Subjetividad y Sujetos Sociales en La Obra de Zemelman

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ALFONSO TORRES CARRILLO JUAN CARLOS TORRES AZOCAR 3

SUBJETIVIDAD Y SUJETOS SOCIALES EN LA OBRA DE HUGO ZEMELMAN

El momento actual de Amrica Latina pasa por nuestra voluntad para reivindicarnos en la condicin de actores de su historia. La pregunta acerca de si hay opciones al curso actual de su desarrollo no tiene respuesta si no se basa en la capacidad para ahondar en sus realidades ocultas, de manera que hay que volcar la fuerza que de all resulta en nuevas voluntades sociales para acechar su futuro por rumbos desconocidos; por sobre el orden y la conformidad, la ruptura y la conciencia de lo nuevo. He ah el desafo. Hugo Zemelman

El problema. Una de las preocupaciones centrales de las ciencias sociales ha sido la referida a la relacin entre estructuras sociales y accin colectiva, entre condiciones objetivas de existencia y procesos subjetivos, entre circunstancias y actores sociales. Hasta hace unas dos dcadas esta tensin se resolvi de manera casi exclusiva en el polo de la objetividad, de la racionalidad explicativa que orient los grandes relatos producidos por enfoques y teoras sociales como las distintas versiones del estructuralismo, el funcionalismo y los marxismos de corte determinista que dieron prioridad a los factores objetivos de los procesos sociales, en detrimento de la dimensin subjetiva y de los actores sociales. Este eclipsamiento del sujeto en el anlisis histrico y social clsico, ha venido siendo cuestionado recientemente por nuevos discursos y teoras sociales, generadores de perspectivas epistemolgicas y propuestas metodolgicas que reivindican el polo subjetivo de los procesos sociales y de la accin colectiva. Frente a las tendencias objetivistas y deterministas, las nuevas perspectivas destacan el papel activo de la subjetividad y de los sujetos tanto en los procesos de construccin de conocimiento, como en la dinmica histrica y

Profesores Departamento de Ciencias Sociales. Universidad Pedaggica Nacional.

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en la misma construccin de la realidad social4. Autores como el historiador E. P. Thompson, los socilogos Alain Touraine y Pierre Bourdieu y los investigadores sociales Jess Ibez y Hugo Zemelman, entre otros, han hecho importantes aportes acerca de esta tensin entre procesos objetivos y subjetivos constituyentes de lo social, cuyo desarrollo desborda el cometido de este artculo 5. Con ocasin de la reciente visita del profesor Zemelman a la Universidad Pedaggica Nacional y dado el escaso conocimiento de su obra en el medio acadmico colombiano, hemos considerado pertinente poner en discusin sus novedosos planteamientos con respecto a la temtica sealada, los cuales slo pueden comprenderse en el contexto de su vasta obra epistemolgica y metodolgica6. Y es que para este investigador chileno, subjetividad y sujetos sociales son mucho ms que un nuevo contenido o una cuestin terica o metodolgica de las ciencias sociales; a su juicio, es una problemtica que est en el centro mismo de la historicidad de lo social y en todo esfuerzo de conocimiento crtico de ello. Al concebir la sociedad como una construccin abierta, compleja, cambiante e indeterminada, en la que coexisten diversos planos espaciales y temporales, para Zemelman, la articulacin entre lo dado y lo posible, entre memoria y futuro, entre historia y poltica slo es comprensible desde la perspectiva de la subjetividad y los sujetos sociales, en cuanto conforman un horizonte en el que confluyen los diferentes planos de la realidad social. La perspectiva epistemolgica La obra de Zemelman se ubica en lo que algunos autores han llamado perspectivas de borde y otros razonamientos de umbral para referirse a formas de conocimiento social que resultan de bsquedas en espacios diferentes y con modalidades distintas, posibilitando el ascenso a otras racionalidades culturales y con ello, a otras formas de insertar la creatividad del hombre en la infratextura de su contexto. Se trata de perspectivas que, adems de dar cuenta de la interrelacin de diferentes campos de conocimiento, constituyen en s mismas nuevas lecturas sobre la realidad. Para Emma Len (1995: 56) estas formas de razonamiento conducen a dos aspectos considerados cruciales: Por un lado, encontrar nuevas facetas a los contenidos producidos y acumulados en esferas particulares del conocimiento, lo que implica ubicar tales contenidos ms all de los mrgenes decantados por las teoras establecidas; por otro lado, y en relacin estrecha con lo anterior, el operar fuera de estos mrgenes les permite enfrentarse
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En 1994 se dieron cita en Buenos Aires, algunos de los cientficos y filsofos que reivindican esta perspectiva en el Seminario Nuevos paradigmas: cultura y subjetividad cuyas memorias fueron publicadas por Paidos en un libro del mismo nombre.
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THOMPSON E P. Tradicin, revuelta popular y conciencia de clase (Critica, Barcelona, 1984) y La miseria de la teora (Critica, Barcelona, 1985); TOURAINE Alain. El retorno del actor (Eudeba, Buenos Aires, 1986), Crtica de la Modernidad (Ediciones Temas de Hoy, Madrid, 1993), Podremos vivir juntos (FCE, Mxico, 1997); BOURDIEU Pierre, El oficio del socilogo (Siglo XXI, Mxico, 1975), Sociologa y cultura (Grijalbo, Mxico, 1990); IBEZ Jess. Del algoritmo al sujeto (Siglo XXI, Madrid, 1985), El regreso del sujeto (Siglo XXI, Madrid, 1996); ZEMELMAN Hugo. Conocimiento y sujetos sociales (El Colegio de Mxico, Mxico, 1987), Los umbrales de la subjetividad (Anthropos, Barcelona, 1997), Sujeto: existencia y potencia (Anthropos, Barcelona, 1998)
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Ver bibliografa al final del artculo.

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con la necesidad de abordar nuevas realidades, y por tanto, con el imperativo de construir conocimientos que respondan a mbitos de sentido diferentes a los ya definidos. El desafo para Zemelman, es poder aproximarse a la construccin de una estrategia que articule la acumulacin cientfica con su misma problematizacin rigurosa, que salga siempre de la premisa de que lo dado conceptualmente es solamente un punto de partida; en consecuencia, tenemos que saber situarnos en el umbral que deslinde aquello que est acabado, de lo desconocido como esperanza para el devenir (1995: 8). En este sentido se trata de una aventura por recuperar esta exigencia de horizonte perdida bajo las sombras de las grandes teorizaciones con las que el hombre busca apropiarse el mundo, que en la medida que no se agota en una experiencia estrictamente cognitiva, obliga a ubicarnos en los contornos de manera que podamos reconocer lo necesario de las rupturas por las que ha atravesado el hombre a lo largo de su historia. Lo anterior obliga abordar la historia del hombre como la historia de su razn: su empeo por construirse como sujeto buscador de contornos, transgresor de lmites para alcanzar espacios de conciencia y de experiencia ms vastos para apropiarse de horizontes nuevos. Y en esta direccin constatar cmo ha tropezado con muros y abierto puertas para reconocer, desde esos umbrales descubiertos, el espacio de lo establecido y aquello que pemanece a su espera. Porque siempre el hombre ha sabido estar en el lmite que desafa cualquier orden de lo real. (1992: 8) Este plano epistemolgico se puede sintetizar en la tensin entre cierre y apertura, entre conformidad con lo dado y necesidad de realidad; entre predominio de una modalidad particular de racionalidad y pluralidad de racionalidades; entre conocimiento codificado y la transformacin del conocimiento en conciencia y voluntad histrica; entre ocultamiento del movimiento de la realidad y procesos constituyentes. Todo lo cual plantea la cuestin del lmite entre formas de pensar y mecanismos de apropiacin de la realidad, en cuanto stos pueden asumir modalidades estrictamente cognitivas, o bien ser de un carcter gnoseolgico ms amplio (1992: 8) Susana Luminato (1995: 30-31) plantea esta perspectiva como un traslado de ptica: del plano ontolgico-histrico al plano epistemolgico; entendido este ltimo como una lgica de razonamiento debidamente afinada que permita sustituir a la normatividad formal de las reglas metodolgicas que comunmente son empleadas para abordar el conocimiento sociohistrico. El uso de esta lgica pretende llegar al conocimiento a travs de una relacin que el investigador construye con la realidad que aborda, con miras a descubrir nuevos mbitos de realidad. As, lo epistemolgico no es ms que una exigencia fundamental para establecer una relacin de conocimiento con la realidad desde lo desconocido, es decir, desde lo gnoseolgico; o sea, desde lo por-construir, desde lo desconocido-de-lo-conocido. Ambitos stos apropiables por el investigador en funcin de una ruptura-apertura de lo conocido con el fin de potenciar lo no-conocido y reactivar la transformacin de la realidad abordada. Y agrega a continuacin: Si vamos a entender por racionalidad sociohistrica el cmulo de supuestos, teoras, formas de entendimiento (creencias, pensamientos, estrategias de accin) que caracteriza y da fundamento a la vida social, por racionalidad epistmica entenderemos el potente esfuerzo crtico del razonamiento capaz de lograr los siguientes productos: en primer lugar, reconocer los determinismos histricos y valricos en los que est inmerso el mismo investigador as como su objeto de estudio y, en segundo lugar, proponer un rebasamiento de los lmites de la racionalidad existente. Este rebasamiento
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crtico condicionar un crecimiento tanto del pensar como del contexto cultural problematizado, lo cual obligar a la transformacin de la realidad establecida. En lo que hemos expuesto hasta aqu se puede apreciar el talante crtico de la propuesta epistemolgica de Zemelman. Por un lado, porque toma distancia frente a otras formas de abordar la realidad, formas tradicionales cristalizadas que han ejercido un amplio predominio en el mundo acadmico durante gran parte del siglo XX, las cuales sin embargo, han venido demostrando un agotamiento terico no slo por centrarse en un cuerpo de conceptos con contenidos y relaciones especficos y definidos de una vez; si no tambin porque derivan de un pensamiento cerrado, en tanto no se abren a lo posible, a lo incierto, cerrando con ello, la posibilidad de articular conocimiento y futuro. Por otro lado, y como consecuencia de la posicin anterior, porque busca propiciar la formacin de un pensamiento abierto y problematizador - antes que terico - con el objeto de descubrir el futuro en lo real de hoy; para ello, asume como criterio fundamental que la funcin del conocimiento debe consistir en ensear cmo construir la historia. As, el vnculo que se establece entre conocimiento y poltica permite explicar la unidad de conocimiento e historia. Estos planteamientos, que evocan conocidos postulados marxistas, han significado un esfuerzo intelectual serio en el propsito de redimensionar los dilemas y las relaciones que tal paradigma haba marcado, radicalizando precisamente la posicin epistemolgica. En este sentido, la conciencia histrica no es entendida como predeterminacin de fines, del desarrollo o del progreso, sino como una forma de razonamiento inmersa en la historia, dialogando, con su propia dinmica. Porque para Zemelman la historia no tiene una nica direccin sino que sta es asumida como una realidad compleja, indeterminada y abierta en multiples direcciones. La realidad, entonces, es histrica porque ella es un campo de acciones alternativas capaces de crear realidades. De esta manera, la forma de razonamiento, la cuestin desde dnde leer (razonar) puede ser abordada desde la perspectiva de los sujetos sociales que tienen posibilidad de crear historia. Por tratarse de fuerzas sociales que tienen vocacin de poder, tienen tambin visin de futuro; es decir, son sujetos sociales que construyen historia, no sujetos histricos que encarnan socialmente, en una clase o en otra relacin predeterminada poltica o ideolgicamente. Segn Zemelman, para avanzar en la direccin de una formacin ms amplia del sujeto, que permita el distanciamiento de su contexto, se requiere colocar en la base del proceso de construccin del conocimiento (y de la formacin del sujeto) una subjetividad que se considere en su naturaleza constituyente. Ella es la que permitira, en ltima instancia, cuestionar los lmites de lo cognitivo desde una pluralidad de lenguajes que son los exigidos para distanciarse de los constructos. En este sentido, el rescate de un juego de lenguajes para dar cuenta de una necesidad gnoseolgica ms amplia, exigida por lo indeterminado, se corresponde con la exigencia de un protagonismo del sujeto que no es sino el reflejo de que la realidad socio-histrica se construye. De manera que a las exigencias epistemolgicas se conjugan otras de carcter tico (1992: 48). Este sujeto fundador y activo que se busca puede romper con lo evidente porque anima las formas del lenguaje. Es el que resiste la inercia y el que atraviesa hacia lo indito en la bsqueda de nuevas significaciones, y que, por lo mismo, necesita de un lenguaje abierto a lo nuevo. Es el lenguaje de la mente utpica cuyo contenido es la incorporacin de lo constituyente, en vez de quedarse atrapado en lo ya producido. El sujeto cuyo movimiento interno est inspirado por la conciencia del darse incesante del mundo (1992: 49). En este proceso de construccin de subjetividad, se plantea que el desafo consiste en recuperar la historia a travs de una objetivacin del sujeto con base en la ampliacin de la conciencia de
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su historicidad y de su colocacin desde lo utpico, para escapar de los bloqueos que siempre impone el poder. Esto es, procurar transformar la historia en conciencia trascendental, y a la conciencia en necesidad de prcticas (1992: 52-53). Para Zemelman, se pretende recuperar el pensamiento del hombre desde su misma aventura, rompiendo con todo lo slido que nos proporciona la memoria sobre lo que se ha acumulado para volver ms atrs, hasta sus races. Y as descubrir cmo la historia oculta los desafos bloqueando nuestra mirada y mutilando nuestra imaginacin, arropndonos con el manto de la inercia. Recuperacin de esta aventura que obliga a trascender la realidad objetual-dada en una exigencia de horizonte que encarna el desafo de asumir la voluntad de construir y a la vez de estar en la historia para forjar los mbitos de sentido en cuyos cauces hay que ver las conductas y las experiencias, en forma de responder al desafo de cmo el hombre transforma su poca en experiencia. (1998: 7) Lo anterior exige elaborar formas de razonamiento que nos ayuden a colocarnos ante la historia para poder responder ante la exigencia de construir el futuro. Por ello, la construccin del conocimiento tiene que considerar las particularidades de la realidad que son susceptibles de activarse, pero tambin aquellas dimensiones del sujeto que responden a la necesidad de actuar sobre el contexto. De ah que haya que recuperar la idea del pensar histrico como algo ms que un esfuerzo de explicacin (1995: 13) La lgica que subyace a esta posicin es la consideracin de que los desafos de la realidad traspasan los lmites de la pura comprensin para ubicarse en el marco de las transformaciones necesarias, pero que son a la vez posibles de impulsarse. Es por esto que el conocimiento social tiene que reconocer forzosamente dos pilares: el de los sujetos sociales y el del campo de la realidad en el que pueden desplazar sus capacidades de accin y re-actuacin. Ambos planos plantean que el conocimiento acabado es aquel que puede dar cuenta de la misma potencialidad de transformacin de los sujetos, o bien el que es capaz de leer la historia, no solamente como un proceso sometido a regularidades, sino adems, como un campo de emergencia de objetos que sirvan de apoyo a la capacidad de accin del hombre: esto es, la posibilidad de transformar la historia en poltica (1995: 13) El desarrollo de esta argumentacin lleva a rescatar al sujeto en toda su complejidad de experiencias y de mundos que convergen en su subjetividad, su mundo de vida; as como tambin salva el sentido que toma la historia como experiencia. Los desafos que implica relevar la multidimensionalidad que reviste el esfuerzo del hombre por construir su realidad suponen la coexistencia de discursos que conforman la capacidad del hombre para ser hombre de historia. Por eso mismo, el conocimiento social tiene que incorporarse bsicamente ms all de sus especializaciones en dos mbitos fundantes: la constitucin de la subjetividad social y la articulacin de formas discursivas constructoras de relaciones de conocimientos diferentes aunque complementarias- que busquen una apropiacin ms inclusiva de la realidad, en cuanto sta implique la construccin de sentidos (1995: 13-14) De lo que se trata es de recuperar la idea de que la visin integrada de la realidad se manifiesta en una visin trascendente de la vida diaria que orienta a los hombres para poder moverse de acuerdo con proyectos de vida, individuales o compartidos, segn los cuales se impulsan las prcticas sociales que construyen la realidad histrica. Es lo que Zemelman entiende por conciencia histrica de lo cotidiano. (1996:80-81)

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La subjetividad social como problema de conocimiento. Si consideramos que la realidad social es una articulacin entre lo determinado y lo indeterminado, entre lo producido y lo producente, podremos comprender la importancia que tiene la subjetividad para las ciencias sociales. Pues es precisamente en la subjetividad y en los sujetos donde confluyen y se reelaboran tanto los factores estructurantes de la vida social sean estos econmicos, polticos, sociales o culturales -, como los procesos constructivos de la vida social; es a travs de ellos que se articulan y que podemos comprender las dinmicas reproductivas y producentes de la sociedad, ya que ellos son el espacio donde se desenvuelve la dialctica de lo dado y lo dndose, del pasado/presente, del presente/futuro y de lo micro y lo macro social, lo cual intentaremos desarrollar a continuacin. En primer lugar, es necesario explicitar que para Zemelman la subjetividad social (individual y colectiva) es el plano de la realidad social donde se articulan dimensiones como la memoria, la cultura, la conciencia, la voluntad y la utopa, las cuales expresan la apropiacin de la historicidad social a la vez que le confieren sentido y animan su potencialidad. Toda prctica social conecta pasado y futuro en su concrecin presente, ya que siempre se mostrar una doble subjetividad: como reconstruccin del pasado (memoria) y como apropiacin del futuro, dependiendo la constitucin del sujeto de la articulacin de ambas (1996: 116). No hay plano ni momento de la realidad social que pueda pensarse sin subjetividad. Est presente en todas las dinmicas sociales y en todos sus mbitos: tanto en la vida cotidiana y los espacios microsociales como en las realidades macrosociales. Dado su carcter estructurado y estructurante, la subjetividad no puede entenderse como un campo definido en trminos de sus manifestaciones, ya sean conductuales, de expectativas o perceptivas, sino de modo ms profundo, desde su misma dinmica constitutiva y constituyente: ello nos remite a campos de realidad ms amplios (1996: 104). Dicha manera de entender la subjetividad es coincidente con reflexiones contemporneas como la de Felix Guattari, quien la define como "el conjunto de condiciones por las que instancias individuales y/o colectivas son capaces de emerger como territorio existencial sui referencial, en adyacencia o en relacin de delimitacin con una alteridad a su vez, subjetiva" (Guattari, 1996: 20). El concepto de subjetividad involucra "al conjunto de normas, valores, creencias, lenguajes y formas de aprehender el mundo consciente e inconscientemente, materiales, intelectuales, afectivos o erticos" en torno a los cuales se configuran las identidades, modos de ser y cambios colectivos (Calvillo y Favela, 1995: 270). Desde estas perspectivas, la subjetividad va ms all de los condicionantes de la produccin econmica y de los sistemas polticos y toca lo personal, lo social y lo cultural. La subjetividad por lo tanto no se agota en lo racional ni en lo ideolgico como enfatizaron las teoras clsicas; si no que se despliega en el amplio universo de la cultura, entendida como un conjunto de representaciones simblicas, de valores, opiniones y actitudes, generalmente fragmentarias y heterogneas.

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La relacin de la subjetividad colectiva con las dimensiones profundas de la vida social y con las temporalidades de larga duracin, no significa que sea una entidad esttica, pues mediante la interaccin y los conflictos sociales, se construye en el tiempo y en el espacio, condicionando las prcticas sociales a la vez que es condicionada por ellas. Como fenmeno sociocultural complejo y dinmico, la subjetividad es singular e histrica; se hace y se deshace; puede ser transitoria o permanecer a lo largo del tiempo; por ello no est sometida a una evolucin progresiva o a una direccin nica. Tal carcter relacional y dinmico de la subjetividad social, exige para su reconocimiento ir ms all de la descripcin minuciosa de los rasgos externos en que se manifiesta. As, la subjetividad es simultneamente constituyente del proceso social y constituida por l; es producto y a su vez produce y refuerza discursos y acciones; se teje en la historia, dentro del marco de las estructuras (espaciales, econmicas, sociales), pero es en el caldero de las experiencias y las luchas de los grupos sociales, vividas desde su cotidianeidad, donde es realmente asumida. Para Zemelman, la subjetividad, siempre que no se aborde con criterios reduccionistas, representa una situacin de confluencia de planos de realidad en que se puede rastrear cmo desembocan los microprocesos (por ejemplo de ndole psicolgica) as como la apertura hacia mbitos sociohistricos que se caracterizan por ser inclusivos de otros planos que pueden constituir el contexto particular del sujeto concreto que interese estudiar. (1996: 99) Al respecto, vale la pena destacar la distincin hecha por Chanqua (1994: 42), a partir de su lectura de Zemelman, entre subjetividad estructurada y subjetividad emergente o constituyente; mientras la primera involucra los procesos subjetivos de apropiacin de la realidad dada, la segunda abarca las representaciones y otras elaboraciones cognoscitivas portadoras de lo nuevo, de lo indito; sta debe definirse contra aquella subjetividad estructural y, en algunas ocasiones, fuera: pues mbitos de la realidad silenciados con anterioridad, adquieren significacin - es decir existencia para el sujeto - en el proceso de su constitucin. Precisamente, es rechazando y/o resignificando representaciones de esa subjetividad estructural dada como se constituyen los sujetos; esto es, reformulando sus relaciones significativas con lo real. Y es que Zemelman nos aporta una serie de claves interpretativas para comprender como los individuos y los grupos sociales por medio de prcticas materiales y simblicas adquieren una subjetividad colectiva desde la cual realizan su propia construccin de la realidad (Chanqua, 1994: 42) a la vez que se constituyen como sujetos sociales. La construccin de sujetos sociales. Para Zemelman, la problemtica de los sujetos sociales ha sido uno de los agujeros negros de las ciencias sociales, pues no han sido suficientemente abordados, o cuando lo han intentado, stas se han quedado cortas en reconocer su complejidad y profundidad. En este asunto subyacen cuestiones de fondo que aluden a lo que se oculta a veces en los
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grandes debates; uno de estos es el referido al rescate del sujeto en oposicin a las posturas que lo eliminan del debate en las ciencias sociales y tambin del devenir actual. Desde su perspectiva, la reivindicacin del sujeto en el debate contemporneo tiene connotaciones epistemolgicas y polticas; en cuanto a lo primero, la importancia del tema de los sujetos estriba en que constituyen un esfuerzo significativo para alcanzar una mejor captacin de la realidad histrica, en tanto conforma un horizonte que articula diferentes planos de lo social (1996: 97). En cuanto a las exigencias polticas, el rescate del sujeto resulta an ms necesario, dado que los poderes que regulan el orden mundial actual hacen todo lo posible por minimizarlo o anularlo, por quitar a los individuos y colectivos la posibilidad de pensar por s mismos sus posibilidades de desenvolvimiento, condenndolos a un eterno presente, a un discurso nico y a un conformismo que elimina todo horizonte utpico alternativo al orden imperante. Zemelman advierte sobre estas lgicas que pretenden homogeneizar la vida social negando o anulando al sujeto cuando plantea que ... el blanco real de esta arremetida es el individuo como sujeto; lograr su desarme, anular su capacidad protagnica, someterlo mediante la persuasin de que cualquier actitud crtica, desde que rompe con los cnones aceptables de lo que se entiende por cientificidad, no puede sostenerse porque escapa a lo real y al sentido mismo de la historia. La forma de pensar tiene que responder al desafo social tal como ha sido definido, pues difcilmente tienen credibilidad las formas de pensar que contribuyan a reconocer desafos que sean otros que los impuestos por el discurso del poder. La recuperacin del sujeto, por consiguiente, significa recuperar el sentido de que la historia contina siendo el gran e inevitable designio del hombre, lo que le confiere su identidad como actor concreto, porque constituye el contenido de su propia vida. La historia en el sujeto es el momento como parte de la necesidad de futuro, necesidad que no es sino el momento vivido conforme a la apetencia de valores que trascienden el momento. (1995:12) Desde otra perspectiva, aunque coincidente en los propsitos de resignificar la subjetividad en la reflexin social contempornea, Alain Touraine en su Crtica de la Modernidad plantea la emergencia del sujeto humano como libertad y como creacin y reivindica la subjetivacin como un movimiento cultural con los mismos derechos que la racionalizacin. Para l la modernidad se constituye del dilogo entre dos caras vueltas la una hacia la otra: la racionalizacin y la subjetivacin. Los que quieren identificar la modernidad con la sola racionalizacin slo hablan del sujeto para reducirlo a la razn misma y para imponer la despersonalizacin, el sacrificio de s y la identificacin con el orden impersonal de la naturaleza o la historia. El mundo moderno, por el contrario, est cada ve z ms lleno de la referencia a un Sujeto que es libertad, es decir, que plantea como principio del bien el control que el individuo ejerce sobre sus acciones y su situacin, y que le permite concebir y sentir sus comportamientos como componentes de su historia personal de vida, concebirse a s mismo como actor. El Sujeto es la voluntad de un individuo de actuar y ser reconocido como actor. (1993: 267). El sujeto, por tanto, es a la vez histrico y personal. Hechas estas precisiones, detengmonos en algunas consideraciones acerca de la categora de Sujeto Social. En primer lugar, su diferencia con la categora de sujeto histrico propia de los metarelatos teleolgicos del cambio social, concebido en trminos de un actor genrico homogneo determinado objetivamente, llamado a construir una nica realidad y desde una nica subjetividad (Chanqua, 1994: 42). El concepto de sujeto social, por el contrario, involucra diferentes instancias constitutivas y supone diversidad de universos simblicos y, con ello, mltiples construcciones posibles de realidad.
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Como lo hemos sealado antes, la conformacin de subjetividad social no slo se ha dado en los trminos de clase social; pues en diversas pocas y especialmente en la actual - como lo han puesto en evidencia los llamados nuevos movimientos sociales - se han conformado actores sociales en torno a otras dimensiones como lo local, lo tnico, el gnero o la cuestin generacional. As mismo, los procesos de reconocimiento y representacin intersubjetiva no se ha n dado slo por la va de la conciencia y la razn ilustrada, sino a travs de las ms diversas mediaciones y expresiones culturales simblicas no discursivas como los imaginarios colectivos, las representaciones sociales, las creencias, los mitos y las fantasas; aclarando que estas dinmicas no son slo resultado del proceso de conformacin de los sujetos sino componentes permanentes del mismo. Es en este cruce, siempre conflictivo, entre condiciones fcticas y expresiones simblicas, entre prcticas sociales y formas de conciencia, donde se constituyen los sujetos. Estos se forman tanto en el plano de las situaciones materiales como en el de la cultura, porque ambas son dimensiones de una misma realidad (Romero, 1990: 272). Reconocida la unicidad de la vida social, su dialctica entre objetivacin y subjetivacin, se infiere que ninguna de estas dos dimensiones es totalmente autnoma, pero tampoco est determinada "a priori" por la otra. En cada circunstancia histrica, ser necesario indagar cul es el factor o factores constituyentes y determinantes de la conformacin de una subjetividad colectiva. En palabras de Chanqua (1994: 42), la determinacin recproca y dinmica entre una objetividad social que produce un grupo humano (a travs de la imposicin de determinadas relaciones y representaciones de los mismos) y la praxis material y simblica de ste en su reactuacin sobre el objeto. Aunque en un sujeto social se condensan las prcticas y relaciones sociales del entorno en que emerge, ste, desde su praxis, no solo reproduce lo dado si no que es capaz de producir nuevas prcticas y nuevas relaciones; es decir, puede construir realidad conforme sus intereses e intencionalidades. La comprensin del hombre no se puede reducir al plano de sus determinaciones estructurales (por ejemplo, al campo de las relaciones de produccin) pues el hombre es tambin conciencia, lo cual nos enfrenta al problema de los diferentes planos en que acta el hombre como sujeto. Por ello nos dice Zemelman el hombre como conciencia remite a la idea de sujeto actuante en momentos concretos del devenir histrico. La conciencia como visin del propio ser social y de sus horizontes de acciones posibles transforma al hombre histrico en sujeto... La voluntad de accin encarna una subjetividad en proceso de ampliacin conforme se enriquece la capacidad de apropiacin de lo real, y, por lo mismo, se produce una ampliacin de la propia conciencia del sujeto (1996: 62-63) Las coordenadas de la constitucin de identidad colectiva. Zemelman ha construido una sugerente propuesta metodolgica para estudiar la dinmica de la constitucin de la subjetividad y de los sujetos sociales (1990, 1992 y 1995, 1996 y 1997), la cual busca aportar elementos para responder a la pregunta sobre cmo se dan en un mbito especfico esas relaciones entre lo estructural y lo cultural, entre condiciones de vida material y subjetividad. De igual manera, para responder a la pregunta sobre cules mediaciones particulares intervienen en el proceso de formacin de identidades sociales.

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En este modelo analtico el anlisis es ms histrico que estructural, pues su inters es reconocer los factores, prcticas y mediaciones que estructuran los procesos de constitucin de los sujetos sociales y aquellos desde los cuales stos producen la realidad sociohistrica: El esfuerzo por rescatar el papel del hombre-sujeto consciente en el desenvolvimiento de la sociedad no puede desgajarse del esfuerzo por entender a sta en movimiento. Al hombre slo se le rescata como sujeto actuante y protagonista cuando est inmerso en el curso general de los acontecimientos; por lo que es necesario desarrollar una metodologa que destaque los procesos microsociales de constitucin, donde la accin de los hombres es esencial, sobre lo que est cristalizado en la historia (1996: 73) La construccin de sujetos sociales es un proceso que involucra varios niveles de la prctica social, distintos ritmos temporales y varias escales espaciales; en l se dan cita diversas lgicas y tipos diferentes de relaciones sociales, siendo las representaciones que los sujetos tienen de todo el proceso y de s mismos, fundamentales: Cuando hablamos de constitucin de un sujeto, se trata de dar un vasto y complejo proceso de produccin de experiencias que no pueden estar de antemano delimitadas con precisin. Se trata de especificar dinamismos socioculturales que se expresan en coyunturas particulares y en mbitos de relacin determinados y que cubren una variedad de dimensiones tanto del sujeto como de la realidad (1995: 14). Por ello, comprender la constitucin de sujetos sociales desde esta perspectiva implica no privilegiar a priori la interpretacin desde lo subjetivo ni la explicacin desde lo objetivo. Como hemos aclarado anteriormente, se plantea la exigencia de pensar la realidad y los sujetos no slo como producto sociohistrico sino fundamentalmente como procesos de construccin actual, en una dialctica de lo dado y lo dndose, del presente y el futuro. Este proceso histrico "constitutivo de la subjetividad" supone la confluencia de la memoria, la prctica social, el pensamiento utpico y las representaciones sociales que producen los sujetos desde su conciencia y su cultura. Los sujetos son a la vez producto histrico y productores de la historia. De donde se deduce que en los sujetos hay una doble realidad: la que es aprehensible conceptualmente (condiciones estructurales, formas organizativas, patrones de comportamiento, actividades) y otra que no es aprehensible con la misma lgica (experiencia, memoria, conciencia, mitos). El desafo consiste entonces, en encontrar un concepto de subjetividad constituyente que no se reduzca a las variables psicolgicas, como tampoco que se resuelva como simple expresin de lo macrohistrico. La propuesta pretende develar los procesos que subyacen a la conformacin de sujetos sociales, centrando la atencin en los microdinamismos sociales que median entre individuos y estructuras macrosociales; es decir, el "movimiento molecular de la realidad, en el que se entrecruzan muchos tiempos y espacios, donde lo necesario y lo casual coexisten y se articulan" (1992:12). La incorporacin de los tensionamientos dialcticos sealados entre los procesos de objetivacin y subjetivacin, entre lo dado y lo dndose, entre el presente y el futuro, entre lo individual y lo social, entre lo micro y lo macro, lleva a Zemelman a proponer un esquema analtico que involucra varios planos y niveles analticos, los cuales no constituyen unos requisitos o momentos universales, sino unos criterios metodolgicos para el abordaje de dinmicas histricas especficas. Por un lado estn los planos que articulan memoria y utopa en diferentes niveles de construccin subjetiva como son el plano de las necesidades, el de las experiencias y el de los proyectos; se refieren a campos de problemas que suponen diversas formas de relacin de los
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individuos y colectivos con la realidad (1992: 13 y ss). Por el otro, estn los niveles de lo constitutivo de estos nucleamientos como son lo individual, lo grupal, la experiencia grupal, los nucleamientos colectivos, la apropiacin del contexto, los espacios de nuevas experiencias, las utopas y la transformacin de utopas en proyectos (1997: 30 y ss). 1. El plano de la necesidad es el "substrato ms elemental de articulacin entre lo objetivo la carencia, la escasez- y lo subjetivo - la percepcin de las necesidades y las formas de solucin, remite a la substancia y a la reproduccin social" (1992: 14). El mundo de las necesidades est articulado a la vida cotidiana y tiene dos fuentes de generacin: la memoria y la utopa; las necesidades son sentidas cuando corresponden a un hbito cultural, a una costumbre o a una visin de futuro deseado. 2. La utopa o visin de futuro expresa la dimensin de posibilidad, el potencial de la subjetividad social, lo posible en el futuro; transforma el presente en horizonte histrico, pero no garantiza la construccin de nuevas realidades; condensa los imaginarios, los anhelos, los deseos del colectivo, ms no garantiza la construccin de nuevas realidades. En efecto, dotar de sentido a las prcticas sociales no significa que se les confiera capacidad para construir opciones y viabilizarlas. Es slo en el plano de la experiencia donde se puede reconocer la posibilidad de transformar la realidad. 3. La experiencia, entendida como el plano en el que se despliegan las prcticas colectivas, da cuenta de la objetivacin de lo potencial, de la transformacin de lo deseable en posible. Es en el plano de la experiencia donde puede reconocerse la transformacin o construccin de la realidad. La experiencia es la decantacin como vivencia de un derrotero conformado entre determinados parmetros de tiempo y espacio que, desde el presente, puede abrirse hacia otros derroteros, segn diferentes parmetros (1996: 111) 4. Cuando se reconocen las opciones viables para asumir los problemas estamos en el plano de los proyectos. "El proyecto es la conciencia de construccin de historias futuras y el despliegue de prcticas para lograrlas" (1992: 14). Transciende el plano de la necesidad para avanzar hacia la utopa de un modo consciente, pues los proyectos le imprimen direccin al movimiento constitutivo de lo social. Dentro de este esquema encuadra perfectamente el concepto de prcticas propuesto por Palma (1994: 57), quien las concibe como "esas experiencias particulares en que las personas se enfrentan a su realidad provistas de un proyecto y actan consecuentemente para moldear esa realidad de acuerdo con tal intencin". Para ste autor, a travs de la prctica, los sujetos se van construyendo en la historia. En fin, necesidad, utopa y experiencia constituyen para Zemelman tres planos de anlisis en cuya interrelacin puede discutirse el problema de las subjetividades sociales. El sujeto se constituye en la medida en que pueda generar una voluntad colectiva y desplegar un poder que le permita construir realidades con una direccionalidad consciente; en este sentido, el sujeto puede ser entendido como el colectivo que potencia las posibilidades de la historia desde sus prcticas. Al trascender el marco intersubjetivo se entra al escenario poltico donde se definen y se confrontan opciones de futuro viables. Zemelman tambin diferencia tres momentos de anlisis que se refieren a las formas de constitucin del sujeto. Estos son (1992: 17): El momento de lo individual, de lo familiar, de lo cotidiano; El momento de lo colectivo, de la identidad, del horizonte histrico compartido; pero no como agregado de individuos sino como espacio de reconocimiento comn.
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El momento de la fuerza del proyecto con capacidad de dotadas de poder.

desplegar prcticas

Estos momentos no son lineales; la idea de diferenciarlos es para reconocer el carcter de las diversas formas de articulacin colectiva y sus posibilidades de construir poder. As, lo individual, lo comunitario, lo regional son mbitos de cohesin no excluyentes que dan cuenta de la mltiple dimensionalidad del proceso de constitucin de lo posible. En cuanto a los niveles de nucleamiento de lo social (que van desde lo individual hasta las grandes fuerzas sociales), vale la pena destacar que la dimensin colectiva de los individuos no es una realidad dada en trminos de una estructura social sino ms bien una realidad que reconoce sus propias posibilidades de realidad objetiva, posibilidades que dependern de la naturaleza del nucleamiento de lo colectivo (como puede ser la familia, la comunidad, la regin, el tipo de unidad productiva, la estructura de clases) (1996: 117) La naturaleza de estas aperturas de subjetividad individual determina diferentes tipos de experiencias grupales; estas pueden alcanzar una amplia variedad como las relaciones de carcter instrumental, las relaciones de reciprocidad e incluso, de subordinacin a la lgica de lo colectivo. Cuestiones metodolgicas. Como hemos visto, el aporte de Zemelman a la comprensin de la constitucin de la subjetividad y de los sujetos sociales no se queda en el plano epistemolgico y conceptual, ya que en sus diferentes publicaciones, trabajos investigativos y exposiciones pblicas se ha preocupado por sealar criterios y pautas metodolgicas concretas en funcin de estudios especficos. A continuacin trataremos de dar cuenta de algunas de ellas. Como punto de partida establece que los planos y niveles de anlisis no son lineales; la idea de diferenciarlos es para reconocer el carcter de las diversas formas de articulacin colectiva y sus posibilidades de construir sujetos sociales. As, lo individual, lo comunitario, lo regional, son mbitos de cohesin no excluyentes que dan cuenta de la mltiple dimensionalidad del proceso de constitucin de lo posible. En la propuesta metodolgica cada uno de estos planos y niveles est referido a universos de observacin; dichos observables no deben considerarse aisladamente ni de un modo esttico, dado el carcter relacional y cambiante de la realidad social. Como en el proceso constitutivo de sujetos sociales intervienen diferentes temporalidades, no sera suficiente hacer un nico recorte temporal, sino que habra que abordar secuencias de observacin en perodos ms amplios que en algunos casos pueden abarcar la larga duracin, como ocurre en la conformacin de una clase social. Otra dificultad en los estudios sobre sujetos sociales es la tendencia a definirlos slo como productos histricos y no como producentes de historicidad; metodolgicamente esto obliga a volver complejas las coordenadas de observacin, o sea, no quedarse en la manifestacin emprica de sus prcticas, sino involucrar tambin el momento histrico y su capacidad de reconocer opciones de futuro y de darles viabilidad.

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Para Zemelman es necesario distinguir varios planos en el recorte de observacin para estudiar procesos de conformacin de sujetos sociales, entre otros: 1. El nivel morfolgico, que se corresponde con lo que propiamente es el nivel de enunciacin de un tema con sus lmites conceptuales, ya que ste, por definicin, es difuso; 2. El nivel problemtico, que se corresponde con la transformacin del tema del sujeto en un campo problemtico, en consecuencia, puede contener diferentes modalidades de concrecin del sujeto y por lo mismo es ms dinmico que el primer nivel de observacin; 3. El nivel de cierres conceptuales posibles del propio campo problemtico, que se corresponde con la transformacin del problema-sujeto en un objeto que refleje, lo ms articuladamente posible, su naturaleza dinmica y multicausal. En cuanto al uso de los aportes tericos, Zemelman es enftico en sealar que la teora debe subordinarse a los esfuerzos de construccin de los problemas de investigacin. Si la realidad social es histrica, cambiante, compleja e indeterminada, no puede existir una teora de valor universal a la cual deban someterse las singularidades sociales. Ms bien debe darse una adecuacin de las teoras y sus conceptos constitutivos a la historicidad de los procesos concretos; pues para un uso de la teora que sea histricamente adecuado, debemos distinguir entre el pensar terico y el pensar constitutivo del pensamiento terico (1996: 102). Es decir que en lugar de aplicar esquemas tericos a las realidades objeto de estudio, de lo que se trata es de tener la capacidad de construir esquemas analticos y categoras analticas que sean pertinentes a la historicidad del problema. Finalmente, una de las preocupaciones de Zemelman ha sido el incorporar otras formas de razonamiento y otros lenguajes diferentes a los provenientes de las ciencias sociales. Estas no poseen el monopolio de saber sobre lo social, y quizs la lite ratura, el cine o las artes plsticas tengan hoy mayor capacidad para captar las complejidades del mundo actual, y en lo particular, para dar cuenta de los procesos de constitucin de la subjetividad y de los sujetos sociales. Veamos: Esta posibilidad de realidad que es el sujeto obliga a una relacin de conocimiento que no se agote en los lenguajes denotativos en la medida en que entrae contenidos ms vinculados con los lenguajes connotativos, es decir, aquellos menos acotados y definidos, ms abiertos a expresar mltiples significaciones. Lo anterior surge porque en el problema de los sujetos hay una doble realidad: la que es aprehensible conceptualmente (condiciones estructurales, formas organizativas, patrones de comportamiento, actitudes), y otra que no es aprehensible con la misma lgica (experiencias, memoria, conciencia, mitos); esta conjuncin de realidades, que define una ampliacin en los mecanismos de anlisis, desafa a la conciencia cognoscitiva a construir una relacin de conocimiento que sea ms congruente en la representacin de la realidad con esta complejidad (1995: 14) En sntesis, podemos plantear que el gran desafo epistmico y metodolgico, que subyace a lo anteriormente expuesto, consiste en poder subordinar las discusiones con significaciones cerradas (por ejemplo, el discurso ideolgico, incluso el terico) a un discurso de significantes que se oriente a captar la potencialidad de lo constitutivo para recuperar, frente a cualquier problemtica particular (la de los sujetos es una entre otras), el ngulo de lectura del movimiento constitutivo de realidades concretas (1996: 129).

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A manera de eplogo Como podemos ver, la obra de Zemelman ofrece una riqueza an insuficientemente explorada, no slo en el campo epistemolgico donde aporta nuevas formas de razonamiento que representan en s mismas nuevas lecturas de la realidad social, sino tambin en el campo de las prcticas sociales donde ha demostrado potencialidades insospechadas. Nos referimos, por ejemplo, al estudio de una comunidad real (1996: 77-95), trabajo de aplicacin concreta en el que logra reconstruir las relaciones micro-macrosociales partiendo de las prcticas sociales del sujeto. En este caso desarrolla la categora de sujeto comunitario, referida a aquello de conjugar al hombre en su condicin de ser histrico y la de sujeto con conciencia capaz de reactuar sobre la realidad en la que se constituye individual y socialmente. A partir de esto, pensemos en la necesidad de desentraar en nuestro campo de accin especfico, las maneras como se han ido conformando los sujetos de la educacin en Colombia, o como se podra construir la categora de sujeto docente. De igual manera, podemos constatar cmo se ha ampliado la propuesta de Zemelman en la elaboracin de un conjunto de trabajos, coordinados por l y publicados en el libro Determinismos y alternativas en las ciencias sociales de Amrica Latina, los cuales configuran un cuadro de inquietudes que son centrales, en cuanto apuntan a problemas posibles de ubicar en el espacio construido en la tensin resultante de las opciones definidas y de lo que es susceptible de potenciarse; cuyo rasgo comn, como signo que confiere especificidad a este esfuerzo, es que, desde distintas temticas y con argumentaciones que ofrecen muchos matices que los diferencian, se busca destacar los dinamismos constituyentes de las realidades, ms que del producto explicado (1995: 8-10) El tema expuesto en este artculo, nos invita a ubicarnos en lo que el filsofo espaol Manuel Cruz ha llamado Tiempo de Subjetividad para referirse a la emergencia de un campo de conocimiento que exige nuevos abordajes, a una trama de caminos por recorrer que retan permanentemente nuestra creatividad y que constituye para los hombres de hoy un genuino espacio de intensidad terica, donde lo importante no es lo alcanzado hasta ahora sino lo que nos queda por pensar. Cruz nos habla desde ... el convencimiento de que, con independencia de crticas y dificultades, la categora de sujeto y/o la de subjetividad representa una dificultad necesaria, un mbito terico insoslayable a la hora de intentar arrojar algn tipo de luz sobre lo que nos ocurre (Cruz, 1996:16). Y tambin, como nos recuerda Zemelman: Nos ubicamos quermoslo o no en un espacio de experiencia y de conciencia que resulta de la conjugacin de una opcin, producto de la voluntad de construccin inspirada por la presencia de una utopa, y las potencialidades que hay que descubrir para activar el momento de nuestro presente (1995: 8) Esta primera aproximacin al vasto paisaje zemelmaniano nos sita en un campo entrecruzado por muchos senderos si con esta expresin queremos aludir a una categora de anlisis o a un intento por liberarnos de usos y costumbres que por su misma inercia debilitan nuestra fuerza para ver nuevas realidades... En esta perspectiva, cualquiera que sea
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la perdurabilidad de las soluciones alcanzadas a lo largo de la historia, la gran enseanza de sta reside en mostrarnos cmo la duda puede trastocarse en esperanza y que la esperanza se constituya en la fuerza que nos impulsa a ahondar en nosotros como sujetos (1998: 169)

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