Santuarios America Esp
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- Repblica Dominicana: Nuestra Seora de las Mercedes - Suriname: Nuestra Seora de Ftima - Trinidad y Tobago: Nuestra Seora Divina Pastora - Uruguay: Virgen de los Treinta y tres - Venezuela: Nuestra Seora de Coromoto - PRINCIPALES SANTUARIOS O ADVOCACIONES MARIANAS EN AMERICA DEL NORTE - Estados Unidos: Santuario de la Inmaculada Concepcin - Canad: Nuestra Seora del Rosario del Cabo
Coromoto, en Venezuela; Copacabana, en Bolivia; Lujn, en Argentina; Caacup, en Paraguay; el Quinche, en Ecuador; Nuestra Sra. Aparecida, en Brasil. La presencia de Maria como Madre, en la cultura y religiosidad de los pueblos latinoamericanos se expresa en las celebraciones patronales, que son ocasiones de fiesta, de romeras, y promesas por las gracias recibidas. Generalmente son celebraciones comunitarias que hacen olvidar las diferencias y las divisiones de la sociedad. En ellas se mezclan elementos religiosos y profanos en una sntesis humana que quiere reproducir el clima de una alegre celebracin familiar de la Madre. El Santo Padre, Juan Pablo II, con esa sensibilidad tan expresiva ante las manifestaciones de Dios en la historia de los pueblos, en el impresionante encuentro de las generaciones realizado en el estadio Azteca de la Ciudad de Mxico, pudo exclamar: Amrica, tierra de Cristo y de Mara!, apuntando as a la identidad ms profunda de estas naciones. En efecto, Amrica es la tierra de Cristo y de Mara porque ha sabido acoger la Buena Nueva del Evangelio. Es la tierra de Cristo, porque sus hijos y sus pueblos han renacido a una nueva vida en las aguas del Bautismo. Y es la tierra de Mara, porque desde la evangelizacin fundante la Virgen ha sabido conducir a sus habitantes al encuentro de su Hijo, el Seor Jess. Ella, que con su intercesin maternal ha sido la Estrella de la primera evangelizacin, debe ser tambin la luz fulgurante que gue las tareas de la Nueva Evangelizacin. (Juan Pablo II. Discurso durante el encuentro con todas las generaciones del siglo en el estadio Azteca, Ciudad de Mxico, 23/1/1995).
el dominio de las lenguas nativas, mejor mucho las cosas. Pero muy pronto las cosas cambiaron. Los naturales empezaron a aproximarse a la fe y en un vuelco de multitudes a pedir el bautismo. Cinco aos despus el entusiasta fray Toribio de Benavente (apodado Motolina) escriba, en 1536, en su Historia de los Indios de Nueva Espaa, que ya haban sido bautizados ms de cuatro millones, y que se esperaba que para el ao siguiente el total de bautizados de esas tierras llamadas de Nueva Espaa alcanzara a unos nueve millones. Qu es pues lo que haba pasado si hasta 1531 slo haba un milln de bautizados, segn los datos proporcionados por el Obispo de esas tierras, y, sin embargo, entre 1531 y 1537 se multiplic tan impresionantemente el nmero de conversos? Un hecho trascendente marc este cambio: El 9 de diciembre de 1531 se produjeron las apariciones de la Virgen de Guadalupe que dieron inicio a la etapa masiva de proceso evangelizador. El P. Rubn Vargas Ugarte en su Historia del Culto de Mara escribe: El motivo principal de estas conversiones no fue otro que el suave influjo que empez a ejercer entre los indios la Virgen Santsima aparecida a Juan Diego.... En el mensaje que Maria pide transmitir al obispo Juan de Zumrraga, hay elementos importantes que permiten entender el cambio que se realiza frente a quien que les aparece en un primer momento como protectora de los conquistadores. Cuando en 1531, el Obispo de Mxico, Fray Juan de Zumrraga se encamina en devota procesin desde la ciudad de Mxico hasta el Tepeyac con la tilma del indio Juan Diego, en la que apareca impresa la imagen de la Virgen de Guadalupe, cuentan los testigos que una apiada muchedumbre de indios la aclaman por su Madre y que no se cansaban de repetir: Noble indita, noble indita, Madre de Dios! Noble indita! Toda nuestra!. No se trataba de una ancdota piadosa y pasajera. Ha sido Arnold Toynbee quien ha sealado que, a su juicio, el nacimiento de esta nueva personalidad histrica que llamamos Amrica Latina ocurri en Guadalupe. Es la intuicin que vuelve a recoger Puebla al afirmar que el Evangelio encarnado en nuestros pueblos los congrega en una originalidad histrica cultural que llamamos Amrica Latina. Esa identidad se simboliza muy luminosamente en el rostro mestizo de Mara de Guadalupe que se yergue al inicio de la Evangelizacin. La clave est sobre todo en la dimensin de la Maternidad de Mara. Pero se trata de una maternidad muy concreta: es la maternidad con referencia al pueblo amerindio aunque se extiende a todos y que aparece en un momento bien concreto de su historia. En efecto, es la misma Mara la que se manifiesta diciendo que yo soy vuestra piadosa madre, pidiendo que se le construya una casa entre sus hijos, es decir, en la zona donde viven los indios alejados del Mxico de los espaoles y en un lugar lleno de resonancias indgenas como es en el cerro Tepeyac. Ah es donde ella quiere mostrar y dar todo mi amor. Juan Diego es el primer testigo de dicha maternidad al sentirse llamado por ella, en repetidas ocasiones, como hijo mo. No es una Madre extraa y extranjera sino perfectamente compenetrada con su cultura y con su idioma. Habla su lengua, asume los smbolos de su cultura, reconociendo la dignidad de los indgenas. Maria suscita enseguida la confianza de Juan Diego que la llama "nia", "muchachita", "la ms pequea de mis hijas". El indio percibe la cercana y preocupacin de la Virgen: No estoy yo aqu que soy tu Madre? No ests bajo mi sombra? No soy yo tu salud? No ests t por ventura en mi regazo? Qu ms has menester? Se trata de una madre cercana y no dominadora. Es una hogarea, como lo advierte la anotacin de que estaba de pie. Los nobles dominadores (tanto aztecas, mayas o espaoles) reciban a la gente sentados sobre tronos o petates. Es una madre que reconoce la dignidad de sus hijos, aunque stos se encuentren humillados por los infortunios de la vida. Por eso le llama Iuantzin Iuan Diegotzin. Son palabras que siempre han sido traducidas como Juanito, Juan Dieguito, dndole al hecho una significacin conmovedora de ternura maternal y de delicadeza. Pero en nhuatl la terminacin tzin se aade para significar reverencia y respeto. Por eso esta terminacin, por ejemplo, en Tonantzin, la Madre de Dios, que nadie ha traducido en diminutivo. Como buena madre, que quiere reconstruir la familia deshecha, se preocupa de la situacin y necesidades de sus hijos: Deseo vivamente que se me erija aqu una casa, para en ella mostrar y
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dar todo mi amor, compasin, auxilio y defensa, pues yo soy vuestra piadosa madre, a ti, a todos vosotros juntos los moradores de esta tierra y a los dems amadores mos que me invoquen y en m confen; or all sus lamentos, y remediar todas sus miserias, penas y dolores (vv. 23-25 del escrito del indio Nican Mophua del XVI). Pero es una madre que tambin participa de las dificultades de sus hijos, como lo ha intuido Juan Diego volviendo de su primera visita al Obispo, que le hace llamarla cariosa y compasivamente: Seora, la ms pequea de mis hijas, nia ma (v. 35). El dilogo con esta madre discurre familiar y cercano, sugerente. Juan Diego no tiene dificultad en decir a la Virgen que ir a hacer tu voluntad; pero acaso no ser odo con agrado; o si fuere odo, quizs no se me creer (v. 46). Tiene confianza en que ella le dar la seal que se le pide, y le ruega a la madre que se la d. Con ocasin de la enfermedad de su to, el dilogo adquiere caractersticas muy familiares: Nia ma, la ms pequea de mis hijas, Seora, ojal ests contenta. Cmo has amanecido? Ests bien de salud, Seora y Nia Ma? Voy a causarte afliccin: sabe, Nia ma, que est muy malo un pobre siervo tuyo, mi to; le ha dado la peste y est para morir. (...) Pero s voy a hacerlo, volver otra vez aqu, para ir a llevar tu mensaje. Seora y Nia ma, perdname; tenme por ahora paciencia; no te engao, hija ma la ms pequea; maana vendr a toda prisa (vv. 71-74). Es una madre que se fa y le da encargos a sus hijos, prefirindolos a otras personas que socialmente pueden ser ms importantes (vv. 35-48). Pero es al mismo tiempo la madre fuerte y poderosa que sabe construir un nuevo hogar sobre las ruinas. Sana al to enfermo, hace nacer rosas de Castilla en tiempo inadecuado, convence al mismo Obispo, y por medios pacficos consigue la casa que necesita para la salvacin de su hijos aztecas. Las preguntas de Mara la incorporan definitivamente al mbito hogareo-maternal, la configuran como la tpica nantzin azteca, asimilando cuatro caractersticas fundamentales. Madre es la que est aqu, en el lugar de la angustia y de la necesidad, y es la que nunca abandona. Madre es la que cobija bajo su sombra, es decir, la que tiene la verdadera autoridad, dado que en el mundo azteca se entenda la autoridad como el que tiene gran circuito en hacer sombra... porque el mayor de todos los ha de amparar, chicos y grandes.47 Madre es el regazo protector en el que se est. Las cuatro preguntas terminan con una quinta que configura toda la mentalidad hogarea azteca: Qu ms has menester?. Lo que puede interpretarse diciendo: Qu realidad hay ms importante para un azteca que tener la propia madre? Amrica comienza as a considerar a la Virgen como su Madre. Esta manifestacin de Maria como rostro materno de Dios dio inicio a una nueva comprensin del papel de Ella en la historia de la salvacin y abri nuevos caminos de la evangelizacin. Todos fueron llamados a la "periferia" para encontrar a la Madre de los oprimidos que libera a los ms pobres y es solidaria con ellos. Pero Guadalupe no es un caso aislado; en toda Amrica Latina, la devocin mariana se va difundiendo por medio de imgenes y ttulos cuya historia est siempre en relacin con los pobres y los marginados: indios, negro, personas oprimidas, esclavos. En las numerosas devociones a la Virgen que van surgiendo Maria aparece siempre con actitud intensamente materna de cercana y preocupacin por la situacin de miseria y opresin de sus hijos. Todo eso ha dejado una profunda huella en la religiosidad de los pueblos latinoamericanos. II. Otro momento importante de la insercin de Maria en Amrica Latina lo constituye Copacabana que es considerado como un medio del que se vali la providencia para atraer a los indios a la fe. . Por ello escogi la Virgen, como trono de sus misericordias, una regin de las ms pobladas del Per y en la cual se haba encastillado slidamente la idolatra. Hasta la venida de la imagen a las riberas del lago Titicaca, se haba predicado, es cierto, el Evangelio a las poblaciones ribereas, se haban establecido doctrinas, pero a juicio de los cronistas de entonces, an persistan en ellas las prcticas idoltricas y su ingreso en la Iglesia de Cristo era, como deca el Virrey Toledo, aparente y casi forzado.
La Virgen de Copacabana es una imagen labrada por las manos de un indio, Francisco Tito Yupanqui, hacia los aos de 1580, y que tras diversas dificultades fue recibida con toda veneracin el 2 de febrero de 1583 por un pequeo grupo de espaoles y por una poblacin entera de naturales En la poca precolombina ya exista un afamado santuario indgena en el lago Titicaca. Parece que el adoratorio original estaba en una isla cercana al pueblo de Copacabana y era una gran pea, de donde los indios, segn la leyenda, vieron salir resplandeciente al sol tras varios das de densa oscuridad. Una vez conquistada la provincia del Collao, los Incas tomaron bajo su proteccin este santuario, levantaron un templo al sol junto a la piedra sagrada; en otra isla cercana edificaron un templo a la luna, construyeron palacios, moradas para los ministros de los santuarios y albergues para los peregrinos. Parece que eran muchos los peregrinos que venan a la piedra santa, a la que no podan acercarse con las conciencias manchadas y con las manos vacas. La piedra sagrada preincaica qued incorporada religiosamente en el complejo panten incaico, entre cuyos dioses se encontraba la tierra misma con el nombre de Pachamama, cuyo culto era muy importante para la gran mayora de la poblacin que se dedicaba a la agricultura. La Pachamama era, por tanto, el principio materno de identificacin del mundo indgena, la madre telrica, el seno maternal al que haba que tratar con todo cario, y del que dependa su vida. Los indgenas de Copacabana, al encontrarse con una imagen de la Virgen Mara tallada por las manos de un hijo de su pueblo, establecen espontneamente la conexin entre Mara y la Pachamama, encontrando en ella el inicio de su salvacin. Nos encontramos de nuevo con el principio de la maternidad como clave de la nueva teologa popular mariana en Amrica Latina. Pero, si en el mundo azteca la maternidad va a ser comprendida en clave de nantzin, madre hogarea, en el mundo aymar e incaico se interpretar en la nueva y original dimensin de madre-telrica MADRE LIBERTADORA La devocin a la Virgen se fue desarrollando ampliamente durante los siglos de la colonia, pero con una progresiva matizacin americana, tanto para los criollos como para los mestizos e indgenas. Se iban desarrollando insensiblemente la conciencia y la fe de Mara como Madre de Amrica Latina. Esta conciencia se hace plena en los rudos y difciles aos de la Independencia poltica de las metrpolis y el surgir de las nuevas nacionalidades. La conviccin de la proteccin materna de Maria encuentra un nuevo contenido expresivo en las preocupaciones, angustias y dificultad de los procesos de independencia: todos los movimientos de liberacin en un modo o en lo otro invocaban a Maria en busca de ayuda, proteccin y nuevo impulso. La fuerza de la devocin mariana y el peso simblico de los ttulos patronales dirigidos a la Virgen acompaaron los movimientos independentistas, de modo que en el proceso de consolidacin de las nuevas naciones, esta conciencia estuvo presente a nivel del pueblo y responsables, incluso cuando estas fueron de tendencia liberal y anticlerical. El General Belgrano, despus de la batalla de Tucumn, en gratitud a la Virgen de las Mercedes, la nombra Generala del Ejrcito, haciendo constar en el parte de combate que la victoria era debida a Nuestra Seora de las Mercedes, bajo cuya proteccin nos pusimos. El General San Martn, antes de emprender el paso de los Andes, determin elegir como Generala de su Ejrcito a la Virgen del Carmen, del convento de los Franciscanos de Mendoza, y como a tal le entreg su bastn de mando, en la solemne fiesta religiosa que con este motivo orden se celebrara. En la independencia de Mjico, es conocida la figura del cura Hidalgo con los primeros insurgentes marchando al Santuario de Atotonilco y tomando de la sacrista un lienzo con la imagen de Nuestra Seora de Guadalupe, que la coloc en el asta de una lanza, y la enarbol como ensea delante de su ejrcito. Con ella y el grito de Viva la Virgen de Guadalupe, emprende su marcha sobre San Miguel el Grande, hasta entrar con triunfo en Celaya, llevando siempre consigo el cuadro de Nuestra Seora.
Bolvar, en repetidas ocasiones, rinde honores a la Virgen. Y cuantas veces llegaba a Chiquinquir, uno de sus primeros actos era postrarse ante la imagen de la Virgen Nuestra Seora. Los patriotas de Quito, antes de lanzar el primer grito de rebelin, quisieron poner su empresa bajo la proteccin de Mara. Reunidos en los salones de Manuel Caizares, se arrodillaron todos y rezaron una Salve a la Virgen de las Mercedes, a fin de que se dignase concederles el triunfo. Ha nacido de esta manera, durante los aos de la Independencia, la fe en Mara como Madre Libertadora. Un nuevo punto de referencia para comprender la mariologa popular latinoamericana.
289. Mara no slo vela por la Iglesia. Ella tiene un corazn tan amplio como el mundo e implora ante el Seor de la historia por todos los pueblos. Esto lo registra la fe popular que encomienda a Mara, como Reina maternal, el destino de nuestras naciones. 290. Mientras peregrinamos, Mara ser la Madre educadora de la fe (LG 63). Cuida de que el Evangelio nos penetre conforme nuestra vida diaria y produzca frutos de santidad. Ella tiene que ser cada vez ms la pedagoga del Evangelio en Amrica Latina. Mara, modelo de la Iglesia 294. Modelo para la vida de la Iglesia y de los hombres. -Ahora, cuando nuestra Iglesia Latinoamericana quiere dar un nuevo paso de fidelidad a su Seor, miramos la figura viviente de Mara. Ella nos ensea que la virginidad es un don exclusivo a Jesucristo, en que la fe, la pobreza y la obediencia al Seor se hacen fecundas por la accin del Espritu. As tambin la Iglesia quiere ser madre de todos los hombres, no a costa de su amor a Cristo, distrayndose de l o postergndolo, sino por su comunin ntima y total con l. La virginidad maternal de Mara conjuga en el misterio de la Iglesia esas dos realidades: toda de Cristo y con l, toda servidora de los hombres. Silencio, contemplacin y adoracin, que originan la ms generosa respuesta al envo, la ms fecunda Evangelizacin de los pueblos. 295. Mara, Madre, despierta el corazn filial que duerme en cada hombre. En esta forma nos lleva a desarrollar la vida del bautismo por el cual fuimos hechos hijos. Simultneamente, ese carisma maternal hace crecer en nosotros la fraternidad. As Mara hace que la Iglesia se sienta familia. 297. El Magnificat es espejo del alma de Mara. En ese poema logra su culminacin la espiritualidad de los pobres de Yahv y el profetismo de la Antigua Alianza. Es el cntico que anuncia el nuevo Evangelio de Cristo; es el preludio del Sermn de la Montaa. All Mara se nos manifiesta vaca de s misma y poniendo toda su confianza en la misericordia del Padre. En el Magnificat se manifiesta como modelo para quienes no aceptan pasivamente las circunstancias adversas de la vida personal y social, ni son vctimas de la "alienacin", como hoy se dice, sino que proclaman con ella que Dios "ensalza a los humildes" y, si es el caso, "derriba a los potentados de sus tronos"... (Juan Pablo II, Homila Zapopn 4: AAS 71 p. 230). 299. Mara es mujer. Es la bendita entre todas las mujeres. En ella Dios dignific a la mujer en dimensiones insospechadas. En Mara el Evangelio penetr la feminidad, la redimi y exalt. Esto es de capital importancia para nuestro horizonte cultural, en el que la mujer debe de ser valorada mucho ms y donde sus tareas sociales se estn definiendo ms clara y ampliamente. Mara es garanta de la grandeza femenina, muestra la forma especfica del ser mujer, con esa vocacin de ser alma, entrega que espiritualice la carne y encarne el espritu. 300. Modelo de servicio eclesial en Amrica Latina. -La Virgen Mara se hizo la sierva del Seor. La Escritura la muestra como la que, yendo a servir a Isabel en la circunstancia del parto, le hace el servicio mucho mayor de anunciarle el Evangelio con las palabras del Magnificat. En Can est atenta a las necesidades de la fiesta y su intercesin provoca la fe de los discpulos que creyeron en l (Jn 2,11). Todo su servicio a los hombres es abrirlos al Evangelio e invitarlos a su obediencia: haced lo que l os diga (Jn 2,5). 301. Por medio de Mara Dios se hizo carne; entr a formar parte de un pueblo; constituy el centro de la historia. Ella es el punto de enlace del cielo con la tierra. Sin Mara, el Evangelio se desencarna, se desfigura y se transforma en ideologa, en racionalismo espiritualista.
302. Pablo VI seala la amplitud del servicio de Mara con palabras que tienen un eco muy actual en nuestro continente: Ella es una mujer fuerte que conoci la pobreza y el sufrimiento, la huida y el exilio (cf. Mt 2,13-23): situaciones stas que no pueden escapar a la atencin de quien quiere secundar con espritu evanglico las energas liberadoras del hombre y de la sociedad. Se presentar Mara como mujer que con su accin favoreci la fe de la comunidad apostlica en Cristo (cf. Jn 2,1-12) y cuya funcin maternal se dilat, asumiendo sobre el calvario dimensiones universales (MC 37). 303. El pueblo latinoamericano sabe todo esto. La Iglesia es consciente de que lo que importa es evangelizar no de una manera decorativa, como un barniz superficial (EN 20). Esa Iglesia, que con nueva lucidez y decisin quiere evangelizar en lo hondo, en la raz, en la cultura del pueblo, se vuelve a Mara para que el Evangelio se haga ms carne, ms corazn de Amrica Latina. sta es la hora de Mara, tiempo de un nuevo Pentecosts que ella preside con su oracin, cuando, bajo el influjo del Espritu Santo, inicia la Iglesia un nuevo tramo en su peregrinar. Que Mara sea en este camino estrella de la Evangelizacin siempre renovada (EN 81). 2 - DOCUMENTO FINAL DE LA CUARTA CONFERENCIA GENERAL DEL EPISCOPADO LATINOAMERICANO CELEBRADO EN SANTO DOMINGO (Octubre 1992) 15. Confirmando la fe de nuestro pueblo, queremos proclamar que la Virgen Mara, Madre de Cristo y de la Iglesia, es la primera redimida y la primera creyente. Mara, mujer de fe, ha sido plenamente evangelizada, es la ms perfecta discpula y evangelizadora. Es el modelo de todos los discpulos y evangelizadores, por su testimonio de oracin, de escucha de la palabra de Dios y de pronta y fiel disponibilidad al servicio del reino hasta la cruz. Su figura maternal fue decisiva para que los hombres y mujeres de Amrica Latina se reconocieran en su dignidad de hijos de Dios. Mara es el sello distintivo de la cultura de nuestro continente. Madre y educadora del naciente pueblo latinoamericano, en Santa Mara de Guadalupe, a travs del Beato Juan Diego, se ofrece un gran ejemplo de evangelizacin perfectamente inculturado. Nos ha precedido en la peregrinacin de la fe y en el camino de la gloria, y acompaa a nuestros pueblos que la invocan con amor hasta que nos encontremos definitivamente con su Hijo. Por eso la invocamos como Estrella de la primera y de la nueva Evangelizacin. 85. La Virgen Mara que pertenece tan profundamente a la identidad cristiana de nuestros pueblos latinoamericanos (cf. DP 283) es modelo de vida para los consagrados y apoyo seguro de su fidelidad. 229 La Virgen Mara acompaa a los apstoles cuando el Espritu de Jess resucitado penetra y transforma los pueblos de las diversas culturas. Mara que es modelo de la Iglesia, tambin es modelo de la evangelizacin de la cultura. Es la mujer juda que representa al pueblo de la Antigua Alianza con toda su realidad cultural. Pero se abre a la novedad del Evangelio y est presente en nuestras tierras como Madre comn de tanto de los aborgenes como de los que han llegado. 3.- EXHORTACIN APOSTOLICA ECCLESIA IN AMERICA DEL (22 enero 1999) Por medio de Mara encontramos a Jess 11. Cuando naci Jess, los magos de Oriente acudieron a Beln y vieron al Nio con Mara su Madre (Mt 2, 11). Al inicio de la vida pblica, en las bodas de Can, cuando el Hijo de
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Dios realiz el primero de sus signos, suscitando la fe de los discpulos (Jn 2, 11), es Mara la que interviene y orienta a los servidores hacia su Hijo con estas palabras: Haced lo que l os diga (Jn 2, 5). A este respecto, he escrito en otra ocasin: La Madre de Cristo se presenta ante los hombres como portavoz de la voluntad del Hijo, indicadora de aquellas exigencias que deben cumplirse para que pueda manifestarse el poder salvfico del Mesas . (17) Por eso, Mara es un camino seguro para encontrar a Cristo. La piedad hacia la Madre del Seor, cuando es autntica, anima siempre a orientar la propia vida segn el espritu y los valores del Evangelio. Cmo no poner de relieve el papel que la Virgen tiene respecto a la Iglesia peregrina en Amrica, en camino al encuentro con el Seor? En efecto, la Santsima Virgen, de manera especial, est ligada al nacimiento de la Iglesia en la historia de [...] los pueblos de Amrica, que por Mara llegaron al encuentro con el Seor . (18) En todas las partes del Continente la presencia de la Madre de Dios ha sido muy intensa desde los das de la primera evangelizacin, gracias a la labor de los misioneros. En su predicacin, el Evangelio ha sido anunciado presentando a la Virgen Mara como su realizacin ms alta. Desde los orgenes en su advocacin de Guadalupe Mara constituy el gran signo, de rostro maternal y misericordioso, de la cercana del Padre y de Cristo, con quienes ella nos invita a entrar en comunin . (19) La aparicin de Mara al indio Juan Diego en la colina del Tepeyac, el ao 1531, tuvo una repercusin decisiva para la evangelizacin. (20) Este influjo va ms all de los confines de la nacin mexicana, alcanzando todo el Continente. Y Amrica, que histricamente ha sido y es crisol de pueblos, ha reconocido en el rostro mestizo de la Virgen del Tepeyac, [...] en Santa Mara de Guadalupe, [...] un gran ejemplo de evangelizacin perfectamente inculturada . (21) Por eso, no slo en el Centro y en el Sur, sino tambin en el Norte del Continente, la Virgen de Guadalupe es venerada como Reina de toda Amrica. (22) A lo largo del tiempo ha ido creciendo cada vez ms en los Pastores y fieles la conciencia del papel desarrollado por la Virgen en la evangelizacin del Continente. En la oracin compuesta para la Asamblea Especial del Snodo de los Obispos para Amrica, Mara Santsima de Guadalupe es invocada como Patrona de toda Amrica y Estrella de la primera y de la nueva evangelizacin . En este sentido, acojo gozoso la propuesta de los Padres sinodales de que el da 12 de diciembre se celebre en todo el Continente la fiesta de Nuestra Seora de Guadalupe, Madre y Evangelizadora de Amrica. (23) Abrigo en mi corazn la firme esperanza de que ella, a cuya intercesin se debe el fortalecimiento de la fe de los primeros discpulos (cf. Jn 2, 11), gue con su intercesin maternal a la Iglesia en este Continente, alcanzndole la efusin del Espritu Santo como en la Iglesia naciente (cf. Hch 1, 14), para que la nueva evangelizacin produzca un esplndido florecimiento de vida cristiana. 4. CARTA PASTORAL DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL DE NICARAGUA CON MOTIVO DEL AO MARIANO (20 de enero de 1988) Los Obispos de la Conferencia Episcopal de Nicaragua, con motivo de la celebracin del Ao Mariano, y apoyando la iniciativa del Santo Padre Juan Pablo II, de preparar la llegada de ao des mil de la Encarnacin del Hijo de Dios con la celebracin de un Ao Mariano, dirigen al Pueblo catlico una Carta Pastoral sobre la verdadera devocin a la Virgen Mara, enfocando dicha devocin bajo dos aspectos: "Mara de Nicaragua", o sea Mara como Modelo y "Nicaragua de Mara", o sea cmo es la devocin Mariana del nicaragense. Managua, 20 de enero de 1988. "Nicaragua de Mara".
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Nicaragua, como todos los pueblos de Hispanoamrica, es esencialmente Mariana. Esto quiere decir que hay en nuestro pueblo un entrega sincera y entusiasta a la Siempre Virgen Mara, Reina y Madre de los nicaragenses. I.- Devocin mariana del nicaragense. 1.- Entrega Sincera a Mara. El nicaragense manifiesta su devocin y entrega a Mara Santsima de muchas maneras. Ella es invocada filialmente bajo los ltimos ttulos ms conmovedoras, como Nuestra Seora de la Merced, de los Desamparados, la Virgen del Perpetuo Socorro, Mara Auxiliadora, la Dolorosa, etc. Es venerada amorosamente en sus advocaciones de Nuestra Seora del Carmen, de Ftima, Virgen de Guadalupe, del Rosario, etc. Todos estos ttulos o advocaciones sabemos muy bien los nicaragenses, que se refiere a la misma nica Virgen Mara, Madre de Cristo y de los cristianos. 2.- La Pursima. Pero sobre todo, la devocin y amor a la Virgen Mara la demuestra el nicaragense en su ternura y respeto para con la PURSIMA, advocacin gloriosa que recuerda el Misterio de la Inmaculada Concepcin de Mara y evoca las hermosa fiestas que en los meses de noviembre y diciembre, en toda Nicaragua constituyen un verdadero y autntico plebiscito anual con el que se afirma la total entrega del nicaragense a su Madre del Cielo. La devocin a la Pursima ha llegado a estar tan dentro del ser del nicaragense, que podramos decir que le da a Nicaragua, una caracterstica muy particular y le confiere fisonoma propia entre los pueblos del mundo. Los festejos en honor a la Pursima que se celebran en los hogares, templos y calles de nuestras ciudades, pueblos y caseros, son motivo para ejercitar verdaderas virtudes cristianas: fervor mariano, caridad, sacrificio, oracin y sana alegra, etc., valores todos stos que deben ser conservados con firmeza, contra la tendencia de algunos de pretender convertir estas fiestas en mero folklore o en tradiciones vacas de contenido religioso. 3.- Perseverar en esta devocin. Que nada ni nadie pueda quitar a Nicaragua esta entrega confiada a la Pursima. Precisamente en este amor a la Virgen Inmaculada tenemos los nicaragenses la certeza de que Cristo nos ama, ya que El concede este don del amor a la Virgen aquellos a quienes tiene ms cerca de su Corazn, como lo demuestra la entrega que hizo de su Madre al discpulo que tanto quera y que en la ltima Cena reclin la cabeza sobre su Corazn (Cf. Jn. 19, 26 - Jn. 13 23). II.- Esencialidad mariana de Nicaragua. 1.- Mara presente en la vida diaria. Hay algo muy profundo en esta esencialidad mariana de Nicaragua. Nos referimos a la apropiacin que nuestro pueblo fiel ha hecho del Misterio de Mara; al modo en que lo vive y experimenta en su propia manera de vivir y entender el mundo. Mara, en efecto, es tenida y reconocida por todos, como la Madre de Dios y Madre de los pecadores que nos fue entregada por el mismo Jesucristo en su testamento de la Cruz. A la Virgen la invoca el catlico nicaragense con la seguridad y la confianza de ser siempre escuchado; con Ella habla, conversa y le comunica sus gozos y tristezas. Su imagen preside en la casas la vida familiar y es un recuerdo constante que invita a los hijos a vivir en gracia de Dios y es una llamada a mejorar su vida cristiana.
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2.- Abogada Nuestra. Mara representa para todos los que hemos nacido en Nicaragua, un desafo: el desafo a seguir la va de no "No caer" en el pecado o de "Levantarse", mediante la oracin, los Sacramentos y el recurso a su socorro maternal, si se ha tenido la debilidad de caer (Cf. RM. 52). Esto quiere decir que la maternidad de Mara adquiere forma real y concreta en la persona misma y en las circunstancias histricas y culturales del nicaragense, pudindose decir sin ninguna duda que: "NICARAGUA ES DE MARA". 3.- Mara y la madre nicaragense. En esta esencialidad mariana de Nicaragua, hay que destacar una valorizacin de "la mujermadre" , que en nuestra Patria ha sido y sigue siendo el ser ms sacrificado y por lo tanto el ms digno de admiracin y reconocimiento. Mara Santsima adelantar con su intercesin, la hora (Jn. 2, 1 ss.) de la transformacin del dolor y las lgrimas de las madres nicaragenses, en gozo y paz para ellas, sus hijos y dems seres queridos. CONFERENCIA EPISCOPAL DE NICARAGUA + Card. Miguel Obando Bravo, Arzobispo de Managua Presidente de la C.E.N. + Mons. Julin Barni, Obispo de Len + Mons. Leovigildo Lpez Fitoria, Obispo de Granada + Mons. Carlos Santi, Obispo de Matagalpa + Mons. Salvador Schlaefer, Obispo de Bluefields + Mons. Rubn Lpez Ardn, Obispo de Estel + Mons. Pedro L. Vlchez V., Obispo de Jinotega + Mons. Pablo Schmitz, Obispo Auxiliar de Bluefieds + Mons. Bosco Vivas Robelo, Obispo Auxiliar de Managua Secretario de la C.E.N., Administrador Apostlico de Juigalpa. 5. CARTA PASTORAL DE LOS ARZOBISPOS Y OBISPOS DE VENEZUELA EN EL SESQUICENTENARIO DE LA PROCLAMACIN DEL DOGMA DE LA INMACULADA CONCEPCIN (Enero 2005) Introduccin 1. El 8 de diciembre de 1854, Su Santidad el Papa Po IX, con la Bula Ineffabilis Deus, proclamaba solemnemente como dogma de fe la doctrina sobre la Inmaculada Concepcin de Mara: "Declaramos, afirmamos y definimos que ha sido revelada por Dios, y, por consiguiente, que debe ser creda firme y constantemente por todos los fieles, la doctrina que sostiene que la santsima Virgen Mara fue preservada inmune de toda mancha de culpa original, en el primer instante de su concepcin, por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atencin a los mritos de Jesucristo, salvador del gnero humano" (n. 18). 3. Los Arzobispos y Obispos de Venezuela, ante tan significativas efemrides y ante la necesidad de que los cristianos profundicemos nuestra fe y vivamos con mayor intensidad el autntico culto a la Madre de Dios, hacemos nuestra la invitacin del Santo Padre de celebrar un Ao dedicado a la Inmaculada Concepcin, el cual culminar el 8 de diciembre del 2005; con el deseo de favorecer el desarrollo armnico del culto a la Madre del Seor y que se produzca en el pueblo y sus pastores un crecimiento saludable del mismo (Cf. PABLO VI, Exhort. Apst. Marialis
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Cultus", nn. 38.58), por medio de esta Carta Pastoral ofrecemos una breve exposicin de esta doctrina y algunas sugerencias para la celebracin de este Ao en las dicesis y las parroquias. Venezuela, tierra de la Inmaculada 15. Una de las devociones ms arraigadas en la religiosidad mariana espaola desde tiempo inmemorial ha sido la de venerar a la Virgen Mara como Pursima o Inmaculada. En tierras de Andaluca cobr brillantez y expresin plstica y artstica con las representaciones de las Inmaculadas. De all pas al Nuevo Mundo donde arraig la devocin a la Pursima Concepcin desde la primera hora, de modo que en Venezuela ha estado presente desde el inicio de la evangelizacin. La invocacin a la Inmaculada estuvo presente en la fundacin de ciudades y pueblos, en numerosos documentos civiles de la colonia, y por supuesto en no pocos papeles eclesisticos. En el escudo de armas de Santiago de Len de Caracas se lee la frase "Oh Mara sin pecado concebida" y en la Pontificia y Real Universidad de la misma ciudad, al igual que en las universidades europeas del medioevo, los titulados y profesores se juramentaban prometiendo defender esta doctrina. En la peticin de elevacin de Mrida a obispado por parte del Rey Carlos III al Papa, pone bajo su patronazgo la nueva circunscripcin y en 1786, Fray Juan Ramos de Lora erigi la catedral bajo la advocacin de la Inmaculada; es por tanto la Patrona de Mrida. En la guerra de Independencia, el prcer Jos Flix Ribas gui en la batalla de La Victoria a los jvenes seminaristas y universitarios de Caracas bajo la ensea protectora de la Virgen Inmaculada y, despus del triunfo, una de sus primeras resoluciones fue la celebracin de una misa en su honor en la Catedral de Caracas. 16. Emociona contemplar en el pincel de aquel misterioso pintor de El Tocuyo la bella imagen de la Pursima Concepcin, la primera representacin de la Virgen hecha en nuestra tierra en el siglo XVII. Antiguos y hermosos cnticos y aguinaldos venezolanos cantan loores a la Pursima. Desde la colonia hasta nuestros das el nombre, la devocin y las imgenes de la Inmaculada se han ido desparramando por toda la geografa nacional. En Venezuela existen, algunas de ellas fundadas antes de la proclamacin del dogma, treinta y siete parroquias dedicadas a la Inmaculada Concepcin. Obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas, movimientos, han difundido a lo largo y ancho del pas la veneracin a la Inmaculada. Cartas pastorales, congresos marianos y escritos diversos han enseado al pueblo el sentido de esta doctrina. Nuestra Patria es tambin tierra de la Inmaculada. Arzobispos y Obispos de Venezuela. Caracas, 12 de enero de 2005.
definitivo sentido de salvacin (14.05.2002, n. 8). As pues, Guadalupe y Juan Diego tienen un hondo sentido eclesial y misionero y son un modelo de evangelizacin perfectamente inculturada. Desde el cielo el Seor, atentamente, mira a todos los hombres (Sal 32, 13), hemos recitado con el salmista, confesando una vez ms nuestra fe en Dios, que no repara en distinciones de raza o de cultura. Juan Diego, al acoger el mensaje cristiano sin renunciar a su identidad indgena, descubri la profunda verdad de la nueva humanidad, en la que todos estn llamados a ser hijos de Dios en Cristo. As facilit el encuentro fecundo de dos mundos y se convirti en protagonista de la nueva identidad mexicana, ntimamente unida a la Virgen de Guadalupe, cuyo rostro mestizo expresa su maternidad espiritual que abraza a todos los mexicanos. Por ello, el testimonio de su vida debe seguir impulsando la construccin de la nacin mexicana, promover la fraternidad entre todos sus hijos y favorecer cada vez ms la reconciliacin de Mxico con sus orgenes, sus valores y tradiciones. 2. De la homila del Santo Padre Juan Pablo II en la inauguracin del Nuevo Santuario de Nuestra Seora de Coromoto 10 de febrero de 1996 Desde el 8 de septiembre de 1652, Santa Mara de Coromoto acompaa la fe de los indios y los blancos, de los mestizos y los negros de la tierra venezolana. A Ella, la Madre tan amada, le digo una vez ms: T que has entrado tan adentro en los corazones de los fieles a travs de la seal de tu presencia, ... vive como en tu casa en estos corazones, tambin en el futuro Si a lo largo de los siglos se han multiplicado en tantos lugares de la tierra los santuarios marianos, si son tan numerosos en Amrica Latina y tambin aqu en Venezuela, entre los que destaca ste de Coromoto donde nos reunimos hoy, es precisamente porque para la Iglesia, para todos nosotros, es muy importante el testimonio materno de Mara sobre Cristo. Con su solicitud acompaa la difusin del Evangelio en todas las naciones. Este testimonio de Mara tiene una importancia particular para el continuo crecimiento y expansin de la Iglesia. Mara es Madre de la Iglesia porque es la Madre de Cristo. Qu profundas son pues las razones para que vuestra Nacin cristiana repita en este Santuario: T eres el orgullo de nuestro pueblo! (Jdt 15, 9). A los pies de Nuestra Seora quiero depositar una vez ms todas estas splicas: Virgen y Madre nuestra de Coromoto, que siempre has preservado la fe del pueblo venezolano, en tus manos pongo sus alegras y esperanzas, las tristezas y sufrimientos de todos tus hijos. Implora sobre los Obispos y presbteros los dones del Espritu, para que, fieles a sus promesas sacerdotales, sean infatigables mensajeros de la Buena Nueva, especialmente entre los ms pobres y necesitados. Infunde en los religiosos y religiosas el ejemplo de tu entrega total a Dios, para que en el servicio abnegado a los hermanos los acompaen en sus trabajos y necesidades. Madre de la Iglesia, alienta a los fieles laicos, comprometidos en la Nueva Evangelizacin, para que, con la promocin humana y la evangelizacin de la cultura, sean autnticos apstoles en el Tercer Milenio. Protege a todas las familias venezolanas para que sean verdaderas iglesias domsticas, donde se custodie el tesoro de la fe y de la vida,
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se ensee y se practique siempre la caridad fraterna. Ayuda a los catlicos a ser sal y luz para los dems, como autnticos testigos de Cristo, presencia salvadora del Seor, fuente de paz, de alegra y de esperanza. Reina y Madre Santa de Coromoto, ilumina a quienes rigen los destinos de Venezuela, para que trabajen por el progreso de todos, salvaguardando los valores morales y sociales cristianos. Ayuda a todos y cada uno de tus hijos e hijas, para que con Cristo, nuestro Seor y Hermano, caminen juntos hacia el Padre en la unidad del Espritu Santo. Amn. 3. Solemne Acto de Consagracin del Santo Padre Juan Pablo II a la Virgen de los Treinta Tres. Florida (Uruguay) 8 de mayo de 1988 1. Feliz porque has credo, Madre del Redentor! Ante tu imagen sagrada, oh Virgen de los Treinta y Tres, todo el pueblo del Uruguay, que te reconoce como Madre y Patrona, se confa unnime a mis labios para ensalzarte: Feliz porque has credo!, y con inefable gratitud te aclama Maestra de su fe. Tu mirada bondadosa acompaa los caminos de evangelizacin y sostiene con amor solcito la peregrinacin de fe y de esperanza de todo el Pueblo de Dios en esta sierra, que en ti pone su confianza, a ti encomienda sus aspiraciones, su futuro de paz, de progreso, de fidelidad a Cristo. 2. Bendita entre las mujeres! Bendito el fruto de tu seno! Madre del Verbo de la vida, Virgen de Nazaret, te encomiendo encarecidamente en este da todas las familias del Uruguay. Que sean felices afianzando ms y ms el vnculo indisoluble y sagrado del matrimonio; que sean benditas porque respetan la vida que nace, como don que viene de Dios, desde el mismo seno materno. Haz que cada familia sea de veras una iglesia domstica, a imagen de tu hogar de Nazaret, donde Dios est presente para hacer llevadero el yugo suave de su ley que es siempre amor, y donde los hijos puedan crecer en sabidura y gracia, sin que les falte el alimento, la educacin, el trabajo. Que el amor de todos los uruguayos hacia ti, se traduzca en respeto y promocin de la mujer, ya que eres espejo de su vocacin y dignidad, con la Iglesia y en la sociedad.
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3. Virgen del Magnificat, fiel a Dios y a la humanidad! Te ofrezco y pongo bajo tu amparo la Iglesia entera del Uruguay, los obispos y los sacerdotes, particularmente los recin ordenados, los religiosos y religiosas, los seminaristas y novicios y cuantos estn dedicados al servicio de la evangelizacin y del progreso de este pueblo: los catequistas, los laicos comprometidos, los jvenes. T que eres la imagen perfecta y viva de la libertad, de la unin indisoluble entre el amor de Dios y el servicio a los hermanos, entre la evangelizacin y la promocin humana, ensanos a poner en prctica el amor preferencial de Dios por los pobres y humildes. Que toda la Iglesia del Uruguay, bajo tu valiosa ayuda y ejemplo, trabaje sin descanso por implantar el Evangelio de las bienaventuranzas, garanta de libertad, de progreso, de paz; promueva la solidaridad con las dems naciones hermanas, y todos los uruguayos vivan en armona y concordia, conscientes de ser hijos de Dios y hermanos en Cristo, sellados por el mismo Espritu, miembros de la misma Iglesia e hijos tuyos, Madre del Redentor. Amn. 4. Acto de Consagracin del Santo Padre Juan Pablo II a la Virgen Santsima de Copacabana, La Paz (Bolivia) - 10 de mayo de 1988 Madre santsima de Copacabana, al concluir esta celebracin litrgica en la que hemos orado unidos por las familias bolivianas, imploro sobre ellas tu proteccin maternal. T, que desde tu santuario nacional acompaas con mirada bondadosa el caminar de este pueblo, alienta con tu intercesin poderosa a las familias de Bolivia, que hoy confo a tus cuidados. Protege e inspira a las madres de familia de esta noble tierra, que con dedicacin admirable atienden y dan consistencia a sus hogares, guan a sus hijos por el camino del bien y buscan su dignidad en lo cristiano y en lo humano. Ilumina tambin a los padres
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para que sepan ser siempre, en su vida familiar y social, ejemplos de rectitud, educadores responsables de sus hijos, modelo de respeto a los valores religiosos y morales que hacen estable y sana la familia. Cudate en especial de los hijos para que, a imitacin de Jess, crezcan en edad, en sabidura y en gracia, recibiendo y difundiendo en su propio hogar el amor y el respeto entre todos. Modela su corazn joven a fin de que, con comprensin y generosidad, robustezcan la unin familiar, vivan en obediencia a los principios cristianos y sean as el apoyo de sus padres y la esperanza de la sociedad boliviana. Vela, Madre, con particular ternura sobre las familias campesinas, que sufren el azote de la pobreza, sobre los hogares de los mineros, sobre los relocalizados, los que no tienen pan ni trabajo, los ms pobres y abandonados, para que experimenten tu consuelo y la solidaridad de los dems. Ensea, finalmente, a todos tus hijos bolivianos, sin distincin de origen tnico o extraccin social, la fidelidad a la fe cristiana, la valenta en la adversidad, la convivencia de la idntica dignidad de hijos y hermanos, el empeo para mejorar la patria comn, el compromiso por la honestidad y la justicia, la esperanza en un mundo nuevo en el que reinen de veras el amor y la paz. Amn. 5. Radiomensaje del Santo Padre Juan Pablo II al Pueblo Boliviano desde el Santuario mariano nacional de Copacabana (Bolivia) - 14 de mayo de1988, durante el viaje apostlico en Uruguay, Bolivia, Lima y Paraguay Queridos hermanos y hermanas de Bolivia: Llevo en mi corazn el gozo del encuentro con vosotros y el recuerdo consolador de vuestra fe y de vuestra vida cristiana. Al sobrevolar ahora el santuario mariano nacional de Copacabana, os dirijo gozoso y confiado este mensaje por radio, antes de dejar vuestro pas. Son las ltimas palabras de mi viaje pastoral, mientras me siento todava entre vosotros. Con ellas quisiera hacerme peregrino de amor al santuario de la Madre y Patrona de Bolivia, junto al pueblo catlico boliviano. A este lugar de gracia, Copacabana, donde la fe sembrada por religiosos dominicos, agustinos, franciscanos y sacerdotes diocesanos floreci en la presencia solcita y maternal de la Virgen de Candelaria, acudo yo tambin como peregrino entre los peregrinos. Quiero acompaar en su recorrido a los miles de devotos bolivianos, que como los antiguos romeros del Cusco, Juli, Potos, Salta y tantos otros lugares, con todo medio de transporte o a pie, vienen a postrarse ante la
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Virgen Morena, la Virgen del Lago; de ese lago majestuoso que guarda tantas y tan antiguas tradiciones de vuestros pueblos. En la meta del santuario, a los pies de la imagen bendita de Mara, Madre de Jess y nuestra, no habiendo podido hacerlo fsicamente, me postro espiritualmente, en este Ao Mariano. Y quisiera que mi plegaria se uniese, hoy y siempre, a la de cada hermano y hermana de Bolivia: Madre de Copacabana, T que en ste y en otros santuarios dedicados a ti recibes las splicas y tantos testimonios de amor de tus hijos, los alientas en sus amarguras, inspiras sus deseos de conversin y les muestras a tu Hijo en brazos, haz que cada uno de nosotros encontremos el camino hacia Cristo; que recobremos el aliento para ayudar al hermano pobre, al que sufre, al que necesita paz y gracia. T, Madre de Candelaria, guanos por el camino que conduce a Jess, tu Hijo y Hermano nuestro, luz para iluminar a todas las gentes, Palabra del Padre y presencia del Espritu. Que el peregrinar a tu santuario no sea slo para suplicarte dones de la tierra, sino tambin los dones del Espritu que robustezcan la fe, acrecienten la esperanza, muevan a obras de caridad. Ensea a tus hijos de Bolivia caminos de convivencia fraterna, de vida honesta, de moral renovada, de respeto a cada hermano, de compromiso con su patria. Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios. Y despus de este destierro, mustranos a Jess, fruto bendito de tu vientre, oh clementsima, oh piadosa, oh dulce Virgen Mara. As sea. 6. Santa Misa celebrada por el Santo Padre Juan Pablo II en la explanada del Santuario Mariano de Caacup (Paraguay) - 18 de mayo de 1988, durante el Viaje Apostlico a Uruguay, Bolivia, Lima y Paraguay Algrate, llena de gracia, el Seor est contigo (Lc 1, 28). 1. Cuntas personas han saludado a Mara con estas venturosas palabras, pronunciadas par primera vez en Nazaret! En cuntas lenguas y escritos de la gran familia humana! Llena de gracia. As se dirige el mensajero divino a la Virgen Mara. Estas palabras son un eco de la eterna bendicin con que Dios ha vinculado la humanidad redimida a su Eterno Hijo: El nos eligi en la persona de Cristo antes de crear el mondo..., predestinndonos a ser sus hijos adoptivos (Ef 1, 4-5). Al aceptar la Virgen el mensaje trado por el ngel, la eterna bendicin divina descendi con la virtud del Altsimo sobre Ella y la cubri con su sombra: Concebirs en tu vientre y dars a luz un hijo, y le pondrs por nombre Jess.. Mara respondi: Aqu est la esclava del Seor; hgase en m segn tu palabra (Lc 1, 31. 38). Estamos viviendo en toda la Iglesia, amadsimos hermanos y hermanas, el Ao Mariano. En este ao dedicado a Mara, me es grato poder visitar el Pueblo de Dios que vive en esta tierra del Paraguay: un pas, podramos decir, eminentemente mariano, ya que en su geografa ha quedado claramente inscrito, en hermosa secuencia de nombres, el Evangelio de los misterios de Mara: Concepcin, Encarnacin, Asuncin. Che corazoit giv, po ma maite; ha hiantet cheve andeyara ta pende rovas ha to hykuav pende apytepe i mborayh ha i ee marangat (De todo corazn os saludo y deseo que Dios os bendiga y derrame entre vosotros su amor y su palabra santa) 2. En este santuario nacional de Nuestra Seora de los Milagros de Caacup quiero abrazar, en mi saludo de fe y amor a la Virgen, al Pastor de la dicesis, junto con todos los hermanos en el Episcopado que nos acompaan; asimismo saludo con afecto a los sacerdotes y seminaristas, a los religiosos y religiosas y a toda la Iglesia en el Paraguay que viene a este santuario como a su propio hogar, porque es la casa de la Madre comn.
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Contemplando la imagen bendita de Nuestra Seora de Caacup, parece como si se rehiciera la misteriosa trama de una historia secular, en la que coincide felizmente para esta nacin la llegada del mensaje cristiano de salvacin y la presencia maternal de Mara en estas tierras. Se ha cumplido tambin aqu lo que tantas veces hemos visto en otros lugares: con la llegada del Evangelio, anunciando a Cristo, se hace a la vez presente su Madre, que es tambin Madre de los discpulos de Jess y que congrega a todos sus hijos en la Iglesia, que es la familia de Dios. De este modo se realiza sin cesar el misterio de la comunidad eclesial, reunida en torno a Mara, como en el Cenculo. Caacup es el lugar que Mara misma quiso elegir como atestiguan los sencillos signos y testimonios que nos ha transmitido la historia de este santuario para quedarse en medio de vosotros, para fijar en medio de estas montaas su morada, con un gesto exquisito de amor maternal y de fidelidad a su misin universal. Este santuario nacional, con su fuerza atractiva y irradiadora, es lugar bendito donde encontraris siempre a la Madre que Cristo nos ha entregado en el testamento de amor de la cruz (cf Jn 19, 27) . Peregrinar a Caacup, como solis hacer con tanto fervor en torno al 8 de diciembre, cuando desde los cuatro puntos cardinales del Paraguay vens para congregaros aqu, es ir a ese encuentro con la Madre de Dios para consolidar la fe y la gracia de Dios en vosotros, y poder abrir de par en par los espacios de vuestro corazn a Cristo, el Redentor (cf. Redemptoris Mater, 28) Caacup es el ncleo de esa geografa mariana, tan plsticamente expresada en los nombres de vuestras ciudades, que perpetan la memoria de los principales misterios de Mara. Por ello, os aliento a conservar con sano orgullo las mejores tradiciones y costumbres de vuestro pueblo, a cultivar el idioma, las expresiones artsticas y, sobre todo, a afianzar ms y ms el profundo sentimiento religioso. Defendiendo vuestra identidad, adems de prestar un servicio, cumpls un deber: el deber de transmitir vuestra cultura y vuestros valores a las generaciones venideras. De este modo, la nacin entera se sentir enriquecida, al mismo tiempo que la comn fe catlica impulsar a todos a abrir el corazn a los hermanos, sin excluir a nadie, en un esfuerzo solidario por trabajar con tesn en favor de la patria y del bien comn. Es bien sabido, amados hermanos y hermanas, que tanto en la vida de los nativos como de los campesinos no faltan dificultades y problemas. No pocas veces han sido objeto de marginacin y olvido. La Iglesia de hoy, como hizo la Iglesia del pasado con figuras como San Roque Gonzlez, fray Luis Bolaos y tantos otros misioneros, quiere apoyar decididamente las demandas de respeto a sus legtimos derechos, sin por ello dejar de recordarles sus deberes. Este caminar solidario con los hermanos, potenciando sus valores y animando desde dentro su cultura, ocupa una parte sustancial en la perspectiva y en la realidad cumplida por el misterio de la Encarnacin. Misterio de una presencia de Dios entre nosotros, de una comunin de Dios con nosotros, de la unidad indisoluble entre el amor a Dios y el amor a los hermanos, porque con su Encarnacin el Hijo de Dios se ha unido en cierto modo con cada hombre (Gaudium et spes, 22). Los paraguayos han experimentado en lo ntimo la presencia continua de la Madre de Dios en este paraje, sereno y de singular belleza, casi oculto entre montes y cerros. Y han comprobado la eficacia de su mediacin por los frutos de gracia y de santidad que desde aqu ha derramado sin cesar sobre su pueblo querido. En las horas difciles de la historia de la nacin, en los momentos de tribulacin y de dolor, los paraguayos han dirigido su mirada hacia Caacup, faro luminoso de su fe, en el cual han encontrado energas suficientes para motivar el herosmo, la generosidad, la esperanza. La mirada retrospectiva hacia el pasado de una maravillosa historia de fe, no nos exime del deber de una confrontacin con los problemas presentes y con el futuro de la Iglesia y de la nacin. Mara, la mujer nueva, desde Caacup, con su presencia eclesial, con su mediacin materna, a la que con tanta hondura religiosa se encomiendan todos los paraguayos, os est diciendo que no se puede construir el futuro sin la luz del Evangelio.
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Virgen de Caacup, que irradias luz desde esta serrana, te pido de todo corazn que bendigas y que cuides en todo tiempo a esta nacin paraguaya. 7. Acto de Consagracin a la Virgen Caacup, pronunciada por el Santo Padre Juan Pablo II en el Santuario Mariano de Caacup (Paraguay) 18 de mayo de 1988 1. Salve Mara, Estrella de la maana! Con todo el pueblo del Paraguay, Santsima Virgen de Caacup, Pursima en tu Concepcin Inmaculada, Seora de los Milagros y Madre de la patria, vengo a ratificar en tu presencia la ofrenda de amor y de fidelidad que te presentan agradecidos los hijos de esta tierra a quienes acompaas en su peregrinacin en la fe. Tu imagen nos habla de unin entre Evangelio y cultura nativa, del arraigo de la religiosidad popular, del atractivo que ejercen desde siglos tu nombre y tu santuario. 2. Virgen Inmaculada, llena de gracia! Ante tu imagen se inclinaron las generaciones pasadas, y todos los paraguayos te reconocen como Patrona y gua. En este da venturoso te ofrezco y te confo la Iglesia entera del Paraguay, los Pastores y los fieles, los sacerdotes, los religiosos y religiosas, los seglares, las familias, los jvenes. Encomiendo a tus solcitos cuidados la fidelidad del Paraguay a su vocacin y a sus races cristianas, para que bajo tu continua proteccin pueda alcanzar la plena realizacin que T, Mara, nos indicas en tu Hijo verdadero Dios y verdadero hombre. 3. Mara de Nazaret, signo de consuelo y de esperanza! A Ti que precedes y guas nuestro camino de fe, nuestra peregrinacin hacia el futuro, encomendamos la nueva evangelizacin que comienza en este santuario de Caacup, al igual que comenz en Nazaret con el misterio de la Encarnacin, y en el Cenculo de Pentecosts con la venida del Espritu Santo. T que eres primicia de la humanidad nueva, salvaguarda los valores de la cultura autctona, la fe que arraiga en los corazones sencillos, la profunda religiosidad del pueblo.
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4. Reina y Seora del Paraguay! Reaviva en las mentes y en los corazones el fervor de tus misterios, grabados en lo ms profundo de nuestra fe y de nuestra cultura, esos misterios que canta la geografa de la nacin. Tu Concepcin: el amor del Padre que te llen de gracia, signo de la victoria sobre el pecado y sobre el mal. La Encarnacin: el misterio del Hijo de Dios hecho hombre, la cercana y el amor de nuestro Dios que nos ha llegado por Ti. Tu Asuncin: el destino definitivo de la Iglesia que resplandece en tu glorificacin a la derecha de Cristo, el Redentor Resucitado. Hoy anhelamos y rogamos por tu intercesin que toda la Iglesia del Paraguay, reunida en torno a tu imagen, como los Apstoles en Pentecosts, reciba una renovada efusin del Espritu para proclamar el Evangelio con la entereza de una fe profunda y la fecundidad del testimonio cristiano. S T, oh Mara, el signo de la verdadera libertad de todos los hijos de Dios en el Paraguay, congregados en la unidad de la Iglesia de la que T eres modelo perfecto y Madre amorosa. Amn. 8. Acto de Consagracin de Chile a la Virgen del Carmen pronunciado por Su Santidad Juan Pablo II en el Santuario nacional de Maip (Santiago de Chile) 3 de abril de 1987 1. Te bendecimos, oh Dios nuestro!, Padre, Hijo y Espritu Santo, porque elegiste a Mara, desde antes de la creacin del mundo, para ser santa e inmaculada ante Ti por el amor. En previsin de los mritos de Cristo, la redimiste y constituiste Madre del mismo Redentor. Por virtud del Espritu Santo hiciste de Ella para siempre templo de tu gloria, una nueva criatura, primicia de la nueva humanidad. Bendito seas por siempre, Seor! 2. Bendita T entre las mujeres, Virgen Mara, y bendito el fruto de tu seno, Jess! En Ti, la llena de gracia, se refleja la bondad de Dios y el destino de la criatura humana, para alabanza de la gloria de su gracia con la que nos enriqueci en su Hijo muy amado, que es nuestro Hermano e Hijo tuyo, Jesucristo. T, la humilde sierva del Seor, eres el modelo de los discpulos de Cristo
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que consagran su vida a realizar la voluntad del Padre para la venida de su reino. 3. Santa Mara, Madre de Cristo, Madre de Dios y Madre nuestra! Bajo tu amparo nos acogemos, a tu intercesin maternal nos confiamos. Como T te consagraste totalmente a Dios, nosotros, siguiendo tu ejemplo y en comunin contigo, nos consagramos a Cristo el Seor; nos consagramos tambin a Ti, nuestro modelo, porque queremos hacer en todo la voluntad del Padre, y ser como T fieles a las inspiraciones del Espritu. 4. Virgen del Carmen de Maip, Reina y Patrona del pueblo chileno! A tu corazn de Madre encomiendo la Iglesia y todos los habitantes de Chile: los Pastores y los fieles, todos los hijos de esta nacin. Que bajo tu proteccin maternal, Chile sea una familia unida en el hogar comn, una patria reconciliada en el perdn y en el olvido de las injurias, en la paz y en el amor de Cristo. T que eres la Madre de la Vida verdadera, ensanos a ser testigos del Dios vivo, del amor que es ms fuerte que la muerte, del perdn que disculpa las ofensas, de la esperanza que mira hacia el futuro para construir, con la fuerza del Evangelio, la civilizacin del amor en una patria reconciliada y en paz. 5. Santa Mara de la Esperanza, Virgen del Carmen y Madre de Chile! Extiende tu escapulario, como manto de proteccin, sobre las ciudades y los pueblos, sobre la cordillera y el mar, sobre hombres y mujeres, jvenes y nios, ancianos y enfermos, hurfanos y afligidos, sobre los hijos fieles y sobre las ovejas descarriadas. T, que en cada hogar chileno tienes un altar familiar, que en cada corazn chileno tienes un altar vivo, acoge la plegaria de tu pueblo, que ahora, con el Papa, de nuevo se consagra a Ti. Estrella de los mares y Faro de luz, consuelo seguro para el pueblo peregrino, gua los pasos de Chile en su peregrinar terreno, para que recorra siempre senderos de paz y de concordia, caminos de Evangelio, de progreso, de justicia y libertad. Reconcilia a los hermanos en un abrazo fraterno; que desaparezcan los odios y los rencores,
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que se superen las divisiones y las barreras, que se unan las rupturas y sanen las heridas. Haz que Cristo sea nuestra Paz, que su perdn renueve los corazones, que su Palabra sea esperanza y fermento en la sociedad. 6. Madre de la Iglesia y de todos los hombres! Inspira y conserva la fidelidad a Cristo en la nacin chilena y en el continente latinoamericano. Mantn viva la unidad de la Iglesia bajo la cruz de tu Hijo. Haz que los hombres de todos los pueblos, reconozcan su mismo origen y su idntico destino, se respeten y amen como hijos del mismo Padre, en Cristo Jess, nuestro nico Salvador, en el Espritu Santo que renueva la faz de la tierra, para gloria y alabanza de la Santsima Trinidad. Amn. 9. Acto de Consagracin de Argentina a la Virgen de Lujn pronunciado por el Santo Padre Juan Pablo II en Buenos Aires (Argentina) 12 de abril de 1987 1.Dios te salve, Mara, llena de gracia, Madre del Redentor! Ante tu imagen de la Pura y Limpia Concepcin, Virgen de Lujn, Patrona de Argentina, me postro en este da aqu, en Buenos Aires, con todos los hijos de esta patria querida, cuyas miradas y cuyos corazones convergen hacia Ti; con todos los jvenes de Latinoamrica que agradecen tus desvelos maternales, prodigados sin cesar en la evangelizacin del continente en su pasado, presente y futuro; con todos los jvenes del mundo, congregados espiritualmente aqu, por un compromiso de fe y de amor; para ser testigos de Cristo tu Hijo en el tercer milenio de la historia cristiana, iluminados por tu ejemplo, joven Virgen de Nazaret, que abriste las puertas de la historia al Redentor del hombre, con tu fe en la Palabra, con tu cooperacin maternal. 2. Dichosa t porque has credo! En el da del triunfo de Jess, que hace su entrada en Jerusaln manso y humilde, aclamado como Rey por los sencillos, te aclamamos tambin a Ti, que sobresales entre los humildes y pobres del Seor; son stos los que confan contigo en sus promesas, y esperan de E1 la salvacin. Te invocamos como Virgen fiel y Madre amorosa,
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Virgen del Calvario y de la Pascua, modelo de la fe y de la caridad de la Iglesia, unida siempre, como T, en la cruz y en la gloria, a su Seor. 3. Madre de Cristo y Madre de la Iglesia! Te acogemos en nuestro corazn, como herencia preciosa que Jess nos confi desde la cruz. Y en cuanto discpulos de tu Hijo, nos confiamos sin reservas a tu solicitud porque eres la Madre del Redentor y Madre de los redimidos. Te encomiendo y te consagro, Virgen de Lujn, la patria argentina, pacificada y reconciliada, las esperanzas y anhelos de este pueblo, la Iglesia con sus Pastores y sus fieles, las familias para que crezcan en santidad, los jvenes para que encuentren la plenitud de su vocacin, humana y cristiana, en una sociedad que cultive sin desfallecimiento los valores del espritu. Te encomiendo a todos los que sufren, a los pobres, a los enfermos, a los marginados; a los que la violencia separ para siempre de nuestra compaa, pero permanecen presentes ante el Seor de la historia y son hijos tuyos, Virgen de Lujn, Madre de la Vida. Haz que Argentina entera sea fiel al Evangelio, y abra de par en par su corazn a Cristo, el Redentor del hombre, la Esperanza de la humanidad. 4. Dios te salve, Virgen de la Esperanza! Te encomiendo a todos los jvenes del mundo, esperanza de la Iglesia y de sus Pastores; evangelizadores del tercer milenio, testigos de la fe y del amor de Cristo en nuestra sociedad y entre la juventud. Haz que, con la ayuda de la gracia, sean capaces de responder, como T, a las promesas de Cristo, con una entrega generosa y una colaboracin fiel. Haz que, como T, sepan interpretar los anhelos de la humanidad; para que sean presencia saladora en nuestro mundo Aquel que, por tu amor de Madre, es para siempre el Emmanuel, el Dios con nosotros, y por la victoria de su cruz y de su resurreccin est ya para siempre con nosotros, hasta el final de los tiempos. Amn.
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10. De la homila del Santo Padre, Juan Pablo II, durante la Concelebracin Eucarstica en el Campo Juan Pablo II de Chiquinquir (Colombia) julio de 1986 1. Dichosa T que has credo! (cf. Lc 1, 45) Como peregrino a tu santuario de Chiquinquir, me postro ante Ti, oh Madre de Jess, pronunciando las palabras con las que te salud Isabel, la esposa de Zacaras, en el umbral de su casa. 2. Dichosa T, que has credo! Son muchos los lugares en la tierra desde los cuales los hijos del Pueblo de Dios, nacidos de la Nueva Alianza, te repiten a porfa las palabras de esta bienaventuranza: Bendita t eres entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre; de dnde a m que la madre de mi Seor venga a mi? (Lc 1, 42-43) Y uno de esos lugares, que T has querido visitar, como la casa de Isabel, es ste: el santuario mariano del Pueblo de Dios en tierra colombiana. Aqu en Chiquinquir quisiste, oh Madre, disponer para siempre tu morada. Durante cuatro siglos, tu presencia vigilante y valerosa ha acompaado ininterrumpidamente a los mensajeros del Evangelio en estas tierras para hacer brotar en ellas, con la luz y la gracia de tu Hijo, la inmensa riqueza de la vida cristiana. Bien podemos repetir hoy, recordando las palabras de mi venerado predecesor el Papa Po XII, que Colombia es jardn mariano, entre cuyos santuarios domina, como sol entre las estrellas, Nuestra Seora de Chiquinquir. Amadsimos hermanos y hermanas: Al cumplirse el cuarto centenario de la Renovacin de esta venerada imagen, me sumo gozosamente a vosotros en esta peregrinacin de fe y de amor. He venido a este lugar a postrarme a los pies de la Virgen, deseoso de confortaros en la fe, esto es, en la verdad de Jesucristo, de la cual forma parte la verdad de Mara y la verdadera devocin hacia Ella. Quiero tambin orar con vosotros por la paz y la prosperidad de esta amada nacin, ante Aquella que proclamis Reina de la Paz y que con afecto filial invocis como Reina de Colombia. 3. En mi peregrinacin a este santuario, quiero abrazar en mi saludo de fe y de amor a la Virgen, a todos cuantos estn viviendo con vuestra presencia o en espritu estos momentos de gracia: en primer lugar a mis hermanos en el Episcopado, en particular, a los Pastores de la provincia eclesistica de Tunja: los obispos de Chiquinquir, Duitama, Garagoa y Casanare. Asimismo a las autoridades, encabezadas por el Seor Presidente de la Repblica; a los Pueblo de Dios que en este santuario de Mara se encuentra como en su propia casa, por ser casa de la Madre comn. Mis manos se alargan, en aras de fervor mariano, para estrechar de modo singular en el mismo abrazo a todos vosotros, los campesinos, quienes a base de esfuerzo y de sudor cultivis esta tierra, participando en el misterio de Dios, creador y providente: Dios que da la lluvia para que la tierra d sus frutos (cf. Sal 85 [84], 13). La devocin a la Virgen Mara, tan firmemente arraigada en vuestra genuina religiosidad, tan popular, no puede y no debe ser instrumentalizada, por nadie; ni como freno a las exigencias de justicia y prosperidad que son propias de la dignidad de los hijos de Dios; ni como recurso para un proyecto puramente humano de liberacin que muy pronto se revelara ilusorio. La fe que los pobres ponen en Cristo y la esperanza de su reino tienen como modelo y protectora a la Virgen Mara. Mara, aceptando la voluntad del Padre, abre el camino de la salvacin y hace posible que con la presencia del reino de Dios se haga su voluntad en esta tierra as como ya se hace en el cielo. Mara, proclamando la fidelidad de Dios por todas las generaciones, asegura la victoria de los pobres y de los humildes; esa victoria que ya se refleja en su vida y por la cual todas las generaciones la llamarn bienaventurada (cf. Lc 1, 46-53). 11. Oracin de su Santidad Juan Pablo II a la Virgen del Rosario, pronunciada en la Baslica de Nuestra Seora de Chiquinquir (Colombia) el 3 de julio de 1986
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1. Dios te salve Mara! Te saludamos con el ngel: Llena de gracia. El Seor est contigo. Te saludamos con Isabel: Bendita t entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! Feliz porque has credo a las promesas divinas! Te saludamos con las palabras del Evangelio: Feliz porque has escuchado la Palabra de Dios y la has cumplido. 2. T eres la llena de gracia! Te alabamos, Hija predilecta del Padre. Te bendecimos, Madre del Verbo divino. Te veneramos, Sagrario del Espritu Santo. Te invocamos, Madre y Modelo de toda la Iglesia. Te contemplamos, imagen realizada de las esperanzas de toda la humanidad. 3. EI Seor est contigo! T eres la Virgen de la Anunciacin, el S de la humanidad entera al misterio de la salvacin. T eres la Hija de Sin y el Arca de la nueva Alianza en el misterio de la visitacin. T eres la Madre de Jess, nacido en Beln, la que lo mostraste a los sencillos pastores y a los sabios de Oriente. T eres la Madre que ofrece a su Hijo en el templo, lo acompaa hasta Egipto, lo conduce a Nazaret. Virgen de los caminos de Jess, de la vida oculta y del milagro de Can. Madre Dolorosa del Calvario y Virgen gozosa de la Resurreccin. eres la Madre de los discpulos de Jess en la espera y en el gozo de Pentecosts. 4. Bendita porque creste en la Palabra del Seor, porque esperaste en sus promesas, porque fuiste perfecta en el amor. Bendita por tu caridad premurosa con Isabel, por tu bondad materna en Beln, por tu fortaleza en la persecucin, por tu perseverancia en la bsqueda de Jess en el templo, por tu vida sencilla en Nazaret, por tu intercesin en Can, por tu presencia maternal junto a la cruz, por tu fidelidad en la espera de la resurreccin, por tu oracin asidua en Pentecosts. Bendita eres por la gloria de tu Asuncin a los cielos por tu materna proteccin sobre la Iglesia por tu constante intercesin por toda la humanidad. 5. Santa Mara, Madre de Dios! Queremos consagrarnos a Ti. Porque eres Madre de Dios y Madre nuestra. Porque tu Hijo Jess nos confi a todos a Ti. Porque has querido ser Madre de esta Iglesia de Colombia y has puesto aqu en Chiquinquir tu santuario. Nos consagramos a Ti todos los que hemos venido a visitarte en esta celebracin solemne de los cuatrocientos aos de la renovacin de tu imagen. Te consagro toda la Iglesia de Colombia, con sus Pastores y sus fieles:
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Los obispos, que a imitacin del Buen Pastor velan por el pueblo que les ha sido encomendado. Los sacerdotes, que han sido ungidos por el Espritu. Los religiosos y religiosas, que ofrendan su vida por el reino de Cristo. Los seminaristas, que han acogido la llamada del Seor. Los esposos cristianos en la unidad e indisolubilidad de su amor con sus familias. Los seglares comprometidos en el apostolado. Los jvenes que anhelan una sociedad nueva. Los nios que merecen un mundo ms pacfico y humano. Los enfermos, los pobres, los encarcelados, los perseguidos, los hurfanos, los desesperados, los moribundos. Te consagro toda esta nacin de Colombia de la que eres, Virgen de Chiquinquir, Patrona y Reina. Que resplandezcan en sus instituciones los valores del Evangelio. 6. Ruega por nosotros pecadores! Madre de la Iglesia, bajo tu patrocinio nos acogemos y a tu inspiracin nos encomendamos. Te pedimos por la Iglesia de Colombia, para que sea fiel en la pureza de la fe, en la firmeza de la esperanza, en el fuego de la caridad, en la disponibilidad apostlica y misionera, en el compromiso por promover la justicia y la paz entre los hijos de esta tierra bendita. Te suplicamos que toda la Iglesia de Latinoamrica se mantenga siempre en perfecta comunin de fe y de amor, unida a la Sede de Pedro con estrechos vnculos de obediencia y de caridad. Te encomendamos la fecundidad de la nueva evangelizacin, la fidelidad en el amor de preferencia por los pobres y la formacin cristiana de los jvenes, el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas, la generosidad de los que se consagran a la misin, la unidad y la santidad de todas las familias. 7. Ahora y en la hora de nuestra muerte. Virgen del Rosario, Reina de Colombia, Madre nuestra! Ruega por nosotros ahora. Concdenos el don inestimable de la paz, la superacin de todos los odios y rencores, la reconciliacin de todos los hermanos. Que cese la violencia y la guerrilla. Que progrese y se consolide el dilogo y se inaugure una convivencia pacfica. Que se abran nuevos caminos de justicia y de prosperidad. Te lo pedimos a Ti a quien invocamos como Reina de la Paz. Ahora y en la hora de nuestra muerte! Te encomendamos a todas las vctimas de la injusticia y de la violencia, a todos los que han muerto en las catstrofes naturales, a todos los que en la hora de la muerte acuden a Ti como Madre y Patrona. S para todos nosotros, Puerta del Cielo, vida, dulzura y esperanza, para que juntos podamos contigo glorificar al Padre, al Hijo y al Espritu Santo. Amn! 12. Oracin de ofrecimiento a la Virgen de Coromoto, pronunciada por Santo Padre Juan Pablo II, en Caracas, 27 de enero de 1985 Y ahora con gran confianza en su maternal ayuda queremos hacer esta maana el acto de ofrecimiento de todos los hijos de Venezuela a Nuestra Seora de Coromoto. A Ti, Madre Santsima, que has sido la protectora de la fe del pueblo venezolano, te confo hoy la fe de este pueblo. Defindela contra los peligros del laicismo, de los ataques que la amenazan, del consumismo, de la visin horizontalista de la vida que atenta contra su vigor.
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En tus manos, oh Mara, Madre de Cristo y nuestra, pongo las alegras y las tristezas, las esperanzas y sufrimientos, los desvelos y necesidades de todas las familias venezolanas. Cuida en ellas la vida, aun la no nacida, protege a sus nios y jvenes, conforta a sus enfermos y ancianos, aumenta el amor de los esposos, para que caminen siempre en la luz de tu Hijo y busquen la estabilidad de su unin en el sacramento. Asiste asimismo a las familias emigrantes, especialmente a las venidas de Cuba, de la Repblica Dominicana, de Colombia, del Ecuador y de Europa, que son las ms numerosas. Te encomiendo, oh Mara, Madre de la Iglesia, a los ministros de tu Hijo, a las almas consagradas, a los que sintieron la llamada a su servicio y al de sus hermanos. Alienta sus anhelos apostlicos, afianza su fidelidad, insprales deseos de santidad, acompaa su generosa entrega eclesial. Te confo tambin el problema de la escasez de vocaciones. Inspira a esta Iglesia para que redoble su vitalidad, suscitando en su seno abundantes y selectas vocaciones. Bendice a cuantos con su trabajo honrado procuran el bienestar de los hermanos: al campesino y al obrero, al empresario y al artesano, a los profesionales y a quienes tienen responsabilidades de direccin en la sociedad. Aydales a ejercer su misin con gran sentido de honradez, diligencia y moralidad, escuchando el fuerte clamor de justicia que brota de tantos corazones. Virgen Santa de Coromoto, en unin colegial con mis hermanos obispos de Venezuela, te pido: ilumina los destinos de Venezuela; gua esta noble nacin, por los caminos de la paz y del progreso cristiano; ayuda a todos sus hijos, para que de la mano con Cristo, nuestro Seor y Hermano, caminen hacia el Padre comn en la unidad del Espritu Santo. Amn. 13. De la homila durante la Santa Misa celebrada por el Santo Padre Juan Pablo II en le Santuario de Nuestra Seora de Suyapa en Tegucigalpa (Honduras), 8 de marzo de 1983 Un mismo nombre, Mara, modulado con diversas advocaciones, invocado con las mismas oraciones, pronunciado con idntico amor. En Panam se la invoca con el nombre de la Asuncin; en Costa Rica, Nuestra Seora de los ngeles; en Nicaragua, la Pursima; en El Salvador se la invoca como Reina de la Paz; en Guatemala se venera su Asuncin gloriosa; Belice ha sido consagrada a la Madre de Guadalupe y Hait venera a Nuestra Seora del Perpetuo Socorro. Aqu, el nombre de la Virgen de Suyapa tiene sabor de misericordia por parte de Mara y de reconocimiento de sus favores por parte del pueblo hondureo 5. Queridos hermanos e hijos de este pueblo de Honduras, de donde han salido preciosas iniciativas de catequesis y de proclamacin de la Palabra, para llevar el Evangelio a los ms pobres y sencillos a quienes Jess reconoce esa sabidura que viene del Padre (cf. Lc 10, 21): Quisiera resumiros en dos palabras la sublime leccin del Evangelio de Mara: La Virgen es Madre; la Virgen es Modelo. No podemos acoger plenamente a la Virgen como Madre sin ser dciles a su palabra, que nos seala a Jess como Maestro de la verdad que hay que escuchar y seguir: Haced lo que El os diga. Esta palabra repite continuamente Mara, cuando lleva a su Hijo en brazos o lo indica con su mirada. He aqu a tu Madre. El Papa peregrino os repite la palabra de Jess. Acogedla en vuestra casa; aceptada como Madre y Modelo. Ella os ensear los senderos del Evangelio. Os har conocer a Cristo y amar a la Iglesia; os mostrar el camino de la vida; os alentar en vuestras dificultades. En Ella encuentra siempre la Iglesia y d cristiano un motivo de consuelo y de esperanza, porque Ella precede con su luz al Pueblo de Dios peregrino en esta tierra, como signo de esperanza cierta y de consuelo hasta que llegue el da del Seor (cf. Lumen Gentium, 68). Con esta esperanza, como signo de compromiso filial por parte de todos y como manifestacin de la confianza que hemos depositado en Mara, Madre y Modelo, quiero dirigir a la
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Virgen nuestra Seora esta plegaria de ofrecimiento de todos los pueblos de Amrica Central que he visitado en mi viaje apostlico: Ave, llena de gracia, bendita entre las mujeres, Madre de Dios y Madre nuestra, Santa Virgen Mara. Peregrino por los pases de Amrica Central, llego a este santuario de Suyapa para poner bajo tu amparo a todos los hijos de estas naciones hermanas, renovando la confesin de nuestra fe, la esperanza ilimitada que hemos puesto en tu proteccin, el amor filial hacia ti, que Cristo mismo nos ha mandado. Creemos que eres la Madre de Cristo, Dios hecho hombre, y la Madre de los discpulos de Jess. Esperamos poseer contigo la bienaventuranza eterna de la que eres prenda y anticipacin en tu Asuncin gloriosa. Te amamos porque eres Madre misericordiosa, siempre compasiva y clemente, llena de piedad. Te encomiendo todos los pases de esta rea geogrfica. Haz que conserven, como el tesoro ms precioso, la fe en Jesucristo, el amor a ti, la fidelidad a la Iglesia. Aydales a conseguir, por caminos pacficos, el cese de tantas injusticias, el compromiso en favor del que ms sufre, el respeto y promocin de la dignidad humana y espiritual de todos sus hijos. T que eres la Madre de la paz, haz que cesen las luchas, que acaben para siempre los odios, que no se reiteren las muertes violentas. T que eres Madre, enjuga las lgrimas de los que lloran, de los que han perdido a sus seres queridos, de los exiliados y lejanos de su hogar; haz que quienes pueden, procuren el pan de cada da, la cultura, el trabajo digno. Bendice a los Pastores de la Iglesia, a los sacerdotes, a los diconos, a los religiosos y religiosas, a los seminaristas, catequistas, laicos apstoles y delegados de la Palabra. Que con su testimonio de fe y de amor sean constructores de esa Iglesia de la que t eres Madre. Bendice a las familias, para que sean hogares cristianos donde se respete la vida que nace, la fidelidad del matrimonio, la educacin integral de los hijos, abierta a la consagracin a Dios. Te encomiendo los valores de los jvenes de estos pueblos; haz que encuentren en Cristo el modelo de entrega generosa a los dems; fomenta en sus corazones el deseo de una consagracin total al servicio del Evangelio. En este Ao Santo de la Redencin que vamos a celebrar, concede a todos los que se han alejado, el don de la conversin; y a todos los hijos de la Iglesia, la gracia de la reconciliacin; con frutos de justicia, de hermandad, de solidaridad. Al renovar nuestra entrega de amor a ti, Madre y Modelo, queremos comprometernos, como t te comprometiste con Dios, a ser fieles a la Palabra que da la vida. Queremos pasar del pecado a la gracia, de la esclavitud a la verdadera libertad en Cristo, de la injusticia que margina a la justicia que dignifica, de la insensibilidad a la solidaridad con quien ms sufre, del odio al amor, de la guerra que tanta destruccin ha sembrado, a una paz que renueve y haga florecer vuestras tierras. Seora de Amrica, Virgen pobre y sencilla, Madre amable y bondadosa, t que eres motivo de esperanza y de consuelo, ven con nosotros a caminar, para que juntos alcancemos la libertad verdadera en el Espritu que te cubri con su sombra;. en Cristo que naci de tus entraas maternas; en el Padre que te am y te eligi como primicia de la nueva humanidad. Amn. 14. Acto de Ofrecimiento a la Virgen de Lujn durante la Santa Misa celebrada por el Santo Padre Juan Pablo II en el Santuario de Nuestra Seora de Lujn en Buenos Aires (Argentina) 11 de junio de 1982 A la Madre de Cristo y Madre de cada uno de nosotros queremos pedir que presente a su Hijo el ansia actual de nuestros corazones doloridos y sedientos de paz.
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A Ella que, desde los aos de 1630, acompaa aqu maternalmente a cuantos se la acercan para implorar su proteccin, queremos suplicar hoy aliento, esperanza, fraternidad. Ante esta bendita imagen de Mara, a la que mostraron su devocin mis predecesores Urbano VIII, Clemente XI, Len XIII, Po XI y Po XII, viene tambin a postrarse, en comunin de amor filial con vosotros, el Sucesor de Pedro en la ctedra de Roma. La tradicin del santuario de Lujn ha colocado estas palabras en el centro mismo de la liturgia, a cuya participacin invita a todos los peregrinos. Es como si quisiera decir: aprended a mirar al misterio que constituye la gran perspectiva para los destinos del hombre sobre la tierra, y aun despus de la muerte. Sabed ser tambin hijos e hijas de esta Madre, que Dios en su amor ha dado al propio hijo como Madre. Aprended a mirar de esta manera, particularmente en los momentos difciles y en las circunstancias de mayor responsabilidad; hacedlo as en este instante en que el Obispo de Roma quiere estar entre vosotros como peregrino, rezando a los pies de la Madre de Dios en Lujn, santuario de la nacin argentina. Al santuario de Lujn hemos venido hoy en el espritu de esa entrega. Y yo - Obispo de Roma - vengo tambin para pronunciar este acto de ofrecimiento a Ti de todos y cada uno. De manera especial te confo todos aquellos que, a causa de los recientes acontecimientos, han perdido la vida: encomiendo sus almas al eterno reposo en el Seor. Te confo asimismo los que han perdido la salud y se hallan en los hospitales, para que en la prueba y el dolor sus nimos se sientan confortados. Te encomiendo todas las familias y la nacin. Que todos sean partcipes de esta elevacin del hombre en Cristo proclamada por la liturgia de hoy. Que vivan la plenitud de la fe, la esperanza y la caridad como hijos e hijas adoptivos del Padre Eterno en el Hijo de Dios. Que por tu intercesin, oh Reina de la paz, se encuentren las vas para la solucin del actual conflicto, en la paz, en la justicia y en el respeto de la dignidad propia de cada nacin. Escucha a tus hijos, mustrales a Jess, el Salvador, como camino, verdad, vida y esperanza. As sea. 15. De la homila de la Santa Misa celebrada por el Santo Padre Juan Pablo II en la Baslica de Guadalupe (Mxico) 27 de enero de 1979 1. Salve, Mara! CUN PROFONDO es mi gozo, queridos Hermanos en el Episcopado y amadsimos hijos, porque los primeros pesos de mi peregrinaje, como Sucesor de Pablo VI y de Juan Pablo I, me traen precisamente aqu. Me traen a Ti, Mara, en este Santuario del pueblo de Mxico y de toda Amrica Latina, en el que desde hace tantos siglos se ha manifestado tu maternidad. Congregados aqu el Sucesor de Pedro y los sucesores de los Apstoles, nos damos cuenta de cmo esas palabras se han cumplido, de manera admirable, en esta tierra. En efecto, desde que en 1492 comienza la gesta evangelizadora en el Nuevo Mundo, apenas una veintena de aos despus llega la fe a Mxico. Poco ms tarde se crea la primera sede arzobispal regida por Juan de Zumrraga, a quien secundarn otras grandes figuras de evangelizadores, que extendern el cristianismo en muy amplias zonas. De hecho los primeros misioneros llegados a Amrica, provenientes de tierras de eminente tradicin mariana, junto con los rudimentos de la fe cristiana van enseando el amor a Ti, Madre de Jess y de todos los hombres. Y desde que el indio Juan Diego hablara de la dulce Seora del Tepeyac, T, Madre de Guadalupe, entras de modo determinante en la vida cristiana del pueblo de Mxico. No menor ha sido Tu presencia en otras partes, donde Tus hijos te invocan con tiernos nombres, como Nuestra Seora de la Altagracia, de la Aparecida, de Lujn y tantos otros no menos entraables, para no hacer una lista interminable, con los que en cada Nacin y aun en cada zona los pueblos latinoamericanos Te expresan su devocin ms profunda y T les proteges en su peregrinar de fe.
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El Papa que proviene de un Pas en el que tus imgenes, especialmente una: la de Jasna Gora, son tambin signo de Tu presencia en la vida de la nacin, en su azarosa historia es particularmente sensible a este signo de Tu presencia aqu, en la vida del Pueblo de Dios en Mxico, en su historia, tambin ella no fcil y a veces hasta dramtica. Pero ests igualmente presente en la vida de tantos otros pueblos y naciones de Amrica Latina, presidiendo y guiando no slo su pasado remoto o reciente, sino tambin el momento actual, con sus incertidumbres y sombras. Este Papa percibe en lo hondo de su corazn los vnculos particulares que Te unen a Ti con este Pueblo y a este Pueblo contigo. Este Pueblo, que afectuosamente Te llama la Morenita . Este Pueblo e indirectamente todo este inmenso Continente vive su unidad espiritual gracias al hecho de que T eres la Madre.Una Madre que, con su amor, crea, conserva, acrecienta espacios de cercana entre sus hijos. 4. Permite pues que yo, Juan Pablo II, Obispo de Roma y Papa, junto con mis Hermanos en el Episcopado que representan a la Iglesia de Mxico y de toda la Amrica Latina, en este solemne momento, confiemos y ofrezcamos a Ti, sierva del Seor, todo el patrimonio del Evangelio, de la Cruz, de la Resurreccin, de los que todos nosotros somos testigos, apstoles, maestros y obispos. Oh Madre! Aydanos a ser fieles dispensadores de los grandes misterios de Dios. Aydanos a ensear la verdad que Tu Hilo ha anunciado y a extender el amor, que es el principal mandamiento y el primer fruto del Espritu Santo. Aydanos a confirmar a nuestros hermanos en la fe, aydanos a despertar la esperanza en la vida eterna. Aydanos a guardar los grandes tesoros encerrados en les almas del Pueblo de Dios que nos ha sido encomendado. Te ofrecemos todo este Pueblo de Dios. Te ofrecemos la Iglesia de Mxico y de todo el Continente. Te la ofrecemos como propiedad Tuya. T que has entrado tan adentro en los corazones de los fieles a traves de la seal de Tu presencia, que es Tu imagen en el Santuario de Guadalupe, vive como en Tu casa en estos corazones, tambin en el futuro. S uno de casa en nuestras familias, en nuestras parroquias, misiones, dicesis y en todos los pueblos. Y hazlo por medio de la Iglesia Santa, la cual, imitndote a Ti, Madre, desea ser a su vez una buena madre, cuidar a les almas en todas sus necesidades, enunciando el Evangelio, administrando los Sacramentos, salvaguardando la vida de les familias mediante el sacramento del Matrimonio, reuniendo a todos en la comunidad eucarstica por medio del Santo Sacramento del altar, acompandolos amorosamente desde la cuna hasta la entrada en la eternidad. Oh Madre! Despierta en les jvenes generaciones la disponibilidad al exclusivo servicio a Dios. Implora para nosotros abundantes vocaciones locales al sacerdocio y a la vida consagrada. Oh Madre! Corrobora la fe de todos nuestros hermanos y hermanas laicos, para que en cada campo de la vida social, profesional, cultura! y poltica, acten de acuerdo con la verdad y la ley que Tu Hijo ha trado a la humanidad, para conducir a todos a la salvacin eterna y, al mismo tiempo, para hacer la vida sobre la sierra ms humana, ms digna del hombre. La Iglesia que desarrolla su labor entre les naciones americanas, la Iglesia en Mxico, quiere servir con todas sus fuerzas esta causa sublime con un renovado espritu misionero. Oh Madre! haz que sepamos servirla en la verdad y en la justicia. Haz que nosotros mismos sigamos este camino y conduzcamos a los dems, sin desviarnos jams por senderos tortuosos, arrastrando a los otros. Te ofrecemos y confiamos todos aquellos y todo aquello que es objeto de nuestra responsabilidad pastora!, confiando que T estars con nosotros, y nos ayudars a realizar lo que Tu Hijo nos ha mandado. Te traemos esta confianza ilimitada y con ella, yo, Juan Pablo II, con todos mis Hermanos en el Episcopado de Mxico y de Amrica Latina, queremos vincularte de modo todava ms fuerte a nuestro ministerio, a la Iglesia y a la vida de nuestras naciones. Deseamos poner en Tus manos nuestro entero porvenir, el porvenir de la evangelizacin de Amrica Latina.
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Reina de los Apstoles! Acepta nuestra prontitud a servir sin reserva la causa de Tu Hijo, la causa del Evangelio y la causa de la paz, basada sobre la justicia y el amor entre los hombres y entre los pueblos. Reina de la Paz! Salva a les Naciones y a los Pueblos de todo el Continente, que tanto confan en Ti, de les guerras, del odio y de la subversin. Haz que todos, gobernantes y sbditos, aprendan a vivir en paz, se eduquen para la paz, hagan cuanto exige la justicia y el respeto de los derechos de todo hombre, para que se consolide la paz. Acepta esta nuestra confiada entrega, oh sierva del Seor. Que tu materna! presencia en el misterio de Cristo y de la Iglesia se convierta en fuente de alegra y de libertad para cada uno y para todos; fuente de aquella libertad por medio de la cual Cristo nos ha liberado , y finalmente fuente de aquella paz que el mundo no puede dar, sino que slo la da El, Cristo. Finalmente, oh Madre, recordando y confirmando el gesto de mis Predecesores Benedicto XIV y Po X, quienes Te proclamaron Patrona de Mxico y de toda la Amrica Latina, Te presento una diadema en nombre de todos tus hijos mexicanos y latinoamericanos, para que los conserves bajo tu proteccin, guardes su concordia en la fe y su fidelidad a Cristo, Tu Hijo. Amn. EL PAPA BENEDICTO XVI PEREGRINO EN LOS SANTUARIOS DE AMERICA 1. Viaje apostlico a Brasil con ocasin de la V conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe Discurso al final del rezo del Santo Rosario en el Santuario de Nuestra Seora Aparecida Sbado 12 de mayo de 2007 Como los Apstoles, juntamente con Mara, "subieron a la estancia superior" y all "perseveraban en la oracin, con un mismo espritu" (Hch 1, 13-14), as tambin nos reunimos hoy aqu, en el santuario de Nuestra Seora de la Concepcin Aparecida, que en este momento es para nosotros "la estancia superior", donde Mara, la Madre del Seor, se encuentra en medio de nosotros. Hoy es ella quien orienta nuestra meditacin; ella nos ensea a rezar. Es ella quien nos muestra el modo de abrir nuestra mente y nuestro corazn a la fuerza del Espritu Santo, que viene para ser comunicado al mundo entero.... Mara santsima, la Virgen pura y sin mancha, es para nosotros escuela de fe destinada a guiarnos y a fortalecernos en el camino que lleva al encuentro con el Creador del cielo y de la tierra. El Papa ha venido a Aparecida con gran alegra para deciros en primer lugar: "Permaneced en la escuela de Mara". Inspiraos en sus enseanzas. Procurad acoger y guardar dentro del corazn las luces que ella, por mandato divino, os enva desde lo alto. Con gran esperanza me dirijo a vosotros que os encontris dentro de esta majestuosa baslica o habis participado en el santo rosario desde fuera, para invitaros a ser profundamente misioneros y a llevar la buena nueva del Evangelio a todos los puntos cardinales de Amrica Latina y del mundo. Pidamos a la Madre de Dios, Nuestra Seora de la Concepcin Aparecida, que cuide la vida de todos los cristianos. Ella, que es la Estrella de la evangelizacin, gue nuestros pasos en el camino al reino celestial: Madre nuestra, protege la familia brasilea y latinoamericana. Ampara bajo tu manto protector a los hijos de esta patria querida que nos acoge. T que eres la Abogada ante tu Hijo Jess,
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da al pueblo brasileo paz constante y prosperidad completa. Concede a nuestros hermanos de toda la geografa latinoamericana un verdadero celo misionero irradiador de fe y de esperanza. Haz que tu llamada desde Ftima para la conversin de los pecadores se haga realidad y transforme la vida de nuestra sociedad. Y t, que desde el santuario de Guadalupe intercedes por el pueblo del continente de la esperanza, bendice sus tierras y sus hogares. Amn.
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El santuario posee una atraccin especial por ser un lugar de encuentro con Dios y los hermanos, hacia el cual acude no slo el individuo sino tambin la familia. All se vive la catolicidad de la Iglesia, la experiencia de una multitud que trasciende a la capilla, comunidad o parroquia. All culmina la peregrinacin que puede tener las ms diversas motivaciones: salud, trabajo, fe, paz, conversin, etc. El santuario permite expresarse tal cual uno es, con el mximo de libertad y espontaneidad. En los santuarios, la celebracin de la fe adquiere un sentido especial con la diversidad de manifestaciones y de grupos que acuden a ellos. Los santuarios, especialmente los nacionales como Guadalupe en Mxico, Aparecida en Brasil, Lujn en Argentina, Maip en Chile, y muchos otros, estn vinculados profundamente a la cultura y la historia de esos pueblos, constituyndose en un factor de unidad e identidad de ellos.
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Su construccin sera muy rstica y no pasara de un modesto rancho, con paredes de barro, techo de paja y piso natural de tierra y por todo lujo un revoque de blanqueo; y el pequeo altar tendra una sencillez primitiva y un poco arriba del mismo estara colocada la Santa Imagen. La Capilla o Ermita de los Rosendo no tendra ms de cinco varas de largo por tres de ancho. Manuel un esclavo trado de Africa y vendido en Brasil, lleg al Ro de la Plata a los 25 aos de edad, en la misma embarcacin donde venia la bendita imagen de la Virgen. Presenci el milagro en la estancia de don Rosendo y dedic desde entonces su vida a cuidar a la Virgen de Lujn. Con los aos, don Rosendo falleci y el lugar qued casi abandonado, pero ste hombre fue siempre fiel y continu al servicio de la Virgen. Hacia el ao 1671, Ana de Matos, mujer acaudalada de Buenos Aires, que conoca de cerca el milagro de Lujn, dolorida por el abandono en que quedaba la Santa Imagen, se se acerc al Cura de la Catedral, Presbtero Juan de Oramas, medio hermano del Pbro. Diego Rosendo de Trigueros, para pedrsela o comprrsela. El traslado, desde la antigua ermita hasta la casa de doa Matos se cumpli cerca del 8 de diciembre, como preparacin a una nueva celebracin de la Pursima Concepcin. Participaron el Obispo de Buenos Aires Cristbal de la Mancha y Velazco (1646-1673) y el Gobernador Martnez de Salazar. El 2 de octubre de 1682 doa Ana dona tierras a la Santa Imagen de Lujn en estos trminos: Porque tengo mucho amor a la advocacin de Nuestra Seora de la Limpia Concepcin y a su Santa Imagen hago gracia y donacin a dicha Imagen de todo el sitio que necesitare para la fbrica de su capilla. Hace la donacin con la condicin de que la Imagen ha de estar perpetuamente en dichas tierras; as se converta en oficial y pblica la Capilla de Nuestra Seora al pasar al dominio de la Iglesia la posesin de ese lugar sagrado y tambin daba origen y fundamento a la verdadera fundacin de la actual ciudad de Lujn. El lugar empez a poblarse con los devotos de la Virgen y tom el nombre de Nuestra Sra. de Lujn. En 1755 se le otorg el ttulo de Villa. La devocin y los milagros aumentaban y el 23 de octubre de 1730, Lujn era instituida parroquia. El cura prroco don Jos de Andjar deseaba ampliar el templo y junto al Obispo Fray Juan de Arregui, iniciaron la construccin, pero esta termin por desplomarse antes de ser inaugurada. Orgenes de La Baslica Nacional de Lujn Hacia el ao 1872, el Arzobispo de Buenos Aires, Monseor Federico Aneiros, entreg la custodia del templo a los sacerdotes de la congregacin de la Misin, conocidos como Padres Lazaristas (fundados por S. Vicente de Pal). En aquel entonces el Padre Jorge Mara Salvaire, fue herido en un viaje por los indios y estuvo al borde de la muerte. En ese momento realiz una promesa a la Santsima Virgen y milagrosamente fue sanado. La promesa del Padre Salvaire fue, "Publicar tus milagros..., engrandecer tu Iglesia". En cumplimiento de este voto, public en 1885 la "Historia de Nuestra Sra. de Lujn". En 1889 fue nombrado Cura Prroco de Lujn y dedic su vida y esfuerzos para edificar la gran Baslica, con el apoyo de Monseor Aneiros y la colaboracin de sus compaeros de Congregacin, inici la construccin de la actual Baslica Nacional el 6 de mayo de 1890. La Baslica se inaugur en el 1935. El director de la obra fue el Ingeniero Ulrico Courtois. La grandiosa baslica, de estilo gtico, tiene preciosos vitrales. La cripta de la baslica alberga muchos tesoros relacionados con la historia de Lujn, cuenta adems con hermosas rplicas de todas las advocaciones marianas de Amrica. Aprobacin eclesistica - La Solemne Coronacin de la Virgen de Lujn El Padre Salvaire, en 1886, present al Papa Len XIII, la peticin del Episcopado y de los fieles del Ro de la Plata para la coronacin de la Virgen. El Pontfice bendijo la corona y le otorg Oficio y Misa propios para su festividad, que qued establecida en el sbado anterior al IV domingo despus de Pascua. La coronacin cannica se realiz el 8 de mayo de 1887. El santuario recibi de Po XII el ttulo de Baslica en el ao de 1930.
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Juan Pablo II bendijo la imagen de Nuestra Seora de Lujn el 11 de noviembre de 1995, con ocasin de la visita ad lmina de los obispos argentinos. Al cumplirse los 300 aos del "Milagro de Lujn" el episcopado argentino, uruguayo y paraguayo, por mandato de Po Xl, proclam el 5 de Octubre de 1930 a Ntra. Seora de Lujn Patrona de las tres Repblicas del Plata. El 8 de Mayo de 1887 Len XIII la hizo coronar cannicamente, siendo la primera en Amrica, el cincuentenario de dicha coronacin en 1937 se celebr en Lujn con gran solemnidad. Tambin se celebr all en 1947 el Primer Congreso Mariano Nacional. El Santuario de Lujn se impone a los dems santuarios del pas; se ha convertido para los argentinos no slo en historia, sino en identidad, aun para los no catlicos. Es el lugar donde se toma conciencia histrica de la patria, es decir del pasado, presente y futuro de la nacin; "es principio de solidaridad de los argentinos, donde el espritu se encarna para llamar a la Gracia a los dems mediante ese "estar juntos" en el santuario, esperando que Dios mueva los corazones con gracias de unidad, pacificacin y reconciliacin". Existen algunos datos peculiares acerca de este santuario mariano de Lujn, por ejemplo que es considerado por los argentinos como un lugar especial para que los nios reciban el sacramento del Bautismo; es tambin considerado como lugar de penitentes, pues all se llegan para obtener la reconciliacin con Dios y para pedirle el auxilio en la perseverancia en la fe y en la vida moral. Existe un sentimiento popular de que para que una visita a Lujn sea "completa" se requiere confesar los propios pecados, escuchar la Palabra de Dios, acercarse a la Eucarista y presentar la accin de gracias por medio de Mara. Al lugar acuden cada ao unos 8 millones de peregrinos que desean encontrar a la Madre de Dios y de profundizar en la propia fe, porque quieren ser felices como Ella que fue "dichosa por haber credo". Principales Peregrinaciones y festividades - 8 de Mayo - Solemnidad de Nuestra Seora de Lujn. Cambio del Manto de Nuestra Seora - ltimo fin de semana de Septiembre - Peregrinacin Gaucha. - Primer fin de semana de Octubre - Peregrinacin Juvenil. - 8 de Diciembre - Solemnidad de la Inmaculada Concepcin. Para mayor informacin: http://www.basilicadelujan.org.ar/entrada.htm Consagracin de la Ciudad de Buenos Aires a la Smma. Virgen Mara de Lujn Realizada por el Card. Jorge Mario Bergoglio, Arzobispo de Buenos Aires Querida Madre Nuestra, Virgen de Lujn. A tu Inmaculado Corazn Maternal consagro esta ciudad de Buenos Aires. Te consagro a cada uno de sus hijos. T nos conoces bien y sabemos que nos quieres mucho. Hoy, despus de haber adorado a Tu Hijo Jesucristo, nuestro hermano mayor y nuestro Dios, te pido que nos mires a todos y a cada uno de nosotros. Te pido por cada familia de esta ciudad. Te pido por nuestros nios y nuestros ancianos; por nuestros enfermos; por los que estn solos; por lo que estn en la crcel; por los que tienen hambre y no tienen trabajo. Por los que han perdido la esperanza; por los que no tienen fe. Te pido tambin por los que nos gobiernan y los que nos ensean. Madre nuestra te pido que nos cuides a todos con ternura y nos contagies tu fortaleza. Somos hijos tuyos. Nos ponemos bajo tu amparo. No nos dejes solos en este momento de tanto dolor y dificultades. Confiamos en tu Corazn de Madre y te consagramos todo lo que somos y tenemos. Y sobre todo, Madre, mustranos a Jess, y ensanos a hacer lo que El nos diga. Amn. Buenos Aires, 1 de junio de 2002. Card. Jorge Mario Bergoglio, s.j.
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En Copacabana, como en otros lugares dominados por los incas, donde la divisin administrativa y social impuesta haba originado fuerte tensin entre los Anansayas (distrito alto, clase social alta), y los Urinsayas (distrito bajo, clase social baja), entr en un momento lgido a finales de la dcada de 1570. La tensin tradicional se agrav por las heladas que deterioraron la economa agrcola de los habitantes de Copacabana. Ante esta situacin, los Anansayas reunidos en cabildo decidieron ponerse bajo la proteccin de la Virgen Mara, Madre de Dios, bajo la advocacin de la Candelaria, formando asimismo una cofrada en su honor. Frente a esta decisin reaccionaron los Urinsayas sealando que la eleccin de la Patrona y ereccin de una cofrada era para todo el pueblo. Que las condiciones de pobreza no permitan sostener dos cofradas; adems, hasta ese momento, no se tena una imagen de la Virgen de la Candelaria. No obstante, tanto los Urinsayas como los Anansayas que, junto a sus prcticas religiosas haban recibido la fe cristiana, confiaron en la novedad del cristianismo que se haca presente a travs del rostro de esa madre que los cuidaba, y as se pusieron de acuerdo en venerar a Mara de la Candelaria, Mara que es luz, que vence al demonio de la desunin, representado en la sirena. La imagen de Mara morena, Mara india, fue obra de Francisco Tito Yupanqui. Conocemos las dificultades por las que pas, los esfuerzos que realiz para, finalmente lograr que el 2 de febrero de 1583, da de la Candelaria, su escultura fuese colocada en el templo. Mara morena fue reconocida y amada por los collas, logr apaciguarlos y unirlos en torno a ella. El sacerdote diocesano P. Montoro fue el primero en mantener el culto a Mara de Copacabana, luego sern los agustinos quienes impulsarn esta devocin, la misma que se constituy en un elemento decisivo para la fe cristiana en Bolivia y en diferentes pases de Amrica Latina. El mismo da de la Candelaria se instal la Cofrada que deba ocuparse del culto de la imagen. Al acrecentarse la fama de la imagen acudieron de todas partes. Copacabana pas a ser un lugar de peregrinacin cristiana, pero adems lugar de encuentro de razas, de culturas, de pueblos diferentes que se reunan entorno a la Madre de Dios, asumida como madre de todos y todas, lo que se mantiene hasta nuestros das. Mara y la evangelizacin: milagros El agustino Alfonso Ramos Gaviln se estableci en el convento de Copacabana a comienzo del ao 1618, quedndose ah mucho tiempo. Siente la necesidad de propagar las grandes maravillas de las que fue testigo cuando viva en Copacabana "para mayor devocin de la Virgen y consuelo de los fieles: sus milagros". Se puede considerar como el primer milagro que la misma imagen haya sido querida, pensada y realizada por un lugareo, sin ser escultor, pintor, pero s con el gran deseo de verla plasmada. Otro milagro es ver la imagen como l la siente y la piensa, con rostro moreno, Mara de Copacabana, Mara indgena, Mara andina, que supo unir a un pueblo que, por diferentes motivos, estaba dividido. Ramos Gaviln narra innumerables milagros, sin embargo, parece importante resaltar alguno que podra ser reledo desde la coyuntura actual. La Virgen empez a realizar sus milagros desde 1583. Ramos Gaviln documenta fechas, nombres, apellidos, origen de los devotos y circunstancias de los milagros. Es importante destacar que los milagros beneficiaban no slo a gente del lugar sino tambin a quienes visitaban el Santuario de todas partes, no slo a indgenas sino tambin a espaoles, sacerdotes, nios, mujeres y hombres. Por otra parte, los milagros no slo se realizaban en Copacabana sino tambin en otras partes. Mara de Copacabana, se manifiesta como madre de todos y todas, es una mujer sencilla, cercana, acogedora y que nos enva a la tarea de bsqueda de unidad y paz. Ayer como hoy Copacabana ha sido un lugar de penitencia, peregrinacin, de oracin, de encuentro, de compromiso al cual todos asistimos con fe y devocin, sea para pedir, para agradecer, pero sobre todo es un lugar de encuentro, en el que no se dan diferencias culturales, ideolgicas ni sociales y este es el milagro de nuestros tiempos, que todos nos sentimos cubiertos, protegidos, bajo el manto de Mara y siempre animados por la MAMITA.
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Mara de Copacabana no ha permitido borrar la religiosidad primera sino que le ha puesto rostro, la Pachamama, Madre Tierra, es la dulce Mara, por eso el apego y el respeto de la gente a la tierra. Ella est en el corazn de todos los bolivianos, convive con la diversidad, es parte de ella, es Mara y sirve invitando al pueblo boliviano a lograr el milagro de unidad en la diferencia., porque la diferencia ms que ser un peso, algo negativo, es una riqueza. 3. Expansin del culto a Copacabana La devocin a Mara de Copacabana crece a pesar de los obstculos que se presentan, primero la oposicin a aceptar que un indio haga la imagen, luego la expulsin de los dominicos, de los agustinos y posteriormente de los franciscanos que, en diferentes momentos, tuvieron a su cargo el santuario y, finalmente, la oposicin del Papa Clemente VIII que en agosto de 1604, mediante Bula, dio a los agustinos el poder de quitar todos los altares, capillas y cofradas que existiesen en honor a Mara de Copacabana, cosa que los agustinos no hicieron La devocin a Mara de Copacabana fue muy grande, probablemente la ms importante de Amrica del Sur. Sobre su leyenda Caldern de la Barca escribi una comedia, Ramos Gaviln una crnica, Calancha un libro, Valverde un hermoso poema y Marrachi una crnica tarda; todo esto antes del S. XVIII. Posteriormente se han escrito otras obras; sin embargo queda pendiente una historia completa, que recoja la mayor informacin posible y muestre el verdadero valor de Mara de Copacabana y su Santuario. Recin a principios del siglo XIX (1805) se hizo un reconocimiento oficial del santuario de Copacabana al consagrar la iglesia bajo el ttulo de la Purificacin. Un siglo despus, en agosto de 1925, se coron cannicamente a la Virgen de Copacabana y, en 1939 el santuario, por Breve Pontificio fue elevado a Baslica Menor. La imagen original nunca sale de su santuario y para las procesiones se utiliza una copia de la misma. Es tpico del santuario, que los que lo visitan salgan de l caminando hacia atrs, con la intencin de no darle la espalda a su querida patrona cuya fiesta original se celebraba el 2 de febrero, da de la Purificacin de Mara, y luego se ha trasladado al 5 de agosto, con liturgia propia y gran celebracin popular. A modo de conclusin El santuario, lugar de la manifestacin de Dios, ocupa un lugar importante en la historia de salvacin. Como dice el Papa Juan Pablo II, "siempre y en todas partes, los santuarios cristianos han sido o han querido ser signos de Dios, de su irrupcin en la historia humana. Cada uno de ellos es un memorial del misterio de la Encarnacin, de la Redencin... es la historia del amor de Dios a cada hombre y a la humanidad entera" (Redemptor Hominis, 13; Discurso a rectores en Santuarios de Francia, Blgica y Portugal, en Roma, 22 de enero de 1981) Llegar al espacio sagrado implica, muchas veces, trasladarse, ir hacia y en toda peregrinacin cristiana subyace el concepto de una iglesia peregrina que no deja de caminar hasta el encuentro final con su Dios. La peregrinacin es, por un lado, una bsqueda de Dios y, por otro, el encuentro con l en un marco cultural y, este encuentro tiene lugar en los santuarios. Los santuarios son por un lado lugares privilegiados de encuentro, de purificacin, de manifestacin y celebracin de la fe, es decir, de evangelizacin y, por otro, de identificacin local, regional o nacional. El santuario es un lugar de encuentro. Si bien la religiosidad del pueblo, como afirma la Evangelii Nuntiandi 48, es vivida preferentemente por los pobres y sencillos, abarca todos los sectores sociales y es, a veces, uno de los pocos vnculos que rene a los hombres en pases tan divididos por lo econmico, social y poltico.(P. 447). Eso es Copacabana en Bolivia. A la iniciativa tomada por Dios responde el pueblo y lo hace desde su cultura, con los elementos que son propios a sus races culturales. Esta es su respuesta a la presencia, a la manifestacin divina en los santuarios.
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En el santuario el pueblo dice quien es, manifiesta su identidad. Es un espacio propio donde el pueblo creyente confirma su dignidad de hijo del Padre, es lugar de la memoria del pueblo. Tiene una capacidad simblica para resumir esa memoria y hacerla aflorar al consciente colectivo Sin duda, Copacabana es el lugar donde los peregrinos viven una experiencia religiosa, viven el misterio de la vida, el salto de lo ordinario a lo extraordinario, el contacto con lo sagrado, es, en suma, el descubrimiento / encuentro con Dios. Es un lugar especial porque en l Dios se manifiesta, es signo de Su amor y muestra a una iglesia peregrina que no deja de caminar hasta el encuentro final con su Dios. La peregrinacin es, por un lado, una bsqueda de Dios y, por otro, el encuentro con l en un marco cultural y, este encuentro tiene lugar en los santuarios.
llamado - altar de Paus. En este oratorio se reuna todos los sbados con su familia y un grupo de vecinos para cantar la tercera parte del rosario y alabar a la Santsima Virgen. Pronto comenzaron a suceder prodigios extraordinarios y la fama de la Virgen empez a correrse espontneamente. El nmero de peregrinos que venan de los poblados cercanos creci mucho y la capillita de Itaguass ya era insuficiente. Entonces el P. Jos Alves, vicario de la parroquia de Guaratinguet mand construir una capilla ms grande en el Morro de los Coqueiros, que estaba ms cerca de la parroquia. El templo se inaugur el 26 de julio de 1745 bajo la invocacin de Nuestra Seora Aparecida y dos aos despus surgi en torno a l un pequeo poblado. El nmero de peregrinos sigui creciendo de modo extraordinario y la devocin se extendi por todo Brasil. Muy pronto comenzaron a dedicarse capillas e Iglesias a nuestra Seora Aparecida y por todas partes era invocada como Madre y Patrona. En 1852 se hizo una nueva construccin y ms tarde otra en 1888. En 1904 la imagen fue solemnemente coronada y 1908 el templo fue elevado a la categora de Baslica menor. El 16 de junio de 1930 el Papa Po XI declar a Nuestra Seora Aparecida Patrona del Brasil. En 1946 se comenz la construccin de la actual Baslica y el 4 de junio de 1980 fue consagrada por el santo Padre Juan Pablo II. Coronacin de Nuestra Seora de Aparecida, Patrona y Reina de Brasil Juan Pablo II envi un mensaje a Mons. Raymundo Damasceno Assis, arzobispo de Aparecida, en Brasil, en ocasin del centenario de la coronacin de la estatua de Nuestra Seora de la Concepcin de Aparecida. El Santo Padre se une espiritualmente al querido pueblo brasileo en este homenaje a la que es su Reina y Protectora, y ha mandado como su enviado especial a los ritos y a las celebraciones de este significativo evento, que tendr lugar en el Santuario Nacional de Nuestra Seora Aparecida, al cardenal Eugenio Araujo Sales. Hace casi tres siglos - explica el Santo Padre - que la Virgen tuvo un encuentro singular con el pueblo brasileo de este lugar. De hecho, los orgenes del santuario estn relacionados con el descubrimiento, por parte de tres pescadores, de una pequea imagen de Nuestra Seora, de color negro y con el rostro sonriente, que vieron surgir de entre las aguas, pescada en una red, con la cual pudieron despus recoger una pesca muy abundante. Los tres pescadores reconocieron en esta accin una seal de proteccin especial de la Virgen. Y a partir de este remoto mes de septiembre de 1717, creci, en el pueblo, un culto por la imagen, a la que comenzaron a llamar Aparecida. La multitud inmensa de personas y fieles que acuden al santuario de su Reina y Protectora, obedece - escribe el Papa -, a un conmovedor y sincero llamamiento al alma de este pueblo brasileo en su bsqueda de Dios a travs de Nuestra Seora. En el transcurso de la historia de esta imagen morena de Reina y Madre tan amada prosigue el Pontfice -, multitud de hombres y mujeres de todas las culturas y condiciones la han proclamado Soberana. Por eso mi venerable predecesor, Po X, sensibilizado por la solicitud los hijos devotos de la Virgen Aparecida, coron a Nuestra Seora como Reina del Brasil en el ao 1904. La certeza de que Nuestra Seora, por un lado, se encuentra siempre junto a Dios donde aboga por la causa de sus hijos, fue la causa para que fuera denominada omnipotente y suplicante. Por otra parte, es de nuestra misma estirpe, hija de Eva, nuestra verdadera hermana que comparti plenamente, como mujer humilde y pobre, nuestra misma condicin. Juan Pablo II confa a cada una de las Comunidades Eclesiales brasileas la proteccin de Nuestra Seora Aparecida, para que permanezca sus hijos fieles en la pureza de la fe, colaboradores de la esperanza y generosos en la caridad. A Ella, el Papa suplica para que les infunda un mayor dinamismo, haciendo de cada cristiano un verdadero apstol.
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- 16 de Diciembre de 1956: Solemne traslado de la Histrica Imagen de la Virgen del Carmen, desde la Catedral de Santiago al nuevo Templo Votivo de Maip. - 24 de Octubre de 1974: Solemne Inauguracin del Templo Votivo de Maip. Entrega oficial del Santuario por parte del Gobierno de Chile a la Iglesia chilena. - 23 de Noviembre de 1974: Solemne Bendicin y Consagracin del Santuario Nacional de Maip, por parte de los Obispos de Chile. - 26 de Octubre de 1984: Promulgacin del Decreto Supremo N 645, que declara Monumento Histrico al Templo Votivo Nacional y Muros de la antigua iglesia de Maip. - 3 de Abril de 1987: Visita de Su Santidad, el Papa Juan Pablo II, al templo Votivo de Maip. Solemne Coronacin de la Imagen de la Virgen del Carmen que se venera en el Santuario. En 1968 los obispos de Chile lo describieron de esta manera: "El Santuario de Maip ser santuario donde conozcamos y honremos mejor a Mara y la descubramos como una verdadera Estrella para Chile... Estrella donde resplandecen las virtudes que hacen posible y fecunda la convivencia: respeto, confianza, amor responsable. Estrella que gua, que exige caminar, desarrollarse, porque Ella misma no se detuvo nunca en el crecimiento de su gran servicio histrico: ser enteramente Madre del Seor que divide los tiempos. Ser lugar de oracin y ofrecimiento, donde los catlicos agradezcan, pidan filialmente, hagan penitencia, alaben a nombre de ellos y de Chile entero." La devocin a la Virgen del Carmen en Maip se conserva viva y operante; cada ao, en las proximidades de la fiesta de Nuestra Seora del Carmen, el 16 de julio, se escoge un lema que capta el momento que est viviendo el pas y las inquietudes actuales de los peregrinos; se lo refiere a la Virgen Mara y se colocan estas intenciones en sus manos maternales; este mismo lema ocupa el centro de la novena de preparacin a la fiesta y se conserva para todo el ao como motivacin. SANTUARIO NACIONAL DE MAIP: TIERRA DE ENCUENTRO DE LA FE DE LOS CHILENOS Por Ral Feres Shalup. Actual Director de la Pastoral de Santuarios y Piedad Popular de la Conferencia Episcopal de Chile y ex rector del Santuario, por ms de tres dcadas. Significado del Santuario Nacional: Es el lugar donde se cumple una promesa histrica. En 1818 el pueblo de Chile junto a sus autoridades acuden a la Catedral de Santiago para pedirle la interseccin de la Virgen del Carmen en una hora de afliccin y de derrota prometindole levantar un templo en su honor donde se diera la batalla final por la Independencia, hecho que ocurre en los llanos de Maip, el 5 de Abril de 1818. La devocin a la Virgen, bajo la advocacin del Carmen, data desde los inicios de la Colonia, en Chile los Agustinos son los primeros y grandes propagadores de esta devocin. En el siglo XIX, esta vinculada a los acontecimientos guerreros, especialmente de la Independencia, pero poco a poco se arraiga profundamente en el corazn de hombres y mujeres que ven en ella la Madre y Educadora, como tambin la gua (estrella y protectora). Maip como lugar histrico se transforma en el Santuario Nacional donde esta devocin alcanza su mayor desarrollo, especialmente en el siglo XIX y a partir de su inauguracin y bendicin en 1974. Su definicin como Tierra de Encuentro afirma la tierra de unidad e identidad del pueblo chileno. La Virgen del Carmen es la Madre de todos y acoge a las mas diferentes expresiones de su fe, tanto personales, como comunitarias. Ella es la Patrona de Chile y la principal devocin de su pueblo ayudando a fortalecer su identidad y tradicin. El pueblo y su devocin a la Virgen
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El pueblo acude en peregrinacin a los diferentes Santuarios de la Virgen del Carmen o a parroquias, capillas y ermitas, dedicadas en su honor. Realizan mandas o promesas, por ejemplo vestirse con el traje de color caf o llevar el escapulario que es un trozo del traje de la Virgen, recuerdo histrico de su aparicin a San Simn (siglo XIII). Tambin suelen ser comunes las medallas y otros objetos. Tradicional es el rezo de la Novena das antes de su fiesta (16 de Julio) y desde 1971 se introdujo el da de Oracin por Chile, el ltimo Domingo de Septiembre, para orar y agradecer por la patria. La procesin con la imagen en diversos lugares del pas, testimonia la gran devocin. Smbolos surgidos desde Maip La cruz de Maip o cruz de Chile surgi de la idea de un artista y del rector del Santuario en 1968 es la Bandera de Chile hecha cruz, cuyos colores blanco, azul y rojo y la estrella en el centro que representa la Virgen del Carmen ayudan a una catequesis simblica de cristo, unida siempre a la Virgen Mara. Hoy se ha convertido en uno de los pocos smbolos pos-conciliares que se usan a lo largo y ancho del pas. La Oracin por Chile surge de una antigua oracin de comienzo del siglo XX, reinterpretada y adecuada a las necesidades de hoy. Importancia para el pueblo chileno La devocin a la Virgen del Carmen es una referencia Mariana al Cristo, Seor de la historia, hace concreta y vital la relacin iglesia-mundo, fe e historia. Es una advocacin social, vale decir que comprende y transciende la pura necesidad individual. A la Virgen del Carmen se encomienda el destino comn de un pueblo, especialmente de la unidad y paz, tanto interior, como con las naciones vecinas.
La piadosa mujer lo observa y al ser informada de que en un tiempo fue una imagen de la Santsima Virgen, pero que por estar ya tan en mal estado se ha empleado para poner semillas a secar al sol, se dedica a quitarle el polvo y la mugre y lo cuelga en una especie de marco. Mara Ramos pasa largos ratos de rodillas all ante el borroso cuadro pidiendo a la Virgen que la consuele porque extraa su casa y su patria, y rogndole que por favor se digne hacerse un poco ms visible porque all en aquella tela casi no se notaba nada. Pasan los meses, y Mara Ramos suplicaba: "Rosa del cielo cundo te pondremos contemplar bien?". La Renovacin: Dice la crnica de aquel tiempo: as las cosas el da 26 de diciembre de 1586, a eso de las 9 de la maana pasaba una india cristiana llamada Isabel que llevaba en la mano a su hijo de 4 aos llamado Miguel y al pasar por frente a la Capilla le dijo: "Madre ma, mire a la Madre de Dios que est en el suelo" volvi la india hacia el altar y vi como la imagen de la Madre de Dios estaba en el suelo despidiendo de si un resplandor celestial que inundaba toda la Capilla. Qued asombrada la india y muy despavorida le dijo en altas voces a Mara Ramos: "mire seora que la Madre de Dios se ha bajado del sitio donde estaba y parece que se est quemando". Volvi Mara Ramos el rostro y vio que la imagen de la Sma. Virgen estaba de la manera que deca la india y admirada de ver tan estupendo portento, llena de asombro y pasmo, dando goces y derramando lgrimas fue corriendo hasta el sitio donde estaba la imagen y arrodillndose se qued mirndola y rezndole con gran fe y devocin. A los clamores de Mara Ramos y de la india, acudi Juana de Santana, y juntas, las tres piadosas mujeres, postradas de rodillas estuvieron largo rato contemplando gozosas aquellos resplandores de Gloria que llenaban de luz la Capilla y de alegra los corazones. Y sigue diciendo la crnica de aquel tiempo: "Estaba la milagrosa imagen en el suelo recostada e inclinada hacia el altar en el mismo sitio en el que acostumbraba hacer oracin Mara Ramos. La pintura se haba vuelto tan renovada y de celestiales colores y que era una gloria el verla. Cesaron los resplandores que despeda la milagrosa imagen de la madre de Dios y despus de un rato, con respeto y devocin levantaron de aquel sitio el milagroso cuadro y lo colocaron en el puesto que haba ocupado antes, sobre el altar. "Apenas estuvo colocado el cuadro en su sitio, llegaron otro tanto de mujeres del servicio y viendo la bendita imagen en aquella hermosura nunca vista y con el rostro tan encendido, renovada de colores toda la imagen, se quedaron asombradas y postrndose de rodillas todos los presentes hicieron adoracin y todo aquel da estuvo llena de gente la humilde Capilla, pues muchos venan a dar gracias a Dios y a contemplar la maravillosa imagen y la celestial hermosura que se ve al presente. La fama de tan impresionante suceso corri rpidamente por todo el vecindario. Indios y espaoles comenzaron a acudir de todos los alrededores, y en un par de meses todo el territorio del virreinato Nueva Granada, estaba informado del acontecimiento, y los milagros empezaron a duplicarse. A los 15 das lleg el prroco de Sutmarchn a comprobar el hecho. Se qued admirado de la renovacin milagrosa. Habiendo reverenciado a la Virgen con mucha devocin, llam a los testigos que haban presenciado la Renovacin y ante un escribano les hizo hacer declaraciones juramentadas de lo que haban visto, con todos sus detalles. Todos declararon bajo la gravedad del juramento lo que acabamos de narrar, y el 10 de enero de 1587 en sobre cerrado y sellado fueron enviadas estas declaraciones al Arzobispo de Santa Fe de Bogot. El Sr. Arzobispo ante la noticia de que de todas partes se dirigen peregrinos a rezar ante el famoso cuadro, enva a unos investigadores especiales a indagar todos los detalles y despus de mil averiguaciones, los especialistas concluyen que lo acontecido es algo excepcional, algo divino. Entonces el Sr. Arzobispo en persona se va a visitar el cuadro y no le queda ms que repetir las palabras que dijo Jacob en la Biblia: "Verdaderamente Dios est en este sitio, y yo no lo saba" (Gn. 28, 16).
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Las gentes acudan de todas la regiones y la Madre bendita comenz a obrar curaciones y conversiones en favor de devotos. Po VII la declar patrona de Colombia en 1829 concedindole fiesta litrgica propia. "La Chinita" como la llama su pueblo, fue coronada cannicamente en 1919 y su santuario declarado Baslica en 1927. El 9 de julio de 1919, las autoridades civiles y religiosas (Msr. Herrera, Arzobispo de Bogot y don Marco Fidel Surez, Presidente de la Repblica) coronaron solemnemente a nuestra seora de Chiquinquir como Reina de Colombia.
Algunos datos histricos 2 de agosto de 1635 Abril de 1782 Agosto de 1782 Hallazgo de la Imagen Proclamacin como Patrona de Cartago Primera pasada a la Parroquia Central de Cartago
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Agosto de 1824 Setiembre de 1824 Ao de 1833 Marzo de 1862 Noviembre de 1888 Ao de 1912: Abril de 1926: Ao de 1935: Julio de 1935: Abril de 1944: Abril de 1944: Mayo de 1950: Ao de 1956: Mayo de 1960
Primer robo de la Imagen de la Virgen. Devuelta 4 das despus Declarada por la Asamblea Constituyente como Patrona Oficial de Costa Rica Con ocasin de la Guerra Civil de la Liga se le llam "Princesa de la Paz" El Papa Po IX, concede a perpetualidad indulgencia plenaria a quien visite el Santuario de los ngeles Segundo robo de todos los atuendos y vestimentas de la Imagen Se inicia la constriccin del actual Santuario de Los ngeles Solemne Coronacin de la Imagen de la Virgen como Reina de Costa Rica Celebracin del Tricentenario del Hallazgo de la Imagen Su Santidad Po XI eleva el Santuario a rango de Baslica. Ereccin del Santuario como Parroquia de Nuestra Seora de los ngeles. Es declarado altar de privilegio el Altar Mayor Tercer robo de la Imagen de la Virgen. Es encontrada ocho das despus. Coronacin de la Imagen de la Virgen como Reina de los Trabajadores. Es trada la Venerada Imagen de la Virgen para la conclusin de la Gran Misin Nacional y la Consagracin Episcopal del Mons. Carlos Humberto Rodrguez Quirs, IV Arzobispo de San Jos. Celebracin de los 50 aos de la Coronacin Solemne Coronacin de la Imagen de la Virgen. Toma de posesin de Mons. Romn Arrieta Villalobos, como V Arzobispo de San Jos Solemne Celebracin de los 350 aos del Hallazgo de la Imagen
anciano de 85 aos y nico sobreviviente de aquel acontecimiento, relata los recuerdos de su infancia con la voz sencilla y potica de los humildes. "Estando una maana la mar en calma, salieron de dicho cayo francs para la dicha salina, antes de salir el sol, los dichos Juan y Rodrigo de Hoyos y este declarante. embarcados en una canoa y apartados de dicho cayo francs vieron una cosa blanca sobre la espuma del agua, que no distinguieron lo que podra ser, y acercndose ms les pareci pjaro y ramas secas. Dijeron dichos indios, parece una nia, y en estos discursos, llegados reconocieron y vieron la imagen de Nuestra Seora de la Santsima Virgen con un nio Jess en los brazos sobre una tablilla pequea, y en dicha tablita unas letras grandes, las cuales ley dicho Rodrigo de Hoyos y decan: "Yo soy la Virgen de la Caridad", y siendo sus vestiduras de ropaje se admiraron que no estaban mojadas, y en esto, llenos de gozo y alegra, cogiendo solo tres tercios de sal, se volvieron". La imagen de la Virgen de la Caridad fue encontrada por tres representantes de las clases ms pobres y explotadas: dos indios y un negro esclavo, a quienes llena de alegra con su presencia. Muy poco despus la imagen de la Virgen fue trasladada al pueblo del Cobre de donde tom el nombre. Desde la aparicin de la estatua, la devocin a la Virgen de la Caridad se propag con asombrosa rapidez por toda la isla a pesar de las difciles comunicaciones. Durante la guerra de independencia, las tropas se encomendaban a la Virgen de la Caridad. En 1915 Despus de la guerra de independencia, los veteranos pidieron al Papa que declarase a la Virgen de la Caridad del Cobre, patrona de Cuba. En documento firmado el da 10 de Mayo de 1916 por el Cardenal Obispo de Hostia, Su Santidad Benedicto XV accedi a la peticin, declarando a la Virgen de la Caridad del Cobre Patrona Principal de la Repblica de Cuba y fijando su festividad el 8 de Septiembre. Con los aos se adquiri un recinto mayor para construir un nuevo santuario que pudiese acoger al creciente nmero de peregrinos, hacindose la inauguracin, con el traslado de la Virgen el da 8 de Septiembre de 1927. La Virgen fue coronada el 20 de diciembre de 1936. El Papa Pablo VI reconociendo esa presencia de la Virgen de la Caridad en medio de nuestro pueblo, envi el 30 de diciembre de 1977, como delegado suyo al Cardenal Gantin, portador de la bula por la que se proclamaba Baslica menor el hasta entonces Santuario Nacional. El 24 de enero de 1998 Juan Pablo II coronaba la imagen de la Virgen de la Caridad, en la ciudad de Santiago de Cuba, como Reina de Cuba. Durante los meses de preparacin para la visita del Papa Juan Pablo II a Cuba, diez imgenes peregrinas de la Virgen de la Caridad recorrieron las distintas dicesis del pas con gran respuesta del pueblo. La Virgen de la Caridad fue coronada por S.S. Juan Pablo II como Reina y Patrona de Cuba el sbado 24 de Enero de 1998, durante la Santa Misa que celebr en su visita apostlica a Santiago de Cuba.
Pronto la Virgen de Oyacachi lleg a ser famosa en toda la comarca. Numerosas romeras de los pueblos vecinos comenzaron a frecuentar este sitio, antes desconocido. Por este motivo, los indios se vieron en la necesidad de construir una capilla o una pequea iglesia para colocar en ella la imagen de la Virgen y se lo encargaron a Don Diego Robles. Este se neg y emprendi el viaje de regreso a Quito. En un momento, al pasar por el puente de un caudaloso ro, el caballo dio un salto y lo lanz fuera de la silla. Robles iba a caer en lo ms hondo de las aguas. De pronto, uno de sus pies se enred entre los maderos del puente. Al verse a punto de perecer, clam a la Virgen de Oyacachi. En ese instante atravesaban el puente dos caminantes que, movidos por piedad y compasin, se acercaron al desventurado Robles y le sacaron del peligro. Cuando el artista quiso darles las gracias, ellos ya haban desaparecido. El escultor comprendi que fue una gracia del cielo. Por eso decidi volver a Oyacachi y all construy el altarcito de la Virgen. Quince aos permaneci la imagen al cuidado de los indios hasta que en 1604, el obispo del lugar orden su traslado de la imagen de Oyacachi al poblado del Quinche (de donde finalmente tom su nombre), ms cimentado en la vida cristiana, y fue puesta en la iglesia parroquial, convertida en su nuevo santuario. Sin embargo, pronto tuvieron que pensar en la construccin de un templo ms grande. En 1630 la sagrada imagen fue trasladada a su nuevo santuario. Con el tiempo la construccin sufri varias modificaciones. Despus del terremoto de 1869 el templo fue reconstruido. La ltima construccin del templo se remonta al ao de 1905 y su consagracin al ao 1928. La imagen fue coronada cannicamente en 1943 y su fiesta se celebra el 21 de noviembre. En 1985, Roma declar al Quinche Santuario Nacional del Ecuador. La imagen, que es una fina talla en madera de cedro de unos 62 cm. de alto. La Virgen lleva un cetro en la mano derecha y con la izquierda sostiene el Nio en actitud de bendecir, mientras sostiene una esfera de oro coronada por una cruz. A los pies de la imagen, la peana y la gran media luna, ambas de plata, y las pesadas coronas imperiales de oro y piedras preciosas manifiestan la generosidad del pueblo ecuatoriano. El rostro de Jess evoca las facciones de los nios mestizos de aquellas sierras as como mestizo es tambin el color de la Madre, sntesis del alma del inca y del espaol. Esta advocacin es muy popular en Ecuador, especialmente entre los indios que llaman con afecto "La Pequeita" a su protectora del cielo. El pueblo ecuatoriano le tiene gran devocin y la manifiesta por medio de una gran variedad de cantos que se entonan en honor de la Virgen del Quinche, con textos en quechua, en jbaro y en otros diversos dialectos de la regin y tambin en castellano; muchos de ellos se cantan desde hace cuatro siglos. ARQUIDICESIS DE QUITO SANTUARIO NACIONAL DE NUESTRA SEORA DE EL QUINCHE EL QUINCHE PICHINCHA ECUADOR De Mons. Raul Vera, Arzobispo de Quito La importancia y el papel que ha tenido y tiene la imagen de la Virgen Mara: Nuestra Seora de la Presentacin de el Quinche, en el Ecuador En Amrica Latina el catolicismo popular como expresin cultural, es una combinacin de elementos indgenas precolombinos, catolicismo hispano popular de la colonia y las enseanzas oficiales de la Iglesia. A esto habra que aadir todo el juego de creencias y mitos generados contemporneamente, particularmente a partir de los medios masivos de comunicacin, la industria cultural y los requerimientos actuales de respuesta a las necesidades de la vida. En el rea del Distrito Metropolitano de Quito se encuentra en pueblo de El Quinche en las faldas de la cordillera oriental, a una altura de 2664 metros a nivel del mar, sobre una franja estrecha de terrenos. La zona del Quinche esta relativamente cerca de los lugares de paso hacia la regin
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oriental, y como tal fue parte del complejo sistema de confluencias entre las culturas de la sierra y las selvticas orientales. La Virgen de Oyacachi (El Quinche) De acuerdo a las crnicas, una vez erigido el Santuario de Gupulo en 1586, los indios de Lumbis, desearon tener una copia de la imagen de la Virgen de Gupulo, para lo cual contrataron al mismo escultor espaol, radicado en Quito don Diego de Robles quin trabaj la imagen con el cedro que le sobr de la escultura de Gupulo. Segn el historiador, Padre Julio Matovelle estos indiecitos o no quisieron o no tuvieron con que pagar a Robles el precio convenido; lo cierto es que la regres a su taller de Quito. Los indiecitos de Oyacachi enclavados en la regin montaosa oriental tuvieron la visita prodigiosa de una seora con su nio, que por tres ocasiones convers con los caciques y les prometi librarles de la plaga de los osos que devoraban a los nios, a cambio de que pidieran el doctrinero del Quinche para que les instruya en la nueva religin cristiana. Este milagro se dio cuando desapareci de inmediato dicha plaga. Diego de Robles traslada la imagen al villorrio de Oyacachi una vez en poder de los indios la imagen, la colocaron con gran alborozo y contentamiento en una cueva natural en la confluencia de dos ros y la cubrieron protegindola de la intemperie hasta que le construyeran su pequea capilla. Segn este cronista, la imagen permaneci en Oyacachi 14 aos entre 1588 a 1604, stos son aos con hondo significado para la historia posterior de la devocin ya que son los que definen sus rasgos o caractersticas simblicas. A pesar de los 65 Km que separan de Quito a Oyacachi, comenzaron las grandes romeras atravesando pramos y cordilleras hasta llegar al montaoso Santuario, catando por as aguas cristalinas del ro y de las canoras aves de las montaas. Inicios de la evangelizacin Esta imagen que mide 64 cm y tiene al nio inseparable de la imagen de su madre, en cedro, enchapada en oro y con hermossimas filigranas, fue el instrumento de Dios para comenzar a evangelizar a este pueblo pagano y desde all a la regin central de la sierra ecuatoriana, all se obran los grandes prodigios y an milagros que Dios pudo realizar a travs de esta imagen de la Virgen que se hizo milagrosa. Por razones pastorales el IV Obispo de Quito Fray Lus Lpez de Sols orden el traslado de la sagrada imagen al pueblo de El Quinche.
El Santuario de El Quinche La Virgen fue trasladada a la antigua Iglesia de El Quinche distante de la actual a 15 cuadras y en 1630 se construy su primer templo por mandato de Fray Pedro de Oviedo, Obispo de Quito, es recibida por el pueblo del Quinche el 10 de marzo de 1604 fecha histrica en que la imagen milagrosa deja para siempre su primer asiento para radicarse desde la Colonia hasta nuestros das, aqu toma definitivamente el nombre de Nuestra Seora de la Presentacin de El Quinche, en lugar de Oyacachi y su fiesta principal es el 21 de Noviembre, en vez del 2 de febrero. Bajo la direccin del Clero Diocesano fue creciendo el amor a la Virgen en el pueblo, creci el nmero de peregrinaciones y con ello el conocimiento de Jesucristo como nico Salvador. Siguieron obrndose los favores y portentos de modo que su fama abarco la regin de la sierra norte del pas. La Virgen de El Quinche y la Ciudad de Quito Aunque el Santuario de la Virgen se encuentra ubicado en una zona agraria, la relacin con la ciudad ha sido ms o menos permanente. Quiz las pinturas no lo expresen de modo suficiente ya que la mayora de stas, nos remiten a paisajes rurales y a milagros relacionados con la vida en el
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campo. La Virgen sirvi no obstante, de amparo a la poblacin urbana frente a las calamidades pblicas. A penas dos aos despus de estar en El Quinche dice el historiador Sono, fue trasladada a Quito a fin de curar una grave y peligrosa dolencia del Presidente de la Real Audiencia de Quito don Martn de Arbola; los anales del Santuario muestran que hasta la actualidad tiene mas de 200 salidas a Quito para calmar enfermedades, plagas, pestes y terremotos. Coronacin cannica Ante la gran popularidad y aceptacin de fe y de piedad mariana el pueblo de Quito pide a la Autoridad eclesistica la Coronacin Cannica de tan Veneranda imagen; ante los pedidos de las instituciones educativas y de gobierno como tambin el Clero y sus parroquias y miles de firmas, el seor Arzobispo de Quito, Mons. Carlos Mara de la Torre realiza los trmites petitorios ante la Santa Sede. Conocida la aprobacin pontificia de la aprobacin cannica, con alborozo se anuncia esta noticia que consuela mucho al pueblo ecuatoriano afligido por la guerra. Con todos los preparativos y ceremonias especialsimas la sagrada imagen es coronada el 20 de junio de 1943 por decreto del Papa Po XII y delegado Mons. Carlos Mara de la Torre. La Congregacin de los Misioneros Oblatos El seor Arzobispo de Quito Mons. Carlos Mara de la Torre y en nombre de la Arquidicesis, confa el cuidado pastoral de la parroquia y Santuario de Nuestra Seora de El Quinche a la Congregacin de Misioneros Oblatos de los Corazones Santsimos de Jess y de Mara fundados en Cuenca el 5 de octubre de 1884 por el hoy Venerable Padre Julio Mara Matovelle, hacindose cargo el 30 de mayo de 1944; desde esa fecha a procurado la Congregacin responder los anhelos y mandatos de la Curia Arquidiocesana de Quito. Hoy el nombre de la Virgen de El Quinche es amado y conocido en todo el Ecuador, evangelizando a cuantos acuden a su Santuario; en las fiestas de 21 de noviembre las grandes caminatas y romeras sobrepasan las 600.000 personas. Las rplicas de Nuestra Seora de El Quinche se encuentran en Argentina, EEUU, Espaa, Jerusaln, Italia y Brasil; pues donde van los ecuatorianos van llevando esta advocacin y los Oblatos han procurado organizar esta devocin y fiestas en dichos pases. El Santuario de Nuestra Seora de El Quinche ocupa el primer lugar en el Ecuador por su concurrencia, la devocin y los resultados de evangelizacin al pueblo de Dios.
colocar la bendita imagen en el atrio de la parroquia y a los pies de Mara se jur solemnemente no guardar rencores y borrar el odio de los corazones para que la paz germinara en fraternidad y reconciliacin. Ciertamente un milagro maravilloso. Por esto dieron a la imagen el hermoso ttulo de Nuestra Seora de la Paz, cuya fiesta litrgica se celebra el 21 de noviembre, en recuerdo de su llegada a la ciudad de San Miguel. Con ocasin del Congreso Eucarstico Nacional en 1942, S, S, Po XII dirigindose al pueblo salvadoreo, exclam que Nuestra Seora de la Paz os coloque a todos bajo el amparo del simblico ramo en su Iglesia de San Miguel alza en su mano derecha y cuyo nombre amaramos ver proyectado sobre el mundo entero. Proteccin milagrosa La fe y confianza depositadas en la Virgen de la Paz, vive desde que lleg a las playas de El Salvador, con fuertes raigambres, en el alma del pueblo salvadoreo, esperanzas que no han quedado frustradas. Son numerosos los ejemplos que dan fe de ello: 1. El 21 de septiembre de 1787, -105 aos despus del hallazgo- el volcn Chaparrastique entre grandes y espantosos temblores de tierra y tempestuosas tormentas, hizo una de sus ms formidables erupciones. La lava ardiente casi llegaba a la Ciudad, amenazando su inminente destruccin. Angustiados los vecinos, se congregaron en la plaza principal, junto a las autoridades locales, sacerdotes y religiosos franciscanos y mercedarios, quienes infundan confianza al afligido pueblo, exhortndolo a pedir a Dios misericordia con arrepentimiento de los pecados y a invocar la proteccin maternal de la Virgen de la Paz. Decidieron en clamor unnime sacar la imagen de Nuestra Seora de la Paz a la puerta principal de la antigua Iglesia parroquial. Y colocada que fue frente a las fuerzas volcnicas, al aparecer la sagrada Imagen, al grito de Slvanos Reina de la Paz, la lava inmediatamente tom otro rumbo buscando al sur de la Ciudad; cubri grandes extensiones de tierras frtiles, a la vez que gran parte de la laguna El Jocotal. Refirese histricamente que despus de efectuarse el portentoso milagro que se acaba de relatar, en el lmpido cielo se dej ver con toda la claridad una bellsima palma formada por blancas nubes, cuyo pie fue a posarse en el inmenso crter del turbulento volcn. Tan admirados quedaron quienes vieron aquella magnfica seal, que el pueblo opt por colocar en la diestra de la Sagrada Imagen, una palma de oro en conmemoracin de aquel acontecimiento que la tradicin se ha encargado de hacer prevalecer como algo notable, asombroso y nico en estas latitudes. 2. El jueves 25 de junio de 1903, entre cinco y seis de la tarde, un estruendo conmovi a la ciudad de San Miguel. Un rayo fulmin sobre la cpula de la Iglesia de San Francisco, templo santuario de nuestra Patrona e iglesia parroquial. La chispa slo produjo incendio que comenz en el camarn de la Virgen, quemando las vestiduras de la Imagen, ennegreciendo y ampollando el retoque, sin daar las perfecciones escultricas. La lluvia arreciaba y el huracn amenazaba a la ciudad. Las descargas elctricas consecutivas embargaban los nimos. Las fuerzas huracanadas derribaron rboles y los tejados de las casas eran arrancados por la violencia de la tempestad. Pronto se supo la noticia de la desgracia, y no obstante que por las calles se hacia difcil transitar, el momento llenose el templo de fieles. La consternacin era general. Se llamo al mejor escultor guatemalteco, D. Cipriano Dardn para restaurar la Imagen. Con ese fin se la llev en procesin de desagravio de la Iglesia parroquial a la de Santo Domingo, llevando la Imagen y el Nio cubiertos el rostro, en medio de una manifestacin impresionante. El trabajo lo hizo el escultor en la sacrista de este ltimo templo.
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Despus de casi tres meses, fueron entregadas las imgenes, siendo conducidas en solemne procesin a la Iglesia parroquial, en recorrido por cntricas calles, entre delirante entusiasmo, estallido de petardos y msicas marciales.
La Catedral-Baslica, Santuario Nacional de la Patrona de El Salvador. El 21 de noviembre de 1862 el Capitn General Gerardo Barrios, natural del departamento de San Miguel, coloc la primera piedra de la actual Catedral, santuario que guarda a la Patrona de la Nacin. El 21 de noviembre de 1962, justamente cien aos despus, se abri el templo, orgullo de los migueleos, siendo Obispo de la Ciudad Mons. Miguel ngel Machado. La imagen se traslad desde su primer templo la Iglesia de San Francisco. En la parte exterior lucen en mrmol las estatuas del Capitn D. Luis Moscoso, fundador de la ciudad y la del Capitn General Gerardo Barrios, iniciador de los trabajos de la Catedral. A instancias de los Obispos de El Salvador, a una con el clero y fieles y autoridades civiles, el Papa Pablo VI declar y constituy a la Santsima Madre de Dios bajo el ttulo de Nuestra Seora de la Paz, Patrona principal ante Dios de toda la Republica de El Salvador y elev su Catedral y Santuario Nacional al rango de Baslica Menor. Coronacin de la Virgen de la Paz Tuvo lugar el 21 de noviembre de 1921. El primer Obispo de San Miguel, Mons. Dueas y Argumedo yacente en la cripta del Santuario- obtuvo de S.S. Benedicto XV la Coronacin Cannica de la Virgen de la Paz, que se efectu el 21 de noviembre de 1921 La ceremonia tuvo lugar en el parque frente a la Catedral. Se efectu despus de la Misa Pontifical oficiada por Mons. Dueas. En presencia del Sr. Presidente de la Republica, D. Jorge Melndez, acompaado de su Gobierno y Ministros, del Cuerpo Diplomtico y Consular, Arzobispo y Obispos de Centroamrica y miles de personas. En el momento de ser colocada la Corona en la Imagen, el Jefe de Estado deposit simblico bastn de mando a los pies de la Madre Espiritual del pueblo salvadoreo y ms de 150 palomas blancas fueron echadas al vuelo. En memoria de este acontecimiento se celebra cada aniversario con solemnes festejos eucarsticos y grandiosa Procesin, llevando en oracin triunfal la Santa Imagen con gran devocin y entusiasmo. Tambin desde entonces quedo establecida la Romera de Peregrinos en honor a la Reina de la Paz.
Ella se dirige a los nios y les pide que recen el rosario todos los das por la paz del mundo, que pidan por la conversin de los pecadores, y por el fin de la guerra. Las apariciones continan, y la Virgen siempre repite que se ore por la paz y por la conversin de los pecadores y que se rece el rosario diariamente.
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En su doble denominacin, esta bella imagen de la Virgen nos recuerda el centralismo salvfico de la pasin de Cristo y de Mara y al mismo tiempo la socorredora bondad de la Madre de Dios y nuestra. Historia En el siglo XV un comerciante acaudalado de la isla de Creta (en el Mar Mediterrneo) tena la bella pintura de Nuestra Seora del Perpetuo Socorro. Era un hombre muy piadoso y devoto de la Virgen Mara. El mercader estaba resuelto a impedir que el cuadro de la Virgen se destruyera como tantos otros que ya haban corrido con esa suerte. Por proteccin, el mercader decidi llevar la pintura a Italia.. En ruta se desat una violenta tormenta y todos a bordo esperaban lo peor. El comerciante tom el cuadro de Nuestra Seora, lo sostuvo en lo alto, y pidi socorro. La Santsima Virgen respondi a su oracin con un milagro. El mar se calm y la embarcacin lleg a salvo al puerto de Roma. Tena el mercader un amigo muy querido en la ciudad de Roma a quien mostr el cuadro y le dijo que algn da el mundo entero le rendira homenaje a Nuestra Seora del Perpetuo Socorro. Pasado un tiempo, el mercader se enferm de gravedad. llam a su amigo a su lecho y le rog que le prometiera que, despus de su muerte, colocara la pintura de la Virgen en una iglesia digna o ilustre para que fuera venerada pblicamente. El amigo accedi a la promesa pero no la lleg a cumplir por complacer a su esposa que se haba encariado con la imagen. Pero la Divina Providencia no haba llevado la pintura a Roma para que fuese propiedad de una familia sino para que fuera venerada por todo el mundo, tal y como haba profetizado el mercader. Nuestra Seora se le apareci al hombre en tres ocasiones, dicindole que deba poner la pintura en una iglesia, de lo contrario, algo terrible sucedera. Efectivamente el hombre se puso gravemente enfermo y en pocos das muri. Por fin la mujer se convenci y entreg la pintura para que fuera colocada en una iglesia que queda entre la baslica de Sta. Mara la Mayor y la de S. Juan de Letrn, la iglesia de S. Mateo, el Apstol. La pintura fue llevada a la iglesia en procesin solemne el 27 de marzo de 1499. Colgaron la pintura sobre el altar mayor de la iglesia, en donde permaneci casi trescientos aos. Amado y venerado por todos los de Roma como una pintura verdaderamente milagrosa, sirvi como medio de incontables milagros, curaciones y gracias. En 1798, Napolen y su ejrcito francs tomaron la ciudad de Roma. Exili al Papa Po VII y, con el pretexto de fortalecer las defensas de Roma, destruy treinta iglesias, entre ellas la de San Mateo, la cual qued completamente arrasada. Junto con la iglesia, se perdieron muchas reliquias y estatuas venerables. Uno de los Padres Agustinos, justo a tiempo, haba logrado llevarse secretamente el cuadro. Cuando el Papa, que haba sido prisionero de Napolen, regres a Roma, le dio a los agustinos el monasterio de S. Eusebio y despus la casa y la iglesia de Sta. Mara en Posterula. Una pintura famosa de Nuestra Seora de la Gracia estaba ya colocada en dicha iglesia por lo que la pintura milagrosa de Nuestra Seora del Perpetuo Socorro fue puesta en la capilla privada de los Padres Agustinos, en Posterula. All permaneci sesenta y cuatro aos, casi olvidada. Mientras tanto, a instancias del Papa, el Superior General de los Redentoristas, estableci su cede principal en Roma donde construyeron un monasterio y la iglesia de San Alfonso. Uno de los Padres, el historiador de la casa, realiz un estudio acerca del sector de Roma en que vivan. En sus investigaciones, se encontr con mltiples referencias a la vieja Iglesia de San Mateo y a la pintura milagrosa de Nuestra Seora del Perpetuo Socorro. Los Padres Redentoristas soaban con ver que el milagroso cuadro fuera nuevamente expuesto a la veneracin pblica y que, de ser posible, sucediera en su propia Iglesia de San Alfonso. As que instaron a su Superior General para que tratara de conseguir el famoso cuadro para su Iglesia. Despus de un tiempo de reflexin, decidi solicitarle la pintura al Santo Padre, el Papa Po IX quien manifest su deseo de que el cuadro milagroso de Nuestra Seora del Perpetuo Socorro fuera devuelto a la Iglesia entre Sta. Mara la Mayor y S. Juan de Letrn. Tambin encarg
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a los Redentoristas de que hicieran que Nuestra Seora del Perpetuo Socorro fuera conocida en todas partes. La imagen de Nuestra Seora del Perpetuo Socorro fue llevado en procesin solemne a lo largo de las vistosas y alegres calles de Roma antes de ser colocado sobre el altar, construido especialmente para su veneracin en la Iglesia de San Alfonso. La dicha del pueblo romano era evidente. El entusiasmo de las veinte mil personas que se agolparon en las calles llenas de flores para la procesin dio testimonio de la profunda devocin hacia la Madre de Dios
Pasaron casi diez aos antes de que el seor Zelaya cumpliera su promesa. Por fin el 28 de noviembre de 1777 el cabildo eclesistico le dio el permiso de construir una capilla en su hacienda para que se celebrase en ella el sacrificio de la Misa. La bendicin de la ermita fue en el ao de 1780. Luego con el aumento de peregrinos fue necesario hacer continuas remodelaciones hasta llegar al estado actual, terminado en 1947. En el ao 1954, un ao esencialmente mariano, el tercer Arzobispo de Tegucigalpa, Monseor Jos de la Cruz Turcios y Barahona, puso la primera piedra del que llegara a ser uno de los santuarios ms grandes de Centro Amrica, y que espera su futura constitucin como Santuario y Baslica Nacional. El actual Santuario de Suyapa tiene 93 metros de longitud, 43 metros de altura en sus torres y 46 metros en la cpula. El dimetro de sta es de 11.50 metros. Y la anchura de la nave central es de 13.50 metros. La Virgen de Suyapa fue nombrada Patrona Nacional de Honduras por el Papa Po XII.
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Cuando Juan Diego llega al Tepeyac, inexplicablemente desaparece y se pierde de la vista de los espaoles. Mientras tanto, la Virgen habla una vez ms con el vidente y le indica que regrese al da siguiente para entregar la prueba a Zumrraga. El indgena viva con su to Bernardino, quien se encontraba sumamente enfermo. Por lo mismo, en la madrugada del martes 12 de diciembre, prefiere buscar un sacerdote que pudiera dar auxilios espirituales a su familiar. A pesar de que trata de evitar a la Seora, Ella lo reencuentra y le ofrece un mensaje de fe y esperanza. Ratifica su celestial origen y la peticin de construir el templo, con una bellsima misiva de paz y ayuda para todo el mundo. Propone que suba al monte para entregarle la seal demandada. Juan Diego subi a la cumbre del cerro y se asombr muchsimo al ver tantas y exquisitas rosas de Castilla, siendo aquel un tiempo de mucho hielo en el que no aparece rosa alguna por all, y menos en esos pedregales. Llen su poncho o larga ruana blanca con todas aquellas bellsimas rosas y se present a la Seora del Cielo. Ella le dijo: "Hijo mo, esta es la prueba que llevars de parte ma al Obispo. Te considero mi embajador, muy digno de confianza. Ahora te ordeno que slo delante del Obispo despliegues tu manta y descubras lo que llevas. Contars todo lo que viste y admiraste para que logres que el prelado construya el templo que he pedido." Despus que la Virgen las toca, va al obispado y las entrega a Zumrraga. Desenvolvi luego su blanca manta, y as que se esparcieron por el suelo todas las diferentes rosas de Castilla, se dibuj en ella y apareci de repente la preciosa imagen de la Virgen Mara, Madre de Dios, tal cual se venera hoy en el templo de Guadalupe en Tepeyac. Luego que la vieron, el Obispo y todos los que all estaban, se arrodillaron llenos de admiracin. El prelado desat del cuello de Juan Diego la manta en que se dibuj y apareci la Seora del Cielo y la llev con gran devocin al altar de su capilla. La ciudad entera se conmovi, y venan a ver y admirar la devota imagen y a hacerle oracin; y le pusieron por nombre la Virgen de Guadalupe, segn el deseo de Nuestra Seora. El Obispo traslad a la Iglesia Mayor la santa imagen de la amada Seora del Cielo. La ciudad entera desfilaba para admirar y venerar la Sagrada Imagen, maravillados todos de que hubiera aparecido por milagro divino; porque ninguna persona de este mundo pint su preciosa imagen. La imagen original, completa e intacta, se encuentra en la actualidad en el Santuario del Tepeyac, donde asisten millones de peregrinos de todo el mundo para rezar y solicitar intermediacin de favores del Padre Celestial. Su mensaje le confiere ser la primera y ms importante evangelizadora en el Nuevo Mundo Descripcin de la Imagen. La imagen de Nuestra Seora de Guadalupe qued impresa en un tosco tejido hecho con fibras de maguey. Se trata del ayate, usado por los indios para acarrear cosas y no de una tilma, que usualmente era de tejido ms fino de algodn. La trama del ayate es tan burda y sencilla, que se puede ver claramente a travs de ella, y la fibra del maguey es un material tan inadecuado que ningn pintor lo hubiera escogido para pintar sobre l. La imagen de Nuestra Seora de Guadalupe es una maravillosa sntesis cultural, una obra maestra que present la nueva fe de manera tal que pudo ser entendida y aceptada inmediatamente por los indios mexicanos. Es imposible de describir aqu la rica y complicada simbologa que contiene este cuadro-cdice porque cada detalle de color y de forma es portador de un mensaje teolgico. El rostro impreso en el ayate es el de una joven mestiza; una anticipacin, pues en aquel momento todava no haban mestizos de esa edad en Mxico. El manto azul salpicado de estrellas es la "Tilma de Turquesa" con que se revestan los grandes seores, e indica la nobleza y la importancia del portador. Los rayos del sol circundan totalmente a la Guadalupana como para indicar que ella es su aurora. Esta joven doncella mexicana est embarazada de pocos meses, as lo indican el lazo negro que ajusta su cintura, el ligero abultamiento debajo de este y la intensidad de los resplandores solares que aumenta a la altura del
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vientre. Su pie esta apoyado sobre una luna negra, (smbolo del mal para los mexicanos) y el ngel que la sostiene con gesto severo, lleva abiertas sus alas de guila. La Virgen de Guadalupe se present ante sus hijos como la Madre del Creador y conservador de todo el universo; que viene a su pueblo porque quiere acogerlos a todos, indios y espaoles, con un mismo amor de Madre. Estudios Cientficos sobre la Imagen de la Virgen de Guadalupe. Los asombrosos descubrimientos en torno al cuadro de la Virgen de Guadalupe tienen a los cientficos en gran asombro. Se ha formado una comisin de cientficos para investigar los fenmenos inexplicables de esta tela que era la ruana o poncho del indio Juan Diego. El Fenmeno de la Tela. Lo primero que llama la atencin de los expertos en textiles es que esta manta se haya podido conservar durante siglos, expuesta al polvo, al calor y a la humedad, sin que se haya deshilachado ni desteido su bella policroma. Siempre estuvo as expuesta a todo, y slo desde hace unos aos la cubrieron con un vidrio. La tela est hecha en una fibra de ayate mexicano que, por su naturaleza, se descompone por putrefaccin dentro de veinte aos. As ha sucedido con varias reproducciones de la imagen que se han fabricado con este mismo tejido. Sin embargo este lienzo lleva cuatrocientos cincuenta aos, desde el tiempo de Hernn Corts, sin desgarrarse ni descomponerse. Por causas ininteligibles a los expertos, es refractaria a la humedad y al polvo. El cuadro de la Virgen de Guadalupe estuvo 116 aos expuesto a las inclemencias del ambiente, sin proteccin alguna contra el polvo, la humedad, el calor, el humo de las velas y el continuo roce de miles y miles de objetos que fueron tocados a la venerada imagen, adems del constante contacto de manos y besos de innumerables peregrinos. Se ha comprobado que el tejido de maguey es de muy fcil descomposicin; cualquier tejido de esta fibra vegetal no puede conservarse ms all de veinte aos y sin embargo el ayate de Juan Diego ha resistido mucho mas de cuatro siglos en perfecto estado de conservacin. El Fenmeno de la Imagen. La pintura que cubre la tela es otro misterio. El sabio alemn Kuhn, premio Nobel en Qumica, ha estudiado esta pintura, y su respuesta dej atnitos a los oyentes: "Estos colorantes no son ni minerales, ni vegetales, ni animales". No han podido explicar el origen de los pigmentos que dan color a la imagen, ni la forma en que esta fue pintado. Se podra pensar que la tela ha resistido tanto porque la habran encolado y preparado de manera especial como a otras pinturas famosas, para que tuviera gran resistencia. Pero el Seor Callaga, del instituto espacial NASA, de Estados Unidos, la ha estudiado con aparatos de rayos infrarrojos y ha descubierto que la tela no tiene ningn engomado ni preservativos, y que no se puede explicar cmo esa imagen ha resistido cuatro siglos en un lienzo tan ordinario. Con estos rayos infrarrojos se ha descubierto que la imagen no tiene esbozos previos -como se ve en los cuadros de Rubens y Tiziano-, sino que fue plasmada directamente, tal cual se la ve, sin tanteos ni rectificaciones. La imagen no tiene pinceladas. La tcnica empleada es desconocida en la historia de la pintura. Es incomprensible e irrepetible. El Fenmeno de las Pupilas. Un famoso oculista, Lauvvoignet, examin con un poderoso lente la pupila de la Virgen, y observ, maravillado, que en el iris se ve reflejada la imagen de un hombre. Esto fue al principio de una investigacin que condujo a los ms inesperados descubrimientos. Por medio de la digitalizacin se observa en la pupila de una fotografa todo lo que la persona estaba mirando en el momento de tomarse la foto. El Dr. Tosnman, especializado en digitalizacin, le ha tomado fotografas a la pupila de la Virgen de Guadalupe. Despus de
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ampliarlas miles de veces, logr captar detalles imposibles de ser captados a simple vista. Ha descubierto lo que la Virgen miraba en el momento de formarse la imagen en la tilma de Juan Diego! Trece figuras humanas se han identificado en un espacio de 8 milmetros de dimetro. Existen dos escenas: la primera contiene al obispo Zumrraga sorprendido frente al indio Juan Diego, que abre su tilma y descubre la imagen de Mara. Otros testigos complementan la escena del milagro, como el traductor de lengua Nhuatl al espaol, una mujer de raza negra, etc. La segunda escena, mucho mas pequea que la anterior, se ubica en el centro de los ojos y contiene una imagen familiar tpica de indgenas americanos: un matrimonio con varios hijos alrededor. Las dos escenas se repiten en ambos ojos con una precisin sorprendente, incluida la diferencia de tamao producida por la mayor cercana de un ojo respecto del otro, frente a los objetos retratados. Cientficos de la NASA (entre otros) han utilizado tecnologa digital similar a la usada en las imgenes que se reciben desde los satlites, para analizar las figuras impresas en los ojos de Mara. Lo que es radicalmente imposible es que en un espacio tan pequeo, como la crnea de un ojo situado en una imagen de tamao natural, an el ms experto miniaturista lograra pintar todas esas imgenes que ha sido necesario ampliar dos mil veces para poderlas advertir. La ciencia moderna se queda sin explicaciones ante las maravillas de la imagen de la Virgen de Guadalupe. Es una realidad irrepetible. Sobrepasa todas las posibilidades naturales, por lo que se puede decir que estamos ante un hecho sobrenatural. Una tilma que no se corrompe. Unos colores que no fueron pintados. Una pupila que contiene toda la escena y todas las personas del momento del milagro. Estamos ante una imagen que ni el tiempo ni los atentados de hombres llenos de odio han podido vencer. Los Papas y la Virgen de Guadalupe Po X proclam a Nuestra Seora de Guadalupe "Patrona de toda la Amrica Latina"; Po XI, de "todas las Amricas"; Po XII la llam "Emperatriz de las Amricas"; y Juan XXIII, "La misionera celeste del Nuevo Mundo" y "la Madre de las Amricas". En esta gran baslica Juan Pablo II beatific al indio Juan Diego el 6 de mayo de 1990. En sus cuatro visitas a Mxico, Juan Pablo II ha visitado el Tepeyac y honrado con profundo amor filial a la Virgen de Guadalupe a quien ha encomendado el continente Americano y su nueva evangelizacin.
De El Realejo Don Lorenzo de Cepeda se vio forzado a viajar al El Viejo, pueblo cercano, buscando mejor clima y como era muy devoto de la Virgen, se la llev con l y la deposit en la Parroquia por seguridad y evidente comodidad. Los habitantes de El Viejo, indios y mestizos, fueron atrados por la belleza de la imagen, y llegaban a la Parroquia a admirar a la "Nia Blanca". Pronto adquiri prestigio de milagrosa, pero don Lorenzo tena que partir y a pesar de las protestas y ruegos, empac su bella imagen y se fue a El Realejo para embarcarse rumbo a Per. Cuando el barco se hizo a la mar, vino otra tormenta y el velero tuvo que regresar al puerto nicaragense para evitar un naufragio. De nuevo Don Lorenzo se fue a El Viejo, cargando la sagrada estatua de la Virgen de la Concepcin. El pueblo entero se volc fervoroso a venerar a la Virgen y mestizos, indgenas y espaoles interpretaron "que la Virgen no quiere irse de El Viejo, la Inmaculada Concepcin quiere quedarse". El pueblo entero ejerci una gran presin en Don Lorenzo y ste como fervoroso hijo de Mara, cedi "a los deseos de la Virgen", don la imagen al pueblo de El Viejo y parti hacia su destino original, Per. La devocin a la Inmaculada Concepcin creci enormemente y hoy es venerada en un bellsimo altar de madera donado por sus devotos por gracias concedidas. La fiesta de la Pursima Inmaculada Concepcin de El Viejo, patrona de Nicaragua es celebrada con gran solemnidad durante un novenario desde el 28 de noviembre. El 6 de diciembre es el da llamado de la "Lavada de la Plata", a las 9:00 a.m. se lleva a cabo la misa concelebrada con el Obispo de la dicesis y a continuacin la Virgen es bajada de su camarn con gran alegra de todo el pueblo. A continuacin se realiza la llamada "Lavada de la Plata", que es una ceremonia religiosa con participacin popular y cuyo fin es limpiar las piezas de plata que conforman el Tesoro de la Virgen.
PRIMERO: Que el 9 de septiembre de 1513 el Papa Len X mediante la Bula "Pastoralis Officii Debitum" cre la Dicesis de Santa Mara La Antigua con sede en el poblado de este mismo nombre elevando su Capilla al rango de Catedral y asignndole perpetuamente Como titular a la Santsima Madre de Dios bajo esta misma advocacin. SEGUNDO: Que el Emperador Carlos V en ejercicio del privilegio del Patronato autoriz al Gobernador Pedrarias Dvila para que Fray Vicente Peraza, segundo Obispo de Santa Mara la Antigua trasladara la sede de esa Iglesia en 1524 a la Ciudad de Panam. TERCERO: Que por el hecho arriba mencionado la actual Arquidicesis de Panam es la misma creada por el Papa Len X en la fecha ya sealada y por lo tanto la, titular de la Catedral es Santa Mara la Antigua. CUARTO: Que no consta que antes de hoy alguno de los 45 Obispos que han regido esta Iglesia en sus 486 aos de historia haya elegido ni aprobado el Patronato de Santa Mara la Antigua para esta Arquidicesis. QUINTO: Que a tenor de la instruccin de la Sagrada Congregacin para el Culto Divino del 19 de marzo de 1973 en el N' 7 "corresponde al Obispo Diocesano aprobar la eleccin del Patrono o Patrona de la Dicesis que le ha sido confiada". SEXTO: Que en este final del Milenio el pueblo de Dios desea recuperar la memoria histrica y tener la titular de la Catedral de Panam como Patrona de la Arquidicesis por su tradicional amor a la Santa Madre de Dios que ha acompaado a esta Iglesia y al pueblo panameo desde su nacimiento. DECRETAMOS: Articulo nico: Proclamar oficialmente a la Santsima y siempre Virgen Mara, Madre de Dios y Madre Nuestra, Patrona de la Arquidicesis de Panam, bajo el ttulo de Santa Mara la Antigua, primera advocacin mariana llegada a estas tierras istmeas. Panam, a los nueve (9) dias del mes de septiembre del ao del Seor, mil novecientos noventa y nueve (1999), en el 486 aniversario de la creacin de la Dicesis de Santa Mara la Antigua. + Jos Dimas Cedeo D. Arzobispo de Panam Por mandato de Su Excia. Rvdma. P. Rosendo A. Torres s.i. Canciller Oracin del Acto de Renovacin de la Consagracin de la Repblica de Panam al Inmaculado Corazn de Mara con motivo del Congreso Eucarstico Nacional y en la proclamacin de Nuestra Seora de la Antigua como patrona de la Repblica de Panam Santsima Virgen Mara, te proclamamos y te aceptamos una vez ms como Madre de Dios y Madre nuestra. Acoge hoy nuestro clamor y abraza en el amor de madre a todos los que habitamos en esta Patria e imploramos tu proteccin. T has caminado siempre con nosotros desde los albores de la primera evangelizacin brindndonos tu amparo maternal bajo la advocacin de Nuestra Seora de la Antigua.
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Al conmemorar hoy otro aniversario del nacimiento de la Iglesia Catlica en nuestro Pas, los Obispos de la Conferencia Episcopal Panamea renovamos la consagracin de la Repblica de Panam a tu corazn Inmaculado que en 1943 te hiciera Mons. Francisco Beckmann. Ponemos a tus pies nuestro pasado, nuestro presente y nuestro futuro. El Panam que hemos sido y el que queremos ser. Bendice y acompaa a nuestros pastores, a las personas consagradas y a todo el pueblo de Dios. Fortalece a las familias panameas para que siendo santuario de la vida estn siempre abiertas a acogerla como don de Dios y a defenderla desde la concepcin hasta la muerte natural. Protege a nuestros gobernantes y dirigentes polticos para que con sabidura y prudencia busquen el bien comn y sirvan a la Patria ms y mejor que a sus propios intereses. Suscita en la juventud la generosidad para responder a la voz de tu llamada. Que todos nosotros movidos por un profundo amor fraterno seamos solidarios y aprendamos a compartir lo que somos y tenemos con los mas necesitados superando las barreras del egosmo, la marginacin y toda forma de explotacin. Corazn Inmaculado de Mara! Te entregamos el sufrimiento de quienes se sienten solos y abandonados padeciendo en el cuerpo las angustias de la enfermedad, la falta de libertad o la esclavitud del vicio. S t, oh Madre pursima y misericordiosa consuelo en la tribulacin, alivio en el dolor y fortaleza liberadora del pecado. Alienta, oh Madre nuestro caminar y aydanos a realizar con eficacia la tarea de la nueva evangelizacin. Guanos hacia Jesucristo, Pan de Vida, camino y esperanza para Panam.
PARAGUAY NUESTRA SEORA DE LOS MILAGROS DE CAACUP (VIRGEN AZUL DEL PARAGUAY)
Fiesta: 8 de diciembre Nos cuenta la historia que corra el ao 1600.....cuando cierta maana un grupo de indios Mbayaes persegua a un guaran con intencin de darle muerte, tal vez por pertenecer a otra tribu dominante del rea, o tal vez porque el indio guaran convertido al cristianismo y era feligrs de los franciscanos, a los que los Mbayaes teman tanto como al diablo. Completamente acorralado como estaba y desesperado por la suerte mortal que le esperaba, el indiecito convertido se escondi detrs de un gran rbol que le pareca protector. Agazapado y tembloroso, se le ilumin de pronto el recuerdo de la Inmaculada Concepcin, que era la Virgen de su predileccin. Entre splicas y suspiros, entre miedo y esperanzas, le prometi a la Reina de los Cielos que si lo libraba de sus injustos y feroces enemigos, le hara una imagen de la misma madera de aquel rbol. Milagrosamente, los Mbayaes no lo encontraron en aquel monte y al caer la noche se vieron obligados a volver a sus tolderias. El indiecito guaran se vio luego libre......y no vivi ms que para cumplir su promesa. Esperando un prudencial tiempo, el guaran vuelve al rbol protector, ya con sus primitivas herramientas. Desgaj de aquel tronco la madera necesaria para su propsito, puso a secarla, y pacientemente, con todo el arte de sus manos y el fervor de su alma, se puso a esculpir dos estatuas de la Virgen: una, mas grande, destinada a la Iglesia de Tobat, cercana al lugar, y otra, mas pequea, para su devocin particular. Esta imagen menor es la Virgen de los Milagros que se la venera en la ciudad de Caacup; imagen menor que iba a resultar la mayor, por la abundancia de sus dones y de sus fieles. La historia no ha
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recogido datos de la imagen mayor, que se supone saqueada por los salvajes Mbayaes. Tampoco se supo mas de aquel indiecito guaran y cristiano. En el ao 1603 el lago Tapaicu se desbord e inund todo el valle de Piray arrasando todo lo que estaba a su paso incluso la imagen de la Virgen. Sin embargo al retroceder las aguas milagrosamente apareci la imagen de la Virgen que el indio haba labrado. Los pobladores comenzaron a difundir su devocin y comenzaron a invocarla con el nombre de "Virgen de los Milagros". Un devoto vecino, llamado Jos y carpintero de oficio, le labr una modesta ermita y en ella empez a recibir culto la Virgen de Caacup. La imagen e Ntra. Sra. de Caacup es pequea, de poco ms de cincuenta centmetros. Es Inmaculada y sus pies descansan sobre una pequea esfera, ciendo su talle una faja blanca de seda. En 1945 comenz la construccin del templo actual que, aunque todava no se ha completado, guarda la imagen de la Virgen de los Milagros de Caacup desde 1980. Caacup es el centro religioso del Paraguay; lugar de encuentro entre la Patria y la Iglesia, porque esta bendita imagen ha acompaado todo el proceso de formacin de la nacionalidad paraguaya. Cada 8 de diciembre la gran fiesta de Mara de Caacup, los peregrinos llegan por millares al Santuario. Vienen a pie, en bicicleta o en lo que puedan, a demostrar su amor y gratitud a la Madre de todos, a la "Virgen Azul del Paraguay".
de 1921, solemnidad de Nuestra Seora de la Merced, desde entonces declarado fiesta nacional, ocasin en que cada ao el ejrcito le rinde honores a su alta jerarqua militar de "Mariscala". La imagen porta numerosas condecoraciones otorgadas por la repblica de Per y sus gobernantes e instituciones nacionales. En 1970 el cabildo de Lima le otorg las "Llaves de la ciudad" y en 1971 el presidente de la Repblica le impuso la Gran Cruz Peruana al Mrito Naval, gestos que demuestran el cario y la devocin del Per a esta advocacin considerada por muchos como su Patrona Nacional.
NUESTRA SEORA DE ALTAGRACIA Fiesta: 21 de enero La Virgen de la Altagracia es la Protectora del Pueblo Dominicano (por confusin, muchas personas piensan que es la Patrona del pas). Su devocin, por parte de la poblacin catlica, se inici en el pas durante el perodo colonial, de donde pas a otras regiones de Amrica. Existen documentos histricos que prueban que en el ao de 1502, en la Isla de Santo Domingo, ya se daba culto a la Virgen Santsima bajo la advocacin de Nuestra Seora de la Altagracia, El Santuario de Nuestra Seora de Altagracia fue el primero que existi en Amrica. Adems la Republica Dominicana tiene otras numerosas primacas: fue en esta tierra del Nuevo Mundo donde se plant la primera cruz, donde se celebr la primera misa, donde se recit la primera Avemara, y de donde parti la irradiacin de la fe a las otras islas cercanas, para de ah extenderse a tierra firme. El 12 de mayo de 1512 es erigida en parroquia la villa de Salvalen de Higey por el Obispo de Santo Domingo, Garca Padilla. Para esa poca, se instalaron en Higey los hermanos Alonso y Antonio de Trejo, naturales de Plasencia, en Extremadura (Espaa). Al mudarse estos hermanos a la villa de Higey, trajeron consigo la imagen de la Virgen de la Altagracia y, ms tarde, la ofrecieron a la parroquia para que todos pudieran venerarla. En su relacin del ao de 1650, el cannigo Luis Gernimo de Alccer dice: La ymagen miraculosa de nuestra Seora de Alta Gracia est en la villa de Higey, como treynta leguas desta Ciudad de Santo Domingo; son innumerables las misericordias que Dios Nuestro Seor a obrado y cada da obra con los que se encomiendan a su Santa ymagen: consta que la trayeron a esta ysla dos hidalgos naturales de Placencia en Extremadura, nombrados Alonso y Antonio de Trexo que fueron de los primeros pobladores desta ysla, personas nobles como consta de una cdula del Rey Don Felipe Primero, ao de 1506, en que encomienda al Governador desta Ysla que los acomode y aproveche en ella, y aviendo esperimentado algunos milagros que avia hecho con ellos la pusieron para mayor veneracion en la yglesia parroquial de Higey, adonde eran vecinos y tenan haciendas. Parece que no quiere Dios Nuestro Seor que salga de aquella villa, porque a los principios embiaron por ella el Arzobispo y cabildo de la Cathedral y se desapareci de vn arca adonde la traian cerrada con veneracin y cuidado y el mesmo tiempo se apareci en su yglecia de Higei adonde solia estar; est pintada en un lienzo muy delgado de media vara de largo y la pintura es del nacimiento y est Nuestra Seora con el Nio Jess delante y San Joseph a sus espaldas. Y con aver tanto tiempo tiene muy vivos los colores y la pintura como fresca; van en romera a esta santa ymagen de Nuestra Seora de Alta Gracia de toda ysla y de las partes de las Indias que estn ms serca y cada da se ven muchos milagros que por ser tantos ya no se averiguan ni escriven, algunos en seal de agradecimiento, los hacen pintar en las paredes y otras parte de la yglecia y con ser los menos ya no ay lugar para ms; son muchas las lismosnas que se hacen a esta santa yglesia y as est bien proveda de ornamentos y tiene muchas lmparas de plata delante de su santa ymagen. Los numerosos milagros de la imagen hicieron que sta se volviera el centro de la devocin de la isla, y as surgi la necesidad de construir un santuario, el cual fue hecho de paja, al igual que las dems iglesias circunvecinas, anexo a la parroquia de la villa. Fue Don Simn de Bolivar, antecesor del "Libertador", quien, al ver la devocin de la gente, no slo de la isla, sino tambin de las otras islas de la comarca, pidi al Rey ayuda econmica para poder terminar la iglesia. En un principio la fiesta de Nuestra Seora de Altagracia se estableci para el 15 de agosto, por ser el da de la Asuncin de Mara, pero un acontecimiento histrico cambi la fecha. En 1689 Francia orden a todos sus sbditos de la parte de la Espaola que se apoderasen de toda la isla, pero los nativos quisieron impedrselo. En 1690, los espaoles encabezados por Antonio Miniel invadieron el territorio del Oeste y el 21 de enero derrotaron a los franceses en la histrica batalla de la Sabana Real de la Limonade, pereciendo el gobernador francs Cussy en la accin y retirndose luego los espaoles a Santiago. Como las tropas procedentes del Este de la isla elevaron sus
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plegarias a Nuestra Seora de la Altagracia la vspera del combate, al verse triunfantes iniciaron la celebracin de su fiesta religiosa en ese da (21 de enero), en vez del 15 de agosto En 1692 el arzobispo Isidoro Rodrguez Lorenzo escribi una carta dirigida a todos los fieles cristianos y habitantes, vecinos y moradores de este nuestro arzobispado en donde por primera vez aparece una autoridad eclesistica aprobando como buena y vlida la fiesta de los 21 de enero. A principio del siglo XX, Monseor Arturo de Merio, Arzobispo de Santo Domingo, pidi a la Santa Sede la concesin de Oficio Divino y Misa Propia para el da de la Virgen de la Altagracia suplicando, adems, que fuese como festividad de precepto los 21 de enero, ya que los 15 de agosto no se poda pues la Iglesia Catlica celebraba en esa fecha el Misterio de la Asuncin de la Virgen a los Cielos. El pedimento fue aprobado y la concesin es efectiva para toda la Arquidicesis de Santo Domingo. El 21 de enero fue declarado oficialmente da no laborable y de fiesta nacional en todo el territorio nacional durante el gobierno de Horacio Vsquez. La imagen de Nuestra Seora de Altagracia tuvo el privilegio especial de haber sido coronada dos veces. El 15 de agosto de 1922, en el pontificado de Po Xl, fue cannicamente coronada Nuestra Seora de la Altagracia, trada desde su Santuario de la Villa de Higey, hasta la Capital de la Repblica. El Papa Juan Pablo II, durante su visita al pas, coron personalmente el 25 de enero de 1979 a la imagen con una diadema de plata sobredorada, regalo personal suyo a la virgen. La advocacin de la Virgen de Altagracia es muy popular, concurriendo a su santuario todos los aos numerosas romeras que van desde los ms apartados confines de la isla a ofrendarle los votos y promesas hechas en momentos de tribulacin
parroquia, los principales pobladores, se consagraron a su Patrona la Inmaculada, bajo la advocacin de Nuestra Seora de Lujn. Su primer prroco, el presbtero Santiago Figueredo, en vista de la pobreza y aridez de aquellos terrenos resolvi trasladar la parroquia a otro lugar ms cmodo y propicio para el culto de la Virgen. Acudi al Cabildo de Montevideo y una vez obtenido el permiso, los vecinos del Pintado se trasladaron a la que hoy es la ciudad de Florida. En este lugar se construy otra capilla y se coloc a la Virgen de Lujn. Al pie de esa imagen el 25 de mayo de 1825 se inici la lucha por la independencia de Uruguay. "La noble tierra de los uruguayos, hermosa por el verdor de sus praderas y por sus cuchillas suavemente onduladas, se ufana de ser antigua sede de piedad mariana, la que, as como sugiere a los cristianos sentimientos religiosos, de la misma manera lleva con facilidad a todos los ciudadanos al recuerdo de la libertad conquistada y a los comienzos de la Patria naciente." Con estas palabras comienza el Papa Juan XXIII la bula con la que declara patrona principal de Uruguay a la Virgen de los Treinta y Tres. Un poco ms adelante, despus de hablar del origen de esta devocin continua diciendo: "Finalmente en nuestros das -lo que nos causa gran alegra- todo el pueblo de la Repblica venera con amor ardiente a la misma Virgen, la cual, si de veras ocupa el centro del templo, con razn mayor se debe afirmar que vive en los nimos y en las mentes de todos." Esta pequea imagen de la Virgen, tan querida por todos los uruguayos, mide tan solo treinta y seis centmetros de alto. Est tallada en madera de cedro y procede, segn la tradicin, de las misiones de los padres Jesuitas. La sagrada imagen fue colocada en la iglesia de Florida Blanca e inmediatamente sus habitantes le rindieron un culto filial. El nombre de la Virgen podra parecer un poco extrao a quien no conoce su historia. El origen de esta advocacin de la Virgen de los Treinta y Tres est ligado a la gesta libertadora de los Uruguayos. La devocin no tuvo en su origen ningn acontecimiento extraordinario, ninguna seal que va ms all del orden natural de las cosas. A comienzos del siglo XIX los pueblos latinoamericanos estaban luchando por su independencia. Y en Uruguay ocurra lo mismo. Era el ao de 1825. La lucha por la libertad estaba encabezada por un valeroso grupo de patriotas; todos ellos, al igual que su pueblo, catlicos y devotos fervorosos de la Virgen Mara. Como es natural, al iniciar la arriesgada campaa para alcanzar la libertad de la Patria, quisieron poner el xito de su empresa en manos de Mara. As que los caudillos acudieron a la parroquia, participaron en la santa misa y, al terminar, inclinaron su bandera tricolor delante de la imagen de la Sma. Virgen pidindole su bendicin. El nmero de los caudillos era precisamente treinta y tres, y desde entonces el pueblo uruguayo ha designado con el nombre de "Virgen de los Treinta y Tres" a la pequea imagen de la Iglesia parroquial de Florida El Papa Juan Pablo II acudi como peregrino a este santuario mariano y en su ngelus del 28 de junio de 1992 comparti su experiencia de ese lugar: "Recuerdo con emocin mi visita a Nuestra Seora de los Treinta y Tres, el 8 de mayo de 1988, durante el viaje apostlico a aquella querida Nacin: contemplando la santa imagen rece por Amrica Latina, pues -como haba subrayado aquel mismo da, al recitar el Regina Coeli- "la Virgen Mara, Reina de los Apstoles, la que con su fe y ejemplo de vida, precede a los heraldos del Evangelio, nos hace sentir la hermandad de todos los pueblos que en esas tierras benditas han acogido la palabra y el bautismo de Cristo..." Devociones y celebraciones Como en todos los pases, sobre todo en Amrica, el santuario fue centro de reunin, tanto en las fiestas como en las desgracias del pueblo. Segn testimonios muy antiguos, siempre que haba pestes y secas se hacan procesiones de rogativas con la Virgen de los Treinta y Tres. Luego de obtenida la gracia, se rezaba la misa de accin de gracias y se daba la bendicin con el Santsimo. Ocasiones especiales de rogativas fueron las desgracias colectivas, como el clera en 1866, o epidemias como el tifus y la viruela. La primera peregrinacin nacional se realiza el 15 de agosto de 1908, organizada por la Congregacin Mariana Mayor de Montevideo.
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En 1945 el Obispo Diocesano Mons. Miguel Paternain tuvo la feliz y original idea de hacer un recorrido llevando la imagen de la Virgen de los Treinta y Tres por toda la dicesis, casi medio Uruguay. El recorrido que dur del 6 al 28 de octubre de 1945 dio lugar a pequeas misiones populares en las grandes ciudades por donde pas: Minas, Treinta y Tres, Melo, Tacuaremb, Paso de los Toros, Durazno, Sarand y Florida. En los pequeos pueblos y a lo largo del camino -en largos trechos no exista an la carretera- se congregaba la gente con inusitado entusiasmo. En todas partes fue hermosa ocasin para unir la devocin a la tradicin patria, con homenajes tpicos de caballadas, desfiles de carretas y carros. Desde entonces la peregrinacin ha constituido una celebracin clsica en toda la dicesis, y se realiza el segundo domingo de noviembre. El esquema tradicional de Misa solemne por la maana y procesin por la tarde por las calles de la ciudad, ha ido evolucionando. Ahora se realiza una gran Concelebracin al aire libre, en el parque donde se leyera el acta de la Declaratoria de la Independencia Nacional en 1825. Las largas caminatas han sido sustituidas por celebraciones ms reposadas, en base a la lectura y meditacin de la Palabra. Desde hace algunos aos se realiza, fundamentalmente para jvenes, una caminata de 13 kms de recorrido llevando la Imagen de la Virgen, rezando, cantando y reflexionan do sobre la temtica del ao.
cometido con el mayor cuidado, si escatimar medio alguno. El cacique al principio asista gustoso a las instrucciones, mas despus se fue poco a poco disgustando con su nueva situacin, y anhelando la soledad de sus bosques se apart de las reuniones de Juan Snchez, sin querer aprender la doctrina cristiana ni recibir las saludables aguas del bautismo. Esto lo hizo preparar su huda Antes de que se marcharse el cacique, un suceso marcara el comienzo de la devocin a la Santsima Virgen de Coromoto. Triste y meditabundo estaba el Indio recostado en su choza das antes de su fuga. Con l se hallaban su esposa, su hermana Isabel y un hijo de ste el cual era llamado Juan. Era el 8 de septiembre de 1652. Todo era silencio en la noche pues las Indias al ver de tan mal humor al Cacique que no se atrevan a decir palabra. Habran transcurrido algunos instantes desde la llegada del cacique cuando de modo visible y corpreo se present la Virgen Santsima. De todo su ser se desprendan copiosos rayos de luz, que baaban el estrecho recinto de la choza y eran tan potentes que, segn declar la india Isabel, "eran como los del sol cuando est en el medioda", y sin embargo no deslumbraban ni cansaban la vista de aquellos felices indgenas que contemplaban tan grande maravilla. Bajo la influencia de estos inesperados resplandores, el cacique volvi la cara y al instante reconoci a la misma Bella Mujer que meses antes haba contemplado sobre las aguas de la plcida corriente en sus montaas, y cuyo recuerdo jams haba podido borrar de su memoria. El indio pensara, probablemente, que la Gran Seora vena para reprocharle su mal proceder e impedirle la fuga. Pasaron unos segundos... el cacique rompi el silencio y dirigindose a la Seora le dijo con enojo: "Hasta cundo me quieres perseguir? Bien te puedes volver, que ya no he de hacer lo que me mandas ". Estas palabras inconsideradas e irrespetuosas mortificaron e gran manera a la mujer del cacique, la cual ri a su marido diciendo: "No hables as con la Bella Mujer, no tengas tan mal corazn". El cacique, montando en clera y encendido en rabia, no pudo por ms tiempo soportar la presencia de la Divina Seora, que permaneca en el umbral, dirigindole una mirada tan tierna y cariosa, que era capaz de rendir el corazn ms empedernido; desesperado, da un salto y coge el arco para tirarle una flecha diciendo: "Con matarte me dejars". Adelantndose entonces la Virgen hacia el Cacique, l se abalanz sobre ella para asirla del brazo y echarla fuera quedando todo envuelto en tinieblas. El Cacique, fuera de si y mudo de terror, permaneci largo rato inmvil, con los brazos extendidos y entrelazados, en la misma posicin en que quedaron cuando hizo ademn de asir a la Bella Mujer. Tenia una mano abierta y otra cerrada que apretaba cuando poda, pues algo tenia en ella, y en su corto sentir crea que era la "Bella Mujer" a quien haba atrapado. La india Isabel, sin entender dijo a su cuado: "Sabes lo que ha sucedido?" Balbuciente y tembloroso, el indio contesto: "Aqu la tengo cogida". Las dos mujeres aadieron: "Mustranos para verla". El Cacique se acerco entonces a las ascuas que todava ardan, alargo la mano, la abri. En su mano haba una diminuta imagen que emita rayos de luz. El indio envuelve la milagrosa imagen en una hoja y la esconde en la paja del techo de su choza, diciendo: "Ah te he de quemar para que me dejes". El nio Juan corri a avisarle a Juan Snchez, quien con dos de sus compaeros fueron al sitio de la aparicin y recogieron la preciosa reliquia. El domingo 9 de septiembre, el Cacique Coromoto dispuso la huida rpida hacia los montes; pero apenas haba entrado en el bosque inmediato al poblado cuando fue mordido por una culebra ponzoosa. Vindose mortalmente herido se arrepinti de su comportamiento y pidi a gritos de ser bautizado que le fue suministrado por un buen Cristiano de la Ciudad de Barinas Juan Snchez mand que fuese recogida la imagen, la cual coloc en su casa. All la Virgen era venerada por todos los pobladores de la regin de Guanare. En el ao 1654, por orden del vicario Diego de Lozano, la imagen fue llevada al templo de la ciudad de Guanare. La reliquia mide 27 milmetros de alto por 22 de ancho. El material de la estampa pudiera ser pergamino o papel de seda. La Virgen aparece pintada de medio cuerpo, est sentada y sostiene al Nio Jess en su regazo. Su apariencia es de ser dibujada con una fina pluma, trazada como un retrato en tinta china a base de rayas y puntos.
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De las palabras que la Virgen dijo al Cacique y a los Indios Cospes desde la primera de sus apariciones de que "Salieran a donde estaban los Blancos para que les echara agua en la cabeza para ir al Cielo", se deduce que la Virgen se constituy en Misionera de los Indios Venezolanos. Mas no hizo sus apariciones solo para convertir a los Indios sino que dej su retrato en esta tierra privilegiada para que la iluminara en la sucesin de los tiempos. El 1 de mayo de 1942 fue declarada Patrona de Venezuela por el Episcopado Nacional. El 7 de octubre de 1944, S. S. Po XXII, la declar "Celeste y Principal Patrona de toda la Repblica de Venezuela". Su coronacin cannica se celebr en 1952. El Santuario Nacional a la Virgen de Coromoto fue declarado Baslica por S. S. Po XII el 24 de mayo de 1949. El nuevo santuario fue construido sobre el sitio exacto donde apareci la Virgen de Coromoto en 1652. El Santuario a Nuestra Seora de Coromoto, quiere ser la respuesta de amor que el pueblo y gobierno venezolano, dan a la Ssma. Virgen que se dign dejar su imagen bendita en manos del Cacique Coromoto, en la histrica noche del 8 de septiembre de 1652. Es una obra moderna proyectada por el Arquitecto Venezolano: Erasmo Calvani, y en la que han tomado parte destacados artistas, arquitectos e ingenieros, para ser respuesta de fe a los innumerables peregrinos del pas y extranjeros, que vienen a testimoniar su amor a la Virgen. La idea de la construccin del Templo naci de la Sra. Lilia Blank de Convit, fervorosa coromotana, que ao tras ao visitaba la Catedral e iba al sitio de la aparicin con gran dolor por verlo tan descuidado despus de 300 aos y tuvo la feliz inspiracin de organizar una campaa que se llamara Bolvar Coromotano, con la que se podra iniciar los trabajos de la construccin, segundada inmediatamente por la Madre Mara de Guadalupe, sierva del Santsimo Sacramento quien se dirigi a los Obispos pidiendo la aprobacin para fundar una asociacin civil que buscara extender el amor y devocin a la Sma. Virgen y obtener los fondos necesarios para el trabado de la construccin. Desde 1976, en que se coloc la primera piedra de la construccin del Templo, la Congregacin junto con la asociacin civil "Venezuela a la Virgen de Coromoto" han estado al frente del proyecto con la ayuda del pueblo y gobierno venezolano, hasta verlo hoy felizmente realizado. Este templo abarca ms de 4.000 m2 de superficie y se eleva en su parte ms alta hasta los 75 metros. Esta majestuosa obra tom ms de veinte aos en ser concluida. El 7 de enero de 1996 fue consagrado el nuevo Santuario Nacional Nuestra Seora de Coromoto, el cual fue bendecido el 10 de febrero de 1996 por el Papa Juan Pablo II, durante su segunda visita en Venezuela. TESTIMONIO DEL OBISPO MART Hay un precioso testimonio del insigne Obispo Mariano Mart. En la pag. 499 del Tomo I de su famosa Visita Pastoral, cuando habla de Guanare, dice textualmente: "En el siglo pasado se apareci Nuestra Seora en diferentes parages de estas vezindades, y en la Quebrada nombrada Coromoto, distante de el sitio donde est la Iglesia del pueblo viejo y de este pueblo nuevo como una legua -de cada uno de estos pueblos viejo y nuevo. En el ao 1652, segn dize este Cura, se apareci esta Nuestra Seora de Coromoto en el sitio donde hoy esta la Iglesia de dicho pueblo viejo. Y ms adelante "Dice este Cura que havindose aparecido esta Divina Seora en forma humana con rayos de luz, y tirndole un indio enojado porque esta misma seora sacava de los... a los indios y cogiendo dicho indio a dicha Seora, cuando la cogi, no qued en sus manos otra cosa que una imagen, de Nuestra Seora, muy pequea, pintada, con el nio Jess en los pechos de la misma Seora, y tan pequeo, que una copia (que dizen no corresponde al original, por ser grande) era como un peso fuerte, y el original, que est en Guanare, tal vez no ser ms una peseta".
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Esta alusin del Obispo Mariano Mart en su crnica oficial, editada por la Academia Venezolana de la Historia, es algo as como el primer reconocimiento oficial de la Jerarqua a1 Hecho Coromotano, de que quede constancia por escrito. PATRONAZGO NACIONAL OFICIAL El Patronazgo Nacional de la Virgen de Coromoto, lleg en el tiempo designado por Dios, 1 de Mayo de 1.942. Los considerandos del histrico Decreto son elocuentes claros y confirmatorios de la eleccin popular. 1.- El Episcopado Venezolano Considerando: 1) Que la aparicin de la Santsima Virgen Mara en tierras de Guanare a la tribu de los Cospes hace tres siglos segn rezan la historia y la tradicin, es un gaje de exquisita misericordia de la Excelsa Madre de Dios, para con nuestros hermanos indgenas, una gloria que enaltece y anima nuestra piedad, y una prenda de maternal amor que empea la gratitud nacional. 2) Que el Pueblo Venezolano ha reconocido tan feliz acontecimiento con demostraciones elocuentes de encendida fe, expresada principalmente en las numerosas peregrinaciones o romeras que de todos los confines de la Repblica se realizan anualmente al Santuario de Guanare, y confirmada en los monumentos piadosos que se han levantado en honor de Nta. Sra. de Coromoto, como son las parroquias, templos y altares que le han dedicado en testimonio de filial amor. 3) Que es profundamente consoladora la rapidez con que en toda la extensin de nuestra Patria se propaga el culto de la Santsima Virgen bajo la susodicha advocacin, gracias a los singulares favores que Ella ha dispensado a sus fervorosos devotos. 4) Que esta devocin ha reavivado visiblemente la Fe cristiana en nuestros pueblos y se ha traducido en notable mejoramiento de las costumbres entre las multitudes de creyentes. 5) Que la gran mayora de los Venezolanos pide que sea proclamado el PATRONAZGO NACIONAL de la Santsima Virgen de Coromoto: ("eleccin como en las democracias). DECRETA: 1.- La Santsima Virgen Mara, bajo la advocacin de Nuestra Seora de Coromoto, es declarada y proclamada PATRONA de Venezuela, quedando as, de modo especialsimo, bajo su maternal proteccin toda nuestra Repblica, con sus Dicesis, Estados e Instituciones. 2.- De acuerdo con el canon 1.276 del Cdigo Cannigo, ser elevado este Decreto al conocimiento de la Santa Sede, para su confirmacin. 3.- Anunciase en las Parroquias de nuestra Dicesis a los fieles esta proclamacin con solemnes repiques de campanas y celbrense solemnes festividades en honor de la Santsima Virgen de Coromoto. El Venerable Clero aproveche esta ocasin para instruir ms y ms a los fieles sobre la verdadera devocin a la Santsima Virgen Mara, reafirmando la fe y amorosa confianza en nuestra Celestial Patrona. 4.- En los templos de la Repblica, el ltimo domingo de mayo, cntese un TEDEUM en accin de gracias al Dios de las infinitas misericordias, por la incomparable merced que ha otorgado a nuestra Patria dndole por Patrona Protectora a la Excelsa Reina del Cielo. Dado en Caracas, en el Saln de las Conferencias Episcopales, el 1 de Mayo de 1.942. FELIPE RINCN GONZLEZ. Arzobispo de Caracas ACACIO CHACN, Arzobispo de Mrida LUCAS GUILLERMO CASTILLO. Arzobispo Coadjuntor
MARCOS SERGIO GODOY, Obispo del Zulia ENRIQUE MARA DUBUC, Obispo de Barquisimeto RAFAEL ARAS, Obispo de San Cristbal PEDRO PABLO TENREIRO. Obispo Auxiliar de Cuman ENRIQUE DE FERRARI. Prefecto Apostlico del Orinoco.
MIGUEL ANTONIO MEJIA, Obispo de Guayana GREGORIO ADAM. Obispo de Valencia FRANCISCO ITURRIZA. Obispo de Coro
El 7 de octubre de 1.944 su Santidad Po XII ratific el Decreto del Episcopado Venezolano y ratific a Nta. Sra. de Coromoto el Ttulo de Patrona Celestial de toda la Repblica de Venezuela. Esta ratificacin no se supo en Venezuela sino hasta mayo de 1.948 en que Mons. Lucas Guillermo Castillo lo comunic al Clero y pueblo de Venezuela con sentida y devota Pastoral.
PRINCIPALES SANTUARIOS O ADVOCACIONES MARIANAS AMERICA DEL NORTE ESTADOS UNIDOS SABTUARIO DE LA INMACULADA CONCEPCIN
Fiesta: 8 de diciembre
EN
La devocin mariana tuvo gran influencia en los catlicos de Estados Unidos. Los Jesuitas franceses fueron misioneros y exploradores en el territorio de Lousiana que se extenda hacia el norte por el ro Mississippi hasta Canad. Ellos honraban a la Madre de Dios con el ttulo de la Inmaculada. Jacques Marquette, S.J., le llam al ro Mississippi el Ro de la Inmaculada Concepcin en el ao 1673. El obispo John Carroll tuvo una gran influencia para que la devocin mariana se propagara en Estados Unidos. Ordenado sacerdote en 1769, era un hombre que llevaba en su corazn una gran espiritualidad mariana. Fue elegido primer obispo de Baltimore y la sede fue formalmente establecida el 6 de noviembre de 1789. El da elegido por l para su consagracin episcopal fue el da de la fiesta de La Asuncin (15 de agosto de 1790), ttulo bajo el cual la escogi como patrona de su dicesis, que en aquel tiempo inclua a todo los Estados Unidos. La catedral que el obispo Carroll comenz, donde ms tarde tuvieron lugar los muchos concilios plenarios y provinciales de Baltimore, est dedicada a La Asuncin de Nuestra Seora. La devocin a Mara bajo el ttulo de la Inmaculada Concepcin floreci en el siglo diecinueve. En el sexto concilio provincial de Baltimore en 1846, los obispos de Estados Unidos pidieron que la bienaventurada Virgen Mara bajo el ttulo de la Inmaculada Concepcin fuera nombrada patrona de la Iglesia Catlica de los Estados Unidos. El decreto fue confirmado por el Papa Po IX el siguiente ao (1847). Cada piedra y matiz del Santuario proclama la relacin de esta nacin con Mara, un lazo espiritual formalizado en 1847 con la proclamacin del Papa Po IX de Mara como la "Patrona de los Estados Unidos" bajo el ttulo de su Inmaculada Concepcin. As, Nuestra Seora
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fue Patrona de los Estados Unidos ocho aos antes de que se declarara el dogma de la Inmaculada Concepcin en 1854 por el Papa Po IX y doce aos antes de que Nuestra Seora se aparezca a Bernadette en Lourdes en febrero de 1858. El Obispo Thomas J. Shahan, fue el cuarto rector de la Universidad Catlica de Amrica y fundador del Santuario Nacional y durante los primeros aos del siglo XX, propuso construir un santuario nacional en Washington para honrar a Mara. Persuadi al Consejo de Decanos de la Universidad Catlica para que donara tierras en la esquina sudoeste del campus para el Santuario. Luego consigui la ayuda de grupos catlicos de todo el pas para recolectar fondos para la construccin de la iglesia. El Obispo Shanan promovi su visin de establecer un Santuario Nacional en la ciudad capital. La edicin inicial se refiri a ste como "un monumento de amor y gratitud, un gran himno de piedra, tan perfecto como el arte del hombre lo permita y tan santo como las intenciones de quienes lo construyan podan desear que fuese". El Cardenal James Gibbons, Arzobispo de Baltimore, bendijo la primera piedra el 23 de setiembre de 1920 durante la segunda reunin anual de la jerarqua eclesial estadounidense en Washington. Ms de 10,000 fieles asistieron a la misa, incluyendo embajadores extranjeros, funcionarios del gobierno de los Estados Unidos, autoridades militares y otros dignatarios, siete aos despus de que la Universidad Catlica de Amrica donara el lugar. La Iglesia Cripta en el piso ms bajo se termin de construir en 1926. La Iglesia Cripta est diseada para recordar a los devotos las catacumbas de los antiguos cristianos y el efecto es impresionante. La Segunda Guerra Mundial interrumpieron temporalmente la construccin del Santuario Al finalizar la guerra, el Arzobispo de Washington, Patrick OBoyle se uni al Arzobispo John Noll de Fort Wayne, Indiana para revivir el proyecto. Los Obispos de la Nacin ofrecieron su apoyo en 1953 para asegurar los fondos requeridos para la culminacin de la Gran Iglesia Superior. Los catlicos de cada parroquia de los Estados Unidos respondieron sorprendentemente a este llamado permitiendo que se reanude la construccin durante el Ao Mariano de 1954. El 20 de noviembre de 1959, miles de catlicos se reunieron con sus Obispos para la dedicacin de la Gran Iglesia Superior. Celebraron los humildes inicios del gran Santuario y se regocijaron profundamente por la importancia que el Santuario tendra en la Iglesia de los Estados Unidos. El Papa Juan Pablo II durante su visita a la Baslica del Santuario Nacional el 7 de octubre de 1979 dijo: "Este Santuario nos habla con la voz de toda Amrica, con la voz de todos los hijos e hijas de Amrica, que vinieron aqu de varios pases del mundo... que se reunieron alrededor del corazn de una Madre que todos tenan en comn". Al Santuario se le dio el ttulo de Baslica en 1990. El Santuario se encuentra situado en el rea de Brookland del Noreste de Washington, entre el Trinity College y la Universidad Catlica de Amrica. El Santuario Nacional de la Inmaculada Concepcin, de propiedad de la Conferencia Nacional de Obispos Catlicos de Estados Unidos, es tambin la sptima iglesia ms grande de cualquier denominacin en el mundo. El Santuario puede acoger hasta 3,000 personas al mismo tiempo. Contiene 32 capillas y 200 vitrales. El Santuario tiene 459 pies de largo, 157 pies de ancho y 329 pies de alto. La Baslica del Santuario Nacional de la Inmaculada Concepcin se ha convertido en el hogar espiritual de cientos de miles de peregrinos que vienen ac cada ao de todos los estados y de muchas tierras extranjeras. Juntos simbolizan la catolicidad de la Iglesia y su naturaleza universal. Es sinnimo de la historia del catolicismo del siglo XX en los Estados Unidos. Cada una de las ms de 60 capillas y oratorios representan parte de la historia de la comunidad multitnica que comprende la Iglesia universal. Las numerosas capillas ubicadas a lo largo del Santuario acarrean una sorprendente historia de fe, devocin, luchas y triunfos de la herencia inmigrante de esta nacin. Tambin cuenta la historia del surgimiento y evolucin de la Iglesia Catlica en este pas y de los muchos hombres y mujeres que, con mucho sacrificio, aseguraron la propagacin de la fe en los Estados Unidos.
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