El Trabajo de Campo en Las Instituciones

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El Trabajo de Campo en Instituciones La entrada al terreno institucional Cristin Varela Las resistencias organizacionales.

El investigador de terreno que se inicia en l a prctica de observar el funcionamiento o la vida social de una institucin, tropie za con un primer obstculo; no pocas veces el acceso al campo se ve trabado por un a serie inacabable de requerimientos burocrticos. Desde el momento en que se enun cia la intencin de realizar una observacin, la institucin presenta su faz defensiva , hasta es posible percibir actitudes paranoides en las conductas de sus agentes . Las resistencias organizacionales tambin pueden presentarse una vez que el equi po ha logrado ingresar y se encuentra ya en tarea de observacin: los encuentros p reviamente acordados con autoridades y responsables se dilatan o suspenden, los miembros que en un primer momento mostraron buena disposicin cambian de repente s u actitud. Respuestas manacas y depresivas. Frente circunstancias de este tipo, es muy posib le que el investigador novel experimente la situacin como un rechazo dirigido a s u propia persona. No se trata de una cuestin personal, pero en la medida en que l o tome as, el problema se ir retroalimentando con las actitudes que a modo de resp uesta muestre el investigador. Pues sus fantasas de rechazo derivarn en conductas regresivas de temor y culpa, o en las formas opuestas de insistencia y contraata que. Acorde con las primeras actuar temeroso, como pidiendo disculpas y deseando que la situacin termine lo antes posible; querr huir de ah. Si se sita en posicin opu esta, la institucin se le presentar como un poder al que hay que vencer y adoptar c onductas necias, obcecadas. El sujeto caer en posiciones manaco depresivas o esqui zo paranoides. Aunque logre acceder al campo, la observacin estar viciada de entra da, disminuida por la ceguera del observador, por estar mirando de manera temero sa o de manera temeraria. El rechazo autocumplido. No siempre las fantasas de los investigadores se dispara n como respuesta a las resistencias de la organizacin. A veces los temores comien zan a operar antes de entrar al campo, en el momento mismo de elegir el lugar de observacin. Inhibidos de antemano, los practicantes podrn verse impulsados a eleg ir terrenos donde el acceso es de por s complejo: instituciones totales, lugares desconocidos donde no se cuenta con contacto alguno. A veces tambin esos temores los llevan a presentarse a las puertas de la institucin en actitud ms dispuesta al rechazo que a la aceptacin. En todos estos desenlaces posibles est presente una m isma matriz lgica, errnea; son producto de una concepcin de la situacin, un planteo equivocado que consiste en entenderla como una confrontacin entre el yo del inves tigador y la institucin, en donde a veces el yo intenta vencer las resistencias d e la institucin, otras donde se siente atacado por ella, otras dnde de antemano se da por vencido. Si este equvoco puede entenderse como una desviacin neurtica del s ujeto, no deja de ser algo que promueve la institucin. Las fantasas inconscientes del observador Nadie maneja su propio yo a voluntad ni puede desprenderse de l al ingreso del es tablecimiento. Los atributos del yo, sus objetos, las fantasas del sujeto, estarn siempre en juego; y estarn tanto ms presentes cuanto ms inconscientes sean. Resulta ra extrao, que un acto de observacin, de investigacin, no estuviera ligado inconscie ntemente con un deseo de voyeur, con una fantasa de espiar lo que no debe ser vis to. La presencia de esta fantasa, ms el esfuerzo puesto en reprimirla y el sentimi ento de culpa por el deseo indebido, configuran una situacin que conspira contra las capacidades del observador, limitndolo, llevndolo a sabotear el cometido que s e propuso. En el psiquismo del sujeto, la escena institucional se liga inconscientemente co n la escena familiar, por ser la familia la institucin que lo constituye y la pri mera que transita. Por lo tanto, todo encuentro con una institucin es un sentido un reencuentro, pues para el sujeto significa ingresar en un orden de cosas resp ecto del cual posee de antemano una serie de supuestos; no slo fantaseados, tambin reales, ya que de alguna manera sabe a donde ingresa. Este saber es producto de la continuidad social que existe entre la organizacin f

amiliar que lo constituy como sujeto y la organizacin social con la que ahora se v incula, siendo la primera de ellas el lugar donde se aprenden las reglas que se juegan en las dems instituciones. Observar una institucin significa psquicamente ingresar al mundo de los adultos e in tentar develar sus secretos. Implica inconscientemente ir al encuentro de la esc ena primaria de la que habla Freud: el acto sexual de los padres, el acto fundac ional, siempre fantaseado pero nunca constatado, de la institucin familiar; incon scientemente fantaseado, pero vedado a la investigacin emprica. Un paso ms all, inve stigar instituciones significa levantar el manto mitificador que oculta no slo lo s orgenes reales de la organizacin sino su falta, sus fallas actuales, sus imperfe cciones, sus intereses no confesados. La naturaleza de las instituciones Las instituciones se presentan siempre bajo un rostro idealizado que no coincide con su realidad concreta. Jos Ingenieros las incluye dentro de la ley de la simu lacin en la lucha por la vida, se presentan como lo que no son y esto hace a su s upervivencia. Lourau, al descomponer a la institucin en sus tres momentos dialctic os, ubica en la dimensin universal lo que l denomina unidad imaginaria de la insti tucin; esta unidad resulta siempre desmentida por la fragmentacin de las realidade s particulares que se verifican en acto en toda institucin. Deleuze y Guattari de finen a las instituciones como mquinas sociales que funcionan, a condicin de estar descompuestas, siempre de manera imperfecta. Para Freud la institucin es product o de una ilusin, es resultado de la creencia de los sujetos de ser amados por igu al por un lder; este supuesto, en el caso de la institucin religiosa se expresa en la expectativa de los fieles de no ser abandonados por dios. An lo que se conoce como teoras de la organizacin, que se presentan como formas rac ionales de estudio de las mismas, como ciencias o tcnicas con un objeto claro y d elimitado, al hacer hincapi en la necesidad de definir la visin y misin de cada org anizacin, caen tal vez sin quererlo en el reconocimiento de la dimensin imaginaria , proyectiva, del fenmeno institucional. Estn de hecho planteando que las organiza ciones no funcionan sino es en relacin con una creencia, con un horizonte inexist ente al que hay que imaginar y con el que hay que comprometerse. Organizacin e institucin. Si se requiere una rpida distincin entre ambos trminos, con vendra entender por institucin a las formas y modos de relacin entre los sujetos y con el mundo que toda sociedad establece y sanciona tanto explcita como implcitame nte (el derecho, le educacin, la religin, la familia, el modo de produccin). La exi stencia de la institucin requiere de formas materiales que indistintamente pueden denominarse instituciones u organizaciones (Un tribunal, una escuela, un templo , una familia, una empresa). Con lo cual, las organizaciones pasan a ser formas materiales que responden a un ordenamiento determinado, en funcin de un objetivo y una racionalidad que las excede, y que se sita por fuera de ellas, en un nivel que corresponde a la institucin. La racionalidad de una empresa es dictada por la s leyes de la economa, las de una iglesia por el dogma, la de una escuela por la pedagoga, estando, todas ellas, atravesadas adems por los dictados de la institucin Estado, por su racionalidad. La falla institucional. Retomando la cuestin del ingreso al campo de observacin, c abe sealar que ir al encuentro de una institucin en particular, desconociendo la n aturaleza de las instituciones en general, suele producir un tropiezo con el des fasaje que existe entre lo que ellas son y lo que dicen ser. A veces ocurre que los practicantes se fascinan con el hallazgo con el que han tropezado, desconoci endo que eso debe darse por sabido de antemano, que esa diferencia constituye un elemento que hace a la naturaleza esencial de las instituciones. Aunque con arr eglo siempre en lo material, las instituciones son una ficcin, una invencin social sustentada en una idea, una construccin histrica cuya piedra basal es un concepto a priori. Nada aporta el descubrimiento de una distancia entre el ideal y la re alidad institucional (salvo algo de narcisismo al yo del investigador que cree a s situarse por encima de ella); descubrimiento que, en la medida en que se haga e xplcito, conlleva el riesgo de enviar a los practicantes por una va que pronto des embocar en la salida, por efecto del rechazo de la institucin. El saber no sabido que los sujetos tienen sobre las instituciones del medio al que pertenecen, el hecho de poseer en s los mismos supuestos que hacen a la existenc

ia de las instituciones de su cultura -por ser producto de esas instituciones- l leva, no a tropezar con la falla institucional, sino a buscarla. Puestos en posicin de investigadores ms cercanos al detective que al cientista, ac tan orientados por la hiptesis de que ah hay una falla a descubrir, una mentira a den unciar. Son las deudas del sujeto con la institucin familiar, las que ahora bajo el rol de observador intentan solucionarse en un escenario desplazado. Ser siempre posible descubrir esa dimensin fallida de la institucin, pero, el resul tado ser el descubrimiento de la plvora, sin beneficio para ninguna parte. Las implicaciones del observador. Cuando los practicantes se hallan demasiado im plicados con el ideal de la institucin, suele producirse el efecto contrario cons istente en tender puentes sobre esa falla, cerrando los ojos a esa realidad. Des de el momento en que el observador se identifica con la institucin, adquiere sus ojos y los datos de la realidad tienden a ordenarse segn la visin que ella promuev e; comienza a ver en ese campo slo lo que la institucin pretende mostrar, pasando por alto todo aquello que atenta contra el ideario, sosteniendo lo fallido de la institucin. En consecuencia, no produce otro material de observacin que la inform acin que se le brinda y expone. Por estas razones, los que se inician deben evita r elegir como objeto de estudio aquellas instituciones con las que mantienen vncu los de pertenencia o referencia, pues en ellas la implicacin est por dems jugada de entrada. Otro efecto que producen las implicaciones no analizadas del observador con la ins titucin, con el imaginario de la misma, su misin o sus ideales, es la tendencia a pasar a la accin. El observador cae presa del furor curandis, de la fantasa de act uar dentro de la institucin sumndose a las prcticas que sta realiza o tomndola como o bjeto de intervencin, para curarla, en lugar de limitarse a observar. No se trata en estos casos de la observ acin participante, sino de la actuacin de un impulso donde la tarea de observacin e s sobrepasada y sustituida por la accin. Este impulso no es ajeno a las ansiedade s que despierta en el sujeto la evidencia de las fallas institucionales y la dif icultad en aceptarlas. Mediante la accin se trata de restaar las imperfecciones de la institucin, que remiten a las fallas del propio sujeto que observa. En la medida en que el deseo de curar est presente como supuesto en los practican tes al momento mismo del inicio de la observacin, se produce de entrada en ellos un desnimo por el hecho de no encontrar respuestas para esa intencin. Viven la sen sacin de estar actuando sin demanda por parte de la institucin, pierden el horizon te de la tarea, estn a la espera de un llamado que no llegar. Esto se traduce en u n sentimiento de ser rechazados o en la sensacin de estar invadiendo un territori o ajeno, con la culpa consecuente que esto implica. En el caso de una prctica de observacin, la demanda corre por cuenta de la institu cin de investigacin o formacin que encarga o legitima la tarea, y no de la que es o bjeto de estudio; demanda a la cual el propio observador debiera sumarse, acepta ndo ser el demandante y no el demandado. Es por efecto de la naturaleza del fenme no institucional y no por defecto subjetivo que pueden producirse determinadas fan tasas en el nimo de los observadores: voyeurismo, ilusin de descubrimiento, de dete ctive, furor curandis, de invasin. Sin embargo debe tenerse presente que producto de esa naturaleza misma, existe una dificultad que es de tipo estructural, ante rior a las manifestaciones ya analizadas. El cerco institucional Tal como lo plantea Lourau, toda institucin se define por oposicin a (uno) el conj unto del sistema social y (dos) al resto de las instituciones. Esto significa qu e una institucin, una organizacin, es un campo de condensacin en el plano de los so cial donde se concentra un conjunto de discursos y recursos relacionados con su objeto y sus prcticas, al tiempo que la institucin expulsa o tiende a expulsar de su seno todo aquello que no le compete directamente. Una institucin no es un espa cio pblico abierto. Definirse por oposicin al conjunto del sistema social, significa incluir en su in terior aquello que se adecua con su funcin principal, y con su cultura institucio nal, excluyendo lo que considera inadecuado. Significa adems efectuar una torsin e n aquellas realidades del sistema social que no pueden excluirse. La iglesia no

puede prescindir del intercambio econmico, pero la presencia del dinero en su int erior estar altamente ritualizada. La poltica, la economa, la pedagoga, esas grandes relaciones que toda sociedad ordena, sistematiza, institucionaliza, cuando no p uedan ser excluidas del interior de cada una de las instituciones, sern reapropia das bajo un modo particular: sacralizadas en la iglesia, ideologizadas en el par tido; toda institucin tiende a conformarse como una totalidad fragmentaria, como un fragmento que aspira a la totalizacin, dndole un sentido propio a las realidade s sociales. Definirse por oposicin a las dems instituciones significa que cada organizacin se d ar una identidad propia, basada en aquello que la diferencia de las otras organiz aciones similares. Es en funcin de estas oposiciones que cada organizacin tiende en su derredor un ce rco, un lmite tanto virtual como real, con el fin de garantizar su integridad y e vitar ser contaminada, desvirtuada, trabajada, por fuerzas ajenas. Castoriadis e ncuentra que existe una similitud entre el cerco que tiende en torno suyo la org anizacin social y la membrana que se establece en torno la organizacin biolgica, qu e en ambos casos regula el intercambio con el medio. Elas Canetti plantea que las instituciones se constituyen lgica y cronolgicamente a partir de las masas, cuand o stas son encerradas. Si las masas son conjuntos sociales abiertos y ms o menos e spontneos, con escasa o nula organizacin y caracterizadas por la incorporacin no slo irrestricta sino deseada de participantes, el pasaje a la forma institucin se op era mediante su encierro en un espacio determinado, as como a travs de la limitacin del nmero de sus integrantes. La hiptesis del encierro en el origen de la institu cin es tambin la que sustenta Foucault a propsito del surgimiento del hospicio y de la prisin modernos. El ingreso al territorio de una institucin estar siempre ms o menos impedido o regu lado, y cmo esto ocurre por efecto de un factor estructural de cercamiento que ha ce a la naturaleza misma de las organizaciones sociales. En la constitucin misma de una institucin queda de hecho establecida la divisin entre un interior y un ext erior, entre los incluidos y los excluidos, delimitacin que ser materia constante de atencin y perfeccionamiento y determinar la conformacin de un clima, de una cult ura propia. Interioridad / exterioridad territorial por un lado, inclusin / exclu sin de personas por el otro. Gerth y Mills sostienen que "las instituciones selec cionan y expulsan a sus miembros de acuerdo con gran variedad de reglas formales y cdigos informales. En el orden de lo formal recurren a la consideracin de que va n desde las ms gruesas como la edad, sexo, salud, hasta las ms finas que se detect an mediante exmenes elaborados de habilidades o aptitudes especializadas. Las reg las formales suelen acompaarse de criterios informales de admisin que no siempre s e enuncian explcitamente: recomendaciones, imagen personal, estilo de vida, etc. 11 En una perspectiva ligada al anlisis institucional y al psicoanlisis, Enrquez considera que toda organizacin "desarro lla un proceso de formacin y de socializacin de los diferentes actores, para que cada uno de ellos pueda definirse en relacin con el ideal propuesto; sostiene que todo modelo de socializacin tiene por fin seleccionar las 'buenas' actitudes y por lo tanto jueg a un rol en el reclutamiento o en la exclusin de los miembros de la organizacin" 12. El observador institucional, antes de serlo, ser observado, analizado, en funcin de los requerimientos formales e informales de la organizacin. Se comprende mejor, entonces, de qu manera el acceso se ve restringido por un efecto de estructura. Aunque existe una diferencia cualitativa entre acceder al interior de una organizacin para realizar una observacin e ingresar a ella para integrarse a alguna de sus funciones, desde el punto de vista organizacional esa diferencia suele resultar en principio borrosa; la portera de una escuela dejar ingresar automticamente a cualquier nio con aspecto de alumno; de acuerdo con la misma lgica, no pasar por el mismo trmite una estudiante de profesorado que requiera realizar una observacin en el aula de una escuela, que un estudiante de sociologa que pretenda observar la vida en un cuartel militar. La institucin analiza al observador y detecta en l la presencia o ausencia de los cdigos y variables que integran las funciones, el clima y la cultura organizacional. El yo del sujeto, que es tambin un decantado de instituciones,

resulta de hecho analizado por la institucin a la que ingresa, an antes del anlisis formal de su propuesta, intenciones, notas de presentacin, credenciales etc. Los temores, fantasas y sentimientos que se despiertan en el sujeto cuando se sita en posicin de observador son tambin efecto de este anlisis. Cuando se trata de un equipo de observadores el efecto que a veces produce ese anlisis es la disidencia interna. El grupo es de hecho analizado, dividido, por efecto de l a institucin. Si esta situacin es vivida como una cuestin personal o grupal, no slo se resiente y complica el proceso de observacin, sino que los observadores dejan pasar de largo un excelente material, pues aquello que les sucede habla de la institucin. As, en vez de vivir una situacin de rechazo vinculndola con la propia historia afectiva, aquello que un buen observador debiera atender no sera la actualizacin de sus vivencias infantiles, sino la constatacin de que en esa organizacin existen mecanismos que suscitan regresiones en los sujetos. La institucin habla en l. A la manera de reglas de mtodo 1. La claridad de la hiptesis de trabajo. De alguna manera, el encuentro con la institucin produce una crisis en la persona del observador, porque como se vio, las instituciones implicadas en su yo son puestas de hecho en tela de juicio. En consecuencia, la primer recomendacin que cabe hacerle al practicante es que tenga claro su objetivo cuando entra en contacto con la institucin. Cunto ms claro tenga el propsito que lo lleva a ingresar ah, menor ser la posibilidad de entrar en confusin. Esta recomendacin cobra mayor sentido cuando se trata de un equipo de observadores, pues la puesta en comn del objetivo los prevendr de las disidencias internas y de las crisis grupales. La aclaracin del objetivo, su verbalizacin, y an su formulacin bajo la forma de una consigna, producen adems el beneficio de servir como tarjeta de presentacin ante la institucin. Las prevenciones y suspicacias disminuyen cuanto ms claros y compresibles sean los trminos con que el extranjero se presenta a las puertas de la ciudadela. Hay que tener presente que la institucin territorializa un lugar y coloniza una colectividad, un colectivo humano; que opera en la materialidad del espacio al tiempo que lo hace en la subjetividad de las personas. Se han visto las dificultades que plantea el acceso al espacio territorializado, ahora bien, el hecho de superarlas no supone directamente el acceso al grupo humano. Hay una distancia entre ingresar a una institucin y ser admitido por su gente, al punto que puede bien darse lo uno sin lo otro. Se puede contar con la anuencia de las autoridades para estar en el lugar, pero al mismo tiempo ser rechazados por la gente; y viceversa. 2. La congruencia de la consigna de presentacin. El acceso se ver siempre facilitado cuanto ms se adecuen las prcticas del observador a las funciones habituales de la institucin; ejemplo de adecuacin es el trabajo prctico del estudiante de pedagoga en el aula de una escuela. Por lo tanto, conviene siempre que la consigna de presentacin se articule en trminos que resulten comprensibles para la cultura organizacional; y, en la medida en que el observador deber interactuar con actores institucionales de diferentes niveles y sectores, esa consigna debera articularse en un lenguaje accesible para todos. El gerente de recursos humanos de una planta fabril puede comprender bien las razones que lleven a un practicante de psicologa a observar la actividad de los operarios, pero stos no dejarn de preguntarse qu tiene que hacer un psiclogo ah, y an de recelar de su presencia. No siempre en la institucin se decodifica la consigna en el sentido que el observador intenta darle, pues la tendencia ser la de asimilar su tarea a lo que resulta ms frecuente en el lugar. La presencia de un antroplogo en un comedor popular posiblemente ser asimilada a la de un trabajador social o a la de un voluntario. Insistir en lograr la decodificacin correcta a veces oscurece la situacin ms de lo que la aclara. Sin embargo, en otras situaciones, el practicante deber cuidar que su presencia no se asimile a alguna funcin que resulte persecutoria para la

gente de la institucin. En la empresa, la presencia de un psiclogo corre el riesgo de interpretarse como la de un evaluador o selector de personal, con lo cual ganar una distancia que en nada le ayudar a conseguir informacin confiable. No est dems agregar que la consigna, el modo de presentarse dentro de la institucin, debe ser suficientemente clara respecto de que no se est ah para observar personas sino prcticas, rutinas, costumbres, modos de organizacin, etc. Tambin, y de alguna manera, en ella deben hacerse presentes los beneficios que la tarea agrega a la institucin en general, aunque sean difusos y carezcan de aplicacin inmediata. As como el docente cuya aula es observada, sabe que se trata de una prctica que en ltima insta ncia redunda en beneficios para la enseanza en general, todo investigador observador deber saber presentar los beneficios que su tarea aporta al campo donde acta. 3. El objetivo del observador es producir informacin. Si se tiene en claro que la tarea es observar, aunque se carezca de un plan de accin detallado resultar ms sencillo decidir las acciones a realizar y aquellas que conviene evitar. Pues, en principio, todo aquello que vaya en el sentido de obtener informacin o facilitar el acceso a ella, ser siempre bienvenido. Por el contrario debern evitarse las acciones y actitudes que nos distancien de la informacin. La tica del observador es la tica del investigador y no la de la profesin que estudia o ha estudiado. En este punto no pocos practicantes se confunden al asumir una postura acorde con el imaginario profesional, pero que los aleja del acceso a la informacin; por ejemplo, la distancia clnica del psiclogo o la observacin no participante que realiza el psiclogo social en los grupos operativos. 4. Donde fueres haz lo que vieres. En la institucin se tiende a asimilar la presencia del extrao a lo que resulta ms habitual en ese campo; por lo tanto, el observador ver facilitada su tarea en la medida que l mismo asimile su presencia a los cnones institucionales. Tal como se acta en el plano de las relaciones sociales, adecuando la presencia personal a las expectativas del lugar y con ello acortando las distancias, as debera hacerse en el plano de las investigaciones sociales. La manera de vestirse cuando alguien mantiene una entrevista laboral con un responsable institucional no es la misma que utiliza en la rutina diaria del trabajo. La manera de presentarse cuando se es recibido por la autoridad de la institucin que se quiere observar, tampoco es la que se usa cuando se concurre a realizar la prctica. 5. La entrada al terreno es un proceso constante. Sobre todo por lo que tiene de entrada en confianza con la gente, la entrada no es un acto puntual sino un proceso que debiera ser gradual. Bogdan y Taylor13 recomiendan que en funcin del cmulo de informacin, ese proceso se realice de manera incremental, comenzando por visitas breves de manera de no verse inundado por datos que no se sabr cmo ordenar. El ingreso gradual elimina adems el riesgo de despertar una sensacin de invasin en el nimo de los actores institucionales y permite que puedan ir dejndose de lado los temores y suspicacias iniciales. En realidad, el acceso al terreno es un proceso constante por el hecho que la institucin en s misma no es un objeto esttico sino una realidad dinmica. Cambian las situaciones y relaciones internas y por lo tanto se modifican las condiciones con las que se inici el trabajo. El observador puede haber logrado la aceptacin que esperaba y se mueve por el lugar como en su propia casa, pero la movilidad interna del personal puede enfrentarlo en cualquier momento con desconocidos que quizs interpreten equvocamente su presencia. En este sentido deber prevenirse del efecto de acostumbramiento y de la tendencia a la institucionalizacin de la que es objeto todo aquel que entra en relacin con el lugar. Seguramente cunto ms cmodo se sienta, ms creer o desear formar parte de esa colonia, con el riesgo de prdida de la posicin de observador. 6. El recurso de los informantes institucionales. El mantenimiento de una distancia ptima que impida perder la perspectiva de observacin no debe ir

en desmedro del beneficio que produce el acercamiento a las personas que puedan servir de informantes. Suele ser ms rica la informacin que se obtiene a travs de charlas informales que las que brindan las entrevistas formales. En Le sens pratique, Bourdieu sostiene que la mejor informacin sobre una fbrica se obtiene tomando un vino en el bar de la esquina con un operario. El manejo de este recurso sobre el que existe toda una literatura etnolgica y de sociologa de terreno posee una dimensin poltica en relacin con la institucin y requiere de un tacto en lo que hace a las relaciones humanas, que tal vez desanimen al practicante novel. Pero si no desea desarrollar el recurso, le bastar simplemente con dejar que ocurra, pues de hecho, la relativa permanencia en un espacio delimitado produce el establecimiento de la relacin social, de la relacin informal. 7. El sabio y el profano en la institucin. Lapassade14, que se ha ocupado del tema de la entrada al terreno, recomienda mantener una postura ingenua respecto del saber en la interlocucin que se sostiene con los actores institucionales en los diferentes niveles. La deposicin del rol del sabio por parte del observador produce de hecho el trasvasamiento de informacin por parte de la gente de la institucin. En realidad, si l va ah a observar es para conocer lo que desconoce; no se trata por lo tanto de adoptar una falsa postura, sino de asumir la que situacionalmente corresponde. Quienes saben sobre esa institucin son quienes la viven y le dan vida; el observador que depone su saber, y su ansia de saber, sabr sobre ella en la medida en que concurra al lugar e interacte en la institucin, ms ac y ms all de las tcnicas especficas a las que recurra.

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