Meditaciones Católicas I - Alianza de Amor

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TRADICIN CATLICA http://mariamcontigo.blogspot.

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La palabra meditacin viene del latn meditatio, que originalmente indica un tipo de ejercicio intelectual. De este modo, en el mbito religioso occidental se ha distinguido entre meditacin y contemplacin, reservando a la segunda un significado religioso o espiritual. Las que pretenderemos a continuacin son Meditaciones Catlicas, avaladas por la Santa Iglesia Catlica.

MEDITACIN SOBRE LA CIRCUNCISIN


I. Jess comienza hoy lo que continuar hasta la muerte. Obedece a su Padre celestial, a Mara y a Jos. Dios obedece a los hombres! Despus de esto, tendremos vanidad bastante como para no querer sometemos a los superiores que Dios nos ha dado? Es preciso obedecer a los que ocupan el lugar de Dios, o bien a nuestras pasiones y al demonio. Un Dios obedece a la ley, y nosotros, que no somos sino ceniza y polvo, rehusaremos obedecer a Dios? En ninguna parte se manifiesta ms la humildad del Salvador que en esta obediencia. En el pesebre, se tomara a Jess por un hombre comn; aqu, pasa por pecador. Jess, que es la santidad misma, quiere abatirse hasta parecer pecador, para honrar a su Padre. Despus de esto, tengo derecho a quejarme de las humillaciones que recibo? He nacido en el pecado, he crecido en el pecado; sin embargo, no quiero ser llamado pecador y me irrito si se me desprecia.

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La caridad de Jess brilla en este misterio, toda vez que quiere, desde los primeros instantes de su vida, adoptar el nombre de Salvador y darnos su sangre y sus lgrimas como prenda de su amor. Esa sangre y esas lgrimas que derrama, son el lenguaje de su corazn: nos dice con ellas que quiere vivir, sufrir y morir por nosotros. Comencemos pues, este ao, imitando su obediencia y su humildad. Ammoslo durante todo este ao, hagamos todo en Nombre de Jess. Dios mo, soy todo vuestro, durante este ao y para el resto de mi vida.

Oh Dios, que habis constituido a vuestro Unignito Salvador del gnero humano, y habis ordenado que se le llamase Jess, haced, por vuestra misericordia, que despus de haber honrado su Santo Nombre en la tierra, tengamos la dicha de contemplarlo a l mismo en el cielo. Por Jesucristo Nuestro Seor, amn

La humildad. Orad por la Iglesia.


MEDITACIN SOBRE EL FIN DEL HOMBRE
I. No estamos en este mundo sino para amar a Dios, para honrarlo y para alcanzar nuestra salvacin. Examina con atencin esta verdad; he ah en lo que debes trabajar durante este ao y durante toda tu vida; todos tus otros proyectos son intiles, peligrosos o criminales. Hasta ahora has empleado tu vida en buscar, honrar y amar a Dios? Examnate, humllate, corrgete. Busquemos a Dios sincera y nicamente. El alma racional est creada a imagen de Dios: todas las creaturas pueden ocupar nuestra alma, pero slo Dios es capaz de llenarla (San Bernardo). Todas las creaturas son medios que Dios te ha dado para alcanzar tu fin. Las ha creado para que te sirvan, como te ha creado para que Le ames; sin embargo, consideras esas creaturas como tu

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ltimo fin. Acaso no parece que piensas que el oro y la plata, los placeres y los honores son los que deben darte la felicidad? Dejas a Dios por la creatura; te sirves de sus dones para ofenderlo; los medios que te haba proporcionado para ir a l, de l te alejan. Debo, pues, en adelante, amar lo que me puede conducir a mi ltimo fin. La observancia de los mandamientos de Dios y la prctica de las virtudes son los medios por los cuales lo alcanzar. El pecado y el mal uso de las creaturas me alejarn de l. No es necesario que sea rico o dichoso en este mundo, siempre que gane el cielo. Preguntmonos, a menudo, a ejemplo de San Bernardo: Para qu he venido a este mundo?

Haced, os suplicamos, Seor, que la intercesin del bienaventurado Adelardo nos haga agradables a vuestra Majestad, a fin de que obtengamos, por su asistencia, lo que no podemos esperar de nuestros mritos. Por Jesucristo Nuestro Seor, amn.

La pureza de intencin. Orad por los herejes.


MEDITACIN SOBRE LA MUERTE
I. Morirs; nada es ms cierto, es el orden dispuesto por Dios: hasta ahora todos los hombres han obedecido a su decreto. Lo crees? Piensas en ello? Comprendes el significado de estas palabras: yo morir? Significan que dejars a tus parientes, a tus amigos, a tus bienes; tu cuerpo ser enterrado, tus ojos no vern ms, tu lengua no hablar ms. Por qu, pues, apegarme tan fuertemente a estos bienes que debo abandonar? Por qu mimar tanto a este cuerpo destinado a convertirse en pasto de gusanos? Yo morir: medita estas palabras.

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Ignoro el tiempo y el lugar de mi muerte. No puedo prometerme ni siquiera un momento de vida. Cuntos que ni siquiera piensan en la muerte morirn hoy? Si Dios me arrebatase en el estado en que estoy, a qu sera reducido? A dnde ira? Quin me asegura que tendr, en lo porvenir, tiempo para hacer penitencia? Ah! Puesto que no s ni en qu tiempo ni en qu lugar la muerte me habr de sorprender, es preciso que la espere en todo tiempo y en todo lugar. En qu estado morir: en gracia de Dios o en pecado? No lo puedo saber. Ignoro si la muerte ser para mi un trnsito de la tierra a la gloria del cielo o, en cambio, a los suplicios del infierno. Podemos pensar en serio en esta verdad y no sobrecogemos de terror? Es menester que, en adelante, asegure mi salvacin y que viva, este ao y todos los das de mi vida, como si debiese morir cada da. Haz ahora lo que, en la hora de la muerte, quisieras haber hecho.

Escuchadnos, oh Dios que sois nuestra salvacin, a fin de que la fiesta de vuestra santa virgen Genoveva alegre nuestra alma y la enriquezca con los sentimientos de una tierna devocin. Por J. C. N. S.

El pensamiento de la muerte. Orad por los agonizantes.


MEDITACIN SOBRE EL JUICIO PARTICULAR
I. Despus de tu muerte dars cuenta de toda tu vida. Es lo que ensea el Evangelio. No lo dudas, puesto que eres cristiano. Pero, comprendes bien lo que entraa esta verdad? Dios sabe todo lo que has hecho, lo que has dicho y lo que has pensado, aun lo ms

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secreto: te pedir cuenta sobre ello. Ay! el momento de mi muerte, conocer el estado en que ya debo permanecer eternamente. Oh momento terrible! Pensemos en l, preparmonos para ese juicio. Es Dios quien nos juzga; es tan clarividente que nada escapa a su conocimiento; tan justo, que castigar severamente todas nuestras faltas; tan poderoso, que nadie puede sustraerse del rigor de su justicia. Toma medidas. Qu le responders? Cmo excusars tus pecados? Ah, Seor, olvidaos de los desrdenes de mi vida pasada, para no acordaros ya sino de vuestra infinita misericordia! La sentencia que pronunciar este juez es inapelable; ser ejecutada de inmediato. Ni las lgrimas, ni las ddivas, ni la privanza tienen poder ante Dios para hacer revocar este funesto decreto o para impedir su ejecucin. Depende de m nicamente el prepararme la sentencia tal como la deseo; es preciso que sea mi acusador y mi juez, y que me castigue a m mismo. Debo mantenerme preparado a dar cuenta de mi vida en cualquier momento. Qu har yo cuando Dios me juzgue? Qu responder cuando me interrogue? (Job).

Os suplicamos, Dios todopoderoso, que esta solemnidad de San Gregorio, vuestro confesor y pontfice, aumente en nosotros el espritu de piedad y el deseo de la salvacin. Por J. C. N. S.

El pensamiento del juicio. Orad por los presos.


MEDITACIN SOBRE LA GLORIA DEL PARASO
I. En el cielo se posee a Dios y, poseyndolo, gzase bienes. Jams estamos contentos en este valle de estaremos en la mansin de los Bienaventurados. pues, de estos placeres tan fugaces, tan poco de todos los lgrimas; lo Privmonos, capaces de

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satisfacernos, a fin de que gocemos de las delicias del cielo. Placeres, honores, riquezas, cun despreciables aparecis para quien considera el cielo! Ah, Seor, yo puedo conseguir esta dicha, pero no puedo concebir su inmensidad! En el cielo encontrars todo lo que deseas y ya no volvers a hallar nada de lo que te disgusta. No ms lgrimas, ni suspiros, ni dolores, ni tristezas. En esta vida no hay placer que no est mezclado con amargura; all habr toda clase de bienes sin mezcla de mal alguno. Es, pues, muy razonable que sufra algo para gozar de tantas delicias! Cunto durar ese estado de gloria? Toda una eternidad; y los santos tendrn la seguridad de que su felicidad es eterna. Oh eternidad bienaventurada! Qu no haran los cristianos para poseerte si te comprendiesen! Todo lo que es eterno es grande, lo dems pequeo. Trabajemos para la eternidad y despreciaremos todos los bienes de esta vida. Quin no sentir que se desvanece su tristeza al pensar que, por un momento de prueba, tendremos una eternidad de dicha? (San Gregorio).

Pastor eterno, mirad con benevolencia a vuestro rebao, y cuidadlo con proteccin constante por medio de vuestro bienaventurado Mrtir y Soberano Pontfice Telsforo, a quien constituiste pastor de toda la Iglesia. Por J. C. N. S.

El pensamiento del Paraso. Orad por los pecadores.

MEDITACIN SOBRE LOS PRESENTES DE LOS MAGOS


I. Los Magos ofrendaron mirra a Nuestro Seor para honrar su humanidad. Jess es Hombre, y lo es por amor nuestro, porque por amor nuestro tom un cuerpo semejante al nuestro. Ammoslo, pues, y ofrendmosle nuestro cuerpo. Este cuerpo es vuestro, oh Jess mo!, disponed de l como os plazca, sano o enfermo, vivo o muerto. Qu feliz sera si pudiese sufrir con Vos para reinar un da tambin con Vos!

Me habis rescatado todo entero a fin de poseerme todo entero (San Agustn). II. Jess es hombre, ms tambin es Rey. Por eso se le ofrenda oro. Es el dueo de nuestros bienes, l nos los dio; debemos servirnos de ellos para honrarlo, para engalanar sus altares, para socorrer a los pobres. Ve a Jess en sus pobres, con la fe de los Magos que, contemplando en el pesebre a un nio pobre y abandonado, lo reconocieron como a su Rey y a su Dios. Si eres pobre, ofrece a Jess tu pobreza; esta ofrenda le ser ms agradable que todos los tesoros de la tierra. Los Magos ofrecieron incienso a Jess, y reconocieron as su Divinidad. El incienso que t le debes presentar es la oracin que eleva a tu alma hasta Dios. Humllate ante este Soberano, ofrcele todas las potencias de tu alma, adralo, tmelo. Acurdate sobre todo que los Magos volvieron por otro camino; cambia de vida a ejemplo suyo, y despus de haberte dado a Jesucristo, no te des ms al mundo.

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Por el cambio de ruta entendemos el cambio de vida (Eusebio). Oh Dios que en este da hicisteis que los gentiles conocieran a vuestro Unignito, dndoles una estrella por gua, haced que, conocindoos ya por la fe, nos elevemos a la contemplacin de vuestra gloria. Por J. C. N. S.

La devocin. Orad por los que os gobiernan.


MEDITACIN SOBRE EL INFIERNO
I. El infierno es el lugar destinado para el castigo de los rprobos. Su mayor suplicio ser no ver a Dios, lo que constituye la felicidad de los elegidos. Conocern las perfecciones de Dios, desearn gozar de ellas, pero no podrn; y como Dios es la fuente de todo bien, ellos tambin sern privados de toda clase de bienes. No habr ya para ellos ni alegra ni contento. Infeliz estado, quin podra concebirte? La prdida de un amigo, de un pariente, de un bien que amas, te hace gemir: qu no producir conocer el valor de Dios y ser separado de l para siempre? Padecern todos los tormentos, imaginables e inimaginables: el hambre, la sed, las tinieblas, los espectros pavorosos, el fuego El condenado ser atormentado en todas las partes de su cuerpo, en todas las potencias de su alma. Cristiano afeminado, un dolor de muelas te hace gritar, no podras mantener un dedo ni siquiera un momento en el fuego, cmo soportars esos suplicios que han merecido tus crmenes? Esos tormentos durarn toda la eternidad, sin consuelo, sin interrupcin, sin esperanza. Oh Dios! Cun amargos resultaran los placeres de esta vida y cun agradables sus sufrimientos para quien comprendiese estas palabras: sufrir eternamente! Eternidad, se puede pensar en ti sin temblar, sin temer a Dios, sin despreciar al mundo ni desapegarse de l? Eternidad! Por un placer de un momento, una eternidad de suplicios! Somos

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insensatos o paganos, si el pensamiento de la eternidad no nos conmueve y nos convierte. Quin de vosotros podr habitar en las llamas eternas? (Isaas). Haced, os lo rogamos, Dios omnipotente, por la intercesin del bienaventurado Luciano, vuestro mrtir, cuyo natalicio al cielo celebramos, que seamos fortificados en el amor de vuestro santo Nombre. Por J. C. N. S.

El pensamiento del infierno. Orad por la conversin de los malos cristianos.


MEDITACIN SOBRE LOS DEBERES DEL CRISTIANO
I. Para ser cristiano es preciso creer todo lo que la fe nos ensea. Cun pocos cristianos hay en el mundo! Nunca se cometera pecado mortal si firmemente se creyese que hay un Dios, un infierno y un paraso. Ejercita, a menudo, tu fe acerca de estas grandes verdades. Acurdate de ellas sobre todo cuando el mundo te ofrezca sus placeres seductores y nunca sucumbirs a sus tentaciones. Tus palabras deben ser fieles intrpretes de tu corazn y nada debe salir de tu boca que no sea digno de un cristiano. Sostienes la causa de Jesucristo contra los ataques de los impos y de los

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libertinos? Al orte hablar, no se te tomara ms bien por un discpulo de Epicuro, por un orgulloso, por un avaro, que por un discpulo de Jesucristo? Pesa todas tus palabras antes de pronunciarlas. Rendirs cuenta a Dios aun de la menor palabra intil. Ninguna digas que sea indigna de un cristiano, imitador de Jesucristo. Tus acciones estn de acuerdo con la santidad de tu fe? Ser cristiano es vivir como Jesucristo, obrar como l, sufrir como l. Vana es tu fe si las buenas obras no la acompaan. Sin embargo, vives como un pagano y un infiel. Se dira que crees en el infierno, que esperas el paraso, viendo la facilidad con que ofendes a Dios y el amor que tienes a la tierra?

Recuerda el hermoso pensamiento de San Malaquas: En vano soy cristiano si no imito a Jesucristo. Dios todopoderoso, haced, os suplicamos, que la augusta solemnidad del bienaventurado Apolinario, vuestro confesor pontfice, aumente en nosotros el espritu de piedad y el deseo de la salvacin. Por J. C. N. S.

La guarda de los Mandamientos. Orad por los cismticos.


MEDITACIN SOBRE LA NECESIDAD DE TRABAJAR PARA SALVARSE I. Dios quiere que seas un predestinado. Es tan grande su amor por los hombres, que quiere salvar a todos. Para esto les ha dado a su Hijo, para ensearles el camino del cielo; para esto les ha dado sus

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mandamientos, ha establecido los sacramentos y les acuerda tantas gracias. Cun obligados estamos para con Vos, oh Bondad infinita, por tantos medios de salvacin como habis puesto a nuestro alcance! Has agradecido a Dios estos favores, los has aprovechado? Cmo has trabajado hasta el presente en el negocio de tu salvacin? Te puedes salvar, tienes entre manos la vida y la muerte, el paraso y el infierno; tienes libertad; la gracia nunca te falta. No depende sino de m el ser eternamente feliz; mi salvacin depende de mis esfuerzos durante esta vida, y dejo yo correr intilmente el tiempo que Dios me ha dado para que trabaje por ella! Puesto que mi salvacin est en mi poder, y puesto que puedo, si quiero, ser amigo de Dios, por qu no lo ser desde ahora? No quieres conseguir tu salvacin, ahora que lo puedes; tal vez llegue el da en que querrs hacerlo, pero, ay!, ya no ser tiempo. No, no quieres salvarte, pues desprecias los medios que se te dan para salvarte, y rehsas renunciar a tus placeres. Servir al mismo tiempo a Dios y al mundo es algo imposible.

Trabaja pues en tu salvacin, mientras tienes tiempo todava; camina mientras tienes luz, no sea que te sorprendan las tinieblas (Jesucristo) Haced, os lo rogamos, Seor, que la intercesin de San Adriano, abad, nos haga agradables ante vuestra Majestad, a fin de que obtengamos por su asistencia lo que no podemos esperar de nuestros mritos. Por J. C. N. S.

El cuidado de la salvacin. Orad por los enfermos.


MEDITACIN SOBRE EL PECADO

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El pecado es el mayor mal del hombre, porque lo priva de la posesin de Dios, que es su soberano Bien; le arrebata la gracia que lo haca hijo de Dios y lo hace objeto de su venganza por toda la eternidad. Pensamos en estas verdades cuando tenemos tentacin de cometer un pecado mortal, que ha causado todos esos males a los demonios y a los condenados? Dnde estara yo, oh Dios mo, si me hubieseis sacado de este mundo despus de pecar? Cuntas veces me habrais justamente condenado, si lo hubieseis querido! No lo habis querido, porque amis a las almas y olvidis los pecados cuando se hace penitencia por ellos. El nico pecado de Adn ha causado todos los males que padecemos en esta vida. Las enfermedades, el trastorno de las estaciones, la ignorancia, el dolor y la muerte son los tristes efectos del pecado. Ah! si Dios ha castigado, si castiga todava hoy tan severamente un pecado tan leve en apariencia, qu suplicios no reservar a mis faltas en el otro mundo? Si en el tiempo de su misericordia es tan riguroso, qu no har cuando llegue el tiempo de su clera y de su justicia? Qu pecados has cometido durante tu vida? Repsalos en la memoria, pide perdn a Dios por ellos y haz rigurosa penitencia. Ests seguro de que tus pecados te han merecido el infierno, pero no sabes si tu penitencia los ha borrado. Este pensamiento es capaz de hacerte temblar, seas quien seas. Toma la resolucin de morir antes que pecar.

Os rogamos, Dios todopoderoso, que hagis que esta venerable solemnidad de San Guillermo, confesor y pontfice, aumente en nosotros el espritu de piedad y el deseo de la salvacin. Por J. C. N. S.

La huida del pecado. Orad por los que estn en pecado mortal.

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