Dupré, E. - El Delirio de Imaginación
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El delirio de imaginacin
(El caso de la seora X, 1925)
El 24 de mayo de 1908 el comisario de Polica del barrio de la Place Vendme en vi a la Enfermera Especial de la Prefectu ra de Polica a una seora que dijo llamarse X..., tener veinticinco aos de edad, ser pintora y estar divorciada del seor K... La seora en cuestin iba acompaada de dos nios que dijo eran hijos de su ex-marido y de su propia hermana, ya fallecida. El tras lado a la Enfermera se determin en vista de la extravagancia de la conducta y las pa labras de la Sra. X..., contra quien el comi sario haba recibido numerosas denuncias los das precedentes por los hechos que a continuacin se detallan: Desde haca algn tiempo esta mujer so la alojarse durante uno, dos o tres das en los grandes hoteles de Pars, abandonndo los sbitamente sin saldar sus cuentas; to maba taxis pero luego no pagaba a los con ductores, etc. Finalmente, la Sra. X... de clar ante el comisario que ella misma era vctima de numerosos robos, estafas y abu sos de confianza, que mantena relaciones muy estrechas con las principales Familias Reales europeas, etc. Pareca adems des prenderse de la investigacin que en la ac tualidad la Sra. X... careca de domicilio y de recursos econmicos. Desde la Enfermera la Sra. X... fue tras ladada a la prisin de Saint-Lazare para ser presentada ante el juez acusada de estafa. La continuacin de la investigacin con signada en el expediente administrativo, as como los datos recogidos en el curso de la
instruccin y reunidos en el expediente ju dicial, establecan en relacin a la conducta de la Sra. X... que en los ltimos tiempos se venan repitiendo una serie de sucesos, la mayor parte de los cuales haban sido causa de las denuncias formuladas contra ella y que brevemente resumiremos aqu. El 23 de mayo hacia las cuatro y media de la tarde, la Sra. X..., seguida de dos ni os que la acompaaban a todas partes, to m un taxi y se hizo conducir durante cerca de siete horas a una docena de direcciones sitas en Pars y sus alrededores, en particu lar al Hotel Majestic, en la avenida Klber, despus al Pavillon-Enrique IV, en Saint Germain, a continuacin al Palais d'Orsay, al Hotel Meurice, y finalmente, a las 11'30, al Hotel Montana, donde hall el hospedaje que le haban negado en los otros estableci mientos. Poco despus el encargado de re cepcin del hotel entregaba al chfer -cuyo taxmetro marcaba sesenta y seis francos con quince cntimos- un pagar de ochenta francos firmado por la Sra. X... y le rogaba volver la maana siguiente para hacerlo efectivo. Por la maana se le indic al chfer que volviese a cobrar esa cantidad despus de la hora del almuerzo. Entretanto, otro taxis ta que haba sido vctima del mismo proce der en das anteriores le adverta de que esa misma seora le deba ciento cincuenta y siete francos. En el Hotel Montana, informado el direc tor de las reclamaciones de ambos conduc-
Rev. Asoc. Esp. Neuropsiq., 1998, vol. XVIII, n.o 67, pp. 483-492.
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tores y no logrando obtener referencias de semejante husped que viajaba sin maletas (retenidas previamente en el Hotel d'Iena en garanta de una deuda de mil doscientos francos), hizo que detuvieran a la Sra. X.... quien le adeudaba, sin tener con qu pagar le, la suma de setenta francos y sesenta cn timos, precio de dos habitaciones y una ce na, y uni su denuncia a la del chfer. El 13 de mayo por la tarde la Sra. X... lleg sin equipaje al Hotel de LiBe y de Al bin, en el 233 de la Rue Saint-Honor, donde se inscribi con el nombre de baro nesa de X... Invitada la maana siguiente a saldar su cuenta, respondi que no tena di nero pero que iba a salir a buscarlo. Un da despus ella misma pidi la cuenta, que as cenda a setenta francos, y se esfum sin pagarla. El 19 de mayo por la tarde la Sra. X... se aloja con sus nios en el Hotel Brighton, Rue de Rivoli 218, cena en el restaurante del hotel, avisa de que su equipaje llegar ms tarde, y responde cuando le presentan la cuenta que le resulta imposible pagarla porque su dinero est en uno de sus bales. Le ruegan entonces que no vuelva por all. De los informes de la Polica se despren de que del 9 al 12 de mayo la Sra. X... ha estado viviendo con sus dos hijos en el Ho tel del Chateau de Madrid, en NeuiBy-sur Seine, donde ha contrado deudas por valor de cuatrocientos cuarenta y tres francos. Durante su estancia en este hotel ha telefo neado varias veces a los embajadores de In glaterra, Alemania y Espaa. Durante la instruccin judicial la encau sada realiz substancialmente las siguien tes declaraciones: No s dnde nac, de padres desconoci dos, e ignoro cul es mi nacionalidad. He estado casada hace unos siete aos, en Saint-Germain, con el Sr. K...., del que me
divorci tras cuatro aos de matrimonio. El divorcio fue dictaminado en Pars por me diacin del Sr. B..., procurador judicial. Mi marido ha sido condenado a pagarme una pensin alimentaria de treinta y ocho mil francos, pero tal pensin nunca me ha sido abonada: por eso me retraso en mis pagos. Por esa razn tampoco he podido satisfacer el arrendamiento de un piso, en el n.o 37 del Quai d'Orsay, alquilado por diecisis mil quinientos francos. Los dos nios que me acompaan, Susana, de once aos, y Eduardo, de nueve, son hijos de mi marido y de mi difunta hermana, Rosina X... ; la tu tela y custodia me fueron otorgadas des pus de mi divorcio. No me explico la de nuncia del chfer, a quien indiqu que fue se a cobrar al despacho de mi procurador, el Sr. F..., en el n.o 26 de la Rue d' Alger. Al otro chfer tena que pagarle una de mis amigas, la Sra. S..., domiciliada en el n.o 46 de la Avenue du Bois de Boulogne. Interrogada de nuevo sobre su identidad, la acusada responde: Mi madre estaba de viaje cuando nac: me inscribi donde pudo, en Valparaso, en Chipre, y tambin en dos sitios ms de los que no me acuerdo; por eso tengo once nombres. He sido educada en Montmorency, por los Sres. de J... La princesa Matilde pagaba las mensualidades de las instituciones en las que estudi. Hace algunos meses el Rey de Espaa, cuyo retrato estaba yo pintando, me remiti un acta con el ttulo de Borbn... De mane ra que hoy en da estoy emparentada con la Familia Real espaola. Soy pintora. De un ao a esta parte he realizado tres retratos al leo por un impor te de once mil francos. En este momento no tengo estudio propio. La Sra. X... declara adems que posee una suma considerable de dinero ingresada en el Banco de Francia, que insina ha sido
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transferida a este establecimiento a nombre de su hijo Eduardo, hijo a su vez del Rey de Inglaterra. La inculpada solicita al Decano del Co legio de Abogados le nombre un letrado de oficio para ser defendida de la acusacin de vagabundeo presentada contra ella por dos chferes y un hostelero que han pretendi do sbitamente que les pagara, un domin go por la tarde!. De las declaraciones de diferentes testi gos llamados a instancia de la acusada re sulta que las alegaciones de la Sra. X... es tn desprovistas de fundamentos reales. El Sr. F. .., procurador de los tribunales, decla ra que durante quince das ha recibido mu chas visitas de una tal Sra. X..., cuyos ante cedentes e identidad ignora, y que le ha re latado numerosos hechos ostensiblemente imaginarios. Dicha seora hablaba de enta blar demanda contra el Banco del Ro de la Plata, del que se habra esfumado la tercera parte de una considerable cantidad de dine ro que all estaba depositado a su nombre. El Sr. B , procurador tambin, declara que la Sra. X est divorciada en virtud de sen tencia dictada por la Sala Cuarta el 30 de marzo de 1899, Yque su marido fue conde nado a pagarle una pensin alimentaria mensual por valor de doscientos francos, recurrida y posteriormente aumentada a trescientos. Aade que esta pensin no le ha sido pagada jams y que en la actualidad se desconocen el domicilio y el lugar de re sidencia del marido. La Sra. S... no tiene ms que un vago re cuerdo de la Sra. X..., a quien emple hace algunos aos -y ms bien por caridad- co mo pinche de cocina. En el Banco de Francia declaran que la Sra. X... ha ido por all a reclamarles un che que depositado a su nombre por un prncipe ruso, pero que en realidad no tiene dinero en
ese establecimiento. El comisario de Polica del barrio de los Invlidos confirma que la Sra. X... se present en el n.o 37 del Quai d'Orsay para alquilar un apartamento y que inici a tal efecto negociaciones que estaban ahora a punto de concluir. El 15 de octubre de 1907 la Sra. X... ha ba alquilado un piso en el n.o 43 de la Ave nue Henri-Martin, que decor con muebles adquiridos en el Louvre 1, piso que tuvo que abandonar por falta de pago y tras devolver los muebles. En esa casa se presentaban diariamente cocheros y proveedores que la seora remita a esas seas para saldar sus cuentas. La Sra. X... jams lleg a residir en el apartamento, cambiando constante mente de residencia y hospedndose en ha bitaciones de alquiler. El Servicio de Seguridad General ha aportado un informe sobre la inculpada del que extraemos el siguiente resumen: La acusada, de treinta y ocho aos y me dio en la actualidad, naci el 25 de diciem bre de 1869, en Saint-Germain, hija del Sr. Paul-Etienne X , comisario de Polica, y de Margarita G , hoy Sra. de T... en segun das nupcias. Estuvo casada hace dieciocho aos con un tal Sr. K..., dictaminndose ha ce nueve aos el divorcio a resultas de las ofensas y malos tratos que el marido le in fligi. Del matrimonio nacieron tres hijos: una muchacha de diecisiete aos, actual mente amante de un rico extranjero, y los dos ms pequeos, Susana y Eduardo, que acompaan a la acusada en sus peregrina ciones. La Sra. X... ha debido llevar una existen cia muy agitada, muy irregular, alternando el desahogo con la miseria. (Se sospecha
1 N. de los T.: Se refiere al Louvre des Antiquai res, reunin de selectas almonedas en la Place du Pa lais, frente al Museo.
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que podra haber sido inducida por su mari do a la prostitucin). En cualquier caso, ha tenido varios amantes, y desde hace unos aos presenta ideas de persecucin y de grandeza; se considera expropiada de los muchos millones que el Rey de Inglaterra le habra dado, atribuye paternidades ilus tres a sus hijos, aduce parentescos con las familias reales europeas, etc. Algn tiempo despus de su divorcio es ta mujer habra trabado conocimiento con un acaudalado rentista, el Sr. M..., quien la instal en un lujoso apartamento en el que cohabit con su amante durante cuatro o cinco aos; pero ste la abandon a causa de las rarezas de su carcter y sus insensa tos gastos. A partir de ese mQmento la Sra. X... se dedic al galanteo de altos vuelos acompaada por su hija mayor, quien por aquel entonces tena quince aos; sta par ti para Amrica con un amante y la Sra. X... reclam a su madre sus dos hijos pe queos, hacindoles seguirla en su vida irregular y escandalosa. As apareci suce sivamente en una serie de grandes hoteles, en los que ha dejado deudas ms o menos considerables (Palace Hotel, Hotel Termi nus, Hotel d'Iena, Hotel Continental, Hote les del Palais, Vouillemont, Mercedes, Campbell, etc.). La madre de la acusada, Sra. T..., ha es crito una carta que confirma los datos obte nidos por la Polica y en la que declara que la Sra. X... es desde hace dos o tres aos una autntica alienada, una enferma afecta da de locura de grandeza, y no una ladrona que viva de la estafa; que su hija, vctima de su imaginacin, se figura que ciertos re yes, y en especial el Rey de Espaa, le de ben millones, que es la titular de una in mensa fortuna, que se hace pasar por la da ma de honor de todos los reyes, etc. El Sr. T... aade que su hijastra presenta
desde hace dos o tres aos manas de gran deza, que desde entonces lleva una vida errante y desordenada, que de tanto en tanto se acerca a la casa paterna y vuelve a mar charse rpidamente, que tiene a sus hijos en la ms absoluta miseria y que es una aliena da a quien sera preciso internar. Aade tambin que a pesar de su modesta situacin est decidido, junto con su esposa, a recoger a los nios y ocuparse de ellos. En el curso de las visitas hechas a la de tenida, hemos tenido ocasin de mantener con ella varias conversaciones durante las cuales nos ha contado cosas inverosmiles respecto a sus relaciones, sus triunfos y sus miserias, y nos ha narrado las ms fantsti cas historias. Tambin nos ha endilgado prolijamente una serie de increbles folleti nes de los que ha sido o an es la herona. Tales relatos se suceden en sus labios con una sorprendente rapidez, amontonando enigmas y entremezclando peripecias. La accin se desarrolla unas veces con conti nuidad y lgica, otras por el contrario con variaciones, imposibilidades y contradic ciones flagrantes. Cuando se le confronta con sus incoherencias esta mujer jams se desconcierta, engarzando sin dilacin una explicacin inmediata que brinda una apa rente solucin al problema, planteando la cuestin bajo un nuevo aspecto y evocando otros elementos cuya oportuna interpola cin salva la situacin. Gracias a esas artifi ciosas respuestas, la Sra. X... elude las du das que le planteamos a base de fragmentos supuestamente anteriores, y desplaza as continuamente el problema suscitado por la incoherencia y la imposibilidad lgica de la novela de su vida. Toda esa serie de cuentos es desgranada con soltura e incluso con grandilocuencia, con seguridad y autori dad. El tono del discurso es unas veces el de la ms cndida sinceridad y la convic
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cIOn ms firme; otras, de indignacin; otras, incluso de indiferencia jovial, y an otras de chanza juguetona. La alocucin se acompaa de una mmica muy expresiva en su variedad y en su intensidad. Las maneras de nuestra interlocutora son las de una per sona de buen tono, amable, que sonre con facilidad y responde afablemente a cada una de nuestras objeciones. El contenido del discurso es casi imposi ble de reproducir aqu a causa de la profu sin y riqueza de su incesante renovacin fabulatoria. No obstante, podemos distin guir en el inagotable flujo de sus explica ciones dos grandes categoras de ideas di rectrices: las ideas de grandeza y las ideas de persecucin, estrechamente acopladas e indisolublemente ligadas entre s. Cada una de estas dos grandes categoras de ideas se expresa mediante frases de lo ms fantasio so, mediante los ms increbles argumen tos, mediante las ms cambiantes historias, todo ello con un carcter extraordinaria mente desmesurado. La incoherencia, la contradiccin, la imposibilidad material de los acontecimientos, destacan ms al con trastar unas fbulas con otras que al con templar la hilazn entre los elementos in ternos de cada una de ellas. Citaremos al gunos ejemplos de sus ideas de grandeza: La Sra. X... pretende ser la hija de un destacado personaje de la Corte de Espaa, cuyo nombre se niega a dar por discrecin. Segn ella, habra recibido de la Reina Cristina, hace ya algunos aos, treinta mi llones por ceder ciertos derechos en benefi cio del Rey, con el que por otra parte sostie ne una estrecha relacin. En 1905 Loubet2 sell en Pars la reconciliacin entre ella y
2 N. de los T.: Emile Loubet (1838-1929) fue pre sidente del Senado en 1896 y de la Repblica francesa desde 1899 a 1906.
la familia real espaola, la cual se haba lle vado a cabo en octubre de 1904 en la fron tera. Por aquella poca, el hijo del Rey de Siam, que la haba reconocido en la playa de Biarritz en ocasin de estar ella dando una leccin de ingls a sus hijos, la haba llevado consigo de excursin a San Sebas tin y le haba presentado a la Reina Cristi na y al joven Rey. Les dir incluso -aade ante nosotros con calmosa seguridad- que en esa ocasin merendamos en el Casino un t con tartaletas de cerezas. Por dems, posteriormente ha mantenido relaciones frecuentes y de lo ms ntimas con Alfonso XIII; ha intercambiado abundante corres pondencia con l por mediacin de C..., el editor de msica. Ha cenado muchas veces a solas con el Rey; por ejemplo, en el res taurante Larue. Su madre era extraordina riamente bella y mantuvo relaciones con los personajes de mayor alcurnia de las cor tes europeas, circunstancia que explica no slo el secreto de su alta cuna sino la multi plicidad de versiones que ha dado a su pa ternidad: Eduardo VII, Guillermo II, Alfon so XII. Tras haber pretendido que el Rey Eduar do era su padre natural, ha contradicho ulteriormente tal afirmacin manteniendo que ese rey haba sido su amante y que era el padre de sus hijos. Cuando le pregunt por la circunstancia en que haba conocido al Rey, me dijo: Fue en Carlsbad. En el curso de un paseo solitario me ca del caba llo y en ese mismo instante pas por all el Rey, pues estaba de vacaciones en Bohe mia; me ayud a incorporarme y se interes por m. Me acompa al hotel, me envi unas flores a travs de un embajador, y al cabo de un tiempo volvi para verme, presentndose como Duque de Lancaster. Para ella fue cuestin de un instante con vertirse en la amante del Emperador de Ru
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sia, quien no hace mucho envi a su nom bre, por medio del Ministro de Finanzas de la Repblica, una suma de doscientos dos millones: He escrito a Caillaux 3 donando cincuenta millones al Tesoro, para ayudar a equilibrar el presupuesto nacionaL.. En 1904, en el Hotel Palace, el Prncipe Orloff le hizo asiduamente la corte y quera casar se con ella. Sin abundar en ms detalles sobre las ideas de grandeza, procederemos ahora a resumir el tema de las ideas de persecucin, asimismo increbles pero mucho ms siste matizadas que aqullas. La Sra. X... es des de hace varios aos vctima de una siniestra banda de ladrones, asentada en Lille o qui z en Saint-Quentin, dirigida por una tal Sra. K... ayudada por numerosos cmpli ces: sobre todo por un tal Sr. N..., antiguo amigo suyo, por una tal Sra. B..., por los di rectores de algunos grandes hoteles, etc. Desde 1901 la Sra. K... la ha explotado y robado mediante toda clase de procedi mientos. En 1904 vivi una buena tempora da en el Palace Hotel a sus expensas. En cierto momento, el director del hotel desa consej vivamente a la Sra. X... que siguie se frecuentando a la Sra. K...; sta, profun damente herida por el cambio de actitud de la Sra. X..., trat de indisponerla con el di rector, a quien no slo se gan sino que tambin sedujo, hasta el punto de que sa3 N. de los T.: Joseph Caillaux (1896-1944), en varias ocasiones Ministro de Finanzas de la Repblica francesa (1899, 1906-1909, 1926-1940), tuvo ,!na in tensa y peculiar trayectoria poltica. Presidente del Partido Radical y tambin ministro en 1913, dimiti cuando su esposa asesin a Calmette, director del dia rio Le Figaro, que haba desatado una campaa perio dstica contra l. Sus contactos con los alemanes du rante la 1 Guerra Mundial le valieron una condena por alta traicin. Encarcelado en 1917, fue rehabilitado en 1926 y repuesto a la cabeza del Ministerio de Finan zas, que ya no dejara hasta 1940.
li de casa de l con cinco luises4 en la ma no. A partir de ese da, los dos amantes, aliados contra la Sra. X..., no cesaron de perseguirla con su odio envidioso y con otras maniobras incalificables. El director oblig a su cliente, la Sra. X..., a depositar en el Banco del Ro de la Plata un capital que garantizase sus gastos en el hotel. La Sra. X... hizo que un amigo suyo de San Francisco le enviara la suma de nueve mi llones cuatrocientos ochenta mil francos, cantidad que deposit en este banco en ma yo de 1904 a nombre de la Sra. Tony y don Eduardo X... La Sra. K..., compinchada con el director del hotel y con el Sr. N..., se pre sent en el banco hacindose pasar por la Sra. Tony y acompaada de su hijo, quien a su vez se present como Eduardo X..., y as fue cmo sac el dinero depositado por la Sra. X... Un cierto Sr. C..., amante de su an tigua sirvienta inglesa, la Sra. D..., tambin cmplice del mencionado director del ho tel, cobr igualmente en dicho banco un falso pagar de cincuenta mil francos. La Sra. K... ha logrado alejar de ella al Sr. N (su antiguo amante), de quien la Sra. X habla como si slo hubiese sido su prometido. Pretende que su relacin con ste ltimo no fue ms que un amor plat nico que debera haber acabado en matri monio, pero que tal amor fue destrozado en Luchon al ser ella misma testigo -por de ms, involuntariamente- de las relaciones incestuosas del Sr. N... con su propia her mana, con quien tiene un hijo de tres aos. La Sra. K... le ha robado sus joyas y ha hecho secuestrar a su hija Margarita -que actualmente tiene diecisis aos- por uno de sus amantes, el conde de A..., quien se la ha llevado a Amrica del Sur. Por ltimo,
4 N. de los T.: Por aquel entonces, moneda de oro con un valor nominal de veinte francos.
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exasperada por la envidia a causa del inte rs que por la Sra. X... muestran los reyes de Espaa e Inglaterra, la Sra. K... la ha mandado detener en el Hotel Continental inculpndola de haber sustrado un diaman te de doce millones. Afirma haber visto la joya en el tocador de la Sra. X...; pero al fi nal, ese pretendido brillante no era sino una imitacin, la cabeza de un alfiler de sombrero sin ningn valor. La Sra. K... tiene por cmplices a los ms notorios personajes de la Polica y del Gobierno, entre ellos a Pichon, el Ministro de Asuntos Extranjeros, ntimo amigo de la Sra. D..., hermana del Sr. N..., y que le ha puesto dos agentes que le pisan los talones desde el matrimonio del Rey de Espaa. Hamard, jefe de la Suret, es el amante de la Sra. B..., ta de la Sra. K..., una vieja fu lana de los tiempos del Imperio, se cree con el derecho de presionar a todo el mun do y la ha hecho mudarse de hotel en hotel mediante rdenes de sus agentes; el Sr. Mouquin, a su vez amante de la Sra. K..., se ha aliado con los otros perseguidores. La menor objecin que se interponga a su rela to provoca inmediatamente rplicas de este calibre: Me pide usted que pruebe la na turaleza de las relaciones de Hamard con la Sra. B....? Le he visto desnudo en la cama de la mencionada seora!. Todas las personas que le he menciona do chantajearon al Rey Eduardo el ao pa sado y le sacaron ocho millones de francos, y ahora pretenden hacerme pasar por lo ca!. En el curso de toda la conversacin, la acusada contina haciendo malabarismos con los millones que le han sustrado o que ha recibido; los treinta millones que le dio la Reina Cristina han sido robados por agentes de la Suret, que se los han reparti do. Han querido darle por muerta. Tambin
se ha cometido una tentativa de asesinato contra ella, el 3 de junio de 1907, en la es quina del Pati05 y la Rue de Roma, por el joven R. K..., de dieciocho aos, enviado por su madre la Sra. K y por su ta la Sra. B... Cuando la Sra. X responda confiada a las preguntas que el joven le haca, ste se subi al estribo del auto en que ella estaba esperando; nos muestra una ligera cicatriz en el extremo de su ceja derecha que pre tende ser el rastro del corte recibido en ese momento a manos del asesino. Al hablarle de las deudas contradas en diferentes hoteles durante su perodo de va gabundeo, se indigna y nos responde con vehemencia que es ella quien est siendo vergonzosamente explotada desde hace un ao por los propios hoteles; que, por ejem plo, en el Hotel Mercedes no ha gastado ms que treinta y ocho francos de los dos cientos que el Rey de Espaa haba deposi tado para su disfrute, etc. La Sra. X... nos ensea recibos de las cantidades que se le deben y un fajo de pa peles cuya copia, segn ella, tambin tiene su abogado. Durante su arresto, la Sra. X... ha escrito numerosas cartas, unas dirigidas a los pro curadores a quienes enviaba a cuantos ve nan a cobrar, en las que les reprochaba su indiferencia, su inercia, etc.; otras dirigidas a los magistrados, a los embajadores de In glaterra y Austria, al Presidente de la Rep blica, para pedir su libertad; otras incluso a los soberanos de Europa, para recordarles su pasado y sus relaciones y para moverles a la piedad por sus desgracias actuales. Fir ma todas sus cartas S. A. R., haciendo valer su ttulo de Alteza Real.
5 N. de los T.: Or.: Cour de Rome, una de las en tradas de la Estacin de Saint-Lazare, bordeada por la calle del mismo nombre.
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En sus cartas y en sus conversaciones encontramos las mismas ideas de grandeza y de persecucin. Algunas de ellas mani fiestan en su fondo y en su forma el sello inequvoco de la fragilidad de su mente, de su falta de juicio e instruccin, de su inge nuidad y superficialidad infantiles, signos todos ellos de debilidad mental. Por dar un ejemplo, ha dirigido una splica al Empe rador de Alemania en forma de acrstico, cuya poesa est desprovista tanto de buen sentido como de prosodia. La debilidad mental se muestra adems en todos los razonamientos de la Sra. X..., tan pobre en juicio como rica en imagina cin, tan indigente en espritu crtico como frtil en fantasa inventiva. Ese contraste, por otra parte, es una de las caractersticas de la mitomana fabulante de los dbiles mentales. As, en el curso de una conversa cin la acusada nos confa que habla siete lenguas. Le rogamos que nos diga algunas frases en espaolo en alemn y al principio elude la cuestin, pero ante nuestra reitera da insistencia, tras un silencio murmura: Maana... Chi lo sa?... . Es intil insistir ms sobre la pueril imprevisin de tal jac tancia en una mujer que se sabe sospechosa de falsaria y que, sin embargo est irreme diablemente compelida por una tendencia morbosa a multiplicar en contra suya las pruebas ms abrumadoras de la falsedad de sus aserciones. En su conversacin y en sus cartas la Sra. X... no se limita a explicar sus ideas de grandeza y de persecucin; va adaptando a las mismas su conducta y su trayectoria vi tal, lo que nos manifiesta que su existencia est orientada por ideas enfermizas que do minan sus sentimientos y gobiernan sus ac tos. Por eso ha dirigido a su enemiga, la Sra. K..., cartas de reproche y amenaza; al prefecto de Polica y al Ministro del Inte-
rior, cartas con reclamaciones y con peti ciones de proteccin, cuyo estilo y conteni do eran claramente el de una enferma de mana persecutoria. Ha sido calificada co mo tal ante el prefecto de Polica por parte de los destinatarios a quienes importuna con su prosa y hasta con sus versos. Tras estos prrafos dedicados a la expo sicin de los hechos y a la relacin de re sultados de nuestros exmenes, no nos que da ms que resumir brevemente el diag nstico que se desprende de nuestras constataciones y del estudio general de la personalidad de la acusada. La Sra. X... tiene, evidentemente, debili tados la inteligencia, el sentido moral y la voluntad. La debilidad intelectual se mues tra por la superficialidad del razonamiento, la parquedad del juicio, lo absurdo de las ideas, la ausencia de crtica. La debilidad moral y afectiva se traduce en la falta de to do sentimiento filial y maternal, de preocu paciones ticas; en el egosmo, en el cnico desorden de sus costumbres, etc. La debilidad de la voluntad se manifies ta en la inestabilidad, la indiferencia, la fal ta de toda perseverancia en la conducta y los esfuerzos, etc. La Sra. X... no es slo una dbil mental sino una desequilibrada. El desequilibrio psquico constitucional se traduce en su caso mediante numerosas anomalas de los sentimientos, del carcter y de la inteligencia: perversidad de los ins tintos, prodigalidad, duplicidad, codicia, orgullo extremo, envidia, extraordinario desarrollo de la imaginacin inventiva coincidiendo con la debilidad de juicio ms arriba indicada. Es obvio que de la unin de los factores debilidad y desequilibrio resul ta la tendencia enfermiza a la mentira y a la fabulacin, que se nos revela aqu como el producto natural de una mentalidad despro vista de juicio pero dotada de una imagina
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cin exuberante. La Sra. X... pone esas ap titudes fabuladoras al servicio de las per versiones instintivas y morales. La exaltacin prodigiosa de la vanidad en esta mujer ha desembocado en un verda dero delirio de grandeza, formulado me diante pretensiones nobiliarias, de riqueza y de poder. El orgullo y la envidia, en su exageracin progresiva, han conducido a la eclosin de ideas de persecucin que se han desarrollado a la par que las de grandeza, y as es como se ha constituido un delirio mixto de grandeza y persecucin que, por su falta de lgica, su inconsistencia y su ab surdidad, demuestra la precariedad del fon do mental del que dimana. El tema deliran te, completamente desprovisto en este caso de ilusiones y alucinaciones, comporta una mnima cantidad de interpretaciones; repo sa por entero sobre la imaginacin, cuyo trabajo exuberante y continuo le proporcio na, en una fabulacin inagotable, sus ele mentos y sus fuentes. En esta mujer, la in vencin creadora ha surgido sin esfuerzo alguno, espontneamente, como una mani festacin natural del automatismo intelec tual. El delirio es, por tanto, un delirio de imaginacin, un delirio mitoptico. Es imposible medir qu parte correspon de a la conciencia y a la voluntad en la g nesis de esta mitomana delirante. Es igual mente imposible determinar el grado res pectivo de sinceridad y de mala fe, de autosugestin pasiva y de superchera in tencional en la actividad mtica de esta per sona. Lo que s podemos afirmar, ms all de toda discusin psicolgica y de cual quier apreciacin moral, es la naturaleza anormal de la constitucin mental de la acusada y el carcter patolgico de sus ideas y de su fabulacin fantstica. Se de duce del estudio del dossier que la Sra. X... no es nicamente una enferma, es tambin
una aventurera capaz de timos y estafas de todas clases; por otra parte, comete estas infracciones morales con un grado sufi ciente de consciencia como para que se pueda estar tentado -si se hace abstraccin de los muy abundantes elementos morbo sos- de atribuirle imputabilidad. En cam bio, si se consideran los mviles de su acti vidad general, si se encara el conjunto de la mentalidad de la delincuente, en especial la agenesia del sentido moral que se observa en ella, si se considera el mediocre prove cho que en el transcurso de su vida errante y miserable obtiene de sus manejos, uno se inclina por concluir que toda la conducta de esta mujer esta dominada por las influen cias patolgicas que presiden el desorden de su mente y la inmoralidad de su vida. En esencia, slo quedara en su contra el delito de vagabundeo; sin embargo, el vagabun deo es bsicamente consecuencia de la inestabilidad de la acusada y de su tenden cia constitucional al continuo movimiento y a la vida errante. La acusada corresponde a la categora de mitmanos errantes, que se caracterizan, por partida doble, por el va gabundeo de su imaginacin y por la ines tabilidad personal, por su consubstancial tendencia a la vida extravagante, aventurera e imposible de fijar. La Sra. X... es pues, por el carcter pato lgico de sus ideas y actos, un elemento problemtico para el orden pblico y para la seguridad de las personas: es, sobre todo, peligrosa para sus hijos, a quienes asocia a su vida miserable y vagabunda, y para sus pretendidos perseguidores, a quienes asusta con sus amenazas y contra quienes son sus ceptibles de enzarzarse en actos lamenta bles o peligrosos. Es necesario ejercer so bre la Sra. X..., incapaz de dirigir conve nientemente su persona, una vigilancia y una proteccin continuas que no pueden
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Emest Dupr
HISTORIA DE LA PSIQUIATRA
llevarse a cabo en ningn lugar ms capaci tado que un asilo de alienados. Del dossier administrativo de la Sra. X..., resulta que la enferma, internada en Vaucluse, ha seguido manifestando las mis mas preocupaciones delirantes. Vase en especial el texto de un certificado del Dr. Dupain, fechado el 17 de agosto de 1908, redactado a consecuencia de la peticin de puesta en libertad hecha por la enferma al Ministerio del Interior: Afectada de degeneracin mental con exaltacin intelectual. Interpretaciones de lirantes. Ideas ambiciosas y persecutorias, mitomana, recriminaciones. Se le ha sus trado un diamante valorado en catorce mi llones que le haba dado el Rey de Inglate rra, del cual haba sido la querida. Su amante le ha regalado una villa en Biarritz; a instancia de personajes polticos ha acep tado ser la querida del Emperador de Ale mania con el fin de lograr que devuelva AI sacia a Francia, y entonces se la coronar como reina. Preocupaciones erticas; arrestada por vagabundeo; los embajadores, dice, deben pagar sus facturas hoteleras. Declarada inimputable6 tras peritaje. Esta enferma debe permanecer en un asilo de alienados.
El 16 de marzo de 1909, habiendo soli citado la administracin del Comptoir Na tional d'Escompte7 recobrar la posesin de tres compartimentos de caja de caudales al quilados por la Sra. X... en la sucursal de la Plaza de la Opera, se llev a cabo su aper tura en presencia del representante de los bienes de los alienados y del comisario de Polica. Se encontraron nicamente joyeros va cos junto con cubiertos de ensalada y cu chillos en mal estado, adems de algunos otros objetos insignificantes. Ni valores ni joyas. Las informaciones que recientemente hemos recogido en Vaucluse, y que debe mos a la gentileza del Dr. Dupain, nos per miten afirmar que la enferma ha continua do delirando segn la misma frmula ima ginativa*. (Traduccin de Jos M. a lvarez y Ramn Esteban)
6 N. de los T.: Or.: non-/ieu apres expertise, es decir, no ha lugar a celebrar juicio contra ella tras estimar los expertos que es una alienada. 7 N. de los T.: Asimilable a una Caja de Ahorros estatal. * Fuente: E. DUPR y B. LOGRE, Pathologie de l'imagination et de l'motivit, Pas, Payot, 1925.