Cuadernos44 PDF
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CENTRO EDITORIALE VALTORTlANO Todos lo derechos reservados. Ttulo original: I Quaderni del 1944. 1976 by Emilio Pisani. 1985 by Centro Editoriale Valtortiano srl. Traduccin del italiano de A. Carmen Massari Acquavella 2003 by Centro Editoriale Valtortiano srl. Viale Piscicelli 89-91 03036 Isola del Liri (Fr) - Italy
ISBN 978-88-7987-092-4
1 de marzo
Hacia las 17, Jess me dice: No tena la intencin de evocarte esta visin esta tarde. Tena la intencin de hacerte vivir otro episodio de los evangelios de la fe 1. Pero alguien, que merece ser contentado, ha expresado un deseo. Y Yo le contento. Nota, observa, describe, a pesar de tus dolores. Tus dolores me los ofreces a M y la descripcin a los hermanos. Y, por lo tanto, escribo a pesar de mis dolores, que son tan fuertes que me parece tener la cabeza estrechada por una mordaza que parte de la nuca y sube hasta la frente y desciende hacia la espina dorsal: es un dolor tan terrible que he pensado que estaba por venirme una meningitis y luego me he desmayado. Tambin en este momento el dolor es muy fuerte, pero Jess permite que logre escribir para obedecerle. Despus... que sea lo que tiene que ser. Mientras tanto, le aseguro que voy de sorpresa en sorpresa porque, ante todo, me veo frente a africanos - rabes por lo menos - mientras que, al no tener la mnima nocin de su condicin social y fsica y de su martirio, siempre he credo que estos santos eran europeos. De Ins conoca la vida y la muerte 2, pero de stos, nada! Era como si leyera una narracin desconocida. Lo primero que he visto, antes de desmayarme, ha sido un anfiteatro ms o menos como el Coliseo (aunque no tan deteriorado), en ese momento completamente vaco, a excepcin de una bellsima joven morena: est all en el medio, suspendida en el aire, mientras de su cuerpo moreno y del ropaje oscuro que lo cubre se desprende una luz beatfica que le da una apariencia radiante. Parece el ngel de ese lugar. Me mira y sonre. Despus me desmayo y ya no veo nada ms. Ahora la visin se completa. Me encuentro en un edificio que, por la ausencia de cualquier comodidad y por su aspecto severo, me parece una fortaleza destinada a prisin. No es el subterrneo de la crcel Tulliana que v ayer. Aqu hay celdas y pasillos sobre el nivel del suelo, pero son tan escasos el espacio y la luz y hay tantas rejas y puertas atrancadas llenas de cerrojos, que el beneficio de su mejor posicin respecto a la de ayer, queda anulado por su rigor, que elimina aun la ms pequea idea de libertad. _______________________________ 1 Vase el trozo del 28 de febrero. 2 Como refiere en las visiones del 13 y del 20 de enero. 194 En uno de estos tugurios, est la joven morena que he visto en el anfiteatro; est sentada en un jergn que le sirve de lecho, asiento y mesa. Ahora de ella ya no se desprende luz alguna, pero emana tanta paz. Tiene en su regazo a un niito de pocos meses, al que est amamantando. Le mece, le mima con infinito amor. El pequeuelo juega con su joven madre y frota su carita tan cetrina contra el moreno seno materno; se prende y se desprende de ste con avidez y con sbitas risitas rebosantes de leche. La joven es muy hermosa. Tiene un rostro regular, ms bien redondo, bellsimos ojos grandes, negros y aterciopelados, boca carnosa y pequea en la que resaltan los dientes blanqusimos y parejos; los cabellos son negros y algo rizados y estn sujetados en trenzas estrechas que lleva envueltas alrededor de la cabeza. Su tez es morena, olivcea, aunque no lo es excesivamente. Tambin entre nosotros, en Italia y sobre todo en el sur, se nota esta tonalidad, slo un poco ms clara. Cuando se levanta para pasear al nio por la celda a fin de hacerle dormir, noto que es alta y
que su cuerpo es atractivo y escultural, pues no tiene formas excesivas pero est bien modelado. Por su porte lleno de dignidad parece una reina. Lleva ropas simples y casi tan oscuras como su piel, que se deslizan en muelles pliegues a lo largo de su hermoso cuerpo. Entra un viejo; tambin l es moreno. El carcelero abre la pesada puerta y le hace entrar. Luego se retira. La joven se vuelve y sonre. El anciano la mira y llora. Por algunos instantes permanecen as. Luego estalla todo el dolor del anciano. Suplica acongojado a la hija que tenga piedad de su sufrimiento. Le dice: No te di la vida para esto. Te am entre todos mis hijos como luz y alegra de mi casa. Y ahora quieres perderte y perder a tu pobre padre, que siente la muerte en el corazn por el dolor que le das. Hace meses que te suplico, hija ma. Te has obstinado en resistir y t, que naciste en la holgura, has conocido la crcel. Doblegu mi espalda ante los poderosos y logr que, si bien como prisionera, pudieras estar an en tu casa. Le haba prometido al juez que conseguira plegarte con mi autoridad paterna. Ahora l se burla de m porque ve que de esa autoridad no te import nada. No es esto lo que tendra que ensearte la doctrina que, segn tu opinin, es perfecta. Qu Dios es el que sigues, si te inculca que no respetes a quien te dio la vida y que no le ames, pues si me amaras no me daras este enorme dolor? Gracias a tu obstinacin, que ni siquiera la piedad por ese pobre inocente logr 195 vencer, te arrebataron de tu casa y te encerraron en esta prisin. Pero ahora ya no se habla de prisin, se habla de muerte. Es atroz. Morir por qu causa? Morir por quin? Por quin quieres morir? Necesita tu Dios tu sacrificio, nuestro sacrificio, el mo y el de tu criatura, que quedar sin madre? Para lograr su triunfo tiene necesidad de tu sangre y de mi llanto? Pero, cmo es posible? El animal feroz ama a sus cachorros y los ama tanto ms cuanto ms los ha amamantado. Yo tena esta esperanza y por eso obtuve que te permitieran nutrir a tu nio. Pero no cambias: tras haberle nutrido, tras haberle abrigado, tras haber hecho de ti almohada para su sueo, ahora le rechazas, le abandonas sin aoranzas. No te suplico por m. Te suplico en su nombre. No tienes el derecho de dejarle hurfano. Tampoco tu Dios tiene ese derecho. Cmo puedo creer que es ms bueno que nuestros dioses, si pretende sacrificios tan crueles? T haces que no le ame, que le maldiga cada vez ms. Pero no, no! Qu estoy diciendo? Perdname, Perpetua! Perdona a tu anciano padre, al que el dolor hace perder la razn. Quieres que ame a tu Dios? Le amar ms que a m mismo, pero qudate con nosotros. Dile al juez que obedecers. Luego amars al que quieras entre los dioses terrenos. Luego hars de tu padre lo que quieras. No te llamar hija, no ser ms tu padre. Ser tu siervo, tu esclavo; t sers mi ama. Seora ma, ordena y te obedecer. Pero ten piedad, piedad. Slvate mientras puedas hacerlo. Ya no se puede aguardar ms. Sabes que tu compaera ya ha dado a luz a su criatura y que ahora nada puede detener la sentencia. Te arrebatarn a tu hijo, no le volvers a ver. Puede ocurrir maana, quizs hoy mismo. Ten piedad, hija! Ten piedad de m y de l, que an no sabe hablar pero que ya ves cmo te mira y sonre! Ves cmo invoca tu amor! Oh, seora, seora ma, luz y reina de mi corazn, luz y alegra de tu hijo, piedad, piedad!. El anciano est de rodillas y besa el ruedo del vestido de su hija, le abraza las rodillas, intenta cogerle la mano que ella tiene apoyada en el corazn para reprimir su congoja. Pero nada la doblega. Responde: Permanezco fiel a mi Seor propio por el amor que siento por ti y por l. Ninguna gloria terrena otorgar a tu cabeza blanca y a este inocente tanta dignidad como mi muerte. Vosotros alcanzaris la Fe. Y, entonces, qu dirais de m si, por la vileza de un momento, hubiera renunciado a la Fe? Para triunfar, mi Dios no tiene necesidad de mi sangre ni de tus lgrimas. Pero, en cambio, t tienes necesidad de la sangre y el llanto para alcanzar la Vida. Y tambin este ino-
196 cente los necesita para permanecer en ella. Por la vida que me diste y por el jbilo que mi hijo me ha dado, obtengo para vosotros la Vida verdadera, eterna, bienaventurada. No, mi Dios no ensea el desamor hacia los padres y hacia los hijos. Ensea el amor verdadero. Padre, en este momento el dolor te hace delirar. Pero luego la luz se har en ti y me bendecirs. Desde el Cielo, yo te la enviar. En cuanto a este inocente, no es que le ame menos ahora que he dado mi sangre para nutrirle. Si la crueldad pagana no se hubiera ensaado con nosotros, los cristianos, habra sido para l una madre amantsima y l habra sido la finalidad de mi vida. Pero Dios es ms grande que la carne que ha nacido de m y el amor que hay que consagrarle es infinitamente mayor. Ni siquiera en nombre de la maternidad puedo posponer el amor hacia l por el amor de una criatura. No. No eres el esclavo de tu hija. Sigo siendo, siempre, tu hija, que te obedece en todo menos en esto: en renunciar por ti al verdadero Dios. Deja que se cumpla la voluntad humana.Y, si me amas, sgueme en la Fe. En ella encontrars a tu hija, y ser para siempre, porque la verdadera Fe concede el Paraso y mi Pastor santo ya me ha dado la bienvenida en su Reino. Aqu cambia la visin, porque veo entrar en la celda a otros personajes: son tres hombres y una mujer muy joven. Se besan y abrazan recprocamente. Tambin entran los carceleros para llevarse al hijo de Perpetua. sta vacila como si hubiera recibido un golpe. Pero reacciona. Su compaera la consuela; le dice: Yo tambin he perdido a mi criatura. Pero no est perdida. Dios ha sido bueno conmigo. Me ha concedido que la engendrase para l y su bautismo se engalana con mi sangre como con piedras preciosas. Era una nia... hermosa como una flor. Tambin tu nio es hermoso, Perpetua. Pero para hacerles vivir en Cristo, estas flores necesitan nuestra sangre. De este modo, les daremos doblemente la vida. Perpetua coge al pequeuelo, que haba acostado en el jergn y que ahora duerme contento y saciado, y se lo da al padre, tras haberle besado levemente para no despertarle. Luego le bendice, baa sus dedos en las lgrimas que brotan de sus ojos y traza una cruz sobre la frente y otra sobre las manecitas, sobre los piececitos, sobre el pecho. Hace todo esto con tal dulzura, que el nio sonre en el sueo como si recibiera una caricia. Luego los condenados salen, los soldados les rodean y les acompaan a una oscura cvea del anfiteatro a la espera del martirio. Trans197 curren las horas rezando y cantando himnos sacros y exhortndose recprocamente al herosmo. Ahora me parece que tambin yo estoy en ese anfiteatro, que ya he visto antes. Est abarrotado de gente de piel oscura, aunque tambin hay muchos romanos. La multitud rumorea sobre las gradas, se agita. A pesar del velario que han tendido de la parte en que da el sol, la luz es intensa. Me parece que en la arena ya ha habido juegos crueles porque est manchada de sangre; hacen entrar en ella a los seis mrtires, van en fila. La multitud silba e impreca. Perpetua est a la cabeza de los mrtires, que avanzan cantando. Se detienen en medio de la arena y uno de ellos se dirige a la multitud. Sera mejor que demostrarais vuestro coraje siguindonos en la Fe, en lugar de insultar a gente inerme que devuelve vuestro odio rezando por vosotros y amndoos. Oh, embusteros que
pretendis ser civiles y aguardis que una mujer d a luz para matarla luego tanto en el cuerpo como en el alma, porque la separis de su criatura! Oh, crueles que ments para matar, porque sabis que ninguno de nosotros os hace dao y que menos que nadie os lo har una madre, pues piensa slo en su criatura! Las varas con que nos habis azotado, la prisin, las torturas, el haber arrebatado los hijos a dos madres, no mudarn nuestro corazn; no lo cambiarn en cuanto al amor a Dios y tampoco en cuanto al amor al prjimo. Tres veces, siete veces, cien veces, daramos la vida por nuestro Dios y por vosotros; la ofreceramos para que llegarais a amarle. Por eso rezamos por vosotros mientras el Cielo ya se abre sobre nuestras cabezas: Padre nuestro que ests en los cielos.... Los seis santos mrtires rezan de rodillas. Se abre una puerta baja e irrumpen las fieras; creo que son toros o bfalos salvajes por lo impetuoso de su carrera, que les hace asemejar a blidos. Embisten el grupo inerme como si fuera una catapulta adornada por puntiagudos cuernos. Levantan los cuerpos con sus cuernos, los arrojan por el aire como si fueran harapos, vuelven a estrellarlos contra el suelo, los pisotean. Como ebrios por la luz y el clamor, huyen y luego vuelven a embestir. Con una cornada, un toro alza a Perpetua como si fuera una pajuela y la arroja a muchos metros de distancia. Pero, a pesar de estar herida, se levanta y su primer gesto es el de ajustarse las ropas, desgarradas a la altura del seno. Sosteniendo la tnica con la mano derecha, se arrastra hacia Felicitas, que est tendida cara al cielo, con 198 el cuerpo desgarrado, y la cubre, la sostiene, haciendo escudo a la herida con su cuerpo. Las fieras vuelven a herir hasta que los seis agonizantes quedan tendidos en la arena. Entonces los bestiarios hacen volver a las fieras a sus cubiles y los gladiadores rematan la obra. Pero el que le toca a Perpetua no sabe matar; no se comprende si es por piedad o inexperiencia. La hiere, pero no en el punto justo. Con un hilo de voz y una sonrisa dulcsima, Perpetua le dice: Ven aqu, hermano, a que te ayude. Luego apoya la punta de la espada contra la cartida derecha, dice: Jess, me encomiendo a Ti! Empuja, hermano, yo te bendigo y vuelve la cabeza hacia la espada para ayudar al inexperto y turbado gladiador. Dice Jess: ste es el martirio de mi mrtir Perpetua, de su amiga Felicitas y de sus compaeros. Slo era rea de ser cristiana, aunque an era catecmena. Mas, cun intrpido era su amor por M! Al martirio de la carne uni el del corazn, y as tambin Felicitas. Si saban amar a sus verdugos, cmo habrn sabido amar a sus propios hijos? Eran jvenes y felices con el amor del esposo y de los padres, en el amor de su criatura. Mas hay que amar a Dios por sobre todas las cosas. Y ellas le aman as. Se desgarran las entraas al separarse de su pequeuelo, mas la Fe no muere. Ellas creen, creen firmemente, en la otra vida. Saben que slo la lograr quien fue fiel y vivi segn la Ley de Dios. El amor es ley en la ley, ya sea el amor a Dios o el amor al prjimo. Qu amor puede ser ms grande que el de dar la vida por quienes se ama, as como la dio el Salvador por la humanidad que amaba? Ellas ofrecen su vida porque me aman y para llevar a otros a amarme y a poseer, de este modo, la Vida eterna. Ellas quieren que alcancen la Vida de mi Reino los hijos, los padres, los esposos, los hermanos, y todos aquellos a quienes aman - por amor vinculado a la sangre o por amor vinculado al espritu - y, entre ellos, tambin los verdugos, pues Yo he dicho: Amad a quienes os persiguen 3. Y para guiarles a mi Reino, trazan con su sangre un signo que va de la
Tierra al Cielo, un signo que resplandece, un signo que llama. Qu es sufrir? Qu es morir? Es slo un instante fugaz. En cambio, la vida eterna no acaba. Ese instante de dolor no es nada respec___________________ 3 Mateo 5, 43-44; Lucas 6 ,27. 199 to al futuro de gozo que las espera. Qu son las fieras? Qu son las espadas? Son algo bendito, porque dan la Vida! La nica preocupacin que las inquieta - pues el que es santo debe serlo en todo - es la de conservar la pudicia. En el momento del martirio, no se cuidan de la herida sino de las ropas desordenadas pues, aunque no son vrgenes, no por eso dejan de ser pdicas. El verdadero cristianismo lleva siempre a la virginidad del espritu. Por eso esta sublime pureza se mantiene aun donde el matrimonio y la prole han quitado ese sello que hace ngeles a los vrgenes. El cuerpo humano lavado por el Bautismo es un templo del Espritu Santo. Por lo tanto, no debe ser violado con modas inverecundas, con inverecundos usos. Sobre todo de la mujer que no respeta a s misma, no puede descender sino una prole viciosa y una sociedad corrupta; de ella se aparta Dios y en ella Satans ara y siembra sus tormentos, que os llevan a la desesperacin.
2 de marzo Dice Jess: Mis mrtires poseyeron la Sabidura. Tambin la poseyeron mis confesores. Y, adems, la poseen todos los que me aman y hacen de ese amor la razn de su vida. Esto no es evidente a los ojos del mundo. Por el contrario, el ser justo parece debilidad, parece algo que ya no se usa, como si, a travs de los siglos, hubiera mudado la relacin entre Dios y los fieles. No es as. Si he atenuado el rigor de la ley mosaica y os he dado recursos de incalculable potencia para ayudaros a practicar la Ley y alcanzar la Perfeccin, no ha mudado la obligacin de respeto y obediencia que debis observar hacia el Seor Dios vuestro. Si l se hizo Bueno hasta el punto de donarse a S mismo para haceros buenos, vosotros debis serlo an ms y, por eso, no debis decir: Que se encargue l de salvarnos; por nuestra parte, gocemos. sta no es sabidura; sta es necedad y blasfemia. sta es la sabidura del mundo, es decir, un saber reprobable, no es la Sabidura divina. Mis mrtires fueron divinamente sabios. No se dijeron a s mismos, como el impo: Gocemos del presente porque no se repite y, con la muerte, terminan todos los placeres. Y, para gozar, hagamos de la prepotencia un derecho; usurpemos a los dbiles y a los buenos lo 200
que no es lcito usurpar y con el fruto de estas extorsiones llenemos la bolsa para llenar ms tarde el vientre y saciar la concupiscencia de la carne y de la mente. No se dijeron, como el impo: Ser justos es un sacrificio, ser justos agota. La vista del justo es un reproche para nosotros. Por lo tanto, quitmosle de en medio porque su justicia nos recuerda a Dios y nos reprocha nuestro modo bestial de vivir. En cambio, mis mrtires invirtieron la teora del mundo y siguieron nicamente la de Dios. Debido a eso, el mundo les puso a prueba, les ultraj, les atorment, les mat, con la esperanza de turbar su virtud. Pero el mundo, en su necedad, no saba que cada golpe que les daba para disgregar su alma, era como un golpe de mazo, que a ellos les haca penetrar en M y a M en ellos con un amor que era una fusin perfecta, hasta el punto que, aun estando en la crcel o en el circo, ya estaban en el Cielo y me vean tal como, tras el instante de dolor y de muerte, me veran por la bienaventurada eternidad. No estaban muertos, ni destruidos, ni torturados, ni desesperados. As como no dan muerte los sufrimientos del parto ni son destruccin, ni tortura, ni desesperacin pues, al contrario, son vida que engendra vida, son un desdoblamiento de la carne - que, de una, se convierte en dos -, son la satisfaccin, la esperanza de ser madre y de recibir de la maternidad goces inefables que duran toda la vida, del mismo modo, ese dolor era para ellos esperanza, seguridad, vida, que les converta en bienaventurados. El mundo no poda comprender a estos locos santos, cuya locura era amar a Dios con toda la perfeccin de que era capaz la criatura humana, lo que significaba hacer de s voluntarias estriles pues las nicas bodas eran las celebradas conmigo, su Dios -, convertirse en eunucos que por un amor espiritual amputaban la propia sensualidad humana y vivan en castidad como los ngeles. El mundo no poda comprender a estos locos sublimes que, aun conociendo las dulzuras del tlamo y de la prole, saban renunciar al uno y a la otra y volar hacia el tormento, tras haber lacerado voluntariamente su corazn al abandonar a los hijos y a los consortes, por el amor hacia M, su infinito amor. Mas, de este modo, salvaron el mundo. Si, a pesar de tantos ejemplos y tantos baos de sangre purificadora, os habis convertido en las fieras que sois hoy, en qu os habrais convertido sin la santa y bendita generacin de mis mrtires? Cunto tiempo antes habra aumentado vuestra bestialidad? Mis mrtires evitaron que os precipita201 rais a Satans mucho antes del momento fomentado por vuestra lujuria. An hoy os invitan a deteneros, a retomar el camino que sube, dejando de lado el sendero que precipita. An hoy os dicen palabras de salvacin. Os las dicen con sus heridas, con sus reflexiones a los tiranos, con su caridad, con el cuidado de su pudicia y con su paciencia, su pureza, su fe, su constancia. Os explican que slo una ciencia es necesaria, la ciencia que surge de la eterna Sabidura. Fueron an ms sabios que Salomn y prefirieron esta Sabidura a todos los tronos y riquezas de la tierra. Y para obtenerla y conservarla, desafiaron persecuciones y tormentos; para no perderla, abrazaron la muerte. Amaron esta Sabidura ms que la salud y la belleza y quisieron que fuera su luz, porque su resplandor viene directamente de Dios, porque poseer esa luz significa anticiparle al alma la Luz beatfica del da eterno. La aprendieron con un corazn honesto; la comunicaron hasta a sus enemigos con la caridad. No temieron que se les privara de ella porque la participaban a las multitudes que no la posean y Ella, que viva en su interior, les recordaba que dar es recibir 1 y que, cuanto ms distribuan las aguas celestes que la Fuente divina volcaba en ellos, tanto ms esas aguas aumentaban hasta colmarles como clices de una Misa santa, que el Sacerdote eterno
celebraba por el bien del mundo. El rey sabio enumera las dotes de la Sabidura, cuyo espritu es inteligente, santo, nico, mltiple, sutil... pero mis mrtires poseyeron todas esas cualidades. En ellos estaba lo que Salomn llama soplo de la virtud de Dios y emanacin de la gloria del Omnipotente 2. Por lo tanto, ellos reflejaban en s a Dios como nadie en el mundo poda hacerlo; reflejaban a Dios en sus cualidades y a M, el Cristo Salvador, en mi holocausto. Oh, cmo podran ponerse en los labios de cada mrtir las palabras de Salomn, que proclamaba que desde la juventud haba amado y buscado la Sabidura, que la haba pretendido por esposa, que haba querido que fuera su maestra y su riqueza 3! Y cmo podis pensar, sin temor a equivocaros, que en sus labios floreci esa plegaria para obtener la Sabidura, que ya haba florecido en los labios de Salomn 4 ! ___________________________ 1 Lucas 6, 38; Hechos 20, 35. 2 Sabidura 7, 22-30. 3 Sabidura 8. 4 Sabidura 9. 202 Y, sobre todo, oh vosotros a quienes la avidez de la carne hizo retroceder a tinieblas paganas mucho ms profundas de las que recibieron la Luz llevada por mis mrtires!, cmo deberais esforzaros en haceros amantes de la Sabidura, deseosos de Ella, y en rezar para que os sea dada como gua en las empresas singulares y colectivas, de modo que no seis ms los que sois hoy, es decir, maniacos crueles que os torturis recprocamente y as perdis sea la vida y las riquezas - dos cosas que os importan -, sea la salvacin del espritu que, en cambio, me importa a M, que perec para salvar vuestro espritu. Por la Sabidura se enderezaron los caminos de los habitantes de la tierra y los hombres aprendieron lo que le agrada a Dios. Recordoslo. Y recordad tambin que a Dios no le agrada ninguna otra cosa ms que vuestro bien. Por eso, si le conocis y segus este camino que a l le agrada, haris vuestro bien tanto en la Tierra como en el Cielo. ____________________ 5 Sabidura 9, 18.
3 de marzo Viernes.
Dice Jess: Escribe solamente esto. Das atrs dijiste que ibas a morir sin colmar tu deseo de conocer los Lugares Santos. En realidad, t los ves como eran cuando Yo los santificaba con mi presencia. Ahora, despus de veinte siglos de profanaciones, causadas por el odio o el amor, ya no son como eran. Por eso tienes que pensar que t los ves y quien va a Palestina no los ve. Por lo tanto, no te entristezcas. En segundo lugar, te quejas de que los libros que hablan de M, hoy te parecen insulsos mientras antes los amabas tanto. Tambin esto es una consecuencia de tu condicin actual. Cmo quieres que te parezcan perfectas las obras humanas, cuando conoces la verdad de las que hice Yo? Es lo mismo que pasa con las traducciones, aun con las buenas: mutilan siempre la fuerza de la frase original. Las descripciones humanas, ya sean de lugares o de hechos o de sentimientos, son traducciones y, por eso, son obras incompletas, inexactas; si no lo son en las palabras o en los hechos, lo son en los sen203 timientos, especialmente ahora que el racionalismo lo ha empobrecido todo. Es por eso que para aqul a quien Yo llevo a ver y a conocer, cualquier otra descripcin es fra y le deja insatisfecho y disgustado. En tercer lugar, hoy es viernes. Quiero que revivas mi sufrimiento. Hoy quiero esto de ti. Quiero que lo revivas en la mente y en la carne. Basta. Ahora sufre en paz y en el amor. Te bendigo.
4 de marzo 9 de la maana. Jess me dice: Hoy hay que trabajar mucho para recuperar el tiempo, que no ha sido tiempo perdido, pero que ha sido empleado de otra manera, segn mi voluntad 1. Ya sabes desde la primera hora de este da, es decir, desde la una de la madrugada, en qu hecho tendr fija tu mente, porque el primero y nico punto que se ha iluminado en ella te ha demostrado dnde posars los ojos del espritu. Y ese desconocido nombre femenino, que resuena dentro de ti como si fuera una campana que repica y no se placa hasta que recibe respuesta, te ha dicho que conocers tambin eso. Mas entre mi virgen y el Maestro, debes elegir al Maestro y anteponer mi episodio a aqul. Te har conocer a muchas criaturas celestes. Todas imparten su leccin, que es til para vosotros, que os habis hecho conocedores de todo, lectores de todo, pero no de la ciencia para conquistar el Cielo. Escribe.
Escribo, o mejor, describo. Esta noche, entre sufrimientos enloquecedores le preguntaba a Jess cmo haba logrado soportar ese terrible dolor en su cabeza. Se lo preguntaba porque a m me causaba un tormento tal que tena que apretar los dientes para no gritar al mnimo rumor o movimiento del lecho; me pareca tener un corazn - que lata velozmente, estremecido por el dolor - por cada diente, por la lengua, los labios, la nariz, _______________________________ 1 Esta voluntad est expresada en el tercer punto del dictado que antecede. 204 las orejas, los ojos. Me pareca tener en medio de la frente una maraa de clavos que me penetraban en el crneo; una faja de fuego y de dolor, que apretaba como una mordaza, suba desde la nuca y se difunda. Me pareca que en el parietal derecho, cada tanto un objeto pesado me daba golpes que me clavaban dicha faja en la cabeza cada vez ms y me aturda completamente. Mientras padeca e interrogaba a Jess y en mi tormento le contemplaba desde el Huerto al Calvario, de pronto, despus de la tercera cada, se produjo una pausa de alivio fsico y espiritual, pues se me apareci sano, hermoso, sonriente sobre las aguas encrespadas del Mar de Galilea. Luego volvi el tormento hasta que, hacia las dos, ces la contemplacin de la Pasin del Seor, se calm un poco el tremendo dolor de cabeza (no crea que disminuy mucho, eh?) y reson dentro de m un nombre: Santa Fencula. Quin es? Una desconocida. Existi realmente? Quin sabe!? Nunca se ha odo hablar de ella. Trataba de dormir. Ni por asomo! Segua resonando ese nombre: Santa Fencula, Santa Fencula, Santa Fencula. Me he dicho: no hay caso, no podr dormir si antes no logro saber quin es. Y, gracias a que el dolor haba disminuido (tras haberme abatido e inmovilizado desde las 15 hasta pasada la medianoche con espasmos tan fuertes que ni siquiera poda abrir los ojos, como puede atestiguar Paola 2) y ahora lograba moverme, cog el ndice de los santos y encontr, junto a S. Petronila virgen, S. Felcula virgen. En realidad, o Fencula, pero probablemente entend mal. Contemporneamente con este hallazgo, vi a una joven desnuda atada a una columna de modo atroz. Luego no vi nada ms. Y ahora con obediencia escribo sin postergaciones lo que el Maestro me hace ver, aunque la cabeza me da vueltas como si fuera una perinola. El martirio de Santa Fencula. Veo a dos mujeres, jvenes, que estn rezando una plegaria muy vehemente, que seguramente debe penetrar en el cielo. Una de ellas es ms madura; tendr casi treinta aos, mientras la otra debe de haber pasado los veinte desde hace poco. Parece que ambas gozan de _____________________ 2 Se trata de Paola Belfanti. Vase la nota 4 en el texto del 2 de enero
205 perfecta salud. Cuando terminan de rezar se levantan y preparan un pequeo altar sobre el que disponen flores y linos preciosos. Entra un hombre, vestido como un antiguo romano, al que las dos jvenes saludan con gran veneracin. De la bolsa que guarda en su pecho, extrae todo lo necesario para celebrar Misa. Luego viste los hbitos sacerdotales e inicia el Sacrificio. No comprendo muy bien el Evangelio pero me parece que es el de Marcos: Y le presentaron unos nios... el que no reciba el reino de Dios como un nio, no entrar en l 3. Las dos jvenes, arrodilladas junto al altar, rezan cada vez con ms fervor. El Sacerdote consagra la Sagrada Forma y luego se vuelve para dar la Comunin a las dos fieles; comienza por la mayor, cuyo rostro refleja un serfico ardor. Luego le da la Comunin a la otra. Tras haber recibido la Sagrada Forma, ambas quedan postradas en el suelo, sumidas en una profunda plegaria y, al parecer, permanecen as por pura devocin. La celebracin del rito es igual que la de Pablo en el Tullianum 4, solo que el celebrante habla ms bajo porque aqu se trata de dos fieles nicamente y ste es el motivo por el que entiendo menos las palabras del Evangelio. Pero cuando el Sacerdote se vuelve para bendecir y baja del altar, que est colocado sobre una tarima de madera, slo una de las jvenes se mueve; la otra permanece postrada. Su compaera la llama, la sacude. Tambin el Sacerdote se inclina hacia ella. La levantan. La palidez de la muerte ya asoma en su rostro, los ojos estn como apagados bajo los prpados, la boca respira con dificultad. Mas, cunta beatitud est reflejada en ese rostro! La depositan en una especie de largo asiento, colocado junto a una ventana que da al patio, donde canta una fuente. Tratan de auxiliarla. Pero ella, reuniendo las ltimas fuerzas, alza una mano, seala el cielo y dice solamente dos palabras: Gracia... Jess, y luego expira serenamente. Todo esto no me aclara qu tiene que ver el hecho con la joven atada a la columna que he visto esta noche y que, aunque era mucho ms plida y delgada, y se la vea despeinada y torturada, me parece que se asemeja mucho a la superviviente que ahora llora junto a la muerta. Y me quedo as, en esta incertidumbre, por algunas horas. _____________________ 3 Marcos 10, 15; Lucas 18, 17. 4 Se refiere a la visin del 29 de febrero. 206 Slo ahora que ya es de noche, vuelvo a encontrar a la joven que antes lloraba y que ahora est erguida junto a la fuente del austero patio, donde se han cultivado nicamente pequeos cuadros de azucenas y rosales, completamente en flor, que trepan por sus muros. La doncella habla con un joven romano: Es intil que insistas, Flaco. Agradezco tu respeto y el recuerdo que conservas de mi amiga muerta. Pero no puedo consolar tu corazn. Si Petronila ha muerto, es seal de que no deba ser tu esposa. Y tampoco yo puedo serlo. Hay tantas jvenes de Roma que estaran dichosas de llegar a ser las amas de tu casa. Yo, no; no puedo serlo. Y no por ti,
sino porque he decidido no contraer nupcias. Tambin t eres vctima del necio frenes de tantos secuaces de un puado de hebreos?. He decidido no contraer nupcias, y no creo estar loca. Y si yo te quisiera?. Si es verdad que me amas y respetas, no creo que quieras forzar mi libertad de ciudadana romana; creo que me dejars seguir mi deseo y que retribuirs la buena amistad que siento por ti. Ah, no! Ya se me ha escapado una. T no me escapars. Ella ha muerto, Flaco. La muerte es una fuerza superior a nosotros, no es una fuga que decidimos para huir de nuestro destino. Ella no se ha matado. Ha muerto.... Ha muerto por culpa de vuestros sortilegios. S que sois cristianas y tendra que haberos denunciado al Tribunal de Roma. Pero he preferido pensar en vosotras como en esposas mas. Ahora te lo pido por ltima vez: quieres ser la esposa del noble Flaco? Te juro que es mejor para ti entrar como ama en mi casa y abandonar el culto demoniaco de tu pobre dios, en lugar de conocer el rigor de Roma, que no permite que sus dioses sean insultados. S mi esposa y sers feliz. De lo contrario.... No puedo ser tu esposa. Estoy consagrada a Dios, a mi Dios. Yo, que adoro al verdadero Dios, no puedo adorar los dolos. Haz de m lo que quieras. De mi cuerpo puedes hacer todo lo que quieras. Pero mi alma es de Dios y no la vendo por las dichas de tu casa. Es tu ltima palabra?. Es la ltima. Sabes que mi amor puede mudarse en odio?. Dios te lo perdone. Por mi parte, te amar siempre como a un hermano y rezar por tu bien. 207 Y yo har tu mal. Te denunciar. Te torturarn. Entonces me llamars. Entonces comprenders que es mejor la casa de Flaco que las necias doctrinas de que te nutres. Comprender que el mundo necesita de estas doctrinas para no tener ms a otros Flacos. Y har tu bien rezando por ti desde el Reino de mi Dios. Maldita cristiana! Irs a la crcel! Morirs de hambre! Que te sacie tu Cristo, si puede!. Me parece que la prisin est bastante cerca de la casa de la virgen porque el camino es breve, y que el noble Flaco es, ni ms ni menos, un sabueso del Cuestor de Roma, porque cuando la visin cambia de aspecto y me lleva a la sala que ya he visto, en la que est la joven atada a la columna, veo que es un tribunal como aqul en que fue juzgada Ins 5. Hay muy pocas diferencias; tambin aqu hay un feo individuo que juzga y condena, al que Flaco hace de ayudante e instigador. Han sacado a Fencula de la prisin en que se encontraba y ahora la llevan al centro de la sala.
Se la ve agotada, sin fuerzas, pero an conserva tanta dignidad. Debido a su debilidad y tambin a que ya se ha acostumbrado a la oscuridad de la prisin, la luz la deslumbra; pero, por mucho que lo haga, no le impide estar erguida y sonrer. Se oyen las consabidas preguntas y las consabidas ofertas y luego las consabidas respuestas : Soy cristiana. No hago sacrificios a ningn otro dios que no sea mi Seor Jesucristo. La condenan a la columna. Ante el pueblo, le desgarran las vestiduras y la atan de manos y pies, completamente desnuda, detrs de una de las columnas del Tribunal. Pero, para hacerlo, le dislocan la cadera y los brazos. Debe de ser una tortura atroz. Y no se detiene all: retuercen las sogas en las muecas y los tobillos, la golpean con varas y flagelos en el pecho y en el vientre desnudo, le atormentan las carnes con tenazas, practican otros suplicios atroces que no me detengo a describir aqu. Cada tanto le preguntan si quiere dedicar sacrificios a los dioses. Fencula responde con voz cada vez ms dbil: No, hago sacrificios a Cristo. Los hago solamente a l. Queris que le pierda ahora que empiezo a verle y que cada tortura me le acerca ms? Cumplid vuestra obra. Que se cumpla tambin mi amor: dulces bodas en las que Cristo __________________________ 8 Se refiere a la visin del 13 de enero. 208 es el esposo y yo su esposa! Que se cumpla el sueo de toda mi vida!. Cuando la desatan, cae al suelo como muerta. Los miembros dislocados o, quizs, fracturados, ya no la sostienen, no responden a ninguna orden de la- mente. Las pobres manos, que la soga ha ceido fuertemente hasta formar dos brazaletes de sangre viva, penden como muertas. Tambin los pies presentan los malolos lacerados hasta el punto de descubrir los nervios y los tendones y, por el modo innatural con que estn plegados, es evidente que los han fracturado. Pero el rostro refleja una felicidad angelical y total. Las lgrimas ruedan por las mejillas, pero los ojos ren, absortos en una visin que los extasa. Los carceleros, o mejor, los verdugos, le dan de puntapis y a puntapis la empujan hacia el estrado del Cuestor, como si fuera un saco tan inmundo que no se lo puede tocar. An ests viva?. S, lo estoy por voluntad de mi Seor. An insistes? De verdad quieres la muerte?. Quiero la Vida. Oh, Jess mo, breme el Cielo! Ven, Amor eterno!. Arrojadla al Tber! El agua calmar sus ardores. Los verdugos la levantan de mal modo. La tortura que provocan los miembros destrozados debe de ser atroz. Pero ella sonre. La envuelven en sus vestidos; por cierto, no lo hacen por pudor sino para impedir que pueda sostenerse en el agua. Es un cuidado intil! Con los miembros en ese
estado no se puede nadar. Slo la cabeza queda fuera de la maraa de las ropas. Su pobre cuerpo, que un verdugo se ha echado sobre los hombros, pende como si ya estuviera muerta. Pero a la luz de las antorchas, que han encendido porque ya ha cado la noche, se la ve sonrer. Cuando llegan al Tber, la cogen y la arrojan a las aguas oscuras desde lo alto del puente, como si fuera un animal que deben suprimir; vuelve a aflorar por dos veces y luego se hunde en las profundidades sin un grito. Dice Jess: He querido hacerte conocer a mi mrtir Fencula para impartir algunas enseanzas a ti y a todos. En la muerte de Petronila, que era mucho mayor que Fencula y fue su maestra y compaera, has comprobado el poder de la plegaria y el fruto de una santa amistad. 209 Petronila, hija espiritual de Pedro, haba absorbido de la viva palabra de mi Apstol, el espritu de Fe. Petronila era el jbilo, la perla romana de Pedro. Era su primera conquista romana. Era la que, por la respetuosa y amorosa devocin al Apstol, lo consol de todos los dolores de su evangelizacin romana. Por amor hacia M, Pedro haba dejado su casa y a su familia. Pero El que no miente le haba hecho encontrar consuelo, cuidados, dulzuras femeninas, en esta jovencita, y, segn mis promesas, todo eso le haba sido dado en medida exuberante, apretada, colma 6. En casa de Petronila encontraba ayuda, hospitalidad y, sobre todo, amor, tal como a M me haba sucedido en Betania. Para bien o para mal, la mujer es igual bajo todos los cielos y en todas las pocas. Petronila fue la Mara 7 de Pedro, con el agregado de su pureza adolescente que el Bautismo, que recibi cuando an la inocencia no haba sido ultrajada, haba elevado a perfeccin anglica. Escucha, Mara. Petronila quera amar al Maestro con todo su ser, sin que su hermosura y el mundo pudieran turbar ese amor; por eso, haba rogado a Dios que la hiciera una crucificada. Y Dios se lo concedi. La parlisis crucific sus miembros angelicales. En la larga invalidez florecieron an con mayor belleza, en el terreno baado por el dolor, las virtudes y, sobre todo, el amor hacia mi Madre. Escucha tambin esto, Mara. Cuando fue necesario, su enfermedad tuvo una pausa, para demostrar que Dios es amo del milagro. Y luego, cuando ese momento termin, volvi a crucificarla. Mara, conoces acaso a alguna otra a quien su Maestro, cuando es necesario, le dice - como Pedro a Petronila -: Levntate, escribe, s fuerte y que, una vez que ha cesado la necesidad del Maestro, vuelve a ser una pobre enferma en perpetua agona? Cuando muri el Apstol y Petronila san, sta comprendi que su vida ya no le perteneca, que perteneca a Cristo. No era como las que, una vez que han obtenido el milagro, lo usan para ofender a Dios; por el contrario, emple su salud en el inters de Dios. Vuestra vida me pertenece siempre. Yo os la doy. Tendrais que recordarlo. Os la doy como vida animal, desde el momento que os hago nacer y os mantengo vivos. Os la doy como vida espiritual con la Gracia y los Sacramentos. Tendrais que recordarlo siempre y utilizar
______________________ 6 Lucas 6, 38. 7 Se refiere a Mara de Magdala, hermana de Lzaro y Marta de Betania. 210 bien este privilegio.Y cuando os restituyo la salud, cuando casi os hago renacer tras una enfermedad mortal, an ms tendrais que recordar que es ma esa vida vuelta a florecer cuando ya la carne ola a tumba. Y, por gratitud, tendrais que emplear dicha vida para el Bien. Petronila supo hacerlo. No fue intil que conociera mi Doctrina. Ella es como sal que protege de la maldad, de la corrupcin; es llama que calienta e ilumina; es alimento que nutre y fortifica; es fe que da seguridad. Llega la prueba, el asedio de la tentacin, la amenaza del mundo. Petronila ruega. Llama a Dios. Quiere pertenecer a Dios. El mundo la pretende? Pues que Dios la defienda del mundo. Cristo lo ha dicho: Si tuvierais fe, aun tan pequea como un grano de mostaza, podrais decir a este monte: Qutate y ve ms all 8. Pedro se lo ha repetido muchas veces. Ella no le pide al monte que se mueva. Le pide a Dios que la quite del mundo antes de que la aplaste una prueba superior a sus fuerzas. Y Dios la escucha. La hace morir en xtasis. La hace morir en xtasis, Mara, antes de que la prueba la aplaste. Recurdalo, mi pequea discpula. Fencula era su amiga o, ms que amiga, era hija o hermana, dada la escasa diferencia de edad, que era de unos diez aos. No se vive junto a un santo sin convertirse en santo. Como no se vive junto al depravado sin depravarse. Si el mundo recordara esta verdad! Pero, en cambio, el mundo descuida a los santos o les tortura, y sigue a los demonios y, cada vez ms, se convierte en demonio. Has visto la firmeza y la dulzura de Fencula. Qu es el hambre para el que tiene por alimento a Cristo? Qu es la tortura para quien ama al Mrtir del Calvario? Qu es la muerte para el que sabe que la muerte abre las puertas de la Vida? Mi mrtir Fencula es una desconocida para los cristianos de hoy. Pero, en cambio, la conocen muy bien los ngeles de Dios, que la ven risuea en el Cielo, detrs del divino Cordero. He querido que t la conocieras para poder hablarte tambin de su maestra espiritual y para impulsarte al sufrimiento. Repite con ella: Ahora s que, en medio de estos dolores, empiezo a ver a Jess, mi esposo, en quien he depositado todo mi amor, y piensa que tambin para ti he hecho surgir a un Nicomedes 9, para ____________________________ 8 Mateo 17, 20; Marcos 11, 23; Lucas 17, 6. 9 Es el nombre del presbtero que recuper el cuerpo de la santa mrtir Felicul, cuyos datos histricos parecen corresponder a la narracin sobre la mrtir Fencula, que hemos transcrito aqu. El Nicomedes despertado para la recuperacin espiritual de la escritora es el Padre Migliorini. 211
salvar de las aguas de la pasin a tu yo que quera para M y para recoger lo que merece ser conservado de ti, lo que es mo, lo que puede obrar el bien en el alma de los hermanos.
5 de marzo Dice Jess: Oh, vosotros, los cristianos del siglo veinte, que escuchis como si fueran fbulas las narraciones de mis mrtires y os decs: No puede ser verdad! Cmo podra serlo? Al fin de cuentas, tambin ellos eran hombres y mujeres! Es toda una leyenda, debis saber que no es una leyenda, sino que es historia. Si creis en las virtudes cvicas de los antiguos atenienses, espartanos, romanos, y sents que vuestro espritu se exalta por el herosmo y la grandeza de los hroes civiles, por qu no queris creer en estas virtudes sobrenaturales y no sents que vuestro espritu se exalta y es impulsado a una selecta imitacin al escuchar la narracin de las grandezas y los herosmos de mis hroes? Decs que, en resumidas cuentas, eran hombres y mujeres. Lo eran, por cierto. Eran hombres y mujeres. Decs una gran verdad pero os imponis una gran condena. Eran hombres y mujeres y vosotros sois brutos. Sois seres degradados de la semejanza con Dios, de la condicin de hijos de Dios; degradados a nivel de animales guiados slo por el instinto y emparentados con Satans. Eran hombres y mujeres. Haban vuelto a ser hombres y mujeres por medio de la Gracia, as como eran el Primero y la Primera en e1 Paraso Terrestre. Acaso no se lee en la Gness que Dios hizo al Hombre dominador sobre todo lo que exista en la Tierra, o sea, sobre todo excepto que sobre Dios y sus anglicos ministros? Acaso no se lee que hizo a la Mujer para que fuera la compaera del Hombre en el jbilo y en el dominio sobre todos los seres vivos? Acaso no se lee que podan comer de todo menos del rbol de la ciencia del Bien y el Mal 1? Por qu? Qu significado se esconde bajo la expresin para que domine? Y cul se oculta en el del rbol del Bien y el Mal? Os lo habis preguntado alguna vez, vosotros, los que preguntis tantas cosas in____________________ 1 Gnesis 1, 26-28; 2, 15-25; 3, 1-3. 212 tiles y no sabis interrogar jams a vuestra alma sobre las verdades celestiales? Si estuviera viva, vuestra alma os lo dira. Os lo dira vuestra alma que, cuando vive en la Gracia, est sostenida como una flor entre las manos de vuestro ngel; vuestra alma que, cuando vive en la Gracia, es como una flor besada por el sol y regada por el roco, porque el Espritu Santo le da calor y la ilumina, la riega y la orna con luces celestiales. Cuntas verdades os dira vuestra alma si supierais conversar con ella, si la amarais considerndola la que introduce en vosotros la semejanza con Dios, que es Espritu, como espritu es vuestra alma! Qu esplndida amiga tendrais, si amarais vuestra alma en lugar de odiarla hasta matarla! Qu grande y sublime amiga tendrais, para hablar con ella de cosas celestes, oh vosotros,
los que tenis avidez de palabras y os arruinis recprocamente con amistades que pueden no ser ignominiosas (aunque algunas veces lo son), pero que son casi siempre intiles y se transforman en un vano o nocivo estruendo de palabras y ms palabras, referidas totalmente a cosas terrenas! No he dicho acaso: El que me ama guardar mi Palabra y mi Padre le amar y vendremos a l y en l haremos morada 2? El alma que vive en la Gracia posee el amor y, al poseer el amor, posee a Dios, o sea, al Padre, que la conserva; al Hijo, que la instruye; al Espritu, que la ilumina. Por lo tanto, posee el Conocimiento, la Ciencia, la Sabidura. Posee la Luz. Por eso, pensad qu conversaciones sublimes podra entablar con vosotros vuestra alma. Son las conversaciones que han poblado el silencio de las prisiones, el silencio de las celdas, el silencio de las ermitas, el silencio del aposento de los enfermos santos. Son las conversaciones que han consolado a los prisioneros que esperaban el martirio; a los que vivan en el claustro buscando la Verdad; a los ermitaos, que anhelaban conocer anticipadamente a Dios; a los enfermos, que anhelaban la tolerancia - mas, qu estoy diciendo? -, que anhelaban el amor de su cruz. Si supierais interrogar a vuestra alma, ella os dira que el significado verdadero, exacto, vasto como toda la creacin, de la expresin que domine es ste: Para que el Hombre domine sobre todo, sobre ___________________________ 2 Juan 14, 23. 213 sus tres estratos: el estrato inferior, el animal; el estrato central, el moral; el estrato superior, el espiritual y para que dirija los tres a un nico fin: Poseer a Dios . Poseer a Dios merecindole por obra de este frreo dominio que tiene sujetas todas las fuerzas del yo y las convierte en servidoras de este nico fin: merecer la posesin de Dios. Vuestra alma os dira tambin que Dios haba prohibido conocer el Bien y el Mal porque el Bien se lo haba prodigado gratuitamente a sus criaturas y, en cuanto al Mal, no quera que lo conocierais, porque es un fruto dulce para el paladar pero, cuando su zumo desciende y llega a la sangre, despierta en ella una fiebre que produce sequedad, una fiebre que mata por lo que, cuanto ms se bebe ese zumo engaoso, ms acucia la sed. Vosotros objetaris: Pues, por qu ha puesto all ese rbol?. Por qu! Porque el Mal es una fuerza que nace por s sola, como ciertas enfermedades monstruosas en el cuerpo ms sano. Lucifer era un ngel, era el ms bello de todos. Era un espritu perfecto, inferior solamente a Dios. Y, sin embargo, en su ser luminoso naci un vaho de soberbia, que l no disip; que, por el contrario, condens al incubarlo. Y de esta incubacin, naci el Mal. El Mal ya exista antes que el hombre. Dios haba arrojado fuera del Paraso a este maldito Incubador del Mal, a este truhn que enlodaba el Paraso. Pero, aun as, sigui siendo el eterno Incubador del Mal y, al no poder enlodar el Paraso, enlod la Tierra 3. Esta simblica planta representa tal verdad. Dios haba dicho al Hombre y a la Mujer: Conocis todas las leyes y los misterios de la creacin. Mas no pretendis usurparme el derecho de ser el Creador del hombre. Para propagar la estirpe humana ser suficiente mi Amor, que circular en vosotros y que, sin la lujuria de los sentidos mas con el solo palpitar de la caridad, suscitar los nuevos Adanes de la estirpe. Os lo doy todo. Reservo para M solamente el misterio de la formacin
del hombre. Satans quiso quitarle al Hombre esta virginidad intelectual y embeles y acarici con su lengua serpentina los miembros y los ojos de Eva y suscit en ellos agudezas y repercusiones que antes no tenan, porque la Malicia no los haba envenenado. Eva vio. Y habiendo visto, quiso probar. La carne se haba despertado. ________________________ 3 Isaas 14, 9-21. 214 Oh, si hubiera llamado a Dios! Si hubiera corrido hacia l para decirle: Padre! Estoy enferma. La serpiente me ha acariciado y todo mi ser est turbado. El Padre la habra purificado y sanado con su aliento puesto que, del mismo modo que le haba infundido la vida, poda infundirle de nuevo la inocencia, quitndole el recuerdo del veneno y, an ms, originando en ella la repugnancia hacia la Serpiente, tal como sucede en quienes, tras haber padecido una enfermedad, sienten hacia sta una instintiva repugnancia cuando vuelven a estar sanos. Pero Eva no va al Padre. Eva vuelve a la Serpiente. La sensacin que le suscit es dulce para ella. Como viese que el fruto del rbol era bueno para comer, apetecible a la vista y de aspecto excelente, lo cogi y comi de l 4. Y comprendi. La malicia ya haba descendido a morderle las vsceras. Vio con ojos nuevos, oy con odos nuevos, los gestos y las voces de los brutos. Y los dese ardientemente, con insano deseo. Comenz sola a pecar. Y llev a cabo totalmente el pecado con su compaero. He aqu por qu sobre la mujer pesa una condena mayor 5. Por su culpa, el hombre se rebel a Dios y conoci la lujuria y la muerte. Por su culpa, ya no supo dominar sus tres reinos: el del espritu, porque permiti que el espritu desobedeciera a Dios; el moral, porque permiti que las pasiones le dominaran; el de la carne, porque la envileci sometindola a las leyes instintivas de los brutos. La Serpiente me ha seducido dice Eva. La mujer me ha ofrecido el fruto y lo he comido dice Adn 6. Y desde entonces, la triple concupiscencia cie opresivamente los tres reinos del hombre. Slo la Gracia consigue aflojar el apretn de este monstruo despiadado. Y hasta llega a estrangularlo y a que no se deba temer nada ms, si es una Gracia viva, vivsima, mantenida cada vez ms viva por voluntad del hijo fiel. Entonces, ya no habr temor a los tiranos interiores, o sea, los de la carne y las pasiones; ni habr temor a los tiranos exteriores, o sea, los del mundo y de los poderosos del mundo. Entonces, no habr temor a las persecuciones, ni tampoco a la muerte. As lo dice el apstol Pablo: No temo ninguna de estas cosas ni me importa mi vida, con tal de cumplir mi misin y el ministerio que _______________________ 4 Gnesis 3, 6. 5 Gnesis 3, 14-19.
6 Gnesis 3, 8-13. 215 he recibido del Seor Jess: dar testimonio del Evangelio de la Gracia de Dios 7. A mis mrtires les import cumplir su misin y el ministerio que recibieron de M, o sea, santificar el mundo y dar testimonio del Evangelio. No les preocup ninguna otra cosa. Ellos haban vuelto a ser hombres y mujeres, no ya brutos, debido a la Gracia que viva en ellos y que ellos tutelaban con un cuidado que no tenan por la pupila de sus ojos y por la propia vida, que consuman con risuea prontitud, porque saban que consuman corruptibles despojos y adquiran en cambio una vida incorruptible de infinito valor. Y vivan y obraban como hombres y mujeres hijos del Padre celestial. Como dice Pablo, ellos no codiciaron ni oro, ni plata, ni vestidos de nadie8; al contrario, se dejaron despojar y se despojaron voluntariamente de toda riqueza, y hasta de la vida, para seguirme en la Tierra y en el Cielo. Y, como sigue diciendo el apstol, con sus manos proveyeron a sus necesidades y a las ajenas 9, dieron la Vida a s mismos y llevaron a la Vida tambin a los otros. Trabajando socorrieron a los enfermos de esa tremenda enfermedad que es el vivir fuera de la verdadera Fe y para este fin se prodigaron con todo su ser y lo dieron todo: afectos, sangre, vida, fatigas, con el recuerdo de mis palabras, las que te dije hace tres das 10: Dar es recibir, Dar es mejor que recibir; esas palabras que hoy, cuando te he hecho abrir el Libro en el captulo 20 de los Hechos, en el versculo 35, has ledo con un estremecimiento porque te has acordado de que las habas odo haca poco y, de prisa, has ido a buscarlas. Y cuando las has encontrado, has llorado, porque as has tenido una prueba de que quien habla soy Yo. S, soy Yo. No temas. T ni siquiera sospechas de qu verdades te conviertes en cauce. Como la avecilla que, en la rama, canta feliz ese canto que Dios puso en su pequea garganta desde hace miles de aos, y no sabe por qu emite precisamente esas notas y no otras diferentes, y tampoco sabe que por medio de ellas dice su nombre y el nombre de su Creador, as tambin t repites esa Palabra que resuena en ti y ni siquiera sabes cun profundo es su significado. ______________________ 7 Hechos 20, 24. 8 Hechos 20, 33. 9 Hechos 20, 34. 10 Se refiere al 2 de marzo. 216 Pero sigue siendo as: una nia. Amo tanto a los nios. Lo viste. Me has visto rer solamente con ellos. Para M eran mi alegra en cuanto Hombre. La Madre y el Discpulo eran mi alegra de Hombre-Dios y de Maestro. El Padre era mi alegra de Dios. Pero los nios eran mi jubiloso alivio en la tierra tan amarga.
Sigue siendo as: una nia. Tu Salvador, a quien tantos hombres han abofeteado, necesita refrescar sus mejillas en las mejillas infantiles. Necesita apoyar su frente en cabecitas amorosas y sin malicia. Pequeo Juan, ven junto a tu Jess. Y qudate siempre as, sigue siendo nia para M. El reino de los Cielos es de quien sabe conservar un alma de nio y acoger la Verdad con la confiada viveza de un nio. Soy Yo, no temas. Soy Yo quien te habla y te bendice. Ve en paz, pequeo Juan. Maana te enviar a Juan.
6 de marzo Dice Juan: Soy yo. No me temas tampoco a m. Yo soy caridad. La he predicado tanto, la he absorbido tanto y, por eso, estoy tan fundido en Ella, que soy caridad que habla. Oh, pequea hermana!, nosotros podemos decirlo: Nuestras manos tocaron la Palabra de vida porque la Vida se manifest y nosotros la vimos y damos testimonio 1. Nosotros podemos decirlo; nosotros, los que repetimos las palabras que en su bondad, que supera toda otra bondad, nos dice nuestro amor Jesucristo y nos conduce por senderos florecidos, en los que cada flor es una verdad y una bienaventuranza celestial. Nosotros podemos decirlo; nosotros, los que estamos saturados, como una colmena fecunda, de la dulzura que fluye de los labios divinos, de esos labios santsimos que, tras haber partido el pan de la doctrina para las turbas de Galilea, de toda Palestina, supieron consagrar el Pan para convertirlo en Carne divina y partirse a S mismo para nutrir el espritu del hombre. Son esos labios infinitamente inocentes que viste sangrar, contraerse, hacerse rgidos en la Pasin y en la Muerte que sufri por nosotros 2. ________________________ 1 1 Juan 1, 1-3. 2 Se refiere a las visiones del 11 y del 18 de febrero. 217 Nosotros podemos decirlo: ste es el mensaje que hemos recibido de l y que os anunciamos: Dios es Luz y en l no hay tiniebla alguna 3. Su luz est en nosotros porque su Palabra es Luz. Vivimos en la Luz y omos su celestial armona. Ven, pequea hermana. Quiero hacerte or la armona de las esferas celestes, la armona de la luz, pues el Paraso es Luz. La luz desborda y se expande desde el Esplendor Trino e inunda de S todo el Paraso. Vivimos en la Luz y de la Luz. Ella es nuestro gozo, nuestro alimento, nuestra voz. Canta el Paraso con palabras de luz. Es la luz, son los destellos de la luz, los que provocan
estos acordes solemnes, potentes, suaves, que encierran gorjeos de nios, suspiros de vrgenes, besos de amantes, hosannas de adultos, gloria de serafines. No son cantos como los de la pobre Tierra, en los que hasta las cosas ms espirituales tienen que revestirse de formas humanas. Aqu es la armona de destellos lo que produce el sonido. Es un arpegio de notas luminosas que sube y baja con variante centelleo, y es eterno y siempre nuevo, porque en este eterno Presente nada adquiere la pesadez de lo viejo. Escucha esta indescriptible armona y s feliz. Une a ella tu estremecimiento de amor. Es lo nico que puedes unirle sin profanar el Cielo. An eres un ser humano, hermana, y aqu la humanidad no puede entrar. Pero puede entrar el amor. El amor te precede. Precede tu espritu. Canta con l. Cualquier otro canto sera como el zumbido de un insecto en el gran coro celestial. El amor es ya un suspiro armnico en el dulce canto. Que la paz de nuestro amor Jess sea contigo. Padre, no puedo describir la luminosidad canora que veo y oigo. Estoy embriagada por esta belleza, por esta dulzura. Si, por acaso, una rosa inmensa, ilimitada, hecha de una luz tal que la de todos los astros y planetas es apenas como una chispa del hogar, moviera al viento del amor sus ptalos y produjera sonidos, sera algo que podra asemejar a lo que oigo y veo y que es el Paraso sumergido en la luz dorada de la Santsima Trinidad con sus habitantes, hechos de luz adamantina. Basta, basta. Debo callar porque la palabra humana es una blasfemia cuando intenta describir la eterna Belleza de Dios y de su Reino. _______________________ 3 1 Juan 1, 5 218 7 de marzo Por la noche. A quin puedo decirle lo que sufro? A ningn habitante de esta tierra, porque no se trata de un sufrimiento terreno y, por lo tanto, no lo entendera. Es un sufrimiento que es dulzura y una dulzura que es sufrimiento. Quisiera sufrir diez, cien veces ms. Por nada del mundo quisiera dejar de padecer este sufrimiento. Pero eso no significa que yo no sufra como quien est aferrado por el cuello, o ceido con una mordaza, o abrasado en un horno o traspasado hasta el corazn. Si se me consintiera moverme, aislarme de todo, para poder desahogar con el movimiento y con el canto mi sentimiento - pues es un dolor que atae al sentimiento -, sentira alivio. Pero estoy como Jess en la cruz. No se me consiente ni movimiento ni aislamiento y tengo que apretar los labios para que mi dulce agona no d pbulo a los curiosos. No digo por decir que tengo que apretar los labios! En verdad, tengo que hacer un gran esfuerzo para dominar el impulso de exhalar mi grito de jbilo y de dolor sobrenatural, que bulle
dentro de m y que sube con el mpetu de una llama o de un surtidor. Me atraen como un imn los ojos velados de dolor de Jess: Ecce Homo. Erguido sobre las gradas del Pretorio, est frente a m y me mira; lleva la corona en la cabeza, tiene las manos atadas sobre el blanco indumento de los locos, con el que han querido burlarle. Y as, en cambio, le han vestido con el candor digno del Inocente. No habla. Pero todo en l habla y me llama y pide. Qu es lo que pide? Me pide que le ame. Eso lo s y eso es lo que le ofrezco hasta sentirme morir, como si llevara una cuchilla clavada en el pecho. Pero me pide adems algo que no entiendo. Es algo que quisiera entender. sta es mi tortura. Quisiera darle todo lo que puede desear, a costa de morir de dolor. Pero no lo consigo. Su Rostro dolorido me atrae y me fascina. Cuando es el Maestro o cuando es Cristo Resucitado, es hermoso y verle me causa solamente jbilo. En cambio, este rostro me causa un amor profundo, que no es inferior al amor mismo de una madre por el hijo que sufre. S, comprendo. El amor de compasin 1 es la crucifixin de la cria____________________________ 1 Vase el dictado del 13 de febrero. 219 tura que sigue al Maestro hasta la tortura final. Es un amor desptico que nos impide cualquier otro pensamiento que no sea el de su dolor. Ya no pertenecemos a nosotros mismos. Vivimos para consolar su tortura y su tortura es nuestro tormento que nos mata, y no es slo una metfora. Y, sin embargo, cada una de las lgrimas que nos hace derramar ese dolor nos es ms preciosa que una perla, y cada dolor que nos parece semejante al suyo es ms anhelado y amado que un tesoro. Padre, me he esforzado por explicarle lo que siento. Pero es intil. De todos los xtasis a que Dios puede conducirme, el de su sufrimiento ser siempre el que ha de llevar mi alma a mi sptimo cielo. Creo que la muerte ms bella es morir de amor mirando a mi Jess doliente.
12-15 de marzo El da 12 no hay dictado. El 13 no quise escribir. Y Ud. sabe el motivo. El 14, aunque an estoy malhumorada, cedo porque... porque si le dejo hablar sin fijar sus pensamientos, siento que me faltan el aire y la vida. Pero an estoy enfadada, seguramente. Y si no fuera porque hoy es mi cumpleaos 1 y porque sus palabras son el regalo ms bello para la pobre Mara, no cedera todava, para ver si de este modo me hace la gracia que pido para todos. Desde ayer por la noche Jess va repitiendo (y ya lo deca cuando Ud. vino): No has comprendido que he permitido que conocieras la angustia de Mara para que sea gua y consuelo para ti en esta hora 2?. Envolv la pasin de mi Madre en un velo, porque es algo tan santo que no puede echarse a los puercos 3. Y conced las palabras de mi Madre en esa hora tremenda, inferior nicamente a la
ma del Getseman, slo para el Padre 4, para que tuviera una gua al juzgar y ab_______________________ 1 Dado que naci el 14 de marzo de 1897, ese da la escritora cumpla 47 aos. 2 Se refiere a la visin del 19 de febrero. 3 Mateo 7, 6. 4 Se refiere al Padre Migliorini, a quien se dirige a menudo. 220 solver las almas que el dolor hace delirar; slo para ti, para que supieras en tu sufrimiento que la Madre te comprende porque sufri y para que aprendieras cmo se reza mientras arde en el corazn una hoguera de dolor y cmo se doma el sentimiento que surge contra una voluntad de la que no se conocen los fines, postrndolo bajo la persuasin del espritu de la bondad de Dios, o sea, bajo la persuasin que el espritu inculca a la razn y al sentimiento, que impone como un yugo a estos dos rebeldes, para su bien. Y conced las palabras de mi Madre slo para otras pocas almas, queridas y benditas, de este pequeo rebao mo. Y no has entendido! Si no te conociera como t misma no te conoces, tendra que ser severo contigo. En cambio, te acaricio y no te dejo ir, oh, pobre ovejita ma envuelta en las espinas! Mira: te las quito una por una, las desenredo entre tus vellones, me pincho Yo para impedir que te pinchen a ti. Aunque no quieres mirarme, estoy aqu. Y ya veremos quin gana. Despus, esta maana, tras una noche de agona que me muestra por la maana con un aspecto poco diferente del de la nia de Jairo 5, l dice: Ves que no puedes estar sin M? Ves que no puedes estar sin tu Misa, cuyo Evangelio es cantado y comentado por tu Jess, cuya bendicin es dada por tu Jess? Oh, pobre, pobre Mara, que te encuentras tan mal en la tierra! Es imprescindible que te traiga a M. No eres apta para los choques brutales del mundo. Pero an tengo necesidad de ti. Piensa en la Madre. Tuvo que quedarse an por algn tiempo para servir a Jess. No quieres quedarte para servir a Jess? Vamos, vamos! Tus reproches son an amor y fe, porque piensas que Jess lo puede todo y que tu amor y tu fe total tienen que obrar el milagro. Tambin Marta y Mara, en Betania, me reprocharon que no hubiera apresurado el regreso, que me hubiera alejado mientras Lzaro estaba muriendo 6. Mas Yo las am tambin por esto, porque en ese reproche haba amor y fe: Si T hubieras estado aqu, nuestro her________________________ 5 Se refiere al episodio de la Hemorrosa y la hija de Jairo, escrito el 11 de marzo y omitido en el presente texto por pertenecer al ciclo del Segundo ao de vida pblica de la vasta obra sobre el Evangelio. 6 Juan 11, 20-32.
221 mano no habra muerto, dijeron las dos hermanas. Y en ese reproche era evidente su conviccin de que Yo poda obrar el milagro, como era evidente su gran amor en esa confianza por la que osaban hacer un reproche, tan luego a M. Que haya paz, paz, alma ma! Que haya paz entre Yo y t! Y a quienes podran comentar de modo irreverente las palabras de la Madre 7, diles en mi Nombre que en esa hora, Ella era la Mujer. Diles que era la Mujer que reuna en s todos los dolores de la mujer - esos dolores provocados en la mujer por culpa de la primera de ellas - y que deba expiarlos, como Yo haba reunido en M todos los dolores del hombre para poder expiarlos. Diles a quienes niegan que Mara haya podido sufrir porque es santa, que Ella lo sufri todo, como ninguna de sus hermanas de sexo ha sufrido; que lo sufri todo, excepto los dolores del parto (porque en Ella no estaba la culpa y la maldicin de Eva) y los de la agona fsica, por la misma razn 8. Dio a luz al Hijo de sus entraas inmaculadas y entreg a Dios su espritu sin mancha, tal como el Creador haba decretado que lo hicieran todos los hijos de Adn, si la culpa no les hubiera injertado en el Dolor. Diles que Yo, por ser el principal Expiador, tuve que sufrir inmensamente tambin el dolor de la muerte, y de aquella Muerte!, aun siendo el Santo de los santos. Diles a quienes niegan que en las horas expiatorias de la Pasin Mara haya podido sufrir en su alma, en su mente y en su carne, que si Yo puedo hacer participar de mis sufrimientos y marcar con mis llagas a un siervo o a una sierva mos - que son criaturas que me aman, aunque su amor es algo relativo - cmo podra no haber asociado a estos sufrimientos y hacer partcipe de ellos a mi Madre, a Mara la Santa, a Mara que es la Caridad, a Mara que es inferior nicamente a Dios, a La que me amaba a la perfeccin, ya como Madre - porque, por lo inmaculado de su ser, era perfecto su sentimiento - ya como creyente, porque en su santidad me am como nadie? De este modo, el sufrimiento del Hijo de Dios era aumentado por el valor del sufrimiento de la Llena de Gracia. Oh, hombres!, Ella era Madre. Me haba llevado en s, me haba engendrado, dado a luz, criado. No estaba hecha de estopa; estaba _____________________ 7 Por lo que se refiere a la angustia de la Madre, como en la nota 2. 8 Gnesis 3. 222 dotada de nervios y de un corazn. Era carne y no slo espritu. Era carne pura, mas era carne an. Si Yo llor, si Yo sud sangre, acaso Ella no habr llorado, y llorado sangre? Oh, hombres!, Yo era su Hijo. Yo no era el fantasma de un hombre. Yo era Carne, era su Carne. Y en esa Carne, sobre esa Carne, Ella, por su perfecta presciencia, vea abatirse los flagelos, penetrar las espinas, descender los azotes, golpear las piedras y penetrar los clavos y, por su santidad, los reciba en s. Oh, hombres!, reflexionad. Decs que creis en la Comunin de los Santos, que es la unin de
las plegarias y los sufrimientos a los mritos infinitos de Cristo, en favor de las necesidades de los espritus, y no podis admitir que la primera que particip en ella fue Mara, mi Santa y la vuestra? Oh, pequeo Juan que ests enfurruado!, di esto a los hombres que tienen una fe y unas ideas falseadas por un racionalismo que ni advierten y que, como la grama, ha invadido solapadamente hasta los espritus que con ms sincero deseo anhelan vivir en la verdad. Mas recuerda que Juan no pona cara larga nunca, ni siquiera cuando Yo le reprenda o le desatenda y los dems rivalizaban con l. Ve en paz. Te bendigo aunque hoy eres tan obstinada como una cabrita. S buena! S buena! Piensa que te he amado tanto que he hecho de ti mi portavoz. Ve en paz. Te bendigo una vez ms.
16 de marzo Hebreos 5, 7.8.12.14; 6, 1.4.6.8. Dice Jess: Quiero que t y muchos otros consideris una virtud de la que os ha derivado un gran bien, el bien ms grande, as como de su contrario os ha venido tanto mal, el mal mayor. Ya te he hablado de ello, mas tu sufrimiento no te ha hecho recordar las palabras. Te las repito porque me urge que las conozcis. Dado que os amaba infinitamente, Yo quise ser vuestro Redentor. Mas no lo fui nicamente por la Sabidura, ni por la Potencia ni por la Caridad. stas son tres caractersticas, tres dotes divinas, y las tres obraron en la Redencin del gnero humano, pues os instruyeron, os conmovieron con milagros, os redimieron con el Sacrificio. Mas Yo era el Hombre. Y, por serlo, deba poseer esa virtud cuya 223 prdida haba perdido al hombre, y redimiros con ella. El hombre se haba perdido por haber desobedecido al deseo de Dios. Yo; el Hombre, he debido salvaros obedeciendo al deseo de Dios. Dice Pablo que Yo, tras haber ofrecido, en los das de mi vida mortal, plegarias y splicas con fuertes gritos y con lgrimas para salvar al hombre de la muerte espiritual, fui escuchado por mi reverencia. Y agrega que, habiendo alcanzado la perfeccin porque haba aprendido (o sea, porque haba cumplido por obediencia), me convert en la causa de salvacin eterna para todos los que me obedecen. Por lo tanto, Pablo dice - con palabras que el Espritu hace verdaderas - que Yo, el Hijo de Dios hecho Hombre, alcanc la perfeccin por medio de la obediencia y pude ser Redentor gracias a ella. Yo, el Hijo de Dios, alcanc la perfeccin con la obediencia. Yo redim con la obediencia. Si meditis profundamente acerca de esta verdad, tenis que sentir lo que siente el que est prono sobre una elevada ensenada marina y, desde all, mira fijamente la profundidad y la inmensidad del mar y le parece hundirse en ese abismo lquido del que no conoce ni la profundidad ni los confines.
Es la obediencia! Es ese mar ilimitado y abismal en el que me sumerg antes que vosotros para volver a la Luz a los que haban naufragado en la culpa. Es el mar en el que tendran que sumergirse los verdaderos hijos de Dios para ser redentores de s mismos y de sus hermanos. Es el mar que no tiene solamente grandes profundidades y grandes olas, sino tambin playas bajas y pequeas olas que parecen bromear con la arena de la orilla, esas olitas que tanto les gustan a los nios que juegan con ellas. La obediencia no est hecha solamente de horas excelsas en las que obedecer significa morir como hice Yo, en las que obedecer significa arrancarse del lado de una Madre como hice Yo, en las que obedecer significa renunciar a la propia morada como hice Yo, al dejar el Cielo por vosotros. La obediencia est hecha tambin de cosas minsculas de cada hora, que van cumplindose sin refunfuos a medida que se presentan. Qu es el viento? Es siempre un torbellino que inclina la cima de los rboles seculares y la dobla, la quiebra, la echa al suelo? No, no es slo eso. Tambin es viento cuando, con mayor levedad que una caricia materna, peina las hierbas del prado y el trigo en el que bro224 tan los retoos y los hace ondular apenas, como si la cima de sus verdes tallos se estremeciera de alegra al ser rozados por la brisa ligera. Las pequeas cosas son la brisa ligera de la obediencia. Son pequeas, mas cunto bien hacen! Ahora es primavera. Qu dulce sera esta estacin, si la sangre no la manchara 1! Las plantas, que saben amar y obedecer al Creador, estn ponindose su nuevo atavo hecho de esmeraldas y se engalanan con flores como una novia. Los prados parecen un encaje, un terciopelo bordado de flores y los bosques muestran su felpa perfumada bajo una bveda de cimas verdes y sonoras. Mas, si no existieran los tenues vientos de abril y tambin las alocadas rfagas de marzo, cuntas flores quedaran sin fecundar y cuntos prados sin agua! Por lo tanto, las flores y las hierbas habran nacido para morir sin un objeto. El viento empuja las nubes y, de este modo, riega flores e hierbas; el viento hace que las flores se besen - lleva a las plantas lejanas el beso de otras, igualmente lejanas - y en su alegre carrera de ramo en ramo, de rbol en rbol, de huerto en huerto, fecunda y hace que esas flores se conviertan en fruto. Tambin la menuda obediencia a todas las cosas que Dios os presenta a travs de los acontecimientos del da, hace lo que el viento con las plantas y las hierbas de los prados y huertos. De vosotros, que sois flores, hace frutos, frutos de vida eterna. Bienaventurados los que, atrapados en el torbellino del Amor y de su amor, cumplen el sacrificio total de s mismos; los pequeos redentores que me perpetan y que llegan a la obediencia suprema al beber mi mismo cliz de dolor! Mas, bienaventurados tambin los que, aun sin tener el coraje de decirle al torbellino del Amor: Te amo; heme aqu, tmame, saben doblarse al viento leve del Amor, del Amor que sabe graduar las fuerzas del hombre, su hijo, y dar a cada uno esa presin determinada que es capaz de soportar. Oh, hijos!, os parece que la prueba es muchas veces superior a vuestra fuerza. Y nunca como ahora os parece que es as. Pero eso os sucede porque os empecinis, porque sois soberbios y desconfiados. Queris obrar por vosotros mismos y no os abandonis a M. No soy un verdugo. Soy El que os ama. Soy un Padre bueno. Y si no puedo anular la Justicia, al menos aumento, para compensar, la Misericordia. Y la aumento tanto ms, cuanto ms crece la necesidad de Justi-
________________________________ 1 Se refiere a la segunda guerra mundial, que por entonces no habia terminado. 225 cia debido a la marea de delitos, de blasfemias, de desobediencias a la Ley, que cubre la Tierra. Naufragis en esa marea. Naufragis los inocentes, los casi inocentes, los culpables, los grandes culpables. Mas, si para estos ltimos la profundidad del naufragio estar en las profundidades de Satans (y esto ya en vida porque, aunque fingen vivir en paz, estn destruidos por una conciencia que les acosa y no les deja en paz), para las otras dos categoras esa profundidad estar en mi Misericordia, est en ella para los que son casi inocentes y est en mi Corazn para los inocentes. Mas, como Misericordia y Corazn ya son Cielo, para stos, tras los consuelos que no les niego en la Tierra - como t sabes -, ya est preparado el Cielo. Tambin le dije otra cosa a tu espritu, y tu espritu no pudo hacrsela escribir a tu carne agotada; te la repito ahora. En toda esta enseanza ma, no hay leccin o visin que os haya dado sin seguir un diseo educativo mo, que no comprendis o que comprendis con atraso y de modo parcial. Si meditarais con la lucidez de la intuicin, verais que las lecciones que os doy por medio de los dictados o las contemplaciones del portavoz, estn relacionadas siempre con hechos que estn a punto de producirse. Lo hago para daros una ayuda sobrenatural. Suponiendo que el mundo no se degrade total y bestialmente, estas pginas harn mucho bien a las almas tambin en el futuro, porque contienen enseanzas de Ciencia eterna; mas, para vosotros que vivs en esta hora fatal, son tambin una gua y un consuelo en las horas que estis viviendo. Tambin vosotros, como los primeros cristianos de Pablo, os habis hecho algo dbiles en entender... y an tenis necesidad, de nuevo, de que os enseen los primeros rudimentos de la palabra de Dios, y estis obligados a alimentaros con leche y no con un alimento slido. Os habis vuelto nios, pero no lo sois por la inocencia y la ingenuidad, no lo sois por la fe segura, sino por vuestra incapacidad de caminar en la fe y de comprender sus verdades. Habis retrocedido tanto! Las palabras de la Justicia son slo un sonido que resuena en vuestro odo y, a veces, ni siquiera lo percibs. No es para vosotros alimento de Vida. No puede serlo, porque no lo asimilis. Por vuestra culpable indiferencia, por vuestra culpable simpata hacia la culpa, vuestro espritu est atacado de infantilismo y ya no posee ese zumo que lo hace capaz de convertir en propia nutricin el alimento robusto de los adultos en la fe. O no tenis reli226 gin o tenis una religin que consiste en una coreografa de formalidades y sentimentalismo. Mas, sabis qu quiere decir: Religin? Quiere decir seguir a Dios y su Ley; no es slo cantar bellos himnos, hacer bellas procesiones o bellas funciones religiosas, concurrir a prdicas elegantes, ser el miembro A o B de una determinada asociacin. Todas stas son cosas que estimulan vuestro sentimiento, y nada ms. Religin quiere decir hacer del hombre-animal el hombre semidios. A travs de la religin es necesario anular la animalidad en sus muy variadas formas, que van de la carne al pensamiento. Abajo la gula, abajo la lujuria! Fuera la avaricia! Abajo la apata! Que se mate a la mentira y a la soberbia! Sed castos, caritativos, humildes, honestos; en fin, sed como Dios quiere y como Yo os he enseado a ser. Entonces seris adultos en
la religin, en la fe; seris hombres verdaderamente formados, que tenis aleccionadas vuestras facultades al discernimiento del bien y el mal por la prctica. Por este motivo, dejo de lado las enseanzas elementales y vengo a instruiros sobre lo ms perfecto, porque quiero llevaros a ese nivel. Seris pocos: se tratar slo de los que tienen sed de Justicia, sed de Verdad, sed de Saber. Mas a stos, mis bienaventurados, les doy un pan que les ayuda a gustar cada vez mejor el otro Pan, que soy Yo-Eucarista. Tambin en mi vida pblica hice preceder el pan de la Palabra al pan del Sacramento 2, pues Aqul siempre debe preparar para ste. La Iglesia docente existe para eso, para perpetuar mi ministerio de Maestro y haceros capaces de extraer del Sacramento el mximo poder vital. Mas ay de quienes, tras haber sido iluminados, prefieren volver a las tinieblas! Ay de los que, tras haber saboreado el alimento celestial, prefieren los bocados de Satans! Ay de los que, luego que el Espritu Santo les dio la conciencia de la Verdad, volvieron a ser brutos, deshonrndose a s mismos! No es posible que, tras haber precipitado, vuelvan por penitencia. Pues, si es verdad que Yo concedo abundantemente mi perdn a la debilidad del hombre, soy inexorable con quien quiere permanecer en el Mal, tras haber elegido el Mal, espontneamente, como propio rey. Y vosotros, a quienes hago gustar la dulzura de la palabra de Dios, que se difunde nuevamente para hacer frente a la excesiva mu________________________ 2 Lucas 24, 27-31. 227 dez sacerdotal, a la excesiva ceniza tibia, cuando tendra que ser fuego vivo; que se difunde para neutralizar en mis noveles discpulos el veneno de Satans, que circula por la Tierra; vosotros, por quienes levanto los velos que ocultan los secretos de mi jornada humana y los misterios del futuro siglo; vosotros, sed dignos de tal don. Convertos en espigas lozanas y no en rida paja, lista para el fuego. Seris espigas para el trigo eterno. Renaceris en el Cielo. Oh, la alegra de estar fuera del mundo, la alegra de estar donde est Dios! Cuando exhal mi espritu y pude volver a ver al Padre, experiment una beatitud como no la haba experimentado nunca por la eternidad. Y an perdura porque ahora s qu quiere decir estar separado del Cielo, estar separado de Dios. Sufr en M todas las experiencias para poder defenderos ante el Altsimo. Mas en verdad os digo que mi misma bienaventuranza ser la vuestra cuando estis aqu, fuera del exilio, conmigo, junto al Padre, en la Patria del Amor. Oh, hijos!, estaris en la Patria del Amor, all donde no hay ms odio ni delitos, donde no hay ms llanto ni terror. Jess me dice que escriba tambin esas palabras sobre la funcin de ciertas almas en el mundo. Lo hago aunque, por estar tan dbil y atormentada, me da vueltas la cabeza como una perinola. Has comprendido ahora el por qu de los conventos de clausura, su razn de ser? No todos tienen tiempo de rezar, visto que estn tan empeados en la vida activa. Es verdad que la actividad honesta es ya plegaria y, por eso, los que rezan mientras trabajan estn justificados.
Mas son muchas las necesidades del hombre y son muchos los hombres que no rezan en absoluto. Los que viven en el claustro rezan por todos los que no quieren o no pueden rezar, de modo que cada da aporte ese nmero de homenajes que requiere la Divinidad (pensad que en el Cielo no existen pausas para el Gloria a Dios). Le rezan a Dios para honrarle, le rezan para aplacarle, le rezan para impetrarle. Son los brazos que estn alzados sobre los que combaten, y piden por todos. T, en tu casa, eres la pequea enclaustrada que reza por todos. Mas tu caridad debe ser vasta como el mundo. Ms an: debe ser vasta como toda la Creacin, debe invadir tambin el Cielo. O mejor: debe comenzar por l. Rezar para elevar alabanzas y ofrecer reparaciones a Dios, que es insultado por tantos seres. 228 Rezar por quien no reza. Rezar por la Iglesia. Rezar por el Sacerdocio que, si no vuelve a ostentar el esplendor de un mrtir como Lorenzo, os har cada vez ms propensos a la idolatra. Rezar por la sociedad humana, para que venga a Dios si quiere salvarse. Rezar por la Patria, para que goce de paz y bien. Rezar por quien sufre, por quien tiene hambre, por quien no tiene un techo. Rezar por quien duda y se siente aferrar por la desesperacin. Rezar, rezar, rezar. Por ltimo, rezar por ti. No tengis temor. Si vosotros que rezis por todos no rezis por vosotros, rezo Yo por vosotros al Padre. Quedaos tranquilos. Las almas que oran en el mundo, las que saben convertir su enfermedad no en un ocio forzado sino en una actividad santa, son las pequeas clausuras que Yo desparramo en el mundo como flores para ayudar a las grandes clausuras y para aplacar al Padre y llevar alivio a la humanidad con esta suma de incansables plegarias. Y ahora, Padre, le dir que estoy conmovida por la bondad de Dios, de la cual ha derivado la suya. Jess se lo ha inspirado. Yo deseaba tanto entrar en la Orden Tercera de la Dolorosa. Si no hubiera sido desde nia muy devota de S. Francisco de Ass y no hubiera sufrido muchas experiencias dolorosas con sacerdotes pertenecientes a los Siervos de Mara, me habra dirigido a la Orden de la Dolorosa o a la del Carmen cuando, en 1926, decid entrar en una Orden Tercera. Porque quera ser de Mara aun cuando... era una cabrita, como dice Jess 3. Como la conoca poco, la amaba mal, pero instintivamente yo iba hacia Ella. Ahora, desde que la he visto sufrir, la amo como amo a su Hijo: con todas mis fuerzas 4 y, por eso, se haba agudizado mi deseo de pertenecer a la Dolorosa. No lo deca, pero llevaba clavada en la garganta la espina del deseo. Doy gracias a Jess y a su Madre porque se lo han dicho a Ud. y le agradezco a Ud. por
haberlo comprendido. Es intil. Ya desde el ao ________________________ 3 Lo dice as en los dictados del 4 y del 24 de junio en Los cuadernos. 1943 y en el ltimo prrafo del dictado del 15 de marzo de 1944. 4 Como dice al final del dictado del 8 de diciembre en Los cuadernos. 1943. 229 pasado he dicho que la Virgen Dolorosa ha obrado siempre de modo prepotente para conmigo. Ha querido que fuera guiada por un hijo suyo 5; ha querido para su altar la labor que yo haba hecho para otros altares6; ahora quiere que yo muera con su atavo7. Pues bien: esperemos que quiera de su Hijo lo que le pido para todos (la paz) y lo que le pido para m: la salvacin de mi pobre alma. Y, de este modo, tambin Ud. tendr a su Fernanda Lorenzoni 8. Y ahora basta; de lo contrario, me desmayo. ________________________ 5 Se trata del P Romualdo M. Migliorini. Vase la nota 1 en el texto del 1 de enero. 6 Se trataba de un bordado realizado por la escritora para un mantel de altar. 7 Se refiere al atavo de terciaria de la Orden de los Siervos de Mara. 8 Se trata de Fernanda Paola Lorenzoni, terciaria de la Dolorosa (1906-1930).
18 de marzo Mateo 23, 19. Ayer, viernes, hubo slo silencio. Hubo slo dolor recibido como don y ofrecido como don. Hoy Jess dice esto: Una de las desviaciones de vuestro pensamiento de catlicos, de cristianos en general, consiste en esto: vosotros confunds la ofrenda con el altar. Vosotros creis que la ofrenda es ms grande que el altar. Y esto les sucede tambin a los que entre vosotros son buenos hijos del Seor. Os hablo de esto para corregiros. Amo mucho vuestras ofrendas de plegarias y de sacrificios y slo cuando estis en el Paraso, veris cmo las us y cunto bien hice con ellas. Me ofrecis vuestras pobres cosas siempre impregnadas de vuestra condicin humana, siempre manchadas de imperfecciones. Nada tenis, algo ms bello, que ofrecerme. Aun el mejor de
los hombres, mientras sea hombre, estar sujeto siempre a ser imperfecto. Cuando estis aqu, conmigo, ya no seris tales. A mis ojos vuestras acciones son imperfectas siempre. Mas Yo noto vuestro esfuerzo y el afecto, la rectitud, con que las ofrecis. Y no las desdeo. Al contrario, las acojo con amor y las santifico, las purifico con mi contacto y, una vez que las he hecho santas y puras, las uso para el bien del mundo y para vuestro bien. 230 Oh! Yo soy un banquero honesto y bueno. No dejo estancados vuestros ahorros. No los uso para M o para otros, privndoos de los provechos. Por el contrario, los atesoro para vosotros y, aun gastando vuestras monedas para las necesidades del mundo, acumulo con amor el fruto de las mismas para que lo encontris en la hora de la muerte y sea vuestra dote para entrar en mi Reino. Pues bien, vosotros me dais vuestras pobres cosas siempre imperfectas pero muy amadas por M. Me las dais a M, porque todas las obras buenas que hacis al prjimo y para el prjimo vuestro, me las hacis a M. As lo he dicho 1. Y dar al prjimo significa tanto dar el pan, el agua, la hospitalidad, el vestido, el consuelo, la enseanza, el ejemplo, como dar por l la vida, ofrecindomela por la salvacin de uno o de muchos y por el triunfo del bien, de mi bien, en el mundo. Mas, me deis lo que me deis, pensad siempre que no es por ello que obtenis lo que peds. Lo obtenis por vuestro Dios. Yo soy quien os hace la gracia; Yo, que soy el altar, porque el altar representa el trono de Dios. Yo soy quien santifica la ofrenda; no es la ofrenda la que me santifica. Yo soy quien quiere y puede; no sois vosotros los que queris y podis. Por eso, cuando decs en el Pater: Fiat voluntas tua, tenis que pensar que tambin en vuestras peticiones debis aceptar mi voluntad de escucharos y de concederos lo que peds. Y no tenis que decir: Visto que he dado, debo recibir. Habis dado y la fe que tenis en M, esta confianza en M, que son tan grandes que os parece imposible que Yo no intervenga para satisfaceros, es para M ms dulce que una caricia filial. Mas, si por un motivo que no podis entender, Yo no concedo, tenis que darme un beso, forma de amor ms profunda que la caricia, en lugar de sta; tenis que darme el beso de vuestra inmediata, risuea, humilde, santa obediencia y resignacin a mi voluntad. El altar es mucho ms que la ofrenda que est sobre l y lo que habla es el altar. Por lo tanto, no confundis la cosa con Aquello a lo que se da la cosa. No quiero llamaros fariseos, porque en esta leve culpa incurrs justo vosotros, los que sois ms generosos, los ms deseosos de amarme con corazn honesto. En el obrar de los fariseos hay multiformes errores; en vuestra conducta hacia Dios, est solamente ste. Mas, ___________________ 1 Mateo 25, 31-46. 231 puesto que os he dicho: Sed perfectos 2, quitaos del corazn tambin este error. Una vez que hayis depositado en el altar vuestro don, una vez que me hayis dado a M,
vuestro Dios, vuestras ofrendas, dejad que el altar las eleve, dejad que Dios las consagre. Acordaos de cuando Yo haca descender el fuego divino sobre las pobres ofrendas para que se consumieran en un sacrificio de grato aroma 3. Ningn sacerdote, ningn fuego es ms que Yo, que tomo vuestro don y lo consagro y lo consumo y lo uso para lo que me parece til, aun cuando a vosotros no os lo parece; ningn don es ms bello que el que se da no slo como forma, sino tambin con el pensamiento; ninguno es ms bello que el don que se da y que, una vez que se ha dado, no es recordado con altanera a El que lo ha recibido. Me basta mi inteligencia para acordarme de vosotros. Me basta vuestra sonrisa, vuestro llamado: Jess!, vuestro decirme: Padre!, me basta eso, para tener presente vuestra ofrenda, como si vuestro ngel la elevara a la altura de mi mirada. Coraje, hijos mos!, el mundo es feroz. Pero eso pasa y no vuelve. Yo permanezco con mi bondad y, conmigo, permanece mi mundo paradisiaco, donde se os espera para que olvidis, en el gozo eterno, todos los horrores de la Tierra. ______________________ 2 Mateo 5, 48. 3 1 Reyes 18, 36-39.
19 de marzo Juan 21, 19. Dice Jess: He aqu otra breve enseanza para los que casi han llegado a la meta, pero tienen necesidad de cumplir los ltimos esfuerzos para alcanzar victoriosamente la conclusin de la prueba. He dicho: Sed perfectos 1. La perfeccin comienza a partir de las cosas ms gravosas y se cumple con las ms ligeras. Comienza dominando la carne, comienza enmendando el pensamiento de esas ideas que no constituyen pecado, pero que encierran la tara de una injusticia mental que no le agrada a Dios; una tara que despierta la piedad _______________________ 1 Mateo 5, 48, como ya se ha aclarado en el dictado precedente. 232 de Dios, que es misericordioso, pero que no le agrada. Entonces, por qu queris venir a M no con las ropas envilecidas por las manchas pero, de todos modos, con un ropaje que no es fresco e intacto como el de la azucena, que se quita el polvo con el roco matutino? Yo soy vuestro roco y me derramo para quitaros aun los ms leves ofuscamientos de vuestra ndole humana y de error, y para engalanaros con mi Gracia para convertiros en las joyas del trono del Padre. Os di mi Amor y mi Sangre. Os di mi Palabra y mi Cuerpo. Mas quiero daros an ms que la Palabra. Quiero daros mi Pensamiento. Qu es el pensamiento? Es el alma de la palabra. Cuando dos seres se aman, no se contentan
con decirse las palabras necesarias, sino que se comunican tambin los pensamientos ntimos. Oh, qu jbilo poder confiar a quien nos ama lo que, como una chispa, una msica, un latido, bulle en nuestra mente, este fervor que nos diferencia de los brutos, cuyos impulsos mentales se limitan a las necesidades rudimentales de la vida! El hombre piensa y su pensamiento engendra obras de arte, de talento, de belleza. El hombre piensa y su pensamiento es como un ntimo amigo, que colma con su compaa aun la soledad del ermitao. El pensamiento del hombre, por su ndole espiritual, se mueve libremente por todo el universo. Se sume en la memoria de las edades lejanas; se sumerge en la previsin de los tiempos futuros; estudia, contempla y medita las admirables obras de Dios en la Creacin; reflexiona sobre los misterios humanos, pues cada hombre es un misterio encerrado en un ropaje mortal; un misterio que es luminoso o sombro, segn sea su nimo santo o satnico; un misterio que slo Dios conoce, porque l nada ignora. Y el pensamiento del hombre, de la contemplacin de las cosas y los hombres, asciende a la contemplacin de Dios. Como guila veloz que se lanza cual saeta del valle a las cimas y de stas asciende an ms para volar libremente en el cielo, para subir hacia el sol, para buscar las estrellas, as el pensamiento humano puede subir, volar libremente, sumergirse en la pureza radiosa de Dios, tras haber meditado sobre la capacidad humana; ascender a la inmensidad divina tras haber reflexionado sobre la relatividad humana; meditar sobre la eternidad divina tras haber contemplado la labilidad humana; ascender a la Perfeccin tras haber observado, exento de la soberbia que enceguece, la humana imperfeccin. Pues bien, cun dulce es comunicar a quien se ama este pensa233 miento nuestro! Cun dulce es ofrecer a los seres ms queridos las luces de este pensamiento como si fueran gemas! Es el amor del amor, o sea, el amor ms puro, el elegido por sobre los dems. Quiero daros mi Pensamiento. Quiero haceros comprender el Pensamiento oculto en la Palabra. Es como si os cogiera y os introdujera en mi Mente y os hiciera conocer los tesoros que ella encierra, para haceros cada vez ms semejantes a M y, por lo tanto, ms gratos al Padre mo y vuestro. En el Evangelio de Juan, que es el perfecto poseedor del Pensamiento del Verbo de Dios hecho Carne, del pensamiento de su Jess, su Maestro y Amigo, est escrita esta frase: Entonces dijo esto para denotar con qu muerte rendira gloria a Dios 2. Dice: con qu muerte rendira gloria a Dios. Oh, hijos! Todas las muertes denotan la gloria rendida a Dios, si se las acepta y se las padece con santidad. Que est lejos de vosotros la santa envidia de sta o aquella muerte. Que est lejos el juicio humano sobre el valor de sta o aquella muerte. La muerte es el cumplimiento de una voluntad de Dios. Aunque la ejecute un hombre feroz, que se erige en rbitro del destino ajeno y que, por su adhesin a Satans, se convierte en instrumento del mismo para atormentar a sus semejantes y asesinarles, aunque sea maldecido por M, la muerte siempre significa la extrema obediencia a Dios, que orden la muerte del hombre debido a su pecado 3. Conocis tantas indulgencias y existen almas pequeas (pequeas no en cuanto a lo menudas, sino en cuanto a lo mezquinas) que practican una religin estrecha, fajada por las formalidades como una momia en las tinieblas del hipogeo y que, por eso, hacen la suma diaria de los das de indulgencia que obtienen con sta y aquella plegaria. Es verdad que las indulgencias existen para que las gocis en la vida futura. Mas, iluminaos, poned alas a vuestra alma y a vuestra religin, que
son cosas celestes. No hagis de ellas esclavas encerradas en una oscura prisin. Dadles luz y ms luz, alas y ms alas! Elevaos! Amad! Rezad para amar, sed buenos para amar, vivid para amar. Las dos mayores indulgencias son plenarias y vienen de Dios, de M, que soy el Pontfice eterno. Una es la del Amor, que cubre la to__________________________ 2 Juan 12, 33. 3 Gnesis 3, 17-19. 234 talidad de los pecados, los destruye en su fuego. El que ama con todas sus fuerzas consume de instante en instante sus humanas imperfecciones; el que ama no comete sino imperfecciones. La segunda indulgencia plenaria concedida por Dios, es la de una muerte resignada, una muerte deseosa de cumplir la extrema obediencia a Dios, cualquiera que sea el tipo de muerte. La muerte siempre es un calvario, grande o pequeo, pero siempre es un calvario. Adems, la muerte siempre es grande, aunque aparentemente nada la haga aparecer as, porque Dios la adeca a las fuerzas de cada uno (de cada uno de mis hijos, no de los hijos de Satans), a las fuerzas que Dios aumenta en la medida de la muerte a la que est destinada su criatura. Y tambin es grande porque, si se cumple santamente, asume la grandeza de lo que es santo. Por lo tanto, toda muerte santa es gloria que se rinde a Dios. Qu bello es ver la rosa que se abre, erguida sobre su tallo! Hela ah: est encerrada como un rub en su engarce de esmeralda, pero separa las lminas de dicho engarce y, como los labios que se ensanchan en la sonrisa, abre los ptalos purpreos. Con su sonrisa de seda responde al beso del sol. Se abre. Es una aureola de terciopelo vivo en torno al oro de los pistilos. Con su color y su perfume, canta la gloria de El que la cre y luego, de noche, se inclina cansada y muere exhalando un perfume an ms penetrante, que es su extrema alabanza al Seor. Qu bello es or en los bosques, al caer la tarde, el coro de las avecillas que, antes de ir a descansar, cantan con todos los trinos de su garganta, una oracin de loas al Seor, que los ha nutrido! Parece que el coro se atena, pero siempre hay una de ellas, la ms enamorada, que lanza un nuevo gorjeo e incita a las dems a seguirla, porque el sol an no se ha puesto y la luz es algo tan bello que hay que saludarla para que las ame y vuelva por la maana; porque el buen Dios permite que an se vea un grano cado en la tierra, un mosquito extraviado, un mechn de lana que llevar a los pequeuelos o que dar a su diminuto buche que el buen Seor sacia. Y el coro prosigue hasta que la luz muere y entonces, las avecillas, con gratitud, se recogen sobre la rama como diminutos ovillos de tibieza y dejan or an, bajo el plumaje, un po po que dice: Gracias, oh Creador!. La muerte del justo es como la de la rosa, es como el sueo del pajarillo: es dulce, bella, grata al Seor. Ya sea en la arena de un circo o en la oscuridad de la prisin, entre los afectos familiares o en la sole235 dad de quien no tiene a nadie, rpida o prolongada en medio de tormentos, la muerte es siempre, siempre, siempre, gloria rendida a Dios.
Aceptadla en paz. Deseadla en paz. Cumplidla en paz. Que mi paz est en vosotros tambin en esta prueba, en este deseo, en esta consumacin. Que desde ahora y para este paso extremo, mi paz eterna est ya en vosotros. Pensad que para M no es diferente la muerte cruenta de gata de la de Liduina, ni la muerte de Teresa Martn de la de Domingo de Guzmn, ni la de Toms Moro de la de Contardo Ferrini 4. Ya he dicho que el que cumple la voluntad de mi Padre es bienaventurado. He dicho que es bienaventurado y que es mi hermano, mi hermana y mi madre 5. Esto he dicho, porque Yo rend gloria a mi Padre haciendo su voluntad en la vida y en la muerte. Imitad, pues, a vuestro Maestro y Yo os llamar: Hermanos mos, hermanas mas. ____________________________ 4 Se trata de: S. gata, que vivi en el tercer siglo y muri martirizada; S. Liduina (13801433), que muri por enfermedad; S. Teresa del Nio Jess (1873-1897), que muri de consuncin en la clausura; S. Domingo (1175 - 1221), fundador de los frailes predicadores, que muri agotado por las fatigas de sus viajes; S. Toms Moro (1118-1170), que muri asesinado, y del beato Contardo Ferrini (1859-1902), que muri de tifus. 5 Mateo 12, 46-50; Marcos 3, 31-35; Lucas 8, 19-21.
22 de marzo Dice Jess: El dictado de ayer 1 induce al sucesivo. Las familias en las que no domina Dios sino la sensualidad y el inters y, por lo tanto, las derivaciones de Satans, no son familias; ellas son el origen de graves desgracias que, desde el interior de la clula familiar, se irradian y arruinan los grupos nacionales y, a partir de stos, tambin la paz mundial. Sucede as porque estn creadas sobre una base de sensualidad e inters y, por lo tanto, no se elevan hacia lo que es santo; por el contrario, como hierbas malsanas nacidas en el barro, se arrastran siempre por el suelo. Dice el ngel a Tobas: Te mostrar quines son sos sobre los ________________________ 1 Se trata del que comenta el episodio de la Primera leccin de trabajo a Jess, que se encuentra en la vasta obra sobre el Evangelio. 236 cuales tiene poder el demonio 2. Oh, en verdad hay cnyuges que desde la primera hora de su unin estn bajo el poder demoniaco! Es ms, lo estn ya antes de ser cnyuges. Lo estn desde que toman la decisin de buscar un compaero o una compaera, pero no lo hacen con un recto fin, sino con solapados
clculos en los que imperan de modo soberano el egosmo y la sensualidad. Nada hay ms sano y ms santo que dos seres que se aman honestamente y se unen para perpetuar la raza humana y ofrendar almas al Cielo. La dignidad del hombre y la mujer que se convierten en padres es la segunda dignidad, despus de la de Dios. Ni siquiera la dignidad real es semejante a ella, porque aun el ms sabio de los reyes no hace ms que gobernar a sus sbditos. En cambio, los padres atraen sobre s la mirada de Dios y raptan a esa mirada una nueva alma, que encierran en la envoltura de la carne nacida de ellos. Casi dira que en ese momento tienen a Dios como sbdito, porque Dios crea inmediatamente una nueva alma para el honrado amor de ambos, que se une para dar a la Tierra y al Cielo un nuevo ciudadano. Oh, si pensaran en el poder que tienen y al que Dios asiente inmediatamente! Los ngeles no tienen tanto poder. Pero los ngeles, a igual que Dios, estn dispuestos a adherir de inmediato al acto de los esposos fecundos y a convertirse en custodios de la nueva criatura. Mas, como dice Rafael, son muchos los que abrazan el estado conyugal de modo tal que arrojan a Dios de s y de su propia mente y se abandonan a la libido. Sobre stos el demonio ejerce su poder 3. Qu diferencia hay entre el lecho del pecado y el lecho de dos cnyuges que no rechazan el placer pero rechazan la prole? No hagamos acrobacias de palabras y de razonamientos embusteros. La diferencia es muy poca pues, si por enfermedades o imperfecciones es aconsejable o se concede el no tener hijos, en estos casos es necesario saber ser continentes y vedarse esas satisfacciones estriles, que no son ms que la satisfaccin de los sentidos. En cambio, si nada se opone a la procreacin, por qu transformis una ley natural y sobrenatural en un acto inmoral, que falsea su finalidad? Cuando cualquier reflexin honesta os aconseja no aumentar la ___________________________ 2 Tobas 6, 16 (vulgata). 3 Tobas 6, 16-22 (vulgata). 237 prole, sabed vivir como esposos castos y no como simias lujuriosas. Cmo pretendis que el ngel de Dios vele sobre vuestra casa, cuando la converts en una cueva de pecado? Cmo queris que Dios os proteja, si le obligis a apartar con disgusto la mirada de vuestro nido mancillado? Oh, qu mseras son las familias que se forman sin una preparacin a lo sobrenatural, las familias de las que se ha desterrado a priori toda bsqueda de la Verdad y donde, an peor, se burla la palabra de la Verdad que ensea qu es y por qu existe el Matrimonio! Qu mseras son las familias que se forman sin elevar ningn pensamiento hacia las alturas, que se forman estimuladas nicamente por el aguijn de un apetito sexual y de una consideracin financiera! Cuntos cnyuges aceptan la inevitable costumbre de la ceremonia religiosa! He dicho costumbre y lo repito, porque para la mayor parte no es ms que una costumbre y no una aspiracin del alma a tener a Dios consigo en ese momento. Mas, despus de la ceremonia, no piensan ms en Dios y hacen del Sacramento un festn y del festn un desahogo de bestialidad! Pero, segn mi pensamiento, el Sacramento no termina con la ceremonia religiosa; al contrario, comienza con ella y dura tanto como la vida de los cnyuges, as como el acto de profesar no dura cuanto la ceremonia
religiosa sino tanto como la vida del religioso o la religiosa. El ngel le ensea a Tobas que, si antepone al acto la plegaria, el acto ser un acto santo, bendito, fecundo de jbilos verdaderos y de prole 4. Esto es lo que habra que hacer: ir al matrimonio impulsados por el deseo de tener prole, pues sa es la finalidad de la unin humana, adems de tener presente a Dios en toda hora. Cualquier otra finalidad es una culpa deshonrosa para el hombre en cuanto ser con uso de razn, y ofensiva para el espritu, que es templo de Dios y huye indignado. Dios no es un carcelero opresivo. Dios es un Padre bueno, que se alegra con la honrada alegra de los hijos y que responde a los santos abrazos de los mismos con bendiciones celestiales y con la aprobacin evidenciada en la creacin de un alma nueva. Mas, quin comprender esta pgina? La leeris sin advertir su sabor santo, como si hubiera empleado el idioma de un planeta desconocido. Os parecer un tema trillado y es, en cambio, doctrina ce__________________________ 4 Tobas 6, 16-22; 8, 4-10 y 15-17 (vulgata). 238 lestial. Os mofaris de ella vosotros, los sabios del momento. Y no sabis que Satans se re de vuestra estupidez, pues ha logrado convertir en condena lo que Dios haba creado para vuestro bien, o sea, el matrimonio como unin humana y como Sacramento. Y esto ha sido mrito de vuestra incontinencia, de vuestra bestialidad. Os repito las palabras de Tobas a su mujer, para que las recordis y las tengis como ejemplo, si an podis hacerlo porque sobrevive en vosotros un resto de dignidad humana. Las palabras son stas: Nosotros somos hijos de santos y no podemos unirnos como los gentiles, que no conocen a Dios 5. Que estas palabras sean vuestra norma pues, aunque habis nacido all donde la santidad ya haba muerto, el Bautismo hizo siempre de vosotros hijos de Dios, que es el Santo de los santos y, por eso, podis decir siempre que sois hijos de santos, del Santo, y podis comportaros de acuerdo con ello. Entonces, tendris una descendencia en la que se bendecir el nombre del Seor y se vivir en su Ley. Y cuando los hijos viven en la Ley divina, se benefician los padres, porque dicha Ley ensea virtud, respeto, amor, y los primeros que se benefician, despus de Dios, son los afortunados progenitores, los cnyuges santos, que han sabido hacer de su unin un rito perpetuo y no un vergonzoso vicio. _________________ 5 Tobas 4, 12.
23 de marzo
Contemplo la siguiente visin, de la que tuve una seal en la aparicin de Lzaro de la que le habl personalmente. Un hombre se acerca al grupo de los apstoles, reunido en una casa sumamente pobre de un lugar que ni siquiera puede llamarse poblado, dado lo insignificante que es. Ya se le concede mucho llamndolo casero. Es un puado de chozas miserables (que parecen estar hechas justo de barro y caas) de un solo piso, levantadas en un terreno llano, que no presenta ningn aspecto agradable; estn diseminadas a lo largo de un senderillo polvoriento que termina en un susurrante caaveral, como se ven cerca del curso de los ros. Las caas no son como las nuestras; son, ms o menos, como las que se ven junto a los arrozales, no s el nombre exacto de estas hierbas que pre239 sentan un tallo largo y cilndrico, hojas lanceoladas y una baya de un dedo de largo, que debe de ser la flor o el fruto de esta planta lacustre. El hombre le habla a Pedro y ste se encamina hacia un segundo ambiente, seguido por dicho hombre. Entra en el cuarto, donde est Jess sentado en el borde de un camastro, que es el nico mueble de esa pieza pequea y baja. El hombre saluda y Jess le responde sonriendo. Comprendo que conoce a ese hombre, porque le pregunta: Qu nuevas me traes?. Mis amas me mandan decirte que vayas enseguida a su casa porque Lzaro est muy enfermo y el mdico dice que morir. Marta y Mara te suplican. Ven, porque solamente T puedes sanarle. Diles que estn tranquilas. No es una enfermedad que lleva a la muerte; es gloria de Dios, para que su potencia sea glorificada en su Hijo. Pero est muy grave, Maestro. En su carne va avanzando la gangrena y l ya no se alimenta. He reventado el caballo para llegar ms rpido aqu. No importa. Es como Yo lo digo. Pero vendrs?. Ir. Diles que ir y que tengan fe. El hombre saluda y se va. Pedro le acompaa y Jess se queda solo. La primera parte de la visin llega hasta aqu. La segunda parte es sta. Estamos an en la miserable choza de antes. Anochece. Ya se encienden en el cielo las primeras estrellas y, al final del sendero, las caas ondulan en la brisa nocturna haciendo entrechocar sus extraos frutos, que suenan como pequeas castauelas, y sacudiendo las cintas de sus hojas, que crujen como seda. Los apstoles despiden a las ltimas personas que an se obstinan en permanecer all para seguir escuchando a Jess, y les cierran la puerta en la cara. En el interior, una lmpara de aceite ilumina las paredes oscuras, en las que se reflejan las sombras movedizas de los apstoles, que estn preparando una frugal cena.
Jess est sentado junto a una rstica mesa; apoya el codo en la mesa y la frente en la mano. Piensa. Y, en su pensamiento, se abstrae de las palabras y los gestos de los dems. Pedro quita el polvo de la mesa con un puado de hojas que es240 parcen un olor ligeramente acre, y apoya un pan, una vasija llena de agua, un vaso para Jess que enseguida se vierte de beber, como si le ardiera la garganta tras haber hablado por todo el da a la muchedumbre - y un vaso para todos. Luego Andrs deposita en el centro de la mesa algunos peces asados y unos panes. Juan coge la lmpara, que estaba cerca de la lumbre, y la coloca tambin en el centro de la mesa. Mientras todos se acercan a la mesa, Jess se levanta. Todos rezan de pie. En verdad, Jess reza por todos, sosteniendo el pan con las manos alzadas al cielo, mientras los dems siguen mentalmente la plegaria. Luego se sientan como pueden, porque el moblaje es muy escaso, y Jess reparte el pan y los peces. Comen y hablan de los hechos del da, y Juan re de buena gana cuando recuerda la indignacin de Pedro por la pretensin de aquel hombre que quera que Jess fuera a su casa para curar sus ovejas enfermas. Jess sonre y calla. Hacia el final de la comida, Jess parece tomar una decisin y, para anunciarla, separa las manos que haba apoyado en la mesa y, abriendo los brazos (como para decir: Dominus vobiscum 1), dice: Y, sin embargo, tenemos que irnos. Adnde, Maestro? pregunta Pedro. A casa del de las ovejas?. Se entiende que no soporta el asunto de las ovejas. No, Simn. A casa de Lzaro. Volvemos a Judea. Maestro, recuerda que los judos te odian dice Pedro. Hace poco queran lapidarte, le recuerda Santiago. Pero Maestro, es una imprudencia, exclama Mateo. No te importa de nosotros?, pregunta Judas Iscariote. Oh, Maestro, protege tu vida! Qu sera de m, que sera de todos nosotros, si no te tuviramos ms?. Juan es el ltimo que habla claramente. Los otros siete cuchichean entre ellos y no ocultan su desaprobacin. Paz, paz, responde Jess. No tiene, acaso, el da doce horas? Si uno camina de da, no tropieza porque ve la luz de este mundo; pero si camina de noche, tropieza porque no ve. Yo s lo que hago porque la Luz est en M. Dejaos guiar por El que ve. Y, adems, tenis que saber que hasta que no llegue la hora de las tinieblas, no po__________________________ 1 Dominus vobiscum significa: El Seor sea con vosotros y es el saludo que el sacerdote dirige a los fieles durante la celebracin de la Santa Misa, que en la poca de la escritora se deca en
latn. 241 dr ocurrir nada tenebroso. Y cuando llegue esa hora, nada podr salvarme de los judos, ninguna distancia, ninguna fuerza, ni siquiera el ejrcito de Csar. Pues lo que est escrito debe suceder y las fuerzas del mal ya obran en la oscuridad para cumplir su cometido. Por lo tanto, dejadme obrar y hacer el bien mientras tengo la posibilidad de hacerlo. Ya llegar la hora en que no podr mover ni un dedo, ni decir una palabra para obrar el milagro. En el mundo estar ausente mi fuerza. Ser una tremenda hora de castigo para el hombre. No lo ser para M, lo ser para el hombre, que no ha querido amarme. Ser una hora que se repetir por voluntad del hombre, pues rechazar la Divinidad hasta convertirse en un ser sin Dios, un secuaz de Satans y de su hijo maldito. Ser una hora que vendr cuando est prximo el fin del mundo. La falta de fe imperante entonces, har nulo mi poder de obrar milagros, no porque Yo pueda perder dicho poder, sino porque no puede ser concedido el milagro donde no hay fe ni voluntad de obtenerlo; donde el milagro sera objeto de burla, instrumento del mal; donde se usara el bien recibido para causar un mal mayor. Por ahora, an puedo seguir obrando milagros y hacerlos para dar gloria a Dios. Por lo tanto, vayamos a casa de nuestro amigo Lzaro, que est durmiendo. Vayamos a despertarle de ese sueo para que est descansado y listo para servir a su Maestro . Pero si duerme es provechoso. As completar su cura. El sueo es reparador. Por qu hemos de despertarle?. Lzaro ha muerto. He esperado a que muriera para ir a su casa. No lo he hecho por l ni por sus hermanas; lo he hecho por vosotros, para que creis, para que crezcis en la fe. Vayamos a casa de Lzaro. Est bien. Vayamos, pues. Moriremos todos como ha muerto l y como quieres morir T. Oh, Toms, Toms, y todos vosotros, que en vuestro interior criticis y refunfuis, debis saber que el que quiere seguirme debe tener por su vida el mismo cuidado que tiene la avecilla por la nube que pasa. O sea, debe dejarla pasar, segn la lleva el viento. El viento es la voluntad de Dios, que puede daros o quitaros la vida a su gusto y vosotros no debis lamentaros, como no se lamenta el ave por la nube que pasa, y sigue cantando igualmente, pues est segura que, despus, volver el buen tiempo, porque la nube es un accidente y el cielo es la realidad. Y aunque parece que las nubes lo hacen gris, el cielo siempre es azul, ms 242 all de las nubes. Tambin sucede as con la Vida verdadera: aunque la vida humana decaiga, la Vida verdadera existe y permanece. El que quiere seguirme, no debe padecer ansiedad en la vida ni temor por la vida. Os mostrar cmo se conquista el Cielo. Mas, cmo podris imitarme, si tenis miedo de ir conmigo a Judea, justo vosotros, a quienes no se les har ningn mal ahora? Tenis reparos en haceros ver conmigo? Sois libres d abandonarme. Mas, si queris quedaros, debis aprender a desafiar el mundo, con sus crticas, sus insidias, sus burlas, sus tormentos, para conquistar mi Reino. Vayamos. As termina la segunda parte de la visin. He aqu la tercera. Por un bello y amplio jardn que, a los lados, se transforma en huerto - aunque ahora est privado de hojas y de frutas porque an debe de ser invierno - se entra en la morada de Lzaro. Por los senderos del jardn hay mucha gente que va y viene. Son judos pudientes y sus cabalgaduras
estn atadas en la entrada de la finca, que est rodeada por un muro y adornada con una pesada cancela de hierro, labrada como si fuera un enrejado rabe. Al ver entrar a Jess, algunos judos se introducen en la vasta y bella casa que surge en medio del jardn y vuelven con una mujer lta y morena, con un perfil ms bien acentuado, pero no por eso feo. Parece tener unos cuarenta aos. Echa a correr hacia Jess y le dice inclinndose y rompiendo a llorar copiosamente: Maestro, que la paz sea contigo. Aunque para tu sierva ya no existe la paz. Lzaro ha muerto. Si hubieras estado aqu, no habra muerto. Por qu no has venido antes, Maestro? Lzaro, nuestro hermano, te llam tanto! Y ahora, ya lo ves: yo estoy desolada y Mara llora y no encuentra consuelo y l ya no est aqu. Sabes cunto le ambamos. Lo esperbamos todo de Ti. Pero an ahora sigo esperando porque s que, pidas lo que pidas al Padre, te lo conceder. Tu hermano resurgir. Ya lo s, Maestro. Resurgir el ltimo da. Yo soy la Resurreccin y la Vida. Todo el que cree en M, aun muerto, vivir. Y el que cree y vive en M, no morir eternamente. Lo crees de verdad?. Jess pronuncia estas palabras con plena majestad y bondad. Tiene la mano apoyada en el hombro de Marta que, a pesar de ser alta, es mucho ms baja que l y alza levemente su rostro afligido para mirarle. S, Seor, lo creo. Creo que T eres Cristo, el Hijo de Dios vivo, venido al mundo. Creo que puedes todo lo que quieres. Lo creo. Aho243 ra voy a advertir a Mara. Jess espera en el jardn. Se acerca a una hermosa fuente, cuyo surtidor riega el cuadro que la circunda y canta al caer en la taza donde los peces, al deslizarse velozmente, producen reflejos de oro y plata. Jess no se preocupa de los judos; para l es como si no existieran, ni siquiera les mira. Cuando ha entrado, tampoco ha dicho, como siempre: Que la paz sea en esta casa. Acude Mara y se echa a sus pies, los besa mientras solloza impetuosamente. La han seguido Marta y muchos judos, que ahora acompaan su dolor. Tambin Mara, como Marta, se lamenta: Oh, Seor! Por qu no has venido antes? Por qu te has alejado tanto de nosotros? Sabas que Lzaro estaba enfermo. Si hubieras estado aqu, mi hermano no habra muerto. Por qu no has venido? l tena que vivir. Yo deba mostrarle que iba perseverando en el bien. Ya le haba angustiado tanto a mi pobre hermano! Y ahora, justo ahora que poda hacerle feliz, me le han quitado. T podas dejrmelo. T podas darle a la pobre Mara la dicha de consolarle tras haberle causado tanto dolor. Oh, Jess, Jess! Maestro mo! Mi Salvador! Mi esperanza! . No llores, Mara! Tambin tu Maestro sufre por la muerte de su amigo fiel. Mas te digo: no llores. lzate! Mrame! Crees que Yo, que te he amado tanto, he hecho esto sin una razn? Puedes creer que te he dado este dolor intilmente? Ven. Vayamos junto a Lzaro. Dnde le habis dejado?. Ven y vers. ` Jess aferra el codo de Mara y la obliga a levantarse y, sostenindola de ese modo, se
encamina junto con Marta, que le ensea el camino. Van hacia el lmite del huerto. En ese punto, el terreno muestra anfractuosidades rocosas, porque no es un suelo llano y su composicin es calcrea, como en muchas zonas de nuestros Apeninos. Maestro, tu amigo est enterrado all, dice Marta llorando e indica una especie de portillo oblicuo - es decir, ni horizontal ni vertical - en un saliente de la roca. Jess observa y llora. Al verle llorar, las dos hermanas sollozan an ms fuerte, sobre todo Mara. Quitad esa piedra, ordena Jess. No es posible, Maestro, responde Marta. Est all abajo desde hace ya cuatro das. Y sabes de qu mal muri. Slo nuestro amor 244 poda acudirle. Ahora, ya hiede muy fuerte, a pesar de los ungentos. Qu quieres ver, su podredumbre?. Acaso no te he dicho que, si crees, vers la gloria de Dios? Alzad esa piedra, lo quiero!. Unos criados levantan la pesada piedra. Aparece una especie de galera oscura y en declive. No se ve nada ms despus que han levantado la tapia de esa especie de portillo. Jess alza los ojos, abre los brazos en cruz y reza en voz alta, mientras todos contienen el aliento: Padre, te agradezco porque me has escuchado. Ya saba que t me escuchas siempre. Mas lo he dicho para quienes me rodean. Por eso he obrado como he obrado, para que crean en Ti, en M, para que crean que T me has mandado. Por algunos minutos queda como extasiado, en ntima coexistencia con el Padre. Su rostro se transfigura. Parece ms espiritual y luminoso. Su estatura parece an ms alta. Luego avanza hasta el borde de la galera; ya no tiene los brazos en cruz, sino extendidos hacia adelante, con la palma de las manos vueltas hacia el suelo, esas largas manos de las que fluye tanto bien!, y luego, con voz estentrea y ojos que relumbran como vivos zafiros, exclama: Sal, Lzaro!. Est erguido en la entrada de la gruta y por eso, su voz retumba en la cavidad rocosa y su eco se difunde por todo el jardn. La emocin estremece a los presentes, cuyo rostro empalidece, cuya mirada denota estupor y atencin. Tambin las dos hermanas observan. Marta est de pie y Mara, de rodillas, sostiene en su mano, sin darse cuenta, una extremidad del manto de Jess. Una larga forma blanca se delinea en la oscura cavidad. Y el que haba muerto, an envuelto en las vendas y con el rostro cubierto, avanza hasta la entrada, mientras Jess retrocede. El muerto avanza un paso y un paso retrocede Jess, de modo que Mara se ve obligada a dejarle el manto. Cuando el resucitado est ya en la entrada y se detiene all, con el aspecto de una momia de
pie, espectral y macabro contra el fondo oscuro de la gruta, Jess ordena: Quitadle las vendas y dejadle ir. Dadle vestidos y comida. Marta quiere decir algo y comienza: Maestro.... Pero Jess la interrumpe exclamando: Venid aqu enseguida. Traed una tnica. Vestidle delante de todos y dadle de comer. Los criados se apresuran, uno le lleva la tnica, otro suelta las 245 vendas, uno le da el agua y otro la comida. Las vendas van desenroscndose como una cinta. Son metros y metros de vendas estrechas, cuyo peso recargan los ungentos y los humores humanos. Caen al suelo como un montn de escorias. Tambin dejan caer el lienzo que est bajo las vendas, y que queda an prendido en las vendas subyacentes, de modo que va deslizndose despacio a medida que dichas vendas caen. Lzaro emerge lentamente de su capullo mortal y, precisamente, parece una crislida que perfora el capullo. Aparecen el rostro, sumamente delgado, creo y los cabellos embadurnados por los aromas, que tambin le mantienen cerrados los ojos. Luego quedan libres las manos, que estaban unidas sobre el pubis. Los criados y Marta se apresuran a asear los miembros, a medida que quedan al descubierto, por medio de una esponja impregnada en agua caliente aromatizada con algo que no conozco y que le da un aspecto rseo y opaco. Cuando Lzaro est limpio hasta la cadera y todos pueden ver que su cuerpo delgadsimo respira, Marta le viste con una escasa tnica que le llega hasta los muslos. Luego, amorosamente, le hace sentar y le desatan y lavan tambin las piernas. stas muestran cicatrices de un rojo lvido, como si se tratara de heridas apenas cerradas. Marta y los criados profieren un Oh! de asombro. Jess sonre. Tambin los judos observan. Se acercan, aunque conservan cierta distancia por temor a contaminarse con las vendas, segn me parece, y miran, miran a Jess, que sigue sin preocuparse de ellos, como si no estuvieran all. Le ponen las sandalias a Lzaro y l se levanta con firmeza y por s mismo se pone la larga tnica que le alcanza Marta. Ahora, excepto por estar tan plido y delgado, su apariencia es como la de todos los dems. Por s solo se lava otra vez las manos; luego cambia el agua y se lava de nuevo el rostro y toda la cabeza. Se seca. Y una vez que est bien limpio, va a postrarse a los pies de Jess y se los besa. Jess le dice: Bienvenido otra vez aqu, amigo. Que la paz y la alegra sean contigo. Vive para cumplir tu dichoso destino. Levntate, para que te d el beso de saludo. Y los dos se besan en las mejillas. Luego el mismo Jess le ofrece un trozo de pastel, untado de miel segn me parece, y una manzana y le sirve vino blanco. Los judos se quedan atnitos al ver que Lzaro come con el ape246
tito de una persona sana. Las hermanas le acarician y dirigen amorosas miradas de adoracin a Jess. La visin termina aqu.
25 de marzo Isaas 7,10-16. Dice Jess 1: Lo que mi antiqusimo hijo 2, prudentemente, no quiso hacer debido al santo temor a Dios, por lo que resisti a las tentaciones que le mand como prueba, lo peds vosotros ahora y no se debe a una tentacin ma, sino al arranque de vuestro espritu rebelde, guiado por las fuerzas del Mal, instigado por vuestro Enemigo, al que amis ms que a M, vuestro Seor Altismo, por encima del cual no hay ningn otro. Peds un signo. Lo peds con vuestro corazn impuro y con vuestros labios blasfemos. Es decir, que lo peds de modo tal que es una mofa a mi potencia, que es la negacin de mi existencia. Me provocis para que d un signo que me evidencie, porque dudis de mi existencia. Tambin en tiempos de mi Hijo, los judos le provocaron pidindole un signo de su Naturaleza 3 porque, en su interior, negaban que fuera el Hijo de Dios. Y el nico signo que les demostr su deicidio fue el que se produjo despus de la muerte de mi Verbo. Y nunca ser perdonado el castigo de quienes fueron sordos y ciegos a los prodigios y a las palabras de mi Cristo. No tenis un signo de vuestro Dios porque Yo no me manifiesto a quien me niega. En cambio, tenis mltiples signos del que adoris como esclavos. l, el Enemigo, multiplica sus seales y vosotros, que ya estis prximos al tiempo de la adoracin de la Bestia apocalptica 4, os quedis hechizados por ellas y juzgis que el creador de tales seales es ms grande que Yo, juzgis que es el nico que existe. Os preguntis: Quin es Dios? Qu es?, y en vuestro interior os res_______________________________ 1 En cambio, quien habla es el Padre Eterno, como est escrito al final del dictado. 2 Se refiere a Ajaz, rey de Judea. 3 Mateo 16, 1-4; Marcos 8, 11-13; Lucas 11, 29-32. 4 Apocalipsis 13, 1-18. 247 pondis, para justificar vuestros pecados: Dios no existe. Yo soy el que soy 5. Soy tan superior a vosotros, que ya ninguna manifestacin ma sera comprendida por ese mundo que ha descendido a las tinieblas y a la necedad ms espantosas. Lo que creis progreso es, en realidad, vuestro retroceso hacia el crepsculo de los primeros tiempos en
los que los hombres, al perder a su Dios y su Paraso, se convirtieron en seres muy poco superiores a las bestias y llevaron su corrupcin hasta tal punto que me decid a exterminar la raza que provocaba mi desdn 6. El fin ser como el principio. El crculo se cierra uniendo uno al otro los dos muones tenebrosos. El nuevo diluvio, es decir, la ira de Dios, llegar bajo otra forma. Mas siempre se tratar de ira. Fiel a mi palabra 7, ya no mandar el diluvio, sino que dejar que las fuerzas satnicas manden el diluvio de las satnicas crueldades. Recibisteis la Luz. Os mand mi Luz para que la parbola de la humanidad fuera iluminada por Ella. Os la mand para que no pudiera decirse que quise manteneros en el crepsculo de la espera. Si la hubierais acogido, la otra parte del crculo que unir el camino del hombre, desde su comienzo hasta su fin, habra estado iluminada por la Luz de Dios, y la humanidad habra quedado envuelta en esa Luz de salvacin que, sin dolores y sin sobresaltos, os habra conducido a la Ciudad de la Luz eterna. Mas vosotros rechazasteis la Luz. Y Ella brill en lo alto del crculo y luego permaneci cada vez ms alejada de vosotros, que descendisteis por el otro camino sin decirle: Seor, qudate con nosotros, pues ya llega la noche de los tiempos y no queremos perecer sin tu Luz. Como sucede en el curso del da, oh hombres!, vosotros vinisteis hacia la Luz, la obtuvisteis, mas luego volvisteis a las tinieblas. Y Ella, mi Luz, mi Verbo, se qued como un Sol inmvil en su Cielo, al que volvi porque de nuevo all la condujo no por cierto la muerte, sino vuestro rechazo. Ella, mi Luz, mi Verbo, qued siendo Maestro slo para los pocos que la aman y que han acogido en s su Luz, que ninguna tiniebla puede apagar porque ellos defienden, aun a costa de su propia vida, esta Luz, que es su amor. Por este amor tan fiel que manifiestan, stos tendrn la Vida en M, pues ya poseen mi Emanuel y, por eso, ya tie__________________________________ 5 xodo 3, 14. 6 Gnesis 6, 7. 7 Gnesis 9, 11. 248 nen a Dios consigo. Es ese Emanuel que concibi y dio a luz la Virgen, mi allegada; es el nico signo que Dios envi a la casa de David, al reino de Judas; para que tuviera la seguridad de su perduracin, que habra sido eterna si mi pueblo no hubiera rechazado a mi Emanuel. En la profeca de mi profeta est dicho: Se nutrir con miel y mantequilla hasta que sepa rehusar lo malo y elegir lo bueno 8. Por su sabidura - que perdur en l a pesar de su condicin de Hombre en quien se haba aniquilado la Naturaleza divina -, bajo la exigencia de un amor tan grande que era incomprensible para vosotros - ese amor que le impuls a l, que es lo Infinito, a envilecerse en la miseria delimitada de una carne mortal -, l supo distinguir siempre el Bien del Mal. No le hacan falta aos para llegar a poseer la razn y la facultad de discernimiento. Y si, para no alterar el orden, quiso seguir las fases comunes de la vida humana, bajo la apariencia de la incapacidad infantil y de la semiincapacidad adolescente, esconda los tesoros de su Sabidura infinita.
Pero esas palabras del profeta quieren decir que se nutrira de humildad y recato hasta el momento en que llegara su hora y se convirtiera en Maestro de Israel, Maestro del mundo, Testimonio mo, Defensor de la causa del Padre y, como verdad que ya no debe estar oculta, brillara en la potencia de su Luz y de su Naturaleza mesinica, usando la dulzura con los buenos, la severidad con los malvados, sacudiendo, inundando, fecundando los corazones, dando al hombre ese don, que l no necesitaba, del discernimiento que le permitiera diferenciar el Bien del Mal, sin que quedara duda o sombra alguna en cuanto a ello. l vino para perfeccionar la Ley, para hacerla ms clara con sus enseanzas, para hacerla ms fcil de seguir con su ejemplo. Vino y am tanto el Bien y rechaz tanto el Mal, que acept morir para que el Bien triunfara en el mundo y en los corazones y el Mal fuera derrotado por su Sangre divina. Ya no hubo miel y mantequilla para mi Cristo cuando lleg a la edad adulta. Hubo slo vinagre e hiel. Hubo vinagre e hiel en la hora extrema, pero ya fue precedido por el vinagre y la hiel que, metafricamente, predominaron en sus tres aos de vida pblica, en la que siempre hubo contrastes con sus enemigos y dificultades por el peso que significaban sus amigos y discpulos. __________________________ 8 Isaas 7, 15. 249 Los labios de mi Cristo conservan an la amargura de la hiel y el vinagre de esta raza arrogante. Y el Padre est entristecido por el dolor de su Hijo. Y su pena se convierte en ira por vosotros, que sois hombres que han perdido el espritu fiel hacia el propio Dios. El Sacrificio que se repite en los altares terrenos ya no es salvacin para vosotros. Mas as como en el Glgota la Sangre del Hijo cay sobre sus asesinos gritndome su dolor y provocando mi castigo, del mismo modo ahora cae sobre vosotros, oh, hipcritas y blasfemos, viciosos que negis, que odiis a Dios y al hombre, vuestro hermano!, y os marca a sangre y fuego preparndoos para la condena. La Tierra grita como una criatura aterrorizada por los monstruos que se anidan en ella; el Universo tiembla de horror al ver los delitos que pueblan la Tierra; Yo, vuestro Dios, tiemblo de ira divina por vuestra corrupcin en la carne, en la mente, en el espritu. Y ni la piedad del Salvador, ni la de la Virgen y los Santos, logran aplacar con sus plegarias mi ira. En verdad Yo digo como en tiempos de Moiss: Cancelar de mi Libro a los que han pecado contra M y, si por una sola vez descendiera entre vosotros, os exterminara 9. En verdad Yo digo que hablo como a un amigo slo a los hijos que me quedan, porque por su fidelidad han merecido mi gracia y a ellos les mostrar mi Bien y tendr misericordia de ellos. Y ser an ms indulgente que con mi siervo Moiss, pues mi Hijo santsimo os ha trado su benevolencia y ha establecido el Reino de la Clemencia; por eso Yo, sin esperar el da de vuestra venida al Cielo, har que resplandezca en vosotros el Rostro de mi Cristo, oh, fieles hijos mos, que me adoris con santo respeto y con amor filial! Amad ese rostro porque quien lo ama, me ama. Amadlo porque es vuestra salvacin. La Estrella no surgi solamente para Jacob 10, sino para todos los que aman a Dios con todas sus fuerzas. Y la Estrella-Cristo, tras las luchas en la Tierra, me los conducir al Cielo, donde ya est preparado el puesto para vosotros, oh bienaventurados para quienes mi Verbo no se encarn en vano y mi Cristo no muri intilmente!.
Despus de tanto tiempo he vuelto a escuchar la voz del Padre. _____________________________ 9 xodo 32, 33-34. 10 Nmeros 24, 17. 250 Crea que era Jess quien desde esta maana me haca escuchar su comentario de este trozo de Isaas, que no fue tratado en noviembre, cuando el Maestro me coment a los Profetas 11. En cambio, era el Padre Eterno. Y me siento muy feliz, a pesar de que este dictado es muy severo con la humanidad en general. Que el Padre quiera aumentar cada vez ms mi amor hacia l, de modo que tambin yo logre el Cielo! Despus de haber escrito este dictado me he puesto a descansar; eran ya las dos de la madrugada del 26. He visto a la Madre, pero no en una visin sino como si estuviera en mi cuarto. Haca tanto tiempo que no la vea as, para m sola, y esto me dola mucho! Me he dormido sintindola junto a m propiamente como una mam y me he despertado sonrindole an a esa dulce presencia, que todava me acompaa. Qu bella es! Cuanto ms se la mira y cuanto ms se la ama, tanto ms aumenta su belleza! ____________________________ 11 Vanse Los cuadernos. 1943, especialmente a partir del 11 de noviembre.
28 de marzo Dice Jess: Por leer el Evangelio tan distradamente como hacis, se os escapan demasiadas verdades. Y tampoco asimilis mejor las grandes enseanzas, que adaptis a vuestro modo de ver actual. En tanto, debis saber que el Evangelio no debe adaptarse a vosotros, sino que vosotros debis adaptaros al Evangelio. El Evangelio es como es. Su enseanza es tal en su primer siglo de vida y ser igual tambin en el ltimo, aun cuando ese ltimo siglo llegase dentro de miles de millones de aos. Por entonces no sabris vivir segn el Evangelio - y, en verdad, ya sabis hacerlo muy poco pero no por eso el Evangelio cambiar. l os dir siempre las mismas verdades vitales. Ese deseo vuestro de adaptar el Evangelio a vuestro modo de vivir es una confesin de vuestra miseria espiritual. Si tuvierais fe en las verdades eternas y en M, que las proclam, os esforzarais por vivir de modo integral el Evangelio, tal como lo hacan los primeros cris251
tianos. Y no digis: Pero la vida de hoy es tal que no podemos seguir a la perfeccin estas enseanzas. Las admiramos pero somos demasiado diferentes de ellas como para poder seguirlas. Tambin los paganos de los primeros siglos eran muy diferentes, demasiado diferentes del Evangelio y, sin embargo, supieron seguirlo. Eran lujuriosos, vidos, crpulas, crueles, escpticos, viciosos, pero supieron arrancar de s mismos todas estas mezquindades, supieron dejar al desnudo su alma, hacerla sangrar para arrebatarla a los tentculos de la vida pagana y, heridos de este modo en las ideas, en los afectos, en sus costumbres, supieron venir a M a decirme: Seor, si T quieres, puedes sanarme 1. Y Yo les san. Yo cicatric sus heroicas heridas. Ya que es herosmo saber arrancar de s el mal por amor de una ley que se ha aceptado totalmente. Es herosmo mutilarse de todo lo que es un obstculo para seguirme. Es el herosmo que Yo he indicado: En verdad os digo que, para seguirme, hay que dejar la casa, los campos, las riquezas, los afectos. Mas al que sepa dejarlo todo para venir a M, por el amor hacia mi Nombre, le ser dado cien veces ms en la otra vida. En verdad os digo que el que se regenere al seguirme poseer el Reino y el ltimo da vendr conmigo a juzgar a los hombres2. Oh, verdaderos fieles mos! Estaris conmigo, conmigo, como una multitud jocunda y refulgente en la hora de mi triunfo, de vuestro triunfo, pues todo lo que es mo es vuestro, es de mis hijos, es de mis amados amantes, de mis bienaventurados, de mi jbilo. Mas, oh, hombres!, hay que regenerarse para ser mos. Hay que regenerarse. Citando mis palabras tambin lo dice Juan, mi predilecto, al hablar de Nicodemo, como lo dice Mateo al hablar del joven rico 3. Hay que renacer. Hay que regenerarse. Hay que hacerse un alma nueva, oh, nuevos gentiles del siglo veinte! Hay que hacerse un alma nueva despojndose de los compromisos y de las ideas del mundo, para abrazar mi Idea y vivirla, vivirla verdaderamente, integralmente. As lo hicieron los gentiles de los primeros siglos y se convirtieron en los gloriosos santos del Cielo y dieron civilizacin a la Tierra. As tenis que hacer vosotros si es verdad que me amis, si es verdad que ____________________________ 1 Como le dijo el leproso, segn Mateo 8, 2; Marcos 1, 40; Lucas 5, 12. 2 Mateo 19, 28-29; Marcos 10, 29-30; Lucas 18, 29-30. 3 Mateo 19, 16-30 (y tambin Marcos 10, 17-27; Lucas 18, 18-30); Juan 3, 1-21. 252 anhelis la otra Vida, si es verdad que trabajis para civilizar la Tierra. Esta Tierra que ahora es ms incivil que una tribu sepultada en las florestas vrgenes! Por qu lo es? Porque me rechaz. El llamarse cristianos no quiere decir ser cristianos. El haber recibido un bautismo pro forma no lo significa. Ser cristianos quiere decir ser como Cristo dijo que hay que ser, como lo repite el Evangelio. Mas vosotros leis poco el Evangelio, lo leis mal, le quitis todo lo que os molesta en las grandes enseanzas. Y ni siquiera notis las enseanzas ms delicadas. Mas decidme, cuando un artista se dispone a realizar una obra, se limita a desbastar el mrmol si es escultor, a hacer un bosquejo si es pintor, a alzar muros si es arquitecto? Claro que no.
Tras la parte fundamental de la tarea, se dedica a los detalles. Y stos requieren un trabajo mucho ms largo que la tarea principal, pero son los que crean la obra de arte. Con cunto amor, con el cincel y el mazo, el escultor trabaja el mrmol - que al profano parece ya vivo - para llevar a la perfeccin su obra! Parece un orfebre por lo minucioso y esmerado de su labor. Observad cmo ese rostro de piedra adquiere vida bajo la caricia (es tan diligente y leve que no puede ser ms que una caricia) de la herramienta. Parece que en los ojos brilla la mirada, que la nariz se infla por la respiracin, que la boca se ablanda en la curva de los tibios labios y los cabellos, oh! los cabellos ya no estn endurecidos en la piedra; por el contrario, parecen dciles y aireados como si el viento los moviera y una mano amorosa los despeinara. Mirad a ese pintor. La tela ya est acabada. Es bella, parece bella y perfecta. Pero l no se detiene. Bien, aqu se necesita una sombra azulada, casi negra, y all un toque de carmn. En esta flor que resplandece en la mano de esa virgen se necesita una chispa de sol para que resalte an ms su candor de perla. En esta mejilla se necesita una gota de llanto para evidenciar el gozo esttico, que sobrevive en medio de los tormentos. Hay que regar de roco este campo florecido, por el que pasan y pacen los rebaos, para hacer resaltar ms la seda de las corolas. El pintor no se detiene hasta que su obra es tan perfecta que hace exclamar: Es verdadera!. Y del mismo modo hacen el arquitecto y el msico y todos los verdaderos artistas que quieren dar al mundo obras de arte. Y del mismo modo tenis que hacer vosotros con la obra de arte de vuestra vida espiritual. 253 Qu creis, que Yo, que era tan contrario a los discursos, agregu palabras slo por el gusto de decirlas? No; Yo dije lo absolutamente necesario para llevaros a la perfeccin. Y si en la gran enseanza evanglica est lo que puede dar la salvacin a vuestra alma, en los toques ms menudos est lo que puede llevaros a la perfeccin. El primer toque se refiere a los mandos; desobedecerlos significa morir para la Vida. El segundo, a los consejos; obedecerlos significa alcanzar una santidad cada vez ms solcita y acercarse cada vez ms a la Perfeccin del Padre. En el Evangelio de Mateo est dicho: Al multiplicarse la iniquidad, la caridad de muchos se enfriar 4. Oh, hijos!, he aqu una verdad que se medita muy poco. De qu sufrs ahora?: sufrs de falta de amor. En el fondo, qu son las guerras? Son odio. Y, qu es el odio? Es la anttesis del amor. Lo dems: las razones polticas, el espacio vital, las fronteras injustas, una afrenta poltica, son excusas, solamente excusas. No os amis. No os sents hermanos. No os acordis que provens todos de una misma sangre, que nacis todos del mismo modo, que mors todos del mismo modo, que todos tenis hambre, sed, fro, sueo, del mismo modo; que todos necesitis pan, vestidos, un techo, calor, del mismo modo. No os acordis que Yo he dicho: Amaos. Por el modo en que os amaris, se comprender si sois mis discpulos. Amad al prjimo como a vosotros mismos 5. Creis que estas palabras son embustes. Creis que mi doctrina es la de un loco. La sustitus con muchas doctrinas humanas, doctrinas pobres o malvadas segn quien las cre. Mas, an las ms perfectas de ellas son imperfectas, si son diferentes de la ma. Buena parte de ellas ser de metal preciado, como la mtica estatua 6: pero la base ser de fango y, al final, causar el derrumbe de toda la doctrina. Y, con el derrumbe, causar la ruina de los que se haban apoyado en ella. Mi doctrina no se derrumba. Quien se apoya en ella no se arruina; por el contrario, asciende a una
seguridad cada vez mayor: sube al Cielo, a la alianza con Dios en la Tierra, al goce de Dios ms all de la Tierra. Mas la caridad no puede existir donde existe la iniquidad, porque la caridad es Dios y Dios no convive con el Mal. Por eso, el que ama _____________________ 4 Mateo 24, 12. 5 Juan 13, 34-35; 15, 12. 6 Daniel 2, 31-45. 254 el Mal odia a Dios y, al odiar a Dios, aumenta sus iniquidades y se separa cada vez ms de DiosCaridad. ste es el crculo del que no se sale y que se estrecha para torturaros. Los potentes y los humildes, todos habis aumentado vuestras culpas, habis desatendido el Evangelio, habis escarnecido los Mandamientos, os habis olvidado de Dios - pues no puede afirmar recordarle el que vive siguiendo la carne, el que vive siguiendo la soberbia de la mente, el que vive siguiendo los consejos de Satans -; habis pisoteado la familia, habis robado, blasfemado, asesinado, dado falso testimonio, mentido, fornicado. Habis hecho lcito lo ilcito robando aqu un puesto, una esposa, un patrimonio; robando all, an ms arriba, el poder o la libertad nacional y habis aumentado vuestro latrocinio con la culpa de la mentira, para justificar ante el pueblo vuestras acciones que lo envan a la muerte. Habis engaado a esas pobres gentes que no piden ms que vivir tranquilas! Y que en cambio, vosotros incitis, con venenosas mentiras, las unas contra las otras para aseguraros un bienestar que no es lcito conseguir con el precio de la sangre, de las lgrimas, del sacrificio de naciones enteras. Mas cunta culpa individual existe en la gran culpa de los potentes! La base de la Culpa est formada por el cmulo de las pequeas culpas individuales. Si cada uno viviera santamente, sin la avidez de la carne, del dinero, del poder, cmo podra originarse la Culpa? An existiran los delincuentes, pero seran inocuos pues nadie les secundara. Como locos aislados convenientemente, seguiran delirando tras sus obscenos sueos de abusos, pero esos sueos nunca llegaran a ser realidad. Por mucho que Satans les ayudara, su ayuda quedara anulada por la unin contraria de toda la humanidad santificada por vivir segn la doctrina de Dios. Y, adems, la humanidad tendra consigo a Dios, a Dios que es clemente con sus hijos obedientes y buenos. Por lo tanto la caridad, viva y santificante, reinara en los corazones y desaparecera la iniquidad. Comprendis, oh, hijos!, la necesidad de amar para no ser inicuos, y la necesidad de no ser inicuos para poseer el amor? Esforzaos en amar. Si amarais... slo un poquito! Si comenzarais a amar! Bastara comenzar y luego todo progresara por s mismo. No puede cosecharse la mies si la espiga no madura. La espiga no puede madurar si no se forma. Y la espiga no puede formarse si no se forma el brote. Mas, si el campesino no arrojara la pequea semilla 255 en el terrn, podra surgir de ese surco el verde brote que, como una copa viva, sostiene la
gloria de las espigas? Es tan pequea la semilla! Y, sin embargo, rompe el terrn, penetra en la tierra, la sorbe como una boca vida y luego alza al sol su pompa bendita de futuro pan y, sea con su color de esperanza o con su oro que murmura al viento y esplende al sol, canta la bendicin a El que da al hombre el Pan y el pan. Si ya no existiera esa semilla, tan pequea que hacen falta muchas de ellas para colmar el buche de un gorrin, tampoco tendrais la Hostia en el altar. Morirais de hambre fsica y de inedia espiritual. Poned en cada corazn una semilla, una pequea semilla de caridad. Dejadla penetrar en vosotros. Haced que crezca en vosotros. Mudad vuestra desnuda avidez en ubrrimo florecer de obras santas, nacidas todas ellas de la caridad. La tierra, que ahora est toda cubierta de abrojos y espinas, mudara su aspecto y su aspereza, que hoy os tortura y se convertira en una buena y plcida morada, como una anticipacin del bienaventurado Cielo. Amarse los unos a los otros ya es estar en el Cielo, porque el Cielo es solamente amor. Leed, leed el Evangelio, leed aun sus frases ms breves. Vividlo en estos toques suyos de perfeccin. Comenzad por el amor. Parece ser el precepto y el consejo ms difcil, pero es la clave de todo: de todo el Bien, de todo el Gozo, de toda la Paz.
29 de marzo 11 de la maana. Dice Jess: Escribe: Contra el poder del Demonio, cada poder tiene la Cruz, y luego describe lo que vers. Es la semana de Pasin, la que prepara para el triunfo de la Cruz. Sobre los altares, la Cruz est velada mas, para quien lo ama y lo invoca, el Crucifijo obra ms que nunca en su glorioso patbulo, detrs de su velo. Describe. Veo a una joven, algo ms que adolescente, que est con un joven de unos treinta aos. La joven es bellsima: es alta, morena, bien formada. Tambin el joven es muy hermoso pero, del mismo modo que 256 en el aspecto de la joven, aun en su gravedad, hay tanta dulzura, es poco simptico el aspecto del joven, no obstante su forzada sonrisa. Parecera que, bajo una apariencia benvola, albergara un nimo odioso y siniestro. Est insistiendo en sus declaraciones de afecto y afirma que est dispuesto a hacer de ella una esposa feliz, la reina de su corazn y de su casa. Pero la joven, a la que oigo llamar Justina, rechaza estas propuestas amorosas con serena constancia. Pero t, Justina, podras hacer de m un santo de tu Dios, visto que, como s, eres cristiana. No soy un enemigo de los cristanos. No permanezco incrdulo en cuanto a las verdades de ultratumba. Creo en la otra vida y en la existencia del espritu. Creo que hay seres espirituales que
velan sobre nosotros y se manifiestan y nos ayudan. Me ayudan tambin a m. Como ves, creo en lo que t crees y jams podra acusarte, pues entonces tendra que acusarme de tu mismo pecado. A diferencia de muchos, no creo que los cristianos sean hombres que ejercitan malvadas hechiceras. Y estoy convencido de que nosotros dos, juntos, haremos cosas importantes. No insistas, Cipriano. No discuto tus creencias. Y tambin quiero creer que juntos haremos cosas importantes. Tampoco niego que soy cristiana y llego a admitir que amas a los cristianos. Rezar porque llegues a amarles hasta el punto de convertirte en un paladn entre ellos. Entonces, si Dios as lo quiere, estaremos unidos en una misma suerte, pero en una suerte completamente espiritual, pues me niego a otro tipo de uniones: quiero conservar toda m misma para el Seor, al fin de obtener esa Vida en la que afirmas creer t tambin, y as llegar a poseer la amistad de esos espritus que velan sobre nosotros - como t mismo admites - y que realizan, en nombre del Seor, obras de bien. Pon atencin, Justina! Mi espritu protector es potente. Te obligar a ceder. Oh, no! Si es un espritu del Cielo, querr slo lo que Dios quiere. Y Dios quiere para m la virginidad y, espero, tambin el martirio. Por lo tanto, tu espritu no podr inducirme a algo que es contrario a la voluntad de Dios. Y si no fuera un espritu del Cielo, nada podra contra m, pues sobre m se alza el signo vencedor. Ese signo est vivo en la mente, en el corazn, en el espritu, en la carne y, por eso, la carne, la mente, el corazn, el espritu, saldrn victoriosos sobre todas las voces que no sean la de mi Seor. Ve en paz, hermano, y que 257 Dios te ilumine para que conozcas la verdad. Rezar por la luz de tu alma. Cipriano abandona la casa mascullando amenazas que no comprendo bien. Justina derrama lgrimas de piedad mientras le ve partir. Luego se retira para rezar, pero antes tranquiliza a dos viejecitos, que seguramente son sus padres y que han acudido tan pronto como el joven se ha marchado. No temis. Dios nos proteger y har que Cipriano sea de los nuestros. Rezad tambin vosotros y tened fe. La visin tiene dos partes, como si el lugar estuviera dividido en dos zonas. En una veo el cuarto de Justina y en la otra una habitacin de la casa de Cipriano. Justina reza postrada ante una cruz desnuda, trazada entre dos ventanas como si fuera un ornato y coronada por la figura del Cordero que, de una parte est flanqueada por el pez y de la otra por una fuente que parece recibir su lquido de las gotas de sangre que brotan de la garganta desgarrada del Cordero mstico. Comprendo que son figuras del simbolismo cristiano en auge en esos tiempos crueles. En el aire, sobre Justina que est rezando de rodillas, veo suspendida una dulce claridad que, a pesar de ser incorprea, tiene la apariencia de un ser angelical. En cambio, en el cuarto de Cipriano se encuentra ste en medio de instrumentos y signos cabalsticos y mgicos; est ocupado en echar en un trpode unas substancias, que me parecen resinosas, que provocan densas espirales de humo. Sobre ellas Cipriano traza ciertos signos mientras murmura las palabras de algn rito misterioso. El ambiente se satura de una niebla azulada que vela los contornos de las cosas y hace aparecer el cuerpo de Cipriano como tras lejanas aguas trmulas. Entonces, en este mbito se forma un punto fosforescente, que poco a poco va agrandndose hasta alcanzar un volumen semejante al de un cuerpo humano. Oigo algunas palabras, pero no comprendo su significado. En cambio, veo que Cipriano se arrodilla y hace gestos de veneracin, como si le rogara a un ser potente. La niebla desaparece lentamente y Cipriano vuelve a
estar solo. Mientras tanto, en el cuarto de Justina se produce un cambio. Un punto, que brilla y danza como un fuego fatuo, traza crculos cada vez ms estrechos en torno a la joven que est rezando. Mi amonestador interior me advierte que sta es la hora de la tentacin para Justina y que tras esa luz se oculta un ser maligno que, suscitando sen258 saciones y visiones mentales, intenta despertar los sentidos de la virgen de Dios. No veo lo que ella est viendo. Veo solamente que sufre y que, cuando est por ser avasallada por la potencia oculta, la vence hacindose la seal de la cruz y repitindola en el aire con una pequea cruz que lleva en el seno. Y cuando por tercera vez sufre la tentacin - y en este caso debe de ser violenta -, Justina se apoya a la cruz trazada en el muro y con las dos manos levanta ante s la otra cruz, la pequea. Parece un luchador aislado que se defiende a la espalda apoyndose a un reparo indestructible y por delante con un escudo invencible. La luz fosforescente no resiste a este doble signo y desaparece. Justina sigue rezando. Aqu hay una laguna pues la visin est truncada, pero la recupero luego con los mismos personajes. Veo siempre a la virgen y a Cipriano, que mantienen un intenso coloquio en presencia de muchos individuos, que se han unido a Cipriano para rogarle a la joven que ceda y se case para liberar a la ciudad de la epidemia. Justina responde: No soy yo quien debe cambiar idea, sino vuestro Cipriano. l debe despojarse de la esclavitud de su espritu malvado y entonces la ciudad estar a salvo. En cuanto a m, ahora ms que nunca permanezco fiel al Dios en que creo y a l lo sacrifico todo por el bien de todos vosotros. Y ahora se ver si el poder de mi Dios es superior al de vuestros dioses y al del Malvado que ste adora. La muchedumbre se agita, una parte est contra Cipriano y otra contra la joven... ...que luego veo junto a Cipriano, ahora mucho ms adulto y con los signos sacerdotales: lleva el palio y sus cabellos ya no son ms bien largos, como antes, ni estn adornados: ahora tiene la tpica tonsura redondeada. Estn esperando el suplicio en la prisin de Antioqua y Cipriano recuerda a su compaera una vieja conversacin. Pues bien, ahora va a cumplirse lo que, de modo diverso, profetizamos que sucedera. Ha triunfado tu cruz, Justina. Has sido mi maestra y no mi esposa. Me has librado del Mal y me has conducido a la Vida. Lo comprend cuando el siniestro espritu que yo adoraba me confes que su poder no era suficiente para vencerte. Me dijo: Ella triunfa por la Cruz. Mi poder queda anulado ante ella. Su Dios Crucificado es ms potente que todo el Infierno reunido. Ya me venci infinitas veces y me vencer siempre. Quien cree en l y en su Signo 259 est a salvo de toda insidia. Slo el que no cree en l y desprecia su Cruz cae en nuestro poder y perece en nuestro fuego. No quise arder en ese fuego; quise conocer el Fuego de Dios, que te haca tan bella y pura, tan potente y santa. Eres la madre de mi alma y, puesto que lo eres, te ruego que en esta hora nutras mi debilidad con tu fuerza para que juntos subamos a Dios.
Hermano mo, ahora t eres mi obispo. En nombre de Cristo, nuestro Seor, absulveme de toda culpa para precederte, ms pura que un lirio, en la gloria. Yo no te absuelvo porque en ti no hay culpa, te bendigo. Y t, perdona a tu hermano todas las insidias que te tendi. Ruega por m, que comet tantos errores. Tu sangre y tu amor actual lavan toda huella de error. Recemos juntos: Pater noster.... Pero entran los carceleros y turban la augusta plegaria. An no os bastan los tormentos? Resists an? No ofreceris sacrificios a los dioses?. Ofrecemos a Dios el sacrificio de nuestro proprio ser; se lo ofrecemos al Dios verdadero, nico, eterno, santo. Dadnos la Vida, la que queremos. Dadnos la muerte por Jesucristo, Seor del mundo y de Roma; por el rey potente ante quien Csar es slo polvo mezquino; por el Dios ante el cual se inclinan los ngeles y tiemblan los demonios. Los verdugos, airados, les arrojan al suelo, les arrastran sin lograr separarles, pues las manos de los dos hroes de Cristo estn como saldadas la una a la otra. As van al lugar del martirio, que parece ser una de las usuales aulas de los Cuestores. Los dos mandobles, asestados por dos musculosos justicieros, cortan las dos heroicas cabezas y dan alas para el Cielo a las almas. La visin termina de este modo. Dice Jess: La historia de Justina de Antioqua y de Cipriano es una de las ms bellas en favor de mi Cruz. Ella, el patbulo regado con mi Sangre, obr infinitos milagros a lo largo de los siglos. Y los obrara an si vosotros tuvierais fe en ella. El milagro de la conversin de Cipriano, cuya alma estaba en poder de Satans y que luego se convirti en un mrtir de Jess, es uno de los ms poderosos y bellos. 260 Oh, hombres!, qu es lo que veis? Veis a una joven sola, con una pequea cruz entre las manos y otra ligeramente trazada en el muro. Veis a una joven, cuyo corazn est convencido verdaderamente del poder de la Cruz y que en ella se refugia para vencer. Frente a ella veis a un hombre, cuyos tratos ilcitos con Satans le colman de todos los vicios capitales. En l albergan la lujuria, la ira, la mentira, la ceguera espiritual, el error. En l tienen lugar el sacrilegio y el connubio con las fuerzas infernales. En su ayuda acude el seor del Infierno con todas sus seducciones. Pues bien: vence la joven. Y no basta: constreido por una fuerza invencible, Satans debe confesar la verdad y perder a su secuaz. La virgen fiel obtiene el triunfo no slo para s, sino tambin para su ciudad y libra a Antioqua del maleficio que, bajo forma de peste, se difunde y mata a los ciudadanos. Y obtiene el triunfo tambin para Cipriano que, de siervo de Satans, se hace
siervo de Cristo. La mano de una jovencita que sostiene la cruz vence pues al demonio, al hombre y vence tambin la enfermedad. Conocis poco a esta mrtir ma. Sin embargo, tendrais que representarla con su pequea mano armada con la cruz, erguida sobre la piedra que cierra el Infierno, bajo la cual Satans grue, ya vencido y prisionero. Tendrais que recordarla as, tendrais que imitarla as, visto que Satans hoy ms que nunca recorre la Tierra y desencadena sus fuerzas perversas para haceros perecer. Lo nico que puede vencerle es la Cruz. Recordad que l mismo confes: El Dios Crucificado es ms potente que todo el Infierno. Me vencer siempre. Quien cree en l est a salvo de toda insidia. Hijos mos, hay que tener fe, fe! Es una cuestin vital para vosotros. O creis y recibiris el bien o no creis y conoceris el mal cada vez ms. Oh vosotros, los que creis!, usad con veneracin este signo. Oh vosotros, los que dudis!, y con la duda lo habis cancelado de vuestro espritu, como si cidos corrosivos lo hubieran carcomido (en efecto, la duda es tan corrosiva como un cido), volved a esculpir en vuestra mente y en vuestro corazn este signo que os asegura la proteccin divina. Si ahora la cruz est velada para simbolizar mi muerte 1, que no lo ___________________________ 1 Durante la semana de Pasin, en las iglesias se usaba proceder de este modo, como se recuerda al principio, en el breve dictado. 261 sea jams en vuestro corazn; que resplandezca en l como sobre un altar; que sea para vosotros la luz que os gua al puerto; que sea el estandarte en el que se fije vuestra mirada dichosa en el ltimo da, cuando por ese signo Yo separar las ovejas de los cabrones y a stos los arrojar a las Tinieblas eternas y me llevar conmigo, a la Luz, a mis bienaventurados. Luego Jess me dice: T has probado el poder de la Cruz. No tienes dudas acerca de la veracidad de la visin, porque tambin t viste huir a Satans cuando tu mano alz mi cruz2. Mas, cun pocos son los que creen de este modo! Y, dado que no creen, ni siquiera recurren a este signo bendito. Tambin esta visin debe ser incluida en los evangelios de la Fe 3. No es Evangelio, pero es Fe. Y, en el fondo, tambin es Evangelio, puesto que Yo he dicho: Al que crea en M, le dar el poder de pisar sobre serpientes y escorpiones y sobre el poder del Enemigo y nada podr hacerle dao 4. Que tu fe aumente con cada latido de tu corazn. Y si ste, por cansancio, hace ms lentos sus latidos, que no se haga ms lenta tu creencia. Cuanto ms se acerca la hora de la reunin con Dios, tanto ms es necesario aumentar la fe porque en la hora de la muerte, el astuto, feroz, adulador Satans - que no se ha cansado nunca de turbaros con sus insidias y ha intentado plegaros con sonrisas, con cantos, con rugidos y silbidos, con caricias y uazos - aumenta sus iniciativas para arrancaros al Cielo. sta es justamente la hora de abrazarse a la Cruz para que las ondas de la ltima tempestad satnica no os sumerjan. Luego llegar la Paz eterna.
nimo, Mara!, que la Cruz sea tu fuerza ahora y en la hora de la muerte. Que la cruz de la muerte, la ltima cruz del hombre, tenga dos brazos: uno mi misma Cruz y el otro el nombre de Mara. Entonces la muerte acontecer en la paz de los que estn libres hasta de la cercana de Satans, porque ste, el Maldito, no soporta la Cruz ni el nombre de mi Madre. __________________________ 2 Se trata de una probable alusin al episodio que se lee en la Autobiografa, en las pgs. 273278. 3 Son los introducidos con el breve dictado del 28 de febrero. 4 Lucas 10, 19. 262 Es necesario que muchos sepan esto, porque todos debis morir y todos necesitis de esta enseanza para salir victoriosos de la extrema infamia de quien os odia infinitamente.
30 de marzo Veo una gruta pedregosa en la que hay un jergn formado por hojas secas amontonadas sobre una rstica armazn de ramas entrelazadas y atadas por juncos. Debe de ser tan cmodo como un instrumento de tortura! En la gruta hay, adems, una piedra grande que sirve como mesa y otra ms pequea como asiento. En la zona ms profunda de la gruta hay otra piedra; se trata de un fragmento saliente de la roca, que tiene una superficie bastante lisa, bruida; no s si este aspecto es natural o si es el resultado de una paciente y fatigosa labor humana. En realidad, parece un rstico altar, sobre el que est apoyada una cruz hecha con dos ramas atadas con mimbres. Adems, el habitante de la gruta ha plantado una hiedra en una grieta terrosa del terreno y ha extendido sus ramos hasta abrazar y enmarcar la cruz, mientras que en dos toscos vasos, que parecen modelados en la arcilla por una mano inexperta, hay algunas flores silvestres que ha recogido en las cercanas y, justo al pie de la cruz, en una concha gigantesca, hay una pequea planta de ciclamen silvestre, con sus hojitas lustradas y dos gemas a punto de florecer. Al pie de este altar hay un haz de ramos espinosos y un flagelo hecho con sogas anudadas. Tambin hay una tosca tinaja con agua, y nada ms. Por la estrecha y baja abertura se ven al fondo los montes y, dada la oscilante claridad que se entrev an ms lejos, se dira que desde este punto se divisa el mar, pero no puedo asegurarlo. Sobre dicha abertura cuelgan ramos de hiedra, madreselvas y rosales silvestres, es decir, todo el fasto vegetal de los lugares montaosos, y forman como un velo movedizo que separa el interior del exterior.
Una mujer enjuta, que lleva un rstico vestido oscuro y sobre ste, una piel de cabra que le sirve de manto, entra en la gruta apartando los ramos colgantes. Parece exhausta. Su edad es indefinible. A juzgar por su rostro ajado, se le daran muchos aos, ms de sesenta. A juzgar por la cabellera, an bella, abundante, dorada, no se le daran ms de cuarenta. Lleva el cabello anudado en dos trenzas que caen sobre los hombros curvos y flacos: son lo nico que reluce en 263 medio de ese ambiente esculido. Habr sido hermosa, por cierto: su frente se conserva an lisa y erguida, la nariz est bien delineada y el contorno del rostro, a pesar de estar enflaquecido por las penurias, es regular. Pero sus ojos ya no brillan, estn hundidos profundamente en las rbitas y cercados por dos crdenas ojeras: son dos ojos que han vertido muchas lgrimas. Dos arrugas como dos cicatrices esculpidas desde el ngulo de los ojos y a lo largo de la nariz, se pierden en otra arruga, tpica de los que han sufrido mucho, que desciende, como un acento circunflejo, desde las fosas nasales hasta la comisura de los labios. Las sienes parecen hundidas y en su intensa palidez se disean las venas azules. Un pliegue de desaliento curva su boca, de un rosa palidsimo: antao debe de haber sido una boca esplndida, pero ahora es una boca marchita en la que la curva de los labios se asemeja a la de dos alas rotas que penden. Es una boca doliente. La mujer se arrastra hasta la piedra que sirve de mesa y apoya en ella arndanos y fresas silvestres. Luego va hacia el altar y se arrodilla, pero est tan agotada que, al hacerlo, casi se cae y tiene que sostenerse en la piedra con una mano. Reza mirando la cruz mientras sus lgrimas descienden por el surco de las arrugas hasta los labios, que las beben. Luego deja caer la piel de cabra de modo que queda cubierta solamente con su burda tnica, y coge el flagelo y los espinos. Estrecha en torno a la cabeza y las caderas los ramos espinosos y se flagela con las cuerdas, pero est demasiado dbil para lograrlo; deja caer el flagelo y, apoyndose al altar con ambas manos, dice: ti Oh Rab, ya no puedo, no puedo sufrir ms en recuerdo de tu dolor!. Reconozco su voz. Es Mara de Magdala. Estoy en su gruta de penitente. Mara llora. Llama a Jess amorosamente. Ya no puede sufrir ms, pero puede amar an. Su carne mortificada por la penitencia ya no resiste el agobio de la flagelacin, pero su corazn an experimenta latidos de pasin y consume amando sus ltimas fuerzas. Y, por eso, con la frente coronada de espinas y la cintura estrechada por ellas, ama hablndole a su Maestro en una continua profesin de amor y en un renovado acto de dolor. Resbala hasta quedar con la frente contra el suelo. Es la misma postura que tena en el Calvario, frente a Jess tendido en el regazo de Mara; la misma que tena en la casa de Jerusaln cuando la Vernica desplegaba su velo; la misma que tena en el huerto de Jos de 264 Arimatea cuando Jess la llam y ella le reconoci y ador 1. Pero ahora llora porque Jess no est. Maestro mo, la vida se me escapa. Tendr que morir sin volver a verte? Cundo podr deleitarme con tu rostro? Mis pecados estn frente a m y me acusan. T me has perdonado y por eso creo que el infierno no me alcanzar. Mas cunto debo esperar en la expiacin antes de vivir de Ti! Oh, buen Maestro, por el amor que me has dado, consuela mi alma! La hora de la muerte ha llegado. Por tu muerte desolada en la cruz, conforta a tu criatura! T me engendraste, no lo hizo mi madre. T me resucitaste ms que a Lzaro, mi hermano, porque l ya era bueno y no poda ms que esperar la muerte en tu Limbo. Yo estaba muerta en el alma y, por eso, morir quera decir morir
para la eternidad. Jess, en tus manos encomiendo mi espritu! Es tuyo, porque T lo has redimido. Como ltima expiacin acepto conocer, como T, la dureza de morir abandonada. Pero dame una seal que me demuestre que mi vida ha servido para expiar mi pecado 2. Mara!. Aparece Jess. Se dira que baja de la rstica cruz, pero ya no est moribundo y cubierto de llagas: ahora es tan hermoso como en la maana de la Resurreccin. Desciende del altar y va hacia la mujer arrodillada. Se inclina hacia ella. Vuelve a llamarla y, dado que ella cree que esa Voz resuena porque la percibe en su espritu y sigue con la frente contra el suelo, sin ver la luz que irradia Cristo, l la toca posndole una mano sobre la cabeza y tomndola por el brazo para ayudarla a levantarse, como en Betania 3. Cuando ella percibe ese roce y reconoce esa mano afilada, exhala un alarido, alza su rostro transfigurado por el jbilo y vuelve a bajarlo para besar los pies de su Seor. lzate, Mara. Soy Yo. La vida huye, es verdad. Mas Yo vengo a decirte que Cristo te espera. Mara no debe esperar. Todo le ha sido perdonado. Le fue perdonado desde el primer momento. Mas ahora est ms que perdonado: tu lugar ya est listo en mi Reino. He venido a decrtelo, Mara. No le orden al ngel que lo hiciera porque Yo doy cien veces ms de lo que recibo y recuerdo todo lo que recib de ________________________ 1 Se refiere a las visiones del 18 de febrero, del 19 de febrero y del 21 de febrero respectivamente. 2 En los escritos de Mara Valtorta y, en particular, en la vasta obra sobre el Evangelio, Mara de Magdala, hermana de Marta y de Lzaro, est identificada con la pecadora sin nombre de Lucas 7, 36-50. 3 Vase la visin del 23 de marzo. 265 ti. Mara, revivamos juntos esa hora pasada. Acurdate de Betania 4. Era la tarde sucesiva al sbado. Faltaban seis das para mi muerte. Recuerdas tu casa? Era hermosa, envuelta en la cerca florecida de su huerto. El agua cantaba en la fuente y las primeras rosas perfumaban en torno a sus muros. Lzaro me haba invitado a su cena y t habas despojado el jardn de sus flores ms bellas para adornar la mesa donde tu Maestro iba a tomar su alimento. Marta no haba osado reprocharte porque recordaba mis palabras 5 y te miraba con dulce envidia, porque resplandecas de amor yendo y viniendo para los preparativos. Y luego llegu. T, ms veloz que una gacela, precediste a los criados y corriste a abrir la cancela con tu grito habitual que pareca, siempre, el grito de una prisionera liberada. En efecto, Yo era tu liberacin y t una prisionera liberada. Los apstoles venan conmigo. Venan todos, tambin el que ya era como un miembro gangrenoso del cuerpo apostlico. Pero all estabas t para tomar su puesto y no sabas que, al mirar tu cabeza inclinada para besar mis pies y tu mirada sincera y llena de amor, al mirar sobre todo tu espritu, Yo olvidaba el disgusto de tener a mi lado al traidor. Por eso te quise en el Calvario. Por eso te quise en el huerto de Jos. Porque verte significaba estar seguro de que mi muerte no careca de objeto y mostrarme a ti era el agradecimiento por tu fiel amor. Oh Mara, bendita seas, t que no has traicionado nunca, que me has confirmado mi esperanza de Redentor; t, en quien vi a todos los que se salvaron por mi muerte! Mientras todos coman, t adorabas. Me habas dado agua perfumada para mis pies cansados, besos castos y ardientes para mis manos y, an no contenta con ello, quisiste romper el ltimo vaso precioso que te quedaba y ungirme y ordenarme el cabello como una madre, y ungirme
las manos y los pies para que todo en tu Maestro perfumara como los miembros de un Rey consagrado... Y Judas, que te odiaba porque ahora eras honesta y, con tu honestidad, rechazabas la avidez de los machos, te reproch... Mas Yo te defend porque todo eso lo habas hecho por amor, un amor tan grande que su recuerdo me acompa en la agona, desde la tarde del jueves hasta la hora de nona... Ahora, por ese acto de amor que me diste en los umbrales de mi muerte, Yo vengo a devolverte amor en los umbrales de tu muerte. Mara, tu Maestro te ama. l est aqu para decrtelo. ________________________ 4 Mateo 26, 6-13; Marcos 14, 3-9; Juan 12, 1-11. 5 Lucas 10, 38-42. 266 No temas, no te angusties con la idea de otra muerte. Tu muerte no es diferente de la de quien derrama su sangre por M. Qu ofrece el mrtir? Ofrece su vida por amor de su Dios. Qu ofrece el penitente? Ofrece su vida por amor de su Dios. Qu ofrece el que ama? Ofrece su vida por amor de su Dios. Como ves, no hay diferencia. El martirio, el amor, la penitencia, cumplen el mismo sacrificio y lo cumplen por el mismo fin. Por lo tanto, el martirio se cumple en ti, que eres penitente y amante, como en quien perece en la arena. Mara, te precedo en la gloria. Bsame la mano y reposa en paz. Reposa. Ya es tiempo para ti de reposar. Dame tus espinas. Ahora es tiempo de rosas. Reposa y espera. Te bendigo, oh, bienaventurada! . Jess ha obligado a Mara a echarse en su jergn.Y la santa, con el rostro lavado por el llanto de su xtasis, ha obedecido la voluntad de su Dios y ahora parece dormir con los brazos cruzados sobre el pecho, mientras las lgrimas siguen brotando pero la boca re. Se incorpora cuando la gruta se ilumina por un vivsimo resplandor a la llegada de un ngel; ste sostiene un cliz que apoya en el altar y luego permanece en adoracin. Tambin Mara, que est arrodillada junto a su msero lecho, est en adoracin. Ya no puede moverse. Sus fuerzas van disminuyendo, pero se siente feliz. El ngel coge el cliz y le da la comunin. Luego sube otra vez al Cielo. Como una flor abrasada por el sol excesivo, Mara se dobla, se dobla con los brazos an cruzados sobre el pecho y cae hundiendo el rostro en la hojarasca del jergn. Ha muerto. El xtasis eucarstico ha cortado la ltima fibra vital. Mientras Jess hablaba, yo vea la escena descrita: la casa de Betania, toda florecida y de fiesta; la sala del banquete, preparada fastosamente. Vea a Marta, empeada en los quehaceres y a Mara, que se ocupaba de las flores. Y luego vea la llegada de Jess con los doce y el encuentro con Mara, que le conduce a la casa; prontamente Lzaro va al encuentro del Maestro y entra con l en la casa, en una sala que precede la del banquete. Mara lleva una jofaina con agua y quiere lavar ella misma los pies de Jess. Luego cambia el agua y sostiene la jofaina hasta que Jess termina de lavarse las manos y cuando l le devuelve la toalla, le coge las manos y se las besa. Luego se sienta en el suelo, sobre un tapiz que cubre el piso, a los pies de Jess, y le escucha hablar con su hermano; ste muestra a Jess unos rollos: son obras que ha 267
comprado recientemente en Jerusaln. Jess discute con Lzaro acerca del contenido de dichas obras y segn me parece, le explica los errores doctrinales contenidos en ellas o las diferencias entre esas doctrinas pertenecientes a la gentilidad y las doctrinas verdaderas. Debe de tratarse de obras literarias que Lzaro, que es rico y culto, ha querido conocer. Mara no habla nunca. Escucha y ama. Luego van a cenar. Las dos hermanas sirven a la mesa. No comen. Comen solamente los hombres. Tambin los criados van y vienen transportando los platos, que son costosos y hermosos y que apoyan sobre el aparador. De all los cogen las dos hermanas para llevarlos personalmente a la mesa, as como las nforas, que llenan con vino. Jess bebe agua y slo al final acepta un poco de vino. Pero cuando el banquete est por terminar y el ritmo de la cena disminuye para mudarse ms bien en conversacin, mientras pasan las frutas y los dulces, vuelve Mara - que haba desaparecido por unos minutos - con un nfora de alabastro cuyo cuello rompe contra la esquina de un mueble para poder extraer su contenido ms fcilmente, lo coge a manos llenas y, de pie detrs de Jess, le unge los cabellos y ordena los rizos de las puntas enroscndolos en sus dedos mechn por mechn. Parece una mam que est peinando a su nio. Cuando termina, besa levemente la cabeza de Jess y luego le coge las manos, las perfuma con blsamos, las besa y sucesivamente hace lo mismo con los pies. Los discpulos miran. Juan le sonre a Mara, como para darle nimo; Pedro mueve la cabeza pero... al fin tambin l esboza una sonrisa disimulada por la barba y los dems hacen ms o menos lo mismo. Toms y otro medio viejo refunfuan en voz baja. Con una mirada indefinible pero que, por cierto, no anuncia nada bueno, Judas estalla con malhumor: Qu necedad! Basta ser mujer para ser necia. Para qu sirve todo ese derroche? El Maestro no es ni un publicano ni una meretriz y, por tanto, no tiene necesidad de semejantes afeminaciones. Hasta es un deshonor para l. Qu dirn los judos sintindole perfumado como un efebo? Maestro, me sorprende que permitas a una mujer semejantes necedades. Si tiene riquezas por derrochar, que me las d a m para los pobres. Y as ser ms juiciosa. Mujer, te estoy hablando a ti: acbala, que me das asco. Mara le mira estupefacta, se sonroja y est dispuesta a obedecer. Pero Jess posa su mano sobre la cabeza, que la joven ha bajado, y luego la desliza hasta el hombro, acercndola ligeramente a S como para 268 defenderla. Y dice: Djala tranquila. Por qu le haces estos reproches? Nadie debe reprochar una obra buena y ver en ella significados que slo la malicia puede sugerir. Ella ha hecho una buena accin hacia M. Los pobres existirn siempre. Yo ya no estar entre vosotros y los pobres seguirn estando. Podris seguir prodigndoles el bien. A M ya no podris, porque ya est cerca el momento en que os dejar. Ella ha anticipado el homenaje a mi Cuerpo sacrificado por todos vosotros y ya me ha ungido para la sepultura porque para ese entonces no podr hacerlo. Y, por cierto, mucho le dolera no haber podido perfumarme con sus blsamos. En verdad os digo que hasta el fin del mundo y en todo lugar donde se predique el Evangelio, se recordar cuanto ella acaba de hacer. Y su acto servir de leccin para que las almas me den su amor, que es el blsamo que Cristo ama, y cobren coraje en el sacrificio, pensando que cada sacrificio es un blsamo que perfuma al Rey entre los reyes, al Ungido de Dios, a Aqul, del que desciende la Gracia - como este perfume de nardos se expande de mis cabellos - para fecundar los corazones hacia el amor, y a quien el amor asciende en un continuo flujo y reflujo de amor, de M hacia las almas mas y de las almas mas hacia M. Judas, imtala, si puedes, si an puedes hacerlo. Y respeta a Mara y, con ella, a M. Tambin resptate a ti mismo, puesto que el hombre no se deshonra aceptando un puro amor con amor puro, sino albergando hasto y haciendo insinuaciones bajo el impulso de los sentidos. Hace ya tres aos,
Judas, que te prodigo mis enseanzas, pero an no he logrado mudarte. Y ya est cerca la hora, oh, Judas, Judas!... Gracias, Mara. Persevera en tu amor. Dice Jess: Por mucho que una criatura pueda dar amor con total generosidad y retribuir de modo igualmente absoluto a quien la ha amado, ese sentimiento ser siempre muy relativo. Mas vuestro Jess supera todo anhelo humano, aun el ms vasto, y todo lmite en la satisfaccin del mismo, pues es Dios, vuestro Jess y, con mi generosidad de Dios - y de Dios bueno - Yo doy a vosotros, que sois generosos y amantes, pues dedico esta pgina especialmente a vosotras, oh, almas que no os contentis con obedecer el precepto, sino que acogis el consejo y llevis vuestro amor a herosmos santos! Creo el milagro para vosotros, para retribuir con un hecho jubiloso todo el gozo que me dais. Suplo Yo mismo todo lo que os falta o produzco todo lo que os necesita. Mas no os hago faltar nada a voso269 tros que, por amor mo, os despojasteis de todo hasta llegar a vivir en la soledad material o moral, en medio de un mundo que no os comprende, que os burla y que, repitiendo el antiguo insulto que otrora me dirigieron a M 6, a vuestro Maestro, os grita: Locos!, y confunde vuestras penitencias y vuestras luces con seales diablicas, porque el mundo sometido a Satans cree que los satnicos son los santos, o sea, los que han puesto el mundo bajo sus pies y de l se han servido para subir an ms hacia M y sumirse en mi Luz. Dejad que os llamen locos y demonios. Yo s que sois los posesores de la verdadera sabidura, de la recta inteligencia y que albergis un alma anglica en un cuerpo mortal. Yo recuerdo, sin que se me haya olvidado ni siquiera un suspiro de amor vuestro, cunto habis hecho por M y, del mismo modo que os defiendo del mundo - porque a los mejores del mundo les hago saber lo que significis a mis ojos -, os recompenso tambin cuando llega la hora y juzgo que es tiempo de infundir en vuestro cliz la dulzura. Slo Yo lo beb hasta el fondo sin mitigarlo con la miel. Lo beb slo Yo, que tuve que aferrarme al pensamiento de los que me amaran en el porvenir, para poder resistir hasta el fin sin llegar a maldecir al hombre por quien derramaba mi Sangre y sin conocer, o ms que conocer, sin dejarme llevar por la desesperacin de mi condicin de abandonado de Dios 7. Mas no quiero que sufris lo que Yo padec. Mi experiencia fue demasiado cruel como para imponrosla y con ello no hara ms que tentaros ms all de vuestras propias fuerzas. Dios nunca es imprudente. Quiere salvaros, no perderos. Imponeros horas demasiado crueles, sera llevar a la perdicin vuestra alma, que cedera como una rama sobrecargada y terminara por quebrarse y conocer el fango tras haber conocido tanto Cielo. Nunca desilusiono a quien espera en M. Dselo, dselo, dselo a todos. ________________________ 6 Mateo 12, 24; Marcos 3, 22 y 30; Lucas 11, 15; Juan 10, 20. 7 Mateo 27, 46; Marcos 15, 34.
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