Educacion Popular (Alfonso Torres)

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Alfonso Torres Carrillo

EDUCACIN POPULAR, TRAYECTORIA Y ACTUALIDAD ISBN: 978-980-404-000-9 Depsito Legal:lf8612011370368 Primera edicin colombiana, 2007 Primera reimpresin colombiana, 2008 Primera edicin venezolana, 2011 Alfonso Torres Carrillo ([email protected]) Universidad Bolivariana de Venezuela Produccin: Coordinacin de Investigacin, Direccin General de Produccin y Recreacin de Saberes Curador de la edicin: Maurice Brunner Seco Postproduccin: Coordinacin de Ediciones y Publicaciones / Imprenta Universitaria UBV, Direccin General de Promocin y Divulgacin de Saberes Direccin Fsica: Av. Leonardo da Vinci, Edicio Sede UBV. Los Chaguaramos, Caracas 1040. Repblica Bolivariana de Venezuela. Telfono: (0212) 606.36.65 / 606.38.09 (telefax) Portal en la WEB: http://www.ubv.edu.ve La presente edicin es gratuita. Queda prohibida su venta.

IN MEMORIAM Ral Leis Romero Isla Providencia (1947) Ciudad de Panam (2011) Socilogo, politlogo, poltico, escritor, comunicador y educador popular panameo nacido en 1947 en Isla Providencia (San Andrs-Colombia) y fallecido el 30 de abril de 2011 en la Ciudad de Panam. Se gradu en Sociologa en la Universidad Santa Mara la Antigua, estudi en el Instituto de Estudios Sociales en La Haya (Holanda) y curs una maestra en Estudios Polticos en la Facultad de Derecho de la Universidad de Panam. Presidi el Centro de Estudios y Accin Social Panameo (CEASPA), del cual fue director hasta 1993. Fue profesor de Sociologa en la Universidad de Panam y Secretario General electo del Consejo de Educacin de Adultos de Amrica Latina (CEAAL) hasta su deceso. Fue miembro o director de varios comits, programas y fundaciones de derechos humanos, de educacin y de investigaciones econmicas y sociales. Form parte, asimismo, del Colegio de Socilogos de Panam y del Consejo Nacional de Escritores y Escritoras de Panam. Labor por ms de 50 aos en el campo de la educacin popular y la promocin social en Panam y otros pases de la regin. En este proceso escribi numerosos libros, folletos y artculos en los variados campos del saber en los que incursion, entre los cuales resalta El arco y la echa: Apuntes sobre metodologa y prctica transformadora, editado en siete pases, incluido Venezuela. Otras de sus obras escritas fueron Gua para un teatro popular; Voces de lucha (libro de testimonios obreros); Machi: Un Kuna en la ciudad (un texto de socioliteratura); Comunicacin popular: Teora y prctica (en equipo); Una agenda incluyente de desarrollo y democracia; Comando sur: poder hostil; Panam: luces y sombras hacia el siglo XXI. 4

Otros ttulos de su prolca obra literaria, por varios de los cuales obtuvo importantes premios nacionales e internacionales, fueron: El nido del Macu; Munduncin; Remedio para la congoja; El nio y la bomba; El puente; Viaje alrededor del patio; Genuexin a mi huella; Quieres que te lo cuente otra vez?; Cuentos de la calle; Viaje a la salvacin y otros pases; Viene el sol con su sombrero de combate puesto; Lo peor del boxeo; Mara Picana; Lucecita Gonzlez; Primero de mayo; No hay derecho, seor; El seor sol; La cantina de Pancha Manch. Hasta siempre, Ral! Pgina ocial de la vida y obra de Ral Leis Romero: http:// www.raulleisr.com/

NDICE Presentacin ..................................................................8 Prefacio a la edicin venezolana ..................................... 10 Presentacin de la primera edicin .................................. 13 1 La Educacin Popular, corriente pedaggica latinoamericana............................................................ 16 1.1 La Educacin Popular: Una necesaria conceptualizacin................................... 16 1.2 Ncleo comn de la Educacin Popular .................... 17 - Lectura estructural de la sociedad y de la educacin ..... 19 - Intencionalidad poltica transformadora ....................... 21 - Los sectores populares, sujetos de su propia emancipacin ............................................................ 22 - La Educacin Popular busca afectar la subjetividad popular ..................................................................... 23 - Bsqueda de metodologas coherentes ........................ 24 - A modo de sntesis abierta ........................................ 25 1.3 La Educacin Popular: una bsqueda histrica .......... 25 - Precursores de la Educacin Popular ........................... 26 - Los inicios: la educacin liberadora de Paulo Freire ....... 28 - El discurso fundacional de la Educacin Popular ............ 36 - Las redeniciones de la Educacin Popular ................... 41 1.4 Los retos de la Educacin Popular al lo del n de siglo ..................................................................... 50 - Entre la diversidad y la fragmentacin ........................ 52 - Concepto amplio de educacin ................................... 53 - El dilogo de saberes, una cuestin cultural ................. 54 - Educacin popular: espacio de socializaciny construccin de sujetos ................................................................. 55

2 La Educacin Popular a comienzos del siglo XXI ............. 58 2.1. Sentidos e identidad de la Educacin Popular ........... 60 - Acerca de la especicidad de la Educacin Popular ........ 61 - Los rasgos que denen la Educacin Popular ................ 65 2.2 Los principales ejes de discusin en el perodo .......... 68 - Saldando cuentas con la refundamentacin ................. 69 - Los cambios en el contexto y sus desafos a la Educacin Popular ..................................................................... 72 - La Educacin Popular y los nuevos paradigmas............. 79 - La EP y los movimientos sociales ................................ 92 - Aportes para la reexin sobre Educacin Popular y accin colectiva ....................................................... 96 - Educacin Popular, ciudadana, democracia y polticas pblicas .................................................................. 102 - Educacin Popular, discriminacin, multiculturalismo e interculturalidad .................................................... 107 2.3 Un reclamo recurrente: el debate sobre lo pedaggico.............................................................. 111 - Qu es lo pedaggico en la Educacin Popular? ......... 113 - Pistas sobre la actual reexin pedaggica en Educacin Popular .................................................... 115 2.4. Las prcticas de Educacin Popular del CEAAL....... 119 - Trayectoria y campos de accin de los centros de Educacin Popular ................................................ 120 - Las prcticas educativas de los centros aliados ......... 125 2.5. Balance y perspectivas de la Educacin Popular ..... 132 Bibliografa citada ....................................................... 136 Publicaciones peridicas .............................................. 142 Bibliografa sobre Educacin Popular producida o publicada en Venezuela ............................................... 143 Bibliografa complementaria ......................................... 147

PRESENTACIN Conocimos al Prof. Dr. Alfonso Torres Carrillo en el marco de las dos ediciones del Simposio Internacional La Sistematizacin de Experiencias Comunitarias en Amrica Latina, organizados en 2008 y 2009 por la Universidad Bolivariana de Venezuela y el Consejo de Educacin de Adultos de Amrica Latina (CEAAL), en los que particip como ponente y facilitador. Ms all de sus actividades acadmicas en la Universidad Pedaggica Nacional de Colombia, Alfonso es, ante todo y fundamentalmente, un educador popular, quehacer comprometido al que se ha dedicado por aos desde los mbitos del CEAAL y de Dimensin Educativa, una organizacin no gubernamental con sede en Bogot que rene a educadoras y educadores populares de Colombia. En tales contextos, el Prof. Torres produjo en 2007 Educacin popular: Trayectoria y actualidad, una obra orientada a sintetizar y difundir para las nuevas generaciones de educadores y activistas sociales y comunitarios, las cuatro dcadas de andadura de la Educacin Popular en Amrica Latina, as como los desafos que enfrenta actualmente esta prctica pedaggico-poltica nuestramericana. Enseguida reconocimos el importante papel que esta obra poda desempear contribuyendo a la formacin de todos aquellos que en este proceso revolucionario estn empeados en aprender y ensear, a partir de la prctica personal y social, uniendo reexin y accin o, dicho en trminos de los Cinco Motores Constituyentes, articulando Moral y Luces (Educacin con valores socialistas) con Explosin del Poder Comunal (Democracia protagnica, revolucionaria y socialista). Generosamente, el Prof. Torres accedi a que la UBV publicara su obra, por lo cual nuestra comunidad universitaria le est muy agradecida. En el tiempo que ha mediado entre la cesin de los derechos y la publicacin del libro, ocurri el lamentable deceso de Ral Leis, un notable y prolco educador popular panameo de la generacin que sucedi a Paulo Freire y a los dems pioneros de la Educacin Popular latinoamericana. Leis fue amigo personal de Alfonso Torres, de nuestra 8

universidad y de su revista acadmica Dilogo de Saberes, motivo por el cual la presente edicin de Educacin popular: Trayectoria y actualidad est dedicada a su memoria. Esta edicin estuvo al cuidado del Prof. Maurice Brunner, quien le agreg una Bibliografa Complementaria a la citada por Alfonso Torres, adems de una Bibliografa sobre Educacin Popular y Pedagogas Crticas producida o publicada en Venezuela. Esperamos que este texto actualizado que hoy ponemos a disposicin de la comunidad ubevista contribuya a la comprensin histrica de la trayectoria y de los retos que enfrentan las prcticas pedaggicas que se asumen en el marco tericometodolgico y poltico de la Educacin Popular. Un aspecto de gran importancia en una universidad que como la nuestra est llamada a transitar por el complejo y comprometido camino de las transformaciones socio-educativas para potenciar el poder popular. Maritza Capote Directora General de Produccin y Recreacin de Saberes

PREFACIO A LA EDICIN VENEZOLANA Gracias a la generosa iniciativa de la Universidad Bolivariana de Venezuela, este libro puede llegar hoy a manos de docentes y estudiantes de la institucin, as como a los trabajadores y educadores populares venezolanos. En correspondencia con su deferencia, me siento en la obligacin de escribir unas lneas acerca de la pertinencia y relevancia de la Educacin Popular en el contexto de la Revolucin Bolivariana. Como prctica histrica y corriente pedaggica latinoamericana, la Educacin Popular ha estado ligada a procesos sociales y culturales progresistas desde su emergencia hace ya medio siglo. En efecto, la obra seminal de Paulo Freire, en la que tambin participaron otros intelectuales brasileos comprometidos con las causas populares, surgi articulada a los movimientos culturales y educativos gestados en el nordeste brasileo en el contexto del gobierno del presidente Joo Goulart, a la postre derrocado por el golpe militar de 1964. La recepcin entusiasta de los planteamientos de la educacin liberadora a nes de la dcada de 1960 y comienzos de la de 1970, se debi en buena medida al ambiente revolucionario que se viva en Latinoamrica y el resto del mundo, acicateado por la Revolucin Cubana, las luchas de liberacin nacional en frica, la Revolucin Cultural China, las revueltas estudiantiles de 1968 y la renovacin de la Iglesia Catlica promovida por el Concilio Vaticano II. Miles de educadores, militantes de izquierda, activistas sociales y religiosos acogieron y radicalizaron la Pedagoga del Oprimido, redenindola y renombrndola como Educacin Popular, con el deliberado propsito de armar claramente su opcin por las clases populares dominadas. La Educacin Popular recibi un nuevo impulso en la dcada de 1980 con el triunfo de la Revolucin Sandinista y su Cruzada Nacional de Alfabetizacin, la cual no slo incorpor a la juventud nicaragense como fuerza transformadora, sino que motiv a miles de jvenes latinoamericanos, a sumarse a procesos educativos encaminados a la transformacin social, como proyecto colectivo y opcin de vida. As, a lo largo y ancho del continente surgieron muchas experiencias, grupos y 10

redes de educadores populares que continuaron y renovaron la pedagoga emancipadora de Freire. En la segunda mitad de la ltima dcada del siglo XX, luego del breve receso impuesto por la cada del socialismo sovitico y de la Revolucin Sandinista, por la avasalladora campaa imperial del n de la historia y de las ideologas, y por los nefastos efectos sociales provocados por la aplicacin en la regin del recetario neoliberal, se dieron de nuevo las condiciones no slo para la reactivacin de las luchas y movilizaciones sociales, sino tambin para el surgimiento de nuevas organizaciones y de prcticas culturales alternativas. En esta coyuntura de ascenso del movimiento popular, se le demanda a la Educacin Popular ofrecer sus aportes tericos y prcticos en la formacin de los acompaantes, de los lderes y de los activistas de las organizaciones de base. Este renacer de la necesidad de una educacin comprometida con las de luchas sociales tambin coincide con el arribo de movimientos y partidos de izquierda a los gobiernos locales, regionales y nacionales en varios pases latinoamericanos. No es casual comprobar que estos gobiernos progresistas estn constatando la necesidad de incorporar, en los procesos educativos formales e informales que impulsan, las orientaciones pedaggicas y metodolgicas de la Educacin Popular. Finalmente, el continente ha visto surgir, con el nuevo siglo, una experiencia de gobierno decididamente revolucionaria, claramente orientada a la construccin de un socialismo propio, como es el caso de la Repblica Bolivariana de Venezuela, con una Carta Constitucional y un liderazgo a la altura de las exigencias histricas, la revolucin bolivariana debe irse consolidando desde abajo, desde las bases populares organizadas como sujeto instituyente. Para garantizarlo, la educacin se convierte en una exigencia ineludible, tal como lo plante el propio Libertador al armar que: El primer deber del gobierno es la educacin del pueblo... La educacin y la instruccin pblica son los principios ms seguros de la felicidad general y la ms slida base de la libertad de los pueblos.1
1 Decreto. Bogot, 17 de septiembre 1819.

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La creacin de la UBV, entre muchas otras iniciativas en parecido sentido, son la principal garanta de sustentabilidad del proceso revolucionario iniciado, el cual se ha convertido en un referente ineludible y en un faro para otras experiencias de gobierno progresista en Latinoamrica en un momento en que la balanza poltica regional se inclina hacia la izquierda y la dignidad de los pueblos. Esperamos que la publicacin del presente libro sobre la trayectoria y la vigencia de la Educacin Popular, contribuya modestamente con la construccin de propuestas educativas consecuentes con las dinmicas de transformacin poltica y cultural por las que atraviesa Venezuela. Por ello, una vez en manos de los lectores, este texto es un pretexto y una invitacin para que escriban su propia historia y produzcan colectivamente la reexin pedaggica sobre sus prcticas. Alfonso Torres Carrillo Bogot, mayo de 2010

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PRLOGO DE LA PRIMERA EDICIN Desde la dcada de 1970, la Educacin Popular se ha convertido en una corriente pedaggica y en un movimiento sociocultural con presencia e inuencia en todos los pases de Amrica Latina. A lo largo y ancho de la regin, bajo la inuencia fundacional de Paulo Freire, fueron surgiendo grupos de base, organizaciones sociales, organizaciones no gubernamentales, redes y movimientos sociales e, incluso, programas estatales, en torno a la educacin de adultos, la alfabetizacin, el trabajo comunitario, la promocin social, la animacin cultural y la formacin de dirigentes, que se identican y declaran inscritos en el cada vez ms ancho campo de la Educacin Popular. Pese al creciente reconocimiento internacional de que goza, como corriente original en el mbito de las pedagogas crticas, los planteamientos y desarrollos de la Educacin Popular son an escasamente tratados y citados, incluso en el mundo acadmico latinoamericano, muchas veces ms atento a la ltima bibliografa proveniente del Hemisferio Norte, que al reconocimiento de los aportes realizados desde el Sur al pensamiento pedaggico contemporneo. Sin embargo, ms all de esta herencia colonial, nuevas generaciones de maestros y de jvenes universitarios en formacin, que desde sus compromisos ticos y polticos participan en proyectos educativos y culturales entre sectores populares (urbanos y rurales), encuentran en la Educacin Popular, una opcin pedaggica plenamente vigente y pertinente. Por otro lado, la Educacin Popular ha sido, en buena medida, un referente central de mi propia trayectoria, as como de mi identidad personal y profesional desde hace casi tres dcadas; primero como educador de base en el campo de la Alfabetizacin y la Educacin de Adultos; despus en el de la recuperacin de la memoria histrica popular; ms tarde en el acompaamiento investigativo a organizaciones populares; posteriormente como docente e investigador en el mundo universitario; y, nalmente, como consultor de Centros de Educacin Popular y de redes como la del Consejo de Educacin de Adultos de Amrica Latina (en adelante, CEAAL). Acompaar, 13

investigar y escribir, desde y sobre la Educacin Popular, es otra forma de armar mi compromiso con el proyecto educativo popular. La necesidad de presentar a un pblico amplio en qu consiste esta modalidad educativa, cul ha sido su trayectoria histrica, cules sus tendencias internas, y cules las orientaciones de sus debates contemporneos, fue lo que dio origen a este libro. En l se sintetizan algunos de los hallazgos y reexiones de mi trayectoria investigativa y docente, en particular textos que no fueron publicados en su momento, o que circularon en ediciones restringidas, bajo el formato de documentos de trabajo, o de mdulos formativos de cursos y talleres. Esta obra consta de dos partes; en la primera, se presenta un panorama global de la Educacin Popular, en particular de los elementos esenciales que la caracterizan, de su desarrollo histrico desde algunos de sus orgenes remotos hasta nes del siglo XX, as como de la contribucin realizada al campo pedaggico contemporneo. En la segunda parte, se analizan los ejes temticos en torno a los cuales se articulan los debates y las prcticas de la Educacin Popular al comenzar el nuevo siglo, a partir de dos investigaciones realizadas para el CEAAL. En la ltima parte, se esbozan los desafos actuales que el contexto latinoamericano plantea a la Educacin Popular levantados, por una parte, de un balance personal de la consulta realizada por el CEAAL a un importante nmero de educadores populares latinoamericanos y, por la otra, de las conclusiones y acuerdos alcanzados por los participantes en la VI Asamblea General del CEAAL, realizada en 2004. Para terminar, en este caso no es una formalidad armar que este libro es el resultado de un dilogo an abierto con muchos amigos con los que nos identicamos como educadores populares, y que persistimos en la conviccin de que otra educacin es posible para que nuevos mundos puedan hacerse realidad. En primer lugar, con Lola Cendales, educadora ejemplar en todas sus acciones y palabras, con quien he desarrollado, acompaado y asesorado diversos proyectos investigativos y pedaggicos entre organizaciones populares e instituciones de fomento a la educacin y de trabajo popular. 14

Tambin el libro expresa conversaciones con otros compaeros de bsquedas comunes desde la Educacin Popular, tales como Germn Mario, Alfredo Ghiso, Jorge Posada, Fernando Torres, Jairo Muoz, Disney Barragn, Pilar Cuevas, Adriana Castillo, Jos Naranjo, Martn Contreras, Mario Sequeda, Jorge Osorio, Joao Francisco de Sousa, Oscar Jara, Ral Leis, los colegas de la Universidad del Valle y del colectivo CEAAL Mxico, en particular Maricarmen Mendoza y Carlos Zarco. Finalmente, con los estudiantes de la lnea en Educacin Comunitaria de la Maestra en Educacin de la Universidad Pedaggica, quienes desde sus discusiones, preguntas y aportes me han permitido conrmar la importancia de posicionar la educacin popular en los contextos acadmicos universitarios.

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1. LA EDUCACIN POPULAR, CORRIENTE PEDAGGICA LATINOAMERICANA 1.1 La Educacin Popular: Una necesaria conceptualizacin
La historicidad de lo social es ms profunda que aquello que nuestros instrumentos tericos nos permiten pensar y nuestras polticas encauzar2 Ernesto Laclau (1993)

A quienes en Amrica Latina laboran en el campo de la promocin comunitaria, el trabajo campesino o barrial, o la Educacin de Adultos, seguramente les resulta familiar la expresin Educacin Popular; la cual circula desde hace algunos aos en nuestra regin a travs de folletos, libros, cartillas y revistas que hablan de ella o la promueven. Es incluso posible que muchos de ellos conozcan personas o experiencias que se reeren a su trabajo entre los sectores pobres y excluidos de la poblacin como prcticas de Educacin Popular; quizs, tambin, se consideren a s mismos educadores populares. Difcilmente se pueda armar lo mismo del mundo universitario, ni siquiera de las escuelas o facultades de educacin. Salvo contadas excepciones, la mayora de estudiantes universitarios desconocen la Educacin Popular, no han ledo a Paulo Freire, ni mucho menos se han acercado a prcticas especcas de Educacin Popular. Recientemente, me sorprendi constatar que de un grupo de estudiantes de la Maestra en Educacin de la Universidad Pedaggica Nacional de Colombia, todos ellos vinculados a la lnea de investigacin que all coordino, ninguno conoca la bibliografa bsica sobre Educacin Popular, aun cuando algunos de ellos provenan de experiencias sociales o educativas alternativas. Lo paradjico es que, en otros continentes, lo poco que se conoce de la produccin pedaggica latinoamericana es precisamente sobre Educacin Popular, particularmente de uno de
2 Laclau, Ernesto (1993) Nuevas reexiones sobre la revolucin de nuestro tiempo. Buenos Aires: Nueva Visin.

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sus ms conspicuos, consultados y citados autores, investigadores y orientadores, como lo ha sido Paulo Freire. En palabras de Abraham Magendzo (2004: 5): La Educacin Popular, Paulo Freire, es la contribucin ms signicativa que Amrica Latina ha hecho al mundo de la educacin; podemos armar, y no quisiera descalicar a nadie, que es el nico aporte real, revelador y original que ha aportado a la educacin. Resulta curioso constatar que en algunos pases como Colombia, est llegando como novedad terica la corriente pedaggica crtica norteamericana, la cual est siendo acogida con entusiasmo desbordante por parte de muchos educadores; stos desconocen, como lo ha sealado recientemente Peter McLaren (2007:2), que sta tuvo un origen comn con la Educacin Popular freireana, aun cuando esta ltima se haya alimentado posteriormente de los aportes de autores como Michel Foucault y Pierre Bourdieu. 1.2 Ncleo comn de la Educacin Popular Estas naturalizaciones y desconocimientos nos llevan a la necesidad de conceptualizar la Educacin Popular, de reconocer los elementos que le son comunes y que la diferencian de otras tendencias educativas actuales. De entrada, conviene aclarar que no existe una manera nica de entender la Educacin Popular; para Joao Bosco Pinto (1984:17), no existe un signicado universal para la expresin Educacin Popular; su signicado deber ser precisado a partir de sus implicaciones y determinaciones polticas. En efecto, no siempre que estas dos palabras han aparecido juntas a lo largo de la historia, se han referido al sentido que hoy le damos a la Educacin Popular. Ms an, para algunos autores, sta aparece descrita ms por un conjunto de actividades educativas en torno a la defensa y autonoma del mundo popular que por un conjunto de ideas o doctrinas determinadas en un nivel terico preciso. Quizs sea de utilidad, para acercarnos al concepto de Educacin Popular, la lectura de algunas deniciones dadas por algunos de sus principales exponentes o estudiosos en Amrica Latina: 17

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Entendemos por Educacin Popular un proceso colectivo mediante el cual los lectores populares llegan a convertirse en sujeto histrico gestor y protagonista de un proyecto liberador que encarne sus propios intereses de clase (Peresson, Mario y Cendales, 1983). La Educacin Popular es una prctica social que se lleva a cabo en el mundo popular con la intencionalidad de apoyar la construccin del movimiento popular a partir de las condiciones objetivas de los sectores populares. (Torres, 1986). La Educacin Popular es una modalidad de educacin que procura que los sectores sociales tomen conciencia de la realidad y fomenten la organizacin y la participacin popular. (Garca-Huidobro, 1988). La Educacin Popular se dene como una prctica social que trabaja, principalmente, en el mbito del conocimiento, con intencionalidad, objetivos polticos, cules son los de contribuir a una sociedad nueva que responda a los intereses y aspiraciones de los sectores populares (Osorio, 1990). Las diversas deniciones remiten a momentos especcos y a diferentes miradas entre los agentes educativos. Sin embargo, podemos distinguir un ncleo comn de elementos constitutivos explcitos o implcitos que nos posibilita conceptualizarla. stos son: 1. Una lectura crtica del orden social vigente y un cuestionamiento al papel integrador que ha jugado all la educacin formal. 2. Una intencionalidad poltica emancipadora frente al orden social imperante. 3. El propsito de contribuir al fortalecimiento de los sectores dominados como sujeto histrico, capaz de protagonizar el cambio social. 4. Una conviccin que desde la educacin es posible contribuir al logro de esa intencionalidad, actuando sobre la subjetividad popular. 5. Un afn por generar y emplear metodologas educativas dialgicas, participativas y activas. 18

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Lectura estructural de la sociedad y de la educacin Todas las propuestas de Educacin Popular han tenido y tienen como presupuesto bsico el cuestionamiento al carcter injusto del orden social de tipo capitalista propio de las sociedades latinoamericanas; dicho sistema social explica el sometimiento econmico, social, poltico y cultural de los sectores populares. Son las estructuras sociales injustas las que impiden que las mayoras populares tengan la posibilidad de tener, saber, poder y actuar por s y para s mismas. Este diagnstico estructural de la Educacin Popular, desde sus inicios, se explica por el aporte de las ciencias sociales crticas en Amrica Latina (especialmente el marxismo), el auge de las luchas populares y de la izquierda en los aos sesenta y setenta. Estos factores posibilitaron una explicacin macrosocial de problemas e injusticias que hasta entonces slo eran percibidas desde el mero sentido comn, y mostradas por la ideologa dominante como situaciones aisladas. Consecuentemente, la educacin es ubicada no ya como un hecho autnomo, sino como un componente bsico en el mantenimiento de las estructuras sociales. La inuencia del estructuralismo marxista3 en la dcada de 1970, llev a ubicar la educacin en el nivel superestructural del sistema social, como aparato ideolgico del Estado. Su papel, por tanto, es el de mantener, legitimar y reproducir el modo de produccin dominante; se asuma, sin reservas ni matices, aquella armacin de Marx4 de que las ideas de la clase dominante son en cada poca las ideas dominantes y que la educacin era el medio por excelencia de reproduccin de las condiciones materiales y subjetivas del sistema capitalista. Frente a esta realidad implacable de la funcin reproductiva y el carcter clasista de la educacin, a los educadores crticos
3 En Amrica Latina tuvo gran inuencia la obra Ideologa y aparatos ideolgicos del Estado del lsofo marxista francs Louis Althusser, cuyo pensamiento fue ampliamente difundido en Amrica Latina por su discpula Marta Harnecker a travs las numerosas ediciones de su libro Los conceptos elementales del materialismo histrico (1971). Expresin contenida en el primer captulo de La ideologa alemana, en el que Marx y Engels (1956 [1846]) contraponen, a las concepciones idealistas de Feuerbach, sus propias concepciones materialistas de la historia.

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no les quedaba ms remedio que abandonar la escuela (Ivn Ilich, Toms Amadeo Vasconi), o desarrollar una educacin de corte clasista y liberador al servicio de las clases populares. As mismo, el cuestionamiento de los programas educativos de orientacin extensionista y desarrollista impulsados por los gobiernos de la poca anticipaba la posibilidad de una educacin alternativa a la ocial. Otro referente del discurso justicativo inicial de la Educacin Popular consista en denunciar las caractersticas funcionales, opresivas y antipopulares del sistema educativo y de los programas de alfabetizacin ociales. Paulo Freire (1970) va a calicar a la educacin predominante de opresora o bancaria, en la cual la relacin entre educador y educando se caracteriza por que: El educador es siempre quien educa, el educando, el que es educado; El educador es quien disciplina, el educando el disciplinado; El educador es quien habla, el educando quien escucha; El educador prescribe, el educando sigue la prescripcin; El educador es siempre quien sabe, el educando quien no sabe; El educador es sujeto del proceso, el educando, su objeto. Para el equipo de la ONG colombiana Dimensin Educativa (Peresson, Cendales y Mario, 1983), los males de la educacin antipopular iban ms all de la relacin educador-educando, e incluan los siguientes juicios: Es elitista y discriminatoria; Es autoritaria, verticalista y represiva; Es individualista y competitiva; Es memorstica y repetitiva; Es positivista y acrtica; Separa el trabajo intelectual del trabajo material. As, el discurso estructuralista y las teoras reproductivistas en educacin hayan sido fuertemente cuestionadas (Giroux, 1992), la tradicin posterior de la Educacin Popular hered 20

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de la comprensin estructural de la educacin la necesidad de contextualizar histricamente y de analizar estructuralmente las prcticas educativas. Es, desde esta crtica al papel de la educacin en el sistema social, como se justica la necesidad de una educacin alternativa a la dominante. Intencionalidad poltica transformadora La crtica a la sociedad capitalista y al sistema educativo, de un tono radical en el discurso inicial de la Educacin Popular y de un carcter ms moderado en las actuales posiciones, lleva aparejada la formulacin de un ideal de sociedad y de educacin alternativos. Un rasgo central e irrenunciable de toda propuesta educativa popular es su clara intencin poltica por transformar las condiciones opresoras de la realidad actual, para contribuir a la construccin de una nueva sociedad ms justa y democrtica. En la conguracin de esta visin de futuro-utopa conuyen la tradicin escatolgica cristiana (construccin del Reino de Dios en la tierra) y la tradicin de las izquierdas (construccin de la sociedad socialista). No obstante, se precisa realizar estudios detallados en cada pas y en cada campo de accin de la Educacin Popular para determinar cules han sido los discursos inuyentes en el ideario e imaginario poltico que ha orientado a la Educacin Popular. Los principales beneciarios de la construccin de esa nueva sociedad son, obviamente, los actuales sectores subalternos, sometidos a explotacin econmica, exclusin social y a dominacin poltica. El adjetivo popular en la Educacin Popular no tena tanto que ver con el sujeto colectivo de sus acciones las clases populares sino con la opcin tica y el horizonte poltico del cambio: contribuir a su constitucin como sujetos histricos. En este sentido, no todas las experiencias y programas educativos cuyo destinatario es el pueblo tienen la intencionalidad emancipatoria que distingue a la Educacin Popular. De este modo, tal vez los elementos identicatorios ms claros de la Educacin Popular, en cualquiera de sus momentos y tendencias son, por un lado, su abierta intencionalidad poltica al servicio de los intereses populares y, por otro lado, su 21

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opcin por la construccin de una utopa social que los redima. La Educacin Popular es popular, porque tiene su razn de ser en los sujetos populares, sus organizaciones y sus luchas; y porque sus objetivos, contenidos y metodologas buscan ponerse en funcin del proyecto de emancipacin popular. La idea de cambio social ha variado desde la visin voluntarista y culturalista de las primeras obras de Freire, pasando por la visin revolucionaria en su momento radical, hasta las posiciones reformistas de la dcada de 1990. En cualquiera de los casos, la Educacin Popular tiene como nalidad bsica, crear condiciones subjetivas para un cambio decisivo en la relacin de los sectores populares con el tener, el saber y el poder. Tal intencionalidad liberadora es comn a otras prcticas discursivas surgidas en la misma poca como la Teologa y la Filosofa de la Liberacin, la Investigacin-Accin Participativa y la Comunicacin Popular-Alternativa, enfoques que se entrecruzaban y alimentaban mutuamente. Los sectores populares, sujetos de su propia emancipacin Otro elemento denitorio de la Educacin Popular es su conviccin de que son los propios sujetos populares, llmense clase obrera, sectores populares, movimiento popular o movimientos sociales, los llamados a llevar a cabo las transformaciones sociales que aseguren su liberacin. Pero, al mismo tiempo, la Educacin Popular asume que su tarea es contribuir a que dichos sujetos populares se construyan, se fortalezcan y reconozcan su capacidad de protagonismo histrico. En efecto, otro de los sentidos del adjetivo popular es el de aportar a la conversin de los sectores dominados en sujetos sociales; de aqu el nfasis en acompaar sus luchas, sus organizaciones y movimientos, procesos que van expresando su grado de consolidacin como fuerza social y poltica. De este modo, la Educacin Popular se autodene como una prctica social que se lleva a cabo desde, con, entre y para los sectores populares; intencin que se expresa tanto en la preocupacin porque su referente permanente sean los intereses, luchas, vivencias y saberes populares, como en la bs22

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queda de partir siempre de los intereses y necesidades de las clases populares. El uso diferencial de trminos para referirse a los sectores sociales subalternos pobres, pueblo, sectores populares, movimiento popular, movimientos sociales, actores sociales, sujetos sociales hace referencia a diversos momentos y perspectivas de interpretacin de la Educacin Popular, que analizaremos luego. Lo que s ha sido comn en la Educacin Popular es la incipiente conceptualizacin histrica, sociolgica y antropolgica acerca de sus sujetos educativos. Han predominado ms imgenes culturales heredadas del romanticismo, del populismo, del iluminismo y del marxismo, que elaboraciones tericas e investigaciones orientadas a comprenderlos. La Educacin Popular busca afectar la subjetividad popular Las caractersticas descritas hasta ahora se reeren sobre todo a la dimensin ms especcamente poltica de la Educacin Popular; mientras que la dimensin ms especcamente educativa hace referencia especialmente a su posibilidad de afectar los diversos componentes de la subjetividad popular. Pero para abordar este rasgo es necesario puntualizar que la idea de lo educativo que se utiliza en las prcticas educativas populares desborda lo escolar e involucra diversos escenarios, prcticas y proyectos socioculturales que inciden en el proceso de formacin de sujetos. De este modo, la Educacin Popular aparece como un intento por desarrollar acciones intencionalmente orientadas a ampliar las formas de comprender y actuar de los sectores populares; es decir, por generar y apropiar saberes pertinentes para la construccin de los sujetos populares y del proyecto poltico liberador. La Educacin Popular reconoce los saberes culturales, social e histricamente construidos por las clases populares, a la vez que impulsa la apropiacin crtica de saberes generados por otros sujetos y prcticas sociales, como lo son los saberes cientcos y tecnolgicos. Los espacios de accin de la Educacin Popular han sido mayormente las mismas organizaciones y movimientos populares, aunque tambin se ha desenvuelto 23

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en los mbitos educativos ms formalizados de las escuelas sindicales, los grupos de alfabetizacin, los programas de capacitacin, y hasta en determinados circuitos escolares. Hecha esta aclaracin conceptual, es evidente que el nivel de la realidad social en el que acta preferentemente la Educacin Popular es la subjetividad popular, llmese conciencia social, saberes, conocimiento o cultura popular. La formacin de sujetos populares capaces de llevar a cabo las acciones sociales emancipatorias est relacionada con la formacin de un sistema de imaginarios, representaciones, ideas, signicaciones, simbolizaciones, voluntades y emocionalidades, desde las cuales esos sujetos atribuyen sentido a sus acciones y vnculos sociales, a la vez que alimentan sus sentidos de pertenencia e identidad. Es justamente dentro de los lmites del mundo subjetivo donde acta la Educacin Popular con el n de incidir, inuir en otras dimensiones de la vida social como la economa y las relaciones de poder. En esto la Educacin Popular se diferencia de las posiciones que consideran que slo desde la educacin se pueden lograr las transformaciones fundamentales de la sociedad. Tales enfoques han sido duramente criticados y calicados de utopismo pedaggico. Bsqueda de metodologas coherentes La crtica radical a las concepciones y prcticas pedaggicas predominantes en la educacin tradicional ha llevado a que, desde sus inicios, la Educacin Popular haya procurado generar estrategias y tcnicas metodolgicas congruentes con el tipo de valores, relaciones sociales y proyectos de futuro a construir. Algo similar se dio en otras prcticas sociales y culturales surgidas en la misma coyuntura, como la Teologa de la Liberacin, la Comunicacin Popular-Alternativa y la Investigacin-Accin Participativa; a diferencia de la racionalidad estratgica de la poltica, donde el n justica los medios, en estas propuestas emancipadoras, las metodologas de trabajo deben ser coherentes con sus propsitos. Por ello, los rasgos ms visibles de la Educacin Popular han sido la denicin de criterios educativos tales como la 24

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construccin colectiva de conocimiento, el dilogo, el partir de la realidad y los saberes de los educandos, la participacin y la articulacin entre teora y prctica. Aunque las referencias a lo especcamente pedaggico sean ms bien recientes, la preocupacin por crear, retomar y desarrollar metodologas coherentes con los principios emancipadores de la Educacin Popular, ha llevado que sus impulsores innoven y reexionen permanentemente sobre su quehacer. A modo de sntesis abierta A manera de sntesis, nos atrevemos a proponer una denicin de Educacin Popular que recoge los elementos constitutivos comunes antes expuestos. Por Educacin Popular entendemos un conjunto de prcticas sociales y elaboraciones discursivas, en el mbito de la educacin, cuya intencionalidad es contribuir a que los diversos segmentos de las clases populares se constituyan en sujetos protagonistas de una transformacin de la sociedad, en funcin de sus intereses y utopas. De este modo, hacer Educacin Popular es reconocer el carcter poltico de la educacin y su papel en la bsqueda de una sociedad ms justa y democrtica; es asumir una opcin explcita por el fortalecimiento de las organizaciones y movimientos gestados por los sectores populares; es trabajar en la creacin o desarrollo de las condiciones subjetivas que posibiliten las acciones emancipadoras y de transformacin social por parte de estos sujetos populares; es generar alternativas pedaggicas, metodolgicas y didcticas coherentes con los postulados anteriores. 1.3 La Educacin Popular: una bsqueda histrica La identicacin de algunos rasgos comunes a las diversas prcticas y discursos de la Educacin Popular nos podra llevar a pensar que sta no ha sufrido modicaciones o que, si las ha tenido, han sido el resultado de una evolucin lineal y ascendente, de paulatino perfeccionamiento. Bien por el contrario, la Educacin Popular es una formacin discursiva reciente en Amrica Latina, atravesada por diversas inuencias histricas e 25

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intelectuales que, a lo largo de sus cuatro dcadas de existencia, ha tenido maneras diferentes incluso contradictorias de entender los rasgos o elementos comunes sealados en la unidad anterior. Como lo arma Marco Ral Meja en la Educacin Popular se encuentran innidad de prcticas con los ms variados proyectos metodolgicos que parten de diversos lugares y utilizan diversas estrategias pedaggicas... (1989, 277). Aunque casi todos los estudiosos de la Educacin Popular coinciden en armar que es necesario realizar una historia de la Educacin Popular, existen pocos trabajos al respecto; los que se han hecho son ms bien memorias o visiones personales sobre la panormica global de la Educacin Popular en Amrica Latina, pero sin rigor historiogrco. Por otro lado, existen numerosas sistematizaciones de experiencias concretas en Educacin Popular, pero con escasa conceptualizacin sobre su contribucin al campo educativo popular. Incluso, la sntesis presentada en esta primera parte del libro, se ha basado en la bibliografa disponible al respecto. En nuestra propuesta, distinguimos cuatro fases constitutivas de la Educacin Popular; una de propuestas precursoras y tres correspondientes a los paradigmas de mayor inuencia: Freire, el discurso fundacional y las nuevas bsquedas. Cierra el primer captulo un esbozo de los retos que deber enfrentar la Educacin Popular en los prximos aos. Los tres paradigmas no deben ser vistos como momentos de una sucesin lineal que represente un progreso ascendente; corresponden ms a los entramados ideolgicos de las pocas en que se producen ms que a superaciones lgicas o esperables de la fase previa. Por otro lado, en buena medida coexisten discursos y experiencias de los diversos paradigmas. Precursores de la Educacin Popular Aunque en sentido estricto slo podemos hablar de Educacin Popular desde la dcada de 1960, existen numerosos casos de pensadores, dirigentes polticos y experiencias aisladas cuya intencin fue colocar la educacin al servicio de las clases populares. A estos intentos precursores nos dedicaremos en primer lugar. 26

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Adriana Puigross (1987) seala que desde la colonia se us la expresin educacin popular como instruccin elemental dirigida a las capas pobres y sectores dominados. Para la Ilustracin europea, y sus expresiones en Amrica Latina, la educacin popular consista en instruir a los pobres para convertirlos en ciudadanos. Esta incorporacin de los pobres a la civilizacin no slo se hizo por medio de la escuela sino tambin a travs del servicio militar, las misiones, etctera. En todos estos casos, el pueblo es destinatario pasivo de un discurso pedaggico construido por otros, pues la elite ilustrada lo percibe como ignorante, carente de iniciativas autnomas, e incapaz de gestar proyectos histricos globales. La excepcin a lo anterior la establecen personajes como el pedagogo rousseauniano venezolano Simn Rodrguez y su discpulo Simn Bolvar, quienes ven en la educacin de las masas populares una condicin para formar ciudadanos y una garanta para la democratizacin de las jvenes repblicas hispanoamericanas. Ms adelante, otros dirigentes sociales y polticos revolucionarios y latinoamericanistas, como Jos Mart, realizaron contribuciones en el mismo sentido emancipador. En el siglo XX, con la naciente industrializacin y urbanizacin de nuestros pases, la educacin comenz a ser percibida como un mecanismo de integracin, democratizacin y movilizacin social de las nuevas clases trabajadoras; stas, por su parte, tambin vieron la escolarizacin una oportunidad de ascenso social para sus hijos y como un mecanismo de incorporacin a la cultura urbana. Por ello, la ampliacin de la cobertura escolar ha sido bandera tanto de los gobiernos como de las clases trabajadoras organizadas; esto se ha traducido en una actitud paradjica de la clase trabajadora frente al Estado: lo cuestiona radicalmente a la vez que busca inclusin individual a travs de la ampliacin de la cobertura educacional. Desde una perspectiva polticamente revolucionaria, tambin surgieron experiencias educativas que intentaron proponer alternativas a la pedagoga dominante. Anarquistas, socialistas y comunistas procuraron crear discursos pedaggicos ligados a la transformacin social. De este modo, se fue conformando una tradicin pedaggica latinoamericana de izquierda, ligada a la educacin obrera y a la formacin de cuadros polticos. 27

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El texto gua de tales experiencias fue sin duda la obra Qu hacer? de Lenin, la cual se convirti en el modo universal de educacin poltica de los Partidos Comunistas y similares. Basado en una concepcin vanguardista de la revolucin social, el dirigente bolchevique ruso depositaba en el partido la direccin poltica y educativa de las clases explotadas. Una posicin ms creativa y crtica fue la propuesta por el peruano Jos Carlos Maritegui, quien plante la necesidad de una pedagoga nacional, popular y latinoamericana que reivindicara lo indgena y lo cultural. Simultneamente, los movimientos populistas de las dcadas de 1940 y 1950 procuraron darle a la educacin un carcter nacionalista y democrtico, exaltando las culturas populares autctonas y la capacidad creativa del pueblo. Jos Domingo Pern en Argentina, Vctor Ral Haya de la Torre y el APRA en el Per, Lzaro Crdenas en Mxico y Jorge Elicer Gaitn en Colombia, vieron en la educacin y la cultura un espacio adecuado para el desarrollo de sus movimientos. No hay que olvidar que es durante un gobierno populista, el de Joo Goulart, cuando Paulo Freire inicia sus experiencias de educacin liberadora en Brasil. Los inicios: la educacin liberadora de Paulo Freire Despus de la II Guerra Mundial, las agencias multilaterales de desarrollo y los gobiernos de muchos pases vieron en las estructuras sociales tradicionales un obstculo para el desarrollo econmico y la estabilidad poltica de las naciones; el desafo de la modernizacin llev aparejado un afn por ampliar la cobertura educativa y la alfabetizacin de los adultos analfabetos. En tal perspectiva, organismos como la OREALC / UNESCO, la OEA, entre otros, fomentaron la realizacin de programas de Educacin de Adultos. Bajo el nombre de educacin fundamental, de alfabetizacin funcional o de educacin comunitaria, este modelo extensionista5 de la educacin de adultos, se convirti en bandera de muchos gobiernos latinoamericanos en las dcadas de 1950 y
5 Esta concepcin de la educacin/comunicacin va a ser criticada por Paulo Freire (1973) en su difundida obra Extensin o comunicacin? - La concientizacin en el medio rural.

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1960. En Colombia, por ejemplo, la educacin como extensin se expres en el impulso de la Accin Comunal y de la Asociacin de Usuarios Campesinos. Ambos procesos estuvieron acompaados de campaas de alfabetizacin, que pretendan generar efectos concretos en el desarrollo comunitario y la modernizacin material y mental de los pobladores y campesinos. En Brasil, la alfabetizacin extensionista la desarroll el Movimiento de Educacin de Base (MEB) a partir de 1961. Nacido de un convenio entre el gobierno federal de Brasil y la Conferencia Episcopal Brasilea, el MEB asumi una orientacin humanista cristiana y reformista, que se tradujo en la promocin de una educacin en la cual las personas y comunidades tomaran conciencia de las dimensiones naturales y sociales de la dignidad del hombre, as como de la necesidad de transformar estructuralmente la sociedad a travs de la accin poltica. Aunque, posteriormente, el MEB se fue convirtiendo en una propuesta de Educacin Popular cada vez ms explcita, esta etapa inicial se ubica como antecedente y experiencia precursora del sentido actual de Educacin Popular6. Las experiencias y reexiones del profesor de Historia y Filosofa de la Universidad de Recife, Paulo Freire, se constituyen en la primera propuesta pedaggica reconocida de Educacin Popular. Este educador brasileo, desde la experiencia de los Crculos de Cultura, critica al extensionismo y a los mtodos tradicionales de educacin de adultos como pedagogas bancarias o domesticadoras. Al mismo tiempo, propone un mtodo de alfabetizacin que denomina concientizador, el cual, a la vez que posibilita que los adultos aprendan a leer y escribir, contribuye a que stos tomen conciencia de su propia realidad, estableciendo un puente entre sus propias vivencias y el lenguaje escrito. Esta propuesta de Educacin como prctica de la libertad centra su inters en la integracin del individuo con su realidad; alfabetizar se convierte en sinnimo de concientizacin; ello signica liberar al alfabetizando de su conciencia oprimida
6 Carlos Rodrguez Brando (1989) tambin seala como experiencia inicial de EP, el movimiento del Cultura Popular que se dio simultneamente al MEB y al trabajo de Paulo Freire.

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e ingenua para posibilitarle la comprensin de las causas de su realidad social; las acciones organizativas y transformadoras de dicha realidad seran una consecuencia necesaria de la concientizacin. La concepcin educativa liberadora plante un cambio profundo de las relaciones entre el educador y el educando; Freire va a formular sus famosas sentencias: Nadie educa a nadie; nadie se educa solo; los hombres se educan entre s, mediados por el mundo. De este modo, la metodologa freireana es eminentemente problematizadora, dialgica y crtica7. Tras el golpe militar al presidente Goulart en 1964, Freire emigra a Chile, donde puede sistematizar su experiencia de Brasil y asesorar programas de alfabetizacin concientizadora; es all, en el exilio, donde escribe Pedagoga del oprimido, libro publicado en 1970 que circulara por toda Amrica Latina e inuira sobre miles de educadores en una dcada en la que amplias capas de la poblacin asuman que su desarrollo implicaba cambios estructurales. La militancia cristiana de Freire y el carcter humanista de su pensamiento permiti que su propuesta fuese acogida al interior de la Iglesia; primero el MEB de Brasil asume su metodologa y posteriormente lo hace la Conferencia General del Episcopado Latinoamericano reunida en 1968 en Medelln. De este modo, los planteamientos y la metodologa de Freire inuyen en lo que ms tarde llegara a ser la Teologa de la Liberacin. Muchos religiosos y cristianos comprometidos con los pobres y oprimidos, veran en la educacin concientizadora freireana la metodologa ms coherente con sus acciones pastorales y educativas. Pero el Mtodo Freire, asumido de manera parcial por algunas agencias estatales y privadas, tambin fue utilizado como mecanismo integrador, a travs de la promocin comunitaria; las organizaciones comunitarias impulsadas desde esta perspectiva (en el caso colombiano las Juntas de Accin Comunal) eran vistas como agentes reguladores del conicto ante el temor despertado por la Revolucin Cubana.
7 Por el carcter de este escrito, no nos detenemos en las particularidades del Mtodo psicosocial de Paulo Freire. Una exposicin de sus presupuestos y pasos puede hallarse en Paulo Freire (1967) La educacin como prctica de la libertad. Paz e Tierra, Montevideo. (Siglo XXI hizo las ediciones posteriores).

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Aunque la metodologa de la concientizacin constitua una profunda crtica tanto a las prcticas extensionistas como a las rgidas pedagogas de izquierda de la poca, ella tambin empez a revelar limitaciones y ambigedades polticas. Estos problemas, que el mismo Freire reconoci posteriormente,8 se referan principalmente al desconocimiento del carcter poltico de la educacin, de su articulacin a la estructura y al conicto de clases. Como consecuencia, la concientizacin quedaba convertida en un acto abstracto, voluntarista e independiente de la prctica social de educadores y educandos. Como seala Oscar Jara (1981: 6), la concientizacin haba sido asumida como un momento previo a la accin transformadora; el educador y el acto educativo quedaban fuera de la lucha social. Pero la obra pedaggica de Freire fue ms all de su mtodo de alfabetizacin, conformando las directrices fundantes, tanto de la Educacin Popular como de las pedagogas crticas. La amplia obra escrita de Freire y sus innumerables presentaciones pblicas, conguran un rico universo de reexiones acerca de la educacin, la pedagoga y la tica liberadoras. Para Freire la educacin debe servir para que los educadores y educandos aprendan a leer la realidad para escribir su historia. Ello supone comprender crticamente su mundo y actuar para transformarlo en funcin de inditos viables. En torno a dicha accin-reexin y a travs del dilogo, los educandos y los educadores se constituyen en sujetos. Con base en esta sntesis de sus planteamientos, desarrollar las ideas bsicas sobre cada una de estas cuatro dimensiones implcitas: Educar es conocer crticamente la realidad. Educar es comprometerse con la utopa de transformar la realidad. Educar es formar sujetos de dicho cambio. Educar es dilogo.

La autocrtica de Freire a sus posiciones iniciales se reitera en diversas entrevistas y declaraciones: Entrevista con Paulo Freire, en Educacin, Santiago de Chile, 1973; La dimensin poltica de la educacin, en Cuadernos pedaggicos N 8, CEDECO, Quito, 1985.

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1- Educar es conocer crticamente la realidad Freire considera la educacin como un acto de conocimiento, una toma de conciencia de la realidad, una lectura del mundo que precede a la lectura de la palabra (Freire, 1983:51). En efecto, su mtodo de alfabetizacin exige de los educadores una investigacin previa, tanto de la realidad de los educandos como de la lectura que stos hacen de la misma, expresada en su lenguaje. Ya en el acto alfabetizador, se parte de la apropiacin problematizadora de la realidad y de la discusin de las lecturas ingenuas de los educadores y educandos; Es a travs del dilogo sobre problemas signicativos que padecen, como los analfabetos aprehenden crticamente su mundo, a la vez que aprenden a leer y escribir. En oposicin a la concepcin bancaria de la educacin, para Freire el conocimiento de la realidad no es individual ni meramente intelectual. Conocer el mundo es un proceso colectivo, prctico, que involucra conciencia, sentimiento, deseo, voluntad. La prctica educativa debe reconocer lo que educandos y educadores saben sobre el tema y generar experiencias colectivas y dialgicas para que unos y otros construyan nuevos saberes. Su famosa frase: Nadie lo conoce todo ni nadie lo desconoce todo; nadie educa a nadie, nadie se educa solo, los hombres se educan entre s mediados por el mundo debe leerse como quien ensea aprende y quien aprende ensea y no como un desconocimiento de la especicidad del papel activo que deben jugar los educadores. Conocer el mundo no es una operacin meramente intelectual; es un proceso articulado a la prctica y a todas las dimensiones humanas. El presupuesto no es tanto conocer o tomar conciencia del mundo para luego transformarlo, sino conocer el mundo desde y en la prctica transformadora; en la cual intervienen deseos, valores, voluntades, emociones, imaginacin, intenciones y utopas. Este proceso educativo de conocimiento del mundo nunca es denitivo, ms bien siempre es inacabado, dado que el mundo no est dado, determinado, sino dndose, cambiando. Tambin los sujetos, en el proceso de conocer y transformar el mundo, van cambiando ellos mismos y sus preguntas. Por ello, los productos del conocer 32

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no deben asumirse como verdades acabadas, inmodicables, sino susceptibles de perfeccionarse, discutirse y cuestionarse. Se requiere ms una pedagoga de la pregunta que una pedagoga de la respuesta. 2- Educar es una prctica poltica Para Freire la educacin nunca es neutra. Toda prctica educativa es poltica, as como la prctica poltica es educativa. Las prcticas educativas siempre son polticas porque involucran valores, proyectos, utopas que bien reproducen y legitiman, o bien cuestionan y transforman, las relaciones de poder prevalecientes en la sociedad. La educacin nunca es neutral, est a favor de la dominacin o de la emancipacin. Es por ello que Freire distingue entre prcticas educativas conservadoras y prcticas educativas progresistas. Mientras que en una prctica educativa conservadora se busca, al ensear los contenidos, ocultar la razn de ser de un sinnmero de problemas sociales; en una prctica educativa progresista, se procura, al ensear los contenidos, develar la razn de ser de aquellos problemas. En tanto que la primera procura acomodar, adaptar a los educandos al mundo dado, la segunda busca inquietar a los educandos desandolos para que perciban que el mundo es un mundo dndose y que, por eso mismo, puede ser cambiado, transformado, reinventado (Freire, 1995). La educacin por s misma no cambia el mundo, pero sin ella es imposible hacerlo. En consecuencia, el educador progresista debe tener un compromiso tico poltico por la construccin de un mundo ms justo. El educador ve la historia como posibilidad; no debe perder su capacidad de indignacin, no puede ser indiferente ni neutral ante las injusticias, la opresin, la discriminacin y la explotacin; debe mantener y promover la esperanza en la posibilidad de superacin del orden social injusto, y de imaginarse utopas realizables (el llamado indito viable). As, la realidad no es slo el punto de partida de la educacin sino tambin su punto de llegada. Si la realidad no est dada, sino dndose, la nalidad de la educacin liberadora es 33

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contribuir a su transformacin en funcin de visiones de futuro; exige superar los obstculos econmicos, sociales, polticos y culturales que impiden la realizacin de los educandos como seres humanos. Las prcticas educativas crticas, articuladas a praxis sociales transformadoras, hacen posible que la gente escriba su propia historia, es decir, que sea capaz de superar las circunstancias y factores adversos que la condicionan. 3- Educar es dilogo que nos hace sujetos Para Freire la educacin tiene su razn de ser en el carcter inacabado de los seres humanos. Hombres y mujeres somos seres inacabados que -si as lo reconocemos- necesitamos de los dems para conocer y transformar el mundo a la vez que nos construimos como sujetos. El reconocer ese sentido de carencia, de necesidad de los otros para conocer, actuar y ser en el mundo, justica la posibilidad de la educacin, que no puede ser otra cosa que comunicacin y dilogo. Para Freire, la educacin es la posibilidad de constituirnos como sujetos; slo a travs de la conversacin basada en una prctica compartida y en la apertura al otro, que a su vez me escucha y me habla, es que llego a reconocerme como sujeto; no como sujeto dado, sino como sujeto en permanente construccin. As, el dilogo asume un carcter antropolgico y tico, en la medida en que nos hacemos seres humanos autnomos, con capacidad de incidir en la realidad, en la medida en que reconocemos, con otros, que el mundo es susceptible de ser modicado desde otros valores, sentidos y utopas. Ahora bien, para Freire no puede haber bsqueda sin esperanza. Perder la esperanza es perder la posibilidad de constituirnos como sujetos, de transformar el mundo y por tanto de conocerlo. Por ello, plantea una pedagoga de la esperanza que supere el fatalismo, el conformismo y la desilusin que el poder dominante busca imponer a toda costa. Frente al no hay nada que hacer, hay que anteponer el derecho a soar que, como reza el lema de los Foros Sociales Mundiales: otro mundo es posible. Como lo seal Freire: En la medida en que nos hagamos capaces de transformar el mundo, de poner nombre a las cosas, de percibir, de enten34

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der, de decidir, de escoger, de valorar, en ltimo trmino, de eticizar el mundo, nuestro movimiento en l y en la historia envuelve, necesariamente, los sueos por cuya realizacin luchamos. Por ello, la educacin debe contribuir a construir sueos, a reinventar utopas y a sembrar esperanzas de cambio (2001: 43). Freire, desde su palabra y su prctica fue testimonio de constructor creativo de ello y por eso logr incidir en miles de educadores desde la dcada de 1960 hasta la actualidad. A lo largo de su trayectoria, Freire reivindica el carcter dialgico de la educacin, no como una mera tcnica o una didctica, sino como una estrategia metodolgica basada en su concepcin de lo humano. Como ya se ha dicho, para Freire, los hombres y mujeres se constituyen como sujetos a travs de la accin y reexin colectivas de transformacin de la realidad. Todo este proceso crtico liberador est atravesado por la palabra. No hay palabra verdadera que no sea una unin inquebrantable entre accin y reexin y por ende, que no sea praxis. De ah que decir la palabra verdadera sea transformar el mundo (Freire, 1970: 99). Para Freire, este pronunciamiento del mundo no es privilegio de algunos. Nadie puede decir slo la palabra verdadera, ni decrsela a otros quitndoles su derecho a decirla. Pronunciar la palabra desde una praxis liberadora implica un encuentro entre los hombres mediados por el mundo, relacin a la que Freire denomina dilogo. Por eso, el dilogo es una apuesta existencial, pues no slo solidariza la reexin y la accin, sino que permite que los sujetos ganen sentido en cuanto tales. El dilogo, por tanto, es siempre creador; por un lado, de la realidad transformada; por el otro, de los sujetos que se liberan transformndola. Exige humildad y conanza, dado que no hay ignorantes absolutos ni sabios absolutos: hay hombres que, en comunicacin, buscan ser ms (Freire, 1970: 104). Tampoco hay dilogo sin esperanza: sta mueve la bsqueda de los hombres y mujeres por cambiar el mundo y hacerse sujetos. Por tanto, si quienes dialogan no esperan nada de su reexin y de su accin, no puede haber dilogo.

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El discurso fundacional de la Educacin Popular El cuestionamiento a los lmites de la propuesta inicial de Freire se puso de maniesto con la radicalizacin de las luchas populares, as como la que se produjo entre amplios segmentos de la intelectualidad, desde mediados de la dcada de 1960 y comienzos de la dcada de 1970, tanto en el Cono Sur como en el resto de Latinoamrica. En este ambiente de ascenso del movimiento popular y de compromiso poltico que algunos llegaron a calicar de preinsurreccional se valor la dimensin poltica de la Educacin Popular y su necesario nexo con los procesos de organizacin y movilizacin popular. Esta politizacin de las prcticas educativas populares se vio favorecida por la inuencia de la tradicin pedaggica de las izquierdas, que empezaban a tener presencia entre grupos de base y luchas sociales de sectores populares no obreros, en un contexto de ampliacin de las luchas sociales. Heredera de una concepcin ilustrada y vanguardista de la educacin, la educacin de inspiracin marxista cuestion la pedagoga liberadora tachndola de utpica, moralista y culturalista. Los educadores populares, en su mayora procedentes de los sectores cristianos renovadores, acogieron algunas de esas crticas, adoptando la vez algunos de los enfoques y estilos de la tradicin pedaggica de izquierda que les parecieron ms congruentes. Esta conuencia en la Educacin Popular entre las tradiciones cristiana y marxista tambin se produjo en otros campos, como el de la accin social eclesial (Teologa de la Liberacin), el comunicativo (Comunicacin Popular-Alternativa) y el investigativo (Investigacin Accin-Participativa). El entramado ideolgico e intelectual que se fue dando por mutua inuencia entre estos discursos comprometidos, se fue consolidando en el llamado discurso fundacional o paradigma clsico de la Educacin Popular, el cual inuy y dio sentido a diversas experiencias educativas durante la dcada de 1970 y buena parte de la dcada de 1980 (Sime, 1991).

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1) La lectura clasista de la sociedad y la educacin El principal rasgo del discurso fundacional es la fusin entre poltica y educacin en el horizonte de la emancipacin de las clases subalternas de la sociedad. Esta fusin se produjo en una doble va; por un lado, se politiza a la educacin, al asignrsele nes generalmente asociados con la accin poltica; por el otro, se pedagogiza a la poltica, al considerar la accin poltica como espacio privilegiado de aprendizaje. De este modo se ampla a todas las esferas de la vida popular la dimensin educativa poltica: todo es educativo, todo es poltico; los contenidos y metodologas de la Educacin Popular se orientan predominantemente a la concientizacin poltica. Esta sobrepolitizacin de la Educacin Popular en su etapa inicial se aliment del optimismo histrico que acompa el perodo de auge de luchas sociales de la dcadas de 1970 y 1980, as como de la inuencia de diversas ideologas de izquierda, tanto partidistas como no partidistas. El triunfo de la Revolucin Sandinista en Nicaragua, y estallido guerras insurreccionales populares en Amrica Central, alent las seguridades que daba la lectura clasista de la sociedad y aliment las esperanzas en la posibilidad de acceso al poder del pueblo por va revolucionaria armada. El marxismo, especialmente en su versin ortodoxa y althusseriana, asumido dogmticamente tanto en el mundo universitario como en el de la poltica, tambin nutri la cosmovisin clasista de la Educacin Popular9. Lo popular se asimil al desarrollo de la lucha de clases y lo educativo al desarrollo de la conciencia de clase. La identidad poltica de los sectores populares estaba basada en el concepto de autonoma de clase. El trmino Movimiento Popular resuma la emergencia de los diversos actores y luchas en el escenario global; se convirti en una institucin imaginaria que se refera al conjunto de sectores populares organizados o movilizados. Ms que un
9 Tal vez el manual de mayor circulacin y uso en la formacin de educadores populares fue el titulado Los conceptos elementales del materialismo histrico, escrito por Martha Harnecker, cuyo tiraje en toda Amrica Latina fris los 500.000 ejemplares. Esto sin contar las numerosas cartillas y folletos que inspir.

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referente de la realidad para ser investigado o relacionarse con l, el Movimiento Popular se convirti en una imagen mtica invocada repetidas veces como sujeto de la Educacin Popular. El discurso clasista permiti a los educadores populares una comprensin estructural de la sociedad y situar su labor en ese contexto. Sin embargo, le imprimi una visin macro y esencialista de la sociedad, as como del espacio y tiempo de la accin social transformadora. La preocupacin estratgica por una revolucin social que conmoviera radicalmente las grandes estructuras sociales, impidi ver el aqu y ahora concreto de las prcticas educativas populares y su relacin con las experiencias organizativas populares, generalmente de una cobertura local y de un alcance modesto en cuanto a su accin. Bajo esta visin clasista, la relacin entre los educadores y sus bases sociales se asumi paradjicamente; si bien se asuma que las clases populares eran el sujeto del anhelado cambio, el estado de alienacin que se les atribua les impeda reconocer sus verdaderos intereses de clase. Por ello, se asumi que eran las vanguardias iluminadas y los educadores comprometidos, los llamados a llevar la teora revolucionaria al pueblo. Esa mirada iluminista de la Educacin Popular pretenda llevar a los sectores iluminados la concepcin cientca del mundo como garanta de su concientizacin. Aqu pesaba la tradicin pedaggica marxista-leninista, aunque en algunos pases se busc hacerla ms exible al incorporar los aportes de Jos Carlos Maritegui y Antonio Gramsci. La mirada clasista condujo a un reduccionismo en el anlisis de la realidad social de las sociedades latinoamericanas, al asumir el conicto entre el capital y el trabajo como la como nica contradiccin social, considerando secundarios o superuos otras subordinaciones y conictos en torno a lo tnico, el gnero o lo cultural. A partir de esta centralidad de lo econmico, la Educacin Popular enfatizara su accin en contenidos evidentemente politizables, como aquellos que evidenciaran la explotacin o anunciaran la revolucin. La vida cotidiana, las perspectivas culturales de los educandos, sus saberes previos, slo servan en la medida en que ejemplarizaran los postulados preconcebidos, o para ser asumidos como dimensiones 38

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sociales superuas, condensadores de la alienacin o las desviaciones ideolgicas. La subjetividad popular se redujo al plano de la conciencia de clase y la labor concientizadora de la Educacin Popular se identic con la comprensin racional y la verbalizacin de las condiciones e intereses de clase de los educandos. 2) Mirada esencialista de la cultura popular El discurso iluminista de la primigenia Educacin Popular inicial hizo, sin embargo, un extrao matrimonio con el postulado populista del rescate de la cultura autnoma nacional. En efecto, un elemento congurador del discurso educativo popular de la dcada de 1970 e inicios de la de 1980 fue la preocupacin por rescatar la cultura popular, entendida como la tradicin artstica y expresiva del pueblo en su condicin campesina e indgena. A la cultura popular se la identic con el pasado, con las manifestaciones folklricas, las cuales deban ser rescatadas de la marginacin de que haban sido sometidas por la industria cultural y los medios masivos de comunicacin. Se desconocan los procesos de mestizaje e hibridacin cultural que atraviesan a las culturas populares, as como las mltiples relaciones y negociaciones que stas establecen con la cultura hegemnica. El rescate de la cultura popular fue entendido, adems, como la reedicin ideologizada de las tradiciones y formas expresivas populares del pasado campesino e indgena; por ejemplo, en Colombia, se compusieron bambucos y cumbias con contenido social. Hacer cultura popular tambin se entendi como el llevar a los sectores populares contenidos concientizadores por medio del arte: el teatro y la poesa social, la cancin protesta, el cine testimonial, la pintura de denuncia, fueron frecuentemente incorporados a las experiencias educativas populares. Aunque en teora la tradicin iluminista y romanticista no pueden articularse, tanto en el discurso como en las prcticas educativas populares ambas corrientes se combinaron. El sentido global de interpretacin histrica y cultural de la Educacin Popular inicial remite al populismo romntico, pero al 39

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mismo tiempo ella entendi la accin educativa como anuncio de la emancipacin del pueblo por su acceso a la concepcin cientca del mundo. El papel activo y la autoridad de los educadores se autojustica como demanda del movimiento popular, del pueblo, del proceso de liberacin. Al respecto Hugo Lovisolo (1988) sostiene que los contenidos iluministas se codicaron en un lenguaje romntico. Esta paradoja en el plano poltico y en el cultural se expresara tambin en el mbito metodolgico: trabajar contenidos politizables en formatos culturales tradicionales. 3) Reduccin pedaggica al mtodo dialctico y participativo A nivel pedaggico, el discurso fundacional de la Educacin Popular tuvo como caractersticas centrales su identicacin con el mtodo dialctico de conocimiento y su preocupacin por la participacin. Debido a la inuencia del materialismo histrico, se asumi que el mtodo de la Educacin Popular era el dialctico, entendido como un conjunto de principios metodolgicos generales que se supona garantizaban la ecacia de las acciones educativas. El principal de ellos es su relacin con la praxis histrica concreta de sectores populares, evidenciada en sentencias y pautas metodolgicas como el punto de partida y de llegada de la Educacin Popular es la realidad, o el pueblo aprende a partir de su experiencia. En consecuencia, se arma que el criterio de verdad de las prcticas educativas populares era la praxis poltica, en su aporte al movimiento popular. Claro est que esta mirada sobre la relacin teora-prctica no provena nicamente de la vertiente marxista; se nutra de las experiencias formativas de la preteologa de la liberacin (a travs mtodo del ver, juzgar y actuar10, as como de la tradicin pedaggica activa). Esta ltima inuencia (no siempre asumida de manera consciente) se expres en criterios metodolgicos como el partir de los intereses y motivaciones de los educandos, partir de lo prximo y concreto para ir a
10 Cuyo origen se encuentra en el mtodo de revisin de vida, surgido en el contexto de las propuestas pastorales de la Juventud Obrera Catlica (JOC).

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lo distante y abstracto; aprender haciendo y aprender a investigar. La participacin de los educandos ha sido de vital importancia en la Educacin Popular; en esta fase fundacional se acogi la crtica freireana al verticalismo y autoritarismo y su propuesta de una metodologa dialgica basada en relaciones horizontales entre educador y educandos; stos se asumen como colectivo ms que como individuos; enfatizndose la bsqueda de autogestin de relaciones solidarias. La utilizacin de tcnicas activas y participativas fue vista como la forma ms adecuada de plasmar el carcter dialctico y participativo de la Educacin Popular; mientras que algunos de sus idelogos se esforzaban en trasladar mecnicamente la epistemologa marxista a una didctica estandarizada, otros educadores populares, ms ligados a la prctica, dedicaron considerable esfuerzo a la creacin de tcnicas, dinmicas, juegos y materiales didcticos activos y participativos. Dado su carcter prctico y sencillo, estos materiales tuvieron una entusiasta acogida no slo entre educadores populares sino tambin entre profesores y animadores comunitarios. No es casual que dos de los libros de mayor circulacin entre educadores fueron y continen siendo Mtodos y tcnicas para la educacin, de Enrique y Trudy Schulze (1976), y Tcnicas participativas para la Educacin Popular, de Laura Vargas y Graciela Bustillos (1981), integrantes de la Red Mesoamericana de Educacin Popular Alforja. De esta ltima obra existen numerosas ediciones y reimpresiones, publicadas por sellos editoriales de pases de la regin e incluso de fuera de ella. Luis Sime (1991) seala que el mayor costo de asumir sin reservas la metodologa dialctica y participativa fue el de-sencuentro con otros discursos pedaggicos contemporneos y con las corrientes epistemolgicas y psicolgicas que han avanzado en la comprensin de los procesos de construccin del saber. Las redeniciones de la Educacin Popular Desde nales de la dcada de 1980 empieza a expresarse tanto entre los intelectuales como entre los educadores de base 41

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de la Educacin Popular una cierta insatisfaccin con su quehaceres y con los presupuestos que los orientaban. Aunque esta reexin autocrtica ya se haba iniciado en pases como Chile aos atrs, cobr fuerza con la cada del socialismo sovitico, la derrota de la Revolucin Sandinista, y con los procesos de transicin democrtica que se vericaron en varios pases del continente. sta revisin profunda de prcticas y presupuestos tericos adquiri un mayor alcance a partir de 1994, cuando la Asamblea de La Habana decidi incorporar ocialmente el tema en la agenda del CEAAL (Osorio, 2004: 8). Para Jorge Osorio (2004: 9), en el fondo, la principal crtica era que la Educacin Popular se haba reducido a una propuesta de organizacin popular sin discurso pedaggico y sin sensibilidad ante los cambios contextuales y conceptuales que se estaban produciendo en Amrica Latina y el resto del mundo. Para otros, la Educacin Popular no tena los resultados anunciados, eran escasas la sistematizacin de sus prcticas y la discusin con otras perspectivas de pensamiento crtico. Los replanteamientos conceptuales que se hicieron radicaron en la manera de entender la sociedad, la poltica y los sujetos de cambio, as como en el modo de asumir la cultura popular y lo pedaggico. No sobra insistir en que, as como el discurso fundacional de la Educacin Popular no fue unvoco, la reformulacin tampoco constituy un bloque homogneo de propuestas alternativas al primero; en cada pas y regin asumi rasgos propios; por ejemplo, en Chile la preocupacin por la democracia y la ciudadana adquiri mayor centralidad; en Per y Bolivia la problemtica indgena y sus demandas educativas fueron relevantes; en Colombia una preocupacin fuerte fue lo pedaggico. Por otro lado, en la ltima dcada del siglo XX coexistieron prcticas inuidas por el discurso fundacional y prcticas emergentes que tomaron distancia con dicho nfasis. 1) Nuevos escenarios, nuevos discursos Entre los factores que posibilitaron el cambio de perspectiva conceptual dentro de la Educacin Popular se cuentan los que se produjeron en el contexto mundial y latinoamericano, la in42

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uencia de nuevas tendencias ideolgicas e intelectuales y la propia reexin autocrtica de los educadores populares. Los esbozamos a continuacin. A nivel contextual, algunos autores como Marco Ral Meja (1993) insistieron que el mundo estaba asistiendo, no a un cambio supercial o una crisis coyuntural, sino a una crisis de poca, en la que buena parte de los fundamentos e instituciones del mundo moderno se haban derrumbado; por tanto, el pensamiento crtico y, dentro de ste, la Educacin Popular, deban asumir esos cambios como un desafo ineludible. En Amrica Latina la situacin era apremiante, dados los nefastos efectos econmicos y sociales del neoliberalismo. Por otro lado, desde variadas prcticas de Educacin Popular se constataba la emergencia de nuevos actores y movimientos populares en el escenario social y poltico latinoamericano con demandas, espacios y formas de lucha inditos. Estos Nuevos Movimientos Sociales como se les ha denominado ponan en evidencia que la produccin no era la nica fuente de conictos; que adems de los obreros y campesinos existan otras identidades populares; que adems de la fbrica, tambin eran espacios de conicto en el barrio, la salud, la familia, el consumo y hasta el uso del tiempo; y que, adems de los sindicatos y de las organizaciones indgenas y vecinales, se estaban generando nuevas formas de organizacin entre mujeres, jvenes, ecologistas, defensores de los derechos humanos, entre otras. Esta ampliacin y fragmentacin del universo de lo que antes se conceba abstractamente como movimiento popular, y la presencia de educadores populares en ellos, va evidenciar los lmites de la cosmovisin clasista de la sociedad; diferentes actores colectivos: indgenas, mujeres, jvenes, defensores de derechos humanos y ambientalistas, desde sus luchas y organizaciones, ponan de maniesto que la condicin de explotacin y la subordinacin econmica no eran las nicas esferas de la vida social generadoras de tensiones sociales y de accin colectiva. Por otro lado, la cada de la mayor parte de los regmenes militares que haban controlado el Estado en los pases latinoamericanos, dio un nuevo valor a la lucha por la democratizacin de la sociedad; La cada del socialismo sovitico, 43

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la derrota de la Revolucin Sandinista y el agotamiento de algunos proyectos de izquierda poltica, puso en sospecha las teoras polticas que vean al poder slo en el Estado y a ste como un aparato que deba ser tomado por asalto por va revolucionaria para poder construir la nueva sociedad. Los nuevos contextos sociales y polticos tambin les correspondieron nuevas miradas e interpretaciones crticas de la sociedad desde las ciencias sociales. Ya fuera por la inuencia de versiones renovadoras del marxismo, o por el aporte de otras perspectivas tericas, se puso en evidencia la estrechez de las versiones reduccionistas del marxismo que haban marcado las lecturas y orientaciones polticas de las dcadas de 1970 y 1980. Frente a las versiones estructuralistas y deterministas del marxismo, una de las principales fuentes de renovacin provino de la inuencia de la lectura desde Amrica Latina de Antonio Gramsci. En diferentes latitudes, intelectuales de la Educacin Popular empezaron a incorporar categoras gramscianas tales como sociedad civil, bloque histrico, hegemona, proyecto cultural y tico. Pero ms an, el horizonte de sentido de la Educacin Popular empez a situarse en el cometido de construir una nueva hegemona poltica desde la cultura y de asumir su quehacer como una prctica cultural, donde los movimientos sociales posibilitan nuevas articulaciones de las clases subalternas a travs del cual los educadores populares asumen el rol de intelectuales orgnicos. Las prcticas educativas populares, adems de verse inuidas por los nuevos contextos y los nuevos discursos sobre lo social y lo poltico, tambin empezaron a institucionalizarse, a generar redes estables de comunicacin a travs de proyectos nacionales e internacionales encuentros, seminarios y publicaciones a escala tanto nacional como regional11. A lo largo de la dcada de 1980, muchos modestos Centros de Promocin Popular e Investigacin, se convirtieron en in11 Importantes papeles jugaron, en este sentido, el organismo ecumnico CELADEC (Comit Evanglico Latinoamericano de Educacin Cristiana), radicado durante largo tiempo en Lima (con su revista Cultura Popular, que circul entre 1981 y 1985), y el Consejo de Educacin de Adultos de Amrica Latina (CEAAL), con sede por muchos aos en Santiago de Chile.

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uyentes Organizaciones no Gubernamentales, con grandes presupuestos y gran cantidad de investigadores tambin. Algunos destacados exponentes de la Educacin Popular fueron llamados por los nuevos gobiernos civiles a dirigir programas educativos, de desarrollo local y de participacin ciudadana. Era de esperar que esos cambios en el lugar social y en la praxis poltica de los intelectuales de la Educacin Popular, los llevara a plantearse, como una posibilidad de transformacin social, incidir en la denicin y ejecucin de polticas pblicas. De all que este tema, as como el de la democracia, la ciudadana y lo pblico comenzaran a gurar, desplazando a otros temas clsicos, como revolucin, organizacin popular y luchas reivindicativas, de la agenda de la Educacin Popular. 2) Movimientos sociales y nueva manera de hacer poltica El discurso sobre la sociedad y la poltica tuvo varios giros considerables. Por un lado, en la coyuntura de las transiciones democrticas vividas por muchos pases, se valor con optimismo a los movimientos sociales, al considerarlos como los nuevos sujetos histricos protagonistas de la transformacin social. Por otro lado, la transformacin social anhelada dej de ser imaginada como el gran salto revolucionario, para ser entendida como construccin paulatina de una democracia sustantiva o, ms modestamente, como profundizacin los procesos de democratizacin post-dictatoriales. Finalmente, el Estado y los Partidos polticos dejaron de verse como nicos mediadores de la accin poltica, incorporndose a este papel a las diferentes organizaciones de la sociedad civil, en particular las redes sociales y las ONG. No hay libro o artculo escrito en la segunda mitad de la dcada pasada en la que no se haga referencia a la necesidad de poner la Educacin Popular al servicio de los nuevos movimientos sociales; as por ejemplo Jos Bengoa (1987) arma que la Educacin Popular, entendida como educacin para los movimientos sociales, tiene por objeto la recreacin de las bases de sociabilidad en una sociedad dada. Por su parte, Jorge Osorio (1990), cuatro aos despus, plantea que: 45

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El proceso de construccin de sujetos y movimientos sociales para una nueva sociedad es capaz de gestar una forma distinta de hacer educacin. Una educacin que nace ante la exigencia de sujetos sociales concretos, y aliada a los intereses inmediatos de la lucha por una vida mejor. En contraste con el paradigma anterior la Educacin Popular no buscara un proyecto poltico unitario y alternativo (el Movimiento Popular), sino contribuir a la formacin societal bsica entre y mediante los grupos, organizaciones y movimientos sociales como garanta de la existencia de una verdadera democracia. Correlativamente a la valoracin del nuevo tejido social, asociativo y simblico que representan los movimientos sociales, la Educacin Popular busca desarrollar las nuevas maneras de ver y hacer poltica que tales movimientos comportan. La gestacin de una cultura poltica de base y que haga parte de la vida cotidiana de las personas es asumida como un propsito de la accin educativa popular. Se trata, ahora, de fortalecer la sociedad civil y sus organizaciones ms que de acceder al poder poltico a travs de los partidos y la toma del aparato estatal. Sin abandonar su vocacin por el cambio social, la Educacin Popular busca contribuir al avance poltico de los sujetos populares en tres niveles: Fortaleciendo la autonoma de sus organizaciones Democratizando el poder hacia la base social Construyendo la hegemona de los sectores populares con respecto al conjunto de la sociedad. Fortalecer la autonoma y el poder de las organizaciones sociales y populares no signica necesariamente confrontarse con el Estado; tambin es posible hacer convenios o llegar a acuerdos con los gobiernos nacional, regional o local. La participacin no es vista slo como un criterio metodolgico al interior de las prcticas de Educacin Popular sino como una meta poltica del modelo de democracia sustantiva con el que se identica.

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3) Nueva mirada sobre las culturas populares Una caracterstica decisiva de las actuales bsquedas de reconceptualizacin de la Educacin Popular es el reconocimiento de la dimensin cultural. La relacin entre individuos, movimientos sociales y Estado pasa por el anlisis de la cultura. La conciencia poltica no es previa ni externa de los procesos sociales sino que es posible en la medida que se incorpora a travs de la cultura. Con el aporte de las teoras antropolgicas y de la comunicacin deja de reducirse lo cultural a lo ilustrado o a lo ideolgico de reconocerse en la cultura un espacio de produccin simblica desde la cual los grupos sociales dan sentido a sus prcticas sociales. En ella no todo es racionalidad consciente, tambin son valores, sentimiento, inconsciente, ldica. Intervenir en la subjetividad popular no es slo cuestin de tomar conciencia de su realidad, sino de reconocer la historia de su construccin, el peso de las tradiciones pretritas, de las condiciones de vida presente y de sus relaciones con la cultura hegemnica.12 Este descubrimiento de la historicidad y complejidad de la cultura, lleva a abandonar las lecturas mecnicas y deterministas de la subjetividad social como simple reejo supraestructural de lo que pasa en la base econmica; tambin a abandonar las posturas romnticas que vean en la cultura popular una esencia ahistrica, pura y autctona de todos los valores emancipadores del pueblo. De este modo, la educacin popular ya no tiene como cometido central develar la ideologa dominante en la mentalidad de sus educandos, ni tampoco rescatar su identidad en el pasado, las tradiciones o el folclore, sino comprender y ampliar las lgicas culturales desde las cuales los sujetos populares ven, interpretan y actan sobre su realidad. Esto exige situar la atencin en la historia de los procesos de su conguracin histrica y en la vida cotidiana, lugar donde se maniestan,
12 Los autores de mayor inuencia son Nstor Garca Canclini y Jess Martn-Barbero; del primero con los libros Las culturas populares en el capitalismo. Casa de las Amricas, La Habana, 1984 y Culturas hbridas, Grijalbo, Mxico 1991; y, del segundo, De los medios a las mediaciones, Gustavo Gili, Mxico, 1987.

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renuevan y transforman las ideas, los valores, los afectos y las actitudes ante la sociedad. 4) Nueva manera de entender y hacer educacin popular Las renovaciones de n del siglo XX en la Educacin Popular no provinieron solamente de los cambios en el contexto y de las nuevas opciones interpretativas, sino tambin de sus propias prcticas y reexiones. De un nfasis inicial en experiencias educativas en el campo de la alfabetizacin y la educacin de adultos, en los diferentes pases, a partir de sus propias circunstancias (algunas comunes en la regin), fueron surgiendo prcticas educativas populares entre mujeres, en derechos humanos, en formacin ciudadana, en educacin ambiental y otros variados temas emergentes. Estas nuevas realidades educativas planteaban nuevos retos pedaggicos y reclamaban nuevos referentes para comprenderlos. Mientras algunos educadores siguieron eles a la lnea fundacional, otros buscaron nuevas fuentes para renovar el sentido, los contenidos y las metodologas de sus trabajos. Uno de ellos fue el propio Paulo Freire, quien continu aportando nuevas ideas a lo largo de las dos ltimas dcadas del siglo. Tras realizar una autocrtica de los vacos y errores de sus primeros trabajos, el maestro brasileo retom la radicalidad de su propuesta pedaggica antidogmtica y lejana a todo reduccionismo en la obra La pedagoga de la esperanza (1993). A nivel metodolgico, las bsquedas de la Educacin Popular se encaminaron entonces a incorporar las visiones emergentes en materia de poltica y cultura en su quehacer cotidiano, a integrar los aportes procedentes de la pedagoga y de otras disciplinas sociales, y a revalorizar el lugar de lo tico en la praxis educativa. No se trataba ya de despertar la conciencia de clase de los estudiantes o de instruirlos en la concepcin cientca del mundo; tampoco se trataba de rescatar las culturas populares y saberes autctonos. Reconocida la compleja dimensin subjetiva tanto de educandos como de educadores, la educacin se asume como interaccin cultural, como dilogo y conictuacin mutua de saberes (Mario, 1991). 48

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La formacin de los sujetos populares y de la democracia sustantiva demandaba la construccin, aprobacin y socializacin de saberes que recogieran y problematizaran los conocimientos y valores provenientes del mundo acadmico con los del mundo popular. Aunque al interior de la EP la reexin y la investigacin pedaggica son an incipientes, sus avances cuestionan las prcticas de transmisin ideolgica (equvocamente rotuladas como concientizacin) que an subsisten en algunas experiencias educativas. As mismo, en los ltimos aos se ha venido reconocido la amplitud del mundo interno de los sujetos, donde la razn es un componente tan importante como los sentimientos, la voluntad, los miedos, las simpatas y odios; incluso, empieza a valorarse la dimensin del cuerpo en la construccin de las identidades populares, olvidada o reprimida en el discurso fundacional. La metodologa participativa busca trascender el plano de las tcnicas para referirse a la gestin permanente de los procesos educativos y sociales. La participacin de acuerdo con los nuevos paradigmas polticos tambin se asume como bsqueda de consenso y de negociacin de propuestas. Las nuevas formas de relacin interpersonal y social, gestadas en las experiencias educativas, son valoradas como preanuncios del tipo de relaciones democrticas que caracterizaran a nueva sociedad. Finalmente, varios autores (Nez, 1997) ven en ella ms que un conjunto sistemtico de ideas, una actitud tica. Asumir esto implica, en consecuencia, adoptar la educacin en valores, tal como lo hacen cotidianamente quienes trabajan en el marco de la Teologa de la Liberacin o de los Derechos Humanos. En este sentido, hay que reivindicar la utopa de una educacin para la vida, el amor, la justicia y la solidaridad entre los seres humanos. En conclusin, esta fase de la Educacin Popular se viene caracterizando por una apertura de sus referentes polticos y educativos, as como por una exibilizacin de sus criterios metodolgicos. Es una bsqueda que an contina y en la que ser necesario el dilogo interdisciplinario y transdisciplinario, la investigacin pedaggica y la reexin tica. 49

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1.4. Los retos de la Educacin Popular al lo del n de siglo El trnsito de un siglo a otro es ocasin para la renovacin de propsitos individuales y colectivos; esto ha pasado tambin en el mbito de la Educacin Popular, donde varios autores han escrito artculos acerca de los desafos que ella deba enfrentar tanto en la dcada de 1990 como en el nuevo siglo. Algunas instituciones convocaron encuentros de educadores populares para elaborar La agenda para los noventa (Meja, 1990 y Osorio, 1990) y para asumir los retos para el siglo XXI, mientras que otros hicieron balances de lo que se haba alcanzado hasta entonces. Hubo acuerdos en torno a la necesidad de continuar y profundizar en el proceso de reconceptualizacin o refundamentacin de la Educacin Popular -iniciada hacia nales de la dcada de 1980- de cara a las nuevas circunstancias del contexto mundial, a las particularidades de cada nacin y tipo de trabajo educativo, as como a la crisis global de paradigmas polticos, tericos y ticos. La conceptualizacin deba alimentarse del dilogo interdisciplinar e intercultural de la EP con los desarrollos recientes de la historia social, la antropologa simblica, la comunicacin social, la sociologa de la culturas, as como tambin de las teoras constructivistas del conocimiento, de la recepcin cultural, del enfoque arqueolgico y del anlisis institucional, entre otras Tambin habra de continuarse la investigacin pedaggica y la sistematizacin de experiencias de educacin popular; estos dos ejercicios permitirn comprender, en su complejidad, los procesos de construccin, apropiacin y resignicacin de saberes por parte de los sujetos populares, as como las didcticas con mayores posibilidades en el trabajo educativo concreto. Se reconoci asimismo la vigencia de la recuperacin de la memoria histrica, de las culturas e identidades populares. El reconocimiento del entramado cultural, de la dimensin subjetiva de la accin colectiva y sus implicaciones para el trabajo educativo y poltico, no condujeron a estudios rigurosos sobre 50

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los procesos de constitucin de sujetos y subjetividades sociales, sobre las lgicas de construccin social del saber popular ni sobre la dinmica de sus usos cotidianos; tampoco los planteamientos acerca del dilogo de saberes avanzaron mucho ms all de las formulaciones ya sealadas. La imposicin de polticas neoliberales y la consecuente pauperizacin de amplias capas de la poblacin ha hecho ver la urgencia de incluir la dimensin productiva en las experiencias educativas populares pues, aunque existe una trayectoria ms o menos larga en la bsqueda de economas alternativas para los sectores empobrecidos (economa solidaria, microempresas, empresas asociativas), hasta el presente han sido ms los fracasos que los xitos obtenidos. Tambin se ha sugerido reconsiderar la tradicional mirada desvalorizadora que sobre el mbito escolar, se ha tenido desde la Educacin Popular, proponindose llegar a ver en ella un espacio posible de desarrollo de proyectos educativos populares, tal como ya ha sido demostrado por experiencias como la Escuela Popular Claretiana Filo de Hambre en Neiva y algunas escuelas adscritas al Movimiento de Educacin Popular Integral Fe y Alegra en varios pases de la regin. La incorporacin de la EP al mundo escolar puede convertirse en fuente de innovacin educativa y de mejoramiento de su calidad. A nivel tcnico, se plantea la necesidad de que la Educacin Popular incorpore las nuevas tecnologas de la informacin y la comunicacin; la sistematizacin computarizada de sus procesos y la comunicacin electrnica en red con otras experiencias e instituciones, lo cual puede permitir responder con mayor ecacia a los retos de produccin y socializacin conceptual. Otro reto actual a la Educacin Popular tambin comn a otras reas del trabajo popular es el problema de la formacin de sus educadores, de tal modo que puedan apropiarse de un ncleo conceptual y metodolgico bsico que le permita asumir creativamente los retos antes planteados. Claro est que una dicultad que vienen enfrentando muchas experiencias de Educacin Popular, que se agudizar en los prximos aos, es la falta de fuentes de nanciacin. Las agencias internacionales de desarrollo, instituciones que habitualmente apoyaban las experiencias educativas populares im51

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pulsadas por ONG latinoamericanas han comenzado a orientar sus recursos hacia su prjimo ms prximo: las antiguas repblicas socialistas de Europa Oriental, que ahora ingresan a la Unin Europea como parientes pobres de las potencias occidentales. Ese momento de la EP se caracteriz por una apertura de sus referentes polticos y educativos; y por una bsqueda en la que aparece necesario el dilogo con otras disciplinas sociales y la investigacin pedaggica. Entre la diversidad y la fragmentacin Las nuevas circunstancias originadas por la implantacin de las polticas neoliberales, plantean el reto de aclarar el horizonte poltico de las acciones educativas populares. As, los discursos universalistas y esencialistas deben ir dando lugar a posiciones ms exibles y adecuadas a las especicidades regionales y temticas de los campos de accin de la educacin popular. La fragmentacin del mundo popular y la multiplicacin de experiencias organizativas en diversas reas, debe ser comprendida bajo la perspectiva de la construccin y reconstruccin de sujetos populares (Romero, 1990; Zemelman, 1992 y 1997). El discurso sobre movimientos sociales que pretendi superar el clasista, ha cado tambin en una visin esencialista que no da cuenta de lo que en realidad pasa en la mayora de experiencias organizativas populares. Esa mirada tambin debe asumirse en el plano poltico, valorando los procesos de institucionalizacin y reconstruccin del poder y de sus dispositivos en todos los espacios de la vida social. El impulso a las organizaciones de la sociedad civil tambin debe apuntar a la formacin ciudadana y poltica de los sujetos populares que les permita, hasta donde sea posible, ejercer sus derechos individuales y colectivos y formarse para el ejercicio del poder pblico. La ampliacin de los referentes sociales y polticos en la educacin popular ha llevado a una fragmentacin de sus discursos. Quienes hacen educacin en derechos humanos, educacin en salud, de gnero, con jvenes, con indgenas, con desplazados por la violencia, o desde la teologa, vienen 52

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haciendo elaboraciones conceptuales e inventando metodologas particulares apropiadas a sus campos temticos. Sera ingenuo tratar de unicar estas prcticas fragmentadas en un discurso englobador de educacin popular. Tambin se insisti en la urgencia de acometer el estudio y la sistematizacin de prcticas educativas y sociales signicativas, as como la realizacin de estudios e historias regionales, temticas y sectoriales en los que se evidenciaran los aportes de la EP a la construccin de una pedagoga propia. El haber contribuido a ampliar el concepto de lo educativo, el valorar el llamado dilogo de saberes y la interaccin cultural y el haber destacado el lugar de la educacin popular en la construccin de sujetos sociales son aportes que requieren ser reconstruidos y analizados a mayor profundidad. En n, el campo de la EP contina al terminar el siglo siendo un universo abierto, en construccin, atravesado por innumerables retos cuya resolucin exige profundizacin colectiva por parte de los educadores populares y de quienes los acompaan desde las ONG y centros de investigacin. Son realmente recientes los esfuerzos por reexionar sistemticamente sobre el saber pedaggico que respalda y da sentido a las prcticas educativas populares. Concepto amplio de educacin En las experiencias y discursos de Educacin Popular se maneja un concepto amplio de lo educativo que desborda los sistemas educativos institucionalizados. Se asocia la educacin a las nociones de formacin y de aprendizaje social. Un individuo aprende cuando se incorpora a su ser algo que va ms all de la experiencia; hay aprendizaje cuando hay modicacin de las formas de comprender y actuar de los sujetos, cuando se afecta su estructura previa de saberes. Toda prctica social permite el aprendizaje de nuevos saberes y la formacin de las personas. Sin embargo, no todos los aprendizajes sociales son en sentido estricto educativos; aqullos no intencionales estn asociados, ms bien, al plano de lo cultural; lo propiamente educativo asumido como las acciones intencionales de aprendizaje y de formacin. Aunque 53

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se reconoce que de toda experiencia los individuos pueden aprender, en sentido estricto, la educacin es una prctica social que busca afectar intencionalmente las formas de comprender y actuar de los sujetos sociales. Podemos distinguir, incluso, acciones educativas formales (escuelas, talleres, cursos, conferencias) y acciones educativas informales. Sus espacios de accin han sido, en la mayora de los casos, las mismas organizaciones y movimientos populares, aunque tambin otras modalidades formales como las escuelas sindicales, los grupos de alfabetizacin, los programas de capacitacin, etctera. El dilogo de saberes, una cuestin cultural Desde nes de la dcada de 1990, se ha asumido la expresin Dilogo de Saberes como la ms adecuada a los presupuestos metodolgicos sobre construccin de conocimientos en Educacin Popular. A partir de una crtica a las concepciones iluministas (el pueblo no sabe nada o lo que sabe no sirve) y populistas (el pueblo lo sabe todo y posee la verdad), se plantea que es la interaccin conictiva entre los diversos saberes y culturas como una posibilidad pedaggica para orientar las acciones educativas populares. Se reconoce que tanto los sectores populares como los educadores formados en espacios acadmicos poseen unos saberes, cuya diferencia no slo radica en que abarcan campos de realidad diversos, sino que estn construidos desde lgicas culturales diversas, poseen estrategias operatorias y de transmisin diferentes. Tanto educadores como educandos son portadores de saber cientco y de saber popular; es decir, no constituyen dos universos aislados sino que hay intersecciones y circulacin de saberes. La existencia de diversos saberes y su posible complementariedad no es slo una cuestin cognitiva, sino que nos remite al plano cultural; corresponden a lgicas de comprensin cultural y a prcticas histricas diferentes. Mientras que los saberes acadmicos provienen de una matriz racional iluminista con primaca del lenguaje abstracto, los conceptos y el anlisis formal, en los saberes populares predominan la matriz 54

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simblica en su lenguaje concreto, cargas de imgenes y el relato vivencial. Ms an, as como hoy se reconoce que existen diferentes modos de concebir y hacer ciencia, tambin coexisten variadas lgicas culturales populares, resultado de la pluralidad de formas, apropiacin de su tradicin histrica, de creacin frente a sus cambiantes circunstancias sociales y de interaccin con la cultura hegemnica. As por ejemplo, en los contextos populares impactados por el neoliberalismo y la pobreza estructural, podemos distinguir una lgica pragmtica del rebusque y el aguante, signada por una creativa lucha por la sobrevivencia; pero, por otro lado, tambin podemos reconocer matrices culturales de representacin individual y colectiva de las problemticas, que pueden oscilar entre lo dramtico o lo ldicoburlesco, formas de resistencia simblica frente a sus adversas condiciones sociales de existencia. La ubicacin de los saberes en el universo ms amplio de las culturas, ha conducido a armar que la Educacin Popular, entendida como dilogo de saberes, no es slo un problema de construccin de conocimiento sino de ampliacin del universo de sentido de los sujetos involucrados en los procesos educativos. El dilogo cultural trasciende de las esferas formalmente educativas (el taller, la clase, el encuentro) hacia todas las prcticas sociales donde hay interaccin entre sujetos populares y educadores, es decir, planeacin y ejecucin de proyectos sociales, organizacin comunitaria y luchas sociales, entre otros. Por tanto, coincidimos con vila (1992: 123) en considerar la Educacin Popular como una prctica que se desenvuelve principalmente en el mbito cultural; su campo de accin son las estructuras simblicas que regulan la vida cotidiana de los diversos actores sociales subalternos, en funcin de la construccin de una identidad social, cultural y poltica propia. Educacin popular: espacio de socializacin y construccin de sujetos Dado el amplio espectro que constituyen las prcticas sociales populares y la nocin de educacin que maneja la Edu55

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cacin Popular, algunos autores han destacado el importante papel que ella juega en los procesos de socializacin y de construccin de identidades sociales; de este modo, la Educacin Popular tiene lugar tanto en los espacios de socializacin tradicionales (familia, escuela) como los movimientos y procesos de organizacin social, los medios de comunicacin, las experiencias productivas y de supervivencia, entre otros espacios sociales. En lo referente a su relacin con los sujetos sociales, la Educacin Popular ha tenido desde sus inicios una preocupacin por fortalecer el mundo popular; sin embargo, la nocin de lo popular que ha predominado entre educadores populares ha provenido ms de las imgenes culturales provenientes del romanticismo y de la ilustracin, que de una comprensin histrica y social que permita explicar los procesos de constitucin de las diversas identidades sociales populares y de sus modos de intervenir en el conjunto de la estructura social. La perspectiva terica de mayor inuencia en el discurso educativo popular ha sido, sin duda, el materialismo histrico, o ms bien, ciertas versiones ortodoxas del marxismo. Desde este paradigma, el lugar privilegiado para explicar la constitucin de sujetos sociales fue la esfera productiva; era en el plano econmico donde se denan los grandes colectivos sociales, las clases. De este modo, los sectores populares eran identicados slo en su condicin de explotados. La concientizacin posibilitara la representacin racional de dicha condicin social. Esta lectura de los sujetos populares era efectiva cuando se trataba de obreros; pero se queda corta para dar cuenta de otros sectores populares como los pobladores, los indgenas, las mujeres y jvenes de los barrios. El problema era ms grave an si se considera el carcter estructuralmente insular de la clase obrera en nuestros pases y con la desindustrializacin de las ltimas dcadas, su paulatina prdida de peso como sector social; en contraste, es evidente el crecimiento del sector informal y de la irrupcin de nuevas identidades sociales con inditas demandas y formas de lucha. El reconocimiento de esta realidad histrica, puso en sospecha la universalidad del paradigma clasista de accin colectiva. 56

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La insuciencia de ese modelo para captar la emergente esquiva realidad viene siendo constatada en las investigaciones recientes que adoptan una visin ms abierta sobre la constitucin de sujetos sociales e identidades culturales. Sin desconocer la incidencia de las condiciones econmicas en la conformacin de las subjetividades sociales, se reconoce que stas surgen y se conforman desde todas las esferas de la vida social y no slo en la produccin. Es en el cruce, siempre conictivo, entre condiciones fcticas, prcticas sociales y cultura, donde se constituyen los sujetos histricos. La conciencia no se agota en lo racional ni en lo ideolgico; se subordina al amplio universo de la cultura, la cual es simultneamente constituyente del proceso social y constituida por l. En sntesis, los sujetos sociales se constituyen tanto en el plano de las situaciones materiales como en el de la cultura, porque ambas son dimensiones de una misma realidad. Esto lleva a plantear la necesidad de estudiar la dimensin simblica de todas las prcticas sociales, y a reconocer que la cultura es fundamental para conocer e incidir sobre los sectores populares.

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2. LA EDUCACIN POPULAR A COMIENZOS DEL SIGLO XXI Este captulo sintetiza dos informes de sendas investigaciones elaboradas a solicitud del Consejo Latinoamericano de Educacin Popular (CEAAL), como insumos de su VI Asamblea ordinaria que se llev a cabo en Recife en octubre de 2004. Por un lado, con el propsito de reanimar la discusin sobre la vigencia y los desafos de la Educacin Popular al comenzar el nuevo siglo, se me solicit dialogar crticamente con la documentacin proveniente de los diferentes eventos (talleres, foros, encuentros) y publicaciones del CEAAL entre 2000 y 2003. Por otra parte, ante la preocupacin acerca de qu tanto reejaban tales discursos las actuales prcticas de sus Centros, se realiz una consulta en la que se les preguntaba por sus orientaciones, sujetos, campos y temas de trabajo, as como por los modos de entender su quehacer educativo. En cuanto al estudio documental, existan grandes contrastes en cuanto a la calidad de la informacin proveniente de los eventos realizados; as por ejemplo, mientras que la Memoria del Seminario de la Regin Brasil (Regin Brasil del CEAAL, 2002) es un documento que recoge los textos de las conferencias, paneles, discusiones y trabajos grupales, la Memoria del Taller de la Regin Andina (2002) es un punteo de frases sin referencia a quien las dice. Entre estos extremos, se ubican los dems textos: ponencias, intervenciones de los asistentes y punteo de los debates. Tambin vale la pena precisar que esta sistematizacin documental no est referida a las prcticas educativas de los centros aliados, sino una caracterizacin de los debates actuales sobre este campo de la EP, a partir del anlisis del contenido de los textos producidos por las mismas en el perodo sealado. Declaradas estas limitaciones, es necesario realizar algunas consideraciones metodolgicas acerca del estudio documental. En primer lugar, es importante sealar que parto de considerar que todo discurso es una prctica comunicativa concreta que descansa en las relaciones entre produccin de sentido y dinmicas sociales. Por tanto, todo texto es la cristalizacin de un proceso de comunicacin entre sujetos, operado en un deter58

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minado contexto; el sujeto productor del texto expresa en el mismo, no slo su propia subjetividad, sino tambin la imagen del sujeto al que ese texto va dirigido,13 dado que el propsito de todo acto de comunicacin es afectar la subjetividad. Este carcter reexivo del discurso social es evidente en nuestro caso, dado que los textos analizados son producidos por sujetos que se asumen dentro del campo de la educacin popular y en el contexto institucional del CEAAL. De ese modo, los signicados en juego en los textos analizados se inscriben en una comunidad interpretativa que a su vez se construye a travs de estas prcticas discursivas: la de los educadores populares asociados al Consejo. Dado que el propsito de la tarea encomendada era identicar en los textos recopilados los principales planteamientos en torno a la educacin popular, sus desarrollos conceptuales y sus desafos, la estrategia metodolgica asumida busc hacer el mapeo de los signicados en juego dentro de los textos, en torno a unos ejes temticos relevantes para el debate actual de la educacin popular14; por ejemplo, la especicidad misma de la educacin popular, las referencias al contexto histrico en que se inscriben sus prcticas, al cambio de paradigmas emancipadores, los movimientos sociales y las polticas pblicas. Una vez denidas dichas categoras, se asumi una estrategia de anlisis de los textos, desde la cual se agruparon globalmente las unidades textuales (frases, prrafos) referidas a cada temtica, posteriormente, se evaluaron los resultados, reconociendo conuencias, diferencias y vacos en torno a cada tema, nalmente, se produjo un balance interpretativo de la informacin, que se complement con otras ideas del analista y planteamientos provenientes de otros campos discursivos anes; por ello, en esta sntesis expositiva, se procura expli13 NAVARRO, Pablo y DAZ, Capitolina, Anlisis de contenido, en Mtodos y tcnicas cualitativas de investigacin en Ciencias Sociales, Editorial Sntesis, Madrid 1994, pp. 182. 14 Algunos fueron explcitamente denidos en el Seminario Latinoamericano de Educacin Popular realizado por CEAAL en Crdoba (Argentina) en julio de 2003; otros fueron denidos inductivamente por el investigador a partir de una primera lectura intensiva de los textos.

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citar cundo las armaciones provienen de los textos, cundo son aportes del investigador o de otras fuentes. En lo concerniente a la Consulta, se elabor un cuestionario de ocho preguntas, que fue respondido por 118 instituciones, conformando un corpus representativo del conjunto de Centros del CEAAL con el cual se decidi trabajar. Una vez recibida la informacin, se construy una base de datos, que fue sometida, en primer lugar, a una lectura global de las respuestas a cada pregunta. En segundo lugar, y una vez valorada la informacin, se realiz una lectura intensiva de la informacin sobre cada temtica que posibilit una categorizacin inicial de los sentidos puestos en juego en las respuestas. Reorganizada la informacin en torno a estas categoras inductivas, fue cuanticada y traducida a cuadros y grcas; cuando la informacin no permita reducirse a estos procedimientos, fue analizada con criterio cualitativo, elaborndose redes semnticas y esquemas que la dispusieron para un primer balance interpretativo. El captulo est estructurado en cinco partes; en primer lugar se aborda el problema de la especicidad de la EP, sus rasgos denitorios y las lecturas sobre sus replanteamientos; en segundo lugar, se presentan los ejes en torno a los cuales organizan los debates durante el perodo: el contexto y sus desafos a la EP, el cambio de paradigmas y la EP, los movimientos sociales y la EP, democracia, ciudadana y poder local, y, la EP y el multiculturalismo; en tercer lugar, se analiza una ausencia, el debate pedaggico en la EP; en la cuarta se presenta la cartografa de las prcticas de los centros; nalmente, se presenta un balance global de la situacin de la EP a comienzos del siglo XXI y algunos desafos para el actual perodo. 2.1. Sentidos e identidad de la Educacin Popular Una primera pregunta orientadora del anlisis era saber cules signicados de EP circulaban en los documentos producidos en los diferentes espacios del CEAAL, durante estos ltimos aos, para reconocer all cmo su especicidad es asumida, as como su mbito de accin y sus rasgos denitorios. Tras la expresin Educacin Popular, que en el lenguaje cotidiano de los 60

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colectivos se asume como un supuesto evidente, estn presentes diferentes sentidos que conllevan prcticas diversas. Luego de una lectura global de los textos analizados, se conrma una apreciacin que ya ha sido reconocida previamente (Bosco Pinto, 1984; Meja, 1990; Torres, 1993): no existe un signicado nico de educacin popular. Bajo esta categora se agrupan un conjunto de prcticas educativas en torno a la defensa y autonoma del mundo popular, ms que en torno a un cuerpo doctrinario o terico preciso (Meja, 1990); este carcter plural y heterogneo de la EP fue planteado por alguno de los participantes en el taller de la Regin Andina del CEAAL (2002) con la armacin: La EP no es UNA, sino diversidad de prcticas, procesos, concepciones. Una lectura cuidadosa de los documentos producidos por el CEAAL entre 2000 y 2003, nos permite conrmar que la fuente de dicha pluralidad de maneras de entender la EP est asociada a la variedad y simultaneidad de tiempos, espacios, prcticas, discursos y actores de la EP (Torres, 2000: 19); as por ejemplo, la experiencia histrica de la EP en Centro Amrica ha sido diferente a la del Cono Sur o Brasil; adems, en cada pas hay diferentes realidades geogrcas, sociales y culturales; nalmente, los campos especcos de accin (alfabetizacin, derechos humanos, trabajo con mujeres, por ejemplo) tambin marcan diferentes acentos en el modo de asumir la EP. Acerca de la especicidad de la EP Llama la atencin constatar que en los textos analizados, las diferencias frente a la EP no slo radican en su contenido (intenciones, principios, rasgos denitorios) , sino que existen profundas divergencias en cuanto a los modos de entender su especicidad; es decir, cul es su carcter y mbito de accin, que lo distinga de otras prcticas o campos cercanos. En un extremo estn quienes la reducen a un instrumento, una herramienta, una metodologa al servicio de otras prcticas sociales (por ejemplo, la accin poltica o los movimientos sociales); en el otro, estn quienes la consideran una opcin poltica, movimiento cultural, un campo intelectual, una comunidad de pensamiento o una prctica educativa. 61

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Estas diferencias no slo son semnticas; la falta de acuerdo en cuanto a la especicidad misma de la EP es problemtica, en la medida que cada manera de entenderla, adems de tener distintas consecuencias prcticas, diculta y, a la vez, enriquece el dilogo y el establecimiento de consensos al interior del CEAAL. Por ejemplo, para quienes enfatizan la EP como una dimensin de la accin poltica, asumen que sus prcticas y discusiones centrales deben subordinarse a las problemticas y debates provenientes de la esfera poltica; quienes enfatizan de la EP su carcter educativo, reclaman que la reexin pedaggica debe ganar mayor centralidad; quienes la ubican como movimiento cultural alternativo o un campo intelectual, enfatizan su sensibilidad a los cambios paradigmticos acaecidos en la tradicin de pensamiento social crtico. A continuacin, jar mi posicin frente a la cuestin de la especicidad de la EP y a la necesidad de discutir los sujetos que la agencian. En primer lugar, considero que la EP no puede ser caracterizada como una simple herramienta o metodologa subsidiarias de otras prcticas sociales, minimizando su identidad a lo instrumental; pero tampoco puede verse, como la solucin a todos los males del campo popular, tal como lo advierte Jorge Medina (2001: 23), confundiendo su mbito con el de la accin poltica o el de los movimientos sociales. Mi punto de vista al respecto, es reconocer la EP, como una prctica histrica que es, a la vez, un movimiento educativo y una corriente pedaggica. Por un lado, la EP puede ser caracterizada como corriente pedaggica originada en Amrica Latina en torno al aporte fecundo de Paulo Freire, desde la cual se han generado una serie de planteamientos educativos y propuestas pedaggicas que tienen como referencia el campo de relaciones entre educacin y poltica, en particular el de las prcticas educativas intencionalmente emancipadoras. A la vez, identicadas con la EP, se reconoce un conjunto amplio de prcticas sociales y educativas desarrolladas por una pluralidad de actores sociales (ONG, organizaciones sociales, instituciones educativas, grupos religiosos) y en una diversidad de mbitos (educacin de adultos, alfabetizacin, trabajo en derechos humanos, movimientos sociales, formacin pastoral, etctera) que se identican con 62

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opciones ticas y polticas alternativas comprometidas con los sectores populares. El reconocimiento de la heterogeneidad de actores, mbitos de accin y dinmicas regionales, implica que la EP no puede ser vista como un movimiento educativo homogneo ni un cuerpo terico acabado; ms bien, puede considerarse como un campo social e intelectual en construccin, en la medida en que se vayan consolidando las redes y los espacios de produccin y discusin de ideas y propuestas entre los actores colectivos e individuales que agencian prcticas y discursos educativo populares. Considerar la EP como un campo de accin y reexin, plantea la exigencia de hacer explcito, cuando se escribe o se habla de la EP, quin y desde dnde se habla (sujeto y lugar de enunciacin). En lugar de hipostasiar o asumir la EP como una entidad nica, se hace necesario aclarar desde qu lugar institucional, social, acadmico y geogrco se habla y a qu mbito de la EP nos referimos, salvo que nos situemos en una perspectiva meramente ideolgica. Al respecto, resulta interesante sealar que, en la mayora de los casos, cuando se habla de los sujetos de la EP, se reere a los otros: los pobres, los sectores populares, los movimientos populares, los gobiernos locales o los nuevos actores (jvenes, mujeres, nios); pero casi no se habla del lugar institucional y social ms frecuente por parte de los partcipes de los debates: las ONG de educacin popular. stas son, en sentido estricto, quienes integran el CEAAL, son las que promueven, apoyan y acompaan las acciones de EP; son las que promueven y agencian el debate sobre la EP. Una excepcin a esta autoinvisibilizacin de las ONG como un sujeto decisivo de la EP, es el texto de la Secretara General del CEAAL (2000) en La Piragua, N 18, cuando plantea el debate sobre la identidad de las organizaciones civiles no gubernamentales. Se les reconoce como actores sociales e institucionales con una identidad propia, y no slo como acompaantes de los movimientos sociales; cuasi-partidos, cuasi-universidades y cuasi-movimientos o cuasi-empresas. Estas instituciones, cada vez con mayor presencia pblica en diferentes campos de la vida social en nuestros pases, deben 63

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denir su especicidad, as como los alcances y limitaciones de su accin. Tal recomendacin es muy oportuna, dado que las ONG son hoy blanco de mltiples crticas, muchas de ellas provenientes de las mismas organizaciones de base y poblaciones que buscan acompaar; se les ve como empresas que disputan recursos internacionales o gubernamentales, como instancias funcionales al modelo neoliberal al atenuar las contradicciones sociales o como grupos polticos escondidos bajo una supuesta neutralidad social (CEAAL, 2000: 13). Algunas de estas crticas estn presentes en algunas intervenciones de los participantes de los talleres y encuentros analizados as como en la boca de muchos activistas sociales de base. La reexin sobre la identidad y papel que juegan las ONG en el campo de la EP es oportuna, no slo por su papel central en la construccin de los sentidos del discurso educativo popular, sino por la inuencia decisiva que ejercen sobre vastos actores sociales de base y sobre algunas autoridades progresistas en los niveles local y nacional; adems, porque las ONG y algunas personas que provienen de estas, cada vez juegan un papel ms decisivo en algunas esferas de la vida pblica como asesoras de movimientos sociales y partidos, as como en la denicin de polticas sociales, educativas y culturales. Por ltimo, quiero plantear que denir cul es la especicidad, el mbito y los desafos de la EP, implica una caracterizacin rigurosa de quines, en la actualidad, denen sus prcticas como educativo populares, cules sentidos le atribuyen y qu tanto inuye como referente identitario de las organizaciones e individuos que la agencian. Hay que darle la palabra a aquellos que nombramos como sujetos de la EP, para ver en qu medida se sienten reconocidos en las orientaciones, propuestas y elaboraciones conceptuales de las ONG de EP. As mismo, habra que reconocer qu tanto peso tiene la EP en otras prcticas sociales, como es el caso de los movimientos de gnero, de defensa de los derechos humanos, el desarrollo local, los espacios escolares o los movimientos de pobladores. Esta puede ser una de las acciones prioritarias del CEAAL a corto plazo.

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Los rasgos que denen a la Educacin Popular Otro mbito de anlisis de los discursos es la identidad discursiva de la educacin popular, expresada por algunos como principios, elementos constitutivos o rasgos denitorios de la misma. Es interesante sealar que en la mayora de las intervenciones dentro de los eventos convocados por el CEAAL, dichos elementos constitutivos de la EP se dan por supuestos. La preocupacin por denir el terreno de la EP slo es explcita en algunos artculos del nmero 18 (ao 2000) de la revista La Piragua, dedicada a los nuevos horizontes y compromisos de la EP, y en los textos producidos por la Secretara General del CEAAL. Es el caso del primer artculo de dicho nmero de la revista, rmado por la Secretara General del CEAAL (2000: 14), en el cual se seala que la Educacin Popular, es una accin cultural, pedaggica y poltica que tiene como principios: La comprensin crtica de la realidad para su transformacin A travs del dilogo de saberes Animado por educadora o educador popular Con una opcin tica por los sectores empobrecidos Y que enfatiza en la autoconstitucin de sujetos. En el primer captulo de este libro, se denen como rasgos denitorios de toda prctica de educacin popular: Su lectura crtica del carcter injusto de la sociedad y del papel que juega la educacin Su intencionalidad poltica emancipadora Considerar a los sectores populares como sujetos de su emancipacin Buscar incidir en la subjetividad de los educando y educadores Poseer unas metodologas participativas y dialgicas. Por otro lado, para la mexicana Bertha Salinas (2000: 38), el ncleo especco de la EP puede resumirse en: 65

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Su metodologa educativa, de carcter dialctico, participativo y dialgico Su contenido es la realidad y ahora, nuevos temas emergentes Su larga experiencia de conocimiento y vinculacin con el mundo popular Su compromiso y sentido de mstica. Para Felipe Rivas (2000: 46), de El Salvador, las caractersticas que constituyen los cimientos de la EP son: Propiciar participacin Contribuir a la construccin de sujetos Promover la relacin comunidad, organizaciones, movimientos, gobiernos locales y otros actores Desarrollar propuesta poltica liberadora Buscar articular prctica, teora, prctica Construccin colectiva de conocimiento Dilogo de saberes. Por ltimo, para Carlos Zarco (2001: 332), en su artculo Debate actual y perspectivas de la EP en Amrica Latina presentado en el Encuentro Educar para Construir el Sueo, realizado en Guadalajara, dene como aspectos denitorios de la EP: Una crtica a la educacin formal como parte del sistema de dominacin Una educacin orientada a concienciar Su vinculacin a los movimientos sociales Sus contenidos son el anlisis de la realidad Sus mtodos participativos. Estos rasgos identitarios atribuidos a la EP, pueden agruparse en dos mbitos; unos acentan lo poltico social (lectura crtica de la sociedad, opcin poltica y tica por los pobres, vinculacin a los movimientos sociales), mientras otros enfatizan lo educativo y metodolgico (participacin, dilogo, concientizacin, formacin de sujetos). As mismo, casi todos 66

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los autores enfatizan una u otra dimensin, evidenciando una tensin histrica dentro de la EP. En efecto, la unidad dialctica entre lo poltico y lo pedaggico es constitutiva de la identidad misma de la EP: desde su matriz freireana, ha estado presente a lo largo de su trayectoria y alcanz especial relevancia en las discusiones recientes al interior del CEAAL. Esta fusin entre poltica y educacin en un horizonte de emancipacin de los sectores subalternos de la sociedad se ha dado en una doble va: por un lado, politizando las prcticas educativas al asignarle una intencionalidad transformadora, y por otro, pedagogizando, la poltica al considerarla como espacio transformativo de prcticas y subjetividades (Torres, 1996: 22). Por ltimo, cabe destacar que en algunos textos se sealan dos aspectos que denen la especicidad de la EP: su historicidad y su eticidad. En cuanto a lo primero, la EP aparece como heredera del legado del pensamiento y la obra de Paulo Freire (Nez, 2000); la matriz freireana es referente ineludible y fuente de unidad dentro de la EP (Rezende, 2002), sus ideas son utilizadas con frecuencia como fuente de autoridad de los planteamientos actuales y se hacen llamados a la necesidad de releerlo y difundirlo para asumir los nuevos desafos de la EP. Otros textos sealan que la EP se constituye ya en una tradicin; posee una memoria y unas races que le dan identidad y desde las cuales enfrenta los nuevos desafos (Leis, 2000a: 58; Martinic, 2003). Desde ese acumulado histrico, la mayor riqueza de la EP son sus modos de hacer las cosas (Salinas, 2000: 41), su capacidad de desarrollar procesos transversales que recorren de forma dialctica cambios personales, transformaciones comunitarias, procesos locales que buscan entroncarse y nutrir transformaciones sociales globales (Goldar, 2002). Finalmente, resulta clave destacar que en estos ltimos aos ha cobrado especial centralidad la dimensin tica de la EP. Para Carlos Nez (2000) sta debe liderar la revolucin tica, para Carlos Zarco (2002: 68) la EP asume una opcin tica por los pobres. Dentro de esta misma preocupacin, algunas intervenciones registradas en las memorias de los eventos realizados por CEAAL en el perodo, insisten en hacer de la 67

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EP un baluarte tico que contrarreste los valores promovidos desde el proyecto neoliberal y la corrupcin generalizada en las esferas estatales y los partidos polticos. En trminos de Pontual, frente a un mudo de exclusin social, violencia y destruccin de la naturaleza, la EP debe retomando a Freire, rescatar valores que constituyen una tica universal de ser humano, la cuestin de la solidaridad, la amorosidad, la emocionalidad, la tolerancia, el respeto al otro en sus diferencias, el gusto por la alegra, la disposicin al cambio (2002: 9). A modo de sntesis, nos atrevemos a armar que la Educacin Popular puede hoy entenderse como un conjunto de actores, prcticas y discursos que se identican en torno a unas ideas centrales: su posicionamiento crtico frente al sistema social imperante, su orientacin tica y poltica emancipadora, su opcin con los sectores y movimientos populares, su intencin de contribuir a que stos se constituyan en sujetos a partir del ensanchamiento de su conciencia y subjetividad, y por la utilizacin de mtodos participativos, dialgicos y crticos. 2.2. Los principales ejes de discusin en el periodo Aunque, a partir del volumen y contenido de los documentos analizados, podemos armar que la discusin al interior del CEAAL, durante el perodo estudiado, en torno al carcter, identidad, retos y transformaciones de la EP, fue escasa, es claro que algunas temticas cobraron relevancia. En primer lugar, el balance de las discusiones dadas en la ltima dcada del siglo XX, referidas a la llamada refundamentacin de la EP. Por otro lado, continu la preocupacin sobre los cambios en el contexto histrico de la regin y los desafos que le plantean a la EP. En tercer lugar, tal como fue explcito en la Asamblea de Panam (2000) y en el Seminario Latinoamericano de Educacin Popular (Crdoba, 2000), se valoraron 5 ejes de debate: la crisis y reinvencin de paradigmas, las relaciones de la Educacin Popular con los movimientos sociales, su posicin frente a la democracia, la ciudadana, el poder local y las polticas pblicas, su lugar frente a las formas de discriminacin y las polticas educativas. 68

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Apoyndonos en la informacin contenida en los documentos analizados y visibilizando las diferentes posiciones y contenidos sobre estos ejes temticos, nos ocuparemos a continuacin a cada una de dichas temticas. As mismo, cuando lo vea necesario acudir a otros aportes y plantear mis propias consideraciones al respecto. Saldando cuentas con la refundamentacin Una temtica recurrente en los artculos de La Piragua, N 18 (2000), y en el Seminario Latinoamericano de Educacin Popular (Crdoba, 2000), mas no en los seminarios y encuentros intermedios, es la referida a la refundamentacin de la Educacin Popular; dicha temtica, que marc la discusin en el CEAAL durante la dcada de 1990, supuso una revisin de los presupuestos conceptuales sobre los que se concibi dicha propuesta poltico educativa (Osorio, 2004). Los textos producidos en estos aos coinciden en dos aspectos: por un lado, en su afn por comprender cules factores incidieron en la emergencia del discurso refundamentador; en segundo lugar, en cuestionar la escasa participacin de los educadores de base en su conguracin. Sin embargo, como lo mostraremos a continuacin, existen algunos matices y diferencias en cuanto a su contenido y carcter. Para Alfonso Torres (2000: 21) la refundamentacin est asociada a mltiples factores como el agotamiento de los referentes discursivos con respecto a la pluralizacin de las prcticas y actores de la EP, la crisis del socialismo histrico y la atraccin ejercida por nuevos planteamientos tericos provenientes de las ciencias sociales; desde mediados de los ochenta empez a sentirse cierta insatisfaccin sobre los discursos que orientaban nuestras experiencias, se quedaban cortos para dar cuenta de lo que estbamos haciendo; los referentes tericos con los que interpretbamos a la sociedad, orientbamos los proyectos y comprendamos los sujetos que los protagonizaban, no expresaban todo lo que queramos decir o no correspondan a la realidad sobre la cual estbamos actuando. En cuanto al contenido de la refundamentacin, el mismo autor se reere a los que, a su juicio, fueron los principales 69

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desplazamientos de los componentes del discurso fundacional de la EP: a) De una lectura clasista ortodoxa de la sociedad, a la incorporacin de otras perspectivas y categoras analticas como hegemona, movimientos sociales, sociedad civil y sujetos sociales. b) De una lectura revolucionaria de toma del poder como nica va del cambio, a la ampliacin del sentido de lo poltico a todas las esferas de la vida social, la reivindicacin de la democracia como forma de gobierno y defensa de lo pblico. c) De una mirada econmico poltica de los sujetos sociales a una mirada integral de los mismos, que da especial importancia a los procesos culturales de su identidad y de su dimensiones individual y personal. d) De un nfasis en la toma de conciencia al enriquecimiento de la subjetividad individual y colectiva en todas sus dimensiones (intelectual, emocional, corporal...). e) De las seguridades metodolgicas centradas en el mtodo dialctico y el uso instrumental de las tcnicas participativas, a la reivindicacin de lo pedaggico de la EP, la incorporacin de aportes de otras corrientes pedaggicas y el inters por el dilogo de saberes. En la misma edicin de La Piragua, el mexicano Carlos Nez (2000) relaciona la refundamentacin con la crisis de paradigmas, la cual llev a algunos intelectuales, golpeados por las crisis de certezas, a buscar respuestas en el campo de la teora y de la ciencia, especialmente de la pedagoga. A su juicio, el centro del debate refundamentador se bas en una falsa dicotoma entre lo poltico y lo pedaggico de la EP, bajo la premisa de que sta estaba sobrepolitizada y que deba ser refundamentada desde la pedagoga. Si bien es cierto que la refundamentacin puso en evidencia algunas debilidades de las prcticas de EP, posibilit posteriormente armar su centralidad poltica. Por su parte, Ana Pagano (2000: 35) planea que en la dcada de 1990 el neoliberalismo provoc en el movimiento de la 70

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EP una crisis de sentido que condujo a la refundamentacin, dado que la imposicin del modelo trajo consigo el auge del pensamiento nico, ocasionando la erosin del pensamiento crtico. Para la autora, la EP propici debates que produjeron, en los noventa, una nueva agenda para polemizar ejes y temas de las prcticas educativas populares. Para el educador salvadoreo Felipe Rivas (2000), los cambios en la EP estn estrechamente relacionados con el n de las guerras en Centroamrica: en el nuevo contexto, muchas organizaciones readecuaron los marcos de referencia, profesionalizaron sus servicios y formalizaron parte de los procesos educativos (2000: 46); como consecuencia, muchas abandonaron su opcin por los sectores populares. En el contexto del III Foro Social Mundial (Porto Alegre, 2003), Pedro Pontual seala que, a nales de los aos ochenta, acontecimientos como la cada del Muro de Berln y el n de las experiencias del socialismo europeo, as como la expansin del modelo neoliberal en Amrica Latina, plantearon la necesidad de un primer esfuerzo de reexin; fue el momento en que el CEAAL empez una revisin de sus paradigmas, que en ese momento se denomin la Refundamentacin de la EP (Pontual, 2003: 2). Por ltimo, y a modo de balance, retomar la intervencin de Carlos Zarco (2000: 32) en el Seminario Latinoamericano de Educacin Popular de Crdoba, en la que dene las ideas centrales que, a su juicio, denieron el debate de refundamentacin dentro del CEAAL en la dcada del 90: a) Debate en torno a las incidencias en Amrica Latina de la globalizacin y el neoliberalismo. b) Debate sobre democratizacin, sobre todo en pases que salan de dictaduras. Debate sobre el sentido de la accin poltica de izquierda, luego de la derrota sandinista, los procesos de negociacin de paz en Centroamrica. c) Desencanto frente a la sobrepolitizacin de la EP, reivindicacin de su dimensin pedaggica. d) Ampliacin de referentes tericos crticos: inuencias habermasianas, postmodernas y neomarxistas; relectura de Freire. 71

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En todos los casos, al igual que en otras alusiones hechas a lo largo de los eventos, queda la imagen de que el movimiento refundamentador no provino de los educadores de base, sino de la reexin hecha por algunos destacados intelectuales de la EP, a partir de sus cuestionamientos, incertidumbres y bsquedas polticas, tericas y pedaggicas, tras la cada del socialismo sovitico y la redemocratizacin en Amrica Latina. Los cambios en el contexto y sus desafos a la Educacin Popular Tal vez, debido a la centralidad de la crtica al orden social como rasgo denitorio de la EP, o debido a su opcin poltica emancipatoria, o a la sensibilidad que tienen las prcticas de educacin popular con sus contextos, o al criterio metodolgico de partir de la realidad, o a todos estos supuestos juntos, ha sido comn en los artculos, conferencias y eventos sobre EP el caracterizar las transformaciones y tendencias que se juzgan predominantes en el nivel mundial y latinoamericano, y a partir de ellas, deducir sus desafos del momento. 1) Las lecturas de los nuevos tiempos El contexto internacional y la coyuntura interna de los pases latinoamericanos, aparecen como el escenario y la principal fuente de retos a la EP. Incluso, su emergencia, as como su misma vigencia actual parece tener una relacin directa con la persistencia de factores estructurales de injusticia, como lo sealo alguien en un evento. Ahora bien, durante el perodo analizado, cules son, en los documentos, estas transformaciones estructurales y coyunturales que inciden en la EP? Si bien es cierto que diferentes textos hacen referencia a las dinmicas mundiales, regionales y nacionales que desafan la EP, es en el artculo Educacin popular: nuevos horizontes y renovacin de compromisos escrito por la Secretara General del CEAAL (2000) en La Piragua, N 18, y en las Memorias del Seminario Latinoamericano de Educacin Popular de Crdoba (2000), donde aparece desarrollado con mayor amplitud y profundidad esa caracterizacin del contexto. 72

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El anlisis de la lectura del contexto hecho en el primer documento, es importante porque representa la percepcin de las diferentes regiones del CEAAL al comenzar el perodo analizado, dado que se hizo a partir de lo discutido en los talleres realizados previamente. Por ello, nos detendremos en presentar sus ideas fuerza, para luego retomar otros aportes ms especcos hechos en los eventos realizados durante los aos siguientes y, nalmente, plantear algunas consideraciones personales al respecto. La hegemona del modelo neoliberal y la globalizacin aparecen como las dos tendencias macrosociales ms signicativas. La primera, resultado de la imposicin de los organismos nancieros internacionales, se maniesta en las reformas econmicas, polticas, sociales y educativas y en la generalizacin de valores funcionales al modelo como son la competencia, la eciencia y el individualismo. Otros textos coinciden en atribuirle al neoliberalismo la responsabilidad de otros males sobre los pases del continente, como el achicamiento de los estados (Salinas, 2000: 39), la agudizacin de la pobreza y la desigualdad social (Jijn, 2002), la exclusin social, la destruccin ambiental y la violencia (Pontual 2002). En el Seminario de la regin centroamericana el punto central de discusin fue el anlisis de los efectos posibles del ALCA y el TLC en la regin. En el citado documento de la Secretara General del CEAAL, la globalizacin, como fenmeno indito en el desarrollo de la humanidad, ofrece amenazas y oportunidades (2000:6). Es en estas ltimas en que se detiene el artculo, atribuyndole una innidad de benecios que, a mi juicio, responden a otras lgicas y no directamente a la globalizacin; es el caso del desarrollo tecnolgico, el avance en las comunicaciones, los descubrimientos en diferentes campos de la ciencia, la posibilidad de una intercomunicacin casi sin lmites, la interculturalidad, la riqueza de la pluralidad y los lenguajes diversos, la armacin de la dignidad humana, ... los derechos humanos como base universal de la convivencia, los avances en la medicina para defender la vida, la preocupacin ambiental, el dilogo ecumnico... (CEAAL, 2000: 7). Pero no todo es tan benco en la globalizacin. Segn el texto, sus potencialidades no son percibidas ni disfrutadas por 73

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igual; el narcotrco y el mercado de armas ejemplarizan las desviaciones perversas de la globalizacin; adems, la concentracin de la riqueza y el aumento de la pobreza tambin se globalizan y la proclamada sociedad del conocimiento slo es para unos pocos. Finalmente, la globalizacin tambin posibilita una resistencia y una construccin de alternativas a escala mundial. Dos aos despus, en el contexto del II Foro Social Mundial (2002), otros autores complementan la caracterizacin del panorama mundial. Por un lado, Vctor Hugo Jijn (2002) analiza cmo el 11 de septiembre marca el nacimiento del nuevo gran enemigo estratgico de los Estados Unidos, luego del colapso del bloque sovitico; tambin destaca los procesos deshumanizante generados por la globalizacin; para Mario Quintanilla (2002: 76) la principal contradiccin Norte Sur contina, as como la hegemona del capitalismo y como factores de discriminacin. Un segundo bloque analtico del contexto actual hecho en el documento del CEAAL, se reere a la crisis del Estado y de la poltica en Amrica Latina, as como a los procesos de democratizacin y armacin de la sociedad civil, acaecidos en los pases de la regin. En medio de un deterioro de la economa de los pases latinoamericanos, de un crecimiento de la pobreza y del consiguiente deterioro de la convivencia social, se viene dando una profunda crisis del Estado nacional (2000: 9); ella se expresa en disminucin del rol regulador del estado sobre la sociedad, tradicin autoritaria, corrupcin endmica y predominio de los intereses del poder econmico. Este panorama explica y justica las luchas, desde la sociedad civil, por la democratizacin del Estado; desde stas, se estara construyendo unas sociedades democrticas, sostn de Estados democrticos. A partir del reconocimiento de una apertura democrtica se constata que partidos y movimientos de izquierda han accedido a gobiernos locales, en los que tambin han participado integrantes de ONG y de movimientos populares. Otros se muestran menos optimistas frente a los procesos de democratizacin; varias intervenciones sealan los lmites que han tenido los procesos de apertura poltica y los mecanis74

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mos de participacin generados dentro del contexto neoliberal, tambin interesado en promover una democracia subordinada a su modelo excluyente; por otro lado se seala el peso de tradiciones polticas autoritarias y de prcticas corporativistas o clientelistas, an en los propios partidos y gobiernos progresistas. En contraste con el predominio en los documentos analizados, de lecturas centradas en las grandes tendencias mundiales o latinoamericanas, son escasos los anlisis de sus repercusiones en el nivel nacional, as como de la caracterizacin de las dinmicas econmicas, polticas, sociales singulares de cada pas. Slo en el Seminario Latinoamericano de Educacin Popular de Crdoba, se dio lugar a la presentacin breve de la lectura de la realidad de los pases de los participantes. En las diferentes exposiciones se enfatiza el momento poltico que se est viviendo; en unos casos (Ecuador, Per, Argentina, Venezuela, Bolivia, Brasil), marcado por las expectativas, esperanzas y dudas frente al rumbo que tomarn sus pases, con presidentes recientemente ascendidos o gobiernos locales progresistas, luego de largos perodos de gobiernos autoritarios, corruptos y neoliberales; en otros, como El Salvador y Mxico, marcados por la lucha, ms o menos equilibrada, entre fuerzas polticas de derecha y progresistas; otros, como Paraguay y Colombia, por la persistencia de gobiernos de derecha. En algunos casos se seala como preocupacin, las limitaciones de las democracias reestablecidas y las posibilidades abiertas por la descentralizacin administrativa. En la presentacin de la situacin de cada pas, tambin aparecen referencias especcas a las consecuencias econmicas y sociales de la imposicin del neoliberalismo, as como de la coyuntura de las luchas y movimientos sociales. La concentracin de ingresos, el aumento de la pobreza, del desempleo, la fragmentacin social, la crisis del campo y del sistema nanciero, son algunas de las consecuencias del modelo neoliberal en cada pas. Pero a la par, y algunas veces en reaccin a dichas situaciones, se reactivan luchas y movilizaciones sociales (Ecuador, Bolivia, Per y Argentina), dinmicas de participacin civil (Mxico) y entran en escena nuevos actores sociales (por ejemplo, jvenes o sectores de las clases medias). 75

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2) Desafos del contexto a la EP El propsito argumentativo de la caracterizacin del contexto, en casi todos los casos analizados, es identicar sus impactos sobre el campo de accin de la EP y derivar sus retos y tareas prioritarios. Por eso, a continuacin, paso a analizar los desafos que, segn los textos, debe asumir la EP, algunos de los cuales sern desarrollados en profundidad en los numerales siguientes. Dada la escala macrosocial y el nfasis en lo econmico y lo poltico en el que se hacen los diagnsticos del contexto, los retos y responsabilidades a la EP que se derivan de dicho anlisis tienen, en la mayora de los casos, un alto grado de generalidad y se sitan especialmente en el mbito poltico. Por ejemplo, reivindicar el concepto de sociedad civil como fuente de energas para la democratizacin (Secretara General del CEAAL, 2000); cambiar los modos de relacin con el Estado (Quintanilla, 2002: 76); tensionar la contradiccin entre democracia poltica y modelo econmico neoliberal (Goldar, 2002), reconocer nuevas formas de exclusin y asumir corresponsabilidad en las nuevas dinmicas democrticas memoria del taller de la Regin Andina del CEAAL (2002), y prestar atencin a lo local y los gobiernos locales. Dada su vinculacin con procesos organizativos populares y movimientos sociales, tambin se le plantea a la EP: generar globalizacin desde abajo, fortalecer lazos sociales, articular experiencias, y potenciar el protagonismo popular (Ubilla, 2000: 55); convertir sujetos sociales en sujetos polticos, construir participacin y expresiones polticas e institucionalidad propias (Jijn, 2002); plasmar varias iniciativas y construir alternativas a dicha hegemona, trabajar por justicia, igualdad social y equidad (Pontual, 2000). Otros, como Martinic (2003), llaman a la EP a actuar en el contexto de la educacin y sus polticas. Son escasos los intentos por precisar de qu manera los cambios en los contextos tienen consecuencia directa sobre los mbitos de la EP y de especicar cmo se han sido asumidos desde sta o cmo pueden ser fuente para transformaciones especcas en las prcticas educativas populares. Es el caso de una intervencin de Carlos Zarco en el I Foro Social 76

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Mundial de 2001, en la que describi el caso de la Ciudad de Mxico; el ascenso al gobierno de la capital de un gobierno de izquierda, represent para la EP el reto de educar dirigentes del movimiento urbano popular que pasaron a ser funcionarios del gobierno, as como asumir el encargo de alfabetizar 2 millones de mujeres adultas. 3) Aportes para la reexin Para nalizar, quisiera hacer algunas consideraciones con respecto al tipo de lectura predominante del contexto y de sus consecuencias para la EP. En primer lugar, poner en sospecha la lgica deductiva y lineal que predomina en las lecturas del contexto de la EP y que consiste, primero, en identicar las grandes tendencias en el nivel mundial y continental, pasando no siempre por lo nacional, para derivar automticamente sus implicaciones para las prctica educativas populares. Al asumir una perspectiva no lineal de la historicidad social, se debe reconocer, por una parte, que una dinmica como la globalizacin, como toda construccin histrica, asume rasgos diferenciales en los diferentes contextos regionales y nacionales, los cuales actan como lentes que refractan sus tendencias generales; esta historicidad de cada regin y pas tambin genera sus propios dinamismos internos que asumen, a su vez, caractersticas diferentes en cada sector geogrco y social; a su vez, algunas dinmicas sectoriales, segn su intensidad, magnitud o capacidad de articulacin con otros sectores, puede incidir en las coyunturas nacionales, e incluso internacionales. Por ello, plantear generalidades sobre Amrica Latina, especialmente en lo referente a sus procesos polticos y sociales, donde existen diferencias de pas en pas. Mientras que las dinmicas globalizadoras y la aplicacin de las polticas neoliberales tienden a ser similares, no sucede lo mismo con sus efectos especcos en cada pas, ni con sus dinmicas polticas, sociales y culturales internas, dado que obedecen a su propia historicidad. Por ejemplo, las armaciones sobre creciente democratizacin, avance de la sociedad civil, presencia de gobiernos pro77

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gresistas y los avances de la izquierda, deben matizarse al considerar las particularidades de los pases: no es lo mismo la llegada del PT a la presidencia en Brasil, que el gobierno de derecha de Uribe Vlez en Colombia o las encontradas apreciaciones frente a los gobiernos de Gutirrez en Ecuador y Chvez en Venezuela. Lo mismo sucede con la energa democratizadora de la sociedad civil, cuya composicin, carcter y tensiones internas dieren de pas a pas; la activa participacin de organizaciones civiles en Mxico en la vigilancia de los procesos electorales tiene poco en comn con la sociedad civil que se opone al gobierno venezolano; tambin diere de los movimientos indgenas y populares que han tumbado y colocado gobiernos en Ecuador y Bolivia. Por otra parte, es lamentable la ausencia en los documentos de anlisis rigurosos acerca de las mediaciones y efectos de los grandes procesos descritos, en los mbitos especcos donde se realizan las prcticas educativas populares; es decir, cmo se expresa en los procesos econmicos, en las relaciones sociales y en las dinmicas culturales de los contextos locales y en la cotidianidad de las poblacionales con las que se trabaja. Este vaco analtico genera una sensacin de exterioridad de los retos y permite comprender la ausencia de contenidos especcos a los desafos planteados a la EP. Una caracterizacin profunda de las continuidades y cambios vividos por las poblaciones, organizaciones y movimientos sociales con quienes se desarrollan las prcticas de EP, as como el anlisis de los factores que los explican, puede generar criterios acertados sobre cules pueden ser sus posibilidades y retos. Las prcticas educativas populares no estn determinadas mecnicamente ni totalmente por las lgicas generales de la acumulacin capitalista y la globalizacin; otras circunstancias y dimensiones asociadas a los debates generados en sus campos de accin, a las coyunturas nacionales y locales, a la singularidad de sus actores y a la lgica interna de sus propios dinamismos pueden ser, en muchos casos, ms decisivas. El xito o fracaso de las experiencias de la EP suele estar ms asociado a estos dinamismos, tensiones y relaciones que a las grandes tendencias internacionales, tal como lo ilustran los escasos casos expuestos sobre los planes de gobierno en 78

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perspectiva de gnero en Cochabamba (Bolivia), el proyecto con jvenes en Mendoza (Argentina) y la Mesa de Concertacin de Polticas Sociales en Crdoba (Argentina). De ah que acogemos el llamado de Zarco (2001: 4) en uno de los Talleres del I Foro Social Mundial de estar conectados con la gente, con sus necesidades reales, con sus voces y sus expresiones. Claro est que leer dichas particularidades, as como el contexto ms amplio en el que se ubican, no es una operacin transparente, es una lectura que se hace desde las posibilidades que tiene ese observador. Estas posibilidades no dependen slo de su acceso a la informacin o de su capacidad de anlisis y de criticidad, sino especialmente de los lentes desde los cuales lee, o ms bien, interpreta; es decir de su sistema de creencias, representaciones y signicados. De ello nos ocupamos a continuacin. La Educacin Popular y los nuevos paradigmas Uno de los ejes conceptuales acordados en el Seminario Latinoamericano de Educacin Popular, realizado en Crdoba, para organizar la discusin y debate sobre la EP es el referido a sus relaciones con los paradigmas emancipatorios, entendidos como el conjunto de planteamientos tericos y polticos alternativos al pensamiento y modelo nico, o en trminos de Leis (2000b: 17) una especie de marco para la accin, en un punto de referencia para la accin. Frente al reconocimiento de que el neoliberalismo tiene un paradigma coherente que ha tenido la capacidad de incorporar conceptos que provenan de discursos alternativos y que las coordenadas tericas que orientaron las prcticas alternativas como la EP se han quedado cortas para comprender y encausar la realidad, aparece la necesidad de buscar o construir nuevos paradigmas emancipadores. La intencin es elaborar un mapa de esas propuestas e ideas crticas y alternativas, que estn plantendose tanto de los discursos externos a la EP como de los que estn emergiendo de las prcticas de EP, para repensar el carcter emancipador de las mismas. En los textos analizados, la nocin de paradigma se da por supuesta, pero en las referencias explcitas a la relacin EP y 79

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paradigmas, se le atribuyen alcances y sentidos diferentes, que van desde identicar lo paradigmtico con la posibilidad de reorientar las coordenadas civilizadoras, hasta quienes aluden a los nuevos paradigmas para referirse a la necesidad de redenir o generar los conceptos que dan cuenta de las orientaciones y prcticas educativas populares. La perspectiva ms amplia, es la que presenta el documento de la Secretara General del CEAAL (2000) en La Piragua, N 18, al plantear la discusin en trminos de cambio civilizatorio. Al reconocer que estamos viviendo una crisis epocal, identicada con el agotamiento del actual tipo civilizacin etnocntrica, universalista, patriarcal, adultocntrica, excluyente, que considera la violencia revolucionaria como ajuste ltimo de las diferencias de clase y con la pretensin de verdad. Ms que debatir conceptos, debemos remitirnos a un discurso que busca ordenar las nuevas coordenadas de una civilizacin y de nuevas lgicas de civilidad sustentadas en la inclusin, el cultivo de la diversidad y por la armacin de la equidad (...) Por ello, la construccin de ciudadana en Amrica Latina no puede desligarse del nuevo paradigma civilizatorio (2000: 12). En consecuencia, el texto hace una exhortacin a reconstruir un gran paradigma humanista e incluyente, que se alimente de los enfoques de occidente y de oriente, del norte y del sur. Un paradigma para una globalizacin humanizante... Un paradigma que en realidad son muchos paradigmas, unicados en torno a los mnimos ticos de justicia y legalidad (2000: 15). En una perspectiva ms acotada, varios textos coinciden en sealar que el mbito paradigmtico de la EP es la del pensamiento crtico, heredero de una vieja tradicin: el de transformar el conjunto social, privilegiando la educacin como herramienta fundamental (Prez, 2000: 43). En tal sentido, lo que est en juego es la insuciencia interpretativa de los planteamientos tericos de su fase fundacional y de los retos que le impone el nuevo orden mundial, bajo la hegemona del capital. As, Ana Pagano, plantea que la crisis del pensamiento crtico ocasionada por el neoliberalismo y que origin el debate intelectual dentro de la EP, contina; por ello, an se necesita 80

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lanzar conceptos que generen nuevos sitios de signicacin que se conviertan en referencias polticas y educativas para las prcticas sociales alternativas realizadas por diferentes actores (2000: 35). De ese modo, la resignicacin del discurso de la EP se ubicara en una lucha por la orientacin cultural de la sociedad contra el proyecto neoliberal, al cual hay que enfrentarlo, elaborando estrategias que incidan en las relaciones sociales, en el sentido comn y la vida cotidiana de los sectores populares (2000: 36). En un sentido similar, Rosa Mara Goldar (2002) advierte que con el modelo neoliberal se da un vaciamiento de sentido y apropiacin de muchas de las banderas de izquierda; por ello, algunos conceptos como participacin, sociedad civil, ciudadana ocultan conictos y disputas. Dado que en los textos analizados el contenido de la expresin se da por supuesto y que ste se ha hecho comn en diversos medios acadmicos y sociales, considero pertinente plantear algunas consideraciones que nos permitan acotar su contenido y pertinencia para el campo de la EP. Mas all de la denicin que pueda dar el diccionario, el uso del trmino paradigma se hizo famoso en la historia de la ciencia con el libro La estructura de las revoluciones cientcas de Thomas Kuhn publicado en 1962, donde lo dene como lo que los miembros de una comunidad cientca comparten y, recprocamente, una comunidad cientca consiste en hombres que comparten un paradigma. En sentido estricto, un paradigma sera el conjunto de valores, saberes y procedimientos reconocidos como comunes por una comunidad cientca; el propio Kuhn le dio una connotacin ms amplia en sus trabajos posteriores al referirlo a cualquier grupo humano; as, paradigma equivaldra a asumir una concepcin del mundo, a compartir una cosmovisin o ideologa. En este sentido, para Edgar Morin (1991: 261), un paradigma contiene, para cualquier discurso que se efecte bajo su imperio, los conceptos fundamentales o categoras rectoras de inteligibilidad, al mismo tiempo que el tipo de relaciones lgicas de atraccin /repulsin (conjuncin, disyuncin, implicacin u otras) entre estos conceptos o categoras. Los paradigmas seran profundas inscripciones o sellos que determinan el sentido e inteligibilidad de las prcticas y los 81

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discursos, las reglas de juego en las que operan y la ordenacin de ideas de un colectivo. ste sera el mbito conceptual al que hara referencia la preocupacin del CEAAL por pensar la EP con relacin a los paradigmas emancipatorios. Pero la pregunta no sera cul es el ahora el paradigma de la EP?, tal como lo plante alguien en el Taller de la Regin Andina (Caracas, 2002), sino cules conceptos claves deben discutirse dentro del amplio y plural campo de prcticas y discursos educativo populares. En ese sentido, estoy de acuerdo con Esther Prez (2000: 45) cuando arma que la EP no es disciplinaria, sino una prctica social donde conuyen muchos conocimientos; por su campo amplio de su accin, identicado por su opcin por los sectores populares, debe acudir a conceptos provenientes de otros mbitos discursivos, a la vez que dene y da contenido a lo que le es su mbito especco; para la educadora cubana, este es una lucha en y desde la cultura, cuya apuesta es a largo plazo. Por otro lado, en el Seminario Latinoamericano de Educacin Popular de Crdoba (2000), se hizo maniesto, a travs de diversas voces, que la (re)construccin de los paradigmas implica varios procesos complementarios que, a continuacin, retomo y amplo. En primer lugar, reconocer la trayectoria de pensamiento crtico generado desde la EP, en particular la riqueza, frescura y vigencia de la obra de Freire, frecuentemente invocado, pero pocas veces estudiado; en segundo lugar, dialogar con otras prcticas alternativas como la IAP, el derecho alternativo y la teologa de la liberacin, desde donde tambin se estn haciendo replanteamientos tericos y utpicos en el mismo sentido que la EP. Finalmente, varias intervenciones en el referido seminario de Crdoba insisten en que es necesario y urgente reconocer las nuevas subjetividades, ideas y alternativas que estn generndose desde las propias prcticas de educacin popular; su recuperacin crtica, a partir de la sistematizacin de experiencias, de la recuperacin de la memoria de la EP en estos ltimos aos, de las discusiones dentro de las redes temticas y de la realizacin de estudios sistemticos a escala latinoamericana, ser una fuente valiosa en la reconstruccin de los nuevos paradigmas alternativos. 82

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Acotado el sentido y el alcance del trmino, cules son los conceptos que estaran siendo o requeriran redenirse? De nuevo, es en los documentos de la Secretara General del CEAAL (2000) donde se formulan de un modo explcito; basndome en dichos textos, pero apoyado en otros cuando sea necesario, resumir a continuacin esas categoras problemticos que se estaran redeniendo dentro de los discursos de la EP. En el artculo de La Piragua, N 18, la Secretara General del CEAAL (2000: 14), aclara que esta denicin paradigmtica se sita en el contexto de una disputa ideolgica y poltica en torno a estos conceptos utilizados tambin por el discurso hegemnico, lo cual exige superar la ambigedad y precisar el sentido que tienen de un marco de pensamiento crtico y alternativo. Tal vez por ello, la mayora de las categoras abordadas se ubican en la esfera de lo poltico: el sujeto de cambio y la constitucin de sujetos sociales, el poder, su ejercicio y su construccin, la ciudadana, la reconguracin de lo pblico y del Estado. 1) El problema de los sujetos de la EP La primera temtica se reere a los sujetos individuales y colectivos de la EP; ya se seal cmo en la caracterizacin de su especicidad se invisibilizan actores claves como las ONG y los educadores populares, destacando los actores colectivos hacia los cuales se orientan las acciones educativas: los ms empobrecidos, los sectores populares, los movimientos y organizaciones populares, en una perspectiva de construirlos como sujetos sociales. Hasta ah, todos de acuerdo; pero cmo entender dicha constitucin o autoconstitucin de sujetos? El artculo del CEAAL enfatiza el lugar de lo emocional como un rasgo de las personas y los grupos tan importante como el racional, la importancia del dilogo y la comunicacin y el poder como dinmica relacional. Por su parte, Torres (2000: 24) descarta el imaginario de la existencia de un nico Sujeto Social que protagonice la emancipacin y seala que son mltiples los lugares sociales donde se expresan los conictos del 83

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sistema y que dan lugar a diferentes luchas y actores con potencial de cambio. De otro lado, Rivas (2000: 46) plantea que la EP debe contribuir en la construccin de sujetos, no slo acompandolos en sus luchas, sino asumiendo el elemento cultural y la redimensin de la subjetividad, como es el caso de las mujeres o minoras tnicas. Para la Secretara General del CEAAL, profundamente vinculado al tema de los sujetos est el debate sobre ciudadana: La educacin, en su sentido ms cultural est orientada a fortalecer la constitucin de sujetos, en su sentido ms poltico, est orientada a la constitucin de ciudadana, en tanto condicin social y jurdica para el ejercicio de derechos y responsabilidades (2000: 17). Aunque esta temtica se retomar en el numeral respectivo, basta con sealar que en el texto aludido la ciudadana se asume como categora fundamental de los procesos de democratizacin, pues aportara un horizonte mayor de lucha a los movimientos y organizaciones populares. Otra categora puesta a discusin por la Secretara General del CEAAL es la de lo pblico, asumido como espacio cultural de construccin de signicados comunes de cohesin social; como construccin de institucionalidad (normas y estructuras), como construccin de sociedad civil; dicha mirada es retomada en los mismos trminos por la Regin Andina del CEAAL (2002). Lo mismo sucede con los cambios en la concepcin del Estado, el cual es entendido como el bien pblico ms importante de una sociedad y que comprende la accin del gobierno y de la sociedad civil. Esta ltima categora, objeto de debates tericos y polticos, tambin es clave en el tema de los sujetos sociales, dado que nos remite a una gran variedad de voces y rostros, de temticas y de campos de accin, de formas de asociacin y de expresin pblica (CEAAL, 2000: 12). De ah que sea el espacio privilegiado para los acuerdos, las redes, los foros y los consorcios como formas de accin colectiva. Como consecuencia de esta revaloracin de la ciudadana, de lo pblico y de la sociedad civil, el horizonte emancipatorio de la EP se redene en el marco democrtico donde conuyen diversas fuerzas sociales y polticas. 84

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Adems de este texto de la Secretara General del CEAAL, slo en el seminario de la Regin Brasil del CEAAL (2002) y en el Seminario Latinoamericano de Educacin Popular (Crdoba, 2000) se encuentran referencias explcitas, pero puntuales, en torno a la preocupacin por la construccin de nuevos paradigmas crticos. En el primer evento, Rosa Mara Goldar, seala que la EP est llamada a crear nuevos sentidos sociales y polticos... mostrar que lo que hoy existe no es lo nico posible, que otro mundo es posible. Por su parte, Pedro Pontual plantea que la Educacin Popular tiene el desafo de contribuir a la construccin de alternativas que armen el principio de inclusin social sin caer en reduccionismos; para ello propone asumir la dialctica exclusin / inclusin de manera multifactica, multidimensional y que considere la integralidad del ser humano. Finalmente, Joao Francisco de Souza, apoyndose en Freire, plantea la necesidad de construir un multiculturalismo alternativo que posibilite asumir las diferencias culturales como posibilidad de crecimiento colectivo. En el antedicho seminario de Crdoba se propici un espacio para la reexin sobre los paradigmas emancipatorios, en el cual los participantes se pronunciaron sobre conceptos claves de la EP a retomar o redenir como lo indito viable, el poder y la construccin de poder, la democracia, la comunicacin y la nocin de subjetividades, sin embargo, no se va ms all de su enunciacin. En el mismo sentido, se hacen alusiones puntuales a la necesidad de profundizar en el paradigma de la EP o de producir una teora de base, a seguir trabajando sobre paradigmas y a construir una visin holstica. Ms an son inexistentes los esfuerzos por desarrollar la discusin en torno a perspectivas tericas especcas o al anlisis de categoras que generen desafos a la EP. Dos valiosas excepciones merecen destacarse; en primer lugar, el ejercicio intelectual que realiz Valeria Rezende en uno de los paneles del seminario de la Regin Brasil del CEAAL (2002), en torno a las limitaciones del concepto predominante de cultura para dar cuenta de fenmenos culturales actuales, centrales en las prcticas educativas populares. 85

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Para Valeria, la cultura ya no puede pensarse como el conjunto de rasgos que identica un colectivo social, con cierta coherencia interna, unas fronteras y una mnima estabilidad y continuidad. En la actualidad hay ujos simblicos que no se detienen, que crecen cada da como una mancha que afecta a mucha gente, en especial a los jvenes. Si para la EP la crtica es central, y sta implica criterio, ste supone un mnimo de criterio, el cual, exige permanencia, los cambios aludidos a la cultura, deben ser considerados: para algunas poblaciones existen una innidad de opciones para escoger y ningn criterio para hacerlo. En segundo lugar, la intervencin de Alejandra Domnguez a nombre de la REPEM en el III Foro Social Mundial, donde enfatiz que el gnero no es un tema sino una concepcin y una forma de leer la realidad; as por ejemplo, la construccin de la democracia, adems de ampliar los espacios pblicos de participacin y de ciudadana, pasa por la cotidianidad en todos los espacios de la vida. El planteamiento de que el gnero es un sistema cultural que asigna roles, identidades y pautas relacionales, le ha planteado a la EP un desafo que puede trasladarse a otros campos de accin: no se trata de concientizarse o de asumir la voluntad de cambio, sino de redenir el orden de sentido que organiza los modos de representarnos y relacionarnos como hombres y como mujeres. 2) Desde dnde se congura lo alternativo? En primer lugar, considero pertinente el llamado desde el CEAAL a recongurar el mapa de planteamientos y categoras propias del discurso de la EP dentro del contexto ms amplio de los debates sobre reconstruccin de paradigmas sociales y polticos alternativos, que tambin se est dando en otros campos de accin y conocimiento social comprometidos. Por ello, el desafo de precisar las coordenadas conceptuales de la EP, en el contexto de la construccin de nuevos paradigmas crticos de emancipacin social impone, adems del dilogo con otros movimientos culturales alternativos como la Teologa de la liberacin y la IAP, la incorporacin de aportes que se estn generando desde diferentes campos de pensamiento crtico y desde nuevas perspectivas tericas. 86

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En cuanto a cules pueden ser las coordenadas de exploracin y profundizacin conceptual ms pertinentes, creo que una pista puede ser considerar los rasgos denitorios de su identidad discursiva, es decir, revisar cules son los lmites de las maneras de entender las lecturas de la sociedad y la vocacin emancipadora de la EP, as como su inters por la constitucin de sujetos y por incidir en el mbito subjetivo a travs de metodologas y pedagogas alternativas. En cuanto al primer rasgo constitutivo de la EP, la lectura crtica del orden social vigente, como ya se seal en el numeral anterior, contina hacindose a la manera de los clsicos anlisis de coyuntura o de perodo que privilegia las dinmicas mundiales y continentales por sobre las nacionales y locales en un corte temporal determinado y privilegiando el anlisis de estructuras econmicas y polticas por encima de las dinmicas sociales y culturales. Como ya se seal, la EP debe enriquecer sus marcos interpretativos de lo social que permitan reconocer su complejidad e historicidad; apertura que le permita a los educadores populares captar la vida social como construccin permanente donde coexisten diferentes tensiones, temporalidades y dimensiones espaciales interconectadas dialcticamente; donde determinacin e indeterminacin coexisten, donde un mismo factor puede generar consecuencias diferentes y a su vez ser afectado por estas, donde las prcticas individuales y colectivas afectan las circunstancias que a su vez las condicionan. En n, frente al modo de anlisis social determinista, lineal, monoltico, deductivo y parametral predominante, debe darse una apertura de pensamiento a lecturas abiertas, no lineales, plurales, transductivas y dialcticas; reconocer que las sociedades no slo son sntesis de mltiples determinaciones (Marx), sino tambin escenario de mltiples posibilidades (Zemelman) exige incorporar en las caracterizaciones del contexto no slo lo dado, sino las visiones de futuro que estn generando los sujetos desde sus prcticas y luchas sociales. Es en este contexto de apertura paradigmtica al uso crtico y creativo de las teoras existentes, donde deben considerarse los dems ejes temticos denitorios de la EP, como es el caso 87

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de su vocacin utpica, la constitucin de sujetos y la construccin pedaggica. En cuanto a la actualizacin de los presupuestos conceptuales que alimenten la intencionalidad emancipadora de la EP y por tanto de su horizonte utpico, son escasas y muy generales las referencias encontradas en los documentos analizados sobre cules pueden ser hoy las fuentes de pensamiento utpico desde donde se estn generando paradigmas de emancipacin social y se pueda conjurar el desencanto y la incertidumbre generadas por la crisis de los socialismos histricos. Es reconocido que la teora de gnero evidenci los lmites de las propias tradiciones crticas; adems, habr que acudir a corrientes de pensamiento y prcticas culturales alternativas surgidas en los pases del tercer mundo o desarrolladas por intelectuales comprometidos crticos con luchas sociales; es el caso de los estudios postcoloniales, los estudios subalternos y los estudios culturales latinoamericanos, as como las reexiones de Enrique Dussel, Hugo Zemelman, Pablo Gonzlez Casanova y Boaventura Santos, para mencionar algunos. A modo de ejemplo, destaco la importancia que tendra discutir el reciente libro del pensador portugus Boaventura de Sousa Santos, La cada del ngelus Novus. Ensayos para una nueva teora social y una nueva prctica poltica (2003), donde a partir de la pregunta Por qu si hay tanto para criticar en el mundo actual, es tan difcil generar teoras sociales crticas que nos orienten los actuales procesos de transformacin?, se propone construir un pensamiento de oposicin que, al mismo tiempo que recupere las promesas de emancipacin social de la modernidad, supere lo que hay en ellas de eurocentrismo y colonialismo e incorpore los aportes crticos que se estn produciendo desde las diferentes luchas culturales, sociales y polticas actuales. 3) Aportes para una reexin sobre el sujeto y la subjetividad En cuanto a la preocupacin de la EP por construir sujetos sociales y trabajar la subjetividad, presentar algunos aportes provenientes de autores que han dado contenido concep88

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tual a estas categoras; ello nos posibilitar ir ms all de las representaciones del sentido comn que consideran al sujeto como algo dado y lo identican con cualquier individuo o poblacin. La categora de subjetividad est estrechamente relacionada con los procesos culturales de construccin de sentido, de pertenencia e identicacin colectiva, dado que involucra un conjunto de normas, valores, creencias, lenguajes y formas de aprehender el mundo, conscientes e inconscientes, fsicas, intelectuales, afectivas y erticas, desde los cuales los sujetos elaboran su experiencia existencial, sus propios sentidos de vida (Torres, 2006). Hugo Zemelman (1996 y 1997) considera que en la subjetividad se articulan memoria y utopa, inconsciencia y reexin, deseo y voluntad, dimensiones que le dan sentido y potencialidad a la historicidad social; para l, la subjetividad nos remite a una amplia gama de aspectos de la vida social, ritmos temporales y escalas espaciales diferentes, desde los cuales se producen y reproducen redes de relacin social ms o menos delimitadas, que desarrollan elementos culturales distintivos a partir de los cuales los individuos refuerzan sus vnculos sociales internos y construyen una identidad colectiva que tiende a ser contrastante con respecto a otras. Como plano no totalmente determinado, la subjetividad adems de ser memoria, conciencia y cultura, es una dimensin donde se expresa lo incierto, lo indito, lo nuevo, lo posible y lo utpico. Por ello hay que considerarla, no como un lugar social o psicolgico delimitado, sino como un continuo, un proceso dinmico que se cristaliza en concepciones, instituciones, colectivos y nexos sociales; pero a la manera de un magma, la subjetividad vuelve a desbordarlos, generando nuevos aglutinadores sociales, nuevas ideas y utopas, nuevos proyectos que movilizan la accin humana frente a las limitaciones y resistencia que les ofrece lo dado. Por otro lado, tambin la subjetividad es el espacio de las diferencias individuales, de la autonoma y la libertad que se levantan contra formas opresivas que van ms all de la produccin y tocan lo personal, lo social y lo cultural. Boaventura de Sousa (1994: 123). 89

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En n, la subjetividad, ms que un nuevo campo temtico de la investigacin social, puede constituirse como un lugar metodolgico desde el cual releer los procesos, discursos y prcticas, constituyentes de identidades colectivas y orientadoras de acciones sociales potencialmente emancipadoras. Ello nos conduce a la categora de sujeto social, entendido como un individuo o colectivo con una visin de futuro que hace viable a travs de sus prcticas. Para Touraine (1997: 66), el sujeto es el deseo del individuo de ser actor; slo existe si logra movilizar la memoria y la solidaridad, y sobre todo al combatir, indignarse, esperar, inscribir su libertad personal en las batallas sociales y las liberaciones culturales; por ello, para el socilogo francs no es posible construir sujeto por fuera de la accin colectiva. Para Zemelman un sujeto social es un individuo o colectivo que compartiendo una experiencia e identidad colectivas despliega prcticas en torno a un proyecto, convirtindose en fuerza capaz de incidir en las decisiones sobre su propio destino y el de la sociedad a la cual pertenece. En un sentido similar, Emir Sader (1990: 36) considera que el sujeto es una colectividad donde se elabora una identidad y se organizan las prcticas, a travs de las cuales sus miembros pretenden defender sus intereses y expresar sus voluntades, constituyndose en esas luchas. Por ello, no todo individuo o grupo social, as posea identidad, deviene en sujeto, en actor social; ser sujeto social es una construccin histrica que requiere de la existencia de una memoria, una experiencia y unos imaginarios colectivos (identidad), unas visiones de futuro (utopas) que se hacen viables a travs de prcticas orientadas proyectos. De este modo, subjetividad y sujetos sociales son realidades plurales y polifnicas, difcilmente captables por modelos de anlisis lineales, iniciativas polticas dogmticas o propuestas educativas rgidas. A la vez que son determinados por las circunstancias, contribuyen a conformarlas y a crear nuevos espacios y sentidos sociales: son lugares de lo indito, de lo nuevo, realidades que desde miradas objetivas sera imposible reconocer. Cmo inciden estas consideraciones en las prcticas educativo-populares? En primer lugar, la idea clsica de ver los 90

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sectores populares como un Sujeto Histrico queda en cuestin; si reconocemos que las luchas, las resistencias, y los movimientos alternativos se constituyen en diferentes esferas de la vida social y que intervienen tanto factores objetivos como procesos subjetivos (emociones, convicciones, creencias, valores), se desvanece la idea de un nico sujeto de cambio y la creencia de que slo mediante la conciencia se generan solidaridades, compromisos y opciones de cambio. Tambin lleva a reconocer lo educativo como espacio intersubjetivo, como iniciativas institucionales que organizan situaciones comunicativas relacionando educadores y educandos en torno a tareas y tiempos especcos (Martinic, 1995: 13); por tanto, el mbito de intervencin de la EP es el cultural: las representaciones, imaginarios y signicados que poseen las personas para dar sentido y orientar sus prcticas. El logro de los propsitos polticos y culturales de la EP pasa necesariamente por el cambio de las representaciones sociales de educandos y educadores, dado que estas (Moscovici, 1986) son interpretaciones que gobiernan el mundo cotidiano, produciendo y reproduciendo creencias, normas y saberes legtimamente aceptados por individuos y colectivos. En cuanto a los contenidos de la Educacin Popular, las relaciones de gnero, las sensibilidades y los sentidos de vida, as como otras dimensiones instituyentes de subjetividad, pueden ser asumidos como temas transversales de sus programas. Para ello, la distincin que hacen algunos autores (Magendzo, 1996) entre currculo maniesto, currculo oculto y currculo nulo, pueden ser de gran ayuda; entendido el currculo como lo que realmente aprende el educando a su paso por una experiencia educativa, ms all de lo previsto por la institucin (curriculum maniesto), involucra las relaciones y pautas culturales que vive en la institucin (currculo oculto) y tambin lo que deja fuera, lo no nombrado (currculo nulo). A nivel metodolgico y pedaggico, la EP debe preguntarse acerca de cmo se dan los procesos de aprendizaje y construccin de sentido desde sus prcticas. Ello nos lleva a comprender los procesos emocionales, cognitivos, volitivos, ldicos como dimensiones subjetivas que se generan en las acciones 91

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educativos populares para lograr los propsitos educativos que las orientan. En ese sentido, se deben retomar y profundizar propuestas nacidas en la EP como el dilogo de saberes y la negociacin cultural. Al poner el acento en las condiciones culturales y de poder que posibilitan el aprendizaje, las nuevas bsquedas permiten, por un lado, el reconocimiento de las situaciones y saberes previos de los sujetos, y por el otro, el cuestionamiento o deconstruccin de aquellas condiciones, relaciones y modos de pensar que obstaculizan la comprensin crtica del mundo y la emergencia de lo indito, lo posible, en n, de la utopa. Por ltimo, no sobra advertir que si la EP pretende renovar sus paradigmas, parafraseando a Marx, los educadores populares necesitamos ser de nuevo educados. El reto ms grande es cmo desaprender los esquemas profundos de interpretacin heredados del gran paradigma occidental en el cual se construyeron varios de nuestros supuestos y que, aunque invisibles a nuestros ojos, denen nuestra concepcin del mundo. Dado que la EP no es ajena al proyecto moderno, comparte creencias de ese gran paradigma que pueden ser un obstculo para la construccin de pensamiento emancipatorio. Dos ejemplos: en primer lugar, lo que Maffesoli denomina el monotesmo metodolgico que supone considerar la realidad como universo, a creer que la historia tiene una nica direccin, que existe un nico mtodo verdadero de conocimiento, un Sujeto Histrico de cambio, etctera; tambin habra que entrar a superar la razn dualista profundamente incorporada en nosotros que nos lleva a ver cmo dicotomas teora y prctica, razn y emocin, subjetividad y objetividad, conocimiento cientco y saber cotidiano, poltica y pedagoga, etctera. La Educacin Popular y los movimientos sociales Uno de los rasgos histricos de la EP ha sido acompaar y ser un componente estructurante de los movimientos y organizaciones populares. En ese sentido, uno de los temas ejes propuestos en el Seminario Latinoamericano de Educacin Po92

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pular (Crdoba, 2000) es el de la relacin de la EP con los movimientos sociales; all se arma que han cambiado las claves de lectura de los mismos, dado que se evidencian cambios en su composicin social (sujetos no clasistas), la formulacin y expresin de sus contenidos y en sus horizontes programticos. As mismo, se menciona la emergencia de movimientos mundiales de resistencia a la globalizacin y a su relacin con categoras como ciudadana y sociedad civil. En los documentos provenientes de las discusiones promovidas por el CEAAL, en diferentes espacios identico, dos tendencias, no necesariamente conuyentes con respecto al tema; una, que centra la atencin en el anlisis del carcter y los alcances polticos de los movimientos sociales; otra, que enfatiza el papel que debe jugar la EP con respecto a las dinmicas de organizacin y movilizacin social. En el primer caso, durante la plenaria del seminario de la Regin Brasil del CEAAL (2002), un participante puntualiza que de las ONG de Educacin Popular, hay algunas que apoyan movimientos populares y otras que son del movimiento Popular; adems habra por lo menos en el contexto brasileo acciones gubernamentales que generan movilizacin social. Esta distincin es importante, porque marca nfasis diferentes en cuanto a cul es la especicidad del quehacer educativo y el quehacer de los movimientos y cules los retos y responsabilidades de cada uno. Durante el perodo estudiado, la nica discusin explcita en torno a los movimientos sociales y sus alcances polticos se dio durante el II Foro Social Mundial (Porto Alegre, 2002) en el contexto de un taller denominado Institucionalizacin de la Participacin Ciudadana. En dicho taller, intervinieron, Juan Manuel Ramrez, experto mexicano en el tema, y cuatro ponentes, al parecer de ONG aliadas al CEAAL provenientes de Brasil, Mxico y Argentina; el contenido de sus intervenciones fue el anlisis de experiencias especcas de movimientos sociales en sus pases y su relacin con la poltica. Ramrez analiz 4 movimientos recientes en Mxico, a saber: el Movimiento Urbano Popular, la Alianza Cvica, el Poder ciudadano y la Red Mexicana de Accin contra el Libre Comercio (RMALC). El primero surgi como un movimiento autno93

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mo en torno a reivindicaciones urbanas que alcanz a tener una presencia nacional y que, cuando se subordin a algunos partidos polticos de izquierda, perdi su fuerza social. La Alianza Cvica naci en torno a una bandera poltica, la lucha contra el fraude electoral, tuvo un carcter nacional y tuvo incidencias en el reciente proceso de democratizacin en Mxico. El Poder Ciudadano, de reciente creacin y autnomo de los partidos, reivindica que la agenda de la sociedad no le corresponde slo a los partidos sino a la sociedad misma. Por ltimo, la RMELC es una red de organizaciones que lucha contra el carcter excluyente del TLC y por la intervencin de la sociedad en la denicin de la poltica internacional del pas. Marcelo Mateo (Argentina) se reri a los alcances y limitaciones polticas de las acciones de protesta y organizacin social (cacerolazos, piqueteros y asambleas populares) que se intensicaron a nes de 2001; llama la atencin sobre los lmites de la presencia de la clase media, la desigual participacin provincial en estas acciones colectivas y la ausencia de liderazgo poltico. Finalmente anuncia que la creacin de un Frente Nacional para la Pobreza Argentina puede generar la posibilidad de un nuevo proyecto de pas. La discusin posterior se centr en analizar las novedades generadas por estas nuevas formas de protesta y participacin social, en cuanto a: su potencial para construccin de poder desde abajo y con autonoma frente a los partidos, su papel en la democratizacin de la democracia, su capacidad para constituir tejido social y generar un nuevo proyecto poltico comn. Alguien seala que algunas movilizaciones han sido ecaces para tumbar gobiernos, pero no para generar proyecto poltico propio. Finalmente, Ramrez, analizando cmo los Movimientos Sociales generan ciudadana social y ciudadana poltica y amplan derechos sociales y derechos polticos, evidencia la capacidad instituyente de la sociedad, la capacidad de no slo reconocer, respetar las leyes y las instituciones, sino la capacidad de replantearlas y transformarlas, si la demanda social lo exige y en ese sentido es fuerza innovadora que viene desde los movimientos, que viene desde la sociedad... (2002: 16). 94

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Como puede verse, a pesar de haber sido un taller organizado por el CEAAL, estas importantes aportaciones a la comprensin del potencial de los movimientos sociales con respecto al sistema poltico no estuvieron complementadas con una reexin sobre el papel que puede jugar la EP en dichas dinmicas y relaciones. Tal preocupacin s aparece en algunos artculos e intervenciones en otros eventos promovidos por el Consejo, pero casi nunca a partir de alguna caracterizacin o reexin sistemtica sobre los movimientos sociales. En la ya citada Revista Piragua N 18, Berta Salinas (2000) seala que la EP debe trabajar en la formacin de dirigentes y lderes sociales; por su parte, Pilar Ubilla, sugiere que la EP debe fortalecer lazos, articular experiencias y potenciar protagonismos sociales. Por otra parte, en el II Foro Social, Mara Luisa Goldar plantea un reto ms especco para la EP: acompaar y fortalecer los movimientos sociales, posibilitando una lectura ms compleja del contexto en el que actan (2002: 16). Slo en uno de los eventos registrados, el Seminario de la Regin Cono Sur Vigencia del pensamiento de Paulo Freire (Montevideo, 2001), Jorge Medina, de la Fundacin CEP, abord explcitamente las relaciones entre Educacin Popular y Movimientos Sociales. En su ponencia, dene los MS como redes de redes sociales y, a su vez, estas redes sociales como redes de personas; dichas redes, a la manera de las races de la gramilla se conectan entre s por debajo del suelo, en una forma no visible a simple vista (2001: 21). Medina advierte que abordar el tema de los Movimientos Sociales exige abandonar esquemas anteriores que los conciben como estructuras rgidas, centralizadas y de direccin nica; ms bien, hay que verlos como realidades exibles, inciertas y con una permanencia inestable en el tiempo. Plantea una interrogante que compete a los educadores, cmo se dan los procesos de formacin de conciencia colectiva en los MS?; es decir, cules procesos individuales se dan para que los sujetos asuman proyectos colectivos? Seala que muchas veces, los educadores populares hacemos una lectura lineal de la construccin de conciencia, reducida a la racionalidad cartesiana. Por ello, sugiere que la formacin de conciencia pasa por procesos no racionales como 95

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el deseo y los anhelos personales como el desarrollo de actitudes como la mstica y la esperanza. Estas motivaciones profundas son las que llevan a los sujetos a construir redes que generan organizaciones, stas se vinculan entre s formando nuevas redes y stas, a su vez, se articulan formando nuevos movimientos sociales. Estas consideraciones le plantean a la EP, la necesidad de valorar simultneamente los espacios cotidianos de la gente, los espacios organizativos y los generados por las redes. Tambin a valorar lo simblico y la generacin de imaginarios y utopas que generen solidaridades y construyan nuevos horizontes de futuro, contraculturas con sentido no capitalista. Cmo hacerlo? A travs de procesos integrales de formacin y de propuestas educativas accesibles y masivas que generen personas que multipliquen lo adquirido. Aportes para la reexin sobre Educacin Popular y accin colectiva Hecho este balance sobre el nivel de desarrollo de la discusin sobre la EP y los movimientos sociales, podemos constatar dos preocupaciones. En primer lugar, la ausencia en los escritos y debates a nuevos movimientos sociales que estn jugando un papel decisivo en la reciente coyuntura latinoamericana; para citar slo algunos casos, tenemos, por un lado, los movimientos indgenas en Ecuador y Bolivia que han tenido la capacidad de hacer caer gobiernos y respaldar el ascenso de nuevas fuerzas polticas; por el otro, estn el Movimiento de los Sin Tierra en Brasil y el Movimiento Zapatista en Mxico, que han mostrado un vigor y una gran versatilidad en cuanto a su capacidad de convocatoria y movilizacin y a sus relaciones con lo poltico. Por el carcter de este documento, no podemos detenernos a comprender estas interesantes experiencias de organizacin y movilizacin popular, pero queda la preocupacin sobre el lugar que ha jugado en stas la presencia de procesos educativos; y si se han dado, cul ha sido el aporte de los discursos, prcticas y actores de la EP? En segundo lugar, llama la atencin la ausencia de discusiones conceptuales ms profundas acerca de qu estamos 96

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entendiendo desde la EP por movimientos sociales y cul ha sido o puede ser el papel de sta en su conguracin y desenvolvimiento. Como un aporte a esta reexin compartir algunos planteamientos acerca de la singularidad, rasgos caractersticos y alcances polticos de los movimientos sociales, y nalmente algunas ideas sobre el lugar que puede jugar la EP dentro de stos. A partir de nuestra experiencia en el anlisis de organizaciones, protestas y movimientos protagonizados por pobladores urbanos y de la lectura crtica de diferentes enfoques tericos, hemos venido construyendo desde hace una dcada un esquema interpretativo para analizar la accin colectiva que articula diferentes planos y dimensiones de anlisis; sealo a continuacin sus lneas bsicas. En primer lugar, entendemos por Movimiento Social un tipo de accin colectiva, ms o menos permanente, orientada a enfrentar opresiones, desigualdades, exclusiones, protagonizada por sectores amplios de poblacin, quienes a travs de la organizacin y movilizacin en torno a sus demandas y sus luchas van elaborando un sistema de creencias y una identidad colectiva, a la vez que van generando propuestas y proyectos que modican las estructuras del sistema social. Esto signica que todo Movimiento Social es una accin colectiva, pero no toda accin colectiva es Movimiento Social. Pueden darse formas de asociacin social, popular o comunitaria que surgen en torno a una necesidad o demanda puntual pero que no genera ningn tipo de alternatividad ni tiene la intencin de transgredir los marcos del sistema. Tambin pueden darse expresiones de descontento social como los mtines, las marchas y protestas centradas en la denuncia de una injusticia, dominacin o exclusin, pero que una vez resuelto el motivo de su origen o muchas veces sin lograrlo expiran o se diluyen en otras prcticas e instituciones sociales. En el anlisis de un Movimiento Social o de otras expresiones de accin colectiva, es necesario considerar que simultneamente intervienen e interactan diferentes factores, aspectos, niveles, relaciones y signicados sociales. A continuacin, esbozo algunas dimensiones que hay que considerar en el anlisis de la Accin Colectiva: 97

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1. La existencia de un conicto o condicin estructural en torno al cual emerge la accin colectiva; 2. La vivencia, percepcin y elaboracin del conicto por parte de sus protagonistas desde su vida cotidiana. 3. Los referentes valorativos, cognitivos e ideolgicos desde los cuales se interpreta la situacin y se decide o no vincularse a la accin colectiva. 4. La construccin vnculos de solidaridad entre los actores que dan una base comunitaria a los movimientos. 5. Los actores y roles dentro del movimiento (dirigentes, activistas, colaboradores ocasionales, simpatizantes, bases de apoyo, etctera). 6. La construccin siempre abierta y conictiva de una identidad colectiva entre los partcipes de los movimientos. 7. Las dinmicas asociativas y organizacionales que estructuran la accin colectiva, as como las redes y mecanismos que permiten la coordinacin del movimiento. 8. Las formas y modalidades de accin y movilizacin colectiva que hacen visible el movimiento. 9. La temporalidad de la accin colectiva (continuidad / discontinuidad, corta, mediana, larga duracin) que conere historicidad al movimiento. 10. Su capacidad de transgredir los lmites del sistema social. 11. Sus relaciones con la poltica y sus incidencias sobre la poltica. Sin la pretensin de agotar exhaustivamente cada uno de los anteriores planos de anlisis, esbozar algunas consideraciones que pueden ser tiles para los interesados en comprender la accin colectiva en su complejidad. En primer lugar, todo movimiento social se articula en torno a un conicto social que se expresa como una inequidad, explotacin, opresin o discriminacin, que afecta a un segmento de la sociedad, el cual en la medida que lo percibe como una injusticia o un agravio, genera dinmicas asociativas y de movilizacin para resolverlo. La percepcin de dicha situacin adversa o problemtica, as como la generacin de alternativas, se da desde la vida cotidiana de la gente y a partir de su sistema de valores, creen98

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cias, saberes y visiones de futuro previos o adquiridos por sus protagonistas; es desde estos marcos interpretativos y valorativos que los sujetos de los movimientos sociales dan sentido y orientacin a su accin. La identidad colectiva es una construccin que va generando el movimiento, en la medida que sus actores reconstruyen o elaboran valores, representaciones y narrativas que conguran un sentido de pertenencia, un nosotros que los diferencia de un los otros; por ello, la identidad de los movimientos se va rehaciendo y negociando permanentemente en conicto con las representaciones y prcticas que sobre stos ejercen el poder y los adversarios. La identidad es correlativa a los lazos de solidaridad que se construyan al interior del movimiento; ya sea en el mbito cotidiano o alrededor de las asociaciones y redes que genere o en la misma movilizacin, los movimientos se van construyendo como comunidades de sentido, de voluntad y de futuro (Torres, 1997). Si aceptamos, con Melucci (1998), que los movimientos sociales son redes en movimiento, debemos considerar que stos se construyen en una dialctica entre organizacin y movilizacin. A la vez que fortalecen tejido social, construyen espacios asociativos, organizan redes y crea instancias de coordinacin, los movimientos deben estar permanentemente en pie de lucha: salir a la calle, realizar marchas y plantones. Si privilegian lo organizativo, los movimientos corren el riesgo de burocratizarse; pero si privilegian la movilizacin disminuyen su capacidad de consolidarse en el tiempo. Las organizaciones necesitan movilizarse para mantenerse como movimiento, pero sobreviven a estas acciones, conformando una dimensin menos visible pero ms slida de los movimientos sociales. La conformacin histrica de los movimientos sociales se articula en diferentes planos temporales (Villasante, 1994): generalmente se incuban silenciosamente en la vida cotidiana de los colectivos en su lucha cotidiana en torno a sus necesidades; ello va conformando lentamente (larga duracin) vnculos estables, habitus y memoria colectiva de resistencia; estas redes sociales son el caldo de cultivo para la emergencia de asociaciones y procesos de movilizacin. 99

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Una ltima implicacin del concepto presentado es que los movimientos sociales buscan incidir sobre los factores estructurales del sistema social que originan el conicto sobre el cual se ha construido. Es lo que Melucci (1999) denomina capacidad para transgredir los lmites del modelo social vigente; este potencial subversivo convierte a los movimientos sociales en actores polticos, ya que cuestionan el orden poltico, inciden en la denicin de polticas pblicas, amplan la democracia y contribuyen a formar ciudadanas crticas. Con lo dicho, los Movimientos Sociales no pueden ser considerados como una esencia unitaria y homognea, sino como una construccin histrica conictiva donde conuyen, entre otros, diferentes actores, racionalidades, formas organizativas y de movilizacin. Los movimientos sociales empricos involucran diferentes dimensiones que los estructuran y mltiples posibilidades de desenvolvimiento: desviacin, competencia, control, cooptacin, aglutinamiento, solidaridades, rupturas y fragmentaciones, entre otros. Si bien es cierto que los movimientos sociales son considerados como una expresin organizada de la sociedad civil y no tienen como objetivo principal disputar el acceso al gobierno y a los cuerpos colegiados a la manera de los partidos polticos, ello no nos debe llevar a pensar que son apolticos. Por el contrario, la accin colectiva es poltica en la medida en que evidencia el carcter poltico de todas las esferas de la vida social, confronta al Estado y sus polticas, politiza los sujetos que participan en ellos y ampla las fronteras de la democracia y la ciudadana. Finalmente, los movimientos sociales tambin son polticos en la medida en que construyen nuevas culturas polticas; no se agotan en la consecucin de sus demandas o en la implementacin o transformacin de polticas estatales, sino que buscan afectar las representaciones y signicados que tiene la sociedad frente a un determinado tema; por ejemplo, los ambientalistas, las feministas y los pacistas buscan, mediante sus acciones, campaas y manifestaciones, sensibilizar a la opinin pblica, a la gente comn y corriente frente a las problemticas del medio ambiente, la discriminacin de gnero o la violencia. 100

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Reconocer dicha multiplicidad de dimensiones que conguran un movimiento social, puede arrojar algunas pistas sobre el lugar y tareas que ha jugado o puede jugar la EP dentro o junto a ellos. Ms an si consideramos la EP como una propuesta educativa que acta en el mbito de la subjetividad de colectivos populares especcos desde la intencionalidad de contribuir a que se constituyan como actores sociales crticos, protagonistas de su propia emancipacin. En primer lugar sera urgente reconocer y sistematizar experiencias signicativas de EP en movimientos sociales. Ello permitira identicar los alcances, limitaciones, logros y dicultades de dichas propuestas educativas populares; a partir de reconocer propsitos, espacios, contenidos y estrategias pedaggicas generadas se podran derivar planteamientos ms acertados al respecto. Por ahora, y a partir de la conceptualizacin esbozada, podemos armar que el papel de la EP no puede limitarse slo a denunciar las injusticias e inequidades que ocasiona el sistema capitalista o el modelo econmico neoliberal; debe brindar herramientas para enriquecer la lectura que hace la gente de su realidad a partir del reconocimiento de sus previos marcos interpretativos y ampliar sus visiones de futuro a partir del dilogo con las aspiraciones y anhelos cotidianos de la gente. Las organizaciones y los movimientos sociales se convierten en espacios de socializacin y educacin poltica, en la medida en que desde las experiencias y procesos que generan, afectan representaciones y alimentan nuevas identidades y utopas. La EP debe favorecer espacios de reexin sistemtica sobre dichos cambios representacionales, sobre dicha conguracin de sentidos de pertenencia y ampliacin de visiones de futuro. Del mismo modo, la EP contribuye a que los movimientos sociales formen nuevas subjetividades e identidades polticas que desbordan los lmites formales del sistema poltico; ampliando las nociones de lo pblico y de la democracia, ms all de la esfera estatal. Desde sus propuestas formativas, la EP puede contribuir a la formacin de lo que algunos llaman ciudadanas activas (Lechner, 2000), nuevas ciudadanas (Dagnino, 2001), o como preferimos nosotros, ciudadanas alternativas, que no buscan tanto integrarse al sistema poltico 101

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sino desbordarlo, replantearlo en funcin de nuevos valores ticos y polticos. Educacin Popular, ciudadana, democracia y polticas pblicas Muy relacionada con el tema de los movimientos sociales est la problemtica de las relaciones de la EP con la poltica, la democratizacin, la ciudadana, el poder local y las polticas pblicas. Como se plante en el ya referido seminario de Crdoba, al parecer, la vocacin poltica de la EP parece circunscribirse en el actual periodo histrico en las posibilidades que dan las democracias de baja intensidad predominantes en los pases de Amrica Latina. En efecto, se plantea que desde los movimientos sociales y desde mltiples expresiones de las organizaciones de la sociedad civil, se enfatiza la necesidad de democratizar las democracias, darle sustantividad a travs de la participacin activa y permanente de la ciudadana y de radicalizarlas al devolver el poder al mandato al pueblo y con un ejercicio participativo y democrtico del gobierno (2003: 5). En estas luchas democratizadoras la EP cuenta con una rica experiencia, acompaando procesos de vigilancia ciudadana, de gobiernos locales progresistas, de participacin ciudadana en asuntos pblicos y de interlocucin con instituciones estatales encargadas de polticas sociales. Pero tambin ha venido consolidando un legado reexivo acerca de las posibilidades y limitaciones de estos mbitos y categoras polticas, tal como se conrma en el corpus documental analizado. Ya se ha sealado cmo uno de los campos temticos preferidos, tanto en la caracterizacin del contexto de EP como en su redenicin conceptual, ha sido el relacionado con los nuevos sentidos de la democracia, la ciudadana, lo pblico y la sociedad civil. Con el nimo de no repetir las consideraciones hechas, nos detendremos, inicialmente, en las consideraciones encontradas en los textos, en torno a la categora de ciudadana; luego retomaremos las alusiones a otros temas cercanos como la democracia, lo pblico, el poder local y las polticas pblicas. 102

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Es comn encontrar en los artculos y eventos realizados desde CEAAL, insistentes referencias y llamados puntuales sobre la importancia de lo ciudadano en la construccin democrtica, en sus relaciones con lo popular (Zarco, 2002), en su responsabilidad en la construccin de lo comn a partir de la armacin de la diversidad y la diferencia (Zarco, 2003). As mismo, se resalta el papel de la EP es el fortalecimiento de la ciudadana y la democratizacin de todos los espacios cotidianos y privados (Zarco, 2000; Salinas, 2000; Ubilla, 2000; Martinic, 2003). Para efectos de este balance, nos detendremos en retomar los aportes de un texto que desarrolla de manera sistemtica el tema de la relacin entre ciudadana y EP. Se trata de la intervencin de Jorge Osorio en el Taller Educacin Popular y Construccin de Ciudadana desarrollado en el I Foro Mundial Social (Porto Alegre, 2001). Para el ex secretario del CEAAL, hay seis contribuciones de la EP en la construccin de ciudadana: 1. Desde la EP es posible construir una educacin para los derechos humanos y la paz, a partir de prcticas concretas en torno a su defensa, promocin y exigibilidad de los mismos. La EP ha contribuido a ampliar el concepto de ciudadana como derecho a tener derechos. 2. La EP ha contribuido a entender la ciudadana como un proceso de comunicacin e identidad, ms que una categora jurdica. As, la accin educativa popular para construir ciudadana es una prctica cultural, presente, por ejemplo, en las experiencias de desarrollo local, de recuperacin de memoria colectiva, de formacin de dirigentes. 3. La EP ha posibilitado la construccin de ciudadana en cuanto a reconstruccin de nuevos sentidos de vida; a partir de Freire, la EP es una educacin en valores ticos y estticos. 4. La EP ha contribuido a construir ciudadana, como pedagoga que reconoce y articula diferencias y diversidad; as, se ha convertido en una propuesta educativa de la no discriminacin, de la interculturalidad y del dilogo de saberes. 5. La EP aporta a la construccin de ciudadana al construir 103

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una pedagoga de lo poltico, de la democracia. Ha generado herramientas para generar liderazgos, ganar criterio, poder expresarse e intervenir en espacios pblicos. 6. La EP ha contribuido a formar ciudadana al hacer una apuesta de radicalizacin continua de la democracia; desde un horizonte de alteridad, la EP se ha buscado ir ms all de lo establecido, de los lmites de lo normal y lo ocial. En resumen, Osorio plantea que la EP debe mirar al futuro a partir de este patrimonio valioso construido en las ltimas dcadas. Frente al modelo econmico y poltico imperante, la EP debe hacer converger la fragmentacin y la pluralidad en una visin de cierta comunidad de pensamiento. Algo similar sucede con la categora de lo pblico y el poder local y las polticas pblicas; hay alusiones puntuales y dispersas a lo largo de los documentos, salvo alguna ponencia o intervencin en la que alguien se detiene a abordar el tema con detenimiento. Con respecto a lo pblico, ya sealamos cmo la Secretara General del CEAAL en varias intervenciones (artculo en La Piragua (N 18), Encuentro Educar para Construir el Sueo, Taller de la Regin Andina y Seminario de la Regin Centroamrica) describe los cambios que se estn dando en torno a su concepcin, en torno a tres sentidos: como el espacio de construccin de signicados comunes sobre la vida colectiva, como construccin de institucionalidad y como espacio de denicin de polticas. Por su parte, Carlos Nez en su artculo en La Piragua plantea que la EP hoy debe reivindicar lo pblico al incidir en polticas pblicas y no slo educativas y ocupar espacios en la esfera de lo pblico, antes autonegado (2000:32). Destaca que hay muchas personas que provienen de la EP y hoy ocupan cargos pblicos en los gobiernos de sus pases. Ral Leis en el Seminario Latinoamericano de Educacin Popular (Crdoba, 2000), en una intervencin sobre lo pblico, hizo una diferenciacin entre agenda pblica, agenda social y agenda poltica; la primera, puede ser cuestin del Estado o incorporar intereses ciudadanos; la agenda de la sociedad civil incluye las diferentes reivindicaciones de los movimientos 104

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populares; la agenda poltica es la de los partidos que buscan llegar al poder. A su juicio, la EP debe tener incidencia en la agenda social, para desde all incidir en las otras dos agendas. En la medida en que los actores sociales no tengan la capacidad de incidir, entonces las agendas estatal y poltica no expresan sus intereses. Finalmente se plantean los siguientes interrogantes: Hasta dnde los gobiernos tienen inters en abrir espacios de consulta o de dilogo? Hasta dnde son las estructuras permeables al cambio y hasta qu punto llegan? Les interesa a los partidos, ms interesados en acceder al poder, incluir agendas sobre lo social? Cmo fortalecer desde la EP la agenda social y popular? Con respecto al tema de la Educacin Popular y Poder Local, el CEAAL realiz un taller dentro del I Foro Social Mundial (2001), en el cual intervinieron Roco Lombera de Mxico, Pedro Pontual, de Brasil y Marcelo Mateo de Argentina. A partir de sus aportes, podemos ubicar algunos desarrollos temticos desarrollados al respecto. En primer lugar, se establece una distincin entre gobierno local y poder local, dndole a este ltimo un carcter ms amplio, en la medida en que incluye al primero y a otros actores que intervienen en la construccin y ejercicio de poder en un territorio especco, no slo el municipio. El poder local tiene que ver con la capacidad que van ganando los diferentes actores locales para conocer e incidir en su medio. Para Lombera, en la construccin de poder local, intervienen simultneamente tres mbitos: el socioeconmico, el sociocultural y el sociopoltico. El primero busca mejorar las condiciones materiales de vida, el segundo, la construccin de sujetos e identidades culturales y el tercero, la construccin de relaciones democrticas. A su vez, el poder local debe estar atento a otros aspectos como el componente tcnico, la dimensin de gnero, generacional, ecolgica, tnica y tica. Para Pontual, lo local es un espacio privilegiado para construir democracia participativa e inclusin social. La participacin requiere de prcticas ciudadanas participativas, de voluntad poltica para impulsarlas y la creacin de mecanismos concretos de cogestin de polticas como es el caso del presupuesto participativo. 105

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El poder local tambin tiene lmites; la garanta de una buena participacin y gestin local, involucra otras instancias de gobierno y esto conlleva al cambio de la propia manera de funcionamiento de la mquina pblica; sta debe modernizarse, exibilizarse, ser transparente e su gestin e involucrar ms activamente a los ciudadanos. Cul es o debe ser el papel de la EP con respecto al poder local? En ninguna de las intervenciones queda claro. He aqu otro reto ms para ser retomado y desarrollado al interior del CEAAL. Finalmente, en el ya citado seminario de Crdoba se acord asumir el tema de la EP y las polticas educativas. Las referencias al respecto son ms bien escasas, salvo algunas armaciones generales sobre la importancia de la educacin en los procesos de desarrollo y emancipacin social. Tambin se arma que, desde la EP se han generado procesos de rescate de las escuelas, vnculos con la formacin de maestros, debates sobre las reformas educativas, interlocucin con otros enfoques educativos y generar propuestas curriculares; incluso, en algunos pases, educadores populares han tenido presencia e incidencia en los propios ministerios de educacin. Al respecto, Sergio Martinic (2003) en la evaluacin externa que realiz del CEAAL, destaca otro contexto signicativo para la EP: la realidad educativa en la regin. Segn l, las reformas educativas llevadas a cabo desde la dcada de 1980, se han realizado bajo diferentes orientaciones poltico ideolgicas; en un primer momento, reorganizaron el sistema educativo (descentralizacin) y mejoraron su eciencia; en los 90, dichas reformas se orientaron hacia la calidad de los resultados. Las nuevas reformas buscan garantizar la efectividad y conectividad de las escuelas, el uso de nuevas tecnologas y la exibilidad y participacin en su gestin. Sin embargo, para Martinic, la bondad de las reformas, contrasta con la deteriorada economa de los pases, el aumento de la desigualdad en los ingresos y de la pobreza; por ello, aquellas no logran mejorar los aprendizajes, ni disminuir signicativamente las brechas que existen entre estudiantes de diferente origen social (2003: 12). 106

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Finalmente, en el III Foro Social mundial (2003), Francisco Cabrera de Guatemala arm que pensar la calidad educativa desde la EP implica valorar tres pertinencias: la pedaggica, la cultural y la social. Tambin plantea que la calidad educativa est asociada a 4 factores decisivos: la capacidad de los docentes, su vocacin, la actualizacin y apertura del currculo y el tema de la remuneracin de los educadores. En ese mismo debate, Pedro Pontual plante que la calidad de la educacin desde la Educacin Popular debe acentuar la participacin de los distintos actores de los hechos educativos; por ejemplo que las comunidades puedan participar en la elaboracin de los currculos. Queda en evidencia que desde el campo de la EP hace falta profundizar en el debate sobre su papel en la esfera de las polticas educativas. Aqu sera importante que quienes proviniendo de la EP han participado en el diseo y ejecucin de dichas polticas desde altas o medianas jerarquas de los ministerios y secretaras de educacin, den cuenta de lo que all se hizo y se aprendi. A mi juicio, el acumulado histrico de la EP al lado de las organizaciones y movimientos sociales puede aportar herramientas a estas y estos para participar activa y crticamente en los escasos espacios que han abierto los gobiernos al respecto, pero no son las altas esferas del poder el lugar de hacer EP. Educacin Popular, discriminacin, multiculturalismo e interculturalidad Finalmente, otro eje de discusin acordado en Seminario de Educacin Popular (Crdoba, 2000), pero poco desarrollado es el referido al cultivo de la diversidad y superacin de toda forma de exclusin y discriminacin. Se argumenta, a partir del reconocimiento de la reivindicacin de los pueblos indgenas y afrodescendientes, as como de los movimientos de mujeres y que reivindican la diversidad sexual, que dichas luchas han colocado el tema de la vida cotidiana como escenario poltico y cuestionado los roles, relaciones e identidades que se construyen a partir de dichas diferencias. Se propone que la EP, en su perspectiva emancipadora, debe reconocer e incorporar estas dimensiones de lucha social 107

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y poltica. Sin embargo, esta temtica brilla por su ausencia en los artculos y discusiones del periodo, salvo la recomendacin de Martinic (2003) de promover el fortalecimiento de actores e identidades culturales y alusiones puntuales en las conclusiones del taller realizado en el III Foro Social Mundial cuestionar la discriminacin de gnero y todo tipo de discriminacin, la tnica, la religiosa, la sexual, etc., y, rescatar las luchas juveniles en los ltimos aos. Joao Francisco De Souza, en el seminario de la Regin Brasil del CEAAL (2002), es el nico que plantea y desarrolla el problema de la educacin multicultural o intercultural, o respeto a la diversidad; frente al reconocimiento de la existencia de diferencias econmicas, polticas, sociales, religiosas, culturales, ideolgicas, etc., se pregunta sobre cules pueden ser las bases para una convivencia de dichas diversidades. Para Joao, dicho contexto cultural plantea la posibilidad de nuestra convivencia o nuestra destruccin. Retomando una idea de Freire, plantea que vivimos en un mundo de diversidad cultural o de pluralidad cultural, pero no en un mundo multicultural. Para Freire, la multiculturalidad es resultado de una accin poltica, histrica, organizada para construir las posibilidades de convivencia, las cuales no surgen espontneamente; deben ser el resultado de un mnimo entendimiento entre los diferentes grupos, quienes establecen objetivos comunes y construyen consensos que permiten la accin colectiva al interior de esa diversidad (2002: 12). Dado que esta preocupacin por la diversidad cultural, por el multiculturalismo y la interculturalidad trasciende el mbito de la EP y nos coloca en uno de los debates polticos contemporneos ms importantes, me permito compartir algunas consideraciones al respecto, tomadas del texto de la profesora Constanza Mendoza de la Universidad Pedaggica Nacional (Mendoza, 2007). El multiculturalismo, procedente del ingls multiculturalismo, toma como base de reexin el respeto por los derechos individuales y colectivos de los diferentes grupos humanos, especialmente tnicos. Sin embargo, en muchos casos el prejo multi no logra recoger las dimensiones del conicto que provoca la diferencia cultural. La ambigedad del trmino mul108

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ticulturalismo consiste en que puede entenderse indistintamente como la descripcin de un hecho social o de un modelo poltico. Como hecho social el multiculturalismo es asociado con las polticas creadas para dar respuesta a una serie de demandas planteadas por movimientos sociales quienes reclaman formas especcas de integracin en las estructuras de las democracias contemporneas. Por ejemplo, variadas organizaciones indgenas durante dcadas han reivindicado su derecho a la tierra, al respeto por sus costumbres y a una mayor participacin poltica. Frente a ello, el Estado ha elaborado polticas que en parte, han dado cuenta de tales demandas. Como modelo poltico el multiculturalismo supone que la inclusin de los grupos culturalmente diferenciados est acompaada de una perspectiva conceptual y de un orden jurdico que reconoce dicha diferencia en el marco de un Estado-Nacin; por ejemplo el caso de los francoparlantes de Qubec en Canad. De all que sea importante sealar que persisten diferentes posiciones poltico-acadmicas que han construido elaboraciones sobre el multiculturalismo, que como hemos dicho, toman como eje de discusin el reconocimiento de los derechos. La primera de ellas es la proveniente del liberalismo clsico en la que reconoce la presencia de minoras culturales, pero las subordina a la autonoma de los individuos. Para esta posicin, es ms importante respetar los derechos de los sujetos que los derechos colectivos; por ejemplo, ven con sospecha las prcticas de castigo de algunas comunidades indgenas, pues las consideran violatorios de algunos derechos individuales. La segunda posicin, de corte comunitarista, critica la insuciencia del modelo liberal para reivindicar los derechos de los grupos culturales; para ello supone que deben garantizarse primero los derechos colectivos, los cuales permiten la realizacin de los derechos individuales. Planteando una defensa de la autonoma de los grupos tnicos, los comunitaristas reivindican la identidad tnica, por ejemplo en el caso de los indgenas, buscando con ello que sus formas de organizacin, normas y valores sean respetados aunque en ocasiones entren en contradiccin con el orden jurdico estatal. 109

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Estas dos posiciones presentan suras no resueltas, en tanto, en el primer caso se asume que los derechos de los grupos tnicos se incluyen dentro de los derechos ciudadanos lo que supondra su captacin en el marco de un Estado. En el segundo caso, se plantea que los derechos colectivos de estas agrupaciones priman sobre los derechos individuales lo que deja abierta la discusin en torno a la coexistencia de diferentes rdenes jurdicos en el marco de un Estado. As, el multiculturalismo pone en discusin la prioridad de los derechos colectivos o la primaca de los derechos individuales, pero sobre todo la distincin entre diferencia y diversidad. La diversidad hara alusin a la coexistencia de diferentes grupos tnicos y manifestaciones culturales de manera armnica y sin conictos, la diferencia enfatiza en la tensin que se crea en el reconocimiento del otro, pero sobre todo en el reconocimiento de sus derechos. Lo que estara en juego en el debate sobre la diferencia cultural es una pugna permanente entre lo particular, lo diferente (grupos y poblaciones minoritarios) y lo que se nombra a s mismo desde el poder como universal o como las mayoras. Esta tensin permanente es la que va a ser recogida por la perspectiva intercultural y el concepto de interculturalidad. El debate propuesto por la interculturalidad tiene que ver con que la pregunta no es slo por el cmo estar juntos y ser incluidos dentro de un orden jurdico particular, sino por aceptar la diferencia de los individuos y colectivos en sus necesidades, opiniones, deseos, conocimientos y formas de actuar; ello supone reconocer que esas diferencias son dinmicas, histricas y que como se ha mencionado, generan tensiones. Mientras que en el plano multicultural persiste un principio de inclusin de los grupos sociales, especialmente tnicos, donde prima un criterio de similitud, el proyecto intercultural hace nfasis en la diferencia, donde lo que se reconoce es la existencia de fragmentos que juntos no pueden ser una totalidad. La imagen de collage puede resultar reveladora, en tanto es un plano donde aparentemente caben todos pero nunca hay un encadenamiento entre un fragmento y otro. Desde el punto de vista de la EP, lo que estara en juego en el empleo de uno u otro trmino (multiculturalismo o 110

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interculturalidad) no es slo una forma de conceptualizar la diferencia, la identidad o la diversidad cultural; adems implica reconocer que la existencia en un mismo territorio de diferentes agrupaciones sociales, con variadas expresiones y prcticas culturales, no es un proceso esttico ni armnico, sino que por el contrario es cambiante, dinmico y que esta sujeto a permanentes tensiones y luchas. 2.3 Un reclamo recurrente: el debate sobre lo pedaggico A pesar de que lo educativo pedaggico es un componente indisoluble de la especicidad de la EP (de ah su nombre) y que su identidad ha sido denida como prctica, propuesta y corriente educativa, sorprende que el debate sobre la cuestin pedaggica de la EP no haya sido abordado abiertamente en las publicaciones y discusiones producidas por el CEAAL que durante el perodo analizado. En la medida en que el nfasis del debate reciente ha estado referido a los cambios en el contexto, en su vocacin utpica (nuevos paradigmas emancipadores), en su opcin poltica (democracia, ciudadana, polticas pblicas), en su relacin con los movimientos sociales y en el problema de las discriminaciones (tnicas, de gnero, sexuales, culturales), la reexin sobre lo especcamente educativo de las prcticas de EP ha quedado eclipsada. Esto se conrma al no ser considerado como uno de los Ejes conceptuales denidos en el Seminario de Educacin Popular de Crdoba para la actual reexin sobre las coordenadas conceptuales de la EP. Tal vez la explicacin de este olvido est asociada a la concepcin predominante de la poltica y de lo pedaggico. En unos casos se parte de separar las dos dimensiones, considerando lo poltico como un mbito ms englobante y estratgico15, en detrimento de lo pedaggico, visto instrumentalmente como herramienta, prctica o estrategia metodolgica; en consecuencia, se da prioridad a la opcin poltica dadas las urgencias de la coyuntura surgidas por la lectura del contexto hecha desde la
15 La mayor parte de las referencias a la poltica la asimilan al sistema poltico institucional: Estado, partidos, esfera pblica, polticas pblicas, etctera.

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misma ptica paradigmtica, y las tareas que se le asignan a la EP es la de instrumentalizar dichas demandas16. A nuestro juicio, esta separacin entre lo poltico y pedaggico no es posible en ninguna prctica educativa, mucho menos en la EP, la cual por denicin ha signicado una politizacin de la educacin y una pedagogizacin de lo poltico. Si admitimos que las relaciones poder/saber son indisolubles y atraviesan todas las esferas de la sociedad, tenemos que admitir que el poder y la poltica ya no slo residen en el sistema poltico, sino que permean todas las relaciones y prcticas sociales, y que la produccin, apropiacin y recreacin de saber no se limita a los espacios educativos formales. Si la especicidad del campo de la EP est en abarcar prcticas, procesos y discursos educativos desde una opcin poltica emancipadora y orientados a poblaciones populares, organizaciones y movimientos sociales, la reexin pedaggico poltica ha sido y debe ser consustancial a la EP. Esta preocupacin, que algunas veces asume la forma de reclamo estuvo presente, pero marginal, en casi todos los eventos del CEAAL durante el perodo estudiado. Dado que nunca fue planteado como temtica principal de los debates, fueron frecuentes las intervenciones de asistentes reclamando por la especicidad educativa de la EP, clamando por recuperar espacio educativo y pedaggico de la EP o por rescatar del tema de los aprendizajes o el de la produccin de conocimientos. La intervencin de Carmen, una asistente al panel titulado Actualidad del Paradigma de la EP en el seminario de la Regin Brasil del CEAAL, es elocuente al respecto: Tengo la impresin de que cuando se habla de EP, si se colocase MS dara lo mismo. Es como si se tratase del ideario de un movimiento popular democrtico... La EP tiene una especicidad pedaggica, siento la falta de ese elemento en las discusiones... Hay mucha gente haciendo movimiento a travs de la movilizacin popular, ms tambin hay mucha gente hacindolo desde la EP, que tiene un diferencial que es tico y pedaggico. (2002: 26).
16 Una valiosa excepcin son las reexiones de Jorge Osorio sobre EP y ciudadana, presentadas previamente, en la que se articulan creativamente la dimensin pedaggica y la poltica.

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Mara do Carmo, otra participante, por su parte enfatiz: Es preciso colocar el contenido pedaggico de la EP para poder distinguir una prctica pedaggica de una prctica social y poltica. Qu es lo pedaggico en la EP? Como un aporte a la reexin sobre las relaciones EP y pedagoga, a continuacin sealar algunos aspectos que, a mi juicio, deben ser retomados para profundizar en esta inaplazable discusin. Inicialmente, propondr un concepto no instrumental de lo pedaggico; luego, apoyado en las mltiples y dispersas referencias encontradas en la documentacin analizada, destacar el papel que ha jugado y debe jugar como componente constitutivo de la EP y como dimensin reexiva de las intencionalidades, modalidades, sujetos, contenidos y metodologas de las prcticas educativas populares. Hemos sealado cmo en los discursos analizados, la concepcin predominante de lo pedaggico se circunscribe al mbito de las prcticas especcas (en el mejor de los casos) o a las metodologas, tcnicas y herramientas utilizadas en dichas prcticas; en oposicin, lo poltico es asumido como el plano de las orientaciones e intenciones emancipadoras y a las estructuras y actores de poder institucionales (Estado, polticas pblicas, partidos, ciudadana). Siguiendo a Ricardo Lucio (1994), partimos de diferenciar los conceptos de educacin y pedagoga. El primero es el ms amplio y se reere a las prcticas sociales intencionalmente encaminadas a formar sujetos a travs de la transmisin de unos valores, conocimientos y habilidades coherentes con la concepcin del mundo de quienes las agencian. De este modo, la educacin, como hecho histrico, est atravesada por tensiones, intereses y proyectos en juego en una sociedad. As, la EP es una, entre muchas prcticas educativas presentes en nuestros pases y que se diferencia por su intencionalidad emancipadora y su opcin por el campo popular. En toda prctica educativa existe un saber implcito, no siempre tematizado, que forma parte del acervo cultural de la sociedad y referida al saber educar; en la medida en que 113

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ese saber se vuelve objeto de reexin, hay pedagoga. As, el saber pedaggico est referido a la tematizacin explcita sobre por qu y para qu se educa, con quienes y cmo se educa. La construccin contempornea de pedagoga como disciplina, ha estado asociada a la sistematizacin de prcticas educativas y saberes pedaggicos producidos especialmente en contextos escolares. Esto no signica que pueda hablarse de una pedagoga de otras prcticas educativas como la EP, en la medida en que tambin poseen una intencionalidad, unos mbitos, unos contenidos, unas metodologas y unos sujetos que han sido sabidos y reexionados por sus practicantes, en nuestro caso, los educadores populares. Reconocer la pedagoga como saber sobre las prcticas educativas, susceptible de ser sistematizado y conceptualizado, y a los educadores como sus portadores, tiene implicaciones para el campo de la EP. Por un lado, implica que una pedagoga de la EP debe preguntarse no slo por el cmo (metodologa), sino tambin sobre el por qu (sentido) y el para qu (intencionalidades), sobre el dnde (mbitos), el con quienes (sujetos educativos), el qu (contenidos). Por el otro, construir una pedagoga de la EP exige necesariamente involucrar a los educadores populares como sujetos capaces de reexionar desde y sobre sus experiencias. Asumir la pedagoga como saber, tambin nos pone de presente la ya referida relacin ente saber y poder. En efecto, en todo campo social coexisten saberes socialmente legitimados junto con otros subyugados, locales que no logran ser formalizados pero que al igual que los otros saberes, tambin circulan por mltiples mbitos y de diversas formas; esto se expresa en una tensin permanente acerca de quienes pueden hablar verdaderamente sobre un determinado asunto como la salud o la poltica, por ejemplo, y sobre cul asunto es ms o menos importante, por ejemplo, lo poltico o lo pedaggico. De este modo, a la pedagoga dentro del campo de la EP, parece pasarle lo que le pasa a la pedagoga en general: existe como un saber disperso, fragmentario, y en muchos casos, marginal (Martnez Boom, 1990: 10). De este modo, reivindicar la discusin pedaggica en la EP dentro del CEAAL es un asunto simultneamente cognoscitivo y poltico. Cognoscitivo, porque permitir reconocer, sistema114

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tizar y potenciar el saber pedaggico presente en las prcticas educativas populares y a la vez, empoderar a los educadores de base como sujetos del debate, no como una concesin de los intelectuales de la EP o las ONG, sino una necesidad ineludible en la construccin de las coordenadas conceptuales de la EP. Pistas sobre la actual reexin pedaggica en la Educacin Popular Hechas estas consideraciones, podemos armar que en la construccin de una reexin pedaggica de la EP no partimos de cero. Adems del acumulado histrico producido a lo largo de las ltimas dcadas, cuya fuente principal no la nica ha sido el pensamiento y la obra de Paulo Freire, podemos rescatar en el corpus de textos producidos desde el CEAAL en los ltimos 4 aos, un conjunto de valiosos aportes sobre el lugar, sentido y contenidos de lo pedaggico en la EP, los cuales retomar a continuacin. En primer lugar, son mltiples las referencias a la dimensin educativo-pedaggica de la EP. As por ejemplo, en los artculos de La Piragua N 18 que se reeren a su especicidad, a las dimensiones que la constituyen y los principios que la identican, adems de hacer mencin a su intencionalidad poltica y vnculos con otros actores y prcticas sociales, se sealan rasgos pedaggicos. Veamos. En el artculo de la Secretara General del CEAAL se arma que la EP es una accin cultural, pedaggica y poltica que tiene dentro de sus principios el dilogo de saberes entre los sujetos que participan del acto educativo, animados por el educador o educadora. En el artculo de Torres, se dice que la EP busca cumplir sus propsitos poltico- emancipadores, trabajando en el mbito de la subjetividad de los educandos y a travs de metodologas participativas y activas. Felipe Rivas (2000) destaca como elementos constitutivos de la EP la produccin colectiva de conocimientos y dilogo de saberes. Por ltimo, para Bertha Salinas (2000), el ncleo de la EP tiene dos componentes pedaggicos: su metodologa dialctica participativa y la especicidad de su contenido: la realidad. 115

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Para esta misma autora, la fortaleza de la EP es su modo de hacer las cosas; por tanto, su aporte debe ser transferir su modo de trabajar y con ste su pensamiento a otras prcticas sociales y el desafo ms urgente de la EP debe ser abordar su aspecto pedaggico: cmo aprende el pueblo, diferenciando lo especco de cada contenido y poblacin con la que trabaja. En un mismo sentido, para la educadora Mara Rosa Goldar, participante en el seminario de la Regin Brasil del CEAAL (2002): la mayor riqueza de la EP es su capacidad de desarrollar procesos transversales que recorren en forma dialctica cambios personales, transformaciones comunitarias, procesos locales que buscan entroncarse y nutrir transformaciones sociales globales. Esta especicidad y mbito de accin de la educacin popular, en los planos personal, colectivo, organizacional y de los movimientos en espacios concretos y con poblaciones especcas, lo expresa Pilar Ubilla en los siguientes trminos: La EP se articula con la vida cotidiana, con las historias de vida, la construccin de identidades con la memoria colectiva de la comunidad, para desde all visibilizar cambios a partir de prcticas... (2000: 54). En trminos ms concretos, durante el Seminario del Cono Sur (Santiago, 2002), un educador paraguayo, al presentar su experiencia, arm que La metodologa de capacitacin se basa en los principios de la EP: respeto activo a las personas, desarrollo de capacidades colectivas para la defensa de los intereses propios de las personas y la cultura social y organizativa de las comunidades. Vemos as que, desde la EP, el sujeto educativo es simultneamente el individuo y el colectivo, en una perspectiva ms amplia de construir actores y movimientos sociales. Como lo precis alguien en el Seminario de Educacin Popular de Crdoba, en la EP no son dicotmicas las transformaciones personales y colectivas, ni puede separarse el sujeto de la intencionalidad del acto educativo. La especicidad educativa de la EP, adems de trabajar con individuos y colectivos asumidos como sujetos en construccin, tambin est denida por el mbito especco sobre el que acta: su subjetividad. En funcin de avanzar en el logro 116

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de las intencionalidades ticas y polticas emancipadoras, las prcticas educativas populares buscan incidir o afectar de algn aspecto de la subjetividad de sus educandos, sea a travs de la formacin de su conciencia social, de la apropiacin y construccin de conocimientos, de la formacin de valores, de la ampliacin de sus horizontes y visiones de futuro. En palabras de Ral Leis, la EP debe ser parte activa en procesos que generen o reconstruyan intereses, aspiraciones, culturas e identidades que aspiren al desarrollo humano (2000a: 58). Tal identidad formativa (de sujetos y de subjetividad) de la EP, plantea el problema del aprendizaje; sin embargo, como lo seal un participante en el Taller de la Regin Andina (2002): Hay dcit en el tema del aprendizaje. No hemos sistematizado nuestros aportes en el tema y en eso el CEAAL puede jugar un rol importante (2). En una perspectiva similar, durante el III Foro Social Mundial (2003), un participante reclam la urgencia de la reexin sobre la cuestin del aprendizaje en las prcticas educativas populares: Creo que habra que recuperar todo esto que se ha estado debatiendo en el foro educativo, que es cmo centrar todo esto en los aprendizajes y alrededor de cmo circulan los diferentes componentes; porque hemos descuidado mucho la parte pedaggica desde este enfoque de la EP y hay que recuperarla y ver todas estas aplicaciones en el aula, en la comunidad, en los diferentes contextos que esto implica y profundizar ms todo este enfoque (2003: 21). Esta exigencia de reexin sobre los aprendizajes hacia la EP, se complementa con la pregunta acerca de los contenidos de sus prcticas educativas. Adems de los saberes especcos propios de cada mbito de accin (por ejemplo, los derechos humanos, la formacin de dirigentes, la capacitacin laboral), hay un criterio comnmente aceptado y es que la EP debe tener como punto de partida y punto de llegada, la realidad de los sujetos. Joao Francisco De Souza, en el Seminario de Brasil, lo plante en los siguientes trminos: Cules son las exigencias para el debate pedaggico? Tomar la realidad como objeto de conocimiento, el contenido de los procesos pedaggicos pasa a ser la comprensin, la 117

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interpretacin y explicacin de la realidad y la elaboracin de proyectos para superar aquellos aspectos que se presentaren como necesarios de transformacin y de cambio... El contenido del proceso pedaggico debe ser la realidad natural y cultural y sus contradicciones en sus mltiples facetas y diferentes exigencias. Las disciplinas ganan importancia como un banco de informaciones que nos van a ayudar a comprender esa realidad. (De Souza, 2002: 12) Para terminar este balance de las referencias pedaggicas dispersas encontradas en el conjunto de la produccin del CEAAL entre el 2000 y el 2003, me referir a dos vacos o ausencias notables; una, el problema de las orientaciones y propuestas metodolgicas; la segunda, el problema de la formacin de educadores. Salvo escasas alusiones a que la EP debe desarrollar produccin y apropiacin de conocimientos o al dilogo de saberes, no se visibilizan las reexiones que pueden estarse dando acerca de lo que ya se ha sealado como el legado ms valioso de la EP: sus formas de trabajo y sus didcticas especcas; es decir, hay un silencio a las maneras como se concretan los principios ticos y las intencionalidades polticas emancipadoras en las prcticas educativas concretas. Su reconocimiento, sistematizacin, socializacin y discusin sera una de las tareas inmediatas que pueden animarse desde el CEAAL. Una categora central en las prcticas educativas populares es la de formacin; a diferencia de las prcticas escolares, en EP no hablamos casi de enseanza, sino de formacin de sujetos, formacin en valores, formacin de conciencia, etc. El contenido y usos prcticos de dicha categora, tambin merece profundizarse. En una reciente investigacin sobre Pedagoga de las organizaciones populares (Barragn, Mendoza y Torres, 2006), hemos encontrado que en torno a la formacin, se articulan otras prcticas como acompaamiento, seguimiento, animacin, as como el supuesto de que la formacin propiciada desde las organizaciones es el resultado tanto de las prcticas educativas explcitas, como de las mltiples interacciones, conversaciones y acciones cotidianas. De este modo, conrmamos lo dicho en el primer captulo, en cuanto que la EP ha contribuido a ampliar el campo intelec118

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tual de la educacin a nivel latinoamericano y quizs mundial. Por un lado al entender lo educativo ms all de las instituciones escolares, al reconocerle su ineludible carcter poltico; en segundo lugar, enriqueciendo la discusin pedaggica con su propuesta terica y prctica en torno al dilogo cultural e incorporando la potencial categora de la formacin. 2.4 Las prcticas de Educacin Popular del CEAAL Este ltimo apartado resume el informe presentado a la VI Asamblea Ordinaria del CEAAL en agosto del 2004, basado en la Consulta a los centros a partir de un cuestionario al que respondieron la absoluta mayora de los mismos, lo cual garantiza la representatividad de lo que a continuacin se expone17. La presentacin tiene dos partes; inicialmente se presenta una visin panormica de los centros, su antigedad y campos de accin; en segundo lugar, un anlisis de las prcticas educativas, actores e intencionalidades.

17 Atendieron la consulta 118 centros de los siguientes pases donde hay aliados: Argentina (8): Accin Educativa, CANOA, CECOPAL, CEDEPO, CODESEDH, FEC, IDEAS, y SEAP; Bolivia (8): AIPE, AUMM, CEBIAE, IFFI, IIPS, IRFACRUZ, PROCESO y Yanapakuna; Brasil (12): ACAO EDUCATVA, ASSOCENE, CAMP, CECIR - CEPIS, CEDAC, EQUIP, NUPEP, Nova Pesquisa, POLIS, Rede Mulher y UNISINOS (CEDOPE); Colombia (10): ATI, CEPALC, CEPECS, CINEP, COMPROMISO, Foro Nacional por Colombia, FUNCOP, IPC-CPP, KOLPING y SCC; Costa Rica (2) CEDECO y CEP ALFORJA; Cuba (4): APC, Centro M.L. King, CIERI y Sociedad Cultural Jos Mart; Chile (5): CECA, Canelo de Nos, ECO, PIIE y Vicara de Pastoral Social; Ecuador (2): ACJ Y CEPP (2 versiones); El Salvador (7): ALFALIT, ALFORJA / FUNPROCOOP, CENCAPP, CIDEP, Fundacin CIAZO, IMU y Las Mlidas; Guatemala (4): CIEP, COPMAG, PRODESSA y SERJUS; Hait (1): CRAD; Honduras (5): CENCOPH, CIPE Consultores, CCD, COMUNICA e IHDER; Mxico (13): CAMPO, CED, CEE, CEP Parras, CESE, COPEVI, Dinamismo Juvenil, ENLACE, FLASEP, IMDEC, Jaruajperakua, PLAMAC y Tecolote; Nicaragua (6): CANTERA, CECIM, Cenzontle, INIEP, IPADE y SERPAJ Nicaragua; Panam (5): CEALP, CEASPA, CEPAS, Fe y Alegra e ICI; Paraguay (4): Altervida, Callescuela, CECTEC y CPC; Per (12): Alternativa, CADEP JMA, CALANDRIA, CELATS, CENCA, Centro Flora Tristn, CIPA, EDAPROSPO, FOVIDA, IBC, IDS y TAREA; Puerto Rico (1): ISEM; Repblica Dominicana (3): CE MUJER, Centro Poveda y Ciudad Alternativa; Uruguay (3): Fundacin CEP, IDH y MFAL; Venezuela (3): Accin Campesina, Nuevo Amanecer y CESAP.

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Trayectoria y campos de accin de los centros en Educacin Popular Un primer aspecto que vale la pena considerar es la propia antigedad de los centros consultados, dado que constituye un indicador de la continuidad y dinamismo histrico de la Educacin Popular en Amrica Latina. Una primera evidencia: el espectro temporal reejado en la informacin proporcionada por los centros comprende las ltimas cuatro dcadas (19642004), lapso en el cual, a partir del aporte seminal de Paulo Freire, emergi y se ha desenvuelto la corriente educativa popular en el continente, tal como lo evidencia la Grca N 1. Grco 1. CENTROS DEL CEAAL: TIEMPO EN EDUCACIN POPULAR

Como puede apreciarse, la gran mayora de los centros (86) tienen en 2004 ms de 15 aos de existencia y ms de la mitad (62) est entre los 16 y los 25 aos. Es decir, surgieron en la dcada de 1980, perodo en el que la corriente de la educacin popular cobr mayor dinamismo. Slo una tiene menos de 5 aos y 12 entre los 6 y 10 aos, lo que puede interpretarse 120

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como una prdida del mpetu a lo largo de la dcada de 1990, interpretada por diversos educadores y analistas, como una coyuntura de crisis y de redenicin de la educacin popular. El incremento de nuevas aliaciones al CEAAL en el segundo lustro del siglo, tambin puede explicarse por la reactivacin de prcticas y discursos crticos y alternativos en el continente. En cuanto a los campos de accin de los centros, ubicamos las categoras recurrentes en el discurso y totalizamos su frecuencia en la Tabla 1.
CAMPOS DE ACCIN FORMACIN (de dirigentes, de educadores, de promotores, etc.) DESARROLLO (social, comunitario, alternativo...) POLTICAS PBLICAS ORGANIZACINES Y MOVIMIENTOS SOCIALES EDUCACIN POPULAR CIUDADANA Y DEMOCRACIA INVESTIGACIN COMUNICACIN SALUD Y SEGURIDAD ALIMENTARIA GNERO ECONOMA SOLIDARIA Y EMPLEO EDUCACIN DE ADULTOS EDUCACIN ESCOLAR PARTICIPACIN SOCIAL CAPACITACIN TCNICA Y PRODUCTIVA DERECHOS HUMANOS TOTAL 42 31 30 27 23 21 21 20 19 18 17 15 15 14 13 13

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IDENTIDAD Y CULTURA EDUCACIN AMBIENTAL DESARROLLO LOCAL HBITAT PRODUCCIN DE MATERIALES GESTIN PAZ JUVENTUD DERECHO ALTERNATIVO Y JUSTICIA COMUNITARIA PODER LOCAL OTROS SOLIDARIDAD OTROS

13 10 10 9 9 8 6 6 5 5 5 5 18

En primer lugar, se destaca la formacin de dirigentes sociales, de animadores, promotores y otros agentes educativos como campo de accin ms sealado por los centros (42 veces); si agregamos la categora referida a acompaar procesos desde la Educacin Popular (23 centros), encontramos que ms de la mitad de los centros (55%) reconoce que un rasgo de identidad de su quehacer es incidir en la formacin de alguno sujetos decisivos en los mbitos sociales con los cuales privilegian su accin: comunidades locales, organizaciones y movimientos sociales. El segundo campo de accin ms frecuentemente referido es el de la promocin y apoyo al desarrollo (31 veces), al que si agregamos las 10 referencias a desarrollo local, hace que el 34% de los centros estn trabajando en torno a propuestas de desarrollo alternativo, a escala comunitaria, local o regional; esta importancia de lo local corresponde a una de las reas emergentes en el campo de la educacin popular, 122

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estrechamente asociada a las redeniciones polticas de varios sectores de la izquierda poltica y social latinoamericana, as como a los procesos de descentralizacin poltica y administrativa implementados en casi toda Amrica Latina. El tercer campo de accin ms reiterado por los centros es la incidencia en las polticas pblicas (30). Si le sumamos el referido a la construccin de democracia y ciudadana (21), representara una de las tendencias ms fuertes dentro del inters de las ONG de educacin popular en la regin en las ltimas dos dcadas y que expresa un cambio en la manera de entender la opcin poltica de algunos sectores de la izquierda; en el contexto de la transicin democrtica vivida en algunos pases, algunas organizaciones no gubernamentales de educacin popular optaron sumarse a fuerzas progresistas de sus pases en torno a propiciar, profundizar o democratizar la democracia, ya sea a travs de la construccin de ciudadanas crticas, del apoyo o asesora a gobiernos municipales progresistas de la incidencia en la denicin de polticas sociales y educativas, o incluso en su diseo y ejecucin a escala estatal (provincial) y nacional. El acompaamiento educativo y fortalecimiento de organizaciones y movimientos sociales, rasgo histrico de la Educacin Popular tambin parece conrmarse, al ocupar el cuarto lugar (27 casos); dicha tendencia se ratica al cotejarla con el tema de los sujetos (69 referencias) y de las intencionalidades del trabajo educativo de los centros (32 casos). En efecto, pese a que algunas de las deniciones o estrategias de accin poltica han variado, la opcin por los sectores populares de la sociedad contina asumindose desde el apoyo a sus iniciativas asociativas y de movilizacin. Resulta signicativo de los 118 centros, 21 tengan a la investigacin como una de sus reas de trabajo, lo cual expresa la trayectoria y el creciente inters de algunas ONG por la produccin de conocimiento sobre sus los enfoques, las reas, los sujetos y las metodologas en torno a diferentes temticas. Ya sea a travs de investigaciones disciplinarias, de sistematizaciones de experiencias, de investigaciones y diagnsticos participativos, algunos centros han alcanzado un reconocimiento en este campo, desde el cual ofrecen asesoras, for123

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macin e informacin tanto a organizaciones de base como a instituciones gubernamentales y centros acadmicos. Otras temticas como la comunicacin, la salud y la seguridad alimentaria y el gnero aparecen con una frecuencia de 20, 19 y 18 casos, respectivamente. La primera ha sido un rea de trabajo concomitante a la educacin popular, al compartir presupuestos como la crtica al papel de los medios masivos y la apuesta por formas de comunicacin alternativa a la hegemnica; con su especicidad tcnica y su propio mrito, la comunicacin ha sido y contina siendo valorada como una estrategia educativa, as como la educacin es asumida como experiencia comunicativa. La salud, en particular la salud sexual y la seguridad alimentaria, son temas que han cobrado relevancia ante el incremento de las enfermedades de transmisin sexual y aumentan los indicadores de pobreza en el continente con sus secuelas de hambre y desnutricin; los comedores y otras alternativas colectivas han sido experiencias muy cercanas a la educacin popular y en algunos pases han sido adoptados por los gobiernos nacionales y municipales progresistas. Ms que un tema o rea de trabajo, el enfoque de gnero ha venido cobrando fuerza durante las ltimas dcadas dentro de los discursos y prcticas de la Educacin Popular; en consecuencia, muchos centros, cuyos sujetos de accin son mujeres y jvenes han venido involucrando el gnero institucionalmente como reas de trabajo especica o un eje transversal que atraviesa los dems programas y proyectos. Otro campo de trabajo que cobra fuerza es el de la generacin de alternativas econmicas (17 centros). Al igual que la capacitacin tecnolgica, productiva y de gestin (13 casos), ello expresa la tendencia de generar alternativas a las consecuencias econmicas y sociales del modelo neoliberal, que adems de deteriorar la capacidad adquisitiva y la calidad de vida de los ya empobrecidos, arroj al desempleo o a la precariedad econmica a otros sectores de poblacin en la mayora de pases de la regin. El trabajo en la educacin formal tambin es mencionado 17 veces. En las ltimas dcadas, varios centros de educacin popular pasaron a intervenir en escenarios del sistema 124

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educativo formal, trasladando y recreando el cumulado pedaggico generado en otros espacios educativos y apoyando la capacitacin de docentes y asesora gobiernos locales (y algunos ministerios nacionales) en el mejoramiento de la calidad educativa; otros, tambin pretenden incidir en la denicin u orientacin de las polticas educativas. Por ltimo, cabe sealar que reas clsicas de la Educacin Popular como la educacin de jvenes y adultos (15), el fomento de la participacin social (14), la promocin y educacin en derechos humanos (13), el desarrollo y el poder local (15) y el hbitat (10), mantienen una presencia signicativa, junto a otros temas emergentes como la identidad y memoria (13), la ecologa y la educacin ambiental (10), la paz y la convivencia (6), el derecho alternativo (6) y los jvenes (6) como temtica y poblacin sujeto de las acciones de los centros. En n, destacamos cierto equilibrio entre los campos de accin clsicos de la Educacin Popular (formacin de dirigentes y animadores en organizaciones y movimientos sociales, alfabetizacin y educacin de adultos, comunicacin alternativa, derechos humanos...) y las problemticas emergentes, tambin visualizadas por los debates actuales como formacin de ciudadana, incidencia en polticas pblicas, gnero, desarrollo alternativo y ecologa. Lo emergente no ha signicado un desplazamiento del acumulado histrico, sino su ampliacin, dado que las reas y lneas de accin de los centros generalmente articulan viejas y nuevas temticas y enfoques, como por ejemplo formacin de lderes en perspectiva de gnero y el fomento a organizaciones de jvenes. Las prcticas educativas de los centros aliados La segunda pregunta en el cuestionario de la Consulta apuntaba a que los centros describieran las que consideraban prcticas educativas, en cuanto a intencionalidades, sujetos y formas especcas de accin educativa. Un primer hecho signicativo es que la mayora de las organizaciones consider como educativas todas sus lneas de accin, mientras que slo unas pocas las circunscribi a prcticas convencionalmente educativas, como la formacin, las escuelas de liderazgo o la actualizacin de docentes. 125

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A continuacin abordaremos, en su orden, las intencionalidades maniestas (como nes, propsitos, objetivos) de las prcticas educativas de los centros, los sujetos a los cuales estn dirigidas o con quienes se desarrollan y las estrategias metodolgicas o pedaggicas ms utilizadas. La Grca 2 sobre intencionalidades de los centros, conrma las tendencias identicadas en cuanto a campos de accin. En primer lugar, la vocacin de la EP en la constitucin de los sectores populares como sujetos a travs del fortalecimiento de sus organizaciones y movimientos en torno a los cuales articulen sus intereses y voluntades (32 casos). Los propsitos de Formar lideres y dirigentes sociales ((18 veces) y de Promover la participacin social (27 veces) apuntan en la misma direccin de potenciar la capacidad de individuos y colectivos sociales para generar y orientar autnomamente alternativas de participacin, organizacin y accin.

La segunda intencionalidad ms frecuentemente sealada es la agrupada bajo la categora Generar conocimiento y pensamiento crtico, que incluye propsitos tales como problematizar los modos de ver e interpretar la realidad, desarrollar conciencia crtica, propiciar generacin de conocimiento y transformar la visin y la prctica de los sujetos involucrados. 126

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Dichos propsitos evidencian la identidad propiamente pedaggica de la EP y en la cual posee su mayor acumulado conceptual y metodolgico. La intencionalidad denida como Incidir en poltica pblica ocupa el cuarto lugar en frecuencia con 23 referencias, ratica lo dicho en el numeral anterior con respecto a que una de las principales reorientaciones de la concepcin y accin poltica de los centros fue pasar de un enfoque ms contestatario y de impugnacin de las polticas estatales, a un enfoque ms propositivo, al reconocerlas como un escenario en disputa por parte de los diferentes actores sociales. Los propsitos de construir ciudadana, fortalecer lo pblico y profundizar la democratizacin (16 referencias), corresponden al mismo sentido de apertura en la concepcin y accin poltica de los centros y, por tanto, pueden interpretarse en la misma clave. Promover desarrollo y poder local aparece como una intencionalidad comn a 21 centros. Como se seal, esta tendencia ha sido favorecida por las polticas de descentralizacin y de ampliacin de espacios de participacin promovidas a travs de reformas constitucionales acaecidas en varios pases del continente; as stas hayan sido interpretadas tambin como expresin del reacomodo estatal que requiere el modelo neoliberal, la posibilidad de eleccin directa de autoridades locales, municipales y departamentales (provinciales o estatales) tambin ha sido asumida como oportunidad poltica de organizaciones, movimientos y otros actores populares para ejercer el gobierno conforme a sus convicciones y criterios. La intencionalidad de posicionar la identidad, conciencia y perspectiva de gnero que aparece 15 veces, tiene su explicacin en el creciente pero an insuciente reconocimiento de las mujeres como sujetas sociales e incorporacin de la perspectiva de gnero en las diferentes reas del campo popular y alternativo. Dicha opcin, hoy no es exclusiva de feministas ni de mujeres, en la actualidad es una dimensin ineludible en cualquier propuesta social, econmica, poltica y cultural que se pretenda emancipadora. Otra de las nalidades expresadas por algunas organizaciones (13 referencias) es la de Mejorar la calidad de prcticas 127

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educativas escolares, dado su reciente inters por la escuela, la formacin de sus profesores y la incidencia en las polticas educativas, por las razones ya sealadas en el numeral anterior. Lo cierto es que, como lo sealan varios especialistas, la educacin en particular los sistemas educativos nacionales son un escenario privilegiado en la construccin del futuro de Amrica Latina; no por casualidad, el Banco Mundial y las grandes agencias mundiales de desarrollo, han buscado incidir decisivamente en el contenido de las polticas de este sector. Por ltimo, intencionalidades asociadas a la generacin de alternativas econmicas y tecnolgicas, a mejorar la calidad de vida de la poblacin, a mejorar capacidad de autogestin, a fomentar desarrollo alternativo y a promover la agroecologa, van ocupando un lugar importante, junto a las ya histricas de promover derechos, promover identidad y cultura, constituir sujetos y promover la justicia y la equidad, en un contexto de creciente empobrecimiento y exclusin social que exige propuestas y acciones concretas e inmediatas de generacin de alternativas econmicas y sociales viables y sostenibles. Saber cules son los sujetos a los que estn dirigidos las lneas, programas y proyectos de los centros, nos permite reconocer en qu medida las continuidades y cambios en las concepciones, campos y propsitos de las organizaciones se expresan en las poblaciones que se privilegian en el desarrollo de sus prcticas educativas. Esta informacin nos la proporciona la grca 3. En consecuencia con la historicidad e intencionalidades de los centros aliados, vuelven a ser los dirigentes sociales, as como las organizaciones y movimientos sociales, los actores principales de su accin educativa, con 69 frecuencias cada uno. Si se considera que la Educacin Popular se gest y ha estado ligada a la accin colectiva popular y que se ha denido como una pedagoga de los movimientos sociales, se entiende esta marcada insistencia en considerarlos como los destinatarios principales de su trabajo. Un segundo grupo importante de actores asumidos como destinatarios o partcipes de los programas y proyectos de los centros del CEEAL, son las mujeres (51 referencias) y los jvenes (50 referencias), tendencia que coincide con el reco128

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nocimiento generalizado en otros mbitos del conocimiento y accin social, de su creciente visibilidad en las dos ltimas dcadas. A pesar de existir empricamente, no se les haba visibilizado, dado el imaginario de actor social predominante en la izquierda latinoamericana, dentro del cual la lectura clasista de la sociedad posibilitaba reconocer slo a los sujetos colectivos denidos por su posicin socioeconmica.

Algo similar puede decirse de los indgenas y afrodescendientes; pese a su innegable existencia ancestral y su peso demogrco en algunos pases como Bolivia, Per, Guatemala y Mxico, eran invisibles como actores sociales no slo para los gobiernos sino tambin por las izquierdas clsicas; ello se expresa en que en 11 de los centros aparezcan como partcipes o destinatarios de sus prcticas educativas. Un nuevo actor de las prcticas educativas populares es el de instituciones, autoridades y funcionarios estatales, referidos en 38 ocasiones. El cambio de concepcin poltica, as como las transformaciones en los contextos polticos antes sealados, ha trado consigo la incorporacin como sujetos de accin 129

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educativa, a categoras sociales inimaginables en el discurso fundacional de la Educacin Popular; era el caso de las instituciones e individuos pertenecientes al aparato estatal, vistos como representantes del poder que se combata y se quera transformar, pero que hoy son considerados por algunos centros como agentes con incidencia en la generacin y ejecucin de polticas pblicas que afectan los sectores sociales a los que estn dirigidos sus acciones. Los profesores (28 referencias) y las propias instituciones educativas (11 referencias) han pasado a ser destinatarios de las prcticas educativas de algunos centros que han incursionado en el campo de la educacin formal, en particular del fortalecimiento pedaggico de las escuelas pblicas. El acumulado conceptual y metodolgico de la Educacin Popular, recontextualizado en estos mbitos, ha contribuido en algunos pases, no slo a incidir en la denicin de polticas educativas y de formacin docente, sino tambin a contribuir en la transformacin de las prcticas pedaggicas en las instituciones escolares. Finalmente, encontramos la persistencia de actores clsicos de las prcticas educativas populares como lo son los propios animadores y agentes educativos de base, los estudiantes de educacin bsica jvenes y adultos, los pobladores y los campesinos, as como otros actores que empiezan a incorporarse paulatinamente a la accin de los centros como son los microempresarios, los consumidores, cooperativistas, profesionales y universidades. De este modo, podemos armar que el espectro de los sujetos educativos de los centros aliados es sumamente amplio y variado, conforme lo son sus reas de accin y sus propsitos. Un aspecto sobre el cual la consulta arroj informacin signicativa es el de las modalidades de accin educativa de los centros; es decir, sus estrategias y dispositivos pedaggicos con ms peso en el desarrollo de sus campos de accin y con los actores previamente descritos. La grca 4 nos presentan la informacin al respecto, y sobre las cuales aremos las siguientes consideraciones. Como puede apreciarse, unas categoras se reeren a modalidades, lneas o mbitos de accin educativa de los cen130

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tros (por ejemplo, capacitacin, formacin de animadores, alfabetizacin, fortalecimiento a organizaciones o investigacin), y otras se reeren a formas o maneras como se llevan a prctico dichas acciones (por ejemplo: talleres, cursos o educacin a distancia). En uno y otro caso, el repertorio de estrategias de accin educativa ms frecuente es limitado; generalmente las organizaciones capacitan y forman a travs de eventos especcos como talleres (dispositivo pedaggico por excelencia de la Educacin popular), cursos y seminarios, pero tambin de propuestas ms estructuradas y permanentes como Escuelas y programas de formacin, ciclos y diplomados, las cuales, podemos suponer a partir de nuestra propia experiencia, garantizan una ecacia mayor.

Los contenidos son variados y generalmente asociados a los campos de accin ya descritos o a las perspectivas doctrinales, conceptuales y polticas en las que se posicionan los centros. Las denominaciones de las modalidades asumidas suponen niveles de profundidad y alcance educativo diferente; as por ejemplo, la formacin est orientada a destinatarios que se quieren potenciar integralmente como sujetos, mientras la capacitacin se reere a la adquisicin de conocimientos, habilidades y competencias especcos. 131

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Vale la pena destacar que algunas de las organizaciones realizan directamente prcticas educativas formales, sea con jvenes y adultos o con nios (25), mientras que otras se han especializado en el acompaamiento y apoyo a organizaciones sociales o a otras instituciones educativas y sociales; estas ltimas desarrollan sus prcticas educativas va la investigacin, la produccin de materiales, las asesoras y la sistematizacin de experiencias. Son ms bien escasas las referencias a acciones educativas realizadas por los centros, apoyndose en las nuevas tecnologas de la comunicacin o en los medios masivos. Es interesante destacar que 5 organizaciones desarrollan programas de educacin a distancia y dos realizan campaas divulgativas, seguramente apoyadas en estrategias mediticas. 2.5 Balance y perspectivas de la Educacin Popular Hecho este recorrido por las temticas que conguran hoy las coordenadas de la EP en Amrica Latina desde la produccin documental y las prcticas de los centros del CEAAL, slo resta insistir en algunas ideas fuerza que atraviesan el balance y sealar algunas recomendaciones para continuar el camino, teniendo como contexto la coyuntura actual de la regin. Al comenzar el siglo XXI, la EP se ha consolidado como un campo de accin y reexin tanto por su carcter de corriente pedaggica como por ser un movimiento cultural. En la construccin de dicho campo, el CEAAL ha jugado un papel central, que debe mantener a travs de sus redes, eventos y publicaciones. Sus mayores desafos provienen de los cambios en el contexto latinoamericano y de la necesidad sistematizacin y elaboracin conceptual sobre sus prcticas. El entusiasmo en torno a los procesos de democratizacin en casi todos los pases del continente que marc los discursos de la Educacin Popular a comienzos de ltima dcada del siglo XX, se ha venido resquebrajado frente a la evidencia de las crecientes desigualdades e injusticias que ha trado la implantacin generalizada del modelo neoliberal. Transcurridas dos dcadas de la aplicacin de las polticas de ajuste, los indicadores de desigualdad social se han disparado en todos los 132

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pases, la pobreza, el desempleo y la informalidad pasaron a ser los rasgos predominantes del mundo laboral. Frente a este deterioro de las condiciones de vida de la mayor parte de la poblacin de Amrica Latina, y frente a medidas lesivas contra la soberana nacional, desde mediados de la ltima dcada del siglo XX y en lo que va del XXI se han reactivado las ms diversas expresiones de protesta. El continente se empieza a despertar con los movimientos indgenas y campesinos en pases como Ecuador, Bolivia, Brasil, Colombia, y Mxico; en Argentina, los piqueteros, las asambleas barriales y la movilizacin de las clases medias y populares contra el sistema nanciero, renuevan las esperanzas en torno a la accin colectiva. Los Foros Sociales Mundiales que comenzaron a reunirse a partir de 2001, expresan y aglutinan estos aires de cambio en torno a la consigna Otro mundo es posible. Este incremento y diversicacin de estrategias de lucha social y emergencia de nuevos actores sociales, as como de reactivacin de la izquierda social y poltica, han planteado a la EP el desafo de reasumir su papel como pedagoga critica. Estas demandas se expresan en una serie de desafos ineludibles a quienes trabajan desde la EP que garantizan su vigencia y potencial transformador y que a continuacin sealo:18 A. La EP debe continuar y anar la lectura crtica de la realidad. Por un lado, desde una apertura a diferentes tradiciones y perspectivas de pensamiento crtico; por ejemplo, los enfoques interculturales y los estudios culturales crticos. Por el otro, analizando las diferentes escalas espaciales y temporales como se expresan y afectan los fenmenos mundiales y continentales a los singulares contextos y prcticas educativas. B. La EP debe fortalecer su perspectiva crtica y utpica. En coherencia con el pensamiento de Freire, la EP debe retomar su tradicin de denuncia y el de anuncio de otras posibilidades de convivencia social y poltica. En una poca de desencanto y desesperanza, la EP, sin abandonar su mirada crtica, debe incorporar con mayor fuerza su potencial de es18 Versin personal de los aportes de los Centros en la Consulta, de los acuerdos de la Asamblea General de CEAAL y de las propuestas de algunos educadores populares latinoamericanos, publicadas en La Piragua N 21 (2004).

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peranza y su dimensin tica: En este mbito, el desafo es el de trazar nuevos mapas cognitivos y crear renovados cdigos interpretativos que permitan leer la realidad desde una ptica crtica, pero edicante (Magendzo, 2004: 6). 1. La EP debe retomar su papel en la generacin de conocimiento y pensamiento desde su especicidad pedaggica. Retomando la senda iniciada por Paulo Freire se le pide a la EP contribuir en la construccin de paradigmas alternativos al discurso hegemnico neoliberal, desde lo que le es propio: el campo educativo; es decir, la sistematizacin y reexin permanente de sus prcticas. 2. Mayor articulacin de la EP a los movimientos sociales y otros actores colectivos, como contribucin a la construccin democrtica. Ello implica generar sinergias entre los centros de EP, movimientos sociales y poblaciones y culturas emergentes como es el caso de los emigrantes, los desplazados internos y los jvenes. 3. Continuar haciendo presencia en el sistema educativo formal. La trayectoria y opcin tica y poltica de la EP tiene mucho que aportar en el mbito escolar, mxime cuando los discursos gerenciales y funcionales al capitalismo se reencauchan. La poltica extendida en el continente, de denir proyectos educativos institucionales y el generalizado malestar docente frente a la prdida de sentido del mundo escolar, pueden ser ocasin para generar instituyentes desde el potencial transformador de la EP. As mismo, promover en la escuela una educacin intercultural y el dilogo crtico de saberes. 4. La EP debe reactivar los espacios y procesos de formacin de educadores populares de base. Al constatar que hay una renovacin de los movimientos sociales y un relevo generacional en las ONG y las organizaciones sociales, se deben generar estrategias amplias de formacin de educadores y lideres sociales sobre los fundamentos y metodologas de las pedagogas crticas. Para potenciar la formacin de sujetos individuales y colectivos de cambio, deben establecerse alianzas entre centros de EP y movimientos sociales. 134

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5. Contribuir en la lucha contra toda forma de discriminacin, reposicionando las perspectivas de gnero, de derechos humanos y ambientalistas dentro de las practicas y discursos de la EP. Ms que transversales, estas temticas deben estar explcitas, tanto en las prcticas educativas como en la vida cotidiana de los centros educativos y movimientos sociales. La interculturalidad crtica (Walsh, 2002) es un enfoque con el cual la Educacin Popular puede enriquecer su mirada y sus prcticas. 6. Continuar trabajando en torno a la democratizacin de nuestros pases a travs de la educacin ciudadana, la incidencia en polticas pblicas y la construccin de poder local. Ello sin perder de vista el sentido crtico y transformador de la EP, as como su opcin por los sectores subalternizados y excluidos de la sociedad. 7. Incidir en las iniciativas de alfabetizacin y la educacin de adultos, campo en el que la EP posee un rico acumulado conceptual y metodolgico, temtica que se vuelve a posicionar en un escenario importante en Amrica Latina. Como proyecto cultural y poltico, los horizontes y desafos de la EP no se agotan a corto y mediano plazo; optar por lo popular, como la arma la cubana Esther Prez (2000) es una apuesta a largo plazo. Por ahora, es urgente reanudar las discusiones dentro del CEAAL y otras redes de organizaciones que orientan sus acciones desde la EP. Con lo dicho, es indudable que la EP tiene una nueva oportunidad histrica de contribuir desde su acumulado pedaggico y poltico a que otro mundo sea posible, junto con los viejos y nuevos sujetos de la resistencia y la construccin de alternativas.

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Comandante Hugo Rafael Chvez Fras Presidente de la Repblica Bolivariana de Venezuela Universidad Bolivariana de Venezuela Autoridades Universitarias ngel Moro Rector Encargado Sergio Garca Vicerrector Territorial Jos Berros Secretario General Maritza Capote Directora General de Produccin y Recreacin de Saberes Carina Salazar Coordinadora Nacional de Investigacin Lezy Vargas Coordinadora Nacional de Estudios Conducentes a Grado Anabel Villarroel Coordinadora Nacional de Estudios no Conducentes a Grado Direccin General de Promocin y Divulgacin de Saberes de Saberes / Coordinacin de Ediciones y Publicaciones Jos Gregorio Linares Director General de Promocin y Divulgacin de Saberes Humberto Gmz Garca Coordinador Rafael Galndez Cerezo Supervisor de Produccin Rafael Acevedo Supervisor del Taller de Impresos Luis Lima Hernndez Supervisor Produccin Creativa Tibisay Rodrguez Correccin de estilo Ariadnny Alvarado / Edgar Sayago Diseo y Diagramacin Freddy Quijada Fotolito Hernn Echenique / Csar Villegas Ivn Zapata / Richard Armas Impresin Alcides Gonzlez Guillotina Rotgen Acevedo Doblador Odalis Villarroel / Ana Segovia / Carmen Aragot Encuadernacin Yuri Lucksi Distribucin Manuel Hernndez Archivo y Almacn

Coordinacin de Ediciones y Publicaciones / Imprenta UBV 1000 ejemplares Mayo 2011

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