Antologia - Umbral Cosmico (Stellar 1)

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UMBRAL CSMICO

Varios Autores

Ttulo original: Stellar 1 Traduccin: Antonio-Prometeo Moya 1974 Random House, Inc. 1976 Luis de Caralt Editor S.A. Roselln 246 - Barcelona ISBN 84-217-5107-7 Scan: Urijenny Edicin digital y revisin: Lex Luthor NDICE Por qu esta antologa? El cilindro del vivero de abedules, (The Birch Clump Cylinder) Clifford D. Simak Reincidencia sospechosa, (Singularities Make me Nervous) Larry Niven Entre dos galaxias, (Schwartz Between the Galaxies) Robert Silverberg El milagro de los peces, (A Miracle of Small Fishes) Alan Dean Foster La peonza de tiempo, (The Whirligig Of Time) Vernor Vinge Mr. Hamadriada, (Mr. Hamadryad) R. A. Lafferty Twig, (Twig) Gordon R. Dickson POR QUE ESTA ANTOLOGA? Si usted, al frecuentar las libreras, ha hojeado sin demasiado convencimiento algunos volmenes de ciencia-ficcin, usted mejor que nadie es la persona indicada para convenir con nosotros en que el gnero necesita una nueva y original antologa de relatos, de la misma manera que la Constelacin de Hrcules precisa un nuevo astro. Pues bien, he aqu el astro deseado. Por qu? Usted mismo, sin ayuda de ningn informe, puede responder la pregunta. Cunto tiempo ha transcurrido desde que usted ley el ltimo volumen de prestigiosos relatos del viejo estilo, con los que indudablemente no pudo menos que gozar? Sin lugar a dudas, esos volmenes son fciles de encontrar en el mercado, con el aliciente de que jams defraudan. Pero, cuntos de ellos constituyen realmente una novedad? Recuerda usted la primera vez que decidi afrontar el gnero y se encontr con aquel relato que lo convirti en un adicto para toda la vida? Quin, si alguno hay, escribe hoy una ciencia-ficcin especialmente relatos capaz de parangonar aquel impacto? Y, de existir esos relatos, dnde se publican? Naturalmente, no consideramos un error hacer ciencia-ficcin con profundos problemas sociales. De hecho necesitamos esta clase de ciencia-ficcin, como tambin necesitamos las tentativas experimentales y otras bsquedas artsticas que tan frecuentemente vemos en revistas y antologas modernas. Acaso tambin necesitemos de esos mesinicos y apocalpticos mensajes de destruccin y amenaza que suelen tomarse prestados de la gran literatura oficial. Pero, sobre todo, la ciencia-ficcin debe ofrecer algo ms que simples mensajes de violencia con hinchada y a menudo apologtica prosa. Somos del parecer que la ciencia-ficcin debera convertirse nuevamente en elemento de placer, con ese sentido de lo maravilloso y lo inverosmil que, de hecho, es lo que

siempre nos ha tentado en el gnero. Justamente lo que los acadmicos de segunda fila autocalificados como crticos comenzaron por censurar, alegando que, puesto que las historias no eran sino mero pasatiempo, no podan ser buenas. Sin embargo, hay que decir que sin historias honestamente entretenidas no habra el necesario equilibrio. Para compensar semejante desajuste de valores ha sido creado este volumen, primero de una serie. A fin de no caer en los tpicos y refritos al uso, nos pusimos en contacto con los mejores escritores y agentes literarios del gnero, preguntndoles cules eran, a su parecer, las historias ms acordes con nuestros propsitos. A continuacin reproducimos algunos prrafos de la carta que enviamos: En primer lugar, queremos relatos, historias. Es decir, nada de piezas mediocres sin intriga, nada de esquematismos de tebeo, nada de psicologa decimonnica, nada de divagaciones absurdas para chiflados de moda o insatisfechos que buscan consuelo en las paparruchas periodsticas. Semejantes malabarismos, a nuestro juicio, deben ciertamente ensayarse, continuarse un poco y sobre todo acabarse de una vez. Queremos escritores que resuelvan los problemas que plantean en sus historias y no nos dejen con un palmo de narices so pretexto de la moda y el gran arte. Conocemos infinidad de relatos que juegan a la bohemia vanguardista suspendiendo, por ejemplo, el hilo del argumento en pleno nudo sin formular el menor asomo de conclusin. Si un autor no sabe desarrollar un mundo o una idea o ninguna de las dos cosas, entonces no es para nosotros. Buscamos personajes capaces de convencer y preocupar a los lectores. No nos interesan los que desaparecen en la penltima pgina slo porque el autor no ha sabido desprenderse de ellos en la primera. Por el contrario, buscamos relatos que entretengan al lector y que obtengan de ste el reconocimiento de una genuina satisfaccin, con o sin final feliz. Si los lectores realmente gozan (y no slo admiran) con el relato, habremos ganado todos. Si nuestros correspondientes escritores y crticos gozan tambin, todo ir sobre ruedas. Aunque los lectores quienesquiera que sean son para nosotros lo primero. Pues bien; como respuesta a esta llamada de adhesin muchos escritores respondieron con entusiasmo. Los relatos comenzaron a surgir. Algunos fueron devueltos, otros necesitaron algunas leves reformas. Pero, aparte estos gajes internos, el volumen que presentamos corresponde perfectamente a la ida que tenamos al principio. He aqu, pues, la primera antologa fruto de nuestras preocupaciones. A su salud, lector. Esperamos que le siente bien. Respecto a una segunda antologa... Judy-Lynn del Rey New York City, mayo de 1974.

EL CILINDRO DEL VIVERO DE ABEDULES


Clifford D. Simak
I Mientras Bronson conduca el auto por la amplia curva que dibuja la carretera frente a Cramden Hall, comenz a apoderarse de m la sensacin de que algo haba cambiado en el lugar del que tanto tiempo me ausentara. No obstante, no tard mucho en advertir la causa. La sfora ha desaparecido dije.

Fue barrida por un fuerte viento hace algunos aos dijo Bronson. Ocurri una noche; poca cosa, sin embargo. Aparte de este detalle nada haba fuera de lugar. Coon Creek no pareca haber experimentado el paso del tiempo. Permaneca erguido como una pesada mole, algo desvencijada y buscando la humildad de los que pretenden pasar desapercibidos. Fue una suerte sigui Bronson. Nunca encaj del todo en el conjunto. Era un poco extravagante para mi gusto. El vehculo lleg hasta la columnata del prtico y se detuvo. El viejo Prather te espera dijo Bronson. Entra t mientras aparco y traslado tu equipaje. Gracias por el paseo dije. Ha pasado mucho tiempo, Bronson. Quince aos, tal vez veinte. Ninguno de nosotros volver a ser joven. T nunca volviste por aqu. No, no lo hice. El vehculo comenz a moverse y, mientras sala de mi campo de visin, advert que haba sufrido una equivocacin. La sfora no haba desaparecido; por el contrario, todava permaneca all. Extendida como una parra a la luz del crepsculo, exactamente como haba sobrevivido en mi recuerdo, se ergua en el parque delimitado por el arco de la carretera; un pino se levantaba en el punto que corresponda con el ms cerrado de la curva; al otro extremo corra un desparramado tejo. Charles dijo una voz a mi espalda, me alegro de verlo, Charles. Me volv y contempl al viejo Prather que descenda los peldaos hacia m. Fui rpidamente a su encuentro y ambos permanecimos all por unos momentos, mirndonos el uno al otro a la luz agonizante del ocaso. No haba cambiado demasiado: un poco ms viejo, tal vez, algo ms decado en su conjunto, pero el mismo aspecto rgido que conservaba desde que abandonara el ejrcito. De su cuerpo se desprenda el habitual olor a polvo de tiza; estaba tan imponente como siempre y sin embargo, pens al mirarlo, con un algo de la en l desusada amabilidad que sin duda le confera la madurez. Esto est como de costumbre dije. Excepto la sfora. S, el diablo se llev aquella cosa tan cargante respondi. Su desaparicin nos quit un peso de encima, puede usted creerme. Ascendimos juntos la escalera. Ha sido un detalle por su parte el haber venido dijo. Mientras lo localizbamos no estbamos del todo seguros de su venida. Comprndalo, por telfono no poda especificar las razones. Estaba ansioso por venir dije. No deseaba otra cosa. Al menos desde que fui expulsado del Centro de Investigaciones sobre el Tiempo. Pero de eso hace ya dos aos. Y usted no fue expulsado. No dos aos, sino tres aclar y, hablando en plata, fui echado a puntapis. La cena, creo, estar ya lista dijo; hemos preparado una cena a propsito. El viejo Emil... Est Emil todava aqu? El viejo Prather ri entre dientes. Mantenemos esto dijo entre Bronson, Emil y yo. A veces suben hasta aqu algunos jvenes, pero an no estn preparados. Nos hemos vuelto un tanto excntricos y hasta un poco quisquillosos, dira. Emil sobre todo. Est ms insoportable que nunca y dispuesto a soltarnos la bronca si tardamos en sentarnos a la mesa o si no comemos lo bastante. Se ha tomado lo de la cocina con sentido crtico. Cruzamos la puerta y penetramos en el vestbulo. Ahora dije supongo que ya estoy en disposicin de que se me aclare la triquiuela de la sfora. La vio usted, eh? pregunt con una mueca cmplice.

Claro que la vi. Despus de contarme Bronson la bonita historia de que haba sido barrida por el viento. Si es una broma de recibimiento slo porque he trabajado en el Centro de... No es ninguna broma ataj. Es una de las razones por las que est usted aqu. Hablaremos de ello ms tarde; ahora debemos ir a cenar o Emil comenzar a tramar alguna venganza. Le dije por el camino que un par de condiscpulos suyos cenarn con nosotros? Leonard Asbury es uno de ellos. Lo recordar usted, naturalmente. Dr. Prather dije, durante todos estos aos he luchado por no acordarme de l. Era un tipo bastante mal educado. Y cul es el otro alumno que ha merecido el privilegio de ser convocado a este asunto de la sfora? Sin manifestar la menor vacilacin, dijo: Mary Holland. La chica que le destrozaba los tmpanos, eh? Le va a usted el asunto. No se dedicaba a la msica? Charles dijo, est usted confundiendo mi papel y el objeto de este Instituto si cree que esa mujer me amargaba con su msica. El mundo podra enfermar si se permitiera el lujo de prescindir de la msica que tan dulcemente compone Mary Holland. De modo que nos hemos reunido aqu un famoso matemtico, una mujer que compone como los ngeles y un harapiento investigador del tiempo. Cuando se haya completado el equipo con otras perlas semejantes, usted podr descansar en paz. Sus ojos chispearon alegremente. Vamos a cenar dijo o Emil descargar su clera sobre nosotros. II La comida fue buena, sencilla y abundante: entremeses, ensalada, costillas de primera calidad y patatas cocidas, todo ello regado con un vino que no era de los peores. El viejo Prather hizo lo posible por mantener una charla intrascendente y banal. El tipo saba ser un buen anfitrin, eso haba que admitirlo. El resto de nosotros habl poco, tal vez hubo alguna tentativa de cambiar impresiones entre viejos conocidos, demasiado tiempo separados, radiantes de alegra por haberse encontrado. Observ a los otros dos y no me pas por alto el hecho de que me observaban a su vez. Poda imaginar, sin excesivo margen de error, que ambos se estaban preguntando por qu el viejo Prather nos haba convocado; ste era un detalle por el que no poda culparlos por lo pronto. Llegu a la conclusin de que Leonard Asbury segua siendo un mamarracho. Su liso y negro cabello se le aplastaba al asqueroso crneo, mientras el rostro exhiba una expresin dura y astuta. Cuando hablaba apenas mova los labios. El tiempo no haba aumentado el inmenso amor que senta por el grandsimo cabrn. Mary estaba ms o menos como siempre. Haba sido una bonita chica, incluso llegamos a concertar alguna que otra cita: nada serio, sin embargo, solamente citas. Pero ahora su belleza haba evolucionado hacia el aspecto habitual de la matrona y me ola que tras su austero y contenido rostro anidaba no poca vaciedad. Haba algo de impreciso en ambos. Me encontraba inquieto y lament haber venido. Y ahora dijo el viejo Prather vayamos al grano. Pues supongo que todos ustedes sospechan la existencia de algo. Ese algo es ms bien un asunto que requiere no poca urgencia. Se sec los labios con su servilleta y luego la arroj sobre la mesa. Creo prosigui que Charles tiene ya una ligera idea del asunto. Cuando vena hacia aqu fue espectador de un suceso que ustedes lamentablemente se perdieron. Leonard y Mary se miraron. Permanec mudo ya que era el show del viejo Prather y no el mo; por lo menos se mereca continuarlo hasta el final.

Es bastante probable continu que, sin saber cmo, nos hayamos convertido en propietarios nada menos que de una mquina del tiempo. Durante unos minutos nadie dijo nada. Luego, echndose hacia delante, Leonard pregunt: Quiere usted decir que alguien de aqu ha inventado...? Nada de eso, y lo siento mucho exclam Prather, pero yo jams insinu nada parecido. Una mquina del tiempo ha cado en el vivero de abedules, justo sobre el pequeo estanque que hay detrs de los laboratorios. Cado? Bueno, tal vez no haya cado. Quiz el trmino correcto sea aparecido. Limpy, el jardinero, la encontr. Es un tipo simpln. Intuyo que no se acordarn ustedes de l. De hecho, est aqu desde hace pocos aos. Quiere usted decir que el objeto surgi de pronto? Justo, exacto, eso es lo que he querido decir. Pueden ustedes verlo all, en el lugar que les he indicado aunque no siempre puede verse con demasiada claridad, a veces aparece borroso por la bruma. A menudo brotan objetos a su alrededor y luego desaparecen: algo as como desviaciones dentro y fuera del tiempo, suponemos. Han ocurrido algunos extraos fenmenos en el campus. La sfora, por ejemplo. Volvindose hacia m, aadi: El cachivache parece tenerle gusto a la sfora. Leonard, con apenas oculta repugnancia, dijo: Charles es aqu nuestro experto. Es nada menos que todo un investigador del tiempo. No respond y por largo rato nadie pronunci palabra. El silencio lleg a ser algo embarazoso. De modo que el viejo Prather intent deshacer el embarazo: Debo decirles que cada uno de ustedes est aqu por una razn especial. Nos encontramos frente a un problema que deben resolver todos y cada uno de ustedes. Espero que colaboren. Pero, Dr. Prather dijo Mary, s poco menos que nada sobre el asunto. Jams me he ocupado del tiempo sino de una manera abstracta. No soy competente en el terreno cientfico. Mi vida entera la he dedicado a la msica. No creo que mi especialidad tenga nada que ver con esto. Justamente lo contrario de lo que yo pienso replic el viejo Prather y justamente la razn por la que se encuentra aqu. Necesitamos un alma destacada, exenta de prejuicios cientficos, un alma virgen, si se me permite la expresin, para enfrentarla a este fenmeno. Necesitamos la estructura de pensamiento que caracteriza a los seres como usted, que jams ha pensado en el tiempo excepto, segn muy bien ha dicho usted misma, de manera abstracta. Leonard y Charles, por el contrario, estn demasiado cargados de prejuicios sobre la materia. Le estoy muy agradecida, obviamente contest Mary, por la oportunidad que me ha ofrecido de venir aqu y, como es natural, estoy sumamente intrigada por lo que usted ha llamado fenmeno. Pero en la actualidad, como debe usted suponer, mantengo respecto del tiempo concepciones tan primarias y burdas que no veo la forma en que pueda ser til. All sentado, escuchndola, me sorprend a m mismo dndole la razn. Por una vez, el viejo Prather haba quedado escocido. Su razn para integrar a Mary en el equipo me pareca un absurdo. Y yo debo aadir asimismo argument Leonard que no he trabajado con el tiempo en particular. Naturalmente, en matemticas (es decir, en algunos campos de la matemtica) el tiempo es tomado como un factor y obviamente estoy bastante familiarizado con ello. Pero mis contactos no pasaron de tangenciales y creo que usted debera saber...

El viejo Prather alz una mano y lo contuvo: No tan rpido dijo. Parece que ustedes se complacen en presentar dificultades. Se volvi hacia m. Ahora le toca a usted. Hasta ahora no ha dicho esta boca es ma. Quiz dije porque no tenga nada que decir. El hecho es insisti que usted estuvo en el Centro de Investigaciones sobre el Tiempo. Y yo estoy muy interesado en el motivo de esta reunin. Si no tiene nada que alegar, al menos podra decirnos algo que no desbarrase del asunto. Siento una especial curiosidad por saber por qu abandon usted el Centro. Yo no abandon nada. Por el contrario, estaba la mar de entusiasmado. Lo que ocurri fue que me pusieron de patitas en la calle. Usted sabe el meollo del asunto que se tramaba all. La premisa, y es una slida premisa, es que si queremos aventurarnos a travs del sistema solar y esperamos alcanzar tambin las estrellas, debiramos preocuparnos por conocer un poco ms los conceptos que ahora mantenemos respecto del tiempo y el espacio. O hablar sobre un escndalo apunt Leonard. Mi informador me dijo que... Ignoro si lleg a ser un escndalo o no, pero hasta donde me concierne no fue sino borrn y cuenta nueva. Como ustedes pueden comprobar, pienso en trminos de segregacin entre tiempo y espacio, considerando ambos como entidades separadas. Y, maldita sea, cuando uno piensa en ellos lo hace siempre por separado. Pero la ciencia nos ha hablado tanto del continuum tempo-espacial que ha llegado a ser un dogma de fe. Dirase incluso que si uno separa ambas nociones el universo entero se ha de partir por la mitad: de tal manera los cientficos se han preocupado por atar setenta veces siete esos conceptos. Lo que los cientficos ataren en el laboratorio no ser desatado en la calle. Pero si uno ha estado trabajando con el tiempo, lo ha hecho slo con el tiempo y no con el tiempo ms otro factor. De modo que o uno se dedica al tiempo o no se dedica a nada. Eso suena demasiado filosfico para m dijo el viejo Prather. Aqu, en Coon Creek le dije, usted y algunos otros nos ensearon a considerar el enfoque filosfico. Recuerdo que usted nos deca: Hay que pensar con claridad y rectitud y enviar a la puta mierda los subterfugios. El viejo Prather tosi con estridente y fingida tos. Dudo mucho que lo dijera en esos trminos. Por supuesto que no lo hizo as. Slo he hecho una traslacin. Sus palabras fueron mucho ms gentiles y acordes con las convenciones. Pero no es tan filosfico como parece: se trata tan slo del ms elemental sentido comn, justamente lo que usted nos imbua. Si uno no ha trabajado hasta ahora con nada, debe conocer primero aquello con lo que va a trabajar o, al menos, alguna teora que lo aproxime. Claro que la teora puede estar equivocada. Y sa fue la razn por la que fuiste apaleado dijo Leonard. Exacto. Esa fue la razn por la que fui apaleado Un criterio utpico, me dijeron. Al parecer, no poda ir por el mundo de aquella manera. Mientras hablaba, el viejo Prather se haba levantado de la mesa y puesto a caminar hacia un apolillado aparador. Tom un libro de un cajn, regres, entreg el libro a Leonard y se sent de nuevo. Leonard lo abri y estuvo hojendolo. Repentinamente se detuvo, fijndose especialmente en una pgina. Alz la mirada, desconcertado. Dnde lo ha conseguido? pregunt. Usted recordar que antes habl de objetos que aparecan en torno a la mquina del tiempo respondi Prather. Que aparecan y desaparecan... Qu clase de objetos? pregunt Mary. De, ninguna clase especial. Los objetos ms corrientes que pueda haber. Un palo de bisbol. Una rueda de bicicleta. Cajas, botellas, todo tipo de trastos. Y siempre alrededor

del artefacto. Al principio los dejbamos estar. Tenamos demasiado miedo para acercarnos y posiblemente enredarnos con los efectos temporales. Nadie saba qu hacer. Sin embargo apunt Leonard, alguien trajo este libro. Fue Limpy aclar Prather. Es bastante corto de entendederas. Pero por alguna razn anda escamado con los libros. No es que haya ledo muchos, y se menos todava. No debera creerlo murmur Leonard. Entonces vio que yo lo observaba intensamente. De acuerdo, Charles dijo, te lo dir. Se trata de un libro de matemticas. Y, aparentemente al menos, de una nueva clase de matemticas. Debo estudiarlo, sin embargo. Matemticas del futuro? pregunt. Aproximadamente dos siglos en el futuro dijo el viejo Prather, si hemos de creer la fecha del colofn. Hay alguna razn para no creerlo? Ni mucho menos, todo lo contrario exclam el viejo Prather, entusiasmado. Hay algo dije que todava no hemos mencionado. Las dimensiones y caractersticas de la mquina. Si usted cree que fue diseada para contener un cuerpo humano, se equivoca por completo. No es lo suficiente grande. Su forma es cilndrica y su longitud tal vez no alcance los tres pies. Est hecha con una especie de metal... qu s yo. Hay un enrejado en cada extremo y no presenta signo alguno de poseer maquinaria. No se parece en nada a lo que uno haba pensado siempre que deba ser una mquina del tiempo, vaya, pero no podemos despreciar el hecho de que acta como tal. Es incuestionable que los objetos aparecen y desaparecen. Y tambin los espejismos deben convencernos. La sfora, por ejemplo, la sfora que realmente fue barrida por el viento surge y se marcha ms pronto que un vistazo. Luego hay gente, gente que camina alrededor de la mquina, gente extraa que aparece momentneamente para desaparecer a continuacin. Y ocasionales estructuras, como fantasmas de ciudades, no del todo en el presente, pero tampoco en el futuro; como una intuicin, un relmpago, un vislumbre. Dado que no hay nada como ello en el presente, debe proceder del futuro. Y lo he llamado espejismo a falta de otro trmino mejor. Como el bote en el estanque. Es demasiado pequeo para eso. Como ustedes recordarn es apenas una charca. Ha tomado usted precauciones para que nadie penetre en el campo de accin de la mquina? Hemos instalado una cerca alrededor. De hecho puede ocurrir que algn caminante perdido venga hasta aqu. Pero ustedes saben muy bien que raramente tenemos esa clase de visitas. Lo primero que haremos maana, despus del desayuno, ser ir a ver el artefacto. Por qu no ahora? pregunt Leonard. No hay inconveniente, pero no creo que podamos ver mucho. No hay iluminacin en esa parte. No obstante, si usted lo desea... Leonard hizo un gesto de asentimiento. Madrugaremos maana dijo. Otra cosa que pueden haberse preguntado ustedes continu el viejo Prather es cmo diablos apareci la mquina. Como les dije antes, la encontr el jardinero. Primero habl de una cada, luego me correg y dije simplemente que haba llegado. La rectificacin no es, sin embargo, demasiado precisa. El lugar presenta irrefutables evidencias de una cada: por ejemplo, algunas ramas rotas en el abedular pueden indicarnos perfectamente que el objeto pas por entre los rboles. Usted insiste en hablar de cada dijo Mary. Pero, desde dnde? No estamos seguros del todo, pero tenemos al menos una hiptesis. Hace unas

cuantas noches ocurri algo al oeste de aqu. Un avin se estrell en las montaas. Es una comarca salvaje como ustedes recordarn. Algunas personas contemplaron la cada. Una expedicin fue enviada al lugar y el asunto fue que all no se encontr ningn avin. Los peridicos sugirieron la posibilidad de un meteorito. Pero estaba claro que los que subieron en expedicin haban guardado el secreto. Hice algunas discretas encuestas entre mis amigos de Washington y averig que se sospechaba fuera una nave espacial. No una de nuestras naves. De todas las nuestras poda darse razn. De modo que no tena ms remedio que ser una nave aliengena. Y usted supone que la mquina del tiempo cay de la nave aliengena dijo Leonard , que se desprendi y... Pero apunt Mary, para qu querra transportar una nave aliengena una mquina del tiempo? No una mquina del tiempo dije, sino un dispositivo temprico. Un sistema de conduccin que utiliza el tiempo como fuente de energa. III Como no poda pegar ojo, sal a dar un paseo. La luna acababa de aparecer sobre las colinas del este y su argentada luz apenas dispersaba las tinieblas. No poda dormir. Haba cerrado los ojos y haba intentado encarecidamente entregarme al sueo, pero siempre acababa por abrirlos y clavarlos en el techo; tampoco se trataba realmente del techo, sino de la espesa cortina de oscuridad que haba en medio. Un dispositivo a base de tiempo, me dije a m mismo. El tiempo usado como energa. Entonces, siempre haba estado en lo cierto! Si lo que se haba desprendido de la nave y yaca ahora sobre el embalse del abedular era realmente un motor, entonces yo haba estado siempre en lo cierto mientras que los otros se haban enfangado en el error. Y, ms an, si el tiempo poda ser usado como energa, el universo estaba abierto para nosotros; no slo las estrellas ms cercanas, no slo el circuito de la galaxia, sino el universo entero, todo cuanto existe. Pues si el tiempo pudiera ser manipulado y usarlo como fuente de energa no es otra cosa que arribar a su dominio las distancias espaciales se convertiran en una nulidad, dejaran de tenerse en cuenta y el hombre podra ir adonde deseara. Alc los ojos y mir las estrellas. Dese gritarles: Ahora estis en nuestro poder pues habis dejado de ser inaccesibles. Vuestra distancia ha perdido sentido para nosotros. Vuestra distancia, o la ms inconmensurable distancia a que se encuentren las ms lejanas de vuestras hermanas, incluso la de aquellas que todava no han arrojado su resplandor sobre nosotros, no impedirn nuestro acercamiento en lo sucesivo. Ni las estrellas no descubiertas, ni las que escapan al telescopio ms potente se muestran ahora fuera de nuestro alcance. Esto dese gritarles, pero no lo hice. Por lo comn no se entretiene uno declamando ante las estrellas. Una estrella es demasiado impersonal como para suscitar el deseo de dirigirse a ella. Descend a la carretera y luego segu por un sendero que tuerce colina arriba hacia el observatorio; mir a mi izquierda y pens: me encuentro justo un poco por encima del vivero de abedules que rodea el estanque. Intentando divisar el cilindro, consider por milsima vez si poda ser realmente lo que haba pensado que era. Mientras doblaba una de las curvas del serpenteante camino, un hombre apareci silenciosamente del escondite que tal vez haba tomado. Me detuve intrigado por tan repentina presencia, pensando que a tales horas de la noche no poda haber nadie por aquellos parajes. Charles Spencer dijo el hombre. Es usted Charles Spencer?

Eso dicen contest. Su rostro estaba en la sombra y nada poda hacer por evitarlo. Debo disculparme dijo por interrumpir su paseo. Pens que no haba nadie por aqu. Usted seguramente no me recuerda. Soy Kirby Winthrop. Indagu en mi memoria y un nombre surgi de ella. Claro que me acuerdo de usted dije. Usted iba un ao o dos por detrs de m. Ms de una vez me he preguntado por su paradero. Todo esto no era ms que una mentira, pues jams, ni por pienso, me haba acordado de l. Me qued aqu dijo el otro. Hay algo en este lugar que se mete en las venas. Me dediqu a la enseanza. Aunque ms bien a la investigacin. Le ha contado el viejo Prather lo de la mquina del tiempo? No slo a m, tambin a algunos otros le dije. Qu sabe usted sobre ello? Nada, en realidad. Est fuera de mi competencia. Lo mo es la ciberntica. Por eso estoy aqu. A veces vengo a la colina, cuando todo est tranquilo, para meditar. Siempre que he tomado contacto con la ciberntica le dije, he acabado considerndome como un imbcil. Es un vasto campo. Yo trabajo con la inteligencia. Es obvio. Con mquinas inteligentes, quiero decir aclar. Pueden las mquinas ser inteligentes? Al menos, prefiero creerlo as. Hacemos progresos, eh? Tengo una teora sobre el objeto de mi trabajo dijo. Supongo que debe ser excelente dije. Le deseo toda clase de xitos. Me dio la sensacin de que estaba vido de soltar la lengua, ahora que haba encontrado a alguien a quien contar sus historias, sobre todo si ese alguien no lo haba soportado antes. Pero yo no tena el menor deseo de gozar de su compaa. Creo que debo marcharme dije. Comienza a hacer fro y quizs ahora me encuentre en condiciones de reemprender la bsqueda del sueo perdido. Me volv para marcharme, pero su voz me interrumpi. Quera preguntarle algo, Charley. A cunta gente le ha comentado usted su educacin en Coon Creek? La pregunta me sorprendi, de modo que me volv hacia l. Es una pregunta divertida, Kirby. Puede ser dijo, pero responda a cunta gente. La menos posible le dije. Dud un momento, esperando que siguiera hablando, pero como no lo hizo agregu: Ha sido un placer verlo, Kirby. Reanud mi camino en direccin al patio del Instituto. Pero su voz an reson a mis espaldas, de suerte que me vi obligado a detenerme de nuevo. Hay algo ms dijo el tipo. Qu sabe usted de la historia de Coon Creek? Ni una palabra. No suelo ser curioso. Yo lo fui dijo y tuve que contenerme. Sabe usted que en este centro no hay invertido ni un real del erario pblico? Y que en toda su historia jams ha sido pedida una subvencin? Al menos hasta donde llegaron mis pesquisas no haba la menor huella de subvencin alguna. Creo que hay un fondo monetario dije que cotiza desde los aos ochenta. Lo abri un tipo llamado Cramden. Cramden Hall recibi su nombre de l. Correcta la ltima observacin dijo Winthrop, slo que jams existi nadie llamado Cramden. Alguien deposit el dinero con ese nombre, pero jams existi ningn Cramden. Jams existi nadie que se llamara as. Quin puso el dinero, pues? Lo ignoro dijo.

Bien argument, no creo que para nosotros represente mucha diferencia. Coon Creek est aqu y eso es todo lo que nos interesa. Me puse en camino nuevamente y esta vez el tipo me dej marchar. Me alegro de haberle visto, le haba dicho, pero maldito si me alegraba un carajo. Intent recordar al tipo: un nombre surgido del pasado, tan slo un nombre desprovisto de rostro. El hombre haba permanecido todo el rato de espaldas a la luna sin que pudiera distinguir sus facciones. Luego, toda la chchara sobre si yo acostumbraba a hablar sobre Coon Creek y sobre quin subvencionaba el colegio. Qu se propona el tipo y por qu se estaba entrometiendo? En cualquier caso, me dije, no es asunto mo. No haba venido aqu para preocuparme por esas cosas. Alcanc otra vez la carretera. Cuando ya estaba al pie de las escaleras que conducen a Cramden Hall, me volv y contempl la curva que formaba el camino encerrando el parque que, para mi gusto, sobrepasaba lo cursi. Coon Creek, pens. S, s, el mismo Coon Creek. Un lugar cuyo nombre nadie pronunciara a causa de su malsonancia; pero ocurre que la gente siempre le pregunta a uno dnde ha estado y qu clase de estudios ha recibido; entonces hay que callarse si no quiere encontrarse con que el otro le responde que jams ha odo un nombre tan desagradable. De modo que no puede mencionarse porque nadie lo ha odo y, ms an, porque cualquiera podra decirle a uno que nadie en su sano juicio habra ido a un colegio con un nombre tan jodido. Ni tampoco poda uno decir que es el colegio quien selecciona a los estudiantes en vez de lo contrario; que se dedica a seleccionar cerebros de la misma manera que los dems colegios seleccionan muchachotes para completar su equipo de ftbol. Cerebros no era la palabra exacta, toda vez que algunos de los reclutados y yo entre ellos no descollbamos precisamente como empollones. Ms bien se trataba de una habilidad especial, no del todo definida, para afrontar problemas concernientes a una filosofa tan poco concreta como excesivamente conocida, obviamente, por cierta clase de individuos, que justamente no eran los escogidos para realizar sus estudios en Coon Creek. Cmo encontraban el alumnado permanece oscuro para m y sobre la cuestin de quin estara detrs de todo debo decir tres cuartos de lo mismo. El gobierno, haba pensado yo siempre, pero estaba muy lejos de poder afirmarlo con seguridad. El proceso de seleccin segua los mismos secretos procedimientos que si se tratara del gobierno. Sin embargo, si lo que Winthrop me haba dicho era cierto, no se trataba del gobierno ni nada que se le pareciera. No todos salimos tan perfectos como hubiera sido de esperar. Yo, por ejemplo. Y Mary..., bueno, quiz Mary tampoco. Durante el tiempo que pas en el Instituto, record, manifest tal inters por la economa que llev de calle al viejo Prather y quiz a algunos ms; pero, de pronto, se volc sobre la msica, que deba ser lo ltimo que poda ocurrrsele a cualquiera que estuviese all. Leonard fue otro caso, uno de los de mayor xito, por cierto, convirtindose en un brillante matemtico capaz de conducir a la ciencia ms all de sus posibilidades lgicas y alcanzando tal dominio de la materia que lleg a crersele capaz no slo de comprender el mecanismo del universo entero sino tambin sus ms ocultos propsitos. Todava estuve un rato contemplando la carretera y el terreno que abarcaba su curva, esperando supongo que la sfora apareciera de nuevo; pero no ocurri as y comenc a subir la escalera. IV La mquina del tiempo, segn el viejo Prather la haba denominado, estaba incrustada

entre dos troncos de abedul. Haba una especie de bruma parpadeante a su alrededor, pero no lo bastante como para no verla con cierta claridad. Su entorno estaba completamente libre de despojos tempricos, y slo alcanzamos a ver una pelota de tenis y una bota vieja, nada ms. Mientras la contemplbamos, la bota desapareci. Hicimos una investigacin preliminar dijo el viejo Prather antes que llegaran ustedes. Trajimos una cmara fotogrfica con soporte y, acercndola todo lo que pudimos, logramos fotografiar todos los puntos de su superficie, es decir, todos exceptuando aquellos que permanecen ocultos. No sucedi la cosa sin incidentes. La primera cmara la perdimos. Fue propulsada dentro del tiempo y acaso aparezca cuando ustedes consigan desmontar este trasto. No perdimos la segunda cmara y descubrimos a cambio una cosa. Medio hundido en el suelo y oculto tras un tronco encontramos lo que pareca ser una especie de mando. El viejo Prather abri la carpeta que llevaba bajo el brazo y todos nos acercamos para mirar. Un par de fotografas mostraban lo que, en efecto, pareca ser un control: un parche circular adosado al metal del cilindro, aunque nada ms. No se vea la menor inscripcin, aunque pareca tener tres pequeas hendeduras en el borde. Las hendeduras podan haber sido articuladas como una forma de mecanismo controlador, pero all nada haba que lo indicara as. Nada ms? pregunt Leonard. Slo un par de araazos sobre la superficie dijo Prather. Encontr las fotografas y nos las alarg. Uno a cada extremo. Pueden servir para determinar la posicin dije del lugar de la nave donde fue montado el aparato. Si es que se trata de un motor e iba en una nave. Las seales corresponderan a los lugares por los que permaneca sujeto. Pareces estar asquerosamente seguro de lo que dices dijo Leonard con una mueca de desagrado. Es slo una idea repliqu. A m me parece que va a ser necesaria ms gente que nosotros tres dijo Leonard de nuevo. Charley es aqu el nico que sabe algo sobre el tiempo y... Todo cuanto puedo aportar aduje se encuentra nica y exclusivamente en el campo de la hiptesis. No tengo la menor idea de cmo un trasto como se ha podido venir a parar aqu. No podemos ir ms all por ese lado. Si es un motor de tiempo, cuanto yo sea capaz de sugerir es ocioso y salta a la vista; pero todava ignoramos al respecto lo que puede hacer una unidad de fuerza temporal. Quiz no sea demasiado poderosa, pero con toda seguridad ese poder acta con intervalos. Y en vez de estar perdiendo el tiempo con el asunto y haciendo cualquier cosa que pueda devolverle su pleno poder... El viejo Prather movi la cabeza gravemente. Podramos correr ese riesgo dijo, siempre que el asunto se quedara en familia. Sera muy espinoso compartirlo con alguien ms, sobre todo con el gobierno. Pues si recurrimos a alguien, ese alguien no ser otro que el gobierno. Podramos trabajar mejor con nuestra mquina dijo Mary si logrramos sacarla del abedular. Por lo menos la tendramos a nuestra disposicin toda entera y no slo una de sus partes. Ya pensamos en eso dijo el viejo Prather, pero tenamos miedo a tocarla. Naturalmente, podramos arrancarla de aqu, pero... Opino dijo Leonard que no deberamos tocarla por lo pronto. Aun la menor sacudida podra afectar su mecanismo. Es terrible tener que trabajar en la ignorancia y ocurre precisamente que no sabemos lo que tenemos entre las manos. Si pudiramos desconectarla... pero no tengo ni puetera idea de cmo puede desconectarse. Ese control en forma de crculo, si es que se trata de un control. Pero, qu hacer para que surja efecto? Usted dijo que Limpy trajo el libro dijo Mary al viejo Prather. Cmo se las

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compuso? Alarg la mano y lo cogi? Llevaba una azada contest Prather. La utiliz como gancho. Quiz alguien de los laboratorios dijo Leonard pueda proporcionarnos algo con lo que manipular el crculo. Podramos extender alguna herramienta hasta las tres hendeduras y manipular sobre ellas. Eso est bien pensado dije pero, sabras la forma de hacer girar el disco? Pero era absurdo preocuparse por la forma de hacer girar el disco. En el taller del laboratorio nos dieron una herramienta acorde con las dimensiones que dedujimos de las fotografas. Sin embargo, nos equivocamos la primera vez. A la segunda intentona acertamos, pero no pudimos trabajar. La herramienta resbalaba sobre las hendeduras. El metal pareca estar dotado de una cualidad aceitosa. No haba forma de encontrar un asidero. Estuvimos hasta la noche rebuscando trastos hasta dar con alguno que sirviera para nuestros fines. Pero ni nosotros ni el personal del taller tuvimos suerte. Durante la cena intentamos llegar a un acuerdo. No en lo concerniente a poder o no desconectar el aparato, sino, por ejemplo, en qu diablos bamos a hacer con l una vez desconectado. Cmo narices podamos investigar una mquina del tiempo? Suponiendo que tuviramos suerte, lo que ya era mucho suponer, tal vez llegramos a desmontarla y a fotografiar y calibrar por separado las diversas piezas. Pero aunque consiguiramos semejante ddiva de la fortuna y, ms an, obtuviramos de ella el don de poder volver a juntar todo lo separado, todava nos faltara llegar a entender el funcionamiento del conjunto. Aun cuando furamos capaces de desmontarlo pieza a pieza, aun cuando examinramos cada componente y comprendiramos la relacin entre las partes y el todo, lo principal, al cabo, seguira escapndosenos. La cuestin ms importante era, segn convinimos, el peligro, tal vez un grave peligro, que podra entraar el desarmar la maquinaria. Cualquiera que fuese, el cilindro metlico constaba de un factor que no era del todo comprendido. Por muchas cabalas que hiciramos siempre topbamos con ese factor, que no era otro que el tiempo o lo que a falta de otro nombre tenamos que calificar como tiempo. Y nadie, absolutamente nadie, saba la clase de tiempo que poda ser. Lo que necesitamos dijo Leonard es algo capaz de contener tiempo, algo capaz de aislarlo. Justo dije, de eso se trata. Algo que amortige el factor tiempo mientras trabajamos, de manera que no corramos el riesgo de ser trasladados hasta el perodo Carbonfero o hacia el momento de la muerte trmica del universo. No creo que sea tan potente ese trasto objet el viejo Prather. Probablemente no, al menos por ahora replic Leonard. Charley piensa que funciona en ralent, ms an, que apenas funciona. Pero si el artefacto es exactamente lo que suponemos, tiene poder suficiente como para mover una nave espacial durante muchos aos-luz. El amortiguador debera ser algo inmaterial dije. Algo que no formara parte del universo material. Cualquier cosa que tenga masa es afectada por el tiempo, luego lo que necesitamos es aquello que sea inmune a tal efecto. La luz, tal vez sugiri Mary. Rayos lser... O el tiempo afecta a la luz dijo Leonard sacudiendo la cabeza o la luz tiene establecido su propio parmetro temporal. Lo nico que tiene es velocidad y aunque no lo parezca se mantiene siempre material. La luz puede ser atrada por cualquier fuerte campo magntico. Lo que necesitamos es algo al margen del tiempo, algo independiente de l. Muy bien, tal vez el pensamiento entonces replic Mary. La mente. El pensamiento teleptico puede dirigirse al aparato y establecer con l algn tipo de relacin. Eso se ajusta a nuestros deseos convino el viejo Prather, pero nos encontramos

a mil aos de comprender su funcionamiento. Ignoramos por completo lo que la mente pueda ser. No sabemos nada de su actuacin y sus formas. No somos telpatas. Bueno repuso Mary, a m me parece lo mejor. Por lo pronto ya he sugerido un par de ideas, aunque no muy buenas. Qu dice el resto? Voto por la brujera dije. Vayamos a frica o al Caribe y procurmonos un buen hechicero. Haba intentado al menos ser gracioso, pero no parecieron tomrselo como yo. Los tres, sentados, me miraban como bhos cargados de solemnidad. Y algn tipo de resonancia? coment Leonard. Conozco un poco la materia dijo Mary, pero no servira. Ests hablando de una clase de msica y no olvides que yo s msica. El tiempo es una parte de la msica. La msica est basada en el tiempo. Leonard arrug el entrecejo. Apostara a que nos equivocamos nos dijo, y no creo que haga falta pensarlo demasiado. Se me est ocurriendo algo acerca de los tomos. Posiblemente no existe el tiempo en la estructura atmica. Algunos investigadores han aventurado esta teora. Si pudiramos alinear tomos y alcanzramos a introducirlos en forma de escalera... Agit la cabeza. No, no servira. No hay en este mundo nada capaz de lograrlo, y aun si lo hubiera estoy seguro de que no servira. Un fuerte campo magntico dijo el viejo Prather. Envolver el artefacto en un campo magntico. No est mal dije. Eso servira de cebo. El campo desviara y se llenara de tiempo. Pero, aparte del hecho de que no podemos construir un campo como se... Y aunque pudiramos agreg Mary no podramos trabajar dentro del campo. El asunto es controlar el tiempo para poder investigar el artefacto. Lo nico que puede sernos til es la muerte suger. La muerte es atemporal. Puedes decirme lo que es la muerte? solt Leonard. No dije mientras le sonrea cndidamente. Eres un jodido listo de la vida dijo con sorna. Siempre lo fuiste. Vamos, vamos exclam el viejo Prather, asustado. Tomemos ms vino. An queda un culo en la botella. Por qu no nos dejamos estar de niadas? apunt Mary. A mis odos la muerte suena tan bien como a los odos de cualquiera. Me inclin ante ella con la seriedad de un payaso y me respondi poniendo cara de boba. El viejo Prather comenz a saltar alrededor de la mesa como un canguro mientras escanciaba el vino. Espero dijo que los chicos del taller puedan traernos algo con lo que dar vueltas al dial de control. En caso contrario dijo Mary lo haremos nosotros con la mano. Hemos pensado alguna vez que la mano humana es ms eficaz que la herramienta ms precisa? Lo jodido es puntualiz Leonard que por ms perfecta que llegue a ser una herramienta siempre encuentra el punto en que se vuelve incompetente. Pero no podemos hacerlo con la mano protest el viejo Prather. Est el efecto temprico. Sobre las cosas pequeas dijo Mary. Sobre libros, pelotas de tenis y botas. Nunca sobre cosas vivas. Nunca nada con la masa de un cuerpo humano. V Lo intentamos. Finalmente tuvimos que intentarlo. Las herramientas del taller durmieron su ocio y nosotros, as de sencillo, no podamos abandonar la mquina del tiempo en el vivero de abedules. Todava funcionaba. Mientras

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la contemplbamos aparecieron y desaparecieron un reloj de pulsera, un mugriento libro de apuntes y un viejo sombrero de fieltro. Luego, vimos el bote sobre el estanque que nada saba de botes. He pasado la noche con el texto de matemticas dijo Leonard, esperando poder encontrar cualquier cosa capaz de ayudarnos. Ha sido intil. Conceptos nuevos e intrincados, naturalmente, pero nada que pueda ser aplicado al tiempo. Podramos construir una fuerte barrera alrededor del artilugio propuso el viejo Prather y dejarlo aqu hasta que sepamos qu hacer con l. Absurdo dictamin Mary. Para qu queremos una barrera? Lo que nos hace falta es entrar en el cerco que ella delimitara... No dijo Leonard, no creo que debamos hacerlo. No sabemos... Sabemos dijo Mary que el cacharro puede mover objetos pequeos. Nada de gran tamao. Nada animado. Ni una sola cosa viva. Ni un conejo o una ardilla. Ni siquiera un ratn. Quiz no haya ratones por aqu dijo el viejo Prather. Disparates replic ella. Siempre hay ratones en un lugar as. La sfora dijo Leonard. Se encuentra a bastante distancia de aqu y no podemos decir que sea un objeto pequeo. Pero s inanimado dijo Mary. Creo que usted habl de espejismos dije al viejo Prather. Espejismos de gente y edificios. S repuso, pero meramente sombras. Siluetas tan slo. Diantre, yo no s qu pensar! dije. Quiz Mary est en lo cierto. Quiz no surta efecto con los seres vivos. Siempre sera un riesgo coment Leonard. Leonard dijo Mary, en eso est tu error. He estado todo este tiempo preguntndome en qu estaras fallando. Ahora creo saberlo. T nunca te arriesgas, no es cierto? Jams contest Leonard. Es absurdo arriesgarse. Eso slo lo hacen los primos. Naturalmente exclam Mary. Un computador en vez de cerebro. Unas cuantas ecuaciones matemticas pueden resumir tu vida. Eres diferente del resto de nosotros. Yo s me arriesgo; Charley vamos a apostar... De acuerdo acept. Dejemos de discutir. Yo har el trabajo. Dijiste que los dedos eran ms eficaces que la mejor herramienta, de modo que descubrmoslo. Todo cuanto tenis que decirme es hacia dnde tendr que girar. Mary me cogi del brazo. No, t no dijo. Yo lo he propuesto y yo lo intentar. Por qu no los dos? sugiri Leonard con desdn, sin poder evitar su natural grosera. O por qu no os lo jugis a los chinos? Es una buena idea replic Mary, pero no para aplicarla a nosotros dos, sino a los tres que componemos el equipo. El viejo Prather haba permanecido callado, pero inquieto, dando vueltas a nuestro alrededor, hasta que crey oportuno opinar. Pienso que estn todos ustedes como una cabra. Jugrselo a los chinos, cmo no! No lo apruebo bajo ningn concepto. Es decir, no lo acepto bajo las condiciones expresadas. Nos lo jugaremos a los chinos, s, pero no entre tres sino entre cuatro. Su vida no puede perderse dije. Si ocurriera que nosotros tres quedramos atrapados en el circuito de tiempo, tendra que quedar algn aedo que cantara nuestra epopeya. Y usted sabe explicar las cosas como nadie. Lo ha estado haciendo durante aos. Evidentemente era una locura. Si hubiramos dispuesto de un par de segundos para serenarnos no lo habramos hecho. Pero estbamos inmersos en un mar de agitacin y

todos nos lo habamos tomado con la megalomana suficiente como para no poder echarnos atrs. Leonard hubiera podido de no haber quedado atrapado en las redes de un cretino orgullo. Si l hubiera dicho: no sigo adelante, la cosa se habra terminado. Pero si lo hubiera hecho no habra quedado libre del estigma de la cobarda. No nos lo jugamos a los chinos. Cogimos tres pedazos de papel y sobre ellos pusimos sendos nmeros: 1, 2 y 3. Mary obtuvo el 1, Leonard el 2 y yo qued con el 3. Bueno, ya est hecho dijo Mary. Yo ser la primera en intentarlo. Lo cual es justo, pues fue idea ma. A la mierda con eso dije. Dime exactamente cmo vas a girar el disco, si es que puede girarse. Charles dijo Mary con voz que quera camelarme, debo insistir en mis derechos de ciudadana americana despus de haberme amargado la juventud con tus discursos chovinistas? Por Cristo crucificado! exclam Leonard. Djala que vaya de una vez! Est ms segura que todos nosotros. Sigo sin aprobar la decisin se entrometi el viejo Prather, de nuevo con sus pejigueras, aunque el procedimiento haya sido totalmente democrtico. Opto por lavarme las manos. Me desentiendo del asunto. Mejor nos la pone dije. Lo girar en el sentido de las agujas del reloj explic Mary. Despus de todo, es lo usual... No corras tanto dijo Leonard, se trata de una convencin humana... Antes de que pudiera detenerla, se introdujo en el abedular, lleg al cilindro y se inclin sobre el supuesto disco de control. Fascinado, mir boquiabierto durante un intenso segundo cmo sus dedos lo tanteaban y comenzaban a girarlo. Vi perfectamente que el disco se mova. De manera que tena razn despus de todo, pens: los dedos son ms eficaces que la mejor herramienta. Pero, en cambio, mientras el pensamiento se formulaba en mi cabeza Mary desapareci y en torno al cilindro, surgi repentinamente un chorro de variados objetos fuera del tiempo, introducidos en el presente desde el pasado y el futuro y una vez tamizados por nuestra contemporaneidad arrojados al futuro o al pasado, siguiendo la direccin de su movimiento inicial. Haba un transistor, una camisa de hippy, una mochila, un par de libretas escolares para nios, unas gafas, un bolso de mujer y, alabado sea Dios, un conejo. Lo ha girado en sentido equivocado! grit. No lo ha amortiguado, sino todo lo contrario. Leonard dio un paso adelante, se detuvo, dio otro corto paso. Esper unos segundos y, al advertir que ya no avanzaba ms, lo apart con un brazo mientras me zambulla en la zona. Una vez en el abedular llegu al cilindro y tante el disco; sent una pequea descarga mientras mi cerebro repeta: de derecha a izquierda, de derecha a izquierda, de derecha a izquierda... No me recuerdo a m mismo girando el disco, pero de repente todos los despojos sincrnicos que haban estado zumbando sobre y en torno a mis pies dejaron de estar all, incluso el cilindro dej de estar all. Lentamente retroced y abandon el vivero. Qu le ha pasado al cachivache? pregunt. Y mientras haca la pregunta me volv para recibir la respuesta de mis compaeros. Pero no haba tampoco compaeros. Estaba solo y nada curado de espanto. Todas las cosas presentaban el aspecto que antes tuvieran. El da era todava un da radiante, el abedular pareca el mismo de siempre y la charca no ofreca ninguna diferencia... aunque s la ofreca: ahora, varado en la orilla, se vea un bote de remos.

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Tembl ante la visin y me puse rgido para contener los escalofros. Mi entendimiento captaba las cosas con reluctancia y me ordenaba luchar contra cualquier eventualidad. Haba hecho el trabajo?, me pregunt. Lo haba hecho yo del todo o Leonard, andando tras mis pasos, lo haba completado? Pero entonces pens que sin duda lo haba realizado yo solo puesto que ni Leonard ni el viejo Prather me haban seguido. Habra logrado hacer desaparecer el cilindro? A qu distancia? Dnde estaba Mary? Y qu pasaba con el bote de remos? Todas estas preguntas me las formulaba estrilmente. Ech a andar por la cuesta hacia Cramden Hall, y mientras lo haca miraba a mi alrededor intentando descubrir algn cambio. Pero si alguno haba tan pequeo deba ser que no consegu descubrirlo. Record que Coon Creek no experimentaba cambio alguno con el paso de los aos. Permaneca erguido como una pesada mole, algo desvencijada y buscando la humildad de los que pretenden pasar desapercibidos. Mostraba una protectora capa de pintura. Haba unos cuantos estudiantes por all. Mientras bajaba hacia el sendero que lleva hasta la curva de la carretera, me di de manos a boca con uno de ellos; no llam su atencin, sin embargo. Iba cargado con un montn de libros y pareca tener prisa. Ascend por los escalones levantados ante el edificio y me introduje en la penumbra silenciosa del vestbulo. No haba nadie all, pero alcanc a or el ruido de unos pasos bajando por una escalera que estaba fuera de mi campo de visin. Permanec all, pero sintindome como un extrao que no tuviera derecho a estar en aquel lugar. Justo en el vestbulo se encontraba el despacho del viejo Prather. l tendra la respuesta y, debiera o no permanecer all, pens que el viejo Prather era el ms indicado para darme la respuesta que necesitaba. Pero haba tal frialdad en el lugar que la cosa empez a no gustarme, una frialdad que, ahora que los distantes pasos haban cesado, vino acompaada del silencio. Estaba a punto de marcharme, pero decid entrar y, mientras me diriga hacia la puerta del despacho, un hombre sali por ella. Atraves el vestbulo hacia m, en tanto yo permaneca clavado, sin saber qu hacer, sin siquiera desear marcharme, casi exigiendo que el hombre que caminaba hacia m no me viera, aunque tena la completa seguridad de que esto era imposible. Era el desplazamiento en el tiempo, pens, una sensacin de notarse desplazado en el tiempo. Era algo que en el Centro de Investigaciones sobre el Tiempo habamos calificado como inercia ucrnica. Si un hombre puede moverse en el tiempo, debe sentirse desplazado? Sentira un encuadre temporal distinto? Adverta ese hombre el paso del tiempo? Era la continua referencia temporal un factor inherente al entorno humano? La luz del vestbulo era dbil y el rostro del hombre que se me acercaba era de lo ms ordinario, casi un estereotipo, una de esas caras que uno ve cotidianamente multiplicadas, con tan escasos rasgos peculiares que uno no puede acordarse de ellas, convirtindose en un patrn comn. El hombre disminuy el paso mientras se me aproximaba. Entonces habl. Hay algo en que pueda ayudarlo? dijo. Busca usted a alguien? A Prather dije. Un cambio repentino se dibuj sobre su rostro, un cambio que lo mismo entraaba miedo que asombro. Se me qued mirando fijamente. Charley? dijo interrogndome. Es usted Charley Spencer? El mismo contest. Y el viejo Prather? El viejo Prather est muerto replic. Quin es usted? Debera recordarme. Soy Kirby Winthrop. He ocupado el lugar de Prather. Rpido trabajo coment. Lo vi a usted justo la otra noche. Hace quince aos dijo Kirby. Nuestro encuentro en la colina del Observatorio fue

hace quince aos. Me estremec ligeramente aunque estaba preparado para esto. Realmente no haba pensado en ello, no me haba permitido a m mismo pensar sobre el asunto. Si tuve alguna reaccin creo que fue de alivio al comprobar que no haba sido de cien aos el traslado. Qu hay respecto de Mary? pregunt. Ha emergido ya? Creo que debera tomar un trago ofreci Kirby. Y creo que yo tambin lo necesito. Vayamos a beber algo. Me tom del brazo y juntos caminamos hacia la habitacin que Kirby haba dejado. Atienda todas las llamadas dijo a la telefonista del antedespacho. No estoy para nadie. Se hizo a un lado y entramos en la oficina. Casi me llev en brazos hasta un cmodo y profundo silln situado en una esquina, y luego fue hasta el pequeo bar que haba bajo las ventanas. Qu prefiere? Escocs, si tiene, por favor. Volvi con los vasos, me alarg uno y se sent en un silln frente a m. Ahora podemos hablar dijo. Pero hagamos antes un pequeo brindis. Sabe?, todos estos aos he estado esperndolo. No ha sido una sorpresa verlo emerger, naturalmente, si es que deba emerger alguna vez. Eso es lo que yo tema dije. S, quiz haya algo de eso tambin. Pero no demasiado. Un poco aturdido, pero... Kirby dej la frase flotando en el aire. Beb un sorbo de mi vaso. Le he preguntado por Mary. Ella no podr venir aqu dijo moviendo la cabeza. Tom un camino diferente. Se refiere usted al pasado? Eso mismo. Hablaremos de ello ms tarde. He visto que el artefacto ha desaparecido. Lo desconect? Usted consigui desconectarlo. Me preguntaba si tal vez Leonard o el viejo Prather... Leonard es un caso archivado. Y en cuanto al viejo Prather... bueno, usted ya lo sabe. El viejo Prather nunca tuvo parte en el asunto. Siempre fue extrao a todo. Slo un espectador. Era su forma de vivir, su funcin en la vida. Siempre haba gente que haca las cosas por l... Ya veo. De modo que usted logr sacarlo de all. Dnde est ahora? Sacarlo? Se refiere al motor? Eso mismo. Justo en este momento se encuentra en la planta de Astrofsica. No recuerdo... Es nueva dijo. El primer edificio nuevo en el campus desde hace cincuenta aos. Eso y el aeropuerto espacial. Casi salt del silln para dejarme caer luego. Un aeropuerto espacial... Charley dijo Kirby, hemos conseguido llegar hasta la constelacin del Centauro y la del Cisne. Hemos? Nosotros. Aqu. El Instituto Coon Creek. Luego funcion! Puede estar seguro de que funcion. Las estrellas murmur. Dios mo, hemos viajado hasta las estrellas! Sabe?, la noche en que nos encontramos en la colina yo dese gritar a las estrellas, decirles que ya no haba obstculos entre ellas y nosotros. Qu han descubierto ustedes? En Centauro nada. Slo las tres estrellas. Interesante, naturalmente, pero sin

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planetas. Ni siquiera residuos espaciales. Un sistema planetario nunca formado, jams posible. El Cisne tiene planetas, doce concretamente, pero en ninguno puede aterrizarse. Algunos son gigantescas masas de metano, otros estn en proceso de formacin, uno es una acumulacin de cenizas calcinadas demasiado cerca del sol. Entonces hay planetas. Claro, y millones, billones de sistemas solares. Al menos es lo que pensamos. Usted habla de nosotros. Qu hay acerca de los dems? Y el gobierno? Charley dijo, usted parece no comprender. Nosotros somos los nicos que estamos en el ajo. Nadie ms. Pero... Lo s. Ellos lo han intentado. Pero nosotros decidimos que no. Recuerde que somos una institucin privada. Ni un cntimo del Estado... Coon Creek dije, medio rindome ante lo ridculo que resultaba pensarlo, el viejo y bueno Coon Creek ensayando la autonoma. Hemos instalado un sistema de seguridad dijo Kirby con delectacin. Toda clase de detectores alrededor del lugar. Creo que hay suficientes. Usted dijo que el motor est aqu. Lo que significa que ustedes pueden construir otros. No es problema. Hemos hecho diagramas, hemos calibrado sus componentes, lo hemos fotografiado. Lo hemos recorrido hasta el ms pequeo tomo. Evidentemente podemos construir cientos como l, pero hay algo... S? Ignoramos lo que lo hace funcionar. No poseemos el dato ms importante. Leonard? Leonard est muerto. Se suicid. Aunque no creo que si estuviera vivo... Hay algo ms dije. Ustedes no se hubieran arriesgado estpidamente con el artefacto si no hubieran sabido la manera de amortiguar el efecto temprico. El viejo Prather y nosotros tres estuvimos rompindonos los cuernos con eso... Con la inteligencia dijo Kirby. Qu quiere decir con inteligencia? Recuerde la noche en que estuvimos hablando. Yo le dije a usted que estaba construyendo... Una mquina inteligente! grit. Es eso lo que quiere decir? S, eso es lo que quiero decir. Una mquina inteligente. Y casi lo haba logrado la noche en que hablamos. Luego Mary iba por buen camino dije. Aquella noche, durante la cena, ella dijo pensamiento. Transmisin del pensamiento dirigindose al artefacto. Tena que ser una cosa inmaterial. Estuvimos dndole vueltas sin conseguir nada. Pero sabamos tena que haber un neutralizador. Guard silencio, intentando poner en orden mis ideas. El gobierno sospecha dije de dnde consiguieron ustedes el artefacto. Al parecer cay de una nave espacial. Era, en efecto, una nave espacial dijo Kirby. Los del gobierno consiguieron bastantes pruebas para conjeturar cmo estaba construida. Recogieron tambin alguna materia orgnica, pero no tanto como para hacerse una idea de sus tripulantes. Naturalmente que sospechan que tenemos el artefacto, aunque no estn del todo seguros de que exista. Nunca admitimos haber encontrado cosa alguna. Deben haber sabido, incluso desde el comienzo, que pasaba alguna cosa rara apunt. Mary y yo desaparecimos. Esto implica tener que dar explicaciones. No por m, naturalmente, pero Mary era bastante clebre. Me siento avergonzado de tener que explicrselo dijo Kirby, que de hecho daba muestras de avergonzarse. Pero en su tiempo hicimos creer que ustedes dos se

fugaron juntos como dos enamorados. Mary no le habra dado las gracias por el detalle dije. Despus de todo dijo defendindose, ustedes tuvieron alguna que otra cita cuando eran estudiantes. Hay algo que usted no me ha explicado. Usted dijo que Mary fue lanzada al pasado. Cmo lo sabe? Durante un rato permaneci mudo, luego contest con una pregunta. Recuerda la noche en que hablamos en la colina? S dije agitando la cabeza cansadamente. Hablamos sobre su mquina inteligente. Y sobre algo ms. Le dije que jams haba existido ningn hombre llamado Cramden, que la subvencin del Instituto proceda de algn otro, pero que estaba demostrada la inexistencia de ningn Cramden. Y qu tiene que ver con esto? Se trata de algo que el viejo Prather record. Me cont algo sobre lo que usted propuso poco antes de las desapariciones, algo as como coger la paja ms corta, jugrselo a los chinos o numerar papelitos. Leonard no quera participar. Desconectar el dispositivo de la manera que usted propona era, segn l, un riesgo intil. Y Mary argument que evidentemente era un riesgo y que estaba dispuesta a arriesgarse. Se detuvo y me mir. Mov la cabeza. No lo consegu dije. Es eso lo que intenta decirme? Djeme. Ms tarde se supo que ella haba apostado, s, pero a un juego mucho ms complicado. Haba invertido toda una fortuna en la bolsa. Nadie supo de esto hasta ms tarde. Lo hizo a la chita callando. Aguarde un momento dije. Ella estaba interesada en economa. Sigui varios cursos y realiz bastantes lecturas. Economa y msica. Yo siempre me he preguntado por qu fue escogida por el Instituto... Est claro. Muchas veces, a la cada de la noche, me he estado preguntando eso mismo y cada vez me asustaba ms y ms al ir acercndome a la verdad. Puede usted imaginarse la de trucos que alguien como Mary, con su bagaje cultural, podra hacer si resultaba lanzada cien aos al pasado? Se conocera el meollo a la perfeccin, sabra qu comprar, dnde invertir, cundo retirar. No al detalle, naturalmente, pero con su conocimiento de historia de la economa... Est usted conjeturando o tiene pruebas? Algunas pruebas dijo. No demasiadas. Unas pocas. Suficientes para un hombre con intuicin. De modo que la pequea Mary Holland es lanzada al pasado, hecha un fardo, y se pone a financiar el Instituto Coon Creek... Mucho ms que eso aadi Kirby. Usted sabe que hay una subvencin bsica desde que se levant el Instituto. Pero luego, hace aproximadamente quince aos, ms o menos la fecha en que comenz el asunto del motor de tiempo, fue abierta una cuenta suplementaria en un banco de Nueva York. Esta vez hubo un nombre, el de una tal Genevieve Lansing. Por lo que pude descubrir, la cuenta estaba abierta para hacerse efectiva en el futuro, es decir, nuestro presente; y la impositora era una seora de carcter excntrico, con cierta fama de pianista aunque jams haba tocado en pblico. Y la causa de que fuera considerada excntrica era que, en un tiempo en que nadie poda pensar en ello, ella estaba firmemente convencida de que algn da el hombre viajara a las estrellas. Nos mantuvimos callados durante unos momentos. Kirby se levant y trajo una botella del bar para volver a llenar nuestros vasos. Ella lo saba dije, estirndome en el silln. Ella saba que ustedes necesitaban una subvencin suplementaria para posibilitar la construccin de una nave espacial y un

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cosmodromo. En eso hemos empleado el dinero dijo. La nave tiene el nombre de Genevieve Lansing. Estuve a punto de bautizarla Mary Holland, pero no me atrev. Acab la bebida y puse el vaso sobre la mesa. Quisiera saber, Kirby, si ustedes tendran inconveniente en que me quedara aqu uno o dos das. Hasta que pueda caminar por mi propio pie. No me siento con fuerzas para hacerlo ahora. No le dejaramos marchar en ningn caso dijo Kirby. No podemos dejarle regresar. Recuerde que usted y Mary Holland se fugaron hace quince aos. Pero yo no puedo permanecer aqu. Tomar un nombre diferente si es necesario. Como ya hace tiempo que ocurri la... fuga, no creo que nadie me reconozca. Charley dijo. Usted no permanecera ocioso en este lugar. Hay trabajo para usted. Usted tal vez sea el nico hombre vivo capaz de hacer el trabajo que le aguarda. No comprendo... Le dije que estbamos construyendo un propulsor a base de tiempo, un motor de tiempo. Sabemos que sirve para ir a las estrellas. Pero no conocemos el principio bsico de su funcionamiento. Es una situacin intolerable. La tarea est a medio hacer, an hay cosas que faltan. Me levant de la silla lentamente. Coon Creek dije. Atado eternamente a Creek. Kirby me alarg la mano. Charley dijo, nos alegramos de tenerlo en su propia casa. Y all, estrechndole la mano, record que no era necesario permanecer eternamente en Coon Creek. Uno de estos das partira hacia las estrellas.

REINCIDENCIA SOSPECHOSA
Larry Niven
De vuelta a casa. Los vastos espacios interestelares me han devuelto al que fuera mi primitivo punto de partida, la cspide de Rand's Needle. Trescientos pisos de cristaleras relampagueando en el crepsculo. El taxi me lleva rpidamente hacia los lares domsticos. De vuelta a casa. Debera sentirme a gusto y sosegado. Sin embargo, no es as. Un ancho tramo de escalones de negro mrmol me conducen hasta el vestbulo. Saludo al portero antes de que l advierta mi presencia. Hola, Emilio... Sonre. Buenos das, mister Cox. Aguarda mientras utilizo mi llave (l no tiene ninguna, siquiera de seguridad), y luego cierro el ascensor a mis espaldas. No ha notado nada extrao. Llego a mi apartamento y guardo mi llave. Tendr l alguna visita? Eso es una estupidez. Yo no tuve ninguna visita aquella noche. Doce pisos. Estoy plantado frente a la mirilla de la puerta. Llamo al timbre. Quin es? pregunta una voz que conozco muy bien. Puede usted verme? S. Sonro. Mi rostro se mantiene inclume. Mi tono de voz no pierde un cierto deje de ligereza. Entonces diga usted quin soy yo.

Estoy intentndolo. No te canses en discernir imgenes gemelas, George. Soy t. Seguro que s. Se muestra escptico. Pero no me ofendo. Soy t insisto. Y he conseguido una llave de mi propio apartamento. Puedo probarla? Adelante. Abro la puerta y entro. El impacto que me produce el reconocer lo que pudiera haber sido una duda me golpea en la boca del estmago. Mesas, sillas, el almohadn de recuerdo, el silln favorito. El cuadro original de Eddie Jones. La botella de brandy en el bar. Veintisis aos en el espacio, la mayor parte de los mismos en estado de hibernacin, y sin embargo heme aqu. Estoy en casa. Todo est en su sitio, incluso el inquilino, George Cox, de pie a mis espaldas, sin tomrselo demasiado a broma. Est empuando una navaja automtica cuya hoja semeja una daga de plata. Puedo decirte dnde conseguiste eso digo. Tambin pueden hacerlo muchos amigos mos est intranquilo. No esperaba que esto fuera fcil. George, recuerdas cuando tenas... dieciocho aos ms o menos? Ibas hacia Cal Tech. Una noche te encontrabas tan solo, tan jodidamente solo, que llamaste a una chica que slo conocas por haberla visto una vez en una de las reuniones de cumpleaos de Glenda. Una chica rolliza y de buenas carnes, recuerdas? La llamaste y... bueno, luego te enfrentaste a sus padres. Estabas tan nervioso y avergonzado que... Cllate. De acuerdo, puedo recordar todo eso. Cmo se llamaba la tipa? No puedo recordarlo y se lo digo as. Diste en el blanco otra vez dice. Perfecto. Recuerdas aquella puesta de sol en Kansas, cuando el cielo entero pareci dividirse por la mitad en el curso de una tormenta? Un rayo cruz el cielo y t intentaste seguir su trayectoria, hacia el este, sumergida en el horizonte... S, s, s. Pero es increble. Nunca cre que pudiera ocurrir dos veces aquel fenmeno. Sin embargo, se queda pensativo. Luego pliega el cuchillo y lo guarda en un cajn. Eres yo. Qu te parece beber algo para celebrarlo. Qu te parece a ti? Un combinado? Voy a prepararlo dice. Lo dejo ir. No quiero inmiscuirme en su terreno privado. Va a la coctelera a preparar un Navy Grogs, algo especial. Dice que es una ocasin nica. No recuerdo ese detalle la noche en que fui l. Corto algunas pajitas mientras l prepara el combinado y me dirige alguna que otra cortante mirada. Nadie en el mundo poda saber aquello. Eres yo dice cuando estamos sentados en sendos sillones saboreando la bebida . Y cmo? El agujero negro. Bauerhaus 4. Vaya sin duda lo estaba esperando. De modo que era eso. Cre que no lo haban conseguido. Pudieron. Sorbe la bebida y espera. Agujeros negros digo. Las estrellas llamadas raras porque han concentrado toda su radiacin en un punto. Fueron consideradas por la teora general de la relatividad desde hace cien aos o ms. El primer agujero negro apareci en 1972, en el Cisne, rodeando un hinchado y gigantesco sol amarillo. Bauerhaus 4 es, sin embargo, bastante ms reducido. Sacude la cabeza. Lo haba odo antes, por su propia cuenta, un par de semanas atrs,

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cuando el doctor Kurt Bauerhaus daba una de sus conferencias en el Centro de Enseanza de Astrofsica Superior. Sin embargo aado, ni siquiera el doctor Bauerhaus quiere hablar enteramente de lo que ocurre en el radio Swartzchild de un agujero negro. Las estrellas raras tienen la virtud de conmocionar a gente como Bauerhaus. El viaje en el tiempo es lo que causa esa conmocin. No opino lo mismo. Olvida el viaje en el tiempo y sus particularidades y cntrate en el agujero negro. Una masa tan enorme que cuando se desploma lo hace concentrndose en un punto tan slo. Y todo ello en un parpadeo. Puedes crertelo? En las ecuaciones s grue. Es lo que dice Bauerhaus. La teora de la relatividad opera justamente sobre los presupuestos en el papel, de manera que slo sigue el rastro de lo que ya ha sido probado. Eso estara muy bien aplicado a un agujero en otro universo, o incluso en alguna remota parte del nuestro. Y eso se encuentra tambin en los clculos al respecto. Lo cierto es que en torno al agujero negro hay una cierta forma de rotacin que te devuelve al punto de partida sin necesidad de que te hayas acercado a la estrella rara. Evidentemente todo esto suena a ingenuo hasta que llega el da en que adviertes en persona cuanto ha sido tema de charlas y conferencias. Me refiero a experimentar la presencia del punto exacto, el punto localizado en el espacio-tiempo. Salud dice alzando el vaso. Salud replico alzando el mo. Pues bien. He regresado a una fecha de calendario que se sita por delante de la fecha en que emprend el viaje. Muchos astrofsicos preferiran creer que el agujero se encuentra ms bien en la teora que fuera de ella. Las raras los ponen nerviosos. Los viajes en el tiempo me ponen nervioso a m. Puedes comprobarlo por ti mismo, no obstante. Golpeo mi pecho. Como puedes ver nada me ha ocurrido. No parece estar nervioso. Ambos estamos ms bien bajo la relajante influencia de la bebida. Y an debe pasar un largo rato antes de que comprobemos el efecto de la fra, oscura y dulce cualidad del Navy Grog. Bueno dice, t sabes que yo slo veo la posibilidad de rodear el punto. Y lanzar las sondas. Lo s. Pero el autopiloto del Ulysses est hecho para enviar una de las sondas en el curso de una circunvalacin a travs del radio Swartzchild de la estrella y hacer que regrese a su punto de partida. Y t y el Ulysses tomaris justamente ese camino en lugar de la sonda. No puedes quedarte sin saberlo desde ahora. No puedo dejarte en la ignorancia. Regresars aproximadamente veintisis aos en el tiempo, devolvindote a la Luna durante los primeros seis meses de ese perodo. A la Luna? pregunta removindose en la silla. Por qu no a la rbita de la Tierra? An no. Yo tuve que ocultar el Ulysses en la otra cara de la Luna. Desde all tom un vehculo de salvamento y busqu un crter adecuado. All lo enterr. Volv a Miami en un vehculo para turistas. Dentro de un ao volver a la Luna, recoger el Ulysses y volver a casita para ser aclamado por la masa. Seis meses despus del despegue. Eso les har creer que fuiste a travs del radio Swartzchild. Bauerhaus 4 est a once aos luz. Bien, puedes tomar tu propia decisin respecto de... ...respecto de la mierda. T eres yo, y t has decidido ya. Me ha llevado un ao adaptar mi mente. Pero mralo as. La N.A.S.A. est preparada para saber que puedes usar un agujero negro de esta manera. Ella costea el viaje. Y con eso, qu pueden hacerme? Claro...

De otro modo, estara condenado a mantenerme oculto durante veintisis aos. Perfecto concede. Perfecto, Ge George. Tembl al pronunciar su propio nombre. Cul es el meollo de todo esto? Sin embargo, s que l lo ha imaginado ya. Acciones. Afortunadamente has estado comprando y vendiendo acciones, no muchas, las suficientes para preocuparte y enterarte de cmo anda el mercado. He memorizado las alzas y las bajas de la bolsa en los prximos seis meses. En seis meses seremos millonarios. Luego cogeremos un montn de peridicos y t te ocupars de lo mismo. Para qu? pregunta con una mueca. Si ya tendremos la pasta. Puedo esperar alguna jugada de tu parte digo con cierta incomodidad. Cabecea lentamente. Yo estoy tranquilo ahora. Pero de los dos yo soy el nico vulnerable. Si combinamos nuestros intereses y nuestras operaciones, puede ocurrir que el Mecangrafo del Tiempo opte por alterar un poco el borrador, con lo que desaparecer convirtindome en polvo, en humo, en nada. O no? En estos asuntos las paradojas estn a la orden del da y cuanto especulemos no pasar de mera conjetura. Volv de la Luna con un nombre supuesto: C. Cretemaster. Como C. Cretemaster alquil un apartamento al otro extremo del dimetro que poda trazarse entre el George Cox ms joven y yo. Si lo frecuento demasiado me transformar en un micrfono secreto. Y, sin embargo, era lo que ocurra conmigo cuando yo era l. Yo tema que el George Cox ms viejo intentara asumir mi vida. Y aunque ya lo ha hecho no lo hizo entonces. Su existencia me aprisionaba ms que los barrotes de una celda. Y era lo inevitable, pues no tena opcin. All donde los caminos de la vida se bifurcan, yo no tengo ms remedio que girar ese camino; todas las salidas restantes me estn vedadas. Es lo que le est ocurriendo a l ahora. Y yo estoy fuera de su camino. Es ms, yo an lo estoy atravesando. Ahora soy el George Cox ms viejo, lo que impide cualquier tipo de ayuda. Mi vida est planeada hasta en el ms insignificante detalle. Mi libre voluntad mi ilusin de poseer un libre albedro no regresar a mis facultades hasta que el Ulysses desaparezca entre las estrellas. Pero no espero a tal acontecimiento. Raramente tenemos contacto durante los siguientes cinco meses. l, junto con Frank Curey y Yoki Lee, se mantiene ocupado con las pruebas y el aprendizaje astronutico. Yo vivo de su salario, lo que es cojonudo para ambos porque el valor de sus acciones sube sin cesar. Yo me encargo de las manipulaciones, en nuestro comn nombre. l no tiene tiempo. Todo es como jugar al poker con la facultad de leer las cartas. Y, de veras, no me siento culpable, todo lo ms un poco alegre. Sin embargo, durante la ltima operacin llegue a preguntarme por qu el dinero no aumentaba a mayor velocidad. Ahora que manejo el asunto he llegado a saberlo. Hay un lmite para la rapidez con que puedes mover el dinero, aun cuando sepas exactamente dnde va a parar. La masa monetaria est regulada social mente. Me siento triste por Yoki y Frank me dice. Trabajan tan esforzadamente como yo, y todo para nada. Tmalo como una predestinacin le respondo. Aunque deseaba poder darle una respuesta mejor. Recordaba lo mucho que se desilusionaran y lo bravamente que intentaran ocultarlo. Los tres tardan an dos meses en prepararse con el Ulysses. El viaje est ya listo; slo queda el entrenamiento de los pilotos. Puedo ver la oscuridad de la noche cruzada por una astilla de luz que se desliza lentamente entre las estrellas. Y comienzo a recordar: Dejo atrs los planetas y la zona de los cometas conocidos. Meses enteros empleados en los detalles ms elementales, como la depuracin del oxgeno, el ajuste de los controles de seguridad y la comprobacin del perfecto funcionamiento de los accesorios

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automticos. Finalmente, el inmenso lienzo del cosmos se extiende ante m exhibiendo sus colores prximos a la locura. Luego, la hibernacin. Despierto a mitad de trayecto, posedo por el miedo de que la ruta de las estrellas haya cambiado, enfrentndome a los fantsticos chisporroteos y relmpagos del espacio que rodean la nave. sta surca ocanos de rojo oleaje para abordar puertos de azules y crdenas ensenadas. Luego regreso al nicho del fro sueo. Despierto nuevamente descubriendo que las estrellas han vuelto a su apariencia cotidiana. Uso el Indicador de Masa para intentar localizar Bauerhaus 4. Est aqu. Miro y vuelvo a mirar por el telescopio... y nada veo. Tomo las sondas indicadas. Dentro de la ergosfera, la regin elptica del torbellino que circunda el radio Swartzchild. El tamao de la ergosfera me indicar cuntas estrellas estn afectadas por el torbellino de absorcin del agujero negro, es decir, las dimensiones completas de la rara. La primera sonda gira en torno al agujero negro cientos de veces un segundo antes de desaparecer. La segunda sigue el mismo camino, incendindose antes de penetrar en el radio Swartzchild, disparndose luego a una velocidad poco menor que la de la luz. Todava me recuerdo preparando el lanzamiento de la tercera sonda. La sonda fue lanzada. Comet realmente aquella locura? Mierda, realmente la comet. Recuerdo que las estrellas se oscurecan en las proximidades del Punto hueco. En un momento una estrella se situ a mis espaldas y en una rfaga de segundo se convirti en un suspiro de luz. No hubo la menor colisin mientras atravesaba el radio Swartzchild, tan slo un aumento de la fuerza calrica... y de algn modo supe que haba abandonado el universo. Libre al fin. Libre del George Cox ms viejo. Estaba seguro. Hemos estado manejando pasta de la buena durante cinco meses le digo cuando regresa, tanto que hemos sobrepasado el milln. Cmo te sienta ser millonario? Bastante bien contesta mientras sonre triunfalmente a travs del montn de libros que le rodea. Sin embargo, su sonrisa parece un tanto forzada al volver la cabeza hacia m. Perfecto, chico. Ahora, a tu trabajo. Le pongo delante todo un fardo de peridicos . A memorizar la quincalla burstil. De todas las compaas? No, slo las que estn en alza y el momento preciso de producirse. Encuntralas, selalas y comienza a metrtelas en la cabeza. Grue, tal como yo hiciera una vez. T tienes ms tiempo libre que yo dice. No hemos discutido ya bastante ese punto? Estoy viviendo una pesadilla pensando que si nos saltamos el orden natural de las cosas desaparecer como la luz de una bombilla que se funde. Por favor, no hars esto por el mejor amigo que jams podrs tener? Cogi los peridicos. Lo pierdo de vista durante una semana. Una tarde contesto al telfono que suena. Es l. Por la pantalla puedo ver que sus ojos arden y su rostro est plido. Antes de que pueda yo pronunciar la menor palabra, se me adelanta con no evitada precipitacin. Han escogido a Frank! Qu? Una mierda para ellos. Me escogieron a m. Pero han escogido a Frank! George, qu haremos? Su voz se desvanece en un murmullo. Se introduce en mi cabeza como una cantinela

pegadiza. La habitacin tambin comienza a desvanecerse entre un sordo zumbido. Mis rodillas tiemblan y caigo al suelo. Quiero gritar, pero no puedo. Tengo fro. Aprecio un cosquilleo bajo mi mandbula. La toco con mis propias manos y compruebo que la mandbula est all, que es real. Sin duda me he desmayado. El otro George chilla al otro lado del telfono: George! George!, de modo que consigo incorporarme lo suficiente como para exhibir mi rostro en la cmara. Tranquilzate le digo. En seguida me recuperar. Esta vez estamos sentados. Nos dedicamos a pasear inconexamente por la habitacin sin tener en cuenta lo que el otro dice o hace, como en una mediocre comedia sobre el hasto contemporneo. Podemos olvidarlo dice. Repartamos el dinero. Ignoremos la paradoja. Casualmente es algo que no puedo olvidar. George, mtete de una vez en la cabeza que la paradoja soy yo. Si esta vez no ocurre como tiene que ocurrir, desaparezco. Tenemos que hacer algo. Por ejemplo? Tal vez robar la nave? Pues mira, eso... Si yo robo el Ulysses te formarn consejo de guerra. A ti! Nanai. Ni me vern el pelo si eso ocurre. Entonces, cmo narices podras retirar el dinero impuesto a mi nombre? Condenacin. Est en lo cierto. Todos los esfuerzos, todas las precauciones tomadas, se convertirn al cabo en agua de borrajas. Quiz no sospechen de m dije detenindome a mitad de una larga zancada. Vete por ah. Se nos ha visto la cara demasiado. Vete t por ah ahora. Alguien puede haberme suplantado. Yo tengo una coartada. Una coartada? exclam comenzando a rer. Escucha, voy a preparar unos tragos. Todo esto carece de sentido para un hombre sereno. Un mes de espera. Un mes haciendo planes. Ese era el clculo. Pero no result as; los sinvergenzas adelantaron la fecha del despegue un par de semanas. Cuando hay dinero por medio uno comienza a perder la fe en la consistencia del universo al enterarse de tales alteraciones. Por las noches temo dormirme. Cada maana es una sorpresa llena de arrobo. An estoy aqu. Deseo hablar con Bauerhaus. Caeramos sobre l despus de su charla. Pequeo, rechoncho, flemtico, se dedica a prodigar largas conferencias sobre cosmologa en general. El gran empuje que puede o no haber dado comienzo al universo, y de paso haber sembrado algunos agujeros negros ms pequeos que un tomo y ms pesados que el mayor asteroide... la posibilidad de que el universo mismo contenga alguno de esos agujeros negros... agujeros blancos que vomitan materia de la nada... Sin embargo, habla claro respecto a uno de los temas. Caballeros, debemos reconocer que no sabemos lo que ocurre en el interior del radio Swartzchild de un agujero negro. No sabemos lo que ocurre con la materia que se aproxima al punto exacto. Posiblemente sea detenida por una fuerza ms potente que todas las cosas conocidas. Y qu pasa con lo que atraviesa el rea del agujero negro? El carcamal sonre como si le gastaran una broma. Esperamos encontrar un agujero terico. Nosotros postulamos una Ley de Censura Csmica que nos habla sobre ello, demostrando que nada que caiga en un agujero negro puede salir de l. De no ser as, obtendramos agujeros negros con tal ndice de rotacin que no permitira la existencia del radio Swartzchild alrededor de la rara. Y una rara desnuda atraera demasiadas miradas. Las matemticas se muestran aqu inconsistentes, como si quisiramos dividir cero por cero. Si el carcamal pudiera verme ahora, si nos viera

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a ambos, de seguro que los raros seramos nosotros. Pero no podemos arriesgarnos a ser vistos juntos. El George Cox ms joven contina su entrenamiento. Los periodistas preguntan a Yoki y al George ms joven sobre la necesidad de vehculos apropiados para recorrer los mundos semejantes a la tierra que hallen en el espacio. El otro George juega a la bolsa y espera. Frank Curey haba estado tanto tiempo como yo en el espacio, preparndose para el vuelo del Ulysses, lo que an no haba sucedido. Apenas mide cinco pies de estatura, su complexin es musculosa y la cuadratura de sus hocicos lo asemeja al perro. Su peso es menor que el mo o el de Yoki. Y esto es proporcional a la cantidad de aliment y oxgeno que deber mantenerlo vivo durante el ao y medio que tiene que pasar fuera. No haba razn alguna en todo el Centro para que tuvieran que preferirlo a m; an me lo pregunto. Cul es la diferencia esta vez? Que el George ms joven se ha dedicado con mayor ahnco a la bolsa que al entrenamiento? Que ha refrenado su entusiasmo al enterarse a mi costa de lo que luego va a ocurrir? Ya es demasiado tarde. Algo gordo va a pasar. Yo soy escogido para pilotar la nave de transporte y para ayudar a Frank en las ltimas pruebas con el Ulysses. Frank y yo caminamos juntos hacia el lugar de lanzamiento. Los vigilantes nos dejan paso sin el menor comentario. El campo de lanzamiento est iluminado con luces artificiales bajo un cielo oscuramente agrisado. Frank est nervioso, agitado. Habla demasiado. Se le contraen los msculos y a menudo hace muecas. Veintisis aos dice. Qu puede ocurrir en veintisis aos? Podis descubrir la frmula de la vida eterna mientras tanto. O convertiros en una dictadura mundial. O conseguir la teleportacin de materia. O viajes a velocidades mayores que la luz. Podemos conseguir lo mismo que t si la sonda tercera da resultado. S. Claro. Si la sonda tercera regresa a travs del tiempo yo dejar... pero no veo muy clara la aplicacin que eso pueda tener en un viaje espacial, George. A fin de cuentas no hay tantos agujeros negros. Bromas aparte, George, qu crees que encontrar cuando regrese? A ti mismo, desgraciado, pienso. Lo tengo en la punta de la lengua, pero me lo trago. Me encontrars a m, esperndote en el campo de aterrizaje. Siempre que no te vayas demasiado lejos. Descuida dice riendo. Mantendrs intacta la pureza de tu cuerpo, perdido en la soledad del cosmos? No retroceder tu cerebro? Oh, vamos. Casi hemos alcanzado el hangar. La nave se destaca ante nosotros, resplandeciente, no demasiado ancha, mostrando a un costado la escala que comunica con la cabina de mando de proa. Mientras caminamos no hago ms que hablar conmigo mismo. Estoy tan nervioso como Frank. Afortunadamente hay dos puertas. De no ser as, hubiera estado del todo convencido de nuestra detencin por los guardias de seguridad. El otro ya estar dentro, evidentemente, despus de haber pasado sin que se le presentara el menor obstculo. O se ha determinado a no hacerlo. Frank est a punto de adentrarse en la rampa cuando el otro George Cox se desliza como una sombra a sus espaldas. Empua una pesada llave inglesa. Antes de que alcance a Frank, ste consigue apartarse e incrusta su puo en el vientre de George, luego cruza el golpe con un buen derechazo que lanza a George contra el suelo. Entonces Frank ve su cara y se queda helado. Yo no tengo ninguna llave inglesa. Rpidamente, le suelto un golpe en el cuello con el filo de la mano. Frank gira sobre s, los ojos fuera de las rbitas; se dobla y acabo mi faena con otra sacudida en la nuca. Se desploma.

Tomo su pulso. No se ha detenido. El corazn de George Cox an late, pero es el nico signo de vida que manifiesta. No necesito tomar mi propio pulso; est zumbndome en los odos. El otro George Cox puede necesitar un hospital. No est en forma para pilotar una nave interestelar. Entonces? El Ulysses, gigantesco, se desplaza por el espacio. Ningn sonido llega hasta m, ni siquiera el producido por el regenerador de aire o el destilador de hidrgeno para el combustible. Ya no estoy nervioso. Mientras que las consideraciones morales pueden hacer de m un amable objeto de iracundia, las razones por las que he procedido a escogerme a m mismo son muy simples. He secuestrado el Ulysses porque no tengo la menor esperanza de regresar. Seguir el camino primitivo nuevamente porque es la nica manera de arreglar lo que de algn modo puede ser catastrfico. Puedo resultar muerto en este ltimo viaje hacia el agujero negro. Puedo resultar muerto esta vez. Pues el alma del George Cox ms viejo no vivir ya mucho conmigo. Y el George Cox ms joven, al que dej tendido en el suelo junto a Frank Curey, se convertir en el George Cox real. Nada ha sido trastocado en su coherencia temporal, y ningn fragmento de esa coherencia habita en m. Puede decirse que nadie me ha engendrado, que soy un espritu sin origen. Si George Cox sabe arreglrselas se salvar de la crcel. Puede declarar que descubri a un impostor, su propio doble, caminando junto a Frank en direccin a la nave. l estaba a punto de hacer cualquier cosa con la ayuda de una magnnima llave inglesa cuando Frank le atiz en la cara. Eso es todo cuanto sabe. Cmo acabar todo esto? Habr siempre un George Cox que seguir a la perfeccin el plan de vuelo? Evidentemente, y de la misma manera un segundo George Cox que vigila atentamente la trayectoria de la tercera sonda que acaba apareciendo antes del lanzamiento del Ulysses. Esto me da una idea. Si la sonda puede retornar antes de que todo comience, l tambin podr hacerlo. Se habr mantenido el George Cox ms viejo llamando a la puerta de mi apartamento durante toda su vida? O lo habr estado haciendo eternamente? Qu pasara si yo siguiera el plan de vuelo esta vez? No, no me atrevo a hacerlo. Nuevamente sobrevendra la eterna repeticin. O no sera as? Quiero preguntrselo a Bauerhaus. Pero a la gente como el no le gusta hablar de las raras. No lo culpo. Nota del autor: El lector que tenga dos dedos de frente puede darse cuenta de que el agujero negro bien puede tener un tamao superior a la masa galctica. Sin embargo, para el propsito de este relato lo hemos encogido un poco. Larry Niven

ENTRE DOS GALAXIAS


Robert Silverberg
Mucho de esto es realidad: Schwartz est confortablemente instalado pasivo, suspendido en un asiento de primera clase a bordo de un cohete de las Lneas Areas Japonesas, a nueve mil metros por encima del Mar del Coral. Y mucho de esto otro es fantasa: el mismo Schwartz ha comprado un pasaje para una nave espacial que habr de atravesar los abismos interestelares a una velocidad nueve veces superior a la de la luz,

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en ruta desde el noveno planeta de Betelgeuse al vigsimo primero de Rigel, o quiz desde Andrmeda a la Fosa Magallnica. Sin embargo, no existen las naves espaciales. Probablemente no las habr jams. Henos aqu, una docena de dcadas despus del Apolo XI, advirtiendo que ningn ser humano ha hecho otra cosa que recorrer de parte a parte la superficie de esa pequea O que es la Tierra, pues los otros planetas son estriles y las estrellas se encuentran fuera de nuestro alcance. Esa pequea O, no obstante, es demasiado pequea para Schwartz. A menudo se convierte en una masa demasiado helada para l, demasiado helada y demasiado muerta, como si se tratara de un pedazo de porcelana muerta; y cuando esto sucede Schwartz tiene por costumbre refugiarse a bordo de una nave espacial. De modo que lo nico que contiene el Vuelo 411 de las Lneas Areas Japonesas es meramente su cuerpo fsico, su cscara, que ocupa un reducido espacio en el rea dispuesta para doscientos pasajeros y es transportada desde Buenos Aires, a travs del Trpico de Capricornio, hasta el aeropuerto Torres de Papuasia. Su conciencia, empero, su nima, lo esencial de Schwartz, se desplaza entre las galaxias. Nada menos que una nave espacial. Cmo se maravillaran sus millares de pasajeros! Por todos los pasillos podran verse las distintas especies de criaturas galcticas: gente de la Polar, de Arturo, del Can, de Antares, de Sirio: seres todos inteligentes y articulados, respirando nitrgeno, metano o argn, con huesos o sin ellos, peludos o despellejados, depilados o con escamas, con muchos brazos o muchas cabezas o semiincorpreos, cada cual procedente de una nica y distinta herencia cultural aliengena. Entre este retablo se mueve Schwartz, el no va ms en antropologa, el nico, fundamental, irreemplazable y verdadero heredero de Kroeber, Morgan, Malinowski y Mead. Emplazado a bordo de este prosaico cohete, de este descerrajador de estratosferas planetarias, uno no puede murmurar de los rusos, de los chinos, de los americanos, los judos, los irlandeses o los negros de Sudfrica. Lo mejor es mantener la boca cerrada. En sus ensueos, Schwartz entabla conversaciones con criaturas del sistema Fomalhaut acerca de la circuncisin digital; graba las melodas de los oriundos de la Lira, de aflautados ojos; escucha el mgico susurro de los habitantes del Centauro; contempla los extticos sueos de los aldebaranenses y los escultores de asteroides de Tubn. Entonces, una sonriente azafata de la LAJ aparta la cortina de su compartimento y se le queda mirando fijamente, obligndolo a saltar de una realidad a otra. La chica tiene los ojos azules, el cabello rizado, la nariz recta, los labios delgados, la piel bronceada: todo un popurr gentico, el mestizo ms tpico y vulgar que se considera modelo humano en nuestro siglo XXI, tal vez por una mezcla de melanesio-sueco-turco-boliviano, quiz polaco-bereber-trtaro-gals. Los baratos transportes intercontinentales han favorecido la tarea: toda la Tierra se encuentra en bullente mezcolanza, todos los genes posibles han sido confundidos en ejemplares simbiticos. Schwartz se pregunta sobre la disminucin de los ojos azules, pero no encuentra una satisfactoria respuesta. La chica es guapa de todos modos. Se llama Aurora: nombre dulce y neutral, no encadenado a ninguna cultura!; y ambos han cruzado algn que otro gesto no exento de coquetera en el curso de este corto viaje. Estamos a punto de aterrizar dice ella blandamente, hablando al comps de su rpido parpadeo. Ha ajustado su cinturn de seguridad, Dr. Schwartz? Nunca me olvido. Magnfico. Los azules y clidos ojos buscan los suyos. Esta noche tengo descanso en Papuasia. Eso es maravilloso. Podemos tomar un trago mientras trasladan el equipaje sugiere la chica con un gesto pcaro. De acuerdo? Bueno dice l como por casualidad. Por qu no? El ofrecimiento de la chica le aburre realmente: l prefiere el placer de la caza. En otro

tiempo se habra sentido excitado ante las facilidades que le pona una mujer como sta, aunque no demasiado. Schwartz tiene cuarenta aos, es alto, cuadrado de hombros, robusto, un caso extraordinario que acusa una rida madre irlandesa. Su corto cabello negro est salpicado de islas grises, muchas mujeres lo encuentran interesante por este detalle. Uno ve muy raramente ahora el cabello gris. Sencillo, pero elegante, viste tan slo una tnica socrtica y calza sandalias. Evidentemente, su atractivo fsico ha aumentado junto con su xito profesional. Se mantiene siempre confiado y seguro de su poder, irradiando constantemente una aureola de seguridad en s mismo. Slo este mes el nmero de su auditorio ha crecido hasta la cifra de ocho millones de personas. No lo ha dicho muy convencido dice ella con un tono de voz desmayado. No le interesa? Difcilmente. Qu es lo que no le convence entonces, profesor? Que no sea yo otra persona? Que no sea usted horrorosa dice Schwartz riendo. Un cuerpo fosilizado ya. Un cerebro como muerta ceniza. Luego sonre ampliamente despojando sus palabras de todo peso. Esto suena muy feo dice ella como poseda por alguna angustia. Suena a algo horrible! Me limito a citar a Chuang Tzu. No me preste demasiada atencin. Me siento perfectamente, pero quiz un poco oxidado. Demasiados aeropuertos? Demasiada monotona. Su pensamiento se traslada a una brillante estrella, sobre cuya burbujeante superficie tres sirianos invertebrados practican una retorcida danza mgica que proteja al curso de las lentas horas que acompaarn un viaje a nueve veces la velocidad de la luz. Pero me pondr bien. Tenemos una cita, no? Nos veremos en Papuasia dice ella respirando con alivio anticipado, mientras se aleja contonendose. Papuasia. Cuando llegue la hora del cctel Schwartz estara en Port Moresby. Por la noche pronunciar una conferencia en la Universidad de Papuasia; ayer fue en Montevideo y pasado maana ser en Bangkok. No hace sino seguir un circuito acadmico de todos conocido. Por lo dems, es un hombre de moda: repentinamente lanzado a la fama en los crculos antropolgicos desde la publicacin de La mscara bajo la piel. De continente a continente se alab con unanimidad su sabidura, desplazndose de un lugar a otro para evidenciarla. El lunes en Montreal, el martes en Veracruz, el mircoles en Montevideo. El jueves... El jueves? Esta maana ha cruzado la lnea del cambio de horario internacional y no puede recordar ahora si hoy es jueves o martes, aunque est seguro de que ayer fue mircoles. Schwartz tiene tan slo la certeza de que se encuentra en el mes de julio del ao 2083, aunque hay momentos en los que ni siquiera est seguro de eso. El cohete de las LAJ penetra en la fase final de aterrizaje. Papuasia todava esperara un rato con sus tpicos edificios, de cristal, mientras l abandona su espritu en un viaje que atraviesa las vertiginosas constelaciones. Se encontr a s mismo en un holgado rincn de la nave espacial, tomando un trago con Pitkin, economista de Yale y compaero de viaje. Por qu Pitkin, el grosero y amanerado canijo de Yale? Con toda una humanidad real e imaginada entre la que escoger, por qu razn inconsciente haba evocado semejante patn? Mira seal Pitkin con un guio y una sonrisa que babeaba lujuria. Aqu viene tu amiga. La puerta en forma de iris se haba abierto y un oriundo de Antares no-masculino haba entrado en la habitacin. No seas borrego dijo Schwartz chasqueando los dedos. Sabes perfectamente

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que no hay tal cosa. Acaso no has podido ligrtela en estos das? Ella no pertenece propiamente al gnero femenino. Vaya precisin! solt Pitkin. Qu detalle tan propio de un doctor! Ella no es del gnero femenino. Dio un codazo a Schwartz. Para ti, amiguete, ella es una mujer, y no intentes pegrmela con tus juegos de palabras. Schwartz tena que admitir que haba un poco de razn en las insinuaciones de Pitkin. Haba encontrado a los oriundos de Antares humanoides verticales, esbeltos, de ojos amarillos, de piel como el bano, llenos de gracia poderosamente atractivos. No poda servirse del calificativo femenino para terminar la descripcin. Saba que semejante actitud haba sido abandonada en las investigaciones sobre los lmites culturales y tnicos; de hecho, el antariano le haba advertido que las diferencias sexuales de la Tierra eran improcedentes en el sistema planetario de Antares, de tal manera que si Schwartz segua empleando el acusativo femenino indiscriminadamente y por razones gramaticales, ella poda ser slo considerado como el negativo de lo masculino, sin ninguna implicacin biolgica que concerniera a la feminidad. Ya te lo he dicho ms de una vez dijo pacientemente. Para los habitantes de Antares los conceptos masculino y femenino no tienen la misma funcin que para nosotros. Si ocurre que percibimos al antariano como de sexo femenino ello es slo el resultado de nuestra propia condicin cultural. Si crees que tengo algn inters sexual en esa criatura, puedes crertelo con toda la razn del mundo, pero debo especificar que mi inters es puramente profesional. Seguro que slo le buscas lo espiritual. Y no slo yo. Ella tambin me estudia a m. En su mundo de origen ocupa un puesto que se define como observador-de-la-vida, que trasladado a nuestros trminos parece aproximarse a lo que entendemos como antroplogo. Cuan encantador para ambos. Y un magnfico tema para discutirlo en la cama. Ella es tu primer aliengena y t eres su primer judo. Deja de llamarla con pronombres femeninos! Pero si t tambin lo ests haciendo. Mi abuelita me deca murmur con los ojos cerrados que jams me mezclara con economistas. Su pensamiento es confuso, su aliento pestilente, eso deca ella. Tambin me puso alerta contra los de Yale. Corruptores del intelecto, los llamaba ella. Y mira por dnde, viajando a bordo de una nave espacial con quinientos aliengenas y un solo y nico ser humano, ste resulta ser economista y de Yale para postre. Pues mira, macho: en el prximo vuelo viajas con tu abuelita, eh? Muy bien dijo Schwartz. Pero basta ya de desbarrar. Y vete a contar tus planificaciones econmicas y leyes del ahorro a cualquier otro. Ves aquellos nativos de la Delta del Auriga? Pues djate caer a su vera y cuntales lo del producto nacional bruto y todo lo que sepas sobre los planes de desarrollo, anda y no me atormentes ms. Schwartz sonri al antariano que se acercaba a l con un vaso que contena una bebida de color azul iridiscente. Vamos, qujate murmur luego. No me he molestado dijo Pitkin. No quera fastidiarte. Se alej desapareciendo entre la gente. Los sirianos estn bailando, Schwartz dijo el antariano. Me gusta verlo. Es demasiado bello para ser real. Schwartz se qued mirando los ojos ctricos del aliengena vertical. Ojos de gato, pens. Ojos de pantera. La mirada del antariano se diriga, como era usual en l, a la boca de Schwartz: otros mundos, otros hbitos. Se senta un extrao que temiera desear. Desear, qu?, pens. Era una sensacin de pura necesidad, no especfica, indudablemente asexual. Creo que voy a dar un paseo dijo luego. Quiere acompaarme?

El cohete ha aterrizado en la isla de Papua. Schwartz, inclinndose sobre la baja mesa de cristal a un lado del vestbulo del aeropuerto, se dirige a la azafata con tono vibrante. Mi vida estaba en crisis dice. Todos los valores en que haba credo hasta entonces comenzaron a perder significado. Estaba descubriendo que la profesin que haba elegido era algo vaco, algo absurdo, tan intil como... como jugar al ajedrez. Qu horror susurra Aurora coquetamente. Usted puede comprobarlo cuando quiera. Viaje por todo el mundo, frecuente un millar de aeropuerto cada ao. Todo es igual en todas partes. La misma gente, la misma vestimenta, la misma jerga, los mismos almacenes, los mismos estilos arquitectnicos, la misma decoracin interior... Es verdad. La homogeneidad internacional. El mundo bajo el santo patrn de la semejanza, la equivalencia y lo reproducido. Productos manufacturados de todo el mundo, unos! Puede usted comprender lo que gustara a un antroplogo un mundo que no hubiera perdido su primitivismo, Aurora? Estamos aqu sentados en un lugar de la isla de Papua (usted ya me entiende, cortadores de cabezas, animismo, tatuajes, tambores al anochecer, el hueso que taladra la nariz) y de pronto veo a los papes en ropa de trabajo o con traje y corbata, como si esto fuera una factora automovilstica americana o europea. Y se les oye hablar de cadenas comerciales, tipos de inters, aranceles, bisbol, restaurantes de Pars y peluqueros de Johannesburgo. No hay la menor diferencia. En un solo siglo hemos transformado el planeta entero en un inmenso, sofisticado y plastificado estado industrial a la manera de occidente. Los satlites relevadores de TV., las dos horas de vuelo standard para los cohetes intercontinentales, el derrumbe del exclusivismo religioso y el tab racial han convertido nuestra cultura en un membrete monoforme de correos. No lo cree usted as? Si viaja al corazn de frica le ensearn mscaras de antiguos rituales... reproducidas en plstico. Si le apetece a usted visitar el Amazonas, ver all ceniceros fabricados en Japn, a cada cual ms pequeo. Recuerde lo que dicen los rusos sobre la expansin americana: no hay colonia sin dictador, ni hotentote sin transistor. Por todas partes la genuina sensibilidad norteamericana del chicle y la Cocacola; el vendedor con garra, brillante porvenir, dos coches y veinticinco horas de trabajo al da; el sufragismo de frgidas y castradoras; el plstico, el vidrio y el festival de las elecciones presidenciales con algn que otro negro asesinado en el fervor patritico. Desde Kalahari a Laponia, de las Salomn a las Canarias. Se da usted cuenta de lo que ha pasado, Aurora? Es algo realmente terrible dice ella con tristeza. La chica intenta por todos los medios mostrarse simptica y l sabe que ella no espera sino que acabe el sermn y la invite a pasar la noche en la habitacin del hotel. l quiere invitarla; pero no hay forma de detenerse una vez se ha empezado con un gran tema. La diversidad cultural ha desaparecido del mundo contina. La religin est muerta, la poesa est muerta, el ingenio ya no existe, la individualidad est sepultada. Poesa. Escuche sta y se lanza a recitar con montono son: Entre belleza voy caminando, con ella en mi horizonte voy caminando, con ella en mi recuerdo voy caminando, con ella en torno a mi cuerpo voy caminando. Todo acaba en la belleza, todo en ella tiene su fundamento. Su canto ha originado una densa atmsfera de silencio a su alrededor; las cabezas se han girado y los ojos interrogan.

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Navajo dice. El Camino de la Noche, un octavo da de la creacin, una visin, un hechizo. Dnde estn ahora los navajos? Vaya a Arizona y ellos cantarn para usted por un precio mdico; pero han olvidado el significado de lo que cantan, y acaso los que pueden cantar no sean sino la cuarta parte de los navajos, tal vez la octava parte. Muchos se han ido a Mxico para trabajar en el cine haciendo de aztecas. Escuche y de nuevo canta ms penetrantemente que antes si cabe: El animal corre, se agota, muere. Y sobreviene el fro. El gran fro de la noche, noche de tinieblas. El pjaro vuela, se agota, muere. Y sobreviene... LOS EQUIPAJES DEL VUELO 411 DE LAS LINEAS AREAS JAPONESAS PUEDEN SER RETIRADOS EN EL DEPARTAMENTO CUATRO!, grita una irritante y metlica voz. ...el fro. El gran fro de la noche, noche de tinieblas. LOS EQUIPAJES DEL VUELO 411 DE LAS LINEAS AREAS JAPONESAS... El pez nada, se agota, muere. Y... La gente nos est mirando dice Aurora sintindose \ incmoda. \ ...EN EL DEPARTAMENTO CUATRO! Dejmosla que mire. Hagmosle ese favor. Lo ltimo eran cantos pigmeos, de Gabn, en frica ecuatorial. Pigmeos? Ya no hay pigmeos. Todos tienen ya dos metros de estatura. Pero es lo que cantaban. Y qu cantamos nosotros, los supercivilizados, los promotores de la cultura universal? Escuche. Y comienza a gesticular con rabia sealando los altavoces adosados cerca del techo. Una charanga surge de los metlicos aparatos: cancin de moda para cada mes, para cada estacin, para cada festival de oligofrnicos. Con sorna imita algunos sonsonetes: Te vas a enamorar, te vas a pasear... no te quiero por dinero... yo te quera al caer el da... a m... para ti... La ponen en todos los aeropuertos, todos los televisores, todas las radios, todos los tontdromos del mundo. Sonre levemente. Las manos de ella buscan las suyas, las cogen; las aprietan. Pero l est aturdido. El gento, las miradas, la charanga, la bebida. El plstico. Todo resplandeciente. Porcelana. Porcelana. El planeta vitrificado. Tom? pregunta Aurora. Le ocurre algo? La mira, le guia un ojo, carraspea, tirita ligeramente. Oye su llamada de proteccin, pero ya su alma se aleja suavemente hacia la negrura de las galaxias. Con el no-masculino antariano detrs de l, Schwartz miraba a travs de uno de los paneles transparentes contemplando lleno de fascinacin la seductora imagen de los sirianos ondulndose sinuosamente en la parte exterior de la nave. No todos los viajeros de esta travesa tenan una video-habitacin tan cmoda como la suya. Los sirianos eran demasiado grandes para viajar a bordo; y, en cualquier caso, ellos jams aceptaran encerrarse entre muros de metal. Viajaban adosados a lo largo de la nave espacial, calentndose como los mamferos marinos con las radiaciones csmicas, y mantenindose sujetos al casco merced a la accin de un campo magntico confeccionado a propsito para los pasajeros cuya estatura y conducta tnica as lo exigiesen. Schwartz contemplaba con admiracin los movimientos de los sirianos, ms all de las sombras interiores de la nave, iluminados por el resplandor del propio cuerpo. Cegadores resplandores blancos, azules, destellos verdes, suaves penumbras de violeta, el gil y

majestuoso arco iris se desplegaba graciosamente como la esplendorosa cola de un pavo real, se distribua en slidas formaciones polcromas, o bien se agrupaba en perfecto y simtrico ncleo despidiendo, como por ensalmo, fuertes radiaciones purpreas. Unas veces adoptaban el undvago ritmo de las aguas de un estanque, semejando el parpadeo de mil soles de infinitas tonalidades; otras, se lanzaban al encuentro de vertiginosas velocidades, dando vueltas, formando figuras geomtricas, remedando la furia vivaz de los mgicos juegos pirotcnicos. Poseen una belleza peligrosa susurr Schwartz. No oye usted su llamada? Qu es lo que dicen? Estn diciendo: Ven hacia m, ven hasta m, vente conmigo... Vaya usted, en ese caso coment simplemente el antariano. Puede usted salir a travs de la escotilla. Y marchar al encuentro de la muerte? No. Para ir al encuentro de la siguiente encarnacin. Pobre y msero Schwartz! Tanto ama usted su cuerpo actual? Mi encarnacin actual no es tan mediocre. Cree usted que me gustara desprenderme de ella para recibir otra? No es as? Claro que no replic Schwartz. Es todo lo que poseo. No ocurre de la misma forma con usted? Cuando llegue el Tiempo de la Entrega recibir mi nueva morada. Y eso ocurrir dentro de cincuenta aos. Creera usted que lo que est viendo no es sino la quinta encarnacin que me ha sido concedida? Ser la prxima tan hermosa como la que ahora veo? Cualquier forma es hermosa dijo al antariano. Me encuentra usted atractivo? Naturalmente. El antariano gui un ojo y movi la cabeza sealando el panel transparente. Tan atractivo como ellos? S. De una manera algo diferente sonri Schwartz. Si yo estuviera ah fuera pregunt el antariano con graciosa vanidad, abrira usted la escotilla y saldra al espacio? Puede. Si me proporcionaran un traje espacial y me instruyeran sobre el modo de usarlo. No de otra manera? Suponga usted que salgo ahora mismo. Podra permanecer vivo en el exterior cinco, diez, quiz quince minutos. Estoy en el exterior y digo: Ven hacia m, Schwartz, ven hasta m. Qu hara usted? No creo tener impulsos autodestructivos. Sera morir por amor! Obtener la reencarnacin en nombre de la belleza. No, lo siento. Si ellos se lo pidieran dijo el antariano sealando a los sinuosos sirianos, usted ira. Me lo estn pidiendo. Y rechaza usted la invitacin? Llego hasta ese extremo. Ambos rieron brevemente. Nuestro viaje durar an algunas semanas ms dijo el antariano. Uno de estos das... creo que saldr usted al exterior a buscar a los sirianos. Ha estado usted inconsciente por lo menos cinco minutos dice Aurora. Nos asust a todos. Est seguro de que puede dar la conferencia esta noche? Schwartz cabecea. Estar bien dentro de poco dice luego. Me encuentro un poco cansado. Eso es

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todo. He tenido demasiado ajetreo esta semana. Ambos permanecen en la terraza de la habitacin del hotel de Schwartz. Ya se anuncia la noche en el umbro crepsculo. Aunque es pleno invierno en el hemisferio sur, puede apreciarse en el ambiente circundante el perfume de la flora tropical. Las estrellas tempranas, menos perezosas que el resto, comienzan a aparecer. Atareado por los problemas relativos a la antropologa, nunca ha llegado a saber Schwartz el nombre de las estrellas que saludan la inmersin del sol en el ocano. Aqulla puede ser Rigel, piensa. Y aquella otra, Sirio, y quiz la de ms all no sea otra que Alfa de Centauro. Y sta de aqu? Tal vez la roja Antares, en el centro del Escorpin, o solamente el belicoso Marte. Despus de su desmayo en el aeropuerto slo se ha sentido capaz de formular las excusas pertinentes al personal de recepcin y denegar con toda la amabilidad que pudo el ofrecimiento del oficioso caf con leche; necesitando un urgente descanso, se traslad rpidamente al hotel, donde le han servido algunos bocadillos en la habitacin deux. Dentro de dos horas vendrn a buscarlo y lo conducirn a la Universidad. Aurora lo mira en silencio. Quiz est preocupada por su salud o tal vez espera que Schwartz se reponga lo suficiente como para empezar a ponerle las manos encima. Hay tiempo para eso ms tarde, piensa para s. Ahora prefiere hablar. Durante mucho tiempo yo no comprenda lo que estaba ocurriendo. Crec un tanto aislado, separado del mundo que me rodeaba. Un vulgar muchacho neoyorquino, con la particularidad de estar posedo por una insatisfecha sed de cultura y el afn de las ratas de biblioteca. Me dedicaba a leer toda la literatura antropolgica clsica, Modelos de la Cultura, Crecimiento y desarrollo en Samoa, Vida de una tribu sudafricana, Antropologa estructural, y todo lo dems. Y yo soaba con hacer expediciones para recoger mitos, leyendas, restos de antiguas escrituras y utensilios. Pero lleg el da en que cumpl los veinticinco aos, me introduje en los crculos afines y descubr que me haba interesado por una ciencia muerta. Nuestra cultura universal se haba convertido en uniforme, con algunas leves variaciones, pero sin diferencias bsicas: nada genuino, primitivo y til para el estudio quedaba ya en la Tierra, y no haba otros planetas. No los hay. Planetas habitados, quiero decir. No puedo ir a Marte, o Venus, o Saturno para estudiar el comportamiento y la cultura de los nativos, Qu nativos va a haber all? Y si los hubiera, de seguro que estn domesticados por los frigorficos americanos y las cmaras fotogrficas japonesas. No hay planetas, pues. Y no podemos alcanzar las estrellas. Todo cuanto tengo para trabajar es la Tierra. Tena treinta aos cuando tom plena conciencia del hecho y advert que haba desperdiciado mi vida. Pero debe haber algo todava sobre lo que pueda trabajar usted en la Tierra dice ella. Una cultura desarraigada y homognea. Ese es el campo de trabajo del socilogo, no el mo. Yo soy un romntico, un forjador de historias, un buscador del umbral de lo extico que desea lo que es extrao y diferente. Mire, nosotros jams tendremos una perspectiva real de nuestro tiempo y nuestra forma de vida. El socilogo lo intenta, pero lo nico que obtiene es un cmulo de datos aburridos. La clarificacin, la sntesis profunda viene ms tarde, dos, cinco, diez generaciones ms tarde. Una de las formas de estudio que hemos llegado a aprender para el conocimiento de nosotros mismos es la investigacin comparada, la investigacin de culturas ajenas a la nuestra, una investigacin completa que pueda definirnos en virtud de lo que no somos ni tenemos. Ese es el beneficio de la diversidad. Las culturas deben permanecer aisladas, puras, incorruptas, incontaminadas, inmaculadas. Ese aislamiento, en el sentido que le daba Heisenberg, es destruido por el mismo antroplogo cuando las cerca, las asfixia con su cmara fotogrfica, su equipo cientfico, sus cuestionarios de preguntas al buen salvaje; pero incluso esto puede compensarse, ms o menos, cuando nos limitamos a la observacin y la dilucidacin de las causas. En cambio, no compensa de ningn modo el

que nuestra cultura acabe absorbiendo una cultura distinta, la influya y la condicione. Y eso es lo que nosotros, nuncios de la tecnocracia, del desarrollo a mansalva y la superproduccin, hacemos por todas partes. Un da despert y vi que ninguna extraa cultura haba. Oh, Hali! Pavorosa revelacin! El fin del trabajo de Schwartz! Qu es lo que hizo usted? Durante aos viv aturdido por el miedo. Cavil, estudi, fui a todas partes, en todas direcciones, sabiendo siempre, sin embargo, que todo era un completo absurdo. Todo cuanto haca se limitaba a recoger los registros que de otras culturas haban dejado otros antroplogos ms viejos y afortunados, intentando con ellas la penetracin de nuevos significados. Eternamente el juego del comentarista, el anotador, el escoliasta, el observador de observaciones, y ni siquiera con mejores herramientas, sino condenado siempre a las fuentes de segunda mano: observador de fsiles era yo en vez de palpador de evidencias. Paleontologa. Los dinosaurios son interesantes, pero, qu pueden ellos informarnos? Tan slo que son un montn de huesos secos, Aurora, solamente huesos secos. Era desesperante. Y de pronto, una pista, un indicio de algo. Tena una estudiante nigeriana, una ibo (bueno, tal vez ibo bsicamente, aunque haba algo, segn ella, de israelita, y tambin de china, a mi juicio), y colaborbamos estrechamente, tan estrechamente que acab contndole mis cuitas. Le dije que iba a enviar a la porra la antropologa porque no era lo que yo haba esperado que fuese. Me contest que no tena derecho a indisponerme con un mundo que tampoco tena que estar a mi servicio. Sonrindose, insinu que poda rehacer mi vida ya que no poda rehacer el mundo. Le pregunt que cmo poda hacerlo. Me contest: Mira en tu interior, encuentra al primitivo en ti mismo, observa la causa que te obliga a ser como eres, lo que fuerza a la cultura de hoy a ser como es, y advierte de qu manera ambas causas, ambas fuerzas, han surgido y caminado juntas. Nada hay perdido, sino solamente oculto. Eso es lo que me hizo pensar. Lo que me proporcion una nueva forma de ver las cosas. Lo que me llev a indagar en mi interior. Me llev tres aos encontrar las estructuras bsicas, adquirir un conocimiento profundo de lo que nuestro planeta haba llegado a ser. Y slo despus de esto acept al planeta... Le parece ahora que ha estado hablando eternamente. Hablando. Hablando. Y sin embargo, ni alcanza a or su propia voz. Slo percibe un lejano susurro, un distante zumbido. Despus de esto acept... Un distante zumbido. Qu es lo que estaba diciendo? Que despus de aquello usted acept el planeta... Despus de eso acept el planeta contina, es decir, que poda comenzar... Un zumbido. Zumbando el zumbido. Es decir, que poda comenzar a aceptarme a m mismo. Tambin se senta atrado por los sirianos, no tanto por ellos mismos que no eran sino caracteres oblicuos, elpticos, contenidos, autosatisfactores, narcisistas casi, difciles de abordar como por el sortilegio que los acompaaba, la aparente droga psicodlica que parecan tomar de alguna forma sacramental antes de iniciar cada una de sus interminables danzas rituales. Cada vez que los vea tomar la aleve y grcil droga, se dijera que tambin se la ofrecan a l, que lo estaban invitando, tentndolo con una participacin que empero no surga de sus bocas. Y se senta seducido, se senta absorbido. Haba a bordo un tro de sirianos, esbeltas criaturas de dos metros y medio de altura, dotados de flexible cuerpo cilndrico y labios levemente alargados y rematados en cono truncado. Su piel era reptilesca, seca y blanda, de un verde intenso y surcada por bandas amarillas; sin embargo, los haba de otros colores. Sus ojos, por el contrario, eran

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inquietantemente humanos, de mirada lquida y oscura, con la melancola y el desamparo caractersticos de los ojos mediterrneos, esos ojos de vagabundo medieval, goliardo, aventurero y juglar, que por algn encantamiento podan transformarse en serpientes. Schwartz haba hablado con ellos algunas veces. Como todas las especies galcticas, entendan el ingls bastante bien; Schwartz fantase sobre la posibilidad de que tal idioma pasara a convertirse en la lingua franca interestelar, como haba ocurrido en la Tierra; pero la conformacin de los rganos vocales de los sirianos era tal que no haba manera de que pudieran articular los sonidos correcta e inteligiblemente, por lo que iban siempre acompaados de un accesorio mecnico encargado de corregir semejante dificultad. Cautamente, la tercera o cuarta vez que tuvo ocasin de hablar con ellos, manifest por la droga un inters salpimentado de cortesa. Le dijeron que les facilitaba el contacto con las fuerzas centrales del universo. l replic que tales drogas tambin existan en la Tierra, que eran usadas frecuentemente y que ayudaban a penetrar en el funcionamiento del cosmos. Ellos mostraron cierta curiosidad al respecto, incluso una curiosidad que poco falt para ser intensa; auscultando sus ojos no se obtena gran cosa, y menos todava prestando atencin al tono de sus palabras. De su elegante cartera de cuero sac una caja para drogas y les mostr lo que confirmaba su afirmacin: psilocerebrina, siddhartina, peyote sinttico y cido lisrgico. Describi sus efectos y sugiri la posibilidad de un intercambio, una dosis de las suyas por un equivalente de la arrugada naranja fungiforme que ellos tomaban. Consultaron entre s. De acuerdo, dijeron, haran el intercambio. Pero no ahora. No hasta que no llegara el momento apropiado. Sin preguntarles, Schwartz intuy cundo sera el momento apropiado de que hablaban. Les dio las gracias y guard sus drogas. Pitkin, que haba observado la negociacin del trato desde la otra punta del largo sof, se le acerc furiosamente nada ms marcharse los sirianos. Qu es lo que has hecho? pregunt. No saba que te interesaras por algo ms que tus propios asuntos respondi Schwartz amablemente. Has estado canjeando pastillas con esos lagartos, no? Llammosle terreno de investigacin. Investigacin? Dices investigacin? Llamas investigacin a coger el gran colocn con esas cagarritas anaranjadas? Porque eso es lo que piensas hacer, me equivoco? Puede que lo haga dijo Schwartz. Y qu sabes t sobre los efectos que puede provocar en el metabolismo humano? Puedes quedarte ciego, o paraltico, o loco, o... ...o iluminado. Pero son los gajes del oficio. El primer antroplogo que no dud en probar peyote, yage o ololiuqui acept correr los mismos riesgos que puedo correr yo. Pero las drogas que mencionas son drogas humanas. Oh, Schwartz, no hay forma de decirte lo que representa el uso de...? Investigacin dices. Investigacin. Pitkin se le qued mirando con cierto desprecio. Schwartz, por su parte, tambin tom la defensiva ante la insistencia del otro. So drogado! So economista! Esta vez se trata de un edificio decente, con capacidad para tres mil personas. El edificio de la Universidad tiene forma de herradura y los asientos del saln de conferencias no son de plstico. Schwartz, en el estrado, tiene junto a s algunas minsculas cmaras que proyectan su figura y su voz a toda Papuasia y parte de Indonesia. Erguido bajo un foco que traza una frontera algo ms que material, Schwartz parece un semidis. Se encuentra ya en forma, sus ademanes son naturales y llenos de energa, sus ojos se encuentran en la disposicin de dirigir una orquesta, las palabras

fluyen libremente. Slo un planeta est diciendo, un pequeo y msero planeta sobre el que todas las culturas han convergido en una montona y deprimente similitud. Cunta tristeza encierra esto! Cuan diminutos nos volvemos cuando hacemos que el otro se nos parezca! Alz las manos. Contemplad las estrellas, las inalcanzables estrellas! Imaginaos, si podis, los millones de mundos que orbitan los chisporroteantes soles ubicados ms all de las tinieblas de la noche! Especulemos juntos sobre otros pueblos, otras conductas, otros dioses. Seres de cien mil formas imaginables, extraos en apariencia pero no grotescos, no repulsivos, pues toda vida es belleza; seres que respiran gases extraos para nosotros, seres de inmenso tamao, seres de muchos miembros o de ninguno, seres para quienes la muerte es la divina culminacin de la existencia, seres que nunca mueren, seres que conciben mil hijos de una vez, seres que no se reproducen... todas las infinitas posibilidades de este infinito universo nuestro! Quiz sobre cada uno de esos mundos ha llegado a ocurrir lo que en el nuestro: una especie inteligente nica, una cultura nica, la eterna convergencia. Pero sucede como cuando nuestro mundo estaba formado por un milln de pueblos distintos. Muchos mundos juntos componen un vasto panorama de variedad. Y ahora: compartid esta visin conmigo! Veo una nave que surca el espacio de estrella en estrella, un cosmotransbordador del futuro. Y a bordo de la nave hay ejemplares de muchas especies, muchas culturas, innumerables puntos de vista, tantos como puedan componer una minscula muestra de la ciclpea diversidad de la galaxia. Esta nave es como un pequeo cosmos, un mundo reducido y cerrado. Qu excitante estar en el interior de esa nave privilegiada, comprobando en tan pequeo instrumento tanta variedad de sonidos! Nuestro propio mundo fue en cierta ocasin como esta nave espacial, un cosmos en pequeo, que contena miles de culturas especficamente terrcolas, Azteca y Esquimal, Guanche y Bant, y un inmenso etctera. En el curso de nuestro viaje hemos podido comprobar la excesiva riqueza de lo diverso, lo mltiple, lo vario, Y, paralelamente, el sentimiento de pobreza que nos... Repentinamente se detiene. Se siente dbil y le falla el terreno. La pobreza que nos posee... La luz tan fuerte, piensa. En mis ojos. No la haba notado antes tan deslumbrante, pero ahora me est cegando. Tienen que moverla . En el curso de nuestro viaje... de nuestro viaje... Qu es lo que me ocurre? Ahora estoy sudando. Dolor en mi pecho. El corazn? Espera, ms lento, qu difcil es respirar. Esa luz en mis ojos... Dgame dijo Schwartz seriamente, qu le gustara saber, conocer, experimentar si usted tuviera diez cuerpos sucesivamente y una vida de ms de mil aos? Dgame usted antes replic el antariano lo que le gustara saber y conocer y experimentar si viviera ms o menos noventa aos y no contara ms que con una vida, despus de la cual slo habra muerte eterna. Contina como puede. El dolor en el pecho aumenta en intensidad, no puede fijar los ojos en ningn punto, cree que va a perder el conocimiento de un momento a otro e incluso que lo ha perdido ya al menos una vez; sin embargo, contina. Sujetndose a la mesa comienza a esbozar el programa que desarrollara en La mscara bajo la piel. Un renacimiento de las formas tribales de organizacin social sin que ello suponga la revitalizacin del malsano nacionalismo. Una bsqueda de un nuevo sentido de relacin con el pasado. Una enrgica reduccin de las pseudocomunicaciones guiadas por el lujo, principalmente el turismo organizado, barato o caro, concebido como relajamiento y snobismo. Fuertes impuestos para la exportacin de productos no culturales, como pelculas comerciales y espectculos de entretenimiento, y proteccin aduanera para las investigaciones cientficas en exclusiva. Una propuesta de creacin de unidades culturales independientes casi un programa de poltica cultural: corporaciones entrpicas federativas, recuperadas nuevamente, con un mantenimiento de los niveles

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actuales de independencia econmica y poltica. Abandono del culto a la mitologa industrial tecnolgica. Nuevas investigaciones sobre los significados esenciales. Una revitalizacin tnica, antes de que sea demasiado tarde, entre aquellas culturas vivas que slo recientemente han cambiado sus formas tradicionales. (Repite y reincide sobre este punto en particular en beneficio del auditorio pap, compuesto en su aplastante mayora por descendientes de canbales.) El malestar y la confusin van y vienen mientras expone sus tesis. Construye su sistema recuperativo, grita por el exterminio de la Homogeneidad Terrcola, y gradualmente se siente abandonado por los sntomas fsicos que lo aturden, aunque permanece una dbil sensacin de vrtigo. Como rplica, una nueva variante patolgica viene a enturbiar su peroracin. Su voz, al menos para l mismo, deviene una prdica en el desierto, una lamentacin de enloquecido Jeremas, una intil advertencia frente a odos que se mantienen inclumes. Se entristece ante la eterna repeticin de las ovaciones finales, fruto de una atenta audicin, pero de un exiguo aprendizaje. Sus convicciones slo sirven para cubrir las necesidades culturales de un auditorio que, fuera del progresismo que representa su presencia en el lugar, no presta la menor atencin al programa prctico por l propuesto. Todo esta noche parece hueco, mecnico, absurdo. Una revitalizacin tnica? Iba el auditorio a volver a vestirse de plumas, vivir en chozas y alimentarse con carne de antlope cazado a pedradas? Su nave espacial es slo producto de su fantasa y su sueo de una Tierra de facetas culturales mltiples mera divagacin cuasienfermiza. Lo que ahora es, es justamente lo que debe ser. Y todava, en el colmo de su ingenuidad no por ingenua inconsciente, contina extrayendo conclusiones. De nuevo vuelve a la nave espacial, de nuevo se recrea en su horda de seres heterogneos, de nuevo configura su metfora de las diversidades culturales amenizndola con episodios gratos a la erudicin humanstica. Y luego recita cantos folklricos de los navajos, de los pigmeos de Gabn, los salvajes del Amazonas, las tribus siberianas. Cimenta su prestigio, pero todo sigue igual. Cascadas de aplausos lo engullen al final. Luego, se sienta y permanece as hasta que algunos miembros del comit patrocinador del acto acuden en su ayuda. Han advertido su agotamiento. Murmura algunas palabras de disculpa, cualquier comentario sobre la luz que caa demasiado directamente sobre l. Aurora est a su lado. Le alarga un vaso que contiene algn licor, algo fro. Dos de los miembros del comit patrocinador le hablan de una recepcin en el Aula Verde. Magnfico responde Schwartz. Me sentira muy halagado. Aurora murmura una protesta, pero l hace aspavientos. Mi obligacin le dice es tomar contacto con los lderes de la comunidad. Adems, ya me siento mejor. Sinceramente. Sin embargo, est temblando cuando se deja conducir al exterior. Un judo dijo el antariano. Usted dice que es judo, pero, qu es exactamente un judo? Un miembro de algn clan, de alguna tribu, de algn linaje, de algn partido? Puede usted explicrmelo? Entiende usted lo que es una religin? Naturalmente. Pues bien, el judasmo es una de las mayores religiones terrcolas. Una de las tres religiones monotestas mayoritarias, junto con el cristianismo y el mahometanismo. Es usted un sacerdote? Ni mucho menos. Ni siquiera practico el judasmo. Pero s mis antepasados, razn por la cual me considero judo... As, pues, una religin hereditaria, pero, no exige de sus miembros la observancia de sus ritos? En cierto sentido dijo Schwartz, dispuesto a decirlo todo. Pero ms bien se trata,

hoy en da, de un subgrupo que posee una especfica herencia cultural y que aparece rodeado de una aureola religiosa actualmente no tan importante. Vaya. Y qu es lo que diferencia a los judos del resto de la humanidad? Bueno... Schwartz dudaba, hay un cdigo bastante complicado, est el rito de la circuncisin para los nacidos varones. El rito de la entrada en la adolescencia de los varones, el lenguaje particular de nuestras escrituras, una lengua verncula que todos los judos del mundo entero, ms o menos, entienden bastante bien, y toda una gama de pequeos, pero peculiares rasgos que van desde un cierto sentido de clan hasta una tpica forma de humor autodeprecativo... Y usted observa el cdigo predicho, entiende el particular lenguaje de las escrituras? No exactamente admiti Schwartz. De hecho yo no hago nada que sea especficamente judo, excepcin hecha de considerarme como tal y adoptar en consecuencia muchos de los hbitos que se consideran caractersticos de la personalidad juda, la cual, hablando en puridad, no posee esas caractersticas en exclusiva, pues de igual manera se pueden encontrar entre los italianos y entre los griegos. Naturalmente, me refiero a italianos y griegos del siglo XX. En la actualidad... Todo comenzaba a presentarse confusamente. En la actualidad... Se dijera apunt el antariano que usted es judo slo porque los genes recibidos de su padre y de su madre eran judos, genes que a su vez... Ni siquiera eso. No al menos en lo que respecta a mi madre. Slo mi padre era judo, y aun as tambin lo era por parte de padre. Es ms, ni siquiera mi abuelo observaba las costumbres, y... Creo que es demasiado embrollado concluy el antariano. Ms bien parece tema de una investigacin cientfica. Hablemos ahora de mis tradiciones. El Tiempo de la Entrega, por ejemplo, puede ser considerado como... En el Aula Verde, nada ms entrar Schwartz, ochenta o cien distinguidos papes se lanzan sobre l felicitndolo. Ha sido magnfico, exquisito, sin igual le dicen. El panorama de una catstrofe global. Nuestra ltima oportunidad de salvar la cultura. La piel de estos personajes ofrece un tinte achocolatado pero sus rostros ocultan a duras penas el popurr gentico que revela su origen. Tal vez ellos se consideran puros herederos de sus ancestros de la misma manera que l se considera judo, pero sin duda sus organismos han sido alimentados con cromosomas procedentes de los chinos, los japoneses, los europeos, los africanos, en fin, de todo el mundo. En resumen, no son sino muestras del Contemporneo Internacional. Es ms, se complacen en hablar el ingls estandarizado, el aprendido en las pelculas de televisin, el ingls coloquial. Schwartz se siente posedo por el asco y el cansancio. Parece usted aturdido susurra Aurora. Schwartz sonre intentando un gesto enrgico. Un cuerpo fosilizado ya. Un cerebro como muerta ceniza. Ahora est siendo presentado al caudillo de una tribu, alto, de grises cabellos, que tiene el hablar y la apariencia de un profesor, un leguleyo, un banquero. Y esta gente debe volver a las colinas para la ceremonia de la cosecha del ame? Abandonaran a las hembras recin nacidas con el cordn umbilical sin cortar y llenas de mugre, si as lo exigiera la economa de nacimientos de los padres? Entraran los jvenes en las comunidades masculinas y se entregaran al aprendizaje del iniciador que escarificara su piel con dientes de cocodrilo? Pero los cocodrilos han desaparecido y los chamanes se han convertido en corredores de bolsa. Repentinamente se queda sin respiracin. Llveme fuera de aqu murmura dificultosamente a Aurora.

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Esta, con la servicial eficiencia de toda azafata, lo conduce entre la gente. Los patrocinadores, un tanto asombrados, corren en su ayuda. Le proporcionan un vehculo y por fin regresa al hotel. Aurora le ayuda a acostarse. Comprendiendo la situacin, extiende la mano hacia ella y la atrae hacia s. No te preocupes dice ella. Ests muy agotado hoy. l insiste. La rodea con los brazos y la tiende en la cama junto a l, poseyndola con agilidad, con furia, agitndose unos cuantos minutos hasta acabar exhausto, estupefacto. Ahora, vestida la chica con una holgada bata, acaricia la frente de Schwartz instndole a descansar. Treme las pldoras dice l. Pide siddhartina, pero ella, deliberadamente o tal vez por equivocacin, le da un somnfero que l toma sin rechistar. Sin embargo, an transcurren algunas horas antes de conseguir el sueo. Schwartz suea que est en el aeropuerto, subiendo al cohete que debe llevarlo a Bangkok; instantneamente; llega a Bangkok, parecido a Port Moresby, slo que un poco ms hmedo. Desarrolla una charla ante una horda de entusiasmados siameses, mientras los cohetes surcan el cielo como cabellos metlicos que formaran la moderna cabellera del empreo. Los siameses se desdibujan y se convierten en japoneses, que se transforman en mongoles, que se transforman en iranes, que se transforman en sudaneses, que se transforman en zambianos, que se transforman en chilenos, y todos son semejantes entre s, espantosamente semejantes, espantosamente semejantes, espantosamente semejantes... Los sirianos planeaban sobre l, ondeando sinuosamente como cobras dispuestas a lanzarse sobre la presa. Sin embargo, sus ojos clidos y licuados estaban llenos de simpata, de amor incluso. l poda experimentar perfectamente el rubor de su compasin. Sin lugar a dudas, de haber estado dotados de msculos risorios, sus labios hubiranse distendido en una amplia y amable sonrisa. Uno de los aliengenas se curv. El pequeo ingenio que facilitaba la traduccin flot hacia l como una medalla. Entrecerr los ojos, concentrndose tanto como poda en descifrar las palabras que le dirigan a travs del aparato. ...ha llegado. Podemos... Otra vez, por favor dijo Schwartz. No he podido captar todo lo que me estn diciendo ustedes. El momento... ha llegado. Podemos... realizar el intercambio de sacramentos ahora. Sacramentos? Drogas. Las drogas, claro. Naturalmente. Schwartz ech mano de su cartera. Sinti el fro contacto del blando cuero. Cuero? Piel de serpiente, quiz. O algo parecido. Las enumer: Aqu tengo siddhartina, psilocerebrina y cido lisrgico. Escojan. Los sirianos apartaron tres siddhartinas azules. Perfecto dijo Schwartz. Las ms importantes de todas. Y ahora... El ms alto de los sirianos le alarg un pedazo de naranja fungiforme del tamao de la ua del pulgar de Schwartz. Es la dosis equivalente. Equivalente a todas las pastillas que han escogido ustedes o solamente a una? Equivalente tan slo. Le proporcionar la paz. Schwartz sonri. Hubo un tiempo en que haba que responder a las preguntas y otro para la accin decidida. As, Schwartz se tom el hongo con un poco de agua. Espera! grit Pitkin, apareciendo repentinamente. Qu vas a...? Demasiado tarde dijo Schwartz con serenidad, tragndose la droga siriana con un voluptuoso eructo.

Las pesadillas se suceden. Circula por el planeta al igual que el Judo Errante y el Buque Fantasma, de aeropuerto en aeropuerto, embarcado en un viaje sin fin que le lleva desde ninguna parte a ninguna otra parte. Comits de recepcin le salen al paso y lo conducen a su hotel. A veces los miembros del comit resultan ser individuos contemporneos, con caras standard, vestimentas standard, exhibiendo todos los detalles del modlico hbrido que se ha convertido en el patrn imitable de la humanidad; en cambio, en otras ocasiones puede verlos como rigurosamente adaptados a la ms pura de las etnias particulares que en otro tiempo poblaron la Tierra, aunque tambin sus rostros estn estandarizados detrs de la apariencia, de manera que por ms que la jerga utilizada corresponda al habla de Uganda, o Tierra del Fuego, o Nepal, considera Schwartz que la mascarada toma visos de inautntica, deshonesta y miserable aunque le concede cierta realidad en los engaosos elementos exhibidos. As, se mantiene todava posedo por la desesperanza. Y suda, delira, se despierta, sufre los embates de la fiebre. Los brazos de Aurora lo acunan con presteza. Incoherentes frases surgen de sus trmulos labios y ella le susurra con suavidad dulces palabras con la boca sobre su frente. Schwartz conjetura en su semidelirio que est bajo alguna especie de depresin: una nueva crisis de valores, una quiebra en la sntesis filosfica que lo haba mantenido en pie durante los ltimos aos. Se siente encadenado a una rueda, y gira, gira, gira sin cesar, atraviesa los continentes, visita todos los puntos del planeta, pero no llega a parte alguna. No existe lugar alguno al que poder dirigirse. No. Hay uno, tan solo uno donde puede encontrar la paz, donde el universo puede convertirse en lo que l quiere que se convierta. Vete all, Schwartz. Ve y permanece tanto tiempo como puedas. Hay algo que pueda hacer? pregunta Aurora, Y luego: Toma esto y le alarga unas pastillas. De nuevo tranquilizantes. Muy bien. Muy bien. Le ayudarn a ir al lugar que se ha convertido en su meta. El mundo se ha vuelto de porcelana. Siente su piel como si fuera un caparazn de plstico. Vmonos lejos, lejos, lejos, hacia la nave. A la nave! Muy lejos... murmura, y se deja arrastrar. Los sirianos, fuera de la nave, giran y se retuercen en su danza ritual mientras, ingrvidos y etreos, se lanzan hacia el filo de la galaxia a una velocidad nueve veces mayor que la de la luz. Se mueven con una gracia que sorprende al considerar el tamao de sus cuerpos. Un deslumbrante chorro de luz surgido del centro del universo golpea sus carnaduras multicolores y estalla un bombardeo de cientos de facetas y tonalidades ultrarojas, infra-violetas, exo-gualdas, intro-azules, supra-verdes, aero-prpuras. El cosmos entero resplandece en su gloria cromtica. Una lmpida nota musical surge de las remotas distancias, se acerca, toma cuerpo, se aproxima y deviene auge sonoro en infinito crescendo. Schwartz se siente traspasado por violentas y orgisticas sacudidas de felicidad y belleza como nunca en su vida le ocurriera. A su lado se encuentra el melado y cautivador antariano. Ella definitivamente ella, sin ninguna duda posible, ella posa una mano en su brazo y le susurra: Desea usted ir hasta ellos? S. S, indudablemente. Yo tambin. Dondequiera que usted vaya. Cuando usted lo desee. Ahora dice Schwartz. Busca la manivela y abre la escotilla. Mira al exterior contemplando el costado brillante de la nave. Nunca dice la antariana mirndole profundamente a los ojos, nunca me has preguntado por mi nombre. Mi nombre es Aurora. Y ambos salen al espacio a travs de la escotilla. La tiniebla les recibe gentilmente. No hay angustia, no hay vrtigo, no hay temor. l est envuelto por un regio manto de colores, por infinitos haces de luces dispersas, como si se encontrara en las entraas de la aurora. l y Aurora se deslizan hacia los sirianos,

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que los reciben con amables muestras de bienvenida y jubilosos gritos. Aurora ensaya la danza, moviendo sus grciles brazos y meldicas piernas Con extravagante facilidad; se dijera que ha sido creada para la danza. Schwartz se dispone a imitarla, pero antes sus ojos se vuelven buscando la mole de la nave espacial que se destaca contra el oscuro fondo del universo. Y con voz que retumba por todos los rincones del cosmos, llama: Venid, amigos mos! Venid todos! Venid a danzar con nosotros! Y todos comienzan a salir por la escotilla, infinita procesin de seres procedentes de todos los mundos, viajeros de Fomalhaut, de Aldebarn, de Arturo, de la Polar, del Can, de Rigel, cientos y miles de criaturas estelares despojadas de sus cadenas, todos, todos los creados, todos los concebidos, todos los imaginados, incluso Pitkin, cada cual extendiendo amablemente sus brazos, sus tentculos, sus zarcillos, lo que fuere, extendindolos y cogindose el uno al otro de la mano, enlazndose hasta formar un inmenso, colosal, inconmensurable anillo de luz que atraviesa el espacio, cada cual posedo por la csmica armona, cada cual danzando. Danzando. Danzando. Eternamente danzando.

EL MILAGRO DE LOS PECES


Alan Dean Foster
Por aquellos das, el viejo pescador tena para l solo todo el largo y abandonado muelle. Pocos botes pesqueros haban quedado en San Quintn y eran escasos los que probaban fortuna con alguna regularidad. Pero el abuelo Flores era un hombre de suerte. El embarcadero se conservaba en buen estado, a disposicin de los imponentes cruceros y yates de los ricachones procedentes de Mxico y Acapulco, y tambin de los millonarios norteamericanos que hacan en San Quintn alguna que otra festejada escala en su trayecto. Salud a Josefa y luego desapareci por la pequea cabina bajo el puente. Momentos ms tarde reapareci y lanz la amarra. Todava se senta capaz de salvar de un salto la borda y as lo hizo. Pero el salto no fue tan poderoso como antao y tuvo que poner especial cuidado en el asidero que su mano haba buscado. Ni siquiera al afianzar la amarra en la herrumbrosa abrazadera tena la ligereza de otros tiempos. El abuelo tena el rostro tostado por el sol, surcado por profundas lneas, como si se tratara de las dunas del desierto de Vizcano, situado ms al sur. Su cabello se haba agrisado tempranamente y cuando sonrea relampagueaba en sus dientes toda una gama de colores que se emparentaban con el blanco. Pero la profunda luz del fondo de sus ojos permaneca tan inalterable como la sempiterna boya que sealaba la entrada de la baha. Y aunque Josefa era apenas una nia de nueve aos, la poderosa musculatura del viejo poda enviarla a mil metros de altura con el menor y ms carioso impulso, recogindola luego con un clido beso salpimentado por un imborrable tufo de ajos y cebollas. Josefa prefera el peculiar aliento del abuelo a la fragancia de las rosas del jardn de la iglesia. No la tomaba de la mano cuando ambos caminaban juntos por la ciudad, ya que ello hubiera resultado impropio; en cambio, se rezagaba cuando ella no poda alcanzarlo con sus cortos pasos. El cuerpo del abuelo era fro e imperturbable como una barra de acero... hasta que le entraba la tos. Entonces el sol se oscureca un tanto y las sombras que proyectaban los edificios se estremecan agitadas. Cmo ha ido hoy la pesca, abuelo? Ella saba la respuesta de antemano, pero una especie de oscuro ritual impulsaba a formularla siempre en estos casos. No del todo mal, querida. Unos cuantos bonitos, una buena lamia...

Y sardinas, abuelo? El viejo movi la cabeza y sonri tristemente. No, querida, las sardinas no han aparecido esta semana. Tal vez la estacin no est lo bastante avanzada para ello. De pronto se puso a toser con secos crujidos. Para Josefa aquello era ms horrible que cualquier grito. No manifest la menor emocin, sin embargo, y aguard hasta que la tos cesara y el abuelo reanudara el paseo. Evidentemente era demasiado temprano para que comenzara la pesca de la sardina. Pero esto slo poda decirse despus de la segunda gran guerra entre las naciones. Antes, por el contrario, San Quintn y muchos otros pueblos costeros presenciaban las infinitas maniobras de cientos de botes de pesca. Los hombres salan cada maana y regresaban cargados con magnficos ejemplares de la sardina californiana que se criaba desde Mxico a Alaska. Tanta pesca haba atrado un excesivo nmero de pescadores especialmente los norteamericanos de Monterrey y San Francisco. Cmo no iban a acabarse los bancos de sardinas como ya anteriormente haba ocurrido con los bfalos? Y as ocurri: un buen da, de la noche a la maana, las sardinas dejaron de aparecer. Las largas redes atrapaban apenas los ltimos supervivientes de la especie. Y ni la demanda de los mercados, ni la subida de los precios devolvieron las sardinas a las redes. Durante aos semejante carencia asol las costas. Posiblemente haba ahora ms sardinas que antes. Pero ninguna de ellas iba a parar a las redes del abuelo. Los grandes barcos pesqueros de la Alta y Baja California las atrapaban ms all de la Baha de Todos los Santos, en el norte. Josefa nunca haba visto estos grandes barcos. Pero los jvenes del pueblo, hijos y nietos de pescadores, iban todos los aos a trabajar en ellos. La pequea Hermosa del abuelo apenas era una lancha salvavidas al lado de los gigantescos cascos. El abuelo tambin podra haber ido. Por lo menos poda haberlo intentado aos atrs, antes de que la tos le asaltara tan terriblemente. De todas maneras, no hubiera ido igual que los otros. Eso no es pescar les deca, esgrimiendo un dedo al modo de quien ensea. Eso es manufacturar. Y para hacrselo ver ms claro a Josefa lo comparaba a la diferencia que haba entre el pan que su madre sola cocer en el pequeo horno casero y aquel cadavrico moho que se venda a los turistas en rebanadas encerradas en bolsas de plstico en el almacn de Diego. Ella no lo comprenda muy bien, pero como el abuelo lo deca, algo de verdad deba haber en ello. Tal vez las sardinas vengan la prxima semana, abuelo. Tal vez replic l, inclinndose hacia ella. Un nuevo ataque de tos vino a sorprenderlo y esta vez tan fuerte que lo dobl por la cintura, obligndole a apoyarse en una pared. Josefa quiso gritar. En vez de ello, opt por apartar la vista y clavarla en un perro entretenido en olfatear una ratonera. El abuelo dej de toser y le dirigi una amplia sonrisa. Esta vez fue gordo. Pero s cmo controlarlos. Uno debe maniobrar con su tos de la misma manera que la Hermosa maniobra en medio de una tormenta. Pero creo que ya es hora de que vuelvas a casa, querida. Preferira ir contigo, abuelo, y hacerte el t: No. Le estamp un sonoro beso en el lugar en que la negra cabellera se divida para, cada mechn por su parte, caer hasta la cintura. A tus padres no les gustara. Si vas ahora a casa quiz podamos vernos maana de nuevo. Tengo que hacer algunas reparaciones en la red y posiblemente puedas ayudarme. Le dio la espalda y se alej de ella, configurando al alejarse una alta y orgullosa silueta recortada contra el crepsculo de la tarde. Sin embargo, no era otra cosa que su frgil envoltura. Josefa record la fecha, dos aos atrs, en que la abuela lo dej. Aquello lo

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haba debilitado ms que la tos. Pronto los temporales comenzaron a ser excesivos para l y un da llegara en que no podra vencerlos. Entonces se reunira con la abuela en la pequea parcela familiar que ergua sus cruces tras la iglesia. La pequea corri a su casa, no sin hacer antes lo que sola por aquel tiempo. A miles de kilmetros al norte, ms all de enormes ciudades humeantes y acantilados cubiertos de limo, ms all de rboles milenarios y quejumbrosos arbustos, millones de robustas sardinas nadaban ociosamente en las slidas y fras profundidades, esperando sin advertirlo el cumplimiento de su destino inminente. El padre Peralta se permiti para sus adentros una tranquila sonrisa de satisfaccin. Haba sido una buena misa y el sermn le haba salido bastante digno. Ahora ira a escuchar las sencillas confesiones de aquella gente sencilla y luego, ms tarde, quiz pudiera trabajar un poco con los nuevos libros que le haba enviado la universidad. Se apoltron en el interior del confesionario. Dos noches atrs haba tenido lugar una boda y una pequea pelea habase desatado. No es que fuera cosa seria, pero resultaba inusual para San Quintn. Esta era la causa por la que hoy esperaba ms parroquia que de costumbre. Los conoca por las voces, Martin, Benjamn, Marcial, Carmen, la pequea Josefa Flores... Padre, Mara Partida estren un vestido nuevo la ltima semana, y yo le tengo envidia. Quiz sea slo admiracin, nia. No, padre. Lo quiero para m, pecaminosamente. El padre Peralta qued pensativo. A los Flores no les iba tan bien como a algunos otros del pueblo. Pequea, lo que me cuentas es una cosa muy pequea, ya vers cmo pasa. No te preocupes. Hubo una pausa al otro lado del confesionario. Una larga pausa. Qu ms quieres contarme? Padre, la ltima semana, Jos y Felipe... Jos y Felipe. Peralta los conoca. Buenos chicos. Pero se haban vuelto un poco locos por haber conseguido demasiado dinero para su poca edad. Y con aquellas motos... ...se rieron del abuelo cuando l sala a pescar. Pens cosas terribles de ellos, padre. Por qu se rieron, nia? Dijeron que el abuelo podra pescar ms en el mercado que a bordo de la Hermosa. Dijeron que la barca era una pensin para gusanos en quiebra por reclamaciones de la clientela, y que la nica forma de pescar algo decente era con los nuevos barcos que ellos utilizan en Ensenada y en San Diego. Y qu respondi a esto tu abuelo? Los ignor, padre. Siempre hace caso omiso de tales comentarios y hace como que no le molestan. Pero yo s que s. En el fondo no consigue tan mala pesca, pero las risas ajenas le molestan por dentro. Incluso sus amigos quieren que se deje caer por el almacn de Diego y se limite a sentarse con ellos para jugar a las damas y quedarse esperando la cada del turista. Conozco a tu abuelo, nia sonri Peralta. No es de los que se sientan en el porche y malgastan las horas contando los pjaros que pasan. Ahora bien, no tienes por qu odiar a Jos y Felipe, o a cualesquiera otros. Se ren porque an son demasiado jvenes y conocen a medias las cosas, si es que las conocen. Desde que las grandes flotas pesqueras han absorbido todo el trabajo, pocos hay en el pueblo de la edad de Jos y Felipe que hayan conocido los tiempos duros. Nunca podrn ellos entender por qu tu abuelo jams trabajar para otro hombre, por un salario. Cuando crezcan tal vez lleguen a comprenderlo. Y t, pequea, debes intentar entenderlo ahora.

Creo que lo entiendo, padre respondi la nia con tranquilidad, despus de una pausa. Padre, por qu ya no hay ms sardinas? El padre Peralta consider el asunto. Cmo explicar a una nia de nueve aos los elementos econmicos y mecnicos que intervenan en la migracin y cra controladas? Nia, nunca ms habr sardinas porque las grandes mquinas consiguen que vivan mejor en el norte, en sitios especiales. Y los grandes barcos son tan buenos como dice la gente porque cogen todos los peces a la altura de Ensenada, antes de que vengan nadando hasta esta regin. Pero, padre, hay muchos peces en el mundo. Est usted seguro de que ninguno lograr pasar por los agujeros de alguna red? Peralta hizo un gesto con la cabeza, pero de manera que la nia no pudiera advertir nada en la penumbra. No, pequea, ninguno podr atravesar las redes. Los botes y los pescadores son lo bastante buenos como para evitarlo. Si el abuelo obtuviera al menos mayor pesca la voz de la nia se adelgazaba, slo un poco ms de pesca... antes de que la tos se lo lleve. Entonces podra rer tambin. Y Jos y Felipe, y todos los dems, no tendran ms remedio que decir que estaban equivocados. Me temo que hara falta un milagro, nia. Entonces, rezar para que se cumpla el milagro. Las palabras haban surgido llenas de excitada determinacin, como si un algo de la cabezonera del abuelo palpitara en ellas. Encender velas y rezar a San Pedro para que mi abuelo tenga una pesca ms abundante. Tambin yo rezar por ello, pequea dijo Peralta sonriendo. Era un da candente como hierro al rojo, y era uno entre tantos parecidos en San Quintn. Pero cuando todos abandonaron la iglesia, incluso cuando acab por dejarla el viudo Esteban, un pequeo ngel con ojos y cabellos de obsidiana india todava permaneca ah, rezando frente al altar. Y cuando el padre Peralta, al atardecer, mir desde su estudio al interior de la iglesia, an estaba all la nia. Finalmente no tuvo ms remedio que dirigirse hacia ella, tomarla de la mano y conducirla a casa antes de que su ausencia preocupara a sus padres. Le dijo que ya haba rezado lo suyo y que quiz San Pedro fuera bondadoso con ella. Pero, le advirti, San Pedro era un santo muy atareado. De vuelta en su estudio se sent ante el escritorio y abri un delgado libro. Comenz a escribir. Nuevamente podemos ver que los primitivos jeroglficos de los aborgenes de la Baja California no conducen a... no conducen... Se detuvo, manoseando la pluma con sus gordezuelos dedos y echndose hacia atrs en la silla. Pensaba. El libro que le llevaba ya seis meses de datos acumulados formaba una pila de hojas escritas por una sola cara: un manuscrito que nadie se molestara en leer, excepcin hecha de unos cuantos viejos y chiflados profesores y algunos estudiantes graduados en remotas tierras. Entonces mir ms all de la ventana. En direccin a la escarpada silueta de la Sierra de San Pedro Mrtir. Cogi un pliego de papel de la pila de hojas en blanco y se mantuvo un momento en suspenso. Comenz a escribir. La muchedumbre que acuda a presenciar el espectculo haba acabado por decrecer con los aos. Ahora, apenas una dcada despus de la inauguracin con fuegos artificiales y docenas de cmaras de televisin esperando el inicio del programa, slo quedaban un par de obreros cualificados de las oficinas de Seattle y Victoria, unos cuantos fotgrafos de prensa y los hombres de las fbricas conserveras. El ingeniero jefe ech una ojeada al reloj y dio un bocado a su sandwich.

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Preparado, Milt... cuando quieras. El cuarto ingeniero asinti con grandes cabezadas y gir el mando. Unos cuantos relmpagos de cmaras fotogrficas inmortalizaron su gesto hasta que la carcoma se comiera las fotos. Milt se sinti obligado a girar en sentido contrario y repetir la hazaa en beneficio de algunos reporteros rezagados. Murmurando y echando pestes del mal tiempo, y esperando poder estar en casa antes de que oscureciera, los periodistas se marcharon arrastrando los pies. Los funcionarios en representacin intercambiaron baratijas burocrticas y se marcharon cada cual por su lado, el uno a casa, donde le esperaba su mujer, el otro al apartamento de la zorra de turno. El cuarto ingeniero realiz una rutinaria supervisin a los diales y medidores para asegurarse de que todo estaba en orden y a continuacin se dedic intensivamente a la reparacin de una lmpara que su esposa le haba encomendado para sus ratos de ocio. El ingeniero jefe se lanz entonces a los placeres pantagrulicos de un bocadillo de jamn. De nuevo qued todo tranquilo. Ningn cambio visible se adverta a lo largo de la costa. Ninguna burbuja, ninguna palpitacin, nada que perturbara la apacible superficie. Pero debajo de la superficie... En lugar de ser recuperada por la propia estacin, la caldeada agua del mar de la Estacin de Fusin Port Hardy era impulsada directamente hacia el ocano. La toma de contacto del agua caliente con las capas congeladas de las profundidades produjo un efecto demencial. El agua y sus minsculos habitantes comenzaron a ascender como un cometa. Bacterias y fitoplancton flotaron en pleno delirio en la repentina confluencia de la luz solar y el material nutritivo de las profundidades. El crecimiento por multiplicacin comenz a sucederse a la velocidad de un calculador electrnico y el mar comenz a parecerse a una espesa sopa de guisantes. Cuando el sol se retir la luna continu el trabajo. Con la luna en alto emergi el zooplancton: crustceos diminutos, increbles bichos de impronunciable nombre, larvas de peces en miniatura, una orga de alimentos marinos. Y la orga tuvo lugar. Durante toda la noche el alimento abund con preternatural concentracin. Pequeas rfagas de vida se devoraban las unas a las otras. Millones de billones de minsculos monstruos surcando las aguas, pobladas de antenas y ojos fosforescentes. Hacia el norte, unos cuantos peces de no ms de veinticinco centmetros avistaron la inmensa ebullicin de vida infinitesimal y se lanzaron al ataque. Otros hicieron correr la noticia de que el agua se haba llenado de alimento. Pronto acudieron bancos enteros, incluso los situados ms al norte, grandes y pequeos bancos vinieron tambin. Una gigantesca montaa de peces plateados se trasladaba hacia el sur. El criadero de plancton Charlotte fue devorado con rapidez, pero las mquinas de la Estacin de Cabo Flattery tomaron precauciones catalizando su propio sector de ocano. La estacin calent y llen de aceite las costas de Olympia, Tacoma, Seattle, Bellingham, Everett y de gran parte del estado de Washington. El ciclpeo banco sigui su curso normal. La consigna fue propagndose mientras cada criadero haca lo posible por mantener el rumbo deseado en tanto el banco iba descendiendo ms y ms hacia el sur. Estacin Astoria... Se aproxima el banco! Baha de Coos... Se aproxima el banco! Crescent City, Ukiah, San Mateo, San Lus Obispo, Santa Brbara... Nuestra Seora de los ngeles... Se aproxima el banco! Bien, veremos lo que nos trae hoy el mundo, Mndez dijo casi para s el arzobispo Estrada. Estaba apoyado en el antepecho de la ventana sintiendo contra su rostro la oleada subterrnea de amores y odios, vilezas y virtudes, suspiros y placeres de la heterognea poblacin de la ciudad de Mxico, contemplada desde la altura. Aspir

profundamente, inundando sus pulmones con el fresco aire procedente de las montaas, no contaminado an del todo. Gustavo y los otros partidarios de la Junta Anti-polucin merecan todos sus respetos. Y alguna recomendacin o cosa por el estilo. Dio la espalda a la ventana. De dos metros de altura y ms de cien kilos de peso, el arzobispo era una especie de coloso. Con sus ropas oficiosas de burcrata eclesistico que se ocupa de la administracin religiosa, tena el aspecto de un imponente ejecutivo. Cuando, en cambio, vesta los hbitos con los que celebraba misa, tomaba la apariencia de un personaje bblico. En el peridico de la dicesis dijo debe aparecer una nota de agradecimiento en la que la Iglesia aplaude la contribucin a la salud que lleva a cabo la Junta Anti-polucin de la ciudad de Mxico, haciendo resaltar particularmente las actividades de su presidente, Gustavo Marcos. As se har. El correo, monseor. Gracias, Mndez. El secretario puso algunas cartas y grandes sobres oscuros sobre el escritorio del arzobispo. Estrada ech una mirada a su reloj. Justo el tiempo para bendecir el nuevo edificio estatal de enseanza primaria y asistir a la reunin de la Comisin de Renovacin Urbana. La mayora del correo se compona de las cortesas y trmites usuales. Informacin, bendiciones, dinero, preces por el activo papel que el arzobispo estaba desarrollando en los asuntos civiles de la ciudad, maldiciones por ese mismo activo papel... Las fue repasando por encima, separando alguna que otra de vez en cuando para una ms atenta revisin. Su secretario se ocupara de casi todas ellas. Una invitacin del embajador de Colombia a una cena diplomtica, una carta de cierta dama de Guadalajara... Entonces vio la carta procedente de San Quintn. Que me pudra! Oh, perdn, seor Mndez se excus sonrojado mientras echaba algunas miradas al rostro atnito de su joven secretario. No me haga caso, no es nada. Luego, mirando de nuevo la carta, murmur para s mismo: Madre de Dios, una carta del padre Peralta. Rasg el poco delicado sobre con cierta precipitacin. Conoca al padre Peralta desde que ambos jugaron juntos en el equipo de ftbol que quedara campen en la universidad. Menudo to! Peralta tena un cerebro tan rpido como sus pies. Pero lo cierto era que l, Estrada, haba ido ms lejos y ms rpidamente en la jerarqua eclesistica. Peralta, por el contrario, haba escogido la pequea iglesia de San Quintn para obtener el doctorado de antropologa con estudios paralelos. Bueno! Estrada se dispuso a leer. Lo hizo como esperando alguna cosa fuera de las mundanidades que le aturdan por doquier. Y entonces... ... Como te deca, Lus, hay aqu un viejo pescador que persiste en salir todas las semanas con sus redes manuales, a despecho de que las industrias conserveras acaparen toda la pesca con sus criaderos situados aproximadamente a 300 kilmetros al norte. Como las instalaciones funcionan desde hace aos, el pescado que arriba a nuestras costas es cada vez menor, casi inexistente ya. El viejo es un buen feligrs, pero testarudo como una mula y demasiado empecinado como para cambiar de idea. Como te puedes imaginar, sus antiguos compaeros de faenas lo han tomado por el pito del sereno y constantemente le hacen blanco de sus pullas. Tiene una nieta, sin embargo, que es la cosa ms exquisita y graciosa que jams hayas podido ver, con la particularidad de que frecuenta a su abuelo en exceso. Yo no veo nada malo en la relacin, pero los padres opinan que la nia no debe verlo tan a menudo, considerando su corta edad y el hecho de que el viejo tiene la salud bastante minada. No obstante, el afecto no entiende de razones, sobre todo cuando se trata de nios.

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La nia me pregunt por qu no haba sardinas en nuestras costas y yo intent explicrselo lo mejor que pude, alegndole que no las haba ahora ni las habr nunca ms. Todo lo que consegu con ello fue que la nia se pasara todo el achicharrante da destrozndose las rodillas en la iglesia, rezando a San Pedro para que procurara una buena pesca a su abuelo. Yo le haba dicho que para ello hara falta un milagro, pero no esperaba que me tomase tan al pie de la letra. Record entonces nuestros das pasados en la escuela. Si no me falla la memoria, t y Martin Fowler fuisteis bastante buenos amigos. Yo no lo conoca, nunca me he encontrado con l. Slo tena noticia suya a travs de las listas de alumnos del colegio. Pero tengo la intuicin de que si alguien es capaz de cumplir el sueo de un nio, aunque sea tan slo una pequea parte del mismo, y obtener del mar estril cuanto menos una docena de sardinas para las redes del viejo, ese alguien es Martin Fowler. Naturalmente, me doy cuenta de que estoy especulando sobre una amistad que tal vez no se prolongara durante mucho tiempo. Pero es lo nico que se me ha ocurrido al respecto. Porque si alguien ha deseado un milagro con toda su alma, por pequeo que fuera el prodigio, ese alguien es ahora Josefa Flores. Psate por San Quintn alguna vez y abandona por algn tiempo el ajetreo de la ciudad y las aspiraciones a cardenal. Te mostrar unas grutas maravillosas y algo an ms hermoso, la paz de un pueblo silencioso slo habitado por las aves, que es lo que ms conviene a un viejo encarcelado como t. Con afecto, Francisco Peralta. El arzobispo se qued mirando la carta durante un largo rato. Luego la coloc en la seccin de las que merecan respuesta. Cogi el siguiente sobre y lo rasg, pero ya sus ojos y su mente se encontraban Dios sabe dnde. Una y otra vez su mirada regresaba al sobre de Peralta. Cuando la voz de Mndez rompi el silencio, no alz los ojos. Seor, quiere verlo un hombre que viene del ministerio de estado. Es algo relativo a la cena de esta noche. Estrada continu abstrado con el abridor de cartas golpeando inconscientemente el ltimo sobre que rasgara, deseando poder quedarse todo el tiempo tras el escritorio. Lo que era bastante imposible, naturalmente. Pero que bastante imposible. Dgale dijo a su secretario que lo ver dentro de una hora. La montaa se encontraba ahora en el Canal de Santa Brbara, movindose con regularidad hacia el sur. La poderosa planta de Point Vincent haba iniciado el proceso de aceleracin del ciclo del fitoplancton a un nmero veinte veces mayor. En poco tiempo la montaa ascendera convirtindose casi en una isla. Entonces aumentara su velocidad. Martin Fowler se afirm sobre sus pies, sin apartar los ojos de su objetivo. Consider su posicin y luego dio un corto paso. Sujetando el palo de golf con ambas manos, lo baj con todas sus fuerzas. Creo que has vuelto a meterla en un charco, Marty dijo Wheeling con tono burln. Fowler solt un taco mientras meta el palo en la bolsa. Los dos hombres tomaron sus carritos y echaron a andar. Podan haber pasado la tarde cabalgando y no dndose estos trotes, pero, como deca Wheeling, el caminar era el nico ejercicio que tena el golf. Aun as, Fowler hubiera deseado la inmediata invencin del golf jugado con controles remotos para poder disputar un partido desde la cama, por ejemplo. Otros hombres los siguieron. Despus de un rato, Wheeling mir a su compaero, ms joven que l, y le habl en tono satisfecho. Naturalmente, Marty, nada hay de extrao en que te gane el dinero tan fcilmente. Lo ms natural de este mundo consiste en que aquellos que estamos dotados por la naturaleza enseemos a los aficionados. Aunque sueles discrepar de estos conceptos, vaya. Qu trama tu muy amada Petterson?

Que todas las maanas te afilas la lengua en una rueda de afilador de cuchillos replic el director del Departamento de Control de las pescaderas Norteamericanas. Si ese vejestorio ministrable y los alimentagatos forrados de pasta me dejaran las manos libres para abrir una puertecita que yo me s... cinco minutos, cinco minutos es todo cuanto pido, cinco piojosos minutos!, entonces podran ver el funcionamiento de uno de los proyectos ms ambiciosos que puedas concebir. Imagnate que al segundo ao de pesca solamente... Si cualquiera del comit arrimara el odo y escuchara el maquiavlico estruendo de tu cabezota llena de planes y oyera que bautizas a un senador como vejestorio ministrable, te proporcionaran un medio ms directo y saludable de obtener abundante pesca, incluso accionaras tu preciosa puerta con la mano y todo. Me lo callar si no quieres orlo, Dave. Y no es que tenga nada personal contra la senador. Slo que tiene las ideas ms fijas y ms endebles que una cuarentona casada y sin prole. Caramba, Marty! Crea que habas estado trabajando en Washington lo bastante como para saber que los senadores son obsesivos hasta en la hora de pagar sus deudas, es decir, en no pagarlas. Es justamente la razn por la que son senadores. Maldita sea, Dave! Todas las indicaciones comprobadas en ordenadores electrnicos y los tos de los departamentos se han encargado muy bien de confrontar diversos resultados apuntan que la Isla San Benito es el lugar ideal para establecer el primer criadero de atunes. Todo lo que tenemos que hacer en primer lugar es, digamos, plantar una primera semilla natural. Sabes perfectamente que no podemos obrar lo mismo en pleno ocano que como lo hemos venido haciendo en el lago Ontario o en Tahoe. Los atunes no se reproduciran jams en esas condiciones, se largaran en busca de mejor alimentacin. Por lo tanto, el primer paso consiste en mejorar el alimento, hacerlo ptimo, mejor que el natural. Y se es justamente tu problema, Marty asinti Wheeling. La senador Petterson tiene amigos cuya fortuna se basa en la produccin de esos alimentos impropios para atunes. Si hay atunes no hay votos. Construye los criaderos en tu imaginacin, creo que ser lo mejor. Pero nadie con sentido comn que haya analizado nuestros proyectos... Se detuvo observando con atencin cmo la pelota de su compaero saltaba sobre la hierba. Luego, caminaron en busca de la pelota de Fowler. Bien, creo que debes pensar algo rpido si deseas abrir esa puerta este ao coment Wheeling. La ltima noticia es que el banco est pasando frente a Los ngeles. Newport Beach corrigi Fowler. Mira, me gustara que vinieras a la reunin que maana celebra el comit. Wheeling mir a su amigo con una compasin que intentaba ir ms all de cualquier mentira consoladora. No te bajars del burro, eh, Marty? dijo. Lo que yo te diga: podrs deslumbrar y apabullar a Petterson con todas tus influencias y todos tus proyectos. Pero ni todos los quizs, ni todos los probablementes, ni todos los tal vez del mundo juntos podrn convencer a un poltico con un cargo que mantener y un bolsillo que llenar. Adems, su proyecto es seguro y se ha demostrado fuera del papel. Aqu est interrumpi Fowler apartando unos matojos. Evalu la situacin y escogi un hierro. Wheeling escudri la lejana hierba. Has conseguido algo bueno, pero no presumas de ello. Conserva tu racha. Y tmatelo con calma. Bien. Mira, quiz si lo mirara ms razonablemente me lo tomara con mayor calma. Ah, bueno, te refieres a la pelota...? Esto es demasiado. Ms bien dira que llega a ser

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divertido. Hace unos das recib una carta de un cura al que no he visto desde hace veinticinco aos. Fuimos juntos a la escuela. Me deca lo que puede decirse en estos casos: rememoraciones que afectan a ambos, lo que le ha ido bien, lo que le ha ido mal, cmo ha cambiado el mundo y cmo no hemos conseguido nada de cuanto ambicionbamos de jvenes. Sabes cul era una de mis ambiciones de muchacho? Llegar a ser propietario de una gran cadena de hoteles. Otro Conrad Hilton. Me pasaba las horas imaginando la forma que tendran las piscinas de agua tibia. El cura acababa contndome una pequea historia acerca de una cra a la que ni siquiera conoca de vista. Debera haber sonredo y olvidado el asunto, pero el caso es que me despert a media noche y me pas un buen rato sentado en la cama pensando sobre ello. Hasta que Marjorie apag la luz. Se apoy en un palo junto a la pelota. Si es algo relacionado con tu hipottico triunfo sobre Petterson, tal vez valga la pena que me lo cuentes. Fowler hizo una pausa y mir por encima de su hombro. Ves? No es lgico, no es racional, y sin embargo consigue atraer la atencin. Ven maana a la reunin del comit. Fowler inclin la cabeza y dio un leve golpe a la pelota. De acuerdo, has conseguido que me interese confes Wheeling, observando la plida luna emerger en la distancia. No debera decrtelo, pero te devolver la trampa que me has tendido. Mir a su amigo, atento a la pelota. Advertirs que no tengo ni para empezar, eh? La sala en que deba reunirse el comit era pequea y de forma irregular, con una peculiar atmsfera a cuatro paredes de encargo recin colocadas en su correspondiente lugar. Era lo bastante larga para abarcar la amplia mesa. Una puerta comunicaba con la galera de recepcin. Una alta ventana que contaba con un solo cristal permita la intromisin de la luz solar. Wheeling tom asiento tranquilamente junto a la puerta que daba a la galera, dndole la espalda. Prcticamente, la galera estaba desierta. Un grupo de hombres ms jvenes estaban sentados al otro extremo, como si los exalumnos se buscaran entre s. Si uno se aventurara a preguntarles por sus lecturas favoritas, contestaran seguramente que literatura sobre fsica espacial u oceanografa. Un par de cansados periodistas y unos cuantos extranjeros completaban la audiencia. Wheeling sonri y dio unas cuantas cabezadas hacia los periodistas, como quien entiende de tostones y aburrimientos, y apart la vista acto seguido. Fowler se sent a un extremo de la mesa. Se alis lo que haba quedado de su claro cabello mientras intercambiaba algunas palabras en voz baja con algn subordinado de su departamento. Los chicos dejaron de alborotar, el comit tom asiento en la parte opuesta al de su director y todos permanecieron en silencio. Fowler se volvi, vio a Wheeling y le hizo un guio. Wheeling le respondi agitando su puo como el que apuesta a las carreras y anima al caballo por el que perder su dinero. Senador Vincent de Coahuila, senador Kaiser de Oregon, senador Brand de Maine, senador Petterson de Nueva Jersey, y el ministro Stanislaus de Newfoundland. Petterson abri la sesin con el peculiar gusto por el absurdo de todas las mujeres que entran en poltica. El Comit orgnico para los Recursos Martimos est ahora en sesin. Tengamos la fiesta en paz, caballeros. Al mirar a la senador Diana Petterson uno tena la impresin de estar contemplando a la abuela de algn clan de granjeros del oeste. Y, cmo no, as era. Adems, posea un dominio del idioma ingls como para doblar las uas hacia atrs, una cachaza inverosmil

que para s la quisiera el poltico ms corrompido y una devocin por las ms elementales necesidades del ser humano, lo que en conjunto resultaba lo bastante poco comprometedor como para haberla puesto en el Senado por cinco veces consecutivas. Un individuo con pinta de abogado, a la izquierda de Fowler, se levant con un ruido de cacerolas. Sujetaba en la mano todo un fardo de papeles que agit ruidosamente. Se aclar la garganta y comenz a recitar hechos y proyectos. La produccin de pompano por aqu, la pesca del cangrejo por all, la cogida de ostras en Chesapeake al tanto y tanto por ciento, la cosecha de algas yodferas comestibles alcanzaron tantas y cuantas toneladas... Wheeling se descubri a s mismo pensando en las musaraas. Los muchachos recogan notas para ulteriores desarrollos caseros. Los periodistas haban puesto en marcha los magnetfonos y se haban quedado dormidos. Se encontr a s mismo configurando en el aire una terrible abeja que, alimentada por la pesadez del informe, creciera y creciera hasta lanzarse a devorar a picotazos a toda la concurrencia. Wheeling reflexion, pensando que a ms de un congresista le gustara ser esa abeja. Media hora ms tarde ces el recital sin guitarra: el informe haba concluido. Como por arte de magia, los periodistas despertaron y cerraron sus magnetfonos. Los chicos se removieron en sus asientos. La abeja haba desaparecido. Seor Fowler dijo la senador, si no hay ningn otro asunto pendiente, este comit puede proceder a establecer su balance de final de ao, a fin de deshacerse lo antes posible y no andarse con monsergas. Le pido perdn, senador replic Fowler, pero est pendiente la cuestin de mi investigacin sobre una salida temporaria durante el perodo de la pesca de la sardina en la costa del Pacfico. Uno de los senadores solt un gruido. Al parecer, seor Fowler amonest la senador, usted est dispuesto a darnos la lata con sus investigaciones en todas las reuniones que mantiene este comit. Soy consciente de mi insistencia, senador reconoci Fowler conciliador. Sin embargo, me atrevo a solicitar audiencia nuevamente. Si ustedes me lo permiten, me tomar la licencia de citar un prrafo de las clusulas que regulan... Estoy plenamente de acuerdo con las clusulas que regulan el proceder de este comit, seor director, como tambin lo estn mis compaeros senadores. Ahora bien, si usted persiste en llevar adelante tan inexplicable actitud masoquista, estamos obligados, cuando menos por cortesa, a ser indulgentes con usted. Pero permtame sugerirle que no hay razn alguna para suponer que su proposicin va a encontrar mayor auditorio ahora que en otras ocasiones anteriores. Por lo dems, comprendo perfectamente que cada administrador puede estar posedo a ttulo personal de cualquier particular aberracin. Comience. Pero haga el favor de concedernos la gracia de ser tan breve como le resulte posible, a no ser que semejante hazaa se encuentre ms all de sus fuerzas. Le recuerdo que casi todos nosotros tenemos trabajos importantes que hacer. La vieja dama se vio obligada a reforzar la pronunciacin del nosotros para dar ms nfasis a su impaciencia. Fowler se levant. Ante l tena lo que deba ser un somero informe, aunque a lo largo de su ponencia no se refiri a l salvo en escasas ocasiones. Evidentemente no tena necesidad de ello: lo que dijo lo haba dicho ya bastantes veces en ocasiones anteriores a sta. Habl de la historia del Control de las Pescaderas Norteamericanas, que ahora cumpla diez aos de edad. Por primera vez en la historia, Canad, Mxico y los Estados Unidos se haban organizado conjuntamente para la explotacin de los recursos vivos del mar. Relat cmo el excedente de comida y agua de las plantas de fusin y fisin, allende y aquende la costa, haba sido utilizado para atraer la pesca desde las profundidades del

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ocano hasta la superficie, obteniendo cosechas sin precedentes entre cualquier intento industrial anterior. Explic cmo la industria del cangrejo en Alaska, que en un tiempo conociera el peligro de ver extinta su materia prima, se haba desarrollado actualmente hasta el punto de satisfacer la demanda de seis naciones, contando en la actualidad con la esperanzadora perspectiva de ver crecer sus horizontes de expansin. Cmo el costo de la langosta de Maine haba sido tasado en ciento veinte centavos el kilo, mientras los pescadores de langosta obtenan ms dinero que nunca. Cmo las otrora ociosas riberas de la pennsula del Yucatn se haban convertido ahora en la ms fuerte industria esponjera del mundo. Y finalmente expuso que los datos manejados por el Control de Pescaderas le haban hecho llegar a la conclusin de que la ms grande factora de atunes poda ser creada en la Baha de Sebastin Vizcano, con el nico requisito de invertir un mejor alimento para los atunes, como ya se haba hecho con xito ms al norte: las sardinas. Y para hacer eso concluy en su lugar la senador Petterson, usted propone el sacrificio de quiz cien mil toneladas de uno de los ms sabrosos pescados del mundo, la sardina californiana. No sera ningn sacrificio, senador. Las sardinas contribuiran a poblar el rea de la primera colonia artificial del ms popular pescado de Amrica. Evidentemente, podemos perfeccionar las zonas de pesca del atn ya existentes, pero una produccin que estuviera bajo nuestro manejo y control sera ya desde el comienzo una docena de veces ms rentable y con el tiempo esta proporcin alcanzara con facilidad la centena. Usted olvida que la sardina es el pescado ms barato. En esa pesadilla que lo absorbe a usted tan tenazmente todas las noches, ha pensado en el precio que tendra que pagar el consumidor? Segn mis clculos slo habra un ligero aumento en el precio de la sardina bsica y sus derivados. Un ligero aumento! chill Petterson con los pelos alborotados. Seor Fowler, tiene usted al menos una mnima nocin de cunta gente de mi estado sobrevive con un salario base? De cunta gente hay para la que un ligero aumento en los precios de los productos alimenticios repercutira catastrficamente en su imprescindible alimentacin cotidiana? Gente para quien los productos martimos, en particular la sardina, constituye la nica fuente de protenas? Los riesgos son tan escasos, senador, que sus temores no se cumplirn. Riesgos dijo la senador, moviendo la cabeza con entendimiento. Ah ha puesto usted el dedo en la llaga. Yo no puedo arriesgarme, no puedo apostar cuando lo que est en juego es la barriga vaca de la gente. La vieja dama sonri magnnimamente, una sonrisa que haba llegado a ser familiar para Fowler. Tengo mis razones, seor director. No le niego que en todo proyecto hay siempre un riesgo que correr. No quisiera que usted me considerase reaccionaria en este sentido. Pero hay riesgos y riesgos. Todo cuanto usted tiene que hacer es garantizar a este comit con un noventa por ciento de probabilidades a favor el xito de su rancho de atunes, y no votar por usted con el resto de mis colegas. Usted sabe que nuestra agencia no tiene la suficiente experiencia como para garantizar el xito en un porcentaje tan alto senador, pero... Entonces se acab lo que se daba, seor Fowler! Yo no quiero arriesgar la salud de miles de seres humanos con un plan rezumando toda la progresa que ustedes quieran y concebido por un puado de cientficos maniticos que en su vida sabrn lo que es verse obligado a comer algas. Cabece luego con disgusto y mir ms all de la figura de Fowler, hasta la plcida figura de Wheeling. Por nada ni por nadie lo har! Y me

aventuro a decir continu mirando a los delegados que ocupaban la mesa que tampoco lo desean los restantes miembros de este comit. Hubo una larga pausa. Fowler baj la mirada hasta su fajo de papeles. Cuando advirti que los senadores comenzaban ya a removerse en sus asientos, tom de nuevo la palabra, aadiendo un calculado deje de ira al tono de su voz. Senadores, si ustedes no quieren decidirse por m, ni tampoco por los hombres del Control de Pescaderas, quiz puedan decidirse por Josefa Flores. Josefa Flores? salt la senador, mirndolo asombrada. Quin, rugole, quin narices es Josefa Flores? Mucho me temo que no conozco a la dama. Lo que no me sorprende en absoluto continu Fowler. No se trata exactamente de nadie con influencia en el Congreso. O en el Parlamento canadiense o en la Asamblea Nacional. Se trata de una nia de nueve aos. Su abuelo es pescador... o lo era, hasta que nuestra inmensa sabidura lo despoj de sus posibilidades de trabajo... Wheeling comenz a salir de su sopor y opt por sentarse de una forma ms correcta. Lo que estaba escuchando prometa ser ms interesante que su recurso de la abeja justiciera. Por vez primera, los estudiantes dejaron de tomar apuntes y se quedaron mirando a Fowler con extraa atencin. Los dos reporteros se irguieron repentinamente de sus poltronas y pusieron en marcha sus grabadoras, quedndose junto a ellas para que sus odos tambin captaran lo que se estaba diciendo. Wheeling murmur para s: humana condicin de los humanos!... Fowler habl al comit de la pequea Josefa Flores, de su abuelo enfermo y de la pesca que ya jams aparecera por la costa del pueblo... y tambin del nico deseo de la nia: antes que el abuelo muriera, sus redes tenan que llenarse con las exquisitas sardinas que antao sola pescar. Fue una historia ante la que Fowler no se avergonz de sentirse afectado. Ces de hablar y se qued mirando a la senador Petterson, quien, al cabo de un rato, dio un golpe sobre la mesa. Tiene la bondad de sentarse, seor Fowler? dijo. Sonriendo, Fowler se sent. Hemos de considerar comenz la senador con firmeza que usted da por sentado que la liberacin de la sardina devolver la pesca a las costas de la Baja California; y que, por lo tanto, su historia debe incluirse como apndice a su proyecto. Pero hay un defecto de base. Usted ha contado una historia particular, recargada con tonos sentimentales, y nosotros, que yo sepa, slo nos ocupamos de planificaciones en gran escala. Adems, la divulgacin de la historia me parece hecha a propsito. Opino que este comit debe proceder a una consulta priva... No hace falta, Dee la interrumpi el senador Kaiser. Los periodistas se han marchado. Wheeling dirigi su mirada hacia los asientos vacos de los periodistas, que seguramente estaran ahora telefoneando a sus respectivos peridicos. Petterson asinti y lanz una mirada nada grata a Fowler. ste le devolvi la mirada como lo hiciera un inocente querubn al desperezo de la tierna flor. Wheeling sonri para sus adentros, pensando que algo estaba a punto de ocurrir. Debo reconocer sus dotes dramticas, seor Fowler, pero debo decirle que cuanto usted ha dicho no es de la competencia de este departamento. Le pido perdn, senador, pero tampoco es de nuestra competencia el volver estriles las zonas de pesca y, sin embargo, lo hemos hecho, a pesar de la responsabilidad que deba pesar sobre nosotros. Una decisin fue tomada por los que nos precedieron en el cargo, fue tomada sin las necesarias bases cientficas y sus defectos salen ahora a la luz bajo la forma de lo que usted llama historias sentimentales, quin sabe si revelando alguna oscura maniobra poltica. Petterson lo mir con mirada fulminadora y replic con sequedad:

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No me satisface lo ms mnimo su versin personal de los hechos, seor director. Fowler imagin los dedos extendidos de una mano y los cruz para traerse suerte. Buena parte de ellos, naturalmente, pueden ser comprobados. Un equipo independiente de investigacin podra... Seor Fowler, no es necesaria ninguna investigacin dijo el senador Kaiser, sonrindole. Tenemos gran confianza en usted y sabemos que podemos creer en sus palabras. Fowler toc madera con sus cruzados dedos imaginados y aadi lentamente: Entonces, puedo pedirles que sometan a votacin mi propuesta? Evidentemente replic Kaiser, pero podemos hacerlo maana, o quiz la semana prxima. No es necesario correr tanto por tan pequeo asunto. Perdona, Charley dijo el senador Stanislaus, pero yo opino que s es necesario. Petterson desliz su mirada por la mesa, examinando una por una las caras de los asistentes. Muy bien dijo. Ustedes ya conocen mi punto de vista, caballeros. Usted, seor Fowler, lo sabe de sobra. Creo que con una votacin levantando la mano ser suficiente. En contra? aadi. Dos manos se elevaron, la de Petterson y la de Kaiser. Permanecieron as tan largo rato que para la impaciencia de Fowler pareci un siglo. Pero no apareci una tercera mano. Petterson no baj la mano y mir a los abstencionistas, acompaando la mirada con una sonrisa maternal: sonrisa maternal que prometa una criminal destruccin en el caso de no obtener el tercer voto decisivo. Pero ninguno de los tres senadores restantes se uni a los otros dos. Finalmente, sin duda porque ya le pesaba el brazo, lo descendi. An intent un ltimo recurso. Abstenciones? Ninguna mano se irgui. De todos modos, no se molest en preguntar por los votos a favor. Felicidades, seor Fowler. Su propuesta para una puerta de escape en los criaderos de sardinas californianas ha sido aprobada por mayora de votos de este comit. Usted pidi cinco minutos y cinco minutos le sern concedidos. Ni un segundo ms. Luego, golpe la mesa con el martillo de madera. Este comit aplaza la sesin hasta maana a la una en punto, para la discusin de asuntos secundarios. Y ya fuera de sesin, seor director aadi a Fowler, espero que, por su bien, las investigaciones que lleva a cabo su departamento tengan una base ms slida y eficiente que la poltica practicada en las elecciones al Congreso desde hace veinticinco aos. Cuando los muchachos estudiantes cesaron de aplaudir y los extranjeros y senadores hubieron abandonado la sala, Wheeling se levant y se reuni con su joven amigo. Preparado para tomar un trago, Marty? Fowler tard un rato en hablar. Ahora hay una posibilidad y s que puedo conseguirlo. Pero antes he de llamar a los chicos de la costa y darles la noticia. Han trabajado duramente, ms incluso que yo. Claro dijo Wheeling. Dime, la pattica historia que has soltado, es cierta o te la has inventado a raz de los clculos de tus muchachos? La historia es cierta. Vena en la carta que recib hace unos das, firmada por el lejano amigo que te refer ayer. Estuve en un verdadero aprieto cuando la senador pareci a punto de exigir ms detalles. El caso es que mi amigo se encuentra en una situacin en que no puede inventarse historias de ese estilo. Caminaron hacia la galera de recepcin. Francamente confes Wheeling, no creo que lo tuvieras preparado. El recurso dramtico de ltima hora y todo eso.

No estaba del todo seguro de que surtiera efecto. Pero ayud a creer en la eficiencia de mi proyecto de la cra del atn. Tambin ayud el hecho de que Grand y Stanislaus estuvieran trabajando para su reeleccin este ao coment Wheeling. As como la presencia de los dos chicos del Post y el Time. Seguro, Dave, todo ha contribuido asinti el director, mientras caminaban hacia el vestbulo. Seguro que si hubieras venido antes, no habra tenido que esperar diez meses para que me escucharan. T me has trado suerte. No lo dudes, Marty. Lo que me decidi fue la carta que mencionaste. No era una historia cotidiana. Ahora, haz esa llamada telefnica y vayamos a tomar un trago. Y despus, amiguito, te har dieciocho agujeros para tu alegra. No, ahora no replic Fowler, sonriendo. Me siento tan bien que no bebera aunque en ello me fuera el cargo de presidente. Sac de su bolsillo un pequeo aparato que lo mantena en comunicacin con su oficina y puls un botn. Sherrie, ponme con Papadakis. Aristfanes Papadakis caminaba por el puente de la flotante factora pesquera Cetacean mientras sus ojos taladraban las tinieblas. De vez en cuando, algunas ondas de humo en forma de serpiente surgan de la pipa que colgaba de sus labios, desvanecindose a continuacin en la noche cristalina del Pacfico. Las luces de la flota formaban inciertos caminos luminosos sobre la calma negrura de las aguas. Por un extrao fenmeno, el Pacfico pareca obedecer por vez primera su nombre. Cuando el banco de sardinas viniera atravesando la noche, las condiciones de pesca seran ptimas. Intent distinguir los otros barcos de la flotilla. El San Cristbal, el Qubec, el Typee, el Carcharodon, el Scrimshaw... el orgullo de la flota pesquera de tres naciones. Cada uno de ellos convertido en una fbrica pesquera mvil, agrupados todos en la frontera entre Mxico y Estados Unidos. Como barco abanderado, el Cetacean apuntalaba la parte situada ms al sur. Y lo mejor de todo era que, organizados como una armada de guerra, estaban esperando un enemigo sin caones que luchara slo con el hambre. Capitn? Eh? Papadakis apart la vista de la ciudad flotante. Qu pasa, hijo? Seor, el sonar indica que se encuentran dentro de la zona. La voz del joven oficial apenas poda disimular la excitacin. Pronto estarn aqu, entonces. Por Dios! Han sido informados los otros capitanes sobre lo concerniente a la puerta? S, seor replic el otro. El piloto de guardia dijo que llevara a cabo sus instrucciones, seor. Dijo que todos cumpliran lo indicado, incluso ms all de la llamada del deber. Eso dijo el bribn? Papadakis sonri en torno a la boquilla de la pipa. Mitchell y l haban llegado juntos a aquel lugar, haban pescado juntos bacalao y algn que otro hipogloso. Quien lance sus redes ante la puerta se las ver conmigo: lo pondr en pelota, lo untar con aceite de oliva y lo meter en una lata. Regres al lugar desde el que antes contemplara la flota. Se preguntaba cmo se las habra arreglado Fowler para conseguirlo. Las sardinas eran ideales para la pesca, y buenas de comer, pero los atunes... esos s que eran unos seores peces. Despus de un rato advirti que el nuevo oficial se mantena todava inmvil en el sitio en que lo dejara: Hijo, acrcate o vete, pero no te quedes a medias. Lo siento, seor replic el joven, acercndose, pero sta es mi primera pesca,

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fuera de los entrenamientos acadmicos, naturalmente. Dgame, se las puede ver cuando vienen? En la imaginacin solamente, chico. Bueno, las marsopas s pueden verlas, pero se encuentran demasiado ocupadas para detenerse en esas minucias. Una voz les lleg del interior del puente. Dos minutos, capitn. Papadakis acogi la informacin con un gruido ms alto que lo usual. Es excitante, seor? Excitante? Pero si son peces, hijo. Seor dijo el joven despus de un rato de silencio, s lo que dicen los libros al respecto, pero puede usted realmente advertirlas? Oh, a veces s, a veces no. Depende de las condiciones del agua. Tambin depende de las proporciones del barco. El Cetacean y sus primos son demasiado grandes. Es lo mejor si quieres que las cosas salgan bien. Estn preparadas para salir bien esta noche, seor? Claro. Papadakis alz la vista y contempl la luna. Llena. Vaya por Dios! Esta noche haba luz para dar y vender. Naturalmente, era un requisito indispensable. La migracin lo exiga. Los equipos trabajaran hasta el amanecer. Usted debe saberlo, seor, pero despus de medio ao de preparaciones, la cosa lo pone nervioso a uno. El barco dio un bandazo y el agua subi de nivel. Seor, ha entrado agua. Papadakis sonri y mir su reloj. Golpe la pipa contra un madero y el apagado tabaco cay al mar. Debe haber sido una ola, seor. No era ninguna ola, hijito dijo Papadakis, manosendose un botn de la chaqueta . Era aproximadamente un milln de toneladas de sardinas lanzadas como flechas hacia el sur y comiendo cosas que a nadie le gustara comer. Ech a andar y se dirigi al interior del puente, consultando su reloj. Preprate, hijo. Dentro de cinco minutos tendrs tu excitante experiencia y la noche ms atareada de tu vida. Y espera a que el banco mayor llegue aqu. Entonces ser mejor que te sujetes a algo seguro. El sol acariciaba los picos de la Sierra de San Pedro Mrtir. Josefa Flores caminaba lentamente hacia el viejo embarcadero. Pero algo sin duda haba ocurrido aquel atardecer, pues un montn de gente se apelotonaba alrededor del muelle, y sin ser turistas por cierto. El propietario del almacn estaba all, y tambin sus hermanas Juana y Mara, y muchos otros. Entonces alcanz a ver la Hermosa que lentamente se acercaba hacia uno de los costados del embarcadero. Vio cmo la vieja barcaza vena medio hundida, con el agua rozando la borda. Comenz a moverse ms rpidamente y, ya ms prxima a la orilla, divis a su abuelo que, rebosando orgullo, se mantena en pie sobre el pequeo puente, sonriendo de oreja a oreja, con el reflejo del sol sobre sus dientes. La barca estaba cargada de sardinas como ninguna otra lo estuviera en toda la historia de San Quintn. Abuelo, abuelo...! Las manos del viejo estaban cargadas de peces que mostraba a los que ocupaban el embarcadero, pero los ms cercanos advirtieron tambin lgrimas en sus ojos.

LA PEONZA DE TIEMPO
Vernor Vinge

La estacin de defensa situada en lo alto de las montaas Laguna haba sido alertada desde el amanecer. Pero el curso del da haba seguido su trayectoria sin que el menor suceso alterara la normalidad y ahora vease el negro manto de la noche caer sobre las encrespadas colinas. Un viento fresco y seco corra por entre los rboles, agitando los pinos que rodeaban las blindadas cpulas de la estacin defensiva. Ms arriba, entre las oscuras siluetas de los pinos, las estrellas haban aparecido, brillantes y mucho ms numerosas de lo que pudiera parecer a simple vista sobre el cielo de una ciudad. Hacia el oeste, configurando el oscuro Pacfico, una estrecha franja de verdeante amarillo era todo cuanto quedaba del moribundo da, y la ciudad era una minscula nota de luz ubicada en el ocano. Contemplada desde las montaas Laguna, a ochenta kilmetros tierra adentro, la ciudad semejaba un tapete surreal poblado de brillantes gemas, como un precioso tesoro que la estacin tuviera que defender. Este momento de calma y contemplacin sera el ltimo instante de tranquilidad que aquella tierra conocera durante muchos, muchos siglos. La vida en el bosque los pjaros dormidos en los rboles, las ardillas en sus madrigueras pareca carente de premonicin; pero en el interior de la estacin los hombres oteaban el espacio exterior, contemplando las pequeas manchas que surgan ms all del horizonte polar, prediciendo que el infierno estallara en aquel aparentemente tranquilo cielo y aquella apacible tierra justamente aquella noche. Sobre la superficie, las troneras comenzaron a abrirse, mostrando los lseres y ABM rastreando ahora la trayectoria del enemigo procedente del espacio. Los pjaros cantaban con nerviosismo, perturbados quiz por los movimientos suscitados bajo ellos, y una dbil luz roja pudo verse emerger desde los agujeros del suelo. Ms atrs de la estacin, los bosques todava estaran en calma y la majestuosidad de los pinos no aparecera perturbada. En el norte, tres nuevas estrellas brillaban en el cielo, tan brillantes que se dijera que un da blanquiazulado comenzaba a amanecer sobre el bosque. El resplandor de las nuevas estrellas comenz a variar hacia el naranja y el rojo, al tiempo que dejaban tras de s una estela de plido verde y prpura a travs del cielo. Aquella suerte de colores al pastel constituan el nico signo visible de la inmensa niebla de cargadas partculas que las explosiones haban dejado entre los radares del suelo y los misiles. Los hombres de la estacin mantuvieron su fuego. Las explosiones no les haban cegado del todo an tenan una incompleta visin de parte de la batalla espacial gracias a un sincronizado satlite, pero la distancia que los separaba de sus blancos era excesivamente grande. Hacia la zona del noroeste, nuevos minsculos astros hicieron aparicin, junto con nuevas andanadas de fuegos defensivos. La aurora preternatural se tenda ahora de horizonte a horizonte, y an las luces de la ciudad brillaban plcidamente con tanta o mayor belleza que antes del comienzo del fin. Ahora los radares de defensa podan localizar la seccin ms destacada del enemigo, situada fuera de la niebla ionosfrica que la haba camuflado. Pero ninguno de los inminentes misiles apuntaba hacia la ciudad del oeste, antes bien lo estaban haciendo contra la estacin de defensa y las bases ICBM en el desierto del este. Los defensores notaron esto pero no tenan tiempo para preguntarse por qu. Su propia destruccin sobrevino segundos antes de que la estacin pudiera actuar. La mayor estacin de lseres estall en un torbellino de llamas y los pinos y las colinas circundantes reflejaron el caos luminoso. El rayo de diez centmetros era una cinta de fuego de cien kilmetros de longitud que slo desapareca en el lmite de la atmsfera sensible, donde no haba ms aire para ser ionizado. Hubo un sonido, y fue el sonido de densas toneladas de aire que estaban siendo convertidas en plasma, produciendo rugidos que retumbaban en las distantes colinas para perderse luego en la lejana.

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Nada haba ahora que durmiera en el bosque. Y cuando el rayo desapareci, una estela de plido azul qued en el cielo, desvanecindose poco a poco hasta desaparecer. El primer blanco, cuando menos, haba sido destruido; el rayo haba sido tan poderoso que haba creado su propia aurora en miniatura mientras atravesaba la ionosfera, y el apndice de su extremo haba conformado una vaporizada diana. Entonces los otros lseres comenzaron a hacer fuego y el cielo viose enrejado por extraas luminosidades rojas. Las rfagas de ABM situadas en la falda de la colina contribuyeron con sus estruendos a este parcial apocalipsis. Los delgados proyectiles eran como insectos de metal lanzando estelas de fuego y humo. Su xito o su fracaso estaban determinados por sus escasos cinco segundos de poderosa luz, cinco segundos que bastaban para proyectarlos a una distancia mayor de treinta kilmetros. El espacio situado sobre las colinas se llenaba con nuevas estrellas brillantes y los ms frecuentes aunque menos espectaculares en su colorido destellos que indicaban los impactos afortunados de los lseres. Durante setenta y cinco segundos la batalla espacial sobre la estacin de defensa sigui su curso. En ese tiempo los hombres podan hacer poco, pero seguan controlando las mquinas: la defensa exiga reflejos listos al microsegundo y slo las mquinas podan asegurar tal velocidad. En aquellos setenta y cinco millones de microsegundos la estacin destruy docenas de misiles enemigos. Slo diez de las bombas arrojadas sobre ella pudieron atravesar la barrera; brillantes relmpagos azules indicaron el fin de las bases de ICBM en la zona este. Incluso aquellas diez bombas hubieran podido ser interceptadas si la estacin no hubiera retenido sus defensas en reserva, en espera de que ms pronto o ms tarde el ataque ms intenso cayera sobre la gran ciudad del oeste. Setenta y cinco segundos... y la ciudad que ellos esperaban proteger permaneca todava resplandeciente bajo el horizonte verdigualda. Y entonces, en medio del clido firmamento que era la ciudad, naci una nueva estrella. En sentido astronmico se trataba de una estrella bastante pequea; pero para s misma y para lo que permaneca a su alrededor era un horrible infierno de productos en fisin y fusin, neutrones y rayos X. En unos segundos la ciudad dej de latir, de respirar, de ser, y los defensores de las montaas comprendieron por qu todos los misiles enemigos haban apuntado a las instalaciones militares, comprendieron lo que estara sucediendo en las ms grandes ciudades de la zona, y comprendieron, por ltimo, cunto ms fcil haba sido para el enemigo deslizar sus bombas en el corazn de las capitales que malgastarlas en ejercicios balsticos. Desde el lugar donde estaba situado el yate espacial un milln de kilmetros sobre la eclptica de la Tierra y seis millones atrs en su rbita, el planeta madre era una esfera de mrmol azulenco, casi tan brillante como una luna llena y con un tamao cuatro veces mayor. La misma luna, un par de grados ms cercana al sol, brillaba dos veces ms que Venus. El resto de la bveda celeste pareca infinitamente lejana, como una amalgama de neblinas dispersas que anunciaran un mundo sin fin. Junto a la blanquiazulada luz solar, el yate espacial era una bala de plata de trescientos metros de longitud. Lo nico que destacaba sobre su casco era el escudo Imperial una corona escarlata y una estrella de cinco puntas situado en la proa. Contemplado desde el interior, una gran parte del casco apareca transparente. Arquendose por encima de la cubierta mayor, era tan claro y ntido como el aire nocturno del desierto; y los caballeros y las damas que asistan a la fiesta de cumpleaos del Prncipe podan ver el conjunto Tierra-Luna balancendose justo sobre el horizonte artificial creado por la interseccin de casco y cubierta. Pero la escena pasaba desapercibida para la mayora. Tan slo algunos de los eternos aburridos elevaban sus

miradas hacia el extrao cielo. Componan la decimoquinta generacin de una estirpe aristocrtica que contemplaba el entero universo como si se tratara de una deuda contrada con ellos. Su aburrimiento o su diversin hubieran sido exactamente los mismos de haber estado en la Luna o en la Riviera Haustralyana. Entre aquellos dos millones de toneladas de yate espacial, quiz nicamente cuatro o cinco personas eran plenamente conscientes de la vaciedad circundante. Vanja Biladze se mantena en el centro de la pequea cabina de control del yate espacial, sujetndose negligentemente con una mano a uno de los asideros adosados a la pared. Los tres hombres que componan su equipo estaban sentados observando el ordenador ubicado en los holoscopios. Biladze seal el dibujo blanco y gris que lentamente se insinuaba en la pantalla central. Tienes idea de lo que pueda ser, Boblanson? pregunt al quinto de los hombres que llenaban la cabina. El enano llamado Boblanson acababa de penetrar en la cabina, procedente de la cubierta, y todava se advertan en su rostro las seales del vino generoso. Sus torpes manos tantearon intentando sujetarse a los asideros de la pared, mientras su bamboleante cabeza intentaba ponerse en situacin de centrarse sobre la pantalla. Los tres hombres del equipo parecan tan intrigados por el espectculo del enano como por las curiosas seales que ondulaban en la pantalla. Los hombres eran nuevos en el yate Imperial y Biladze conjetur que nunca haban visto con anterioridad a un no-ciudadano. Aparte las Reservas, el nico sitio donde poda uno encontrrselos era en los zoolgicos del Emperador. Los chispeantes ojos de Boblanson contemplaron largo rato la pantalla. El ordenador haba lanzado unas cuantas observaciones sobre la imagen, sealando que el cono tena aproximadamente un metro de ancho y tal vez tres de largo. Indicaciones complementarias mostraban que el objeto estaba situado a ms de doscientos kilmetros de distancia. Las indicaciones complementarias tenan incluso la gentileza de ofrecer algunos detalles. El cono no tena lisa la superficie sino que tena cientos de delgadas estras que corran paralelas al eje. Haba tambin lo que deban ser paneles solares resaltando del cono. Cada quince segundos la base del objeto realizaba una rotacin, trazando un crculo uniforme. El enano mordisque sus labios con nerviosismo. Biladze estaba seguro de que si hubiera sido posible arrastrarse con servilismo en la particular gravitacin del yate, Boblanson lo hubiera hecho. Es extraordinario, Eminencia dijo. Un artefacto, estoy seguro. Uno de los hombres del equipo gir los ojos hacia l. Ya nos hemos dado cuenta, imbcil. La cuestin es si vale la pena molestar al Prncipe con eso. Hemos odo decir que t eras el experto en asuntos espaciales durante el perodo pre-Imperial. S, Eminencia respondi, agitando su cabeza con nfasis. Nac en la Reserva del Prncipe en Kalifornya. Durante siglos, los de mi tribu pasaron de padres a hijos los conocimientos del Gran Enemigo. Ms de una vez me envi el Prncipe a investigar en las ruinas de la Reserva. He aprendido casi todo lo del pasado. El otro comenz a abrir la boca ni por un momento iba a dudar en soltar la opinin que le mereca aquel payaso iletrado con pose de erudito arquelogo, pero Biladze cort antes de que pronunciara la primera palabra. El miembro del equipo era nuevo en la Corte, pero tamaa circunstancia no justificaba que se pusiera a insultar lo que haba sido fruto del deseo del Prncipe. Biladze saba que cada palabra pronunciada en la cabina de control era escuchada por los agentes del Comit de Seguridad, diseminados por todo el yate, y cada maniobra que el equipo ejecutara era analizada por los computadores del mismo Comit. Los Ciudadanos del Imperio eran utilizados como espas y pocos se daban cuenta de hasta qu punto se llevaba a cabo esta medida, slo comprendindolo

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medianamente cuando uno entraba en el Servicio Imperial. Djame volver a la pregunta de Kolja dijo. Como ya sabes, estamos recorriendo a la inversa la rbita terrestre. Dentro de poco, unas quince horas aproximadamente, si no nos detenemos a causa de ese cono, estaremos tan alejados que podremos interceptar objetos pertenecientes a las rbitas troyanas. Ahora bien, hay algunas razones para creer que al menos algunas de las sondas lanzadas en rbitas semejantes a la de la Tierra emergeran eventualmente cerca de los puntos troyanos de la Tierra... En efecto, Eminencia, ya haba considerado esa idea respondi Boblanson. De manera que tiene espritu despus de todo, pens Biladze con sorpresa; quiz el enano saba que ms de una vez los bufones reales haban obtenido mejor posicin que cualquier Ciudadano Imperial. Y la educacin del fulano, obviamente, iba mucho ms all que las paparruchadas que la tribu se pasaba de generacin en generacin. La idea de buscar artefactos cerca de los puntos troyanos era sin duda inteligente, pens Biladze, conjeturando que cualquier anlisis meticuloso mostrara lo intil del intento, por lo menos por dos razones distintas. Pero el Prncipe raramente se molestaba con anlisis meticulosos. En cualquier caso continu Vanja Biladze, algo encontraremos, aunque en ninguna parte prxima a nuestro lugar de destino. Quiz el Prncipe no quiera interesarse. Despus de todo, la razn primordial que ha guiado esta excursin es la celebracin de su cumpleaos. No estamos seguros de que el Emperador, el Prncipe y cuanta gente los rodea se sientan muy felices de ser interrumpidos con este asunto. Pero sabemos que gozas de la consulta privada del Prncipe cuando se ocupa de su coleccin de sondas espaciales pre-Imperiales. Esperamos... Esperamos que le largues el cable que te estamos soltando, compaero, pens Biladze. Su predecesor en la tarea haba sido ejecutado por el Prncipe cuando ste era un adolescente. Su crimen: interrumpir al muchachito durante la cena. Por milsima vez Biladze dese encontrarse en su vieja flota (donde las investigaciones eran disfrazadas de maniobras), incluso de regreso en la Tierra, en cualquier laboratorio en Grusya. Cuando fue nombrado Ciudadano se traslad a los centros del poder, el mayor del inmenso manicomio en que el universo se haba convertido. Comprendo, Eminencia dijo Boblanson. Ech una nueva mirada a la pantalla y volvi a Biladze: Y yo le aseguro que al Prncipe no le gustara que esto se pasara por alto. Su coleccin es inmensa, ya lo sabe su Eminencia. Naturalmente, all estn todas las sondas lanzadas a los territorios lunares. Fueron ms bien fciles de encontrar, gracias a los mapas de la flota espacial, donde estaba su Eminencia. Incluso posee un par de sondas marcianas, una lanzada por la Repblica y la otra por el Gran Enemigo. Y los satlites supervivientes de la Tierra tambin fueron fciles de encontrar. Pero las del sol y otros planetas... stas s que son difciles de recuperar, hasta que se mueran de prisa y con el tiempo acaben asocindose con algn cuerpo celeste que vaya errante por el espacio. En toda su coleccin no tiene ms que dos sondas solares, y ambas fueron lanzadas por la Repblica. Pero nunca he visto nada como eso dijo sealando el blanco cono de la pantalla. Incluso si fue lanzado en los das de la Repblica podra constituir un hallazgo. Pero si se tratara de una sonda del Gran Enemigo, no dude su Eminencia de que se convertira en la adquisicin favorita del Prncipe. Boblanson baj el volumen de su voz. Aunque, francamente, no creo que ese artefacto volador fuera lanzado ni por la Repblica ni por el Gran Enemigo. Qu graznaron estruendosamente cuatro gargantas simultneamente. El enano todava pareca estar un poco nervioso y molesto, pero por vez primera le atribuy Biladze cualidades seductoras. El tipo, al parecer, se estaba haciendo el interesante. Su sentido de la astucia pareca comenzar a aflorar. Despus de todo, haba sido desarraigado de una tierra desolada y no exenta de veneno, y hasta el momento de ingresar en el Servicio Imperial haba sido aparentemente utilizado en la exploracin de

las ruinas radioactivas de las ciudades del Gran Enemigo. Incluso despus de aquel exceso fsico su cerebro era poderoso todava, hbil en la persuasin. Biladze se pregunt si el Emperador se haba dado cuenta de que aquel juguete de su hijo era cinco veces ms adulto que el Prncipe. S, debe de ser fantstico dijo Boblanson. La humanidad nunca ha encontrado evidencias de vida, descontando la vida sin inteligencia, en ningn lugar del universo. Pero yo s... yo s que la flota espacial capt seales del espacio interestelar. La posibilidad sigue en pie. Y ese objeto es tan extrao. Por ejemplo, no hay muestras en su casco del menor equipo de comunicaciones. Ya s que los del Imperio no usis antenas exteriores... pero en el tiempo de la Repblica todas las fuerzas areas las usaban. Adems, no tiene paneles solares, aunque quiz el artefacto posea un suministro de poder isotpico. Pero lo ms extrao de todo son esas estras a lo largo del casco. Esos surcos son los que uno atribuira a un meteorito o una sonda espacial... despus de haber atravesado una atmsfera planetaria. No hace falta mucha explicacin para advertir que se trata de un casco erosionado en el espacio interplanetario. Lo que, ciertamente, decide la cuestin, pens Biladze. Todo lo que el no-Ciudadano haba dicho estaba registrado en alguna cinta ubicada Dios sabra dnde, de modo que si luego se descubra que Vanja Biladze haba dejado escapar una oportunidad de engrosar la coleccin del Prncipe con un artefacto extraterrestre, tal vez se impusiera la necesidad de buscar un nuevo piloto para el yate Imperial. Kolja, acrcate al teletipo y comunica al Lord Chambeln lo que Boblanson ha descubierto aqu. Quiz estas palabras lo protegieran a l y al equipo si el rotante cono gris no lograba interesar al Prncipe. Kolja comenz a teclear en el teletipo especial de circuito cerrado. En teora, un Ciudadano poda hablar directamente con el Lord Chambeln, dado que este oficial se haba convertido en un puente que enlazaba a la Corte Imperial con el resto de los servidores. De hecho, sin embargo, el protocolo exigido para hablar con cualquiera de los miembros de la aristocracia era tan complicado que era preferible salvarlo dirigindose al hombre elegido por escrito. Ms an, el registro por escrito poda respaldarlo a uno ms tarde si se daba el caso de que el alto personaje fuera un burcrata empedernido. Biladze ley cuidadosamente el mensaje mientras ste iba apareciendo en la pantalla del teletipo, y luego indic a Kolja que lo enviara. La palabra RECIBIDO relampague en la pantalla. Ahora, el mensaje estaba archivado en el gabinete de recepcin del Chambeln, situado en la cubierta mayor. Cuando su turno llegara, el mensaje aparecera en la pantalla del gabinete de recepcin y si el Lord Chambeln no estaba demasiado ocupado con las minucias cotidianas, habra alguna respuesta. Vanja Biladze intent relajarse. Incluso sin la retrica palaciega de Boblanson hubiera dado un brazo y una pierna para que se acabara cuanto antes la cuestin. Pero tena la suficiente experiencia y la suficiente precaucin para sentirse afectado por tales espectculos. Biladze haba pasado tres dcadas en la flota espacial, tan enfrascado en su trabajo durante todo ese tiempo, tan alejado del sistema Luna-Tierra y de la suasoria presencia del Comit de Seguridad, que el mundo vernculo poda muy bien no existir. Entonces el Emperador comenz a fastidiar a la flota, ordenando que regresara al espacio jurisdiccional de la Tierra, a fin de someterse a la misma legislacin que el resto de los Ciudadanos. As, como la distancia mxima entre los puntos extremos del sistema solar era salvada en cuestin de horas, el nuevo sistema de control fue puesto en prctica. Para muchos oficiales, el cambio haba resultado fatal. Haban crecido en el espacio, lejos del Imperio, y haban olvidado o quiz nunca lo aprendieron cmo enmascarar sus sentimientos y comportarse con la humildad apropiada. Pero Biladze lo recordaba muy bien. Haba nacido en Sujum, en Grusya, un lugar favorito de la nobleza. Por todas las perfecciones de las blancas y cegadoras playas de Sujum, por sus parques adornados con palmeras, haba sido elegido como patbulo de los Ciudadanos revoltosos. Y cuando

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se traslad ms hacia el este, a Tiflis y sus escuelas tcnicas, la vida no fue menos precaria. En Tiflis haba tenido lugar la aparicin de algunos focos subversivos, cuya intensidad se incrementaba ms en el seno del Comit de Seguridad que en los lugares reales. Si todas estas cosas haban sido al cabo las experiencias acumuladas sobre la Tierra, tanto Biladze como sus compaeros deban haber olvidado cmo coexistir con el Comit de Seguridad. Pero en Tiflis, en la primavera del ltimo ao que pas en el Instituto Hidromecnico, Biladze tropez con Klasa. La magnfica y hermosa Klasa. Estaba graduada en arquitectura heroica, uno de los escasos campos de investigacin tcnica que el Emperador haba permitido en la Tierra. (Aunque estatuas como la que cerraba el estrecho de Gibraltar no hubieran sido posibles sin las tcnicas descubiertas por los predecesores de Klasa.) As, mientras sus compaeros preferan mantenerse en el espacio el mayor tiempo posible, Vanja Biladze haba regresado a Tiflis, a Klasa, una y otra vez. Y nunca olvid cmo sobrevivir en el sistema Imperial. Bruscamente, la atencin de Biladze regres a la cabina de control, de blancas paredes. Boblanson lo contemplaba con una mirada penetrante, como si estuviera forjndose alguna decisiva opinin de l. Por un largo rato, Biladze le sostuvo la mirada. Haba visto apenas cuatro o cinco noCiudadanos en carne y hueso, en el curso de los trece o catorce meses que llevaba de piloto en el yate Imperial. Las criaturas parecan estar atrofiadas, como desprovistas de raciocinio... simples fenmenos que se conservaban para la diversin de los nobles que tenan acceso a las vastas Reservas Amerikanas. Pero Boblanson era el nico de todos cuantos haba visto que manifestara inteligencia. Aun hoy, le costaba trabajo creer que el antepasado de hombre tan frgil haba sido el Gran Enemigo, que haba luchado con la Repblica por el control de la Tierra. Muy poco se saba de aquellos tiempos, y Biladze nunca se haba sentido con nimo suficiente para emprender el estudio de la poca; pero tena nocin de que el Enemigo haba sido inteligente y dotado de recursos, que nunca haba sido completamente derrotado hasta que lanz un ataque furtivo contra la Repblica. La Repblica sobrevivi al ataque, y luego se lanz colosalmente contra las ciudades del Enemigo, incendi sus bosques y convirti su continente en una vasta tierra radiactiva. Despus de cinco siglos, los nicos que habitaron las ruinas fueron los piadosos no-Ciudadanos, las postreras vctimas de sus propios antepasados, tan dados a la traicin. Y la victoriosa Repblica se haba convertido en el Imperio del mundo. Esta era la historia, a fin de cuentas. Biladze poda dudar o no creer alguna que otra parte de la misma, pero s saba que Boblanson era de los ltimos descendientes de quienes se haban opuesto a la formacin del Imperio. Vanja se pregunt qu versin de la historia haban transmitido los aos a Boblanson. An no haban recibido respuesta en el teletipo. Aparentemente, el Lord Chambeln estaba demasiado ocupado para molestarse. Eres de la Reserva Kalifornyana? pregunt a Boblanson. S, Eminencia dijo, asintiendo con la cabeza. Naturalmente nunca he estado all, pero he visto bastantes Reservas desde una rbita baja. Kalifornya es el terreno ms terrible de todos ellos, no? Biladze estaba quebrantando uno de los principales requisitos para la supervivencia en el Imperio: estaba siendo curioso. Ese haba constituido siempre el peor de los peligros, pero Biladze se reconcili con su experiencia aduciendo que lo estaba haciendo por razones de salud. Nada haba que realmente pudiera considerarse secreto en torno a los no-Ciudadanos... tan slo se trataba de una minora que viva en reas demasiado desoladas para ser habitadas. El Emperador se haba preocupado de conservar aquellas miserables criaturas, como si con aquel gesto amonestara a sus Ciudadanos: He aqu lo que suele ocurrir a mis oponentes. Ciertamente, no haba ningn peligro hablando con el enano, siempre que en el curso de

la conversacin se cuidara de mencionar el gran defecto del Enemigo y su ya tradicional alevosa. Boblanson hizo otra de sus enfticas reverencias. S, Eminencia. Y siento profundamente que algunos infames antepasados de mi pueblo procedieran del sur de Kalifornya. Y es mayor mi pesar por el hecho de que mi tribu en particular provey los elementos subhumanos que dirigieron el ataque contra la Repblica. Muchas noches, sentados en torno a nuestros fuegos de campaa en la poca en que an haba madera para proporcionarnos fuego, los ms ancianos nos relataban leyendas. Ahora comprendo sus alegoras y s que se estaban refiriendo a misiles dirigidos a reaccin y rayos lser. Sin duda eran los modelos que hoy han permitido las armas standard del Imperio, pero sin duda eran las mejores que haba en aquel tiempo. Lo nico que puedo decir de los antepasados de su Eminencia es que agradezco que su valenta haya hecho perdurar la Repblica y la justicia. Todava me siento avergonzado y los vestidos que ahora llevo son un castigo por haber tenido tales antepasados... una especie de rplica del uniforme de las condenadas criaturas que provocaron el Conflicto Final. Palp sus vestiduras de materia azul y por primera vez pareci que Biladze las adverta. No es que tuviera nada especial el uniforme de Boblanson. Ms bien, con aquellas tiras plateadas sobre los hombros, era ridculo. Con la gravedad a cero gramos que imperaba en la cabina de control, los pantalones se le suban mostrando sus delgadas piernas. Antes, Biladze no haba considerado del todo la cuestin de los ridculos y obscenos vestidos que la familia Imperial haba decretado usaran las criaturas de sus zoolgicos particulares, pero ahora pudo vislumbrar que el sadismo iba ms lejos. Deba divertir sin duda enormemente al Prncipe el vestir a este espantapjaros como uno de los enemigos, humillndolo y rebajndolo de aquella forma. La familia Imperial nunca haba olvidado a sus contrarios y nunca los olvidara por muy lejos que se encontraran, tanto en el tiempo como en el espacio. Entonces mir a los ojos al enano y descubri de sbito que slo haba visto una parte del asunto. No dudaba que el Prncipe haba ordenado a Boblanson que vistiera aquel uniforme, pero de hecho el nico que se diverta con aquello si es que haba lugar para el humor tras aquellos ojos de azul plido era justamente el no-Ciudadano. Incluso era posible, pens Biladze, que el propio enano convenciera al Prncipe para que le ordenara vestir de aquella manera. As, so pretexto de la humillacin, Boblanson, descendiente del Gran Enemigo, vesta el uniforme de sus antepasados en medio de la Corte del Emperador. Biladze estuvo considerando un rato para s mismo y por primera vez dio un poco de crdito a los mitos y bulos que corran acerca de la sutileza del Enemigo, su habilidad para engaar y traicionar. Aquel hombre recordaba todo cuanto ocurriera en aquellos lejanos tiempos... y con mucha mayor saa que cualquiera de los miembros de la familia Imperial. La palabra RECIBIDO se desvaneci de la pantalla y en su lugar apareci el alegre rostro del Lord Chambeln. El equipo inclin la cabeza levemente e intent componer un poco su apariencia. Al Chambeln le gustaba comunicarse por escrito, de manera que aparentemente el mensaje cuando acapar su atencin fue de su agrado. Piloto Biladze, su desviacin del plan de vuelo est perfectamente justificada, en tanto que se ha servido de las funciones de la mascota del Prncipe. Rostov transmiti estas palabras. Biladze esper que el criticismo implcito del viejo Rostov no fuera slo una cuestin de frmula. El Lord Chambeln no poda permitirse el lujo de ser tan inconstante como la mayora de los nobles, pero era un hombre difcil, vido de cumplir los deseos de sus patronos hasta en la cosa ms nimia. Tiene usted que enviarnos aqu la criatura Boblanson. Debe mantener la actual posicin del objeto no identificado. Mantendr este circuito abierto, de manera que usted pueda responder directamente a los deseos del Emperador. Desapareci de la pantalla, terminando la conversacin tan

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abruptamente como si se hubiera estado dirigiendo a un ordenador. Al menos, Biladze y su equipo se haban quitado de encima la responsabilidad con una solucin a tono con las exigencias. Biladze apret el botn de ESCOTILLA ABIERTA y la guardia de Boblanson penetr en la cabina. Debe ser conducido a la cubierta mayor dijo Biladze. Boblanson mir rpidamente a la pantalla ms grande, al enigma que todava apareca rotando en aquel lugar, y luego dej que sus guardianes lo sujetaran con una cadena de adorno, conducindolo hacia el pasillo. La escotilla se cerr tras el tro, y el grupo volvi a la imagen hologrfica que se dibujaba por encima del teletipo. La cmara indicaba que la figura no se haba movido. El casco del gordo Rostov no era tan ancho que bloqueara su visin, de manera que an podra ver bastante. El yate era un regalo que el Emperador haba hecho al Prncipe para su dcimo cumpleaos. Como cualquier ddiva Imperial, era inmenso. La cubierta mayor con su techado de cristal abierto a los cielos superiores tena capacidad aproximadamente para dos mil personas. Al menos esa era la cantidad que haba subido a bordo para celebrar el decimoctavo cumpleaos del Prncipe con una fiesta de veinte largas horas. Muchos de aquellos caballeros y damas vestan de rojo, en tanto otros llevaban ropas de diversos colores, transparentes o no del todo. La desnudez calculada no tena ningn lmite para las mujeres. Las luces de la cubierta mayor haban sido apagadas para permitir que slo las estrellas (cuya luz penetraba por el techo) sirvieran de iluminacin. Una cretinez como tantas otras que suelen amenizas las fiestas. Pero tambin como un deseo de indicar que aquella gente era la elegida para gobernar sobre todos los mundos visibles... Dispersos entre el gento, pudo ver los uniformes gris-castao de los bandejeros, haciendo funcionar una cultura que se reservara a la mquinas. Los sirvientes iban de un lado para otro, eternamente atentos a cumplir cualquier deseo, eternamente abyectos en su sentido de la sumisin. Sumisin que floreca para gloria y honor de los espas del Comit de Seguridad, mientras que muchos contertulios acostumbraban a ir tan lejos en el consumo de drogas que no llamaban su atencin a menos que alguno les escupiera en un ojo. An faltaba un poco para ser una perfecta orga. Biladze ri para sus adentros. Nada nuevo... la orga era a lo sumo un poco ms grande que lo usual. Entonces las figuras de Boblanson y sus guardianes aparecieron por el lado derecho de la pantalla del holoscopio. Los dos Ciudadanos caminaban cuidadosa y respetuosamente, los hombros cados, la mirada en el suelo. Boblanson pareca conducirse a s mismo en ver de ser conducido; pronto not Biladze que los ojos del enano iban de izquierda a derecha observando cuanto ocurra a su alrededor. Era asombroso. Ningn Ciudadano se arriesgara a caminar con tal arrogancia. Pero Boblanson no era un Ciudadano. Era un animal, una mascota. Uno puede matar a un animal si ste resulta molesto, pero no puede observar en sociedad la conducta de un animal. Ni siquiera los del Comit de Seguridad lo tomaron en cuenta, limitndose a realizar una inspeccin superficial. Mientras las figuras caminaban hacia la izquierda, Biladze se inclin hacia la derecha para seguirlas en el holoscopio, y entonces vio al Emperador y su hijo. Pasa III estaba sentado en su trono mvil, vistiendo lo que pareca una cascada de escarlata y joyas. El rostro de Pasa era macilento, asctico. En otro tiempo este hombre hubiera debido crear un imperio en lugar de haberlo heredado. Como fuere, Pasa haba consolidado la autocracia, tomando control de todas las funciones del estado incluso y especialmente las de investigacin y lanzndose a la tarea de encarnarlas. Slo en una cosa poda considerarse blando a Pasa: su hijo tena hoy exactamente dieciocho aos y ya haba consumido los recursos y los placeres de mil muchachos juntos. Sasa X, vistiendo un rojo manto con incrustaciones de diamante, estaba de pie

junto al trono de su padre. La morena que se inclinaba contra l tena una figura increblemente delicada, incluso la principesca mano que la rodeaba la trataba como si estuviera acariciando una delicada flor. Los guardianes se postraron ante el trono y fueron advertidos por el Emperador. Biladze mascull una maldicin El maldito micrfono no recoga sus palabras! Cmo poda saber lo que Pasa y su hijo queran si no se enteraba de nada? Todo cuanto oa era msica y risas, adems de un par de conversaciones indecentes sostenidas junto al micrfono. Este era el tipo de asuntos que convertan al Piloto del Yate Abanderado en un hombre de corta existencia, no importando cuan sigiloso fuera. Uno del equipo maniobr con los mandos de la pantalla pero nada pudo obtener. De modo que veran y oiran lo que la gracia del Lord Chambeln tuviera a bien concederles. Biladze se inclin hacia la pantalla y trat de captar entre el ruido general de la reunin las palabras que se cruzaran entre Boblanson y el Prncipe. Los dos guardianes todava estaban postrados a los pies de Pasa. No haban obtenido permiso para levantarse. Boblanson se mantuvo en pie, aunque su postura evidenciaba timidez. Los sirvientes hicieron aparicin distribuyendo bebidas y caramelos especiales. El Emperador y su hijo parecan no advertir lo que ocurra a su alrededor. Era extrao ver cmo dos personas podan elevarse tanto sobre la chusma comn. Y todo arrastraba consigo los viejos recuerdos. Haba sido durante el ltimo verano en Tiflis cuando encontrara a Klasa y la libertad de la Flota Espacial. Muchas veces, en el curso de aquel verano, l y Klasa se haban adentrado en el Kukaso para pasar la tarde rodeados de rboles. All podan hablar de ellos mismos, de sus opiniones, aunque ms bien con timidez, dado que el miedo a ser odos se mantena siempre presente. Pero all nadie poda orles. (O al menos as lo crean. Aos ms tarde, Biladze se dio cuenta del terrible error que cometieron, ya que slo gracias a un milagro no fueron descubiertos.) En el curso de aquellas excursiones, Klasa le habl de cosas que nunca iban ms all de lo que ocurra en sus clases. Los estudiantes de arquitectura haban tratado las viejas formas y el significado de las inscripciones que se encontraban en ellas. De modo que Klasa era una de las pocas personas en todo el Imperio que tena conocimientos de historia y lengua arcaicas, aunque indirecta y fragmentariamente. El conocimiento era peligroso, incluso fascinante en muchos aspectos: En los das de la Repblica, le deca Klasa, la palabra emperador tena un significado aproximado a primado, esto es, un hombre elegido justo como en algunos puestos aislados de la Flota Espacial los hombres elegan un representante que manejara asuntos generales. Era una asombrosa evolucin la que iba desde una representacin a una dictadura cubierta de oro. Biladze se preguntaba a menudo por los significados y verdades que haban sido cambiados por el tiempo y por los hombres que sola observar a travs de la pantalla holoscpica. ...Padre. Creo que puede ser exactamente lo que mi criatura dice. La audicin regres abruptamente mientras la pantalla enfocaba al Prncipe y a su padre. Aparentemente, Rostov haba descubierto el fallo del micrfono. El Chambeln tena tanto que perder como Biladze si los deseos del Emperador no eran prontamente satisfechos. Biladze se apresur a registrar la conversacin. La voz de Sasa estaba subida de tono y denotaba animacin: No te dije que esto era digno de atencin, Padre? Ahora tenemos oportunidad de ir tras algo nuevo, quiz de algo procedente de ms all del Sistema Solar. Ser la pieza ms importante de mi coleccin. Oh, Padre, debemos atraparlo. Su voz tartamude. Pasa gesticul y dijo algo sobre los entretenimientos estriles de Sasa. Entonces, como casi siempre haca, cumpli los deseos de su hijo. De acuerdo, de acuerdo, atrapa ese maldito objeto. Espero que sea al menos la mitad de interesante que aqu tu criatura y seal con la mano a Boblanson dice que es. El no-Ciudadano se estremeci dentro d su uniforme azul y su voz se convirti en una

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splica: Oh, querida Sublime Majestad, este humilde animal promete con todo su corazn que ese artefacto se adecua perfectamente a todas las grandezas de vuestro Imperio. Aun antes de que Boblanson enunciara su aduladora promesa, Biladze ya se haba vuelto hacia sus hombres. Venga. A cazar el objeto. Mientras uno de los hombres ocupaba el panel de control, Biladze se dirigi a Kolja: Lo atraparemos como se atrapan los mariscos despus de la marea alta. Una vez estemos junto al objeto, quiero observarlo concienzudamente. Recuerdo haber ledo en algn lugar que los Antiguos usaban jets para la traccin... nunca pescaban en la direccin que seguan. Puede haber algo enrarecido en los depsitos de combustible despus de tanto tiempo. No quiero que haya ninguna explosin a bordo. De acuerdo asinti Kolja, volviendo a su propio panel. Biladze mantuvo un odo atento a lo que se deca en la cubierta mayor, lo justo para el caso de que alguien cambiara de opinin. Pero la conversacin general haba derivado desde lo relativo al descubrimiento hasta la coleccin de satlites del Prncipe. La figura azulada de Boblanson estaba todava de pie ante el trono, introduciendo en todo momento algn que otro comentario en medio de las descripciones de Sasa. Vanja se separ de la pared para inspeccionar el programa que su compaero haba redactado. El yate estaba bien equipado y poda fcilmente obtener aceleraciones de mil veces la fuerza de gravedad. Pero su objetivo estaba apenas a dos centenares de kilmetros, y despus de salvar esta distancia procedera a aproximarse ms lentamente. Biladze puls el botn de PROGRAMA INICIADO y la respuesta del yate mostr que se estaban desplazando hacia el artefacto a una velocidad de dos veces la fuerza gravitatoria. Llegar les tomara aproximadamente doscientos segundos, lo que transcurrira antes de que la atencin de Sasa regresara a su ltimo capricho. Ciento veinte segundos para el contacto. Por primera vez desde que, diez minutos antes, llamara a Boblanson a la cabina de control, Biladze poda saborear el espectculo l solo. El cono era evidentemente un mecanismo; era demasiado regular para ser cualquier otra cosa. Todava dudaba de que tuviera origen extraterrestre, no importndole lo que Boblanson pensara. Su rbita tena el mismo perodo y excentricidad que la Tierra, y se encontraba a no menos de siete millones de kilmetros de Tierra-Luna. rbitas como esa no eran estables tras largos perodos de tiempo. Eventualmente, un objeto tal acababa capturado por TierraLuna o perturbado en una rbita excntrica. El cono no poda ser ms viejo que la exploracin espacial hecha por el hombre. Biladze se pregunt cunto sacara en limpio si trazara la rbita hipottica que haba seguido el objeto, con alguna clase de anlisis dinmico. Probablemente no mucho. La nica diferencia entre su rbita y la de la Tierra consista en la inclinacin: aproximadamente tres grados: lo que deba significar que haba sido lanzado desde la Tierra apenas a una velocidad mayor que la de cualquier lanzamiento, a lo largo de una asntota inicialmente apuntando al norte. Ahora bien, qu inconcebible utilidad poda tener semejante trayectoria? Noventa segundos para el contacto. La imagen del cono era ms clara ahora. Observando las estras del casco, pudo ver que la superficie estaba helada. Lo que a todas luces evidenciaba que haba atravesado la atmsfera de algn planeta. Biladze haba observado esos efectos una o dos veces, y se produca cuando, al entrar en una atmsfera, se proceda a reducir la aceleracin. Biladze poda suponer perfectamente que los Antiguos, dependiendo de cohetes para la propulsin, haban utilizado frenos aerodinmicos para ahorrar combustible. Quiz, pues, se trataba de una sonda espacial que haba entrado de regreso en la atmsfera de la Tierra, pero slo tangencialmente y con fuerza suficiente para ser repelida nuevamente al espacio, siendo sin duda considerada por los Antiguos como una sonda fracasada. Pero esto no acababa de

explicar su forma estrecha y acabada en punta. Un buen freno aerodinmico deba ser romo. Pero aquella punta pareca estar expresamente hecha para reducir al mnimo las posibilidades de frenaje. Sesenta segundos para el contacto. Ahora poda ver que el negro agujero de su base era una cavidad utilizable como salida para cualquier jet a reaccin, lo que probaba que se trataba de una sonda lanzada desde la Tierra antes del Conflicto Final. Biladze mir al holoscopio situado sobre el teletipo. El Emperador y su hijo parecan completamente absortos con lo que estaban viendo en la pantalla colocada delante del trono. Tras ellos estaba Boblanson, con los ojos fijos en las imgenes de la pantalla. Pareca incluso ms extrao que antes. Sus mandbulas estaban contradas y un peridico tic relampagueaba sobre su rostro. Biladze regres a la pantalla mayor; el enano saba mucho ms, sin duda, de cuanto haba revelado acerca del misterioso cono. Si l lo haba notado, de seguro que el Comit de Seguridad lo haba advertido tambin. Treinta segundos. Cul era el secreto de Boblanson? Biladze prob a conectar el odio ancestral que haba visto en Boblanson con lo que l o ellos saba sobre el rotante cono blanco: haba sido lanzado por la poca del Conflicto Final, en una trayectoria que deba apuntar hacia el norte. Pero el objeto no haba sido considerado como una sonda espacial desde el momento en que su velocidad aument cuando se encontraba an en la atmsfera terrestre. Ningn vehculo poda moverse tan rpido en el interior de la atmsfera... ...salvo que se tratara de un arma. El pensamiento le asalt con una punzada en la boca del estmago. El Conflicto Final se haba mantenido con cohetes explosivos e incendiarios ms all del Polo Norte. Una posible defensa contra tales armas poda haber sido el uso de misiles antimisiles de alta velocidad. Si uno de ellos fallaba su blanco, poda muy bien escapar a Tierra-Luna realizar su rbita en torno al sol... Siempre mortalmente cargado, siempre esperando. Entonces, por qu los instrumentos no haban detectado la presencia de una bomba? La pregunta hizo que casi desechara toda la hiptesis, hasta que record que bastantes explosiones poderosas podan ser producidas por la fusin y la fisin nuclear. Slo los fsicos saban del asunto, pues ninguna bomba es ms fcil de construir una vez se est en el secreto. Pero, conocan los Antiguos el secreto? Biladze se cruz de brazos, sujetndose a los asideros murales con los pies. En alguna parte de s mismo, una voz gritaba: Aproximacin interrumpida, aproximacin interrumpida! Pero si estaba en lo cierto y la bomba todava funcionaba, entonces el Emperador y buena parte de la nobleza seran borrados de la faz del universo. Era una oportunidad que ningn hombre, ningn grupo, haba tenido desde los das del Conflicto Final. Pero no vale la pena morir por eso!, gritaba la dbil, exasperada voz. Biladze mir a los znganos hedonistas que se vean en la pantalla holoscpica, cuya nica habilidad consista en manejar los aparatos de seguridad que mantenan tiranizados y apresados a los hombres y las ideas de los hombres. Con la cada del Emperador y los cerebros del Comit de Seguridad, el poder poltico sera tomado por los tcnicos, Ciudadanos ordinarios de Tiflis, Luna City o Eastguard. Biladze no se haca ilusiones: la gente ordinaria y corriente tena su propia reserva de villanas. Habra conflictos, quiz una guerra civil. Pero al final los hombres seran libres de ir a las estrellas, a donde ningn tirano de la Tierra pudiera ordenarles regresar. Detrs del Emperador y de los nobles, Boblanson haba abandonado su nerviosismo. Una expresin de triunfo y odio se haba aposentado en su rostro, y Biladze record que haba dicho que el artefacto se adecuaba perfectamente a todas las grandezas del Imperio. Y as, tras tantos siglos, su pueblo sera vengado, pens Biladze. Como venganza era, ciertamente, lo necesario. Vanja Biladze flotaba levemente en la cabina de control,

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desprovisto de emociones, sin hacer el menor esfuerzo para detener la aproximacin del yate al rotante cono. Tena miedo. Una mera venganza no poda pagarse a este precio. Pero quiz el futuro s. El yate estaba ahora aproximadamente a dos mil metros del objeto. Ocup toda la pantalla, como si estuviera girando justo al otro lado del casco del yate. Los instrumentos de Biladze registraron huellas de una leve radiactividad en la direccin del objeto. Adis, Klasa. A una distancia de siete millones de kilmetros de la Tierra, una nueva estrella hizo aparicin. En sentido astronmico era una estrella pequea, pero para s misma y. lo que haba en torno a ella era un infierno plasmtico de productos en fusin y fisin, neutrones y rayos gamma.

MR. HAMADRIADA
R. A. Lafferty
1 Durante algn tiempo haba persistido la sensacin de que un inmediato cambio iba a cernirse sobre el globo terrqueo, de que una gran conmocin iba a reemplazar cuanto de casquivano, irascible e ineficiente haba en el mundo por algo fro, fatigosamente ordenado, inconmensurablemente cruel, suave, sinuoso, felino, demonaco en suma. Pero la inmediatez, la realidad de tal cambio, no se me vino encima hasta mi primer encuentro con Mr. Hamadrada. (Me dedico al transporte de cocos y resulta una necesidad de segundo orden que tenga la fortuna de encontrarse con personas como Hamadrada.) Creo sinceramente que Mr. Hamadrada era la persona ms singular de cuantas haba visto en toda mi vida. Me llam la atencin por vez primera en el Club de la Tercera Catarata, en Dangola, donde, por cierto, se renen caballeros bastante exticos. Pero cuando uno arquea una ceja ante alguien, es que ese alguien es realmente extrao. Algo haba llamado mi atencin en el Club. En el corredor de tierra haba odo un doble juego de pasos, claramente definidos: el primer juego corresponda a una persona de pies planos que calzaba botas de blanda piel de cabra; el otro, indicaba la presencia de una persona descalza. Sin embargo, este ltimo juego de pasos estaba ligeramente alterado, como por una especie de pisada doble. Slo una persona haba entrado en el Club y sin duda se trataba de la que tena los pies planos y botas de piel. Un Stony Giant dijo el individuo a Ukali, el camarero. Y lo de siempre para comer. Muy bien, Mr. Hamadrada respondi Ukali, y se puso a preparar el Stony Giant. Al hablar, la voz de Hamadrada haba sonado como una especie de ladrido, algo as como un chillido en sordina, aunque no del todo desagradable. El Stony Giant (gigante ptreo) era una generosa bebida local. Consista en una inmensa copa llena de vino de palma rociado con polvo de piedras salinas de la regin. Contena un huevo de cigea triturado junto con la cscara, que quedaba flotando; en el lquido. Ukali aadi todava un fuerte tnico en polvo al final. El Stony Giant es una especialidad del Club de la Tercera Catarata y es casi imposible de encontrar en cualquier otra parte del mundo. Hamadrada tena una nariz excesivamente larga. Tanto, que aquello bastaba para ponerlo en un lugar aparte en el mundo, quisiera l o no. Su mirada, una vez desembarazada del recorrido de la nariz y fijada sobre el objeto que deseaba contemplar,

recorra sin duda la mitad del alcance que una visin normal posea. Hamadrada tena ojos oscuros que nunca parecan mantenerse fijos sobre la persona a quien miraban; por el contrario, se dijera que la mirada siempre estaba situada unos cuantos centmetros ms all de esa persona. Hamadrada me estaba lanzando esa mirada. Luego sonri agradablemente al punto situado varios centmetros detrs de m. Su cabeza estaba completamente cubierta de pelo, aunque crecido o cortado de una manera irregular. Su estatura era ms bien escasa, pese a lo cual tena tendencia a permanecer inclinado. Su apariencia era la de un hombre vivaz y de rpidos movimientos. Su boca, situada en algn lugar bajo la inmensa nariz, mostraba un pliegue de seriedad. En resumen, pareca un tipo agradable: y, realmente, una extravagante aparicin incapaz de ser herida en lo que la haca extravagante. Ukali acab de preparar el Stone Giant y lo sirvi a Hamadrada. El ruido de pies descalzos volvi a orse por el corredor, arriba y abajo, pero nadie entr. Hamadrada haba pagado la bebida con una moneda somal de oro. Ukali no le devolvi y vi cmo haca un gesto en el aire. Con aquella moneda de oro Hamadrada haba pagado sus consumiciones en el Club por lo menos para una semana. Entonces fue cuando aquel hombre tan extrao se me acerc y se sent junto a m. Todo lo explican con palabras inspidas comenz Hamadrada con su grato chillido . Hacen todo de tal manera que a la postre parezca una nimiedad. Piedras de quinientas toneladas para dinteles y pretenden decir que fueron colocadas con rampas de madera o de tierra, y que las rampas fueron quitadas despus. Hojas de banana! Es absurdo, se lo digo yo. Cul es su profesin? le pregunt. Cosmlogo dijo. De nuevo me lleg a los odos el caminar de los pies descalzos, subiendo y bajando a lo largo de aquel corredor de tierra. Yo estaba ciertamente intrigado. Qu era aquella sedosa y grvida pisada doble? No entra su amigo? pregunt a Hamadrada, mientras un gesto de mi cabeza sealaba al corredor. No es mi amigo. Es mi esclavo dijo Hamadrada. Entr hace un momento, tal vez usted no lo haya notado, y sali en seguida. Prefiero que se quede fuera. S, naturalmente que haba odo entrar y salir al esclavo, pero no haba llegado a verlo. Ahora estaba en condiciones de deducir que el paso duplicado indicaba que el esclavo era algn cuadrpedo y que su poderoso ritmo al andar corresponda a un peso cinco veces mayor que el de Hamadrada. Fjese que, incluso para un megalito no muy grande, la construccin de rampas requera la utilizacin de un bosque de buen tamao o bien la movilizacin de ms tierra que los gusanos hayan podido mover en toda la historia del universo deca Hamadrada . Mientras no sepa cmo fue posible, no puedo aceptar el recurso de rampas a base de troncos o de tierra. En Per, sobre escarpados acantilados, fueron enclavadas piedras de trescientas toneladas. En Baalbek, en el punto ms elevado, se colocaron piedras de mil toneladas. Qu clase de rampas fueron construidas para subir tales piedras? No lo s. No soy ningn constructor de rampas repuse. De veras? Pues lo parece. Me alegro de que no lo sea dijo Hamadrada. De todas formas, le digo que una investigacin intensiva sobre los lugares exactos revelara la imposibilidad del uso de rampas. Forzosamente deben quedar seales: nadie puede construir inmensas rampas y luego deshacerlas sin que quede el menor rastro. Nadie puede trasladar tan pesadas piedras y no dejar al menos una huella. Y sin embargo, no hay huellas en los monumentos megalticos. Uno est plenamente justificado al decir que jams ha habido tales rampas. Y lo mismo puedo decir sobre si las piedras estaban o no preparadas para ser convertidas en megalitos, esperando a que un buen da nosotros pasramos por all y las descubriramos y dudramos al respecto.

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Mir a Ukali y con la mirada le pregunt a cul de las nueve clases de chalados perteneca el que tena delante. Ukali hizo un gesto con la mano, justo el gesto que un hombre acostumbrado a la escritura arbiga hara al intentar trazar una p latina en el aire. Un chalado de la clase p? Era Hamadrada un chalado de la isla de Pascua? Mientras tanto, Ukali trajo la comida a Hamadrada: estmago de cordero todava en perodo de lactancia, baado en su leche original. Usted puede comprobarlo con cualquier vieja estructura de piedra continu Hamadrada con su chillido en sordina. Examine los dlmenes, menhires, crnlech, templos, pirmides, mastabas, esfinges, criosfinges y santuarios (por cierto, no le parece extrao que todas las estructuras megalticas sean edificios destinados al culto y que no haya construcciones seglares entre ellos?), y usted encontrar siempre lo mismo: piedras demasiado pesadas para ser transportadas por medios humanos. Las gras ms potentes con que contamos en la actualidad pueden mover moles hasta de trescientas toneladas a lo sumo, mientras que las antiguas construcciones que le he indicado cuentan con masas de cuatro a ocho veces ms pesadas. Digmoslo de una vez, no hay artefacto, antiguo o moderno, que pueda repetir la hazaa. Es decir que, quienes levantaron los monumentos, no lo hicieron con ninguna clase de maquinaria o truco de ninguna especie. Y no volvamos sobre el asunto de las rampas, sean a base de troncos o de tierra. En un noventa y cinco por ciento resultan ineficaces a la hora de construir cualquier barricada de poca monta. Ciertamente que hoy se consideran la resistencia de materiales y la resolucin de los ngulos. Pero tales ventajas se convierten a la larga en desventajas; siempre hay un punto en que los materiales utilizados fallan. He aqu por qu ningn edificio moderno, y hablo de los ltimos tres mil aos, ha sido construido con piedras excesivamente grandes. Las nicas excepciones son unos cuantos monumentos especiales construidos por nosotros y en base a razones particulares. Algunos grumos de la bebida haban resbalado hasta la mesa y permanecan en una especie de sinuoso movimiento. Vi que Hamadrada los estaba moviendo por un acto de voluntad. Realmente pareca no darse cuenta de aquello aunque era indudable que exiga su energa. Lo realizaba como un ejercicio mientras charlaba y beba, hasta el momento en que conscientemente lo pusiera en prctica. Era una habilidad que el tipo quera retener y desarrollar. Hamadrada, definitivamente perteneciente a una de las nueve clases de chiflado que yo conoca, no pareca un chiflado que casara del todo con la Isla de Pascua. Habra yo confundido la seal de Ukali? Cmo van las cosas por la Isla de Pascua? le pregunt. A la deriva todava, y con una deriva muy acelerada respondi. Una sombra pas por su rostro. Por un momento no pareci ser la agradable persona que me haba parecido al principio. Se encuentra a veintisiete grados de latitud sur y ciento ocho de longitud oeste, pero deriva. Tengo mucho miedo de que pueda llegar a la mancha estando yo en vida, aun en los prximos doscientos cincuenta aos. Oh, comprndame, nadie se mantiene eternamente como un primate superior. Hay ciclos, evos. Qu es esa mancha? le pregunt. Qu? Qu? ladr Hamadrada. Entonces tuvo lugar algo que no pude ver. Hamadrada hizo un gesto a Ukali y deduje que le estaba preguntando sin palabras a cul de las nueve clases de chiflados perteneca yo. Imagin la respuesta de Ukali. Ms bien, intent imaginarla, configurando en mi mente su mano habituada a la escritura arbiga y trazando en el aire una letra latina. Pero, cul? A cul de las nueve clases de chiflados perteneca yo, segn Ukali? Todo transcurri en un corto espacio de tiempo. Ni Hamadrada ni Ukali eran unos primos a los que poda cogrseles la onda. De modo que Hamadrada me respondi con evidente bondad y compasin en su baja y chillante voz.

Oh, la mancha se encuentra a veintinueve grados al sur y ciento once al oeste. Por un momento pens que estaba usted guasendose de las cosas sagradas. Pero usted no lo saba, no es as? No, no lo saba dije, y me sent realmente ignorante. Ignorante, pero decidido a saber como fuera en qu consista la chaladura del chalado. Pero, qu hay tan especial en el punto situado a veintinueve grados al sur y ciento once al oeste? pregunt. Hamadrada me mir sorprendido. Pensara todava que me estaba choteando de las cosas sagradas? Entonces, como si estuviera hablando a un nio, me espet la siguiente respuesta: Es el nico punto del globo que Dios no puede ver. Por qu no? inquir. Ah, porque all se encuentra la sombra de su propio pulgar replic tristemente. l no podr ayudarnos cuando las cosas lleguen a ese punto. Nadie podr ayudarnos. No tena muchas cosas que hacer all. No haba cocoteros en la regin de la Tercera Catarata, pero habamos importado un poco de mercanca de las costas del Indico. Y uno no poda descuidar ninguna parte de su territorio, por extraa que fuese. Por qu, pues, me senta como un desplazado? Todava poda escucharse el sonido producido por los pies desnudos en el corredor, sonido que provena de un poderoso animal al caminar hacia atrs y adelante. Sal para mirar. Aunque la luz era buena, nada haba que ver. Sin embargo, mucho haba que poda ser escuchado. Un ligero ruido de pies corriendo se acercaba rpidamente hacia donde yo estaba, mientras un fuerte hedor me indicaba la presencia de un animal. Sent miedo, retroced y regres al Club. El miedo no me persigui hasta all, pero s una especie de risa leve y estpida. Una risa perversa, felina, entre dientes. Era un gato triunfante rindose de un humillado ser humano. Supe as qu clase de animal permaneca invisible en el corredor. Muy bien pregunt con exasperacin a Hamadrada, cmo se las arreglaron ustedes para subir las piedras? Oh, nosotros usamos panteras dijo con sencillez. Panteras? No leopardos? pregunt. Pues el invisible animal del corredor era un leopardo. Panteras repiti Hamadrada. Despus de todo, un leopardo es slo una pantera sin inteligencia. Pero, cmo pueden las panteras subir piedras de cinco toneladas a tales alturas? Creo que fue entonces cuando Mr. Caracal entr en el Club. Mr. Caracal era un tipo suave, sigiloso, con la particularidad de tener las orejas tiesas como un lobo. A Mr. Hamadrada no le gustaba Mr. Caracal, eso se vea a la legua. Vuelva por donde ha venido orden Hamadrada. No tiene usted derecho a salir de all. Caracal mostr un visible disgusto por aquellas palabras. Ciertamente estaban ocurriendo cosas bastante oscuras. Esto es una rebelin! chill Hamadrada. Quiz fue entonces cuando Hamadrada dej el Club, o tal vez se marcharon juntos. Como fuera, algo haba ocurrido y el caso es que no vi a Hamadrada hasta cinco aos despus. 2 La alternativa entre el Yin y el Yang, es la misma que entre el Mono y el Gato? Ni siquiera entre los chinos hay certeza sobre esto. Cul es exactamente la fuerza de compulsin que el miembro dominante en el perodo de su ascendencia mantiene sobre su contrario? Es tan fuerte como para resquebrajar la Tierra? As lo pensaba Paracelso. Es tan fuerte como para mover montaas? Menci estaba seguro de que era

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as. Es tan fuerte como para mover continentes? Esto ya no es tan probable. El poder tiene fuerza para mover islas, quiz, pero no continentes. Avicena crea incluso que las islas pequeas pueden ser movidas ligeramente. Un frecuentador del Club de los Gelogos afirma que las islas pueden moverse a razn de algo ms de un pie por ao, y que la Isla de Pascua se mueve a una media de medio pie. Afirma, por otra parte, que la tensin producida es la misma que las alternativas del Yin y el Yang por un lado, y del Mono y el Gato por otro, ya que, siempre segn l, se trata de los contrarios ms fuertes. Uno puede mover granos de arena tan slo sosteniendo un pequeo disco en la palma de la mano, en el caso de que experimente la unin o el contraste de las alternativas YinYang o Mono-Gato. Pero al incrementar el tamao del disco no aumentan los efectos. A qu se parecen los bustos de la Isla de Pascua? Qu clase de hombres, o espritus, o cualesquiera criaturas hicieron esas enormes y deformes caras, tan extraamente alargadas? Extrao fuera que, tras haber ido a Rapa Nui, en la Isla de Pascua, no acabara preguntndome por tales cosas, sin tener ya necesidad, de escalar las pendientes y contemplar de nuevo las gigantescas cabezas de piedra. No iba a Gran Rapa sino una vez al ao el negocio del coco no era ms lucrativo por all y las preguntas expuestas ms arriba no hacan otra cosa que rondarme la cabeza todo el tiempo. Eran caras de gato? No, de ninguna manera, pues los gatos se asustaban ante aquellas grandes imgenes. Por otra parte, no s qu pueden hacer los gatos en la Isla de Pascua. Los autnticos gatos, los grandes gatos de antao, dicen los nativos, yacen enterrados. Eran las alargadas imgenes caras de perro? Imposible, de ningn modo. Eran caras de mono? Vaya por Dios, qu monos podan tener las narices tan largas como aqullas? Y dnde se iban a encontrar monos con rostros tan serios y adustos como los de las estatuas? Bien, hay unas cuantas parecidas en algunos frisos egipcios, aunque no se trata de los ms conocidos. Tambin las hay parecidas en las tempranas figurillas mexicanas de terracota... pero los mexicanos no tenan ni monos ni gatos y se encontraban bajo influencia yin tan slo y no bajo influencia yang. Tambin puede verse algn parecido con algunas esculturas gticas, excesivamente tardas para ser consideradas verdaderamente gticas. Las caras alargadas estn en los bronces irlandeses y en la alfarera tica, y siempre en piezas de escaso valor. Los ciervos tienen el semblante adusto; los caballos y los perros lo tienen ms todava. Pero todo esto no es ms que reunin de dispersas coincidencias, no hechos materialmente contundentes. Raramente tiene una persona tal expresin. Y una en particular la tena, cosa que me sorprendi a medida que la miraba ms atentamente. Esta persona era Mr. Hamadrada, el caballero carilargo y narign que tena la voz como un chillido en sordina. l se pareca a las gigantescas caras. Pero, a qu otras cosas mayores se parecan las cabezas de la Isla de Pascua, la cara de Mr. Hamadrada y las otras rarezas citadas? Pues las grandes caras de la Isla de Pascua ofrecen slo una mitad de las mismas; ello implica que la otra mitad est en alguna parte. Una persona me dijo en cierta ocasin que la parte que falta se encuentra todava durmiendo un sueo de piedra. Mi prximo encuentro con Mr. Hamadrada no tuvo lugar en frica, sino en el interior del confuso y poco conocido continente norteamericano. Fue en el condado de Garfield, algo ms al norte de las extensas llanuras plantadas de algodn y al oeste de los bosques y meandros del ro Canadiense. El lugar se encontraba a unos cinco das de buena marcha (o a dos horas de automvil) desde las Alabaster Hills. Era en esa polvorienta y transitada ciudad llamada Oklahoma. Siempre con el negocio de los cocos, debo reconocer que no tena muchos clientes en aquel lugar: Fui a visitar la Compaa Manufacturera de Bombones y Cocos CrossTimber

y despus me met en el Club Puente del Sol de la ciudad. Escuch los ya familiares pasos en el corredor exterior: los de una persona con pies planos calzados con botas de piel de cabra; y los poderosamente pesados, sedosos, tranquilos de un ser descalzo. Entonces entr, solo, Mr. Hamadrada. El otro, el esclavo, si es que de l se trataba, qued fuera. Un Ring-tailed Rouser y lo de costumbre para comer orden Hamadrada con aquella voz suya, tan peculiar, que yo recordaba muy bien. De acuerdo, Mr. Hamadrada dijo Jane, la hermosa camarera, que corri a prepararle el Rouser. El Ring-tailed Rouser (provocacin de los crculos secantes) se compone principalmente de whisky claro servido en un recipiente con frutas troceadas. Se le aade un poco de polvo de yeso de las Alabaster Hills y tambin un huevo de papamoscas triturado con su cscara. Y Hamadrada aadi un polvo hecho con granos de sorgo que tanto se parecan a los que aadiera Ukali como ltima operacin en la preparacin de su combinado tan pronto como la bebida estuvo lista frente a l. El Ring-tailed Rouser es una especialidad del Club Puente del Sol y difcilmente podra encontrarse en algn otro lugar del mundo. Mr. Hamadrada pag por la bebida un Jackson, uno de aquellos oblongos billetes de papel verde o de piel verde que eran usados en el rido centro del continente norteamericano. Sin duda tenan que devolverle el cambio, pero no lo recogi. Estaba de pie junto a la barra del Club Puente del Sol. Luego se acerc y se sent a mi mesa. Cmo pueden hacerlo las panteras? le pregunt. Entonces se fij en m. Los cinco aos transcurridos no parecan haberle afectado demasiado. Oh, por un momento haba olvidado la materia que habamos estado discutiendo dijo con aquella voz subida de tono, casi histrica. Supona que usted se refera a su redencin. Son realmente un smbolo de la lucha, pero, fjese, ahora son nuestros esclavos. La explicacin de los orgenes puede remontarnos hasta la fundacin del mundo, en cuyas tinieblas nos perderamos. Dgame, usted no piensa que ustedes fueron los primeros, no es cierto? Y realmente no lo fueron. Ustedes fueron los ltimos. Que yo no pienso quines fueron los primeros qu? le pregunt. Ustedes, los de la nueva estirpe dijo. Ustedes no fueron los primeros, y usted sabe que no fueron ni los ms fuertes ni los ms intensos. Su propio encuentro, bueno, no dudo que fuera un acontecimiento hermoso, aunque pequeo, para los que han conocido verdaderos encuentros. Y luego su cada... aunque es difcil llamarla cada sin sonrer. Nuestra propia cada s lo fue, en cambio. Hbleme sobre eso dije. No podra me dijo. Reventara su cerebro y sus odos. Pero all hubo un buen nmero de razas que pactaron antes de Abraham, antes de Adn. Aquellos pactos eran realmente cosas impresionantes y su ruptura no puede medirse. Haba violencia, y terremotos y aullidos que surgan de las profundidades en aquellas abismales cadas. Despus de tales horrores, Dios se arrepinti e hizo que los que vinieran despus menguaran sus voluntades. De lo contrario, la carne no habra perdurado. Ya nosotros mismos nos encontramos al final de la serie. Nunca conoceremos en toda su dimensin el horror de los comienzos. Se nos maldijo y conden a ser esclavos de esclavos. Por esto, dos razas, nosotros y otra, fuimos encadenadas juntas. Yo no s si puedo explicarle a usted este tipo de relacin, la desesperacin que acompaa a la expropiacin total, la aposicin y la oposicin. Nuestros siameses en esta expropiacin son algo parecido a los ngeles humerales de ustedes. ngeles humerales? pregunt. Jams haba odo aquel trmino. Usted los conoce aunque reniega de ellos dijo Hamadrada. Qu son realmente sus ngeles? He odo que ustedes no los ven usualmente, pero cualquier otra raza de magos, fantasmas, animales, criaturas o seres puede verlos. Muchas de aquellas gentes

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crean que su rechazo a ver sus ngeles humerales era fruto de una de las mayores medidas de desdn. Yo he llegado a esta conclusin, aunque por parte de ustedes se trata realmente de ceguera y falta de atencin. Se trata de una raza adosada a la de ustedes? Son ellos, despus de todo, una raza separada? Es sugestivo creer que ellos no son sino hermanos gemelos de ustedes, deformados de alguna manera. Tambin me inclino a creer que han nacido en el propio cuerpo de ustedes. A veces, se encuentran adosados a sus cuerpos por esa estrecha zona de carne del hombro y el omoplato; y all, aunque ustedes lo nieguen, pueden ser vistos tan bien como cualquier otro. Pero, qu son ellos realmente? Nosotros tenemos dos razas claramente desarrolladas. Nuestros enemigos nos sirven durante un tiempo de ngeles y esclavos. Y luego todo se invierte de una extraa manera y fuera de la vista de Dios. Entonces nosotros debemos servir a nuestros enemigos como ngeles y esclavos durante otra larga poca. Seremos obligados a trabajar, transportar, mover para ellos. Nosotros, los grandes, seremos esclavos de las panteras y deberemos redimirnos de esa forma. Jane, la guapa camarera, trajo la comida de Hamadrada y la coloc frente a l. Era estmago de ternero recin nacido, regado con su primera leche. Todava no alcanzo a comprender cmo piedras tan pesadas pueden ser movidas por medio de panteras. Y cosas mucho ms grandes que piedras para dinteles dijo Hamadrada con voz baja y soadora. Sabe usted qu es lo ms bajo y lo ms grande para todos los pueblos que han recibido al Espritu o al pseudo-Espritu? Lo ms bajo de todo es la confusin de las lenguas, la formacin de jergas, el mal entendimiento de eso tan viejo que es uso de un idioma. Incluso en sus escrituras de ustedes la expresin ha sido cuidadosamente elegida. All dice hablar claramente. Pues Dios no es el Dios de la confusin. Estas son las gentes ms bajas las que dicen: Seor, soy feliz. Puedo comprender una jerga. Y su lengua es como serpiente. Nosotros, ms incluso que ustedes, tememos a las serpientes. Se me erizan las fibras cada vez que cojo una serpiente moribunda, pues yo tengo fibras en el cabello. Sin duda deba tenerlas en aquel cabello suyo, tan extraamente crecido o cortado. Asir una serpiente es un acto que reporta coraje prosigui Hamadrada, en contraste con la gente confusa que nada reporta. Pero lo ms grande de todo es la Feque-Mueve-Montaas. Aquellos que ms reportan son los movedores de montaas, la lite de todos los preternaturales, de todos los que estn bajo el signo de la redencin. Yo le digo a usted que el mover una montaa es difcil de fingir. Mover una montaa es la empresa ms terrible que pueda designarse a hombre o mago. Qu hace usted en esta parte de Norteamrica? pregunt a Hamadrada. Concretamente, qu hace usted en la regin de Oklahoma? He de hacer un informe y he venido a observar la Mesa Negra que se encuentra cerca de aqu dijo. Realmente vine a observar un nuevo y vlido talento que ha aparecido en esta regin. Pertenece al enemigo, a los esclavos, pero es una buena observacin. Contempl su trabajo durante tres das y l tom tambin bastante de m. Sabe usted que la Mesa Negra se movi nueve pulgadas en tres das, finalizando ayer su desplazamiento? He odo que suele haber terremotos en esta zona. Hay un joven puma en esta regin, un talento natural no esclavizado dijo Hamadrada. Aunque no me gustan mucho los gatos he admirado a ese joven puma. Por los sacrificios de su alma, por su inmensa voluntad, por su espiritualidad, ese joven puma movi el monte llamado Mesa Negra nueve pulgadas en tres das. Yo lo vi. Yo lo atestiguo. Ante Dios, afirmo que l movi la montaa. Y ni siquiera lo hizo por su redencin. Era un puma libre. Fue la Fe, pura y sin trabas. Qu tiene esto que ver con el transporte de piedras para dinteles? pregunt.

El mover montaas es el equivalente del mover muchos millones de piedras para dinteles dijo Hamadrada. Hamadrada pareca bastante convencido de lo que estaba diciendo y comenc a interesarme en l. Haba cambiado su apariencia exterior, aunque muy poco, durante los cinco aos transcurridos desde que lo viera por primera vez. Sus excentricidades se haban agudizado. Representara lo que representase, pareca representarlo ahora con mucha mayor fuerza. En cierta ocasin mencion las criosfinges, esas esfinges con cabeza de carnero ubicadas en Grecia y Egipto. Pero ahora l me recordaba la Esfinge mandril de Baidoa, en el alto Juba. Pequeos copos y granos de sorgo se estaban moviendo encima de la mesa, y no corra la menor brisa. Vi que Hamadrada los estaba moviendo por un puro acto de voluntad. Pareca no darse cuenta de lo que estaba haciendo, aunque deba emplear bastante energa. Estaba haciendo prcticas con pequeas cosas mientras beba y hablaba. Posea una facultad que sin duda deseaba retener y desarrollar. Pero tendra que desarrollarla muchos millones de veces para igualar lo que el joven puma enemigo haba logrado. Estaban implicadas las montaas en el encuentro original de ustedes? S, Montaas Mgicas, Montaas Flotantes! grit. Pero haba algo ms que montaas, ms que naves, ms que islas. Haba tambin un Pabelln. Ah, qu Pabelln tuvimos una vez! Flotaba sobre las aguas y penetraba a travs de las montaas, de los bosques y los jardines. Mostr Dios tanta magnificencia con nadie? Ha odo usted hablar de flotas en parada? Las nuestras fueron el origen de esos grandes desfiles de carruajes saturados de flores, o de los hermosos transatlnticos que cruzaban el mar y la tierra misma, o de las flotas que son tambin flotas. Ha odo usted por casualidad el trmino acuo-cromtico aplicado al arte? El agua, al igual que los leos, / destella sus verdes, azules y blancos, ha escrito un poeta (a veces creo que era uno de los nuestros). Nuestra montaa mvil y nuestro jardn flotante eran el acuo-color primordial y se haba convertido en tal pandemnium (y que recientemente haba sido panangelicus) de matices tan vividos, que escandalizaban la tierra, tan caleidoscpicos que deban ser expulsados de aquella misma tierra. As fue nuestro purpreo exilio sobre el real y purpreo pilago. Suena a algo interesante, pero ignoro de qu est usted hablando le dije. No slo suena sino que era interesante, y maravilloso y lleno de placeres dijo con tristeza mientras lo recordaba. La privacin cay sobre nosotros quiz con ms violencia que sobre los otros. Quiz se encuentra ah la razn de habernos provisto con tan grande navo. Todo el jardn se desmoron y con l los ornamentos del jardn. He odo que ustedes se marcharon de all. Del jardn? S, creo que fue as dije. Navegando, nos alejamos del jardn que estaba en medio de las aguas recit Hamadrada. Y navegbamos encima de una isla montaosa y cubierta de colores, tantos, que no pueden ser descritos. Oh, por el rojo roco derramado sobre el monte de los Olivos, aquello era la belleza! Y nosotros ramos reyes, aunque cados. Y forzamos a nuestros esclavos a continuar la redencin elevando inmensos dolos a nosotros mismos. Pero entonces comenzamos a derivar. Nosotros queramos ir en un sentido. Nuestros esclavos, los gatos, queran ir en otro. A ellos les haba sido concedido, ms all de nosotros mismos, el terrible poder mental de mover piedras y montaas e islas. As, derivamos en el sentido elegido por nuestros esclavos, y no era una direccin redentora. Y nuestra bella isla del exilio comenz a desmoronarse. Un escalofro felino haba penetrado en la estancia. Hamadrada se estremeci y comenz a temblar, pareciendo que perda seguridad en s mismo. Cmo se desmoron la isla del exilio? pregunt. Oh, se deshizo en pedazos, en cientos de pedazos que ahora permanecen tranquilos, aunque no tan verdes como debieran ser. Madagascar fue una de las primeras piezas que se separ, y la ms grande; comenz a derivar en direccin opuesta a la nuestra, volviendo hacia el lugar de nuestro origen. Todava permanece all como un

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misterio y un signo. Saba usted que el significado literal del nombre de Madagascar es Isla de Gatos y Monos? Lo s dije. Pero Hamadrada se haba levantado lleno de fuego, con la cara enrojecida por la emocin. Vuelva, vuelva, regrese all! chill repentina y furiosamente. Y qu era lo que lo haba arrastrado hasta aquella pasin culminante? Mr. Caracal haba entrado en la habitacin y los pasos del corredor haban venido con l. Mr. Caracal era el ser invisible que haba estado en aquel otro corredor. Y una vez visible se converta en un hombre suave, sinuoso, de tiesas orejas. Regrese! aull Hamadrada. Usted no tiene derecho a estar aqu. Pero Mr. Caracal sonri con molesto desprecio. Mir a Hamadrada como si fuera a partirlo en dos. Una terrible batalla se estaba librando en dudosa arena, y Caracal estaba venciendo. Esto es rebelin! aull Hamadrada. Su ocasin todava no ha llegado. Caracal avanzaba hacia Hamadrada y pareca que realmente lo fuera a devorar all mismo, vivo, vestido y tembloroso. De todas formas, Hamadrada abandon entonces el Club Puente del Sol, tras escena tan turbulenta. O quiz se marcharon los dos juntos. Algo ocurri, sin duda, y no volv a ver a Hamadrada durante varios aos. 3 Comprob que Madagascar no significaba Isla de Gatos y Monos. Hamadrada se lo haba inventado y yo haba asentido ante tal despropsito slo para no parecer un ignorante. Por cierto, no haba en la isla ningn relato sagrado de ninguna temprana expulsin de otras razas ubicadas en ningn Paraso Terrenal. Bueno, quiz en cualquier otra parte hubiera relatos ms primitivos aunque menos sagrados. Siguiendo con mi negocio de los cocos, fui a parar a la base ms improductiva que me tocara conocer, como ya es habitual en m: Rapa Nui, en la Isla de Pascua. Me encontraba en el Bar Nutico de Drill. Haba estado indagando sobre una cierta sombra que durante incontables eras se mantena sobre la faz de la Tierra. Me entristeca pensar que la Isla de Pascua, derivando ahora a una velocidad de trescientos pies al ao, estuviera comenzando a penetrar en aquella sombra o punto ciego. Y realmente estaba comenzando a hacerlo. Diversos fragmentos de playa estaban ya bajo la sombra, apareciendo como vacos de vida, de luz y significado. Slo cosas irracionales podan ocurrir en tan umbros lugares. Pero si en verdad llegaban a ocurrir, no se detendran y repercutiran en el resto del mundo. Poda existir un tal punto ciego sobre la Tierra? Y por qu extraa circunstancia no haba sido advertido en el pasado? Pregunt al propietario del bar sobre el asunto, se rasc la nariz y me contest: Pues s, esa mancha est all y all ha estado siempre dijo. Y me pregunta que por qu no ha sido advertida? La razn de ello estriba en que all no hay nada que advertir. Ni el viento sopla, ni las olas se mueven. Sin embargo, hay olas inmviles, contenidas, y que tienen un profundo significado. Ni el sol, la luna y las estrellas derraman su luz sobre la mancha. Los pjaros no la sobrevuelan, ni los peces se deslizan por su zona. No hay luminiscencia en sus profundidades, ni magnetismo, ni fondo, excepto, he aqu lo triste, con el cambio de los evos. Los aviones la evitan, pues si se introdujeran en ella vagaran sin rumbo. Ni lanchas ni barcos atraviesan la sombra, pues ni se encuentra en el camino de ninguna parte. As, pues, ni ruta, ni rumbo, ni corrientes, ni viento. Ordinariamente nada deriva dentro o fuera de la zona, aunque corre el rumor de que nuestra isla lo est haciendo en su interior. Se trata del punto ciego del globo en el que los cartgrafos introducen notas, o escalas, o explicaciones de la proyeccin de Mercator. De manera que puede decirse con razn que

all no hay nada, ni nada ocurre. Excepto una cosa. Se detuvo y aguard seguramente a que me mostrara impaciente. Ande, dgamelo. Los surcos y crestas de las olas inmviles, como frunces, tienen un designio; quiz est ah el origen de todos los designios dijo. En tanto que la mancha es la sombra del pulgar de Dios, esas configuraciones ondulantes son las sombras de la huella del pulgar divino. Los designios estn todos registrados y permanecen hoy en los viejos archivos y cantos tradicionales. De modo que ya ve usted el valor de esto. Realmente no. Cul es el valor de todo eso? Que nosotros disponemos de una identificacin positiva. En el caso de que un Dios falso viniera sobre la tierra, nosotros advertiramos la diferencia. En aquel momento intervino Chui, el mozo del Bar. Haba algo en Chui que resultaba excesivamente ordenado, metdico, suave, eficiente, cruel. Sus conocimientos y habilidades parecan ir ms all de lo comn en mozos de bar. Ahora dijo, la mancha est movindose sobre nuestra tierra. Y la tierra deviene repleta de surcos cuando la mancha se encuentra sobre ella. Los surcos que aparecern en la tierra tomarn por modelo los configurados por las olas inmviles. Y algo ser revelado por los surcos, literalmente descubierto por los surcos... la resurreccin de las piedras. La resurreccin de las piedras? pregunt a Chui. Las piedras de basalto que ya estaban implcitas en la Tierra desde los comienzos dijo Chui. Las piedras que llegarn a ser los dolos de los nuevos maestros y patriarcas cuando sean talladas, transportadas y colocadas en sus lugares correspondientes, merced al espantoso esfuerzo de quien no es de los nuestros. Cmo poda haber piedras de basalto en Rapa Nui? Cmo poda usar un mozo de bar de Rapa Nui trminos como implcitas? Hubo entonces una especie de ruido en el exterior. Escuch cmo dos series de pasos se destacaban en el pasillo de fuera: los de una persona de pies planos calzados con botas de piel de cabra y tambin los grvidos y duplicados de una persona descalza. Y escuch la airada voz de Hamadrada: Debe usted esperar! No reasumir sus funciones ni un instante antes de tiempo! chillaba Hamadrada. Luego se oy una especie de queja animal, enfermiza, escalofriante, seguida de un resoplido. Despus, un contenido rugido de ira. Por un momento tuve la sensacin de que Hamadrada haba muerto. Sin embargo, pronto apareci en la puerta del Bar Nutico. Unos rasguos se vean en su brazo y hombro izquierdos, pero pareca estar casi sereno. Es un error tratar a los esclavos con mano blanda dijo con voz chillona, pero es un error propio de sabios no reconocer dnde se encuentra la blandura. Ni me atrever jams a hacer partcipe a otros de mis propios problemas desde el momento en que la inversin habr de ser general. Ah, un Final Catastrophe, Mr. Drill, y lo de siempre para comer. Muy bien, Mr, Hamadrada dijo Drill, y comenz a preparar el Final Catastrophe. El Final Catastrophe (catstrofe final) se compone de vino de palma, verde y an en fermentacin, y se sirve en un cuenco de madera. Se espolvorea por encima una pimienta hecha con piel de tiburn y una cierta esencia de gusanos que, en conjunto, contribuyen a darle fuerza. Suele contener adems un huevo de cormorn triturado con su cscara, que se deja flotar en el lquido. El Final Catastrophe es una especialidad del Bar Nutico de Drill y no se encuentra en casi ningn otro lugar del mundo. Dramatizamos en exceso nuestros propios asuntos deca Hamadrada, mientras Chui, el mozo, cauterizaba las heridas que aqul tena en brazo y hombro, untndolas con alquitrn. Chui proceda con una avidez extraa y desnaturalizada. Pareca olisquear la sangre y el dolor. Uno estaba tentado a creer que haba all un cierto toque de crueldad, y

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a sospechar que el alquitrn no tena que estar tan caliente como estaba. Actualmente continu Hamadrada, una catstrofe final no es tan definitiva como suele parecer. Nuestros escatlogos son acusados de convertir nuestras leyendas en leyendas del fin del mundo. Pero realmente no es as. Se trata tan slo de leyendas del fin de una era, o del fin de un episodio. Comenc en aquel momento a sentir punzadas en el hombro slo por mera simpata hacia Hamadrada? Un gran dolor haba empezado a fijarse en la parte de mi pecho que corresponda al corazn y luego comenz a subir hasta la cabeza. Sin duda haba algo errneo en este dolor de mi hombro, esta nueva extraeza, nueva desolacin. Un hombro no puede estar tan enclavado en las races del cuerpo como para producir semejante dolor si es que el mo era reflejo del suyo. Y haba algo que pareca estar equivocado en el comportamiento de nuestra isla. Pareca sufrir repentinas sacudidas, como esa desorientacin que suele asaltar a las vctimas de los vrtigos marinos. Sin duda la isla deba haberse movido quince pies ms hacia el interior de ese punto ciego que es la sombra del pulgar de Dios. Nada ms tener el Final Catastrophe ante l, Hamadrada procedi a aadir unas cuantas semillas de kunai. Las semillas de kunai eran como el ltimo aditamento de Ukali, como los granos de sorgo. Hamadrada pag la bebida con un nui d'argile, moneda local quinientas veces inferior al peso chileno. No bastaba para pagar la bebida, pero Drill era pariente de Hamadrada. Nuestra isla casi lleg a estar bajo la sombra en una ocasin dijo Hamadrada. Todas las islas del mundo, tambin las ms grandes, son nicamente rotos pedazos del paraso que van a la deriva. Y nuestra isla tuvo un destacado papel entre las ms brillantes. Mi hombro sufra sacudidas y Chui comenz a desgarrarme la camisa. Este no era el comportamiento normal, ni siquiera en el Bar Nutico de Drill, pero el dolor me sujetaba de tal forma que no tuve fuerzas para protestar. Era como si una espada estuviera surgiendo de mi hombro, haciendo que el dolor se extendiera hasta ms all de la carne en lugar de hacerlo hacia el interior. Entonces, con placer dira yo, Chui comenz a aplicarme alquitrn caliente sobre la parte afectada. Es una maldicin revel Chuique lanza aquello que est saliendo y que el alquitrn inmuniza. El alquitrn es smbolo de todas esas cosas. Cules cosas? pregunt con irritacin. Mi hombro pareca arder, pero algo lo envolva y lo aliviaba. La isla dio otro bandazo. Un fragmento ms haba penetrado en la zona sombreada. Los charlatanes y chiflados, esos incontinentes soadores que creen en la astrologa, dicen que el mundo ha estado hasta ahora en la era de Piscis declar Hamadrada, y que va a entrar, o ha comenzado a entrar, en la era de Acuario. Cunto loco hay por el mundo! Nada saben de las constelaciones del cielo ni de las constelaciones de la tierra. El mundo ha estado, por una larga era, en el glorioso perodo del Mono; y ahora est a punto de penetrar, lo que irremediablemente tiene que ocurrir, en el tirnico y meticuloso perodo del Gato. Hamadrada gimi y una lgrima corri a lo largo de su nariz. Drill trajo la comida de Hamadrada: estmago de lechn baado en su primera leche. Hamadrada lo roci con la pimienta de piel de tiburn y con semillas de kunai. Luego comenz a comer. Es mi ltima comida como persona libre susurr. Yo me senta embotado y con el aturdimiento que suele acompaar las fiebres tifoideas, y con esa sensacin de poseer un yo duplicado: uno un poco separado del otro. Pero, cmo poda haber cogido tan repentinamente fiebres tifoideas? O era el tifus una mera y fragmentada premonicin de lo que haba de acontecer? (La isla sufri una nueva sacudida y pronto estara totalmente cubierta de tinieblas en plena maana.) Era el tifus sin duda, nombre colectivo que abarcaba muchos fenmenos una premonicin de

algo que estaba en curso de suceder? Todas vuestras hiptesis son apocalpticas, al igual que los sucesos que estn ocurriendo hoy aqu dije, pero, cul es la relevancia que ello entraa? No es bastante relevante el hecho de que los Monos queden desplazados y los Gatos se impongan? pregunt Hamadrada sorprendido. El mundo se convertir en imperio del sigilo, la astucia, el refinamiento perverso. Ser peor que lo que hemos tenido hasta ahora? le pregunt. Se estaba poniendo bastante nervioso. Abismalmente peor grazn. Por lo que estaba viendo, Hamadrada no tena mucha hambre para ser aquella su ltima comida como persona libre. Dolorosamente, casi con agona, mova con su fuerza mental pequeos granos de pimienta y semillas de kunai. Oh, nunca ser capaz de hacerlo exclam Hamadrada. Cmo, pues, voy a ser capaz de mover cosas billones de billones de veces ms pesadas? Ser una agona para el espritu interior semejante esfuerzo y la maldicin durar un largo en. Me senta ms destrozado que en ningn otro momento de mi vida. La sensacin de dualidad estaba todava presente. Estaba sufriendo lo que se llama crisis de identidad. Un yo estaba ubicado aproximadamente en mi cuerpo. El otro se situaba en alguna parte detrs de mi hombro izquierdo. El nico que serva de los dos, pareca estril. Mi mente se encontraba como despoblada de cualquier cosa que no fuera caos. Y la isla en la que estbamos segua dando sus nerviosos y repentinos bandazos, como un pequeo bote a merced del flujo. Qu es lo que tenemos nosotros y que los esclavos no tienen? pregunt Hamadrada con cansado y analtico chillido. Presencia, sin duda se contest. Presencia? pregunt. Yo creo que la presencia es por lo menos la nica cosa que el ms miserable y abyecto esclavo tiene en comn con el ms magnfico y poderoso de los seores. Todo el mundo, por fuerza, est presente en algn lugar. No, ellos no. Muchas especies y razas raramente han mostrado su presencia real. Sus esclavos humerales tampoco lo hacen. Mi esclavo en el corredor... Hamadrada tartamude levemente tampoco. La presencia es un atributo de un ser completo. Ahora estamos entrando en una era en que muchos de nosotros seremos incompletos. Debe ser desesperante ser incompleto. E invisible? pregunt. E invisible dijo. Es una triste condicin. Los que no lo han experimentado ignoran que ser invisible es permanecer en las tinieblas tanto objetiva como subjetivamente. En nuestra nueva y triste condicin, slo habr luz para nuestro trabajo, nuestros transportes, el holocausto y la redencin. Qu es lo que transportaremos? Y, a quin ofreceremos nuestros holocaustos? A los grandes y fros gatos y sus inmensos dolos dijo atemorizado. Seremos obligados... Al llegar aqu, comenz a retorcerse y a chillar de dolor. Una presencia penetr en el lugar. Y una ausencia pareci unrsele. Mr. Caracal era aquella presencia. Ya no era un invisible esclavo en el pasillo; ahora era alguien presente feliz y felino, alguien que obligara a elevar grandes dolos con las piedras implcitas en los comienzos del mundo. Mr. Hamadrada era la ausencia que se haba agregado a l. Y yo sent que me estaba uniendo a una dbil ausencia y que aquella ausencia se deslizaba furtivamente fuera de mi cuerpo para morar invisiblemente como esclavo en cualquier parte... aunque yo nunca haba sido muy experto levantando objetos pesados por mi nica y exclusiva fuerza mental. Oh, la tortura que aquello produca! Pero, al mismo tiempo, me estaba convirtiendo en un hombre lleno de fuerza y vitalidad, como si estuviera reasumiendo un cuerpo, un viejo cuerpo: el mo propio. Hamadrada no era ahora sino una escasa sombra nariguda y con botas, que no habitaba en ninguna parte de s mismo. Se sac entonces las botas y vi que tena pies de

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babuino. Se las haba quitado como si con ello se despojara de un viejo signo de libertad. Ahora eran sus pies los que la haban recuperado, aunque todo l se haba convertido en un esclavo invisible. Me maravilla no haber notado antes que Hamadrada. era un babuino. Y sin embargo lo era: un babuino, un drill, un mandril, desvanecido por cierto. Me maravilla no haber notado antes que las estatuas carilargas de la Isla de Pascua tenan cara de babuino. Ni que todos los miles de inmensas caras talladas de cualquier parte del mundo fueran asimismo de babuino. Pues los babuinos se asemejan al hombre mucho ms que el resto de los monos, y los monos mucho ms que las restantes criaturas. Y, sin duda, mientras estbamos bajo la era del mono, los monos y los hombres realizaron muchos intercambios. Algo de m mismo haba emergido de mi cuerpo y ahora se encontraba invisiblemente pegado a mi hombro. Pero algo de un yo ms autntico haba penetrado en mi interior con inmensa fuerza. Mr. Caracal me gui un ojo. Mr. Chui hizo tres cuartos de lo mismo, aparentando, por cierto, se algo ms que un mozo de bar. Pero Drill haba desaparecido convirtindose en un invisible esclavo. Ahora me siento limpio, clarificado, fro y cruel. Estoy al mando de m mismo y de mi propio sector del mundo. Me siento un sigiloso gato que no tiene de mono ms que la apariencia exterior. Las estatuas que sern levantadas por esclavos con piedras implcitas, quiero que se me parezcan. Impondremos con mano dura nuestras leyes. Tenemos mucho tiempo por delante para ver impuestos nuestros derechos. Habis notado cuan tranquilo est el mundo, ahora que hemos instaurado ciertas normas de disciplina? Habis notado su limpieza despus de haber despojado a la crueldad de su acepcin obscena? Seguramente, yo y los mos fuimos casquivanos, piadosos, ineficientes y humanos alguna vez. No hay algo intolerablemente smico en la palabra humano? Pero eso pertenece al pasado. Ahora estoy enfermo de divinidad, pero fro y cruel en la disposicin de mi nimo. Nunca ms extravagancias; todos mis cerebros permanecen ahora limpiamente unidos en un pancerebro nico. En cierta ocasin trabaj en el negocio de los cocos. En la vieja forma en que lo haca, era como un mono transportando cocos de mono. El coco complejo no fue Adam Smith quien lo escribi as? haba sido el ltimo coletazo de la libre empresa. Afortunadamente, hemos detenido ese coletazo. Hemos reorganizado la industria cocotera, el ltimo de los negocios smicos. Hemos reorganizado la industria cocotera y hemos creado el Crtel Cocotero e Hiperfelino de la Nueva Era Ampli-Mundo. Benditos gatos, lo hemos organizado todo!

TWIG
Gordon R. Dickson
Durante cuatro horas, Twig se haba esforzado por llegar al puesto de suministro. Ahora, bajo la luz crepuscular de un sol anaranjado, se encontraba junto a uno de sus compactos muros hechos con tierra. Desde el interior, a travs de la puerta parcialmente abierta, situada a menos de dos metros de ella, surgi la voz de un borracho y no precisamente joven, pues en su voz se adverta el carraspeo ineludible de la edad avanzada que cantaba: ...Tan bravo como Ned Kelly, queran decir las gentes; Tan bravo como Ned Kelly, pueden decir ahora...

Algo se hubiera sacado, al menos, si el acento de la voz que cantaba hubiera sido tan australiano como la balada del legendario bandido que, manteniendo un concepto particular del blindaje, la desarroll frente a la polica y acab muerto a tiros. Pero Hacker Illinois nunca haba visto el planeta Tierra, y mucho menos Australia; y sus nicos lazos con aquella parte del Sol III fueron un padre y una madre, nacidos australianos, pero muertos haca ms de veinte aos y enterrados en el Planeta de Jinson. Hasta la misma Twig saba que Hacker no tena ninguna estrecha conexin con Ned Kelly o con Australia, como no fuera la circunstancia anterior. Pero aceptaba aquel jugar a ser australiano de la misma manera que aceptaba sus extravagancias cuando estaba borracho, su tenacidad cuando estaba sereno y su vacilante, pero inmitigada devocin hacia el Abuelo Vegetal. Hacker haba estado bebiendo al menos durante cuatro horas, desde que Twig haba llegado al puesto de suministros. Evidentemente no estaba en condiciones de enterarse de nada. Silenciosa como una sombra, veloz como un rayo de sol deslizado entre dos nubes, Twig se peg al muro de tierra comprimida, escuchando e intentando reunir el coraje suficiente para entrar en aquel oscuro cuchitril que slo su propia compasin calificaba de edificio. Tena que haber otros junto con Hacker, aunque slo fuera el Agente del puesto de suministros. Deba haber incluso otros tan bebidos como Hacker, pero no tan respetuosos, seguramente capaces de intentar ponerle las manos encima. Sufri un estremecimiento. Y no slo de imaginar aquellas rudas manos, sino con pleno conocimiento de que si los hombres intentaban abusar de ella, no tendra ms remedio que defenderse con todas sus fuerzas. Y no se senta muy capaz de defenderse, aunque pareca no haber otra salida si quera que la dejaran en paz. Agachndose hasta quedar en cuclillas junto al muro, Twig, silenciosamente y para s misma, comenz a lamentarse. Si Hacker saliera no tendra necesidad de entrar a buscarlo. Pero durante cuatro horas el hombre no haba abandonado la casa. Deba haber alguna manera de hacerle saber que ella estaba all, pues de lo contrario se vera forzada a esperar a que se le acabara el dinero o algo por el estilo... y el pelotn deba ya estar a menos de una hora de all. Hacker! llam. Sal! Pero la llamada no fue sino un susurro. Aunque hubiera estado sola con Hacker no habra alzado la voz ms all de un leve murmullo. En situaciones normales no tena la menor importancia. Antes de su encuentro con Hacker, cuando slo el Abuelo Vegetal compona su auditorio, no tena ninguna necesidad de exteriorizar sonidos. Pero ahora, la voz era su nico recurso para la comunicacin, como ocurra con el resto de los humanos. Por una vez, al menos, tendra que utilizar la voz propia de los seres humanos, a los que actualmente perteneca... Pero su garganta no emiti nada que no fuera un suave quejido. Los mecanismos fsicos del habla se encontraban en perfecto estado, pero, despus de aquellos aos pasados con el Abuelo Vegetal, algo en su mente se negaba a ponerlos en funcionamiento. Tens la cuerda que lazaba su ropaje de cortezas de rbol adosado a su cuerpo. Hacker siempre la instaba a que vistiera ropas humanas; le proporcionaran mayor proteccin contra los hombres, deca. Pero en ningn lugar que no estuviera tan cerrado como aquella casa podra nadie tocarla nunca; adems, no poda soportar la sensacin de sentirse rodeada por las muertas materias de los vestidos humanos. Respir hondamente y se lanz decidida a travs de la puerta entornada. Tan veloz se desliz que nadie la advirti mientras llegaba donde Hacker estaba. Hacker estaba de pie, con un codo sobre aquellos altos anaqueles que llamaban mostrador. Se trataba de una barra larga, tanto, que iba de parte a parte de la pared, dejando espacio para que el Agente pudiera moverse detrs de ella y sacar vasos y botellas. All se encontraba el Agente casi en la parte opuesta a Hacker. Mirando a ste y situado fuera del mostrador, haba otro hombre tan alto como aqul al que miraba, aunque ms macizo, y con el rostro poblado de larga y negra barba.

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ste fue el que la vio primero, mientras ella permaneca junto a Hacker tironendole la chaqueta. Eh! exclam el barbudo; su voz era ronca y de tonos bajos. Hacker, mira! No me digas que es la salvaje que sali de la Planta! Claro que es! Que me pudra, pero es ella! Dnde la has estado guardando todo este tiempo? Y mientras Twig segua junto a Hacker, el barbudo alarg la mano hacia ella. Twig se situ tras Hacker. Djala en paz! dijo Hacker bruscamente. Twig... Twig, debes marcharte de aqu. Esprame fuera. No, aguarda un minuto. El barbudo intentaba rodear a Hacker para acorralar a Twig. Del cinturn del hombre colgaba un pesado taladro inico de minero. Hacker, aunque desarmado, se interpuso. Qutate de en medio, Hacker! Slo quiero mirar a la chica. Djala, Berg. Eso es lo que quiero yo. T? exclam Berg. Quin eres t sino un vago al que he estado invitando a beber toda la tarde? Hacker, vamos! le susurr Twig al odo. De acuerdo, de acuerdo! dijo Hacker con dignidad de borracho. Eso es lo que piensas, eh?... Vamos, Twig. Se volvi y comenz a andar hacia la puerta. Berg lo agarr por la chaqueta de cuero y lo oblig a detenerse. Ms all del barbudo, Twig poda ver al Agente gordo y chocho ya, inclinado sobre el mostrador en el que apoyaba los codos, sin decir nada, sin hacer el menor gesto. Nada de eso dijo Berg, t te quedas aqu. Si ella es la chica, os voy a meter juntos en el saco. Hay alguna gente que est deseando venir a veros. Verme a m?Hacker volvi el rostro y se encar con el barbudo, lanzndole una mirada de incredulidad y abulia. Oh, s. Tu plazo como Congresista de este distrito termin ayer, Hacker. Ya no eres inmune. El corazn de Twig aceler sus palpitaciones. Era peor de lo que haba pensado. Hacker borracho se converta en una nulidad; y, seguramente, alguien lo haba mantenido deliberadamente all, pagndole la bebida, aguardando a que llegara el pelotn. Hacker! susurr desesperadamente en su odo. Vmonos corriendo! Pas bajo el brazo con el que Berg sujetaba a Hacker y se encar con el barbudo. El hombre la mir estpidamente por unos momentos, pero su estupidez le dur poco. La mano de la chica se lanz sobre su cara, estall un seco golpe y cada una de las uas se hundi en la carne como un rastrillo. Qu haces? exclam Berg; las uas de Twig estaban tan afiladas que el hombre no haba notado todava los cortes de la mejilla y la frente. Te gusta jugar... Entonces brot la sangre y comenz a deslizrsele hasta los. ojos y el cuello. El barbudo gru, solt a Hacker y se llev las manos a los ojos. Quieres dejarme ciego? exclam. Se limpi los ojos, mir sus manos y las vio manchadas con su propia sangre. Grit como un animal furioso y dolorido. Corre, Hacker! dijo Twig desesperadamente. Se escabull de los brazos de Hacker que intentaban atraparla, con una hbil maniobra le arranc el taladro del cinturn y se lo entreg a Hacker. Corre! Berg se lanz tras ella. Pero aunque no hubiera tenido los ojos ensangrentados, habra parecido igualmente un oso intentando cazar un pjaro. Acorralada en la parte interior de la habitacin, Twig corra de un lado a otro escabullndose gilmente del pesado y enorme Berg, que se arrastraba torpemente como un loco de cabeza rojinegra. Hacker, por fin despejado, dndose cuenta del peligro, retrocedi hacia la puerta. Tena el taladro de Berg en la mano para cubrirse de cualquier ataque de Berg y el Agente.

Vamos, Twig! chill Hacker. Twig volvi a deslizarse por entre los zarpazos de Berg y de un salto se lanz hacia la puerta. Vuelve atrs, Berg! amenaz Hacker con el taladro en alto. Te agujerear si te acercas! Berg se detuvo. Su boca se entreabri mostrando sus blancos dientes que contrastaban con el negro de la barba. Os matar... murmur entre dientes. A ambos, os matar a los dos... Ni lo intentes dijo Hacker, Sera firmar tu propia condena. Ahora, quietecito, y eso va por ti tambin, Agente. No intentis seguirnos... Twig! Sali al exterior seguido de Twig. Corrieron hacia el bosque. Twig acarici los primeros rboles que alcanzaron y los troncos y ramas que, inclinados, interrumpan su camino, se apartaron para dejarles paso, regresando a la posicin inicial a sus espaldas. Corrieron aproximadamente un par de kilmetros hasta que la respiracin de Hacker delat su cansancio. Entonces redujeron la velocidad y prosiguieron a paso de marcha. Twig, que haba estado todo el da corriendo a la velocidad que ahora haban corrido ambos, caminaba naturalmente a su lado. Por un rato slo se oy la respiracin agitada de Hacker. Bueno, dime qu pasa pregunt finalmente, detenindose un poco para escuchar el susurro a que lo haba acostumbrado Twig. Un pelotn de captura dijo ella. Diez hombres, tres mujeres, todos armados con taladros inicos y lseres. Dijeron que formaran una asamblea de ciudadanos y te ahorcaran. Ahorcarme? gru Hacker. El alcohol ingerido lo volva propenso a la ira. Pero la balanza de su estado se inclinaba a favor de la lucidez. Y Twig, que lo quera incluso ms que en un tiempo quisiera al Abuelo Vegetal, haba acabado por aceptar condescendientemente sus estados de nimo y su mal olor. Se sent con un brusco gesto, su espalda apoyada contra un tronco, e invit a Twig a sentarse a su lado. Descansemos y pensemos un poco dijo. Sin un buen plan no iremos a ninguna parte. Dnde estn ahora? Twig, que estaba sentada sobre sus talones, se levant y camin hacia el rbol contra el que estaba apoyado Hacker. Abraz el tronco cuanto dieron de s sus brazos, cerr los ojos y apoy la frente contra la arrugada superficie, concentrndose. Su mente camin por entre las tinieblas, adentrndose muchos kilmetros a travs de los caminos conformados por las cras del Abuelo Vegetal, hasta alcanzar el lugar donde se encontraban los hermanos ms pequeos, a los que otros humanos llamaron hierba en la Tierra. A menos de cuarenta minutos de donde se encontraban Twig y Hacker, los hermanos ms pequeos advirtieron el pesado metal de los vehculos humanos, aplastando y desgarrando otros hermanos. Paz, hermanos menores, paz susurraba Twig mentalmente, intentando tranquilizarlos. Pero los hermanos menores no sentan dolor como los variformes animales de la Tierra o la misma Twig y el resto de los humanos; su dolor era diferente, y de esa forma diferente sufran los daos que los vehculos les infligan. Aquellos seres estaban destruyendo plantas que no tenan ms funcin que la de estar all y sin que los destructores tuvieran el menor fin concreto al hacerlo; por debajo de todas las plantas vivas de la superficie del Planeta Jinson, el Abuelo Vegetal recoga aquellos desesperados lamentos, sentidos en forma diferente. Estaba ya cansado de las destrucciones intiles que llevaban a cabo hombres, mujeres y bestias extraas. Paz, Abuelo, paz emita Twig. Pero el Abuelo no le respondi. Se separ del rbol, abri los ojos y mir a Hacker. Vienen en vehculos le dijo. Desde las lejanas hierbas, los rboles le transmitan la imagen de los vehculos de traccin y la gente que los ocupaba como si ella lo estuviera

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viendo con sus propios ojos. Cuando parti el pelotn eran slo ocho e iban a pie. Ahora hay cinco ms y traen vehculos. Nos alcanzarn en media hora si permanecemos aqu. Y los vehculos asesinarn muchos rboles y otras criaturas del Abuelo antes que ello ocurra. Me dirigir entonces al distrito de High Rocks dijo Hacker. El frunce que surcaba su frente habase vuelto profundo entre sus ojos azules. Tendrn que dejar sus vehculos y seguirme a pie; all hay poco que puedan destruir. Es ms, estarn acosndome durante un mes o unas semanas, como mucho, y no me pescarn nunca. Aunque es a ti a quien quieren coger para que les digas dnde pueden encontrar al Abuelo; sin embargo, no se atrevern a intentarlo mientras yo est vivo y represente la ley. Tenemos que conseguir un poco de ley y orden en el Planeta Jinson. Eso me recuerda que... Introdujo dos dedos en un bolsillo de la chaqueta y sac una pequea tarjeta de celulosa. Se la pas a Twig. Mientras estuve en la capital con la Asamblea Legislativa prosigui, consegu que el Gobernador general enviara un experto en ecologa del Gobierno Paraplanetario, alguien con plenos poderes para llevar a cabo una investigacin, legal y todo. Ah est su nombre. Twig mir lo que haba escrito en el pedazo de celulosa. Se senta, orgullosa de su habilidad para la lectura desde que haba aprendido con una mquina docente que Hacker le haba conseguido. Pero el nombre que apareca en la papeleta estaba escrito con caracteres tan enrevesados que a duras penas logr descifrarlos. John... Stone ley finalmente. se es el tipo dijo Hacker. Segn lo planeado, habr aterrizado hace dos das y ahora se encontrar camino de aqu para encontrarse conmigo. No creo que tarde ms de un da en llegar. Le ha sido informada tu existencia. T te encontrars con l y le mostrars esa tarjeta. Trelo e infrmale de lo del pelotn y todo lo dems. Mientras tanto, estar en los alrededores de High Rocks y bajar a Rusty Springs maana al medioda. T y Stone me encontraris all y nos quedaremos esperando al pelotn cuando venga a atraparnos. Pero si slo seris dos... protest Twig. Tranquilzate dijo Hacker. Ya te he dicho que es un oficial supraplanetario... como un polica. Nadie se atrever a quebrantar la ley estando l aqu. Una vez sepan quin es ms o menos, nadie se atrever a quemar los bosques del Abuelo. Pero cuando se marche... dijo Twig ponindose en pie. Para cuando se haya ido ya habr redactado todo un cuerpo de leyes para la Asamblea Legislativa que pondr fin de una vez por todas a las barrabasadas de esos quemabosques. Vete ahora hacia el sur, Twig; y cuando encuentres a Stone, permanece con l. Si el pelotn va tras de m, tambin te persigue a ti, de modo que puede encontrarte. Palme el hombro de Twig, dio media vuelta y se perdi entre los rboles. Twig contempl su marcha, deseando ir tras l y permanecer a su lado. Pero Hacker saba lo que convena. Si lo que se necesitaba era la presencia de este John Stone, procedente de otro mundo, ella deba ir en su busca y encontrarlo. Pero el infortunio de todas y cada una de las cosas las que la rodeaban y que tanto amaba ella pesaba sobre el lugar. Cuando Hacker desapareci, aproxim su rostro al suelo, peg la cara contra l y extendi sus brazos cuanto pudo. Abuelo Vegetal! llam, dejando que slo su mente pronunciara las palabras, ya que no era necesario el contacto con ninguna planta cuando llamaba al Abuelo. Sin embargo, no hubo respuesta. Abuelo Vegetal! llam de nuevo. Abuelo Vegetal, por qu no respondes? El miedo la posey. Qu ocurre? Dnde te has ido? Paz, pequea y precipitada hermana reson el pesado y pausado pensamiento del

Abuelo. No me he ido a ninguna parte. Ya tema que la gente te hubiera encontrado bajo la tierra. Tema que te hubieran herido... o asesinado, cuando no contestabas. Paz, paz, pequea corredora dijo el Abuelo. Estoy cansado, muy cansado de esa gente vuestra. Tanto, que pronto tendr que echarme a dormir. Y si as ocurriera, cuando quisiera despertarme no sabra cmo hacerlo. Pero no creo que puedan matarme. No estoy seguro de si algo puede ser asesinado, en todo caso no te niego que habra un cambio, pero slo momentneo, hasta que el universo volviera a recordar, y aquello que fuera muerto en apariencia recuperase su habla de nuevo. No me gusta tu gente, que slo tiene una forma. Para m no hay ninguna diferencia si soy raz, tallo o flor. Siempre estoy aqu para ti, pequea corredora, tanto si respondo como si callo. Las lgrimas corrieron por el rostro de Twig, humedeciendo la tierra que tena bajo la cara. No entiendes! grit. T puedes morir. Puedes ser asesinado. Pero no comprendes. Piensas que todo es dormir. Claro que entiendo respondi el Abuelo Vegetal. Comprendo mucho ms que cualquier pequea corredora que se ha limitado a vivir uno o dos momentos, mientras que yo he vivido lo bastante para ver erguirse y caer las montaas. Cmo puedo morir si soy mucho ms que las races leosas que esas gentes quieren encontrar y destruir? Y si sas murieran, an permanecera yo en todas y cada una de las plantas de este mundo y tambin de mi pequea corredora. Y aun cuando stas desaparecieran algn da, todava sobrevivira pues formo parte de las piedras y la tierra de este planeta, ms an, formo parte de sus hermanos y hermanas planetas, y mucho ms all, pues hay muchos ms mundos. Aqu, en mi soledad, he hablado a todos mis hermanos y hermanas vegetales, desde el ms grande al ms pequeo. Y todo el rato, mientras ello ocurra, escuchbamos las voces de tu gente, no slo sobre este planeta sino tambin sobre los ms lejanos. Y los oamos hablar tal y como yo te oigo a ti. Cmo puede ocurrir eso que piensas si nosotros no somos todo uno, sino que estamos presentes en cada una de las partes del otro? Pero estars muerto en la medida en que me conciernes a m insisti Twig. Y no puedo soportarlo! No puedo soportar tenerte muerto! Qu puedo decirte, pequea hermana corredora? Si t sientes que estoy muerto, entonces estar muerto; pero si abandonas la idea de que puedo ser asesinado, entonces no podr ser asesinado. Siempre estar contigo, excepto y nicamente si dejas de sentirme. No quieres ayudarte! Puedes hacer cualquier cosa. Me cuidaste cuando era una nia. Lo hiciste solamente t. Ni siquiera recuerdo a mi padre y a mi madre, ni qu aspecto tenan. T me mantuviste con vida y me diste todas las protecciones necesarias. Incluso lo sigues haciendo ahora, cuando ya no necesito cuidados. En cambio, nada quieres hacer cuando eres t el que necesita ayuda. Podras abrir la tierra bajo esas gentes, o despedazarlas con un alud. Podras ahogarlas en los ros en los que beben. Podras enviarles semillas cuyo polen las enfermara. Pero no quieres hacer nada... nada que no sea yacer aqu hasta que te encuentren y te maten. Hacer lo que dices no es ninguna solucin. Es demasiado difcil de explicar a una pequea corredora que slo ha vivido un momento, pero el universo no crece ni se desarrolla de esa manera. Si emprendiramos el camino de la amenaza y la destruccin, todas las cosas se derrumbaran y dejaran de crecer. Y t no querras verme enfermo o tullido, verdad, pequea corredora? Mejor as que muerto. Otra vez ese pensamiento que no es pensamiento. No puedo apartar de ti la tristeza si te empeas en recordarla en todo momento. Si puse a muchos hermanos y hermanas a tu disposicin para que te protegieran y cuidaran de ti, sola y alejada de tu gente, fue

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porque deseaba que corrieras libremente por este mundo y fueras feliz. Pero no eres feliz; y yo, que s mucho ms que una pequea corredora, que s slo un poco comparado con lo que todava tengo que aprender, yo mismo, no s qu hacer para aliviarte. Te acompaar en tu tristeza, si t quieres. En cualquier caso estar siempre contigo aunque no me creas... contigo, ahora y siempre. Twig sinti que la atencin del Abuelo se desviaba hacia otros menesteres. An permaneci pensando en su soledad en la misma posicin que antes adoptara; pero pronto olvid sus lgrimas y record la misin que le haba encomendado Hacker. De manera que se levant y ech a correr hacia el sur, dejando que el viento acariciase su rostro. No sucedi repentinamente, pero poco a poco la poesa de su movimiento empez a alimentar el miedo y la tristeza que senta. Si Hacker estaba en lo cierto al afirmar lo que John Stone poda hacer, entonces todo acabara perfectamente. Repentinamente record que poda ser descubierta por el pelotn, de modo que se apart de la ruta y se desvi hacia el puesto de suministro. Pronto alcanz el conglomerado de rboles que rodeaba el claro en que se ergua el puesto y, segura de ello, vio los vehculos, los hombres y las mujeres. Los contempl sin miedo, pues como ocurra con casi todos ellos, vean y oan peor que ella; ms an, los rboles y los arbustos haban formado frente a su cuerpo una pantalla que evitaba su descubrimiento. Estaba lo bastante prxima como para or lo que decan. Al parecer, un vehculo tena una rueda pinchada y necesitaba reparacin. Lo mantenan levantado mediante gatos mecnicos y algunos hombres se entregaban a la tarea. Mientras tanto, los que no trabajaban discutan bajo el sol del crepsculo. ...Puta! estaba diciendo Berg. Hablaba de ella. La sangre de su rostro haba cesado de manar, pero las heridas permanecan abiertas. La ahorcar en la cara de Hacker antes de que lo ahorquemos a l una vez los hayamos atrapado! No dijo una de las mujeres. Alta, huesuda, vesta pantaln y chaqueta de cuero y una pistola de rayos lser colgaba en su funda sobre la nalga derecha. Primero ella tiene que hablar. Lo que realmente necesitamos matar es esa diablica planta del Abuelo. Y despus, en el lugar que sea, ella vivir en su propia casa. Su propia casa... comenz Berg, y hubiera continuado a no ser porque otra mujer lo contuvo. Era sta ms baja y maciza que la otra, aunque llevaba un vestido blanco y botas de cuero. No iba armada, al menos en apariencia, pero su voz tena un tono de mando todava mayor que el de la otra. Cllate ahora mismo, Berg! Antes de decir algo comienza por arrepentirte de lo que vas a decir. Las familias de los plantadores decentes tienen otros planes respecto a la chica. Ha crecido como una salvaje durante todos estos aos, pero es hija de personas y tendremos que hacernos cargo de ella hasta que se convierta en una mujer y viva como Dios manda. Y abandona esas ideas de ponerle las manos encima una vez hayamos dado con ella. Seremos las mujeres casadas que vamos en este pelotn las que le haremos decir dnde se esconde ese diablico Abuelo, y ningn hombre intervendr en esto. Si podis conseguirlo gru Berg. La mujer ri y Twig dedujo por las convulsiones de su cuerpo la clase de risa que era. Acaso no podramos hacerte hablar a ti? Y si podemos contigo, por qu no con una cra como ella? Twig se alej del lugar donde hojas y arbustos formaban la barrera protectora. Haba odo todo lo que necesitaba or. Los vehculos estaban ahora detenidos; as, no haba peligro de que atraparan a Hacker antes de que ste alcanzara las colinas de High Rocks una regin montaosa compuesta de grandes zonas donde las piedras hacan intil el uso de vehculos. No haba tenido mucha suerte desde que se separara de Hacker, pero, al menos por ahora, estaba segura.

Ya libre el camino, lo retom y comenz a correr hacia el sur en busca del hombre llamado John Stone, mientras el sol comenzaba a hundirse en el horizonte. Corra una vez ms. Y nuevamente la intoxicacin de su carrera le trajo a la memoria lo que haba estado oyendo. Ahora, corriendo, nadie poda atraparla ni sujetarla, ni tampoco obligarle a decir cosas terribles, obligarle a decir dnde estaba la raz del Abuelo Vegetal. El sol estaba ya oculto; y la gran luna blanca de Jinson iluminaba el cielo. Era luna llena y su luz era casi tan intensa como la del sol en el ocaso; slo que la luna emita una luz distinta, mgica, dotada de dos tonos blanco y gris aunque desprovista de color. Bajo esta luz, rboles y matas se apartaban para dejarle pasar, y los hermanos menores que estaban a sus pies se inclinaban de tal manera que la luna reflejaba su luz, formando un sendero iluminado. Aquello no exiga el menor esfuerzo de su parte. Por mucha velocidad que alcanzara, la tierra, los arbustos, los rboles y la luz de la luna estaban a su servicio. Entre todos juntos ayudaban a componer la silenciosa msica de su paso. Pero por un momento esto desapareci. Qued slo su carrera, el bosque y la luz de la luna. Durante un corto instante, slo fue una pequea corredora... incluso el Abuelo y Hacker fueron olvidados, al igual que el pelotn y los otros humanos. Era como si jams hubieran existido. Danzaba con su mundo en el baile negriblanco de su carrera sin lmites; y slo existan el mundo y ella, en una soledad eterna. Twig haba corrido hasta que la luna estuvo en lo alto del cielo. Nuevamente busc el consejo de los hermanos y hermanas vegetales para que le indicaran si segua el camino apropiado. Los hermanos y las hermanas iban sealndole la ruta delante de su cuerpo siempre en movimiento. Luego, ms all de la luna, una luz amarilla relampague brevemente en la lejana. Aspir en el viento el aroma de las hierbas, el triste olor de plantas quemadas, el hedor de un animal y el peculiar olor de un ser humano, un hombre. Se estaba acercando a l. El hombre haba acampado en un pequeo claro, donde poda verse un arroyo. Un pequeo fuego haba sido encendido en la otra parte del arroyo; el hombre estaba sentado junto al fuego y miraba las llamas atentamente. Vestido con oscuras ropas y con la cara afeitada, pareca confundirse con las piedras. Ms all de donde se encontraba, vio Twig una de aquellas bestias que su gente llamaba caballo. El caballo oli o escuch a Twig y movi la cabeza en su direccin. El hombre movi tambin la cabeza entonces, mir al caballo y luego llev la mirada desde el caballo hasta Twig. Hola dijo. Ven y sintate. La mirada del hombre caa justo sobre ella, pero ocurra que ella no estaba al descubierto. Era imposible que pudiera verla. Se encontraba entre los rboles, a unos cuatro metros detrs de l; y sus ojos, al mirar, tenan por fuerza que ser deslumbrados por las llamas. Simplemente, el hombre obedeca la indicacin que le haba hecho el caballo. Es usted John Stone? pregunt, olvidando que slo Hacker poda entender y or su susurro a tal distancia. Pero el hombre la sorprendi de nuevo. S dijo. Eres Twig? Atnita ahora, se intern en la zona iluminada. Cmo lo sabe? El hombre ri. Su voz tena un tono profundo, incluso su risa era profunda, aunque suave y amistosa. En este lugar slo hay dos personas que saben mi nombre dijo. Una es un hombre llamado Hacker Illinois; y la otra, una chica llamada Twig. Tu voz me ha sonado ms a Twig que a Hacker Illinois. Y, ahora que puedo verte, pareces ms bien Twig, indiscutiblemente. Avanz un poco ms, hasta la orilla del arroyo, y contempl la blanca, alargada cara del hombre. Su rubio cabello no era largo, pero se ensortijaba sobre su cabeza y, bajo la luz, sus ojos oscuros parecan tan azules como un lago de verano.

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Stone no se movi. A sus espaldas buf el caballo. Por qu est ah sentado? pregunt Twig. Oculta usted algo? Stone movi la cabeza. No quiero asustarte. Hacker Illinois insisti mucho en que no hiciera movimientos repentinos ni intentara tocarte. Si me levanto, te irs corriendo? Claro que no. Pero se equivocaba. l se levant entonces lentamente y ella dio un paso atrs, instintivamente; porque era el hombre ms alto que nunca viera. Ms alto de lo que haba imaginado posible en un hombre. Y tambin ancho. Desde su increble estatura pareca dominar sobre todas las cosas, sobre ella, el fuego, las rocas, incluso sobre el caballo que haba tras l. Su corazn comenz a latir rpidamente, como si todava corriera. Entonces vio que el hombre permaneca en pie, pero inmvil, esperando; y sinti que no haba en l la menor huella de amenaza o maldad alguna, tal como los sintiera en Berg, en el Agente del puesto de suministros, las mujeres del pelotn y otros como ellos. Su corazn decreci el ritmo. Se sinti segura y camin hacia el hombre, detenindose frente a l. No estoy asustada. Puede sentarse de nuevo. Ella misma se sent tambin y qued con el rostro vuelto hacia el hombre; ste volvi a sentarse en el suelo y qued como una montaa que sobresaliera del mar. Incluso ahora que estaban sentados poda verse la diferencia de estatura; pero la manera de descollar su cuerpo era amable, como si se tratara de un hermano rbol que elevara sus ramas muy por encima de su cabeza. Te molesta mi caballo? Twig mir hacia la gran bestia y olisque. Tiene metal en sus pies, que cortan y matan las pequeas cosas que viven, igual que los vehculos respondi ella. Es cierto dijo John Stone, pero l no se coloc ese metal por su propia voluntad. Adems, le gustas. Era verdad. El animal estaba balanceando su amplia cabeza en su direccin y la agitaba como si estuviera ansioso por tocarla. Twig extendi un brazo hacia el animal, se concentr en amables pensamientos y el caballo se aquiet. Dnde est Hacker Illinois? Ante aquella pregunta, Twig respondi con ansiedad acumulada. Eh High Rocks... hay mucha gente tras de l... Entonces se lo cont a John Stone, intentando conducir sus palabras y su tono de voz hacia una forma comprensible. A menudo, cuando hablaba a la gente que no era Hacker, pareca entender las palabras como palabras tan slo, sin aprehender el significado que haba en ellas. Pero John Stone asenta a medida que ella hablaba, y pareca entender todo lo que le estaba contando, como si el entendimiento fuera algo emanado de l en particular. A cunto est de aqu Rusty Springs? pregunt Stone, una vez hubo callado ella. Seis horas, segn un hombre que fuera caminando. Entonces, si nosotros partiramos un poco antes de la salida del sol, llegaramos al mismo tiempo que Hacker? S dijo ella, pero debemos marcharnos ahora y esperarlo all. John mir a la luna y luego a los bosques. En la oscuridad tengo que caminar despacio. Hacker me dijo que no te gustaba ir demasiado lentamente. Aparte, hay todava muchas cosa que tienes que contarme, y me las dirs ms fcilmente sentada aqu que viajando. No te pongas triste. Nada nos detendr cuando partamos para Rusty Springs. Dijo estas palabras con tal calma, que record a Twig la forma de hablar del Abuelo Vegetal. Tienes hambre? pregunt John Stone. O no comes la misma comida que

nosotros? Al hablar haba sonredo un poco. Por un segundo pens Twig que se estaba burlando de ella. Claro que como la comida humana. Hacker y yo siempre comemos juntos. No tengo por qu hacerlo, pero es algo que est bien. l asinti gravemente. Twig se pregunt si l poda saber lo que ella no haba dicho. La verdad era que, a pesar de todos sus conocimientos, el Abuelo Vegetal no posea una muy exacta comprensin del sentido del gusto del ser humano. La fruta y los secos y las cosas verdes con las que haba estado alimentndola cuando ella era una nia no haban estado mal del todo, pero las comidas humanas que Hacker le ofreci eran mucho ms interesantes. John comenz a abrir algunos pequeos envoltorios y prepar comida para ambos, haciendo alguna que otra pregunta mientras ejerca su habilidad culinaria. Twig intentaba responderle lo mejor que poda. Pero incluso para una persona tan especial como John, pens, deba ser difcil entender lo que aquello era para ella. Ni siquiera poda recordar el aspecto de sus padres. Saba, porque el Abuelo Vegetal se lo haba dicho, que ambos haban enfermado y muerto en su cabaa cuando apenas contaba ella unos meses de edad. Casi ni saba andar y se haba deslizado fuera de la cabaa, errando, hasta que haba sido encontrada, mente con mente, por el Abuelo Vegetal; y puesto que era tan pequea que nada pareca imposible, escuch, entendi y crey sus palabras. l haba dirigido los pasos infantiles desde la cabaa y los campos incinerados que sus padres haban intentado sembrar, y los haba encaminado hacia el interior de los bosques, donde rboles y ramas conformaban un refugio en el que poda protegerse del viento y la lluvia y donde siempre encontraba algo de comer con slo extender los brazos. La mantuvo apartada de la cabaa hasta que se hizo algo mayor. Cuando ella volvi a su primera casa slo vio blancos huesos en el interior y una verde enredadera que la ocultaba. El Abuelo le haba dicho que no la tocara. No sinti el menor lazo parental con aquellos huesos y no regres a la cabaa desde entonces. Hacker era otra cosa. Cuando se encontr con Hacker, tres aos atrs, ella haba llegado a ser ya la pequea corredora que sola decir el Abuelo. Originariamente, Hacker haba sido un plantador, un colono como los que ahora le perseguan. Un plantador tan opuesto a un granjero que ha heredado sus acres de tierra libre y los fertiliza, ara y siembra ao tras ao, siguiendo un ciclo regular era alguien que haca vida de granjero no ms de dos aos seguidos en cualquier lugar. La mayor parte de la buena tierra haba sido ocupada por la primera ola de emigrantes que arribara al Planeta Jinson. Los que vinieron despus hallaron que los terrenos ocupados por los retoos botnicos del Abuelo (cuya existencia nunca haba sido sospechada) apenas consistan en una delgada capa asentada encima del suelo pedregoso, relativamente infrtil, a menos que fuera limpiado por el fuego. As, pues, las cenizas enriquecieron las posibles cosechas. No obstante, la capacidad fertilizante de los incinerados cuerpos de hermanos y hermanas se agot en dos aos consecutivos de cosechas, lo que oblig a los plantadores a trasladarse a otro sitio y a quemar nuevas zonas en las que asentar nuevas granjas. Poco antes de las lluvias de la primavera, tres aos atrs, Hacker se haba trasladado al territorio por el que Twig sola corretear. Un tiempo ideal para incinerar el rea, antes de que los densos chaparrones propiciaran el riego de la zona. De modo que Hacker lleg, estableci su campamento y dej que corrieran los das. Pero no prendi fuego a los retoos del Abuelo. Finalmente lleg el verano y con l la nocin de que la oportunidad se haba perdido. Twig, que lo haba estado observando, oculta en la maleza, en muchas ocasiones, se fue aproximando ms y ms mientras espiaba. Estaba espiando a un plantador que, sin embargo, no plantaba. Comi frutas y secos que el Abuelo haba

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puesto a disposicin de Twig, pero ninguna otra cosa tom de los bosques. Ella no poda entender aquel comportamiento. Ms tarde lo entendi. Hacker era un borracho. Un plantador que en nada se haba diferenciado nunca de los dems plantadores, excepto en que, en el curso de una feria organizada para la venta de productos, haba jugado a las cartas y ganado una fuerte suma de dinero. Despus, en un lcido momento que despus agradecera toda su vida, sigui el consejo de un banquero local y deposit su dinero al inters simple, de manera que devengara lo bastante para financiarle su traslado a las regiones septentrionales y la limpieza de un nuevo planto. Cuando parti hacia el norte, no lo hizo sin aprovisionarse en exceso de bebidas alcohlicas. As, que instal un campamento, pero en lugar de ponerse a trabajar, se haba tumbado a la sombra y dedicado a gozar de sus botellas y la paz de los parajes. Entre los bosques no necesit consumir bebidas al mismo ritmo frentico que en el cogollo de la civilizacin. Estaba solo y slo la calma lo rodeaba. Y, adems, tena dinero en el banco, un dinero que le estaba esperando incluso si no cosechaba nada aquel ao. Al final no cosech. Al final comenz a experimentar cambios. Entre los bosques, se dio cuenta de que necesitaba el alcohol cada vez menos, pues all no haba la menor huella de aquellas agudas y quebradizas pejigueras legales que normalmente le punzaban y zarandeaban convirtindolo en un verdadero rebelde. No era hombre observador, pero poco a poco se fue dando cuenta de cmo iban y venan las estaciones y cmo da tras da los bosques respondan a los cambios de las estaciones de mil maneras distintas. Advirti que la hoja, el arbusto y la planta se conducan como si fueran individuos y no como verdes objetos inanimados. Y al final, despus de dos aos sin plantar nada, recogi una cosecha: se dio cuenta de que no era capaz de quemar la zona en la que haba estado dos aos viviendo tranquilo y sereno consigo mismo. Sin embargo, quem algunos rboles para reclamar el rea como suya y resguardarla de los otros plantadores. Luego, se larg aprisa. Cuando lleg a la siguiente parcela que haba escogido, le ocurri lo mismo; se dio cuenta de que no poda prenderle fuego. Se march de nuevo, esta vez llegando al territorio de Twig; y all, siguiendo inconscientemente los cambios de su conducta, llam la atencin de Twig y la cautiv. Y ocurri que lleg el da en que ella camin abiertamente hacia el campamento de Hacker y se detuvo a pocos pasos de l, no demasiado atemorizada despus de meses de observacin. Quin eres? susurr ella. La contempl sorprendido. Dios mo, criatura exclam l. No sabes que no puedes ir por el mundo desnuda? El asunto de la ropa fue slo la primera de las muchas cosas que mediaron para la comn concordia y entendimiento. La cosa era que a Twig no le importaba en absoluto ir desnuda, aunque tal vez no fuera sino una medida de distanciacin para con la gente que la asustaba; por otra parte, admita que le molestaba el contacto con las ropas. Twig, sin embargo, a pesar de su aparente inocencia, no era ignorante. El Abuelo se haba preocupado de que aprendiera lo que por su ascendencia y edad poda aprender. Haba observado que Twig se acercaba furtivamente a las granjas y que se preocupaba por algo tan irremediable como la palabra humana, de manera que decidi ensearle tambin a hablar la lengua de su gente. Pero al mismo tiempo que penetraban en su cerebro los conocimientos y medios de comunicacin humanos, crecan paralelamente los asimilados por su contacto con el Abuelo, algo as, en resumen, como una sabidura sin palabras y diversas habilidades que tenan ms razn de ser para el Abuelo que para ella misma. Asimismo, el conocimiento humano adquirido a travs del Abuelo, haba sido efectuado por una suerte de traduccin inevitable, por el hecho no menos inevitable de que el Abuelo no era humano y no

pensaba en trminos humanos. Por ejemplo, ante la circunstancia de que los otros humanos se cubran con vestidos, el Abuelo no pareci hacer mucho caso y, aunque transmiti el significado a Twig, no la forz a que imitara la costumbre; por el contrario, lo nico que hizo fue aclimatar la temperatura de los parajes para que su cuerpo no se viera afectado por el clima. De manera que Twig tena una manera propia de ser ella misma y extraa a la vez. Cuando por fin se encontraron Twig y Hacker, fue como el encuentro de dos extraos que slo tenan en comn un limitado cmulo de lenguaje y experiencias. Sin embargo, lo que les fascin fueron las diferencias; y desde aquel primer encuentro asistieron al nacimiento de su camaradera. Pero ahora llevas ropa dijo John Stone en este punto de la historia de Twig, contemplando el conjunto de blandas cortezas que rodeaban su cuerpo. Fue idea de Hacker. Y l tiene razn, naturalmente dijo ella. Al principio me molestaba un poco, pero pronto me acostumbr y los primitivos roces desaparecieron. John Stone afirm con la cabeza, agitndola y haciendo relampaguear sus cabellos al resplandor de la lumbre. Cmo pregunt luego lleg Hacker a meterse en poltica? Y por qu quieren matarlo ahora, despus de haber formado parte del gobierno? Hacker consigui una mquina docente y me ense un montn de cosas. Pero tambin l aprendi bastante. Cosas sobre el Abuelo y muchas ms. Hacker no puede hablar con el Abuelo, pero advierte el cmo y el cundo de su presencia. En las llanuras, parece que tu gente opina que el Abuelo Vegetal es una supersticin. El Abuelo nunca prest mucha atencin a las gentes de las llanuras respondi Twig. Pero los plantadores de las zonas altas saben algo acerca de su existencia. Es la razn por la que quieren encontrarlo y matarlo, lo mismo que quieren hacer con Hacker. Pero, por qu? Hacker se present para la Asamblea Legislativa hace dos aos. Los otros plantadores pensaron que tener a uno de los suyos como delegado era una ocasin que no poda desaprovecharse. De manera que votaron por l. Pero Hacker se alz en plena asamblea y habl sobre el Abuelo y por qu los quemabosques deban ser detenidos. Entonces los otros plantadores le odiaron porque los de las llanuras se rieron y porque no queran dejar de plantar e incendiar. Sin embargo, mientras sigui siendo delegado la sombra de la ley lo mantena protegido. Pero su perodo de dos aos expir ayer y, con l, su proteccin personal. Fcil. Ser fcil... dijo John, pues Twig volva de nuevo a parecer temerosa y desconsolada. Hay gente en otros mundos que se preocupa por todos los Hacker y todos los seres como tu Abuelo Vegetal. Yo me preocupo. Nada les ocurrir a ninguno de los. Te lo prometo. Pero Twig se haba sentado sobre sus talones, rechazando la comodidad de olvidar que el miedo que le traa el recuerdo poda ser presagio de terribles males. En la oscura maana, tras haber dormido unas cuatro horas, se levantaron, John empaquet sus cosas y mont su caballo. Con Twig dirigiendo al animal entre los bosques, se encaminaron hacia Rusty Springs. La aurora despunt antes de que hubieran recorrido la mitad del camino. Mientras seguan bajo la luz del sol naciente, el animal pudo comenzar a distinguir el sitio donde pona los cascos, con lo que la pequea expedicin aument su velocidad. Pero esta vez le result difcil a Twig advertir la diferencia de aceleracin, pues puede decirse que se senta cada vez ms fascinada por John Stone. As como su cuerpo era grande, su espritu tambin lo era. Mientras segua su leve carrera, comenz a hacer preguntas. Aunque, a pesar de que l pona todo su empeo en responder lo ms claramente posible, ella no pareca captar todo el completo significado de las respuestas. Qu es usted? Eclogo.

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Pero, qu es realmente? Algo as como un consejero. Un consejero de las autoridades sociales de los nuevos mundos. Hacker dijo que usted era parecido a un polica. Supongo que tambin. Bueno... pero an no s qu es usted. Qu eres t? pregunt John. La mujer qued sorprendida. Soy Twig... Una pequea corredora. Luego pens y aadi: Un humano... Una chica... Y guard silencio. Lo ves? Cada quin es muchas cosas. He ah por qu tenemos que ir con precaucin por el mundo, no moviendo ni cambiando cosas hasta que no sepamos con seguridad lo que ello va a reportar al mundo y, eventualmente, a nosotros mismos. Usted habla como el Abuelo Vegetal dijo ella. Slo que l no quiere luchar para impedir que se dae a l y sus criaturas, no quiere luchar contra los quemabosques y los plantadores. Quiz sea la medida de un sabio. Claro que es sabio. Pero est equivocado! John Stone la mir desde la altura que le proporcionaba el caballo. Cabalgaba con la cabeza levemente inclinada para percibir el dbil susurro de la chica. Ests segura? Twig abri la boca, pero la cerr acto seguido. Segua corriendo, la mirada tendida a lo que haba delante, y nada dijo. Todo lo que no muere, crece dijo John. Todo lo que crece, cambia. Tu Abuelo Vegetal est creciendo y cambiando, al igual que t, Twig. Twig intent apartar el sonido de aquella voz, alegando para s misma que ella no tena la menor necesidad de or lo que l le estaba diciendo. Arribaron a Rusty Springs poco antes del medioda. El lugar reciba aquel nombre por una pequea cascada que caa por un roquedal de no excesiva altura. El agua se desplazaba hasta una ancha cavidad de rocas rojizas y el agua adquira all un cierto sabor ferruginoso. Cuando llegaron, Hacker les estaba esperando sentado en una piedra, junto a la charca. Por fin les dijo nada ms aparecer. Un par de minutos ms y me hubiera largado con viento fresco. No les oyen venir? John Stone mir hacia la zona bosquea que se ergua frente a la charca. Twig no necesit consultar esta vez con ninguna de las criaturas del Abuelo para informarse. Al igual que los otros, con mucha mayor susceptibilidad, poda apreciar el ruido destructor de la masa de gente que se aproximaba. Hacker! susurr. Corre! No replic Hacker. No dijo John Stone desde lo alto del caballo. Esperaremos aqu y hablaremos con ellos. Se mantuvieron juntos, silenciosos y a la espera, mientras el ruido creca; y al cabo de un rato comenz a emerger en el claro el pelotn formado por diez hombres y tres mujeres. Surgieron del bosque y se detuvieron cuando vieron a Hacker y Twig junto con John Stone todava a caballo. Buscabais a alguien? pregunt Hacker irnicamente. Sabes jodidamente bien que s dijo Berg. Se haba procurado otro taladro inico y lo sac de su cinturn cuando comenz a aproximarse a Hacker. Venimos a hacernos cargo de ti, Hacker, as somos de buenos. De ti, y de la chavala y de ese amigo vuestro, quienquiera que sea. Los restantes miembros del pelotn echaron a andar tras l.

Alto dijo John Stone. Su profunda voz hizo que todos lo mirasen. Alto. Lentamente, baj del caballo y qued en pie junto a l. Hubo algo verdaderamente incontenible y lleno de fuerza en la manera en que se alz sobre los estribos, pas la pierna por encima de los cuartos traseros del animal y tom tierra por ltimo. La gente se detuvo y John se dirigi al grupo. Soy un eclogo del Gobierno Paraplanetario dijo, asignado a este planeta para la investigacin del posible uso nocivo de los recursos naturales. Como tal, me ha sido conferida una cierta autoridad, dentro de la cual est el emitir citaciones individuales para la Audiencia oficial que tendr por objeto informarme de la situacin. Alz la mueca hasta la altura de los labios y algo en aquella mueca brill al sol. Sus palabras se dirigieron ahora hacia la mueca. Hacker Illinois, queda usted citado como testigo de mi Audiencia, para declarar en ella cuando sea llamado. Twig, queda citada como testigo de mi Audiencia, para declarar en ella cuando sea llamada. Los gastos para su comparecencia corrern a cuenta de mi autoridad, y el deber que ustedes contraen para con esta citacin relegar cualquier otro deber, obligacin o restriccin que pese sobre ustedes, impuestos por cualquier ley local individual o colectiva. A continuacin, descendi la mueca y la llev hasta el cuello del caballo, al que acarici; y no pareca sino un enorme perro al que estuviera mimando. Estos testigos dijo al pelotn no deben ser molestados de ninguna manera y bajo ningn pretexto. Entendido? Oh, claro, naturalmente. Comprendemos muy bien dijo la mujer huesuda y alta, enfundada en un impermeable. Entendido? Comprendido? Qu significa eso? bram Berg. El eclogo ste no va armado. Vamos a permitir que nos detenga? Berg ech a andar hacia John, que permaneci inmvil. Pero a medida que se iba acercando, Berg comenz a encogerse, y cuando lleg a escasos pasos de John pareca que un chico a medio crecer se estaba aproximando a un hombre plenamente crecido. De modo que se detuvo, mir atrs y vio que nadie del pelotn le haba acompaado Mientras su cabeza permaneca vuelta hacia el pelotn, la mujer del blanco impermeable se dirigi a l. Eh, Berg! Tus agallas siempre estuvieron en tus msculos! Ech a andar hasta llegar al lado de Berg. All, se detuvo y se qued mirando duramente a John. Usted no me asusta, seor eclogo dijo. Me he estado enfrentando a la gente toda mi vida. Usted no me asusta, su gobierno supraplanetario tampoco me asusta, porque nada me asusta a m. Quiere usted saber por qu no vamos y colgamos a Hacker ahora mismo, y nos llevamos a la muchacha para que sea reeducada decentemente? Ahora mismo? No es a causa de usted, sino porque no tenemos necesidad de hacerlo. Hacker no es el nico que tiene influencias en la capital. Hace dos horas que nos comunicaron por los telfonos individuales que usted estaba en camino de este lugar. John asinti con la cabeza. No me sorprende, pero eso no cambia las cosas. No? el tono de su elevada voz contena una cierta nota de triunfo. Todos buscbamos a Hacker y a la chica para descubrir dnde vive esa planta diablica. Hacker lo mand llamar, pero nosotros replicamos pidiendo un equipo que nos ayudara en la bsqueda. Hace dos das pusimos el equipo en un avin y comenz a cartografiar el sistema de races de esta zona. Nos figuramos que estaba en esta zona porque aqu fue donde educ a la chica... Nada lograrn hacerle con eso! grit Twig con su bajo susurro. El Abuelo se extiende por todas partes. Por todo el continente. Por todo el mundo.

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Pero la mujer no la oy o no quiso prestarle atencin. Lo encontramos ayer. Proteja a Hacker y a la chica todo cuanto quiera, seor eclogo. Cmo va a impedirnos que cavemos la tierra y prendamos fuego a lo que encontremos? La vida inteligente, perversamente destruida... comenz John, pero se detuvo en seco. Qu vida? De qu vida est hablando? Cmo puede saber usted que se trata de algo inteligente? Acaso tomar las declaraciones de algunas races? La mujer ri. Eh dijo Berg, volvindose. Ella sigui riendo. Eh, qu es todo esto? Por qu nadie me dijo nada de ello? Decrtelo? la mujer se inclin hacia Berg como si fuera a escupirle en la negra barba. Decrtelo? Confiar en ti? En ti? Tengo los mismos derechos... Pero ella haba dado media vuelta y dirigdose hacia donde estaba el resto del pelotn, dejndolo con la frase a medio acabar. Venga dijo ella. Vmonos de aqu. Ya nos ocuparemos de esos dos despus de la Audiencia. No pueden ir a ningn sitio que no podamos localizar. El resto del pelotn comenz a moverse como un animal que despierta sbitamente y empieza a andar. Encabez el grupo y lo condujo hacia el punto contrario por el que haban surgido. Pasaron junto a la charca, junto a Twig, Hacker y John Stone con su caballo. La mujer pas muy prxima a Twig, tanto que pareci que se inclinaba levemente para rozar el hombro derecho de la chica. Twig realiz un rpido gesto de contraccin ante la posibilidad de ser tocada; pero Lucy Arodet se limit a gruir ante tamaa muestra de repulsa. Sigui encabezando el pelotn hasta internarse en el bosque y seguir la misma ruta que John y Twig a la inversa. Berg corri tras ellos y despus de escasos momentos el ruido de sus pasos fue silenciado por la distancia. Es cierto lo que ha dicho? pregunt Hacker a John. Hay algn aparato que pueda encontrar una masa de races como la del Abuelo? Los azules ojos de John, sumergidos en la amplia cara, se encogieron en un frunce. S contest. Es una variedad de los localizadores de arterias nutritivas... habilitado para distinciones muy delicadas, pues la diferencia estriba en los mnimos cambios que se producen en el flujo lquido de la raz. No pensaba que nadie en este planeta supiera su existencia, ni mucho menos..: se interrumpi. Y... realmente no puedo creer que un aparato como se haya podido ser enviado aqu por nadie sin mi conocimiento. Aunque en el terreno comercial siempre hay gente dispuesta a probar fortuna. Arrstelos! susurr Twig.;Haga que su uso sea ilegal para ellos! John sacudi la cabeza. No tengo ninguna prueba palpable de que tu Abuelo sea un ser sensible. Y, hasta que no obtenga ninguna, nada puedo hacer para protegerlo. Acaso no nos cree a nosotros? La arrugada cara de Hacker era totalmente huesuda bajo el bozo de la barba. Oh, s. Personalmente les creo a ustedes. Antes de que el hombre abandonara el mundo del que haba surgido, ya estaba demostrado que si alguien pensaba talar o quemar una planta sta mostraba una reaccin mensurable en computadores. Las reacciones mentales de y por las plantas hace tiempo que fueron establecidas. Una comunidad inteligente como la que ustedes aplican al Abuelo y las plantas circundantes es slo una reaccin lgica. Pero tengo que comprobarlo por m mismo, o tener al menos alguna prueba contundente de su existencia. Segn lo que ha dicho Lucy Arodet dijo Hacker, el plazo para comprobarlo es bastante corto.

S dijo John. Se volvi a Twig. Sabes dnde est el Abuelo? Est en todas partes. Twig dijo Hacker, ya sabes lo que l ha querido decir. S, Stone, ella sabe dnde est. Twig se qued mirando a Hacker muy fijamente. Debes decrmelo dijo John Stone. Cuanto antes lo localice, antes podr empezar a protegerlo. No! susurr Twig. Querida, s razonable dijo Hacker. Ya has odo a Lucy Arodet que van a encontrar al Abuelo. Si ellos han de conocer ms pronto o ms tarde su emplazamiento, por qu has de ocultrselo a John Stone? No creo que sea cierto! Ella estaba mintiendo, no sabe ni sabr dnde est el Abuelo! Pero arriesgas demasiado dijo Stone, porque puede darse el caso de que s llegue a saber dnde est. Y si cavan debajo y lo destruyen antes de que yo llegue hasta l, no lamentars perderlo por las mismas razones que quieres salvarlo? Ninguna de las criaturas del Abuelo dira dnde est, aunque quisiera susurr Twig . Y yo no quiero decirlo. No me lo digas si no quieres, pero por lo menos llvame hasta l. Twig neg con la cabeza. Twig dijo Hacker. La chica lo mir. Twig, escucha. Tienes que hacer lo que dice Stone. Twig neg nuevamente con la cabeza. Entonces, pregntaselo al Abuelo propuso Hacker. Que l mismo decida. Iba a negarse por tercera vez, pero se qued un rato mirando a Hacker. Luego, se dirigi a un rbol cercano y lo rode con sus brazos; no porque necesitara del rbol para comunicarse con el Abuelo, sino para apartar su cara de la mirada de los dos hombres. Abuelo! pens. Abuelo, me ests escuchando? Qu debo hacer? No hubo respuesta. Abuelo! llam mentalmente. Tampoco la hubo esta vez. Por un inicial momento lleno de temor, pens que ya no era capaz de sentirlo, que haba sido asesinado o dose a dormir. Pero luego, esforzndose en buscar hasta donde era capaz de llegar, lo sinti, advirti su presencia aunque persistiendo en no atender a su llamada. Abuelo! Era intil. Era como si con su dbil susurro pretendiera llamar la atencin de alguien situado en la cima de una altsima montaa. El Abuelo estaba sumergido en sus propias reflexiones. No poda alcanzarlo. Comenz a invadirla un cierto temor. El Abuelo siempre haba estado all en otras ocasiones. Pero desde haca dos aos, desde que los incendios de los plantadores comenzaran, haba adquirido la costumbre de mantener una postura introvertida y de hablar a menudo de irse a dormir. Lentamente, separ los brazos del tronco del rbol y volvi el rostro hacia los dos hombres. No quiere responder. Hubo un momento de silencio. Entonces, es como si te autorizara a decidir por ti misma, no? dijo Hacker suavemente. No dijo nada y se qued pensativa. Entonces, una idea aflor a su mente. No quiero conducirlo a usted hasta l dijo, clavando su mirada en la cara de Stone . Pero ir yo misma y ver si es cierto que los plantadores pueden encontrarlo. Ustedes me esperarn aqu. No dijo John. Yo he venido aqu para comprobar por mis propios ojos el estado

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de las reas incineradas. Si he de convocar una Audiencia para intentar proteger a tu Abuelo Vegetal, necesito tantas evidencias como sea posible reunir. Yo le mostrar las reas dijo Hacker. No repiti John. Usted se dirigir al sur y llegar a la primera ciudad o poblacin que encuentre para informar a las autoridades de que es usted un testigo mo. Eso har que la gente recuerde en todo momento que usted est bajo la proteccin de la ley. Puede hacerlo sin que esa banda de provocadores lo atrape? Hacker hizo una mueca de disgusto. Perfecto dijo John. Lo haba preguntado para asegurarme. Dirjase, pues, al centro comunal ms cercano. Cul es el lugar? Fireville dijo Hacker. A unos doce kilmetros al suroeste. Fireville. Me reunir all con usted una vez haya visto un par de reas incineradas. Conseguir un mapa que las tenga sealadas. Y Twig aadi volviendo la cabeza hacia ella ir al lugar en que se encuentra el Abuelo Vegetal para ver si hay algn sntoma de que ha sido localizado. Entonces intentar encontrarme lo antes posible. Crees que puedes hacerlo, Twig? Claro. Los hermanos y hermanas vegetales me indicarn dnde est usted. Pero en lugar de emprender la partida, permaneci un momento inmvil, como dudando, mirando a Hacker. No bebas ahora le dijo. Si te emborracharas, encontraran la manera de hacerte cualquier cosa. Ni una gota. Te lo prometo dijo Hacker. Pero todava dudaba Twig. Slo se decidi cuando advirti que no poda perder tiempo con tantas cosas que hacer por delante. De manera que se lanz a correr, abrindose el bosque delante de ella, dejando rpidamente el lugar donde estaban los dos hombres. Corra concentrada. No poda detenerse en gozar los placeres de su carrera. De vez en cuando llamaba mentalmente al Abuelo; pero no obtena respuesta y deseaba llegar a la masa de races tan pronto como le fuera posible. En los bosques, creciendo y cambiando da a da, jams haba tenido nocin de la velocidad que poda desarrollar. A fin de cuentas era un ser humano, es decir, que el lmite de su velocidad difcilmente rebasara la de cualquier campen de corta distancia en las pruebas que solan hacerse antes de que el hombre se lanzara al espacio... antes de que la Tierra feneciera. Pero la diferencia consista en que ella podra mantener esa velocidad durante todo un da si se lo propusiera. Aunque lo cierto era que no tena la menor nocin de poseer esa resistencia, como tampoco la del lmite de su velocidad. Pese a ello, iba lanzada velozmente, sus piernas relampagueando bajo la luz del sol de la tarde y entre las riberas del sendero que rboles y matorrales abran ante ella. Era plena tarde y an no haba llegado al lugar de emplazamiento de la masa de races del Abuelo, que yaca bajo tierra en pleno bosque, ocupando un crculo de cuarenta o cincuenta metros de radio. Durante todo el camino, los hermanos y hermanas le haban estado indicando que ninguna seal haba de presencias extraas en el lugar y que el bosque en el que se encontraba el Abuelo se hallaba completamente vaco. Pero ni siquiera ellos podan saber lo que ocurrira al momento siguiente, de manera que la inseguridad la atenazara mientras no pudiera comprobarlo por ella misma. Ahora, ya en el lugar, rode con sus brazos un alto rbol hembra y se mantuvo en aquella posicin forzando a las hojas pensantes para que recordaran cualquier cosa que hubiera ocurrido en la ltima semana. Aparte del viento, las hojas slo recordaban el silencio. Ningn humano haba pasado por entre ellas, ni siquiera a distancia. Ningn ruido mecnico haba tenido lugar por los alrededores, slo el sonido de las nubes al desplazarse y el de algn ocasional aguacero. La mujer llamada Lucy Orodet haba mentido. Los plantadores no tenan ningn

aparato especial, o, si lo tenan, no lo haban usado por el lugar donde se encontraba el Abuelo. Suspirando de alivio, cay al suelo y hundi la cara en la tierra, abriendo los brazos sobre los hermanos menores. El Abuelo estaba a salvo... todava. Durante un corto espacio de tiempo Twig se limit tan slo a mantener los ojos cerrados y a dejar que la sensacin de alivio que senta la inundara por. completo. As qued en los brazos del sueo, que la acun con suavidad despus de la intensa carrera que haba llevado a cabo. Cuando despert era ya de noche. La luna estaba alta en el cielo y el Abuelo estaba pensando, no comunicndose con ella, sino extendiendo sus pensamientos a su alrededor, como si ella no estuviera all. ...Nunca fui ms all de la atmsfera que rodea este mundo estaba diciendo. Pero ahora, mi pequea corredora correr hasta el fin del universo. Ms all de las estrellas, y ms all de las que estn ms all... los inmensos abismos, donde las colosales galaxias flotan como nubes o se abren como ciclpea pirotecnia poblada de pequeas corredoras, cruzndose la trayectoria de una con la de las otras, siempre desplazndose ms all de cualquier concepcin del tiempo y la distancia. Y en todos los puntos de esa inmensa noche se encuentra la vida. Mi pequea corredora ir a conocerlos, desde los primeros a los ltimos, desde sus orgenes hasta su extincin. As, despus de la destruccin ver la llegada de una nueva creacin, al igual que al caliente verano sucede el inclemente invierno y nuevamente la confortante cancula. Todos aquellos que han intentado destruirme desean slo efectuar el nacimiento de mi pequea corredora en el interior de un Gran Corredor entre las estrellas... Abuelo! llam Twig; y los pensamientos fluyeron en torno a ella repentinamente. Ests despierta, pequea hermana? pregunt el Abuelo. Si es as, ests a tiempo de irte. Irme? pregunt Twig, todava bajo la hipnosis del sueo. Irme... Por qu? Dnde? Qu ocurre? Tu viejo amigo Hacker est agonizando... Y tu nuevo amigo John Stone cabalga hacia donde se encuentra Hacker dijo el pensamiento del Abuelo Vegetal. Aquellos que deseaban destruirme han tendido una trampa mortal a Hacker y pronto estarn aqu para matarme tambin. An tienes oportunidad de huir. Twig se puso en pie por un movimiento reflejo. Qu ha pasado? pregunt. Dnde est Hacker? En un lugar al norte de Fireville, en una trampa para animales, donde ha sido arrojado, fingiendo que se encontraba borracho y que ha sufrido un accidente. Aquellos que son nuestros enemigos le hicieron beber, lo condujeron all y lo arrojaron dentro. Por qu no me despertaste y me lo dijiste a tiempo? No hubiera sido posible remediar nada dijo el Abuelo. La muerte de Hacker est ms all de todo remedio, al igual que los que vienen a destruirme estn ms all de todo obstculo. Vienen? gimi Twig. Cmo puede venir nadie? No saben dnde ests! S lo saben dijo el Abuelo. Cuando te dirigiste hacia aqu llevabas prendido en el hombro algo que puso all la mujer llamada. Lucy Arodet. Un objeto pequeo prendido a tu vestido que sirve para decir a otros dnde te encuentras en todo momento. Cuando me encontraste y te detuviste, ellos supieron que me habas localizado y averiguaron de esa forma el lugar donde yo estaba. Twig llev una mano hacia su hombro. Sus dedos se cerraron sobre un pequeo objeto, redondo y duro. Se lo arranc del vestido botnico y lo puso delante de sus ojos para poder verlo en la oscuridad. A la luz de la luna pareca una especie de perla cubierta de puntos por la parte opuesta a la que mostraba un gancho, que haba servido para engarzarlo al vestido de Twig. Lo llevar lejos de aqu! dijo ella. Me lo llevar a cualquier otra parte y as...

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Eso no cambiara ya las cosas. No sufras. Antes de que vengan, yo me habr sumergido en un sueo sin despertar y se limitarn a destruir unas cuantas races que nada significan. No! grit Twig. Espera... no! Correr y encontrar a John Stone. l puede llegar aqu antes de que nadie dae tus races. Entonces no tendrs que irte a dormir... Pequea corredora, mi pequea corredora. Incluso si tu John Stone me salvara por ahora, no hara otra cosa que prorrogar lo inevitable. Desde que tu gente puso los pies en este mundo, fue una certeza que ms pronto o ms tarde me obligaran a dormir para siempre. Si comprendieras que voy a entregarme al sueo alegremente, no te mostraras tan apesadumbrada. Todo cuanto haba de valor en m ya est dentro de ti, y todo ello se dirige a donde yo no puedo dirigirme, en la distancia y en lo profundo, ms all de toda medida e imaginacin. No! grit Twig. No voy a dejarte que mueras. Correr hasta donde est Hacker y encontrar a John Stone. l vendr y te salvar. Esprame, Abuelo. Espera...! An no haba acabado de decir esto cuando ya estaba en camino, imprimiendo a sus piernas toda la velocidad que poda alcanzar. Los pequeos hermanos le abrieron un sendero ante ella, sealndole el camino, y los matorrales y los rboles se inclinaron a los lados. Pero esta vez no era consciente del hecho. Toda la energa de su mente se concentraba en que el Abuelo no deba morir... Corri ms rpido que nunca. Ya estaba cercana la aurora cuando lleg a los alrededores de Fireville, al lugar donde el sendero abierto por las plantas le indicaba la ubicacin de la trampa en que se encontraba Hacker. Junto a la trampa, oscuramente recortado contra el plido cielo que se destacaba entre los rboles, haba una sombra, perteneciente a un hombre gigantesco sobre un gigantesco caballo. Y en la oscuridad del agujero una pequea mancha de luz indicaba la presencia de Hacker. A la vista de aquella mancha incluso el Abuelo fue borrado del pensamiento de Twig. Acercndose cuidadosamente, comenz a descender por uno de los lados de la trampa. Cualquier otro hubiera resbalado y cado por lo menos una docena de veces, pero ella, protegida por los matojos y hierbas, descendi sin el menor peligro. Ya en el suelo, se arrodill junto al cuerpo. Hacker susurr. Las lgrimas cayeron de sus ojos. Hubo entonces un estrpito de tierra y piedras que caan, como si un pesado cuerpo se estuviera deslizando por las paredes de la trampa. Entonces apareci John Stone a su lado, erguido sobre sus piernas. Se arrodill y palp con sus dedos la garganta de Hacker, siguiendo los huesos de la trquea. Est muerto, Twig dijo John, apartando los ojos de Hacker y posndolos en ella. Te dije que no bebieras, Hacker! gimi. Me lo prometiste! Me prometiste no beber... Ella advirti que John Stone se haba puesto en pie. Permaneca erguido junto a ella como un risco rodeado de tinieblas. El hombre puso una mano sobre el hombro de la chica y la mano result tan desmesuradamente grande que pareca un arco que descansara sobre ella. Tena que ocurrir, Twig. La profunda voz retumb en la oscura cavidad. Son cosas que tenan que ocurrir... Era lo que el Abuelo sola decir y ello hizo que Twig lo recordara sbitamente. Enerv el cuello y se mantuvo alerta, a la expectativa. Pero nada haba. Abuelo! grit, y por primera vez en su vida no utiliz el pensamiento para llamarlo. Su voz reson clara y salvaje bajo el cielo apenas luminoso. Sin embargo, no hubo respuesta. Por primera vez, ni siquiera el eco vino a decirle que el Abuelo estaba all aunque no escuchara. Las fuerzas de la transmisin vegetal de pensamiento propagaban su llamada insistentemente en todas direcciones. Pero no haba la menor respuesta. La voz del planeta guardaba silencio.

Ha muerto! grit ella. Y las palabras fluyeron entre flores y ramas, de hoja de hierba a hoja de hierba, a lo largo de las races enterradas bajo la colina y el valle y el llano y la montaa. Muerto... Olvid entonces cuanto la rodeaba. Incluso la cabeza de Hacker junto a sus rodillas. El Abuelo Vegetal? le pregunt Stone. Ella asinti con la cabeza, absorta. Ha ocurrido dijo luego, pesadamente, con su nueva voz. Se ha ido... ido para siempre. Es el fin, todo ha terminado. No dijo la profunda voz de John Stone. Nunca termina nada. Se mantena erguido junto a ella, mirndola. Twig continu, amable pero insistentemente, nunca termina nada. S, s. Escuche... dijo ella, olvidando que, al igual que los otros, l nunca haba odo al Abuelo. El mundo est muerto ahora. Nada hay en l. S, s que hay insisti John. Ests t. Y, para ti, todava existen todas las cosas. No slo sobre este mundo sino tambin en muchos otros que nunca conoci cualquier Abuelo Vegetal. Se encuentran lejos de aqu, esperndote y deseando hablar contigo. No puedo hablar con nadie dijo ella, todava arrodillada. Todo ha terminado, le digo que todo ha terminado. John Stone se inclin y la levant. Sostenindola, ascendi por la empinada pared de la trampa, hasta llegar a su caballo. Subieron a l. El tiempo sigue su curso le dijo John. Twig hundi su rostro en el pecho de Stone y escuch sus palabras retumbando en aquella poderosa cavidad de huesos y carne. Las cosas cambian y nada hay que las detenga. Incluso si el Abuelo y Hacker vivieran todava, incluso si el Planeta Jinson se mantuviera siempre igual, t, necesariamente, por ti misma, no tendras ms remedio que crecer y cambiar. Lo que no est muerto, crece. Lo que crece, cambia. Nuestras decisiones abarcan mayor y mayor responsabilidad, lo queramos o no, pues, a fin de cuentas, la nica eleccin esencial se encuentra entre amarlo todo o no amar nada. Debe haber otros Hacker en otros mundos y quiz, en algn lugar, haya otros mundos como Jinson. Pero no hay ningn otro Abuelo Vegetal que pueda ser hallado, ni tampoco ninguna otra Twig. Esto significa que vas a tener que amar todos los mundos y todas las cosas que crezcan sobre ellos, tal y como el Abuelo lo habra hecho si hubiera podido ir hasta ellos. He aqu lo que tienes que hacer, Twig. Esa es tu misin. Ella nada dijo. Intntalo continu John. El Abuelo te lo ha dejado todo. Acepta tambin esa responsabilidad que sin duda te ha legado. Habla a las cosas vivientes del Planeta Jinson y diles que la prdida del Abuelo no significa el fin. Ella agit su cabeza contra su pecho. No puedo dijo. No puedo. Hblales insisti l. No los dejes solos. Diles que ahora sigues estando con ellos. No es eso lo que el Abuelo hubiera deseado? Nuevamente agit ella la cabeza. No puedo... gimi. Si yo les hablara, sera como si se hubiera marchado en todos los sentidos, definitiva y eternamente. Y no puedo hacer eso. No puedo desplazarlo de esa manera. No puedo. Entonces, todo aquello con lo que cont el Abuelo se ha perdido dijo John Stone . Y todas las cosas que Hacker hizo se han evaporado intilmente. Tampoco lo hars por Hacker? Ella pens entonces en Hacker, lo que haba quedado de Hacker, a medida que cada paso del caballo les alejaba de su cuerpo inerte. Hacker, cayendo ahora tambin en el olvido. No puedo, Hacker! dijo, como si hablara con su recuerdo. No puedes? le dijo la imagen de Hacker. Le gui un ojo y comenz a cantar:

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Tan bravo como Ned Kelly, queran decir las gentes. Tan bravo como Ned Kelly, pueden decir ahora... Aquellas palabras entonadas con la cascada voz de Hacker pasaron a travs de ella como un rayo de sol atraviesa las hojas de los rboles. Y, sbitamente, una imagen global se form en su mente, recordando todas las flores que quedaban solas ahora, sin voz, en medio de la oscuridad y el silencio; y un amargo dolor fluy dentro de ella. A partir de ahora, tambin ella quedara sola y abandonada. Todo est tranquilo! les dijo conjuntamente con su voz y lenguaje mental. Todo est bien! Yo todava esto aqu! Yo, Twig. Nunca permaneceris sin compaa, os lo prometo. Incluso si me fuera a cualquier otro sitio, siempre os alcanzar y hablar desde dondequiera me encuentre... Y desde el valle y la colina, desde el llano y el bosque, desde todas partes, sus palabras fueron recogidas y entregadas a nuevos relevos, que las fueron transmitiendo y ramificando, alcanzando por igual al hermano ms diminuto y a la hermana ms crecida, de un extremo a otro del mundo. Twig cerr los ojos y se abandon contra el ancho pecho de John Stone. No saba hacia dnde la llevaba. No haba la menor duda de que se diriga a algn lugar muy lejos del mundo de Jinson. Aunque, ahora lo saba, ningn mundo estaba demasiado lejos; y tambin, ms all de las grandes distancias con las que el Abuelo haba soado y que nunca haba podido salvar, haba sin duda otros hermanos y hermanas, esperando el sonido de una voz, esperndola a ella. El Abuelo se haba marchado ms all de toda posibilidad de regreso, y lo mismo Hacker. Pero quiz no constitua aquello el final de las cosas, despus de todo; quiz era slo el comienzo. Tal vez... cuanto menos, haba hablado a todos los que haban vivido a travs del Abuelo para que supieran, de aquella manera, que nunca ms estaran solos. Permitiendo que sus pensamientos fueran mecidos por el vaivn del caballo, Twig se entreg a la caricia leve del sueo. FIN

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