Manuel Toharia
Manuel Toharia
Manuel Toharia
Manuel Toharia Director del Museo de las Ciencias Prncipe Felipe (Valencia) Presidente de la Asociacin Espaola de Periodismo Cientfico Clima y tiempo son conceptos que suelen confundirse con facilidad, aunque no significan en absoluto lo mismo. Y todava menos deberamos confundir los cambios de tiempo y de clima: que el tiempo cambie es no slo algo normal, sino incluso una constante el tiempo cambia a todas horas, todos los das, todos los meses.... En cambio, un cambio de clima es la variacin en los promedios, y a muy largo plazo, de ese tiempo permanentemente cambiante. Los cambios de clima vienen ocurriendo, por razones naturales y en perodos muy variables, que van de millones de aos a uno o dos siglos, desde que el planeta Tierra es planeta. Desde siempre, podramos decir. Sin embargo, sigue siendo frecuente escuchar por la radio, o leer en los medios de comunicacin, frases parecidas a la siguiente: La climatologa adversa de estos das.... La climatologa, que es la ciencia que estudia los climas, no es ni adversa ni favorable. Es una ciencia. Y ni siquiera existe un supuesto clima lluvioso del partido de esta noche, porque el clima se define como un promedio del tiempo a muy largo plazo. Lo correcto es aludir al tiempo, a la temperie, a las condiciones meteorolgicas o atmosfricas... Pero casi nadie lo hace correctamente. Al tiempo, cualquier desastre atmosfrico y por extensin, ocenico o lo que sea suele ser atribuido sin ms al cambio climtico. Lo mismo da que ocurra un verano excepcionalmente clido como el de 2003 que un invierno muy fro como el de este ao. Incluso hay quien se inquieta por si el tsunami que barri el ndico recientemente no tuviera que ver con el susodicho cambio climtico. Basta recordar, los ms mayores, cmo se achacaban los fros de mediados del siglo XX o los desastres tpicamente mediterrneos la inundacin que asol Valencia en 1957, por ejemplo al cambio climtico, en este caso glaciacin, derivado del uso de las bombas atmicas. En 1957 hubo peridicos que achacaron la inundacin de Valencia al primer satlite artificial, el Sputnik sovitico puesto en rbita unos das antes El mito est lo estaba desde hace ya tiempo servido. No obstante, tambin hay, sin duda, datos reales, incontrovertibles y preocupantes que conviene ir precisando, quiz para evitar que el mito devore a la realidad, como suele ocurrir. El efecto invernadero, que suele ser tenido como responsable del cambio climtico, es tan antiguo como el propio planeta Tierra. Porque est ligado a la existencia en la atmsfera de determinados gases capaces de almacenar radiacin en el espectro de las ondas largas; calor, en suma. El efecto invernadero no es, pues, un invento de la vida como, por ejemplo, el oxgeno atmosfrico (que no es gas de efecto invernadero) o el ozono (que, en cambio, s es un gas de efecto invernadero, sobre todo cerca del suelo). Los problemas que suscita en la actualidad el cambio climtico estn relacionados con la actividad econmica humana y, en particular, con la utilizacin masiva de energa procedente de los
combustibles fsiles. Ese proceso emite en cantidades reducidas, si stas se comparan con toda la atmsfera, pero bastante significativas y, desde luego, medibles una notable cantidad de gases de efecto invernadero cuya concentracin es mayor ahora que antes de la Revolucin Industrial. Hay, al menos, dos grupos principales de gases de efecto invernadero: los naturales y los artificiales. Es decir, los que ya existan antes de la llegada del Homo sapiens al planeta, y los que la humanidad ha fabricado ex-novo. El primer grupo es, con mucho, el ms importante. Lo constituyen por orden de importancia a la hora de acumular calor el vapor de agua, el dixido de carbono, el metano, los xidos de nitrgeno y el ozono. En el segundo grupo habra que situar ante todo a muchos de los gases de la famosa familia de los clorofluorocarbonados (CFC), cuyas molculas no existan en la naturaleza antes de que las inventara el hombre. Gracias al efecto invernadero, la Tierra es un planeta habitable y bastante menos hostil para la vida de lo que sera sin ese colchn trmico. Es ms, si no hubiera habido en la atmsfera primitiva esos gases de efecto invernadero, es muy probable que nunca hubiera existido vida en nuestro planeta; o, en caso de haberse podido desarrollar, no ofrecera, con seguridad, la misma apasionante diversidad que hoy conocemos. En efecto, si no hubiera dichos gases de efecto invernadero, la temperatura media del planeta sera de 18 grados bajo cero; con efecto invernadero esa temperatura media es actualmente de unos 15 grados sobre cero. De esos 33 grados de evidente mejora, los principales responsables son los siguientes: Gas. Concentracin actual (contribucin en grados centgrados) Vapor de agua (H2O): entre 0 y 4% Dixido de carbono (CO2): 360 ppm (0,036%) Ozono troposfrico (O3): 0,03 ppm xido de nitrgeno (N2O): 0,3 ppm Metano (CH4): 1,7 ppm Otros (CFC, sobre todo): unos 2 ppm 20,6 7,2 2,4 1,4 0,8 0,6
Por tanto, cul es el problema? Con respecto al efecto invernadero, no hay problema alguno, salvo que la mano del hombre intervenga en sus innegables fluctuaciones naturales. Por ejemplo, si la humanidad se empea en quemar ya lo ha hecho, en realidad en menos de dos siglos la mayor parte del carbn y del petrleo que almacen el paso del tiempo (muchos millones de aos) bajo tierra. La Revolucin Industrial, que es la que ha dado lugar a esas combustiones masivas de elementos fsiles, ha producido un incremento de gases de efecto invernadero que excede, en mucho, a las variaciones naturales, tanto en cantidad como en el tiempo empleado en dichas variaciones. Y hay razones muy fundadas para pensar que todo ello va a producir, si es que no ha empezado a hacerlo ya, un cambio climtico de superior cuanta y rapidez a lo que podamos esperar por razones naturales. Es decir, un cambio climtico ms notable y en un plazo de tiempo mucho ms breve de lo que hubiera sido sin esa intervencin humana indirecta. Los combustibles fsiles, al ser quemados, se oxidan. Eso es una combustin: la oxidacin de elementos qumicos simples contenidos en el combustible. En general, se trata de carbono e hidrgeno, aunque tambin, y en menor proporcin, de nitrgeno, azufre, fsforo y otros tomos contenidos en las mezclas de molculas de origen orgnico que conforman el carbn y los hidrocarburos del petrleo y del gas natural. La oxidacin violenta de estos elementos produce calor. Una energa imprescindible para el mundo actual, basado en la Revolucin Industrial. La mayor parte de la energa que utiliza el mundo es obtenida directa o indirectamente de estas combustiones: al comienzo del decenio de los noventa, el petrleo proporcionaba un tercio de la energa total; el carbn, el 27,5%; y el gas natural, el 18%. En total, un 78%. Hoy da, las cosas siguen igual
Conviene advertir que estos tres combustibles bsicos no tienen igual incidencia ambiental. El carbn, seguido de cerca por el petrleo, es sin duda el peor, no slo por la emisin de productos residuales de todo tipo, sino tambin por su peor rendimiento: para obtener un megajulio (un milln de julios) de energa, el carbn emite 92 gramos de CO 2, y el petrleo 78 gramos. El gas natural, que no produce prcticamente contaminantes de otro tipo, obtiene ese mismo megajulio emitiendo tan slo 56 gramos de CO2... El 22% restante de la energa total del mundo se lo repartan en 1990 la hidroelectricidad (6%), las centrales nucleoelctricas de fisin (4%) y otras fuentes de energa, esencialmente renovables (la turba, que no es renovable, pero tambin la lea, que s lo es; y en algunos pases empiezan a despuntar tambin, aunque todava tmidamente, la energa elica y la energa solar). La humanidad en su conjunto utilizaba 21 exajulios de energa en 1900 (un exajulio es un trilln de julios, o sea un milln de billones, 1018 julios). En 1990 era del orden de 340 exajulios; una cifra ms de 15 veces superior; y en 2000 era cercana a los 400 exajulios... Lo ms llamativo y sin duda injusto del caso es que el 70% de esta energa la consumen los pases ricos, cuyos habitantes apenas suman un 20% del total de la poblacin humana. Toda esta energa supone la emisin de enormes cantidades de dixido de carbono (CO2); actualmente se estima que el carbono desprendido cada ao por la produccin energtica mundial se encuentra por encima de 6 petagramos (Pg). Un petagramo es igual a mil millones de toneladas, o sea mil billones de gramos (10 15 gramos), lo que supone unas 24 Pg de CO2. Son cifras enormes; pero en el planeta Tierra, todo es relativo. Veamos cunto carbono contiene. Los organismos vivientes almacenan en su biomasa un total de 550 Pg de este elemento. La materia orgnica muerta, en tierra y en los ocanos, supone 2.500 Pg. El dixido de carbono en la atmsfera supone 700 Pg (nuestra actividad industrial y energtica incrementa esta cifra en unos 4 Pg cada ao, algo ms del 0,5% anual). Los carbonatos disueltos en los ocanos encierran 37.000 Pg. Los combustibles fsiles suponen 10.000 Pg. Finalmente, los sedimentos calcreos encierran en su seno nada menos que 20 millones de petagramos (20.000.000 Pg). La fuente de carbono para los organismos vivientes ha sido, desde hace 3.800 millones de aos, el dixido de carbono del aire. Actualmente, hay poca cantidad de ese gas en el aire, aunque el carbono de todo el CO2 actual suma un total nada despreciable de 700 petagramos. Aun as, eso apenas representa un 0,036% del total del aire (360 ppm, partes por milln). Recordemos, a ttulo de comparacin, que el argn, un gas inerte, llega al 1% (10.000 ppm), por no citar al oxgeno y su 21% (210.000 ppm), y al nitrgeno y su 78% (780.000 ppm). La tendencia al mareo que suele producir la acumulacin de tantas y tan considerables cifras no nos impide resaltar algo obvio: la cantidad total de CO2 que emite la actividad industrial es bastante pequea en comparacin con todo lo que se mueve en el planeta. Entonces, por qu preocuparse por algo tan aparentemente nimio? El pero estriba en la capacidad de absorber calor procedente del Sol que tienen los gases de efecto invernadero. Y en su corolario inevitable, la posible influencia que ello pudiera tener sobre los climas de la Tierra. El balance global de la energa solar que llega a la Tierra, y que sale de ella, es bastante peculiar. Del 100% incidente procedente del Sol despreciamos la energa csmica porque es, cuantitativamente, muy reducida, un 30% es directamente reflejado de nuevo hacia el espacio por la atmsfera y las nubes, sin llegar al suelo (eso hace que nuestro planeta, visto de lejos, brille). El aire absorbe directamente, a su vez, un 20%; por tanto, llega a la superficie un 50%. El suelo y los mares reemiten hacia arriba un 105%, bajo forma casi ntegra de calor infrarrojo; un 35% de ese calor es absorbido por el aire o reexpedido hacia el suelo, y el resto se escapa hacia el espacio exterior,
sumndose al 30% inicialmente reflejado por la atmsfera. Todo ello arroja un saldo final del mismo 100% al salir que al entrar. Un equilibrio imprescindible para que el planeta mantenga una temperatura uniforme. Si nos entrara ms energa de la que sale, el planeta se ira recalentando poco a poco hasta estallar; si saliera ms de la que entra, se ira enfriando hasta congelarse... Llama la atencin ese 105% de energa que reemiten el suelo y las aguas del planeta. Se debe a que la Tierra es un planeta clido, que irradia, por tanto, luz y calor; por eso es muy visible, incluso brillante, visto desde lejos. Lo ms importante, no obstante, es que un 35% de esa cantidad queda atrapado en la atmsfera, precisamente por la existencia de los gases de efecto invernadero. Por eso tenemos esos 33 grados de aumento en la temperatura media Si aumentan los gases traza de efecto invernadero, parece lgico suponer que aumentar la capacidad de almacenamiento de calor del aire terrestre. Y, por ende, la temperatura media de la atmsfera. El problema estriba en determinar si eso, que parece lgico, es cierto en la realidad y, en tal caso, cunto y de qu forma se calentar el planeta. En la actualidad, nadie duda de que aumentan las emisiones de CO2 y de CH4 (metano) como consecuencia de la obtencin de energa por parte del mundo industrializado. Estos dos gases son los ms abundantes de los de efecto invernadero (360 ppm y 1,7 ppm, respectivamente). Tambin aumentan los gases CFC, aunque los acuerdos internacionales parece que estn sirviendo para frenar la tendencia, incluso para invertirla; y aumenta tambin, aunque ms despacio, la concentracin de ozono troposfrico (O3) y xido nitroso (N2O). Quemar combustibles fsiles es contribuir, esencialmente, a hacer aumentar el CO2. En apenas un siglo, la concentracin atmosfrica de este gas ha aumentado en ms de un 35%. El dato, sin ms, es altamente preocupante. Y justifica que, por fin, los polticos se hayan movilizado. La preocupacin por los climas del futuro no nace slo de los aumentos en la concentracin de gases de efecto invernadero. Si la temperatura del aire aumenta, como se teme, los ocanos liberarn ms CO2, y los ecosistemas hmedos ms CH4; eso s, con temperaturas ms altas podr existir, si la contaminacin no lo impide, ms fitoplancton marino y ms plantas verdes en general que absorban ms CO2. Y quiz ms nubes, que reduzcan la energa solar que llega a la superficie del planeta Como puede verse, las cosas no son sencillas. Y cada elemento analizado tiene diversas vertientes, a veces contradictorias y, en todo caso, difciles de estimar con precisin. Por cierto, y el vapor de agua? Hemos visto que se trata de un gas que contribuye poderosamente al efecto invernadero, ms que los dems. Pero se trata de un arma de doble filo, porque las nubes (formadas por vapor de agua condensado, o sea, por gotitas de agua lquida), sobre todo las ms altas, reflejan la luz solar y contrarrestan el efecto de acumulacin de calor. El vapor de agua podra aumentar en la atmsfera bsicamente por dos razones: a causa de la combustin de hidrocarburos, que tienen hidrgeno y carbono, y producen al ser quemados CO 2 y H2O, y tambin por mayor evaporacin de los mares al aumentar las temperaturas. Si eso ocurre, se incrementar lgicamente su poder acumulador de calor, pero tambin aumentar la cantidad de nubes y, por tanto, disminuir ese mismo poder acumulador de calor. Por otra parte, a ms nubes, ms precipitacin; es decir, ms nieve en los casquetes polares De todos modos, las incertidumbres siguen siendo muchas: cunto aumentarn las nubes y cunto el vapor de agua en forma de gas? Lo uno podra compensar lo otro o no. Y del desequilibrio resultante puede salir reforzado, o debilitado, el incremento del efecto invernadero. Lo cierto es que los cientficos no consiguen afinar mucho sus modelos matemticos y se conforman, por ahora, con estimaciones poco fiables. Aunque en los ltimos aos parece que el consenso, con todas las cautelas habituales en los informes predictivos de la ciencia, se va estableciendo en torno a la inexorabilidad del cambio climtico si no cambian las condiciones actuales del desarrollo humano.
Los expertos, y muy especialmente los que se agrupan en torno al Panel Intergubernamental de Cambio Climtico (IPCC) de la ONU, son cada vez ms tajantes: el cambio climtico acelerado parece ya inevitable, e incluso podra haber comenzado en los ltimos aos del siglo XX. Por lo que respecta a los mares, su capacidad para almacenar y transportar energa, en contacto directo con la atmsfera y los continentes, supone una influencia hasta ahora sospechada pero sin duda minimizada de gran calibre con respecto al cambio climtico. En los ltimos tiempos, especialmente a partir del agudo episodio de El Nio y La Nia de finales del decenio de los noventa, comenz a cobrar fuerza la hiptesis de que las corrientes marinas desempean un papel inesperadamente importante sobre el clima y, quiz, sobre sus cambios a largo plazo. Un efecto que podra ser incluso superior al del propio efecto invernadero, y del que sabemos bien poco En todo ello estamos considerando el conjunto de los climas de la Tierra, lo que comnmente se denomina sistema climtico. Hasta ahora, cuando hemos hablado de cambio climtico, en realidad estbamos realizando un grosero resumen de los mltiples y muy diversos cambios que tendrn unos u otros climas en las diferentes regiones de la Tierra. De hecho, los modelos matemticos indican que no ser igual el cambio en las zonas ecuatoriales poco o nada cambiar all que en las zonas templadas del hemisferio norte donde las convulsiones podran ser superiores al promedio de todo el planeta. Con todo, para resumir el conjunto del fenmeno, apelamos a la expresin cambio climtico, que resulta incorrecta por excesivamente general y poco precisa: no habr un solo cambio climtico, sino muchos, segn los sitios, y muy diferentes unos de otros. Lo mismo ocurre con sistema climtico, que no es una realidad fsica por s misma: los climas, en su conjunto, son entidades abstractas, derivadas de promedios a largo plazo de las variables meteorolgicas, combinadas con otros parmetros de tipo geogrfico. De todos modos, se designa sistema climtico al conjunto de los fenmenos que dan, como consecuencia, los distintos climas que hay en la Tierra. Y, por comodidad matemtica, se le considera un fenmeno fsico, aun no sindolo Pues bien, en cuanto al conocimiento actual del sistema climtico en su conjunto, es obvio que sabemos mucho mejor que hace unos pocos decenios cmo funciona globalmente. Pero subsisten bastantes incgnitas. Unas, cuantitativas: se sospecha que la estimacin de la importancia relativa de algunos parmetros (influencia de determinados tipos de nubes, intercambio de dixido de carbono entre el mar y el aire, variaciones del albedo, o sea del brillo reflejado, de las zonas heladas a causa de la contaminacin, importancia de los xidos de azufre como enfriadores del clima) puede ser muy errnea, por defecto o por exceso. Otras, cualitativas: cmo es realmente la incidencia de algunas cuestiones que podran haber sido subvaloradas, supervaloradas o quiz ignoradas? Por ejemplo, ya hemos visto que subsiste la incertidumbre en torno a los ciclos undecenales de actividad solar, y resulta extremadamente difcil analizar la incidencia, positiva y negativa segn los casos, del agua cuando pasa de la fase vapor a la fase lquida, e incluso helada. A pesar de todo ello, la mayor de todas estas incgnitas es precisamente la accin de las corrientes marinas como reguladoras y redistribuidoras de la energa que se emite y se absorbe desde la superficie del planeta, y como eje quiz central de los climas y sus variaciones a lo largo del tiempo. El agua posee una capacidad calorfica enorme; en lenguaje llano, eso significa que el agua se enfra o se calienta difcil y lentamente. Es decir, hay que aportar o retirar una gran cantidad de caloras para que suba o baje su temperatura. El aire, en cambio, se caliente o enfra muy deprisa: su capacidad calorfica es muy inferior a la del agua. Por eso, entre la noche y el da puede haber variaciones del aire en un determinado lugar de veinte o ms grados. El agua, en ese mismo lugar, apenas se enfriara o se calentara nada en tan corto perodo. Por eso, los mares son grandes acumuladores de calor; y de fro. Un mar muy clido en verano por ejemplo, el Mediterrneo, debido a la insolacin estival no alcanza su mxima
temperatura en junio, que es cuando mayor energa recibe del Sol, ni siquiera en julio, sino en agosto e incluso en septiembre. La misma inercia que le lleva a calentarse despacio le hace asimismo enfriarse despacio; por eso cuando llegan las primeras borrascas con aire fro, ya en otoo, el Mediterrneo todava muy clido potencia la inestabilidad atmosfrica dando lugar a terribles tormentas e inundaciones si, adems, aparecen las tristemente famosas gotas fras, embolsamientos de aire fro y por tanto inestable en las capas altas de la atmsfera. Lo mismo ocurre a escala planetaria. En los grandes ocanos, el transporte de calor de las zonas ecuatoriales a las zonas ms fras no es tan rpido como el que se produce con las masas de aire y sus frentes. Pero eso no significa que no ocurra. Adems, se producen sin duda variaciones en el rgimen ms o menos habitual de esos intercambios, que quiz entraan consecuencias an poco conocidas y, a largo plazo, cambios climticos de importancia hasta ahora desconocida o, al menos, muy subestimada. El caso de El Nio y La Nia, que inicialmente parecan fenmenos locales y de tradicin histrica, puesto que se remonta a varios siglos propios de las costas del Pacfico en Sudamrica (sobre todo en las costas del norte de Chile y del Per), es bastante paradigmtico. Ahora se conoce cada vez mejor el conjunto de acontecimientos que se producen en esa regin del globo, y se sabe ya, por ejemplo, que afecta a todo el Pacfico sur y tiene un carcter cclico sumamente interesante, aunque de origen desconocido. Y an ms interesante: nadie duda de que ocurran cosas parecidas con las corrientes marinas del Pacfico Norte (Mar de China, Mar del Japn, etc.) y de los dems ocanos del planeta. Adnde nos llevan estos estudios? Por ahora, a constatar que sabemos mucho menos de lo que necesitamos saber. En efecto, en las ecuaciones que se supone que resumen el sistema climtico, y que son las que se utilizan para realizar las predicciones climticas a un siglo vista, es obvio que habr que corregir o parametrizar de nuevo todo lo que se refiere a los mares. El CO2 es indudablemente importante; pero podra ser que sus variaciones no fueran las precursoras, sino que fueran la consecuencia de los distintos cambios de clima que ha habido, y habr, en la Tierra. Y que la causa primera de dichos cambios de clima est, precisamente, en los mares y en sus movimientos, tanto superficiales como en profundidad. Significa todo esto que debemos quedarnos cruzados de brazos, porque nadie nos garantiza que lo que hasta ahora creemos saber puede no ser verdad? Aparentemente, podra ser una postura defendible. Y, de hecho, resultara sumamente cmoda a muchos dirigentes empresariales, e incluso polticos. Se puede observar hoy da una tendencia general a mantener el statu quo, aunque no se diga abiertamente: siempre resulta ms sencillo seguir aplicando las recetas conocidas que tomar nuevas decisiones que pudieran entraar, adems, grandes riesgos socioeconmicos. Sobre todo, cuando se tiene la excusa de que las predicciones cientficas tienen un gran margen de incertidumbre. No obstante, si se mira despacio lo que ya sabemos, con los datos en la mano semejante actitud pasiva ya no se puede defender, al menos razonablemente. La concienciacin ambiental ha llevado el problema del cambio climtico a la primera pgina de la actualidad, quiz en exceso. Pero los datos reales, y los estudios prospectivos ms serios, no dan pie al optimismo ni al mantenimiento, sin ms, del statu quo. Es obvio que algunas de las acciones que se contemplan para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero podran resultar desproporcionadamente dainas para la economa de muchos pases desarrollados y, de rebote, an ms para los pases menos ricos. Ahora bien, tambin es cierto que se pueden tomar de manera inmediata y sin grandes repercusiones negativas decisiones que, por su prudencia, podran resultar aceptables tanto si es cierto que el cambio climtico va a ser catastrfico como si no.
Una de esas medidas, precisamente obviada por los americanos, es el ahorro de energa. El mundo desarrollado no slo consume es decir, transforma enormes cantidades de energa, sino que, y esto es mucho ms grave, en gran medida la desperdicia. Tanto en los mtodos de produccin como en el transporte y, desde luego, en la utilizacin final. Es conocido el dato de que los habitantes de Estados Unidos podran hacer todo lo que hacen ahora, y con costes sensiblemente iguales, con la mitad de la energa de la que en estos momentos consumen. Con aislar las ventanas de todo el pas de manera eficiente, los americanos podran ahorrar al ao tanto petrleo como el que obtienen de todos los yacimientos de Alaska Tanto costara al americano medio consumir, per cpita, la misma energa que un europeo o un japons, es decir, la mitad de la que ahora consume? Lo obvio es que, como mnimo, vivira igual de bien, pero gastando la mitad de esa energa No se trata de ahorrar por ahorrar, desde luego. Ni de privarse de nada de lo que ahora se disfruta. No tanto por razones hedonistas, como porque los consumidores, que suelen protestar mucho, son despus fcil presa de los mecanismos de la economa de mercado y renuncian muy difcilmente a las ventajas del mundo desarrollado; aunque impliquen excesos y desperdicios difcilmente justificables. Lo importante del ahorro es que nos va en ello el futuro. Porque la energa obtenida de los combustibles fsiles, que es la que est implicada en el posible cambio climtico futuro, no va a ser eterna. Los combustibles fsiles no son renovables; y se van a agotar, antes o despus. Por otra parte, estamos hablando de procesos que producen muchos otros contaminantes de todo tipo. El ahorro no es, por tanto, un fin que se agota en s mismo, con vistas al efecto invernadero, sino que desborda sus propios lmites y afecta a cuestiones de mayor calado incluso que el hecho mismo de lo que se puede economizar. Nada tiene esto que ver con la controversia cientfica. Una cosa es la poltica, las grandes decisiones econmicas, los diferentes rumbos que pueda adoptar el desarrollo industrial en el nuevo siglo Y otra muy diferente lo que la ciencia va averiguando, con unos u otros mrgenes de incertidumbre. En la actualidad, y sea cual sea el grado de precisin que se quiera otorgar a las predicciones climatolgicas a largo plazo, lo cierto es que no hay ningn cientfico que se niegue a adoptar, desde ya, las medidas imprescindibles para, al menos, mantener la situacin como est, sin empeorarla demasiado. Una mayor eficiencia energtica en los procesos productivos, lo que implica un considerable ahorro de los recursos disponibles, y unas polticas severas y constantes de reforestacin y mejora de los cultivos y la ganadera, no slo no harn dao, sino que, incluso sin cambio climtico, mejoraran notablemente la calidad de vida del conjunto de la humanidad. De todos modos, no hay que olvidar que los pases en vas de desarrollo, que fueron muy pobres pero que ahora estn dejando de serlo rpidamente por ejemplo, la India, y desde luego China, que cuenta con la cuarta parte de la poblacin mundial y casi un tercio de las reservas planetarias de carbn, no quieren ni or hablar de posibles frenos a ese desarrollo. Para ellos es la nica va que les puede permitir salir de su secular pobreza; la futura amenaza de un cambio climtico a gran escala les asusta menos que la posibilidad de abandonar ese camino que les ha comenzado a alejar de la miseria. Curiosamente coinciden, as, las estrategias dilatorias del pas ms rico del mundo, que tambin es el ms contaminante Estados Unidos produce la cuarta parte del CO2 mundial, y del pas ms poblado del mundo que, en unos aos, se convertir a su vez en el ms contaminante. De ah se deduce la importancia que se le suele atribuir a la transferencia gratuita de tecnologa de los pases ricos a los ms pobres. Una tecnologa moderna que es ahora mucho menos contaminante, pero que ha sido costosa de desarrollar y est en su mayora en manos privadas. Ser capaz el sistema capitalista de asumir dichas transferencias tecnolgicas por simple altruismo ante la amenaza del cambio climtico futuro? No es probable, aunque nunca est de ms recomendarlo El problema, nada sencillo de resolver, consiste en establecer los mecanismos para que la economa de mercado permita, sin grandes conflictos, que eso ocurra. Si no, las cosas irn peor, obviamente.
Peor? Nadie lo duda. Pero cunto? Qu maldades nos va a ofrecer ese cambio acelerado de los climas terrestres? Son tan graves los problemas que puede plantear? Es obvio que cualquier cambio en lo que se conoce es temible, per se. Pero se puede concretar y cuantificar el negativo efecto de los cambios climticos? Porque es ste un fenmeno que suele ser presentado como una amenaza planetaria inexorable, daina y de atroces consecuencias no slo para la humanidad, sino tambin para el conjunto de la Biosfera e incluso para el planeta mismo. Es para tanto? En general, casi nadie explica con suficiente detalle el porqu de esas maldades, es decir, cmo va a afectarnos negativamente el cambio climtico. Suele hacerse, eso s, un ejercicio de catastrofismo inminente, lo cual en estos temas climticos a tan largo plazo resulta contradictorio si es a largo plazo, cmo puede ser inminente?. O bien se apela a fenmenos con reminiscencias apocalpticas, casi bblicas como la inundacin del diluvio, en este caso simbolizada por la subida excesiva del nivel del mar, o a las catstrofes habituales, que se dice que van a ser mucho peores que en el pasado sequas o inundaciones, y fros o calores excesivos, ciclones tropicales (incluso tsunamis, que todo vale). Todo muy poco riguroso, que suele sonarle al ciudadano de a pie como el cuento del lobo que iba a venir pero nunca llegaba. Porque, conviene recordarlo, las predicciones de los expertos son a un siglo vista, no para el mes que viene o para el ao entrante. Ya hemos visto que, si la ciencia sabe con certeza algunas cosas por ejemplo, el notable incremento de CO2 en la atmsfera, teme bastante ms por ejemplo, el aumento de temperatura en los prximos cien aos e ignora an muchas ms podramos citar, como ejemplo, la ignorancia en torno a la importancia de las corrientes marinas, o de las fluctuaciones solares. Eso no quita para que nadie dude ya de que el cambio climtico ha comenzado a acentuarse por la mano del hombre; y seguramente va a seguir hacindolo con intensidad creciente en este siglo. Pero lo que no es tan fcil de entender es por qu ser tan daino. Adems, ya ha ocurrido otras veces; por ejemplo, en el pasado histrico basta recordar la pequea edad del hielo (llamada cientficamente Mnimo de Maunder) que culmin en el siglo XVII. Parece claro que, al menos en el corto y medio plazo, no van a aumentar demasiado ni la frecuencia ni la intensidad de los ciclones tropicales, aunque quiz s la de las tormentas en latitudes medias, con ms lluvia, s; pero tambin ms erosiva, ms destructiva Sin duda volvern a darse inundaciones, sequas, ciclones tropicales y otras catstrofes. Pero en la misma proporcin, ms o menos, que hasta ahora; lo de la pertinaz sequa del franquismo de los aos cincuenta puede volver a repetirse, pero ser difcil relacionarla por s sola con el cambio climtico. O no? Dnde est el mito? Dnde est la realidad? En todo caso, y puesto que siempre ha habido cambios climticos, la cuestin clave parece ser la del ritmo del cambio actual, que puede ser excesivamente acelerado. Hasta ahora, los cambios de clima geolgicos eran de algunos grados en millones, o muchos miles de aos. O unos pocos grados en unos pocos siglos. Pero ahora estamos encarando un posible cambio climtico de bastantes grados en slo un siglo. Con unos decenios de cambio acelerado de los climas, puede que muchas plantas y muchos animales no tengan tiempo de adaptarse con suficiente xito. Y eso puede suponer convulsiones biolgicas de gran magnitud y amplio espectro. Que quiz afecten, adems, a los cultivos y la ganadera de todo el mundo. Pueden Quiz Como es obvio, todo depender de lo que seamos capaces de hacer, o de no hacer, en el futuro.
Si el clima cambiara a lo largo del siglo actual de forma muy rpida, es evidente que la vida en la Tierra no iba a desaparecer. Lo que s puede suceder es que muchos ecosistemas que hoy conocemos podran transformarse negativamente en cosas menos deseables. Y que las fuentes de alimentos del mundo entero quiz se vean alteradas gravemente, algo no deseable tal y como est el precario equilibrio geoestratgico mundial. Aunque siempre se puede aducir que la situacin actual tampoco es lo ms maravilloso que imaginarse pueda Los pases pobres, que ya actualmente se mueren literalmente de hambre y sed, quiz no noten mucho este tipo de problemas; su circunstancia actual es difcilmente susceptible de empeorar. Pero los pases en desarrollo, y sin duda tambin los pases desarrollados, s van a notar estos efectos no tanto en su supervivencia vital como en sus economas. Es decir, los pases menos pobres quiz dejen de crecer y mejorar, e incluso podran volver a ser pobres, y en los pases ricos la proporcin de paro y otros graves conflictos sociales podra aumentar notablemente. Lo que, en s mismo, no es poco decir. El cambio climtico asusta, pues, no tanto porque vaya a propiciar catstrofes inmediatas y masivas como ocurre cuando se produce un terremoto o un accidente de avin como porque a la larga, pero no tan a la larga como para que no lo vean nuestros nietos, pueden cambiar sustancialmente las reglas del juego: a los pases ricos les va a costar ms seguir siendo ricos aumentar en ellos la proporcin de pobres y desempleados, y los pases en desarrollo vern frenado su proceso de huida de la pobreza, un proceso an incipiente pero ya claramente amenazador para las sociedades opulentas, si es que no se detiene o incluso retrocede. Parece mucho suponer que estos pases la mitad de la humanidad! se resignen a ello sin tomar medidas violentas para apropiarse de lo que tenemos los ms desarrollados, por ejemplo. De los pases extremadamente pobres hay poco que decir; es difcil pensar que el cambio climtico empeore incluso ms su ya psima situacin actual, cuando se estn literalmente muriendo de hambre y sed (y de epidemias de todo tipo, por supuesto). Lo que pasa es que, si bien ante una catstrofe sbita y masiva surge siempre una respuesta generosa y espontnea, no siempre eficaz pero sin duda convincente, ante un problema a ms largo plazo, paulatino en su desarrollo y muy alarmante, s, pero con vistas a generaciones que incluso no han nacido todava, la postura de la sociedad y de sus gobernantes es mucho ms tibia. Se explican as, aunque no puedan ser justificadas en modo alguno, ciertas posturas como la del actual gobierno norteamericano. Quiz sea ste, ya lo hemos visto, el mayor problema de los que plantea el cambio climtico: su ausencia de dramatismo a corto plazo, su escasa audiencia catastrofista en relacin con el mundo de hoy. No parece que hasta ahora los expertos hayan insistido mucho en semejante cuestin, pero es indudable que un poco ms de pedagoga en torno a este aspecto podra ser mucho ms efectiva que los ms sesudos estudios cientficos. Aunque de stos es de los que podemos esperar las respuestas definitivas a las muchas incgnitas que todava subsisten con respecto a ello.