ngel Caete Gmez Corrientes Actuales Habermas Otra manera de salir de la filosofa del sujeto: Razn comunicativa vs.

. Razn centrada en el sujeto Las aporas de la teora del poder dejan sus huellas en las selectivas lecturas de la historiografa genealgica. Foucault haba criticado la parcialidad que la filosofa del sujeto impone a las ciencias humanas. Al objetivismo del autoavastecimiento all, corresponde aqu el subjetivismo del autoolvido. Presentismo, relativismo y criptonormativismo son consecuencias del intento de retener el concepto bsico de poder el momento transcendental que representan las operaciones generativas, expulsando, empero, toda subjetividad. Este concepto de poder no libera al historiador genealgico de la necesidad de proceder a autotematizaciones contradictorias De modo que lo mas recomendable es retornar una vez mas al lugar en que se busca desenmascarar a las ciencias humanas en trminos de critica a la razn. En Hegel y Marx la alternativa hubiera consistido en no tratar de reducir aquella intuicin de la totalidad tica al horizonte de la relacin que guarda consigo mismo el sujeto que conoce y acta, sino en haberla explicado conforme al modelo de una formacin no coactiva de una voluntad comn en una comunidad de comunicacin sujeta a la necesidad de cooperar. Foucault tambin sigue a Heidegger y a Derrida en la negacin abstracta del sujeto autorreferencial, declarando de un plumazo inexistente al hombre. Lo que antao competa a la filosofa transcendental, es decir, el anlisis intuitivo de la autoconciencia, pasa ahora a la jurisdiccin del circulo de ciencias reconstructivas, que desde la perspectiva de los participantes en discursos e interacciones tratan de hacer explicito el saber de reglas. Intentos de reconstruccin de lo inteligible allende los fenmenos, sino al saber de reglas efectivamente ejercitado. Y lo mismo ocurre con el redoblamiento que la relacin consigo mismo impone la dimensin de tornar consciente lo inconsciente. Desde la perspectiva de los participantes puede, ciertamente, reconstruirse el saber de reglas sedimentado en emisiones y manifestaciones del que prcticamente se hace uso, pero no la totalidad del contexto siempre retrogrediente y los recursos que ese contexto ofrece y que permanecen siempre a espaldas. Es menester una perspectiva constituida teorticamente para poder considerar la accin comunicativa como medio a travs del cual se reproduce el mundo de la vida en conjunto. La reconstruccin racional, se dedica de lleno al programa de tornar consciente lo no consciente, pero tiene por objeto sistemas annimos de reglas y no se refiere a totalidades. Por el contrario, la autocrtica ejercitada metdicamente, se refiere a totalidades, mas sabiendo que nunca puede aclarar del todo lo implcito, lo pre-predicativo, lo no actualizado del trasfondo que es el mundo de la vida. Finalmente , la teora de la sociedad debe permanecer consciente del contexto en que ha surgido y del puesto que le compete en relacin con nuestra actualidad, tambin las categoras universalistas, por fuentes que sean, tienen un ncleo histrico y temporal. Con la ayuda de estas operaciones es posible sortear la Escila del absolutismo y la Caribdis del relativismo. Para ello debe quedar claro que en la razn comunicativa no resucita de nuevo el purismo de la razn pura. Durante el ultimo decenio la critica radial a la razn se ha convertido casi en moda. En tema y

ejecucin resulta ejemplar una investigacin de Hartmut y Gernot Bhme, quienes mediante un anlisis de la obra y biografa de Kant acometen el tema foucaultiano del nacimiento de la episteme moderna. Kant haba efectuado su crtica de la razn desde la propia perspectiva de sta, es decir, en forma de una autorrestriccin rigurosamente discursiva de la razn. La nueva critica de la razn reniega de toda continuidad con ese discurso en cuyo seno, empero, se sigue moviendo. Sin embargo, los limites que la razn centrada en el sujeto establece, Hegel no los interpreta como exclusiones, sino como desgarraduras, y cree que a la filosofa capaz de acceder a una totalidad que abrace en s la razn subjetiva o lo otro de esta razn. El que esta praxis mediadora se logre, depende de su constitucin interna del grado de desgarramiento y reconciliabilidad del plexo de relaciones socialmente institucionalizado. Lo que Schiller y Hegel llamaban sistema del egosmo o totalidad tica desgarrada se transforma en Marx en una sociedad dividida en clases sociales. Para los hermanos Bhme se tendra que eliminar la conexin de la Critica de la Razn Pura y la Razn Prctica con la Crtica del Juicio para reducir la primera a una teora de la naturaleza externa, de la naturaleza alienada, y la segunda a una teora de la dominacin sobre la naturaleza interna. Lo otro de la razn es, en lo que a contenido se refiere, la naturaleza, el cuerpo humano, la fantasa, el deseo, los sentimientos. El potencial excitacin estilizado y convertido en lo otro de la razn se torna a la vez esotrico y seudnimo como Ser, como lo heterogneo, como poder. La filosofa atribuyo a la razn una omnipresencia, una infinitud y una perfeccin que haba de cumplirse en lo venidero sobre cuyo trasfondo no poda aparecer ya la perdida relacin filial con la naturaleza. Como de la Metafsica en Heidegger y las Ciencias Humanas en Foucault. Mientras que Heidegger guarda silencio acerca de las caractersticas de privilegio que reclama, de modo que no llega a saberse bien conforme a que criterios habra que enjuiciar ese genero literario que es su filosofa ultima, Foucault, sin pretender hacer de la necesidad virtud, desarrollo hasta el final sus trabajos con la conciencia de no poder escapar a las aporias que su mtodo comportaba. La metfora espacial de razn inclusiva y razn excluyente delata que incluso la supuesta radicalidad a la razn permanece ligada a los presupuestos de la filosofa del sujeto, de los que era su propsito desprenderse. Slo una razn a la que atribuimos el poder de una llave, puede incluir y excluir. La entrega y el dejar-ser de Heidegger permanecen tan ligados a la voluntad de controlar como el encabritarse del contraponer de Foucault al desolladero de poder. La critica al logocentrismo occidental, que sigue Nietzsche, procede de manera destructiva. Muestra que el sujeto ligado al cuerpo, que el sujeto que habla y acta no es seor de su propia casa; pero de ello extrae la conclusin de que le sujeto que se pone a si mismo en el conocimiento depende en realidad de un acontecer previo, annimo y suprasubjetivo. Una critica diferente al logocentrismo occidental, menos dramtica, pero que puede irse verificando paso a paso, comienza por las propias abstracciones de ese logos exento de lenguaje, universalista y carente de cuerpo. Como abreviacin y distorsin. En filosofa del lenguaje este logocentrismo ha venido a reducirse a la afirmacin de que solo la funcin lingstica que la exposicin de estados de cosas representa constituye un monopolio humano. En filosofa del lenguaje la co-originalidad e igual dignidad de las funciones del lenguaje se nos torna evidente en cuanto abandonamos el plano analtico del juicio o de la oracin y hacemos extensivo el anlisis a los actos de habla, es decir, al empleo comunicativo de oraciones. La Clarificacin, en trminos de teora del lenguaje, de las complejas funciones lingsticas que son la exposicin de estados de cosas, el establecimiento de relaciones interpersonales y la expresin de las propias viviendas de cada hablante tiene importantes consecuencias para la teora del significado, para los presupuestos ontolgicos de la teora de la comunicacin y para el propio concepto de racionalidad. En la medida en que resultan inmediatamente relevantes para una nueva orientacin de la critica de la razn instrumental.

En teora de la accin comunicativa, ese proceso circular que enlaza entre s el mundo de la vida y practica comunicativa cotidiana ocupa el lugar de la mediacin que Marx y el marxismo occidental reservaron a la praxis social. La filosofa de la praxis sustituye la auto conciencia por el trabajo y como se ve despus atrapada en las cadenas del paradigma de la produccin. La nueva versin de la filosofa de la praxis desarrollada en el circulo de la fenomenologa y la antropologa, que cuenta con los medios del anlisis husserliano del mundo de la vida ha aprendido de la crtica al productivismo marsiano es de tipo distinto. Ni siquiera el giro lingstico de la filosofa de la praxis conduce a una cambio de paradigma. Los sujetos hablantes son, o bien seores o bien pastores de su sistema de lenguaje. Con su teora de la institucin imaginaria Catoriadis puede merced a que articula su enfoque en trminos de teora del lenguaje, proseguir la filosofa de la praxis con notable desparpajo. Segn Castorinas la sociedad se escinde, lo mismo que la subjetividad transcendental, en lo generante y lo generado, en lo instituyente y lo instituido, virtindose el flujo de lo imaginario creador de sentido en las cambiantes imgenes lingsticas del mundo. Castoriadis acaba como empez Simmel: pensando en trminos de filosofa de la vida. Esta consecuencia es fruto del concepto del lenguaje que Castoriadis toma, as de la hermenutica como del estructuralismo. Ser, como diffrance. En este aspecto la filosofa de la praxis siempre se haba distinguido tajntemente de todo linaje historicismo lingstico. Pues la filosofa de la praxis entiende la produccin social como proceso de autogeneracin de la especie, y la transformacin de la naturaleza externa que el trabajo efecta, como impulso para una trasformacin, por va de aprendizaje, de la propia naturaleza de los individuos. El mundo de las ideas. Esta interaccin tiene su origen en una interna conexin de sentido y validez, que no anula, empero la diferencia entre ambos. Puede que sea esta problemtica consecuencia la que haya movido a Castoriadis a confirmar el contenido racional del socialismo, es decir, d una forma de vida que posibilite la autonoma y la autorrealizacin en solidaridad, a un demiurgo creador de sentido, que se sita allende la diferencia entre sentido y validez y que ya no se ve remitido a la acreditacin profana de sus creaciones. Ms serio es el reparto de si con el concepto de accin comunicativa y de pretensiones de validez universalistas, dotadas por tanto de la capacidad de transcender limites temporales y locales, no se establece de nuevo un idealismo que seria incompatible con las convicciones naturalistas del Materialismo Histrico. El acuerdo alcanzado comunicatvamente, que se mide por el reconocimiento intersubjetivo de pretensiones de validez, posibilita la concatenacin de interacciones sociales y de contextos del mundo de la vida. Pero las pretensiones de validez tienen un doble haz; como pretensiones transcienden todo contexto local; simultneamente, para poder ser portadoras de una acuerdo ente los participantes en la interaccin, capaz de tener efectos coordinadores, ha de entablarse y reconocerse fcticamente aqu y ahora. De modo que en los discursos no podemos prescindir de la suposicin de estarnos moviendo en un habla totalmente purificada y, sin embargo, tenemos que contentarnos con un habla impura. Por el contrario el pensamiento dialctico tom a su servicio la fuerza subversiva del materialismo para socavar esta falsa alternativa. La razn discursiva se hace valer en la fuerza del vinculo que poseen el entendimiento intersubjetivo y el reconocimiento recproco; circunscribe a la vez el universo de una forma de vida comn. La violacin de las pretensiones de verdad, rectitud y veracidad afecta al todo que el lazo de la razn transe. Pero la razn que opera en la accin comunicativa no est solo sujeta a restricciones, por as decirlo, externas, situacionales; sus propias condiciones de posibilidad la obligan a ramificarse en las dimensiones del tiempo histrico, del espacio social y de las experiencias centradas en el cuerpo.