Ese Ministerio de Consolación Llamado Exorcismo

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Nmero 18, domingo 29 de abril de 2012 LOSSERVATORE ROMANO pgina 9 Conversacin con el obispo Luigi Negri y el contenido del

VII curso internacional

Ese ministerio de consolacin llamado exorcismo


Marta Lago U n fenmeno de gran profundidad, complejidad y perversidad. Se trata de la accin del demonio, que condiciona la vida buscando desarraigar la fe del corazn de los hombres. Ciertamente existe una presencia diablica en la mentalidad que domina esta sociedad nuestra, una mentalidad sustancialmente atesta, diablica en el sentido de que se dice: si se suprime a Dios, el hombre se realiza plenamente. Ya el beato Juan Pablo II, cuando predic los ejercicios espirituales a Pablo VI en 1976, dedic un captulo a esta invasin de la mentalidad del pecado original en la historia de la cultura moderna y contempornea, y por lo tanto es necesario que el fenmeno se plantee con claridad desde el punto de vista cultural. Con estas palabras el obispo de San Marino-Montefeltro y miembro de la comisin para la doctrina de la fe de la Conferencia episcopal italiana, Luigi Negri, explica a nuestro peridico el marco del VII curso sobre el ministerio del exorcismo, celebrado en Bolonia y Romasimultneamente en videoconferencia del 16 al 21 de abril, en las sedes de los organizadores, el Gruppo di ricerca e informazione socio-religiosa (GRIS) y el Ateneo Pontificio Regina Apostolorum. Con el patrocinio de la Congregacin vaticana para el clero, el curso ha superado los doscientos participantes: ms de la mitad sacerdotes, algunos religiosos y el resto laicos, hombres y mujeres, principalmente de Italia y de otros pases europeos, junto a la notable presencia numrica de los Estados Unidos y Amrica meridional, en particular de Brasil, as como de Canad e Israel, por citar algunos ejemplos. Se cuentan sacerdotes que se preparan al ministerio del exorcismo; los dems inscritos buscan una formacin especfica por su compromiso eclesial o su profesin. Monseor Negri encargado de la leccin inaugural subraya cmo el curso ha sabido abordar todos los aspectos antropolgicos, fenomenolgicos y

sociales; teolgicos, litrgicos, cannicos, pastorales y espirituales; mdicos, neurocientficos, farmacolgicos y psicolgicos, e incluso criminolgicos, legales y jurdicos, tambin los ms problemticos, con un notable peso cultural. El poder que la Iglesia tiene sobre el demonio, que es el mismo poder que tena Cristo, forma parte integrante de su misin recalca el prelado y se expresa como diacona de la verdad y diacona de la caridad. De ah que busque dar claridad de juicio sobre la presencia del mal, del demonio, en la normalidad de la vida cultural y social y acompaar a quienes son agredidos por el poder del demonio con un largo y significativo camino de caridad, cuyo trmino ltimo, en ciertas situaciones, es precisamente el exorcismo. ste es un acto litrgico cuyo ejercicio corresponde al sacerdote autorizado por el obispo que podra definirse como ministerio de consolacin. Contemplando un horizonte ms amplio porque, adems de los casos especficos, tenemos ante nosotros una humanidad que debe ser liberada del error y debe ser consolada en el itinerario de la vida ejerciendo respecto a ella recuerda monseor Negri la misma caridad que el Seor tuvo con los primeros a quienes encontr. El sufrimiento humano extremo es el denominador comn de todos los aspectos que abordan relatores y participantes durante el curso. Con serenidad y seriedad. Porque la accin extraordinaria del demonio inflige un padecimiento indecible sea por infestacin, vejacin, obsesin o posesin . Y porque se constata el aumento de tal accin en nuestro tiempo por el contacto de la gente, cada vez ms frecuente, con el mundo del ocultismo y sus ms variadas expresiones. Accin extraordinaria entre cuyas causas, por lo tanto, se puede hallar el ejercicio de ritos malficos contra una persona o el acercamiento ms o menos directo a prcticas ocultas. Son fisuras, como muestra la experiencia exorcista, de penetracin de la accin demonaca. Por ello no es en absoluto indiferentepor aludir slo a algunas situaciones la frecuentacin de mdiums y magos; la supersticin; la participacin en sesiones espiritistas, en ritos esotricos, en sectas y cultos satnicos. Todo ello con menor o mayor grado de implicacin. Presente en cualquier mbito, la fenomenologa de las sectas se desmenuza en el curso por su imparable crecimiento en variedad y en nmero de adeptos. Y aunque no todas las sectas son especficamente satnicas, entre los relatores s se las define en conjunto como diablicas por naturaleza, ya que, bajo un manto de secretismo, se dirigirn exclusivamente a explotar a la persona

vulnerable, privndola de su libertad, destruyndola con el dao a la familia y a la sociedad,atropellando sus derechos, imponindole un modelo frreo de existencia, encerrndola en una estructura totalizante, llevndola a un aislamiento social y afectivo y por ello a una despersonalizacin a travs de numerosos abusos ms o menos evidentes. Un contexto dramticode repercusiones no raramente criminales en el que abundan las sustancias psicoactivas una de las formas ms directas de alteracin del comportamiento y las acciones rituales del ms variado gnero, hasta el punto del peligro de lesiones y muerte y de derivas sacrlegas. El sentido religioso nada tiene que ver con las sectas. stas, como mucho, lo instrumentalizan. Tambin en su aproximacin exitosa a los jvenes, tantos an menores de edad. A estos factores se suma, por su parte, la fascinacin adolescente por el satanismo. En sentido propio, los satanistas no son numerosos, pero s est muy extendida la cultura satanista con la contribucin de internet, en la que no es infrecuente la instigacin a la violencia y al suicidio. El sustrato de todas estas tendencias es la bsqueda del poder que penetra por doquier, que impulsa la pretensin de determinados beneficios en una situacin de alejamiento de Dios. Con races precisas en la dictadura del relativismo, en la crisis de la relacin interpersonal en un marco hipertecnolgico, en la exaltacin del subjetivismo, en el delirio de omnipotencia que hace de la persona un dios. El repaso de esta casustica es apremiante por razones de prevencin, de ayuda y, evidentemente, de la atencin pastoral que es deber prestar a todas estas personas que cargan con consecuencias devastadoras y un sufrimiento espiritual insoportable. Necesitarn acogida, escucha, acompaamiento; un autntico rescate que ellas mismas piden. Y que requerir del sacerdote, y especficamente del exorcista (y de la ciencia), buenas dosis de prudencia y discernimiento para, ante la manifestacin de determinados signos, llegar a una certeza sobre el nexo causa-efecto. Sin caer en el credulismo, pero tampoco en el racionalismo que descarta a priori una manifestacin preternatural. Cuando hace casi cuarenta aos Pablo VI dijo que una de las mayores necesidades de la Iglesia es la defensa de ese mal que llamamos el demonio, ya saba que podra sorprender esta afirmacin como simplista, supersticiosa e irreal. Pero no dud en sealar la intervencin en nosotros y en nuestro mundo de este agente oscuro y enemigo. El mal no es slo una

deficiencia, sino una eficiencia, un ser vivo, pervertido y pervertidor. Terrible realidad. Misteriosa y pavorosa. Se sale del marco de la enseanza bblica y eclesistica advirti quien se niega a reconocerla existente. El exorcismo intenta expulsar a los demonios o liberar del dominio demonaco gracias a la autoridad espiritual que Jess ha confiado a su Iglesia. La curiosidad morbosa se fija en las seales terribles de la accin maligna; en cambio desva su atencin del poder maravilloso de Dios y de su accin salvfica, que no slo palpan los exorcistas, sino las personas que a ellos recurren. Por eso los propios exorcistas odos en el curso, bien conscientes de la dursima realidad que afrontan a diario, no dudan en explicar su delicado y difcil ministerio en trminos de alegra y esperanza, de obra de misericordia, de enorme crecimiento en la fe. En la experiencia de la autntica consolacin para todos los involucrados que procede de la presencia liberadora de Cristo vivo y resucitado.

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