Tertuliano - APOLOGIA

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APOLOGA DE QUINTO SEPTIMIO FLORENTE TERTULIANO, PRESBTERO DE CARTAGO.

Escrita en Roma, ao doscientos de Cristo, nuestro Seor, contra los gentiles en defensa de los cristianos DIRIGIDA AL SENADO.

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APOLOGETICUM CAPITULO I. --- QUE ES INJUSTA LA PERSECUCIN QUE CONDENA LA RELIGIN CRISTIANA ANTES DE SER ODA. CAPITULO II. ---QUE ES PERVERSO EL ESTILO QUE SE OBSERVA EN LA CONDENACIN Y ABSOLUCIN DE LOS CRISTIANOS. CAPITULO III. --QUE LOS JUECES SOLAMENTE CONDENAN EN LOS CRISTIANOS EL NOMBRE. CAPITULO IV. --QUE PUEDE ERRAR EL EMPERADOR Y EL SENADO QUE HACEN LAS LEYES, Y QUE ES BIEN REPURGARLAS ALGUNA VEZ. CAPITULO V. ---QUINES FUERON LOS EMPERADORES QUE FAVORECIERON PERSIGUIERON LOS CRISTIANOS. CAPITULO VI. --CUANTO HAN DEGENERADO LOS ROMANOS DE LA ANTIGUA PIEDAD Y DE LAS LEVES DE SUS MAYORES. CAPITULO VII. -QUE DE LOS DELITOS OCULTOS QUE SE IMPUTAN LOS CRISTIAROS NO SE HA HALLADO OTRO TESTIGO SINO EL VANSIMO DE LA FAMA. CAPITULO VIII. -QUE LOS DELITOS QUE SE IMPUTAN LOS CRISTIANOS, NO SLO SON FALSOS, SINO INCREBLES. CAPITULO IX. ---QUE ESTOS DELITOS DE QUE INFAMAN LOS CRISTIANOS LOS COMETEN LOS GENTILES, UNOS EN SECRETO, OTROS EN PBLICO. CAPITULO X. ----QUE SON FALSSIMOS LOS DIOSES QUE ADORAN LOS GENTILES. CAPITULO XI. ---QUE SON VANSIMAS LAS CAUSAS POR QUE CREEN LOS GENTILES QUE FUERON DIOSES LOS QUE ERAN HOMBRES. CAPITULO XII. --QUE ES AJENO DE TODA RAZN ADORAR POR DIOSES LOS DOLOS Y SIMULACROS. CAPITULO XIII. -QUE LOS GENTILES BURLAN Y DESPRECIAN LOS MISMOS DIOSES QUE ADORAN. CAPITULO XIV. -QUE LOS POETAS Y FLOSOFOS TAMBIN ESCARNECEN Y HACEN BUBLA DE SUS DIOSES. CAPITULO XV. --CUN TORPES COSAS SE REPRESENTAN DE LOS DIOSES EN LOS TEATROS DE LAS COMEDIAS Y EN LOS ESPECTCULOS. CAPITULO XVI. -QUE LOS CRISTIANOS NO ADORAN LA CABEZA DEL JUMENTO, NI PALOS DERECHOS, NI AL SOL NI NONICHITES. CAPITULO XVII. QUE LOS CRISTIANOS SOLAMENTE ADORAN UN DIOS QUE NADIE PUEDE IGNORAR. CAPITULO XVIII. QUE LA SACHADA ESCRITURA SE TRADUJO EN LENGUA GRIEGA POR DILIGENCIA DE PTOLOMEO FILADELFO. CAPITULO XIX. - QUE LA ANTIGEDAD DE LA ESCRITURA SAGRADA SE PRUEBA POR LA EDAD DE MOISS Y LA SUPUTACIN DE LOS TIEMPOS. CAPITULO XX. --QUE LAS ESCRITURAS SAGRADAS SE PRUEBA SER DIVINAS POR LA VERDAD DE LOS SUCESOS QUE ANUNCIAN. CAPITULO XXI. -DE CRISTO NUESTRO SEOR. CAPITULO XXII. DE LOS DEMONIOS, DE SUS FUERZAS Y DE SUS ACCIONES. CAPITULO XXIII. QUE LOS FANTASMAS DE LOS MAGOS, Y LOS PRODIGIOS QUE HACEN LOS DIOSES, SON ENCANTOS DEL DEMONIO. CAPITULO XXIV. QUE LOS CRISTIANOS NO INCURREN EN CRIMEN DE OFENDIDA RELIGIN, SINO LOS QUE ADORAN MUCHOS DIOSES. CAPITULO XXV. -QUE ES FALSA LA PRESUNCIN DE LOS ROMANOS CON QUE PIENSAN HAN OCUPADO EL IMPERIO DEL MUNDO POR EL CUIDADO QUE HAN TENIDO EN LA VENERACIN DE LOS DIOSES. CAPITULO XXVI. QUE SOLO DIOS, CUYO ES EL MUNDO, DA A LOS PRNCIPES LOS REINOS. CAPITULO XXVII. QUE LOS DEMONIOS INCITAN LOS GENTILES CONTRA LOS CRISTIANOS; QUE AUNQUE LES ESTN SUJETOS TIENEN CONTUMACIA DE ESCLAVOS. CAPITULO XXVIII- QUE EL DEMONIO HA INGENIADO OTRO PRETEXTO PARA FORZARNOS SACRIFICAR. CAPITULO XXIX. ---- QUE LOS DIOSES NO PUEDEN AYUDAR AL CSAR NI OTRO, Y QUE EN ESTO SON LOS CSARES MS VENERABLES QUE ELLOS. CAPITULO XXX. ---- QUE LOS CRISTIANOS PIDEN CON HUMILDAD A DIOS VERDADERO LA SALUD DE LOS EMPERADORES; QUE ES SOLAMENTE EL QUE LA TIENE. CAPITULO XXXI. ---- QUE LOS CRISTIANOS QUE RUEGAN POR SUS ENEMIGOS HAN DE ROGAR POR LOS EMPERADORES.

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CAPITULO XXXII. ---- QUE HAY OTRA RAZN POR QU LOS CRISTIANOS RUEGUEN DIOS POR EL EMPERADOR, Y NO JUREN POR SUS GENIOS, SINO POR SU VIDA. CAPITULO XXXIII. ---- QUE EL EMPERADOR NO ES DIOS, SINO PURO HOMBRE. CAPITULO XXXIV. ---- QUE NUNCA SE HA DE LLAMAR DIOS AL EMPERADOR, NI TAMPOCO SEOR, SINO EN LA COMN SIGNIFICACIN. CAPITULO XXXV. ---- QUE LOS CRISTIANOS EL DA DE LAS FIESTAS DEL CSAR LE DAN MAYORES HONRAS QUE LOS GENTILES. CAPITULO XXXVI. ---- QUE LOS CRISTIANOS TIENEN OBLIGACIN DE AMAR, NO SOLAMENTE LOS EMPERADORES, SINO TODOS LOS HOMBRES. CAPITULO XXXVII. ---- QUE LOS CRISTIANOS NO DAAN NINGUNO, AUNQUE PUEDAN TOMAR VENGANZA. CAPITULO XXXVIII. ---- QUE LAS JUNTAS DE LOS CRISTIANOS NO SE HAN DE CONTAR ENTRE LAS CONGREGACIONES ILCITAS. CAPITULO XXXIX. ---- DE LA ENSEANZA Y EJERCICIOS QUE TIENEN LOS CRISTIANOS EN SU IGLESIA CONGREGACIN. CAPITULO XL. ---- QUE LAS CALAMIDADES NO SUCEDEN AL MUNDO NI AL IMPERIO POR OCASIN DE LOS CRISTIANOS, COMO DICEN LOS GENTILES. CAPITULO XLI. ---- QUE LOS GENTILES SON LA CAUSA DEL DIVINO ENOJO ADORANDO LAS ESTATUAS Y DESPRECIANDO AL DIOS VERDADERO. CAPITULO XLII. ---- QUE LOS CRISTIANOS NO SON HOMBRES INFRUCTUOSOS PARA LA REPBLICA, COMO DICEN LOS GENTILES. CAPITULO XLIII. ---- QUINES SON LOS QUE SE QUERELLAN DE LOS CRISTIANOS LLAMNDOLOS INFRUCTUOSOS. CAPITULO XLIV. ---- DE LOS DAOS QUE RECIBE LA REPBLICA CON LA MUERTE DE LOS CRISTIANOS. CAPITULO XLV. ---- QUE EN SOLOS LOS CRISTIANOS SE HALLA LA INOCENCIA DE LA VIDA. CAPITULO XLVI. ---- QUE LA LEY CRISTIANA NO ES NUEVA ESCUELA DE FILOSOFA, Y QUE LOS FILSOFOS NO ENSEAN LA VERDAD ENTERA, SINO QUE LA REMEDAN. CAPITULO XLVII. ---- QUE TODOS LOS FILSOFOS BEBIERON ALGO DE LA FUENTE DE LA SAGRADA ESCRITURA. CAPITULO XLVIII. ---- DE LA RESURRECCIN DE LOS MUERTOS. CAPITULO XLIX. ---- QUE LOS GENTILES LLAMAN PRESUNCIONES EN LOS CRISTIANOS LO QUE EN LOS FILSOFOS Y POETAS SUMA SABIDURA. CAPITULO L. ---- DE LA VICTORIA DE LOS CRISTIANOS EN LOS TORMENTOS.

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CAPITULO I. ---- QUE ES INJUSTA LA PERSECUCIN QUE CONDENA LA RELIGIN CRISTIANA ANTES DE SER ODA. Si no es lcito vosotros, oh jueces (1) del imperio romano!, mirarnos en presencia vuestra, en el Consistorio pblico y universal del alto Monte Capitolio, en cuya eminencia asists como presidente del tribunal, y examinar en audiencia pblica la causa de cristianos para que lquidamente conste qu calidad de mrito tiene esta profesin; si slo este linaje de causa teme |136 la autoridad de las leyes, se avergenza de que se vea clara luz la diligencia de su justicia; si finalmente pretende esa atencin cuidadosa con que se estudia nuestra persecucin, valindose de indicios de nuestros mismos domsticos (2), como estos das ha sucedido (3), cerrar el camino la defensa, sale lcito la verdad por el arcaduz oculto de estas secretas letras llegar vuestros odos. Bien podis leer con desembarazo este papel, que no es splica de culpas, ni recomendacin de la causa; pues ya sabe nuestra religin su destino: que ha de vivir destituida de amparo en la tierra peregrina, opugnada de gentiles, entre enemigos odiosa. No extraa que no se trate como las causas terrenas la que es toda celestial; que ya sabe que su linaje, su solaz, su esperanza, su dicha y dignidad la tienen en la altura de los cielos; slo algunas veces procura que no sea condenada sin ser primero conocida. Pero qu puede perder en oir las leyes, oyendo en su imperio mismo con el poder en la mano, pues el oir ni las desarma, ni fuerza? Por ventura es crdito mayor de la potestad de la ley condenar la verdad sin ser oda? Porque condenando sin oir, ms del escndalo que esta iniquidad granjea, quedis en la opinin de los cuerdos manifiestamente sospechosos de que por eso condenis sin oir, porque oyendo no pudierais condenar. Esto es (4) lo primero que pedimos que se advierta |137 en nuestra causa (5): el aborrecimiento que tiene la maldad contra slo el nombre cristiano, ni examinado ni odo. La iniquidad de este odio con las disculpas se carga; con ttulo de la ignorancia se excusa, que ms agravantemente le condena. Qu cosa puede haber tan inicua como aborrecer lo que se ignora, aun cuando las cosas son de su naturaleza aborrecibles (6)? Entonces una cosa merece aborrecimiento, cuando despus de examinada halla el juicio en ella la razn por que le merece. No teniendo, pues, noticia del demrito, cmo se puede el odio justificar? La justicia no condena acaso por lo que puede ser, sino por lo que conoce. Aquellos, pues, que aborrecen porque ignoran la calidad de la cosa aborrecida, por qu no pueden sospechar (si lo ignoran) que es bueno lo que aborrecen, que injustamente aborrecen lo que ignoran? Con cualquier parte del antecedente la otra redarguy que bien se infiere que los que detestan la religin cristiana la aborrecen porque no la conocen, y que injustamente la persiguen los que mientras la ignoran la aborrecen. Excusar el odio con la ignorancia es confesar la iniquidad, siendo la ignorancia nica causa del odio; que si los gentiles le renuncian cuando comienzan conocer nuestra religin, querer ignorar siempre es gana de aborrecer, y fomento del aborrecimiento el desvo de la noticia. Si los que examinan despacio nuestro instituto lo profesan, bien se conoce que la ignorancia induce el odio si la noticia influye amor. De estos que llegan |138 conocernos se hacen los cristianos, los cuales, conociendo lo que ignoraron, aborrecen lo que profesaron y profesan lo que aborrecieron; y son tantos los que han llegado, como vosotros lastimados lo admiris con asombro. Gritis que ya esta cercada Roma, viendo que no hay campo (7), ni isla, ni castillo que no est llena de cristianos: pensis que os ha llegado la ltima calamidad viendo que se pasa nuestra religin todo sexo, toda edad, toda condicin de gente, y la ms lucida nobleza; mas este comn aplauso no despierta en vuestros nimos algn reparo para sospechar si hay algn misterio escondido en la religin que mueve tantos? Esta atraccin tan prodigiosa no os dispone para sentir mejor de nosotros, ni inclina la voluntad querer experimentar de cerca este secreto. Slo en esto se entorpece la curiosidad humana. Suele el ingenio curioso deleitarse con la sabidura de un secreto cuando la alcanza; mas vuestro entendimiento es tan grosero, que slo con la ignorancia ciega se recrea. Cunto mejor hubiera culpado Anacarsis (8) estos imprudentes, si viera que |139 el que ciegamente ignora, censura al que sabe la religin que profesa, que culp al otro que, no sabiendo msica, quiso corregir un msico perito. Pero estos quieren ignorar, porque se prendaron en aborrecer; que si se dieran por desengaados, se haban de mostrar corregidos. Y entendiendo yo que antes bien se perjudican ellos en no querer conocer esto que conocido no poda ser odiado; porque si poniendo esta causa al examen del juicio se hallase ser buena, tendran esta comodidad de renunciar un injusto aborrecimiento, y si se hallase culpable, podran justificar entonces el odio con la autoridad de la misma justicia que examin para no disminuir y durar en el aborrecimiento. Pero decs que no es prueba eficaz de la bondad de la religin el convertirse ella muchos; porque en edad tan estragada ms son los que se acomodan la maldad que la virtud. Oh, cuntos ms son los apstatas del bien! Esto quin lo niega? Pero tan fcilmente se conoce el mal, que lo que verdaderamente es malo lo conocen as aun los mismos viciosos que viven arrastrados de su pasin (9). A todo mal lo colore la naturaleza con vergenza con miedo. El empacho y el temor son manchas que escupe al rostro la maldad como seas de la conciencia maligna. Los malhechores rehsan andar en pblico, procuran esconderse (10); presos, tiemblan; acusados, niegan; en el tormento con facilidad confiesan, condenados se entristecen, sentenciados se descargan, aun cuando padecen la pena por el delito que confesaron, apartan de s la culpa, atribuyendo la

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fealdad de la maldad la fuerza de la |140 estrella de su hado (11). No quieren conocer por suyo el delito mismo que confiesan; que los mayores facinerosos con un natural desvo huyen de ser tenidos por autores de lo malo. Esto no sucede as al cristiano: ninguno se avergenza de serlo, ni tiene otra pena sino porque antes no lo ha sido; si lo prenden se honra, si le acusan no se defiende, si le preguntan confiesa, si le condenan da gracias. Cmo ser, pues, malo aquello que no tiene las propiedades naturales de la maldad que son temor, vergenza, tergiversacin, pena, llanto?Qu calidad, pues, de maldad es esta que los cristianos cometen, donde los delincuentes blasonan del delito, los reos se gozan, la acusacin es su deseo, y la pena su gloria? Avergncese el Senado de llamar en el cristiano locura la causa por que muere, si confiesa convencido que la ignora. |141 CAPITULO II. ---- QUE ES PERVERSO EL ESTILO QUE SE OBSERVA EN LA CONDENACIN Y ABSOLUCIN DE LOS CRISTIANOS. Sea cierto finalmente lo que presums, que somos los cristianos malsimos. Por qu no nos igualis con los malhechores que cometen pecados semejantes los nuestros? Que igual delito (12), igual tratamiento se debe hacer en los tribunales. Si somos lo que los otros, por qu si todo delincuente es lcito valerse de su boca y de la mercenaria abogaca para recomendar su inocencia; por qu si todos los reos da facultad la ley (13) para responder, para altercar, para que sin ser odo ninguno sea condenado; slo el cristiano no ha de ser lcito abrir la boca para purgar su causa, buscar ajena industria para defender la verdad, hablar por s para que no sea injusto el juez, condenando al que no se defendi? Pero solamente en nuestra causa no se admite el examen del delito, que es beneficio de los reos; slo se atiende la confesin del nombre cristiano, que es el odioso ttulo que irrita el odio popular. Cuando se conoce la causa de algn delincuente, aunque l confiese el delito de homicida, de sacrlego, de incestuoso, de pblico enemigo (hablo con los ttulos con que nos infamis nosotros), no se da el juez por contento para |142 pronunciar, sino que pasa inquirir (14) las circunstancias del hecho, la calidad, el modo, el tiempo, el nmero, el lugar, los sabedores y los cmplices. No sera, pues, razn que para que constase, la significacin del nombre la calidad de la culpa, nos forzareis confesar las circunstancias del delito que nos imputa la fama; cuntos nios haya comido alguno, cuntos incestos cometido en las nocturnas congregaciones; qu cocineros los guisaron; qu perros estaban presentes (15)? Oh, cunta gloria alcanzara aquel presidente que prendiese un cristiano que hubiese ya comido cien nios! Pero ni esto se puede averiguar, porque hubo cesreo decreto para que no se hiciese inquisicin de nosotros. Gobernando una provincia Plinio el Menor (16), habiendo dado la muerte muchos cristianos y quitado otros sus dignidades, embarazado con la muchedumbre de los que se ofrecan morir, escribi Trajano, que era entonces emperador, consultndole qu hara de los otros que quedaban. Del instituto de su profesin le inform: que fuera de la porfiada obstinacin en no querer sacrificar los dioses, no haba hallado en ellos sino unos apuntamientos (17) que hacan antes de |143 amanecer, en que cantaban alabanzas Cristo, como su Dios, y en las otras enseanzas su doctrina prohiba el homicidio, el adulterio, el engao, la traicin y otros vicios. Entonces respondi Trajano: Que no hiciese inquisicin de este linaje de gente; pero que si los acusaban, convena castigarlos con severidad. Oh, sentencia confundida con rdenes contradictorias por la fuerza del sentir del que la di! Manda que como inocentes no sean buscados, y ordena que sean condenados como malhechores! Dentro de un orden envuelve dos contrarios, furor y mansedumbre; disimula blando, y riguroso condena. Cmo, oh, emperador!, te cercas condenando con tu censura tu error? Si culpas, por qu no buscas? Si no buscas, por qu no absuelves? Para buscar ladrones en todas las provincias hay militares tropas; contra enemigos pblicos y reos de lesa majestad, ninguno del pueblo se exime (18); todo hombre se arma soldado, la inquisicin se hace de los amigos, de los compaeros, de los cmplices, y se extiende los sabedores; slo al cristiano nadie lo puede buscar y lo pueden acusar todos? Como si no fuere necesario igual delito tanta culpa para ser buscado como para ser denunciado! Condenis al acusado, de quien expresamente sents no tiene culpas para ser buscado, y yo pienso, y con razn, que no mereci la |144pena por ser malo, sino porque fu hallado el que no haba de ser buscado. As viene constar que en nuestra causa se trueca la forma con que se juzgan los reos. A cualquier malhechor le dais tormento para que confiese; al cristiano para que niegue. Por eso creo yo que no hay cosa mala dentro de nuestra religin; que si la hubiera, naturalmente se hallara en vosotros una inclinacin celosa para forzarnos confesar, y en nosotros para negar un apresuramiento fogoso. Mas por ventura diris: que no apuris otros delitos en los tormentos sino el nombre cristiano, porque presums que todos los pecados andan atados en l. Pero en esto decs lo que no queris; porque si cuando un reo confiesa el delito de homicida le ponis en el potro, no obstante su confesin, para que confiese las circunstancias anejas al delito, no veis que el tormento con que nos forzis negar el nombre se encamina ocultar los delitos que decs estn con el nombre anejos? Si las culpas estn apegadas al nombre, dejad que el cristiano confiese el nombre, que as se vern mejor los pecados que estn en l. Pero es tanta vuestra piedad, que aunque nos tenis por psimos infanticidas, no queris que confesemos el nombre, para que nadie vea nuestras culpas.

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Un sacrlego padece en el tormento mientras niega: si confiesa, lbranle del potro y danle la pena del delito; mas el cristiano padece mientras confiesa, y si niega, absolutamente de toda pena queda, como inocente, libre. Grita en el potro el cristiano: yo soy cristiano. El dice lo que es, y t quieres oir lo que no es. Presidentes que tenis por oficio sacar con la extorsin del potro la oculta verdad del pecho, por qu tan afanadamente trabajis para sacar de nuestra boca una mentira? No os lo que dice el cristiano? Eso soy; qu, dudabais si lo era? Si sabis ya lo que inquirais, por |145 qu tan cruelmente me atormentis? Perversa especie de tortura irritarse con la confesin. Confieso y me atormentis. Qu hicierais si negara? Instantneamente me absolverais, porque creyerais la negacin. Llanamente que el ver con qu dificultad son credos cuando niegan los delincuentes, y la presteza tan pronta con que se cree al cristiano cuando niega que lo es, da motivo para reparar que algn ministerio escondido influye esta diversa inmutacin. El trocarse, pues, la judicatura en esta causa, debe causar sospecha en hombres sabios para pensar que haya aqu alguna oculta fuerza de dominio que furiosamente os arrebata para juzgar contra la naturaleza de la justicia, contra el estilo de los tribunales, contra la disposicin de las leyes. Si yo no me engao, stas mandan que se descubra el malo, no se oculte; que el confeso sea condenado y no absuelto. Esto manda el Senado-consulto; esto disponen los mandatos de los emperadores; esto ha definido el imperio. El dominio ha de ser civil, no tirano. Entre tiranos, dase en el tormento entera la pena del delito; entre vosotros se templa. Guardadle al cristiano vuestras leyes (19); que el tormento dure mientras l obstinadamente persiste en la negacin; pero si entra libremente confesando (20), cese el tormento y sgase la sentencia (21); que el exento de la tortura no se exime de la pena si la debe. |146 Finalmente, ningn juez fuerza al reo para negar, porque no es lcito absolver al que pec. Piensas t que el cristiano es reo de todas maldades (22)? que es hombre tan facineroso que ha delinquido contra dioses, contra emperadores, contra leyes y que es pblico enemigo del mundo y la naturaleza, y con la extorsin del potro le fuerzas que niegue la culpa? Esto falta para pronunciar su inocencia. Las diligencias que pone la justicia para condenar, las pones t para absolver: no te afanas por dar al delincuente castigo, sino libertad; la negacin del delito te merece la absolucin. Prevaricas, juez, contra las leyes (23); quieres t que el cristiano niegue la culpa para llamarle inculpable; quieres que los delitos pasados no le hagan reo, y le oprimes que reciba forzado los perdones. De dnde nace esta perversidad de juicio, que no se tenga por ms cierto lo que uno dice libremente con riesgo de la pena, que lo que dice forzado atrado del inters de la vida? Y qu, no repararis que pueda el cristiano fingir que niega no negando de corazn, y puesto despus en libertad volver ser cristiano y rerse de vuestra emulacin? Pues si consta que nos tratis en todo diferentemente que los otros delincuentes, diligenciando de nosotros tan solamente una cosa, que repudiemos el |147 nombre que se repudia negando, bien podis entender que en nuestra causa no hay otro delito sino el nombre perseguido de una diablica emulacin, que solamente procura que los jueces no quieran certificarse de una cosa que evidentemente saben que la ignoran. Por esto creen de nosotros los delitos que no se prueban, y rehsan se examine para que no se pruebe que no lo son; para que estando vivo el crdito de los delitos presumidos y no probados, parezca que con justificacin se condena al cristiano que se sabe ha de confesar desembarazadamente el nombre, que es el enemigo ms odiado de esta ciega emulacin. Por esto nos atormentis si confesamos, nos sentenciis si perseveramos, nos absolvis si negamos, porque sobre el nombre solo es la batalla. Finalmente, por qu cuando llevis sentenciar los cristianos no escribs en la tablilla (24) el delito porque mueren, de homicida, de incestuoso otro de los que nos imputis? Es posible que solamente en la sentencia de los cristianos empereza se avergenza la maldad de escribir y pronunciar sus delitos? Cierta est por el cristiano la presuncin que no se halla (pues no se dice) otra culpa, sino el nombre. Oh, qu enemigo tan pernicioso es el nombre, pues para perder la vida sin arrimo de otras culpas, slo este nombre hace crimen! |148 CAPITULO III. ---- QUE LOS JUECES SOLAMENTE CONDENAN EN LOS CRISTIANOS EL NOMBRE. Puede decirse ms? Pues sucede las ms veces, que arrebatados del odio ojos cerrados chocan (25), cierran contra solo el nombre. Si alguno alaba otro de alguna virtud, luego le zahieren con el nombre. Dir uno en un corrillo: Cayo Seyo es caballero honrado, pero es cristiano. Otro dir: Traigo esta novedad: que Lucio, aquel varn tan sabio, se ha hecho repentinamente cristiano. Y no hay ninguno all que para examen del hecho replique: Estos sabios, estos prudentes hicieron esta eleccin de religin porque lo eran, despus que la profesan lo son? Es Cayo bueno, y sabio Lucio por cristianos, mostraron que lo eran en la eleccin que hicieron? Ven que la bondad y sabidura se juntan en un sujeto con la religin cristiana (26); la sabidura que conocen la alaban, la religin que ignoran la vituperan; y aquello bueno que conocen lo apestan con el veneno de la ignorancia de lo que no saben, y fuera ms justo que por la ciencia de lo bueno que se ve se juzgara en favor de lo oculto que no se sabe, que por lo oculto que se ignora condenar lo manifiesto que es conocido por bueno (27). |149

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Otros hay tan ciegos en aborrecer, que con el odio nos favorecen, y sin saber ellos lo que hacen nos benefician con el vituperio. Porque viendo enmendados algunos que antes de ser cristianos eran hombres ruines, expuestos cometer cualquier gnero de maldad, vindolos ya corregidos dicen: Qu mujer! cun lasciva, cun festiva la conoc!; ya es cristiana. Qu mozo! cun torpe, cun enamorado le conoc!; ya es cristia. no. Que toda enmienda de vida se imputa el nombre (28). Instan precipitadamente, que es culpable el nombre que confiesan quita el vicio. Tambin hay otros que de sus intereses pactan con el odio (29), y el inters renuncia todas las comodidades de la naturaleza hasta estar contento con su injuria, con tal que al odio se le d que no se oiga el nombre cristiano en su casa. Sucede que la casada liviana, hecha cristiana, ya es honesta: el hijo desobediente, llegado ser cristiano, est sujeto: el criado infiel, entrando ser cristiano, es ya leal; y puede tanto el aborrecimiento de este nombre, que el marido, libre de la |150 fatiga de los celos por la fidelidad de su mujer cristiana, la repudia honesta (30): el padre que viva acosado con las rebeldas antiguas de su hijo, lo renuncia ya sujeto: el seor que toleraba benigno su criado alevoso, con impaciente saa lo destierra ya leal; porque debajo de este nombre, el que se enmienda ofende. No se estima en tanto todo el bien apetecible de la naturaleza, como el odio del nombre que se persigue. Pues si el nombre es el blanco de tanto aborrecimiento, qu delitos ha cometido este nombre? Qu acusacin puede haber contra un vocablo (31)? Un nombre puede ser reprensible si es brbaro de mal agero maldiciente, deshonesto; mas este nombre Cristiano (32) del fragante ungento tiene su etimologa. Y aunque se pronuncie como vosotros le pronunciis CRESTIANO (que ni aun del nombre de nuestra religin tenis entera noticia), de la suavidad y benignidad se deriva. Cmo aborrecis, pues, un nombre inocente en hombres inculpables? Ni es reprensible tomar nosotros el nombre del maestro; que los filsofos platnicos de Platn |151 tomaron el nombre (33). los epicreos de Epicuro, los mdicos de Erasistrato, los gramticos de Aristarco (34), los cocineros se llamaron apicios por Apicio (35). Otras sectas de los lugares mismos donde se lean tomaron el nombre, como los stoicos de la puerta, que en griego se dice stoa, y los Acadmicos, de la quinta de Platn llamada Academia. En todas las edades nadie se ha dado por ofendido, nadie se ha castigado por tomar del maestro el nombre de la profesin, y slo en el cristiano es culpable? El que quisiere probar culpa en el nombre de una escuela, lo ha de mostrar probando, que la doctrina no es buena, que la vida del autor ha sido mala. Antes de aborrecer el nombre, se ha de examinar la doctrina por el autor, el autor por la doctrina. Pero ahora ambas cosas se desprecian; ni se trata de inquirir la pureza de la doctrina ni la vida perfecta de su autor; slo el nombre es acusado, slo el nombre es perseguido; una religin no examinada, un autor no conocido, unos discpulos no odos, sola una vez los condena, no por convencidos de malos, sino porque se llaman as. |152 CAPITULO IV. ---- QUE PUEDE ERRAR EL EMPERADOR Y EL SENADO QUE HACEN LAS LEYES, Y QUE ES BIEN REPURGARLAS ALGUNA VEZ. Hasta aqu he hablado reprendiendo la maldad del odio pblico contra nosotros; ahora tomar las armasen defensa de la inocencia. Refutar no slo las culpas que nos imponen, sino que ofender por sus filos losacusadores para que sepan todos que en los cristianos no estn los delitos, que estn en ellos, sin saber ellos que lo estn; para que se avergencen de corregir, no digo los malsimos los bonsimos, sino como dicen ellos, los malos los malos (36). Responder cada una de las calumnias que nos oponen de malvados, de vanos, de ridculos, y probar que ellos cometen pblicamente los delitos que dicen cometen los cristianos en secreto. Mas porque los ministros se excusan con la autoridad de la ley que se hizo contra nosotros, pensando que es irrefragable el decreto de una ley, que en los ministros es fuerza preferir el obsequio necesario de la ley la notoria verdad, primero disputar con vosotros de las leyes, de que os blasonis tutores; que la verdad toda evasin hace frente. Primeramente esta definicin No es lcito que los cristianos vivan en el mundo, es dura inhumana. Si esta ley quita la defensa, es violenta; si impide el replicar, es inicua; si define, no porque debe, sino porque |153 quiere, es tirana (37). Si decs que por eso no queris, porque se hall causa para no querer, tenis razn de prohibir lo que examinado se hall daoso; pero en esto queda vuestro juicio condenado, pues para hallar el demrito no examina, y consiguientemente queda predefinido que es lcito lo saludable. La ley slo tiene derecho para prohibir lo malo; luego si yo hallare que es bueno lo que esta ley prohibi, constar el perjuicio de mi causa. Qu novedad ser, pues, que haya error en esta ley que un hombre la concibi y no baj del cielo? Os admiris que un hombre yerre en la creacin de una ley, y que acierte en reprobar la que hizo injusta cuando vuelve mejor seso (38)? Por ventura en las leyes del mismo Licurgo no hallaron que enmendar los lacedemonios, no obstante que preciaba tanto su autoridad que de pesar se dej morir de hambre en una isla? Juzg de s que estaba mejor muerto que enmendado.

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Y vosotros, con la luz de las experiencias que alumbran las tinieblas de la antigedad, no cortis cada da aquella vieja inculta selva de leyes con la segur de nuevos edictos y rescriptos de emperadores (39)? Por ventura las vansimas leyes Papias (40), que forzaban |154 tener hijos la impotente edad (las leyes Julias no lo mandaban, si bien lo permitan), no las abrog ayer Severo, el ms constante de los emperadores, despus de tan canosa autoridad? No haba por ventura en Roma ley que mandaba despedazar despus de la condenacin los deudores y dar cada uno de los acreedores su parte, y despus por consentimiento pblico se borr esta crueldad, conmutando la pena capital en la vergonzosa cesin de bienes que en poder de la justicia quedaban embargados (41)? La autoridad pblica juzg que era mayor castigo sacar la sangre la cara que sacarla de las venas (42). Y cuntas leyes hay no conocidas ahora, que examinadas necesitaran de repurgacin! Que la ley ni el nmero de los aos la justifica, ni la calidad del legislador la hace irreprensible: solamente la hace justa la equidad. Por esto si cuando con atencin las reconocemos hallamos que sin razn condenan, las condenamos como inicuas; y si hallamos que slo un nombre castigan, tambin las llamamos locas. Pero decs que no se da al nombre el castigo, sino al hecho. Pues si condenis el hecho, cmo lo dais por probado solamente con el nombre? Al delincuente no se le prueba el delito con el nombre, sino con el proceso. Si soy incestuoso, por qu no se inquiere? Si soy infanticida, por qu no me lo pregunta el juez en el tormento? Si delinco contra dioses y emperadores, por qu no me oyen que tengo con que purgar el rumor? Ninguna ley manda que no |155 se liquide en proceso aquello que prohibi; porque ni el juez da con equidad la sentencia si no conoce que est probado lo que est por ley prohibido, ni el ciudadano obedece con fidelidad la ley si no conoce aquello malo que castiga en las acciones la ley. Ninguna ley se ha de contentar con estar ella satisfecha de la razn por qu prohbe, sino que debe cuidar que conste de la justificacin de la prohibicin al que ha de obedecer; que de otra suerte es sospechosa la ley que no deja examinarse, como inicua la que manda y castiga sin haber procedido con el examen la prueba. |156 CAPITULO V. ---- QUINES FUERON LOS EMPERADORES QUE FAVORECIERON PERSIGUIERON LOS CRISTIANOS. Para conocer la autoridad de las leyes hechas contra nosotros se debe conocer su principio. Haba antiguo decreto en Roma para que sin aprobacin del Senado no consagrase el emperador nuevos dioses (43). Ya sabe M. Emilio lo que con el dios Alburno le pas (44). Ayuda esta ley nuestra causa, que entre vosotros la divinidad comience de vuestro albedro: si el hombre no gustare no habr dios; el que quisiere ser dios procure tener propicios los hombres. En el tiempo de Tiberio entr en el mundo la primera noticia del nombre cristiano, y es notorio el tratamiento que hizo este nombre este csar. Tuvo carta de Siria Palestina, en que le avisaban cmo se haba manifestado la divinidad de Cristo en Judea, y deseoso de introducirla en Roma, pidi al Senado la admitiese, enviando en forma de decreto la prerrogativa de su voto. El Senado lo rehus por no haber |157 sido suya la primera aprobacin, como la ley dispona. Quedse constante en su sentencia Tiberio, y apoy tanto los cristianos, que puso pena capital sus acusadores. Reconoced vuestros anales (45), y all hallaris que fue Nern (46) el primero que la cesrea espada ensangrent feroz en la sangre de la religin cristiana, cuando ella, especialmente en Roma, comenzaba tener sus primeros lucimientos. Pero esta condenacin es nuestro crdito, siendo Nern el dedicador de la pena. Honroso castigo, si es Nern el primero que le instituye! No tiene la religin cristiana mayor abono que haberla Nern perseguido: el que le conoci, ya sabe que hombre tan malo no pudo perseguir sino una cosa por extremo buena (47). Otra persecucin comenz Domiciano (48), porcin de aquella fiereza; pero desisti con |158 facuidad de lo comenzado, restituyendo los que haba desterrado; que la crueldad no le sac totalmente de si, quedse en hombre. Como estos han sido nuestros perseguidores injustos, impos, torpes y tales que vosotros mismos los condenasteis y absolvisteis como inocentes los que ellos condenaron. Pero de los otros sucesores manifestad algn csar entendido en divinas y humanas letras que hasta hoy haya sido perseguidor de cristianos. Mas nosotros bien sealramos un protector si se miran las cartas de aquel gravsimo emperador Marco Aurelio (49), en que confiesa que la sed que tuvo el ejrcito en la jornada de Alemania fue socorrida por las oraciones de los soldados cristianos. Este pblicamente quit la pena de los unos para derramarla en los otros, aadiendo la pena capital que puso Tiberio contra los acusadores otra pena ms cruel (50). Qu calidad, pues, tienen las leyes que solamente las hicieron las usaron los impos, los injustos, los. torpes, los crueles, los vanos y los locos? Qu justificacin y autoridad tiene la ley que el prncipe, si es bueno, no la usa? Trajano mandando no hacer inquisicin de nosotros, en parte las rovoc (51). Adriano, aunque fu curiossimo explorador de ritos, nunca las autoriz contra los nuestros. Vespasiano, que parece haba de ser indevoto de los cristianos, habiendo destruido los judos por la conveniencia que nuestra |159 religin tiene con ellos, nunca las apoy. Antonino Po, ni Severo nunca las usaron ni impusieron (52). Pues si los cristianos fueran malos, los emperadores buenos hubieran sido sus perseguidores, y no los cesares malos; que ms fcilmente se cree que los muy malos son destruidos de los muy buenos, por la oposicin que tiene lo bueno con lo malo, que no que los malos son perseguidos de otros malos; que nunca se emulan los que tienen confrontacin en la malicia. |160

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CAPITULO VI. ---- CUANTO HAN DEGENERADO LOS ROMANOS DE LA ANTIGUA PIEDAD Y DE LAS LEVES DE SUS MAYORES. Ahora querra yo que me respondan los religiossimos observadores de las leyes, los protectores de los institutos paternos, los celossimos defensores de las antiguas costumbres, de la fidelidad, de la honra, de la obediencia que tienen las leyes de sus mayores: Si ignoran, si tuercen, si borran algo de los idneos y necesarios preceptos que disponan las leyes para instruir las costumbres, adonde fueron aquellas leyes (53) que moderaban los gastos y la ambicin? Qu se hizo la que mandaba que en los banquetes de las fiestas no se firmase ms gasto que cien cuartos para la cena (54), y que no se diese ms que una gallina, y sta sin lardo? Dnde est la que exclua del Senado al patricio que tena ms que diez libras de plata (55), con nota de desvanecido y ambicioso? Aquellas que mandaban |161 derribar los teatros de las comedias (56), en que se violan las costumbres? Aquella que castigaba los que sin legtimo derecho usurpaban las insignias que gradan la dignidad y califican la nobleza (57)? Ahora veo se han de llamar las cenas centenarias, gastndose en ellas cien veintenarios de ducados. Veo que apenas bastan las minas para vajilla de plata (menos fuera para los senadores), para servicio, digo, de los truhanes y de los libertinos que an estn sujetos al azote. Veo teatros duplicados, que no basta uno para cada juego, ni uno para todo el ao, sino unos para verano y otros para invierno, y para que no se enfre la lujuria en las comedias, los entapizis ellos y os abrigis vosotros con ropas de marta que inventaron los lacedemonios. Veo ya que entre matronas nobles y rameras pblicas no hay ninguna diferencia en los trajes (58). Tambin cayeron aquellas enseanzas de los mayores que componan la templanza y apadrinaban la modestia de las mujeres. No conoca el oro sino los dedos de las casadas que reciban el anillo el da del desposorio (59) en prendas de la fe que se promete al marido. La abstinencia de vino era tan general para todas, que porque una abri en una bodega la despensa la mataron de hambre sus parientes, y Mecenio hizo pedazos su mujer en tiempo de Rmulo por haber gustado el vino, y nadie le culp el hecho. Por esto el saludar con sculo los parientes las mujeres no era cortesa |162 benevolencia, sino legal necesidad para examinar con el aliento la templanza. Dnde est aquella prosperidad de matrimonios tan felices por las costumbres, que casi en seiscientos aos de la fundacin de Roma no se escribi en ella un repudio (60)? Ahora no hay miembro tan flaco en las mujeres que para llevar la carga del oro no sea esforzado y valiente. Ahora no pueden los parientes saludarlas; que el vaho del vino los aturde. Ya el repudio se busca como fruto del matrimonio: el deseo del casado no es el hijo, sino la divisin: hallse ya que el camino para hacer divorcio sin culpa, es hacer culpa para divorciarse. Tambin en la veneracin de los dioses que con vigilantsimo acuerdo vuestros padres decretaron, vosotros obedientsimos hijos habis degenerado. Los antiguos cnsules, con autoridad del Senado echaron de Roma y de toda Italia al dios Baco Libero (61), y los sucesores levantaron el destierro que sus padres decretaron. Pisn y Gabinio, que no eran cristianos, no quisieron poner en el Capitolio (62), que es la curia de los dioses Serapis, Isis, Harpocrate, ni Cinocfalo; sino que derribaron sus aras (63) y prohibieron sus ritos como ceremonias deshonestas y ociosas supersticiones. Y vosotros |163 disteis supremas aras y divino culto los que las quitaron vuestros padres. Dnde est la entereza de la religin? Dnde la obediencia debida los mayores? As habis renunciado vuestros padres en el vestido, en la comida, en los trajes, en las halajas, en el entendimiento y en el lenguaje; pues ya hoy no hablis vosotros como hablaron vuestros bisabuelos (64). Alabis la antigedad y vivs siempre lo nuevo. Por esto consta que un mismo tiempo casteis de la observancia de los institutos buenos de los padres, y os quedasteis con los malos usos contra la voluntad de los mayores; pues admits las divinidades que ellos quitaron, y no guardis las costumbres con que ellos vivieron. Aun en aquello que parece observis con fidelidad, en el cuidado, digo, de venerar los dioses (en que nos juzgis por reos), de que tanto cuid la antigedad, probar despus que lo tenis olvidado, despreciado y destruido, conforme lo dispuso la voluntad de los primeros, no obstante la veneracin que disteis Serapis hacindolo romano y volvindole las aras (65); y el obsequio que hicisteis Baco hacindole italiano y sacrificndole las furias. Pero ahora responder la calumnia de los ocultos crmenes que nos imputa la fama popular, para que despejado el camino pueda responder los delitos que dicen ser manifiestos. |164 CAPITULO VII. ---- QUE DE LOS DELITOS OCULTOS QUE SE IMPUTAN LOS CRISTIAROS NO SE HA HALLADO OTRO TESTIGO SINO EL VANSIMO DE LA FAMA. Los delitos ocultos que nos imputa la fama son: Que en la nocturna congregacin sacrificamos y nos comemos un nio (66).

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Que en la sangre del nio degollado mojamos el pan, y empapado en la sangre comemos un pedazo cada uno. Que unos perros que estn atados los candeleros los derriban forcejeando para alcanzar el pan que les arrojamos baado en sangre del nio. Que en las tinieblas que ocasiona el forcejeo de los perros, alcahuetes de la torpeza, nos mezclamos impamente con las hermanas las madres. De estos delitos nos pregona reos la voz clamorosa popular (67), y aunque ha tiempo que la fama los imputa, hasta hoy no ha tratado el Senado de averiguarlos. Pues si los creis, cmo no los averiguis? Y si no los averiguis, por qu los creis? Vuestra disimulacin deja |165 nuestra inocencia prescripta; que quien tanto tiempo ha rehusado averiguar, nunca se atrevi probar. Pero cun lejos estis de la averiguacin, si instis en el tormento los cristianos, no que digan lo que han sido, sino que nieguen lo que son. Comenz nuestra religin (68), como decimos, en el tiempo de Tiberio; naci la verdad en las mantillas del odio; desde su nacimiento es odiosa. Tantos enemigos tiene como hay gentiles, estos son extraos; los propios domsticos la persiguen (69); los judos, por emulacin; los soldados, por su furor bullicioso; los siervos, por su condicin alevosa. Cada da nos acechan los judos. Cada da nos descubren los soldados. Cada da los criados nos entregan. Pues si los pesquisidores nos hallan en la junta desapercibidos, digan: Quin al nio del sacrificio le oy sollozar jams? Quin nos cerr las bocas ensangrentadas de cclopes y sirenas (70) para que el juez no busque y vea entre los dientes la sangre? Quin en las casadas cristianas (71) hall jams vestigios de incestos y torpezas, ni aun en orden al trato |166 honesto maridable? Qu gentil, si los hall por inters, los call? Que no encubre el delito del enemigo el que por descubrirlo tiene premio, y si por inters call, ms pec; que vender el silencio del delito es dar salvo conducto los pecados (72). Si andamos siempre escondidos y sombra de tejados, como decs, cmo se han sabido nuestros delitos secretos? Quin los pudo revelar? No los mismos que llamis reos; que cada religin obliga la fe del silencio, como entre vosotros los ritos samotracios (73) y eleusinios (74); y ms deban recatarse los cristianos sabiendo el peligro que tendran de la vida venerando como misterios sagrados tales abominaciones. Pues si los cristianos no son nfleles s mismos, sguese que los gentiles extraos los han descubierto. Y cmo pueden los extraos saber lo ms secreto de un instituto sagrado, si los sacros ritos de la religin ms impa extraan ojos rbitros, y se recatan de los que no son sectarios de aquel instituto? Si ya no es que los ms impos y execrables teman menos. Solamente se han sabido por la fama: ya la fama es conocida; vuestro es aquel adagio. La fama es el mal mayor, porque es el mal ms ligero. Por qu es mala la fama? Porque vuela, porque revela, porque |167 miente? Aun cuando dice la verdad, es mentirosa; porque la. vicia, quita, aade, muda. Qu dir? Que su condicin es esta: que np dura sino mintiendo, que vive solamente no probando; porque si prob, perdi su ser; si da ver lo, que deca, renuncia el oficio. Cuando la cosa se conoce con certeza ya no hay fama. Cuando alguno ve, pongo este ejemplo (75), lo que pasa en liorna, no dice: fama es que esto se ha hecho en Roma; sino, esto se ha hecho. No dice: fama es que fulano sale tal provincia por procnsul; sino, fulano va tal provincia procnsul. La fama es nombre de cosa incierta: si hay certeza ya no hay fama. Quin ha de creer, pues, la fama, sino el inconsiderado?; que el discreto nunca cree lo dudoso. Todos los hombres cuerdos deben pensar que aunque est la fama con cualquier universal divulgacin derramada, con cualquier probable aseveracin compuesta, tuvo de un primer autor forzosamente principio, y que desde all mugronada las orejas y lenguas anda soterrada gateando hasta mostrarse prodigiosamente crecida; y as aquellas ramas extendidas obscurecen y desvanecen el vicio de la semilla, lo incierto del primer rumor, para que nadie advierta si lo que sembr aquella primera boca fu mentira. Que las ms veces sucede mentir el que sembr la fama, por arte de la envidia, por sospecha de los mal pensados, por el deleite que por natural por costumbre tienen muchos en mentir. Pase as, que todo lo descubre, como dicen vuestros proverbios (76), el tiempo, por disposicin de la naturaleza, que orden no tener nada encubierto mucho tiempo, aun aquello que la fama no divulga. Gozme yo por |168 lo menos que sola la fama sepa los delitos de los cristianos, que solamente los pruebe quien tiene por esencia no probar, que solamente los diga quien siempre suele mentir. Este es el indicio que tenis contra nosotros, y aunque es tan voceado de todos, slo pudo en tanto tiempo esforzar una siniestra opinin, mas hasta hoy no ha probado. |169

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CAPITULO VIII. ---- QUE LOS DELITOS QUE SE IMPUTAN LOS CRISTIANOS, NO SLO SON FALSOS, SINO INCREBLES. Contra los que presumen son estos delitos crebles, alego yo por testigo la fe misma de la naturaleza humana (77). Suponed que los ministros que catequizan los cristianos les proponen por premio la vida eterna si cometen estas maldades. Creed siquiera mientras arguyo que este premio ser eterno. Ahora te pregunto si aspira tu naturaleza conseguir la eternidad por medio de estas atrocidades. Ven y piensa que eres t el catecmeno quien el ministro instruye, y que te dice: quieres eternidad? Ven, pues; entra ese pual en el pecho de ese inocente nio que no ha pecado y es hijo comn de todos. Y si no te ensea sacrificar sino asistir, piensa que te dir: llega, y mira cmo muere aqueste nio que apenas comenz vivir: mira cmo el alma recin criada se desva de la crueldad del acero; recibe la purprea sangre en ese vaso, baa en ella el pan, cmele con apetito gustoso; mientras le comes reconoce los asientos, mira dnde est la madre, nota donde est la hermana, advirtelo con diligente cuidado para que cuando caigan las tinieblas que han de introducir los perros, no yerres la ejecucin, que pecars gravemente si no cometes incesto |170 con la madre de aquel nio cuya sangre te comiste. Consagrado con estos ritos alcanzars vida eterna. Deseo que me respondas ahora: qu siente tu naturaleza? Hase de comprar la eternidad tan cara? Si dice que no, no se crea la eternidad si es tan costosa. Si dice que s, niego que la voluntad quiera la eternidad que el entendimiento ha credo; y si quisiere, niego que pueda la naturaleza lo que la voluntad ha querido. Pues si vosotros sents que no podis hacer esto, por qu decs que lo pueden hacer otros hombres? Y si lo pueden otros, por qu negis que vosotros no podris? Tenemos otra especie de naturaleza los cristianos? Somos cinofanes (78), que no comemos si no matamos? Somos sciapodes (79), que podemos asistir y no mirar tal horror? Tenernos otro orden de dientes, que slo muelen carne humana? Habemus aliud membrum virile in sorores et matres inverecunda impietate rebelle (80)? El que cree esto de un hombre, l lo podr hacer si lo es. T hombre eres y de la especie misma que el cristiano; pues s en la parte de hombre no hallas para esto potencia, no creas de otro que es como t lo que en ti conoces que no puedes. Pero diris que los que entran en esta religin no |171 saban si cometan en ella estos delitos, sino que cuando ya se hallan dentro les sujetamos este rito y les imponemos esta carga. Pero no deban ellos examinar primero con diligente cuidado lo que haban de profesar? Porque en todas sectas es costumbre, segn creo, que los pretendientes de una religin se presentan primero al prelado de aquel instituto, y toman por minuta todo lo que se ha de preparar para la solemnidad del ingreso. Segn esto, nuestro ministro que admite dir al pretendiente: es necesario aparejar un nio tierno, que no sepa qu es morir, y se muestre risueo debajo del cuchillo. Mas es necesario pan para recoger el veneno de la sangre. Ms unos candeleros, unas antorchas, unos perros, unas sopas que se les han de arrojar para que forcejeando para alcanzarlas derriben las lumbres. Ante todas cosas tienes obligacin de mezclarte con tu madre y con tu hermana (81). Pero qu sera si ellas no quisiesen? Qu si l no tuviese madre? Qu si estuviese sin hermanas? Yo creo que este novicio no podr ser legtimo cristiano, porque ni es hijo ni es hermano (82). Sea as que estas cosas se manden preparar los que no saban para qu fin se aparejaban. Cmo despus que lo conocen lo toleran, y sin revelar lo disimulan? |172 Diris que no revelan porque nos temen. Pues esta denunciacin no hallara en los gentiles defensa? Y no sera ms honesto morir, que vivir con noticia disimulada de tan atroces maldades? Sea as, que no revelan porque nos temen. Norabuena no revelen si temen; pero dejen y slganse de religin que hallaron ser abominable. Mas por qu cuando ya la conocen tan constantemente perseveran en ella? Que bien se sigue de continuar siendo aquello que, si antes lo supieras, no hubieras sido. |173 CAPITULO IX. ---- QUE ESTOS DELITOS DE QUE INFAMAN LOS CRISTIANOS LOS COMETEN LOS GENTILES, UNOS EN SECRETO, OTROS EN PBLICO. Para refutar llanamente estos delitos falta probar que vosotros los hacis sin temor alguno de castigo, unos en secreto, otros en pblico, y aun por saberlos hacer los habis credo de nosotros. En frica pblicamente se sacrificaban nios Saturno (83) hasta el proconsulado de Tiberio (84). ste amenaz los sacerdotes que as sacrificaban; y habiendo delinquido, los crucific en cumplimiento de su voto en los mismos rboles de su templo que haban hecho sombra tal maldad (85). Testigo es de este castigo el tercio de la milicia de mi patria, que sirvi en esta |174 ejecucin al procnsul (86). Esta sagrada maldad no sac de este castigo escarmiento; que siempre quedan races cuando los vicios son aejos. Esto es lo que no solamente los cristianos, sino muchos de los gentiles lastima, que se conserve en vuestra inclinacin la semilla de esta fiereza, y en vuestro dios el apetito vivo de esta maldad; que un dios no muda fcilmente las costumbres. Tragse Saturno sus hijos, y an le dura el hambre de los ajenos (87). Los mismos padres los sacrificaban tan

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gustosamente, que ponindolos en el ara los acariciaban con halagos para esperar la muerte con la risa, reputando el sacrificio ms alegre y placentero por ms grato. Decid, pues, cul es mayor delito, ser homicida del hijo ajeno ser parricida del propio? Los galos sacrificaban Mercurio hombres mayores (88). Dejo para los teatros las turicas fbulas (89). Mas sin salimos de casa, en aquella religiossima ciudad que consagr Eneas el piadoso (90), no hay un dios Jpiter en el Lacio |175 que en los espectculos de su fiesta est nadando en sangre humana? Diris que es sangre de malhechores condenados las fieras. Yo dudo si por ser la sangre de un malvado es menos que humana, si el desacato es ms torpe, lavando Dios con sangre de un mal hombre. Lo cierto es que un homicidio la derrama. Oh Jpiter (91), gran cristiano, si los cristianos con sangre humana lo son! Oh cruel, nacido tan solamente de la crueldad de tu padre! Si decs que el ttulo de religin con que sacrificis los hijos sirve al delito de excusa ( ms que el parricidio que admits es ms enorme que el homicidio que nos imputis), quiero hacer investigacin en vuestro pueblo para saber el rito con que l os mata. En cuntas conciencias queris que llame de la muchedumbre numerosa del pueblo que tanto apetece la sangre cristiana? En cuntos de los justsimos y seversimos jueces que nos prohban esta maldad? Para que secretamente me digan cmo matarn sus hijos. Los que los arrojan al Tber (92); los que los exponen para que el hambre, los fros y los perros se los coman los maten; |176 los que procuran los abortos, no negarn que los matan: slo dirn que les dan la muerte ms benigna que los cristianos. Y no es mayor crueldad entregar un nio un perro que un cuchillo? Que hombres mayores, quien en la condenacin dejaron elegir el linaje de la muerte eligieron por ms benigna la del hierro. A nosotros no es lcito no solamente matar hombres nios (93), pero ni desatar aquellas sangres que en el embrin se condensan. La ley que una vez nos prohbe el homicidio, nos manda no descomponer en el vientre de la madre las primeras lneas con que la sangre dibuja la organizacin del hombre, que es anticipado homicidio impedir el nacimiento. No se diferencia matar al que ya naci y desbaratar al que se apareja para nacer, que tambin es hombre el que lo comienza ser como fruto de aquella semilla. De la comida de la sangre y de las otras viandas trgicas se refiere no s dnde (creo que en Herodoto) (94), que algunas naciones se confederaban bebiendo recprocamente la sangre de sus brazos. Algo de esto hizo Catilina con sus conjurados (95). Entre algunos gentiles de los scitas (as se dice), cada familia se coma sus difuntos(96). De lejos tomo el corriente. Hoy los sacerdotes de la diosa Belona beben lamen en la palma de la mano la sangre |177 que se sacaron del muslo en obsequio de la fe que prometen su diosa (97). Algunos para remedio del corazn bebieron con ardiente anhelo la sangre caliente del degello de los gladiadores (98). Dnde viven aquellos que cenan de las fieras que en la arena pelearon? Aquellos que apetecen el venado y jabal que mataron hombres en la plaza? Qu se hizo el jabal que lami la sangre del que ensangrent en la lucha? Dnde est aquel venado que con las ansias de la muerte se revolcaba en la balsa de la sangre que sali de los gladiadores? Estas fieras en vuestras mesas se hallan, que por rociadas con sangre humana y ms manidas, las cenis por ms sabrosas. Apetecis entraas de osos, en donde la carne humana sin digerirse est cruda (99). Regelda el hombre carne de una fiera que con carne humana se engord. Los que comen estas cosas, viandas ms execrables cenan que las que se imputan las mesas de los cristianos. Comen menos aquellos que con lujuria de brutos insertant in os membra virilia puberum? Esto no es comer muertos, sino vivos; no es comer nios, sino hombres. Beben menos aquellos qui pudendam mamillam sugunt, humani seminis perversi irrumatores? Esto no es beber sangre, sino impaciencias de la sed, que no espera que lo sea, pues antes que llegue ser sangre se la beben sucia. Los gentiles con esta sangre se consagran. Avergncese vuestro error si pens coman sangre |178 humana los que no pueden comer sangre de reses (100). Los cristianos no comemos sangre de animales, ni morticinios, que un morticinio podrido en cierta manera inficina la sepultura del estmago. Finalmente, entre las invenciones con que tentis la observancia de nuestra ley, una es darnos una morcilla de sangre, porque os persuads con certeza que el cristiano que come sangre se desva de su ley. Quien esto sabe, con qu ilacin puede legtimamente inferir que apetece sangre de hombres el que aborrece sangre de reses? Si ya nosea que, como experimentados, sepis que la sangre humana es ms sabrosa. El que examina al cristiano, como lleva la crcel el brasero y la navecilla del incienso para probar si lo es, haba de llevar tambin sangre humana; que como el examinador conoce que es cristiano el que no sacrifica, conocera que lo es el que la come, y as igualmente se ha de dar por no cristiano el que no come como el que no sacrifica, y no faltara al juez sangre humana para la prueba donde hay tantos gentiles malhechores. Si hablamos de incestuosos, quin ms que aquellos que tienen por maestro al mismo Jpiter (101)? Ctesias dice que los persas se mezclaban con sus madres (102). |179 Los macedonios, sospechosos estn de este delito, porque oyendo representar la tragedia (103), cuando Edipo se lastimaba de haber violado su madre, ellos llenos de risa dijeron: Empacho tiene ste de haber escupido en su madre con saliva genital. Conoced ahora ya cunta licencia tiene el error para cometer incestos, ingeniando materias vuestra desenfrenada lujuria. Primeramente, exponis los hijos la ventura de la misericordia ajena (104), los renunciis para que mejores padres los adopten (105). Fuerza es, pues, que alguna vez se pierda la memoria (106) de este hijo enajenado, y que juntamente tropiece alguno por error, casndose con su hermana su parienta, y que de all se eslabonen varias generaciones, creciendo la maldad con el perpetuo incesto. Finalmente, siendo vuestra lascivia tan bruta

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(107) que en toda ocasin tropieza; siendo tan lozana, que en todo lo que mira da corcobos; siendo tan individua compaera vuestra, que en cualquier lugar y para cualquier torpeza os acompaa, en casa, fuera, y en las partes ms remotas, puede suceder fcilmente tener en muchas mujeres muchos bastardos, y derramada aquella sangre en diferentes hijos, no conocidos de sus mismos padres, aficionarse de ellos, y unos hermanos |180 de otros sin conocerse, como sucede los que viven juntos en el mundo, y casarse el padre con su hija (108), y el hermano con su hermana, sin conocer el error toda la parentela de la sangre incestuosa. A nosotros no puede invadirnos este error, porque nos cerca la muralla de la observancia fidelsima y diligentsima de la castidad; que si sta nos defiende del estupro y adulterio voluntario, mejor nos preserva del incesto casual. Otros muchos cristianos, as mozos como viejos, viven ms seguros de estos riesgos, porque embargan este error con virginal continencia. Si conocierais en vosotros mismos estos vicios, no los achacarais los cristianos. Unos mismos ojos os representaran ambas cosas; pero tienen los vuestros dos cegueras, que en s no ven los vicios que tienen, y en los cristianos hallan los delitos que no estn. Todo lo ir probando en el tratado. |181 CAPITULO X. ---- QUE SON FALSSIMOS LOS DIOSES QUE ADORAN LOS GENTILES. Ahora ya tratar de los delitos pblicos que se nos imputan. Decs que no adoramos los dioses, y que no sacrificamos por la salud del emperador; que una vez asentado que no adoramos dioses, bien se infiere que no sacrificamos, 'no slo por la salud del emperador, pero ni por otra, ni aun por la nuestra. Por esto somos acusados de sacrilegos y reos de lesa majestad (109). Esto es la suma de esta causa, y toda. Por eso ser bien que con atencin se examine, si no la juzga la presuncin la malicia; que aqulla no espera la verdad, sta la rehusa la prueba. Dejamos de adorar los dioses desde que conocimos que no lo eran. Debis pedirnos que probemos esto para que conste la razn por qu no los adoramos; que si lo fueran, llanamente merecieran adoracin. Si estas deidades fueran verdaderas, dignas fueran por su naturaleza de culto, y dignos de pena los que se les quitasen. Pero decs: nosotros sabemos que son dioses, qu importa que vanamente lo nieguen los cristianos? Alego en mi favor vuestra conciencia misma; provoco la noticia interior de vuestro pecho; ella juzgue, ella condene, ella diga si estos dioses fueron hombres. Hablen aqu los instrumentos de la antigedad que estn |182 continuamente atestiguando; las ciudades donde nacieron, las regiones donde dejaron vestigios de sus obras: los sepulcros donde an duran enterradas sus cenizas. No puedo discurrir por todo el nmero de los dioses (110) nuevos y viejos, brbaros y griegos, romanos y peregrinos, cautivos y adoptivos, propios y comunes, msculos y hembras, rsticos y polticos, marineros y militares. Ocioso sera describir sus nombres y oficios; basta este eplogo, no para darlos conocer, que no los ignoris vosotros, sino para que los reconozcis ahora sin afectar desacuerdo. Antes de Saturno no tenis dios alguno ms antiguo. De ste se origin la divinidad mayor y ms notoria. Y as, lo que constare de esta divinidad originaria convendr la posteridad sucesora. A este Saturno, ni los anales de Diodoro (111), griego, ni los de Talo, ni los de Casio Severo, ni Cornelio Nepos, ni otro comentador de antigedades le llamaron ms que hombre. Y si valen ms las cosas que las palabras, los ms fele s testigos son la misma Italia, en donde despus de la jornada de Atenas y de otras expediciones lo recibi Jano Jane (112), como dicen los versos de los salios. |183 Llmase siempre Saturnio el monte donde habit (113), y la ciudad cuyo sitio seal con unas estacas (114) hasta hoy se llama Saturnia, y despus toda Italia, que antes se llamaba Oenotria (115) se llam Saturnia por sobrenombre. Este fu el que primero ense imprimir y sellar la moneda; y por esto le hicisteis presidente del Erario. Luego si Saturno fu hombre que naci de otro hombre, procedi sin haber ttulo especial por que se llame ms hijo del cielo y de la tierra que los otros hombres nacidos. Pero como los padres de este Saturno no fueron conocidos en Italia, fcilmente le llamaron hijo de aquellos padres que generalmente se llaman padres de todos. Qu hombre hay que no llame al cielo padre y la tierra madre por la honra y veneracin que se hace tan universales criaturas? A cualquier hombre no conocido que repentinamente se aparece entre nosotros, siendo de grandes prendas y valor, solemos comnmente llamarle hombre bajado del cielo (116). Por esto Saturno, que vino inopinadamente Italia, lo llamaron celestial. Tambin el vulgo, quien no se le conocen padres llama hijo de la tierra (117). Dejo ahora aquella edad, que entonces era tan ruda, que con la vista de cualquier hombre excelente, nuevo y no conocido, asse atobaba, |184 como si fuera virtud divina y celestial. Y aun ahora que estn los gentiles ms polticos hay naciones que los que con el pblico y solemne llanto confiesan que murieron, pasados algunos das los adoran como dioses. Con esto que brevemente prob la humanidad de Saturno, se prueba tambin la de su hijo Jpiter, que fu un hombre terreno, hijo de otro, y por la misma razn, todo el enjambre de sus hijos; que siendo mortal el padre, mortal ser tambin la semilla.|185

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CAPITULO XI. ---- QUE SON VANSIMAS LAS CAUSAS POR QUE CREEN LOS GENTILES QUE FUERON DIOSES LOS QUE ERAN HOMBRES. Como no os atrevis negar que estos dioses fueron hombres, as os resolvisteis decir que despus de muertos fueron hechos dioses. Examinemos, pues, las causas que obligaron que fuesen dioses estos hombres muertos. Primeramente es necesario concedis que hay un Dios entre todos ms sublime, fuente de la divinidad (118), que la dispensa los hombres y los transforma en divinos; porque ellos no podan tomar para s la divinidad que no tenan, ni darla otros para usar de ella, no siendo los dueos propietarios. Porque si no hubiese uno que hiciese dioses, vanamente presums que hay dioses hechos negando el hacedor. Ciertamente que si ellos se pudieran hacer dioses, nunca hubieran sido hombres, poseyendo naturaleza ms grande y calidad ms honrada. Luego si hay uno que hace los hombres dioses, vuelvo inquirir la causa que tuvo Dios para hacerlos. Esta dais vosotros (119), que dese Dios |186 tener ayuda y ministros para los oficios del cielo. Ms llanamente, que es cosa indigna de un Dios tan grande necesitar de la ayuda de un hombre, mayormente de hombre muerto, habiendo podido hacer en el principio del mundo un vivo, que con ms reputacin suya hiciese lo que haba de hacer el muerto. Pero ni este ministro le hallo ocupacin en que servir; porque todo el universo sea eterno, como quiere Pitgoras, sea temporal como dijo Platn, se hall de una vez en la primera creacin dispuesto, instruido y ordenado con todo el gobierno de razn. No sali de la divina mano imperfecta la naturaleza, que todas las cosas perfecciona. No esper Saturno ni sus hijos para recibir virtud de su mano. Vanos seran los hombres si no creyesen que desde el principio del mundo llovieron las nubes, centellaron las estrellas, lucieron los astros, bramaron los truenos y que el mismo Jpiter temi los rayos que le ponis ahora en su mano. Asimismo nadie negar que antes que naciera Libero (120), Ceres, Minerva, el primer hombre que fu Dios, produca la tierra sus frutos; pues antes de criar Dios al hombre le aparej bastantemente todo lo necesario la vida. Finalmente, estos hombres que llamis dioses hallaron en el mundo estas cosas necesarias de la vida; no las hicieron. Lo que se halla ya fu: lo que fu no lo hizo el que lo hall, sino el que lo cri primero de ser hallado. Y si por hallar Libero las vides le disteis divinidad, llanamente con villana ingratitud se procedi con Lculo (121), pues siendo el primero que trajo del |187 Ponto Italia las cerezas, no se le di por la industria divina consagracin. Luego si desde el principio estuvo instruida y dispensada con determinados empleos para ejercer sus oficios la universidad del orbe, por esta parte cesa la razn de hacer dioses hombres; porque estos oficios y potestad (que les reparts) estuvieron en la naturaleza antes que ellos nacieran: y duraran aunque no hubieran nacido, y se continuaran aunque no los hubierais consagrado, influyeran aunque no crearais deidades. A otra causa atribus el tener hombres muertos divinidades. Esto es, al mrito de su virtud, que mereci remuneracin tan grande. Pero yo pienso concederis que aquel Dios que hace dioses es infinitamente justo, y que ni temeraria, ni injusta, ni prdigamente dispens premio tan grande. Contar, pues, los mritos de estos hombres para ver si fueron tales, que merecieron ser ensalzados en el cielo sumergidos en el profundo infierno, que vosotros, cuando queris, llamis crcel de penas. En el encierro de aquella crcel penan los impos con sus padres, los incestuosos con sus hermanas, los adlteros con las casadas, los raptores de doncellas, los violadores de muchachos, los vengativos, los matadores, los ladrones, los fraudulentos y todos los que son semejantes alguno de vuestros dioses. No probaris, pues, que de vuestros dioses haya alguno que no haya cometido uno otro de estos delitos (122), sino negando que hayan sido hombres jams; que si siempre fueron dioses y nunca hombres, no delinquieron; que la |188 divinidad es impecable. Mas para que no negaseis que fueron hombres, cometieron ellos estas maldades como seas de lo que fueron, y embargos para no ser dioses por sus mritos. Si vosotros, ol jueces!, castigis coma presidentes justos los que cometen estas maldades; si vosotros como honrados rehusis el trato, la conversacin y compaa de los malos y los torpes, coma Dios, que es la suprema bondad, pudo elegir para su compaa hombres de costumbres que vosotros evitis? O por qu condenan vuestras leyes los malhechores si adoran sus concolegas? Vuestra justicia es afrenta de los cielos; que si ella condena los ladrones, ya juzga que muchos dioses debieran ser ahorcados. Para agradar y obligar estos dioses, mejor sera que hicieseis dioses los hombres ms facinerosos, que sera agasajo y honra suya la consagracin de los iguales. Pero dejando el ttulo de su indignidad, cuando hubieran sido honrados, buenos y perfectos, cuntos mejores muertos que stos dejasteis en el infierno? En vuestros dioses hay alguno ms sabio que Scrates, ms justo que Arstides, ms soldado que Temstocles, ms sublime que Alejandro, ms dichoso que Polcra-tes, ms elocuente que Demstenes? Entre los que sacasteis para dioses hay alguno ms sabio y grave que Catn, ms justo ni guerrero que Escipin, ms sublime que Pompeyo, ms feliz que Escila, ms elocuente que Tulio? Si deidades se dan por mritos, cun dignamente hubiera Dios guardado alguna para stos sabiendo que haban

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de nacer para merecerla mejor que Jpiter ni Saturno? Pero creo que se anticip y cerr el cielo en la primera eleccin, y estar ahora vergonzosamente corrido viendo que en el infierno murmuran de la injusticia los mejores. |189 CAPITULO XII. ---- QUE ES AJENO DE TODA RAZN ADORAR POR DIOSES LOS DOLOS Y SIMULACROS. Dej esta prueba sutil por otra ms llana, como quien sabe que con la misma verdad desnuda mostrar de los dioses lo que no son con lo que son. En estos dioses no alcanzo yo otra cosa sino unas sagradas apariencias y los bultos de los simulacros. De divino de sagrado no veo en ellos sino unos nombres de hombres antiguos que vivieron y murieron, unas fbulas y unos supersticiosos ritos compuestos de las fbulas. En los mismos simulacros no he hallado otra cosa sino que aquellas materias son hermanas de vasos y de instrumentos comunes que mudan el hado con la consagracin (123); pues hay morteros y sartenes tan bien afortunados, que con la licencia del arte que transforma suben de la cocina al altar. Y llanamente, que siendo los dioses tratados tan sacrilega y contumeliosamente en la misma creacin de sus divinidades, como nosotros en los tormentos que padecemos por su induccin, podra servir de consuelo nuestras penas el ver que padecemos para mostrarnos cristianos, lo mismo que los dolos para llegar ser dioses (124). Sobre cruces y palos ponis los |190 cristianos. Y qu dolo no se labra poniendo primero el barro sobre la cruz de la rueda? El cuerpo de vuestra Dios en una cruz recibe la primera consagracin. Un palo cra las deidades. Con uas de hierro aris los costados de los cristianos; pero ms briosamente andan sobre los hombros y miembros de vuestros dioses. las sierras, las azuelas, los escoplos, los cepillos y las escofinas. Cortis los cristianos la cabeza; y tambin estn vuestros dioses descabezados antes de la trabazn del plomo del betn que apega, del aseguramiento de los clavos. Nos arrojis las fieras; y tambin Baco, Ceres y Cibeles bestias los arrastran. Somos en fuego vivo abrasados; y tambin vuestros dioses padecen en los hornos llamas desde la masa primera. Somos tambin condenados las minas; y vuestros dioses de los metales tienen sus principios. Somos desterrados las islas (125); y vuestros dioses en las islas nacen en las islas mueren. Luegosi por estos malos tratamientos se alcanza la deidad,, sern consagraciones las injurias y los tormentos divinidades. Ms llanamente; que de la suerte que vuestros dioses no sienten las injurias de su afrentosa consagracin, as no estiman el servicio de vuestro vansimo-culto. Ya oigo que decs: Oh voces impas! Oh sacrilegas afrentas! Pero batid los dientes, arrojad espumajos de coraje, que los mismos sois que aquellos que oyeron orar Sneca (126), condenando esta supersticin; y si no |191 le reprendieron entonces vuestros mayores, no hay para qu mirarme m con sobrecejo. Si no adoramos las estatuas y las imgenes frias (127), que son como cadveres (y as lo conocen los milanos, las araas y ratones que hacen all sus madrigueras), por ventura no merece ms alabanza que castigo el repudio de un error ya conocido? Los que hablan mal de lo que ciertsimamente saben que no es, no pueden ofender. Que si el nada no padece, hablar mal de un nada no es injuria. |192 CAPITULO XIII. ---- QUE LOS GENTILES BURLAN Y DESPRECIAN LOS MISMOS DIOSES QUE ADORAN. Vosotros sois con vuestros dioses los ms impos. Si en vuestro entender y en vuestra conciencia los tenis estos por dioses, cmo sois con ellos tan impos, tan sacrilegos y profanos? Vosotros despreciis los dioses que presums que lo son: destrus los que temis, y os burlis de lo que defendis. Advertid si acaso miento. Primeramente algunos adoran unos dioses y otros no. Luego los que no se veneran se ofende; que no se da uno ventaja, que no se d otro el desprecio; y en la eleccin queda otro reprobado. Ya despreciis, pues, los que reprobis. Luego el que los reprueba no los teme, ni ellos por la contumelia se pueden dar por ofendidos; porque la divinidad pende del albedrio del Senado. No era Dios el que el hombre consultado no quera: un no querer del hombre quitaba la deidad. A los dioses domsticos que llamis lares (128), con dominio domstico los tratis empendolos, vendindolos y des figurndolos. Tal vez del dios Saturno hacis un servicio para vaciar en l los excrementos |193 del vientre, y de la diosa Minerva una bacinilla para excrementos menores (129). Si con el uso el dios se rompe se abolla, ms santa es vuestra necesidad que su divinidad; porque l sirve la necesidad de casa, aunque la deidad se pierda. El necesitado y menesteroso no pide Dios que le ayude, sino que lo destruya. A los dioses pblicos con pblico derecho los envilecis tenindolos en el hastiario para alquilarlos. Si vamos al Capitolio la plaza de las verduras, all vemos que la misma voz del pregonero, debajo de la misma lanza y del mismo registro del contador donde se venden los otros despojos las divinidades cautivas se venden pujas de almoneda (130), regateando los precios como si fuesen comunes alhajas. Los campos tributarios son los peores, y los hombres pecheros menos nobles; que el pechar es linaje de esclavitud: mas en vuestros dioses el ms noble es ms pechero y ms tributario el ms santo. Obligis la majestad divina ganar: hacis la deidad jornalera y userera la religin. Andan vuestros sacerdotes con los dioses en la mano

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mendigando por las tabernas: por entrar y pisar el templo piden precio: nadie puede tener Dios de balde, y se quedara sin l |194 si no le compra; que la divinidad ya es vendible y el sacerdocio usurero. Igualis los muertos en la honra con los dioses. Si los dioses dais templos, los muertos dais aras. Los trajes de los dioses en estatuas se hallan de hombres que murieron (131). La mayor edad no le granjea Dios culto ms festivo. Igualmente se hace el convite Silicernio (132) en el entierro de un viejo, que en la fiesta del antiqusimo Jpiter. El arte con igualdad los sirve. Con el Smpulo se ofrece los dioses el vino, y con la Obba los manes en las funerarias. Tambin son iguales en el servicio; que el adivino que sirve en el templo los dioses embalsama los muertos en las casas: all desbalija el ministro entraas de reses, y aqu maneja entraas de hombres. A los emperadores muertos confieso que dignamente dais la misma honra que los dioses. En esto no se darn ellos por agraviados; antes os quedarn agradecidos, que habiendo sido sus vasallos se vean iguales sus seores. Slo podran tener algn enojo, viendo que al lado de Juno, Ceres y Diana adoris Larentina, rstica ramerilla (133), dejando Lais y Frin rameras de ms rumbo y ms estofa (134); y que Simn Mago |195 tenga inscripcin divina y estatua levantada (135), y que Antinoo (136), aquel paje que tena Adriano en palacio para abusar de su sexo, haya llegado ser Dios; que aunque los dioses antiguos no fueron mejores que estos nuevos, con todo eso tienen los ancianos por afrenta que hagan los modernos con ninguno lo que la antigedad hizo con ellos. Quiero dar ahora una vista vuestros ritos. No digo cun puros llegis los sacrificios, sino qu reses sacrificis, las enfermas, las podridas y sarnosas. De las sanas, de las opimas no le dais Dios sino los pies y la cabeza que dierais en vuestra casa los esclavos los perros. De la dcima que se ofrece Hrcules le defraudis tanto, que latercera parte no le ofrecis en sus aras. Para pedirlas lo hicisteis dios de respeto, y para robarlas lo hacis de palo. Pero en esto siempre alabar la discrecin; que es gran prudencia sisar algo de lo que el diablo se lleva. |196 CAPITULO XIV. ---- QUE LOS POETAS Y FLOSOFOS TAMBIN ESCARNECEN Y HACEN BUBLA DE SUS DIOSES. Pero si llego examinar los libros con que se instruyen los hombres nobles para aprender la prudencia y saber ejercer los oficios y cargos ingenuos, cuntos escarnios se hallan all de vuestros dioses? Qu ignominias no escribe Hornero de estas divinidades (137)? Este dice cmo los dioses unos (138) con otros guerrearon por los troyanos y argivos como si fueran cuadrillas de gladiadores. Refiere cmo Diomedes por robar Aeneas que agonizaba casi muerto, hiri la divinidad de Venus con una saeta humana (139), que como hijo lo amparaba. Escribe los trece meses de la prisin de Marte (140), la fuga que hizo Jpiter por no experimentar la misma calamidad. Este canta la libertad que di un monstruo Jpiter, las lgrimas que ste derram por la muerte de Sarpedonio, el amor que tuvo Juno, y el repudio que hizo de las antiguas mancebas por gozar ms torpemente de su hermana. |197 Con el ejemplo del maestro autorizaron los discpulos los desprecios que hicieron de los dioses. Qu poeta se hallar que imitacin de su prncipe no sea deshonrador de los dioses? Uno conduce al dios Apolo para pastor de los ganados del rey Admeto. Otro alquila al dios Neptuno para servir al rey Laomedonte en la fbrica de Troya. Otro hay de los lricos (este es Pndaro) que canta que Jpiter mat con un rayo Esculapio, porque, codicioso del dinero, abusaba perniciosamente de la medicina. Oh mal Jpiter, si el rayo es suyo, impo con su nieto, envidioso del autor de la salud! (141) Si estas indecencias de vuestros dioses son verdaderas, las debierais ocultar; si falsas, no se debieran fingir por hombres que blasonan de religiossimos. Tampoco los poetas trgicos y cmicos perdonan los dioses. Estos comienzan sus libros con engaos y los acaban con desdichas de los dioses. De los filsofos no hablo, basta Scrates (142). Este cuando juraba deca: por vida del cabrn, por vida de la encina y del perro, mostrando en la contumelia lo que senta de aquellas deidades. Mas el que conden los dioses fu condenado; que la verdad ha sido siempre lo que es, terrero del odio. Con todo eso los atenienses apesadumbrados de la sentencia condenaron los acusadores y pusieron Scrates estatua de oro en el templo (143). La rescisa condenacin es testimonio de su |198 inocenca. Tambin Digoras se burl de Hrcules con una donosa chanza (144). Escnnico Varrn trescientas estatuas de Jpiter introdujo descabezadas. |199 CAPITULO XV. ---- CUN TORPES COSAS SE REPRESENTAN DE LOS DIOSES EN LOS TEATROS DE LAS COMEDIAS Y EN LOS ESPECTCULOS.

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Las otras artes de la lascivia sirven al gusto humano con la deshonra divina. Reconoced las graciosidades de Lntulo y Hostilio (145), y decid: de qu os res ms en los juegos y entremeses; de las donosidades que dicen los graciosos (146), de los dioses mismos? All se representa al dios Anubio rufin (147), los disfraces de la Luna, los azotes de Diana, el testamento de Jpiter, El hambre de los tres Hrcules, finalmente, todos los dioses sirven la risa. Pero la mayor torpeza de estas divinidades la manifiestan los representantes trgicos. All se ve la amargura con que solloza el Sol cuando fu lanzado del cielo su hijo Faetonte; y llorando vuestro dios res vosotros? All se mira suspirando la diosa Cibeles (148) por los desdenes de un rstico, y no os avergonzis que vuestra diosa tan torpemente se enamore, y que un |200 pastor la desprecie? Toleris que los delitos de Jpiter se canten y que los vicios de los dioses sirvan de recreo. No os empachis que en la competencia de Juno, Venus y Minerva sobre la primicia de la belleza, se sujetan las tres supremas deidades las sentencias de un rstico pastor? (149) Qu dir? Que un comediante infame, representando el papel de Hrcules se vista de la imagen de vuestro dios, y que el cuerpo impuro de una ramera torpe se vista en lascivo traje de la majestad de Minerva, y que en presencia vuestra se mezclen torpemente estos representantes; y que viendo vosotros ajada la majestad y la deidad violada, estis aplaudiendo con la risa tan profano desacato. En el anfiteatro sois llanamente ms religiosos, donde sobre la sangre humana y sobre barrigas de hombres muertos saltan los dioses, los representantes, digo, que hacen sus papeles, que con la representacin de la historia muestran los condenados de qu pena han de morir, y las ms veces los mismos condenados hacen la persona de los dioses para que la representacin se haga ms viva y propiamente. Ya vimos malhechor que representando al dios Atis, efectivamente fu castrado; que representaba lo que le pas Atis con la gran Cibeles, la diosa de Pesinuncio. Y al que representaba Hrcules Oeteo le vimos arder vivo en el anfiteatro (150). Entre las burlas crueles de los juegos meridianos, remos viendo Mercurio con un cauterio (151) examinando |201 los cuerpos de los heridos, y Plutn, hermano de Jpiter, que con un garabato sacaba los cuerpos muertos del corro. Cualquiera puede juzgar, si cada una de estas cosas pudiera inquietar el crdito de estas divinidades cuando estuviera muy asentado, y borrar los vestigios de esta Majestad cuando estuvieran claros; siendo tan ignominiosas que hacen despreciables los que con ellas se veneran, y ridculos los que con ellas adoran. Estas son burlas de juegos. Pero si aado en las veras lo que saben, no menos que yo, las conciencias mismas de todos: que en los templos se conciertan los adulterios; que entre las aras se trazan las alcahueteras; que en los mismos tabernculos de los sacerdotes, que en las mismas sacristas, estando ya revestidos con la prpura (152), con las cintas y guirnaldas de la mitra, vaporeando el incienso, alli cuando el incensario exhala el humo sacro, el sacerdote, ardiendo en la torpeza, ejecuta su lascivia. No s si los dioses estn ms quejosos de vosotros que de los cristianos, siendo los que cometis los sacrilegios con estas acciones y otras por las cuales prenden tantos cada da (153). Nosotros no vamos vuestros templos ni de da ni de noche (154), que si furamos los robramos como vosotros, aunque no furamos sacrilegos por el |202 hurto, sino por la adoracin de dioses falsos. Los que stos no adoran (155), qu adoran? Bien se deja conocer que reverencia la verdad el que desprecia la mentira (156), y que no errarms en aquello que renunci conociendo haber errado. Aprended esto primero, y de este principio inferid el orden del sacramento de nuestra religin, como lo dir, impugnando primero unas falsas opiniones que acerca de nuestra sagrada religin ha esparcido la emulacin. |203 CAPITULO XVI. ---- QUE LOS CRISTIANOS NO ADORAN LA CABEZA DEL JUMENTO, NI PALOS DERECHOS, NI AL SOL NI ONONICHITES. Algunos han soado que nuestro Dios era una cabeza de jumento. Esta sospecha ingiri Cornelio Tcito en el libro quinto de su historia, en que tratando de la guerra de los judos comenz por el origen de esta gente; y del nombre, del principio y de la religin slo escribi lo que quiso. All cuenta, pues, que en la salida de los judos de Egipto, que l llama destierro, en los espaciosos desiertos de la Arabia, estrilsimos de agua, fueron afligidos de la sed. Pero viendo salir del pasto unos jumentos silvestres les siguieron, y por sus huellas hallaron venas de agua. Los judos, agradecidos al animal que los gui, consagraron en Dios la calavera de la bestia. Y como los cristianos convienen en algo con los judos, interpretaron los malvolos que tambin ellos adoran la cabeza de este animal. Pero el mismo Cornelio Tcito, gran hablador de mentiras (157), refiere all esta verdad: que cuando Cneo Pompeyo gan Jerusaln, deseoso de explorar los misterios de la religin judaica, entr en lo interior del templo y no hall ningn simulacro. Y si ste se adorara, en forma de imagen visible haba de estar en el |204 Sagrario; pues tal figura extraara ojos arbitros, siendo tan vergonzosa la imagen. Pues si un testigo de religin extraa, que entr, no la vi, no se hallara testigo de este simulacro; porque al Sagrario no llegan sino-solamente los sacerdotes, porque un velo que est por medio extendido impide la vista del pueblo que llega orar. A lo

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menos no negaris vosotros que adoris los caballos capados, y la diosa Hippona (158) con toda su caballeriza. En esto, por ventura sents mal de nosotros, que adorando vosotros todo gnero de animales, no adoremos nosotros sino la especie. Y por qu zahieren por absurda la adoracin de la cruz de madera los que adoran palos (159)? Cmo llaman temerario el culto de un palo los que adoran vigas? Qu importa que sea el traje diverso, si la materia es una, ni que sea diferente la figura, si es uno el cuerpo? Aquellas varas de los huertos en que adoris Palas Ateniense (160), y aquellos palos derechos que ponis en los campos, en que adoris Ceres Farrea, no son tambin informes palos sin efigie, y leos rudos que apenas se diferencian del rbol mayor de nuestra cruz, y les dais profunda adoracin? Ya veo que decs que aquellos palos derechos no son cruz, sino parte de ella. Es as; mas por ventura mostramos en esto mejor juicio, que ya que adoramos un leo le veneramos de manera que nos |205 representa Dios entero y no partido. Ya dijimos que el cuerpa de vuestro dios, en una rueda que tiene cruz se consagra. Adoris los trofeos de las victorias en que van pendientes los despojos, y los interiores intestinos del trofeo son cruces, porque son vigas cruzadas. La religin romana toda es castrense, insignias militares adora, banderas jura, y el estandarte real prefiere los mismos dioses (161). Aquel dorado montn de imgenes bordadas que va en la tela pendiente de la entena de los estandartes, adorno es de las cruces. Aquellas cenefas con que se alian los velos pendientes del asta de las banderas (162), del lbaro cantbrico, adornos y estolas son de cruces, que estos estandartes, astas son cruzadas. Alabar siempre el cuidado curioso; que adorando nosotros cruces desnudas, vosotros las adoris adornadas. Otros que nos miran con ms humanidad, han credo con ms verosimilitud que el sol es nuestro dios (163). Por ventura stos nos queran hacer persas (164), aunque no adoramos al sol pintado: y para qu se ha de buscar el sol en lienzos, tenindolo tan patente en su glo bo? Esta sospecha naci de vernos orar hacia el Oriente, y que celebramos en el da del sol nuestra fiesta. Y vosotros cuando fings arrobos furiosos en la oracin, no estis mirando al sol y haciendo visajes con la boca? |206 Nosotros nos alegramos el domingo espiritualmente(165), no por el culto veneracin del sol (166), sino por fines ms altos. Los gentiles en sbado celebran sus fiestas Saturno, diferencindose mucho del rito judaico, que ignoran que en los judos el ocio del sbado es misterio; en los gentiles soltura para ocuparse en todo gnero de lascivias. Nosotros en todo nos diferenciamos de todos; porque el da despus del sbado es nuestra fiesta, y el rito es honesto y sobrio. Pero una nueva impresin de nuestro Dios se manifest en esta ciudad estos das, despus que un gladiador, que habiendo sido condenado, se escap de las fieras, tan diestro en vencerlas con su astucia que se alquilaba para pelear con ellas en los juegos, sac una imagen con esta incripcin: El dios de los cristianos ononichites (167). Tena este dios orejas de jumento, uas de bestia en los pies, vestido de toga, y en la mano llevaba un libro. Dinos nosotros el nombre y la figura mucha ocasin de reir. Pero tenais obligacin vosotros de adorarle al punto que le visteis, pues adoris un dios que tiene cabeza de len y perro (168), otro con cuernos de cabrn y de carnero, otro que es cabrn |207 en los lomos y serpiente en los muslos, y otro que lleva alas en los pies y en las espaldas. Esto pareca superfino; mas he querido refutarlo para que no parezca que con afectado olvido se ha dejado algn rumor sin respuesta. Ya me he desembarazado de todas las calumnias para que el tratado de nuestra religin tenga ms despejado el camino. |208 CAPITULO XVII. ---- QUE LOS CRISTIANOS SOLAMENTE ADORAN UN DIOS QUE NADIE PUEDE IGNORAR. Adoramos los cristianos (169) un Dios que toda la mquina del mundo, con el aparato de los elementos, con la variedad de los cuerpos, con la hermosura de los espritus, cri de nada con la palabra que mand, con la razn que dispuso, con la virtud del poder, para que sirviese de extrnseco ornamento de la Suprema Majestad y por eso los griegos llaman kosmos al mundo, que significa ornamento. Dios es invisible, aunque se deja ver en los vestigios de las criaturas; incomprensible, aunque se deja tocar por gracia; inestimable, aunque los sentidos lo aprecian. Por la parte que se alcanza, se conoce como verdadero; por la que nos excede, le veneramos por grande. El objeto que se ve, menor es que los rayos de los ojos que le miran; el que se comprende, menor es que las manos que le abarcan; el que apreciadamente se conoce, menor es que el sentido que lo halla; pero el que tiene infinita inmensidad, que no se alcanza, ESTE ES DIOS, que solamente lo comprende su noticia. La falta de nuestra capacidad para definirle, explica la infinita naturaleza de su ser. De una grandeza misma nace la duda y la certeza; por no caber tanta magnitud en la humana capacidad, dudosamente la define; y por hallarse vencida de infinidad inmensa que |209 no alcanza, se asegura que es Dios la magnitud que tanto excede. Y este es el delito mayor de los gentiles (170), que no quieren conocer lo que no se puede ignorar. Cmo queris que lo pruebe? Que esta verdad, de todos los medios expeli los temores de la duda. Queris la prueba por el nmero y hermosura de las criaturas? Por este gran palacio en que vivimos? Por los frutos que nos sustentan? Por las cosas que nos deleitan, y por los prodigios que nos atemorizan? Queris esta

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prueba por el testimonio del alma que tenis dentro del cuerpo (171)? Esa alma, pues, aunque presa en esa crcel (172), cercada de falsas doctrinas, enflaquecida con tantas torpezas, cautiva por la tirana de los falsos dioses, cuando vuelve en s (173), cuando despierta de una embriaguez, cuando recobra el vigor perdido, como el convaleciente que escap de la enfermedad peligrosa, con un impulso natural Dios, llamndole UNO,VERDADERO Y GRANDE. Voz comn de todos: DIOS ME HIZO ESTE FAVOR. Tambin cuando lo alegamos por Juez decimos: DIOS LO VE: A DIOS DEJO LA VERDAD; DIOS VOLVER POR M. Oh testimonio del alma naturalmente cristiana! (174) Finalmente, cuando nombris Dios en estas ocasiones no miris al Capitolio, sino al cielo; que ya reconoce el alma que est all la corte de Dios vivo, que por eso aspira las alturas, porque baj de all. |210 CAPITULO XVIII. ---- QUE LA SACHADA ESCRITURA SE TRADUJO EN LENGUA GRIEGA POR DILIGENCIA DE PTOLOMEO FILADELFO. Mas para que pudisemos hallar ms llanamente el conocimiento de Dios, y ms intensamente penetrar la disposicin de su divina voluntad, aadi el instrumento de la escritura al impulso de la naturaleza. Aqu lo busca el que lo desea; aqu lo halla el que lo busca; ste cree el que lo halla, y ste sirve el que lo hall. Desde el principio del mundo envi Dios varones justos inocentes (175), dignos de conocerle y mostrarle, llenos de la gracia del Espritu Santo para que predicasen que Dios era nico; que cri el universo; que form al hombre terreno de tierra, que es el verdadero Prometeo que orden por disposiciones ciertas la variedad de los tiempos, y para que anunciasen las seales que despus mostr de su majestad justiciera en las aguas del diluvio y en los fuegos de Sodoma, y las enseanzas que dispuso para que con su observancia se mereciesen sus favores, que vosotros ignoris y remisis saber, y los premios que destin los observantes, y los castigos que seal los incorregibles. Mandles predicar tambin como acabado este siglo han de resucitar todos los muertos del mundo (176), reunindose los |211 mismos cuerpos las almas, cuyos mritos se han de liquidar con riguroso examen (177), premiando los honradores de Dios con vida eterna, y castigando los profanos con fuego eterno y continuo. Tiempo hubo en que sola yo rerme de esta doctrina (178). He sido yo de los vuestros: hcense, no nacen los cristianos. Estos predicadores que decimos se llamaron profetas por el ofici de profetizar. No se perdieron sus dichos, ni sus hechos; impresos quedaron para el crdito de la divinidad en el tesoro de la escritura; ni tampoco sta se ha perdido. El ms erudito de los Ptolomeos (179) que tuvo por sobrenombre Filadelfo, noticiossimo en todas letras, queriendo competir, segn creo, con la diligencia que tuvo Pisistrato en congregar famosas libreras, entre las memorias con que la curiosidad se adorna y la antigedad se celebra, pidi los judos, por consejo de Demetrio Falereo (180), el ms excelente gramtico de aquella edad, por cuya cuenta corra este negocio, sus libros escritos en idioma y caracteres tan propios de aquella gente, que no los tena otra nacin. En este idioma habl Dios los profetas, y en este predicaban ellos los judos, que era la familia de Dios por mritos de sus primeros padres. Los que ahora se dicen judos |212 llamronse antiguamente hebreos, y por eso se llaman hebreos los caracteres y el lenguaje. Los judos, ajustndose la peticin del rey, enviaron los libros y setenta y dos intrpretes (181) para que con fidelidad tradujesen escrituras tan obscuras. Estos hicieron la traduccin de hebreo en griego, y confirindola Menedemo, filsofo, que fu el que reconoci la providencia divina en este suceso (182), hall que la traslacin de todos constaba de unas mismas palabras y sentencias. La verdad de esta historia ya os la dej escrita Aristseas (183). Por este camino Ptolomeo dej las escrituras hebreas clarsimamente traducidas en griego estilo. Hoy se pueden ver en el templo de Serapis, donde est la librera (184), y se guardan los originales de esta versin. Y el que quisiere informarse de ms cerca, aqu en Roma tiene los judos que todos los sbados leen en su sinagoga esta escritura pagando anual tributo por entrar oir la explicacin. El que oyere estas voces hallar Dios, y el que cuidare de conocerle se ver forzado creerle. |213 CAPITULO XIX. ---- QUE LA ANTIGEDAD DE LA ESCRITURA SAGRADA SE PRUEBA POR LA EDAD DE MOISS Y LA SUPUTACIN DE LOS TIEMPOS. Si la antigedad autoriza la Escritura, nuestros libros sobre todos los del siglo tienen autoridad suprema (185). La antigedad de las Escrituras se venera entre vosotros como la fe de la religin. Nuestra Escritura excede, no en tiempos, sino en siglos; no los libros ni las letras, sino al cuerpo, la materia, al origen, la disposicin y las venas de donde se origin cualquier estilo ms antiguo de escribir. El libro de un profeta en que est encerrado el tesoro de los sacramentos judaicos, que ya llegaron ser nuestros, es ms antiguo que muchas naciones, que muchas insignes ciudades, que las causas de las historias, que los principios de las memorias escritas, que las mismas efigies de los caracteres (186) (depsitos y seales de las cosas) que los mismos dioses vuestros (que creo es decir lo menos), que los mismos templos, que los orculos y los ritos. Si no le sabis el nombre, Moiss se llama este profeta, igual en edad con Inaco (187), rey de los argivos, cuatrocientos aos menos siete, antes que la calamidad de Priamo; y |214 si dijese que mil y quinientos aos antes que Hornero, no

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sera decir ms que lo que dijeron otros. Los dems profetas despus de Moiss, los ms modernos son ms antiguos que todos vuestros primeros sabios, jurisconsultos historiadores. El mostrar ordenadamente los caminos por donde esto se poda probar, no me fuera tan difcil como enorme, ni tan arduo como largo. Pero ms despacio nos habamos de aconsejar con los instrumentos necesarios para esta prueba. Si la suputacin se haba de hacer por los dedog (188), era menester hacer muchos gestos con las manos, abriendo y doblando dedos, si por la antigedad de papeles se haban de abrir los archivos de las naciones antiqusimas de los egipcios, caldeos y fenicios: si por el testimonio de los autores haban de citarse tambin aquellos ciudadanos de cuyos libros salieron estas noticias, Manethn, egipcio (189); Beroso, caldeo (190); Jernimo (191), el que gobern Tiro y Fenicia; y los que siguieron la autoridad de estos autores Mendesio Ptolomeo (192); Menandro, efesio (193); |215 Demetrio Falereo Juba, rey de Libia (194), Appin (195), Tallo y Josepho, judo, celoso defensor de las antigedades judaicas que refiere estos autores, para impugnarlos, para seguirlos. Habanse de ver tambin los registros de los protocolos griegos, y conferir tiempo y sucesos para averiguar los encadenamientos de los tiempos, por los cuales constasen los nmeros de los anales. Si para probar esta antigedad se haba de peregrinar por todo el mundo buscando historias, y revolviendo escrituras, sirva por parte de prueba el alegar los autores por donde se podra probar. Pero ms conveniente es deferir la prueba que darla larga y confusa; que el estilo apresurado es obscuro, y el detenido molesto. |216 CAPITULO XX. ---- QUE LAS ESCRITURAS SAGRADAS SE PRUEBA SER DIVINAS POR LA VERDAD DE LOS SUCESOS QUE ANUNCIAN. El dilatar la prueba de la antigedad, no es rehusarla: mayor es la prueba que doy que la que dejo: por la antigedad que haba de probar (196), doy su majestad autorizada: cuando no sealo la Escritura sus aos, la pruebo divina por su autor; ni es menester ir regateando la prueba, ni traer los argumentos de lejos: presentes tenemos los testigos, el mundo, el siglo (197), y el cumplimiento de las desdichas que la Escritura amenaza. Todo lo que hoy sucede se halla profetizado en la Escritura que haba de suceder: todo lo que hoy vemos lo tenamos odo los profetas que la tierra se traga ciudades; que los mares defraudan las islas de sus campos; que pueblos fieramente se despedazan con guerras civiles y extranjeras; que reinos con reinos por competencias combaten; que el hambre, la peste, el estrago de tantos muertos tienen desplobadas muchas tierras: que muchos hombres viles estn entronizados; que muchos nobles en un rincn abatidos; que la justicia est enflaquecida y la maldad insolentemente bulliciosa; que el cuidado de las buenas letras est con la |217 ociosidad entorpecido; que los tiempos mudan sus veredas: que los elementos dejan con violencia sus naturales cursos; que los monstruos y los portentos turban las leyes de la naturaleza; antes que estas cosas sucediesen estaban prvidamente escritas (198). Mientras las padecemos las leemos, y mientras las experimentamos las aprobamos (199), que es idneo testimonio de divinidad la verdad de la profeca. De aqu es que entre los cristianos con tanta certeza damos crdito lo que ha de ser, como lo mismo que ha sido; porque al lado de lo que hoy sucede est profetizado lo que ha de suceder maana. Con la seguridad de palabras que decimos lo que ha pasado, pronunciamos lo que se ha de cumplir: con unas mismas letras escribimos lo que ha de venir y lo que ha llegado: con tan firme aliento pronunciamos lo que ha de suceder como lo sucedido. Los profetas no tienen sino un tiempo, porque veri presente lo futuro; mas nosotros distinguimos tiempos en la profeca (200). Por lo futuro que dice la Escritura que ser, esperamos el presente, y por el presente que ya es, colegimos que era verdadera la pretrita profeca. En qu faltamos (yo os ruego) creyendo los futuros por los dos grados de presente y de pretrito? Si se cumpli y se cumple lo que estaba profetizado, qu liviandad ser creer se ha de cumplir tambin lo que falta de lo prometido? De lo que ha sido y es, bien se asegura la certeza, que ser lo que dice la Escritura que ha de ser. |218 CAPITULO XXI. ---- DE CRISTO NUESTRO SEOR. Mas porque dijimos que nuestra religin est apoyada con las Escrituras de los judos, y ellos sienten que esto es presuncin nuestra, para licenciosamente pecar sombra de su insignsima religin, constando que no profesamos su ley; pues la nuestra es en edad niovizuela, nacida en los tiempos de Tiberio (201) (como dicen y nosotros no negamos), ni observamos las abstinencias de sus manjares, ni la circuncisin, ni sus fiestas, ni se univocan las religiones en el nombre; que si fuera uno mismo el Dios haba de tener un nombre mismo la religin de unos mismos profesores. Para que se entienda, pues, lo que profesamos y en lo que nos distinguimos, ser conveniente tratar del estado de nuestra religin cristiana, intitulada con este nombre, que es el enemigo comn de judos y gentiles. Pero si el vulgo siente que Cristo es hombre puro como los judos lo juzgaron, no puede pensar tenemos un Dios comn; que no piensan que es hombre el Dios de los judos; pero no nos avergonzamos de tener Cristo por Dios los que debajo de su nombre gustosamente padecemos, y es buen fiador de la fe que tenemos de su divinidad |219 el gusto con que morimos. Mas porque la persecucin slo mira la profesin del

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nombre cristiano, pues deja libres los judos, es necesario decir algo de Cristo; que toda la saa del odio se ha encendido por este Dios y este nombre. Tenan los judos con Dios la privanza; en ellos solos se hallaba la justicia, la fe y la religin de los primeros padres. En este solar naci la nobleza de su linaje, la sublimidad de su reino; y lleg tanta felicidad, que los avisos cmo haban de servirle y no ofenderle, l mismo se. los daba por su boca. Pero cunto ellos hayan abusado de este favor tomando licencia para pecar en confianza de la virtud de sus padres, desvindose de los caminos de Dios por profanos modos, aun cuando ellos no lo confiesen el estado presente lo publica (202), pues los vemos desparramados como gente que huye desbaratada, vagueando por el mundo, desterrados del cielo y suelo de su patria, sin que les valga el derecho de los peregrinos para pisar en la tierra donde nacieron (203). No tiene ya este pueblo un hombre por cabeza, habiendo tenido Dios por rey. No les cogi el castigo desapercibidos : ya antes las Escrituras les amenazaron, y los mismos avisos les predicaban casi cada da los profetas, que en estos ltimos trminos del siglo haba de escoger Dios de todas partes del mundo, de todas naciones y de todos pueblos unos siervos ms fieles, en quien haba de trasladar su gracia y benevolencia con ms abundante plenitud: que para la doctrina del nuevo |220 autor haba de emplearse la capacidad con ms favores. Vino, pues, Aqul cuya venida estaba profetizada, Jesucristo, Hijo de Dios, para reformar y alumbrar este pueblo nuevamente escogido. De esta gracia, pues, y nueva doctrina fu anunciado en la Escritura por rbitro, maestro, iluminador y doctor del gnero humano el Hijo de Dios, no engendrado de manera que se avergence de llamarse Hijo; que no naci de la asquerosa semilla de padre terreno, incestuoso con su hermana, violador de la hija, adltero con la mujer ajena y solicitador de las purezas virginales. No fu este padre enamorado, escamado, emplumado ni cornudo: estos son honores de Jpiter, padre de los dioses, que cas con su hermana Juno; que estupr su hija Venus, que adulter con Helena; que se convirti en oro para violar Danae (204). El Hijo de Dios naci de una Madre limpia y pura, que no conoci varn, aunque tuvo aquellas sombras de casada. Pero conviene declarar la dignidad del Hijo para que se conozca despus Ja calidad del nacimiento. Ya dijimos que Dios cri la universidad del mundo con la palabra, con la razn y poder. Vuestros sabios ya conocieron que la palabra y la razn criaron el universo. Cenn llama esta palabra formadora del universo con disposicin ordenada; (205) y tambin la llam hado, dios, alma de Jpiter y necesidad de las criaturas. Oleantes (206) |221 recoge estos trminos llamando al Hacedor del universo Espritu puro, vivo penetrador de las cosas (207). As nosotros la palabra, la razn y poder con que Dios cri el mundo llamamos substancia divina espiritual, que con la palabra pronuncia, con la razn dispone y con la omnipotencia preside. Y como esta palabra se origina de Dios mismo, pronunciada con substancial pronunciacin, llamamos Hijo de Dios verdadero (208), porque es substancia nacida, si bien indistinta en la esencia de su principio; que Dios es tan solamente una espiritual esencia. As como el rayo nace del sol, porcin de aquella suma, quedndose el sol en el rayo, porque en el rayo est el sol, y no se separa la substancia, sino que se extiende ; as el espritu nace de espritu y Dios de Dios. Como la lumbre aunque encienda otras queda entera sin menoscabarse, y no pierde los grados la matriz, aunque de ella se originen otras iguales luces, que si se comunica no se mengua; as lo que naci de Dios es Dios enteramente Hijo de Dios, yambos un Dios tan solamente, Espritu de Espritu y Dios de Dios, en quien solamente hace nmero el grado de la generacin (209), el modillo de la persona, no la majestad de la esencia, que aunque nace no se aparta; como el ramo, aunque nace no se divide del tronco. Este divino rayo, pues, como estaba antes profetizado, se desliz del cielo las entraas de una Virgen y all tom forma humana (210), y naci hombre unido |222 Dios. Esta humanidad unida se instruye con el espritu, medra, crece, habla, obra, ensea: este es Cristo. Admitid esta fbula, como decs, semejante las vuestras, mientras no la pruebo y sealo quines fueron los que fingieron las fbulas semejantes esta verdad, para que en compaa de la mentira quedase la verdad sospechosa. Los judos ya esperaban esta venida admirable, que as la leen prometida en los profetas : que noniegan la persona, pues la esperan; antes no hay controversia tan reida entre nosotros y los judos como la porfa con que niegan su venida, que an esperan. Dos venidas seala de Cristo la Escritura: la primera ya se cumpli en humildad de carne humana; la segunda, que ha de ser en el fin del mundo, ser en ostentacin de divinidad manifiesta (211). Los judos confunden estas venidas, y como no esperan sino una de ostentacin majestuosa, no creen la primera, de condicin tan humilde. El no haberla conocido, castigo fu de sus culpas; que si la conocieran la creyeran, y si la creyeran se salvaran. Ya leen ellos este castigo en la Escritura: que haban de ignorar con la ciencia; que haban de cegar con la vista y ensordecer con las voces. Pero al que vieron aqu como hombre abatido por su humildad debieran conocer por Dios grande por su poder, pues le vieron expeler demonios, alumbrar ciegos, limpiar leprosos, consolidar paralticos, resucitar con su palabra muertos, mandar los elementos, refrenar las tempestades, andar sobre los mares mostrndose palabra primognita de Dios, primordial principio de las |223 cosas con espritu, razn y poder; que vivificando con su palabra se pudo conocer que era el mismo que en la primera formacin del universo cri con la palabra. As se

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exasperaban con su doctrina los principales maestros judos porque los convenca, mayormente porque le segua numeroso concurso del pueblo, que finalmente le presentaron Poncio Pilatos (212), que gobernaba la Siria por los romanos, y con votos violentos y extorsiones lo pidieron para clavarlo en una cruz (213). Ya dijo Cristo antes que lo haban de hacer as: esto fuera poco si mucho antes no lo hubieran ya dicho los profetas. Con todo eso estando cruficado mostr prodigios propios de la muerte de su divina persona; porque con la palabra envi voluntariamente el alma previniendo el oficio al verdugo que rompa las piernas de los agonizantes crucificados (214). Al momento de expirar, estando el sol en medio del cielo, se escondi en las tinieblas el da. Pensaron que era eclipse los que no saban la profeca que en la muerte de Cristo haba de cegar el sol. Este general desmayo de la luz lo hallaris en vuestros archivos advertido por inaudito en la naturaleza (215). Bajado el cuerpo de la Cruz, y ungido con aromas le pusieron en el monumento, y entonces los judos cercaron el sepulcro con guarda militar y |224 diligente custodia; que como haba dicho haba de resucitar de la muerte al tercer da, temieron los judos recelosos no le hurtasen sus discpulos. Pero llegando el da tercero, estando los discpulos huidos, repentinamente se oyeron alborotos, la tierra se estremeci, la piedra que cerraba la puerta se apart, los guardias pavorosamente desmayaron, y dentro del sepulcro no se hallaron sino los despojos del sepultado. Con todo eso los ministros judos que estaban concertados para divulgar la maldad, cuando supieron el suceso, temerosos de no perder la gracia del pueblo y los salarios, echaron voz de que los discpulos haban hurtado el cuerpo difunto. No quiso el resucitado mostrarse al vulgo para que los impos no saliesen de su error, y para que la fe destinada tan gran premio sintiese dificultad. Pero con algunos de sus discpulos comunic cuarenta das en la regin de Galilea de Judea, ensendoles lo que haban de ensear. Habindolos despus ordenado predicadores del mundo, vista suya le cerc una nube, y se subi al cielo con ms verdad que Rmulo; que esta subida tiene los testigos ms abonados que Proclo (216). De los prodigios de la vida y muerte de Cristo escribi Tiberio Csar el presidente Pilatos (217), en su conciencia cristiano, si durara constante en su sentir; y tambin los Csares hubieran ya credo en Cristo, si, los Csares no amaran tanto los |225 vicios, los cristianos pudieran ser Csares viciosos. Los discpulos se dividieron por el mundo predicando, como se lo mand Dios, su maestro. Estos padecieron gustosamente muchas persecuciones de los judos por la fe (218), y despus en la persecucin de Nern hicieron en Roma con la sangre la sementera. Pero ya produciremos idneos testigos de la divinidad de Cristo que sern los mismos dioses que adoris, y no es maravilla que los alegue; que para que lleguis creer los cristianos es necesaria la infalible deposicin de vuestros dioses. Mientras no llegan, sabed que este es el orden de nuestro instituto: este principio publicamos de la religin cristiana, de su nombre y de su autor. Nadie piense otro de nosotros de lo que aqu decimos: nadie nos infame de otros delitos supuestos: claramente decimos lo que adoramos; que nadie es lcito mentir, ni disimular la religin que profesa. Por el mismo caso que se finja la religin, se niega; porque quien traslada el culto, muda la adoracin, y el que la muda la niega, porque deja de adorar lo que ador. Ya lo decimos, y pblicamente lo decimos, y ensangrentados y despedazados tormentos, boca llena lo gritamos los atormentadores: Que adoramos Dios por Cristo. Este es nuestro Dios: no importa que lo miris vosotros como hombre puro; que por l y en l quiere Dios ser conocido y adorado. Para responder los judos basta saber que Moiss, aunque fu hombre, les ense ellos la verdadera religin. Para atajar los griegos acurdense que Orfeo ense la religin en Pieria (219), |226 Museo en Atenas, Melampos los argivos (220), Trifonio los de Boecia (221). Y si os miro vosotros, que sois los seores de las gentes, ya sabis que Pompilio Numa, el que carg con tan trabajosas supersticiones los romanos, no fu ms que un hombre. Pues si fu lcito un hombre atobar con tanta muchedumbre de divinidades ajenas hombres rsticos y salvajes, fciles de engaar, no le ser lcito Jesucristo dar un Evangelio, que sea comento de su propia divinidad, hombres ya cultos y polticos que no creen temerariamente para que con nuevos ojos vean la luz de la verdad?Inquirid, pues, oh romanos!; odnos y examinad si esta divinidad de Cristo es verdadera: si esta religin es honesta;. y si se hallare buena para informar las costumbres en el bien, renuncese la falsa; mayormente, pues ya se ha hallado la razn por qu se adoraba alguna cosa escondida en las estatuas de hombres muertos; pues ya se sabe con certeza quin obraba los prodigios, y de dnde salan las voces de los orculos que tenan en algn crdito la fe falsa de la divinidad fingida. |227 CAPITULO XXII. ---- DE LOS DEMONIOS, DE SUS FUERZAS Y DE SUS ACCIONES. Por eso digo que hay ciertas substancias espirituales que se llaman demonios. No es nuevo el nombre para los filsofos; que Scrates un demonio consultaba en sus negocios (222). Por qu no, si tuvo desde la puericia un demonio que continuamente le asista? Todos los poetas ya le conocen como impeditivo del bien. Tambin el vulgo indocto usa de esta voz en las maldiciones; pues cuando maldice alguno con un natural impulso se le sale da la boca esta voz de Satans (223), |228 prncipe de este ruin linaje. Platn (224), ngeles y demonios admite.

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De ambos nombres, buenos testigos son los magos. Pero como de los ngeles malos nacieron otros peores, quien Dios conden con sus padres y prncipe Satans, bastantemente se dice en las sagradas letras (225). Ahora slo declaro sus empleos. El oficio del demonio es hacer caer al hombre: bien se le conoci el intento su malicia en la ruina del hombre primero. Ejecutan en los cuerpos enfermedades y calamitosos accidentes: en las almas pasiones repentinas, y excesos extraordinarios y violentos. Para invadir alma y cuerpo mucho les ayuda la sutileza y tenuidad. Mucho puede la valenta de los espritus: son fuerzas casi irresistibles; tan disimuladamente ofenden, que parece ms insensible el modo secreto de daar que la espiritualidad de su naturaleza. No s qu vicio secreto ponen en un leve vientecillo para apestar los frutos: ste derramado por las plantas, tocndolas casi imperceptiblemente, con mortal dao apestalos frutos: en flor los marchita: en verdor los desustancia: en sazn los inficiona: tan invisiblemente se apega el contagio venenoso al licor de los frutos como el aire. Con el mismo secreto y con el mismo vicio apestan los entendimientos humanos, enfurecindolos con locas lascivias, con desatinados furores, con crueles torpezas, con errores varios, de los cuales el principal y que ms encarga sus servidores, cercndoles y cegndoles la razn, es que se les sirva con viandas de olor y sangre ofrecidas los dolos: y el plato ms regalado y ms cuidadosamente apetecido es apartar con engaosos encantos de la |229 noticia de los hombres el conocimiento de la divinidad verdadera. Ahora declarar cmo los forja. Todo espritu es ms ligero que un ave: en esto convienen ngeles y demonios. En un momento estn en todas partes: para ellos casi todo el mundo es un lugar. Por esto fcilmente saben qu se hace en cada puesto, y con la facilidad que lo saben lo dicen. Esta velocidad tan instnea es tenida por divinidad (226); porque su naturaleza se ignora. Por este pronstico quieren ser tenidos por autores de lo que anuncian, y lo son llanamente alguna vez de los daos; de los bienes nunca. Por la Escritura sagrada y por lo que oyen en los sermones de los profetas rastrean algunas disposiciones de Dios, y de all toman la certeza con que algunas veces anuncian los futuros, y como ladrones de la adivinacin pasan pretendientes de la divinidad. En los orculos templan astutamente la ignorancia con las respuestas ambiguas. Bien lo saben los Cresos (227) y los Pirros (228), Estando cociendo una tortuga con carne de cordero secretamente el rey de Lidia de la suerte que pasaba lo dijo un endemoniado en Epiro; que vino de Lidia (229) en un instante el demonio. |230 Por la habitacin del aire, por la vecindad de las estrellas y por el comercio con las nubes saben las disposiciones celestes, y cuando ven la lluvia en la causa la prometen. En la curacin de las enfermedades son llanamente beneficiosos. Primero daan, y despus dan el remedio, nuevo contrario, y entonces se entiende que curan cuando dejan de daar. Cmo dir las 'fuerzas, las trazas, las artes que tienen los demonios para ingeniar encantos engaosos? Los fantasmas que dijeron en Roma la victoria que tuvo Cinabrio en Macedonia (230); el detener Tuccia, el agua sin derramarse en el cribo (231); el desencallar Claudia el navio tirando con la pretinilla (232); el enrubiar Castor la barba negra de Domicio (233), todos fueron encantos del demonio para que, engaados los entendimientos de los hombres con estas supercheras, piensen que una piedra es Dios, y al Dios verdadero no se busque. |231 CAPITULO XXIII. ---- QUE LOS FANTASMAS DE LOS MAGOS, Y LOS PRODIGIOS QUE HACEN LOS DIOSES, SON ENCANTOS DEL DEMONIO. A ms de esto los magos, con la potestad del demonio invocada y asistente, hacen que aparezcan fantasmas, que las almas de los difuntos respondan, que los nios hablen y adivinen; si con los crculos engaan con tal apariencia los ojos, que soando representan prodigios; si hacen que hablen las cabras y que adivinen las mesas (234); si esto hace el demonio por negociacin de un mago, qu har por su inters obrando con toda su voluntad y su fuerza? O si los demonios hacen los mismos prodigios que vuestros dioses, dnde est la ventaja de la divinidad; que la potestad divina se ha de concebir superior toda potencia? Y si estos dioses no hacen sino aquello mismo que hacen los demonios, por qu de la similitud de la operacin no infers la igualdad de la naturaleza? Ms decentemente se puede presumir que son demonios que quieren ser dioses los que obran aquellas mismas cosas conlas cuales muchos hombres alcanzaron la divinidad, que no que los dioses quieran obrar aquellas que hacen los que son tenidos por demonios; que es ms creble que un demonio pretenda parecer dios, que no que un dios quiera parecer |232 demonio. Yo pienso que solamente los diferenciis por los puestos lugares en que estn; de suerte que si el demonio est en el templo le llamis dios, y si est fuera de all, demonio; y que si el furioso espiritado se precipita de la torre del templo (235), creis lo hace por virtud de Dios, y si salta del otro tejado vecino, por arte del diablo: y que pensis que los que se castran y despedazan en el templo de Cibeles y de Belonalos mueve Dios, y los furiosos que enloquecidos se degellan los agita el diablo. Pero el igual fin del furor, igual causa supone en el impulso que instiga. Estas son palabras; vengamos la evidencia misma de la cosa, con la cual mostraremos que son unos dioses y demonios. Salga aqu en vuestro tribunal uno de quien conste que el demonio lo posee, y mndele cualquier

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cristiano en presencia vuestra que hable aquel espritu que confiesa claramente que es demonio, y que dice que minti fuera de all cuando dijo que era Dios. Salga asimismo alguno de los que decs llevan Diosen el pecho: alguno de los que al vaho de las reses conciben la divinidad, de los que regoldando se curan y bostezando profetizan. Venga aqu la misma virgen celestial, la diosa Juno, la que promte las lluvias (236); salga el mismo Esculapio que invent la medicina, el que hall para los desfallecidos el SCORDIO (237), para los |233 agorazantes el denacio, contra el veneno el asclepiadoto, y si preguntndoles un cristiano que digan lo que son, no confesaren claramente que son demonios, sin osar mentir, all mismo bebedle la sangre al cristiano, de que os mostris tan sedientos. Qu experiencia puede haber ms clara que sta? Qu prueba puede buscarse ms fiel? All en medio est sola la verdad sencilla; no le asiste al cristiano sino sola su virtud; no hay que sospechar ayuda de magia ni otro engao. Nunca creis lo que decimos, si con vuestros mismos ojos y odos no experimentis esta verdad. Qu se puede oponer contra aquello que solamente lo obra una sinceridad desnuda? Si decs que en otras partes son dioses verdaderos, mas que en presencia de los cristianos se mienten demonios, ya confesis en esto que vuestra divinidad est los cristianos sujeta, pues que les fuerza mentir. Torpe divinidad la que miente por obedecer su enemigo; desvalido dios el que un hombre est sujeto; divinidad sin honra la que obedece quien le ultraja. Si hubiera dioses verdaderos no osaran llamarse fuera de aqu dioses los que aqu confiesan ser demonios; porque as como estos dioses, si lo fuesen, no se dejaran llamar demonios por no dejar calidad tan majestuosa, as los que aqu confiesan ser demonios no osarn decir en otra parte que son dioses si los hubiese verdaderos, porque sin duda temeran aquel superior poder abusando y usurpando el honor divino. Por esto hallo que la divinidad que adoris es vana, que si fuera |234 verdadera ni el demonio la alcanzara pretendiera, ni los dioses nuestro imperio y vuestros ojos la negaran. Luego si la confesin de vuestros dioses tiene las dos partes que dicen lo que no son y confiesan lo que son, conoced ya que vuestros dioses son demonios y no dioses. Bsquese, pues, en otra parte la divinidad, que donde la pensabais tener ya veis que no se halla. Quin la hallar, pues? La misma virtud que les oblig vuestros dioses decir que ni ellos ni otros lo son, esa misma les fuerza que prontamente declaren lo que encubran. Mandndoles un cristiano que digan quin es Dios, luego responden que el Dios nico y verdadero es aquel tan solamente que los cristianos adoran, y que as se ha de creer, como la fe y la enseanza de los cristianos disponen. Digan aqu los dioses en presencia nuestra lo que espaldas nuestras blasonan: Que Cristo fu hombre mago y fabuloso, de la comn condicin de los otros, que le hurtaron sus discpulos del sepulcro y que est ahora en el infierno; respondan en presencia vuestra, y veris cmo confiesan aqu que Cristo est en los cielos; que de all ha de bajar como virtud de Diosy espritu suyo, como palabra y sabidura del Padre Hijo de Dios verdadero, con estremecimiento del mundo, con horror del universo y con llanto de todos, sino es de los buenos cristianos. Llamis estos artculos ridculos? Ranse, pues, tambin vuestros dioses de lo que vosotros osreis. Niegen, si pueden, que despus de resucitar todos los muertos , ha de juzgar Jesucristo. Digan aqu en el tribunal, en presencia de todos, si por ventura Minoes y RHADAMANTO (238) han de ser en este da los jueces, |235 como dijeron Platn y los poetas. Refuten siquiera su ignominia y el perjuicio de su crdito. Pero od cmo sin poder rehusar despechadamente confiesan que son espritus inmundos que se agradan de comidas de sangre y humo, de hediondas hogueras de carnes, de sucsimas lenguas de poetas, que se sienten condenados fuego eterno con todos sus secuaces y honradores. Pero todo este dominio que tenemos sobre los dioses (239), proviene de la virtud de la invocacin del nombre de Cristo y de la e con que hacemos conmemoracin de los eminentes peligros del da del juicio que ha de celebrar Jesucristo, rbitro de Dios. Los demonios, que como esclavos temen Cristo en Dios y Dios en Cristo, se rinden Dios y Cristo. Por esta razn, con nuestro contacto, con nuestro aliento, con nuestra oracin, con las amenazas del fuego perpetuo se encogen medrosos y salen su despecho de los cuerpos, no sin grande empacho y corrimiento suyo, vindose forzados obedecer sus enemigos delante de aquellos que los suelen adorar. Creed que dirn la verdad hablando de la importancia de su crdito en presencia de quien los adora como dioses, pues los cresteis cuando os dijeron la mentira. Ninguno miente para menoscabar con la mentira su honra, aunque en abono de su crdito mientan muchos. Ms lleno de crdito es el testimonio del que confiesa contra s, que del que niega en su favor; que el negar en conveniencias que se interesa es negacin recelosa, el confesar en propio dao es confesin sin sospecha. Finalmente, estos testimonios de los dioses suelen multiplicar los cristianos, que creyendo con firmeza lo que estas divinidades vergonzosamente |236 confesaron, vine yo d conocer Dios verdadero, mi Seor. Estos testigos encienden la fe de las Escrituras; stos edifican los cimientos de nuestra esperanza. Pero como vosotros los servs con la sangre de los cristianos, no queran, lo que yo creo, perder siervos tan provechosos y ganar enemigos tan perjudiciales; porque llegando vosotros ser cristianos los podis expeler de los cuerpos y forzar la confesin de su falsa divinidad; qne ellos ningn cristiano que la quieren probar osan mentir. |237 CAPITULO XXIV. ---- QUE LOS CRISTIANOS NO INCURREN EN CRIMEN DE OFENDIDA RELIGIN, SINO LOS QUE ADORAN MUCHOS DIOSES.

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Toda esta confesin con que los dioses niegan que lo son, con que responden que no hay otro Dios sino uno, quien sirven los cristianos, era bastante defensa para apartar de nosotros el crimen de ofendida religin, especialmente la romana. Porque si es cierto que no hay dioses, tambin ser cierto que no hay religin; y si la religin es vana, el no seguirla no es crimen de ofendida religin (240). Antes este crimen con que nos zahers nosotros resulta en cargo vuestro, que adoris una divinidad tan fabulosa, que el mismo quien la dais la niega, y no solamente despreciis, sino que hacis guerra la divinidad verdadera. Adorar la mentira conocida y perseguir la verdad manifiesta, ste es crimen verdadero de irreligiosidad. Para defender que hay dioses, no admits con vuestra opinin comn que hay un Dios ms sublime, ms poderoso que todos (241), como prncipe del Universo, adornado de perfecta sabidura y majestad? Porque los ms de vuestros sabios as disponen la divinidad, que |238 el imperio del supremo dominio est en uno, y los oficios en otros inferiores. As Platn describe en el cielo al gran Jpiter acompaado de ejrcitos de dioses y demonios. En ejrcito tan numeroso tendr Jpiter procuradores, prefectos y presidentes. Pues quin ofende ms la religin? el que adora solamente aquel Dios ms sublime y no adora los inferiores, aquellos que quitan la adoracin al supremo Seor y la dan solamente sus ministros? Si el oir y apellidar otro hombre emperador, sino al Csar, es el delito mayor, quin ofende ms al Csar, el que solamente en l pone su esperanza, su cuidado, el ttulo y el dominio, y lo niega cualquier otro, el que niega estos ttulos al Csar y los pone en sus vasallos? Dejad siquiera libre la eleccin de la divinidad; permtase que uno adore Dios si otro venera Jpiter; que uno extienda las manos devotas al cielo si otro las extiende las Aras de la fe (242); que uno haga oracin mirando al cielo contando las nubes como decs (243), si otro mira los artesones del templo; que uno ofrezca su alma Dios si otro la ofrece un cabrn. Mirad no pertenezca tambin al ttulo de irreligiosidad quitar la libertad de la religin (244) y prohibir la eleccin de la divinidad, de manera que no pueda adorar yo lo que quiero, y que se me fuerce venerar lo que no quiero. Si un hombre no gusta de servicios ni cortesas involuntarias, cmo se puede agradar Dios de una forzada adoracin? Los egipcios dejaron al gusto de cada uno la |239 eleccin de la divinidad, y por eso adoraban tantas aves y bestias; y aun este abuso de esta privada eleccin se autoriz de manera que haba pena de muerte quien matase alguno de los animales consagrados. Cada provincia y ciudad tiene su propio dios. Siria adora Astartes (245); Arabia los Disares (246); Noricia Beleno (247); Africa Juno (248), y Mauritania sus reyezuelos (249). Provincias romanas he referido, segn creo, que tienen estos dioses que no son romanos, ni son adorados en Roma, como ni los municipales que dentro de Italia adora cada lugar. Los de Castruminio adoran Belventino (250); los de Narnia Viridiano (251); los de Asculi Ancaria (252); los de Volsinio Nersia (253); los de Otriculano Valencia (254); los de Sutrinio Norcia (255); |240 los de Monte Fiascone Curipatri (256), de quien tom el sobrenombre Juno. Cada ciudad, cada villa adora dioses propios que no se adoran en Roma; y slo los cristianos es prohibido tener un propio dios que sea suyo? Cada provincia tiene sus dioses diferentes de los dioses romanos, y solos los cristianos ofenden los romanos y son tenidos por indevotos de Roma porque no adoran romanos dioses? Pero mirado la luz de la verdad, ninguno puede elegir dios; porque queramos no queramos, aquel es dios de todos, que todos nos di ser. Pero entre vosotros cada uno tiene libertad para elegir su dios (257), con tal que no elija al que lo es verdadero; como si con ms verdad no fuese aquel Dios de todos, de quien todos procedieron. |241 CAPITULO XXV. ---- QUE ES FALSA LA PRESUNCIN DE LOS ROMANOS CON QUE PIENSAN HAN OCUPADO EL IMPERIO DEL MUNDO POR EL CUIDADO QUE HAN TENIDO EN LA VENERACIN DE LOS DIOSES. Tan suficientemente me parece haber probado si es verdadera falsa esta divinidad, habiendo mostrado la consistencia de la prueba no slo con disputas y argumentos, sino con los testimonios de los mismos Dioses quien creis, que de este punto no hay para qu volver hacer mencin otra vez. Mas porque ocurre tan de cerca la mencin del nombre romano, no dejar sin respuesta el encuentro que provoca la presuncin de los que dicen: Que los romanos por mritos de la diligentsima observancia de la religin han sido ensalzados tanta sublimidad, que han seoreado el mundo; y con tanta certeza entienden que hay dioses, que creen han hecho los dioses que florezcan sobre todos los que sobre todos los veneran. Pero si los dioses han pagado los romanos con tanto premio estos servicios (258), ESTERCULIO (259), MUTINO (260) |242 y LARENTINA (261), como dioses naturales de Roma han sublimado el Imperio, que los otros dioses extranjeros yo creera quisieran favorecer ms sus naciones; sus patrias, donde nacieron, crecieron, valieron y murieron, que otras naciones extraas y remotas. Pera vase si Cibeles (262) tuvo con los propios paisanos esta parcialidad, pues por ser ella de Frigia, en cuyo distrito est Troya, tiene tan tierno amor los romanos como reliquias del linaje troyano, y descendientes de Eneas, su patriota, quien ella defendi de los argivos.

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Pero diris que Cibeles no por eso favorece Roma, sino porque antevio como divina y preconoci como diosa que los romanos haban de destruir los griegos, que fueron los que destruyeron su patria, Frigia, y as con la presciencia que tuvo que haban de vengar sus agravios los romanos, se vino favorecerlos. Pero en verdad que estos das dej la majestad de Cibeles una seal y documento moderno de su divina presciencia, porque habiendo muerto Marco Aurelio en la ciudad de Sirmio (263), de la inferior Hungra, diez y siete de Marzo; el Archigalo de Cibeles (264), aquel santsimo sacerdote sacrific veinticuatro das del mismo mes la sangre impura, los muslos y testculos de muchos que castr, por la salud del emperador, que haba siete das |243 que era muerto. Oh tardos correos! Oh perezosos despachos! Oh postas negligentes, por cuya pereza no supo antes Cibeles la muerte del emperador! Ellos tuvieron la culpa de que los cristianos tanto se hayan redo de la diosa. Pero si dan los reinos los dioses, no es creble que Jpiter permitiera que su querida patria Creta (265) fuese tan presto destruida de los escuadrones romanos, olvidado del Ideo, su cueva amada, del sonido de los cheribantos y del suavsimo olor de la cabra Amaltea, su nodriza (266). Por ventura no hubiera preferido Jpiter el sepulcro donde estn sus cenizas (267) al Capitolio donde est su estatua? Que si por mano de Jpiter manda el mundo una ciudad, parece que dispusiera lo mandase aquella tierra que cubra sus cenizas. Por ventura quisiera Juno que Samo donde naci (268), y Cartago, donde rein, fueran desoladas por el linaje troyano? (269). Que si en Cartago tuvo el imperio Juno, las armas y el poder, ella la hubiera amparado si los hados se lo hubieran permitido. Miserable diosa, hermana y mujer de |244 Jpiter, que no pudo contra el hado! Pero en esto iguales son los hermanos, que tambin Jpiter al hado estuvo sujeto. As pagan, pues, los dioses con reinos los servicios? Vosotros se los quitis con agravios, y ellos los dan por premios de sus injurias? Y aunque debe Roma los hados el imperio de Cartago (270), no les di tanta honra como da Larentina, vulgarsima ramera. Pues si al hado que os di imperios no dais culto, cmo es premio de vuestra religin la grandeza del imperio? Cierto es haber reinado muchos dioses. Pues si los dioses dan los reinos, los dioses que no adoraron deidades y fueron reyes, de quin recibieron la gracia de la corona real? A quin adoraron Saturno y Jpiter? Yo creo que algn Esterculio. Aunque no reinaron en Roma los advenedizos aborgenes (271), reinaron despus los ausonios y sicanos antes que nacieran Jpiter y Saturno, que fueron los primeros dioses. Luego si antes que el primer dios se labrara hubo en Roma reyes, no dan los dioses los reinados. Pero qu vanidad es atribuir la excelsitud del imperio romano la religin, si estuvo antes el imperio reino crecido, que creciera la religin. Aunque vuestra religin pudiera merecer imperios, no se le puede deber ella el aumento del romano, porque ya estaba el imperio rico cuando an era pobre la religin. Porque aunque invent Numa (272) esta |245 curiosidad supersticiosa de religin, comenz con tanta pobreza, que no tenan los romanos ni templos, ni imgenes: la religin era estrecha; los ritos pobres; no haba Capitolio que compitiese con el cielo; el altar era un csped desaliado; los vasos no eran de Samia (273); ms olia el barro de los vasos, que las reses del sacrificio. No haba an dioses figurados; que no haban nacido an los ingenios de los griegos y toscanos (274), tan primorosos en labrar dolos con que hoy inunda Eoma. Luego si la religin era tan pobre cuando no era tan prspera la ciudad; si creci con las mismas riquezas, no fueron los romanos antes religiosos que ricos. Luego tampoco fueran grandes por haber sido religiosos. Pero cmo son grandes por la religin los que profanando la religin alcanzaron la grandeza? Si yo no me engao, todo reino imperio se ampla con las victorias; las victorias se consiguen con las guerras, y las guerras no se hacen sino rindiendo y destruyendo ciudades. Esto no se puede ejecutar sin grande injuria de los dioses. En la guerra, igual es el estrago de las murallas y los templos; iguales las muertes de los ciudadanos y sacerdotes; iguales los robos de las riquezas profanas y sagradas. Tantos sacrilegios cometieron los romanos como solemnizaron trofeos; tantos triunfos celebraron de los dioses como de las naciones; tantos despojos ganaron como tienen dioses cautivos. Y admiro en esto la apacibilidad de los dioses, que se dejen adorar de los que los cautivan; que premien ms las injurias que las adulaciones, y que decreten eterno imperio y sin fin para Roma que tanto les oprime. |246 Ciertamente no puede el crdito humano entender que por mritos de la religin hayan crecido los que, como dijimos, ofendiendo la religin crecieron, creciendo la ofendieron. Y yo creera que tantos reinos que se fundieron para que crecidamente se labrase la suma grandeza del imperio, tenan tambin religin y se perdieron; que vuestra religin as destruye como engrandece los reinos. |247 CAPITULO XXVI. ---- QUE SOLO DIOS, CUYO ES EL MUNDO, DA A LOS PRNCIPES LOS REINOS. Mirad, pues, no sea que reparta los reinos aquel cuyo es el mundo regido y el hombre mismo que reina. No sea que aquel Seor que fu antes de todo tiempo, y que de la edad imaginaria de los siglos que antecedieron los tiempos, compuso un cuerpo de tiempo con partes de primeras duraciones y postreras, haya decretado que cada parte de tiempo tenga en el mundo veces el dominio de los reinados. No sea que aquel que antes que hubiera ciudades tuvo el linaje humano en su dominio, haya ordenado ensalzar unas ciudades y tener otras humilladas.

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Cmo erris no conociendo que tena dueo el mundo y el imperio antes que nacieran los dioses? Cmo erris no entendiendo que hubo imperios en la tierra antes del aparato supersticioso de la religin romana? Antes fu Roma selva inculta que sus dioses mismos (275); antes tuvo reyes que se edificase el Capitolio, teatro de las supersticiones; antes que vuestros pontfices reinaron los babilonios; antes que los quindecinviros reinaron los medos (276); antes que los salios, los |248 egipcios (277); antes que los lupercos los asirios (278); antes que las vestales las amazonas. Finalmente, si la religin romana da los reinos, cmo rein en tiempos pasados con tanta opulencia. Judea, siendo la que ms despreci estas comunes divinidades? Cmo siendo tan contraria vuestros ritos floreci tanto que tuvieron bien los romanos honrar su Dios con vctimas, su templo con dones, su pueblo con mutua confederacin (279)? Al cual nunca lo mandaris hoy vosotros (280), si l no hubiera pecado contra Dios, y ltimamente contra Cristo. |249 CAPITULO XXVII. ---- QUE LOS DEMONIOS INCITAN LOS GENTILES CONTRA LOS CRISTIANOS; QUE AUNQUE LES ESTN SUJETOS TIENEN CONTUMACIA DE ESCLAVOS. Esto basta contra el intento de los que nos acusan de crimen de lesa divinidad, pues no se ofende los dioses que no son. Qu maravilla, pues, que provocados sacrificar, los pies se aplomen, y cierre el camino la fe de nuestra conciencia con que ciertsimamente sabemos quin se encaminan estos servicios, aunque parece que se hacen estatuas consagradas debajo la invocacin de algunos hombres. Este tesn con que rehusamos este culto llaman algunos locura, parecindo-les que podramos sacrificar en lo exterior, quedando el nimo interior entero para escapar de la muerte, y no preferir la obstinacin la vida. Agradecimiento merece el consejo que nos dais para engaaros. Pero ya sabemos quin es el que inspira estos consejos, el que administra esta piedad, el que forja estos arbitrios, el que se vale, ya de la blanda astucia, ya del rigor cruel para enflaquecer nuestra constancia. Este es aquel espritu demoniaco, arquitecto de embelecos, embustero de mentiras, enemigo nuestro por su divorcio, envidioso por los divinos favores, que desde el alczar de vuestros entendimientos con inspiracin oculta os instruye y nos combate, templando el rigor con la caricia, la fiereza con el halago para sobornar nuestra firmeza y trabucar vuestro entendimiento para que juzque con |250 perversidad de juicio y rigurosa iniquidad, como dijimos en el principio del tratado. Pero decs: cmo causan estos daos los demonios si estn los cristianos sujetos? Sin duda alguna lo estn; pero esta sujecin es de esclavos que mezclan alguna vez con el temor la contumacia. Los siervos siempre procuran daar sus dueos no obstante que como seores les respeten; que el temor servil respira odios. A ms que en aquel estado desesperado, mientras no llega la ltima condenacin del juicio se entretiene su malicia en este gozo, se deleita su maldad en ocasionar nuestros daos (281). Pero aunque estn ms briosos, echndoles la mano la melena se rinden y caen la servidumbre de su estado, y de cerca ruegan temerosos los que de lejos ofendan. Siervos son, si bien alguna vez se rebelan saliendo impetuosamente de aquella cueva infernal contra nosotros (282), como los esclavos, que saliendo de las crceles, de las cijas, de las minas, de otra penal servidumbre, conspiran contra sus seores, que como se conocen inferiores danse por perdidos, si no se valen de la rebelin; y pudiendo nosotros tratarlos como rebeldes con superioridad de seores, es fuerza para mostrar nuestro valor y virtud resistirles como iguales, y tenerles campo como si fuesen legtimos combatientes. A estos enemigos entonces los rendimos con mayor gloria, entonces los entramos con ms solemne pompa atados al carro de nuestro triunfo, cuando morimos por la constancia de la fe. |251 CAPITULO XXVIII. ---- QUE EL DEMONIO HA INGENIADO OTRO PRETEXTO PARA FORZARNOS SACRIFICAR. Mas porque ya se conoci que era cosa inicua forzar hombres libres sacrificar (283) (que para obligar Dios del nimo libre y gustoso ha de nacer el sacrificio), pues llanamente pareca desatino que no mirando Dios sino al nimo interior del que sacrifica, para favorecer queris vosotros forzar al que por su interior y voluntario servicio lo ha de merecer. Quin puede impedir el derecho de mi libertad para poder decir: No quiero yo tener Jpiter propicio: no quiero que me ayude Jano? Quin eres t que puedas forzarme que los quiera? Si Jano no le agrada, cteme mreme saudo con el rostro ceo que quisiere. Viendo, pues, el demonio que no puede rendir la libertad, ha tentado vencernos por otro camino, haciendo causa del Csar su negocio; porque dndoos entender que el sacrificar es servir la salud y buena dicha del emperador, la obligacin del forzarnos ya es necesaria en vosotros que sois ministros, y en nosotros que somos vasallos el peligro la obediencia es forzosa. Con esto he hallado el otro crimen de lesa majestad ms divina; porque entre vosotros con ms preciado temor, y con miedo ms astuto honris la majestad del Csar que al mismo Jpiter del Olimpo; pues vemos |252 que castigis con ms rigor el delito contra el Csar, que los sacrilegios contra los dioses, y antes juris por todos los

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dioses que por un genio del emperador (284); y con razn si lo adverts; porque si lo hacis en consideracin que vale ms un hombre vivo que muchos muertos, tenis razn (285); pero si lo hacis por miedo de la presente potencia del emperador, os mostris irreligiosos contra los dioses, quitndoles su mayor honra debida por temor de un hombre; y no podis quejaros de nosotros si se la quitamos toda por entero por darla Dios. |253 CAPITULO XXIX. ---- QUE LOS DIOSES NO PUEDEN AYUDAR AL CSAR NI OTRO, Y QUE EN ESTO SON LOS CSARES MS VENERABLES QUE ELLOS. Conste primeramente quin puede dar esta salud del emperador para que se sepa quin se ha de pedir. Si la dan los dioses, seremos reos de lesa majestad los que sacrificando no la pedimos; y si ellos no la pueden dar ni al Csar ni otro, sern inicuos los que nos castigan. Vase, pues, si los espritus malignos, si las almas condenadas pueden obrar algn bien; si los miserables conservan; si los condenados libran; si los muertos (como sabis que son los dioses) amparan los vivos. Si estos tuviesen virtud para defender, yo creo que primero se defenderan s, sus estatuas, sus imgenes, sus templos, sin que fuese necesario que la milicia del Csar hiciese cuerpo de guardia de noche (286). Antes pienso yo que el Csar hace los dioses beneficios; que el metal de las estatuas, de las minas del Csar ha venido; todos los templos con su consentimiento se edifican, y muchos dioses han tenido al Csar muy enfadado. Pero hace ms nuestra causa que muchos dioses procuran tenerle propicio para alcanzar de su mano algn don privilegio, la misma divinidad. Cmo tendrn, pues, virtud para dar salud al Csar los que |254 todo el ser de su virtud lo reciben por los favores del Csar (287)? Por eso, pues, cometemos crimen contra los emperadores, porque no los sujetamos sus mismos vasallos; porque no nos burlamos de los Csares con el modo de pedir salud tan importante unas manos de palo embarnizadas con plomo. Pero vosotros sois religiosos y y fidelsimos al Csar, buscando su salud donde no est, pidindola quien no la tiene, y despreciando al que solamente puede darla. Y ms de esto hacis guerra los que la saben pedir, y la pueden impetrar porque la saben merecer. |255 CAPITULO XXX. ---- QUE LOS CRISTIANOS PIDEN CON HUMILDAD A DIOS VERDADERO LA SALUD DE LOS EMPERADORES; QUE ES SOLAMENTE EL QUE LA TIENE. Nosotros invocamos por la salud del emperador (288) Dios eterno, Dios verdadero, Dios vivo, quien ellos mismos, ms que otros dioses, desean tener propicio. Conocen que el que les di el imperio les puede dar la salud, y que slo puede conservar la vida de los hombres el que les di el alma con que viven. Cuando llaman los Csares Jpiter dios grande, ya sienten y no lo conocen que hay un Dios tan solamente, cuya nica potestad estn sujetos, respecto del cual son los segundos, y despus de l los primeros, y entre todos los dioses los mayores. Por qu no? Si cualquier vivo es superior un muerto, el superior de todos los vivos no ser mayor que dioses muertos? Consideran y miden hasta qu pueden las fuerzas de su imperio, y dando con aquel contra quien no pueden nada, conocen que aquel es dios su superior, que les deleg su potestad. Conquiste el emperador el cielo; llvelo cautivo en triunfo; ponga en el cielo guarnicin y centinelas; enve espas al cielo; haga al cielo tributario: no puede. Por |256 eso es grande el Csar, porque solamente es menor que la suprema grandeza de los cielos. De aquel es hechura el Csar de quien el cielo lo es y toda la humana criatura. De all sali el emperador de donde antes de serlo procedi el hombre que lo es. Un mismo origen tienen su alma y su poder. All al cielo miramos los cristianos (289) cuando por l Lacemos oracin con los brazos extendidos (290) representando la inocencia; con la cabeza descubierta (291), que no nos avergonzamos de sus divinos ojos; sin maestro de ceremonias que nos ensee (292), que el fervor sin afectacin suplica. As est orando en comunidad nuestra santa compaa, pidiendo Dios por todos los emperadores larga vida (293), imperio quieto, palacio seguro, ejrcitos fuertes, Senado leal, pueblo honrado, inundo pacfico, que es todo lo que desean los emperadores como pblicos ministros y particulares personas (294). Estas cosas no las pido sino aquel de quien s |257 que las puedo conseguir; porque l solo es el que las puede dar, y yo slo el que las debe pedir, que soy su siervo, que l solamente adoro, que por su ley muero, que de las hostias que mando ofrecer le ofrezco la opima (295), la mayor, la oracin nacida de un alma candida, de un nimo inocente, de un pecho donde el Espritu Santo habita. No le ofrezco granos de incienso, lgrimas de un rbol que valen un maraved, sino lgrimas de un corazn quebrantado; no dos gotas de vino (296), sino la sangre de las venas; no la vida de un buey sarnoso (297), reprobable, deseoso de morir, sino la vida misma que me di. Estas inmundicias ofrecis vosotros con conciencias ms sucias que las vctimas, y me admiro mucho que teniendo ministros para que examinen las entraas de las reses que se han de sacrificar (298) por si tienen algn vicio, no cuidis tambin de que se examinen el corazn y las entraas de los mismos que las sacrifican.

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As estamos con esta postura rogando Dios por los emperadores. Venga, pues, abran las uas de hierro |258 brechas en las carnes (299); clvennos en altas cruces; laman las lenguas de fuego; deguellen los alfanjes; acomtannos con bro feroz las fieras; que aquella disposicin y figura con que ruega Dios el cristiano, es un aparejo para todo linaje de muerte; es postura que desafa los tormentos (300). Continuad presidentes buenos, atended la persecucin, atormentad la vida de los que as ruegan por la salud del Csar, y llamad la verdad de la oracin delito, la devocin supersticin, crimen la postura. |259 CAPITULO XXXI. ---- QUE LOS CRISTIANOS QUE RUEGAN POR SUS ENEMIGOS HAN DE ROGAR POR LOS EMPERADORES. Nadie piense que decimos esto ahora por lisonjear al emperador (301), fingiendo deseos por escapar de su potencia ; aunque el sospechar este engao ya sera provechoso si comenzaseis por este camino admitir que probsemos lo que defendemos. El que piensa que esta oracin no es deseo sano sino aparente lisonja, oiga las voces de Dios, lea las Escrituras sagradas, que no las escondemos, pues ya por algun caso (302) llegaron vuestro poder, y all hallar que los cristianos tienen precepto para redundancia de la benignidad de rogar Dios por sus enemigos, y de pedir favores para los que les persiguen. Los que tienen, pues, precepto de rogar Dios por sus enemigos, sin duda rogarn cuidadosamente por los emperadores siendo tan grandes mulos suyos, como lo presumen los que piensan se les ofende con crimen de lesa majestad. Y no slo debemos rogar por ellos ttulo de enemigos, sino porque expresamente, sealando sus nombres, nos manda nuestra ley rogar Dios por los prncipes. |260 Rogad, dice, por los reyes, por las potestades, para que viva en tranquilidad la repblica. Y debemos cuidar mucho de este precepto, porque en vuestro provecho tiene fiador nuestra importancia. Si con alguna alteracin sediciosa os inquietis vosotros, que sois seores del mundo, se ha de turbar el imperio; que recibiendo un golpe la cabeza, los miembros se estremecen, y nosotros parte somos, aunque flaca, de este cuerpo, que puede algn vaivn descomponernos; y aunque el vulgo nos mire como extraos del linaje humano, en algn lugar vivimos, donde si no rogamos por la quietud del imperio nos puede alcanzar alguna parte de la universal tribulacin. |261 CAPITULO XXXII. ---- QUE HAY OTRA RAZN POR QU LOS CRISTIANOS RUEGUEN DIOS POR EL EMPERADOR, Y NO JUREN POR SUS GENIOS, SINO POR SU VIDA. Otra necesidad hay ms apretada que obliga rogar por los emperadores, por el estado del imperio y sus prsperos sucesos. Sabemos los cristianos por la Escritura que en el n del mundo al imperio romano le ha de suceder el tirano de Ante-Cristo, cuya clusula amenazan tan acerbas calamidades, que por la suma violencia de la persecucin han de peligrar muchos en la fe; y as rogamos que este imperio dure para que aquel tiempo se retarde, y no caigamos nosotros en el peligro de aquella tentacin (303). As, pues, mientras rogamos que aquel da se dilate, por no hacer en el peligro experiencia, favorecemos esta duracin, y este imperio lo prolongamos mientras aqul lo detenemos. No es desprecio de la majestad cesrea el no jurar por su genio (304) los que juramos por su vida, que es ms divinamente sagrada que sus genios. No ignoris que los genios son demonios (305), pues sabis que demonio es diminutivo de genio. No medimos la majestad |262 del Csar por los genios, sino por la grandeza de Dios que lo eligi, y en l veneramos el secreto juicio de Dios, que orden que un hombre mandase todos. Sabemos que en aqul est el dominio que Dios quiso que estuviese; y por esto deseamos que est salva la vida quien Dios deleg su potestad, y reputamos por grande juramento jurar por una vida que Dios eligi por superior de las otras (306). En lo dems no tomamos en la boca los genios (digo los demonios) sino cuando los exorcizamos mandndoles salir de los cuerpos de los hombres; que el jurar por ellos sera darles alguna honra alguna divinidad. |263 CAPITULO XXXIII. ---- QUE EL EMPERADOR NO ES DIOS, SINO PURO HOMBRE. Pero qu puedo yo decir de la piedad y respeto que tienen los cristianos con los emperadores? Venermosle como hombre quien eligi Dios entre todos (307); y como le puso en aquel estado nuestro Seor, con razn decimos: el Csar es ms nuestro, pues nuestro Dios lo hizo Csar. Siendo, pues, ms mo que vuestro, ms debo yo trabajar por su salud, no slo porque pido con mritos para impetrar quien puede dar lo que le pido, sino porque templando la majestad del Csar con la inmediata sujecin y subordinacin Dios, ms lo encomiendo su cuidado cuando l tan solamente lo sujeto; pero quien lo sujeto no lo igualo. El no querer llamar Dios al emperador no es odio, sino servicio suyo: rehusamos este lenguaje por no saber mentir, por no atrevernos burlar de nuestro prncipe con la adulacin, porque hacindose de los hombres los emperadores, por ventura no querr dejar de ser hombre, porque es conveniencia suya el dar Dios la

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ventaja. Harto tiene con llamarse emperador. Grande es an el nombre que Dios puede dar tan solamente. El que lo llama Dios le quita el imperio, que |264 son hombres los que imperan. Aun en aquel sublimsimo carro (308) se le avisa de la condicin de su naturaleza. A las espaldas del emperador triunfante va un ministro que le dice: Mira tras de ti: acurdate que eres hombre (309). Y llanamente ms se goza vindose en tanto lustre de glora, que sea necesario el acuerdo de su naturaleza. Menor sera si entonces se dejase llamar Dios, que la menoscabara una mentira. Mayor es que la honra sea tanta, que sea necesario detener el pensamiento para que no lo piense. |265 CAPITULO XXXIV. ---- QUE NUNCA SE HA DE LLAMAR DIOS AL EMPERADOR, NI TAMPOCO SEOR, SINO EN LA COMN SIGNIFICACIN. Augusto Csar, el que di forma al Imperio, estuvo tan lejos de usurpar la naturaleza de Dios, que no permiti le llamasen Seor (310), por ser renombre de un atributo divino. Yo bien llamar seor al Csar en la vulgar significacin, que verdaderamente es superior, mientras no me fuercen igualarlo en el dominio con Dios; mas no le llamar seor propiamente, en cuanto seor es correlato siervo, porque respecto del Csar yo soy libre, y mi Seor, y tambin el suyo, es uno tan solamente que me redimi, Dios Omnipotente y Eterno. Y cmo se ha de llamar seor el Csar que es padre de la patria? (311). Ms amable es el nombre de padre que el de seor; que aqul declara una superioridad piadosa, ste una potencia absoluta. Por esto las cabezas de las familias no se llaman seores, sino padres. Tan lejos est la deidad del Csar, que aun el mismo Csar no la cree cuando se la da alguna lengua, no slo torpsima, pero perniciosa (312). Porque el vasallo que |266 teniendo emperador apellida otro, no slo agravia su prncipe, pero pesadamente ofende al que apellida; porque lo pone en peligro y lo hace odioso. Luego el que desea que el Csar tenga su dios propicio, sea con Dios religioso; que apellidando otro dios, y llamando dios al Csar, Dios se ofende y el Csar peligra. No es Dios el que necesita ms de Dios. Y si la adulacin que apellida dios un hombre no se empacha de la mentira, tema siquiera el agero infausto; que es maldito entre vosotros el que antes de la consagracin del Senado da alguno mientras vive este renombre (313). |267 CAPITULO XXXV. ---- QUE LOS CRISTIANOS EL DA DE LAS FIESTAS DEL CSAR LE DAN MAYORES HONRAS QUE LOS GENTILES. Por esto son, pues, los cristianos pblicos enemigos, porque no dedican los emperadores ni honras vanas, ni mentirosas ni temerarias (314); porque los profesores de religin verdadera celebran sus fiestas, no con lascivias torpes, sino con conciencia pura. Grande servicio, grande agasajo hacen, por cierto, al emperador los que el da de la fiesta de su nacimiento (315) sacan la calle los estrados, las mesas y toda la cocina; los que andan tragando de calle en calle, disfrazndose una ciudad insigne en traje de tabernera, tirndose lodo como borrachos (316), andando en camaradas, injuriando todos con disfraces desvergonzados para halagar la lujuria. Esto es as!; que con una pblica deshonra se ostenta un pblico. Esto pasa as!; que lo que est prohibido en todos los das se pueda |268 hacer lcitamente el da que es fiesta del Csar. Es posible que los mismos que por respeto del Csar guardan recatadamente la modestia, esos mismos por su causa la profanen? Que la licencia para las malas costumbres sea piedad? Que la ocasin de la lujuria pase plaza de religin? Oh miserables cristianos! Con razn merecen la condenacin, porque castos, sabios y honrados cumplen con las solemnidades de los emperadores. Oh pblicos enemigos! porque no enraman con laureles las puertas de las casas el da de la fiesta (317); porque al medio da no le rompen al sol sus rayos con las antorchas (318); porque no piensan que es decente y es honesto en tan pblica solemnidad entoldar las casas con las libreas de las casas pblicas de las rameras (319). Pero quera en este segundo crimen de lesa Majestad de que nos acusis como de segundo sacrilegio (320), porque no celebramos los das solemnes del Csar con ese modo que invent, no la razn, sino el deleite, y no lo sufre ni la modestia, ni la vergenza, ni la honestidad, mostrar la verdad y vuestra fe, por si acaso os hallare yo aun en eso peores que los cristianos que llamis indevotos de los romanos y pblicos enemigos de los emperadores. A los mismos quirites (321), |269 al mismo pueblo romano que naci y habita en los siete montes reconvengo para que digan si perdon jams aquella lengua romana algn Csar que no haya satirizado. Buen testigo ser el Tber y los corrales donde las bestias se ensayan (322). Y si la naturaleza hubiera puesto en el pecho una materia difana, se viera en el corazn del pueblo salir entrar, como en patio de comedia, un Csar, y otro nuevo Csar repartiendo el congiario (323), aun en aquella misma hora que el pueblo aclamando grita: Jpiter de nuestros aos aumente los Turos. Esto el cristiano no lo dice, porque ni sabe adular, ni desea nuevo Csar, que desinteresadamente venera en el presente la mano que le puso.

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Diris que esta inconstancia es del vulgo, y que el vulgo es vulgo. S; pero aunque vulgo no deja de ser romano, y aun el que ms insta en la condenacin de los cristianos. Atribus al vulgo la mengua de la fe, porque llanamente los de la nobleza, los del senado, los del orden ecuestre, los castellanos de las fortalezas, los oficiales de palacio jams maquinaron hostilidad ni alevosa. Pero Avidio Casio (324), que conspir en Antioqua; Pescenio Nigro (325), que se alz en Siria; Albino (326), |270 que se rebel en Britania (327), en qu orden estaban de nobleza ? Que calidad tenan los preteranos que cercaron al emperador Cmodo en la puerta de los dos laureles (328)? De qu orden era Aelio Leto, el que traz que al mismo Cmodo lo ahogase Narciso en el ejercicio de la lucha? De dnde eran los armados que invadieron el palacio de Pertinax (329), y le mataron con ms atrevida hostilidad que Estfano y Partenio Domiciano (330)? Estos nobles, si no me engao, romanos eran, digo, no cristianos. Todos estos tenan rebalsada en el pecho la impiedad alevosa, hasta que impetuosamente revent; sacrificaban por la salud de los emperadores en palacio y fuera de l; celebraban sus solemnidades, juraban por su genio y llamaban los cristianos pblicos enemigos de los emperadores. Pero aun aquellos cmplices que cada da se descubren, parricidas de Pertinax, padrinos que son ahora de las malvadas partes de la rebelin de Albino, de los |271 cuales despus de la vendimia se anda ahora haciendo la rebusca (331), enramaban las puertas con fresqusimos y frondossimos laureles; asombraban el da con altsimas y clarsimas antorchas, y dividan la plaza con aliadsimas y soberbsimas mesas, no para celebrar los gozos pblicos del Csar, sino para ensayar sus propios deseos, y para que en la solemnidad ajena tuviese dechado y buen agero la imagen de sus esperanzas; pues por el suceso se ha conocido, que aunque el aparato miraba al emperador presente, pero en su corazn mudaban el nombre del prncipe. De esta misma calidad son los servicios que hacen al Csar los que consultan los astrlogos (332), los adivinos, los agoreros y los magos sobre su vida y salud. Estas artes las inventaron los ngeles apstatas, y Dios las tiene prohibidas; por eso no se valen de ellas los cristianos, ni aun para sus mismos negocios. Ninguno tiene necesidad de escudriarle al emperador la salud, ni de saber el trmino de su vida, sino aquel que maquina algo contra ella, y desea que se consiga, el que despus de ella espera algo y lo difiere. No se consultan con una misma intencin los sucesos de los amigos y los de los seores; al amigo el amor le hace curioso; al siervo la sujecin solcito. |272 CAPITULO XXXVI. ---- QUE LOS CRISTIANOS TIENEN OBLIGACIN DE AMAR, NO SOLAMENTE LOS EMPERADORES, SINO TODOS LOS HOMBRES. Pues si es as que se han hallado enemigos del Csar los que se llamaban romanos, por qu los cristianos, aunque los reputis por enemigos, no queris llamar romanos? (333) No podemos ser romanos siendo enemigos, si hay enemigos que son romanos? Mayormente que el rehusar estos servicios de las fiestas no es mal afecto, sino reverencia; que nos parece desacato servir con acciones que tambin se puede ofender con ellas. La piedad, la veneracin, la fidelidad que se debe los emperadores no consiste en aquellos servicios, de que puede abusar la hostilidad para capa de una conjuracin, sino en aquellas costumbres que Dios manda, y ensean tener unin pacfica con sus prncipes, y civil concordia con los ciudadanos. Esta paz y sana intencin no slo deben tenerla los cristianos con los emperadores, sino con todos. No administramos ningn bien con excepcin de personas; que es hacer por nosotros obrar de manera que no se pretenda ni premio, ni alabanza de los hombres, sino que se espere de Dios tan solamente, que es el cobrador-y remunerador de la bondad indiferente. Igual benevolencia tenemos con los emperadores que con nuestros |273 vecinos. La mala voluntad, las malas obras, las malas palabras, los malos pensamientos, igualmente nos los prohibe nuestra ley respecto de cualquier estado de personas. Contra ninguno puedo hacer aquello que no puede hacerse contra el Csar, y lo que no puedo hacer contra nadie menos por ventura debo hacer contra aquel quien mi Dios le hizo grande (334). |274 CAPITULO XXXVII. ---- QUE LOS CRISTIANOS NO DAAN NINGUNO, AUNQUE PUEDAN TOMAR VENGANZA. Los que deben amar los enemigos, como dije, quin pueden aborrecer? Los que no se pueden desagraviar (que sera igualarse con la venganza la injuria) quin pueden ofender? De esta benignidad tan desusada en la naturaleza, vosotros que como jueces ejecutis nuestras vejaciones os alego por testigos. Cuntas veces sois con nosotros crueles, parte por recreo de vuestra inclinacin feroz, parte con pretexto de cumplimiento de las leyes? Cuntas veces el vulgo alborotado, sin orden vuestra nos ha invadido por su motivo con piedras y con fuego (335)? Cuntas en las fiestas furias bacanales (336) nos acometi el vulgo con tanta ferocidad, que no perdonando ni los cristianos muertos impamente los ultrajan, y estando ya cadveres arraigados en la tierra, deshechos con la putrefaccin los arrancan (337), los |275

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despedazan, los arrastran, sacndolos del descanso de la sepultura, del asilo de la' muerte (338)? Con tan inhumanos tratamientos, decid si se descompuso jams en algn cristiano la paciencia. Decid si conspir la venganza alguno. Decid si condenasteis nadie de estos animados morir por venganzas intentadas del agravio. Y no se piense que el no desagraviarnos es por falta de armas valor; que si nos faltaran fuerzas, no faltaran unas rajuelas de tea para tomar larga venganza en una noche, abrasando la ciudad, cuando fuera lcito al cristiano pagar un agravio con otro. Pero vaya lejos de nosotros tal error, que la religin divina se vengue con fuego humano, y que el cristiano resista al tormento que lo prueba. Si quisiramos vengarnos, no como ocultos, sino declarados enemigos, faltarannos por ventura fuerzas de numerosos soldados y de ejrcitos? Son ms los mauros (339), los marcomanos, los parthos que rebel Severo, que los cristianos de todo el mundo? Estos brbaros numerosos son, pero estn encerrados en los lmites de un reino; los cristianos habitan provincias sin fronteras. Ayer nacimos, y hoy llenamos el imperio (340), |276 las ciudades, las islas, los castillos, las villas, las aldeas, los reales, las tribus, las decurias, el palacio, el Senado, el consistorio. Solamente dejamos vacos los templos para vosotros (341). Pues para qu lance de batalla no seran idneos soldados los cristianos, aun con desiguales ejrcitos, estando tan ejercitados en los combates de los tormentos en que se dejan despedazar gustosamente, si en la disciplina de la milicia cristiana no fuera ms lcito perder la vida que quitarla? Tambin podamos sin armas pelear contra vosotros con sola la envidia del divorcio, porque si tan lucida muchedumbre de cristianos, alejados de vuestra compaa se resolviesen vivir juntos en algn seno del mundo, quedara el imperio avergonzado con la prdida de tan ilustres ciudadanos y castigado con el desamparo de los buenos. Qu ciudad no quedara apesaradamente envidiosa de la colonia cristiana, compuesta del mayor lucimiento de la naturaleza y del mayor lustre de la gracia? Y si todos los cristianos desamparasen sus casas, sin duda que en tanta soledad, en tanto silencio de las cosas, en una ciudad desierta y como muerta, no habiendo en ella vivos, os hallarais enajenados con el pavor y encantados con el pasmo (342), no teniendo en ella quien mandar. Ms enemigos quedaran que ciudadanos, aunque ahora tenis ms ciudadanos que enemigos; que siendo los ms ciudadanos cristianos, los ms ciudadanos son amigos. Pero vosotros los llamis enemigos, no del humano error, sino del linaje humano. Pues si nosotros os desamparsemos, quin os defendera de aquellos ocultos |277 enemigos, que hasta los ltimos cimientos os destruyen el entendimiento y la salud (343)? De aquellas correras, digo, que hacen los demonios en vuestras almas y cuerpos, los cuales hacemos frente nosotros, defendindoles la entrada, sacndolos rendidos sin recibir pagas de sueldo ni merced (344). Para venganza nuestra esto solo bastara, dejar en vosotros los espritus inmundos pacfica la posesin. Y aunque no pedimos ayuda de costa por la defensa, y aunque este linaje de gente es ms beneficioso la repblica que molesto, os determinasteis declararlo por pblico enemigo, y lo es llanamente del error, no de la naturaleza. |278 CAPITULO XXXVIII. ---- QUE LAS JUNTAS DE LOS CRISTIANOS NO SE HAN DE CONTAR ENTRE LAS CONGREGACIONES ILCITAS. Pues si la religin cristiana es la ciudad tan provechosa y la repblica tan necesaria, no ser hacerle ms cortesa que la menos que merece, contndola en el nmero de las lcitas congregaciones, pues en ella no se trata lo que en las otras se teme. La causa de haber prohibido los colegios de otras sectas ha sido (345), si no me engao, porque consider la providencia y modestia pblica que la competencia de opiniones poda avandalizar la ciudad, y la parte ms poderosa comprar votos con dinero, agregando sectarios para salir violentamente con sus pretensiones en las juntas de la ciudad. Esta divisin poda turbar tambin las congregaciones de la repblica, los comicios, los concilios, la curia, las oraciones y los espectculos. Pero nuestra junta no tiene estos peligros; que si los cristianos son hombres de hielo, para las honras y dignidades no necesitan de ir al Senado, ni otra junta pretender tumultuosamente cargos apadrinados con la violencia de. los votos. No acude el cristiano al Consistorio por su inters; para l todo el mundo es su repblica, todos los hombres son ciudadanos; con igualdad mira el pblico negocio y el ajeno. Mucho menos |279 puede turbar la fiesta de los espectculos, porque igualmente renunciamos estas iestas (346), como su origen supersticioso y las acciones con que se celebran. Qu puede esperar nuestro deseo en las cuadrigas del CIRCO? Qu tienen que oir nuestros odos en las torpezas del TEATRO? Qu tienen que ver nuestros ojos en la atrocidad con que las fieras despedazan hombres en la ARENA? Qu tiene que aprender nuestra atencin en la vanidad de las acciones del XISTO? (347) En qu os ofendemos por presumir hay otros deleites ms gustosos que vuestros juegos? (348). Si no queremos aprender vuestras delectaciones, no quita nadie nuestra abstinencia su recreo; no tengis esto por agravio, que el dao es nuestro. Si reprobamos vuestros entretenimientos, tambin nuestros deleites os disgustan vosotros. Si habiendo dicho indiferentemente Epicuro que el sumo bien es el deleite (349), pudieron sus discpulos determinar que la verdad de ste se halla en la equidad del nimo y en la rectitud de las obras, por qu no podr pensar el cristiano que est el deleite en su origen? |280

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CAPITULO XXXIX. ---- DE LA ENSEANZA Y EJERCICIOS QUE TIENEN LOS CRISTIANOS EN SU IGLESIA CONGREGACIN. Ahora yo mismo manifestar los negocios que se tratan en la junta de los cristianos; que si he refutado las juntas malas, ahora mostrar las que son buenas. Nuestra congregacin es un cuerpo de miembros unidos con el conocimiento de un Dios, con la unin de una doctrina y con la confederacin de una esperanza. Juntamonos todos en una compaa y congregacin, y all como con mano armada, juntos en escuadrn cerrado le ponemos Dios cerco con nuestras oraciones (350). Es grata Dios esta fuerza (351). Rogamos tambin por los emperadores, por sus ministros, por las potestades, por el estado del siglo, por la paz de todos y por la retardacin del juicio final. En esta junta tenemos conferencia de la Sagrada Escritura, y se dan avisos y advertencias segn el accidente del tiempo y los negocios, y con consejo se determina. All con las voces de la Santa Escritura apacentamos la fe, levantamos la esperanza, arraigamos la confianza y la |281 ensefianza de los divinos preceptos la macizamos con nuevos apuntamientos. Ali mismo se hacen las amonestaciones, los castigos y se fulminan las censuras. Jzgase con mucho peso y miramiento, como entre aquellos que saben los ve Dios. Si alguno ha delinquido en pecado atroz enorme, es desterrado de la oracin (352), de la Iglesia y del tratado de aquella santa compaa. Este castigo es tan espantoso que parece un ensayo del juicio final, en que Cristo apartar lejos de si los condenados. En esta congregacin presiden presbteros ancianos (353) que alcanzaron esta honra, no por precio, sino por el testimonio de sus mritos; que aqu el honor na se compra sino con costumbres. Y si en el arca se pone algn dinero no es tributo del honor, ni precio con que la dignidad cristiana se compre se redima, sino voluntarios donativos de los congregantes; que cada uno da una monedilla cada mes, cuando quiere cuando puede, de la manera que quiere; que la donacin es graciosa. Esta suma es el depsito de la piedad que de all se saca, no para gastos de banquetes, ni para bebidas desordenadas, ni para voluntarias glotoneras, sino para sustentar y enterrar pobres, para alimentar nios y nias hurfanos de padres y de hacienda, para viejos que no pueden salir de casa (354), para los que padecieron naufragio, para los presos en las crceles, para los desterrados las islas y para los condenados las minas por causa de religin tan solamente. Todos estos |282 son ahijados que cra la religin, porque su confesin los sustenta. Pero tambin esta demostracin de grande amor lo notan con murmuracin algunos. Mirad, dicen, cmo se aman entre s: admranse, porque ellos recprocamente se aborrecen. Mirad cmo cada uno est aparejado morir gustosamente por el otro: extranlo porque ellos ms dispuestos estn para matarse. Tambin nos calumnian por el nombre de hermanos con que nos tratamos (355), y no por otra razn, segn creo, sino porque entre ellos todos los nombres de parentesco no son demostraciones de amor, sino voces de cumplimientos afectados. Hermanos vuestros somos tambin nosotros por derecho de la naturaleza; que esta es la comn madre de los hombres, aunque vosotros no parecis hermanos de hombres, siendo hombres sin humanidad. Cunto ms dignamente se llaman y son hermanos aquellos que conocieron un mismo Dios por padre, que bebieron un mismo espritu de santidad; que esperan una misma herencia; que nacieron de un mismo vientre de la ignorancia ciega; que al nacer, con el repentino reflejo dieron pavorosamente con la luz de la verdad? Por eso por ventura nos tienen por hermanos menos legtimos, porque de nuestra hermandad no se han compuesto tragedias (356), porque la hacienda que entre vosotros deshace la hermandad, entre nosotros la establece y corrobora; y es as que los que tenemos las almas y los corazones unidos no rehusamos unir y comunicar los bienes. Entre nosotros todos los bienes son comunes, sino las mujeres. En esto solo rompemos la compaa, en |283 que solamente la guardan los gentiles, los cuales no solamente usurpan las mujeres ajenas, sino que pacientsimamente brindan con las propias sus amigos, por el ejemplo, creo, de sus sapientsimos antepasados Scrates, griego, y Catn, romano (357). Estos comunicaron sus amigos las mujeres con quien se casaron, con deseo de tener hijos en el matrimonio, para que ellos los engendraran en adulterio. Yo no s si en esto venan ellas de mala gana. Qu estimacin hacan de la castidad maridos que as baldonaron de ella! Oh ejemplo de la sabidura de Atenas! Oh gravedad de la severidad romana! El filsofo alcahuete de su mujer! Y el censor liberal de su pureza! Qu maravilla, pues, que en los casados est violado el amor del matrimonio si la castidad se desprecia? No se contentan con infamar nuestras cenillas con los delitos de incestos (que dijimos), sino que las murmuran de prdigas. Creo entienden de nosotros el dicho de Digenes (358): Los megarenses cenan como si hubiesen de morir maana, y edifican como si nunca hubieran de morir. Pero ms fcilmente se ve una pajuela en los ojos ajenos, que en los propios una viga. Si cenan los tribunos, los curiones y decuriones en sus ranchos innundan tantos regeldos que el aire mismo se aceda con el vaho de las crudas indigestiones: si han de cenar los salios es necesario que el acreedor que ha de prestar sea el arrendador de las dcimas de Hrcules: si cenan

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los adivinos que embalsaman los muertos, los aritmticos contadores pueden sumar los gastos de |284 la cena. Las cenas de los atenienses en los sacrificios apaturios de Dionisio (359) las encarece de esplndidas el estudio con que se elegan los cocineros. En la cena se-rpica de los egipcios (360) han de quedar de noclie centinelas para que el fuego de la cocina no ocasione algn incendio. Cenando, pues, tanto vosotros, de sola una mesa pobre y parca de los cristianos se murmura? Nuestra cena con su nombre se acredita (361). Llmase en griego gape, que significa caridad (362). Conste de cualesquier gastos esta cena que administra la caridad, que donde el amor es dispensero, el gasto es ganancioso, porque con este refrigerio socorremos los necesitados. Con esta cena remedamos la necesidad de los pobres, no les compramos la libertad, como lo hacis vosotros con los truhanes en los banquetes (363), que el que se obliga hartarlos de comida los puede hartar de contumelias; solamente se hace esta piedad en consideracin de ejercitar la obra que para Dios vale ms, que es el socorro de los menores. Si la ocasin de la cena es tan honesta, la composicin con que se come y se reparte se puede medir por la causa; que si la causa es caridad, |285 ser el modo religin. No admite esta cena accin inmodesta ni vil. Lo primero que se gusta es Dios; en esta mesa la oracin hace la salva. Aqu no se come, tmplase el hambre. Bbese con la sobriedad conveniente un pecho honesto. As se cena como quien se acuerda que tambin aquella noche ha de adorar Dios. As se platica como quien atiende que Dios oye las palabras. Acabada la cena se lavan las manos (364), se encienden las luces, y se manda que cada uno salga en medio de la congregacin y cante algo de la Sagrada Escritura, lo que su devocin le administrare, y as se prueba la templanza con que se bebi en la cena. Este convite, pues, de los cristianos, con oracin comienza y con oracin se acaba (365). De all se retiran todos, no ver cuadrillas de esgrimidores que se hieren se matan, como hacis vosotros despus de vuestras cenas (366): no rondar en camaradas, discurriendo por la ciudad para injuriar todos; no buscar impetuosamente los encuentros de la torpeza, las canciones, los bailes y entremeses, sino al cuidado de repasar la honestidad que desprendieron en la cena, como aquellos que no cenaron cena sino enseanza. Esta cena con razn se llamara ilcita si fuera igual con las prohibidas, y con razn se haba de condenar si alguno querellase de ella con el ttulo que hay querella de otros apuntamientos. |286 Pero en dao de quin se juntaron jams los cristianos? Lo mismo somos solos que congregados; lo mismo sentimos juntos que solos; ninguno daamos, ninguno entristecemos. Cuando los honrados y los buenos se juntan, esta congregacin no es sedicin sino hermandad; cuando los piadosos y los castos se congregan, esta junta no es rancho, sino escuela; no es faccin, sino curia. |287 CAPITULO XL. ---- QUE LAS CALAMIDADES NO SUCEDEN AL MUNDO NI AL IMPERIO POR OCASIN DE LOS CRISTIANOS, COMO DICEN LOS GENTILES. Antes por el contrario, el nombre de amotinados se debe acomodar los que conspiran en odio de los buenos y honrados, los que proclaman contra la sangre inocente, excusando el odio con pretexto de aquella frivola vanidad con que piensan, que toda comn desdicha y las particulares descomodidades del pueblo suceden por causa de los cristianos (367). Si el Tber sube las murallas (368); si el Nilo no llega regar las vegas; si ei cielo est sereno y no da lluvias; si la tierra tiembla se estremece; si el hambre aflige; si la peste mata, luego grita el pueblo: ARRJENSE LOS CRISTIANOS AL LEN (369). Un len para tantos? Yo ruego que me digis: cuntas calamidades cayeron sobre el mundo y sobre Roma antes del imperio de |288 Tiberio (370), esto es, antes de la venida de Cristo? Leemos que Hierpoli (371) y las islas de Delon, Rodas (372) y Coon, con muchos millares de hombres se hundieron. Platn cuenta tambin que el mar Atlntico aneg la mayor parte de Asia y frica (373). Un bostezo de la tierra se sorbi enteramente al mar Corinto (374). El mpetu de las aguas despezon de tierra firme Lucania, quedando desterrada de Italia con nombre de isla Sicilia (375). Estas cosas no sucedieron llanamente sin dao grande de los habitadores. Dnde estaban los cristianos, estos que desprecian vuestros dioses, y dnde los dioses mismos cuando el diluvio universal, que Platn llama campestre (376), aneg todo el mundo? Las |289 ciudades donde nacieron y murieron los dioses, y tambin las que fundaron, que hoy se conservan con sus nombres, atestiguan que sus fundadores vivieron despus de aquel universal estrago. No duraran hoy si no se hubieran fabricado despus de aquella general ruina. An no haba hospedado al enjambre judo que vena de Egipto, la colmena de Palestina; an no haba odo el nombre de cristiano el mundo, cuando la lluvia de fuego abras las regiones de Sodoma y de Gomorra. An duran vivos los castigos de este rigor, que la tierra huele incendio, y si los rboles producenfrutos, solamente son para los ojos hermosos, que en las manos se resuelven en ceniza. No haba recibido la Toscana enojo de los cristianos cuando Volsinio lo abras all el fuego del cielo ni la villa de Pompeya se haba querellado de los cristianos cuando la enterr el Vesubio con ceniza (377). No conoca Roma al Dios de los cristianos cuando Anbal (378), despus de la batalla de las Cannas, meda celeminadas las muertes de la nobleza romana. A todos sus dioses adoraba Roma cuando los galos (379) escalaron el mismo Capitolio (380), que era su curia y era |290 su casa. Y con especial providencia las calamidades de las ciudades alcanzaban tambin vuestros dioses y las

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ruinas de las murallas sus templos, para que conocieseis vosotros, varones suaves, que no era suya la mano que enviaba los castigos; que es creble no venan sus propias injurias de sus manos. De otro origen nacieron estas desdichas. Siempre el linaje humano tuvo Dios muy ofendido. Primeramente, porque pudiendo por la parte de la razn natural rastrear el autor de la naturaleza y las acciones que le ofendan, negligentemente emperez para hallarle y se fingi otros dioses quien di la adoracin. A ms de esto no quiso buscar al autor de la naturaleza por no tropezar con el maestro de la inocencia y de la gracia de Jesucristo nuestro Seor, que es el juez y cobrador de los mritos y las culpas: no quiso, pues, tener quien temer por tener salvedad para pecar, y as creci en todo vicio y todo crimen. Porque si lo hubiera buscado lo hallara; si lo hallara lo estimara; si lo estimara lo sirviera, y si lo sirviera lo experimentara ms propicio que enojado. Sepa, pues, que el Dios que est ahora enojado, es aquel mismo que lo estuvo antes que hubiera cristianos; que aquella mano castiga por los delitos, que siempre castig por las ofensas. Si el mundo, antes que fingiera estos dioses que venera, recibi tantos beneficios de la mano de un autor, por qu no conoce que los daos que padece, cuando los adora, nacen de aquella mano que se ignora, de aquella misma bondad, cuyos beneficios se desprecian? De la majestad que es ingrata, de aquella es reo. Y si se comparan las calamidades pasadas con las presentes, se hallar que son menores las que hoy padece el mundo despus que recibi de la mano de Dios la compaa de los cristianos. Desde entonces se cumpli la malicia del siglo con la inocencia cristiana, y |291 comenz haber quien terciase con sus ruegos. Finalmente, podis conocer que nuestras oraciones moderan el enojo que merecieron vuestras culpas, cuando sucede que las nubes no llovieron en la primavera del otoo y del verano, cuando ya da cuidado la cosecha; entonces, pues, vosotros comis mucho para cenar mejor; os entregis con ms frecuencia los baos, las tabernas, las casas pblicas; ofrecis Jpiter los aquilicios (381); decretis se descalce el pueblo (382); buscis en el Capitolio el cielo; esperis las nubes de los artesones del techo, y buscis Dios huyendo de l, y le obligis con ofensas. Pero nosotros, secos con los ayunos, desustanciados con la mortificacin, enjutos como esqueletos, destituidos casi de la esperanza de vivir, postrados en tierra, vestidos de saco, envueltos en ceniza rompemos los cielos con agradable porfa hasta tocar con la mano su piedad (383). Y siendo nosotros los que con la extorsin de ruegos alcanzamos de Dios el benecio, dais vosotros Jpiter las gracias. |292 CAPITULO XLI. ---- QUE LOS GENTILES SON LA CAUSA DEL DIVINO ENOJO ADORANDO LAS ESTATUAS Y DESPRECIANDO AL DIOS VERDADERO. Vosotros sois, pues, los importunos la naturaleza humana; vosotros los culpados en las pblicas descomodidades (384); vosotros las aagazas de todas las desdichas, entre quien Dios se desprecia, y las estatuas se adoran. Ms creble parece que el enojado es nuestro Dios siendo el ofendido y despreciado (385), que no vuestros dioses que se hallan de vosotros tan servidos, y seran ellos malvados, si por ocasin de sus enemigos castigasen sus fieles honradores, quien deban separar en el castigo, pues lo estn de las culpas de los cristianos. Pero diris: de la misma injusticia se puede redargir vuestro Dios. Si es verdadero y justo el Dios de los cristianos, cmo sufre que padezcan sus honrado-res por las culpas de los gentiles profanos? Pero admitid primeramente las disposiciones divinas, y veris desvanecida la redargicin. Nuestro Dios que una vez destin da fijo para juzgar los hombres cuando el |293 mundo se acabare, no precipita anticipadamente el distinguir las personas antes que se acabe; que el discernir entre los mritos de las personas, es condicin aneja al acto judicial. Mientras no llega aquel da, es Dios uniformemente igual sobre el linaje humano, perdonando y reprendiendo. Los provechos y los daos quiso que fuesen comunes para los extraos y los propios, para que los que viven juntos con sociable humildad experimentasen con igualdad la clemencia y el rigor. Y porque esta disposicin la conocimos en su Escritura, amamos la suavidad y su rigor lo tememos; mas vosotros, al contrario, lo desestimis de todos modos; ni su piedad os obliga, ni su rigor os enmienda; de que se sigue que todas las calamidades con que Dios castiga al mundo son para vosotros castigo (386), y para nosotros amonestacin. Por esta causa ninguna tribulacin nos aflige. Primeramente, porque si el trabajo nos quita la vida, nos cumple el deseo; que no tiene en este siglo el cristiano mayor anhelo que escapar de l con presteza. A ms de esto, la adversidad que nos lastima nos ejercita y pasa suma de mritos la grandeza de la tribulacin (387). Y si de los castigos que Dios os enva nos alcanza alguna parte por vivir entre vosotros, ms nos gozamos entonces; porque leyendo los profetizados en la Escritura, su cumplimiento nos corrobora la fe y nos asegura la esperanza. Pero si estas calamidades las envan vuestros dioses por nuestras culpas, y vosotros las padecis |294 por nuestras causas, por qu continuis en adorar dioses tan injustos y tan ingratos? Que no es razn padezcan los amigos por ocasin de los mulos; antes bien, vista de nuestro castigo debieran favorecernos ms para que los cristianos castigados con la envidia pretendieran su culto, murieran envidiosos. |295

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CAPITULO XLII. ---- QUE LOS CRISTIANOS NO SON HOMBRES INFRUCTUOSOS PARA LA REPBLICA, COMO DICEN LOS GENTILES. Pero tambin somos perseguidos ttulo de otras injurias menores. Hcennos cargo los gentiles de infructuosos para los negocios de la repblica. Pero cmo son hombres intiles los que viven con vosotros en un mismo lugar, que comen las mismas viandas, visten los mismos trajes (388), usan las mismas alhajas, necesitan de las mismas cosas para vivir? Somos por ventura nosotros brahmanes salvajes (389), indios, gimnosofistas desterrados de la vida (390)? No repudiamos ningunos frutos los cristianos, si bien templamos el uso y el exceso, que en ellos consideramos el favor de Dios que los cri. Hombres somos que vivimos con los otros en el mundo; que necesitamos de la plaza, de la carnicera, de los baos, de las tabernas, de las oficinas, de los mesones, de las ferias, y de los otros comercios comunes. A cualquier ministerio nos acomodamos con vosotros; somos marineros, soldados (391), labradores, |296 mercaderes, oficiales; sabemos todos artes, y servimos con nuestras obras vuestro uso. Yo no s cmo llamis infructuosos para vuestros negocios aquellos con quien y de quien vivs. Si me llamas infructuoso porque no frecuento tus ceremonias, eso qu importa?; no por eso dejo de ser hombre aquel da. Si en las fiestas saturnales no me bao de da y no me lavo al amanecer (392), hgolo por no perder el da y la noche; pero lvome hora honesta y saludable, cuando el bao puede refrescarme la sangre, y conservarme el calor; que si me baase en una maana fra, la sangre puede helarse, y quedarme con el color amarillo, como muerto. Si no salgo cenar la calle en las fiestas del Dios Libero (393), quin agravio? Que no quiero parecer los delincuentes que cenan en pblico la ltima cena la noche antes que han de ser arrojados alas bestias. En<cualquier puesto que ceno, all como de las viandas que te compro. No compro para la cabeza corona (394); esto qu te importa ti? Si te compro las flores, deja mi libertad el usar de ellas. Yo pienso son ms agradables las flores, cuando se llevan libres, cuando se huelen sueltas, cuando vagamente se derraman, que cuando se ponen cautivas en la apretura de una corona. Si la corona va en la cabeza, |297 cmo pueden las narices oler las flores? Vase si hay quin sepa oler por. los cabellos. No concurro las fiestas de los espectculos; pero qu falta hago yo all? Que si necesito de las cosas que se venden en aquel concurso, con ms libertad las compro en las mismas tiendas mercados. No compramos llanamente para los dioses aromas; pero si se querellan los de Arabia, sepan los sabeos que los cristianos compran y gastan ms preciosos aromas para sepultar sus difuntos (395), que los gentiles para zahumar sus dioses. Pero decs: llanamente los sacerdotes se querellan con razn de la inutilidad de los cristianos (396), porque de cada da se disminuyen tanto los tributos de los templos, que ya no hay un cristiano que arroje los dioses un dinero. Seores no es culpa nuestra; reparad que nuestra hacienda no basta sustentar hombres pobres y dioses mendigos, ni entendemos que la limosna se ha de dar, sino al que la llega pedir. Si quiere Jpiter que le demos, hable, pida, alargue la mano y reciba, mientras extiende el brazo sepa que nuestra piedad gasta ms con los pobres que piden de calle en calle, que su religin con los dioses que piden de templo en templo. En los otros tributos los ministros y ciudades dan gracias los cristianos por la fidelidad con que los pagan (397); que el cristiano con aquel rigor paga |298 lo que debe con que se abstiene de quitar nadie lo que es suyo. De suerte que si se coteja lo que se defrauda en los tributos por el engao y astucia de vuestras fulleras, con nuestra fidelidad, se hallar que lo que falta al tributo de los templos por no pagarlos nosotros, se recompensa bastantemente con la ganancia que se tiene pagando nosotros todos los dems tributos con fidelidad y entereza.

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CAPITULO XLIII. ---- QUINES SON LOS QUE SE QUERELLAN DE LOS CRISTIANOS LLAMNDOLOS INFRUCTUOSOS. Confesar ingenuamente quines son los que se querellan de los cristianos calumnindolos de intiles para los pblicos contratos de la repblica. Porque si hay por ventura algunos que con razn se puedan querellar de nuestra esterilidad, los primeros son los rufianes (398), los alcahuetes y los mandilejos; los otros son los asesinos, los envenenadores y los hechiceros, y tambin los adivinos (399), los agoreros y los astrlogos (400). Los ms ofensivos de las almas, los ms perniciosos de los cuerpos, los mayores enemigos del beneficio pblico llaman los cristianos infructuosos, como si no fuera dar un gran fruto no darlo estos. Pero aunque con nuestra religin tuviese alguna prdida vuestra hacienda, bastantemente se recompensa |300 con el provecho de nuestra compaa. Ya no digo porque expelemos los demonios que os maltratan, ni porque derramamos lgrimas y oraciones al Dios verdadero por vosotros (que como son beneficios secretos no queris creerlos), sino porque siendo los cristianos hombres que hacen bien sus enemigos, en ninguna ciudad pueden ser stos temidos como lo son en todo los querellantes. |301

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CAPITULO XLIV. ---- DE LOS DAOS QUE RECIBE LA REPBLICA CON LA MUERTE DE LOS CRISTIANOS. Pero si tanto os lastiman las incomodidades de la repblica, si tanto sents sus daos, cmo no atendis al detrimento tan grande como verdadero? Cmo ninguno pondera el agravio de la ciudad perdiendo tantos justos (401), condenando tantos inocentes? Oh jueces que presids en los tribunales, los que visitis las crceles cada da para juzgar los reos (402), los que defins los ttulos motivos de las sentencias! Alegamos por testigos los mismos procesos, el mismo decreto de la condenacin donde se refieren los ttulos de los crmenes de los condenados, en que se dice: muera ste por matador, aqul por ladrn cortabolsas, ste por sacrilego violador de doncellas, ste porque hurt los vestidos de los que se lavaban en el bao (403): mrense, pues, estos registros y procesos, y vase si se hallar all sentencia contra algn cristiano acusado condenado por alguno de estos delitos (404). Decid si |302 cuando os presentaron algun cristiano preso os lo entregaron con apellido de adltero de ladrn. O si en el examen le habis hallado delito de los que cometen los delincuentes gentiles, sino solamente el nombre de su profesin, que entre vosotros es crimen. De los vuestros la crcel hierve (405); vuestros son los que suspiran en las minas; de los vuestros se engordan las bestias; los que hacen trato tienen por su grandeza valientes esgrimidores para las fiestas de las fieras, rebaos alimentan de malhechores gentiles. All no se halla cristiano alguno, sino porque lo es; que si entr por otro crimen, no entr cristiano, que lo deja de ser bueno cuando comete delitos.

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CAPITULO XLV. ---- QUE EN SOLOS LOS CRISTIANOS SE HALLA LA INOCENCIA DE LA VIDA. Pero diris: es posible que entre tantas sectas solamente en la de los cristianos se halla la enseanza verdadera y la inocencia de la vida? Qu maravilla, si esta ilacin es necesaria? La necesidad de esta consecuencia nace de la calidad del legislador y de la observancia de sus profesores. Ensenos Dios esta ley, y como revelada de tan perfecto maestro, perfectamente la aprendimos, y perfectamente la guardamos con toda fidelidad como mandatos que de ninguna manera pueden ser menospreciados por la atencin cuidadosa y penetrante con que nos atiende el autor de ella. A vosotros os ense la ley de la inocencia el crdito humano, y os obliga guardarla el terreno seoro; y por esto ni la enseanza puede ser llena, ni la transgresin cumplidamente temida. Tanta prudencia tiene un hombre para establecer una ley buena, como tiene autoridad para obligar que se guarde, y as tan fcilmente la ley se engaa, como la autoridad se desprecia; pero Dios, que tiene la ciencia verdaderamente infalible y la virtud infinitamente poderosa, no puede padecer mengua en el decreto de su ley; que la verdad granjea la ciencia crdito, y la potencia la autoridad respeto. Si no, vase cul ley es ms llena de perfeccin, ms cumplida de inocencia, la que define no mates, la |304 que manda no te enojes? Cul dispone con ms perfeccin, la que prohibe el adulterio, la que refrena tambin una concupiscencia solitaria de los ojos? Cul instruye con ms plenitud, la que prohibe las malas obras, la que detiene tambin las malas palabras? Cul ensea ms enteramente, la que manda no hacer injurias, la que no permite venganzas? Aunque tambin quera acordaros que estas leyes en que parece se ensea esta parte de inocencia no nacieron de vuestra prudencia; que de la ley divina se copiaron, que fu el ejemplar primero, como dije, tratando de la edad de Moiss. Pero cunta autoridad tienen las leyes humanas? Pues las ms veces aun en los delitos manifiestos y probados se escapan los malhechores por la intercesin por la fuga; y alguna vez se abalanzan al delito atrados del deleite (406), del forzoso empeo en consideracin de la brevedad del castigo, pues no pasa de la muerte. As Epicuro todos los dolores despreci (407): el pequeo porque no duele, el grande porque no dura. Pero nosotros que vivimos siempre la vista de aquella divina centinela que desbalija los ms ocultos secretos del pecho, y que antevemos la pena eterna con que castiga, no tenemos otro refugio sino acudir la inocencia de la vida; porque ni podemos inventar fuga de la vista de una ciencia tan llena que alcanza el ms oculto y alejado retiro de los pensamientos, ni podemos despreciar el castigo en consideracin que es leve no |305 durable; porque la intencin de la pena es suma (408): la duracin sempiterna, y as tememos no al juez que juzga los que temen Dios, sino aquel quien debiera temer el procnsul. |306 CAPITULO XLVI. ---- QUE LA LEY CRISTIANA NO ES NUEVA ESCUELA DE FILOSOFA, Y QUE LOS FILSOFOS NO ENSEAN LA VERDAD ENTERA, SINO QUE LA REMEDAN. Constantemente he satisfecho, segn creo, los crmenes que oponan los designios de los que piden la sangre de los cristianos. He mostrado todo el estado de nuestra religin, y los caminos por donde se prueba ser verdadera, que son la fe, la antigedad de la Escrituras, y la confesin de los mismos dioses y demonios. Quin se atrever, pues, ahora redargirme replicarme (si deja el retrico artificio de palabras) en la misma forma

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de razn con que yo he disputado en defensa de la verdad? Pero mientras la pureza de nuestra religin se va manifestando cada uno, y la incredulidad obstinada se rinde la bondad conocida, que por la experiencia y con el trato hallan ya que es provechosa, conceden algunos que es buena nuestra religin, pero no admiten que sea ley divina (409), sino nueva escuela de filosofa. La misma inocencia, dicen, profesan y ensean los filsofos (410), la misma justicia, la misma paciencia, sobriedad y honestidad. |307 Pues si entendis que somos iguales con los filsofos, por qu no nos daislicencia para ensear como ellos? O por qu si ellos son semejantes nosotros, no les forzis a las acciones que si no hacemos nosotros peligramos? Aquella justicia es inicua que de los iguales ordena con diferencia. Quin jams ha forzado los filsofos sacrificar? jurar por los genios de los Csares? encender las "vanas antorchas medio da? Antes bien, en sus comentarios destruyen los dioses; acusan la supersticin de la secta, y vosotros los aplauds, y los ms ladran contra los emperadores, y sin castigo se toleran. En lugar de castigarlos apadrinis tan favorablemente estos desprecios, que juzgis que estos merecen, no fieras como nosotros, sino estatuas y salarios. Pero con razn que se llaman filsofos y no cristianos. No es menos provechoso, pues, para vosotros el nombre del cristiano que el del filsofo; que el nombre de filsofo no hace huir los demonios. Cmo sera |308 esto?Cmo huirn los demonios de los filsofos si los invocan como sus dioses? Siempre que Scrates prometa alguna cosa pona esta excepcin: SI ME DA LICENCIA MI DEMONIO (411). Este filsofo cuando conoci la verdad neg los dioses, y cuando muri hizo sacrificar Esculapio el gallo (412). Creo hizo esta honra Esculapio en lisonja de su padre Apolo, que atestigu era Scrates el ms sabio de los hombres. Oh inconstancia de filsofo!, niega los dioses y sacrifica Esculapio! Oh indiscrecin de Apolo!, atestigua en abono de la sabidura de aquel que los negaba! Cuanto ms abrasadamente est la verdad perseguida del odio, tanto ofende el que la dice ms clara; pero el que la viste con afectacin y la adultera con aliados rebozos halla aplausos, gana agrados entre los enemigos de la verdad, entre aquellos que tambin la escarnecen, la violan. Los filsofos afectan la verdad (413), remdanla cmicamente; con la afectacin la corrompen como quien busca la honra en el alio del arte. Los cristianos la apetecen con la necesidad, la ensean con la entereza, no buscan en ella lucimientos, sino salud. No se parecen, como pensis, los filsofos y los cristianos ni en el conocimiento de la verdad ni en la ensesanza. Qu supo conocer de Dios Tales, prncipe de los filsofos (414), al cual preguntando Creso qu cosa era Dios, |309 pidiendo espacios para deliberar, entonces acert ms cuando no supo decir nada? A Dios lo halla y muestra cualquier oficial cristiano, y todo lo que se le pregunte de Dios lo dar all sealado; aunque haya dicho Platn que no es fcil el hallar al hacedor del universo, y que hallado es dificultoso definirle. En la filosofa moral veris cun poco se parecen los filsofos y los cristianos. Porque si hablo de pureza hallo parte de una sentencia de los atenienses contra Scrates por violador de muchachos (415): el cristiano no muda el sexo femenino. Hallo tambin Frin, manceba de Digenes, que como puerca arda en el regazo del poltrn filsofo. Veo tambin cierto Pseussippo, platnico, muerto en la fragancia de un adulterio (416): el cristiano solamente naci hombre para sola su mujer. Demcrito se sac los ojos porque no poda mirar sin concupiscencia las mujeres (417), y por ventura tuviera pesar si no las hubiera gozado. Con el rigor de la enmienda confes el exceso de la continencia. El cristiano sin mirar ve las mujeres; para torpezas tiene ciega la consideracin. Si defiendo la bondad, est Digenes, que arrogantemente pis con los pies lodosos las soberbias camas de Platn (418): pis una soberbia con otra: el cristiano, ni contra un pobre |310 miserable es presumido. Si disputo de la modestia, est Pi-tgoras, que intent tiranizar los Turios (419), y Cenn los prienenses: el cristiano, ni aun el oficio de almotacn apetece. Si quiero conferir de la ecuanimidad, ocurre Licurgo, que se dej morir de hambre apesarado de que le hubiesen enmendado sus leyes los lacedemonios (420): el cristiano, al mismo que le condena da las gracias. Si se hace cotejo en la fidelidad, Anaxgoras entreg al enemigo el depsito: y al cristiano, los mismos gentiles llaman por antonomasia el fIel. Si examino despacio la llaneza de corazn, est Aristteles, que hizo matar Hermias su amigo, bajo pretexto de amistad (421): el cristiano no sabe ofender sus mismos enemigos. El mismo Aristteles, tan torpemente lisonje Alejandro, quien debiera regir, como Platn vendi la libertad Dionisio por el regalo (422), quien debiera desengaar. Aristippo (423), debajo de tan grande gravedad y purprea superficie, beba como un borracho glotn. Hippias fu muerto tratando de entregar la ciudad por traicin (424). Esto jams el cristiano lo intent en defensa de los suyos, vindolos |311 despedazar atrozmente cada da. Por estos ejercicios podis conjeturar la semejanza. Pero dir alguno: no se infama la filosofa porque algunos degeneren (425), que tambin entre los cristianos hay muchos que se desvan de su ley. Es verdad; pero el filsofo no pierde ni el nombre ni la honra de sabio con estos hechos. No perdi Aristteles por los vicios la honra de prncipe de los filsofos, pero el ms excelente cristiano, si se aparta de la virtud la fe, pierde entre nosotros el nombre y el honor. Qu semejanza tienen el filsofo y el cristiano? el discpulo de Grecia y el del cielo? el tratante de la fama, y el negociador de la vida eterna? el que trabaja en los dichos, y el que trabaja en los hechos? el que destruye la inocencia de la vida y el que la edifica? el amigo del error y el enemigo de la mentira? el que cercena la verdad y el que la conserva entera? el que la hurta para violarla, y el que la defiende pura? |312

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CAPITULO XLVII. ---- QUE TODOS LOS FILSOFOS BEBIERON ALGO DE LA FUENTE DE LA SAGRADA ESCRITURA. A esto replicaris: El filsofo puede hurtar la verdad los cristianos? Por ventura el cristiano es ms antiguo que todos los filsofos? Si no me engao, la verdad que el cristiano ensea precede todas. Para esto aprovecha ahora la mayor antigedad de la Divina Escritura que dej averiguada, para que fcilmente se crea que la ms antigua sabidura es el tesoro de la postrera. Y si no fuera ya templando el peso de este libro, tambin alargara la pluma en prueba de este asunto. Quin de los poetas, quin de los sofistas dej de beber algo de la fuente pura de los profetas? (426). De aqu regaron, pues, los filsofos el sediento campo de los ingenios, y por lo que tienen de nosotros nos comparan ellos, como si no fueran ellos los que nos remedan, que por eso creo que la ciudad de Tebas, de Sparta y Argos desterraron la filosofa que predicaba un Dios, porque presumieron que aquella doctrina se originabade nuestros libros. Pero como los filsofos son, como dijimos, hombres amigos de gloria vana, si en la Escritura |313 haliaban con verdades claras, las desfiguraban con la curiosidad de la elocuencia para ser tenidos por autores de lo que no era suyo (427); y como no acababan de creer que eran escrituras divinas, se abalanzaron sin temor cercenarlas, y como no entendan la profundidad de sus misterios (que entonces estaban an la sombra de figuras tan obscuras, que ni los mismos judos, cuyas eran, entendan), las torcieron para contrarios intentos. Por esto si vean alguna verdad sencillamente dicha, la escrupulosidad humana que despreciaba la autoridad divina, con ms desembarazo la trocaba en su razn, y por este camino mezclaron con lo cierto lo dudoso. Hallaron los filsofos en nuestra Escritura que Dios era uno solamente; pero como no disputaron de l de la manera que lo haban hallado, comenzaron altercar sobre su naturaleza, sobre sus atributos, y sobre el asiento de su corte. Los platnicos dicen que es espiritual: los estoicos que corpreo; Epicuro lo compone de tomos; Pitgoras, de nmeros; Heracleto, de fuego. Los platnicos lo ponen ocupado en el cuidado de las criaturas. Los epicreos tan ocioso, tan sin ocupacin, como si dijsemos que es ninguno. Los estoicos lo ponen fuera del mundo revolviendo la mquina de este globo desde los cielos como el alfarero la rueda. Los platnicos dentro del cielo lo colocan, asistiendo como asiste el gobernador dentro del reino que rige. As varan tambin en la disputa del mundo. Unos dicen que es criado; otros que nunca naci; unos que es corruptible, y otros sienten que tiene eterna duracin. Asimismo en la disputa del estado del alma hay encuentro de opiniones (428). Unos dicen que es divina y eterna: otros que mortal y disoluble. |314 Yo no admiro que la Escritura antigua despus de tantos siglos la hayan pervertido los filsofos (429), si al Evangelio con tanta brevedad lo adulteraron. De esta semilla nacieron los que este novizuelo edificio lo han profanado, reduciendo la verdad opiniones de filosofa, y partiendo el camino real en muchos senderos inexplicables y torcidos. He sealado esta advertencia para que el que conoce la variedad que hay dentro de nuestra misma religin no nos iguale, aun en esto, la variedad de las sectas de los filsofos, y para que no juzgue sospechosamente por la variedad de las defensas de la certeza de la verdad. Ya nuestra enseanza desembarazadamente ha prescripto contra los herejes que aquella es la regla de la verdad, que vino de Cristo, que lleg nosotros por mano de sus apstoles, con los cuales andan encontrados estos ultimos comentadores como probar en especiales tratados. De la verdad ha salido toda la mquina y municin que la verdad hace guerra, trazando esta emulacin los espritus malignos, padres del error. De este espritu sali el veneno que ha corrompido la enseanza saludable: de ste procedieron las fbulas que se han mezclado con la pureza de la doctrina para que con la semejanza que tienen con las cosas de nuestra fe, la enfermaran |315 la vencieran. Porque si se presume que los cristianos no han de ser credos, porque los filsofos que ensean doctrinas semejantes no son crebles, este pretexto enflaquece nuestro crdito, y si se piensa que los filsofos son crebles porque los cristianos no han de ser credos, esta presuncin lo aniquila. Esto, pues, ha persuadido el demonio los gentiles, que no creyesen lo que dijese el cristiano. Por esto si decimos que Dios ha de juzgar todo el linaje humano, se ren de nosotros, y si los poetas y filsofos levantan en el infierno un tribunal lo creen, porque los no cristianos lo dicen. Si amenazamos con el infierno, que es un fuego subterrneo, tesoro para penas, dan carcajadas de risa; y si los poetas ponen el Piriflegteonte para castigar los malos, lo creen como ministerio sagrado (430). Si nombramos el paraso (431) (lugar de divina amenidad, destinado para hospicio de las almas santas, que la distingue de la noticia de este orbe la flamante zona de la espada del Querubn) no lo creen, porque todo el crdito lo tiene ocupado la fe de los campos Elseos que describen los poetas. De dnde sacaron (yo os ruego) los filsofos y poetas cosas tan semejantes las nuestras (432)? Y por qu siendo tan semejantes han de ser las vuestras tan solamente credas? Por ventura |316 por haber sido las primeras? Ya consta por la antigedad que nuestros Sacramentos fueron los primeros de donde los filsofos los copiaron. Luego si los nuestros son primeros, son ms verdaderos; que ms fiel es el original que la copia. Y tambin son ms" crebles; que ms fe merece la verdad que la figura. Si decs que vuestro ingenio invent estas doctrinas, y que nosotros las imitamos, esto ser decir: que nuestros misterios son

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dechado de los postreros, instancia que no sufre el orden de las cosas, que nunca precede la sombra al cuerpo, ni la imagen al original. |317 CAPITULO XLVIII. ---- DE LA RESURRECCIN DE LOS MUERTOS. Vengan ya los que dicen es imposible la resurreccin de los muertos; los que dicen que es intil (433). Si afrmase algn filsofo, como lo dijo Laberio con la opinin de Pitgoras, que el hombre sali del buey del mulo, y la culebra de la mujer (434), y con la valenta de los argumentos y la virtud de la elocuencia forzase creer esta opinin, qu otra fe hincara en nuestro entendimiento, ni qu otra persuasin movera en nuestra voluntad, sino la abstinencia de los animales para que cada uno advirtiese de la manera que come (435), no fuese que pensando cenar vaca se cenase la carne de su abuelo? Esta quimera, pues, es posible, es provechosa, es lcitamente predicable; y si un cristiano ensea que ha de volver el mismo que muri hombre de hombre, y Cayo de Cayo lo pide el pueblo, no para matarlo |318 heridas, sino infamemente pedradas? Si vuestra filosofa hall que era posible que las almas vuelvan y transmigren, pasndose una diferentes cuerpos, por qu aquella razn que prueba que el alma puede volver cuerpo diferente, no probar que puede volver tambin al mismo cuerpo que dej? Este es, pues, el artculo de nuestra resurreccin, en que se cree se ha de restituir enteramente aquello mismo que ha sido, y que no se compadece con la transmigracin. Si hubiese transmigracin de almas, como decs, no poda haber resurreccin; porque para resucitar ha de volver la misma sustancia, y para volver la misma (436), primero ha de dejar de ser, y nada de esto puede ser si hubiese transmigracin. Si Pitgoras, como se dice, tiene el alma de Pirro, no puede Pitgoras resucitar, porque as como no era suya sino de Pirro la alma que dej de ser, as cuando vuelve el alma, no vuelve la misma de Pitgoras, sino la de Pirro. Para impugnar Pitgoras en estilo ms lozano, con ms espacio se haban de buscar los argumentos; queda impugnado con decir que ensea lo que no se vio, que ninguno vio jams hombres transformados en bestias. Pero vuelvo mi defensa en que propongo con decoro ms honesto que ha de volver hombre de hombre, y el mismo hombre que fu, y al mismo cuerpo en que |319 estuvo. De suerte que la misma alma ha de volver al mismo cuerpo con la misma condicin de forma unida, aunque no con el mismo semblante, que resucitar condenada gloriosa. Ciertamente que si la razn de la resurreccin es para que todos asistan al juicio destinado, y all oigan del juicio de Dios la final sentencia, ser necesario se exhiba presente all el mismo que obr para que de las obras buenas malas el mismo que las hizo d la cuenta. Por esto han de presentarse tambin los cuerpos (437); que el alma sola sin materia, esto es, sin carne, no padece penas corporales, y porque si las almas han de ser juzgadas de las obras que hicieron con dependencia del cuerpo (que estando dentro del cuerpo se merece desmerece), es bien sea el cuerpo examinado del servicio que hizo al alma. Cmo puede ser, decs, que una materia totalmente deshecha vuelva ser? Considrate hombre ti mismo, y hallars el testimonio de lo que dudas. Piensa qu eras antes que fueses. Llanamente nada. As lo entendieras, si conocieras entonces para acordarte ahora. Pues si el que eras nada antes de ser, te volviste nada despus de haber sido, por qu no has de creer que del segundo nada puedes volver ser por virtud del primer autor que del primer nada te cri? Qu le ha sobrevenido este segundo nada para no ser? Si no siendo fuiste, aunque no seas sers. Da la razn si puedes, por qu eres el que no eras, que entonces sabrs por qu sers el que no eres. Antes pienso yo que es ms creble que puede volver ser lo que ya fu, que comenzar ser lo que no ha sido; que lo que ya fu tiene |320 la posibilidad acreditada; en lo que nunca ha sido puede dudarse, si repugna. Ddase por ventura de la Omnipotencia de Dios que este gran cuerpo del mundo lo sac de lo que no era, de la vacuidad, de la vacacin del nada, no menos vacante que la muerte, edificado con tan vistosa hermosura, animado con el espritu animador de los vivientes, sellado con las armas de su potencia para que lo pasado sirviese de ejemplo y lo presente de testigo de la humana resurreccin. Cada da muere la luz, y volviendo renacer resucita flamante (438). Con igual vicisitud las tinieblas mueren, y con la muerte de las luces resucitan. Las estrellas difuntas con el oriente del da, con el ocaso reviven; los tiempos all comienzan donde acaban; los frutos se consumen y vuelven; de la semilla ms deshecha y corrompida se levantan las plantas con pujanza ms fecunda; todo se conserva acabando: todo la muerte lo mejora. T, hombre de tan grande nombre, si te conocieses aprendiendo de aquella voz del Orculo (439): Que el hombre es seor y cabeza de todos los que mueren y resucitan, no creeras que entre todos los vivientes t solo has de morir para acabar (440). En cualquier parte que ests deshecho, con cualquier materia que ests destruido, que cualquier violencia te haya sacado la vida, te haya rado el ser, te haya |321 reducido nada, Dios te volver ti mismo. El mismo nada es de aquel de quien fu el todo. Si esto es as, diris: siempre andaremos muriendo y resucitando? Si el Seor de las criaturas lo hubiera ordenado as, tu despecho experimentars la ley de tu sujecin. Pero ahora as est dispuesto como lo revel. La razn divina que compuso la universidad del orbe para que con la contrariedad de las sustancias slidas y vacas, vivientes y no vivientes, comprensibles incomprensibles, con luz y tinieblas, con muerte y vida,

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reducidas la consonancia de unidad, quedase hermoseada, aquella misma dispuso tambin que el todo del mundo tuviese la variedad que las partes. A este todo, pues, de siglo lo compuso tambin Dios, y lo trab con partes de duraciones contrarias; la primera es esta en que vivimos, que comenz en el principio del mundo, y con edad temporal corre hasta su fin; la segunda que se espera, se alarga por toda la infinita eternidad. Cuando llegue, pues, el fin de la primera duracin (441), que es el intermedio lmite en que confinan ambos siglos temporal y eterno para que todo lo temporal de este siglo (que estar patentemente extendido la disposicin de la eternidad, como paos tapices de figuras varias) se traslade al siglo eterno, entonces todo el linaje humano resucitar para dar cumplidamente razn de lo bueno malo que hizo en el primer siglo que vivi; y de all pasar la duracin del segundo siglo, que es inmensa perpetuidad de eternidades. Puestos, pues, dentro de aquella duracin eterna no habr ya salir para morir, ni ms muerte, ni una |322 y otra resurreccin, sino que seremos eternamente lo que somos, y siempre los mismos sin esperanza de otra variacin. Los honradores de Dios estarn siempre en su divina compaa, sobrevestidos con la misma naturaleza de la eternidad gloriosa. Pero los profanos que no sirvieron con fiel entereza Dios, sern condenados fuego igualmente perpetuo, incorruptible por su naturaleza, eterno por la potencia divina que administra la duracin. Ya conocieron tambin vuestros filsofos la diferencia del fuego pblico y secreto. As que uno es el fuego que sirve al uso humano; otro el oculto, ministro de la justicia de Dios, ya sea el que desenvaina el cielo en los rayos de las nubes, ya el que la tierra vomit por las cumbres de los montes. El fuego de los volcanes quema y no gasta, repara destruyendo, pues duran los montes que siempre arden. El fuego del cielo no da lugar otro fuego que se acaba si comienza, y por eso entre vosotros el que muri de rayo no puede volver ser quemado (442). Esto ser, pues, el testimonio de la eternidad del fuego que no se acaba; ste el ejemplo de la continua justicia que alimenta la pena. Los montes arden y duran. Qu ser de los condenados! Qu de los enemigos de Dios!

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CAPITULO XLIX. ---- QUE LOS GENTILES LLAMAN PRESUNCIONES EN LOS CRISTIANOS LO QUE EN LOS FILSOFOS Y POETAS SUMA SABIDURA. Estas doctrinas llamis en los cristianos presunciones, y en los filsofos y poetas insignes ingenios y suma sabidura. Aqullos son tenidos por prudentes, nosotros por locos; aqullos merecen honra; nosotros burla y aun castigo. Es falso lo que decimos? Es presuncin (443)? Es necesaria. Es desatino? Es provechoso; pues se obligan mejorar los que lo creen con el temor del castigo y la esperanza del eterno refrigerio. El decir que estas doctrinas son falsas, el tenerlas por locuras para nada es provechoso (444), y el presumir son verdaderas puede importar para mucho; luego no puede con buen ttulo condenarse lo que no puede daar y absolutamente es saludable. El mismo juicio que condena esta utilidad es presuncin: no por eso ha de ser loco un provecho que sola una presuncin lo condena. Fuese cierto que estas doctrinas fuesen falsas y ridiculas, con todo eso ninguno son daosas; pues vosotros mismos otras vanas, fabulosas y semejantes las nuestras las |324 toleris con impunidad, sin acusacin y sin castigo (445). Pero haya en esta doctrina simpleza: haya error, como decs, una provechosa bobera (446); con una irrisin se condena, no con espadas, no con fuegos, no con cruces y fieras. De esta sangrienta carnicera no slo el vulgo salta de placer impetuosamente nos invade bullicioso, sino tambin algunos de vosotros que quieren con la maldad granjear el aplauso del vulgo ciego. No os desvanezcan, pues, las fuerzas que tenis contra nosotros; que vuestro poder de nuestro albedro se origina. Ciertamente que si yo quiero me condenas, y si no quiero no podrs: si digo soy cristiano muero; si digo no lo soy, me escapo y no puede nadie condenarme. Luego si t no puedes sino queriendo yo, no podrs si yo no quiero. Por lo cual tambin vanamente se goza con nuestras vejaciones el vulgo; pues l se alegra porque padecemos las penas de muerte que nosotros nos deleitan, y nosotros ms queremos caer en la ira de su condenacin, que de la gracia de Dios. Antes los que nos aborrecen debieran no gozarse, sino apesararse mucho, viendo que en los tormentos prsperamente alcanzamos lo que elegimos. |325 CAPITULO L. ---- DE LA VICTORIA DE LOS CRISTIANOS EN LOS TORMENTOS. Pues no se querellen los cristianos, decs, porque los perseguimos; que si ellos desean tanto padecer, deben amarnos mucho, pues les damos lo que quieren. Verdaderamente deseamos padecer; pero con aquel deseo que ama la guerra el soldado. Llanamente ninguno padece gustoso, que el temor es necesario, y el miedo en los pe" ligros forzoso; pero el mismo que se querella de la guerra pelea en la ocasin de la batalla con toda la fuerza de su valor, y cuando vence se goza el mismo que se querellaba, porque en la victoria alcanza honor, gana despojos. Batalla es para nosotros cuando somos provocados la palestra de los tribunales para combatir con peligro de la vida en defensa de la verdad. Victoria es alcanzar aquello por que se pelea. Esta victoria tiene por

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gloria agradar Dios, por despojos vida eterna. Si nos prenden, si en el tribunal somos convencidos de nuestra fe, conseguimos lo que queremos; luego vencemos cuando morimos; luego escapamos cuando nos prenden, y triunfamos cuando padecemos. Aunque ahora nos llamis sarmenticios (447), y semaxios (448), porque |326 atados al palo del medio eje de un carro, y cercados de sarmientos somos quemados vivos fuego lento, advertid que cuando impeds nuestra gloria, la adelantis; que esta es la librea de nuestra victoria, este el vestido de palma de los vencedores (449), este eje es el carro de nuestro triunfo. Por esta razn no admitimos en el tormento la vida que nos prometis negando, porque no es decoroso al vencedor pasar por las condiciones del vencido. Por esta constancia tan animosa somos tenidos por desesperados y miserables (450); pero esta desesperacin y resolucin de perderse, enarbolan entre nosotros el estandarte de la virtud, como causa de la gloria y de la fama. Mucio dej gustosamente la mano derecha en el ara (451). Oh sublimidad de nimo! Empdocles animosamente se arroj al volcn de Etna en Catania (452). Oh esfuerzo de corazn! La fundadora de Cartago,ms quiso abrasarse en el fuego que en las segundas bodas (453). |327 Oh sonoro pregn de castidad! Rgulo, porque muchos enemigos no viviesen, l solo quiso morir padeciendo en una cuba tantas cruces como clavos (454). Oh varn fuerte, en el cautiverio victorioso! Anaxarco (455), cuando el tirano lo majaba con un mazo en una pila, deca: muele, muele las hojas de Anaxarco, que Anaxarco no lo mueles. Oh magnanimidad de filsofo, que aun en tal calamidad hizo chanza de la pena! Dej los que con su propia espada con otro linaje de pena ms benigna trocaron con la alabanza la muerte (456). Veis aqui cmo entre vosotros las victorias de los tormentos con algn premio se coronan. La ramera ateniense (457), habiendo fatigado al verdugo escupi con la lengua, bien comida bien cortada, la cara del tirano, por escupir la voz en ella para no poder descubrir los conjurados aunque quisiese forzada del dolor. Consultado Cenn Elates de Dionisio de qu serva la filosofa, como respondiese que de despreciar la muerte, el tirano le mand azotar hasta que el filsofo sell su sentencia con su muerte. Los mancebos de Lacedemonia se azotan en el templo de Diana (458), asistindoles sus |328 parientes, que los animan la victoria, porque tanta honra piensan dejar su linaje cuanta sea la sangre derramada con la amargura de los azotes. Oh gloria lcita porque es humana, la cual ni la presuncin la tiene por miserable, ni la opinin la juzga por desesperada, porque se gan padeciendo por desprecio de la muerte y de los tormentos atroces! Oh privilegiada paciencia la del gentil que puede padecer por la patria, por el imperio, por los amigos lo que un cristiano no puede padecer por Dios! A los que as padecen levantis estatuas, inscribs imgenes, grabis ttulos para en cierta manera eternizarlos y resucitarlos con estas memorias del olvido de la muerte; y si un cristiano padece por Dios y espera vida y premio de su mano, lo llamis loco. Pero perseverad en la persecucin, presidentes buenos, que seris mejores en los aplausos del pueblo, hacindoles esta tiesta de sacrificar cristianos: fatigadnos, atormentadnos, condenadnos, desmenuzadnos (459), que vuestra maldad es la prueba de nuestra inocencia y enseanza. Por eso sufre Dios que suframos, para que lo probemos. Porque cuando estos das condenasteis aquella seora cristiana que fuese entregada, no al len, sino al rufian (460), ya confesasteis en este hecho que en nosotros la mancha de la pureza es ms atroz que |329 toda pena y toda muerte. No medra vuestra crueldad por ingeniar tormentos exquisitos, que para nosotros la mayor pena es caricia ms sabrosa para morir ms gustosos. Segando nos sembris: ms somos cuanto derramis ms sangre; que la sangre de los cristianos es semilla. Muchos hay entre nosotros que exhortan la tolerancia del dolor y de la muerte. Cicern en las Tusculanas (461), Sneca en los Fortuitos, Digenes,Pirrn y Calinio. Mas no han hallado tantos discpulos estas palabras como han enseado los cristianos con sus obras. Aquella misma animosa fortaleza y constante tesn que zahers, es la maestra. A quin, pues, contemplando esta firmeza no le sacude en el pecho el corazn, y le impele investigar qu secreto puede haber dentro de esta constancia? Quin si all le busc no le halla? Quin si lo hall no lleg? Quin si lleg no desea padecer para redimir en el martirio toda la gracia de Dios, para sacar enteramente el despacho del perdn con la recompensa de su sangre?; que todos los pecados con el martirio se perdonan. Por esta causa en el mismo tribunal os damos las gracias por la sentencia de muerte que recibimos (462). En donde la crueldad humana y la piedad divina con emulacin se compiten; el juez con todo el conato de su ira nos condena, y Dios con toda su misericordia nos absuelve.

1. (1) Texto. Antistites, tradcese jueces, que dijo Gelio, lib. 14, cap. 14: Justitiae Antistes Judex est. Y esta defensa de los pretensos reos mira los cnsules en cuanto jueces de la causa. 2. (1) Valanse los gentiles contra los cristianos de testigos de mujeres, nios y esclavos; y dijo Justiniano. Apologa 1. "Pertraxerunt nostrorum servos, pueros, et mulierculas, ut per cruciatus horrendos dicerent.,, Estos en el Derecho son testigos menos idneos.

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3. (2) Martirizaron aquellos das algn cristiano por el dicho de alguna mujer esclavo, como San Apolonio, ciudadano romano, primer escritor latino de la Iglesia, le degoll el emperador Commodo por traicin de un esclavo suyo, que le entreg. 4. (3) Texto. Hanc primam causam apud vos collocamus odii erga normen Christianum. La ira es acerca de los singulares: el odio respecto de lo comn. 5. (1) El decreto deca: Christiani non audiantur, numenque ipsum sit in manifestum crimen. Esto pide que se examine primero. 6. (2) Texto. Ut oderint homine, quod ignorant. Mayor estudio hacan los jueces en afectar ignorancia de nuestra religin que en condenarla. 7. (1) Texto. Obsessam vociferantur civitatem. Se multiplic tanto la fe, que el ao 200 de Cristo no haba palacio ni ciudad ni aldea que no estuviese llena de cristianos. Y dijo Tertuliano, in Anologia; cap. 37. Hesterni sumus, et vestra omnia implevimus, urbes, nsulas, castella, municipia, conciliabula, castra, ipsus, tribus, decurias, palatium, senatum, forum: sola vobis relinquimus Templa. Y era tanta la muchedumbre del pueblo que segua la ley cristiana, que Tertuliano ruega Scpula se contentase con diezmar Cartago; y dijo, libro Ad Escapul., cap. 2: Quid ipsa Carthago passura est decimanda a te. Diezmar es morir de los delincuentes uno de diez, por que no mueran todos: castigo con que en la milicia suelen castigar la muchedumbre, como dice Livio, lib. 2. 8. (2) Anacarsis fu de la sangre real de los scitas, to y tutor del rey Limne: dej la tutora por estudiar en Grecia la Filosofa, y volviendo su palri le mat Saulio, rey de Scitia, porque quiso alterar las leyes. Tertuliano, lib. De Pal., cap. 5, 9. (1) Tertuliano. Omne malum, aut timore, aut pudore natura perfudit. La conciencia del malhechor es potro que le descubre. 10. (2) Texto. Malefici gestiunt lutere. La conciencia del que delinque, siempre procura esconderse.

11. (1) Texto. Fato vel astris imputant. Comunsimo error de los gentiles pensar que cada uno le necesitaba el hado, que llamaban voz de Jpiter: Pondus adest verbis, et voce fata sequuntur. 12. (1) Las causas iguales con igualdad de su juicio se han de tratar en los tribunales, 1. Rescripium, ff. de his quibus ut indi gnis. 13. (2) 14. (1) A todo reo se debe permitir la defensa, lib. 1: De requirendis reis. El juez debe inquirir tambin las circunstancias del delito, 1. Congruit, ff. de officio president.

15. (2) Text. O quanta illius praesidis gloria, si eruisset qui centum jam infantes commedisset. Alude los delitos que decan cometer ocultamente los cristianos: que en la congregacin nocturna degollaban los nios y se beban la sangre: que ataban unos-perros los candeleros para que, forcejando por comer el pan baado en sangre, los derribasen, y en las tinieblas se mezclasen con sus hermanas y madres, y otros delitos de que habla, captulo 7. 16. (3) Text. Plinius Secund. Esta carta refiere Euseb., lib. 3., cap. 27; y concluye: Quibus adductus Trajanus promulgavit Edictum: cristianos a nemin inquirendos esse; oblatos vero puniri oportere. El mismo suceso cuenta Plinio, lib. 10. 17. (4) Text. In antelucanis coetibus. Frecuentadsimo ejercicio de la primitiva Iglesia congregarse antes de amanecer todos los fieles al sacrificio de la misa y de la oracin, dijo Cipriano: Nam, et mane orandum est, y Athengoras: Oriem sol videat librum in manibus tuis. 18. (1) Text. Omnis homo miles est. El Padre la Cerda, nm. 65., dice: Que los soldados son ejecutores del castigo. Yo creo que aqu quiere decir, que para perseguir delincuentes que son enemigos publicos de la patria, de la religin y el reino, todos los hombres son soldados, como en Castilla los de la Hermandad, que salan perseguir ladrones, bandoleros y otros enemigos pblicos.

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19. (1) El tormento se da para que el reo quede convencido con su misma confesin, L. D. Pius, ff. De quaestionibus, 20. (2) No se ha de atormentar al reo sino hasta su confesin, lb. 1. De confessis, 1, De quaestion.

21. (3) Text. Debito paenae nocens expungendus est, non eximendus. El P. la Cerda explica, nm. 45: Pagando el delincuente la pena, brrese su nombre del nmero de los reos, y no se le d libertad. Pero si paga la pena capital, cmo puede exhortar A que no se le d libertad? El contexto es claro, si no se muda la puntuacin de Pamelio: Si el reo confiesa, vaca el tormento, y se sigue la pena de la sentencia; que el reo que no debe pena de tormento no queda eximido de la pena del delito. 22. (1) Epiloga los delitos que imponan los cristianos. Decan que eran enemigos de los Dioses, porque no los adoraban; de los emperadores, porque no sacrificaban por su salud ni celebraban sus fiestas; del Imperio, porque no sacrificaban por su felicidad; de las costumbres, porque dejaban la religin antigua; de la naturaleza, porque mataban y coman nios los cristianos en el sacrificio. 23. (2) Prevarica el juez que encamina sus diligencias para absolver los reos: Praevaricator est, qui adversam partem adjuvat prodita causa sua. Ex Ulpiano L. Atlethas, ff. De his qui notantur infamia. 24. (1) Escribase en una tablilla la condenacin y sentencia de los reos y el motivo de su condenacin. Y en la de San Cipriano deca: Legit de tabella senientiam Judex: gladio animadverti oportet, quia sectae suae signifer Ciprianus, et inimicus deorum. 25. (1) Explica tres cegueras del odio. La primera, que juzga por malo lo que elige el bueno. La segunda, que beneficia con los vituperios. La tercera, que por aborrecer, ama su descomodidad. 26. (2) La primera ceguera es: que piensa que es malo lo que no conoce, habindolo elegido el sabio que conoce por bueno. 27. (3) La segunda ceguera es: que viendo corregido cualquier facineroso, luego decan: Aquel ya es cristiano. De que infiere que, cuando por oprobio llaman uno cristiano, lo abonan con el vituperio, porque lo llaman enmendado de los vicios. 28. (1) Text. ita: Nomen emandationi imputatur. El padre la Cerda, nm. 18, lee emendationis, y explica as: "Los gentiles fisgan del nombre de cristiano, que es nombre de enmienda, porque lo profesa gente que era escandalosa.,, Este sentido infiere que queran desacreditar el nombre por la vileza de los que le profesaban, y Tertuliano parece quiere inferir lo contrario: que acreditaban el nombre dndolo los enmendados, que es la ceguera segunda del odio, alabar con el vituperio. Y en este sentido dice Tertuliano, libro Ad Scap., cap. 2: Nos nec aliunde nos civilet, quan de emendatione vitierum pristinorum. 29. (2) La tercera ceguera es: que teniendo en la honestidad de la mujer, en la obediencia del hijo y en la fidelidad del siervo el bien til, honesto y deleitable de la naturaleza, lo renunciaban por el odio del nombr cristiano. 30. (1) Text. Uxorem jam pudicam maritus abdicat. Ms quiere el marido su mujer deshonesta si es gentil, que la casta si es cristiana. 31. (2) Text. Quae accusatio vocabulorum? Era tanto el odio contra este vocablo, que el cristiano que deseaba fervorosamente morir, no responda en el juicio sino "soy cristiano,,; y asi responda San Luciano al Presidente, como refiere Crist.: Quanam ex patria ortus es? cristianus sum, dit. Quanam artem profiteris? Cristianus sum. Quibus majoribus? Ille vero ad omnia dicebat: Christianus sum. 32. (3) Los gentiles pronunciaban crhesto, crhestianos. Y asi les nombran Tcito, lib. 15. Suetonio, cap. 25. Plinio, Epst. 109, Dice, pues, que de cualquier manera que se pronuncie tiene benvola etimologa, que si se pronuncia Christus se deriva de esta voz Xrh&stoj, que significa suavidad: Suavitas enim est virtus dulcs eloquio, apta consorcio, moribus temperata. Chrestus se deriva de Xrhsto&twj, que significa benignidad. Benignitas enim est virtus ad sponte benefaciendum exposita. 33. (1) Los filsofos platnicos se llamaron as por Platn; los epicreos por Epicuro, y los pitagricos por Pitgoras. Los estoicos se llamaron as por el puesto. Enseaba Zenn en un prtico de Atenas llamado

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Pisianancia, en que estaban pintados los hechos de hombres sabios y fuertes, y como la puerta en griego se llama atoa, se dijeron stoicos. Los acadmicos se dijeron por una casa de campo en que enseaba Platn, llamada Academia. Isidoro, lib. 8, Orig., cap. 6. 34. (2) Aristarco tuvo tan buena censura, que no se tenan por de Homero los versos que l no aprobaba. El juicio de Aristarco hizo proverbio para la buena censura. Ger., epist, 101: "Quod agis, o columen litterarum, et nostrorum temporum Aristarche? 35. (3) Apicio se preciaba de filsofo, y fu tan glotn, que dijo Sneca, epist. 10, Ad Albi.: "Apitius nostra memoria vixit, qui in ea urbe scientiam propinae professus disciplina sua saeculum infecit.,, 36. (1) Con mtodo apologtico promete probar que estaban en los gentiles los mismos delitos que oponan, y constantemente lo consigue. 37. (1) Texto. Quid vultis. Esta palabra volo es voz de tiranos, que en la repblica civil la justicia y razn gobiernan. 38. (2) Texto. Miramini hominem errare potuisse in condenda lege? La ley divina y natural no pueden errar porque bajaron del cielo; pero la civil si, que la hacen hombres falibles como Licurgo, legislador de los lacedemonio.s, que le corrigieron algunas leyes, y l de pesar se dej morir de hambre en una isla. 39. (3) Rescripto es decreto con que el prncipe responde splica. Edicto es definicin deliberada por consejo del magistrado y autoridad del prncipe. 40. (4) Texto. Nomne vanissimas Papias leges. La ley Papia Popea obligaba casar las doncellas antes de doce aos, cuando apenas pueden engendrar, por eso las llama vanas. Esta ley se modific por la ley Julia, que no lo mandaba, sino que lo permita. Y Severo dej en libertad el matrimonio. 41. (1) La cesin de bienes se hacia poniendo la vergenza al deudor en la puerta del Capitolio sobre un len de piedra: Quem percutiebant natibus cedentium. 42. (2) La ley que mandaba despedazar los deudores dur ms de 500 aos en Roma; porque en el ao 630 de su fundacin, Pa-pirio Mugelano y Cayo Petelio, cnsules, conmutaron la pena capital en la cesin vergonzosa. 43. (1) Esta ley deca: Nemo separatim sit habens deos novos, sive advenas. Nisi publice adscitos privatim colunto. 44. (2) Text. Scit Marcus Aemilius, de deo suo Alburno. Lo que sucedi Emilio con este dios lo dice, libro I, Ad nation., cap. 10: Mentior si quondam consueverant, ne qui imperator Phanum, quod in praelio vovisset, prius dedicasset, quam Senatus probasset, ut contigit M. Aemilio, qui voverat Alburno deo, qui impiissimus, atque contumeliosissimus admissus est. El Senado resisti por ser afrentoso el dios; pero la instancia de Emilio le introdujo; y dijo Tertuliano, libro I, Adv. Marc., cap. 18: Sic homo deum commentabitur, sicut Romulus Consum, Tacius Cloacinam, Hostilius Pavorem, Aemilius Alburnum. 45. (1) Text. Consulite commentarios vestros. Alude lo que refiere de Nern en orden los cristianos Corn. Tacit, lib. 15. Y fu tan inslito el estilo de la primera persecucin de Nern, que se conserv en el archivo del Senado, y dijo Tert. 1. 1, Ad nation., c. 7: Quales simus damnator ipse demonstravit, aemula sibi puniens, et tamen permansit solum hoc institutum Neronianum erasis omnibus. 46. (2) Esta fu persecucin primera con decreto publico del csar; que en Sainara y Judea haban ya sido perseguidos los cristianos. 47. (3) La segunda persecucin de la Iglesia la decret Domiciano, y dice: Se qued hombre; y de Nern dijo Thim. Ant., or. 5: Sciebam enim sub hominis figura latere belluam. 48. (4) Text. Tentaverat Domitiunus portio Neronis de crudelitate. Aqu llama Domiciano porcin de la crueldad de Nern; pero, lib. De Pali., c. 4, le llama nuevo Nern: Tacendum autem, dice, ne quid, et illi de caesaribus quibusdam vestris obmussitent pariter prepudiosis: nec magnos forte constantia mandatum sit

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impuriorem Physcone, molliorem Sardanapalo, caesarem designare, et quidem sub Nerone; que es decir: Se eligi csar Domiciano, ms impuro que Fisn y ms lascivo que Sardanapalo, y tambin con nombre de Nern; porque Domiciano pretendi llamarse Nern, y por su crueldad el pueblo le llamaba as." 49. (1) De los cristianos dice M. Aurelio en la Carta: Illi in terram provoluti Deum precatione invocarunt, quem ego ignorabam, et confestim aqua de caelo est consecuta ad nos frigidissima, in hostes grando ignea. Justin., Apol. 2. 50. (2) La pena que aadi los acusadores, dice Orosio, lib. 7, cap. 15: que fu quemarlos vivos. Euseb., lib. 5, cap. 20, dice: que romper las piernas. 51. (3) Trajano decret la tercera persecucin; mas mandando no inquirir los cristianos, la revoc en parte; que la persecucin entera, dos partes tiene: buscar y condenar los reos. 52. (1) Tertul. no atribuye la cuarta persecucin Antonino Pi; y con razn, porque no la decret, como sienten Euseb., lib. 4, c. 13. Nicef. lib. 3, c. 28. Painel., n. 170. Barn. Ad Ann., 201, nm. 4. Otros la dan este csar, y tambin con razn; porque en su tiempo se celebraron muchos martirios por autoridad del magistrado, con pretexto que leian los libros de las Sibilas que Antonino prohibi, porque se convertan muchos por esta leccin. Text. Nullus Severus impresit. De esto se infiere que aun duraba entonces Severo en la benevolencia con los cristianos. 53. (1) A estas constituciones las hizo leyes Augusto Csar. La primera se llamaba Licinia Centusis, que mandaba no gastar ms que cien monedas. 54. (2) Text. Centum cera explic cien cuartos castellanos. Que as y aes valen cuatro maraveds. Centena sextertia hacen 2500 libras, que sextium neutro vale diez mil maraveds. Celio Rodg., lib. 10, cap. 2. 55. (3) La segunda se llam Censoria, que decret Fabrico, y no permita ms que diez libras de plata para servicio de los senadores, y por esta conden el censor Cornelio Rufino, que haba sido cnsul dos veces y dictador, excluyndole del Senado, porque en sus alhajas tena ms que diez libras de plata. 56. (1) La tercera prohiba las comedias y torpes representaciones. Estos teatros prevalecen contra la autoridad do todos los Padres antiguos de la Iglesia. 57. (2) stola. La cuarta castigaba quien usurpaba las insignias do la nobleza, que eran cuatro: bulla, pretexta, vitta,

58. (3) El vestir las nobles los trajes de las profanas, antiqusima querella de los siglos. 59. (4) Text. Pronubo annulo. El anillo que se daba la esposa era de hierro. 60. (1) Ao 520 de la fundacin do Roma, Carbilio Espurio fu el primero que repudi su mujer por estril, y repudiada, la am ternisimamente. A. Gelio, lib. 4. 61. (2) Ao 568 de la fundacin de Roma, Postumio Albino y Marcio Filipo, cnsules, desterraron de Roma el culto del dios Baco. Livio, 1., dec. 1, 9. Aug., 1. 6, Civ., c. 9. 62. (3) Livio, Dionisio, Arnobio dicen que: Capitolium dicitur a capite et tollo, porque al fabricar se hall all una cabeza humana. Tertuliano, Isidoro, Lactancio dicen: que se deriba a capite religionis, porque all se ponan todos los dioses que se adoraban en el imperio, y dijo Prud. in Symm.: Et quasqumque solent Capitolia claudere larvas. Con especialidad se consagr Jpiter, Juno y Minerva. 63. (4) Isis y Serapis, dioses principales de los egipcios, siempre ponan en su templo Harpocrato, dios del silencio. Cinocfalo tena la cabeza de perro, y lo esculpan ladrando. San Agustn, lib. 18. Civ., cap. 5, et lib. 2, cap. 13. Pisn y Gabinio, cnsules, ao 695 de la fundacin de Roma, derribaron sus templos y pusieron pena los artfices que los labrasen. Val. Max., lib. 1, captulo 4.

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64. (1) Denota que la elegancia de la lengua latina estaba depravada de su pureza antigua en tiempo de Tertuliano. 65. (2) Serapis era egipcio, y Baco sabacio, y dice que en Roma los naturalizaron, porque los admitieron por sus dioses, porque los hacan de su nacin, no sindolo. 66. (1) Los gentiles imponan estos delitos los cristianos. Y estas calumnias respondieron Athengoras, Justino, Minucio, Lactancjo, Arnobio, y Tertuliano aqu. 67. (2) Creo que para sospechar este desatino de los cristianos tomaron ocasin los gentiles porque vean que los magos para adivinar y hacer aparecer fantasmas mataban nios y hacan con la sangre lo que refiere Nacianceno, Or. 3. Viendo, pues, que los cristianos adivinaban, resucitaban muertos, etc., pensaban que se valan de las atrocidades mismas de la magia. 68. (1) Text. Census istius disciplinae a Tiberio est. Porque comenz Cristo la predicacin ao 15 de Tiberio, y dijo Tertuliano, lib. 1., Ad nation., cap. 7: Igitur aetati nostrae nondum anni ducenti et quinquaginta. 69. (2) Tres maneras de enemigos de los que llama propios tenan los cristianos. Los judos, que llama propios, porque de ellos naci el Salvador, y conocan un mismo Dios, por emulacin; los soldados, aunque cristianos, no sufran el rigor de la ley. Los esclavos, por su vil condicin, de quienes dijo Sneca. Quos servi, tot hostes. 70. (3) Las madres para acallar los nios, decan: "Guarda los cclopes: guarda las sirenas.,,

71. (4) Text. Quis vel in uxores aliqua immunda vestigia deprebendit? Quiere decir: el cristiano casado, aun con su propia mujer es recatado y honesto: cun lejos estar de ser adltero con las ajenas, incestuoso con las parientes el que se esconde para que nadie vea seal de torpeza con su mujer propia! 72. (1) Text. Aut vendidit ipsos trahens homines. Explica esta clusula, lib. 1., Ad nation., cap. 7: Si porque pagamos no descubren nuestro delito, igualmente pecis; que tanto peca el que vende, como el que redime el delito. Delito es vuestro vender el silencio de nuestros delitos. 73. (2) En Samos (por eso llama samotracios) se sacrificaban, perros un Dios con tal rito, que tena pena de muerte el que le revelaba, Lact., lib. 1, cap. 15. 74. (3) Eleusis era aldea de Atenas: instituy all Museo un culto Ceres, en que callaba cinco aos el pretendiente: despus le marcaban la lengua con el sello del silencio, y cuando le descubran el misterio de la Divinidad: Ibi simulacrum membri vrilis revelabatur. Tertuliano, lib. Adv. Val., cap. 2. 75. (1) 76. (2) El ejemplo que pone de Roma, indica que estaba en ella cuando escribi esta APOLOGA. Este proverbio es de Horacio: Quidquid sub trra est in, apricum proferet cetas.

77. (1) Arguye ab improbabili experientia. Y dijo Quintil., lib. 4, cap. 2: Credibilis ferit narratio si prius consuluerimus, ne quid natura dicamus adversum. Como lo es el infanticidio y el incesto. 78. (1) Cinofanes eran gentes de la India que slo coman las fieras que mataban. Plinio, libro 6, cap. 12.

79. (2) Sciapodes eran gentes de Libia que tenian tan anchos los pies, que para resistir el sol se ponan cabeza abajo, y con las plantas, que eran como rodelas, hacan sombra la cabeza. Zephyrus ex Plinio. 80. (3) Con esto responde las tres calumnias. Al infanticidio: '"Somos cinofanes que no podemos comer sino matando nios? somos sciapodes que podemos asistir al sacrificio, y, sacando el pie ancho, impedir la vista para no ver tal horror?,, A la comida de la carne humana: "Estn nuestros dientes en la boca con otro orden, que no pueden mascar sino carne humana?,, Al incesto responde: "Habemus aliud membrum virile in matres inverecunda impietate rebelle? 81. (1) Text. Praeterea candelabra lucernae et canes. Horrenda fama asentada en la opinin de los gentiles: que los cristianos en las nocturnas congregaciones mataban un nio; que con su sangre hacan sopas; que

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ataban los candeleros los perros; que les arrojaban pan baado en la sangre; que con el mpetu con que forcejeaban para alcanzarle derribaban el candelero, y en aquellas tinieblas se mezclaban con sus madres y hermanas. 82. (2) Text. Quid si noluerint? vel nullae fuerint? Si hubiese cristiano hurfano, dice por irona, que no tuviese madre, ni hermana, ni parienta, y si las tuviese y ellas se resistiesen, no podra el novicio ser cristiano; porque no pudiera ser incestuoso , siendo el incesto preparacin necesaria para el carcter cristiano. 83. (1) El uso de sacrificar los hijos Saturno prevaleci en frica.

84. (2) Text. Usque ad proconsulatum Tiberii. Aqu forzosamente se ha de leer usque ad proconsulem Tiberii, que quiere decir hasta el procnsul que puso Tiberio en frica; que llamarle procnsul de Tiberio es porque este emperador lo instituy, y no puede decir hasta el proconsulado de Tiberio, porque ningn Tiberio fu procnsul en frica desde Csar Augusto, aunque nos consta que lo fu Cincio Severo, Vespronio Cndido, Anolino Floro, Sulpicio Galba, Lucio Otn, padre de Salvio Otn, emperador, Escpula y otros. 85. (3) Text. Votivis crucibus. Llama votivas cruces por la promesa voto que haba hecho el procnsul de colgar los sacerdotes que sacrificaban hombres en las cruces de las ramas de los rboles; que usaban los gentiles plantar rboles infructferos la puerta de los templos, como dice Plinio, lib. 1, cap. 1. Apuleyo, lib. 6, cap. 2. 86. (1) Text. Teste militia patria nostrae. No puede leerse patris nostri; porque si este castigo lo hizo el procnsul que destin Tiberio, no pudo asistirle el padre de Tertuliano, que vivi casi 200 aos despus; porque Cristo padeci en el ao 18 de Tiberio, y el padre de Tertuliano engendr su hijo en el ao 160. Llama Cartago patria suya. 87. (2) Es vulgarsima la fbula de que Saturno se tragaba sus mismos hijos; y cmo se escap de su voracidad su hijo Jpiter fingiendo un nio de piedra, que se lo trag pensando que era el hijo propio. 88. (3) Cuando sacrificaban los hijos los acariciaban las madres primero; y de los galos dijo Cicern por Fontero: Quidquam Gallis sanctum, ac religiosum videri potest. Quis ignorat eos usque in hanc diem retinere illam barbaram consuetudinem hominum immolandorum ? 89. (4) Sacrificar los scitas los huspedes Diana era ley de la provincia, como dice Atan., Orat. contra gentes; pero Tertuliano dice que era fbula, porque la historia di ocasin la fbula de Iphigenia. Lactancio, lib. 1, cap. 21. 90. (5) Text. Ecce in illa religiossima urbe. Llama Roma ciudad religiosa, porque era supersticiossima en adorar numerosos dioses. Cmo se fund Roma del linaje troyano lo describe Virgilio, cuando en doce libros de su Eneida trata de la venida de Eneas Italia. En el Lacio, que es el espacio que corre desde el Tiber hasta Yulturnio, sacrificaban hombres. 91. (1) Text. O Jupiter christianum, et solum patria filium de crudelitate! Objetaban los cristianos, que sacrificaban los nios, y redarguye: Jpiter fu hijo de Saturno, que se comalos hijos: Jpiter es venerado en el Lacio con sangre humana; pues si al cristiano se consagra con sangre humana, como decs, ser Jpiter gran cristiano, porque con sangre se escap de los dientes de su padre, y con sangre se venera. 92. (2) Text. Crudelius in aqua spiritum extorquetis, frigori, et fami et canibus exponitis. Algunos romanos, por encubrir el adulterio mataban sus hijos. Otros los dejaban al fro, otros los arrojaban al ro y otros los perros. 93. (1) Text. Nobis vero homicidio semel interdicto. Por el precepto de no matar se prohibe al cristiano impedir el nacimiento, y entonces se prohiba asistir los espectculos por no ver derramar sangre. 94. (2) Herodoto no atribuye esta costumbre los scitas, sino otros gentiles; por eso no lo asegura Tertuliano.

95. (3) Antes de descubrir Catilina su traicin, hizo beber reciprocamente los conjurados sangre de sus brazos. Floro, lib. 4, cap. 1.

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96. (4) Tan sabrosamente coman los scitas sus difuntos, que dijo Petronio: Ade quidem, at objurgarentur aegri, quod carnem suam faciant pejorem. 97. (1) Los sacerdotes de la diosa Belona sacrificaban la diosa los jarretillos de los muslos. Lactancio, lib. 1, cap. 21. 98. (2) Plinio, lib. 28, cap. 1, dice que la sangre humana caliente es remedio para el mal de corazn; y Ataeneo, lib. 4, cap. 4, se rie de este remedio. 99. (3) Text. Ipsorum ursorum alvei appetuntur. En los juegos los osos y jabales se coman los hombres que despedazaban, y despus los gentiles coman los menudos de estas fieras cebadas con sangre humana. 100. (1) Text. Ne animalium quidem sanguinem. En la primitiva Iglesia estaba prohibido comer sangre y morticinios por la prohibicin. Actor., cap. 15: Ut abstineatis vos ab immolatis simulacrorum, et sanguine, et suffocato. Porque los judos aborrecan tanto estas viandas prohibidas en su ley, que se escandalizaban vindolas comer otros, y los gentiles, aficionados la idolatra, comiendo carnes ofrecidas los dolos volvan idolatrar, y por criar todos los fieles en conformidad se les mand aquella abstinencia, que dur casi 300 aos; pero cesando la causa de la discordia, ya se observ lo que manda San Pablo, 1, Ad Timoth., 4. 101. (2) 102. (3) Notorio es el incesto de Jpiter con su hermana Juno. Mezclbanse los persas con sus madres. Jernimo, contra Jobi., lib. 2, cap. 36.

103. (1) En la tragedia de Sfocles, se casa Edipo con Yocasta, su madre, sin conocerla, y reanse los macedones de l viendo que se apesar. 104. (2) Haba en Roma una columna llamada Lactaria , en la plaza del Aceite, en que se exponan los nios hurfanos. No lo hacan por piedad, que dice Lact., lib. 6, cap. 20: Illa pietas addicit certum signanum, vel ad servitutem, vel ad lupanar. 105. (3) Al adoptivo llama mejor padre que al natural.

106. (4) Text. Alienati generis memoria disipatur. La Cerda explica "Se nvultiplica la generacin.,, Yo lo entiendo as: "Se pierde la memoria de los hijos multiplicados,,; que es lo que dijo Clem. Alex., lib. 3, Paedag., cap. 3. 107. (5) Text. Passivitate luxuriae. Usa frecuentemente de esto trmino, y quiere decir pasin sin resistencia, vaga, frecuente. 108. (1) Text. Neque eas caetus incesti sanguinis agnoscat. Peligrosa contingencia casarse un hijo con su madre. 109. (1) Los capitales delitos pblicos de que acusaban los cristianos eran dos: De sacrilegos, porque negaban los dioses. De reos de lesa majestad, por no sacrificar por la salud de los emperadores. 110. (1) Antiguos, como Saturno; modernos, Castor; brbaros, los que se adoraban en brbaras naciones; griegos, los que se veneraban en Grecia; romanos, los que nacieron en Roma; peregrinos los que trajeron de otras partes; cautivos, los que traian de las conquistas, adoptivos, los que consagraba el Senado; comunes, los que en todas partes se veneraban; msenlos y hembras, los que distingua el sexo; urbanos, los que se adoraban en la ciudad; marineros, los que presidan en el mar, y militares los que gobernaban la guerra. 111. (2) Diodoro peregrin treinta aos por Asia y Europa, y epilog con 40 libros todas las libreras del orbe. Lact., lib. 1, captulo 13. 112. (3) Desterr Jpiter de Creta su padre Saturno, y vino Italia ampararse de Jano; y dijo Prud., lib. 1, in Symm.: Sum Deus, advenio fugiens, proebete latebras. 113. (1) Vino Roma Saturno, y habit en un monte llamado Tarpeyo, y que despus se llam Saturnio, y ense escribir, imprimir y sellar la moneda. Cipriano, De Idolat. vanit.

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114. (2) Text. Civitas quan depallaverat. Sealar el sitio donde se ha de edificar con estacas, se llama depallare. 115. (3) Italia se llam Oenotria, no por algn rey, como dice Pamel., nm. 159, sino por la bondad del vino.

116. (4) Text. Ex inopinato apparentes de caelo supervenisse dicuntur. Alude lo que sucede en las representaciones trgicas, que repentinamente se aparecian los dioses por tramoyas. 117. (5) Vulgarmente se llamaba bajado del cielo cualquier hombre de alguna virtud admirable, hijo de la tierra aquel que no se le conocan los padres. Lact., lib. 1, cap. 1. 118. (1) Text. Mancipem quemdam divinitatis. Manceps en el primer significado significa el que da estimacin y precio justo las alhajas de la almoneda. Por metfora es el que posee algn bien y tiene potestad para dar otro lo que no tiene. 119. (2) Text. Nisi si ministerio, et auxilia officiis divinis desideravit ille magnus Deus. Si Dios dese ayuda para los oficios del cielo, no era grande; que no lo es el que necesita de socorro-ajeno. Si di el oficio de ministro del cielo por honrar los mritos de alguno, no tenan bondad ni justicia; porque los di los ms viciosos. 120. (1) Text. Omnem frugem ante liberum. Arguye bien; si hubo vino, pan y aceite antes que nacieran Baco, Ceres y Minerva, no cri el vino Baco, ni Ceres el pan, ni Minerva las olivas. Los gentiles tambin admitan pena perpetua para los malos, como dice Virginio. 6. Aeneid. 121. (2) Text. Male cum Luculo actum est. Lculo trajo Roma las cerezas del Ponto, y no le dieron la divinidad que Baco por haber trado el vino, y otros inventores quedan tambin agraviados. 122. (1) Estos vicios tenian los dioses. Jpiter fu adltero; Marte, matador; Mercurio, ladrn: y los vicios de los otros refiere Lact., lib. 1., cap. 10. 123. (1) Mudar el liado con la consagracin, dice con propiedad; porque la sartn mudando de figura era Dios.

124. (2) Text. Crucibus, et stipitibus. Todos los instrumentos con que labraban los dolos los acomoda los instrumentos con que labraban en los martirios la santidad de los mrtires; y si para hacer dolos de barro, metal, madera, haba ruedas, sierras, limas, escoplos, cepillos, azuelas, escofinas, fuego, betn, metal, hornos, clavos, pez, resina: con todos estos tormentos martirizaban los cristianos. 125. (1) Jpiter naci en la isla de Creta, y Juno en la isla de Samos.

126. (2) De la oracin de Sneca contra la supersticin de los dioses hace mencin San Agustn, lib. 6., Civ., cap. 10. Just. Lipsio, lib. 2, elect. cap. 18. 127. (1) No dice Tertuliano que las imgenes de los santos no merecen culto; pues lo confiesa, lib. 1, Adv. Marc, cap. 18, libro De Pudicit., cap. 7, y aqui, cap. 16, sino que merecan culto de Latra, y las de los dioses ninguno, por ser imgenes de ladrones y hospicios de demonios. En el pie del cliz estaba la imagen del Salvador; y se colige eran los clices de vidrio por lo que dice, lib. De pudicit., cap. 10. 128. (1) Por dioses Lares no entiende aqu los que engendr Mercurio de la ninfa Lar, sino todos aquellos que se adoraban en casa; ni por Pblicos entiende los que tenan comn y pblico culto, sino los que pblicamente se alquilaban vendan, aunque fuesen Lares. En este sentido pone Saturno y Minerva entre los Lares. 129. (1) Text. Cacabulum de Saturno, trullum de Minerva. Pamelio, nm. 189, dice que cacabulum es una olla. Pero mejor dice la Cerda, nm. 446, que es servicio, quod supponitur ad exhaurienda onera ventris. Y de trulla dice la Cerda que vaso para beber. Yo creera que aqu no significa eso por la contraposicin que hace en la fisga. Que si dijo que de Saturno hacen servicio para vaciar los excrementos mayores, se infiere que dir que de Minerva hacan bacinilla para otros menores excrementos, y esto significa aqu trulla. 130. (2) Llama divinidades cautivas las estatuas de dolos que traan robadas de las conquistas, que despus las vendan y alquilaban en Roma. En toda almoneda haba un cetro de Jpiter que autorizaba la fe del contrato un escribano y un pregonera. Aquel corro que estaba bajo la hasta cetro, se llamaba hastiario.

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131. (1) Al dios Jpiter lo figuraban con rayos en la mano: Neptuno en un caballo: Pa'as con ramo de oliva; y con estas y otras insignias de dioses figuraban las estatuas de hombres insignes como la de Q. Ennio y otros que dice Plinio, lib. 7, captulo 30. 132. (2) Silicernio era cena que comia la familia del difunto. Smpulo era un vaso con que se ofreca el vino Baco. Obba era vaso con que en el entierro se ofreca el vino los manes. 133. (3) Larentina, mujer de Fustulo, pastor, nodriza de Rmulo, llamada Loba, porque fu vulgarsima ramera, Lact., lib. 1, cap. 20. 134. (4) Lais ramera insigne en Corinto. Frin ramera ilustre en Atenas. Tuvo en Delf'os estatua divina levantada. 135. (1) 136. (2) A Simn Mago se levant estatua en Roma en vino de los puentes del Tber. Adriano tuvo con Antinoo su paje rem innominabilem. Muri en Egipto y le hizo adorar por Dios.

137. (1) Homero, prncipe de los poetas, era el libro que frecuentaban los nobles, y el que escribi grandes indignidades de los dioses. 138. (2) Virgilio, que tanto tom de Homero, refiere las iras que tenan unos diosos contra otros, y lo que dijo Juno contra Venus. 139. (3) Al instrumento con que fu Venus lierida llama Tertuliano Saeta; Homero, Illiad., 5, dice que era lanza Insiliens acuta lancea. Pero entindese que era dardo, y Tertuliano llama saeta al arma arrojadiza. 140. (4) 141. (1) Oto y Efialtes encadenaron Marte. Pndaro: Vincitur sapientia lucri spe, cessit, et Aesculapino auro.

142. (2) Juraba Scrates por el cabrn, por el pltano y el perro, y dice Josepho, lib. 2, contra Apio: Mortuus est Socrates, quia nova juramenta juravit. 143. (3) Anito fu el enemigo de Scrates. Aristfanes le ayud. Melito lo acus y Pelicusto lo conden. Su mujer primera fu Xantippe, y de sta tuvo por hijo Lampocles. La segunda fu Mirtonia, y de ella tuvo Sofronisco y Menexeno. La causa de su muerte fu la envidia que le granje aquel orculo. Mortalium unus Socrates vere sapit. A Crito y Apolodoro, que lloraban cuando le dieron el veneno dijo: Ob hanc causam mullieres abegeram; ne talia facerent; oportet orare deos, ut felix sit transmigratio. Platn en la Apologa. Tertuliano, lib. De Ani., cap. 1. 144. (1) Digoras como no hubiese lea para guisar la cena en un mesn, viendo la estatua de Hrcules en un nicho, dijo: ''Quemad ese tronco.,, 145. (1) Lntulo, Hostilio, Filistin y Marulo, insignes autores do ridculos entremeses. San Jernimo, Apol. 2.

146. (2) En los entremeses el papel de gracioso era el que representaba algn dios, San Agustn, libro 7, Civ., cap. 26. 147. (3) Creo que eran estos los ttulos de los entremeses: Los amores de Anubio, Los disfraces de la Luna, Los azotes de Diana, El testamento de Jpiter, El hambre de los tres Hrcules. 148. (4) La diosa Cibeles castr al dios Atis debajo un pino, y el delito fu el que dice Minucio: De Cybele pudes dicere, quoniam ipsa deformis, et vetula multorum Deorum mater, cum ad stuprum elicere non potuit pastorem, execuit, ut Deum, scilicet, facerct eunuchum. Y en la comedia, el que haca el papel de Atis era castrado efectivamente. 149. (1) Este pastor fu Paris.

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150. (2) Los gentiles decan que Hrcules Oeteo fu quemado vivo, y para representar este suceso vestan los delincuentes una tnica embreada con pez y resina, y eran quemados vivos. 151. (3) A medio da, mientras coma el pueblo, para volver los espectculos se hacan algunos juegos burlescos, que fu Claudio aficionado. Mercurio con un tizn cauterizaba las heridas de los que haban quedado heridos, y Plutn con un garabato sacaba del corro los que estaban muertos, y Horacio llamaba Mercurio, lb. 2, Orci Satelitem. 152. (1) Text. Sub iisdem vittis, apicibus, et purpuris. Solos los sacerdotes de Saturno y Esculapio sacrificaban vestidos de prpura. Apex significa la garzota que iba sobre la mitra; metafricamente, la cumbre de cualquier cosa, y asi se dice subliman ad apicem dignitatis. 153. (2) Los gentiles robaban sus templos. Dionisio rob Jpiter un velo de hilo de oro, y unas barbas de oro Esculapio. Plut, lib. 5; otros robaron las mesas de plata en el templo de Diana. Diodoro, lib. 13. 154. (3) Los cristianos no entraban en los templos de los gentiles por ningn caso.

155. (1) Text. Si et ipsi ea adorarent. Habla de los templos, no de los dolos; que tambin los gentiles adoraban los templos. 156. (2; Text. Qui mendaces non sint. Aqu mendacium quiere decir idolatra', segn la frase de San Pablo, Ad Rom., cap. 1. 157. (1) Text. Jeroslymis Templum. Nota de mentiroso Cornelio Tcito, como lo censuran otros. 158. (1) Hippona, diosa de la caballeriza; y en medio de ella se pona su estatua dorada y coronada de rosas, Apuleyo, lib. 3, De Asino. 159. (2) Text. Sed, et quis crucis nos religiosos putant. La adoracin de la Cruz fu la ms frecuente devocin en la primitiva Iglesia. 160. (3) A la diosa Palas llama Ateniense porque fu muy celebrada en Atenas. A Ceres llama Farrea, porque presidia el trigo; en los campos y en las huertas ponan unos palos derechos que representaban estas diosas. 161. (1) Tres cosas haca la milicia con las banderas militares: las veneraba, juraba por ella y las estimaba mas que los dioses. 162. (2) Text. Sypara illa vexillorum, et cantabrorum stollae crucium sunt. Quiere decir: las cenefas con quo se adorna el velo del estandarte real, son estolas de cruces. 163. (3) Los gentiles pensaban que los cristianos adoraban el sol, porque oraban mirando el Oriente, y porque festejaban el domingo, que es da del sol. 164. (4) 165. (1) Los persas adoraban el sol, y le llevaban pintado en los estandartes y escudos. El domingo fu siempre la mayor fiesta de los cristia-tianos en seal de la Resurreccin del Seor.

166. (2) Text. Secundo loco ab eis sumus. Quiere decir: los gentiles celebran el sbado, haciendo fiesta Saturno: nosotros el dia siguiente, que es el domingo. No habla aqu de judos, sino de gentiles, como se ve en aquellas palabras exorbitantes, et ipsi Judaico more, quem ignorant: y los gentiles son los que ignoran el motivo por qu los judos veneran el sbado. Los gentiles hacan fiesta, el sbado Saturno con grandes borracheras. 167. (3) Ononichites es lo mismo que Asinungulus, voz compuesta de o#noj asinus, unde ono&kitij ungulatus.

168. (4) Cinocfalo era dios con cabeza de perro. Pan, dios que tena cuernos en la cabeza. Jpiter Ammn, tena cabeza de carnero. Mercurio, alas en los hombros y talones.

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169. (1) Text. Quod colimus, Deus unus est. Esta noticia est tan. dentro de la misma naturaleza, que nadie lo puede ignorar. 170. (1) 171. (2) alma. Llama al no querer conocer Dios el mayor delito, porque es raz de todos. Este argumento fu ecaz para convencer los plebeyos, y con l escribi un libro del testimonio del

172. (3) Llama al cuerpo crcel del alma, donde est cautiva y fuera de su libertad. Otros lo llaman domicilio, corteza, vaso, tabernculo, saco, isla, tnica y cadenas del alma. 173. (4) Text. Cura resipiscit. El vicio y el error tienen como dementada el alma, y cuando vuelve en s conoce que hay Dios. 174. (5) Dios. Esto es: el alma con la natural providencia y dictamen conoce este artculo cristiano de la unidad de

175. (1) Text. A primordio in saeculum emisit viros divino spiritu inundatos. Desde el principio envi Dios profetas llenos del Espritu Divino, que anunciasen la verdad. 176. (2) Text. Ab initio defunctis, et reformatis. Reformati quiere decir resucitados, porque si la primera creacin se dice formacin, la segunda se llama reformacin. 177. (1) Text. Ad utriusque meriti dispunctionem. Dispungere significa determinar el resto de la cuenta.

178. (2) Antes de cristiano fu Tertuliano gentil. Hcense los cristianos por la gracia divina que los engendra; y as se llaman Renati en los Padres y concilios. 179. (3) Ptolomeo Filadelfo, hijo de Lago, tercer rey de Egipto despus de Alejandro, tuvo una librera de doscientos mil libros, y Demetrio Falero, el bibliotecario, los lleg quinientos mil, y para tener en lengua griega las escrituras de los judos les pidi intrpretes. 180. (4) Demetrio Falereo, ateniense gramtico, desterrado de Atenas, le hizo en Egipto Ptolomeo su bibliotecario. 181. (1) Los intrpretes fueron setenta y dos, seis de cada tribu: mas por pronunciar con brevedad se dicen setenta, como los jueces ordinarios de Roma se llamaban centum viri, y eran ciento cinco. 182. (2) Text. Providentiae vindex. Da entender que estuvieron separados los intrpretes, y aunque San Jernimo se re de las setenta celdas, Justino en la Apologa 2 dice que l vio en el Faro de Alejandra los puestos separados, aunque dentro de un mismo palacio; que si estuvioran juntos no fuera misteriosa la versin. 183. (3) Aristseas fu uno de los embajadores que en esta ocasin envi Ptolomeo los judos, y San Jernimo le llama Satelitem Ptolomei: y escribi el libro de este suceso, que est, tomo I, B.B. 184. (4) Text. Hodie apud Serapaeum Ptolomei. El templo de Serapis donde estuvo la librera era el ms insigne del mundo. Este Dios Serapis fu Joseph en el principio, que despus la supersticin de los egipcios lo hizo Dios; Tertuliano, 1. 2, Ad nation., cap. 8., dice: Nam Serapis iste olim Joseph fuit de genere Sanctorum: Junior nter caeteros fratres, sed excelsior. 185. (1) Los gentiles preciaban excesivamente la antigedad; mas dijo Tertuliano, lib. De Ani., cap. 28. Neque ventas desiderat vetustatum; neque mendacium devitat novelitatem. 186. (2) La invencin de las letras, unos la atribuyen Mercurio, otros los asirios, otros los fenicios; y de esto, y de las que hall en Troya Palomedes habla Plinio, libro, 7, cap. 56. 187. (3) Tertuliano iguala Moiss con Inaco en la antigedad, como opina Josefo, lib. 1, contr. Apion. Pero Clemente Alejandrino, lib. 1, Str. Porfirio, lib. 4, y San Agustn, lib. 18, Ci., captulo 8, dicen que Inaco fu 300 aos antes.

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188. (1) Los antiguos contaban con los dedos doblados de varias maneras. El modo con que se haca se hallar en Pierio Valeriano con claridad, lib. 7. 189. (2) Manethn fu egipcio, y escribi contra los judos y de la vana religin gentlica: ctanle Josefo, lib. 1, contr. Apion., y Eusebio, lib. 9, cap. 4. 190. (3) Beroso, caldeo, vivi en tiempo de Alejandro, escribi los hechos de sus royes y de Astrologa: ctale Plinio, lib. 7, captulo 38, y Josefo, lib. 2, contr. Apion. 191. (4) 192. (5) 2. 193. (6) 194. (1) Jernimo fu egipcio, y llmale Tertuliano fenicio, porque la gobern. Mendesio, escritor de los Anales de Egipto: ctanle Clemente Alejandrino, lib. 1. Str. y Justino. In Apol.

Menandro, efesio, escribi Historia general. Josefo, lib. 1, contr. Apion. Juba, rey de Libia, escribi de los Asirlos, y de este torn mucho Plinio, lib. 5, 6, 10, 25.

195. (2) Appin, hijo de Posidonio, que fu embajador de Alejandra: Cayo Csar llamse el Vencedor; porque lo fu siempre en los certmenes literarios. Escribi contra los judos, y Josefo le responde en dos libros. 196. (1) Ms autoridad, dice, doy la Escritura, dando Dios por autor de ella. La autoridad divina no se prueba por la antigedad, sino por lo que dice Tertuliano, libro De Pat., captulo, Vanum jam antiquitas, quando curricula nostra coram. 197. (2) 198. (1) Text. Coram sunt saeculum, et evitas. Aqu exitus se toma pro exilio. A estas calamidades llama remedios de la naturaleza.

199. (2) Text. ldoneum opinor testimonium divinitatis veritas divinatonis. As prueba la divina autoridad de la Escritura de Moiss. 200. (3) Text. Si forte distinguitur, dum expungitur. Expungere, en su propiedad significa borrar la deuda pagada; pero Tertuliano casi siempre le usa, pro complere, proficere, adimplere. 201. (1) Dice que comenz la religin cristiana en el tiempo de Tiberio, porque aunque naci Cristo el ao 43 del imperio de Augusto Csar; pero comenz predicar ao 15 de Tiberio, y padeci el ao 18, y desde que tuvo Cristo discpulos y ense, comenz la religin cristiana. El cmputo de Tertuliano, libro Ad Judaeos, cap. 8, no es bueno est errado, pues pone la Pasin ao 15 de Tiberio. 202. (1) La arrogancia que tienen los judos por la santidad de Abraham los tiene desvanecidos; y dijo Augustino: Judaei gloriantes de patre suo Abraham, quasi naturalem jactabant se habere justitiam, et merita sua incircumcissis caeteris gentibus praefarebant tanto perniciosus, quanto arrogantius. 203. (2) Text. Dispersi palabundi. Los judos, gente desbaratada por el mundo, sin rey, sin ley y sin reino, desterrada de su patria. 204. (1) Jpiter incestuoso con su hermana Juno, impo con su hija Venus, adltero con Helena. Llmale escamado porque so convirti en serpiente, emplumado porque se volvi en cisne, cornudo porque se volvi en toro, engaoso porque se volvi en oro para engaar Danae. 205. (2) Habla de Cenn Cnico, prncipe de los estoicos; no de Cenn Elates, del cual, dice, ste fu el austero, que slo permita pan y agua sus discpulos. 206. (3) 207. (1) Oleantes fu discpulo de Cenn, del cual disinti en algunas cosas. Si con verdad se entiende, la cosa no embaraza la diversidad de los nombres.

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208. (2)

Del Verbo Divino hubo noticia entre algunos gentiles.

209. (3) Test. Et de Deo Deus modulo alternum numerum gradu, non statu fecit. Gradu: Explica el orden de primera, segunda y tercera persona. Statu poder; y dijo contra Prax., cap. 11: Tres sunt non statu, sed gradu; non substantia, sed forma; non potestate, sed specie. 210. (4) Text. Mixtus se ha de entender sano modo, siempre que se hallare en este autor; que no quiere decir confusin de naturalezas, sino unin de la divina y humana en la persona divina, quedando distintas, pero unidas. 211. (1) Text. Duobus enim adventibus. Dos venidas de Cristo estaban profetizadas: la una en forma de hombre humilde; la otra venida ser en majestad imperiosa. 212. (1) Aquel ao 18 de Tiberio era Silano presidente de Siria y Pilatos de Judea, que aqui le llama Siria, porque los gentiles hacan Judea parte de Siria. Josefo, lib. 18, cap. 4. 213. (2) Zaheran los gentiles los cristianos de que su Dios muri en un palo.

214. (3) Text. Praevento carnificios officio. Con la muerte previno el Seor el ocio del verdugo que haba de romper las piernas de los crucificados. 215. (4) Los romanos escribieron como curiosos las tinieblas obscuras que sucedieron en la muerte de Cristo, pensando que fu eclipse natural del sol; pero no lo fu, como prueba San Agustn, lib. 3, Civ., cap. 15, etc., epst. 80. Ad Hesi. Lact., lib. 4, cap. 19. Orosio, lib. 7, cap. 4. 216. (1) Julio Proclo dijo al pueblo romano que l haba visto subir al cielo Rmulo, y el pueblo, sin otra averiguacin, lo crey y ador por Dios. 217. (2) Text. Pilatus, et ipse pro sua conscientia christianus. No tiene ms misterio esto que decir que en su dictamen y conciencia interior conoci Pilatos que Cristo era inocente, y por entenderlo as, solicit su libertad; y como este conocimiento es principio de la fe, le llama cristiano; porque tuvo principio para serlo; pero fu infiel, porque no persever y Saque en la creencia. 218. (1) Text. Romae postremo post Neronis saevitsam. Aquel trmino postremo hace relacin las primeras persecuciones que hizo la sinagoga, Herodes y el pueblo judo al nombre de Cristo en Judea; que respecto de los Csares la primera persecucin fu la de Nern. 219. (2) Orfeo ense los ritos del vano culto en Pieria, cerca del monte Helicn. Museo su hijo los ense en Atenas. Lact., lib, l, cap. 24 220. (1) Melampos, hijo de Amitarn, llev de Egipto Grecia el lugubre culto de Ceres.

221. (2) Trifonio ense sus ritos en una cueva los de Boecia, que consultando stos en Delfos qu haran para que lloviese, Apolo los remiti Lebeada, donde estaba Trifonio, el cual ense el culto que refiere Tertuliano, libro De Anima, cap. 46. 222. (1) Scrates desde nio tuyo un demonio asistente que le gobernaba y rega. A este llamaron dios de Scrates, y escribieron de l Apuleyo, Xenofonte, Plutarco, Aeliano y otros. De ste dice Clemente Alejandrino, 1, Strom, que le exhortaba y no le impeda. Apuleyo, libro De Deo Socratis, dice que no le exhortaba, sino que le impela. Eugubino, lib. 8, cap. 25. Eusebio, lib. 13, cap. 7, y dicen que era ngel bueno. Lact., lib. 2, cap. 15. Clemente Alejandrino, 1, Strom., Tertuliano y otros dicen que era demonio, y lib. De Anima, cap. 1, dijo: Pessimum revera, habuit paedagogum. 223. (2) Text. Anima depropra conscientia, exsecramenti voce pronuntiat. As corrige esta leccin la Cerda, nm. 665, pretendiendo signifique execracin; pero no va tanto en ello que no se pueda leer con Pamelio: Ex sacramenti voce. De forma que el sentido sea: el alma sin enseanza por la secreta voz de la naturaleza pronuncia Satans por prncipe de los demonios. Al oculto impulso de la naturaleza llama misterio natural sin impropiedad. Los romanos no llamaron Satans al prncipe de los demonios, solamente decan Malum: creo que aquella voz fu de los africanos en lengua pnica.

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224. (1) Platn no tuvo conocimiento cierto de la naturaleza anglica, A Tertuliano pareci que si; porque tuvo el mismo error de que eran corpreos los ngeles. 225. (2) En los 70, Ge., 6, deca: Videntis angel Dei filias hominum. Y por esto err Tertuliano y otros.

226. (1) Text. Velocitas divinitas creditur, quia substancia ignoratur. Quiere decir: con la velocidad se quieren acreditar por dioses; que as lo hizo cuando una golondrina con velocsimos vuelos y gorjeos despert Alejandro durmiendo la siesta, avisndole del peligro; que quiso el demonio que la adorase por Dios. 227. (2) Consult Creso, rey de Lidia, Apolo si movera guerra los persas, y respondi: "Si Creso pasare el ro Haln intrpido, perder el reino.,, Eusebio, lib. 5, cap. 10. 228. (3) Consult Pirro Apolo si alcanzara victoria de los romanos, y respondi: "Digo Aeacida, que los romanos se les puede vencer.,, Val. Max., lib. 2, cap. 4. Ambas respuestas ambiguas. 229. (4) Pitn es hombre con demonio, demonio en hombre, el demonio en un dolo que llamaban orculo, y dijo Suidas: Qui demonium in ventre habet, et dat responsa, nunc Pithon vocatur. 230. (1) El da que vonci Cimbrio Perseo en Macedonia aparecieron en Iuturna cerca de Boma dos mancebos que dijeron la victoria. A estos llamaron Plux y Castor. Arnobio, lib. 2, captulo 3. 231. (2) Tuccia, virgen vestal, en defensa de su honestidad sospechosa llev el agua sin derramarse en un cribo. Val. Max., lib. 8, cap. 1. Plinio, lib. '28, cap. 2. 232. (3) Claudia, virgen vestal, en fe de su pureza acusada, desencall, tirando con su cinturn, un gran barco en el Tber, que muchos hombres no pudieron. Livio, lib. 29; Lact., lib. 2, captulo 7. 233. (4) Viniendo Domicio del campo, tocndole un mancebo la barba, de negra se le volvi rubia, y sus descendientes la tenan de aquel color, y los llamaron AENOBARBOS. Suet., en la Vida de Nern. 234. (1) Text. Per quos capreae et mansae divinare consueverunt. El demonio sola adivinar por las bocas de las cabras. Y dice Didoro, lib. 16. Primum oraculum capras fuisse Delphis. Y tambin por las mesas; y dijo Olem. Alejandr., admon. ad gent.: Aut lebetem Thesprotpaeum; aut trypodem cirrhaeum, aut aes dodonaeum praestigiis plena. 235. (1) Text. Quis sacras turres pervolet. Frecuentsimo embuste de los magos, volar de las torres de los templos para acreditar su divinidad. Algunos ejemplos refiere Apuleyo, lib. 8, y Nicetas, lib. 3, cap. 5. 236. (2) Text. Ista ipsa virgo coelestis. Esta diosa era Juno; porque dice era la que promete las lluvias, que era beneficio do Juno, como dice Apul., lib. 6: llmala virgen aunque tuvo hijas, porque como habia culto para Jpiter nio, como dijo Sta-tio: Puero Jovi oscula libat, as Juno la adoraban en frica nia virgen antes de tenerlas. 237. (3) Lee el padre la Cerda, nm. 704, Socordio. Yo no hallo tal medicamento ni l le refiere. Leo Scordo, Y entre los antdotos mitridticos le pone Plinio, lib. 25, cap. 6. Denacio es medicamento que se da al moribundo. No halio esto medicamento; asclepiadoto es aquel que dice Plinio, lib. 2, cap. 4: Unum Arcoplium cognominatur; quod omnium morborum remedium promittit, et diis immortalibus adscriptum. 238. (1) De Minoes fingi Platn que fiscalizaba las almas en el infierno, y dijo Virgilio, 6, Aeneid.: Concilium quae vocat, vitasque et crimina discit. Y de Rhadamanto que las condonaba: Castigatque auditque dolos subigitque fateri. 239. (1) Text. Nostra dominatio in illos, et potestas de nominatione Christi valet. El dominio con que los cristianos trataban los idolos se exagera en que les obligaban confesar forzadamente que eran demonios. 240. (1) El crimen mayor que oponan los cristianos os Lesae religionis. Pero arguye bien que este crimen le comete el que impugna la religin verdadera, no el que niega la falsa.

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241. (2) Los sabios de la gentilidad admitan un dios supremo entre los dioses, que reparta las deidades inferiores. A esto llam Orfeo grande: Antistane, artfice del Universo; Aristteles, sumo; Sneca, dios de dioses; el puoblo, Jpiter; Cicern, supremo. 242. (1) Cerca del Capitolio, en lugar alto, estaba el templo de la fe, que se llamaba Ara fidei.

243. (2) Como oraban los cristianos mirando al cielo hacia el Oriente, decan los gentiles que contaban las nubes; y dijo Juven.: Nihil prester nubes, et celi lumen adorant. 244. (3) La religin cristiana no fuerza al que no es cristiano que lo sea.

245. (1) Astartes, diosa de los siros, y 3, Reg., cap. 21, se dice: Colebat Salomon Astartem Deam Sydoniorum, esta era Venus; y dice Suid.: Astarte Dea Sydoniorum, quae Graecis dieta est Venus. 246. (2) Disares eran el dios Libero y Urania, que en arbigo so dicen Disares, y aadiendo Baco Libero, los borrachos se llaman en hebreo Daseres. Orgenes, lib. 6, contr. Celso. 247. (3) A los pueblos noricios, Ptolomeo los pone en Baviera y Plinio cerca de Aqnileya; esto es lo cierto; Beleo es lo mismo que Apolo; llamronle as: Ad emissione radiorum, Belenus enim herba est sagitaria. Con esta hierba untaban las saetas los galos. 248. (4) En frica se ador Juno, y sta llamaron celestial.

249. (5) Los de Mauritania adoraban sus reyes, y dice Minuc. in Oct.: Juba rnauris volentibus Deus est, et divi exteri reges. 250. (6) 251. (7) 252. (8) 253. (9) 254. (10) 255. (11) 256. (1) Castruminio es pueblo cerca do Roma, que Plinio, lib. 3, captulo 3, lo pone en el Lacio. Narnia se llam as del ro Nar, y Strab., lib. 5, le pone en la Umbra. Asculi, pueblo en la Pulla, all fu derrotado y vencido Pirro. Plutarco, lib. 2. Volsinio, pueblo de Toscana, que un rayo del Cielo lo abras, como dice Tertul., cap. 40. Otriculi es pueblo que Ptolomeo lo pone en la provincia de Umbra. Satrinio es pueblo que Silio, lib. 8, le pone veinticuatro millas distante de Roma. Falisco es pueblo do Toscana, y se llama Monte Fiascone.

257. (2) Concluye si los gentiles no convienen en una divinidad, por qu en nosotros ha de ser tan gran delito el no convenir con ellos, sino porque solamente la verdad tiene contra s el odio de los malos? Atheng. 258. (1) Presuncin comunsima de los Romanos, que sus dichas se deban la observancia de la religin, y dijo Val. Max., 1. 1: Non mirum si pro imperio augendo custodiendoque pertinax Deorum indulgentia semper excubuit. 259. (2) Esterculio fu natural de Roma, hijo de Fauno y padre de Pico; adorronle por dios porque hall que el campo se fertiliza con estircol, Aug., 1. 8, Civ., cap. 15, Plinio, lib. 17, cap. 9 260. (3) Mutino fu romano, quien, cuando se casaban, acudan las doncellas: Ut prior ipse Deus illarum pudicitiam defloraret. Lact., lib. 1, cap. 20. 261. (1) Larentina fu romana, nodriza de Remo y Hnralo, y vulgarsima ramera; San Cipriano la llama Acca Larentia, lib. 1, De Idol., van. 262. (2) Cibeles era natural de Frigia, y como la ciudad de Troya estaba en aquella provincia, se llama aqui Troyana Cibeles.

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263. (3) M. Aurelio muri en la ciudad de Sirmio, en Hungra, en 17 de Marzo, y algunos dicen: Quod fraude medicorum in gratiam Commodi. 264. (4) El sacerdote mayor del templo de Cibeles se llamaba Archigallo, esto es, cabeza de los sacerdotes castrados: que gallus significa eunuco, y dijo Marcial, 1. 3, Epig. 24: Sic modo qui Tuscus eras, nunc gallus haruspex. Los sacerdotes de esta diosa omnia genitalia metabant. 265. (1) Padres de Jpiter y Juno fueron Saturno y Rea; nacieron en Creta, hoy Canda.

266. (2) Saturno, airado con su hijo Jpiter le quiso matar, y el nio estuvo en una cueva, donde Amaltea, que era una cabra, le di leche, y con los cheribantos, que eran instrumentos de metal, se haca ruido para que el padre que le buscaba airado no le hallase guiado de los sollozos. Naz., Orat. 39. 267. (3) Jpiter muri en Creta, y en su sepulcro estaba este epitafio: Hic mortuus jacet Piccus, qui Jupiter nominatur. Irineo y Lact., 1. 3, cap. 4. 268. (4) Cipriano, De Idol., van., dice de Juno: Ei Juno, vel Argiva, vel Samiu, vel Poena ponitur. Apul., lib. 6, determinadamente la pone de Samo: Et Samo quaerulo partu, vagituque, et alimonia Junonis gloriatur. 269. (5) Text. Vellet. Juno punicam urbem deleri. Si los dioses dan los reinos, cmo permiti Juno que los romanos destruyesen Cartago, donde ella rein, y Samo, donde naci? 270. (1) Plutarco in Vita Romuli, dice: que antes de Rmulo se llam aquella ciudad Roma. La comn opinin dice que por Rmulo se llam Roma. 271. (2) Aborgenes son aqu pueblos de Italia. Pero aborgenes se llaman los habitadores de una tierra que no vinieron de otra a poblar, sino que fueron all los primeros. 272. (3) Text. Nam, et si a Numa concepta est curiositas. Aunque Numa invent las ceremonias de la religin, fu en tiempo que no tena esplendor: eran desaliadas, pobres, sin templos, sin dolos, sin vasos, sin ornamentos, sin altares; que esto creci despus de aumentado el imperio. 273. (1) Vasos y platos de Samia celebrados en la antigedad: do ellos carg un navio Agatocles, y con un casco castraban los sacerdotes de Cibeles. Plinio, lib. 33, cap. 4. 274. (2) 275. (1) Griegos y toscanos, insignes estatuarios. Los ms famosos refiere Athengoras in leg. Antes que Eneas llegase Roma era selva, y dijo Propercio, lib. 4, Eleg. 1.

Ante Phrygem Aeneam collis, et herba fuit. 276. (2) Quindecim viri Sacrorum. Eran los que reconocan los ritos de la religin en los libros sibilinos. Dos puso Tarquino; la ley Licinia aadi ocho, y la ley Sextilia cinco. Aug., lib. 6, Civ., cap. 4. 277. (1) Salios, eran sacerdotes que instituy Numa para ministros de los dioses de la guerra. Estos se elegan de la nobleza, sacrificaban en palacio y festejaban sus ritos saltando y bailando. Arn., lib. 1. 278. (2) Lupercos eran unos sacerdotes que sacrificaban desnudos, y dijo Virg., 8., Eneida: Hic exultantes salios nodosque Lupercos. 279. (3) Las vrgenes vestales fueron cuatro, despus fueron seis, estaban en un templo atizando el fuego que siempre arda en una ara para que siempre hiciese llama; que se pensaba que aquella era la diosa Vesta, y dijo Ovidio: Nihil aliud vestam, quam vivam intellige flammam. Pamelio, nm. 422, dice que no halla quin de los gentiles diese dones, ni sacrificase en el templo de los judos: y Josefo, lib. 2, cap. 26, refiere Marco Agripa, y Filn, libro De Lega., Ad Cajum, dice de Augusto Csar: Tam sancte nostra Sacra hbuit, et pene omnium ejus domesticorum dona extant in templo nostro.

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280. (4) Estuvieron los judos confederados con Roma en tiempo de Judas Macabeo, lib. 1, Macabeo, cap. 8, en tiempo de Jonats, cap. 12, y de Simn su hermano, cap. 15, y de otros hebreos, Josefo, lib. 13, antiq. cap. 8, 281. (1) Dice Tertuliano que el demonio ha de recibir nueva pena el da del juicio, como siente tambin San Agustn, lib. 11, Civ., cap. 33, y que en la tardanza de esta pena tiene una gloria, que es el gozarse en nuestros daos, que dijo Crisstomo Orat. De Ira: Aliena infeelicitas solatium propriae calamitatis. 282. (2) Text. Vice rebelantium ergastulorum. Ergstulo es crcel donde se guardaban los esclavos. Algunas veces significa los siervos mismos que estn en los ergstulos. 283. (1) No se ha de forzar recibir la religin; ni la cristiana fuerza al gentil, ni al moro, sino al hereje que ya la profes. 284. (1) Text. Citius apud vos per omnes Deos, quam per unum genium Casaris pejeratur. La ambicin de los prncipes lleg tanta locura, que Jpiter llamaban rey del Olimpo, que es rey del cielo. Costroes se hizo poner en un globo rodeado de ngeles y del sol y la luna; y Claudio hizo ms venerable su nombre que el de los dioses. 285. (2) Prueba que temen ms al Csar que Dios: el que juraba Dios no tena pena, como dice Cicern, lib. 4, De Rip.; y el que juraba el genio del Csar tena pena pecuniaria de azotes. Ulpiano, lib. 13, De Jurejurando. 286. (1) Eran tan grandes ladronas los gentiles, que en cada templo rico haba guardias militares de noche para que no lo robasen. 287. (1) Lo mismo infiere Cipriano Ad Demetr.: Tu igitur Diis tuis major es. Si el Csar les da la deidad con que son dioses, el metal con que son dolos, los templos en que se veneran, las guardas con que se conservan, mejor es que ellos y mayor. 288. (1) Text. Pro salute imperatorum. Noten los obispos y eclesisticos la atencin con que en la primitiva Iglesia se haca oracin por la salud y buenos sucesos de los reyes. Y dice San Pablo Timoteo, 1, cap. 2: Obsecro igitur primo omnium fieri obsecrationes, orationes, postulationes... pro regibus, et omnibus qui in sublimitate sunt. Y el mismo estilo observaron los Concilios nic eno, calcedonense y casi todos los nacionales de Espaa. 289. (1) Oraban los cristianos mirando al cielo, significando que tras los ojos iban los afectos enajenados de la tierra. Dionisio Areopagita. De divi. No., cap. 8. 290. (2) Con los brazos extendidos en forma de cruz por conformarse con la oracin que hizo Cristo estando clavado en la cruz. Tertuliano, lib. De orat., cap., 11. 291. (3) Con la cabeza descubierta, porque no se avergenzan de confesar patentemente sus culpas dolante de la divina piedad. Los gentiles oraban cubierta la cabeza. Verentes nequa vos mal omnis foris accideret. Plutarco, q. 10. Y por eso interpone Tertuliano. Quia non erubescimus. 292. (4) Sin maestro de ceremonias; que el fervor no cuida de los ritos vanos. Los gentiles taan maestro que les deca: "A este Dios se ha de pedir salud con esta postara y con este sacrificio; ste victoria con otro.,, Arnobio, lib. 2. 293. (5) En la primitiva iglesia con atencin vigilante se cuidaba hacer oracin especial por el emperador, por sus hijos, por los ejrcitos y por la felicidad del imperio. Eusebio lib. 4, captulo 45. Arnobio, lib. 4. Concilio Chale, Act. 4. 294. (6) Text. Quaecumque hominis, et Caesaris vota sunt, P. la Cerda, nm. 298, explica: lo que pide el Csar para s, lo desea cualquier cristiano. Yo as lo entiendo. Esto pedimos para el Csar, que es lo que l puede desear como privada y pblica persona. 295. (1) Llama la oracin hostia opima en el sentido que dijo Minucio: Qui conscientiam colit, justitiam Deo libat: qui fraudibus abstinet, Deum propiciat; qui hominem periculo surripit, opimam victiman caedit.

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296. (2) Alude al rito que ordenaba que cuando estaba el sacrificio en las brasas se echase sobre l un poco de vino. Lact., lib. 7, cap. 3. 297. (3) Text. Neo sanguinem reprobi bobis mori optantis. Pamelio dice que se lea hominis, poraue el buey no puede tener deseo. Pero si es deseo de morir, menos le tiene el hombre. Habla metafricamente, y reprobi es lo mismo que reprobabilis. 298. (4) Por rito se examiuaban las reses antes de sacrificarlas: si tenan la cola puntiaguda, la lengua negra, la oreja hendida no se admitan, se haban de reprobar. Plinio, lib. 8, cap. 41. 299. (1) Alude los tormentos que se padecan en esta persecucin.

300. (2) Como oraban los cristianos con los brazos extendidos, dice que aquella postura era desafiar los tormentos. 301. (1) Satisface lo que so poda pensar que hablaba lisonjeando; que de los aduladores dijo, lib. De Poenit., cap. 11: Quas non ignobilitates vestium affectant? Quae non atria, nocturnis, et crudis salutationibus occupant? Ad omnem occursum majors decrescunt emules a libertatis, et laetitiae foelicitate. 302. (2) 303. (1) 304. (2) Text. Plerique casus ad extraneos transferunt. Extraos llama los de contraria religin. La primitiva Iglesia haca oracin por que el da del juicio se retardase. Los cristianos no queran jurar por el genio del Csar.

305. (3) Genio es nombre comn en la antigedad para ngel bueno y malo. Plutarco in Bruto: Tuus sum Brute malus genius, in Philippis me videbis. Apuleyo, lib. 3: Genius aequitatis. Tertuliano le toma en mala parte aqu, y en el lib. De Anima, cap. 39: Genii omnibus deputantur, quod est daemonum nomen. 306. (1) Los fieles juraban por la vida del Csar. Arnobio, lib. 4. Basilio, n. 2, cap. 9, dice que cuando Joseph jur por vida de Faran no fu juramento, sino aseveracin para los que oyen. En Francia hubo ley que prohiba jurar por la vida del rey y sus hijos. 307. (1) Instruye los Csares que conozcan la dependencia que tienen de Dios; que fueron tan desvanecidos, que de Pi Mtelo dice Valerio Mximo, lib. 3: In Hispania adventus suos ab hospitibus aris, et thure excipi passum. Y de Domiciano dijo Tcito, lib. 3, Hist.: Mox Imperium adeptus Jovi Custodi Templum ingens, seque in sinu Dei sacravit. 308. (1) De la figura de la grandeza y materia de los carros y de la solemnidad y pompa de los triunfos, lase Plinio, lib. 28, cap. 4; Josefo, lib. 1, De Bel. Jud., cap. 24; Plutarco en la Vida de P. Emitio; Ornufio, lib. 5, Fast.; y Justo Lipsio, De Triunfo Roman. 309. (2) Isidoro, lib. 18, Ethi., cap. 2, dice que este hombre que iba las espaldas del triunfador era verdugo. Esto aplaude el P. la Cerda, nm. 838; porque Plinio, lib. 28, cap. 4, dice: Similis medicina linguae, ut sit exorata a tergo fortuna, gloria carnifex. En. esto ya se ve que metafricamente le llama verdugo, como vulgarmente se dice verdugo de la vida y de la honra al que pesadamente infama persigue. Entiendo con San Jernimo, De obitu Blasillae, que slo era un ministro pblico. 310. (1) Porque en unos juegos le llam el gracioso seor, y lo aplaudieron todos, mand que ninguno le llamase as, ni en cartas, ni en splicas. Sueton., cap. 35. 311. (2) Tiberio Csar orden que le llamasen padre, y no seor, y verdadero padre era Tito cuando dijo: Hodie non imperabi; nihil enim boni cuiquam feci. Temist., Orat. 6. 312. (3) Prueba bien, porque esta adulacin de los poetas es para el Csar perniciosa. Marcial, lib. 5, Epig. 7, dijo de Domiciano torpsimamente: Edictum Domini Deique nostri.

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313. (1) Viviendo, ninguno se poda consagrar en Dios, y dijo Tcito, lib. 15: Nam Deorum honor Principi non ante habetur quam agere inter nomines desicrit. La consagracin se hacia en el campo Marcio, y las ceremonias refiere Onufrio, 1. 2, Faust. 314. (1) En las fiestas del Csar los cristianos no sacrificaron ni hicieron estos vanos regocijos, y por esto los llamaron reos do lesa majestad, y pblicos enemigos. 315. (2) Das solemnes del Csar se llamaban el da de su eleccin, nacimiento. Vota publica el da primero de Enero, en que sacrificaban por la salud del emperador y la felicidad del Imperio. Plutarco, en la vida de Cicern. Cayo, De verb. sign. 316. (3) Text. Vino lutum cogere. El padre la Cerda, nm. 866, explica: "Con el vino que se derramaba de las fuentes artificiales se haca lodo.,, No explcala fuerza del coger. Literalmenes juntar al vino el lodo. Esto es: primero se emborrachaban, y despus se tiraban lodo. 317. (1) 4. En estas fiestas solan enramar las puertas con laureles, cosas, y otra variedad do flores. Herodia, lib.

318. (2) Estas luces ardan todo el da, porque dice Tertuliano: Cur die laeto, etc., y cap. 45 llama vanas estas luces, que era vana presuncin querer lucir ms que la luz del sol. 319. (3) Las rameras solan enramar las puertas del pblico con laureles y coronas, y dijo Proper., lib. 1, Eleg. 76: Et mihi non desunt turpes pendere corolae; y tambin ponan luces, y dijo Apuleyo, 1. 4: Domus tota lauris obsita, taedis lucida strepebat hymeneum. 320. (4) El no festejar las fiestas del Csar sacrificando, llama segundo sacrilegio, aludiendo al primero, que era no llamarle Dios. 321. (5) A los hijos nacidos de sabinos y romanos, quo eran familias antiguas y solariegas de Roma llama, Quirites. Livio, dec. 3. 322. (1) Al corral donde las fieras so ensayaban llama escuela de las bestias, y all arrojaban los que hacan stiras contra los prncipes, y otros en el ro Tber. 323. (2) El Emperador nuevo daba el congiario al pueblo y el donativo la milicia, y en el paseo deca gritando el pueblo: De nostris tibe Jupiter augeat annos. Congiario se llama una suma de trigo y tambin de dinero que todo el pueblo daba el nuevo emperador que entraba. El dinero que ms del sueldo se daba la milicia se llamaba donativo. 324. (3) 325. (4) Avidio Casio, descendiente del que conspir contra Julio Csar, se rebel contra Lucio Vero. Pescenio Nigro, procnsul de Siria, se rebel contra Severo, y el emperador le venci en Cicico.

326. (5) Clodio Albino, procnsul de Britania, se rebel contra Severo, el ao antes que se escribi esta Apologa, y le venci Severo en Tiburcio, cerca de Lyn. 327. (1) Este ao no era Britania del Imperio; que dijo Tertuliano, lib. adv. Jud., cap. 7: Et Britannorum inaccessa romanis loca; Christo vera subdita; que ao 183 se convirti el rey Lucio y su familia; pero una parte de la isla era del imperio, que la gan Adriano, ao 48, y de sta y de un pedazo de la Galia era procnsul Albino. 328. (2) Un sitio ameno y saludable en que los emperadores tenian su recreacin, se llamaba de los laureles, porque la entrada haba dos rboles de estos. All fu martirizado San Tiburcio 11 de Agosto, y all fu cercado Cmodo por Oleandro. 329. (3) Este no fu Plautiano, como dice Renano, ni Domiciano, como dice Cfiro, sino Pertinax, al cual mataron los pretorianos en su palacio acaudillados de Tausio. Herodia, cap. 2, y Capitolio, en su Vida.

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330. (4) Estfano, procurador de Domitila, mat Domiciano dndole un memorial, y le asistieron Mximo y Partenio Libertino. Suet., cap. 17. 331. (1) Por esto consta que este libro se escribi luego que se venci Albino, que fu ao 200.

332. (2) A los astrlogos, que levantaron figura sobre quin haba do suceder Severo y los aos que haba de vivir, los mand ahorcar, y estas adivinaciones estaban prohibidas; de manera que dice Tcito, lib. 16, que Servilia, noble doncella, fu acusada porque di ciertos dineros los astrlogos para que le dijesen si su padre, preso, haba de escapar de la muerte. 333. (1) Llama aqui romanos, no los que eran naturales de Roma, sino los amigos de su Imperio. 334. (1) Dice que ms se debe amar al rey que otro prjimo, porque ms de la persona y dignidad, se ha de mirar en l la mano divina que le puso. 335. (1) Piedras y fuego, armas de vulgo.

336. (2) Text. Bacchanalium furiis. A Baco sa hacan dos fiestas: Lis bacanales cada mes: las liberales (as se llamaban por Baco Libero) cada ao 17 de Marzo. Las borracheras, los juegos, los adulterios, los estupros, las muertes que se hacan en esta fiesta lo refiere San Agustn, lib. 7, Civ. Dei., cap. 21, y creci tanto el desorden que fueron prohibidas algn tiempo. 337. (3) Text. Nec mortuis parcunt christianis. No s si alude las hechiceras que desenterraban los cristianos para uso de sus hechizos. Pero creo que dice esto para exagerar el odio que los gentiles tenan los cristianos, que los desenterraban para arrastrarlos. 338. (1) Text. De assylo quodam mortis. Asilo es lugar privilegiado de donde no se podan sacar los malhechores sin gran sacrilegio. Rmulo puso uno en Roma entre el Capitolio y el Palacio, que despus se consagr Apolo, y aqu Tertuliano llama con gran propiedad la sepultura asilo de la muerte, donde el cadver tiene inmunidad para no ser sacado. 339. (2) Alude las naciones contra quien estaba entonces peleando Severo, que eran mauros, marcomanos y parthos. 340. (3) Text. Vestra omnia implevimus. Municipio, eran ciudades que tenan los privilegios de Roma, pero de menor calidad. Conciliabula es la sala donde se congrega el concilio junta. Palatium era la casa de los Csares, que se llam as porque estaba fundada en el monte Palatino. De este lugar consta que los cristianos ejercitaban todos los oficios honrosos de la repblica, civiles y militares. 341. (1) Text. Sola vobis relinquimus Templa. Templo significa aqu, segn el uso do los gentiles, saln grande donde se veneraba dolo. 342. (2) Es hiprbole para exagerar la muchedumbre de cristianus que haba en Roma, que sin ellos quedara sola en silencio. 343. (1) Text. Ab incursibus daemonum dico. Aqu incursus es violenta invasin, y lib. De Anima., cap. 8,.le toma por desdicha. 344. (2) Text. Sine pretio, et mercede depellimus. Todos leen sine proemio; yo leo con Heraldo sine pretio, porque es ms contex-tual, y dice: "Ni dais, ni pedimos paga por libraros del demonio. ,, 345. (1) Severo prohibi que en Roma se juntasen congregaciones con ninguna especie de pretextos, y hace mencin de este rescripto Ulpiano, lib. 1, In fine, ff. de offic. Praefecti, Urbis y Bar. tomo 3, An., 204. 346. (1) Ea la primitiva Iglesia por ningn caso asistan los cristianos las comedias.

347. (2) XISTO era un juego qua llamaban ostadio, en que corran tiraban, luchaban, saltaban y se abofeteaban.

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348. (3) Todo este linaje de juegos se llaman espectculos, y de todos dijo Tertuliano, lib. De Spect., cap. 28: Delicatus es, christiane, si in saeculo voluptatem concupiscis, imo nimium stultus, si hoc existimas voluptatem. 349. (4) Epicuro dijo en general: Summum bonum est voluptas: y sus discpulos aadieron: Voluptas est aequitas animi, et requies a negotiis. 350. (1) Engase Esteban Duranto, lib. 2, De Rit., cap, 16, en decir que estas oraciones eran las que se dicen en el prembulo del sacrificio de la misa; que aqu no habla Tertuliano de la junta en que se celebraba la misa, que era la matutina, sino la vespertina, de la oracin. 351. (2) Text. Haec vis Deo grata. Se rinde a partido Dios por la oracin que se hace en comunidad.

352. (1) Text. Censura divina. Frecuente mencin hace Tertuliano de la descomunin que llama relegationem, Anathema, agere extra Ecclesiam, separari a communione fraternitatis, depelli a communicatione exactorari Sacramento benedictionis. 353. (2) 354. (3) Por ancianos entiendo presbteros. En la primitiva Iglesia se cuidaba mucho de los viejos, nios, presos, viudas y pupilos.

355. (1) Tratbanse con tanto amor aquellos cristianos, que los de mayor calidad llamaban, al ms anciano padre, al menor hijo y al igual hermano. 356. (2) Alude la tragedia de los hermanos Atreyo y Teyesta.

357. (1) Scrates autoriz amores de su mujer con un amigo suyo, y Catn, romano, los consinti Marcia, su mujer, con Hortensio, San Agustin, lib. De Bono conjugii., cap. 19. 358. (2) Plutarco dice que Estratnico dijo este dicho de los rodios, pero Laercio lo atribuye Digenes respecto de los megarenses. 359. (1) En Atenas se hacan unos sacrificios Baco llamados apaturios, que instituy Dionisio, en que se cenaba con grande opulencia cuatro das. Vase Meursio in Grecia feriata, lib. 1. 360. (2) En Egipto se cenaba tanto en la fiesta de Serapis, que se vigilaban las chimeneas para que no causasen incendio en la ciudad. 361. (3) No habla aqu de la cena mstica en que se deca la misa, como pens con engao Pamelio, nm. 516, porque aqui solamente habla de la cena con que por las tardes se socorra los pobres; que la misa en la junta de las maanas se celebraba. 362. (4) agave significa caridad, y as se llamaba aquella cena. En tiempo de San Jernimo se convocaba voz de pregonero los pobres. 363. (5) Tratbase los truhanes con tanta contumelia en los banquetes, que dice San Jernimo, lib. in Helvid.: Parasitus in contumeliis gloriatur. 364. (1) Lavarse las manos despus de haber comido fu costumbre entre los cristianos.

365. (2) Los ejercicios de la junta se acababan dando gracias Dios por las gracias y todos los beneficios, como dice Clemente Alej., lib. 2, Pedag., cap. 10. 366. (3) Text. Non in catervas caesionum. La Cerda, nm. 950, dice que alude los gladiadores, que iban despus de los convites los juegos meridianos. Aqu no habla de eso, porque si trata de las cenas, parece que no iban despus de cenar al juego meridiano. Alude los atletas que despus de borrachos luchaban y so abofeteaban, como dice Suet., cap. 45.

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367. (1) Fue querella general y obstinada de los gentiles, que las calamidades del mundo y del imperio sucedan por permitir los cristianos en el mundo. Respondiles Arnobio, lib. 1; August., lib. 2, Civ., cap. 2. Rufino, lib. 9, cap. 7. Ciprian., ad Demetr. 368. (2) Como se riegan las campaas de Egipto con las crecidas que hace el Nilo en el otoo es notorio. Y que las grandes crecientes del Tber han causado en Roma grandes daos, lo dicen Livio, lib. 5, Valer. Max., lib. 1, cap. 6. Plutarco en la Vida de Camilo. 369. (3) En una calamidad era comn amenaza de los gentiles del pueblo: Arrojense los cristianos al len.

370. (1) Pone siempre el nombre de Tiberio para computar los aos de la religin cristiana, porque el Salvador comenz predicar el ao 15 de Tiberio, como dice San Lucas, cap. 3, y padeci el ao 18 de este Csar siendo cnsules En. Domicio y A. Vitelio. 371. (2) Hierpoli, dice la Cerda, que es la ciudad en Asia, de que dice Oros., lib. 7, cap, 7, que se arrum en tiempo de Nern. Pero, no habla de esta Tertuliano, antes haba cado alguna parte, porque habla de las ruinas que sucedieron antes de Tiberio. 372. (3) Rodas y Dlos se hundieron ao 517 de la fundacin de Roma, y Coon el ao 38 de Augusto Csar, y despus, aunque .minoradas, se descubrieron. Plinio, lib. 2, cap. 88. Orosio, lib. 4, captulo 13. 373. (4) Platn en el Timeo dice que hubo una isla llamada Aeon en el Ocano Atlntico, tan grande como las dos partes del mundo, sorbida despus por las aguas de este mar. 374. (5) Pamelio, nm. 529, dice que habla de Bura, y Elice que las aneg el mar de Corinto, como dice Plinio, lib. 2, cap. 94; mas Tert. no dice sino que el mar se sumi en la tierra: Mare Corinthum terrae motus obibit. 375. (6) Sicilia fu tierra firme continuada con Italia, y se llam Lucania; pero combatida del encuentro del mar Adritico y Tirreno qued isla. Tertul., lib. De Pal., cap. 2. Plinio, lib. 3, capitulo 8. 376. (7) Platn pens que las aguas del diluvio no subieron las

cumbres de los montes, y dijo Tertuliano, lib. De Pal., cap. 2: Aun las conchas y peregrinos caracoles peregrinan en los montes, queriendo persuadir Platn que nadaron las cumbres. Herodoto, lib. 2, dice que vio en los montes de Egipto estas conchas. 377. (1) Volsinio era pueblo de la Toscana, y lo abras un rayo. Pompeya era pueblo de Naples, al pie del monte Vesubio. 378. (2) Para encarecer Anibal la victoria que tuvo de los romanos en Cannas envi Cartago tres celemines de anillos, insignias de los nobles. Livio dice que uno, Tertuliano no dice el nmero. 379. (3) El capitn de estos galos fu Breno. Suidas dice que eran habitadores del Rhin. Plutarco, que de las riberas de la Ga-rona. 380. (4) Text. Capitolium Senones occupaverunt. Occupare no quiere decir poseer; pues consta se despertaron los centinelas, sino embestir repentinamente. 381. (1) Aquilicios eran sacrificios que se hacan Jpiter cuando faltaba agua para los frutos. El nombre se deriva de este Aquilex, que es el artfice que saca agua con pozos de tierra, y la lleva por arcaduces la fuente. Sneca, lib. 3. 382. (2) Nudipedalia era una procesin que hacan en tiempo soco y sereno en que iban los consulares sin togas, las matronas descalzas, las vrgenes vestales con sacos. Tertuliano, libro De Jejuniis, cap. 16. 383. (3) Text. Invidia Caelum tundimus, Coelum tangimus. Este lugar tiene tantos expositores como lectores. Yo creera que aqu facere invidiam es hacer accin excesivamente agradable, envidiable de todos; que en buena parte, "por la competencia en lo bueno suele tomarse envidia.,,

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384. (1) De este argumento escribi San Agustn todo el libro de la ciudad de Dios, y Orosio largamente, porque se pensaba que el imperio se disminua al paso que se disminuy el culto de los dioses. 385. (2) Arguye bien, si Dios enojado castiga, vosotros causis el castigo; que le indignis quitndole su culto. Y el autor de estos castigos ser nuestro Dios ofendido y ultrajado; que los vuestros estando tan honrados y servidos os darn estos premios. 386. (1) Text. Si forte in admonitionem. Pnelo condicionalmente; porque no siempre que Dios nos castiga con severidad, entendemos que nos avisa para la enmienda. 387. (2) Text. Nostris meritis deputatur. Quiere decir: con lo que so padece en este siglo crece el mrito, y en el otro crecer el premio. Otros leen vestris meritis, y quiere decir por vuestra causa somos castigados; que viviendo entre vosotros que merecis castigo, fuerza es nos alcance alguna calamidad. 388. (1) Vestan los cristianos el traje del pueblo comn.

389. (2) Brahmanes oran filsofos indios que no coman carne, ni beban vino y vivan en las selvas. Clemente Alejandrino, lib. 3, Strom. 390. (3) Gymnosophistas eran otros filsofos de la India Oriental que no se casaban, andaban desnudos y vivan siempre en los desiertos. San Agustn, lib. 14, Civ., cap. 16. Clemente Alejandrino, lib. 3, Strom. 391. (4) Nunca dijo Tertuliano que la milicia era ilcita los cristianos, sino hacer las acciones de idolatra que estaban anejas la milicia gentlica, como guardar los templos, adorar las banderas, apellidar un dios falso, venerar imgenes de dioses que iban en el estandarte. 392. (1) En las fiestas saturnales se lavaban al amanecer, y dijo por irona tema helarse, porque se celebraban en Diciembre. 393. (2) En la fiesta de Baco hacan fiesta en el anfiteatro, y los malhechores que haban de pelear con las fieras les daban de cenar la noche antes en pblico. Estuchio, lib. 1, cap. 16. 394. (3) Rehusaban los cristianos ponerse coronas; porque los gentiles tenan consagradas las de laurel Marte, las de murta Venus, las de olivo Minerva, y porque los coronados sacrificaban en el Capitolio un buey Jpiter, dorndole los cuernos. 395. (1) Uso frecuente de los cristianos ungir los cuerpos de los difuntos con aromas, por lo que dijo Cristo, Lucae, 22, de la uncin de la Magdalena: Bonum opus operata est in me. Irineo, libro 1, De Haer., cap. 18. Lact., lib. 2, cap. 4. 396. (2) El inters que perdan los sacerdotes en los templos por no dar ni sacrificar los dolos los irritaba contra los cristianos. 397. (3) Aquellos cristianos por pagar los tributos con puntualidad y entereza se lo quitaban del comer, en consideracin de lo que dijo Cristo: Reddite quae sunt Caesaris Caesari, et quae sunt Dei Deo. Justino Apol. Ad Antoni. 398. (1) Text. Qui de sterilitate christianorum quaeruntur, primi lenones, perductores, aquarioli. Lenones son rufianes do prostitutas rameras. Perductores son alcahuetes quo con halagos solicitan. Aquarioli son muchachos que sirven las mujeres pblicas. 399. (2) Text. Arioli, aruspices, mathematici. Arioli son adivinadores de lo futuro. Aruspices son los que adivinan por las seales de las reses del sacrificio. Mathematici son astrlogos que por evitar nombre, que siempre fu odioso, se llamaban matemticos. 400. (3) Adviertan los que se precian de cristianos viejos y honrados, que desde que naci la religin cristiana no hubo cosa tan aborrecible para ella como los astrlogos, los agoreros, adivinos y magos. 401. (1) Text. Cum tot innocentes erogamur. Erogari creo que es aqu in rogum dari.

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402. (2) 403. (3)

Text. Custodiis praesidetis. Custodia aqu significa lo mismo que custoditus, que es el preso. Los baeros tenan esclavos que guardaban los vestidos de los que se baaban, y los solan hurtar.

404. (4) Vivan con tanta perfeccin aquellos cristianos, que osadamente dice sus mulos Tertuliano que no hallaba en las escribanas de los procesos hurto, ni homicidio, ni otro delito cometido por algn cristiano. 405. (1) Text. De vestris semper Munerarii noxiorum greges pascunt. El que engordaba malhechores para que en las fiestas de los espectculos esgrimiesen con ms valor y peleasen con las oras se llamaba munerario. Estos se compraban, y si eran valientes ganaban con ellos. 406. (1) Text. Ex voluntate, vel necessitate delinquendi. Yo leera ex voluptate, vel necessitate delinquendi, que son dos cosas que disminuyen la libertad, el deleite y la costumbre. 407. (2) Lo que dijo Epicuro no es lo que refiere Laercio, lib. 10: Non moratur diutius in carne, quod dolet, sino lo que dice Sneca, Epst. 94: Optiman doloris esse naturam, quod non potest, nec qui extenditur magnus esse, nec qui magnus extend. 408. (1) Text. Soli innocentiae occurrimus. P. la Cerda, nm. 10. Explica: ''Nosotros solos amparamos la inocencia en todas partes perseguida. Parece ms contextual exposicin, ''para escapar do la pena, sola la inocencia es refugio.,, 409. (1) Text. Non divinum negotium existimat, sed magis philosophiae genus. Ya llegaron pensar los gentiles que nuestra religin era buena; pero no ley divina, sino como secta de filsofos que ensearon reglas morales de bien vivir, cuyos atributos refiere Tertuliano, lib. De Anima, cap. 3: prout aut Platonis honor aut Zenonis vigor, aut Aristoteles tenor, aut Epicurei stupor, aut Heracliti meror, aut Empedoclis furor persuaserunt. 410. (2) Text. Eamdem philosophi profitetur inocentiam. La filosofa moral se devidi en muchas sectas de peripatticos, academicos, cnicos, estoicos, epicreos, etc. Los peripatticos, que decan consista la felicidad en adquirir la verdad. Los acadmicos, en moderar los afectos interiores de codicia, ira, etc. Los cnicos, en la inflexibilidad: de manera que ningn movimiento de mido ni tristeza turbe el alma. Los estoicos, en la ocupacin de moderar los afectos de amor y odio. Los epicreos, en el deleite que se tiene en la victoria del dolor, y ponan estas reglas. Honesta res est honesta paupertas: non est vera paupertas, si laeta non est. Cui cum paupertate bene convenit, dives est. Non qui parum habet, sed qui plus cupit pauper est. Los estoicos decan: Malum est concilium quod mutari non potest. Furor fit laesa saepius patientia. Pars beneficii est, quod petitur, si cito neges. Pues como los gentiles vean que la ley de Cristo enseaba: No se han de vengar las injurias. No se ha de volver mal por mal. Se ha de perdonar al enemigo. Al que hiere, se ha de volver la otra mejilla. Decan que osta ley era secta buena de filosofa, como la de los estoicos; pero no ley divina instituida de Dios. El fin de estos filsofos era la estimacin y vanidad que artificiosamente procuraban, y por eso dijo San Pablo Ad Colos., 2: Videte ne quis vos seducat per philosophiam, et inanem fallaciam. 411. (1) Scrates consultaba su demonio, y de l dice Aristteles: Socrates omnium sapientissimus, circa moralitatem negotiatus est; de natura nihil. 412. (2) Condenado Scrates por 281 votos (que por eso dijo Tertuliano, lib. De Anima, cap. 1: Consensu totius urbis), estando ya para tomar el veneno dijo: O Cristo Aesculapius galum debemus, quem reddite, neque inficiatis. Platn, in Faedon. 413. (3) Los filsofos en el alio afectado corrompan la entereza de la verdad que hallaban en nuestros profetas. 414. (4) Tales es el prncipe de los filsofos, porque fu el primero que discurri de las cosas de la naturaleza. Lact., lib. 3, cap. 14. 415. (1) Text. Socrates puerorum corruptor. Esto lo entiende benignamente Xenofonte por la remisin y flojedad con que criaba la juventud de sus discpulos. Este vicio como suena lo prohijan Sneca, De Tranq. vita, cap. 15. Iuve. Saty., 1. 416. (2) Pseusippo, hijo de hermana de Platn, fu torpsimo, y dijo Tert., lib. De Anima, cap. 56: Apud philosophos magnum habet privilegium impuritas.

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417. (3) Demcrito se hizo sacar los ojos por contemplar mejor, dice Laercio, porque la lujuria le embarazaba para contemplar, dice Agel, lib. 10, cap. 7. 418. (4) Hizo aliar con cuidado Platn una cama para hospedar Digenes, y vindola tan curiosa dijo: Calco Platonis inane studium. Y respondile Platn: Quanto o Digenes majori faustu turres dum superbium te calcare putas. 419. (1) Pitgoras fu quemado vivo porque quiso tiranizar Thuria Tyrio. Cenn Cttico tiraniz Priene, colonia do Tebas. 420. (2) No quiso comer Licurgo do pesar que tuvo por haberle enmendado sus leyes los lacedemonios, y muri de hambre en Creta. 421. (3) Aristteles tuvo amistad no limpia con la manceba de Hermias, y Hermias llev mal la pesadumbre. Laercio, lib. 5. 422. (4) Platn, vencido de la avaricia, como dice Elias, cretense, de la gula, como dice Erasmo, lisonje torpemente en Sicilia a Dionisio. 423. (5) Aristippo, natural de Cirene, discpulo de Scrates, goloso en la comida, y n el vestido profano, puso el sumo bien in voluptate sensus titulante, y el bien til in hoc quod quaeras; an aliquid tibi domi boni, aut mali contingit. 424. (6) Hippias Eleo, hijo de Pisistrato tom las armas contra su misma patria. Cicer., lib. 9, epst. 181.

425. (1) Text. Sed dicet aliquis, etiam de nostris excedere a regula disciplinae. No desacredita la perfeccin, de nuestro estado hallarse algunos ruines en l. 426. (1) Text. Qui poetarum non omnino de prophetarum fonte potaverit: Los filsofos y poetas tomaron mucho do la Sagrada Escritura: muchos ejemplos traen Clem. Alex., lib. 5. Strom. Agust., lib. 1, Civ. Dei, cap. 11. Emil. Platn tom del evangelista San Juan: Hac profecto est Verbum, quo ea quae sunt, facta sunt. 427. (1) Viciaron nuestra Escritura los filsofos por querer aliarla, y por ignorar su autor y por no entenderla.

428. (2) Epicuro y Demcrito dijeron que el alma no era inmortal. Pero Cenn y los estoicos sus discpulos dijeron que el alma era porcin de la divina naturaleza, y tan eterna como Dios. 429. (1) Text. Nostram hanc novitiolam paraturam, vir qudam suis opinionibus ad philosophicas sententias adulterarunt. Los filsofos que se reducan la fe, cada uno quera conformarla con su secta filosfica. Los gnsticos tomaron de los epicreos la torpeza. Los valentinos tomaron de Pitgoras los nmeros y de Platn las formas. Los marcionistas tomaron la materia de los estoicos, y finalmente dijo bien Tertul,, lib. Adv. Hermog., cap. 3. Haeretici de philosophia suas hereses animarunt. Y lib. De Anima, cap. 8, dice: Philosophus est patriarcha haereticorum,et philosophia concussio veritatis. 430. (1) Los gentiles decan que despus de esta vida haba de haber juicio y pena para los malos en el Piriflegteonte, que era un ro de fuego, y premio para los buenos en los campos Elseos, como refiere Lact., lib. 7, cap. 22. 431. (2) Tertuliano aunque no neg la visin de Dios los justos que mueren sin tener que purgar, pero err en el puesto: a unos deposit en un seno inferior, otros debajo del altar, otros en el paraso, como dice, lib. De Anima, cap. 55. 432. (3) Text. Unde philosophis aut poetis tam consimilia. De dnde tienen los filsofos y poetas doctrinas tan semejantes las de los cristianos, sino de nuestros libros? Pues si somos tan semejantes los filsofos en la doctrina, parezcmosles en la inmunidad de preciarla. 433. (1) Para los gentiles no haba cosa tan ridicula como oir los cristianos que haban de resucitar en cuerpo y alma todos los vivientes.

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434. (2) Laberio, discpulo de Pitgoras, deca que el hombre naci del buey, y la mujer de la culebra. Empdocles, que las almas pasaban cuerpos de bestias, y que la de Homero haba sido pavo y la suya pez. 435. (3) Text. Ne forte bubulam de aliquo. Pro avo suo absonet. Alude lo que enseaba Pitgoras: que no se haba de matar, ni comer carne de animal, por no matar ni comer las almas de sus padres. No quiso un filsofo ponerse en una mula caballo, porque pens iba all el alma de su madre. Vase el clebre Opsculo de Tertuliano, lib. De Anima, caps. 31, 32 y 33. 436. (1) Text. Jam non ipsae sunt qum fuerant, quia non potuerunt, etc. El ms dificultoso texto de este libro, aunque se deja entre renglones, y quiere decir: "Si hubiera transmigracin de almas no poda haber resurreccin, porque no podan volver ser las almas mismas que haban sido. Si Pitgoras tiene el alma de Pirro, como dicen; muriendo Pitgoras no deja de ser su alma, sino la de Pirro; y asi, pues no deja de sor la sustancia de Pitgoras, no puede ser Pitgoras el que resucita; y dijo Tertuliano, lib. De Anima, cap. 32. Si demutationem capit, amittens quod fuit; non erit qum fuit in alio corpore; si enim demutabitur non erit. 437. (1) Text. Quia neque pati quidquam potest anima sine stabili materia id est carne. Dise esto benigna exposicin in Praef., 5. O dgase que fu error material de Tertuliano que el alma no poda padecer pena corporal siendo espritu puro, y por no negarle la pena, dijo despus que era un cuerpo tenusimo. 438. (1) En especial tratado trata de la resurreccin da la carne, y en el cap. 21 pone los mismos ejemplos de la naturaleza. 439. (2) Text. Tu homo tantum nomen, si intelligas te, vel de titulo Pythiae dcens. El P. la Cerda, nm. 1065, dice que alude al titulo que estaba en Delfos en la puerta del templo de Apolo. Nosce te ipsum. Parece que no alude, sino lo que dijo el Orculo. Homo est Dominus omnium morientium, et resurgentium, como dice Zefiro y Pamelio, nm. 611. 440. (3) Y si en las plantas, en las flores y en las luces hay smbolo de la resurreccin, con mayor razn en el hombre. 441. (1) Text. Cum ergo finis, et limes medius. El limite y fin de este mundo, que es el medio entre este siglo temporal y el eterno, pens Tertuliano habia de ser pasados mil aos, y dijo, lib. 3, contr. Maro., cap. 24: Confitemur in terra nobis regnum repromissum post resurrectionem in mille annos. Que fu error material. 442. (1) Text. Qui de caelo tangitur salvus est, ut nullo jam igne decinerescant. En el misino lugar que era herido y muerto del rayo, all so haba de sepultar, como dijo Quintil. Decl., 264: Quo quis loco fulmine ictus fuerit eodem sepeliatur. Y no poda quemarse en la hoguera segn el rito da la religin; pues dice Plin., lib, 2, cap. 54: Hominem ita exanimatum eremari fas non est; condi terra religio tvadit. Esto quiere decir, salvus est. El que el cielo le quem no le puede quemar el suelo: salvo est del fuego humano el que est abrasado del divino. Prestimase que eran perjuros los que mataba el rayo; y asi, como castigados da Jpiter nadie los tocaba. 443. (1) Los gentiles decan que lo que crean los cristianos de la resureccin de los muertos, de la pena y premio de la otra vida era una vana presuncin. 444. (2) Tenan los gentiles los cristianos por hombres fatuos y aturdidos. Arnobio, lib. 1: Nos haebetes, stolidi, et fatui pronuntinmur, por necios y bobos. Lact., lib. 4, cap. 13: Vulgo pro stultis, et ineptis habemur, por agrestes y rurales. Minucio: Aspicimur ut agrestes impoliti, et rudes quibus non est datum intelligere civilia, nedum divina. 445. (1) Platn in Timeo, in Phaedone, y lib. 10, De Repblica, dice que el alma es inmortal. Sneca, epst. 24, dice que espera premios. Homero, que hay juicio de las acciones. Pitgoras, que las almas vuelven. 446. (2) castigo. Arguye bien, si es bobera nuestra doctrina, no induce dao, ni supone malicia; luego no merece

447. (1) Por ultraje y burla llamaban los cristianos sarmenticios, porque se dejaban quemar vivos por la fe fuego lento con sarmientos, y as fu atormentado San Policarpo. Eusobio, lib. 4, cap. 14.

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448. (2) Tambin les llaman por oprobrio semaxios (ab axi, et semis), porque cuando los quemaban los ataban un medio eje de carro. Tertuliano, lib. De Pud.., cap, 5: Adest Christianus puta in axe incendio astricto. En esta persecucin a seis de Enero quemaron muchos mrtires. 449. (1) El emperador entraba en el triunfo vestido de palma. De estos vestidos, vinos se guardaban en el Capitolio y se llamaban. Palma Capitolina, y otros en palacio. Sidonio, lib. 3, Epst. 7. 450. (2) Con tal osada fervor moran los cristianos, que los llamaban desesperados; Josepho, lib. 13, iutic, cap. 9: Audatia sumpta desperatione impetuosissima, y dolos cristianos, Lactancio, lib. 15, cap. 9: Hos desperatos vocant, quia corpori suo minime parcunt. 451. (3) Sabida es la constancia de Mucio Scbola, que so dej quemar la mano en el ara.

452. (4) Empdocles fu tan desvanecido, que pretendi sor opinado por Dios, y para persuadir que haba sido trasladado al cielo se arroj secretamente en el volcn del monte Etna; pero como el fuego arrojase una de las chinelas de cobre que llevaba, fuera del volcn, fu conocido por vano y loco. Laercio en su Vida, y Tertuliano, lib. De Pal., cap. 4. 453. (5) Dido, reina y fundadora de Cartago, se mat con un pual, otros dicen con fuego, por no casarse con el rey Hiarba en segundas bodas. Jernimo, Epist. 2. 454. (1) Los cartagineses pusieron Attilio Rgulo en una cuba llena de pas de acero, y hacindola rodar le penetraban los clavos. Val. Max., lib. 9, cap. 2. Llama cruces, porque con clavos se atormentaba en las cruces. 455. (2) Nicrocreonte, tirano de Chipre, hizo moler como pisto en una pila Anaxarco, porque le dijo era bueno para que el pueblo se lo comiese bocados. Laercio, lib. 9. 456. (3) Alude las muertes que se dieron Lucrecia, Cleopatra, Bruto, M. Antonio y otros.

457. (4) Esta ramera se llam Ificrates, Hippias el tirano. Plinio, lib. 24, cap. 5, y San Ambrosio, lib. De Virg., la llama virgen pitagrica, no porque lo fuese, sino aludiendo al silencio de Pitgoras. 458. (5) En la fiesta de Diana Ortia se azotaban los mozos de Lacedemonia con el pretexto que dice Temistio, Orat. 1: Verborum est certamen, et sanguis premium. El que con ms sufrimiento derramaba ms sangre, venca, y algunos moran de los azotes. Tulio, 2, Tuscul. Tertuliano, lib. De Pat., cap. 6. 459. (1) El fervor de estas palabras indica el nimo po y catlico de Tertuliano.

460. (2) Aquellos das fue condenada alguna noble seora, como tormento mayor, sor llevada la casa pblica, como sucedi Santa Ins, Ja cual dijo el tirano lo que dice Prudencio: Hanc in lupanar trudere publicum. Certum est, ad Aram in caput applicet. 461. (1) Escribi Cicern in Tuscul. De tolerantia in adversi?. Sneca, de remediis fortuitorum. Digenes, De bono mortis. Pirron, De insensibilitate sapientum. Calinio, De constantia in morte, et doloribus. Clem. Alex., lib. 7. Strom. y Laercio en sus Vidas. 462. (2) Aquellos fieles estimaban tanto la merced que Dios les hacia en morir por l, que cuando los leian en el tribunal la sentencia de muerte quedaban tan regocijados y agradecidos, que puestos de rodillas daban al presidente las gracias. Tertuliano, Apol., cap. 1: Damnatus gratias agit. Y cap. 46: Christianus etiam damnatus gratias agit.
Translated by Pedro Manero. Transcribed by Roger Pearse, 2004. http://www.tertullian.org/

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