Pelecanos George - Sin Retorno

Descargar como doc, pdf o txt
Descargar como doc, pdf o txt
Está en la página 1de 245

George Pelecanos

Sin retorno

~1 ~

George Pelecanos
GEORGE PELECANOS

Sin retorno

SIN RETORNO

~2 ~

George Pelecanos
In Memoriam

Sin retorno

Lance Cpl. Philip A. Johnson 3.er Batalln, 2 Regimiento de Marina 2. Divisin de Marina 2. Fuerza Expedicionaria de Marina

~3 ~

George Pelecanos

Sin retorno

ndice
Resumen..............................................................6 PRIMERA PARTE...................................................7 Captulo 1............................................................8 Captulo 2..........................................................19 Captulo 3..........................................................35 Captulo 4..........................................................45 SEGUNDA PARTE................................................54 Captulo 5..........................................................55 Captulo 6..........................................................62 Captulo 7..........................................................70 Captulo 8..........................................................79 Captulo 9..........................................................87 Captulo 10........................................................97 Captulo 11......................................................105 Captulo 12......................................................114 Captulo 13......................................................124 Captulo 14......................................................133 Captulo 15......................................................140 Captulo 16......................................................146 Captulo 17......................................................154 Captulo 18......................................................161 Captulo 19......................................................169 Captulo 20......................................................177 Captulo 21......................................................186 Captulo 22......................................................194 Captulo 23......................................................203 Captulo 24......................................................211 Captulo 25......................................................217 Captulo 26......................................................224 Captulo 27......................................................231 Captulo 28......................................................236 Captulo 29......................................................240 Fin....................................................................245

~4 ~

George Pelecanos

Sin retorno

~5 ~

George Pelecanos

Sin retorno

RESUMEN

En 1972, tres adolescentes blancos -Alex, Billy y Pete- decidieron meterse en un barrio marginal de Washington. Esa incursin cambi la vida de seis personas: a causa del enfrentamiento con tres chicos negros, Billy result muerto y Alex seriamente herido. En 2007, Alex llora la muerte de su hijo cado en Iraq. De pronto, uno de los chicos negros que sobrevivieron al incidente del 72 contacta con l, abriendo la puerta a la reconciliacin al tiempo que otro superviviente sale de prisin con intencin de extorsionarle

~6 ~

George Pelecanos

Sin retorno

PRIMERA PARTE

~7 ~

George Pelecanos

Sin retorno

Captulo 1

Llam al local Caf Pappas e Hijos. En 1964, cuando lo abri, sus chicos tenan slo ocho y dos aos, pero pensaba que uno de ellos se hara cargo del negocio cuando l se hiciera viejo. Al igual que cualquier padre que no fuera un malaka, quera que a sus hijos les fuese mejor que a l en la vida. Quera que asistieran a la universidad. Pero, qu diablos, nunca se saba cmo iban a darse las cosas. Poda ser que uno de ellos tuviera madera de universitario, pero el otro no. Tambin poda ser que los dos fueran a la universidad y decidieran encargarse juntos del negocio. Como quiera que fuese, asegur la jugada y aadi los nombres de ellos al letrero. De ese modo, los clientes sabran qu clase de individuo era. Diran: He aqu un tipo consagrado a su familia. John Pappas est pensando en el futuro de sus hijos. Era un bonito letrero, con imgenes en negro sobre un fondo gris perla, con la palabra Pappas el doble de grande que e Hijos, en enormes letras maysculas, junto al dibujo de una taza de caf humeante en un plato. El tipo que fabric el letrero puso una elegante letra P en un lado de la taza, caligrafiada, y a John le gust tanto que mand hacer el mismo grabado en las tazas de verdad que se utilizaban en el local. Igual que los que visten con distincin se hacen bordar sus iniciales en los puos de la camisa. John Pappas no tena camisas elegantes. Tena un par de ellas azules y de algodn para ir a la iglesia, pero la mayora de las dems eran blancas y de botones, y todas de las que no necesitaban planchado, para evitar el gasto de la tintorera. Adems, su mujer, Calliope, no era de las que planchan. Cinco de manga corta para la primavera y el verano y otras cinco de manga larga para el otoo y el invierno, colgadas en filas en la cuerda que haba tendido en el stano de la casa. No saba por qu se tomaba la molestia de tener para elegir. En la cafetera siempre haca calor, sobre todo si uno estaba cerca de la parrilla, y hasta en invierno llevaba la camisa remangada por encima del codo. Camisa blanca, pantaln caqui y zapatos Montgomery Ward fuertes y resistentes a la humedad. Un delantal por encima del pantaln, un portabolgrafos en el bolsillo de la camisa. Su uniforme.

~8 ~

George Pelecanos

Sin retorno

Era guapo a su estilo, tena una nariz prominente. Haba cumplido los cuarenta y ocho a finales de la primavera de 1972. El pelo lo tena negro y lo llevaba peinado hacia arriba y hacia atrs a los lados, un poco por encima de las orejas, ms bien largo, como los chicos. Haca ya unos aos que luca aquella imagen austera. El pelo de las sienes se le haba vuelto blanco. Al igual que muchos hombres que haban luchado en la Segunda Guerra Mundial, no haba hecho un solo abdominal ni una sola flexin desde que lo licenciaron, veintisiete aos atrs. Un marine que haba salido de la campaa del Pacfico no tena nada que demostrar en lo que a hombra se refiere. Fumaba, un hbito que haba adquirido por cortesa del cuerpo de Marines, el cual acompaaba con cigarrillos la comida supercalrica que daba a los soldados, y se agitaba a menudo. Pero como su trabajo era de tipo fsico, se mantena bastante en forma. De hecho, tena el vientre casi plano. Y se senta especialmente orgulloso de su trax. Llegaba al local a las cinco de la maana, dos horas antes de la hora de abrir, para lo cual se levantaba todos los das a las cuatro y cuarto. Tena que recibir al vendedor del hielo y a otros repartidores, hacer el caf y preparar unas cuantas cosas. Podra haber dicho a los repartidores que se presentaran ms tarde, para as dormir una horita ms, pero aquel momento de la jornada le gustaba ms que cualquier otro. De hecho, siempre despertaba con los ojos abiertos de par en par y listo para entrar en accin, sin necesidad de ningn despertador. Bajar las escaleras con cuidado para no despertar a su mujer ni a sus hijos, recorrer la casi desierta calle Diecisis conduciendo su Electra 225 con los faros encendidos y la mano en que sostena el cigarrillo colgando por la ventanilla. Y luego disfrutar de aquel rato de tranquilidad en la cafetera, a solas con su radio Motorola, escuchando la suave voz de los locutores de la WWDC, hombres de su misma edad que contaban con la misma experiencia vital que l, no esos que hablaban a toda velocidad en las emisoras de rock and roll ni los mavros de la WOL o la WOOK. Tomarse el primero de muchos cafs, siempre en un vaso de plstico, charlar de trivialidades con los repartidores que se iban sucediendo en un goteo constante, y que ya eran casi de la familia porque haban ido cogindole cario a aquel momento suspendido entre la noche y el alba. Era un restaurante, no un caf, pero caf sonaba mejor, tena como ms clase, segn deca Calliope. Dentro del entorno familiar, John lo llamaba simplemente el magazi. Se encontraba situado en la calle N, debajo del Dupont Circle, justo al lado de la avenida Connecticut, a la entrada de un callejn. En el interior haba una docena de banquetas espaciadas alrededor de una barra de frmica en forma de herradura y un par de mesas para cuatro con sof para sentarse, puestas junto a la enorme cristalera que daba a una generosa vista de Connecticut y la N. Los colores dominantes, similares en muchos establecimientos cuyo dueo era griego, eran el blanco y el azul. Haba asientos para un mximo de veinte personas. Se organizaba un pequeo revuelo en la franja de los

~9 ~

George Pelecanos

Sin retorno

desayunos y las dos horas punta del almuerzo, y haba mucho tiempo muerto en el que los cuatro empleados, todos negros, charlaban, hacan el tonto, se sentaban pensativos y fumaban. Y tambin su hijo mayor, Alex, si estaba trabajando. El soador. No exista ninguna cocina en la trastienda. La parrilla, la plancha para los sndwiches, el expositor refrigerado para los postres, la nevera de los helados, la barra de refrescos y las cafeteras, hasta el lavavajillas, todo estaba detrs del mostrador para que lo vieran los clientes. Aunque el espacio era pequeo y el nmero de asientos limitado, Pappas haba puesto en marcha un servicio de entrega a domicilio que representaba una parte significativa del volumen de ventas diario. Facturaba unos trescientos o trescientos veinticinco al da. A las tres en punto dejaba de hacer sonar la caja registradora y cortaba la cinta. La parrilla se cerraba y se tapaba a las cuatro. Despus de las dos y media ya entraba poca gente en el local, pero l lo mantena abierto hasta las cinco, a fin de tener tiempo para limpiar, hacer los pedidos y servir a alguien que por casualidad entrara a tomarse un sndwich fro. Desde la hora en que llegaba hasta la hora en que cerraba, permaneca doce horas de pie. Y aun as no le importaba. Nunca haba querido ganarse la vida haciendo otra cosa. Lo mejor de aquello, pens mientras se acercaba al local cuando el cielo empezaba a clarear, es lo de ahora: agacharse para recoger el pan y los bollos que ha dejado en la puerta el repartidor de Ottenberg y a continuacin encajar la llave en la cerradura de la puerta. No pertenezco a nadie. Esto es mo. Pappas e Hijos.

Alex Pappas llevaba slo unos minutos con el dedo pulgar levantado, de pie en el arcn del University Boulevard de Wheaton, cuando par para recogerlo un VW de trasera cuadrada. Alex ech una carrera hasta la puerta del pasajero, y al acercarse ech un vistazo al conductor. Al otro lado de la ventanilla semiabierta vio a un tipo joven, de pelo largo y bigote en forma de manillar. Probablemente un porrero, lo cual no lo molestaba en absoluto. Se subi al coche y se dej caer en el asiento. Hola dijo Alex. Gracias por parar, to. De nada contest el otro al tiempo que sala del arcn, meta la segunda y aceleraba en direccin al distrito financiero de Wheaton. Adnde vas? Hasta el final de Connecticut, a Dupont Circle. T vas hasta all? Voy a Calvert Street. Trabajo all, en el Sheraton Park.

~10~

George Pelecanos

Sin retorno

Genial dijo Alex con entusiasmo. Desde all hasta el Circle haba slo un par de kilmetros o as, y cuesta abajo. Podra ir andando. Era poco corriente conseguir que alguien lo llevase hasta el centro mismo. Debajo del salpicadero, en un bastidor, el joven del bigote haba montado un reproductor de ocho pistas, y en aquel momento estaba sonando Walk on Gilded Splinters, del lbum Rockin the Fillmore de Humble Pie. La msica se oa con muchos agudos a travs de unos altavoces baratos apoyados en el suelo, cuyos cables suban hasta el reproductor. Alex tuvo cuidado de no enredarse los pies en ellos. El coche ola a marihuana. Vio varios restos de porros amarillentos amontonados en el cenicero, junto con las colillas apagadas. No sers un poli de Narcticos, verdad? dijo el otro al ver que Alex escrutaba el paisaje. Yo?respondi Alex con una risita. Qu va, to, a m me la suda. Cmo iba a ser polica? Si slo tena diecisis aos. Pero era de conocimiento general que si a un poli de Narcticos le preguntaban si era uno de ellos, tena que responder con la verdad. De lo contrario, un jurado desestimara cualquier acusacin. Por lo menos eso era lo que sostenan Pete y Billy, los amigos de Alex. Este tipo sencillamente estaba siendo cauteloso. Te apetece colocarte? Ya quisiera contest Alex, pero es que voy al local de mi padre. Tiene un restaurante en el centro. Te pondras paranoico con la comida, eh? S dijo Alex. No deseaba contarle a aquel desconocido que nunca se colocaba cuando estaba trabajando en el local de su padre. La cafetera era sagrada, una especie de iglesia personal de su padre. No estara bien. Te importa si yo lo hago? Adelante. Santurrn dijo el otro sacudiendo la melena, al tiempo que rebuscaba en el cenicero y coga el porro ms gordo que haba entre las colillas y las cenizas. El trayecto estuvo bien. Alex tena en casa aquel lbum de Humble Pie, se saba las canciones, le gustaba la voz desquiciada de Steve Marriot y las guitarras de ste y de Frampton. El tipo que conduca le pidi que subiera las ventanillas mientras l fumaba, pero ese da no haca mucho calor, de modo que tampoco le import. Menos mal que aquel tipo no sufri un cambio de personalidad despus de colocarse. Sigui siendo tan afable como antes. Como autostopista, Alex lo llevaba bastante bien. Era un chaval delgado, de bigote ralo y cabello rizado que le llegaba hasta el hombro. Un

~11~

George Pelecanos

Sin retorno

adolescente de pelo largo, vestido con vaqueros y camiseta con bolsillito, no era algo que les resultara desacostumbrado a los conductores, tanto a los jvenes como a los de mediana edad. No tena cara de malo ni un fsico amedrentador. Podra haber cogido el autobs que iba al centro, pero prefera la aventura de hacer autostop. Lo recoga gente de todas clases. Pirados, tipos convencionales, pintores, fontaneros, colegas ms o menos de su edad, tas, hasta personas de la edad de sus padres. Rara vez haba tenido que esperar mucho para que parase alguien. Aquel verano slo haba tenido unos cuantos casos chungos. Uno de ellos le ocurri yendo por Military Road, cuando estaba intentando que alguien lo llevara en el segundo tramo y lo recogi un coche lleno de chicos de St. John. El coche apestaba a porro y a cerveza. Varios de ellos empezaron a ridiculizarlo de inmediato. Cuando les dijo que se diriga al local de su padre, a trabajar, se pusieron a decir cosas sobre aquel empleo de mierda y sobre su viejo. Cuando mencionaron a ste, se sonroj, y uno de ellos dijo: Ja, fijaos, est cabrendose. Le preguntaron si alguna vez se haba follado a una ta. Y luego, que si se haba follado a un to. El peor era el que conduca. Dijo que iban a parar en una calle secundaria para ver si Alex saba encajar un puetazo. Alex dijo: Dejadme bajar en ese semforo, y otros dos chicos soltaron una carcajada al ver que el conductor se saltaba el semforo en rojo. Para, dijo Alex en tono ms firme, y el conductor dijo: Vale, y despus te follamos. Pero el que estaba al lado de Alex, que tena mirada de buena persona, intervino: Para y deja que se baje, Pat, y el conductor obedeci en medio del silencio general. Alex le dio las gracias al chico, que obviamente era el lder del grupo y el ms fuerte, y acto seguido se ape del coche, un GTO que llevaba una pegatina que rezaba: El Jefe. Alex tuvo la seguridad de que era propiedad de los padres del chico. En el punto en que University se transformaba en Connecticut, en Kensington, el del bigote en forma de manillar se puso a hablar de un cntico que conoca; si uno lo repeta muchas veces, sin parar, seguro que tena un da estupendo. Explic que l lo haca con frecuencia, mientras trabajaba en la lavandera del Sheraton Park, y que le produca vibraciones positivas. Nam-myo-ho-rengay-kyo dijo, a la vez que dejaba a Alex en el puente Taft, que cruza el parque Rock Creek. Que no se te olvide, vale? Vale contest Alex al tiempo que cerraba la portezuela del VW. Gracias, to. Gracias por traerme. Alex recorri el puente a la carrera. Si cubra corriendo la distancia que lo separaba del caf, no llegara tarde. Mientras corra, iba repitiendo el cntico. No poda hacerle nada malo, era como creer en Dios. Mantuvo el paso, descendi la prolongada cuesta, dej atrs bares y restaurantes, atraves en lnea recta Dupont Circle, rode la fuente del centro, pas por delante de los restos de los hippies que ya empezaban a parecer menos

~12~

George Pelecanos

Sin retorno

hippies y a pasarse de moda, por delante de oficinistas, secretarias y abogados, y junto al teatro Dupont y a Bialek's, donde sola comprar los discos difciles de encontrar y donde recorra los suelos de madera rebuscando entre las pilas de libros preguntndose quines seran todas aquellas personas cuyos nombres figuraban en los lomos. Para cuando lleg al edificio del Sindicato de Operarios, ubicado en el 1300 de Connecticut, ya se le haba olvidado el cntico. Cruz la calle en direccin a la cafetera. Dos arbustos de hoja perenne en tiestos de barro colocados junto a la puerta de entrada sostenan un parapeto de un metro de altura. Alex podra rodear dicho parapeto, como hacan todos los adultos, pero siempre prefera saltar por encima segn llegaba. Y lo mismo hizo en esta ocasin, y fue a aterrizar de plano con las suelas de sus zapatillas Chuck negras. A continuacin mir por el cristal y vio a su padre, que detrs del mostrador, con un lpiz en la oreja y cruzado de brazos, lo miraba con una mezcla de impaciencia y diversin.

Hablar en voz alta y no decir nada, Primera Parte, deca la radio cuando Alex entr en el local. Eran poco ms de las once. Alex no tuvo necesidad de mirar el reloj de la Coca-Cola que colgaba de la pared por encima de la mquina de tabaco de D.C. Vending para saber qu hora era. A las once, su padre dejaba que los empleados sintonizaran la emisora que ms les gustase. Y tambin saba que se trataba de la WOL, en vez de la WOOK, porque Inez, que a sus treinta y cinco aos era la ms antigua de la plantilla, tena derecho a escoger antes que los dems, y prefera la O-L. Inez, la alcohlica fumadora de Viceroy, piel morena, ojos enrojecidos, pelo liso, estaba apoyada contra la plancha de sndwiches, todava recuperndose de una juerga a base de escocs St. George que se haba corrido la noche anterior, disfrutando lnguidamente de un cigarrillo. Se despejara, como siempre, cuando llegara la hora punta. Epitelos dijo John Pappas cuando Alex entr a toda prisa y se sent de inmediato en una banqueta tapizada de azul. Vena a significar algo as como: Ya era hora. Qu pasa? No he llegado tarde. Si es que diez minutos tarde no te parece tarde. Ya estoy aqu replic Alex. Ya est todo bien. De manera que no tienes por qu preocuparte, pap. El negocio est a salvo. Pesado dijo John Pappas, con toda la efusividad de que era capaz. Luego hizo un leve gesto con la mano como para olvidar el asunto. Lrgate de aqu, pelmazo. Te quiero.

~13~

George Pelecanos

Sin retorno

Alex tena hambre. Nunca se despertaba a tiempo para desayunar en casa, y nunca consegua llegar a la cafetera a tiempo para la franja del desayuno. A las diez y media se encenda la parrilla para el almuerzo, y entonces estaba demasiado caliente para hacer unos huevos sin quemarlos. Iba a tener que buscarse algo por su cuenta. Rode el mostrador para llegarse hasta el hueco que haba en el lado derecho. Salud a Darryl Wilson, Jnior, cuyo padre, Darryl, Snior, era el tcnico de reparaciones del edificio de oficinas que tenan encima. Jnior estaba de pie tras una cortina de plstico transparente cuya finalidad era que los clientes no vieran cmo se lavaban los platos, y tambin mantener confinados la humedad y el calor que se generaban. Tena diecisiete aos, era alto y desgarbado, poco hablador, y le encantaban las gorras muy decoradas, los pantalones de campana con bolsillos pegados y la ropa de Flagg Brothers. Siempre llevaba un cigarrillo detrs de la oreja. Alex jams le haba visto sacar uno de la cajetilla. Hola, Jnior dijo Alex. Qu pasa, muchachote? respondi, como era habitual en l, Jnior, que le doblaba la estatura a Alex. No lo llevo mal repuso Alex. Pues vale contest entre risas, a causa seguramente de alguna broma privada. Pues vale. Alex dobl la esquina desde el otro lado de la cortina y top con Darlene, que estaba precocinando hamburguesas en la parrilla. Se volvi a medias al verlo, con la esptula en alto. Lo mir de arriba abajo y le ofreci una media sonrisa. Qu hay, cielo? lo salud. Hola, Darlene dijo Alex, preguntndose si la chica habra notado cmo le temblaba la voz. Darlene haba dejado los estudios que cursaba en el instituto Eastern. Tena diecisis aos, como l. Las empleadas vestan uniformes de restaurante anticuado, pero a ella el suyo le sentaba de otra manera. Darlene tena caderas marcadas, pechos grandes y un trasero respingn prieto como un guante. Y tambin un peinado afro y unos preciosos ojos pardos que sonrean. Lo pona nervioso. Haca que se le secase la boca. Se dijo a s mismo que ya tena novia, y que le era fiel, as que todo lo que pudiese pasar entre Darlene y l no iba a pasar nunca. En el fondo saba que aquello era mentira y que, sencillamente, tena miedo. Miedo porque ella deba de tener ms experiencia que l. Miedo porque era negra, y las negras exigan quedar satisfechas. Cuando se ponan cachondas, se transformaban en animales salvajes. O eso al menos decan Billy y Pete. Quieres algo de comer, a que s?

~14~

George Pelecanos
S.

Sin retorno

Pues ve a hablar con tu padre replic Darlene indicando con un movimiento de la cabeza la zona de la caja registradora. Voy a prepararte algo bueno. Gracias. A m tambin me est entrando hambre. Darlene solt una risita y aadi: Y lo que me gustara... Alex se sonroj e, incapaz de pronunciar palabra, sigui a lo suyo. Pas junto a Inez, que estaba metiendo en una bolsa un montn de pedidos para entregar a domicilio, preparndose para trasladarlos a la estantera, el lugar en que Alex se pondra en accin. No lo salud al verlo. Un poco ms adelante dijo hola a Paulette, la camarera que serva a los clientes dentro del local. Tena veinticinco aos, era entrada en kilos, de facciones grandes y muy religiosa. Despus de comer se adueaba de la radio para sintonizar la emisora de gospel, cosa que todo el mundo le perdonaba, porque era encantadora. Con su vocecilla aguda y suave como un ratn, resultaba casi invisible. Paulette estaba llenando los botes de ketchup Heinz con ketchup Townhouse, la marca barata de Safeway. Todas las tardes, el padre de Alex compraba en el Safeway determinados artculos que eran ms baratos que los que ofrecan los comerciales que lo visitaban. Buenos das, seorito Alex le dijo. Buenos das, seorita Paulette. Alex encontr a su padre junto a la caja registradora, a la que slo tenan acceso ellos dos. En la parte delantera de la misma haban puesto un impreso de Hacienda, con dos teclas ordenadas por dlares y centavos. Si el importe de una consumicin llegaba a los veinte dlares, cosa que rara vez suceda, la tecla que indicaba diez dlares se pulsaba dos veces. En los costados de la caja haba trocitos de papel pegados con cinta adhesiva en los que Alex haba escrito fragmentos de letras de canciones que le parecan poticos o profundos. Uno de los clientes, un abogado fumador de pipa que tena un trasero voluminoso y un saque de apa, supuso que el autor de aquellas letras era el propio Alex, y le dijo a John Pappas, en tono de broma, que a su hijo, para ser escritor, no se le daba mal servir en la barra. Pappas, con una sonrisa que no era una sonrisa, respondi: No se preocupe por mi chico. Lo va a hacer estupendamente. Alex recordara siempre a su padre por aquello, y por esa clase de cosas lo quera. John entreg a su hijo unos cuantos billetes de un dlar y de cinco. Acto seguido puso sobre el mostrador paquetitos de monedas de diferente valor: veinticinco centavos, diez, cinco y uno.

~15~

George Pelecanos

Sin retorno

Aqu tienes el banco, Alexander. Hay un par de pedidos para entregar cuanto antes. Estoy listo. Pero antes voy a pillar algo de comer. Cuando esos pedidos lleguen a la estantera, quiero verte fuera de aqu. No quiero que se retrasen. Darlene me est haciendo un sndwich. Djate de ligoteos. Cmo? Tengo ojos. Ya te he dicho otras veces que no hagas muchas migas con el personal. Slo he estado hablando con ella. Haz lo que te digo. John Pappas volvi la vista hacia la estantera situada por encima del lavavajillas, junto a la que Jnior estaba bajando un grifo manguera con boquilla a presin, a fin de lavar a mano una cazuela. Inez estaba empujndolo con el codo para que se hiciera a un lado mientras ella depositaba en la estantera dos bolsas de papel marrn con etiquetas. Ya tienes pedidos que entregar. No puedo tomar algo antes? Tmatelo por el camino. Pero, pap... John Pappas seal con el pulgar la parte de atrs de la cafetera. Sbete al caballo, chico.

Alex Pappas engull un sndwich de lechuga, tomate y beicon junto al puesto de Jnior y a continuacin cogi las dos bolsas de la estantera. Cada una llevaba grapada una factura para el cliente en cuya cabecera estaba escrita, con la florida caligrafa de Alma, la direccin de entrega. Debajo se detallaba el pedido, artculo por artculo, con precios, impuestos y el total rodeado por un crculo. A Alex le gustaba adivinar la parte correspondiente al impuesto cargada al subtotal. No resultaba fcil, porque en Washington siempre se indicaba un porcentaje y una fraccin, nunca un nmero entero. Pero haba descubierto una manera de hallarlo a base de multiplicaciones y sumas. En el colegio siempre haba tenido dificultades con las matemticas, pero a calcular porcentajes haba aprendido por su cuenta manejando la caja registradora. Trabajar en la cafetera resultaba, en muchos sentidos, beneficioso que el colegio. Aprendi matemticas prcticas. ms

~16~

George Pelecanos

Sin retorno

Aprendi a tratar con adultos. Conoci a gente a la que de lo contrario no habra conocido nunca. Y lo ms importante era lo que haba aprendido observando a su padre. Lo que hacan los hombres era trabajar, no dedicarse al juego ni a ir de gorrones ni a perder el tiempo. Sino a trabajar. Alex sali por la puerta de atrs a un pasillo en el que haba un armario donde se guardaban los tiles de limpieza y un cuarto de aseo que utilizaban los empleados (su padre y l usaban los baos del edificio de oficinas de arriba). Subi un corto tramo de escaleras que llevaban a la puerta trasera y sali a un callejn. Este tena forma de T y tres salidas: hacia el norte la calle N, hacia el sur Jefferson Place y hacia el oeste la calle Diecinueve. El primer sitio donde tena que parar era el edificio Brown, una construccin en forma de caja que se llamaba as a causa de su color marrn y que contena viviendas de funcionarios, situada en el 1220 de la calle Diecinueve. El dinero estaba bien. Era mejor que cualquier salario mnimo de un dlar sesenta la hora que pudiera haber conseguido. Su padre le pagaba quince dlares al da, y l se sacaba otros quince o veinte en propinas. Al igual que a los dems empleados, su padre le daba la paga por semana, metida en un sobrecito marrn, en efectivo. Alex no pagaba impuestos. A diferencia de sus amigos, l siempre llevaba en el bolsillo dinero para gastar. Al cabo de tantos veranos, se conoca todos los callejones, todas las grietas que tenan las aceras de todos los bloques situados al sur de Dupont. Era el quinto verano que trabajaba de repartidor para su padre. Empez a los once aos. Su padre haba insistido en que trabajase, mientras que su madre opinaba que era demasiado pequeo. El mismo se sorprendi al descubrir que, tras unos pocos das de inseguridad, era capaz de desempear aquel trabajo. Su padre nunca lo trataba con favoritismo. Cuando en un par de ocasiones, en las primeras semanas, volvi con dinero de menos, su padre le descont la diferencia de su paga. Despus de aquello, puso mucha atencin a la hora de contar el cambio que le daban los clientes. A los once era el tpico chaval que tena la cabeza en las nubes. Se distraa con facilidad, se paraba a mirar los escaparates de la avenida y a menudo se retrasaba. Era muy ingenuo en lo referente a las costumbres de la ciudad y a los depredadores de la misma. Aquel primer verano, tras hacer una entrega cerca del Circle, un viejo le dio un pellizco en el culo, y cuando se volvi para ver quin le haba hecho tal cosa, el viejo le gui un ojo. Alex se qued perplejo, cavilando por qu aquel tipo lo haba tocado de semejante forma. Pero saba lo bastante para no contarle el incidente a su padre cuando regres a la cafetera. Su padre habra buscado a aquel viejo en la calle y, de eso estaba seguro, le habra sacudido una paliza que lo habra dejado medio muerto.

~17~

George Pelecanos

Sin retorno

Alrededor de la cafetera haba muchos bufetes de abogados importantes como Arnold & Porter, Steptoe & Johnson y otros. A Alex no le gustaba el tono condescendiente con que algunos de aquellos abogados, tanto hombres como mujeres, le hablaban a su padre. Es que no saban que era un veterano de guerra que haba pertenecido al cuerpo de Marines? No saban que era capaz de mandarlos al otro lado de la calle de una patada en sus blanditos traseros? A algunos se les notaba a las claras que se consideraban superiores a su padre, lo cual gener en l, durante muchos aos, un resentimiento de obrero. Pero otros tantos eran gente amable. Era frecuente que se pasaran un rato sentados a la barra con un caf a modo de excusa para charlar con su viejo. John Pappas era ms que un hombre callado; saba escuchar. Aquellos bufetes de abogados necesitaban, para funcionar, secretarias y excntricos encargados del correo, y Alex fue hacindose amigo de las chicas y de los pirados, tipos barbudos que vestan pantaln corto y camisetas con leyendas, y tambin de los empleados de los garajes que vigilaban los coches de los empleados. En Jefferson Place, una calle estrecha de viviendas residenciales puestas en fila y convertidas en locales comerciales, haba varios bufetes ms pequeos y asociaciones que llevaban causas como los derechos de los Nativos Americanos y las mejoras salariales para los vendimiadores. Hippies de lujo, los llamaba su padre. Pero no eran como los hippies los pocos que quedaban del Circle. Estos vestan de camisa y corbata. Y las mujeres que trabajaban en esta calle parecan estar en un pie de igualdad con los hombres. Iban sin sujetador y con minifalda, pero as y todo. Mientras que los aos anteriores Alex los haba pasado en aquel estado de ensoacin, cuando entraron en accin sus hormonas empez a fijarse en las jvenes trabajadoras, justo al mismo tiempo que empez a encontrar significado en el rock and roll y la msica soul. De una forma elemental, saba que todo ello estaba relacionado de algn modo. Mientras iba de camino a entregar un pedido cantaba las canciones que oa en las emisoras de soul, y a veces las cantaba cuando iba solo en los ascensores, y fue aprendiendo por experiencia cules tenan la mejor acstica. Groove Me. In the Rain. Oh Girl. Adems, programaba las rutas de manera que pudiera ver a alguna chica en particular que le gustase, porque saba dnde era probable encontrrsela a determinadas horas del da. La mayora de ellas lo consideraban un cro, pero a veces les sonrea y obtena a cambio una sonrisa que implicaba algo ms: Eres joven, pero tienes algo. Ten paciencia, Alex. Ya te llegar. No te falta tanto. Tena todo por delante, y era todo nuevo.

~18~

George Pelecanos

Sin retorno

Captulo 2

Dos hermanos remontaban una calle en ligera pendiente en direccin a un pequeo comercio tradicional que se llamaba Nunzio's. Justo acababan de terminar de jugar un partido de uno contra uno en la cancha descubierta de un centro recreativo que se encontraba junto a una iglesia africana episcopal metodista. El mayor de los dos, James Monroe, que tena dieciocho aos, llevaba un gastado baln de baloncesto bajo el brazo. Tanto James como su hermano pequeo, Raymond, eran delgados y larguiruchos, de vientre plano, pecho liso y hombros y brazos bien torneados. Los dos llevaban el cabello inflado. James, que se haba graduado en el instituto haca poco, era guapo y bien formado, y meda ms de uno ochenta. Raymond, a sus quince aos, era igual de alto que James. Mientras caminaban, Raymond iba levantndose el pelo con ayuda de un pincho rematado en puo. James dijo Raymond, has visto ya el estreo nuevo que tiene Rodney? Que si lo he visto? Estaba con l cuando se lo compr. Tiene unos pedazo altavoces Bozay, to. Se dice Bose. T lo pronuncias como si fuera francs o algo as. Como se diga, son unos altavoces de cagarse. Son unos altavoces muy buenos. To, me puso un disco de ese grupo nuevo, Earth, Wind and Fire. No es tan nuevo. El to William tiene los dos primeros discos. Pues para m, s replic Raymond. Rodney puso una cancin que se titula Power. Empieza con un instrumento muy raro... Es una kalimba, Ray. Un instrumento africano. Y despus, entra la msica a toda pastilla. Es una cancin que no tiene letra. Cuando Rodney subi el volumen... te lo juro, to, es que alucin.

~19~

George Pelecanos

Sin retorno

Deberas haber odo esos altavoces en la tienda de estreos a la que fuimos dijo James, la de Connecticut. Tienen una sala especial al fondo, toda con paredes de cristal. La llaman el Mundo del Audio. El dependiente, un colega blanco de pelo largo, puso un disco de Wilson Pickett. Engine Number 8, esa jam session tan larga. Debe de ser el disco que pone cada vez que quiere vender un equipo estreo a un negro. Sea como sea, Rodney no entr al trapo, as que va y le dice al colega: No tiene algn disco que pueda ensearme que no sea de rock? Hizo pensar al blanco ese. Exacto. Y va el dependiente y le pone uno de Led Zeppelin. Ese tema que tiene todas esas cosas raras en el medio, con la msica saliendo de un altavoz y entrando en el otro. Uno en el que el cantante habla de que Voy a darte hasta el ltimo gramo de mi amor. S, Led Zeppelin... es un to de cagarse. Es un grupo, idiota. No un to solo. Por qu siempre ests corrigindome? Deberas haberlo odo, Ray. Con aquellos altavoces, uno tena la impresin de que iba a salir volando por los aires. No veas lo rpido que sac la cartera Rodney. Un cuarto de hora despus, el to de la tienda le estaba metiendo en el maletero del coche un par de altavoces 5.0 Bozay. Pero no era Bose? James levant la mano y le dio un cachete afectuoso a su hermano en la cabeza. Estaba jugando contigo, colega. Me gustara tener un estreo igual que se. Ya contest James Monroe. Rodney se ha comprado el estreo ms guay de todo Heathrow Heights. Heathrow Heights era una comunidad pequea, compuesta por unos setenta chals y apartamentos, bordeada por unas vas de tren al sur, bosques al oeste, parques al norte y un gran bulevar comercial al este. Era un barrio exclusivamente de negros, fundado por antiguos esclavos del sur de Maryland en unos terrenos que les cedi el gobierno. Por su geografa, algunos dicen que por su diseo, Heathrow Heights estaba cerrado sobre s mismo y aislado de los vecindarios blancos y de clase media-alta que lo rodeaban. Existan varias comunidades que tradicionalmente eran negras, la mayora ms grandes que sta tanto en extensin como en poblacin, como la de Montgomery County. Pero ninguna pareca tan recluida y segregada como la de Heathrow. La gente que creca aqu por lo general se quedaba aqu, y traspasaba sus propiedades, si es que haba logrado conservar la titularidad de las mismas, a

~20~

George Pelecanos

Sin retorno

sus herederos. Los residentes se sentan orgullosos de su legado, y en general preferan permanecer con los suyos. Sin embargo, las condiciones de vida distaban mucho de ser utpicas, y desde luego haba habido dificultades y problemas. Mientras que los primeros residentes eran dueos de sus propiedades mediante escritura, durante la Depresin muchas casas haban sido vendidas a especuladores. La mayora de dichas propiedades fueron adquiridas por un grupo de empresarios blancos de all mismo, que construyeron en los solares viviendas baratas y mnimamente slidas y pasaron a ser dueos no presentes. La mayor parte de esas viviendas no tenan ni agua caliente ni cuartos de bao interiores. El calor provena de estufas de lea. Los nios asistan a una escuela que tena una nica aula, ms adelante dos, situada en los terrenos de una iglesia africana episcopal metodista. En ella estudiaron los alumnos de los cursos ms bsicos hasta el gran cambio habido en 1954. Los residentes compraban en un establecimiento de tipo tradicional, Nunzio's, fundado por un inmigrante italiano, y que con el tiempo pas al hijo de ste, Salvatore. Como consecuencia, muchos llegaron a la edad adulta sin haber tenido mucho contacto con los blancos. La mayora de las calles de Heathrow permanecieron sin pavimentar hasta los aos cincuenta. Para los sesenta, los activistas de dicha comunidad ya haban solicitado al gobierno que obligara a los propietarios a introducir mejoras en las casas. Los funcionarios accedieron de mala gana. Una asociacin de mujeres de una de las comunidades blancas vecinas se haba unido con los residentes de Heathrow para presionar al gobierno. En 1972, el barrio estaba hecho una ruina. Las casas desvencijadas, mal construidas y mejoradas, estaban a punto de desmoronarse. En los patios traseros, entre juguetes rotos y escombros, se oxidaban lentamente los coches con las llantas apoyadas en ladrillos. Para los liberales locales, constitua un tema de conversacin para la cena, un motivo para sacudir despacio la cabeza en un gesto negativo entre el momento de servir el asado y la segunda copa de cabernet. Para algunos adolescentes de la clase media y trabajadora de la zona, que haban aprendido de sus padres lo que era la inseguridad, Heathrow Heights era objeto de ridiculizaciones, calumnias y bromas pesadas. Lo llamaban Negro Heights. Para James y Raymond Monroe, y para la madre de ambos, que trabajaba de asistenta a media jornada, as como para su padre, mecnico de los autobuses de la empresa D.C. Transit, Heathrow era el hogar. De ellos, James era el nico que soaba con salir de all y prosperar. James y Raymond se encontraron con dos jvenes, Larry Wilson y Charles Baker, que estaban sentados en el bordillo de la acera, delante de Nunzio's. Los dos iban sin camiseta, dado el calor que haca. Larry estaba fumndose un Salem, y le daba caladas tan rpidas que el papel se haba

~21~

George Pelecanos

Sin retorno

arrugado. Ambos estaban bebiendo latas de cerveza Carling Black Label. Entre los dos haba una bolsa de color marrn. Baker tena una mata de pelo apelmazada en algunos lugares. Mir a Raymond con unos ojos pardos prematuramente faltos de vida. Su rostro haba quedado marcado por una cicatriz que le hizo un chico con una cuchilla para cartn al que se le ocurri cuestionar su virilidad. Se junt un corrillo de personas para presenciar la pelea, la cual fue tema de conversacin durante varios das. Charles, sangrando profusamente por el corte pero visiblemente sin acobardarse, redujo a su adversario, le quit el arma de una patada y le rompi el brazo doblndoselo contra la rodilla. El grupo de curiosos se dispers cuando Charles, herido y riendo a carcajadas, se larg de all dejando al muchacho en el suelo, conmocionado y entre convulsiones. Habis estado lanzando unas canastas? dijo Larry. S, en la cancha respondi James. Era la nica que haba en el barrio, de modo que no necesitaba dar ms explicaciones. Quin ha ganado? pregunt Larry. Yo contest Raymond. Me lo he llevado al huerto igualito que Clyde. Le has dejado ganar? pregunt Larry haciendo un gesto con la cabeza a James. Ha ganado limpiamente dijo James. Larry dio varias caladas rpidas al cigarrillo hasta el filtro y despus lo lanz a la calle. Qu vais a hacer hoy? dijo Raymond. Bebernos esta lata antes de que se caliente dijo Charles. No hay nada ms que hacer. De ellos, slo James tena trabajo, un empleo de veinte horas semanales. Pona gasolina en la gasolinera Esso que haba ms adelante, yendo por el bulevar, y su esperanza era encontrar algo mejor. Tena pensado acudir a clases de mecnica. Su padre, que de vez en cuando le permita trabajar en el Impala de la familia, cambiar las correas, sustituir la bomba del agua y cosas as, deca que posea habilidad. James esperaba conseguirle a Raymond un puesto bsico en la gasolinera cuando cumpliera los diecisis. Os habis enterado de que Rodney se ha comprado un equipo nuevo? pregunt Raymond, mirando a Charles y no a Larry. Raymond, como era muy joven, admiraba a Charles por su fama de violento y lo cortejaba para obtener su favor. S, nos hemos enterado de que se lo ha comprado replic Charles . Como para no enterarse, con lo que presume de l.

~22~

George Pelecanos

Sin retorno

Est en su derecho de presumir dijo James. El dinero se lo ha ganado l, y puede gastrselo en lo que quiera. Pero no tiene por qu andar tirndose el rollo el da entero dijo Larry. Y creyndose superior apunt Charles. Ese to tiene trabajo dijo James en defensa de su amigo Rodney y haciendo una indicacin a su hermano pequeo. No hay motivo para meterse con l por eso. Ests diciendo que yo no soy capaz de conservar un empleo? dijo Charles. No te he visto conservar ninguno replic James. Que os jodan dijo Charles, mirando ms all de ellos, dirigindose al mundo. Y volvi a beber de su cerveza. Pues vale, muy bien dijo James en tono cansado. Vmonos, Ray. James tirando del cinturn de Raymond, los dos subieron los escalones de la tienda de Nunzio's. En el porche de madera de la entrada se detuvieron para saludar a una anciana de Heathrow que estaba soltando a su pequeo terrier de la viga transversal a la que lo haba atado, que a menudo se utilizaba precisamente para eso. Hola, seorita Anna dijo James. James dijo ella. Raymond. Entraron en el establecimiento y fueron hacia un armario refrigerado en el que James encontr unos paquetes de fiambre en conserva que costaban sesenta y nueve centavos. Tom dos, de ternera y de jamn. Raymond se cogi una bolsa de patatas fritas Wise y dos botellas de zumo Nehis, de uva para l y de naranja para James. De pie en el porche de madera, se comieron el fiambre directamente del envoltorio en que vena. Compartieron las patatas y se bebieron los refrescos contemplando la calle, donde estaban Larry y Charles, ahora de pie, levantados del bordillo de la acera pero an sin hacer nada. Qu vas a hacer ahora? pregunt Raymond. Irme a casa y prepararme para ir al trabajo. Hoy tengo turno de tarde en la gasolinera. Rodney est en casa, verdad? Tiene que estar. Hoy no trabaja. Voy a ver si Charles y Larry quieren venir a casa de Rodney a ver el estreo. Todava no lo han visto. A lo mejor, si Charles conociera a Rodney, no sera tan... no s...

~23~

George Pelecanos

Sin retorno

Charles va a seguir siendo lo que es, conozca a quien conozca replic James. No quiero que te juntes con l. Es mejor que estar solo. Ya estoy yo contigo. Pero todo el tiempo no. Raymond haba estado haciendo hincapi en varios incidentes que haban tenido lugar haca poco en el barrio, coches conducidos por blancos que pasaban a toda velocidad gritando negratas desde las ventanillas, dejaban las marcas de los neumticos en la calle y luego volvan a marcharse por el bulevar. En el ao anterior haba sucedido en un par de ocasiones. De un modo o de otro, llevaba varias generaciones ocurriendo. Unas semanas antes su madre haba sido objeto de dichas burlas, y la idea de que llamasen a su madre por aquel nombre les lleg a James y a Raymond al alma. Los nicos blancos que tenan razones para estar en aquel vecindario eran los que venan a leer contadores, los carteros, los vendedores de biblias y de enciclopedias, los policas, los fiadores, o los notificadores. Cuando los que venan eran blancos borrachos dentro de coches llenos de humo de marihuana, ya se saba lo que se traan entre manos. Siempre entraban sin hacer ruido, al llegar al callejn sin salida se volvan y recorran a toda velocidad el mercado, donde normalmente la gente formaba corrillos. Gritaban aquellas cosas y se largaban a toda pastilla. Cobardes, pensaba James, porque nunca se bajaban del coche. James le entreg a Raymond la bolsa de patatas. Haz lo que quieras. Pero ten en cuenta que Charles y Larry no van a ninguna parte buena. A ti y a m no nos han educado de esa forma. Vale, James. Pues hala, vete. Y ten en cuenta la hora. James se qued en el porche de Nunzio's mientras Raymond bajaba para reunirse con Larry y Charles, este ltimo todava con la bolsa de cervezas Carling bajo el brazo. Estuvieron hablando un rato, Charles asenta con la cabeza mientras Larry encenda otro cigarrillo. Acto seguido, los tres echaron a andar despacio calle abajo, y en el siguiente cruce giraron a la derecha. James sigui a su hermano con la mirada. Cuando lo perdi de vista, arroj el envase vaco del refresco a una papelera y se fue para casa.

Rodney Draper viva con su madre en la vieja casa que tena sta en la otra calle de Heathrow Heights que discurra de este a oeste. Aquella calle tambin terminaba sin salida en los rboles.

~24~

George Pelecanos

Sin retorno

Rodney viva en el stano de la casa, que era pequeo y estrecho y estaba forrado de tablones de asbesto. Le entraba agua cuando llova, y con la mnima amenaza de lluvia ya se llenaba de humedad. Siempre ola a moho. En l haba dos camas y una cajonera de aglomerado, adems de un inodoro a la vista, ubicado junto al calentador de agua que haba instalado l mismo con su to, que trabajaba haciendo chapuzas de todo tipo. Su madre y su hermana vivan en la planta de arriba. El habitculo de Rodney no era de lujo, pero su madre no le cobraba alquiler, como hacan muchos padres cuando sus hijos cumplan los dieciocho aos. Rodney, que contaba diecinueve, tena una nariz delgada y un poco abultada en el puente. Era flaco, de dientes salientes, muecas nudosas y pies grandes. Su apodo era El Gallito. Trabajaba en Record City, en el bloque 700 de la calle Trece. Le encantaba la msica y pensaba que poda compaginar dicha pasin con el trabajo. La mayor parte de lo que ganaba se lo gastaba en discos, los cuales compraba con un pequeo descuento por ser empleado. El nuevo estreo lo haba adquirido a plazos, una especie de crdito abierto, un contrato de letra pequea que iba a tener que pasarse aos pagando. Rodney estaba exhibiendo su estreo ante Larry, Charles y Raymond Monroe. Larry y Charles estaban sentados en el borde de la cama, bebiendo cerveza y observando la escena sin dar la impresin de poner mucho inters, mientras Rodney sealaba los componentes tal como se los haba enseado a l el vendedor, un tipo blanco y de pelo largo, pieza por pieza. Plato BSR deca Rodney, traccin por correa. Lleva el cartucho magntico Shure en el brazo del tono. Receptor Marantz, doscientos vatios, que enva la seal a estos dos juguetitos que tenemos aqu, los altavoces Bose 5.0. To, todo eso nos importa una mierda dijo Larry. Pon algo de msica. Todas esas chorradas no valen una puta mierda dijo Charles si el trasto no suena bien. Estoy intentando instruiros, nada ms replic Rodney. Cuando bebis un vino de los buenos, no miris lo que dice la etiqueta? Black Label contest Larry al tiempo que levantaba la lata sonriendo tontamente. Eso es lo nico que tengo que saber. El estreo es de lo ms chulo, Rodney dijo Raymond con una sonrisa. Ponlo a ver qu tal suena. Rodney puso en el giradiscos America Eats Its Young, el nuevo lbum doble de Funkadelic, y baj la aguja hasta la pista nmero tres, Everybody is Going to Make it This Time. Era un tema que comenzaba lento e iba acelerndose con una especie de fervor parecido al gospel. Larry y Charles empezaron a mover la cabeza siguiendo el ritmo. Larry estudi la portada

~25~

George Pelecanos

Sin retorno

del lbum, que era una imitacin de un billete de dlar con una estatua de la Libertad transformada en zombi, con la boca toda ensangrentada, que devoraba nios pequeos. Esto es una pasada dijo Larry. El dibujante de esa portada es Paul Weldon dijo Rodney. Quin? pregunt Larry. Es un artista. Hay artistas negros que dejan su huella en este pas, y no slo en las portadas de los discos. En los aos veinte tuvimos viviendo aqu a una mujer que consigui exponer sus obras en una galera del centro. To, no me jodas con lecciones de historia, vale? Lo que digo es que en este vecindario tenemos un pasado importante. Eso nos da igual dijo Charles. T sube el volumen. Suena bien, a que s? dijo Rodney. He odo cosas mejores replic Charles, incapaz de respetar a Rodney del todo. Mi primo tiene un estreo que dejara ste a la altura del betn. Ms tarde, Larry, Charles y Raymond se sentaron alrededor de la valla de separacin, una barrera pintada de blanco y amarillo que haba al final de la calle. Rodney les haba pedido educadamente que se fueran, porque tena previsto encontrarse con una chica que conoca, una que haba conocido en la tienda de discos. Raymond sospech que Rodney simplemente quera echar a Larry y a Charles de su stano, y que se haba inventado dicha estratagema. Larry y Charles estaban ms beligerantes que antes debido al alcohol. Larry hablaba ms alto y Charles haba enmudecido, mala seal. Raymond tom por la palabra la oferta que le hicieron de que los acompaase, y estaba tomndose una cerveza. Ya se haba bebido tres cuartas partes y notaba los efectos. Nunca se haba tomado ms de una, y lo cierto era que no le gustaba mucho cmo saba, pero es que al beber con aquellos dos se senta mayor. Se mantuvo alerta por si hubiera alguien que pudiera contar a sus padres que lo haba visto bebiendo. Hablaron de chicas que les gustara tener. Hablaron del nuevo Mach 1. Larry, tal como haba hecho en numerosas ocasiones, pregunt una vez ms si James y Raymond tenan algo que ver con el jugador de baloncesto Earl Monroe, y Raymond contest: Que yo sepa, nada. Hubo una pausa en la conversacin para beber cerveza, y a continuacin dijo Larry: Me he enterado de que hace un par de semanas vinieron unos cuantos chicos blancos.

~26~

George Pelecanos
Nenazas blancas corrigi Charles.

Sin retorno

Y que le dijeron algo ofensivo a tu madre dijo Larry. Vena de la parada del autobs dijo Raymond. No se lo dijeron exactamente a ella. Estaban gritando cosas cuando ella pas por el mercado, as fue como ocurri. O sea, que se las dijeron a ella dijo Larry. No era una pregunta, de modo que Raymond no respondi. Pero se puso rojo de vergenza. Si alguien le hiciera eso a mi madre dijo Charles, se despertara dentro de una tumba. Mi padre dice que hay que ser fuerte y no darle importancia dijo Raymond. Larry solt un bufido. Si fuera mi madre, les pegara un tiro a esos hijos de puta dijo Charles. Bueno dijo Raymond, con la esperanza de poner fin a aquella conversacin tan embarazosa, yo no tena ninguna arma. Pero tu hermano, s repuso Charles. Qu?dijo Raymond. Venga, to, ya sabes que eso no es verdad. Lo s por el colega que se la vendi dijo Charles. Un revlver, como los que lleva la polica. James no tiene ninguna arma dijo Raymond. Pues entonces es que miente replic Charles mirando al frente. Larry dej escapar una risita. No estoy diciendo eso dijo Raymond. Lo que estoy diciendo es que no lo saba. Larry prendi un cigarrillo y tir la cerilla a la calle. Pues tiene una dijo Charles mirando dentro de su lata de cerveza al tiempo que la sacuda para ver lo que quedaba. Cretelo.

A James Monroe le gustaba llevar un trapo rojo limpio por fuera del bolsillo trasero cuando trabajaba en los surtidores de la gasolinera Esso. Una vez que dejaba la manguera introducida en el depsito del coche, lavaba las ventanillas con el limpiacristales de goma doble y mango largo que descansaba en un cubo lleno de jabn diluido. Cuando terminaba de retirar el lquido sobrante del parabrisas delantero y del posterior, se sacaba el trapo y limpiaba con cuidado las manchas o los residuos que

~27~

George Pelecanos

Sin retorno

pudieran haber quedado. Con independencia de que fuera necesario o no. Con ello haca ver al cliente que se senta orgulloso de su trabajo y que se preocupaba por cmo quedara el coche. Gracias a esta pequea atencin, que a l le gustaba denominar el toque final, de vez en cuando obtena una propina, a veces veinticinco centavos, y en ocasiones, por la poca de Navidad, cincuenta. La verdad era que daba igual que fueran slo diez, y hasta simplemente una mirada por parte del cliente que dijera: A este chico le importa su trabajo. Puestos a pensarlo, era una cuestin de respeto. James haba sido el primer negro, que l supiera, al que haban dado trabajo en aquella gasolinera. En su opinin, no estaba rompiendo ninguna barrera racial, sino ms bien cambiando una tradicin que exista en aquella estacin de servicio Esso. En el pasado, el propietario de la misma siempre haba cogido a blancos del vecindario y a amigos de stos. James haba sido perseverante y haba vuelto muchas veces para hablar con el seor George Anthony, el dueo, un individuo corpulento y barbudo cuyos ojos formaban arrugas a los lados cuando sonrea. El seor Anthony no le ofreci trabajo de inmediato, pero su persistencia termin dando resultados un da en el que el seor Anthony le dijo, casi en un aparte: Est bien, James. Ven maana a las ocho. Voy a darte una oportunidad. Ms adelante, cuando el seor Anthony ya haba visto lo que James era capaz de hacer, lo riguroso que era en lo de llegar puntual al trabajo, que nunca llamaba diciendo que estaba enfermo, aun cuando efectivamente estuviera enfermo, le dijo: Sabes por qu te di el empleo, James? Porque no dejabas de solicitarme el puesto. Porque no te rendiste. James trabajaba bien, pero en la gasolinera slo poda hacer media jornada. El seor Anthony intentaba ser justo con todos los muchachos a los que empleaba y ofrecerles las mismas oportunidades de ganarse un dinero. James se llevaba a casa unos cuarenta y dos dlares por semana. No le alcanzaba para irse de casa ni para comprarse un coche a crdito. Pero tena un plan: quera ser mecnico, como su padre, Ernest Monroe. Soaba con llegar a tener algn da una gasolinera propia, con ganar dinero de verdad. El suficiente para comprarse una casa en la ciudad y ayudar a sus padres a que encontraran otra no muy lejos de la suya. Vivir en un sitio en el que no hubiera blancos sureos que pasaran en coche junto a su madre cuando sta volviera a casa recin apeada del autobs, recin salida del trabajo. Ni que la llamaran negrata cuando se haba pasado el da entero de pie, vestida con aquel uniforme de limpiadora. Ella, que nunca haba juzgado a nadie. Sinti que se le aceleraba la sangre al imaginarse a su madre soportando aquel insulto. No haca mucho que haba comprado una cosa, una cosa que ensear en caso de que volviera a suceder algo as. Slo para asustar a aquellos cabrones, nada ms. Para ver la cara que ponan cuando fueran ellos los que tuvieran que comer mierda.

~28~

George Pelecanos

Sin retorno

No le gustaba sentirse tan enfadado, de modo que apart la imagen de su madre de su pensamiento. Tal como iba lo de ser propietario, James se daba cuenta de que estaba soando, pero no haba nada de malo en pensar en el futuro. Tena que concentrarse y trabajar para llegar a donde necesitaba llegar. Se haba apuntado a las clases de mecnica por medio de la gasolinera. La Esso tena un programa de formacin para sus empleados, aquellos que pudieran llevarlo a cabo. El seor Anthony lo haba instado a inscribirse en l, y acept pagarle la mitad de lo que costaba. Trabajar con coches no era un mal modo de ganarse la vida. Cuando uno arregla una cosa, hace feliz a alguien. Entraba un coche averiado y sala funcionando en perfectas condiciones. Uno haba logrado algo. Una carrera profesional de mecnico del automvil lo apartara de chicos como Larry y Charles, que pensaban que ya estaban acabados. Y tambin sacara de all a Raymond, le enseara a trabajar, a llevarse bien con gente que no perteneciera a su vecindario, igual que l se llevaba bien con los clientes blancos y los chicos blancos que trabajaban en la gasolinera. ltimamente Raymond vena teniendo algunos problemas, un robo en una tienda de Monkey Wards y, ms grave, un arresto por lanzar una piedra contra la ventana de una casa de aquel barrio de clase alta que haba cerca de Heathrow. El seor Nicholson, el dueo de la vivienda, le haba pagado a Ray menos dinero del acordado por realizar una serie de trabajos en el jardn, con la excusa de que el chico no haba sido concienzudo y que haba regresado all por la noche para tomarse la revancha. La polica, que acudi tras una llamada de Nicholson, lleg a la casa inmediatamente y Raymond reconoci lo que haba hecho. Le hicieron una ficha policial, segn la cual no sera detenido ni llevado a juicio si pagaba los daos y perjuicios, pero ya figuraba como una persona con antecedentes. Una ms como aqulla, le dijo la polica, y tendra problemas de verdad. Su padre encomend a James la tarea de meter en vereda a Ray, de cuidar de l, de reprimir sus impulsos violentos. No era ms que un cro que tena demasiada energa, eso era lo que pasaba. El chico llevaba mucha rabia dentro. El propio James haba sido igual de pequeo, haba albergado el mismo resentimiento y la misma desconfianza, principalmente hacia los blancos. Dicho sentimiento se haba aplacado en cierto modo cuando empez, junto con los chicos del barrio, a tomar el autobs para ir al colegio de secundaria de los blancos y luego al instituto situado en el lado rico del condado. No se junt en absoluto con aquellos chicos, pero por lo menos dejaron de ser el misterio que eran antes. Y adems descubri que la mayora de los blancos que trabajaban en la gasolinera eran personas normales. No era que se fuera con ellos a dar una vuelta fuera de las horas de trabajo; ellos eran lo que eran, y l era de Heathrow Heights, pero en el trabajo todos eran muchachos, pantalones azul oscuro y camisas azul claro, con el nombre de pila escrito en un parche ovalado co-

~29~

George Pelecanos

Sin retorno

sido a la tela. Uno poda ser el mejor de todos o ser del montn. El quera ser el mejor. El quera respeto. S, seora dijo James acercndose a la ventanilla bajada de una mujer blanca que iba subida en un Cougar blanco, una rubia ms bien mayor sentada al volante. Llnalo le dijo ella sin mirarlo a los ojos. Hasta arriba. Enseguida contest James al tiempo que sacaba la boca del surtidor de su soporte. Y ahora mismo le limpio el parabrisas.

La casa de los Monroe era, a primera vista, tan modesta como todas las de Heathrow Heights. Tena dos dormitorios de paredes de tablones de madera, un stano y un porche delantero. Ernest Monroe, como era mecnico, era un manitas y tena la casa en buen estado de mantenimiento. Haba enseado a sus hijos a pasar con suavidad una brocha, a blandir adecuadamente un martillo y a emplear puntas de cristalero y masilla para reparar un cristal roto, un incidente que tena lugar con frecuencia cuando haba alrededor nios y pelotas de bisbol. Ernest saba que una mano nueva de pintura cada dos aos era lo que diferenciaba una casa de aspecto desvencijado y otra que indicara que dentro viva un hombre serio y trabajador que se preocupaba de lo suyo. No haca falta dinero para lograr dar dicha impresin, sino ms bien un poco de sudor y de amor propio. Ernest trabajaba mucho, pero tambin deseaba vivamente los momentos de descanso. Despus de la cena, sus noches consistan en quedarse sentado en su silln abatible viendo su televisin a color Sylvania, de veinticinco pulgadas y comprada a plazos, tomndose unas cervezas y fumando sus cigarros mentolados de la marca Tiparillo. Una vez que se acomodaba en aquel silln, con un ejemplar de la ltima edicin del Washington Post sobre las rodillas, ya no se mova, salvo para hacer viajes al nico cuarto de bao que haba en la casa. Ernest se vea sus programas de accin de la CBS leyendo en voz alta de cuando en cuando algo que vena en el peridico y que le llamaba la atencin o lo diverta, y a veces reciba una contestacin de su mujer Almeda o de sus hijos, si es que estaban presentes y atentos a lo que deca. Para l, divertirse era eso. Haced el favor de bajar la voz un momento dijo Ernest. Quiero or la cancin. Estaba a punto de comenzar Mannix, su serie favorita de detectives. Disfrutaba de la cabecera, en la que sonaba la msica como acompaamiento de mltiples planos entrecortados de Joe Mannix corriendo, sacando la pistola y rodando por encima de los caps de los coches.

~30~

George Pelecanos

Sin retorno

Da-dant-de-da, da-dant-de-da-daaa cantaron James y Raymond al unsono, riendo y chocndose las manos. Silencio dijo Ernest. No hablo en broma. Ernest Monroe era un hombre de mediana corpulencia dotado de unos brazos musculosos, producto de los muchos aos que llevaba apretando llaves inglesas. Su poblado bigote y su cabello afro modificado estaban salpicados de canas. Por la noche las manos le olan a humo de tabaco y a jabn. Da-dant-de-da, da-dant-de-da-daaa repitieron James y Raymond, esta vez casi susurrando, y Ernest sonri. Cuando empez a sonar la msica, suspendieron el juego y dejaron que su padre oyera la cancin. Qu tal te ha ido hoy el trabajo, Jimmy? dijo Almeda, una mujer delgada, antao bonita y actualmente de rostro agradable, vestida con una bata de casa sin mangas. Estaba sentada entre sus dos hijos, en un gastado sof que haba estado remendando, con aguja e hilo, para que estuviera presentable. Se abanicaba con una revista Jet. La casa no tena aire acondicionado, y en verano se pasaba calor todo el tiempo. No daba la impresin de que se refrescase por la noche. El trabajo ha ido bien respondi James. Ha estado sirviendo contaminantes dijo Raymond. Raymond lo reconvino su padre. Y dnde has estado t esta tarde? le pregunt la madre a Raymond, haciendo, a propsito, caso omiso de su comentario de mal gusto. Por ah contest l. Raymond haba estado mascando chicles de clorofila hasta la hora de cenar, con la esperanza de que sus padres no notasen el olor a cerveza que le despeda el aliento. Haban pasado muchas horas desde que se la tom, pero como no tena experiencia de beber, no saba cunto tiempo duraba la peste a alcohol. Finalizaron los crditos del principio y la cadena emiti un anuncio. Ernest vio algo en el peridico que le llam la atencin y le provoc una sonrisa. Escuchad lo que dice aqudijo: Hoy la congresista Shirley Chisholm ha hecho una visita a George Wallace, que se encuentra hospitalizado... Todava sigue en Holy Cross? pregunt James. Le han hecho no s qu operacin dijo Almeda para intentar sacarle los fragmentos de bala de la columna. Para ver si consiguen que ese blanco paleto vuelva a andar dijo Raymond.

~31~

George Pelecanos

Sin retorno

Eso no es muy cristiano por tu parte, Ray dijo su madre. Sea como sea dijo Ernest, la seorita Shirley Chisholm estaba saliendo del hospital, cuando un periodista le pregunt que por qu haba ido a ver al herido. Significa que piensa apoyarlo en las elecciones presidenciales si modera sus opiniones? Y sabis qu contest Shirley Chisholm? Pues lo nico que dijo fue: Dios santo! He odo decir que Wallace va a obtener el voto por simpata si vuelve a presentarse apunt James. De quin? inquiri Ernest. En aquel momento volvi la serie. Los chicos rieron al or la lnea argumental, que consista en que Mannix haba quedado ciego por culpa del polvo de un arma que alguien dispar muy cerca de su cara y despus, todava invidente, pasaba el resto del tiempo persiguiendo al causante del hecho. Cmo va a dar con ese to si est ciego? pregunt Raymond. Lo va a ayudar Peggy respondi Ernest expeliendo humo por la comisura de la boca. A tu padre le gusta esa Gail Fisher coment Almeda. Pero no me gusta del modo en que me gustas t replic Ernest. Me acuerdo de cuando hizo ese anuncio para el detergente All. A Almeda le gustaba hacer un seguimiento de la carrera de actores y actrices de color, de cuya vida se enteraba por las revistas. En ese anuncio tambin estaba muy bien dijo Ernest. Pasaron la mayor parte del episodio charlando. Este resultaba previsible, y adems era una reposicin que su padre haba visto el otoo anterior. Como haca en numerosas ocasiones, mencion que el actor que representaba el papel de Mannix no era exactamente blanco, sino una especie de rabe. Rumano, o algo as, dijo. Armenio lo corrigi Almeda. Y son cristianos. Cristianos ortodoxos, para ms seas. No musulmanes. Por lo menos, los que yo conozco. Uno de vosotros dijo Ernest, que le traiga a su padre una cerveza fra. James se levant del sof. Almeda limpiaba en la casa de una familia armenia que viva en Wheaton, al lado de Glenmont. Era uno de los dos empleos de jornada completa que haba conservado desde los disturbios del 68. Tras los incendios de abril, muchas de las empleadas domsticas que conoca haban dejado de trabajar de criadas. Ella haba continuado trabajando a media jornada porque su familia necesitaba dinero, pero se haba despedido de quienes no le importaban y se haba quedado con las personas que le agradaban. El recorte de las horas de trabajo ni siquiera la

~32~

George Pelecanos

Sin retorno

afect demasiado. Los propietarios de las dos casas que la tenan de empleada, los armenios y una pareja protestante de Bethesda, le subieron el sueldo tras el asesinato del doctor King. Ella ni siquiera lo haba pedido. Ernest ley en voz alta: Redd Foxx y Slappy White vienen a Shady Grove. Desde que se vino abajo lo de Howard, estn llevando a cabo todas las actuaciones de calidad en tierras de agricultores. Quin va a querer desplazarse hasta all? James regres con una lata de cerveza Pabst y le quit la anilla. A continuacin la dej caer por el agujero y le entreg la lata a su padre. Pretendes que me ahogue?dijo Ernest. La prxima vez, tira la anilla. Eso es lo que veo que hacen otros dijo James, que slo haba bebido cerveza un par de veces. Pues esos otros son idiotas. No pienso tragarme un trozo de metal retorcido. Puedo traerte otra ofreci Raymond. No pasa nada. Ahora que ya has abierto sta, me la tomar. Para eso la he pagado. Casi dijo Raymond. Vigila esa lengua, nio. En Dart, la PBR costaba solamente un dlar y pico el paquete de seis. Los Tiparillo que fumaba Ernest valan uno noventa y nueve el paquete de cincuenta, en la misma tienda. Ernest Monroe tena sus vicios, pero eran baratos. Almeda nunca se quejaba de que fumase y bebiese; su marido trabajaba mucho y volva a casa todas las noches. James y Ernest se pusieron a hablar de la diferencia que haba entre los motores pequeos y los grandes. Raymond dijo que tena sueo, dio un beso en la mejilla a su madre y palme el hombro de su padre, que emiti un gruido a modo de agradecimiento. Raymond se fue al dormitorio de atrs, el que siempre haba compartido con James. Haba dos camas individuales colocadas cada una contra una pared. Se les haban quedado pequeas a medida que haban ido creciendo, y ahora ya les asomaban los pies por fuera del colchn. Al pie de cada cama haba una cmoda, perteneciente a algn dueo anterior, que su padre haba trado a casa porque la haba encontrado en algn sitio o la haba comprado por casi nada. Las reforz con clavos y las fortaleci con cola y tornillos. A continuacin las barniz de nuevo, con lo que quedaron mejor que bien. Haba un armario lleno de camisas y pantalones de vestir que estaban esperando a que los colgasen.

~33~

George Pelecanos

Sin retorno

En la pared haban clavado con chinchetas una foto del equipo de los Redskins de Washington de 1971, que haca poco que haban llegado a jugar las eliminatorias por primera vez en veintisis aos. La foto se la haba regalado a Raymond el encargado de Nunzio's tras obtener una promocin de Coca-Cola, diciendo que no tena modo de usarla. Raymond sospech que slo pretenda tener un gesto amable. Raymond era forofo de los Redskins, pero su primer amor era el baloncesto. Su equipo eran los Knicks. Era admirador de Clyde Frazier, y su hermano James adoraba a Earl Monroe. Haba quien llamaba a Earl Monroe la Perla, y otros lo llamaban el Jess Negro. James y sus amigos lo llamaban Jess, sencillamente, pero no cuando estaba presente su madre, que deca que aquello era una blasfemia. James tena una camiseta blanca en cuya parte de atrs haba pintado con rotulador el apellido Monroe, junto con el nmero de Earl, el 15, cuidadosamente escrito debajo. Taidobien lo escribi en la parte delantera. Raymond Monroe se haba decorado otra camiseta de la misma manera, con el nmero correspondiente a Frazier dibujado a mano por delante y por detrs junto al nombre de Clyde. Raymond recogi del suelo la camiseta de James que llevaba el nombre de Earl Monroe y la olfate para ver si estaba limpia. No ola mucho a l, as que la dobl y se dirigi a la cmoda de su hermano, abri el cajn de las camisetas y la guard en l. Su mano se detuvo unos instantes encima de ellas. Se volvi a medias hacia la puerta, que estaba abierta. No oy pasos. Se oa la televisin y las voces amortiguadas de James y de su padre, que an estaban hablando. Meti la mano por debajo de las camisetas y no palp nada. Cerr aquel cajn y abri el siguiente, que guardaba vaqueros y pantalones cortos. Debajo de estos ltimos toc algo metlico. Un can corto, un cilindro con muescas y una culata con un relieve cuadriculado. Fue como si en su interior se hubiera encendido una cerilla. Un muchacho poda adquirir de repente fuerza y virilidad con slo tocar un arma. Charles deca mentiras la mayora de las veces. Pero en esta ocasin haba dicho la verdad.

~34~

George Pelecanos

Sin retorno

Captulo 3

Alex Pappas tena la entrada del concierto de los Rolling Stones pinchada en el tabln de anuncios de su habitacin. Los Stones haban tocado en el estadio RFK el Cuatro de Julio, unas semanas antes, y Alex y sus amigos, Billy Cachoris y Pete Whitten, haban estado presentes en dicha actuacin. Alex haba hecho cola durante horas a la salida de las taquillas habilitadas en el Sears de White Oak, esperando con los dems para pillar entradas, pero haba merecido la pena. Jams iba a olvidarse de aquel da, ni siquiera cuando llegara a ser tan mayor como su viejo. En el tabln haba tambin entradas de partidos de los Bullets de Baltimore a los que haba acudido con su padre, que haba tenido la generosidad de llevarlos en coche a l y a sus amigos hasta el Civic Center de Baltimore. Earl la Perla, el jugador de James, haba vuelto con los Knicks a mitad de la temporada, y con l se perdi parte del atractivo que tenan los Bullets. No era lo mismo animar a voz en grito a Dave Stallworth y Mike Riordan en lugar de Monroe. Alex estaba en su habitacin, esperando a que llamara su novia. Tena puesto el disco de aquel grupo nuevo, Blue Oyster Cult, en su estreo compacto, un equipo domstico Webcor de ochenta vatios que comprenda dos altavoces con suspensin de aire, un sintonizador de radio AM/FM, un cambiador de discos y una cubierta para el polvo, adems de una pletina de ocho pistas integrada. Haba ahorrado el dinero de las propinas y se haba comprado aquel equipo pagndolo en efectivo en la tienda Dalmo que haba en Wheaton. Junto al aparato haba varias cintas de ocho pistas, Manassas, Thick as a Brick y Brotber Barricades, pero Alex prefera los discos, que sonaban mejor que la cinta y no tenan rupturas de canal en mitad de las canciones. Adems, le gustaba arrancar el papel de celofn que envolva un lbum nuevo, leer los crditos y los comentarios y estudiar el diseo de la portada mientras escuchaba la msica. Ahora estaba mirando la portada de Blue Oyster Cult, mientras se oa por todo el cuarto Then Carne the Last Days of May. Era una cancin que hablaba de que se acababa algo y tena un tono a la vez amenazante y misterioso, y a Alex lo turbaba y lo animaba. La portada del disco era un dibujo en blanco y negro de un edificio que se estiraba hasta el infinito, coronado por un cielo negro en el que se vean las estrellas y una media

~35~

George Pelecanos

Sin retorno

luna, y, suspendido sobre el edificio, un smbolo que pareca una cruz con forma de anzuelo. Eran unas imgenes que resultaban inquietantes, y acordes con la msica, que era pesada, siniestra, peligrosa y hermosa. Aqul era el grupo nuevo favorito de Alex. Estaba previsto que actuase de telonero en el concierto que iba a dar Quicksilver Messenger Service en el Constitution Hall, y Alex tena pensado acudir. De pronto son el telfono que descansaba en el suelo, y Alex lo cogi. Por el temblor que percibi en la voz, comprendi que Karen haba estado llorando. Qu ocurre? dijo Alex. Que mi madrastra es una cabrona. Qu ha hecho? No me deja salir esta noche dijo Karen. Dice que tengo que quedarme en casa para cuidar de mi hermana. Que ya me lo avis la semana pasada. Pero en realidad no me dijo nada de nada. La hermana de Karen era una media hermana. La nia, que ya no era una recin nacida, era el resultado de la unin entre el padre de Karen y su segunda esposa, una mujer tirando a joven. La madre de Karen haba fallecido de cncer de mama. El padre era un gilipollas. En aquella casa todo era un desastre. Vas a poder escaparte ms tarde? inquiri Alex. Alex, la nia tiene slo dos aos. No puedo dejarla sola. Slo unos quince minutos o as. Alex! Vale, de acuerdo. Ya voy yo a verte. Cuando se hayan ido tus padres. Qu vamos a hacer? Ya sabes, charlar nada ms contest Alex. Estaba pensando en los pezones sonrosados y el felpudo negro de Karen. Ser mejor que no dijo Karen. Ya sabes lo que ocurri la vez anterior. Los padres de ella regresaron temprano y los sorprendieron montndoselo en la cama de Karen. Alex sali del dormitorio de su novia con un hueso sobresaliendo por debajo de la tela de sus Levi's y con la peregrina excusa de que haba ido all con la intencin de arreglar el estreo de Karen. El padre se qued all de pie, con el rostro congestionado e incapaz de hablar. Era un hijoputa de mucho cuidado que vena tratando mal a Karen desde que entr en la familia su nueva mujer. Desde entonces Alex lo evitaba.

~36~

George Pelecanos

Sin retorno

Supongo que tienes razn dijo Alex. Bueno, saldr con Billy y Pete. A lo mejor maana? dijo Karen. A lo mejor dijo Alex. Colg y llam a sus amigos. Pete tena permiso para llevarse el Oldsmobile de la familia aquella noche y Billy estaba deseando salir. Alex se puso unos vaqueros con un cinturn grueso, una camisa de botones automticos y unas botas Jarman en dos tonos con tacones de siete centmetros. Apag el estreo y sali de la habitacin. Su hermano Matthew, que tena catorce aos, estaba en su habitacin, pasillo adelante. Matthew tena casi la misma estatura que su hermano, destacaba en la cancha de baloncesto, en el bisbol y en clase. Era ms competente que Alex en todos los sentidos excepto en el nico que contaba entre los chicos: Alex todava era capaz de vencerlo en una pelea. Aquello no iba a durar as mucho ms tiempo, pero por el momento defina la relacin existente entre ambos. Alex se detuvo en la puerta. Matthew estaba tendido en la cama, lanzando una bola de bisbol al aire y atrapndola con su guante. Tena una gruesa mata de pelo ondulado y la nariz grande, como su viejo. El cabello de Alex era rizado, como el de su madre. Nenaza dijo Alex. Marica dijo Matthew. Yo me voy. Hasta luego. Alex recorri el pasillo, pas por delante del dormitorio de sus padres y se detuvo en la puerta del cuarto de bao, que estaba ligeramente entreabierta. El aire que sala por ella ola a agua sucia, a tabaco y a ventosidades. Dentro estaba su padre, tomando uno de sus baos de media hora, cosa que haca todos los das despus del trabajo. Voy a salir, pap dijo Alex por la abertura de la puerta. Con Billy y Pete. Los tres genios. Qu vais a hacer? Tirar a viejas al suelo y robarles el bolso. Hasta luego. Alex no tuvo necesidad de mirar el interior del bao para ver el leve gesto de despedida que hizo su padre con la mano. No volver tarde dijo Alex, adelantndose a la pregunta siguiente. Quin conduce? Peter lleva el coche de su padre.

~37~

George Pelecanos

Sin retorno

Sern idiotas musit su padre, y Alex continu hasta el final del pasillo. Su madre, Calliope Pappas, a la que llamaban Callie, se hallaba sentada en la cocina, ante la mesa de comedor ovalada, hablando por telfono y fumando un Silva Thin Gold 100. Llevaba las cejas depiladas en forma de dos tiras negras y la cara cuidadosamente maquillada, como siempre. Haca poco que haba ido a la peluquera Vincent et Vincent. Llevaba puesto un vestido suelto de Lord and Taylor y sandalias de tacones gruesos. Como perteneca a la segunda generacin, le gustaban la moda y las estrellas de cine, y era menos griega que su marido. La casa estaba siempre limpia, y siempre se serva una cena caliente a su hora. John Pappas era el caballo de labor, y Callie mantena limpio el establo. Voy a salir, mam dijo Alex. Ella puso una mano sobre el receptor del telfono y solt un poco de ceniza en un cenicero. Para hacer qu? Nada contest Alex. Quin conduce? Pete. No tomes cerveza le dijo, a modo de bocina que uno oye fuera. Le mand un beso por el aire y l se encamin hacia la puerta. Alex sali de la casa, una pequea construccin de ladrillo con persianas blancas, y ech a andar por una calle de viviendas idnticas a la suya.

Billy y Pete haban comprado un par de paquetes de seis de Schlitz en la tienda Country Boy que haba en Wheaton. Cuando Alex se subi al asiento trasero del Oldsmobile, vio que llevaban las latas abiertas sujetas entre las rodillas. Pete introdujo la mano en la bolsa que tena a los pies y le dio una lata de cerveza a Alex. Te llevamos mucha delantera, Pappas dijo Pete, delgado, rubio, gil y alto, un blanco protestante entre miembros de minoras tnicas de la zona mayormente obreraclase media del sureste de Montgomery County. Los padres de sus amigos tenan empleos en el sector de servicios y de la venta al por menor. Muchos de ellos eran veteranos de la Segunda Guerra Mundial. Sus hijos alcanzaran la edad adulta en un ftil y tcito intento de ser tan duros como sus viejos. Bebe, niata dijo Billy, ancho de hombros y de pecho. Llevaba una sombra de barba, aunque slo tena diecisiete aos.

~38~

George Pelecanos

Sin retorno

Billy y Pete solan parar brevemente en casa de Alex para poder acaparar el asiento delantero. Se entenda que Alex no era el lder de aquella manada en particular. Era un poco ms menudo que ellos, menos agresivo fsicamente, y con frecuencia el blanco de sus bromas. Ellos no lo trataban exactamente con crueldad, pero a menudo se mostraban condescendientes. Alex aceptaba el arreglo, como haba venido siendo el caso desde que empez el instituto. Alex quit la anilla de su Schlitz y la dej caer por el agujero de la lata. Bebi un sorbo de cerveza, que todava conservaba el fro de los refrigeradores de la tienda que ellos llamaban Country Kill. Tenis algo de hierba? dijo Alex. Estamos pelados respondi Pete. Maana vamos a conseguir un poco dijo Billy. Te apuntas? Cunto? Cuarenta la onza. Cuarenta? Es de Colombia, to dijo Pete. Mi camello dice que es de primera. No ser como esa mierda mexicana que le compras a Ronnie Leibowitz. Ronnie Rabinowitz corrigi Billy, y Pete le rio el chiste. Contad conmigo dijo Alex. Pero, oye, para el coche en cuanto hayas salido de mi calle. Pete par el Oldsmobile junto al bordillo de la acera y lo dej al ralent. Alex extrajo un tubo para pelcula fotogrfica que contena una porcin de marihuana. He encontrado esto en mi cajn. Est un poco rancio... Dame esa hierba dijo Billy a la vez que tomaba el tubo, miraba en su interior y lo sacuda. Con esto no da ni para liar un porro. Pete empuj el encendedor al interior del salpicadero. Cuando ste volvi a salir, lo cogi, y de inmediato Billy introdujo aquella pequea cantidad de hierba en la resistencia anaranjada. Fueron aspirando por turno el humo que se elevaba de la superficie candente. Slo haba lo bastante para un dolor de cabeza, pero les gust cmo ola. Adnde vamos? dijo Alex. Al centro contest Pete al tiempo que daba vuelta al coche para tomar Colesville Road y dirigirse hacia el sur para incorporarse a la District Line.

~39~

George Pelecanos

Sin retorno

Billy sac un Marlboro de un paquete que haba guardado en el parasol y lo prendi. Las ventanillas estaban bajadas y el aire nocturno penetraba en el coche y les agitaba el cabello. Todos lo llevaban largo. El coche era un Cutlass Supreme blanco y azul. Debido a la combinacin de colores y a que no era el 442, Billy sola lanzarle pullas a Pete al respecto, diciendo que era un coche para amas de casa y homosexuales. Qu deca Billy, el coche lo eligi tu madre mientras tu padre estaba en el curro? Por lo menos es nuestro replicaba Pete. El padre de Billy, un vendedor de la casa Ford que trabajaba en el concesionario Hill y Sanders ubicado en Wheaton, se llevaba a casa vehculos prestados. El padre de Pete trabajaba de abogado para el sindicato de trabajadores del automvil, era un profesional, cosa que nunca se cansaba de mencionar a sus amigos. Pete sacaba buenas notas y recientemente haba puntuado muy alto en la prueba de acceso a la universidad. Billy y Alex eran estudiantes de aprobadillos y no tenan planes especiales. La noche anterior al examen se haban colocado y haban bebido alcohol. Los chicos recorrieron toda la calle Diecisis discutiendo acerca de la emisora de radio que deban poner. Alex quera or la WGTB, la emisora FM progresista que proceda del campus de la Georgetown, pero Billy descart totalmente dicha idea. Quiero ver si ponen a Vomit Rooster dijo Billy. Atomic Rooster corrigi Alex. En la radio se empez a or Nights of Wbite Satn, pero Billy cambi de sintona porque no estaban colocados. Quit otra emisora que estaba poniendo aquella cancin de Lobo que hablaba de un perro y se qued en una slo el tiempo suficiente para cambiar la letra del xito de Roberta Flack La primera vez que vi tu cara por La primera vez que me sent en tu cara. Encontr una emisora que estaba poniendo msica de guitarras y la dej correr unos momentos. Escucharon sencillos de T-Rex, Argent y Alice Cooper, y cuando empez a sonar Day After Day, Billy subi el volumen al mximo. Para cuando finaliz la cancin, ya estaban cerca de Foggy Bottom. Pete encontr un sitio para aparcar. Fueron andando hasta un local nocturno cuyo propietario era Blackie Auger. No tenan edad suficiente para beber, pero todos contaban con cartillas militares que haban comprado a otros chicos mayores del barrio. El portero les ech una mirada, vio a tres chavales vestidos con vaqueros de la zona obrera del extrarradio y se plant para no dejarles entrar. Pero Alex consigui que les franquearan el paso diciendo que conoca a Blackie, el legendario restaurador griego y propietario del bar. Pero no conoca a Auger, ni tampoco lo conocan sus padres; de hecho, perteneca a una clase de griegos americanos totalmente distinta y jams haba entrado en

~40~

George Pelecanos

Sin retorno

contacto con l. La familia de Alex asista a la iglesia para inmigrantes de la calle Diecisis, mientras que Auger y otros de su nivel eran miembros de la catedral para la clase alta situada en la Treinta y seis con Mass. El portero les dej pasar. La posibilidad de que aquel chico estuviera diciendo la verdad fue lo que les vali la entrada. Supieron que estaban fuera de lugar en cuanto penetraron en el local. Los hombres tenan todos veintitantos aos, calzaban zapatos con tacn de madera y vestan pantalones de lana ajustados con camisas de rayn de cuellos muy grandes abiertas para ensear el pecho, medallones, crucifijos y colgantes de oro. Las mujeres llevaban vestidos y no miraban en su direccin. Los que estaban en la pista de baile, por lo visto se saban los pasos de moda. Alex, Billy y Pete saban hacer lo que haban visto en los bailes de Soul Train, pero nada ms. Su estancia tuvo los minutos contados cuando un tipo que llevaba un cinturn con hebilla en forma del signo del dlar le dijo a Billy algo as como que se haban equivocado de local, y Billy, que en aquel momento estaba fumando un Marlboro, le contest: S, no saba que esto era un bar de maricas, y le lanz el cigarrillo encendido al pecho. El mismo portero que les haba dejado entrar se les acerc y les dijo que salieran y que tampoco no volvieran. Que tampoco no volvamos dijo Pete, ya en la acera. El muy imbcil ha usado una doble negacin. Billy y Alex no supieron a qu se refera Pete, pero imaginaron que sera algo relativo a que Pete era ms listo que el gorila. Que los echaran a la calle result un tanto violento momentneamente, pero ninguno de ellos pas mucho rato amargado. Haba sido divertido ver que salan chispas del pecho de aquel to y or las carcajadas que lanz Billy cuando el otro cerr los puos pero no lleg a agredirle, y que a Billy todo aquello le importara un pimiento, como era habitual en l. Pasearon un poco ms con el coche y bebieron cerveza. Se les pas por la cabeza ir al Silver Slipper, pero aquel local slo permita un mnimo de alcohol y obligaba a cumplir dicha restriccin, y de todas formas en l haba gente que bailaba en plan estriptis, y para ellos eso significaba que las tas no enseaban nada y tardaban mucho tiempo en dejar ver un poco de teta al aire. Terminaron sacando entradas para una pelcula titulada The Teachers que ponan en un cine llamado The Art, entre la Nueve y F. El nombre del cine no era muy acertado, teniendo en cuenta que se trataba de una sala porno. En el patio de butacas, que ola a tabaco, a sudor y a peridicos mojados, se sentaron separados unos de otros para que nadie pensara que eran de la otra acera, y vieron la pelcula y observaron a los tos mayores que haba entre el pblico, que geman al correrse. Alex tuvo una ereccin, pero nada parecido a la que tuvo montndoselo con Karen, y slo de pensar en ella se sinti solo y triste de estar donde estaba. Los otros deban de estar experimentando un

~41~

George Pelecanos

Sin retorno

sentimiento parecido, porque decidieron mutuamente marcharse antes de que acabara la pelcula. De camino al coche bromearon sobre el detalle de que todos los personajes femeninos se llamaban Uta. Fueron en el coche hasta Shaw. Las cervezas ya se haban calentado, pero continuaron bebiendo. En la Catorce con S comentaron aquella ocasin en que contrataron los servicios de una puta en aquel cruce para celebrar el dcimo sexto cumpleaos de Pete, un rito de paso para los chicos varones de la zona de Washington, y bromearon con Pete recordando que se corri nada ms penetrar a la ta en cuestin. A decir verdad, dej el cargamento en las sucias sbanas de la cama de una diminuta habitacin situada en la tercera planta de una casa, antes de tener la oportunidad de insertar la polla, pero esto no se lo cont a sus amigos. Ya era bastante grave haber perdido la virginidad con una furcia negra que se llamaba Shyleen. Aquellos chicos eran los nicos que saban que l haba hecho tal cosa, y la historia iba a tener punto final al mismo tiempo que la amistad con ellos. Dentro de un ao se marchara a la universidad y empezara una vida nueva. Estaba deseando que llegara el momento. Recuerdas cuando le dimos los quince dlares?dijo Billy. Aqu mismo, en la calle? Ella nos dijo: Guardaos ese dinero, queris que me entierren? Alex haba estado presente. La chica dijo encierren, no entierren. Y qu esperabas de una fulana? dijo Billy. No hables as de tu madre dijo Pete. En la calle U, emprendieron la subida de la larga pendiente, en sentido norte. Desde U hasta Park Road, aquel distrito comercial y residencial haba sido incendiado y prcticamente destruido en los disturbios. Lo que quedaba estaba chamuscado y convertido en escombros. Muchas tiendas que haban logrado permanecer en pie haban cerrado y se haban trasladado a otro sitio. To, s que han jodido bien esta zona coment Pete. Adnde se habr ido la gente que viva aqu? dijo Alex. Estn todos en Negro Heights contest Billy. Y cmo lo sabes, has estado all? pregunt Pete. Ha estado tu padre dijo Billy. Porque siempre ests hablando de ello dijo Pete. Cundo vas a dejar de decirlo y hacerlo de una vez? Billy, Pete y Alex vivan a pocos kilmetros de Heathrow Heights, pero conocan dicho barrio slo por la fama que tena, y no haban entrado en contacto con los residentes. Los chicos de color que vivan all iban en autobs a un instituto ubicado en la parte ms rica de Montgomery

~42~

George Pelecanos

Sin retorno

County, cuyos estudiantes blancos estaban orientados a la universidad, mientras que los que iban al instituto de Silver Spring se saba que eran una mezcla inculta de drogatas, engominados y musculitos, en la que haba muy pocos futuros universitarios. Qu pasa, te crees que me da miedo ir a ese barrio?dijo Billy. Pues no me da. Billy s que tena miedo. Alex estaba totalmente seguro. Igual que su viejo, el seor Cachoris, que contaba chistes de negros en los escalones de su iglesia, donde se reuna todo el mundo tras el servicio religioso. Al seor Cachoris tambin le daban miedo los negros. No era ms que eso, miedo transformado en odio. Billy no era mala persona, la verdad era que no. Su padre le haba enseado a ser ignorante. Con Pete la cosa era algo distinta, l siempre tena que despreciar a alguien. Alex no era muy sabihondo, pero estas cosas s que las saba. Y t qu, doctor King? dijo Billy volvindose para mirar a Alex, que iba en el asiento de atrs. Quieres ir a Negro Heights? Yo slo quiero irme a casa. Alex se ha echado una novia negrata en la cafetera de su padre dijo Billy. Y no le gusta que yo hable mal de su gente. Billy y Pete chocaron las manos y rieron. Alex se encogi en su asiento. Se preguntaba, como haca a menudo cuando ya iba llegando al final de la noche, por qu se juntaba con aquellos tos. Estoy cansado dijo. Pappas quiere darnos las buenas noches dijo Pete. Pete Whitten inclin la cabeza hacia atrs para apurar la cerveza, y su melena rubia onde con el viento. Todos guardaron silencio durante el camino de regreso.

Raymond estaba en la cama, escuchando los grillos que cantaban en el jardn. En tres de las cuatro estaciones del ao, James y l dorman con la ventana abierta. Su padre les haba construido unas mallas metlicas con bastidor de madera que se abran en forma de alas para rellenar el espacio y sostener las ventanas, que ya no se sostenan solas en alto, debido a que las cuerdas haca mucho que se haban deshecho. Ernest Monroe era capaz de arreglar casi cualquier cosa con las manos. Raymond, vestido nicamente con el calzoncillo, estaba tumbado encima de las sbanas, totalmente despierto. Estaba emocionado con su descubrimiento, y tambin se senta un poco culpable por hurgar en el cajn de la cmoda de su hermano. James haba llegado a casa un rato antes, dijo que tena sueo y se haba dejado caer en su cama. Aqul

~43~

George Pelecanos

Sin retorno

habra sido el momento de hablar de la pistola, pero Raymond titube sin saber cmo empezar la conversacin. No estuvo bien hacer lo que haba hecho. Iba a tener que reconocer que quienes le haban picado la curiosidad haban sido Charles y Larry, y saba que a James no le caan demasiado bien. Era complicado tratar de buscar la mejor manera de iniciar la conversacin. Para cuando reuni el valor necesario para ello, se hizo un silencio en la habitacin que le indic que haba esperado demasiado. Eh, James dijo Raymond. Los grillos continuaron frotndose las patitas. Un perrillo lanz un ladrido desde el patio de atrs de la minscula casa que haba calle abajo, en la que viva la seorita Anna. Raymond repiti en voz baja: James.

~44~

George Pelecanos

Sin retorno

Captulo 4

Tres adolescentes recorran las calles dentro de un Torino GT, bebiendo cerveza, fumando hierba y escuchando la radio. Por el altavoz del salpicadero se oa el tema Black and White de Three Dog Night. El vocalista cantaba: El mundo es negro, el mundo es blanco. / Juntos aprendemos a leer y a escribir. Billy tarareaba al mismo tiempo, pero cambiando la letra: Tu padre es negro, tu madre es blanca. / A tu padre le gusta el coito estrechn. Ya haban odo muchas veces a Billy cantarlo de esta manera, pero rieron como si fuera algo nuevo. Los tres acababan de fumarse un porro bien gordo. Aunque la temperatura superaba los treinta grados, haban subido las ventanillas para preservar el colocn. Billy se sent al volante del Torino, un modelo de dos puertas de color verde provisto de un motor Cleveland 351 debajo del cap, el ltimo que haba recibido su padre en prstamo. Llevaba un pauelo rojo atado alrededor de su gruesa mata de pelo negro y pareca un pirata feroz. Dale caa dijo Alex desde el asiento de atrs. Billy pis el acelerador. Los dos tubos de escape rugieron que dio gusto cuando remontaron una larga pendiente que atravesaba una zona residencial que se extenda de este a oeste. Estaban aproximndose al pequeo distrito comercial que haba no muy lejos de su barrio. Mach Uno dijo Billy en tono reverencial. Mirad cmo ruge. Es un Torino dijo Pete desde el asiento del pasajero. Tiene el mismo motor que el Mach dijo Billy. Eso es lo nico que estoy diciendo. Es un torito dijo Pete. Por lo menos yo conduzco un coche dijo Billy. Es de los de tu padre replic Pete. Es como si lo hubieras alquilado. As y todo, lo estoy conduciendo. Si no fuera por m, irais todos a patita. A la casa de tu madre dijo Pete.

~45~

George Pelecanos

Sin retorno

Billy sacudi sus anchos hombros. Rio con desenfado, como hacen los tipos grandullones, incluso como si un amigo estuviera gastando bromas pesadas con su madre. Y tambin a la de tu hermanita continu Pete sosteniendo una mano en alto para que Alex le chocara los cinco. Alex se los choc con fuerza, y al hacerlo la melena lisa de Pete, larga hasta el hombro, se le vino toda a la cara. Pete apur su Schlitz y arroj la lata hacia atrs. sta fue a juntarse con las otras latas que se haban bebido aquel da, y que ahora formaban un montn en el suelo del coche y rebotaban produciendo un ruido sordo. Necesito tabaco dijo Billy. Para en el Seven-Ereven dijo Pete, imitando a un chino que intentara hablar ingls. Aparcaron y se bajaron del coche. Llevaban Levis 501 de pata recta, con el bajo vuelto hacia arriba, y camisetas con bolsillo en el pecho. Pete calzaba unas Adidas Superstar y Billy luca unos Hanover con cua hechos con tela vaquera. Alex llevaba sus Chuck. No vestan de forma estilosa, pero tenan el estilo de la zona sur. La tienda en cuestin no era un Seven-Eleven, pero lo haba sido durante una temporada, y los tres seguan identificndola como tal. Actualmente a cargo de una familia de asiticos, venda ms que nada vino y cerveza. Cuando entraron los chicos, estaba sonando el tema de Climax Precious and Few en un equipo de sonido barato que haba detrs del mostrador. Uno de los asiticos estaba tarareando la cancin en voz baja, y cuando la letra dijo precious, l pronunci pwecious. Alex, al orlo, dej escapar una risita. Cuando estaba colocado, estas cosas le hacan mucha gracia. Fue al pasillo de los dulces y se qued mirando lo que contena. Pete y Billy tuvieron una breve conversacin que finaliz con una corta carcajada. A continuacin, Pete se acerc hasta un expositor giratorio y se prob un gorro que luca un parche con el dibujo de un pez enganchado en un anzuelo mientras Billy compraba cigarrillos, cerveza y unas barritas Hostess de sabor a cereza. A Billy nunca le pedan que enseara el carn, ni aqu ni en ningn otro sitio; pareca un hombre. Fuera, Billy rompi el celofn de una cajetilla de Marlboro Reds, rasg el papel de plata y extrajo un cigarrillo. Lo prendi con un encendedor Zippo que llevaba un billar americano grabado en la superficie. Lo haba mangado en la sala de billares Cue Club, algn engominado lo haba dejado posado en una banda de la mesa. Qu os apetece hacer ahora, nenas? dijo Pete.

~46~

George Pelecanos

Sin retorno

Estaban de pie junto al coche, a pleno sol. De la acera suba el calor en oleadas. Billy tena la bolsa de las cervezas y las barritas dulces bajo el brazo. Hay que beberse esto antes de que se ponga caliente dijo. Habl el listo repuso Alex. Pete observ cmo fumaba Billy. l no tena aquel vicio. Su padre deca que sus amigos procedan de gente sin formacin y que por eso tenan vicios absurdos. A Pete esto lo ofenda un poco, y as lo expresaba verbalmente, pero en su fuero interno saba que su padre tena razn. Preparados para poneros ciegos? dijo Billy. Alex se encogi de hombros en un gesto que quera decir: Por qu no? Aquella tarde de sbado no haba nada que hacer, salvo colocarse ms de lo que ya se haban colocado. Billy termin de fumar y arroj el cigarrillo al aparcamiento con un ensayado ademn de indiferencia. Al tema, Cltoris le dijo Pete a Billy Cachoris. Y volvieron a subirse al coche.

Se bebieron seis cervezas ms y se fumaron otro porro de colombiana, adquirida aquella maana, y se volvieron ciegos y temerarios a causa del alcohol que estaban bebiendo con el estmago vaco. En la radio estaba llegando a su fin el tema Tumbling Dice, y Pete haba subido el volumen. Los Stones haban tocado el Cuatro de Julio en el estadio RFK, y los chicos haban asistido al concierto. En los asientos delanteros, Billy y Pete hablaban acaloradamente de los acontecimientos de aquel da, entre los que figuraban la hierba de calidad, un barril comn para todos de whisky de malta y una chica con una camiseta de tirantes. Dios cre las camisetas de tirantes dijo Billy para que los ciegos pudieran pillar teta. Jenny Maloney dijo Pete, nombrando a la animadora de su instituto apodada por los chicos la Raja tiene una camiseta de tirantes que es la muerte, to... Alex se acord de la chica de camiseta de tirantes y vaqueros Peanut que bailaba delante de l durante el concierto. Se acordaba de los detalles del da entero. Billy, Pete y l haban acudido al estadio RFK el da 4 por la maana, con el Oldsmobile de la familia Whitten, y haban estacionado en el aparcamiento principal, donde se oa a los Dead y a los Who sonando a todo volumen por las ventanillas abiertas de coches y furgonetas. Haban llevado bocadillos, preparados por la madre de l, y un to que iba en silla de ruedas les dio un trozo pequeo de hachs a cambio de un sndwich de

~47~

George Pelecanos

Sin retorno

jamn y queso. Se lo fumaron, se colocaron de inmediato, y despus se sumaron a las multitudes que se dirigan hacia el lugar del evento. Cuando se abrieron las puertas, se produjo el catico aluvin que se esperaba, causado por la poltica adoptada para sentar a los espectadores, que provocaba que miles de personas intentaran penetrar en el estadio a la vez. Los guardias de seguridad iban requisando neveras con cervezas y alcohol dentro, y hubo un momento en que Alex se vio aplastado contra una valla metlica hasta que lo rescat Billy, que chill entusiasmado Jerry Kramer! al tiempo que bloqueaba con el cuerpo a un tipo gigantesco y lo arrojaba al suelo para liberar a Alex. Alex, Billy y Pete encontraron asientos detrs de la caseta, en la que Alex se haba sentado con su padre en varios partidos de bisbol antes de que se fueran los Nats, y se puso a fumar uno de los muchos porros de hierba que haban empaquetado aquella maana con papeles del supermercado Tops. En primer lugar actuaron Martha Reeves y las Vandellas interpretando Dancing in the Streets, y cuando cantaron la frase de Baltimore and D.C., el pblico explot. La chica de la camiseta de tirantes bailaba delante de ellos, agitando las caderas, y los chicos se la imaginaron realizando el acto y todos quedaron como en trance. El siguiente en actuar fue Stevie Wonder, efectuando una extraa entrada con Rockin' Robin, un xito de Michael Jackson de aquel mismo ao, y a continuacin puso a bailar al pblico empleando material suyo propio. Durante el tema Signed, Sealed, Delivered I'm Yours sali un tramoyista y rode a Stevie, porque ste, sin darse cuenta, estaba cantando en direccin a la parte de los asientos vaca, la que tena el campo de visin lleno de obstculos. Tras un perodo aburrido durante el cual la gente bebi ms, se coloc ms y se revolvi ms, salieron al escenario los Stones, y Mick Jagger, flaco a causa de la cocana y vestido con un mono blanco y una bufanda de seda roja, grit: Hola, camperos!, y lanz al grupo a tocar Brown Sugar. All haba cuarenta mil personas de pie, avivadas por el alcohol, las anfetaminas, el cido, la mara y los pocos aos. Haba un polica que daba vueltas a la porra al unsono de la seccin de percusin. El grupo toc cortes de Exile on Main Street, que haba salido haca poco. El solo de guitarra de Mick Taylor en You Can't Always Get Wbat You Want fue pico. Durante Midnigbt Rambler Jagger brinc, hizo piruetas y azot el escenario con un cinturn de cuero. Lanz un brindis al pblico con una botella de Jack diciendo: Por vuestra independencia. Comenz a fluir gas lacrimgeno procedente de la comisara de polica ubicada en el exterior del estadio. Los chicos notaron que les escocan los ojos, pero les dio igual. Las chicas que intentaron trepar a lo alto del escenario fueron apartadas o retiradas por el personal de seguridad y se cortaron las manos con los clavos que haban clavado en el borde del entarimado. Cerca del final del concierto, durante un violento Jumping Jack Flash se encendieron las luces del estadio y el humo que flotaba en el aire alcanz proporciones industriales conforme iba elevndose hacia el cielo nocturno. Alex no recordaba haber sido nunca tan feliz. Nunca haba experimentado nada parecido, y dudaba que alguna vez pudiera vivir algo que lo superase.

~48~

George Pelecanos

Sin retorno

La Raja tambin debi de ir all con camiseta de tirantes dijo Billy . Porque le gusta ponrselo fcil a los tos. No veas dijo Pete. Billy y Pete todava seguan con el tema de Jenny Maloney. A saber cunto tiempo llevaban hablando de ella. Se habra desmayado? Ya s que metiste los dedos dijo Billy, tendiendo una trampa a Pete. Met hasta el brazo, to dijo Pete. En las escaleras del hotel Hojo. Sus padres le haban organizado una fiesta al cumplir los diecisis, y tal. Mientras ellos repartan regalitos a los invitados, Jenny y yo nos lo estbamos montando en el rellano de la escalera, y ella apoy el pie en un peldao, me cogi la mano y la gui hasta el sitio en cuestin. No me hizo falta ni vaselina ni nada, te lo juro... Mientras Pete continuaba hablando, Alex Pappas desconect. Billy y Pete siempre se sentaban juntos delante y llegaba un momento, cuando estaban de colocn, en que se olvidaban de que l tambin iba en el coche. Pero no le importaba; las cosas que decan cuando estaban ciegos de hierba ya las haba odo muchas veces. Pete con la mano metida hasta el codo en el felpudo de Jenny Maloney en la fiesta de su diecisis cumpleaos, en la escalera del hotel Hojo de Wheaton, mientras sus padres repartan regalitos a los invitados en el saln que haban contratado... joder, ya se lo saba de memoria. Mir por la ventanilla. El mundo de fuera estaba un tanto inclinado y se mova, y parpade para que dejara de dar vueltas. Notaba cmo le resbalaba el sudor por el pecho debajo de la camiseta. Estaban parados en el semforo del Boulevard, en el carril del medio, destinado slo a los que continuaban de frente. Nunca haba dado el salto a Heathrow Heights, y, que l supiera, sus amigos tampoco. Se pregunt vagamente por qu se haba situado Billy en aquel carril. Se acord de la conversacin que haban tenido Billy y Pete la noche anterior, y pens: Ahora Billy va a demostrarnos que no tiene miedo. En la PGC estaban poniendo Rocket Man. Aquella cancin le record a su novia, Karen. Karen viva en una calle que se llamaba Lovejoy. Billy la llamaba Lovejudo porque en aquel vecindario haba judos para dar y tomar. En primavera, un da Karen y l hicieron novillos y se fueron a Great Falls en el Valiant color berenjena que tena Karen, a baarse en un lago natural y beber cerveza templada tomando el sol en las piedras. En el camino de vuelta a casa Karen le dej conducir. En la radio se oa Rocket Man, y Karen iba sentada a su lado fumando un cigarrillo, tiritando de fro con su bikini y sus vaqueros empapados, soltando la ceniza en el cenicero del coche, tarareando la cancin y sonrindole a l de vez en cuando con varios mechones de pelo negro pegados a la cara. El fro padre y la odiosa madrastra de Karen lo obligaban a l a protegerla. No saba muy bien si

~49~

George Pelecanos

Sin retorno

querer a una persona implicaba aquello, y supuso que s que quera a Karen. Pens: En este momento debera estar con ella. Qu vamos a hacer cuando entremos ah? pregunt Pete desde el asiento del copiloto. Pues joderlos respondi Billy. Armar un poco de escndalo. A Alex le entraron ganas de decir: Me bajo aqu, pero si hiciera algo as sus amigos lo llamaran nenaza y maricn. Alex mir por el parabrisas cuando Billy aceler al ponerse el semforo en verde. Cruzaron el Boulevard y poco despus lo dejaron atrs y comenzaron a bajar por una pendiente que segua las vas del tren. Atravesaron un puente que pasaba por encima de las vas y penetraron en un vecindario de casas desvencijadas y coches que indicaban la pobreza de sus propietarios. Ms adelante, en la acera, haba tres jvenes negros, delante de un sitio que pareca una tienda de las tradicionales. Dos de los chicos lucan el torso desnudo y el tercero llevaba una camiseta blanca con unos nmeros escritos a rotulador. Alex se fij en que uno de los que iban desnudos tena una cicatriz en la cara. Pete y Billy ya estaban bajando las ventanillas. De verdad has estado aqu antes? dijo Pete. Alex capt en su voz un tono de emocin y de nerviosismo. Pete estaba hurgando en la bolsa de papel que tena a los pies y finalmente extrajo una de las barritas de cereza y rasg el envoltorio. Qu va contest Billy, que observaba el grupo de chicos de color, los cuales ahora, a medida que se les iban acercando, los estaban fulminando con la mirada. Eran delgados, de vientre y pecho lisos, hombros anchos y brazos musculosos. Sabrs cmo se sale de aqu, no? dijo Pete. Cmo se sale en coche replic Billy a la vez que apagaba la radio . El volante lo tengo yo. T dedcate a lo tuyo. Por qu vas tan despacio? Para que no te pierdas nada. Yo no voy a perderme una puta mierda. Billy intervino Alex. Habl con voz queda, y ni Billy ni Pete se volvieron para mirarlo. El Torino ya estaba en medio. Los otros empezaron a aproximarse lentamente al coche que acababa de detenerse a su lado. Billy tena toda la cara en tensin. Se inclin hacia la ventanilla del pasajero y chill: Tragaos esto, negratas de mierda!

~50~

George Pelecanos

Sin retorno

Y seguidamente Pete les lanz la barrita de cereza. sta rebot en el de la cicatriz en la cara, uno de los que iban sin camiseta, y Pete se agach para esquivar el puetazo que lanz el agredido a travs de la ventanilla bajada. Billy pis el acelerador a fondo al tiempo que soltaba una carcajada, y el Ford se dej los neumticos en el asfalto en un derrape, se enderez y sali disparado calle abajo. Alex sinti que le desapareca toda la sangre de la cara. A su espalda oyeron los gritos de rabia de los otros. Pasaron varias casas ms, despus un cruce y ms adelante una iglesia muy vieja, y al final de la calle vieron una barrera pintada a franjas levantada por las autoridades y detrs de ella las vas del tren, un bosque y una densa vegetacin en pleno verdor estival. Es una rotonda dijo Alex, como si estuviera profundamente asombrado. Y una mierda replic Billy. Es una calle cortada. Billy prepar el Ford para maniobrar y movi la palanca del cambio automtico hasta la posicin de marcha atrs, luego meti la primera y volvi a enfilar la calle. Los otros estaban de pie en medio de la calzada, sin hacer ningn movimiento hacia ellos, y ya no gritaban. El que iba sin camiseta y se haba llevado el golpe con la golosina pareca estar sonriendo. Billy se quit el pauelo de la cabeza y dej libre de obstculos su melena negra. Al llegar al cruce, gir a la izquierda haciendo rechinar los neumticos y pas por delante de ms casas destartaladas y de una anciana de color que paseaba un perrito. Llegaron a una bifurcacin, y el coche guard silencio mientras miraban a izquierda y derecha. A la derecha la calle trazaba un crculo. A la izquierda terminaba en otra barrera junto al bosque. Los tres lamentaban profundamente lo tontos que haban sido y la mala suerte que haban tenido, y nadie dijo una palabra. Billy dio vuelta al coche y regres a la calle principal. Al llegar al cruce se detuvo y mir a su izquierda. En mitad de la calle se haban apostado dos de los jvenes de color, separados lo justo el uno del otro para que el Ford no pudiera pasar. El otro haba tomado posicin en la acera. Haba aparecido una mujer de color, ms mayor que ellos y con gafas, y estaba de pie en el porche de la tienda. Pete toc la manilla de la puerta. Pete lo advirti Billy. A la puta mierda dijo Pete. Abri la portezuela, se baj de un salto, cerr tras de s y ech a correr. Fue en lnea recta hacia el bosque que haba al cabo de la calle, enseando las suelas de sus zapatillas de tres franjas, luego dobl a la izquierda y alcanz las vas del tren sin disminuir la zancada.

~51~

George Pelecanos

Sin retorno

Alex experiment un sentimiento de traicin y de envidia cuando vio a Pete desaparecer por detrs de la lnea de los rboles. l tambin quera huir, pero no poda. No era slo por lealtad hacia Billy, sino porque sospechaba que no iba a conseguir llegar a las vas del tren. l no era tan rpido como Pete; le daran alcance, y el hecho de que hubiera huido no servira ms que para empeorar las cosas. A lo mejor Billy era capaz de salir de aqulla a base de palabras. Billy poda pedir perdn, y los de la calle veran que lo que haban hecho no era ms que una travesura de lo ms idiota. No puedo dejar tirado el coche de mi padre dijo Billy en voz muy baja. Pis el acelerador y retrocedi calle arriba, por donde haban venido. Es de la edad de mis padres pens Alex mirando a la mujer de las gafas que estaba en el porche de la tienda. Ella pondr fin a esto. Pero se le cay el alma a los pies cuando vio que daba media vuelta y volva a entrar en el establecimiento. Billy detuvo poco a poco el Torino y ech el freno de mano como a unos quince metros de los otros. Se baj del coche dejando la portezuela abierta. Alex observ fijamente cmo se diriga hacia los tres chicos, que lo rodearon al momento, y oy que les deca en tono amistoso: No podramos solucionar esto? Vio que Billy levantaba las manos, como si se rindiese. De pronto lleg un derechazo, rpido como un rayo, propinado por uno de los que iban sin camiseta, y la cabeza de Billy se dobl hacia atrs. ste se tambale y se llev una mano a la boca. Cuando la baj la tena manchada de sangre, y escupi sangre y saliva al suelo. Me has roto los dientes dijo Billy. Ests satisfecho? Billy se volvi y seal a Alex, que an estaba sentado en la parte de atrs del Torino. Lrgate! le chill con la cara llena de sangre y de angustia. Alex empuj hacia delante el asiento del pasajero y se baj del coche. Pos levemente los pies en el asfalto y se volvi. Sinti que alguien lo agarraba por detrs y lo lanzaba hacia delante, tropez y cay a cuatro patas. Oy pisadas a su espalda, y de pronto recibi una furiosa patada en la ingle que casi lo levant del suelo. El aire que tena en los pulmones escap violentamente. Cuando consigui respirar de nuevo, devolvi cerveza y bilis. Jadeando agitadamente, contempl el vapor que desprenda su vmito sobre el asfalto. Entonces se desplom de costado y cerr los ojos. Cuando volvi a abrirlos, vio un pie que se le acercaba a toda prisa en direccin a la cara y lo golpeaba igual que un martillo. Dispara a ese hijo de puta!

~52~

George Pelecanos
No. Disprale! Que no, to... Vamos!

Sin retorno

Alex recibi otro golpe y oy algo que se aplastaba. Tuvo la sensacin de que uno de los ojos se le haba aflojado y se le haba salido de la rbita. Me han partido la cara. Pap... Despus, por las calles de Heathrow Heights reson el eco de un disparo.

~53~

George Pelecanos

Sin retorno

SEGUNDA PARTE

~54~

George Pelecanos

Sin retorno

Captulo 5

Todava segua llamndose Caf Pappas e Hijos, el mismo nombre que tena desde haca ms de cuarenta aos. El letrero haba sido sustituido por otro nuevo que era exactamente igual que el original, con las letras maysculas, el dibujo de una taza con plato, la letra P elegantemente caligrafiada en la taza, de la que sala una nube de vapor. El tamao de Pappas era el doble que el de e Hijos. Se haba intentado hacer una reforma del cartel antiguo, pero no se pudo salvar. El negro de las letras se haba descolorido, el fondo gris perla haba amarilleado de forma irreversible con el tiempo. En el interior del local haba un hombre detrs del mostrador, con un bolgrafo en la oreja. Era de estatura y complexin medianas, cabello cortado a navaja, plateado y peinado hacia atrs en las sienes, negro y rizado en la parte de arriba. Conservaba el estmago plano y luca un buen pecho. Ambas cosas las consegua vigilando la alimentacin y visitando regularmente la YMCA. Para un hombre de su edad, estaba muy bien. Era guapo, diran algunos, pero slo de perfil. Lo que lo estropeaba era el ojo. El derecho, que estaba muy cado en el ngulo externo y bordeado por una abultada cicatriz, la mejor que pudieron dejarle los mdicos tras dos intervenciones de ciruga reconstructiva. Poda haber sido peor, teniendo en cuenta que la rbita ocular haba quedado hundida. La visin que tena por aquel ojo era como mucho borrosa, pero ya se haba acostumbrado a ello y se negaba a usar gafas y lentillas, excepto cuando se sentaba al volante de un coche. Era su penitencia, as lo consideraba l. Y la parte fsica de la misma era su marca distintiva. Dobl en dos un delantal limpio y se lo anud a la cintura. Ech una ojeada al reloj de Coca-Cola que haba en la pared y observ con satisfaccin que las cafeteras estaban llenas y calientes. Ya haban llegado todos los proveedores, y estaba listo para abrir, con media hora de margen. Dentro de poco iran llegando los empleados, mucho antes de las siete, gente responsable y de fiar, casi siempre puntual. Debajo del reloj haba una mesa para dos que haba reemplazado a la mquina de tabaco. No haba ceniceros en el mostrador, ni tabaco a la venta, ni peridicos Daily News ni Washington Stars amontonados encima

~55~

George Pelecanos

Sin retorno

de la mquina expendedora. Por lo dems, la cafetera era prcticamente la misma que haba inaugurado su padre en los aos sesenta. El equipamiento original haba sido reparado en vez de sustituido. La radio Motorola, que actualmente ni funcionaba, segua estando en su balda. Las lmparas cilndricas que haba instalado John Pappas con la ayuda de su hijo mayor un sbado por la tarde, mucho tiempo atrs, todava colgaban encima del mostrador. Pero no era que el local pareciera viejo. Se haban puesto losetas nuevas en el techo cada vez que las viejas se manchaban a causa de las goteras. Alex insisti en que los suelos y los mostradores estuvieran limpios y relucientes cuando llegara la hora de cerrar, y todos los aos daba una mano de pintura a las paredes. Blanco y azul, como los colores de la bandera griega. De manera que, en lo fundamental, el local segua siendo el mismo de siempre. Y ms importante era que segua estando limpio, la seal que distingua a un restaurante de calidad. Si ahora su padre entrara por la puerta, se fijara en que brillaba el acero inoxidable de la mquina de hacer hielo, el mostrador recin repasado con la bayeta, la inmaculada plancha de los sndwiches, el vidrio del expositor de los postres, la parrilla de ladrillo limpia de grasa. Asentira en un gesto de satisfaccin y con una expresin en sus ojos pardos inteligible nicamente para su hijo, dira: Bravo. Ine kazaro. Alex Pappas haba cambiado el men muchas veces a lo largo de los aos, pero aquello era algo que tambin habra hecho su padre. Se habra adaptado. Los asiticos y los griegos universitarios haban abierto locales provistos de bar de ensaladas en los que se pagaba al peso, que funcionaron bien durante unos aos y despus desaparecieron en su mayora, vctimas de los productos suaves, la subida de los precios y una mayor expansin. Cuando eran populares los locales de ese tipo, Alex abandon los mens a base de hamburguesa con patatas fritas y de filete con queso y aadi sndwiches de pechuga de pollo, lminas de carne de vaca y pastrami en conserva, ensaladas y sopas consistentes. Serva desayunos que parecan almuerzos, huevos a la carta, beicon del bueno, salchichas frescas de ristra, cintas de cerdo y smola y semiahumados para los clientes ms fieles. Mantuvo el precio del caf en cincuenta centavos la taza, que se poda rellenar varias veces de forma gratuita si se consuma dentro del local, y aquello se convirti en su marca de fbrica. Dicho caf lo serva en tazas que llevaban la habitual P pintada, la misma que apareca en el letrero. El contacto humano, el toque personal; aquello era lo que le permita mantener el negocio. Que intentaran conseguir algo parecido en Starbucks, o en Lunch Stop, o en alguno de los establecimientos propiedad de chinos. Los asiticos saban lo que haba que hacer para dirigir un negocio de manera eficiente y trabajaban como burros, pero no podan establecer un buen contacto visual con sus clientes para salvarles la vida. Alex se conoca la mayora de los nombres y los gustos de sus clientes. En el caso de muchos de ellos, tena sus peticiones

~56~

George Pelecanos

Sin retorno

anotadas en la nota de la consumicin incluso antes de que llegaran a expresarlas verbalmente. Lo que lo estaba matando eran las grandes cadenas y los clientes de las mismas. Los jvenes eran como robots, slo entraban en restaurantes cuyo nombre reconocieran por haberlo visto en las zonas residenciales y en los centros urbanos en los que se haban criado. Panera. Potbelly. Chipotle. Y stos no eran, ni con mucho, tan malvados como los McDonald's y los Taco Bell que haba por todo el mundo, de los que Alex ni siquiera se atreva a hablar. Servan basura. No era de extraar que Estados Unidos fuera un pas de gordos. Etctera. As que la clientela de Pappas e Hijos se situaba en la franja de la mediana edad, lo cual no era una perspectiva muy deseable para un negocio que mirase al futuro. A Alex le haba ido bastante bien hasta el momento, y se las haba arreglado para procurar a su familia un nivel de vida cmodo y decente, pero el futuro no era muy prometedor. La renta, aunque haba ido al ritmo de la inflacin, se haba mantenido en un nivel razonable hasta ahora, gracias a la bondad del seor Leonard Steinberg, que le haba alquilado el local al padre de Alex y le tena afecto, dado que ambos eran veteranos de guerra. Pero el seor Steinberg haba fallecido, y el nuevo casero, un joven vociferante de mirada tona que trabajaba en una oficina de administracin de fincas con otros jvenes idnticos a l, le haba notificado que al ao siguiente la renta se incrementara de manera significativa. Alex no iba a subir los precios de su producto, lo cual ahuyentara a muchos clientes. Ni tampoco pensaba reducir los sueldos de sus empleados; stos haban cumplido con su parte del trato, y l iba a hacer lo mismo. Aquel aumento de la renta iba a incidir directamente en su margen de beneficios. Gracias a Dios que tena el dinero del seguro de vida, heredado a travs de su madre y distribuido a partes iguales entre su hermano Matt y l. No haba tocado ni un penique, y el importe haba ido creciendo hasta una suma considerable. Adems, posea un local comercial en la parte este de Montgomery County. De ningn modo iba a pasar hambre. Su padre haba sufrido un infarto en julio de 1975, un mes antes de que l iniciara el segundo curso universitario en el Montgomery Jnior College, por entonces conocido como Harvard a Duras Penas. El plan de Alex consista en empezar los estudios poco a poco y tal vez cambiarse a la Universidad de Maryland cuando obtuviera mejores notas, pero en el Montgomery se las vio y se las dese, y tan slo le fue bien en la asignatura de Lengua. Su vida social se haba deteriorado, y hall refugio en la msica, las pelculas y las novelas de bolsillo, cosas de las que poda disfrutar a solas. Haba comenzado con la literatura habitual de los porreros, Heinlein, Tolkien, Hermn Hesse y cosas as, y luego pas a las novelas de misterio y a la literatura barata. Se enamor de los libros del detective Travis

~57~

George Pelecanos

Sin retorno

McGee de John D. MacDonald, aunque incluso a sus diecinueve aos reconoca que constituan la mxima expresin de la fantasa masculina, en forma exagerada. Un tipo sin trabajo, sin lazos familiares, que viva en una casa flotante, con libertad para matar a sus enemigos, con la comodidad de que murieran sus amantes, lo cual le permita pasar al siguiente polvo tipo revista Playboy... pero era una literatura limpia y adictiva. Empez a pensar que quizs aquello fuera algo que l pudiera hacer un da. Ver su nombre en el lomo de un libro. Era una buena profesin, de las que se practicaban en soledad. Tras el incidente permaneci muy prximo a su familia. Sus padres fueron buenos con l. No reaccionaron con histrionismos ante lo sucedido ni tampoco, al menos en su presencia, se compadecieron demasiado de las lesiones que haba sufrido l. Era algo que le haba ocurrido, no algo que l hubiera iniciado. Callie, en consonancia con su personalidad, se hizo cargo de las secuelas y tom las riendas. Trat con la prensa, con el instituto, con la compaa de seguros, con la polica y con los fiscales, y se ocup de que el contacto que tuviera Alex con todos ellos fuera mnimo. Su padre se volvi ms introspectivo, simplemente prefiri reprimir sus sentimientos. Matthew, el hermano pequeo de Alex, por lo visto no qued en absoluto afectado. Pero con la gente de fuera fue distinto. Alex empez a sentirse cada vez ms incmodo entre personas que no fueran su familia. Vea cmo reaccionaban, aun cuando fueran educadas y procurasen ocultarlo, cada vez que lo miraban a la cara. Sencillamente, se senta mejor estando solo. Le resultaba ms fcil no tener que explicarse ni repetir la historia, la cual no poda evitar reproducir, ligeramente, a su favor. Ninguno de los presentes deseaba hacer dao a nadie. El era tan slo un pasajero. Billy y Pete no hacan ms que mamonear un poco, pretendan armar un poco de escndalo, as fue como lo expres el abogado de la acusacin. Si lo pensara de forma lgica, reconocera que hacerse escritor o algo parecido, teniendo en cuenta su formacin, era ms bien una ambicin absurda y poco realista. En cualquier caso, la enfermedad de su padre hizo descarrilar sus sueos. Aquel semestre no volvi a la universidad. De hecho, no lleg a retomar nunca los estudios. Antes del infarto, John Pappas jams haba dejado de trabajar un solo da. Ni las ventiscas le impedan desplazarse hasta el centro. Para l, la enfermedad, por muy grave que fuera, era slo una distraccin. Si puedo estar enfermo en casa, puedo estar enfermo en el trabajo, deca. Pero la cosa iba ms all de una obstinada tica del trabajo. No cobraba baja por enfermedad, y tampoco sus empleados. Si la cafetera estaba cerrada y a oscuras, no cobraba nadie, ni John, ni los empleados, ni los proveedores. Como consecuencia, la familia Pappas rara vez coga vacaciones, y nunca con el padre. Este deca: Si un magazi como el mo cierra sus puertas, aunque sea una semana, lo ms probable es que dichas puertas se queden cerradas para siempre. Y tambin: Qu voy a hacer, tumbarme

~58~

George Pelecanos

Sin retorno

en una puetera playa mientras mis clientes se van a comer al local de la competencia? Cmo voy a relajarme? Haciendo castillos de arena? El mdico dijo que haba sido un infarto de miocardio y que haba sido significativo. John Pappas permanecera varios meses tumbado y sin trabajar. Desde la cama de la unidad de cuidados intensivos, lleno de tubos empaados que le suban hasta la nariz, levant la vista hacia Alex y le habl en voz baja y con esfuerzo: Vamos a perderlo todo a no ser que te encargues t, muchacho. Perdname. No me pidas perdn, pap repuso Alex, odindose a s mismo por las lgrimas que le haban acudido a los ojos. T ponte bueno. Cuida bien de los empleados dijo su padre. Ellos son los que impulsan el negocio. No se te ocurra tratarlos mal, me oyes? Te oigo, pap. Aquella noche, Alex habl con su madre, los dos sentados a la mesa de la cocina, ella con un pitillo en la mano, la cajetilla de Silva Thins colocada cuidadosamente al lado de aquel cenicero verdeazulado provisto de muescas para apoyar los cigarrillos que de pequeo siempre le haba recordado a un castillo. Su madre no llevaba maquillaje. Eres capaz de hacerlo, cielo dijo Calliope Pappas. Ya lo s, mam. Eres el nico capaz de ello. Yo no conozco el negocio tan bien como t, y tu hermano es demasiado pequeo. Alex ya llevaba ocho veranos trabajando en la cafetera, y haba aprendido por osmosis. Saba preparar el local antes de que amaneciera, hacer el caf, recibir a los proveedores y encender la parrilla. Los empleados conocan sus tareas, y haran lo dems. Tambin saba manejar la caja registradora, y como haba un historial de archivo en el que figuraban los proveedores, las facturas y dems, enseguida aprendera el procedimiento para hacer los pedidos. No tena miedo. No haba tiempo para tener miedo. Qu hago con el dinero? pregunt. Rompe la cinta de la caja registradora a las tres dijo su madre. Las dos ltimas horas son para nosotros, no para Hacienda. Metes unos cincuenta dlares, en monedas y billetes, en la caja metlica y la guardas en el congelador antes de marcharte a la hora de cerrar. El resto del efectivo te lo traes a casa y me lo das a m. Y por la noche tienes que dejar abierto el cajn de la caja registradora. Calliope solt un poco de ceniza en el cenicero. Tu padre dice que as los ladrones saben que la caja est vaca. Cuando miran por el cristal y ven abierto el cajn, deciden que no merece la pena entrar a robar. De acuerdo, mam dijo Alex.

~59~

George Pelecanos

Sin retorno

Sin la presencia de su padre, la casa estaba muy silenciosa. Tenan uno de esos relojes de cocina que llevaban el mecanismo por fuera, una varilla con una bola que oscilaba adelante y atrs y produca un verdadero tictac. En aquel momento lo estaban escuchando. Calliope apag el cigarro en el cenicero y exhal la ltima bocanada de humo. Voy a dejar de fumar. Esto es lo que ha provocado la enfermedad de tu padre. Esto, y las comidas de su madre. Toda esa grasa. Mejor me voy a dormir un poco. Vete. Y no te olvides de poner el despertador. Alex subi al piso de arriba y pas por delante del cuarto de bao, ahora a oscuras, en el que normalmente a aquella hora su padre estara remojndose en la baera, fumando y emitiendo gases. Entr en su cuarto y se meti en la cama, tendido de espaldas y con el antebrazo sobre los ojos. Oa la msica proveniente del dormitorio de Matthew. Matthew no haba trabajado nunca en la cafetera. Se dedicaba a los deportes durante todo el ao, obtena notas excelentes y haca poco que haba alcanzado una puntuacin muy alta en la prueba de acceso a la universidad. Su destino era estudiar en una universidad de otro estado, y su camino no se vea obstaculizado por la situacin de su padre. En cambio Alex perciba acertadamente que su mundo haba cambiado para siempre. Al da siguiente se despert cuando todava estaba oscuro y se fue a trabajar. La fe que tenan depositada en l sus padres no era infundada. Al principio cometi errores, la mayora en la psicologa del liderazgo, pero conforme fueron transcurriendo las semanas empez a sentirse ms seguro de s mismo y a considerarse el jefe del negocio. Se senta un hombre. Aqul era el sitio en el que deba estar. A lo mejor aquel abogado culogordo estaba en lo cierto: A su hijo, para ser escritor, no se le da mal servir en la barra. Alex retir las letras de canciones del costado de la caja registradora, donde estaban pegadas. Pareca absurdo seguir tenindolas all de exposicin. Cuando su padre volvi del hospital traa barba por primera vez en su vida. Una semana antes de Navidad, estaba con su mujer en la cocina, de pie junto a la mesa de comedor, esperando a que ella sirviera el almuerzo, un sndwich de atn y un cuenco de sopa de pollo con fideos. Su mujer estaba junto a la cocina elctrica, de espaldas a l, cuando de pronto le oy decir: Oye, Callie, y cuando se volvi vio a John Pappas con una mano extendida y el rostro blanco como la cal. Le sali un chorro de sangre de la boca y se desmoron igual que una marioneta. El mdico dijo que haba sido algo masivo. John Pappas haba expirado, muy probablemente, antes de tocar el suelo.

~60~

George Pelecanos

Sin retorno

Alex Pappas, de cincuenta y un aos, estaba de pie mirando el reloj de Coca-Cola de la pared, en realidad sin tener necesidad de verlo para saber qu hora era, porque la saba con toda exactitud por cmo estaba cambiando la luz en la calle a medida que el amanecer iba dando paso a la maana. La cristalera de la cafetera era como la pantalla de una pelcula que hubiera estado viendo, repetidamente, a lo largo de treinta y dos aos. Se haba casado. Haba engendrado dos hijos varones. Trabajaba aqu. El magazi era lo que tena. Le haba salvado tras el incidente sufrido en Heathrow Heights, le haba permitido conectar otra vez con la gente, y le haba proporcionado un refugio y un objetivo. Haba sido el lugar en el que se haba amparado cuando falleci su hijo pequeo, Gus. Salvacin mediante el trabajo. l crea en eso. Qu otra cosa haba? Pappas e Hijos. Un hijo muerto, otro vivo. Pero Alex no pensaba cambiar el letrero.

~61~

George Pelecanos

Sin retorno

Captulo 6

Era un fisioterapeuta de Walter Reed, el centro mdico del ejrcito situado en Georgia Avenue. Se llamaba Raymond Monroe, pero debido a las salpicaduras de gris que ya tena en el cabello y a que se lo consideraba ms bien viejo, algunos de los soldados y varios de sus compaeros lo llamaban Papi. Llevaba muchos aos realizando aquel trabajo, y haca dos que trabajaba en dicho hospital. Monroe opinaba que era bastante bueno en lo suyo. El sueldo era respetable, el trabajo era fijo, y la mayora de los das se levantaba deseando comenzar la jornada. Al igual que su padre y que su hermano mayor James, le gustaba arreglar cosas. A lo largo de los aos, Monroe haba trabajado en diversas clnicas, nunca haba tenido visin para los negocios ni haba sentido la ambicin de montar uno, y le haba ido bien. Cuando su hijo Kenji, producto de un matrimonio temprano, se enrol, Monroe solicit un puesto de trabajo en Walter Reed. Una gran parte del personal mdico de dicho hospital estaba formada por militares en activo, empleados del Estado Mayor y contratistas, pero Monroe haba servido en el ejrcito, para el estado, durante cuatro aos al salir del instituto, lo que le fue muy til para conseguir una plaza. Opinaba que dicho servicio le haba hecho mucho bien, ya que con el dinero ganado pudo pagarse la matrcula de la universidad y todos aquellos aos de posgrado que haba hecho en el campus Eastern Shore de la Universidad de Maryland. Ahora estaba devolviendo el favor recibido. Adems, senta la necesidad de hacer algo, aunque fuera simblico, para apoyar a su hijo. El soldado de Primera Clase Kenji Raymond Monroe haba sido enviado a Afganistn y tena su base en el puesto de avanzada de Korengal. Era un soldado perteneciente a la 10.a Divisin de Montaa, Primer Batalln, 32. Regimiento de Infantera, 3.er Equipo de Combate de Brigada, procedente de Fort Drum, estado de Nueva York. Monroe haba memorizado todos los nmeros, lo cual le proporcionaba un sentimiento de seguridad, tal vez ilgico, respecto de que el estamento militar estaba organizado y equipado para proteger a su hijo. No era uno de esos padres de soldados que se arrojaban por la borda detrs de la bandera ondeante, el toque de diana a travs del telfono mvil y cosas por el estilo; l estaba

~62~

George Pelecanos

Sin retorno

distanciado de todo aquello, y aun as se senta muy orgulloso de su retoo. Monroe slo haba tenido un hijo. Su primera mujer, la madre de Kenji, haba muerto vctima de un cncer de mama, cuando el nio tena diez aos. Su mujer se llamaba Tina, y tena un corazn de oro. Tina lo haba sacado de su profunda depresin, de todos los aos durante los que haba cargado con aquello, preocupado por su hermano, reprimiendo en su interior el rencor y la desconfianza, sin superar nunca aquel estado mental joven y furioso, hasta que apareci ella en su mundo y lo ayud a convertirse en un hombre juicioso. Su muerte volvi a dejarlo tirado por los suelos. Pero se levant, sabiendo que tena que levantarse, por su hijo. Monroe, con la ayuda de su madre, haba criado a su hijo a solas. Ahora tena una relacin con una mujer, una agradable compaera de carrera que era trabajadora social clnica de Walter Reed. Era la primera relacin seria que tena desde que falleci Tina. Kendall Robertson tena un hijo pequeo llamado Marcus. El padre del chico no apareca en ninguna de las fotografas enmarcadas que haba esparcidas por la casa, lo cual indic a Monroe que nadie deseaba que volviera. Kendall tena treinta y cinco aos, catorce menos que l, y el nio, ocho. Se haban conocido en la iglesia, y en la primera conversacin que tuvieron, a la hora del caf, descubrieron que trabajaban en el mismo centro. Actualmente Monroe pasaba la noche en casa de ella, un adosado de Park View, un par de veces por semana. Al parecer, Marcus lo haba aceptado. Todo estaba funcionando bien. Monroe estaba sentado ante una mesita en la cocina de Kendall, mirndola mientras ella preparaba al chico para ir al colegio. Tena en la mano una taza de caf que se estaba enfriando, una de los Hoyas de Georgetown, con el bulldog mascota del equipo dibujado en el costado. Dnde tienes el ejercicio de ortografa? dijo Kendall. En el paquete para el aula general respondi Marcus. T misma lo metiste anoche. Es verdad dijo Kendall a la vez que cerraba la cremallera de la cartera de libros. Estaba inclinada sobre el nio, y le caa hacia la cara una cortina de pelo. No te olvides de entregarlo. Siempre lo entrego. Nada de eso, se te olvida. Si no lo entregas, cmo va a saber el profesor que lo has hecho? Los deberes forman parte de las notas finales. Vale, mam. Tengo que llevar al nio hasta Before Care dijo Kendall, mirando esta vez a Monroe. Vienes con nosotros? Voy a terminarme este caf y la pgina de deportes. Todava tengo tiempo para llegar a la hora a la Primera Formacin. Coger el setenta.

~63~

George Pelecanos

Sin retorno

Va menos gente en el setenta y nueve repuso Kendall. El Metrobus pasaba por Georgia cada diez minutos durante la hora punta, y haca menos paradas que el 70. Y adems es ms rpido. Si veo uno, lo coger dijo Monroe. Han ganado los Wizards? pregunt Marcus. Era un poco bajo para su edad, fibroso, con un corazn de deportista y las orejas demasiado grandes en relacin con la cabeza. Monroe asinti. Gilbert se devan los sesos y machac a los Mavs por treinta y nueve. Carn y Antawn tambin dieron lo suyo. Claro que si pudiramos conseguir un pvot que tuviera buenas manos... Di adis al seor Raymond le dijo Kendall a Marcus. Adis, seor Raymond. Muy bien, Marcus. Que tengas un buen da en el colegio. Kendall se acerc a Monroe y le dio un beso en la boca. l aguant unos instantes y despus se apart, para no rebajarla delante del pequeo. Ests muy guapa le dijo mirndola de arriba abajo. Kendall llevaba un traje pantaln que se haba comprado en la compaa Hecht, ya desaparecida, que haba en Wheaton. Con los cupones de descuento y las rebajas, le haba costado casi nada. Pero no necesitaba comprarse ropa cara para ir bien. Era una mujer atractiva, con ojos pardos de cachorrillo y boca carnosa. Curvilnea y no demasiado flaca en ningn punto, como a l le gustaba. Gracias respondi ella un poco sonrojada. Me llamas luego, cario? A lo mejor podemos quedar para comer. De acuerdo dijo Monroe. Cuando hubo terminado con el caf y con el peridico, sali de casa de Kendall y cerr la puerta con llave. Fue hasta Georgia Avenue y ech a andar en direccin norte. Pas por delante del comercio D&B, de la tienda de ultramarinos de Murray, de un taller mecnico propiedad de un hispano. Muchas de las personas con que se cruz iban bien vestidas y se dirigan a tomar el autobs o un taxi para ir al trabajo. El barrio estaba cambiando. Calculaba que no iba a pasar mucho tiempo sin que la mayora de aquellos comercios fueran sustituidos por otros. Cafs, bares en los que no hubiera ni prostitucin ni violencia, una sala en la que se representaran obras de teatro, algo parecido a un Starbucks. Todo llegara. Aun as, quedaban todava los clientes de siempre a la puerta de la tienda en la que vendan alcohol, esperando a que abriera, para recordarle a uno cmo haba sido aquello en el pasado. Monroe salud al grupo, y

~64~

George Pelecanos

Sin retorno

uno de ellos lo llam por su nombre. Lo que vio fue un enano cargado de cadenas, las cuales llevaba por encima de una camiseta de Len Bias de los Celtics, y calzado con botas Nike para nios, un aficionado a aquellos detalles retro. Era un tipo que con frecuencia estaba en la misma esquina de Avenue. Monroe lo haba saludado en una ocasin, pero slo recibi como respuesta una mirada ceuda. Al parecer, el tipo en cuestin era de los cabreados, supuso. Pero luego pens: Yo tambin estara cabreado. Monroe continu andando. Pas por delante de un par de paradas de autobs antes de detenerse en una. Viva en casa de su madre, en Heathrow Heights, y tena coche, pero cuando dorma en el centro a veces le gustaba disfrutar de la ciudad. Caminar, moverse en autobs, tener contacto con la gente, aquello era lo que le gustaba.

Si Raymond Monroe llegaba al trabajo con la antelacin suficiente, empezaba la jornada en la Primera Formacin, una especie de reunin general que tena lugar tras el toque de diana en el recinto de Walter Reed. El saln en que se reunan los soldados se pareca al auditorio de la Legin Americana. Aqu, los pacientes que tenan heridas graves se codeaban con los que estaban recibiendo tratamiento por afecciones menos serias. Los amputados lucan la evidencia de sus heridas de manera ms obvia y permanente, al igual que los quemados que se encontraban en las ltimas fases de su recuperacin y los hombres y las mujeres marcados con largos costurones y calvas, que ahora lucan puntos de sutura. Haba otros que fsicamente no parecan estar heridos, pero que sufran desrdenes mentales. Muchos de los que llegaban a la Primera Formacin se encontraban en las etapas finales de su estancia en el hospital y estaban a punto de entrar en la lista de bajas temporales o permanentes, que los soldados denominaban TDRL o PDRL. Monroe se haba perdido el toque de diana, pero entr en el saln a tiempo para hablar con uno de los individuos a los que haba tratado. Se acerc al soldado Jake Gross, que estaba de pie junto a una mesa plegable situada cerca de las muchas puertas que tena el saln, hojeando una revista de la NAS-CAR. La mesa estaba llena de publicaciones similares, revistas de coches potentes y trucados, folletos que ofrecan entradas de gallinero gratuitas para partidos de los Wizards y encuentros de los Nationals, cangrejadas y excursiones gratis a Six Flags y a otros parques de atracciones de los alrededores, todos reflejo de la zona geogrfica, los intereses y las edades de la mayor parte de los soldados. Gross, que contaba veinte aos, tena previsto salir del hospital en breve, habiendo pasado a formar parte de la lista de bajas permanentes, y pensaba irse a Indianpolis, a su casa. Su constitucin y su porte eran militares, pero su rostro segua siendo tan pecoso y barbilampio como el de un chaval de diecisis. Su pierna derecha era artificial. El plstico de la

~65~

George Pelecanos

Sin retorno

rodilla era azul como un huevo de petirrojo, y la espinilla estaba formada por una barra metlica que terminaba en una zapatilla deportiva marca New Balance. Haba progresado mucho desde que Monroe lo conoci. Era un joven vigoroso y en forma con el que ponerse a trabajar, pero el deporte era slo una pequea parte de la tarea de devolverle la movilidad. Posea la voluntad y el corazn necesarios. Caminaba tan bien con la pierna nueva como cualquier paciente que hubiera tratado Monroe. Cmo van las cosas, a corto plazo?pregunt Monroe. Ya ests preparado para irte a casa? Ms que preparado contest Gross. Vas a vivir con tus padres? Con mi novia. Su padre me ha conseguido un empleo en la imprenta que tienen a las afueras de Indy. Son libreros, algo as. Imprimen y editan libros. Ellos imprimieron El cdigo Da Vinci. No me suena de nada dijo Monroe. Ya, bueno. Sea como sea, no es igual que un empleo en una fbrica. Todo est informatizado. Y adems es de grande como un campo de ftbol. Deberas verlo. Si alguna vez paso por all, ir a que me hagas una visita guiada. Cuenta con ella dijo Gross tendiendo la mano. Un milln de gracias por todo, doctor. No soy mdico. Pues me tenas engaado. Acabas de alegrarme el da, soldado. Ya pasar a despedirme antes de embarcar. Que no se te olvide repuso Monroe. Fuera del saln, Monroe vio al sargento mayor O'Toole, un veterano de Vietnam de hablar suave que haba regresado de la jubilacin para trabajar con soldados en el Programa de Guerreros Heridos del ejrcito. Estaba conversando con un joven sentado en una silla de ruedas junto a un par de amigos de ste, que estaban de pie en la acera. Uno de ellos caminaba con prtesis nuevas. Monroe haba tratado al joven confinado a la silla de ruedas, el soldado William Collins, al que apodaban el Poste por su constitucin alta y flaca. Collins, que haba sido vctima de una bomba colocada a un lado de la carretera, haba perdido la movilidad de ambas piernas y jams volvera a andar. Al principio se neg a la doble amputacin, la cual lo preparara para el paso siguiente, la adaptacin de unas piernas artificiales; pero Monroe se haba enterado de que el muchacho se o estaba pensando mejor. Monroe cruz la mirada con O'Toole, pero no se par a hablar con l ni con Collins. Atraves el campus en direccin al hospital principal y tom el ascensor para subir a su planta.

~66~

George Pelecanos

Sin retorno

Raymond Monroe trabajaba principalmente en las salas de Terapia Ocupacional y Terapia Fsica del hospital. Haba una perrita llamada Lady que deambulaba por ambas salas jugando con juguetes, olfateando las manos que se le tendan, tanto si eran de carne como si eran de plstico, y permitiendo que la tocasen y la acariciasen. En aquellas instalaciones haba pesas sueltas y mquinas de levantar pesos, cintas de correr, esterillas y balones de rehabilitacin, as como una piscina muy utilizada. Raymond Monroe llevaba a cabo una gran parte de su trabajo en las numerosas mesas acolchadas de que dispona la sala de Terapia Ocupacional, estirando a sus pacientes e incrementando su radio de movimiento y su flexibilidad por medio de ejercicios repetitivos. Las caderas y los hombros eran reas cruciales. Dejando aparte las prtesis, las quemaduras y las cicatrices, los problemas a los que se enfrentaba all no eran muy distintos de los que se encontr cuando trabajaba de fisioterapeuta en clnicas de medicina deportiva. Estaba devolviendo a las personas un cierto grado de normalidad activa, tras la lesin sufrida. El primer paciente que tuvo Monroe aquella maana fue un muchacho joven, el sargento Joseph Anderson, de la 1.a Divisin de Caballera, que haba perdido la mano derecha cerca de Mosul. Anderson tena un sentido del humor muy irnico y una actitud positiva. Le gustaba el rock clsico, las mujeres pelirrojas y los Mustang del 66, y posea una admirable seguridad en s mismo pese al hecho de que le haban quedado grandes cicatrices en la cara. Al Bab lanz una granada al interior de nuestro Humvee dijo Anderson la primera vez que se encontr con Monroe. Yo la recog e intent devolvrsela, en un gesto de cortesa. Pero imagino que me retras un poquito. Dicen que sin duda salvaste a dos de tus hombres. La verdad es que me gustara recuperar la mano que he perdido. Y la guapura deslumbrante que tena antes. No funcion como en los tebeos, seor. No es necesario que me llames seor. Soy un civil. Me ensearon que deba llamar seor a las personas mayores que yo. A no ser que fueran mujeres, en cuyo caso deba dirigirme a ellas como seoras. Dnde te criaste? En Fort Worth, Tejas. Eso, ni tocarlo. Eres fan de los Cowboys? Es que no hay ningn otro equipo. Eso no te lo voy a discutir. Usted debe de ser admirador de los Pieles Muertas.*

~67~

George Pelecanos
No juegues.

Sin retorno

Anderson tena una prtesis en vez de mano. Recientemente se haba hecho un tatuaje en ella que a Monroe le pareca una palabra, algo as como zoso. Sobre la piel del antebrazo haba tres smbolos marcados con tinta azul. El de la mano era una continuacin de stos. Muchos soldados se hacan un tatuaje en la prtesis para reponer la porcin del que haban perdido con la herida o con la amputacin. Le gusta mi tatuaje nuevo? pregunt Anderson. Si te gusta a ti, a m tambin replic Monroe, que estaba masajendole el antebrazo con los dedos, y con cierta intensidad porque el joven era capaz de aguantarlo. Y qu significa, por cierto? Es un smbolo. Parece una palabra, pero no lo es. Se llama glifo, no me pregunte por qu. Los cuatro miembros del grupo escogieron un smbolo cada uno y lo pusieron en el lbum. Cuatro miembros, cuatro smbolos. Led Zeppelin Cuatro, lo pilla? El disco de rock duro ms grande que se ha grabado jams. Muy bien contest Monroe. Le envidio por haber vivido en la poca en que tocaban dijo Anderson. Alguna vez los vio actuar en directo? Deb de perdrmelo. Dgame que era fan de Zeppelin, Papi. No puedo decirte tal cosa. Monroe esboz una sonrisa apenas detectable. De hecho, ni siquiera saba que eran un grupo. Yo crea que era un solo to. Mi hermano mayor me sac de mi error, como siempre. ____________________ * Juego de palabras con Pieles Rojas (Redskins), el nombre del equipo de ftbol americano de Washington, D.C. (N. de la T.) Al mo tambin le gustaba ensearme cosas. Tpico de los hermanos mayores coment Monroe.

Ms tarde, cuando Anderson se hubo marchado y despus de tratar a un par de pacientes ms, Monroe hizo una pausa para comer. Su intencin era reunirse con Kendall en el despacho de ella. Pasando la piscina, en un pasillo que conduca a un grupo de ascensores, vio a un general y a varios oficiales de rango inferior, recin liberados de una misin: varios mdicos estaban acompaando a los

~68~

George Pelecanos

Sin retorno

uniformados en una visita a las instalaciones. El grupo se dividi en dos cuando llegaron al pasillo un joven y una mujer algo mayor que l. El joven era un soldado de Minnesota que llevaba muy poco tiempo con las prtesis. Llevaba un arns y una correa. Su madre iba detrs mientras l avanzaba tambaleante con sus rodillas de plstico y las piernas metlicas encajadas en zapatillas de deporte, girando violentamente las caderas para dar cada paso. Tena la cara congestionada por el esfuerzo y la concentracin y la frente empapada de sudor, y se morda el labio inferior. Su madre sostena la correa para proporcionarle estabilidad, igual que haba hecho veinte aos atrs en su casa de Thief River Falls, cuando el chico tena once meses y estaba dando sus primeros pasos. El general, los oficiales y los mdicos comenzaron a sonrer dolorosamente y a aplaudir todos al unsono al soldado mientras ste iba abrindose paso. Monroe no tuvo valor para hacer lo mismo. Tena cario a los soldados y los marines que trataba, y nicamente senta respeto por los innumerables mdicos, terapeutas, militares de carrera y voluntarios que hacan todo lo que estaba en su mano para ayudarlos. Pero no estaba dispuesto a sumarse a aquellos oficiales con otra sonrisa congelada. De modo que se acerc en silencio hasta los ascensores despus de que hubieran pasado el soldado y su madre.

~69~

George Pelecanos

Sin retorno

Captulo 7

Alex Pappas haba adquirido haca poco el servicio de radio por satlite para la cafetera, puesto que cada vez se senta ms decepcionado con el contenido de la moderna radio terrestre. El servicio por satlite ofreca una variedad mucho ms amplia y poda contentar a los empleados, que pertenecan a una mezcla de culturas y por lo tanto tenan diferentes gustos musicales, y tambin a la clientela, que por lo general se encontraba en las pendientes de subida y de bajada de la mediana edad. Darlene, como era la ms veterana de la plantilla, no tard en asumir el mando de la radio nueva. De los empleados originales de la poca de su padre, tan slo quedaba ella. Inez haba fallecido de una enfermedad del hgado a los cuarenta y tantos aos, y poco despus la seorita Paulette, vctima de la diabetes y de lo que pesaba. En la dcada de los ochenta, Jnior Wilson cay en las redes de la droga y a todos los efectos desapareci. Su padre, Darryl Wilson, que an continuaba trabajando de tcnico del edificio de arriba, ya no hablaba de su hijo. Darlene pesaba actualmente veinte kilos ms que cuando tena diecisis aos. Cuando la miraba, Alex vea todava el encanto de sus ojos y de su sonrisa, y tambin aquellos veinte kilos. La instaba con delicadeza a que adelgazase y dejase de fumar, pero ella se zafaba de sus sugerencias con una risa igual de delicada. Haba dado a luz a cuatro nios, el padre de uno de los cuales era Jnior Wilson, y en la actualidad tena nueve nietos. Una hija soltera y en paro y dos nietos vivan en la casa que tena ella en el rea de Trinidad del distrito Noreste. Un hijo era inspector del Departamento de Salud, otro estaba en la crcel en Pensilvania, a causa de las drogas. La segunda hija tena un empleo de funcionaria, un buen marido y una casa en PG County. Darlene haba mantenido a diversos miembros de la familia a lo largo de los aos y se las haba arreglado para lograrlo todo gracias al trabajo de la cafetera. Alex le proporcionaba un plan de jubilacin bsico y seguridad social. Ella se haba puesto totalmente de su parte desde el da en que l se hizo cargo del negocio, lo ayud a atravesar la poca en que su padre estuvo enfermo y muri, y continuaba siendo esencial para el funcionamiento del local.

~70~

George Pelecanos

Sin retorno

Darlene ejerca el derecho que tena respecto de la radio sintonizando la emisora de la R&B que pona msica antigua, Soul Street, cuyo locutor era el legendario pinchadiscos de Washington Bobby Bennett, recordado por muchos como el Quemador Poderoso. Cuando Darlene se senta generosa, ceda los derechos sobre la radio a los empleados hispanos, que compensaban el equilibrio de la plantilla. Tito Polanco, un energtico joven de la Repblica Dominicana que se las ingeniaba para realizar tanto la tarea de entregar pedidos como la de fregar los platos; Blanca Lpez, platos fros y sndwiches; y Juana Valdez, la camarera de la barra. Alex slo peda que durante la hora punta sintonizaran la radio en alguna emisora en la que no se hablara. Cuando estaba ocupado las voces lo molestaban, y no hacan ms que multiplicar el caos que reinaba en el local. El hijo mayor de Alex, John, haba sugerido que en las horas punta pusiera msica chill-out, que l consideraba actual e intrincada. Para Alex era simplemente msica instrumental, ligeramente hipntica e inofensiva, e intrincada, sospechaba, slo si uno estaba colocado. Pero John tena razn; era una msica de fondo perfecta para la hora punta del almuerzo. La msica es muy importante en un local como el nuestro dijo Alex, en un intento de justificar ante su mujer Vicki el gasto del aparato de radio por satlite mientras lo contemplaban en el establecimiento que tena Radio Shack en su barrio. No slo para los clientes, sino tambin para los empleados. Si te apetece comprarla, cmprala dijo Vicki, conociendo lo mucho que le gustaban los artilugios. No es necesario que me convenzas a m. Era por explicarte el tema repuso Alex. Los clientes repararon enseguida en la radio nueva y le gastaron bromas a Alex diciendo que haba entrado en el nuevo siglo siete aos despus de que ste hubiera dado comienzo. Los empleados se entusiasmaron con la novedad y se pasaban el da entero discutiendo amistosamente acerca de qu emisoras sintonizar. Adems de eso, el asesor fiscal de Alex, el seor Bill Gruen, le haba dicho que poda desgravarse el gasto. Haba sido una compra que mereca la pena y que haba mejorado el negocio. Su padre la habra aprobado. La hora punta estaba disminuyendo. Junto a la barra haba varios clientes terminndose el almuerzo. Alex los conoca a todos, la composicin de sus familias, de qu modo se ganaban la vida. Uno de ellos, un abogado llamado Herman Director, tomaba todos los das un embutido de hgado con pan blanco. Alex lo compraba en exclusiva para l, ya que rara vez lo peda algn otro cliente. Al igual que la mantequilla, la cual tambin tena a mano para un individuo corpulento y bigotudo que se llamaba Ted Planzos, era un artculo que estaba desapareciendo de la pantalla del radar culinario de Estados Unidos.

~71~

George Pelecanos

Sin retorno

Alex estaba sentado en la banqueta situada detrs de la caja registradora. Haba estado examinando el contenido del frigorfico con puerta de cristal, observando los pasteles y las tartas que quedaban y calculando lo que iba a llevar al hospital cuando se fuera a casa. Desde que se hizo cargo del negocio peda a los proveedores cantidades extra, siempre ms de lo que venda, para que siempre sobrara algo al final de la jornada. Los soldados eran muy aficionados a la tarta de queso y a la de lima. Les gustaba lo suculento y lo dulce, cosa nada sorprendente, teniendo en cuenta que la mayora de ellos eran poco ms que unos cros. Qu me debes? dijo Dimitri Mallios, un tipo que llevaba mucho tiempo siendo abogado y mucho tiempo siendo cliente suyo, a la vez que se aproximaba a la caja registradora y pona la nota de la consumicin encima de la barra. Te debo siete y pico contest Alex casi sin mirar la nota. Sndwich de pavo con queso, lechuga, tomate y mayonesa, patatas fritas y una Coca light. Mallios acuda al local dos veces por semana, se sentaba en la misma banqueta si estaba desocupada y peda el mismo sndwich y el mismo acompaamiento. Juana anotaba el pedido en el tablero en cuanto lo vea a travs de la puerta de cristal bordear el parapeto flanqueado por sendas macetas. Antes de que se hubiera instalado en la banqueta, Blanca ya empezaba a fabricar el sndwich. Todo bien? dijo Mallios cuando Alex abri la caja, coloc los billetes en sus respectivos cajetines y sac el cambio. El negocio va como siempre respondi Alex con un encogimiento de hombros. Pero los nuevos propietarios van a subirme el alquiler. Tenas un buen contrato con Lenny Steinberg dijo Mallios, que haba representado a Alex y su padre en las negociaciones del alquiler desde que se fund el negocio. Ya nos ocuparemos de esa subida cuando llegue el momento. Muy bien, Dimitri. T ests bien, no?Esta vez Mallios le estaba mirando con seriedad; la pregunta no se refera al local, sino a la salud mental de l. Entacsrespondi Alex con un leve gesto de la mano que pretenda restar importancia al asunto. Todo va perfectamente. Mallios asinti, dej unos centavos para Juana y regres al trabajo. Darlene se acerc a la caja registradora caminando sobre las esteras de caucho, esptula en mano y canturreando por lo bajo. Llevaba un vestido rosa plido y unas deportivas con la parte de atrs recortada. Qu tal ha ido? le pregunt Alex. El sndwich de pechuga de pollo ha ido como la seda. Al pblico le ha gustado la salsa de rbano. Fue idea de John.

~72~

George Pelecanos
Est lleno de ideas. A propsito, dnde est?

Sin retorno

Le he dicho que se tome el resto de la tarde libre. A quin se le ha ocurrido aadir beicon? A m. Con el beicon, todo sabe bien. Prepara tus pedidos para maana, y ve a ver qu necesita Blanca. Blanca dice No semo quedao sin canne en lata contest Darlene con la idea que tena ella de lo que era el acento espaol. Pon carne en lata en el pedido. Alex mir a Tito, que estaba en la zona en que se fregaban los platos, apoyado sobre la barra y hablando con una mujer atractiva y de piernas largas que llevaba una minifalda y una chaqueta a juego. La mujer se haba quitado las gafas, lo cual quera decir que Tito le haba cado bien. Tito era un joven apuesto y de ojos negros y profundos, movimientos fluidos y atlticos y una gran dosis de encanto. Lanzaba miradas a muchas de las clientas que entraban por la puerta, y aunque rara vez tena xito, eran pocas las que se sentan ofendidas. Por lo visto, no les importaba que el chico tuviera diecinueve aos o que se ganara la vida fregando platos. Tito exudaba un resplandor masculino, y era muy consciente de ello. Le encantaba venir a trabajar. Se puede saber qu est haciendo Tito? pregunt Alex con una mezcla de irritacin y admiracin en la voz. Quieres decir que no lo sabes? Ese chico es un salido. Es joven replic Darlene. No te acordabas? Ella debe de sacarle diez aos. Y? Para ti eso nunca fue un obstculo. No hace falta que te vayas tan lejos. No te acuerdas de aquella secretaria que trabajaba en la calle Diecinueve, cuando t tenas la edad de Tito? No eras ms que un cro, y ella tena, cuntos, treinta y dos? Eso fue... Divertido. Y que no se te ocurra fingir que no. Sigue con lo tuyo, Darlene dijo Alex notando que le suba un calor a la cara. Vas a almorzar ya, cielo? En cuanto se vayan estos clientes contest Alex.

~73~

George Pelecanos

Sin retorno

Por la cristalera penetraba la luz de primeras horas de la tarde caldendole la mano. Alex no tuvo que mirar el reloj de Coca-Cola que colgaba en la pared; saba la hora que era por la caricia del sol.

Usted lo vio dijo el sargento mayor O'Toole mirando a Raymond Monroe. Estuvo presente tras finalizar la Primera Formacin. Cuando los vi a todos ustedes, estaban presentes sus amigos. Se fueron poco despus de que se fuera usted. El soldado Collins me dijo que necesitaba hablar conmigo en privado. Qu dijo? pregunt Kendall Robertson. Que ya est preparado contest O'Toole. Se hallaban sentados en el estrecho despacho que tena Kendall en el edificio 2 del hospital principal. Kendall, terapeuta de pacientes internos que se ocupaba de soldados heridos y de sus familias, haba estado haciendo la ronda con Monroe cuando llam O'Toole a la puerta. Entre los tres ya ocupaban casi todo el espacio. A su alrededor, adems de la mesa de trabajo, el ordenador y los archivadores, haba cajas de bombones y flores envueltas en plstico, figuras de animales que sostenan banderas estadounidenses en miniatura y otros regalos de ndole animosa y patritica similar. Kendall los reparta al hacer las rondas. Qu le ha hecho cambiar de opinin? inquiri Kendall. Imagino que el hecho de ver que han ido progresando sus amigos respondi O'Toole. Ya andan. Incluso algunos son capaces de correr. l ve a sus colegas bromeando y fumando y se dice a s mismo que tiene que superar la situacin y ponerse una prtesis. Est seguro? dijo Kendall. Todo lo seguro que se puede estar respondi O'Toole. La amputacin voluntaria es una decisin compleja. Es algo que se hace por necesidad, tras una lesin. Pero decir que uno quiere que le corten las piernas... Tampoco es tan simple si se mira por el lado de la logstica. Tiene que presentar una solicitud formal ante un grupo de mdicos y oficiales. Es casi como un juicio. Quiero decir que se tarda un tiempo en obtener la aprobacin para dicho procedimiento. No quisiera que el soldado Collins cambiara de opinin otra vez mientras se estn llevando a cabo todos los trmites. Voy a poner el proceso en marcha dijo Kendall, si eso es lo que quiere l. Hoy tengo que verle, durante la ronda. Gracias, seorita Robertson.

~74~

George Pelecanos
Kendall afirm con la cabeza. Sargento mayor.

Sin retorno

O'Toole sali del despacho. Cuando se hubo cerrado la puerta, Monroe elev las cejas en direccin a Kendall, la cual sonri. Ya lo s dijo Kendall. Cundo vamos a tener un da tranquilo? Monroe se levant de la silla. Kendall hizo lo mismo y fue hasta l para abrazarlo. Lo ests haciendo muy bien, nena. Eso es lo que me dicen. Imagino que hoy almorzar solo. Eso parece. Quiero empezar enseguida con lo de Collins. Monroe la bes suavemente. Ambos disfrutaron de un prolongado abrazo en el silencio del despacho.

Alex Pappas se haba agenciado un pase de visitante en las oficinas del AW2 para poder trasponer las puertas de seguridad de Walter Reed sin provocar molestias innecesarias. Como tardaba poco en repartir lo que traa, normalmente aparcaba el Jeep en la hierba que creca junto a las casas Fischer, unas viviendas de ladrillo tamao chal que funcionaban como hoteles para alojar a padres, hermanos, novios y cnyuges que acompaaban a los soldados heridos durante el tiempo que duraran el tratamiento y la recuperacin. Alex cogi los postres sobrantes, colocados con esmero en una caja de cartn, y los llev hasta la parte de atrs de la segunda casa Fischer, a un patio en el que haban montado unas mesas de hierro; un lugar tranquilo al aire libre donde los soldados y sus familiares podan hallar un poco de paz, fumarse un pitillo o hablar por el mvil. Haba una puerta trasera que conduca a una cocina supergrande y modernsima que era compartida por los residentes. All haba comida a todas horas, a menudo muy bien preparada. Hola, Peggy dijo Alex a una mujer que acababa de despejar una encimera de granito y estaba limpindola. Peggy Stawinski, rubia y de mediana edad, tena un hijo que actualmente estaba sirviendo en Afganistn. Trabajaba como voluntaria en las dos casas Fischer, as como en la casa Mologne, una estructura ms antigua y ms elegante que tambin haca las veces de hotel. Hola, Alex. Puedes dejar eso aqu mismo. Alex deposit la caja sobre la encimera y extrajo el contenido.

~75~

George Pelecanos

Sin retorno

Hoy traigo unas cuantas cosas. Ha llegado todo esta maana, de modo que est reciente. Qu es eso? pregunt Peggy sealando media tarta de color rosa y rojo. Lo llaman tarta de queso Marionberry. Ests de coa. Queran ponerle un nombre entraable. Quieres un poco de caf? Acabo de hacerlo. Tengo el coche aparcado en el csped repuso Alex. Mejor me voy a casa. Gracias. Todo esto tiene una pinta estupenda. El placer es mo. Qu tal va la biblioteca? Nunca nos viene mal recibir libros nuevos. Ya te traer unas cuantas novelas de bolsillo. De detectives. Tengo demasiadas por casa. Mi mujer me da continuamente la lata para que me deshaga de ellas. Muy bien, Alex. Adis. Los das laborables haca una parada en el camino a casa, pero nunca se quedaba lo suficiente para mezclarse con los soldados ni con las familias de stos. Deca que no tena tiempo para entretenerse. Que tena el coche aparcado en el csped. Que tena que irse.

Raymond Monroe paseaba por el recinto del hospital haciendo tiempo, ya finalizado su turno, para ver si poda regresar a casa en coche con Kendall, que sala tarde del trabajo. Sobre todo en direccin oeste, dejando atrs el hospital, el paisaje era verde y estaba salpicado de robles viejos, arces, y cerezos y magnolios en flor. Se haba hecho el anuncio de que en el plazo de diez aos el complejo Walter Reed iba a mudarse fuera de D.C. ltimamente los funcionarios venan dudando de tomar dicha decisin, pero la postergacin de la pena tena los das contados. Cuarenta y cinco valiosas hectreas de terreno en el centro de la ciudad, era inevitable que el hospital tuviera que trasladarse a otro emplazamiento. Al doblar la esquina de una de las casas Fischer, estuvo a punto de chocar con un blanco ms o menos de su misma edad que sala por la puerta de atrs. Monroe estaba acostumbrado a ver deformidades, con todos los heridos, amputados y quemados que trataba, pero aquel hombre tena algo ms, aparte del horrible caimiento del ojo derecho, que lo turb de inmediato.

~76~

George Pelecanos

Sin retorno

Disculpe, amigo dijo Monroe apoyando una mano en el brazo del otro al tiempo que se apartaba. Disclpeme usted a mrepuso el hombre, que prosigui su camino. Monroe se detuvo junto a la puerta trasera de la casa Fischer para observar al otro, que se diriga a pie hacia su vehculo, un Jeep Cherokee aparcado en el csped. Lo estudi ms largamente, y por un instante fugaz le vinieron a la memoria aquellos das posteriores a lo sucedido, aquel sufrimiento en los tribunales. A continuacin empuj la puerta y entr en la casa. En la cocina encontr a Peggy Stawinski, colocando tartas y empanadas sobre la larga encimera. Raymond. Tiene gracia que casualmente te hayas pasado por aqu precisamente ahora que estoy sacando esto. Ya sabes que me gustan las cosas dulces, Peggy. Como a ti. No sigas. Monroe sola pasarse a saludar a Peggy. Ambos tenan hijos bajo las balas. Estoy esperando a mi novia. Matando el tiempo. Monroe alarg la mano para coger algo de la encimera, y Peggy le dio un leve cachete en la mano. Qu buena pinta tiene eso. Es tarta de queso Marionberry. Menudo nombre. Quieres un caf? No, estoy bien as. Monroe se pas un dedo por su fino bigote negro. Oye, quin era ese tipo que acaba de salir de aqu, el que llevaba una camisa blanca y pantaln de trabajo? El dueo de un restaurante que hay en el centro, en Connecticut con N. Todas las tardes, de camino para su casa, nos trae algn postre. Slo para demostrarnos su solidaridad, o algo as? Perdi un hijo en Iraq. Monroe hizo un gesto de asentimiento. Se llama Alex Pappas dijo Peggy. Pappas. Alex Pappas era como se llamaba aquel chico. Saba que Pappas era la versin en griego de Smith o Jones. Aun as, estaba lo del ojo, y esto despej cualquier duda al respecto. El chico debi de quedarse con aquella marca para toda la vida. Ya se haba encargado Charles Baker de que as fuera.

~77~

George Pelecanos
Lo conoces? pregunt Peggy. Monroe no respondi. Estaba pensando.

Sin retorno

~78~

George Pelecanos

Sin retorno

Captulo 8

Charles Baker estaba sentado en Leo's, un bar de barrio que haba en Georgia Avenue, cerca de una callecita ajardinada de Shepherd Park. Sobre la barra de madera que tena delante descansaba una jarra de cerveza de barril con la que ya llevaba un rato. Estaba leyendo un peridico y esperando a que vinieran a buscarlo. Baker se ley el Washington Post de cabo a rabo. Haca lo mismo todos los das. Aunque de joven no haba abierto ni un libro ni un peridico, en la crcel haba adquirido la costumbre de leer. Y se haba convertido en un vicio. Una seccin que se saltaba era la de las ofertas de trabajo. Con su historial, no exista ninguna razn de peso para solicitar un empleo que viniera acompaado de plan de pensiones, seguro mdico o algn futuro. Ya se conoca aquella cantinela: presentarse a entrevistas, percatarse acertadamente los empresarios de que l no era el tipo apropiado para aquel trabajo, con aquella cicatriz en la cara que le complicaba las cosas y llevando encima en todo momento aquel mal olor que despeda su vida. Cuando llegaba el momento de explicar la experiencia con que contaba, mencionaba sus condenas por delitos graves y sus estancias en prisin, porque estaba obligado a mencionarlas. Adems, le gustaba inquietar un poco a los tos convencionales. Para ser justo, he de informarlo de que hay muchas personas que solicitan este mismo puesto (gente que no tiene antecedentes penales). Muchas de ellas estn sumamente cualificadas (cuentan con estudios ms all de dcimo curso, a diferencia de ti). Parece usted una buena persona (me das miedo). Ya lo llamaremos (ni por lo ms remoto). En ocasiones a Baker le entraban ganas de echarse a rer a carcajadas en aquellos despachos, pero se contena. Era un buen chico. Por fuera. De todas maneras ya tena un trabajo, un empleo de media jornada que le haba buscado su agente de la condicional. Tena que ver con bacinillas, paales manchados de cacas, bolsas de basura y mopas, pero estaba en libertad condicional, de modo que tena que trabajar en algo. Formaba parte del equipo de limpieza de una residencia de ancianos que haba en Penn-Branch, saliendo de Branch Avenue, en el distrito Sureste. Tena un acuerdo con el tipo con el que trabajaba, una variedad de

~79~

George Pelecanos

Sin retorno

africano que se encargara de cubrirlo cuando no acudiera al curro y de asegurarle a la agente de la condicional que Baker se presentaba a trabajar con toda regularidad. El africano prefera que aquellas horas las aprovechara su hermano, al que acababa de sacar de la madre patria. Fue en la residencia de ancianos donde Baker conoci a La Trice Brown. Y por medio de La Trice se junt con su hijo Deon y con el amigo de ste, Cody. De forma indirecta, trabajar en aquel agujero de mierda haba sido positivo para l. Cmo se titula la cancin y quin la compuso? Y no digas que fue Lou Rawls. Dame un segundo. Estoy pensando. En el otro extremo de la barra haba dos blancos de mediana edad que ya llevaban cuatro rondas de vodka. Haban estado hablando a voces de mujeres a las que afirmaban haberse tirado, de deportes que no haban practicado nunca y de coches que les gustara tener. Ahora haban empezado a discutir sobre la cancin que se oa en la mquina. Era una pieza de pop-soul con mucha msica de cuerda. El vocalista tena una voz suave que comenzaba en tono calmado y poco a poco iba ganando expresividad. En el momento culminante del tema, el cantante dio la impresin de ir a eyacular encima del micrfono. Baker conoca la cancin, pero no le pona nombre. Hang On In There, Baby, de Johnny Bristol. De qu ao? Del setenta y cuatro? Es del setenta y cinco. Yo todava estaba en la cuna. Y la discogrfica? La MGM. Cmo lo sabes? Compr el disco de cuarenta y cinco revoluciones en Variety Records cuando era adolescente. Todava me acuerdo del len. Supongo que sabrs de qu va esa cancin, no? De algo as como que no hay que dejar que el mundo nos decepcione. No, pedazo de idiota. Quiere decir: cuelga tu salchicha bien dura dentro de m y no dejes que se ponga lacia. Dentro de ti? T ya me entiendes.

~80~

George Pelecanos
Pero si el que canta es un to.

Sin retorno

Ya, pero le dice a una ta que aguante. Le dice: aguanta un poco, procura no correrte demasiado deprisa. Y qu ms da que ella se corra? Ah te doy la razn. Baker no miraba a los dos individuos ni les prestaba la menor atencin. Ya iba por la seccin de Negocios y estaba leyendo una de aquellas columnas que llevaban el encabezamiento De cerca, en las que trazaban el perfil de una persona de xito del rea de Washington. Edad, universidad en la que estudi, cnyuge, hijos, el ltimo libro que haba ledo, gilipolleces parecidas. Fue en aquella misma columna cuando Baker se puso de nuevo al corriente de la trayectoria de su hombre, que haba triunfado en la vida. No slo era abogado, sino adems socio de un bufete. Alardeando de que estaba muy conectado con los chavales de los barrios pobres del centro, haba creado una fundacin de caridad en el nombre de su familia, a travs de la cual haca sustanciales aportaciones a los fondos de becas para alumnos afroamericanos que deseaban estudiar en la universidad, pero necesitaban que les tendieran una mano. A Baker le gustara saber si aquel tipo pretenda obtener un cargo poltico o simplemente estaba intentando demostrar a sus amigos que obraba con sinceridad. Todo el mundo jugaba por inters de un modo o de otro. El camarero de la barra, un individuo corpulento y de nariz poderosa, le pregunt si quera otra ronda. Baker puso la mano encima de la jarra y dijo que estaba servido. El camarero fue hasta el otro extremo y les pregunt lo mismo a los dos payasos. Ellos contestaron que s y prosiguieron con su conversacin. Oye, has estado alguna vez en el Wardman Park? Estuve cuando era el Sheraton Park. El sbado por la noche tengo all un asunto. Una boda, en el saln de cotillones que tienen. Ah, s? Hace tres aos que no voy por all. Pero, por as decirlo, tengo un historial en ese sitio. Qu historial? Sexual. Ya empezamos. Lo que estoy diciendo es que all ech el primer polvo, cuando tena quince aos. Dnde, en el aseo de caballeros?

~81~

George Pelecanos
El camarero les estaba preparando las bebidas.

Sin retorno

Baker pens en la fotografa del tipo que haba visto en el peridico. Se acord del chico del juicio. Rubio, de hablar suave, lleno de remordimiento. El que tuvo suerte y sali corriendo. Ya no se pareca en absoluto a aquel chico. Cabello gris, bien vestido, aire distinguido. No se sorprendera de encontrarse con su viejo amigo Charles? Eh, amigo, permite que le invitemos a una cerveza? Baker volvi la cabeza. Era uno de los blancos, un tipo de baja estatura y pelo afro que pareca judo. Baker llevaba muchos aos entrando y saliendo del mundo, pero tena la certeza de que los blancos haca mucho que haban abandonado aquel look tan cansado. Estoy a punto de marcharme conteste Baker en tono amistoso. Pero gracias. En su vida anterior, tal vez se hubiera abierto la chaqueta para ensear a aquel canijo la empuadura de una pistola asomando por la cinturilla del pantaln. Una respuesta visual a su amable oferta acompaada de una mirada a algo que dijera: No tengo sed. Aqul era el Charles Baker antiguo. No era que hubiera dejado de gustarle joder un poco al personal de vez en cuando, pero no estaba dispuesto a que lo enchironasen automticamente por llevar un arma de fuego. Hubo una poca en la que llevaba pistola a todas partes y las consecuencias no le importaban lo ms mnimo. Tiempo atrs, cuando se quedaba en casa de una mujer a la que haba conocido, en el nmero cuarenta y muchos, frente a Nannie Helen Burroughs, en el distrito Noreste, se levantaba por la maana, se meta una pistola en el bolsillo, sala por la puerta y se iba a trabajar. Recorra las calles andando hasta que se tropezaba con personas que parecan dbiles, mujeres y hombres mayores a los que poda intimidar y despus robarles todo lo que llevaran encima. Se imaginaba a s mismo como un animal bello y fuerte, como uno de esos guepardos que caminan por la sabana. Ir al trabajo con naturalidad, hacerlo que hacen los cazadores. Aquello fue antes de su estancia ms reciente en la crcel. En la prisin federal de Pensilvania, para cuando lleg al final de aquella ltima y larga condena, ya haba dado el paso a la madurez. S, todava levantaba pesas y haca las flexiones de siempre en su celda. Segua mirando a los hombres a los ojos y caminando con altivez. Pero no caba duda de que la edad le haba cado encima y le haba hecho bajar el pistn. Cuando qued en libertad, su plan consista en que no tena ningn plan, lo mismo que le haba sucedido muchas veces anteriormente, pero esta vez, el no tener un mapa de carreteras lo asust. Se dio cuenta de que el fsico y la falta de miedo de su juventud ya no iban a sostenerlo al andar por el mundo. No senta el menor deseo de llevar una vida convencional, pero fue capaz de mirarse al espejo y comprender que tena que cambiar de estrategia. Se convertira en jefe. Se valdra de sus arti-

~82~

George Pelecanos

Sin retorno

maas y de su encanto para obligar a otros a hacer lo que l ya era demasiado mayor para hacer. Iba a tener que buscar a varios chavales jvenes y ponerlos a trabajar. No le resultaba difcil enganchar a los cachorros. Aunque su reputacin haba muerto con los que estaban desaparecidos o en la crcel, cualquiera poda mirar sus ojos color avellana, que haban perdido toda luz, y ver que hablaba en serio, no con aquel aire sentimental de tipo pasado de moda pero todava guay que se les conceda a los tos canosos y a los raperos cansados. l iba en serio. En aquel momento son su telfono mvil de usar y tirar. S, dnde ests? dijo Baker. Yendo para donde ests t dijo el blanco, Cody. Baker cerr el telfono. Delante de Leo's se detuvo un Mercury Marauder de color negro. Charles Baker dej sobre la barra un billete para pagar la cerveza y una magra propina, y sali a la escasa luz diurna que quedaba en el exterior del local. Cruz la acera esquivando a uno de esos benefactores que sacan a un perro de las dependencias de la Sociedad Protectora de Animales y se subi al espacioso asiento trasero del coche. Al volante del Mercury iba sentado Deon Brown, y a su lado, Cody Kruger. Deon mir por el espejo retrovisor y Baker le estudi fijamente la mirada. Se haba tomado la pastilla, lo cual era buena cosa. Vmonos, chaval dijo Baker. Deon se apart del bordillo de la acera, dio vuelta al Marauder en medio de Georgia y enfil en direccin sur. La Trice Brown era propietaria de un adosado dplex situado en Manor Park, un vecindario de clase media que haba al este de Georgia, cerca de la comisara de polica del distrito n. 4. Estaba de pie en su dormitorio, ubicado en la planta de arriba, junto a la ventana que daba a Peabody Street, con la vista fija en el coche del que se estaban apeando su hijo Deon, el amigo de ste, Cody, y Charles Baker. Al observar a Charles, oy dentro de la cabeza aquella vocecilla que suplicaba: Por favor, que sea bueno. Trabajaba de asistente administrativa para el Departamento de Trabajo. Proceda de una familia fuerte que tena races en el sureste. Llevaba casi veinte aos en aquel empleo de funcionaria, asista a la iglesia con regularidad y haba sido una buena madre para Deon y su hija mayor, La Juanda, que actualmente se haba casado y marchado de casa. En su vida todo iba bien salvo una cosa: que siempre se haba liado con hombres malos. Haba muchas mujeres que de jvenes se sentan atradas por hombres temerarios. La mayora superaba dicha atraccin y aprenda, pero no haba sido el caso de La Trice Brown.

~83~

George Pelecanos

Sin retorno

El padre de Deon haba muerto, le pegaron un balazo en la cara muchos aos atrs en una fiesta que se celebraba en Baltimore en honor de no se saba quin. El padre de La Juanda fue un error de dos meses, un estafador al que dej tirado en la estacin de autobuses igual que uno deja ropa sucia en un refugio para los sin techo. El ltimo error de La Trice era Charles Baker. Para ser justa, cuando se conocieron pareca un hombre bueno, incluso un caballero. La abuela de La Trice, L'Annette, se haba registrado con carcter permanente en la residencia para ancianos de Penn-Branch, pues padeca de Alzheimer avanzado y de vejez sin ms. Cuando La Trice iba a verla, a veces hablaba con el seor Baker, uno de los encargados de la limpieza. Aunque aquel hombre tena algo que sugera una especie de filo violento, siempre era educado y le preguntaba por su abuela, y le deca que l se asegurara de que la ancianita estuviera cmoda durante su turno de trabajo. Le sacaba a ella ms de diez aos, pero era atractivo, tena la cabeza afeitada y unos ojos verdosos que le recordaban a aquel actor de cine que haca de proxeneta con corazn de oro. Para ella, la cicatriz de la cara no estropeaba nada, sino que le daba carcter. l le haba contado sin ambages que haba tomado algunas decisiones errneas en la vida y que actualmente se encontraba en libertad condicional. Ella respondi que crea en la redencin y en las segundas oportunidades. Una vez ms, estaba actuando como una ciega. La Trice le haba comprado a su abuela un frasquito de perfume como regalo de cumpleaos, y un da, mientras estaba sentada con ella en la habitacin, se dio cuenta de que dicho perfume no estaba sobre la cmoda en la que la seorita L'Annette guardaba sus objetos ms preciados. Se lo coment al seor Baker, el cual le dijo que iba a encargarse del asunto. En la siguiente visita, La Trice descubri que el perfume estaba de nuevo sobre la cmoda. Encontr al seor Baker empujando una mopa y un cubo por el pasillo. Ha sido usted? le pregunt La Trice. Yo me he encargado de ello contest el seor Baker. Una de las enfermeras, la haitiana, crea que haba sido muy astuta. Ya no volver a robar ms cosas a las abuelas. Cmo ha hecho para recuperarlo? Pues ver, le he enseado a esa jovencita el error que cometa haciendo esas cosas. El seor Baker invadi su espacio personal, se irgui sobre ella, poderoso. Ella era una persona menudita, y l era muy alto. Gracias, Charles. Es la primera vez que alguien me llama por mi nombre de pila.

~84~

George Pelecanos

Sin retorno

Le gustara que tomsemos caf juntos alguna vez? Oh, me gustara muchsimo, La Trice. En aquel entonces pareca un hombre muy bueno. La Trice oy cerrarse de golpe la puerta de la calle al entrar l en la casa, y se sinti estremecer. Los jvenes se fueron a jugar con la Xbox en el cuarto de la televisin. Cody tena un apartamento alquilado all cerca, en el cual Deon y l almacenaban, pesaban y embolsaban la marihuana que movan. Y tambin era donde guardaba Cody su arma. Deon todava viva con su madre, en parte para tenerla a sta vigilada y en parte porque opinaba que era lo ms sensato, dada la personalidad temeraria de Cody. Baker les dijo que no tardara en volver. Quera hablar un momento con la madre de Deon. Baker subi las escaleras. ltimamente, La Trice vena actuando de manera un tanto rara. Le replicaba, se irritaba cuando l hablaba de los planes que tena para el futuro, como si ya hubiera odo demasiadas veces todas aquellas historias inventadas. Y lo peor era que en ocasiones retroceda cuando l intentaba tocarla. Una vez que uno ha perdido el gancho sexual para una mujer, la relacin est terminada. Slo se puede recuperar de forma temporal, pero nunca del todo. No era que La Trice le importase, sino que necesitaba la ayuda de su hijo y del amigo de ste. Iba a tener que conseguir que La Trice controlase sus sentimientos hasta que l hubiera utilizado a los chicos hasta el final. La Trice estaba de pie en un rincn de su dormitorio cuando entr l. Era muy bajita y tena unos pechos que resultaban demasiado grandes, para la poquita cosa que era ella, cuando el sujetador caa al suelo. Cuando sonrea no estaba mal, pero es que ya no sonrea mucho, y cuando estaba seria pareca un dibujo animado, ojos saltones, labios salidos, igual que un perro de juguete. Lo pona enfermo mirarla. Qu ocurre, nena? dijo Baker en tono amable. Acabo de volver del trabajo. Y t? He estado buscando trabajo. Pero no trabajabas hoy? Llam diciendo que estaba enfermo. Una condicin de tu libertad condicional es que tengas un empleo con el que te ganes la vida. Necesitas ese trabajo. La necesidad no tiene nada que ver. No voy a volver a ese sitio. Te lo juro, ya no aguanto ese olor. Y tampoco le gustaba trabajar con todos aquellos extranjeros. Como aquella enfermera haitiana. Saba que haba sido ella la que haba robado el perfume de la abuela de La Trice. No era la primera residente a la que robaba aquella chica; siempre escoga a

~85~

George Pelecanos

Sin retorno

personas que no estuvieran del todo bien de la cabeza. Cuando se enfrent a la haitiana para acusarla del robo, ella lo neg, as que la meti a la fuerza en una habitacin vaca y la sujet contra la pared ponindole el antebrazo en el cuello. Le estruj con saa uno de los pezones entre el pulgar y el ndice a travs de la tela del uniforme, hasta que vio que le rodaba una lgrima por la mejilla. La chica le trajo el frasco de perfume al da siguiente. Aquella accin tan galante lo transform en un hroe a los ojos de La Trice. De todos modos, obtuve lo que buscaba en aquella residencia de ancianos dijo Baker. Conoc a una encantadora ancianita llamada seorita L'Annette. Y te conoc a ti. Baker se acordaba de la poca en que diciendo cosas como aqulla a La Trice se le humedecan las bragas. Pero ahora, ella se limit a desviar los ojos. Todo va a salimos bien, nena dijo Baker. Se acerc a ella y le alz la barbilla con la mano. Acto seguido se inclin y bes sus inmviles labios. Ella deseaba que se fuera. No lo amaba. No le importaba la influencia que ejerca en su hijo. Estaban haciendo algo sucio todos juntos, Charles, Deon y Cody. Fuera lo que fuese, tena que estar mal. Hasta luego dijo Baker. Adonde te vas ahora? Al apartamento, con los chicos. A no ser que quieras que me quede aqu contigo. No repuso La Trice. No pasa nada. Charles fue al piso de abajo, busc a los chicos y les dijo que era el momento de marcharse.

~86~

George Pelecanos

Sin retorno

Captulo 9

Deon Brown haba asistido al instituto Coolidge del distrito, y Cody Kruger haba ido al Wheaton, situado en Maryland. Deon se haba graduado con notas bajas y Cody no se haba graduado en absoluto. Se conocieron porque los dos trabajaban en una de las muchas tiendas de calzado deportivo del centro comercial Westfield, que algunas personas de cierta edad llaman todava Wheaton Plaza. No era una tienda de las que exigen a sus empleados ir vestidos con camisetas de rbitros. Ninguno de los dos habra hecho tal cosa. La primera vez que Deon vio a Cody, ste luca una brecha abierta en la ceja derecha y varios rasguos en un lado de la frente. Cody explic que le haba atizado un chico que intentaba verme, pero que l haba castigado a su agresor y que las marcas que llevaba en la cara no eran nada. Deon nunca lleg a ver a Cody pelear de verdad. As y todo, Cody hablaba incesantemente de la violencia igual que otros jvenes hablaban de sexo. Sea como fuere, no pareca que le interesaran mucho las mujeres. Tena los ojos separados, la piel plida, espacios entre los dientes y acn, grueso como el vmito, en las mejillas. Se hicieron amigos. Deon siempre haba sido un tanto solitario, y, a pesar de todas sus bravatas, Cody tambin. Les gustaba la mara, los videojuegos y el mismo tipo de msica. Los dos eran aficionados a TCB, 3D, Reaction, CCB, Backyard y otros grupos go-go locales, y tambin al rap, si se combinaba con go-go, como haca el tal Wale. Saban quin era Tony Montana, pero Nelson Mndela, no. Se compraban ropa que llevara etiqueta y desdeaban las marcas que eran comunes y estaban pasadas. Ellos vestan Helly Hansen ms que North Face, Nike Dunk en vez de Timb. Y ambos eran forofos de las zapatillas de deporte. El motivo de que trabajaran en aquella tienda era el descuento que les hacan a los empleados. Cody llamaba a todos los hispanos mexicanos, los consideraba adversarios suyos y afirmaba que quitaban los puestos de trabajo a los americanos. Llevaba el pelo muy corto y se lo arreglaba slo en las peluqueras para negros. Pronunciaba algunas palabras como los negros, pero a Deon no le daba la impresin de que se esforzara mucho por dar una imagen, como les ocurra a otros chicos blancos. l era as.

~87~

George Pelecanos

Sin retorno

Tras un encuentro casual con un antiguo conocido que se haba convertido en cliente, Deon y Cody empezaron a pasar un poco de hierba a los otros empleados del centro comercial. Exista un mercado natural para la droga, de modo que podan actuar con discrecin, valindose de la red establecida, todos los jvenes que trabajaban en los quioscos, en las tiendas de ropa urbana, en las que vendan camisetas de deporte y en las zapateras. Compraban medio kilo de una vez y lo que se fumaban ellos mismos les sala gratis. Nunca intercambiaban marihuana ni dinero dentro del recinto de Westfield; eso se poda hacer recorriendo un breve trecho en coche hasta una de las muchas zonas de aparcamiento que servan al CVS, la tienda de excedentes, o hasta el parking municipal que haba detrs del Wheaton Triangle. Cuando empezaron a ver beneficios, Deon dio la entrada para adquirir un Marauder de segunda mano, un coche que llevaba mucho tiempo deseando tener, y Cody alquil el apartamento que quedaba cerca de la comisara de polica del distrito 4. Aumentaron los pedidos a su proveedor y colocaron el inventario extra sin esfuerzo. Gastaban los beneficios tan rpidamente como entraban. Televisor de plasma, mltiples iPods, muebles comprados a plazos en Mario, una pistola. Para Cody, era la vida que haba imaginado para s. Deon no estaba tan seguro; sufra brotes de depresin, y con frecuencia, incluso cuando estaba hasta las cejas de Paxil, no vea la parte positiva. Si uno tena todo esto, qu le quedaba por desear? El seor Charles, que llevaba en sus vidas desde los principios del negocio, deca: Ms.

Tras salir de la casa de La Trice, Baker, Cody y Deon se subieron al Mercury. El Marauder de Deon estaba equipado con colectores Kook's, tubos de escape Flowmaster de extremos grandes y cromados, llantas Motto de veinte pulgadas. Las ventanillas estaban tintadas hasta el lmite permitido, y ste y los dems extras atraan la mirada de la polica. Baker saba tambin que ver a dos chavales, uno negro y el otro blanco, juntos dentro de un coche se consideraba sospechoso, y que existan ms posibilidades de que la polica los parase que si ambos ocupantes fueran de la misma raza. Por esta razn insista en que el Marauder no llevara nada de contrabando. Para el trabajo utilizaban el Honda de Cody, un coche fiable y relativamente invisible. Fueron al apartamento de Cody, ubicado en Longfellow. Estaba siempre revuelto y ola a ropa sucia y a comida dejada en los platos y abandonada en el fregadero. La moqueta estaba llena de envoltorios de chicles y papelitos que guardaban cdigos de la Xbox. Se sentaron en el sof y se pusieron a jugar con la ltima versin de la NBA Live mientras Baker se acomodaba ante una mesa de escritorio con cajonera y encenda el ordenador de Cody. Los chicos lo empleaban para ver porno, mirar las chicas que salan en MySpace, enterarse de los resultados deportivos y

~88~

George Pelecanos

Sin retorno

navegar por eBay en busca de zapatillas de deporte tanto clsicas como nuevas. Baker lo utilizaba para el negocio. Su idea haba sido llevada a la prctica el da en que vio la columna de la seccin de negocios del peridico. Y ms adelante, despus de ver uno de aquellos programas de televisin que se desarrollaban la mitad en la calle y la mitad en la sala de un tribunal, un episodio que detallaba un chantaje relacionado con un crimen cometido dcadas antes, Baker comenz a ver que l poda sacar partido de un montaje similar, pero ms razonado. Tecleando Heathrow Heights y asesinato en la barra del buscador, termin por dar con un sitio que ofreca un servicio de base de datos que contena documentos relativos a juicios criminales tanto de mbito estatal como federal, que se remontaban muchos aos en el tiempo. Sirvindose de la tarjeta de crdito de La Trice, haba recuperado las transcripciones parciales del juicio al precio de menos de cinco dlares. A diferencia de los artculos de peridico antiguos que haba imprimido de los microfilms de la biblioteca, los cuales no identificaban a algunas de las personas implicadas debido a que eran menores de edad, el documento que obtuvo proporcionaba una lista de todos los protagonistas con sus nombres. A partir de ah, no result muy difcil continuar. No quiero Woods, to dijo Cody mientras Deon le quitaba el papel a un cigarrillo y volcaba el tabaco que contena. Vamos a hacernos un porro normal. Deon sigui a lo suyo. Tom un poco de hierba de un montoncito que haba sobre la mesa y puso una buena cantidad en el papel Backwoods. A continuacin enroll el porro y lo sell. Menuda mierda musit Cody. Pero cuando Deon prendi la marihuana y se la pas a l, le dio una buena calada. Baker continuaba trabajando. Por muy poco dinero uno poda tener a su disposicin toda clase de buscadores de personas, que estrechaban el campo por edad y por datos geogrficos. No tard en tener la direccin y la informacin de contacto de Peter Whitten. El otro, Alexander Pappas, result un poco ms difcil de identificar. En el rea de D.C. haba unos cuantos que llevaban el mismo nombre, pero el que termin eligiendo fue el que tena la edad ms aproximada. An viva en el vecindario del que proceda. Tena que ser el mismo to al que l haba machacado. Escribi en el tratamiento de textos una carta redactada con sumo cuidado y sin firmar que copi de otra que haba sido escrita a mano y que mostraba marcas de correccin y palabras en los mrgenes. Seguidamente tecle un nombre e imprimi la carta en un sobre que haba introducido en la impresora de chorro de tinta. En la habitacin flotaba un denso humo de marihuana. A Cody y a Deon les haba dado la risa floja cuando el primero se puso a alardear de su destreza con el videojuego de baloncesto. A Baker no le importaba que estuvieran colocados; as eran ms fciles de manejar.

~89~

George Pelecanos
Repetid lo que os dije del cdigo dijo Baker.

Sin retorno

Los cdigos de la Xbox? Cody no apart la mirada de la pantalla ni los dedos del mando. El cdigo para volver a entrar en el apartamento replic Baker con paciencia. Os explique que tenais que llamar de una manera determinada. Tenemos llave dijo Cody. Para qu necesitamos tambin llamar a la puerta? Y si os la roban? Y si volvis acompaados de la polica? De esa forma sabr que sois vosotros. Golpe, golpe, pausa, golpe dijo Deon. Exacto respondi Baker. Estis listos para salir? Un momento dijo Cody empleando el lenguaje corporal para que los jugadores hicieran en la pantalla lo que l les ordenaba. Estoy a punto de cargarme a este mamn. Di ms bien que lo has soado dijo Deon. En cambio t, si ganas es de pura chiripa. Ya jugars luego dijo Baker. Tenemos trabajo.

Alex Pappas tena una fotografa enmarcada y colgada en la cocina, en la que se vea a su padre, John Pappas, de pie junto a la parrilla de la cafetera, con el delantal puesto, una esptula en la mano y una sonrisa de felicidad en la cara. La parrilla estaba abarrotada de filas de hamburguesas descongeladas que estaba precocinando. Haca aquello mismo todos los das a modo de preparacin para la hora punta del almuerzo. Por qu est sonriente?preguntaba Johnny Pappas, el hijo mayor de Alex, cuando era pequeo. Slo est haciendo hamburguesas! No es que hubiera ganado un milln de pavos ni nada parecido. T no lo entiendes contestaba Alex. Aquella foto era una manera de mantener a su padre vivo para los nietos que no haban llegado a conocerlo. Alex la haba instalado junto al frigorfico, para que la vieran a menudo. Eh, pap dijo Johnny Pappas al tiempo que entraba en la cocina. No cierres todava, vale? Alex acababa de meter un bloque de queso kasseri en la nevera de dos puertas, y todava tena que cerrarla. La mantuvo abierta mientras su

~90~

George Pelecanos

Sin retorno

hijo introduca la mano y extraa una botella de plstico de zumo de arndanos. Johnny bebi directamente de la botella. Lo bebes igual que un animal coment Alex. No quiero tener que lavar un vaso. Cunto hace que no lavas algo aqu? Eso es cierto contest Johnny. Johnny volvi a dejar la botella en su sitio, rozando con su melena desgreada el rostro de Alex, y se limpi la boca con la manga. Alex cerr la puerta del frigorfico y se fue con Vicki, que estaba sentada a la mesa de comer con varios mens para llevar extendidos ante ella. Iban a hacer un pedido de comida, pero Alex haba sacado un poco de queso, aceitunas kalamata y pan tostado a modo de tentempi antes de la cena. Johnny tambin se sent a la mesa con ellos. En un pequeo televisor colocado sobre la encimera estaban dando un partido en horario de mxima audiencia. Los Pappas tenan una agradable salita de descanso provista de un televisor de pantalla grande, pero sobre todo Alex y Vicki se sentaban en la cocina y vean el de trece pulgadas. La cocina era la habitacin central de la casa desde que los nios eran unos recin nacidos. Qu tal nos ha ido hoy? dijo Johnny. Yo he metido dos o tres millones dijo Alex. Nada ms? Nos ha ido bien. Pap, he estado pensando... Que te he dicho sobre lo de pensar? He estado pensando que deberamos aadir algunas ofertas especiales al men. Cambiar un poco la carta. Ah, ya empezamos. No puedes competir con todos los Panera que hay por ah. O sea, si pretendes igualarlos en cuanto a sndwiches, vas a salir perdiendo. Este local no es de ese tipo. Yo tengo una parrilla y platos fros. No dispongo de una cocina grande. No necesitas ms espacio ni ms equipamiento. Yo puedo hacer sopas gourmet con un solo quemador de gas. Y puede que saltear cangrejos cuando sea la temporada. Para los desayunos podemos ofrecer huevos rancheros y acompaamientos como embutido de manzana. Y como guarnicin, unos cuantos gajos de aguacate fresco.

~91~

George Pelecanos

Sin retorno

Entiendo. Es posible que sepas preparar todas esas cosas tan ricas, pero no ests aqu todo el tiempo. Quin va a hacerlas? Y qu pasa si no funcionan? A Darlene le gustara mucho aprender recetas y sndwiches nuevos. No te parece que ella tambin est aburrida de las mismas cosas de siempre? Est aqu para trabajar, no para divertirse. Si lo probamos y no funciona, siempre podemos volver a lo que ya conocemos. No estoy diciendo que tires el men antiguo a la basura, sino que hagamos algo diferente. Para atraer a clientes totalmente nuevos. Alex gru y se cruz de brazos. Johnny haba obtenido una diplomatura en marketing y acababa de graduarse en un instituto culinario. Durante una temporada haba estado de aprendiz de chef en un restaurante de nouvelle cuisine que haba cerca de la Universidad George Washington. Ahora estaba trabajando con su padre en la cafetera a la hora de los desayunos y la del almuerzo, que con frecuencia era una situacin de opiniones enfrentadas. Vicki, que pensaba que su hijo necesitaba la experiencia cotidiana de cmo llevar un negocio, era la que haba sugerido ensayar algo nuevo. Hoy he visto en una tienda una pizarra muy bonita con marco pintado a mano dijo Johnny. Pienso que deberamos comprarla. Puedo ponerla encima del telfono de la pared, para anotar en ella los platos del da. Por amor de Dios. Djame probar, pap. Una sopa nueva, un sndwich nuevo. A ver si tiene xito. Avrio? Maana, s. De acuerdo. Pero a ver qu te parece este otro cambio: llegars puntual al trabajo. Johnny sonri. Cenas esta noche con nosotros, cielo? pregunt Vicki con las gafas de leer que se haba comprado en la farmacia apoyadas en la punta de la nariz. Depende de lo que vayis a cenar repuso Johnny. Ine aposoy contest Alex haciendo un movimiento de cabeza en direccin a l. Quera decir que su hijo era un escogido. No quiero comer nada de esa comida de plstico. Y crees que yo s? replic Alex.

~92~

George Pelecanos
Qu tal El Rancho? propuso Vicki. Di ms bien El Cucaracho apunt Johnny.

Sin retorno

No me apetece comida mexicana dijo Alex. Tengo el estmago... Y el Mie Wah? ofreci Vicki. No Me Va retruc Alex. No seas tan tacao, pap. No es eso. Es que no me gustan los chinos. Y el Cancn Especial? No se me dan bien las especialidades repuso Alex. Ya ha dicho que no quiere comida mexicana apunt Johnny. Bueno, pues algo tendremos que cenar dijo Vicki. Venga, pedimos una pizza al Ledo propuso Alex, una decisin a la que haban ido acercndose poco a poco. Yo voy a preparar una ensalada se ofreci Vicki. Pdela t, Alex, quieres? Si va Johnny a recogerla. Ya voy. Lo vieron salir, un joven de veinticinco aos alto, delgado y atractivo, vestido con vaqueros ajustados y una cazadora de cuero que pareca ser de una talla inferior a la suya. Qu pintas son esas que lleva?pregunt Alex. Qu es, metrosexual o algo as? Basta. Estoy preguntando. Es un joven hip, nada ms contest Vicki, que estaba suscrita a muchas revistas que se podan adquirir en los pasillos del supermercado . Lleva el look de uno de los chicos de ese grupo, los Strokes. Alex la mir fijamente. Yo s que tengo una cosa que puedes acariciar dijo, aludiendo al nombre del grupo, las caricias. Oh, por favor, Alex. Estoy diciendo que ya ha pasado mucho tiempo. Tienes que mencionarlo? Un hombre tiene derecho a soar. Pide la pizza, cielo.

~93~

George Pelecanos
Vale, de acuerdo.

Sin retorno

Fue hasta el telfono y pidi una pizza grande con anchoas y championes. Vicki, que estaba alineando la lechuga, los pepinillos, las cebollas y las zanahorias junto a la tabla de cortar, volvi a dirigirse a l en cuanto colg el telfono. Cielo. Qu. Tenemos que hacer algo con lo del edificio. Est bien. Alex y Vicki eran propietarios de una estructura de ladrillo de casi 1.600 metros cuadrados, que anteriormente haba sido una subestacin de Pepeo, frente a Piney Branch Road de Takoma Park. Se haba distribuido en zonas para darle un uso comercial, y durante los cinco ltimos aos haba estado alquilada por un persa que la utilizaba como saln de exposiciones para presentar muestras de alfombras y moquetas a sus clientes. Cuando su actividad comercial se fue por el mismo camino que el telfono con cable, dej el local. Vicki estaba preocupada por el flujo de efectivo, pero Alex no. Ella llevaba los libros de contabilidad, pagaba los impuestos y gestionaba las inversiones. Alex tena talento para dirigir un negocio, pero no senta inters alguno por la mecnica del dinero. Ya buscar un inquilino dijo Alex. Llevas diciendo eso desde que se march el iran. Ya han pasado seis meses. El edificio est pagado. Pero todava pagamos impuestos por la propiedad. Est bien. Simplemente lo sealo, Alex. Pero no vayas por ah metiendo el dedo en todo, quieres, Doa Metomentodo? Vicki esboz una sonrisa de satisfaccin al tiempo que parta en dos una lechuga iceberg. Era tirando a bajita, an conservaba un buen tipo, tena un poquito de barriga pero estaba bien. El pelo, teido de negro, lo llevaba cortado al estilo que hizo famoso Jennifer Aniston en Friends pero que ahora ya estaba pasado de moda. Esto lo saba hasta Alex. En cambio a su mujer le quedaba bien. Todava se excitaba cuando contemplaba su modo de venir andando hacia la cama por las noches. El modo en que se volva tmidamente para quitarse el sujetador.

~94~

George Pelecanos

Sin retorno

Vicki haba envejecido varios aos en el nico que haba transcurrido desde la muerte de Gus, pero las arrugas nuevas que tena en la cara no constituan ningn problema para Alex. La pena tambin le haba adelantado el reloj a l. Saba que Vicki y l iban a estar juntos hasta el final. Con todo lo que haban pasado y habiendo sobrevivido a ello, no le caba la menor duda. La conoci cuando ella acababa de terminar el instituto y estaba haciendo prcticas en el departamento de contabilidad del Machinist's Union Building, en el bloque 1300 de Connecticut. En dichas oficinas trabajaban las chicas ms amantes de la diversin del rea del sur de Dupont, y tambin las ms simpticas. Alex tena veintitantos aos y era un empresario joven, propietario de un restaurante, un buen partido. Ella acuda al local todas las maanas y tomaba un caf pequeo, con leche y azcar, y un bollo. Se apellidaba Mimaros. Era greco-americana, ortodoxa, una koukla, y trataba con amabilidad a Darlene y al resto de la plantilla. A l no pareca hacerle caso. Alex la sac a cenar y ella se mostr respetuosa con la camarera; si no hubiera sido as, Alex habra roto con ella al instante. Se casaron en el plazo de un ao. Qu opinas? pregunt Vicki. De qu? De Johnny, so tonto. Que tiene ideas fantasiosas. Est entusiasmado. Lo nico que intenta es ayudar. Ya le he dicho que poda probar un par de cosas, no? A tu manera, s. Es que me irrita, el cro este. Alex aguard el mudo recordatorio de Vicki que tambin era una amonestacin: Johnny no es Gus. Pero Vicki continu cortando la lechuga y no hizo ms comentarios. Alex regres al telfono y lo levant de la horquilla. Voy a llamar a mi madre. Se traslad al cuarto de estar y tom asiento en su silln favorito. Marc el nmero de su madre, que actualmente viva en Leisure World. Procuraba telefonearla todas las noches e ir a verla dos veces por semana, aunque ella le recordaba a menudo que no se senta sola. Calliope Pappas no se haba juntado con ningn hombre desde que falleci su marido, pero tena muchas amistades. Matthew, el hermano de Alex, que viva en el norte de California, llamaba con poca frecuencia y haca una visita slo ocasionalmente, en vacaciones, as que la madre, que ya iba acercndose a los ochenta, era lo nico que conectaba a Alex con su niez. Deca muchas veces que si se haba quedado en la zona de Washington haba

~95~

George Pelecanos

Sin retorno

sido por ella. Pero en secreto, saba que necesitaba a su madre ms de lo que lo necesitaba ella a l. Hola, mam. Soy Alex. Ya lo s, cario. No voy a conocerte la voz a estas alturas? Cuando se hubieron despedido, Alex regres a la cocina, volvi a poner el telfono en su horquilla y fue hasta el frigorfico para coger otra rebanada de queso. Ech una mirada a la foto de la pared, la de su viejo con el delantal en el magazi, dando vuelta a las hamburguesas con una expresin de autntica felicidad en la cara. Alex haba vivido sus buenos tiempos en la cafetera. Haba echado unas risas con los clientes y con los empleados. Pero jams se haba sentido igual que pareca sentirse su padre en aquella foto. Se le ocurri pensar que, en los treinta y tantos aos que llevaba trabajando all, nunca haba experimentado una felicidad tan relajada.

~96~

George Pelecanos

Sin retorno

Captulo 10

Cmo consigui este empleo ese to? pregunt Raymond Monroe. Antes de eso era cmico respondi Kendall Robinson. Pues a m no me ha hecho rer nunca dijo Monroe. Ni una sola vez. A m tampoco dijo Marcus Robinson. Estaban en el adosado que tena Kendall en Quebec Place, cenando comida que haban comprado para llevar y viendo aquel popular concurso de televisin que echaban por la noche y que presentaba un to calvo que luca un parche de trompetista de jazz bajo el labio inferior. Me gustara saber dnde se solicita un trabajo asdijo Monroe. Porque estoy totalmente seguro de ser capaz de hacerlo mejor que l. Has visto alguna vez un presentador de concursos que sea negro? No haba uno que lo presentaba Arsenio? se tampoco es gracioso. Podra ser el primero en romper la barrera del color en los presentadores de concursos. Lo que quiero decir es que si el Don Limpio ese es capaz de hacer algo as, yo tambin. Porque ese to est totalmente falto de talento. Se dice as? Creo que s. Quieres saber cmo consigui ese empleo? Por suerte. Igual que encontrar un trbol de cuatro hojas, igual que ganar en el casino, lo mismo. Este to debe de tener una herradura de la suerte metida por el... Raymond! Marcus solt una carcajada. Tiene mucha suerte. Eso es lo que estoy diciendo, Cacahuete. Monroe haba puesto aquel apodo al chaval a causa de su estatura y de la forma tan graciosa que tena su cabeza afeitada. A Marcus no le

~97~

George Pelecanos

Sin retorno

importaba que se lo llamara. El seor Raymond le caa bien, y cuando ste le puso el apodo, era porque Marcus tambin le caa bien a l. Para qu estamos viendo esto? dijo Kendall. Tienes razn contest Monroe. No s por qu lo llaman concurso, cuando no se necesita ninguna habilidad. Todo se basa en la avaricia. Monroe se levant de la mesa de la cocina y apag el televisor. As, qu fcil coment Kendall. Debera hacerlo con ms frecuencia replic Monroe. Venga, hombrecito, vamos a echarle un vistazo a tu bici. Tiene que hacer los deberes de matemticas protest Kendall. Ya los har, mam. Le prometes a tu madre que luego vas a hacer los deberes? dijo Monroe. S. Pues entonces vamos. Kendall dirigi a Monroe una mirada de aprobacin mientras ste cruzaba la habitacin con el nio. Salieron por la puerta trasera de la cocina, bajaron unos escalones de madera que daban a una acera agrietada y bordeada por dos estrechas franjas de tierra, hierbajos y un poco de csped y penetraron en un garaje pequeo e independiente que se elevaba junto al callejn. Kendall haba comprado aquella casa diez aos atrs, por cincuenta y pico mil dlares, y ahora vala varios cientos de miles. Haba soportado el trapicheo de droga, los allanamientos y la violencia de aquel vecindario, y aunque los problemas no estaban erradicados del todo, estaba empezando a tomar cuerpo la visin que tena de un Park View transformado. Muchas de las viviendas de su calle actualmente tenan propietarios de nuevas generaciones y estaban siendo reformadas. Kendall, aunque no haba hecho mejoras importantes, mantena su casa en un estado decente. Monroe se encargaba del mantenimiento bsico, que a menudo no iba ms all de dar una mano nueva de pintura a una pared, hacer agujeros nuevos para tornillos para sustituir los que se haban estropeado, calafatear baeras y duchas y reponer las ventanas rotas, una habilidad que les haba enseado su padre a l y a James cuando eran pequeos. Monroe tambin organizaba el garaje. Sus padres no tenan ninguno en Heathrow, y para l supona un lujo. Tena tornillos, tuercas, pernos, arandelas y clavos almacenados en tubos de carretes de fotos vacos, cada uno con una pegatina escrita con rotulador y todos alineados en una balda de madera. Aceite de motor, lquido de la transmisin, lquido de frenos, trapos, tiles de limpieza, lquido para lavar el parabrisas y anti-

~98~

George Pelecanos

Sin retorno

congelante; todo este material estaba colocado en fila, apoyado contra uno de los muros. Haba llevado all su caja de herramientas, y cuando era necesario la llevaba a casa de su madre. Pensaba que poco a poco estaba instalndose en aquel lugar. No s cmo se ha pinchado dijo Marcus mientras Monroe pona en posicin vertical su bicicleta, una Dyno 2000 con ruedecitas a los lados en la parte de atrs, y la apoyaba sobre el manillar y el silln. Habrs pisado algo, imagino. Alcnzame esas palancas para desmontar neumticos que hay en la balda. Al ver que Marcus no se mova, explic: Esas cosas azules de plstico, un poco alargadas. Con ganchos en la punta. Raymond le mostr al chico cmo insertar el extremo grueso de la palanca entre el neumtico y la llanta, y cmo engancharlo en el radio. Le indic cmo emplear la segunda palanca de la misma manera, enganchndola dos radios ms abajo. Trabajando as, se poda sacar el neumtico. Ahora pasa con cuidado la mano por dentro del neumtico. Encontrars unos trocitos de cristal, o alguna rama puntiaguda, algo as. Lo que haya causado el pinchazo en la cmara. Ha sido esto dijo Marcus sosteniendo con cuidado entre los dedos un pequeo tringulo de cristal verde oscuro. Monroe bombe aire un par de veces al interior de la cmara nueva y la encaj en el neumtico vaco. A continuacin sac la vlvula por el agujero de la llanta y meti un lado del neumtico en el borde de la misma. Despus rode la bici y encaj el otro lado con los dedos a fuerza de msculo. Complet la tarea inflando la rueda hasta la presin adecuada. Mientras tanto no dej de hablar con el chico, describiendo el proceso con un lenguaje sencillo. Marcus observ atentamente cmo trabajaba. Se fij en que en las manos del seor Raymond se marcaban mucho las venas y sobresalan de los antebrazos igual que cables de acero. Se fij en el gorro de punto que llevaba en la cabeza, un poco ladeado. Y tambin en su bigote, fino y cuidado. Algn da, l tambin pensaba dejarse uno igual. Ahora ya tiene que rodar bien dijo Monroe. Puedo ir hasta la Avenue y volver? Es demasiado de noche. Me preocupan los coches que puedan verte. Pero puedes acompaarme andando hasta la tienda, si quieres. Me he dado cuenta de que a tu madre le falta leche. De camino hacia Georgia, Monroe le habl a Marcus acerca del lenguaje corporal.

~99~

George Pelecanos

Sin retorno

Barbilla alta, los hombros cuadrados, como si llevaras colgando un palo de escoba. Establece contacto visual, pero sin pasarte, entiendes? No te conviene provocar a nadie sin motivo. Por otra parte, tampoco te conviene parecer una vctima en potencia. Cmo es una vctima? pregunt Marcus. Como una persona a la que se podra robar en plena cara respondi Monroe. Estas mismas cosas se las haba dicho a Kenji cuando era pequeo. Y a l se las haba dicho su padre, Ernest Monroe. Calle abajo, a medida que se iba intensificando el trfico, Marcus se cogi de la mano de Monroe.

Charles Baker iba sentado en el asiento del pasajero del Honda de Cody Kruger, mirando por la ventanilla una casa colonial de color gris que se levantaba en la esquina de la 39 con Livingston. En el asiento de atrs iba Deon Brown, moviendo de un lado para otro su considerable peso. Estaban aparcados bloque adelante, cerca de Legation Street. Dos negros y un blanco en el interior de un coche desvencijado en uno de los barrios ms ricos de la ciudad. Cualquiera que se tropezara con ellos pensara que se haban extraviado. Estas casas son bonitas coment Cody. Y tienen rboles muy grandes dijo Baker. Durante el da, esto es el paraso de los allanadores. Se encontraban en Friendship Heights. Baker haba cometido unos cuantos allanamientos en vecindarios idnticos a aqul. Dos hombres dentro, uno en el coche vigilando. Entrar directamente hasta el dormitorio principal y ponerlo todo patas arriba. A la gente le gustaba guardar las joyas, las pieles y el dinero en efectivo cerca del sitio donde dorma. Pero l y su gente haban sido retirados de dicho juego por la ley. No estaba dispuesto a ir otra vez a la crcel por un abrigo de pieles. Si tena que caer, sera por algo que mereciera la pena. Teniendo tanto dinero coment Cody, por qu no conducen cochazos ms lujosos? Por prudencia contest Baker. Demuestran que lo tienen de manera discreta, pero tambin estn diciendo algo ms. Aqul no era el estilo de vida de nuevos ricos que exhiben en la puerta de casa un deportivo propio de un Potomac o un McLean. All los residentes tenan pasta, pero no se preocupaban de publicarlo en los peridicos. Sus coches no llamaban la atencin, ni siquiera cuando eran rpidos, pero eran bastante nuevos y respetuosos con el medio ambiente.

~100~

George Pelecanos

Sin retorno

Las calles estaban repletas de Volvos de traccin a las cuatro ruedas, sedanes Saab, monovolmenes hbridos, modelos Infiniti G y Acuras. stos estn diciendo: Mrame dijo Baker, puedo permitirme un Mercedes pero prefiero no tenerlo. Se gastan cincuenta mil dlares en un Lexus hbrido para ahorrarse un litro de gasolina cada pocos kilmetros y alardear de ello en la prxima cena a la que asistan. Pero pide a uno de estos hijos de puta que done mil dlares a un colegio del otro lado de la ciudad para que un nio negro y pobre pueda tener un ordenador y una oportunidad en la vida, y vers cmo te cierra la puerta en las narices. Y cmo lo sabes t? pens Deon, que ya estaba cansndose del tono de escepticismo con que hablaba Baker. Cundo has hecho t algo por algn nio, pobre o lo que sea? No es cierto, Deon? Deon recoloc el cuerpo. Tena las piernas grandes y se encontraba incmodo en la estrechez del asiento trasero. Muy cierto, seor Charles. No aguanto a esta gente dijo Baker, y Cody afirm con la cabeza. Podemos irnos? dijo Deon. Dentro de un minuto respondi Baker. Deon no se senta cmodo en aquella parte de la ciudad, Aun cuando iba bien vestido, aun cuando era convencional, proyectaba cierta imagen. No era slo el color, aunque eso influa bastante en las reacciones. La gente de all perciba que no era su sitio. En cierta ocasin compr una camisa en una de las tiendas de Wisconsin Avenue, situada en la zona que llamaban el Rodeo Drove de Chevy Chase, y cuando la llev a la caja le pidieron la documentacin, y eso que estaba pagando en efectivo. Su madre le dijo que debera haber preguntado el motivo, pero l se sinti demasiado humillado para cuestionar al dependiente. Ya no volvi a ir de compras a aquella zona de tiendas. En eso, se abri la puerta de la casa de estilo colonial y sali por ella un hombre alto y delgado vestido con cazadora deportiva y pantaln. Luca una cabellera densa, gris tirando a larga que le caa un poco por encima de las orejas. Llevaba en la mano una correa, en cuyo extremo iba atado un perro salchicha. Se detuvo un momento para prender un habano y despus ech a andar en direccin norte. Todas las noches dijo Baker. Cody toc la manilla de la portezuela. An no dijo Baker. Que se aleje un poco. Cmo sabes que no va a volver enseguida?

~101~

George Pelecanos

Sin retorno

Porque va a llegarse hasta ese bonito centro de ocio con cancha de baloncesto que tienen como a una manzana de aqu. Tarda un poco en llegar, porque ese triste proyecto de perro que lleva atado a la correa tiene las patas cortas. Una cancha sin iluminar puede ser un sitio perfecto para desvalijarle apunt Cody. Lo que yo quiero no cabe dentro de una cartera replic Baker. Su deuda asciende a bastante ms. El hombre dobl a la izquierda al llegar a Livingston y desapareci. Ahora, s dijo Baker a la vez que entregaba a Cody un sobre con el interior tintado que llevaba impreso en el anverso el nombre de Peter Whitten. Cody se ape del coche, recorri al trote unos meros de calle y meti el sobre en el buzn que haba junto a 1a puerta de la casa colonial. Acto seguido regres al Honda, excitado, con la cara enrojecida y sin resuello. Adelante dijo Baker. Cody le dio al contacto y sali del aparcamiento. Se dirigieron hacia el este y emprendieron el regreso a su lado de la ciudad.

Vicki se haba acostado temprano, tal como acostumbraba a hacer desde que mataron a Gus. No soportaba ver las series de autopsias y asesinos en serie que dominaban la programacin televisiva de la noche, y nunca haba sido aficionada a la lectura. Alex pasaba la mayora de las noches en su silln del cuarto de estar, solo, con una novela de bolsillo y una copa de vino tinto. Todava lea novelas, pero las alternaba con biografas, memorias del campo de batalla escritas por soldados y libros no de ficcin que trataran de la poltica humana de la guerra. La casa, tras un perodo de actividad, se haba quedado tranquila. Johnny haba salido con sus amigos y Vicki ya estaba durmiendo. Alex dobl la esquina de la pgina del libro y ech el resto del vino por el fregadero de la cocina. Dej una luz encendida para Johnny y subi a la planta superior. Entr en el dormitorio de Gus. Lo haban dejado tal cual. Ni Vicki ni l haban sido capaces de guardar sus trofeos de ftbol americano, ni de regalar su ropa, ni de quitar los carteles que Gus haba pegado en la pared. Alex haba hablado de mudarse, de vender la casa y marcharse a otra parte, pero ambos decidieron que abandonar aquella casa era como dejar atrs a Gus. Alex no estaba desequilibrado mentalmente. Un ao antes estuvo lo bastante cerca de la locura como para saber lo que se senta cuando uno

~102~

George Pelecanos

Sin retorno

quedaba destrozado. Despus de aquel da, despus de que se presentaron en su casa aquellos hombres de uniforme, despus de que hubieron enterrado lo que quedaba de Gus, se volvi medio loco de rencor y de rabia. Recurri al alcohol fuerte por primera vez en su vida. Se le pas por la cabeza prender fuego a su casa. Tuvo pensamientos violentos acerca del presidente. Habl con Dios en voz alta y le pregunt por qu no se lo haba llevado primero a l. En una noche negra, le pregunt a Dios por qu no se haba llevado a Johnny en lugar de Gus, y llor suplicando perdn hasta que lleg Vicki y lo tom en sus brazos. La mujer enviada por el ejrcito les explic las diversas fases del dolor. Y l respondi: Mtase sus fases por el culo, y se lo repiti cuando ella se apresur a salir de la casa. La cosa mejor. Pas el tiempo y el dolor fue yendo a menos. Dej de beber whisky. Acab cansndose de estar furioso. Escribi una carta al ejrcito contrito y pidiendo perdn. Tena un negocio que dirigir, una esposa de la que cuidar. Deseaba ver a Johnny asentado en la vida. Deseaba tener un nieto. Alex contempl la estantera de Gus, que albergaba pocos libros pero muchos trofeos, la mayora de ellos pertenecientes a la poca de la Pop Warner, los buenos aos de Gus que tambin fueron los mejores para l. Llevar a los chavales a los partidos, or sus conversaciones, sus fanfarronadas y sus predicciones mientras iban oyendo en el coche los temas de hip hop que ms les gustaban. Tras el partido, ver a Gus agachado sobre una rodilla, unas veces contento y otras lloroso, escuchando atentamente a su entrenador, con la cabeza desprendiendo una nube de vaho y la cara llena de churretes de sudor, y pegotes de hierba adheridos al casco que llevaba apoyado en el pecho. En aquella poca Gus dorma con un baln de ftbol. Su objetivo era llegar a jugar con los Hurricanes. Quera que su padre se mudase con la familia a Florida para que l pudiera entrenar durante todo el ao. Como estudiante no destacaba gran cosa. Persegua objetivos slo en el deporte y en el trabajo, cuando pasaba el verano ayudando a su padre en la cafetera, entregando pedidos. Su trayectoria como jugador de ftbol en el instituto fue una decepcin, debido a lo limitado del talento y los mediocres esfuerzos de sus compaeros de equipo, y las calificaciones que obtuvo estaban por debajo de la media. Para cuando lleg al ltimo curso ya estaba claro que no iba encaminado a la universidad. Un oficial de reclutamiento que merodeaba por la zona comercial cercana a su instituto empez a conversar con l. Gus era el candidato perfecto, fuerte y en buena forma fsica, no muy dado a los estudios, descoso de probarse a s mismo y a ligar su hombra al entrenamiento y el campo de batalla. Vea anuncios en la tele que pintaban el hacerse soldado como un cruce entre un caballero andante, una aventura en el mundo exterior y un videojuego, y lo llenaban de emocin. Gus deseaba escalar la montaa,

~103~

George Pelecanos

Sin retorno

extraer la espada de la piedra y enfrentarse al dragn. Se enrol a la edad de dieciocho aos. No te preocupes, pap. Cuando vuelva, haremos crecer el negocio los dos juntos. Eso es lo que dice el letrero repuso Alex al tiempo que atraa a su hijo hacia s y lo abrazaba con fuerza. Voy a conservarlo para ti, hijo. Al poco de cumplir los diecinueve, Gus result muerto a causa de una bomba de fabricacin casera que deton debajo de su Humvee, al oeste de Bagdad. Alex tom un trofeo y ley la placa: Gus Pappas, MPV, 1998. En el banquete del Boy's Club, Gus haba subido al entarimado con paso tambaleante para recibir aquel premio y durante unos instantes haba adoptado la pose del jugador Heisman, detalle que arranc las carcajadas de sus compaeros de equipo. Hijo dijo Alex en voz queda al tiempo que volva a dejar el trofeo sobre el polvo de la estantera. Y despus, tal como haca a menudo en noches como sta, pens: Por qu?

~104~

George Pelecanos

Sin retorno

Captulo 11

Dominique Dixon haba llamado a Deon Brown a su telfono mvil desechable, y le haba indicado el lugar y la hora. Sera en Madison Place, cerca de Kansas Avenue, junto al Fort Slocum Park. Lo habitual era que Dixon pasara primero en coche por el lugar de encuentro, y si notaba que estaba caliente advirtiera a Deon que no deba acudir y que cambiara de planes. Rara vez haba problemas, y nunca haban tenido sorpresas. Dixon llevaba un par de aos en el negocio de la marihuana. Actualmente suministraba a una media docena de camellos de la zona norte del cdigo postal 20011 de Manor Park. Aunque no era ni un duro ni un tipo dado a las peleas, s que posea talento para conocer a la gente. Una vez que decida entrar en un negocio con alguien, lo trataba con justicia. Su razonamiento consista en que si trataba bien a las personas, stas no tendran motivos para traicionarlo. Hasta la fecha, su razonamiento haba sido de lo ms slido. Dixon se haba criado en un hogar estable en Takoma, D.C. Sus padres le proveyeron de todo lo necesario, le prestaron atencin y en general fueron unos progenitores correctos. Y as y todo, Dominique se haba convertido en traficante. La culpa no era de los padres, sino de su hermano mayor, Calvin. Calvin era atractivo, imprudente, arriesgado, inconsciente, encantador y muy irritable. Tena un amigo que se llamaba Markos, de padre etope y madre italiana, una pareja de triunfadores del barrio Adams Morgan que haban hecho fortuna con la propiedad inmobiliaria en los barrios de Shaw y Mount Pleasant. Calvin y Markos se conocieron en el saln VIP de un local situado junto a New York Avenue y descubrieron que ambos tenan inters por la marihuana potente, el champn caro, las mujeres con mezcla de razas y las motos Ducati. Por medio de un conocido de dicho local, Markos consigui una cita con un contacto de Newark al que le gustaba su sentido del estilo. Ni Markos ni Calvin deseaban trabajar para vivir, de modo que echaron mano del inteligente hermano pequeo de Calvin para que les dirigiera el negocio. Dominique idolatraba a su hermano mayor, y vio la oportunidad de crecer en estatura a los ojos de

~105~

George Pelecanos

Sin retorno

l. Markos aport una provisin de fondos para comprar el pedido inicial. Fue todo un xito desde el principio. Dominique se tropez con Deon Brown, al que conoca de haber ido juntos al instituto, en una zapatera del centro comercial Westfield. El recuerdo que tena de Deon era el de un chico inteligente y callado, un mediocre tal vez, pero recto, una persona de la que uno se poda fiar. Tambin se acord de que a Deon le gustaba aderezar los antidepresivos que tomaba con una buena dosis de marihuana. Deon le calz a Dominique unas deportivas Van y se las ofreci a un precio que inclua su descuento de empleado. Ya en el aparcamiento, Deon le entreg la bolsa de las zapatillas, y Dominique le puso en la mano una minscula bolsita de marihuana. Gurdame esto dijo Dominique. Qu es? Hidro de calidad. Si te gusta, dame un toque. Todava vives con tus padres en Takoma? Ahora vivo por mi cuenta. Pero si necesitas ponerte en contacto conmigo, llmame al mvil. Dominique le dio el nmero. No se te ocurra pasarle eso a nadie ms, oyes? Aquella noche, Deon y su amigo Cody se fumaron la hierba hidropnica y se colocaron a base de bien. Al da siguiente, Deon telefone a Dominique. Consgueme un poco ms de lo de ayer, to. Mi colega y yo queremos una onza. Yo no trabajo con esas cantidades. Pues entonces un cuarto. Dominique se ech a rer. No me has entendido bien. Oh dijo Deon. Mira, to. Si quieres, puedo decirte cmo conseguir una onza gratis. Cundo? Vamos a vernos en persona. Y trete tambin a tu colega. Se reunieron en una cafetera que haba en Georgia, justo al norte de Alaska Avenue, pasado el establecimiento de licores que tena un letrero iluminado a medias. El local en cuestin estaba a punto de cerrar para siempre, herido de muerte por los restaurantes de comida rpida que estaban surgiendo a su alrededor. Toda la zona que se encontraba al alcance del odo de su mesa para cuatro estaba llena de mesas vacas.

~106~

George Pelecanos

Sin retorno

Cuando entraron Deon y Cody, Dominique, que ya estaba sentado, al principio se qued sorprendido y un tanto desanimado por la apariencia fsica de Cody. Que fuera blanco no lo molest demasiado, aunque lo cierto era que prefera tratar con gente de su mismo color, aunque slo fuera por sentirse ms cmodo. Cody, con su gorra negra con placa, su camiseta de color negro liso, sus vaqueros Nutica y sus botas negras de las Fuerzas Areas, daba la impresin de ser como cualquier urbanita duro de su edad, hasta que uno se fijaba bien en su rostro. En su mandbula salpicada de acn haba una atona y en sus ojos separados una inexpresividad que sugeran una falta de inteligencia que no se deba nicamente a los efectos adormecedores de la hierba. Si era un idiota dcil, vale; pero si dicha idiotez la compensaba siendo prepotente o violento, iba a representar un problema. Dominique decidi hablar con ellos, plantear su propuesta y ver adonde llevaba sta. Bueno dijo Dominique una vez que Deon le hubo presentado a Cody. Te ha gustado la muestra, no? La mierda era buena contest Cody. Es la calidad media con la que trabajo. Le dijiste a Deon que podamos conseguirla gratis dijo Cody. Ahora voy a eso repuso Dominique. Te escuchamos dijo Deon. Aunque estaban solos, Dominique se inclin hacia delante y baj el tono de voz. Si os consiguiera ms, os veis capaces de libraros de ella? Cunto ms? pregunt Deon. Medio kilo, para empezar. Deon notaba que Cody lo estaba mirando, pero mantuvo la vista fija en Dominique. Por qu nosotros? Porque t y yo nos conocemos de antes. Necesito saber con quin trato. Yo no soy la nica persona que conoces del instituto. Cierto. Pero cuando me encontr contigo en la zapatera me acord de que siempre nos habamos llevado bien. Y me puse a pensar que ese centro comercial en el que trabajas t es un mercado sin explotar. T y tu colega debis de conocer a un montn de drogatas, no? Claro contest Cody con un encogimiento de hombros que indicaba despreocupacin.

~107~

George Pelecanos

Sin retorno

No tengo a nadie en esa zona dijo Dominique. Es una oportunidad para m, pero tambin para ti. A ver, cul es el paso que vas a dar despus de trabajar de dependiente en esa tienda? Ayudante del jefe? No es que pretenda burlarme. Simplemente te estoy preguntando. Es verdad dijo Deon. Ah lo tienes dijo Dominique. Cunto va a costamos medio kilo? pregunt Cody. Esta mierda que tengo ahora vale mil quinientos en total respondi Dominique. Pero voy a adelantrosla gratis. Slo esta vez, porque quiero ayudaros a arrancar. Cuando ganis los primeros mil quinientos, me pagis. El resto podis venderlo ms caro o guardroslo para consumo personal. A m me da lo mismo. Por cunto podemos venderlo? pregunt Deon. Por lo que permita el mercado. Si sacis doscientos la onza, duplicaris el dinero. De vez en cuando os traer hidro de mayor intensidad que es ms cara. Dos mil, dos mil quinientos el medio kilo. En esos casos tenis que sacar trescientos o cuatrocientos por onza para ganar lo normal. Dicho de otro modo, tenis que ir ajustando. Cunto pagas t por ella? quiso saber Cody. Por qu? Curiosidad. No es asunto tuyo replic Dominique con una sonrisa amistosa. Cody observ al joven: camisa Ben Sherman con dibujitos de rosas, dedos esbeltos y muecas delgadas, uas brillantes y cuidadas. No le gust lo que vio, pero hizo un gesto de asentimiento con la cabeza. Mira, to dijo Dominique. Para que esto funcione, para que esto vaya como tiene que ir, es mejor no complicarse la vida. Yo te proporcionar lo que necesites y cuando lo necesites, y a partir de ah te toca a ti moverlo. Pero yo soy slo un intermediario. Yo no me meto en lo que haces t y t no tienes por qu conocer los detalles de lo que hago yo. Entiendes? S, de acuerdo dijo Cody. Si queris un consejo, no seis chapuceros. Eso es lo que tenis que tener presente. Os lo digo en serio, tened cuidado a quin le vendis. Un to que no os sea leal tiene todas las papeletas de querer hacerse el dueo, podra ir por ah aireando vuestro nombre. Y entonces estarais en peligro vosotros mismos, y a lo mejor cascis cmo me llamo yo. Yo no hara algo as dijo Cody.

~108~

George Pelecanos

Sin retorno

No lo dudo contest Dominique. Slo estamos hablando. Pero debis saber que si a alguien se le ocurre delatarme, la gente con la que trato se pondr nerviosa. Entendido dijo Cody. Te acuerdas de mi hermano, no, Deon? Claro respondi el aludido. No conoca a Calvin Dixon, pero saba de su reputacin. Dnde est ahora? Oh, por ah. Todava anda por ah. Deon tamborile con los dedos en la superficie de la mesa y pase la mirada por el restaurante. Mir un momento a Cody y luego volvi a fijar la vista en Dominique. Bueno dijo Dominique relajndose en su asiento, estis preparados para ganar un poco de dinero? Dominique haba entrado en contacto con Deon y Cody en el momento oportuno. Estaban aburridos, insatisfechos con su nivel de ingresos, y no vean la manera de mejorar ni de salir. Iba a ser divertido, era jugar a un juego situado al margen de la ley, algo que aumentara de golpe su autoestima. Ninguno de los dos pensaba que lo que estaban a punto de hacer fuera malo. La marihuana formaba parte de su vida cotidiana, igual que la de sus amigos. Fumar hierba no haca dao a nadie. No era herona ni cocana, y ellos no eran unos marginados. De los dos, tan slo Cody aspiraba a llevar la vida que conoca de las canciones de rap y de la televisin, cantada e interpretada por gente que, en su mayor parte, no la haba experimentado personalmente. Deon, que era propenso a deprimirse y vena dando tumbos desde el instituto, lo vio como un paso positivo. Le gust la idea de llevar un dinero extra en el bolsillo y hierba gratis que fumar. Aparte de aquello, no miraba ms all del da que estaba viviendo. Vamos a probar con ese medio kilo dijo Deon, a ver qu tal funciona. Al principio la cosa fue bien. Les result fcil encontrar clientes, y aquellos con los que trataban eran amigos que haban conocido en el centro comercial o personas de las que podan responder dichos amigos. Si a uno lo hacan parar el coche y lo empapelaban por llevar una bolsita de hierba en la guantera, dicho suceso terminaba ah. Aquella cultura de no ir por ah de sopln haba pasado del centro de la ciudad al extrarradio. La polica no era respetada como un digno adversario. Los uniformes eran el enemigo. Era algo tcito y entendido por todo el mundo que nadie iba a delatar a Deon y Cody. Pero en el transcurso de un ao sobrevinieron rpidamente los cambios. El restaurante ubicado ms all de Georgia y Alaska cerr sus puertas. En el letrero de Morris Miller se fundi otro tubo de nen. Cody

~109~

George Pelecanos

Sin retorno

alquil un apartamento y lo amuebl. Charles Baker entr en la vida de la madre de Deon y fue introducindose poco a poco en la de ellos. Cody dej el empleo que tena en la zapatera. Se compr un arma, la segunda transaccin provocada por una compra de hierba en un establecimiento de armas de fuego de Richmond Highway, Virginia. Duplicaron los pedidos que le hacan a Dominique. A Deon los cambios le importaban muy poco. En ocasiones, cuando estaba ciego de Paxil, demasiado colocado de hierba, paranoico y confuso, pensaba en huir, tal vez en trasladarse a otra ciudad. Pero no conoca a nadie fuera de D.C. y tampoco quera dejar sola a su madre. El tren que haba tomado era un expreso.

Ya viene dijo Charles Baker. Estaban aparcados en Madison, mirando al oeste, con el oscuro recinto del parque a la derecha y las casas a la izquierda. Por la calle se acerc despacio un voluminoso Chrysler 300, luego gir haciendo maniobra y dio marcha atrs para situar el maletero casi pegado al cap del coche de ellos. De l se baj Dominique Dixon, el cual levant la puerta del maletero del Chrysler a la vez que Cody abra el del Honda utilizando el mando a distancia. Dominique sac rpidamente dos bolsas de basura negras de gran tamao, cada una llena de medio kilo de marihuana. A continuacin cerr el maletero con el codo, fue hasta el otro extremo del Honda, meti las bolsas en el maletero de ste y cerr. Hay que ver lo bien que viste este to coment Baker cuando Dominique, luciendo una chaqueta de cuero, una camisa de firma a rayas y unos vaqueros de los caros, se acerc a la ventanilla del conductor, que ahora estaba bajada. Tos dijo Dominique, pero su mirada se apag en cuanto vio a Baker, que iba sentado en la parte de atrs. Cody le entreg un sobre que contena tres mil dlares en billetes. Dominique se lo guard en el bolsillo interior de la chaqueta. Por qu no entras y te sientas un momento, to dijo Baker. Tengo cosas que hacer repuso Dominique. No quieres socializar, eh? No es mi intencin que me enchironen dijo Dominique procurando mantener un tono de voz jovial. Ech un vistazo al asiento del copiloto. Todo bien, Deon? Deon neg muy ligeramente con la cabeza. Aquel movimiento le dijo a Dominique que se fuera. Sus ojos le decan: Lrgate. Baker capt la seal, y comenz a hervirle la sangre.

~110~

George Pelecanos
Vale dijo Dominique. Ya te llamar ms tarde.

Sin retorno

Podramos ir a alguna parte a charlar propuso Baker en tono amigable. No me importara conocerte un poco mejor. Esta noche no puedo replic Dominique. Podramos acercarnos hasta tu casa. Tomar algo, por ejemplo. Tengo planes. Con una mujer, espero dijo Baker, y Cody dej escapar una risita . Vamos, hermano, slo queremos hacerte una visita. No llevo a mis clientes a mi casa. Es que huelo mal, o algo? Oye, to... Para ti, soy seor Charles. Dominique expuls el aire despacio, pero no hizo dicha correccin. Mir a Deon fijamente y dijo: Me voy. No se despidi de Baker ni de Cody antes de regresar a su Chrysler. Cuando arranc y se fue, los faros de ste los barrieron con una rfaga. Ese hijo de puta no sabe lo que es guardar respeto dijo Baker. Me gustara saber adnde se va. Lo ms seguro, a su casa dijo Cody. T sabes dnde vive? inquiri Baker. Claro contest Cody. Deon y yo fuimos una vez a entregarle dinero. Pero no nos invit a entrar. Vmonos, Cody dijo Deon. Tenemos que largarnos de esta calle. Una vez en el apartamento, Cody y Deon pesaron la hierba en una bscula y empezaron a distribuirla por onzas en bolsas de plstico para sndwiches. Charles Baker paseaba arriba y abajo mientras la televisin de plasma emita un partido de la NBA de la costa oeste. Koby se la va a dar a los Jail Blazers dijo Cody con los ojos enrojecidos a causa del canuto que se haba fumado. Los Lakers estn haciendo lo que pueden. En eso son el mvil de Deon. Este respondi diciendo: S. Y acto seguido: Vale, espera un momento. Baker lo sigui con la mirada cuando se levant de la mesa y se alej por el pasillo. Una vez dentro de su cuarto, Deon cerr la puerta sin hacer ruido.

~111~

George Pelecanos
Ya puedo hablar.

Sin retorno

Mira una cosa, Deon. Lo de ese compaero tuyo tiene que acabarse. Te oigo. Ya te dije que yo, con quien hago tratos es contigo. Cody no me sirve, pero vena con el paquete y lo acept desde el primer da. Pero lo de ese viejo, simplemente no puede ser. Se queda con mi madre de vez en cuando. Est mucho por aqu, eso es lo que pasa. Yo no le ped que nos acompaara. Se las arregla para entrometerse. se no es mi problema. En mi negocio, no dejo que entre la mierda de las calles. Nada de bravuconadas, ni de amenazas, ni de violencia. No permito que entre en el crculo gente como Baker. Estamos? S. Mi colega eres t, Deon. Por supuesto. En el prximo intercambio, no quiero volver a ver a ese tipo. Entendido, Dominique. Deon cerr el telfono. Sali del dormitorio y volvi a recorrer el pasillo. Baker estaba sentado a la mesa con Cody y el partido televisado de baloncesto se oa a todo volumen. Quin era? pregunt Baker, alzando la vista. Mi madre contest Deon. Tenis secretos? Por qu has tenido que irte a otra habitacin para hablar con ella? Porque tenais el volumen del partido tan alto que no oa nada. Ha pedido hablar conmigo? No. Tiene una de esas migraas. Esta noche le conviene ms estar sola. Eso te lo ha dicho ella? Qu? Nada dijo Baker. Esa nena est borrada del mapa pens Baker. Y tambin pueden dar mucho por el culo a su blandengue hijito.

~112~

George Pelecanos

Sin retorno

Raymond Monroe estaba sentado ante la mesa de trabajo de Kendall Robinson. Pinch el icono de Outlook de la pantalla del ordenador. Kendall haba creado una direccin para l, ya que l no tena ordenador en casa de su madre. Fue a Enviar y Recibir y pinch. Apareci un mensaje de spam, pero nada ms. Ningn correo electrnico procedente de Kenji. Llevaba un par de semanas sin saber nada de su hijo. No era nada fuera de lo corriente, pero no por ello le preocupaba menos. Se qued unos instantes sentado en el silencio del cuarto de estar y pronunci una muda plegaria por Kenji. Deca siempre lo mismo. Simplemente daba las gracias por el regalo de la vida, y por el regalo de la vida que haba recibido su hijo. Monroe nunca peda nada a Dios. No tena derecho. Pens en su hermano, y despus en el hombre del ojo cado que haba visto en la casa Fischer. Las vidas destrozadas y arrebatadas. Lo nico que poda hacer uno era esperar el perdn y procurar llevar una vida decente. Tender una mano a quienes se vean atrapados en aquel desastre. Llam por telfono a su madre, le dijo que la quera y le dio las buenas noches. Luego apag las luces, subi la escalera, ech una ojeada a Marcus y continu hasta la habitacin de Kendall. Kendall estaba tendida en su lado de la cama, de espaldas a l. Le haba dejado encendida la luz de la mesilla de noche, y bajo aquel resplandor Raymond se desvisti hasta quedar en calzoncillos y se meti bajo las sbanas. Kendall estaba desnuda. Se acerc a ella y le pas una mano por el hombro, el brazo y la cadera. Ella se volvi para besarlo. Qu sorpresa tan agradable dijo l al tiempo que cerraba la mano en torno a un seno. Para m, no repuso Kendall. Llevo toda la tarde pensando en ello. Qu he hecho bien? Muchas cosas. Sobre todo la manera de tratar a Marcus. Es un buen chico. Y t tambin, Ray. Lo intento dijo Monroe.

~113~

George Pelecanos

Sin retorno

Captulo 12

Slo queda una de cangrejos, Juana dijo John Pappas. Entendido, cielo respondi Juana Valdez mientras pasaba un trapo hmedo por el mostrador sobre el que momentos antes haba estado comiendo un cliente. Slo una. Alex oy el dilogo, pero no volvi la cabeza. Estaba ocupado en cobrar a la abogada que acababa de levantarse de la banqueta. La hora punta del almuerzo estaba tocando a su fin, y ante la barra ya slo quedaban unos cuantos rezagados. A partir de ahora habra poco movimiento. Qu tal todo hoy, querida? pregunt Alex. Fantstico respondi la mujer, de cabello oscuro. Mir ms all de Alex mientras ste iba sacando el cambio. Tena detrs la vitrina de los postres. Su padre haba escogido aquella ubicacin pensando que a lo mejor a los clientes les entraban ganas de llevarse alguna cosilla a la oficina cuando ya estaban saliendo por la puerta. Alguna tentacin? Qu tal est la tarta de melocotn? Buena. Si quieres, puedo envolverte una racin. Mejor no. Aunque es una lstima dejar que se eche a perder. No va a echarse a perder replic Alex. La tarta de melocotn no tena mucha salida en el local, pero Alex la peda a los proveedores porque por lo visto les gustaba a los soldados, muchos de los cuales provenan del sur. Tambin tena en el expositor refrigerado media tarta de queso con cerezas. Pensaba meter las dos en una caja y dejarlas en el hospital de camino para casa. Pap. Mientras la abogada sala del local, John Pappas se haba acercado a la caja y se haba quedado detrs de su padre. S? Se han acabado los cangrejos, menos una racin.

~114~

George Pelecanos

Sin retorno

Ya te he odo replic Alex a la vez que giraba sobre sus talones para mirar a su hijo. John llevaba un pantaln negro y una camisa azul cielo. Pareca un tipo que estuviera a punto de pedir un martini, no un camarero de la barra. Muy bien. No pongas tanto entusiasmo. No, lo digo en serio. Est muy bien. Hemos tenido beneficios y hemos hecho amigos nuevos. He odo comentarios positivos de los clientes. Aunque no tantos en relacin con la sopa... Supongo que no debera haber incluido esprragos. Dan un olor raro a la orina. Y a la gente no le gusta que le huela la orina, sobre todo en el trabajo. Acurdate de que tienen que compartir el cuarto de bao. No haba pensado en eso. Alex se dio unos golpecitos en la sien. Utiliza el mialo. Quieres esa ltima racin de cangrejos para almorzar t? No los retires todava dijo Alex. Puede que los quiera algn cliente. Vale. Pero si dentro de media hora todava no los ha pedido nadie, dile a Darlene que me los ponga en un plato con algo de acompaamiento. Ella ya sabe lo que me gusta. De acuerdo. Y, Johnny... Qu? Hoy se te ha agotado la msica? Porque da la impresin de que la cancin es siempre la misma. Lo que suena es Thievery Corporation, pap. Como si es una mezcla de la General Motors y la IBM. Aqu vendemos comida, no etiquetas de X. Etiquetas de X? dijo John entre risas. No se dice as? Deberas atenerte a tu poca. Collares del amor y pantalones de campana, cosas as. Hijo, eso es anterior a mi poca. Voy a hablar con Darlene. Adelante.

~115~

George Pelecanos

Sin retorno

Est entusiasmada con el especial de maana: gambas criollas. Suena caro. Esta semana las gambas estn de oferta. Pero no te pases de la raya. Esto no es una marisquera. Alex lo observ mientras se alejaba pisando las esterillas de goma y por el camino se paraba para conversar con un ejecutivo del NAB. Le pregunt por lo que haba comido y qu le gustara ver en el men en el futuro. Al ejecutivo pareci complacerlo el hecho de que alguien solicitara su opinin. Llevaba tres aos yendo a comer all, y no haba intercambiado con Alex ms que unas cuantas palabras amables pero vacas. Darlene estaba de pie junto a la parrilla, con la esptula apuntando hacia el techo. Hizo un gesto con la barbilla en direccin a Johnny, y despus le sonri a Alex. A su lado, Blanca silbaba mientras empezaba a envolver y guardar los embutidos. Tito estaba al fondo, ejecutando una especie de baile latino junto al lavavajillas. De acuerdo, todos daban la impresin de estar ms contentos cuando Johnny estaba presente. No era que Alex fuera un negrero ni un cascarrabias, pero la verdad era que el chico iluminaba el local igual que si hubieran dado una mano de pintura nueva. Con todo, Johnny tena mucho que aprender. Collares del amor dijo Alex coincidiendo con un cliente que se acercaba a la caja trayendo la nota de la consumicin en la mano. Qu es eso? dijo el hombre. Mi hijo opina que soy un dinosaurio. Bienvenido al club. En mi caso, la diferencia es que el mo no tiene ambicin y no sabe cocinar. Psese maana le dijo Alex experimentando una desconocida punzada de orgullo mientras el cliente iba depositando billetes sobre el mostrador. Va a hacer un plato especial con gambas.

Charles Baker haba acudido a la residencia de ancianos para pasar all unas horas, por cuenta de su agente de la condicional, una bonita chica latina que le haba programado una cita. Todo fue bien. Le dijo que le gustaba su empleo y que tena una actitud verdaderamente positiva respecto del futuro, todas las gilipolleces que ella deseaba or. La agente dijo que la muestra de orina que l haba entregado en la clnica haba dado resultado negativo, lo cual no lo sorprendi lo ms mnimo; beba slo un poquito, cosa que era legal en un delincuente, pero no fumaba droga. Ni siquiera de joven le haba gustado. Menos mal, porque los planes que haba trazado eran complicados, y para que salieran bien tena que tener la cabeza despejada.

~116~

George Pelecanos

Sin retorno

Su supervisor africano le cubri las espaldas y le dijo a la agente de la condicional que Baker haba cumplido con su trabajo y que en general era uno de sus empleados ms dispuestos. La agente se march, y cuando su coche sali del aparcamiento Baker hizo lo mismo. En el cruce entre Branch Avenue y Pennsylvania tom un autobs que pasaba por el centro. Estaba dentro de l, viajando en direccin oeste, cuando de pronto le son el mvil. La pantalla indic que se trataba de un nmero oculto. Baker lo atendi. S. Charles Baker? El mismo. Soy Peter Whitten. Baker sonri de oreja a oreja. Se aclar la garganta y se enderez en el asiento alargado que comparta con un individuo vestido con un abrigo que ola a culo sin lavar. Seor Whitten. Gracias por llamarme. Slo para tenerlo claro, usted es el Charles Baker que dej una nota en mi buzn, correcto? Soy yo. En mi opinin, deberamos vernos en persona. Qu le parece? Opino lo mismo repuso Baker intentando una forma de hablar refinada. Qu tal maana? Est libre para almorzar? Pues s. Hay un sitio que me agrada mucho... Tiene para anotar? Me acordar. Peter Whitten le dio el nombre del restaurante, la ubicacin y la hora de la reserva. Tiene que venir con americana. Creo que es obligatoria. As lo har contest Baker. Hasta entonces. Cerr el mvil. Mir por la ventanilla y se not sonrer. Esperaba que al principio Whitten se pusiera furioso, si es que mostraba alguna reaccin. Pero, por su voz, le haba parecido de lo ms razonable. Simplemente, la gente de dinero haca las cosas de otra manera. Civilizadamente. Baker no estaba acostumbrado a los buenos modales ni al comportamiento racional, pero sabra llevarlo bien. La violencia no era el nico modo de conseguir cosas. Aquello iba a resultar fcil.

~117~

George Pelecanos

Sin retorno

Alex Pappas estaba junto a la caja, contando la calderilla de los cajetines, con la mano izquierda puesta bajo el borde del mostrador mientras con el dedo ndice de la derecha iba empujando monedas. Mova los labios calculando las cantidades e iba tecleando stas en una calculadora del tamao de una novela de bolsillo. El sol ya haba pasado de largo, y lo haba dejado a l bajo el resplandor amarillento de las lmparas de forma cnica que pendan del techo. A las tres cort la cinta de la registradora para ocultar una parte de los beneficios al empleado de Hacienda. Dej dinero suficiente en una caja metlica para poder empezar a la maana siguiente, guard sta en el congelador y el resto se lo llev a casa para entregrselo a Vicki, que era la que administraba las finanzas, igual que entregaba la crimata a su madre antiguamente, cuando tom las riendas del negocio. Era un sistema que funcionaba, de modo que no haba motivo para cambiarlo. Juana y Blanca ya se haban ido, siempre eran las primeras en marcharse. Tito haba terminado de pasar la mopa y haba guardado el cubo y la fregona de tamao industrial en el cuarto de atrs. Johnny y Darlene estaban donde la parrilla, anotando una receta en un cuaderno; Darlene ya se haba puesto la ropa de calle, un conjunto completo con bolso a juego. Tena la costumbre de, antes de marcharse a casa, ir a la trastienda y arreglarse de arriba abajo. Alex saba que quera que l le echase una ojeada, igual que cuando ambos eran adolescentes. Con ello le deca que era una cocinera de uniforme, pero tambin una mujer que tena una vida propia fuera de aquel local. Tito sali tranquilamente al otro lado del mostrador y se sent en la banqueta situada ms prxima a la caja registradora. l tambin se haba puesto ropa limpia y se haba echado por encima una buena dosis de colonia fuerte. Hola, jefe. Alex termin de contar el dinero y tecle un importe en la calculadora. Tito. Hoy has ido un poco retrasado con los pedidos para entregar. Haba algn problema? Blanca me mand demasiado lejos, hasta la calle Diecisis. Y cuando llegu, la seora no tena el dinero preparado para pagarme. La Diecisis est fuera de tu zona. Ya lo s! Est bien, hablar con Blanca.

~118~

George Pelecanos

Sin retorno

Tito no hizo ningn movimiento para marcharse. Alex aguard, sabiendo que Tito quera una de dos cosas: consejo, porque en aquel pas no tena padre; o dinero, porque siempre andaba escaso de fondos. Una cosa ms, jefe. S? Esta noche voy a llevar a una chica a cenar. Una clienta nuestra o del barrio? Yo no me lo con los clientes. A ver. Tito sonri con timidez. Es una chica que he conocido en mi barrio. Vamos a ir a Haydee's. Lo conoce? Era un restaurante de cocina mexicana y salvadorea. La propietaria haba venido desde El Salvador, haba trabajado de camarera y haba abierto su primer restaurante en Mount Pleasant Street y ms tarde el segundo en Georgia Avenue. En una ocasin, Alex haba llevado a la familia a cenar al local de Mount Pleasant y la haba aburrido, sin duda, con su entusiasmada repeticin de una historia ms de un inmigrante que haba triunfado. Est bien contest Alex. Y tiene precios razonables. As que no me pidas demasiado. Qu tal cuarenta dlares? dijo Tito. Alex se meti la mano en el bolsillo, sac un fajo de billetes enrollados y extrajo dos de veinte. Quieres que te lo descuente todo junto de la prxima paga? La mitad la semana que viene, y la mitad a la otra. Vale? Alex le entreg el dinero. Ponte goma, Tito. Qu? Ya me has odo. Eres demasiado joven para ser padre. No me gusta el chubasquero. Haz lo que te digo, chaval. Tito gui un ojo. Gracias, jefe. Alex hizo un gesto de despedida con la mano. Que te lo pases bien.

~119~

George Pelecanos

Sin retorno

Tito se encamin hacia la puerta de atrs con un saltito atltico, de gallito. A Alex le recordaba a Gus; tema la misma disposicin hacia lo fsico, la misma seguridad en s mismo. Y a l tambin le recordaba constantemente que usara condn. Tu madre y yo no queremos tener nietos todava, y tampoco te conviene destrozarle la vida a una chica. Gus, al igual que Tito, no vea ms all del placer, no tomaba en cuenta las consecuencias. No era que fueran chicos insensibles, sino, ms bien, insensatos. A Johnny nunca tena que decirle que se pusiera condn. Saba poca cosa de su vida personal, pero estaba seguro de que sera prudente. Por el contrario, Gus tomaba decisiones basadas en el deseo y en la emocin. Gus tena la seguridad de que iba a jugar al ftbol americano en un nivel superior, pese a su baja estatura, y deseaba mudarse a Florida. Gus se haba enrolado en el ejrcito impulsado por la visin romntica que tena del guerrero. Gus tena fantasas y sueos. Johnny tena planes. Alex oy unos golpecitos, y al volver la cabeza vio a un negro alto que estaba llamando con los nudillos en el cristal de la puerta principal. Ya voy yo, pap dijo Johnny. No, voy yo replic Alex. Desliz la caja del dinero bajo el mostrador, cerr el cajn de la registradora, pas a travs de la abertura que haba en el mostrador y fue hasta la puerta. Form con los labios la palabra cerrado, pero el de fuera no se movi. Alex descorri el pestillo y abri la puerta lo justo para hablar con l. Ya hemos cerrado, seor. No vengo a consumir nada. En qu puedo servirle? Me llamo Raymond Monroe. Era un nombre muy comn. Y tambin le resultaba vagamente familiar. Tuvo la sensacin, cada vez ms acentuada, de que ya haba visto a aquel hombre en otra ocasin. Me permite entrar un minuto? Para qu? Oiga, no vengo a robar. Eso ya lo s replic Alex un tanto violento, y tambin irritado. Ayer lo vi frente a la casa Fischer, en Walter Reed. Casi chocamos el uno con el otro. Cierto respondi Alex. As que lo conoca de aquello. No recordaba del todo el encuentro en cuestin, pero no tena motivos para pensar que este hombre estuviera mintiendo.

~120~

George Pelecanos

Sin retorno

Ha sido Peggy. A Peggy la conoce, no? Ella es la que me ha dicho dnde encontrarlo. Ver, tena usted algo que... En fin, si quiere que le diga la verdad, fue lo del ojo. Y luego, cuando Peggy me dijo cmo se llamaba... Usted es el chaval que result herido en Heathrow Heights, verdad? Alex titube. En efecto. Yo soy uno de los chicos que tuvieron parte en el incidente. El hermano pequeo. Monroe sac la cartera y exhibi su permiso de conducir para que Alex pudiera asociar la foto con el nombre. Alex la mir, todava bloqueando la puerta con el pie. Oiga, no quiero nada dijo Monroe. Es que... me ha pillado desprevenido. Slo un momento. Monroe apoy la palma de la mano en el cristal de la puerta. Por favor. Claro. Alex se hizo a un lado. Pase. Monroe penetr en el local y Alex ech la llave a la puerta. Ambos fueron hacia el mostrador. Le apetece un refresco o algo? Estoy bien as contest Monroe. Pap? llam Johnny, que estaba con Darlene junto a la puerta de atrs. Marchaos a casa, los dos dijo Alex. Yo voy a charlar un momento con este caballero. Enseguida os alcanzo. Tras esperar a que se fueran Johnny y Darlene, Alex indic con un gesto la banqueta que estaba ms cerca de la registradora. Una vez que Monroe qued instalado, tambin tom asiento l, dejando una banqueta libre entre ambos. Rara vez se sentaba a este lado del mostrador, y no supo qu hacer con los brazos. se era su hijo? El mayor, s. Un chaval muy guapo. Gracias. Yo tambin tengo un hijo, es soldado. Se llama Kenji y pertenece a la Dcima Divisin de Montaa, Primer Batalln. Equipo de Combate de la Tercera Brigada. Que Dios lo proteja coment Alex.

~121~

George Pelecanos
S. Por eso estaba usted en Walter Reed? No, trabajo all. Soy fisioterapeuta. Eso es admirable.

Sin retorno

Bueno, me pagan por ello, de modo que no es que est donando gratuitamente mi tiempo. Pero procuro echar una mano, sabe? Me senta un poco intil mientras Kenji estaba all, haciendo la parte que le corresponde. Alex asinti. En el reloj de Coca-Cola el segundero rebas las doce y empuj el minutero con un suave chasquido. Alex apoy el antebrazo en el mostrador y pas un dedo por el grano artificial del linleo. Perdone dijo. No es mi intencin ser maleducado. Es que no tengo claro del todo para qu ha venido a verme. Slo estoy tendiendo una mano contest Monroe Cuando uno va saliendo adelante en la vida, siente la necesidad de hacer las camas que dej sin hacer. Entiende lo que quiero decir? Alex afirm con la cabeza. No se le ocurri nada ms que decir. No es necesario que lo hagamos todo a la vez dijo Monroe, que perciba la resistencia y la confusin de su interlocutor. Decidi que el resto habra que dejarlo para otro momento ms apropiado. Cuando se sienta ms cmodo, cuando quiera volver a hablar de ello, llmeme. Monroe cogi el bloc de notas de consumicin y el bolgrafo que descansaba al lado. Escribi su nombre y el nmero de su mvil en la primera hoja, la arranc y se la pas a Alex arrastrndola sobre el mostrador. Alex fue corts e hizo lo mismo. Lamento que perdiera a su hijo dijo Monroe. Gracias. Los dos se bajaron de sus respectivas banquetas y se dirigieron hacia la puerta. Seor Monroe. Llmeme Ray. Su hermano... cmo ha dicho que se llamaba? James. Lo tiene todava? Est vivo, s. Y qu tal le va? No vive aqu. Dio unos cuantos tumbos, pero acab saliendo. Est en el centro, trabajando. S, a James le va bastante bien. Monroe le ofreci la mano, y Alex se la estrech.

~122~

George Pelecanos

Sin retorno

Una vez que se hubo marchado Raymond Monroe, Alex se sent en medio del silencio del restaurante, pensando en la puerta que acababa de abrirse. Imaginndose a s mismo cruzndola y, si llegaba a hacer tal cosa, preguntndose qu poda encontrar.

~123~

George Pelecanos

Sin retorno

Captulo 13

Raymond Monroe se incorpor a la County con su Pontiac, viejo pero bien conservado, y enfil hacia el norte por el bulevar. Lleg al distrito de locales comerciales y pas por delante del gran centro de bricolaje y el Safeway, la pizzera propiedad de unos griegos y la antigua gasolinera en la que haba trabajado su hermano James, ahora transformada en una estacin de autoservicio dotada de una pequea tienda que haba ocupado el sitio del taller mecnico. Dobl a la izquierda al llegar al final, antes de la bifurcacin, y descendi por la cuesta llevando al lado las vas del tren para penetrar en Heathrow Heights. Se vean adultos que regresaban del trabajo a casa y nios jugando en el jardn y montando en bicicleta por las aceras. Las sombras iban alargndose bajo la luz ya mortecina. Nunzio's, mercado del barrio y tienda tradicional de ultramarinos, haba cerrado haca mucho, y haba sido sustituida por dos casas de dos plantas, una de ellas con revestimiento de color turquesa. Al final de la calle, bordeando la zona de bosque, estaba la valla municipal, pintada de amarillo, que informaba a todo el que no conociera aquel barrio de que aquello era un callejn sin salida. Raymond salud con la mano a un anciano que conoca y ms adelante a una chica a la que una vez haba besado junto a la cancha de baloncesto y que actualmente ya era abuela. Todava conoca a la mayora de la gente que viva all. Haba conocido a sus padres y ahora reconoca a sus hijos. En los cinco ltimos aos se haban mudado a aquel barrio varias familias de hispanos, trabajadores y con una prole numerosa, pero Heathrow continuaba siendo un enclave de negros cuyos habitantes se sentan orgullosos de su lucha y de su historia. Las casas se haban mejorado y estaban siendo reformadas. Haba un par de ellas que se haban construido de nuevas desde los cimientos, pero dichas estructuras parecan ser tan modestas como las viviendas destartaladas a las que haban reemplazado. Si alguien quera deslumbrar se iba a otra parte. Muchos, incluso quienes haban aumentado notablemente su nivel de vida, decidieron seguir viviendo en Heathrow Heights.

~124~

George Pelecanos

Sin retorno

Rodney Draper, el antiguo amigo de los hermanos Monroe, era uno de los que no se haban ido. Rodney an viva en casa de su madre, aunque ya no en el stano. Tena mujer y tres hijas, una de las cuales iba a la universidad. Rodney se haba dedicado a la venta de estreos, luego pas a los grandes electrodomsticos, y se haba abierto camino en un pequeo negocio que en los aos noventa se convirti en una cadena de diez establecimientos. En la actualidad era el director de Merchandising de la empresa, trabajaba las sesenta horas por semana que eran habituales en los comercios de venta al pblico y se ganaba la vida de manera slida, si bien no espectacular. Raymond pas por delante de su casa, ampliada, bien cuidada y reluciente gracias a una mano nueva de pintura. No vio el coche de Rodney en la calle; al parecer, siempre estaba trabajando. Aparc delante de la casa de su madre, no lejos de la de Rodney, en la calle paralela a la va principal de Heathrow. Aquella calle tambin terminaba en un callejn sin salida. Los perros, incluso los que conocan su olor, le ladraron desde los patios de las casas de alrededor cuando atraves el jardn del suyo. Su madre, Almeda, estaba sentada en el cuartito de estar de la casa, que contaba con dos dormitorios. Monroe tom sus manos fras y artrticas en las suyas, se inclin hacia delante y le dio un beso en la mejilla. Mam. Ray. Almeda pos los ojos en la bolsa de fin de semana que su hijo llevaba asida en la mano. Te quedas esta noche? S, seora. Estaba sentada en el viejo silln reclinable de su marido, restaurado por el propio Raymond. Tena el cabello blanco y salpicado de lunares que se vean a travs de aquellos mechones finos como el algodn. En la delgadez de las muecas y de los antebrazos sobresalan las venas. Llevaba puesta una blusa limpia y con adornos florales comprada en Macy's y un pantaln negro de cinturilla elstica. Contaba ya ochenta y muchos aos. La joroba que tena en la espalda era ms pronunciada cuando se pona de pie. Almeda no iba a tardar en necesitar atencin profesional, si es que viva mucho ms. Raymond estaba decidido a no llevarla a una residencia. No estaba enferma, sino nicamente dbil. No era un problema de dinero. La casa estaba pagada, y l se encargaba de los recibos y de la contribucin y llevaba a cabo la mayor parte del mantenimiento. Almeda reciba una modesta pensin de la Seguridad Social y otra de la Administracin de Veteranos por los servicios prestados por Ernest en la guerra. Les iba bien. Durante la mayor parte del tiempo Raymond disfrutaba de la compaa de su madre. Le gustaba vivir all. Se acerc al televisor y baj el volumen. Almeda estaba viendo la serie Jeopardy y, al igual que la mayora de las personas mayores, pona el

~125~

George Pelecanos

Sin retorno

volumen muy alto. Raymond se sent a su lado en el sof y se inclin hacia delante para que ella lo oyera con claridad. Te preocupa algo, hijo? Nada en absoluto. No tendr algo que ver con Kenji, no? Has sabido algo de l? Nada. Est ocupado, eso es lo que ocurre. En esas patrullas de las que forma parte. Estoy seguro de que se encuentra bien. Entonces, es que tienes problemas con tu novia. Qu va, con Kendall todo va bien. Nos va bien a los dos. Esto de estar yendo de ac para all de una casa a otra acabar por pasar factura a vuestra relacin. Ests intentando echarme de casa? Lo que digo es que podras venirte a vivir aqu con ella. Busca un ministro y celebra una ceremonia. Hazlo por ella y por su hijo. A lo mejor lo hago. Si ellos me aceptan. Cmo no van a aceptarte?replic Almeda. A un buen hombre como t. Escucha, mam... Qu pasa? Hoy he ido a ver a una persona. Uno de los blancos implicados en el incidente, el del setenta y dos. El incidente. Todos los protagonistas lo haban llamado siempre as. A Almeda se le hundieron los hombros y se reclin en el silln. Cul de ellos? El que result herido por Charles Baker. Almeda entrelaz las manos en el regazo. Cmo has dado con l? Me lo tropec en Walter Reed. Es Alex Pappas. Reconoc el nombre y lo asoci con la cara. Almeda afirm con la cabeza. Y qu tal le ha tratado la vida? Estaba en el hospital entregando comida. Perdi un hijo en Iraq. Es horrible dijo Almeda. Es propietario de un restaurante que hay en el centro. Lleva la cicatriz que le dej Charles, pero aparte de eso no s gran cosa de l. No

~126~

George Pelecanos

Sin retorno

he estado el tiempo suficiente para averiguar nada ms. l se senta incmodo, como le pasara a cualquiera. Lo cal enseguida. Qu leste en sus ojos? Le bondad. Por qu, Raymond? Por qu has ido a verlo? Lo necesitaba contest Monroe. Almeda le tendi la mano. l la tom, un diminuto manojo de huesos. Supongo que te entiendo dijo ella. No ha podido ser accidental que ese hombre se haya cruzado en mi camino. Por las noches rezo por mi hijo sabiendo que todava soy impuro por dentro. No puedo seguir as. Vas a volver a hablar con ese hombre? He dejado la puerta abierta. Ahora depende de l. Si quiere profundizar ms en el asunto, deberas incluir a tu hermano. Eso tengo pensado hacer. l fue el que sufri ms. S, seora. Ya est todo? pregunt Almeda. Raymond no le haba contado todo. No quera que se preocupara por James. No hay nada ms respondi, y a continuacin desvi la mirada.

Deon Brown estaba en el cuarto de estar de la casa de su madre, alternando entre la silla y los paseos de un lado para otro. Desde la noche anterior, Cody y l haban conseguido colocar la mayor parte de la hierba que le haban comprado a Dominique. Pasaban el da hablando por sus respectivos mviles desechables, concertando citas, haciendo entregas en aparcamientos, garajes, casas y apartamentos, y recaudando dinero. El resto de las onzas que no haban desembalado fsicamente ya estaba comprometido. Las transacciones haban sido rpidas y correctas, y cada uno se haba embolsado ms de mil dlares en efectivo en menos de veinticuatro horas. Deon debera estar contento, pero no; estaba cansado de pasar el da entero con Cody, que no paraba de hablar, ni siquiera cuando estaba colocado. Casi haba acabado con sus nervios. Haba venido a casa de su madre buscando un poco de paz, y puede que incluso a cenar con ella, ver la televisin juntos, charlar. Pero, para

~127~

George Pelecanos

Sin retorno

fastidio suyo, al llegar a la casa encontr dentro a Charles Baker. Deon lo oy hablar en el piso de arriba, levantando la voz a su madre, y las fuertes protestas y replicas de ella. Y por ltimo los gritos de Baker, ms violentos y ms aterradores, poniendo fin a la discusin con estridencia e intimidacin. Despus se hizo el silencio durante un par de minutos, seguido por un chirrido rtmico, que no era otra cosa que los muelles del colchn de su madre. A Deon le entraron ganas de salir de la casa, pero no pudo. No estaba dispuesto a abandonar a su madre en compaa de una escoria como Charles Baker. Baker estaba encima de su madre, empujando, haciendo crujir el colchn y haciendo rebotar las patas de la cama contra el suelo de madera. Se frot las sienes y pase nervioso de un lado al otro, pero no se fue. Despus, en la casa volvi a reinar el silencio. Deon oy que se cerraba la puerta del dormitorio de su madre, situado en la segunda planta. Baker no tard en bajar. Se detuvo un momento al pie de la escalera para remeterse la camisa dentro del pantaln y salud con la cabeza a Deon, que ahora se haba sentado en un mullido silln. Cunto tiempo llevas aqu? le pregunt. Un rato. Entonces nos has odo discutir. Por lo que pareca, sobre todo discutas t. Tu madre es muy emocional. Las mujeres son as. O sea, que no te quedas a dormir dijo Deon. No era una pregunta. Baker, sin perder la sonrisa, mantuvo los ojos fijos en el muchacho. No le gustaba que le hablaran de aquella forma, pero iba a dejarlo pasar. De todas formas ya estoy harto de ese agujero seco pens. Qu motivos tengo para desear quedarme? Esta noche voy a dormir en mi casa compartida dijo. Pero antes tengo que pasarme por la esquina de la Trece con Fairmont, a ver a un amigo. Te importa llevarme? Yo tambin me iba ya repuso Deon, contento de sacar a aquel tipo de la casa de su madre. Deon, al volante del Marauder, arranc en direccin este con Charles Baker sentado a su lado. Se haba hecho de noche, y el resplandor del panel de instrumentos daba color a las caras de ambos. Baker mir a Deon, que llenaba todo el espacio disponible detrs del volante, aunque el asiento estaba muy echado para atrs. Eres un to bastante corpulento coment Baker. Cunto pesas, ciento veinte? Por ah. Alguna vez has jugado al ftbol americano?

~128~

George Pelecanos
Nunca.

Sin retorno

Ests echando mucha grasa. Es por todos esos Macs y esa comida basura que consumes. Tienes que vigilarte un poco, porque, no s si te has fijado, pero empiezas a tener tetas como las tas. Deon mantuvo la vista al frente, fren y se detuvo del todo en uno de los muchos cruces que haba ahora en la Trece. Con tu constitucin continu Baker, si hicieras pesas no tardaras mucho en ponerte cachas. Cuando yo levantaba pesas estaba hecho un animal. Cuando estabas en la crcel, pens Deon. Sea como sea dijo Baker. Tu amigo y t no hacis suficiente ejercicio fsico, eso es lo nico que digo. Claro que hoy en da los jvenes son as. Entre el YouTube y el MySpace, los chats y todas esas gilipolleces, ya no usis para nada los msculos. Yo s que uso los msculos. Los de la cabeza y los de la espalda. Deon aceler al iniciar una leve cuesta y los Flowmaster que llevaba el Mercury dejaron escapar un gruido. Por supuesto, con todo el dinero que tienes, imagino que no sentirs la necesidad de tener un buen fsico. Estoy hablando de hacer ejercicio de verdad, de salir ah fuera a empujar y sudar. Porque Cody y t estis forrados, me equivoco? Nos va bien contest Deon. Cunto habis ganado, por ejemplo, este ltimo da, un par de miles, o ms? Algo as. Y yo, vaciando bacinillas y fregando las manchas de mierda de los retretes, por cunto? Por doscientos dlares a la semana? Cmo te parece que me siento yo? Adnde quieres llegar? Que adnde quiero llegar. Eres muy gracioso, lo sabas? Quiero llegar a que ya llevo una temporada metido en la vida de tu madre, y he sido bueno con ella. Es para pensar que su hijo tendra ganas de devolver el favor y hacer algo por el to que ha tratado tan bien a su mam. Dale al seor Charles un poquito de eso tan bueno que habis comprado t y tu colega. Estamos servidos dijo Deon. Pero yo, no. Lo que quiero decir es que nosotros ya tenamos en marcha lo nuestro antes de que aparecieras t, y que no tenemos intencin de ampliar el grupo. Estoy contento tal como estamos.

~129~

George Pelecanos

Sin retorno

Pues no se te ve muy contento que digamos. No veo que sonras tanto. Tomas esas pastillas para la depresin y tal, pero a m no me parece que ests muy alegre. Estoy bien as. Y el chaval blanco ese? Tambin est contento? Eso tendras que preguntrselo a l. S, voy a preguntrselo. Porque Cody me da la sensacin de que es un tipo ambicioso. Ms que t. Dnde quieres bajarte? Ya te he dicho que en Fairmont. Todava faltan unas cuantas calles. Baker tamborile con los dedos en el salpicadero. Me imagino que no acabas de verlo. Te falta visin, chaval. Deon no pregunt a Baker qu era lo que no acababa de ver. A la marihuana no quiero ni acercarme dijo Baker. No me apetece violar la condicional con una detencin por drogas. Y si intentara meter las narices en la parte, digamos, mecnica del negocio, la jodera del todo, porque no se me da bien hacerme cargo de los detalles. La verdad es que no tengo ni puta idea del negocio de mover hierba. Pero s conozco la naturaleza humana. Adnde quieres llegar? Cuando vi por primera vez a tu amigo Dominique, vi a un to que va de legal. Tengo un poco de experiencia a la hora de identificar a toda leche a esos hijos de puta. No me cabe ninguna duda, pens Deon. O sea, si me metieras en una habitacin con el tal Dominique, te negociara condiciones mejores cagando leches. Aumentara vuestra comisin. se es el papel que desempeara para vosotros. Y no estoy de coa, soy capaz de ello. Dominique tiene gente dijo Deon. Qu gente? Tiene un hermano ms bien duro. Gilipolleces. A los dos les corre la misma sangre por las venas, no? Pues me la suda. Estamos bien tal como estamos dijo Deon. S que eres cabezota repuso Baker. Vale. Que te jodan, chaval. No necesito nada de ti. Mi oportunidad est a punto de llegar. A quien pedirs prstamos ser a m. Ya hemos llegado dijo Deon.

~130~

George Pelecanos
Para.

Sin retorno

Justo antes de llegar a Fairmont, Deon detuvo el Mercury junto a la acera y lo dej al ralent. Dos bloques ms adelante, en Clifton Street, se vea a blancos jvenes y trajeados caminando por lo alto de la amplia colina que discurra junto al instituto Cardozo, saliendo de la boca de metro para dirigirse a sus pisos y sus adosados. Fjate en sos dijo Baker. Creen que pueden moverse con libertad... no tienen ni idea de dnde estn ni de lo que puede ocurrirles. Van por ah muy seguros de s mismos. Se creen que van a hacerse dueos de nuestra ciudad. Pensaba que t eras de Maryland dijo Deon. No me corrijas, chaval replic Baker con una expresin seria y avejentada bajo las luces del salpicadero. Me cabreas. No he pretendido decir nada. Ya s que no, grandulln. Baker forz una sonrisa. Gracias por traerme. Te veo ms tarde, vale? Deon observ a Baker mientras ste echaba a andar en sentido oeste por Fairmont Street con el cuello de la chaqueta vuelto hacia arriba y las manos colgando a los lados. A continuacin, l tom direccin este, luego gir a la izquierda en la calle Doce y se alej del centro. Charles Baker lleg hasta el centro de la manzana, una fila de chals adosados con torretas, y cruz la acera para acercarse a la fachada de una casa que tena mltiples apartamentos. Penetr en un portal abierto y puls uno de los botones marrones que haba junto a unas tiras de papel insertadas en receptculos de cristal. De unas ranuras sali una voz dbil: S. Soy tu colega, Charles. Se hizo un largo silencio. Y? Estoy en tu calle, y se me ha ocurrido, no s, entrar a saludarte. A Baker le pareci or un suspiro. A lo mejor fue el siseo de la esttica que proceda del altavoz. No lo supo con seguridad. De pronto se oy un zumbido. Baker abri la puerta de madera y cristal. Atraves un recinto pequeo y limpio y subi un tramo de escaleras hasta el rellano del segundo piso; una vez all, llam con los nudillos a una puerta marcada con unos nmeros adhesivos. Se abri la puerta. En el umbral apareci un hombre corpulento, de pecho fuerte, vestido con pantalones azules de trabajo y camisa desabotonada del mismo color. Llevaba tambin una camiseta blanca que le colgaba con aire desaseado sobre la barriga. Sostena una lata abierta

~131~

George Pelecanos

Sin retorno

de cerveza Pabst Blue Ribbon con una mano encallecida y regordeta. Tena los ojos grandes y un poco inyectados en sangre y el cabello despeinado y sin arreglar, bastante largo. Qu ocurre? dijo el hombre. As te diriges a tu antiguo socio? Buscas algo. Si no, no habras venido hasta aqu. No es ms que una visita. Pero no puedo hacerla desde aqu fuera. Maana tengo que levantarme para ir a trabajar. S, yo tambin tengo un da cojonudo repuso Baker. Me dejas entrar? El gigante de pecho de oso le dio la espalda y se intern en el apartamento, que estaba a oscuras y dominado por el fuerte volumen del televisor. Charles Baker entr y cerr la puerta. El otro tom asiento en su silln favorito, uno reclinable, y bebi un trago de cerveza. Esta se derram y le resbal por la barbilla hasta la camisa. Se pas la mano por el lugar donde haba cado la mancha hmeda, el parche ovalado y de color blanco que llevaba cosido a la tela y en el que figuraba su nombre bordado. No vas a ofrecer una cerveza a tu invitado? dijo Baker. Coge una respondi el otro. Saba que eras mi colega. Baker fue hasta el frigorfico que haba en la diminuta cocina del apartamento. No tuvo dificultad para dar con l, no era la primera vez que estaba en aquella casa. James Monroe, sentado en su silln, permaneci con la vista al frente, con el brillo del televisor parpadeando en sus ojos negros.

~132~

George Pelecanos

Sin retorno

Captulo 14

Alex y Vicki Pappas estaban sentados en su cuarto de estar con sendas copas de vino, tinto para l, blanco para ella. Vicki le haba estado hablando de la jornada que haba tenido su hijo Johnny en el trabajo y del talento que posea para relacionarse con los clientes y con los empleados. Dijo que la presencia de Johnny en la cafetera iba a ser positiva para su relacin, que iba a ayudarlos a estar ms unidos. Alex estaba preparado para discutirle aquello, pero, con toda sinceridad, tuvo que coincidir con ella. El hecho de tener a Johnny en el local iba a resultar beneficioso para el negocio. Y adems le gustaba tenerlo all. A continuacin, Alex le cont a su mujer lo del hombre que haba ido a verlo a la hora de cerrar. Ella escuch con atencin y formul unas cuantas preguntas, pero no pareci tener mucho inters por prolongar la conversacin ni por invertir ms energa en aquel tema. El incidente haba tenido lugar varios aos antes de que ella hubiera conocido a Alex; para ella, era un suceso abstracto que le haba sucedido a un muchacho que no conoca y que tena poco que ver con el hombre al que amaba y con el que llevaba casada veintisis aos. T no crees que esto sea una estafa, verdad? Es l respondi Alex. Te estoy preguntado si es una extorsin. No. Fue muy amable. No creo que sea nada de eso. Vas a llamarlo? Debera? Cario, es cosa tuya. Vicki se encogi de hombros y se levant del silln. Estoy hecha polvo. Me voy a la cama. Se inclin y le dio un beso en la boca. El la agarr de la mano y prolong el beso. Buenas noches, Vicki. Kali nicta. Tras servirse lo que quedaba del vino, Alex se sent ante el ordenador familiar y entr en la red. Primero busc los archivos del Washington Post,

~133~

George Pelecanos

Sin retorno

y hall varios artculos relativos al incidente, desde el parte inicial del crimen hasta el anuncio de la acusacin, dieciocho meses ms tarde, en la primavera de 1974. En un momento dado haba ledo la mayora de aquellos artculos, e incluso se haba guardado algunos de ellos, con la sospecha de que algn da querra repasarlos, pero un par de aos despus de casarse los tir a la basura con la esperanza de que, al nacer su primer hijo, aquel captulo de su vida quedase cerrado. Los recuerdos que albergaba de aquella poca eran tan borrosos como el incidente en s. No acudi al funeral de Billy Cachoris. En aquel momento l se encontraba internado en el hospital Holy Cross, y a continuacin, en el otoo, vinieron las dos intervenciones de ciruga reconstructiva. Su estancia en el hospital consisti en un da tras otro de dolor y de frmacos, con el televisor de la pared como nico entretenimiento, que le cansaba el ojo bueno, y la radio que sus padres le haban trado de casa. Escuchaba los 40 Principales porque no poda coger las emisoras progresistas que le gustaban, y la lista de temas era una provocacin: Rocket Man, Black and White, Precious and Few. Eran canciones que haban estado sonando precisamente aquel da. Canciones a las que Billy haba cambiado la letra, temas con los que estuvieron haciendo chistes tan slo unas horas, unos minutos antes de que mataran a Billy. Al presentar cada cancin, el pinchadiscos de la PGC deca: Mil novecientos setenta y dos, ste es el tema de vuestra vida! Y Alex pensaba: No me hagas rer. Al igual que muchos adolescentes que se las han visto en situaciones graves, Alex pensaba que nunca ms iba a brillar el sol en su lado de la calle. Cuando volvi a casa, escuch sin cesar su lbum de Blue Oyster Cult, y en particular poniendo una y otra vez el tema Then Carne the Last Days of May: Tres colegas iban riendo y fumando / en la parte de atrs de un Ford alquilado. / No podan saber que no llegaran muy lejos. Pareca que lo haban escrito para l y sus amigos. Excepto en la presencia de autoridades jurdicas, Alex haba vuelto a tener escaso contacto con Pete Whitten. A Pete, su padre le haba prohibido que se relacionase con l, y las pocas conversaciones que tuvieron por telfono fueron incmodas y estuvieron llenas de silencios. Pete se marchara el verano siguiente a una universidad de otro estado; su vida no se haba visto alterada por el incidente, ya que ni l ni Alex haban sido acusados de ningn delito. Alex comprendi que la amistad que tena con l haba terminado. Para Alex, lo ms extrao del perodo posterior al incidente fue regresar al instituto. Tena la sensacin de que su rostro era feo y daba miedo, aunque, naturalmente, su percepcin era mucho peor que la realidad. Tena el ojo muy cado en el extremo, y el tejido cicatrizal que lo rodeaba se vea pastoso. Era imposible que la gente no se fijara en l, pero distaba mucho de ser horroroso; en cierto modo, simplemente daba una impresin de tristeza permanente. Rompi con Karen porque supuso

~134~

George Pelecanos

Sin retorno

que ya no iba a resultarle atractivo. Un da, en la sala del ala E, un chaval que se llamaba Bobby Cohen le dijo con toda inocencia: Oye, to, me han dicho que te agredieron unos negros, y Alex lo agarr por la camiseta y lo arroj contra las taquillas. El chico no haba dicho nada malo, pero Alex andaba buscando una excusa para explotar. Da a da se le fue agriando el carcter. No era un chico violento, pero se haba ganado una fama de indeseable, simplemente porque haba participado en un incidente racial en el que a uno de sus amigos lo haban matado de un disparo. Los negros de su instituto, que eran aproximadamente unos treinta entre un total de quinientos, dejaron de hablarle. Antes del incidente se haba llevado bien con varios de ellos, sobre todo porque tena trato con ellos en la cancha de baloncesto que haba cerca del aparcamiento de los profesores, pero aquello se acab. Un grupo de engominados, los ltimos de su especie, quiso hacer migas con l pensando que comparta sus prejuicios raciales. Se denominaban, de forma muy imaginativa, los Amos Blancos, y Alex los rechaz. Su objetivo consista en terminar el ltimo ao del instituto con la cabeza gacha. Lo atormentaba un fuerte sentimiento de culpa por la muerte de Billy y no deseaba hacer amigos nuevos. Quera estar solo. El hecho de trabajar para su padre, en cierto modo, le permiti conservar la humanidad. Los clientes, lectores del Washington Post y del Evening Star, estaban enterados de su participacin en aquel suceso. Algunos le mostraron rechazo pero la mayora lo trat con educacin. Inez, tpico de ella, no hizo mencin alguna del incidente, y en ocasiones soltaba una risita cuando Alex pasaba por su lado, como si supiera algo de l que l desconoca. Jnior y Paulette, fuera lo que fuese lo que sentan, se lo guardaban para sus adentros. Lo ms difcil fue enfrentarse a Darlene la primera vez. Pero, gracias a Dios, Darlene fue buena. Te duele? le pregunt tocando la cicatriz con los dedos, la nica persona aparte de los mdicos y su madre que hizo algo semejante. Ya no contest Alex. Oye... No tienes por qu hablar de ello. Me doli leer tu historia en los peridicos, no puedo negarlo. Pero en parte fue porque saba que tambin te dola a ti. Mira, cualquiera puede equivocarse de coche. Porque a eso se redujo todo. No pudo ser de otra forma. Alex, yo te conozco, as que no tienes necesidad de decir ni una palabra ms. A veces, despus del trabajo, se sentaban un rato en la cafetera semi a oscuras, hasta ms all de la hora de cerrar. Su padre se haba marchado y le haba dejado a l la llave. Los dos charlaban en voz queda y oan msica en el ocho pistas porttil que Darlene se traa al trabajo todos los das. Marvin Gaye, los Isley Brothers y Curtis Mayfield, la cinta ms memorable de todas era la que llevaba por nombre Curtis, con la foto del cantante sentado con toda naturalidad con su traje amarillo limn. Canciones atemporales como The OtherSide ofTown, The Making of You,

~135~

George Pelecanos

Sin retorno

We the People Who Are Darker Than Bine, el hermoso falsete de Curtis y sus suaves arreglos flotando en el aire mientras dos adolescentes hablaban de cosas de adolescentes, a veces cogidos de la mano, pero siempre sin pasar de ah, siempre como amigos. En lo referente al juicio, la participacin de Alex en el mismo fue mnima. Estuvo asesorado por el fiscal del Estado, un tal Ira Sanborn, pero en el estrado tuvo muy poca cosa que contar. l no haba visto el disparo en s. l no haba visto al joven que le destroz la cara. Slo pudo describir los ruidos, las sensaciones y las voces que oy. En el turno de preguntas de la parte contraria, el abogado defensor encargado del caso, un hombre joven que se llamaba Arthur Furioso, intent pintar a Alex y Pete como dos jvenes racistas que haban sido los responsables del asesinato en ltima instancia por haber dado lugar al suceso, pero Sanborn aport varios testigos que dieron fe de la buena reputacin de los muchachos, en nmero suficiente para refutarlo. Para el jurado, estaba el hecho de que se haba asesinado a un adolescente y se le haba destrozado la cara a Alex. Adems, en ningn momento se haba cuestionado quin era el que haba apretado el gatillo. El mayor de los dos hermanos, James Monroe, haba confesado unas horas despus del incidente ser el autor del disparo; l y su hermano pequeo Raymond, y tambin el amigo de ambos, Charles Baker, que haba admitido haberle pegado la paliza a Alex, fueron acusados de asesinato, agresin intencionada y mltiples delitos de arma de fuego. Lo nico que quedaba por saber, le dijo Sanborn a la familia Pappas en privado, era el grado que iban a adjudicar a la acusacin de asesinato y cul de los tres sera condenado y enviado a prisin. Alex, sentado delante de la pantalla del ordenador, sali de la pgina del Post sin leer el ltimo artculo que figuraba en los archivos. Tecle en un buscador las palabras Heathrow Heights y asesinato y termin encontrando una pgina que venda transcripciones parciales de juicios celebrados hasta cincuenta aos antes. Se sirvi de su tarjeta de crdito para pagar la tasa de acceso, que ascenda a cuatro dlares con noventa y cinco centavos, e imprimi un documento que llevaba el encabezado de James Ernest Monroe contra el estado de Maryland junto con el nmero y la fecha del caso, presidido por un tal juez Conners. Alex torci hacia s el flexo de la lmpara de mesa. Se reclin en la silla y ley el documento. Un caluroso da de verano, tres muchachos penetraron al volante de un coche en el barrio Heathrow Heights de Montgomery County y, en broma, arrojaron una golosina de cereza y un adjetivo racial a tres jvenes de color que se encontraban en la calle, frente a un establecimiento de nombre Nunzio's. El documento del juzgado describa dicha accin como una forma perversa de entretenimiento. Uno de los ocupantes del vehculo, Peter Whitten, testific que el plan haba sido inicialmente idea del conductor, William Cachoris (el tercer ocupante, Alexander Pappas, testific que no recordaba quin haba decidido

~136~

George Pelecanos

Sin retorno

penetrar en Heathrow Heights). Despus de que hubieron arrojado la golosina y el insulto, Cachoris intent alejarse del lugar en cuestin, pero se encontr con una calle cortada y se vio obligado a girar en redondo. En aquel momento Peter Whitten se ape del vehculo y escap internndose en la zona boscosa y siguiendo las vas del tren. Cachoris y el pasajero que quedaba, Pappas, regresaron a la calle, que esta vez se hallaba bloqueada por los tres jvenes. Cachoris se baj del coche e intent razonar con los jvenes preguntndoles: No podramos solucionar esto? Entonces, uno de los jvenes le propin un puetazo en la cara que le arranc un diente y le afloj varios ms. Alexander Pappas intent escapar a pie, pero fue capturado y agredido, y a consecuencia de ello sufri graves lesiones en el cuerpo y en la cara. Acto seguido, uno de los jvenes sac una pistola y dispar a Cachoris en la espalda. La bala le perfor el pulmn y el corazn. Fue declarado muerto en la escena del crimen. Lleg la polica y acordon el barrio. Una mujer, cuyo nombre estaba borrado del documento, que se encontraba en el interior de la tienda de Nunzio's en el momento del disparo, haba observado todo desde la ventana y dijo al dueo del establecimiento que llamara a la polica. Durante el interrogatorio, dio la descripcin de los jvenes que haban tomado parte en el crimen, pero afirm que no era capaz de identificarlos. Durante un interrogatorio posterior, ms intenso, record los nombres de los protagonistas. La polica registr la vivienda de Ernest y Almeda Monroe, que estaban trabajando, y detuvo a sus hijos, James y Raymond Monroe, que no ofrecieron resistencia. Hallaron una pistola barata del 38 en el cajn de la cmoda del hermano mayor. La mujer de Nunzio's haba descrito al individuo que efectu el disparo como un joven alto que llevaba una camiseta con nmeros impresos. James Monroe, cuando lo encontr la polica, llevaba puesta dicha camiseta, y apareca manchada de sangre. En aquel momento James Monroe admiti haber disparado el arma que mat a William Cachoris. Ms tarde, las pruebas de balstica relacionaron la bala con dicha arma. A continuacin, la polica detuvo a Charles Baker en el domicilio de su madre, Carlotta Baker, una peluquera soltera y en paro. Ms adelante, en la comisara de polica, Charles Baker confes ser el autor de la agresin a Alexander Pappas. Alex sinti que la sangre le suba lentamente a la cara conforme iba leyendo. En el juicio, Baker testific contra James Monroe a cambio de que fuera eximido de la acusacin de asesinato y de que le impusieran una condena reducida, siempre que se declarase culpable del cargo de agresin. Segn rezaba el preacuerdo, a continuacin el Estado recomendara una condena para Baker inferior a un ao. En el juicio, sobre el estrado, Baker dijo: El que dispar fue James, y seal a James Monroe para que lo viera el

~137~

George Pelecanos

Sin retorno

jurado. Arthur Furioso, el abogado defensor, pregunt a Baker por el acuerdo pactado, el cual ste se apresur a describir, y a continuacin le pregunt si la polica lo haba coaccionado de algn modo para que confesara. El respondi: La polica me invit a una botella de Sneaky Pete. Me la beb, pero no fue eso lo que me hizo hablar. Me remorda la conciencia. Furioso intent declarar el juicio nulo basndose en que haba habido soborno, pero al juez Conners su razonamiento le pareci dbil e injustificado, y su mocin fue rechazada. James Monroe fue hallado culpable de homicidio en primer grado, agresin y mltiples delitos de arma de fuego. Baker fue condenado por agresin con intencin de mutilar. El hermano pequeo, Raymond Monroe, fue absuelto de todas las acusaciones. Alex dej el documento del juicio y volvi a los archivos del Washington Post, donde repas el ltimo relato del suceso, en el que describa la condena de James Monroe. En una vista celebrada antes de la condena, Furioso entreg al juez una peticin firmada por ms de un centenar de residentes de Heathrow Heights, en la que suplicaban benevolencia y declaraban que William Cachoris, Peter Whitten y Alexander Pappas haban llevado a cabo una agresin por motivos raciales contra su pacfica comunidad y los ciudadanos de la misma que haba sido la causa directa de que se hubiera disparado un arma. El juez Conners afirm que estudiara dicha peticin, pero en el momento de dictar sentencia rechaz la idea de que hubiera que atribuir peso alguno a las circunstancias de la broma. Aquel da, William Cachoris y sus amigos tomaron una decisin errnea, una decisin ofensiva y necia... pero que de ningn modo excusa el hecho de segar una vida humana. Y despus prosigui: Acciones como sta tienen lugar a todas horas. Todos soportamos actos disparatados que tienen origen en el racismo. Yo mismo los veo en mi vecindario, y nunca se da un castigo de esta clase. El Post deca que aquello provoc un murmullo creciente en la sala del tribunal, tal vez una reaccin de incredulidad, dado que se saba que Conners viva en Bethesda, una de las zonas ms blancas y ms acaudaladas de Montgomery County. El juez Conners conden a James Monroe a diez aos de prisin por el delito de homicidio. En el plazo de dos aos y medio podra solicitar la libertad condicional. Adems, conden a Monroe a dos aos de crcel por el delito de agresin y a tres por los delitos de arma de fuego. Estas condenas las cumplira al mismo tiempo que la de homicidio. Baker recibi la condena acordada de menos de un ao. El abogado defensor, Furioso, prometi apelar. En los archivos del Washington Post no figuraba nada ms relacionado con este caso. Alex Pappas permaneci all sentado un rato ms, pasando el dedo por el polvo que se haba acumulado en la mesa del ordenador, trazando una raya y despus otra transversal para formar una cruz. Apag la lmpara,

~138~

George Pelecanos

Sin retorno

fue hasta la puerta de la calle, examin la cerradura y dej una luz encendida para Johnny, que haba ido al cine con un amigo. Cuando subi a la planta de arriba, pas junto a la habitacin de Gus, pero no entr. Se haba convencido a s mismo de que la muerte de Gus haba sido fortuita. En el ltimo da de su vida, el soldado que conduca el Humvee en el que viajaba Gus haba tomado un camino en vez de otro, y en este ltimo haba una bomba de fabricacin casera oculta bajo los escombros. Fue Dios el que envi al conductor del Humvee por aquel camino? Alex no poda creer tal cosa. Dios nos daba la vida; y despus de eso, no nos protega ni nos haca dao. Estbamos solos. Pero qu pasaba con el pecado? Para el pecado tena que haber un castigo. Aquel da, Alex poda haberse bajado del Torino. Poda haber exigido a Billy que detuviera el coche. Saba que lo que estaban a punto de hacer estaba mal. Y permiti que sucediera. Por culpa de su falta de accin se haban quebrado muchas vidas. Un joven haba ido a la crcel. Billy haba muerto. Y tambin haba muerto Gus. Se desvisti y se meti en la cama. Vicki se movi a su lado. Alex le toc el hombro con la mano y le dio un leve apretn. Vicki. Qu? respondi ella con los ojos cerrados. Voy a llamar a ese tipo dijo Alex. Durmete. Alex apag la luz de la mesilla de noche. Pero no se durmi.

~139~

George Pelecanos

Sin retorno

Captulo 15

James Monroe viva en un apartamento muy pequeo. La nica habitacin principal contena dos camas, una cmoda barata, un par de sillas, un televisor apoyado en una mesita y un compacto estreo que descansaba sobre una estantera metlica con ruedas. Monroe casi no tena espacio para volverse dentro de la cocina. Cuando se sentaba en la taza del vter, tena que mantener los brazos pegados al cuerpo para no tocar las paredes. James Monroe y Charles Baker se sentaron muy juntos en los dos sillones que haba en la habitacin. Ambos beban cerveza. Monroe estaba viendo la televisin, y Baker estaba hablando. Monroe no senta demasiado inters por el programa que estaban viendo. Era la serie sobre autopsias ambientada en Miami, y no se crea ni una palabra. Pero era ms fcil ver aquella serie que prestar toda su atencin a Baker. Ahora Red va a disparar a alguien dijo Baker. Vestido con su traje de diseo y sus gafas de sol. Sabrs que eso tambin se lo han inventado. El qu? Estoy hablando de los de C.S.I., que sacan la pistola y le disparan a alguien. Esas cosas no suceden nunca. La polica de verdad ni siquiera saca la pistola la mayora de las veces. Pero este Red, todas las semanas se carga a un hijoputa con su arma. Con esa melena tan bonita que tiene, ondeando en el viento. De uno de los muchos libros que haba ledo Monroe en la crcel, record un pasaje que hablaba de las pelculas de televisin de Estados Unidos que tratan de crmenes. El autor deca que era un gnero fascista, porque en dichas pelculas a los criminales los cogan siempre, y la polica y los fiscales ganaban siempre. Dichas pelculas advertan a los ciudadanos, en efecto, de que deban cumplir las normas, de que si se atrevan a infringir la ley los detendran y los meteran en la crcel. Monroe rio ligeramente al leerlo. La gente quera que alguien le dijera que su vida no corra peligro. Aquellos guionistas de televisin estaban ganando dinero dndole a la gente las mentiras que la gente quera or.

~140~

George Pelecanos
Hum dijo Monroe. Eso es todo lo que tienes que decir? Estoy intentando ver la serie. Y lo otro? Qu es lo otro?

Sin retorno

Lo que te estaba contando. La persona con la que he quedado. Baker haba venido a hablarle a Monroe de la cita que haba concertado con Peter Whitten para comer al da siguiente. Monroe se limit a negar apenas con la cabeza y mantuvo la mirada inexpresiva y fija en el televisor. Y bien? Monroe bebi de su lata de cerveza. Te necesito, to dijo Baker. Necesito que vengas conmigo. No es necesario que digas nada, slo tienes que sentarte a mi lado y hacer bulto. Transmitir el mensaje a ese tipo, para que yo no tenga necesidad de amenazarlo directamente. Se dar cuenta. No le queda otro remedio. Monroe se quit algo que tena en el ojo. Este to tiene dinero dijo Baker. Y algo de ello podra ser para nosotros. Nos lo debe, entiendes? Pienso ser generoso y darte una parte por acompaarme. No la mitad ni nada parecido, pero algo s. Despus, pondr el dedo en el otro. Har exactamente lo mismo. T sabes de sobra que llevarn encima un sentimiento de culpa. En el peridico, el seor Whitten alardeaba de que es muy amigo de los negratas. Bueno, pues yo voy a darle una oportunidad para demostrarlo. Y si no lo demuestra, tendr que saber que yo voy a cargarme su reputacin. No dijo Monroe. Qu? No quiero formar parte de eso. Ya eres parte. No es verdad. La letra de la carta original es la tuya. Cmo vas a decir que no tienes nada que ver? Era cierto. James haba escrito el primer borrador de la carta, redactado a bolgrafo sobre papel, por instigacin de Charles. Porque James haba bebido mucho aquella noche, el alcohol estaba razonando por l, y no haba pensado en las ramificaciones que seguiran. Porque Charles era demasiado lerdo para escribir l la carta, de manera legible, gramaticalmente correcta y sin faltas de ortografa. Porque James lo que quera era que Charles saliera de su apartamento, y aqulla pareca la

~141~

George Pelecanos

Sin retorno

nica manera de conseguirlo. En ningn momento lleg a pensar que Charles fuera a entregar la carta. Crey que era una de sus fanfarronadas habituales. Desde el incidente, le resultaba un problema decir que no a Charles. Ello le haba ocasionado toda clase de dificultades. En cierta ocasin volvi a llevarlo a la crcel. No quiero formar parte de ello repiti Monroe. Y supongo que tampoco quieres dinero. Ya gano dinero trabajando. En un fro taller mecnico. Donde sea. Pero trabajo. Baker se levant del silln y se puso a pasear por la habitacin describiendo un pequeo arco. Al final, se cans y apunt con el dedo al rostro de Monroe. Me lo debes. Monroe se levant y se irgui en toda su estatura. Entrecerr los ojos, y Baker dej caer la mano al costado. Mira, to. Lo nico que digo... Eso pertenece al pasado recalc Monroe. Call unos instantes para serenar un poco la respiracin. Cuando volvi a hablar, su voz son grave y controlada. Escucha. Los dos tenemos ms de cincuenta aos. Eso es de lo que estoy hablando. Se nos acaba el tiempo. Deberamos haber aprendido. Estar oportunidad de volver a empezar desde cero. agradecidos por esta

De qu tengo que estar agradecido yo? De ese apestoso empleo que tengo? Pues s. Yo voy al trabajo todos los das y me alegro de tenerlo. Me alegro de tener alquilado este apartamento, del que puedo salir cuando me apetezca. Explotar a la gente, hacer trabajos sucios... para m, ese tren hace mucho que sali de la estacin. Pues para m, no repuso Baker. No s hacer las cosas de otra forma. Monroe observ los ojos duros, color avellana, de Baker y vio que as era. Esos blancos nos jodieron la vida dijo Baker. Ya te lo he dicho: no. No te equivoques. Todava tengo la carta, escrita con tu letra.

~142~

George Pelecanos

Sin retorno

Yo no he escrito ninguna carta. Correg un poco la redaccin y la puntuacin porque lo que t escribiste era un desastre y casi no se poda leer. nicamente intentaba ensearte un poco. La verdad es que no pens en absoluto que fueras lo bastante idiota para enviarla. Estaba hacindote un favor. Te lo agradezco. Pero aun as, las correcciones que hiciste llevan tu letra. Me ests amenazando? No es mi intencin. Si pretendes decir algo, dilo claramente. No hay ningn mensaje entre lneas. Baker esboz una sonrisa. T y yo estamos unidos para siempre. Eso es todo. He sido un caballero y te he permitido que me hicieras una visita. Ahora ha llegado el momento de que te vayas. Te veo en otro momento. Vamos. Tengo que dormir. Una vez que Baker hubo cerrado la puerta al salir, James Monroe ech el pestillo, fue hasta el frigorfico y cogi otra Pabst. Se sent en su silln y mir la televisin fijamente, pero sin poner atencin en lo que sala en pantalla. Tom el telfono e hizo una llamada. La conversacin que tuvo fue breve y emocional. Acto seguido, cambi el canal de la televisin y puso un partido de los Wizards que se emita desde Seattle. Quit la anilla de la lata de cerveza, inclin la cabeza hacia atrs y ech un buen trago.

La Casa del Sol era uno de los muchos sitios para comer que haba en Georgia Avenue, tanto dentro de Washington D.C. como en el centro de Silver Spring. El rtulo de nen del escaparate anunciaba Filete con queso, marisco, pollo frito y comida china, una oferta muy heterognea que daba como resultado mediocridad y, en ltima instancia, ardores de estmago y diarrea. El propietario se apellidaba Sol, de ah el nombre del establecimiento. Sol posea tres locales: en D.C, en Montgomery y en Prince George's County, viva en un chal situado en Falls Road, en Potomac, conduca un Mercedes Serie E y tena hijos estudiando en el M.I.T. y en Yale. Cody Kruger denominaba a aquel restaurante La Casa del Guarro. Deon y l almorzaban all con frecuencia. Deon acababa de terminarse un plato de pollo a la naranja, con patatas fritas y una Coca-Cola grande. Ya empezaba a dolerle el

~143~

George Pelecanos

Sin retorno

estmago. Iba en su coche en direccin norte, vio el rtulo del escaparate de La Casa del Sol y estacion en el aparcamiento. Cuando estaba estresado, tenda a buscar algo de comer; los antidepresivos que tomaba se supona que deban quitarle el apetito, pero no era as. Deon se limpi la grasa de la cara y tir la servilleta a la basura. Empuj la puerta de cristal, sali del restaurante y se encamin hacia su Marauder, aparcado en un sitio que daba al Centro de Reclutamiento de las Fuerzas Armadas, una estructura de ladrillo liso que se levantaba junto al restaurante. Se sent al volante y meti la llave, pero no la hizo girar. No tena ganas de irse al apartamento a or hablar a Cody. Tampoco le apeteca ir a la calle Peabody y ver los ojos hinchados de su madre. No saba exactamente cmo haba llegado all. En la escuela elemental haba sido un alumno mediano, dotado de habilidades sociales limitadas. En los cursos intermedios haba tenido dos amigos ntimos, Anthony Dunwell y Angelo Ross, pero ellos eran deportistas y l no, y cuando llegaron al instituto empezaron a juntarse con otra gente. Fue en los primeros aos del instituto cuando experiment por primera vez nuseas y falta de aire cada vez que le pedan que se situara delante de la clase e hiciera una presentacin de su trabajo. Cuando conoca gente nueva, muchas veces tartamudeaba al hablar. Su madre lo llev a un loquero, el cual declar que tena un problema de ansiedad social y le diagnostic un desorden por pnico. Le recetaron Paxil, un medicamento que al parecer lo ayud. Y tambin lo ayudaba la hierba de calidad. Perdi un poco de su retraimiento social y durante una temporada tuvo una novia muy guapa, Jerhoma Simn, y ms tarde otra de sonrisa radiante que atenda al nombre de Ugochi. Por razones que no recordaba, o no quera recordar, dichas relaciones no duraron. Tras graduarse, vino un perodo en seco sin novias ni amigos nuevos, hasta que conoci a Cody en la zapatera. Despus de aquello sigui una decisin errnea tras otra y finalmente la entrada de Charles Baker, y aqu estaba ahora, a sus diecinueve aos, con dinero en el bolsillo y nada en el horizonte excepto ms dinero o una condena de prisin, sentado dentro del coche en un aparcamiento. Toc la llave que colgaba del contacto, pero retir la mano. Aunque todava era media tarde, el cartel situado en lo alto del Centro de Reclutamiento ya estaba profusamente iluminado. Se acord de que en Park View, en una oficina de reclutamiento similar que haba cerca del viejo The Black Hole, el cartel estaba iluminado a todas horas y las ventanas estaban libres de mugre. Una fachada limpia en medio de comercios desvencijados, un faro para los jvenes del vecindario que estaban buscando un empleo o una salida, muchos de ellos habiendo abandonado los estudios, muchos de ellos huyendo de problemas y tentaciones, algunos de los cuales se los haban buscado ellos mismos, otros no.

~144~

George Pelecanos

Sin retorno

Las ocasiones en que haba estado en lugares como Chevy Chase y Bethesda, nunca haba visto oficinas de reclutamiento de ningn tipo. Pero la cosa tena su lgica. Para qu iba el ejrcito, la marina o el cuerpo de marines a desperdiciar tiempo, dinero y esfuerzo en unos chavales que nunca iban a enrolarse? Aquellos chavales iran a la universidad. Aquellos chavales tenan padres que les pagaran la matrcula, el alojamiento y la manutencin y que, ms adelante, los ayudaran a entrar en el mercado de trabajo por medio de su red de amigos triunfadores. Mirando a travs de los cristales del centro de reclutamiento, vio dos figuras de cartn de tamao real que representaban a soldados, el uno negro y el otro hispano, con el atuendo militar. Entre uno y otro haba unas grandes estanteras metlicas con decenas de panfletos. Deon supuso que parte de ellos estaran redactados en espaol. Detrs de las estanteras haba biombos como los de las oficinas de las empresas, formando cubculos. Deon se dijo que a lo mejor aquella gente no quera que la vieran los ciudadanos que pasaban por la calle. En la cristalera en s haba numerosos carteles que pregonaban las excelencias del servicio militar; la foto de un portaviones abarrotado de aeronaves, tropas y equipamiento, listo para entrar en accin, con una frase encima que deca: Vida, libertad y persecucin de todos aquellos que las pongan en peligro; la imagen de una mujer de color, muy guapa y de mirada orgullosa, con una boina colocada de lado en la cabeza, acompaada del siguiente pie de foto: Est la fuerza. Y luego est la fuerza del ejrcito. Haba otros carteles que mencionaban primas de alistamiento de hasta veinte mil dlares, treinta das de vacaciones al ao, subvencin del cien por cien de una matrcula universitaria y atencin mdica y dental gratuita. Formacin garantizada en la carrera escogida. La oportunidad de viajar. Por debajo de los biombos se filtraba una luz amarillenta. All dentro haba alguien, algn oficial, quemando el aceite, solo y dispuesto para charlar. Deon no tena ningn sitio especial al que ir. Y l tambin tena la necesidad de charlar con alguien. Se ape del Mercury, pas bajo la atrayente iluminacin del enorme cartel de la Oficina de Reclutamiento y prob el tirador de la puerta de entrada. No estaba cerrada con llave. Pero no penetr en el interior.

~145~

George Pelecanos

Sin retorno

Captulo 16

Raymond Monroe sali de la sala de terapia poco despus de las doce del medioda, con la intencin de ir a buscar a Kendall para almorzar con ella en la cafetera. Cuando estaba sacando el mvil del bolsillo pas junto a l un hombre joven, con un ojo tapado, heridas de metralla en forma de media luna alrededor de la rbita, la cabeza afeitada y varios puntos de sutura visibles a un lado de la misma. Qu hay, Papi dijo el joven. Cmo va eso? dijo Monroe. Genial respondi el joven sin irona ni sarcasmo, y sigui caminando con los hombros bien cuadrados. Frente a la fila de ascensores, Monroe esper uno que viniera de bajada al lado de un individuo de su edad que estaba de pie y con las manos apoyadas en las agarraderas de una silla de ruedas. En la silla iba sentada una joven de unos veinte aos, con la bata del hospital y debajo una camiseta. Tena el cabello corto, los ojos azules y un poquito de bigote, muy probablemente el resultado de los esteroides que haba estado tomando despus de lesionarse. Le haban amputado ambas piernas a la altura del nacimiento del fmur, casi por debajo del tronco. Luca un mun muy quemado y salpicado de puntitos, trozos pequeos de metralla que an estaban incrustados en la piel. El otro mun no pareca haber sufrido quemaduras, pero se agitaba violentamente. Qu hay dijo la joven mirando a Monroe. Buenas tardes contest Monroe. Qu tal le va a todo el mundo en un da tan estupendo como ste? Qu tal me va, pap? dijo la chica. Acaban de tomarle las medidas para las prtesis respondi su padre, que tena el mismo color de ojos que su hija, un azul intenso. Ashley ya no va a tardar mucho en volver a andar. Tanto Ashley como su padre tenan un marcado acento sureo. Y los dos despedan un fuerte olor a tabaco.

~146~

George Pelecanos

Sin retorno

Y despus de eso dijo Ashley, voy a cruzar a nado de una orilla a la otra, ida y vuelta. Quiere recorrer a nado el antiguo lago explic el padre. Uno muy limpio y agradable que tenemos cerca de casa. Lo voy a hacer asegur ella. A lo mejor el verano que viene dijo el padre al tiempo que bajaba una mano y le tocaba la mejilla. Sonri, y le tembl el labio de melancola y orgullo. Puede que t y yo tengamos ocasin de trabajar juntos en la piscina apunt Monroe. Lo voy a agotar dijo Ashley. Mi pequea se apunta a todo dijo el padre. No me cabe duda repuso Monroe. Cuando se abrieron las puertas del ascensor, a Monroe le son el mvil en la mano para indicar que tena un mensaje. Ya fuera del edificio principal, procedi a examinar los mensajes. La voz de Alex Pappas le dijo que le gustara que se vieran. Monroe puls la tecla de devolver la llamada y le respondi Alex. Pappas e Hijos. Pareca estresado en medio del considerable ruido de fondo. Soy Ray Monroe. Seor Monroe, me pilla en mitad de la hora punta del almuerzo. Llmeme Ray. Perdone, no saba... Si le apetece que charlemos otra vez, al salir del trabajo voy a pasarme por la casa Fischer. A la misma hora que el otro da. De acuerdo. Estaba pensando en que podamos ir en coche a hacer una visita a mi hermano. En este momento no puedo hablar. Nos vemos luego. Pappas cort la conexin bruscamente. Monroe se qued mirando el telfono unos instantes y a continuacin se lo guard otra vez en el bolsillo. Entr en el edificio 2 del hospital principal y tom el ascensor hasta la planta de Kendall. Cuando llam con los nudillos en la puerta abierta, ya se dio cuenta de que ella no se encontraba all dentro. Greta Siebentritt, la terapeuta de pacientes externos que comparta despacho con Kendall, se volvi en su silla para saludarlo. Qu hay, Ray? Estoy buscando a mi novia. Se est escondiendo de m?

~147~

George Pelecanos

Sin retorno

Difcilmente. Est reunida con el soldado Collins. ltimamente le ocupa bastante tiempo. El soldado que se va a hacer voluntariamente la amputacin? El mismo. Quieres que le diga alguna cosa a Kendall? Ya la ver ms tarde. Monroe almorz a solas, pensando en su hermano James, en Alex Pappas, en Baker y en el problema que se avecinaba.

Para la cita del almuerzo, Charles Baker haba decidido ir vestido con una chaqueta sport de color morado y puntadas blancas a lo largo de las solapas, pantaln de pinzas negro, de polister, camisa color lavanda y zapatos negros de cuero labrado que casi parecan caimanes. Haba conseguido aquel atuendo completo el ao anterior, comprado en tiendas de descuento y en el comercio que tena el Ejrcito de Salvacin en la calle H de la zona noreste. Nunca haba tenido ocasin de lucirlo completo, y cuando se mir en el espejo antes de salir de su vivienda compartida se dijo que iba limpio y presentable. Adnde vas?dijo un hombre al que llamaban Trombn, un heroinmano en recuperacin que tena una nariz largusima, uno de los cuatro individuos en libertad condicional con los que comparta Baker la vivienda. Tienes pinta de to forrado de pasta. He quedado con una gente en un sitio replic Baker. En un sitio que no es ste. Era verdad que Baker se senta como si valiera un milln de dlares cuando sali de la casa. Pero cuando lleg al centro, sali de las escaleras mecnicas del metro en Farragut North y comenz a caminar en medio del bullicio de Connecticut Avenue, volvi a experimentar la sensacin, la que experimentaba cada vez que sala de su mundo insular, de que estaba fuera de sitio y no haca pie. A su alrededor se movan hombres y mujeres de todos los colores que trabajaban, vestidos con ropa de calidad que llevaban con naturalidad, portando carteras y bolsos de cuero blando, caminando con energa, yendo a alguna parte. l no entenda cmo haban llegado hasta all. Quin les haba enseado a vestir de aquella forma tan discreta y elegante? Cmo haban conseguido el trabajo que tenan? Baker se toc con el ndice y el pulgar la solapa de su chaqueta sport morada. La tela era gomosa. Vale, l no estaba a la altura de aquella gente tan fina. Deslumbrara al seor Peter Whitten con su personalidad y con la fuerza de su lgica. Lo cegara con una sonrisa de las que recomendaba Dale Carnegie.

~148~

George Pelecanos

Sin retorno

El restaurante era un italiano cuyo nombre tena una O al final, situado en la calle L, al oeste de la Diecinueve. Nada ms entrar lo rode el murmullo de conversaciones relajadas, el suave movimiento y el dulce tintineo de la porcelana, la cubertera y el cristal. En las paredes se haban pintado murales que le recordaron las extravagantes pinturas antiguas que haba visto en un museo en el que haba estado una vez, en una ocasin en la que entr huyendo del fro, mientras vagaba sin rumbo de camino al centro comercial. S, seordijo un joven trajeado de negro que acudi a su encuentro cuando lo vio entrar por la puerta. He quedado aqu para comer. Tengo una cita con el seor Peter Whitten. Por aqu, seor. El joven hizo un complicado gesto con las manos y gir en redondo sus estrechas caderas. A Baker le vino a la mente la palabra presa, pero aqul no era lugar para maquinaciones, de modo que sigui al joven por aquel laberinto de mesas hasta la barra de granito, donde estaba sentado un corpulento negrazo de americana de cuero que lo fulmin con la mirada. Hasta los hermanos que haba en aquel local lo tomaban por alguien salido del gueto, pens Baker. Pues bien, que se jodieran ellos tambin. Peter Whitten estaba aguardando en una mesa para dos cubierta con un mantel blanco, situada junto a la barra. Toda su persona, desde la cada natural del traje hasta el corte de pelo, justo por encima de la oreja, indicaba dinero a gritos. Su expresin no era ni amistosa ni hostil, y todas sus facciones estaban serenas. Tena el cabello plateado y rubio, y los ojos de un tono azul claro. Igual que un actor en el papel del padre rico en un culebrn, tena un atractivo un tanto previsible. No se levant, pero cuando lleg l extendi la mano. Seor Baker? El mismo contest Baker al tiempo que le estrechaba la mano y le ofreca una sonrisa. El seor Whitten, verdad? Por favor. El joven le haba retirado la silla, y Baker se dej caer en ella y acomod las piernas por debajo de la mesa. Toc los cubiertos que tena delante, los movi un poco, y casi al instante se present junto a la mesa otro individuo vestido de esmoquin que deposit una carta y le pregunt si deseaba algo para beber. Le apetece una cerveza, o quizs un cctel? dijo Whitten tratando de ayudar. Baker observ la copa de Whitten.

~149~

George Pelecanos
Slo tomar agua respondi. Con gas o sin gas? inquiri el camarero. Agua normal contest Baker.

Sin retorno

El camarero se march en silencio. Baker abri la carta del restaurante, buscando algo que hacer con las manos y sin saber cmo iniciar la conversacin. Era consciente de que Whitten lo perforaba con la mirada mientras l examinaba el men. Prima piatti, insalata, pasta e risotto, secondi piatti... Cmo se esperaba que un norteamericano supiera qu pedir en semejante lugar? Fagotini... Baker se dijo que aquel restaurante tena algo que no le gustaba. Necesita ayuda con la carta? se ofreci Whitten. No sonrea, pero en sus ojos se adverta cierto brillo de hilaridad. Baker haba cometido un error. No debera haberse encontrado con Whitten en aquel sitio. Era una equivocacin por su parte, incluso una arrogancia, suponer que iba a saber jugar en el campo de su contrincante. En absoluto respondi. Todo parece buensimo. Es que necesito un poco de tiempo. Tal vez sea mejor que hablemos antes dijo Whitten cruzando las manos sobre la mesa; estaba claro que se senta en paz en su mundo. Baker cerr el men y lo dej sobre el mantel. Muy bien. Ya ha ledo la nota, de manera que no es ningn misterio a qu se debe esta reunin. S. Estoy buscando un poco de ayuda. Seor Whitten. Whitten lo mir fijamente. Yo dira que se me debe cierta... mmm... reparacin, si entiende a qu me refiero. Desde el da en que usted y sus amigos entraron en nuestro barrio con el coche, mi vida ha sido muy dura. Aunque tampoco es que yo no haya intentado hacer algo con ella. No soy una mala persona. Tengo un trabajo. Qu es lo que quiere? Una compensacin por lo que hicieron usted y sus amigos. Me parece que es justo. No pretendo hacer saltar la banca ni nada parecido. Pero a usted no hay ms que verlo. Es obvio que le ha ido bien en la vida. Seguro que puede gastar un poco. Gastar el qu? Cmo? Que cunto quiere.

~150~

George Pelecanos

Sin retorno

Estaba pensando que, no s, cincuenta mil dlares sera una cifra adecuada. Con eso servira. Seran unos buenos cimientos para construir algo a partir de ah. Para regresar al camino en el que estara desde el principio si usted y sus amigos no hubieran entrado en nuestro mundo. Y qu hara si yo le dijera que no? Baker sinti que se ruborizaba. El camarero le sirvi agua con una jarra, y l bebi un buen trago de golpe. Quieren que les tome nota? pregunt el camarero. Todava no dijo Baker. El camarero mir a Whitten, que neg levemente con la cabeza, indicndole con ese gesto que no suceda nada y que deba dejarlos solos. Una vez que el camarero se hubo marchado, Baker permiti que se aplacaran sus emociones. No me interprete mal dijo. No? Estamos teniendo una conversacin, sencillamente. pidiendo, de caballero a caballero, un poco de ayuda. En su carta deca no s qu de daos a mi reputacin. No era una amenaza. Era, digamos, un incentivo para que usted contribuyera. Simplemente me refera a que... a ver, no querr que la gente que trabaja en su bufete se entere de detalles de su pasado, no? No querr que esos nios a los que tiende una mano, esos nios de color a los que ayuda, sepan lo que hizo usted. No? Ya lo saben replic Whitten. Todos. Lo saben porque se lo he contado yo, muchas veces. Es un hecho que forma parte de mi viaje. Quiero que los nios sepan que en la vida de los norteamericanos existe efectivamente un segundo acto. Que pueden cometer errores, pero que eso no es el final. Que pueden hacer tonteras y aun as alcanzar el xito, hacer una aportacin positiva a la sociedad. Pienso que es importante que lo sepan. Oh, conque s. Baker sinti que su boca se curvaba en una sonrisa. De las que empicaba para machacar a todo el que soara siquiera con intimidarle. De las que por lo general paraban los pies a cualquiera. En cambio la expresin de Whitten no se alter. S contest Whitten. Yo creo en las segundas oportunidades. Precisamente por esa razn he accedido a reunirme hoy con usted. Porque s que ha tenido una vida difcil. As que ha estado investigando mi vida. Le estoy

~151~

George Pelecanos

Sin retorno

El que ha investigado ha sido un socio mo, el seor Coates. El seor Coates es un detective privado que presta diversos servicios a mi bufete. Lo tiene sentado justo detrs de usted. Es el de la chaqueta de cuero, en la barra. Baker no volvi la cabeza. Ya saba a quin se refera. En estos momentos est usted en libertad condicional, seor Baker. Sabe lo grave que sera que intentase cometer un acto de extorsin y de chantaje? Cuento con toda la municin necesaria para volver a meterlo en la crcel, de inmediato. Ayer grab la conversacin que tuvimos, en la cual usted afirm que era quien me haba enviado esa carta. Es posible que se admita o no como prueba en un juicio, pero de todos modos la cinta est en mi poder. Tengo la carta y el sobre, los cuales seguramente contendrn sus huellas dactilares. Y la impresora que utiliz probablemente se localice en su domicilio. Y bien? Voy a darle una tregua. Salga de aqu ahora mismo, en silencio, y no siga con este tema. Ni se le ocurra volver a ponerse en contacto conmigo de ningn modo. No se acerque a mi casa ni a mi trabajo. De lo contrario, tomar medidas rpidas y decisivas. Tiene una manera muy graciosa de hablar. El tono de voz de Baker era suave y controlado. Como si estuviera hacindome un favor. Seor Baker, piense muy bien lo que dice y hace. Por su propio bien. Hijo de puta. Hemos terminado. Cobarde de mierda. Mira que lanzar una chuchera por la ventanilla y despus echar a correr como una nenaza dejando tirados a sus amigos. Whitten palideci. Ahora tena los dedos fuertemente entrelazados. Haga algo bien. Sea inteligente y vyase. Baker se levant de la mesa con cuidado, para no derramar el agua ni hacer temblar la cubertera. Pas por delante del individuo de americana de cuero negro sin volver la vista. No quera ver el amago de sonrisa ni de victoria, porque en ese caso se sentira tentado a arrearle un puetazo en la cara, y no estaba por la labor de violar la condicional por algo tan rastrero. Porque no estaba preparado para volver al trullo. An no haba terminado. Esquiv a varias personas que estaban agrupadas junto al puesto del matre, poniendo cuidado en no establecer contacto fsico, empuj la puerta de la calle y sali al exterior. Su error haba sido intentar razonar con Whitten. Si algo le haba enseado la vida, era a aprovecharse de los dbiles. Que las cosas que deseaba slo podan obtenerse mediante la intimidacin y la fuerza.

~152~

George Pelecanos

Sin retorno

Por la acera vena hacia l un hombre de gabardina, hablando por el mvil. Baker choc violentamente contra su hombro al cruzrselo, y obtuvo la reaccin que deseaba. En la mirada del otro apareci miedo y confusin. Esto es lo que s hacer. Con esto es con lo que me siento bien. Y solt una carcajada.

~153~

George Pelecanos

Sin retorno

Captulo 17

Raymond Monroe estaba reclinado contra su Pontiac, observando a Alex Pappas, que sala de la casa Fischer vestido con una camiseta de algodn azul y unos tjanos Levi's. Era un hombre de estatura media y pecho ancho, y, a juzgar por la energa que trasluca su zancada, daba la impresin de encontrarse en una forma fsica bastante buena. Monroe ponder de qu modo iba a encajar la informacin que l estaba a punto de proporcionarle. Pareca un tipo razonable. Ray dijo Alex estrechndole la mano. Alex. Se te ve muy limpio, para haberte pasado el da trabajando. He ido a casa y me he cambiado. Quera hablar con mi mujer, explicarle lo que iba a hacer contigo, y todo eso. No suelo salir mucho. Tampoco es que vayamos a irnos de copas. He pensado que te vendra bien conocer a mi hermano. Esta tarde trabaja. Alex se encogi de hombros. Pues vamos. Pappas, al volante de su todoterreno, sali del recinto del hospital y aparc en Aspen, la calle que discurra junto a Walter Reed. Se subi al asiento del pasajero del Pontiac de Monroe y se puso cmodo. Monroe enfil Georgia, pas por un pequeo cementerio de la guerra civil y gir a la derecha para tomar Piney Branch Road. Enseguida se transform en la calle Trece, y Monroe circul por ella en direccin sur. ltimamente he visto a muchos contratistas y obreros de la construccin en los terrenos del hospital coment Alex. Estn de reformas y reparaciones. Ahora se dice que no van a cerrar Walter Reed. Al menos por el momento. A causa de esos artculos que han salido en los peridicos? El Washington Post vena describiendo en detalle las depauperadas condiciones fsicas del edificio, los documentos traspapelados, los retrasos en la aplicacin de los servicios que se les deban a los soldados, la

~154~

George Pelecanos

Sin retorno

negativa de conceder indemnizaciones a los que sufran el sndrome de estrs postraumtico con la cuestionable excusa de que ya exista un problema anterior, y el clima general de incompetencia. Dichas revelaciones haban dado lugar a titulares en el mundo entero y haban precipitado el despido de numerosos directivos y cargos de alto nivel. Esos artculos fueron la causa de que sucedieran muchas cosas dijo Monroe. Mejoras que deberan haberse realizado hace mucho tiempo. Porque la gente saba lo que estaba ocurriendo. Fue necesario hacerla pasar por la vergenza en que la sumieron unos cuantos artculos de prensa para que entrase en accin. Pero yo veo que aqu se hace mucho bien a la gente. Pues s, sa es la cosa. No habra venido mal que los periodistas hubieran escrito otro artculo ms hablando de la parte buena. Aqu hay personas comprometidas, tanto civiles como del ejrcito, que se esfuerzan mucho para hacerles la vida ms llevadera a esos chavales que llegan heridos. Y esos jvenes, hombres y mujeres, si se tiene en cuenta a lo que se enfrentan, en su mayora tienen una actitud positiva. Lo que digo es que el personal de Walter Reed se esfuerza mucho. Pero es que se ha visto desbordado, eso es lo que ha ocurrido. Nadie saba que la guerra iba a durar lo que dur. Nadie saba el nmero de heridos que iban a llegar en avalancha. Pero quieres saber cul es la verdad? Quieres saber qu deberan estar contando en realidad? Hace diez o doce aos, antes de que falleciera mi padre, yo lo llev al hospital de veteranos de North Capitol. Se le haba hinchado la pierna, y a mi madre le preocupaba la posibilidad de que tuviera un cogulo. As que entramos en el hospital, y despus de que los guardias de seguridad nos sacudieran de arriba abajo y nos obligaran a hacer toda clase de piruetas, nos pasaron a una sala de espera. Mi padre era el ms viejo de todos, probablemente el nico veterano de la guerra mundial. Los dems eran veteranos de Vietnam y tipos que haban servido en la guerra del Golfo. Y te lo juro, se pasaron varias horas all sentados sin que los atendiera nadie. Tos enganchados a una mquina, en sillas de ruedas, afectados por el gas naranja, y nadie les dio ni una respuesta clara ni nada de nada. Trataban a aquellos veteranos exactamente igual que a una caca de perro. Y eso es lo que les va a ocurrir a los veteranos de la guerra de Iraq. Sern los veteranos de Vietnam de su poca. Para entonces, calculo que ya estaremos metidos en la guerra siguiente, y de estas personas no se acordar nadie. Eso no es nuevo. Pero no es justo. T reza para que tu hijo regrese entero. Eso hago. Cuando uno tiene un hijo all, no piensa en otra cosa. Monroe mir a Pappas. Perdona, amigo.

~155~

George Pelecanos

Sin retorno

No pasa nada dijo Alex. Tu hijo est en Afganistn, no? En el puesto de avanzada de Korengal. Lo llaman el KOP. Te suena? No. Es fundamentalmente un campamento fortificado y rodeado por terreno rido y por el enemigo. Los talibanes, sin ir ms lejos. Es el entorno ms peligroso en el que se puede estar. Kenji es de infantera ligera, lo cual supone que la mayor parte del tiempo est sobre el terreno en patrullas de a pie, llevando un M4 en la mano y buscando actividades hostiles. Sueles tener noticias de l? Cuando est en el campamento. Tienen un par de ordenadores porttiles, y me enva correos electrnicos cuando puede. Si les hace mal tiempo, la seal, o como se llame, se va al carajo. l procura mantenerse en contacto, pero ya llevo una temporada sin recibir correos suyos. Imagino que estar de patrulla. Alex afirm con la cabeza. Se acord de los largos perodos de tiempo que pasaba sin tener noticias de Gus. Durante aquella temporada, perdi horas de sueo, peso y pelo. Vicki y l dejaron de hacer el amor. Se enfadaba constantemente con Johnny y sola perder los nervios con los clientes y con los empleados. Estoy dndote la vara hablando todo el rato de mi hijo dijo Monroe . Dnde serva el tuyo? Gus estaba en la provincia de Anbar, al oeste de Bagdad. Tena diecinueve aos. Atravesaron el cruce de Arkansas Avenue y empezaron a subir una larga pendiente. Qu le sucedi a tu hermano? quiso saber Alex. Que qu le sucedi? Monroe movi la cabeza en un gesto negativo. Nada bueno. Cunto tiempo pas en la crcel? James cumpli entera la condena de diez aos por el disparo, y despus un poco ms. No lo asimil bien por dentro. Lo desafiaban y l aceptaba esos desafos, ya me entiendes. Se meta en peleas. Al final apual a un tipo con un tringulo de plstico. No s cmo ni por qu ocurri. Imagino que lo arrinconaron contra la pared, porque l no era capaz de iniciar un episodio de violencia. James no era violento. Ya s lo que ests pensando, pero no. Sea como sea, lo hizo, y lo pag. Tard veinte aos en salir. Y despus?

~156~

George Pelecanos

Sin retorno

Despus se junt con Charles Baker, y las cosas continuaron yendo a peor. De Charles te acuerdas, no? S. Charles trae problemas. Desde siempre. l tambin ha estado entrando y saliendo de la crcel, sobre todo de Jessup, y la prisin no ha hecho ms que malearlo. Se lio con James en el juego, cheques sin fondos, cosas de sas. Ms tarde consigui que James empezara con l a cometer allanamientos, en casas de Potomac y Rockville a plena luz del da, mientras los dueos estaban trabajando. Los acompaaba un tal Lmar Mays. James era el vigilante y el conductor, aprovechando que siempre se le haban dado bien los coches. Charles crea que lo que hacan era infalible. Buscaban la hora idnea de penetrar en las viviendas, entraban y salan rpidamente, robaban slo en el dormitorio, elegan los apellidos judos de la gua telefnica porque Charles pensaba que a los judos les gustaba tener el dinero y las joyas a mano. Pero Charles se equivocaba, como se haba equivocado siempre. Los pillaron. Y Lmar, el muy idiota, llevaba encima un arma cuando lo detuvo la polica. As que con unos cargos acumulados encima de otros y su historial, a James le cay otra condena de las grandes. Cunto tiempo lleva en la calle? Dos o tres aos ya. Y Baker? Tambin est fuera. No lo entiendo. Lo que me cuentas es que tu hermano es bsicamente una buena persona. Entonces, por qu se ha juntado todo el tiempo con un individuo como Baker? Es demasiado complicado para explicrtelo hoy repuso Monroe. Y qu me dices de ti? A qu te refieres? Qu tal te ha ido a ti? Tu vida. Normal, supongo contest Alex. Mi padre falleci cuando yo tena diecinueve. Me hice cargo del negocio y all sigo. Y ya est? Trabajo y familia. Y ningn sueo? En cierta ocasin pens que quera escribir un libro. Y lo intente, en secreto. Alex se mordi el labio. Esto no se lo he contado a nadie. Ni siquiera a mi mujer. Cuando ya tena unas cuantas pginas escritas, las le y me di cuenta de que no tena talento para ello. Uno tiene que aceptar quin es, no? Hay que ser realistas.

~157~

George Pelecanos

Sin retorno

O sea, ests diciendo que eres feliz con lo que haces. No exactamente. Yo no dira feliz. Estoy resignado. Qu otra cosa voy a hacer? No termin la universidad. S llevar un pequeo negocio, pero aparte de eso no s hacer nada ms. Alex cambi el peso en el asiento. Sea como sea. Supongo que ya averiguar qu otras cosas puedo hacer en la vida. Tengo pensado entregar las riendas de mi cafetera a mi hijo mayor, no tardando mucho. Ese muchacho tan guapo que vi en el local? S, se. Alex an no se lo haba dicho a Vicki. Ni tampoco a Johnny. sta era la primera vez que lo expresaba en voz alta, y se sorprendi. No tena amigos varones. No saba por qu le estaba contando estas cosas a Raymond Monroe, salvo por el hecho de que con l se senta cmodo. Era un hombre con el que resultaba fcil hablar. Ya estamos cerca de donde trabaja James dijo Monroe. Tambin tiene un apartamento pequeo por aqu. Monroe gir el volante. Se encontraban en Park View, entre la Trece y Georgia, yendo hacia el este por una calle lateral. Monroe detuvo el Pontiac junto a la acera, cerca de un espacio que se abra en un callejn, y dej el motor al ralent. Por qu nos paramos aqu? Porque quiero hablar contigo antes de que veamos a James. El taller en el que trabaja est justo bajando por ese callejn. Pero si aqu son todo viviendas. El dueo del taller consigui que lo declarasen local comercial basndose en el testamento de su abuelo. No es gran cosa, no tiene ni calefaccin ni aire acondicionado. James trabaja slo con coches viejos porque son los nicos que sabe reparar. No lleg a ponerse al da de la tecnologa moderna, diagnstico por ordenador y esas cosas. Su jefe sabe que no puede conseguir un empleo en ninguna otra parte, y as lo trata. James no gana mucho ms del salario mnimo, pero est trabajando, eso es lo importante. Necesita trabajar. Que intentas decirme? Que mi hermano todava se equivoca mucho. Bebe demasiada cerveza, igual que haca nuestro padre, y eso le altera el buen juicio. Permaneci en contacto con Charles Baker. Y Charles... en fin, Charles tiene mucha influencia en l. Adnde quieres llegar? Charles y James escribieron una nota a tu antiguo amigo Peter Whitten. Bien, pues James, por decirlo as, corrigi el estilo de dicha nota, entiendes?

~158~

George Pelecanos

Sin retorno

Qu nota era sa? pregunt Alex, percibiendo el tono de impaciencia de su propia voz. De las que piden dinero. Charles quera que Whitten supiera que si no pagaba, l iba a contarle todo su pasado al bufete de abogados en el que trabaja actualmente. Hablo del incidente de Heathrow Heights. De hecho, hoy Charles haba quedado en verse con Whitten. No s qu tal habr ido el encuentro. Esto es una gilipollez. Baker es idiota. Pete no va a darle dinero para que silencie algo que sucedi hace treinta y cinco aos. Dudo que a Pete Whitten le importe siquiera que se sepa. Coincido contigo. Pero si Charles se va con una negativa, es posible que a continuacin vaya a por ti. Alex asinti rpidamente, pues haba comprendido algo que no haba tenido en cuenta. Me dijiste que te habas puesto en contacto conmigo para zanjar la cuestin. Y as es. Pero ahora se presenta un problema que tambin tengo que resolver. Simplemente estoy siendo sincero contigo, amigo. Qu es lo que quieres? Quiero que veas a mi hermano. Quiero que veas lo que hace. Entonces sabrs que no es mala persona, que se merece la oportunidad de encontrar un poco de paz. Habla claro, Monroe. Si Charles fuera a verte y te pidiera lo mismo que le est pidiendo a Whitten, quisiera que t no metieras en esto a los agentes de la ley. Por culpa de esa nota, James acabara otra vez en la crcel. Y no puede volver a la crcel. Est haciendo todo lo que puede para ser legal, Alex. En serio. Te olvidas de una cosa dijo Alex. Tu hermano mat a mi amigo. Es cierto. Tu amigo muri. No creas que estoy dejando aparte ese detalle, ni pienso dejarlo nunca. Lo que te pido es que intentes perdonar. Alex desvi el rostro. Se toc la alianza que llevaba en el dedo e hizo un leve gesto con la mano en direccin a la entrada de la callejuela. Ya que estamos aqu aadi, vamos a ver a tu hermano. En ese callejn no hay sitio para aparcar dijo Monroe. Vamos andando. Tras cerrar el coche con llave, Monroe y Alex echaron a andar por el callejn. Pasaron por delante de patios traseros de casas, algunos asfaltados, otros cubiertos de hierba y de tierra, garajes independientes, perros pastores y pitbulls que vigilaban detrs de vallas metlicas, cubos de basura y letreros de prohibido el paso. Al llegar al final giraron y

~159~

George Pelecanos

Sin retorno

llegaron a un local que pareca otro garaje residencial con el portn abierto y un letrero escrito a mano y clavado encima. En letras dibujadas con pintura roja que haba goteado, rezaba: TALLER GAVIN. Se pareca a uno de esos letreros de los Little Rascis, un cartel de la sede de un club hecho por cros. En el interior del taller, atestado de herramientas y del tamao justo para que cupiera un solo coche, haba un Monte Cario color oro de la primera serie, sin restaurar. Tena el cap levantado y el motor iluminado por una lmpara de colgar cuyo cordn estaba anudado en los rieles del portn, que discurran junto al techo. Junto al Chevy haba un hombre alto y provisto de una barriga en consonancia con su estatura, vestido con camisa y pantaln de trabajo y calzado con unas gruesas botas de suela Vibram. En la camisa llevaba un parche ovalado de color blanco en el que figuraba su nombre de pila, James, en letras bordadas. Raymond y Alex entraron en el taller. James Monroe acudi a su encuentro. Alex advirti una leve cojera en la lentitud de su forma de andar. Ya la haba visto en otras personas que tenan alguna disfuncin en las caderas. James dijo Raymond. ste es Alex Pappas. Alex extendi la mano. James se la estrech sin mucha fuerza, mirndolo con unos ojos grandes e inyectados en sangre. Alex no dijo nada, porque saba que cualquier cosa que dijera resultara manida. Y qu se supone que debemos hacer ahora?pregunt James a Raymond. Sentarnos alrededor del fuego de campamento y cantar una cancin? Charlar un poco, nada ms respondi Raymond. Tengo que seguir trabajando en este MC dijo James. De un momento a otro se presentar Gavin y me preguntar por qu no est terminado. No puedes charlar y trabajar a la vez? Mejor que t. Pues venga. No te molestaremos. En esa nevera hay cervezas dijo James sealando una vieja nevera metlica Coleman de color verde que descansaba en el suelo de hormign . Acrcame una. Raymond fue hasta la Coleman para coger una lata de cerveza para su hermano. James volvi a centrar la atencin en el coche.

~160~

George Pelecanos

Sin retorno

Captulo 18

Dnde est tu colega? pregunt Charles Baker. No lo s contest Cody Kruger. He llamado a la zapatera y me han dicho que se fue temprano. Les dijo que le dola el estmago o alguna trola parecida. Yo he pasado antes por delante de la casa de su madre, pero no he visto su coche en la calle. Yo mismo he llamado por telfono a su madre. Me ha dicho que no saba dnde estaba. Ya aparecer. De todos modos, no lo necesitamos. Para qu? Para lo que vamos a hacer repuso Baker. Deja ese joystick y vamos a hablar un momento. Kruger estaba sentado en el sof que haba en el apartamento, jugando a The Warriors en la Xbox. El videojuego le gustaba ms que la pelcula original, porque haba ms sangre y los protagonistas podan joder a la polica. Estuvo a punto de sonrer cuando el seor Charles llam joystick al mando, pero se contuvo y dej el mando en el suelo. Baker llevaba un rato paseando nervioso por la habitacin. Kruger advirti, por la tensin que reflejaban sus mandbulas, que estaba furioso. Horas antes se haba visto con un tipo, y el encuentro no haba salido bien. Aquello era todo lo que haba dicho el seor Charles. Cody saba que no deba presionar ms para averiguar el motivo. Voy a hacerte una pregunta dijo Baker. Muy bien. Ests contento con este sitio, con todas estas cosas que tienes aqu? No me quejo. Pero podra irte mejor. Claro. Ya lo tengo pensado. Y cmo vas a conseguirlo?

~161~

George Pelecanos
Aumentando el negocio, supongo. De qu modo? Kruger tena la boca abierta en un gesto de idiota.

Sin retorno

Yo te lo voy a decir dijo Baker. Ese tal Dominique, el que os vende la mierda. Le tienes respeto? Es de esos tipos de los que uno recibe rdenes y adems los admira? No mucho. Yo tampoco lo admirara. Te juro que no entiendo por qu le consientes que te hable como te habla. T eres ms listo que l y ms fuerte. Que no, Cody? S. Pues voy a decirte lo que vamos a hacer: vamos a hacer una visita a ese cabrn hijo de puta. Vamos a decirle cmo van a ser las cosas de ahora en adelante. A lo mejor nos llevamos un poco de mierda a cuenta, para modificar las condiciones de la relacin. Qu te parece eso? No s. No sabes. Qu eres, Cody? Soy un hombre. Exacto. Eso lo ve cualquiera. Llega un momento en que un hombre tiene que decidir quin es. O te pasas toda la vida siendo un siervo o te pasas al otro bando. Lo que quiero preguntarte es si vas a ser el siervo de mamones como Dominique o ests dispuesto a ser un rey. Baker vio que se encenda una luz en los ojos apagados de Kruger. Pero qu pasa con Deon? pregunt Kruger. Que se joda, to. Deon no tiene ambicin, pero t s. Kruger se puso de pie sacando pecho. Ve a buscar tu pipa dijo Baker. Nos va a hacer falta. Kruger regres con una Glock 17, la pistola de la polica que codiciaban muchos jvenes de Washington que fantaseaban con ser forajidos. Las armas de fuego eran fciles de conseguir para los que preguntaban por ellas. sta haba sido adquirida a cambio de droga en una tienda ubicada en el 29 Sur, entre Manassas y Culpeper, en Virginia. Y despus le haba sido vendida a Kruger. A ver, que yo la vea dijo Baker al tiempo que coga la Glock en la mano. Examin los nmeros de serie para cerciorarse de que Kruger no los hubiera borrado. Si los relacionaban con un arma que tena los nmeros borrados, les caeran ms aos. Le devolvi la pistola a Kruger, y ste se la guard.

~162~

George Pelecanos

Sin retorno

Si alguna vez necesitas mi pistola dijo Kruger, la guardo en el cajn de mi cmoda, debajo de los calzoncillos. Baker ech una mirada a Kruger, que llevaba la capucha de la sudadera echada sobre la cabeza, como haba visto en los vdeos. Alarg la mano y tir de la capucha hacia abajo. No querrs ir llamando la atencin, no? No, seor Charles. Dijiste que sabas dnde vive Dominique. As es. Baker indic la puerta de la calle con un gesto de la barbilla, y ambos salieron del apartamento.

James Monroe, apoyado en un trapo extendido sobre el borde de la aleta delantera del Monte Cario, desatornillaba la palomilla del filtro del aire. La deposit sobre la cubierta del filtro para saber dnde encontrarla despus, extrajo el filtro y lo dej a un lado sin desconectarlo del manguito. El carburador del viejo Chevy qued a la vista y al alcance de la mano para cualquier reparacin. Qu ests haciendo ahora, James? dijo Raymond. Voy a ajustar la mezcla de aire y combustible. Ya has revisado las bujas y los cables? Qu crees t? El ajuste del carburador es lo ltimo que se hace. Llevo treinta y tantos aos repitindotelo. James se encarga del mantenimiento de mi Pontiac explic Raymond a Alex. A cambio, yo le hago el mantenimiento de la cadera. Pero con mi cadera no lo haces tan bien como yo con tu vehculo. Este taller no es precisamente el mejor sitio para una persona que tiene un problema de cadera. Para empezar, pasas demasiado tiempo de pie. Y por otra parte, Gavin debera poner calefaccin. Tengo ese calefactor de ahdijo James refirindose a un pequeo aparato, en aquel momento apagado, que haba junto al banco de trabajo, en la parte posterior del taller. A poco que te interesara, lo tendras encendido. De todas formas ya falta poco para el verano. Pero todava no ha llegado. Alex y Raymond estaban de pie, porque all dentro no haba espacio para poner sillas. Alex tena en la mano una lata de cerveza. Ya haba

~163~

George Pelecanos

Sin retorno

oscurecido, y con ello haba llegado el fro de las noches de D.C. Estaban a mediados de la primavera, pero por la noche las temperaturas siempre descendan hasta alrededor de los cinco grados. Alex se haba equivocado al no coger una cazadora; tena fro y se senta un poco mareado. James haba encendido el motor del Chevy, y el olor del tubo de escape resultaba nauseabundo. Alex no saba cmo poda soportar James trabajar en aquel lugar tan atestado y tan insalubre. Alex se acerc un poco ms al coche. Observ que James conectaba un medidor de vaco a la boquilla de entrada. Tena las manos speras y encallecidas, y una tirita enrollada en el dedo ndice de una de ellas. Viste anoche el partido de los Wizards? pregunt James. Los partidos de la costa oeste los transmiten demasiado tarde para m contest Raymond. Pero algo he ledo en el peridico. Gilbert tena cuarenta y dos. Los SuperSonics estuvieron a punto de remontar gracias a Chris Wilcox. Ya, pero Agent Zero dio el golpe mortal con dos segundos en el reloj. Cuando Carn Butler se recupere de la lesin, van a arrasar en las eliminatorias. Porque cuando se duplique la defensa con Gilbert, tendris otras dos armas, Carn y Antawn, en el permetro, listos para marcar. No van a poder arrasar tanto sin un pivot dijo Raymond. Michael Jordn no necesit un pivot especial para convertir en campeones a los Bulls. Gilbert no es Michael. Psame ese cabeza plana de diez pulgadas, Ray. Est encima del banco. Raymond fue hasta el banco de herramientas y cogi un destornillador de vstago largo y hoja achatada provisto de un mango de vinilo. James lo tom y encaj la punta del mismo en la ranura de uno de los dos tornillos que haba en la cara inferior del carburador. A continuacin gir el tornillo en el sentido horario hasta que qued apretado. Para ganar un campeonato se necesitan cinco jugadores de lo mejorcito prosigui Raymond, empeado en dar a conocer su opinin. No siempre replic James a la vez que pasaba al segundo tornillo y lo apretaba del mismo modo que el primero. Claro que tambin estuvo el antiguo equipo de los Knicks, as que siempre hay alguna excepcin. Los cinco mejores jugadores de la historia pertenecen al baloncesto profesional. Clyde Frazier y Earl Monroe dijo Raymond. Dos suplentes de lujo Willis Reed dijo James, al tiempo que volva a introducir el destornillador en la ranura del primer tornillo. Dave DeBusschere. Bill Bradley intervino Alex.

~164~

George Pelecanos

Sin retorno

El de Princeton dijo James sin apartar la vista de la tarea. Tena un buen lanzador en suspensin desde la esquina. Pero la clave era Frazier dijo Raymond. Gan el anillo teniendo a su lado a Dick Barnett. No necesit a Earl. Y qu me dices de las eliminatorias del setenta y tres contra los Lakers?dijo James. Ah s que se vieron autnticos milagros. Por favor protest Raymond, Clyde hizo un contraataque en el que literalmente se merend el baln. Lo sabes perfectamente. Si t lo dices respondi James, y empez a aflojar de nuevo los tornillos del carburador. Mi hermano y yo llevamos toda la vida con esta discusindijo Raymond, sonriendo para s. Alex vio que su sonrisa se esfumaba cuando oy unos pasos. En el exterior se encendi una luz de emergencia que ilumin el callejn, y entr en el taller un individuo representante de los pesos gallo, bajito, medio calvo y con orejas grandes cubiertas por unas estrafalarias matas de pelo grisceo. Pas a toda prisa por delante de Alex y Raymond sin saludar a ninguno de los dos, se puso en jarras y se plant junto al coche. Al lado de James, pareca un nio. Ya est terminado? pregunt. Me falta poco, seor Gavin contest, que ahora estaba girando lentamente los tornillos en sentido contrario al de las agujas del reloj. Le dije al seor Court que iba a tenerlo listo a esta hora. Court dijo que el clculo del gasto de combustible por kilmetro estaba averiado. Eso no se va a arreglar slo con poner bujas nuevas. Tengo que ajustar la mezcla. Haz lo que sea, pero termnalo, James. No te pago para que diviertas a la compaa. Court est a punto de venir a recoger su coche. Necesito que est listo. Maana, no. Ahora. Estar listo, seor Gavin. Gavin sali sin hacer ms comentarios. Por espacio de unos momentos se oy solamente el motor del coche que haba dentro del taller. Alex se sinti violento por James Monroe. Dos y media dijo Raymond rompiendo la tensin. No, James? As es. Haba aflojado los tornillos dos veces y media, y ahora estaba ajustndolos en incrementos de un cuarto de vuelta mientras escuchaba el motor. Menudo humor traa hoy Micky Mouse, y ha ido al grano, eh? dijo Raymond.

~165~

George Pelecanos

Sin retorno

Menudo s que lo es repuso James soltando una risita. Eso no te lo va a discutir nadie. Y tampoco tiene motivos para hablarte de ese modo. Es su forma de ser dijo James. Dios lo hizo bajito, y ahora est furioso conmigo. En fin, esto es trabajo. No se supone que tenga que ser fcil ni divertido. A medida que James haca girar el tornillo del carburador, el motor comenz a rugir. Te has pasado dijo Raymond. Exacto contest James. Reajust el tornillo, y el motor empez a ronronear suavemente. Lo toc otro poco, y el ronroneo se hizo an ms suave. Ahora est cantando. Yo no oigo nada dijo Raymond. Exacto repuso James. James bebi un largo trago de cerveza. Luego dej la lata, retir el medidor de vaco de la boquilla de entrada y cogi el filtro del aire, que empez a montar de nuevo encima del carburador. Te has enterado de que ha muerto Luther Ingram? If loving you is wrong era una gran cancin dijo Raymond, y empez a tararearla.Una cancin sincera y preciosa aadi. Del setenta y tres. Era del setenta y dos dijo James. Por qu siempre tienes que corregirme? Te lo estoy diciendo, sencillamente. Es una de esas canciones que estaban de moda en esa poca, que decan que engaar estaba bien. Te acuerdas? Me and Mrs. Jones dijo James. Billy Paul terci Alex. sa tambin es del setenta y dos. James estaba volviendo a poner la palomilla del filtro del aire. Par un momento, volvi ligeramente la cabeza y mir a Alex por el rabillo del ojo. Cuando yo era pequeo, mi padre tena una radio en la cafetera explic Alex. Siempre tena sintonizada la WOL. Para el personal. James apret la palomilla. Si hoy en da hubiera una emisora OL o una WOOK, yo tendra aqu una radio para que me hiciera compaa. Pero no hay emisoras que pongan la msica que yo quiero or. Tienes que actualizar tus gustos dijo Raymond.

~166~

George Pelecanos

Sin retorno

Me parece que ya es muy tarde para eso replic James. Se incorpor y empez a limpiar las manchas de la aleta del coche con el trapo. Va a ser mejor que termine antes de que llegue el dueo. Nosotros nos vamos dijo Raymond. Alex se acab la cerveza y arroj la lata vaca en un cubo de basura lleno de ms latas. Se acerc a James y, una vez ms, le tendi la mano. James se la estrech. Me alegro de que nos hayamos visto dijo Alex. James asinti, con una expresin indescifrable en los ojos. Intercambi una larga mirada con Raymond y acto seguido volvi a centrarse en el Monte Cario. Baj el cap y lo empuj poco a poco hasta que oy el chasquido. Llama a mam dijo Raymond al tiempo que se encaminaba hacia el portn abierto. Siempre la llamo repuso James. Alex y Raymond echaron a andar por el callejn, fuera del resplandor de la bombilla de emergencia, y se internaron en la zona oscura. Su jefe es un gilipollas coment Alex. George Jefferson y Napolen Bonaparte tuvieron un hijo y lo llamaron Gavin. Por qu lo soporta? James piensa que debe aguantarlo. Est contento de tener ese empleo. Tiene que haber un sitio mejor para l. Es bueno en lo suyo. No sabe trabajar con los coches modernos. Y no hay muchos jefes que deseen dar trabajo a ex reclusos. Yo lo ayudara si pudiera. Salieron del callejn y se dirigieron hacia el Pontiac. En realidad no hemos hablado de nada dijo Alex. No pasa nada. Quiero decir que ni siquiera hemos mencionado el incidente. Ya habr tiempo para eso. Entonces, qu pintaba yo ah? En mi opinin, todos estamos buscando un poco de paz al respecto. El primer paso consista en que yo quera que entraras en contacto con mi hermano. La jodi a base de bien ayudando a Charles a redactar esa nota. Pero, como ves, un hombre como James no se merece que lo enchironen.

~167~

George Pelecanos

Sin retorno

Alex coincida con l, pero no hizo ningn comentario. Estaba pensando en lo que iba a hacer cuando Baker proyectara su sombra sobre la puerta de la casa de su familia.

~168~

George Pelecanos

Sin retorno

Captulo 19

Me parece que ya viene dijo Charles Baker hablando por su mvil desechable. Si se es su 300, es l. Recibido respondi Cody Kruger con el mvil pegado a la oreja y empleando el cdigo abreviado, como hacan los agentes especiales que salan en la televisin. Baker, sentado en el lado del pasajero del Honda de Kruger, observ fijamente, a travs del parabrisas, el enorme Chrysler, igualito que el coche del Avispn Verde, que atravesaba lentamente el aparcamiento del apartamento con jardn en el que viva Dominique Dixon. Kruger haba estacionado en Blair Road, en la acera de enfrente. El Chrysler aparc en un espacio que estaba vaco, junto a un Econoline blanco y sin ventanillas que se hallaba situado al lado de un Dumpster de color marrn. A continuacin se baj del coche Dominique Dixon. Vesta pantaln beis y camisa verde Miles Davis. Encima llevaba una americana de cuero negro para protegerse del fro que se le ahuecaba a la altura de las paletillas, una seal que delataba la menudez de su complexin. Es l dijo Baker. Recibido dijo Kruger. Preparado? Sabes de sobra que s. Dixon cerr el coche con llave y se encamin hacia la escalera descubierta que llevaba a su apartamento. All arriba se encontraba Kruger, un piso por encima del de Dixon, con la espalda pegada a una pared de ladrillo y hecho un manojo de nervios porque aquello era nuevo para l. Con una mano sudorosa empuaba la pistola. Baker observ a Dixon y la actitud de seguridad que denotaba su manera de andar. Baker saba quin era Dixon, aunque ste no. Iba a disfrutar con aquello. Siempre disfrutaba cuando el otro era alguien ms dbil que l, tena ms que l, pensaba que aquello no poda suceder nunca.

~169~

George Pelecanos

Sin retorno

Se ape del Honda y lo cerr con el artilugio elctrico que le haba dejado el chico blanco. A su espalda, ms all de un parque y de una cancha de baloncesto ya oscura a aquellas horas, pas un tren del metro en direccin sur, produciendo un suave golpeteo contra las vas. Al pasar junto al Chrysler 300, Baker clav la llave en la aleta delantera y fue arrancando una larga raya de esmalte hasta el maletero sin perder el paso. Era una cosa propia de un cro, y lo saba, pero aun as le proporcion placer, y sonri. Cuando lleg a la escalera, encontr en ella a Kruger apuntando con la pistola a Dixon, que estaba de pie junto a la puerta de su apartamento con las manos en alto. Kruger tena el rostro congestionado por la emocin, el acn se le haba vuelto amarillo claro y resaltaba en contraste con el sonrosado de la piel. Dixon tena la boca abierta y temblaba visiblemente. Baker subi hasta el rellano. Baja las manos, chico dijo Baker. Vamos adentro, rpido. Para qu? pregunt Dixon. No te he dicho que hables replic Baker. T mete la llave. Una vez que hubieron entrado, Baker cerr la puerta y se ocup de echar el cerrojo. El apartamento era tal como l supona y esperaba que fuera. Mobiliario un poco superior a lo que se compra en las grandes superficies, un televisor de gran tamao montado igual que un cuadro en la pared, un bar porttil abastecido de toda clase de bebidas alcohlicas, un agitador de martinis, exprimidores y cortadores de fruta colocados sobre una encimera de cristal. Aquel complejo de viviendas ajardinadas mostraba una apariencia exterior corriente y casi ruinosa. En cambio Dixon haba decorado su cueva con gran lujo. Un traficante de marihuana que estuviera triunfando no haca exhibicin de nada. El Chrysler estaba bien pero no era de relumbrn, lo bastante chulo para atraer la atencin de las hembras, pero no de la polica. Baker no le haba visto a Dixon joyera cara en los dedos ni en las muecas, ni tampoco en el cuello. S, Dominique Dixon era listo, y ello, ms que impresionarlo, lo irritaba. Por qu haba tanta gente que supiera mucho mejor que l cmo hacer para triunfar? Podra haber preguntado cosas a aquellos tipos tan listos, haber aprendido algo, a lo mejor. Pero en vez de eso, slo senta el impulso irreprimible de joderlos. Sienta el puto culo ah dijo Baker sealando el sof tapizado de rojo. Y a continuacin le orden a Kruger: Que no se mueva de ah. Quiero echar un vistazo a la casa. Baker le pas a Kruger la llave del Honda y despus tom el pasillo para dirigirse a un dormitorio. En l haba una cama muy grande con un sencillo cabecero rectangular detrs, y dos mesillas de noche a juego, todo tocando la moqueta y de diseo liso. Tambin haba una cmoda del mismo diseo que las mesillas y cuya madera era del mismo tono oscuro.

~170~

George Pelecanos

Sin retorno

Baker vio un ejemplar de Maxim en el suelo y otra revista claramente porno junto a la cama. De modo que al muchacho s que le gustaban las mujeres. Pero por qu se vesta y actuaba como una de ellas? Baker haba pasado demasiado tiempo entre rejas, no entenda este mundo nuevo. Hurg en la cmoda de Dixon, introdujo la mano por debajo de los vaqueros y deshizo las bolas de calcetines. Encontr doscientos dlares en billetes de veinte entre los pliegues de los calzoncillos de Dixon y se los guard. En una caja acolchada hall un reloj Omega de esfera azul y un anillo de nice, y se meti ambas cosas en el otro bolsillo del pantaln. Despus entr en el cuarto de bao, olfate la colonia de Dixon, que ola a rboles, y se ech un poco por la cara. El envase tena un bonito color verde, varonil, y examin el tapn para ver si era hermtico. Acto seguido se lo guard en el bolsillo interior de su vieja cazadora de cuero color caramelo. Por fin regres por el pasillo, pensando: Esto es lo que se siente cuando se tiene dinero. Pero an no estaba satisfecho ni haba terminado. Kruger segua en el cuarto de estar, con el arma apuntada obedientemente a Dixon, que todava estaba sentado en el sof. A Baker le entraron ganas de echarse a rer al ver a Kruger sosteniendo la Glock de lado, como en aquellas peliculillas de poca monta, pero se contuvo, porque el chico era tan obediente que hasta llegaba a conmoverlo. Haca mucho que nadie le haca tanto caso como Kruger. Haba algo? pregunt Kruger. No repuso Baker. Nada. No he encontrado ni un dlar. Baker se acerc al bar sobre ruedas y examin las botellas. No era muy dado a beber alcohol del fuerte, porque prefera el control que le proporcionaban los previsibles efectos de la cerveza. Pero la ocasin requera tomar alguna cosilla. Dej a un lado una botella de vodka que tena unos pajaritos blancos en la etiqueta y escogi un whisky escocs, Glennosqu, de quince aos. Con manos torpes, verti unos cuantos dedos en un vaso y lo prob; saba a humo y picaba un poco. Despus se fue con l hasta un silln colocado enfrente del sof. Haca juego con ste, tena la misma tapicera roja, y se fij en lo alto que era, y en que sera un buen sitio en el que situar al muchacho cuando hubiera que hablar de otra cosa. Bueno empez Baker, haciendo girar el whisky en el vaso. Vamos a lo que nos ha trado aqu. No es justo se quej Dixon con rencor. Me habis obligado a entrar en mi propia casa a punta de pistola. T y yo nos llevaramos mejor si no te las dieras tanto de importante y chuleta. Porque los dos sabemos que no eres de sos. Baker mir a

~171~

George Pelecanos

Sin retorno

Kruger. Baja el arma, Cody. No la necesitamos. Eso creo, al menos. Me equivoco, Dominique? Qu queris? dijo Dixon, al que se le haban bajado todos los humos. Ahora voy a eso. Antes quiero contarte una historia. Baker dio un buen trago al whisky y deposit el vaso sobre el cristal de la mesa que tena delante. Cuando estaba en Jessup, conoc a un montn de tos de Baltimore. Lo que tienen all es una clase de criminales distinta. No estoy diciendo que sean ms violentos que los de D.C, sino simplemente diferentes. Porque hacen cosas de lo ms antinatural con tal de conseguir lo que quieren. Conoc a un tipo que disparaba a sus vctimas con una pistolita del calibre veintids. Les disparaba todas las veces en el mismo sitio, al lado de un hueso especial que tenemos en el cuello. Deca que as la oscuridad estaba garantizada. Haba otro to, un tal Nathan Williams, conocido como Nate el Negro, que se cargaba a los camellos haciendo restallar un ltigo contra la acera. Estoy diciendo que aquel to no llevaba ninguna arma de fuego, slo un ltigo. Lo llevaba arrollado en la cadera, igual que un pistolero la funda de la pistola. Los chavales que vendan en las esquinas abandonaban inmediatamente, dejaban los paquetes a sus pies. As era Nate el Negro. Pero haba uno que los barra a todos. Voy a llamarlo Jnior. Cuando Jnior era un adolescente se juntaba con raterillos, genios en el arte de mangar y salir corriendo que robaban a camellos de la droga. Con el tiempo, el resto de su equipo acab mal o termin yendo a la crcel, de modo que decidi formar un equipo propio. Jnior slo se diriga a los grandes, nunca a los que trabajaban en la calle. Lo que quera era descubrir dnde estaba el dinero, y estaba dispuesto a hacer lo que fuera por conseguir dicha informacin. Amenazar a un colega con matarlo no siempre sala bien, porque ellos saben que de todas maneras estn muertos si delatan al banco o a su contacto. Y torturarlos es un asco y llama mucho la atencin. As que Jnior se puso a sodomizar a hijoputas para hacerlos hablar. Sabes lo que significa esa palabra, no, Dominique? Lo s respondi Dixon con un ligero temblor en la comisura del labio. S. A eso s que reacciona un colega. Uno le dice que le va a robar la virilidad, y te contesta a cualquier pregunta que le hagas, puede pasarse as un da entero. Qu es lo que quieres? Quiero tu inventario, to. Quiero tu lista de clientes. Quiero tener todos estos lujos que tienes t. No mereces seguir tenindolos, porque yo soy ms fuerte que t. La ley de la selva, no? S que conoces a Darvon.

~172~

George Pelecanos

Sin retorno

Dixon afirm con la cabeza. Conoca el nombre al que pretenda llegar Baker, pero no lo corrigi. Los dos sabemos que est moviendo mercanca de peso. As que, por qu no me dices dnde la guardas? No la tengo aqu. Dixon extendi las manos. En estos momentos no la tengo en ninguna parte. Ya se la he pasado a mis camellos. Toda no, amigo. No me hables como si fuera idiota, porque no lo soy. No la tengo. Ya. Acabas de vender un kilito a Hace un par de noches? T, que camellos? No, no creo que ya no te calculo yo. De modo que me ests Dominique. Oye, to... Me parece que te dije que me llamaras seor Charles. Seor Charles. Vamos a llamar a Deon, que sabe cmo funciona lo mo. l le dir que muevo la mercanca muy deprisa. Deon no tiene nada que decir en esto. Dnde est? No est aqu. Eso ya lo veo, pero... Lo que quiero decir es que no puede ayudarte. Baker se acab el whisky de un trago y dej el vaso en la mesa de cristal con un sonoro golpe. A continuacin se levant del silln de un salto y se situ detrs del mismo. Venga, levntate y ven aqu. Dixon se incorpor muy despacio y fue con paso inseguro hasta donde estaba Baker. ste se ech hacia atrs para hacerle sitio. Ahora vulvete y ponte de cara al respaldo del silln. Con las manos en los lados. Para qu? Vamos. Dixon obedeci. Asi el respaldo del silln con las manos. Para ello tuvo que inclinarse hacia delante, y en aquel momento comprendi lo que estaba pasando, y dijo: No. Cody y a Deon, cundo ha sido? suministras a media ciudad de quede nada. Te queda de sobra, mintiendo, y eso no me gusta,

~173~

George Pelecanos

Sin retorno

Baker extrajo una navaja del bolsillo derecho de su cazadora. Tena un botn en el mango de imitacin de ncar, y lo apret. Al instante, de la empuadura surgi una hoja. Dixon, al or aquel sonido inconfundible, cerr los ojos. Baker, situado justo detrs de l, puso la hoja en el cuello de Dixon y la fue pasando delicadamente por aquella zona hasta que encontr el pulso de la arteria cartida. Entonces presion un poco ms, pero no rompi la piel. Dnde est la marihuana? dijo Baker. Dixon no tena ni saliva para hablar. Voy a ayudarte a que te encuentres la lengua, chico. Con la mano que tena libre, Baker abri la hebilla del cinturn de Dixon y acto seguido le solt el botn del pantaln. Despus empuj el pantaln con brusquedad hasta que ste cay al suelo, a la altura de los tobillos de Dixon. ste se haba quedado en calzoncillos, con las piernas al aire, flacas y temblorosas. Se le haban llenado los ojos de lgrimas. Cody Kruger, que estaba al lado con la pistola colgando al costado, se puso plido. Daba la impresin de haber perdido toda su bravuconera. Pareca muy joven. Baker, sin apartar la navaja del cuello de Dixon, se acerc a ste y se apret contra sus posaderas. Ahora ests un poco afectado, verdad?dijo Baker. Pues vers, desde donde estoy yo, esto no es nada. Todo ese tiempo que he pasado en la crcel fue una mierda. Para m, tu culo es otro agujero ms. Y lo mismo te digo de tu boca. Por favor rog Dixon. Empez a caerle un colgajo de mocos de la nariz. Por favor, qu? Quieres que siga? Le dir dnde est. Baker solt una risita. En serio? Est en una camioneta de color blanco que est aparcada al lado de mi coche. Las llaves las tengo en el bolsillo del pantaln, el izquierdo. Coge las llaves, Cody orden Baker. Kruger cogi las llaves, con cautela, del bolsillo de los pantalones arrugados alrededor de los tobillos de Dixon. Ya me encargo yo de esto, seor Charles dijo. Pareca deseoso de salir del apartamento.

~174~

George Pelecanos

Sin retorno

Vete, pues dijo Baker. Coges tu coche y lo pones detrs de la camioneta. Todo lo que haya dentro lo cargas en el Honda. Y procura que no te vea nadie, estamos? S. Cuando hayas acabado, me das un toque al mvil. Una vez que Kruger se hubo marchado, Baker se qued detrs de Dixon, apretado con fuerza contra l. Notaba cmo le temblaban los hombros. Llora, si lo necesitas le dijo. Es difcil descubrir quin es uno. Quiero sentarme. Muy bien dijo Baker. Pero todava no hemos terminado.

Alex hizo el amor con Vicki al volver de la visita que hizo a los hermanos Monroe. Fue algo inesperado para los dos, ocurri de pronto cuando Alex se meti en la cama matrimonial de ambos. Haba contado con encontrar a su mujer dormida, como suceda casi siempre cuando se acostaba; en cambio, estaba despierta y se volvi hacia l y acopl su cuerpo al de l como hacen marido y mujer, de manera cmoda y natural, al cabo de tantos aos. Pasaron largo rato besndose y acaricindose, porque aqulla era la mejor parte para los dos, y finalizaron el acto cuando Vicki enrosc sus fuertes muslos alrededor de l, con los labios fros, y uno y otro se corrieron en silencio en la oscuridad de la habitacin. Despus hablaron de lo que haba hecho Alex aquella tarde, ella con la cabeza apoyada en su pecho, l rodendola con un brazo. Estaba enfadado contigo? El hermano mayor? No. Se mostr ms bien indiferente. Ha pagado la deuda que contrajo y supongo que ya ha dejado de odiar. Dio la impresin de que mi presencia le daba igual, le pareca lo mismo. Est intentando superar todo lo que le ha ocurrido. No ha debido de resultarle fcil. Aquello dio pie a un debate sobre Charles Baker y sobre el error que haba cometido James al corregirle la carta. Te preocupa ese tal Baker? pregunt Vicki. No contest Alex. Era mentira. Pero y si viene por aqu? Prometiste al hermano pequeo que no ibas a meter en esto a la polica. Yo no le he prometido nada replic Alex. Adems, no tiene sentido preocuparse de eso ahora.

~175~

George Pelecanos

Sin retorno

Se estaba bien con Vicki, desnudos en la cama, conversando como haca una temporada que no conversaban. Le habl de su tmido plan de entregar las riendas del negocio a Johnny, y ella se alegr y se abraz a l con fuerza, y reconoci que ella tambin estaba asustada. Le pregunt qu iba a suceder despus de que l dejase a su hijo el control de la cafetera. An soy joven dijo Alex. De verdad. Me quedan todava otros veinte aos de trabajo, puede que ms. Esta vez no voy a hacer nada por obligacin, sino por pasin. Pero qu vas a hacer? A oscuras, Alex fij la vista en el techo, que tena una tonalidad blanquecina a causa del resplandor de la luna que se filtraba por las persianas. Una vez que Vicki se hubo dormido, Alex se levant de la cama y se fue a la cocina, donde se sirvi una copa de vino tinto. Se lo llev al cuarto de estar y se sent en su silln preferido. Su intencin era quedarse all sentado, con la copa de vino en las manos, y esperar a que llegara Johnny a casa. Volver al piso de arriba nada ms or el coche de Johnny en la entrada, para no avergonzarlo. Un joven de la edad de Johnny no necesitaba saber que su padre todava se quedaba despierto por la noche, preocupado por su hijo. Habiendo perdido ya un hijo, costaba trabajo permitir que el otro fuera autnomo. Pero saba que tendra que permitirlo para que Vicki y l pudieran seguir adelante. La ventana se estaba cerrando. Conforme iban pasando los aos, Alex tena la sensacin de que el tiempo avanzaba ms deprisa. Deseaba librarse de aquello, del pellizco en el hombro que llevaba treinta y cinco aos molestndolo. Y ahora pareca posible. Ahora quera librarse de ello y echar a correr hacia lo que viniera a continuacin. Se alegraba de que Ray Monroe hubiera acudido a su cafetera. Se alegraba de haber visto a James. En cierto modo, era como si las nubes se hubieran disipado, aunque slo fuera un poco. Pens en los Monroe, en la conversacin que haban tenido unas horas antes en el taller. Los temas tpicos de que hablan los hombres, las canciones tarareadas, el ligero pique que se da siempre entre hermanos. Una expresin que haba cruzado por el semblante de Ray Monroe. Y pens: Hay algo que no cuadra.

~176~

George Pelecanos

Sin retorno

Captulo 20

Pete Whitten entr en Pappas e Hijos a eso de las dos y media, pasada la hora punta del almuerzo, cuando la mayora de los clientes ya se haban marchado. Se sent en la banqueta situada ms cerca de la caja registradora, donde estaba Alex contando dinero. ste alarg el brazo por encima del mostrador y estrech la mano de Whitten. Pete. Alex. Cunto tiempo. Demasiado. Haban pasado ms de veinte aos. La ltima vez que vio a Pete, sin contar las veces que haba visto su foto en los peridicos, fue en el funeral del padre de Billy Cachoris, Lou Cachoris. Haba fallecido en los ochenta, una docena de aos despus del incidente de Heathrow Heights. Haba quien deca que se haba matado a propsito l mismo con el alcohol tras el asesinato de su hijo, pero eran griegos diciendo cosas de griegos sobre la muerte; el peridico dijo que la causa de su fallecimiento haba sido un tumor cerebral. Fue en el velatorio de Lou Cachoris, en la funeraria Collins que haba en University Boulevard, donde Alex tropez con Pete, recientemente casado y luciendo un traje de hombros y solapas anchos con una corbata roja. Llevaba el pelo engominado y peinado con las puntas para fuera, la imagen del ejecutivo punk que era de rigor en aquella poca. Si hubiera estado en la calle, llevara puestas unas gafas de sol Vuarnet. Te presento a mi mujer Anne dijo Pete. Alex la salud, una rubia atractiva, cintura estrecha, tobillos finos, ropa cara, y acto seguido les present a Vicki, que iba vestida con prendas de las firmas comunes de los grandes almacenes. Todos parecieron ser conscientes de su estatus y del rumbo que haban tomado o dejado de tomar sus vidas, y eso que slo tenan veintitantos aos, pero aun as Alex se sinti orgulloso de estar con Vicki y de exhibirla. Vicki era, en fin, mejor que Anne. Alex haba contemplado la posibilidad de no acudir al servicio religioso, sabiendo que iba a ser el objetivo de los mutra, los cuchicheos, las caras largas y las miradas de los familiares de Cachoris. Todos saban que en el

~177~

George Pelecanos

Sin retorno

da en cuestin l estaba dentro del coche y que no hizo nada por ayudar a su amigo. Pero pens que lo correcto, dada la relacin que haba tenido con Billy, era presentar sus respetos al padre. Despus de charlar con Pete y Anne, se aproxim al fretro abierto. Bes la ikona, hizo la stavro y contempl el cadver de Lou Cachoris. Daba la impresin de que le hubieran aplanado la cara con un mazo. Alguien haba metido una fotografa de Billy cuando era adolescente debajo de la manga del traje de enterramiento, y Alex, obedeciendo un impulso, se inclin y bes al seor Cachoris en la frente. Fue como si hubiera besado las manzanas artificiales que siempre tena su madre sobre la mesa del comedor. Elev en silencio una plegaria por Billy y por la manera en que haban sido las cosas para padre e hijo. Cuando abri los ojos, tena al lado a un to o un primo que le deca en voz baja y tono firme que la familia no quera que estuviera all y que era momento de que se marchara. Mir a su alrededor, pero no vio ni a Pete ni a su mujer, que ya haban salido del edificio, y capt la atencin de Vicki. Salieron los dos juntos precisamente cuando llegaba el sacerdote de St. Connie. Al bajar por el pasillo central de la sala del velatorio, Alex sinti que se posaban muchas miradas en l, el chico que no se puso al lado de su amigo para plantar cara a los mavres, y que ahora llevaba la marca, aquel horrible ojo. En el vestbulo oy que los asistentes empezaban a cantar el Everlasting Be Tby Memory, un cntico con el que supuestamente todo el mundo deba sentirse mejor, pero que en cambio los puso tremendamente tristes. Por lo menos, as era como se senta Alex cada vez que oa dicho cntico, a partir de entonces. Senta tristeza, y tambin algo que se pareca mucho a la vergenza. Y ahora tena en su cafetera a Pete Whitten, guapo, triunfador y relativamente bien tratado por el paso del tiempo. El traje que llevaba era seguramente un Canali, la corbata una Herms, las gafas de sol del bolsillo de la chaqueta unas Revos. Llevaba el cabello perfectamente desaliado y la chaqueta le sentaba de forma impecable. Estaba muy atractivo. Tengo que pedirte disculpas dijo Pete. Por qu? Porque llevo la mayor parte de mi vida profesional trabajando a pocas calles de este local y nunca he entrado a saludarte ni a hacer una consumicin. No pasa nada. En general, mis almuerzos son comidas de trabajo. Todas pagadas por la empresa. As que normalmente como en restaurantes. Esto es un restaurante replic Alex. Ya sabes lo que quiero decir.

~178~

George Pelecanos
Claro.

Sin retorno

Pete retir el brazo del mostrador y se quit una mota inexistente de la manga de la chaqueta. Luego mir en derredor y asinti con un gesto de aprobacin. Tiene buena pinta dijo. Tienes un local muy agradable. Lo mantenemos limpio. Alex seal la zona de la cocina, donde estaban Johnny y Darlene mirando un libro abierto sobre la mesa. se es mi hijo, Johnny. Un chico muy guapo. Lo llamaste as por tu padre? S. Hoy, Johnny ha hecho una estupenda ensalada de atn. Con curry. Es una mezcla que a m jams se me habra ocurrido probar, pero a los clientes les ha encantado. Te gustara que les dijera que te preparasen un sndwich? Ya he comido, gracias. En fin, qu puedo hacer por ti, Pete? Alex, tenemos mucho de que ponernos al da. Deberamos intentar reunimos. T y yo, con las mujeres. A cenar o lo que sea. Muy bien. Pero no es por eso por lo que he entrado a hablar contigo. Tengo una noticia ms bien inquietante. A continuacin le habl de la carta y de la entrevista que haba tenido con Charles Baker. Describi la conversacin concienzudamente, exponiendo los detalles, tal como Alex esperaba de un abogado. Alex fingi sorpresa. Por lo visto, dicho encuentro haba transcurrido tal como Alex pens que podra discurrir, dada la personalidad y la experiencia profesional de Pete. En efecto, Pete le haba enseado a Baker la puerta y lo haba amenazado con iniciar acciones legales si no dejaba de intentar extorsionarlo. Y cul fue tu impresin?pregunt Alex. Opinas que esto se ha acabado? No tengo modo de estar seguro, y por eso estoy aqu. Quera advertirte de que ese tal Baker anda por ah suelto. Si no recuerdo mal, fue uno de los que te agredieron. S. Pues podra ser que a continuacin viniera a por ti. Digo que es posible. Naturalmente, en la entrevista que tuve con l le expuse con toda claridad las ramificaciones que poda acarrear cualquier intento de volver a establecer contacto. Pero la impresin que me dio fue que no es muy avispado. Adems, podra ser violento. Al fin y al cabo, tiene un historial de violencia.

~179~

George Pelecanos
Entiendo.

Sin retorno

Y podra haber ms gente implicada. Estoy hablando del chico que dispar a Billy. Y no estaba tambin presente su hermano? Alex hizo una pausa para dar la impresin de que estaba reflexionando sobre el tema, y despus afirm con la cabeza. Podra ser que estuvieran los tres juntos en esto dijo Pete. Ya sabes cmo es esa gente. Esa gente? Los delincuentes, Alex. Ahora no te pongas sensiblero conmigo, quieres? Porque estamos hablando de datos y de estadsticas. Los delincuentes, en trminos generales, no cambian de pelaje. Yo vivo en el mundo real, y quiero creer que t tambin. Lo nico que pretendo es que sepas lo que est pasando. Est bien dijo Alex. La cuestin es: qu debo hacer si Baker se pone en contacto conmigo? Yo le he dado un ultimtum. Si se pone en contacto contigo, llama a la polica inmediatamente. Pete introdujo la mano en el bolsillo interior de la chaqueta y extrajo una tarjeta de visita que puso encima del mostrador. Y desde luego te convendr contar conmigo. Yo poseo, en fin, recursos que probablemente t no tienes. Detectives privados, policas conozco gente en la oficina del delegado del Fiscal Federal. Si Baker vuelve a asomar la cabeza, podemos ocuparnos de esto rpidamente. Te lo agradezco, Pete respondi Alex tomando la tarjeta y colocndola encima de la caja registradora. De verdad. Me pareci que era lo bastante grave para ponerme en contacto contigo. Baker vino a mi casa, en Heights, y entreg la carta l mismo, al parecer. En Heights? Alex no pudo resistirse. En Friendship Heights contest Pete. Y la carta... Haba sido escrita e imprimida por ordenador. Baker se crea que haba sido muy astuto, pero tambin se puede localizar la impresora. Y las huellas dactilares. Bien. No va a suponer ningn problema. Pero era necesario que estuvieras al corriente. Desde luego. Resulta curioso dijo Pete. El hecho de haber visto a Baker me ha trado aquel da a la memoria. No haba pensado mucho en el incidente

~180~

George Pelecanos

Sin retorno

durante todos estos aos porque, en fin, imagino que ha sido porque he cambiado mucho. No me parezco en nada a la misma persona que era cuando tena diecisiete aos. A ti no te ocurre lo mismo? Sdijo Alex, que no deseaba prolongar ms la conversacin. Pete se baj de la banqueta y le estrech la mano a Alex. Tengo que volver al despacho. Acurdate de lo de la cena y de ponernos al da. Me parece genial. Cudate, Alex. Hasta luego. Alex lo observ mientras se iba. No iba a haber cena alguna. No la deseaba ninguno de los dos. Pete segua siendo el chaval que era a los diecisiete, pero nunca lo haba sabido. Aquel da, huy y se liber. Despus fue a la universidad y estudi Derecho, tena una carrera profesional slida y lucrativa, una casa en Heights. Todava hua, en cierto modo. Billy, por el contrario, se haba mantenido en el sitio. Lo ltimo que hizo Billy, antes de que le disparasen, fue sealarlo a l, a Alex, y decirle que se largara. Entre las muchas cosas que haba sido Billy, algunas impuestas desde fuera, haba sido un buen amigo. En cuanto a Alex, no haba actuado. Era simplemente el chico que iba en el asiento trasero del coche. Pap. Alex se volvi. S? Qu opinas del especial? dijo John Pappas. Que ha funcionado. El curry ha sido un, cmo lo llamas t, un agradable complemento para el atn. Slo que... Qu? Vas a transformar este local en un garito hind? S, pap, eso es exactamente lo que voy a hacer.

~181~

George Pelecanos

Sin retorno

Lo siguiente que hars ser tirar los cubiertos a la basura y obligar a los clientes a que coman con las manos. Eso sera al estilo etope. No me digas. No creo que tengas que preocuparte. A ver, hoy has vendido el doble de hamburguesas y pollo con queso que sndwiches de atn, no es cierto? No te olvides de lo bsico. Eso es lo nico que digo. No tengo la intencin. Bien. Toma. Alex meti la mano en el bolsillo y sac un juego de llaves que abran la puerta principal y la trasera, as como el congelador. Se las entreg a Johnny. Te he hecho stas para ti. Gracias. Lo ests haciendo muy bien. Te lo agradezco. As que hoy voy a dejar que cierres t. Yo tengo que ir a un sitio. Estaba pensando en tomarme el resto de la tarde libre. En serio? Cerrar no tiene ninguna complicacin. Los empleados saben qu tareas adicionales deben llevar a cabo, incluidas las de limpiar. Darlene te ayudar a ordenar las cosas. Dentro de media hora cortas la cinta de la caja. Y en lo referente al dinero, maana no es da de facturas, y tampoco de paga de salarios, as que deja unos cincuenta pavos en billetes y monedas, gurdalos en la caja metlica, mete la caja en el congelador, y el resto te lo llevas a casa y se lo entregas a mam. Eso s s hacerlo. No te preocupes por si cometes algn error. T asegrate de que las puertas queden cerradas con llave. De todo lo dems ya me ocupar yo maana. Te fas de m? Pues claro, por qu no? No lo s. Cuando te hayas ido, nosotros podramos ponernos a hacer cualquier cosa, como repartir pastillas de xtasis o algo as. Pesado dijo Alex, zanjando el asunto con un gesto de la mano. Lrgate de aqu. Me molestas. Te quiero. John Pappas sonri a su padre y se alej por detrs del mostrador. Darlene estaba de espaldas a la parrilla, observando a Alex, haciendo girar una esptula en la mano.

~182~

George Pelecanos
Me tomo el da libre, Darlene. Es la primera vez. Pues ve acostumbrndote.

Sin retorno

Cuando se acerc a Tito, que estaba lavando una cazuela con la manguera a presin, ste le dijo: Te vas, jefe? S. Qu tal te fue la cita con aquella chica? Tito sonri y gui un ojo. Bien hecho dijo Alex, y a continuacin sali por la puerta de atrs.

Raymond Monroe estaba sentado junto a Kendall Robinson en el despacho de ella, ambos cogidos de la mano y charlando en voz baja a media tarde. Kendall haba bajado los estores. Haba estado llorando un poco, pero ya se haba calmado y sostena un pauelo de papel arrugado en la mano que le quedaba libre. Lo siento dijo. No lo sientas. Todo el que trabaja aqu se merece una buena llantina de vez en cuando. No slo los pacientes. Ellos son ms fuertes que yo, la mayora de las veces. Que ha sido hoy? Ah, no lo s. Estaba otra vez con el soldado Collins, ya sabes, al que llaman el Poste. El chico joven que estaba pensando en la amputacin voluntaria. Ya no est en ese dilema. Ayer present yo su solicitud. Simplemente haba ido a hacerle una visita, a ver qu tal lo llevaba. Y? Se encuentra bien. La que se puso furiosa fui yo, cuando sal de su habitacin. Y esa furia se transform despus en emocin. Kendall arroj el pauelo a la papelera que tena junto a la mesa. El otro da estaba en Wisconsin Avenue, en Maryland, y pas por delante de un cine. Era el que tiene una chica con una ametralladora implantada en la pierna amputada. Ya se sabe que a ese cine van a ir muchos jvenes a ver esa pelcula, a aplaudir y partirse de risa con ella, mientras hay chicos y chicas que estn muriendo, perdiendo brazos y piernas, y para qu? Para que esos nios ricos puedan echar gasolina a los coches que les compran sus papas? Para que puedan comprarse un vaquero de doscientos dlares?

~183~

George Pelecanos

Sin retorno

Les han enseado a hacer eso dijo Monroe. A pagar los impuestos que les correspondan y el resto gastrselo en comprar. Se supone que han de olvidarse de que hay una guerra. Si no hay fretro, no hay muerto. Ni t ni yo habamos nacido cuando la Segunda Guerra Mundial, pero no es verdad que todo este pas contribuy mucho e hizo muchos sacrificios? Mi padre hablaba de eso todo el tiempo. Antes era: Pregunta qu puedes hacer t por tu pas. Y ahora es: Vamos a ver el culebrn, vmonos al centro comercial. Y si abandonas dijo Raymond, en qu vas a beneficiar a estos soldados? Por favor. No pienso irme a ninguna parte. T posees pasin, Kendall. Necesito quemar un poco de esta energa negativa. Traz un crculo con el dedo en la palma de Raymond. Vas a venir a casa esta noche? A Marcus tambin le gustara verte. Ya sabes que lo estoy deseando. Pero tengo problemas con mi hermano a los que tengo que echar un ojo. Y tambin quiero ir a ver si mi madre est bien. Un hombre de cincuenta aazos... Tengo cuarenta y nueve. Y todava viviendo con su madre. Yo dira que ya es hora de que ese hombre se pare a reevaluar la situacin. Comprendo adonde quieres llegar, pero mira, precisamente t... t acabas de hablar de que hay que asumir responsabilidades, de que todos debemos arrimar el hombro. Cuando una persona se sacrifica, los dems, en fin, tienen que ofrecer su apoyo. Ya s, Raymond. T tienes esa carga que vas arrastrando, pero mira, no te estoy pidiendo ni un compromiso ni un anillo. Simplemente estoy cansada de ver tu bolsa de fin de semana en el suelo. Podras tener un armario para ti, eso sera un comienzo. Cierto. Y Marcus necesita que haya un hombre presente, a jornada completa. Y t crees que yo reno las condiciones? Deja de jugar. Marcus te quiere, Ray. Yo siento lo mismo. Precisamente estaba pensando en llevarlo a un partido de los Wizards. Estn a punto de jugar varios partidos seguidos en casa. Las entradas tendrn que ser del gallinero, pero da igual.

~184~

George Pelecanos

Sin retorno

Slo con que se acerque a ese Verizon Center, ya sonreir. Tambin podras venir t. Hace falta algo ms que una entrada de diez dlares y un perrito caliente para convencerme. Monroe le apret la mano. T dame un poco de tiempo.

~185~

George Pelecanos

Sin retorno

Captulo 21

El presidente de la Sociedad Histrica tena un despacho en un edificio municipal situado cerca de las tiendas de antigedades. El edificio se encontraba en un rea repleta de construcciones victorianas rodeadas de jardines frondosos y cuidadosamente diseados. A la vista del edificio municipal se levantaba una casa de seis dormitorios que en otro tiempo haba pertenecido a un tal seor Nicholson. Treinta y cinco aos atrs, Raymond Monroe, un chaval del cercano vecindario habitado en su totalidad por negros, haba lanzado una piedra contra la ventana de uno de los dormitorios porque el seor Nicholson no le haba pagado lo acordado por cortar el csped. El polica que fue a casa de Monroe le impuso lo que se conoca como una Investigacin sobre el Terreno y una severa advertencia, y al padre del chico, Ernest Monroe, le dijo que su hijo era un exaltado al que slo iban a conceder una oportunidad ms. Alex Pappas, sentado en el pequeo despacho de Harry McCoy, que se haba adjudicado a s mismo el cargo de archivero de la Sociedad, no saba nada de todo aquello. McCoy era un hombre corpulento, con los antebrazos tatuados, barriga y unas gafas de montura metlica que atenuaban un poco la pinta de estibador que tena. Haba invitado a Alex a entrar en su despacho con gran entusiasmo, feliz por tener aquella oportunidad para hablar de la historia local. Por todo el despacho haba fotografas enmarcadas de tiendas, calles, viviendas y residentes que se remontaban a los comienzos del siglo anterior. Todas las personas que aparecan en las fotos eran blancas. Ninguna de las instantneas, supuso Alex, representaba la vida de Heathrow Heights. Usted se refiere a Nunzio's dijo McCoy una vez que Alex le hubo descrito el comercio del porche de madera. S, en efecto. Ya cerr, como es natural. En el lugar que ocupaba se construyeron casas. El hombre que lo regentaba se jubil y vendi la propiedad, pero de todos modos, con el tiempo se habra quedado sin negocio. No poda competir con el Safeway que haba calle arriba. Tiene su nombre? McCoy haba contenido. extrado un archivo y estaba inspeccionando el

~186~

George Pelecanos

Sin retorno

Eso es lo que estoy buscando. Aqu est. Mir por encima del borde de las gafas. Salvatore Antonelli. Su padre, el que fund el establecimiento, se llamaba Nunzio. An vive Salvatore? No lo s, pero eso es bastante fcil de averiguar. Estoy convencido de que vivan aqu. A no ser que haya fallecido o se haya mudado a otra parte, es un apellido que debera figurar en la gua telefnica. Puede echar un vistazo al archivo, si lo desea. Alex examin las blancas pginas y anot algunos datos en una libreta. Si necesita ms dijo McCoy, en Heathrow Heights vive un tipo que es una especie de custodio histrico. No veo que aqu haya ninguna fotografa del barrio. Bueno, los residentes prefieren que esas cosas no salgan de Heathrow. Tienen una antigua escuela que se transform en centro recreativo tras la resolucin Brown versus Consejo de Educacin. All dentro estn expuestas sus fotografas. Tiene el nombre de ese tipo? S. Y tambin voy a darle su telfono. No tiene inconveniente en hablar de su comunidad. Se siente orgulloso de ella, como debe ser. Un tipo simptico, este Draper. Alex se puso de pie al tiempo que McCoy le entregaba la informacin de contacto de Rodney Draper, sacada del fichero de tarjetas que tena sobre la mesa. Y dice que esto lo hace por aficin? pregunt McCoy. Tengo un negocio que anteriormente fue propiedad de mi padre. Me gusta hablar con personas, inmigrantes y sus antepasados, que hayan tenido negocios familiares parecidos al mo. Estn desapareciendo, sabe? Como la mayora de las cosas que recordamos con afecto repuso McCoy. Debe de ser usted un apasionado de la historia. La verdad es que no contest Alex. Digamos que me interesa el pasado.

Deon Brown cerr el maletero de su Mercury, aparcado en el callejn que haba detrs de Peabody Street, muy arrimado a la valla que bordeaba el adosado de su madre. Haba cogido la ropa que necesitaba, los tiles de afeitarse y unos cuantos artculos de tocador, la receta de Paxil, una bolsita de hierba, el dinero, la documentacin del coche y los escasos objetos especiales de su infancia que pudo embutir en el petate

~187~

George Pelecanos

Sin retorno

que haba comprado en la tienda de excedentes de Wheaton. Haba dejado el empleo que tena en la zapatera del centro comercial Westfield. Haba cargado sus cosas en el maletero del coche y ya estaba listo para irse. Pero antes necesitaba hablar con su madre. El mvil llevaba el da entero sonando, pero no lo haba cogido. Haba dejado que las llamadas, de Cody y de Dominique Dixon, pasaran al buzn de voz. Escuchando el contenido de los mensajes haba logrado hacerse una idea de lo inquietante de la situacin. Cody Kruger y Charles Baker haban robado el material a Dominique y estaban intentando torpemente apoderarse de su negocio. Aunque Cody no lo haba dicho, dio a entender que tena una buena noticia para l, Deon, y que deba llamarlo o pasarse por su apartamento lo antes posible para recibir la noticia en persona. Necesito que ests aqu, colega, dijo Cody. Deon tena la impresin de que Cody quera que fuera porque no deseaba estar a solas con Baker, que con toda seguridad era quien haba puesto aquel plan en marcha. En la voz de Cody haba un tono de desesperacin que Deon no haba percibido nunca. Cody haba hecho algo audaz y estaba muy envalentonado por ello, pero al parecer tambin saba que la haba cagado. Los mensajes de Dominique as lo confirmaban. Dominique deca que Baker y Kruger lo haban amenazado a punta de pistola y tambin con una navaja. Dominique, con una rabia controlada a duras penas, deca que su hermano y l queran verlo enseguida. Que tena que cogerles el telfono. Que si no contestaba, su hermano y l tendran que suponer que formaba parte del plan. Hacia el final del da, Deon apag el mvil y lo tir a una alcantarilla de Quackenbos Street. Por el camino se compr otro mvil desechable. En la cocina de su madre se encendi una luz. Acababa de volver del trabajo. Le gustaba prepararse un tentempi al llegar a casa, algo que le permitiera aguantar hasta la cena. Deon se haba alistado el da anterior. Haba regresado al Centro de Reclutamiento de las Fuerzas Armadas que haba en Georgia Avenue, haba pasado un par de horas hablando con un tal sargento Walters y se haba enrolado. El sargento le habl de aventura y de crecimiento personal, pero la decisin de Deon era ms prctica que espiritual. El servicio militar era el nico modo limpio que vea para salir de su vida actual. Dispona de un poco de tiempo antes de presentarse en Fort Benning, Georgia, para el entrenamiento bsico, y pensaba emplearlo en llegar hasta all, recorriendo el sur en coche, gastando el dinero en efectivo que tena en hoteles y comidas decentes. Haba odo decir que Myrtle era el autntico paraso de la juerga. Quera ir a Daytona y conducir por la playa. El Marauder lo vendera en Georgia, antes de entrar en el cuartel de entrenamiento. Su madre iba a enfadarse, y tambin a preocuparse. Le dira que no iba a entrar en combate necesariamente. Que el ejrcito decidira qu era

~188~

George Pelecanos

Sin retorno

lo ms adecuado para l una vez superase la formacin bsica. Un joven de uniforme poda servir de muchas maneras distintas, dijo el sargento, aunque s que mencion que una de ellas poda ser la de soldado en una situacin de guerra. La libertad tiene un precio dijo el sargento. No es gratis. Su madre le preguntara por su depresin y su medicacin. Se maravillara de que los militares quisieran aceptar a un muchacho que tena aquellos problemas. El sargento Walters haba dicho que ello no era una dificultad. El sargento le haba asegurado que todo iba a salir bien. Lo que tena que hacer Deon era sacar a su madre de aquella casa, convencerla de que cogiera lo que necesitara y se mudara a la casa de La Juanda, en Captol Heights. La hermana de l tena una familia, pero acogera a su madre. No sera algo permanente, slo hasta que se acabase aquel mal rollo con los Dixon. Y en cuanto a Charles Baker, no lleg a darle llave de la casa; si acuda a Peabody, se encontrara con la puerta cerrada a cal y canto. De todo aquello haba que ocuparse ya mismo. Su madre, La Trice, haba salido de la cocina y estaba de pie en los escalones de atrs de la casa. Deon se acerc hasta la puerta de malla metlica y entr en el jardn. Ella lo mir fijamente, y como era su madre, con slo verle la cara supo, a pesar de la calma que l aparentaba, que pasaba algo malo. Qu sucede, Deon? le pregunt. Mam, tenemos que hablar. Entra. Voy a preparar algo de comer para los dos. Deon la acompa adentro sin protestar. Quera hacer aquella comida con su madre. Haba tiempo suficiente para ello.

La direccin de Salvatore Antonelli que Alex Pappas haba obtenido de la gua telefnica pareca hacer juego con l a primera vista. Se hallaba ubicada en una calle que sala de Nimitz Drive, en una comunidad de viviendas de soldados que haba en Wheaton, no muy lejos de Heathrow Heights, facilitadas por la G.I. Bill en la posguerra. La vivienda era una casita hecha con listones de madera, provista de una rampa para sillas de ruedas que llevaba hasta la entrada principal. Antonelli pertenecera a dicha poca, lo ms seguro era que fuese un veterano y que contara ochenta y tantos aos. Era de suponer que la rampa la haban construido para l. Cuando Alex se acerc a la puerta, vio por el ventanal una cuadrilla de pintores que estaban trabajando en el saln, ahora vaco y con el suelo protegido por una tela. Llam a la puerta y esper a que sta se abriera. No tard en aparecer un joven fornido y muy moreno de piel.

~189~

George Pelecanos
S.

Sin retorno

Estoy buscando al seor Antonelli dijo Alex. Salvatore, un hombre mayor. El viejo, muerto. Vaya, lo siento. Pintamos. La familia vende la casa. El resuelto joven entreg a Alex una tarjeta de visita. Necesita pintar? Trabajamos bien, barato. El nombre que figuraba en la tarjeta era Michael Sobalvarro. Debajo deca: Pintamos. Gracias, Michael. Lo tendr en cuenta. Al regresar a su Cherokee, Alex marc el nmero de telfono de Rodney Draper. Respondi una mujer, y cuando Alex le dijo que deseaba hacerle una consulta relacionada con la historia de Heathrow Heights, ella le dio el telfono del trabajo de Draper. Alex le dio las gracias, llam a dicho telfono y le contest la recepcionista de las oficinas centrales de una importante firma de electrodomsticos denominada Nutty Nathans. Alex conoca dicha empresa: era una que ofreca falsas gangas, pero que de todos modos posea una personalidad de la que carecan las cadenas comerciales. Muchos aos atrs le haba comprado un televisor a un tal McGinnes, en la tienda de Connecticut Avenue. Se acordaba de l porque, aunque era un tipo sumamente atractivo e informado, resultaba bastante obvio que llevaba encima un buen colocn. Draper dijo una voz al otro extremo de la lnea cuando le pasaron la llamada. S, me llamo Alex Pappas, y quisiera saber si puedo hacerle una consulta histrica rpida que tiene que ver con Heathrow Heights. Me ha dado su nombre el seor McCoy de la Sociedad Histrica. Para qu empresa trabaja usted? No represento a nadie. Se trata de un incidente con arma de fuego que tuvo lugar frente al antiguo establecimiento de Nunzio's, en el ao setenta y dos. Estoy intentando dar con una mujer... la mujer que se encontraba en Nunzio's el da de dicho incidente. Testific en el juicio. Fue un caso muy sonado. Alex no oy respuesta alguna. Crey que se haba cortado la comunicacin. Oiga? Lo recuerdo dijo Draper. Me gustara contactar con ella, si fuera posible. Escuche, seor...

~190~

George Pelecanos
Pappas.

Sin retorno

Voy a tener que hablar con usted en otro momento. Estoy a punto de hacer una maqueta publicitaria y tengo esperando en la puerta al representante de ventas del Post. Le importa que le d mi mvil? Ya tengo bolgrafo. Alex le dio su nmero. Llmeme, por favor. La lnea se cort. Ya no quedaba otra cosa que hacer que volverse a casa. Pero no se haca muchas ilusiones; tena el presentimiento de que no iba a volver a hablar ms con Rodney Draper.

Cody Kruger estaba sentado a la mesa de la cocina, cortando y empaquetando hierba por onzas. Tena ante s una montaita de hidropnica pegajosa. Kruger pona mucho cuidado, Deon lo haba convencido de que deba hacer eso, al pesar y compartimentalizar la marihuana. Le gustaba pensar que trabajaba ms deprisa y de manera ms eficiente cuando estaba colocado, pero en realidad el THC lo ralentizaba y lo haca ms susceptible de cometer errores. En el cenicero que tena al lado se quemaba un porro liado con papel de fumar. En la habitacin sonaba a todo volumen Kryptonite, un tema de TCB grabado en directo en el Club Nen, que sala de su iPod conectado al equipo. Kruger estaba borracho, y cantaba desafinando el estribillo de la cancin. Charles Baker, irritado e impaciente, se acerc al equipo y baj el volumen. Todava no has terminado? Quiero hacerlo bien dijo Kruger. Si no se corta la mierda como es debido, luego se quejan. Oye, to, cunto calculas que vamos a sacar de todo esto? Tres mil o cuatro mil. En la camioneta no haba ms que un kilo. Puta calderilla dijo Baker. No se puede conseguir todo en un solo da. Es verdad. Pero cuando nos enganchemos a ese contacto, todo aumentar. Crea que habas dicho que Dominique no lo haba revelado.

~191~

George Pelecanos

Sin retorno

Dijo que no saba quin era el contacto. Que el nico que lo saba era su hermano. Que iba a hablar con l y despus llamarte a ti al mvil para concertar una cita. Kruger asinti pero no hizo ningn comentario. La mencin del hermano de Dominique lo haba puesto nervioso. Segn lo que Deon deca de l, Calvin Dixon no iba a tomarse con una sonrisa lo que le haban hecho a Dominique. De ninguna forma iba a delatar a su contacto. Un traficante prefera que le pegaran un tiro antes que revelar su fuente, aquello lo saba hasta Kruger. Pero el seor Charles no pareca entenderlo. El seor Charles crea que iba a poder continuar cogiendo droga sin pagarla. Me has odo, chico? S. Ests tan cocido que no puedes ni hablar. Qu va, estoy bien. No tienes miedo de todos estos pasos que estamos dando? No. Si tienes miedo, dilo. No lo tengo. Bien dijo Baker. Porque estoy pensando en que esta noche me ayudes con una cosa. Cul? Necesito ir a Maryland. Hay un tipo que me debe dinero. Ya tenemos dinero, en esta misma mesa. Esto es de un nivel totalmente distinto. Ese tipo me lo debe desde hace ms de treinta aos. Y se le han ido acumulando los intereses. El da de cobro va a ser brutal. Tengo que terminar esto. Puedes llevarte mi coche. Cmo voy a conducir sin carn? Como me pare la pasma, me vuelve a meter en la crcel. Kruger humedeci el extremo de una bolsita con la lengua y sell una onza. Si continuaba trabajando, a lo mejor el seor Charles se olvidaba del plan. Le he pedido a un antiguo amigo mo que me llevara l, pero se ha negado con buenas palabras. Estoy seguro de que t no vas a darme la espalda igual que l. Estoy ocupado. Pensaba que tenas huevos, to.

~192~

George Pelecanos

Sin retorno

Tengo unos clientes a los que he prometido producto para maana por la maana. Necesito terminar esto antes de ponerme a pensar en otra cosa. Vale, pues voy a irme andando hasta la Avenue, buscar un bar y me tomar una cerveza. Eso no te llevar ms de un par de horas. Baker se puso la cazadora de cuero. Cul es el cdigo de la puerta, para cuando vuelva? Ya me lo s. Dilo. Golpe, golpe, pausa, golpe. Exacto. Hasta dentro de un rato, to. Una vez que Baker hubo desaparecido por la puerta, Kruger se dedic diligentemente a cortar y embolsar. Con gusto se habra quedado all sentado la noche entera, trabajando, colocndose, oyendo msica, pensando en las cosas que iba a poder comprarse con la pasta que le iba a hacer ganar aquella hierba. Las zapatillas nuevas Van y Dunk, las camisetas estilo estrella del rock, las sudaderas Authentic con gorras a juego. Si Deon estuviera con l, hablaran, bromearan y soaran con las cosas que iban a poder comprar. Le gustara saber dnde estaba y por qu no contestaba al mvil. Deon haba sido su chico, y ahora pareca ser que se haba levantado y se haba largado. Lo nico que le quedaba era Charles Baker. Kruger haba tirado su pistola a una alcantarilla del aparcamiento de la casa donde viva Dominique despus de trasladar la hierba de la camioneta blanca a su Honda. Le puso enfermo encaonar con un arma a un chaval de su edad mientras el seor Charles haca lo que haca. No quera volver a tener una pistola. No quera volver a hacer nada semejante. Se le empez a pasar el colocn. Saba que el seor Charles no iba a olvidarse de que l tena que llevarlo a Maryland. No tardara en volver, golpe, golpe, pausa, golpe. Cuando al seor Charles se le meta algo en la cabeza, no haba manera de negrselo. Lo llevara a ver a aquel tipo que le deba dinero porque, con Deon desaparecido, el seor Charles era el nico amigo que tena. Kruger estaba atontado y cocido, y no vea ninguna otra cosa que pudiera hacer.

~193~

George Pelecanos

Sin retorno

Captulo 22

Raymond Monroe, en el interior del taller de Gavin, cerr la tapa de su mvil y se guard ste en el pantaln del vaquero. James Monroe se encontraba bajo el cap de un Caprice Classic del 89, aflojando una bomba de agua averiada que pretenda sustituir. Al borde de la aleta se sostena en equilibrio una lata de Pabst Blue Ribbon. James se incorpor, cogi la lata y bebi un largo trago de cerveza. Acaba de llamar Rodney Draper dijo Raymond. Rod el Gallito dijo James sonriente, recordando el apodo que le haban puesto de pequeo, por culpa de la curiosa nariz que tena. Quin iba a pensar que un da aquel chaval iba a dirigir una empresa? Rodney siempre trabaj mucho. No me sorprende. Qu quera? Hoy ha recibido una llamada de Alex Pappas. Le dijo que deseaba hacerle una consulta histrica. Rodney no le dio una respuesta directa, antes quera hablar conmigo. James mir dentro de su lata de cerveza, la agit y luego bebi otro trago. Alex est intentando dar con la seorita Elaine dijo Raymond. Para qu? Para hablar con ella, supongo. Imagino que est intentando acabar de una vez con todo esto. Qu le has dicho a Rod? Que espere. Ray... Qu? Hoy se ha puesto en contacto conmigo Charles Baker. Buscaba alguien que lo llevara a la casa de Pappas. Quera que yo lo acompaase, me dijo. Pero no dijo por qu. Te ha contado qu tal le fue con Whitten? No.

~194~

George Pelecanos

Sin retorno

Eso quiere decir que le fue mal. As que ahora va a intentar sacarle algo a Pappas. Esta vez no ser comiendo en ningn restaurante elegante; esta vez Charles va a hacerlo a su manera. Pues yo le he dicho que no estaba dispuesto dijo James. Le he dicho que no es asunto mo. S que lo es si Charles le hace algo a ese hombre o a su familia. Y es asunto mo si contina intentando meter a mi hermano en algo sucio. Charles no puede evitar ser lo que es. Hay mucha gente que ha tenido una infancia difcil, y ha encontrado la forma de superarlo. Charles nunca ha matado a nadie apunt James. No respondi Raymond sosteniendo la mirada de su hermano. Nunca. Voy a seguir con esta bomba. Muy bien dijo Raymond Monroe.

Calvin Dixon y su amigo Markos estaban sentados en sendos sillones del saln del lujoso piso de Calvin, ubicado en la calle V, detrs del Lincoln Theater, en el corazn de Shaw. Estaban fumando puros y bebiendo bourbon del bueno, con agua, con la botella entre ambos, apoyada en una mesa de acero y cristal. Tenan todo lo que pueden desear los jvenes: mujeres, dinero, buena presencia, vehculos que corran mucho. Pero esta noche no parecan muy felices. Has hecho la llamada? pregunt Markos, un joven atractivo que haba heredado la piel etope de su padre y las facciones leoninas de su madre. Estaba esperando a hablar contigo contest Calvin, una versin de Dominique ms grande y ms ruda. Quieres un poco ms de agua? Voy a buscar ms. Claro. Markos se levant y fue a la cocina, que estaba incorporada al saln y equipada con quemadores y horno Wolf, un lavavajillas Asko y un frigorfico Sub Zero de dos puertas. Verti agua filtrada en dos vasos de un dispensador empotrado en una encimera de mrmol y regres al silln con ellos. Con la mano, cogi hielo de un cubo y lo ech al agua. Calvin sirvi ms bourbon de una botella numerada de Blanton's. Chocaron los vasos y bebieron.

~195~

George Pelecanos

Sin retorno

Qu te parece ese tronquito? dijo Markos, refirindose al puro Padrn que estaba fumando Calvin. Bueno contest Calvin. El sesenta y cuatro tiene la fuerza del veintitrs, si quieres saber mi opinin. En aquel momento se abri la puerta del dormitorio y apareci una mujer en el umbral. Era muy joven, morena y sobrealimentada, una mezcla de Bolivia y frica. Los pechos tensaban la tela de la camisa y tena ese culito en forma de corazn al revs que tantas veces se invoca pero raramente se encuentra. Se llamaba Rita. Calvin la haba retirado de una peluquera de Wheaton despus de que ella le hubiera lavado la cabeza con champ y le hubiera dado un masaje en el cuero cabelludo. Me llamabas? dijo Rita a Calvin. No, nena. Djanos un poco de intimidad un ratito ms, quieres? Ella hizo un gesto mohno, y acto seguido volvi a meterse en el dormitorio y cerr la puerta. Esa chica debe de haber credo que estbamos pronunciando su nombre coment Calvin. Yo te he preguntado qu te pareca ese tronquito dijo Markos. No he dicho chochito. Calvin sonri apenas, sin ofenderse. Rita era despampanante, y tambin una furcia. Los dos tenan la misma opinin respecto de las mujeres, incluso de las novias ocasionales que tuviera el uno o el otro. Qu tal est Dominique? dijo Markos. Actualmente vive en casa de mis padres. No quiere estar en su apartamento. Y puede que no vuelva nunca. No lo s. Podemos encontrar a otra persona que nos mueva la mercanca. Estoy de acuerdo. La cuestin es qu vamos a hacer con nuestro problema. Ese viejo ha estado a punto de violar por el culo a mi hermano pequeo. Y el blanco lo tena encaonado y miraba. Estar a punto no es violar. La diferencia es tan pequea que casi no se ve. Dile esa gilipollez a Dominique. Y qu pasa con el otro que los acompaaba en el negocio? Deon? Dominique dice que no particip. Hemos intentado dar con l para confirmarlo, pero no coge las llamadas. Lo ms probable es que a estas alturas su mvil est sonando en el fondo del ro Anacostia. Si es inteligente, lo habr tirado al marcharse de la ciudad. Pero l no me preocupa. Son los otros dos.

~196~

George Pelecanos

Sin retorno

Lo cual nos lleva a la pregunta del principio: qu vamos a hacer? Markos dio una calada al puro y mir a su amigo. Los dos eran luchadores duros y diestros que en su juventud haban llevado a casa con cierta regularidad trofeos de The Capitol Classic, el torneo anual de artes marciales que se celebraba en el Centro de Convenciones. Nunca se haban arredrado ante ningn tipo de confrontacin o reto fsico, pero esto era diferente, un paso que an no haban dado. Ninguno de los dos lo consideraba una decisin moral. Simplemente adoraban su estilo de vida y no deseaban ponerlo en peligro con la posibilidad de ir a prisin. He hablado con Alvin dijo Calvin. Alvin trabajaba en la gerencia de seguridad de un local que ellos frecuentaban. Tena un historial personal que lo relacionaba con el inframundo de la ciudad al norte. Y qu ha dicho? Que estos chicos preferiran una inyeccin letal antes que traicionarnos. Esa promesa y la forma en que la cumplen, as es como cultivan el negocio. Eso es lo que quieres hacer? No me lo cargues todo a m protest Calvin. Necesito que t tambin ests de acuerdo en esto. Markos indic con un gesto de cabeza el Razor que descansaba sobre la mesa. Haz la llamada. Calvin abri la tapa de su mvil.

Cunto tiempo vamos a seguir aqu sentados? pregunt Cody Kruger. No mucho, espero respondi Charles Baker. Sabes con seguridad que sta es su casa? La pgina buscapersonas me indic esta direccin. En esta zona haba tres Alexander Pappas, pero slo uno de la edad apropiada. Y esto est cerca de donde se crio. Tiene que ser l. Vale, pero por qu piensas que va a salir? Porque soy muy listo respondi Baker. Maana es el da que recogen basuras en Montgomery County. Ves todas esas latas y cubos de reciclaje que hay en la acera? Kruger contest: Aja.

~197~

George Pelecanos

Sin retorno

Pues el seor Alexander Pappas todava no ha sacado el suyo. Pero lo sacar. Todos estos urbanitas del extrarradio lo hacen la noche anterior para no tener que molestarse por la maana. Llevaban aproximadamente una hora en la calle. Dado que no haba nadie caminando por aquel vecindario, limpio y de clase media, y que muchas de las casas ya estaban a oscuras, pareca muy tarde. Haba llovido, y a consecuencia de ello las farolas presentaban un halo de neblina irisada. Por qu, simplemente, no vas y llamas a la puerta? Porque podra caerme una acusacin de allanamiento contest Baker en tono paciente. Quiero que salga a la calle, que es una propiedad pblica. Por detrs de ellos pas un coche cuyos faros barrieron el interior del Honda. Baker y Kruger observaron cmo pasaba junto a ellos, luego aminoraba la marcha y por fin se detena delante de la residencia de Pappas. Era un Acura coup de color azul claro, bien cuidado, un coche de mujer, pens Baker, hasta que vio que del asiento del conductor se apeaba un muchacho elegantemente vestido. Qudate aquorden Baker. Haba captado la situacin de golpe y decidi moverse deprisa porque era lo que deba hacer un hombre con decisin. Aqul tena que ser el hijo del tipo en cuestin, y era buena cosa. Entregando un mensaje al chico, se enviara un mensaje bien claro al padre. Haz lo que te digo, porque puedo acceder a tu familia. Puedo acceder y acceder. Baker recorri unos metros de calle mientras el joven, que deba de tener treinta y tantos, cerraba el coche con uno de aquellos artilugios que tena en la mano. Vio a Baker, que vena hacia l, y procur no parecer asustado, en vez de eso mir a Baker a los ojos y lo salud con la cabeza, pero no se detuvo y rode el coche con la intencin de llegar a la acera y meterse en casa. Espera un minuto, amigo dijo Baker bloquendole el paso, teniendo cuidado de no tocarlo ni acercarse demasiado. S? dijo John Pappas en tono amistoso pero cauto. ste es el domicilio de la familia Pappas? S. Yo vivo aqu. Qu puedo hacer por usted? Qu puedo hacer por usted? Baker estuvo a punto de soltar una carcajada. Ahora el muchacho adoptaba un tono de lo ms firme, como si fuera a defender el castillo y esas gilipolleces. Intentando ser lo que no era. Baker lo estudi: limpio y acicalado con ropa buena, camisa negra con los faldones por fuera, tal como les gustaba a todos aquellos jvenes tan estilosos. Al mirar a John Pappas, en su mente vio la palabra, brillando igual que un letrero luminoso a la puerta de un bar que se llamara Presa.

~198~

George Pelecanos

Sin retorno

Slo quisiera robarte un minuto de tu tiempo dijo Baker. De acuerdo?

Alex Pappas estaba acostado en la cama al lado de su mujer ya dormida, esperando que volviera a casa Johnny, cuando de pronto oy detenerse el motor del Acura. A continuacin oy las portezuelas de dos coches que se cerraban, la una detrs de la otra. Y poco despus de eso, voces. Se levant de la cama. Johnny nunca traa a nadie a casa a aquellas horas de la noche, ni amigos ni chicas. En aquel sentido era respetuoso. Por la ventana del dormitorio que daba a la fachada de la casa, vio a Johnny de pie en la calle, al lado de un hombre negro y mayor que l. Estaban hablando. El negro sonrea, pero Johnny no. Dos casas ms adelante haba un Honda viejo con el motor al ralent, echando humo por el tubo de escape. Pareca haber un joven blanco sentado al volante. Alex se puso rpidamente unos vaqueros y unas zapatillas New Balance. Como no tena en casa pistolas ni armas de ninguna clase, agarr la linterna, pesada y de mango alargado, que tena junto a la cama, sin hacer caso de Vicki, que se haba despertado y le preguntaba: Qu pasa? Alex, qu es lo que pasa? Pas junto a la habitacin de Gus y corri escaleras abajo.

Y dice que es amigo suyo? Bueno, no estoy diciendo que seamos amigos, exactamente respondi Baker. Conocidos, ms bien. Disculpe dijo John. La verdad es que tengo que entrar. Intent rodear a Baker, pero ste volvi a colocarse delante de l. No he terminado dijo Baker. Se llev el dedo ndice al rabillo del ojo y tir hacia abajo hasta que el prpado descendi de manera pronunciada. El que le hizo eso a tu pap fui yo. Como lo oyes. Yo. John entrecerr los ojos y sinti un calor que le suba a la cara. Vaya al grano. Uf, pero mrate dijo Baker con una risita. Tienes los puos cerrados y la cara toda congestionada, igual que un animalito furioso. No irs a pegarme, verdad? Mrchese de aqu.

~199~

George Pelecanos

Sin retorno

Muy bien. Baker lanz una carcajada. Me marcho. Pero no porque me lo diga un to como t. Di a tu viejo que he venido a verlo. Dile que cincuenta mil dlares. Eso es todo lo que tiene que saber. Dentro de poco me pondr en contacto con l para organizado. Y si llama a las autoridades, el que sufrir sers t. Me has entendido, chulito? Pues dselo a l. Baker emprendi el regreso hacia el Honda. Oy que se abra la puerta de la casa, luego una voz autoritaria y unas pisadas rpidas sobre el hormign, pero no alter el paso y se dirigi al asiento del pasajero del Honda, se volvi y sonri al tipo descamisado y de mediana edad que vena corriendo hacia l enfurecido y portando en la mano algo que pareca una porra de hierro. Abri la portezuela y se dej caer en el asiento. Vmonos orden. Kruger aceler y se alej del bordillo. Alex Pappas sali disparado detrs. Corri unos metros junto al Honda y cuando ste lo adelant continu persiguindolo, sabiendo que ya no iba a poder alcanzarlo. No te acerques a mi familia! chill. El Honda dobl la esquina y se perdi de vista. Alex afloj la zancada y por fin se detuvo en mitad de la calle. Se inclin hacia delante y procur recuperar el aliento. El corazn le lata con dificultad en el pecho. Pap dijo John a su espalda. Pap, no pasa nada. Alex se incorpor y dio media vuelta. John haba sacado el mvil y estaba haciendo una llamada. Pero Alex se lo quit de la mano. No le dijo. Nada de polica. Ests de broma? Ya te lo explicar. Venga, vamos a entrar en casa. Se movieron en direccin a la casa, Alex rodeando a su hijo con el brazo. Ests bien, pap? S. Te ha dicho cmo se llamaba? Me ha dicho que era el hombre que te hizo lo del ojo. No te ha hecho dao, verdad? No. John se fij en la linterna y dirigi a su padre una sonrisa afectuosa. Qu ibas a hacer con eso? Y yo qu s. No tena ningn plan. Nada ms ver a ese tipo aqu fuera contigo, la he agarrado y he echado a correr. Vicki los estaba aguardando a los dos en la puerta de la casa.

~200~

George Pelecanos

Sin retorno

Era muy tarde cuando Raymond recibi la llamada en su mvil. Se encontraba en casa de su madre, sentado en el antiguo silln reclinable de su padre, viendo la televisin sin verla, como les ocurre a las personas cuando estn pensando con intensidad. El telfono le son dentro del bolsillo, y al contestar oy la voz de Alex Pappas. Haba desaparecido aquel tono afable que haba llegado a resultarle tan agradable y tan cmodo en los dos das anteriores. Alex describi la visita de Charles Baker, el intento de extorsin y la conversacin que haba tenido con John. Ha estado hablando con mi hijo, delante mismo de mi casadijo. Donde duerme mi mujer. Entiendes, Ray? Ha venido a mi casa y ha amenazado a mi hijo. Entiendo respondi Raymond. Has...? No. No he llamado a la polica. Pero la prxima vez la llamar. Te lo digo para que quede bien claro. Me queda claro dijo Raymond. Gracias, Alex. Gracias por pensar en mi hermano. Tienes que hacer algo dijo Alex, ya sin la furia de antes. Y voy a hacerlo asegur Raymond. A continuacin llam a James, esta vez al apartamento de Fairmont. Dnde para Charles Baker? le pregunt. Por qu? T dmelo. No lo s exactamente. Duerme en una casa compartida situada en Delafield. Una de esas viviendas para gente que est con la condicional. Dijo que estaba ubicada en el bloque 1300, en el distrito Noroeste. Raymond cort la llamada con brusquedad. Se levant del silln y fue al stano, sin hacer ruido para no despertar a su madre. All, sobre un banco de trabajo, encontr las herramientas de su padre guardadas en una caja de acero. Ernest Monroe, el mecnico de autobuses, las conservaba ordenadas y limpias. Desde que falleci, Raymond las haba utilizado muy pocas veces y las haba dejado cada una en su sitio, tal como hubiera querido su padre. Ernest nunca haba tenido una pistola en casa. Deca que era peligroso e innecesario, que habiendo cros no sera ms que una tentacin que dara lugar a una tragedia. Pero en cambio haba modificado algunas herramientas y se las haba sealado a sus hijos, por si acaso la familia tuviera necesidad de protegerse. Una de ellas era un destornillador de

~201~

George Pelecanos

Sin retorno

mango fuerte y cabeza plana cuyo extremo Ernest haba fresado en el banco de trabajo hasta darle una forma en punta. Raymond sac el destornillador de la caja.

~202~

George Pelecanos

Sin retorno

Captulo 23

De camino al trabajo, muchas veces Alex Pappas se detena a llenar el depsito de gasolina de su Cherokee en la estacin autoservicio de Piney Branch Road. Y tena dos razones para ello: en aquella estacin en particular la gasolina era relativamente barata, y, si quera, mientras estaba all poda echar un vistazo a su inversin inmobiliaria, que se hallaba situada justo detrs. No era inteligente tener una propiedad sin alquilar, ya que la ausencia de inquilinos dejaba al dueo a merced de los vndalos y posiblemente hasta de los okupas. Pero Alex no tena muchos motivos para preocuparse, puesto que su propiedad se encontraba en un vecindario decente y era visible desde una calle muy transitada. Adems, estaba bien fortificada por su diseo de ladrillo liso y sin ventanas. La compaa elctrica haba construido la subestacin con la intencin de confundirla, en la medida de lo posible, con las dems viviendas de aquel barrio. As y todo, por ms seguro que fuera el edificio, necesitaba encontrar una persona que lo alquilase, aunque slo fuera para que Vicki dejara de darle la lata. Vicki llevaba razn, por supuesto; casi siempre llevaba razn cuando se trataba de dinero. Alex estaba sopesando estas cosas, contemplando su edificio, mientras tena la boquilla del surtidor dentro de la toma de gasolina de su vehculo. Vea el portn ancho y de chapa corrugada que tena el edificio en la fachada y el pequeo aparcamiento que se extenda delante, el cual el iran, el ltimo inquilino, haba ampliado pagando l el gasto, a fin de alojar a los clientes a quienes venda alfombras y moquetas. Cuando el depsito ya estuvo lleno, Alex fue con el coche hasta la fachada del edificio y aparc. Sac de la guantera su cinta mtrica Craftsman y un juego de llaves que inclua una que abra el portn. Un poco ms tarde bajaba conduciendo por Piney Branch Road, tamborileando con los dedos sobre el volante. Piney Branch Road se convirti en la calle Trece, y un poco ms adelante gir para tomar New Hampshire Avenue y dirigirse hacia Dupont Circle. Era la misma ruta que llevaba tomando desde haca ms de treinta y cinco aos. La mayora de los das, llevaba el pensamiento puesto en las minucias cotidianas y en cosas sin importancia. Pero hoy, no.

~203~

George Pelecanos

Sin retorno

Raymond Monroe encontr a su madre en el cuarto de estar, viendo un telediario matutino en la televisin. Llevaba en la mano la bolsa de fin de semana. Me voy, mam. A trabajar? S. Te he odo hablar por telfono con esas personas del hospital. Decas no se qu de un compromiso. S, tengo que ocuparme de un asunto. Estaba dicindoles que iba a llegar un poco ms tarde. Y, por lo que veo, esta noche no piensas venir a casa. Voy a quedarme con Kendall y su hijo. No me pasar nada. Ya lo s. Eres como el conejito de Duracell. A se tambin se le agotarn las pilas alguna vez. Almeda Monroe mir a su hijo de arriba abajo con sus hermosos ojos hundidos en un rostro que el tiempo haba surcado de arrugas. Le va bien a tu hermano? Est bien. Bebe demasiada cerveza, pero bueno. Tu padre tambin. Si eso es lo peor que se puede decir de un hombre... Exacto. Yo me cas con un hombre bueno. Y crie a dos buenos hijos. Yo dira que mi vida ha sido un xito, t no? S, seora respondi Raymond. Se inclin y la bes. Te llamo esta noche, vale? Que tengas un da lleno de bendiciones, Raymond. Yendo calle abajo en su Pontiac, pas por delante de la casa de Rodney Draper. Se acord de que tena que hacerle una llamada, y la hizo mientras conduca en direccin noroeste, a una calle que se llamaba Delafield.

Pappas e Hijos. Quisiera hablar con Alex Pappas, por favor.

~204~

George Pelecanos

Sin retorno

Alex, de pie ante la caja registradora, se volvi para mirar a su espalda. John, Darlene, Blanca, Juana y Tito estaban empezando a movilizarse para la hora punta del almuerzo, sin que hiciera falta decirle a ninguno que lo hiciera, llevando a cabo las tareas propias de sus respectivos puestos. Al habla. Soy Rodney Draper. Le estoy devolviendo la llamada. Me alegra que me llame. En fin, para serle franco, no le habra llamado, dadas las circunstancias. Ha sido Ray Monroe el que me ha rogado que lo ayudase. Me ha dicho que usted ha cumplido su parte del trato, que yo desconozco a qu se refiere. Me ha dicho que le proporcione toda la informacin que necesite. Ya tengo lpiz. La mujer se llamaba Elaine Patterson. Los cros de Heathrow la llamaban siempre seorita Elaine. Actualmente tendra ochenta y tantos aos y mala salud. Haba sufrido un ictus y viva en una residencia de ancianos situada en Layhill Road, pasada la estacin de metro Glenmont de Wheaton. Es uno de nuestros ciudadanos ms preciados. La seorita Elaine estudi en la escuela unificada, antes de que los tribunales introdujeran a nuestros hijos en el sistema pblico. El ictus le merm varias funciones cerebrales y le agudiz otras. Tiene recuerdos muy vividos del pasado lejano, pero es muy frecuente que no se acuerde de lo que hizo ayer. Habla de forma entrecortada y no puede leer ni escribir. Cuando tengo un rato, yo hago con ella ejercicios orales de historia. Tendr en cuenta su salud. Le prometo que no pasar mucho tiempo con ella. Le importara decirle que voy a ir a verla, para que no se sobresalte? Cmo no. Pero no estoy muy seguro de lo que est usted buscando exactamente. Gracias, seor Draper. Le agradezco la llamada. Alex colg el telfono y al volverse vio a Darlene detrs de l. Lo miraba con sus grandes ojos pardos, debajo de los cuales ya se advertan unas bolsas. Por un momento l vio a la jovencita de peinado afro y gorra de chico repartidor de peridicos cubierta de espejitos decorativos, y sonri. Qu, estabas escuchando lo que deca? Pues no. Vengo a decirte que hoy estamos sin rosbif. He visto entrar uno esta maana.

~205~

George Pelecanos
Huele raro. No se lo servira a mi perro.

Sin retorno

Tienes que llamar al carnicero y decirle que nos traiga uno antes de que empiecen los almuerzos. No va a gustarle, pero que se aguante. Estaba pensando que podamos encargarle eso a Johnny. Que experimente en sus carnes el conflicto que tenemos t y yo todos los das. Va a tener que acostumbrarse a solucionar problemas como se. Cierto. Sobre todo ahora que t desapareces cada vez ms. Aja. Hoy tambin te vas a ir antes de la hora, cielo? La verdad es que s. No estars pensando en dejar a tu vieja amiga totalmente sola, verdad? Totalmente, no. John no est preparado para encargarse del cien por cien. Pero s que vas a verme menos por aqu, y eso significa que vas a estar un poco ms presionada. No te preocupes, ya te subir el sueldo. Ya empiezas a malcriarme otra vez. Te lo mereces. Este local no funciona sin ti. Me estoy poniendo colorada? Porque noto una especie de calor. Djalo ya dijo Alex. Venga, preprate para los almuerzos. La contempl mientras se alejaba caminando sobre las esterillas de caucho, haciendo girar la esptula al ritmo de la msica que llevaba en la cabeza.

Raymond Monroe estacion el Pontiac en medio de Delafield Place y examin el edificio. La mayora de las construcciones que haba all eran casas coloniales individuales, provistas de amplios porches delanteros de columnas pintadas de blanco, levantadas a la sombra de robles enormes y asentadas sobre una ligera pendiente. Era una calle encantadora, y Monroe no vio que fuera una ubicacin viable para una vivienda de delincuentes. Pero conforme fue recorriendo el edificio con la mirada, advirti que aquellas casas no eran tan lujosas. Las fachadas eran de yeso con apariencia de piedra, en lugar de madera o vinilo, y teniendo en cuenta los jardines descuidados y llenos de hierbajos y los cacharros desvencijados que haba aparcados delante, haba dos o tres candidatas que llevaban la marca ruinosa de viviendas compartidas por delincuentes. Con slo llamar a cualquier puerta habra sabido lo que necesitaba saber. Los residentes veteranos que se enorgullecan de sus casas

~206~

George Pelecanos

Sin retorno

siempre estaban deseosos de sealar con el dedo las viviendas de quienes tendan a cuidar menos de sus propiedades. Pero no quera que nadie lo recordase ms adelante. Entornando los ojos, se fij en que los buzones estaban repletos de folletos y cartas. El cartero pasaba temprano por all, y eso era bueno. Monroe se ape del Pontiac y se ajust la cazadora de nailon. El destornillador, con la punta cubierta por un corcho, lo llevaba dentro del bolsillo interior de la cazadora, con el mango hacia arriba y la punta hacia abajo. Fue hasta la primera casa destartalada que estaba ms cerca de su coche y subi al porche mirando al mismo tiempo la calle. Fue directamente al buzn y examin su contenido a toda prisa. Un perro se precipit a la puerta de entrada y se puso a ladrar. Monroe vio que todas las cartas iban dirigidas a dos personas que tenan el mismo apellido, y abandon el porche y baj a la acera. El perro todava continuaba ladrando cuando cruz la calle y se encamin hacia una casa de fachada de falsa piedra pintada de rosa y verde. El jardn necesitaba que le cortaran el csped, y en el porche haba varias sillas viejas. Monroe examin el buzn. Contena cartas y material publicitario dirigido a diversos nombres masculinos. Sinti que se le aceleraba el corazn cuando llam con los nudillos en la puerta. Cuando sta se abri, apareci ante l un tipo que tena una nariz sumamente cmica, por lo larga. S. Vive aqu Baker? pregunt Monroe. El otro parpade con fuerza. Est aqu. Monroe penetr en el vestbulo de la casa. Le dijo al otro con los ojos que se hiciera a un lado y lo dejara pasar. Ante s tena una larga escalera. A su costado, ms all de unas puertas dobles que se encontraban abiertas, haba un saln que en otra poca debi de estar bellamente amueblado, pero que ahora estaba hecho un desastre. En un silln hecho trizas estaba sentado un hombre corpulento con la seccin de deportes abierta sobre las rodillas. Dnde est? pregunt Monroe. Quin es usted? dijo el corpulento. Dnde est? pregunt Monroe al tipo de la nariz de trombn. Estar durmiendo, lo ms seguro. Usted no es su agente de la condicional dijo el corpulento. En qu habitacin est durmiendo?

~207~

George Pelecanos

Sin retorno

Usted no es su agente de la condicional, y no tiene derecho a entrar aqudijo el corpulento. Si estuviera hablando con usted, ya se enterara replic Monroe. Voy a llamar a la polica. Nada de eso. El corpulento baj la vista al peridico. Monroe centr la atencin en el napias. Qu habitacin es la suya? El otro seal con la cabeza el piso de arriba. La primera puerta a la derecha del bao. Monroe empez a subir la escalera. La furia que llevaba dentro aument de intensidad cuando lleg al rellano y se dirigi a la puerta cerrada para propinarle una patada en la jamba. La puerta se abri de golpe, y l impidi que volviera a cerrarse y entr. Charles Baker, en calzoncillos, estaba retirando las sbanas y sacando los pies de la cama. Monroe extrajo el destornillador en un solo movimiento, le quit el corcho de la punta y se arroj sobre la cama. Golpe a Baker con un fuerte izquierdazo en la mandbula que volvi a tumbarlo en el colchn. Acto seguido se sent sobre l a horcajadas y le apoy el antebrazo en el pecho para inmovilizarlo, a la vez que le pona la afilada punta del destornillador en lo alto del cuello. Apret hasta que el metal perfor la piel y Baker dej escapar un gemido. Un hilo de sangre le resbal por la manzana de Adn. Cllate le dijo Monroe en voz baja. No hables. O te meto este pincho recto hasta el cerebro. Los ojos color avellana de Baker se quedaron inmviles. No te acerques a Pappas ni a su familia. No te acerques a mi hermano jams en tu vida. O te mato. Me has entendido? Baker no reaccion. Monroe empuj un poco ms el arma y vio que la punta se hunda un poco ms en la pie! de Baker. Ya le corra la sangre cuello abajo. Baker emiti un leve sonido agudo acusando el dolor, pero sus ojos permanecieron fijos. Fue Monroe el que parpade. Sinti una nusea y un sbito escalofro. La furia desapareci. Retir el destornillador del cuello de Baker, se quit de encima de l y se apart de la cama. Baker se limpi la sangre. Se incorpor a medias, con la espalda contra la pared, y se frot la mandbula en el punto en que Monroe le haba propinado el puetazo. Mir a Monroe y sonri. No puedes dijo Baker. Hubo una poca en que podas, pero hoy ya no. Exacto respondi Monroe. No es mi forma de ser, y yo no soy como t.

~208~

George Pelecanos

Sin retorno

James y Raymond Monroe dijo Baker con desprecio. Los chicos buenos del barrio. Hijos de Ernest y Almeda. Vivan en esa casita tan limpia que todos los aos reciba una mano de pintura. Todo tan limpio y tan bonito. Lo nico que le faltaba era la tarta de manzana enfrindose en la ventana y los pajaritos revoloteando alrededor de ella. Erais los afortunados. Cuando eras joven te hicieron dao dijo Monroe, pero eso ya no te sirve de excusa. Yo merezco cosas. Djanos en paz, Charles. Lo pensar repuso Baker. Monroe volvi a guardarse el destornillador en la cazadora, sali de la habitacin y baj las escaleras. Los hombres que estaban en el cuarto de estar no lo miraron cuando abandon la casa. En su habitacin, Baker se apret el cuello con los dedos y sali al rellano de la escalera. Trombn dijo en direccin al cuarto de estar. Te necesito aqu arriba, to. Y trete tambin ese botiqun que tienes. Trombn, la madre de aquella casa, cort la hemorragia de la herida lo mejor que pudo, limpi sta y aplic Neosporin y despus Mastisol, un adhesivo lquido. A continuacin puso encima una gasa. Casi inmediatamente, sta se ti de sangre. Ser mejor que te lo vea alguien dijo Trombn. S, est bien. Baker se puso un pantaln negro y una camiseta color lavanda y se calz unas botas de cuero que parecan caimanes. Encima se puso su chaqueta morada de pespunte blanco en las solapas. No estaba conmocionado; se senta casi jovial mientras se preparaba para salir de casa. La visita de Ray Monroe no haba hecho ms que confirmarle lo que ya saba. Era como uno de esos animales fuertes que se pasean orgullosos a la vista de todo el mundo, un cazador que no tena necesidad de disimular sus intenciones. Porque, quin iba a detenerlo? Nadie, al parecer, tena voluntad de hacerlo. Charles Baker enfil Delafield este a pie. Tomara el 70 en Georgia Avenue para ir al apartamento de Cody. El chico estaba fuera, entregando sus pedidos de mercanca, pero regresara. Y entonces l redactara otra carta, esta vez dirigida a Pappas, sin ninguna de las cortesas que incluy en la carta que le escribi a Whitten. Cody poda ayudarlo con la ortografa y la gramtica. No era tan listo como James Monroe, pero tendra que servir.

~209~

George Pelecanos

Sin retorno

Iba canturreando por la calle, caminando con seguridad en s mismo, con las nudosas muecas sobresaliendo de las mangas un poco cortas de la chaqueta y las manos colgando.

~210~

George Pelecanos

Sin retorno

Captulo 24

Alex Pappas, con la cabeza inclinada, contaba billetes de un dlar bajo el mostrador sin ningn objetivo real, ms bien porque le gustaba el tacto del papel moneda al moverse entre los dedos. Mientras trabajaba iba dando la vuelta a los billetes para que la cabeza de George Washington quedase siempre en la misma posicin. Para su padre esta costumbre era un fetiche intil, y para l se haba convertido en lo mismo. Por el poco ruido que haba en el local se dio cuenta de que ya haba finalizado la hora punta del almuerzo. Lo supo tambin por el sol, que justo empezaba a penetrar por la cristalera. No le fue necesario mirar el reloj de Coca-Cola para saber qu hora era. Despus de los billetes de uno se puso a contar los de cinco, los de diez y los de veinte, y luego volvi a colocarlos en sus respectivos cajetines. Tom nota del solitario billete de cincuenta que haba deslizado por debajo de la caja registradora. Haciendo un recuento del porcentaje medio del dinero en efectivo en relacin con las ventas con tarjeta de dbito, era capaz de calcular la facturacin del da. Haba pasado su vida de adulto trabajando con aquella caja, y se haba vuelto un experto en matemticas al por menor. Cerr la caja y se alej por detrs del mostrador, pisando las esteras. Se despidi de Juana y de Blanca, que estaban rindose de algo que alguna de ellas haba dicho en espaol, y se acerc a John y a Darlene, que estaban hablando del men de la semana siguiente. Por lo visto, todos estaban de muy buen humor. Era viernes. Coge la cazadora le dijo Alex a John. Vamos cinco minutos afuera. Y a continuacin le pregunt a Darlene: Dnde est Tito? Ese machote ha salido a entregar un pedido. Ya he visto el recibo. Era para la Veintids y L, as que ya debera haber vuelto. Dale un toque al mvil y dile que deje de socializar. Que se amontonan los platos y los cubiertos. Entendido contest Darlene. Te vemos el lunes, no? Pienso abrir replic Alex. Como todos los das. Alex y John cogieron las cazadoras que tenan colgadas en un perchero situado junto al lavavajillas, atravesaron el mostrador y salieron por la

~211~

George Pelecanos

Sin retorno

puerta principal. Una vez fuera, John sigui a su padre hasta el parapeto decorativamente flanqueado por sendos arbustos. Alex se sent en el parapeto y se qued mirando los minsculos fragmentos de cuarzo incrustados en el hormign. Cuando era pequeo, me pasaba el da entero saltando este muro coment Alex. Y nosotros tambin dijo John. Gus y yo. Mientras t trabajabas dentro, nosotros jugbamos fuera. Alex se los imagin a los dos, John con unos once aos y Gus alrededor de seis, John de pie en el lado ancho del parapeto, preparado para sostener a su hermano pequeo en el caso de que ste se trabara el taln de la zapatilla en el hormign y resbalara. Ya me acuerdo dijo Alex, frotndose el hombro de manera inconsciente. Pap, te encuentras bien? Estoy bien. Ha sido la carrera que te echaste anoche rio John, sin camisa. Estaba bien atractivo, a que s? En serio, pap. El abuelo muri del corazn. Tienes que cuidarte. Aah. Alex hizo un gesto con la mano para quitarle importancia. Mi padre fumaba y llevaba una alimentacin inadecuada. Yo me mantengo en forma. Ya lo s. Pero no voy a durar para siempre. Tenemos que hablar. Del futuro, quiero decir. Quiero dejarlo todo en orden contigo, por si acaso la palmo. Pap, no seas tan griego. Slo digo que quiero que sepas cules son mis intenciones. De acuerdo. Ves esa cristalera? S. Si se cuentan los primeros tiempos, cuando empec a trabajar para mi padre, llevo cuarenta aos mirando esta calle a travs de ese cristal. Es como si siempre hubiera estado viendo la misma pelcula, una y otra vez. Ya es hora de mirar alguna otra cosa. Vas a vender el negocio? No. Pero vamos a probar algo nuevo, a partir de la semana que viene. Trabajar los dos juntos no nos va a traer nada bueno. T no vas a aprender gran cosa estando yo presente, y teniendo en cuenta lo deprisa

~212~

George Pelecanos

Sin retorno

que te ests poniendo al corriente de todo, yo me estoy volviendo ms intil que las tetas de una mula. No te entiendo. Las mulas son estriles. No pueden tener mulitas, de modo que las tetas no les sirven para nada. No va a haber descendientes que mamen de ellas. Lo que te pregunto es qu es lo que ests intentando decirme. Por qu no hacemos una cosa: a partir del lunes, yo abro la cafetera como siempre. Me gusta esa hora del da, y t eres un joven que an necesita tener vida social. Me acuerdo de cuando yo era joven y trabajaba aqu, y tena que levantarme a las cinco de la maana. Ello dejaba huella en mi vida amorosa, porque no poda salir por la noche. Alex se seal el ojo malo con gesto natural. Y adems tena esto. Pero ninguna de esas cosas te impidi conquistar a mam. Eso fue uno de esos casos en los que funciona la qumica. Alex sonri de manera lasciva. La primera vez que entr en el magazi, ya no pudo quitarme los ojos de encima. Deja de fanfarronear. Bueno, pues como digo, abrir, y t puedes pensar en aparecer a eso de las ocho, para preparar los desayunos. Yo me quedo hasta la primera hora del almuerzo y me voy a la una. Poco a poco, mi horario ir reducindose y el tuyo ir amplindose. Iremos vindolo sobre la marcha, pero no creo que tardes mucho en ser capaz de dirigir todo el tinglado t solo. Pap, yo... John se mir los pies. Por una vez, te he dejado sin habla. No puedo decir que no quiera eso. S que lo quiero. Pero no esperaba que me entregaras las riendas. Nunca he pensado que tuviera derecho. Lo vas a hacer muy bien. No tengo la menor duda. Pero tienes que comprender la magnitud de dicho compromiso. No somos propietarios del local. El capital que tenemos es el negocio en s. Todos los das hay que empezar desde cero. Todos los das hay que hacer girar esa llave. Los empleados se ponen enfermos, pero t no puedes. Ellos toman vacaciones, pero t no puedes. Si echas el cierre a la puerta y te vas de vacaciones... Los clientes se buscarn otro sitio. Rete si quieres. No me estoy riendo. Te estoy diciendo que te esperan muchos retos. Ya sabes lo que est ocurriendo con las grandes cadenas comerciales. T mismo dijiste que no

~213~

George Pelecanos

Sin retorno

puedes competir con ellas. La gran incgnita es el casero nuevo y la administradora de la propiedad. Estn intentando subir la renta. Deja que sea el seor Mallios el que negocie con esos malakas. Los pondr de rodillas. John volvi la cabeza. Por la calle N vena Tito, charlando con una mujer que tendra cinco o diez aos ms que l. Era una profesional vestida de traje y al parecer estaba disfrutando de la compaa del muchacho. A ese chico lo vuelven loco las mujeres coment Alex intentando mostrarse desengaado, pero transmitiendo admiracin. Tito se despidi de la mujer, se separ de ella y se dirigi hacia la cafetera. Vienes tarde le dijo Alex cuando lo tuvo cerca. Es que he estado... Tengo ojos. Tienes platos esperndote. Venga, Tito, mueve el culo. Sbete al caballo. Tito asinti y se apresur a entrar por la puerta principal del local. Es un buen trabajador dijo John. Lo son todos repuso Alex. La mejor plantilla que he tenido nunca. Esto no funciona gracias a ti, ni a m, sino gracias a los empleados. Has de cuidar de ellos, John. De vez en cuando vendr una semana floja, facturas que tarden en pagarse. Habr ocasiones en las que a lo mejor no puedas cobrar t. Pero, aunque tenga que salir de tu propio bolsillo, siempre tienes que cuidar de los empleados. Cercirate de que el da de paga no les falte un cntimo. Prstales dinero cuando lo necesiten. En Navidad, mete un poco de dinero de ms en los sobres, para que sus hijos y sus nietos puedan tener regalos. S, seor. Voy a conceder a Darlene un aumento de sueldo. Desde luego. Se lo merece. Y una cosa ms: espero de ti que sigas ayudando a los de Walter Reed. La persona de contacto es Peggy, en la casa Fischer. Le llevar postres estupendos al salir de trabajar. Se los llevar todos los das, si t consideras que as debe ser. A los soldados les gusta lo dulce. Tarta de melocotn, de queso con cerezas, cosas as. No te compliques con cosas raras. Entendido. John mir a Alex con gesto tmido. Pap. S.

~214~

George Pelecanos

Sin retorno

Si dejas el negocio en mis manos, te pedira que, en fin, que lo modernices un poco. Que modifiques un poco la decoracin. Ya me esperaba eso. No te importa? Hay dos cosas que te pido que no cambies dijo Alex: Una son las lmparas del mostrador. Ya s que no te gustan, pero las colgamos tu abuelo y yo juntos, hace muchos veranos. Esas lmparas significan mucho para m. Conforme. Y el letrero. El letrero se queda. No pensaba tocarlo, pap. Estoy orgulloso de l. Yo tambin. John Pappas tena los ojos brillantes de emocin. Alex se levant del parapeto y se plant delante de su hijo. Qu ocurre? le pregunt. Que voy a irme a vivir por mi cuenta respondi John. A un apartamento. Pienso que ya es hora. Si te apetece. Tengo veinticinco aos. No mola nada que t todava me esperes despierto por las noches. Veo que apagas la luz de tu habitacin cuando aparco delante de casa. No puedo evitarlo, Johnny. Pero mira, si quieres irte de casa, mi idea es que has de hacerlo. Llevo una temporada pensndolo. Si no me he ido antes ha sido porque crea que era mejor que viviera con mam y contigo. Que t queras tenerme en casa, despus de que muriese Gus. Lo s. Estabas hecho polvo. Porque Gus era... en fin, s que Gus era la persona ms importante de tu vida. John, no digas eso. No pasa nada por que lo reconozcamos todos. Gus era especial. No pasa nada por decirlo. John... As que pens que era importante que yo siguiera viviendo con vosotros. La verdad es que tambin os necesitaba, porque por dentro me senta muy mal. Yo tambin quera a Gus, pap. Gus era mi hermano pequeo. Ya lo s. Pero ya estamos mejor. Y as vamos a continuar.

~215~

George Pelecanos
John dio un paso hacia su padre.

Sin retorno

Alex lo atrajo a sus brazos y lo estrech con fuerza. Ambos permanecieron unos instantes abrazados bajo el letrero del local.

Alex regres en coche a Maryland. Una vez ms hizo un alto frente al edificio que tena en propiedad para estudiar ciertas cuestiones de espacio y de viabilidad que lo llevaban preocupando desde por la maana. Cuando termin de medir y calcular el interior, qued satisfecho al ver que su instinto no andaba equivocado. Mientras cruzaba Wheaton, en direccin a la residencia de ancianos en la que se encontraba Elaine Patterson, pens en su hijo John y en el dolor que vena sufriendo desde la muerte de Gus. En lo egocntrico y egosta que haba sido l. Le dola que Johnny supiera que Gus haba sido su hijo preferido. l no lo haba negado, y aquello era algo con lo que John iba a cargar en adelante, tal vez durante el resto de su vida. Ya llegara un momento en que pudieran hablar sin trabas de su relacin; pero de momento, entregarle las riendas del negocio, cosa que constitua un gesto y una afirmacin, ya era algo con lo que empezar. Pero ya estamos mejor. Y as vamos a continuar. No era del todo mentira. Era cierto que l estaba mejor de lo que haba estado. Haba terminado aceptando su tristeza. Se haba resignado a la idea de que jams iba a curarse de la muerte de Gus, de que llorara por l hasta que l mismo muriese. Pero tena a Vicki y a John. Las heridas que haba sufrido a los diecisiete aos estaban comenzando a sanar. Por delante tena un nuevo reto. Haba sitio para el dolor, y tambin para las cosas buenas.

~216~

George Pelecanos

Sin retorno

Captulo 25

Lady, la perrita de color castao que viva en la sala de Terapia Ocupacional del centro Walter Reed, cruz al trote el suelo enmoquetado para acercarse al sargento Joseph Anderson, que la haba llamado chasqueando los dedos de la mano derecha. La perrita le olisque la mano, se la lami, y permiti que Anderson la rascara detrs de las orejas. Cerr los ojos como si estuviera disfrutando de un sueo placentero. Cuando la rasco aqu, se vuelve loca dijo Anderson. Y eso que ni siquiera tiene que servirte de gua coment Raymond Monroe. El sargento Anderson tena el antebrazo izquierdo apoyado en una tabla acolchada. Raymond Monroe tom asiento a su lado y se puso a masajearle los msculos. Aquel brazo terminaba en una prtesis en forma de mano decorada con un tatuaje de continuacin, la palabra Zoso, que abarcaba carne y prtesis. No me gusta que una mujer me diga dnde poner la mano dijo Anderson. Me gusta buscar el sitio yo mismo. Te van los retos, eh? Cuando se ponen a gemir es como decir, s, he logrado algo especial. Como deca el cartel: misin cumplida. Monroe no dijo nada. Usted cree que me ir bien, Papi? A qu te refieres? A las mujeres. Voy a poder hacerlo cuando salga de aqu? Monroe mir al joven a los ojos. Deliberadamente, no mir las cicatrices enrojecidas y abultadas que se entrecruzaban por todo el lado izquierdo de la cara. Te ir de maravilla respondi. Lady se apart y se fue al otro lado de la estancia para acudir junto a un soldado que la haba llamado por el nombre. Ya no soy precisamente lo que se dice un tipo guapo, verdad? Yo tampoco soy Denzel Washington.

~217~

George Pelecanos

Sin retorno

No, pero seguro que de joven era usted un to bueno. Fardaba de lo lindo al sol, a que s? Pues s. Y eso mismo hars t. Vas a tener que quitarte de encima a las mujeres, chaval. Con esa personalidad que tienes. Cmo la llaman? Contagiosa. Te ir estupendamente. Ya veremos repuso Anderson. De todas formas, ltimamente tengo la sensacin de que, no s, de que ya se me han pasado los buenos tiempos. A usted le ocurre alguna vez? Claro dijo Monroe. Pero eso forma parte del hecho de ser de mediana edad. T acabas de empezar. Pues a m no me lo parece, seor. A lo mejor deberas hablar de todo esto con la loquera. Es ms fcil hablar con usted. Monroe frot los pulgares de Anderson profundizando hasta el braquiorradial, el msculo principal del antebrazo. Es curioso dijo Anderson. La gente cree que all estbamos viviendo un autntico infierno. Y desde luego, era muy duro. Pero en medio de la confusin de la guerra y del caos general que nos rodeaba, tambin haba... en fin, yo me senta en paz conmigo mismo. Se hace raro decirlo, pero es cierto. Todas las maanas me levantaba sabiendo exactamente en qu consista mi trabajo. No caba ni la duda ni la posibilidad de elegir. Mi misin no era liberar al pueblo iraqu ni llevar la democracia a Oriente Prximo, sino proteger a mis hermanos. Y eso era lo que haca, y jams me he sentido ms feliz. No se ra de m, pero el ao que pas en Iraq fue el mejor de toda mi vida. No me ro repuso Monroe. Dicen que los hombres necesitan tener una meta. T tenas tu misin, y por eso te sentas bien. Eso es lo que me tiene deprimido, Papi. Debera estar all, con mis hombres. Porque no he terminado. Ahora, cuando me despierto por la maana, tengo la sensacin de que me falta un motivo para levantarme de la cama. Quieres hacer algo? Pues sal y cuntale tu historia a la gente. Cuenta lo que hiciste. En estos momentos, los habitantes de este pas estn tan divididos que necesitan muchachos buenos como t que les digan que formamos una sola comunidad. Que tenemos que reconstruir. No me coloque en un pedestal. No me siento orgulloso de todas las cosas que he hecho. Yo tampoco. Monroe dej de trabajar el brazo de Anderson. Mira, sargento. A medida que vayas cumpliendo aos irs dndote cuenta de una cosa. Con suerte, la comprenders ms deprisa que yo. Que la vida es larga. La persona que eres ahora, las cosas que has hecho, esa sensacin

~218~

George Pelecanos

Sin retorno

que tienes de que el mundo ya jams ser tan bueno como antes; nada de eso tendr importancia cuando vayas hacindote mayor. La tendr slo si t lo permites. Yo no soy la persona que era de joven. Precisamente hoy he tenido un incidente que... digamos que he tenido que caminar muchos kilmetros para darme cuenta de lo mucho que he cambiado. Lo que uno haya hecho anteriormente ya no importa. Lo que importa ahora es de qu manera uno va a realizar el cambio radical. No te va a pasar nada. Todo eso lo ha sacado de una tarjeta de felicitacin, Papi?" Que te den, to. Monroe se sonroj. Ya te digo que hables con un profesional. Debera haberme dado cuenta de que un fan de los Redskins tena que ser un optimista. Yo no veo en su futuro ninguna Super Bowl, estando al mando el entrenador Gibbs. Cuntos aos tiene, noventa? Te parece viejo? Pues si el entrenador de los Cowboys llevara los pantalones ms arriba, se asfixiara l solo. Ya nos veremos este otoo. Dos veces dijo Monroe. Volvi a aplicarse a la tarea. Le dio la vuelta al brazo de Anderson y comenz a trabajar los flexores del cubito y del radio. Sabes, me parece a m que tienes una depresin de verdad dijo Monroe. Deberas hablar con la loquera del centro. No es tan divertida como usted gru Anderson. Eso da gustirrinn, doc. No soy mdico. Pues lo parece. Gracias.

Alex Pappas lleg a la residencia situada en Layhill Road y hall a la seorita Elaine Patterson en el comedor colectivo, ubicado no muy lejos del mostrador de recepcin en el que se haba registrado. Un celador le seal una anciana de cabello blanco y ralo y gafas que estaba sentada en una silla de ruedas ante una mesa redonda en compaa de otras mujeres de su edad. Llevaba puesto un babero y le estaban dando de comer con una cuchara. Alex se sent, se present, y como reaccin recibi nicamente contacto visual. Al salir de la ciudad haba comprado unos claveles en una tienda de comestibles, y le dijo a la anciana que eran para ella, pero los conserv de momento sobre las rodillas. Una vez expresadas las cortesas debidas, no intent trabar conversacin con ella. No deseaba hablar del incidente delante de la

~219~

George Pelecanos

Sin retorno

mujer que le estaba dando la comida, una africana, a juzgar por su acento. Quera que disfrutase de lo que estaba comiendo, por poco apetecible que pareciera a la vista. Adems, en aquel comedor haba mucho ruido: conversaciones repetidas, rdenes y peticiones trasmitidas a gritos a los empleados y la voz de una mujer que estaba lanzando tacos igual que un rapero sin que nadie le hiciera caso. En una sala contigua al comedor haba una mujer tocando el piano y cantando One Love, One Heart en tono desafinado. La seorita Elaine Patterson se encontraba en un estado penoso. Tena un lado de la cara, adems de hundido y cado por el paso del tiempo, obviamente paralizado, y la mitad izquierda de la boca torcida y babeante. La mano izquierda tena forma de garra, la pierna izquierda se vea hinchada y carente de tono muscular. Hablaba de forma entrecortada, con largos silencios entre una palabra y otra, y ligeramente gangosa. Deba de tener hijos y nietos, pens Alex. Permanece viva por ellos. Cuando le hubieron limpiado de la barbilla la ltima gota de compota de manzana, Alex le dijo a la celadora africana que l se encargara de llevar a la seorita Elaine a su habitacin. La celadora le pregunt a la anciana si estaba de acuerdo, y sta dijo que s. Alex la llev por un largo pasillo, ms all del puesto de enfermera. Conforme iba pasando junto a las habitaciones de los residentes, a Alex le lleg el sonido de los concursos de televisin que stos estaban viendo con el volumen a todo trapo. El olor a orines y a excrementos era dbil pero inconfundible. La habitacin de la anciana era individual y daba al aparcamiento. Alex la dej en la silla de ruedas, al lado de la cama, y baj el volumen del televisor, en el que se vea una pelcula en blanco y negro de la TCM. Puso los claveles en un jarrn que contena un ramo de margaritas mustias y con los bordes ya marrones, quit stas y puso el jarrn debajo del grifo. Volvi a colocar el jarrn en su mesita, sobre la que tambin haba numerosas fotografas de personas de mediana edad, veinteaeros, nios pequeos y hasta bebs. Acerc una silla y volvi a presentarse repitiendo el nombre que ya le haba dicho en el comedor. Le dijo el motivo de su visita y le asegur que no pensaba quedarse mucho tiempo. Me ha llamado... Rodney dijo ella, una manera de indicarle que procediera. Entonces sabr que yo era uno de los chicos que fueron a Heathrow Heights. S contest la anciana, y le seal la cara con un dedo de la mano que le funcionaba. Charles Baker. Eso es. Yo soy el chico al que dieron la paliza. Alex desvi la mirada un instante y luego la pos de nuevo en los ojos negros de la

~220~

George Pelecanos

Sin retorno

anciana, agrandados por las lentes de las gafas. Yo estaba en el suelo, boca abajo. No vi el acto mismo del disparo. Ni yo... tampoco. Pero en el juicio usted refiri lo que haba presenciado. La seorita Elaine afirm con la cabeza. Se sirvi de la mano buena para acomodar la mala sobre el regazo. Yo la vi de pie en el porche de la tienda dijo Alex. Y luego se meti dentro. Porque... iba a haber... problemas. Usted lo vio todo por la ventana. Y luego se volvi para llamar a la polica. Para decrselo... al dueo. Para decirle que llamase a la polica. Pero qu vio usted antes de apartarse de la ventana? La seorita Elaine se quit las gafas y se limpi los ojos con el dorso de la mano. No se senta molesta. No estaba negndose a contestar. Estaba pensando. Vi... al muchachote blanco... salir del coche. Vi que le daban un puetazo. El pequeo... usted... intent echar a... correr. Pero lo tiraron al suelo de... una patada. Uno de los hermanos Monroe tena una pistola... en la mano. El de la pistola De pronto se interrumpi. Alex aguard, pero la anciana no deca nada. Por favor, contine. Llevaba una camiseta... con el nmero diez. Charles estaba gritando... al de la pistola. Charles era... siempre malo. Y qu sucedi despus? pregunt Alex, percibiendo l mismo un cambio en su tono de voz. Llam a Sal... l llam a la polica. No vi nada ms. Lo siguiente... fue el disparo. Todo esto lo dijo en el juicio? S. Testifiqu. No... quera. Los Monroe... la familia entera... eran buenos. No s por qu aquel chico hizo... lo que hizo. Fue una... tragedia. Para todos vosotros. S, seora contest Alex mirndose las manos, que tena cerradas en dos puos. Las abri y respir hondo. Por qu? dijo la seorita Elaine. Alex no pudo contestar.

~221~

George Pelecanos

Sin retorno

Raymond Monroe y Marcus regresaban de la escuela elemental Park View, donde haban estado jugando con una pelota de bisbol en la descuidada cancha que haba junto a la escuela, al anochecer. Cuando entraron en casa, la madre de Marcus, Kendall, estaba sentada a la mesa de la cocina leyendo el Post. Lo habis pasado bien? les pregunt. El chico tiene un buen brazo dijo Raymond apoyando una mano en el hombro de Marcus. Ve a lavarte orden Kendall, y haz los deberes de lectura antes de cenar. Es viernes dijo Marcus. Por qu tengo que hacer la lectura? Porque si la haces ahora respondi Raymond, tendrs el fin de semana entero para relajarte. Esta noche juegan los Wizards dijo Marcus. Pues tendrs que hacer los deberes antes de ver el partido dijo Kendall. De todas formas, Gilbert est lesionado dijo Marcus. Aun as los animaremos, vale?dijo Raymond. A ver, t dejaras pasar la oportunidad de verlos jugar slo porque no est Gilbert? Si fuera un partido en vivo? No! Pues haz la lectura dijo Raymond. Cuando hayas terminado, ven a verme. Tengo una sorpresa para ti, hombrecito. Marcus sali disparado hacia su habitacin. Ya tienes las entradas? pregunt Kendall. Tres respondi Raymond. Trete los prismticos, nena. Gracias, Ray. Monroe se lav la cara y las manos en el fregadero y acto seguido subi a la habitacin de Kendall. Se sent delante del ordenador y pinch el icono del Outlook. A continuacin pinch Enviar y Recibir en su carpeta personal y observ que entraba el correo. Sinti que se le aceleraba el pulso al fijarse en el asunto de uno de los mensajes. Ley la carta. Luego la ley por segunda vez. En eso, le vibr el mvil dentro del bolsillo. Lo sac, mir la identidad del llamante en el visor y contest. Qu ocurre, Alex?

~222~

George Pelecanos
Raymond. Me alegro de encontrarte.

Sin retorno

Es Charles otra vez? Oye, to, ya s que es un problema, pero ya buscar una manera de solucionarlo. No llamo por Baker. Raymond, quisiera... Qu? Quisiera veros a James y a ti esta noche, es importante. James est trabajando. Gavin lo ha obligado a hacer un trabajo a ltima hora. Os veo a los dos en el taller. Tendra que llamar a James para saber si le viene bien. Es importante repiti Alex. Ahora te llamo dijo Monroe, y cort la llamada. Pensaba llamar a James dentro de un minuto. Pero antes necesitaba bajar a darle la noticia a Kendall: Kenji haba regresado al puesto de avanzada de Korengal tras un largo perodo de patrulla. Su hijo estaba vivo.

~223~

George Pelecanos

Sin retorno

Captulo 26

Dos hombres estaban sentados en el interior de un Dodge Magnum orientado en direccin este en Longfellow Street. Haban elegido aquel lugar porque no quedaba debajo de ninguna farola. El Dodge tena las ventanillas tintadas, pero no hasta el extremo de despertar suspicacias. Ellos eran de Maryland, pero el coche era un mastodonte con matrcula de Washington. Por las inmediaciones circulaban policas en coches patrulla, dado que la comisara no estaba muy lejos, pero la ley no iba a molestar a dos individuos cercanos a la mediana edad que estaban pasando la tarde conversando dentro de su vehculo. No llamaban en absoluto la atencin, daban la impresin de pertenecer a aquel entorno. Se llamaban Elijah Morgan y Lex Proctor. Tenan treinta y muchos aos y eran fuertes, rpidos, de hombros anchos y con un ligero sobrepeso. Podran haber sido peones camineros o empleados de una ferretera. Morgan tena una cabeza casi cuadrada, ojos asiticos y el cabello engominado y pegado a la cabeza. Proctor era moreno, de rasgos finos y bien parecido hasta que sonrea; los dientes eran falsos y lucan un arreglo barato. En su barrio de origen, situado en una zona de Baltimore que quedaba al sur de North Avenue y al este de Broadway, se los conoca como Lijah y Lex. Morgan estaba sentado detrs del volante y miraba fijamente un edificio de apartamentos ubicado en Longfellow. Se trataba de una estructura de ladrillo liso y sin balcones, con ventanas cubiertas con persianas. Muchas de las viviendas de la primera y la segunda planta tenan las ventanas protegidas por barrotes. El edificio se serva de dos escaleras, en una de las cuales haba un cartel con letras blancas en minscula que deca Longfellow Terrace. Los dos hombres ya haban orinado una vez en unas botellas de agua que haban trado consigo. Llevaban all desde el anochecer, y no estaban nada contentos al respecto. Ninguno de los dos le tena ningn afecto a Washington, D.C. Cmo vamos a saber que es l? dijo Proctor. Lo llamaremos por su nombre. Si reacciona, es que es l. Lo que quiero decir es que cmo es fsicamente.

~224~

George Pelecanos

Sin retorno

Un to convencional contest Morgan. No lleva tanto tiempo en la calle. Se viste como en el setenta y cinco. Y tiene una cicatriz alargada en la cara. Y el blanco? T ves que haya muchos por aqu? No. Es blanco. Eso es todo lo que te hace falta saber. Por qu te pones tan borde? Vale. El muchacho tiene una fila de hoyuelos. En la cara? No, gilipollas, en el culo. Lo ves?dijo Proctor. Siempre ests hacindote el gracioso. Proctor, en el asiento del pasajero, se inclin hacia delante. El artilugio que llevaba sujeto y que le cruzaba la espalda, por debajo de la camisa color crema, lo molestaba porque se clavaba en el asiento. Esperaba que no tardasen mucho en salir el viejo o el blanco. Detrs de este edificio hay un callejn dijo Proctor. No es as? Como en todas las calles de esta ciudad replic Morgan. Al primero que salga, lo llevamos al callejn. De acuerdo contest Morgan, y de pronto lanz una carcajada por algo que le vino a la cabeza. Qu es lo que te divierte tanto? En la cara dijo Morgan, meneando la cabeza. Mierda.

Charles Baker estaba sentado delante del ordenador, luchando con la carta que le estaba escribiendo a Alex Pappas. Intentaba dar con el tono adecuado, y estaba atascado en una frase que no le sonaba correcta del todo. Dame lo que te pido, y ya nunca ms no tendrs noticias mas. As es como lo diras t, Cody? As es como lo diras t respondi Cody Kruger. Pero deberas redactarlo de otra forma. De cul? Debera ser: Nunca ms tendrs noticias mas.

~225~

George Pelecanos

Sin retorno

Mierda, tienes razn dijo Baker al tiempo que volva al teclado para corregir el error. Esto me pasa por no haber terminado el instituto. Yo tampoco lo termin. Y cmo sabes estas cosas, entonces? Kruger se encogi de hombros. A continuacin se enfund su cazadora Helly Hanson y se meti dos bolsitas de hierba de una onza cada una en los bolsillos interiores. No le haba hecho al seor Charles ninguna pregunta acerca de la gasa que llevaba en el cuello ni del moratn que luca en la mandbula; supuso que no sera ms que otro da desafortunado que haba tenido, y no quiso agravar la cosa trayendo el tema a colacin. Tengo que entregar estas dos ltimas onzas dijo Kruger. Has sabido algo de Deon, tu colega? No. Ahora resulta que su madre no coge el telfono. No importa. De todas formas no los necesitamos. Pero qu vamos a hacer? Dominique y su gente todava no se han puesto en contacto con nosotros. No le parece raro? Estarn pensando en cmo llegar a un acuerdo con nosotros, nada ms. Pero mira, cuando Pappas me pague este dinero ya no tendremos necesidad de traficar con marihuana. Ni siquiera me gusta este negocio, to. Estoy pensando que cuando tenga el dinero lo compartir contigo. No al cincuenta por ciento ni nada parecido, pero te dar un pellizco. Porque me has sido leal, Cody. Eres mi colega. Gracias, seor Charles. Puedes tutearme. Te lo has ganado. De acuerdo dijo Kruger. Me voy. Kruger sali del apartamento, cruz el rellano y baj las escaleras con el pecho hinchado de orgullo. Muy bien, as que Baker era un poco bobo y memo con sus planes. Ponerse a escribir cartas, cuando poda sencillamente hablar con aquel to cara a cara. Quedar con abogados para comer. Pretender controlar al principal traficante de hierba de toda la zona. Pero Baker tena suficiente buena opinin de l para considerarlo su igual. No al cincuenta por ciento, pero bueno. Ya era algo que a uno lo tratasen como un amigo y como un hombre. Puedes tutearme. Nunca haba sentido un respeto semejante, ni en casa ni en el colegio. Cody sali de la escalera del edificio al aire de la noche. Fue hasta la acera y se encamin hacia su coche. Dos individuos mayores que l se haban apeado de un vehculo que pareca una camioneta y venan

~226~

George Pelecanos

Sin retorno

andando en su direccin. Eran corpulentos, pero al parecer iban a lo suyo. Cuando los tuvo ms cerca, vio un arma pequea que surga de la chaqueta de uno de ellos. Esta noche, no, pens Cody. Le flaquearon las rodillas. Quiso echar a correr, pero no pudo. Enseguida los tuvo encima. No pienses en salir corriendo. Tena a uno de los hombres en la cara, apretndole el costado con el can del arma. Dnde tienes el coche? le pregunt el otro, que se haba situado a su espalda y le hablaba en voz baja al odo. Llvanos dijo el de la pistola. Tena la cabeza cuadrada, ojos de chino y pelo engominado. Y abre todas las puertas a la vez. Kruger los condujo hasta el Honda con la esperanza de ver alguien por la calle, con la esperanza de que, por una vez, pasara por all la polica. Pero no haba ni un alma. Desbloque las cuatro puertas con la llave que se sac del vaquero. Lo obligaron a subirse al asiento del conductor sin dejar de encaonarlo. El de la pistola se acomod en el asiento trasero y el otro se subi a su lado. Pon las manos en el volante y apoya la frente en l orden el hombre sentado a su lado. Kruger obedeci. Se le escap una ventosidad sin querer, y el del asiento trasero solt una risita. El del asiento del pasajero fulmin con la mirada al de atrs, y seguidamente cache a Kruger, que segua inclinado. Encontr un telfono mvil y dos bolsitas de hierba. Despus le dijo a Kruger que se echara hacia atrs y le devolvi el mvil y la marihuana. Ve al callejn orden Elijah Morgan desde el asiento trasero. Al ver que Kruger no se mova, le dijo: Date prisa, chico. Slo queremos hablar contigo. Kruger arranc el Honda y fue hasta la parte posterior del edificio. Le castaeteaban los dientes. l crea que aquello slo les suceda a los personajes aterrorizados de los dibujos animados. Sigue orden Proctor, sentado a su lado. Kruger avanz despacio hasta que llegaron a un punto del callejn al que no llegaba la luz procedente de las ventanas de los apartamentos. All la oscuridad era casi total. Aqu mismo dijo Proctor. Apaga el motor. Kruger apag el motor. Qu apartamento es el tuyo? dijo Morgan. El doscientos diez. Est el viejo ah arriba, en este momento?

~227~

George Pelecanos
Kruger afirm con la cabeza. Est cachas? No. Est solo? S.

Sin retorno

Lo que necesito que hagas es lo siguiente dijo Morgan: llamas al viejo con tu mvil. Le dices que te has olvidado de una cosa y que vas a volver al apartamento a por ella. Pon el manos libres para que podamos or la conversacin. Kruger marc el nmero del mvil de Baker y activ el manos libres. S, chaval respondi Baker. Voy a volver. Tan rpido? Es que an no he terminado. Se me ha olvidado el iPod. T y tus cachivaches. Enseguida estoy ah, seor Charles. Me parece que te dije que... Est bien, usa el cdigo. De acuerdo. Kruger cort la llamada. Proctor le quit el mvil de la mano y se lo guard en el bolsillo de la chaqueta. Qu cdigo es se? pregunt Morgan desde el asiento de atrs. Le gusta que llame a la puerta de una manera determinada cuando vuelvo a casa explic Kruger. Antes de meter la llave. Qu llave? Kruger retir las llaves del contacto y ense la que corresponda al apartamento. Proctor cogi el juego completo. Cmo es el cdigo, exactamente? pregunt Morgan. A Kruger le tembl el labio. Dnoslo orden Proctor en tono suave. Lo que le va a ocurrir le va a ocurrir. Golpe, pausa, golpe, pausa, golpe dijo Kruger. Reptelo sobre el salpicadero dijo Morgan. Kruger lo tamborile con los nudillos. Es como el cdigo de Morris, Lijah dijo Proctor sonriendo al hombre de atrs.

~228~

George Pelecanos

Sin retorno

Ahora uno de ellos haba pronunciado el nombre del otro. Kruger saba lo que significaba aquello. Se le vaci la vejiga en los calzoncillos. La orina fue oscureciendo lentamente los vaqueros y su olor se extendi por el interior del coche. Oh, mierda dijo Proctor. No se lo voy a decir a nadie dijo Cody Kruger. De verdad. Morgan levant su Cok Woodsman y dispar a Kruger en la nuca. La bala del 22 le destroz la tercera cervical y todo se le volvi negro. Se desplom de costado y la cabeza le qued apoyada en la ventanilla del lado del conductor. Hubo poca sangre, y el pequeo calibre de la bala permiti que el disparo no se oyera apenas en el exterior del vehculo. Las Nike Dunk que llevaba Kruger, ribeteadas de cuero y camo, se agitaron suavemente contra el suelo del Honda. Conduce t dijo Morgan. Muy bien. Yo estar en la camioneta, esperndote dijo Morgan. En cuanto me haya deshecho de este coche. Date prisa. No tardar mucho. Proctor se ape del Honda y ech a andar por el callejn. Cuando dobl la esquina y sali a la fachada delantera del bloque de apartamentos, vio un monovolumen de la polica del 4. Distrito viniendo por la calle, con las luces destellando. Una vez que hubo pasado de largo, extrajo unos guantes de ltex de la chaqueta y, al aproximarse a la escalera, se los enfund en las manos.

Raymond y James Monroe estaban en el taller de Gavin, junto a un Ford Courier blanco, del 78. El coche tena el cap levantado y varios trapos extendidos sobre los bordes de las aletas. Encima de uno de ellos descansaba una lata de Pabst Blue Ribbon. James Monroe la cogi y bebi un largo trago. Alex Pappas no tardar en llegar dijo Raymond. Por qu no acabas el trabajo? Ya casi estoy repuso James. Y por cierto, qu es lo que quiere? Ha estado hablando con la seorita Elaine. Por lo menos, eso es lo que le ped a Rodney que le facilitase. Por qu? Porque ha hecho lo que le rogu. Charles Baker ha amenazado a su familia, en cambio l no ha llamado a la polica. Lo ha hecho por ti, James.

~229~

George Pelecanos
James se rasc la nuca y bebi otro trago de cerveza. Qu deberamos hacer con Charles?

Sin retorno

Ya lo he hecho yo. He ido a su casa y le he ledo la cartilla. No s si ser lo bastante listo para hacer caso. Ya se ver. Raymond cambi el peso de una pierna a otra. He estado a punto de matarlo, James. Llevaba encima el destornillador que afil pap con la fresadora. Ya me acuerdo. Te juro por Dios que estuve a punto de clavarle ese destornillador en todo el cuello. Pero no se lo clavaste. No. Porque t no eres as. T tienes a muchas personas que cuentan contigo. Ese nio, y tambin tu propio hijo. Por no mencionar a todos esos soldados con los que trabajas en el hospital. Es cierto. Tengo muchos motivos para no cometer tonteras. Y de todas formas, no es necesario matar a Charles dijo James. Ya est muerto. Raymond asinti con un gesto. Treme de ah una llave de tuercas dijo James. Y ya que ests al lado de la nevera, acrcale a tu hermano mayor una cerveza fra. T la tienes igual de cerca que yo. Por qu no te molestas un poco? Por la cadera. Raymond Monroe fue hasta el banco de trabajo e hizo lo que le haban pedido.

~230~

George Pelecanos

Sin retorno

Captulo 27

Charles Baker ley la carta que tena en la mano. Estaba muy bien. No iba dirigida a nadie en particular por razones de seguridad, pero desde luego era de lo ms convincente. Mencionaba a la familia varias veces en el espacio de dos prrafos. No deca lo que pensaba hacerle si no reciba el dinero, pero de todas formas transmita el mensaje. Dejaba implcito que las consecuencias recaeran sobre la familia Pappas si a l, Charles Baker, se le hiciera caso omiso. Baker haba odo muchas veces que la familia lo es todo, y supona que era posible que fuera verdad. Por supuesto, en su experiencia personal, la familia, as como la lealtad en general, no haba sido nada. Baker no haba conocido a su padre natural. Su madre, Carlotta, una alcohlica aficionada a las bebidas de fuerte graduacin, difcilmente haba constituido un elemento afectivo de su vida. Haba heredado la casa que habitaba, una vivienda de dos dormitorios cuyos muros haban perdido numerosos tablones de madera que dejaban a la vista el revestimiento de papel alquitranado y que se caldeaba por medio de una vieja estufa de lea. El tejado tena goteras, y cuando se rompa una ventana quedaba rota para siempre. En cierta ocasin fue de visita Ernest Monroe con sus hijos, James y Raymond, y pusieron ventanas nuevas con masilla y unos junquillos de metal que el seor Monroe denomin puntas de cristalero, en un intento de ensear algo a Charles. Pero Charles no quera aprender. La familia Monroe crea estar actuando como buenos cristianos al ir a la casa de su madre a arreglarle las ventanas gratis, crean que estaban ayudando a las personas necesitadas del barrio, haciendo la obra de Dios y todo eso. La verdad era que a Charles nunca le cay bien aquella familia. Los dos chicos alardeando, pasando a su padre las herramientas, la navaja para la masilla y aquellos putos junquillos. Y el padre con aquel empleo suyo de operario de los autobuses, vestido de uniforme como si ello significara algo, cuando en realidad era poco ms que un mecnico. A Charles no le gust que acudieran a su casa actuando con aquellos aires de superioridad, ni que vieran el pozo de mierda en el que viva y sintieran compasin de l. No necesitaba su simpata. Charles no tena padre, pero en su casa s haba hombres. Uno en particular, Eddie Offutt, que afirmaba que trabajaba en la construccin

~231~

George Pelecanos

Sin retorno

pero se pasaba durmiendo las monas que pillaba hasta las doce del medioda. Offutt haba estado presente durante la mayor parte de la infancia de Baker. Cuando cenaban, le gustaba observar a Charles desde el otro lado de la mesa con ojos hmedos y maliciosos. Por la noche Charles lo oa rer y beber con su madre, y tambin los oa discutir, y a continuacin la bofetada en la cara y los sollozos de su madre, y despus el tpico sonido de follar en la cama de ella. En ocasiones, Eddie Offutt entraba en su habitacin por la noche y le hablaba muy suavemente con aquel olor a alcohol en el aliento, le tocaba sus partes con sus manazas y se le meta en la boca. Le deca que aquello no era nada malo, aunque los dems no lo entendieran. Que si lo contaba hara correr la voz entre los dems chicos del barrio. Ms tarde, en aquellas mismas noches, Charles, tumbado en su colchn, oa ladrar a los perros de los jardines vecinos y contemplaba las sombras negras de las ramas de los rboles, que le parecan garras que intentaban apoderarse de las paredes de su habitacin. Entonces cerraba los puos con fuerza mientras le corran las lgrimas por la cara dejando churretones de suciedad y pensaba: Por qu no habr nacido yo en esa casa de ms abajo, la que est recin pintada? Por qu no conozco cmo se llaman las herramientas, las piezas que hay debajo del cap de los coches, los jugadores de los equipos de baloncesto? Por qu no puede abrazarme un hombre que me quiera, en vez de que me toquetee uno como ste? No era slo Offutt. Tambin lo traicionaron los amigos. Larry Wilson haba sido su compaero de correras de pequeo, un amigo de verdad. Pero Larry se alist en las Fuerzas Areas mientras l cumpla su primera condena de prisin, y cuando sali, Larry estaba trabajando para el Servicio de Parques desempeando el puesto de una especie de Ranger, en el oeste de Virginia. Aos ms tarde, cuando Larry ya era un hombre de mediana edad, en una ocasin en que fue de visita a Heathrow, se apresur a meter a su familia en el coche en cuanto vio a Charles acercarse andando por la acera. Aquello fue lo que hizo Larry. Y en lo referente a los hermanos Monroe, mierda, aguant el tipo y fue a la crcel detrs de ellos. Y ahora le volvan la espalda. Para ellos no significaban nada la lealtad y la amistad. As que mucho menos todava para l. No importaba. La segunda mitad de su vida iba a ser diferente. Dentro de poco iba a verse con dinero. Tena planes. En eso, se oy el tintineo de unas llaves al otro lado de la puerta de la calle. Despus siguieron unos golpes en la puerta: golpe, pausa, golpe, pausa, golpe. No era el cdigo. Charles Baker se levant del asiento y retrocedi hasta el dormitorio, donde Cody tena guardada el arma.

~232~

George Pelecanos

Sin retorno

Lex Proctor estaba en la escalera del segundo piso, escuchando. Haba llamado a la puerta tal como le haba dicho el chico blanco y no haba recibido respuesta alguna, tan slo el roce de una silla y varias pisadas. Introdujo la mano en el bolsillo interior de la chaqueta y sac una 38 con cinta adhesiva enrollada en la empuadura. Meti la llave en la cerradura, la hizo girar y se col en el apartamento. Cerr la puerta con la espalda, manteniendo la vista al frente. Ote el cuarto de estar y la cocina. No se vea a nadie. Pero saba que el viejo estaba en casa. Haba un pasillo. Proctor camin por l con cuidado. Le daba satisfaccin sentir la presencia del cuchillo que llevaba en una funda bajo la camisa, en la espalda. Haba pagado mucho dinero por l, y era su posesin ms preciada. La hoja meda ms de treinta centmetros y llevaba dibujada un ave. El mango, de doce centmetros, era de madera lacada. El pomo era grueso y estaba hecho de plata. Era una daga, y llevaba peso aadido para ser lanzada. No era un cuchillo de caza, sino un cuchillo para la lucha cuerpo a cuerpo. Estaba diseado para combatir con un hombre y matarlo. Con l se poda apualar o rajar, igual que con una espada. Los profundos cortes que dejaba, debido a su peso, confundan a los forenses. Los adversarios caan presas del pnico con slo mirarlo. Aqul no era ningn falso cuchillo como el de Rambo; su nombre era Arkansas Toothpick, y era una herramienta para asesinar. Proctor pas por delante de la puerta abierta de un cuarto de bao y no vio nada. Continu avanzando por el pasillo, al final del mismo lleg a una puerta cerrada, prob el picaporte y descubri que tena echada la llave. Llam a la puerta con los nudillos, y al or un sonido hueco dio un paso atrs, sac el hombro y embisti.

Charles Baker estaba de pie junto a la cmoda, mirando como tonto un cajn que contena calzoncillos y nada ms. Cody se haba deshecho de la pistola. Por lo menos haba intentado advertirlo revelando un cdigo que no era. Dedujo que Cody haba sido asesinado. Y quienquiera que se lo hubiera cargado iba a matarlo ahora a l. Oy unos pasos en el pasillo. Mir la ventana. Slo haba una cada desde un segundo piso al callejn, pero la ventana tena barrotes. Ni pistola ni medio de escape. Una vida entera jodindose, y aqu estaba ahora. Si fuera de esas personas que le encuentran el humor a cosas as, tal vez se hubiera echado a rer. El hombre llam a la puerta. Baker se volvi hacia ella.

~233~

George Pelecanos

Sin retorno

La puerta se hizo mil pedazos. El hombre irrumpi en la habitacin y se irgui. Era corpulento y pareca gil a pesar de su peso. Empuaba una pistola sin mucha fuerza, a un costado. Quin le enva? pregunt Baker. El intruso no dijo nada. Diga cmo se llama orden Baker, pero el otro se limit a mover la cabeza en un gesto negativo. Baker introdujo la mano en el bolsillo de su pantaln negro y sac su navaja plegable con mango de imitacin de ncar. Apret el botn y la hoja salt de la empuadura. Piensa hacer lo que sea desde ah? dijo. O va a actuar como un hombre y venir aqu? Lex Proctor sonri. Mostr una dentadura gris de plstico. Volvi a guardarse el revlver en el bolsillo de la chaqueta, meti la mano por debajo de la camisa y extrajo el largo cuchillo de su funda. Baker abri unos ojos como platos. Instintivamente levant el antebrazo para cubrirse la cara. Proctor cruz la habitacin muy deprisa. Blandi el cuchillo igual que una espada y descarg la hoja del mismo sobre la mueca de Baker. Baker solt la navaja, con el brazo inutilizado y la mano balancendose como si tuviera una bisagra. Durante un instante, Proctor estudi a su presa. Despus, con un gruido, le clav el cuchillo a Baker en el cuello. La hoja seccion carne, msculo y arteria, y levant una rociada de sangre que envolvi a Proctor cuando ste lo acuchill de nuevo. Luego gir la empuadura en la mano para sujetarla con ms fuerza y, cuando Baker se derrumb contra la pared, le hundi el cuchillo en el pecho y se lo retorci en el corazn. Lo apual igual que un carnicero cegado por la saa, diligentemente, una y otra vez, hasta mucho despus de que hubiera desaparecido toda luz de los ojos de Baker. Por fin ste se desmoron sobre la madera del suelo. Proctor retrocedi unos pasos para recobrar el aliento. El esfuerzo lo haba cansado. Devolvi el cuchillo a su funda y sali de la habitacin. Al abandonar el apartamento tras echar una ojeada a la escalera por la puerta entreabierta, se detuvo una vez ms en la entrada para cerciorarse de que no lo viera nadie. Atraves el breve jardn que haba delante del bloque de apartamentos y se subi al asiento del pasajero del Magnum, que lo aguardaba con el motor al ralent. Se quit los guantes y los arroj al suelo del coche. Elijah Morgan examin a su compaero. Proctor tena el torso, la camisa y la chaqueta empapados de sangre. Vienes hecho un Cristo.

~234~

George Pelecanos
Ese tipo lo ha convertido en algo personal.

Sin retorno

Pusieron rumbo hacia la salida de la ciudad, y cuando llevaban medio camino por la 295 encontraron una emisora de radio que les gust.

~235~

George Pelecanos

Sin retorno

Captulo 28

Tres hombres estaban sentados en un callejn bajo la luz de una bombilla de emergencia y un letrero toscamente pintado que deca Taller Gavin. Dos de ellos, Alex Pappas y Raymond Monroe, estaban encima de unas cajas de madera colocadas en posicin vertical; el tercero, James Monroe, se haba puesto cmodo en una silla plegable que le haba trado Alex de la parte de atrs de su Jeep. Los tres estaban bebiendo cerveza. James tena la suya apoyada en un soporte practicado en la lona del reposabrazos de la silla. Raymond le haba contado a Alex que Kenji haba enviado un correo electrnico, pero tuvo cuidado de no extenderse mucho sobre el tema, por respeto al fatdico destino que haba sufrido el hijo de Alex. A Kenji todava le queda mucho antes de regresar a casa dijo Raymond. Me parece que le van a ampliar el perodo de servicio. Que Dios lo proteja dijo Alex, el comentario que sola hacer cuando hablaba de los hombres y las mujeres que servan en el extranjero. Sabiendo, de forma racional, que Dios no tomaba partido en la locura humana de la guerra. James dio un trago a su cerveza y se limpi lo que le resbal por la barbilla. Esto est muy bien. Estar aqu sentados, al fresco, tomando una cervecita fra. Pero tengo que terminar de cambiar las correas y los manguitos de ese Courier. Dijiste que era importante le dijo Raymond a Alex, para completar lo que pensaba James. S repuso Alex. Tienes algo que decirnos? pregunt James. Que lo siento dijo Alex. Eso es lo primero que quiero decir. He cado en la cuenta de que nunca os he dicho eso. Y he pensado que ya era hora. Por qu? dijo Raymond.

~236~

George Pelecanos

Sin retorno

Es curioso dijo Alex. Hoy, la seorita Elaine me ha preguntado lo mismo. No me qued claro a qu se refera, pero puedo suponerlo. Por qu lo hicimos? Por qu tuvimos que entrar en vuestro barrio aquel da? Y bien? La sencilla respuesta es que todos estbamos atontados. Hasta arriba de cerveza y de hierba, un da de verano sin otra cosa que hacer ms que buscar camorra. No tenamos nada contra vosotros. No os conocamos. Erais los del otro extremo de la ciudad. Fue como tirar una piedra contra un nido de avispas, o algo as. Sabamos que estaba mal y que era peligroso, pero no pensbamos que fuera a hacer dao a nadie. Que no iba a hacer dao?repiti James. Tu amigo grit negrata por la ventanilla del coche. Podra haber ido dirigido a mi madre o a mi padre. Cmo no va a hacer dao algo as? Ya lo s. Lo s. Billy era... Alex intent encontrar la palabra adecuada... Billy estaba mal de la cabeza, to. Por culpa de su padre. No era ni siquiera odio, porque l no llevaba eso dentro. Era un buen amigo. Cuidaba de m, incluso en el momento final. Estoy convencido de que le habra ido bien en la vida. Si hubiera vivido, si hubiera salido de aquella casa y hubiera entrado en el mundo, l solo, le habran ido bien las cosas. Estara sentado aqu con nosotros, tomndose una cerveza. Seguro. Si hubiera sobrevivido a ese da. Y t?pregunt James. Cul es tu historia? Lo que quiere decir mi hermano es por qu estabas con ellos explic Raymond. Porque es algo que hemos comentado. Y los dos recordamos que simplemente ibas en el asiento de atrs. Ni gritaste ni lanzaste nada. Entonces, qu hacas all? No fui un participante activo contest Alex. Eso es verdad. Pero eso no me absuelve de toda culpa. Podra haber sido ms fuerte y haberle dicho a Billy que no hiciera lo que estaba a punto de hacer. Podra haberme bajado del coche en el semforo que haba a la entrada de vuestro barrio. Si hubiera hecho eso y me hubiera vuelto a casa, ahora no llevara esta maldita cicatriz. Pero no lo hice. La verdad es que siempre he sido un pasajero, siempre he ido en el asiento de atrs. No se trata de una excusa. Ya os digo que soy as. James, con una expresin impenetrable en los ojos, hizo un gesto de asentimiento. Raymond mantuvo la vista fija en los adoquines del callejn. Y vosotros?dijo Alex. Hay algo que queris decir? Raymond mir a James, imponente e implacable en su silla. Muy bien dijo Alex. Pues entonces voy a seguir. Os acordis del otro da, cuando estuvimos aqu mismo? El da en que te conoc a ti, James. Tu hermano y t estuvisteis repitiendo por ensima vez vuestra discusin de toda la vida, lo de Earl Monroe frente a Clyde Frazier.

~237~

George Pelecanos

Sin retorno

Raymond, mientras hablabas de ello vi que te cruzaba una sombra por la cara. Fue una sombra muy pequea replic James obligndose a esbozar una sonrisa. Fue porque ese enano de Gavin haba entrado en el taller para echarme la bronca. Ese to nos amarga la vida a todos, a que s, Raymond? Raymond Monroe no reaccion. Eso es lo que pens yo tambin repuso Alex en aquel momento. Pero luego estuve pensando un poco ms. Hace mucho, cuando yo era un adolescente, en los aos setenta, uno no poda comprarse camisetas de jugadores profesionales como hoy. Puede que las compraran los chavales de clase alta, pero no recuerdo haber visto ninguna. Nos las fabricbamos nosotros mismos, pintndolas con un rotulador. Cogamos una camiseta blanca y ponamos el nombre y el nmero de nuestro jugador favorito en la parte de delante y en la de atrs, bamos a las canchas y jugbamos como si furamos ese jugador. S que vosotros hacais eso mismo. Yo me pint una camiseta con el nombre de Gail Goodrich, el bajito que jugaba en la posicin de escolta de los Lakers. Un blanco procedente de UCLA dijo James. Lo llamaban Stumpy. Tambin tena un buen tiro. Sdijo Alex. Goodrich llevaba el nmero veinticinco. Y tambin me hice una camiseta de Earl Monroe, que llevaba el nmero quince cuando jugaba para los Knicks. Eso ya lo sabemos dijo Raymond. Por qu no nos dices adonde quieres ir a parar? Tengo en mi poder las transcripciones parciales del juicio dijo Alex . No recordaba casi nada de ellas y no estuve presente durante todo el proceso, as que sent curiosidad. Lo nico que recordaba era que vosotros erais tres. Dos llevabais el pecho descubierto y el otro llevaba puesta una camiseta. La transcripcin deca que el que dispar iba vestido con una camiseta en el momento del asesinato. Y?dijo James. Yo llevaba puesta la camiseta cuando me detuvieron. No es ningn secreto. No he terminado replic Alex. La seorita Elaine me ha dicho que el chico que empuaba la pistola llevaba una camiseta con un nmero pintado a mano. Tiene una memoria estupenda a largo plazo, a pesar del ictus. Me ha dicho que el nmero de dicha camiseta era el diez. Di lo que ests pensando lo inst Raymond. Es posible que llevaras puesta esa camiseta cuando te detuvieron, James. Pero ni por lo ms remoto te habras puesto una camiseta de Clyde Frazier cuando te levantaste de la cama aquel da. T eras un admirador de Earl Monroe, hasta la mdula de los huesos. Todava lo llamas Jess.

~238~

George Pelecanos
Ve al grano dijo James.

Sin retorno

T no disparaste a Billy Cachoris dijo Alex, y a continuacin pos la mirada en Raymond. Fuiste t. Exactamente dijo Raymond Monroe en tono sereno. Fui yo el que mat a tu amigo.

~239~

George Pelecanos

Sin retorno

Captulo 29

Todo sucedi muy deprisa dijo James Monroe. James tena una pistola que se haba comprado robada dijo Raymond. Yo acababa de descubrirla la noche anterior. La informacin me la haba pasado Charles. Aquella maana me la guard en la cintura y la disimul con la camiseta de Frazier. Cuando un chaval se encuentra una pistola, tiene que empuarla. Precisamente por esa razn, mi padre nunca tuvo ninguna en casa. Saba lo que pasara. Cuando aparecisteis vosotros en la calle dijo James y Charles le parti los dientes a tu amigo y despus te tir a ti al suelo, Raymond se puso hecho una fiera. Era joven e impulsivo dijo Raymond. Y como era joven y adems chico, admiraba a Baker. l era peligroso y astuto, todo lo que quera ser yo en aquella poca. Saqu la pistola y apunt a tu amigo. James ni siquiera saba que la tena yo. Me rog que no disparase. Pero Charles no dejaba de meterme caa, to. Termin ganando l, y yo le dispar a tu amigo en la espalda. Raymond se mordi el labio inferior para reprimir las lgrimas que le haban acudido a los ojos. Cuando vi lo que haba hecho, me sent fatal. James me quit la pistola de la mano y me apart de all. Nos fuimos corriendo a casa de mis padres, porque estaban trabajando. Nos metimos en nuestro dormitorio, y all fue donde trazamos un plan. Yo era incapaz de pensar con claridad... Pero yo no intervino James. Yo saba lo que haba que hacer. Raymond era demasiado pequeo para ir a la crcel. Yo saba que no soportara estar encerrado, ni siquiera en un reformatorio. Mi padre me haba encargado que cuidara de l, y eso hice. Limpi bien el arma y me asegur de que llevara mis huellas antes de volver a guardarla en mi cajn. Le quit a Raymond la camiseta manchada de sangre y me la puse yo. Y as fue como me encontr la polica cuando entr por la puerta. As que Charles Baker tambin estaba en el ajo dijo Alex. Claro contest James. A l le sali bien. Me acus a m de todo y lleg a un acuerdo con el fiscal. Gracias a eso, slo le cay un ao. Por eso dice que ests en deuda con l dijo Alex. Por eso no te lo quitas de encima.

~240~

George Pelecanos

Sin retorno

Igual que un cntimo que uno no puede gastar dijo James. Y t aceptaste el trato dijo Alex mirando a Raymond. Raymond asinti con los ojos hmedos. Fui persuasivo dijo James. Todo lo persuasivo que puede ser un hermano mayor. Cmo hicisteis para guardar el secreto? No result difcil contest James. La seorita Elaine era la nica que haba visto a Raymond empuando la pistola, pero no pudo decir bajo juramento quin era concretamente. Fue uno de los hermanos Monroe, eso fue lo que dijo en el estrado. En aquella poca, incluso con la diferencia de tres aos que hay entre los dos, casi parecamos gemelos. Medamos lo mismo. Y hasta llevbamos el pelo igual. Ella testific que el que haba disparado llevaba una camiseta con el nmero diez, pero nadie saba que lo que significaba aquello, ms que nosotros dos. Y vuestros padres aadi Alex. S, ellos s lo saban dijo James. Mientras estuve bajo custodia en el calabozo, habl con mi padre de ello largo y tendido. Le doli permitir que aquello apareciera as en el juicio, pero yo le convenc de que era para bien. James mir a Raymond. Y lo era, Ray. Lo fue. No hay ms que ver cmo te han ido las cosas. Y fjate cmo te han ido a ti replic Raymond. No te eches la culpa de eso le dijo James. Si yo hubiera aprovechado mejor el tiempo que pas en prisin, quiz no hubiera ocurrido nada. Yo crea que cumplira un par de aos y que saldra en libertad por buen comportamiento. Pero la crcel es capaz de ensuciar a un hombre limpio. Los tos que haba all dentro intentaron tomarme por colega suyo, y yo me dije que tena que defenderme o morir. Despus de una mala decisin vino otra, y cuando sal volv a mezclarme con Baker. La verdad es que no hice nada bien. Sea como sea, aqu estoy. Ya no puedo cambiar todo eso. Hablas como si esto se hubiera terminado dijo Alex. Del todo, no contest James, pero desde luego s que veo ya la lnea de meta. Antes de que sucediera todo esto dijo Alex, o sea, cuando tenas dieciocho aos, no haba algo que deseabas lograr en el futuro? Como un objetivo, quieres decir?repuso James. Haba varias cosas que aspiraba a hacer. Pero ya no sirve de nada hablar de eso. Bueno, y ahora que tienes toda esta informacin dijo Raymond, qu piensas hacer con ella? Nada respondi Alex. Ya hemos sufrido todos bastante.

~241~

George Pelecanos

Sin retorno

En eso se vio a un gato de pelo largo cruzando por las sombras del callejn. James lo contempl mientras beba otro trago de cerveza. Y ya est? dijo Raymond. Todava no dijo Alex, y se volvi hacia el gigante sentado en la silla . Te apetece dar un paseo, James? Adnde? Ya lo vers cuando lleguemos. Una ta saliendo de una tarta de cumpleaos o algo as? Mejor replic Alex. Vamos.

Estaban de pie en el espacio vaco del edificio de ladrillo ubicado junto a Piney Branch Road. Alex haba encendido todos los fluorescentes de dentro y las luces del aparcamiento. Haca comentarios acompandolos de gestos, dirigindose ms bien a James, dejando que lo pensara, dejando que lo viera. Adelante dijo Alex al tiempo que coga la cinta mtrica Craftsman que se haba prendido al cinturn y se la entregaba a James. Mide t mismo. Es lo bastante ancho para que quepan dos coches y dos personas trabajando alrededor. Dos personas? dijo James tomando la cinta y dirigindose a la pared de la izquierda cojeando levemente. Detrs de l fue Raymond, el cual sostuvo el extremo de la cinta en el punto en que el suelo de hormign se encontraba con el ladrillo para que James pudiera estirar el otro extremo hasta la pared derecha. S contest Alex. Vas a necesitar ayuda. Un aprendiz, algo as. No puedes trabajar en dos coches a la vez. Vale le dijo James a Raymond despus de anotar la anchura. Raymond solt la cinta y se reuni con su hermano en el centro del recinto. Podemos instalar un par de elevadores dijo Alex. Reforzar la instalacin elctrica. Ponerte a ti al da con los instrumentos. Hacernos con uno de esos chismes, cmo se llaman, sistemas de diagnstico que ahora se conectan a los coches. Como un ordenador, James dijo Raymond. He visto que actualmente los mecnicos utilizan porttiles. Ya s lo que hacen replic James frotndose la mejilla, pero no s cmo hacer todo eso. Todos esos coches asiticos, alemanes y suecos, yo no s trabajar con ellos. No tengo experiencia.

~242~

George Pelecanos

Sin retorno

Ya te buscar yo unas clases dijo Alex. Tienes que dejar el taller de Gavin y comenzar a prepararte. Yo mismo voy a ir dejando poco a poco la cafetera, as que tardaremos unos seis meses, puede que un ao, en abrir el negocio. Y empezar a pagarte un sueldo de inmediato. Qu sueldo? Ya lo decidiremos dijo Alex. La tarifa que se pague a los mecnicos. Y, oh s, msica. Tengo pensado instalar radio por satlite. Hay una emisora que te va a gustar, se llama Soul Street. Ponen la msica de calidad que ya no se oye en la radio normal. El presentador es Bobby Bennett. El Quemador Poderoso? pregunt James, enarcando las cejas. El mismo contest Alex. Perdona que lo pregunte terci Raymond, pero de dnde va a salir todo el dinero? No te preocupes, lo tengo dijo Alex. Cuando falleci mi padre, nos dej a mi hermano y a m dinero procedente de una pliza de seguros que le haba comprado a un tal Nick Kambanis. Lo invert en acciones de empresas fuertes, tal como habra hecho mi padre, y lo dej ah. Mi intencin era pasrselo a mis hijos. Y bueno, Gus muri, y a Johnny acabo de cederle el negocio. As que voy a emplearlo en esto. Has dicho que tardaremos unos seis meses observ Raymond. Qu papel vas a desempear t en todo esto? Yo no s nada de coches repuso Alex, pero s hacer la labor comercial y dirigir una empresa pequea. sa es mi especialidad. Voy a conseguir que entren clientes por la puerta, que luego vuelvan ms veces, que hablen de nosotros a sus amigos, gracias a que t trabajas bien, James, y a que yo les ofrecer un buen servicio. Repartir folletos por todos los barrios de al lado, pondr anuncios en los peridicos para poder empezar, esas cosas. Mi mujer Vicki ser nuestro contable. Pero cul es el trato?dijo Raymond. Perdona, ya s que a caballo regalado no se le mira el diente, pero estoy pensando en el bienestar de mi hermano. Seremos socios dijo Alex. T y yo, James. Yo soy el propietario de la propiedad inmobiliaria, sa siempre va a pertenecerme a m y a mi familia. Pero, una vez apartado tu sueldo, los beneficios se repartirn al cincuenta por ciento cada uno. Y el capital de la empresa se repartir de la misma manera. Vas a echar por la borda los treinta y pico aos que has dedicado a ese restaurante dijo Raymond. Por qu ibas a querer dar un salto atrs para meterte en esto? pregunt James para completar la idea de su hermano.

~243~

George Pelecanos

Sin retorno

Porque nunca ha sido mo contest Alex. Era de mi padre, y yo nunca he sentido la misma pasin que l. Slo ha sido un vehculo para mantener a mi familia. Ahora quiero tomar el control de esto y hacerlo posible. El tipo posee pasin le coment Raymond a James. Venid afuera conmigo dijo Alex. Raymond y James intercambiaron una mirada antes de acompaar a Alex hasta la zona iluminada del exterior del edificio. Aqu podemos estacionar los coches dijo Alex. El inquilino que estaba antes agrand esta rea para que aparcasen sus clientes. Y yo he estado pensando que ah delante podramos montar una cancha de baloncesto. Siempre he querido tener una en mi lugar de trabajo. Tengo pinta de poder lanzar canastas con esta cadera? dijo James. S, si hicieras los ejercicios que yo te dije le replic Raymond. Ya es imposible, lo sabes de sobra repuso James. Ahora vas a tener seguro mdico apunt Alex. En el futuro, si la cosa empieza a funcionar, a lo mejor podras operarte para corregir el problema. No pienso dejar que nadie me recorte la cadera con una sierra dijo James. Esas cosas las hacen los cirujanos dijo Raymond, no los que podan setos. Y mirad dijo Alex, ya eufrico, sealando el espacio que haba encima del portn de la entrada. Ah es donde vamos a instalar el letrero. He estado pensando en qu nombre poner a la empresa. Estis preparados? Monroe el Mecnico. Tiene ritmo dijo Raymond. Eso es porque lleva dos M dijo James. Por eso tiene soniquete. Se llama aliteracin, Ray. Lo he ledo en un libro. Ya lo saba replic Raymond. Por qu siempre tienes que andar ensendome? Porque eres tonto. Bueno, qu os parece? James mir la pared en la que iba a montarse el cartel, y despus mir el espacio que se vea a travs del portn. Supongo que querrs un abrazo o algo as dijo.

~244~

George Pelecanos

Sin retorno

Alex respondi con una sonrisa de oreja a oreja que acentu las arrugas que le rodeaban la cicatriz. James y yo tenemos que hablar un poco dijo Raymond, tras dar las gracias a Alex con un gesto de cabeza. Adelante dijo Alex. Los contempl mientras ellos entraban de nuevo en el edificio. Permanecieron unos momentos bajo los fluorescentes, bromeando, discutiendo, tocndose el uno al otro en los hombros y en los brazos para expresar su punto de vista. Ese tipo tiene la cabeza llena de pjaros dijo James con una sonrisa. Est hablando de m, pens Alex. Del hijo de John Pappas. El soador.

Fin
Ttulo original: The turnaround Traduccin: Cristina Martn Sanz 1.a edicin: noviembre 2010 B29O11S10S 1.1 2008 by George Pelecanos Ediciones B, S. A., 2010 Consell de Cent 425-427 - 08009 Barcelona (Espaa) Publicado por acuerdo con Little, Brown and Company, New York, USA Printed in Spain ISBN: 978-84-666-4336-8 Depsito legal: B. 28.761-2010 Impreso por NOVAGRFIK, S.L.

~245~

También podría gustarte