hundido. Geirolf se prometi a s mismo una exploracin prolongada de aquel territorio con sus planos y su lengua, quizs incluso con sus dientes. S, el uso de los dientes podra ser interesante. Oblig a sus ojos a desplazarse hacia las largas y bien rasuradas piernas que se unan en el lugar ms tentador de todos, una pradera de rizos de color castao oscuro, que brillaba con las gotas de roco del bao. La propia ingle de Geirolf se estremeci mientras observaba aquella superficie, anticipando todos los secretos que albergaba y que por fin le revelara. Era una perspectiva muy embriagadora. -Y bien? -reclam ella. Aquellas palabras surgieron con descaro, pero l hubiera dicho que Merry-Death necesitaba la reafirmacin de su atractivo. Ay, qu doncella ms absurda. Mira que no saberlo! l hizo una pausa. Buscaba el cumplido perfecto. Pero ella malinterpret su indecisin. -Eres despreciable! -sise ella y se abalanz sobre l por encima del borde de la baera, con las manos extendidas hacia su garganta. Le alcanz con ms fuerza de lo que l esperaba, lo que provoc que se cayera del taburete hacia atrs. Ambos aterrizaron en el suelo, ella encima de l, con un fuerte golpe. l asi su cuerpo rebelde rodendola por la cintura con un brazo, mientras ella intentaba separarse de l. Entonces, l empez a rer, pero inmediatamente se mordi el labio inferior, ocultando el rostro de Merry-Death en la curva de su cuello, al escuchar un

fuerte golpe en la puerta. -Mer, ests bien? Te has cado? Merry-Death alz la cabeza, pero mantuvo el resto de su cuerpo, del pecho hasta las piernas, pegado al de l. -Estoy bien, Jillie. Es slo que he resbalado con... una alfombrilla suelta. Ya le ensear yo lo resbaladizo que puedo llegar a ser como "alfombrilla".>: -Estaba a punto de decir que eres hermosa... magnfica -le susurr al odo, mientras le lama el lbulo, semejante a una concha. Tena tan buen sabor que lo volvi a hacer. Ella gimi. -Acabas de gemir? -pregunt Jillian, quien aparentemente segua en el pasillo-. Te has hecho dao. Djame entrar, Mer. l intent informar a Merry-Death de que las uas clavadas en sus hombros le estaban perforando la piel, pero ella le tap la boca abierta con una mano. Muy pronto olvid ese insignificante dolor cuando ella se volvi levemente hacia la puerta, subiendo los senos, sin darse cuenta, hasta la altura de su cara. Por todos los demonios y por el sagrado Valhalla! Menuda vista! -He gemido porque estoy cansada e incluso ponerme el camisn me resulta todo un esfuerzo, Jillie. Vete a la cama. Con un movimiento experto, Geirolf la tom por la cintura, la subi ligeramente hasta su pecho, y de inmediato asi sus brazos como aspas de molino por las muecas, con una sola mano, por detrs de la espalda. Con la otra mano amold sus nalgas desnudas para encajar sus caderas contra su miembro duro. Luego envolvi las pantorrillas de MerryDeath con sus piernas y las separ lentamente. A ella casi se le salieron los ojos de sus rbitas, mientras se le aceleraba el pulso en su cuello. Con un gesto con la cabeza en direccin a la puerta, Geirolf le advirti de que quiz todava no estaban completamente solos. Estaba tan exaltado que no hubiera podido hablar en voz alta aunque hubiera querido. -Jillie? Sigues ah? -pregunt Merry-Death con voz ronca. Mientras ella tena la atencin desviada hacia su hermana, l aprovech la oportunidad para tirar de sus muecas, que permanecan encerradas en su puo justo sobre las nalgas de Merry-Death. Aquel movimiento hizo que echara sus hombros hacia atrs, y que sus senos se arqueasen hacia delante en una invitacin. Nunca hubiera podido rechazar semejante invitacin. -Estoy preocupada por ti -dijo Jillian a travs de la puerta. Geirolf alz ligeramente la cabeza y con su lengua culmin una cumbre endurecida, despus la otra. Merry-Death no emiti sonido alguno, aunque sus labios se separaron y su vientre se convulsion contra el de l. -Ya te he dicho que no me he hecho dao -le dijo a su hermana. Durante todo el rato los ojos de ambos estuvieron concentrados en un apasionado intercambio. -Ya, pero no me refiero a eso. Me refiero a ti y a ese personaje vikingo. Es un tipo raro. Ese raro personaje vikingo empez a dibujar hmedos crculos alrededor de sus aureolas y sus turgentes pezones, primero con la superficie de la lengua, y despus con la punta. La respiracin de Merry-Death se intensific hasta convertirse en un jadeo mientras intentaba escabullirse de su abrazo. -Te podra hacer dao, Mer -prosigui Jillian. -No veo cmo -resopl Meredith, aunque simultneamente dirigi a Geirolf una mirada

significativa que daba a entender que haba distintos tipos de daos. Para castigarla por su reprimenda silenciosa, l introdujo uno de los pezones con su correspondiente aureola en lo ms profundo de su boca y empez a succionarlo con fervor y con ritmo. Con cada ertico tirn, un delicioso estremecimiento pasaba de su lengua a sus entraas. Sospech que los tirones y los estremecimientos surtan idntico efecto en el cuerpo de ella. -Bueno, de acuerdo. Ya hablaremos maana -dijo Jillian. El sonido de sus pasos alejndose por el pasillo se fue apagando poco a poco. Probablemente, Merry-Death no se haba dado cuenta de que su hermana ya se haba ido, a juzgar por lo absorta que pareca. Geirolf tena a menudo ese efecto en las mujeres. Jadeando, ella cerr los ojos y ech la cabeza atrs, lo que le ofreci a l un mejor acceso a sus senos. Al mismo tiempo, las caderas de Merry-Death empezaron a ondularse contra l. Si Geirolf no iba con cuidado, todo habra acabado antes de empezar. Por dos veces, la bruja le haba seducido, hacindole derramar su semilla en sus calzones. No volvera a pasar, se prometi. Geirolf le solt las manos, se dio la vuelta, y Merry-Death pas a tener la espalda en el suelo, con l a su lado inclinado sobre ella. Paralizada por la pasin, le mir fijamente, aturdida. -Qu, qu pasa? l le roz los labios con la yema de un dedo. -Chist. No es un buen momento para nuestra unin. Tenemos mucho que resolver antes. -La bes en numerosas ocasiones entre palabra y palabra. Ella le mir sin comprender. Todava jadeaba. l comparta la misma agitacin. Pasando la palma por encima de uno de los senos palpitantes de Merry-Death, Geirolf le roz el vientre y pos el pulpejo de la mano sobre su vello pbico, sus dedos ahondando en su roco de mujer. Casi lament, con triunfo masculino, haberla llevado a ese estado tan rpido. -Antes de que hablemos, deseas que te lleve al xtasis? -Sus dedos se movieron por la superficie resbaladiza hasta que dieron con la yema del placer, tumefacta por el anhelo. Los muslos de Merry-Death temblaron antes de que pudiera balbucear: -Sola? Geirolf, aturdido, reflexion sobre aquella cuestin, hasta que se dio cuenta de que ella le preguntaba si se dedicaran a llevarse al xtasis mutuamente. O si copularan. -S. Sola. Slo t. -Por el momento. -Idiota! -exclam ella, y a continuacin le apart de un empujn para ponerse en pie. Entonces fue l quien parpade, confuso. Se sent en el suelo apretando las rodillas contra su pecho, mientras observaba desconcertado a Merry-Death. sta alcanz una bata afelpada que colgaba de un gancho en la pared, le dirigi una mirada aplastante, abri la puerta y se alej de l ms rpido que la flecha de una ballesta. Nunca entendera a las mujeres. Cmo poda haber cambiado tanto el humor de MerryDeath en tan poco tiempo, y pasar de lgrimas de felicidad por su promesa de amor eterno a esa mirada condenatoria? Se trataba de una peculiaridad tpica femenina? Una tctica de mujer para volver locos a los hombres? O quizs l no haba sabido manejar la situacin? Rpidamente, antes de que Rolf pudiera perseguirla, Meredith apag las luces del saln y

se meti debajo de las sbanas de su cama improvisada en el sof. No quera que l viera lo trastornada que estaba. No quera que l viera las lgrimas que no poda evitar derramar. Oy el sonido del agua de la ducha en el piso de arriba. El muy estpido! A ella le herva la sangre de frustracin y l estaba tranquilo, calmado y lo suficientemente recuperado como para volver a darse una de sus placenteras duchas. Cmo poda haber sido tan estpida... y haberse dejado embaucar con esa vieja cancin? Te quiero, Merry-Death. Ja! No haba nada de amor en la manera como l la haba excitado, como una Barbie a la que hay que dar cuerda, y despus tener el descaro de decirle que no haran el amor... que l ira apretando los botones, pero que no iba a participar. Se senta pattica y nada femenina. Probablemente se trataba de algn tipo de juego de poder. Una especie de tortura vikinga. Otro ejemplo de cmo ella se esforzaba por agradar, con la subsiguiente decepcin. Pattica. Era pattica. Al principio, l s se haba mostrado interesado, ella lo saba con certeza, pero en algn momento deba de haber decidido que ella no era lo suficientemente excitante. Qu novedad! El desafo haba desaparecido cuando ella se rindi. Al final, Rolf haba sentido lstima por ella y deseaba ayudarla a terminar. Vaya, el colmo de la humillacin! De repente, se encendi la luz de una lmpara, y despus otra. Rolf se plant ante ella, con el pelo goteando, peinado hacia atrs y recogido detrs de las orejas, dejando la frente al descubierto. El agua tambin se deslizaba por su cuerpo... que de pronto qued al descubierto, amenazador y totalmente excitado, cuando el nudo que sostena la toalla alrededor de sus caderas se desat por accidente, haciendo que sta cayera al suelo. l hizo ademn de recogerla, despus se encogi de hombros y la dej en el suelo. Excitado? Pero si antes me rechaz. Cuando la sorprendi mirando boquiabierta su... esto, seccin intermedia, sonri y dijo lentamente: -Ni una ducha fra ha podido sofocar mi deseo hacia ti. Eh? -Has dicho que no queras hacer el amor conmigo. -No he dicho tal cosa -deneg, y estall en risas. Sealando hacia abajo, prosigui, rindose entre dientes-: MerryDeath, Merry-Death, ay, cmo puede ser tan ingenua una mujer con tu formacin acadmica? De verdad, cmo alguien con un mnimo de sentido comn podra malinterpretar esto? -Su risa se convirti en una carcajada a pleno pulmn. Ella empez a lloriquear en serio ante su burla, que ella sinti como un ataque, lo que provoc que l advirtiera sus lgrimas por primera vez. -Bld hel! -maldijo, y la iz entre sus brazos, con sbanas, bata, y todo. Entonces gir su cuerpo para dejarse caer en el sof con ella en su regazo. Ella se resisti con piernas, brazos y uas, pero todo fue en vano. -Para ya -sise l. Realiz una maniobra con su torso para inmovilizarla entre l y el respaldo del sof. Realmente no haba espacio para dos personas en aquellos cojines tan estrechos, y menos cuando una de ellas meda 193 centmetros de alto y pesaba ms de 90 kilos, con un apndice acrecentado y duro como una roca empujando el vientre de la otra. Ella se qued quieta, pero continu mostrando su resistencia mirndolo fijamente... entre sollozos. Eso le hizo un gran bien. l levant una de sus manos, que haban estado

inmovilizando las de ella, y con un pulgar le sec las lgrimas de la mejilla. Era intil. Tan pronto como l quitaba una, otra ocupaba su sitio. Con cierto tono de reproche, le pregunt: -Por qu? Ella levant la barbilla, negndose a abrir de nuevo la herida. Sin embargo, para su sorpresa y consternacin, se le escap: -Porque no me deseas. -Soy pattica, pattica, pattica. Lo siguiente ser suplicarle que me haga el amor. -Te quiero, Merry-Death. Cmo puedes pensar que no te deseo? Se trata de un problema de idioma y no nos entendemos? Voy a buscar el cinturn talismn? -Mientras hablaba, haba abierto ansioso la parte delantera de la bata y tom su seno izquierdo en el cuenco de su palma enorme y callosa. Y qu sensacin tan placentera. Estara empezando a cogerle el gusto a los callos ahora? Oh, seor, s! Estaran cambiando sus gustos, para tomar ahora un cariz ordinario, tal como decan sus padres? Aj! Oh, dios, haba dicho..., no, haba pensado, aj? Aj! Acaso iba a comerse con los ojos a los obreros de la construccin, como aquel tipo que sala en los anuncios de Coca-Cola light? Probablemente, si tenan el pelo largo, abdominales como una tableta de chocolate y un buen trasero que... Mientras ella se dedicaba a tal regresin, Rolf la miraba y, de forma distrada, dibujaba grandes crculos abrasivos sobre su seno. Cada uno de los huesos de su cuerpo empez a derretirse, una partcula de calcio cada vez. Merry-Death quera apartar su mano, pero haba olvidado cmo hacerlo. -Siempre haces lo que te apetece, maldito vikingo, sin pedir permiso alguno? -pregunt en un susurro sofocado. -S. Sus incesantes caricias la hicieron estremecerse. -Djame -implor l con la voz espesa-. Djame darte placer. Despus podremos hablar con un mnimo de racionalidad sobre... todas esas cosas que nos importan. Le estaba diciendo que era una irracional? -Aaaaargh! -chill ella, mientras le propinaba un duro empujn en el pecho. Puesto que haba bajado la guardia, el ataque por sorpresa le hizo caer del sof al suelo. Sobresaltado, Geirolf examin detenidamente a la moza con gran sorpresa. Siempre le haban gustado las buenas batallas y Merry-Death le estaba ofreciendo una buena lucha. Le haba asestado un buen golpe. Con una amplia sonrisa la felicit: -Bien hecho, encanto. -A continuacin, se abalanz sobre ella antes de que pudiera escapar. Esta vez, se la ech al hombro y la llev a la cocina, donde con un leve toque en el interruptor encendi la luz y la dej caer sobre una silla-. Sintate -le orden- y no te muevas. l volvi al saln, donde encontr un par de calzones de chndal. Un hombre apenas poda mantener una conversacin seria estando desnudo y con deseos concupiscentes. Pensndolo mejor, rebusc en el pequeo cofre que le haba dado MerryDeath para sus pertenencias, hasta que encontr una de esas prendas de ropa interior tan apretadas que llevaban los hombres en ese pas. Necesitaba algo que contuviera su ardiente virilidad, si quera hablar con Merry-Death, en lugar de limitarse a balbucear tonteras. Al regresar, se sent en una silla al otro lado de la mesa. Ella haba cubierto su cuerpo cuidadosamente con la bata, pero si pensaba que presentaba una imagen decente y recatada, iba muy equivocada. Los mechones de su pelo todava hmedo le daban un

aspecto desaliado y lascivo. Sus mejillas estaban sonrojadas por la ira y por las escoceduras de la barba nocturna e incipiente de Geirolf. Los ojos de Merry-Death brillaban con gloriosa ferocidad. -Te quiero -dijo Geirolf, cogindole las manos por encima de la mesa. Los hombros de Merry-Death se desplomaron. Intent retirar las manos, pero l entrelaz los dedos de ambos, apretndolos con firmeza. Ella apart el rostro. -Mrame, mi amor. -Cuando ella le mir, de mala gana, l le pregunt-: Qu es lo que pasa? Te disgusta mi amor? -No me quieres, y que me lo digas por compasin... eso es lo que me disgusta. -Nunca antes le haba dicho a una mujer que la amaba... Vamos, no pongas esa cara tan escptica. Nunca lo haba hecho. Por lo tanto, debes disculparme si me muestro torpe con las palabras. Esto es algo nuevo para m. -Rolf, tengo treinta y cinco aos. No soy ninguna belleza. Cuando voy por la calle, los hombres rara vez se fijan en m. No soy una interlocutora ingeniosa. Mi sentido del humor es casi nulo. Dedico mi vida a estudiar en aburridas bibliotecas crpticas. No puedo tener hijos. O sea que cuando un hombre como t dice que se ha enamorado de m... Bueno, me perdonars, pero no me lo creo. l sacudi la cabeza con tristeza ante aquella autoevaluacin. Se llev los dedos entrelazados a la cara y bes los nudillos de una de sus manos, despus la otra. La respiracin entrecortada de ella, ahogada rpidamente, rebot en su garganta y sus pulmones hacia las extremidades. l lo apreci porque sinti cmo se 1e aceleraba el pulso justo en el punto en el que sus muecas estaban unidas. Haciendo un gran esfuerzo, volvi a colocar las manos cuidadosamente sobre la mesa, donde no estara tentado de besar nada ms, aparte de los nudillos. Buscando las palabras adecuadas, intent empezar diciendo: -He conocido mujeres ms hermosas, es cierto, y he disfrutado retozando con algunas de ellas. Bueno, lo admito, con bastantes. Los labios de Merry-Death temblaron para contener la risa ante la confesin de sus deslices. Esa media sonrisa era una buena seal. --Pero en mi corazn nunca retumbaron truenos como los del poderoso martillo de Thor cuando Loza de esas mujeres entraba en mi cmara -prosigui--. La sangre nunca se agot en mi cabeza, dejndome mareado y jadeando con la mera sonrisa de una de ellas. Nunca sent ninguna clase de hormigueo cuando una de ellas rozaba mi piel al pasar. -Hormigueo? T?--dijo ella con incredulidad. -S, puedes burlarte si quieres, pero me he aficionado sentir el hormigueo. Mis hermanos se divertiran de lo lindo tomndome el pelo si supieran que sufro este real, te lo aseguro. Y los escaldos escribiran una saga para regodearse en su chanza sobre m. Geirolf, el constructor de barcos con hormigueo, o algo parecido. Esta vez ella s sonri, una amplia sonrisa que transform su cara y conmovi el corazn de Geirolf. Cerr los ojos y cont hasta diez. Einn, tveir, prr, fjorir, fimrn, sex, sjo, tta, niu, tiu. Recuperando la compostura, prosigui: -En lo que respecta a tu falta de sentido del humor... no lo admito. A m me pareces divertida. De hecho, soy incapaz de recordar haber sonredo y redo tanto en toda mi vida como lo he hecho durante esta ltima semana contigo. Merry-Death alz la barbilla, demostrando que segua sin estar convencida. ;Qu moza

ms testaruda! -Has destacado lo poco emocionante que es tu profesin. Bueno, sobre eso no tengo ni idea. Cuando Jillian te llam aburrida antes... --Qu dices que me llam mi hermana? -grit MerryDeath, mientras intentaba de nuevo liberarse de las manos de Geirolf, sin duda para ir a atacar a su hermana, que estaba durmiendo. La ferocidad de la joven le diverta sobremanera. -Lo que intentaba decirte es que, cuando Jillian te llam aburrida, le dije que estaba ciega. -De veras? -S. La cara de Merry-Death revelaba la lucha interna entre su mente y su corazn. Por desgracia, Geirolf tena que hacerle dao antes de que ambos se reconciliaran del todo. -Y por ltimo, eres estril. Meredith retrocedi ante aquella afirmacin tan cruel. -Antes me hablaste de tu infertilidad. No lo vuelvas a mencionar. No tiene importancia. Ella suspir. -Rolf, no entiendo nada. -Me crees cuando te digo que te quiero? l le sostuvo la mirada fijamente, hasta que ella respondi en un susurro: -S. Con un suspiro de alivio, Geirolf se apoy en la mesa y le bes los labios, brevemente. A continuacin, se sent bien derecho en su silla, muy formal. -Bueno, ya hemos resuelto un tema. Ahora, vamos a por el siguiente obstculo importante. Quin soy yo? Dime, Merry-Death, quin es el hombre que est sentado justo ante ti, manifestando su amor? -No lo s. Francamente, no lo s. -Mira. se es uno de los mayores escollos que debemos superar antes de seguir adelante, incluso antes de hacer el amor. Y haremos el amor, encanto. Eso no lo dudes. -Me ests diciendo que no has querido hacer el amor conmigo arriba porque no s quin eres? -Exacto! Bueno, en parte. -Entonces, dime. Quin eres? -Merry-Death, no te miento. Debes admitirlo. Cuando te digo que vengo del pasado, debes aceptarlo. Es la verdad. -Pero eso es imposible -exclam ella. -A m tambin me cost creerlo. Pero es cierto. Hasta que no confes en m completamente, no podemos... proseguir. -Pero... -Podra pasarme das hablndote de mi pas y de mi tiempo. Podra describirte, con todo detalle, las cortes escandinava y sajona, y su gente. Sus vestimentas. Su idioma. La poltica y la vida cotidiana. Podra llenar los vacos que existen en los libros de historia y corregir los errores que contienen. A la larga, creeras que soy Geirolf Ericsson, nacido en el ao 962 de nuestro Seor en un fiordo noruego, hijo de un jefe noruego y una dama sajona. Pero no podemos perder tantos das, v yo preferira que te bastase con mi palabra. -Tras esta prolija declaracin, esper a que sus palabras calaran en la mente, obviamente atribulada, de Merry-Death. Al final, insisti en su demanda de una respuesta--: Quin soy, Merry -Death? 0h, no! --se quej. Haba lgrimas en sus ojos que demostraban un conato de

aceptacin. Entonces, con voz firme, dijo-: Eres Geirolf Ericsson, un viajero del tiempo del siglo x. Geirolf asinti, demasiado conmovido para hablar. La confianza de Merry-Death significaba mucho ms para l de lo que en un principio haba credo. -No estoy segura de por qu te creo, Rolf. Ni de cundo acept que me estabas diciendo la verdad. Quizs ahora mismo. Lo nico que s es que en tu relato hay demasiados detalles histricos poco conocidos, que han resultado ser ciertos. Y, al final, gana la intuicin. Con el corazn. -Gracias -musit el vikingo. Merry-Death imit su gesto anterior; tornando las manos de Geirolf entre las suyas, y besndole cada uno de los nudillos lentamente y con esmero. Durante todo el tiempo, le mir a los ojos trasmitiendo algn misterioso mensaje. Geirolf sinti el hormigueo en todas partes, incluso en los odos, donde jurara que haba pequeas campanillas sonando. Cuando Merry-Death hubo terminado, pos de nuevo sus manos entrelazadas sobre la mesa. --No me has hecho la pregunta ms importante de todas -le inform-. Si piensas que todas esas otras cosas eran impedimentos que tenamos que superar; debes saber que todava hay uno incluso mayor. l inclin la cabeza. Haba tantas preguntas, que no estaba seguro de a cul se refera. Excepto... Oh, por el amor de dios, cmo no haba tenido eso en cuenta? La inseguridad era algo nuevo para l; una sensacin muy incmoda. No le gustaban aquellas nuseas perturbadoras en el estmago ante la posibilidad de rechazo. Oh, por favor! -rog a todos los dioses, tanto al cristiano como a los escandinavos-: no dejis que haya llegado tan lejos para acabar fracasando! El rostro de Merry-Death no tena expresin, no revelaba nada. Le iba a tener en ascuas para siempre? -Entonces? -pidi Geirolf con voz spera. -Entonces, qu? -Oh, qu cruel poda llegar a ser esa mujer, torturndole adrede con deleite. -T... t me quieres, Merry-Death? -Su voz era tan tmida y tan baja, que no estaba seguro de que ella le hubiera odo. Pero s le haba odo. -Con todo mi corazn, vikingo. Con todo mi corazn. Captulo doce Meredith se sinti mareada ante la euforia de sus propias palabras. Le quiero. No puedo explcarlo. No s cundo pas. Pero le quiero. Le quiero. -Te quiero -susurr maravillada. Geirolf se levant, rode la mesa y la abraz. Con delicadeza tom la cara de MerryDeath entre sus manos y la mir con adoracin. -Yo tambin te quiero, mi amor. -Rolf roz levemente sus labios, en un beso suave y dulce, y lleno de promesas. Ella hubiera jurado que el vikingo estaba reprimiendo su impulso de ahondar en el beso y de abrazarla mas ntimamente. Por qu? La mente de la joven se sumergi en la confusin bajo la intensa mirada de Rolf. Entonces ella se fij en las lgrimas que anegaban los ojos de Rolf. l mismo se las sec avergonzado en su virilidad. -Nunca pens que el amor me hiciera sentir as. Me haces temblar al provocar en m

todos estos nuevos sentimientos. Tengo ganas de gritar lo feliz que soy y de que mi voz llegue hasta el Valhalla. Y tengo ganas de llorar por tan exquisito dolor. -Oh, Rolf. -No haba palabras adecuadas para expresar la profundidad de su emocin--. Vamos..., vamos a un lugar ms ntimo donde pueda demostrarte lo mucho que te quiero. Quiero... necesito hacer el amor contigo, mi amor. -Meredith intent rodearle con sus brazos para traerle hacia s. l profiri un gemido y, con un rpido beso, la cogi por los antebrazos y la separ de l. --Qu? -Oh, dios, me va a rechazar de nuevo? No creo que pueda soportar este tira v afloja mucho ms tiempo. Ahora te quiero, ahora no te quiero. -Borra esa mirada dolida de tu cara, Merry-Death. No dudes ni por un instante de mi deseo de acoplarme contigo. -Pero? -Meredith intent parecer enfadada, pero slo consigui pronunciar aquella palabra con inseguridad y voz temblorosa. Rolf volvi a gemir y tuvo que hacer un esfuerzo silencioso para controlar su mandbula. -Ven -le dijo, conducindola hacia el saln, donde recompuso las sbanas en el sof-. Acustate. Cuando Meredith se tumb, esperando que l se uniera a ella, l, por el contrario, la arrop bien fuerte hasta el cuello, con los brazos pegados al cuerpo. Sola. La estaba acostando sola. A continuacin, se arrodill en el suelo junto a ella. -Cario, por favor; te pido que me ayudes a hacerlo bien. --No he dicho nada. -Bueno, en cierto modo, s. Tus ojos me reprochan que sea un granuja, y no lo soy. Intento actuar con nobleza, lo mejor que s. -Cuando ella iba a protestar la detuvo con un gesto de la mano-. Hace dos das, no, hace dos horas, si hubieras sugerido que tuviramos una... cmo lo llamaste?... una aventura amorosa, me hubiera abalanzado sobre ti ms rpido que un relmpago. Y hubiramos disfrutado mutuamente de nuestros respectivos cuerpos. Enormemente. -Entonces, cul es el problema? -se quej ella, mientras intentaba sacar los brazos de la camisa de fuerza que formaba la sbana para abrazarle. -Chist, comprtese, seorita. --Aprovech para robarle un fugaz beso de sus labios y se ri entre dientes-. Sentiste el hormigueo? -Yo quiero mucho ms que un maldito hormigueo. --Eh, eh -brome l-, ese lenguaje ordinario no es adecuado en una mujer vikinga. Con un explcito improperio, Meredith le dej claro lo que poda hacer con sus mujeres vikingas. -Estoy convencido de que ya sabes que por el momento no tengo ningn deseo de hacerlo con ninguna otra mujer que no seas t. Ten paciencia, mi amor -advirti con una sonrisa-, aunque debo reconocer que tu entusiasmo halaga mi ego. No, no, no, no te pongas testaruda conmigo ahora. Y una lengua descontrolada es otra cosa que est mal vista en tuna mujer vikinga. En serio, debes aprender a frenar tus mordaces impulsos. -Djame... levantarme... ahora -le exigi. -Nooo. Qudate aqu tumbada y quieta mientras te lo explico. -Me ests volviendo loca. Vamos a hacer el amor o no? -Realmente debes de estar loca si me preguntas eso. Pues claro que haremos el amor. Pero no esta noche. En ese momento tuvo que sujetarla por los hombros para contenerla. De lo contrario,

Meredith le hubiera dado una bofetada. La estaba reduciendo a una especie de cesto. Por fin, ella se calm y Rolf prosigui: -Al intercambiar nuestros votos de amos, todo ha cambiado. Antes, nuestra unin hubiera servido solamente para saciar nuestra lujuria. Tal como dijiste en una ocasin, una especie de representacin de Amor con un vikingo ardiente. Pero ahora ser mucho ms. Habr deseo, por supuesto. Y Amor con un vikingo ardiente tambin se har realidad. Pero, adems, creo que el amor se merece un tratamiento diferente, ms tierno. Meredith apret los labios para resistirse ante el impulso de pedirle a Rolf que explicara con mayor detalle aquella lgica tan descabellada. Pero sus ojos lanzaban puales a aquel hombre exasperante. -Si estuviramos en mi pas, mi padre habra visitado al tuvo y le pedira tu mano en matrimonio. Ella se ri ante aquella idea ridcula. Un jefe vikingo entrando en la formal biblioteca de su padre? Sin duda ataviado con un manto de pieles y blandiendo un hacha de guerra. Luego, respir profundamente. Matrimonio? No se lo esperaba. Pero le gustaba la idea. Y mucho. -No hay motivo de risa en las negociaciones de una boda formal, Merry-Death. Una esposa legal se distingue de una concubina por el precio que la familia de su marido paga por ella. A Meredith no le gust cmo sonaba la palabra precio. Le haca sentir como una mercanca. -Y si mi padre hubiera rechazado la peticin? -Yo te conseguira de todos modos. --Rolf le sonri con una arrogancia brutal. --Me ests... me ests pidiendo que me case contigo? -S... no. Diablos! Estoy echndolo a perder todo porque me importa demasiado. Echndolo a perder todo? Con tales meteduras de pata este to podra convencer hasta a una monja. Rolf respir profundamente antes de continuar. --Si estuviramos en mi tierra natal, me pondra de rodillas.Mir intencionadamente a su posicin arrodillada-. Y te hara mi promesa de matrimonio... de hombre a mujer. Al estilo vikingo. Es tan vlido a los ojos de los dioses como cualquier matrimonio cristiano. -Tengo tantas ganas de tocarte --llorique Meredith ante la dulce caricia de las palabras de Rolf. l rechaz su splica, y para consolarla roz suavemente con sus dedos sus labios. -Pero eso no satisfara a mi familia, especialmente a mi madre. El anuncio de nuestra boda se hara pblico por todos los fiordos de Noruega, y se preparara un magnfico banquete nupcial. Cada semana te enviara un regalo distinto y cada vez ms esplndido para seducirte y llevarte a mi cama: joyas preciosas de Bizancio, pieles de marta cibelina de los mares del norte, las ms finas sedas, un potro sarraceno acabado de parir; aceites aromticos de oriente. Cuando llegara el da fijado para nuestra boda, nos casaramos al estilo tradicional escandinavo, con bullicio y algaraba, y pronunciaramos nuestros votos ante el sacerdote que atiende la capilla de mi madre. La celebracin durara dos semanas. Ella sonri ante la esplndida escena que Rolf haba descrito. -Pero no estamos en mi poca, ni en mi pas, y nunca lo estaremos -suspir-. Como mnimo, no juntos. Una oleada de pnico la hizo ponerse alerta. -Por tanto, tendr que improvisar. -Estamos en los noventa, Rolf. Las parejas de hoy en da no suelen esperar al matrimonio

para consumar una relacin, especialmente si ya estn prometidos, o comprometidos. --Ya, bueno, pero yo no soy un hombre de los noventa. Vaya, esto es nuevo. Un hombre que insiste en el celibato antes del matrimonio. Pero casi dira que me gusta. S, s que me gusta. Aunque ms vale que no me haga esperar demasiado. -Nos podra casar un sacerdote o un juez de paz, aqu en Maine. -No, yo soy el hombre. Yo tengo que decidir la manera. Celebraremos una boda, por supuesto, pero ser al estilo de los hombres y mujeres escandinavos. Una ceremonia personal, de hombre a mujer, no una religiosa. Un ritual del corazn. Un ritual del corazn? Qu expresin ms maravillosa! Dios, este hombre es verdaderamente tierno. O bien habla desde una profunda emocin, lo cual plantea perspectivas asombrosas. Meredith parpade para disipar sus lgrimas. -Cundo? -Dos, tres das a lo sumo. Ella gimi. l se ri entre dientes. -La anticipacin no es algo negativo, encanto. -Para ti es fcil decirlo -contest ella bruscamente. -Pues no, no me resulta fcil, en absoluto -respondi l en torio sombro. Luego profiri un suspiro entrecortado que denotaba resolucin-. Pero antes tengo que hacer los preparativos. Las galas nupciales para los dos. Mi regalo de novia. Las pieles rituales para la cama. La casa comunal vikinga para la boda. -Yo no necesito todas esas cosas, Rolf. Y si sales por ah y cazas un animal para darme una piel, te juro que te mato. -Entonces se dio cuenta de lo ltimo que haba dicho Rolf-. Oh, no, no, no. Ya te lo dije. Nada de construir cobertizos en mi propiedad. l sonri y le dio unas palmaditas en el brazo. -Ya veremos. Quiz slo uno pequeo. Unas cuantas tablas que nos sobren del barco, adobe y caas, un tejado de paja o turba, una chimenea en el centro, una cama, lo ms importante, una cama. Una sauna tambin estara bien... aunque sea una pequea, como una cabaa, realmente. No quiero crear demasiadas expectativas. -Eres..., eres..., eres... -balbuce Meredith. -Ests abrumada, verdad, cario? -Ya te ensear yo a estar abrumado -grit con furia. -En serio? Oh, creo que no podr esperar. Te refieres al plano sexual? Sultame -exigi ella. En vez de soltarla, ejerci incluso ms presin en las sbanas. -Te parece una medida adecuada sonrojarte de ese modo, mi amor? No querra que te desmayaras antes de solucionar los dems obstculos. Ella se tranquiliz, todava recelosa. -Qu otros obstculos? -El divorcio. -Cmo dices? Me acabas de pedir que me case contigo y va ests planeando el divorcio. Ah, no! No estars hablando de un contrato prematrimonial, verdad? -Contrato qu? Ah, eso. No. Me refiero a que tendr que abandonar tu pas en pocas semanas, y... -Tienes la intencin de irte? Pero, yo pensaba que... -Pensabas que me quedara ahora que hemos reconocido nuestro amor? -acab por ella Rolf con voz suave. Ella asinti.

-No puede ser. Mi misin sigue pendiente. Debo devolver la reliquia, tal como le promet a mi padre. He estado investigando sobre la situacin de Noruega en el siglo x en tu biblioteca y en Internet. Y he encontrado referencias sobre la hambruna que asol mi pas a finales de ese siglo. --Es posible, pero te lo vuelvo a decir: no creo que puedas cambiar la historia. -Puede que no, pero qu ene dices de los cambios dentro de la historia? Meredith esperaba que Rol se explicara mejor. -Dado que los libros no mencionan la fecha en la que finaliz la hambruna, quiz mi intervencin hara que fuera ms breve, unos pocos meses o aos. Adems hay otro asunto. -Pareca preocupado, mordindose el labio inferior con los dientes, como si contemplara algo que realmente le alarmaba-. He descubierto en uno de tus libro, de historia que Etelredo, ese infame bastardo, pretende aniquilar a todos los escandinavos de Inglaterra de aqu a cinco aos, en 1002, incluidos los colonos vikingos v los mercenarios que estn a su propio servicio. Entre los que van a caer bajo su espada se encuentran la hermana y el cuado del rey Sven de Dinamarca. Es mi deber advertir a mis compaeros vikingos sobre los funestos planes de Etelredo. -Pero eso es cambiar la historia. Y debes saber, si profundizas en esos mismos textos, que se producirn represalias masivas contra Etelredo en los aos subsiguientes. Por ltimo, alrededor del ao 1017, un joven caballero vikingo, Canuto, conquistar toda Inglaterra. Entonces, Inglaterra permanecer bajo el dominio vikingo durante veinticinco aos. Por lo tanto, en cierto modo, lo que tenga que ser, ser. -Bueno, yo no entiendo mucho de eso. Lo nico que s es que debo volver a mi tierra natal, para completar el crculo. -Entonces ir contigo -decidi Meredith de repente. La expresin de Rolf se endureci. -No puede ser. -Antes me lo ofreciste -seal ella. -Ya, pero eso fue antes de enamorarme de ti. Ni siquiera estoy seguro de que el portal del tiempo de la Luna del Demonio funcione conmigo. Y nunca, en ningn caso, arriesgara tu vida para realizar mi misin. Adems, t tendrs que llevar a cabo el proyecto de tu abuelo cuando yo me haya ido. Yo puedo construir la embarcacin, pero no estar aqu para hacerla navegar. -Y qu tiene que ver todo esto con el divorcio? Rolf trag saliva con dificultad y prosigui: -Cuando me haya ido, no quiero que te sientas afligida... al menos, no por mucho tiempo. Con el tiempo, querrs volverte a casar. -Levant la palma de la mano para detener las objeciones de Meredith--. Es por eso por lo que slo intercambiaremos los votos escandinavos. Nada de rituales papistas, mucho ms vinculantes. En mi sociedad el divorcio es sencillo. Una mera declaracin de intenciones ante testigos, y una exposicin de los motivos de la demanda de divorcio -Como por ejemplo? -pregunt, apretando los dientes. Dios mo, aquel vikingo era un gran idiota si pensaba que ella hara tal cosa. -Existe toda una serie de causas justificadas que son emotivo de divorcio. Impotencia; que la mujer se vista con calzones masculinos; que el hombre utilice indumentaria femenina; mezquindad... -Apuesto a que una de esas causas justificadas sera que la mujer fuera estril. -Crea que ya te haba dicho que no volvieras a mencionar ese tema. Por cierto, acaso he faltado a mi deber de comentarte que una esposa obstinada es uno de los mayores

motivos de divorcio? -Y qu me dices de un marido que se niega a escuchar a su mujer? -S, eso tambin -admiti Rolf, sonriendo. -As que, seor Ya-lo-tengo-todo-planeado, pretendes casarte conmigo, viajar en el tiempo hasta tu casa, divorciarte de m, y entonces... --Ah, no. En ningn momento he dicho que me vaya a divorciar de ti, encanto. Nada ms lejos de mi intencin. Yo no volver a casarme jams, eso lo juro. Pero deseo tu libertad. Aqulla estaba convirtindose en la ms ridcula de las conversaciones. -Vas a... vas a volver? -Podra probarlo, pero, no; sospecho que eso sera imposible. -Y qu me dices de tu amante, la dulce fulana esa, Alyce de Hedeby? l se encogi de hombros. -No puedo prometerte celibato de por vida. Ni tampoco te lo pedira a ti. Meredith sinti como si le hubieran dado un puetazo en el estmago. -Eres tan increble. Me dices que me quieres y en el momento siguiente me dices que me dejas. Bueno, no lo permitir. -No tienes otro remedio, mi amor. -Pues claro que tengo otro remedio. Es posible que no pueda dejar de quererte, pero puedo negarme a hacer el amor contigo. Y tengo claro que no voy a casarme con un tipo que pretende abandonarme al cabo de unas semanas. -Pueden ser las mejores semanas de nuestras vidas --arguy Rolf. Ella intent levantarse, airada y afligida. Cuando l quiso detenerla de nuevo, Meredith le mordi la mano. -Ay! -se quej l, pero no retrocedi, ni siquiera cuando ella le hizo sangre. Meredith se dej caer hacia atrs y cerr los ojos. No poda soportar la visin de aquella minscula herida en la mano de Rolf, consciente de que haba sido ella quien le haba hecho dao, aunque fuera leve. -No me casar contigo -repiti con voz montona y apagada, y los ojos an cerrados. -S, s lo hars. -Y no har el amor contigo. -Hacer el amor con Rolf y despus renunciar a l iba a dolerle mucho ms que no haberlo tenido nunca-. Y por muy dulces que sean tus palabras, no me convencers. l se ri con suprema confianza en s mismo. -Se dice que la savia enardecida de un escandinavo podra provocar un terremoto. -Vete, Rolf. Ahora quiero dormir. --Necesitaba estar a solas un tiempo para meditar sobre todo lo que haba sucedido aquella noche y prepararse para los das que se avecinaban. Das en los que tendra que luchar contra sus sentimientos hacia Rolf. Y despus vendran los das en los que l ya no estara all. -Me quedar contigo hasta que te duermas.-Se incorpor de su posicin arrodillada y apart las caderas de Meredith para poder sentarse en el borde del sof. Ella apret ms los ojos-. Quiz podra contarte una saga para ir a dormir. No, ya s: te entretendr con algunas pistas sobre cmo los vikingos hacen el amor con sus mujeres. Oh, no! -Seguro que conoces el famoso punto S de los vikingos. Meredith se burl como nica respuesta. -Dudas de mi palabra? Ah, pagars por ello, moza, en el momento oportuno. Pero, en

serio, los escandinavos son famosos desde hace mucho tiempo por su destreza en el deporte de la cama y... Ella volvi a mofarse de l, todava con los ojos cerrados. No iba a dejar que l viera el dolor en su mirada. l le dio unos golpecitos en la barbilla como reprimenda. -Parte de nuestra destreza se debe a nuestros cuerpos esculturales, sin duda... -Sin duda. -El sarcasmo no te sienta nada bien, mi amor -coment-, pero hay quien atribuye nuestra destreza a los... secretos. Secretos? Qu secretos? Al ver que l no prosegua, Meredith entreabri un ojo, tan slo una rendija, pero l se dio cuenta. Era la entrada que haba estado esperando. El muy credo! Rindose entre los dientes, aclar su extravagante afirmacin con gran entusiasmo. -Al ser aventureros, nosotros, los escandinavos viajamos muy lejos... -Y por el camino, saqueis y violis a todas las fminas a la vista. -Esa acusacin de pillaje y violacin est resultando pesada. Lo que iba a decir es que, gracias a nuestra amplia experiencia viajera, hemos aprendido muchos secretos sobre las relaciones sexuales. Secretos que hemos ido pasando de padres a hijos. Secretos que atraen a las mujeres a nuestras camas copio abejas a la miel. No pienses ni por un minuto que voy a saltar a la cama contigo por unos cuantos secretos sexuales. Lrgate y busca otro sitio donde esparcir tu polen... insecto sobreexcitado. Esta abeja no est interesada. -Ja, ja, ja. Me encanta tu broma. Lo ves, Merry-Death, ya te dije que tienes muy buen sentido del humor. -Bueno, yo ahora no me ro, y esto va en serio. C0 t te quedas en Maine, o yo te acompao a ti casa. Y eso es lo que hay. -No. -S. -Nie pydir nei -dijo con contundencia-. No significa no, y no hay ms que hablar. No en mi vocabulario. Rolf inhal y exhal varias veces haciendo un ruido exagerado. -Por ventura debera compartir contigo uno de esos secretos para que cambiaras de opinin. Pero slo uno, no me pidas ms. Y debes prometerme que no se lo revelars a nadie. Ella puso los ojos en blanco ante su insistencia. Para su horror y su sorpresa, l habl con todo lujo de detalles grficos sobre algunos preliminares erticos con lenguas y con cuerdas, y de una capacidad de aguante extraordinaria, y de medidas sobrenaturales. -Ests mintiendo -le acus ella-. Nadie, hombre o mujer, podra hacer lo que acababa de describir. El vikingo arque una ceja disgustado. -No te dije que yo nunca miento? Si no puedes creerme, quiz te parezca ms creble el secreto al que denominamos aceite caliente, espada fra. se es para guerreros ms expertos en el deporte de la cama. -Rolf esboz una sonrisa-. Yo lo hice en muchas ocasiones. Ella chasque la lengua ante el ego exagerado del vikingo. En realidad, si no hubiera

estado tan enfadada, no habra tenido ms remedio que admirar su adorable encanto. -Vete, Rolf. No me casar contigo. -Se dio la vuelta por completo, hasta quedar de cara al respaldo del sof. -Alguna vez has hecho el amor en una cama con pieles, Merry-Death? -le pregunt con voz spera y sedosa a la vez-. Segn me han contado, no hay mejor sensacin en el mundo para una mujer que la caricia de las pieles en su espalda y el seductor tormento del cuerpo velludo de su amante por delante. Yo te voy a ofrecer esa experiencia. Meredith sinti una punzada de excitacin por todo su cuerpo. -Y adems, claro est, los constructores de naves contamos con habilidades especiales. -Oh, no! -Eso se debe a que trabajamos con las manos. Nos encanta tocar... y tocar... y tocar. La piel de la yema de los dedos se ha vuelto muy sensible. Alguna vez has hecho el amor con un hombre orgulloso de los callos que su oficio provoca en sus manos, Merry-Death? Apuesto a que no. -Hizo una pausa, el sonido fuerte de su respiracin llenndolo todo-. Es un placer que est por encima de todos los dems, te lo garantizo -finalizo Con Un susurro. Ella se dio la vuelta para mirarle. -No me higas esto, Rolf. -Te quiero, Merry-Death -dijo Rolf con fervor, inclinndose hacia delante para posar sus clidos labios sobre los de ella-. No puedo prometerte una manifestacin perfecta de este amor. No puedo garantizar ningn futuro para nosotros dos. Pero hay algo que s te puedo jurar: har todo lo que est en ni mano para hacerte feliz durante los das que tenemos. Ningn otro hombre podra hacer ms. Con eso, se levanto y se alej. A la altura de la puerta del patio, se detuvo. Por encima de su hombro repiti: --Te quiero, Merry-Death. -Yo tambin te quiero, Rolf--respondi ella con un nudo en la garganta. Pero l ya se haba ido. Y Meredith tuvo un anticipo de la lenta agona que iba a sufrir cuando l la abandonara para siempre. Un derviche girador azot Maine la maana siguiente y se llamaba Geirolf Ericsson. Ahora que tena una misin, trabajaba con un afan enfermizo. Y su misin, en este caso, no era devolver la reliquia. La misin era (que los dioses me ayuden!) ella. Cmo podra ser capaz de resistrsele? Cuando ella regreso de la universidad a las seis en punto, era obvio que Rolf y Mike no estaban en casa. Pero los avances realizados en el proyecto en tan slo aquel da en que Rol haba vuelto al trabajo eran fenomenales. Aunque el barco de Rolf presentaba el mismo aspecto que el da anterior, la embarcacin del proyecto, que haban bautizado como guila Fiero en honor a la mascota del colegio y como complemento del Destino Fiero de Rolf, ya tena un armazn para el casco, que se ergua orgulloso por encima del astillero, realzado por una impresionante quilla de quince metros. La roda y la popa ya haban sido remachadas a mano. Rolf tena razn. Tan slo el esqueleto de ese barco ya pareca mocho ms robusto y presentaba mejor factura que el del abuelo. Meredith se haba ido al trabajo a las siete. Tena que ocuparse de un montn de papeleo del proyecto y preparar las clases, que se reanudaran el lunes. Antes de salir, haba evitado de forma calculada mirar, ni siquiera un momento, hacia el patio lateral, donde poda or a Rolf trabajando. Con lo cobarde que era, tema encontrrselo tras las

inusitadas declaraciones de amor de la noche anterior, seguidas de su exasperante oposicin a un futuro para ambos. Pero no podra esquivarlo siempre. Decidi dar una vuelta por el rea de trabajo. Haba ms estudiantes que nunca, como mnimo tres docenas. Aparente-mente, a medida que corra la voz sobre el proyecto, haba ms jvenes con ganas de dedicarle su tiempo de forma voluntaria. Aquella maana Meredith haba recibido en su oficina tres llamadas de telfono de peridicos locales que queran hacer un reportaje sobre el proyecto Trondheim. Eso podra ayudarles a conseguir ms fondos. Para su consternacin, tambin haba encontrado un mensaje en el contestador del productor de Un chapuzas en casa, al que todava deba contestar. Y; ms increble todava, Mike tena un mensaje de Sharon Stone: Hola, Mike. Te llamaba entre escenas slo para charlar. Hablamos luego, cielo. Sharon. Sigui andando y ech una ojeada a un tosco horario de trabajo colgado en uno de los laterales de la casa, por encima del cual haba varios papeles clavados en lo que vena a ser un tabln de anuncios improvisado. Al parecer, los estudiantes estaban organizados en grupos de. trabajo, y seguan una planificacin detallada de sus tareas. Seguramente, Rolf lo haba impreso desde el ordenador de Meredith. Cortar tablas. Pulir y lijar madera. Cocinar. Tejer lana o pelo de animal para el calafateo. Fabricar clavos de madera. Un depsito de agua para remojar la madera. Secar pieles. Eh? Qu pieles? Secar? En una de las hojas haba una lista de las actividades de la Sociedad para el Anacronismo Creativo. Un momento. Cundo haba entrado a formar parte de este proyecto la SCA? Cuando ella les haba pedido ayuda el mes pasado, no se haban mostrado interesados. Para su sorpresa, en el programa aparecan talleres prcticos, conferencias, exhibiciones y otro tipo de actividades sobre temas como: Contar sagas: la tradicin escldica; Trajes del siglo x; Pan hecho con molinillo de mano; Artesana con esteatita; Tejidos medievales; Telares manuales vikingos; Broches con forma de gallardete: un distintivo escandinavo; La espada soldada segn patrn; Las naves vikingas y los lobos de mar. `r todo aquello se iba a impartir en su propiedad en los meses siguientes. Sobre la mesa haba un sobre sellado con su nombre, Merry-Death, escrito a lpiz y con letra casi de nio. Con el corazn latiendo con fuerza, Meredith lo abri y encontr una nota cuidadosamente doblada en la que solo se lea una frase. Te quiero. ,> Al pie de la nota se intua tambin un texto borrado que pudo descifrar (algo que Rolf, con mucho acierto, haba decidido que no era adecuado en aquella circunstancia): Has comprado ms aguamiel? Tena los ojos llenos de lgrimas. Oh, Rolf, vas a ser un enemigo formidable en esta batalla de voluntades. Se oblig a dejar de soar despierta y se pase por el patio. --Hola, Jerry. Pete, Frank grit. Puesto que ya llevaba en Maine tres mese,,., conoca el nombre de muchos de los estudiantes. -Qu tal, doctora Foster? --contestaron, mientras bajaban las hachas v se secaban las frentes sudorosas con los antebrazos desnudos. La mayora de ellos no llevaban camiseta, hecho que no pasaba desapercibido a las numerosas estudiantes femeninas, cuyo-- ojos seguan cada uno de sus movimientos con agradecimiento.. Meredith les hizo una seal con la mano para que volvieran al trabajo y durante unos instantes observo cmo se dedicaban al antiguo mtodo de construccin de barco, con escorias. Los muchachos, todos ellos de figura atltica, estaban partiendo troncos a partir

de los radios para obtener planchas en forma de cua (unas diecisis por cada tronco), que parecan rodajas de un pastel redondo de un tamao enorme. Esas tablas agrietadas se solaparan para formar los laterales de la embarcacin. Ya ests en casa, ta Mer --dijo Thea con alegra cuando se encontraron. Thea llevaba un nio pequeo en la cadera. El beb llevaba un mono vaquero y unas diminutas zapatillas deportivas de cuadros blancos y negros lindsimas. Thea vio las cejas arqueadas de Meredith y aclar: -Este es Teddy. Es de una de las seoras de la SCA . --Sealo hacia el otro lado del claro, donde haba varias mujeres removiendo una inmensa caldera en una hoguera. Dios bendito! Aquella olla pareca contener comida suficiente para alimentar a un ejrcito, que ms bien es lo que pareca que empezaba a acumular en su propiedad. La cena ? --pregunt. -No, sopa -dijo Thea. Su sobrina llevaba un vestido largo al estilo vikingo, con la falda blanca cubierta por un delantal abierto por los lados. Su oscura cabellera apareca cuidadosamente peinada en dos trenzas y ni una mota de maquillaje estropeaba su cutis perfecto. Todo ello formaba un gran teln de fondo para el aro de su nariz. Sopa?, pregunt para sus adentros. Qu tena que ver la sopa con la construccin de un barco vikingo? De todos modos, fuera quien fuese el responsable de aquella transformacin en Thea mereca un gran abrazo. Por desgracia, o por suerte, sospechaba de quin se trataba, y de ningn modo se iba a arriesgar a darle a aquel tipo un abrazo, ni grande ni de ninguna otra clase. No si no aceptaba quedarse all en el presente o llevarla con l al pasado. -Te importara coger a Teddy un momento, ta Mer? Pesa una tonelada. Y yo tengo que ir a controlar el jabal. Con mucho gusto, Meredith tom al nio en brazos. l la mir con sus ojos azules bien abiertos por la curiosidad, mientras succcionaba un pulgar con su encantadora boquita. Meredith cerr los ojos. Los bebs siempre le hacan sentir de aquel modo. Teddy, mientras tanto, iba dando tirones a los cabellos de Meredith, haciendo saltar las horquillas. El nio solt una risita al ver cmo caa parte de su pelo peinado hacia arriba. -Qu jabal? --chill finalmente, abriendo los ojos para ver cmo Thea observaba divertida su nuevo peinado. -En realidad, no es jabal. No encontramos en ninguna de las carniceras a las que llamamos esta maana, puedes creerlo? Ni un solo jabal! Pero Rolf dijo que el jabal sabe parecido al cerdo. As que esta noche comeremos asado de cerdo -enunci Thea con alegra-. Lleva cocinndose todo el da en un hoyo que cavamos lleno de piedras calientes v hojas hmedas. Estoy tan contenta de haber venido, ta Mer. Me lo estoy pasando tan bien. Thea hizo ademn de alejarse, pero Meredith la agarr por el hombro con la mano que tena libre. Los pegajosos dedos de Teddy iban tirando por el escote de su suter de algodn estirndolo al mximo. -A ver, Thea, espera. Dnde estn Mike y Rolf? -Pues, han estado aqu hasta eso de las dos. Luego Rolf ha dicho que tena que comprar muchas cosas. -Thea apart los ojos al pronunciar las ltimas palabras. -Qu tipo de cosas? -pregunt Meredith con recelo. -Y yo qu s? -exclam Thea, que segua sin establecer contacto visual. Meredith tom la barbilla de Thea, obligndola a mirarla. -Qu est pasando aqu, Thea?

-Es cierto que Rolf y t vais a casaros? -No! -dijo ella con demasiada rapidez y demasiada vehemencia. De inmediato, sus mejillas se encendieron de vergenza. -Rolf ha dicho que yo podra ser una especie de testigo. Sabes? Eso sera igual que ser una dama de honor en una boda vikinga. Meredith profiri un quejido. -Ya has visto las rosas? -La voz de Thea se apag, intimidada. Oh, oh! -Las... las qu? -Rosas. -Thea seal hacia la parte posterior de la casa-. Es como la cosa ms romntica del mundo entero. Esta maana se lo he contado a Phoebe y Cora, de Chicago, y me han dicho que les pareca absolutamente genial, incluso mejor que cuando Brad Pitt... Thea prosigui con su chchara, pero Meredith y a haba girado sobre sus talones y se diriga con grandes zancadas hacia la parte trasera de la casa, el lado que daba al ocano. Teddy, apoyado en su cadera y agarrndose con una mano al cuello de Meredith, se las haba ingeniado para meter su otra sucia manita dentro del suter, y fue tirando alegremente de uno de los tirantes del sujetador hasta que se rompi. El cuello del jersey haba perdido su elasticidad ante los insistentes tirones del nio y ahora colgaba por fuera de un hombro. Thea se apresuraba detrs de ella, mientras le informaba apurada: -Oh, y haba olvidado por completo decrtelo. Mam se ha levantado esta maana y se ha ido. Slo ha dejado una nota diciendo algo as coma que la haban llamado de la ciudad para una emergencia. Ha dicho que ya volvera, pero ya conoces a mam. Igual vuelve, igual no. A quin le importa ahora lo que haga mi hermana? A quin le importa si esta criatura hace trizas mi ropa? A quin le importa si medio Maine est invadiendo mi jardn? Tengo preocupaciones ms importantes. Meredith se qued de piedra cuando dobl la esquina. Haba docenas, literalmente docenas, de rosales plantados por el patio y la base de madera de lo que Meredith tema que iba a convertirse en una casa vikinga. Haba plantas grandes y pequeas, unas con capullos y otras totalmente en flor, de floracin perenne y de floracin tarda, de tallo largo y de enredadera, y el olor a rosas ya impregnaba el aire. Meredith no pudo reprimir las lgrimas que desbordaban sus ojos. Teddy vio las lgrimas de Meredith y l tambin empez a llorar. Meredith le acarici la espalda hasta que dej de sollozar y escondi su cara somnolienta en su cuello. Meredith examin el patio trasero, maravillosamente transformado. Seguro que Rolf haba imaginado lo mucho que le gustaba la fragancia de las rosas cuando entr en el cuarto de bao la noche anterior. De alguna manera, lo haba sabido. Oh, dios, cmo le quera! Antes de alejarse, Thea le inform con voz suave: -Rolf ha dicho que quera que le recordaras, para siempre, cada vez que olieras rosas. Meredith suspir. -Ah, y ha dicho que ste es tu primer regalo de novia. Captulo trece -Djame coger a Teddy.

Mike lleg hasta ella y cogi al nio dormido de sus brazos con una facilidad sorprendente para un joven soltero. Teddy parpade al notar que el hombre le colocaba en su hombro. -Cmo ests, campen? -Mike dio unas palmaditas juguetonas al trasero bien acolchado del nio. Curiosamente, el ayudante universitario de Meredith llevaba una camisa de cuello de Oxford y vaqueros, y un par de zapatillas deportivas a cuadros blancos y negros a juego con las que llevaba el nio en miniatura. -Mike -murmur la criatura con aire satisfecho antes de volver a cabecear. -Conoces bien a la madre de Teddy? -pregunt Meredith. Era una pregunta personal, que no se hubiera atrevido a formular algunos das atrs. -Sonja? -Mike se sinti incmodo bajo el escrutinio de Meredith. Ella mir a lo lejos hacia el lugar donde una mujer rubia con vestimenta vikinga alz la mano en un saludo, antes de volver a su exhibicin de sus artes culinarias. Meredith record quin era. Sonja Wareham. Divorciada y profesora auxiliar nueva. Aunque slo haba coincidido con ella un par de veces en la universidad, a Meredith le haba parecido muy agradable. Ms bien reservada y seria, pero agradable, en definitiva. Haba sido el contacto de Mike con Sonja, militante activa de la SCA, el motivo por el que la sociedad se haba involucrado en el proyecto? A Mike se le pusieron rojas las orejas. -Hemos salido juntos alguna vez. -Vaya, vaya, vaya -brome ella-. Parece ser que tu gusto no es tan horrible como yo pensaba. -Hacer bromas con sus empleados era otra de las cosas que siempre haba evitado. Por qu?, se preguntaba ahora. Acaso su carcter reservado era un rasgo heredado de sus padres? Aquella mentalidad de clasificar a la gente, ya fuera por la inteligencia, por el dinero, por el origen o por la profesin. -Eh, slo porque me haya relamido ante la visin de un simple pastelito, eso no significa que no sepa apreciar un bombn de vez en cuando. Meredith ri. -No creo que a Soma le guste que la comparen con un bombn. Y, por cierto, el pastelito dej un mensaje para ti en el contestador de la oficina. -Ah, eso -dijo Mike, con las orejas ms rojas todava-. Creo que le interesa ms Rolf que yo. Por qu eso a Meredith no le sorprenda? -Oh, no! --dijo Mike---. Rolf va a romperme esta bocaza que tengo. -Y bien? Dnde est el casamentero de Valhalla? -Fuera, en la entrada, descargando el camin. --Mike hizo ademn de irse. -Eh! -le llam ella por detrs-. Dnde habis estado los dos? Sus hombros se desplomaron al ver que no podra escapar tan fcilmente. Se dio la vuelta y pregunt. -Eh.--, verdad que os vais a casar? -No! Mike abri sus ojos azules como platos. -Pues parece que Rolf s lo cree. -Es que no me escucha, eso es lo que pasa. -Honestamente, doctora Foster, l est convencido de que ests enamorada de l. En serio, no te imaginas todo lo que ha comprado hoy slo porque est loco de amor por ti.

Y l piensa que... Loca de amor?, -Mike, nunca he dicho que no le quisiera. Le quiero, incluso a pesar de que nos conocemos desde hace tan slo pocos das. Pero no me casar con l. -Realmente le estaba contando a Mike sus sentimientos ms ntimos? Aquello no era nada... apropiado-. No me casar con l -repiti no obstante. -Pues yo no estara tan seguro -murmur l. -Qu? -No, nada. Diablos, debera contarte algunas de las cosas que hemos hecho hoy antes de que las oigas en boca de otros y vengas a pedirme explicaciones. Ella se cruz de brazos, esperando. -Recuerdas cuando Rolf intent darnos a ti y a m sus brazales de plata a cambio de dinero y nuestra ayuda? Bien, nosotros se los devolvimos. Pero hoy Rolf insisti en que le llevara a un buen anticuario de Bangor. -Mike respir hondo mientras acariciaba la espalda de Teddy inconscientemente. Luego, prosigui-: Rolf vendi uno de ellos por ciento cincuenta mil dlares. Meredith profiri un grito ahogado. -Ese hombre es tan testarudo. Le dije que no lo hiciera. Una y otra vez, se lo dije. Pero no escucha. Creo que ha comido demasiadas galletas Oreo. Le estn corroyendo el cerebro y atascando los odos. La boca de Mike hizo una mueca divertida ante la vehemente respuesta de Meredith. -El anticuario elijo que dara trescientos cincuenta mil dlares por el par, pero l rechaz la oferta. Y al anticuario casi se le caa la baba con el cinturn, pero Rolf insisti en que no estaba a la venta bajo ninguna circunstancia. -Oh, Mike, probablemente hubiera podido sacar trescientos mil dlares por un solo brazal si lo hubiera subastado en Sotherby's o en Christie's. -Rolf sabe que el precio es bajo, pero dijo que no tena tiempo para regatear. Y, creme, cuando se propone sacarle partido al tiempo, ese tipo es un cinturn negro en compras. -Qu es lo que ha comprado hoy exactamente? -Ya saba lo de las rosas, pero qu rns? Mike movi una mano para quitarle importancia al asunto, pero sin mirarla a los ojos. -Vamos a dejarlo en que hemos visitado joyeras, paisajistas, vendedores de coches, modistas, peleteras, una granja... Meredith profiri un quejido, pero no tuvo tiempo de insistir en el tema porque un fuerte ruido desvi su atencin hacia el lateral de la casa, el lugar ms alejado del proyecto del drakkar. Con el estruendo de un motor revolucionado, un camin de plataforma iba dando marcha atrs despacio, abrindose paso por detrs de la piscina, hacia la casa vikinga. -Oh, no! Por favor, no me digas que... -Se volvi bruscamente hacia Mike para comprobar que ya no estaba. El muy cobarde! Al mirar hacia el camin, Meredith tuvo el segundo susto del da. Bueno, realmente, el ensimo susto del da. El conductor del camin no era otro que Rolf. Apoy un brazo contra la casa para no desplomarse. Aquel hombre tena ms de mil aos. No contaba con ninguna identificacin moderna, excepto la falsificacin que Mike le haba conseguido, y mucho menos con el permiso de conducir. A pesar de eso, estaba conduciendo un... bueno, prcticamente un triler. Y llevaba una carga de enormes rectngulos de csped precortado. Csped? Su mirada

se desvi inmediatamente hacia la base del cobertizo. No habr sido capaz. Mir boquiabierta a Rolf, en su puesto tras el volante del camin. S, s ha sido capaz. l apag el motor, salt del camin y se acerc hacia ella con paso lento pero decidido. Meredith ahora s se haba quedado sin habla. Rolf llevaba unos mocasines Gucci, una camisa polo blanca, pantalones con pinzas Ralph Lauren y, como no, el cinturn talismn. Estaba tan guapo que ella se qued sin aliento. La nueva adquisicin era una pequea rionera de cuero, que probablemente contena su botn. Llevaba la cabellera recogida con una goma a la altura del cuello, luciendo su intenso bronceado, que qued an ms realzado cuando l le obsequi una de sus blancas y deslumbrantes sonrisas. -Merry-Death. -La salud con un ronco susurro antes de inclinar la cabeza para besarla. Hola!, dijo Meredith dentro de su cabeza. Hay alguen en casa? Se supone que me estoy resistiendo a este hombre. Se supone que soy yo la que impone las normas. Se supone que... oh! Meredith desvi la cara en el ltimo momento y el beso se pos sobre su cuello, pero eso no pareci molestar a Rolf lo ms mnimo. Rindose entre dientes, la empuj, cuerpo contra cuerpo, contra la pared de la casa y la mordisque en la curva del cuello. l sinti los fuertes latidos de Meredith en sus clidos labios. Quin saba que el cuello era una zona ergena? Oh, dios! -No vas a construir ninguna casa vikinga, Rolf -protest ella con un quejido. -Lo que t digas, mi amor -asinti l. Luego sonri abiertamente, al ver el cuello dado de su jersey, que dejaba un hombro al descubierto--. Tienes una ropa preciosa, Merry-Death -dijo lentamente, mientras con el dedo iba recorriendo el borde del escote hasta que ste se desliz ms abajo todava-. Te pondrs esto para m un da con tus provocadoras medias? O con el culotte que te compr en Victoria's Secret? -Mientras tanto, sus dientes iban mordisqueando la curva de su cuello. -Para ya! --exigi ella-. Hay mucha gente por aqu. Como de costumbre, a l slo le importaban sus propios intereses. -Haca mucho viento hoy en la universidad? -Acababa de fijarse en su peinado, la mitad del pelo hacia arriba, la otra hacia abajo, y en su cara se esboz una sonrisa. -No, es que he cambiado de peluquero -contest con brusquedad-. El seor Ted. Por encima del hombro de Rolf, Meredith vio a Mike, que ya haba vuelto despus de cambiarse de ropa. Todava llevaba los vaqueros y las zapatillas a cuadros, pero ahora se cubra con una tnica vikinga de cuero, ceida en la cintura. Estaba indicando a unos estudiantes dnde descargar el csped. El csped. De vuelta al presente, Meredith apart a Rolf. No me casar contigo, Rolf. O sea que acaba ya con tus tcticas de seduccin. Me oyes? No... voy... a ... casarme... contigo. -se haba sido el estribillo continuo de Meredith durante los dos ltimos das. l se haba mostrado poco dispuesto a ceder en sus planes de irse, cuando llegara el momento; por lo que ella haba demostrado idntica resolucin en su rechazo a casarse con l. Entonces, Meredith le mir fijamente. -Hoy te has puesto las medias lascivas -observ l, con los ojos centelleantes de agradecimiento--. Para m? Llevaba medias, pero haba elegido deliberadamente una falda hasta la pantorrilla y un

discreto suter de algodn de manga corta. Una vestimenta en absoluto lasciva. Ella le mir con mayor ferocidad. De nuevo, l filtraba sus palabras. -Tienes carmn en los dientes -coment Rolf de pasada. -Qu? -Quieres que te lo quite yo con la lengua? Ella se meti un dedo ndice en la boca y empez a frotar hasta que record algo. --Hoy no me he puesto carmn. -Oh. --Rolf hizo una mueca en una expresin que vena a decir vala la pena intentarlo. Al ver cmo ella levantaba una ceja, le explic avergonzado: -Mientras volvamos a casa desde Bangor, Mike me entretuvo con fragmentos de un libro que compr: Cmo seducir chicas en una taberna, o algo por el estilo. Ese comentario sobre el pintalabios es una de las frases que garantizan romper el hielo. Y como estabas frunciendo el ceo, pens que vala la pena intentarlo. -Que Mike te ha estado contando cmo ligar con mujeres en un bar? -Se ri-. Djame darte un consejo, Rolf. S fiel a tu encanto vikingo. Te llevar muchsimo ms lejos. -De veras? -Sonri-. Bueno, eso es justamente lo que le dije a Mike. -Aaaaargh! -Meredith acababa de darse cuenta de que Mike y los estudiantes seguan descargando el csped. Cuando l volvi a hacer aparicin haca un rato, Meredith haba estado a punto de ordenarle que no lo hicieran, pero de algn modo se haba distrado-. Volved a poner ese csped en el camin, ahora mismo. Rolf, lo digo en serio, no vas a construir ninguna casa vikinga. Mike y los estudiantes interrumpieron su trabajo y miraron a Rolf de forma inquisitiva. l se encogi de hombros. -Lo que diga Merry-Death. Despus de todo, se trata de su morada nupcial. -Con un suspiro exagerado, aadi-: El seor Burgess se sentir decepcionado. -El seor qu? Oh, no! No puede ser. No te estars refiriendo a Frank Burgess, miembro de la junta de la fundacin? -S, el mismo. --Sonri-. Nos ha venido a visitar esta maana. -Ya vers. Ahora vamos a perder nuestra financiacin. Frank Burgess es el hombre ms arisco, corto de miras, difcil de complacer, y tacao, que he conocido en toda mi vida. -Frank? Arisco? -Rolf frunci el ceo-. Por qu, Merry-Death? Seguramente le has juzgado real. Ha sido muy amable. En verdad, estaba tan impresionado con los avances realizados en el proyecto que ha donado el csped para nuestra casa vikinga. Le he invitado a la boda. Dejando de lado su consternacin sobre el reparto de invitaciones de boda cuando no iba a haber boda, Meredith dirigi sus incrdulos ojos hacia Mike, quien asinti. -Es cierto. El viejo cascarrabias hoy ha sonredo de verdad. Yo crea que no poda hacerlo. -Ha preguntado si l y su esposa Henrietta (por cierto que me parece algo inaudito poner a una hembra nombre de gallina) podran venir corno voluntarios los fines de semana. Parece ser que coleccionan libros de cocina. No te parece raro coleccionar libros de cocina, Merry-Death? Y les encantara probar algunas de sus recetas medievales aqu -explic Rolf-. Frank estaba especialmente impresionado por todas las actividades relacionadas con la cultura escandinava que estn floreciendo con el proyecto. Adems de la construccin del barco, claro est. -Hablando de florecer... -empez a decir Meredith. -Ah, has visto los rosales -dijo l, mientras le haca a Mike un gesto subrepticio con la

mano para que continuaran descargando el csped. Antes de que ella pudiera reprenderle por aquella accin furtiva, l le pas un brazo por encima de los hombros. Estaba actuando con demasiada confianza con Mike y los estudiantes. Meredith intent escabullirse de su abrazo, pero l la sujet a su lado an con ms fuerza. -Con todas las pullas que me has estado lanzando desde que he llegado, pens que igual no las habas visto. -Cmo poda no ver los rosales, Rolf? Estn por todas partes -le cort injustamente. Se arrepinti de sus precipitadas palabras al ver la expresin herida de la cara de Rolf. -No te gustan? Yo pens que... Ella se lament. Aquel hombre tena el don de ponerla a la defensiva y hacerle olvidar por qu estaba tan enfadada con l. -Me encantan. El rostro de Rolf se ilumin de inmediato. -Ven, mira ste, cario. -Rolf la llev hacia los cimientos de la casa vikinga y lo que supuestamente sera la puerta principal. Un pequeo arbusto con un solo capullo de color rojo como la sangre, tan oscuro que casi pareca negro, destacaba entre los dems-. Se llama rosa escandinava -le dijo en voz baja-. Crees que es un buen presagio? Ella cerr los ojos con un estremecimiento, luchando con fuerza por sofocar aquellas emociones nuevas y tan maravillosas que se arremolinaban por todo su cuerpo. -Ests contenta con mi primer regalo de novia? --pregunt l con una vulnerabilidad conmovedora. En contra del sentido comn, Meredith abri los ojos y casi se tambale ante el sensual asalto de la mirada ambarina y turbia del vikingo. -Estoy encantada con las rosas -concedi ella con un susurro sofocado. Enderezando la espalda con resolucin, agreg-: Pero no voy a casarme contigo. -Lo que t digas, mi amor. -Todava con el brazo alrededor de sus hombros, la abraz an con ms fuerza y le bes la parte superior de la cabeza. A continuacin, la llev hacia el rea de construccin del barco. Sin embargo, ech a perder por completo el acto de conciliacin al propinarle un azote en las nalgas para confiarle otro secreto-: Hoy he comprado un barril de ptalos de rosas secos para esparcirlos por nuestra cama nupcial. -No me casar contigo. -Lo que t digas, mi amor. Y cuando ella se fue a la cama aquella noche (la cama que comparta con Thea desde que Jillie se haba marchado de nuevo), Meredith vio una cajita de terciopelo sobre su almohada. Con cierto temor, la abri y descubri un exquisito broche de oro con forma de rosa. En uno de sus ptalos trabajado con fino detalle haba posado un abejorro libando el nctar de la flor. Pegado con cinta adhesiva en la parte interior de la tapa haba un trocito de papel, doblado una docena de veces hasta convertirse en un cuadrado pequesimo. Cuando por in lo abri del todo, de sus labios se escap un sollozo. Con una sonrisa temblorosa, ley la nica palabra de aquel mensaje escrito a lpiz: Bzzzzz!. El viernes ya casi estaba anocheciendo cuando Meredith conduca hacia su casa. Esa noche Thea haca de canguro para que Sonja y Mike pudieran salir a cenar y al cine. Su sobrina volverla a casa sobre la medianoche, pero Meredith no quera arriesgarse. Rolf le hara picadillo, sexualmente hablando, si estaban a solas ms de una hora.

As que, empleando el arma que han estado utilizando las mujeres durante siglos para rechazar a los hombres insistentes, o sea, desaparecer, se haba quedado hasta tarde en la oficina de forma intencionada, y luego haba hecho algunas compras innecesarias en el centro comercial y el supermercado. Se senta un poco culpable, porque saba que Rolf se disgustara por no haberlo llevado con ella al centro comercial. Era uno de sus sitios favoritos, y tambin de Thea. Al parar en la entrada, Meredith comprob que los estudiantes ya se haban ido, pero la casa estaba completamente iluminada, al igual que el patio lateral con los focos. Qu diferencia respecto a la casa oscura y solitaria a la que haba llegado haca slo una semana! Pareca imposible que solamente hiciera siete das que conoca a Rolf. Ahora poda imaginarle perfectamente, esta vez con vaqueros y camiseta, todava trabajando en el drakkar. Aquel hombre era incansable. Estaba obsesionado. En ms de un sentido. Parpade para rechazar las lgrimas que asomaban a sus ojos, a sabiendas de que, inevitablemente, llegara el da en el que al llegar a casa, igual que ahora, l va no estara. Cmo haba conseguido convertirse en una parte tan importante de su vida en tan poco tiempo? Acaso estaba su amor predestinado, como crea Rolf ? En cualquier caso, Rolf haba sido un regalo del cielo para ella, al menos en un aspecto. Desde que l haba vuelto a asumir el control del proyecto de construccin del barco haca tres das, ste haba avanzado a un ritmo sorprendente. El barco de menor tamao, Destino Fiero, estaba prcticamente finalizado, gracias las jornadas de trabajo de entre quince y veinte horas del vikingo, aunque todava faltaban los acabados. Y el nuevo dragn vikingo del proyecto Trondheim va tena el armazn del casco completo y estaba listo para el entablonado. guila Fiera iba a ser un barco espectacular, tan fabuloso como cualquiera de sus antepasados vikingos. Cuando los estudiantes volvieran a las clases la semana siguiente, no podran venir tan a menudo; por lo que se regocij al ver lo mucho que se haba adelantado aquella semana, Con la enrgica eficiencia de un lder nato; Rolf se haba encargado de gestionar los diversos trabajos relacionados con la construccin del barco v las dems actividades vikingas auxiliares. Sin embargo, aunque concentraba. sus esfuerzos en el proyecto, supervisando a los estudiantes v trabajando con sus propias manos, tambin era implacable en su cruzada para conquistarla. Entre el arsenal de armas que empleaba con tal fin, las ms evidentes eran los regalos nupciales que le prodigaba. -Rolf, no puedo aceptarlo --dijo Meredith el mircoles, cuando l desliz un anillo de compromiso en uno de sus dedos. Era un gran anillo de oro con las figuras de: dos lobos entrelazados, cuya piedra central era el ojo, de color amarillo limn, del perfil de una de aquellas bestias. -No es el anillo de compromiso tradicional de tu pas -le haba explicado con voz ronca--, pero me pareci perfecto cuando lo vi en la tienda del anticuario. Hay quien se refiere a los vikingos como lobos de mar y ya sabes que Geirolf significa lobo. en mi idioma. Lo s, haba pensado, pero en lugar de eso dijo: -No me casar contigo. --Lo que t digas, mi amor. Y de algn modo el anillo se haba quedado en su dedo. El da anterior le toc el turno a las pieles, suaves como la seda, y destinadas a la cama nupcial. Rolf la haba sorprendido en la cocina justo antes de que saliera hacia la universidad. A aquella hora no haba escapatoria.

-Marta cibelina? Estpido tozudo! Alguna vez me escuchas cuando hablo? Yo nunca, absoluta y decididamente nunca, dormir encima de la piel de una pobre especie en peligro de extincin. -Ya, pero tienes que mirarla con mayor detalle, cario. Es una piel falsa de muy buena calidad. Ves como s que te escucho. -Buf! Bueno, de cualquier modo, no me casar contigo. --Lo que t digas, mi amor. -A qu te huele el aliento? Qu has estado comiendo? --le pregunt entonces. Los labios, las manos, y el cuerpo de Rolf nunca estaban demasiado lejos de ella cuando estaban j untos en una habitacin. Era como si l tuviera un dispositivo de bsqueda implantado en su cerebro con una inclinacin magntica hacia ella. O quiz lo tena implantado en otra parte del cuerpo. -Ah, he descubierto otro alimento de los dioses... casi tan delicioso como las galletas Oreo. -Rolf sostena un sndwich ante sus ojos. Ella lo olfate. -Mantequilla de cacahuete? -S. Thea me ense este manjar. Primero pens que me estaba gastando una broma. La lengua se me peg al paladar, pero ella me aconsej cul era el mejor mtodo para hacer un sndwich. La clave est en la mermelada, sabas? -No es un desayuno muy saciante -dijo Meredith con recelo. -Ya, pero me he comido diez -contest l sagaz. -No me lo digas... con cerveza, para ayudarte en la digestin? -Por supuesto. Entonces ella ri, algo que sola hacer con frecuencia en aquellos das. l poda frustrarla y enfurecerla con su insistencia en la boda y su posterior divorcio, pero tambin saba suscitar la sonrisa en su cara. Le resultaba muy difcil odiar a un hombre que le haca rer. No es que le odiara, ni remotamente. No seor. justo al contrario. Pues bien, ese da era viernes, su aniversario en cierto modo. Se encogi al imaginar con qu extravagante regalo nupcial le dara la bienvenida hoy. Oh, a quin quera engaar? Apenas poda esperar. Meredith estaba guardando las compras cuando Rolf entr. Lo primero que hizo fue besarla... profundamente. Era lo primero que haca, siempre, tanto si haba gente alrededor como si no. l alegaba que no poda evitarlo, como tampoco poda resistirse a tocarla. Ella ya no se opona... como mnimo a sus besos. De hecho, le encantaban. Probablemente, ella tambin tena un dispositivo de bsqueda de carcter sexual. -Por qu has ido al mercado de comestibles sin m? -se quej Rolf, mordisqueando su hombro mientras ella intentaba deshacerse del abrazo del vikingo. Entonces, los ojos de Rolf se posaron en una bolsa con la marca de una tienda del centro comercial-. Y tambin al centro comercial! Oh, eres una mujer muy, muy cruel. Tendr que pensar en algn castigo apropiado. Ella se apart de l poco a poco, mirndole de reojo con inquietud. Una nunca saba con qu le iba a salir aquel vikingo_ La ltima vez que l haba decidido castigarla por alguna trasgresin (probablemente por rerse de algn comentario que Tim Allen haba hecho en su estpido programa), Rolf le haba hecho cosquillas hasta que ella se puso a rer

tontamente como una colegiala, y luego la acarici hasta que ella se sinti... bueno, exactamente como una colegiala no. -Necesito una ducha. Quiz deberas enjabonarme, como una esclava. Eso es un castigo? -Ni hablar! -Por qu te me resistes tanto, Merry-Death? Dices que me quieres. -Y te quiero--dijo abatida-. Rolf, ya hemos ido por este camino varias veces, y siempre tropezamos con el mismo bache. O te quedas conmigo, o yo voy contigo. -Es imposible. -Entonces, no me casar contigo. -Qu moza tan testaruda! -farfull contrariado y con un tono de resignacin. Pero ella saba que l no se daba por vencido. Ni mucho menos. -Ha llamado tu hermana hace una hora -le inform l mientras rebuscaba en todas las bolsas hasta encontrar lo que buscaba. Galletas Oreo. Si se quedaba mucho ms tiempo por all, Meredith iba a comprar acciones de Nabisco. -No me sorprende. Hoy me ha llamado tres veces a la oficina. Como mnimo es perseverante. Jillie estaba obsesionada con el cinturn v los brazales de Rolf. Estaba intentando convencer a Rolf para que se los prestara y poder hacer unas pruebas en el Museo Metropolitano de Nueva York, en el que estaba ahora. De hecho, Meredith sospechaba que tambin se estaba reuniendo con editores, para conseguir un contrato v escribir un libro, con la esperanza de que Rolf le proporcionara material suficiente para llenar sus pginas. En una de sus conversacio nes, Jillie haba dejado caer un posible ttulo: E! ltimo vikingo. -Ya s que es tu hermana, mi amor, pero se est poniendo muy pesada. Lo nico que quiero es construir mis barcos v pasar el resto del tiempo contigo. -Ignrala. -Ja! Su molesto acoso ha sobrepasado los lmites de mi resistencia. No quiero ofender a ningn miembro de tu familia, pero tengo que confesarte que esta vez le he colgado el telfono, sea familia o no. Bien hecho! le felicit ella, y a continuacin aadi con una sonrisa cohibida-: Yo he hecho lo mismo. --En serio? Rolf pareca desmesuradamente emocionado ante semejante descortesa por su parte. l siempre le deca que tena que ser ms asertiva y dejar de intentar complacer a todo el mundo. Bueno, pues hoy haba dado el primer paso, y eso le haba hecho sentirse bien. --Puedes dejar de hacer eso? -refunfu Meredith. Rolf haba separado la galleta Oreo en dos partes y estaba lamiendo el relleno lentamente, con sumo placer. Cualquiera hubiera dicho que era una experiencia ertica para l. Puede que s lo fuera. -El qu? -l la mir, todo inocencia, pero entonces su lengua volvi a lamer lentamente la galleta y sus ojos dorados centellearon alegremente. Lo estaba haciendo a propsito. Antes de que ella pudiera regaarle, dijo--: Tengo otro regalo de novia para ti. Ella se quej. -No me casar contigo. -Lo que t digas, mi amor. Mientras Rolf sala fuera a buscar el regalo de novia (aquel hombre no la escuchaba en absoluto), son el telfono. Meredith se dirigi al saln para contestar la llamada, donde Rolf, muy considerado, haba encendido un acogedor fuego para ella. Probablemente

porque haba planeado una seduccin tambin muy acogedora. Al descolgar el telfono dese que no fuera JiIlie otra vez, o sus padres, quienes todava tenan previsto llegar al da siguiente por la tarde. Oh, qu alegra! -Diga? -dijo con alegra fingida. -Hola, eres t, Meredith? Se qued helada del susto. Jeffrey? -Meredith, ests ah? -S, s, estoy aqu. Qu quieres, Jeffrey? --Bueno, no es necesario que seas tan grosera -se enfrent l, reducindola a una criatura a quien nadie le ha enseado buenos modales-. Yo pensaba que habamos tenido un divorcio amistoso. Crea que todava seguamos siendo amigos. Amigos? Amistoso? Los hombres divorciados deben vivir en otro mundo. -Cmo me alegro de volver a orte, Jeffrey! Qu tal la familia? Qu quieres? ---dijo con sarcasmo. -Estaba pensando en acercarme a Maine y... -No! -grit ella presa del pnico. Pero entonces le preocup la posibilidad de que aquello hubiera sonado como si todava le quisiera. En palabras de Thea, s, hombre. Escogi cuidadosamente el tono de voz para proseguir-: Por qu quieres venir a Maine? Siempre odiaste este sitio cuando estbamos casados. Demasiado rstico para tu gusto, solas decir. -Y lo sigue siendo. Pero hay algunos... esto, asuntos profesionales que me gustara comentar contigo -respondi, como si estuviera seleccionando las palabras con cuidado-. T y yo siempre habamos tenido buenas conversaciones sobre temas acadmicos. -Asuntos profesionales? Vendras con Nookie? -Se llama Cookie -se eriz l. Meredith saba muy bien que el nombre de aquella jovencita tonta era Corinne Cookson. -Nookie, Pookie, Cookie, suena todo igual! -No, Cookie no puede venir. -Oh, y eso? Un caso complicado de acn? Demasiado trabajo en casa? Erupcin provocada por los paales? l inhal bruscamente. -Est embarazada de nuevo y su mdico le ha aconsejado que no viaje. Meredith se tambale a causa del dolor, como si le hubieran dado un puetazo en el estmago. Embarazada? De nuevo? Y Meredith no haba podido ni siquiera tener un hijo. Oh, la vida era tan injusta! Para cundo nacer la criatura? -no poda evitar preguntarlo. -Para dentro de tres semanas. -Tres semanas! Y la vas a dejar sola mientras t te escabulles para venir a Maine para... cmo lo dijiste?, una conversacin acadmica? Venga, no me tomes el pelo! Oh, no! No me digas que quieres tener una aventura a escondidas de tu mujer ahora que est indispuesta? Eso sera una triste irona, verdad? Tuviste una aventura cuando estbamos casados porque yo no poda tener hijos. Y ahora quieres tener una aventura con tu ex mujer porque tu esposa actual s puede tener hijos. l profiri una palabrota y espet con indignacin: -No me gusta cuando te pones as. Las mejillas de Meredith ardan de vergenza. Bueno, ya haba conseguido ponerla en su sitio, como de costumbre. -Qu te pasa, Meredith? Nunca fuiste rencorosa. Jillie tena razn. Dijo que estabas bajo la influencia de un personaje repugnante. Siempre has sido tan confiada. Necesitas un guardin, si quieres saber mi opinin. Por qu no me acerco por ah y... ?

-Jillie? Has estado hablando con Jillie? -chill Meredith. Se llev una mano a la cabeza y se percat de que estaba llorando. Por qu Jeffrey siempre tena ese efecto en ella? Y era muy propio de Jillie que recurriera a la ayuda de Jeffrey para su campaa de desgaste. Seguramente ambos estaban ya en tratos con editoriales, como las alimaas voraces y amorales que eran. -Merry-Death, qu te aflige? -pregunt Geirolf preocupado al entrar en el saln. Las lgrimas fluan por el rostro de la mujer y sus manos temblaban mientras hablaba con alguien por telfono. Apostara que se trataba de otro miembro de su familia. Enfadado con los parientes de Merry-Death, que seguan fastidindola, y frustrado porque ella era incapaz de plantarles cara, arroj las cajas que cargaba sobre el sof. -Dame el maldito telfono -dijo con firmeza mientras se acercaba a ella. -No! Oh, no, no, no! -Sus ojos llorosos se dilataron con horror ante la perspectiva de que l hablara con quien quiera que estuviese al otro lado de aquella caja parlante. Furioso, le arrebat el auricular de la mano. -Quin es? -bram. -Jeffrey Foster. Y quin diablos eres t? -Soy Geirolf Ericsson, el prometido de Merry-Death. Se puede saber qu le has dicho para hacerla llorar, malnacido? -Qu? -Me has odo alto y claro. Mira, necio bastardo. Rechazaste a la mejor mujer que hay en el mundo, pero un hombre mejor que t la ha ayudado a rehacer su vida. No te atrevas a cambiar de opinin ahora. -No quiero a Meredith. Qu te ha hecho pensar eso? --Yo conozco el tesoro que hay en ella; eso es lo que me ha hecho pensarlo. -Caray! Meredith debe de haber desarrollado otras habilidades sexuales desde que yo la conoc para compensar sus otras... deficiencias. Un retumbar feroz de ultraje fue redoblando desde su pecho, emergiendo como el ruido que solan hacer los guerreros antes de entrar en combate. -Si estuvieras aqu ahora, canalla cobarde, te retorcera el cuello y echara tu calumniosa lengua a los cuervos. -Ests loco. Djame hablar con Meredith. -Parece ser que tienes un problema de odo. No vuelvas a llamar a Merry-Death nunca jams. No la intimides. No la desprecies. No te acerques a su feudo. -No tienes ningn derecho a darme rdenes. Quin te crees que eres, analfabeto de baja alcurnia? -Soy el hombre que te cortar la cabeza en un santiamn si te atreves a volver a mirar a mi mujer -gru el vikingo., y colg el telfono con un golpe. A Geirolf le cost un buen rato recuperarse tras haber perdido los estribos de ese modo. Siempre suceda lo mismo cuando le asaltaba la fiebre de guerra, ofrecindole la subida de tensin necesaria para combatir a sus enemigos. Cuando recuper el sentido comn, tras varias respiraciones profundas y jadeantes, se percat de que Merry-Death le estaba mirando fijamente. Sus ojos estaban llenos de lgrimas no derramadas y recriminacin. Recriminacin? Aquello volvi a encender la furia del vikingo con creces. Adelantndose, agit un dedo ante el rostro de Meredith. -Moza, cundo vas a aprender a defenderte de tus enemigos, en vez de encogerte de miedo como un cachorro? Qu va a pasar cuando me haya ido? Quin luchar tus batallas por ti entonces?

-Por qu...? Por qu...? Imbcil! No necesito que seas mi caballero de reluciente armadura para solucionar un desacuerdo, y slo se trataba de eso. No era ninguna gran batalla. Jeffrey y yo nunca estarnos de acuerdo. Y, francamente, si quieres que te diga la verdad, zoquete testarudo, yo ya le haba parado los pies cuando entraste en combate. -En serio? -La furia del vikingo se disip de inmediato y fue sustituida por una desolacin estremecedora. Las lgrimas de Meredith deban de ser a causa del amor que todava albergaba por su antiguo marido. Geirolf apenas poda respirar a causa del nudo que senta en su garganta-. Entonces, todava quieres a ese hombre, Merry-Death? - Eh? -Ella estaba secndose los ojos con un pauelo de papel cuando l le formul esa pregunta. Entonces, ella frunci el ceo, ponindole en la misma categora que los burros los melones insensibles. -Tus lgrimas -seal l--. Dado que no lloras por ninguna ofensa que te haya hecho tu antiguo marido, las lgrimas deben de ser debidas a tu ... amor. -Su voz tembl al pronunciar la ltima palabra. Geirolf apart la vista para ocultar su debilidad. -Todos los vikingos sois idiotas o slo t? En ocasiones, la moza iba demasiado lejos con sus insultos. l se volvi lentamente. Meredith estaba de pie con las manos apoyadas en las caderas, las cuales volvan a estar cubiertas con aquellos infernales calzones masculinos, a pesar de que l le haba dicho infinidad de veces que prefera las prendas de vestir que requeran el uso de medias lascivas. Si le quera, debera desear agradarle, no? Diablos, ella intentaba lo imposible para complacer a todos los dems. Y entonces, Geirolf acababa de enterarse de que ella todava quera a su antiguo marido. -Maldita sea tu impertinencia, mi seora! Y maldita seas t por torearme como a un jovencito loco de amor. -Rol, yo no quiero a Jeffrey y probablemente nunca le am. -Me ests diciendo la verdad, Merry-Death? -Su corazn lata con esperanza. Diablos, detestaba su propia vulnerabilidad ante todo lo que tena que ver con esa mujer. Sin duda, era un punto dbil en su varonil armadura. -Es un lameculos y ya se lo he dicho muchas veces. -Entonces, por qu estabas empapando la alfombra con tus lgrimas? -Porque me ha puesto furiosa. Y porque me senta aliviada al poder expresarle por fin mis verdaderos sentimientos. -Oh. -Significaba eso que l solito se haba puesto en ridculo? No por haberle soltado palabras agresivas a aquel bruto por telfono, sino por haber acusado a Merry-Death injustamente-. Lo siento, cario. Me he comportado como un imbcil. -Mmmm! Eso es evidente. Geirolf estaba muy contento de haberse equivocado en sus precipitadas conclusiones al reprenderla por engaarle con otro. -Ven, mi amor. Deja que te muestre tu regalo de novia. -La tom por la mano y la arrastr hasta el sof cama. Por supuesto, Rolf sinti un hormigueo en sus dedos cuando sus pieles se rozaron. La mano de la mujer tembl con sorpresa ante el contacto de sus palmas y l supo que ella tambin haba sentido hormigueo. -Crees que nuestras partes ms ntimas sentirn el hormigueo cuando se encuentren? -pregunt l con expectacin mientras le tenda una caja blanca rectangular con las palabras CONFECCIONES MEAKO, ALTA COSTURA ARTESANAL, impresas en

letras doradas en la parte superior. Meredith estaba boquiabierta. Aquel comentario era escandaloso, incluso para Rolf. Al ver que ella no responda inmediatamente, l la mir mientras abra otra caja y pudo ver su conmocin. Ella cerr la boca, pero no antes de que Rolf viera el obvio inters que su pregunta haba despertado en ella. Le gui un ojo y Meredith sinti mariposas volando en su vientre. -Abre tu regalo de novia -la inst. -No ene casar contigo -repiti ella en su ya consabido estribillo y l le ofreci una de esas miradas que quera decir: S, s, qu ms hay de nuevo?. Pero su curiosidad pudo ms, probablemente tal como l tena previsto, y Meredith levant la tapa y apart el papel de seda dorado. Rolf haba encargado que confeccionaran un exquisito traje de novia al estilo vikingo para ella-. Oh, Rolf. -Ni se te ocurra volver a llorar -le advirti-. Hoy ya he tenido agitacin emocional ms que suficiente. Meredith no estaba segura de si Rolf se refera a las emociones de ella o a las suyas propias. -No me casar contigo -dijo de nuevo, aunque ella misma se dio cuenta de lo dbil que sonaba su voz. Admir aquella fantstica prenda de vestir y las llamas titilantes de la chimenea arrojaron luces de baile sobre sus relucientes pliegues. La parte interior del traje era un blusn sin cuello de manga larga, confeccionado en una gasa sutil de lino blanco, larga hasta el tobillo por delante y plisada y algo ms larga por detrs. Las muecas y el escote circular estaban ribeteados con unas tiras bordadas con hilos metalizados de color verde, oro y blanco sobre un fondo rojo. La parte exterior del traje, de seda, abierta por los laterales al estilo vikingo, era de color carmes, con unas tiras bordadas a juego en el dobladillo y en el escote. En aquella pieza, los colores estaban invertidos, un fondo blanco con hilos de color prpura, verde y oro. El diseo del bordado representaba una cenefa de rosas entrelazadas. El vestido inclua dos prendedores de hombro en forma de capullo de rosa, junto con un cinturn de eslabones dorados para llevarlo algo suelto a la altura de la cintura, ms acorde a la moda sajona que a la vikinga, segn la cual normalmente no se llevaba cinturn alguno en la cintura. -Rolf, es precioso; pero por qu sigues hacindome todos estos regalos cuando ya te he dicho que...? -Ven a ver lo que he comprado para m-la interrumpi, mientras haca un gesto, sealando la caja que estaba abriendo-. ste es mi traje para la boda. No me gustara que mi prometida me eclipsara demasiado ese da -brome. Ella suspir con admiracin. El traje consista en una tnica de manga larga de color negro azabache, de la ms suave de las lanas, mezclada con cachemira, que deba llegarle a la altura de la mitad del muslo o un poco ms abajo. Debajo de la tnica llevara un par de pantalones finos del mismo tejido, y en la cintura, su cinturn talismn. Tanto la tnica corno un manto forrado de seda blanca estaban bordados con la misma tira de rosas que el vestido de ella. -Si me fuera a casar contigo, lo cual no es as, no podra haber riada ms perfecto -dijo ella con sinceridad-. Gracias. -De nada, mi amor, pero guarda tu agradecimiento para nuestra noche de bodas. Ella se quej. Era como hablarle a una pared de ladrillos.

-Pero de momento dejaremos a un lado nuestras diferencias. Son casi las ocho y ya sabes qu significa eso. -La hizo a un lado, le dio un beso rpido, la sent en el sof y dijo-: Chist. Meredith se estremeci disgustada. Era la hora de Un chapuzas en casa. Cuando por fin acab el programa, pusieron uno de esos publirreportajes sobre deporte. Rolf mir el televisor con la concentracin que sola dedicar de forma exclusiva a su hombre-herramienta favorito. -Acaso se trata de eso? -murmur y se volvi hacia ella como iluminado-. Podra ser que la razn por la que te me resistes tanto es porque tengo un... -vacil, con una mueca de horror- un defecto fsico? Algo que os gusta a las mujeres de tu poca, pero que los hombres no desarrollamos en mi mundo? Que Rolf tiene un defecto fsico? No... lo... creo. -Bueno, ahora que lo mencionas -le tom el pelo, dndose golpecitos con un dedo en la barbilla en actitud pensativa. -Vaya, por qu no me lo dijiste desde el principio? -gru l-. Podra haber encargado una de esas mquinas del anuncio y haber trabajado todo este tiempo para corregir mi defecto. Maldita sea, mis hermanos se mofaran de lo lindo si supieran que una mujer ha rechazado mis favores debido a mi falta de atractivo. Igual no te has dado cuenta, pero yo tengo cierta inclinacin a la arrogancia, en lo que a mi aspecto se refiere. -No, no lo haba notado. -Entonces, se compadeci de l-. Rolf, no tengo ni la ms remota idea de qu ests hablando. l volvi la cabeza bruscamente hacia el televisor donde un experto en fitness iba explicando cmo afirmar los msculos superiores de los glteos. Los ojos de Meredith se clavaron en Rolf al comprenderle de repente. -Te me has resistido enormemente porque no tengo... unas posaderas de acero. Meredith se ech a rer, incapaz de reprimir las carcajadas ni siquiera cuando l se levant y la fulmin con la mirada. Por fin, pudo contener la risa. -Rolf, no tengo ni idea de si tienes unas nalgas de acero o no. Eso fue un grave error. Geirolf gir ciento ochenta grados, se baj los pantalones hasta el suelo y pregunt por encima del hombro: -Qu opinas? No llevaba ropa interior. -Y la cinta para correr se llama Pista nrdica, lo has visto? La mquina est dirigida exclusivamente a los escandinavos. Debemos de tener una deficiencia especfica. En cuanto los ojos de Meredith volvieron a sus rbitas, sta balbuce: -Creo que no tienes nada de qu preocuparte al respecto. Pero lo que realmente pens fue: Esta noche voy a tener unos sueos muy extraos y muy intensos. Captulo catorce -Aaaargh! -chill Meredith cuando a la maana siguiente abri la puerta principal para recoger el peridico. Aparcado en la entrada, con un enorme lazo, estaba su ltimo regalo de novia, uno de esos descapotables clsicos de los aos cincuenta con unos parachoques traseros que parecan alas. Era tan grande como un dragn vikingo, probablemente gastaba tres litros al kilmetro, y su color rosa hizo estremecerse a Meredith. Rolf vino corriendo desde el lateral de la casa, con el pelo todo alborotado y con las pieles de su cama sobre sus hombros desnudos. En las manos llevaba una de aquellas

largas lanzas de madera improvisadas. Y su aspecto no habra sido ms fiero si hubiera sido un guerrero vikingo a punto de entrar en combate. -Qu pasa, mi seora? -pregunt, moviendo la cabeza a un lado y al otro, explorando los alrededores--. Dnde est el enemigo? En cuanto pudo cerrar la boca, Meredith seal hacia la izquierda. -Qu es eso? -Eso significa que tus dominios no sufren la amenaza de un ataque? -Su cuerpo se relaj cuando comprendi que no acechaba ningn peligro inminente, pero frunci el ceo con desaprobacin-. Te he dicho alguna vez que tienes un forma de chillar que volvera loco a cualquier hombre cuerdo? Haras bien, mi seora, en escuchar la saga que los escaldos cuentan en mi tierra sobre un muchacho que gritaba que vena el dragn demasiado a menudo. -No querrs decir el muchacho que gritaba que vena el lobo? -Qu lobo? -De nuevo inspeccion el jardn, esta vez buscando, ridculamente, un lobo. -No importa. -Meredith empez a dar golpecitos con el pie con impaciencia y le indic, con un movimiento de cabeza, que no haba contestado la pregunta sobre la monstruosidad rosa que haba en la entrada. Probablemente era un coche Mary Kay de poca. -Ah, eso. -l se encogi de hombros-. No he podido encontrar un caballo apropiado para ti en tan poco tiempo. -Un caballo? -chill. -Adems -dijo con un gran bostezo-, sabias que las leyes locales prohiben la construccin de una cuadra en tu propiedad? Estoy pensando en recurrir a una autoridad mayor... quizs incluso al rey. El rey Clinton es soberano nico de vuestro pas? -Una cuadra? Una cuadra? Ni se te ocurra construir una cuadra! Esa casa vikinga ya supone suficiente estropicio. Y si te atreves a llamar a la Casa Blanca, voy a dar de baja el servicio telefnico. -Lo que t digas, mi amor. -La boca de Geirolf se arque hacia abajo en una mueca de tristeza. Con un tono de voz herido e infantil aadi-: Yo pensaba que aprobabas la casa vikinga ahora que casi est terminada. Ella gru y Rolf dej caer como un plomo un brazo alrededor de sus hombros, mientras la llevaba de nuevo dentro de la casa. Cuando vio que hacer pucheros no servia para poner fin a su enfado, le aconsej: -Tranquilzate, Merry-Death. Tienes que relajarte ms. Est muy bien que te hayas tomado el da libre en el trabajo. Has estado demasiado tensa ltimamente. -Su aparente consideracin se fue por la borda cuando aadi-: Sin duda, eso es consecuencia de tu frustracin sexual. Aprend ese trmino en Barrio Ssamo. -Seguro... que... no. Geirolf lade la cabeza. -Bueno, puede que no. Entonces, debi de ser en el programa del doctor Ruth. -Agit una mano en el aire para quitarle importancia-. De cualquier modo, todo el mundo sabe que cuando la savia corre, se la debe dejar correr. Negar la libre circulacin de los flujos corporales atasca los poros y embrolla la mente. -Eres increble. -Meredith se ri. -Lo s -reconoci l, mientras le sonrea. En realidad, Meredith estaba contenta por tener el da libre. Puesto que ya haba dado rienda suelta a su recin adquirida asertividad con Jeffrey la noche anterior, decidi ir a

por todas y llam a sus padres para decirles, sin dejar lugar a dudas, que no eran bienvenidos en Maine. A pesar de las vehementes protestas de sus progenitores, que la acusaron de insensible por haber echado por tierra sus minuciosos planes, Meredith se mantuvo firme. Rolf se haba sentido muy orgulloso de ella. Alentada de este modo y bajo la influencia de un arrebato provocado por la adrenalina, haba llamado a Jared para darle el mismo mensaje. Mucho ms conciliador, ste haba respondido que de todos modos estaba demasiado absorto en su trabajo. Por tanto, con su agenda inesperadamente vaca, Rolf proclam un da de vacaciones en el proyecto, y la invit a acompaarle a un acto programado... una cita. Como era sbado, Meredith acept, pero slo si Thea, Mike, Sonja y Teddy podan ir con ellos, como una especie de carabina en paquete de cuatro unidades. Decidieron hacer una visita al zoo. La primera cita de Meredith con Rolf fue un desastre. Mientras volvan a casa en el megacoche rosa a ltima hora de la tarde, un Rolf taciturno miraba sin ver a travs de la ventana el paisaje que dejaban atrs. Mike conduca, Thea ocupaba el asiento del copiloto, Meredith iba atrs con Sonja y Teddy a su derecha y Rolf a su izquierda. Haban puesto la capota cuando el aire empez a refrescar y cuando se volvi imposible mantener una conversacin por el estruendo del motor y el viento, sin mencionar el ruido mortificador del silenciador. Meredith desliz una mano entre las de Rolf, algo que no sola hacer muy a menudo. -Lo siento, Rolf. Nunca pens que un zoo poda disgustarte tanto. -Todos se haban dado cuenta desde el principio de que la experiencia del zoo le haba resultado repugnante, pero a Teddy le haba gustado tanto que decidieron quedarse. Rolf le devolvi una mirada sombra, sus ojos de color bourbon centelleando de indignacin. - Cmo es posible que una sociedad civilizada acepte la tortura en animales? Enjaular as a bestias salvajes es, sin duda, una ofensa para los dioses. Meredith frunci los labios pensativa. --Nunca pens sobre ese tema, pero el zoo Silver Oak es uno de los ms reputados de nuestro pas. Creme, hay zoos en los que los animales reciben un trato inhumano, pero ste no es uno de ellos. -No hay zoolgicos en tu pas? -pregunt Mike por encima del hombro. Meredith se puso tensa. Rolf no haba hablado de su viaje en el tiempo con nadie ms que con ella, aunque algunas veces Meredith haba sorprendido a Mike mirndole de forma extraa. Quin no lo hara? A pesar de su dominio del idioma, los numerosos giros extraos que empleaba haran sospechar a cualquiera. Y algunas de sus ideas eran, sin lugar a dudas, arcaicas. Rolf entabl contacto visual con ella e hizo caso de su advertencia tcita. --No, nosotros no enjaulamos a nuestros animales. -Pareca que eso era todo lo que iba a decir, pero entonces alz la mandbula con enojo-. Vosotros sois cristianos. Vuestra Biblia dice que todas las criaturas tienen dignidad y una razn para existir. Qu dignidad tienen esos animales cuando se les observa tontamente de da y de noche, sin dejarles ni un momento de intimidad para las funciones corporales? Incluso se les observa en el aparejamiento, por el amor de Freya!

-No se trata slo de un espectculo, Rolf -dijo Meredith con voz suave-. Los cientficos estudian a los animales en cautividad. Y a veces aprenden cosas que ayudan a la humanidad. -Pues me parece un precio demasiado alto -dijo con rabia--. Malditos sean los cientficos! IMeredith se encogi, y se pregunt si Rolf la inclua a ella tambin en la misma categora que los cientficos. -Pero la caza no te parece mal, verdad? -le pregunt Sonja con sincero inters, para intentar comprenderle. -Eso es distinto -replic. Cruz los brazos a la altura del pecho y se hundi an ms en el asiento, exasperado--. Todos los animales, humanos y bestias, luchan por sobrevivir. No hay nada vergonzoso en la caza. Luego mir a Meredith con ojos suplicantes. --No has visto aquel tigre de Bengala anciano, MerryDeath? Sus ojos me han hablado. Aquella bestia me ha dicho: No tengo orgullo. De guerrero a guerrero, te lo pido: dame paz. -Eso es totalmente alucinante -intervino Thea-. Como que nunca haba odo que alguien pudiera hablar con los animales, excepto Walt Disney quiz. -Si hubiera tenido a Valiente Compaero conmigo, habra atravesado el corazn de ese tigre con mi fiel espada. Tambin habra sido una bendicin. Mike v Sonja intercambiaron miradas de preocupacin. Thea ri alegremente y exclam: Guau! ---Y Meredith musit una plegaria silenciosa de gracias por haberse impuesto cuando Rolf haba sugerido volver al anticuario para comprar una espada. -Muchas veces he visto osos polares en su hbitat natural -prosigui Rolf-. Dime la verdad, Merry-Death, crees que aquella regia criatura de pelo blanco que haba en el zoo se deja engaar con la burda imitacin de un glaciar? -Algunos socilogos afirman que en toda civilizacin hay capas -especul Mike con indecisin-. Sabes? Tanto los animales como los humanos se clasifican en categoras, por riqueza, por nacimiento, por su fsico, o cualquier otra caracterstica. No se supone que unas especies deben dominar a las otras? No se basa en eso el estilo de vida vikingo? Rolf inhal bruscamente. --No has estudiado lo suficiente, Mike, si sas son las conclusiones que has extrado. Es cierto que los escandinavos invadimos otros pases y sometimos a otros pueblos, pero la razon era la superpoblacin de nuestras propias tierras, o bien la ley del terror impuesta por reyes crueles. Por eso buscamos nuevas tierras donde establecernos. Esa fama de violadores y saqueadores que tenemos los escandinavos es inmerecida en la mayora de los casos, te lo aseguro. -Pero, Rolf, recuerda que los vikingos tambin hacan prisioneros -le record Mike con una valenta imprudente. -Ya, pero no ponemos a nuestros esclavos en jaulas. No les tratarnos como fenmenos de la naturaleza. Les permitimos que se ganen la libertad. Y t tambin deberas recordar que los sajones y los francos tambin tomaban cautivos. -Vaya, Rolf, hablas como si fueras un vikingo de verdad -dijo Sonja con una risilla. -S -aadi Thea. Mike aguardaba expectante su respuesta. Rolf se encogi de hombros.

-Quin puede decir qu es un vikingo de verdad? -Rolf viene de una regin donde todava viven al estilo de vida antiguo --se apresur a explicar Meredith-. A veces se olvidan de que estamos en el siglo xx. Rolf le lanz una mirada de reproche. Fingir constantemente le molestaba, ella ya lo saba. Pero, por suerte, Rolf no dijo nada ms. Meredith suspir aliviada. Como mnimo, la visita al zoo haba servido para recordarle el riesgo que corra Rolf en el siglo xx. Afortunadamente, Rolf no le haba contado a nadie, aparte de ella, su viaje en el tiempo. Si lo hubiera hecho y, por alguna remota casualidad, alguien le hubiera credo, seguro que los cientficos le habran enjaulado tal como hacan con las bestias salvajes en el zoo. Y tambin le habran tratado como un fenmeno anormal. Meredith se haba percatado adems de otra cosa. Rolf necesitaba volver a su tiempo por otro motivo, al margen de la misin de su padre. Si se quedaba mucho ms tiempo, a la larga se le escapara algo. Demasiados peligros le acechaban en ese pas y esa poca. -Bendito sea Thor! Vas a llorar otra vez. Por mis gruidos, por todo! No hay riada por lo que llorar, cario -dijo, abrazndola. A continuacin, le susurr al odo-: Si lloras cuando rujo, qu vas a hacer cuando muerda? Meredith se sec las lgrimas y sonri. -Devolverte los mordiscos. l aull con regocijo. -Apenas puedo esperar. Rolf ya no se rea quince minutos ms tarde cuando entraron en casa. Mike haba acompaado a Sonja y a Teddy a su casa, y Thea se haba ido al piso de arriba a escuchar msica. Meredith se dio cuenta demasiado tarde de que estaba atrapada entre la nevera y un vikingo enojado. -Qu? Qu pasa? -balbuce ante la figura amenazante que representaba Rolf, con los puos cerrados y los labios blancos de irritacin-. Quieres comer o beber algo? -No, Meredith, no. -Entonces, qu quieres? --ti se iba acercando, centmetro a centmetro. Obligndose a actuar con resolucin, se neg a exteriorizar su nerviosismo. Pero por dentro estaba temblando como un cuenco de gelatina. -A ti. Madre ma ! -No ene casar contigo -insisti-- bajo tus condiciones. -Ella supuso que aqulla era la causa de su furia repentina. -Lo que t digas, mi amor ---respondi l lentamente con una sonrisa burlona. Aquella sonrisa no engendraba precisamente sentimientos afectuosos y tiernos. -Cul es el problema, Rolf? -Mike no es el nico que no sabe nada de vikingos -prosigui l con una voz cuya calma contrastaba, de forma alarmante, con una mirada despiadada-. Vosotros dos estudiis a los escandinavos en los libros, pero fracasis a la hora de aceptar nuestra realidad. -No te entiendo. -No, no me entiendes. Eso es cierto. T has enjaulado aqu a la bestia salvaje, MerryDeath --le dijo, mientras se daba un golpe en el pecho con un puo--, pero est a punto de escaparse. El temblor que senta Meredith en sus estmago se intensific hasta convertirse en un

terremoto. -Intentas asustarme? -Te asusto? -No. l sonri, pero era ms bien para ensear los dientes de una forma ms salvaje. -Qu chica ms imprudente! Hoy me he dado cuenta de que yo mismo he permitido que me enjaularan voluntaria-mente, encadenado por mi irrefrenable deseo hacia ti. He jugado el papel de tu manso animal domstico durante demasiado tiempo. se ha sido mi error: concederte tiempo para que dieras tu libre consentimiento a nuestra unin. Ya basta! Si no vas a ser mi esposa, entonces tendrs que ser mi esclava. -Una esclava? -se burl nerviosa. -S, una esclava de amor -respondi Rolf suavemente-. Cmo ves la posibilidad de ser una esclava vikinga? Mmmm ? Sometida a todos mis caprichos? -Deja ya de jugar conmigo, Rolf -Intent alejarse poco a poco de l, pero Rolf puso una mano a cada lado de su cabeza, con los brazos estirados y firmemente apoyados. Meredith senta el fro de la nevera por detrs y el calor de un macho agresivo por delante. No era una experiencia totalmente desagradable, deba admitirlo. -Quizs, esclava, te mantendr desnuda hasta que te sometas a mi voluntad. O con la escasa ropa que yo elija. -Los ojos de Geirolf se fijaron en el suter de angora que ella se haba puesto antes a peticin del vikingo. Un error, comprendi ella ahora al ver cmo Rolf se relama, lentamente. Tal vez con anticipacin? Acaso sospechaba Rolf que tambin se haba puesto el culotte que le haba comprado en Victoria's Secret? S, s lo sospechaba. Meredith se dio cuenta cuando el ardoroso escrutinio del vikingo se pos brevemente en esa zona. Meredith llevaba unos pantalones de lino anchos, pero l lo saba. -Ponte las manos encima de la cabeza, esclava -exigi Rolf. Qu? -Cuestionas la autoridad de tu amo, esclava? -dijo con una calma letal, mientras coga un cuchillo de cortar carne y lo apretaba contra su garganta-. Una esclava contumaz merece un castigo. Meredith no estaba realmente asustada, a no ser quiz por el fuerte latido de su corazn. Se sorprendi a s misma haciendo justo lo que l le haba ordenado. Levant las manos hasta la parte superior de la nevera, donde se agarr a los bordes de una cazuela. De todos modos, a pesar de la pose sumisa, se sacudi el cabello por encima del hombro en un gesto de petulancia. -Aj, una esclava insolente -dijo el vikingo-. Quieres que te domestique, mujer? Ella deneg con la cabeza. Quiero? Antes de que se diera cuenta de las intenciones de Rolf, este meti con cuidado el pequeo cuchillo dentro del escote del suter, primero a la izquierda, luego a la derecha, y cort as los tirantes de su sujetador. Hizo lo mismo desde debajo del dobladillo delantero, con lo que cort la tira central de la prenda ntima. Con un gesto rpido de sus dedos, Rolf sac la menuda ropa interior rasgada y la tir al suelo. -No, no te muevas -le orden cuando ella empez a bajar los brazos. Sostenindole la mirada, el vikingo desabroch el botn de sus pantalones. El sonido

spero de la cremallera al bajar reson con fuerza en la silenciosa estancia. En un instante, la tela se desliz y cay hasta sus tobillos. Estaba desnuda desde los tobillos hasta la cintura, excepto por las bragas de seda color carne de corte francs. Una leve dificultad al respirar era la nica seal de excitacin en el vikingo. -Una esclava hermosa es una mercanca enormemente preciada -dijo en un tono brutal, mientras tiraba del borde del suter hacia abajo, de forma que las sensuales fibras rozasen los pechos desnudos de la mujer. La tela tensada perfilaba sus senos turgentes, cuyos pezones florecieron en unos picos endurecidos, mientras l la miraba. Al soltar el dobladillo, el material estirado volvi de golpe a su forma original. Repiti el procedimiento varias veces hasta que los pezones doloridos de Meredith suplicaron ms. De pronto, ella record el tacto de sus dedos callosos. --Rolf --se quej mientras suba an ms los brazos, con lo que su pecho se arque hacia delante en una invitacin. -Una esclava no interpela a su amo -la reprendi, pasando el dorso de sus nudillos por encima de las cspides en un movimiento demasiado rpido. Ella quera ms. -Separa las piernas -dijo-, todo lo que puedas. Limitada por las perneras de los pantalones bloqueadas a la altura de los tobillos, slo pudo separar sus pies un poco. Pero era suficiente. Sus pliegues femeninos se separaron, visibles a travs de la entrepierna de seda del culotte. -Bien. -Rolf retrocedi. Meredith no poda creer lo que vea. En vez de cogerla en sus brazos, tal como esperaba, Rolf se apart de ella y se sent en una silla al otro lado de la mesa. -Ni se te ocurra moverte, esclava, o tendrs problemas --le inform con voz spera y espesa. A continuacin, se reclin en el respaldo de la silla, con los brazos descansando sobre su regazo y las piernas estiradas hacia delante, y la examin como... como a una posesin. El reloj de la cocina marcaba los segundos. El ritmo del rock and roll de Thea resonaba en sus pezones con un dolor punzante, y en su ardiente entrepierna. Rolf la haba colocado en una postura vulnerable y seductora, pero, curiosamente, no se senta rebajada, sino extremadamente excitada. Fuera cual fuese la etiqueta que adoptara (esposa, amante, amiga, esclava...) perteneca a Rolf. Bueno, eso no era del todo cierto. Todava se encontraban en tablas respecto a los planes de futuro del vikingo. l se iba a marchar en pocas semanas y ella se iba a sentir desolada. Era mejor un poco de dolor ahora que un dolor agonizante despus. -No me casar contigo -grit ella. Y lo deca en serio. -Lo que t digas, mi amor. -l sonri. Y no lo deca en serio. -Y ahora te informo de que lo que quiero es que rne toques --gru con frustracin. -Dnde? -pregunt l divertido, pero ella se dio cuenta de que los nudillos de Rolf estaban blancos, ahora que apretaba fuertemente con los puos las rodillas. -Por todas partes. -Moza codiciosa. -Ri l. -A ver; los vikingos tienen hombres cautivos, tambin? --Por supuesto. -Las mujeres vikingas tienen esclavos hombres? Los ojos de Rolf se iluminaron al comprender en el transcurso del interrogatorio. -S, algunas s tienen. -Mmmm. Quiz te gustara que invirtiramos los papeles y...

-Ta Mer -grit Thea desde el piso de arriba-. Qu hay de cena? Estoy hambrienta. Rolf reneg suavemente ante la interrupcin y Meredith se escabull para subirse los pantalones y esconder el sujetador roto. -S, Merry-Death, yo tambin estoy hambriento. -Rolf se acerc para ayudarla a abrocharse los pantalones porque los dedos de Meredith no paraban de temblar. Los ojos de ambos se fundieron en una mirada un instante, antes de que Thea entrara corriendo en la cocina. No era de comida de lo que Rolf estaba hambriento, y Meredith comparta el hambre. Rindose entre dientes, como si estuviera leyndole la mente, Rolf le dio un leve azote. -No temas, encanto. Un vikingo siempre satisface el apetito de su dama. Meredith chasque la lengua ante aquel juego de palabras y l le gui el ojo. -Por supuesto, un hombre vikingo tambin participa de buena gana en el banquete. La reputacin de nuestro buen apetito nos precede. Tambin somos famosos por nuestra hospitalidad. -Hizo una pausa con dramatismo-. Es de mala educacin dejar que una dama coma sola. El cielo pareci romperse en mil pedazos aquella noche, y la disputa que ella y Rolf estaban teniendo sobre el matrimonio de pronto dej de tener importancia. Bang! Meredith se incorpor en la cama. Thea, como de costumbre, dorma como un tronco. Quiz slo haba sido un sueo. No, haba estado soando con la anatoma masculina. Concretamente, la anatoma masculina vikinga en lo que concerna a los msculos superiores de los glteos. Bang! -Oh, dios mo! Eso ha sido un disparo. Y viene del patio lateral -murmur. -Qu ha sido eso? -pregunt Thea somnolienta. -Nada, cario -le respondi Meredith, ya levantada y corriendo hacia la puerta-. Durmete otra vez. No quiero que bajes al piso de abajo. Me oyes? -Mmmmm. -Thea se dio la vuelta v volvi a quedarse dormida. Meredith baj los escalones de dos en dos y no se molest en encender las luces ni en coger una linterna, antes de abrir la puerta principal y apresurarse para encontrar... no saba el qu. De fuera venan ruidos amenazadores, gente alzando la voz, gruidos y el sonido de una pelea. Haba un peligro acechando; Meredith poda percibirlo. Y si... ? Oh, no. Haca algo ms de una semana, un extrao procedente de otra poca haba invadido su casa. Quizs ahora su propiedad estaba siendo asaltada por toda una tripulacin de viajeros del tiempo. Intent contener la oleada de histeria que provoc en ella aquella idea tan ridcula y dobl la esquina de la casa. -Ummpff! --Tropez con un cuerpo vestido de negro y casi se cay. Aquella noche slo haba media luna y slo pudo distinguir unos zapatos, unos pantalones, unos guantes y un pasamontaas, todo de color oscuro. Haba una pistola en el suelo cerca de la mano abierta del agresor inmvil. Una pistola? Oh, dios mo! Estaba muerto? Una de las lanzas de madera de Rolf estaba justo donde haba aterrizado, cerca de la cabeza de aquella persona. Al no tener punta, el palo no poda haber roto la superficie de la piel. Al menos, eso crea ella. Pero quizs un traumatismo craneal producido por un objeto sin punta lanzado con fuerza poda ser mortal. Deba comprobar el pulso. No, no,

no. Primero tena que encontrar a Rolf. Oy ruidos de forcejeo, acompaados por maldiciones guturales, procedentes de la parte trasera de la casa. Meredith cogi la lanza y se precipit hacia el lugar del que provenan los ruidos. Otra figura vestida de negro, mucho mayor que la que acababa de encontrar, luchaba sobre el csped contra Rolf, el cual slo llevaba unos pantalones de deporte. Aquella noche Rolf deba haber dormido en la casa vikinga. En una reaccin tarda, Meredith sofoc un grito, pero luego se puso una mano en la boca y chill. Asustado, Rolf levant la mirada y grit: -Vete para adentro, Merry-Death. Esto es peligroso. Yo me ocupar de los asaltantes. El agresor aprovech la sorpresa de Rolf y consigui zafarse de l, pistola en mano. Y, oh, por dios bendito, estaba apuntando a Rolf. Actuando de forma instintiva, Meredith agarr la lanza como un bate de bisbol y la balance. Pesaba ms de lo que ella se imaginaba, por, lo que no consigui darle demasiado impulso. Para su consternacin, en el ltimo momento, el indeseable se agach. Y Meredith golpe a Rolf justo en pleno estmago. --Uufff ! -Rolf cay hacia atrs sobre sus cuartos traseros y la pistola del asaltante se dispar accidentalmente. No pareca que la hala hubiera herido a nadie. Durante un breve segundo, Rolf y el atacante la miraron como si estuviera loca. Lo estaba. Pero Rolf estaba en peligro y ella no poda permitir que le sucediera nada. Esta vez desarmada, Meredith se abalanz sobre aquel estpido con pistola, pero l se dio la vuelta y con una torsin de su cuerpo logr agarrar a Meredith por el cuello. Apret la pistola al lado de su cabeza. Rolf se puso en pie con cautela. -No le hagas dao -suplic-. Te dar todo lo que quieras. Ten cuidado. Nadie debe resultar herido. -El cinturn --exigi el hombre con la voz camuflada-. Tralo al suelo y da unos pasos hacia atrs. Meredith tuvo la sensacin de que haba algo raro en aquel pistolero, algo que le sonaba familias; pero en aquel instante no fue capaz de atar cabos. -No lo hagas, Rolf. Es un farol. Al menos, eso creo. -Una palabra ms y ests muerta, zorra --le dijo al odo aquella voz evidentemente disimulada. Rolf hizo caso omiso de sus palabras. Ya se haba desabrochado el cinturn talismn. ste cay al suelo con un ruido metlico sordo. A continuacin, Rolf dio dos pasos atrs. -El brazal tambin -orden el ladrn. Brazal? Desde cundo los vulgares ladrones saben que eso es un brazal? La mayora de la gente lo llamara pulsera o brazalete de plata. Pero "brazal" es un trmino medieval. El reconocimiento la golpe como una tonelada de ladrillos. Jeffrey! El muy desgraciado! Sin preocuparse por las consecuencias, se deshizo del abrazo del asaltante con un fuerte codazo, se dio la vuelta y le propin un potente rodillazo en la ingle. La pistola se dispar de nuevo, justo en direccin a la cabeza de Meredith, pero ella misma se percat al instante de que, a pesar de que los odos le zumbaban, no estaba herida. Deba tratarse de un arma de fogueo. Con un gemido, Jeffrey se dobl por la cintura, aferrndose a sus partes ms preciadas. En aquel momento, Rolf estaba de pie. Recogi la lanza y le propin un buen golpe en la

cabeza a Jeffrey, dejndole inconsciente. Rolf asi a Meredith por los antebrazos y le pregunt: -Ests bien? -Ella asinti y Rolf la apret en un fuerte abrazo de esos que hacen crujir todos los huesos--. Mujer, voy a retorcerte el cuello en breves momentos por arriesgarte de esa forma tan temeraria. Pero ahora, estoy tan contento de que ests viva. -Su voz se entrecort al final mientras la colmaba de pequeos besos eufricos por toda la cara y el cuello. -Oh, Rolf, estaba tan preocupada. Crea que... oh, mi amor, te quiero tanto. Y crea que te haba perdido ya ... quiero decir... demasiado pronto. Oh, ya no s lo que digo. -Estaba sollozando y besndole al mismo tiempo. -Chist --canturre l, y luego se enderez con preocupacin-. Tenernos que llevar a estos dos tipos adentro y encerrarlos. breme la puerta del patio, Merry-Death. -Se inclin, iz el cuerpo con facilidad, aunque seguro que era un peso pesado incluso para l, y se lo carg al hombro como si fuera un saco de harina-. No tengo ni idea de quines son estos bellacos, pero te aseguro que pronto lo averiguar -gru. -Bueno, en realidad... -balbuce Meredith, pasando su peso de un pie a otro. Rolf ya haba empezado a andar hacia la casa con el fardo viviente, pero se detuvo y se volvi para mirarla. - Conoces a este hombre? -pregunt con frialdad. Qu? Acaso imaginaba que ella estaba confabulada con los ladrones? Por el amor de dios! -Es... Oh, s que resulta difcil de creer, pero es. -Escpelo ya, Merry-Death. -... mi ex marido. Rolf profiri un juramento, y luego seal hacia el patio lateral. -Y quin es se otro? Su mujer embarazada? -No lo s, no estoy segura. Oh, dios, todo esto es tan desagradable. -Empez a llorar. -Diablos, otra vez las lgrimas! -bram con rabia-. Merry-Death, este hombre pesa ms que un jabal muerto. Habla. Quin es el otro sinvergenza? -Mi hermana. Jillie -dijo a media voz. -Bld he!! -maldijo, y a continuacin la acarici con la mano que tena libre y susurr--: Oh, Merry-Death. Lo siento mucho. -Ahora era l el que pareca que iba a llorar... por ella. Mucho despus, seguan sentados en el saln de Merry-Death mientras intentaban decidir qu haran con los delincuentes que se retorcan en el sof bajo la mirada furibunda de Rolf. -Yo voto por tirarlos por el acantilado --refunfu Rolf, pero Merry-Death, que era un alma bondadosa, replic: -Deja ya de bromear, Rolf. Lo que tenemos que decidir es si involucramos o no a la polica. -No me fastidies, Mer -dijo Jillian mientras se examinaba las uas con indiferencia. Aparentemente, haba ocurrido una gran tragedia erg el transcurso de su cada: se haba roto una ua-. No te interesa esa publicidad. Adems, podra demandar a ese brbaro de ah por atacarme. -Movi los hombros e hizo una mueca de dolor. Cmo le gustaba aquel juego! Finga estar herida cuando la lanza ni siquiera haba rasgado la piel de sus omplatos. Entonces l sopes las palabras de la hermana. -Me ests llamando brbaro? T, que planeaste un asalto a la casa de tu propia hermana?

-Chist, Rolf -le amonest Merry-Death-. Tiene razn. No quiero llamar a la polica, pero no para proteger mi reputacin ni la suya, sino a Thea. -se es otro tema -se quej Jillian-. No tenias ningn derecho a hacer que Mike viniera y se la llevara. Es mi hija y... -Jillie, eso es lo ms egosta que te he odo nunca, y eso es decir mucho. Habras querido que Thea presenciara todo esto? No te preocupa que sepa que eres una ladrona o algo peor? -No seas tan melodramtica, Meredith -intervino Jeffrey-. No somos ladrones. Habramos devuelto el cinturn y el brazal tras realizar las pruebas pertinentes para poder escribir nuestro libro. A veces, Meredith, eres condenadamente testaruda, demasiado, v eso va en contra de tu propio inters. Si hubieras sido ms razonable cuando Jillie y yo hablamos contigo... Con un rugido, Geirolf se dispuso a abalanzarse sobre el hombre, con los brazos extendidos, pero Meredith le retuvo. -Por favor -le suplic. Geirolf se contuvo, slo por ella, pero dirigindose a su antiguo marido espet: -Ponte un candado en esa lengua tan grosera cuando hables con mi prometida, o te la cortar con mucho gusto. Demonios, concluy Geirolf, en aquellas tierras la gente pensaba y hablaba demasiado. Lo que necesitaban era hacer rechinar menos el cerebro y ms el cuerpo. Llevaban sentados ms de una hora bebiendo caf. Bueno, el resto beba caf. l iba tomando tragos de aguamiel de una botella de cuello largo. Tras tres tazas de caf, le haba comentado a Merry-Death que si segua bebiendo aquel lquido tan fuerte su orina iba a ser negra. Entonces Jeffrey haba hecho un comentario temerario sobre su ordinariez, y sa fue la primera vez que Geirolf le haba partido el labio. La segunda vez fue cuando aquel desgraciado se haba atrevido a comerse con los ojos las nalgas de Merry-Death embutidas en unos ajustados vaqueros, mientras ella se inclinaba para coger un tronco. Entonces Merry-Death le haba echado la reprimenda de rutina a Geirolf, pero se haba negado a ir al piso de arriba a ponerse algo ms discreto... corno por ejemplo una tienda de campaa. Despus de hacer entrar a Jeffrey y a Jillian a la casa, MerryDeath haba subido al dormitorio para tranquilizar a Thea y a cambiarse el camisn por un jersey de chndal y aquellos calzones vaqueros. Por suerte no se haba puesto el suter de gato... Eso s que no lo hubiera permitido, por mucha resistencia que opusiera Merry-Death. El deleite visual y tctil del suter de gato le perteneca slo a l. De hecho, Geirolf pensaba destruirlo antes de abandonar aquel pas. l se lament para sus adentros ante el pensamiento de su inevitable separacin de Merry-Death. No poda imaginarse cmo sobrevivira el resto de su vida sin ella. Pero simultneamente, se mantuvo ms firme que nunca sobre su decisin de abandonarla tras los incidentes de esa noche. Cuando vio a aquel sinvergenza apuntando con la pistola a la cabeza de Merry-Death, se le hel la sangre. En aquel momento pens que la haba perdido. Y que todo era por su culpa. l haba trado el cinturn talismn; y l se lo llevara. Y no haba nada que ella pudiera decir para convencerle de que la llevara con l. Sobre todo despus de aquello. Nunca jams volvera a arriesgar su vida. Y de ningn modo la llevara a la muerte casi segura que supona la Luna del Demonio y el remolino del

naufragio. El ojo de buey del tiempo nunca haba sido pensada para personas como ella. Adems, qu pasara si consiguiera llevarla con l? ;Y si a l le mataban en una de las incesantes batallas contra los sajones? Cmo podra sobrevivir ella sola en su poca? Desde donde estaba sentada junto al vivo fuego de la chimenea cerca de los pies de Geirolf, Merry-Death alz la vista hacia Geiroif y la botella que ste tena en sus manos, lanzndole una mirada de preocupacin. l le acarici la cabeza, asegurndole que se comportara, de momento, porque ella se lo haba pedido. Al principio, Meredith se haba resistido a la peticin de aguamiel de Rolf, argumentando que quera que mantuviera la mente serena. Ja! Ni un tonel de aguamiel podra ponerle ms furioso de lo que estaba ahora. Y si decidiera golpear a aquel infame canalla hasta la muerte y cortarle la nariz a aquella fulana, tal corno estaba deseando hacer; una taza de caf no le detendra en absoluto. Pero la suplica ferviente de Merry-Death s le haba hecho contenerse, por el momento. Geirolf se apoy en la chimenea y tom un largo trago de aguamiel. Cada vez que alzaba la botella, vea cmo Jeffrey frunca el labio superior, el mismo que cubra un delgado bigote de gallina, con repugnancia. Aquel hombre estaba deseando morir, realmente as era, al tener la osada de lanzarle una mirada tan condescendiente. Merry-Death puso una mano sobre la pantorrilla de Geirolf. Sin duda alguna, se habra agarrado a su tobillo como un cachorro si l se hubiera abalanzado sobre los dos estpidos que seguan sentados con aire de culpabilidad en el sof cama. Ambos correran como el viento si l se diera la vuelta. -Podemos solucionar esto de una vez? --pregunt Jeffrey irritado-. Tengo una cita a medioda con el jefe de departamento. Te acuerdas del doctor Preston, verdad,, Meredith? Vino a nuestra boda. Un rugido de indignacin redobl en el pecho de Geirolf, pero esta vez fue Jillian quien le detuvo con un gesto firme de su mano. Luego se dirigi a Jeffrey y le dijo: -Eres un enorme imbcil chapado en oro, Jeffrey. Djalo ya o ser yo quien te corte la lengua. -A continuacin se dirigi a su hermana, con expresin arrepentida-. Hiciste bien en librarte de este pesado, Mer. De verdad. Es un cabrn, dbil, falso y llorn. Y siento lstima por la mujer que le tiene que aguantar ahora. En serio. -Mira quin habla! -le contest Jeffrey-. No eres ms que una zorra en celo, slo que a ti lo que te atrae es la fama, no el sexo. -Podramos dejar vuestras disputas a un lado? -exclam Merry-Death de forma estridente, por lo que Geirolf dedujo que estaba llegando a los lmites de su resistencia. Trayndola a su lado, acurruc la cabeza de Meredith en la curva de uno de sus hombros y susurr entre sus cabellos: -Sube a acostarte, cario. Deja que yo me encargue de esto. Ella deneg con la cabeza. -Es mi problema. Yo los he trado aqu al enviarles el boceto del broche de tu cinturn. -No, mi amor. Fui yo quien, en primer lugar, trajo el peligro hacia aqu, al venir a tu casa. -Hijo de perra! -maldijo Jeffrey, mirando con asombro la imagen romntica de MerryDeath en brazos de Geirolf. -Vosotros dos podrais dejar las caricias y los arrullos para ms tarde? Tengo que coger un avin en Bangor a las cinco de la maana -dijo Jillian bruscamente-, O llamis a la polica, o nos dejis ir. -S, ya va siendo hora de dejar de perder el tiempo-coincidi Geirolf-. No vamos a

involucrar a las autoridades legales. Eso ya est decidido. Estoy en lo cierto, MerryDeath? -S. -Qu destino tiene tu mquina voladora, Jillian? -Mquina voladora? Eh? Oh, vuelvo a Londres. Jeffrey iba a llevar el cinturn y el brazal al Museo Metropolitano para determinar su antigedad, aunque sabe dios por qu confi en l. Lo ms probable es que lo hubiera empeado todo y se hubiera largado a una isla tropical para ligarse a unas cuantas decenas de nativas nbiles. -Zorra! -se enfureci Jeffrey, lanzndole un salivazo. -Hijo de perra! -replic ella, intentando quitarse las babas de la cara con un pauelo. -Aaaaargh! -grit Merry-Death. -Diablos! Vosotros dos os merecis el uno al otro --opin Geirolf. -Jillie, y qu pasa con Thea? Se supone que tiene que volver a la escuela dentro de una semana. Debe volver con su padre a Chicago o se va contigo a Londres? -Demonios! No tengo ni idea --dijo Jillian malhumorada-. Oh, ahora no te me pongas tirante en plan santurrona, Mer! Todava no s qu hacer con ella. Y para serte sincera, no me parece el mejor lugar para ella, aqu contigo, justo ahora. -Renunciaras a tu hija? -Merry-Death mir fijamente a su hermana con incredulidad. -No! --grit Jillian, pero, a continuacin, suaviz la voz-. Quiz... no s. Quiz podra darte la custodia... durante un tiempo. Oh, Mer, yo quiero a Thea, pero estoy en una situacin tan difcil. Y George se ha vuelto a casar. Su nueva mujer ya tiene dos cros. Es todo tan complicado. -Jillian termin por romper en un largo sollozo. Luego empez a lloriquear en serio. Merry-Death se apart de los brazos de Geirolf y se acerc a su hermana. Ahora ambas estaban abrazadas v llorando. -Aaargh! --grit Geirolf esta vez. -Yo te secundo ---aadi Jeffrey con un estremecimiento de repugnancia. -Necesito otro trago de aguamiel -refunfu, mientras se diriga a la cocina. -Creo que yo tambin tomar uno --dijo Jeffrey mientras se pona en pie. Rolf se puso ms tenso todava. No quera el compaerismo del canalla del antiguo marido de la mujer a quien amaba. Sin embargo, acto seguido, se encogi de hombros. Seguramente haba ido a parar a un pas de lunticos, y tema estar volvindose loco l tambin. Una hora ms tarde, Jeffrey y Jillie se encontraban de pie en la puerta principal, preparndose para marcharse. Meredith estaba emocionalmente agotada y fsicamente exhausta ms all de su resistencia. A pesar de los actos despreciables que haban planeado, no habra repercusiones legales para aquellos dos. Haban prometido no volver a intentar sus sucios trucos, ni extender la noticia sobre el cinturn en el mundillo acadmico. Eso era lo que quera Meredith y Rolf haba cedido, aunque a regaadientes. Meredith no estaba del todo segura de que Rolf estuviera bromeando cuando propuso tirarlos por el acantilado. -Ests seguro de que no quieres volver a considerarlo, Rolf? -pregunt Jillie en un ltimo intento desesperado Te devolvera el cinturn, de veras. Podra ser muy importante para la ciencia y para la historia. -Djalo Ya, Jillian -contest Rolf. --Nos dejaras hacerte una entrevista, por lo menos? -prob Jeffrey. Rolf tena razn.

Aquel pesado deseaba morir. Cualquiera que hubiera visto la cara furibunda de Rolf se habra dado cuenta de que Jeffrey estaba pisando arenas movedizas--. Sigo sin saber quin eres' n1 de dnde vienes. Pero tu descripcin de... Con un gruido de irritacin, Rolf ech a Jeffrey y a Jillian de un empujn y cerr con un fuerte portazo tras ellos. Luego dio una vuelta a la llave en la cerradura y balance a Meredith en sus brazos, hacindola girar en crculos. -Solos, al fin -dijo con alegra a la altura del cuello de Meredith. Casi inmediatamente, la llev cerca de la escalera. La tom por los brazos y examin su rostro. -Vas a caerte de agotamiento, mi vida. Acustate y duerme. Yo ya le dije a Mike que maana no habr trabajo; o sea que puedes dormir hasta tarde. -Bueno, no s... de acuerdo, vale. Pero todava no la dej ir. Se inclin y la bes tiernamente en los labios. Luego la bes vidamente. Al final, haciendo gala de un gran control, la volvi a apartar de l. Meredith se senta como una mueca de trapo, carente de sentido comn. -Necesito saberlo, Merry-Death -empez a decir muy serio-. Te casars conmigo? Qu? De dnde sala esa pregunta? Despus de todo por lo que haban pasado esa noche, aquello era lo ltimo en lo que pensaba. -No nos hemos puesto de acuerdo sobre este tema durante das y ya va siendo hora de decidir, tal como les dije antes a Jeffrey y a Jillian. Dars tu libre consentimiento para casarte conmigo? -Me llevars contigo cuando te vayas? -Meredith utiliz un tono abatido porque ya conoca la respuesta. -No, no puedo -suspir. Ella tambin suspir. -Pues si va a ser as, la respuesta es que no. Te quiero tanto que el corazn me duele de amarte, pero no me puedo casar contigo, Rolf. No puedo. l la mir fijamente durante un buen rato y luego asinti con la cabeza. -Pues que as sea, entonces. -Le dio otro beso rpido y empez a alejarse de ella. Pues que as sea. Y eso qu significa? Pues que as sea, me doy por vencido? No lo creo. O ser ms bien, pues que as sea, ahora ya puedes irte preparando? -Rolf? -le llam mientras l iba por toda la estancia apagando las luces-. Rolf, qu quieres decir con Pues que as sea? El no dijo nada. Una sonrisa curv lentamente su boca, pero nunca lleg a sus fros ojos. No era una sonrisa que dijera: De acuerdo, mi amor, com tu quieras. Me rindo, . No, su sonrisa deca: Ten cuidado, cario, llenes graves problemas vikingos. Aquella noche Meredith casi tena miedo de quedarse dormida. Si hubiera vivido en otra poca, habra llamado a sus caballeros para que guarnecieran las murallas, levantaran el puente levadizo y se prepararan para la batalla. Se le escaro una risa tonta ante aquella ocurrencia. Pero justo antes de raer profundamente dormida, se le pas por la cabeza el pensamiento mis extrao de todos. Se trataba de un dicho muy popular entre los anglosajones de los siglos IX y X: De la furia de los hombres del norte, oh, Seor, lbranos. Captulo quince Wroff! Wroff! Los ojos de Meredith se abrieron de par en par ante la fuerte luz del sol y la arrugada

cama. Alguien haba gritado Rolf, Rolf? Desorientada, su perezoso cerebro certific lentamente que se acababa de despertar de un sueo excepcionalmente profundo y que era muy tarde. Con una ojeada rpida al despertador vio que eran casi las once. Las once! Era incapaz de recordar la ltima vez que haba dormido hasta tan tarde, si es que lo haba hecho alguna vez. Wroff! Wroff! Aquel ruido vena del piso de abajo. De inmediato oy a Rolf murmurando: Oh, mierda!. O quizs era: Oh, no! Mierda? Se dio cuenta de que aquel fuerte ruido que le haba despertado eran ladridos, y no alguien gritando Rolf ! -Ladridos? Antes de que pudiera asimilar las implicaciones de los ladridos, escuch un estruendo de pasos corriendo por el pasillo, por el saln y, despus, subiendo la escalera. --Vuelve aqu -grit Rolf-. Vas a estropear la sorpresa. La sorpresa -una criatura de unos cuarenta y cinco kilos de pelo blanco sucio que pareca una mezcla entre un perro pastor y un osito- se precipit por la puerta de su dormitorio, tom impulso para saltar y aterriz justo encima de Meredith, derribndola sobre la almohada. A continuacin, el animal, que llevaba un lazo rojo brillante alrededor del cuello, procedi a lamerle la cara, el cuello y el cabello con una lengua hmeda del tamao de la corbata de hombre. El pelo del perro volaba por todas partes. -Dog, deja en paz a Merry-Death. Est durmiendo -dijo Rolf de mal talante mientras entraba en la habitacin. Dog apoy sus patas delanteras en los hombros de Meredith, clavndola a la cama. El resto de su cuerpo se tumb encima de ella como si fuera una manta con vida. Ella lanz una mirada acusadora a Rolf. -Tienes serios problemas. -Oh, ests despierta, mi amor. -No, estoy durmiendo con los ojos abiertos --contest bruscamente-. Cmo puedes pensar que con el estrpito que vosotros dos habis hecho corriendo por el piso de abajo no me despertara? Cmo puedes pensar que los ladridos no me despertaran? Acaso esperabas que pensara que eras t el que ladraba? Y cmo puedes pensar que un perro del tamao de un caballo lamindome la cara como si fuera un helado no me despertara? -Creo que a Dog le gustas -declar Rolf con alegra, mientras se sentaba en el borde de la cama junto a ella. -Eh! Qu le pasa en el ojo? -Se deba de haber lastimado en un accidente, porque tena un lado de la cara torcido para arriba, con lo que su ojo derecho quedaba medio cerrado y su boca se elevaba un tanto descentrada, como un labio leporino. El resultado era que pareca que el perro estuviera guiando un ojo y sonriendo todo el rato. -Tropez con una vaca a quien no le gust que le lamieran la cara. Dog es un tipo muy carioso y muy sensible --susurr estas ltimas palabras en voz muy baja-. O sea, que tenemos que ir con cuidado con lo que decimos sobre su aspecto. -Rolf, no quiero un perro. -Lo ves, ya has herido sus sentimientos. A ella no le pareci que el perro estuviera afectado, salvo que... oh, por dios, aquello del ojo era una lgrima? -No debes juzgarle por sus pequeas imperfecciones, Merry-Death. En mi opinin, sus defectos no le quitarn mrito a la hora de ser tu feroz perro guardin cuando yo me vaya.

-Perro guardin! Este animal no podra guardar ni su propia cola -farfull Meredith y se neg a pensar en el comentario de Rolf acerca de su partida--. Ya ests devolviendo este perro al lugar de donde lo sacaste. -No puedo. - Por qu no? -Lo matarn si lo devuelvo. Ella se quej e intent incorporarse. Rolf la anud asiendo al perro por el collar hecho de cinta. Por fin, el perro cedi y decidi complacer a Rolf con un buen lametn. Quin lo matar?--pregunt Meredith en contra de su mejor criterio. El refugi para animales donde lo compr. Nadie le quiere. No es increble, MerryDeath? ambos miraron al perro, que salt, ms bien se dejo caer de la cama, y empez a deambular por la habitacin, husmeando. Probablemente buscaba una boca de incendios. Entonces, con un aullido frentico, el perro descubri el espejo de cuerpo entero que haba en la parte de atrs de la puerta del armario v se puso a ladrarse a s mismo ferozmente. Su cara torcida le daba una expresin cmica, pomo si estuviera haciendo muecas raras a propsito. Una vez dijiste que siempre habas querido tener un gran dans, mi vida, pero no he sido capaz de traerte un ejemplar de semejante raza mestiza. Los daneses no son tan estupendos. sabes! Meredith empez rer, y de pronto se detuvo. -Qu es ese olor? Dog necesita un bao admiti Rolf tmidamente---. Lo pondr en tu baera en cuanto t termines. -Termine el qu? ---pregunt indecisa. Tu bao nupcial. De nuevo, Meredith estaba en remojo, en una baera llena de espuma para el bao con esencia de rosas. Sin embargo, esta vez habla unas cuantas diferencias remarcables. Nmero uno: las sales de bao provenan de una cesta de polvos y aceites carsimos que le haba ofrecido como otro regalo de novia... despus de haber cargado con ella hasta el cuarto de bao (Meredith dando coces y gritando), seguidos por los fuertes ladridos del perro guardin. Nmero dos: la puerta del cuarto de bao estaba cerrada con llave por fuera. Rolf le haba dicho que, si estuviera en su pas, las damas de la familia del novio le habran hecho un masaje con aceites aromticos por todo el cuerpo despus del bao. Se trataba de un ritual para prepararla para el lecho nup.cial. Dado que l no tena aqu ningn familiar femenino, Rolf haba insistido en que o bien ella misma se untaba su propio cuerpo, o bien l lo hara por ella, lo cual, aparentemente, era algo bastante inapropiado para un prometido. De cualquier modo, la puerta no se abrira hasta que ella hubiera terminado aquella tarea o bien le hubiera pedido su ayuda. Como si fuera a hacerlo! Nmero tres: su vestido de novia vikingo estaba colocado en una silla cerca de la puerta. Sobre l, se encontraba el body de color rosa que Rolf le haba comprado la semana anterior en Victorias's Secret, la nica prenda de ropa interior que l aceptara que llevara. -Te pondrs este traje o te casars desnuda. A m me da igual. En realidad, la ltima posibilidad tiene su encanto. -Eres un bruto. --S, es cierto. Pero no ceder en esto, Merry-Death. Nos casaremos en el da de hoy. -Incluso contra mi voluntad?

-Incluso si as tiene que ser --dijo con firmeza-. Mi padre captur a mi madre en una incursin contra los sajones. Ella se cas y se acost en el lecho nupcial con una mordaza en la boca, su cuerpo atado con cuerdas. No me creo ni una palabra. -Creme, mi seora. Una hora despus, Geirolf llam a la puerta de la sala de bao. -Ests lista, Merry-Death? No hubo respuesta. -Maldita sea! Va a mantener su actitud obstinada hasta el final -le coment a Dog, que estaba tendido guardando la puerta cerrada. Incluso Geirolf tuvo que admitir que era una posicin un tanto extraa para un guardin. El animal estaba tendido boca abajo con sus cuatro patas extendidas. Haba estado roncando con un resuello jadeante, poro abri su ojo bueno al or la voz de Rolf-. Bueno, la suerte est echada, Dog. Un hombre debe imponer su autoridad a su mujer desde el principio, o sufrir despus. La bestia mostr su conformidad con una serie de gruidos y, a continuacin, dio un fuerte bostezo, mientras se pona en pie torpemente al ver que Geirolf abra la puerta. Meredith haba dado por concluido si, bao, aparentemente, pero eso era todo. Con cl cabello hmedo peinado hacia atrs, estaba de pie al otro lado del cuarto de bao, cubierta con su bata afelpada, en lugar de su vestido de novia. Y se atreva a amenazarle blandiendo armas. En una mano sostena un cepillo de bao de mango largo y, en la otra, un bote de laca. -Lrgate, Rolf. No puedes intimidarme. l levante una ceja. -No pensars disuadirme con eso? Pinsatelo bien, mi seora. Ella tambin se percat de la debilidad de sus armas y las tir al suelo. -T no eres un hombre violento. No lo hagas. Si no, maana por la maana te arrepentirs. -Quin dice que no soy un hombre violento? -Y a continuacin pregunt--: Ya realizaste el ritual de uncin con los aceites? --Una rpida ojeada a la cesta que contena los frascos le indic que todos seguan sellados, con excepcin del aceite espumoso que l mismo haba vertido en el agua del bao de Meredith. Geirolf hizo una exclamacin de desdn-, Qu imprudente, qu moza tan imprudente, ponerme a prueba de esta manera! Entonces entr Dog y Meredith emiti un chillido de repugnancia al ver que el animal husmeaba en el wter y beba a lengetadas el agua de su interior. -Perro malo! --le rega, v alarg una mano para cerrar la tapa en su hocico. Sin arrepentirse de nada, Dog se pase por el pequeo cuarto de bao husmeando aqu y all. Al llegar a la baera medio llena, se levant sobre sus patas traseras, con las de delante apoyadas en el borde, para poder ver mejor. Despus, se desliz, la cabeza por delante, en el agua del bao con esencia de rosas. -Parece ser que Dog no puede esperar para tomarse un bao -coment Geirolf secamente mientras la desgarbada bestia salpicaba de agua las paredes, el suelo, e incluso el techo, mientras intentaba conseguir una posicin estable. Durante todo el rato estuvo ladrando. -Pero, bueno, esto es ridculo! Va a estropear todo el barniz de la porcelana. Tienes idea de lo difcil que es lograr que te vuelvan a barnizar una pieza as? -Merry-Death le lanz una mirada acusadora--. T lo sujetas y yo lo enjabono.

Ah, aqul era un paso hacia delante que l no haba previsto. Merry-Death le haba pedido ayuda. En poco rato haban enjabonado, aclarado y secado a Dog con unas toallas de gran tamao. Oliendo a rosas, el disgustado perro se puso en pie en medio del cuarto de bao y sacudi su pelaje, esparciendo gotas por todas partes, como una lluvia de verano. Luego chapote hacia la puerta, lanz a Geirolf una mirada herida y esper. Geirolf abri la puerta para dejar salir al perro e, inmediatamente, la volvi a cerrar. Meredith estaba de rodillas en el suelo limpiando la baera cuando oy el ruido de la puerta al cerrarse. -Otra vez no, Rolf -le rega, a sabiendas de que ahora le tocaba a ella. -Otra vez. Meredith se puso en pie y se envolvi en su bata, ahora empapada, apretndola con fuerza alrededor de su cuerpo. Sus ojos verdes centelleaban desafiantes. l respir profundamente con pesar. Por qu luchaba Merry-Death contra lo inevitable? Se trataba de una caracterstica femenina? -Qutate la bata y tmbate en la alfombra -orden Geirolf mientras coga un pequeo frasco de aceite. Junto a la baera, en el suelo, haba una alfombra tejida a mano, ahora ligeramente mojada. Geirolf desdobl una toalla seca y cubri con ella la alfombra. -No -dijo ella, con actitud defensiva. -Todava me sigues diciendo que no? -pregunt l con voz cansina, y rpidamente le quit aquella prenda de vestir, la puso boca abajo en el suelo y la inmoviliz sentndose sobre sus nalgas. Meredith le insult utilizando palabrotas que Rolf no se hubiera atrevido a repetir, mientras agitaba tos brazos y las piernas, resistindose en vano. Geirolf destap el frasco v verti un poco de aceite en las palmas de sus manos. A continuacin, lo calent trotando arribas palmas una contra la otra. Tambin ola a rosas, por supuesto, pero se trataba de una fragancia suave mezclada con otras esencias, no excesivamente penetrante. Ya te lo pregunt antes, Merry-Death. Alguna vez has hecho el amor con un hombre con callos en las manos? Ella dej de agitar brazos y piernas. --A mi parecer; el masaje de nos dedos y mis manos. Marcadas por el trabajo duro de un obrero, te resultar especialmente agradable. Entiendes lo que te quiero decir; Merry-Death? Aceite suave:, piel abrasiva. Pareci que ella dejaba de respirar. Geirolf estaba bastante seguro de que aquello era una seal de que haba entendido lo que quera decir. Geirolf retir la hmeda melena de Meredith hacia un lado y empez a masajearle con aquel aceite la parte posterior de su tenso cuello y sus hombros delicadamente esculpidos. -Nunca he hecho esto antes, Merry-Death. O sea que debes decirme si soy demasiado tosco. Ella gimi v se mordi el labio inferior. -Eso era un gemido de placer o de dolor? Meredith se neg a contestar. El no esperaba otra cosa. Mientras frotaba con aceite sus brazos, desde los hombros hasta la punta de los dedos, y desde las axilas hasta aquellas muecas atractivamente frgiles, Geirolf le iba contando con voz suave lo tena planeado para ella en ese da.

-Lo tradicional es intercambiar los votos de casamiento ante testigos, pero no loe apetece que otros contemplen la ignominia de una novia renuente. Por lo tanto, nuestra ceremonia ser privada... de hombre a mujer. Geirolf se dio cuenta de que ella estaba a punto de protestar, de nuevo, pero entonces ella cerr los ojos con fuerza, sus oscuras pestaas abanicando sus plidas rejillas. Como si aquello pudiera borrar las palabras de Geirolf! --Maana, o al da siguiente si te muestras particulannente contumaz, daremos una fiesta nupcial, con testigos. En realidad, puede que sea mejor el fin de semana que viene. As podra venir ms gente. -Sus manos se haban desplazado hacia abajo y ahora le untaba la espalda, las costillas y la cintura. La regin dorsal de una mujer siempre le haba resultado especialmente seductora, por lo que se regodeo en aquel valle tentador. -Rolf, djalo ya. Estamos en el siglo xx. No puedes hacer que me case contigo si yo me niego. -Mrame, mi vida. Yo no quiero toda esta... esta farsa. Al final ceders, lo prometo. Ella farfull algo sobre vikingos arrogantes y presuntuosos mientras l cambiaba de posicin. Segua apoyndose sobre las nalgas de la Joven, pero ahora mirando en sentido contrario. Empezando por las plantas de los pies, donde descubri que Meredith tena muchas cosquillas (guard esa informacin para ms tarde), subi por las largas piernas de la mujer; acariciando sus tobillos, las pantorrillas, la parte posterior de las rodillas y los mulos. Meredith iba emitiendo maullidos ahogados. Geirolf se oblig a s mismo a hablar; para distraer la atencin de su miembro endurecido y excitado. --Esta maana he llamado a Mike y le lee dicho que maana no habr trabajo, y por ventura tampoco al da siguiente. Depender de cuanto tiempo necesitemos para... -No tenas ningn derecho, Rolf. Maana es el primer da lectivo despus de las vacaciones de primavera. Tengo que ir a dar clase. -Eso no es problema -la inform con ligereza-. Mike me ha dicho que el puede sustituirte, sobre todo ahora que dejaste las clases preparadas con tanto detalle. --Se movi ligeramente hacia atrs para posarse sobre la espalda de Meredith y centrarse en las nalgas. Amas una y otra vez aquellos globos satinados hasta que brillaron y adquirieron una tonalidad rosa a. Una sola vez se permiti a s mismo el placer de insertar sus dedos en la hendidura, presionando hacia abajo. El roco de la mujer Iba en aumento, Y sus partes ntimas ya estaban resbaladizas y calientes. -Ay, mi amor, tu lengua puede decir que no me deseas, pero tu cuerpo habla otro idioma. -Dicho esto, se levant para ponerse de rodillas, dio la vuelta a Meredith para ponerla boca arriba, y se volvi a sentar, esta vez sobre su vientre. Empez a amasar la parte delantera de las piernas, impertrrito ante los puetazos que ella le daba en la espalda. -Djame levantarme -chill-. Acabar yo misma de ungirme. l hizo una pausa y la mir por encima del hombro. -Y dars tu libre consentimiento a los votos del matrimonio? Aquella temeraria muchacha se resista. l se encogi de hombros y prosigui con el masaje de las piernas, detenindose en los suaves rizos que unan sus muslos temblorosos. Haba reservado aquel deleite para el final. Cuando Geirolf se gir y se sent de nuevo a horcajadas en la otra direccin, ella intent

encabritarse y darle un empujn. l us un par de medias finas que colgaban de una barra de metal cercana para atarle las muecas a la espalda. A continuacin, verti unas gotas de aceite sobre el esternn, entre los senos, por encima del vientre y en el ombligo. Con sumo cuidado, masaje con el aceite su piel enrojecida, por encima, por debajo, y alrededor de los senos. -Quieres que te toque los senos? -le pregunt solcito. Ella apart su cara hacia un lado, con los ojos bien apretados. Sin embargo, la traicionera dificultad que senta al respirar y el latido salvaje de su corazn la delataron, sin mencionar el endurecimiento de sus pezones sonrosados y la hinchazn de las aureolas circundantes. Estaba atrasando el momento en el que le concedera aquella satisfaccin... Ella necesitaba que la castigara. l necesitaba tiempo para controlar su imperiosa necesidad de consumar el matrimonio all y en aquel momento, antes de intercambiar los votos. Cuando Geirolf hubo masajeado todo el cuerpo de Meredith, con excepcin de las zonas ergenas que haba reservado para el final, se sent sobre sus propias ancas v la mir fijamente. Le pareca tan hermosa. La intensidad de la pasin que senta por ella le asustaba y le estimulaba a la vez. Pas un dedo ndice impregnado de aceite por sus labios separados y ella grit suavemente, como si le doliera. Meredith volvi la cabeza y le mir fijamente, sus ojos dos lagos verdes de deseo. Mientras le sostena la mirada, l verti una considerable cantidad de aceite sobre sus senos y los masaje dibujando amplios crculos, haciendo que sus montculos se movieran en todas direcciones. Cada vez que sus patillas callosas pasaban por encima de los pezones endurecidos, los ojos de la joven se abran de par en par y su respiracin se volva mas superficial. Rolf se calz ms abajo y verti el resto del lquido sobre su vello pbico. Ella jade. Geirolf se concedi a s mismo una breve exploracin de aquel territorio, extendiendo el aceite con los dedos entre los rizos, v despus entre las piernas, donde la viscosidad del aceite se mezcl con su roco. En aquel mismo instante habra podido llevarla al xtasis, pero l saba, por experiencia, que eso le molestara. Por lo tanto, con un largo suspiro, se puso de pie y la ayud a levantarse. Asindola por los hombros, dijo: Te quiero, Merry-Death. Te casars conmigo? El rostro de la muchacha se abland por un momento antes de susurrar: -Me llevars contigo cuando te vayas? l se lament para sus adentros ante la inquebrantable insistencia de Meredith en lo imposible. Neg con la cabeza tristemente. -Entonces, no me casar contigo. --Sus ojos se haban apagado y eran ahora ilegibles, como una neblina del mar del Norte v el rencor afilaba su voz. -Merry-Death, tus palabras han determinado el curso de los acontecimientos. Pues que as sea. Pues que as sea? Eso significa que.. eso significa que rindes? Geirolf pudo ver emociones contradictorias en el rostro de Meredith. Le deseaba, pero no le deseaba. Pero cmo poda hacerle una pregunta tan tonta? Le lanz una mirada incrdula, la misma que l y sus hermanos venan utilizando desde su juventud cuando

daban con mujeres estpidas, sobre todo con aquellas que haban dudado de su destreza. Y todo cuanto dijo fue: -Ja! Al cabo de un rato, la doctora Meredith Foster se encontraba de pie en una casa vikinga, con sus galas nupciales de color carmes y blanco. Estaba a punto de intercambiar los votos de matrimonio en contra de su voluntad con un noble vikingo vestido con unos atuendos magnficos. Con impaciencia, Rol fue colocando los elementos rituales sobre una mesita. Aunque era media tarde, el interior de la casa estaba oscuro, puesto que slo haba una ventana sin cristales y una puerta. Rolf haba encendido el fuego en la chimenea situada en el centro, donde el humo se escapaba a travs de un agujero que haba en el techo cubierto de csped. La estructura de la casa era rectangular, segn el estilo vikingo, con los laterales ligeramente curvados hacia dentro. En tiempos pasados, este diseo gozaba de gran popularidad, puesto que poda utilizarse congo tejado un barco vuelto del revs. En este caso, se trataba de una vivienda pequea, para el estndar escandinavo, con una base de tan slo cuatro por seis metros; en cualquier caso demasiado pequea, para un viril vikingo aparatosamente ataviado, que ocupaba gran parte del espacio. Meredith no estaba amordazada, pero tena las manos atadas a la espalda alrededor de una viga. N o habra venido por su propia voluntad. Una oscura nube de determinacin se haba cernido sobre Rolf mientras la vesta y la llevaba afuera, impasible ante las estridentes amenazas de Meredith. -Ha llegado la hora, Merry-Death --dijo Rolf mientras acercaba la mesita al lado de la joven. En ella haba una copa de vino, un cuchillo profusamente decorado, un cordn trenzado de oro, un martillo, una piedra pulida y un cuenco con semillas de trigo. De pie ante ella, a duras penas le reconoca como el hombre que haba llegado a amar. No slo por lo suntuoso de su tnica y sus finos pantalones, negros como el azabache, complementados por el cinturn talismn y la anacrnica rionera que definan el buen talle de su cintura. Tampoco porque llevase Su dorada cabellera castaa suelta por encima de los hombros. No, se trataba de su comportamiento en general. Ahora se mostraba dominante, rgido, con su mandbula angular visiblemente tensa y los msculos contrados por la ira, ira que Meredith tema que Rolf muy pronto desatara sobre ella. Geirolf estaba sumamente enojado porque ella todava se le resista. Ahora era un autntico guerrero vikingo, no) el amable constructor de barcos que haba conocido. Levantando:) ambos brazos por encima de la cabeza, Geirolf inici un cntico primitivo en nrdico antiguo. Durante todo el rato miro al vicio a travs de la ventana, hacia el mar. A continuacin, se relajo y tradujo: -Llamo a dios y al hombre, a la familia y a los amigos. Venid a atestiguar en el da de hoy el matrimonio de Geirolf Ericsson y Merry-Death Foster. -Y por qu no has llamado tambin a La polica! Quizs habran venido a rescatarme de un maniaco. --Tu terquedad slo te lo pondr ms difcil -dijo el con voz tirante-. Ten en cuenta mi advertencia, moza obstinada. Cada Segundo que malgastes en el da de hoy para intentar desbaratar mis planes lo pagaras muy caro. Meredith no le tena miedo. Saba que no le hara dao... no fsicamente, en cualquier Caso. No es que creyera que el no tena ningn castigo en mente. -Rolf, no lo hagas.

El miro intencionadamente a su boca ella supo que se arriesgaba a que la amordazara si seguia protestando. A continuacin, los largos dedos del vikingo abran non la copa de vino. En el idioma de Meredith, rezo: -Odin, sacamos este nctar de tu pozo de la sabidura. Concdenos el conocimiento para tratarnos bien mutuamente en este viaje del matrimonio que hoy emprendemos. Especialmente otorga le a Merry-Death la sabidura para reconocer cuando hay que abandonar la lucha. -Ja! hay que abandonar la lucha. Geirolf tomo un sorbo del vino y luego gir la copa y la acerc a los labios de Meredith para que sta pudiera beber por el mismo sitio. El fro metal pareca llevar el calor seductor de la boca del vikingo. Cuando ella hubo sorbido el lquido de color rub, Geirolf asinti satisfecho y asi el martillo. -Thor, dios de los truenos, tomo en mi mano tu poderoso martillo, Mjollnir. Y prometo que proteger a mi esposa de todo peligro. Usar las habilidades blicas aprendidas a tus pies para aplastar a sus enemigos. Que quede constancia para siempre. Sus enemigos son ahora mis enemigos. Mis enemigos son suyos tambin. El escudo del clan Yngling es ahora nuestro escudo. Con esas palabras, levant el martillo y aplast la piedra. Meredith se sobresalt y Dog levant bruscamente la cabeza, para lanzar una mirada inquisitiva con su ojo bueno, y luego volver a dormirse. A continuacin, Rolf se dirigi hacia el cuenco con las semillas y cogi una pizca entre el pulgar y el ndice. -Frey, dios de la fertilidad y la prosperidad ---empez a decir. Fertilidad? Meredith se puso an ms tensa e intent retroceder, pero el travesao que tena detrs se lo impidi. Geirolf le frunci el ceo en un reproche mientras rociaba los senos de Meredith y su propio pecho con las semillas. Y prosigui: -No imploramos fertilidad ni grandes riquezas en este matrimonio, oh, gran Frey. Por el contrario, lo que buscamos es que nos bendigas con la riqueza del amor... y abundancia de pasin. -Sus labios temblaron al pronunciar las ltimas palabras, pero mantuvo la compostura. Meredith sospech que la pasin no formaba parte del ritual tradicional. Qu gamberro! Vale, un gamberro adorable,>, admiti Meredith para s. Se iba ablandando con cada una de las palabras de aquella conmovedora ceremonia, tal como seguramente l ya saba que ocurrira. Despus de eso, Geirolf cogi el cuchillo, se coloc tras ella, y con la afilada hoja rasg la piel de la mueca de Meredith por su parte interior. Ella mir hacia atrs por encima del hombro y de inmediato vio aparecer una fina lnea de sangre. Se qued boquiabierta, observando la sangre horrorizada. -Eres un brbaro. l levant una ceja. -Acaso alguna vez he dicho lo contrario? -A continuacin practic un corte en su propia mueca y cogi el cordn de oro para atar juntas las manos de ambos, mueca contra mueca. Trabajaba desde una postura complicada, ya que tena que atar su mano

izquierda a la mano derecha de Meredith, por detrs de la espalda de ella. Ella tena la seguridad de que la ceremonia no se estaba desarrollando de forma ortodoxa. Esa posicin haca que l estuviera muy cerca de ella, con las caderas y los muslos en contacto. El clido aliento de Rolf abanicaba uno de los lados del rostro de Meredith. -Tal como mi sangre se mezcla con la tuya, Merry-Death, as lo har mi semilla. A partir de hoy, eres mi amada.'-La tom por la barbilla y la oblig a mirarle. Al ver que ella tena los ojos anegados en lgrimas, Geirolf apret la mandbula y luego la alz seorialmente. Probablemente pens que lloraba porque se senta muy desdichada. Qu tonto!-. Ahora repetirs las palabras que yo diga -orden. Mmmm. Ya veremos. Hasta el momento no he hecho nada de lo que has ordenado. -Con la mezcla de nuestra sangre, te hago promesa de matrimonio... Bueno, no est mal. Supongo que puedo ceder en eso. -Con la mezcla de nuestra sangre, te hago promesa de matrimonio -dijo ella. Para su disgusto, la voz le sali temblorosa por la emocin. Geirolf suspir, como aliviado de que Meredith no fuese a complicarlo todo an ms. -Desde el principio de los tiempos, hasta el fin de los tiempos... Ella repiti suavemente aquellas palabras: -Desde el principio de los tiempos, hasta el fin de los tiempos. hago saber que yo, Geirolf Ericsson, te entrego mi corazn, Merry-Death Foster. De la garganta de Meredith se escap un pequeo sollozo ante la belleza de las palabras de su declaracin. Sera capaz de decir aquello? Estara dando mucho ms que su promesa de matrimonio. Estara prometiendo amarle para siempre. Pero eso era un hecho. A pesar de la arrogancia y la autoridad de la de- manda de Geirolf para que se casara con l y luego se divorciara, nunca dejara de amarle. As que pronunci las palabras, segn su propia versin: .. haga saber que yo, Meredith Foster entrego mi corazn y mi alma al vikingo mas maldito del mundo, Geirolf Ericsson. En ese momento Rolf se permiti sonrer. -Ya est. Ya est el que! estamos casados ---dijo, inclinndose hacia delante para darle un suave beso en los labios. -Lo estamos? --Meredith deseo que la hubiera besado durante ms rato o ms profundamente, pero probablemente l tema que le mordiera la lengua. Quiz lo habra hecho. Meredith se percat demasiado tarde de que, despus de todo, era l quien haba ganado aquella batalla de voluntades- Le est permitido a la novia morder a su marido? -Slo en el deporte de la cama. -No creas que me he rendido. El sonri abiertamente. -Primero se derrumbaran los cielos, eso est claro. Y qu me dices de desatarme, oh gran sarcstico? -Seguirs enfrentndote conmigo, oh gran obstinada? -Probablemente. -Bien --dijo l riendo----. Todo guerrero desea una buena batalla. Hace que la victoria sea mucho ms agradable. -Esto fue tan slo una escaramuza. No pienses que ha, ganado toda la campana. --Pero casi. No estamos casados realmente -contest bruscamente Cuando l pareca dispuesto a no

seguir discutiendo ms con ella-. Ningn tribunal en el mundo lo reconocera. Eso ha sido muy mezquino por mi parte. Me avergenzo de mi misma. La ceremonia me ha parecido muy real. --Oh Merry-Death, no deberas haber dicho eso. Geirolf resopl furioso, Por qu? --Porque ahora tendr que demostrarte que estamos casados, adems de castigarte por todas tus transgresiones en el da de hoy. Se inclin para quitarse las botas, y arroj la capa, el cinturn Talismn, y la rionera al suelo de tierra. Despus procedi a quitarse la tnica por encima de la cabeza. Qu... qu ests haciendo? La tnica tambin fue a parar al suelo, concedindole una buena panormica de sus anchos hombros, la tabla de su abdomen y sus brazos perfilados por los tendones. Pero no acab ah la cosa. Sin dudarlo, desat el cordn de sus pantalones y dej que se deslizaran hasta sus tobillos. Se apoy primero en un solo pie, luego en el otro, y con una patada se deshizo de los pantalones. Aparentemente, hasta ah llegaba su traje de novio. Ni calzones, ni taparrabos, ni bxers, ni slips a la vista. A Meredith se le sec la garganta. Ya saba que tena un buen cuerpo. Pero hasta ahora no haba podido comprobar por completo la calidad. La luz del fuego y el sol del atardecer que se filtraba por la ventana arrojaban sombras doradas sobre su piel bronceada, toda al descubierto. Cintura y caderas estrechas. Vientre plano. Piernas y pecho musculosos recubiertos de vello de color castao. Y... oh, por el amor de... Rolf tena razones para sentirse extremadamente orgulloso de sus dotes fsicas. Con la mandbula desencajada, Meredith repiti la pregunta con una voz embarazosamente chillona. -Qu... qu ests haciendo? Entonces l sonri, dejando al descubierto su deslumbrante dentadura blanca y, ofreciendo una salvaje promesa sexual, como para derretir a cualquiera. Se acerc a ella... tanto que Meredith pudo sentir su calor viril. Geirolf respondi con un susurro espeso sobre los labios separados de Meredith. -Prepararme para la batalla. Captulo diecisis - Batalla? Ja, ja, ja! -Un breve escalofro recorri su piel. Deseaba que Rolf sonriera o hiciera algo para confirmarle que estaba bromeando. l sonri, pero lo hizo mientras se arrodillaba ante ella. Oh, dios mo, ella completamente vestida y a sus pies un hombre desnudo, muy excitado, por cierto. Si fuera una de aquellas mujeres incluidas en la categora de fantasa sexual, aquello podra calificarse de momento Kodak clasificado X. -Vas a suplicar mi perdn? -dijo ella con voz entrecortada. -Te gustara, no es cierto, mujer? Ser mejor que refuerces tus murallas, mi seora de la lengua rpida. Este guerrero est a punto de sitiar todos y cada uno de tus portales. Y apuesto a que nunca has visto el aspecto de un vikingo con la fiebre de la guerra. -No te ests poniendo un poco melodramtico?... Oh, djalo ya, por favor. Alz el dobladillo de su toga, y rebusc por debajo, para bajar las bragas hasta los pies y quitrselas. Ella crey orle murmurar: -Ah est el foso.

Pero a quin le interesaba eso? Meredith estaba ms interesada en el hecho de que su toga segua remangada hasta la cintura, sostenida por las manos de l a cada lado de la cadera, dejando esa parte de su cuerpo desnuda ante sus ojos. l gimi. Ella tambin. -Por qu lo has hecho, Merry-Death? -dijo l con voz entrecortada. Yo? Qu he hecho? -chill ella. -Deberamos haber dedicado ms tiempo a los preliminares en nuestra primera noche nupcial. Te mereces palabras bonitas y dulces caricias. Pero, por todos los demonios, me has hecho esperar demasiado -dijo Rolf en una rfaga que sali de su garganta-. Demasiado tiempo! -La alz por la cintura, la asi por las nalgas, lade sus caderas y se zambull en ella. Ella grit. l call. No le doli. Haba estado preparada para l, todo el tiempo durante aquel maldito ejercicio de uncin. Pero era tan grande, y ella lo senta todo tan estrecho, y adems no esperaba su entrada tan rpido, y, oh, dios, era Rolf, el hombre al que amaba, que la llenaba por primera vez, y si l no empezaba a moverse enseguida, tendra que volver a gritar. La frente de Rolf, por la que corran perlas de sudor, estaba apoyada con fuerza contra la suya. Sus ojos estaban cerrados y jade en busca de aire. -Lo has sentido? Oh, diablos, has sentido eso? -Qu? -Un cosquilleo. Cmo es posible que sienta el cosquilleo ah? Ella intent centrar su atencin ah, algo prcticamente imposible cuando tantas sensaciones increbles la asaltaban por todas partes. -Oh, dios, claro que lo siento. Tal vez... tal vez es la magia del talismn que se ha escapado y se ha quedado ah... Rolf empez a rer, pero su risa son ms como un gorgoteo, los dientes rechinando debido a la contencin. -Destame -dijo Meredith gimoteando mientras levantaba las piernas para rodear con ellas la cintura de Rolf, intentando adaptar la postura de sus cuerpos para acomodar su tamao... y el cosquilleo, que efectivamente era cada vez ms... eh, desconcertante. Al principio, crey que l no haba odo su peticin, pero enseguida l alarg el brazo hacia atrs y deshizo las ligaduras de seda. Ella le abraz por los hombros v l la llev hasta la cama empotrada en la pared. Con un gil movimiento, la coloc sobre las pieles de su cama, todava incrustado en ella. Meredith sinti un estremecimiento en cada una de las clulas de su cuerpo. Durante unos instantes, l se limit a yacer sobre ella, jadeando. Despus se incorpor con los brazos extendidos, y examin su rostro: -Te he hecho dao? Ella deneg con la cabeza. -Peso demasiado? Ella repiti el gesto. -Quieres que pare? Otra vez la misma negacin, pero ms vehemente. -Por qu no me dices nada, cario? Ella se trag una risita nerviosa.

-No ... no puedo. El alz una ceja. Cuando por fin comprendi, en su cara se dibuj una sonrisa. .as que mi sobreexcitacin le parece divertida? -Por qu no te mueves? --dijo ella, rezongando. -Por la misma razn que t no hablas espeto l---. No puedo. Sus palabras la excitaron an ms. Y los pliegues de su interior se contrajeron espasmdicamente. l gimi. -Entre el hormigueo y tus contracciones si me muevo ahora esto ser visto y no visto. -Yo no tengo contracciones. Otra contraccin. -Lo has hecho aposta -la acus l. Oh, dios, aquello era vergonzoso. -No, es slo que tu cuerpo est intentando acostumbrarse a tu... a t. -Oh -exclam l, sbitamente iluminado. Entonces le ofreci una deslumbrante sonrisa--. Puedo ayudarte a que te acostumbres a m. y a que quepa an ms. Aun mas? No... lo... creo..., -No, no creo que... aaaah! Rolf arque su torso hacia atrs con uno de los brazos extendidos, con su pene inmvil denlante, de ella. Con la otra mano, rebusc entre los dos cuerpos y empezo a rozar su cltoris, hacia delante y hacia atrs. Ella alz las caderas, separando an ms sus piernas y profiri innumerables gemidos encadenados, oh, oh, oh, oh... ante la intensidad de las sensaciones que se arremolinaban en su cuerpo en espirales cada vez ms amplias. Para su sorpresa, los pliegues interiores se expandieron, y Rolf creci dentro de ella. Pero l segua sin moverse, caray. Rolf esper a que ella abriera los ojos antes de tomar su cabeza entre ambas manos y decirle con pasin: -Te quiero. --Yo tambin te quiero. -No te atrevas a llorar ahora -orden l, mientras por fin empezaba a moverse. Por fin, por fin, por fin, pens ella mientras l sala casi por completo para despus volver de golpe. Tres o cuatro o diez veces, l la castig con sus prolongadas embestidas. Ella perdi la cuenta. No fueron tampoco muchas, pero senta un orgasmo cada vez que l golpeaba el hueso del pubis, y ella sollozaba, y chillaba, y golpeaba sus hombros cada vez que l se retiraba. Puede que l tambin emitiera algn sonido. Estaba casi segura de ello. l ech la cabeza hacia atrs, las venas del cuello casi a punto de estallar, y entonces la embisti por ltima vez, derramndose como un torrente en su vientre. Por fin l tambin grit, y ella captur su grito con la boca abierta. Oh, dios mo!, pens Meredith justo antes de desmayarse. -Guo minn gour -dijo Rolf tambin antes de sentir un desvanecimiento similar. Unos minutos ms tarde, Meredith se despert, y sinti el peso de la cabeza de Rolf sobre ella. Pero no era una sensacin desagradable. Rolf espir su aliento varonil con insoportable lentitud. Poda haber sido un suspiro de dolor; pero ella habra apostado que era de exquisita satisfaccin. Rolf se dej caer a un lado llevndola consigo. Coloc una de las piernas de Meredith de

forma que descansase sobre su cadera, y permaneci en su interior. la ereccin haba cedido, pero no del todo. l la bes con ternura, luego con pasin salvaje. Despus se ri con autntica dicha. Ella escondi su rostro ruborizado en el cuello de Rolf, tardamente avergonzada por su desinhibido comportamiento. -Ahora te sonrojas, bruja libertina? Por los dientes de Odn, te ests poniendo colorada! Cuando se dio cuenta de que Meredith se senta insegura de s misma, debido a su actuacin, l aadi, pellizcndole la barbilla: -A mi parecer, tan larga espera nos ha sobrepasado a ambos, encanto. Apretando los dientes, Rolf sali de ella, y no pudo evitar rerse cuando ella agit sus manos involuntariamente rebelndose contra su separacin, demasiado rpida para su gusto. -Eres una mujer codiciosa, y entrada en aos brome-. Me hubiera gustado probar todos tus encantos, pero tris ropas han obstaculizado mis esfuerzos. Rolf murmur una expresin de asombro en relacin con lo que acababa de suceder entre ellos, mientras desabrochaba los prendedores que sujetaban la toga de Meredith por los hombros y el cinturn de eslabones de oro. No le cost mucho desnudarla, pero se tom su tiempo, entretenindose en cada una de las partes del cuerpo de Meredith que quedaban al descubierto, para susurrarle piropos. Aquel vikingo era un buen amante. De forma instintiva saba algo que todava muchos hombres modernos no pueden comprender: que las mujeres necesitan sentirse a gusto con su cuerpo para disfrutar a la hora de hacer el amor, incluso aunque su atractivo slo resida en los ojos de sus amantes. Cuando por fin estuvo completamente desnuda, todo su cuerpo arda con la misma pasin con que Rolf lo haba examinado, venerndolo. No pudo evitar preguntar esperanzada: Otra vez? -Y otra, y otra, y otra ---prometi Rolf, abrazndola con fuerza a su lado, cuando normalmente ella se hubiera levantando de un salto de la cama, atormentada por haber expresado su anhelo en voz alta. -Pero est vez iremos poco a poco. Esta vez ser para ti, encanto. Y a quin estaba dedicada la primera?, pens Meredith, pero decidi reservarse aquella para s misma --Primero debers ser castigada -advirti el con un tono de voz ertico y suave como la seda, mientras recorra su piel con los dedos, desde las rodillas hasta su entrepierna. Ella yaca boca arriba, como una mueca de trapo-. Mmmmm. Tal vez el primer castigo... -Castigo? Primero? Rolf sonri. -... ser la honestidad en los preliminares. Me dirs, utilizando tanto palabras como acciones, qu es lo que te gusta. Y eso es un castigo? -Me has engaado, Rolf. Nunca tuve la intencin de casarme, ni tampoco de hacer el amor contigo --dijo despotricando-. Tal vez eres t quien debera ser castigado. -Mmmmm. -l se dio unos golpecitos en la barbilla con el dedo ndice, como si considerara seriamente aquel reproche, para despus responder ansioso--: De acuerdo. Pero eso ser ms tarde. Con las callosas puntas de sus dedos, roz los apretados rizos de la entrepierna de Meredith, mientras profera un suspiro.

Aquella liviana caricia provoc en Meredith una sensacin de mareo. Pens que ya deba existir alguna disertacin sobre las ventajas de los callos. Y sobre la belleza carnal del suspiro de un hombre. -Todava quedan gotas de nuestra primera cpula -seal con voz ronca-, como el roco de la maana sobre las praderas cercanas a la costa. Ella abri los ojos como platos. Senta la sangre corriendo por sus venas, mientras su cerebro se quedaba en blanco ante aquella seductora proclamacin. -O prefieres que empiece por aqu? -Coloc los dedos sobre sus labios, y su cuello se arque para recibir un beso. Pero sus dedos ya descendan atrevidos en lnea recta desde la barbilla, pasando por el esternn, su abdomen y la cintura, entretenindose en el ombligo, hasta llegar a su entrepierna de nuevo. Meredith se convulsion con un violento estremecimiento. Sus labios se curvaron en seal de apreciacin. -Dnde, Merry-Death? Dnde quieres que te toque primero? Con un suave maullido, le tom las manos y se las llev a los pechos. Aunque no los haba vuelto a tocar desde la ceremonia de uncin, sus pezones rosados seguan duros como gujarros debido a la excitacin, y las aureolas, con un tono ligeramente ms plido, estaban henchidas de deseo. Ansiaba su roce en aquella parte de su cuerpo. En lugar de eso separ suavemente las piernas de Meredith y apuntal sus brazos estirados. Sur ereccin presionaba rulo de los muslos de Meredith, mientras con sus caderas la mantena clavada contra el lecho de pieles. Sus senos estaban a menos de un palmo del pecho de Rolf. -Acarciame con ellos -dijo l con un tono tan persuasivo y con una voz tan espesa que ella apenas pudo comprender lo que deca. Cuando por fin pudo deducir el significado de sus palabras, se pregunt si seria capaz de reunir el valor para ello. As fue. Apoyndose en los codos, arque la espalda para enderezarse y restreg sus senos, hacia delante y hacia atrs, contra el vello erizado del pecho de Rolf. La intensidad de aquel placer agnico desencaden una reaccin en cadena por todo su cuerpo. Rolf no pudo evitar sentir los latidos sordos de su corazn y el temblor de sus caderas. Tena razn, cuando en una ocasin haba sugerido que no haba nada ms sensual para una mujer que la friccin de un lecho de pieles en su espalda y la del vello del pecho de su amante en sus senos. -No pares ahora --dijo Rolf entre dientes. Una y otra vez, Meredith trot sus doloridos senos contra el abrasivo vello de Rolf. Cuando por fin se dej caer hacia atrs, incapaz de soportar el ansia que iba aumentando en sus pechos en una peticin de socorro, l se puso de rodillas entre sus piernas. -Lo de castigarme iba en serio --dijo ella--. Esto es una autntica tortura. -Ah, pero .no lo sabes? No hay xtasis sin agona. -Con aquella enigmtica filosofa escandinava, roz levemente sus pezones con los dedos. Ella gimote ante la oleada de sensibilidad que se concentr justo en ese lugar. para cuando Rolf agach la cabeza para lamer el pezn izquierdo con la punta de la lengua, Meredith ya se aferraba a las pieles del catre con sus puos, tensando las piernas. Rolf hizo lo mismo con el otro pezn y despus se ech hacia atrs para volver a mirarla con ojos escrutadores. --No --dijo reprendindola--. Reljate. -La oblig a abrir los porros y espero hasta que cediera la presin de sus ca-deras. Despus tom sus senos, uno tras otro, en su boca, v los succiono con un ritmo agotador.

--Me siento como si estuviera en el ojo de un huracn -confes ella bajo el efecto de las oleadas intermitentes de placer que provocaba en ella Rolf al succionarla con su boca abierta, que abarcaba la totalidad del pezn y su aureola. --S, sers como un barco en medio de un mar embravecido --dijo Rolf, riendo--, y yo ser el temporal que provocara tribulaciones, pero tambin tus mayores emociones. Sus palabras la alarmaron, por lo que intent separarse de l, arandole la espalda. Agit las piernas, pero l no quera parar. Entonces se desat el huracn y ella se precipit hacia un frentico clmax sometida a la virulencia de la tempestad. Cuando volvi en s, Meredith vio a Rolf sentado de cuclillas entre sus piernas abiertas, observndola y esperando -Haces que me sonroje, cuando me miras as -protest Meredith con voz dbil. --Y t haces que me estremezca, cuando me miras as --coment Rolf con voz ronca. Meredith sinti que le ardan las mejillas bajo su detenido examen, y sospech que la tortura apenas acababa de empezar. A pesar de que sus ojos de color whisky centelleaban con pasin y de que su jadear irregular delataba su excitacin, ella se dio cuenta de que aquel hombre exasperante tena la intencin de atormentarla an ms, mucho ms, antes de satisfacer su deseo. l se coloc encima, con su peso rotundo y dominante. Con sus grandes manos enmarco el rostro de Meredith, mientras murmuraba sobre sus labios: --Mi seora tambin es partidaria de los besos? -S sonri ella, rozando sus labios separados. Al principio, sus besos fueron lentos y sutiles; tina exploracin tctil para moldear sus labios y deslizar su lengua en la boca de ella. pero muy pronto aquellos besos tomaron un cariz de agresin controlada, cuando l mordi su labio inferior y lo succion en su boca con dulzura, Rolf abri tneles en su cabello con los dedos, sujetndola con firmeza mientras se apoderaba de su boca con ardor salvaje, empujando los labios abiertos con su ambiciosa lengua. Mojada y adherida a l, sucumbi a su contundente seduccin. -No aguanto ms -suplic ella finalmente. l separ su boca de la de ella, tomando aire. Volvi a ponerse de cuclillas, y la examin, haciendo un movimiento con la cabeza en seal de aprobacin. -Mantente firme, mi seora, porque la invasin apenas ha comenzado. Ella palideci, pero no tuvo tiempo de considerar la amenaza implcita en sus palabras, porque l ya estaba asediando otro territorio ertico. Rolf rode sus piernas por debajo, separndolas y alzndolas an ms, con una de las pieles enrolladas bajo sus caderas. Con las piernas as acomodadas sobre sus brazos, ella se senta completamente abierta y vulnerable ante sus ojos, y sus dedos, y su boca. -Probar la perla de tu excitacin -susurr, y tan slo con su aliento hizo que aquella parte ya dilatada de su cuerpo se hinchara y se abriera an ms. l la bes y Meredith se convulsion involuntariamente. Despus, gimote una letana de dulce tormento, mientras l recorra aquel centro sensible, sus pliegues suaves, hasta llegar al interior, con su lengua. Paladeando. Revoloteando. Bandola. Lanzando una estocada con su lengua. Succionando. Era tal su abandono que ni siquiera se dio cuenta de que las pieles sobre las que reposaban sus caderas haban resbalado, ni de que Rolf estaba preparndose para entrar en ella. -Dmelo -exigi l con voz ronca, mientras presionaba sus labios ardientes contra su boca en un beso abrasador de posesin.

-Te quiero. l la penetr, y entonces fue l quien grit cuando el cuerpo de Meredith se ensanch para acomodarse a su tamao. -Te siento como un fuego aterciopelado lamindome con tus llamas -dijo l con voz entrecortada mientras sala de ella para volver a entrar, larga y lentamente, provocando una obscena sensacin de placer. -Y yo te siento como mrmol caliente -respondi ella en un susurro, sorprendida por :,u capacidad de participar en aquella conversacin sexual. -Quiero llegarte al corazn -dijo l, tocndola, sumergindose an ms adentro. Ella jade ante aquella arremetida, pero se oblig a s misma a relajarse para poder ensancharse ms todava. -Tu roco de mujer me unge como lava lquida --dijo l, mientras aceleraba el ritmo de sus embestidas. Ella normalmente se hubiera avergonzado ante la sinceridad de sus palabras. Pero slo poda concentrarse en la presin que senta entre sus piernas, siempre en aumento. Separ an ms los muslos y alz las caderas, de manera que cuando l ech hacia atrs el cuello en una ltima arremetida, ella sinti que estallaba en un milln de fragmentos de placer. Cuando l por fin enterr la cabeza en su cuello, murmur: -Te quiero, Merry-Death. En su interior seguan las contracciones alrededor de su miembro flcido. Meredith se sinti hecha aicos, deliciosamente saciada, y muy enamorada. Geirolf no poda creer su buena fortuna. Siempre haba tenido suerte con las mujeres, pero aquel... aquel xtasis que le parta el cerebro en dos, y que suscitaba en l su nueva mujer... verdaderamente los dioses le haban conferido el regalo de su aprobacin. Rolf le hizo cosquillas en la nariz con el borde de una de las pieles. Su cuerpo tembl, aunque Meredith finga dormir. l desliz la piel para hacerle cosquillas ahora en uno de sus pezones enhiestos, y ella abri los ojos de golpe. -Mer-ry De-ath -dijo arrastrando las palabras---. Tengo una idea genial. Ella gimi y se dio la vuelta para enterrar la cabeza entre las pieles. Rolf hizo lo mismo y adapt su cuerpo a la espalda de ella. Ambos cuerpos se acomodaban perfectamente. -No quieres escucharla? -dijo l en un arrullo, mientras con la palma de una mano en su vientre la traa hacia s, apretndola contra la cuna de sus caderas. Tus ideas son demasiado... extenuantes ---se quej ella, aunque Rolf saba que ella estaba ms que satisfecha con su martirio sexual. Estaba seguro de ello-. Cunto tiempo he dormido? -Una media hora. -Media hora! -exclam Meredith y se volvi para lanzarle rola mirada incrdula . Ya vuelves a tener ideas, tan pronto? -S. Es algo inherente a la condicin de vikingo... y a la creatividad que nos es propia -Y a vuestro carcter insaciable? -S, eso tambin.---l ri y la tom en sus brazos para llevarla hasta la buhardilla de su casa. Doy les sigui. Sin duda pensaba que iban a celebrar una fiesta, o tal vez una orga. Ella profiri un chillido al comprobar que todava era de da, apenas pasada la hora de comer.

--Alguien podra vernos desnudos -le reprendi Meredith. ---No, nadie se atrever a volver hasta que yo lo diga. Les amenac con que cortara la cabeza al primero que entrase en esta propiedad sin mi consentimiento. -No habrs sido capaz --dijo ella, echandose ligeramente hacia atrs para mirarle con ojos escrutadores. Eso le permiti ver por primera vez a la luz del da sus pechos y el nido femenino. Ante aquella visin, Rolf tropez v casi se muerde la lengua. Al ver dnde centraba su atencin, Merry-Death chasque la lengua en una recriminacin v escondi su rostro sonrojado en su pecho. Era una de las cosas que ms apreciaba en su nueva mujer: su innato pudor en contraste con su sexualidad, capaz de levantar ampollas en su parte viril a ms de diez metros de distancia. Cuando por fin la deposit en el suelo, Merry-Death le lanz una mirada inquisitiva. Cmo era posible que no se imaginara cul era su siguiente compromiso en su agenda carnal? -Nos baaremos con Breck -inform l vehemente. Al amanecer, Rolf la despert de nuevo. Quiero ensearte algo ---le susurr al odo. -Ya lo he visto cinco veces -rezong ella contra su pecho. -Seis -corrigi l-. Ya no te acuerdas de las clases nudistas de lanzamiento de jabalina? -Como podra olvidarlas? --Ella se dio la vuelta v alz la vista hacia l, su marido. Y su corazn estaba henchido y rebosante de su amor por l. Ahora llevaba el pelo recogido en la nuca. Sus carnosos labios todava estaban hinchados a causa de los innumerables besos, algunos de ellos increblemente agresivos. Gracias a las llamas del fuego cercano, que l deba de haber avivado recientemente, Meredith vio reflejada en sus ojos ambarinos la intensa pasin que l senta por ella, adems de un conmovedor atisbo de ternura. Era amor. Ella vio el amor en su rostro, y en ese momento se sinti bendecida por los dioses, los suyos y el de ella por igual. Ella se haba rendido ante la seduccin de Rolf. No se resignaba a tener que decirle adis en unas pocas semanas, pero aquella noche haba sido demasiado fantstica para estropearla con una discusin. No era el momento, decidi. -Bien, qu es eso que quieres ensearme? -dijo ella bromeando, rodeando el cuello de Rolf con las manos para traerle hacia s y regalarle un beso. -El amanecer---murmur l en sus labios--, sobre la proa de un dragn vikingo. -Desnudos? -pregunto ella, mordisqueando su labio interior, -S --respondi l, sonriendo--. Y balancendonos. -Balancendonos? -Aja! -respondi l, devorando a su vez sus labios-- No sabas que la proa de un barco en mar abierto se levanta para volver a descender, una y otra vez? -Pero tu barco no est en el mar. -Ay, ahora s que no me escuchas, Merry-Death. Chist, chist. No te he dicho ya que los vikingos tenemos mucha creatividad? Thea regreso a casa al da siguiente. El banquete de bodas se celebr el sbado. Meredith haba insistido en el carcter ntimo de la ceremonia. Slo invitaran a Tea, Mike. Sonja, los estudiantes v algunos miembros ele la SCA que haban conocido recientemente. Tal vez era ruin por su parte, pero Meredith se neg a que sus padres o Jillian estuvieran

presentes. Y Jared estaba demasiado lejos. Meredith haba albergado numerosas dudas ante la idea de celebrar pblicamente su matrimonio. Iba a resultarle muy difcil explicar la desaparicin de Rolf en unas cuantas semanas. Pero ahora se alegraba de haber cedido a su peticin de hacer pblica su unin. Las promesas que se haban hecho mutuamente hacia algunas horas ante su drakkar contenan tanta belleza... Se convertira en uno de sus recuerdos ms preciados. Poco antes, haba entrado en la casa para buscar ms pan blanco. Despus se apoy contra uno de los postes de las coloristas tiendas abiertas por los lados, para observar la escena que se desplegaba ante sus ojos. Todos iban vestidos al estilo vikingo o medieval. Los msicos tocaban melodas de la poca con sus dulcmeles, liras y zampoas. Rolf, magnficamente ataviado con su suntuosa tnica y calzones negros, y el cinturn talismn, que refulga bajo los rayos del sol, estaba enseando a Thea uno de los bailes tpicos de su pas. La jovencita, que debera sentirse ms cmoda bailando cualquiera de los ritmos de moda, se rea sin cesar y segua sus pasos entusiasmada. Rolf haba convencido a Meredith de que firmara los papales necesarios para conseguir la custodia temporal de Thea, que ya estaba matriculada en el instituto local. Meredith sospechaba que su insistencia se deba a su preocupacin por su estado anmico, cuando llegara el momento de partir. Pero no dedicara ni un segundo ms a aquellos pensamientos sombros, no aquel da. Rolf alz la vista de repente y la sorprendi mirndole. Al alba, l le haba dicho que lo mejor de hacer el amor por la maana es que durante todo el da te sientes en posesin de un secreto. Y tenia razn. El muy bribn le hizo un guio, como si pudiera leer sus pensamientos. Meredith llev el pan a la cocina y se interes por la preparacin de las langostas de Maine y del medio venado que estaba siendo asado en un hoyo, cubierto por varias capas alternas de hierba hmeda y piedras al rojo vivo. Prob el skyr, una especie de requesn tpico escandinavo, que estaban preparando all mismo Frank y Henrietta Burgess. La pareja de ancianos, a quienes todava se vea enamorados despus de tantos aos, tambin le ensearon cmo preparar las galletas de avena que estaban cociendo en el fuego al aire libre. -Ha sido una ceremonia muy bonita -se deshizo Henrietta en elogios, con sus ojos brillantes anegados por las lgrimas. -Debemos felicitarte adems por el estupendo trabajo realizado en el proyecto --aadi Frank-. Cuando tu abuelo cre esta fundacin, yo tena mis reservas. Nunca imagin que el proyecto trajera consigo tantas repercusiones, al margen de la construccin del barco y la recreacin del viaje. Aunque eso slo constituya por s mismo un logro admirable. Meredith no pudo evitar la expresin de asombro que suscit en ella aquel halago inesperado procedente del sector ms conservador. -Lo que habis conseguido, querida, es ofrecer a los estudiantes universitarios una experiencia educativa autntica -prosigui-, en todos los mbitos: historia, cultura, sociologa, lenguaje, antropologa... -Y no te olvides de los estudios dirigidos a mujeres -le interrumpi su mujer. -Eso tambin. -Frank acept la correccin riendo-. En serio, Meredith, espero que consideres la posibilidad de quedarte en Maine para darle continuidad a este proyecto. -No s si eso ser posible. l alz una mano para interrumpir sus objeciones. -Bueno, pinsatelo.

Meredith asinti con la cabeza y prosigui con su ronda, mientras consideraba aquella tentadora propuesta. Cuando se detena para charlar con unos y otros, todos ellos vestidos de poca, tal como requera la invitacin, su mirada buscaba continuamente a Rolf, una y otra vez. Y siempre se encontraba con sus ojos, irradiando abiertamente su amor. Por fin, l se acerc a ella y la tom de la mano, para conducirla a un lado. Dog vena trotando tras l. -Qu tiene Dog en la boca? Oh -dijo Rolf con indiferencia, bajando la vista hacia el enorme can--, son galletas Oreo. --Eres un tonto! No debes darle galletas a un perro. -Ah, no? -No. Especialmente si llevan chocolate. Es mejor que coma el pienso seco que compr para l, Rolf reflexion un instante, pero enseguida se mostr en desacuerdo con su opinin. -Has probado alguna vez ese pienso para perros, Merry-Death? -Y t? ---pregunt ella conteniendo la risa. -Por supuesto. Me juzgas tan cruel que crees que sera capaz de dar a tu mascota algo que ni yo mismo comera? Y, para decirte la verdad, sabe peor que el bacalao salado, que es la base de nuestra alimentacin en los viajes por el mar del Norte. A Meredith le dieron arcadas. Rolf le dio unas palmaditas en la barbilla. --Es broma, Merry-Death. Slo le di tina galleta, porque a Dog tambin le encantan. Casi tanto como me gustas t a m. Aqulla s era una declaracin de amor para un libro de poesa. Y para el corazn. Amor y galletas Oreo. Verdaderamente --pens-. hace falta amar a un vikingo. Captulo diecisiete Durante las tres semanas siguientes, el amor alcanz su plenitud y se despleg como las velas del dragn vikingo, cuya construccin estaba a punto de finalizar. Meredith nunca haba sido tan feliz en toda su vida. Ni tampoco tan desgraciada. Con frecuencia se despertaba en mitad de la noche y lloraba en silencio, consciente de que su felicidad se escurra lentamente entre sus dedos, como un puado de arena. Dej de cuestionar la decisin de Rolf de regresar a su tiempo. En cierto modo, poda comprenderle. No quera aguar los pocos das que les quedaban, as que intentaba estar siempre alegre, aunque por dentro senta que se estaba autodestruyendo. Su estado de tensin iba in crescendo; siempre que estaba en compaa de Rolf, tena la sensacin de estar caminando por la cuerda floja. -Me equivoqu al pedirte esto? -pregunt Rolf en una ocasin, mientras la abrazaba an ms fuerte entre sus brazos. Estaban recostados en el sof, uno al lado del otro. Thea haba ido al centro comercial para pasar la tarde del domingo con unas amigas que haba hecha, en el vecindario. Dog roncaba satisfecho en una esquina, sobre su propia cama de pieles. -A qu te refieres? A que viramos por enesima vez un chapuzas en casa? S, no deberas haberlo hecho. --Meredith chasque la lengua en seal de desaprobacin, sealando hacia la pantalla, mientras Tim Taylor explicaba a su mujer Jill por qu las mujeres de grandes pechos eran como un imn divino para los hombres. -No, eso no -ri entre dientes Rolf, para enseguida ponerse serio-. Me equivoqu al pedirte que te casaras conmigo? Me equivoqu al pedirte que compartieras estas ltimas

semanas conmigo, a sabiendas de que no tenemos futuro? --l la asi por la barbilla para obligarla a mirarle a los ojos-. Mike a menudo habla del dolor que le caus la prdida de su esposa, a pesar de que ya han pasado dos aos, pero tambin dice que su breve matrimonio fue una bendicin, algo de lo que nunca se arrepentir. Pens... bueno, cre que a nosotros nos pasara lo mismo. Ahora me pregunto, no obstante, si me he equivocado. Meredith se puso tensa y hubiera echado a correr de no ser porque estaba acorralada contra el respaldo del sof. Rolf insista en sacar el tema de conversacin que ella haba estado evitando desde su boda, haca tres semanas. l vio el pnico en su rostro. Intent tranquilizarla apartando con suaves caricias los mechones que le caan sobre la cara. La ternura que poda leerse en sus ojos dorados le rompa el corazn, e hizo que las lgrimas asomaran en sus ojos. -No, encanto, no llores -dijo l con voz ronca, besando sus prpados cerrados. -No, no te equivocaste, Rolf -confes ella con un suspiro de resignacin--. No cambiara estas inolvidables semanas contigo por nada en el mundo. Y en cuanto a casarme contigo... -Trag saliva para que las palabras pudieran abrirse paso a travs del nudo que tena en la garganta-. Casarme contigo es lo mejor que he hecho en mi vida. -Yo pienso lo mismo, mi vida. A veces... a veces... -golf luchaba por encontrar las palabras correctas-, es como si mi corazn fuera a estallar de tanto amor. -Para demostrrselo, coloc una de sus manos sobre su pecho, su corazn latiendo con fuerza bajo los dedos de ella-. Nunca imagin que querer a una mujer... querer de verdad a una mujer, fuera as. Meredith no habra podido contestar, aunque hubiera querido. Rolf sigui hablando: --El tiempo pasa tan rpido estos das. Ayer incluso desconect el reloj de pared de la cocina. Es una estupidez, lo s, intentar engaarme a m mismo, corno si pudiera detener el tiempo.-Sacudi la cabeza en seal de desaprobacin ante sus propias fantasas---. Por la noche, te miro mientras duermes. Siento la acuciante necesidad de aprovechar cada momento.. de atesorar recuerdos. -Ja! --dijo ella, intentado dar un tono menos grave a la conversacin, aunque sus palabras la hubieran conmovido en lo ms profundo de su ser-. Probablemente slo necesitas un respiro entre cada sesin de sexo. Eres insaciable, lo sabas? -Te ests quejando, mi seora? -refunfu l, fingiendo haberse enojado, arqueando una ceja. Aunque estaba bromeando, a Meredith no dejaba de sorprenderle su vulnerabilidad y la constante necesidad que tena de sentir la aprobacin de la gente. A pesar de que eran muy distintos, en ese aspecto se parecan. -En absoluto -respondi ella, parpadeando para evitar que le saltaran las lgrimas mientras recorra la lnea de su contundente mandbula con las puntas de los dedos. -Eso espero -dijo, pretendiendo estar de mal humos; inclinando la cabeza para darle un mordisco de castigo en su hombro al descubierto. Ella llevaba solamente el body rosa y Rolf unos calzoncillos blancos con un estampado de corazones rojos, un regalo de boda tardo-. Sobre todo, despus de haber compartido contigo el secreto del punto S vikingo, que admitiste era mucho mejor que tu moderno punto G. Ella ri y le asest, traviesa, un leve codazo en las costillas. Cuntas veces durante aquellos maravillosos das se haban hecho rer el uno al otro mientras hacan el amor?

Meredith nunca hubiera credo que el sexo pudiera ser tan divertido. -Me has malacostumbrado, Rolf. No creo que ningn otro hombre pueda satisfacerme en el futuro. De nuevo una sombra se cerni sobre su rostro. -Yo siento lo mismo, encanto. -Probablemente desembarcars directamente donde vive esa fulana, Alyce la Dulce, en cuanto vuelvas a casa. Meredith intent poner un tono burln, pero su voz se quebr al final. -No, no volver a ver a Alyce. Te lo juro. -Oh, Rolf, no me hagas esas promesas. No espero que te mantengas clibe el resto de tu vida. Ser duro cuando te vayas, muy duro, pero... -Chiiiist -mand callar l, besando levemente sus labios--. Me gustara poder hacer algo para ahorrarte el dolor. Si me quedara, no habra dolor. Si no le hubiera prometido a mi padre.. --No -interrumpi ella, posando dos dedos sobre sus labios-. No puedes quedarte. Ya lo se. No tiene sentido jugar a que pasara si Serias como un animal enjaulado en un escenario anacrnico, siempre fingiendo, siempre mintiendo por miedo a que alguien atara cabos, debido a tu extrao lenguaje v visin personal del pasado histrico. --Estas diciendo que no podra adaptarme? ---pregunt l, ponindose tenso. Sacudi la cabeza en un gesto de desaprobacin ante su orgullo. -Tal vez cambiaras, te adaptaras a nuestra poca, y perderas tu primitiva identidad vikinga. Para m, sera estupendo... la forma de conservarte a mi lado, pero... -A buen seguro, hara honor a la tradicin de mis compatriotas escandinavos, que no tienen dificultades para integrarse en fas sociedades de los pases que conquistan. sa es la razon por la que la cultura vikinga se ha perdido en el transcurso de los siglos. Creme Rolf, he estado pensando la forma de que pudieras adaptarte a la sociedad moderna. Cono el ltimo vikingo que eres... -No tengo ningn compromiso en mi vida pasada. Me quedara. Merry-Death, no lo dudes. Y podra adaptarme. Por ti, hara lo que fuera. --Pero seria eso lo que realmente quieres? Ni siquiera yo estoy segura de que sea eso lo que quiero. Pinsalo. T, vestido con un traje ele tres piezas y una agenda electrnica. O cortando el csped y corriendo sobre una cinta para deshacerte de los kilos de mas. jugando al golf, o surcando el ocano con una lancha motora. Hacindote un seguro y envejeciendo. Rolf haba alquilado un velero el da antes para llevarlas a navegar por la tarde. Si alguna vez Meredith haba puesto en duda su experiencia como marine), o su amor por el mar abierto, ahora poda hablar con conocimiento de causa. No era un hombre que pudiera estar en dique seco mucho tiempo. Ella profiri un prolongado suspiro. -Aunque deseo que te quedes, no puedo imaginarte en ninguno de los papeles de los hombres modernos. l tambin suspir. -A m me pas lo mismo cuando intent imaginarte en mi tiempo. Quebrando el hielo del torrente de un fiordo en pleno invierno para traer agua a la granja. Sometindote al papel servil que tienen las mujeres en mi sociedad. Esperando en casa aburrida mientras yo participo en una incursin vikinga o salgo en viaje de negocios. Cocinando en un fuego en el suelo. Envejeciendo demasiado rpido debido a las duras condiciones de vida. Meredith era consciente de que l estaba pintando una imagen deliberadamente

deprimente. Se le olvid mencionar las fras noches de invierno que pasaran juntos bajo las pieles de su lecho. O que le encantara ensearle las bellezas de su pas. Por supuesto podra acompaarle en sus viajes de negocios. Y qu pasara... Oh, qu pasara si en esa otra poca pudiera darle hijos? Ella respir de forma cansina. Era intil soar lo imposible. -En resumidas cuentas, no puedes quedarte -dijo Meredith con firmeza, con la esperanza de poner fin a aquella conversacin-. Empezaras a odiarte a ti mismo por haber elegido una opcin deshonrosa, al renegar de la misin que te encomend tu padre, cmplice de la muerte de cientos de personas como consecuencia de una hambruna que t podras haber evitado. Me parece absurda la idea de que la devolucin de la reliquia pueda detener el curso de la naturaleza, pero no puedo ponerla en tela de juicio. Despus de todo, tu cinturn talismn, junto con aquel fenmeno astronmico y mstico, fueron el motor de tu viaje en el tiempo. -Tengo que volver -acept l. -Y la alternativa de que yo viaje en el tiempo contigo no es menos absurda. Y lo acepto. l le dio unos golpecitos tranquilizadores en la mano. --El destino celestial decret mi aventura y estoy seguro de que el portal del tiempo fue diseado para m, y slo para mi. -No tienes que seguir convencindome, Rolf. Cuando me preguntaste qu hara si pudiere volver contigo a tu tiempo, y t murieras, me pregunt a m misma si querra vivir en el siglo x sin ti. La respuesta es no. La perspectiva de quedarme abandonada en el siglo x me parece demasiado horrible. Rolf se estremeci al or la palabra abandono. -Entonces, aceptas mi partida? -pregunt. Meredith asinti con la cabeza. -Como un clebre filsofo dijo en una ocasin: Es mejor haber experimentado la alegra del amor, a pesar del dolor de la partida. -Rolf hizo una pausa y lade la cabeza como para concentrarse---. Creo que fue Will-son, el vecino de un chapuzas en casa, quien lo dijo. O fue Epi, en Barrio Ssamo? Los confundo ahora. Ella frunci el ceo; despus se ech a rer. Qu tonto eres! Fue Tennyson, y la cita dice as exactamente: Es mejor haber armado y haber sentido la prdida del ser amado, que no haber amado nunca. -Tenny-son, Will-son. Epi... -Rolf le quit importancia al nombre haciendo un ademn con la mano--. Todos ellos son grandes pensadores, como los escaldos de mi poca. Con un brillo de picarda en sus ojos, Rolf desliz un dedo ndice desde su barbilla, recorriendo la curva de su cuello, pasando por encima del esternn, rozando la seda de la ertica prenda ntima, hasta posarse con cierta presin sobre su ombligo. -Te he enseado alguna vez el famoso punto X vikingo? Que si lo ha hecho alguna vez? -Unas cinco veces. 0 se trataba de los igualmente renombrados punto Y y punto Z vikingos? -Que no deben confundirse con el antiqusimo punto S-, por supuesto -le record Rolf. Ella le sonri con un atisbo de tristeza. Cada vez le costaba ms bromear, mientras senta que se le rompa el corazn. -Debo decir que yo tengo debilidad por el punto X . -Bueno, parece que un vikingo siempre tiene. trabajo pendiente.

l suspir como abrumado por tanta responsabilidad. Despus, haciendo un gesto con las cejas, fanfarrone: -Te he explicado alguna vez cmo practican el alfabeto los escandinavos? Meredith ri la broma. Pero por dentro estaba llorando. Transcurrida una semana, el drakkar de Geirolf, Dragn Fiero, ya estaba terminado, as como la mayor parte del barco del proyecto Trondheim. Todava faltaban varias semanas de trabajo, para darle los ltimos retoques, pero Mike y los estudiantes podran encargarse de los acabados. Haban contratado incluso a un experimentado marino de Annapolis, Maryland, para que pilotase el barco en agosto, fecha de su botadura e inicio del viaje hacia Noruega. Pero l ya no estara all. Al da siguiente, volvera a producirse el fenmeno de la Luna del Demonio, y l se ira. Debera estar eufrico. Por fin haba llegado el da que tanto esperaba. Sin embargo, en lugar de eso, se estaba muriendo por dentro ante la perspectiva. Sorprendentemente, aquella poca y aquel lugar y, sobre todo, aquella mujer, Merry-Death, se haban convertido en su hogar. Pero intent con todas sus fuerzas ocultar su confusin interna ante ella. No quera estropear el poco tiempo que les quedaba. Apoyado sobre un codo apuntalado en su lecho de pieles, observ a su mujer durmiendo. Aquella noche le haba hecho el amor cuatro veces con ardiente desesperacin, y muy pronto volvera a despertarla para volver a entrar en ella por ltima vez. Aunque nunca lo admitira ante ella, en aquellas semanas haba copulado con Merry-Death ms veces que con cualquier otra mujer, y todava no se senta saciado. Lo haba preparado todo concienzudamente para su viaje la noche siguiente. Su pequeo drakkar ya haba sido remolcado hasta un muelle, a unos cuantos kilmetros al sur. Haba trazado una ruta apropiada para poder maniobrar su pequea embarcacin de un solo palo, con remos de madera, un penol y una vela latina. No necesitaba ninguna brjula moderna. Gracias a todos sus aos de experiencia, poda establecer el rumbo mediante puntos de referencia en la costa, las estrellas, y la presencia de ciertas aves marinas y la direccin de su vuelo. Le hubiera gustado llevar a bordo dos cuervos, como mandaba la tradicin, tanto para aplacar a los dioses como para que le avisaran de la proximidad de la costa, pero, para su sorpresa, no haba cuervos a la venta en todo Maine. En caso de que le sorprendiera una tormenta, no conseguira sobrevivir. Pero desde un principio su misin haba estado en manos de los dioses. Y as seguira siendo. Suponiendo que todo fuera bien, regresara a su tiempo en menos de veinticuatro horas. Regresara a la misma noche en la que viaj hacia el futuro, o un mes ms tarde? Se encontrara con algunos de sus hombres flotando a la deriva en el mar? O tendra que hacer el viaje en solitario hasta Groenlandia, y all contratar una tripulacin para navegar hasta Inglaterra, y por ltimo su tierra natal? Ya haba perdido un mes en persecucin de Storr Grimmsson. Si ahora perda otro mes, en su viaje en el tiempo, sumado al que necesitara para llegar hasta Inglaterra, en total seran tres meses desde que se despidiera de su padre. Cuntos compatriotas habran perdido la vida a causa de la hambruna durante ese tiempo? Habra sido distinto, si hubiese llevado a cabo su misin con mayor prontitud? Tantas preguntas! Se trataba de una empresa tremendamente arriesgada. Imposible, en realidad. Pero el hecho de haber llegado a aquel lugar tambin le haba parecido

imposible al principio. Mike y los dems estudiantes solo saban que iban a hacer una salida de prueba con el barco al da siguiente, que filaran el ancla, y que Rolf quera pasar la noche a bordo para comprobar su estanquidad. Mike y los estudiantes regresaran en lanchas motoras que Rolf haba alquilado. Supuestamente, al da siguiente encontraran los restos del barco y llegaran a la conclusin de que haba muerto ahogado. La explicacin no era demasiado creble, pero servira. Odiaba el disgusto que causara a Thea, Mike y los estudiantes, pero no haba alternativa. Corno un hombre que sabe que va a morir, durante la semana previa tom las disposiciones necesarias en previsin de cuando l ya no estuviera. Thea, que segua durmiendo en la buhardilla mientras ellos lo hacan en la casa vikinga, se quedara a vivir con Merry--Death. Su mujer ya no estara sola. Haba examinado una y otra vez el drakkar del proyecto Trondheim, y haba dejado numerosas anotaciones para Mike en el ordenador, de forma que el proyecto pudiera finalizarse sin su supervisin. Y haba ayudado a seleccionar al capitn que pilotara el barco en su viaje a Noruega en verano. Dej instrucciones a Merry-Death para que todos los objetos modernos que haba comprado, sobre todo las herramientas elctricas, pasaran a manos de Mike. Segua pensando que Merry-Death debera aceptar la oferta del programa Un chapuzas en casa de colaborar en el proyecto, pero aquella mujer tozuda se cerraba en banda cuando su dolo, Tim Allen, sala a colacin. Haba adems otra contingencia que no haba sido capaz de controlar. Aunque MerryDeath afirmaba ser estril, l esperaba (de hecho haba incluso rezado), que su semilla prendiera en ella, incluso a pesar de que saba que nunca vera a su propio hijo. Le hubiera encantado dejarle ese regalo. Especialmente despus de haber visto aquel vdeo de Starman, sobre un aliengena que al partir deja un hijo a una mujer terrestre. Y si viajar en el tiempo era posible, por qu no el milagro de un nio? Pero muy a pesar suyo, Merry-Death le haba dicho aquella maana que senta pinchazos en el vientre, el principio de algo llamado dolor plvico. En un da o dos, hara presencia su flujo mensual, haba aclarado ella. Entonces, todo estaba listo. Con excepcin de Merry-Death. Se haba comportado corno un egosta, al tomarla como esposa, a sabiendas de que tendra que partir? Nunca haba esperado que su marcha fuera fcil, pero cmo podra haber previsto la magnitud del amor que haba crecido entre los dos en tan poco tiempo? Sin necesidad de palabras, en el transcurso de aquellas semanas, haba percibido el tormento que sufra por dentro Merry-Death, a medida que transcurran veloces los minutos y los das. Y porque ella le amaba, haba sufrido en silencio... igual que l. Hasta su aspecto exterior haba cambiado: haba perdido peso, incapaz de comer. Rolf tena miedo de que se derrumbara emocionalmente a su partida. Ella era fuerte, pero hasta los ms fuertes no pueden soportar a veces la intensidad del dolor. De momento, a l le hara seguir adelante la misin que le haba encomendado su padre. Pero una vez realizada, no estaba seguro que querer seguir viviendo sin ella a su lado. -Dios, a ti te lo ruego -rez a la deidad cristiana de Meredith , ayuda a mi esposa en su pena, ahora y cuando me haya ido. -Reflexion un momento, para despus aadir-: Y aydame a m tambin a soportar su prdida.

-Qu has dicho? -pregunt Merry-Death, somnolienta, recin despertada, cuando le vio inclinado sobre ella. Ella se movi para acurrucarse en l. En aquel breve momento, entre el sueo y la conciencia, olvid el horror que la aguardaba. Los mechones de cabello de Rolf formaban una bveda marrn dorada sobre los hombros y el rostro de Meredith, mientras l la miraba lgubre, recordndole, como si lo necesitara, que apenas les quedaba tiempo. Las velas encendidas en la mesa contigua al catre hacan bailar sombras en la pared, haciendo que Rolf pareciera etreo... como un sueo. Tal vez slo haba sido eso, un sueo que ella haba conjurado para llenar su solitaria existencia. l la bes con ternura mientras se colocaba encima para, sin ms prembulo, entrar en ella. Los msculos de sus hombros se tensaron al apoyarse sobre los brazos estirados. No, no haba sido un sueo. Ella gimote suavemente mientras senta las pulsaciones de Rolf, que creci dentro de ella. Meredith dese, aunque saba que era un sinsentido, apretar sus msculos internos para encerrarle dentro, para que se quedase con ella para siempre. El calor lquido de Rolf abrasaba los delicados pliegues de su piel, y ella se funda en l. Era amor, no slo energa qumica, aunque sta tambin estaba presente fluyendo en todas direcciones como una corriente elctrica, all donde sus cuerpos estaban conectados. Ella rode su cara con ambas manos y murmur: -Te quiero, Geirolf Ericsson. Nunca me olvides. Agachando el rostro, l murmur en sus labios: -Ah, Merry-Death... corazn de mi corazn se detuvo cuando su voz tembl por la emocin-. Siempre te amar. Nunca podr olvidarte. Mientras hacan el amor, su intimidad adquiri un cariz extremadamente sutil, cuando ambos quisieron demostrarse el uno al otro, mediante el tacto y tiernas palabras cariosas e inconexas, cunto se amaban. Durante ms de una hora, se besaron y se acariciaron, e intentaron aliviar su tcito dolor. Al prolongar su mutuo placer; crearon recuerdos capaces de resistir el paso de los siglos. Al final, las lgrimas anegaron los ojos de los esposos mientras stos hacan el amor por ltima vez con sus cuerpos. Sus almas se amaran eternamente. Despus, se quedaron acostados, sin poder dormir; llorando en silencio, hasta que el alba irrumpi en la casa vikinga con una explosin de color. Rolf le pidi que destruyera aquella morada en la que ambos haban sido tan felices a su partida. Geirolf estaba de pie, con las piernas separadas para mantener el equilibrio, pilotando el Dragn Fiero con un timn lateral dispuesto en la banda de estribor. Era un tanto primitivo, pero eficaz, puesto que un solo hombre poda controlarlo, incluso con mal tiempo, con ayuda de un cabo. Diecisis de los estudiantes, de arribos sexos, ocupaban sus puestos en los esclanos de los remos. Deberan remar al ritmo que les marcaba Mike, el jefe de la tripulacin, hasta que llegaran a mar abierto, donde izaran la vela. En sus tiempos, las mujeres nunca hubieran formado parte de la tripulacin de un barco vikingo, pero Merry-Death y Mike alegaron que la universidad nunca aceptara la falta de igualdad de oportunidades en el proyecto. Igualdad de oportunidades entre sexos! Demonios, el concepto es como para quedarse

helado.,, Se alejaban lentamente del muelle, donde todava se agolpaba una multitud de espectadores v escribas modernos, que haban hecho aparicin para verles zarpar, a pesar de que slo se trataba de una salida de prueba del pequeo drakkar. Geirolf haba presenciado muchas despedidas en sus treinta y cinco aos de vida: de su padre, de su madre, de sus hermanos y de sus amantes, pero ninguna le haba preparado para la devastacin que provocara aqulla. Segua forzando la vista para ver a MerryDeath por ltima vez, de pie, en primera fila, Su figura erguida y orgullosa se haca cada vez ms pequea, a medida que la distancia entre ellos aumentaba. Entonces, para su horror, vio cmo perda la compostura y se desmayaba, cayendo sobre sus rodillas en el suelo. Thea y Sonja acudieron inmediatamente a su lado, para consolarla. El sinti deseos de volver y tranquilizarla, pero la suerte estaba echada, y sealaba en otra direccin. Demasiado pronto, el drakkar dej atrs una lengua de tierra que obstaculiz a Rolf la visin de su amada. Un peso aplastante golpe el pecho de Rolf, y l tambin cay de rodillas. -Rolf, te encuentras bien? -pregunt Mike, acercndose a donde l estaba. Avergonzado, Geirolf se puso en pie de un salto, y asi el timn, enjugndose a escondidas las lgrimas. -Me resbal -minti-. Parece que mis piernas tienen que volver a acostumbrarse al mar. Mike acept su explicacin con un gesto de cabeza que dejaba entrever cierta duda, y pidi a uno de sus estudiantes que se encargara de marcar el ritmo de los remeros. -Aqu pasa algo raro -dijo Rolf, con las manos apoyadas en las caderas y echando los hombros hacia atrs con aire desafiante. Geirolf vesta el mismo atuendo vikingo que llevara a su llegada, pero Mike y los estudiantes llevaban pantalones cortos y camisetas para el ensayo. -Qu tal si me explicas de qu demonios va todo esto? -Ya te lo he explicado -dijo Geirolf con voz cansina. Mike alz una mano para interrumpirle. -No, no vuelvas a decirme la tontera de que te quedas solo en el barco para comprobar su estanquidad. Este barco es ms hermtico que un tambor, y t lo sabes. Pero lo que llama mi atencin es que la doctora Foster y t os habis comportado como si nunca os fuerais a volver a ver. Qu pasa? En serio. Geirolf se puso tenso. -Djame solo, amigo. Ests entrando de forma temeraria en el reino de mi vida privada, y semejante intrusin no es de mi agrado. Mike tambin se puso tenso. --Me preocupa la doctora Foster y me preocupas t, hijo de perra, aunque durante los ltimos das te has venido comportando corno un estpido. Geirolf alz una ceja ante la audacia del joven. -Maldita sea ---dijo Mike exasperado, mientras rastrillaba sus cabellos con los dedos-, en el muelle parecais Bogart y Bergman en la ltima escena de Casablanca. El entendi a qu se refera Mike. La semana pasada haba visto la famosa pelcula en vdeo con Merry-Death. Ella haba insistido en que alquilaran una cinta romntica, despus de que l la obligara a ver las regatas de la Copa Amrica durante dos horas. -Soy mucho ms guapo que ese tal Hump-free --dijo Rolf riendo. -Si me consideras tu amigo, no me dejes a un lado --insisti Mike con aspecto sombro,

negndose a aceptar su intento de cambiar de tema de conversacin. Geirolf sacudi la cabeza con tristeza. -Desiste en tu interrogatorio. Hay cosas que es mejor no explicar. Pero te dir esto, amigo mo, en caso de que... en caso de que me suceda algo, confo en que cuidarais de MerryDeath. -Sabes? -dijo Mike, ladeando la cabeza mientras le miraba con ojos escrutadores--, hay veces que casi creo que eres un vikingo de verdad. Acaso dije ser otra cosa? --No, pero... --Basta --se impuso Rolf. Despus sonri a su nuevo camarada, a quien echara tremendamente de menos--. ahora, dime la verdad. Seguirs persiguiendo a esa tal Sharon Stone hasta que la consigas? He odo decir que te llam varias veces la semana pasada. Mike le fulmin con la mirada, sin querer cambiar de tema. Despus, sus hombros se relajaron en un gesto de resignacin. --No. -Sonja? Rilke se encogi de hombros. --Supongo. --Pero son tan distintas. No es que quiera ponerme del lado de Sharon. Supongo que Sonja es la mejor opcin, con diferencia. -A veces un hombre busca una chica para aadir un toque crujiente a sus cereales del desayuno, no s si me sigues -dijo Mike mientras sus labios se curvaban en una mueca divertida-. Y a veces uno se da cuenta de que lo que estaba buscando est en el patio de su casa. Geirolf se ech a rer ante tal analoga. A sus hermanos les encantara; tendra que modificarla en parte... incorporar algunos elementos medievales, como por ejemplo pasteles de maz, en lugar de copos de maz. Efectivamente, concluy Rolf, la mentalidad masculina era la misma an despus de tantos siglos, aunque Merry-Death hubiera utilizado el trmino machismo. Los copos de maz le hicieron pensar en su alimento preferido, las galletas Oreo, y stas le recordaron a su mujer, que con frecuencia le haba reprendido por su obsesin por aquel manjar moderno. Cuando Mike retom sus tareas y Rolf regres al timn, aunque slo necesitaban alejarse aproximadamente un kilmetro de la costa, repas mentalmente las coincidencias que deban darse para que el viaje en el tiempo en sentido inverso tuviera xito. Entre aquellas divagaciones, Rolf se pregunt distradamente si habra alguna forma de enviar a Merry-Death alguna seal desde el pasado, para hacerle saber que haba llegado sano y salvo a su tiempo. En una demostracin de macabro humos; se le ocurri una idea sumamente creativa... por lo menos, a l se lo pareca. Hara que uno de los escaldos de su padre inventara una saga sobre un caballero errante escandinavo llamado El ltimo vikingo que tena debilidad por una comida mtica de los dioses llamada orioles. Por supuesto, la mayora de los receptores creeran que se refera al ave multicolor de la familia de los cuervos. Pero quiz Merry-Death, mientras investigaba en las antiguas sagas como sola hacer, y si daba con sa en particular, reconocera el juego de palabras como un mensaje codificado para ella. Ja! Estaba intentando aferrarse a los hilos de una tela de araa, cuando lo que en realidad

necesitaba era una soga, para poder salir del abismo de su desesperacin. Estaba destruyendo a la mujer a la que haba llegado a amar con aquella aventura suya del viaje en el tiempo. Su propia vida, una vez concluida su misin, ya no valdra nada. Qu lgica haba en aquel despropsito? Por qu haba sido enviado a otro tiempo, para volver a ser catapultado a su poca? Por qu le haba sido otorgado el regalo del amor verdadero, por primera vez en su miserable vida, para luego arrebatrselo? Por qu, por qu, por qu? Todas esas preguntas taladraban su mente al ritmo que marcaba Mike a los remeros. Confa en Dios, dijo una voz en su mente. Geirolf alz la barbilla y mir en derredor para comprobar si alguien ms haba escuchado aquellas palabras, pero no, Mike y los estudiantes estaban absortos en su cometido de remar para llevar el drakkar a mar abierto. Qu Dios?, se pregunt mentalmente. Le pareci escuchar una risita en su cabeza, pero eso era algo imposible. Hazme una seal, suplic l, no obstante. Una gaviota pas sobrevolando por encima de su cabeza, y dej caer una infame seal sobre cubierta, muy cerca de sus pies. No era un buen augurio. Captulo dieciocho El viaje a travs del tiempo haba fracasado. Geirolf se dio cuenta al da siguiente, mientras nadaba hacia la orilla en las tempranas horas de la maana. A la luz del amanecer, reconoci la costa al sur del hogar de MerryDeath, con sus modernos edificios salpicando los acantilados. Todava era 1997, no 997. Hubo una Luna del Demonio la noche anterior. Un rayo cay en su barco, partindolo en dos y hundindolo. Un remolino le succiono, igual que la primera vez. Cuando sali a la superficie, aferrado a su fiel Ingrid, no tena forma de saber si el viaje en el tiempo haba funcionado en sentido inverso. Tendra que esperar a que se hiciera de da. Todo haba sido una rplica de su experiencia anterior, pero el portal del tiempo permaneci cerrado para l. Por qu? --Bueno, Ingrid, qu hacemos ahora? Geirolf oy el sonido de un motor y escudri el horizonte, para ver acercarse a dos pescadores en una embarcacin de recreo con motor. -Eh, camarada, un accidente? --grit preocupado un hombre que llevaba una gorra de los Vikingos de Minnesota. Vikingos? La irona hizo que los labios de Geirolf se curvasen en una triste sonrisa, a pesar de su desagradable situacin en el agua helada. -S, mi barco volc. -Salta --dijo el otro hombre. ste llevaba una gorra de los Orioles de Baltimore. Primero "Vikingos". Ahora, "Orioles". Si Geirolf no hubiera estado tan congelado, se habra redo de las guasonas seales que le estaban bombardeando. -Te llevaremos de regreso a tierra firme. Desde all puedes llamar al guardacostas. Ests bien? No, no estoy bien. --Necesito salir del agua y pensar. Tras ayudarle a subir a bordo, los dos hombres empezaron a mirar alternativamente a l y

al mascarn de proa, especialmente atnitos ante la visin de su tnica de cuero, el cinturn talismn y sus botas de cordones cruzados. El busto de Ingrid tambin llam poderosamente su atencin. Los hombres no parecan tener malicia, se trataba de simple curiosidad. Le ofrecieron unos pantalones de deporte secos, una camisa y una manta de lana, que Geirolf, todava tiritando, enroll alrededor de su cuerpo. No saba si era conveniente preguntar, pero tena que hacerlo. - En qu ao estamos? -Llmame Chuck -dijo el hombre de los Orioles, riendo a carcajadas-. En 1997. No te preocupes, hombre. Un buen chapuzn tiene ese efecto. Enturbia el cerebro. Mi cuado casi se ahog el ao pasado y no pudo acordarse del nombre de su novia durante un mes. --Harry nunca supo el nombre de Betty -dijo tambin riendo el fan de los Vikingos de Minnesota, que sencillamente se identific como Bruiser-. Quieres una cerveza? El hombre de los Vikingos de Minnesota se haba ganado el corazn de un verdadero vikingo. -Te apetece un Bretzel? -ofreci tambin el seguidor de los Orioles de Baltimore, tendindole una bolsa abierta de palitos salados. Geirolf deneg con la cabeza. -Supongo que no tendris galletas Oreo. -Por supuesto que s. No hay nada mejor que una cerveza y galletas Oreos para desayunar---opin Bruiser. En verdad se trataba de un hombre con buen gusto. Y de otra seal, concluy Geirolf. Chuck seal con el largo cuello de su botella de aguamiel hacia el mascarn que yaca prximo a sus pies. --Quin es la rubia? -lngrid -respondi Geirolf, tomado un buen sorbo de cerveza fra. -Magnficos pechos -remarc Bruiser. Los escandinavos siempre haban demostrado tener buen criterio al respecto. -Quedara muy bien sobre la barra de mi guarida, al lado del letrero de Coors. Est en venta? -pregunt Chuck. Geirolf ech a rer, sin poder parar. Ingrid segua determinando su vida, y tambin su muerte. Era ya por la tarde cuando Geirolf estrech las manos de sus rescatadores, en un pueblo cercano. -Gracias por vuestra ayuda -dijo Geirolf. -No tiene importancia -vocifer Bruiser por encima del estruendo de las olas, dndole una palmada en la espalda-. Y no te preocupes, no diremos nada a nadie sobre tu rescate. Comprendemos que un hombre de tanto en tanto necesita poner tierra por medio entre l y su mujer. -Dicho esto, le hizo un guio de complicidad masculina. -Dnde dijiste que estaba exactamente ese punto S vikingo? -aadi Chuck, palmeando tambin su espalda, y hacindole un guio similar. A bordo de la lancha, de regreso a la costa, los hombres haban empezado a quejarse de que sus mujeres eran demasiado aficionadas al show de Oprah. Y l les dio su opinin sobre Un chapuzas en casa, que ellos compartan totalmente. La conversacin deriv hacia los programas de entrevistas en televisin y los perniciosos consejos que ofrecan algunos de ellos, que hacan que las mujeres regaasen a sus maridos cuando llegaban a casa despus de un da de duro trabajo. Fue entonces cuando Geirolf les dijo que la forma

ms segura de acallar las quejas de una mujer, era mostrarle el famoso punto S vikingo. Chuck y Bruise, altamente impresionados, le haban dicho que debera tener su propio programa de televisin. l declin humildemente. Ellos tomaron a broma su oferta de pagar por sus servicios, despus de haberle ayudado a transportar a Ingrid a un club nutico en el que se alquilaban embarcaciones, donde sta descansaba ahora en una consigna. Geirolf se burl ante la propuesta de que acudiera a un hospital, para que le viera un profesional. No necesitaba ningn profesional de aquella poca moderna o de cualquier otra, para saber qu mal le aquejaba. Estaba perdido entre dos mundos. Por eso les pidi que no comentaran su rescate. Necesitaba tiempo para dilucidar su ltimo dilema. Esa noche, Geirolf yaca con los brazos cruzados bajo la cabeza en la cama del nico alojamiento para viajeros del pueblo, el motel y pizzera Swifty's. Lo nico bueno que tena aquella habitacin deprimente era una cama de gel que vibraba de forma deliciosa al insertar cuatro monedas en una ranura de metal. Le habra gustado que Merry-Death estuviera all para compartir la experiencia. Afortunadamente, Geirolf haba olvidado darle a Mike su rionera de cuero, en cuyo interior haba cincuenta mil dlares, antes de botar la embarcacin. De hecho, con anterioridad haba decidido que Merry-Death se quedase con el dinero, a pesar de su negativa a aceptarlo. Ella deba haberlo puesto de nuevo en la bolsa, considerndolo aquel regalo como una humillacin, como si le estuviera pagando por sus servicios. Aquella estpida mujer! No se haba preocupado por conocer el valor de la moderna moneda americana. Pero supuso que cincuenta mil dlares deba de ser mucho dinero, porque cuando sac el fajo mojado en el mostrador del motel para pagar por adelantado los cincuenta dlares de la habitacin, el conserje le mir con los ojos desorbitados. En todos los siglos abundan los rufianes, as que esa noche decidi cerrar la puerta con llave, y bloquear el picaporte con una silla, como precaucin. La cuestin ahora era: qu deba hacer? El viaje a travs del tiempo no haba funcionado esta vez. Pero eso no quera decir que no volviera a intentarlo. Las veces que hiciera falta. Hasta conseguirlo. Poda volver con Mary-Death, y hacerle pasar de nuevo por otra despedida, o varias, incluso, semejantes a la de ayer? Poda ser tan cruel? Pero no era an ms cruel estar vivo, en su tiempo y no hacrselo saber? No, decidi. Era ms cruel causar la misma devastadora afliccin una y otra vez, y volver a abrir la herida. Tena que averiguar qu haba ido mal la ltima noche para hacerlo bien la prxima vez. Encendi la televisin con indiferencia, e inmediatamente profiri un grito ahogado y cay de espaldas sobre el colchn de gel. All estaba Merry-Death, desolada, mirndole fijamente desde la pantalla. -Los guardacostas todava no han encontrado el cadver? -preguntaba a gritos un reportero. Merry-Death vacil antes de contestar con un apagado murmullo. -No.

Ella se diriga al micrfono que el periodista sostena ante su cara, una cara que pareca haber envejecido en tan slo una noche. Sus cabellos estaban enredados y sin peinar, sus ojos inyectados en sangre y delineados por oscuras ojeras. Enmarcando sus ojos y su boca, haban hecho aparicin algunas arrugas de dolor. Esto es lo que he conseguido. Qu clase de amor es ese que causa tanto dolor? Flanquendola a cada lado estaban Mike y Thea, que parecan igualmente afligidos. Las lgrimas anegaban sus ojos. -Qu efecto tendr este desastre en el proyecto Trondheim? -pregunt otro reportero. Aparentemente, la conferencia de prensa haba empezado haca ya un rato-. Se cancelar el viaje de este verano a causa de los riesgos potenciales para los estudiantes? Por supuesto que no! -exclam Merry Death, irguindose con indignacin--. El rayo que cay sobre el barco de Rol... el seor Ericsson la noche pasada fue un fenmeno anormal... un acto divino. En cualquier caso, no tendr repercusiones sobre la continuidad del Proyecto Trondheim. Geirolf envi mentalmente un saludo a Merry-Death. Su esposa era ms fuerte de lo que pareca a primera vista. Sobrevivira. Lo supo al ver un fugaz destello de rabia en sus ojos. -Pero no le parece extrao que la tormenta elctrica no provocara ningn otro dao en toda la regin? --intervino de nuevo el primer reportero. Merry-Death se encogi de hombros. -Sera mejor que preguntara a un meteorlogo, pero segn mis conocimientos, las tormentas en el mar son errticas. Una periodista trat de avanzar hasta la primera fila, pero, al ver frustrados sus intentos, grit: -Es verdad que el seor Ericsson era su esposo ? Cmo se siente, seora Ericsson, al confirmar la muerte de su recin esposo? Merry-Death abri los ojos horrorizada ante aquella pregunta de mal gusto. Mike la rode por los hombros y contest por ella. --Eso es todo por hoy, amigos. Cualquier otra pregunta deber dirigirse a la oficina de informacin pblica de la universidad. Gracias. Dicho esto, la imagen desapareci para dar paso a un anuncio de productos femeninos, acorde con el mal gusto demostrado por los periodistas. Bien, esto resuelve el dilema. Aunque Geirolf haba estado considerando la remota posibilidad de volver al feudo de Merry-Death, despus de la entrevista la desech por completo. Semejante accin, tan poco meditada, no slo sometera a su amada a un continuo sufrimiento en cada despedida; ahora comprenda que sus futuros intentos de usar el portal del tiempo podran poner en peligro el proyecto Trondheim. Qu debo hacer? Dnde est la respuesta a este rompecabezas? Por qu fall el viaje a travs del tiempo en sentido inverso? Cmo puedo estar seguro de que mi prximo intento tendr xito? Geirolf roz el cinturn talismn y se tumb, agotado, en la cama. Con todas esas abrumadoras preguntas martillando su mente, cay en un sueo agotador. La respuesta lleg en medio de la noche. Viajara a Noruega en una de, esas mquinas voladoras. Por ventura all encontrara algunas respuestas. No es que creyera que el agujero del tiempo se abrira para l en otro pas. No, estaba seguro de que tendra que originarse aqu, en las aguas costeras de Maine. Pero, por alguna razn, senta que la clave para resolver el enigma estaba en su

tierra, Con esa inspiracin (y las rodillas temblando de miedo), al da siguiente se embarc en una mquina voladora en Bangor, a donde le llev un taxista por tan slo quinientos dlares. De camino hizo parar al taxista en un Wallmart para comprar una maleta Sansn de cuero y algo de ropa. Geirolf estaba harto de las extraas miradas de las que era objeto dondequiera que fuera. Se dira que aquella gente nunca antes haba visto a un hombre vestido con una tnica de cuero. Cuando el pjaro metlico volador despeg hacia los cielos poco despus, Geirolf se apoy en el reposacabezas y se prepar para lo que sera la ms maravillosa aventura de su vida. Su historia sera la ms sorprendente de todas las sagas. Pero l se limit a ver sin mirar por la ventana, apesadumbrado. Lo nico que era capaz de pensar era: He perdido a Merry-Death. Cul era el significado de su misin a travs del tiempo? Tena que haber alguna razn por la que haba sido enviado all. No poda tratarse nicamente de un error del destino. Tal vez slo se estaba haciendo ilusiones, pero en lo ms profundo de su corazn se encendi una diminuta chispa de esperanza. Hasta entonces, l se haba limitado a reaccionar ante cada uno de los sucesos que le haban salido al paso. por primera vez, iba a actuar. Quizs... oh, por favor ---rog a todos los dioses , si fuera posible, dejadme encontrar un camino que me lleve de nuevo a Merry-Death. -Seoras y caballeros --dijo una cavernosa voz masculina desde la nada. Alarmado, Geirolf mir a derecha e izquierda, pero nadie ms pareca, prestar atencin a la voz divina. La deidad deba estar hablndole a l en exclusiva. -Bienvenidos a los cielos amigos. -continuaba la voz divina. Amigos? Uno de los dioses me considera su amigo? Bueno, eso puede considerarse realmente como un buen augurio. Ser Odn o el Dios nico?, -Les prometo un viaje seguro prosigui la voz divina. Algunas de las palabras eran imposibles de descifrar, el sonido le recordaba al telfono del coche de Merry-Death. Pero la voz haba dicho viaje seguro v eso era, sin lugar a dudas, una buena noticia. Haba rogado a los dioses que le ayudaran a encontrar el camino para llevar a cabo la misin que le haba encomendado su padre y volver al lado de Merry-Death, y la voz divina acababa de prometerle un viaje seguro. En su mente, aquellas palabras tomaron la forma de una verdadera promesa. Geirolf estaba agotado fsica y emocionalmente debido a los extenuantes sucesos de los ltimos das. Pero por primera vez desde haca varias semanas, se senta esperanzado. Apoyando la cabeza en el respaldo de su asiento, se dej vencer por el sueo. Todo estaba ahora en manos de los dioses. Captulo diecinueve -Qu demonios es esto? -exclam Mike, una semana despus de la muerte de Rolf. Tras siete das de desgarradora angustia, aquella maana Meredith por fin consigui reunir la fuerza necesaria para sentarse ante el ordenador, a peticin de Mike. Deba intentar recuperar las instrucciones que Rol dej escritas en relacin con el proyecto del drakkar, que se encontraba en punto muerto. Pero encontr mucho ms: una carta de Rolf dirigida a ella. Era como un mensaje de ultratumba. Aunque Meredith saba que aquella carta haba sido redactada la semana anterior, tuvo la impresin de que Rolf le hablaba desde el milenio

anterior. Merry-Death, mi amor: Cuando leas esto, ya me habr ido... estar de regreso en el siglo x. Por favor, querida, no llores mi prdida. Lo que tuvimos en tan poco tiempo es mucho ms de lo que mucha gente experimenta en toda su vida. Un regalo de los dioses, con toda seguridad. Estudia las sagas escandinavas, Merry-Death. Intentar, en posible, la medida en que me sea posible, dejar un mensaje para ti, una seal para indicarte que he llegado sano y salvo al pasado. Dudo que pueda cambiar el curso de la historia gracias a lo que he vivido en tu tiempo, pero lo que es seguro es que yo s he cambiado. Y para mejor. Gracias a ti. Con certeza a partir de ahora ser mejor persona, gracias a que te abr mi corazn. Por favor, te ruego lleves a buen trmino el proyecto del drakkar. Me consolar saber que ambos hemos cumplido nuestros respectivos juramentos, vinculados a la sangre y al honor. En caso contrario, nuestro sacrificio no habr servido para nada. Disfruta de Thea, mi amor. Adopta nios, si es lo que crees que debes hacer. Pero no te infravalores lo ms mnimo por tu incapacidad para concebir. Eres la mujer que cualquier hombre podra desear. Y te garantizo que eres la mujer que este vikingo desear por siempre jams. Con todo mi armo, para siempre, Geirolf Ericsson Meredith llor... en silencio, al principio, despus los sollozos convulsionaban su cuerpo. Mike la rode con sus brazos, intentando tranquilizarla con un arrullo suave y palmaditas en la espalda. Gracias a dios, Thea estaba en el colegio y no tuvo que presenciar su crisis nerviosa. Pobre Thea! Aunque estaba deshecha de dolor, estaba aceptando la muerte de Rolf mejor que todos los dems. Por fin, cuando Meredith se calm, fueron a la cocina y se sentaron a la mesa ante unas tazas de caf y galletas Oreo. Por alguna razn, Meredith haba aprendido a apreciar aquellas galletas. --Tenemos que hablar, doctora Foster. Qu es esa tontera del viaje en el tiempo en la carta de Rolf? -dijo Mike. Meredith profiri un suspiro y le cont a su ayudante toda la historia. Se mereca una explicacin. Despus de un cuarto de hora, Meredith concluy diciendo: -As que, finalmente, Rolf plane su propia muerte. Desde un principio estaba escrito que se alejara de m... que abandonara nuestra poca... -Por todos los diablos! --dijo Mike entre dientes, mirndola atnito, como si Meredith le hubiera contado que tinos extraterrestres acababan de invadir Maine. Despus, en un tono an ms alto, volvi a repetir la sacrlega expresin. -No espero que creas nada de lo que te he contado -dijo ella, agitando en el aire una mano como para quitarle importancia-. A m ya me result extremadamente difcil de aceptar, y eso que tena a mi lado la nica prueba viviente de ello. -En realidad -empez a decir Mike, como tanteando el terreno-, curiosamente tiene sentido. Ella abri los ojos como platos.

-Crees que es posible viajar en el tiempo? -Nunca lo he hecho -respondi Mike, rindose de s mismo-, pero haba constantes contrasentidos en relacin con Rolf. Y saba tantsimo sobre el siglo x. -Todo esto debe quedar entre nosotros -dijo Meredith atropelladamente. Mike asinti con la cabeza. -Como mnimo, nos enviaran a un manicomio. O cancelaran el proyecto. -l examin su rostro un momento-. Crees que es posible? Que Rolf es un vikingo de la Edad Media? Ella se encogi de hombros, despus enderez la espalda con gesto decidido: -S... s lo creo. Tras aquella conversacin, se aceler el proceso de cicatrizacin de Meredith, sobre todo gracias a que ahora tena a alguien en quien confiar. Estudi concienzudamente las sagas escandinavas durante ms de una semana, pero en ninguna de ellas pudo encontrar algo parecido a un mensaje de Rolf desde el pasado remoto. Por otra parte, Meredith era consciente de que la mayor parte de la narrativa escldica se haba perdido con el paso de los siglos, puesto que perteneca a la tradicin oral. Los trabajos se reanudaron en el proyecto Trondheim como resultado de la capacidad de persuasin de Meredith ante el consejo de la fundacin. El nico escollo fue el que supuso que el capitn de Annapolis, que haba sido contratado para pilotar el barco en agosto, haba sufrido un infarto, y hasta el momento no haban sido capaces de encontrar un sustituto. Pero, tras todos los obstculos que Meredith haba tenido que afrontar en los pasados meses, ste le pareca un mal menor. Un mes despus de la marcha de Rolf, Meredith recibi una noticia sorprendente, y su vida de nuevo dio un giro de ciento ochenta grados. -Pero cmo es posible, doctor Peterson? -pregunt, dejndose caer en la silla frente al escritorio del mdico. Haba ido a hacerse un chequeo esa tarde, debido a su pertinaz prdida de peso y a las nauseas que senta y que ella crea que eran los sntomas de una gripe. -De la manera ms normal respondi el doctor Peterson con una sonrisa irnica--. Supongo que has mantenido relaciones sexuales con un hombre. -Por supuesto -dijo ella, frunciendo el ceo ante la deliberada irona en las palabras del doctor-. Ya ha visto mi historial mdico. Sabe que soy estril... incapaz de engendrar hijos. -Meredith, he repetido las pruebas para estar seguro. Ests embarazada, no cabe la menor duda. --Pero cmo... quiero decir, tal vez el diagnstico inicial era errneo? --No, no lo creo -respondi el doctor, escogiendo cuidadosamente las palabras. Demonios, Meredith, la ciencia no es exacta. Continuamente suceden cosas inexplicables. Continuamente suceden cosas inexplicables ---se repiti a s misma Meredith mentalmente-. No me diga! Yo he vivido en mis carnes la experiencia ms inexplicable. -Llmalo milagro, o atribuyelo a una casualidad cientfica. Da igual simplemente disfrtalo. Es lo que siempre habas querido, no es cierto? -claro dijo ella, con lgrimas en los ojos. Poco despus, mientras caminaba por la calle Bangor, sus labios se curvaron en una sonrisa que conjuraba un secreto. Coloc una mano sobre su liso vientre. -Un nio! Voy a tener un nio de Rolf!

No saba si atribuir al cinturn talismn aquel milagro. O a Dios, o incluso a los dioses escandinavos a los que Rolf veneraba. Pero Rolf le haba hecho el mejor regalo posible: una parte de s mismo. Entonces, Meredith, por fin encontr sentido al viaje de Rolf. -Alabados sean los dioses! -exclam Geirolf en una estancia del tico del Museo del Patrimonio de Vestfold en Oslo. Su exclamacin de jbilo vino acompaada de un enrgico puetazo sobre la destartalada mesa a la que estaba sentado, en seal de victoria. No pudo contenerse. Finalmente, tras un largo mes de bsqueda haba dado con la clave que le permitira permanecer en la poca moderna junto a su mujer. -Se--or Er-ic-sson -le reprendi una voz malhumorada. La figura femenina de la seorita Hilda Svensson acababa de asomar su hirsuta cabellera gris por el hueco de la estrecha escalera-. Se encuentra usted en un centro de investigacin, v no en un bar. Debe respetar el entorno acadmico de los dems investigadores. Geirolf sonri tmidamente y consider la posibilidad de confesarle que l era un vikingo, y no un investigador. Pens tambin en puntualizar el hecho de que ella era el nico ser humano que haba visto durante toda la semana anterior en aquel edificio de tres pisos, que era su casa y reciba la pretenciosa denominacin de museo, cuando en realidad tan slo albergaba libros y cartas que pertenecan al pasado histrico de varias generaciones de su propia familia. No es que no creyera que no eran lo suficientemente valiosos. Al contrario, estaba convencido de que aquellos fondos documentales le proporcionaran las respuestas que haba sido incapaz de encontrar en las ms prestigiosas bibliotecas y museos de toda Escandinavia. Pero Geirolf se reserv sus pensamientos para s mismo. Se puso en pie, casi golpendose la cabeza con el techo. Despus, profiriendo un grito de alegra, tom a la anciana entre sus brazos y la hizo girar en crculos. Era un ngel, de veras lo era. Haba conocido a aquella diminuta mujer tan slo haca una semana, y ella le haba abierto las puertas de su casa museo, le haba alquilado una habitacin, y le haba permitido el acceso a su tesoro, compuesto por documentos secretos protegidos por cubiertas de plstico transparente libre de cidos, y guardados en armarios con un mecanismo para controlar las condiciones de temperatura y humedad. -He encontrado la pieza que faltaba en mi rompecabezas, seorita Svensson. Dios la bendiga por permitirme consultar sus preciosos documentos. -Geirolf deposito un sonoro beso sobre su ruborizada mejilla antes de dejarla en el suelo--. Ha salvado mi vida, de veras, es usted un encanto. La seorita Svensson intent recobrar su remilgada compostura, aunque no pudo disimular su satisfaccin ante aquella exuberante demostracin de afecto. Entonces se acerco a1 escritorio y, ladeando la cabeza, examino el pergamino que haba sido objeto de estudio de Geirolf. -Es esto lo que buscaba? l asinti con un gesto de cabeza. -Podr ahora regresar al lado de su mujer, seor Ericsson? -pregunt con los ojos empaados por la emocin que provocaba en ella la separacin de los amantes, y que viva como un melodrama romntico. Sin entrar en detalles, Geirolf le haba contado que el distanciamiento de su amada mujer era absolutamente necesario, por lo menos hasta que diera con ciertos datos histricos de crucial importancia.

-Eso creo -respondi l-. Mire esto: uno de sus ancestros, un escriba al servicio del rey escandinavo en el ao 1250, hizo una copia de la pgina que faltaba en el Heimskringla. -La Crnica de los reyes de Noruega?-tradujo ella. En efecto. Fue escrita por Snorri Sturluson justo antes de su muerte en el aor 1241. -Es eso tan importante... ? Me refiero a la pgina que faltaba -pregunt la seorita Svensson, posando sus frgiles dedos sobre sus labios temblorosos. Probablemente no le haba sucedido nada tan emocionante en dcadas. -Extremadamente importante! Cuando estaba en Estados Unidos de Amrica le una copia de ese libro, pero en ninguna parte mencionaba la duracin de la hambruna. -Geirolf dio unos golpecitos sobre la cubierta de plstico, a media altura de la pgina-. ste es el prrafo que me interesa: Y en ese ao del Seor, el ao novecientos noventa v siete, una terrible hambruna segua asolando el pas. Ms de mil hombres, mujeres y nios inocentes sucumbieron al azote del hambre antes de que la ira de los dioses quedase aplacada en la primera noche del equinoccio de primavera, tras el cual la tierra voolvi a florecer. Alabado sea Dios! . --Pero... no entiendo nada. -La fecha es lo ms importante. He comparado ambas fechas, la del equinoccio de primavera del ao 997 con la de la Luna del Demonio de 1997, y ambas tuvieron lugar en el mismo da del mes. -Y eso qu significa? -apunt ella, todava frunciendo el ceo, desconcertada. Eso significaba que la necesidad de regresar al pasado finaliz en el mismo momento en que fue propulsado a travs del portal del tiempo, junto con la reliquia sagrada. Pero no poda contarle eso a la seorita Svensson, sin revelarle el resto de la historia. -Eso significa que ya no hay ningn obstculo que me impida volver al lado de mi mujer. Con excepcin de unas cuantas preguntas todava por resolver. Como por ejemplo, ;por qu fui enviado al futuro? Si el mero hecho de que la reliquia saliera de Noruega, o de aquel marco temporal, bast para acabar con la maldicin de la hambruna, por qu los dioses decidieron que deba viajar al futuro, y aparecer mil aos ms tarde al lado de Merry-Death? Por qu no una semana, o un ao, o un siglo? Por qu deba aparecer en otro pas, al otro lado del ocano? Y por qu no otra mujer, en lugar de Merry-Death? Las extraas vueltas y giros inesperados que haba dado su vida seguan siendo un misterio, pero Geirolf se senta eufrico ante el descubrimiento que haba hecho aquel da. Se puso en pie de un salto, y ofreci una pcara sonrisa a su maravillosa benefactora, cuyos ojos le llegaban a la altura del pecho. -Mi seora, le gustara celebrar conmigo este descubrimiento ante unos cuernos de aguamiel? Para su sorpresa, ella le devolvi una sonrisa igualmente traviesa. -Ser un placer, mi seor. -Despus aadi--: Qu le parece si abro el paquete de galletas Oreo que encargamos expresamente en la tienda de comestibles? Geirolf ech la cabeza hacia atrs y profiri una sonora carcajada. La mencin de aquellas galletas divinas era sin duda otra seal de los cielos. Algunos das ms tarde, Geirolf segua buscando respuestas, conduciendo a travs de la carretera elevada que conduca a Lindisfarne, en Gran Bretaa. Dos horas antes de la marea alta y tres horas despus, resultaba imposible cruzar hasta la isla sagrada, as que tena el tiempo justo. El tiempo, siempre el tiempo, como elemento fundamental de todas

sus tribulaciones. No estaba seguro de por qu senta la necesidad de ir a Lindisfarne. El juramento que le hiciera a su padre haba vencido, al descubrir en Noruega que la hambruna haba finalizado con su viaje en el tiempo. Pero por lo menos confiaba en poder devolver la reliquia al monasterio. Cerrar el ciclo. Pero del monasterio no quedaban ms que las ruinas de lo que haba sido el santuario de su fundador, san Aidan. Con el rugido del mar y los chillidos de las aves marinas como ruido de fondo, Geirolf imagin que el viento transportaba los cnticos plaideros de los monjes de la Baja Edad Media. Alz el rostro alarmado. Haba vuelto a su propio tiempo? No, tan slo era el embate de las olas contra la costa escarpada y los gorjeos de las gaviotas y los halcones marinos. Pase por las antiguas ruinas, entre bloques de roja arenisca que haban sobrevivido a los estragos de los siglos. Haba cambiado tanto! No quedaba nada de lo que l haba conocido en su tiempo. Pero l tampoco era el mismo. Geirolf se senta perdido. Un hombre sin nacin, a buen seguro, pero eso tambin era aplicable a la mayora de los vikingos. Acaso no lo haba comprobado en su viaje al siglo xx? No haba descubierto que los vikingos, como pueblo con entidad propia, no haban sido capaces de superar el paso de tiempo? En ese sentido, no era muy distinto de sus compatriotas del norte, siempre haciendo incursiones en busca de un nuevo hogar. Pero l tampoco tena races en el tiempo, y eso era lo que ms le descolocaba. Ya no saba a qu poca perteneca. Acaso era su destino seguir viajando en el tiempo hasta que diera por fin con su ltima morada? -Buenas nuevas, hijo -dijo una voz amable, devolvindole al presente. -Q... qu? -Geirolf no haba odo acercarse a nadie. Se volvi hacia el lugar de donde vena la voz, dando un paso atrs. De pie ante l se encontraba un clrigo de edad indefinible que luca una tonsura. Llevaba el hbito con capucha de color marrn tpico de la comunidad monstica, y sandalias. La piel de su rostro era suave y traslcida, sus ojos de un color azul penetrante. -De dnde has salido? -espet Geirolf. Haba un grupo de turistas en la parte ms alta del castillo, erigido sobre un imponente afloramiento rocoso al otro lado de la isla. En la distancia, vio brillar su estructura al sol del medioda como tina joya altanera, enmarcada por una pared vertical llena de vida, con los vivos colores del tomillo, la valeriana, las malvas y los claveles silvestres. El hombre santo, como nica respuesta, curv sus labios en una leve sonrisa misteriosa. -Quin eres? --A Geirolf le hubiera gustado tener su espada consigo. El abad le lanz una mirada perturbadora. Despus de todo, como es bien sabido, muchos hombres de Iglesia estaban tan sedientos de sangre como los guerreros mas crueles. Y adems, tenan buenas razones para ociar a los hombres del norte. -Aidan --Aidan?--dijo Geirolf con voz entrecortada--. San Aidan? -Bueno, yo no s nada de la santidad --respondi el hombre, con un brillo de chanza en sus ojos etreos. Eres el monje que fund una orden religiosa en Lindisfarne? -Geirolf no poda creer haber formulado aquella pregunta. De ser su respuesta afirmativa, eso significara que

aquel monje llevaba habitando aquel lugar ms de trece siglos. ; Un absurdo! Pero no puede ser ms absurdo que .ni viaje desde el siglo x. Geirolf se puso una mano sobre sus sienes, que latan con fuerza. --Por qu te empeas en preocuparte por lo que est fuera de tu control, hijo?-pregunt el hombre con voz compasiva. Sus ojos empaados parecan querer atravesar el afina de Rolf---. No puede suceder nada que no sea voluntad de Dios. Geirolf alz la vista esperanzado. Tal vez aquel clrigo, fuera quien fuese, estaba en posesin de las respuestas. -Creo que tienes algo para m -dijo el monje, alargando un brazo con la palma de la mano hacia arriba. Geirolf sinti que un escalofro le recorra todo el cuerpo. Sin vacilar, desabroch la hebilla de su cinturn talismn y extrajo la reliquia sagrada. Deposit el crucifijo sobre la palma de la mano del monje, que inmediatamente se cerr en un puo. Despus, profiriendo un suspira, el monje dijo: -Ya est. -Qu es lo que ya est? Quin eres t realmente? Por qu estoy aqu? De nuevo, el monje se limit a sonrer con ternura. -Cuando el ciclo del tiempo se cierra, la lnea de la vida puede continuar. -- Eh? Qu clase de acertijo es ste? El monje hizo la seal de la cruz en el aire ante Rolf. -Yo te bendigo, hijo. -Pero... pero... qu se supone que debo hacer ahora? -Ir en busca de tu destino. -Destino? Qu destino? -grit Rolf al monte, que va haba dado media vuelta y se alejaba, justo en ese momento, una rfaga de viento revolvi sus cabellos, disponindolos corno una venda sobre sus ojos. En el segundo que Geirolf tard en apartar los mechones de su cara, el monje haba desaparecido. Ir en busca de tu destino, haba dicho el monje, pero Geirolf no tena la menor idea de a qu se refera... hasta que sus ojos, que seguan escrutando la lnea de la costa barrida por el viento en busca del monje, se detuvieron sobre un objeto de color rojo incrustado entre unas escarpadas rocas. Cmo no se haba dado cuenta antes? Geirolf se aproxim a las rocas, y vio una rosa roja alzndose entre las ruinas. Se agach para olfatear el aire impregnado de su aroma. Entonces sonri. Esa era la seal. Ahora saba cul era su destino. Merry-Death. -Profesora Foster; tenemos otro candidato para el puesto de capitn -dijo Mike, asomando la cabeza por la puerta de la oficina de Meredith, a ltima hora del da. Meredith alz la cabeza de los papeles que estaba clasificando, y ech un rpido vistazo a su reloj. Las seis. Tendra que salir muy pronto, para recoger a Thea del entrenamiento de ftbol. Le sorprendi que Mike no se hubiera ido todava. Desde que haba empezado a salir con Sonja, no se quedaba un minuto ms de lo necesario. Adems, por qu no estaba en su puesto, en el lugar en que se construa el drakkar del proyecto? Pero lo que ms le sorprendi fue orle anunciar a otro aspirante para pilotar el drakkar. El puesto ya estaba ocupado. La semana anterior haban seleccionado a un joven y entusiasta navegante de Michigan, si bien era cierto que haba sido una decisin un tanto

desesperada. -Dile que ya no hacemos ms entrevistas -dijo Meredith mientras se quitaba las gafas de lectura y se frotaba el puente de la nariz. Entonces se percat de la palidez del rostro de Mike. ste se haba llevado a la boca un puo, como intentando reprimir una desbordante emocin. -Ests enfermo? -pregunt Meredith preocupada, ponindose en pie y rodeando la mesa hacia l. Mike deneg con la cabeza. -Creo que te gustara conocer a este... candidato -insisti Mike-. Es perfecto para el puesto. Con esas palabras, se dispuso a salir de la oficina y, girando la cabeza por encima del hombro, concluy: -Sonja y yo iremos a buscar a Thea al colegio. Antes de que le diera tiempo a reaccionar ante el ofrecimiento de Mike, por otra parte no solicitado, un hombre muy alto entr caminando hacia atrs en la estancia, susurrando algo a Mike. Al principio, lo nico que Meredith pudo ver fueron sus largas piernas; vesta pantalones vaqueros de diseo, y calzaba mocasines. Luego apreci sus anchos hombros sobre los cuales se asentaba una camisa de etiqueta sin cuello, de lino y color blanco, y una chaqueta de sport de color azul. De pronto, en aquella fraccin de segundo, observ algo ms: el hombre llevaba su larga cabellera de color castao claro recogida en una cola de caballo. Igual que... El corazn le dio un vuelco y empez a latir desaforadamente antes de que el hombre se diera la vuelta en lo que le pareci una escena a cmara lenta. Un par de ojos color whisky se clavaron en los suyos con pasmosa adoracin. Le pareci que se quedaba sin sangre en la cabeza, y que una oleada de exaltacin la inundaba. Se aferr al borde de la mesa en previsin de un desvanecimiento. Parpade una, dos, tres veces, para asegurarse de que no se trataba de tina alucinacin. La prueba estaba ante ella, con los ojos colmados de ternura, esperando que le reconociera. Se trataba de un vikingo, seguro, a pesar de su moderno atavo. Un sollozo se escap de sus pulmones. -Mi amada -dijo Rolf con voz spera. -Rolf! -grit mientras se arrojaba a sus brazos-. Has vuelto! Por fin, pens Rolf en el primer momento en que volvi a ver a Merry-Death. En aquel breve instante previo al abrazo, comprob que volva a llevar sus aburridos calzones y jubn de color marrn, y su exuberante melena de color caoba recogida en un moo monjil en la nuca. Eso cambiara muy pronto, pero de momento se limit a cerrar los ojos para disfrutar de la abrumadora oleada de placer que le ba por completo. El dolor que haba sentido al separarse de Meredith era fsico, ahora se daba cuenta. Bastaba su breve roce para sentirse curado. Cerr la puerta de un golpe con el taln, y ech el pestillo con un rpido movimiento de sus dedos, para a continuacin abrazar con ms fuerza a Merry-Death, cuyas piernas ya no tocaban el suelo, y enterrar el rostro en su cuello. Rolf inhal profundamente, y el delicado aroma a rosas inund sus sentidos. Estaba en casa. Por fin! Con un suspiro procedente de sus entraas, alz el rostro. No pudo resistir rozar sus labios contra los de ella. Casi se desvaneci ante la embriagadora dicha que provoc

aquel gesto. Inmediatamente, profundiz en su beso, hambriento, devorndola. Haba pasado tanto tiempo. Demasiado! Por fin, Meredith se apart, tratando de recobrar el aliento. Ella enmarc el rostro de Rolf entre sus manos y le mir con puro amor. Sus ojos, que parecan esmeraldas lquidas, derramaron innumerables lgrimas que surcaron sus mejillas. -Sientes el hormigueo? -dijo ella con voz entrecortada, posando las puntas de los dedos sobre sus labios-. Dios mo, hace ya seis interminables semanas que no siento esta sensacin. Rolf sonri. S, definitivamente senta un hormigueo en sus labios... y otras partes de su cuerpo que era mejor no mencionar. Su sonrisa se hizo ms amplia. De algn modo, se haban desplazado hasta llegar al escritorio. Meredith estaba medio sentada, medio recostada contra el borde de la mesa, y Rolf inclinado sobre ella. l alarg un brazo y arroj al suelo todos los papeles, bolgrafos y otros materiales desechables tpicos de su profesin que haba sobre la mesa. Despus la coloc de forma que pudiera yacer boca arriba sobre su espalda. En caso necesario, los vikingos eran famosos por su habilidad para improvisar un lecho para el apareamiento en cualquier lugar. De hecho, se deca que un escandinavo podra hacerlo en un glaciar, si senta la llamada del deseo carnal, record Geirolf. Su hermano Jorund afirmaba haber hecho el amor encima de un rbol, pero Geirolf no poda dar crdito a semejante bravata. Con las prisas, no se preocup de desnudarla, ni de desvestirse. Simplemente le baj los calzones y los panties de seda hasta las rodillas de un tirn, lo cual hizo salir volando botones aqu y all. Desabroch el botn a presin y la cremallera de sus pantalones vaqueros. Seor, los hombres modernos saban lo que estaban haciendo cuando inventaron las cremalleras. En un abrir y cerrar de ojos, se coloc sobre ella. Le saldran cardenales en las rodillas debido al contacto contra el slido escritorio, pero a quin poda importarle eso? Todo guerrero vikingo saba que para ganar las mejores batallas haba que sufrir un poco. Meredith le mir entrecerrando los ojos. -No habrs sentido hormigueos con otra durante estas semanas, no? l intent rer, pero su risa sali como un gorgoteo. --Encanto, crees que estara sobre ti como un cachorro sobreexcitado si hubiera sentido hormigueos con otra moza? Ella sonri dulcemente, mientras le traa hacia s rodendole el cuello con una mano, y la otra guiaba a su miembro viril. Rolf sinti una explosin de estrellas detrs de los ojos. Luch por contenerse. Y de pronto, alabados sean los dioses, se encontraba en la acogedora cueva de su amada. Entre caricias, la bes en mltiples ocasiones rozndole los prpados, la barbilla, aquel punto sensible de piel tersa debajo de las orejas, su frente, la punta de la nariz. Entremezcladas con sus besos volaban tiernas palabras de cario con las que ambos expresaron la magnitud de su aoranza y lo fantstico que era estar juntos de nuevo. -Me rompiste el corazn -susurr ella. -Te lo recompondr -prometi l-, con mi amor. -Nunca vuelvas a abandonarme. -Nunca. -Te quiero, Geirolf Ericsson. -Te quiero, Merry-Death Ericsson.

La tierra pareci temblar cuando ambos llegaron al mismo tiempo al clmax, como una explosin. O tal vez se trataba de la mesa que se haba deslizado sobre el suelo de madera debido a la intensidad de su acto amoroso. Rolf prefera la primera explicacin. Otra seal de los dioses. En verdad, jurara que haba odo un trueno de Thor en la distancia. O acaso se tratara del dios nico cristiano en un aplauso a aquel pagano testarudo, que por fin estaba cumpliendo con su destino? Mientras ambos vacan satisfechos, abrazados, murmurando palabras de asombro sobre las Parcas que haban predestinado la convergencia de sus caminos, Geirolf se preguntaba si sera demasiado pronto para preguntar a Merry-Death si tena galletas Oreo en su feudo. Meredith no poda creer hasta qu punto haba cambiado su vida en las ltimas horas. Mientras se dirigan hacia el aparcamiento de la facultad, donde se encontraba el descapotable de color rosa, no dej de mirar a Rolf para asegurarse de que no era un sueo. -Te quedaste con el coche --empez a decir Rolf con una sonrisa, alargando el brazo para recoger un mechn del cabello de Meredith, despeinada por el viento, detrs de su oreja. No poda evitar su anhelo de tocarla. Y a ella le pasaba lo mismo. Meredith alz la barbilla, ponindose a la defensiva sobre el comentario del coche. -No me ha dado tiempo de deshacerme de l -minti. En un principio haba manifestado ante Rolf su desacuerdo acerca de la compra de aquel coche horroroso, amenazndole con venderlo en cuanto se hubiera ido. Pero despus le empez a gustar aquella aspiradora de gasolina, que poda verse incluso desde aquella distancia, aproximadamente de la longitud de un campo de ftbol, gracias a su color Pepto-Bismol. Rolf ri, y sigui hacindole preguntas sin parar. Ella tambin tena innumerables preguntas para l. Qu haba sucedido de regreso al siglo x? Haba cesado la hambruna? Cmo haba conseguido volver? No obstante, le dej hablar primero. -Parece que haya pasado un milenio, en lugar de seis semanas. -Rolf dej escapar un suspiro y la atrajo hacia s en un gesto acogedor, besando levemente su cabeza-. Dime qu ha pasado en todo este tiempo. -Ha sido un infierno. -Para m tambin, encanto. -l apret su abrazo, rodendola por los hombros--. Se ha adaptado bien Thea? --Perfectamente. Estaba devastada por tu... -le mir consternada- muerte. Pero los nios tienen mucha capacidad de recuperacin, y Thea est triunfando en su nuevo ambiente. -Por qu ests tan roja? Tienes fiebre? A Meredith le dio un vuelco el corazn. Rolf no saba nada de su embarazo. En realidad, nadie lo saba todava; haba decidido mantenerlo en secreto hasta que empezase a notrsele, dentro de uno o dos meses. Ella le mir de reojo con timidez. Se alegrara con la noticia? Seguro que s. Pero no era el momento. Ms tarde. Deba esperar al momento oportuno... quera que fuera algo especial. Rolf lade la cabeza. -Merry-Death? -pregunt de repente. -Debe de ser el sol -respondi ella con evasivas; despus movi las cejas con picarda-. O el hacer el amor. l asinti con la cabeza en un gesto de arrogante satisfaccin. -No se te ocurra ponerte

enferma ahora, por lo menos hasta que hayamos hecho el amor otras diez veces... mejor veinte, o cincuenta. S, la arrogancia era la segunda naturaleza de Rolf. Cuando llegaron al coche, ella arroj su maletn en el asiento de atrs y se volvi hacia l, alzando una ceja en un gesto que denotaba escepticismo. l le gui un ojo. -Promesas, promesas -dijo para provocarle, casi incapaz de reprimir la risa causada por el aleteo de mariposas que aquel guio haba engendrado en su estmago-. Por cierto, de dnde has sacado esos trapitos tan elegantes? -Los compr en Londres -dijo Rolf sin pensar, mientras abra la puerta del coche. Oh, oh, pens Geirolf, dndose cuenta inmediatamente de su metedura de pata. -Londres? -La expresin dulce de Meredith desapareci, y su rostro adquiri la adustez de una roca, mientras le atravesaba con una mirada incrdula. -Acabas de volver despus de pasar seis semanas en el pasado, pero decidiste pasar por Londres antes de venir a verme? l tambin haba olvidado la habilidad de Meredith para romper los tmpanos a cualquiera mediante sus chillidos. -Qu? No, me ests malinterpretando Merry-Death -deneg l, intentando conferir un tono neutro a sus palabras-. El viaje en el tiempo en sentido inverso nunca tuvo lugar... he estado... -No pudo acabar la frase, al ver que ella se pona an ms tensa. -No regresaste a tu tiempo? -dijo, apretando los dientes-. Ests dicindome que durante las ltimas seis semanas has estado dando vueltas por el vecindario y ni siquiera te tomaste la molestia de informarme? -No estuve en el vecindario, encanto, sino en Europa. Rolf intent rodearla con un brazo por los hombros, pero no se sorprendi al ver que ella le rechazaba. -Tarado! Animal! Cmo has podido hacerme esto? Te imaginas el martirio que me has hecho pasar? -Meredith escondi la cara entre las manos-. Nunca cre que pudieras ser tan cruel. -Merry-Death, djame explicarte. -No! --grit y se apresur al otro lado del coche a grandes zancadas, para abrir la puerta del conductor. Con las manos en las caderas, y los ojos anegados por lgrimas de ira y de dolor, aadi con voz glacial-: Crea que estaba acostumbrada a la traicin, despus de Jeffrey, pero esto... esto es lo peor que ningn hombre me ha hecho jams. No quiera volver a verte nunca. Me has odo? Se acab. Nunca! Cmo se atreva a compararle con aquel malnacido de su ex marido. Sus acciones estaban justificadas. El amor que senta hacia ella haba sido la luz que le haba guiado. -Merry-Death, si me escucharas tan slo un momento. Tena buenas razones para fingir que estaba muerto. -Nada, me oyes, nada en este mundo podra justificar lo que has hecho. -Meredith se desliz en el asiento del conductor y cerr la puerta de un portazo. Arranc el coche y aceler el motor sin moverse, despus le lanz una mirada furiosa cuando l se dispona a ocupar el asiento del copiloto. -Fuera! No quiero que vengas conmigo a casa. -Y dnde se supone que debo ir?

-No lo s -aull ella-, ni me importa. Herido, sali del vehculo y cerr la puerta con idntica violencia. -No lo dices en serio, Merry-Death. Ten cuidado con tus duras acusaciones. Algunas palabras, una vez dichas, no pueden retirarse. Ella apoy la frente en el volante un momento. Despus de un prolongado suspiro, alz la vista hacia l. -S me importa, Rolf, pero hay cosas ms importantes en la vida. --Ms que el amor? -pregunt l en tono burln. -S. Por ejemplo la confianza. El compromiso. El honor. Necesito tiempo para pensar en todo esto, Rolf. No me sigas. Por favor. Antes de que le diera tiempo a decirle que no podra reflexionar sobre aquel asunto sin conocer los hechos, el coche de Merry-Death se alej con un rugido entre la nube de humo que sali del tubo de escape. El orgullo de vikingo de Geirolf se rebel. La confianza deba ser aplicable a los dos. Dnde estaba la confianza de Merry-Death en l? Y qu le haca imaginarse que saldra corriendo tras ella como un mozalbete cobarde? Haba sufrido sobremanera en las ltimas semanas, buscando la manera de poder permanecer en su tiempo. Y acaso ella valoraba sus esfuerzos? No! Pero lo peor es que Merry-Death haba puesto su honor en tela de juicio. Era un insulto que no poda tolerar. Aquella afrenta a su integridad era la daga verbal que ms le haba herido. Bueno, esperara a que ella viniera a l cuando recuperara el sentido comn. Era un vikingo. No se rebajara a perseguirla, ni a acudir all donde su presencia no era deseada. No era as corno se haba imaginado su regreso. Captulo veinte -Santo cielo! Ta Mer, corre! Tienes que ver esto! -grit Thea desde el saln. Meredith se sec las manos con un trapo y baj el fuego de la olla con caldo de pollo que ya herva en la cocina. Mientras se diriga a la sala de estar, hizo un deliberado esfuerzo por plasmar una sonrisa en su cara, para evitar que su sobrina se diera cuenta de que se estaba resquebrajando por dentro. Haba pasado una semana desde el regreso de Rolf... una semana durante la cual el orgullo haba impedido a ambos cualquier amago de acercamiento. A pesar de la insistencia de Mike y de Thea, que haban hablado con Rolf en varias ocasiones (de hecho, Rolf estaba en casa de Mike), ella haba rehusado la posibilidad de un encuentro. Todava tena los sentimientos a flor de piel. Y tena miedo por el nio. Realmente quera introducir a Rolf en la vida de su beb, cuando exista la posibilidad de que su padre desapareciera en cualquier momento? O de que eligiera no compartir sus vidas, como ya haba hecho de manera tan cruel en las pasadas seis semanas? Meredith profiri un lamento al ver por qu Thea haba requerido su presencia en el saln. La muchacha estaba viendo Un chapuzas en casa. Dog dorma a sus pies, con las cuatro patas estiradas. Meredith tuvo que mirar dos veces, para darse cuenta de qu suceda. No era Rolf ese que conversaba en la pantalla con Tim Taylor el Hombre-herramienta, su amigo Al y el vecino Wilson?

S, era l. De algn modo, el insufrible bruto haba conseguido salir en el programa. Ser mejor que no est pensando en traer aqu el programa. Ya le advert que no lo hiciera. Ser mejor que no hable del Proyecto Trondheim. Ser mejor que... Ja! Aquel estpido testarudo hara lo que le viniera en gana, como demostraba el hecho de que su rostro apareciera en una cadena de televisin de mbito nacional, justo la clase de publicidad que ella le haba desaconsejado por el riesgo que acarreaba. Rolf estaba vestido con el uniforme completo de vikingo: su tnica de piel de venado hasta medio muslo, sus botas hasta los tobillos atadas con tiras de cuero y un ancho cinturn con una hebilla dorada. Por si fuera poco, los dems actores llevaban un atuendo similar, mientras admiraban un drakkar vikingo que descansaba con absoluta incongruencia en la entrada del garaje de Tim. Pero cmo haban conseguido un dragn vikingo en tan poco tiempo? Aquel ejemplar deba de pertenecer a un museo, o tal vez haba sido confeccionado apresuradamente con lminas de contrachapado y cola de carpintero. O con cinta americana, el juguete preferido de aquel tonto. -El programa empieza cuando Tim truca su lancha motora para adaptarla a un hombre de verdad. -Thea puso al tanto a su ta de lo que ya haba pasado en el programa, haciendo un breve resumen-. Cuando Tim y Al fueron a un lago a probarla, la lancha alcanz los doscientos cuarenta por hora. Por supuesto, el trasto choc contra el embarcadero, donde Tim conoci al personaje del vikingo, representado por Rolf, que acababa de volver de una salida en su drakkar. No te parece un guin fantstico, ta Mer? S, realmente fantstico. Meredith mir detenidamente y decidi que todos aquellos hombres tenan un aspecto ridculo, especialmente Tim, que luca un anacrnico casco con cuernos. Al llevaba un hacha de guerra apoyada en un hombro, y Wilson se protega el rostro con un escudo. Pero en un segundo examen, tuvo que admitir que Rolf no estaba ridculo; al contrario, estaba tan atractivo como siempre. Maldita sea! Meredith frunci el ceo. Dnde estaba el cinturn talismn de Rolf? Ahora que lo pensaba, tampoco lo llevaba en su encuentro la semana pasada. Y l no iba a ninguna parte sin ese condenado cinturn. A menos que... -Slo quera conseguir una lancha motora realmente especial -se lamentaba Tim ante sus amigos-. No s por qu Jill est tan enfadada. Los daos tampoco son tan graves. Mujeres! -No estabas a su lado cuando te necesitaba -le record Al, que representaba el sentido comn-. Acurdate de que Jill te dijo que tena problemas en el trabajo. Los nios la sacan de sus casillas y encima tiene que perder cinco kilos antes del encuentro de antiguos alumnos que tendr lugar la semana que viene. Su psique femenina est pidiendo a gritos el respaldo de un ego masculino, algo as como los electrodos negativo y positivo de una batera. -Al hizo un gesto con la cabeza, mirndole como si fuera un caso perdido-. Chist, chist. La has decepcionado. -Puede que tengas razn -dijo Wilson-. S, ya lo creo! -No! Slo necesitan que le carguen la batera. Ja, ja, ja! -dijo Tim, intentando hacer un chiste-. Un verdadero hombre sabe cmo hacer rugir el motor de una mujer. -Un verdadero hombre? Ja! Yo soy ms sensible ante las necesidades de una mujer, Tim declar Al con aire de autosuficiencia-. Y eso es porque estoy sintonizado con el lado femenino de mi cerebro. T deberas hacer lo mismo. Y eso tambin es aplicable al

resto de los hombres. -Eh? -exclamaron Ti m y Rolf al unsono. -Dnde aprendiste esa pizca de sabidura, buen hombre? -Wilson estaba ahora en el jardn de Tim, pero su cara quedaba oculta detrs de... oh, dios... dos pechos enormes. Era Ingrid, aquella figura que intentaba colocar en la proa del drakkar? En efecto. El mascarn de proa adecuado para un verdadero hombre. -En el show de Oprah -fue la respuesta de Al. -Me lo imaginaba --respondieron Tim y Rolf con una sola voz. Mientras Tim consideraba los consejos de Al, su casco se lade ligeramente, y con l, sus cuernos-. Pero Jill tambin debera ser ms sensible respecto a mis necesidades. Un hombre debe cumplir con su ... su... -Destino? -interrumpi Rolf. Ya le ensear yo su destino. -S! -confirm Tim con entusiasmo-. Cada hombre debe cumplir con su destino. -Los dems asintieron con la cabeza. Imbcil. Son una padilla de imbciles. -Muy cierto, Tim -opin el sabio Wilson-. Efectivamente, cuando estaba en Pago Pago, un jefe de una tribu me ense que cada hombre debe perseguir un objetivo vital... su destino, por llamarlo as. A veces las mujeres no entienden que es el honor de un hombre lo que est en juego. No sucede lo mismo en la cultura vikinga, Rolf ? -S, hay cosas que no cambian, independientemente de la cultura o del siglo -respondi Rolf con cierto nerviosismo, mientras pasaba el peso de su cuerpo de un pie a otro-. Un hombre debe proteger a aquellos que se amparan bajo su escudo: su esposa, sus padres, sus amigos. No corresponde a su mujer poner objeciones a las decisiones de su marido. El ltimo cerdo machista vikingo, eso es lo que es. -S -corearon los otros tres idiotas. -Si una mujer ama a un hombre -prosigui Rolf, mirando de nuevo a la cmara, como si sus palabras estuvieran dirigidas a ella--, debera confiar en la capacidad de su marido para elegir el camino correcto. No debera deshonrarle poniendo en duda su lealtad. Y qu hay de la confianza del hombre hacia su mujer, Rolf? -En tiempos de los vikingos, las mujeres tambin fastidiaban a sus maridos? -intervino Tim, llevando la conversacin al terreno humorstico. Rolf solt una risotada y murmur una ordinariez entre dientes, que fue censurada con un pitido. Todos rieron a carcajada limpia, incluido Rolf, mientras alzaban botellines de cerveza para brindar a la salud de ese pice de masculinidad universal. Meredith se dej caer en el sof al lado de Thea. -Sabas algo de esto? -No, slo que Rolf me pidi que le grabara el programa de esta noche. Meredith decidi que tena mucho en qu pensar. Ahora se encontraban en el decorado de televisin que haca las veces de taller de Tim, construyendo un drakkar de baratillo. -Lo principal es que la mujer... esto, la madera, sea flexible -explic Rolf, doblando una lmina de madera verde, que ya tena forma de cua-. Eso nos permite doblegarla en la direccin correcta. -Muy bien, hombre! -grit Tim, apretando un puo. -No hay nada peor que un barco con la cubierta rgida. -O una mujer obstinada -aadi Tim. Rolf sonri, sin duda dndose unas imaginarias palmaditas en la espalda.

-Un hombre debe gobernar su barco, dirigir su rumbo -prosigui en una analoga machista-. Un barco con la quilla torcida escorar toda su vida... quiero decir, por los mares. Sin timn. -Su sonrisa se hizo an ms ancha. Ya me encargar yo de su timn, como vuelva a ponerse al alcance de mi mano. -Un buen barco puede ser el tesoro ms preciado de un hombre, o darle los peores disgustos -concluy Rolf con un suspiro-. Por supuesto, existe un mtodo infalible para evitar que un barco testarudo te zarandee de un lado a otro -dijo Rolf con indiferencia, mientras se acercaba a la pared de la que pendan las herramientas al otro lado del plat. Tom un perno de metal con forma de S, y lo sostuvo en el aire-. Los constructores de barcos escandinavos fabrican artefactos semejantes en madera. Nunca te habl sobre los clavos S de los vikingos? No? Bueno, tal vez en otra ocasin. Es un mecanismo que garantiza el amarre de un barco dscolo, o bien, en el caso del famoso punto S de los vikingos, sirve para poner a una mujer en el lugar que le corresponde. Entonces Rolf hizo un guio a la cmara. Meredith saba, simplemente estaba segura, de que aquel guio iba dirigido a ella. Una promesa. Aquel patn vikingo pretenda ponerla en el lugar que le corresponda. La oscuridad ya cubra con su manto la campia mientras Meredith conduca por la larga y empinada carretera hacia su casa, al anochecer del da siguiente. Acababa de volver del aeropuerto, donde haba dejado a su sobrina para que tomase el puente areo a Chicago. Thea iba a pasar unos das con su padre y la familia de ste. Sera la primera visita desde que se mudase a vivir con ella. No era el viaje de sus sueos, pero Thea haba consentido en hacerles una breve visita, a peticin de Meredith. La muchacha necesitaba el amor de su padre. Cuando se acercaba a la casa en penumbra, con el porche en forma de A, tuvo una sensacin de dj vu. Haba pasado mucho tiempo desde la ltima vez que volvi a la casa vaca, casi tres meses. Cuando Rolf entr por primera vez en su vida, y despus Thea. Entonces, el drakkar del proyecto Trondheim todava estaba por construir. Entonces, todava no haba abandonado la plaza de la que era titular en la Universidad de Columbia para quedarse en la de Oxley. Entonces, su vida todava no estaba del revs, ni haba dado un giro de ciento ochenta grados. Entonces, todava no estaba embarazada. Le ira bien pasar unos cuantos das sola, pens Meredith resuelta mientras aparcaba el coche y se diriga hacia la puerta principal. Necesitaba tiempo para tomar las decisiones pertinentes sobre su futuro y la relacin que pudiera mantener con Rolf, a quien supona todava en Nueva York, donde se grababa Un chapuzas en casa, o era en Los ngeles? Daba igual. Mike haba sido una tumba, cuando le pregunt por Rolf aquella tarde. Se limit a comentar que Tim Allen haba ofrecido a Rolf participar peridicamente en su programa, como estrella invitada; hara el papel de un vikingo filsofo, parecido al personaje de Wilson. Al parecer, la audiencia del programa se haba disparado en su emisin de la noche anterior. Meredith se qued boquiabierta al or la noticia. Era lo que le faltaba: Rolf una estrella de la televisin. -Rolf declin la oferta -concluy Mike. Gracias a dios!

Al introducir la llave en la cerradura, la recibi un alegre sonido. Sonri al pensar que haba otros cambios en su vida, tan solitaria haca tan slo unos pocos meses. Ahora ya no estaba completamente sola. Tena a Dog. Yupi! , pens irnicamente. Nada ms franquear la entrada, un brazo robusto la asi por la cintura, alzndola del suelo, y sinti la presin de un cuchillo en el cuello. El tiempo se detuvo, y los ltimos tres meses se desvanecieron, como copos de nieve llevados por el viento. En una rpida recapitulacin de su experiencia anterior, dej caer el maletn al suelo, cuyo contenido se esparci por todas partes. De su boca salieron incluso las mismas palabras, mientras pataleaba, con un grito: -Sultame! Dog ladr ruidosamente, pero Meredith no estaba segura de si su intencin era asustar a su atacante o animarle. -Hljtt! -orden Rolf al animal, que se escabull con el rabo entre las piernas para tumbarse obediente en una esquina. ;Caray! El perro tambin entenda el nrdico antiguo? Su atacante profiri la misma orden gutural Hljtt!, que quera decir Calla! , al ver que ella segua gritando y luchando por liberarse de su doloroso abrazo. Por ltimo, l buf fuertemente, enojado, antes de echrsela al hombro. -No queras un vikingo vicioso? Pues aqu lo tienes -dijo entre dientes. Carg con ella hasta el saln, donde la nica fuente de luz en la casa provena del fuego que crepitaba en la chimenea. Aquel sinvergenza la arroj al sof, y se inclin sobre ella, apoyando las manos estiradas sobre sus hombros para clavarlos en el respaldo, e inmovilizando con firmeza el cuerpo de Meredith con ayuda de la cadera derecha. -Eres... eres despreciable. -chill. -S, tienes razn -dijo furioso-. Y ser mejor que vayas acostumbrndote a mi naturaleza abyecta, porque ni siquiera tus chillidos sern capaces de hacerme desistir esta vez. -No puedes irrumpir de ese modo en mi casa. Cualquier hombre civilizado respetara mis deseos y me dejara en paz --protest dbilmente Meredith. -Como Jeffrey? Bld hel! -Ahora te gusta esa clase de hombres? --Su voz cargada de desprecio rasgo el aire. -;No' -Entonces, al darse cuenta de que haba cedido en ese punto, aadi-: Pero eso no quiere decir que... Rolf alz una mano para interrumpirla y preguntar con frialdad: -Hubieras preferido que volviera a mi propio tiempo, Merry-Death? Ella deneg con la cabeza, incapaz de pronunciar una palabra ante el martirio que la mera hiptesis evocaba en ella. Se sinti como el perro del hortelano. No quera tenerle en su casa, pero tampoco quera que se marchara. La expresin de Rolf se suaviz cuando la mir fijamente. -En verdad, sospecho que no sabes lo que quieres. La resistencia que opones mana en su mayor parte del dolor, y eso es algo que puedo comprender. En serio. He aturdido tu sentir con mis estpidas acciones, Merry-Death. Djame explicarte. Quiz sea de ayuda. Rolf se apart ligeramente de ella, echndose un poco hacia atrs, aunque todava mantenindola firmemente sujeta contra el sof, y ofreciendo a Meredith la primicia de su nuevo look. Llevaba la misma ropa que haca una semana en su oficina: mocasines, pantalones vaqueros de diseo, una camisa de etiqueta sin cuello, de lino y de color

blanco, y una chaqueta de sport azul oscuro. Pero se haba cortado el pelo. No corto como el de Mike, pero bastante recortado por los lados y a la altura del cuello por detrs. -Por qu te has cortado el pelo? -pregunt Meredith con la voz entrecortada. -Me estoy adaptando -respondi l tmidamente. Una oleada de tristeza la inund al pensar que Rolf quera deshacerse de su imagen de vikingo. -Rolf, un corte de pelo no te convertir en un hombre de los noventa, ni tampoco esa ropa tan elegante. Puedes eliminar al hombre que hay en el vikingo, pero no al vikingo que hay en el hombre. -No es sa la razn por la compr estas ropas, o pas por el barbero. -Avanz la mandbula indignado. Se eriz al recordar que haba sido su curiosidad por saber dnde haba comprado aquellos atavos lo que haba provocado su separacin la semana anterior. -No te pongas dura conmigo, Merry-Death -advirti-. Tus tercas demostraciones de la semana pasada han sido ms que suficientes. Ha llegado el momento de que cierres la boca y abras tus odos a mi historia. Ser grosero el zopenco! Se revolvi, intentando escabullirse. -Te amordazar si es necesario -la amenaz Rolf. Ella volvi el rostro hacia otro lado, pero l asi su barbilla con dedos como tenazas, para obligarla a mirarle a los ojos. -Te quiero, Merry-Death -dijo-, pero a veces me lo pones muy difcil. Y quiero que sepas esto: no estar persiguindote toda la vida. Mordindose el labio inferior, intent evitar que se le llenaran los ojos de lgrimas al or aquellas palabras. Ella quera orle decir que la quera. -El viaje en el tiempo para regresar a mi poca no funcion -empez a decir Rolf. Ella le fulmin con una mirada condescendiente que vena a decir No me digas? Podas contarme algo que todava no sepa. -Al principio, consider la posibilidad de regresar contigo a tu feudo, pero me preocupaba hacerte pasar por la agona de continuas despedidas. Tendra que volver a intentarlo una y otra vez. Entonces te vi en la pantalla de televisin. Los escribas de las noticias te preguntaban si el proyecto quedara cancelado debido a los posibles riesgos. Eso no hizo ms que reafirmarme en mi conviccin de que mi regreso pondra en peligro, no slo tu bienestar, sino tambin el proyecto Trondheim. -Por eso fuiste a Londres? -espet ella en tono burln, mientras su labio superior se curvaba en seal de desprecio. -No, fui a Noruega. Durante varias semanas investigu en los museos y las bibliotecas de mi pas. Finalmente, encontr la respuesta. Ah, Merry-Death, descubr algo extraordinario. La hambruna finaliz en el momento en que atraves el portal del tiempo: la noche de la Luna del Demonio. A pesar de que le daba rabia, Meredith estaba fascinada con el enigmtico relato de Rolf. -Sabes lo que eso quiere decir, querida? Mi regreso al siglo x ya no es necesario. El corazn de Meredith se tranquiliz ante aquella significativa revelacin. Pero segua habiendo tantos cabos sueltos. Y le costaba perdonarle su crueldad al haber fingido estar muerto. -Cundo hiciste ese descubrimiento exactamente?

Rolf vacil y rehuy su mirada, farfullando algo entre dientes. -Qu has dicho? -Hace tres semanas -admiti en voz ms alta. -Hace tres semanas! -Clmate, Merry-Death. Necesitaba saber por qu fui enviado a travs del tiempo, a otro pas... a tus brazos. Todas estas semanas de sufrimiento, y l no dio seales de vida porque necesitaba respuestas. Le mato. -Encontraste tus respuestas? -pregunt con dulzura glacial. -Bueno, algunas. Fui a Lindisfarne, la isla sagrada, para devolver la reliquia. Lindisfarne? Se fue a hacer turismo mientras yo me deshaca en lgrimas. -All conoc a un monje. Estoy seguro de que no me creers, pero aquel hombre deca ser san Aidan. En cualquier caso, el clrigo acept el crucifijo y me orden que fuera en busca de mi destino. -Destino? -farfull ella indignada. Si no hubiera estado tan enfadada, habra redo. O llorado. Rolf dej de ejercer presin sobre los hombros de Meredith y pein sus cabellos con desesperacin. Ella se incorpor para sentarse con las piernas todava inmviles bajo su peso en el sof. -S. Al principio, no entend a qu se refera... hasta que vi una rosa solitaria entre las ruinas. A Meredith se le eriz el fino vello que recubra su piel, anticipndose a las palabras que vendran a continuacin. -Y entonces, supe -alz los ojos en una triste splica-, supe que t eras mi destino. -Yo? -dijo con un nudo en la garganta, mientras sus defensas se desmoronaban con cada una de aquellas palabras dulces. Aquel vikingo era un formidable guerrero incluso en las batallas de las emociones. No pudo evitar que se le saltaran las lgrimas, pero ella le apart la mano cuando l intent enjugarle las mejillas. No, de ningn modo se rendira ahora. -Si es verdad lo que dices, por qu fuiste a Londres? Supongo que es all adonde fuiste despus de Lindisfarne. Rolf aguant su tono sarcstico y despus asinti con la cabeza. -En una ocasin dijiste que no sera capaz de vivir en tus tiempos modernos, que no me adaptara. Necesitaba demostrarme a m mismo que puedo tener mi vida aqu, a tu lado. As que fui a Harrod's a comprarme un traje de negocios. De ah me dirig hacia Christie's, un establecimiento que subasta artefactos de todo tipo. -Ya s qu es Christie's -espet ella. Su mente confusa de repente lo vio todo claro-. Oh, no! Les dejaste tu cinturn talismn. -As es. Y me aseguraron que como mnimo obtendra medio milln de dlares por l, probablemente ms. A Meredith se le pusieron los ojos en blanco. -Esos fondos, junto a los trescientos mil dlares adicionales del anticuario de Bangor, bastarn para empezar. El comerciante de Bangor anhela con todas sus fuerzas tener en su poder un juego de brazales. Rolf finaliz con una sonrisa cmplice, obviamente satisfecho de su sagacidad para los negocios. Ella le mir entrecerrando los ojos:

-Bastantes fondos para qu? -Para Rosestead: un pueblo vikingo -dijo con una sonrisa radiante. -Qu pueblo vikingo? -Un dolor de cabeza le taladraba la frente desde dentro, apenas capaz de asimilar todas aquellas informaciones con las que Rolf la estaba acribillando. -El que vamos a construir juntos, querida. Meredith gru como consecuencia de la frustracin que provocaban sus confusas respuestas. -Ests planeando construir un pueblo en mi propiedad? Por encima de mi cadver! -No, no es lo suficientemente grande. sa es la razn por la que necesito el dinero, para comprar ms terreno. Te llevar a ver la propiedad que estoy pensando comprar. Es un lugar precioso, cerca de un riachuelo que desemboca en el ocano, a unas treinta millas de aqu. -Cunto terreno? -pregunt ella a regaadientes. No slo haba estado pululando por toda Europa mientras ella salaba la tierra con sus lgrimas, sino que adems haba estado dando vueltas por Maine. -Unas cincuenta hectreas -inform Rolf, agitando una mano en el aire como sin darle importancia. -Y por qu necesitas tanto terreno? -Se apoy firmemente en el sof mientras esperaba la respuesta, temindose lo peor. -Para casas, granjas, tiendas, astilleros, escuelas... Ser una aldea totalmente autosuficiente, gracias al trabajo -aclar Rolf demostrando su entusiasmo casi infantil-. Estoy considerando la posibilidad de fabricar y vender buenos veleros, adems de tejidos y jabones tradicionales, tal vez incluso joyera de estilo vikingo... Crees que Jillian vendr a vivir a nuestra comunidad en calidad de maestra joyera? Hierbas medicinales, espadas y una fbrica de aguamiel... y por supuesto, criaremos animales. Vacas, caballos, cerdos, patos, pollos... Qu piensas de las cabras, Merry-Death? Efectivamente. Era lo peor. Tan asombrada estaba que pareca que los ojos iban a salirse de las rbitas. -Ca ... cabras? -farfull enojada. -Encanto, no te disgustes. No tendremos cabras, si no quieres. La verdad es que son animales apestosos. Y rebeldes. -Aaarrgh ! -Saba que te encantara, querida -dijo el bruto, inclinndose para besar levemente su boca todava abierta. El hecho de que volviera a sentir el mismo cosquilleo en los labios de ningn modo mitig su ira, que aumentaba por momentos-. Podras ayudarme en la gestin de la aldea. O podras escribir aquel libro en el que decas que te encantara relatar la vida de las mujeres extraordinarias de la Edad Media. Podra ayudarte, especialmente si necesitas datos sobre las mujeres medievales. --Rolf hizo un rpido movimiento cmplice con las cejas, sin desanimarse cuando vio que ella no sonrea. -Has sido tan laborioso como una abeja obrera, no crees, Rolf? Haciendo tantos planes... por tu cuenta. Pero la cuestin principal es por qu. Con toda seguridad, todo esto no es para demostrarte que puedes adaptarte. De hecho, has estado haciendo todo lo contrario, intentando establecer una comunidad vikinga en nuestros tiempos. -Es el destino... mi destino. -Rolf tom las manos de ella entre las suyas y se sincer con el corazn, su voz spera por la emocin-. Oh, Merry-Death, no te das cuenta? Por fin s por qu fui enviado a tu tiempo. En la actualidad no queda rastro de la cultura vikinga. Al integrarnos en las distintas sociedades del mundo, nosotros, los nrdicos, perdimos lo que

nos era ms valioso: nuestra propia identidad. Una vez te referiste a m como el ltimo vikingo. Bien, exactamente eso es lo que soy. Y mi misin aqu consiste en ensear a las generaciones futuras todas las cosas positivas de mi pueblo y nuestra forma de vida. Meredith estuvo a punto de contarle que l no era el ltimo, que su linaje perdurara a travs del beb que estaba creciendo en su vientre. Pero mientras luchaba por encontrar las palabras adecuadas, se le hizo un nudo en la garganta. Rolf se puso en pie y avanz hacia las puertas del patio para contemplar el ocano. -Hay otra razn por la que deseo fundar esa aldea -dijo con voz suave-. En mis viajes he visto tanta pobreza y desesperacin, tanta gente sin hogar, incluso nios. Puedes creerlo, Merry-Death? Hay nios vagando por las calles, y no hay nadie que se ocupe de ellos. No crees que sera buena idea traer aqu a esos nios? Por lo menos, a algunos. No crees que la sencilla vida vikinga sera beneficiosa para ellos? Un dbil sollozo se escap de los labios de Meredith. Se levant del sof y se acerc a l. -Ests haciendo esto por m, no es cierto? Para que est rodeada de nios. -Lo hago por los dos, dulzura. Geirolf se senta exhausto hasta la mdula debido a los acontecimientos de las ltimas seis semanas... pero tambin senta miedo. Haba intentado tomar las mejores decisiones para Merry-Death, pero tal vez debera haberlas consultado con ella antes. No era lo habitual en su poca, pero, al parecer, los hombres modernos compartan las decisiones con sus mujeres. Sin duda, todava le quedaba mucho que aprender para adaptarse. Por ventura ella hubiera preferido que fuera profesor, como Jeffrey, o piloto de carreras, o un cowboy, aunque no se vea capaz de embutir sus pies en aquellas botas de tacn. De veras haba analizado todas las posibilidades, y estaba convencido de que se era su destino. Se habra equivocado? De lo que estaba seguro es de que su destino no le importaba un pimiento si no era para compartirlo con Meredith. l se volvi hacia ella y la asi por los hombros, mirndola fijamente. Sus ojos de color esmeralda brillaban a causa de las lgrimas, pero al devolverle la mirada destilaban amor. Amor? Por primera vez aquella noche, sinti renacer la esperanza en su corazn. -Te amo, Merry-Death. Podrs perdonarme? Querrs compartir mi destino? Meredith dej escapar hipando un dbil sollozo y despus espet: -Eres un hombre arrogante, autoritario y dominante. --Lo que t digas, mi amor. -A pesar de sus insultos, Geirolf percibi el amor que irradiaba su rostro y se anim un poco. Mmmmm. Su cara est radiante, sin duda debido a su admiracin por todas mis cualidades, esas que dice detestar. En verdad, las mujeres creen que desean un pobre infeliz a su lado, pero lo que realmente ansan es un hombre de verdad, como Tim, como yo. Pero no es el momento de sacar este tema. Me pregunto si mi aspecto es lo suficientemente sumiso. -No deberas haber tomado todas esas decisiones sin m. -Meredith todava tena el ceo fruncido, pero su cuerpo se haba acercado inconscientemente a l; sus senos bajo el jubn de seda rozaban el pecho de Rolf. -Lo que t digas, mi amor. -Le haban crecido los senos? No recordaba que estuviera tan bien dotada. sa s era una buena sorpresa de bienvenida. Los pechos de las mujeres modernas seguan creciendo? Acaso llevaba uno de esos prodigiosos sujetadores de Victoria's Secret? Reprimi su deseo de alargar una mano para comprobar su hiptesis. Despacio, despacio -se reprendi a s mismo-, djala a ella decidir el momento de su rendicin. Pero, por favor, dios mo, que sea pronto.

-No creo que pueda perdonarte nunca que hayas fingido estar muerto todo este tiempo. -Lo que t digas, mi amor. -Estaba tremendamente arrepentido. Pero jur que dedicara su vida a compensarla por ello. Y, sin duda, ella se pasara la vida mortificndole, puesto que eso era algo inherente a la naturaleza de las mujeres. -Te quiero, Rolf -dijo Meredith de pronto, mientras le rodeaba el cuello con sus brazos. Rolf profiri un largo suspiro de alivio y parpade tratando de contener las lgrimas. A pesar de sus bravuconadas, Geirolf casi se haba muerto de miedo. Justo antes de que Rolf la abrazara, ella lade la cabeza con descaro: -No eres el ltimo vikingo, lo sabas? -le inform. Al principio, Rolf no capt la indirecta, hasta que olla le tom una mano y la pos sobre su vientre todava liso. Cuando por fin comprendi, su corazn empez a latir con rns fuerza. -Vamos a tener un nio, Rolf. Aquellas palabras le dieron de lleno, como un ariete, haciendo tambalear su mundo. l respir profundamente intentando recobrar el aliento. Cuando vio que ella se haba puesto seria, esperando ansiosamente su respuesta, con los labios temblorosos, Rolf se atragant, sintiendo la sangre corriendo desaforadamente por sus venas. -Un nio? Meredith asinti con la cabeza. Una lgrima colm los ojos de Rolf y se desliz por una de sus mejillas, pero no le import lo ms mnimo. Tena el destino en sus manos. En ambas manos, en realidad. Una de ellas acariciaba el rostro de Merry-Death, y la otra estaba posada sobre su vientre. -Ah! Hay algo ms. Me gustan las cabras -anunci Meredith muerta de risa--. Me recuerdan a ti. Son tan tozudas. -Lo que t digas, mi amor -susurr. Y esta vez lo deca en serio. Poco despus, tras haberle demostrado lo caliente que estaba aquella cabra, e insistir con tozudez en prolongar su placer; Geirolf le regal una sonrisa: -Sabes lo que ms he echado de menos mientras estaba fuera? Aparte de ti, por supuesto. -Mientras hablaba, segua acariciando el vientre desnudo de Meredith, todava atnito ante el milagro de que su semilla hubiera brotado en ella. -Las galletas Oreo -replic ella. --No, Hilda las compraba para m -coment Rolf con indiferencia. -Hilda! -chill Meredith, asestndole un codazo en el estmago. -Ay! -exclam l, fingiendo un gran dolor. Despus le propin unas palmaditas en la barbilla-. Chist, chist, mi desconfiada mujer. Hilda tiene ochenta aos. -Ah, entonces -dijo con desdn-, qu es lo que ms echaste de menos? l se puso en pie y exhibi con aire arrogante su gloriosa desnudez hasta llegar a la base de la escalera. Los vikingos eran famosos por su gloriosa desnudez y Geirolf era perfectamente capaz de aprovecharla en su propio beneficio. Entonces dio media vuelta y le gui un ojo. Geirolf saba que a su mujer le encantaba que le hiciera guios, aunque ella nunca lo reconocera. Apostara que ahora mismo estaba sintiendo una sensacin de hormigueo idntica a la suya. Hacindole seas con el dedo ndice, con su altanera vikinga caracterstica, Rolf respondi, arrastrando perezosamente las palabras: -Baarse con Breck.

-Lo que t digas, mi amor -dijo Merry-Death. Fin Carta de la autora No es necesario ser el hijo de un noble o de un prncipe para ser un hroe vikingo. Pero s es necesario tener una voluntad inquebrantable. Porque la voluntad inquebrantable triunfa sobre la injusticia ciega del destino todopoderoso, y convierte al hombre en su igual. GWYN JONES, historiador escandinavo y autor de A History of the Vikings. Queridos lectores: Gwyn Jones tena razn. Necesitamos hroes vikingos. Recientemente, en una pgina de Internet, un renombrado autor de novelas medievales preguntaba: Qu tienen de especial los vikingos? Por qu le fascina tanto a la gente ese pueblo de salvajes? Simplemente, no lo entiendo. El autor recibi una avalancha de cartas, tanto de lectores como de otros autores. Los vikingos eran famosos por su atractivo aspecto: cabellos largos y bien cuidados; eran altos y musculosos; y eran ms limpios en sus hbitos de higiene corporal que la mayora de los hombres de su tiempo. Nadie puede negar que vigorizaban la raza de los pueblos que conquistaban, por la fuerza o mediante la seduccin. Eran hombres contradictorios. Podan ser brutales y despiadados en la batalla, y a la vez cariosos cabeza de familia. La poesa escldica de la poca ilustra su espritu sensible y creativo. Su apetito insaciable y carcter derrochador recibieron la condena del clero anglosajn, que registr sus hazaas. Pero puede que fuera precisamente su apetito insaciable aquello que tanto apreciaban las numerosas mujeres que acudan a su dormitorio por voluntad propia. En cuanto al despilfarro, efectivamente los vikingos eran tan generosos que esta cualidad se converta en un defecto. Los primeros historiadores describen a los vikingos como violadores y saqueadores sin moral ni ley, y cuyas vctimas eran inocentes. Pero a qu moralidad y a qu leyes se refieren? Gran parte del sistema legal ingls deriva de la devocin de los vikingos por los cdigos legales. De hecho, la palabra inglesa law, que significa ley, proviene de su idioma. Y muchos de ellos veneraban simultneamente a los dioses escandinavos y cristiano. Eran hombres hbiles, con gran talento para la construccin de barcos, la navegacin, las armas, el combate, el comercio, la caza y la narrativa oral. El amor por la aventura corra por sus venas. La ancdota incluida en este libro sobre la habilidad del rey Olaf para arrojar dos lanzas contra sus enemigos al mismo tiempo es cierta. Y las leyendas cuentan que algunos guerreros vikingos especialmente entrenados eran capaces de hacer lo mismo que el hroe de este libro: interceptar una lanza dirigida a ellos en el aire, hacerla girar entre sus dedos y devolvrsela al enemigo. Hay algo conmovedor en aquellos vikingos que dejaron de existir como pueblo en s mismo, y que ya no constituyen una nacin con un territorio propio. En el transcurso de los siglos, se fueron asentando en los pases que exploraron y, efectivamente, adems, saquearon. sa es la razn por la cual, en cierto modo, les presento a Rolf, el ltimo

vikingo. Permtanme el siguiente descargo de responsabilidad: la palabra vikingo no se empleaba en el siglo x; lo mismo es aplicable a ciertas denominaciones geogrficas, como por ejemplo Noruega. He decidido utilizarlas en beneficio de mis lectores modernos. Por aquellas ironas de la vida, en cuanto envi por correo electrnico esta historia a mi editor, casualmente di con un titular en una de las ediciones de noticias de la red. Aparentemente, se estaba construyendo un barco vikingo en la isla de Hermit, en Maine, con ayuda de unos planos diseados a partir de un drakkar vikingo tan slo unas cuantas dcadas ms antiguo que mi barco del siglo x. El proyecto, de nombre VIKING VOYAGE 1000, era obra del historiador W Holdding Carter. Inclua la recreacin del viaje histrico trasatlntico que hiciera Leif Ericsson desde la costa suroeste de Groenlandia a L'Anse aux Meadow en Terranova, ubicacin del nico asentamiento vikingo confirmado en Amrica del Norte. Lamentablemente, el viaje se vio malogrado por daos en el timn. Volveran a intentarlo el verano siguiente. En Internet, en la pgina http://www.Viking 1000.org/index.html los lectores podrn encontrar ms informacin sobre esta aventura del siglo xx. Despus de leer mi historia de ficcin, cabe destacar la coincidencia romntica con los comentarios de Carter sobre su proyecto: Lo que empez como el sueo de un hombre, se convirti en el de muchos, al llegara los corazones y la imaginacin de la gente de Maine. Verdaderamente, la vida es mucho ms fantstica que la ficcin. Me he tomado la licencia artstica de inventar el nombre de Universidad de Oxley como denominacin de una institucin de enseanza en Maine, y el del zoo Silver Oak. Me gustara conocer su opinin sobre los vikingos, en general, y sobre mi vikingo, en particular. Sandra Hill P.O.Box604 State College, P.A. 16804 e-mail:[email protected] o [email protected] pgina web: http://www.sff.net/people/shill

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