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Falcata

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PIEZA DEL MES Ciclo 2003 Las armas: defensa, prestigio y poder

LA FALCATA DE ALMEDINILLA (CRDOBA) LA EDAD DEL HIERRO

Mar Gabaldn ABRIL 2003

1. PRESENTACIN Y DESCRIPCIN.
Entre los elementos ms relevantes de la Cultura Ibrica se encuentra sin duda la falcata, una espada de hierro, de aspecto elegante, en forma de sable, de hoja ancha, curva y asimtrica; casi siempre, con doble filo en la punta. A menudo, las falcatas se decoraban con damasquinados en hilo de plata, figurando motivos vegetales, geomtricos, zoomorfos e incluso representaciones de cabezas humanas e inscripciones en lengua ibrica. Una de las ms bellas y famosas falcatas que han llegado hasta nosotros es este ejemplar procedente de Almedinilla (Crdoba). Se trata de una espada de hierro de 59 centmetros de longitud, carente de filo dorsal y con empuadura forjada en forma de cabeza de caballo adornada con ricos motivos geomtricos de plata. La hoja est surcada de profundas acanaladuras, que permiten aligerar su peso. Cerca de la punta est decorada con una pequea ave de hilos de plata que parece surgir de una planta. Esta falcata fue hallada por Luis Maraver y Alfaro en 1867 durante las excavaciones de la necrpolis ibrica de Los Collados (Almedinilla), junto al poblado del Cerro de la Cruz. Desconocemos el ajuar de la tumba a la que perteneci, pero, como ocurre en otras sepulturas ibricas, es posible que junto a ella hubiera otras armas, como una lanza y un soliferreum, propias del equipo militar o panoplia de los antiguos beros.

2. ORGENES DE LA FALCATA IBRICA.


La falcata tiene su origen posiblemente en las costas balcnicas del Adritico. Desde all se extendi hacia Italia, donde alcanz gran xito, y a Grecia, siendo denominada machaira o kopis. Para los griegos esta espada de pronunciada hoja curva era un smbolo de las armas de los brbaros. De hecho, aparece en la cermica griega como un elemento extico, adscrito a los persas, amazonas, tracios y otros pueblos brbaros, reales y mitolgicos. Como ha sealado el profesor Fernando Quesada Sanz, principal estudioso del armamento ibrico y de la falcata en particular, fue probablemente del mundo itlico desde donde lleg a los beros, quienes la modificaron sustancialmente (redujeron su curvatura, la acortaron y la dotaron de su caracterstico doble filo). Por lo tanto, la falcata ibrica no es una mera copia o imitacin de la machaira, sino un arma nueva, que se inspir en aquella. Las primeras falcatas halladas en la Pennsula Ibrica se fechan en el siglo V a. C., y perduraron hasta finales del siglo I a. C. Aunque se han hallado falcatas en otras regiones, la gran mayora proceden de la Alta Andaluca y del Sureste. Por consiguiente, se puede afirmar que es un arma caracterstica de los antiguos contestanos y bastetanos, y no la espada emblemtica de todos los pueblos ibricos.

Los antiguos hispanos no la denominaban falcata, ya que se trata de un trmino erudito del siglo XIX, utilizado para designar un tipo caracterstico de arma ibrica prerromana con forma vagamente similar a la de una hoz (falx).

3. FABRICACIN, ESTRUCTURA Y DECORACIN DE LA FALCATA.


Gracias a los anlisis metalogrficos sabemos que las falcatas se fabricaban con tres lminas de hierro soldadas entre s a la calda, es decir, en caliente. La lmina central, ms ancha que las laterales, se prolongaba en una delgada lengeta que forma el alma de metal de la empuadura, recubierta con cachas de hueso o de madera, que en la mayora de los casos no se han conservado. En algunos ejemplares de mayor calidad, las cachas podan cubrirse parcialmente con piezas metlicas que a su vez se damasquinaban. Vuelta sobre s misma para proteger la mano de golpes cortantes, la empuadura adoptaba, la mayora de las veces, la forma de una cabeza de caballo (como es el caso de esta falcata de Almedinilla) o de ave rapaz, y un remache figuraba el ojo del animal, dotado seguramente de un carcter protector adems de decorativo. Como ocurre con otros tipos de espadas, la hoja de la falcata presenta unas profundas acanaladuras que aligeran su peso, sin disminuir sus cualidades de resistencia y flexibilidad. Adems, estas acanaladuras otorgaban a la espada un evidente efecto esttico. Las falcatas, como otras piezas muy especiales, se decoraban con damasquinado o atauja. La decoracin poda obtenerse rellenando con hilos de plata las incisiones que previamente se haban hecho en la superficie, martilleando y puliendo despus el conjunto. Tambin se podan incrustar plaquetas de metal en las superficies rebajadas o talladas, fijndolas mediante el martilleado de los tabiques que atrapaban la incrustacin. El tipo y disposicin de los motivos decorativos en las falcatas es bastante homogneo. Esto, junto con la concentracin de las armas decoradas en el Sureste y la Alta Andaluca, hace suponer que los talleres capaces de fabricar estas piezas fueron escasos, o que existan artesanos itinerantes que ofrecan sucesivamente sus trabajos a las elites dirigentes de diversos poblados en regiones bastante amplias.

4. LA FALCATA. UN ARMA MUY EFICAZ EN EL COMBATE CON UN DESTACADO VALOR SIMBLICO.


La falcata es un arma pesada, capaz de asestar mortferos golpes tanto tajantes como punzantes, apropiada para la infantera. Se sola guardar en una vaina de cuero, reforzada con un armazn de hierro, que colgaba del tahal. Esta correa pasaba por el hombro derecho y, por medio de unas anillas, sujetaba la vaina de modo que pendiera en el costado izquierdo en

posicin casi horizontal. As se facilitaba el movimiento del guerrero y la extraccin del arma. En la vaina poda tambin guardarse un cuchillo de hoja curva, que se utilizara como una especie de navaja multiusos. Ahora bien, hay que tener en cuenta que, como ocurre en otras culturas antiguas del Mediterrneo, la lanza, y no la espada, era el arma ofensiva principal del combate. Por lo tanto, la falcata sera utilizada en el campo de batalla como recurso ltimo cuando la lanza se rompa o se perda, lo cual no significa que no fuera un arma muy eficaz y prctica en el combate. Adems de ser un arma verdaderamente compleja y funcional, la falcata, como bien ha sealado Fernando Quesada, estaba dotada de un destacado valor simblico, que puede derivar de su propia morfologa (la curvatura de su hoja y la empuadura zoomorfa), de su decoracin y de su relacin con el mbito del sacrificio funerario, heredado de los cuchillos afalcatados de la primera Edad del Hierro. Por consiguiente, la decoracin de las falcatas y de otras armas ibricas responde no slo a razones estticas sino tambin simblicas. Y es que a lo largo de la Historia los guerreros de todos los pueblos y culturas han valorado la posesin y exhibicin de armas ornamentadas, como expresin de riqueza y de estatus. Sin duda, la decoracin de las armas rodeaba a su poseedor de un aura de poder y de prestigio. Con todo, los motivos decorativos del armamento no slo han servido como indicadores de estatus social, sino tambin como elementos de identificacin personal o de grupo y, especialmente, como amuletos protectores. El complejo programa decorativo con damasquinados en plata, que llega a abarcar toda la superficie de la falcata, estaba formado por variados motivos de raigambre mediterrnea. La seleccin de estos motivos, algunos de ellos zoomorfos (lobos, jabals, aves, animales fantsticos) e incluso antropomorfos, indica que la decoracin no cumpla una funcin meramente esttica, sino que tambin tena un contenido simblico, posiblemente con una triple funcin: herldica, protectora y funeraria, como se ver en el apartado siguiente. As, el ave damasquinada que aparece junto a la punta de la falcata de Almedinilla, no es slo un motivo de valor ornamental, sino un elemento de carcter apotropaico, herldico o quiz el atributo o smbolo de una divinidad.

5. EL SIGNIFICADO DE LA FALCATA EN FUNCIN DEL CONTEXTO ARQUEOLGICO.


La falcata es la pieza ms representativa de los ajuares funerarios con armas, lo cual puede deberse a su especial significado, que reflejara no tanto el carcter del guerrero ibrico, sino el estatus social de la persona enterrada. Esto podra explicar la presencia de falcatas (y de otras armas) en la tumba de la Dama de Baza (Sala 20), en funcin del alto rango social de la persona enterrada, al margen de su ocupacin habitual o de su sexo. Y es que, en ciertos

casos muy concretos, es posible que las falcatas fueran fabricadas expresamente slo para uso funerario como signos de prestigio social y como elementos simblicos muy relacionados con el mundo funerario. Por otro lado, es bastante frecuente que las falcatas halladas en los ajuares de las tumbas aparezcan quemadas, dobladas y con el filo mellado intencionadamente a golpes. Este ritual de destruccin, aplicado tambin a otras armas, puede simbolizar la especial vinculacin del guerrero con su armamento y, quiz, una concepcin funeraria de inversin ritual que exiga que el difunto incinerado en la pira necesitara objetos igualmente destruidos para poder utilizarlos en el Ms All. Finalmente, las falcatas, aunque aparecen casi siempre en los cementerios, podan ser dedicadas a las divinidades, como ocurre con la falcata votiva hallada en el santuario ibrico de El Cigarralejo (Mula, Murcia), lo cual refuerza el significado simblico y ritual de esta espada.

6. LAS FALCATAS EN LAS IMGENES DE LOS BEROS.


Un rasgo llamativo de la Cultura Ibrica es la abundancia de representaciones de armas y de temas relacionados con el mbito militar en esculturas, exvotos de bronce o en las escenas pintadas en los vasos cermicos. Escenas que reflejan la forma de vida y la singularidad de los grupos de alto rango que detentaban el y portaban las armas como un signo ms de su estatus social. La falcata es un arma que aparece frecuentemente representada en varios soportes, hasta tal punto que parece adquirir un carcter emblemtico. Se encuentra ya representada en manos de los guerreros del conjunto escultrico de Porcuna (Jan), datado en el siglo V a. C., y seguir apareciendo hasta finales del siglo I a. C., en los denarios romanos acuados por Publio Carisio para conmemorar sus victorias. Entre las manifestaciones escultricas en las que aparece la falcata hay que sealar el fragmento de un torso de un guerrero procedente de La Alcudia de Elche (Sala 19), perteneciente a un probable monumento tallado en piedra caliza. Este guerrero lleva una falcata, a la que le falta la empuadura pero presenta las acanaladuras de la hoja grabadas con todo detalle abiertas hacia la guarda. De cronologa posterior, en poca ya tarda e incluso romana, son las pocas esculturas con falcata que se conocen en el Bajo Guadalquivir, en un rea donde estas espadas son bastante escasas. As, en el sillar de esquina de un posible monumento funerario hallado en Osuna (Sevilla) y fechado en el siglo II a. C. (Sala 20) aparece, en relieve, un guerrero armado con un gran escudo oval o scutum y una falcata con empuadura en forma de cabeza de caballo. Es posible que se trate de la representacin de una escena de combate real o quiz de un certamen gladiatorio en honor de un difunto de alto rango.

La falcata aparece adems frecuentemente en los exvotos ibricos de bronce, que representan a guerreros, hallados en varios santuarios ibricos, como el Collado de los Jardines (Jan) o La Luz (Murcia) (Salas 19 y 20). Tambin aparece representada en la cermica con decoracin pintada, como en el conocido vaso de los guerreros de Archena (Alicante) (Sala 19), donde hay diferentes escenas en las que figuran guerreros combatiendo y cazando (dos actividades muy vinculadas con las aristocracias de la Edad del Hierro). En una de estas escenas aparecen dos infantes armados con falcatas y grandes escudos combatiendo en un duelo.

7. EL GUERRERO IBRICO Y LAS ARMAS. DEFENSA, PRESTIGIO Y PODER.


La sociedad ibrica estuvo fuertemente jerarquizada. El poder era detentado por una aristocracia de corte guerrero, que controlaba la produccin de bienes y el comercio. Entre las actividades que caracterizaban a estos grupos dirigentes se incluan la caza, los banquetes en los que se consuma vino y se narraban las hazaas, la celebracin de funerales solemnes en los que se honraba a los difuntos con juegos o combates de carcter ritual, y la guerra. Esto explica, en gran medida, la presencia de figuras humanas armadas o de escenas de combate en los relieves, esculturas y pinturas ibricas, y las numerosas armas depositadas en los ajuares funerarios. Ahora bien, esto no significa necesariamente que la sociedad ibrica fuera especialmente belicosa o violenta. Para los beros la posesin de las armas fue sobre todo un signo de poder y de estatus social. La introduccin por los fenicios de la metalurgia del hierro durante los siglos VIII y VII a. C., seguida de su aplicacin en la fabricacin de armas, origin la aparicin de verdaderas panoplias o equipos de armas ofensivas de hierro durante el siglo VI. Estas panoplias no fueron en absoluto estticas ya que lgicamente variaron con el tiempo a tenor de las transformaciones sociales y del modo de combatir. De este modo, los guerreros que detentaban el poder en la primera poca de la Cultura Ibrica se caracterizaban por un liderazgo de fuertes connotaciones aristocrticas y heroicas. Estos aristcratas solan llevar una larga y pesada lanza, acompaada a menudo de otra ms ligera arrojadiza, y una espada corta. Se protegan con escudos circulares decorados con tachones de bronce repujado, cascos, discos-coraza metlicos y grebas o espinilleras de bronce. Despus, desde el siglo IV a. C. y hasta las Guerras Pnicas, se impone un armamento ms generalizado, extendido a un mayor nmero de guerreros, fruto tal vez de la imposicin de una estructura social menos jerarquizada que se materializa en las tumbas, ms numerosas y menos monumentales que en los siglos VI y V a. C., y en una masiva presencia de armas en los ajuares funerarios. Esta panoplia ms generalizada estaba formada por la falcata, el soliferreum o lanza de astil y punta de hierro, y un escudo circular de madera con un umbo central de hierro. El armamento defensivo (corazas, cascos, grebas) fue sustituido

probablemente por piezas de cuero u otros materiales orgnicos, menos costosas que las armas de la panoplia aristocrtica. Desde el punto de vista social, es probable que estos guerreros formaran una especie de clientelas militares, individuos que recibiran de su seor o del dirigente proteccin e incluso tierras a cambio de apoyo militar, todo ello garantizado por firmes lazos de dependencia social. A partir de finales del siglo III a. C., cuando Iberia se convierte en campo de batalla entre romanos y cartagineses, y hasta la absorcin de la Cultura Ibrica en el mundo romano, se tiende hacia un armamento ofensivo ms ligero aunque se seguirn utilizando el soliferreum y la falcata. Tambin aparecen nuevos tipos de armas como los cascos de bronce de tipo Montefortino, con calota hemisfrica rematada con un botn o apndice perforado normalmente para sujetar el penacho de crines o las plumas, y los escudos ovales de grandes dimensiones.

VISITAS RECOMENDADAS:
Entre varios museos en los que hay falcatas podemos destacar los siguientes: MUSEO ARQUEOLGICO PROVINCIAL DE ALICANTE (MARQ) Plza. Gmez Ulla s/n, Alicante www.marq-museo-arqueologico-com MUSEO ARQUEOLGICO DE CRDOBA Plaza de Jernimo Pez, 7. Crdoba MUSEO MONOGRFICO DE ARTE IBRICO DE EL CIGARRALEJO C/ del Marqus, 1 Mula, Murcia www.mulavirtual.net/fotos/Cigarralejo/Cigarralejo.htm

BIBLIOGRAFA:
Aranegui, C. y De Hoz, J. (1992): Una falcata decorada con inscripcin ibrica. Juegos gladiatorios y venationes, en Homenaje a Enrique Pla Ballester, Trabajos Varios del SIP 89, 319-344. Cuadrado Daz, E. (1989): La panoplia ibrica de El Cigarralejo (Mula, Murcia). Documentos. Serie Arqueologa. Murcia. Nieto, G. y Escalera, A. (1970): Estudio y tratamiento de una falcata de Almedinilla, Informes y trabajos del Instituto de Restauracin y Conservacin, 10.

Quesada Sanz, F. (1990a): En torno al origen y procedencia de la falcata ibrica. Archivo Espaol de Arqueologa, 63, 63-95. Quesada Sanz, F. (1990b): Falcatas ibricas con damasquinados en plata. Homenaje a D. Emeterio Cuadrado, Verdolay, 2, 45-59. Quesada Sanz, F. (1992a): Arma y smbolo: la falcata ibrica. Instituto de Cultura Juan GilAlbert, Alicante. Quesada Sanz, F. (1992b): Notas sobre el armamento ibrico de Almedinilla, Anales de Arqueologa Cordobesa, 3, 113-136. Quesada Sanz, F. (1995): Las armas en la sociedad ibrica: diez preguntas fundamentales. El mundo ibrico: una nueva imagen en los albores del ao 2000. Catlogo de la Exposicin. Toledo, pp. 159-169. Quesada Sanz, F. (1997a): Algo ms que un tipo de espada: la falcata ibrica. Catlogo de la Exposicin: La guerra en la Antigedad. Madrid, pp.196-205. Quesada Sanz, F. (1997b): El armamento ibrico. Estudio tipolgico, geogrfico, funcional, social y simblico de las armas en la Cultura Ibrica (siglos VI-I a.C.). 2 vols. Monographies Instrumentum, 3. Ed. Monique Mergoil, Montagnac, 1997. Quesada Sanz, F. (1998): Armas para los muertos. Los beros, prncipes de Occidente Catlogo de la Exposicin. Barcelona, pp. 125-31. Quesada Sanz, F. (1999): La falcata ibrica, La Aventura de la Historia, 3, Enero 1999, 82-83. www.ffil.uam.es/equus/warmas/default.htm

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