Ministerio de Música
Ministerio de Música
Ministerio de Música
SOL"
PRESENTACIÓN
El viento del Espíritu Santo, cuando toca las cuerdas del alma y sus potencias, se
convierte en música interior y en melodía de Dios para nosotros. "Su sonido -nos dice
San Juan de la Cruz en su Cántico Espiritual- excede todos los sonidos del mundo". Pero
esta música es secreta e interior. Es "la música callada, la soledad sonora" que recuerda
el gran místico español.
San Pablo reclamaba ya para los creyentes de las primeras iglesias que "se dejasen
llenar por el Espíritu Santo y que se expresasen entre ellos con salmos, con cánticos e
himnos inspirados, cantando y tocando con toda el alma para el Señor" (Ef 5, 19). Y
añade que "cantemos a Dios de corazón con acción de gracias, salmos, himnos y
cánticos inspirados" (Col 3, 16). No se habla aquí de inspiración musical humana, sino
de moción inspirada por el Espíritu Santo. En las reuniones cultuales, el Espíritu de
Dios llenaba los corazones, desataba las lenguas en salmos, himnos y cánticos, muchas
veces espontáneos, y otras en forma de canto en lenguas y melodías carismáticas. Así,
mediante cánticos espirituales se edifica la comunidad cristiana y se manifiesta como
santa. La comunidad que entona himnos, es ya la alborozada Esposa del Cordero, que
celebra a su Dios con cánticos de júbilo.
El cántico inspirado por el Espíritu eleva el alma hacia Dios. Santa Teresa de Jesús nos
cuenta en Conceptos del Amor de Dios 7,2: "sé de una persona que estando en oración,
oyó cantar una buena voz, y certifica que, a su parecer; si el canto no cesara, que iba ya
a salirse el alma del gran deleite y suavidad que Nuestro Señor le daba a gustar..." Se
trataba del canto: "Véante mis ojos, dulce Jesús bueno; véante mis ojos, muérame yo
luego". La música religiosa puede curar heridas profundas. Cuando Corrie Ten Boom
regresaba a Holanda desde el campo de concentración nazi para mujeres, se acercó en
Haarlem a su antiguo hogar , que ya no era su casa, pero que aún formaba parte de su
corazón. La música del carillón de campanas hizo sonar el canto "Ein' feste Burg its
unser Gott": ("Castillo fuerte es nuestro Dios"). Corrie se sintió liberada. Desde ahora
Dios era su casa fuerte. Una música inspirada la había sanado.
Seguimos deseando esta música en nuestras asambleas con Espíritu Santo en clave de
sol.
SUMARIO
1.1 Introducción.
-Introducción-
2.3 M. D. M.
- Ministerio de música. Diversidad de funciones.
- La Aclamación-
(SEGUNDA PARTE)
- La alabanza-
-Evangelización-
1.1. INTRODUCCIÓN.
Introducción.
¿Tiene la Biblia algo que decir sobre la música y el canto como ministerios en la
Renovación Carismática, en la Iglesia?
La música aparece en 563 citas del Antiguo Testamento. Y lo hace ya desde las
primeras páginas del Génesis. En Gen.4, 20-22 se nos describe la primera
especialización de las actividades humanas. Tres hijos tuvo Lamek: Yabal, Yubal y
Túbal Caín. Yabal "vino a ser el padre de los que habitan tiendas y crían ganado". Túbal
Caín "padre de todos los forjadores de cobre y de hierro". El segundo de los hermanos,
Yubal, fue "padre de cuantos tocan la cítara y la flauta". La palabra de Dios nos da a
entender que los alimentos y los productos manufacturados no sacian las necesidades
del hombre. Junto a estas actividades, la Biblia pone la música. Dios nos revela que no
es suficiente atender las necesidades materiales del hombre. El nos ha creado con ciertas
necesidades "estéticas"" y ha creado la música para satisfacer esas necesidades.
?? las siegas y en las vendimias (Esd 9,2; 16,10. Jer 31, 4-5)
?? al momento de partir (Gen 31,27)
?? y en los reencuentros (Jc 11, 34-35 ; cf. Lc 15, 25).
?? a la llegada de la primavera (Cant 2, 12)
?? y al descubrir el manantial (Nm. 21, 17)
?? El novio cantaba al presentarse a la amada (1 Mac 9, 3)
?? Había cantores y cantoras en la corte del Rey (2 Sam. 19, 35)
Las más antiguas menciones a música y cantos improvisados están asociadas a las
guerras (Num 21, 11-15 ; 21,27 ; 21,30¿ y a las victorias que Dios obtuvo en favor de su
pueblo (Ex 15, 1 y ss. ; 1Sam 18,6 ; 21,12 ; Is 14,4). Las mujeres recibían a los
vencedores con panderos y danzas, cantando en coros que se alternaban. En tiempo de
los reyes se mantuvo esta costumbre: Después de su victoria, Josafat subió al templo al
son de cantos , arpas y trompetas (2 Cro 20, 28). Se cantaba durante las fiestas y las
bodas (Sal 45,9 ; 2Sam 19,35 ; Is 24, 8 ; Mat 11,17). Se cantaba "al son de panderos, del
arpa y la flauta "(Job 21,12 ; Sal 30, 12 ; Is 5,12 ; 24, 8-9 ; Jer 25,10 ; 31, 4 ; Am 6, 5).
En estos pasajes encontramos ejemplos de las tres categorías de instrumentos que se
usaban: de cuerda, de viento, y de percusión.
Hay cantos de júbilo tanto en la salida de Babilonia (Is 48, 20 ; Sal 126, 5) como en la
liberación definitiva de los redimidos (Is 35, 10). En los entierros, se cantaban elegías
fúnebres (2 Sam 1, 18-27 ; 3, 33 y ss ; 2 Cro 35, 25). Aún el más pobre de los israelitas
debía hacer venir como mínimo a dos músicos que tocaran la flauta para el entierro de
alguno de su familia.
La música acompaña el ejercicio del ministerio profético. En tiempos de Samuel, había
grupos de profetas que tocaban salterios, arpas, panderos, y flautas (1Sam 10, 5 ; 16, 16
y ss ; 19, 20-24).Eliseo pidió a un músico que tocara el arpa para poder el expresar lo
que Dios le inspiraba. La música era utilizada también para echar los malos espíritus
(1Sam 16, 16 ; 18, 10).
La música se utilizaba regularmente en el culto del templo, tal como había ordenado el
Señor: "En el día de vuestra fiesta y en las solemnidades, tocaréis las trompetas durante
vuestros holocaustos y sacrificios de comunión. Así haréis que vuestro Dios se acuerde
de vosotros (Num 10, 10).
Los cantos y la música resonaban sobre todo durante los sábados y las fiestas. Desde
por la mañana se cantaba un salmo que variaba según el día de la semana. La mañana
del sábado, los levitas cantaban los primeros versículos del Salmo 105. La jornada
estaba dividida en seis períodos. Cada uno de ellos se introducía con el canto de algunos
versículos del Cántico de Moisés (Sal 90, 1-6 ; 7; 13 ; 14-18 ...) Por la noche, los levitas
clausuraban la jornada cantando el Salmo 96.
Cada fiesta era celebrada por uno de los salmos en particular. En la fiesta de los
Tabernáculos, la asamblea entonaba el Salmo 118 caminando alrededor del altar. El
último dia, "el más grande de la fiestas" , un sacerdote iba al estanque de Siloé para
sacar agua con un cántaro de oro. Cuando volvía, el pueblo lo recibía a la puerta de la
ciudad cantando: "sacaréis con gozo de las fuentes de la salvación" (Is 12, 3). Mientras
el sacerdote derramaba solemnemente el agua sobre el altar, los otros sacerdotes
tocaban las trompetas y los levitas cantaban, acompañados por los flautistas. En este
marco, podemos entender mejor las palabras de Jesús en (Jn 7, 37). Esa noche, la fiesta
se prolongaba hasta el primer canto del gallo. Hombres y mujeres se reunían en el atrio
del templo a danzar y cantar al ritmo de los instrumentos de los levitas.
Salomón continuó con este ministerio de música carismático. Para la inauguración del
templo, 120 sacerdotes tocaban trompetas al mismo tiempo que un gran coro cantaba a
una sola voz: "porque es bueno, porque es grande su Amor".(2 Cro 5, 13). Y Dios
manifestó su aprobación "llenando el templo de su Gloria".
En Cro 29, 26-30 y 35, 15, vemos nuevos modelos para nuestros modernos ministerios
de música.
Con el exilio (S.VI a. de Cristo) el canto pasó del templo a las sinagogas, no sólo se
continuó cantando los salmos, sino que toda la escritura era leída cantando. De los ocho
grupos de instrumentos mencionados en el Antiguo Testamento, solamente la mitad
tenía acceso al templo. Sólo los descendientes de Leví podían tocar en el Santuario y
debían hacerlo de una determinada manera, apropiada para el culto. Esto nos enseña que
había unos criterios establecidos en lo referente a la utilización de instrumentos
musicales, y que no estaba permitido que cada uno hiciera lo que mejor le pareciese
para alabar a Dios.
Las mujeres también participaban en el coro del Templo. Esdras habla de "doscientos
cantores y cantoras " (Esd 2, 65). En 1Cro 25, 5 y ss se nos habla de tres hermanas
instruidas para el canto en la casa de Dios. Los cantores recibieron del rey Agripa el
privilegio de llevar una túnica blanca, distintivo de los sacerdotes. La "orquesta" del
templo estaba compuesta, sobre todo, por instrumentos de cuerda con sonidos suaves
(arpas y salterios). Podemos decir que, a pesar de haber muchos instrumentos, las voces
no tenían ninguna dificultad para sobresalir y así ser escuchadas. En el culto, había lugar
para el canto de los solistas, el coro y las distintas clases de instrumentos.
El Antiguo Testamento nos presenta también ejemplos del mal uso de la música. En Ex.
32, 17 se menciona la música que hicieron los israelitas después de haber levantado el
becerro de oro.
Pablo nos explica en 1Cor 10, 6-8 el carácter maléfico y las consecuencias negativas de
esta clase de música.
Cantar la Biblia
Hasta hace poco, se ignoraba casi por completo cual era el carácter de la música hebrea.
Se suponía que era similar al de otras culturas de la zona: una música monódica, sin
armonía. En 1978, Susana Haïk publica el libro "La música de la Biblia revelada" que
presenta una serie de sorprendentes descubrimientos sobre el tema. Algunos
investigadores habían notado que, además de los puntos que indican la vocales, las
Biblias hebreas llevan - por encima y por debajo de las letras- pequeños signos. ¿Qué
significan?. ¿Son anotaciones sintácticas, para marcar separación o encadenamiento de
palabras, o son anotaciones musicales?.
Estos signos aparecen en los manuscritos más antiguos, como los encontrados a orillas
del Mar Muerto. Haïk consiguió descifrar el significado de estos signos. Dice su libro:
"Los signos inferiores son peldaños que constituyen una escala, espaciados según las
normas por las que nos regimos hoy en día". La "escala de DO" se corresponde con la
escala Babilónica llamada "Lidia" (pág. 48). Los signos superiores son, para Haïk
"notas añadidas que indican cambios de tono de la melodía" (pág. 52). Dado que la
música se ajustaba fielmente al texto y todas la sílabas tenían la misma duración, no
hacían falta signos rítmicos.
En una paalabra: ¡Se cantaba todo el Antiguo Testamento!. Y gracias a estos símbolos,
que pasan casi desapercibidos arriba y debajo de las letras, podemos conocer la melodía
con que se cantaban todos los textos bíblicos. Dice Haïk que en "esta cantilación
bíblica, la música no se distingue con una vida propia, independiente, sino que es puro
reflejo del sentido relativo de las palabras, dando al texto una segunda vida, una especie
de eco enriquecedor" (pág. 51).
Estos signos son las transposición gráfica de un sistema de gestos muy antiguo: La
Quironomía. Este sistema aún se utiliza en muchos países de Europa para enseñar una
melodía. Cada tono se corresponde con un gesto. La Biblia hace muchas alusiones a
Quironomía. Habla del uso de las dos manos en el período de David; textualmente
"según las manos de David" (en algunas traducciones, dicen los autores de Crónicas).
En 1Cro.25, 2 y ss se cuenta como una obra de música litúrgica era dirigida sólo con la
mano. Son estos gestos los que han sido anotados en las Biblias hebreas. Era suficiente,
por tanto, con atribuir a cada gesto una nota, para poder reconstruir la música de todo el
Antiguo Testamento.
Además de esta cantilación, en la Biblia hay otros dos tipos de cantos: La salmodia con
canto respuesta y el canto antifonal. Un buen modelo del primero lo tenemos en el
Salmo 136: el coro se repite en cada versículo y alterna con el relato de las
intervenciones del Señor en la vida del pueblo. El canto antifonal se describe en el
capítulo 13 de Nehemías, a partir del versículo 8. En el v.24 dice :" Los jefes de los
levitas y sus hermanos cantaban himnos de alabanza y de acción de gracias en grupos
alternos, según las instrucciones de David".
El Nuevo Testamento comienza con un canto profético de María: "El Magnificat" (Lc 1,
45-55). Según las costumbres del pueblo hebreo, un poema de este tipo debía recitarse
cantando.
El nacimiento de Jesús fue anunciado por el más fantástico ministerio de música que
jamás se haya oído sobre la tierra: miles de ángeles entonando el Gloria, que después
seria cantado por millones de cristianos (Lc 2, 14). Algunos días más tarde, Ana y
Simeón desbordaron de alegría cuando vieron a Aquel que el pueblo esperaba desde
hacía muchos siglos, y lo saludaron con un himno de alabanza al Salvador (Lc 2, 22-
38).
Estos poemas fueron, con toda seguridad, cantados, como lo serán después durante
siglos y siglos por los cristianos.
Jesús participó - como cualquier otro israelita en el canto de los salmos de alabanza y
penitencia, tanto en la sinagoga como en el Templo. Hay un momento muy especial,
tras la Última Cena, narrado en (Mc 14, 26): "Cuando hubieron cantado el salmo,
salieron al Monte de los Olivos".
Esto quiere decir que la plenitud del Espíritu tiene como consecuencias el canto, la
alabanza, la acción de gracias y el sometimiento mutuo. Pero, por otra parte, quiere
hacernos comprender que cuando cantamos unidos unos a otros, alabando al Señor y
dándole gracias por todo, estamos más abiertos a la acción del Espíritu y lo
experimentamos en mayor plenitud. O sea que el canto es, a la vez, una característica de
la Plenitud del Espíritu y un medio de lograrla. Es como un canal de doble dirección:
Por Él recibimos la vida de Dios y por Él expresamos esta vida que está en nuestro
interior. Este texto de Efesios es, pues, clave para captar la importancia de la música y
el canto en nuestra vida espiritual, especialmente en su aspecto comunitario.
Pablo nos habla de cantar salmos, himnos y cánticos inspirados. Destaca el valor de la
diversidad. La Biblia nos transmite ciento cincuenta salmos muy diferentes que se
cantaban siguiendo variadas melodías. Durante mucho tiempo, sólo se cantaban estos
poemas inspirados por el Espíritu Santo. Pablo, pide que se canten también himnos y
cánticos espirituales. Dios no actúa por patrones estereotipados. Toda la creación refleja
su amor por la diversidad. Según los tiempos y las circunstancias, tenemos necesidad de
diferentes tipos de cantos y de música. Debemos tener esto muy en cuenta en el canto
colectivo. La gran ventaja de los salmos es que nos ofrecen un texto del que podemos
estar seguros que gusta a Dios, ya que Él mismo lo ha inspirado. A los salmos podemos
unir los himnos que aparecen en los libros históricos, en Isaías y Jeremías, en las cartas
de San Pablo y en el Apocalipsis. A ellos podríamos añadir todos los cánticos
compuestos en el transcurso de los siglos y que constituyen uno de los tesoros más
preciosos de la Iglesia.
"Tú eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos..." (Ap 5, 9-10)
"La victoria es de nuestro Dios que está sentado en el Trono y del Cordero"
Cuando el séptimo ángel toca la trompeta, unas voces poderosas entonan el himno de
victoria (Ap 11, 15). Los que habían vencido a la bestia estaban "en pie, sobre el mar de
cristal, con las arpas de Dios. Y cantaban el Cántico de Moisés, el siervo de Dios, y el
cántico del Cordero" (Ap 15, 2-3).
2.5 Eliseo "el enterao".- Música y líderes. Música y catequesis, profecía , sanación ... -
Música s. XXI
Uno de los grandes cambios del último medio siglo es el lugar que ha pasado a ocupar
la música en la vida de las personas. Antes, la música estaba reservada a algunos
momentos muy especiales o a grupos privilegiados. Actualmente, la música está
presente en cualquier momento y en cualquier lugar. No podemos escaparnos de ella y,
con frecuencia tenemos incluso que soportarla. Podemos escuchar, en pocos días, más
música que nuestros antepasados en toda su vida.
Es tremendo el impacto que la música tiene sobre nuestra personalidad. Mucho más que
otras manifestaciones artísticas la música influye en todo nuestro ser: espíritu, alma y
cuerpo son permeables al ritmo y a los sonidos. En ciertos grupos de población llega a
crear una dependencia física y psicológica semejante a la de las drogas.
Estamos, por tanto, ante una situación totalmente nueva, sin precedentes. Nuestro
mundo actual se encuentra envuelto en una atmósfera musical que para algunos se ha
convertido en algo tan necesario como el aire que respiran. Los cristianos vivimos en
este mundo, no podemos mantenernos al margen. ¿Qué lugar debe ocupar la música en
nuestras vidas? ¿Qué nos dice el Señor a través de su Palabra y de nuestra madre la
Iglesia sobre todo esto? ¿Qué papel tiene la música en la Evangelización y la oración?
¿Qué música y de que modo?.
Yavhé había hablado a su siervo y Josué obedeció. Durante seis días consecutivos, sus
hombres habían paseado el Arca en torno a las murallas de la ciudad de Jericó. Al
séptimo día emprendieron las siete vueltas finales, tal como les había sido ordenado.
Al ser informado de estas maniobras, el rey de Jericó se echó a reír con buen humor y
mando un mensaje a Josué en el que se decía: " ¿Crees que vas a derribar mi ciudadcon
el viento de tus trompetas? ".
Los hebreos continuaron caminando alrededor de las murallas. Delante iban los
sacerdotes abriendo camino; después seguía el Arca y más atrás iba el ejército hebreo.
Mientras, en la ciudad de Jericó los niños se asomaban a las almenas y se divertían
escupiendo sobre el Arca e imitando el sonar de las trompetas.
Cuando los hebreos comenzaron la cuarta vuelta, las mujeres de Jericó acudieron a
sentarse entre las almenas para ver el espectáculo. Tiraban piedras a los hebreos, se
mofaban de ellos y los insultaban.
Al iniciar los hebreos la quinta vuelta, los viejos y los tullidos de Jericó acudieron a
verlos y a abuchearlos, mientras dirigían los puños hacia ellos, más burlones que
amenazadores. Sus gritos se mezclaban con el claro sonido de las trompetas.
A la sexta vuelta, el rey en persona subió a una torre de granito tan alta que las águilas
construían en ella sus nidos, y tan dura que los rayos no podían hacer mella en sus
piedras.
El rey, divertido, reía a mandíbula batiente y entre lágrimas de regocijo, gritó: ¡Que
buenos músicos son estos hebreos!
A su alrededor reían los Ancianos del Consejo y los oficiales y los nobles...
Fue el Señor quien ordenó a Moisés escribir un cántico y enseñárselo a todo el pueblo
de Israel (Dt 31, 19 y ss), quien puso en la boca de David un cántico nuevo (Sal 40, 2) y
quien inspiró a los salmistas la orden "Cantad al Señor!" que nos repiten en casi 30
ocasiones. En la lista de los dones del Espíritu que edifican la Comunidad (1Cor 14,26),
el primero tiene mucho que ver con la música: "cuando os reunís, cada uno de vosotros
tiene un salmo ...".
Muchos cristianos nunca han sido conscientes de esto: la música es un precioso don de
Dios. Otros no se han atrevido a abrir el regalo, examinarlo y ver para qué lo podían
utilizar. Hay algunos que sí valoran este don, pero lo utilizan únicamente para su
satisfacción personal... ¿Cómo descubrir el verdadero sentido que Dios quiere dar a la
música en nuestra vida y en nuestra fe, tanto en el plano personal como en el
comunitario?.
Cantar en el Espíritu es cantar más con el corazón que con la voz. Es expresar el amor
de Dios que "ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha
sido dado". Es un canto nuevo que surge de hombres y mujeres nuevas, renovados y
renovadas por el poder de la Sangre de Jesús, por el poder de su muerte y resurrección.
Cantar y tocar para el Señor de este modo supone ser dóciles al Espíritu Santo,
entregando a Dios todo el corazón, aceptando vivir y actuar en el Señorío de Cristo.
Cantar a Dios no es ofrecerle nuestro canto, sino ofrecerle nuestro corazón. En el canto
Dios manifiesta su poder, y nosotros nos entregamos a El. El canto es así un signo, un
puente, una señal de amor entre Dios y nosotros. Dios nos une a El, nos da su Espíritu
de Amor, y en El podemos amarnos los unos a los otros. Cantamos desde lo profundo
de nuestro ser. Desde ahí dentro, Dios - que habita en nosotros- se une a nuestro
Espíritu. Cantamos en la presencia de Dios, ungidos por esta presencia.
Cuando se canta en el Espíritu, Dios se entrega en el canto. Dios actúa con poder,
transformándonos. Manifiesta su voluntad, su corrección, su ternura, su consuelo... su
Gloria. En la Renovación Carismática, la música no tiene sentido en si misma. La
música es oración, ése es su sentido primordial: Don maravilloso de nuestro Dios que
primero construye el acueducto y, luego, hace correr por él - hasta los confines de la
Tierra- su Agua Viva.
Canto nuevo, música ungida... el carisma de la música y el canto es un don - entre los
múltiples y variados que el Señor nos regala- para enriquecer y construir la comunidad.
La música tiene pues su papel importante en toda celebración litúrgica o en cualquier
reunión de oración. Pero no debemos olvidar qué es lo esencial en una reunión de
cristianos: "la enseñanza de los apóstoles, la comunión fraterna, la fracción del pan y las
oraciones" (Hch 2, 42). La música es servidora, no dueña; servidora de la Palabra, de la
Oración, de la Comunión... no la dejemos usurpar un lugar que no le corresponde.
Estemos atentos para rechazar toda idolatría: La música es canal, no fuente.
Dice Teilhard de Chardin que la música nos aporta "el sentimiento de un gran
presencia". Podríamos señalar cuatro aspectos en los que este carisma construye, ayuda,
sirve a una comunidad orante:
1.Ritmo
Aceptar el ritmo como un regalo de Dios quiere decir, en primer lugar, aceptar cantos
con toda clase de ritmos.Incluso si son nuevos para nosotros. En la creación de Dios no
hay uniformidad. Si todos nuestros cantos tienen un ritmo parecido o - lo que es peor-
nosotros los cantamos con un ritmo parecido, no estamos reflejando la infinita riqueza
de nuestro creador y la variedad de todo lo que sale de su mano.
Una de las dificultades de las personas mayores con los cantos "modernos" es su ritmo.
Los cantos "de antes" se componían, en su inmensa mayoría, con blancas, negras y
alguna corchea con puntillo. Actualmente se emplean muchos ritmos sincopados, se
acentúan los tiempos débiles... y muchos hermanos y hermanas se "despistan" o se
cierran considerándose incapaces de aprender y cantar estas "novedades". Sin embargo
son una riqueza dada por el mismo Dios que inspiró otros cantos más tradicionales; si El
nos da una mente abierta y un poco de paciencia podemos aprenderlos correctamente y
compartir esta riqueza. En el tiempo dedicado a ensayo de cantos, que debe haber antes
de una celebración y oración común, acostumbrarnos al ritmo del canto debe ser lo
primero, puesto que normalmente es lo más difícil. Para ello, antes de cantar la melodía,
podemos marcar el ritmo al mismo tiempo que decimos la letra.
2. Melodía
La inmensa mayoría de nuestras melodías están formadas por solo diez notas. Es Dios
quien nos ha dado esta riqueza impresionante de cantos, resultando de las casi infinitas
combinaciones hechas con esas diez notas las experiencias, vivencias, intuiciones,
profecías, palabras inspiradas de hermanos y hermanas de todo el mundo y de todas las
épocas, expresadas a través de la música son un tesoro inmenso que todos podemos
compartir.
Para ello es clave entrar en la intimidad de una melodía para poder comprender y, si es
posible, vivir lo que el compositor o la compositora querían expresar. Captar el
sentimiento o intuición fundamentales de un canto y sus matices, a través de su melodía.
3. Armonía
Ha sido Dios quien ha creado la diversidad de voces: voces masculinas o femeninas,
tenores o bajos, sopranos o contraltos. El canto a varias voces es un reflejo del misterio
de Dios y de suplan para nosotros como Iglesia: Unidad en la diversidad. Si cada uno y
cada una contribuimos al canto colectivo según las características de la voz que el Señor
nos ha dado, cantaremos mejor, armoniosamente, sin dañar ni cansar innecesariamente
nuestra garganta, y el resultado reflejará mucho mejor la multiforme sabiduría de Dios.
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Este último punto resumiría también toda la doctrina de los padres de la Iglesia: cantar
con el corazón, ésta es la actitud fundamental para cantarle al Señor.
Para San Agustín, "si queremos dar Gloria a Dios, necesitamos ser nosotros mismos los
que cantamos, no sea que nuestra vida tenga que atestiguar contra nuestra lengua. Sólo
se puede cantar a Dios con el corazón cuando nos hemos rendido a El, esto es, que
hemos aceptado su plan de salvación y buscamos su voluntad, tomando en serio su
Palabra, cuando lo amamos. Bien se dice que el cantar es propio del que ama; pues la
voz del que canta no ha de ser otra que el fervor de Amor".
Por eso agrega San Juan Crisóstomo: "A Dios se le ha de cantar, más que con la voz,
con el Espíritu resonando hacia adentro. Así cantamos no a los hombres sino a Dios,
que puede oír nuestros corazones y penetrar en los silencios de nuestro espíritu". En
expresión de San Jerónimo "el siervo de Cristo cante de tal forma que no se goce en la
voz sino en las palabras que canta". Para ello, dice San Basilio, "que la mente conozca y
comprenda el sentido de las palabras cantadas, para que cantes con la lengua y cantes
también con tu espíritu".
Y San Ambrosio de Milán entiende que "el canto de la comunidad cristiana es accesible
para se entonado por todos, es la voz del pueblo, himno de todas las edades, de todos los
sexos, de todas la clases y estados de vida. El canto que los cristiano elevan para
expresar su fe en el Señor, todos han de comprenderlo, sentirlo e identificarse con El".
Nos dice la Palabra "cada uno, según el don que ha recibido, póngalo al servicio de los
otros" (1Pe 4,10). Si has recibido el don del Señor para la música y el canto, es un
talento que Dios te pide que pongas al servicio de tus hermanos y hermanas. El te pedirá
cuentas de como los has usado. Si guardas su don, si lo entierras en lugar de hacerlo
fructificar, sufrirás los reproches que el Señor dirige al siervo infiel. Y para utilizar
correctamente este don que me ha sido confiado, no debo subes- timarlo y
sobrestimarlo, sino aceptarlo. Conocerlo, valorarlo y dejar que el Señor lo haga crecer.
Acoger con humildad su don: "Que nadie se tenga por mas de lo que conviene, sino que
cada uno se tenga por lo que se debe tener, conforme a la medida de la fe que Dios
otorgó a cada uno" (Rom.12, 3).
M. D. M.
"El maestro Reichel dirigía el ensayo de su conjunto vocal preparando la ejecución "El
Mesías" de Händel. El coro acababa de llegar al lugar donde la soprano entona: "Yo sé
que mi Redentor Vive". Cuando ella hubo terminado, las miradas se dirigieron hacia
Reichel, esperando que expresara su satisfacción. En lugar de esto, se acercó a la
cantante y le dijo:
- Entonces, ¡cántelo!. Dígalo de tal manera que todos los que la oigan comprendan que
usted conoce el gozo y la fuerza de la Resurrección de Cristo.
Entonces Reichel ordenó a la orquesta que volviese a empezar. La solista cantó como si
fuese la primera vez que hubiera experimentado el poder de la Resurrección. A todos
los que la oyeron les costaba contener la emoción. El maestro, con los ojos llenos de
lágrimas, se acercó a ella y le dijo:
- "Ahora estoy seguro de que usted sabe que su Redentor vive ... su canto me lo ha
dicho".
Todas estas condiciones son necesarias, aunque algunas -aparentemente- nada tengan
que ver con la música. No es preciso, sin embargo, ser joven, tener una gran voz, saber
tocar la guitarra.... Todas estas cosas, buenas o indiferentes de por sí, no cualifican
necesariamente para formar parte de un M.D.M. Lo fundamental, como en toda
vocación, en todo servicio al Señor, es su llamada y mi respuesta. Hay personas a las
que Dios llama a este servicio y se resisten a ello. Por miedo a comprometerse, no
crecen espiritualmente, sin conocer ni cumplir el plan de Dios para su vida de servicio a
la comunidad.
- Un mal puente: Es el caso del hombre que construye su casa (servicio) sobre arena (Lc
6, 48-49). Este servicio se torna débil e incluso peligroso. El ministerio no proyecta a
Dios: se proyecta a sí mismo. El pueblo no llega a Dios tan fácilmente, se queda en el
puente, porque le faltan piezas tan fundamentales como humildad, sometimiento,
discernimiento, oración, vida sacramental, vida eclesial .....
El mensaje que un M.D.M. da, tanto a los cristianos como a "los de fuera", depende, en
gran parte, de su expresividad, es decir, de la manera en la que sus miembros
manifiestan su autenticidad de oración y de vida, en como viven el canto y lo expresan
con su cara, sus gestos, con toda su actitud corporal. Un M. D. M. tiene que transmitir la
Verdad. Por ello, cada nuevo canto ha de ser meditado. hecho de cada uno, orado para
luego ser cantado por todos con plena convicción.
Un punto fundamental es velar por la unidad interior del M. D. M. . La verdadera
unidad, la comunión profunda, no es automática. Es un regalo de Dios que debe ser
preservado contra los ataques del Enemigo. No hay nada más natural - o sea, propio de
nuestra naturaleza pecadora- que las rivalidades, los celos, los resentimientos que
surgen porque no hemos sido valorados como nos merecemos, porque nuestra opinión
no ha sido tenida en cuenta , porque no se consideran nuestros dones y cualidades...
Después se canta como si nada hubiera pasado, como si formásemos el ministerio más
unido de¡ mundo. Pero la corriente de Gracia no pasa. El Espíritu Santo no puede usar
libremente un ministerio de música si hay barreras entre las personas que lo forman.
Llegado el caso, si hay un conflicto latente que no ha sido resuelto, es mejor dedicarse a
orar en lugar de ensayar, cantar y tocar. Cuando hayamos confesado nuestros fallos,
pedido perdón y perdonado, recuperando la comunión en Jesús, cantaremos y tocaremos
con verdadero gozo en el Espíritu Santo, Espíritu de Amor, de Unidad y de Perdón.
La riqueza de este Espíritu es infinita. El es el siempre nuevo, el que "hace nuevas todas
las cosas". Sus manifestaciones son multiformes, sorprendentes, y no las podemos
reducir a nuestros esquemas y clasificaciones. Podríamos hablar de un don de música en
sentido general, como el don de experimentar y transmitir por medio de¡ canto y la
música la acción de¡ Espíritu. Pero si profundizamos más, vemos que Aquel que es
Señor y dador de Vida capacita a un M.D.M. con herramientas muy variadas, todas
necesarias y complementarias. Unas son cualidades o facultades naturales potenciadas y
transformadas por su acción, y otras son... toda una sorpresa. Por eso es mejor hablar -
en plural - de dones para la música y el canto.
"A cada uno se le da la manifestación de¡ Espíritu para el bien común" (1ªCor 12, 7).
"Si el cuerpo fuera un solo miembro, ¿dónde estaría el cuerpo?" (1ª Cor 12, 19)
Para que un M.D.M. pueda ser canal de¡ Espíritu tiene que estar desatascado y limpio.
Cada uno de sus miembros tiene que llevar una vida digna del llamamiento que ha
recibido. Vida de oración diaria, de lectura de la Palabra, de Eucaristía y
Reconciliación... ¡Vivir en la Gracia de Dios para ser canales que la dejen correr!. Es,
por tanto, fundamental, que todo M.D.M. ore antes de servir; y esta oración debe de ser
conforme al servicio que se va a prestar. Orar con corazón contrito y humillado,
sometiendo al Señorío de Jesús todo pecado, herida, problema o división. Adorar y
entregarse: dejar a Dios ser Dios. Y siempre habrá alguien sosteniendo - en la sombra
esta oración: María.
La Iglesia debe orar para que Dios conceda sus dones para la música y el canto y suscite
muchos M.D.M. dispuestos a servirle más. Si el Señor nos regala Ministerios /de
Música ungidos no es para que el resto de la asamblea se calle. La música es algo de
todos; nada puede sustituir al canto en común. Mientras toda esta renovación de la
música y el canto - por muchas y buenas que sean sus aportaciones y novedades se
quede al margen de la vida normal de los grupos y comunidades, de asambleas y
celebraciones, no conseguirá su verdadero propósito. El propósito de Dios es siempre el
Cuerpo de Cristo, la Iglesia, su edificación y su expresión. Sólo el Cuerpo de Cristo da
sentido a un M.D.M.. Un cuerpo resucitado que cantará el cántico nuevo delante del
trono y del Cordero (Ap 5, 8).
Grito de Guerra
"Hijos de Dios, aclamad al Señor, aclamad la Gloria y el poder del Señor, aclamad la
Gloria del Nombre del Señor" (Sal 28)
"Dios asciende entre aclamaciones; el Señor, al son de trompetas. Tocad para Dios,
tocad tocad para nuestro Rey; tocad porque Dios es el Rey del mundo. Tocad con
maestría". (Sal 46)
Israel era el pueblo de Dios. De forma natural, los israelitas cantaban para el Señor y el
primer objetivo de su música era aclamarlo y glorificarlo. De las más de quinientas citas
en las que se menciona la música en el Antiguo Testamento, nueve de cada diez se
refieren a cantar o tocar para Dios dándole Gloria.
Y el Señor se atreve a decir: " ¡Dichoso el pueblo que la aclamación conoce!" .¿Formas
tú parte de ése pueblo dichoso?, .¿Conoces la aclamación?.¿Por qué "cantamos" en
lugar de "decirle" a Dios nuestros sentimientos de regocijo y agradecimiento? Cuando
hablo, esencialmente es mi inteligencia la que funciona. Con mi razón puedo
identificarme con las palabras de un salmo, e incluso repetirlas, porque reflejan mi
forma de pensar. Pero cuando las canto, una parte más profunda de mi personalidad
entra en juego: mis sentimientos, mi cuerpo, todo mi ser... se involucra en la aclamación
a Dios. La música subraya cada una de las palabras, las amplifica, las graba en nuestros
corazones y mueve nuestras zonas más profundas, impulsándolas hacia Dios. La música
moviliza tanto nuestro subconsciente como nuestro cuerpo.
Si un cristiano nunca tiene deseos de cantar, ni siquiera "en su corazón" ,¿no es esto una
señal de que algo no va bien en su vida? Pablo señala el canto como una primera
manifestación de la plenitud de¡ Espíritu y, al mismo tiempo, como un medio para
aumentar esa llenumbre de Dios (Ef 5, 1 9). Decía Jesús: "De la abundancia del
corazón habla la boca" (Mt. 12,34). Si no tenemos nunca un canto en nuestra boca, es
que hay un vacío en el corazón. De lo contrario, ¿cómo no aclamar a nuestro Dios,
cómo no gritarle alguna vez la alegría que sentimos al pertenecerle?. Si hay cantos en
abundancia, cantar a Dios tiene una facultad maravillosa de llenar aún más nuestro
corazón. En palabras de S. Agustín: "cuando seguimos a Dios, no hay lugar para las
palabras; sólo para los Aleluyas"
"i Aclamad, justos al Señor !" (Sal 32) - en otras traducciones "¡Grítad de júbilo, justos,
al Señor!"-. ¿Qué es "aclamar"?.
La victoria de Jesucristo, único Dios vivo y verdadero, debe ser aclamada más que todas
las victorias de los hombres. Así nos lo dice la Palabra:"Pueblos todos : ¡ batid palmas,
aclamad a Dios con gritos de júbilo! ""¡Tocad la mejor música de aclamación !" (Sal
33,2 ).En medio de nosotros, el Señor también juega un partido definitivo. Sabemos
quién es su enemigo. Y conocemos de quién es la victoria. El triunfador, el goleador
victorioso, ¡ es el Cordero degollado !.
Nuestras asambleas, todas nuestras reuniones - seamos cinco, cincuenta o cinco mil
harán bien en asemejarse más a un estadio de fútbol donde se juega la final. En realidad,
es bien sencillo; sólo hemos de alterar el orden de las letras en la palabra y, en lugar de i
G - O - L ! , gritar i G – L – O – R – I - A ! con entusiasmo desbordante, con todo el ser,
a pleno pulmón-corazón-estómago-brazos y piernas ... ¡hasta que se caigan los techos!.
Y con los techos, nuestras barreras: indiferencia, orgullo, complejos, apariencias e
intelectualismos.
Que nadie crea que esto son modernidades carismáticas. La aclamación al Señor era una
realidad constante en las celebraciones del pueblo de Israel. Con toda normalidad, el
Señor era aclamado cómo "Héroe Victorioso". El Salmo 28, después de exhortar a los
hijos de Dios a aclamar su gloria y su poder, nos describe la respuesta del pueblo : "En
su templo un grito unánime : ¡GLORIA!". Dice "TEMPLO", no estadio o cancha de
baloncesto.
Hemos de reforzar estructuras y techumbres de nuestras Iglesias y oratorias...a fin de
que resistan las vibraciones y estruendos que han de venir.Ente nosotros los católicos, la
aclamación ha quedado "normalizada" o reducida a fórmulas como el "amén" o el "
aleluya". Aunque, en realidad, son gritos de júbilo, la manera de entonarlas en muchas
asambleas las convierte en un eco apagado. En relación a esto, afirma Max Thurian,
teólogo católico de Taizé : " Estas aclamaciones sencillas deben ser el estallido de la
espontaneidad del Espíritu que habla en la Iglesia".
La Iglesia, nuevo Israel, debe aclamar a Yavhé con gritos de júbilo e invitar a todos los
pueblos a dar palmas en su honor. Igual que el antiguo pueblo de Dios, debe invocar el
Nombre del Señor, lanzando el grito de guerra con que el pueblo escogido te imploraba
su protección en las batallas. Hemos de aclamar a Aquel que "marcha delante de
nuestras tropas ". Aquel que nos ha sacado de la esclavitud del opresor. Aquel que ha
trabado en el mar carros y caballos, y que ha sido levantado por el Padre de entre los
muertos y hecho Señor del Universo.
Las únicas palabras que pronuncia el Pastor, el amigo de la sulamita, que podría
representar a Dios en el Cantar de los Cantares, son : "Mis compañeros escuchan, i
Hazme oír tu voz!" (Cant 8, 13) Dios mismo invita a la Iglesia a aclamarlo. Los
compañeros que escuchan son los ángeles que rodean a Jesucristo, sentado a la derecha
del Padre, que participan de nuestra aclamación y son especialmente sensibles a ella. Si
hemos de aclamar al Señor - con sus ángeles y sus santos - por toda una eternidad, ¿por
qué no empezar a practicar ya ahora?.
"Josafat, rey de Judá, dijo: ¿No hay aquí algún profeta de Yahveh para que
consultemos a Yahveh por su medio?. Respondió uno de los servidores del rey de Israel
y dijo: "Está aquí Eliseo, hijo de Safat, el que vertía el agua en manos de Elías". Dijo
Josafat : "Con el está la palabra dél Señor', Y bajaron donde él el rey de Israel, el rey
de Edon y Josafat. Dijo Elíseo: Traedme, pues, un tañedor de arpa. Y sucedió que,
mientras tocaba el tañedor, vino sobre él la mano de Yahveh"(2ªRe 3,11-15).
Para ser hombres y mujeres de visión se necesita, en primer lugar, que el Señor regale el
don de discernimiento. Además tenemos que conocer la acción del Espíritu a través de
los carismas. Esto significa formación -por un lado- y conocimiento espiritual y
experiencia pastoral -por otro -. Pues bien, hermano/a responsable, ¿tienes formación
suficiente sobre el ministerio de música? ¿tienes. como Elíseo, conocimiento espiritual
y experiencia pastoral en éste ámbito?. Nunca se nos ha enseñado el valor de la música
en la Biblia, ni tampoco su función en la vida del cristiano y en la vida de la Iglesia.
Normalmente, los responsables - que tienen otras muchas cosas importantes de las que
ocuparse - no ven por qué razón deberían perder su tiempo en una cosa tan accesoria
como la música.
B No es cierta la igualdad música = jóvenes. Los dones para la música y el canto son
dones del Espíritu, que los derrama "sobre toda carne". Dios da lo que quiere, a quien
quiere y como quiere.
C Tocar instrumentos, tener buena voz o saber música no significan más que una
predisposición. No cualifican de por sí para este ministerio. Como en cualquier otro
ministerio, lo fundamental es la llamada del Señor y nuestra respuesta de conversión y
entrega. La unción no es un elemento estético sino espiritual. No puede aprenderse en
ningún conservatorio. Los que cantan y tocan para el Señor, deben -primero- escucharlo
mucho, adorarlo en su Cuerpo y su Sangre, ayunar y vivir en humildad.
D La música no debe ser el rótulo luminoso de una oración o el fuego de artificio de una
liturgia, sino el abono que poco a poco va aumentando el fruto de la comunidad. Igual
que todo don o carisma, no es plenamente verdadero hasta que no es humillado y
purificado. Por ello, es inútil - cuando no peligroso consentir y mimar a los "músicos" y
"cantantes" para que no se vayan de la Iglesia o del grupo. El sometimiento es la clave
del crecimiento.
E El canto es algo consagrado a Dios. Podemos -a menudo lo hacemos- profanar un
canto. ¿Cómo? Cantando al Señor por el simple placer de cantar, por desahogarnos,
cantando mecánicamente, sin pensar en la letra... es decir cantando un canto a Dios
como un canto profano. Algunas personas incluso, son capaces de charlar con las de al
lado mientras la asamblea canta. ¿Se atreverían a hacerlo cuando alguien está orando?.
Los cantos son oraciones cantadas, palabras realzadas por una melodía. A fuerza de
cantarlos muchas veces pueden perder poco a poco su significado. Por eso es bueno, en
ocasiones, no cantar.- escuchar e interiorizar el texto en silencio, revivirlo.
F "La Palabra hecha canto nos da la capacidad de retener las verdades santas" (S.
Agustín). Toda la inspiración melódica cristiana - inspiración del Espíritu Santo - se
pone al servicio de la Palabra. Y cantando con la unción del Espíritu un texto del
Evangelio, un himno de San Pablo, un Salmo o un cántico de Isaías, el Señor actúa con
poder y su Palabra hace lo que dice: convierte, libera, transforma, sana. La música pone
alas a la Palabra y se convierte en un arma de luz y verdad que vence toda tiniebla.
Mediante la palabra hecha canto, el poder del Espíritu Santo se abre camino para actuar
en el corazón que le necesita y le busca. Así se refuerza el poder evangelizador de la
palabra. Y el canto, como dice S. Agustín "se vuelve instrumento de justicia, vínculo de
corazones, reunión de almas divididas, reconciliación de discordias, calma de los
resentimientos e himno de la concordia".
Quién no haya vivido todo esto no podrá apreciar como es debido los dones y carismas
del espíritu. Sólo cuando se tiene experiencia del modo como el Espíritu Santo actúa en
muchas ocasiones, se puede empezar a reconocerlo y apreciarlo. Domingo Bertrand,
jesuita francés, dice: "El Espíritu Santo es desconcertante. Tan desconcertante que quien
no se haya desconcertado frente a su acción, es porque no lo conoce".
Los pastores, los responsables, deben conocer y discernir la acción del Espíritu y de
todas sus manifestaciones carismáticas, De modo que en la comunidad "cada cual
ponga al servicio de los demás el carisma que ha recibido" (1ª Pe 4,1)¿. De lo
contrario, como dice Monseñor Uribe Jaramillo, "La Iglesia estará sentada y pobre
sobre una riquísima mina de carismas que desconoce por completo. Y si en una iglesia o
comunidad sólo actuamos los dirigentes y no todos los miembros, habrá que preguntarse
seriamente si, al renunciar a los carismas, no se ha renunciado también al Espíritu".
H En cada comunidad o grupo de oración ha de haber hermanos y hermanas que sirvan
a los demás a través de la música y el canto. Para ello no es estrictamente necesario que
toquen la guitarra o sepan música. Sí es necesario que hayan recibido del Señor el don
y, con docilidad, lo pongan a funcionar. Para que este don crezca y madure ha de ser
pastoreado. Por eso el ministerio de música ha de tener un responsable. Si este
responsable es profundo en su relación personal con Dios transmitirá al ministerio la
visión del Señor y, sometido a los dirigentes, crecerá y hará crecer a sus hermanos en
humildad y servicio. Aprenderá a no apagar el Espíritu, siendo instrumento de El.
I "El canto que los cristianos elevan para expresar su fe en el Señor todos han de
comprenderlo, sentirlo y ser capaces de aprenderlo, identificándose con él. El canto se
convierte en símbolo de la Iglesia porque todos participan en él y este símbolo de
unidad debe cuidarse prioritariamente a otras cosas. Si se convierte en motivo de la más
sutil división, puede perder su fuerza como testimonio de fe y de amor" (S. Juan
Crisóstomo).
El don supremo es el amor. Y todo don es para la unidad del cuerpo de Cristo. La
música y el canto son servidores y constructores de unidad o no son nada. Es una gran
responsabilidad de los pastores velar porque " todo sirva para la edificación". El
ministerio de música está al servicio de la asamblea ; guía a la asamblea con el canto.
Pero si la asamblea no canta, si no, se mete en el río de la música y se empapa bien, el
ministerio no está cumpliendo su función. Como todo ministerio, ha de morir para dar
vida. Evitemos dar privilegios a un determinado estilo de música. Si somos capaces de
alternar y armonizar lo "clásico" con lo "moderno", los distintos miembros de la
asamblea podrán expresarse e integrarse mejor en el canto. Sin que se den cuenta, irán
ampliando sus horizontes, su sensibilidad musical. Y empezarán a apreciar lo bueno, lo
"tocado por el Espíritu", independientemente de que sea nuevo o antiguo. En este
sentido, el responsable de la música se parece al padre de familia del cual nos había
Jesús "que saca de su tesoro cosas nuevas y cosas viejas". (Mt 13,52).
De la misma manera que el silencio marca el ritmo de la música y hace brotar un nuevo
movimiento, así en la oración comunitaria el silencio es como un regulador que aparece
como fruto de la palabra y el canto. Un silencio ha de valorarse más por su intensidad
que por su duración.
¡Cuidado, pues, con usar el canto como una respiración asistida, como un
llenasilencios!. Avivar artificialmente una asamblea a la que el Señor llama a la
escucha, es una decisión equivocada, guiada por inclinaciones humanas, no por
verdadero discernimiento espiritual. Hay momentos en los que el canto sí debe irrumpir
con decisión en un grupo centrado en sí mismo o disperso, para disparar y sostener la
alabanza. Hay momentos de verdadera exultación, de aclamar, gritar al Señor, bailar
para Él... Y la música ha de estar ahí "hasta que se caigan los techos" (V. Borragán).
Pero hay otros momentos en los que guitarras y voces deben callar. La música prepara
el silencio en el que Dios habla y actúa. Y toca escuchar, imitando a Aquella que
"guardaba todo y lo meditaba en su corazón".
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El Señor nos ha hecho "colaboradores suyos" (1ª Cor 3,9). Como dice Monseñor Uribe
Jaramillo. "Dios salva en la Iglesia y por la Iglesia. Como instrumentos tenemos que
aportar algo, y en la medida que nos capacitemos mayor será nuestra colaboración con
Dios. Esto nos debe servir para recibir los carismas con gratitud, pero también para ver
cómo respondemos con el fin de que crezca su eficacia en nosotros... El plan de Dios es
que todo crezca en nosotros. Cuando termina el crecimiento, empieza a obrar la muerte.
También lo carismas deben crecer mediante nuestra colaboración. Un carisma es
siempre perfecto en si, pero su mayor o menor manifestación depende de nuestra
correspondencia".
Y una última cosa, querido Eliseo (o Elisea). Te sonará -quizá- a juego infantil Pero te
pedimos: ¡ábrete al Señor, ábrete a la novedad del Espíritu!. Ya que la música es un don
de Dios, ¿por qué reservar a unos pocos privilegiados el improvisar y componer cantos
para el Señor.?. No se trata de componer cantos para otros, sino, en primer lugar, de
cantar en tu corazón para Dios y después -¿por qué no?- a pleno pulmón en medio del
campo o mientras vas conduciendo.
Todos podemos improvisar una melodía para ofrecérsela a Dios. Empieza partiendo de
como te encuentres, del sentimiento que tengas : admiración, gozo tristeza, alabanza,
angustia, paz... Expresar un sentimiento lo potencia, lo afina. En algunas ocasiones, al
expresarlo nos liberamos de ese sentimiento. Toma como modelo a los salmistas, que
decían a Dios todo lo que les agitaba interiormente. Tanto si era la amargura, como la
rebeldía o incomprensión, se liberaban de ellas cuando las expresaban. ¡Déjate llevar
por esta necesidad de expresarlo y encuentra en ti mismo las notas que mejor
correspondan a lo que llena tu corazón!.
(SEGUNDA PARTE)
- La alabanza-
-Evangelización-
SE VA EL DIABLO ...
¡ Aclamad a Dios con tambores,
(Ap 5, 9)
Francisco de Asís dice: "¡Que toda nuestra vida sea siempre una canción!". Y canta,
salta y baila para Dios, proclamando ¡"El sentido de la vida es cantarte y alabarte!". Lo
mismo Ignacio de Loyola. Para él, el principio y fundamento de toda acción de un
cristiano, de toda actividad espiritual, de cualquier discernimiento, es alabar, bendecir y
rendir homenaje al Señor. La música cristiana tiene un únicosentido: ser A-LA-BANZA
de la Gloria de Dios.
Dios nos dice que hemos sido creados para su alabanza y que el pueblo queEl ha
formado proclamará sus alabanzas (ls 43, 7. ls 43, 21. Efe 1. 1-14). Alabar es lo que
haremos durante toda la eternidad (Ap.5, 9-13).Dice Alfred Hüen, teólogo y musicólogo
evangélico. "La música es el único arte que se practicará en el Cielo. Pero no tenemos
necesidad de esperar al más allá: aquí y ahora, la Iglesia anticipa su vocación futura y
eterna cantando alabanzas a Dios. ¡Que el Señor nos enseñe a cantar sus alabanzas sobre
la tierra hasta que las cantemos en el Cielo!".
Alabar a Dios es más una actividad del corazón que de los labios. Las palabras que
utilizamos para alabar al Señor en realidad son parecidas a las que se usan en los
anuncios publicitarios: "Bueno, excelente, maravilloso, extraordinario...". Y es que las
palabras que podamos pronunciar los hombres no son nada ante la inmensidad del
Creador. Cualquier lenguaje humano es incapaz de expresar al Dios infinito: "no
sabemos qué es, sólo afirmamos que Es" (Diego Jaramillo).
San Gregorio Nacianceno nos muestra cuál es la esencia, la raíz espiritual de todo canto
de alabanza:
tiende a Ti.
Tú eres el único.
Ante nuestra incapacidad de expresar a Dios, nos entregamos con e! canto, como si
fuésemos flautas que suenan sólo cuando pasa por ellas el viento del Espíritu. El
Espíritu Santo es quien alaba en nosotros al Eterno, al Soberano de todo, al Padre, al
Cordero. "Es el Espíritu Santo (decía Adán de San Víctor, un cristiano de la Edad
Media) quien dispone nuestros corazones para la alabanza; el forma en nuestras lenguas
los sonidos del canto sagrado". Este es el misterio del canto de alabanza: el espíritu del
hombre animado, tocado, soplado por el Espíritu de Dios. Nuestra música de alabanza y
adoración se asemejará así a un iceberg; lo que aparece sobre el agua (lo que se oye), ha
de ser sólo la octava parte de lo que está sumergido (lo que vibra en el corazón).
El Evangelio está repleto de estas oraciones de alabanza gozosa. Juan Bautista, muestra
muy pronto que ha sido bendecido por Dios con el mismo don de bailar para el Señor
que su antepasado David. Aún le faltan a su madre tres meses para dar a luz, y Juan se
pone a "saltar de gozo en su seno", en presencia de la "Madre de su Señor" y de su
mismísimo Salvador - todavía un embrión de pocas semanas -.E Isabel, llena del
Espíritu, bendice al Señor con fuerte voz (Lc 1, 41-44). ¿Nos podemos imaginar una
asamblea eclesial con mayor derramamiento de carismas para la música y la danza
sagradas que aquélla de Juan, Isabel, María y Jesús?
Los enfermos que son liberados y sanados por Jesús (Lc 5,25 . 17, 15 . 18, 43 . etc.) no
se limitan a dar las gracias educadamente. Glorifican a Dios con entusiasmo; seguro que
saltando, gritando y bailando. Mientras. la multitud se goza por las maravillas que Jesús
realiza y alaba a Dios con gritos de júbilo (Lc 13, 17 . 19. 38).
La alegría "en las obras del Señor" es tal, que a menudo se califica de locos o borrachos
a quienes por la fuerza del Espíritu se entregan a la alabanza, cantando y bailando para
Dios, proclamando sus maravillas con todo el ser. "Están llenos de mosto", decían en la
mañana de Pentecostés. Y explica S. Agustín : "el que se alegra en el Señor y le canta
alabanzas con gran exultación, es semejante a un ebrio".
La danza es un modo de expresar este gozo de pertenecer a Dios. Lo vemos a través de
las páginas de la Biblia. Moisés da rienda suelta a la alegría del pueblo tras pasar el Mar
Rojo, y todas las mujeres tomaron panderos y tímpanos, y bailaban y cantaban a coro
(Ex. 15, 20). David danza delante del Arca (2Sam 6, 14-21) y, ante las recriminaciones
de su mujer, dice: "en presencia de Yahveh danzo yo." El salmo 149 invita a todo el
pueblo a cantar, a alegrarse, a tocar y bailar para Dios:
¡Aleluya!
(Sof 3, 17)
Hemos de cantar para el Señor con todo el ser, expresando con nuestro cuerpo lo que
decimos y experimentamos. Éste es el valor, el sentido de nuestros gestos y
movimientos. Igual que el canto, son oración. Son para Dios. La expresión corporal y la
danza sagrada - que el pueblo de Israel utilizaba en su liturgia- son elementos que
estamos empezando a recuperar en la Iglesia, comprendiendo que no se trata de cosas
irreverentes sino cuando se hacen en espíritu de oración- de alabanza profunda, como lo
fue para David:
"David y todo Israel danzaban delante de Dios con todas sus fuerzas,
(1Cro 13, 8)
No se llamaba David, sino Luis. aquel sacerdote jesuita. Había venido a darnos un
retiro. Acabábamos de celebrar el Sacramento de la Reconciliación y empezamos la
Eucaristía. En el momento del "Gloria", mientras toda la asamblea cantaba, él comenzó
a danzar para el Señor. Revestido con alba y estola, en sus movimientos había un
perfecto equilibrio entre el recogimiento y la exultación. Era su ser, su cuerpo, el que se
movía; pero era el Espíritu el que lo movía, quien aleteaba en él, quien se
transparentaba... Y todos experimentamos como el templo se llenó de la Gloria de Dios.
Los ojos no estaban puestos en él, sino en Aquel para quien bailaba. Sin palabras, en
pocos segundos, nos había llevado a la Adoración.
Michel Cool, en su libro "Danzaré para Ti", nos cuenta la vida de Mireilie Négre. Es
ella la que nos dice: "Jesús nos invita a glorificar a Dios con nuestro cuerpo y danzar al
son de su voz, para transmitir -urgentemente- este mensaje: Su Resurrección es mas
fuerte que la Muerte". He aquí un resumen de su impresionante testimonio:
Acababa de cumplir Mireille 22 años. ¡Qué cumpleaños tan feliz! Después de diez de
trabajo intenso, primero en la Escuela de Danza y después en al Compañía de la Opera
de París... resulta elegida. ¡Primera bailarina de la Opera! ¿Quién hubiera podido
imaginar un día que la misma niña a la que un ascensor aplastara su piececito, a los
pocos años iba a convertirse, no sólo en bailarina sino en una figura llena de futuro y
talento?.
¡Gene Kelly y Walt Disney se fijan en ella para llevarla a Hollywod! Pero nada de esto
entusiasma tanto a la joven como el simple hecho de ... bailar. Ni riquezas ni aplausos le
parecían comparables a un paso-de-dos ejecutado en toda su belleza. Belleza de un
cuerpo que sabe desplegarse al máximo para expresar algo interior, algo indecible e
intenso. Para manifestar ... ¿qué?
"Esto era lo que de verdad me gustaba, cuenta Mireille. Cuando Más feliz era danzando,
más deseaba encontrar un sentido real y profundo a esta felicidad sin igual que me
proporcionaba mí arte" "En cada interpretación me sentía como atraída por una
misteriosa luz. Una luz que presentía por ' encima de mi cabeza, posándose sobre mí.
Sobre todo, cuando ejecutaba coreografías de contenido espiritual o místico, inspiradas
en espíritualidades orientales o hindúes, por ejemplo"
"Recuerdo que un día danzaba para Buda. Y otro en tomo de Vishnú. ¿ Pero, cuál era mi
creencia personal? ¿ Quién mi verdadero Dios? Necesitaba claridad, transparencia.
Ansiaba vivir una armonía perfecta entre el arte que había elegido y el ideal ante el que
lo inmolaba".
Buscadora inconsciente de¡ verdadero Dios, Mireille lo encuentra allí, y a partir de ese
momento intenta saciar su sed devorando, uno a uno, cantidad de libros religiosos. Pasa
en esta tarea noches enteras. Con el corazón agitado, busca una respuesta. Y la
encuentra, por fin, en ese mismo Evangelio.
Mireille dice entonces adiós a todo lo que más quiere; su familia, sus amigos, la
Opera.... todo para seguir al Amigo. A los 28 años dice adiós a la que llamamos mundo
y entra en el Carmelo de Limoges. "Jesús, ¡qué coreógrafo! El paso de la escena a la
Santa Cena. Diez años de destierro... En el Carmelo yo aprendí la danza de Getsemaní,
la de los prisioneros. No siempre la dancé bien. A pesar de ser prisionera de¡ amor, es
difícil seguir a tal Maestro de Baile... Cuando mis gestos no se acompasaban bien, su
voz, la suya, resonaba fuerte, bella, profunda: "No me habéis elegido vosotros a MI,
sino que yo os he elegido a vosotros, para que vayáis y deis fruto y vuestro fruto dure".
Esta voz, este soplo, me llevaban más allá del desierto, más allá de los muros de/
Carmelo".
A los 38 años Mireilie se ve obligada a abandonar el convento por motivos de salud, sin
haber pronunciado todavía los votos definitivos. Pero para ella su vida consagrada
continúa. En lo sucesivo lo va a vivir, no ya tras los muros de un monasterio, sino en el
corazón mismo de la vida para "testimoniar su serenidad ante los hombres".¿Cómo?
Sirviéndose de ese don que Dios le ha dado para dar fruto: la danza.
Tras su salida del Carmelo, Mireilie ha vuelto a calzar sus zapatillas de punta. Ha vuelto
a entrenarse asiduamente y a escribir numerosas coreografías de tema sacro: el "Gloria",
de Vivaldi; el 'Magnificaf', de Bach; el "Ave María", de Gounod, etc."El culmen de la
danza -dice- reside en al Cruz de Cristo. La Cruz es una expansión a lo largo, a lo alto y
a lo ancho, abarcando todas las dimensiones del cosmos y de la eternidad. La Cruz es
ciertamente el símbolo exacto de toda la ofrenda que una danza sagrada anhela elevar
hacía Dios".
Mireille sueña con poder ir a danzar por cuantos sitios haya soledad, abandono o dolor:
prisioneros, hospicios, hospitales... "Sí, porque para mí, danzar es un modo divino de
amar. No me siento sola. Madre Teresa de Calcuta se ocupa de los pobres de una forma,
quizás más concreta que yo. Pero el arte es también expresión de/ amor que Dios nos
tiene. Una danza puede aportar mucha paz y alegría, tanto a los pobres, como a los ricos
que son pobres de corazón".
Hoy su danza y su oración forman una sola cosa: "Al danzar, uno mismo se convierte en
oración, Se hace algo más que orar con el cuerpo. Uno siente que sus músculos, sus
huesos, todo su interior, se abrasa en el fuego de esta oración. La idea de Dios, pensar
en El, sabe entonces a miel. Y el cuerpo piensa en El con toda la intensidad de que es
capaz"
Cantar Victoria
"La gente se amotinó contra ellos; los pretores les hicieron arrancar los vestidos y
mandaron azotarles con varas. Después de haberles dado muchos azotes, los echaron a
la cárcel y mandaron al carcelero que los guardase con todo cuidado. Éste, al recibir tal
orden, los metió en el calabozo interior y sujetó sus pies en el cepo. Hacia la
medianoche Pablo y Silas están en oración cantando himnos a Dios; los presos les
escuchaban. De repente se produjo un terremoto tan fuerte que los mismos cimientos de
la cárcel se conmovieron. Al momento quedaron abiertas todas la puertas y se soltaron
las cadenas de todos. Despertó el carcelero y al ver las puertas de la cárcel abiertas, sacó
la espada e iba a matarse, creyendo que los presos habían huido. Pero Pablo le gritó:
"No te hagas ningún mal, que estamos todos aquí."
El carcelero pidió luz, entró de un salto y tembloroso se arrojó a los pies de Pablo y
Silas, los sacó fuera y les dijo: "Señores, ¿qué tengo que hacer para salvarme?". Le
respondieron: "Ten fe en el Señor Jesús y te salvarás tú y tu casa." Y le anunciaron la
Palabra del Señor a él y a todos los de su casa. En aquella misma hora de la noche el
carcelero los tomó consigo y les lavó las heridas; inmediatamente recibió el bautismo él
y todos los suyos. Les hizo entonces subir a su casa, les preparó la mesa y se alegró con
toda su familia por haber creído en Dios."
Éstas fueron la últimas palabras de Jesús antes de subir al cielo.- "Recibiréis la fuerza
del Espíritu y seréis mis testigos... hasta los confines de la tierra" (Hch 1, 8) .Todo lo
que nosotros hemos recibido del Espíritu - los dones, los carismas para ser testigos de
Jesús. Y la música y el canto son un camino privilegiado para llevar a las personas a un
encuentro con Jesús. Son instrumentos que, usados por el Espíritu, tienen un gran poder
evangelizador.
El Espíritu Santo se sirve de las notas y de los instrumentos de música para construir el
Reino de Dios. "Su soplo pasa a través de los que tienen el don natural de la música aún
cuando éste sea muy elemental", dice Philippe Verhaeghen. Es sorprendente ver como
con medios muy pobres, el Espíritu produce frutos espirituales inesperados y
extraordinarios. Para muestra, los cantos de Pablo y Silas; no ha habido en la historia de
la Iglesia un Ministerio de Música más pobre humana y musicalmente y, al mismo
tiempo, con mayor poder evangelizador. Por contra, vemos en nuestras iglesias
ejecuciones corales perfectas que han requerido un esfuerzo inmenso de ensayos y que
producen -sobre todo- efectos carnales como emoción artística, felicitaciones al coro ... ;
sin hablar de cosas menos hermosas como rivalidades, deseo de figurar, etc.
El soplo del Espíritu no actúa sólo sobre la melodía, en la voz de los ejecutantes, sino
también en las palabras cantadas, haciéndolas palabras ungidas, palabra viva. Es así
como la música produce frutos espirituales: La comunión con Jesús Salvador y Señor, la
comunión con la ternura y la grandeza del Padre, la comunión entre hermanos "en el
mismo y único Espíritu". Resumiéndolo en una sola frase: el carisma del canto hace
presente a Jesús y entonces los corazones arden en su Amor. Nos decía un párroco:
"Cuando cantáis en un funeral o en una boda, la gente se conmueve profundamente.
Algunos indiferentes o agnósticos han sido tocados... El día en que nuestras Iglesias
tengan grupos de canto por los que pase el soplo del Espíritu, se llenarán".
Ya David utilizaba el canto para evangelizar. Dice en los Salmos 57, 108 y 18: "Te
alabaré, oh Dios, entre los pueblos; te cantaré entre las naciones". Para David los
pueblos y las naciones eran los paganos.
Seguro que los 4.000 levitas que formaban su ministerio de música impresionaban a los
extranjeros que pasaban por Jerusalén. Pero fijémonos bien de qué clase de cantos está
hablando David: Son cantos de alabanza, que celebran la Majestad de Dios. Por medio
de la música, David alaba a Dios y su actuación en medio de su pueblo: Su Fuerza (Sal
59, 17). su Fidelidad (Sal 71, 22), su Bondad y su Justicia (Sal. 101, 1). Proclama las
maravillas de Dios: Todo el bien que le ha hecho (Sal 13, 6¿, el Gozo que ha puesto en
su corazón (Sal 30, 13), la Fortaleza que le ha dado (Sal 57, 8).
Nuestros cantos, como los de David, Pablo y Silas, deben decir a, los de fuera quién es
Dios para nosotros y lo que ha hecho por nosotros. Nuestra música debe reflejar tanto el
carácter de Dios como los sentimientos que El produce en los corazones de los que se
reconocen sus hijos. Esta música será, por tanto, muy diferente a la del mundo, para
reflejar, con un estilo que la gente comprenda y aprecie, la imagen de una vida
completamente transformada por el poder de Dios, de un Dios vivo y verdadero.
Nuestros cantos deben suscitar en ellos - en un lenguaje parecido al suyo - la sed de
autenticidad, de verdadera vida, el deseo de saber más sobre la fuente que ha inspirado
esa música. Ésta es la doble exigencia de una música de evangelización para nuestro
tiempo- por una parte, ha de tener una forma comprensible y un estilo adaptado a la
gente de hoy, y. por otra, ha de ser reflejo de su Creador y tener un contenido verdadero
y transparente.
Idi Amín Dadá, el tristemente famoso dictador de Uganda, fue tocado al oír cantar a sus
hijas que volvían de la catequesis llenas de la alegría del Señor. El canto que entró como
una pequeña luz en su corazón entenebrecido, decía así: "Si quieres ser feliz, abre a
Jesús las puertas de tu corazón. El borra tu pecado se olvida del pasado; transformará
todo tu ser para reinar en él". ¿A qué evangelizador se le hubiera permitido hablar así
delante de aquel hombre cruel y sanguinario?. La música era el único agente de
evangelización que podía llegar hasta él sin levantar sospechas.
Los cantos tienen la propiedad de la perennidad; no caducan. Son profecías vivas que no
mueren. La música permite la evocación de la acción de Dios en todo momento y
circunstancia. La revelación de Dios llega mucho más lejos en el tiempo y el espacio,
geográficamente hablando, cuando viene cantada. No es necesario tener al predicador
delante, hablando, o al intercesor dando palabras de sanación... siempre nos podemos
poner a cantar; en cualquier lugar podemos evocar la gracia vivida o abrirnos a la gracia
nueva que Dios nos quiere dar. Su palabra no vuelva de vacío, porque la música riega la
tierra y la hace germinar."
A través de la música ungida por Dios cayeron las murallas de Jericó fueron libres de la
cárcel Pablo y Silas y se convirtieron el carcelero y su familia. A través de la música
que el Espíritu Santo haga, cante y toque por medio de ti, muchos creerán en la Palabra
y se salvarán.
"Quien ha aprendido a amar la Vida Nueva sabe cantar el cántico nuevo. De manera que
el cántico nuevo nos hace pensar en la Vida Nueva. Hombre nuevo, cántico nuevo,
testamento nuevo... todo pertenece al mismo y único Reino" (San Agustín).
El cristiano que busca sinceramente conocer el lugar que la música debe ocupar en su
propia vida, tiene en la Palabra de Dios una norma general que se puede aplicar a
cualquier ámbito de su existencia- "Hacedlo todo para la Gloria de Dios" (1ª Cor 10, 31)
Quien haya aceptado a Jesús como su Señor y Salvador ya no es autónomo o autónoma
para fijarse su propia ley, ya que ahora está "bajo la ley de Cristo Jesús" (1ª Cor 9, 21).
Y Jesús buscaba siempre lo que era agradable a Dios y servía para darle mayor Gloria
(Jn 7, 18 ; 8, 29 ; 8, 49 ; 17, 4).
"Porque ninguno de nosotros vive para sí mismo y ninguno muere para sí mismo"
(Rom. 14, 7). "Cristo murió para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para Aquel
que murió y resucitó por ellos" (2ª Cor 5, 15) "para que en todo sea glorificado Dios por
medio de Jesucristo" (1 Pe 4, 11). Si hemos nacido de nuevo, del agua y del Espíritu,
desearemos hacer todas las cosas - también la música - para la Gloria de Dios. Todas
mis cosas están bajo la mirada de mi Padre; soy su hijo y vivo en función a El. La
música que aceptamos escuchar, la que componemos, la que cantamos o tocamos - solos
o con otras personas - debe contribuir a glorificar a Dios.
Hacer algo para la Gloria de Dios significa que deseamos que El reciba todo el Honor y
la Alabanza de nuestra acción y que sea mejor conocido, amado y servido. Por tanto,
renunciamos a nuestra propia gloria personal. El mundo de la música como toda
actividad artística, ha sido desviado hacia la glorificación de hombre. Una de las metas -
reconocida o no - de los artistas es la de hacerse un nombre. Y Jesús dice, con respecto a
esto: "mas, entre vosotros, no será así" (Mat 20, 26). En una oración común o en
cualquier celebración litúrgica es inconcebible que músicos o cantores sean
protagonistas. La música es ofrecida a Dios igual que las oraciones. No nos reunimos en
el nombre del Señor para disfrutar de la música o para apreciar su calidad.
"Todas las cosas me están permitidas, pero no me dejaré dominar por ninguna". Incluso
las mejores cosas pueden convertirse en un peligro para mi libertad si se convierten en
imprescindibles para mi bienestar, si no puede vivir sin ellas. Hoy en día, la música se
ha convertido para muchos en una droga de la que les sería muy difícil prescindir. La
música es un medio maravilloso por el cual Dios puede darnos Paz, Alegría, Fuerzas...
pero siempre seguirá siendo un medio - como los alimentos o las medicinas - en las
manos de Dios. No es de la música por sí misma de quien espero estos beneficios, sino
de mi Padre que me ama. Debo evitar, por tanto, dedicarle más tiempo, fuerzas o
receptividad de lo que el Señor me muestra como conveniente para no depender de ella.
Para muchos "melómanos" la música se ha convertido en un sucedáneo de la religión.
Tienen necesidad de ella para tranquilizarse o animarse. Esperan de ella lo que nosotros
esperamos de Dios: consuelo, transformación interior, comunión con los otros... La
música es una sierva de Dios ; si no ocupa su lugar, se hace un ídolo, un falso Dios.
Hacer música para la Gloria de Dios es contribuir a que Dios sea conocido, tal como
verdaderamente es, por el mayor número de personas. Glorificar "el Nombre de Dios"
(Jn 17, 18). Es manifestar y hacer reconocer sus cualidades: Su Majestad, Su Gracia, Su
Ternura, Su Belleza. La música glorifica a Dios cuando refleja esta cualidades y las
evoca en el interior de los oyentes. "una música para la Gloria de Dios - dice Küen - es
una música de Paz, en el sentido de Shalom: plenitud, realización, felicidad".
Pablo, justo después de haber hablado del canto, dice: "y todo lo que hagáis, sea de
palabra o de obra, hacedlo en el Nombre del Señor Jesús" (Col 3, 17). Hacer una cosa
en el nombre de alguien, es hacerlo tal como él lo habría hecho, representando su
personalidad, su naturaleza, hacerlo con su amor y su autoridad. Una música hecha en el
Nombre del Señor Jesús debe reflejar su persona - su Fuerza y su Dulzura, su Verdad y
su Pureza, su Amor y su Poder, y también su Celo, su Pasión por el Padre, su
Indignación ante el mal. Una música de esta clase podrá tener, según los momentos,
fuertes sonoridades, acentos peculiares, diferentes estilos, pero no se complacerá en
excitar ni en condicionar. No será de carácter caótico o exagerado, sino que transmitirá
la serenidad y el equilibrio que nacen del triunfo de Dios sobre toda división o
destrucción.
En el Antiguo Testamento, los músicos del templo eran levitas sometidos a las mismas
obligaciones que sus hermanos. No tenían ningún privilegio ni patrimonio; Dios mismo
era su heredad (Num 18,20 - Dt 10, 9). Algo semejante ha de suceder con quienes son
llamados a servir al Señor a través de la música y el canto. Un ministerio de música es
como un ministerio de intercesión o de predicación: un servicio al Señor en la
Comunidad. Significa, de algún modo, una consagración a Dios. La Comunidad -a
través de sus responsables- tiene que mantener una exigencia espiritual y de coherencia
de vida para todos los que forman parte de un ministerio de música. "Solamente los
músicos que viven de una manera ejemplar deberían ser utilizados en la Iglesia", me
dijo una vez alguien con mucha experiencia en el asunto.
Quienes sirven al Señor en este ministerio han de amar más a Dios y a su Palabra que a
la música. Deben tener una visión de la música y el canto desde la Palabra de Dios y la
Tradición de la Iglesia. Han de tener paciencia, equilibrio emocional, capacidad de
sometimiento y de trabajo en equipo; entusiasmo y celo, compensados con sensatez y
buen humor. En la base de todo esto humildad. Sólo con una vida de oración diaria y de
entrega real se puede servir al Señor.
"Tenemos que ayudar a los músicos, no tratándolos como a músicos sino como a
personas, como a hijos de Dios antes que músicos. No les viene mal guardar su guitarra
en el armario durante un mes. Cuantas veces (¿ no les ha pasado?)viene el dirigente y
pregunta ¿ vino el guitarrista?. No pregunta por la persona, pregunta por el músico. A
nadie le preocupa por qué no vino; les preocupa que, si no viene, no va a haber guitarra"
Me esfuerzo en dar el debido valor al trabajo musical: una preparación lo más completa
posible en el marco de mis obligaciones. Habiendo hecho todo lo posible, encomiendo a
Dios este trabajo inevitablemente imperfecto, para que El se digne bendecirlo y hacerlo
fructificar De igual manera, me esfuerzo en superar el miedo y permanecer en paz,
orando antes de cada espectáculo, hasta que tengo la certeza de haber obedecido al
precepto evangélico: Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios... echando toda
vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros.
Para un artista cristiano nos es correcto desear ser exaltado. Guardándonos de todo
deseo de vanagloria, nos deshacemos de la principal fuente de temor.
Por ello, debo orar para no ser un obstáculo, ya que la vanidad, el orgullo
pretendidamente legítimo del artista, es como una mala hierba siempre dispuesta a
rebrotar...
Esto no implica a priori un elevado nivel técnico: los músicos que empiezan, pueden
hacer sentir la riqueza de su vida interior, mientras que los grandes virtuosos pueden
ofrecer espléndidas conchas nacaradas pero vacías de toda riqueza espiritual - e incluso
humana a veces - .
¿ Somos siempre conscientes de la majestad de Aquel que nos llama?.
¡ Celebrad a nuestro Rey, celebrado porque es el Rey de toda la tierra, porque es Dios
¡.
"Hace muchos años que estoy en la Renovación y creo que desde siempre me he
sentido llamada a servir en la música.
Siempre he sido mimada a nivel de grupo y a nivel nacional. Lo que pasa es que los
hermanos me hicieron un pedestal y yo gustosa me subí en él. Era Marta,
"superestrella".
El caso es que esto sólo era el principio de un camino que duraría unos seis años.
Más tarde estuve como servidora en Discernimiento del grupo; pasados dos años se
volvieron a elegir nuevos responsables y yo no salí reelegida. A pesar de lo que se dice
a los demás, es muy fácil apegarse al poder; pero bueno, aún podía seguir siendo la
estrella de música.
De la noche a la mañana, el Señor permitió que nadie se acordara de mí; era como si no
existiera . Me sentí como un pañuelo de usar y tirar, y le dije al Señor como el fariseo:
"¡Tanto tiempo sirviéndote, tantos años de retiro en retiro, de seminario en seminario,
de asamblea en asamblea y ahora me pagas así!"
Pero aquí no acabó la historia. Unos meses más tarde, en la Asamblea Nacional, iba yo
comentando a una hermana que no entendía todavía mi soledad y lo que el Señor se
proponía hacer conmigo. En esto, una hermana a la que hacía tiempo no veía se me
acercó y dijo: "Estamos llamados a desaparecer". Fue como si se hiciera la luz en mí y
de pronto las piezas del puzzle se juntaron y vi el camino por el que el Señor me
conducía. La clave estaba en desaparecer para que Él creciera en mí. A partir de
entonces el Señor me reveló muchas más cosas y sentí que tenía que ser pueblo en el
pueblo.
Alguien me dijo una vez que nuestro don es para el que lo necesite. Los ricos rechazan
el don de apariencia pobre, los pobres acogen el don porque lo necesitan. Que el Señor
nos dé mucha humildad para acoger nuestro don y el de los demás.
El Señor hoy nos invita a confiar en Él. ¡La música es un instrumento tan fuerte, sobre
todo para los jóvenes en esta sociedad!. Y nada menos que el Señor nos regala su
música para cambiar corazones, para reconocerle como Señor, para sanar, para
reconciliar, para alabar en acción de gracias, para adorar su Nombre...
¡Qué hermoso es que el Señor ponga en nuestras manos este don!. Es necesario aceptar
retos . Dios nos reta a soñar, a levantarnos de nuestra comodidad y a comenzar un
camino nuevo. Es necesario que el Señor nos renueve el don. Es necesario que nuestros
responsables conozcan qué es este don.
y la tierra y el mar
la verdad, la santidad.
la gracia y la belleza.
Esplendor y majestad
irradia tu trono,
Fuerza y magnificencia
adornan tu santuario.
Y ellas manifiestan
el esplendor de tu grandeza;
A la voz de tu trueno.
de la música de tu voz.
Tú has hecho nacer en nuestros corazones
el deseo de celebrarte.
Queremos utilizarlo
y para revelarte
Concédenos, en tu amor,
en el que entonaremos
el cántico nuevo
¡Amén!
Y, entonces, podrás salir a la calle, a cantar que tú eres de Jesús y que llevas su paz. Con
tu voz y tu sonrisa, podrás anunciar la locura de un Dios Vivo... ¡Serás un vendaval!
Pero ten en cuenta que:
No basta sólo con cantar, no es suficiente con sentir, no basta sólo con querer
hacer. ¡Es necesario morir!
STRÉPITO INTERPÓSITO
El don de lenguas "es un don de oración que nos capacita para orar a un nivel más
profundo" (K. Macdonnell).
"El que habla en lenguas no habla a los hombres sino a Dios" (1ªCor. 1 4,2). Cantar en
lenguas es un vehículo para hablar a Dios, un medio para que el Espíritu ore en
nosotros. El canto en lenguas expresa sentimientos y pensamientos, pero en un sentido
global como las lágrimas o la risa. El Espíritu Santo se une a nuestro espíritu, no lo
sustituye. Se sirve de todos los recursos de nuestra naturaleza. No es que, de repente,
seamos dotados de una capacidad milagrosa. El don consiste en dejarse interior y
exteriormente con sencillez, para que pueda brotar este lenguaje de niño. El canto en
lenguas se convierte así en el lenguaje de la alabanza, de una alabanza integral, de todo
el ser, en la presencia de Dios.
" Hace ya mucho tiempo, cierta tarde participaba yo, más como observador y crítico
que como orante, en una asamblea de oración, impropiamente llamada "carismática".
Había más de trescientas personas. De pronto me di cuenta de una cosa. Nadie de los
que cerca de mí estaban orando se expresaban en nuestro idioma castellano. Ni siquiera
oraban en voz alta, según costumbre, alabando intensamente a Dios ... ¡ CANTABAN !
¡CANTABAN SIN SER CANTORES!. Y cantaban con una melodía que en nada se
parecía los cánticos antiguos o modernos. Lo más raro es que cantaban con palabras
desconocidas. Fue una música sublime, pura, espiritual. Sólo Dios se dejaba sentir en
ella.
Todo semejó a un orfeón gigantesco que, sin perder su elevación divina, comenzó
suave, siguió creciendo, hasta alcanzar un clímax rotundo; al llegar a ese punto, era
como una nota o un acorde inmenso, poderoso y fuerte. Cielos y tierra, la Iglesia y la
creación entera cantaban al Dios infinitamente santo. O como si Dios se cantara a sí
mismo, humildemente, en su inmensa gloria y nos dejara escuchar un rato aquí en este
mundo la hermosura de su canción eterna. Luego las voces fueron disminuyendo poco a
poco hasta que, como sí un invisible director de coro hubiese dado la señal de terminar,
la asamblea íntegra cesó de golpe en aquel maravilloso canto.
Cuando regresé a casa, abrí la Biblia para ilustrarme sobre lo que acababa de percibir.
Leí el texto del evangelio de San Mateo 26,30, único sitio donde expresamente se dice
que Jesús cantó: "Después de cantar el himno, se fueron (Jesús y los apóstoles) al monte
de los olivos". ¿Sería el canto que yo había escuchado aquella tarde una participación
del canto que Jesús entonó en la tierra y sigue entonando en el cielo para alabanza y
gloria del Padre por el poder de Espíritu Santo?. Podía ser, pero aquel pasaje bíblico de
San Mateo no me ilustró demasiado acerca de lo que tanto me inquietaba. Leí Hechos
de los Apóstoles 16,25. Allí se relataba que estando Pablo y Silas presos en la cárcel "a
medía noche, orando Pablo y Silas, cantaban himnos a Dios ". Quizás lo que Pablo y
Silas cantaban a Dios se pudiera parecer a lo que yo había oído en la asamblea aquella
tarde, pero el texto sagrado tampoco me aclaraba mayormente lo que anhelaba saber.¿
Qué hacer? Tratar de esperar con paciencia, a ver si se presentaba una nueva
oportunidad.
Aquello era verdaderamente una sinfonía de voces que sólo podría estar inspirada y
conducida por el mismo Espíritu Santo. Al acabar el canto, indagué. La persona que a
mi izquierda se hallaba me dijo: "Sí, esto ha sido un canto en lenguas". Di gracias a
Dios, porque de nuevo yo había sido testigo del paso del Señor por aquel lugar. Por
suerte, un amigo acababa de llegar al sitio de la asamblea en busca mía, porque
necesitaba comunicarme una noticia. Cuando salí a la puerta del local, el caballero se
adelantó y me preguntó qué coro era aquél, y cómo cantaba tan bien, quién los
ensayaba, etc., etc. El se había quedado impresionado igualmente por el orfeón
improvisado e inesperado.
Cuando alguien sienta que el Espíritu Santo le impulsa a glorificar a Dios Padre por
Jesús, el Señor, con un canto en lenguas, si es en una asamblea, hágalo cuando el
momento sea oportuno para ello; si está a solas, hágalo siempre con toda la unción que
sea posible como si estuviera cara a cara en la Divina Presencia. Porque es un canto de
Dios para Dios. A su vez notará que su fe se acrecienta, su caridad se intensifica, su
esperanza de poseer a Dios vibra con fuerza, su humildad aumenta. Al mismo tiempo, el
gozo, la paz y el poder - sobre todo el poder- para hacer lo que por nosotros mismos
nunca seríamos capaces de hacer por nuestro crecimiento propio y por todo lo que
signifique ayuda y servicio a nuestros hermanos. Entonces se perdonan las ofensas, se
aguantan mejor las burlas, se olvidan las distancias, las durezas se suavizan y
prodigamos el bien calladamente y con sencillez.
En mi criterio, el canto en lenguas tiene un inmenso poder. El poder del Divino Espíritu
tal como puede ser canalizado a través de una criatura humana. He ahí un canto nuevo
para Dios. ¡ El único nuevo !."
El Ministerio de Música deberá estar atento a la inspiración del Espíritu para llevar a
toda la asamblea a este encuentro completo con el Señor. Si comienza de una forma
suave la alabanza en lenguas, el ministerio de música puede empezar a sostener el canto
con un acorde y -quizá- después con una serie de acordes que inviten a todos a
continuar, intensificar y armonizar la alabanza. Ordinariamente, el canto en lenguas no
tiene ritmo (es melodía sin compás¿; pero, en ocasiones, surge un canto en lenguas
rítmico, como si el Señor nos diese a todos una medida, la misma: la medida de la
unidad en el Amor.
"Los instrumentos evocan, ayudan y expresan en un canto en lenguas. Por ello, mientras
alguien toca su instrumento, también esta orando,- la música es su oración. Las cuerdas
vocales y las cuerdas de su guitarra pueden vibrar al unísono para el Señor. Esto se
hunde en la más genuina tradición cristiana."
"Se permite cantar salmos sin palabras, siempre que la mente resuene en su interior.
Porque no cantamos para los hombres, sino para Dios, que puede escuchar aún a
nuestros corazones y penetrar enlos secretos de nuestra alma"
Y es, sobre todo, San Agustín quien escribe maravillosamente sobre el tema en sus
"Narraciones sobre los salmos". Leamos sus bellas enseñanzas al comentar los salmos
26, 32, 46, 65, 80, 88, 94, 97: 99.
"He aquí que te da como el módulo para cantar: no busques las palabras como si
pudieras explicar de qué modo se deleita a Dios. Canta con regocijo, pues cantar bien a
Dios es cantar con regocijo.
¿Qué significa cantar con regocijo?. Entender por qué no puede explicarse con palabras
lo que se canta en el corazón. Así pues, los que cantan, ya en la siega, o en la vendimia,
o en algún trabajo activo o agitado, cuando comienzan a alborozarse de alegría por las
palabras de los cánticos, estando ya como llenos de tanta alegría, no pudiendo ya
explicarla con palabras, se comen las sílabas de las palabras y se entregan al canto del
regocijo.
El júbilo es cierto cántico o sonido con el cual se significa que da a luz el corazón lo que
no puede decir o expresar. ¿Y a quién conviene esta alegría, sino al Dios inefable?. Es
inefable aquel a quien no puedes dar a conocer, y si no puedes darle a conocer y no
debes callar ¿qué resta, sino que te regocijes, para que se alegre el corazón sin palabras?
"¿Son suficientes las palabras para nuestra alegría? ¿Será la lengua capaz de explicar
nuestro gozo? Si pues las palabras no bastan, ¡bienaventurado el pueblo que sabe
alborozarse! ¡Oh pueblo feliz! ¿Crees que entiendes el regocijo? Que sepas por qué te
alegras de aquello que no puede expresarse con palabras. El motivo no debe dimanar de
ti, para que quien se gloríe, se gloríe en el Señor. No te alboroces en tu soberbia, sino en
la gracia de Dios. Comprende que es tanta la gracia, que la lengua no es capaz de
explicarla, y habrás entendido qué es alborozo o regocijo". (Sal.88).
"¿Qué significa "jubilare" ?Dar gritos de alegría o regocijarse.El júbilo que no puede
explicarse con palabras y que, sin embargo, se testimonia con el grito de la voz, se
denomina regocijo. Pensad en aquellos que se regocijan, en cualquier clase de canto y
como en cierta lid de alegría mundana, y veréis de qué modo, entre los cánticos
modulados con la voz, se regocijan rebosantes de alegría cuando no pueden declararlo
todo con la lengua, a fin de que por aquellos gritos inarticulados dé a conocer la
afección del alma, lo que se concibió en el corazón y no es capaz de expresarlo con
palabras. Luego, si estos se regocijan por el gozo terreno ¿nosotros no debemos dar
gritos de alegría, regocijarnos por el gozo celestial, que ciertamente no podemos
expresar mediante palabras?". (Sal.94).
"El que se regocija, no pronuncia palabras, sino que lanza cierto sonido de alegría sin
palabras. El regocijo es una voz del alma engolfada en la alegría, la cual, en cuanto
puede, da a conocer el afecto, mas no el sentir del que percibe. Al regocijarse el hombre
con este gozo, al no poder explicar ni dar a entender el afecto con palabras, emite cierto
sonido de alegría sin palabras,De este modo manifiesta por el mismo sonido que se
alegra; pero como se halla repleto por el demasiado gozo, no puede explicar con
palabras el regocijo"
"En cierta ocasión recordaban haberlo oído hablar en lenguas, cuando lo oyeron rezar en
voz alta y todos vieron en que forma oraba... aunque, curiosamente, nadie pudo recordar
qué fue lo que rezaba".
En el diario espiritual de San Ignacio de Loyola, en los escritos del mes de Mayo de
1544, aparece con frecuencia la palabra "locuela", que el santo califica de admirable,
dada por Dios, y que le producía consuelo y armonía interior; " son palabras misteriosas
que suenan a música del Cielo. Duda uno de, si estas armonías, no son el objeto mismo
de las gracias".
"Entre estas cosas penosas y sabrosas juntamente, da Nuestro Señor al alma algunas
veces unos júbilos y oración extraña que no sabe entender qué es. Porque si os hiciere
esta merced, le alabáis mucho y sepas que es cosa que pasa, la pongo aquí. Es a mi
parecer, una unión grande de las potencias, que las da Nuestro Señor con Libertad para
que gocen de este gozo, y a los sentidos lo mismo, sin entender qué es lo que gozan y
cómo lo gozan. Parece esto algarabía, y cierto pasa así, que es un gozo tan excesivo de/
alma, que no querría gozarse a solas, sino decirlo a todos, para que le ayudasen a alabar
a Nuestro Señor, que aquí va todo su movimiento.
Oh qué fiestas haría y qué de muestras, si pudiese, para que todos entendiesen su gozo.
Parece que se ha hallado a sí, y que, como el padre del hijo pródigo, querría convidar a
todos y hacer grandes fiestas, , por ver su alma en puesto que no puede durar que está en
seguridad, al menos por entonces. Y tengo para mí, que es con razón porque tanto gozo
interior de lo muy íntimo de! alma, y con tanta paz, v que todo su contento provoca
alabanzas de Dios que no es posible darle al Demonio".
Hoy, aL comienzo del tercer milenio, Dios nos está invitando a aceptar en el don
delenguas su iniciativa. La novedad de que Él mismo nos dé un lenguaje para la
oración, en un tiempo en el que las palabras -aún para expresar la Fe- parecen haber
perdido autenticidad y son -en muchas ocasiones- rutinarias, vacías o equivocas. Un
lenguaje nuevo, mediante el cual El puede ser intensamente alabado por sus hijos de una
manera más pura.
Orar y cantar en lenguas es renovar aquella experiencia de Jeremías: ¡Señor, sabes que
no se hablar"' (Jer. 1,6). O la experiencia del tartamudo de Moisés (Ex. 4,10) Es un
modo de cumplir la Palabra de Jesús: "si no os hacéis como niños, no entraréis en el
Reino de los Cielos" (Mt. 18,3). Como cualquier otro don del Espíritu, debe ser
discernido en su autenticidad y conveniencia. El criterio de discernimiento es "por los
frutos se conoce la calidad del árbol".
El canto en lenguas no es una tontería para Dios, aunque así se lo parezca a muchos
hombres. Es un arma de guerra contra Satanás y contra nuestro propio orgullo. Es un
grito de victoria: Cristo ha triunfado y nuestra fe hace real este triunfo en cada
circunstancia particular. Es una oración de paz - la paz del Señor ya está establecida, y
en el canto en lenguas la hacemos actuar frente a todo lo que no es paz.
Cantar, tocar o componer música para la Gloria de Dios significa, para nosotros
católicos, servir a la Iglesia. Nuestro servicio a través de la música es un servicio de
unidad, en comunión con la cabeza y con todos los miembros del cuerpo de Cristo. Para
ello, hemos de actuar sometidos a nuestros pastores y en conformidad con la doctrina de
la Iglesia. Debemos conocer lo que la Iglesia dice acerca de la música y el canto, y
dejarnos iluminar y conducir por sus enseñanzas.
CANTO Y MÚSICA
1157 El canto y la música cumplen su función de signos de una manera tanto más
significativa cuanto "más estrechamente estén vinculadas a la acción litúrgica" (SC112),
según tres criterios principales: la belleza expresiva de la oración, la participación
unánime de la asamblea en los momentos previstos y el carácter solemne de la
celebración. Participan así de la finalidad de las palabras y de las acciones litúrgicas, la
gloria de Dios y la santificación de los fieles (cf SC 112):
" ¡ Cuánto lloré al oír vuestros himnos y cánticos, fuertemente conmovido por las voces
de vuestra Iglesia, que suavemente cantaba ! .
Entraban aquellas voces en mis oídos, y vuestra verdad se derretía en mi corazón, y con
esto se inflamaba el afecto de piedad, y corrían las lágrimas, y me iba bien con ellas " .
1158 La armonía de los signos (canto, música, palabras y acciones) es tanto más
expresiva y fecunda cuanto más se expresa en la (riqueza cultural propia del pueblo de
Dios que celebra (cf SC 119). Por eso "foméntese con empeño el canto religioso
popular, de modo que en los ejercicios piadosos y sagrados y en las mismas acciones
litúrgicas", conforme a las normas de la Iglesia "resuenen las voces de los fieles"
(SC 118¿. Pero "los textos destinados al canto sagrado deben estar de acuerdo con la
doctrina católica; más aún, deben tomarse principalmente de la Sagrada Escritura y de
las fuentes litúrgicas" (SC 121).
El libro "Iglesia en oración" escrito por los mejores y más autorizados especialistas del
mundo en Liturgia, dirigidos por A. Martimort, también dedica un capítulo al canto. He
aquí un resumen del mismo:
La antigüedad cristiana no tuvo más que seguir los consejos del Apóstol Pablo, de
acuerdo con la tradición bíblica, para hacer del canto un modo normal de expresión de
la oración litúrgica:"Cantad en vuestros corazones a Dios, con gratitud, salmos, himnos
cánticos espirituales" (Col. 3,16),- "Recitad entre vosotros salmos, himnos y cánticos
espirituales; cantad y salmodiad de todo vuestro corazón al Señor' (Ef. 5, 19); en la
Iglesia de Corinto, también según el testimonio de San Pablo, incluso se producían
quizás improvisaciones carismáticas (1Cor. 14,26); además, las epístolas nos presentan
restos preciosos de cantos litúrgicos de la primera comunidad. El canto aparece como
signo de alegría, especialmente adaptado al sentimiento de la acción de gracias, cosa
que sugiere por su lado (Sant 5,13) " ¿Está alegre alguno de entre vosotros? Cante
himnos" Y en el mismo sentido, la Iglesia del cielo, según el Apocalipsis, expresa por
medio del canto su reconocimiento por la redención y su alabanza hacia el Señor
(Ap.4,8 y 11; 5,9-10; 14,3; 15, 3-4; 19, 1-8,etc.).
Este último párrafo nos sitúa en la perspectiva que la Iglesia tiene sobre todo carisma o
don y, en concreto, sobre la música y el canto:
"Es la recepción de estos carismas , incluso de los más sencillos, la que confiere a cada
creyente el derecho y el deber de ejercitarlos para edificación de la Iglesia, con la
libertad del Espíritu Santo y en unión con todos los hermanos en Cristo, sobre todo con
sus Pastores, a quienes toca juzgar la genuina naturaleza de tales carismas y su ordenado
servicio; no por cierto para que apaguen el Espíritu, sino con el fin de que todo lo
prueben y retengan lo que es bueno"
Por tanto, en el ejercicio de los carismas que el Señor nos ha regalado para el canto y la
música, pongámonos al servicio de los demás "según el don recibido, como buenos
administradores de la multiforme gracia de Dios" de manera que "todo el cuerpo se
edifique en el amor" (Ef. 4,16)
Dios es libre en sus dones, y en cada momento va dando cosas nuevas a su Iglesia,
distintas de las de ayer. Sólo El es capaz de inventar, de hacerlo todo nuevo. Dejémosle
que, a través de nuestro ministerio, actúe para la renovación de la Iglesia. Dejémosle a
El innovar, reavivar, unir. Nosotros, siervos inútiles somos; el canto y la música,
simples instrumentos. Sólo El es Señor y Dueño.
S.D.G.
Es el lema de Juan Sebastián Bach que aparece en casi todas sus partituras
Música de Dios
(Lc 1. 46-47)
Nuestra madre es, además, la compositora del mejor himno del mundo: El Magnificat.
Según las costumbres del pueblo hebreo, un poema así debía cantarse. María canta, con
palabras bíblicas, su agradecimiento gozoso a Dios al visitar a su pariente Isabel. Dice
Juan Pablo II en su Encíclica "Redemptoris Mater": "El canto del Magnificat expresa la
experiencia personal de María. En él resplandece el misterio de Dios, la gloria de su
inefable santidad".
Las raíces del canto de María están en el cántico de Ana (1Sam.2, 1-10) y en multitud
de salmos:
Hay también reminiscencias en otros salmos y libros sagrados (Is 61; Hab 3, 18; 1 Sam
1-11 ; Mal 3, 12; Jos 8, 29; Job 22,9. Sal 7l,l9; 111,9; 118,15-16; 89,11; 107,9 ; 18,51).
Por otro lado, cada vez que un ministerio de música se reúne, actúa y sirve en el nombre
de Jesús, allí esta María. Para defendernos del enemigo. Para mantenernos en humildad,
entrega y unidad. Para hacernos dóciles, como ella, al soplo del Espíritu. Es Ella,
nuestra Madre, la Madre de Dios, quien nos sostiene e intercede. Y consigue lo
imposible: transformar el agua (simples notas y palabras) en vino (mensajes de santidad
y bendición).
El mismo Dios que miró y escogió a María, te ha mirado a ti. Su fuerza se mostrará en
tu impotencia (2ªCor 12, 9). El quiere que seas, como María, música de Dios. Dile,
como ella : ¡Heme aquí, Señor! . ¡Hágase vida en mí tu canto nuevo! . Entonces iré,
y cantaré y tocaré tu Gloria a las naciones.
El Espíritu Santo en clave de sol
el segundo, a cantar"
Por otro lado, ya desde tiempos bíblicos la música ha sido utilizada para exaltar las
pasiones perversas (Ex. 32, 6-17; 1ª Co 10, 6-8) y para someter al hombre a la idolatría
(Dn 3, 5-7- Am 6,5). Desde entonces, el poder sugestivo de la música ha sido reforzado
considerablemente, llegando a hacer de ella un instrumento de manipulación psicológica
de primer orden. Por eso, si el cristiano de hoy quiere alcanzar la plenitud de su hombre
interior, debe escoger con discernimiento las músicas a las que se "expone".
Nos quejamos - con razón- de la pobreza musical; de lo mala que es mucha música que
hoy se hace y se escucha; del efecto nefasto de ciertas músicas, especialmente en los
jóvenes. La Iglesia debe pedir a Dios que le conceda dones musicales. Debe potenciar la
formación de sus miembros en éste ámbito. Debe consagrar tiempo y dinero para que
muchos hermanos y hermanas puedan prepararse y dedicarse a este servicio de oración,
evangelización y unidad,
Ha de quedar bien claro, sin embargo, que la música no tiene en sí misma Poder. La
adoración en espíritu y verdad no tiene su fuente en los sentimientos que la música
pueda suscitamos. La música, por sí misma, no nos dispone espiritualmente. No puede
acercamos a Dios. Sólo el Espíritu Santo tiene ese poder. Si nos servimos de la música
como un instrumento de manipulación psicológica, los frutos que cosechemos estarán
en relación con el instrumento utilizado. Serán muy aparentes, pero poco duraderos (Jn.
15, 16).
"Entonces el Rey Josafat se inclino postrado en tierra y todo el pueblo con él alababa
al Señor.Los levitas de las familias de Quehatita v Coreíta también se levantaron v
alabaron con gritos a Yahvéh, el Dios de Israel. Al día siguiente se levantaron
temprano v salieron al desierto de Tecoa. Mientras iban saliendo. Josafat, puesto en
pie dijo:Escuchad, Judá y habitantes de Jerusalén, tened confianza en Yahvéh,
vuestro Dios, y estaréis seguros, tened confianza en sus profetas y tendréis éxito.
Después de conversar con el pueblo, dispuso a algunos músicos y les puso unos
vestidos especiales únicamente para ocasiones sagradas, para que marcharan al
frente del ejército, para que cantaran. Alabad al Señor porque su amor es eterno.
"Es hora de que los músicos entiendan que son Profetas. Que los mismos músicos sepan
que son Profetas. Los ponen al frente de ejército, pero después de haber consultado. Yo
conozco v usted conoce muchos músicos que quieren estar al frente, pero sin consultar a
nadie. El ejército en este caso es la iglesia. La iglesia es la que pone al músico delante;
pero también es importante decir que todos estos años también la Iglesia estaba
poniendo los músicos hacia atrás. Se es músico, para cantar cuando hay silencio. Se
necesitan músicos sí no ha llegado el predicador. canten. Si no hay más que hacer. si
hay que rellenar un espacio. canten. Hay que hacer una aclaración importante: Si hay
una persona que es difícil de discipular ése es el músico. Es como un caballo brioso que
no se puede parar, ¿Porqué? Porque es artista (en español le decimos bohemio)es el que
se queda todas las noches cantando, llamando la atención de todo el mundo, y no le
gusta que le den órdenes, porque él sabe lo que tiene que hacer (bueno, al menos eso él
cree),
Pero en este caso Dios nos presenta uno de los mejores ejemplos para los músicos.
Primero, hay una gran razón por la que están al frente: ¡Hay guerra!.Tu no puedes
pretender estar al frente si no hay una poderosa razón. Aquí hay una poderosísima
razón. Aquí hay una guerra, una guerra que parece perdida. Son 3 ejércitos contra uno.
Los músicos iban a ser lo que llamamos en español "carne de cañón", los primeros; o
era un privilegio o era una locura. ¿Pueden imaginarse al enemigo en ese momento?
¡Ahí vienen ya! ¿Qué tipo de armas traen? Parecen nuevas guitarras, tamboriles, parece
una granada, no, no, es un micrófono. Suena a chiste, pero póngase a pensar en esta
situación que fue real. Quizá les dé risa, pero piensen en aquella gente. Era una batalla
perdida a menos que el Señor estuviera con ellos.
Usted y yo conocemos una gran cantidad de músicos que están muertos por ponerse al
frente del ejército sin ninguna razón. Sólo por llamar la atención. Esto es un suicidio.
Ayuden a ponerle a los músicos mantos sagrados, a seleccionarlos, a entrenarlos, a
amarlos. Cualquier persona necesita amor, pero sobre todo un músico un artista. Los
artistas tienen una enfermedad; yo le llamo la enfermedad de Rambo. Él agarra su arma
y se va él solo al frente, a destruir a todo el mundo. Lo quieren matar como 100 veces y
no lo logran. Hasta su propia gente se vuelve contra él, pero al final él ganó. La Iglesia
no tiene Rambos. En ninguna rama tiene Rambos. Hay un ejército, pero no hay
Rambos. Tal es así que en la Biblia dice que Jesús siempre nos mandó de dos en dos.
Ayúdenlos, entiéndalos, pero no les permitan ser Rambos.El músico tiene que tener
disciplina para levantar su arma; pero le es muy difícil recibir órdenes Para levantar su
espíritu. Mas no es una enfermedad que permanezca mucho. Si lo tratas como músico
sí; pero si lo tratas coma persona no."
La música y el canto son también dones que el Señor concede para reconstruir la unidad
de su iglesia. Música ungida por el Espíritu no es sinónimo de música católica, es decir,
compuesta e interpretada por católicos. En el terreno del ecumenismo. La música va por
delante. ¡Con cuántos cantos compuestos por hermanos evangélicos adoramos el
Cuerpo y la Sangre de Jesús real y verdaderamente presente sobre el altar, en nuestras
Eucaristías!. ¿Por qué más dé 15.000 hermanos evangélicos, de doce Iglesias distintas,
comienzan su acto de oración común cantando el "Gloria" de un músico católico?.
Quien decía esto, ¿era católico, evangélico o anglicano?. Era cristiano, y desde el
Espíritu de Jesús estaba anunciando caminos de unidad "para que el Mundo crea" (Jn
17, 23). Como dice una de nuestras canciones: "¡Ay, unidad, pese a todo, eres la única
salida que podemos ofrecer al mundo harto y sin vida!".
En este camino hacia "un Cielo nuevo y una Tierra nueva", en este camino hacia
una nueva era para la Iglesia, encontraremos a gente que se agarra a la razón al
pasado, a la ciencia, a las cosas de este mundo... Pero la razón -decía el abuelo de
Wiesel, el que le enseñó a cantar desde la Fe- "camina a tientas, y cuando
encuentra un muro, se detiene y se empeña en deshacerlo ladrillo a ladrillo, sin
llegar nunca a deshacerlo del todo, porque una mano invisible lo reconstruye y lo
hace cada vez más alto y espeso".
¡ JERICÓ CAERÁ !