La Burbuja Gleivys Coro

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JURADO Alberto Garrido Aida Bahr Hugo Luis Snchez

Edicin: Ena Luca Portela Diseo: Martnez Ro Correccin: Lourdes Daz Castro Diagramacin: Beatriz Prez Rodrguez

Gleyvis Coro Montanet, 2007 Sobre la presente edicin: Ediciones UNIN, 2007 ISBN: 978-959-209-790-2

Ediciones UNIN Unin de Escritores y Artistas de Cuba 17 no. 354 e/ G y H, El Vedado, Ciudad de La Habana E-mail: [email protected]

En agradecimiento a: Oscar Bustos Enyanchez mi gran amigo en Mxico, Prudencio Salces, Antonio Cardentey, Luis Hugo Valn, Beln Gopegui, Jos Alberto Lescano, Adys Cupull, Froiln Gonzlez, Emilio Caro, Elsa Siles y Yudaisy Cabrera. A mi familia.

Lo que el hombre bueno tiene que hacer es desempear bien cualquier papel que la fortuna le haya asignado. Vosotros habis naufragado; muy bien, haced una buena interpretacin de ese papel de nufragos. ANTSTENES EL TRACIO

1. Repeta Mella. Lo haca por el arte, por el pblico, por los festivales de cine, porque no funcionaba como ttulo. Me haban dicho que no funcionaba como ttulo. Sonaba mucho a panfleto, a cosa obvia, a pieza anterior. Yo responda: nos suena a unos, al pblico nacional. Otros vendrn a preguntarse: Mella? Quin es se? Y no estbamos all para responderlo, para concederle misterios a lo obvio? La mayora de los filmes se ocupaban ms de decirle al mundo quines eran los realizadores. Nosotros tambin queramos decirlo, pero nuestra pelcula sera, primero, una pelcula. Por eso, antes de verlo en la pantalla, o en las pruebas de edicin: Mella, a Gabriel Pumarejo film; antes de mezclar nuestros nombres y destinos, haca mo aquel ejercicio de mala memoria: repeta Mella. Me situaba ante el ttulo como un extrao. Lo haca por todos. Por los extraos que ramos ante el mundo, por el Mella comarcal que no fue un Giuseppe Garibaldi, por el Vittorio de Sica que no fui, por todo lo que haca preguntarse: Gabriel Pumarejo? Quin es se? Por eso repeta Mella. Y tambin porque dudaba. Porque crec mirando su foto de perfil, sus efemrides, y tena la mirada turbia de tanto panfleto. Turbia y con un hroe de palo en mi memoria. Turbia y con un hroe de 6

yeso en la memoria del espectador nacional. Turbia y con un signo de interrogacin en la memoria del espectador universal. Y ante aquella barrera de tres forros, repeta mi OM sacramental: Mella-mella-mella-mella. Ni s cuntos dije. No era la cifra, era la apreciacin del sonido lo que importaba. El sonido como vehculo para la abstraccin. La abstraccin como base del experimento. El experimento para desenredar la mala suerte, la poca vida, el fatalismo geogrfico, la pregunta extranjera en los labios: Quin coo era aquel Mella? 2. Cuando el Hyundai donde vena el Puma se asom en la lontananza, las nubes formaban con la colina un caballito de seis patas. La colina haca la cabeza; las nubes, el resto. Pero el Hyundai superaba con creces a la colina, a la nube, al caballito. El Hyundai era ms digno de ser observado. Pareca una nave csmica y, aun con una tremenda abolladura en el chasis, luca como nuevo. La gente de la Mina nunca haba visto un Hyundai de tan cerca. Del entusiasmo, y del susto, unos tropezbamos con otros. Tropezbamos y sonreamos y volvamos a buscar al Hyundai en medio de aquel horizonte enmohecido. Los dems autos no eran Hyundai, ni tenan las maquinarias nuevas, pero ilusionaban lo mismo. Eran Volvos y funcionaban tambin como naves csmicas, que iban aterrizando, paulatinas, hasta arrancarnos la mirada de los celajes. Porque en la Mina, cuando aquello, haba mucha costumbre de mirar a los celajes, mucha necesidad de idearnos nubes-colinas-caballitos. Claro que la gente no se fijaba ya en la colina-nube de seis patas, sino en cmo parquearan los choferes los au7

tos, en el primero de los cuales volva el Puma. Vena al lado del chofer en el Hyundai. Cuando al fin parquearon los autos, la gente no corri a tocarlos, ni siquiera se asomaron a los cristales de las ventanillas. Fue una rara reaccin de respeto. Primero bajaron dos mujeres y un hombre, en ese orden. El hombre estaba rengo y pidi la ayuda de las mujeres. Fue la primera en bajar quien lo asisti. S, porque recuerdo hasta los detalles. Recuerdo que la primera en bajar fue Diana, que el rengo as le dijo: Ponte fuerte, Diana. Y Diana fue el primer nombre que me aprend de memoria. La otra mujer ni siquiera se ocup de mirarnos, ni socorri al hombre, a quien Diana le deca: Endereza la otra pierna, Pichy. Pichy fue el segundo nombre que me aprend. Despus asomaron tres hombres y otra mujer ms. Y no hablaron entre s ni hicieron tragedia con el descenso. Como el Puma fue el ltimo en aparecer, nadie pens que sera el director. Hasta el mismo delegado les dio la bienvenida mirando alternativamente a cada hombre, como si todos juntos fueran el Puma. Soy el delegado del Poder Popular. Bienvenidos a la Mina. Quin es el Puma? 3. Lo pregunt y el director dio un paso al frente. La gente comenz a aplaudir cuando nos abrazamos. Pumarejo, carajo, le dije. Tenas que ser una semilla nuestra, muchacho. As le dije. Y con el abrazo se me aguaron los ojos. Despus contuve la emocin. Tuve que contenerla. Le ped permiso para tutearlo: Quiero pedir permiso para tutearte. Y l me dijo que s con la cabeza. Me lo concedi 8

enseguida, pero yo no poda creerlo y lloraba y volva a preguntarle: Me lo concedes? 4. Iba fatigado por el olor a desvn de la ropa de poca, pensando si no sera mejor no llegar nunca y analizando de nuevo el guin en mi cabeza, hallndolo denso, mohno, demasiado turbio para aquellas mentes. Tambin pensaba en la protagonista, y de vez en cuando miraba hacia atrs, en busca de la trompa de su auto, pero apenas lograba ver las fachas sobresalientes de Jaimito y del Indio Gutirrez y me deca a m mismo: No te hagas expectativas. La porcin de pueblo que haba ido a recibirnos no dejaba de aplaudir y aquello me emocionaba, pero cuando vi los ojos del delegado, hmedos y como con venitas de encendido automtico, no pude decir palabra. Ver llorar a alguien tan crecido, deposit una tremenda carga en mi conciencia; peso que se increment con la frase una pelcula sobre la Mina. El delegado no paraba de anunciar una pelcula sobre la Mina. Y yo no iba a elaborar ninguna pelcula sobre la Mina. Iba a filmar la muerte de Julio Antonio Mella. Iba a construir una obra de madurez, a concretar un proyecto que nos haba tomado aos de humillacin y trabajo. A los efectos de la pelcula, la Mina era un entorno tan confuso como camuflado y su eleccin como sitio de filmacin la haban determinado la fortuna, la crisis econmica y un supuesto parecido arquitectnico con una zona de Ciudad Mxico de 1929. Y salvo agradecer, en los crditos finales, su noble resistencia de ciudad estancada, no haba otra alusin a la Mina en la pelcula. Ajeno a esto, el noble delegado persista en abrazarme y llorar. Y el pueblo, o su comisin de bienvenida, ms 9

los recin llegados artistas, parecan disfrutar aquellas muestras de afecto instantneo. 5. En la misma entrada del pueblo, en un descampado en forma de can enano donde el viento bata con fuerza las ropas y los cabellos de todos, el delegado improvis su discurso. A pesar de la ventolera, sus pelos permanecan inmviles y envaselinados, y brillaban con intensidad. Disciplinadamente, todos lo escuchbamos. Slo la mujer que ni siquiera se ocup de ayudar al rengo, luca fuera de lugar. Se llamaba Varvara Legsova y era rusa, y no haca ms que interrumpir el discurso del delegado. Un discurso bien simple tambin recuerdo los detalles que elogiaba a los artistas y era interrumpido por la pregunta de si haba algn telfono cerca. Informaba que el Sectorial Municipal de Cultura correra con los gastos y era interrumpido por la pregunta de si haba conexin electrnica en la zona. Defina las condiciones del hospedaje y era de nuevo interrumpido por otra pregunta en relacin con lo mismo: Haba telfonos por all? Por respeto al discursante, la gente no le responda a la rusa. Esto los encoleriz a ambos, a la mujer y al delegado. Primero el delegado pate la tierra. Despus Varvara Legsova cambi el semblante, se abraz con fuerza a una computadora porttil que traa, retrocedi unos pasos y levant la cabeza como si estuviera poseda por un demonio. La gente de la Mina not enseguida que algo raro le suceda. Lo notamos antes de que empezara a retorcerse y echar espuma por la boca. Nadie corri hacia ella, la mirbamos sin lstima, con susto, pero sin lstima. Era la boicoteadora de la explicacin del delegado, era la que le neg su ayuda a Pichy, el rengo. Adems, algo en ella 10

delataba que estaba como a punto de llamarnos guajiros, carneros, bobos. Algo en la mirada, como un desprecio permanente que tena. Por eso, all en el fondo, despus de cierto susto, nadie iba a sufrir porque algo malo le sucediera, as de pronto, a una mujer tan rara. El Puma corri hacia ella y corri Diana y los dos hombres que venan solos y los dos que venan con la mujer, pero no la mujer que vena con los dos hombres, la protagonista de la pelcula, porque ella se qued como petrificada. Alguno de los que le hacan el crculo a la retorcida, gritaba: Hay telfonos, claro que hay telfonos! Y el delegado deca: Yo no s por qu se ha puesto as. Y la gente murmuraba: Esa mujer est loca, los artistas son gente loca. Mientras, los pocos chiquillos a quienes se nos haba permitido asistir al recibimiento, los que no dejbamos crecer mugrosas orejeras en las esquinas de los cuadernos, los de mejores promedios acadmicos, desatendamos la escena para preguntar si podamos montar los Volvos. Vivamos, con disimulo, la aventura de acercarnos a los vidrios salpicados de pecina, a las carroceras casi cosmonuticas de aquellas naves. Por eso me perd los detalles de la recuperacin de Varvara. 6. Varvara buscaba en la atmsfera algn indicio de conexin de telfono que le permitiera tener acceso a su correo electrnico. Siempre llevaba con ella un ordenador porttil para poder conectarse desde donde estuviera. 11

Mientras el delegado se refera a los temas hospedaje-alimentacin, Varvara Legsova oteaba con cinismo los alrededores, como odindolos, y se atreva a preguntar a viva voz si haba telfonos en el pueblo. Lo preguntaba con su natural acento de extranjera, que desviaba la atencin popular hacia ella y le haca un ligero boicot sonoro al discurso del delegado. Sin embargo, nadie le responda, y esta falta de atencin sola encolerizarla y le produca un gran estrs. Estrs que casi siempre terminaba en crisis de espasmos y visiones. Terribles visiones rurales y cosmopolitas, segn ella; secuencias de filmes que se agolpaban, la perturbaban y la definan al hacerla una persona ms extraordinaria de lo que sin visiones hubiera sido. Verdadero o falso, lo suyo no era la simple enfermedad, la epilepsia como epilepsia. No. Varvara se encargaba de que nada en ella fuera simple. Y deca que durante los espasmos tena visiones de pelculas y que dentro de todas, su visin ms recurrente, y cada vez ms sanguinaria, era la carnicera de Odessa, la famosa secuencia de El acorazado Potemkin. Por suerte, aquel primer episodio convulsivo acab pronto. Con la noticia de que s haba telfonos en la zona, Varvara se control. Y la cosa continu con la fuga del Hyundai y los Volvos, la recogida de los equipajes en lo que colaboraron con gran entusiasmo los chiquillos y la advertencia, a los choferes, de que maana habra que hacerlo todo con ms rigor. Luego subimos a una gran carreta tirada por mulos y fuimos transportados, en medio de la algaraba de una ferviente masa popular. 12

7. Le dije que la nia estaba tremenda. Se lo dije en cubano. Me respondi que aquella era su protagonista, haciendo nfasis en el pronombre posesivo mi. Me dijo que no quera groseras con ella. Ni con ella ni con las dems, me dijo. No habr groseras, muchacho, le dije y enseguida not que le gustaba como hembra y cambi el tema, y salud al hombre de la comida. Es el hombre de la comida, mralo, el que nos facilita el condumio, un rengln tan importante. Se lo mostr con el inters de que lo saludara. Era til que lo saludara. Despus le pregunt por la rusa, averig si estaba loca. Ahora dime. Est loca esa mujer? La del maletincito. Que no estaba loca, me dijo, y fue l quien cambi el tema. Me pregunt cmo era lo de la comida. Le dije que estara abundante, gracias a aquel guajiro cooperativista que habra que mencionar de alguna forma en la pelcula, quizs en los agradecimientos. De paso, tambin not que a esta otra mujer, a la loca, la quera sin deseos. Era evidente que quera de un modo casi familiar a Varvara Legsova, que le dola hablar de su problema. Ellos haban trabajado juntos en otra pelcula frustrada que se iba a llamar Ala zurda. Yo lo haba ledo en una esquinita de la prensa y tena el recorte guardado. Imagin que desde entonces se haban vuelto como hermanos. Maana llegarn los que faltan, me dijo. Me asust aquello. 8. El hospedaje era un edificio chato, despintado, con puertas de balaustres, situado al frente de la plaza salpicada 13

de gente ms comedida, gente de la que saba esperar por que las cosas fueran a su encuentro. De la carreta baj primero el delegado y luego los artistas. Enseguida le o decir a la rusa que se senta como un fetiche. Me siento como un fetiche. No se me olvida porque fue la primera vez que es-cuch esa palabra: fetiche, que quiere decir objeto divi-nizado. El delegado cruz la reja cargando con una caja. Reja adentro, yo los esperaba. Ella es Rita la present. Despus de los saludos y las presentaciones, mientras todos descargabanlosequipajesenelsuelo,eldelegadomediolamala noticia de que se esperaban ms artistas. Cuntos ms? pregunt ella, con lgica alarma. El personal tcnico y nueve actores ms aclar el director: alrededor de treinta y cinco, con sus implementos, y las cmaras. El delegado y yo nos miramos con preocupacin. Algn problema? pregunt el Puma. No me qued otra salida que ser franca: Es que nos haban dicho que eran slo nueve artistas. Debe ser una equivocacin dijo el Puma. Con nueve personas no hay quien haga una escena. Ellos lo saben. Eldelegadotratdecalmarnos.Dijoqueyaveramos,quelo importanteeralapelcula: Bueno, bueno.Ya veremos.Aqu lo primero es la pelcula. Ahora, Rita, que ocupen sus habitaciones. Que descansen. Que coman. Y que estn listos. Porque tenemos actividad por la noche.Ah, en la plaza. Y dijo ah en la plaza como una orden. Los artistas se miraron entre s con una preocupacin tremenda. 14

9. Era eso lo que ms me incomodaba de ser un realizador: el limbo de los comienzos. Aquella noticia inicial me turb por completo. Busqu a Varvara para desahogarme, pero ella ya se haba perdido detrs de un cable de telfono, detrs de una puntica plstica, del sonido, clic, al ensartarla en el puerto del mdem del ordenador porttil. Se haba escurrido como una bandolera detrs del primer picaporte que le tuvo misericordia, porque Varvara necesitaba un nombre agudo, breve, rspido, cayendo en el buzn de los mensajes recibidos. Necesitaba la terapia de aquel nombre que era a la vez su dependencia, su ilusin, su Levopromazina. Cuando al final di con ella, ya el sonido de la conexin tena cuerpo. Y en su buzn Outlook Express haba cado un solo nombre: Marina. La tom por el hombro, tenindole un cario compresivo a la duea de aquel hombro huesudo. Senta lstima por la forma en que mi amiga se haca expectativas con todo. Ya te escribir cuando le escribas la consol. Varvara asinti con tristeza y puls la casilla Crear correo. S le habl sin mirarlo, voy a escribirle. La dej sola. La dej sola. En el patio quedaban tres cajas grandes con la ropa de poca. Mirando sin mirar, reconoc que no tena nimos para actividades, que ni siquiera tena deseos de decir que no tena nimos. Empuj la reja y sal a la intemperie. De la noche me llegaron voces que discutan sobre marcas de autos.
De: Varvara Legsova Fecha: mircoles, 20 de julio de 2004 07:51

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Para: Simn Asunto: De Varvara Hola, Simn: Hemos llegado. Hay conexin de telfono. As que puedes escribirme. Necesito que lo hagas. Me siento como un fetiche, rodeada de tipos humanos bastante insulsos. A la merma de base que nos acompaaba se le ha sumado un pueblo consentidor y vulgar. Si hay gente ms libre o ms reprimida, no se sabe con exactitud. Unos nos han esperado frente al alojamiento, otros han permanecido como cola postiza desde que llegamos. Y de estos tampoco puedo decirte con exactitud si son estpidos o sentimentales. En que la gente es muy difcil de comprender, vine pensando todo el trayecto, sin animarme a comentarlo. Nos hemos movido en un carro de traccin animal. Aqu hay que sobrevivir sin pedirle hechos ni pensamientos extraordinarios a nadie. Y es comprensible. A quien le toca caminar lo ms aprovechable de su ciclo vital bajo el denodado sol de un perodo de decadencia, le estn conferidas las atrofias ms agudas. Por eso me da lstima esta gente. Nos miran como si furamos a resolver algo. Pumarejo se ha dado cuenta y ya lo sufre. Sufre por ellos y por su pelcula. Yo no. Yo no sufro ya. Espero tu respuesta. Varvara

10. Me despert repentinamente. No saba qu hora era. Mir el reloj. Haba gritado: Hay telfonos, claro que hay telfonos!, y me dola la garganta. No comparta cuarto con nadie. Dormir aislado tena la desventaja de no poder decirle a otro: Me duele la garganta. Pero yo nunca le tuve miedo a las desventajas. Sentado, hundido en el 16

centro de la cama, razon que por eso mismo me haba olvidado de concertar lo del regreso con los choferes. Me dije que lo haba olvidado porque quizs, all en los tutanos, regresar me importaba tambin un pepino. Entonces sal en busca de Pumarejo. Camino a la puerta, perd una vez el balance y volv a perderlo otras dos veces en el corredor, donde tropec con Varvara y la escuch llamarme Zoilo Borrego, imbcil. No me molestaba que Varvara me dijera imbcil. Era una rusa frustrada en lo fundamental poltico, que sola pedirles a los cubanos todo lo que ella no haba sido capaz de hacer: pensar, reflexionar, estudiar, comprender por qu cay la Unin Sovitica. El Puma me aplac con lo del viaje de regreso. Eso ya est concertado. No te preocupes dijo. Tranquilizado con aquello, me dej caer en el suelo, al lado del director. Al principio no dije nada, slo suspir. Pumarejo me imit por algn rato. Luego me solt una de sus burlas. Pregunt si ya extraaba a mi mujer. Le respond que s. Que la extraaba mucho. Por influencias de Varvara, Pumarejo me despreciaba. Los tres habamos trabajado juntos en Ala zurda y los dos me culpaban de todo lo sucedido. Saba que en sus conversaciones me llamaban Zoilo el Cabrn, que me decan tambin Yagoda (una suerte de chivato ruso). Y no me importaba. A pesar de todo, haban tenido que aceptarme como el asistente de direccin de Mella. 11. Zoilo era tambin un tipo seguro, dbil en ciertas zonas, pero consciente de su debilidad, sin miedo al filo de las palabras ni de las imgenes, y de ah su fortaleza. 17

Podamos gritarle imbcil, eres un cabrn de libro, y l hasta lo repeta con la mayor naturalidad y con sorna, claro: Soy un cabrn de libro, un imbcil. Cuando le plante la idea de mantener el personaje de Varvara como Madre-URSS, me dijo que no le pareca inteligente. Yo esperaba aquella actitud. Despus de Ala zurda, me haba jurado no volver a trabajar con l. Tener a Zoilo a mi lado me saba a humillacin. Lo haban impuesto los ejecutivos y estos vnculos secretos de Zoilo con la jerarqua eran un nuevo conflicto entre ambos. Trat de no responderle. Convencido de que no hablaba por inspiracin personal, sino que era el portavoz de un mecanismo superior y truculento, me negu a seguir ponindole atencin. Y trat de no responder, pero con Zoilo era imposible permanecer callado. 12. Ser una forma de retribuir el servicio que nos brinda esta ciudad dijo el Puma. Con un personaje que representa a la URRS? Con un personaje que representa a la patria. Zoilo irgui el busto, reacomodndose en el suelo. Disculpa dijo. Pero como nico se me justifica la inclusin de ese nuevo personaje, es que funcione como una sntesis de la Internacional Comunista, no como un pas, un poblado. Se toc suavemente el cuello. Es que no es un personaje, es un motivo ldicro carraspe el Puma. Adems, ya est bueno de que le digan a uno lo que tiene que hacer. Nadie te ha dicho lo que tienes que hacer. No! Fue irnico, desmedido el otro.

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Tienes la paranoia de ver barreras donde no las hay. Se rasc la patilla Zoilo Borrego. Y tienes, adems, un problema de fondo con este guin. Un problema de fondo? S. Cul? Por lo que he podido ver, tu dilema como creador se hace demasiado patente en la historia. Mi dilema como creador? ironiz de nuevo Pumarejo. S, el problema del realizador en Cuba hoy no es el mismo de hace seis o siete aos, no es la batalla contra la censura, las cosas han cambiado. Y es como si el guin de esta pelcula estuviera pegndose a ese tiempo, ya superado. Superado? No jodas, Borrego. Llevo casi una dcada sin filmar por lo de Ala zurda. Pero, adems, a cuntas revisiones no he sometido ya el guin, a cuntas mutilaciones? No te cierres. Desde el mismo momento en que acogen tu proyecto y dejan que un tipo como t, con tu historia, lo lleve a cabo, algo nos est diciendo, de alguna manera, que nuestra poltica cultural funciona. Porque no puedes negar que el personaje se las trae. A m me parece continu el asistente de direccin que el problema aqu, casi como all, en el tiempo real de la pelcula, es el de vivir sin dejarse afectar por los cnones del capitalismo. Me parece que mucha de la cinematografa que se hace hoy ac acepta de muy buen modo el canon capitalista y busca complacerlo. Y es por eso que una pelcula sobre Julio Antonio Mella est tristemente destinada a un fracaso de taquilla. Y es por eso que la mayora de los actores que se han negado a par19

ticipar, lo hacen porque slo fantasean con otro tipo de pelcula: una que los lleve a un festival extranjero y que los haga famosos. 14. Varvara tambin detestaba a Zoilo Borrego. Le deca Genrikh Yagoda y, cuando no imbcil, lo llamaba cabronzuelo. Cuando tropez con l en el corredor, vena de recoger las llaves de la habitacin. Tropec con Zoilo en el corredor dijo, y enseguida cambi el tema. Dijo: El siete ocupa un lugar primordial en mi vida. Dijo que tena una propensin casi mgica por aquel nmero, y de nuevo cambi el tema. Dijo que ya el Puma le haba dicho que su personaje de la Madre-URSS se mantendra. Me lo grit de espaldas, sin querer darme explicaciones. Para quitarse el desasosiego que aquella falta de explicaciones le produca, Varvara convoc el recuerdo de su llegada a Cuba y lo mezcl con otros recuerdos fundamentales, implementando una escena de mltiples flashbacks en su cabeza, una escena hecha de planos rpidos y simultneos, montados de forma alternativa, y de varias Varvaras que eran tomadas por aquellos planos. RecordquellegaCubaleyendolanovelaDar,deVladmir Nabkov, record que pasaba los dedos por la piel de la cartula como si palpara, en lo profundo, el crujir de las palabras. HermosolibroDar,unlibro,comoella,delexilio,queveaen Rusia, tambin como ella, a un pas de la geografa, acaso con nostalgia de su himno, su bandera, sus panes negros, sus noches blancas. 20

Mientras abra la puerta de la habitacin nmero siete, pens fugazmente que su himno, su bandera, sus panes negros, sus noches blancas, no eran los de Nabkov. Quin haba sido el primero en agenciarle a la patria un sexo de mujer? Cmo podan estar tan convencidos del sexo de Rusia? se pregunt, y la Varvara del avin sinti un desnivel en la marcha, una treta de la gravedad, como un haln del pecho. No exista el trmino pas? Por qu no se hablaba de Rusia como de un padrecito que viste poddiovka, tiene el cabello levantisco, nariz arrugada y bastn? Qu diferenciaba a la patria del pas? Slo la Varvara que dejaba caer la mochila en el suelo de la habitacin nmero siete saba que era la demagogia lo que trazaba la frontera: un miembro del Konsomol dira que un disidente o enemigo del pueblo era un traidor a la patria. El presidente sovitico hablara de los misiles que desde el pas apuntaban hacia los miembros de la Alianza Atlntica. (En estos anlisis evada conscientemente el trmino de Unin, tan dado a controversias.) Era, se lo explicaba a las otras Varvaras de su vida, porque la patria tenda ms a representarse como mujer y madre, como cosa dbil y porque el pas, como padre, era un trmino impersonal, ms fuerte, menos querible; lo que era, en resumen, demagogia y machismo. Sin saber todava la respuesta, la Varvara del avin se entreg al mecanismo de una fuerza retrgrada, como de maripositas en todo el cuerpo. Despus se colg al hombro el maletincito y pens que quizs Cuba fuera una madre (no un padre) para ella. Afuera un vapor de aire le dio enseguida en el rostro y se le col, como lava, por entre las ropas. 21

Hay siempre este calor mojado? pregunt la Varvara que iba junto a un hombre, Donato, pero en el coche dos de un tren ruinoso, en los asientos siete y ocho. Mientras dejaba descansar el ordenador porttil sobre una mesita prxima a la cama, la Varvara de la habitacin nmero siete not que le haba tocado compartir habitacin con Salma Pe. En Cuba es siempre as respondi Donato, y lo pens mejor. Aunque refresca por las noches. La Varvara del tren desvi la mirada hacia la ventanilla. Qu verde es todo!, pens en su idioma. Luego tradujo la frase al espaol, pero no la pronunci. El correr de los rboles, los postes del tendido elctrico y una bandada en uve de oscuros pjaros le dieron hambre. Eran las cero-nueve doce, y la Varvara de la habitacin nmero siete record que a esa hora en Rusia acostumbraban a cenar empanadas con frutos de mundillo o de cerezo aliso. Record que su madre almorzaba kums y kulebiaka recitando trozos de Las almas muertas que le haba enseado Nikoli Legsov: Haz una kulebiaka de cuatro costados; en una esquina pnmele carne y cartlagos de esturin, en otra papilla de alforfn, honguitos con cebolla, lechugas dulces... Y cuida tambin que por un costado se dore y por el otro dale menos fuego. Y por dentro, sabes, cucemela de manera que se desmigaje, que el jugo la atraviese de parte a parte, para no sentirla en la boca, para que se derrita como nieve. Tuvo deseos de probar una racin de salianka, un abombado krnik. No sientes hambre? le pregunt a Donato laVarvara del tren. En Cuba siempre hay hambre ri aquel y la bes, con sus labiosresecos.Pero,afindecuentas,espreferible a Jabrovsk. Volvi a besarla. Hay ms libertad. 22

Donato era un hombre de facciones toscas y pelo malo. Siendo menor, pareca ms viejo que todas las Varvaras. Daba la impresin de que haba nacido para sonrer, besar, decir: Ten calma y desaparecer. A Varvara lo que ms le molestaba de l eran sus manos como ventosas. Fue aquello lo que, ya en el tren, le hizo sacar de nuevo la novela de Nabkov: las manos insoportables de su nuevo marido... y haberlas nombrado as en sus pensamientos, no haber evocado al dueo de aquellas manos por su nombre de pila y s con la prosaica definicin de mi nuevo marido, lo que remita, si no a la dictadura psicolgica de alguno posterior, al menos s a la existencia real de uno anterior. As, mientras la Varvara de la habitacin nmero siete se dejaba caer en la cama, la Varvara del tren sac del maletincito la novela de Nabkov. Tena marcado, con una propaganda de Varadero, el captulo cuarto. Crea (y ya de hecho planeaba hacer con ello un nuevo filme, al margen de la plstica) que los rusos Emelka Pugchov y Nikoli Chernyshevski haban propiciado la revolucin de 1917 tanto como Engels, Marx, e inclusive el propio Lenin. El captulo cuarto de la novela Dar hablaba de la vida de Chernyshevski. La influencia de Pugchov era cosa sabida. El uno (Pugchov) envalenton al pueblo. El otro, rey y seor de aquella pgina de libro abierta, destil un provinciano antecedente terico que Vladmir Ilich supo llevar a escala de universo. Cmo? indag Donato. Tengo la idea para un nuevo filme socio-poltico le dijo. Ala zurda. Te gusta ese ttulo? El tren contuvo un poco la marcha, como si llegara a un peaje, pero volvi a tomar velocidad. Saca experiencia de lo que te pas con ese docu23

mental sobre la plstica. Igual que el tren, Donato fue de un estado calmoso a otro de tempestuosidad. La Varvara del tren neg con la cabeza y dobl el cuello sobre el libro. Donato no habl ms. Conoca sus mayores odios (Leonid Brzhnev, Yuri Andrpov, por fin lejanos, muertos), su raigal anarquismo (a Donato la palabra anarqua le sonaba tan extica como indescifrable), sus amores (V. Nabkov, Alexandr Solzhenitsin, Chjov, Ggol), sus recuerdos agridulces (Viasheslav); pero en sentido general la conoca someramente y tema por ella y por l, tanto, que si insista en su forma pblica de oponerse a todo, la iba a dejar. Al cabo de un rato, la Varvara del tren carraspe sin apartarse de la lectura. Simulaba. Lea de golpe frases que hubiera repetido, copiado, sealado con un doblez en la esquina de la hoja. Pero estaba furiosa y no poda concentrarse. Y si no liberaba pronto su clera, iba a tener visiones. Porque Varvara tena visiones: terribles visiones rurales y cosmopolitas, secuencias de filmes que se agolpaban, la perturbaban y la definan como una persona extraordinaria. Sucede que de nio nunca jugaste a formar burbujas. Cmo? pregunt Donato con pereza. Eso. Cerr el libro despus de ensartarle en el centro la propaganda de Varadero. Nunca jugaste con agua enjabonada, no has logrado una burbuja. No has visto cmo se elonga tu rostro al reflejarlo una burbuja y, en su defecto, no te has asomado jams a la parte convexa de una cuchara sopera. Donato se levant un poco, tratando de entender sin alarmarse. Cmo? 24

Tienes una sola visin de las cosas, querido. Ignoras que ese cuerpo, la espalda que nunca ves, se reflejan constantemente y en todas direcciones, que tu nuca es la presa de quien camina tras de ti. En fin! Se contuvo al mirar su plido semblante, caz el extremo saliente de la propaganda de Varadero y empez a leer desde el principio. Entonces entr Salma Pe. Vena con un vaso de agua entre las manos y mientras las otras varias Varvaras se deshacan, la de la habitacin nmero siete not que Salma Pe era efectivamente hermosa. Salma camin hasta su cama. La luz en penumbra de una lmpara de mesa la ilumin desde abajo. Varvara pudo verle el rostro indeciso que le record el de su madre y que termin por desvelarla. Semidesnuda, busc el ordenador y abri de nuevo su Outlook Express. 15. Escogimos aquel camino: contar la ancdota escabrosa a travs de una historia que no le temiera al didactismo: una que exigiera el aprendizaje del espectador, que considerara su disposicin para conocer, y para dudar. Que la pelcula pusiera en juego dos planos contrarios: la realidad del panfleto contra la probable irrealidad de los panfletos. Todos debemos escoger, siempre se debe escoger. Pero para elegir, el primer paso es conocer las caractersticas reales (no distorsionadas) de las variantes en oferta. En aquel entonces, ms que ahora, toda eleccin trans-curra bajo un estado de sitio informativo donde, o no se deca toda la verdad o se preponderaba slo una parte de esa verdad, o se ofreca una verdad tendenciosamente comentada. 25

Nuestra realidad era que, ante cualquier suceso contemporneo, la duda caminaba al parejo del dato ofrecido. La sensacin de una ilusin de la realidad era lo que preponderaba, la sospecha de que poda haber mentira, manipulacin, gato encerrado. De algn modo, todos estbamos cansados de aquello, pero no sabamos cmo expresarlo. Y temamos expresarlo. Le temamos a la censura y a la intransigencia del poder. La cinematografa nacional haba resuelto este dilema inclinndose, casi por completo, hacia el lado de la comedia. Los realizadores de Mella ramos opuestos a la comedia. Coincidamos en desear un filme grave, un drama o una tragedia con un lenguaje radical. Por eso elegimos el tema histrico. Lo elegimos desde antes, en un primer proyecto que abort y reincidimos con Mella. Lo que no era ms que una treta de situacin que persegua los mismos fines que las pelculas cmicas: tratar la realidad desde la astucia del camuflaje. Pero cuando el realizador se enfrenta a un tema histrico y tiene un personaje real, con virtudes y defectos, las vertientes de lo ficticio y lo verdadero se entrecruzan, y ese techo de dos aguas puede venirse encima de la obra de ficcin, que suele ser doblemente condenada. Desde el mismo momento en que manejbamos lo cultural, lo poltico, y lo histrico no verificable, el asunto de filmar vino a convertirse en una agona de la creacin y en un problema poltico. Por otro lado, el impacto de la obra en el pblico amenazaba con ser nulo. Que el espectador cubano sintiera a Mella como un modelo era ya, por abuso de lo mismo, un principio antipopular. Ante el espectador forneo tenamos la desventaja del desconocimiento. Por encima de aquellos dos agravantes, la pieza de cine deba ser 26

popular. Deba ser, antes que todo, un espectculo. Cmo lograr el inters del pblico hacia una vida que le resultaba totalmente desconocida o le haba sido remachada con el sonsonete de la trayectoria ejemplar del chico bueno? Mella se realiz bajo la atmsfera maldita de ese sino dual y nosotros, los realizadores, estbamos como queriendo resolver muchos problemas a la vez. Queramos sacralizar y desacralizar, y no se poda con todo.
De: Varvara Legsova Fecha: mircoles, 20 de julio de 2004 09:30 Para: Simn Asunto: De nuevo Varvara Hola de nuevo, Simn: Me ha tocado una terrible compaera de cuarto: Salma Pe, la protagonista. Todo lo hermoso y lo kitsch estn de zafra con ella. Y sin embargo, har el personaje. Al Puma se le estremecen los testculos cuando la mira. Dime si no es un insulto colocar sobre espaldas tan endebles, sobre actriz de ideologa tan frgil, el peso incalculable de una mujer como Tina. Cmo hacerle comprender aquel mpetu? Comprenderlo tan slo. Me aturdo de verla entrar en la habitacin y vuelvo a sentir deseos de evadirme, deseos de escribirte que es viajar, volar, salir del cuarto con la secreta vanidad de que no se queden en la nada estos criterios mos, y, sobre todo, para que me respondas con otra gama de consideraciones saeteadas por el mismo temor al limbo. Siento que hemos fallado desde los inicios del proyecto. No fuimos libres en el momento en que ms debamos serlo: a la hora de elegir.

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Cmo es posible que exista todava tanta liviandad en este pas? Hay una frase importante que le antes de mon ar en el Volvo y se me ha quedado grabada en la conciencia: Fuimos de izquierdas y vivimos para siempre como si furamos de derechas. Salma Pe es un ejemplo vivo de la realidad de esa frase. Un ejemplo, para mi desgracia, femenino; para la desgracia de todos, humano: una chica que slo anhela el reconocimiento pblico. En Cuba existe un marcado desnivel entre lo que se desea y proyecta y lo que al fin se logra. Tienen figuras que descuellan en los ms variados campos, pero no el caldo homogneo, la cepa comn que los nutra y los afinque. Luego, esos entes espordicos, un cientfico aqu, un pensador all, inconexos y desleales, aprenden a existir lo mismo como milagro que como error. Acaso eso nos diga por qu en un pas de economa colapsada y desigual no se ha producido todava ningn intento de purga guerrerista. A qu le atribuira Marx esta pasmosa calma de bodega sin surtido? Es una pregunta contradictoria que no quera dejar de plantearte en este segundo mensaje del agitado da uno. Por ahora me despido. Debo responderle tambin a Marina, que acaba de llegar a Cuba y me ha escrito enseguida. Un abrazo, Varvara

16. Por pura suerte me toc compartir habitacin con Diana. Era la nmero uno y entramos a la vez, apabullndonos con los equipajes. Sin ceder espacio ni tiempo comenzamos a desnudarnos. Desde que Rita pronunciara nuestros nombres en pareja, algo sexual se dispar al unsono en Diana y en 28

m. Por causa del Puma y la duda de dnde ubicar las cmaras que llegaran maana, me haba demorado en seguirla. Pero muy pronto interrump el asunto de las cmaras, le dije al director que me esperara. Deba dejar el equipaje en la habitacin y buscar el sitio de las cmaras luego. Esprame aqu mismo, Puma le dijo, y corri tras Diana, rezagada a propsito. Entonces colapsamos en la puerta. Soltamos los equipajes y comenzamos a desnudarnos. El director poda esperar. Yo haba trabajado con el Puma en Ala zurda y nos tenamos mutua confianza. Diana me resultaba maravillosa, aunque no saba an si lo era. Probablemente no, y fuera simplemente una tipa fcil, manipulable, accesible. Pens que ella s podra darles cabida a las ms sucias maquinaciones de un hombre como yo. Y la tent para el futuro. Le propuse hacerlo sobre el lomo peludo de un caballo, como en Roble de olor, pero en cueros. O hacerlo de pie en una laguna, como en el segundo cuento de Luca. Ella me propin una mordida contundente encima de una tetilla Aqu es ms emocionante dijo. Pero mentira, no era ms emocionante. 17. El delegado lleg junto a la reja. Ya estn listos para la actividad nocturna? Los dos dudaron. De eso quera hablarle se levant el Puma. Mire, mi padre Estaban muy cansados todos y, como no haba llegado an el resto del equipo, el asistente de direccin y el director pensaban que sera mejor posponer esa actividad para maana. 29

Pero no sabemos si usted estara de acuerdo. Qu le parece? Est muy bien, est muy bien. 18. Perd la organizacin de las ideas. Pude decir est bien y sal directo a buscar a Rita. Ya no habr actividad. Ocpate de la comida solamente, le dije. Mejor, me respondi ella. Entonces tuve que contarle. Tuve que abrazarla. Me ha llamado padre. Rita se extra. Quin? El Puma. Estoy seguro de que sabe algo. Sabe qu? se intrig Rita, incorporndose un poco, sintindose como asfixiada por el abrazo. Ese chamaco es mo dijo, y se le aguaron los ojos. Es hijo mo. Hay que ayudarlo. Hijo tuyo? 19. Le ped que se despegara. Vino y me abraz por detrs, casi llevndome la cara contra el cristal del bur.Yo me acostaba con l todos los jueves. Nuestra relacin era casi un trmite laboral. Tena que serlo. La Cultura necesita el apoyo del Gobierno. El delegado tampoco era un ogro, tena su lado potico, su emocin a flor de piel.Acostarse con l poda convertirse en un actodisfrutable.Despusdelpalo(casi siempreunosolo)cantaba con alguna gracia la guarachita que dice: Y si vas al Cobre / quiero que me traigas / una virgencita / de la Carid.Abra los brazos, pegaba el puo a la boca creyendo que sujetaba un micrfonoinvisible,igualacomolohacan,conmicrfonosverdaderos,loscantantesdelatelevisin:Yonoquieroflores/quiero que me traigas / una virgencita / de la Carid. 30

Si hubiera estudiado para cantante le habra ido muy bien en la vida al delegado, pero la Revolucin lo convirti en miliciano. Me abraz y me dijo que el Puma era hijo suyo. Por supuesto que no lo cre. Le ped que se despegara. Le dije que no era elegante hablar de una mujer abrazando a otra. Le ped que se dejara de noveleras. 20. Una noche, en el cuartel de Columbia, el Che me lo explic: lo que senta tena nombre, y ese nombre era jbilo. No era novelera, era jbilo lo que llevaba por dentro y que no poda decir con palabras, porque todas las frases se me quedaban cortas. Repet la palabra y me conform con ella porque al decirla: jbilo, me brincaba el pecho y la cosa vena de all, como si la pechuga hubiera dejado de ser carne y hueso para convertirse en una rumba eterna. Volv a sentir aquel jbilo cuando Pumarejo me dijo padre. Y tuve que decirle a Rita que era hijo mo. Hay cosas que no pueden contenerse. Fue por el sesenta y siete que me enred con su madre. Una relacin calmadita y con medida, como debe ser. Juana me ense a ver las cosas a distancia. Hombre, t pones demasiado el pecho, me lo deca porque yo andaba muy triste con lo del Che. Mralo como si no te importara, me dijo Juana. No se me olvida aquella noche. Le di con todo para soltar la tristeza y agradecerle el consejo. Luego empez con repugnancias y vomiteras y me asust, porque no quera amarres. Ella busc a Pumarejo y se cas. El bobo se muri pensando que el hijo era de l. Cuando se llevaron al nio para La Habana no me 31

doli. No le guardo rencor a Juanita por que se lo llevara, le apliqu a lo nuestro una cucharada de su propia medicina, me hice la idea de que no era conmigo, de que estaba viendo una pelcula y al otro mes no me iba a acordar de nada. 21. Casi nadie entenda el porqu de un filme sobre Mella y nos lo preguntaban como en broma. No falt quien se lo achacara a una supuesta limpieza ideolgica de sus realizadores, porque estaba el antecedente de Ala zurda, el largometraje de corte tambin histrico que seis aos antes haba prohibido la censura. Como seis de sus realizadores: la coguionista, el asistente de direccin, el director de fotografa, el camargrafo, el actor Livn Ivn y yo, volvimos a coincidir en Mella, esto gener desconfianzas y prevenciones y lo que era en realidad una cuestin de preferencia y afinidad creativas, se malinterpret de varias formas; al punto que estuvimos a un paso de suspender la filmacin. Si persistimos fue por tozudez, porque llevbamos seis aos sin filmar y por la fuerza inspiradora de la coguionista Varvara Legsova. Entrar en contacto con Varvara fue de lo mejor que nos pudo ocurrir. Era una persona difcil, sin ningn sentido del humor, pero con una historia apasionante. Su padre haba sido poeta, galardonado con el Premio Stalin. Ella, en cambio, abrazaba el anarquismo como tendencia poltica y, segn contaba, haba sido deportada a Siberia por el guin de un documental sobre la obra plstica de Marc Chagall. Era una mujer de una gran imaginacin, con la experiencia de otros mundos que ninguno de nosotros tena. 32

Sentarse con ella y escucharla nos proporcionaba un placer infinito. Pienso que la desperdiciamos como personaje. El punto de vista de una primero sovitica y luego rusa sobre Cuba hubiera sido una de las cosas ms interesantes con que uno podra toparse en aquel entonces. Sin embargo, nos empeamos en tratar la situacin a travs de otros personajes y de otra poca, con el auxilio de la cosa histrica. Manejo que la propia Varvara ayud a instituir como lo ms indicado. Debo reconocer que nuestra visin estaba muy influenciada por la de ella. A excepcin de Zoilo Borrego, el asistente de direccin, todos los dems mirbamos los hechos a travs de la ptica de Varvara, nos dejbamos llevar. Cuando vino el recorte del presupuesto y hubo que convertir la pelcula en un corto, aunque ella no estuvo en la seleccin de las escenas ni se le consult para el reajuste del guin atravesaba una de sus desgarradoras crisis de epilepsia, todo se hizo a su modo, de la manera en que Varvara lo hubiera hecho. Estoy seguro de que lo not y que fue una de las grandes satisfacciones de su vida cubana, influirnos as. 22. Salma miraba a la rusa escribir. Semidesnuda y de espaldas, encima de una banqueta giratoria, Varvara luca jorobada y vieja. Eres rusa de verdad? Aquella no le respondi. Escriba. Sobrevino un silencio de slo teclas oprimindose que Salma volvi a romper con el arrastre de sus pantuflas hacia el bao. Aquel sonido recio de la goma contra el suelo, le provoc erizos a la rusa. Levanta los pies cuando camines grit casi. 33

Salma tir con fuerza la puertecita del bao, sin responder. Cuando sali, Varvara empezaba a teclear un nuevo correo. Cuando acab de redactar el segundo correo, not que era espiada. Qu queras preguntarme? Nada. Qu queras decir con eso de que si era rusa de verdad? Si naciste all, en Rusia. Nac en la URSS, en 1947 dijo. Al tirarse en la cama, Varvara no tena sueo. 23. Se dej llevar por la idea de que haba una cmara sobre su cabeza, y ms all de la cmara, en el techo de la habitacin nmero siete, mltiples hileras de sillas de un teatro vaco, y dentro de un valo de luz un director de cine, un buen director de izquierdas Visconti, Pasolini, Bertolucci? que le peda que hablase. Narr la historia de su vida. Mi familia me nombraba dulcemente Varinka comenz. Su abuelo, Vasili Legsov, haba sido pintor y via-jero empedernido. Su padre, Nikoli Legsov, tradujo del ingls al ruso Los viajes de Gulliver y don el dinero del Premio Stalin para la construccin de un tanque de guerra. Puso tono grandilocuente: Nosotros, artistas y poetas soviticos, al entregarles esta poderosa arma, expresamos nuestra esperanza de que destruir de manera implacable a los enemigos de la patria cort aquel tono y agreg: As deca la carta de los premiados a la direccin del PCUS. 34

Tras la clausura del Museo de Arte Occidental, el poeta Legsov se dio un tiro. Mirando la cornisa de la chimenea, antes de presionar el gatillo de la escopeta de caza puesta entre las piernas, el can pegado al cielo de la boca, igualito a Hemingway, el poeta haba reiterado, de una manera casi ininteligible, su ms frecuente interrogacin: Dnde est la felicidad? Varvara creci obsesionada con la pregunta. Crec obsesionada con la pregunta. Convencida de que el tratamiento mejor era no hacer caso, su madre Yelisabeta la matricul en la Escuela de Artes de Mosc. Fue en aquella poca que empez a escribir guiones para cine. Guiones todava sin madurez. Hizo una mueca, sonri algo. La madurez la obtuve a finales del verano siguiente. Era fresca la noche. Su madre se acerc con una lmpara y le quit el termmetro de la boca. Varvara mir la redecilla que se pona alrededor del moo. Las perlitas y el pelo recogido formaban, de conjunto, una corona. Cre que era la reina Elizabeth, emperatriz deAustria. Igual a Sisi, su madre sacudi el termmetro. Fue entonces, por apartar la vista a pesar de la oscuridad, escenific el gesto , que se fij en la copia de El bulevar de las capuchinas, el cuadro de Monet que de nia jams haba entendido, pero mirndolodegrande,conlosojosentreabiertosylafiebrelamindole lasmejillas,pudoadivinarlaslneastorvas,descubrircarromatos entre el follaje y unos edificios detrs y las pinceladas negras en la parte derecha. Eran personas! Dios mo delir, la irregularidad constituye una parte esencial de la belleza. 35

Haba perdido el contrato con una firma moscovita de radionovelas cuando su novio, Viasheslav, huy con Nina la brigadista. Una desgracia llev a la otra y las dos se parapetaron, marciales, en medio del camino. Era sentimental y frgil, pero aquella noche, frente al Monet, resolvi cambiar: volverse colrica. Producto de la clera consigui trabajo de correctora en la Casa de la Cultura de la Editorial Pravda. Con un padre as dijo el jefe de personal, refirindose a la hoja poltica del poeta Nikoli Legsov, tienes el puesto asegurado. Con el primer cobro se instal en un apartamento moscovita. Ciento treinta metros de superficie: bao, cocina, recibidor, espacioso balcn, por veinticinco mil rublos. Todos los vecinos eran trabajadores emritos de la cultura. Ya por entonces haba empezado a tener visiones cuando se enfureca o recordaba a Viasheslav. Viasheslav se apareca montado en su motocicleta, con el pelo hecho crespos y la patilla de Lord Byron, sonriendo desde una nube y perdindose despus. Pero una tarde no vino solo, sino que trajo a Nina la brigadista en las ancas de la moto. Varvara los vio en el cenicero, junto al habano del redactor jefe, que desprenda unos humos apestosos y en madejas. La brigadista desmont y comenz a besar los hombros, los pechos, las sienes de Viasheslav. Varvara tom la hachuela de guillotinar. Viasheslav y Nina saltaron al armario, y del armario al bur y del bur al cuadro de Marx y del cuadro de Marx otra vez al armario. Varvara los persegua con furia, pero ellos escapaban y se rean. Qu es esto! grit Varvara, despert a Salma Pe, grit asombrado Guen Antpov mientras Viasheslav encenda la moto y se perda, con Nina en sus espaldas, debajo de la fotocopiadora. 36

Slo entonces not que el cenicero del redactor jefe, la puerta del armario, la esquina del bur y el cuadro de Marx estaban rotos. Estamos en Pravda, rgano del Comit Central del PCUS! volvi a gritar Varvara, con voz de hombre, mientras Salma Pe la zarandeaba: Tienes una pesadilla. Varvara Nikolaievna no tiene entraas! Romper la foto de Marx, mancillar un sitio que ha fundado el camarada Lenin! quit la voz de hombre. Entre dormida y despierta emiti un ronquido, aadi que despus, en 1989, el propio Guen Antpov le caera a martillazos al busto en bronce del camarada Lenin. Llor. Acustate del otro lado. Tienes una pesadilla insista Salma Pe. Cerr los ojos. Los abri en la taig del Ussuri, entre renos, armios y martas cebellinas, cincuenta grados bajo cero, donde creca el rbol del Diablo. Una palmera hermosa, pero cubierta de espinas que no se vean: la Aralia manchu-riana. Tambin yo estaba llena de pas invisibles volvi a decir calmadamente,volviallorar. Se doblaba y recoga la resina que haban destilado los troncos. De noche escriba guiones que no pensaba filmar nunca. Hasta que conoci a un ingeniero forestal, Donato Milans, cubano. Calent para l una sopa de salmn y una tarde, mientras nevaba detrs de las tres capas de vidrio de la ventana de su cuarto, le pidi que se casara con ella. Quera salir de Siberia. Ests loca? le pregunt Yelisabeta en una carta. Ay, madrecita ma le respondi Varvara en otra carta. Todos hemos estado locos alguna vez. Yelisabeta? sonri Salma. Yo no soy Yelisabeta. 37

24. En todo el cortometraje se acusa la intencin de mostrar el lado de la izquierda que Varvara Legsova defenda. Mella es la figura preludio de nuestra tendencia de izquierda. Una izquierda de la que nunca se apart y que en su caso, como en el nuestro, debi desandar a tientas, sin entenderla apenas. Nadie como l para describir la agona de la brega a lo largo de un camino tantas veces empobrecido, tantas veces vaco y tantas cruzado por personas que se saba no iban a ser capaces de recorrerlo hasta el final. Varvara sola decir que Mella era el modelo cubano de lo subversivo, que a cada elemento grandilocuente de su biografa militante director del movimiento reformista de la Universidad de La Habana, presidente de la Federacin de Estudiantes Universitarios, fundador de la Universidad Popular Jos Mart, de la Liga Antiimperialista y del Primer Partido Comunista de Cuba le corresponda una insubordinacin de igual nivel, una expulsin, una sancin, una influencia demasiado personal, hasta un hacerse amante de la mujer del camarada de lucha. Varvara estaba obsesionada con la relacin Mella-Tina Modotti. Creo que se vea a s misma como a una suerte de Tina y vea en el cubano mestizo, hijo ilegtimo, buen deportista, hombre de izquierdas, la sntesis de su ideal de hombre. As concibi escenas bellsimas, silentes, de desenfreno amoroso entre ambos. Luego la mayora de aquellas escenas tuvimos que desecharlas por el recorte del presupuesto. 25. Estaba muerto de hambre. A qu hora se come aqu? le preguntaba la fiera hambrienta de su otro yo desde afuera. 38

El del bao le preguntaba adems la hora al de fuera. Eran las cero-nueve cero-treinta y cinco cuando el Indio sali de la baadera. Resolvi que iba a buscar a la encargada. Hacia el extremo inicial del pasillo, una parejita se besaba con lujuria: el camargrafo con una mujer, tal vez Diana. Algo le dijo al Indio que era Diana. Entre risueo y triste, venci el tramo de corredor que restaba. Cuando entr a la oficina de Rita, ya una parte de l haba perdido el apetito. La otra parte no. Permiso. Se puede? Ya? los recibieron Rita y el delegado. Aquel Ya? consol la impaciencia de su lado hambriento: Ya les dijo. Tenemos mucha hambre lo dijo as, tenemos, en plural. Varvara Legsova se dio la vuelta, con un libro de Nabkov en las manos. Hay que esperar por los que faltan dijo. El Puma, Zoilo, Diana, Pichy, el camargrafo, Salma enumer el Indio Gutirrez. Salma no viene aclar Varvara. Se est cuidando la figura. Permanecieron callados hasta que entraron el Puma, Zoilo, Diana, Pichy, el camargrafo. Hijo mo habl el delegado, dirigindose al Puma, ya podemos pasar al comedor. Pues vamos dijo el director. El comedor era un sitio agradable, con una mesa grande, servida. Dnde est Salma? pregunt el Puma, mirando a la rusa arrojarse sin piedad sobre la mesa. Me dijo que no vena dijo Varvara mientras soste-

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na algo con los dientes, acaparaba con las manos, morda entre el codo y el costado el libro de Nabkov, que no tiene apetito. El Puma perdi tambin el apetito. 26. Me dio corte la forma en que se abalanzaron sobre la mesa, sin ninguna elegancia, sin calma, como si ninguno fuera artista. Slo el Indio Gutirrez y yo nos quedamos por detrs, inamovibles, tiesos, mirando a la jaura despedazar los alimentos, observando la cmica incorporacin de Rita y el delegado por los laterales de la mesa. Aquella pasividad compartida, entendida como signo de austeridad en el otro, nos oblig a mirarnos con inusitada camaradera. Y sent la base del futuro cambio de papel. Fue en aquel momento, parado all, distanciado de la mesa, siendo, en esencia, una persona austera, cuando el Indio Gutirrez se gan, para siempre, el personaje de Mella. 27. No te luce extraa esa rusa, como si fuera irreal? le pregunt Diana a Jaimito, refirindose a Varvara. Engolosinado con una pechuga de pollo, Jaimito no le respondi. Coma. 28. Estimulado por la bebida, decidi que era la hora de hacer un brindis. Se par y, copa en mano, les anunci que efectuara un comentario. En medio de todo este jbilo hip el delegado. Hoy quiero decir unas palabras Perdi un poco el balance y recibi la asistencia de Rita, que le sostuvo la copa. Palabras que traa en un papel se palp los bolsillos de la guayabera y que no quiero dejar para maa40

na en busca del papel volc la copa, se le meti un mechn de pelo en un ojo, porque maana las puedo decir de nuevo. Improvsalo! grit una voz, camino a la ebriedad. Pues lo improviso! grit el delegado, se sac el mechn del ojo y fue respaldado por un desorden de aplausos. Compaeros artistas! comenz. Ustedes han llegado al municipio Minas de Matahambre. A ustedes los impulsa un fervoroso corazn gigante en busca de lo mejor que el hombre crea para mejorar la vida. Haba tomado la frase de un programa televisivo y esto caus risa. Dijo que haba nacido en el Cobre, un pueblito de la costa sur de Oriente, donde quedaba el santuario de la patrona de Cuba, la Virgen de la Caridad, la Reina Ochn. Dijo que cuando la familia se mud para la Mina, su sistema nervioso sufri un colapso que, con el apuro del empaquetamiento, nadie not. Buena medicina que era a veces no hacer caso, dijo, el trauma se disfraz de tristeza y le dej la mana de mirar al cielo, lo que hizo pensar a su madre que saldra poeta, como Felisb Ca. Pero su lado potico no sali a flote. Empez como a sollozar: Yo no puedo expresar, por medio de ningn arte, la grandeza de mis dos terruos queridos, de estos dos sitios mineros se ahog, trag saliva, puso voz de vieja que se abren como dos brazos en los extremos de Cuba se meti la mano en el bolsillo del pantaln, ense una piedra jaspeada, trag saliva, recuperando su tono de hombre. Yo slo puedo llevar esta piedra encima y apretarla deseando que estas zonas, que como madres se han raspado las entraas ofreciendo su cobre, su nquel y que ahora ya estn secas y olvidadas, sean reconocidas algn da por la mano de un artista verdadero mir al Puma.

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Yo slo les pido que no nos defrauden dijo, y se tir en la silla, secndose los ojos con las mangas de la guaya-bera, en medio de un aplauso como de lluvia torrencial. El Puma dej de comer, se separ de la mesa, sali de la cancha, dijo que iba a buscar un sitio para las cmaras.
De: Varvara Legsova Fecha: mircoles, 20 de julio de 2004 09:45 Para: Marina Asunto: De Varvara Hola, Marina: Me pides consejo para sobrevivir. Y yo no tengo frmulas que darte. Me ha ido mal en Cuba. Esa es mi respuesta. Pero tampoco pienso que necesites rebelarte. Los cambios mejores y ms seguros, deca Pushkin, son los que se producen a consecuencia de la mejora de las costumbres, sin ninguna conmocin violenta. Recuerdo la noche en que llegamos Donato, mi anterior esposo, y yo. Haca un calor espantoso en el aeropuerto y otro descomunal en el vagn del tren. Delante, en un asiento de costado, viajaba una religiosa con su circunscrita cara de madonna en xtasis. Nos miraba con el sosiego que slo tienen las monjas, los Premios Nobel y los enfermos de cncer, pero sospech que era una delatora. Tengo un dispositivo especial, ejercitado tal vez, para identificar informantes. Hermana, por favor le dije, solucineme una duda. Cules son los siete pecados capitales? La mujer empalideci, dijo que ira primero al bao y no la volvimos a ver. Qu precisin!, pens, nos vigilan desde que llegamos.

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En aquel mismo coche, dos asientos por delante, viajaba un seor con su radio encendido. Pasaban un juego de bisbol al que le haca interferencia la cancin si me dijeran pide un deseo yo pedira un rabo de nube. En principio aborrec aquellas mezcolanzas, pero al llegar a trmino, en una estacin mugrosa, Donato me invit a un lugar llamado Coppelita, donde vendan helados. Fue lo primero que me gust de Cuba, mas debieron pasar algunos aos para poder comprender que, a travs de la agnica travesa, me haban sido presentados los encantos y perfecciones de este pas: 1-Los rganos de la Seguridad del Estado. 2-Los juegos de bisbol. 3-Las canciones de Silvio. 4-Los helados Coppelia. Plagados los dos primeros de micrfonos y cmaras ocultas, de gente obsesionada con los movimientos del opositor, con seres ms o menos pblicos, a la caza del adversario robador y fuerte que puede, en menos de un segundo, desaparecer la bola por el mismo jardn central, donde misteriosa y esttica se coloca una cmara y adjunto un velocmetro para marcar, por ejemplo, las noventa millas del strike o e Encantos los otros dos, oriundos de aqu como la palma corcho y el caracol Polimita, pero entraando una especie de adiccin que puede, dadas las circunstancias, sustituir al sexo. Porque da gusto tomar el plato por los bordes, mirar las bolas, sus dimetros, sus tonos hirsutos, erizados, rizados de chocolate, de crema y frialdad. (A los helados Coppelia, su nombre exacto, todos les dicen los helados de Coppelia, en parte con justicia porque adems de marca, Coppelia es lugar, mueca y ballet famoso. Sin embargo, la escuela cubana de ballet, aunque excelente, les sabe distinta a los cubanos, algo

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fornea quizs, no dada al isleo-rumbero-bueno-lectormalo-trovador-de-odo.) Silvio Rodrguez, como persona, le cae mal a mucha gente, pero basta con su figura rala, su historia de pendenciero, el amago de unos acordes, la mano en la oreja y a soar, a erizarse todos. Porque esto es lo primero que debes conocer sobre los cubanos: vctimas y victimarios, delatados y delatores, pueden bailar en Cuba una misma msica, seguir a un mismo equipo de pelota, acompaarse rancios y alborotosos una noche de helados o libaciones y al otro da, para el trabajo. Es algo increble. Esto los conserva? No lo s. Mi olfato me dice que debo sospechar de todos, pero tambin mi olfato me dice que debo alegrarme con todos porque tienen, por encima incluso de la realidad, la necesidad de un tiln de poesa, de creer que los hechos no son iguales cuando los bautiza un chorrito de ficcin. Por otro lado, has llegado a un pas donde, bien por fallas econmicas, o por pedantera igualitaria, se han escamoteado los ms inocuos placeres patrios; el derecho, por ejemplo, a las playas, a los hoteles, a una moneda que los respalde, a dos calidades de agua en el grifo. Cosas que afincan al ser en lo suyo y sientan las bases de lo cmodo nacional. Esta es una nacin donde no ha podido conciliarse todava lo culto con lo popular, lo mtico con lo supersticioso, donde se ha ido destempladamente de lo campechano a lo barroco, a lo ininteligible, al arte de propaganda y de la pacatera religiosa al ms abozalado materialismo. Razones? Son, en primer lugar, los hijos de una nacin sin mitos, sin Lilits ni Thores ni Caupolicanes. Pas afincado en la nada, reformndose en cada perodo con la risa por ltimo recurso o como hecho natural, picaresco, y hasta de malicia.

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Otro aspecto es que un poco ms all de la mitad del siglo, el triunfo en lo militar someti a la crtica, suceso que debi haber sido temporal y saludable, de haberse podido controlar. Pero unido a esto, el concepto de lo individual fue sacado de circulacin y la unanimidad de espritu se troc en colectivismo e improvisacin, en unanimidad de accin con indisciplina, en laxitud y en doble moral, y a raz de lo mismo, el individuo perdi probidad ante s y los otros, puso a temblar el concepto nacionalista y le dio al mrito categora de propaganda. Por lo mismo, el ideario isleo de masa es todava aristocrtico, con algo de empirismo ilusionista y algo de ciencia oculta que puede hacerles creer en un individuo solo, independientemente de que sea o no reflejo de un grupo y est movido por ideas sanas o deleznables. Individuo que a lo largo de su carrera es venerado lo mismo como vaca sagrada, que humillado hasta el chiste. Otra cosa que debers enfrentar en esta isla, es el diferendo Cuba-URSS que gotea de forma constante No has descubierto cmo se elonga tu rostro al asomarlo a la parte convexa de una cuchara sopera? Yo lo descubr a los diez u once aos porque me mir en una burbuja Me gustaba hacerlas de nia, verlas subir y romperse blup! Un da Donato me habl del socialismo comparndolo con una burbuja. Quizs su estructura esfrica y jabonosa le regalaba la sensacin de estar mirando una cosa nica. Desde entonces supe que aquel era el ms grave error de concepto que los cubanos tenan. Burbujas hacen los lquidos cuando hierven, el barco cuando se hunde, los peces cuando respiran. La obtencin de la burbuja es un hecho ms cotidiano de lo que se piensa (eso sin contar las rpli-

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cas de burbujas que un ojo avizor pudiera encontrar en una cuchara, una bombilla navidea, etctera), pero asomarse a la burbuja, buscar nuestro reflejo en ella, resulta, a fin de cuentas, el acto ms necesario. De ah la inocencia de algunos, el no comprender que la URSS, tan sacra, tena derecho a estallar como burbuja o a desinflarse, haciendo honor a la onomatopeya de su nombre, como un globo aerostato. Esa misma inocencia de mirar una cosa como si fuera nica promocion, t lo sabes, los procederes cada vez menos socialistas del Estado sovitico, dispar la burocratizacin de los movimientos sociales y la dogmatizacin del marxismo, permiti que dominara un sistema que impeda el ejercicio de la crtica y la participacin independiente y que, en nombre del significado y el mito, termin por sumergir lo que salvar pretenda: la patria de la revolucin triunfante y del socialismo y acaso cmo no? al propio socialismo. Algo rooso es que luego de apreciar las consecuencias, los cubanos hayan decidido reducir tambin a su propio pas asocindolo con una pequea burbuja sobreviviente y en su defecto, sin estudiarla a fondo, sin asomarse a ella, empezaran, ellos mismos, a distorsionarlo todo. Sorteando algunas contradicciones de poca monta, y la crisis inevitable, aqu el fin de la Guerra Fra se padeci de una forma meramente fruslera: a la edad del lster euforia rusa le sigui la edad de la mezclilla. Entonces los cubanos, que tuvieron su vuelo al cosmos, su Ubre Blanca dando no s cuntos litros de leche por hora, no quisieron saber ms de rcords ni de vacas pintas, ni de viajes a la Luna y justificaron la ingratitud diciendo, a mitad de un anlisis bastante tardo, que sentan el deseo de liberarse, de convertirse en una suerte de pjaro independiente.

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Hipcritas! La tierra rusa necesitaba rehacerse! Uno puede agacharse y parir, sobre el graffiti lapidario de la patria, una hez gigante, universal, hedionda y que eso no enturbie lo que hay de alegora en cada cosa, sino que hermosee la causa al punto de que la hez se vuelva hoz. Porque si se ama al hombre y sus Sptniks, deben amarse tambin la pestilencia de sus partes y las palabras que salen de su boca, y los hechos menos afortunados, aunque duelan mucho! Claro que la cosa no surti como pensaban. Al globo, o a la burbuja, haba que reinflarlos a pulmn y nadie quiso, o nadie pudo. Pero a esas alturas a los cubanos slo les interesaba su conflicto. Todos se cruzaban compadecindose, hermanados por la decisin o la penumbra; la decisin de huir de un extremo o de correr hacia otro, lejos del pas marchito que pareca dado en prstamo o en usufructo, para ponerse a pensar en cmo hubieran sido las cosas que no fueron, para reconocer en los mrgenes de toda accin concreta, ya ejecutada, lo que pudo ocurrir si Gorbachov no hubiera metido su rubicunda pata. Variantes que contrastaban casi cmicamente con la mentalidad de aquellos das en que todos ellos pidieron, con los fusiles en alto, ser satlites socialistas. Y yo, la disidente, trotskista, la anrquica, deb sufrir el cambio cubano de ptica hacia lo eslavo como si fuera un miembro emrito del Politbur. Y el macabro bistur de la historia volvi a zanjar mi piel. No puedo estar resentida? No puede dolerme nada? Cuando soslayando un mar de fines imperfectos y normales, la vida nos pone de frente a lo inaudito la cada de la URSS, hay que afincarse primero en la posibilidad de comprenderlo antes que condenarlo. Esta es la mejor panormica que te puedo dar acerca del

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peludo caso URSS-Cuba y, en general, sobre tus futuras relaciones con los cubanos. Es hora de que perdamos el concepto melifluo y casi literario que nunca nos tuvimos en la prctica. Es hora de asomarnos a un espejo plano o a la superficie tranquila del agua para reconocer que slo nos aprovechbamos unos de otros, aunque ellos siempre se aprovecharon un poco ms. Te abraza, tu amiga Varvara Nikolaievna.

29. A la maana siguiente, el Indio y yo conformamos la vanguardia en el desayuno. Mientras los dems tenan unas hambres mediocres, no muy urgentes, nosotros suframos una apetencia descomunal. Insist en que Salma Pe participara en las comidas. Su presencia era necesaria en cada actividad del elenco. Era la protagonista. Dile a Salma que baje mir a Varvara, orden el Puma. Ya se lo dije rezong la otra. Pues insiste. Hubiera querido decirme que fuera yo mismo a buscar a la protagonista. Pero pona muchocuidadode nodesobe-decerme en pblico. Varvara senta que nuestra buena relacin era una necesidad para la pelcula. La presencia de terceros era una razn de peso para no enfrentarse al director, para no aventar la llama de la rebelda en cada uno. Por eso termin yendo a buscar ella misma a Salma Pe, dicindole si sigues as vas a perder el personaje. Bajo el temor, Salma termin yendo a desayunar, acab mordiendo la esquinita de una empanada rellena. Pensar que haba comido para satisfacerme, me hizo que recordar la maana en que la haba conocido en el teatro mugroso donde hicimos el casting. 48

30. Salma dijo su nombre con cierto fruncimiento: Saalm, como para que l no lo comprendiera bien y le pidiera repetirlo y as mirarlo a los ojos, ganar tiempo. Identificador de todas las argucias, el Puma la dej hacer. Estremecido por aquella figurita graciosa de nia medio callada, medio desvalida, medio light, medio tonta, no le pidi que repitiera su nombre, pero acudi a todos los lugares comunes del descubridor que se hipnotiza: le pidi la media vuelta, la vuelta entera, la recogida, la liberacin del cabello, la sonrisa, la cara de disgusto. Finalmente le pidi que se quitara los zapatos. Le pidi cosas mundanas, mudas. No le midi la voz, no le exigi cantar, vociferar, gritar viva la libertad, abajo la oligarqua. Le pidi gestos y se dijo que se dara el primer gusto personal, tal vez el nico en toda la pelcula: ella sera Tina Modotti. Se lo regalaba a s mismo por la prdida de los cinco motivos ldicros, por la imposicin del asistente de direccin y del actor que hara de Mella (adems del asistente de direccin, le haban impuesto a Livn Ivn, un tipo intolerable que llegara con el resto del elenco). Salma Pe fue, a partir de entonces, un paraguas debajo de la lluvia de cenizas que arreciaba, una mujer descalza, un emblema. 31. Los cinco motivos ldicros eran solamente cuatro: el vuelo de la mariposa blanca, Varvara Legsova haciendo de la URRS, el uso del blanco y negro, la imagen animada de un hombre sin rostro. El quinto motivo quedaba abierto a la improvisacin y al azar. Empezando por el quinto, en sentido inverso a su formulacin en el proyecto, todos haban sido rechazados por el productor. Convencido quizs por la fuerza de mis argumentos, 49

el Puma cambi la denominacin Madre-URRS, ms difusa y conflictiva, por la de Internacional Comunista, y le anunci a Varvara Legsova que tena de nuevo dos papeles: madre de Mella e Internacional Comunista. Ya en la tarde, camino a la entrada del pueblo, iba pensando en retomar el motivo mariposa blanca. bamos Varvara, el delegado, Pumarejo y yo en una carreta tirada por mulos. Alguna gente de la Mina corra detrs de la carreta, otros se apostaban en las mrgenes de las calles y hacan redondeles y anillitos y comentaban. Otra gente, junto a los escolares de mejor desempeo acadmico, esperaba desde media maana en el sumidero. Cuando un Volvo pintado de negro apareci en el espacio vigilado un nico Volvo pardoscuro, con una sola cabeza al lado de la cabecita meliflua del chofer: la cabeza trapezoidal de Livn Ivn, el Puma pronunci la primera frase agresiva de la filmacin, que era, adems, una frase idiomtica: Me cago en la mierda. Despus hizo la pregunta: Qu pasa? Livn Ivn le coloc la respuesta: Recortaron el presupuesto. Cmo que recortaron el presupuesto!? grit incrdulo el Puma. Livn Ivn salt a tierra. Dice el productor que lo lamenta, que la pelcula es necesaria, pero que no se puede. No podemos. Livn Ivn apoy un zapato encima de una piedra, lade la pierna para mirarse el taln; lo senta, no lo dijo, como embarrado de excremento y ola alguna fetidez. Al encontrar la suela limpia mir al Puma y se recost al cap del Volvo, 50

an encendido. En el asiento trasero viene una cmara digital. Servir para hacer un cortometraje, si quieres. De lo contrario, vendrn a buscarlos maana. Conmigo pueden regresar las mujeres. Ah, y una cosa buena Sonri. Cobraremos lo de este mes. Cobraremos? lo dud. S. Me han dicho que la plata ya estaba destinada. As que por lo menos cobraremos por el trabajo de mesa declar Livn Ivn. Esta ltima noticia sembr algn consuelo en el espritu quejumbroso de los presentes. La gente de la Mina estaba desconcertada. Aunque la conversacin se haba desarrollado a una distancia prudencial de ellos, los gestos de congoja eran evidentes gestos de congoja. Los chiquillos haban ido a pegar las narices a los cristales del Volvo y, en una reaccin de irrespeto, haban empezado a tocar el Volvo como si fuera una cscara. La cara del delegado era un caos de arrugas y pavor. 32. Trae la cmara le dijo el Puma y dio media vuelta en busca de la carreta con los mulos. La cmara? dud con voz de hipo Livn Ivn. Eso mismo grit el Puma sin mirar atrs, y busc a Varvara Legsova. Haremos la pelcula! le oy decir Varvara, lo vio subir de nuevo a la carreta, mirar a Zoilo Borrego, buscar la cara macilenta del delegado y buscar, sintindose un hroe, la franja de poblacin hecha un grumo en una esquina del paisaje. Habr pelcula! lo escuch gritar Varvara Legsova.
De: Varvara Legsova Fecha: jueves, 21 de julio de 2004 09:33 Para: Simn Asunto: Se acab la pelcula

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Querido Simn: Ignoro qu podr pasar que no escribes. Por ac las cosas andan mal. Han prohibido la pelcula. Maana mismo regresamos. Suerte que ya no me deprimo. No me deprimo porque tergiverso. Y ellos tambin tergiversan: lo llaman recorte de presupuesto. Enviaron a Ivn Livn con una camarita digital y la orientacin de que hiciramos un cortometraje. Antes alert a Pumarejo sobre algunas seales bastante confusas que se haban presentado durante la puesta en prctica del proyecto. E hice ms. La noche antes de venir, le ofrec mi pequea cmara DVCPRO y cuatro casetes profesionales, de 120 minutos cada uno. Pero el muy ingenuo se neg a incluirla. Me dijo que ya tena bastante con el peso del vestuario y que mi cmara no nos hara falta. Resultado? Ocho horas de imgenes desperdiciadas y el consecuente estancamiento de las escenas, de la dramaturgia y del montaje Te imaginas hacer las dos escenas con una sola cmara? Fue curiosa su reaccin. Te la describo: No se le vio rendido, ni frustrado. Camin rumbo a la desesperanza con una desfachatez escalofriante, con una toma supersnica de decisiones. Ya en Ala zurda me haba convencido su forma de actuar jams regida por las contradicciones o las histerias que suelen generarse en los cabezas de grupo ms comunes. Se est volviendo crucial para m acompaarlo a la hora cero. Estar a su lado esta tarde ha resultado una operacin de memorable resistencia, aun cuando lo nico hecho no sobrepasara la tcita aceptacin y la renuncia. Simplemente se opuso a que Ivn Livn regresara hoy mismo con las mujeres. Dijo que regresaramos todos juntos. Y fue su frase ms contundente.

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Una admirable faena de contencin para un hombre como l. El Puma ha descendido hoy el can de la bazuca con tremenda elegancia. No la ha soltado an, pero lo har, tambin con elegancia. Ante la propuesta de disminuir su sueo (hacer un corto), no esboz palabra alguna, pero tampoco renunci a la cmara digital. Yo, en su lugar, presa de la clera, la hubiera devuelto enseguida. Pirdase con su cmara, zoquete de Ivn Livn! Lo reconozco: fue mi absurda temeridad de antes lo que me arranc de Mosc e hizo que rebotara en las zonas ms infernales de Siberia. Ahora pienso que pude haber actuado con un poco ms de inteligencia, como lo ha hecho el Puma esta tarde. Diez aos despus comenz el proceso de democratizacin en Rusia, pero Varvara no estaba all. Sabes cmo afront la cada del Muro y la debacle de todo el el techo de la sinagoga, invert el milagro del pan para saciarme una nica vez y no termin de rodillas, porque ya era un desahucio. Mis heridas no contaban por intiles y era justo. Los trabajos pasados en la taig siberiana no eran ms que fotos desde las que me helaba y sonrea. Las gentes no recuerdan las sensaciones (el hambre, el fro, el dolor, la clera), los sufrimientos de un tercero. Se recuerda en imgenes, querido Simn, y golpear con saa el busto en bronce del camarada Lenin, se fija ms en la memoria. No importa que hayas sido un idiota con carn del PCUS hasta el da anterior. Es por eso que no puedo dejar de pensar en mi cmara DVCPRO, con sus ocho horas de imgenesaseguradas. Por encima de la necesidad de contenerme pienso en cmo sera si la hubiramos trado. Pienso en lo heroico que se habra portado el Puma frente a Ivn Livn y no me frustro porque lo pienso.

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Vivo superponiendo falsas escenas a las reales. Y si este desacuerdo entre los sueos y la realidad no me produce dao, es porque me fijo atentamente en la vida y no ceso de compararla con mis castillos en el aire. Te dejo porque tenemos la actividad de despedida esta noche. Alucinante, verdad? Maana en la tarde estaremos conversando de nuevo. Ha terminado la pelcula. Te besa, Varvara.

33. Volvimos serios, entumecidos por el vibrar de las ruedas en los desniveles de las piedras. Volvimos asidos con fuerza a los palos de las barandas, recibiendo por con-ductividad toda aquella vibracin de los ejes y las tuercas, pensando ms de lo que se hablaba y hablando seca, guturalmente, con frases como hervidas, consumidas en s mismas. Esta noche ser la despedida. Volvamos secos, entecos. Sin vocinglera acompaante. La voz de la frustracin haba corrido ms rpido. La voz de la frustracin haba inundado hasta los sitios recoletos. Se conoca las calles, los atajos, los suburbios; llegaba forastera, a paso de caballo brioso, delante y detrs de la carreta. El delegado palmote mi hombro con delicadeza. Ya frente al hospedaje, todos bajamos taciturnos. (Livn Ivn sonrea.) Varvara se apretaba las sienes con los dedos y la opresin le produca un conato de arrugas encima del entrecejo, como un techito de arrugas por debajo del cual hubiera sido bueno verla sonrer. Antes de dispersarnos como zombis, quedamos en vernos todos en la plaza, despus de la comida. Zoilo Borrego llev a Livn Ivn al cuarto que compartira con Pichy. 54

Quise hablar a solas con Varvara. Entramos y cerramos la puerta de la oficina de Rita. El delegado se qued afuera, a punto de rugir, esperando, como un len amaestrado. Varvara y yo decamos que no con las cabezas. Un no que quera decir: qu cosa ms grande. Un no que ataba el cabo suelto de una frase: Es-que-nos-han-dicho-que-eranslo-nueve-artistas, con algunas seales bastante confusas que se haban presentado durante la puesta en prctica del proyecto y con el ah, y una cosa buena la sonrisa retorcida de Livn Ivn, cobraremos lo de este mes. Siempre te lo imaginaste mir a Varvara, tembl, confes el Puma. Fui un estpido. Tu desempeo de esta tarde ha sido de lo mejor que he visto le dijo Varvara. Estaban sentados uno frente al otro y ella le oprima una mueca. El Puma se levant y dio unos pasos. Por lo menos esta gente el Puma levant la barbilla, indicando hacia la puerta no se enterarn de que slo venamos a filmar un par de escenas. Movi la cabeza como si quisiera despegarse la tarntula de algn mal pensamiento. Me siento como un impostor. Y no podemos intentarlo con una sola cmara? se atrevi a decir ella, trat de sonrer, quiso lucir creble. Lo pregunt sin esperanza. Agotada de or lo que no quera, comenzaba a inventar escenas, a escuchar otras respuestas. Respuestas a las que su conciencia les sumaba otros parlamentos: Claro que filmaremos el cortometraje. Mantendremos todos los motivos ldicros. Le daremos el papel de Mella al Indio Gutirrez. Aunque sea un figurante y un homosexual, el Indio Gutirrez ser nuestro Mella. 55

34. Se encerraron en la oficina de Rita para hablar a solas y a m me dejaron fuera. Comprend que tenan una relacin muy fuerte, secreteos de artistas. Comprend que ella era rusa y que la amistad de los dos se haba fortalecido por un tal Eisenstein, por una frase de un tal Eisenstein, tambin ruso. Lo ms importante es tener una visin, era la frase. El Puma hablaba de Sergui Eisenstein muy a menudo en los trabajos que publicaba y deca que lo estudiaba para multiplicarlo en miles de Sergui Eisenstein: uno dentro de otro, dentro de otro, dentro de otro. Y as adoraba los Octubre que haba dentro de Octubre, los El acorazado Potemkin que haba dentro de El acorazado Potemkin. Lo que era, eso me lo explic despus el mismo Puma, un mtodo de Varvara, quien tena, como Eisenstein, miles de visiones dentro de sus visiones epilpticas. Yo haba ledo mucho sobre ellos y lo comprenda todo, por eso me sent muy mal cuando me dejaron fuera. A qu hora ser la despedida? les pregunt cuando salieron. A las nueve, delegado respondi el Puma. 35. A las cero ocho cincuenta y cinco, Varvara no haba podido conectarse an. En su bandeja de salida herva el mensaje de asunto Se acab la pelcula. A las cero nueve treinta, el sonido catarriento de la conexin telefnica despabil el rostro ajado de la rusa, que observ con calma la evaporacin del nico correo que haba escrito esa tarde y toler sin anestesia el punzonazo del No hay mensajes nuevos. Ni siquiera Marina se dijo con una voz de pecho hundido y volvi a sentir que alguien le oprima un hombro. Era Pichy. 56

Amigo mo le dijo ella y se levant, entregndose a su abrazo. Por qu tan breve siempre? Tena los ojos hmedos. Haban trabajado juntos en Ala zurda. Y se haban hecho amigos breves, pero intensos. Tanto que para esta nueva pelcula, Varvara lo haba pedido de compaero de viaje. Me pones en el Volvo de Pichy, como nica exigencia. nimo, nima exnime! musitaron al odo de la rusa. En la plaza haba una tribuna improvisada de color marrn estpido y encima de ella un equipo negro que se extenda en dos micrfonos a su vez sostenidos por dos apliques quebrados. Ve se despeg ella del abrazo. Ya estn subiendo. Vamos la arrastr Pichy. Yo no. Mirar desde aqu. Pichy sali. Prximos a la escalerita que daba al pedestal, el Indio y el Puma conversaban. Varvara se invent que el Puma le ofreca el papel de Mella y que el Indio se rehusaba. Fabul que el encuentro estaba siendo filmado. Fabul, adems, que haba una sola cmara para tomarlo, una cmara que filmaba primero los parlamentos de uno y despus los del otro, para luego machearlos en la edicin. Es muy complejo deca el Indio. Es el papel de Livn Ivn. Secaba en el pantaln el sudor de sus manos. No creo poder asumirlo. Se tocaba el pecho negando con la cabeza, se enterneca con la mano del Puma que le tocaba la mano. No soy un actor de carcter. Volva a menear la cabeza, abra los brazos. No me parezco a Mella. Indicaba su rostro con un dedo. Tengo acn. Se tocaba el rostro. Mi cara se resiste a los 57

primeros planos. Haca un cuadradito con los dedos de ambas manos. Despus deca no, con un dedo. Y el Puma le responda: La complejidad disminuye con el recorte del metraje hablaba ms y lentamente, para que el Indio hablara menos. No es el papel de nadie. Mella era un hombre universal, propiedad de todos. Lo tocaba, le sujetaba la cabeza. Eres un actor tremendo. Le cerraba los brazos abiertos. Tu rostro es insuperable. Deshaca el cuadradito tipo cmara que haba construido el otro con los dedos. Cuando el Puma levant la nariz azorada, Varvara adivin que ya el Indio le haba confesado su homosexualidad. Varvara tena el don de presagiar algunas frases. Esa misma maana, al despabilar a Salma Pe a la hora del desayuno, haba profetizado la sentencia burlona, no verbal todava: Ayer me confundiste con una tal Yelisabeta, ms la pregunta: Quin es Yelisabeta?, y supo que haba tenido pesadillas. Como supo que el Puma le deca al Indio: Sers nuestro Mella. Pronto el delegado los anim con la noticia de que era hora de tarima. Subieron todos, menos Varvara. El delegado se peg al primer micrfono. 36. Escuchar de nuevo el discurso del delegado, me reforz lo que ya saba: la reiteracin mata la elegancia. Cuando me toc el turno, trat de hacerlo con ligereza. Pueblo de Minas: Cont que habamos venido a construir un arma ideolgica, una propuesta de solucin. Y lo volv a repetir: Pueblo de Minas: 58

Era consciente del efecto sentimental positivo de la repeticin de un nombre. Dej en claro que una pelcula poda ser un arma. Una pelcula poda tener un fin social. La pelcula Mella trataba sobre la vida de un hombre valeroso, con una valenta que se necesitaba recordar. Lo deca y tomaba mi aire, y promova mis pausas. Anexaba, una tras otra, frases como: Deberamos acordarnos de que el valor de Mella existe. Despus respiraba de nuevo, buscaba a Salma Pe, la vea comerse el pellejito de algn dedo y buscaba a Varvara. Y Varvara estaba all, junto a la reja, y me deca que s o que no con la cabeza. Y era un movimiento confuso. La llaneza de mis ltimas palabras desencaden aplausos mediocres y mediocres chiflidos de aprobacin. No he hablado bien se dijo a s mismo. No han comprendido. Desde la reja, Varvara aplauda o me deca con las manos que desistiera. Salma segua batindose con lo del pellejito. El delegado me sugiri que presentara a los artistas. Aunque me pareci inadecuado, acced con un gentil movimiento de cabeza. Sonaba tonto y dola hablar del elenco, pero los present de todos modos. 37. Cuando se hizo pblico el nombre del camargrafo, Jaimito salud, aduendose de uno de los micrfonos, e improvis un minidiscurso. A los lejos, Varvara pensaba que Jaimito haba encanecido aceleradamente. Seis aos atrs, su cabeza no era ni el preludio de aquella mota blanca. Cuando filmaban Ala zurda, el camargrafo se haba sincerado con 59

ella, le haba comentado su ambicin y su trauma. Pretenda ser el mejor fotgrafo del cine cubano. As de simple era su ambicin. Su trauma era ms complejo, se llamaba Marta, la ms intelectual de la familia. Marta, la ta poltica. Marta, la que le dijo maricn: Jaimito maricn. Como profilaxis a su desasosiego, Varvara se propuso rescatar el recuerdo de aquella dudosa historia de amor. Marta era culta y despampanante. Para conquistarla, Jaimito aprendi a decir azogue, lontananza, perplejidad. Slo eso le deba a Marta el camargrafo, el saldo de algunos sustantivos, adjetivos y verbos que no reciprocaron su amor, pero que, con el tiempo, empezaron a distinguirlo de los dems por una verborrea que lo hizo, adems de un hombre prctico, el buen camargrafo que era. A medida que Jaimito continuaba su discurso, ante Varvara reapareca aquella escena de Marta-la-noche-antes-de-irse-para-Miami: una mujer entrando de pun- tillas en el cuarto de su sobrino. Vena a dejar unas pinturas para que Jaimito se las cuidara hasta que to y ella pudieran regresar, al da siguiente que se cayera el comunismo. Mientras, Marta lo iba a extraar mucho-mucho, lo iba a extraar tanto que termin quitndose la blusa. Y no traa ajustadores debajo. Y tena unas tetas de lo ms chorreadas. Fue como un disparo. Instantneamente, Jaimito la dej de amar. En el mejor tono que encontr, le dijo que no le gustaban las parientas. Marta sali de lo ms ofendida, pero antes, ponindose la blusa, le dijo: Lo que no te gustan son las mujeres, Jaimito maricn. Marta diciendo maricn mat al pedacito de Marta que quedaba sin encogerse. 60

Jams se volvieron a ver. Ella se muri en Miami. A las pinturas se las comieron las trazas. Jaimito se qued en Cuba. Por patriota? Todava, a veces, se preguntaba si no tema volver a verla; si Marta no resuma, con sus tetas, todo el hasto que le daba su familia burguesa; si las numerosas mujeres posteriores no habran sido otra cosa que la bsqueda constante de una figura mejorada, tetiparada, de Marta. De all su trauma. Jaimito se lo haba confesado a Varvara Legsova durante la filmacin de Ala zurda. De all su mana con lo de las tetas puntiagudas. De all, pensaba Varvara, su desbordamiento con Diana: el gozo de manipular un par de tetas aerostticas. 38. Por no saber contemporizar, Diana no haba llegado a ms que a figurante. Era el bate emergente del elenco, la suplente en casi todo. Una mujer para quien no existan razones ni tcnicas de actuacin. Tena los papeles de Olivn Zaldvar, el polica de la reconstruccin y Longina, la nodriza. Y eran papeles fciles. Sin embargo, fuera de lo histrinico, en medio de la vida real, era una seductora que ofrendaba con notas de su lira, con fibras de su alma, su encanto juvenil. Encanto que no se negaba a maniobrar con los recursos del arte y que tena componentes mgicos, ficticios. Por ejemplo, Diana sospechaba, por medio de algunas pruebas de percepcin, que la rusa poda estar en varios sitios a la vez, que era ubicua. Confirmarlo le importaba y la diverta ms que cualquier otra cosa. De haberla conocido, Manuel Corona hubiera compuesto canciones ms imprudentes y por lo mismo ms hermosas. No llegu a decirlo mientras hablaba de ella, pero lo pensaba. Me limit a informar que la pieza musi61

cal Longina haba sido compuesta a favor de la nodriza de Julio Antonio Mella, a quien Diana representara en el futuro. Para ubicar a la poblacin, el delegado interpret un pedacito del tema. 39. Acept porque me dijeron que me daran papeles fciles, donde no habra que aprender casi nada de memoria. Ser muy fcil, Diana, fue lo que me dijeron. Despus el trabajo se complic bastante. Cuando recortaron el presupuesto tuve que asumir un montn de cosas. Creo que no me divert nada en aquella filmacin. 40. Al Indio Gutirrez lo present como a Mella, el protagonista. El Indio dio un azorado paso hacia delante, para colocarse al mismo nivel que Salma Pe. Lucan hermosos en la tarima. El Indio era una suerte de mulato bien parecido y alto, de musculosa fisonoma y Salma estaba bellsima. La gente los aplaudi bastante. Aplaudan porque les gustaban los fenotipos de los protagonistas. No por otra cosa. 41. A Livn Ivn se le vea incmodo. El Puma lo martirizaba. Present a Diana, permiti la interpretacin a capella del delegado, present a Pichy, present a Varvara, all lejos. Mientras hablaba de Pichy, el Puma se deshizo en inmerecidos elogios. Exager con aquello. Pichy era un jodedor perenne, un sdico ocurrente, bromista, listo, brillante en los juegos de palabras y en la invencin de palndromos, pero psimo como director de fotografa. Su inclusin en cada proyecto de Pumarejo nos haca sospechar, a Jaimito y a m, que el director de 62

fotografa era el informante del Puma, una suerte de chivato del director. Por ltimo, cuando ya no quedaba nadie ms, Pumarejo present a Livn Ivn. Dijo que sera Gerardo Machado, el tirano vil. Livn Ivn sonri con sarcasmo. No dio paso al frente. Se qued inmvil. El pueblo lo aplaudi regocijado. No lo aplaudan a l. Aplaudan el hecho de que el portavoz de la frustracin, el emisario de la peor noticia, la del recorte del presupuesto, fuera el malo de la pelcula. 42. A Livn Ivn la tarde y su prolongacin nocturna debieron parecerle dos sueos impostados, uno detrs de otro, con borrasca y bordes imprecisos. Se haba obstinado en venir por el regocijo de ser l quien le diera el tiro de gracia a mi proyecto. Cuando lo present como a Gerardo Machado, sonri con cinismo. Tena montada una sonrisa cnica de Tartufo de Molire y ante cada agresin o eventualidad dudosa, le echaba mano a su sonrisa impertrrita, mientras se apuraba por comprender lo que suceda. Actor de referencia en los cursos de postgrados y tipo torpe en lo fundamental, tampoco era la primera vez que le quitaban un personaje. Era la segunda. La primera, ya olvidada pero clebre en su tiempo, fue con el Lenin de Ala zurda. De all su ofuscacin con el Mella, aunque no confiara en la pelcula. Haba exigido el protagnico por un asunto de amor propio y de estrategia, pero no dejaba de empearse en la pregunta: Para qu otra pelcula sobre Mella? Y nunca crey que insistiramos en filmar. Tampoco pens quedarse hasta el da siguiente. Hubiera podido negarse a

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aceptar la trasnochada en aquel pueblo perdido, y regresar solo, con el chofer del Volvo, pero se qued para darle cordel al asunto. Para verme regresar con la cola entre las piernas. Como yo conoca su lentitud para la rplica, cada vez que lo agreda, era con un golpe rpido e inesperado, con un porrazo contundente. 43. Haba comido sin baarme por culpa de Pichy tres horas de ducha, y sobre todo por la mala previsin de no concederme una habitacin propia. Cuando Pumarejo me present como a Gerardo Machado, apenas pude percibir a qu Gerardo Machado se refera. Sin embargo, esta vez tena preparada la respuesta desde haca seis aos. Eres un cobarde de porquera. 44. Eres un cobarde de porquera murmur al final de la ceremonia, mientras le pasaba por el lado al Puma y despus de que Varvara dijera: No hablaste bien. No han comprendido nada. La coalicin entre aquellas dos sentencias: eres-uncobarde-de-porquera-no-hablaste-bien-no-han-comprendido-nada, ms un tercer factor preponderante sobre ambos, la proximidad de una Salma Pe toda odos, toda opinin-valoracin, desencadenaron la rabia del Puma y potenciaron el desenvolvimiento del rudo varn que llevaba dentro. Varn intelectual, de los que no se iban a las manos mientras quedasen adjetivos, sustantivos, verbos. Fue as que el Puma emprendi la recurva. Otra vez rumbo a la tarima. La gente, ya dispersa, comenz a notar, por el silencio acompaante, que algo raro se generaba. Algo raro que produca algo raro que produca algo

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raro y que viajaba, a saltos, de una persona a otra y las iba paralizando. El Puma le ech mano al aplique, despeg el micrfono. Pueblo de Minas: Pero ya no manej pausas. Habl en bruto. Cont lo de las dos escenas, lo de la ciudad como mscara, lo de los elementos fortuna, crisis econmica, Ciudad Mxico de 1929. Acentu una y tres veces que no venan a filmar una pelcula sobre la Mina. Que la Mina no tena nada que ver con aquello. Y les asegur que maana filmaran la escena final del cortometraje Mella (segn el cronograma de filmacin, la ltima escena era la primera). Con una sola cmara. No dio explicaciones sobre el cambio, no justific nada. Baj despus, sin mirar a nadie, sin pedirle a nadie juicio alguno, sin hablar. Recto hacia la reja. Y de la reja se fue a su habitacin.
De: Varvara Legsova Fecha: Viernes, 22 de julio de 2004 03:37 Para: Simn Asunto: Haremos cine Querido Simn: Puedo escribir que Pumarejo ha decidido levantar de nuevo la bazuca. Me resulta muy dulce teclear estas palabras. Haremos cine digital, cine de pobres y de tercos, pero cine. No me notas el entusiasmo, padrecito querido? No atraviesa tu pantalla mi alegra? Es autntico y forzado el regocijo. Lo siento como a la espuma del mar de Azov, lo fuerzo como a guadaa de sirgadores. Ahora debemos embriagarnos de entusiasmo, huir de todo lo que con desgano, subdesarrollo y encierro pueda

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llegar a darse, huir de lo que no sea en grande. Rete si piensas que exagero, pero embrigate conmigo, padrecito. Piensa que estamos frente a la boca de un can, sin otras armas que una sola cmara y que de esa cmara dependa la respiracin o la asfixia de todo un pueblo. Para qu otra pelcula sobre Mella? Se pregunta la gente y se lo preguntan tambin algunos actores como el prosaico Ivn Livn. Y se cuestionan de qu venimos y a qu vamos. Y preferiran una pelcula de variedades sobre la estpida farndula que hacen. Cretinos! Venimos de sufrir por lo que pensamos y vamos hacia lo mismo. Espero que a estas alturas hayas ledo el guin de Ala zurda. Crees que yo renunciara a una sola palabra de l para vivir ms cmoda, o para complacer a alguien? No, padrecito. De ah surgieron mis dilemas con Donato y con mi madre Yelisabeta. Aquel me abandon enseguida, aquella me preguntaba en carta: cmo una hija de tu pas, calentada con el fuego de lo autocrtico y con intereses de mantener empleo y vida en un pas satlite, va a ponerse a gritar: Viva la autodeterminacin!? Y yo le responda que una actitud irrestricta y pura, acompaada de una fe ciega descomunal, solan ser los elementos que necesitaban las viejas estructuras para morirse luego del perodo de orgas que instauraba su propia caducidad. Y que yo quera ganarle la batalla a las viejas estructuras. Puedo lucirte doctrinaria, pero debes saber que cuando al poder no lo sostienen sus variantes ideolgicas, ni su diseo moral es efectivo, deriva hacia los excesos de cualquier orden y al bamboleo de sus brazos econmicos y polticos, en busca de algn remedio para la supervivencia. Digo brazos porque el poder es siempre un pulpo. Aunque sea un poder justo, tiene que ser octpodo, decpodo, calamar.

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A tal efecto, una contraparte llena de lozana y por qu no, de alguna verdad, se ocupa entonces de propinarle el sopapo, la cachetada definitiva al pulpo mendaz. (Ahora pienso que si la trabajase como un ensayo, esta carta podra convertirse en mi testamento poltico: un testamento ambiguo donde digo que si, leyendo a Marx, viv toda una vida ms cerca de Bakunin, debi haber sido porque el propio marxismo me lo dictaba. Y que si viviendo en la URSS de la industrializacin y la Guerra Fra, viv ms cerca de Trotsky que de Leonid Brzhnev, debi haber sido porque la doctrina Brzhnev me lo dictaba.) Y es eso lo que umarejo y yo hemos tenido siempre muy claro. Que somos la contraparte. Para ser el documento de esa contraparte es la pelcula sobre Mella. Una pelcula devenida en corto. Un corto que quiere reponer la vocacin subversiva de aquel muchacho, su librepensamiento y sobre todo su frase: Sean siempre comunistas, pero sin dejar de ser manicatos. Una pelcula que intenta decirnos que una persona puede esgrimir, bajo una misma filosofa y concepcin esttica pongamos un nmero candoroso, dos opiniones encontradas sobre un mismo tema, y que no vaya a decirse por ello que se tienen problemas ideolgicos. Una pelcula que intenta decir: Basta de obras monolticas y unnimes! Ninguna pieza es unnime, sino que casi todas surgen reguladas por un centenar de variables (estados de nimo, nivel cognoscitivo de sus realizadores, entorno social, angulacin del chorro de luz que cae sobre la escena, hora del da, da del mes, estacin del ao) que determinan, ms que el estilo, no ya el pensamiento del director, sino la tirana brutal de unos temas y de unas locaciones sobre otras que no llegamos a tocar.

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Y si esta infinita probabilidad de enfoques atormenta a una realizacin solitaria, cuntas versiones no podran sumarse en el compendio? Por qu se acusa entonces de contradiccin, o de lo que es ms llamativo: dificultad ideolgica, a ciertas miradas laterales, oblicuas, que constituyen el origen indiscutible de cada acto creativo o recreado? Hay personas que tardan mucho tiempo en enterarse de las cosas, pero hay otras que por un dominio demasiado prematuro de ellas, las malgastan. Para que nuestra ideologa no se malgaste, es que haremos la pelcula. Claro que tal vez no logremos nada, claro que el propsito cuesta esfuerzo, porque es arte e industria. Y habr que sufrir lo quetienedeindustriayaprovecharloquetienedearte.Peroelarte es ya un elemento a nuestro favor, aun en este pueblo perdido nos miran como si furamos dioses. Mi madre, que no toleraba la infidelidad conyugal de Raisa, nuestravecina,lajustificabasinembargoenlasdamitasdeChjov. Mi padre se hizo adicto a las empanadas despus de conocer que le gustaban a Ggol. Por qu? Porque el arte los haba penetrado adems de como discurso o propaganda, como un espejo combo que jugaba a distorsionarles sus paralizadas nociones de lo moral. Por eso estamos aqu y desde tal convencimiento, te escribo con la mayor esperanza. Un gran abrazo. VarvaraNikolaievna

45. Tena la carne fra como la piel de un anfibio. Cuando logr tocarla a discrecin, Diana descubri que Varvara tena piel de rana. El contacto las preocup a ambas y se miraron con cara de pregunta: Quin es Machado? fue lo que se le ocurri decir a Diana de pronto, para disimular. 68

Varvara sonri. El presidente cubano que mand a matar a Mella dijo por lo bajo. Pero a Mella lo mand a matar Stalin le dijo por lo alto, esperando tal vez que Diana le preguntara: Y quin es Stalin? Pero ya Diana haba salido del aprieto. Yno le importaba para nada quin era Stalin. Era ms, viva mejor sin saberlo. Jaimito iba detrs y detrs iban el Indio y Pichy con Salma Pe. Livn Ivn se haba quedado tieso en medio de la plaza. Ahora todo vuelve a ser distinto les dijo Varvara al llegar a la reja con una sonrisa maldita en los labios. Diana sospech que eso mismo poda estar dicindolo en otro lugar. 46. Ahora todo vuelve a ser distinto le dijo al Puma, mientras pona sobre la cama el libro de Nabkov. Estaban en el cuarto penumbroso del director, con algn olor a moho y a ropa de poca. Comuncate con el productor. Escrbele que ahora nos quedamos le pidi el Puma. Dile a Jaime que quiero verlo orden. 47. La insistencia de Varvara en decirle a Jaimito que fuera a ver al Puma, me provoc la duda de si la otra Varvara no estara con el director. Yo era terca en aquello de perseguir espritus, quintaesencias o kamarrupas. Tena una elevada concepcin de mi responsabilidad como intermediaria. Por eso corr enseguida a la habitacin del director.

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48. Estaba solo en la habitacin, con los codos sobre los muslos y la mandbula entre las manos. Quiero acostarme contigo fue lo que escuch de pronto. Era Diana Beltrn. Fue a decirle que esperaba por Jaimito, pero, sin darle tiempo a que reaccionara, ella se meti entre sus piernas. Y l estaba tan apesadumbrado que la dej hacer. La dej rascarse la mejilla con la suya. La dej tocar, se dej tocar por ella, por su boca, por sus manos, la dej y cuando por el corredor retumbaron las voces de Varvara y de Salma Pe, sinti que tocaba a Salma Pe, sinti que Diana era Salma, e invent que Salma toda era un cuello estrecho, desnutrido, un flaco cuello de cisne domesticado. 49. Tambin me hasti de m mismo, con la pelcula otra vez en cero, sin luces ni micrfonos, con una sola cmara. Me defraudaba el hombre que tena dentro y no haca otra cosa que ayudarlo a que se sintiera un fraude. Y pensaba en cmo resolver lo de las luces, en cmo soslayar lo del sonido, pero lo pensaba slo con preguntas. Estableca como quejas las preguntas, sin pensar en soluciones. 50. Varvara no estaba, pero en la cama, sobre la sbana, permaneca la huella rectangular de un libro. Sin ms pruebas que aquella marca, redondeando en mi cabeza la idea de que la Varvara irreal era la que andaba siempre con un libro, tuve que decir algo para disimular: Quiero acostarme contigo. Fue lo que se me ocurri de pronto.

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51. Traa, debido al retraso, un sentimiento de culpa que se troc en despecho, en indiferencia y en asco. Cuando los vi, sent mucho asco. Herida de muerte mi confianza en los dos, apaleada la sensacin dulcsima de las tetas puntiagudas de Diana, la nueva visin de unos pelos al garete, de una cabeza impactada contra el pubis de Pumarejo, hiri de muerte mi relacin con ambos. Envilecida por la semipenumbra, la escena me provoc nuseas. Respir para contenerme y casi lo haba logrado cuando Diana se percat de mi presencia y hundi definitivamente el rostro en el pubis del Puma. Sent que el plato fuerte se me mezclaba con el postre en el estmago y a punto de vomitar, sal a tomar aire. Entonces vino un apagn, una ceguera hacia lo carmelita, y tropec con algo. Colision contra el busto de alguien. 52. Coo! dijo Jaime. Coo! dijo el busto, dijo el Indio. Caramba! dijo algo. Caramba! dijo su otro Indio. Se disculparon. Se cagaron en aquellos apagones de porquera. Y dejaron de estar sujetos. 53. Lo sacudi la oscuridad con su tristeza. Se senta mal consigo mismo y no saba qu decir. Se levant de la cama, sali al pasillo sin decir nada, pensando que no quera verla en lo que le quedaba de vida, buscando la caja de los cigarros en el bolsillo, pensando que, por su culpa, ya no tena deseos de hablar con Jaimito. Por suerte Diana supo comprender y se escurri como un gato.

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54. El camargrafo no dejaba de acosarme y, para evadirlo, me pegu a la rusa. Resist sus temas de conversacin, sus pedanteras soviticas, pero, camino a la habitacin nmero siete, me vengu como mejor poda, le pregunt a Varvara quin era Yelisabeta. El apagn, al inicio, casi diluy la pregunta, despus elmismo apagn con su camada de mosquitos nos oblig a volver sobre Yelisabeta y, al hablar de Yelisabeta, hubo que hablar de Siberia, del viaje a Cuba, de las razones para no volver a Rusia, de la frase Viva la autodeterminacin! Dijo que por aquella frase, tan pacfica, se haba detenido la filmacin de Ala zurda, su primer largometraje. Varvara Legsova me lo dijo todo. Habl de sus mayores odios, de sus amores, de sus recuerdos. Dijo que en las afueras de Jabrovsk, cuando recoga por mandato la resina de los ms alejados pinos, se top de frente con un tigremacho,tropez,las rodillas se le hundieron en la grama helada y los bigotes del animalle pincharon lasmejillas.Dijoque antes,cerca deSpitak, habavividoloshorroresdeunterremotoqueabarcunradiode diez kilmetros. Dijo que le haba quitado la pantie a una pierna mutilada para sacarle un dinero que su propietaria, una vieja, se haba guardado en el calcaal. Luego ley, traducindola del ruso, la primera carta que Yelisabeta le mand a Siberia (debi sacar una linterna de su mochila). La carta era un bloque de hielo, con una letra enorme. Despus sac otra carta de su mochila. Esta es ma. Eralaltima,laquehaballegadotardeaRusia,laquedevolvieron porque ya no haba nadie para recibirla. Otra navaja de hielo, escrita igual con una letra enorme. La leytambin. Era una carta muy dura. 72

55. La luz redonda de la linterna sobre la carta, la periferia oscura, le recordaban a Varvara las tomas romnticas y viejas del cine en ciernes, donde las cartas eran enfocadas prolongadamente y las lea la voz de la destinataria que despus se mezclaba con la voz de la remitente. Seducida por aquellos efectos, imitndolos de paso, Varvara busc la voz de su madre y ley: ADORADA REZO A DIOS PORQUE AL POSAR TUS AMADOS OJOS EN ESTA CANSADA LETRA MA TE SIENTAS MS FUERTE PARA ENFRENTAR LA RECIA PRUEBA QUE EL DESTINO TE HA HECHO CORRER EL PASADO 13 DE MAYO SE HA INSCRITO CON LETRAS DE FUEGO EN MI CORAZN CASI MUERO HIJITA VENERADA! QU DOS GOLPES PARA UN SER TAN DBIL Y SIN ESPOSO! NO TIENES LSTIMA DE M? LUEGO DE LA VIGILIAY ELAYUNO POR LA JUBILOSA CONMEMORACIN DE NUESTRA SEORA DE FTIMA ME DESPERT EL CATORCE DA DE MI SANTO Y CALENTABA UN PORRN DE LECHE DE CABRA CUANDO PIT EL HIJO DE MAKARICH QUE HACE LAS VECES DE CARTERO CUANDO SU PADRE SE ENFERMA TU TELEGRAMA EN UNA MANO Y DICINDOME HAN HERIDO AL PAPA EN LA PLAZA DE SAN PEDRO CON MS DOLOR QUE SOBERBIA LA EMPREND CON EL CHIQUILLO LE DIJE MENTIROSO Y LO ESPANT ZAPE HIJO CHISMOSO DE MAKARICH! AL FINAL ME ARREPENT DE HACERLO PUES HUBE DE ENFRENTAR SOLA LA TRGICA NOTICIA DE TU DESTIERRO POBRE APRENDIZ DE CARTERO AN ME PESA 73

EN LA CONCIENCIA SU CUERPECITO QUE HUA ARRASTRANDO EL JOLONGO DE LAS CARTAS! EL POBRE NO TENA LA CULPA! aro de tinta COMO VERS HA CADO UNA LGRIMA PERO NO ES DE ODIO NO TE ENCOLERICES NO VIVAS PARA LA VENGANZA ESTA ES LA MAYOR PRUEBA PARA EL CRISTIANO EL ODIO ES EL SENTIMIENTO AL QUE MS SE INCLINA EL ALMA HUMANA QUE NO MINE LA TUYA CIRUELA MA! LA VERDADERA REHABILITACIN DEL CRISTIANO ES EL PERDN ABSOLUTO AHORA LO S TU DESTIERRO Y EL DISPARO AL PAPA HAN SIDO SEALES PARALELAS EN LA VIDA LA CUESTIN VARINKA MA ES SOBREVIVIRLAS LA CULPA LA TIENE EL DEMONIO QUE NOS TRASCIENDE PORQUE EST DEMASIADO ARRIBA Y SLO ALGO DE ARRIBA PUEDE DESTRUIRLO ENTIENDE MI NIITA LO QUE QUIERO DECIR? QUE LA POSTRER SPLICA DE LA MADRE DE TODOS TE ASISTA Y GUE PARA QUE LAS PENALIDADES NO TE ABSORBAN EL JUICIO DALE TAMBIN LAS GRACIAS A ESTE SEOR (SOBRINO DE RAISA ANDROPOVNA) QUIEN TRABAJA EN EL TRANSIBERIANO POR LA RAMA DE LA PESCA Y ACEPT MUY AMABLEMENTE LLEVAR MI CARTA Y UNOS ESCARPINES QUE RECIN TEJ CON TUS INICIALES (VNL) PARA DISTINGUIRLOS DE OTRO PAR DEL MISMO COLOR QUE TEJ PARA L NO PIERDAS RIPIO Y HAZME UNAS PALABRAS DE VUELTA DILO TODO SIN TEMOR DE QUE ESTA VIEJA MADRE TUYA SE PONGA A SUFRIR CMO ERES 74

TRATADA EN QU LABORAS CUN MALOS SON LA DIETA Y EL CLIMA Y EL ALBERGUE POR LAS NOCHES? QUISIERA DECIRTE MUCHAS COSAS QUE VELES POR TU SALUD QUE TE QUIERO QUE ME SIENTO BIEN A PESAR DE LOS AOS DENTRO DE LOS ESCARPINES ECH DOS TIRITAS DE LEVOPROMAZINAY UNA IMAGEN DE LA VIRGEN DE FTIMA REZO PORQUE LLEGUEN Y TE PERMITAN GUARDARLAS AUNQUE DESDE YA CON IMAGEN O NO ELLA LA VIRGEN SER TU FARO JUNTO AL CRUCIFIJO QUE ESPERO NO HAYAS DEJADO DE USAR ADIS BESA TUS MEJILLAS Y TE ADORA MAM 56. Haba que hacer cine de cualquier forma. Si las razones paralelas de ndole social no iban a considerarse, esta razn aislada: la necesidad de filmar, renda lo suficiente como justificacin. Con el recorte del presupuesto, la idea de la gran pelcula se vino abajo. Hubo que reestructurar el guin sobre la marcha. Segn el cronograma, la ltima escena era la primera en filmarse y cuando, acabados de llegar al pueblo de la Mina, recibimos la noticia del recorte del presupuesto, nos pareci que la tierra nos iba a comer. A la falta de un elenco de primera lnea, se le sum la desercin de casi todos los actores profesionales que quedaban. Tuvimos que acudir a figurantes, no actores y hasta a los propios tcnicos en ms de una ocasin. La tensin de trabajar sin recursos y con actores casi sin experiencia, lo absorbi todo. Al no saber cmo resolver toda una gama de problemas tcnicos, se desatendi mucho el guin. Los cambios fundamentales los hicimos Zoilo y yo, casi a tientas, una noche en que no dormimos. 75

Y al otro da comenzamos a ensayar nada menos que la ltima escena. Fue una noche agobiante en la que debimos resolver el rumbo del argumento, a la par de los problemas tcnicos y actorales. Pasaba tambin que la gente del pueblo tena muchas expectativas con la pelcula. Pensaban que bamos a filmarlos a ellos y esto gener, en un principio, una situacin difcil de manejar. Nos trataban como si furamos dioses y hasta haban decorado una carreta para trasladarnos a la vista de todos. Algo completamente inoperante, que no consideraba nuestras necesidades de transportacin sino la cosa esta del vedettismo, pero que denotaba a la vez la admiracin que nos tenan. Decirles que nuestro proyecto utilizara su ciudad para reproducir otra, fue el primer obstculo que debimos enfrentar. Por suerte la poblacin fue muy receptiva y cooper con nosotros de una forma fabulosa. Pudimos disponer de sus casas, tomarlas como camerinos o lugares de discusin o anlisis; adems de que la expectativa creada entre los pobladores fue muy til para inspirar el trabajo del elenco. All lo que nos traicion fue la escenografa o, mejor dicho, mi recuerdo de la escenografa. La esquina de Morelos que pretendamos reconstruir no guardaba ninguna similitud con la esquina que nos encontramos al llegar. Quedaban, s, algunas edificaciones de poca, pero con importantes y muy visibles modificaciones, anacronismos y hasta chapuceras en su arquitectura. La regla fue aprovechar lo que haba y camuflar lo inconveniente, trabajando siempre sobre el plano cerrado, sobre la persona del actor; acuerdo que la creatividad de Jaime Lombillo condujo de la mejor forma, para realce de la atmsfera documental y lucimiento de la puesta en escena. 76

Con esto quiero apuntar, aunque luzca paradjico, que muchas de las virtudes de Mella las determin el propio recorte del presupuesto. Muerta la posibilidad de hacer un largometraje, el equipo de realizacin dej de estar tan sujeto a la repercusin de la obra, la censura import menos y se fue ms libre para crear. Retomamos cosas imposibles de desarrollar en la pelcula como los motivos digitales, la utilizacin del blanco y negro, la multiplicidad de personajes para un mismo actor o actriz; y, por ltimo, la obligada determinacin de hacer un cortometraje silente salv a la pieza. Lgicamente, las actuaciones se resintieron, pero en una obra no silente el impacto hubiera sido mucho mayor. Lo que no pudimos controlar fue el desajuste del guin, dejamos las cosas demasiado abiertas, lo que trajo problemas narrativos y de comunicacin. Era un guin muy ambicioso, con muchos niveles de significado. Un guin que acariciamos por demasiado tiempo Varvara Legsova y yo, pero que nunca conseguimos estructurar completamente porque con la espera se nos fue acumulando demasiado material y se hizo muy denso el argumento, muy difcil para el improvisado equipo de realizacin que, adems de las indisciplinas propias del desconocimiento del oficio, sufra de una ignorancia total sobre lo que tratbamos. MAMITA: OTRA VEZ LA VIEJA HERENCIA DE LOS LEGSOV SE HA CERNIDO SOBRE M. HACE UNOS AOS, EN PLENA NEURALGIA SENTIMENTAL, TE ESCRIB DESDE SIBERIA UNA CARTA DONDE CANJEABA EL TEMA ARDIENTE DEL REGRESO POR EL DE 77

UNA LEJANA MAYOR, NECESARIA A COSTA DE TANTA PESADUMBRE. AQUELLA, CREO, COMENZABA MS O MENOS AS Y REDACTARLA ME FUE IGUAL DE DIFCIL. AH, MI BUENA YELISABETA, NO ME MIRES CON ESOS OJOS TAN GRANDES Y AGUADOS! NO CONFUNDAS CON EL DESAMOR ESTE DESTINO MO QUE SLO SUMA VERSTAS ENTRE NOSOTRAS! AHORA TE ESCRIBO OTRA CARTA PARECIDA O PEOR, PORQUE ES UNA SIN REGRESO. NO LLORES. QUIERO QUE ESTS PREPARADA PARA LO QUE VOY A DECIRTE. TOMA TUS PLDORAS. RESPIRA. YA? NO VOLVER A RUSIA. NO VOLVER NI DE VISITA. SE HA QUEMADO LA PARTE DE MI VIDA QUE ALL PERTENECA. S QUE ESTO TE DOLER. PERO TAMPOCO VA A MATARTE. EN TODA MUJER RUSA HAY UN TRONCO DE ABEDUL. EN TODA MUJER Y EN TODO HOMBRE. LA HISTORIA LO HA DEMOSTRADO. QUIN LE IBA A DECIR A MARX QUE EL ATRASADO PUEBLO RUSO, AQUELLA HORDA DE PATANES A QUIENES NO LES VEA MS FUTURO QUE LA ANEXIN A LA INGENTE ALEMANIA, SERA EL PIONERO EN ESTABLECER LO QUE EN SU PROPIO PAS NUNCA LLEG A CUAJAR DEL TODO: EL COMUNISMO? S, MADRAZA MA, O LOS AOS O ESTA 78

MAOSA ISLITA DEL CARIBE HAN ACABADO CON LO QUE FUI. LTIMAMENTE, CADA VEZ QUE LA RABIA ESTUVO A PUNTO DE GANARME, ME HABL A M MISMA: QU HUBIERAS HECHO T CON UN POCO DE PODER, HIJA DE NIKOLI? ESA MUJER CONTENIDA ES LA QUE SOY AHORA, NO TE ABRUMES NI SUFRAS. DISFRUTA QUE YA NO EXISTE ODIO EN M. QUE SI NO REGRESO, ES PORQUE YA NO TENGO ENOJO NI CUENTAS QUE SALDAR CON NADIE, QUE YA PUEDO ESCRIBIRTE QUE AMO A RUSIA. PIENSA, POR EJEMPLO, QUE EL DESTIERRO ES ALGO INNATO EN TU HIJITA, ALGO QUE LA HACE REPUGNAR DEL OLOR DE LOS MISMOS LUGARES. PIENSA, SI NO, QUE ESTOY SENTADA EN CASA, EN LA HABITACIN CONTIGUA A ESA EN LA QUE ESTS AHORA, QUE EN TODOS ESTOS AOS ME HE ESCONDIDO DE TI EN LAS HABITACIONES CONTIGUAS Y TE HE GASTADO BROMAS PORQUE SOY TU NIA Y PUEDO JUGAR A ESCONDERME. O NO? ESCRIBIR LO MS PRONTO QUE PUEDA. CUIDA TUS HBITOS Y NO PIENSES EN LA MUERTE. NI T NI YO VAMOS A MORIRNOS NUNCA, Y AUNQUE LO HAGAMOS, MORIR ES UN UNIVERSO DE VARIANTES Y SUBTERFUGIOS QUE QUIZS SEPAMOS APROVECHAR MEJOR QUE LA VIDA. ADIS. VARINKA 79

57. Despert con la sbana de taparse hecha un tarugo entre las piernas. La luz le despeg los prpados. Se levant con susto. Mir el reloj. Pens que todas las luces deban estar encendidas. Se visti. Sin despertar todava, Rita se revolva en la cama buscando la perillita del ventilador. Aquel intento le dio lstima. Camin hacia la basecita del ventilador, lo encendi y le hizo bien el pequeo favor que le haca a su mujer. Rita y su cuerpo no llegaban a la altura de lo que el delegado tena contemplado como Belleza, pero lo hacan gozar, lo amparaban, lo dejaban cantar, lo respetaban, lo vean como al gobierno. Eran casi un matrimonio. 58. Sal al corredor, al patio. Todas las luces estaban encendidas y all, en la reja, fumaba Livn Ivn. Quise hablar con l primero, pero me desvi a la oficina de Rita para recoger las llaves y apagar las luces. Detrs de la hoja de la puerta me pareci ver unas piernas. Alert los sentidos, adelant con sigilo la cabeza, pero enseguida baj la guardia. Era Pumarejo. Tena un cenicero en una mano y tambin fumaba. Est prohibido fumar aqu dentro le dijo mientras tomaba el mazo de llaves. S que lo he defraudado dijo el Puma. Me qued mirando el mazo de llaves. Plane pedirle que en lo adelante fuera franco con la gente, que no nos dejara pronunciar discursos, construir castillos, anunciar una pelcula sobre la Mina que nunca sera, que no estaba en ningn guin ni en la cabeza de nadie y que no era una pelcula, sino un par de escenas tristes. Pens decirle que no se aprovechara as de la gente. 80

Livn Ivn est en la reja dijo en definitiva. Lo s respondi el Puma y tumb la cabeza hacia atrs. Volvi a chupar el cigarro. Limpias el cenicero, apagas la luz y tiras la puerta le dijo a Pumarejo con aspereza. Camino a la habitacin nmero cinco, me top con Varvara que iba con su maletincito rumbo a la oficina y le ped lo mismo: que limpiara el cenicero, apagara la luz, tirara la puerta cuando terminara. 59. Entonces ya vena de hablar con Livn Ivn, de mirar juntos la misma boca de la noche, de decirle (cuando reclam un transporte urgente para regresar maana a primera hora): Son las cuatro de la madrugada, mejor te acuestas. Vena de preguntarle qu les haba pasado con Ala zurda. El delegado guardaba un ejemplar de cuanto libro de cine se haba vendido en la Mina, tena una gaveta llena de recortes de revistas y saba quines eran Quentin Tarantino, Luis Buuel, Ingmar Bergman. Manejaba trminos como travelling, road movie, flash-back y conoca que algo raro haba ocurrido con Ala zurda. Pero qu? Asustado con la pregunta, Livn Ivn cambi el tema. Se quej de la suerte de los personajes de reparto, dijo que se senta un figurante, un incomprendido. Tal vez pens que el delegado poda ayudarlo a regresar. No saba que estaba frente a otro que buscaba lo mismo: que lo ayudaran y lo comprendieran. Otro que lo superaba en el parapeto de un poder municipal, pero que lo ms que poda brindarle a su infortunio era un sentimiento hermano, una queja igual, nunca una solucin.

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60. Livn Ivn estuvo tumbado junto a la reja hasta que sal de la oficina de Rita. No quera toparse conmigo. Y yo lo mismo. Por eso sentamos con ms fuerza la presencia de cada uno, y las estancias se volvan estancos y los pasos se hacan molestos, crepitantes, odiosos pasillos de tap. Sal de la oficina primero que Varvara. Dije que tena sueo. Era mentira. Tena un nido de hormigas en la cabeza, hormigas que dejaban de rastro la baba de un cido. Camino a mi habitacin, mir los cuchillos de luz que por debajo de las puertas de Jaimito, de Zoilo y de Pichy, se formaban en el piso. Por no encontrarme con Diana, ni con Livn Ivn, y tampoco con Jaimito, termin tocando en la habitacin de Zoilo Borrego. A Zoilo lo haba acabado de despertar el delegado para pedirle que apagara la luz de su habitacin. Cuando toqu a la puerta, pens que era de nuevo el delegado y me abri con algn insulto. T? Dud como quien pregunta: Qu estrella se ha cado? Vi la luz encendida y necesito hablar, eres el asistente de direccin. 61. En la habitacin de Zoilo Borrego haba una luz excesiva, inhspita para un dormitorio, una luz que arda en los ojos y otra lumbre en contra que se colaba por la ventana y vena de afuera y sobrealumbraba las cosas con una intensidad amarilla, ficticia. El exceso de iluminacin encandil al Puma, envindolo casi a tientas hacia una butaca frente a la cama. Ya sentado, sin abrir mucho los ojos, retom el asunto de los cinco motivos ldicros. Los plante al hilo y dijo que pen82

saba reincorporarlos: vuelo de mariposa blanca, Varvara Legsova haciendo de la Internacional Comunista, escala del negro al blanco, imagen coloreada de hombre sin rostro que representaba a la muerte. El quinto motivo lo determinaran las circunstancias. A los cuatro habra que aadirlos de nuevo. Y no se convertir la escena en un aquelarre? pregunt Zoilo. Aborreca aquel comportamiento. Echaba de menos la acritud de Varvara (pero Varvara estaba an convaleciente de su ltimo ataque de epilepsia. Y era, adems, tan rusa). Echaba de menos el abandono de Jaimito (pero Jaimito era el amante de Diana). Prefera el empeo sin pudor de Diana (pero Diana era la amante de Jaimito). Hubiera elegido la apata de Salma Pe (pero con Salma Pe no se podan tener conversaciones profundas). Crey que hasta prefera la guerra con Livn Ivn, con el productor, con la censura, pero se dijo: mi asistente de direccin es este tipo. Yse qued con l. Zoilo Borrego le sirvi de oreja, de boquete, de vlvula, de piedra en el zapato, de espritu de contradiccin, de hoja blanca dividida en imagen / sonido / parlamento / puesta en escena / movimiento de cmara, de mano que le alcanzaba una hoja, y otra hoja, y una copia del guin inicial, y un lpiz, y serva de boca incansable y borraba la idea de la censura propia y la externa, con su perpetua censura de siempre, y lo dejaba libre de Varvara, tan libre de Varvara, que con aquella moneda mostrando su otra mitad, medio enceguecido por el exceso de luz que cambi a fluorescencia apacible y cmoda, empez a estimar un poco a Zoilo Borrego y, al amanecer del da viernes, la escena ltima se haba fundido con la penltima en una sola escena. Y el nido de hormigas se haba dispersado bastante. 83

LA CRUZADA DE PUMAREJO
Por el Ciudadano Equis

Arpn. Tabloide de Crtica. Junio 2005

Olvidada por nuestra filmografa desde 1975,1 la figura ms enrgica de los fueros estudiantiles de los aos 20, el precursor de ms de un movimiento social y fundador de nuestro primer Partido Comunista, ha vuelto a la palestra pblica por suerte del soporte digital, en el desconcertante cortometraje Mella, de Gabriel Pumarejo. Pelcula muda, subtitulada a ratos, constituye el ms apreciable tratado contemporneo sobre cmo no hacer cine. Con el acuse de poca originalidad de un ttulo que se esperaba provisional por lo obvio y porque se mezclaba con su homnima e infeliz antecesora, la pieza sali al estreno en los cines de la capital y no ha convencido a nadie. Obra que ni la talentosa cmara de Jaime Lombillo pudo rescatar de la mediocridad ms superflua, psima en su direccin de actores, vctima de un estilo documental que no cuaja ni le pega al carcter biogrfico, la pieza se empantana en un abordaje digamos que demasiado politesta de la historia. pera prima del todava joven cineasta, la pieza engaa en sus inicios y se derrumba pasados los primeros tres minutos. Afincado en esta nueva onda desinhibida que padece ms de un realizador contemporneo, y a diferencia de los pocos casos felices que esto ha determinado, aqu el esnobismo condena la trama a languidecer. Y obli84

ga al mareo por la eleccin excesiva ya en nuestro medio del negro y el blanco y de la pedestre reconstruccin de la poca. Ay, esa esquina grotesca que pretenda ser la interseccin de las calles donde matan a Julio Antonio. Ay, ese peinado fuera de poca de la Tina. Y qu decir de esa ltima escena de penoso aquelarre, donde los guionistas decidieron embutirle la reconstruccin policial de los hechos a la ya de por s compleja recreacin del asesinato, todo en un solo plano corredizo, en una sola secuencia, tipo La soga de Hitchcock, de modo que el espectador echa de menos una mandarria y al crtico le parece que ni el director ni los actores confan plenamente en lo que filman. Escena saturada de esperpentos, herida de insatisfactorios efectos especiales, permtaseme clasificarla como malsimamente mal lograda. Como se toma por el elstico un calcetn pestilente, ante tanto bodrio expuesto procedamos con cautela, detengmonos tan slo en este final de pelcula y estudiemos el desempeo de los protagnicos. Ni siquiera cuando hace de cadver gracias que no habla logra convencernos Joaqun Gutirrez. Antes, en la escena de la visita al barco ruso Vatslav Vorovsky, el crtico tuvo esperanzas con el muchacho, pero hacia la mitad del filme, Gutirrez se desploma, nos entrega un Mella vaco y dbil. Dudan el crtico y el mediano conocedor de nuestra historia que un temperamento tan soso pueda representar al campen de la fragata de cuatro con timonel, al nieto del general dominicano Ramn Matas
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Ao en que se filma el largometraje Mella, de Enrique Pineda Barnet, y el documental El primer delegado, de Santiago lvarez, las dos primeras obras a color totalmente procesadas en los laboratorios del ICAIC.

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Mella, al joven que sobrevivi a una huelga de hambre de dieciocho das, al incesante agitador poltico, arengador de masas obreras y estudiantiles. Porque nuestro Mella histrico y fundamental muere desde que Joaqun Gutirrez comienza a interpretarlo. No ley siquiera el actor el captulo IX de Paradiso? Incluso aquella variante del personaje como un Apolo, la de un Adonis de la izquierda, aunque burguesa y amanerada, lo hubiera favorecido ms. E increble que despus del desafuero de esta mala seleccin teniendo a mano la suculencia interpretativa del veterano Livn Ivn, el apenas apenado director, todava ms errtico que antes, le regale el papel de Tina a la insufrible Salma Pe. Como si fuera poco, a la escena la cunden los efectos digitales de una mariposa blanca, una actriz de corta trayectoria, Varvara Legsova, tambin guionista (?), toda teida de rojo, y el dibujo animado de un hombre sin rostro, que atropella lo dems, intentando representar a la muerte, y que se haba ganado alguna simpata del crtico luego de una primera aunque anacrnica aparicin en la huelga de hambre, pero que termina de parche terrible en la apoteosis del final, junto a una frentica sucesin de acciones, de un montaje teatral y monoscpico, en lo que el dibujito cae como una gota que colma la bacinilla, y la mariposa blanca y la actriz de rojo pululan anorxicas, hastan, enferman los ambientes, hasta que despus del corte en negro todo desaparece, la msica se acaba para que la reconstruccin de los hechos colmo de la desobediencia a los cdigos de la representacin tenga efecto. Y todo en medio de una aplastante inexactitud histrica para citar un ejemplo, a Mella lo ultiman a las diez de la noche y el sol de la escena final no se pone nunca. Sobreabundan las pifias cronolgicas, los gazapos de 86

edicin, la utilizacin de dos actores para un mismo personaje y de un mismo vestuario para varios actores defecto que ni el empleo del blanco y el negro pudo disimular. Bajo tal anarqua, la historia es manipulada por la ficcin y los sucesos finales, la irrefutable culpabilidad del tirano Machado y hasta la pica frase del mrtir: Muero por la Revolucin!, parecen elementos de una tragicomedia. Para qu seguir?, se pregunta el redactor de estas lneas, pero contina, porque ha sido picado por lo que considera una singular alteracin de los realizadores de Mella, el cortometraje. Siendo como es, ante todo, una vaga pieza menor, hay una ponzoa en ella que no nos dejaba vivir, seguir de largo, olvidarla para siempre. Tena algo. Haba algo que descubrir y, mientras elaboraba este artculo, un pesar ms de hombre que de crtico, ms social que cinematogrfico, peda ser nombrado. Preocupante la manera turbia con que se cuenta todo ltimamente. Las alimaas del esnobismo perturban la paz del dato histrico. Antes, cuando bamos al cine, uno perciba el cabal sedimento de una historia donde los hroes eran todava los hroes. Ahora hasta los crticos nos hemos ido acostumbrando a colaborar con lo ambiguo, con la impertinencia, la mofa, a establecer el descrdito como una manifestacin efectiva del arte. Por este camino, nos quedaremos sin paradigmas y sin causas verdaderas.

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LOS CRUCIFICADORES DE PUMAREJO


Por Simn del Ro

La Gaceta de Cuba No. 3 / Mayo-junio 2005

Hace poco ms de una semana que la pieza documental Mella anda de estreno por las salas del pas. Hija de lo irregular del medio en lo que a producciones se refiere, la obra necesit del brazo financiero de sus propios realizadores y result al cabo de una prolongada tozudez y ms de una coincidencia. Para nadie es un secreto que el uso de la tcnica digital genera nuevos caminos hacia la exhibicin. Alternancia que unos casi siempre los realizadores pobres reciben con euforia, mientras otros casi siempre los secuaces de los centros productores tradicionales suelen menospreciar. Muy a tono con este rediseo, la produccin cinematogrfica del pas se ha lanzado a la bsqueda de nuevos tratamientos y enfoques. Ms que un suceso premeditado que no lo es, el hecho se explica con la lgica de un cine que se sabe independiente de la censura y los esquemas de la industria oficial. Pululan entonces, para nuestra salud, los lenguajes mltiples, la narrativa de los diferentes puntos de vista, la estructura seccionada, las alteraciones espacio-temporales, los hbridos de todo tipo. Dentro de esta ola de distinto quehacer, se inserta Mella, cortometraje del joven realizador Gabriel Pumarejo. 88

Obra en ms de un punto apreciable, muda y de intensa banda sonora, que a pesar de ciertas lagunas argumentales ha pasado por nuestros cines de estreno con la tranquila modestia de los filmes con temas histricos. Valiente la decisin de ponerle Mella, sin rodeos, al producto,1 sin sugestionar a nadie, y sabiendo que las sociedades contemporneas suelen preferir otros argumentos para su cine. Pero, si despus de este primer obstculo sedicioso, el cubano decide pagar su boleta y emplear treinta minutos para conocer la vida de JulioAntonio Mella, la obra de Pumarejo lo reconfortar con mucho. Aun desde su compleja estructura narrativa, la pieza emociona, entretiene y ensea, mediante una facturacin moderna pero comedida, un uso fenomenal de la cmara, un ritmo que no decae y constantes innovaciones que sacuden nuestra forma de mirar hacia el pasado. Por eso, aunque disfruto la diversidad de criterios y respeto la opinin de mis colegas, no logro explicarme el artculo furioso que un Ciudadano Equis public recientemente en las pginas del siempre polmico tabloide Arpn. 2 Luego de empezar por calificar a la obra de tratado sobre cmo no hacer cine y de aventurarse en la afirmacin de que no ha convencido a nadie, Equis toma la voz de los espectadores, del crtico, del mediano conocedor de nuestra historia y del redactor de aquellas lneas para acusar de politesta al cine de Pumarejo. Y decide con marcado inters de que se lo agradezcan analizar la obra desde su ltima escena elstica, como si se tratara de un calcetn pestilente [sic]. Otras injurias y alguna mandarria increble han quedado a lo largo de los cinco primeros prrafos, pero todava insatisfecho con su tono inquisitorial, el crtico y el 89

mediano conocedor de nuestra historia, aseguran que nuestro Mella histrico y fundamental muere desde que Joaqun Gutirrez comienza a interpretarlo. Analizada la estrategia y visto que, salvo groseros brochazos, Equis tiene muy poco que decir de cine,3 nos preguntamos a qu aplastante inexactitud histrica se refiere, a qu vaguedad fuera de la de proponer a un actor veinte aos mayor para el personaje y aqu, independientemente de la suculencia interpretativa de Livn Ivn, es obvio que el artculo traiciona al articulista, al crtico y al mediano conocedor de nuestra historia, condenando al hroe a su sola cualidad de tipo pico y broncneo, quitndolo de su origen bastardo, de su niez insegura, de sus amistades bohemias y problemticas, de sus desnudos fotogrficos y espero que Equis pueda tolerar tal enumeracin, exactamente histrica, sin clasificarla de burguesa y amanerada. Pero tambin podramos salirnos del tema cinematogrfico, aceptar el reto que nos lanza y combatir al crtico, con sus propias armas, en su propio y falaz terreno de la exactitud documental. Aquella escena que lo llen de esperanzas, la de la visita al barco Vatslav Vorovsky, resulta uno de los ms controversiales episodios en la vida historiogrfica de Julio Antonio Mella.4 La escena del cortometraje es lineal. Se apega a la versin ms equilibrada, al artculo de Mella, tambin muy apasionado: se intercambian presentes; comen; los platos tienen dibujados la hoz y el martillo; hasta en la sopa se manifiesta el apego a la ideologa marxista.
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chesele un vistazo a otros ttulos de tema afn y se vern horrores. Arpn. Tabloide de Crtica. UNEAC. Junio 2005. La cruzada de Pumarejo.

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A Equis deben gustarle estas asociaciones. Son del tiempo en que los jvenes militantes de los partidos comunistas del mundo rogaban que a la hora de su muerte se los llevaran en barco hasta la Mosc querida. Ser un aclito del realismo socialista este Equis ciudadano? Ser un dinosaurio? Y sin embargo, en aquellas pocas no todos fueron focas amaestradas. El propio Mella figurara como una de las molestas excepciones. A menos de un ao de vida, el propio Partido Comunista, por l fundado, acordara expulsarlo por su actitud en la huelga de hambre. Un mediano conocedor de nuestra historia tal vez pueda obviarlo. Una obra de arte verdadera, me temo que no. Amigo Equis: a la historia se le manipula menos con la ficcin que con la realidad diaria. Piezas como la de Pumarejo y su ms que sugerente escena final constituyen un acercamiento a los estados diversos de los hechos que debera ser saludado, muy a pesar de los que slo detectan perturbaciones, colaboracionismos, alimaas en el arte.

a) En qu se basa para calificar de nueva ola desinhibida al ms intenso movimiento de bsqueda en el audiovisual cubano?No le bastan los sugerentes, llamativos, premiados y numerosos ejemplos de este desarrollo reciente? (A saber: Suite Habana, Video de familia, Utopa, Demoler, Memorias salvadas del olvido, La poca, El Encanto y Fin de Siglo, Caidije, Cucarachas rojas, Frutas en el caf, Mata que dios perdona, Tres veces dos, Los ecos y la niebla, Monte Rouge) b) Acaso no percibe que aquella ltima escena, con aquel sol que no se apaga, con la reconstruccin a la inversa de los hechos, a partir del rudo y acentuado corte, son muestras de lo mejor y lo que ms enriquece y aporta a la belleza plstica y el significado de los hechos?

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62. Perdido en la oscuridad, presa de los mosquitos, se masturbaba pensando en el camargrafo y en la tarde en que lo vio por vez primera, en el teatro donde hacan el casting. Lo pensaba pintado de perfil, en la ventanilla del Volvo. Rememoraba el primer contacto: codo que roza antebrazo, y temblaba con el segundo contacto, ms violento, las manos de Jaimito encima de sus pectorales, en medio de otro apagn igual. Respiraba aquellos recuerdos y se masturbaba. Con el apagn haba interrumpido la lectura del captulo IX de la novela Paradiso que el Puma le haba orientado leer para que incorporara una visin nueva de su personaje. De la camisa para abajo estaba desnudo. Cuando volvi la corriente, el despegue mecnico del aire del ventilador le trajo placeres aadidos que lo obligaron a acelerar el ritmo y como al gozo a veces lo afecta el ruido, se hizo un poco el sordo con algo que oa, pero una voz algo mezclada con ninguna voz lo sigui llamando con insistencia: Indio, Indio. Se incorpor buscando el calzoncillo. Dijo que ya iba, para darse tiempo. Corri hacia el bao, prendi la luz, se mir la cara en el espejo, se lav las manos, se las sec con la toalla. Mirndose todava la cara culpable, los bor4

En la baha de Crdenas ocurre el encuentro que, si atendemos a la bibliografa histrica, nadie cuenta de una sola manera. Por una parte se nos dice que Mella hizo a nado el viaje hacia el Vatslav Vorovsky, con una cinta blanca atada a la cintura para ahuyentar a los tiburones (Juan Cobo. Siguiendo las huellas de la leyenda indeleble). Pero en el artculo Una tarde bajo la bandera roja, Mella habla de una lancha en la que varios compaeros acuden a visitar el barco (Lucha de clases. La Habana, 16 de agosto de 1925).

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des de las orejas rojos, se toc el pene, an erguido. Tir de los bordes de la camisa para disimularlo. Cuando abri la puerta, sinti que naca. Era l. Era el camargrafo. Puedo quedarme contigo? pregunt despeinado. Cargaba con sus bultos. Tuve problemas con Diana. Claro le dijo. Pero no saba cmo, ni en qu orden lo deca y tampoco poda escucharse. Tena una lejana nocin, no sonora, de las palabras. Y slo por algo que no saba cmo explicar, se enteraba de las cosas. En la habitacin haba otra cama vaca. Jaimito se peg a ella y solt los bultos en el suelo, dicindole: Debo sincerarme contigo. 63. Le cont que Diana era una puta. Me haba sido infiel de una manera mltiple, con ms de un hombre y por varias vas, con el lisiado de Pichy, por la va retrgrada. Y con Pumarejo antes, por la va de la mamada. Para m, para Jaimito, la escena nmero uno, Diana boca loca, haba sido otro disparo. La haba dejado de desear instantneamente. De amar no, porque no la amaba. Pero la haba comenzado a detestar con la segunda escena, Diana fondillo dadivoso: puerta otra vez separada del marco, cuchillo de luz en el suelo, boca sobre omplato, pelvis contra glteos, manos sobre mamas. Un todo que se inverta en un todo que variaba de viejo detrs de mi amante a fauno detrs de mi hembra, mi hembra, coo, la de Jaimito: imperdonable. Despus haba venido a templar conmigo, con el camargrafo. La mand para la casa del diablo. Que se fuera al 93

diablo con sus tetas puntiagudas, aerostticas, su par de tetas sublimes. Que se fueran las tres, ella y su par de tetas, al diablo. No es que yo sea un misgino, Indio deca Jaimito, pero coo. 64. Y al decirlo envolva con su aliento de agua de lavanda su mscara de maricn, la mscara del Indio Gutirrez. Le haca cerrar los ojos detrs de la mscara. Le haca paladear la mala palabra como si fuera un helado, una mordida, un abrazo, una sobadura. Coo, Jaimito dijo. Caramba, caramba deca algo. Algo que se imaginaba y senta de paso su emocin. Algo que haba aprendido a adivinarle los gustos. Un compaero de casta, un tipo de alerta roja que le deca: Indio, ese hombre te gusta, ten cuidado. 65. El objetivo del filme era muy simple: abordar la figura de Mella a travs de los principales accidentes de su vida. Mella es lo que puede decirse un mestizo cruzado, hijo de una inglesa, Cecilia McPartland, con un dominicano residente en Cuba, el sastre Nicanor Mella Bre. Fruto de una relacin extramatrimonial, Julio Antonio crece bajo el estigma del hijo ilegtimo. Inscrito como Nicanor McPartland, su niez y adolescencia transcurren bajo un entramado social muy complejo. Discriminado por el medio, la esposa, las hermanas, la familia oficial del sastre, pero a la vez favorecido por la situacin econmica de ste (uno de los ms prestigiosos modistos de La Habana), el nio crece entre el rechazo y el apego al estatus de vida burgus. A l, su hermano y su madre, se les soslaya pero se les mantiene. Los miembros de la familia princi94

pal alternan con ellos y todos con el sastre, que les coloca una nodriza (Longina OFarrill, la inspiradora del tema Longina, de Manuel Corona), les financia viajes y les transmite a sus hijos naturales el apasionamiento por la poltica a travs de la evocacin de la figura del abuelo, el general Ramn Matas Mella, uno de los padres de la independencia dominicana. De este alimentado gusto por lo grandilocuente sacar Julio Antonio una notable personalidad de prcer. Con apenas diecisiete aos escriba en su diario que acostumbraba a improvisar arengas vehementes delante de un ejrcito ficticio. Este afn poltico-ideolgico que indudablemente evolucion y se materializ con su vida, le trajo incomprensiones entre sus contemporneos; acusaciones de manejo personal, de individualismo y de mentalidad pequeo-burguesa que lo acompaaran lo mismo en los ambientes universitarios que en los del Partido Comunista. En el captulo IX de Paradiso, Lezama Lima describe una manifestacin, encabezada por Mella, que culmina con el intento de derribamiento de la estatua erigida al presidente Zayas. Aqu Lezama habla de una figura apolnea, mayesttica. Aunque les orientamos a los actores la lectura del captulo, aquella imagen de perfil voluptuoso, que daba instrucciones y era incesantemente consultado, no era lo que queramos representar. Varvara y yo siempre lo tuvimos claro. Queramos decir que haba divergencias, que en todo ncleo humano las hay. Y pretendamos narrarlas cinematogrficamente. El corto respet la estructura del filme al preponderar, dentro de una tremenda cantidad de hechos, la visita al barco ruso Vatslav Vorovsky, la huelga de hambre, las dis95

crepancias con el Partido Comunista, el asesinato en Mxico y la relacin extramarital con Tina Modotti. Sin duda los sucesos ms controvertidos de toda su historiografa. Controvertidos y relacionados, porque desde el deslumbramiento por lo bolchevique que tena el joven Mella cuando visita el barco ruso, hasta el apreciable grado de madurez poltica con que cuenta al morir asesinado, se plantea una historia de agona por la izquierda y una difcil relacin con la izquierda que se fortalece. De una manera bastante explcita, Mella repite en vida, en la juventud que fue su vida, el sino de su niez y adolescencia, la alternancia con las desventajas sociales y la superacin de las miserias humanas. Lo repiti y lo super desde una vocacin mal o bien llamada subversiva, que se resume en haber sido del mismo modo en todo momento, a pesar de las circunstancias cambiantes. Aqu o all soy el mismo soldado de un mismo ejrcito, deca para responder a las crticas. Haber madurado as en apenas veinticinco aos, lo convierte en un adelantado y en un innovador. 66. Y all, en la habitacin, hacindose el que escuchaba la historia del camargrafo, su otro Indio sonrea sin responder y cerraba los ojos y senta cmo la mano invisible de un deseo irrefrenable le palpaba la portauela. Una mano que se estren el da en que Memento Mor lo bautiz en el ro. Sin saber exactamente cmo, una parte suya no controlable, su otro Indio, repasaba la historia de aquel pobre curita de parroquia y de un tiempo de crisis en que no haba ni hostias (el Estado era ateo y los cristianos enemigos).

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Memento era un cura que tiraba a telogo de la liberacin y ayudaba econmicamente a la madre del Indioadolescente, a cambio de que el Indio-adolescente cantara en el coro de Navidad. Por negra, por pobre, por adltera, por madre soltera y, en resumen, tambin por enemiga, la madre lo dejaba ir con el cura y el cura le abra las puertas del coro y las puertas de su corazn de clrigo solitario y el Indio-adolescente reconoca en el coro a una jungla de seres mediocres y sin inspiracin, que ayudados por la acstica del templo y por el bajo nivel cultural de los parroquianos, tenan el encanto de confundir y hacerle decir a la gente: qu hermoso suena hoy el coro de Navidad, qu bonitas las corbatas de los varoncitos, qu pasin le ponen a lo que hacen; sin percatarse de la veta de novelera, el alarde personal azuzado por los padres-espectadores, las nfulas de cada uno de sus miembros de ser protagonistas a toda costa. Sin escuchar a Jaimito, su otro Indio se embuta en sus recuerdos y volva a sentir la envidia que le provocaban al Indio-adolescente las bocas abiertas de los que iban por primera vez a la Misa del Gallo. Qu envidia le provocaba aquel iniciado simblico al que no lo interrumpan las miserias eclesiales, al que slo lo envolva la aurora de la emocin de la msica y de ah se haca crdulo y aclito del coro de la iglesia y, por obra de su intermedio, aclito de Dios mismo. Ya por entonces su Indio-adolescente verdadero saba que su Dios no estaba en el coro, ni en la congregacin expectante, ni en las cartas pastorales, ni en la Reina-Valera Revisada Dios Habla Hoy, ni en la espuma del ro del bautismo, donde abraz la causa de ser cristiano para siempre y sucumbi ante el aluvin de sus tes97

tculos, sino que, para el Indio-adolescente verdadero, el aliento humano del Seor estaba en el abrazo laico del padre Memento Mor, en su beso civil en la mejilla, en su beso en la espalda, en su dejarse penetrar sin dogmas y en la manera de penetrarlo aquella inolvidable primera vez en la sacrista, con suavidad suprema, con dulzura, pidindole permiso para cada cosa, permiso para lubricarlo, permiso para penetrarlo, permiso para sobarle el pene adolescente, y todo enardecido por el olor del agua de lavanda, por el olor del incienso y el color dorado de los iconos y los candelabros. Aquel Indio hubiera preferido que Dios, su Dios, estuviera en otro sitio menos marginado,hubiera preferidoencontrarlo en el coro, en la congregacin, en las cartas pastorales, en la ReinaValera Revisada. Pero el cuerpo y la sangre de su Dios y todo lo que lo haca honesto y moral y coherente, levitaba, como un techo sin columnas, encima de su gusto por los hombres. Quizs por eso mismo, y por Levtico 18:22, Romanos 1:26, Efesios 5:5, 1ra de Corintios, captulo 6, versculos 9 y 10, el Dios de su techo homosexual no estaba casi nunca de su lado. Por cada etapa de vida guardaba pruebas irrefutables del abandono de Dios y de la retirada de sus ejrcitos. Memento Mor slo le haba durado dos aos. La muerte sucesiva de tres obispos, en menos de dos meses, catapult la carrera eclesial del padre y lo convirti al servicio del Dios de las congregaciones, las encclicas y las Reina-Valera Revisadas. Y abandon al Indio verdadero a sus relaciones ulteriores, que tampoco fueron bendecidas por el Altsimo. Con veinticinco aos, no haba encontrado a nadie que se arriesgara a quererlo por ms de dos meses. Y opt por no quemarse intilmente, por no declararse ganso, pajarraco, bola de plumas, hasta que la situacin lo mereciera. 98

Su otro Indio le haba ayudado mucho en esta labor de contencin. Era su lado hbil, su otro yo incrdulo y astuto, y el peso de la incredulidad que le haca buscar el otro ngulo, la otra forma de mirar lo mismo. Su otro Indio era el tipo ligeramente afortunado, confiado en s mismo y desconfiado de todos, el otro hombre hbil y suspicaz al que tambin le gustaban los hombres, pero poda vivir con menos trabajo, porque saba fingir que no le gustaban. Y poda reprimirse. Su otro Indio saba que en la estabilidad del Indio verdadero, en el logro de la meta: un marido estable, se albergaba su destruccin inmediata. Como el capitalismo alimenta a la bestia comunista que le dar muerte, as mismo alimentaba el otro Indio las esperanzas matrimoniales del Indio verdadero. Por qu? Haba porqus que no llevaban respuestas. En compensacin, existan preguntas que s podan ser respondidas, preguntas como: El signo de austeridad ante la mesa servida, lo que haba determinado que el Puma les otorgara el papel de Mella, la voluntad de demorarse en comer por la aoranza, corra a cargo del Indio verdadero o a cargo de su otro Indio? Corra a cargo del Indio verdadero. Su otro Indio hubiera ido a comer, con el alma echa un pantano, tan slo para no dejarle ver a nadie que se haba enamorado. Pero el menos afortunado, el ms triste de los dos, y el ms maricn: el verdadero Indio Gutirrez, era el que seoreaba entre ambos. Tambin por eso, y aunque deseara a Jaimito al punto de masturbarse todos los das a su costa, el Indio verdadero dejaba de or lo que el camargrafo estaba diciendo, pero lo haca para preguntarse si era o no tico aceptar el papel del Mella. 99

Por qu dudaba el Indio verdadero? Por tres causas. Una: le dola que lo utilizaran; dos: le dola daar a Livn Ivn, y tres: le preocupaba ser la espina de aquel araazo. 67. Pero al final de aquella noche, hasta mi otro yo me pregunt si no haba llegado por fin la situacin que mereciera, la ayuda definitiva de Dios. Papel de Mella, uno: Jaimito al alcance de la mano, dos: slo podan ser par de obras divinas, par de hijas de la misma naturaleza que haba causado la muerte fulminante de tres obispos, la fuga repentina de diez amantes, la mala suerte en el amor. Dios haba acudido por fin y tal vez escoltado por su ejrcito de salmos y versculos, se quedara por un tiempo con nosotros. 68. La catarsis haba tomado el rumbo tortuoso de la maledicencia: Diana era una puta que ni siquiera se preocupaba por usar condones. Y haba tomado tambin el rumbo de la amenaza y la chivatera: Deja que se lo cuente al Puma. Contarle qu? le pregunt el Indio. Decirle la vbora que se ha trado, contarle que se acost con tres en una misma noche. No tienes que contarle nada al Puma dijo el Indio. 69. Me resulta muy chocante esto que pasa en el cine, esa especie de mecanismo que uno mismo desencadena y que en determinado momento toma un rumbo independiente. No hablo de la falta de recursos, ni del azar o los 100

contratiempos que determinan los giros argumentales, sino de la maquinaria en s, del producto que con tanta facilidad se escapa de las manos. Luego de los ajustes y en medio de feroces discusiones con el asistente de direccin y la coguionista, el corto fue cobrando cuerpo y autonoma. Discutimos mucho, es la verdad. Quizs discutamosdemasiado.Abundabanloscriteriosencontradosen cuanto a historia y seleccin del elenco. Siempre procuramos que nuestras contradicciones no trascendieran los espacios privados, pero Varvara y Zoilo no se llevaban bien y a la postre yo me senta como una suerte de punto medio entre ambos y trataba de decidir sin apasionarme. Al principio, y por su previa participacin en Ala zurda, yo estaba bastante prejuiciado con Zoilo Borrego, pero a medida que la filmacin avanzaba pude descubrir sus virtudes y hasta descansar bastante en su ejecutividad. Todo lo contrario de lo que ocurri con Varvara. Ella tena sueos acelerados y ante el marasmo y la improvisacin nacionales, reaccionaba de la peor forma. Su mal humor y su xenofobia desembocaron en repetidas crisis de epilepsia, por lo que preferimos comenzar a ocultarle las cosas. Aun as su criterio no perdi fuerza. Haba escrito casi la totalidad del guin. Por el lado tcnico aprecio que fue un trabajo deco-roso. El do Jaime-Pichy dio muy buenos resultados. Jaime es un artista de la cmara en mano que trabaja ms por reaccin que por inspiracin. Las caractersticaspersonalesde Pichylomovilizaron al extremo que se ech encima tambin la direccin de fotografa. Hubo un momento difcil entre los tres en que por poco expulso a Pichy y fue Jaimito quien intercedi. No lo saques, me dijo, me temo que perder el paso si se va. Entend lo que le suceda, me arregl con Pichy y eso tambin salv el cortometraje. 101

Otro elemento que me satisfizo fue el vestuario. Los diseos que se hicieron eran muy pobres y Diana Beltrn se manej como toda una profesional. A Diana la encontr en el teatro donde hacamos el casting. Alguien me la sugiri y la acept a regaadientes, por compromiso de amistad. No tena ninguna experiencia cinematogrfica, pero constituy el gran hallazgo de mi vida. Sac adelante el vestuario y el maquillaje y cubri cinco papeles de reparto. Gracias tambin a su tenacidad hicimos Mella. La vea ir y venir sin quejarse y me coma el cargo de conciencia por no haberle otorgado un mejor papel, uno de ms lucimiento. Con Diana aprend a valorar a Oliva Zaldvar, la esposa de Mella. Me pas lo mismo con ambas. Cuando las vi, ya era tarde. En su afn de hacer prevalecer a Tina Modotti, Varvara maniat la importante figura de Olivn. Siento que la historia oficial hizo lo mismo. A razn del escndalo por las inculpaciones de crimen pasional que suscit el asesinato, y aunque por respeto a Olivn y tambin por cuidar la imagen de un miembro del Partido, los comunistas evitaban hablar de la relacin con Tina, el romance entre los dos no era un secreto para nadie. Diego Rivera, el famoso muralista, los pint juntos en el tablero La distribucin de las armas. Y en los das subsiguientes al asesinato, el diario Excelsior public sin reserva cartas y fotos al desnudo de ambos. Se haban conocido en Mxico, estando Tina comprometida con el pintor y comunista mexicano Xavier Guerrero. Fue Xavier quien la introdujo en las tareas del partido. Pero un da de 1927, Guerrero recibe una orden de la Internacional Comunista: irse a la escuela Lenin del PCUS. En la espera, Tina se enamora de Julio Antonio Mella. Le escribe una carta de ruptura a Xavier y se establece 102

con el cubano en el apartamento de la calle Abraham Gonzlez. Con esta historia y dems antecedentes de una vida disoluta, las autoridades mexicanas trataron de hacer prevalecer la teora del crimen pasional y la relacin Mella-Tina salt a la palestra pblica. Con el tiempo, y al morir la mayora de los involucrados directos, Oliva Zaldvar comienza a perder terreno, el poco terreno conyugal que le quedaba. Oliva haba sido una incansable compaera de lucha, desmentidora de calumnias, vocera excepcional y defensora de los ideales de su esposo, lo mismo durante la huelga de hambre y durante su exilio mexicano que despus de su muerte. Pero, al final, Oliva muere para la Historia, con mayscula. Muere en su exilio de Miami. Tina, en cambio, cuenta con una historia de vida mucho ms internacional y mltiple. Mucho ms entregada a la causa de los desposedos. Tiene a su favor una impresionante hoja de servicios y las muy favorables opiniones de Pablo Neruda, Diego Rivera, Elena Poniatowska, Christiane Barckhausen-Canale. Su relacin con Mella se mistifica con los aportes poticos y biogrficos de clebres intelectuales. La pareja viene a simbolizar la relacin perfecta, el romance que se fortalece a medida que se comparten los ideales. No importa que su vida en comn durara apenas tres meses. Por eso el personaje de Tina era tan difcil. Dudamos mucho si darlo con acento o no. Era una emigrante italiana y esa vida anterior haba que mostrarla. La alternativa silente resolvi el problema, pero la complejidad del personaje era tanta que la inexperta Salma Pe no pudo con lo que se le vino encima. Era una actriz sin recursos, para nada receptiva. Cuando lo vine a notar, ya habamos filmado las escenas fundamentales y no pudimos dar mar103

cha atrs. Me equivoqu totalmente con ella. La supona mejor, pero jams satisfizo mis expectativas. Con el resto del elenco nos fue mejor. El corto sirvi para iniciar la carrera de muchos y consolidar la de otros. El Indio Gutirrez entrega un Mella discreto pero matizado, con importantes tonos de ternura e irona que anunciaban el actor cabal que llegara a ser, dueo ya de una expresividad tremenda. Esto lo digo con cierto orgullo de mi habilidad como seleccionador de actores y ya que el propio Joaqun no deja de decirlo donde puede, que yo fui su descubridor. En verdad el personaje de Mella le haba sido concedido a un actor de trayectoria, pero con demasiada edad para encarnar a un joven de veinticinco aos. Esto pasaba a menudo por la merma que haba sufrido el cuerpo actoral del pas a causa de la migracin de actores o de contratos de trabajo de las primeras figuras en el exterior, contratos que en la mayora de los casos se extendan por aos. Pero dada la libertad que nos haba concedido el recorte del presupuesto, opt por asignarle al Indio el protagnico. Corrimos el riesgo con l y con la gran cantidad de no actores, gente de pueblo, que involucramos. Algunos personajes, como Diego Rivera y el padre de Mella, fueron representados por ms de un actor y casi nadie lo not. Otro acierto importante fue el de concederle a Livn Ivn todos los personajes negativos. Trabajo que la profesionalidad de este actor encar de la mejor manera y facilit la lectura del espectador. Quisimos que el maquillaje reforzara las caractersticas propias de cada villano a interpretar, sin diluir la conciencia de que todos eran el mismo actor. Lo dems corra por su cuenta. Y sali muy bien. Ya fuera Machado 104

o Stalin o Pepe Magriat, o Vittorio Vidali, el actor Livn Ivn les confiri un particular dinamismo, pasando con fluidez de un personaje a otro, siempre dueo de un fuerte temperamento para controlar las emociones, exacto en su representacin de todos los tiranos y con una fuerte introspeccin en el carcter de cada uno. 70. Me fui a dormir despus de que Varvara sali de la oficina. Unos minutos y casi hora y media despus de que volviera la corriente, me tir desfallecido en la cama, hasta adonde haba llegado guindome primero por las lengetas de luz que emergan de las habitaciones de Zoilo y del Indio Gutirrez y despus por tanteo. Traa un mal olor del que jur vengarme. Ya lo creo que me vengar dijo en voz alta y morbosa, como para despertar a Pichy, si no estaba despierto. Dije que ms de una cabeza rodara por causa de aquel nuevo despojo y que ahora las cosas no iban a ser iguales. Lo dije con toda intencin, para que el rengo chivato fuera enseguida a decrselo al Puma. 71. Pichy haba tenido una notable carrera en picada, un empezar de nio prodigio que de pronto desapareci de los medios y de la literatura, que era su verdadero fuerte, para despus reaparecer ya dedicado a mediocres trabajos de fotografa. En mi modesta opinin, el papel de Pichy en Mella estuvo a mitad de camino entre lo sucio, lo podrido y lo psimo. Y aunque el recorte del presupuesto lo contamin todo, y a todos, Pichy no vari ni un pice su comportamiento. Era un bromista sdico y genial en su maquiavelismo. A nadie como a l le vena tan al dedo el rol de espa. Porque lo era. Tena que serlo. Acomoda105

do en un choteo constante, en su no querer saber todava hasta dnde llegaba su set, ni cundo terminaba la labor de un espa, si es que terminaba, Pichy resolvi seguir lo que, en opinin de Jaimito y ma, era un ardid tomado de Eisenstein: el ardid de ser el informante, la trompeta, el chivato del director. En la lgica de Pichy, ser chivato era ms polismico que ser valiente. Inclua dejarse abrazar o humillar por el mismo director, si fuera necesario, para que sirviera de aviso o de leccin a los otros, lo que enriqueca su comprensin de la naturaleza humana con la exploracin de las bajezas propias y las respuestas ajenas a tales bajezas, respuestas a veces mucho menos escrupulosas que el propio acto de la chivatera. Ms que obra de Eisenstein, su papel de correveidile era un truco napolenico. Napolen sola enterarse de los asuntos privados de los soldados y utilizarlos para sugestionar a sus ejrcitos: Cmo sigue tu novia Loison? Cmo se encuentran tus padres, la amable Rosala y el industrioso Tibault? Cmo sigue la gota de tu ta Jacinta? Eisenstein imitaba a Napolen, admirndolo, y aprovechaba el recurso para engrandecerse. Y al figurante que corra arriba y abajo las gradas de Odessa lo estimulaba que el director conociera su nombre: Pngale ms energa, camarada Propenko! Con la amenaza latente de expulsar a Pichy, debidamente proferida en un determinado momento de la filmacin, el Puma pretenda sugestionar de igual manera a su equipo de trabajo, enmudecerlo y ponerlo a meditar: si despide a este pobre viejo, si despide a su propio espa, qu quedar para nosotros. En Ala zurda, el ardid de Pichy haba surtido un notable efecto aglutinador, dado su carcter de perenne jodedor, 106

de miserable, de ser buclico e inteligente, de tipo rengo, de piraa y de sospechoso que, llevado a un clmax, o incluso sin llegar, desencadenaba en todos el secreto deseo de expulsarlo, y lo desencadenaba de forma constante, pero comedida, reservada por el dato lacrimgeno de que era un pobre viejo rengo. Si en definitiva era expulsado cosa que no iba a suceder, esto colocara al Puma en un peldao superior de la escala ejecutiva y le concedera la razn: est bien expulsarlo, ms el respeto: quizs fuera un abuso. Mientras, libraba a todos de dos molestias fundamentales: una, la presencia peligrosa del informante; otra, el cargo de conciencia. Para eso estaban los Vittorio de Sica, los Sergui Eisenstein, los Napolen Bonaparte, los Gabriel Pumarejo, para saberlo todo, para ejercer sin titubeos la voz de mando y correr su propia suerte solitaria, desprendidos y odiados, de cierto modo, por el pelotn a la zaga. Segn la teora de Jaimito y ma, la triloga odio-respeto-admiracin que se desencadenaba con la sola amenaza de expulsar a Pichy, terminaba por aglutinar al equipo y favorecer las relaciones reparto-director. Por eso, aunque mediocre conocedor de la direccin de fotografa, al rengo se le reclut para los dos proyectos del Puma y se le pag por interpretarse un poco a s mismo, hacer las veces de utilero y propiciar, siendo un gran incompetente tcnico, que Jaimito Lombillo hiciera lo indecible por salvar sus magistrales tiros de cmara. Tal y como era Varvara Legsova, tena que ver en el ardid una bajeza ms propia de Stalin que de Eisenstein. Y, por no ensuciar la lgica de las relaciones entre los espas y el poder, se le vea constantemente forzada a 107

una relacin distante y despreciativa con Pichy, a quien en realidad adoraba, como una zorra adora a otro zorro de su misma camada. Tambin Pichy se dejaba llevar por las circunstancias, las disfrutaba y las agradeca cuando, a su limitado papel de rengo, le creca por debajo el sedimento de los imprevistos. Aquella zona hbrida de lo que no clasificaba an como verdad/realidad, era la franja del vivir que ms le satisfaca. Camuflado por ella, haba conseguido dos de sus gustos favoritos: vivir en manada y viajar. 72. Soldado de una guerra corta y sanguinaria en la que perdieron los de su bando, Pichy guardaba el recelo plomizo e irrevocable del veterano; luch contra el estancamiento durante toda su juventud y odi a Rita desde que la vio aparecer con su talle largo y su estudiada pose de funcionaria. En sus aos juveniles haba tratado de ser sin conseguirlo un terico de la cruzada contra el burocratismo. Vencido por l, pasada la juventud, durante toda su vida ulterior lo avergonz su papel de derrotado mientras que lo enardeca comprobar que el enemigo segua de lder, camuflado en mejores maneras. Ya que en sus intensos estudios acerca de la semntica de las palabras y los efectos de las mismas en la psiquis de la gente, haba descubierto que las voces puta y tarr, proferidas contra la hembra y el varn burcratas, resultaban ms insultantes y reivindicativas que el mero agravio de: Burcrata! Entonces, como la palabra burcrata no estaba de moda, l reivindicara la causa a travs de la palabra puta, proferida alto y prolongadamente en una escena de clmax de pelcula. 108

Lo plane desde que vio a Rita moverse, saludarnos, desde que la escuch hablar en aquel lenguaje de funcionaria empedernida. Enseguida vino y me lo dijo. Esa Rita es un peligro potencial. Puma, yo s que estoy muerto y vencido, que soy un soldado muerto y annimo y vencido, una cinta negra de brazalete, un rengo le dijo; pero el da que le cante a estos burcratas lo que se merecen, despus de la frase idnea que ms temprano que tarde proferir, aunque todava cadver, todava annimo, todava rengo, me voy sentir como una cinta negra encima de un kimono. 73. La naturalidad de aquel No tienes que contarle nada al Puma, me haba cosido los labios. Luego de una noche de sueos a intervalos, donde me vea en el lugar del Puma y despertaba y me volva a dormir para soar lo mismo, aquel No tienes que contarle nada al Puma haba terminado por anonadarme. En realidad dudaba de la obviedad de la frase. Por qu no decirlo? Por qu deba convertirme yo, Jaimito, en el bal de un mal comportamiento, en el encubridor de una tormenta que se vea venir? Una tormenta con nombre de cazadora de hombres, tres hasta el momento. Bueno, dos. Lo de Pichy no era cien por ciento una seguridad. Pero aquel tipo de historias haba que contarlas con un margen de fantasa, con la sospecha incorporada a la certeza, porque con las mujeres uno siempre se queda por debajo. Callado durante el desayuno, ya me imaginaba la incorporacin de Zoilo e Livn Ivn en poses cada vez ms aberradas, e imaginaba el tumulto, la orga de Diana, el sexo en grupo, la epidemia, el pastel de todos los hombres versus mi ex y la suma del delegado, de Rita, de Varvara, de Salma Pe. 109

En medio de aquellos pensamientos record que Salma Pe exista y me convenc de que su figura esbelta de mujer anorxica, discretamente anticuada, era lo que estaba necesitando. Animado por el estreno de una nueva conviccin, apur la taza de caf y sal rumbo a la habitacin nmero siete. Por el camino me tropec con el Indio Gutirrez, que empez como a sonrer desde que me vio. Aquella risita sarcstica me molest bastante y apenas me detuve a saludarlo; fing una excusa de trabajo por no haberlo esperado para desayunar y segu de largo por el pasillo. Me haba molestado el dejo confianzudo de la frase No tienes que contarle nada al Puma. Y ahora, despus de haber dormido y desayunado, la senta como una orden. 74. Repasaba el texto Verdad y leyenda de Tina Modotti cuando escuch los toques en la puerta. Abr y era el pedante del camargrafo. Algo en la boca y en la nariz hacan de aquel un hombre feo, y algo en los pmulos y en la cabeza lo hacan un hombre desconcertante. De la repulsin que me caus verlo de pronto, dej escapar una mueca que creo lo incomod. 75. La mueca de Salma Pe me humill ms que la frase impositiva del Indio. Por un heredado mecanismo de defensa, copiado quizs de mi familia burguesa, culp de nuevo a la frase del Indio, a Diana, a la felacin, al sexo. No culp la mueca de Salma Pe, me sobrepuse a ella y pregunt por Varvara. Dije que quera hablar con Varvara. Pero aquella mueca me decepcion. Uno sabe que no es un galn, se mira al espejo y lo sabe, pero nadie se merece una mueca de saludo. Adems, los rasgos menos 110

agradables de mi rostro no lucan tan agresivos. Mi cuerpo era un garante de agilidad y buena distribucin, mis manos eran bellas y abarcadoras, cultivaba una excelente prosa hablada y era insuperable como camargrafo. Aquella mueca de Salma Pe me decepcion bastante. 76. Varvara tena prisa por revisar su bandeja de entrada, por conectar el mdem a la unidad porttil, tomar el extremo de la lnea telefnica y ensartarlo, con mayor prisa an, en el puerto del equipo. Varvara no estaba para Jaimito, ni para nadie. El camargrafo lo comprendi tan pronto le mir el semblante. Preguntar por ella haba sido una salida despus de la mueca de Salma Pe, una suerte de alejamiento de cmara. De pronto, el embuste se le llen de sentido. Estoy saliendo le explic Varvara, que vena con la porttil en la mano. Primero deba conectarse, despus hablaran. l la sigui, incmodo, intermedio, preguntando si Salma no iba a desayunar con ellos, mirando cmo se quedaba quieta, atenta a un libro, todava con el rictus de la mueca en la boca. Qu te pasa? le pregunt la rusa por el camino. Jaimito resopl. Se le vea molesto. Me gusta esa muchacha. Pens que preferas a Diana repuso Varvara y despus, con un ligero entusiasmo, agreg: Entonces no queras hablar conmigo. S. Hay otras cosas que quisiera comentar contigo. 77. Por qu con ella? Se pregunt mientras avanzaban por el pasillo y el patio, antes de llegar a la oficina de Rita 111

y saludarla, hola. Por qu no hablar con el Puma?, se preguntaba. Se responda que era el efecto de la frase del Indio, que era, adems, una frase acusatoria. Sin embargo l, Jaimito, haba permanecido muy firme en las peores pocas, siempre al lado de su equipo, halando al parejo de los dbiles, arreglando el mal trabajo de otros, aunque a veces no lo convencieran ciertos ardides, ciertas posiciones. Entonces, si estaba seguro de s mismo, por qu la finta de contarle todo a Varvara? Odi tanto aquella frase. Quiso cambiarse de cuarto, pero a cul? Culp de nuevo a la imagen de la felacin, hundida con su pestaa impresionante en el archivo de files de su cabeza. Porque estaba molesto por acpites, por files que se ubicaban uno detrs de otro y se aglomeraban en un archivo de malestar. Culp de nuevo a la frase que le cosa los labios, le coma la lengua, lo amordazaba con su No tienes que decirle nada al Puma. Estaba bien. Ella, la frase, ganaba por esta vez. No se lo dira al Puma. Pero se lo contara todo a Varvara. Recordar que seis aos antes, en el peor momento de la filmacin de Ala zurda, la rusa se haba sincerado con l, lo calm un poco. 78. Ella le haba contado su historia de deportada. Una historia que jur no comentar con nadie, que no le convena difundir. Y l se haba inventado un trauma para ella. No recordaba cul. Lo hizo por caridad, porque, a su modo de ver, la confesin de un trauma llamaba a la confesin de otro, buscaba, cuando menos, el amparo de una situacin parecida o idntica. 112

Jaimito no tena traumas. La fuga de su familia a Miami lo libr de tenerlos, lo puso a vivir en paz con sus vicios. Y, lejos de segregarlo por su condicin de posible emigrante, las opciones de trabajo volaron hacia l como fragmentos hacia un polo imantado, como si cada realizador quisiera explotarlo al mximo antes de que se convirtiera en el aptrida que deba ser. Slo en la medida en que se fue quedando de este lado y su familia del otro, comenzaron a decaer las opciones de trabajo (lo que coincidi con la crisis en la industria del cine). Entonces pas a vivir de su prosa hablada, de saber definir lo que haca o buscaba con cada enfoque. Lo ayudaron la parquedad del medio, el empirismo de sus compaeros, el miedo escnico consustancial a un oficio de callada observacin que pretenda explicarse por s mismo y lo lograba en la mayora de los casos, pero no siempre. Como traductor de esta zona turbia, ms hecha de ciencia y picarda que de arte, respir su afn de gloria, sobrevivi el buen camargrafo que era. 79. Cuntame le habl despegando el rostro de la pantalla Varvara Legsova. En el buzn se haban detenido dos correos sin asunto. Que Livn nos llame, se lea en uno. Y dictaba un nmero telefnico. A continuacin les deseaba suerte: Suerte. Varvara no abri la ventana del otro correo, que era de Marina. Cuntame le dijo a Jaime. Expulsada por el tono intimista del primer cuntame, y las miradas indiscretas de uno y otro, miradas que le pedan que se fuera, Rita sali molesta de la oficina. Jaimito sac el file de Diana. Se haban hecho amantes desde la segunda sesin del 113

casting. l intercedi por ella logrando que la eligieran dentro de un crculo de candidatas quin saba si hasta mejores ahora le provocaba alguna vergenza confesarlo. La noche antes de venir, discutieron. Por eso el viaje en Volvos distintos, como un par de extraos. Pero el Puma lo saba dijo el Puma con algn encono. El Puma saba que ellos dos, Jaimito y Diana, eran amantes. Entonces la narracin de Jaimito empez a escucharse como en sordina, baj mucho de tono, se hicieron largas y distantes las palabras. Pronto la oficina empez a dar vueltas alrededor de Varvara. Diana es una puta. Varvara no qued sorprendida. Quizs dos das atrs, veinticuatro horas antes, hubiera utilizado la noticia para proponer a Diana para el protagnico. Pero Salma Pe se haba sincerado con ella la noche antes y Varvara haba empezado a valorarla. A decirse que tal vez Tina Modotti lograra cambiarla. Varvara puso una mano en la mueca de Jaime, disfrazando con un gesto voluntarioso lo que era una mano en busca de apoyo. Y no dijo ms, porque se vino al suelo. Lleg el horror. La cabeza que se le agitaba frentica, los cuatro planos fugaces, la muchedumbre que corra escaleras abajo. Los disparos de los soldados, los planos generales y cortos, los pies de los cosacos, las puntas neblinosas de sus caones, las gotas de sangre en el tramo largo de un peldao. Un nio que se tapaba los odos, la mano del zar abierta. Fusiles incgnitos que disparaban. El primer plano del nio con sangre en la cabeza. La boca de mujer que se abra en la boca de la cmara. El nio que por ltima vez gritaba. Los pies de los cosacos que pisaban una y otra vez al nio muerto. Y la masacre. Y a revolcarse en el piso de la oficina igual que el muerto 114

pisoteado, y el camargrafo: Tranquilzate, Varvara!, las manos en sus manos, las manos en su cabeza, una pierna sobre las rodillas, el torso de la rusa encogido. Jaimito actuando como si fuera el Puma, dominador del episodio que saba breve, que saba intenso pero controlable, preguntndose qu haca all Varvara Legsova, qu haca l contndole nada a ella, mirando aquel rostro apaciguarse poco a poco, dejar de contraerse para darle la respuesta: estoy aqu por mi rostro, uno que pareca tomado del mejor momento, de la mejor pelcula de Eisenstein, feo pero plstico, esplndido en su proyeccin. Varvara estaba all porque se haba topado de frente con un tigre macho y sali ilesa, porque le haba quitado una pantie a una pierna mutilada y segua ilesa, porque haba vivido los horrores del terremoto de Spitak y estaba ilesa, porque era una especie de vnculo entre el Puma y Eisenstein, Stalin y Mella, Mxico y otra vez Eisenstein y la URSS y Cuba. Y la pelcula la necesitaba como, en medio de sus crisis, ella necesitaba al Puma. A medida que disminuan las convulsiones, a Jaimito lo fue rodeando la conviccin de que era l quien no haca nada all. Y la frase No tienes que contarle nada al Puma se convirti en la frase Tampoco tenas que contarle nada a Varvara, se convirti en una muda rabia contra s mismo cuando Diana entr en la oficina y los vio, la rusa en el suelo, Jaimito que deca: Busca al Puma, trae al Puma! 80. La estructura dramtica del filme era simple, descansaba en la ilacin de los acontecimientos que determinaron el ascenso ideolgico del protagonista. Dentro de la amplia gama de sucesos que pueblan la historiografa de Julio Antonio Mella, quisimos preponderar la visita al bar115

co ruso Vatslav Vorovsky, la huelga de hambre, las contradicciones con el Partido Comunista, la relacin con Tina y el asesinato. El corto se hundi en la investigacin de estos eventos, acaso todava demasiado ambiciosos para un largometraje, y de all surgieron problemas de narracin cinematogrfica, ms la incomunicacin, a tramos, de la pieza. Desde el punto de vista poltico, Mella dibuja una militancia ascendente, sin grandes ni marcadas involuciones, lo que mereca un guin lineal. Sin embargo, el argumento de la pelcula, al ser adaptado a guin de corto, sufri las consecuencias de la reduccin y se alter mucho en cuanto a ritmo y densidad. Cuando Mella visita el barco ruso, su descripcin del hecho es apasionada y muy poco objetiva. Escrito en reaccin a la negativa gubernamental de que un barco comunista atracara en puerto cubano, su artculo Una tarde bajo la bandera rusa acusa ms de un enardecimiento. Varvara y yo nos divertamos mucho leyndolo porque nos pareca un calco de la euforia inicial por el comunismo en nuestros respectivos pases. Con una embriaguez por lo ruso rayana en lo burlesco, al artculo se le nota la tendencia de bolchevizar al comunismo, mediante absolutas y copiadas afirmaciones que se instalan en lo que Varvara dio en llamar El deslumbramiento. (De ah se nos ocurri la idea de subtitular los episodios, lo que facilit ostensiblemente la lectura de la pieza.) El deslumbramiento contiene tomas irrepetibles. El hecho haba sido contado de mil formas. Hasta se deca que Mella lleg a nado al Vatslav Vorovsky, lo que era humanamente imposible. Nosotros nos acogimos a la va116

riante ms autntica, contada por el propio Mella en el artculo de marras: la versin de la lancha cargada de compaeros. Apoyados en la frase con que Julio Antonio describi al barco varado en la baha de Crdenas: un pequeo punto rojo que jams se borrar, buscamos una tonalidad que dentro de la misma escala del blanco y el negro proporcionara una suerte de neblina. Esperamos a la tarde para filmar la escena y luego de tres das de aplazamientos, la naturaleza nos recompens con un cielo naranja bellsimo, que matiz la escena de una manera increble, a pesar de que no se vea como niebla. Jaimito logr captar muy bien la atmsfera y la fotografa fue fabulosa. La secuencia de la huelga de hambre marca el punto de giro en la ideologa del protagonista. Con ese mismo subttulo, Huelga de hambre. Punto de giro, se narra el episodio en que preso y negada, por rdenes expresas del tirano Machado, la libertad bajo fianza, Mella inicia la huelga que le conceder relevancia nacional e internacional. Aqu el ambiente deba ser bien real porque la carga dramtica era mucha, pero a la vez deba ser solemne. El suceso aglutina lo ms selecto de la vanguardia poltica del pas. Intelectuales de la talla de Enrique Jos Varona y Fernando Ortiz piden la libertad del luchador en carta abierta al presidente de la Repblica. Se involucran figuras como Rubn Martnez Villena o el joven Eduardo Chibs, quien inaugura aqu su biografa poltica. Los alumnos de varios Institutos de Segunda Enseanza se de-claran en huelga. De distintos lugares del mundo llegan misivas y peticiones de liberacin y hasta existe la ancdota de que el padre y la madre del presidente envan un telegrama a su hijo intercediendo por el joven comunista. Es por eso que, indepen117

diente de la merma fsica, que qued muy bien expresada a travs del maquillaje, la fortaleza moral de Mella no disminuye. Aun a sabiendas de que podamos terminar en la caricatura, insistimos en que el Indio no representara a un hombre desfallecido. Ni siquiera cuando colapsa, luego de diecisiete das de inanicin, se le ve desmoralizado. Tranquilo pero egregio, el actor entrega una excelente interpretacin cuando el Comit Central del Partido Comunista le ordena, por segunda vez, que suspenda la huelga por considerarla una manifestacin individual y burguesa. Pienso que fue un pequeo gran xito de la direccin de actores y que dramatrgicamente cumpli a la perfeccin su rol de escena parteaguas. Es por esto que despus, y amparado en el principio de centralismo democrtico, el Partido Comunista sanciona a Mella a tres aos de separacin de sus filas. De la forma ms breve, pero con el mayor impacto posible, el corto quiso representar esta nueva situacin subtitulada Expulsin del Partido. El resultado fue una secuencia ininteligible que tengo que explicar para que se entienda. Y es una lstima porque era un episodio fundamental en la biografa del prcer. Debimos narrarlo de otra manera, con un montaje paralelo quiz, a travs de juicios contrapuestos: mientras en el seno del propio Partido Comunista se propagaba la conviccin de que Mella era un sujeto negativo, y no se le miraba siquiera como un luchador de otra ndole, ni se le buscaban justificaciones sensatas a sus llamados errores, por todos los otros lados, y en la historiografa posterior, el suceso marca el despegue de la voz renovadora de un librepensador al estilo y quizs, por qu no, al nivel de Maritegui. Zoilo Borrego me alert del maniquesmo con que tratbamos a los militantes en la escena. Recuerdo que me 118

deca: Los conflictos tienen dos partes. Y era cierto. De alguna forma cometimos con los militantes el mismo error que ellos cometieron con Mella. Eso de pensar que alguien es malo para fastidiar, no ayuda a entender el mundo. Cuando un militante aplica sus criterios con rigidez y sanciona a otro en vez de comprender o discutir sensatamente los errores, lo hace para gustar a su superior, porque piensa que en ese momento es prioritario dar a conocer la invulnerabilidad de su partido, porque tiene miedo a complicarse la vida, porque tiene sus razones Y siempre resulta ms interesante partir de la honestidad de ese militante y sus equivocaciones, o sus vicios, que resolverlo diciendo que lleva dentro a un villano. Pero en aquel entonces, Varvara y yo estbamos obnubilados con el desempeo del joven Julio Antonio, y no tenamos ojos para ver cmo la escena se nos iba de las manos por el lado de los comunistas, ni tenamos odos para escuchar lo que Zoilo nos deca. Nos pareca increble la evolucin de Mella, apenas pasados cuatro meses de su visita al barco ruso. Y nos concentramos mucho en eso. Lo que trajo como resultado la cada de ritmo al final de la primera mitad. La segunda parte quisimos aderezarla con la relacin Mella-Tina, y al menos en eso la cosa funcion, porque la relacin de amor despierta el inters del espectador. A travs del romance, y como en versin librrima, ofrecimos los nuevos motivos de conflicto. La historia de amor dinamiz el ofrecimiento de toda la informacin, con todos aquellos trances, las imputaciones de intelectualoide, caudillista, trotskista o semidis del Caribe que mereci el cubano en el seno de su propia organizacin comunista. Lo hicimos un poco a la manera de Chaplin y del cine de aquellos aos veinte, con el intrpido hroe y su amada 119

deshaciendo entuertos, a travs de una marcada denuncia a la sociedad sovitica y a los mtodos de la Internacional que extrapolaban la situacin rusa a las realidades de otros pases. Esto, en el momento en que filmbamos, nos luca fabuloso y fue lo que preponderamos: Mella como la contradiccin, la subversin que venamos buscando desde haca seis, diez aos, para justificar nuestras subversiones particulares, las de Varvara y las mas. Mella como la forma ms directa de asaltar con la pregunta: poda un hombre con tales caractersticas llevar a cabo la Revolucin Verdadera? Ahora siento que el tiempo le ha quitado significacin, pero en el momento del rodaje era una pregunta fundamental. 81. Habamos comenzado hablando del texto Verdad y leyenda de Tina Modotti y habamos terminado besndonos. Cuando Diana nos interrumpi con la noticia de que la rusa estaba otra vez con convulsiones, el director y yo nos estbamos besando. Imagino que al vernos, a Diana se le desmerengaron las esperanzas de quitarme el protagnico. El cambio del papel de Mella le haba puesto a hervir la ilusin de que me sustituyeran por ella, y andaba rondando sexualmente al director. Yo ya lo haba notado y Varvara me lo haba dicho en la maana: Esa Diana te quiere quitar el papel. Por eso me dije que, en lo adelante, sera encantadora. El encuentro entre los tres fluy con aparente quietud. El Puma y yo disfrutamos la interrupcin de Diana y empatamos el deleite del beso con la feliz aclaracin de las relaciones y las distancias de cada uno respecto a los otros dos. 120

82. Me qued mirando el espacio de aire entre las dos narices, sospechando si detrs de la puerta del bao no estara oculta, con un libro en la mano, la otra Varvara Legsova, su muanga, su kamarrupa. Vea con alguna frecuencia a los angas de los difuntos estar junto a los suyos. Pero el anga de Varvara Legsova era la misma Varvara, con un libro ruso en la mano. Y no dejaba vivir a su cuerpo, pues era un muanga de vitalsima personalidad, incapaz de debilitarse sin un mdium. Compadecida de lo que deba estar viviendo la pobre rusa, jur que la ayudara. Me lo jur desde que la vi convulsionar el primer da y me puse a vigilarla y por causa de la rusa, por desendemoniarla, me sacrifiqu al mximo. 83. Descendiente de una familia habanera de paleros, y ms dotada que cualquiera de sus parientes para hacerse santo, Diana ocult sus poderes desde que tuvo conciencia del bien y del mal, y luego, ya acostumbrada, sigui disimulndolos. Le hastiaba la amoralidad de los orishas, capaces de robar, matar, quitarse unos a otros las mujeres, de irse a la guerra por simples caprichos. Entonces se fug del cuarto de solar donde viva y se involucr en el mundo de las artes escnicas. As, sin nada de trgico, sin mucho amor de pareja, haba sobrevivido a solas cada da y por obra de la casualidad menos mstica le haban cado del techo del teatro donde trabajaba de utilera, de maquillista y de figurante, los papeles de Olivn-Zaldvar-primera-mujer-de-Mella, elpolica-que-hizo-de-Mella-en-la-reconstruccin-de-los-hechos y Longina-la-nodriza-de-Mella-nio. 84. Segn la teora de que la separacin del doble astral ocurre mientras se est dormido, haba conjeturado que 121

el muntu de Varvara Legsova sala de su cuerpo fsico cuando a la rusa le venan aquellas convulsiones. Hija de la iracunda Oy, diosa de la centella y de la manga de viento, primero ide ayudarla mediante un conjuro: la palabra junto con el gesto, la danza y el lenguaje del tambor, pero al no tener recursos, ni poder para procurarlos en aquel pueblo perdido, me ofrec de simple intercesora o mdium, le propuse a Obatal el ebb de mi cuerpo de animal en cuatro patas y me le ofrec a Pichy, que era hijo de Chang, compaero del rayo. Por eso la hija de Oy le haba entregado la ofrenda de su conducto ms tibio al hijo de Chang, en la ms dolorosa de las fornicaciones, en la ms ramera de las formas. Acompaando el ebb con plegarias, diciendo bien claro lo que le daba, transitando por el borde con filo del martirio, con protestas de devocin seguidas de peticiones de apacigua al muerto de la rusa, en lenguaje bant, como animal de cuatro patas en la ms singular de las ceremonias que incluan el derramamiento de la propia sangre (tena hemorroides), grit el nombre de los orishas elegidos y su advocacin cristiana: Ay, Santa Brbara! Ay, virgen de la Caridad! Sacrifiqu mi hoyo colorado, mi canal estrechsimo por algo ms que no fuera misericordia rusa? Lo hice slo por ayudar a Varvara? No. Lo hice tambin porque los angas ocupan un lugar importante, porque los angas son ms fuertes que los vivos, y si no se les daba atencin, terminaban hacindole dao a todos. Cuando no encontr a nadie en la baadera, ni debajo de la cama de la habitacin nmero siete (Salma y el Puma ya haban salido corriendo rumbo a la oficina), sent que no me haba sacrificado en vano, pero que deba estar alerta, porque el muanga no tardara en manifestarse otra vez. 122

85. Me gust que le viniera otro, porque as se demostraba que el primero no le haba dado por mi culpa, que yo no haba tenido nada que ver en el primero de aquellos ataques. Me despertaron los toques de Livn Ivn para pedirme de nuevo un transporte de regreso. Le explicaba las causas de la pobre asignacin de combustible a la Mina, cuando Rita, que ya se haba ido, volvi para decirnos que la rusa estaba convulsionando de nuevo. 86. Entonces corrieron hacia la oficina y detrs de ellos vena el Puma, que rompi enseguida el cerco alrededor de Varvara y adivinando algo raro en la pose, en el estar separado de los otros, le pregunt a Jaimito qu haba sucedido. Yo no s dijo el camargrafo, seal el ordenador porttil: Ella estaba ah. 87. Pero el Puma ya no lo atenda. Haba despreciado el Ella estaba ah como aporte y tirado en el suelo tomaba a Varvara por la cabeza, buscaba que lo mirase a los ojos, pero los ojos de Varvara lo esquivaban. Como la hoja impertinente de una ventana que el viento vapulea, Varvara buscaba la pantalla de su ordenador porttil. Conservaba, por encima de su postracin, un mnimo de lucidez y buscaba la ail pantallita detrs de la cabeza del Puma. Amortajada en el suelo miraba como si pudiera traspasarlo todo y encontrar, en el fondo del crneo de Pumarejo, la ventana abierta del correo, como si pudiera tambin cerrarlo con los ojos, evitar que Ivn Livn lo descubriera. Pero ya era tarde. Livn Ivn haba sabido apreciar el Ella estaba ah, y se sala del crculo de espectadores, se fijaba en la pantalla, en su nombre referi123

do, y se adueaba del mensaje completo, del nmero de telfono. Y Varvara, que haba logrado verlo a travs del crneo del Puma, se retorca de nuevo. 88. Dos ataques seguidos, pensaba y me deca: ahora menos se puede contar con ella; y me preguntaba cmo se lo digo?, porque me senta un traidor. Y la fusin exitosa de dos escenas en una, no me calmaba, me pona peor. La noche antes, Zoilo y yo habamos eliminado la variante de Varvara de la pelcula. Zoilo Borrego y yo. Daba risa. Ya me imaginaba el tercer ataque de soberbia de la rusa: Te has aliado con ese cabrn de Yagoda! Eres un cobarde! Tuve el impulso de contrselo all mismo, apretndome a su oreja para aprovechar el ataque segundo, pero me vino de pronto la sospecha de si Varvara no lo sabra ya. Sin soltarla busqu a Zoilo Borrego, que estaba silencioso, inconmovible. Lo mir amenazante, con la rabia de la pregunta: Le has dicho algo? Pero no, enseguida comprend que no le haba dicho nada. Entonces la frase de Jaimito Ella estaba ah prevaleci mezclada con el recuerdo breve, difuso, de un ordenador encendido. Ha tenido que ser el correo, me dije; Simn que no le ha escrito, pens. 89. A la vez que sostena a la rusa para que no se golpeara la cabeza contra el suelo, el Puma pensaba en cmo decirle lo de la eliminacin de su propuesta, pero las gradas de Odessa volvan a poblarse de gente frentica y Varvara era el bebito del coche que bajaba y su cuerpo senta y transmita los desniveles de los peldaos, el susto del bebito, el sobresalto del espectador. Y volva a conectarse con l, a sintonizar con Pumarejo, a separarlo de 124

Yagodito el Cabrn, a diluir, gracias a la vena nutricia de Sergui Eisenstein, el que no quisieran lo mismo respecto a la pelcula. Porque Varvara y Pumarejo no queran lo mismo. Si hubieran tenido recursos y poder, libertad e independencia, si no fueran un par de presos, de perros, habran realizado dos filmes opuestos, cada uno por su lado; pero la situacin econmica, la falta de recursos, el elemento fortuna y el elemento Sergui Eisenstein, terminaron por juntarlos en un dueto de mltiples y mutuas tolerancias. Uno necesitaba del otro y viceversa. Y haban concebido entre ambos un guin entre dogmtico y subversivo y una escena final donde Mella mora lo mismo por orden de Stalin que de Gerardo Machado. Con la fusin de las dos ltimas escenas, la culpabilidad de Stalin, que era la teora de Varvara, haba sido eliminada de la pelcula, tachada por el mismo Puma, porque algo muy obvio le deca que Varvara se ofuscaba con Stalin, que Varvara, por encima de sus mayores odios, de sus amores, de sus recuerdos agridulces, culpaba de todo a Isiv Stalin. De alguna mala y empecinada manera, Varvara la tena cogida con Stalin y aquello poda empantanarle la pelcula, de nuevo. Provocar otro Ala zurda. Y ya estaba bueno. El Puma llevaba seis aos sin filmar y ya estaba bueno. Tena que encontrar la vlvula de la opresin de su pecho, la canillita para respirar en el lago de su asfixia, en el pantano de ofuscacin que estaba siendo su cabeza. Tena que filmar de alguna forma, salir adelante de alguna forma, acabar de leer en alguna parte: Direccin: Gabriel Pumarejo. Se dijo que ya estaba bueno y tach, una debajo de otra, todas las lneas que sugeran, todas las acciones que insinuaban o conducan a Stalin, a la Secretara del Poder Ejecutivo de la Internacional Comunista, que era Stalin, o a 125

Vittorio Vidali, que era el agente de Stalin, como posibles asesinos de Mella. Y elimin las frases del pintor muralista Diego Rivera: Todos sabemos que fue Vidali. Y descart la otra, del propio Vidali. No fui yo personalmente, pero claro que a Mella lo liquidamos nosotros. Era un irresponsable, estaba quebrando la unidad del partido y la unidad sindical. Enunciados sin vlvula, teoras hijas de una rabia desmedida contra Stalin, de la vida sacrificada de Varvara Legsova, y de su padre, el artista Nikoli. No suyas, no del Puma, no de su pas, no de Cuba, no de aquella gente que iba a las salas de estreno a desconectarse de una vida agitada y mezquina. 90. Cog una pluma del bur de Rita, me copi el nmero telefnico en una mano y sal enseguida en busca de un telfono, camino a la cabina de un telfono pblico, camino hacia mi ingenua idea de que un telfono pblico deba tener una cabina y no estar en el portal de una bodega desmantelada. Pero el nico telfono pblico de la Mina estaba en el portal de una bodega, rodeado de gentes que escuchaban hablar a los otros mientras hacan la cola para hablar ellos mismos. Con bastante fastidio, pregunt quin era el ltimo y esper a que alguien me ofreciera un cuele, y se lo propuse a todos, sin xito. Todos estaban apurados, necesitados, urgidos. A todos los esperaba alguien, un nio, un viejo, un enfermo, a todos se les estaba quemando la comida en el horno. Escuch conversaciones insulsas, pedestres, tontas, de intrigas, de chismes, de chistes, de gentes que se contaban una pelcula, una novela, un pasaje de la Biblia; todos temas menos importantes que el mo. Puetera gente. Se merecan toda la miseria que tenan, la Mina seca, el estpido delegado. Me haba des126

pertado bien temprano para pedirle un transporte de regreso, y en vez de ofrecerme una solucin inmediata, el muy comemierda delegado se haba puesto a contarme la historia de cmo se haba secado la Mina. No. El delegado no tena manera de ayudarme con el regreso. Aunque Haba dicho Aunque antes de que Rita llegara a decirnos que la rusa estaba de nuevo con convulsiones. Maldita rusa. 91. Gerardo Machado esper su turno en el telfono. Marc al fin, luego de depositar abundante menudo, y se tap una oreja. Debi gritar para que se le entendiera, negar, asentir, negar, negar y negar con la voz y la cabeza, hacer como quien discute. Decir que ni muerto, que ni muerto. Pero del otro lado debieron decirle algo bien fuerte, o provechoso, que lo dej pensando. 92. Lo peor de todo era la apata de los actores por el tema del cortometraje. Algo tan grave, con races tan profundas, que no se poda solucionar con un buen trabajo de mesa. Era la falta de estudio de toda una vida, el empirismo, la ignorancia, la falta de cultura general; no se les vea involucrados con la historia, su conocimiento sobre Mella era muy epidrmico y todo esto trascendi al cortometraje. Varvara, Zoilo y yo, lo notamos enseguida, casi al final del primer ensayo de la escena del asesinato. Pero la premura del plan de produccin y el agobio de los problemas prcticos no nos dejaban discriminar bien las cosas y estos inconvenientes pasaban como sutilezas. Tambin estuvo el error de comenzar la filmacin con 127

la escena ms difcil. Sucede cuando los principios artsticos se someten a lo econmico. Desde el punto de vista de produccin, era lo ms barato, pero artsticamente nos sali muy caro. Aquella escena manejaba cdigos totalmente desconocidos para la mayora, y sobrevino lo peor que puede ocurrirle a un equipo de realizacin, la apata por lo que se crea. Una apata que me dej solo con la intelectualizacin del proyecto. Tuvimos que establecer solos el significado de la obra y buscar que los dems llegaran a un acercamiento por sus propios medios. Eran actores que funcionaban a base de intuicin y de golpes emotivos; con ellos no vala teorizar. Desde el primer momento Varvara y yo tuvimos claro que no queramos hacer la reconstruccin exacta de los episodios de la vida de Mella, sino plantearlos libremente. Pero esta libertad nos jug una mala pasada, sobre todo con el asunto de su muerte, sobre el que existan, y existen, diferentes versiones. La pelcula quera manejar con sutileza todas las variantes, pero al corto tanta ambigedad le quedaba grande. Zoilo Borrego se opuso bastante a este enfoque que Varvara y yo queramos dar. No lo escuchamos y se hizo a nuestra forma. El resultado le dio la razn a l. Aquel final no cuaj nunca. Mella va a parar a Mxico en medio de una de las etapas ms convulsas y esperanzadoras de la historia de aquel pas se fomentaba el sindicalismo, se estableca el reparto de grandes latifundios entre pequeos granjeros humildes. Un ncleo de artistas e intelectuales de izquierda lo recibe. Son gente que se siente especialmente atrada y dispuesta hacia la revolucin y la justicia social. Por otra parte, ya a nivel mundial, corren tiempos de tiranos, Machado manda en Cuba, Stalin se estrena en la URSS. 128

Esta cosa multifactorial es muy manifiesta en el asesinato. Y nosotros queramos una escena donde se expusieran las mltiples y complejas circunstancias que determinaron el homicidio, pero tambin temamos que de aquello resultara una puesta desatinada. Quien ms dudaba era yo, atrapado en un conflicto de tres variantes a escoger una: crimen pasional, crimen por orden de Machado, o crimen por orden de Stalin. Finalmente escog las tres. En un principio estaba convencido de la naturaleza homicida de Gerardo Machado. No me caba duda de que el asesinato era una maniobra de la tirana tropical. Haba investigado bastante sobre el juicio a Jos Agustn Lpez Valias, el asesino a sueldo que, delatado por su propia mujer dos aos despus de la muerte de Mella, fue sancionado a veinte aos de privacin de libertad. Conoca los vnculos de Valias con Magriat, y de ambos con el machadato. Conoca, adems, las investigaciones que la viuda de Mella, Oliva Zaldvar, llev a cabo durante aos de intensa bsqueda de la verdad histrica y me haba ledo su emplazadora carta-proclama a Manuel Mrquez Sterling, por entonces embajador de Cuba en Mxico. Proclama en que la viuda aseguraba que el embajador contaba con una serie de pruebas preciosas sobre la culpabilidad de su gobierno. La negativa de Mrquez Sterling a intervenir a favor del pistolero Valias y su posterior renuncia al cargo de embajador luego de haber sido un acrrimo defensor de la diplomacia cubana y de la inocencia de su presidente sellaban con broche de oro el captulo de mis convicciones histricas. Por qu admit las dems variantes? Porque pens que la obra se enriquecera con todas, y porque en 129

aquella poca yo no tena recursos para enfrentar a la coguionista. En su teora del crimen, Varvara culpaba a Isiv Stalin y al agente comunista Vittorio Vidali. Varvara se basaba en las discrepancias de Mella con el partido, en una autoincriminacin no comprobada del propio Vidali, en las sospechas de Diego Rivera y en un par de comentarios bastante especulativos con el auxilio de los cuales defenda a ultranza la teora de un Partido Comunista desajustado y convulso que devoraba a sus propios hijos. Para Varvara, hasta el dato ms inocente era prueba irrevocable de la culpabilidad de Stalin. Y todos los involucrados, menos Mella y Tina, eran unos secuaces del PCUS. Tina era para ella una militante verdadera que en nombre del ideal, de la causa suprema: el comunismo, haba cerrado filas con su silencio sobre la verdadera muerte del lder cubano y se haba unido de por vida con el strapa de Vittorio Vidali. Varvara le deca el strapa a Vidali. Escudada en sus cuantiosas lecturas citaba ttulos y autores que corroboraban su teora y como nosotros ni conocamos ni habamos ledo nada de aquello, tampoco nos sentamos con la seguridad necesaria para impugnar sus declaraciones. Yo tuve un gran dilema con esta posicin suya y la de Zoilo. Al asistente de direccin no le interesaba quin haba matado a Mella. Entenda la necesidad de contar que todo el mundo no era de una pieza, pero discrepaba en que para hacerlo lo que se eligiera fuera contar que Mella pudo morir de tres formas. En aquello que me deca y que yo no supe comprender entonces, estaba la solucin del problema del corto, que era un problema de seleccin. Cuando se quiere contar narrativamente que hay cosas que no te dejan contar, es 130

muy importante elegir bien, para que el espectador sienta que hay algo que se est perdiendo y comprenda los factores que contribuyen a que se pierda. Con todo el nfasis del final puesto en la inclusin de las tres versiones, el objetivo principal qued enmascarado con la idea de que lo que se perdan eran unas cuantas hiptesis, encima intercambiables. Esto le rest valor a lo planteado y el pblico termin por perderles fe a los protagonistas. Al cabo comprend que hubiera sido preferible narrar una sola versin, aun cuando fuera la variante ms equivocada. 93. Inspirada por el texto Verdad y leyenda de Tina Modotti, libro de Christiane Barckhausen-Canale, Salma haba decidido mentir un poco sobre s misma, crearse un aura de leyenda. Tena temor de Diana, de los criterios de Varvara y de la buena relacin Varvara-Puma, miedos que colgaban a su protagnico de una deshilachada cuerda. Por eso, la noche antes, haba decidido volverse encantadora de repente, cambiar. Tena un hermoso cuerpo tercermundista al que le asentaba como un veneno cualquier tipo de alimento. Debido a su alta predisposicin a la celulitis, luego de un despiadado rgimen de dietas, se haba vuelto una anorxica conforme, tranquila de morir temprano (pero esbelta) antes que durar cien aos siendo una hembra de cachalote. Tambin haba decidido no tener hijos, no amamantarlos, no criar nios para no estropearse la figura. Pero por el protagnico de la pelcula (ella segua llamndole la pelcula), estaba dispuesta a todo. El personaje de Tina Modotti representaba para Salma la nica va segura hacia el estado de permanente farndula que quera para su vida. Y como el cambio del papel de Mella la haba aterrado, con la ayuda de lo que ley 131

sobre Tina, se invent un pasado lleno de costuras y hechos para nada crebles que haba estrenado con Varvara y mejorado mientras se lo contaba al Puma, mereciendo como premio un beso del director y con el beso la seguridad de que ya no habra quien le quitara el protagnico. Calco del pasado de su personaje de Tina, dijo que desde nia actuaba junto a su padre en los teatros obreros y en las calles de los barrios, que se haba hecho alumna, modelo, admiradora y amante de un hombre de particular belleza al que le haba sido infiel con un fotgrafo notable, en un affaire exquisito, en el que uno y otro se vertan saque sobre los cuerpos desnudos y oan msica de fongrafo mientras copulaban. Por ltimo, remat su historia con una frase de Oscar Wilde, citada por Tina en carta a Johan Hagemeyer: Hay solamente dos tragedias en este mundo: una es no obtener lo que se desea, la otra es obtenerlo. sta es la peor. Ni el Puma ni Varvara le creyeron. Primero porque lo contaba mal, muy mal, con algo de nerviosismo y el tono de voz alterado, despus porque les pareca la copia de alguna historia real, y aunque ninguno supo de cul historia, a ambos les bast con el esfuerzo de la muchacha y empezaron a valorarla un poco, a decirse, bueno, tal vez Tina Modotti logre cambiarla. Varvara dej de pensar en sustituirla y el Puma la bes de pronto. La ancdota del saque vertido le haba provocado una ereccin indisimulable. La frase de Oscar Wilde le sirvi de impulso. Salma se crey salvada. Pero Diana Beltrn los interrumpi de pronto. Y Salma debi fingirse preocupada, correr. En verdad le importaba un pepino la rusa y sola temerle a la gente con convulsiones. Por suerte no le haba venido ningn ataque estando a solas con ella, slo una pesadilla. Hubiera pagado por no acudir a otra 132

sesin de espasmos, pero ahora interpretaba un nuevo papel para todos y deba lucir encantadora, meterle mano a la demagogia, decir pobre Varvara mientras corra. 94. Demor en estabilizarse. Sufri tres ataques en uno y no se pudo incorporar por s misma. La llev cargada a la habitacin nmero siete. Estaba especialmente carioso con ella y, acariciando su frente, le dije que nos reuniramos todos a las dos de la tarde. Habr trabajo de mesa le dijo. Despus te cuento le dijo a Varvara. Y me qued pensando que no tena valor para decirle: Tu variante ha sido eliminada de la pelcula (a veces yo tambin segua llamndola de aquel modo, la pelcula). Y me dije que mejor no la eliminaba, que el miedo a perder una amistad era un sentimiento ms hondo que el miedo por uno mismo y, si no ms hondo, al menos era un sentimiento hermano gemelo, igual. Entonces decid retomar la variante de Varvara, abrirle paso a la posibilidad de que Stalin hubiera mandado a matar a Mella, darle va libre a la frase acusatoria de Diego Rivera: Claro que fue Vidali; a la autoincriminacin de Vidali: Claro que a Mella lo liquidamos nosotros. Era un irresponsable, estaba quebrando la unidad del partido y la unidad sindical. Frases tan filosas. Aor silenciarlas de algn modo, eliminarlas sin herir a Varvara, dejarlas sin herirme a m mismo, y entonces me acord del Sergui Eisenstein que haba dentro de Sergui Eisenstein, de El acorazado Potemkim que haba dentro de El acorazado Potemkim, de la importancia de tener una visin dentro de otra. Y as, mediante un mecanismo de matrioskas, que era el mecanismo de Varvara Legsova, y era, de algn modo, mi propio me133

canismo como creador, encontr la vlvula de escape, mi gran ardid, y el quinto motivo ldicro me envolvi como un abrazo: haramos cine mudo.
De: Varvara Legsova Fecha: Sbado, 23 de julio de 2004 03:37 Para: Marina Asunto: Sin asunto Mi querida Marina: Es bueno que una pregunta surja, reincida, revise el concepto que hemos elegido como ideal. Es bueno, siempre que la pregunta tenga una respuesta, toda vez que no se eternice como pregunta sola: Puedo confiar en Marina? Puedo confiar en Simn? Puedo confiar en Pumarejo? En estos ltimos aos significaste, junto con las cartas ramplonas de Yelisabeta, la otra vena sana por donde sobreviva mi reconciliacin con Mosc. Pero desde que te conoc hasta ac, o desde que te invent, el paisaje mundial ha variado como cambian esos frvolos fondos de los estudios fotogrficos, donde la gente posa para tomarse una instantnea de cajn. Y aunque una parte ma quiere pensar que ni t ni yo cambiamos (al menos en lo que a mutua fidelidad se refiere) hay otra parte que me lanza la pregunta de si no sers un invento mo, una carnada en el anzuelo, una espa. Soyunamujerquehavivido,nadameasombra;sinembargo, el honor que pudiera escabullirse en estos finales de vida, es el nico trofeo que me gustara retener. No opinas lo mismo, querida ma? No piensas que, en este trpico, todos entablamos relaciones dudosas? No has desconfiado nunca de m? Mal que les pese a quienes me aconsejaron mantenerte separada, eres el nico vnculo apreciable que me queda, la nica persona afn que tengo a mano.

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Hace apenas unas horas, por razones que no son para comentarlas en un correo electrnico, he sufrido otro episodio convulsivo y a estas alturas ya no me quedan reservas para seguir tejiendo ficciones. Creo en ti, lo necesito. Quiero ver en ti a todas las rusas, a m misma, decirte mi realidad es sta: desconfo de todos. Y esta desconfianza me est matando, lentamente, las pocas cosas ciertas que pude aglutinar en mi vida. Qu cosas, Marina, las muertes de los mos estuvieron siempre tan plagadas de rasgos tremebundos que slo cuando estuve de cara a un morir paulatino, pude descubrir la irnica y real concepcin de la tristeza. Para el colmo de mi mala suerte, Pumarejo ha variado el guin de la pelcula, sin consultrmelo, y le ha concedido al delegado el papel de Diego Rivera. Ese gordo grasiento no sabr hacer de Diego Rivera

95. Dijo que las dos escenas se haban fusionado en una, que haramos un corto mudo, silencioso, en blanco y negro mir a Varvara, en honor a Eisenstein, en honor al cine silente. Despus los remiti a la pgina diecisis de los anexos. Escuch con deleite el sonido de los ocho folletos abrindose. Era eso lo que le gustaba de ser director: la obediencia tcita de los involucrados. De los nueve folletos, porque el delegado tambin hurgaba en uno y se detena en la pgina equivocada (en el croquis de la cubierta del barco ruso Vatslav Vorovsky, reciba la asistencia inmediata de Diana la pgina diecisis, delegado, soportaba la risa burlona de Varvara, su desprecio: Un uno con un seis, delegado. Sentada en el otro extremo de la mesa, Varvara se acomodaba a la violencia del cambio inconsulto del guin 135

y en nombre de la causa, el ideal (y de lo que ella tambin nombraba de aquel modo no especfico: la pelcula), disimulaba su incomodidad. 96. El anexo diecisis muestra la invertida cruz de dos calles. La avenida Morelos es el brazo horizontal ms corto. El nombre de Abraham Gonzlez est escrito en el brazo vertical, en la parte de abajo, casi al trmino de la hoja. Despus de su cruce con Morelos, las esquinas de Abraham Gonzlez se ponen chatas. El director levant su folleto, indic el oeste de la pgina con el dedo. El crculo sin color pegado a la pared, era Tina Modotti mir a Salma y esta lo mir, lasciva. Despus el Puma mir al Indio. El asterisco, al lado del crculo sin color, era Mella. Quin es el crculo coloreado de negro? se apresur a preguntar el delegado. Era el hombre sin rostro que representaba a la muerte, un elemento digital que se creara despus, el pedazo de ter con el que ambos protagonistas deban hablar, fingir que hablaban, y discutir despus, o fingir que discutan. Era la versin de un testigo panadero inform, la menospreci como versin el Puma, poniendo un tono de voz melifluo, la variante que acusaba a Tina de saber quin era el criminal mir a Salma, la que menos les complaca a todos mir a Varvara. Porque era evidente que Mella no saba quin lo haba herido, que su Muero por la Revolucin! era autntico y responda a mviles ms elegantes que una trifulca con otro, que a un crimen pasional. Pero la historia no pasaba en vano, agreg, y si algo haban aprendido todos ellos (dijo todos nosotros) era que los errores de omisin se pagaban caro. No sabemos qu pensarn ustedes dijo. Y peda 136

casi alguna valoracin del grupo sobre el crimen. Pero de los presentes, a excepcin de Varvara y el Puma, slo Pichy haba ledo algo al respecto. El Indio hizo una mueca de desconocimiento. El Puma pregunt, sospechando, si todos haban revisado (quiso decir ledo, pero dijo revisado) la literatura orientada para la escena. A falta de una respuesta, fue ms especfico, pregunt quin haba revisado la literatura orientada. Livn Ivn levant la mano dbilmente. 97. Era eso lo que le gustaba de ser director: la superioridad cognoscitiva. Cuando comprob que casi nadie haba ledo la literatura orientada, no dijo nada. Acarici con el dedo la lnea de rayas intermitentes del trayecto de los protagonistas a travs de la avenida Morelos. Ya al nivel de la esquina chata, torci el dedo hacia el norte, se detuvo encima de una cruz color amarillo, a cuarenta metros de la esquina. Mir a Jaimito. All, en una barda de piedra, a sesenta centmetros del suelo, los dos impactos de pistola, uno encima de otro, separados por diez centmetros. All desapareca el hombre sin rostro, hua. Jaimito asinti con la cabeza. El dedo director cruz apurado la calle, por encima de la lnea de trazos, rumbo hacia otra cruz, pero en rojo, situada sobre la acera que miraba al poniente. Los del elenco seguan hacindole apuntes a sus folletos. Aqu cae Mella dijo con solemnidad, busc a Jaimito. Entonces viene el corte le dijo. El retroceso hacia el punto inicial, eliminando al hombre sin rostro retrocedi con el dedo en la hoja del anexo. Estn conmigo? le pregunt a los otros. 137

Diana y el Indio se haban perdido. A Diana no le importaba mucho su extravo. No era su escena an, no haba mencionado a ninguno de sus personajes. Cmo es lo del retroceso? pregunt el Indio. No te preocupes lo calm Varvara. Eso lo hacen los tcnicos. Ustedes filman siempre en una sola direccin. As es coincidi el Puma, sonrindole a la rusa. Despus partimos otra vez desde el mismo punto. Golpe, con la yema del ndice, el inicio del segundo trayecto de la pgina, por fuera del anterior: una letra P junto a otro crculo sin colorear, con una semiluna detrs. Lo que ser la reconstruccin de los hechos dijo, mir a Diana. Anunci que la letra P era el polica, el agente que hizo de Mella en la reconstruccin de los hechos. El semicrculo representaba a los observadores, situados, en forma de parntesis, detrs de la pareja Tina-Polica, pero no a los observadores reales, sino a otros: Varvara-madre-de-Mella e Internacional Comunista / a Livn Ivn como Jos Magriat, Gerardo Machado, Vittorio Vidali y Isiv Stalin (todos los malos para l) / al delegado aqu el Puma hizo una pausa, mir al delegado, dijo que el delegado sera Diego Rivera (como sacudida por un clico abdominal, Varvara se revolc en el asiento), el gran pintor muralista. Explic que se haban quedado sin actores y deban acudir a la gente de pueblo, a los tcnicos. Luego aadi que Pichy y Zoilo Borrego seran los matones, los pistoleros a sueldo, apostados en una esquina seal la esquina en el papel. Dijo siempre ser de da en la escena. Dijo que era un truco, un recurso y una tabla de salvacin para el problema de las luces. Mir de nuevo al camargrafo.

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Habr que trabajar mucho con las lentes dijo Jaimito, busc a Pichy con la mirada, hacer un trabajo de fotografa intenso mir al Puma. La escena se las trae. Pumarejo sigui, con su dedo callado, el trayecto hacia la cruz de los disparos, hacia la cruz en rojo de la cada. Dijo que all, en la cruz en rojo, habra otro corte. Para sustituir al agente por el Mella lo dijo con solemnidad. Mella volva a estar tendido, a su lado Tina, detrs los otros, la mariposa blanca, el hombre sin rostro que era la muerte. Despus del corte, Diana se volva Longinanodriza-de-Mella-nio, se volva Olivn-Zaldvar-mujer-deMella. La falta de actores tena sus ventajas, sus ribetes aprovechables, dijo. Luego vendra lo ltimo, la nica frase hablada de la obra: aquel grito, tan autntico, Muero por la Revolucin! mir al Indio Gutirrez. Les pregunt a los otros si tenan dudas. Salvo Livn Ivn, nadie quiso decir nada. Diana se haba perdido un poco, pero no lo dijo. Varvara haba abierto el ordenador porttil y en vez de proferir alguna injuria contra el hecho de no habrsele consultado ningn cambio, se haba puesto a escribir. Estaba incmoda de ver al delegado pavonearse, creerse ya erudito en la materia. Y quizs incmoda de pensar que la idea del corto mudo haba sido una ocurrencia de Yagodito, el cabrn, pero no quiso decir nada al respecto: la causa, el ideal, se lo impeda. Tampoco Jaimito dijo nada. Tampoco el delegado. Tampoco el Indio, todava dudoso con la escena. Tampoco Yagodito, el cabrn. Y menos Salma. Necesito documentarme sobre mis personajes dijo con voz perruna Livn Ivn. Es un cambio muy brusco lo que se me ha pedido, y que acepto porque esta maana alguien, con influencia en nuestro medio, me ha pedido 139

que colabore. Y est bien. Yo he aceptado quedarme, pero noto que son muchos personajes a la vez y que eso necesita una buena labor de maquillaje y peluquera, sin contar con lo del vestuario. 98. Quise responderle con la irona de un nuevo punzonazo. Pero la intervencin de Livn Ivn haba sacudido algo, haba abierto la esclusa de algo. Y un murmullo de aprobacin respald sus palabras hirientes, sirvindole de cojn a la esencia de su discurso y a su figura misma, que se repech complacida en el pequeo cisma de opinin que haba acabado de generar. Yo tambin necesito documentarme dijo el delegado. El planteamiento lancinante sobre la falta de maquillistas y vestuaristas me haba golpeado sin piedad. Increblemente no haba pensado en aquello. Con el olor constante de la ropa de poca en mi cuarto, con la prdida de casi todo el personal de la pelcula, me haba olvidado de algo tan fundamental, tan bsico. Sent que el piso se mova como una alfombra. Sent una picada en el estmago. Yo puedo encargarme de eso se oy decir a Diana. Pero no. Deba ser un sueo, una invencin de mi optimismo, un fantasma de mis deseos de filmar. Una expectativa. Tengo experiencia como maquilladora continu la voz fantasma. En el teatro donde trabajaba, todos hacamos de todo. Maquillbamos y vestamos a los actores. Estoy acostumbrada. La busqu con la mirada, quise al menos comprobar que hablaba, que mova los labios aunque el movimiento de la boca no coincidiera con el sentido y el sonido de las palabras, seguramente inventadas por m.

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Pero descubr que coincidan, que eran ciertas y era cierto: lo inesperado, la sorpresa, el asombro, constituan una parte esencial de la belleza. El desacuerdo entre los sueos y la realidad poda dejar de ser un desacuerdo. Comenc a querer a Diana. De una manera ilgica, como un mazazo, me di cuenta de que exista. Que le haba concedido los personajes ms elementales de mi obra. Record la tarde en que la conoc, all en el teatro del casting. Avergonzada y potica, dejndose llevar por las preguntas, respondindolas a secas, con deseos de terminar e irse. Mir a Diana como haca nunca que miraba a nadie. Y me dej iluminar por ella. La record mordindome, con un temor insoportable, y un ardor y un dolor inmensos y sent msica, y sonre como si hubiera encontrado, por fin, lo que no haba buscado jams fuera de la filmacin, lo que no saba que existiera fuera del guin de una pelcula: la austeridad potica, la melancola sin emanacin, la expectativa. Quise creer que por primera vez en mucho tiempo, por nica vez quizs, poda hacerme expectativas con alguien. 99. Era eso lo que le gustaba de ser director: dejarse llevar por la ensoacin y la novelera. Obnubilado con Diana Beltrn, no le respondi a Livn Ivn. Tampoco nadie pensaba ya en Livn Ivn. El motivo de atencin eran Varvara y el delegado. Ese gordo grasiento no sabr hacer de Diego Rivera haba dicho Varvara, en uno de sus estallidos de soberbia. 100. Aunque era, por la emocin, el ms prximo a soltar la lengua, aquella misma emocin no me dejaba. Tena dudas sobre mi personaje, pero tema desmerecer la con141

fianza del Puma. Pens que lo ms inteligente era mantener la calma, y aprovechar con osada aquella oportunidad de hacer arte. Esa era la palabra: osada, porque al decirla, impulsaba la quijada hacia delante, lo que quera decir que haba que encarar la situacin. Adems, yo ya estaba probado en otras contiendas tan o mucho ms peligrosas. Ser el representante principal del gobierno llevaba su candanga, su jodienda. Tal y como iban las cosas, cualquiera no se meta en aquello de ser delegado. Quizs por eso me haba durado el puesto. Porque ser delegado en la Mina no era, por ningn costado, un buen negocio. Era ms bien una renta, una maldicin cuya dificultad mayor no estaba en la falta de transporte. La desgracia mayor estaba en el agotamiento del cobre. Algo sin solucin. Algo que haba acabado con la Mina entera. De all la demora con todo, de ah el poco combustible que el gobierno nacional otorgaba al gobierno municipal, y la falta de transporte. Pero aquel insulto verbal de la rusa me sac de mis casillas. Qu haba querido decir con que aquel gordo grasiento no sabra hacer de Diego Rivera? Quin era el gordo grasiento? Quin el incapaz? El estpido guajiro inculto? Yo? Inculto yo? pregunt. Un da le hablar de Rusia hasta cansarla le dijo. Y le contar la de patanes y de mujiks que fundaron su pas de porquera le dijo. Le contar que si la ideologa comunista no los hubiera beneficiado, ahora mismo vestiran con taparrabos le dijo. Le hablar de los mineros que sostuvieron sus estudios de rusa blanca! le grit. Y jur recitarle de memoria el texto ntegro de Vindicacin de Cuba, carta respuesta de Mart a un peridico de Filadelfia que se haba referido a los cubanos en trmi142

nos parecidos. Patanes, no? Incultos, no? Le hablara al azar de diez artistas, diez cientficos, diez guerreros temerarios, paridos y amamantados con la buena leche de estas tierras. Patanes, no? Le iba a cantar al odo, con las palabras del Apstol, que los cubanos no eran ese pueblo de pigmeos inmorales que The Manifacturer y ella queran ver. Y empezara de nuevo con otra tanda de discursos y de citas de nuestros hroes y pensadores, hasta que al final, arrodillada frente a m, la oyera pedir perdn. Rusa de porquera. Aquel rusa de porquera estremeci el comedor. Pens que se me haba acabado el papel, que Pumarejo me expulsara inmediatamente de su obra. Y Pumarejo fue como a decir algo. Su primer impulso fue el de defender a la rusa, pero el rostro avergonzado, tirando hacia lo culpable, de su amiga, lo detuvo. 101. Opuesto a lo que se esperaba, Varvara no dijo nada. Abri los ojos como una nia vieja que desconoce la pregunta del examen. Senta una cosa extraa, no causa directa de la frase final. La frase final era lo de menos. Senta que haba sido la voz de su padre Nikoli. O se estaba volviendo loca o, salvo el eslava de porquera, el delegado le haba dicho todo lo dems en ruso. 102. En cuanto supe que los soviticos se haban hecho amigos nuestros, me apunt en la escuela de idiomas y aprend a machacar el ruso. Fui de los mejores de la clase. A m las letras se me pegan con mucha facilidad. Y tena un gran embullo, una gran ilusin de que en cualquier momento me llevaran a la URSS para recibir un curso sobre minera. Pero el aorado curso no lleg nunca. 143

Cuando la rusa me insult aquella tarde, delante de todos, descubr que haba llegado la hora de utilizar aquel conocimiento estancado. Nada de lo que aprendas en esta vida est de ms.

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NOTADE LA GACETA DE CUBA

En el pasado nmero (Mayo-Junio 2005) publicamos el artculo Los crucificadores de Pumarejo, que firmado por el crtico de arte Simn del Ro, aluda a un trabajo anterior, de autor desconocido, publicado en el tabloide Arpn, y que abordaba el cortometraje Mella, del joven realizador cubano Gabriel Pumarejo. En consonancia con los principios editoriales que han regido esta publicacin, incluimos el artculo de Del Ro de la misma forma que ahora publicamos, de manera ntegra, la carta abierta remitida por Anastasio Guzmn, autor del artculo de Arpn al que se aluda en nuestro ltimo nmero. A continuacin, sumamos la respuesta de Simn del Ro, con lo que pretendemos, al menos en nuestras pginas, dar por terminada una polmica que ya trasciende el tema cinematogrfico, no sin antes aclarar que constituimos un espacio para el anlisis honesto y el entendimiento de cualquier proceso, movimiento u opinin personal que sea digno de ser estudiado y resulte afn a nuestros principios revolucionarios.

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CARTAABIERTAALA GACETA DE CUBA


Por Anastasio Guzmn

La Gaceta de Cuba No. 4 / Julio-Agosto 2005

En su ltimo nmero, La Gaceta de Cuba ha publicado un artculo de Simn del Ro1 que se opone a otro mo, previamente publicado en Arpn2 y que, dicho sea de paso, deb suscribir bajo pseudnimo ya que, por todos es conocido, Arpn prescinde del recurso de la autora. Aclarado este primer elemento, quiero dejar en claro que soy un redactor independiente, ni secuaz ni crucificador de nadie, ni aclito de lo que llaman centros productores tradicionales, ni agregado cultural de esos bien remunerados consorcios que, ocultos casi siempre bajo la palabra alternativo, fomentan una descolorida alternancia de criterios. Para decirlo ms directamente, que no respondo a cobros ajenos a los cuarenta estrictos pesos cubanos que una serena tirada de quinientos ejemplares graciosamente perifrica me pag por el sencillo planteamiento de una crtica en estimacin del estreno, por aquellos das, del documental Mella, y no porque me lo ordenara institucin alguna, como parece sugerirlo el artculo de La Gaceta..., espacio donde Simn del Ro no escatima elogios sobre una pieza que nadie, salvo l, ha querido elogiar. Insisto en este punto porque de algo debe servirnos la mudez de la crtica especializada, o la de salas desiertas 146

que escoltaron al estreno de una obra, dice Del Ro que de prolongada tozudez y ms de una coincidencia, como si tozudez y coincidencias bastaran para prestigiar o justificar los errores. Y sin embargo, la rplica que vuestra revista publica sospechosamente rpido no me toma de sorpresa, cabe justo dentro de los diseos ms convencionales. Habla enseguida de lo financiero y se queja, muy a la moda, por lo irregular de estas producciones nuestras, que terminan por arruinar a los ya pobres realizadores nacionales. Despus define, arbitrariamente, lo que llama la produccin cinematogrfica del pas. Reconoce, sin abundar, las lagunas argumentales de Mella, y aunque la semana de estreno ha concluido, induce al lector a que corra a comprar su boleta enseguida. A partir de entonces, el egregio crtico se dedica a su primordial objetivo cuesta trabajo defender lo indefendible: atacar a un servidor. De ah la finta, la nota al pie que propone una lista absurda, por lo desigual, de trece obras recientes antes me acusa de saber muy poco de cine para luego salir con la aceptacin medieval de no s qu reto mo a batirnos en el falaz terreno de la exactitud documental. Molesto de que mi artculo convocara a las figuras de un historiador, un crtico y un redactor de aquellas pginas lo que incluso privilegiaba a la cinta con un nmero rcord de espectadores, Simn del Ro me llama dinosaurio y aclito del realismo socialista. En la misma medida que exagera, tergiversa o pone palabras que no he dicho, a su manifiesto se le van zafando las costuras hasta terminar en el desfleque con ese anlisis irrisorio, en nota al pie, de uno de los episodios ms controversiales, dice l: la escena del Vatslav Vorovsky. 147

Antes de abordar especficamente este punto, me gustara repetir que no fue la escena, sino la actuacin de Joaqun Gutirrez tan errtica antes, tan inespecfica despus lo que me llen de esperanzas en aquel momento. Aclaro tambin que soy del tiempo en que los jvenes militantes del Partido Comunista iban de viaje de estudio o de recreo a la URSS y regresaban matrimoniados con soviticas inexpugnables; que viv, efectivamente, aquel tiempo menos sacrificado, cuando todava la doble moral no causaba los estragos que hace ahora. Estragos que intentan contaminar incluso a nuestra historia ms sublime. Porque resulta de veras incomprensible, traumtico y esnob, que la produccin artstica contempornea se dedique a disminuir a nuestras figuras heroicas, y a contaminar con dudas y medias tintas sus experiencias ms puras. Cmo se explicara si no ese regusto por el detalle de conflicto, al extremo que la visita al Vatslav Vorovsky le resulta onrica, pero lineal (?) a Del Ro? Es evidente que el crtico no entiende la escena que intenta explicarnos. Tal vez no sabe que Machado mismo haba prohibido que los marinos rusos bajaran a tierra, tal vez ignora que visitar la nave era tambin arriesgarse. Ni culto a la personalidad, ni maniobra poltica: osada. Desde dondequiera que se mire: osada. Entiende esa palabra Simn del Ro? Los enemigos que resultan l y sus congneres lamento no acudir al recurso hipcrita proponen un trazado ambiguo que toma lo de menos los orgenes bastardos, las infancias inseguras, los desnudos fotogrficos y
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Simn del Ro, Los crucificadores de Pumarejo. En La Gaceta de Cuba. No 3 / Mayo-Junio 2005. Anastasio Guzmn, La cruzada de Pumarejo. En Arpn. Tabloide de crtica. UNEAC Junio 2005.

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desprecia lo significativo increble esa mirada fofa, obtusa, lateral, de la huelga de hambre, ni qu decir de ese verlo todo desde las rencillas, el chismecito fatuo, afincados en la lectura pacotillera de una poca crucial. El Mella de vuestra pelcula, seores mos, habra sido til por su lado arduo, de firmeza sin jactancia, de joven que conmocion a la universidad teolgica y absurda, de fundador de la Liga Antimperialista de las Amricas, de fiel seguidor de las ideas bolcheviques, de admirador de Lenin y ferviente partidario de la Rusia sovitica. En estos tiempos de mezcla cultural, de fatuidad y de juventudes que copian modelos miamenses, el Mella que necesitaban el lector de La Gaceta y el frecuente visitador de nuestras salas de estreno, era aquel lo siento si les duele inalterable en su ideologa. Y en aras de esto, incluso una pieza del peor y ahora vilipendiado realismo socialista, hubiera sido preferible. Porque, adems, tampoco en el caso de un liberalismo a lo Godard, una cmara en la mano y una idea en la cabeza liberan a los realizadores de la responsabilidad de mostrar la realidad tal como fue. No se trata ya de que con la seleccin de lo que se muestra quede definida o no la posicin del artista. Se trata de no tergiversar, de no hacer trampas diciendo que se es heterodoxo o imparcial. La creacin artstica deca Toms Gutirrez Alea supone una actitud no imparcial frente a la realidad e implica un juicio. Todos los intentos de retratar la realidad, de mostrarla objetivamente evitando un juicio sobre ella, son intentos fallidos. Y aada: A veces se llega a medias verdades que pueden resultar ms inmorales que una mentira completa. Y es que, en definitiva, eso de no elegir es mera parafernalia, porque en verdad siempre se elige. Y en este 149

caso, se eligi la ligereza. La historia y los hechos no suelen ser los fuertes de quienes acuden ms a las intriguillas y a los comentarios poco serios, distintos de los deAlfredo Lpez, Ral Roa, Rubn Martnez Villena, Pablo de la Torriente Brau lean y les ser otorgada una suma mayor y ms certera que aquella de las trece pelculas. Cuando la mueca del gigol bien entrenado en posar es la que interesa, proponer otra cosa, parafraseando al propio Mella, sera pedir tanto como que comprendiesen el movimiento revolucionario de nuestro pas y nuestras caractersticas nacionales por medio de la interpretacin que le dan en Hollywood. Lstima que a quien consideraba al cine como el arte favorito de la multitud, se le haya otorgado tan flaco favor a travs de una obra que manipul los accidentes aquella momentnea separacin del Partido, que disimul la naturaleza radical del revolucionario y lo condujo directo, sedicioso, trotskista, hacia la escena final de un mentiroso asesinato, mezcla de crimen pasional con purga estalinista, donde los culpables histricos: la tirana, el imperialismo, la corrupcin y el vasallaje, quedan pendientes de examen. Son estas las disociaciones que me incomodan, seores intransigentes, y si no fuera porque nuestro mundo se ha quedado a merced de ellas, hubiera salido a mitad de la pelcula, ignorndolas. Si me detuve a inculparlas, fue tambin por osada. Estos meses de disputa me han servido para comprobar cun solas se quedan la voces de las ideologas en desventaja. Por lo dems, termino aqu mi actuacin. No le responder ms a Simn del Ro. Mis argumentos son francos y entendibles: somos opuestos irreconciliables. Le agradezco, sin embargo, el foco de atencin que gener con su artculo y espero que la polmica les haya servido a todos. 150

CARTAINTENSAPARAUN ENEMIGO NTIMO La Gaceta de Cuba No. 4 / Julio-agosto 2005


Por Simn del To

Nos ha tocado vivir sospechando. Vivir una poca en la que muy poco queda fijo, donde nada quita que Lady Di estuviera embarazada, que el 11 de septiembre haya sido una secuela de la Guerra Fra, que basemos nuestro conocimiento en extraas interpretaciones de la realidad. Es cierto: puede que nada seamos. Puede que debamos fabular para ser algo. Pero fabular es, de alguna forma, entrar de lleno en ms de una blasfemia, en ms de uno de los contrasentidos que describen las variantes de nuestra historia oficial. Lo peligroso resulta cuando una de las variantes de esa historia, convencionalmente establecida, se envicia de poder y determina la obligacin de consumir esa y slo esa visin de las cosas, tambin mediante la coronacin de verdades a medias y el empleo de verdades rotundas, muy manejadas; lo que a pesar de ser un truco bastante viejo, con el desarrollo y variedad de los elementos mediticos, hace que a cada figura entronizada, viva o muerta, la importunen las consecuencias de tanta informacin a la mano, de tanta indagacin casi periodstica, que perfora la intimidad de los caudillos hasta hacernos dudar si la palabra y sus sinnimos (prcer, adalid) no les quedan un poco anchos a nuestros jefes. Por todo lo aturdidor que resulta, comprendo la reaccin de los dados a la simplificacin del relato en una 151

versin omnipotente, pero no comprendo la furia de Anastasio Guzmn, autor de un artculo retorcido en el que peda una mandarria bajo pseudnimo, y de otro, bajo nombre propio, en el que deviene servidor y vctima y sujeto melanclico, pero todava negado a entender el devenir esttico de la flmica nacional. Y aunque no me dedique a responder a cada una de sus arbitrariedades, s quiero expresar que entiendo perfectamente la palabra osada, porque adems de encontrar su significado en la historia de nuestros muertos, la osada es la prctica diaria de quienes se oponen a lo esquemtico y acomodaticio de la vida y, por qu no, del cine complaciente. Si la pieza cinematogrfica Mella ha propiciado la polmica que nos ocupa, se debe, en gran parte, a una serie de relevantes valentas que trascienden el marco estrecho de su sola puesta en pantalla grande. Osadas de la creacin, del arte y de la interpretacin. No obstante ser, en ms de un rubro, una obra valiente, la conducta opuesta, muy en boga, de slo abordar lo esperable, de alguna manera lastra al espectador del cortometraje; lo lastra hacindole ver como raro el planteamiento de, digamos, tres variantes que conduzcan a conflicto. Y nos coloca de temerosos espectadores, o de adversarios. Y sin embargo, en cualquier estudio sensato sobre la vida de Mella, se comprende que su periplo de revolucionario fue rotundo, pero zigzagueante, de comunista, pero de manicato. En cualquier cronologa no viciada por el mal que Guzmn padece, suele comprobarse que aquella momentnea separacin del Partido de que fue objeto, no result tan accidental ni tan breve. Lstima que slo las cabezas ms osadas distintas a las de los dogmticos e imitativos compaeros que lo 152

acusaban de implicarse en una lucha personal contra Machado, distintas a las de los que acusan ahora al cortometraje puedan apreciar la vala de aquel Mella mltiple. Circunstancias de innegable tirantez con los gremios comunistas cubanos y mexicanos debi encarar Julio Antonio en su corta vida de militante. Tendremos derecho a negarnos esta realidad o a tratarla de un modo tmido? Imaginemos que lo tenemos. De qu servira? De estas variantes, apenas abordadas por la historiografa nacional ms que discretas en el corto, y de la innegable identificacin trotskista del lder cubano (para citar un solo ejemplo: en octubre de 1928 funda la revista Tren Blindado, que era el emblema de Trotsky), se desgajan una serie de mviles jams comprobados, pero latentes, del asesinato en la esquina de Morelos y Abraham Gonzlez. Supuestos que viajan desde el crimen pasional, hasta la purga estalinista a manos de Vittorio Vidali, connotado agitador revolucionario, amante ltimo de Tina Modotti y virtual agente sovitico. Paralelamente a la variante ms creble que involucra al porrista Jos Magriat y al tirano Machado, las dems versiones han crecido subterrneas a travs de las voces de los involucrados, de cabos sueltos y tambin, por qu no, del encendido morbo de todas las pocas. Manifestarlas en una obra de arte, se nos antoja, cuando menos, una propuesta viable, escrutadora y ms que conforme con la ascendencia revolucionaria del lder en cuestin, mxime cuando el propio dirigente fue un tremendo trasgresor de cnones. Escrute, quien lo dude, sus fotos al desnudo, sus compaas bohemias. Escrtelo no como chismecito ruin, sino como vlida pesquisa histrica y aseguro que saldr favorecido. 153

Ahora s, quien busque solamente el antiguo discurso de siempre, se perder las sutilezas, las honduras conceptuales, las vertientes psicolgicas y sociolgicas por las que se deslizan la trama y la realizacin de Mella, documental que este crtico saluda y aplaude, con todos sus grandes valores y sus grandes peligros. 103. La telaraa de un recuerdo desproporcionado e infantil me haba jugado una mala pasada. Me haba hecho perder la vigilancia del elemento Ciudad Mxico de 1929. Grotesca era la palabra. La esquina era grotesca y el dao no terminaba ah. El recorte del presupuesto haba acentuado la crisis econmica. Y ahora aquel par de elementos convertidos de repente en un par de manos gigantes, me opriman las sienes con sus palmas. La Mina se converta en un gasto, en una incomodidad que nada, ni el reconocimiento de los sitios de mi infancia, ni la recuperacin de mis recuerdos de nio, lograban apaciguar. De pie, junto al sitio donde deba caer Mella, yo me deca a m mismo peliculero de mierda. Estaba de mal humor y haba perdido el hbito de buscar el xtasis de la escena. Los seis aos sin filmar empezaban a notarse en medio de aquella escenografa grotesca, en el momento de los ensayos y el rodaje, cuando deba estar verdaderamente dotado y entrenado para ser capaz de or y entender las sugerencias de la escena. Sin embargo, no escuchaba ni entenda ni vea nada. El malestar me lo haba agudizado el peinado de la Tina. Fuera de poca era su definicin exacta, un peinado fuera de poca, lo primero que odi de la pelcula. Un cabello cenizo, rebelde a todo molde. Cmo no me percat antes de aquel detalle? 154

Diana haba pasado toda la noche practicando fallidos peinados en la cabeza de Salma Pe. Practic hasta que Salma se desmay del ardor en el cuero cabelludo. Me daba una tremenda lstima con ella, con Diana Beltrn. Porque no se lesionara o se enfermara de tanto trabajar, acept finalmente aquel peinado anacrnico. En la maana, el malestar tom el alimento de la tambin anacrnica esquina. Aunque grotesca era la palabra, la esquina era adems anacrnica y remat la silueta de mi malestar, ya rollizo, con la certeza de que sin un buen director de fotografa que interpretara los trminos de iluminacin y las necesidades del director general en cuanto al ambiente y la atmsfera de cada toma, la escena final terminara por convertirse en algo que nadie iba a entender. 104. Aguardaba, junto a la toda de negro Salma Pe, el chasquido inicial de la claqueta. El Indio estaba nervioso, se senta un usurpador y su malestar derivaba de la incomodidad que le trajo el papel del Mella, la sensacin de que lo utilizaban, de que le haca dao a Livn Ivn. Y ni la ganancia neta de la cercana de Jaimito lograba tranquilizarlo. Jaimito estaba parado, con la cmara al hombro. Entonces algo dijo: Indio, fjate cmo te mira. 105. Me senta incmoda, con aquel abrigo negro de cuello alto y los zapatos de tacones con hebillitas. Adems, me arda el cuero cabelludo y la vigilia por causa de la ineptitud de Diana, que no era peluquera ni ocho cuartos, me haba producido bolsas debajo de los ojos. Unas bolsas horribles, indisimulables. 155

Grit al descubrirlas en la cara del espejo del bao. Mierda-mierda dijo despus. Me cago en Diana Beltrn. Diana Beltrn me haba roto el paso doble con su ineptitud. Y ahora, para rematar, el camargrafo me miraba lascivo, con aquel rostro desproporcionado y feo, el muy descarado. Se lo iba a decir a Gabriel en cuanto se me diera la primera oportunidad. S. Ya le deca Gabriel al director, me haba quedado en su cuarto la noche anterior, la noche del desmayo. La puetera Diana Beltrn nos haba roto el paso doble con su no saber cmo tratar el pelo. Qu falta de profesionalismo. Aunque seguramente lo haca con toda intencin. Pero no importaba, con todo, yo era la protagonista, mi escena era simple, mi personaje uno solo, y el director mi amigo. 106. Con un altavoz en la mano, seguido de Zoilo Borrego. que traa la claqueta, el director emergi de la calle Abraham Gonzlez. Dijo por el altavoz que todos ocuparan sus puestos, pidi la colaboracin de los intrusos, la retirada de la gente que se haba apostado en las aceras. La calle deba quedar limpia. Ya estaban en filmacin. La gente obedeci con apremio. 107. Era eso lo que ms le gustaba de ser director, esa cosa infantil, su voz en el altoparlante. Varvara y el delegado estaban junto a Pichy, en la esquina que daba al norte. Ya todos vestidos de poca. Varvara con una larga pieza enteriza y asfixiante (motivo de burla entre la gente). El delegado con un sombrero 156

gris, de alta y redondeada copa, con alas muy finas, totalmente horizontales. Pichy, tirando a cowboy, con el sombrero calado, jugaba con el revlver a dispararle a la gente. La gente tambin se rea de aquello, pero sin burlarse. Se rea con Pichy y no de l, lo que segn el propio Pichy poda notarse en la proyeccin ms o menos estomacal de la carcajada. Teoras suyas. 108. Camin lentamente por la avenida Morelos, rumbo hacia donde estaban los protagnicos. Insinu la claqueta por delante de la pareja y esper a que Jaimito se situara con la cmara. Luego cant la toma uno y corr, por detrs del camargrafo, a situarme junto al pistolero, en la esquina que daba al norte, porque a m tambin me haba tocado interpretar a un personaje: el del gatillero que no disparaba. 109. Varvara me sac de la accin, tirando de mi brazo, dicindome por lo bajo: Venga por aqu, delegado. Todava no nos toca. Algo extrao le haba sucedido conmigo despus de que le hablara en ruso en el comedor. Algo provocado no por las palabras que dije. Algo que tal vez le haca decirse a la rusa: Varvara, ests delante de un hombre sabedor, leedor, capaz de hablar en ruso. Con la gente hay que ser chusma de vez en cuando. 110. El trabajo en el guin fue constante. Los vaivenes de la produccin impidieron tantos acuerdos iniciales, que desde el primer momento supimos que la obra no sera perfecta. Y sin embargo, debo decir que desde los ensayos hasta la filmacin y la edicin, trabajamos en un ambiente de suma libertad creadora. Quizs porque, en alguna 157

medida, las mismas limitaciones nos estimulaban, tenamos la conviccin de que lo filmado iba a estar lleno de descuidos, suciedades y defectos. E insistir a pesar de todo, nos haca sentir audaces e independientes. La escena final da fe de esa audacia de la que hablo. En uno de los peores momentos de crisis, Zoilo Borrego y yo descubrimos que con la fusin de las dos ltimas escenas se determinaban dos planos de lectura. Unificar el asesinato con la reconstruccin policial de los hechos fue una idea formidable acaso la mejor idea de nuestras vidas. Esto nos ayud a desdramatizar la tragedia del desenlace y a sugerir, casi a plantearle un anlisis inmediato al espectador. A nosotros, en definitiva, no nos importaba reflejar una realidad exacta, sino enriquecer la inexacta realidad que conocamos. Todo acercamiento a un evento que ya sucedi es un acto de reconstruccin. El corto en s mismo lo era desde la primera escena. Pero terminar fusionando el asesinato con el proceso investigativo real de la reconstruccin de los hechos, si bien era un recurso complejo, nos permita plantear una mirada realmente crtica, no slo del asesinato, tambin de la vida entera del lder y de toda su poca. As decidimos que nuestro Mella sufriera una muerte abierta, una que permitiera involucrar y, lo que es ms importante, acusar de su desaparicin a ms de un miembro desleal de cada bando. Esta idea particular dentro de la idea general, qued muy bien esbozada en el guin, pero no corri igual suerte con la puesta en escena. Debimos prever que el lenguaje del cine era otro. Y como no lo previmos, el lenguaje del cine nos traicion. Logr convencer a Zoilo y puj por que Mella muriera de todas las maneras posibles: 158

a) Segn la versin de dos testigos presenciales (crimen pasional) b) Segn la versin de que Stalin lo haba mandado a matar (teora que involucraba al revolucionario italiano Vittorio Vidali) c) Segn la versin que acusaba a Gerardo Machado como autor intelectual y a Magriat como su esbirro As, la helada noche de aquel 10 de enero de 1929, transcurri, en el corto, en medio de la ms apabullante claridad. Tenamos un serio problema con la iluminacin que resolvimos vertiendo la muerte en la reconstruccin policial de los hechos. La escena se film con menos de la mitad del personal tcnico que necesitbamos y a travs de dos momentos que describan el avance lineal de la pareja desde la esquina de Morelos, pasando por un punto intermedio en que se efectuaban los disparos, hasta llegar a la zona en que Mella se desplomaba, en la acera del frente, luego de cruzar la calle. En el primer momento, concebido segn la versin de los testigos presenciales, Mella era baleado por un individuo misterioso que vena discutiendo con la pareja. Al individuo lo produjimos de forma digital y fue una tremenda osada teniendo en cuenta nuestra poca experiencia en efectos especiales. En el segundo momento, de mayor trabajo creativo, siguiendo la misma trayectoria y ya en plena reconstruccin de los hechos, Mella era sustituido por un polica que encarnaba Diana Beltrn. La pareja Tina-Polica era escoltada por figuras medio reales, medio ficticias, que fueron intencionalmente desenfocadas por el lente de Jaime Lombillo; figuras fundamentales en la vida y en la muerte del lder comunista. Ya aqu, guiados por la versin de Modotti, los disparos los efectuaban un par de pistoleros a sueldo, aposta159

dos a distancia. Estos disparos heran a su vez al personaje de Varvara, quien representaba una mezcla de Internacional Comunista y madre de Mella; lo que contena un fuerte significado poltico e ideolgico. Despus de la fingida cada del polica, vena un nuevo corte. El Indio Gutirrez recuperaba su sitio y pronunciaba el nico bocadillo de la pieza: el famoso Muero por la Revolucin!. Lo ms importante, dentro de la escena, era mantener un desarrollo dramtico que evitara la confusin. Pero fallamos a la hora de lograrlo. La actitud flexible y abierta nos jug una mala pasada. Y es lo que ms me pesa de la pelcula. 111. La pareja rompi a caminar. Se filmaba la versin de los tres testigos presenciales, un panadero y dos jvenes que conversaban frente al nmero 22 de la calle Abraham Gonzlez (tres ciudadanos de la Mina, advertidos previamente de actuar con naturalidad y de no mirar a la cmara). En la misma esquina del cruce de las calles, un sujeto de color moreno, vestido de negro (dibujo animado de hombre sin rostro), se una a Mella y a Modotti y se pona a discutir con el cubano. En este punto, el Indio Gutirrez deba detenerse, pero no lo hizo. Del brazo del protagonista, del lado de la pared, Salma Pe pellizc al Indio, como avisndole. El Puma mand a cortar. Queriendo no ser especfico, pidi concentracin. Mir al Indio y fue adonde estaba, le dio dos palmaditas en el hombro. Reljate le dijo. No mires a la cmara le dijo a uno de los jvenes apostados a mitad de la calle y el otro 160

se rio. Y t no te ras le dijo al otro. Entonces se rio el primero, el que no dejaba de mirar a la cmara. Comenzaron a filmar de nuevo. Caminando hacia el sur, esta vez el Indio no olvid discutir con el supuesto dibujo animado, pero lo hizo mal, desenfocadamente, como si discutiera con todos, mirando a ningn punto fijo, o mirando hacia donde estaban Varvara y el delegado. Esta vez el Puma torci el rumbo hacia Jaimito. No filmes ms le dijo. Jaimito se lo esperaba. Tap el lente de la cmara, pero no se la baj del hombro. Algn problema? intrig Livn Ivn. Ningn problema repuso Varvara, abanicndose el cuello con la mano. Slo que llegas tarde. Lo repetiremos todo sin filmar vocifer Pumarejo. Volvi adonde el Indio. Olvida que haces cine le dijo. Olvida que hay una cmara. Piensa que ests en el teatro. Un actor que no haya dominado toda la artesana teatral no podr nunca desarrollar completamente sus potencialidades en la pantalla.

112. Me sent mejor cuando me dijo aquello. El teatro era mi medio, un sitio casi permanente para m. All, en el coro de la iglesia, y en mi propia vida ulterior, repleta de finales tristes, todas mis experiencias fundamentales haban tenido tufo de teatro, arquitectura de teatro, de teatro vaco. Me somet al invento de que estaba en un teatro vaco y pattico. 161

113. Herido de proyectil en su brazo izquierdo, con una mancha en forma de rosa nutica en el saco (dibujada por Diana desde la noche anterior), con el mortfero trayecto de una bala calibre 38 en el abdomen (una bala eso s se lo haba estudiado bien que penetraba por el undcimo espacio intercostal izquierdo y sala por el epigastrio, a la derecha de la lnea media), Mella corri atravesando la calle diagonalmente hacia la casa de Tina, sita en el nmero 31, sobre la acera que vea al poniente. Y a mitad de la calle, lo abandonaron las fuerzas, se refugi en el zagun de la casa nmero 15 y all se sostuvo de la verja, siendo ayudado por Salma, que se reuni con l y lo sostuvo del brazo derecho y le deca: No es posible que te mueras, Julio mo. Salma, que no haba terminado de leer Verdad y leyenda de Tina Modotti, movi los labios como si dijera: No es posible que te mueras, Julio mo. Y el herido recobr las fuerzas y ayudado por Modotti dio algunos pasos, pero cay en definitiva. Entonces vino el corte. Corten! dijo el Puma por el altavoz, como si estuvieran filmando de verdad.
Han pasado cuatro das sin que pudiera terminar este mensaje, sin volver a ti como debo volver a m misma. Te cuento que las cosas han variado bastante. Ya se trabaja en la escena y ahora estoy feliz. Noto que arriba te hablaba del delegado y de Diego Rivera como de gentes que debas conocer. Disclpame, querida. Mira, hemos venido a filmar la ltima escena de un cortometraje biogrfico sobre una figura emblemtica de este pas: Julio Antonio Mella, destacado lder estudiantil y fundador del primer Partido Comunista cubano.

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Hemos venido a filmar la escena de su asesinato en Mxico, una de las ms conflictivas y difciles de todo el proyecto. Difcil porque ya sufrimos el golpe frontal del recorte del presupuesto, conflictiva desde su mismo afrontamiento, porque en torno al homicidio se han suscitado variables e inflamadas polmicas y an hoy sigue habiendo misterio en cuanto a quin lo mand a matar en definitiva. Esta dcada de los aos veinte del siglo pasado fue una etapa bien convulsa y rica en desproporciones. Y lo fue ms en aquel Mxico reverberante, donde por un estado social de cosas, los artistas y los intelectuales se sentan particularmente conmovidos por el tema revolucin, justicia social y, en definitiva, por el tema comunismo. Y es lgico que en tal caldo de cultivo, el simbolismo se acente. Te hablo adems de una ebullicin autntica (corre el tiempo de los muralistas comprometidos y disolutos, de los Diego Rivera, los Jos Clemente Orozco, los David Alfaro Siqueiros, los tiempos de Sacco y Vanzetti, de Augusto Csar Sandino, de Trotsky, de Frida Kahlo, de Tina Modotti y tambin, mal que nos pese, corren los tiempos de Stalin, de Gerardo Machado y de sus recuas de matones: lo que es decir la farndula, el talento, el compromiso, la canallada en un mismo pote). Julio Antonio es el hijo natural de una irlandesa con un dominicano. Tiene la sangre rebelde y la piel mestiza y alimenta (con sus slo 25 aos) un librepensamiento camino a lo sublime de un Sartre o un Maritegui. Un hombre colosal, Marina, el tipo de hombre que t y yo amamos siempre: desinhibido, sensual, sexual, ingenuo, franco y pursimo. Sobre estas cosas filmamos un documental que se llamar Mella. El guin es mo y de Pumarejo. Pumarejo es como yo. Un empecinado en su teora (a Mella lo mat Machado), pero un estudioso de mi interpretacin del caso (a Mella lo

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mat Stalin) y un heterodoxo que filma un cortometraje con las dos versiones. Las condiciones son de lo ms precarias. Todo es improvisado. La panadera de la pelcula es tambin el camerino, la mayora de los actores que quedamos no somos profesionales. Hacemos un corto de figurantes, en un pueblo de gentes que nos miran como si fusemos androides, y se suben a los techos para vernos actuar y rerse con lo que tiene de danza la escena, que ser muda. Pero an as me siento cmoda. Este pas me ha enseado a no reaccionar con tanta furia, a decir, llegado el momento: est bien, consintmoslo. Y a consentir de veras, en nombre de la causa, el ideal. Y cerrar filas igual que Tina Modotti, esa mujer esplndida que se call para siempre la muerte de su hombre, tir su cmara al ro Moskva y jur dedicar la vida a las tareas ms humildes del Partido Comunista. Acaso sea slo mi entusiasmo, pero siento que poco a poco hemos empezado a creer que el set no es ms el set, y que a las casas prestadas, a la panadera improvisada, han empezado a crecerle la costra de lo histrico recreado, la cscara de la verosimilitud. Y siento que Pumarejo acta como si hubiera recuperado el hbito de buscar el xtasis. El defecto est todava en los personajes, en que Salma no es todava Tina, el Indio no es todava Mella, y acaso ni yo misma sea todava lo que deba. Slo Ivn, el terrible Livn, est en su sitio. Es curioso el talento. Se les da a cada unos Bueno, Marina. Ya debo dejarte. Empieza de nuevo otra jornada. Espero noticias tuyas. Te abraza, Varvara Nikolaievna

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114. Volvieron a la cabeza de la calle. Era tarde y la luz caa exacta sobre el set, como tomando cuerpo en la arquitectura, en los torsos, los cabellos, baando de acritud los recovecos y dndole a todo lo inanimado y lo mvil un tono sepia muy til. Habiendo confirmado que Pichy no tena talento para la fotografa, y sobre todo por cuidar mi propio trabajo de cmara, decid callar ante el vaco de no tener auxilio, y comenc a filmar (se lo haba contado al Indio) un poco caseramente, siendo a la vez ms libre, dejndome llevar por la inventiva y por la comodidad de decidirlo todo con mi cmara. No lo comentes con nadie, pero este puede ser mi mejor trabajo le revel a su compaero de cuarto al final del primer da de filmacin y aunque no sola sincerarse en cuestiones tcnicas. 115. Aquella confesin lo descuartiz por dentro. Tuvo deseos de tocarlo. Pero no se atrevi. Tuvo deseos de decirlo todo con la boca pegada a su oreja, deseos de cantarle al odo que necesitaba ayuda, de decirle que necesitaba que lo quisieran, que lo quisieran un poco para que el amor verdadero y duradero de alguien lo enseara a quererse a s mismo, a creerse un inigualable actor de teatro colmado, para conseguir un Mella creble, por lo menos eso. Pero no se atrevi. 116. Rompi a caminar de nuevo por la avenida Morelos, con Salma Pe de su brazo, y discuti con el fragmento del ter, el dibujo animado que, segn los testigos opuestos a Tina, deba ser el asesino. Discuti mirando al punto fijo que le sealaba el director luego de cruzar la esquina. Y se doli con los disparos, 165

cruz la calle, se dej caer, se dej sustituir por Dianapolica-que-hizo-de-Mella-en-la-reconstruccin-de-loshechos. Mir, ya desde fuera, el ruedo de los otros, la lunita menguante y azul del guin: Varvara-madre-deMella-Internacional-Comunista, el-delegado-Diego-Rivera, Livn Ivn. 117. Livn Ivn haba llegado tarde de nuevo. Quera que todos esperasen por l. Con tal de no perderlo, el Puma no lo amonest demasiado. Sus personajes eran indispensables y la caracterizacin una mezcla de tipologas bien difcil de lograr. Pumarejo saba que no tena a nadie como Livn Ivn para enfrentar aquello, para salir airoso de aquel pastel de dificultades interpretativas, para saber la dosis exacta de histrionismo, para poner la cara precisa y entregar un personaje pastiche con las proporciones que l, Pumarejo, soaba: un tipo meticulosamente controlado, seguro de s mismo y de su poder, el tipo-todoslos-tipos-malos que deba ser, con importantes regulaciones: con ms de Gerardo Machado que de Isiv Stalin, con ms de Jos Magriat que de Vittorio Vidali. 118. Queriendo lograr el maquillaje polivalente que le propuso el Puma, Diana (vestida ya de polica) se demoraba bastante en la tarea de caracterizar a Livn Ivn. Pumarejo insista en que el personaje deba parecerse ms a Gerardo Machado y a su matn Magriat, pero a Diana Beltrn toda aquella explicacin la pona ms tensa de lo que ya estaba, porque no saba quin era ninguno. No haba ledo nada de lo orientado y no saba nada de Historia. 119. Empec por dejarlo en claro. No s nada de Historia de Cuba le dijo, sobndose 166

el codo izquierdo, por encima de la manga del uniforme. As que mejor me buscas unas fotos y me dices qu es lo que quieres. 120. El personaje estuvo listo antes de que la buena iluminacin se desvaneciera. Ya incorporado, Livn Ivn no se pareca a nadie. Me saete aquella conviccin, pero no lo dije. Varvara Legsova lo confirm cuando lo vio salir de la panadera. No se parece a nadie le dijo a Pichy. Se lo dijo a Pichy, de forma que yo lo escuchara, pero no se atrevi a comentarlo directamente conmigo. 121. A Pumarejo se le notaba algo distinto, algo surgido quizs de sentirse de nuevo un realizador, algo como un amor propio recin nacido, como un orgullo personal muy intenso y que era lo que buscaba al dirigir una pelcula: sentirse un mandatario. Varvara quera convencerse de que no poda ser slo eso. Quera sentir que Pumarejo senta, por sobre todas las cosas, que una pelcula o un corto de ficcin, o una sola toma siquiera, podan ser un arma, y que los objetivos al margen, las satisfacciones aadidas, el nombre propio del autor en el documento, la propia calidad de la obra, el deseo de ganar un premio en un festival internacional, no respondan ms que a un fin social. Varvara poda creerlo. 122. No parecerse a nadie puede ser un mrito respondi Pichy. Y Varvara, que iba a replicarle, lo analiz desde ese punto y no replic nada. Gerardo Machado, Isiv Stalin, Jos Magriat y 167

Vittorio Vidali se sumaron a la escena. Y se sum Diana, con sombrero de plato que el mismo Puma le puso, con particular deferencia, delante de todos. Son de nuevo la claqueta y Zoilo Borrego corri a situarse en la esquina, junto a Pichy, irguindose un poco porque ahora s la cmara lo tomara en pleno. Tal y como lo haban ensayado, el grupo sigui a la pareja a una prudencial distancia de dos o quizs tres pasos, abrindose por detrs como un haz de varillas que se arqueaba. Livn Ivn y el delegado en los extremos, el delegado del lado de la pared, casi por detrs de Tina; Livn Ivn del lado de Mella; Varvara Legsova en el centro, jugueteando con el motivo mariposa de alas blancas, jugueteando con la mariposa todo el trayecto, como con ignorancia de lo terrible. Los otros dos, Tina y el polica, avanzaban en sobre aviso, con aspaviento casi, sobre todo el Diego Rivera, que deba mirar con nostalgia a la figura de Tina Modotti, pero no le sala la nostalgia y pona un semblante de genuina tristeza que era una exageracin de la nostalgia, pero que, a criterio del Puma, no funcionaba mal. Cosa que le convena a su personaje, Salma Pe se senta particularmente mal por caminar enganchada del brazo de Diana. Haba observado con silente furor la escenita de la puesta del sombrero y el efecto del acto en su estado de nimo favoreca considerablemente su desempeo. 123. Fuera del rea de filmacin, yo slo miraba a Livn Ivn que avanzaba, coloso, y se abra en la esquina, separndose de Varvara con efectivo donaire, dejando la brecha por donde el pistolero Pichy deba dispararle al hombre que era la mujerpolica que haca de Mella. En medio de todos, Jaimito se las bandeaba como poda. Y poda. Estaba ms gil que otras veces. Me lo haba confesado: 168

Creo que algo me inspira, Indio. Creo que algo ha logrado hacer que me olvide de Diana, del chivato de Pichy, de todos. 124. Por sugerencia de Varvara, el tiro atraves primero a su personaje. La Internacional Comunista recibi directamente el impacto a traicin. El rostro de la Internacional durante el espasmo, en un gran plano detalle, busc la forma del rostro de la mujer de las escaleras de Odessa, busc estremecerse en el orden simblico de la no-palabra. El polica, en cambio, lo recibi en puro fingimiento, atraves la calle, se desplom con miedo de darse un golpe. No fue difcil hacerlo. No recibi la ayuda de Modotti. Tina estaba idneamente fra y por primera vez exacta en su personaje, ajustada como nunca a la escena, y a la descripcin que dio el Excelsior: mujer impenetrable y hermtica. Entonces vino de nuevo el bocinazo del Corten! Diana se levant del suelo y entr corriendo en la panadera, devenida camerino. Sali al poco rato, apurada, advertida de que la luz del atardecer era un recurso importante. 125. Con el revuelo del multioficio haba dejado de vigilar a Varvara y tena deseos de terminar para volver a fijarme en ella, en su anga, su muntu, su kamarrupa, no fuera que los orishas deshicieran por un lado lo que todos construamos por otro. Pero observar de nuevo a la rusa me impeda concentrarme, y prefer priorizar el trabajo. 126. Sali convertida en Olivn-Zaldvar-mujer-oficial-deMella y Longina-OFarrill-nodriza-de-Mella-nio. Sali seductora, medio negra, como Longina, y medio blanca. Descarada y seductora y seductora y descarada. Sali y yo no pude evitar sonrerle. Sonre y creo que ya nadie tuvo dudas. 169

Subrepticiamente, Diana le haba quitado el protagonismo a todo el mundo; se los haba quitado desde el fondo, de la forma peor en que se puede quitar algo: sin aviso y para siempre. 127. Mella volvi a estar tendido. Con su madre Cecilia y Longina y Oliva Zaldvar y Tina Modotti alrededor, con todas o con casi todas las mujeres de su vida, y Diego Rivera como un patriarca, all en el fondo, con la mariposa blanca y el silencio. Entonces lo dijo (antes mir a Diana Beltrn, que le deca: T puedes; mir a Tina Modotti, que le peda: No te mueras; mir a su madre inglesa y a su madre Internacional Comunista y a Olivn, que no decan nada; y lo dijo). Pero le sali un graznido, un eco chamuscado y sin nimo: Muero por la Revolucin. Y el Puma mand a cortar enseguida.
De: Varvara Legsova Fecha: Sbado, 27 de julio de 2004 03:37 Para: Simn Asunto: Seguimos estancados Querido Simn: Es penoso lo que ocurre (y feo que yo lo diga), pero lo de Pumarejo ya se hace intolerable. Su mana de perfeccin con el segmento final de la escena, es enfermiza. Siempre pens que en este equipo la desequilibrada era yo. Nunca nadie me super en eso, pero mis estadios de alucinacin son pasajeros de tercera al lado del empecinamiento de primera clase que padece nuestro director. Pumarejo insiste en que el Indio Gutirrez no sabe terminar la escena. Y nos

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est desmembrando con su intolerancia. Te escribo con un potente dolor de cabeza. Hastiada de posar para lo mismo, para que el Indio repita que se muere por la revolucin y que Pumarejo diga una y otra vez que no le sale. Creo que lo que ms me abruma de todo es la sonrisa sarcstica de Ivn Livn. Su burla constante, su disfrute. Sin duda festeja el haberse quedado hasta el final y que cada da perdido, cada sesin intil, lo reafirmen en la victoria de su hiptesis (ms de una vez gritada al viento): este cortometraje ser una porquera. Pero a Pumarejo no parece importarle nada (o casi nada) fuera de la frase. Y cuando no meliflua, la encuentra sobreactuada y cuando no impotente. Debe quedar exacta, nos ha dicho. Y mientras no quede exacta, no nos iremos de aqu. Esto es tremendo, Simn. Y exagerado. Segn me cont Jaimito, el empeo es de lo ms ftil que l ha visto, porque la frase (una que dado el rumbo que ha tomado la realizacin, pudiera no decirse) tendr que ser doblada en definitiva. Jaimito me lo ha dicho con bastante rabia. Y esto es otra cosa que Pumarejo no ha sabido manejar: la creciente hostilidad del equipo. Mientras, nos obstinamos en que la nica frase hablada de la pieza salga autntica, que le salga de los tutanos al Indio, pero el asunto es que al Indio no le sale, y esta situacin es ya un estanco. Por lo dems, puedo decirte que la escena me complace en su conjunto. Es una mezcla de todo, con bastante simbolismo, y con un guio muy genuino que se me ocurri a ltima hora: que mi personaje de la Internacional Comunista fuera atravesada por las mismas balas que matan a Mella. No te parece semnticamente fabuloso? No te parece sumamente ilustrativo ese recurso de que cuando las

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intrigas y los malos procederes se disparan, lo primero que se afecta es la causa? Bueno, te dejo. Esto es todo por hoy, querido Simn. Te abraza, Varvara.

128. No es por ella que se babea le dijo alguna parte de s. Es por ti, Indio. Se muere por ti, no por Salma Pe le dijo su otro Indio. Y no lo dice porque teme. Pero lo dice. Te lo dice, Indio, cuando te mira: Te amo, pero teme que haya gente acechando. Y teme que empieces a rerte de pronto, que se lo griten de pronto: Maricn, Jaimito maricn! A ese camargrafo le importan un comino las mujeres le dijo su otro Indio. Ese Jaimito es tan maricn como nosotros. 129. Esperaban a que llegara de nuevo la tarde, aguardaban por la luz precisa. Y se solazaban en sus respectivas habitaciones. En la nmero siete, Varvara le escriba a Simn. En la nmero dos, Salma Pe lloraba a solas. Haba discutido con el Puma sobre la poca representatividad de su protagnico en la ltima escena. Y el Puma la haba dejado sola, llorando. (Antes, visiblemente asqueado con aquello de la poca representatividad, le pidi que volviera de nuevo a su habitacin con Varvara, porque tenerla en el cuarto le quitaba prestigio. Le dijo eso, y tir tras de s la puerta.) En la nmero tres, Zoilo Borrego dorma. 130. En la nmero uno, Pumarejo abrazaba con fuerza a Diana Beltrn.

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131. En la oficina, vestido de Diego Rivera, el delegado le deca a Rita que la emocin haba vuelto a su pecho. Que el jbilo haba regresado a batir el cuero de su pecho. Y que se lo dira a Pumarejo esa misma tarde, lo dira: Soy tu padre! o Eres mi hijo! Cul de las dos formas le pareca la ms adecuada? 132. Yo no estaba para pensar en cul forma era la ms adecuada, estaba a solas con mis pensamientos. Pensaba en lo prximos que quedaban la fama y el bochorno, en la inseparable pareja que eran la fama y el bochorno, tan afincados uno en el otro como la cultura y el poder. Pensaba en la frustracin diaria del protagonista y senta lstima de l, me senta identificada con l, con el pobre Mella. Me senta miembro de su mismo bando y senta, a travs de l, lstima de m misma. 133. En la nmero cuatro, Pichy jugaba a las palabras con Livn Ivn, que estaba particularmente conversador y buena gente. Jugaban a formar palndromos, capicas lineales y silbicas. Y de las letras se iban a los nmeros y de los nmeros a las letras, a las lecturas ambidextras. 134. De nuevo en la nmero seis, su otro Indio le aseguraba al Indio que Jaimito era maricn. Cundido de pensamientos, el Indio no lo atenda. Estaba avergonzado y bello, insomne y voluptuoso, semidesnudo encima de la cama, ms parecido a Mella que nunca. 135. Analizaba mi vergenza, que era mi incapacidad, mi tema fijo y mi debacle. Que estaba en las miradas com173

pasivas de todos, actores y espectadores, en la humillacin de estar expuesto a las miradas de todos, de los actores, de los chicos que se suban en los tejados a mirarme caer por ensima vez, a decir muero por la revolucin, muero-por-la-revolucin, en vano. Y estaba harto de las bromas que se desprendan del hecho. Y lo deca, sin respirar, lo ejercitaba en un tono muy bajo: Muero pausa por la revolucin. Muero por pausa la revolucin. Muero por la pausa revolucin suspiro. Suspiro no: revolucin de un solo golpe. Con mucho acento en n. O ms despacio, como quien se lo saca de los tutanos: re-vo-lu-cin, sin perder la potencia. Como quien lo dice para que lo oiga el ltimo hombre comn de la ltima fila de un teatro repleto. Entonces entr el camargrafo. 136. Esto es una locura sin fin le dijo mientras cerraba la puerta. No puedo ms dijo el Indio con hasto, con cansancio. Est loco por ti le dijo su otro Indio al Indio Gutirrez. No te angusties le dijo Jaimito al Indio, le puso una mano en el pomo del hombro. La escena te va a salir, te ha salido ya. No es tu culpa, es ensaamiento, es empecinamiento de un director comemierda.

137. Y lo mismo le dijo Diana a Pumarejo: Esto es una locura. Y lo mismo respondi el Puma, pero ms potico, ms lascivo: No puedo ms fue lo que dijo. Y aadi: Estoy loco por ti. Hagmoslo. 174

138. Estaba loco por ella. La amaba desde la suela sucia y partida de los zapatos hasta las puntas quebradas de su cabello gris. Pequea y sensual como la vea. Misteriosa y frugal como la vea. As mismo la amaba, sa era la verdad. 139. Sent la sacudida, el cosquilleo en el vientre, el desprendimiento de algo, la prdida absoluta de la responsabilidad. Quise hacerlo para descansar, o, como lo llamaban en la cuartera, para liberar tensiones. Por culpa de mi don espiritual el noventa y ocho porciento de mis palos eran, ms que palos, encomiendas, misiones, ofrendas de m misma, responsabilidades que asuma para salvar al mundo de la clera de los orishas. En medio del abrazo del Puma, sent deseos de hacer el amor por deseo, por puro y simple egosmo, por disfrute. Y me olvid de Varvara Legsova y de la pelcula y de mi responsabilidad de maquillista y vestuarista y peluquera. O no me olvid exactamente. Me dije que el problema de Varvara era el problema de Varvara. Me dije que la pelcula era el problema de Pumarejo. Me dije, mientras cada nueva penetracin aconteca, que estaba cansada, muy cansada, de ser una carnera. Bueno, hagmoslo accedi ella. Hagmoslo de nuevo pidi despus.
Fecha: Domingo, 27 de julio de 2004 08:37 Para: Marina Asunto: Asuntos coloquiales Podemos amar lo misterioso, Marina? Amar: esa suerte de entrega pseudotonta, puede establecerse a merced de lo desconocido, por tanteo apenas, por autosugestin de turista?

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No entiendo a los cubanos, querida. Lo mismo son marxistas que abakus, lo mismo acogen que desamparan. Los quiero a pesar de sus disparates? Los quiero, amo a este pas? Insisto en hacer cine por ellos, por m, por esta isla, por Rusia, por el poeta Nikoli? He tenido un da folklrico. En la maana, una joven que trabaja en la pelcula, nombrada Diana Beltrn, ha venido a decirme que soy ubicua, que los orishas me persiguen y no me dejan vivir y de ah, segn ella, mis estadios convulsivos. En una especie de consulta espiritual, la joven me ha asegurado que existo bajo la influencia terrible de un muerto-vivo. Y me ha preguntado por mis muertos. Y me ha pedido que queme el libro Dar de Nabkov, que cuando llegue a La Habana, lo primero que haga sea sacarlo del librero y quemar el libro Dar de Vladmir Nabkov. El dato que al inicio me caus algo de risa, ha terminado por darme tristeza. Bajo la lona griscea de esa tristeza te escribo, hoy que es un domingo melanclico y da en que me convenc de que hago cine no por uno, sino por dos muertos-vivos: el poeta Nikoli y el tirano Stalin. Porque Stalin y su orden de cosas, la falta de sensibilidad, la improvisacin, el hegemonismo y las malas entraas, mataron a mi padre. Pero hay ms, y es lo ms importante. Hoy me he convencido completamente de que el cine es un arte de masas. El cine se consume en masa, se exhibe en masa, en una sala oscura donde el espectador se encuentra aparentemente solo, mirando solo hacia ese solo punto luminoso que es la pantalla. Y en esa sala oscura, la solitaria conciencia del individuo est de fiesta, porque se siente a gusto, se percibe ntima, lo que es en el fondo una grata mentira, lo que es una soledad acompaada, una comunin de emociones que

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no deja escapar un detalle del filme, porque lo juzga todo. Y todos son igual que yo, que t, Marina, respecto a los otros: gentes desconocidas que se expresan mediante la risa, mediante el silencio, mediante la tristeza o la euforia y apoyan o desamparan y aplauden o desaprueban. En el cine todos somos el pueblo y pienso que eso y no otra cosa debe ser el socialismo real, el da en que una buena camada de canallas lo dejen ser socialismo. Pero el cine es tambin un arte de masas cuando filma, cuando teje su drama con una cmara digital y cuando se acta para ella, como en un teatro, delante de los otros. No s si te haba contado ya las condiciones de cine pobre en que lo hacemos, la inseguridad econmica acompaante, la falta de personalidad y la superficialidad, consustancial a los medios, que contamina el tratamiento de los temas. No s si te haba contado del ofuscamiento del Puma con la ltima frase: el Muero por la revolucin que debe cerrar el corto (que no le sonaba verdica, deca). No s si te haba contado la de gente de pueblo que se haba ido aglomerando alrededor de nosotros, en los sitios permisibles del escenario, en los tejados. Ha sido como una ebullicin la cosa, a partir de una pelcula no comercial, histrica, una pelcula que acaso la totalidad de esa gente se quede sin comprender cuando la vea, si es que acude a su proyeccin. Pues bien, esta tarde, la cosa ha terminado despus de un comportamiento bastante decoroso del elenco, de una escena lcida y bien lograda por el protagonista. Quisiera cerrar con un anlisis tremendo, con una conclusin, o una sabidura de connotaciones universales, equiparable con ese aplauso final que ha surgido, espontneo, al final de la lograda filmacin de la escena del asesinato. Pero no voy a hacerlo. Tu compatriota Varvara Nikolaievna

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Legsova, la disidente, la conflictiva, la trotskista, va a cerrar esta carta con un simple hasta luego. Nos veremos pronto, te besa, Varinka

140. Entr en el cuarto y se lo encontr hecho un ovillo encima de la cama. Lo lograste le dijo. El Indio quit un poco el rostro. Lo movi hacia un lado. Despus lo movi hacia el otro. No puedo le dijo. Solloz. Se hundi de pecho, subi de hombros. No entiendo lo que quiere. No puedo. Jaimito se le encim callado, lo sac de la cama: Lo lograste le dijo. Ya termin. Le escena ya termin. Te ha quedado magnfica. 141. Pese a la seguridad de sus palabras, lo sinti temblar, dudar. Estaban muy prximos, uno frente al otro, tanto que apoy la frente en el hombro del camargrafo. Y se qued as, cabizbajo, oyndolo hablar, quizs amar. S, por qu no. Quizs amar,quizssuotroIndiotuvieraraznypodasumergirelcuerpo en el agua sulfurosa y burbujeante de aquella posibilidad remota.DndeestabasuotroIndio,dnde?Eratibioytemblorosoaquelhombro.Estabaprximoaquelhombroyeraremontable. Camin sobre el hombro con el rostro. Te film a escondidas, para no sugestionarte explic el otro. Murindose,loempapdellanto,situlanarizencimadesu clavcula. No llores, mi muchacho, volvi a escuchar su voz que era un zumbido ahora. Y ya la mano deseada estaba sobre su pelo, abarcadoramente puesta. En silencio.

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142. Lade lentamente la cabeza y en un impulso de angustia, lo bes en el cuello. Lo bes con ansia, con hambre, con dolor. Y esper lo peor, la debacle, el puetazo. Pero las formas continuaron estticas, los cuerpos se quedaron iguales.

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Eplogo

143. El chofer de la guagua fren sin alarde y apag la mquina. Mezclado con la angustia que causaban en la Mina las Girones, la angustia de ver esfumarse a los actores dej la triste sensacin de que perdan algo para siempre. Algo que haba sido corto y no demasiado bueno, ni demasiado propio, pero algo en definitiva. 144. A ti te gusta sufrir le haba dicho Rita al delegado, la noche anterior, en la cama. O no sufrir haba rectificado luego, sino contarlo, hacerme la relatora de lo que has sufrido haba dicho Rita. Despus, de forma extraoficial, le haba confesado al delegado que maana mismo pedira la baja de Cultura. 145. Y Pichy, que haba esperado con desesperacin el momento de partir, con el Volvo en marcha en sus planes la retirada era en Volvo, para gritarle a Rita: Riita, puuta!! Como quien gritaba: Riita, buroocrata!!, pero con ms efecto Pichy estaba dudoso, y se lo preguntaba a Varvara: Estar bien gritarlo? 146. Salma Pe y Livn Ivn subieron contentos a la guagua. No haban aprendido nada con el viaje, pero estaban ms felices que los otros por regresar. 180

147. Jaimito y el Indio subieron y se sentaron juntos. 148. Diana y Zolio Borrego gesticulaban adioses desde las ventanillas. Los adioses de Diana eran ms efusivos, los de Zoilo eran adioses de puro trmite. 149. Desde la noche anterior, el delegado ya haba decidido no decirle nada. Haba preferido no hablar, no llevar nada escrito y mucho menos improvisar. Tema emocionarse y soltar de pronto, a) eres mi hijo, o b) soy tu padre; la primera que le viniera a la cabeza, pero tan impropias las dos, que mejor se las tragaba. S, mejor me las tragaba. 150. Prometi escribir, abrir una cuenta de correo, aprender a utilizar la vieja computadora del local del Partido y escribir. Pumaarroba-cubarte-puntocult-puntoce. No se me olvida lo prometi y el abrazo le pint de melancola los ojos, pero no llor. Fue Pumarejo quien llor, por detrs de unos espejuelos de sol. Y subi a la guagita. Y se ubic en la ltima hilera de asientos.

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