Ileana Diéguez - Teatro Ojo
Ileana Diéguez - Teatro Ojo
Ileana Diéguez - Teatro Ojo
MXICO
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tal
Significa
W. BenJamin (...)
no creo que la memoria Sea un mSculo;
mS Bien eS una arteria por la que paSan, atropellndoSe, lugareS, oBJetoS, roStroS que fueron, aBrazoS que no dimoS o que no noS dieron...
arStideS VargaS, la
edad de la ciruela
El arte de la memoria pasa por el vnculo entre el recuerdo, las imgenes y los lugares. Simnides de Ceos pudo recordar cada lugar que ocupaban los comensales aniquilados por el desplome del techo del saln donde Scoplas haba ofrecido su banquete. La memoria, sin duda, es un recurso fundamental para la transmisin de los recuerdos y para que no desaparezcan las huellas de nuestro paso por la vida. As nace el arte de la memoria, del recuento de los muertos al recordar el lugar que ellos ocupaban en las arquitecturas de la vida; o dicho de otro modo, de la posibilidad de representar el lugar de las personas y los objetos en acontecimientos del pasado inmediato o remoto. Me interesa el pensamiento que plantea la memoria como un escenario, como un espacio representacional que tiene su propia teatralidad. Me interesa tambin la teatralidad que habita en el concepto mismo de representacin, entendido este como un dispositivo que propicia el acto comunicacional y la configuracin del lenguaje al poner en palabras imgenes, situaciones y objetos. No entiendo la memoria como un suceso mental; subrayo su dimensin performativa, su irremediable vnculo con el cuerpo individual y colectivo, con la temporalidad y el dilogo. No se trata ni de la voluntad de recordar ni de la asociativa memoria involuntaria de Bergson o de Proust, sino de una prctica que, como adelanta Grner, no tiene de antemano garantas de xito (168)136. La concepcin de la memoria como un espacio teatral tiene un largo recorrido. En el siglo XVII, despus de Giulio Camillo, el filsofo hermtico Robert Fludd la explica como
136 Eduardo Grner, Dicen que la memoria es el olvido. La cosa poltica o el acecho de lo real, Buenos Aires, Paids, 2005.
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INVESTIGAR EL TEATRO. MXICO un lugar donde se representan imgenes, creando un teatro de la memoria en el cual se desarrollan lugares reales y ficticios. La palabra teatro all implica la condicin de foro o de espacio escnico para la representacin de la memoria. Llamo teatro [al lugar en el que] se exponen todas las acciones de las palabras, de las oraciones, de las particularidades de un discurso o de las materias, como en un teatro pblico en el que se representan comedias y tragedias, precis Fludd (cit. por Yates, 384)137. En El Arte de la Memoria, Frances Yates insiste en que el sistema de la memoria de Fludd es un reflejo del escenario del Teatro del Globo (374), explicando que por el vocablo teatro [Fludd] no entiende lo que nosotros habramos de llamar teatro, edificio consistente en escenario y auditorio, sino que entiende solamente el escenario (383). En sntesis, este sistema renacentista de la memoria insiste en la metfora del teatro como el espacio de representacin, como el lugar en el que el mundo es pensado y representado desde la concepcin de los poetas; planteando una importante desviacin de la nocin griega de theatron como el lugar desde el cual se ve la escena y se reflexiona el mundo desde la mirada del espectador. El sistema renacentista estaba integrado por dos tipos de arte: el ars rotunda o redonda, compuesto de imgenes magnificadas y ficcionales con poder mgico, y el ars quadrata o cuadrada que utiliza imgenes corporales animadas o inanimadas comprometidas con alguna especie de accin (381, Yates). Otras fuentes clsicas han sealado la distincin entre lugares reales y lugares ficticios o imaginarios de la memoria (Ad Herennium, cit. por Yates, 382). Esta relacin entre lo real y lo imaginario es tambin hoy un problema que nutre las miradas contemporneas sobre el tema. La memoria es abordada como un espacio de llenados y vacos lo que podramos entender como los sistemas ocultistas de la memoria o lagunas de las que hablaba Fludd , de recuerdos y olvidos, de presencias ntidas y borrosas o incluso de huecos negros. En el Archivo de la memoria no siempre se encuentran o recuperan las tarjetas o
fichas. Est colmado de documentos ilegibles o borrosos: Puedo ver la esquina y la calle pero no puedo recordar su nombre, dice Bruna a Oscar; y Antonia conmina a Jos a soar lo que ya no puede recordar. Estos personajes de Arstides Vargas138 hablan de la memoria como un espacio de ausencias, de prdidas irrecuperables, o quizs parcialmente recuperables gracias tambin a la invencin. As tambin lo manifestaba Kantor cuando se refera a la memoria como un depsito de cadveres o un albergue. O como lo han enfrentado Miguel Rubio y el Grupo Yuyachkani cuando se plantean los dilemas representacionales de los Cuerpos Ausentes. Cuando La Candelaria emprende el viaje ritual hacia los nichos de memorias colectivas y personales, o cuando El Teatro de los Andes y el Teatro Varasanta exponen las paradojas de memorias silenciadas y de cuerpos que an no han tenido duelo. En todas estas creaciones se tejen elementos documentales con lo ficcional, plantendonos una reflexin en torno a los
137 138 Frances Yates, El arte de la memoria (trad. Ignacio Gmez de Liao), Madrid, Taurus, 1974. Arstides Vargas, Jardn de pulpos, en Teatro, Quito, Eskeletra, 1997.
INVESTIGAR EL TEATRO. MXICO dispositivos y tcticas utilizadas por creadores actuales para abordar los complejos escenarios de la memoria desde el arte. En la Ciudad de Mxico la Mquina de Teatro, conducida por Juliana Faesler y Clarissa Malheiros, se ha planteado trabajar con el concepto de ficcin extrema, concepto que en la definicin de estas creadoras se mueve en el lmite de lo posible, lo real y el deseo para abordar la memoria como materia viva y experimental, como algo recobrado139 o ficcional. En 2007 estrenaron Nezahualcyotl, ecuacin escnica de memoria y tiempos, primera parte de un proyecto titulado La Triloga Mexicana, estructurado en torno a tres personajes prehispnicos y al modo en que convive ese pasado con el presente. El espectculo fue conceptualizado como un espacio de intercambio de realidades histricas y ficciones culturales, entre el universo pretrito y el presente o la vida misma (Faesler-Malheiros)140, en el que Nezahualcyotl se explora como un objeto textual, un documento-signo-emblema detonador de problemticas culturales, polticas, histricas y contemporneas. De manera que la investigacin realizada sobre la iconografa mesoamericana y la mitologa azteca se complementaba con otra investigacin prctica, de campo o de vivencia en Ciudad Neza, municipio del Estado de Mxico donde viven ms de un milln de personas procedentes de distintas regiones del pas. En el cuerpo ficcional se reunan dioses y personajes reales, se entretejan el presente cotidiano y el pasado mtico-histrico. Este Nezahualcyotl teatral no representaba una memoria nacional, antes bien, tensiona la concepcin de una historia solemnizada e interiorizada en el constructo de lo mexicano. El emblema mtico fue puesto a caminar en las evocaciones poticas, en las rutas de los suburbios, en los grafitis subversivos, y quizs por ello fuera (es) tan buen detonador de esa vital hibridez que convoca la mexicanidad. Indago la relacin escena y realidad desde una reflexin que problematice la memoria como materia representacional de lo singular, como escenificaciones o puestas en relacin cronotpicas, como teatralizaciones o performatividades, ejecuciones o corporizaciones singulares. No se trata de entender la memoria como algo global, histrico o nacional que sirve tejido de experiencias que nos conforman y nos determinan, que explicitan los surcos de olvidos y proyectan el recuerdo hacia momentos sacrificiales: La memoria como una manera de autosacrificio porque para actuar debe admitir sus lmites esenciales frente a la realidad (Horacio Gonzlez, 30)141. No existe, entre los dos polos de la memoria individual y de la memoria colectiva, un plano intermedio de referencia en el que se realizan concretamente los intercambios
139 Juliana Faesler y Clarissa Malheiros, Del tequila a la vigilia y de esto a la memoria como resistencia, conferencia impartida en el Segundo Congreso Iberoamericano de Teatro: Discursos y caminos de la escena iberoamericana en el siglo XXI, Festival Internacional de Teatro de Manizales, Colombia, 29 de septiembre-3 de octubre 2008. 140 Las cursivas son mas. 141 Horacio Gonzlez, La materia iconoclasta de la memoria, en Polticas de la memoria. Tensiones entre la palabra y la imagen, (Sandra Lorenzano y Ralph Buchenhorst eds.), Buenos AiresMxico, Gorla/Universidad del Claustro de Sor Juana, 2007.
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INVESTIGAR EL TEATRO. MXICO entre la memoria viva de las personas individuales y la memoria pblica de las comunidades a las que pertenecemos?, nos interroga Paul Ricoeur (170).142 En esta interseccin vive no solo la licencia potica; vive ah tambin nuestra propia imposibilidad ante el ejercicio de la memoria. Los escenarios personales de la memoria estn permeados de huecos negros que en ocasiones no queremos o no podemos rellenar. Los escenarios colectivos y pblicos de la memoria estn determinados por aquella amnesia, pero, sobre todo, estn dictaminados por la escritura oficial de lo que debemos o no recordar, lo que debemos sacrificar dos veces: en el instante del acontecimiento que borr la presencia de los escenarios sociales, y en el escenario de nuestras memorias personales y colectivas, pues las borraduras de las memorias colectivas van sedimentando borraduras en las memorias personales. Los lmites de la memoria frente a lo real pueden indicar espacios privilegiados para el arte cuando se trata de re-presentar, evocar o colaborar en la documentacin de ficheros perdidos. La continuidad de la memoria se construye en la realidad-irreal, perfectamente imperfecta, y acabadamente inacabada del arte (Gonzlez, 31). De all que las estrategias directas o indirectas (en alusin a Grner, 170) en las polticas de la memoria estn asociadas a las maneras en que el arte trabaja para la reconstruccin o reinvencin de la ausencia, para la representacin de algo perdido. O, sobre todo, para hacer visible lo que nos falta, lo que ha sido borrado y con nuestro silencio lo hemos consentido. Estos lmites de la memoria la hacen emerger como un acto de autosacrificio, a la vez que como una accin que permite indagar en los secretos de los sacrificios. Quiero detenerme en dos acciones realizadas en la Ciudad de Mxico por el grupo Teatro Ojo, integrado por creadores procedentes de distintas disciplinas y dirigidos por Hctor Bourges. Me referir a S.R.E. visitas guiadas (2007), y a NO? Intervencin y generacin de imgenes-acciones en espacios pblicos de la Ciudad de Mxico a 40 aos del movimiento estudiantil de 1968, concebida inicialmente como un conjunto de diez acciones. Durante la cuarta accin de este ltimo proyecto, titulada Silencio, escuch que
una persona preguntaba: Dnde est el teatro? es esto teatro? Y no pude dejar de evocar una situacin similar a la que Miguel Rubio hace referencia en Notas sobre Teatro143: 6 de mayo [1994, Lima]. Alguien que ha asistido a nuestros ensayos me ha preguntado si el trabajo que estamos montando es un espectculo, una obra o qu. Me parece pertinente la pregunta y slo tuve una respuesta: es un trabajo, una accin escnica, una cadena de acciones y de sensaciones escritas en el espacio. (190). Efectivamente, las acciones del Teatro Ojo no pueden ser enmarcadas en el concepto de teatro. Pienso que es necesario seguir abriendo estas cuestiones, en tiempos en los que seguimos discutiendo sobre las diferentes problemticas que ataen al teatro, a la teatralidad y a la performance. Especialmente, en SRE y en NO?, se observa un adelgazamiento extremo de los dispositivos representacionales tradicionales; incluso, un debilitamiento extremo de la
142 Paul Ricur, La memoria, la historia, el olvido, Argentina-Mxico, FCE, 2000. 143 Miguel Rubio, Notas sobre teatro, Minneapolis, University of Minnesota/Lima, Grupo Cultural Yuyachkani, 2001.
INVESTIGAR EL TEATRO. MXICO voluntad de representar o de escenificar mediante el principio de sustitucin y/o de mimesis. Se trata de intervenciones en espacios pblicos, cerrados y abiertos, que recurren a dispositivos ligeramente instalacionistas o performativos: disposicin de objetos y accionar de cuerpos sin ninguna pretensin de ficcionalizacin (salvo breves instantes) en lugares no enmarcados para escenificar. Las caracteriza tambin cierta vocacin documental: recuperacin de textos histricos que son introducidos con otros formatos, muestra o exposicin de materiales y objetos encontrados, revisitacin de espacios urbanos cargados de memoria que suscitan la evocacin de memorias en los espectadores. Los referentes crtico-tericos de estas creaciones, a mi modo de ver, estn fuera del marco tradicional de lo que se entiende por artes escnicas cuando estas se piensan integradas por los gneros escnicos reconocidos como la danza, la pera y el teatro. Si pensamos el espacio escnico como aquel que puede emerger en una intervencin urbana, una obra arquitectnica o una instalacin visual, donde sucede la construccin de una situacin potica para ser mirada o performada por otros, entonces, las acciones del Teatro Ojo entran en el campo expandido de lo escnico. De hecho, en las dos acciones referidas, encuentro ciertas resonancias de sucesos que tuvieron lugar en el campo de la arquitectura, del urbanismo o del arte efmero, y que han sido ejecutados como ejercicios de memoria. Pienso, por ejemplo, en los recorridos de Robert Smithson por los monumentos de Passaic, en New Jersey (1967), en las intervenciones en el paisaje del arquitecto Georges Descombes (1979) y, ms recientemente, en la obra del artista visual Carlos Garaicoa, al proponer la arquitectura como un contenedor de memoria, del imaginario colectivo de la ciudad y del poder ideolgico que la genera, planteando una relacin violenta con la memoria colectiva y la imagen fsica de la ciudad, tal y como lo ensaya con los edificios-monumentos reducidos a ruinas en La Habana, donde expone la ciudad como un libro que se ofrece al transente. SER: visitas guiadas, fue concebida como una intervencin al edificio donde estuvo tucin se trasladaba a otro espacio y se iniciaba all la instalacin del Centro Cultural Universitario Tlatelolco, perteneciente a la UNAM, y donde hoy est ubicado el Memorial del 68. La intervencin realizada por el Teatro Ojo tuvo el propsito, manifestado por sus propios protagonistas, de dejar hablar a la realidad144 y huir de la ficcin, de trabajar con el espacio y con los propios materiales all encontrados: los documentos exhumados, los restos de lujosas vajillas, pasaportes nunca entregados, olvidadas cartas de amor, declaraciones, confesiones y conferencias de diplomticos y polticos El recorrido fue el dispositivo fundamental que integraba a los visitantes al espacio y a los materiales all dispuestos. Se puede hablar de una dramaturgia que fue estructurada a partir de la arquitectura, objetos encontrados, trayectos; y abierta a un proceso en el que la realidad fuera el rbitro absoluto (Bourges). Entindase
144 Hctor Bourges, Lo que he pensado sobre S.R.E. Visitas guiadas, texto escrito para el Desmontaje del mismo proyecto en el CITRU, junio de 2007. Todas las citas referidas como Bourges pertenecen a este mismo texto.
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INVESTIGAR EL TEATRO. MXICO aqu que la realidad no solo estaba determinada por las circunstancias que impona el lugar, sino tambin por la realidad que traa cada visitante y de la cual formaba parte su propia experiencia y memoria. Las reflexiones de uno de los participantes del equipo creador insiste en esta doble ubicacin de lo real y en la funcin detonadora del mismo: Intermedibamos entre lo real que la Secretara haba abandonado en aquel espacio y lo real que era nuestro invitado en aquel dispositivo (Patricio Villarreal).145 Los referidos recorridos de Smithson y Nancy Holt, en los que ocasionalmente participaron figuras como Claes Oldenburg, eran realizados como operaciones de reconocimiento (Marot, 70)146 que buscaban documentar los vacos monumentales que definen los vestigios de la memoria (79). Esta idea es la que me suscita ciertas cercanas entre los recorridos de Smithson y las visitas guiadas o ms bien acompaadas desarrolladas por Teatro Ojo, pues los miembros del equipo ms que guas especializados en proporcionar informacin sobre el lugar, eran los acompaantes de los visitantes, y, como ellos, iban a veces descubriendo fragmentos de historias a las que no pretendan monumentalizar. Aquellas visitas mostraban el anti-monumento, las ruinas que rebajaban el paradigma poltico-arquitectnico que haba marcado aquel lugar. Sin embargo, aquella que podra pensarse como una puesta en espacio anti-romntica parafraseando a Marot (79) suceda en un espacio enmarcado por una memoria singular. El edificio intervenido est ubicado en Tlatelolco, con su paradigmtica Plaza de las Tres Culturas, lugar que ha sido escenario de importantes acontecimientos en la historia de Mxico y donde conviven: las ruinas de un centro ceremonial prehispnico sobre las que erigieron una iglesia los conquistadores catlicos; el conjunto urbano construido en la dcada del sesenta e inspirado en el Movimiento Moderno que lideraron los arquitectos Walter Gropius, Mies Van der Rohe y Le Corbusier; y las huellas del terremoto de 1985, cuando se derrumb uno de los edificios, provocando la demolicin de otros ms. Marcado por una memoria de sacrificios antiguos y contemporneos, Tlatelolco parece haber devenido escenario sacrificial: el sacrificio
del 13 de agosto de 1521, cuando Cuauhtmoc fue obligado a capitular ante Hernn Corts, y se produjo una feroz matanza que dej el sitio cubierto por miles de cadveres de indgenas. El otro sacrificio es parte de nuestro pasado reciente: hace cuarenta aos, el dos de octubre de 1968, conocido como la Matanza de Tlatelolco, en donde perdieron la vida y/o desaparecieron un nmero hasta hoy impreciso de jvenes estudiantes, protagonistas del movimiento que en ese mismo ao conmocion al mundo y que tambin fue llamado como Revolucin cultural de 1968. El crimen de Estado que all tuvo lugar fue concebido y ordenado por el propio presidente de turno, Gustavo Daz Ordaz, y su Secretario de Gobernacin, Luis Echeverra.147 El edificio que ocupara la Secretara de Relaciones Exteriores form parte de aquella
145 Patricio Villarreal, Visitas guiadas. Antigua SER Tlatelolco, 2007. Texto proporcionado por el autor. 146 Sbastien Marot, Suburbanismo y el arte de la memoria, Barcelona, Gustavo Gili, 2006. 147 La matanza de estudiantes organizada y ejecutada por altos mandos del gobierno mexicano en la Plaza de Tlatelolco, el 2 de octubre de 1968, fue sin lugar a dudas un genocidio. Sin embargo, el 26 de marzo de 2009 un tribunal federal mexicano decidi exonerar de todo cargo a Luis Echeverra,
INVESTIGAR EL TEATRO. MXICO trgica escena, y en l se colocaron francotiradores que dispararon contra la multitud que se manifestaba. Desde aquella noche de octubre ese sitio est irremediablemente asociado a los sacrificios de Estado. Durante los recorridos que propiciaban las visitas guiadas, un telescopio ubicado en una de las ventanas del piso 19 nos descubra la frase Carnicera y tocinera que sealaba un local comercial en la planta baja del edificio Chihuahua. Sin pretensiones de representacin el equipo creador apelaba al efecto de evocacin. Retomo una extensa reflexin del director de la accin, por la importancia que reviste la informacin que ella contiene: El dispositivo dejaba gran parte de la creacin al visitante y a las circunstancias especficas en las que se daba cada visita. Si bien la duracin y el diseo de los cuatro diferentes recorridos eran precisos, lo que ocurra al interior de cada uno de ellos era muy flexible. En realidad, se trataba de articular conversaciones en el ms amplio sentido de la palabra; conversaciones que permitieran no solo establecer una cierta relacin entre los guas y los visitantes, sino tambin entre los propios visitantes, provocando encuentros en algunos puntos de los recorridos; y especialmente, propiciar conversaciones entre el visitante y su memoria (recuerdos ligados directamente con experiencias vividas en el edificio, en la zona, etc.), entre el visitante y la ciudad, entre el visitante y la realidad que lo rodeaba (Bourges)148. De manera que, ms que espectadores, haba colaboradores y co-creadores de una experiencia que recordaba el anhelo de Adorno en torno a una esttica de la participacin. Me detengo en dos elementos claves en la estructuracin de esta accin para considerar cmo actan las estrategias artsticas en las escenificaciones y polticas de las memorias. Me refiero al propsito de ofrecer una visita guiada a un grupo selecto de cuatro espectadores, y a la Qu expectativas se crean cuando se declara que el objeto de exploracin estaba en la posible relacin entre los invitados y el edificio? Qu implicaba que los invitados no rebasaran el crculo de amigos, de artistas e intelectuales, de espectadores medios que suelen acompaar los experimentos escnicos en la ciudad? Cmo leer que en aquella indagacin de la memoria no fueron invitados los vecinos del complejo habitacional Tlatelolco que rode durante aos esa arquitectura, smbolo del poder poltico del pas? Cmo podran detonar diferentes tejidos las memorias locales segn los territorios, zonas y estratos sociales de las ciudades? Cules son entonces las memorias en conflicto que representan los hacedores de discursos y relatos, cules los relatos singularizados que cada sector o clase social produce segn la constitucin de sus memorias?
principal responsable de los hechos. 148 Del texto de Hctor Bourges, anteriormente citado.
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INVESTIGAR EL TEATRO. MXICO En un contexto marcado por omisiones respecto, incluso, a los mismos hechos ocurridos en los alrededores de ese edificio, desde el cual se tomaron decisiones que horadaron irreparablemente hasta hoy el tejido social, se elige no hurgar en las trazas y trabajar en cambio sobre su temporalidad acumulativa: sobre un lugar en ruinas se exhiben los amontonamientos de desechos, cual trabajo de arquelogos. Y es aqu donde la utilizacin de lo documental como exposicin, como ready made, objeto encontrado, sin deconstruir el propio discurso de esos documentos, hace que nos preguntemos cmo actan las estrategias para escenificar, convocar, visibilizar o alisar, las tramas de la memoria?, qu politicidad generan, hacia dnde y desde dnde actan? Traer las cosas del pasado y ponerlas a actuar sobre otro escenario fue quizs para Walter Benjamin un modo de reconstruccin de la experiencia en correspondencia con el momento actual: Articular histricamente lo pasado no significa conocerlo tal y como verdaderamente ha sido. Significa aduearse de un recuerdo tal y como relumbra en el instante de un peligro.149 La memoria es un campo de lucha simblico que implica como apunta Nelly Richard ir ms all de la lgica del documento o del monumento, ms all del archivo musestico y de las conmemoraciones150 o recordatorios petrificadores que clausuran el pasado. La no inclusin de las memorias locales no hace sino alisar los pliegues y capas que constituyen la densidad y las irregularidades en su complejo y accidentado territorio. La escenificacin y performatividad de la memoria implica posicionamientos, tensiones, para hacer emerger o dar voz a los relatos prohibidos. Implica escenificar a contrapelo, ejecutar los contra-relatos y practicar polticas de obscenidad. Si el trmino obscenidad alude al acto de mostrar lo que debera estar fuera de escena, lo que no se debe mostrar, me interesa el uso consciente de la obscenidad como estrategia para las escrituras y prcticas de la memoria cuando estas trabajan en torno a lo que pretende ser borrado o puesto fuera de la escena oficial. Las polticas de obscenidad en las
trazas de la memoria pasan por la problemtica de recordar lo prohibido o lo indebido, tal y como lo han ejecutado los miembros de HIJOS en Argentina o en Mxico. Si lo obsceno es aquello que debe estar fuera de escena por impropio, las polticas de obscenidad se ejercitan en poner en escena lo que se relega a estar fuera de ella. Se trata del uso de la obscenidad como estrategia para visibilizar e incomodar, poner a contra-regla, para no aportar [ms] silencio al silencio (Casullo en Lorenzano, 12).151 Cuando el propio equipo de creadores que intervino la ex SRE se plante: Partir de la desmemoria, de la indolencia, de la ausencia de referentes desde donde se trabaja siempre y dialogar con ello, no fingir un discurso comprometido con lo que no sabemos an cmo
149 Tesis de Filosofa de la Historia, Madrid, Taurus, 1973. 150 Presentacin de N. Richard a Polticas y estticas de la memoria, libro del que es tambin editora. Santiago de Chile, Cuarto Propio, 2000. 151 Sandra Lorenzano y Ralph Buchenhorst (eds.), Polticas de la memoria. Tensiones en la palabra y la imagen, Buenos Aires-Mxico, Gorla/Universidad del Claustro de Sor Juana, 2007.
INVESTIGAR EL TEATRO. MXICO vincularnos, lo que se devela est ms all de una evidencia esttica; se trata de las roturas y borrones impuestos a la memoria desde la tinta del poder a travs de formas socialmente inducidas para la amnesia. En el catlogo que presenta el Memorial del 68, actualmente instalado en el edificio de la ex SRE, Carlos Monsivis152 habla de la amnesia inducida por la maquinaria del Partido de la Revolucin Institucionalizada (PRI) y que hasta la fecha cosecha resultados increbles. La memoria histrica-monumental que se construye desde la oficialidad es un montaje pedaggico que exorciza lo diferente (Trigo, 405)153 y opera mediante una economa poltica de la memoria: economizar el discurso, restar aquellos acontecimientos que exceden la medida, que ponen en crisis los relatos de representacin histrico-nacional donde los excedentes, los localismos y los fuera de la norma no pueden ser tenidos en cuenta. Quizs a estas experiencias de amputaciones aluda una invitada a la Visita Guiada en la SRE cuando anotaba que aquella accin rememoraba en su interior un pasado indecible y se preguntaba si el dispositivo no fue rebasado por la realidad, por la ausencia-presencia del edificio, de la institucin, del pasado, del porvenir. Nosotros fuimos los testigos de la huella de aquello que nos estaba prohibido mirar.154 En todo caso, pienso, fuimos los voyeristas de la obscenidad, de aquello que no estaba o no se deba mostrar, y, sin embargo, y no precisamente a contrapelo, se dej ver para un microcrculo selecto. De cualquier manera, bajo aquellos escombros de objetos olvidados, de burocracia mal disimulada, de polticas siniestras, se difuminaban se borraban? detritus de cuerpos reducidos a insignificantes nmeros, y a los que se les sigue sacrificando dos veces. Tlatelolco es un territorio de palimpsestos, de escrituras que se tapan unas a otras, donde se mezclan viejos y nuevos ritos sacrificiales, edificios que caen, zapatos sin cuerpos sobre la losa fra de la noche. Un ao despus de S.R.E. Visitas Guiadas, y en el contexto de rememoraciones de los cuarenta aos del movimiento estudiantil de 1968, el Teatro Ojo se propone abordar esta ella, y porque abarca los tejidos tanto de la llamada memoria colectiva como de las mltiples memorias personales. En los escenarios donde se aceptan las responsabilidades derivadas y el perdn justificado por la culpa colectiva, se debate sobre la necesidad de dar lugar a las memorias singularizadas, de aproximarnos a las memorias de manera diferenciada.155 La discusin de la memoria colectiva y sus usos pasa por la necesidad de desmontar las llamadas responsabilidades colectivas.
152 Carlos Monsivis, El 68: las funciones institucionales de la memoria, en Memorial del 68, Compilacin de lvaro Vzquez Mantecn, Mxico, UNAM, Gobierno del Distrito Federal-Secretara de Cultura, Turner, 2007. 153 Abril Trigo, Entre la globalizacin de la memoria y las memorias de la globalizacin (Apuntes), en Polticas de la memoria. Tensiones en la palabra y la imagen, op. cit. 154 Mara Sordo, Restos de una visita, mayo-junio, 2008. 155 Ver Jacques Derrida, Espectros de Marx. El estado de la deuda, el trabajo del duelo y la nueva internacional, Valladolid, Trotta, 1995.
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problemtica. Compleja, sobre todo, por los velos de silencio que se han extendido sobre
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INVESTIGAR EL TEATRO. MXICO Esta tensin atraviesa las memorias del 68 en Mxico. Los acontecimientos que culminaron con la masacre del 2 de octubre de ese ao en la Plaza de Tlatelolco en la Ciudad de Mxico sobreviven entre el silencio, los olvidos, los recuerdos a medias, las borraduras y la amnesia oficial. Ms all de las polticas de la lisura que congelan la memoria en una placa conmemorativa, colocando la tarja fnebre que las reduce a un hecho ms en los cementerios de la historia, el 68, con sus propsitos y sus muertos, es una herida sin cicatrizar que sigue perturbando las memorias de una ciudad, por no decir de un pas. El proyecto NO?, desarrollado entre los meses de agosto y octubre del 2008, gener una serie de intervenciones y de imgenes-acciones en los espacios pblicos de la ciudad. Recurriendo a dispositivos diversos, estas acciones pensadas para sitios especficos, se proponan evocar relatos especficos ocurridos en los propios espacios a intervenir: las diversas performances eran alusivas a las fechas que marcaron el proceso del movimiento, declar su director Hctor Bourgues.156 En los espacios de una ciudad habitan los tejidos de la memoria, singulares y plurales. Desde que el pensamiento renacentista planteara los sistemas de la memoria como sistemas de espacios arquitectnicos (Marot, 19), la arquitectura deviene instrumento de memoria, pues la memoria es entendida como materia, como dimensin de la arquitectura (11)157. Segn Maurice Halbwachs no hay memoria colectiva que se desarrolle fuera de un marco espacial (cit. por Marot, 57)158, donde ella permanece como una imagen inmvil del tiempo. Creo que esos marcos espaciales aparentemente inmovilizados o detenidos en el tiempo son precisamente movilizados o atravesados por las memorias singulares, aquellas que se vinculan a lo que Ricoeur llam el olvido positivo o olvido de reserva. La memoria tambin se ha definido como lucha contra el olvido(532)159: el olvido es el reto por excelencia opuesto a la ambicin de fiabilidad de la memoria(Ricoeur, 533), y est polarizado entre dos grandes figuras: el olvido por borrado o destruccin de la huella (exterior o documental) aquel que generalmente se impone desde un espacio exterior de
autoridad ajeno a nuestro deseo y que Ricoeur renombra como olvido definitivo , y el olvido de reserva(535) la supervivencia de imgenes que habitan en la intimidad de latentes recuerdos personales y que se configura como olvido reversible(536). Pienso que la tensin entre un olvido definitivo promovido por una poltica de amnesia inducida para la construccin de una dirigida memoria colectiva, y el olvido de reserva del que emergen imgenes y acontecimientos que reconstruyen nuestras memorias personales, fue un mvil fundamental en la construccin del proyecto NO?, cuyo nombre se inscribe entre la pregunta y el asombro, pero, sobre todo como un punto de partida que disiente y provoca.
156 Cuarenta aos del movimiento estudiantil de 1968. El grupo Teatro Ojo presenta el proyecto NO?. Cartelera UNAM, 20 de agosto de 2008. 157 Sbastien Marot, Suburbanismo y el arte de la memoria, Barcelona, Gustavo Gili, 2006. 158 Maurice Halbwachs es un terico fundamental del concepto de memoria colectiva, autor de La mmoire collective, 1950. 159 Paul Ricur, La memoria, la historia, el olvido. Argentina-Mxico, FCE, 2000.
INVESTIGAR EL TEATRO. MXICO Si la desmemoria, de la indolencia, de la ausencia de referentes, como manifestaba Bourges, fue un detonante en la construccin de SER: Visita Guiada, tratndose, sobre todo, de un grupo conformado por personas en su mayora nacidas despus del 68, el proyecto NO? concebido como un conjunto de acciones a ser realizadas en los espacios de la ciudad de Mxico cual teatro urbano de acciones reales atraves, horad, la amnesia inducida y los relatos de una maquillada memoria histrica. Al proponerse evocar in situ las prcticas realizadas por un movimiento que hizo de la calle su principal escenario, el Teatro Ojo explor la ciudad como teatro de la memoria, realizando un mapeo de lugares emblemticos. En la construccin del proyecto se cruzaron saberes acumulados y transmitidos por las llamadas memorias colectivas y memorias histricas, pero en las que tambin se aloja el olvido definitivo y el olvido de reserva. Sobre las borraduras que han ido nutriendo la amnesia colectiva se generaron micro-performances que se diseminaron por diversos espacios de la ciudad. Una especie de proyecto cartogrfico que recurra al arte de la memoria inscripta en los espacios urbanos, cual texto performativo impreso en la arquitectura y los trazados pblicos, y ejecutado en un otro tiempo real. Si como dice Horacio Gonzlez, el arte es una forma sacrificial de la memoria, o como preferira recuperar ahora: un tejido de tcticas para conjurar las infinitas retiradas de la memoria(28), en este conjunto de acciones percib formas de evocar ms que representar los relatos silenciados, dichos en voz baja o con reserva, del traumtico 68. Y digo trauma porque no han hecho ms que prolongarse los efectos fsicos y emocionales ante un duelo que ni siquiera ha podido realizarse, pues tampoco se ha propiciado un espacio para que la justicia escuche y tenga en cuenta las voces de los afectados y menos ha tenido lugar el esclarecimiento o reconocimiento de responsabilidades. Todo lo contrario: una negacin y liberacin absoluta de responsabilidades. Un vaco de representacin circunda los discursos oficiales en torno al movimiento estudiantil de 1968 en Mxico, y, por contraste, un discurso cargado de pathos, de ira ante tantos aos de impunidad y silencio, es el que predomina en los relatos Pienso que ante la demanda que un vaco representacional impone, el recurso de evocar en lugar de representar la memoria fue una tctica que permiti al Teatro Ojo explorar lugares y miradas ms all del deber histrico, y en la que fue decisiva el procedimiento, el cmo se construyeron las acciones. Ante un movimiento que form parte de toda una oleada internacional que postulaba el principio de la imaginacin al poder y propiciaba cambios en los discursos de la protesta poltica, la bsqueda de formas no tradicionales era prcticamente una cuestin de coherencia discursiva. Esta inclinacin a evocar, a no representar con las formas de la sustitucin, o en todo caso a re-presentar/convocar los imaginarios (im)posibles de la memoria singular, tambin nos enfrenta al espacio de lo imposible que irremediablemente genera la muerte violenta, esa forma poltica que, como expresa Grner, ninguna materialidad de la escritura puede representar, y que ninguna memoria voluntaria puede restaurar, sobre todo cuando faltan los cuerpos (Grner, 168). Y a pesar de la imposible restauracin
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a contrapelo.
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INVESTIGAR EL TEATRO. MXICO que implica cualquier vnculo con la memoria de los muertos, es en relacin a la consecuencia ltima y fatal de esa forma poltica: los violentos hechos del 2 de octubre y su escenario en la Plaza de Tlatelolco, donde sealara una ausencia de evocacin especfica en el proyecto No?. La pulsin cartogrfica160 que reinventa el sentido de los lugares al evocar lo que all hubo en dilogo y/o contraste con lo que hay lo que ha desaparecido merece ser evocado, tal y como la desarroll Georges Descombes en sus intervenciones arquitectnicas propiciaba la introduccin de elementos que reinstalaron fragmentos de memorias. En la construccin y realizacin de NO?, el grupo recurri a la introduccin de diversos elementos como testimonios, videos, escritos paradigmticos, cartas, mantas y volantes, libros, discursos y textos sonoros, slogans y objetos, a modo de instrumentos que propiciaran esos destellos de memoria. Tejiendo recursos documentales y poticos, tambin se introdujeron objetos construidos, en los que se grababa una huella, un texto, una imagen, como apelando al recurso de evocacin. Ms que representar acontecimientos se buscaron estrategias para provocar las memorias singulares, sin pretender adaptarlas a ningn patrn icnico o poltico. La disposicin de elementos en los espacios de la memoria urbana y social que invitaba a los espectadores a participar, buscaba detonar las teatralidades de los imaginarios personales en dilogo o contraste con los relatos de las domesticadas memorias colectivas. El carcter especialmente relacional que define las ltimas creaciones del Teatro Ojo est dado al construirse como intervenciones poticas que buscan detonar, interrogar o provocar el tejido social y urbano, y al hacer de los espectadores participantes que reconfiguran las acciones segn el grado de colaboracin. Estas maneras de hacer se instalan en la procesualidad, antes que en la objetualizacin de la obra de arte. Pienso incluso que la frase obra de arte podra ser pretenciosa al referirse a acciones que se construyen como prcticas especficas para espacios especficos de memorias singulares. Imaginar estas acciones en otros
espacios y/o contextos implicara la reconstruccin total de las mismas. Pensar estas prcticas implica tambin buscar otras maneras de cartografiar la escena actual. No se trata de textos que sobreviven el tiempo de la escritura y entran en los relatos de la universalidad. Tampoco se trata de sistemas de creacin que fijan modelos para la historia del teatro. Expandiendo el campo de lo que hemos entendido o practicado como teatro, estas prcticas no solo habitan en la frontera de las artes, sino en las fronteras de los campos ficcionales y reales, y tal vez, sean apenas pequeos testimonios de las miradas y los actos que van escribiendo los efmeros relatos de las artes vivas de cada tiempo y lugar.
mxico,
noViemBre
2008-aBril 2009
160 Este es un concepto propuesto por la crtica norteamericana Elissa Rosenberg al estudiar las intervenciones arquitectnicas de Georges Descombes. Ver Suburbanismo y el arte de la memoria, ya citado.