Paper Ninos Institucionalizados

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UNIVERSIDAD DE CHILE FACULTAD DE MEDICINA

AO 6, VOLUMEN 6, No 1 MARZO DE 2010

R E v i s tA A u s p i c i A D A p O R S O D E P S I

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DIrEctOr acaDMIcO Dr. Juan pablo Jimnez de la Jara SEcrEtarIa acaDMIca ps. Anneliese Drr EDItOr GEnEral Dr. csar Ojeda SuB-EDItOrES Dra. patricia cordella, Dr. Alberto Botto SuB-EDItOr IntErnacIOnal ps. Andr sassenfeld cuErPO EDItOrIal Dra. Julia Acua, Dra. claudia Almonte, Dr. Flix Bacigalupo, ps. Mara Luz Bascun, Dr. Francisco Bustamante, Dr. Jorge cabrera, Dr. csar carvajal, Dra. susana cubillos, Dr. Guillermo de la parra, Dra. Marta del Ro, Dr. Ramn Florenzano, Dr. claudio Fullerton, soc. Nina Horwitz, Dr. Francisco Huneeus, Dr. Fernando ivanovic-Zuvic, Dr. Enrique Jadresic, Dr. Juan Fco. Jordn, ps. Mariane Krause, Dr. Juan Fco. Labra, Dr. Juan carlos Martnez, Dr. Alberto Minoletti, Dr. Eugenio Olea, Dr. patricio Olivos, Dra. Grisel Orellana, Dr. policarpo Rebolledo, Dr. pedro Retamal, Dr. Arturo Roizblatt, Dra. Graciela Rojas, Dr. pablo salinas, ps. Andr sassenfeld, ps. catalina scott, Dr. Hernn silva, Dr. Luis tapia, Dr. Benjamn vicente, Dr. Mario vidal, Dr. Hernn villarino

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psiquiatra universitaria Facultad de Medicina, universidad de chile Departamento de psiquiatra y salud Mental Oriente Av. salvador 486 santiago de chile Fono: 274 8855 Representante legal: Jorge Las Heras Bonetto Edicin grfica, distribucin y comercializacin: c&c Ediciones Revista de distribucin gratuita a los profesionales psiquiatras toda la correspondencia, as como las colaboraciones, se prefiere sean enviadas electrnicamente al Editor General, Dr. csar Ojeda, Email: [email protected] issN: 0718-4476 (versin impresa) issN: 0718-1981 (versin en lnea)

cuERpO EDitORiAL
JulIa amanda acua roJas Mdica Psiquiatra. Graduada como mdico-cirujana de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile en 1977. Ttulo de Especialidad en Psiquiatra de adultos, de la Universidad de Chile en 1980. Estudios de Posttulo en Psicoterapia sistmica familiar (Instituto Chileno de Terapia Familiar), biotica (Universidad de Chile), administracin en salud (USACH). Miembro de Sociedad de Neurologa, Psiquiatra y Neurociruga, y de Sociedad Chilena de Salud Mental. Ha trabajado como psiquiatra clnica en Servicio de Psiquiatra del Hospital Regional del Maule, Instituto Psiquitrico Dr. Jos Horwitz , Servicio de Psiquiatra Hospital Salvador, Santiago. Se ha desempeado como encargada de Programa de Salud Mental y Psiquiatra del Servicio de Salud Metropolitano Oriente (1991-1995). Actualmente es Profesora Asistente de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, donde realiza docencia de postgrado y pregrado. Directora del Curso oficial de Psiquiatra de Escuela de Postgrado. Directora del Curso de Psiquiatra Comunitaria y Salud Mental, entre otros. Investigacin y publicaciones se han centrado en estudios epidemiolgicos nacionales e internacionales, Discapacidad de causa Psquica, Evaluaciones de impacto de programas nacionales FONADIS y Esquizofrenia MINSAL, Trauma infantil y su impacto en psicopatologa del adulto; Subjetividad de los mdicos en tiempos de cambio. Particip en el Comit Editorial de la Revista de Psiquiatra Clnica, fue Editor Psiquitrico de la Revista Chilena de Neuro-Psiquiatra y Mdico Psiquiatra y Psicoterapeuta de la actualmente participa en el Board de Dialogues in Clinical NeurosUniversidad de Chile. cience (Francia). Ex presidente del Comit Chileno de Psiquiatra Posttulo en Psicoterapia Psicoanaltica Biolgica. Miembro de la Sociedad Chilena de Neurologa, PsiquiaFocal de la Corporacin Psicoteraputica tra y Neurociruga, de la Sociedad Chilena de Psiquiatra Biolgica Salvador/Universidad de Chile. y de la Sociedad Espaola de Psiquiatra. La investigacin clnica Diplomado en Psicopatologa Clnica (mencin adolescencia y vio- y las publicaciones se han orientado al estrs postraumtico, la lencia) del Instituto Psiquitrico Dr. Jos Horwitz Barak. depresin y la psiconeuroendocrinologa. Docente de pre y postgrado del Departamento de Psiquiatra Oriente de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile. Profesor encargado del curso de Psiquiatra y Salud Mental de la mara patrIcIa cordella masInI carrera de Medicina en el Departamento de Psiquiatra Oriente de Mdica psiquiatra. Psicoterapeuta. la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile. Magister en Psicologa mencin psicoanSubeditor Revista Gaceta de Psiquiatra Universitaria. lisis. Psiquiatra Clnico de la Unidad de Salud Mental del Hospital del Formada en psicoterapia grupal gestltica, Trabajador, de Santiago. es adems terapeuta familiar y de pareja Miembro Titular de la Sociedad de Neurologa, Psiquiatra y Neudel ICHTF, donde realiza docencia y supervisin a terapeutas en rociruga (SONEPSYN). Ha realizado investigacin sobre enfermedades del nimo, estrs Santiago y regiones. Se desempea como profesora auxiliar del postraumtico y docencia en consultora psiquitrica en atencin departamento de Psiquiatra de la Pontificia Universidad Catlica de Chile, desarrollando docencia de pre y postgrado en Pediatra, primaria (APS). Autor de la monografa Estabilizadores del nimo editada por Psiquiatra y Medicina familiar. Es directora del diplomado de Gaceta de Psiquiatra Universitaria. Temas y Controversias (2007). trastornos de alimentacin de la Pontificia Universidad Catlica de Temas de inters: Docencia en psiquiatra, enfermedades del ni- Chile y jefa del programa de trastornos de alimentacin de la mismo, psicopatologa del desarrollo, apego, psicoterapia psicoanal- ma universidad. Fundadora y presidenta de la Sociedad para los estudios de los trastornos de alimentacin en Chile. Ha participatica, psicoanlisis y neuropsicoterapia. do en mltiples conferencias nacionales e internacionales acerca del mismo tema, y ha publicado diversos captulos de libros, as FrancIsco JaVIer Bustamante V. como artculos en los temas de familia, desarrollo, psicosomtica y psicopatologa. Mdico Psiquiatra. Acadmico de la Facultad de Medicina y Escuela de Psicologa, Universidad de Los Andes. susana cuBIllos montecIno Psiquiatra-psicoterapeuta, formada en el Departamento de Psiquiatra Oriente, Universidad de Chile, y en la Unidad de PsiJorge caBrera coterapia Psicoanaltica Focal del Hospital Mdico Psiquiatra, psicoanalista, Profesor Salvador. Adjunto de Psiquiatra de la Universidad Posttulo en Terapia Conductual Dialctica. Seminarios en el Instituto de Chile. Su especializacin en psiquiatra Wilhelm Reich de Santiago y en la Academia de Medicina Integrativa la hizo entre los aos 1977 y 1980 en el (Francia). Posttulo y candidata a Magister en Estudios de Gnero y Departamento de Psiquiatra Oriente de la Cultura en Latinoamrica, de la Facultad de Filosofa y Humanidades Universidad de Chile. Realiz estudios de postgrado en Alemania de la Universidad de Chile. en la Universidad Libre de Berln entre los aos 1983 y 1987. De regreso a Chile el ao 1987 cre la Clnica de Trastornos del nimo del Instituto Psiquitrico Dr. Jos Horwitz, de Santiago. Entre los aos 1993 y 1997 complet su formacin en el InstituguIllermo de la parra cIecIwa to de Psicoanlisis de la Asociacin Psicoanaltica Chilena. En el Mdico Cirujano Universidad de Chile. periodo 2002 y 2004 fue editor de la Revista Folia Psiquitrica de Psiquiatra Conacem. la Sociedad de Neurologa, Psiquiatra y Neurociruga de Chile. Ha Psicoterapeuta. publicado ms de 40 trabajos cientficos en revistas nacionales e Psicoanalista Asociacin Psicoanaltica Chileinternacionales y es coautor en 7 libros. na y Asociacin Psicoanaltica Internacional. Doctor en Medicina Universidad de Ulm, Alemania. Profesor auxiliar Departamento de Psiquiatra Facultad de Medicicsar carVaJal lVarez na Pontificia Universidad Catlica de Chile. Mdico Psiquiatra. Es Profesor Adjunto de Jefe de la Unidad de Psicoterapia Adultos Departamento de Psila Facultad de Medicina de la Universidad quiatra Pontificia Universidad Catlica de Chile. de Los Andes y Psiquiatra Clnico del Hos- Organizador, junto a diversos grupos de trabajo, de las unidades pital del Trabajador de Santiago. Se gradu de psicoterapia del Servicio de Psiquiatra del Hospital del Salvaen Medicina en la Pontificia Universidad dor, del Instituto Psiquitrico Dr. Jos Horwitz y del DepartamenCatlica de Chile y obtuvo su especializacin de postgrado en to de Psiquiatra de la Universidad Catlica. psiquiatra en la misma universidad. Posteriormente tuvo entre- Se ha dedicado a la divulgacin y al trabajo en investigacin emnamiento en Psiquiatra Biolgica en la Universidad de Navarra prica en psicoterapia, siendo ex presidente del Captulo Sudame(Espaa) y en Rouffach (Francia) en FORENAP (Foundation for ricano de la Society for Psychotherapy Research y actual coordinaApplied Neuroscience Research in Psychiatry). Ha realizado do- dor del comit local de dicha sociedad. cencia de pre y postgrado en la Pontificia Universidad Catlica de Autor de numerosas publicaciones y presentaciones en los temas Chile, en la Universidad de Chile y en la Universidad de Los Andes. de psicoterapia, investigacin en psicoterapia y psicoanlisis. alBerto Botto Valle

claudIa almonte KoncIlJa Estudi medicina en la Universidad de Chile, Divisin de Ciencias Mdicas Occidente, entre 1984 y 1990. Premio mejor interna Sede Occidente y mejor egresado(a) promocin 1990. Beca Excelencia Acadmica Universidad de Chile en Psiquiatra de la infancia y adolescencia, Sede Norte, Hospital Roberto del Ro, 1991-1994. Cargo Docente Asistencial en Unidad de Psiquiatra Infanto-Juvenil en la Clnica Psiquitrica Universitaria, Universidad de Chile, 1996-1998. Ejercicio privado de la profesin desde 1998 a la fecha.

FlIx BacIgalupo I. Mdico Psiquiatra, Acadmico Universidad de Los Andes.

mara luz Bascun rodrguez Psicloga, Master of Science (MSc) Universidad de Londres, Diplomada en Biotica Clnica, Facultad de Medicina, Universidad de Chile. Se desempea como psicloga clnica de adultos en el Servicio de Salud Mental de la Cmara Chilena de la Construccin y como Profesora Asistente de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, en los Departamentos de Psiquiatra y Salud Mental (campus Oriente) y de Biotica y Humanidades Mdicas. Realiza actividades de investigacin en ambos departamentos y de docencia de pre y post grado en las Escuelas de Medicina, Enfermera, Kinesiologa.

cuERpO EDitORiAL
annelIese drr lamos de Neurologa, Psiquiatra y Neurociruga (SONEPSYN), y representante de SONEPSYN ante la Asociacin Mundial de Psiquiatra Sociloga, Posttulo en Sociologa de la (WPA). En la Clnica Psiquitrica Universitaria fue Jefe de la UniSalud. dad de Hospitalizacin de Mujeres y Subdirector Clnico y, como Postgrados: representante de la psiquiatra y la salud mental, fue miembro Community Studies, Boston College, Bos- de los Grupos de Estudio de Medicina del Fondo Nacional para ton, Massachusetts. 1975. el Desarrollo Cientfico y Tecnolgico (FONDECYT). Autor y/o coSeminario Licenciatura de Formacin en Salud Mental, Escuela de autor de numerosos trabajos cientficos en revistas nacionales e Salud Pblica, Universidad de Chile. 1980. internacionales. Es editor, en conjunto con el Dr. Eduardo Correa, Fellow, International Leadership Program, W.K. Kellogg Foundadel libro Psicopatologa de la Mujer y es, adems, miembro tion. 1990-1994. de los comits editoriales de la Revista Mdica de Chile, World Diploma en Comportamiento Organizacional, Birkbeck College, Psychiatry y Trastornos del nimo. Tambin es miembro de la University of London. 1996. Task Force on Evolutionary Psychiatry de la WFSBP (World FedeDiploma en Biotica, Facultad de Medicina, Universidad de Chile ration of Societies of Biological Psychiatry). 2001. Magister en Biotica, Universidad de Chile (c). Juan paBlo JImnez Mdico Psiquiatra, Universidad de Chile, Doctor en Medicina, Universidad de Ulm (Alemania). Psicoanalista, miembro titular en funcin didctica y ex presidente Asociacin Psicoanaltica Chilena (APCh) perteneciente a la Asociacin Psicoanaltica Internacional (IPA). Primer Presidente (fundador) del captulo sudamericano de la Society for Psychoterapy Research (SPR). Miembro de la Sociedad de Neurologa, Psiquiatra y Neurociruga de Chile (SONEPSYN). Ex becado Fundacin Alexander von Humboldt. Profesor Asociado, Director Departamento de Psiquiatra y Salud Mental Oriente, Facultad de Medicina, Universidad de Chile. nIna HorwItz

Licenciada en Psicologa, 5 de noviembre de 1991. Formacin en Psicodiagnstico Centro de Investigaciones Neuropsiquitricas, Hospital de Rouffach, Alsacia, Francia (1991-1992). Psicloga Clnica acreditada por la Comisin Nacional de Acreditacin de Psiclogos Clnicos, 23 de noviembre de 1998. Especialidad de Terapeuta Familiar. Formacin realizada en el Instituto Chileno de Terapia Familiar, 10 de noviembre de 1998. Especialidad de Terapia de Pareja. Formacin realizada en el Instituto de Santiago en Terapia Familiar, 6 de enero del 2000. Magister en Psicologa Clnica Infanto-Juvenil, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Chile marzo 2002-2004. Diplomada en Biotica. Facultad de Medicina, Universidad de Chile. Cargos y Funciones Acadmicos: Profesora Asistente, Departamento de Salud Mental, Facultad de Profesora Asistente, Facultad de Medicina, Universidad de Chile Medicina Oriente. Coordinadora Unidad de Salud Mental y Estudios Psicosociales, Departamento de Psiquiatra y Salud Mental, Facultad de Mediramn Florenzano urza cina, Campus Oriente, U. de Chile Formado como psiquiatra en la Clnica Psi- Coordinadora Asignaturas de Humanidades Mdicas, Departaquitrica Universitaria y en los University mento de Biotica y Humanidades Mdicas, Facultad de Medicina, Hospitals de la Universidad de Carolina Universidad de Chile del Norte, EE.UU. Especialista en Psiquia- Integrante de la Comisin de tica de la Facultad de Medicina tra Universidad de Chile y Diplomado del Integrante del Comit Acadmico del Magister de Salud Pblica, Board Americano de Psiquiatra y Neurologa. Magister en Salud Escuela de Salud Pblica, Facultad de Medicina Pblica, Universidad de Carolina del Norte. Doctor en Filosofa (c) Universidad de Navarra. Formacin psicoanaltica en la Asociacin Psicoanaltica Chilena y en el UNC/Duke Psychoanalytic Institute. Miembro Titular Asociacin Psicoanaltica Chilena y Asociacin Psicoanaltica Internacional. Profesor Titular de Psiquiatra, Facultad de Medicina de la Universidad de Chile y Jefe de Servicio de Psiquiatra Hospital del Salvador. Profesor Titular de Psiquiatra, Facultad de Medicina Universidad de Los Andes. Decano de la Facultad de Psicologa, Universidad del Desarrollo. Miembro Consejo Editorial Revista de Psiquiatra Clnica, Revista Chilena de Salud Pblica, Revista Chilena de Medicina Familiar. Fellow en Investigacin en Psicoanlisis, University College, Londres. Miembro del Research Advisory Board (RAB), Asociacin Psicoanaltica Internacional. Miembro del Comit de Expertos en Salud Mental, Organizacin Mundial de la Salud, Ginebra. Lneas de Investigacin: Sociologa de la Salud, Familia y Salud Mental Salud Mental y Subjetividad Biotica y Humanidades Mdicas

Juan FrancIsco Jordan moore FrancIsco Huneeus cox Mdico Psiquiatra. Psicoanalista. Se gradu en Medicina en la Universidad Catlica de Chile y realiz su formacin de post grado en la Clnica Psiquitrica de la Universidad de Chile y posteriormente en el Hospital del Salvador e Instituto Nacional Psiquitrico Dr. Jose Horwitz Barak. Ex Presidente de la Asociacin Psicoanaltica Chilena. Miembro de la Sociedad Chilena de Neurologa, Psiquiatra y Neurociruga. Ha realizado docencia de pre y post grado en la Universidad de Chile, en la Pontificia Universidad Catlica de Chile y en la Universidad Andrs Bello. Realiz su formacin psicoanaltica en el Instituto de la Asociacin Psicoanaltica Chilena. Ex Presidente de la Asociacin Psicoanaltica Chilena de la cual es Miembro Titular con funcin didctica. Profesor Titular del Instituto de Psicoanlisis de la Asociacin Psicoanaltica Chilena, Miembro Titular de la Asociacin Psicoanaltica Internacional, en la cual es actualmente Co-Presidente para Amrica Latina del Comit Internacional de Nuevos Grupos. Miembro del Comit Editorial del International Journal of Psycho-Analysis y Editor Delegado para Amrica Latina. Miembro del Consejo Consultivo de la Revista de Psicanalise da Sociedade Psicanaltica de Porto Alegre y del Consejo Editorial de la Revista Brasilera de Psicoterapia del Centro de Estudios Luis Guedes. Numerosas publicaciones en revistas nacionales e internacionales dirigidas a la investigacin de diversos aspectos del proceso analtico, desarrollos del concepto de transferencia, la bilgica de Matte Blanco, la relacin entre realidad externa e interna, entre otros temas. marIane Krause Mariane Krause realiz sus estudios de pregrado en la Escuela de Psicologa de la Pontificia Universidad Catlica de Chile. Se doctor en el Departamento de Psicologa Clnica y Comunitaria del Instituto

Mdico Psiquiatra egresado de la Escuela de Medicina de la Universidad de Chile. Comienza su trabajo dedicndose a la investigacin bsica en el Depto. de Neurobiologa del M.I.T., para luego en Chile abocarse a la psicoterapia individual y grupal en la Clnica Psiquitrica Universitaria, con especial nfasis en la terapia Gestalt. Desde la fundacin de Editorial Cuatro Vientos en 1974, la que considera una especie de Universidad Abierta sin barreras, matrcula, ni fotocopias, como editor y director ha traducido, prologado y claudIo danIel Fullerton ugalde publicado numerosos libros que reflejan sus creencias acerca de Mdico Psiquiatra, recibido de la Univer- lo que es estar-en-el-mundo. Adems, es ciclista, patrn costero, sidad de Chile en 1987. Profesor asistente cornista, trompetista y mecnico de motos pequeas. del Departamento de Psiquiatra y Salud Mental de la Facultad de Medicina de la Fernando IVanoVIc-zuVIc r. Universidad de Chile, en donde desarrolla docencia de pregrado en las carreras de medicina y enfermera Profesor Asociado, Facultad de Medicina, y de postgrado en el programa de formacin de especialistas en Clnica Psiquitrica Universitaria, UniversiPsiquiatra de la Universidad de Chile. Tambin es profesor de Psidad de Chile. quiatra de la carrera de Psicologa de la Universidad del DesarroProfesor Asociado, Escuela de Psicologa, llo. Actualmente integra el equipo de la Unidad de tratamiento de Facultad de Ciencias Sociales, Universidad enfermedades del nimo en el Hospital del Salvador de Santiago de Chile. de Chile. Ha participado en investigaciones sobre la subjetividad Profesor Escuela de Psicologa, Pontificia Universidad Catlica de de los mdicos en tiempos de cambio, la relacin entre trastorno Chile. de somatizacin, personalidad limtrofe y trauma infantil y la in- Profesor Escuela de Psicologa Universidad La Repblica. vestigacin sobre sntomas psicolgicos en la Atencin Primaria, llevada a cabo por la Organizacin Mundial de la Salud. Ha publicado artculos sobre Psicopatologa en pacientes hospitalizados en enrIque JadresIc un hospital general, Comorbilidad de enfermedades mdicas crMdico Psiquiatra, especializado en el nicas y trastornos psiquitricos en una poblacin de consultantes Instituto de Psiquiatra de la Universidad en el nivel primario de atencin, Epidemiologa de los trastornos de Londres. Es Profesor Asociado de la del nimo en Chile y Latinoamrica y Antidepresivos inhibidores Facultad de Medicina de la Universidad selectivos de la recaptacin de serotonina, adems de colaborar de Chile, Past-President de la Sociedad en diversas otras publicaciones de otros autores.

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de Psicologa de la Universidad Libre de Berln. Actualmente es profesora titular de la Escuela de Psicologa de la Pontificia Universidad Catlica de Chile y Directora del Programa de Doctorado en Psicoterapia. Sus estudios han estado dirigidos fundamentalmente a los procesos de cambio psicoteraputico, y han sido publicados en numerosos artculos, captulos de libros y libros. Recientemente (2005) public la obra Psicoterapia y Cambio: una mirada desde la subjetividad, bajo el sello de Ediciones Universidad Catlica de Chile. Juan FrancIsco laBra Jeldres Mdico Cirujano U. de Chile. Mdico Psiquiatra U. de Chile. Profesor Asistente Fac. de Medicina U. de Chile. Formacin en Administracin de RR.HH. en Salud en PIAS. Formacin en Biotica en U. de Chile. Formacin en Terapia Conductual Dialctica con Marsha Linehan en USA. Subdirector Departamento de Psiquiatra Oriente de la Facultad de Medicina U. de Chile. Socio de SONEPSYN. Juan carlos martnez aguayo Mdico Psiquiatra de Nios y Adolescentes. Jefe Unidad Adolescencia Hospital Naval Almirante Nef, Via del Mar. Miembro SOPNIA. Fellow of International Society of Affective Disorders (ISAD). Membership of International Society of Bipolar Disorders (ISBD). Co-coordinador de la Seccin Psiquitrica Infanto-Juvenil de APAL. alBerto mInolettI scaramellI Formado como psiquiatra en el Servicio Nacional de Salud y Universidad de Chile, y en la University of Ottawa, de Canad. Certificado como psiquiatra por el Royal College of Physician and Surgeon of Canada. Participacin en diversos programas de psiquiatra social y comunitaria en Chile, Canad e Italia. Formacin clnica en psicoterapias breves y tratamiento de adicciones. Asesor de Salud Mental y Alcohol y Drogas del Ministerio de Salud desde 1990 y actualmente Jefe del Departamento de Salud Mental. Consultor en Polticas, Planes y Programas de Salud Mental de la Organizacin Mundial de la Salud (OMS) y de la Organizacin Panamericana de la Salud (OPS). Miembro de la Canadian Psychiatric Association, American Psychiatric Association, Sociedad Chilena de Neurologa, Psiquiatra y Neurociruga, Sociedad Chilena de Salud Mental y Society for the Study of Addiction to Alcohol and other Drugs (United Kingdom). Profesor invitado a cursos de diversas universidades chilenas. la Sociedad de Neurologa, Psiquiatra y Neurociruga de Chile. Actualmente es Profesor Agregado de la Facultad de Medicina, Universidad de Chile. Ha publicado numerosos libros de psiquiatra y psicopatologa, como autor y co-autor, as como tambin una gran cantidad de artculos de fenomenologa, epistemologa, filosofa y clnica. Entre los libros de su exclusiva autora destacan La Esquizofrenia Clsica, Ediciones de la Universidad Catlica (1981); Delirio, Realidad e Imaginacin, Ed. Universitaria (1987); La Presencia de lo Ausente: Ensayo sobre el Deseo, Ed. Cuatro Vientos (1998); La tercera etapa: Ensayos crticos sobre la psiquiatra contempornea, Ed. Cuatro Vientos, Santiago (2003). Chile. Contralora psiquitrica COMPIN Sur de la SEREMI de la Regin Metropolitana. Estudios de Postgrado: alumna del Magister en Neurociencias de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, 2000-2001. Alumna del Doctorado en Ciencias Biomdicas de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, 2002-2009. Diversas publicaciones en revistas cientficas nacionales e internacionales y captulos de libros. Diversas ponencias en congresos nacionales e internacionales, sometidas a referato y publicadas in extenso. INVESTIGACIN: En suicidio, en Proyectos Fondecyt N 1113-91 y N 1960726. En esquizofrenia, en el Proyecto de Tesis. SOCIEDADES: Sociedad de Neurologa, Psiquiatra y Neurociruga, miembro titular y experta evaluadora de Trabajos de Ingreso a la Sociedad. Asociacin Gremial de Profesionales y Expertos en Salud Mental (ACTA). Comit de Psiquiatra Biolgica de la Sociedad de Neurologa, Psiquiatra y Neurociruga. Sociedad de Psiquiatra Biolgica, miembro titular. Sociedad Chilena en Neurociencias, miembro titular. Miembro de la Cognitive Neuroscience Society.

eugenIo olea B. Mdico-Cirujano de la Universidad de Chile. Psiquiatra de la Universidad de Chile. Especialista en Psico-Oncologa de la Universidad de Pars V. Coordinador de Postgrado Unidad Docente Facultad de Medicina de la Universidad de Chile-Instituto Psiquitrico. Jefe de Sector 7, Instituto Psiquitrico. Consultor Unidades de Cuidados Paliativos y Psico-Oncologa, Instituto Nacional del Cncer. Secretario de la Sociedad Chilena de Psiquiatra Biolgica. Afiliado a la WFSBP. Miembro fundador del Colegio Chileno de Neuropsicofarmacologa, afiliado al CINP. Miembro de la Sociedad Chilena de Salud Mental. Miembro de la Asociacin Chilena para el Estudio del Dolor (ACHED).

polIcarpo reBolledo marcHesInI Realiz sus estudios de Medicina en la Universidad de Chile y luego su especialidad como Mdico Psiquiatra tambin en la misma universidad. Se desempea como Jefe de Servicio de Salud Mental del Hospital del Trabajador de Santiago, y en la Fundacin San Cristbal. Pertenece a diferentes sociedades nacionales e internacionales: Sociedad Mdica de Santiago Sociedad de Neurologa, Psiquiatra y Neurociruga Sociedad Chilena para el estudio del Dolor Miembro internacional en: IASP: International Association for the Study of Pain APA: American Psychiatric Association McLean Hospital International Psychiatric Society

patrIcIo olIVos aragn Estudios de Medicina en la Pontificia Universidad Catlica de Chile. Formacin en Psiquiatra, y ex Profesor Auxiliar de Psiquiatra en la Universidad de Chile. Ex Director del Instituto Psiquitrico Dr. Jos Horwitz B.. Co-fundador de la Sociedad Chilena de Salud Mental. Coautor del Manual de Psiquiatra de L. Gomberoff y P. Olivos. Editor durante 4 aos de la Revista de Psiquiatra y Salud Mental. Trabajos publicados en esa revista, en la Revista Chilena de Neuro-Psiquiatra y en la Gaceta de Psiquiatra Universitaria. Y en drpolivos.googlepages.com Actualmente mdico psiquiatra en consulta privada y participante en el GDT de Psicoterapia en SONEPSYN (Sociedad Chilena de Neurologa, Psiquiatra y Neurociruga).

pedro retamal c.

Mdico Psiquiatra, Director de la Unidad de Enfermedades del nimo del Servicio de Psiquiatra del Hospital del Salvador, Profesor Asociado de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile y Profesor de Psicopatologa de la Facultad de Psicologa de la Universidad del Desarrollo. Director de la Sociedad de Neurologa, Psiquiatra y Neurociruga de Chile (periodo 2004-2006), Coordinador del Grupo de Trabajo Enfermedades del nimo de la Sociedad de Neurologa, Psiquiatra y Neurociruga de Chile, Director Mdico de la Agrupacin de Pacientes Bipolares y Depresivos del Hospital Salvador, Director Mdico de la pgina www.psiquiatriachile.cl, Miembro del Grupo de Psiquiatra de la Clnica Santa Mara. grIcel paulIna orellana VIdal Es autor y editor de los siguientes libros: Indicaciones PsicofarmaMdica Cirujana. Universidad de Chile. colgicas en la Prctica Mdica (1991); Depresin, Diagnstico y 1979-1985. Especialidad Beca Primaria Tratamiento (1992); Tpicos en Enfermedades Afectivas (1993), que csar oJeda Ministerial en Psiquiatra de Adultos, Uni- corresponden a Ediciones de la Sociedad de Neurologa, Psiquiatra versidad de Chile 1986-1989. Certificado y Neurociruga de Chile; Depresin: Guas para el Paciente y la FaMdico Psiquiatra, ha sido profesor de de Especialista otorgado por la Escuela de milia (1998), Editorial Universitaria; Desarrollos en Enfermedades la Escuela de Medicina de la Universidad de Chile y de la Escuela de Psicologa de Postgrado, Facultad de Medicina, Universidad de Chile, 1990. Cer- del nimo (1999); Avances en Enfermedades del nimo (2001), que la Pontificia Universidad Catlica de Chile. tificado de Especialista acreditado por CONACEM. Ttulo profesio- son Ediciones del Departamento de Psiquiatra, Campus Oriente, Curs estudios de Filosofa en la Pontificia nal de especialista en Psiquiatra de Adultos, Universidad de Chile Facultad de Medicina, Universidad de Chile; Enfermedad Bipolar, Universidad Catlica de Chile. Subdirector y Director de la Revis- 1996. Profesora asistente, Departamento de Psiquiatra y salud Gua para el Paciente y la Familia (2001). Depresin, Clnica y Terata Chilena de Neuro-Psiquiatra y, recientemente, Presidente de mental, Campus Oriente, Facultad de Medicina, Universidad de putica (2003), de Editorial Mediterrneo.

cuERpO EDitORiAL
arturo roIzBlatt Mdico Psiquiatra, Universidad de Chile Profesor Asociado, Departamento de Psiquiatra Oriente, Facultad de Medicina, Universidad de Chile. Miembro del Comit Editorial del Journal of Family Psychotherapy. catalIna scott espnola Se gradu de Psicloga en la Universidad Catlica de Chile y realiz su formacin de postgrado como psicoterapeuta psicoanaltica de adultos en el Instituto Chileno de Psicoterapia Psicoanaltica, ICHPA. Ha realizado docencia de pre y post grado en el ICHPA, en la Escuela de Psicologa de la Universidad Andrs Bello en Santiago y Via del Mar y como Profesora Auxiliar en la Escuela de Psicologa de la UC. Miembro del Colegio de Psiclogos de Chile. Miembro de la Sociedad Chilena de Psicologa Clnica. Acreditada como psicoterapeuta y supervisora por la Comisin de Acreditacin de la Sociedad Chilena de Psicologa Clnica. Ha presentado y publicado sobre psicoterapia psicoanaltica, gnero y psicoanlisis relacional y otros temas ligados a la cultura. Ha colaborado en revistas especializadas y medios de comunicacin comentando libros de divulgacin vinculados al psicoanlisis. Editor de la Revista de familias y Terapia. Instituto Chileno de Terapia Familiar.

BenJamn VIcente Profesor Titular y Director del Departamento de Psiquiatra y Salud Mental, Facultad de Medicina de la Universidad de Concepcin. Jefe Servicio Psiquiatra Hospital Guillermo Grant Benavente, de Concepcin. Bachiller en Filosofa (Universidad de Concepcin). Mdico Cirujano (Universidad de Chile). Mdico Especialista en Psiquiatra de Adultos (Universidad de Concepcin). Doctor en Filosofa (PhD) (Epidemiologa y Psiquiatra Social) Universidad de Sheffield U.K.

gracIela roJas Mdica Psiquiatra (Universidad de Chile). Doctora en Ciencias Mdicas (Universidad Johann Wolfgang Goethe, Frankfurt, Alemania). Profesora Asociada. Facultad de Medicina, Universidad de Chile. Actualmente, Directora Clnica Psiquitrica Universitaria, Facultad de Medicina, Universidad de Chile.

Hernn sIlVa IBarra paBlo salInas t. Mdico Psiquiatra. Egresado de la Escuela de Medicina de la Universidad de Chile, Sede Occidente, Hospital San Juan de Dios. Post graduado en psiquiatra adultos de la escuela de Medicina de la Universidad de Chile, Sede Oriente, Hospital del Salvador. Miembro invitado de la Unidad de Enfermedades del nimo del Servicio de Psiquiatra del Hospital del Salvador. Profesor de ctedra de psiquiatra, Universidad Bolivariana. Mdico Psiquiatra. Profesor Titular de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile. Miembro del Sub Comit de Magister en Neurociencias de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile. Miembro del Comit Editorial de World Journal of Biological Psychiatry. Estudi Medicina en la Pontificia Universidad Catlica de Chile y obtuvo la especializacin en Psiquiatra en la misma universidad. Efectu estada de perfeccionamiento en la Universidad Complutense de Madrid. Ha sido Director de la Clnica Psiquitrica Universitaria (Departamento de Psiquiatra Norte de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile), Profesor Adjunto de la Pontificia Universidad Catlica de Chile, Editor de la Revista Chilena de Neuro-Psiquiatra y Presidente del Comit Chileno de Psiquiatra Biolgica. Sus investigaciones y publicaciones se orientan principalmente al estudio de las bases neurobiolgicas de la esquizofrenia, trastornos del estado de nimo y de la personalidad.

marIo VIdal clIment Estudios en Facultad de Medicina, Universidad de Chile. Ttulo: mdico-cirujano, marzo de 1952. Beca en psiquiatra (Hospital Psiquitrico): 1952-1955. Ayudante Ctedra Extraordinaria de Psiquiatra Prof. A. Roa: 19581965. Profesor Asociado de Psiquiatra (Facultad de Medicina, Universidad de Chile). Director Departamento Psiquiatra y Salud Mental Divisin Sur, Facultad de Medicina, Universidad de Chile (desde enero de 2003). Libros publicados: El hombre inconcluso (relaciones entre pobreza y desarrollo personal). Edit. Cintras 1988. Temas de Psiquiatra. Edit. Lom 1999. Para leer a Jaspers. Edit. Univ. 2003.

andr mIcHel sassenFeld Jorquera Psiclogo clnico, U. de Chile. Magster en Psicologa Clnica (Psicologa Analtica Jungiana), U. Adolfo Ibez. Diplomado en Psicologa Jungiana y en Psicologa Clnica Humanista-Existencial, Pontificia U. Catlica. Formacin adicional en psicoanlisis relacional (UNAB), teora del apego (PUC) y psicoterapia corporal (UCH). Docente de pre y postgrado en el Dpto. de Psicologa, U. de Chile; Escuela de Psicologa, U. del Pacfico; y Escuela de Psicologa, U. del Desarrollo. Integrante del Equipo Clnico Humanista-Existencial y supervisor clnico, CAPs, U. de Chile. Integrante del grupo Cuerpo y Vnculo, que imparte un programa formativo en psicoterapia corporal relacional. Instructor de kundalini-yoga y meditacin.

Hernn VIllarIno Herrera luIs tapIa VIllanueVa Mdico Psiquiatra Universidad de Chile. Terapeuta Familiar y de Pareja. Docente y Supervisor Unidad de Terapia de Pareja, Instituto Chileno de Terapia Familiar. Supervisor Clnico, Unidad de Psicoterapia de Adultos, Departamento de Psiquiatra, Facultad de Medicina, Universidad Catlica. Miembro de la Society for Psychotherapy Research. Miembro de la International Society for Humor Studies. Mdico-Psiquiatra (Universidad Complutense de Madrid). Magister en Filosofa (UAH). Master en Biotica (Institut BorjaUDD). Diplomado en Teologa (UAH). Autor de diversos artculos de psiquiatra y filosofa, y de los libros Medicina y Humanidades (UDP 2005), y Karl Jaspers: La comunicacin como fundamento de la condicin humana (Mediterrneo 2008). Ejerce como psiquiatra clnico en el Servicio de Psiquiatra del CABL, y es Profesor Asistente de Biotica en la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile (Campus Sur).

InFormacIn para los autores

1. Los trabajos deben ser escritos en castellano (en casos excepcionales se aceptarn en ingls o alemn), pueden ser inditos o haber sido publicados en medios de baja circulacin, como libros, revistas u otros. Si el autor tuviera contrato de exclusividad editorial, deber contar con la autorizacin correspondiente. El formato preferido es tamao carta, letra Arial 12 con 1,5 espacios de separacin entre lneas con uso de cursiva y sin negritas en el texto. La extensin es libre, aunque se sugiere no exceder las 20 pginas. Los trabajos deben ser enviados slo en forma electrnica al Editor General: [email protected] 2. Las colaboraciones pueden tener la forma de artculo tradicional, cartas, comentarios, opiniones, ensayos, ideas y otros. En el caso de los artculos de formato tradicional es preferible que las referencias sean las estrictamente necesarias. 3. La forma de citar las referencias es libre, pero debe ser la misma a lo largo de todo el trabajo y fcilmente comprensible para los lectores. Se sugieren las siguientes: Artculo: 1. Lpez C. La imipramina en la enuresis. Rev Chil de Neuropsiquiatra, 2004, 3: 25-29 Libro: 1. Jaspers K. Psicopatologa General, Ed Beta, Madrid, 1970 4. El autor puede iniciar su artculo con un resumen en castellano (e ingls si lo desea), que sirva de invitacin al lector y d cuenta de aquello que desarrollar en el texto. 5. Los editores se comunicarn va mail con los autores a efectos de cualquier sugerencia, y se reservan el derecho de rechazar una colaboracin por fundamentos que les darn a conocer por escrito. 6. Los trabajos recibidos podrn ser publicados, adems de en nmeros regulares de la Gaceta de Psiquiatra Universitaria, en suplementos y/o separatas de la misma revista.

ndIce

10 edItorIal 10 LA PSICOTERAPIA: UNIDAD EN LA MULTIPLICIDAD? Csar Ojeda 14 RESONANCIAS NUCLEARES 18 ACAdmICAS 21 comentarIo de lIBros 21 UN CAMINO RECORRIDO: DEL ANLISIS BIOENERGTICO A LA PSICOTERAPIA CORPORAL ANALTICA
ANALYTISCHE KRPERPSYCHOTHERAPIE: EINE BESTANDSAUFNAHME

51 IntegracIn terIca 51 FUNDAMENTOS DE LA RELACIN PSICOTERAPUTICA EN LA PSICOTERAPIA CORPORAL RELACIONAL Andr Sassenfeld 63 comprensIn psIconeuroteraputIca 63 UNA APROxIMACIN ADAPTATIVO-EVOLUTIVA A LAS ORGANIzACIONES DE SIGNIFICADO PERSONAL (O.S.P.) DE VITTORIO GUIDANO: NUEVAS PERSPECTIVAS EN LA PSICOTERAPIA POST-RACIONALISTA Bernardo Nardi, Cesario Bellantuono, Andrs Moltedo 71 teora 71 SUFRIMIENTO, LENGUAJE Y SU MS ALL: APROxIMACIONES PSICOANALTICAS Niklas Bornhauser 79 reVIsIn 79 UN NUEVO CONCEPTO PARA LA COMPRENSIN E INTERVENCIN EN PSICOLOGA Y PSICOTERAPIA: MINDFULNESS O ATENCIN PLENA Marcelo Crcamo, Laura Moncada 92 InVestIgacIn 92 ESTUDIO DESCRIPTIVO ExPLORATORIO DE LA CO-TERAPIA Gino Ravera, Germn Morales, Adriana Pedrals, Constanza Recart, Lilian Tuane 98 EL SONIDO DE LA PSICOTERAPIA: VISIN GENERAL DE UNA LNEA DE INVESTIGACIN Alemka Tomicic, Claudio Martnez, Susanne Bauer, Alejandro Reinoso, Marco Guzmn, Luis Diego Chacn

Autor: Peter Geissler Editorial: Psychosozial-Verlag, Giessen, 2009

Comentarista: Andr Sassenfeld 24 CAtLOgO dE LIBROS COmENtAdOS EN gPU 29 entreVIsta de gaceta de psIquIatra unIVersItarIa 29 FELIPE LECANNELIER. LA NUEVA CIENCIA DE LOS BEBS: APEGO E INTERSUBJETIVIDAD 38 ensayo 38 VENTANAS DE OPORTUNIDAD Y CAPACIDAD DE ESTABLECER VNCULO AFECTIVO EN NIOS FERALES V/S NIOS ABANDONADOS EN INSTITUCIONES Anneliese Drr, Cecilia Banz 46 PATOGRAFA DE UN PERSONAJE DE FICCIN: ANLISIS SEMIOLGICO DEL DELIRIO DEL QUIJOTE Sergio Pea y Lillo

EDITORIAL la psIcoterapIa: unIdad en la multIplIcIdad?

s imposible dejar de impresionarse por la cantidad de formas de psicoterapia que ostentan un nombre propio. Ya en 1986 Kazdin identificaba 400 tipos diferentes1. Desde entonces, con seguridad la lista podra ampliarse. En ingls hay slo cinco letras del alfabeto que no representan el inicio de un nombre psicoteraputico: la K, la Q, la X, la Y y la Z. Tal vez, si actualizamos la bsqueda, pueden haber aparecido las King Therapy, la Queen Therapy, la Zen Therapy, y otras (ver recuadro final). Se tiende a pensar que todas esas formas derivan de unos pocos troncos fundamentales y, por lo mismo, cabra organizarlas de acuerdo a este origen. Sin embargo, los creadores de psicoterapia parecen desear lo contrario: no ser reducidos a formas tradicionales y tener un nivel esencial de originalidad. Lo sorprendente es que, sin necesidad de establecer algn tipo de clasificacin, las psicoterapias presentan un orden natural, a condicin de considerar que cada modelo de ellas es un nodo, y que cada

En: Roth Anthony y Fonagy Peter. What Works for Whom? The Guilford Press, New York, 1996.

adhesin a un nodo por parte de un terapeuta es un link (enlace). Entonces podemos considerar a la psicoterapia como una red, pues el material de las redes son nodos y links. Y, qu podemos decir acerca de la adhesin de los terapeutas a determinados modelos? Pareciera que muy pocas formas de psicoterapia tienen la mayor parte de las adhesiones, y muchas tienen muy pocas. Por ejemplo la psicoterapia sensorio-motora o la psicoterapia Hakomi seguramente tienen mucho menos adherentes que las formas de psicoterapia ms conocidas, como las de orientacin analtica o cognitivo-conductual. Esta distribucin de pocos tienen mucho y muchos tienen poco se conoce con el nombre de power law (ley de poder) y rige a los sitios web, pero tambin a la distribucin del ingreso de los pases, a las redes areas, econmicas, metablicas, ecolgicas y sociales, por citar tan slo unos pocos casos. Luego, la psicoterapia entendida como red est lejos de ser un caos, es decir, lejos de ser un montn de sistemas inconexos. Tiene un orden, el de power law y, por lo mismo, podemos hacernos preguntas acerca de ese orden.

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EDITORIAL EL CRECImIENtO
Como sealamos en otra oportunidad2, el fsico AlbertLszl Barabsi public en octubre de 1999 en la revista Science un artculo titulado Emergence of Scaling in Random Networks en el cual presenta el fenmeno de , autoorganizacin de las redes complejas y que va ms all de las particularidades de los sistemas individuales que las componen. Si los modelos psicoteraputicos y sus adherentes forman un entramado que sigue una distribucin power law, eso es posible porque, al igual que todas las redes que siguen esa ley, est en permanente crecimiento. En trminos absolutos, hay cada vez ms psicoterapeutas en el mundo y cada vez ms modelos de psicoterapia. La expansin continua es un mecanismo genrico para esa autoorganizacin, pero que no opera sino en consonancia con otro: los nuevos links que ingresan a la red se adhieren preferentemente a los nodos que ya poseen muchas conexiones. Esto ha sido denominado el principio de rich get richer Es decir, los . terapeutas nuevos tendern a adscribirse a modelos que sean conocidos y que tengan gran cantidad de adherentes. Un ejemplo anlogo y evidente de lo dicho es lo que ocurre en el mbito editorial: un nuevo artculo de psicoterapia tiene mayor probabilidad de citar artculos famosos y conocidos (por lo tanto muy citados) que artculos menos conocidos. A este fenmeno se le ha llamado tambin conectividad preferencial As, . crecimiento y conectividad preferencial son comunes a las redes de los sistemas complejos que adquieren la distribucin power law 3. conductual-cognitivas no pueden postular ese mismo inconsciente dinmico y sostenerse como tales. La consecuencia de esto es que, aplicando el venerable principio lgico del tercero excluido, no es posible que el inconsciente dinmico exista y no exista (como verdad) al mismo tiempo. Si existe como verdad, las terapias conductual-cognitivas seran tericamente falsas y, si no existe, las terapias psicoanalticas seran entonces tericamente falsas. El punto es que ambas operan perfectamente bien con verdades incompatibles y, en muchos sentidos, contradictorias. Naturalmente estamos usando el concepto de verdad como postulado y de manera muy general sin entrar en mayores complejidades. Sin embargo creemos que el lector comprende lo que sostenemos: que la verdad postulada de un modelo de psicoterapia no parece relevante para el fitness de l. Perfectamente bien, con algn criterio explcito de verdad podramos concluir que es ms verda, dero el modelo nmero 317, que el nmero 2, aunque el modelo 317 tenga un solo adherente: su creador.

LA PARAdOJA dE LA EQUIVALENCIA
Lo dicho gener innumerables disputas por muchos aos. Sin embargo, la eficacia absoluta de la psicoterapia (respecto del no-tratamiento) est hoy slidamente documentada. El punto en discusin es acerca de qu aspecto de ella pudiese explicar ese resultado. Como es de sobra conocido, la eficacia relativa (entre distintas formas de psicoterapia), despus de muchos esfuerzos empricos de evaluacin, ha concluido en el conocido efecto Dodo, tambin llamado la paradoja de la equivalencia es decir, la comprobacin de que todas las for, mas de psicoterapia evaluadas, grosso modo, son igualmente eficaces. Como consecuencia, la controversia entre mltiples y diferentes modelos de psicoterapia ha cedido lugar a una ampliacin del campo conceptual, para dar cabida a dos meta-modelos conocidos como modelo mdico y modelo contextual que por as , decirlo cortan a los modelos especficos transversalmente. El modelo mdico postula que la accin psicoteraputica es eficaz porque contiene ingredientes tcnicos especficos y consistentes con la teora, que actan selectivamente sobre aspectos psicopatolgicos tambin especficos, del mismo modo en que un hipoglicemiante acta especficamente sobre, por ejemplo, los receptores a insulina, en pacientes con diabetes tipo II. La prediccin de este modelo es que la adherencia del terapeuta a esas especificaciones tcnicas tiene como consecuencia una mayor eficacia en el resultado del tratamiento, respecto de la no-adherencia a ellas, del mismo modo en que la administracin de un activador de los receptores a insulina tiene mayor eficacia en la

mOdELO Y VERdAd
A la capacidad de un nodo para generar adhesiones, podemos llamarla fitness (aptitud), la que es distinta en las distintas formas de psicoterapia: como ya sealamos, muy pocas formas concentran la mayor cantidad de links. La probabilidad de que los modelos que estn situados ms all del nmero veinte tengan nuevos adherentes es muy baja. Pero, qu tiene ver la adhesin de los terapeutas a un modelo con la verdad de l? Podemos responder esta pregunta a travs de un simple modelo: las terapias psicoanalticas no podran sostenerse sin postular un inconsciente dinmico. Por su parte, las terapias

Para una ampliacin de este tema ver Ojeda C. (2005) Modelos, Teora y Psicoterapia. Rev GPU: 1, 1, 102-107. Posteriormente, en 2002, Barabsi public un hermoso libro en el que ampla todos estos conceptos: Barabsi A-L. Linked. Ed. Plume, New York, 2002.

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EDITORIAL
estabilizacin del metabolismo de los hidratos de carbono respecto de no administrarlo. Es decir, la prediccin seala que el buen resultado teraputico depender de poner en contacto una tcnica tipificada con una clase de trastorno, tambin tipificado. La persona del terapeuta y la persona del paciente intervendran en el proceso slo de modo marginal, en la medida que en se supone y se espera que, merced a la definicin de la clase de trastorno y de la tcnica especfica, terapeutas adecuadamente entrenados para seguir el proceso y pacientes adecuadamente tipificados sean intercambiables (serialidad). Despus de muchos aos de esfuerzo en investigar este modelo en psicoterapia los meta-anlisis han tirado del mantel: en vez de validar las hiptesis y predicciones del modelo mdico, han validado las hiptesis de contraste para cada uno de los puntos sealados. La eficacia de la psicoterapia depende en un 70% de factores generales y slo en un 8% de factores tcnicos , especficos. De este conjunto de resultados empricos surgi lo que se ha llamado modelo contextual4. que un contrato de trabajo, un vnculo afectivo condicionado por el encuadre teraputico. Dadas la importancia prctica y la modelizacin e investigacin en psicoterapia, la alianza teraputica y la consistencia han recibido mucha atencin en los ltimos aos, no as el tema de la creencia. En qu creen el paciente y el terapeuta? Por qu utilizar la palabra creencia en un campo que se pretende cientfico? Porque los terapeutas, en algn grado, creen en las narrativas tericas respecto de la psicoterapia que practican. Contrario sensu, es difcil, imaginar un terapeuta que practique una forma de psicoterapia en la que sencillamente no cree. Esta creencia, paradjicamente, es respecto de los factores especficos de esa forma de psicoterapia. Con otras palabras, los factores generales al parecer ocurren como contexto con independencia de cules sean los factores especficos en los que el terapeuta y el paciente creen. Si bien estos ltimos factores por s mismos no explican el cambio teraputico, forman la base, el ncleo de sentido, del que surgen contextualmente los factores generales que s lo explican. Es entonces indiferente en qu factores especficos se crea? No creo que pueda sostenerse con claridad eso, pero lo que s podemos decir es que para que la psicoterapia sea exitosa los psicoterapeutas deben creer en algunos. Cabe preguntarse si los factores contextuales podran refinarse para aumentar el xito teraputico, es decir, transformarlos en factores especficos sin dejar de ser teraputicamente eficaces. Estoy seguro que muchos de nuestros lectores tienen opiniones formadas sobre este punto. Hasta el momento pienso que la psicoterapia es eficaz porque es contextual, pero ese contexto slo es posible si existe un texto, es decir, factores especficos verosmiles para el terapeuta y el paciente. Csar Ojeda

EL mOdELO CONtEXtUAL Y LA PARAdOJA dE LA CREENCIA


Observando los resultados sealados, cules son esos factores generales que explican la mayor parte de la varianza positiva (algn grado de mejora) de los pacientes? Tres fenmenos fundamentales han sido sealados: la creencia del terapeuta y el paciente en el modelo de psicoterapia en el que ambos estn involucrados, la consistencia con l y, finalmente, el complejo emocional y relacional conocido como alianza teraputica Para que la psicoterapia sea efectiva el pa. ciente y el terapeuta deben creer firmemente en el modelo al que adhieren, ser consistentes con l y, mediante esa experiencia compartida y ejecutada, generar, ms

Wampold, BE. Ther Great Psychotherapy Debate. Lawrence Erlbaum Associates, Publishers, New Jersey, London, 2001.

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EDITORIAL FORmAS dE PSICOtERAPIA POR ORdEN ALFABtICO


a Acceptance and commitment therapy (ACT), Adlerian therapyAdventure therapy Analytical psychology Art therapy Attack therapy Attachment-based therapy (children) Attachment therapy Attachment-based psychotherapy Autogenic training B Behavior modification Behavior therapy Biodynamic psychotherapy Bioenergetic analysis Biofeedback Bionomic psychotherapy Body psychotherapy Brief therapy c Classical Adlerian psychotherapy Characteranalytic vegetotherapy Chess therapy Child psychotherapy Client-centered psychotherapy Co-counselling Cognitive analytic psychotherapy Cognitive behavior therapy (CBT) Coherence therapy Collaborative therapy Concentrative movement therapy Contemplative psychotherapy Conversational model Conversion therapy Core process psychotherapy d Dance therapy Depth psychology Daseinsanalytic psychotherapy Developmental Needs Meeting Strategy (DNMS) Dialectical behavior therapy (DBT) Dreamwork Drama therapy Dyadic Developmental Psychotherapy (DDP) e Ecological Counseling Emotion Focused Therapy Emotional Freedom Techniques (EFT) Encounter groups Etiotropic Trauma Management (ETM) Experiential Therapy Eye Movement Desensitisation and Reprocessing (EMDR) Existential therapy Exposure and response prevention Expressive therapy F Family Constellations Family therapy Feminist therapy Functional Analytic Psychotherapy (FAP) Focusing Freudian psychotherapy g Gestalt therapy Gestalt Theoretical Psychotherapy Grinberg Method Group Analysis Group therapy Guided Imagery Therapy H Hakomi Holistic psychotherapy Holotropic Breathwork Holding therapy Humanistic psychology Human givens psychotherapy Hypnotherapy I Integrative body psychotherapy Integral psychotherapy Integrative psychotherapy Intensive short-term dynamic psychotherapy Internal Family Systems Model Internet based psychotherapy Interpersonal psychoanalysis Interpersonal psychotherapy J Jungian psychotherapy l Logotherapy m Marriage counseling Milieu Therapy Mindfulness-based Cognitive Therapy Mindfulness-Based Stress Reduction (MBSR) Mentalization based treatment (MBT) Method of Levels (MOL) Morita Therapy Motivational Interviewing Multimodal Therapy Multitheoretical Psychotherapy Music therapy n Narrative Therapy Neuro-linguistic programming (NLP) Nonviolent Communication o Object Relations Psychotherapy Orgonomy p Parent-Child Interaction Therapy (PCIT) Pastoral counseling/therapy Person-centered (or Client-Centered or Rogerian) psychotherapy Personal construct psychology (PCP) Play therapy Positive psychology Postural Integration Primal therapy Primal integration Process Oriented Psychology Process Psychology Prolonged Exposure Therapy Provocative Therapy Psychodelic psychotherapy Psychoanalytic psychotherapy Psychoanalysis Psychodrama Psychodynamic psychotherapy Psychosynthesis Psychosystems Analysis Pulsing (bodywork) r Radix therapy Rational Emotive Behavior Therapy (REBT) Rational Living Therapy (RLT) Rebirthing-Breathwork Recovered Memory Therapy Re-evaluation Counseling Reiki Relationship counseling Relational-cultural therapy Relational Empowerment Therapy Reprogramming Reality therapy Rubenfeld Synergy Reichian psychotherapy Rolfing s Self-relations Psychotherapy or Sponsorship Sensorimotor Psychotherapy Sexual Identity Therapy SHEN Therapy Social therapy Solution focused brief therapy Somatic psychology Sophia analysis Status dynamic psychotherapy Symbolic-Experiential Therapy Systematic desensitization Systematic Treatment Selection (STS) Systemic Constellations Systemic therapy t T Groups Thought Field Therapy Transactional Analysis (TA) Transactional Psychotherapy (TP) Transference Focused Psychotherapy Transpersonal psychology Trauma Resolution Therapy (TRT): The Clinical Component of Etiotropic TMT Traumatic Incident Reduction Twelve-step programs u Unitive Psychotherapy V Vegetotherapy w Wilderness therapy

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resonancIas nucleares
por Pu-Edser

la HIstorIa de Fluyama
El 13 de agosto de 1965 en la calle Fillmore en el distritito de la Marina, en San Francisco, California, fue concebido Fluyama, la misma noche que se inauguraba el primer club nocturno folklrico: The Matrix. Sonaban en vivo The Jefferson Airplane mientras Annabelle de diecisis aos y un marinero japons fundan Oriente y Occidente en un acto de pasin que dara origen a un nio particular. La adolescente era hija del jefe de maquinarias del puerto y una vez que el padre supo de su embarazo estuvo a punto de enviarla a Alcatraz. La isla en medio de la baha californiana habra sido el punto geogrfico ideal para el escarmiento, pensaba enojado el ingeniero. Slo all podra encarcelar el espritu libre de su hija y por fin ubicarla y educarla. Por otra parte, el nipn que engendra: zarpa y se pierde tras el horizonte sin decir agua va. Escribi un par de veces ciertos poemas de amor cortos y sin rima a los que Annabelle respondi con un equivalente en lgrimas. As ameritaba la situacin de abandono figurado. Decidi no contarle la hazaa reproductiva de ambos. No compartira su hijo con ningn extranjero. La madre de Annabelle haba muerto el ao anterior y la nia desde entonces cuidaba del hogar familiar: una casa flotante cerca de Sausalito, donde viva sola con su padre. El embarazo, sin embargo, precipit el fin de su vida californiana. El padre la envi a Chile en el primer carguero disponible. No quera cargas ajenas. Ella haba escuchado las descripciones del pas materno, cargadas de nostalgia y deformaciones. El cerro Santa Luca era una especie de pequeo Amazonas en el medio de la ciudad; el ro Mapocho un futuro Sena navegable; y la Costanera de Via del Mar el lugar para enamorarse. La recibi en Santiago la nica hermana de la madre, quien result ser una conservadora, cat-

lica sin hijos, de malas pulgas. Nacido el nio la solidaridad de la ta cay al piso, se extingui como estrgeno en menopausia y de muy buenas maneras le solicit a Annabelle que se fuera de su casa. Pecado y castidad no se llevan, se justific para s y su confesor. El nio result ser callado y tranquilo; la madre presenta que los movimientos sosegados de ese cuerpecito eran fruto de cierta sabidura oriental y eso la ayud misteriosamente a confiar en s misma. Annabelle encontr trabajo en un instituto de idiomas haciendo clases de ingls, y con el sueldo pudo pagar una pieza en la casa de una seorona venida a menos que necesitaba arrendar la pieza de atrs de su semi mansin para pagar sus cuentas y seguir siendo seora bien. Por esto, el primer ao de vida de Fluyama fue en calma, la casa estaba en la calle Lyon y la seora ni senta la guagua En realidad la joven madre . lo llevaba consigo adonde quiera que ella fuera, colgada en una manta atravesada sobre su abdomen. Al segundo ao el nio ya caminaba y era ms difcil mantenerlo atado al cuerpo de la madre. Annabelle le pag a la aseadora del instituto para que lo cuidara mientras ella haca clases. El nio aprendi a limpiar, ordenar y ya a los tres aos reconoca las carpetas de cada uno de los profesores. Eran sus ojos rasgados y su pelo oscuro tan distintos a la madre rubia, que entre los alumnos del instituto se haba creado el mito que este nio era un vietnamita adoptado por la norteamericana rescatado de la guerra y trado a vivir a Chile. De orientales no se saba mucho, como para distinguir las sub-razas. La secretaria del instituto, por otra parte, le ense a leer, apostando con eso que el nio podra estar atento a otra cosa y la dejara trabajar. En una semana, como quien aprende a regular esfnteres, el nio evacuaba frases de los libros. El instituto tena una biblioteca en ingls y Fluyama aprendi a imaginar y pensar en ese idioma. Los libros tenan un olor particular porque la tinta, los papeles y la impresin eran norteamericanos o europeos, muy distintos a los papeles amarillentos del pas. Jugaba con ellos, cambindolos de gavetas, apilndolos por colores, tamaos, peso, tipo de letras, contenidos y hasta editoriales, asunto que

le causaba mucha curiosidad. Se fascin con el hbito de clasificar. A poco andar su cerebro empez a clasificarlo todo, senta que dentro de l haba una biblioteca, un fichero de notas, gavetas con literatura clsica, universal, contempornea, ms toda la Enciclopedia Britnica. Aunque siempre quedaba algo fuera de la clasificacin que usara, esa biblioteca era como tener el mundo, como ser contenido por l en un gran abrazo, siempre a su disposicin. Se senta dichoso en este hogar bibliogrfico que la madre, sin proponrselo, le haba proporcionado. Los fines de semana, en cambio, eran muy diferentes. La madre, durante el segundo ao de vida de Fluyama, se haba unido a un grupo de hippies y comparta una cabaa en Los Dominicos con otras siete personas. Haba all cuatro mujeres ms y tres hombres. Uno de ellos se preocupaba del huerto. Tomaba de la mano a Fluyama y lo llevaba a arar con azadn, lo ayudaba a enterrar la horqueta dentro del corazn nutritivo de la tierra; lo haca esparcir semillas y le enseaba a liar porros. Los sbados daban el agua y Fluyama se levantaba temprano para poder embarrarse las piernas. Era una fiesta de deltas que terminaban anegando la plantacin y el jardn que floreca jubiloso ms adelante en el terreno. El hombre del huerto le haba hecho unas alpargatas de neumtico para que pudiera caminar sin cortarse con alguna piedra afilada o enterrarse alguna astillas de madera, as es que Fluyama poda retozar como cerdito en el barro sin riesgo de accidentes. La mujer que cuidaba del jardn era suave como un algodn y le enseaba a reconocer las flores por sus perfumes. Adems saba de las propiedades de sanacin de las yerbas. El bailahun para el hgado, manzanilla para el retorcijn de guata; la menta que es digestiva y la canela que tranquiliza por las noches de luna. Ella, a su vez, lo haba aprendido de una machi que los visitaba, cada tanto, para hacer, entre los ocho, el ritual de la Unificacin Divina: nica ceremonia que aseguraba una convivencia sana y no jerarquizada entre ellos. La comunidad invitaba a las comunidades desde las del Cajn del Maipo, pasando por las de Horcn hasta las del Valle del Elqui: juntos, somos ms: t y yo en la misma energa csmica,

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se deca al comentar la experiencia vivida. Fluyama una sus manos con todos los asistentes a estos rituales, muy incorporado. Era el encargado de mantener lea cerca del fuego. Haba tambin un msico en la comunidad, que compona, con su guitarra, canciones de amor y de paz. No a la guerra, no al consumo, s a la paz, s a lo natural: premoniciones de ecologistas ya hacan suponer en el planeta descalabros derivados del supuesto antropocentrismo de la especie. Tena el pelo largo, no se baaba muy seguido y por eso Fluyama lo evitaba. Prefera las flores. Sus canciones, al principio muy del corte The Beatles, se fueron como diluyendo en acordes con un toque ms oriental y progresivo al estilo Led Zeppelin y se le escuchaban cuando estaba de nimo los acordes de Going to California como un tributo a Annabelle... As the children of the sun began to awake se colaban las frases entre los troncos del pequeo conjunto de eucaliptus con el cual la parcela fijaba su lmite. El otro hombre era un escultor. Tomaba trozos de madera y las transformaba en mujeres desnudas, hombres musculosos, enredos de cuerpos, y luego las venda en Providencia, en el Drugstore. Las otras dos eran hermanas gemelas y se parecan a la mam de Fluyama, tenan el pelo largo y rubio, pero ms ondulado y vestan pantalones muy anchos de bambula. Estaban siempre festejando lo que haca el msico, el escultor y el hortelano con aplausos, risas y saltitos. El 10, 11 y 12 de octubre de 1970 la comunidad organiz un festival hippie en la parcela aledaa. Fluyama tena ya cuatro aos y medio. Annabelle le haca clases a un ejecutivo del Hipdromo Chile al que le coment de la iniciativa: podemos hacer un Woodstock chileno, sera un xito, invitamos a los nuestros: Los Jaivas; Lgrimas Negras; Los Blops; Los Trapos; lo entusiasmaba: slo tenemos que publicitarlo y los jvenes aparecern. Fueron tres das de desorden desconocido hasta ese entonces en nuestra sociedad: el lugar se llamaba Piedra Roja y as fue nombrado el festival Rock de la poca. Fluyama estaba encargado de darles agua a los cantantes, pero llegaron tantos grupos y tantas personas que no pudo cumplir bien su tarea. Durante el sbado, el domingo y el lunes (que

era el feriado por el da de la raza) los jvenes se dispersaron: en carpas, sin carpas, cantando, durmiendo, abrazados y medio drogados o hacindose los drogados como ocurre entre nosotros cuando algo est de moda, si no lo haces, al menos, aparenta hacerlo . Fue tanta la trifulca que el alcalde de Las Condes, un joven aspirante a la poltica, hijo de ilustres, le pidi a la fuerza pblica desalojara el lugar. Cuando llegaron carabineros al terreno, fueron recibidos por grupos de nias que les regalaron flores y los invitaron a compartir. Carabineros no supo cmo actuar contra las flores. Llamaron por radio al capitn, el que hacindose presente en el lugar de los hechos, orden evacuar el lugar sin violencia. El alcalde qued tan enojado que interpuso una querella contra los organizadores y fue el msico de la comunidad quien se present como representante legal, pero como su pap era miembro de la Corte Suprema, todo qued en nada. Mientras tanto, entre dimes y diretes Annabelle se enamor del joven alcalde. De enemigo pas a ser su marido. Fernando, quien despus liderara el partido liberal, se enamor perdidamente de esta profesora no titulada de ingls y la acept con chinito y todo. As la madre de Fluyama contrae matrimonio el mismo da que el nio entra a estudiar a un prestigioso colegio ingls pagado por el abuelo postizo. Pero el nio se aburra en clases. Ya saba mucho ms que sus compaeros. La profesora jefa lo nombr, como una forma de estimularlo, encargado de la cultura de ese primero Bsico y lo enviaba seguido a la biblioteca a buscar alguna novedad. Fluyama traera ese primer ao: una carta astral que explicara a sus compaeros con entusiasmo; la carta de navegacin que us Amrico Vespucio cuando descubri Amrica y la ruta de la seda de Marco Polo. Cuando pas a segundo bsico sus intereses subieron de nivel hacia el espacio. Se interes por las misiones a la luna. Ese ao el Apolo 17 alunizaba en el Mar lunar Tranquilitatis y Serenitatis capitaneado por el clebre Cernan, a esas alturas ya transformado en el dolo de Fluyama. El nio no se perda la serie Star Treck y soaba estar en la Enterprise alguna vez en su vida. Al siguiente ao todo el pas se convulsion hasta quedar petrificado en un sistema de

orden autoritario; la madre no vio ms a sus amigos de la comunidad, unos se fueron del pas y las mellizas se hicieron clandestinas hasta que se supo vivan en Suecia (el pas). Durante la Bsica el nio viva en una casa grande en la calle Guardia Vieja, aunque era un barrio prestigioso, sus compaeros lo miraban en menos por lo de sus ojos rasgados y la falta de padre real. Lo visitaba a menudo el abuelo postizo, a quien le caa en gracia este huacho avispado Fluyama . haba empezado a crear una especie de cpula del silencio como la que usaba el Sper Agente 86 cuando necesitaba hablar con el jefe asuntos complicados de la Guerra Fra. La cpula, transparente, le permita ver lo que ocurra en el mundo pero no conectarse completamente con l y as no recibir las agresiones que lo hacan sufrir. Dentro de la cpula siempre haba ideas nuevas, chistes personales y sueos en pases lejanos. A los diez aos abandon el espacio por las pirmides de Egipto y las claves de la piedra Roseta. Ahora sera antroplogo. En esa poca era invitado slo a algunos cumpleaos por sus compaeros. Las nias solan ser ms compasivas con El chino y , le toc ser varias veces el nico varn del cumpleaos feliz. Fluyama se sacaba las mejores notas, pero no tena cuadernos, lo que irritaba a las profesoras, quienes con frecuencia mandaban a llamar a la madre para que lo disciplinara. Annabelle, transformada en una reproductora del marido, no le quedaba ms que un octavo de su cabeza para pensar en este hijo, puesto que ya haba parido siete ms y slo se le ocurri que sera bueno que estudiara artes marciales. As el nio entr a una escuela de karate, que le dio las bases de la disciplina mental y corporal que lo acompaaran para siempre. En su casa, Fluyama tena una pieza al final del pasillo. Lejos de los hermanos: cuatro mayores hombres y tres pimpollos juguetonas que le desordenaban su coleccin de figurillas, estatuillas e historietas. Su padre postizo le daba de vez en cuando un cario en la cabeza y le deca cmo vamos pues hombre? sin esperar respuesta, pues sus afanes polticos lo mantenan alejado de lo domstico de una familia numerosa y ms an de un chico que no era propio. Fue en sptimo bsico que Fluyama se enamor con locura. La reemplazante de
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la profesora de matemticas era una jovencita recin recibida que estara all por el periodo del postnatal de la oficial. Como todo hombre enamorado se transform en poeta e inesperadamente sus intereses giraron: aunque ya no letras, sino nmeros, llenaron su cabeza. Para tener preguntas que la impresionaran comenz a resolver ecuaciones que no estaban en el programa sino dos cursos adelante, seguro de su estrategia de cortejo. Flu descubri en el intento que la fuerza del amor acelera el aprendizaje. Dime qu estudias y te dir a quin amas. Pero ella desapareci en noviembre y Flu se sinti por primera vez solo. Tanta fue la soledad que ese verano enferm de tifoidea. Fiebre por dos semanas, dolor abdominal y sopor lo inhabilitaron para ir de vacaciones con la familia. Todos en Algarrobo, l en Guardia Vieja. La Pascuala lo cuid con esmero, lo baaba en la cama y lo frotaba con toallas hmedas para bajarle la temperatura, pero a Flu le subi otra temperatura, una que slo lo dejaba tranquilo cuando se escurra por las noches. En octavo bsico entr al equipo de ftbol de su colegio. No era el deporte ms popular, sus compaeros jugaban rugby, pero al menos tena qu hacer con su cuerpo, ahora que la energa quera salir y salir, an sin su consentimiento. En primero medio era conocido como arquero. Atento, de reflejos rpidos, se saba que no haba cmo apuntarle al arco si l estaba cuidndolo. El chino se hizo cotizado por esto salvndolo de las burlas propias durante la enseanza media. Cuando dio la prueba de aptitud acadmica, sin haber hecho preuniversitario alguno, sus puntajes le dieron para estudiar Medicina. Entr a la Chile porque cuando fue a inscribirse, Claudio, el que sera su mejor amigo durante la carrera, le indic que era la mejor opcin entrar a un lugar donde hay multiversos y posibilidad de expresarse. La palabra multiverso lo cautiv. Estudi en la Norte. Los aos en el Jota fueron muy activos: particip en movimientos estudiantiles que promovan la vuelta a la democracia y no hubo pea que no organizara con Claudio. Entre libro y libro, tocaba guitarra y compona canciones de amor y esperanza. Su polola universitaria le dur exactamente hasta el internado. Ese enero ella lo dej por un becado de medicina

interna que pintaba muy bien como para cardilogo. Entonces Flu parti a hacer internado rural a Lumaco, donde conoci a su nueva polola. A Flavia la conoci por un esguince de tobillo. Se trataba de la hija de un acaudalado empresario forestal. Su suegro de aquel entonces le ense sobre pinos, distribucin, comercializacin y finanzas verdes. El oro verde, como lo llamaban, era muy rentable y como a Flu le gustaba aprender cosas nuevas, entendi el negocio, pidi a su madre prestado algo de dinero y se compr una hectrea de tierra para sembrarla entera de pinos subvencionados por el Estado. Fue con ese dinero que viaj un ao por el mundo antes de postular a la beca de psiquiatra. Su vocacin mental la tom de un lama en un templo de la India. Cerca de la pequea aldea de Uruvela, villa Buddhagaya y bajo un solitario rbol Pipala a orillas del ro Neranjara tuvo la primera experiencia del cambio de conciencia. Esto lo hizo comprender que el ser era un espejismo. El ser es en s mismo un engendro enfermo, consign en los escritos autobiogrficos que le ayudaban a ordenar sus pensamientos y aquietar sus sentimientos. El estado permanente de una conciencia congelada; la insistencia de una personalidad; el orgullo de un carcter que no es ms que defensa. No dejar que fluya la vida Ah est el problema, se dijo, convencido de sus observaciones. Se decidi por la especialidad de psiquiatra porque pensaba que si existan conciencias, existan formas de acceder a ellas. Y, aunque nunca estuvo muy de acuerdo con sus profesores, por encontrarlos rgidos y dogmticos, pudo aprender lo sustancioso del oficio como para ganarse la vida: saber hacer un diagnstico y saber tratarlo segn las normas vigentes. No todos tienen que pensar y plantar dudas epistemolgicas donde slo es necesario aplicar un protocolo. Uno de sus tutores le dio la clave: no puedes hacer una psiquiatra oriental con occidentales, las cosas tienen que ser tal para cual y luego agreg Y por qu tanto inters en Oriente? Pregunta que llev a Fluyama a su primera terapia. Terminada la beca, Flu saba que antes de pensar en familia futura deba resolver su pasado. Viaj a Japn, y como un ciego que a puro olfato quiere reconocer las ca-

lles, deambul por los puertos que alguna vez haba escuchado: Osaka, Tomakomai y Yokohama. Aprendi algo del idioma y se acerc a la Japan Federation of Inland Shipping en bsqueda de los registros de barcos que durante el ao 1965 haban llegado al puerto de San Francisco. Una vez que tuvo la lista en sus manos, supo que entre todos los tripulantes de esos barcos uno era su padre, pero no dio con l. Entonces repiti su misma travesa, devolvindose a San Francisco en barco. Y, como l, conoci una hermosa californiana. El amor lo atraves esta vez, con su flecha botulmica, inmovilizadora y venenosa. Ella era una psicloga jungiana y sera su primera mujer. La encontr en un borde de la Plaza Embarcadero, la noche que su barco atrac en el puerto. Violet se present como la mesera del bar Mijita pero en realidad , terminaba su master en transpersonal en Berkeley. Flu se enamor de inmediato y la abord sin prembulos. Consigui as verla al da siguiente conviniendo la estacin Embarcadero del Bart como punto de encuentro. Flu la llev a Angel Island desde el Ferry Building. Tal vez un paseo as la embrujara, pens medio volando en esa angustia que empodera cuando hay atraccin sexual por otro ser humano. Conversaron todo el da y les falt tiempo, estaban muy entretenidos uno con el otro y desde ese da no se despegaron ms. l se la trajo a Chile y con ella tuvo dos hijas: Emelina y Susan, bautizadas as por las abuelas maternas. Flu era muy feliz al inicio del matrimonio, cuando ella slo tena ojos, odos y boca para l, pero con el trabajo y las obligaciones se fue poco a poco metiendo en su burbuja de la guerra fra y para Violet le fue difcil sacarlo cuando ella ya se dedicaba al Arte y no a la psicologa. Flu callado y tranquilo se fue olvidando de la importancia de la conciencia entre tanto pago: colegios; clases de danza; psicopedagoga, masajes, gimnasio, vacaciones. Intent volver a su pasin inicial haciendo clases en la Universidad, prepar novedosos seminarios que incluan los trabajos de Francisco Varela. Hizo otros de cultura indgena y se dedic al estudio de una neurofisologa vanguardista ligada a los estados de conciencia colectivos, pero, a pesar de esto, perdi igualmente su centro. Entonces un da de julio se march a la casa de la playa, la misma que haban construido con su amigo antes de casarse y que

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ahora Violet mantena decorada, pero esta vez demor un mes en volver. Ella comprendi que a pesar del cario que podan tenerse uno al otro, el amor de los cimientos, la viga que soporta la relacin ante los embates de la tierra, el viento o las aguas

haba cedido con el peso de sus soledades y que para bien o para mal se haba acabado la magia entre ellos. Cada cual tendra que reinventar una nueva Matrix que los alineara consigo mismo. Por esta vez haba que soltar lo que quedara de bueno, para

que no se hundiera todo en la baha de San Desencuentro. En ese peligroso lugar las ninfas ocenidas se tragan el hechizo del amor y lo vomitan hecho conflicto. Ambos podan hacerlo, slo bastaba creer que sera mejor as.

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acadmIcas
grupo de psIcoterapIa corporal-relacIonal InVIta a las actIVIdades del ao 2010
1. PSICOtERAPIA CORPORAL RELACIONAL: PUENtES ENtRE PSICOANLISIS RELACIONAL, CORPORALIdAd, INtERACCIN tEmPRANA Y NEUROCIENCIAS. NIVEL 1
Este curso es parte de un programa formativo que pretende integrar diferentes aportes de los enfoques de psicoterapia corporal, psicoanlisis relacional, investigacin de infantes y teora del apego, neurociencias, lectura corporal y mindfulness, en una aproximacin psicoteraputica integrada que gira en torno a la corporalidad y los vnculos. En este curso se revisarn los fundamentos y supuestos terico-clnicos de este abordaje psicoteraputico. dirigido a: Psiclogos, psiquiatras, estudiantes de estas carreras, y profesionales de las reas de salud y educacin. dirigido por: Marcela Araneda, Psicloga Clnica (Universidad Catlica), Supervisora Clnica Acreditada. Leila Jorquera, Psicloga Clnica (Universidad de Chile), Mag. Salud Mental Infantil (UDD). Madeleine Porre, Psicloga Clnica (Universidad de Chile), Magster Psicologa Analtica Jungiana (UAI). Andr Sassenfeld, Psiclogo Clnico (Universidad de Chile), Magster Psicologa Analtica Jungiana (UAI). HORARIO: viernes 9:00 a 12:00 (16 sesiones). Desde el 19 de marzo al 23 de julio. VALOR tOtAL: $450.000 (Documentado hasta en 4 cheques). Estudiantes 350.000 (Documentado hasta en 4 cheques). INFORmACIONES: www.cuerporelacional.cl [email protected] Telfonos: 09-9491193 / 09-1670369 / 08-5451752

2.

tALLER dE AUtOBIOgRAFA CORPORAL-RELACIONAL


El xito de la experiencia teraputica est en gran parte determinado por el tipo de vnculo teraputico que se pueda construir. A su vez, el nivel y la calidad de esa conexin dependen en gran medida de la relacin que el terapeuta sea capaz de establecer consigo mismo. Esta capacidad depende del conocimiento de su propia historia, de la relacin con su cuerpo, patrones vinculares, estrategias defensivas. OBJEtIVO: hacer consciente en los participantes aspectos significativos de la historia biogrfica que han impactado y dejado huellas en los patrones de relacin consigo mismo y con otros; patrones psicocorporales encarnados en la postura, la respiracin, los movimientos, los gestos, los msculos, la manera de interactuar con otros, en sntomas y enfermedades. Este conocimiento ampliado de los patrones permite tomar conciencia del impacto de stos en la relacin teraputica. Este taller forma es parte del Programa de Formacin en Psicoterapia Corporal-Relacional que se realiza desde el ao 2006. dirigido a: Psiclogos, Psiquiatras y profesionales de las reas de salud y educacin. dirigido por: Marcela Araneda, Psicloga Clnica (Universidad Catlica), Supervisora Clnica Acreditada. Leila Jorquera, Psicloga Clnica (Universidad de Chile), Mag. Salud Mental Infantil (UDD). Madeleine Porre, Psicloga Clnica (Universidad de Chile), Magster Psicologa Analtica Jungiana (UAI). HORARIO: viernes 26 de marzo de 19:30 a 21:30 hrs., sbado 27 de marzo de 9:30 a 17:00 hrs. VALOR: $40.000 CONtACtO: [email protected] / www.cuerporelacional.cl / 09-9692999

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grupo de psIcoterapIa corporal-relacIonal InVIta a las actIVIdades del ao 2010


3. gRUPO dE SUPERVISIN CLNICA
Se supervisarn casos clnicos individuales o de grupo desde el enfoque de la Psicoterapia Corporal-Relacional (que integra elementos de la psicoterapia corporal, psicoanlisis relacional, investigacin de infantes y teora del apego, neurociencias, lectura corporal y mindfulness). Horas de supervisin acreditables. dirigido a: Psiclogos, Psiquiatras, becados y alumnos en prctica y profesionales de las reas de salud. dirigido por: Marcela Araneda, Psicloga Clnica (Universidad Catlica), Supervisora Clnica Acreditada. Leila Jorquera, Psicloga Clnica (Universidad de Chile), Mag. Salud Mental Infantil (UDD). Madeleine Porre, Psicloga Clnica (Universidad de Chile), Magster Psicologa Analtica Jungiana (UAI). HORARIO: martes de 19:30 a 21:30 (cada 15 das). Inicio martes 16 de marzo. VALOR: Profesionales $50.000 mensual. Estudiantes en prctica $30.000. CONtACtO: [email protected] / www.cuerporelacional.cl / 09-9692999

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dIplomado estudIos soBre el cuerpo: FIguras multIdIscIplInarIas 2010 PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATLICA DE CHILE. FACULTAD DE MEDICINA, DEPARTAMENTO DE PSIQUIATRA
Historia, psicoterapia, psicoanlisis, semitica, filosofa, gnero, arte, literatura, teatro, sexualidad 11 sbados durante el ao 2010
dIRIgIdO A: Profesionales que trabajan con el cuerpo humano desde sus diferentes registros: mdicos, psiclogos, psiquiatras, artistas, literatos, socilogos, antroplogos, actores, historiadores, filsofos, profesores y otras profesiones afines. CONtENIdOS 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8. 9. El Cuerpo y su historia en Chile y el mundo. Prof. Rafael Sagredo. Facultad de Historia, Geografa y Ciencia Poltica Pontificia Universidad Catlica de Chile El cuerpo en el psicoanlisis. Dr. Juan Pablo Jimnez y Dr. Len Cohen. El cuerpo en las psicoterapias. Prof. Maurizio Stupiggia (Universidad Dusseldorf, Alemania y Genova, Italia). El cuerpo y el significado. Prof. Patrizia Violi (Escuela Superior de Estudios Humansticos de Bologna). El cuerpo en la danza y el teatro. Dra. Mara Jos Contreras (Escuela de Teatro de la Pontificia Universidad Catlica de Chile). El cuerpo en la filosofa y la medicina. Dr. Csar Ojeda, psiquiatra; Dr. Sergio Bernales; Dr. Hernn Villarino; Dr. Francisco Bustamante. El cuerpo en la relacin humana. Dra. Patricia Cordella (Pontificia Universidad Catlica de Chile). Ms: Dra. Edy Herrera, Ps. Susan Mailer, Ps. Anala Studman y Dr. Jaime Silva. El cuerpo en la literatura. Eduardo Llanos Melussa (Universidad Diego Portales). El cuerpo en la sexualidad humana. Dr. Luis Tapia Villanueva (Terapeuta de pareja, Supervisor Departamento de psiquiatra Pontificia Universidad Catlica de Chile).

10. El cuerpo en el Arte. Ignacio Villegas (Profesor de Arte Pontificia Universidad Catlica de Chile). 11. El cuerpo y el gnero. Dr. Marco Antonio de la Parra. mOdALIdAd: clases tericas y mini talleres. Lugar: Auditorio Clnica San Carlos de Apoquindo; Camino El Alba 12351 (SBADOS DE 10.00 A 18.30 horas) duracin: 11 sbados en el ao. Inicio: 24 abril 2010; Trmino: 29 noviembre 2010. Evaluacin: Asistencia mnima de un 75% en clases tericas y seminarios; Aprobacin de un trabajo monogrfico para cada mdulo, con un promedio de nota final: igual o superior a 5.0. que estar compuesta por un 70% del trabajo escrito y 30% del trabajo expositivo final. COStO 42 UF (pueden pagarse en cuotas mensuales) dESCUENtOS ESPECIALES: 25% adscritos al Departamento de Psiquiatra Pontificia Universidad Catlica de Chile; 15% funcionarios de la Pontificia Universidad Catlica de Chile; 15% miembro de SODEPSI; 10% tarjeta El Mercurio;10% funcionarios pblicos; 5% estudiantes de postgrado. ASIStENCIA SLO A mOdULO: 6 UF y certificacin de curso. INFORMACIONES E INSCRIPCIONES: Ps. Consuelo San Martn : [email protected] INSCRIPCIONES: Direccin de Extensin; Relaciones Pblicas Escuela de Medicina U.C.; Fono: 354 6425354 6430 Lira 44, primer piso ;[email protected] dIRECtORA dIPLOmAdO: Dra. Patricia Cordella, Departamento de Psiquiatra Pontificia Universidad Catlica de Chile [email protected]

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Comentario de libros

un camIno recorrIdo: del anlIsIs BIoenergtIco a la psIcoterapIa corporal analtIca


ANALYTISCHE KRPERPSYCHOTHERAPIE: EINE BESTANDSAUFNAHME autor: Peter Geissler editorial: Psychosozial-Verlag, Giessen, 2009

(Rev GPU 2010; 6; 1: 21-23)

andr sassenfeld1

espus de editar el primer libro de texto sistemtico sobre la psicoterapia corporal analtica publicado en el ao 2007 y reseado en la Gaceta de Psiquiatra Universitaria (Sassenfeld, 2007), Peter Geissler public hace algunos meses un tomo central para comprender el desarrollo histrico de la aproximacin clnica que llama psicoterapia corporal analtica. Este libro permite entender con mayor profundidad varios de los aspectos que Geissler mencion en la entrevista publicada por la Gaceta algunos meses atrs como experiencias personales y profesionales que determinaron en gran medida la vuelta al psicoanlisis que dio nacimiento a la psicoterapia corporal analtica despus de muchos aos de pertenencia al anlisis bioenergtico, una forma importante de psicoterapia corporal post-reichiana. Este libro, titulado Psicoterapia corporal analtica: Un inventario, recoge un diverso conjunto de trabajos de Geissler, algunos de ellos publicados con anterioridad y

otros inditos. En ellos, Geissler analiza en primer lugar el camino recorrido desde su involucramiento en cuanto paciente, psicoterapeuta y psicoterapeuta didacta con el anlisis bioenergtico de Alexander Lowen, discpulo principal de Wilhelm Reich, hacia una creciente percepcin crtica de algunos de los postulados bsicos de ese enfoque. Las confesiones ntimas y personales de Geissler subrayan su reconocimiento, por mucho tiempo implcito en el sentido de experiencia sentida y encarnada pero difcil de poner en palabras, de lo que llega a plantear como carencias del anlisis bioenergtico: la dificultad o incluso el desinters por explorar e incorporar clnicamente la dimensin relacional del intercambio psicoteraputico como elemento esencial. Describe con claridad y lucidez las dinmicas transferenciales-contratransferenciales regresivas de idealizacin, pensamiento mgico y acrtico, y fenmenos grupales defensivos que tienden a surgir en enfoques

Psiclogo clnico, psicoterapeuta de adultos. Acadmico Dpto. de Psicologa, Universidad de Chile. Docente de pre y postgrado UDD y UAI. Contacto: [email protected] / www.sassenfeld.cl

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UN CAMINO RECORRIDO: DEL ANLISIS BIOENERGTICO A LA PSICOTERAPIA CORPORAL ANALTICA

teraputicos que utilizan en buena medida la generacin de experiencias de gran intensidad emocional como mecanismo de cambio. Con honestidad expresa lo adictivos y narcisistamente gratificadores que tales contextos pueden resultar para el terapeuta. A continuacin Geissler describe un proceso personal y profesional fundamental que lo comenz a encaminar en direccin de la formulacin de la psicoterapia corporal analtica. Se trata de un periodo de varios aos de supervisin con Jacques Berliner, un analista bioenergtico belga que se haba acercado mucho al psicoanlisis y se haba vuelto crtico respecto de los planteamientos de Lowen. Estos aos de supervisin se convierten en un punto de inflexin para Geissler, pudiendo ste a travs de una introduccin a muchos conceptos psicoanalticos a manos de Berliner volver a acercarse al psicoanlisis Geissler aclara que se trata de una vuelta porque por un lado haba estado durante sus estudios en psicoanlisis con setting de divn y porque, por otro lado, haba querido originalmente formarse como psicoanalista. Como caba esperar, esta vuelta al psicoanlisis est marcada por una exploracin de tericos como Ferenczi, Balint y Winnicott, todos ellos en alguna medida abiertos a tomar en consideracin el lugar del cuerpo en psicoterapia. Sus exploraciones psicoanalticas finalmente conducen a la formulacin de la denominada psicoterapia corporal analtica, un enfoque que a grandes rasgos es de carcter analtico, pero que adems incluye lo que Heisterkamp y Geissler (2007) llaman un setting abierto a las intervenciones corporales. Ms especficamente, la psicoterapia corporal analtica es una forma de psicoterapia inscrita en la tradicin analtica relacional e intersubjetiva (Mitchell & Aron, 1999) que concede gran importancia en los planos terico y clnico a las vicisitudes de los vnculos afectivos en el desarrollo, la psicopatologa y los mecanismos psicoteraputicos de cambio. Desde esta perspectiva, el cuerpo y la corporalidad siempre son visualizados, entendidos y abordados en el contexto de la relacin teraputica. Los captulos del libro conducen, entonces, desde las experiencias personales y profesionales de Geissler previas a la psicoterapia corporal analtica hacia la articulacin de diferentes aspectos ya propios de este ltimo enfoque. Queda en evidencia que la psicoterapia corporal analtica est alimentada por y en dilogo constante con la psicologa contempornea del desarrollo, incluyendo la investigacin de infantes y la teora del apego. Geissler describe con claridad la relevancia y los fundamentos del intercambio no-verbal

afectivo tanto en el desarrollo temprano como en la prctica clnica con adultos. Toca, ms all, temticas adicionales como la auto-regulacin y la regresin en el marco de la psicoterapia y dedica un captulo completo al reconocimiento de la significacin del sonido en psicoterapia, para lo cual recurre a diversos campos de investigacin. Personalmente, me parece un libro valiente. La apertura con la cual Geissler detalla aspectos importantes de sus procesos personales y profesionales de crecimiento y aprendizaje es admirable. Por otro lado, me resulta significativo poder entender el desarrollo del trabajo terico y prctico de un psicoterapeuta en sus continuidades y discontinuidades o rupturas. En una reflexin compartida con Geissler acerca de la dinmica propia de los procesos formativos y de crecimiento profesional, constat que a menudo los terapeutas afirman estar en desacuerdo o incluso haber roto con elementos relevantes de los enfoques en los cuales fueron entrenados y cuando comienzan a escribir y formar a otros en sus propios enfoques teraputicos muchas veces se omite algo central: as como la investigacin demuestra la existencia de un conocimiento relacional implcito esto es, una especie de bagaje no consciente producto de nuestras experiencias relacionales previas que da forma a nuestras experiencias relacionales actuales me parece que existe tambin tanto un conocimiento terico-prctico implcito como un conocimiento clnico implcito. Dicho de otra manera, por mucho que un psicoterapeuta puede dejar de considerar como algo importante ciertos aspectos de sus experiencias formativas, lo que hace, piensa y siente en el presente siempre est basado en sus experiencias previas y en los registros y aprendizajes que stas dejaron en el nivel implcito. Por ejemplo, no es infrecuente escuchar a terapeutas que han roto con la prctica del diagnstico en psicoterapia y que visualizan el diagnstico como un elemento que dificulta el proceso teraputico y el contacto genuino con el paciente. En mi opinin, esto es ms bien ilusorio: por mucho que no se utilice un diagnstico explcito, los aprendizajes que un terapeuta ha tenido durante su formacin respecto del diagnstico no son algo de lo cual ste pueda realmente deshacerse; seguir teniendo impresiones diagnsticas, slo que se tratar de impresiones implcitas. stas, guste o no, seguirn afectando las decisiones clnicas y teraputicas que un terapeuta hace. Creo que el libro de Geissler es un intento, en este sentido, de poner al descubierto las continuidades y rupturas de un camino recorrido por un terapeuta, aunque sta no haya sido su intencin consciente.

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ANDR SASSENFELD

Esperemos que Geissler, autor y editor prolfico, siga produciendo en el futuro contribuciones significativas como aquellas reunidas en este tomo. Su foco constante en conectar las formulaciones tericas con la prctica clnica el libro contiene diversas vietas hace posible formarse una imagen ms clara de la psicoterapia corporal analtica como aproximacin psicoteraputica contempornea.

REFERENCIAS
1. Heisterkamp G, Geissler P. Rahmen, Arbeitsbndnis und Setting oder die Einrichtung der psychotherapeutischen Werkstatt . En Geissler P. & Heisterkamp G. Psychoanalyse der Lebensbewegungen: Zum krperlichen Geschehen in der psychoanalytischen Therapie. Springer, Wien, 2007, pp. 199-210 Mitchell S. Aron L. Relational Psychoanalysis: The Emergence of a Tradition. The Analytic Press, New Jersey, 1999 Sassenfeld A. Psicoterapia corporal y psicoanlisis? La consolidacin de la psicoterapia corporal analtica. Gaceta de Psiquiatra Universitaria 2007; 3 (4): 381-383

2. 3.

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catlogo de lIBros comentados en gpu


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los contextos del ser: las Bases IntersuBJetIVas de la VIda psquIca Autores: R. D. Stolorow y G. E. Atwood Editorial Herder, Barcelona, Espaa, 2004 Comentario: Rev gU 2006; 2; 4: 370-374 Compra: www.herdereditorial.com la esquIzoFrenIa clsIca Autor: Csar Ojeda Segunda edicin ampliada Ed: C&C Ediciones, Santiago de Chile, 2006 Comentario: Rev gU 2006; 2; 4: 375-378 Compra: [email protected] Fono: 269 75 17 cuando el estado castIga: el maltrato laBoral a los empleados pBlIcos en cHIle Autora: Oriana Zorrilla Novajas Editorial Universitaria Bolivariana, 2005 Comentario: Rev gU 2006; 2; 4: 379-382 Compra: [email protected] terapIa FamIlIar y de pareJa Editor: Arturo Roizblatt Ed: Mediterrneo, Santiago-Buenos Aires, 2006 Comentario: Rev gU 2006; 2; 4: 383-384 Compra: www.mediterraneo.cl no Humano, pero IntelIgente on IntellIgence Autor: Jeff Hawkins Ed: Owsl Books, New York, 2005, 265 pginas Comentario: Rev gU 2006; 2; 4: 385-388 Compra: www.amazon.com muJeres del medIoeVo. sueos, memorIas, Imgenes y leyendas Editor: Rosa Behar Astudillo Ed: Altazor, Santiago, 2005, 155 pginas Comentario: Rev gU 2006; 2; 3: 251-252 Compra: e-mail: [email protected] Fono: (56-32) 688694 JuIcIo a la sIcoterapIa Autor: Jeffrey M. Masson Ed: Cuatro Vientos, Santiago, 1991, 228 pginas Comentario: Rev gU 2006; 2; 3: 253-255 Compra: www.cuatrovientos.net Fundamentos antropolgIcos de la psIcopatologa Autor: Hctor Pelegrina Editorial Polemos Comentario: Rev gU 2006; 2; 3: 256-263 Compra: www.editorialpolemos.com.ar aVances en psIcoterapIa y camBIo psquIco Editores: Raul Riquelme Vjar y Edgardo Thumala Pieiro Ed: Sociedad Chilena de Salud Mental, Santiago, 2005, 464 pginas Comentario: Rev gU 2006; 2; 2: 140-141 Compra: www.schilesaludmental.cl Idea mdIca de persona: la persona tIca como Fundamento de la antropologa mdIca y de la conVIVencIa Humana Autor: Fernando Oyarzn Pea Ed: LOM Ediciones, Santiago, 2005 Comentario: Rev gU 2006; 2; 2: 142-143 Compra: www.lom.cl el cereBro y el mundo InterIor. una IntroduccIn a la neurocIencIa de la experIencIa suBJetIVa Autores: Mark Solms y Oliver Turnbull Ed: Fondo de Cultura Econmica, 2004 Comentario: Rev gU 2006; 2; 1: 23-25 Compra: www.fondodeculturaeconomica.com psycHIatry, psycHoanalysIs and tHe new BIology oF mInd Autor: Eric R. Kandel Ed: American Psychiatric Publishing, Washington DC, 2005, 414 pginas Comentario: Rev gU 2006; 2; 1: 26-28 Compra: www.amazon.com trastornos de personalIdad. HacIa una mIrada Integral Editores: Ral Riquelme y Alex Oksenberg Ed: Sociedad Chilena de Salud Mental, Santiago, 2003, 892 pginas Comentario: Rev gU 2006; 2; 1: 29-31 Compra: www.schilesaludmental.cl tratado soBre la FamIlIa Autor: Gary Becker Ed: Alianza Universidad, Madrid, 1987 Comentario: Rev gU 2006; 2; 1: 32-33 Compra: www.alianzaeditorial.es psIcoterapIa, gnero & lIteratura Autor: Carlos de los Ros Ed: Ediciones Sociedad Atenea, Via del Mar, 2005 Comentario: Rev gU 2006; 2; 1: 34-35 Compra: www.libreriamujeres.com.ar scHIzopHrenIc speecH Autores: Peter McKenna y Tomasina Oh Ed: Cambridge University Press, London, 2005 Comentario: Rev gU 2005; 1; 3: 229-232 Compra: www.amazon.com

trayecto del psIcoanlIsIs de Freud a lacan Autores: Michel Thibaut y Gonzalo Hidalgo Ed: Universidad Diego Portales. Segunda Edicin, Santiago, 2004, 268 pginas Comentario: Rev gU 2005; 1; 3: 233-235 Compra: www.udp.cl/publicaciones readIng Freud: a cHronologIcal exploratIon oF Freuds wrItIngs Autor: Jean Michel Quinodoz Ed: Routledge, Londres, 2004 Comentario: Rev gU 2005; 1; 3: 236 Compra: www.amazon.com psycHoanalytIc tHeorIes: perspectIVes From deVelopmental psycHopatHology Autores: Peter Fonagy y Mary Target Ed: Brunner, Routledge, Londres, 2003 Comentario: Rev gU 2005; 1; 2: 127-128 Compra: www.amazon.com manual de psIcoeducacIn para el trastorno BIpolar Autores: Francesc Colom y Eduard Vieta Ed: Ars Medica, Barcelona, 2004 Comentario: Rev gU 2005; 1; 2: 129-130 Compra: www.psiquiatria.com psIcosIs epIlptIcas Autor: Fernando Ivanovic-Zuvic Ed: Serie Roja, Sonepsyn Ediciones, 2003 Comentario: Rev gU 2005; 1; 2: 131 Compra: www.sonepsyn.cl la tercera etapa. ensayos crtIcos soBre psIquIatra contempornea Autor: Csar Ojeda Ed: Cuatro Vientos. Santiago, 2003, 241 pginas Comentario: Rev gU 2005; 1; 2: 132-133 Compra: www.cuatrovientos.cl psIcopatologa de la muJer Editores: Eduardo Correa, Enrique Jadresic Ed. Mediterrneo. Santiago, 2005, 573 pginas Comentario: Rev gU 2005; 1; 2: 134-136 Compra: www.mediterraneo.cl el trastorno BIpolar y el espectro de la BIpolarIdad Editor General: Hernn Silva Ed: CyC Aconcagua, 2004, 130 pginas Comentario: Rev gU 2005; 1: 13-15 Compra: [email protected] Fono: 269 75 17 los lazos de amor. psIcoanlIsIs, FemInIsmo y el proBlema de la domInacIn Autora: Jessica Benjamin Ed: Paids, 1. Edicin, Buenos Aires, 1996. Comentario: Rev gU 2005; 1: 16-19 Compra: www.paidos.com droga y alcoHol. enFermedad de los sentImIentos Autores: Ral Schilkrut y Mait Armendriz El Mercurio-Aguilar. Santiago, 2004, 255 pginas Comentario: Rev gU 2005; 1: 20-22 Compra: www.tienda.clubdelectores.cl

la lIBeracIn de los pacIentes psIquItrIcos: de la reHaBIlItacIn psIcosocIal a la cIudadana posIBle Autor: Benedetto Saraceno Ed: Pax, Mxico, 2003 Comentario: Rev gU 2005; 1: 23-24 Compra: www.editorialpax.com sueo: dIagnstIco y tratamIento Autor: Walter Abdaloff Mediterrneo, Santiago, 2003 Comentario: Rev gU 2005; 1: 25-26 Compra: www.mediterraneo.cl: anorexIa nerVIosa y BulImIa: clnIca y teraputIca Editores: Rosa Behar Astudillo y Gustavo Figueroa Cave Ed: Mediterrneo, Santiago Comentario: Rev gPU 2007; 3; 1: 22-25 Compra: www.meditarraneo.cl martIn HeIdegger y el camIno HacIa el sIlencIo: ensayo de crtIca FIlosFIca Autor: Csar Ojeda Figueroa Ed: C&C Ediciones Comentario: Rev gPU 2007; 3; 1 : 26-28 Compra: [email protected] Fono: 269 75 17 soBre la HomosexualIdad Editores: Beatriz Zegers, Mara Elena Larran y Francisco Bustamante Ed: Meditarrneo, Santiago Comentario: Rev gPU 2007; 3; 1: 29-32 Compra: www.meditarraneo.cl psIquIatra clnIca en la unIdad de corta estada Autor: Mario Vidal C. Ed: Serie Roja, Sonepsyn Ediciones, 2006 Comentario: Rev gPU 2007; 3; 2: 132-133 Compra: www.sonepsyn.cl In searcH oF memory Autor: Eric R. Kandel Ed: W.W. Norton & Company, Inc. Comentario: Rev gPU 2007; 3; 2: 134-136 Compra: www.amazon.com la mente. una BreVe IntroduccIn Autor: John R. Searle Ed: Grupo Editorial Norma, Bogot, 2006 Comentario: Rev gPU 2007; 3; 2: 130-131 Compra: www.norma.com tHe neuroscIence oF Human relatIonsHIps: attacHment and tHe deVelopIng socIal BraIn Autor: Louis Cozolino W.W. Norton & Company, New York, 2006 Comentario: Rev gPU 2007; 3; 3: 242-244 Disponible en: www.amazon.com tHe loss oF sadness Autor: Allan V. Horwitz y Jerome C. Wakefield Oxford University Press, New York, 2007 Comentario: Rev gPU 2007; 3; 3: 245-247 Compra: www.amazon.com

las experIencIas del tnel y el Bardo Autor: Sergio Pea y Lillo Ed. Grijalbo, Santiago, 2007, 174 pp. Comentario: Rev gPU 2007; 3; 3: 248-250 Compra: www.randomhousemondadori.com.mx

depresIn: enFermedad o crIsIs? una perspectIVa psIcoanaltIca Autor: Benzin Winograd Editorial Paids, Buenos Aires, 2005, 312 pp. Comentario: Rev gPU 2007; 3; 3: 251-254 Compra: www.paidos.com psycHoanalyse der leBensBewegungen: zum KrperlIcHen gescHeHen In der psycHoanalytIscHen tHerapIe. eIn leHrBucH. (psIcoanlIsIs de los moVImIentos VItales: soBre los procesos corporales en la terapIa psIcoanaltIca. un lIBro de texto) Editores: Peter Geissler y Gnter Heisterkamp Springer Verlag, Viena, 2007 Comentario: Rev gPU 2007; 3; 4: 381-383 Compra: www.amazon.com sentIr las palaBras. arcHIVos sonoros de la memorIa ImplcIta y musIcalIdad de la transFerencIa Autor: Mauro Mancia Editorial: Lumen, 2006, 301 pp. Comentario: Rev gPU 2007; 3; 4: 384-386 Compra: www.tematika.com treatIng and preVentIng adolescent mental HealtH dIsorders: wHat we Know and wHat we dont Know Autores: Dwight L Evans, Edna B Foa, Raquel E Gur, Herbert Hending, Charles P OBrien, Martin EP Seligman y B Timothy Walsh Editorial: Oxford University Press, USA, 2005 Comentario: Rev gPU 2007; 3; 4: 387-388 Compra: www.amazon.com la muJer sola: ensayo soBre la dama andante en occIdente Autora: Alcira Mariam Alizade Editorial: Lumen, Buenos Aires, 1998, Coleccin Tercer Milenio, 220 pp. Comentario: Rev gPU 2007; 3; 4: 389-390 Compra: [email protected] enFermedad, sntoma y carcter Autora: Adriana Schnake Editorial: Cuatro Vientos, Santiago, 2007, 380 pp. Comentario: Rev gPU 2007; 3; 4: 391-393 Compra: www.cuatrovientos.net

Formas de la IntersuBJetIVIdad: entre InVestIgacIn de InFantes y psIcoterapIa de adultos Autores: Beatrice Beebe, Steven Knoblauch, Judith Rustin, Dorienne Sorter; con contribuciones adicionales de Theodore Jacobs y Regina Pally Other Press, New York, 2005 Comentario: Rev gPU 2008; 4; 1: 23-25 Compra: www.amazon.com Formas del saBer y del amar Autor: Armando Roa Ediciones Sociedad de Neurologa, Psiquiatra y Neurociruga de Chile, Santiago, 2007, 296 pp. Comentario: Rev gPU 2008; 4; 1: 26-30 Compra: www.sonepsyn.cl psIcologa general y eVolutIVa Autores: Anneliese Drr, M. Elena Gorostegui, M. Luz Bascun Editorial: Mediterrneo, Santiago, 2008, 409 pp. Comentario: Rev gPU 2008; 4; 1: 31-32 Compra: [email protected] sangra la escena: psIcodrama, terapIa del trauma y del duelo Autor: Pedro Torres-Godoy EDRAS, Universidad de Chile, Santiago, 2007. Comentario: Rev gPU 2008; 4; 1: 33-34 Compra: www.psicodrama.cl Verdugo del amor. HIstorIas de psIcoterapIa Autor: Irvin D. Yalom EMECE, Buenos Aires, 1998, 328 pp. Comentario: Rev gPU 2008; 4; 1: 35 Compra: www.lsf.com.ar

gentIca y FarmacogenmIca en psIquIatra Editor: Dr. Hernn Silva Coautores: Mnica Acua, Renato Alarcn, Vctor Karpyak, Vctor Lermanda, David A. Mrazek, Fernando Novoa, Carlos Valenzuela y Hernn Silva Ediciones de la Sociedad de Neurologa, Psiquiatra y Neurociruga de Chile, Santiago de Chile; 2007 Comentario: Rev gPU 2008; 4; 2: 160-161 Compra: www.sonepsyn.cl estudIos clnIcos en neuro-psIcoanlIsIs: IntroduccIn a la neuropsIcologa proFunda Autores: Karen Kaplan-Solms & Mark Solms Fondo de Cultura Econmica (2005/2000). Comentario: Rev gPU 2008; 4; 2: 162-164 Compra: www.libreriasdelfondo.com

eVIdence Based psycHotHerapIes For cHIldren and adolescents Autores: Alan E. Kazdin y John R. Weisz Editorial: The Guilford Press, New York, USA, 2003, 475 pp. Comentario: Rev gPU 2008; 4; 1: 21-22 Compra: www.amazon.com

el FemInIsmo espontneo de la HIsterIa Estudio de los trastornos narcisistas de la feminidad Autora: Emilce Dio Bleichmar Ed. Fontamara, Buenos Aires, 1989 Comentario: Rev gPU 2008; 4; 2: 165-166 Compra: www.libreriangeles.com.mx

darwIns dangerous Idea Autor: Daniel Dennett Editorial: Simon & Schuster, 586 pginas. Comentario: Rev gPU 2008; 4; 3: 277-282 Compra: www.amazon.com

mentalIzIng In clInIcal practIce Autores: Jon Allen, Peter Fonagy, Anthony Bateman Editorial: American Psychiatric Publishing, Inc.; 1 edition, 2008, 433 pginas. Comentario: Rev gPU 2008; 4; 4: 397-398 Compra: www.mediterraneo.cl

reInVentIng darwIn Autor: Niles Eldredge Editorial: Wiley, 244 pginas. Comentario: Rev gPU 2008; 4; 3: 277-282 Compra: www.amazon.com

aportes clnIcos a la prueBa de rorscHacH Editores: Anglica Paredes M. y Carmen Gloria Micheli I. Editorial Ciceros Ltda., Santiago de Chile 2008, 277 pginas. Comentario: Rev gPU 2009; 5; 1: 18-19 Compra: Clnica Psiquitrica, Universidad de Chile

tHe constructIon oF socIal realIty Autor: John Searle Editorial: Free Press, 256 pginas. Comentario: Rev gPU 2008; 4; 3: 277-282 Compra: www.amazon.com

tHe complete guIde to aspergers syndrome Autor: Tony Attwood Editorial: Jessica Kingsley publishers UK, 2007, 397 pginas. Comentario: Rev gPU 2009; 5; 1: 20-21 Compra: www.amazon.com

proBlemas de FamIlIa Autor: Hernn Montenegro Arriagada Editorial: Mediterrneo, 179 pginas. Comentario: Rev gPU 2008; 4; 3: 283-284 Compra: www.mediterraneo.cl

le gnIe FmInIn. la VIe, la FolIe, les mots Tome II. Mlanie Klein Autora: Julia Kristeva Paris, ditions Fayard, 2000, 446 pages. ISBN : 2213605939 Comentario: Rev gPU 2008; 4; 4: 385-387 Compra: www.amazon.com el genIo FemenIno. la VIda, la locura, las palaBras Tomo II. Melanie Klein Autora: Julia Kristeva Ed. Paids, Buenos Aires, Argentina, 2001, 315 pginas. ISBN : 950-12-3809-1 Comentario: Rev gPU 2008; 4; 4: 385-387 Compra: www.amazon.com tHe deVelopIng mInd: How relatIosHIps and tHe BraIn Interact to sHape wHo we are Autor: Daniel Siegel Editorial: The Gilford Press, New York, London, 1999, 394 pp. Comentario: Rev gPU 2008; 4; 4: 388-391 Compra: www.amazon.com

wHen BlusHIng Hurts: oVercomIng aBnormal FacIal BlusHIng Autor: Enrique Jadresic Editorial: Bloomington Universe, New York, 2008, 108 pginas. Comentario: Rev gPU 2009; 5; 1: 22-23 Compra: www.amazon.com

HIstorIa de cHIle en la VIda de un mdIco Autor: Alfredo Jadresic Editorial Catalonia, Santiago, 2007 Comentario: Rev gPU 2009; 5; 1: 24-25 Compra: www.catalonia.cl

Karl Jaspers: la comunIcacIn como Fundamento de la condIcIn Humana Autor: Hernn Villarino Editorial: Mediterrneo, Santiago, 2008, 372 pginas. Comentario: Rev gPU 2009; 5; 1: 26-28 Compra: www.mediterraneo.cl

wHat Is lIFe? Autor: Erwin Schrdinger Editorial: Cambridge University Press, Cambridge (UK), Tenth Printed, 2003 Comentario: Rev gPU 2008; 4; 4: 392-396 Compra: www.mediterraneo.cl

los estoIcos antIguos Autor: Marcelo T. Boeri Editorial Universitaria, Santiago de Chile, 2003 Comentario: Rev gPU 2009; 5; 1: 29-30 Compra: www.universitaria.cl

la naturaleza de la concIencIa. cereBro, mente y lenguaJe Autores: Maxwell Bennett, Daniel Dennett, Peter Hacker y John Searle Editorial: Paids, 2008, 269 pginas. Comentario: Rev gPU 2009; 5; 2: 164-166 Compra: www.tematika.com

looK me In tHe eye Autor: John Elder Robison. Crown Publishers, New York, USA, 2007, 288 pginas Comentario: Rev gPU 2009; 5; 3: 298-300 Compra: www.amazon.com

el goce de la HIstrIca Autor: Lucien Isral Editorial Argonauta, Barcelona, 1979 Comentario: Rev gPU 2009; 5; 2: 167-172 Compra: agotada en Paids

attacHment In psycHotHerapy Autor: David Wallin Guilford Press, New York, 2007 Comentario: Rev gPU 2009; 5; 3: 301-302 Compra: www.amazon.com

nomadas Universidad de Chile Facultad de Filosofa y Humanidades Centro de Estudios de Gnero y Cultura en Latinoamrica. Directora: Kemy Oyarzn. Editorial: Cuarto Propio, Oct. 2008, Nmero 8, 172 pginas. Comentario: Rev gPU 2009; 5; 2: 173-174 Compra: Librera Lila cognItIVe-BeHaVIoral tHerapy For adult asperger syndrome Autor: Valerie L. Gaus Editorial: The Guilford Press, New York, 2007, 244 pginas. Comentario: Rev gPU 2009; 5; 2: 175-176 Compra: www.amazon.com

attacHment tHeory and researcH In clInIcal worK wItH adults Editores: Joseph Obegi y Ety Berant Guilford Press, New York, 2009 Comentario: Rev gPU 2009; 5; 3: 301-302 Compra: www.amazon.com

BlusHIng: cuando el ruBor duele Autor: Enrique Jadresic Uqbar Editores, Santiago, 2009 Comentario: Rev gPU 2009; 5; 3: 303 Compra: libreras

encuentro con la psIcoterapIa. una VIsIn antropolgIca de la relacIn y el sentIdo de la enFermedad en la paradoJa de la VIda Autor: Jean-Marie Delacroix Editorial: Cuatro Vientos Comentario: Rev gPU 2009; 5; 2: 177-179 Compra: www.cuatrovientos.cl

nuestro lado oscuro. una HIstorIa de los perVersos Autor: Elisabeth Roudinesco Editorial: Anagrama, 2009, 255 pginas Comentario: Rev gPU 2009; 5; 4: 421-422 Compra: www.tematika.com

el temor y la FelIcIdad Autor: Sergio Pea y Lillo Editorial Universitaria, 27 Edicin, Santiago, 2008, 166 pginas Comentario: Rev gPU 2009; 5; 3: 295-297 Compra: libreras

psIquIatra para atencIn prImarIa y el mdIco general. depresIn, ansIedad y somatIzacIn Editores: Julia Acua, Alberto Botto y Juan Pablo Jimnez Editorial: Mediterrneo, 2009, 131 pginas Comentario: Rev gPU 2009; 5; 4: 423-425 Compra: www.mediterraneo.cl

analytIscHe KrperpsycHotHerapIe: eIne BestandsauFnaHme Autor: Peter Geissler Editorial: Psychosozial-Verlag, Giessen, 2009 Comentario: Rev gPU 2010; 6; 1: 21-23 Compra:

entreVista de GaCeta de PsiQUiatra UniVersitaria

FelIpe lecannelIer. la nueVa cIencIa de los BeBs: apego e IntersuBJetIVIdad


(Rev GPU 2010; 6; 1: 29-37)

Ps. FELIPE LECANNELIER

director del centro de estudios evolutivos e Intervencin en el nio (ceeIn), universidad del desarrollo. candidato a doctor en desarrollo Infantil, universidad autnoma de madrid-espaa. especializacin en Investigacin e Intervencin en apego Infantil, universidad de londres, y anna Freud centre de londres. magster en epistemologa y Filosofa de las ciencias, universidad de chile. entrenamiento en evaluacin del apego Infantil, universidad de minnesota y universidad de Harvard. director del magster en estrategias de Intervencin en salud mental Infantil, universidad del desarrollo. psiclogo clnico y supervisor acreditado. asesor externo de varias instancias gubernamentales (minsal, mideplan, Integra, senado de la repblica). autor de los libros apego e Intersubjetividad. el legado de los vnculos tempranos en el desarrollo y la salud mental parte I y II. editorial lom.

Felipe, es usted en Chile uno de los profesionales que ms tiempo ha dedicado al estudio, investigacin y difusin de la amplia rea del apego y la primera infancia. En las ltimas dcadas, en este campo se han producido profundas transformaciones relacionadas con la teora, la investigacin y las posibilidades de

GPU:

aplicacin, que han transformado a su vez la psicologa del desarrollo como disciplina. Podra resumir en primer lugar, desde su perspectiva, cules son los cambios tericos ms significativos que se han producido? FL: Se podra decir que los cambios de lo que se ha llamado la nueva ciencia de los bebs (o la Salud Mental
PSIqUIATRA UNIVERSITARIA

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ENTREVISTA DE GACETA DE PSIQUIATRA UNIVERSITARIA

del Infante, que es el nio desde el embarazo hasta la edad preescolar) han operado en varios niveles. A nivel epistemolgico los estudios sobre las competencias del infante han generado un modo diferente de comprender el modo cmo los nios conocen el mundo y a s mismos, hacia una visin que se podra llamar como evolucionista-vincular. Es decir que, a diferencia de lo que se pensaba antao, que los infantes eran seres pasivos/autistas/asociales/biolgicos, ahora los estudios han demostrado que los nios son seres esencialmente sociales (no egocntricos ni autistas), vinculares (activos en desarrollar estrategias para apegarse de un modo estable y coherente con los otros significativos), intersubjetivos (altamente sintonizados a los estados afectivos y mentales de los otros) y autorregulados/ auto-organizados (buscando modos adaptativos de continuar la dinmica de sus propios procesos). A nivel metodolgico, los estudios de la infancia temprana han generado todo un acopio de metodologas muy refinadas de observacin y anlisis (microanlisis, situaciones experimentales para hacer hablar a los bebs, anlisis narrativos refinados, observacin naturalista controlada, etc.), constituyndose en una de las disciplinas ms empricas y sistemticas de la psicologa. A nivel de la teora y de lo que podramos llamar Filosofa de la Psicologa, el rea de los estudios en infancia temprana ha demostrado que el tiempo de los grandes maestros se acab! Es decir, que la clsica visin del maestro de la psicologa que propona teoras de todo (por ejemplo, de todo el desarrollo cognitivo, o moral, o de la personalidad) muchas veces con poco fundamento emprico (pocos estudios replicables/dos), y de un modo reduccionista (todo es el desarrollo cognitivo, o todo son los afectos del nio, etc.), ha dado paso a un sinnmero impresionante de investigadores que se especializan en procesos especficos del desarrollo en rangos de edad delimitados, buscando una comprensin ms refinada y sistemtica del desarrollo infantil. La limitacin de todo esto es que cada vez se hace ms lejos el sueo de hacer una sola teora o un solo modelo integrador de todo para la psicologa. Ahora, todo lo anterior es muy interesante, pero no es algo que sea muy relevante para los infantes. Entonces, en ese sentido, otro cambio importante que han producido todas estas nuevas visiones es que nos obliga a tratarlos mejor de lo que histricamente lo habamos hecho. Y esto no slo es en el plano de la crianza de los padres sino de muchos consejos y estrategias dainas para los nios que la psicologa/pediatra/ neurologa han propuesto. Por ltimo, a nivel clnico lo ms relevante es que ahora podemos reconocer que los

infantes tienen mente, y por ende, tienen salud mental, y por ende, tienen derecho a recibir ayuda especializada. Entonces, ahora el desarrollo de estrategias clnicas (en donde la psicoterapia es slo una pequea fraccin) para la infancia temprana se constituye en una de las principales soluciones preventivas para atajar toda la serie de problemas de salud mental que observamos en la edad escolar, adolescente y adulta. gPU: Podra explicar un poco ms a qu se refiere con una visin evolucionista-vincular en el plano epistemolgico? FL: No s si realmente exista ese nombre como tal. Lo que pasa es que si uno analiza los estudios sobre desarrollo socio-afectivo y vincular en la infancia temprana las epistemologas clsicas tipo realismo, racionalismo, objetivismo, pragmatismo, etc., no parecen dar cuenta de lo que se conoce de los infantes. Del mismo modo, epistemologas ms nuevas tales como el construccionismo social o el constructivismo radical tampoco me parece que reflejan lo que sabemos de los infantes y su mundo social (quizs por ser epistemologas ms bien adultizadas). Entonces, me parece que hay ciertos principios epistemolgicos bsicos, tales como: 1) los infantes se entienden como sistemas organizados en donde un desarrollo ptimo va integrando de un modo cada vez ms complejo y flexible los procesos y tareas del desarrollo. Por ejemplo, los procesos tales como el apego, el desarrollo social, el desarrollo simblico se van haciendo cada vez ms coherentes (funcionan de un modo flexible y conectado) a travs de la trayectoria ontognica. Es decir que, bajo condiciones ptimas, el sistema infante empieza a integrar de un modo flexible y coherente las tareas propias de su desarrollo de modo de funcionar de una manera ms organizada y compleja. Ms concretamente, y a modo de ejemplo, los estudios han mostrado que los nios con apego seguro suelen mostrar un desarrollo ms flexible y coherente de una serie de capacidades del desarrollo (autoestima, desarrollo simblico, competencias sociales, etc.). Entonces, ms adaptacin implica necesariamente una mejor coordinacin de procesos. Del mismo modo, las dificultades en el desarrollo se evidencian en que el nio empieza a tener una organizacin desigual, desconectada y rgida de sus procesos; 2) en los humanos, el espacio de coordinacin son los otros (a diferencia de otros mamferos que no tienen el nivel y complejidad social de nosotros). Esto implica que en los humanos el nivel de organizacin cerebral, psicolgica y social slo se logra al implicarnos en vnculos afectivos que sean estables, continuos, coherentes y selectivos con otros seres humanos. Entonces, mientras ms desorganizado

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es el espacio vincular, ms dificultad tendr el nio para ir integrando los procesos y tareas del desarrollo; 3) por ltimo, creo que el impulso (algo as como el eln vital) de todo el desarrollo no es ms que un mecanismo evolucionista de continuar la vida a travs del mantenimiento de los procesos organizados del ser vivo. Ms concretamente, para lograr esto el infante (y todos los seres humanos) necesita desarrollar una vida que tenga las caractersticas de regularidad, estabilidad y predictibilidad de modo que el desarrollo pueda continuar con su proceso de autoorganizacin. Dems est decir que estas condiciones de mantenimiento de la organizacin son exactamente las mismas condiciones para el desarrollo del apego. Esto es algo que se observa de un modo muy claro en la clnica y en los estudios de psicopatologa del desarrollo, donde la mayor cantidad de sintomatologa se observa en los casos de nios que tienen cuidadores muy inconsistentes, impredecibles y confusos. En estos casos, el nio prcticamente gasta toda su energa en tratar de buscar esta regularidad (utilizando una serie de estrategias, tales como la agresividad), pero dejndolo sin la necesaria para organizar coherente y flexiblemente sus procesos del desarrollo (mostrando estrategias rgidas y desorganizadas). Por lo tanto, este tipo de epistemologa entendera el conocimiento del infante como un proceso que implica ir avanzando en estadios cada vez ms organizados de los procesos propios del desarrollo en un espacio vincular que se constituye en el espacio vital de organizacin de estos procesos y que operan bajo las reglas evolutivas de bsqueda de continuidad, estabilidad y predictibilidad. gPU: Habl de cmo los avances en la psicologa del desarrollo han convertido ese campo en una de las reas ms sistemticas y empricas de investigacin en la psicologa. Al mismo tiempo, menciona que esto ha implicado una progresiva especializacin de parte de los investigadores. No produce esto una fragmentacin disciplinaria? FL: S, de todas maneras. Con cada nivel de especializacin del conocimiento se pierde un nivel de integracin del mismo. Por ahora, esto es algo que no parece tener mucha solucin (y es mucho ms evidente en disciplinas ms duras y que tienen ms historia que la psicologa). Sin embargo, de vez en cuando aparecen ciertos integradores que tienen la capacidad de tomar informacin de diversas lneas de investigacin y las ordenan en estructuras conceptuales y tericas de un orden superior. Pienso que en el rea de la infancia, personas como Peter Fonagy y Daniel Stern representan estos integradores.

Ahora, a nivel prctico este nivel de especializacin va a obligar a que los clnicos dejemos de implementar estrategias generalistas para toda una serie de trastornos y problemticas. ste es un tema muy interesante, porque en el rea de la primera infancia est ocurriendo un cambio desde la aceptacin y aplicacin de los clsicos enfoques psicolgicos (que se ha demostrado que no hay uno ms eficaz que el otro) hacia la implementacin de estrategias y tcnicas de intervencin especficas para dificultades determinadas. Entonces, si bien el sueo integracionista est desapareciendo, el lado positivo es que obliga a los clnicos a ser ms especficos y focalizados en las cosas que hacemos. gPU: Menciona el trabajo de Fonagy y Stern. Ambos no slo han dedicado esfuerzos a contribuir en la comprensin del desarrollo temprano, sino que adems estn interesados en la clnica de adultos. En su opinin, qu relevancia tienen los nuevos hallazgos empricos y las conceptualizaciones que se desprenden de stos en el rea del desarrollo de los infantes para el trabajo psicoteraputico con pacientes adultos? FL: En ese tema recomiendo mucho el trabajo que Beatrice Beebe (quien fue una importante discpula de Stern) est realizando sobre cmo las investigaciones en intersubjetividad en la infancia pueden ayudar a informar el tratamiento en adultos (los nombres de los libros son Infant research and adult treatment: co-constructing interactions [2002] y Forms of intersubjectvity in infant research and adult treatment [2005]). Entonces, pienso que hay varias formas en que los estudios y teorizaciones de la primera infancia tienen relevancia para el trabajo psicoteraputico en adultos: primero, el espacio teraputico conserva rasgos similares al espacio vincular cuidador-beb (por ejemplo, se da en una matriz de mentalizacin y regulacin, implica procesos de sintonizacin y coordinacin, puede generar un espacio de base segura o insegura, etc.). Entonces, el conocimiento que se ha ido gestando en los procesos vinculares en la infancia temprana ha permitido conocer y explicar con mayor profundidad la dinmica vincular que se produce entre terapeuta y paciente. No es casualidad que, a mi gusto, una de las reas ms interesantes en investigacin en psicoterapia se relaciona con conocer los microprocesos no-verbales que se producen en los momentos del cambio teraputico. En segundo lugar, pienso que por fin estamos investigando el vnculo temprano de un modo prospectivo y no retrospectivo, y eso hace una gran diferencia a la hora de explicar la influencia que los vnculos tempranos tienen sobre los pacientes adultos. Me explico: con el psicoanlisis, las teoras sobre el vnculo temprano
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estaban basadas en recuentos narrativos retrospectivos sobre la vida temprana de los adultos. Por suerte, gracias a las lneas de investigacin relacionadas con los estudios neurobiolgicos de la memoria y tambin de los procesos de construccin narrativa biogrfica, sabemos que el recuento del pasado habla ms bien del presente que del pasado mismo (ver la propuesta de Gerald Edelman) y que la verdad narrativa del pasado es ms bien una verdad antropolgica no arqueolgica (es decir, que la memoria no es necesariamente una ventana prstina que se abre al pasado). Tambin, los aportes de los estudios longitudinales sobre la influencia de los vnculos tempranos en el desarrollo posterior han permitido desmitificar el determinismo temprano del vnculo. Por ltimo, pienso que la operacionalizacin didctica del apego en cuatro categoras ha posibilitado investigar los calces entre los patrones de apego de los terapeutas y los pacientes dando informacin interesante sobre variables vinculares que predicen el xito teraputico. Por ltimo, me gustara aclarar algo en relacin con todo lo anterior: a estas alturas no es tan claro que exista un vnculo de apego entre terapeuta y paciente. En esto hay diferencias entre los investigadores empricos del apego (que mantienen una visin muy estricta sobre lo que es y no es apego), y los clnicos del apego (que a veces suelen confundir vnculo afectivo con apego). El apego es un tipo de relacin que se da con pocas personas en la vida, y tienen que ocurrir determinadas condiciones bsicas que no siempre se dan en la relacin teraputica. gPU: Ahora, en la clnica infanto-juvenil existen por supuesto diversas posibilidades de aplicacin de la psicologa contempornea del desarrollo. En su experiencia como clnico, cules son los elementos de la investigacin de infantes que ms tiles resultan a la hora del trabajo prctico? FL: La verdad es que me encantara poder decir que en el caso de las intervenciones infanto-juveniles los aportes de la investigacin en desarrollo infantil han sido enormes, pero desgraciadamente aqu el clsico divorcio entre investigacin y clnica se cumple de igual modo que en la terapia de adultos. Por un lado seguimos teniendo la adopcin a los clsicos enfoques psicolgicos, los que desgraciadamente no siempre (y en algunos casos muy poco) suelen seguir la actualizacin constante que se produce en las investigaciones del desarrollo (ms si estos estudios contradicen lo propuesto por los creadores y continuadores de estos enfoques). Por otra parte, tenemos interesantes nuevos aportes de personas que han tratado de actualizar

las intervenciones a la luz de las nuevas evidencias en apego, intersubjetividad, psicopatologa del desarrollo, temperamento, regulacin, desarrollo socio-afectivo, etc. Por ejemplo, el trabajo que Alicia Lieberman hace en su intervencin con infantes y preescolares al integrar teora psicoanaltica con teora del apego e intersubjetividad, con estudios del trauma, etc., es un interesante aporte. Ahora, si me pregunta dnde es que menos se ha producido esta brecha entre investigacin y clnica no es en la psicoterapia sino ms bien en la implementacin de programas de intervencin de mayor alcance (por ejemplo, programas de prevencin del maltrato, de aprendizaje socio-afectivo, de prevencin de la violencia escolar, etc.). Ac en Chile (y Sudamrica) sigue existiendo esa concepcin restringida de que si no haces psicoterapia no eres un verdadero clnico, pero la verdad es que si revisas la eficacia y efectividad de estos programas tienes un mayor impacto y alcance que la psicoterapia. Desgraciadamente, en la psicologa hay demasiadas concepciones sin fundamento que solemos seguir slo porque no hemos estudiado posturas alternativas. Sin embargo, tomando el tema general, no deja de impresionar que cuando haces todos los esfuerzos de extrapolar la investigacin a la clnica siempre se pierde un importante acopio de informacin sistemtica y ordenada. Tomando como ejemplo la Teora del Apego: es actualmente uno de los programas de investigacin ms productivos, elaborados y sistemticos de la psicologa y, sin embargo, puedo decir con toda confianza que no existe una terapia del apego En los ltimos . aos se han publicado unos 3-4 libros tratando de hacer esta transferencia del impresionante conocimiento emprico que se tiene sobre el apego a la intervencin, y la verdad es que se ha visto que es una tarea muy difcil. Es decir, aun cuando puedas tener todo ese conocimiento cientfico de un fenmeno, eso no asegura que vayas a tener una intervencin de alto nivel e impacto. Por qu se da eso? No lo s gPU: En el trabajo clnico que usted mismo desarrolla y/o supervisa, qu elementos de la investigacin de infantes y de la teora del apego cree que cobran importancia? En otras palabras, cmo y qu elementos integra usted en el aspecto clnico de sus actividades? FL: He tenido la experiencia de trabajar desde el embarazo hasta la edad adulta en lo que a clnica se refiere. Hice una formacin clnica en adultos (Psicoterapia Post-racionalista), posteriormente en nios ms escolares y finalmente en infantes (0 a 3 aos). Para responder la pregunta, prefiero centrarme slo en lo que es el trabajo de 0 a 5 aos (infantes y preescolares), ya que

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es lo que ms hago ahora y lo que me parece ms til y motivador. En general, podra decir que las intervenciones que trato de hacer siguen los siguientes principios basados en las investigaciones con infantes (aunque teniendo claro que el espacio teraputico opera mucho en el plano de lo implcito que es donde uno nunca sabe realmente lo que hace): 1) se toma mucho la idea de los modelos multi-modales o multi-sistmicos: es decir, que la idea no es que el paciente tenga que adaptarse al enfoque o preferencia del terapeuta sino todo lo contrario. Esto obliga a los clnicos a saber ms de una teora o enfoque y mucho ms que un par de tcnicas; 2) si el apego se relaciona con un sistema de regulacin del estrs, entonces el trabajo se suele centrar en el modo cmo los padres regulan y empatizan con el estrs de los nios (y cmo el nio autorregula su estrs). Este es un tema interesante, ya que yo pienso que una verdadera intervencin de apego debera centrarse preferentemente en esto (y aqu yace una importante diferencia entre terapias vinculares de juego, por ejemplo, y terapias o intervenciones de apego); 3) se privilegia (en la mayora de los casos) el desarrollo de competencias vinculares de los padres hacia el nio y del nio con los otros y consigo mismo. Por ejemplo, tenemos toda una serie de programas de intervencin (para educadoras, padres en visita domiciliaria, cuidadores alternativos) que fomentan el desarrollo de cuatro habilidades secuenciales (tomando en cuenta lo que la evidencia dice sobre la capacidad de los padres que tienen hijos con apego seguro). (1) Aprender a atender al estrs del nio (es decir, mirarlo y focalizar su atencin en lo que el nio hace o deja de hacer). Despus (2) mentalizar el estrs del nio (es decir, preguntarse por los estados mentales que el nio puede estar teniendo). Posteriormente (3) auto-mentalizar el propio estrs cuando el nio expresa algn malestar (es decir, focalizar la atencin hacia los propios procesos mentales en presencia del nio). Finalmente (4) todas las habilidades anteriores culminan en que los padres aprendan a regular los eventos y conductas estresantes (lo que no tiene sentido si anteriormente no han empatizado con l y con ellos mismos). Me gustara mencionar otros principios que guan lo que hacemos con nios pequeos, porque es un poco diferente a muchas concepciones clsicas de la psicoterapia infantil. (1) En nuestra experiencia clnica cada vez se hace ms evidente que la consulta no siempre es el mejor lugar para intervenir con los nios y sus familias. Hay que estar en los contextos vitales del nio (y la consulta no es uno de ellos). Por eso, la idea es hacer visita domiciliaria, o visitas al colegio, u

otro tipo de contexto. (2) Por ltimo tratar, dentro de lo posible, de darle al paciente qu funciona para qu tipo de trastorno y tipo de familia y nio Esto es algo . que es un gran problema en la actualidad (y siempre) ya que sabemos que un porcentaje muy bajo de los clnicos, si tiene que decidir entre su enfoque y un tratamiento basado en la prueba emprica, va a decidir por el primero aunque no haya evidencia de su efectividad. Entonces, eso deja a la psicologa clnica en un estado pre-cientfico ya que el criterio de eleccin de las intervenciones obedece ms a aspectos de preferencia, sentido e historia personal. gPU: Mencionaba antes el tema de los procesos no-verbales involucrados en los mecanismos de cambio psicoteraputico. Este es un tpico que ha dado harto que hablar en el ltimo tiempo debido a que se est abordando bastante a raz de las contribuciones de Beatrice Beebe, el Boston Change Process Study Group y otros investigadores. Desde su perspectiva, qu aportan la investigacin de infantes y la teora del apego a la comprensin de la dimensin no-verbal en psicoterapia? FL: En primer lugar, los estudios de intersubjetividad en infantes son uno de los principales lugares donde surge la idea y metodologa de microanalizar los intercambios no-verbales entre dos o ms personas. Entonces, evidentemente que mucho de lo que se propone en el Boston Change Process Study Group, lo que plantean personas como Beebe, el ltimo libro de Stern, lo de Fonagy, est casi todo basado en esos estudios. Ahora, en lo que respecta a los aportes de la teora del apego a la dimensin no-verbal en psicoterapia, me atrevera a decir que no es tanto el aporte, y la razn de esto radica en saber la diferencia entre apego e intersubjetividad. El apego en general tiene que ver con un sistema que regula la proximidad/alejamiento de la persona en relacin a otra/s personas, en momentos de estrs (y peligro). En el curso de la ontogenia esta proximidad va gradualmente pasando de lo conductual a lo representacional. Entonces, si bien el apego tiene un componente muy mental, tambin tiene un componente muy espacial Por esta razn, a Bowlby . se le critic que su teora era muy conductista y poco psicodinmica. Entonces, en ese sentido yo veo al apego como la matriz general donde opera la dinmica de acercamiento/alejamiento en el vnculo con los otros. Pero dentro de esta matriz se da el encuentro mutuo de las personas en donde se producen procesos intersubjetivos. Tomando un ejemplo, la madre est en una plaza con su hijo. El nio est tranquilo porque ve a su madre y por ende tiene el sistema de apego desactivado y el de exploracin activado (est jugando). Pero,
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en un momento la madre se aleja o se pierde de vista y al nio se le desactiva el sistema de exploracin (deja de jugar) y se le activa el sistema de apego (hace conductas de bsqueda y sealamiento de estrs). Despus se reencuentran y la madre regula el estrs del nio. Entonces, eso es la matriz de apego, pero en el momento que madre e hijo se encuentran ocurre una serie de procesos no-verbales que permiten que el sistema de apego funcione de un modo ms adaptativo y sofisticado en el caso de los seres humanos (miradas, tono afectivo, tono de voz, etc.). En el fondo es como que el envoltorio vincular lo entregara el apego y el contenido lo proporcionaran los procesos intersubjetivos no-verbales. Una cosa que siempre me ha impresionado en este sentido es que si analizas la historia de los estudios de intersubjetividad y la de los estudios de apego durante los ltimos 30 aos te das cuenta sorprendentemente que son dos trayectorias paralelas que muy pocas veces se juntan. Pero si estudias ambas historias te das cuenta que es la unin entre ambos programas de investigacin lo que entrega un modelo muy complejo del vinculo temprano. Recin el ao 2004, Daniel Stern viene a decir que el apego y la intersubjetividad son dos sistemas biolgicos imprescindibles en el humano!!! Pero bastaba que un programa mirara al otro para que esto se hubiera propuesto hace muchas dcadas. gPU: Es interesante la diferencia que establece entre apego e intersubjetividad. En la actualidad, con el auge de los modelos relacionales en la psicoterapia tiende a ocurrir en alguna medida que se desdibujan los matices conceptuales y, as, muchos hablan de apego o de intersubjetividad pero de modo laxo, poco preciso. Hay conexiones diferenciales tambin en cmo se relacionan los estudios neurocientficos con el apego y la intersubjetividad? Andrew Meltzoff, destacado investigador de infantes en torno a los procesos tempranos de imitacin, ha estado involucrndose en investigaciones acerca del sistema de neuronas espejo. FL: Interesante la pregunta porque estamos viviendo un boom con el tema de la neurociencia y por lo mismo creo que es importante tambin limpiar ciertos aspectos conceptuales. Yo creo que hay dos modos en que los clnicos e investigadores de la psicologa suelen usar la neurociencia. El primero es cuando se encuentra que un proceso que los psiclogos llevan aos reflexionando resulta que ahora tiene una base material (base neurobiolgica). Esto es muy frecuente observarlo como un modo de darle un fundamento cientfico a la psicologa. Es como una manera de decir Mira, lo que nosotros habamos descubierto ahora

tiene una base cerebral y, por ende, tenamos razn! . A pesar de que el tema de las neuronas espejo es muy interesante (aunque hay opiniones divergentes entre los neurobilogos) muchas veces se usa como un modo de legitimar y darle valor cientfico al tema de la intersubjetividad. Ahora, la pregunta es: saber de las neuronas espejo nos ha proporcionado mayor contenido explicativo y prctico al trabajo en intersubjetividad? Estamos entendiendo y atendiendo mejor a los pacientes porque sabemos ahora que la intersubjetividad tiene (obviamente) una base material? Si revisas la historia de la psicologa clnica en los ltimos aos, se observa mucho este fenmeno de buscar legitimidad y suelo cientfico a lo que hacemos, recurriendo a la neurociencia. Lo mismo pas cuando los psiclogos clnicos empezaron a usar la teora del caos y de la nocin de sistemas complejos para entender los procesos psicolgicos. Pero avanzamos en algo con eso? Es decir, avanzamos en contenido explicativo cuando le damos suelo material a un fenmeno? Claramente avanzamos en mayor legitimidad cientfica, pero no estoy tan seguro que lo mismo pase en el caso de la explicacin. El segundo modo se ha observado con menor frecuencia y es cuando la neurociencia nos permite comprender y explicar algo que la psicologa no supiera (o que pensara que era diferente). Es decir, aqu encontramos que los aportes de la neurociencia le dan mayor poder explicativo a un fenmeno psicolgico. Por ejemplo, la propuesta de Edelman sobre la conciencia recordada da importantes luces sobre aspectos poco conocidos de la memoria, la conciencia, el valor evolutivo, etc. Doy otro ejemplo. Hay toda una lnea de investigacin muy interesante sobre la neurobiologa del infante maltratado que ha demostrado que stos tienen una hiper-sensibilidad hacia las emociones relacionadas con la rabia e hipo-sensibilidad a emociones ms de tipo positivo. Esto ha posibilitado comprender por qu posteriormente estos nios suelen tener un estilo confirmatorio de la agresin (interpretan cualquier conducta como agresiva). Aunque en muy pequea escala, pienso que aqu hay estudios neurobiolgicos que han aumentado la comprensin de un fenmeno psicolgico como lo es el maltrato. Entonces, pienso que el desafo de las personas que trabajan en la interseccin entre psicologa y neurociencia radica en cmo aumentar el nivel explicativo del fenmeno psicolgico, ms que slo darle un fundamento biolgico a algo que tena uno psicolgico. Ahora, pienso que para comprender esto ltimo, necesitamos urgentemente saber qu es una explicacin y eso ha sido un tema que me ha fascinado

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gPU: En los enfoques corporales a la psicoterapia el descubrimiento de las neuronas espejo s ha tenido implicancias prcticas que, al menos en parte, han permitido potenciar ciertas herramientas clnicas para percibir empticamente el mundo subjetivo del paciente. En el mbito del apego y la intersubjetividad, le parece que hay algn hallazgo neurocientfico que s haya tenido consecuencias prcticas? FL: Pienso que es importante aclarar que yo no estoy diciendo que la evidencia sobre las neuronas espejo no haya generado alguna contribucin. Lo que yo digo es que lo que ha hecho es dar un fundamento neurobiolgico a algo que ya se vena diciendo, pero con otras palabras y conceptualizaciones. Por ejemplo, el modelo de Gallese de la simulacin encarnada es muy similar a los modelos simulacionistas dentro de la Teora de la Mente que se empezaron a plantear a principios de los noventa (y que generaron una serie de debates filosficos muy interesantes!). Ahora con respecto a la pregunta, pienso que justamente el hecho de demostrar que el apego es el espacio de crecimiento, diferenciacin y complejizacin del cerebro es lo que sac el tema de la infancia desde sus disciplinas hacia el tema de las intervenciones y polticas pblicas. Es interesante cmo funcionan los procesos de validacin del conocimiento ya que la psicologa, desde Freud y antes, llevaba planteando la importancia del vnculo temprano, pero tuvieron que llegar los neurobilogos con sus evidencias y sus fotos de resonancia cerebral para que los polticos se dieran cuenta de la verdadera relevancia de la intervencin temprana. No deja de ser interesante, por ejemplo, que incluso los psiclogos, educadores, etc., a la hora de fundamentar la intervencin temprana citan a James Heckman (premio Nobel de economa) con sus anlisis de costo-efectividad sobre la importancia de intervenir tempranamente en la vida de los nios. Entonces, pienso que de un modo generalista las evidencias neurobiolgicas en la infancia temprana le han dado un suelo material y cientfico a lo que ya se vena proponiendo hace dcadas. gPU: Las investigaciones en las que ha participado o las que ha dirigido, en torno a qu temticas especficas han girado? Le ha interesado estudiar, usando su propia distincin, ms el apego o ms ciertos procesos intersubjetivos? FL: En el rea especfica del apego, pienso que son tres lneas de investigacin las que me han interesado y hemos podido desarrollar en alguna medida. La primera y la inicial se relacion con comprender cul es el legado especfico del apego. Es decir, sabemos que el apego

es ms que una relacin afectiva presente, es algo que equipa al nio para enfrentar la vida posteriormente. Ahora, la pregunta es qu equipa el apego? Entonces, tenemos un estudio longitudinal desde los 12 meses hasta los 4-5 aos de vida de los nios, para demostrar que cuando los padres regulan o des-regulan el estrs del nio, implcitamente estn organizando y desarrollando diferentes mecanismos y estrategias de enfrentamiento (Teora de la Mente, Control Esforzado de la Atencin, Atencin Conjunta, Funciones Ejecutivas, y otras). La segunda lnea se relaciona con comprender cmo es el apego en nios que viven en situaciones de extremo riesgo (bebs institucionalizados, nios que viven con sus madres en la crcel, abuso sexual, maltrato, etc.). En ese sentido, comprender las trayectorias extremadamente desorganizadas en el apego permite explicar cmo es que los nios se adaptan y enfrentan el riesgo vincular y cmo eso se conecta a la psicopatologa posteriormente. Por ltimo, y siendo coherente con nuestro hacer clnico, hemos realizado estudios para evaluar el impacto de las intervenciones que proponemos. En general, nosotros hemos estudiado ms el apego que la intersubjetividad. Pienso que una razn de esto es netamente metodolgica ya que los buenos estudios de intersubjetividad requieren de cierta tecnologa que nunca hemos podido adquirir. Pero por otra parte, me interesa ms explicar la matriz vincular general primero, ya que pienso que es algo ms evolutivo y primigenio. Por ltimo, mencionarte que nada de esto que hemos hecho hubiera llegado donde lleg si no hubiera sido por tener la suerte de trabajar con un equipo de gente muy motivada y extremadamente comprometida con el tema! gPU: Y, qu resultados preliminares o finales han obtenido en las investigaciones? Han tenido hallazgos que complementen o completen la vasta literatura especializada sobre investigacin del apego en algn aspecto? En especial el estudio longitudinal, ha arrojado ya algn hallazgo relevante? FL: La idea del estudio longitudinal es tratar de ayudar en el clsico tema de cul es el legado del apego temprano, ya que si el apego tiene una funcin evolutiva no slo es la de proteccin presente del peligro (como deca Bowlby), sino que por sobre todo equipar al nio con una serie de mecanismos que le permitan manejar las emociones negativas, los conflictos sociales y toda la serie de vicisitudes propias de la vida, en el futuro. En este sentido, mucho se ha investigado sobre la famosa relacin entre apego y regulacin, pero son pocos
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los estudios que toman los cuatro patrones de apego como medida base y que incluyen variables tales como el Control Esforzado de la Atencin (que es uno de los principales mecanismos de autorregulacin). Entonces, una de las cosas que hemos ido encontrando es que al parecer s existen estrategias diferenciales de usar la mentalizacin y la autorregulacin en los diversos patrones de apego. Otro aporte que ha dado ese estudio es el de obtener medidas sobre la frecuencia de patrones de apego en Santiago, utilizando el gold standard, que es la Situacin Extraa y comparndolo con medidas temperamentales (70% de apego seguro en poblaciones de NSE bajo-medio/bajo). De todos modos, ya que los nios tienen alrededor de 5 aos, nos queda mucho por analizar, especialmente referido a las medidas de psicopatologa preescolar relacionadas al apego y los mecanismos de regulacin (recin estamos publicando el primer ao de evaluacin). Ahora, pienso que algo importante que me ha pasado con el tema de la investigacin se relaciona con que originalmente mi intencin era dedicarme a este tema del legado del apego. Pero cuando empec a hacer clases sobre infancia temprana, me pas algo que yo creo cambi bastante el foco de investigacin. Ese cambio se relacion con comentarios de alumnos que te decan cosas como Yo trabajo en X parte y hay guaguas con tales problemas y nadie sabe qu hacer Tenemos , en mi lugar de trabajo muchos infantes tempranos que han sido maltratado, etc., pero no sabemos cmo trabajar con un nio tan chico o incluso averiguar que en , Chile la institucionalizacin temprana est institucionalizada cuando la evidencia de 20 aos muestra que es la peor condicin de riesgo para el desarrollo de un nio. Entonces, era (humanamente) imposible seguir con el sueo intelectual de dedicarse slo a hacer estudios para ver el efecto del apego y sus mecanismos de regulacin, por lo que empezamos a hacer estudios de apego en infantes en condiciones de alto riesgo. Yo pienso que, por un lado, esos estudios han tenido un impacto interesante ms all de la comunidad de cientficos y , por el otro, han permitido entender el apego ms all del dato estadstico significativo ya que al observar y , codificar muchos videos de estos nios en condiciones de vulnerabilidad aprendes mucho sobre el proceso adaptativo del apego en el desarrollo del nio. Ahora, por ejemplo, estamos haciendo un estudio con nios escolares que han sido maltratados, abusados sexualmente y otras condiciones de riesgo, y les administramos una Entrevista de Apego de Nios, junto con otras medidas de psicopatologa y mentalizacin. Dado que los nios han sufrido condiciones extremas de riesgo hemos observado que muchos de ellos hacen conduc-

tas bizarras en la entrevista y eso puede tener que ver con la activacin de micro-episodios disociativos como producto de activar modelos mentales desorganizados. Es algo bien interesante eso gPU: Para ir cerrando, cmo visualiza el futuro de la investigacin del apego y la intersubjetividad y tambin de la relacin entre tales estudios y la prctica clnica? FL: En primer lugar, no es ninguna novedad decir que todos los estudios en se y otros mbitos van hacia la inclusin de medidas neurobiolgicas, psiconeuroinmunolgicas y genticas. Es muy sorprendente observar que gran parte de los investigadores que en la dcada de los noventa estaban haciendo estudios de apego desde una mirada ms psicolgica, ahora estn incorporando esas medidas. Por ejemplo, en Estados Unidos ya se est convirtiendo en casi una exigencia el incorporar esas variables si quieres ganarte algn tipo de financiamiento importante. En segundo lugar, en lo que es la Teora del Apego puedo observar algunas tendencias bien claras: primero, seguir investigando los antecedentes, consecuentes y trayectorias de lo que es el apego desorganizado. Por ejemplo, el clsico modelo que Main y Hesse plantearon a principio de los noventa de que este tipo de apego se relacionaba a traumas y prdidas no resueltas de los padres ya ha sido ampliado de un modo mucho ms especfico e informado (las condiciones para desorganizar a un nio son mucho ms amplias y diversas de lo que se pensaba anteriormente!). En ese sentido, tambin creo que otra tendencia muy nueva es empezar a investigar el apego en condiciones de extremo riesgo y vulnerabilidad. Doy un ejemplo: cuando se pensaba que el apego desorganizado era el extremo de la vulnerabilidad, los estudios de nios institucionalizados obligaron a reformular esa nocin y actualmente este tipo de apego slo se encuentra en el medio del continuo, donde lo que se conoce como el Trastorno Reactivo del Apego (o Trastorno del no-apego) es ahora el extremo (y es mucho ms desadaptativo que el apego desorganizado). Entonces, se es un gran tema ya que en verdad mucho de lo que se sabe del apego en verdad proviene de poblaciones de bajo o mediano riesgo y eso nos ha dado una visin muy limitada de la psicopatologa y los efectos del vnculo temprano. Siendo ms especfico todava, pienso que hay otra sub-rea muy interesante que est empezando a surgir y tiene que ver con analizar indicadores verbales y no-verbales de procesos micro-disociativos en nios que han sido altamente vulnerados. Aunque la relacin entre apego desorganizado y disociacin ha sido planteada e investigada

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desde fines de los noventa, ahora se estn haciendo estudios para ir ms all de eso. Por ejemplo, nosotros estamos haciendo un estudio a partir de hacer entrevistas de apego a escolares que han sido maltratados y abusados sexualmente, y es claro que muchos de estos nios evidencian ciertas micro-disociaciones a nivel conductual, atencional, mental, etc. Quizs en el futuro esto permitir pesquisar abuso y maltrato ms all del reporte verbal. Entonces, aunque puede ser sesgada mi percepcin, pienso que mucho de lo que se est haciendo va hacia conocer los extremos del riesgo en el apego. La otra tendencia que se observa se relaciona con cmo trasladar toda la informacin emprica disponible en intervenciones informadas empricamente. Bowlby se muri bastante desilusionado de que su propuesta se haya quedado en el contexto acadmico y no haya podido pasar al trato directo de los nios y las familias que sufren (que fue la intencin inicial de

haber creado esa teora). Entonces, muchos de los investigadores del apego se estn haciendo cargo de esa desilusin y estn armando y validando estrategias de intervencin para diferentes tipos de poblaciones. Finalmente, yo pienso que hay otra va que podra prosperar, pero que no veo que se est haciendo mucho: a saber, el hecho de que si t tomas toda la evidencia de lo que sabemos sobre el apego, las teoras clsicas sobre la crianza se reformularan de modos bastante interesantes (y con alto beneficio para los nios). Entonces, por fin podramos tener una especie de ciencia de la crianza que mucha falta le hace a los padres y profesionales que trabajan con nios, y que suelen ms bien dar consejos de crianza que provienen de teoras sin evidencia o de la propia crianza de estos profesionales! gPU: Muchas gracias por haber respondido nuestras preguntas para los lectores de GPU

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VNCULO AFECtIVO. NIOS FERALES. NIOS INStItUCIONALIZAdOS VENTANAS DE OPORTUNIDAD Y CAPACIDAD DE ESTABLECER VNCULO AFECTIVO EN NIOS FERALES V/S NIOS ABANDONADOS EN INSTITUCIONES AFFECtIVE BONdINg. FERAL CHILdREN. INStItUtIONALIZEd CHILdREN

ensaYo

Ventanas de oportunIdad y capacIdad de estaBlecer Vnculo aFectIVo en nIos Ferales V/s nIos aBandonados en InstItucIones
(Rev GPU 2010; 6; 1: 38-45)

anneliese drr1, cecilia Banz

el desarrollo psiclogico y los cambios evolutivos, especialmente en la infancia, tienen un fuerte correlato con los cambios maduracionales del sistema nervioso. el desarrollo neuronal que da pie a la aparicin de una cierta cantidad de conductas tales como el lenguaje, la percepcin y otros, ocurre en periodos y secuencias ms o menos fijos y predecibles. as, todos los aspectos del desarrollo infantil: cognitivo, psicosocial, emocional, conductual se sustentan sobre la maduracin neurolgica. sobre la base de los conceptos de periodos crticos para la aparicin de ciertas conductas y habilidades, y sabiendo que la capacidad de vinculacin afectiva en la especie humana tiene un periodo crtico que va desde cero a los dos aos, es que en el presente trabajo nos ha interesado realizar una comparacin entre nios que han sido criados en condiciones diferentes a las habituales: nios institucionalizados y nios ferales, en lo que respecta a la adquisicin de vnculo afectivo. a partir de la literatura existente al respecto, establecemos algunos paralelos y planteamos algunas conclusiones e hiptesis.

INtROdUCCIN

n general, el desarrollo requiere de experiencia y es controlado por mltiples sistemas. Entre stos, biolgico, social, medioambiental, dependiendo siempre de la edad y de la etapa del desarrollo (Frster y Gorostegui, 2008). De acuerdo a lo anteriormente sealado, Frster plantea: existen etapas crticas en la maduracin, crecimiento y desarrollo neurolgico en

que el organismo es ms sensible tanto a la deprivacin socioambiental, a la falta de estmulos, como a las enfermedades Esto ocurrira en las primeras fases del . desarrollo infantil (p.cit, p.167). El periodo o momento crtico alude, entonces, a un tiempo que es variable para cada habilidad, en el que todo el sistema est neurolgicamente maduro y preparado para funcionar y responder ante los estmulos especficos que dan lugar al desarrollo de cierta

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ANNELIESE DRR, CECILIA BANz

habilidad. Frster agrega que es el momento en que el sistema nervioso es ms susceptible para el aprendizaje (p.cit. p.169). Esto implica que si se pasa el periodo crtico o ventana de oportunidad sin que el nio reciba la adecuada estimulacin, se necesita mucho esfuerzo por parte del organismo y mayor cantidad de estimulacin de parte del medio para que la habilidad tenga lugar. Incluso, en algunos casos, los esfuerzos son inoficiosos ya que la habilidad surge en un nivel claramente inferior a lo esperado. Conociendo el concepto de periodos crticos o ventanas de oportunidad, en el presente trabajo nos focalizamos en el periodo crtico que se relaciona con la aparicin del vnculo afectivo elemento central de todo el , desarrollo afectivo posterior. La capacidad de establecer un vnculo afectivo tiene un periodo crtico que se extiende durante los dos primeros aos de vida. La estimulacin de la afectividad en ese periodo sentar las bases para que el nio pueda posteriormente experienciar sentimientos hacia otros, tales como la capacidad de amar, empatizar, conmoverse. Para ello el nio requiere del cuidado de una persona en particular, por lo general la madre. Es decir, el nio escucha la voz de una persona que le provee bienestar y seguridad, la que al repetirse, asociarse con la mirada de su cuidadora, con la proteccin del abrazo y la satisfaccin de las necesidades bsicas, provee confianza y seguridad al beb. ste no slo recibe alimento sino que una experiencia afectiva a travs de la que aprende acerca de s mismo y del mundo (Bascun, 2008). En sntesis, el vnculo es una relacin de afecto, recproca y activa. El comportamiento del nio y la madre se regulan mutuamente. La madre se situara en el lugar del nio logrando responder con prontitud y adecuacin a sus necesidades. Siguiendo al pediatra y psicoanalista Winnicott, la madre se encontrara en un estado mental especial de preocupacin maternal primaria que le permitira abrirse emocionalmente al beb y sintonizar espontnea e intuitivamente con sus necesidades. Esta capacidad estara asociada a los cambios hormonales del embarazo y del periodo postparto y a la misma experiencia de estar en frente y a cargo de un recin nacido (Vila, 1998).

La abundancia de estudios sobre separacin materna se debe en parte al contexto histrico en el que originalmente se generaron estas separaciones, es decir, la Segunda Guerra Mundial. Bowlby, investigador precursor en este tema, observ en 1956 cmo reaccionaban los nios pequeos ante el alejamiento temporal de la madre, y en base a ello plasm el concepto de apego. ste alude a la disposicin que tiene un nio para buscar la proximidad y el contacto con un individuo percibido como ms fuerte, sobre todo bajo ciertas circunstancias adversas (Bowlby, 1998). El apego se caracteriza tambin por la tendencia a utilizar al cuidador principal como una base segura, desde la cual explorar los entornos desconocidos, y hacia el cual volver como refugio en momentos de alarma. La amenaza de prdida despierta ansiedad, y la prdida ocasiona pena, tristeza, rabia e ira (Repetur, 2005). Los trabajos sobre institucionalizacin del nio realizados por Bowlby destacan el carcter anmalo de las condiciones ambientales en las grandes instituciones que se caracterizan por la masificacin, lo que conlleva a una despersonalizacin en el trato y a la deprivacin de estmulos verbales y emocionales. El autor lleg a la conclusin que la prdida de la figura materna puede producir reacciones y procesos psicopatolgicos como, por ejemplo, desarrollo de personalidades incapaces de afecto y psicopticas (Bolwby, 1998, p. 22). En general, el concepto de deprivacin materna suele referirse a tres circunstancias: 1. 2. 3. Separacin del nio de su la madre. Existencia de varias figuras educativas que cumplen el papel de madre. Trastorno en la interaccin madre-hijo, que se traduce en un menor aporte de estmulos emocionales y sensoriales, llegando hasta la hipoalimentacin.

EFECtOS dE LA CARENCIA dE VNCULO AFECtIVO


La separacin materna temprana, la cual no necesariamente es fsica (se puede producir tambin por depresin de la madre), produce efectos negativos en el desarrollo de los nios. Este fenmeno fue ampliamente descrito por Spitz y Wolf en 1945, Bowlby en 1950 y Winnicott en 1946 (en Turner, 1992, p. 126).

Los tres factores anteriormente reseados, excepto tal vez la hipoalimentacin, han estado presentes en los centros tradicionales para nios abandonados (Mardomingo, 1994). La deprivacin psicosocial, como cuadro clnico, se asocia a un conjunto de caractersticas, entre las cuales se encuentran anomalas del sistema neuroendocrino, mayor incidencia de enfermedades peditricas, retrasos en el peso y la talla en relacin a la edad, retraso en el desarrollo de la conducta, como tambin efectos a largo plazo que se perciben luego en la conducta adolescente y adulta (Mardomingo, 1994). Diferentes autores describen cmo una deprivacin grave y prolongada durante la primera infancia puede afectar simultneamente a un nmero tal de
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funciones que el nio puede llegar a aparecer como totalmente trastornado. Sin embargo, un examen ms riguroso muestra que algunos procesos se encuentran ms afectados que otros. La edad del nio y el estado de desarrollo en el que se encuentra cuando comienza la privacin parece ser un factor importante en la determinacin de las funciones que se alteran y del grado que lo hacen (Mardomingo, 1994). Un estudio realizado por Mardomingo (1981) con 40 nios institucionalizados que permanecieron en esa condicin por un periodo promedio de 16 meses muestra los siguientes resultados: 52% present retraso motriz, 57% retraso en la conducta adaptativa, 70% dificultades en el desarrollo personal y social y un 77% retraso en el lenguaje. Mardomingo advierte que si se cambian las condiciones de deprivacin se observa una mejora notable en la motricidad gruesa y fina, pero mucho menor en la conducta social, el lenguaje y el pensamiento (Mardomingo, 1981). Como se observa, la deprivacin tendra efectos distintos sobre las diversas funciones. Las ms susceptibles parecen ser las intelectuales (lenguaje y capacidad de abstraccin) y las conductas sociales. En menor grado, se ven afectadas las adquisiciones motrices (Mardomingo, 1994). Tambin se afectaran ciertos aspectos de la personalidad, sobre todo la capacidad de establecer y mantener relaciones interpersonales profundas y significativas, como tambin la capacidad de contener los impulsos y el inters por los proyectos de largo plazo. El retraso cognitivo y del lenguaje son ms intensos cuanto mayor es el grado de deprivacin sensorial y verbal que el nio ha sufrido. El retraso en el lenguaje adquiere relevancia, ya que constituye un mal pronstico respecto al xito escolar futuro. El trastorno de la empata y de la socializacin constituyen un mal pronstico para la posterior adaptacin social en la adolescencia y la adultez. La apata y la inadecuada discriminacin social pueden ser sntomas precursores de impulsividad, falta de sentimientos adecuados de empata y culpabilidad, conductas agresivas y dificultad para establecer relaciones interpersonales profundas en la vida adulta (Mardomingo, 1994). Segn los estudios de Kolushova y Wollman, citados en Winnicott (1965), los primeros aos de la vida del nio son fundamentales para el aprendizaje de la conducta social y por tanto para la futura socializacin del adolescente y adulto. De acuerdo con todo lo que se ha planteado, es crucial para el nio encontrar calor y seguridad en su cuidador, lo que le permite desarrollar sentimientos

de confianza, precursores de una cantidad importante de conductas sociales que posteriormente le permitirn establecer relaciones positivas con otras personas. De ello se deriva la necesidad de todo ser humano de establecer un vnculo afectivo con una figura cercana y exclusiva, ya que la privacin de ello afecta sustancialmente el desarrollo del sujeto. Segn Mardomingo: el contacto con la madre y la interaccin madre-hijo parecen ser un factor regulador clave del equilibrio homeosttico del organismo, de la proteccin para sufrir enfermedades y de la normalidad de la conducta del animal y del ser humano (Mardomingo 1981).

VNCULO AFECtIVO EN NIOS INStItUCIONALIZAdOS Y NIOS FERALES


Tal como se ha descrito anteriormente, el abandono materno y la reubicacin de los nios en instituciones provoca efectos devastadores en stos, sobre todo en lo concerniente al desarrollo cognitivo y de personalidad. Uno de los estudios ms serios respecto al vnculo afectivo, especficamente la conducta de apego de los nios criados en instituciones, son los realizados por Provence y Lipton en 1962, que estudiaron 75 bebs institucionalizados desde las cinco semanas de vida. Ellos informan que ninguno de los bebs estudiados mostraba conducta de apego, entendindose por sta la tendencia a establecer vnculos afectivos slidos con otras personas (en Bolwby, 1998, p. 416). La conducta de apego, como ya se dijera anteriormente, es uno de los factores ms esenciales en la capacidad para vincularse afectivamente, es decir, es el cimiento o piedra fundadora de la afectividad posterior. Esta conducta de apego se desarrolla por la interaccin social y no por los cuidados rutinarios. Esto quiere decir que un nio con el que no se interacta socialmente, aunque est muy bien alimentado y cuidado, no mostrar apego por nadie (p.cit. p. 417). Winnicott agrega que la falta de un maternaje ptimo, provoca alteraciones en el funcionamiento mental e impide el establecimiento de una estructura interna sana que pueda llegar a ser la esencia del sujeto. Incluso la existencia de un fracaso ambiental puede conducir a la agresin y a la conducta antisocial. El autor define la desvinculacin como cualquier factor que interfiera, altere o rompa el proceso de vinculacin, lo que produce en la primera infancia (0 a 5 aos) un apagn o blackout emocional (Winnicott, 1991). El caso de los nios institucionalizados es particularmente grave ya que al no haber una persona exclusiva a cargo de ellos en lo que a interaccin social se refiere (sonrisas, mimos, caricias, voz), su capacidad de

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vincularse se ve drsticamente afectada. Al existir desvinculacin afectiva el nio podra perder sentimientos positivos hacia los dems y por tanto centrarse en s mismo. Los lazos emocionales que todo ser humano tiende por naturaleza a desplegar no se consolidan y se retraen, pudindose conformar sujetos con pobre empata, nula capacidad de compasin, alto grado de agresividad y resentimiento acumulado (Winnicott, 1995). Hay una carencia de una figura significativa, que sea para l accesible, sensible y continua en el tiempo, por lo tanto no configura vnculos, o si stos existan previamente, se rompen. Esta experiencia temprana es de especial importancia para determinar cierto ajuste y seguridad en sus relaciones futuras (p.cit). En un estudio realizado en el 2006 con nios institucionalizados por el Centro Psicolgico de la Universidad Santo Toms, se demostr cmo el hecho de recorrer la infancia con carencias afectivas por la falta de un vnculo estable y duradero trae consecuencias psicosociales importantes que se ven reflejadas, no slo en las dinmicas vinculares a lo largo de la vida, sino que tambin en su nivel intelectual (Polanco, 2006). Este estudio concluye que mientras mayor es la rotacin de personal que viven los nios en los hogares ms sentimientos de frustracin y prdida se les producen, siendo prcticamente imposible que establezcan relaciones afectivas estables y duraderas. Supuestamente en el caso de los nios ferales o de nios salvajes que han vivido apartados de la sociedad durante un periodo largo de su vida, la afectividad tambin debera verse afectada, ya que en casi todos estos nios la separacin de la madre o cuidador ha ocurrido en etapas muy tempranas de la infancia. Sin embargo, revisando la literatura al respecto, pensamos que no todos los nios que han estado aislados de la sociedad presentan incapacidad de vincularse emocionalmente. Antes, dicha hiptesis requiere de un breve anlisis y descripcin sobre los nios llamados salvajes y dentro de stos los nios llamados ferales. Un nio salvaje es una persona que ha vivido apartada del contacto humano desde muy temprana edad, y que no ha tenido experiencia de cuidado, amor o conducta social humana, pero sobre todo no ha tenido contacto con el lenguaje humano2. A lo largo de la historia se ha conocido una gran cantidad de casos que fueron estudiados por su inters sociolgico, mdico y lingstico, y que segn las caractersticas en las que estos nios han estado aislados de la sociedad, se clasifican en tres categoras:

Nios que pudieron subsistir solos


Tal es el caso de Vctor de Aveyron, encontrado en Francia en la zona de Aveyron en 1799. El mdico-pedagogo Jean Marc Gaspard Itard quiso vincularlo a la vida social estimulando sus sentidos y tratando de ampliar su horizonte de necesidades y relaciones. Sus investigaciones fueron bien acogidas por la comunidad filosfica y cientfica, ya que poda dar luces respecto a cmo somos realmente, si tenemos ideas innatas y si en verdad el hombre es social por naturaleza. La descripcin que Itard realiz de la primera impresin que tuvo al ver al nio es la siguiente: "un nio desagradablemente sucio, afectado por movimientos espasmdicos e incluso convulsiones, que se balanceaba incesantemente como los animales del zoo, que morda y araaba a quienes se le acercaban; que no mostraba ningn afecto a quienes le cuidaban y que, en suma, se mostraba indiferente a todo y no prestaba atencin a nada3 Itard intent . ensearle a hablar y a desarrollar una conducta social, pero no tuvo xito. Vctor muri en 1828 cuando tena alrededor de 40 aos. Un informe elaborado por quienes se encargaron de su educacin no destacaba ninguna mejora de su situacin (Estaol, 2000).

Nios encerrados o aislados de la sociedad por sus padres o la persona que deba cuidarlos
Entre estos casos se cuenta el de un nio alemn (Kaspar Hauser de Nremberg), encontrado en 1828 y que haba vivido encadenado y el de Genie Wiley, una nia de Los ngeles que fue hallada en 1970, despus de sufrir una infancia de encierro y abuso. ltimamente hemos observado casos de gran impacto mundial, como el del austriaco que encerr en el subterrneo a su hija de 24 aos y tuvo con ella 6 hijos, a los cuales mantuvo tambin encerrados. En todos estos casos no slo se evidencian trastornos de la empata sino que adems serias deficiencias en lo concerniente a la conducta social, a establecer vnculos afectivos e ingresar nuevamente a la sociedad.

Nios ferales, criados y alimentados por animales salvajes


Es aqu donde nos interesa detenernos y centrar nuestro anlisis, para lo cual seleccionaremos los casos ms conocidos a nivel nacional e internacional.

http://www.absoluteastronomy.com/topics/Feral_child

http://leenfantsauvage1d.wordpress.com/

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Carlos Linneo, mdico y naturalista sueco (1735), en su obra Systema Naturae describira las tres caractersticas principales de los nios ferales: hirsutismo, imposibilidad de hablar y dificultad para caminar erguidos de forma permanente. Estos nios muestran poca sensibilidad al fro y al calor, visin nocturna y sentido del olfato muy desarrollados; imitan sonidos de animales y prefieren la compaa de stos a la de los humanos; olfatean la comida que van a ingerir, duermen del anochecer al alba, de acuerdo con las estaciones; y parecen ser sexualmente indiferentes4 Advierte que . estas caractersticas dependen del momento del abandono y de su posterior hallazgo, as como del grado de interaccin con animales y con personas durante su periodo de aislamiento. A continuacin se describen algunos casos que permiten graficar las caractersticas de estos nios: La nia ucraniana Oxana Malaya, criada por perros hasta la edad de 8 aos (dcada de los noventa). John Ssabunnya de Uganda, criado por monos. Las supuestas hermanas Amala y Kamala, al parecer criadas por una manada de lobos cerca de Midnapur, India, El nio chileno de 10 aos de edad, encontrado en 1948 en la zona del lago Llanquihue.

Oxana Malaya
Sus padres eran incapaces de cuidarla debido a su alcoholismo, y la nia se cro en una caseta con perros, de quienes aprendi su comportamiento. Cuando la encontraron tena 8 aos de edad. Grua, ladraba y andaba en cuatro pies, dorma acurrucada como un perro, coma sobras y carne cruda, ola la comida antes de ingerirla y se descubri que tena agudizados los sentidos del odo, el olfato y la vista. Mostraba los dientes al sentirse acorralada, y tomaba agua directamente de las charcas con la lengua, sin nunca usar las manos y tampoco reconoca su imagen reflejada en un espejo. No haba tenido ninguna estimulacin intelectual ni social humana, el nico apoyo para su crianza haba provenido de los perros con los que conviva. Obviamente no haba estado expuesta a la estimulacin verbal, por

lo que se le hizo muy difcil adquirir el lenguaje. La nia se comunicaba a travs de ladridos, como muestra la foto. Oxana fue llevada a vivir a una clnica para discapacitados mentales, donde le ensearon a caminar verticalmente y a comportarse como un ser humano, es decir, comer con las manos y comunicarse, sin embargo ella segua mostrando su extrao comportamiento canino5. En una primera etapa, Oxana tena un lenguaje slo comprensivo, respondiendo con monoslabos o ladridos. Evitaba el contacto con otros nios y con quienes se senta realmente feliz era con perros, con quienes jugaba, ladraba y corra en cuatro pies. Oxana ha aprendido a hablar, lo cual se considera posible puesto que ya tena lenguaje al momento de empezar a ser criada por perros (tres aos). Sin embargo, los cientficos que han estudiado su comportamiento consideran que an conserva ciertos rasgos caninos que se encuentran muy arraigados en su psiquis. Cuando se estresa vuelve a dormir acurrucada como perro y cuando est sola le gusta corretear con perros en cuatro patas . El retraso cognitivo general que presenta Oxana es importante. En un documental producido por el Canal 4 britnico, los mdicos planteaban que tiene la mentalidad de un nio de 6 aos. Algn tiempo despus de ser institucionalizada, la nia se encontr con su padre, quien la haba dejado en la caseta de los perros cuando era pequea. Los testigos plantean que fue interesante ver que Oxana buscaba su afecto. Actualmente tiene 26 aos y sigue residiendo en un hogar para discapacitados. Ha sido presentada en una serie de programas de televisin, incluyendo, Wild Child: The Story of Feral Children, realizados por Optomen Television para el Discovery Channel, adems del ya mencionado Canal 4 (Reino Unido) y en la serie de confrontacin NTV de la televisin rusa.

John Ssabunnya
Naci en Uganda, y fue acogido por monos en la selva africana. Se sabe que su padre alcohlico asesin a su madre, lo que motiv la huida del nio a la selva a los cinco aos, donde permaneci escondido por un periodo indeterminado. Fue avistado por una vecina de Kabonge que buscaba lea y descubri en un claro un grupo de primates de tamao mediano. Cuando intent ahuyentarlos con un palo descubri que los

es.wikipedia.org

http://www.feralchildren.com/en/showchild.php?ch=oxana

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monos protegan a uno de ellos, quien result ser John Ssabunnya. Estaba desnudo, muy sucio, con el pelo y las uas largas y lleno de costras, piojos y pulgas. Como dominaba el lenguaje, el nio pudo reportar: "Mis padres se peleaban constantemente y l la mat. Por eso me fui a la jungla. Cre que pap me pegara o me matara luego a m (John Ssabunnya padre acabara suicidndose). En la selva estuve solo hasta que vi a los monos. Se me acercaron y me dieron bananas. Com lo mismo que ellos, pero no haba agua" (Ferrer, 1999). En opinin de los expertos, los monos vervet que lo criaron son de los pocos que tienen la capacidad de realizar una adopcin como sta. La altura de stos no sobrepasa los 80 cm y pesan alrededor de cinco kilos. Estos monos viven en bandas que suelen formar grupos que oscilan entre seis y 50 miembros, a los que unen vnculos familiares. Incluso se los describe como animales altamente sociales, que establecen profundos vnculos entre los componentes de la manada. Su sistema de comunicacin es bastante complejo e incluye voces, gruidos, gritos, gestos, posturas y actitudes, pudiendo indicar al resto del grupo sobre peligros incipientes de manera discriminativa (diferentes sonidos para serpientes, leopardos o guilas) (Audesirk, 1996). John poda recordar cosas propias de un nio de cinco aos, la edad que tena al perderse, como por ejemplo: "al principio no poda correr como los monos, pero luego ya s". O bien: "Jugbamos todo el tiempo" (Ferrer, 1999). Fue adoptado por un matrimonio que diriga un orfanato, quienes se hicieron cargo de su crianza, ponindole en la escuela. Lo llamativo de John ha sido su voz privilegiada, razn por la cual forma parte de un coro. Los expertos que le han analizado dicen que el joven tiene ciertas limitaciones mentales, se muestra tmido y reservado con los humanos, tiene problemas para aprender. Sin embargo, ha podido entablar comunicacin con diversos investigadores a quienes les ha confirmado que los monos lo cuidaban y protegan (Vera, 2008). Douglas Candland, psiclogo estadounidense de la Universidad de Buckneell (Pensilvania), viaj para entrevistar a John, quedando muy asombrado, ya que el nio fue capaz de reconocer a la especie de los monos vervet que le criaron en una foto de un libro cientfico, de entre cientos de especies de monos, lo cual demostr sin discusin alguna que los conoca. Ms tarde, al observar la relacin de John con los monos, este investigador concluye: "ha estado entre monos, seguro, no les mira de frente para evitar que se revuelvan contra l o huyan. En cuanto a la mano, les muestra que no tienen nada que temer. Son dos trucos que cuesta aos de

observacin adquirir, y l lo ha hecho de forma espontnea. Supongo que lo nico que no sabremos nunca es cunto tiempo pas en la selva" (Ferrer, 1999).

Amala y Kamala
Fueron acogidas por la manada en dos momentos distintos y los indicios apuntan a descartar que fuesen hermanas carnales. En 1920 un misionero llamado J.A.L. Sing, que se encontraba a las afueras de Midnapore, fue informado por un nativo que era necesario hacer un exorcismo, ya que haba un fantasma en el bosque. Cuando Sing fue a investigar lo que ocurra, encontr a dos nias desnutridas y salvajes en la madriguera de unos lobos, a quienes la madre loba defenda como si fueran sus cachorros. Los nativos mataron a la loba y capturaron a las dos pequeas. Kamala de seis aos, era la mayor, y Amala tena slo 3 aos. Separadas de los lobos, consideraban hostil a cualquier ser humano que se les acercara. Dorman juntas acurrucadas, aullaban, coman carne cruda y necesitaban estar con perros para alimentarse bien. Fsicamente presentaban mandbulas afiladas, caninos ms largos de lo habitual. Tenan hbitos nocturnos, los ojos les brillaban en la noche, vean mejor en la oscuridad y presentaban un sentido del olfato especialmente desarrollado. No permitan que se les pusiese ropa y se la quitaban a mordiscos si se les vesta, mostrando serias dificultades para aprender a hablar y caminar erguidas. Su conducta social era deficiente: araaban, mordan y atacaban como bestias a quienes se le acercasen. No saban llorar o rer y no parecan manifestar ningn sentimiento humano. Sin embargo, cuando Amala falleci, se vio a Kamala llorar, se le tuvo que separar por la fuerza del atad de su "hermana" y pas las semanas siguientes refugiada en una esquina y aullando en las noches. Luego de la muerte de Amala, Kamala se mostr ms sociable y afectuosa, aprendi los conceptos elementales de cantidad, empez a andar por s misma y adquiri un vocabulario de unas cuarenta palabras monoslabas. En 1929 contrajo la fiebre tifoidea y muri tras dos meses de enfermedad (Candland, 1993).

Cau Cau
En Chile contamos con el caso de Vicente Caucau, que fue encontrado en agosto de 1984. La historia cuenta que cuando lo descubrieron al interior de la ciudad de Los ngeles, tena aproximadamente 10 aos, a pesar de aparentar menos, viva entre pumas y caminaba en cuatro pies, tena el pelo largo y el cuerpo cubierto por
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vellos, adems mostraba abundantes cicatrices y callosidades. Andaba en cuatro pies, e ingera alimentos crudos sin usar las manos. El carabinero que lo atrap fue rasguado y mordido por ste. Finalmente logr someterlo y llevarlo al retn, donde lo tuvo seis das con un escape entre medio para luego enviarlo a la comisara de Puerto Varas. El espeso vello que cubra su cuerpo lo conserv hasta seis meses despus de su captura. El apodo "Cau Cau" se debi a que era lo nico que pronunciaba al ser encontrado. Berta Riquelme, proveniente de la ciudad de Villa Alemana y profesora de lenguaje, lo adopt y cri, ensendole a hablar, leer y escribir. Caucau logr establecer una relacin afectiva profunda y de dependencia con Berta, llegando incluso a llamarla mam. Una vez que tuvo un hogar pudo recordar su pasado: padres alcohlicos, una choza indgena de la que se fue alejando por periodos cada vez ms largos, hasta abandonarla completamente6.

CONCLUSIONES
El retraso cognitivo y del lenguaje se produce siempre que vemos deprivacin materna, ya sea en nios institucionalizados como tambin en los nios criados por animales. La literatura e investigacin al respecto nos muestra que el retraso cognitivo y del lenguaje se produce siempre que vemos deprivacin materna, ya sea en nios institucionalizados como tambin en los nios ferales. Sin embargo, en el caso de los nios institucionalizados, no se debe a la ausencia de cuidado humano sino ms bien al carcter anmalo de la estimulacin y a las condiciones ambientales que se caracterizan por masificacin y despersonalizacin en la atencin y cuidado que recibe el nio. Esto lleva a que tambin su capacidad de socializacin y empata se vean afectados, lo cual repercute en el desarrollo de su personalidad, y por ende en su conducta futura. En el caso de los nios criados por animales las funciones cognitivas pueden verse mucho ms afectadas que en el caso de los nios institucionalizados, ya que stos ni siquiera han estado expuestos a la estimulacin humana lingstica. Sin embargo, observamos que en algunos casos (Cau Cau, John Ssabunnya, Kamala) se conserva la capacidad para dar y recibir afecto como tambin el aprendizaje de la conducta social, aun cuando persista el retraso cognitivo, algo que puede ser imposible para algunos nios institucionalizados. Entonces, qu se podra concluir del anlisis de estos nios ferales en comparacin con los nios institucionalizados? Algo fundamental es el hecho que el cerebro humano requiera de una interaccin temprana con otros seres humanos para adquirir la capacidad lingstica. Si no existe esta relacin temprana, no se desarrolla el lenguaje. Es decir, si el lenguaje no es adquirido en los primeros aos de la niez, es imposible adquirirlo despus, a pesar del entrenamiento intensivo. Tal como se explica en las primeras pginas del presente trabajo, el lenguaje no se desarrolla plenamente si no existe estimulacin en el momento apropiado (ventanas de oportunidad). Pueden aparecer funciones nuevas, producto de la estimulacin. Parece ser que a los nios ferales se les desarrollan nuevas facultades necesarias para la sobrevivencia, y que en los humanos no aparecen, tales como la visin aguda nocturna, el olfato altamente desarrollado, o estructuras como dientes afilados. Esto nos muestra una asombrosa capacidad de adaptacin de nuestra especie. Es decir, el cerebro tiene una asombrosa capacidad y adaptabilidad, lo que se manifiesta

Diario de la poca reportando la aparicin de Cau Cau

Cristin Vila, escritor y sobrino de Berta, conoci a Caucau desde pequeo y escribi un libro titulado "Crnicas del nio lobo" (Vila, 1998), en que relata la historia de Vicente. Vila relata haberse sorprendido por las extraordinarias habilidades que Vicente habra desarrollado en su vida salvaje: un olfato superior que le permita oler carne a kilmetros, excelente visin nocturna y una fuerza descomunal, pero agrega que lo que ms quera Berta de Vicente era su inigualable ternura al relacionarse con ella.

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en su neuroplasticidad, la cual se basa en que los nervios pueden producir nuevas conexiones nerviosas a travs de un proceso llamado reorganizacin sinptica. El cerebro sera dinmico y capaz de adaptarse a los cambios provocados por situaciones nuevas, ya sea lesiones y/o accidentes (Gabriel, 2007). Es decir, las la clulas nerviosas tienen la capacidad para cambiar sus propiedades, por ejemplo desarrollando nuevas sinapsis, o bien alterando la forma o la funcin de las existentes, como tambin desarrollando nuevos procesos. La capacidad de vnculo puede ser estimulada por animales de mejor modo que por instituciones despersonalizadas. Respecto de la capacidad de afecto y empata, tan necesarios para la convivencia social y desarrollo de la humanidad e incompatibles con las conductas y sentir antisocial o psicoptico, creemos que la descripcin que se realiza en la literatura nos aporta los siguientes elementos: en el caso de los nios institucionalizados, las capacidades de socializacin y empata se ven fuertemente afectadas, lo cual repercute en su conducta futura. En los nios ferales, si bien las funciones cognitivas pueden verse mucho ms afectadas, es llamativo que en algunos casos (Cau Cau, John Ssabunnya, hermanas criadas por lobos) se conserva la capacidad para dar y recibir afecto como tambin el aprendizaje de la conducta social. Lo anterior apuntara a que la capacidad de vincularse podra desarrollarse al alero y cuidado de ciertos animales antes que por humanos desvinculados y automatizados en su forma de hacerse cargo del nio. Incluso en el caso de Oxana, que al parecer no logra vnculo afectivo con humanos, se observa que se siente a gusto y feliz con perros. Pareciera haber desarrollado con ellos la capacidad de vincularse, jugar y apoyarse emocionalmente cuando se siente estresada. A su vez, Oxana ha aceptado ser socializada, se viste, ha desarrollado un cierto lenguaje y se relaciona con seres humanos. Es por ello que creemos que estos hechos nos muestran cmo la capacidad de afecto y empata, que son actitudes incompatibles con las conductas y sentir antisocial o psicoptico, y que adems son tan necesarios para la convivencia social y desarrollo de la humanidad, es ms posible que se desarrollen siendo cuidado por ciertos animales antes que por humanos incapaces de brindar el calor y afecto personalizado que requiere la crianza de un nio para un desarrollo ptimo y sano de la persona. Es necesario revisar las prcticas de las instituciones que acogen a nios abandonados. Dada la importancia que tiene el logro del vnculo afectivo en la especie humana, se puede proponer una revisin de las polticas pblicas que rigen las instituciones que acogen a nios en situacin irregular. Estas instituciones, junto con dar abri-

go y alimentacin, debiesen dar estimulacin cognitiva y sobre todo condiciones de cuidado que les permitan a los nios establecer relaciones de apego que ms adelante sean el soporte de un desarrollo afectivo y social adecuado. Quizs, ms que pensar en grandes instituciones, se puede desarrollar el proyecto de hogares sustitutos, en los que una madre es la que acoge y cuida a estos nios mientras son adoptados en forma definitiva.

REFERENCIAS
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PAtOgRAFA. FICCIN. QUIJOtE. dELIRIO PATOGRAFA DE UN PERSONAJE DE FICCIN: ANLISIS SEMIOLGICO DEL DELIRIO DEL QUIJOTE PAtHOgRAPHY. FICtION. QUIJOtE. dELUSION

ensaYo

patograFa de un personaJe de FIccIn: anlIsIs semIolgIco del delIrIo del quIJote


(Rev GPU 2010; 6; 1: 46-50)

sergio pea y lillo1

este artculo, extracto resumido de un captulo de mi libro sobre el Ingenioso Hidalgo2 agotado hace 10 aos corresponde a una psicopatologa de ficcin. es, por lo tanto, un juego clnico donde se analiza su locura con todo el rigor de la semiologa diagnstica, concluyendo con suficiente certeza que corresponde a una reaccin paranoica pre-senil, en una personalidad previa normal. se efecta finalmente un anlisis de las tres principales psicosis endgenas: la esquizofrenia, la parafrenia y la paranoia, establecindose los rasgos bsicos de su semiologa diferencial.

ijo Milan Kundera que el novelista no tena que dar cuentas a nadie, salvo a Cervantes Del mismo . modo, pienso que la psiquiatra como disciplina mdica, no tiene obligacin alguna con las patologas de ficcin salvo eso s asumir el desafo, aunque sea con , ella misma, de precisar el diagnstico del inslito escenario anmico en que trascurren las aventuras y desventuras del Caballero Errante de la Mancha: ese loco sublime; el ms sabio, el ms tierno y encantador, tanto de la literatura como de la historia y que, adems ms all de sus continuos infortunios y fracasos termin triunfando en su apasionado anhelo; no de restablecer la caballera andante, pero s de rescatar la nobleza ntima del espritu que lo animaba: ese poder superior de la ilusin romntica sobre la mediocridad de lo vulgar y el agobiante hasto de la banalidad cotidiana.

Es por eso que el Quijote encarna y da todo su sentido a la hermosa y profunda paradoja de Platn, cuando seala: Porque la locura es un don de los dioses y la cordura, en cambio, un mero afn de los hombres .

EL JUEgO CLNICO
Si imaginamos al Quijote visto en reunin clnica de un servicio de psiquiatra con sus armas de batalla y con el dorado yelmo de Mambrino en la cabeza y relatando con erguida dignidad y nimo sereno sus increbles hazaas y aventuras, observaramos sin duda entre los alienistas un inicial desconcierto en los lmites de la perplejidad. Pero, despus de orlo fundamentar con su habitual elocuencia y elevado juicio, la certeza de su descabellado propsito de restituir en el mundo

1 2

Profesor de Psiquiatra de la U. de Chile, Miembro de la Academia de Medicina. [email protected] Pea y Lillo S.El Prncipe de la locura. Ed. Universitaria, Santiago, 1999.

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SERGIO PEA Y LILLO

la caballera andante, sin duda que, disipado el primer asombro todos quedaran convencidos de estar frente a un estrafalario y excepcional caso de paranoia. En medicina y particularmente en psiquiatra existe con frecuencia un cierto margen de desacuerdo y, en algunos casos, la posibilidad de interpretaciones diferentes. No obstante, ante un cuadro clnico de tanta coherencia sintomtica, habra un absoluto consenso en el diagnstico. Y si al trmino de la reunin se solicitara que alguno de los especialistas hiciera una sntesis de lo observado y fundamentara el diagnstico, descartando las alternativas diferenciales, seguramente expondra la siguiente secuencia de consideraciones clnicas. Su apariencia estrafalaria, vivida con completa naturalidad y sin intencin alguna de explicarla, nos muestra de inmediato que estamos en presencia de una grave trastocacin del juicio. Su concurrencia involuntaria a esta reunin, trado por unos amigos y aparentemente engaado con el pretexto de relatar sus heroicas hazaas, demuestra que no comprende la situacin de entrevista y que no tiene conciencia de su enfermedad mental, lo que, unido a la conviccin irrefutable de que todos los sucesos relatados han sido reales, nos confirma que se trata de un caso de locura. Su incapacidad de percibir su propio trastorno psquico se evidencia, adems, en la facilidad con que sus ideas insensatas trascendieron a su conducta. Se descarta por lo tanto, de inmediato, la posibilidad de una neurosis o personalidad psicoptica, ya que estos trastornos conservan la indemnidad del juicio de lo real y no presentan jams interpretaciones absurdas ni conductas insensatas. La seriedad de su relato y la concordancia expresiva que acompaa a su discurso hacen evidente la autenticidad de sus certezas y evocan en el observador esa particular credibilidad que siempre inspira lo verdadero y lo honesto sea normal o patolgico. Se descarta entonces tanto la posibilidad de una simulacin, como tambin de las tpicas fabulaciones de la mitomana histrica, que se caracterizan por la expresividad contradictoria y esa superficialidad afectiva de todo aquello que no viene de lo hondo y que por lo mismo no resulta convincente. La completa lucidez de su estado de vigilia, la coordinacin mmica y su lenguaje coherente, adems de su adecuada orientacin tmporo-espacial, descartan la existencia de un cuadro obnubilatorio de la conciencia, del tipo de los que se observan en los daos cerebrales agudos. Del mismo modo, se elimina cualquier cuadro de dao cerebral crnico, ya que stos se caracterizan por un deterioro de las funciones instrumentales de la inteligencia, particularmente de la atencin, de la memo-

ria, y de la capacidad abstracta, conduciendo progresivamente a la demencia. Nuestro Hidalgo no muestra ningn signo neurolgico ni tampoco sospecha alguna de decaimiento intelectual; por el contrario, su lenguaje es brillante, denotando elocuencia y elevado juicio en todo lo ajeno a su delirio e, incluso, desconcertando por la sorprendente sabidura de sus reflexiones. Es efectivo que en las demencias pueden surgir ideas absurdas e insensatas, pero son siempre meras afirmaciones aisladas y cambiantes por el profundo compromiso de la memoria y no configuran jams, como en este caso, un sistema delirante sostenido, coherente y razonado. Adems, por la edad de nuestro enfermo (cincuenta aos) slo sera posible una demencia del tipo pre-senil (enfermedad de Alzheimer), trastorno progresivo e incurable que desmantela con rapidez todos los procesos intelectuales que sostienen la claridad del psiquismo. Sin duda, el diagnstico de demencia es el ms fcil de descartar en el caso de nuestro paciente, dada la increble vitalidad de su nimo y la exuberante riqueza imaginativa, tanto de su lenguaje como de los contenidos de su relato. No puede tratarse tampoco de una enfermedad afectiva bipolar, en que alternen episodios de decaimiento y de exaltacin del nimo (fases melanclicas y fases manacas). Slo excepcionalmente surgen en esta enfermedad falsas interpretaciones o ideas absurdas de la realidad, que son siempre secundarias al profundo compromiso emocional. As, existen delirios depresivos que son del tipo hipocondraco, de culpa o de ruina y delirios manacos con euforia y aumento de la seguridad personal, pero con un fondo de nerviosismo, de insomnio y de importante inquietud psicomotora. Estos estados, por lo dems, son transitorios y alternan con periodos interfsicos de total normalidad. Los delirios manacos a su vez que seran los nicos con cierta semejanza al de este enfermo son de temtica inconstante y variada (delirios errticos), debido a que en ellos no existe un compromiso primario del juicio sino un pensamiento ideo-fugitivo, que oscila de acuerdo a los vaivenes del humor. En conclusin, el diagnstico clnico de nuestro paciente queda circunscrito al campo de las locuras endgenas, que en lo fundamental configuran tres formas bsicas, suficientemente diferenciadas: la esquizofrenia, la parafrenia y la paranoia.

ANLISIS dIFERENCIAL dE SU dELIRIO


Como el sntoma principal de estas locuras o al menos el ms notorio es la presencia de un delirio, el problema diagnstico de nuestro Hidalgo se circunscribe
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PATOGRAFA DE UN PERSONAJE DE FICCIN: ANLISIS SEMIOLGICO DEL DELIRIO DEL QUIJOTE

finalmente a la dilucidacin del tipo especfico de su experiencia delirante. Antes de efectuar este anlisis el ms importante de nuestro juego clnico deseo precisar los conceptos de locura y de delirio, tal como se emplean en la psiquiatra actual. Sin duda, uno de los enigmas ms desconcertantes del hombre es su locura: el quiebre de la normalidad de su pensamiento. El trmino deriva del portugus louco, que significa un hablar disparatado Y etimolgica. mente se vincula a logos en su doble acepcin de palabra y de sentido; de verbo y de razn. Es por eso que se incluye dentro de las locuras a todos los trastornos psquicos que resultan ininteligibles, o que dan origen a ideas y comportamientos insensatos. Clnicamente, las locuras se caracterizan por la prdida de los criterios habituales de certeza (perceptivos y lgico-racionales), apareciendo un nuevo juicio anormal de realidad que se expresa en la existencia de delirios o de alucinaciones y, en general, de una conducta extravagante e incomprensible, sin que el sujeto tenga conciencia de enfermedad mental. En cuanto al delirio, el trmino se utiliz en la antigedad como sinnimo de insana, concepto que engloba a diversos trastornos intelectuales y morales ms o menos inespecficos del psiquismo. Pero la visin moderna que es la que nos interesa para diagnosticar al Quijote se refiere a una perturbacin primaria o secundaria del juicio en que el enfermo tiene ocurrencias o hace interpretaciones falsas o insensatas de la realidad, con certeza absoluta y sin posibilidad de correccin a diferencia de los errores comunes mediante la argumentacin lgica o la evidencia pragmtica. Son estos delirios lcidos (del latn de lira: estar fuera de surco) los que caracterizan a las verdaderas locuras y se observan en la esquizofrenia, la parafrenia y paranoia, que sern precisamente las tres enfermedades clave de nuestro diagnstico diferencial. Ahora, lo ms significativo en el delirio del Quijote aquello que lo caracteriza como estructura psicopatolgica es que constituye un todo compacto y coherente de ideas absurdas pero ntimamente vinculadas entre s y que configuran un conjunto armnico de relativa lgica interna (sistema delirante). Del mismo modo, algunos de los nuevos elementos que ir incluyendo en el delirio estn de antemano implcitos en la certeza original. As, por ejemplo, al ser un caballero andante se ve obligado a tener un nuevo nombre para l y su caballo, amar a una dama, etc. Estos actos, en realidad, no son arbitrarios sino razonables desde la conviccin insensata. Pero aun cuando se conserva una apariencia de lgica y de orden en el pensamiento, hay falta de rigor crtico e incapacidad de enjuiciamiento

pragmtico, lo que permite que la locura se vaya retroalimentando a s misma y se convierta en una especie de crculo delirante cerrado y autosuficiente. Es por eso que las nuevas percepciones engaosas evocadas por la exaltacin emocional irn surgiendo como una necesidad interior del propio delirio. Nos dice su relato que apenas comenzada su aventura y estando con grandsimo contento, repar y le vino a la memoria que no era armado caballero De inmediato, la casual presencia . de la venta se le antojar un castillo y a partir de ese momento se desarrollar, como un torrente incontenible de la fantasa, el proceso expansivo de su locura. Esta coherencia interna es caracterstica del delirio de la paranoia que, por lo mismo, ha sido llamada locura razonante. Tambin es propio de esta enfermedad y exclusivo de su delirio el que las convicciones insensatas actualicen emociones concordantes con las ideas, de tal modo que stas, tal como ocurre en el Quijote, trascienden a la conducta y movilizan al enfermo de inmediato a la accin (Delirio Actuado). Los delirios de la esquizofrenia y de la parafrenia, en cambio, estn hechos de ocurrencias y certezas aisladas, por lo que nunca configuran como en la paranoia un sistema coherente. Adems, son convicciones suspendidas y aisladas del resto del psiquismo, que no evocan respuestas afectivas concordantes ni originan actuaciones o comportamientos consecuentes con lo imaginado. En el caso de la esquizofrenia, el enfermo pareciera tener un destino atomizado que refleja la fragmentacin del psiquismo, propia y definitoria de esta enfermedad (mente escindida). Es por eso que estos enfermos salvo en sus brotes agudos tienden a permanecer aislados del ambiente y desinteresados del mundo que los rodea. Este sntoma central para el diagnstico de la esquizofrenia se denomina autismo y corresponde a una desconexin de lo real que, en sus grados ms avanzados, lleva al enfermo que permanece pasivo y ensimismado a una prdida ms o menos completa de los propsitos vitales y de los intereses prcticos. En el caso de la parafrenia, que para muchos es slo una forma tarda de esquizofrenia, el delirio es igualmente disociado, tanto de la afectividad como de la conducta. Lo ms caracterstico de la parafrenia que se inicia despus de los 40 aos a diferencia de la esquizofrenia que se instala entre los 17 y 19 aos es que el delirio, de base alucinatoria, permanece encapsulado y como en un segundo plano, permitindole al enfermo un comportamiento social mermado, pero de relativa normalidad. Esta capacidad de los parafrnicos de vivir a caballo entre dos mundos: el alucinado y el real, se denomina doble orientacin pragmtica y

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no existe en los esquizofrnicos, que son incapaces de integrarse en la sociedad. Podra decirse entonces que, en su actitud ante el mundo, estas tres locuras se comportan de un modo diferente: el esquizofrnico se asla y lo ignora; el parafrnico lo acepta y convive con ambas realidades, la normal y la alucinada; y el paranoico, en cambio, lo enfrenta imponindole sus convicciones delirantes. En efecto, los paranoicos no ignoran lo real, pero tampoco lo aceptan por completo, sino que lo fusionan con sus propias fantasas y viven entremezclando con absoluta naturalidad lo verdadero y lo ilusorio. Es precisamente el caso de don Quijote, para quien la realidad ya distorsionada se convierte en una arena en la que lucha y combate con valor y decisin movido por las certezas de su locura. Este rasgo que podramos llamar social del paranoico anttesis del autismo esquizofrnico es lo que determina, a su vez, el hecho de que estos enfermos no slo suponen sino que exigen, que los dems compartan sus ideas y que acten en conformidad con su delirio y se irritan hasta la agresin si alguien pone en duda sus ideas insensatas. La tendencia tan propia de la paranoia, de actualizar de inmediato sus propsitos que se observa en todas las hazaas del Quijote obedece en gran medida a la relativa indemnidad del resto del psiquismo, que es lo que le permite reaccionar ante lo que estima inaceptable, como cualquier persona normal lo hara en una situacin semejante y tuviera una absoluta certeza de la legitimidad de su conducta. Es en este sentido que puede decirse que las actuaciones insensatas de los paranoicos provienen de una reflexin lgica apoyada en suposiciones falsas, del mismo modo como funcionara una mquina computadora si se la alimenta con informacin errnea. Sin embargo, en un anlisis ms profundo, se puede ver que el pensamiento de los paranoicos es slo de apariencia lgica, y que se trata de un juicio falto de rigor que es incapaz de volver sobre s mismo y de enjuiciar crticamente las consecuencias de sus actos descabellados. No podra ser de otro modo, desde el momento en que en todas las locuras existe, en mayor o menor grado, una perturbacin global del psiquismo que por una especie de parlisis de la reflexin explica la certeza inconmovible de las convicciones delirantes. Otro elemento de importancia decisiva para el diagnstico del delirio del Quijote es la ausencia de alucinaciones, que slo existen en la esquizofrenia y la parafrenia. Lo alucinatorio se refiere a percepciones que carecen de estmulo; es decir, no ya a percepciones falsas o deformadas de un objeto o situacin real como ocurre con las ilusiones, sino meras fantasas inexisten-

tes (tener visiones, escuchar voces, etc.). La locura de nuestro hidalgo se ir estructurando exclusivamente sobre ilusiones que son engaos sensoriales debido al componente afectivo del tema delirante. As, ya en su primera interpretacin errnea, tenemos una tpica ilusin: Ve una venta; y se la represent que era un castillo No obstante, en la locura del Quijote, las expe. riencias ilusorias son mnimas y hay un franco predominio de interpretaciones y juicios delirantes. En efecto, slo cuando va a realizar sus ms arriesgadas empresas aparecen estos errores sensoriales, como es el caso tpico de ver gigantes en los molinos harineros. En estas ocasiones, adems, despus del inevitable desastre y ya apaciguado, desaparece lo ilusorio y el hidalgo es capaz de percibir correctamente lo real. Otra cosa es que incorporando el fracaso a su delirio lo interprete como engao y obras de encantamiento de sus enemigos que pretenden privarlo de su gloria. Del anlisis que hemos expuesto puede concluirse con suficiente certeza que la enfermedad mental del Quijote fue una paranoia. Ya la etimologa del trmino paranoia alude a un comprender paralelo y parecido al conocimiento Aho. ra, como enfermedad mental, corresponde a una forma de locura lcida que trastoca el significado de lo real de un modo sistemtico y expansivo, tal como se observa en el Quijote. Pero cabe preguntarse: Qu puede aportar este diagnstico a la comprensin de un ser imaginario cuya textura ntima es esencialmente literaria? Obviamente muy poco, ya que nada agrega a su calidad esttica y a su honda proyeccin antropolgica. Qu quedara del Quijote visto slo como un alienado, al margen del texto de la novela, de su brillante prosa y de la exuberancia imaginativa del genio de Cervantes? Slo un historial clnico que por lo inslito y extravagante de su delirio sera un caso excepcional dentro de la enfermedad, pero privado de toda la magia y del encanto de su conmovedora poesa. Sin embargo, el Quijote fue un paranoico y al menos desde la psiquiatra podemos ahondar su comprensin psicopatolgica. Desde luego, existen diferentes formas de la enfermedad que permiten y obligan a una mayor precisin clnica: se distinguen dos principales tipos de locura paranoica: La Paranoia Vera, que es la forma ms grave de la enfermedad y que consiste en un desarrollo delirante inconmovible que se inicia alrededor de los 30 aos, como una exacerbacin paulatina y esto es lo fundamental de un carcter previo que se denomina Paranoico caracterizado por una hipertrofia del yo; desconfianza y recelo, que le dan un significado negativo y personal a los acontecimientos neutros (autorreferencias).
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PATOGRAFA DE UN PERSONAJE DE FICCIN: ANLISIS SEMIOLGICO DEL DELIRIO DEL QUIJOTE

Las Reacciones Paranoicas, que pueden surgir a cualquier edad por hechos o situaciones de intensa carga afectiva y lo que es ms decisivo sobre una personalidad previa no paranoica, que puede ser de cualquier tipo y, en ocasiones como el caso de nuestro Hidalgo corresponder a un carcter normal. Parecera evidente, de acuerdo a esta dicotoma clnica, que la locura del Quijote no fue una paranoia vera sino una reaccin paranoica, debida a una exaltacin emocional excesiva por la lectura de los libros de caballera, que quebr transitoriamente la direccin normal de su psiquismo y por la edad de comienzo fue una forma pre-senil de la enfermedad. La ausencia de una personalidad paranoica previa es sin duda lo que explica por qu en el Quijote no se observa esa continuidad entre la poca normal y la patolgica, lo que es propio de los desarrollos paranoicos. En nuestro hidalgo ocurre todo lo contrario y su locura que se instala de un modo sbito y no insidioso va a transformar, en su raz, la sencilla y serena vida de don Alonso Quijano. Es tambin la ausencia de una personalidad paranoica lo que determina que el Quijote no tenga suspicacia ni desconfianza alguna, lo que impide que nuestro hidalgo caiga en los tpicos delirios persecutorios que son infaltables en los desarrollos paranoicos, donde forman una unidad con las ideas de grandeza, de la personalidad previa, como si slo fueran el reverso y el anverso de un mismo fenmeno. Es precisamente el fracaso de sus proyectos descabellados lo que lleva a los paranoicos clsicos a sentirse vctimas de abusos y de atropellos y la razn que origina sus frecuentes conductas agresivas y querulantes. Pero en el Quijote no hay ideas persecutorias. Su delirio es slo de nobleza y omnipotencia; casi un delirio de enormidad No desconfa . del mundo ni de nadie y slo apoya su entusiasmo en el vigor de su coraje y en la fuerza de su espada. El Quijote fue un paranoico, pero un paranoico muy especial. Jams tuvo actitudes reivindicativas ni pleitistas, como es lo habitual en la paranoia. Y acept

sin quejas y con esa resignacin de los hroes trgicos, las fuerzas del mal que entorpecan la ejecucin de los propsitos de su destino. El Hidalgo, en efecto, habita en la credulidad de su alma transparente. No conoce el recelo y es precisamente su ingenuidad sin cautela la que lo hace vulnerable como un nio Es efectivo que . interpreta sus fracasos como obras de encantamiento , que atribuye al poder mgico de sus enemigos Pero . lo acepta con serenidad y sin abrigar sentimientos vengativos; con esa resignacin de los hombres superiores ante lo adverso del destino. Se queja, sin duda, de esos bribones que intentan privarlo de su gloria pero, cuando alude a ellos, no se percibe resentimiento alguno, sino ms bien esa indiferencia del olmpico desdn, como si en su alma generosa no hubiera espacio para el rencor o la venganza. Definitivamente, la personalidad previa del Quijote fue normal y, hasta donde se puede deducir de la escueta descripcin de Cervantes, lo ms decisivo era su generosidad de alma que lo hizo apodar don Alonso Quijano, el Bueno Es por eso que el Quijote no mostra. r jams esa dureza fra de los clsicos paranoicos y, a travs de todo su delirio, traslucir siempre la finura y el gentil seoro de su disposicin innata: de apacible condicin y de agradable trato (II,74). Fue un hombre de armas, pero sin nimo de crueldad y nunca mat ni hiri a nadie. Durante su locura amaba el combate personal y heroico, pero no as la violencia annima de las matanzas inhumanas. Pero tambin por la ausencia del recelo tormentoso que acompaa a las ideas persecutorias, es que puede decirse que la enfermedad del Quijote no slo fue una paranoia blanda sino que tambin feliz As , . vemos cmo, a pesar de los continuos desastres de sus aventuras y de sus frecuentes padecimientos fsicos, su nimo permaneci siempre alegre y ningn fracaso ni los continuos engaos del siniestro Frestn lograron perturbar la placidez del encantado mundo de sus fantasas.

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PSCOtERAPIA Y RELACION COPORAL PSYCHOtHERAPY ANd RELAtIONSHIP BOdY

inteGraCin teriCa

Fundamentos de la relacIn psIcoteraputIca en la psIcoterapIa corporal relacIonal


(Rev GPU 2010; 6; 1: 51-62)

andr sassenfeld1

en contribuciones anteriores he intentado comenzar a articular un marco conceptual general para comprender terica y clnicamente el cuerpo y la corporalidad desde una perspectiva relacional (sassenfeld, 2007a, 2007b, 2008a, 2008b, 2008c, 2008d, 2009). este marco de referencia la psicoterapia corporal relacional o analtica integra conceptos provenientes de campos de investigacin contemporneos que incluyen la teora del apego y la investigacin de infantes, el psicoanlisis relacional e intersubjetivo, la psicoterapia corporal, y el neuropsicoanlisis y la neurobiologa interpersonal. en estos trabajos previos he buscado clarificar distintos aspectos conceptuales y clnicos de la psicoterapia corporal analtica. en ste, dedico atencin en especial a tres supuestos o principios bsicos acerca de la naturaleza de la relacin psicoteraputica desde su perspectiva. tales principios han sido elaborados y discutidos en un grupo de trabajo en torno a la psicoterapia relacional corporal constituido por marcela araneda, leila Jorquera y el autor.

a psicoterapia corporal relacional o analtica es un enfoque psicoteraputico en desarrollo que integra elementos provenientes especialmente de las psicoterapias corporales, el psicoanlisis relacional e intersubjetivo, la teora del apego y la investigacin contempornea de infantes, y el neuropsicoanlisis y la neurobiologa interpersonal (Geissler, 2009; Geissler & Heisterkamp, 2007a; Sassenfeld, 2007a, 2007b, 2008a, 2008b, 2008c, 2008d, 2009). Articula un marco conceptual amplio para el quehacer clnico que se centra en

las vicisitudes del cuerpo y los vnculos en los contextos del desarrollo del individuo, de la psicopatologa y del tratamiento psicoteraputico. En trminos generales, este marco conceptual se ha mantenido de modo intencional como un campo terico abierto en evolucin que se compone de una diversidad de elementos, un campo dentro del cual existen mltiples posibilidades tanto para las formulaciones conceptuales y clnicas como para las aplicaciones prcticas. En este sentido, la psicoterapia corporal relacional tiene una profunda afi-

Psiclogo clnico. Acadmico U. de Chile. Contacto: [email protected]

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FUNDAMENTOS DE LA RELACIN PSICOTERAPUTICA EN LA PSICOTERAPIA CORPORAL RELACIONAL

nidad y cercana con el psicoanlisis relacional, el cual no es una escuela de pensamiento unificada e integrada, dado que [] deriva de la aportacin de distintas corrientes, ni es tampoco una posicin terica singular. Ms bien agrupa distintas maneras de enfatizar la importancia de las relaciones interpersonales y su repercusin intrapsquica, tanto en el curso del desarrollo como en el del proceso psicoanaltico (Coderch, 2001, p. 127). La psicoterapia corporal analtica est definida, en lo esencial, por la utilizacin de un marco conceptual a grandes rasgos analtico en cuanto a teora del desarrollo de la personalidad, de la psicopatologa y de la psicoterapia, un marco conceptual que se inscribe en gran medida dentro de la tradicin relacional del psicoanlisis contemporneo (Aron, 1996; Aron & Harris, 2005; Mitchell & Aron, 1999). Por otro lado, dadas las influencias que recibe de las psicoterapias corporales y la investigacin emprica de infantes, el foco en las relaciones humanas es complementado sistemticamente por un foco simultneo en la dimensin somtica de los vnculos, que incluye en especial la experiencia subjetiva del cuerpo y el dominio de la comunicacin no-verbal a travs de la expresin emocional. Clnicamente, lo que convierte esta aproximacin al mismo tiempo en un enfoque teraputico corporal es la aplicacin consecuente de un setting y encuadre abiertos a las intervenciones somticas en el marco de la relacin entre paciente y psicoterapeuta (Geissler, 2009; Heisterkamp & Geissler, 2007; Sassenfeld, 2008a, 2008b). Parte de ello es por supuesto una revisin y modificacin clara de conceptos asociados como la neutralidad, el anonimato y la abstinencia del terapeuta (Geissler, Geissler & Hofer-Moser, 2004). Desde mi perspectiva, la meta clnica de la psicoterapia corporal analtica guarda relacin con el despliegue, la comprensin y la transformacin del mundo subjetivo de un paciente. [El proceso de transformacin] que es puesto en marcha por medio de la actividad analtica y sus inevitables descarrilamientos tiene lugar en el seno de un sistema intersubjetivo especfico (Stolorow, Brandchaft & Atwood, 1987, p. 23). En otras palabras, el cambio psicoteraputico emerge y transcurre en y a travs de una relacin entre dos personas. La psicoterapia toma forma a partir de la creacin conjunta de un entorno emocional, un campo intersubjetivo, en el interior del cual pueden ser exploradas sin peligro conjuntamente aquellas regiones del inconsciente, en las cuales tienen sus races los aspectos problemticos de la subjetividad (Orange, Atwood & Stolorow, 1997, pp. 17-18). Tal como enfatiz Bowlby (1988), la exploracin del mundo interno del paciente requiere

que el paciente experimente la relacin con el terapeuta como base segura. Muchos aspectos de las regiones conflictivas de lo inconsciente se expresan y pueden ser exploradas a travs del cuerpo y la corporalidad. Dado el nfasis de la psicoterapia corporal relacional o analtica en los aspectos vinculares del desarrollo del individuo (Bentzen, 2006; Downing, 2006; Geissler, 2007; Sassenfeld, 2007b, 2008b, 2008c) y consiguientemente de la psicoterapia la psicologa clnica es, en esencia, psicologa del desarrollo aplicada (Schore, 2003a), se ha hecho necesario intentar explicitar y clarificar la visin bsica que el enfoque tiene de la relacin psicoteraputica. Esa es la pretensin que gua este trabajo. En este contexto, se presentarn tres principios generales como propuesta para definir la aproximacin de la psicoterapia corporal relacional a la relacin teraputica en trminos tericos, pero que al mismo tiempo encauzan el trabajo clnico prctico y apuntalan al psicoterapeuta en su comprensin de los vaivenes relacionales que marcan la interaccin entre paciente y terapeuta y en la eleccin de estrategias oportunas de intervencin. En todo caso, estos principios deben visualizarse como completamente interdependientes y complementarios. Slo tomados en conjunto contribuyen a esbozar la perspectiva de la psicoterapia corporal relacional respecto del vnculo entre paciente y terapeuta.

PRINCIPIO I: RELACIN PSICOtERAPUtICA Y CUERPO


Existe en la actualidad un gran inters por comprender y abordar la dimensin corporal de la relacin psicoteraputica. Este inters se manifiesta en al menos dos aspectos complementarios. Por un lado, se encuentran los sostenidos esfuerzos que las neurociencias realizan para dar cuenta de los correlatos neurobiolgicos de las interacciones interpersonales en general y de la interaccin entre paciente y terapeuta en particular (Cozolino, 2006; Gabbard, 2006; Gallese, Eagle & Migone, 2007; Greatrex, 2002; Javanbakht & Ragan, 2008; Sassenfeld, 2008d; Schore, 2002, 2003a, 2003b; Siegel, 2006). Estos esfuerzos intentan principalmente poner al descubierto lo que podramos denominar el cuerpo objetivo involucrado en interacciones con otros cuerpos, esto es, el conjunto de las estructuras anatmicas y los procesos fisiolgicos y neuroqumicos del cuerpo biolgico medible y objetivable. El estudio del llamado sistema de las neuronas espejo y otros sistemas neurobiolgicos implicados en la percepcin, reconocimiento e interpretacin de las expresiones emocionales no-verbales y de los estados mentales de los dems han puesto al

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descubierto la tremenda complejidad de procesamientos que, en general de modo inconsciente, subyacen y apuntalan las interacciones entre los organismos vivos. Por otro lado, en las ltimas dcadas la dimensin no-verbal del intercambio clnico ha vuelto a despertar la atencin de numerosos psicoterapeutas, en especial aquellos de orientacin relacional (BCPSG, 2002, 2005, 2007; Beebe, Knoblauch, Rustin & Sorter, 2005; Beebe & Lachmann, 2002; Pally, 2001; Schore, 2003a, 2003b, 2005; Stern et al., 1998; Wallin, 2007). Estos terapeutas estn ms bien interesados en comprender las complejas interacciones y regulaciones no-verbales recprocas que podemos reunir bajo el concepto del cuerpo intersubjetivo, incluyendo mecanismos no-verbales de cambio teraputico. Aun otros investigadores y psicoterapeutas se han ocupado del cuerpo subjetivo o corporalidad, que corresponde a la experiencia subjetiva de la propia realidad somtica, y tambin del papel fundamental del cuerpo en la constitucin de la conciencia y subjetividad humana y el funcionamiento psquico (Cozolino, 2006; Damasio, 1994, 2000; Schore, 2003a, 2003b; Siegel, 1999; Stolorow & Atwood, 1992). Las ciencias cognitivas y las neurociencias, por ejemplo, hablan hoy de cognicin encarnada, subrayando que los procesos psicolgicos invariablemente requieren de un sustrato somtico (Edelman, 2006; Garbarini & Adenzato, 2004; Thompson & Varela, 2001). Estos numerosos esfuerzos de investigacin, comprensin y conceptualizacin han puesto de relieve desde puntos de vista complementarios la relevancia central de la dimensin corporal de la relacin psicoteraputica. En concordancia con estos hallazgos, el primer principio de la psicoterapia corporal relacional sostiene que la relacin psicoteraputica es una relacin psicoteraputica encarnada que tiene correlatos neurobiolgicos especficos. Dicho de otro modo, todo fenmeno psquico y emocional que emerge en el seno de la relacin entre paciente y terapeuta es simultnea e invariablemente un fenmeno corporal en vez de pensar en trminos de psique y soma, tendemos a pensar en la psique-soma [] (Meissner, 2006, p. 296) y hemos dejado de pensar en mente y cuerpo como aspectos en interaccin y, ms bien, los pensamos como involucrados y entrelazados sinnimamente en el mismo proceso psicosomtico (p. 310). En cuanto tal, la relacin teraputica implica al menos los tres aspectos que diferenciamos con anterioridad: un aspecto objetivo neurobiolgico observable y cuantificable en determinadas circunstancias; un aspecto subjetivo experiencial (potencialmente) perceptible por el individuo involucrado; y un aspecto intersubjetivo vinculado con el dominio de la expresin no-verbal, perceptible tan-

to en trminos subjetivos como en trminos objetivos. Por ejemplo, la presencia de una intencin del paciente respecto del terapeuta existe objetivamente como un determinado patrn de activacin neuronal y fisiolgica, subjetivamente como estado emocional y mental, e intersubjetivamente como un conjunto de expresiones no-verbales faciales, posturales y vocales especficas. En el mundo de la psicoterapia corporal ste es un principio que en trminos ms generales tiene su antecedente conceptual histrico en el concepto de la identidad funcional de cuerpo y mente formulado por Wilhelm Reich durante la dcada de 1930. Reich (1942) plante: El hecho de que el soma influencia la psique es correcto, pero es unilateral. Lo inverso de esto, esto es, que la psique condiciona el soma, puede observarse una y otra vez. Ampliar el mbito psquico en tal medida como para hacer valer sus leyes en el mbito somtico no funciona. El concepto de que lo psquico y lo somtico son dos procesos independientes, que meramente interactan uno con el otro, no est en concordancia con la experiencia cotidiana (p. 264). Dadas estas constataciones, Reich finalmente opt por conceptualizar lo que denomin la simultnea identidad y anttesis funcional de cuerpo y mente. En el nivel de las manifestaciones concretas, los fenmenos corporales y los fenmenos psquicos son distintos (anttesis). Pero, en un nivel ms profundo, ambos son funcionalmente idnticos (identidad): tomando como ejemplo su nocin del acorazamiento caracterial, Reich afirma que la idea de la identidad funcional no significa nada ms que las actitudes musculares y las actitudes caracteriales tienen la misma funcin en el mecanismo psquico: pueden reemplazar la una a la otra y pueden ser influenciadas la una por la otra (p. 270). Su concepto expresa la efectiva e inseparable unidad del funcionamiento psicolgico y somtico. Recientemente, Geissler y Heisterkamp (2007b) han formulado la nocin de los movimientos de la vida como conceptualizacin unificadora de cuerpo y mente. Se trata de la formacin de un concepto especfico a la psicoterapia corporal analtica con la finalidad de no renunciar nuevamente a la visin holstica de lo psquico en la divisin en elementos de los fenmenos observables. Todas las articulaciones y formas de expresin de lo vivo todos los movimientos de la vida, sean mentales o corporales son visualizadas como partes integrales de la
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totalidad en desarrollo. Slo pueden ser contempladas de modo aislado con un detrimento de una comprensin psicolgica profunda (Geissler, 2009, p. 370). Por un lado, este concepto enfatiza la importancia de visualizar la realidad humana en trminos unitarios como expresin de la vida que, en cuanto tal, da cuenta de algo en s mismo unificado. Resulta interesante que tambin el concepto de Reich se basa en una apreciacin global del organismo como forma de vida. Por otro lado, la nocin de los movimientos de la vida coloca el acento en otro elemento adicional: la cualidad procesal y dinmica de la realidad humana. Para Geissler y Heisterkamp, los movimientos de la vida capturan el constante proceso de tomar forma y cambiar de forma que caracteriza tanto a los fenmenos psquicos y emocionales como a los fenmenos corporales, algo que antes de ellos Keleman (2006) llam el proceso formativo2. Para la psicoterapia corporal relacional es, desde el punto de vista de este primer principio, central destacar que la relacin psicoteraputica debe ser concebida consecuentemente como un conjunto especfico de movimientos de la vida que transcurren entre dos organismos humanos que interactan.

PRINCIPIO II: NAtURALEZA dEL VNCULO PSICOtERAPUtICO


La teora de las psicoterapias profundas est marcada de modo irrecusable por el predominio de la dimensin histrica en la relacin entre paciente y terapeuta. La genialidad de Freud le permiti comprender que muchos fenmenos relacionales en la situacin analtica corresponden a repeticiones del pasado vincular del paciente el paciente transfiere experiencias de relacin con figuras significativas del pasado a la relacin presente con el psicoterapeuta, una circunstancia que determina la percepcin y experiencia actual que el paciente tiene de un otro. Este nfasis en ocasiones ha opacado el hecho de que el vnculo teraputico no solamente est marcado por la actualizacin del pasado. Asimismo, este nfasis en alguna medida trajo consigo una consideracin unilateral de la subjetividad del paciente (Aron, 1996; Coderch, 2001; Renik, 1993)

Crecemos desde un nio pequeo hasta un ser humano adulto y cambiamos nuestra forma a lo largo de nuestra vida media docena de veces. [As,] nos encontramos siempre en un proceso de formacin de nuestro self corporizado visible (Keleman, 2006, pp. 246-247).

en definitiva, el psicoanlisis tradicional es psicologa de una sola persona (Modell, 1984, p. 21) que se focaliza en una concepcin intrapsquica unipersonal. De manera consecuente, una meta clnica fundamental siempre ha sido entender lo que ocurre en la mente del paciente, incluyendo su percepcin y experiencia de la relacin con el terapeuta, pero no especficamente aquello que ocurre entre ambos o la ligazn particular de lo que ocurre en la subjetividad del terapeuta con lo que ocurre en la subjetividad del paciente. Como indica Coderch (2001), toda la metodologa psicoanaltica clsica est destinada a la observacin de lo que tiene lugar en la psique del paciente. En efecto, en la teora analtica clsica la nocin de transferencia est ligada de modo directo con el concepto del analista como pantalla en blanco, esto es, como figura de proyeccin cuya propia subjetividad ha sido con frecuencia conceptualizada como interferencia al proceso psicoteraputico (Aron, 1996; Coderch, 2001; Hoffman, 1983; Rodrguez-Sutil, 2007). Esta nocin est basada en los supuestos epistemolgicos, cuestionados por el psicoanlisis relacional, de que existe una realidad objetiva cuya percepcin puede estar distorsionada, de que existe la posibilidad de separar con claridad y de aislar las subjetividades del paciente y del terapeuta, y de que el terapeuta puede actuar como una especie de observador externo no involucrado en la situacin relacional que se da en la psicoterapia. Los ideales de la abstinencia, de la neutralidad y del anonimato del psicoterapeuta, que tambin provienen del psicoanlisis clsico y su metfora del terapeuta como cirujano asptico introducida por Freud, apuntan de modo similar a la necesidad de tratar la subjetividad del terapeuta como algo cuya influencia es necesario minimizar tanto como sea posible (Aron, 1991, 1996; Rodrguez-Sutil, 2007). Sin embargo, en la actualidad muchos tericos consideran que la idea del anonimato del analista es una pura ilusin [] Con sus intervenciones, sean interpretativas o no, el analista muestra esplendorosamente su personalidad (Coderch, 2001, p. 57) por no mencionar otros aspectos como su vestimenta, su expresin corporal o el lugar en el cual tiene su consulta. Adems, la perspectiva relacional enfatiza que las intervenciones del terapeuta nunca son neutrales, sino que invariablemente toda intervencin analtica refleja aspectos de la subjetividad del terapeuta convirtindose, en realidad, en actos relacionales (Aron, 1996; Mitchell, 1988; Safran & Muran, 2000). Frente a este trasfondo, la psicoterapia corporal analtica supone que en primer lugar, desde su primer contacto, paciente y terapeuta co-construyen en el

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presente un vnculo nico y real. Esta afirmacin implica varios conceptos al mismo tiempo. Desde un punto de vista objetivo es un hecho que a raz del primer contacto que se produzca entre paciente y terapeuta, que a menudo no es un contacto en persona sino un contacto por medios indirectos de comunicacin, entre ambos comienza a existir una relacin. Tal relacin, con independencia de que en trminos subjetivos puede estar influenciada por el pasado relacional de ambos participantes, se conforma en el presente y siempre tiene una dimensin temporal presente, que por supuesto puede ser paralela o simultnea a las dimensiones temporales del pasado y del futuro. Por otro lado, la relacin entre paciente y terapeuta rpidamente empieza a contar con una historia propia que, en alguna medida, es independiente de las historias relacionales previas de cada uno de los participantes. sta es una de las razones por las cuales el vnculo psicoteraputico es una relacin nica. Su historia puede ser similar a la historia de otras relaciones pero, sin embargo, no deja de ser nica e irrepetible. Entre dos personas nicas no puede sino conformarse una relacin caracterstica del interjuego dinmico especfico que se da entre ambas individualidades. La unicidad de la relacin entre paciente y psicoterapeuta guarda adems una asociacin estrecha con la idea mencionada de que se trata de una relacin que es co-construida, esto es, que adquiere forma por medio de los elementos que cada uno de los participantes aporta consciente e inconscientemente a la progresiva y gradual construccin de la relacin. En las aproximaciones clnicas relacionales, la nocin de que el intercambio teraputico es una continua co-construccin o co-creacin es un principio general basado en el frecuente enraizamiento en epistemologas contextualistas, relativistas y constructivistas (Aron, 1996; BCPSG, 2005; Beebe & Lachmann, 2002; Coderch, 2001; Mitchell & Aron, 1999; Rodrguez-Sutil, 2007; Stolorow, Atwood & Orange, 2002; Tronick, 2003). Tronick (2003), por ejemplo, afirma que los procesos co-creativos producen formas nicas de estar juntos, no slo en la relacin madre-infante sino en todas las relaciones. La co-creacin enfatiza los cambios dinmicos e impredecibles de las relaciones que subyacen a su unicidad (p. 476). Para Tronick, las relaciones se diferencian cada vez ms unas de otras en la medida en la que se coconstruyen nuevas formas de estar juntos: las relaciones no se vuelven cada vez ms generales, se vuelven ms detalladas [] y no se hacen ms universalmente aplicables, se hacen menos y menos transferibles (pp. 476-477). No obstante, cabe sealar que la unicidad de la relacin teraputica se encuentra en una dialctica

constante con la tendencia a que en la relacin actual se actualicen formas histricas de vinculacin, en las cuales co-existen el hecho paradjico de que de todos modos la repeticin tiene, cada vez que emerge, caractersticas nicas en el presente y el hecho de que se actualizan patrones cuyo origen y forma se encuentran determinados por las experiencias vinculares pasadas. Se trata, por otro lado, de una relacin que es real. Dicho de otro modo, dos seres humanos reales establecen una relacin real que existe ms all de los roles sociales y personales que caracterizan la situacin psicoteraputica y ms all de las fantasas y percepciones sesgadas que cada uno puede tener del otro: mientras que mantienen roles que difieren en cuanto a experticia, experiencia clnica, poder, etc., pacientes y terapeutas tambin se relacionan de forma mutua como dos seres humanos (Stern, 2008, p. 405). En el marco del psicoanlisis, Greenson (1967) fue uno de los primeros tericos psicoanalticos que enfatiz la necesidad de reconocer la existencia de esta dimensin del vnculo teraputico, siguiendo algunas ideas tempranas de Freud acerca de una transferencia positiva inobjetable. Recientemente estas ideas han vuelto a ser retomadas en el importante trabajo del Boston Change Process Study Group en torno a los mecanismos de cambio en psicoterapia, sobre todo en sus primeras contribuciones (Lyons-Ruth, 1998; Stern, 1998; Stern et al., 1998). As, Beebe (1998) hace referencia a que los planteamientos de este grupo se basan en la observacin de que la mayora de los pacientes recuerda momentos especiales de conexin autntica persona-a-persona con sus terapeutas (p. 334) como eventos relevantes en sus procesos de cambio. En este sentido, el grupo considera que existe una relacin real entre paciente y terapeuta que puede definirse como el campo intersubjetivo constituido por la interseccin del conocimiento relacional implcito del paciente y del terapeuta. Este campo se extiende ms all del dominio de transferencia-contratransferencia incluyendo el involucramiento personal autntico y percepciones razonablemente precisas de las momentneas formas de estar con [un otro] de cada uno (Lyons-Ruth, 1998, p. 285). Beebe (1998) aclara que las reflexiones del Boston Change Process Study Group estn influenciadas en buena medida por la obra de Martin Buber acerca de las relaciones yo-t momentos relacionales marcados por la autenticidad y el reconocimiento pleno del otro en cuanto otro y en el marco de su propia realidad y por su nocin central de que toda genuina sanacin
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pasa por el encuentro autntico con un otro. En este sentido, uniendo la significacin clnica del presente y la relacin real, Stern (1998) destaca: Un momento presente que se aprovecha teraputicamente y que se reconoce mutuamente puede convertirse en un momento de encuentro . Esto requiere que cada participante contribuya algo nico y autntico en cuanto individuo en respuesta a un momento presente Esta respuesta . no puede ser una aplicacin de la tcnica ni una movida teraputica habitual. Tiene que crearse en el instante para calzar con la singularidad de la situacin inesperada y tiene que portar la impronta del terapeuta como algo que proviene de su propia sensibilidad y experiencia, ms all de la tcnica y la teora (p. 305). Como puede constatarse, Stern se refiere precisamente a los momentos reales entre paciente y psicoterapeuta en los cuales emergen reacciones espontneas y genuinas que se encuentran ms all de los roles adoptados por cada uno. (El concepto del conocimiento relacional implcito es una nocin central en la psicoterapia corporal relacional, vase Sassenfeld, 2007a, 2007b, 2008a, 2008b, 2008c.) Consignemos que para el Boston Change Process Study Group la relacin real es un aspecto del vnculo teraputico que puede cambiar a travs de procesos que modifican el campo intersubjetivo de forma directa. El denominado momento de encuentro es el evento relacional que reordena el conocimiento relacional implcito del paciente al reordenar el campo intersubjetivo entre paciente y terapeuta (Lyons-Ruth, 1998). Agregaramos que, de la misma manera, un momento de encuentro reordena el conocimiento relacional implcito del psicoterapeuta. Ahora bien, en la relacin que paciente y psicoterapeuta co-construyen en el presente como vnculo nico y real con una historia propia siempre co-existen dos subjetividades. En otras palabras, la psicoterapia es un encuentro entre dos mentes (Aron, 1996) y tambin un encuentro entre dos cuerpos (Aron, 1998). Es necesario enfatizar este punto porque, como afirma Renik (1993), incluso en muchas conceptualizaciones relacionales de la situacin teraputica la subjetividad del paciente sigue ocupando el lugar preponderante convirtindose en variaciones sutiles del mito de la mente aislada esto es, la tendencia a conceptualizar la , experiencia intrapsquica del paciente con independencia del contexto intersubjetivo que la posibilita, le subyace y la contextualiza (Stolorow & Atwood, 1992). En consecuencia, Renik percibe la necesidad de colocar el

acento sobre la subjetividad irreductible del terapeuta que con frecuencia se manifiesta, de acuerdo al mismo Renik, a travs de las acciones en las que ste incurre y a travs de las escenificaciones [enactments] en las que ste participa y que a menudo son extremadamente sutiles y difciles de percibir conscientemente. Es decir, la subjetividad del psicoterapeuta se expresa de modo invariable por medio de su cuerpo expresivo y sus movimientos o tendencias al movimiento. Su presencia y participacin personal encarnada es inevitable cuando hablamos de la interaccin teraputica, nos referimos a una interaccin entre dos psiques completas [] (Renik, 1993, pp. 408-409) que, desde el punto de vista de la psicoterapia corporal relacional, son dos psiques encarnadas. Una tarea clnica central es el intento de comprender de qu manera ambas subjetividades se relacionan y co-construyen sus formas especficas de vinculacin. As como co-existen en el espacio teraputico siempre dos subjetividades, al mismo tiempo existe un espacio vincular entre ambas, un entre paciente y terapeuta. Este entre parece estar cercano a lo que Ogden (1994) y Benjamin (2009) llaman el tercero analtico intersubjetivo, una especie de tercera subjetividad que es un producto de una dialctica nica generada por (entre) las subjetividades separadas del analista y del analizado dentro del setting analtico (Ogden, 1994, pp. 463-464). Los tres aspectos son reales, irreductibles y de significacin clnica. Distintos tericos y diferentes escuelas tericas muchas veces han estudiado y hecho hincapi en alguno de estos aspectos por sobre los otros. Mitchell (1988) describi esta circunstancia hace ms de dos dcadas con claridad: Por definicin, las configuraciones relacionales bsicas tienen tres dimensiones: el self, el otro y el espacio entre ambos. No existe un objeto con un sentido psicolgico sin el sentido particular de uno en relacin con ste. No hay self en un sentido psicolgico en el aislamiento, fuera de una matriz de relaciones con los dems. Ni el self ni el objeto son conceptos dinmicos con sentido sin suponer cierto sentido de espacio fsico en el cual interactan, en el cual hacen cosas con el otro o para el otro. Estas dimensiones estn entrelazadas sutilmente y tejen tanto la experiencia subjetiva del analizando como su mundo psicolgico (pp. 47-48). Nuevamente, agregaramos que lo mismo vale para la experiencia subjetiva y el mundo psicolgico del terapeuta. Y volvemos a subrayar la dimensin somtica:

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as como hay un cuerpo y otro cuerpo, tambin hay un espacio en el cual ambos cuerpos se encuentran e interactan.

PRINCIPIO III: SIStEmA INtERSUBJEtIVO, INtERACCIN RECPROCA E INFLUENCIA mUtUA


El psicoanlisis relacional e intersubjetivo y la investigacin de infantes se han movilizado en el plano conceptual hacia la formulacin de modelos basados en la teora de sistemas dinmicos no-lineales complejos que se auto-organizan y auto-regulan (BCPSG, 2002, 2005; Beebe et al., 2005; Beebe & Lachmann, 2002, 2003; Orange, 2009; Orange et al., 1997; Seligman, 2005). Siendo un antecesor de la perspectiva relacional pocas veces reconocido como tal, Jung ya en 1935 afirm que, en el vnculo terapeuta-paciente, en el fondo dos sistemas psquicos se relacionan de forma recproca [] (p. 21) creando un sistema relacional o campo transfomativo que engloba a ambos. Desde este punto de vista, la relacin entre la subjetividad del paciente y la subjetividad del terapeuta, junto al espacio vincular entre ambas subjetividades, se constituye clnicamente como un campo relacional o sistema intersubjetivo. Un sistema intersubjetivo puede ser definido como cualquier sistema constituido por mundos de experiencia que interactan [] (Stolorow, 2002, p. 330) o tambin como el campo complejo que se crea cuando dos o ms individuos con sus subjetividades nicas se juntan [] (Buirski & Haglund, 2001, p. 4). En este sentido, la situacin psicoteraputica debe ser visualizada como caracterizada por algunas de las propiedades inherentes a los sistemas dinmicos. La primera de stas es el hecho de que un sistema est definido por la presencia de elementos en constante interaccin que momento a momento pueden modificar al menos ligeramente, y en ocasiones radicalmente, la forma y la estructura que el sistema adopta en un momento determinado. Esta cualidad de la relacin teraputica en cuanto sistema intersubjetivo se traduce en la existencia continua de una interaccin recproca entre paciente y terapeuta. Ahora bien, aunque se ha escrito mucho sobre la interaccin, pocas veces se ha definido a qu especficamente hace referencia el concepto. Coderch (2001) piensa que la interaccin corresponde a la constante influencia que paciente y terapeuta estn ejerciendo el uno sobre el otro es decir, reemplaza la nocin de interaccin por el concepto de influencia mutua, el cual desde nuestra perspectiva tiene un matiz distinto y al cual volveremos en unos instantes. Una forma posible de definir la idea de inte-

raccin es afirmando que entre paciente y terapeuta se produce un incesante intercambio psquico, emocional y somtico que, en gran medida, transcurre de forma inconsciente. Desde el punto de vista de la psicoterapia corporal analtica, es necesario agregar que la interaccin puede definirse de modo literal como inter-accin, esto es, como el conjunto de acciones que se producen entre paciente y psicoterapeuta o, siendo ms exactos, entre los cuerpos expresivos de paciente y terapeuta (Sassenfeld, 2007a; ver tmb. Aron, 1996). Ms all, cabe hacer constar que no es que haya momentos en los que esta interaccin se produce y otros en que no, o momentos de ms o menos interaccin, sino que esta interaccin es continua e ininterrumpida, para bien o para mal del proceso teraputico (Coderch, 2001, p. 133). En realidad, la interaccin es un hecho universal que se pone en marcha cada vez que hay un encuentro entre dos o ms personas (p. 134). En el marco del psicoanlisis relacional, para muchos tericos la nocin de interaccin recproca viene efectivamente a desplazar los conceptos tradicionales de transferencia y contratransferencia de su lugar central en la prctica clnica, ya que estos ltimos estn insertos en trminos de origen y significado en un paradigma unipersonal con un foco intrapsquico que no da cuenta del fundamental e insoslayable entrelazamiento de subjetividades que ya describimos y que sigue separando la subjetividad del paciente y del psicoterapeuta. Algunos tericos han propuesto directamente abandonar el concepto de transferencia (Rodrguez-Sutil, 2007) o lo han redefinido radicalmente. Lachmann (2001), por su parte, escribe: En la medida en la que nuestra comprensin de las sutilezas y los matices de las dimensiones verbalizadas y escenificadas directas e indirectas del encuentro teraputico ha crecido, hemos ido ms all de la concepcin simplista de la interaccin analtica tal como ha sido conceptualizada a travs de la transferencia y la contratransferencia. Tanto el analista como el paciente en cuanto sistema organizan la relacin del tratamiento de acuerdo a dimensiones complejas, incluyendo sus transferencias sobre el otro. As, propongo que para el tercer milenio la teora de los sistemas dinmicos es una manera superior de formular y entender las complejidades de la interaccin analista-paciente (p. 245). Aron (1991, 1996) ha descrito con detalle las limitaciones del concepto de contratransferencia porque, entre otras cosas, desva la atencin del hecho de que
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el terapeuta tambin inicia activamente intercambios con el paciente por propia iniciativa y no slo reacciona frente al paciente, tal como parece insinuar el contra de la contratransferencia. As, para Aron, el trmino minimiza el impacto que el psicoterapeuta tiene sobre el paciente y su percepcin. Diversos tericos relacionales han criticado y abandonado el concepto de identificacin proyectiva a pesar de intentos recientes por interpersonalizarlo por motivos epistemolgicos y conceptuales similares a los mencionados (Aron, 1996; Mitchell, 1997; Stolorow, Brandchaft & Atwood, 1987). A travs de la interaccin entre paciente y psicoterapeuta se genera una influencia mutua constante entre ambos. Tal como manifiesta Coderch (2001), el concepto de interaccin nos lleva a tener en cuenta que toda palabra, silencio o actitud de paciente y analista ejerce una influencia sobre el otro y, a la vez, ha sido, dentro de los lmites que sean, estimulado por ese otro (p. 133). Influencia mutua significa, en este sentido, que la interaccin recproca se traduce en que las acciones de uno generan necesariamente efectos subjetivos conscientes e inconscientes en el otro y viceversa: Mientras que la visin clsica retrata el anlisis como algo que opera de modo ptimo como influencia de una sola va, con el analista influenciando y cambiando al paciente y, en trminos globales, no viceversa, la visin relacional enfatiza la inevitabilidad de una influencia mutua y recproca de dos vas entre paciente y analista (Aron, 1996, p. x, cursiva del original). Por consiguiente, la influencia mutua redunda, tal como Jung seal en 1929, inevitablemente en una transformacin mutua si el paciente cambia, es porque el sistema intersubjetivo se ha transformado y por ende el terapeuta no puede ms que cambiar, aunque sea en medida menor que el paciente3. Esta ltima observacin implica que influencia mutua no es sinnimo de influencia simtrica. Aron (1996) seala que la relacin psicoteraputica est marcada ms bien por una mutualidad relativamente asimtrica en la cual, aunque la influencia corre de paciente a terapeuta y viceversa, esa influencia no es igualitaria ni se comparten roles, funciones o responsabilidades equivalentes ni se experimentan procesos corporales, emocionales y psquicos equivalentes.

La segunda caracterstica de la relacin psicoteraputica en cuanto sistema intersubjetivo es la nocin de propiedades emergentes. En los sistemas dinmicos no-lineales complejos la interaccin recproca entre los componentes constitutivos puede generar patrones, estructuras y formas emergentes, esto es, que se conforman gracias a tal interaccin. Al mismo tiempo, las propiedades emergentes de un sistema tienden a adquirir vida propia en el sentido de que, en alguna medida, se comienzan a independizar de las interacciones que las originaron aunque no se liberan por completo de su influencia. Un ejemplo claro de esta circunstancia puede observarse en la constitucin y formacin del psiquismo en los primeros aos de vida. Diversos investigadores han puesto al descubierto cmo el desarrollo y la complejizacin de la auto-regulacin del infante se producen en el seno del sistema intersubjetivo que se establece entre el infante y su cuidador primario (Beebe & Lachmann, 2002; Fonagy et al., 2002; Geissler, 2004, 2007; Sassenfeld, 2006; Schore, 2003a, 2003b; Stolorow et al., 1987). Uno de los frutos de la regulacin interactiva propia del vnculo temprano que corresponde a una faceta central de la interaccin entre los componentes del sistema es la aparicin de competencias auto-regulatorias cada vez ms sofisticadas en el infante. En este sentido, el desarrollo de las competencias auto-regulatorias, por ende, es una competencia del sistema (Stolorow, 1994, p. 4, cursiva del original). Una vez establecidas, tales competencias operan en cierto grado con relativa independencia del sistema intersubjetivo que las constituy. En otras palabras, una vez afianzadas determinadas competencias auto-regulatorias, el nio tiende a conservarlas an en otros sistemas intersubjetivos de los cuales forme parte. Desde el punto de vista del psicoanlisis relacional, la experiencia intrapsquica puede ser considerada una propiedad emergente de determinados sistemas intersubjetivos. Hace ya quince aos, Stolorow (1994) describi esta aproximacin de la siguiente manera: Los fenmenos psicolgicos, incluyendo incluso los conflictos inconscientes y las defensas, son entendidos como propiedades de un sistema intersubjetivo y por lo tanto como fenmenos que adquieren forma en la interfaz de subjetividades en interaccin. Inexorablemente, somos llevados a cuestionar el concepto de una mente o psique aislada [] (p. 7). Desde esta perspectiva,

Entre mdico y paciente existen factores relacionales irracionales que dan lugar a una transformacin mutua (Jung, 1929, p. 82, cursiva del original).

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Se mostr que el contexto de la vinculacin establecido entre paciente y analista juega un rol constitutivo a la hora de dar forma y de mantener las constelaciones psicolgicas particulares que emergen en el tratamiento, de la misma forma en la que puede mostrarse que los patrones tempranos de transaccin intersubjetiva establecidos entre nio y cuidadores juegan un rol constitutivo en la gnesis de la psicopatologa (p. 11, cursiva del original). As, tal como indican Stolorow, Atwood y Orange (2002), los horizontes de la experiencia subjetiva dependen de las interacciones que se producen en el campo relacional del cual el individuo forma parte la experiencia que el analista y el paciente pueden posiblemente tener en la presencia del otro adquiere forma por medio de la naturaleza de lo que ocurre entre ambos (Stern, 2010, p. 22). Por lo tanto, incluso los lmites que separan la conciencia de los procesos y contenidos inconscientes son una propiedad emergente del sistema intersubjetivo. En sus versiones ms radicales, este acercamiento conceptual cuestiona la idea misma de que la mente de un individuo puede ser una unidad significativa de estudio (Mitchell, 1988). Stern (2010) manifiesta a este respecto que es importante no perder de vista que el reconocimiento del papel del otro por ejemplo en la conformacin de los horizontes de la experiencia subjetiva difcilmente es sinnimo con la sugerencia de que la propia mente no tiene una existencia propia separada [y] no implica por un solo momento el rechazo de la mente individual (p. 8). Como sealamos en el principio II, la psicoterapia corporal analtica toma en consideracin la existencia y significacin tanto de las subjetividades en s mismas como del campo relacional conformado por su interaccin. Por otro lado, cabe enfatizar que la conceptualizacin de la experiencia subjetiva como propiedad emergente de un sistema intersubjetivo no pasa por alto que, una vez que la experiencia subjetiva emerge y toma ciertas formas, pasa a existir como fenmeno por derecho propio que, a su vez, afecta lo que sigue ocurriendo en el sistema intersubjetivo4.

Lo que hemos afirmado en esta seccin implica que, en el marco de la influencia mutua entre paciente y psicoterapeuta que transcurre a travs de la interaccin recproca continua entre ambos, lo que le ocurre a cada uno en trminos subjetivos puede ser entendido al menos en cierta medida en el contexto de la forma particular que adoptan sus intercambios psquicos, emocionales y somticos. La subjetividad de ambos y, en consecuencia, la corporalidad de ambos son fenmenos emergentes del sistema intersubjetivo que co-construyen. Al mismo tiempo, dado que antes de establecer su relacin nica cada uno cuenta con un mundo subjetivo de experiencia (Stolorow, Atwood & Orange, 2002) ya organizado en sistemas intersubjetivos previos, las estructuras de la subjetividad o principios organizadores de la experiencia (Buirski & Haglund, 2001; Orange et al., 1997; Stolorow, 1994; Stolorow, Atwood & Orange, 2002) contribuyen a su vez a dar ciertas formas al sistema intersubjetivo que vuelven a repercutir en las experiencias subjetivas de paciente y terapeuta. Para la psicoterapia corporal relacional se requiere en especial conocimientos de las formas en las que el cuerpo y la experiencia corporal tanto construyen como son co-construidas en la matriz relacional (Aron & Sommer, 1998, p. xv). Stolorow y Atwood (1992) ya hicieron algunas primeras contribuciones en esta rea al poner al descubierto que la forma especfica que adopta la experiencia subjetiva del cuerpo est determinada por diversos contextos intersubjetivos presentes en la historia y vida actual del individuo.

PALABRAS FINALES
Junto a Marcela Araneda y Leila Jorquera hemos hecho un primer intento de comenzar a definir conceptualmente la naturaleza de la relacin psicoteraputica desde la perspectiva de la psicoterapia corporal analtica. En este trabajo he esbozado tres de los principios bsicos que hemos elaborado en conjunto: (1) la relacin psicoteraputica es una relacin psicoteraputica encarnada que tiene correlatos neurobiolgicos especficos; todo fenmeno relacional tiene, as, un correlato corporal expresivo/no-verbal perceptible por otros y experiencial/interno perceptible por uno mismo; (2) desde su primer contacto, paciente y psicoterapeuta co-construyen en el presente un vnculo nico y real; este vnculo desarrolla una historia propia; en este vnculo, siempre co-existen dos subjetividades; al mismo tiempo, existe un espacio vincular entre ambas subjetividades; (3) existe una interaccin recproca continua y, a travs de ella, una influencia mutua constante entre ambos participantes; por tanto, lo que le ocurre a cada
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En cualquier momento se entiende que las experiencias formativas del nio emergen de la interseccin entre y son co-determinadas por su organizacin psicolgica tal como ha evolucionado hasta ese momento y las caractersticas especficas del entorno que lo cuida (Stolorow, 1994, p. 5).

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uno puede ser entendido en el contexto de la forma particular que adoptan sus interacciones; desde este punto vista, la subjetividad y por ende la corporalidad son fenmenos emergentes en un vnculo. Estos tres principios bsicos se mantienen en gran medida en el plano epistemolgico y terico, por mucho que tengan como tambin hemos tratado de mostrar diversas implicancias clnicas concretas. En el plano terico-clnico, se hace necesario especificar al menos cinco principios adicionales elaborados por nuestro grupo de trabajo, algunos de los cuales ya han sido explorados en parte en artculos previos y otros de los cuales sern explorados con mayor detalle en otro lugar. stos son: 1. La interaccin psicoteraputica se manifiesta en parte por medio de un intercambio somtico o dilogo de accin continuo. En ste, ambos participantes estn constantemente percibiendo, interpretando y entendiendo al otro en base a procesos de lectura corporal y mentalizacin. La interaccin psicoteraputica transcurre en dos niveles simultneos, paralelos e interrelacionados: explcito e implcito, consciente y no consciente, verbal y no-verbal; al mismo tiempo, todos los procesos corporales, emocionales y psicolgicos pueden transcurrir en ambos niveles. Gran parte del dilogo de accin (conocimiento relacional implcito interactuando con conocimiento relacional implcito) transcurre en el nivel implcito. La interaccin psicoteraputica implica continuos procesos de regulacin corporal, afectiva, psicolgica y relacional; a menudo, la regulacin afectiva es una dimensin central. Los procesos de regulacin se manifiestan simultneamente en regulaciones interactivas y auto-regulaciones, que adems interactan entre s. Tanto la regulacin interactiva como la auto-regulacin tienen una doble historia: por un lado, estn basadas sobre las experiencias interactivas y auto-regulatorias en el vnculo temprano y, por otro, existe un registro histrico propio de la relacin psicoteraputica. La interaccin psicoteraputica est definida por una dialctica constante entre pasado y presente: las experiencias corporales, emocionales y relacionales pasadas contribuyen a dar forma a la interaccin presente; por otro lado, las experiencias corporales, emocionales y relacionales nuevas pueden transformar las determinaciones de las experiencias pasadas. El cambio psicoteraputico se produce en gran medida a travs de la relacin psicoteraputica.

En trminos globales, el cambio es producto de la comprensin de las propias experiencias pasadas y de la adquisicin de nuevas experiencias. Existen mecanismo de cambio en el nivel explcito y en el nivel implcito, que se combinan para dar lugar a un cambio estructural duradero en el organismo; en el nivel explcito, un elemento central es la reconstruccin y comprensin de la propia historia relacional y sus consecuencias sobre el desarrollo; en el nivel implcito, las experiencias relacionales nuevas y reparadoras con el psicoterapeuta amplan y diferencian el conocimiento relacional implcito del paciente. En todo caso, el cambio es un fenmeno que emerge en un sistema intersubjetivo y afecta a ambos participantes, aunque a menudo en grados distintos.

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PSICOtERAPIA POSt-RACIONALIStA POSt-RAtIONALISt PSYCHOtHERAPY

ComPrensin PsiConeUroteraPUtiCa

una aproxImacIn adaptatIVo-eVolutIVa a las organIzacIones de sIgnIFIcado personal (o.s.p.) de VIttorIo guIdano: nueVas perspectIVas en la psIcoterapIa postracIonalIsta
(Rev GPU 2010; 6; 1: 63-70)

Bernardo nardi1, cesario Bellantuono1, andrs moltedo2

la reciprocidad con el cuidador primario conduce a las capacidades individuales de adaptacin hacia la construccin de la organizacin de significado personal (o.s.p.) ms til con respecto a un especfico ambiente de desarrollo. las conductas previsibles e invariables del cuidador permiten un foco inward y una visin fsica de la reciprocidad: cuando la reciprocidad es alta se desarrollar una o.s.p. inward controladora; cuando es baja, lo har una o.s.p. inward separada. la o.s.p. controladora est centrada en las necesidades de proteccin/exploracin; la o.s.p. separada en necesidades de expresin en contextos de aislacin. el cuidador no-previsible y las conductas variables permiten un foco outward y una visin semntica de la reciprocidad: cuando la reciprocidad es alta, se desarrollar una o.s.p. outward contextualizada; cuando es baja, lo har una o.s.p. outward orientada a los principios. la o.s.p. contextualizada lee los cambios del ambiente relacional de uno en uno en tanto que la o.s.p. orientada a los principios se centra en la clasificacin de aspectos antitticos de la realidad. en la psicoterapia, centrndose en la o.s.p., es posible reconocer y hacer emerger recursos adaptativos individuales, mejorando las habilidades que controlan las emociones perturbadoras y encontrando nuevas y ms flexibles estrategias de conducta. gracias a las modernas biotecnologas (como el campo de las neuroimgenes funcionales y del polimorfismo de nucletido simple) es posible realizar un estudio cientfico en vivo de las o.s.p., proporcionando correlatos biolgicos respecto del paradigma post-racionalista de las o.s.p.

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Unidad de Psiquiatra, Departamento de Neurociencias, Universidad Politcnica de La Marca, Ancona, Italia Escuela de Psicologa, Pontificia Universidad Catlica de Valparaso, Chile. [email protected]

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UNA APROxIMACIN ADAPTATIVO-EVOLUTIVA A LAS ORGANIzACIONES DE SIGNIFICADO PERSONAL (O.S.P.) DE VITTORIO GUIDANO

EL PARAdIgmA dE LA ORgANIZACIN dE SIgNIFICAdO PERSONAL

ntre los distintos enfoques constructivistas a la psicoterapia, el paradigma post-racionalista constituye uno de los ms innovadores, proponiendo una teora epistemolgica til del funcionamiento mental con exitosas aplicaciones en la prctica clnica. Como es conocido, este modelo fue desarrollado conceptualmente por Vittorio F. Guidano en los aos ochenta (Guidano y Liotti, 1983; Guidano, 1987, 1991; Nardi y Panelli, 2001). Como Guidano y Liotti escribieron, el enfoque post-racionalista se origin de la percepcin de la discrepancia entre los resultados prometedores de una prctica psicoteraputica que hace una amplia utilizacin de tcnicas teraputicas conductuales y el limitado poder explicativo de los principios del aprendizaje que forman los fundamentos tericos de dichas tcnicas (Guidano y Liotti, 1983). Los principales lineamientos de la teora de Guidano son: a) la importancia de la manera del sujeto de referirse a la experiencia inmediata para construir su autoidentidad, as como una reduccin de la centralidad e imparcialidad del terapeuta-observador, y de b) el terapeuta como un perturbador estratgicamente orientado ayudando al sujeto a alcanzar un funcio, namiento mental capaz de mayores adaptaciones; sin embargo, este resultado puede ser obtenido slo en los lmites de las modalidades invariables estructuradas durante el desarrollo del sujeto. Segn Guidano (1987), hay un ncleo que organiza procesos (core organizing processes) en cada experiencia psicolgica humana (fisiolgica y patolgica). El conocimiento del sistema individual (Self system) es central en la prctica clnica; influye profundamente en la actitud del terapeuta, en los procedimientos de evaluacin, en el mtodo de auto-observacin, y en la estructura y dinmica de cambio teraputico; adems, permite una reconstruccin centrada en el sujeto de la experiencia inmediata, modificando las pautas disfuncionales de auto-percepcin y logrando cambios sustantivos. El setting teraputico se centr en la manera subjetiva de autorreferirse la experiencia; Guidano propuso la tcnica de la moviola que consiste en ins, truir a los consultantes para enfocarse, en una escena significativa, en la diferencia entre la experiencia inmediata (cmo) y su explicacin (por qu), tanto durante y despus de la escena. De hecho, como Guidano observ,

the how has to do with the subjective experiencing, both in terms of how it is made up, that is, its ingredients (e.g., ongoing patterns of flowing imagery; multifaceted, opposing feelings; the felt sense of self) and in terms of how it comes about, that is, what perception of events or circumstances brought it on (Guidano, 1991). De acuerdo con este enfoque, es central la conceptualizacin de Organizacin de Significado Personal (O.S.P.). Identifica the specific arrangement of personal meaning processes by which each individual is provided with a sense of oneness and historical continuity in the course of his/her lifespan (Guidano, 1987). A pesar de aplicaciones exitosas en la prctica clnica, con pacientes neurticos y psicopticos, pocas investigaciones cientficas han sido realizadas para mejorar el paradigma de las O.S.P. Adems, el apego fue tomado como una referencia directa, a pesar de la inexistencia de referencias unvocas entre ambos modelos. En los ltimos aos el desarrollo en neurociencias proporcion a las OS.P. la conceptualizacin de nuevas referencias fisiolgicas y adaptativas. Modificando el concepto de O.S.P. introducido por Vittorio Guidano, as, Nardi (2000, 2006, 2007) propuso una nueva interpretacin del significado adaptativo de los diferentes estilos de personalidad, tanto durante la evolucin del Homo sapiens como en el desarrollo de cada persona. El tema central de esta aproximacin es que en el Sapiens la aparicin de una evolucin en una O.S.P. especfica permite la mejor adaptacin posible en un ambiente especfico, construyendo el apego y la reciprocidad ms exitosos posibles. Para subrayar el significado fisiolgico de la evolucin en las O.S.P., Nardi que fue discpulo de Guidano propuso una nueva terminologa para denominar a las O.S.P.: Controlador (para la O.S.P. Fbica de Guidano), Separado (para la Depresiva), Contextualizado (para los Desrdenes Alimenticios Psicgenos), y Orientado a los Principios (para la Obsesiva) (Nardi, 2006, 2007). Por lo tanto, la reciprocidad con el cuidador primario conduce a las capacidades de adaptacin individuales hacia la construccin de la ms exitosa y til O.S.P. respecto al ambiente de desarrollo.

O.S.P. INWARd Y OUtWARd


Como sealaron nuestras investigaciones (Nardi, 2007; Nardi et al., 2008a y 2008b), en situaciones cotidianas y concernientes a temas como la risa, enojo, temor o sueo, el nio percibe a su cuidador (y, en general, a su ambiente) como estable y predecible. En estas condiciones,

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BERNARDO NARDI, CESARIO BELLANTUONO, ANDRS MOLTEDO

resulta fcil reconocer y predecir la experiencia. Resulta adems fcil de decodificar al cuidador y sus expresiones faciales concernientes a las emociones bsicas (temor, la ira, la tristeza, y la felicidad). Reconocer tales activaciones permiten enfocarse en algunas escenas nucleares lo cual se constituye , en las bases de su proto Self (Tomkins, 1978; Abelson, 1981); estas islas de experiencia se unen gradualmente definiendo juntas una suerte de movie in the brain , constituyendo las bases de identidad (Damasio, 1999). De acuerdo con la obra de Guidano, analizando la sucesin de las imgenes con respecto a un episodio significativo (puestas en la moviola) es posible reconstruir la experiencia inmediata subjetiva de eventos perturbantes. La constancia y predictibilidad de los comportamientos del cuidador y de sus expresiones emocionales le permiten al nio una precoz decodificacin de activaciones semejantes en s mismo. Por ejemplo, el sujeto comienza a percibir en qu situaciones se siente seguro o en peligro, protegido o solo y, por lo tanto, decodifica por sus activaciones internas lo que sucede en el ambiente que le rodea (foco interno: lectura inward de la experiencia). Al contrario, cuando las conductas y expresiones del cuidador son percibidas como ms complejas y cambiantes, dependiendo de situaciones externas, resultan menos predecibles y ms difciles de decodificar. El nio necesita memorizar ms datos y actualizarlos continuamente; tambin deben ser actualizadas y reenmarcadas las escenas nucleares; las activaciones emocionales son conectadas a esquemas cognoscitivos de auto-evaluacin (culpa, sentido de inadecuacin personal, vergenza). En estas condiciones, el self se desarrolla desde una evaluacin preliminar del ambiente, orientado al reconocimiento de activaciones y autopercepciones internas (foco externo: lectura outward de la experiencia). Por lo tanto, a lo largo del eje primario de desarrollo procesal enfocado en lo inward/outward, la previsibilidad y la variabilidad del cuidador (y, ms en general, del ambiente) conduce a cada individuo a alcanzar la mejor adaptacin que le es posible; igualmente, ellas le conducen a desarrollar habilidades invariables para la asimilacin y autorreferencia de la experiencia, que le permitan mantener coherencia interna. De hecho, no hay una preeminencia adaptativa hacia un foco inward u outward, pero cada uno proporciona habilidades especficas para decodificar self y ambiente, en relacin con los principales aspectos percibidos a travs del apego: el foco inward resulta ms til cuando el mundo externo es percibido como estable, previsible, y, por lo tanto, sus cambios generalmente pueden ser decodi-

ficados fcilmente en funcin de la proteccin fsica o soledad; por el contrario, el foco outward es conveniente cuando caractersticas ambientales parecen vagas, complejas o cambiantes y, por lo tanto, necesitan de la asimilacin de ms parmetros cognoscitivos. El desarrollo de pautas emocionales se produce de acuerdo con esta pauta: en general (cuando no hay situaciones de emergencia para sobrevivir) las activaciones inward consisten esencialmente en emociones bsicas, que no necesitan complejas evaluaciones cognoscitivas para ser expresadas, mientras que los procesos cognoscitivos son desarrollados posteriormente, para explicar la emocin percibida por el sujeto (es decir, por qu l/ella est asustada(o) o triste). Por el contrario, en las activaciones outward, la autoevaluacin cognoscitiva es esencial para percibir emociones, lo cual es ms complejo y se expresa como esquemas emocionales (es decir, la vergenza o la culpa necesitan una evaluacin preliminar de la propia conducta) (Nardi, 2006, 2007). Obviamente, las pautas inward/outward se encuentran en el mismo eje procesal del desarrollo; por lo tanto, ellas sern ms o menos evidentes en diferentes sujetos, pero en cada individuo slo una de las dos ser predominante, al menos en especficas categoras de experiencia. Como Nardi seal, en el desarrollo inward los mismos patrones de reciprocidad emotiva se expresan en las mismas situaciones, y la capacidad de cambios en la decodificacin se encuentra condicionada por la propia percepcin del manejo de tales habilidades. La comunicacin se encuentra centrada en la reciprocidad fsica: distancia, disponibilidad del cuidador en trminos de proteccin o separacin; por lo tanto, la reciprocidad se desarrolla a lo largo de un eje procesal, desde altas a bajas pautas de reciprocidad fsica (alta proteccin y tranquilidad prdida y soledad). El desarrollo evolutivo inward permite centrar el comportamiento en la percepcin y el manejo de cmo se logra la proteccin o la soledad, orientando consecuentemente la capacidad de separacin exploratoria. Esto promovi dos capacidades esenciales del Homo Sapiens: a) construir identidad, identificando figuras seguras y confiables, discriminando amigos de enemigos y grupos, manejando adversidades y peligros, b) enfrentarse con la separacin, la prdida y la desercin, percibiendo la soledad como el punto de partida para desarrollar capacidades propias, para apreciar las responsabilidades y, tambin, cuidar de otros. De acuerdo con la visin de Nardi, y segn las consideraciones ya mencionadas, evolutivamente las primeras Organizaciones de Significado Personal fueron
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las inward, al proporcionar las habilidades bsicas de sobrevivencia. De hecho, los sujetos inward pueden manejar: a) situaciones de proximidad, disponibilidad de ayuda, dependencia, y de un compartir social, o b) situaciones de distancia, indisponibilidad de ayuda, independencia, y aislamiento social. En el desarrollo inward, donde la reciprocidad fsica es alta (no dependiendo de la calidad positiva o negativa de las relaciones significativas), la identidad es construida controlando cmo el sujeto percibe su necesidad de proteccin o libertad: la separacin del cuidador y la exploracin ambiental es posible cuando el sujeto siente la situacin bajo control y, por lo tanto, cuando l/ella est seguro de s mismo. En todos estos casos, inward con alta reciprocidad fsica, se estabiliza una O.S.P. Controladora . Por otra parte, en el desarrollo inward, donde la reciprocidad fsica es baja (no dependiendo de la calidad positiva o negativa de las relaciones significativas), la identidad se construye manejando la separacin y soledad que el sujeto percibe como la condicin habitual de su vida, tratando de encontrar los recursos necesarios para realizarse. En este caso, se trata de inward con baja reciprocidad fsica, estabilizndose una O.S.P. Separada . Como ya ha sido mencionado, de acuerdo al paradigma de Nardi, en el complejo desarrollo outward la variabilidad o la ambivalencia de seales ambientales orienta a la construccin de esquemas emocionales mediante una importancia pertinente de auto-evaluacin cognoscitiva. El sujeto aprende a leer informacin de su ambiente significativo para actualizar las percepciones internas, en trminos de aceptacin o rechazo, alta o baja amabilidad, importancia o insignificancia. La comunicacin se centra en la reciprocidad semntica, en funcin de aprobacin, decodificacin, reglas, y valores; por lo tanto, la reciprocidad se desarrolla en un eje procesal, de altas a bajas pautas de reciprocidad semntica. El desarrollo evolutivo outward permite dirigir los comportamientos hacia la percepcin y el manejo de cun aprobado o seguro se es o se siente, orientando de esa manera su comportamiento exploratorio. El enfocarse en el mundo interno de los dems promovi otras dos capacidades esenciales del Homo Sapiens: a) utilizar (y cuando es posible, tambin anticipar) juicios y opiniones externas, para realizar comportamientos exitosos, y para actualizarlos cuando dichos estilos y modos cambien, y b) encontrar pautas y teoras para comprender la experiencia humana, reordenndola adecuadamente, a pesar de las contradicciones observadas y los lmites cognoscitivos propios.

En el desarrollo outward, cuando la reciprocidad semntica es alta (no dependiendo de la calidad positiva o negativa de las relaciones), la identidad se construye en el tiempo real paso a paso, basndose en se, ales percibidas del contexto externo, en trminos de aprobacin o desaprobacin, acuerdo o desacuerdo y del xito o fracaso. Una gran importancia se le da a la comparacin con otros, a los resultados logrados y a la bsqueda de adaptacin ante personas, situaciones y de las actividades que permitan delinear la mejor autoestima posible. En todos estos casos se trata de un outward con alta reciprocidad semntica, donde se estabilizar una O.S.P. contextualizada . En el desarrollo outward, cuando la reciprocidad semntica es baja (no dependiendo de la calidad positiva o negativa de las relaciones), la identidad se construye de acuerdo a preceptos, reglas, criterios acerca de aquello en lo que se tiene razn o se est equivocado, bueno o malo y til o intil. El sujeto orienta sus estrategias para identificar un conjunto positivo de pensamientos y comportamientos, para alcanzar certezas que estabilizan la percepcin del self y el mundo, y, al mismo tiempo, no enfocarse en pensamientos y comportamientos negativos. Los parmetros fundamentales para evaluar su comportamiento no son los resultados (como en los outwards contextualizados), sino el auto-compromiso. Se realiza una bsqueda de la reciprocidad (coherente con los esquemas autoevaluativos emocionales propios); el sujeto parece consentir ante instrucciones y reglas, pero tambin busca una nueva y original teora en la vida, dando importancia a habilidades, relaciones, y objetivos. En todos estos casos estamos frente a un outward con alta reciprocidad semntica, estabilizndose una O.S.P. orientada a los principios . Por lo tanto, cada individuo tiene modalidades constantes y variables de autorreferirse la experiencia, tpicas de cada O.S.P. especfica; adems, en muchos casos, es posible observar que un sujeto puede mostrar modalidades secundarias, evidentes en algunas situaciones durante la vida, tpicas de otra O.S.P. (Organizaciones Mixtas). Otros ejes evolutivos secundarios (descriptores) permiten el hecho de que cada individuo sea nico en sus opiniones, comportamientos y hbitos, cambiando durante el ciclo vital. Estos ejes se traducen en la reactividad psicomotora individual, estilo activo/pasivo, canal principal emocional o cognoscitivo, actitudes introvertidas/extrovertidas, intereses prcticos o tericos, y sistemas de valores. En todos los casos estos ejes deben ser referidos a la O.S.P. que determina sus patrones bsicos de experienciar.

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Segn el paradigma de Nardi, cada O.S.P. expresa capacidades de adaptacin, permitiendo enfrentar situaciones de vida; por otra parte, cada O.S.P. puede presentar fragilidad cuando estmulos ambientales perturbadores no pueden ser integrados al sentido de self. Sin embargo, una percepcin ms positiva o negativa del self no est relacionada directamente con una O.S.P. especfica, pero s a fragilidades personales en la asimilacin de la experiencia; en todo caso, los temas de narraciones autorreferenciales son consistentes con las modalidades especficas de cada O.S.P. (por ejemplo, la insuficiencia en la O.S.P. contextualizada) y el reconocimiento de las modalidades especficas de la organizacin del sujeto permite al terapeuta reordenar la experiencia del sujeto de una manera ms capaz de adaptacin. Adems, el enfoque post-racionalista proporciona al terapeuta una llave adaptativa para leer los desrdenes mentales, en donde los sntomas todava representan un esfuerzo adaptativo difcil, inestable, y frgil de experienciar. Por lo tanto, durante el trabajo psicoteraputico, enfocndose en la O.S.P. es posible reconocer y hacer aparecer los recursos individuales que permitan la adaptacin, mejorando la habilidad para manejar las emociones perturbadoras y encontrando nuevas y ms flexibles estrategias de comportamiento.

ES POSIBLE UNA VALIdACIN CIENtFICA PARA EL ENFOQUE dE LAS O.S.P.?


En los ltimos aos, el progreso en neurociencias proporcion a la investigacin cognoscitiva dos nuevos campos investigativos: a) la posibilidad de ver en vivo las modificaciones cerebrales que acontecen durante condiciones o tareas diferentes, incluyendo las activaciones emocionales (Neuroimagen funcional, fNI) y b) la facultad para identificar variaciones en la secuencia del ADN (como polimorfismos) para investigaciones genticas. En los prrafos siguientes se har referencia a dichos campos de investigacin.

A. Investigaciones y Neuroimagen
Las modernas tecnologas de neuroimagen (especialmente la Imagen de Resonancia Magntica funcional, fIMR y la Tomografa de Emisin de Positrones, PET) permiten un estudio cientfico de tiempo real de lo que sucede en el funcionamiento neurofisiolgico durante cierta accin o ante ciertos cambios; igualmente, ahora es posible estudiar qu sucede cuando comienza una emocin y qu regiones cerebrales estn implicadas en esta activacin subjetiva.

Utilizando fIMR, una investigacin reciente (Bertolino et al. 2005) evalu diferencias en individuos con diferentes O.S.P. (sealadas como Estilos de Personalidad). En este estudio, en donde los estilos de personalidad fueron identificados por terapeutas expertos, se demostr que la variabilidad de la actividad de la amgdala estaba relacionada con el estilo de personalidad: viendo expresiones faciales de temor, sujetos inward presentan una mayor activacin de la amgdala, el hipocampo y la corteza medial prefrontal; por el contrario, sujetos outward tienen una activacin ms alta a nivel de giro fusiforme, de la corteza frontal dorsolateral, y de la corteza occipital. Otra investigacin de este grupo (Rubino et al., 2007), realizado con 14 sujetos inward y 14 outward durante la presentacin de estmulos amenazantes, demostr una activacin ms alta de la corteza medial prefrontal en los inward, como consecuencia de un involucramiento neuronal ms alto durante la evaluacin cognoscitiva de emociones primarias. Recientemente, en un estudio realizado con fIMR, tambin nuestro grupo (Nardi et al., 2008a y 2008b) investig activaciones cerebrales inducidas por estmulos emocionales estandardizados en sujetos sanos, cuando el sujeto percibe expresiones faciales de una persona desconocida (experiencia de tercera de persona), y cuando percibe expresiones de su propia cara (experiencia de primera persona). En detalle, se estudi en 10 sujetos sanos las activaciones de la amgdala y otras estructuras del sistema nervioso cuando el sujeto percibe expresiones emocionales viendo una cara desconocida y la propia cara. Los resultados tambin fueron comparados con las organizaciones inward/outward (estudiadas con un enfoque clnico, as como con MMPI2, QSP, y el MQOP, cuestionario construido ad hoc). Esta investigacin confirm la importancia de la amgdala en el procesamiento de los estmulos emocionales, especialmente en aquellos con impacto social, de acuerdo con otras investigaciones de neuroimgenes, realizadas con fIMR o PET Scan (Breiter et al., 1996; Morris et al., 1996; Phillips et al., 1998; Whalen et al., 1998, 2001; Wang et al., 2005; Costafreda et al., 2007; Prez-Edgar et al., 2007). Refirindose a trabajos semejantes, la presencia de activaciones bilaterales (Vuilleumier et al., 2003) o de la activacin de la amgdala izquierda (Morris et al., 1996) puede ser explicada con el hecho de que los sujetos investigados podran ser inward u outward, presentando diferentes pautas de activacin, como lo demuestran Bertolino et al. (2005), Rubino et al., (2007) y nuestro grupo (Nardi et al., 2008a y 2008b).

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Figura 1. La activacin en la amgdala derecha, marcada por interseccin de dos ejes, producida por la presentacin de expresiones faciales de ira. A) Activacin observada en un sujeto inward por la presentacin de una cara desconocida que expresa ira (experiencia de tercera persona. B) Activacin producida por el mismo estmulo en un sujeto outward. C) Activacin observada en el mismo sujeto inward de A observando su propia (experiencia de primera persona). D) Activacin producida por el mismo estmulo en el sujeto outward mostrado en B. Segn la convencin estndar radiolgica, el hemisferio izquierdo est en el lado derecho (de Nardi et al., 2008).

Como se muestra en la Figura 1, sujetos inward, respecto a los outward, responden a la rabia de manera ms intensa y con una pauta ms unvoca; ellos activan mayormente la amgdala derecha, y menos reas corticales. De acuerdo con otras investigaciones, que demostraron diferentes activaciones entre la experiencia en primera o tercera persona (Vogeley et al., 2000; SchulteRutter M. et al., 2007), en nuestro estudio tanto inwards como outwards mostraron una mayor activacin ante expresiones faciales de personas desconocidas que ante las suyas, probablemente debido a un efecto de sorpresa y una ms alta atencin a detalles estticos desconocidos, no observables en la visin de su propia imagen. Cuando el sujeto ve su cara, generalmente activa ambos lados de la amgdala. En la presencia de expresiones de rabia una mayor activacin de la amgdala derecha puede ser explicada por el hecho de que esta emocin no necesita una decodificacin semntica

cortical para su activacin. Las expresiones faciales de felicidad activan la amgala izquierda o ambos lados de la misma. Ya que la amgdala izquierda est conectada con los sistemas corticales del idioma, la felicidad pareciera ser una emocin ms compleja y menos directa, requiriendo una decodificacin semntica. De esa manera, estas tres investigaciones con respecto a las O.S.P. (Bertolino et al. 2005, Rubino et al., 2007, y Nardi et al., 2008a y 200b) demostraron que las organizaciones inward y outward tienen diferentes pautas de activacin emocional. En el caso de sujetos inward, la rabia activa ms la amgdala derecha, segn la experiencia clnica, en estos individuos, las emociones bsicas (como la rabia) son predominantes y son utilizadas para decodificar si el ambiente presenta un contexto positivo o no. En nuestro estudio, slo en sujetos inward una expresin facial neutral activaba la amgdala (en un nivel ms alto en el caso de propia la cara respecto a la cara de un desconocido). Este hecho tambin confirma que los inward se centran en las percepciones internas, y desde ellas evalan situaciones ambientales: el simple hecho de ver su propio rostro puede producir en el sujeto inward una activacin emotiva. Por el contrario, los sujetos outward tienen una activacin ms baja de la amgdala pero activan ms reas cerebrales para expresiones faciales de rabia y felicidad. En el caso de esta ltima, una mayor activacin del hemisferio verbal fue observada en los outward, esto es, una codificacin semntica ms alta de las emociones respecto a los inward. Tales resultados concuerdan con la experiencia clnica donde los sujetos inward construyen relaciones basadas en la reciprocidad fsica, mientras que los sujetos outward lo hacen en la reciprocidad semntica.

B. Las investigaciones genticas


Como se sabe, en los ltimos aos muchos trabajos han sido llevados a cabo centrndose en las diferencias genticas entre distintos individuos, tanto respecto del comportamiento normal como del patolgico. Adems, las diferencias en las expresiones fenotpicas de genotipo humano fueron estudiadas para comprender las distintas respuestas al tratamiento farmacolgico y/o psicoteraputico. En particular, el Polimorfismo de Nucletido Simple (Single Nucleotide Polymorphism SNP), ha sido la forma ms comnmente investigada de variaciones de la secuencia de ADN (> 1%). Incluso si muchos SNPs no parecen tener efecto en el funcionamiento de la clula, algunos SNPs pueden conferir una susceptibilidad individual para desarrollar las enfermedades, de-

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terminando su severidad y progresin, as como afectar la respuesta a patgenos, toxinas, sustancias qumicas, drogas y otras terapias. Por lo tanto, el SNP ha sido de gran valor para la investigacin biomdica, permitiendo alcanzar una medicina ms personalizada. Esta aproximacin permitir reconocer quin podra enfermarse, de qu enfermedad, cul es el tratamiento ms efectivo, y su pronstico. No obstante, el inmenso nmero de polimorfismos a evaluar y la enorme cantidad de datos experimentales necesarios para obtener una evaluacin estadstica significativa hacen estas evaluaciones caras y requerentes de mucho tiempo. Por lo tanto, slo pocos SNPs son usualmente seleccionados para los estudios de asociacin genotpica. En el marco constructivista, algunos artculos recientes muestran una correlacin entre algn genotipo de SNP y O.S.P. inward u outward. Por lo tanto, tales datos estn de acuerdo con la hiptesis que las O.S.P. inward u outward tienen tambin una base gentica especfica. Esta es una interesante nueva perspectiva a desarrollar en prximas investigaciones, y puede ser til para mejorar la comprensin de la eficacia de la psicoterapia y de sus paradigmas epistemolgicos. En la investigacin ya mencionada de Bertolino et al. (2005), diferentes patrones en el procesamiento de estmulos de temor fueron descubiertos en la amgdala, dependiendo de los estilos de personalidad inward o outward, en la funcin del polimorfismo 5'HTTLPR de transporte de serotonina. En una investigacin indagatoria (Piva et al., 2008), aplicamos mtodos bioinformticos para predecir la severidad de un SNP y para evaluar cul proceso biolgico podra ser afectado. Otra investigacin en proceso (realizada por las Unidades de Psiquiatra, Biologa y la Gentica, y Medicina Legal de la Universidad Politcnica de La Marca, Italia) investigar las posibles relaciones entre SNP con respecto a receptores y transportadores de serotonina, por una parte, y O.S.P. inward u outward, por la otra.

activacin emocional entre sujetos inward y outward), y configuraciones de polimorfismos genticos; tales hechos pueden explicar cmo los procesos de apego no slo tienen bases aprendidas sino tambin son conducidos por pautas genticas de conducta. En conclusin, los progresos en neurociencias pueden ser tiles para validar paradigmas psicoteraputicos (no slo racionalistas sino tambin post-racionalistas), as como iluminar lo que sucede en la mente como consecuencia de la psicoterapia, y puede sentar las bases de un puente entre las aproximaciones biolgicas (psicofarmacologa) y psicolgicas (psicoterapia) de los desrdenes mentales.

REFERENCIAS
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CONCLUSIONES
Como ya se ha mencionado, el progreso en neurociencia admite identificar nuevas lneas de investigacin, que permiten destacar correlaciones biolgicas para ciertos patrones de personalidad, como aquellas sealadas en el paradigma de las O.S.P. Gracias a las nuevas tecnologas es posible observar que enfoques psicoteraputicos tiles, como el constructivista post-racionalista, tienen bases slidas no slo tericas y epistemolgicas sino tambin confirmadas por patrones neurales especficos (por ejemplo, diferencias biolgicas en la

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UNA APROxIMACIN ADAPTATIVO-EVOLUTIVA A LAS ORGANIzACIONES DE SIGNIFICADO PERSONAL (O.S.P.) DE VITTORIO GUIDANO

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SUFRImIENtO. LENgUAJE. PSICOANLISIS SUFFERINg. LANgUAgE. PSYCHOANALYSIS

teora

suFrImIento, lenguaJe y su ms all: aproxImacIones psIcoanaltIcas


(Rev GPU 2010; 6; 1: 71-78)

niklas Bornhauser1

El sufrimiento ms intolerable es el que produce la prolongacin del placer ms intenso. GeOrGe Bernard shaw

el sufrimiento es un sentimiento universal, central para las ciencias humanas, sociales y de la salud. se discute, desde un punto de vista psicoanaltico, el estatuto y la consistencia del concepto, considerando, a la vez, su relacin con el lenguaje y la teora de las pulsiones. Finalmente, se establecen algunas consecuencias de dicha problematizacin para la prctica clnica.

I. SUFRIR. ALCANCES SEmIOLgICOS

a palabra sufrimiento es un trmino polismico, rico en alcances y asociaciones. Su inscripcin semntica es mltiple y diversa, ya que atraviesa a diferentes discursos y prcticas disciplinares, caracterizndose por su movilidad y pluralidad de significaciones. Su complejidad y heterogeneidad irreductibles de antemano destinan al fracaso a toda estrategia de anlisis sostenida en el supuesto de los significados nicos y la biunivocidad (Wster, 1979) entre significante y

significado. Pareciera requerir, ms bien, un abordaje diverso y plural, capaz de transitar por diferentes campos de aplicacin, de considerar sus diferentes especializaciones locales y de recoger las diferentes influencias particulares que convergen en la palabra en cuestin. Una primera aproximacin, consistente en el anlisis de sus diferentes usos en el lenguaje cotidiano (Alltagssprache)2, sugiere que en principio se puede distinguir varios campos de significacin, no necesariamente emparentados entre ellos. En relacin a lo anterior, el verbo sufrir se presenta, bsicamente, en cuatro

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Universidad Andrs Bello, Campus Casona Las Condes, Escuela de Psicologa. [email protected] A propsito de la pertinencia metodolgica de realizar un anlisis del lenguaje cotidiano u ordinario, vase, por ejemplo, Heidegger, M.: Erluterungen zu Hlderlins Dichtung. Frankfurt a. M.: Klostermann, 1963.

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SUFRIMIENTO, LENGUAJE Y SU MS ALL: APROxIMACIONES PSICOANALTICAS

contextos, que si bien estn relacionados entre s, son separables al menos didcticamente: PrimerO, sufrir, en trminos generales, es empleado en un sentido descriptivo, en la medida en que alude a una situacin en la cual un ente, un cuerpo, se ve expuesto a una accin. Ejemplo: Todo cuerpo sufre la fuerza de gravedad . La fuerza aludida, la fuerza gravitacional, en principio, acta sobre todo cuerpo, sometindolo a sus efectos, en este caso, atrayndolo hacia s, respectivamente, hacia el centro de masa del objeto del que emana. Sufrir, en el ejemplo citado, es empleado de manera neutra en un doble sentido: por un lado, las fuerzas en juego son entidades annimas e imparciales, es decir, indiferentes; por el otro, a los efectos de la accin no se les asigna juicio de valor alguno, ya que stos simplemente se sufren sin cuestionar su justificacin o sus implicaciones. A propsito de esta acepcin, se podra pensar, por ejemplo, en ciertas acciones u operaciones que necesaria e innegociablemente recaen sobre todo sujeto, as como todo cuerpo est sujeto a la accin de la fuerza de gravedad. Sufrir, entonces, adquiere el sentido de experimentar y soportar una coercin inevitable, que opera sobre todos indistintamente, sin admitir excepcin alguna. As, por ejemplo, todo sujeto, a la hora de constituirse como tal, sufre la imposicin del lenguaje como un cuerpo relacional abierto, conformado por un conjunto de significaciones que le son extraas y ajenas. Sin su indispensable inscripcin en el campo socio-simblico correspondiente, simplemente no es posible pensar en subjetividad alguna. Esta primera significacin del sufrir, por ende, nos sita en el mbito de las determinaciones fundantes, de aquellos factores que se relacionan no solamente con el mtico momento en el cual algo se constituye como tal, sino que, adems de lo anterior, inciden, de manera decisiva, en el devenir de lo constituido, ms all de su mera configuracin3.

seGundO, sufrir apunta a ciertas circunstancias en las que algo se somete a prueba o experimenta un cambio, de preferencia en su evolucin o desarrollo. Ejemplos: En la adolescencia el cuerpo sufre cambios vertiginosos o La Bolsa ha sufrido una baja de dos puntos . Sufrir, en esta ocasin, aparece ligado a la accin de cambiar, es decir, se sufre un cambio, lo que quiere decir que se altera o transforma un cierto estado de cosas. Por ende, apunta al cambio, a la conversin de una cosa en otra, a su modificacin o mudanza, ya sea en su apariencia, naturaleza o condicin. El sufrimiento, bajo esa acepcin, sera parte del devenir subjetivo propiamente tal, en tanto ste se basa en la transformacin y la variabilidad constitutiva del psiquismo como una de sus propiedades bsicas e irrenunciables. La idea del sufrimiento como cambio recuerda, asimismo, a la novela Die Verwandlung de Franz Kafka, traducida al castellano habitualmente como La metamorfosis o La transformacin. Dicho relato, como es consabido, narra la historia de Gregor Samsa, un comerciante de telas, que un da amanece convertido en monstruoso insecto (ein ungeheures Ungeziefer), una especie de cucaracha gigante. El relato, por parte de Kafka, de la incapacidad de asumir dicha transformacin tanto por parte de l como de los dems se ha convertido en uno de los testimonios ms elocuentes del sufrimiento humano. Se combinan, en la narracin kafkiana, los tres lados, desde los cuales, segn Freud, amenaza el sufrimiento, a saber, desde el cuerpo propio, que, destinado a la ruina y la disolucin, no puede prescindir del dolor y la angustia como seales de alarma; desde el mundo exterior, que puede abatir sus furias sobre nosotros con fuerzas hiperpotentes, despiadadas, destructoras; por fin, desde los vnculos con otros seres humanos (Freud, 1927, p. 76). El sufrir, si bien se relaciona con estas tres fuentes, recibe un influjo particularmente poderoso de la tercera de ellas, con lo cual el mbito intersubjetivo le proporciona a la experiencia humana un padecer especialmente doloroso. El sufrir, por ende, pierde su connotacin abstracta e impersonal y, ms bien, se radica en el terreno de lo interpersonal propiamente tal. TerCerO, sufrir es utilizado cuando se siente un dolor, ya sea fsico o moral Sufro de los huesos o Ciertamente

La insistencia del significante cada en el texto recuerda la clnica del clinamem, desviacin de la clnica nica y dogmtica, pensada a partir de ese trmino, usado por Epicuro para designar la capacidad que permite a los tomos, al caer hacia abajo en funcin de su peso, desviar-se espontneamente de esa direccin y formar combinaciones no previsibles con otros cuerpos. Como no pensar, a propsito de lo anterior, en la cada del objeto a, expresin empleada por J. Lacan al momento de poner en juego el estatuto fragmentado del sujeto, dividido por dos significantes, que producen una Spaltung,

cuyo resto es el objeto a. Vase, al respecto, Lacan, J.: El Seminario. Libro XIII. El objeto del psicoanlisis (1965-66), especialmente las lecciones del 8 de diciembre de 1965, el 15 de diciembre del mismo ao y el 25 de mayo de 1966.

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estaba profetizado que debera sufrir el dolor de la traicin, era una parte de su tragedia moral. Cunto dolor moral sufrira Jos! . El sufrimiento experimentado, en los ejemplos referidos, adquiere una connotacin abierta y directamente dolorosa, ya que se sufre una dolencia, una enfermedad o una afliccin. Es decir, la neutralidad de la experiencia, que caracterizaba el primer caso, se pierde y se pasa a designar lo que se sufre como algo francamente doloroso, pungente y desagradable. Sufrir seala el estar expuesto a un mal, una enfermedad. Apunta a un mal-estar. Se desprende, de las consideraciones precedentes, la necesidad de distinguir dolor y sufrimiento. A propsito de esta distincin, resulta de inters considerar que existe una disciplina que surge como una reflexin sobre la enfermedad y sobre el sufrimiento doloroso de los cuerpos la medicina (Canguilhem, 1971). De manera consistente con lo anterior, sta histricamente suele definir como su meta el establecer un estado de bienestar, de adaptacin y de equilibrio. Basta con recordar la clsica definicin de salud como silencio de los rganos. El sufrimiento, a diferencia del dolor, se refiere a una experiencia que implica al sujeto, que lo compromete de raz. Es decir, se sufre en la intimidad, sufre todo el sujeto, no solamente su cuerpo, convirtiendo el sufrimiento en una experiencia subjetiva, tal como lo expresa el enunciado yo sufro El dolor, en cambio, . se tiene es decir, permanece a nivel de lo a-la-mano, , de las pertenencias, sin implicar la subjetividad en sus cimientos (Ortiz y Lpez-Ibor, 1999). Sin embargo, ciertas concepciones contemporneas del dolor vuelven a aproximar a ste al sufrimiento, planteando, por ejemplo, que el dolor es una experiencia perceptiva y afectiva que viene determinada por la historia del sujeto, y por el significado que para l tiene la agresin que lo origina o la situacin en que se produce (Wall, 2000). En este caso, se podra decir que el sujeto sufre un dolor, convirtiendo la vivencia de ste en vivencia del dolor de cada sujeto. Es precisamente el prestar atencin no solamente a la urgencia y el retorno del dolor, sino el atender a su subjetivacin o a la implicacin del sujeto en ste, lo que est en el origen de los descubrimientos sobre la constitucin del psiquismo, la dimensin inconsciente del cuerpo y la vida pulsional. Desde comienzos de su obra, Sigmund Freud presenta el dolor como un concepto lmite, situado entre lo cuantitativo y lo cualitativo, en la delicada frontera que separa una percepcin interna de una externa. El dolor, en la medida en que se relaciona con el sufrimiento, aparece cuestionando la

distincin entre lo corporal y lo anmico, obligando, entre otros, a redefinir el concepto clsico de cuerpo como equivalente al soma. En uno de los textos considerados prepsicoanalticos, titulado Tratamiento psquico (tratamiento del alma) (1890), Freud dice que si bien el dolor, por lo general, se suele incluir entre los fenmenos corporales, es preciso tomar en cuenta su evidentsima dependencia de condiciones anmicas (Freud, 1890, p. 120). Tales influencias, habitualmente resumidas bajo el rtulo de la imaginacin suelen tener una influencia equiparable , a una herida, una enfermedad o una inflamacin, causando dolores no menos reales ni menos fuertes que las causas somticas mencionadas. En uno de los primeros historiales clnicos, escrito en 1893, Freud arribara al procedimiento de la remocin del material patgeno por la palabra: Poco a poco aprend a utilizar como brjula ese dolor despertado; cuando ella enmudeca, pero todava acusaba dolores, yo saba que no lo haba dicho todo y la instaba a continuar la confesin hasta que el dolor fuera removido por la palabra {wegsprechen} (Freud, 1893, p. 163). El desplazamiento desde la mirada mdica hacia la escucha psicoanaltica (Foucault, 1966) equivale a asumir una posicin ante la imaginacin de sus pacientes, que le permiti escuchar, por primera vez, el aparente sinsentido de los dolores convertidos en sufrimiento. Es en virtud de este cambio epistmico que fue descubriendo una serie de satisfacciones paradjicas, asociadas de un modo an por precisar al sufrimiento, en las cuales se confundan el placer y el displacer. A modo de ilustracin, refiere que al oprimir la piel de Elizabeth von R., el rostro de sta cobraba una peculiar expresin ms de placer que de dolor (Freud, 1893, p. 153). Esta cita, en la que convergen y se confunden dos sensaciones anmicas habitualmente opuestas y excluyentes, nos encamina hacia las observaciones siguientes. CuarTO y ltimo, tal como se sugiere en las citas y observaciones comentadas, el sufrimiento es un eje organizador central de la obra freudiana. Atraviesa toda su produccin escrita, orienta decisivamente su clnica y lo obliga a examinar, una y otra vez, sus supuestos y a prioris tericos. Al revisar las numerosas referencias al sufrimiento en el corpus freudiano, aparece una entrada que, a propsito de la ltima acepcin de sufrimiento revisada, llama la atencin. Dice ah, en El chiste y su relacin con lo inconsciente (1905): Eifersucht ist eine Leidenschaft die mit Eifer sucht, was Leiden schafft (Freud, p. 35). Este apotegma, cuya autora corresponde a Friedrich Daniel Ernst Schleiermacher, ha sido traducido
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unnimemente de la siguiente manera4: Los celos (Eifersucht) son una pasin (Leidenschaft) que con celo busca (mit Eifer sucht) lo que dolor produce (was Leiden schafft). La traduccin de Leiden por dolor si bien no es incorrecta, en este caso resulta al menos imprecisa. Equivaldra a traducir Die Leiden des jungen Werther de Johann Wolfgang von Goethe por Los dolores del joven Werther. En el caso de la novela epistolar de Goethe, las traducciones existentes al castellano, que han optado por emplear las palabras cuitas, desventuras, penas o sufrimientos, dejan entrever la inexactitud o incluso confusin que supondra traducir Leiden por dolor. Por ende, una traduccin posible del aforismo de Schleiermacher podra ser sta: Los celos son una pasin que con celo busca lo que sufrimiento produce . Esta acepcin de sufrir aparece, asimismo, en la descripcin del efecto que provocaron en George Dumas las fotografas del suplicio chino Quin. La alusin en este caso es implcita, ya que el sufrimiento aparece aludido, de modo velado, entre lneas, a propsito de la confusin entre placer y displacer: Es en ese marco, que al describir las expresiones internas y externas de dolor y de placer, en particular cuando aborda la expresin del dolor, su observacin de las fotografas del supliciado se detiene en los pelos de punta (horripilacin), en el sudor, en los movimientos de los msculos de la cara, en la carne de gallina del paciente chino, hasta llegar a escribir esa frase que se transforma en el ojo de la tormenta: el rostro expresa una especie de gozo (joie) exttico con la boca entreabierta, los ojos semicerrados... (Assandri, 2007, p. 108). En ambos casos, sufrir se entremezcla, por un lado, con el dolor, la afliccin, el malestar y, por el otro, con lo que pareciera ser su opuesto inconciliable el gozo. Sufrir, en este contexto, equivale no solamente a aguantar o tolerar, sino a experimentar, con el consentimiento pasivo de quien lo padece, una sensacin gozosa, asociada al orden de la tensin, del forzamiento, de la coaccin. Es posible constatar, por consiguiente, la existencia de pasiones que con ardor y asiduidad buscan lo que sufrimiento produce. Lo anterior equivale a sostener nada menos que la existencia de determinadas mociones emocionales,

que, contrariamente a lo que afirma el sentido comn, persiguen el sufrimiento. Significa poner en entredicho el supuesto, adoptado sin reservas no solamente en la teora psicoanaltica, que el decurso de los procesos anmicos es regulado por el principio de placer. Vale decir, el psiquismo no estara empeado exclusivamente en la produccin de placer, respectivamente en la evitacin de displacer, sino que albergara determinadas mociones pulsionales que persiguen precisamente lo contrario, a saber, que buscan activamente el displacer, el padecimiento o el malestar. Ha llegado el momento de relacionar lo inferido a partir de las indagaciones semnticas precedentes con ciertos postulados freudianos respecto del sufrimiento.

II. FANtASA INCONSCIENtE, dESUBJEtIVACIN Y PULSIN dE mUERtE


PrimerO, coincidentemente con lo cotejado en el primer apartado, el sufrimiento aparentemente se relaciona con una actitud contemplativa o inactiva, ya que, segn se constat en los ejemplos referidos, las fuerzas en cuestin son padecidas pasivamente por alguien que sufre impasiblemente su influjo. No es sino esta misma situacin la que es sometida a anlisis, por parte de Freud, en Pegan a un nio (1919). Resalta aqu, nuevamente, la dificultad de traducir al castellano el ttulo original, el cual contiene, por cierto, la hiptesis principal del texto: Ein Kind wird geschlagen. Llama la atencin la voz pasiva, construccin verbal por la cual se presenta al sujeto como pasivo (sujeto paciente), mientras que la accin ejecutada por el verbo es desempeada por un complemento (complemento agente) y no por el sujeto agente del verbo en voz activa. A travs de esta conjugacin se pone en evidencia el sujeto y su condicin un nio es pegado. Un nio es pegado. La voz pasiva excluye al sujeto del enunciado para situarlo como objeto gramatical que sufre la accin del verbo. El sujeto, identificado con el objeto que es pegado por otro (Bercovich, 1997, p. 102). En el pegan, respectivamente, es pegado impersonal, se encuentra vagamente la funcin paterna, desprendida de todo padre imaginario. El enunciado de la fantasa, de acuerdo a Lacan (1965-1966), pone de manifiesto la desubjetivacin esencial que se produce en esta relacin. El texto en cuestin, subtitulado Contribucin al conocimiento de la gnesis de las perversiones sexuales parte constatando la insistencia con la cual en , la prctica psicoanaltica se presenta la fantasa a la que el escrito en cuestin le debe su ttulo. A dicha fantasa, de acuerdo a Freud, se anudan sentimientos

A pesar de sus cuantiosas discrepancias y divergencias, en esta ocasin, ambos traductores de la obra freudiana al castellano, tanto Luis Lpez-Ballesteros como Jos Luis Etcheverry, coinciden en cuanto a su versin propuesta.

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placenteros en virtud de los cuales se la ha reproducido innumerables veces o se la sigue reproduciendo (Freud, 1919, p. 48). El ser-azotado, situado en el ncleo de la fantasa de paliza, es distinguido como actitud fundamentalmente pasiva. Esta pasividad incluso es reproducida en otro nivel, ya que la persona del nio fantaseador siquiera sale a la luz en dicha fantasa, pues los pacientes, si son interrogados con insistencia, slo atinan a exteriorizar: Probablemente yo estoy mirando . En efecto, lo que finalmente queda es una desubjetivacin radical de la escena, en la cual el sujeto est reducido a ser un mero espectador, una suerte de ojo recurdese, en este lugar, la relevancia atribuida a los rganos y a su eventual autonoma en las primeras lneas. Comenta Lacan, en el Seminario IV: Para verlo, es preciso no siempre un sujeto, pero s al menos un ojo, que puede ser nicamente una pantalla sobre la que se instituye el sujeto (1956-57, p. 120). Nos encontramos, pues, frente a una especie de reduccin simblica tajante, que progresivamente ha eliminado toda la estructura subjetiva de la situacin inicialmente descrita para dejar subsistir tan slo un residuo, un remanente o un desecho, ltimo e irreductible. Dicho exceso, completamente desubjetivado, al conservar toda la carga pero una carga no revelada, sin constituir, no asumida por el sujeto de lo que en el Otro constituye la estructura articulada en la cual el sujeto est implicado, se presenta a modo de un enigma. Ein Kind wird geschlagen (1919) da cuenta, por ende, de la dimensin gozosa experimentada en el castigo del cual el sujeto es objeto. La pasividad, inicialmente advertida, llega hasta el extremo de la aniquilacin subjetiva, punto en el cual el sufrimiento se torna gozo. La fantasa perversa, lejos de circunscribirse nicamente a la estructura perversa, es decir, al mbito de la psicopatologa, abre una va de comprensin del sufrimiento que no pasa, al menos exclusivamente, por su oposicin al placer y que requiere considerar los procesos y la dinmica de desubjetivacin aludida. seGundO, el sufrimiento, lejos de relacionarse nicamente con el displacer o el malestar, se engrana de un modo (o varios) que an habra que precisar con cierta modalidad de placer. Solamente un ao despus de Ein Kind wird geschlagen (1919), Freud, en Ms all del principio del placer (1920), describe la llamada reaccin teraputica negativa. Se trata, a grandes rasgos, de un fenmeno observado en algunas curas psicoanalticas y que constituye un tipo de resistencia, particularmente tenaz, que se

manifiesta cuando en el curso del anlisis cabra esperar una mejora y, en su lugar, ocurre una agravacin o una desmejora, tal como si ciertos pacientes prefirieran el sufrimiento a la curacin. De modo concordante con lo descrito en Pegan a un nio (1919), Freud atribuye este fenmeno clnico a un sentimiento de culpabilidad inconsciente, inherente a ciertas estructuras masoquistas. Segn la experiencia clnica, en algunos pacientes toda solucin parcial, cuya consecuencia debiera ser una mejora o una suspensin temporal de los sntomas, como de hecho lo es en otras personas, les provoca un refuerzo momentneo de su padecer; empeoran en el curso del tratamiento, en vez de mejorar (1923, p. 177). Ya en Erinnern, Wiederholen und Durcharbeiten (1914), Freud haba advertido el problema de la agravacin durante el tratamiento segn l, debido a una , reaccin invertida, prefiriendo el paciente, en cada etapa del anlisis, la persistencia del sufrimiento a la curacin. El mentado sentimiento de culpabilidad inconsciente es muy difcil de sacar a luz, pues ste es mudo para el enfermo, no le dice que es culpable: l no se siente culpable, sino enfermo (Ibdem). Como consecuencia de lo anterior, Freud se ve obligado a reconocer que, en verdad, es incorrecto hablar de un imperio del principio de placer sobre el decurso de los procesos anmicos (Freud, 1920, p. 9), ya que si tal dominio efectivamente existiese, la mayor parte de los procesos psquicos tendra que verse acompaada de placer o al menos conducir a l, lo cual es enrgicamente desmentido por la experiencia general. Existe, efectivamente, en el psiquismo, una fuerte tendencia al placer, pero a sta se oponen, no con menos fuerza y vehemencia, otras fuerzas, de modo que el resultado final no puede corresponder siempre al logro o a la obtencin de placer. La evidencia clnica en la cual se sustenta dicha sentencia no se reduce nicamente a la mencionada reaccin teraputica negativa, sino que se extiende a los siguientes fenmenos: Primero, la voluptuosa expresin, mitad sufrimiento mitad gozo, advertida en el hombre de las ratas al recordar ste el relato de la tortura. Dicho recuerdo le produca un intenso placer, asociado al horror evocativo, hasta entonces desconocido por parte del paciente. Al relatar la modalidad especfica del suplicio, segn comenta Freud, mostraba todos los signos del horror y la resistencia [] y en todos los momentos ms importantes del relato se nota en l una expresin del rostro de muy rara composicin, y que slo puedo resolver como horror ante su placer, ignorado {unbekennen} por l mismo (Freud, 1909, p. 133).
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Segundo, el jbilo percibido en el rostro de su nieto, al jugar ste con el clebre carrete. El juego aludido consiste en el hbito de arrojar lejos de s, a un rincn o debajo de un mueble, todos los pequeos objetos que hallaba a su alcance. Al hacerlo, segn el relato de Freud, profera, con expresin de inters y satisfaccin (Freud, 1920, p. 15), un fuerte y prolongado o-o-o-o que, segn el anlisis freudiano significaba , se fue {fort}. Un da Freud lo observ jugando con un carretel de madera atado con un pioln. Al arrojarlo tras la baranda de su cuna, el nio pronunciaba su significativo o-o-o-o para despus, tirando del pioln, volver a sacarlo, saludando ahora su aparicin con un amistoso ac est {da}. Este juego es interpretado, entonces, a la luz del gran logro cultural del nio a saber, su re, nuncia pulsional o, ms precisamente, su renuncia a la satisfaccin pulsional. Sin embargo, como Freud de inmediato advierte, dado que es imposible que la partida de la madre, representada por la ausencia del carretel, le resultara agradable o siquiera indiferente, entonces, cmo se concilia con el principio de placer que repitiese en calidad de juego esta vivencia penosa para l? Y, segn l mismo aade, cmo interpretar que el primer acto, el de la partida, era escenificado por s solo y, en verdad, con frecuencia incomparablemente mayor que el juego ntegro llevado hasta su final placentero? (Ibdem). Tercero y ltimo, el gozo apasionado, infinito, que experimenta el presidente del senado Daniel Paul Schreber, a propsito de la constatacin de la transformacin paulatina de su cuerpo en cuerpo femenino. La consideracin pormenorizada de esta tercera modalidad del sufrimiento gozoso, en la medida en que requiere referirse aunque sea a grandes rasgos y de modo introductorio a la psicosis, excede el marco de estas consideraciones, centradas en el problema del sufrimiento.

El sufrimiento si bien puede ser considerado un hecho, no es un hecho en s o como tal, sino que est vinculado, irremediablemente, al mbito del lenguaje y, con ello, a sus procesos dinmicos fundamentales: metfora y metonimia (Lacan, 1953). Las sendas recorridas a lo largo de este trabajo ilustran la irreductible polisemia inherente al sufrimiento, as como las mltiples asociaciones significantes que se pueden establecer a partir, con o a pesar de ste. La vinculacin del sufrimiento con el lenguaje no se reduce a una relacin abstracta, terica desvincu, lada de todo quehacer prctico5, sino que, ms que al lenguaje concebido como el mbito recndito de las determinaciones trascendentales, apunta ms bien al decir. Ms especficamente, no se relaciona con el decir genrico e impersonal, sino con el decir de un sujeto, que dice sin saber lo que dice a raz del padecimiento del significante. Este padecer, en principio sufrido como

III. dISCUSIN
De las consideraciones precedentes, centradas en el mbito del lenguaje y el territorio pulsional, se desprenden algunas consecuencias con respecto de una concepcin psicoanaltica del sufrimiento. Despus de haber establecido su estatuto, al mismo tiempo fundamental y liminar, interesa, en este apartado, sealar algunas implicaciones para la clnica psicoanaltica. El sufrimiento, en ese sentido, no se distingue de cualquier otro concepto psicoanaltico, pues queda inscrito en la relacin indisoluble entre la teora y la prctica psicoanaltica, relacin resumida en el dictamen del Junktim freudiano (Freud, 1918, 1927, 1933).

La prctica psicoanaltica, en lugar de una entidad compacta, monoltica e impenetrable, es un agregado hbrido y mltiple, conformado por un complejo entramado de conexiones de reciprocidad que van de un punto terico a otro. Convergen en la prctica del psicoanlisis elementos tericos dismiles y dispares, procedentes de diferentes disciplinas fisiologa, filosofa, incluso, ciertos precedentes de una especie de teora cultural incipiente, etc. (Bercherie, 1996) y entre los cuales se establece todo tipo de nexos, enlaces y ligaduras. Es, precisamente, debido a esta pluralidad irreductible que se pueden proyectar relaciones diversas y variables con diferentes disciplinas y prcticas discursivas, no necesariamente emparentadas; al menos, en principio. Al mismo tiempo, la teora psicoanaltica, en tanto conformacin heterognea y compuesta, puede ser pensada como los empalmes y ensambladuras de una prctica con otra. Dichas articulaciones no se dan, al menos no exclusivamente, al modo de sntesis, integraciones y acoplamientos, sino que, al tratarse de relaciones entre fuerzas, se producen, tambin y de manera determinante a travs de desencuentros, colisiones y choques. Freud, a travs de su prctica interpretativa, desmonta todo modelo que defina, por un lado, la existencia de un dominio especulativo, teorizante e hipottico asentado firmemente sobre sus fundamentos epistemolgicos consolidados y, por el otro, la presencia de un mbito efectivo, expeditivo y prctico. Esta relacin ideolgica, heredera del neopositivismo imperante, a partir de Freud ser reemplazada por algo muy distinto: la idea de un sistema de conexin abierto, incompleto, articulador de una multiplicidad de piezas parciales y fragmentarias, de segmentos a la vez tericos y prcticos. La teora psicoanaltica, por lo tanto, no es que prescriba, exprese o traduzca una prctica: es una prctica.

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insensato, inexplicable e incomprensible, segn lo expuesto, slo se vuelve susceptible de ser significado si se esclarecen sus relaciones con otros significantes. Recurdese, a propsito de lo anterior que el significante, en cuanto tal, no significa nada (Lacan, 1955-56, p. 261) y que no es sino lo que representa a un sujeto para otro significante. En otras palabras, no existe algo as como el sufrimiento propiamente tal, despejado de toda significacin accidental y supletoria, el en s del sufrimiento, su mismidad absoluta e irreductible, abstrada de la extensa superficie socio-simblica en la cual sta se inscribe. No obstante, la determinacin del sufrimiento a partir de la consideracin de su inscripcin en el entramado rizomtico del lenguaje implica, asimismo, asumir que, debido a la misma incompletitud estructural del lenguaje, siempre habr algo que no puede decirse en relacin a ste, es decir, se resiste a ser representado. En otras palabras, el sufrimiento no puede ser nombrado en su totalidad y, por ende, no puede llegar a ser articulado totalmente, quedando siempre un resto, un residuo o un excedente sin decir. Esta imposibilidad de decirlo todo compromete tanto la metodologa investigativa como la prctica clnica en psicoanlisis, imponiendo la necesidad de atender a la dimensin de la falta y, con ello, del deseo (Lang, 1973). Al considerar las consecuencias de los alcances establecidos a lo largo del trayecto recorrido, se vuelve evidente que toda conceptualizacin psicoanaltica del sufrimiento entreabre una va comprensiva alternativa al orden de los conocimientos empricos y de la tcnica moderna. Dicha diferencia, a propsito del sufrimiento, se basa en el reconocimiento del lugar central del lenguaje y del sujeto, lo que significa que hablar de sufrimiento slo tiene sentido si se hace en relacin a un sujeto; ms especficamente, un determinado tipo de sujeto, sujeto del inconsciente, sujeto de la pulsiones. Este sujeto, en palabras de Piera Aulagnier, no viene a vernos porque forma parte de una intelligentsia, tampoco porque est movido por no s qu deseo de saber, sino que viene porque sufre y para que lo ayudemos a superar su conflicto psictico, neurtico u otro que es causa de su sufrimiento (1986). Es decir, el paciente acude al psicoanalista a raz de su sufrimiento y espera de ste, en principio, ser aliviado del sufrimiento que padece. Ahora bien, que el paciente espere un alivio de su sufrimiento no significa que el analista efectivamente se arroje a apaciguar su padecer. Tal como hemos podido entrever, el psicoanlisis propone un abordaje del sufrimiento que difiere de la respuesta, habitualmente

planteada por la psicologa. La psicologa, en tanto ciencia, ofrece un arsenal de instrumentos tcnicos y razonamientos ideolgicos como respuesta a una demanda social explcita, que proviene de determinadas necesidades planteadas, al fin y al cabo, en la organizacin de la produccin (Braunstein, 1975). Estas respuestas, la mayora de las veces, se traducen en intervenciones cosmticas, tendientes a apaciguar el sntoma, respectivamente, el sufrimiento vinculado a ste, y terminar con el malestar asociado. El psicoanlisis, en cambio, no pretende acabar ni con el sntoma ni con el sufrimiento, sino, por el contrario, propone trabajar a partir y con l. Esto significa, primero, abstenerse de apuntar a resolver mecnica e irreflexivamente el malestar humano, a responder automticamente a las diferentes demandas sociales y las exigencias correspondientes, y segundo, transformar el sufrimiento en pregunta dirigida a Otro. Trascender la queja, transformarla en pregunta, es sta la condicin esencial para trabajar psicoanalticamente con el sufrimiento. El trabajo propuesto, en este caso, implica recorrer un camino indirecto, sinuoso, en ocasiones laberntico, ya que el sufrimiento es refractario a toda aproximacin frontal. De ello se sigue una complejidad bsica y primordial de un abordaje psicoanaltico del mismo: ste no es el norte de la travesa ni el objetivo ideal hacia el cual, imperturba e imperativamente, apunta la brjula psicoanaltica, aunque s es uno de sus objetivos irrenunciables. En otras palabras, el alivio del sufrimiento es un lugar por el cual el anlisis debe pasar; no obstante, para hacerlo debe transitar por l colateralmente, en el decir de Lacan, por aadidura (Lacan, 1955, p. 92). Dicho trnsito es posibilitado por el reconocimiento del sujeto, respectivamente, su escisin, y el consecuente silencio de la escucha, una actitud que cuestiona al saber consciente que oculta la causa del malestar. Es de este modo que la posicin del psicoanalista permite que all donde todo era sufrimiento advenga otra cosa.

REFERENCIAS
1. 2. 3. 4. 5. Assandri J. Entre Bataille y Lacan. Buenos Aires: El cuenco de plata, 2007 Aulagnier P. Entrevista a la Dra. Piera Aulagnier Extrado el 23 . de noviembre de 209 de http://www.elpsicoanalisis.org.ar/numero1/aulagnier1.htm Bercherie P. Gnesis de los conceptos freudianos. Buenos Aires, Paids, 1996 Bercovich S. El agente del laberinto en Morales H.: El laberinto de las estructuras. Mxico: Siglo XXI, 1997 Braunstein N. Psicologa: Ideologa y ciencia. Mxico: Siglo XXI, 1975

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SUFRIMIENTO, LENGUAJE Y SU MS ALL: APROxIMACIONES PSICOANALTICAS

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PSICOtERAPIA Y AtENCIN PLENA mINdFULNESS ANd PSYCHOtHERAPY

reVisin

un nueVo concepto para la comprensIn e InterVencIn en psIcologa y psIcoterapIa: mIndFulness o atencIn plena
(Rev GPU 2010; 6; 1: 79-91)

marcelo crcamo1, laura moncada2

el presente es un artculo de divulgacin que surge como producto del trabajo realizado durante el primer semestre del ao 2008, como alumno del programa de doctorado de Investigacin en psicoterapia de la universidad de chile y la pontificia universidad catlica de chile. Inserto en esta formacin fui supervisado y acompaado por la profesora dra. laura moncada en un trabajo consistente en una revisin bibliogrfica. la dra. moncada es psicloga clnica de orientacin humanista e investigadora en el rea de psicoterapia. se presenta el concepto de mindfulness, proveniente de la tradicin de la psicologa budista y que ha sido incorporado gradualmente por tericos e investigadores en el mbito de la psicologa y la psicoterapia a travs de diversas comprensiones y aplicaciones. el objetivo de este trabajo es aproximar a los profesionales en salud mental a un concepto muy poco conocido en el mbito nacional que durante los ltimos 20 aos ha acumulado un nmero significativo de publicaciones para la comunidad cientfica internacional.

INtROdUCCIN

L
1 2

a Atencin Plena o su equivalente anglo-sajn , Mindfulness, es el corazn de la psicologa budista. Ha sido definido como un estado inherente de conciencia que implica la atencin focalizada, momento a momento, en la propia experiencia, la cual es recogi-

da tanto del mundo interno como del externo (KabatZinn, 2003). Este estado se cultiva y desarrolla a travs de diversos mtodos de meditacin y tambin de prcticas cotidianas, tradicin enraizada luego de siglos de disciplina en las culturas de Oriente. El encuentro de esta tradicin oriental con la Psicologa occidental parte con la llegada de diversos

Ph.D. (c) Doctorado de Investigacin en [email protected] Ph.D. Doctora en Psicologa, Universidad de Chile

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UN NUEVO CONCEPTO PARA LA COMPRENSIN E INTERVENCIN EN PSICOLOGA Y PSICOTERAPIA: MINDFULNESS O ATENCIN PLENA

practicantes de disciplinas de meditacin budista (en sus variantes india como el Yoga o la japonesa Zen) a mediados del siglo XX a distintas reas continentales. Ellos comenzaron gradualmente a ensear y compartir estas tcnicas y tanto en Norteamrica como en Europa la prctica de la meditacin comenz a ser frecuentada por diversos profesionales entre los cuales haba psiquiatras y psicoterapeutas. Ellos, despus de experimentar los beneficios de esta prctica, se interesaron por buscar posibilidades de aplicabilidad en el contexto de su trabajo. El resultado de este esfuerzo es una ola de trabajos publicados, que se desarrollaron exponencialmente y que podemos apreciar en el Grfico 1.

Se contextualizar el mindfulness dentro del budismo recorriendo sus antecedentes conceptuales e histricos de manera muy sucinta. Como segundo paso se sealar la forma en que los paradigmas occidentales en psicologa acogen este concepto y lo incorporan para, finalmente, exponer elementos esenciales de su definicin, y los hallazgos relevantes en la aplicacin de nuestras disciplinas.

BUdISmO, PSICOLOgA HUmANIStA Y PSICOANLISIS


Breve descripcin del desarrollo del Budismo
Siguiendo el trabajo de Safran (2003), el que recopila ciertos elementos histricos, es posible establecer que antes del surgimiento del budismo se haba desarrollado en India (siglos VII a VI a.C.) una nueva tendencia religiosa, la tradicin Upanishad. Esta tradicin reinterpretaba la tradicin de los Vedas. Enfatizaba el significado interno de las cosas por sobre el externo; el significado mgico y sagrado de los ritos y criticaba el sistema de castas. La tradicin Upanishad reinterpretaba la sabidura de los Vedas la cual enfatizaba la importancia equivalente a nuestra concepcin actual de alma de la nocin de atman Esta es la esencia, que trasciende la . experiencia, siendo la experiencia de s mismo y de la realidad slo ilusiones en contraste con ella. El objetivo es reconocer la naturaleza ilusoria del s mismo y unificar el verdadero s mismo o atman con la subyacente esencia universal (Safran, 2003). Entre las prcticas empleadas por la tradicin Upanishad para acercarse a la trascendencia estaban la meditacin y la mortificacin de la carne. En este contexto, se defina la meditacin como sentarse aquietadamente usando una variedad de tcnicas de concentracin mental. La mortificacin implicaba exponerse uno mismo a varias experiencias fsicas extremas como el fro, calor, hambre, para de esta manera conquistar las exigencias del cuerpo (Safran, 2003). El Budismo se origin en lo que actualmente es el noreste de India, aproximadamente durante el siglo V a. C. En esta poca la sociedad india, primordialmente agraria, transitaba gradualmente hacia una organizacin con grandes centros urbanos y economas de intercambio. Una nueva clase culta y sofisticada, compuesta principalmente por prsperos comerciantes, emerga y los valores tradicionales y las creencias religiosas eran desafiados.

grfico 1. Nmero de publicaciones por ao con la palabra mindfulness en el ttulo desde 1982 (Kabat-Zinn, 2008).

La idea central de este artculo ser exponer y desarrollar el concepto Mindfulness. Se dar cuenta de un proceso de intercambio cultural que ha estado operando desde la dcada de 1970. Este proceso tiene como resultado el acercamiento a nociones y prcticas originadas en enfoques milenarios de la filosofa y antropologa oriental. En ellas tanto la concepcin de ser humano como del entendimiento de la realidad son distintas a las nuestras. Sin embargo, como han sido incorporadas por la psicologa occidental, revisaremos ciertos antecedentes tanto en el enfoque fenomenolgico/experiencial (escuela humanista) como en el psicodinmico que nos facilitarn la comprensin y asimilacin de este antiguo conocimiento aplicado a conceptualizaciones occidentales contemporneas.

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MARCELO CRCAMO, LAURA MONCADA

El budismo puede ser entendido como una reaccin a esta visin de mundo en diversas formas. Primero, Buda neg la existencia de un alma trascendente. l (Buda) jams ense que el s mismo no exista, sino ms bien que no era sustancial en el sentido que se construa momento a momento a partir de las distintas experiencias como los recuerdos, sensaciones fsicas, conceptos, etctera. Causas cambiantes y condiciones ponan al s mismo permanentemente bajo su influencia. Desde la perspectiva budista el s mismo, como todo en el mundo, es inconstante. Todo cuanto nos ocurre son aspectos inevitables de la vida. El sufrimiento surge de la creencia de que lo que deseamos y evitamos es lo que causa dolor, por lo que la liberacin emerge como resultado del reconocimiento de la naturaleza cambiante de la realidad y de dejar ir la visin centrada en uno mismo (Safran, 2003). Buda rechazaba enfticamente el ascetismo extremo como prctica espiritual (Upanishad) e inst a seguir lo que l denomino la Va Intermedia, o sea, un camino intermedio entre las prcticas ascticas extremas y el hedonismo. La meta en el budismo no viene a ser una experiencia trascendental verbalizable sino una bsqueda de sabidura para vivir en la experiencia (Safran, 2003). Estas diferencias entre la tradicin Upanishad y la Via Intermedia tienen un rol central en el uso de la prctica meditativa actual. La meditacin centrada en un objeto constituye una de las formas de hacerlo, pero no es considerada suficiente para alcanzar la liberacin. La segunda forma, que es la que ms ha impactado en la tradicin budista, consiste en desapegarse de la observacin de la propia mente. La meditacin concentrada en un objeto tiene un rol importante en el desarrollo de habilidades atencionales necesarias para observar la experiencia de un modo pleno, pero la absorcin en este estado no es el objetivo. El objetivo de esta meditacin, que se refiere como meditacin de insight o meditacin de atencin plena (Mindfulness), es ayudar a quien la practica a adquirir mayor conciencia de los mltiples contenidos del darse-cuenta tal como se despliega; y lograr con el tiempo la habilidad de una actitud de aceptacin no enjuiciadora de un amplio rango de experiencias. La meditacin en Mindfulness lleva a una clara apreciacin de la condicin cambiante de la naturaleza y de todos sus fenmenos, nosotros incluidos. Permite una apreciacin del rol que tiene la mente en la construccin de la realidad (Safran, 2003). Hecha esta breve consideracin de aspectos tanto histricos como filosficos del budismo y de la prctica de meditacin que propone, revisemos cmo algunas nociones presentes en la Psicologa occidental permi-

ten explicar y compartir estos aportes milenarios. As, despus daremos un paso adelante hacia su incorporacin en los paradigmas que ms fcilmente podremos reconocer, tanto terica como pragmticamente.

La Psicologa Humanista
La psicologa humanista comprende un espectro de diversos abordajes psicoteraputicos; ms an tericamente diversos en su origen pero con una visin de hombre en comn. Esta comprensin propuesta por Kriz (1990), se ampla al incluir la filiacin psicoanaltica originaria de muchos de quienes son considerados fundadores de este movimiento tales como A. Adler, V. Frankl, K. Horney o W. Reich. Tanto la psicologa como la terapia humanista se destacan por su empeo en generar una renovacin de los paradigmas imperantes hasta la dcada de 1960 desde su concepcin misma de lo cientfico, arraigada en el paradigma positivistacartesiano. Deben reconocerse las races de este movimiento en las siguientes corrientes de pensamiento: 1. La filosofa existencialista, que aporta una reflexin e inters por la bsqueda de fundamentos propios, lejos de los dogmas religiosos o ideolgicos del discurso cientfico. Con base en las nociones de libre albedro y de libertad, en la que el ser humano debe ser comprendido desde s mismo, en su autonoma, finitud y temporalidad. La experiencia y la existencia son ejes centrales al dirigir su potencial de desarrollo, sa es la esencia de lo humano. La responsabilidad del hombre por su libertad hacen posible su propia dignidad e identidad (Kriz, 1990). La fenomenologa que centra su atencin en la experiencia sensible y trata de aprender la experiencia de la cosa en s o su esencia. Desde Husserl y la tradicin fenomenolgica alemana, como punto de partida, se busca fundar una ciencia en la experiencia misma hasta pasar por la tradicin francesa, que enfatiza en el ser humano la nocin de intencionalidad en el conocimiento como en su conducta. Un mundo cambiado y organizado por el hombre (Kriz, 1990). La psicologa de la Gestalt, en cuanto defiende que as como en la percepcin (Wertheimer), en el pensamiento y en las acciones se da un orden que responde a las leyes generales de la forma total (Gestalt). Teniendo validez estos principios en el organismo humano como un todo, como en su capacidad de autorregulacin. En base a las observaciones de experiencias de soldados con lesiones cerebrales, K. Goldstein destac las tendencias a la
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2.

3.

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UN NUEVO CONCEPTO PARA LA COMPRENSIN E INTERVENCIN EN PSICOLOGA Y PSICOTERAPIA: MINDFULNESS O ATENCIN PLENA

autorregulacin y la autoactualizacin en interdependencia de los fenmenos psquicos y somticos (Kriz, 1990). Adicionalmente en la referencia a la imagen del hombre en la Psicologa Humanista (Kriz, 1990) se sugiere que deben ser considerados los siguientes puntos bsicos en el enfoque humanista: 1. Autonoma e interdependencia social: el ser humano es un ser activo capaz de intervenir cada vez ms en su propio desarrollo y tomar sobre s la responsabilidad de su vida. Es una autonoma socialmente responsable, es decir, no es indiferente ante el curso de la comunidad. Autorrealizacin: a pesar de las necesidades fisiolgicas y de su lugar en la determinacin de las motivaciones, el ser humano se mantiene activo y empeado en tomar iniciativas que desplieguen su potencial creador. Estas necesidades de crecimiento tambin son motores del organismo y, en contextos favorables, consolidan los potenciales y la identidad. Orientacin por la meta y el sentido: la actividad psquica y somtica son por definicin intencionales, es decir, se ordenan en miras de un sentido y se orientan a metas. Ambas son para la conciencia un puente entre realidad exterior e interior. Parte esencial de estas metas es que han de trascender al ser ms all de la propia existencia. Totalidad: el ser humano es un todo, integrado, significativo y que est en un orden coherente en cuanto sentimientos, razn, cuerpo y mente.

2.

3.

4.

Revisados los fundamentos antropolgicos de la escuela humanista, revisemos entonces cmo tambin desde el enfoque psicodinmico es posible integrar estos aportes a la Psicologa occidental.

Psicoanlisis y algunos puntos de encuentro con el Budismo


En inters del psicoanlisis por el budismo puede rastrearse a autores como K. Horney y E. Fromm en la dcada de los aos 1950-60. Este se extiende hasta la actualidad (M. Epstein, 2007; Stern, 2004). Puede decirse que el intercambio entre Sigmund Freud y el Dalai Lama se ha instalado, y para quedarse, en la sociedad contempornea. El Psicoanlisis naci en el seno de una sociedad gradualmente secularizada. A comienzos del siglo XX los notables avances del racionalismo cientfico fueron haciendo que la creencia en Dios aumentara con mucha

dificultad. Trabajos de Freud, como El Porvenir de una Ilusin o la Psicologa de las Masas y Anlisis del Yo , contribuyeron a que muchas de las personas de orientacin laica pusieran su confianza ya no en la fe sino en la ciencia (Safran, 2003). Iniciado el siglo XXI se observa un movimiento en que las personas han depuesto su confianza en la ciencia (tal como se expresa en el creciente inters por terapias alternativas) lo que genera una sensacin de vaco existencial ms pronunciada que nunca. Claramente el Psicoanlisis no es una ciencia en el sentido de las ciencias fsicas, pero de algn modo ha venido a llenar el lugar una vez ocupado por la religin; aunque el Psicoanlisis mismo no se preocupe de las preguntas existenciales (Safran, 2003). Aunque existe una sed espiritual en nuestra cultura es muy difcil que las personas vuelvan desde una visin del mundo laica a una religiosa propia de la premodernidad. El hombre religioso de la antigedad ha dado paso al hombre psicolgico y en esta transformacin el Psicoanlisis ha jugado un papel principal (Reiff, 1996). Uno de los atractivos del Budismo para la cultura laica y psicoanaltica es que no es una religin en el sentido de la tradicin Judeo-Cristiana. El Budismo es una religin sin creencias o una religin de la no-religin; sin un Dios y sin una doctrina dogmtica que demande adhesin total a ella. Tanto el Psicoanlisis como el Budismo constituyen tradiciones heterogneas con diferentes escuelas y conflictos que parecen ser contradictorios. Ambos son sistemas de salud que han sido asimilados por diversas culturas. Y han transformado aquellas culturas en las que han entrado. Ambos han evolucionado mucho respecto de sus conceptos originales. Autores como P. Reiff (1996) sostienen que el Psicoanlisis se desarroll en un periodo de la historia en que los valores religiosos tradicionales y los smbolos que compartan la comunidad se estaban derrumbando. Perdiendo su capacidad de contribuir a la integracin de los individuos y la mantencin de los rituales que ayudaban a soportar diversas experiencias que provocan el distrss emocional. En los sistemas basados en la experiencia religiosa, la cura implica estar comprometido en un acto de fe en los valores del grupo y a travs del compromiso, pero tambin deseando la propia salvacin. Cuando surge el Psicoanlisis, la visin de mundo tradicional estaba perdiendo su podero de cohesin. Los valores del sistema tradicional se fragmentaban. Desde esta perspectiva el Psicoanlisis no es una terapia del compromiso sino un enfoque que libera a las personas del compromiso y fe surgido de la religin tradicional y otras instituciones.

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MARCELO CRCAMO, LAURA MONCADA

CAmINOS dE ENCUENtRO: ANtECEdENtES, HIStORIA Y CIENCIA


Un dilogo entre la Cultura Oriental y Occidental: meditacin y Psicologa
Las tradiciones de meditacin de Oriente y la psicologa de Occidente tienen a la vez aspectos comunes como diferencias significativas. La ciencia occidental se ha basado histricamente en un rigorismo metodolgico que persigue la observacin independiente del mundo fsico, que puede ser comprendido objetivamente, haciendo uso de los hechos empricos y excluyendo la variabilidad de la subjetividad. Aqu la comprensin de la mente como una mquina es el resultado de la lgica moderna (s. XVIII XIX) aplicada de una forma reduccionista tendiente a limitar la comprensin de fenmenos complejos como la interaccin mente/cuerpo. Este enfoque asume el control mecnico del ambiente, as como de la realidad mente/cuerpo. Predomina en Occidente un modelo nico de estado vigil de conciencia, y cuando este modelo aplica el anlisis cientfico a realidades complejas tiende al simplificarlas perdiendo su riqueza y valor (Didona, 2008). Por su parte, la ciencia en Oriente, particularmente en aquellos mbitos de tradicin budista, se concibe centrada en la vida interna, por lo cual la mente es lo ms importante. La mente es vista, simultneamente, como fuente de alegra y sufrimiento a la vez, y en general como fuente de todos los fenmenos (Hanh, 1976). Existen en ella numerosos planos o modos de conciencia; varias fases de desarrollo en el adulto hacen esto posible. Por lo tanto, ejercer dominio sobre la mente es a la vez ejercerlo sobre los fenmenos (ambiente o mundo externo). Esto redefine la comprensin del bienestar y la salud pues retira del foco los recursos externos que son tan caractersticos del mundo occidental. Privilegia as el potencial teraputico que cada uno tiene en s mismo. Qu sabemos sobre la Meditacin en Occidente? Tanto en oriente como occidente ha existido una prctica de la meditacin y la presencia plena en el contexto de la contemplacin. En ambas se ha producido la posibilidad de entrar en contacto con una dimensin auto-observadora del yo (Deikman, 1982). Desde la tradicin judeo-cristiana la comunicacin con Dios se lleva a cabo de modo particular: el creyente se dirige al Creador siempre y cuando haya examinado su intencin y adems exista en l cierto nivel de honestidad; tambin debe acercarse teniendo en cuenta si hay alguna deuda que limite sus relaciones interpersonales. As dispuesto, se comunica con Dios y ste en respuesta

le muestra su verdad y el hombre puede clarificar su experiencia a travs de ella. Testimonio de esta experiencia es la prctica de la Lectio Divina dentro del monacato occidental, referida ya por Gigo, el Cartujo hacia el s. X (Gargano, 1996) que propone mediante sus fases sucesivas permitir ir desde lo cognitivo, o lectio, al componente mstico del entendimiento llamado contemplatio. En oriente la situacin es bastante distinta. No existe una nocin de Dios nico sino una conexin con la totalidad amplia y perfecta. Son ms bien concepciones pantestas en las que la prctica de la observacin de s mismo parte en la experiencia cotidiana, en la dimensin de la experiencia misma (Safran, 2003). El mtodo de examinar la experiencia, que surge de la tradicin budista hace 2.500 aos, tiene por objetivo el desarrollo de la presencia plena (Mindfulness). Es un particular aporte a ciertas nociones de las ciencias cognitivas, particularmente la de no-yo que aporta al entendimiento de fragmentacin del Yo descrita en el cognitivismo y el conexionismo. La inclusin de la tradicin oriental constituye un segundo Renacimiento como aporte a re-descubrir aportes de otras visiones de mundo. La historia Occidental de la filosofa est mutilada si se desconoce el legado cultural-lingstico comn de Grecia e India. En esta ltima la filosofa no fue nunca una ocupacin abstracta, sino que estaba sujeta a un mtodo disciplinado y especfico para el logro del conocimiento, los diversos modos de meditacin. Particularmente presencia plena significa que la mente est presente en la experiencia corprea cotidiana; sus tcnicas estn diseadas para devolver a la mente desde su abstraccin de ideas, sentimientos, imgenes y ocupaciones de regreso al campo de la situacin de la experiencia (Varela et al., 1992). Revisemos a continuacin cmo es que los aportes conceptuales de la tradicin oriental toman forma, en una propuesta concreta y ampliamente difundida.

Conocimiento contemporneo sobre meditacin


Siendo la meditacin una prctica que data desde hace ms de tres mil aos, la investigacin cientfica se ha hecho cargo de ella apenas desde comienzo de la dcada de 1960. Los primeros intentos quisieron, espordicamente, registrar algunas de las hazaas fisiolgicas de maestros yoghis3. Sin embargo, la investigacin sistemtica no comenz sino hasta comienzos de la dcada

Maestro Yoghi: es un practicante experimentado y avanzado en la prctica de Yogha.

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UN NUEVO CONCEPTO PARA LA COMPRENSIN E INTERVENCIN EN PSICOLOGA Y PSICOTERAPIA: MINDFULNESS O ATENCIN PLENA

de los aos 1970, amplindose desde ese momento. Estos trabajos que se presentan a continuacin han sido confirmados en la actualidad sealando resultados similares y convergentes (Treadway & Lazar, 2008) Los psiclogos transpersonales, puntualiza Walsh (1980), han sido quienes abrigan esperanzas de tender puentes que unan las prcticas de disciplinas orientales con la investigacin emprica de Occidente. Lo complejo es que la investigacin apunta a medir variables objetivas de orden biolgico (quimio-conductuales), las cules parecen ser muy imprecisas respecto de los sutiles cambios vivenciales que se experimentan en la meditacin. Aunque en la actualidad y con el mayor desarrollo de la tecnologa se tiende a mediciones refinadas y sensibles. La mayor parte de la experimentacin tiende a centrarse en los efectos de la meditacin por sobre la interaccin que tendra con otros factores como la personalidad, edad y gnero de quienes la practican. Se conocen efectos verificados en las reas psicolgicas, fisiolgicas y qumicas. Se supona inicialmente que los distintos tipos de prcticas posean efectos equivalentes, al parecer la investigacin sugiere que las diferentes tcnicas poseen efectos peculiares (Walsh, 1980). La forma de clasificar las reacciones ante la meditacin consiste en considerar las variables psicolgicas, fisiolgicas y qumicas.

apreciar diferentes experiencias (Goldstein, 1976; Aftanas & Golocheikine, 2005). Tambin se reporta profundizacin en la comprensin intelectual. Mediciones experimentales indican mayor sensibilidad perceptiva, los umbrales sensoriales descienden y se incrementa la capacidad de empata (Kornfield, 1979; Valentine & Sweet, 1999).

b) Variables Fisiolgicas
La primera evidencia que surge es que los efectos de la meditacin pueden observarse como consecuencia de otras tcnicas como estrategias de autocontrol, relajacin y auto-hipnosis (Shapiro, 1978). Pero ocurre que las variaciones metablicas significativas (baja en consumo de oxigeno, baja en produccin de anhdrido carbnico y lactato en la sangre) no est claro hasta qu punto son particulares de la meditacin (Wallace, 1970; Lutz et al., 2004). En la fisiologa cerebral, mediante EEG, se ha observado que las pautas elctricas son ms lentas y sincronizadas, con predominio de ondas alfa; mientras que en meditadores experimentados pueden llegar a pautas de ondas theta (Fenwick et al., 1977). Anlisis ms precisos han mostrado sincronizacin tanto entre reas correspondientes de ambos hemisferios cerebrales como dentro de cada hemisferio individualmente (Glueck y Stroebel, 1978). En sntesis, hay evidencia que muestra tanto respuestas metablicas como nerviosas (Dun, Hartigan & Mikulas, 1999).

a) Variables Psicolgicas
La evidencia experimental seala que la meditacin produce varios beneficios psicoteraputicos. Favorece el bienestar psicolgico y la sensibilidad perceptiva, reduce la ansiedad y algunos estudios han mostrado un incremento de la autoestima, la confianza y la actividad acadmica (Shapiro & Giber, 1978). Pacientes psiquitricos encuentran alivio a diversos trastornos con prctica diaria de meditacin trascendental (Walsh, 1980; Craig, 2004). Algunas de las experiencias que se reportan en meditadores principiantes consideran emociones intensas y lbiles, episodios de excitacin y relajacin profunda, aumento de claridad perceptiva, as como el aumento de la visin psicolgica interna, percepcin de la dificultad para controlar la mente y para no perder la concentracin (Kornfield, 1979; Lesh, 1979; Leung, 1973). En una amplia gama, como resultado de una mayor apertura puede darse cualquier tipo de vivencia (Baerentsen, 2001). En tanto los meditadores experimentados suelen reportar experiencias profundas de una calma basal, ecuanimidad que excluye las reacciones que impiden

c) Variables Neurales
As como los primeros estudios con EEG, tambin los trabajos en neuroimgenes tienen variaciones significativas en sus diseos y en el tipo de meditacin estudiada y, por lo tanto, presentan frecuentemente resultados controversiales. A pesar de ello, han surgido hallazgos consistentes: La activacin de la corteza prefrontal dorsolateral (CPFDL), un rea que ha sido asociada con ejecucin de toma de decisiones y la atencin. Tomados en su conjunto estos hallazgos, sugieren que la meditacin produce cambios de estado en el aumento de la activacin en CPFDL (Baerentsen, 2001; Lazar et al., 2000, 2005) La meditacin conduce al aumento de la activacin de la corteza cingulada, particularmente la subdivisin anterior (CCA); esta zona juega un rol principal en la integracin de la atencin, motivacin y control motor (Paus, 2001).

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MARCELO CRCAMO, LAURA MONCADA

La nsula ha mostrado activacin durante la meditacin (Brefczynski-Lewis et al., 2007), asociada con la intracepcin, la cual es la suma de sensaciones viscerales e intuiciones que se experimentan en cualquier momento. Ha sido propuesta como un rea clave involucrada en el procesamiento de sensaciones corporales transitorias, contribuyendo as a nuestra experiencia de s mismo (Craig, 2004).

mINdFULNESS O AtENCIN PLENA


definiciones
En el extenso trabajo presentado por Germer, Siegel y Fulton titulado Midfulness y Psicoterapia el ao 2005, encontramos que Mindfulness es la traduccin del vocablo SATI proveniente del idioma Pali, esta ltima es la lengua en que se transmita la enseanza budista hace ms de 2.500 aos y esta palabra constituye el nodo de esta tradicin. Sugiere la nocin de darse cuenta, atender y evocar Es lo opuesto de funcionar automti. camente, lo opuesto de soar despierto significa ms , bien poner atencin en aquello emergente en el momento presente (Germer, Siegel & Fulton, 2005). El concepto Mindfulness puede ser usado para describir un constructo terico (mindfulness), una dis-

ciplina cultivada (como la meditacin mindfulness) o un proceso psicolgico (existencia mindfulness). Una definicin bsica es darse cuenta (awareness) momento a momento Desde la perspectiva de la psicologa . occidental como un proceso cognitivo que emplea la creacin de nuevas categoras, apertura a nueva informacin, y darse cuenta ms que una perspectiva terica (Langer, 1989). Desde algunas perspectivas se le considera no aprehensible a travs del lenguaje, porque es en s una experiencia no-verbal (Gunaratana, 2002; Hanh 1976). Cuando es llevado al mbito de lo teraputico, esta definicin se amplia para incluir el no-enjuiciar. Ruth Baer (2003) define este concepto, encarnando una concepcin ms descriptiva y positivista, como la observacin no enjuiciadora del fluido continuo de los estmulos, tanto internos como externos, a medida que ellos se presentan (p.126). La aceptacin es una extensin del no-enjuiciamiento. Le aade una medida de amabilidad. Refiere a la voluntad de dejar a las cosas ser justo en el momento en que se hacen conscientes, sean stas placenteras o displacenteras cuando emergen. Estos componentes (darse cuenta de la experiencia presente con aceptacin) estn considerados irreductiblemente entrelazados en la experiencia de

tabla 1
EJEMPLOS DE EJERCICIOS PARA UNA PRCTICA COTIDIANA DE MINDFULNESS Finalidad del Ejercicio Activar la Auto-Observacin
Consigna

a. Sintoncese con su respiracin en diferentes momentos del da, sintiendo el vientre pasar por una o
dos levantadas y cadas.

b. Llegue a ser consciente de sus pensamientos y sentimientos en esos momentos, slo observndolos
sin juicios sobre ellos o sobre usted mismo.

c. A la vez, sea consciente si hay algunos cambios en la forma en que usted est viendo las cosas o
sintindose respecto de usted mismo.

Activar la Atencin/Concentracin

a. Encuentre una postura confortable. Cierre sus ojos. Permita que su cuerpo est agradado, apoyado
por la silla. Advierta directamente la sensacin de su cuerpo en contacto con ella.

b. Advierta que su respiracin est avanzando apropiadamente. c. Disminuya su atencin al fluir de su respiracin en la punta de su nariz, como contacta las fosas
nasales.

d. Cuando su atencin se dispersa, y usted advierta que as es, regrese su atencin a la punta de su
nariz.

Activar la Atencin Plena

e. Permtase un poco ms de respiracin antes de abrir sus ojos lentamente. a. Encuentre una postura confortable. Cierre sus ojos. Permita que su cuerpo este agradado, apoyado
por la silla. Advierta directamente la sensacin de su cuerpo en contacto con ella.

b. Permita que surja en su campo de experiencia lo que sea (imgenes visuales, sonidos, sensaciones
fsicas, sentimientos, grupos de pensamientos), dejndolos ir y venir, moverse libremente.

c. Despus ponga atencin a lo que viene a ser predominante en el campo de la experiencia. Mentalmente advierta y asigne una etiqueta verbal al tipo de pensamiento que ms destaca, tales como anlisis, planeamiento, recuerdo, escucha y as sucesivamente. d. Tome unas pocas respiraciones antes de abrir lentamente los ojos. Germer C, Siegel R, Fulton P. [Ed] (2005) Mindfulness and Psychotherapy. The Guilford Press, New York.

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Mindfulness. Sin embargo, su presencia aislada no determina la presencia automtica de los otros. Ronald Epstein (2003), profesor en la Escuela de Medicina Familiar de la Universidad de Rochester, seala que Mindfulness es ms que un simple insight, es un estado mental que favorece la reflexin, presencia e insight. De acuerdo a este autor, implica equivalentemente aspectos cognitivos, tcnicos e interpersonales del trabajo clnico (en su caso especial, en medicina), e invita a un examen profundo de los procesos de cuidado (Epstein, 2003).

Aplicacin a la vida cotidiana


Mindfulness es un evento de ocurrencia natural en la vida cotidiana, pero requiere de prctica para ser mantenida. La capacidad para trabajar con pacientes resulta, la mayor de las veces, una sucesin intermitente de momentos mindful La mente puede ser absorbida . por pensamientos, asociaciones de lo que los pacientes dicen o hacen. Algunas veces el contenido de la distraccin es una clave significativa de lo que est ocurriendo en la sesin, otras veces esto no es as. La continuidad de Mindfulness requiere compromiso y trabajo sostenido (Germer et al., 2005). Mindfulness de acuerdo a la opinin de Germer (et al., 2005) puede ser aprendida y entrenada (ver Tabla 1). La Prctica Reflexiva (Mindful Practice) puede ser organizada en dos categoras generales: formal e informal. El entrenamiento formal refiere a la meditacin mindfulness (MM), la que es una oportunidad de experienciar Mindfulness en sus niveles ms profundos. En tanto, el entrenamiento informal refiere a la aplicacin de habilidades Mindfulness en la vida cotidiana (Mindful Practice, propiamente tal). Un ejercicio que nos alerta sobre el momento presente con aceptacin cultiva Mindfulness. Por ejemplo, dirigir la atencin a nuestra respiracin, escuchar los sonidos de nuestro ambiente, poner atencin a la postura que tenemos en un momento dado, etctera. Es este tipo de Mindfulness el que los terapeutas ayudan a desarrollar en sus pacientes para ayudarlos en sus problemas con patrones perturbadores de pensamiento, sentimientos y comportamiento, as sentir alivio producido por el darse cuenta momento a momento (Germen et al., 2005). Existen dos ejercicios que permiten cultivar Mindfulness en la vida cotidiana: un lento caminar y un lento comer. En la meditacin caminada atendemos a los ritmos, secuencias, contacto de nuestros pies con el piso, las sensaciones kinestsicas del caminar. Advertimos silenciosamente nuestro avance, el roce de nuestros zapatos, el contacto del balanceo de los brazos. En

la comida meditada comemos silenciosamente, ms lento que lo usual y advertimos lo que nos llevamos a la boca, sentimos y reconocemos sabores, texturas, el movimiento de los msculos al masticar, esto puede hacer de una simple comida una experiencia excepcionalmente interesante. Estas dos prcticas nos ensean, en definitiva, que cualquier evento mental puede ser objeto del darse cuenta o Mindfulness (Germen et al., 2005). Mindful Practice o Prctica Reflexiva (Epstein 2003) se aplica a partir de una prctica de la atencin en salud centrada en el paciente y la medicina basada en la evidencia (Sackett et al., 1996), ha sealado que es una herramienta til para desplegar en diversas disciplinas. No es exclusivo del entrenamiento mdico, aunque generalmente se evoca a travs de historiales clnicos y por la observacin de mdicos experimentados. Implica dedicar atencin a las distintas tareas de la prctica diaria para actuar con claridad y entendimiento. Orienta a la mente, a la experiencia en s (Varela, Thompson & Rosch 1991). De esta manera los clnicos enfocan sus tareas con curiosidad crtica. stas y otras caractersticas son consideradas por muchos como prerrequisitos del cuidado compasivo (Goldstein, 1994; Noddings, 1984). La Prctica Reflexiva supone el desarrollo de cualidades altamente valoradas por los pacientes en sus mdicos. Son consideradas caractersticas que estaran en el corazn de la prctica mdica (Epstein, 2003). En el contexto del entrenamiento de estudiantes de medicina (Epstein, Siegel y Silberman, 2007) y siguiendo la prctica de la incorporacin de la Prctica Reflexiva desarrollan el concepto de Auto-monitoreo para describir las destrezas que despliegan los profesionales de la salud. El auto-monitoreo est caracterizado por atender, momento a momento, a nuestras propias acciones, curiosidad para examinar los efectos de aquellas acciones y decisin para usar aquellas observaciones para mejorar los patrones de conducta y de pensamientos en el futuro. Mientras la mayora de los clnicos estn de acuerdo que el auto-monitoreo es esencial a una buen prctica, slo recientemente se dispone de teoras psicolgicas e investigacin neuro-cognitiva que proveen de vas de explicacin para caracterizar y mejorar esta capacidad (v.gr. Modelo Racional-Emotivo).

INVEStIgACIN EN mINdFULNESS
Evidencia emprica y aplicacin de mindfulness a la Psicoterapia
Existen varias alternativas de tratamiento fundamentadas en la nocin de Mindulness. Por su naciente aplicacin al rea del trabajo psicolgico, desde fines de los

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aos 1970, a comienzos de la dcada de los 1990 han surgido aproximaciones empricas que den cuenta de la eficacia de ste, siendo testeada recientemente su verificabilidad. Baer (2003) ha liderado en la Universidad de Kentucky trabajos de investigacin en torno a la efectividad y la evaluacin de instrumentos para la medicin de las habilidades asociadas a Mindfulness. En su trabajo sugiere que existe evidencia para sostener que los tratamientos basados en Mindfulness son probablemente efectivos y que se encuentran en vas de lograr su establecimiento vlido dentro de los recursos teraputicos hoy en da. Al ser Mindfulness una capacidad humana simple y universal, es posible encontrarla en la psicologa de tradicin occidental, tanto en sus dimensiones tericas como prcticas.

los que poseen cualidades disfuncionales, automticas e implcitas (Friedman y Whisman, 2004).

terapias psicodinmicas
Autores psicodinmicos son los que descubrieron muy tempranamente el valor de la psicologa budista, al menos ya desde el tiempo de C.G. Jung. Autores contemporneos como Mark Epstein, Jeremy Safran y Anthony Molino han incursionado en la reflexin sobre las convergencias y diferencias entre el psicoanlisis y la psicologa budista. Peter Fonagy (2000) y su concepto de mentalizacin o la capacidad de pensar sobre los estados mentales propios y de los otros, sera una habilidad Mindfulness. As mismo, Daniel Stern (2004) en un reciente trabajo sobre el momento presente en psicoterapia esclarece los procesos implcitos en el campo intersubjetivo. Todas estas nociones se relacionan con los principios de la psicologa budista descritos previamente. Es comprensible el descubrimiento temprano de las psicoterapias psicodinmicas de Mindfulness, en comparacin con las corrientes conductistas ya que las primeras comparten caractersticas comunes con la Mindfulness Practice o Prctica Reflexiva: ambas son un trabajo introspectivo, asumen el darse cuenta y la aceptacin como previos al cambio y ambas reconocen la importancia de los procesos inconscientes.

terapias conductual-cognitivistas
Ha surgido una gran cantidad de literatura sobre tratamientos conductual-cognitivos basados en Mindfulness (Baer, 2003; Hayes et al., 2004; Epstein, 2003). A diferencia de los tratamientos tradicionales fundamentados en el cambio, estas terapias se caracterizan por centrarse en el cultivo disciplinado de la relajacin, una relacin no-adversa hacia los sntomas, en los que a sensaciones perturbadoras, pensamientos y sentimientos se les permite ir y venir libremente. Las principales tcnicas en este grupos son: Terapia Conductual-Dialctica (M. Lineham) que trabaja preferentemente con pacientes con trastornos lmite de personalidad en la regulacin afectiva. Reduccin de estrs basado en Mindfulness (M. Kabat-Zinn) un entrenamiento de 2 meses que tiene amplia aplicabilidad en salud mental y fsica. Terapia Cognitiva basada en Mindfulness (Segal, Williams y Teasdale) aplicacin del modelo anterior al manejo de la depresin que ensea a los pacientes a observar sus pensamientos. Terapia de Aceptacin y Compromiso (Hayes) que alienta a sus pacientes a aceptar ms que controlar las sensaciones displacenteras.

Efectividad de las intervenciones psicoteraputicas basadas en mindfulness


Cuando se evala la efectividad de la capacitacin en Mindfulness para problemas psicolgicos o fsicos estamos preguntndonos si las personas se benefician intencionalmente siendo con el malestar en sus vidas ms que empleando las estrategias usuales de evitacin, negacin o intentando remover el problema. El simple volumen de investigacin disponible alienta la idea de que la prctica de atencin plena o Mindfulness tiene efectos saludables sobre una amplia variedad de enfermedades tanto fsicas como emocionales (Baer, 2003). No existen muchos diseos experimentales bien construidos para la evaluacin de estos programas, debido particularmente a la dificultad que se presenta a la hora de crear controles de intervencin que adecuadamente complementen los elementos nucleares de Prctica Atenta (Baer, 2008). No obstante lo anterior, el trabajo ms amplio desarrollado hasta el momento es el meta-anlisis realizado por la Dr. Ruth Baer (2003), en el que revisa 22 estudios que han utilizado el programa Reduccin de estrs
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Parece ser que la terapia Cognitivista en perspectiva amplia estara pasando bajo una segunda revolucin: una nueva comprensin sobre lo que pensamos, sentimos y hacemos como consecuencia de procesos implcitos o inconscientes (Westen, 1999). Entonces la terapia se dirige, a la luz de este nuevo enfoque, a lograr el acceso a patrones de pensamiento y sentimiento,

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basado en Mindfulness (MBSR) o la Terapia Cognitiva basada en Mindfulness (MBCT). Otros programas no considerados en la investigacin son los que incorporan la TCD (Terapia Conductual Dialctica del modelo de M. Lineham) y la TAC (Terapia de Aceptacin y Compromiso del modelo de F. Hayes) por considerrselos menos especficamente basados en Mindfulness. Las condiciones mdicas tratadas en el estudio de R. Baer (2003) consideran ansiedad, depresin, trastorno alimentario, dolor crnico, fibromialgia, soriasis y estrs asociado al cncer entre poblaciones clnicas y no-clnicas. La mayora de los estudios en sus diseos usan medidas repetidas, pre y post o seguimientos. Baer (2003) llega a la conclusin que el MBSR es probablemente eficaz basado en el limitado nmero de estudios controlados.

duo las necesidades son un proceso diferenciado, particular y que el resultado final del aprendizaje variar segn cada individuo. Pero sin embargo, es necesaria la motivacin, la disciplina y la constancia: ste es el sentido de este principio (Baer, 2004).

Aplicaciones en profesionales de la Salud


Diversos trabajos han mostrado los resultados de aplicar un entrenamiento a poblaciones de profesionales de la salud basado en Prctica Reflexiva. Uno de los primeros (Shapiro et al. 1998), realizado con estudiantes de medicina, verific su capacidad para reducir las puntuaciones de ansiedad, malestar psicolgico y depresin durante el periodo de exmenes. Posteriormente (Rosenzweig et al., 2003) empleando tambin una muestra de estudiantes de medicina mostr una mejora en su perfil de estado de nimo. En el trabajo de Mackenzie et al. (2006), dos investigaciones diseadas con muestras de enfermeras se reporta que un entrenamiento basado en Mindfulness mejora la auto-percepcin de salud fsica y mental, empata y bienestar. Por su parte, el programa de reduccin del estrs basado en Mindfulness ha sido eficaz en reducir las puntuaciones en burnout en grupos de enfermeras (Cohen-Katz et al., 2005) y mejorar la calidad de vida y la auto-compasin de profesionales sanitarios (Shapiro et al., 2005). Prez y Botella (2004) reportan trabajos de investigacin en que personas adultas han encontrado mejoras en cuanto al impacto percibido de los acontecimientos perturbadores cotidianos, estrs psicolgico, sntomas mdicos y ansiedad. Tambin parejas heterosexuales que han participado en formatos modificados del programa de reduccin del estrs de Kabat-Zinn, experimentaron un incremento en sus ndices de satisfaccin relacional, autonoma, proximidad, optimismo en tanto que se redujeron los ndices de malestar psicolgico general.

COmPONENtES dE mINdFULNESS
La mejor forma de entender los elementos que actan en el funcionamiento de una persona en mindfulness se entiende a partir de las funciones bsicas que el trabajo de Baer (2004) describe. No todos los autores describen la misma secuencia, pero este modelo tiene la ventaja de estar ampliamente validado por la investigacin de esta acadmica de la Universidad de Kentucky. Atencin al momento presente: implica centrarse en el mometo presente, en vez de fijarse al pasado o preocuparse por el futuro. An cuando no existe acuerdo si es que la atencin ha de centrarse en la experiencia interna o en la actividad concreta. Sin embargo, hay posturas como las de Kabat-Zinn (1994) que propone integrar ambas dimensiones. Apertura a la experiencia: observar la experiencia sin interponer el filtro de las propias creencias. Implica acercarse a los fenmenos (internos o externos) como si fuese la primera vez. Acercarse como si fuese la primera vez, con mente de principiante (Hanh, 1976). Aceptacin: se considera como sinnimo de nojuzgar. No evaluar ni los pensamientos, los sentimientos o incluso las percepciones. Experimentar aquello que acontece tal cual se nos ofrece al vivenciar (Baer, 2004). Dejar pasar: no dejarse atrapar en la atencin por ningn pensamiento, sentimiento o percepcin. No apegarse o identificarse con ellos (Kabat-Zinn 1994). Intencin: este principio parece ser contradictorio con algunos de los previamente descritos. Esto, pues, reconoce que en la prctica de cada indivi-

Alcances para el profesional de la Atencin de Salud


Para llevar a cabo una tarea clnica idnea, de acuerdo a Enright (1970), los profesionales que se desempean no slo en salud mental requieren tener un acceso fluido a su experiencia interior. Esto porque los principales indicios que permiten acercarse a los estados afectivos del otro son, en primer lugar, la conciencia de algn estado similar o complementario en uno mismo; esto es el reconocimiento en ltimo trmino de lo que podramos llamar vida mental (Kandel, 1998). La importancia

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de esta toma de conciencia y la forma de lograrla recibieron menciones colaterales por mucho tiempo, quedando este tema relegado a la posesin de un don el cual se poda tener o no, pero difcilmente desarrollarse. Muchas veces se aconsejaba a los alumnos aplicarse en un proceso de psicoterapia, como si este proceso de toma de conciencia fuera una enfermedad a tratar y no un estado normal que mejora la vida y toda interaccin (Enright, 1970). Algunos aspectos de Atencin Plena (Mindfulness) pueden ser enseados a travs de las usuales formas de comunicacin del conocimiento por va de transmisin de conceptos y el intelecto. Pero hay una gran parte de Atencin Plena (Mindfulness) que slo puede ser verdaderamente descubierta y comunicada cuando el clnico/instructor incorpora este enfoque con todo el corazn Entendiendo esto ltimo en cuanto a . que el corazn es el lugar en que toman contacto las emociones, el intelecto, el espritu, convergiendo en el ser humano en s. Esto pone un nfasis diferente en el aprendizaje clnico porque significa entregar Mindfulness desde una posicin que resuena con autenticidad sobre lo que la prctica trae a la vida del clnico (Woods, 2008) Para Enright (1970), la toma de conciencia es una experiencia inmediata que toma lugar al tiempo que el organismo tiene contacto con su ambiente y forma parte de l. Aunque puede incluir pensamientos y sentimientos, se centra en las percepciones de la situacin actual. Supone cierta intencionalidad de s mismo dirigida hacia el mundo; que produce un debilitamiento transitorio en la barrera que diferencia un s mismo de otro, y el objeto mismo de la conciencia parece transitoriamente incorporado al s mismo. Para algunos experimentar este estado es una vivencia ms o menos continua, pero para otros, que bloquean con regularidad este estado, esta experiencia es acompaada frecuentemente por un alivio de tensin, aun cuando la situacin de la que se toma conciencia sea dolorosa. Esto es el comienzo del cultivo de las habilidades necesarias para el establecimiento de una relacin de calidad en la comunicacin. La Prctica Reflexiva (Woods, 2008) es un medio de observacin directa de la naturaleza de los pensamientos, emociones y sensaciones fsicas y la forma en los que ellos contribuyen al bienestar o al sufrimiento. La atencin es dirigida al examen de toda la experiencia, tal como emerge en el momento presente. No es un proceso pasivo sino ms bien un estado comprometido de vigilia, amable e intencionado. Los profesionales de la salud se sientan con un paciente y se dedican a diagnosticar, pronosticar, a

planificar la prxima intervencin y en qu momento se habr de producir; pero raramente se abren a la experiencia del s mismo con el otro. Rodeados por una percepcin ms o menos eficaz de la realidad, se mueven en un mundo rodeado de fantasmas y slo prestan una leve atencin al prjimo. Este ltimo se presenta diluido e incompleto, cada uno lo rellena con sus propias proyecciones y reacciona inadecuadamente ante stas. El encuentro vivaz y pleno de compromiso es en realidad todo lo contrario. Aun cuando es cierto que los que trabajan con pacientes usualmente prestan ms atencin que el comn de las personas con que nos relacionamos, sufren de una real incapacidad para escuchar plenamente y para ver con claridad (Enright, 1970). Como resultado de una prctica sostenida y disciplinada, este darse cuenta presenta la posibilidad de menor estancamiento en pensamientos, sentimientos y comportamientos absortos en s mismos y ms elecciones amplias cuando stas se presentan en situaciones estresantes o dificultosas. Para aprender y fortalecer esta capacidad de ser con otro es que en las ltimas dcadas ha surgido el recurso a diferentes prcticas provenientes de tradiciones contemplativas. stas tienen como objetivo general iniciar en la experiencia subjetiva la posibilidad de conectarse con lo que acontece al otro, considerando el supuesto de que ello es viable porque el propio sujeto ha hecho un camino de conocimiento de s que le permite explorar empticamente (Enright, 1970). Hasta la actualidad, en Occidente poco o ningn nfasis ha sido dado al estudio de la mente humana en su comprensin del rol que juega en los estados mentales positivos y las emociones. Adems, han sido ignorados los mtodos de enseanza de tales estados mentales positivos, como la amabilidad y la compasin en el establecimiento y desarrollo de la relacin teraputica. Gastar esfuerzos en el fortalecimiento y desarrollo de la atencin, concentracin y Atencin Plena (Mindfulness) conduce a la ecuanimidad y sabidura basada en la comprensin como condicin fundamental de la felicidad e infelicidad (Ekman, Davidson, Ricard & Wallace, 2005). La amabilidad y la compasin (en el sentido de sintona con el otro), cuando se dirigen hacia uno mismo y externamente a otros, tienden a suavizar los juicios que tenemos sobre nosotros mismos y sobre los dems y es caracterizada por un profundo estado de cuidado (Hanh, 1976). El estado de cuidado y compasin (en tanto sentido de empata y preocupacin por el sufrimiento o infortunio de otro con la capacidad de resonar con su pena) juega un importante rol en el trabajo como clnicos.
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Se ha sugerido que el cuidado por uno mismo, como el cuidado por nuestros pacientes, es particularmente relevante en la conduccin efectiva de la terapia (Gilbert, 2006). Otros trabajos sugieren tambin que cuando los profesionales de la salud se encuentran insatisfechos con sus trabajos y padecen de distrs psicolgico, va en desmedro de la atencin a los pacientes (Shanafelt, Bradly, Wipf & Black, 2002). Estos resultados preliminares y el de Shapiro, Brown y Siegel (2007) parecen ofrecer a la salud de los profesionales un camino para desarrollar una respuesta saludable a los efectos estresores en los que se da la propia vida y en el trabajo con pacientes. Mindfulness no es una solucin rpida o una intervencin de tiempo limitado para el alivio del dolor y el sufrimiento, es ms bien un enfoque que se concentra en el estudio directo de la experiencia y la conciencia, es ms bien compromiso en el tiempo para nutrir la mente hacia la posibilidad de entenderse y de ganar sabidura. Existen muchas preguntas an sobre el rol que tiene Mindfulness en los contextos de cuidado en salud. Estamos comenzando la comprensin de los mecanismos implicados en la eficacia de este enfoque en diversos tipos de tratamientos. Estamos recin comenzando a aprender sobre cules son los aspectos de mindfulness que hacen la diferencia en los contextos clnicos. No sabemos realmente cules son los elementos de competencia para su instruccin, pero ya hay suficientes aproximaciones que nos orientan al respecto (Baer, 2003; Baer et al., 2006). Hay evidencia emprica que la prctica de Mindfulness en el tiempo con regularidad contribuye a la felicidad y alivia el sufrimiento. MBSR y MBCT emplean Prctica Reflexiva (mindful practice) como el centro de sus programas de intervencin. Ambos ofrecen una oportunidad para el grupo de participantes de fortalecer la comprensin de la experiencia sobre un terreno cada vez ms universal de la salud y el bienestar, se relaciona con el sentido completo que conecta con un profundo ncleo de sabidura, un profundo sentimiento de estar en casa a pesar de dnde estemos y qu nos est ocurriendo. Mindfulness es una herramienta para recordar cmo redescubrir la experiencia del momento. Su prctica nos toma en una forma que trabajan juntos mente y cuerpo. Por esta razn los profesionales enseando programas necesitan coordinar el aprendizaje tanto intelectual como experiencial en Mindfulness; de lo contrario, lo que la prctica tiene que ofrecer puede perder su enfoque centrado en el trabajo con el sufrimiento.

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CO-tERAPIA COLLABORAtIVE tHERAPY

ESTUDIO DESCRIPTIVO ExPLORATORIO DE LA CO-TERAPIA

inVestiGaCin

estudIo descrIptIVo exploratorIo de la co-terapIa


(Rev GPU 2010; 6; 1: 92-97)

gino ravera, germn morales, adriana pedrals, constanza recart, lilian tuane1

se presenta un estudio exploratorio descriptivo de la co-terapia, definida como la accin teraputica conjunta entre un psicoterapeuta y un farmacoterapeuta con el objetivo de complementar el tratamiento de los consultantes; el estudio se basa en los resultados de una encuesta semiestructurada que se aplic a psiquiatras y psiclogos clnicos; este estudio se realiz teniendo como muestra a 271 profesionales durante el ao 2007, y su propsito fue conocer tanto la percepcin como la prctica de la co-terapia entre dichos profesionales.

mARCO tERICO
n el contexto de la escasa y poco definida informacin respecto de la coterapia y junto a la inexistencia hasta aqu, de formacin tanto en pregrado como en postgrado del quehacer en el trabajo coteraputico, se decidi iniciar el presente estudio definiendo la Coterapia como el arte de complementar la accin teraputica desde diversos campos de tratamiento de lo humano, con un objetivo comn, y con el particular desafo de apuntar todos en la misma direccin. En el caso ms especfico que nos ocupa, se trata de integrar los esfuerzos ya descritos entre psicoterapeutas y farmacoterapeutas en el tratamiento de nuestros consultantes (Pedrals A.; Fernndez M.; Morales G.; Ravera G.; Recart C; & Tuane L.; Gaceta Universitaria Sept. 2007). Surge de la definicin la necesidad de pensar cules son los aspectos propios de esta prctica que

pudieran favorecer, inhibir o dificultar los procesos teraputicos. Es as que podemos proponer las condiciones que requerira una co-terapia funcional y sinrgica, que seran: desarrOllO de una nOCin de equiPO: ello implica un trabajo fluido y respetuoso con validacin de los saberes y del quehacer de cada profesional. mOdelOs TeriCOs y COnCePTO de enfermedad COmParTidOs: ello permite consensuar objetivos comunes. COmuniCaCin COnTinua enTre lOs CO-TeraPeuTas: ello facilita la receptividad de indicaciones recprocas y evidencia que ambos terapeutas tienen un nivel de compromiso similar evitando el spliting de los pacientes. enCuadre: los roles de los co-terapeutas deben ser claros, flexibles, sinrgicos, complementarios, para poder registrar y trabajar con la transferencia de los pacientes.

[email protected]

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GINO RAVERA, GERMN MORALES, ADRIANA PEDRALS, CONSTANzA RECART, LILIAN TUANE

Estas condiciones ideales para la co-terapia habitualmente no se cumplen, y se encuentran atravesadas por dificultades propias de los vnculos entre los profesionales, por lo que surgen tensiones tales como: COnfliCTOs enTre lOs TeraPeuTas: pueden surgir desde distintas miradas surgidas desde enfoques y/o modelos contradictorios entre s. COnfusin y/O difusin de rOles en el TraTamienTO: pueden surgir desde un encuadre poco claro del tratamiento y la funcin de cada profesional. desCalifiCaCin de lOs aCTOs TeraPuTiCOs muTuOs: pueden surgir por omisin o explicitacin de diferencias directamente al paciente. COmuniCaCin disfunCiOnal enTre lOs TeraPeuTas: puede surgir por no construir una alianza de trabajo.

la edad, lugar de estudio, y comentarios acerca de los honorarios o el mobiliario de la consulta. En funcin de lo sealado y ms all de las reflexiones surgidas de la prctica de la coterapia, se hace necesario tener un sustrato emprico que vaya ms all de la especulacin. De all que en esta investigacin se dise una encuesta para buscar respuesta a estas interrogantes.

dEFINICIN dEL PROBLEmA


Esta investigacin tuvo el propsito de explorar la realidad de la co-terapia en la prctica clnica. Se inici por aspectos tan bsicos como conocer la definicin de coterapia y qu entienden los profesionales de la salud por el concepto; se intent investigar cul es la actitud del terapeuta frente a la prctica de la coterapia y si sta representa un alivio para su quehacer clnico o lo complejiza y/o entorpece; era importante tambin para los autores saber cmo los profesionales implementaban la praxis de la coterapia y si existan prcticas comunes entre ellos. Se indag en la bsqueda de las relaciones entre la prctica clnica de la coterapia con los atributos de la muestra, tales como profesin, aos de experiencia, insercin laboral, orientacin terica, entre otros, de manera de aproximarnos a las coordenadas de cmo se desarrolla y se percibe la coterapia.

Estas tensiones se evidencian en la transferencia de los pacientes, quienes tienden a proyectar y desarrollar un vnculo mediado por la escisin; es posible destacar los siguientes mecanismos que tiene el paciente para vincularse con su terapeuta: idealizaCin/deniGraCin: sta se refiere a que el paciente puede tender a idealizar a uno(a) de los terapeutas, a quien adscriba capacidad comprensiva, emptica, profesionalismo, y a quien considerar como responsable de su mejora. Mientras que por otro lado, a otro(a) terapeuta le adscriba confusin, frialdad, informalidad, y a quien considerar como innecesario y descartable dentro de su rol. Esta dinmica puede caracterizarse por una desidia moderada en el discurso del paciente o una intensa descalificacin a uno(a) de los terapeutas. disPersin/sinerGia rGida: sta se refiere a que el paciente pueda tender a dispersar la accin de los terapeutas, generndose confusin en los roles, las indicaciones, el contenido de las sesiones, poniendo a prueba la comunicacin entre los terapeutas. Esta dinmica puede caracterizarse por interrogantes constantes acerca de la marcha del tratamiento o resistencias expresadas en la discontinuidad y/o cuestionamientos a la propuesta de tratamiento. ValOr-saBer/jerarqua: sta se refiere a que el paciente pueda tender a desequilibrar la accin de los terapeutas, adscribiendo experticia y conocimientos, en funcin de parmetros propios de la formacin y el valor de los honorarios, poniendo a los terapeutas en una suerte de jerarqua en su fantasa. Esta dinmica puede caracterizarse por interrogantes constantes acerca de

mEtOdOLOgA
El diseo del estudio fue descriptivo-exploratorio y su objetivo fue evaluar la percepcin y prctica de coterapia en un universo de psiclogos y psiquiatras con la aplicacin de una encuesta diseada para estos efectos. La encuesta fue confeccionada por el equipo investigador y sometida a un proceso de validacin de jueces, que buscaron la pertinencia y capacidad discriminatoria de los tem. El instrumento obtenido y aplicado fue de autorreporte, const de 30 preguntas con dos o ms alternativas de respuesta. La muestra fue de 276 profesionales encuestados, ingresando al estudio 271, ya que 5 sujetos eran becados al momento de la investigacin. Los sujetos fueron Psiclogos y Psiquiatras titulados al momento de ser entrevistados. Se realiz un muestreo aleatorio por conglomerados, obtenindose las encuestas a travs de correo electrnico y por mano (mayoritariamente en seminarios, talleres y congresos).
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ESTUDIO DESCRIPTIVO ExPLORATORIO DE LA CO-TERAPIA

Los atributos de la muestra fueron los siguientes: segn gnero, edad, profesin, aos de experiencia, etc.

CARACtERStICAS dE LA mUEStRA
Al observar la distribucin por gnero, de un total de 271 encuestas realizadas, 64% fueron respondidas por mujeres y el 34% por hombres; un 2% de los encuestados no respondi la pregunta sobre el gnero. En cuanto a la distribucin por edad, tal como lo muestra el grfico a continuacin, el 68% tiene entre 30 y 50 aos, el 8% son menores de 30 aos, el 20% mayor de 50 aos y un 4% no responde. Por ltimo, en la distribucin por profesin, 183 corresponden a psiquiatras (de los cuales 143 son psiquiatras de adultos y 40 de infanto-juveniles) y los 88 restantes son psiclogos (57 de adultos y 31 de infantojuveniles).
Distribucin por Edad
4% 20%
< 30

Tal como se observa a continuacin en la Tabla 1, la mayora de los encuestados respondi que s realizaba co-terapia. Se observa que el 91% de los encuestados, de acuerdo a la definicin presentada, dijo realizar coterapia. Al realizar el desglose por los distintos profesionales no hay diferencias significativas entre ellos, lo que se confirma tambin en el grfico.

tabla 1
Psiclo- Psiclo- Psiquia- PsiquiaTotal gos de gos Inf. tras Inf. tras de % Adultos Juvenil Juvenil Adultos N S 52 27 34 133 246 91% No 4 4 6 10 24 9% n/r 1 0 0 0 1 Total 57 31 40 143 271 100%
Realizan Co-terapia

100% S
%

8%

50% 0%

Psiclogos de Adultos

Psiclogos Inf. Juvenil

Psiquiatras Inf. Juvenil

Psiquiatras de Adultos

Profesionales

68%

Distribucin por profesin 56

2. Interconsulta vs. co-terapia


Al revisar si la interconsulta constituye co-terapia observamos que para el 53% de los encuestados s lo es, no existiendo diferencia significativa respecto de la distribucin segn aos de experiencia clnica como se observa a continuacin en la Tabla 2.

143

31 40
Psiclogo de Adultos Psiclogos Inf. Juvenil

tabla 2
1a5 6 a 10 11 a 15 38 (50%) 37 (49%) 1 76 26 (50%) 24 (46%) 2 52 > 15 41 (59%) 27 (39%) 1 69 n/r 0 1 0 1
Total N %

VARIABLES EStUdIAdAS CON RESPECtO A LA PRCtICA dE CO-tERAPIA


1. Profesionales que realizan co-terapia

Si
No n/r

26 (54%) 21 (44%) 1 48

131 53% 110 45% 5 2%

Definida sta como la actividad compartida entre dos colegas de salud mental, en el tratamiento psicolgico/ psiquitrico de un paciente en comn.

Total

246 100%

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Sin embargo en la distribucin segn profesin de los encuestados se observan diferencias que llaman la atencin, a pesar de no tener significacin estadstica, como lo muestra a continuacin la Tabla 3.

3. El trabajo en co-terapia favorece, alivia y/o complejiza a los terapeutas en su quehacer clnico
Se consult si el trabajar en coterapia representaba un alivio para los profesionales y si su prctica favoreca o complejizaba el tratamiento. Segn se observa a continuacin en la Tabla 5, la gran mayora de los encuestados contest sentirse aliviados al trabajar en co-terapia, y adems manifestaban estar de acuerdo en que el trabajo coterapeutico favorece el xito del tratamiento, no observndose diferencias significativas entre los distintos profesionales.

tabla 3
Psiclo- Psiclo- Psiquia- Psiquiagos de gos Inf. tras Inf. tras de Adultos Juvenil Juvenil Adultos S 31 18 20 62 No 19 9 13 69 n/r 2 0 1 2 Total 52 27 34 133 Total N 131 110 5 246 % 53% 45% 2% 100%

tabla 5
Psiclogos Psiclogos Psiquiatras Psiquiatras de Adultos Inf. Juvenil Inf. Juvenil de Adultos Alivia 92% 100% 94% 93% Favorece 94% 100% 97% 96% Complejiza 13% 37% 18% 26%

En la Tabla 3 se observa que slo en el grupo de psiquiatras de adultos es donde hay una leve inclinacin a que la interconsulta y la coterapia no son lo mismo. Sin embargo al dividir en dos grupos tanto a los psiclogos como a los psiquiatras, es donde aparecen las mayores diferencias entre quienes consideran que la interconsulta constituye co-terapia.

tabla 4
Subtotal Subtotal % % Total % Psiclogos Psiquiatras S 49 62% 82 49% 131 53% No 28 35% 82 49% 110 45% n/r 2 3% 3 2% 5 2% Total 79 100% 167 100% 246 100%

En la Tabla 4 se observa que el 62% de los psiclogos considera la interconsulta como coterapia; en los psiquiatras se distribuye homogneamente dicha apreciacin en un 49%, lo que es estadsticamente significativo (Z=2.11, P-value=0.0176). En el grfico a continuacin se observa claramente lo mencionado.
Subtotal Psiclogos 3% 35% 62% S No n/r Subtotal Psiquiatras 2% S No n/r 49%

En esta misma tabla, consultados respecto si el trabajo en coterapia complejiza el tratamiento del paciente, se observan diferencias entre los distintos grupos de profesionales. Los que consideran que s se complejiza el tratamiento alcanzan a ms de un tercio de los psiclogos infantojuveniles y poco ms de un cuarto de los psiquiatras de adultos, siendo slo un 13 y un 18 por ciento de los psiclogos de adultos y psiquiatras infantojuveniles respectivamente. Al analizar estos aspectos de la encuesta con respecto de la distribucin etaria de los encuestados, se mantiene lo observado en relacin al alivio de los terapeutas y de que la co-terapia favorecera el xito del tratamiento, segn se observa el la Tabla 6.

tabla 6
Alivia Favorece Complejiza 1 a 5 aos 92% 98% 23% 6 a 10 97% 97% 16% 11 a 15 100% 100% 21% 16 o ms 91% 91% 33%

49%

Las diferencias porcentuales sobre cmo complejizara el tratamiento de los pacientes alcanza al 33 % de los profesionales encuestados de mayor edad y alrededor del 20% del resto de los grupos etarios.

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ESTUDIO DESCRIPTIVO ExPLORATORIO DE LA CO-TERAPIA

4. Comunicacin entre co-terapeutas


A continuacin en la Tabla 7 se observa que el 93% de los profesionales que realizan co-terapia dice comunicarse regularmente con el coterapeuta sin que existan diferencias significativas entre los distintos profesionales.

2.

3. 4.

tabla 7
Psiclo- Psiclo- Psiquia- Psiquiagos de gos Inf. tras Inf. tras de Adultos Juvenil Juvenil Adultos S
No n/r Total Total N %

Por sobre las diferencias porcentuales encontradas entre los profesionales la mayora de los psiclogos considera que la interconsulta es lo mismo que la co-terapia. Existe una tendencia mayoritaria que considera que la co-terapia alivia a los terapeutas, favorece el xito del tratamiento y no lo complejiza. La frecuencia con que se comunican los coterapeutas flucta entre una vez a la semana y una vez al mes.

dISCUSIN Y COmENtARIOS
En relacin con que los encuestados de mayor edad realizan menos coterapia creemos que puede deberse a que tienen mayor experiencia, a factores polticos histricos y/o a los nuevos paradigmas de la visin de hombre. Dada la ecuacin de que a medida que aumenta la experiencia disminuye la coterapia, no as su valoracin, sera importante profundizar en la necesidad de promover un trabajo ms sinrgico desde los inicios de la formacin de psiquiatras y psiclogos, donde adems se rescate la importancia del trabajo en equipo. La valorizacin de la co-terapia tendra relacin con la valoracin de cada uno de los profesionales, para no entrar en una relacin competitiva donde los medicamentos pueden ahuyentar de la psicoterapia. La diferencia entre coterapia y la interconsulta tiene relacin con las tensiones que surgen entre las distintas miradas de los profesionales, las aprensiones y temores que genera el compartir la intimidad del trabajo con otro y la valoracin que se tenga del rol del otro profesional. Segn los psiclogos infantojuveniles y los profesionales de ms edad, el trabajar en co-terapia complejiza su labor. Nosotros hipotetizamos que esto podra ser porque stos requieren incluir en el tratamiento ms actores que el propio paciente; hay un trabajo de mayor coordinacin entre psiclogo y psiquiatra, vincularse con los padres/familia del paciente o con el sistema escolar. No obstante, la complejidad descrita es aparente, porque en nuestro quehacer hemos observado que facilita la evolucin, mejora el pronstico y ampla las posibilidades de mayor bienestar de nuestros pacientes. El escenario de la coterapia permite que el paciente, dentro de sus capacidades, logre el mejor desarrollo de sus potencialidades. El poder comunicarse regularmente con el coterapeuta pensamos se relacionara con diversos aspectos, tales como: la problemtica existente en el paciente, ya que mientras ms grave sea la problemtica ms

50 2 0 52

23 2 2 27

33 0 1 34

124 7 2 133

230 11 5 246

93% 4% 2%
100%

En relacin con la frecuencia, la mayora de los encuestados respondi que se comunica en un rango que va desde una vez por semana a una vez por mes, tal como se ve en el grfico adjunto.

Frecuencia de la comunicacin 1 vez/sem. c/15 das 11% 3% 35% 24%

27%

CONCLUSIONES
1. La amplia mayora de los profesionales encuestados realiza co-terapia, donde los de mayor edad realizan menos co-terapia.

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GINO RAVERA, GERMN MORALES, ADRIANA PEDRALS, CONSTANzA RECART, LILIAN TUANE

necesaria se hace una comunicacin fluida y frecuente; la orientacin de la terapia que se est trabajando, porque es no es lo mismo que el paciente est en terapia de orientacin psicoanaltica o en una terapia de orientacin familiar; e incluso la disponibilidad de tiempo de los coterapeutas, en el sentido a la carga de trabajo de cada cual, o bien la importancia que se le asigne a compartir el trabajo coterapetico. As como pensamos que es de la mayor necesidad supervisar los pacientes, mantenerse al da a travs de congresos, cursos, revistas de la especialidad, formar parte de grupos de estudios, tambin consideramos que se debe incluir en nuestro quehacer un tiempo para poder comunicarnos adecuadamente con nuestros coterapeutas. Otra reflexin que quisiramos dejar planteada es sobre la angustia de los terapeutas. Cmo a travs de la co-terapia logramos encontrar alivio a sta, lo que es una manera de prevenir el desgaste (burn-out) de todos los que trabajamos en salud mental. Este es el tema de nuestra prxima investigacin/reflexin. Por ltimo, conforme hemos ido trabajando el tema de la co-terapia vamos convencindonos de que

el trabajo coteraputico, junto con aportar a nuestros pacientes, y obviamente a nuestro trabajo con ellos, ha ido generando un enorme inters dentro de aquellos colegas con quienes nos ha tocado ir difundiendo nuestros hallazgos. Lo pudimos comprobar en un taller que realizamos como grupo durante el mes de junio del ao 2008, donde expusimos parte de lo presentado en este trabajo, obteniendo adems una importante retroalimentacin por parte de los asistentes. Por lo que creemos que el seguir profundizando sobre distintos tpicos a travs de esta mirada se ha transformado para nosotros en un interesante desafo y nos mueve a seguir tratando de aportar en el tema.

REFERENCIAS
1. 2. 3. 4. Cea DAncona MA. (1998) Metodologa Cuantitativa: Estrategias y tcnicas de investigacin social. Editorial Sntesis, Madrid Escobar L. (2009) Comunicacin personal. Asesora metodolgica Grupo de Co-terapia de Santiago (2008) Primeras Jornadas de Co-terapia. Santiago Pedrals et al. Prctica psicoteraputica: el desafo de la Co-terapia. Gaceta Psiquiatra Universitaria 2007; 3: 327-330

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VOZ Y PSICOtERAPIA EL SONIDO DE LA PSICOTERAPIA: PSYCHOtHERAPY ANd VOICE

VISIN GENERAL DE UNA LNEA DE INVESTIGACIN

inVestiGaCin

el sonIdo de la psIcoterapIa: VIsIn general de una lnea de InVestIgacIn


(Rev GPU 2010; 6; 1: 98-107)

alemka tomicic1, claudio martnez2, susanne Bauer3, alejandro reinoso4, marco guzmn5, luis diego chacn6

si usted como psicoterapeuta le pregunta a su paciente cmo se ha sentido durante la ltima semana y ste le responde con una voz montona, lenta y apagada: estoy muy contento, ha sido una excelente semana. usted le cree ms a lo que dice su paciente o a cmo lo dice? de acuerdo con Hirst (2004), enfrentados a un enunciado con discrepancia entre la prosodia y su contenido semntico, el oyente confa ms en la prosodia que en la semntica. este ejercicio de imaginacin de una muy habitual situacin teraputica y este dato que aporta Hirst proveniente de estudios en el mbito de la fontica, tienen en comn que relevan la importancia de la voz para la interaccin humana, y en especial para la psicoterapia. en este artculo presentamos los avances de la lnea de investigacin voz y psicoterapia en funcionamiento desde el ao 2007 en la escuela de psicologa de la pontificia universidad catlica de chile.

POR QU LA VOZ EN PSICOtERAPIA COmO OBJEtO dE EStUdIO?

L
1 2

a investigacin de proceso-resultado se ha centrado en el estudio de las tcnicas e intervenciones verbales facilitadoras de la construccin de la alianza y del cambio en la psicoterapia, produciendo un importante

corpus de conocimiento sobre algunos de los ingredientes de la efectividad teraputica. Este conocimiento se ha desarrollado a travs de investigaciones que han focalizado en el estudio de las intervenciones verbales aisladas del terapeuta y/o el paciente (e.g. Buchheim & Mergenthaler, 2001; Czogalik & Russell, 1995; Elliot, et al., 1987; Krause, Valds & Tomicic, 2009; Stiles

3 4 5 6

Programa de Doctorado en Psicologa, Universidad Catlica de Chile. E-mail: [email protected] Programa de Doctorado en Psicologa, P. Universidad Catlica de Chile. Unidad de Psicoterapia Dinmica, Instituto Psiquitrico Dr. Jos Horwitz Barak . Doctorado Internacional de Investigacin en Psicoterapia, P. Universidad Catlica de Chile. Centro de Salud Mental PUC, P. Universidad Catlica de Chile. Escuela de Fonoaudiologa, Universidad de Chile. P. Universidad Catlica de Chile.

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ALEMKA TOMICIC, CLAUDIO MARTNEz, SUSANNE BAUER, ALEJANDRO REINOSO, MARCO GUzMN, LUIS DIEGO CHACN

& Shapiro, 1995; Wiser & Goldfried, 1996). Sin embargo, poco se ha estudiado sobre las interacciones no verbales que se relacionan con una evolucin positiva de la psicoterapia. Estas interacciones no verbales han sido destacados por algunos investigadores que han mostrado la relacin de la coordinacin o sincrona no verbal entre paciente y terapeuta con la alianza y el cambio (Ej. momentos dialgicos, Cissna & Anderson, 1998; momentos de encuentro, Stern, 2004; sincrona, Ramseyer & Tschacher, 2006, 2008). Asimismo, han sealado la existencia de una opinin compartida y generalizada entre los psicoterapeutas respecto a la importancia de los aspectos no verbales para el desarrollo y mantencin de una alianza teraputica favorable al cambio (Ramseyer & Tschacher, 2008; Tomicic, Bauer, Martnez, Reinoso & Guzmn, 2009). El objeto de estudio de esta lnea de investigacin, integra estas dos dimensiones menos exploradas en el campo de la investigacin de proceso-resultado en psicoterapia: el aspecto no verbal y la focalizacin en la interaccin, a travs del estudio de la voz en la interaccin psicoteraputica (Tomicic, Martnez, Altimir, Bauer & Reinoso, 2009).

Por qu escoger la cualidad vocal?


La mayora de los estudios sobre la dimensin no verbal en psicoterapia se han focalizado en el anlisis de la expresin facial (ej.. Astrm, Thorell & DElia, 1993; Benecke & Krause, 2005; Benecke, Peham, BnningerHuber, 2005; Beutel, Ademmer & Rasting, 2005; Krause & Merten, 1999; Merten, 2005), de los movimientos corporales (e.g. Davis & Hadiks, 1994; Davis & Hadiks, 1990; Nagaoka & Komori, 2008; Ramseyer & Tschacher, 2008; Sharpley, Jeffrey & Macmah, 2006) y, en menor medida, de la cualidad vocal (e.g. Holtz, 2004; Nagaoka, Yoshikawa, & Komori, 2006; Rice y Kerr, 1986; Rice & Wagstaff, 1967; Tomicic et al., 2008; Tomicic et al., 2009; Wiseman y Rice, 1989). La escasez de estudios centrados en fenmenos vocales como el timbre o la cualidad vocal se ha explicado por las dificultados tcnicas que implica el registro y el anlisis del sonido, as como tambin porque se ha tendido a pensar que la actividad vocal se encuentra gobernada por las reglas del lenguaje y, en consecuencia, no se tratara de un comportamiento no verbal propiamente tal (Scherer, 1982). Sin embargo, de acuerdo con Scherer (1982, 1986) ste es un supuesto equivocado por dos razones: (a) Existen muchas vocalizaciones humanas que son esencialmente no lingsticas (tales como vocalizaciones es-

pontneas de afectos o conjunciones) y, (b) no todos los aspectos del habla son de naturaleza verbal o lingstica; todas las oraciones producidas por los humanos se caracterizan por un importante nmero de aspectos no-lingsticos o no verbales como la entonacin, la cualidad vocal, el ritmo. Estos aspectos se mezclaran y modularan el cdigo predominantemente verbal o lingstico. Se suma a lo anterior que la voz es el medio principal (aunque no el exclusivo) a travs del cual ocurre la comunicacin verbal en el dilogo psicoteraputico (Russell, 1993). Las cualidades vocales como el timbre, ritmo, tempo, resonancia, control y acento aportan con significado y contexto a las palabras habladas (Andersen, 1998) y, en la interaccin teraputica, los aspectos sonoros del discurso pueden ser una de las principales fuentes de informacin sobre el sentido de los actos realizados en la comunicacin entre sus participantes (Knoblauch, 2000, 2005). Como una primera aproximacin a este relevante aspecto de la comunicacin no verbal en psicoterapia, realizamos un estudio exploratorio sobre el papel de la voz en el contexto psicoteraputico desde la perspectiva de terapeutas. A partir de un anlisis cualitativo emergieron dos categoras centrales: "Cualidad vocal de los pacientes" y "Uso de la voz como herramienta". Ambas categoras indican que los terapeutas prestan atencin a las caractersticas sonoras del habla de sus pacientes y que sostienen que la voz puede servir como un instrumento especfico para evaluar el estado de la relacin y para desarrollar la relacin teraputica (Tomicic et al., 2009). Simultneamente hemos trabajado en el diseo de herramientas y metodologas para el anlisis de la coordinacin vocal de paciente y terapeuta como manifestacin de la regulacin mutua en psicoterapia. Una de estas herramientas es el sistema de Codificacin de Patrones de Cualidad Vocal (PCV) aplicable al habla del paciente y el terapeuta y la elaboracin de un manual audio-visual para el entrenamiento en el uso del sistema (Tomicic et al., 2009). Adicionalmente hemos desarrollado una metodologa para el anlisis de Patrones Dinmicos de Vocalizacin-Silencio (PD-VS, Tomicic, Barraza & Rodrguez, 2009) que incorpora dos aproximaciones grficas para el anlisis de sistemas dinmicos no lineales: Patrones Vocalizacin-Silencio y Dinmicas Vocalizacin-Silencio. A continuacin expondremos los principales avances y resultados obtenidos en tres aos de vida de esta lnea de investigacin que, hasta ahora, es conformada por un equipo multidisciplinario compuesto por Alemka Tomicic (investigadora en psicoterapia), Claudio
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EL SONIDO DE LA PSICOTERAPIA: VISIN GENERAL DE UNA LNEA DE INVESTIGACIN

Martnez (psicoterapeuta e investigador en psicoterapia), Susanne Bauer (musicoterapeuta), Alejandro Reinoso (psicoterapeuta), Marco Guzmn (fonoaudilogo, especialista en voz), Diego Chacn (tesista de magster) y la colaboracin especial de Eugenio Rodrguez, psiclogo, investigador en neurociencias.

La voz como una herramienta psicoteraputica


En un estudio de carcter exploratorio indagamos la importancia que los psicoterapeutas le asignan a los aspectos no verbales de sus propias voces y las de sus pacientes (Tomicic et al., 2009). Aplicamos un cuestionario a 25 terapeutas chilenos de diferentes orientaciones tericas y niveles de experiencia. Analizamos sus respuestas empleando procedimientos cualitativodescriptivos que nos permitieron conceptualizar y categorizar diferentes parmetros de la voz relevantes para la psicoterapia. Emergieron dos categoras centrales: Cualidad vocal de los pacientes y Uso de la voz como herramienta (ver Figuras 1 y 2).

Figura 2. Esquema de Clasificacin Jerrquico de la Categora Uso de la Voz como herramienta

Figura 1. Esquema de Clasificacin Jerrquico de la Categora Cualidad Vocal de los Pacientes

A partir de estos resultados concluimos que las y los psicoterapeutas que participaron en este estudio fueron una slida fuente de informacin sobre el uso de la voz en el contexto psicoteraputico. Junto con prestar atencin y asignarle importancia a sus propias voces y la de los otros, fueron capaces de distinguir matices en diferentes aspectos de la voz, diferenciando su uso especfico en el mbito de la prctica profesional de la psicoterapia del uso atribuido a diversos mbitos de la vida cotidiana (Tomicic et al., 2009). Respecto a la categora cualidad vocal de los pacientes, los terapeutas reportaron preferir un nivel medio en todos los aspectos sonoros de la voz y rechazar las manifestaciones extremas de cada uno de estos parmetros (por ejemplo, coinciden en la mencin de que les son desagradables las voces de pacientes que hablan con tonos muy agudos o muy graves, con un volumen de voz muy alto o muy bajo, cuya velocidad de habla se encuentra aumentada, que presentan una prosodia montona y una voz muy ronca). Por su parte, la voz de los pacientes depresivos fue calificada como ms cercana a uno de dichos extremos: voces muy graves y bajas, enlentecidas, suspiradas y montonas (Tomicic et al., 2009). Considerando la dimensin relacional y emocional de la cualidad de la voz de los pacientes en general y los pacientes depresivos, nos fue posible apreciar que todas las caractersticas de la voz a las cuales los terapeutas les atribuyen efectos placenteros fueron evaluadas de manera positiva. Asimismo, la congruencia

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ALEMKA TOMICIC, CLAUDIO MARTNEz, SUSANNE BAUER, ALEJANDRO REINOSO, MARCO GUzMN, LUIS DIEGO CHACN

entre la cualidad vocal y el contenido del discurso del paciente tambin fue evaluada positivamente por los participantes de este estudio (Tomicic et al., 2009). Estos primeros hallazgos nos parecen de relevancia por dos razones: En primer lugar, muestran que los terapeutas entrevistados son capaces de distinguir matices sonoros entre la variedad de sus pacientes, y de manera especfica y consensuada, caractersticas particulares en la voz de pacientes depresivos. Esto nos indica que los terapeutas no slo prestan atencin al contenido de lo que sus pacientes dicen, sino tambin a la manera en que este discurso se materializa y adquiere un sentido relacional y emocional a travs de sus caractersticas sonoras. En segundo lugar, la caracterizacin y evaluacin, en trminos de agrado y desagrado, de la voz de los pacientes en general y de los pacientes depresivos en particular, nos revela la importancia de algunos aspectos implcitos presentes en el espacio psicoteraputico y su posible impacto en la generacin de un vnculo positivo o negativo entre el terapeuta y el paciente. En este sentido, se nos hace evidente el peso que adquiere la cualidad de la voz en la construccin relacional con los pacientes y nos genera la interrogante respecto de la conciencia que tienen o no los terapeutas de este elemento no verbal de la interaccin.

En primer lugar, los terapeutas entrevistados parecen contar con un know how un saber hacer respecto de cmo y con qu caractersticas sonoras particulares del habla es posible producir cambios tanto en el clima emocional como en el contexto de trabajo teraputico, incluso en el mismo paciente. Esto es especialmente llamativo, considerando que todos los entrevistados nos manifestaron explcitamente no haber tenido en su formacin aproximacin especfica alguna a temticas relacionadas con la voz en la conversacin teraputica. En segundo lugar, especficamente cuando nos centramos en las menciones sobre el uso de la cualidad vocal como un marcador de contexto, en la mayora de los casos los participantes refirieron emplear las variaciones sonoras del habla para trabajar y desarrollar la relacin y la alianza teraputica. Esto ltimo es interesante si se considera que algunos autores han planteado que buena parte de la relacin teraputica se construye en un nivel subsimblico y no verbal (Bucci, 2007).

Respecto a la segunda categora, el uso de la voz como una herramienta, los resultados muestran que los terapeutas entrevistados no slo reconocen en trminos generales el uso de la voz como una herramienta de comunicacin no verbal o paraverbal, sino tambin usos bien especficos de acuerdo a la identificacin de diversas instancias del espacio psicoteraputico. Emplean la voz como un instrumento de comunicacin, mencionando que las variaciones en la cualidad de la voz de los pacientes les permiten diferenciar en ellos diversos afectos y emociones. A su vez, usan estas variaciones sonoras para mejorar la comprensin de los pacientes y del proceso teraputico. Adicionalmente, sealan la voz como una herramienta para la produccin de cambios (ej. transformaciones del clima emocional de la sesin, uso de la voz como marcador de cambios durante el proceso psicoteraputico y uso de la voz para la realizacin de intervenciones especficas) (Tomicic et al., 2009). De este segundo hallazgo, dos aspectos nos llaman especialmente la atencin.

Por ltimo, aun cuando los resultados de este estudio muestran que los terapeutas entrevistados dan cuenta de un conocimiento procedural sobre cundo y cmo utilizar la voz en la psicoterapia como una forma de comunicacin no verbal y como una herramienta de intervencin, lo cierto es que este conocimiento se encuentra en un nivel intuitivo y conectado principalmente con su experiencia y prctica profesional, no constituyendo un saber-saber sistematizado. En un segundo estudio exploramos la importancia que los pacientes les asignan a los aspectos no verbales de sus propias voces y las de sus terapeutas (Bauer et al., 2009). Nuevamente realizamos un estudio cualitativo, aplicando a 20 pacientes alemanes (12 mujeres y 8 hombres, con un promedio de 41 aos, con diagnstico de depresin o de trastorno ansioso consultantes en el Outpatient-Psychotherapy-Center, KEH-Hospital en Berln) un cuestionario similar al empleado en la primera investigacin con psicoterapeutas chilenos. Sus respuestas fueron analizadas por medio de procedimientos cualitativos-descriptivos que permitieron conceptualizar y categorizar los diferentes parmetros de la voz mencionados y aplicar las mismas dos categoras centrales que emergieron en el estudio anterior: Cualidad vocal y Uso de la voz como herramienta (Bauer et al., 2009) (ver Figuras 3 y 4).

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EL SONIDO DE LA PSICOTERAPIA: VISIN GENERAL DE UNA LNEA DE INVESTIGACIN

Sound Quality

General Emotional/ Relational

Voice Quality

Sound Quality Current (real) Emotional/ Relational Sound Quality Ideal

Therapist

Emotional/ Relational

Figura 3. Esquema de Clasificacin Jerrquico de la Categora Cualidad Vocal de los Terapeutas


For self regulation Patient

Patient Voice as a Tool For mutual regulation

Therapist For therapeutics aim Therapist

Figura 4. Esquema de Clasificacin Jerrquico de la Categora Uso de la Voz como Herramienta

caractersticas de la voz deseada en la descripcin de la voz de sus actuales psicoterapeutas. Adicionalmente, sealaron algunas cualidades sonoras y relacionales especficas y deseadas que, desde nuestra perspectiva, dan cuenta de la necesidad de contencin emocional, cercana y seguridad (Bauer et al., 2009). En cuanto a la segunda categora, la utilizacin de la voz como una herramienta, los pacientes entrevistados dicen utilizar su voz para regular emociones, tales como la tristeza o la ira; para modular su estado de nimo; y para afrontar situaciones que producen estrs. Adems, los pacientes mencionaron la cualidad de la voz como una herramienta de regulacin interactiva de los afectos con sus terapeutas (Bauer et al., 2009). En concordancia con el primer estudio realizado con psicoterapeutas chilenos (Tomicic, et al., 2009), los pacientes alemanes describieron que sus terapeutas hacen uso de la voz como un medio para alcanzar fines psicoteraputicos, sealndola como una herramienta de regulacin del estado de nimo, la motivacin, como un medio para obtener informacin, y tambin para acentuar el rol del terapeuta (Bauer et al., 2009). En sntesis, los resultados de este estudio nos han mostrado que la voz es un importante elemento de la comunicacin no verbal del que las personas son conscientes en sus contactos con otros. Los pacientes entrevistados mostraron estar muy atentos a la voz de sus terapeutas y fueron capaces de describir sus propias formas de regular y reaccionar mediante su propia voz as como tambin las de sus psicoterapeutas. De esta manera, los pacientes expusieron estar bastante conscientes sobre la importancia de la voz en psicoterapia, y la reconocen como un poderoso medio de autorregulacin y como una herramienta clnica.

Sobre estos resultados concluimos que los pacientes entrevistados, de la misma manera que los psicoterapeutas del primer estudio, fueron capaces de distinguir y describir distintos aspectos de la voz, y lograron diferenciar entre sus cualidades sonoras y emocionalrelacionales. Los pacientes mencionaron preferir una voz calmada y profunda en trminos de volumen y tempo, y reportaron sentirse disgustados con tonos de voz muy fuertes, as como tambin con voces muy lentas que podran ponerlos nerviosos. Respecto a los aspectos emocionales-relacionales de la voz, evaluaron positivamente la autenticidad y la empata, mientras que refirieron que voces percibidas como agresivas o planas les causan una impresin negativa (Bauer et al., 2009). Cuando se les pregunt acerca del tono de voz de su actual terapeuta y el tono de voz que esperaban de un terapeuta ideal, incluyeron la mayora de las

PAtRONES dE CUALIdAd VOCAL (PCV): dESARROLLO dE UN SIStEmA dE COdIFICACIN


La literatura existente en este campo y nuestros propios resultados nos han hecho presente que la cualidad vocal de paciente y terapeuta puede ser uno de los aspectos clave para la descripcin de los procesos de cambio en psicoterapia (Bady, 1985; Bauer et al., 2009; Knoublaug, 2000, 2005; Rise & Kerr, 1986; Rise & Wafgstaff, 1967; Tomicic et al., 2009, Wiseman & Rice, 1989). Especficamente, algunos autores han planteado que la cualidad vocal de los terapeutas puede tener efectos significativos sobre sus pacientes (Bady, 1985; Beebe et al., 2000). Este planteamiento fue demostrado en un estudio realizado por Wiseman y Rice (1989) hacia finales de la dcada de los aos 1980. Laura Rice et al. (Rice & Wagstaff, 1967; Rice & Kerr, 1986; Wiseman & Rice, 1989) desarrollan durante

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las dcadas de 1970-1980 sistemas de codificacin de patrones de cualidad vocal para pacientes (cuatro patrones) y para terapeutas (seis patrones). Estos instrumentos les permitieron realizar una serie de estudios en los que asociaron ciertos patrones de cualidad vocal de paciente y terapeuta con la productividad en psicoterapia. Debido a que estos patrones fueron descritos para el habla inglesa y no se encuentran disponibles descripciones exhaustivas de estos sistemas de codificacin, decidimos elaborar un nuevo Sistema de Codificacin de Patrones de Cualidad Vocal (PCV) (Tomicic et al., 2009). Este nuevo sistema presenta al menos dos diferencias relevantes respecto a los elaborados por Rice et al.: a) Describimos patrones de cualidad vocal aplicables al habla hispana; y b) Desarrollamos un solo Sistema de Codificacin de Patrones de Cualidad Vocal aplicable tanto a paciente como a terapeuta. Esto ltimo nos permite hacer estudios comparativos de los PCV utilizados por pacientes y terapeutas, as como tambin estudios secuenciales de los PCV empleados por ambos a lo largo del proceso psicoteraputico. Por lo tanto, la reelaboracin de este instrumento constituy un esfuerzo para posibilitar el anlisis de la cualidad vocal de los participantes en el dilogo teraputico a travs de una apreciacin auditiva entrenada. Para generar el Sistema de PCV seguimos tres pasos sucesivos (Tomicic, et al., 2009): En un primer momento, como equipo de investigacin, nos entrenamos y capacitamos con un fonoaudilogo especialista en voz7, en la escucha e identificacin de parmetros relevantes para el anlisis de la voz de los participantes en el dilogo psicoteraputico. En este primer paso determinamos que el tono, la intensidad, la duracin y el timbre, como aquellos parmetros que mediante una apreciacin auditiva entrenada permitan caracterizar la cualidad vocal de paciente y terapeuta y las variaciones de la misma en diferentes momentos del proceso psicoteraputico. En un segundo momento identificamos y nominamos los seis patrones de cualidad vocal que constituyen actualmente el sistema: Reporte, Afirmativo, Conectado, Reflexin, Emocional-Expresivo y Emocional-Contenido. La identificacin de estos patrones la

tabla 1
SISTEMA DE CODIFICACIN DE PATRONES DE CUALIDAD VOCAL PCV Reporte
Descripcin Fenomenolgica

Conectado

Afirmativo

Reflexin

EmocionalExpresivo

EmocionalContenido

Fonoaudilogo Marco Guzmn, actualmente miembro del equipo de investigacin.

Este patrn vocal imprime al habla la cualidad de lo conocido de desafeccin respecto , de lo dicho y/o de cierta distancia emocional. Suena como si el hablante estuviese reportando, contando o indagando un contenido sin participacin afectiva. En este patrn lo central es la impresin en el oyente de un habla desafectada. Este patrn vocal imprime al habla la cualidad de estar orientado hacia un otro (el interlocutor) y de estar siendo elaborado en el mismo momento de su emisin. Puede dar la impresin de un habla reflexiva si lo que prima es el carcter elaborativo, o bien de un habla excitada, si lo que prima es una reafirmacin o una oposicin a una elaboracin del otro. Suena como si el hablante estuviese en conexin con el otro. En este patrn lo central es la impresin en el oyente de un habla elaborativa y orientada al otro. Este patrn vocal imprime al habla la cualidad de certeza y conviccin. Suena como si el hablante estuviese aleccionando o instruyendo al oyente. Se diferencia del patrn Reporte en que este patrn no impresiona como desafectado y se diferencia del patrn conectado en que ste no impresiona como elaborativo sino como afirmativo. En este patrn lo central es la impresin en el oyente de un habla segura e instructiva. Este patrn vocal imprime al habla la cualidad de estar orientado hacia uno mismo (el propio hablante). Suena como si el hablante estuviese en conexin con su mundo interno o en un dilogo consigo mismo. En este patrn lo central es la impresin en el oyente de un habla ensimismada. Este patrn vocal imprime la cualidad de afeccin y/o de que el habla est fuertemente cargada de emocionalidad. Suena la emocin del hablante (alegra, rabia, tristeza, miedo, etc.). En este patrn lo central es la impresin en el oyente de un habla emocionada, independiente del tipo de emocin. Este patrn vocal imprime la cualidad de afeccin y/o de que el habla est fuertemente cargada de emocionalidad. Sin embargo, en este caso no suena la emocin del hablante sino que al oyente lo impresiona un esfuerzo de contencin de la emocin. En este patrn lo central es la impresin de sofocamiento y control que evita el desborde emocional.

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EL SONIDO DE LA PSICOTERAPIA: VISIN GENERAL DE UNA LNEA DE INVESTIGACIN

realizamos por medio de la escucha acuciosa de tres episodios relevantes provenientes de tres psicoterapias de diferentes orientaciones tericas y constituidas por distintas duplas paciente-terapeuta. En este paso, la caracterizacin de los PCV la realizamos por medio de una aproximacin fenomenolgica, prestando atencin a la manera en que las diferentes formas de habla de los participantes impresionaban nuestra escucha, independiente del contenido de lo hablado. Finalmente, en un tercer momento, retomamos los parmetros sonoros definidos en el primer paso (tono, intensidad, duracin y timbre) y los asociamos a cada PCV. Esto fue realizado analizando un episodio de cambio correspondiente a la tercera sesin de una terapia de orientacin psicodinmica, terapeuta hombre y paciente mujer. En total, el anlisis incluy la codificacin de 40 unidades de anlisis y 25 turnos de habla. Posteriormente, el sistema PCV continu siendo perfeccionado mediante el anlisis de una psicoterapia de orientacin psicodinmica completa, terapeuta hombre-paciente hombre. El anlisis ha incluido la codificacin de 2 episodios de cambio y 2 episodios de estancamiento (88 unidades de anlisis), obtenindose un ndice de acuerdo promedio de kappa de 0.8 para dos parejas de jueces (Tomicic et al., 2009). El resultado del procedimiento ya relatado lo constituyen los seis PCV que dan forma al sistema actual de codificacin que se muestra en la Tabla 1. En sntesis, hasta ahora hemos identificados seis patrones de cualidad vocal y, para cada uno de ellos hemos realizado una descripcin fenomenolgica, as como tambin una descripcin basada en parmetros vocales especficos. Adicionalmente, hemos finalizado la primera versin del Manual para el Entrenamiento y Codificacin de Patrones de Cualidad Vocal (PCV-1.0) (Tomicic et al, 2009). En este manual hemos incluido ejemplos en audio para cada uno de los parmetros vocales seleccionados (fase de entrenamiento, apreciacin acstica) y para cada PCV (fase de codificacin).

Jaffe & Feldstein (1970) desarrollaron un modelo de comunicacin de sistemas didicos por medio del estudio emprico de la coordinacin del ritmo vocal en dadas de adultos y, posteriormente, lo aplicaron al estudio de la asociacin entre la coordinacin vocal madre-beb y el desarrollo del apego en el infante (Jaffe et al., 2001, Beebe, et al., 2000). Con este modelo en mente, hemos desarrollado el mtodo de Patrones Dinmicos de Vocalizacin-Silencio (PD-VS) (Tomicic, Barraza, & Rodrguez, 2009) que recoge sus planteamientos centrales, siendo nuestra principal motivacin dar cuenta empricamente de la existencia de patrones de coordinacin vocal en la interaccin teraputica y examinar las hiptesis que establecen asociaciones entre la coordinacin vocal entre paciente y terapeuta, y el desarrollo del proceso psicoteraputico. El sistema PD-VS permite evaluar el grado en que la interaccin didica paciente-terapeuta muestra peridiocidad como una unidad, por medio de una aproximacin grfica a los sistemas dinmicos no lineales, empleando conjuntamente Grficos de Patrones Vocalizacin-Silencio (GP-VS) y Grficos Dinmicos Vocalizacin-Silencio (GD-VS). Empleamos la periodicidad como una medida indirecta de los patrones de coordinacin vocalizacin-silencio, basados en el supuesto de que la coordinacin entre ambos participantes es la propiedad que hace posible la observacin de dicha regularidad (Bernieri & Rosenthal, 1991). Los GP-VSs nos hacen posible examinar la presencia de regularidades en los episodios relevantes considerando el grado de dispersin o aglutinamiento entre los puntos, mientras que los GD-VSs nos permiten observar la manera cmo estos patrones o regularidades se despliegan a lo largo del tiempo (ver Figura 5).

COORdINACIN dE PAtRONES VOCALIZACINSILENCIO ENtRE PACIENtE Y tERAPEUtA


Estudios fuera del campo psicoteraputico han mostrado que la coordinacin de patrones de comportamiento vocal constituye un aspecto crucial para la organizacin del vnculo madre-beb, para el desarrollo futuro de los patrones de apego del infante (Beebe et al., 2000) y, tambin, para mantener exitosamente una conversacin entre adultos (Capella, 1996; Capella & Planalp, 1981).

Figura 5. GP-VSs y GD-VSs de seales simuladas con prevalencia de vocalizacin y prevalencia de silencio.

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En un primer anlisis hemos estudiado los patrones de coordinacin del ritmo vocal en la interaccin teraputica asociada a episodios de cambio psicoteraputico (Tomicic et al., 2009). Especficamente, examinamos la hiptesis de la existencia de un patrn rtmico de coordinacin comn en episodios de cambio. En un estudio no experimental y naturalista, empleamos registros acsticos de 13 episodios de cambio de diferentes niveles jerrquicos, tomados de psicoterapias individuales de diferentes orientaciones tericas. Estos episodios, grabados en una nica pista de audio, fueron analizados empleando GP-VS y GD-VS con el propsito de observar patrones de vocalizacin-silencio y quiebres en dichos patrones (Tomicic, Barraza, & Rodrguez, 2009; Tomicic et al., 2009). Preliminarmente, concluimos que los episodios de cambio muestran un particular patrn de coordinacin vocalizacin-silencio entre paciente y terapeuta. Como mencionamos antes, esta conclusin la basamos en el supuesto de que la coordinacin del comportamiento de los participantes de la interaccin es lo que nos hace posible la observacin de un patrn. Adems, observamos que episodios de cambio correspondientes a un nivel inicial de complejidad pueden ser caracterizados por un patrn de cortas y largas vocalizaciones seguidas por cortos silencios y por quiebres de este patrn hacia el silencio. Encontramos que estos quiebres hacia el silencio marcan momentos relevantes para la construccin de este tipo de cambios que parecen tener un sentido deconstructivo. Adicionalmente, cuando rastreamos en el texto estos silencios, nos fue posible constatar que stos no pertenecen ni al paciente ni al terapeuta, a diferencia de lo que ocurre con las vocalizaciones. En este sentido, pensamos que los quiebres hacia el silencio en este tipo de episodios parecen contribuir a la configuracin de un espacio intersubjetivo (Tomicic et al., 2009). Por su parte, episodios de cambio de un mayor nivel de complejidad pueden ser caracterizados por un patrn de cortas y largas vocalizaciones seguidas por muy cortos silencios y por una tendencia general hacia la vocalizacin (Tomicic et al., 2009). En este punto, nos llam la atencin que la prevalencia de la vocalizacin es coherente con la nocin de que este tipo de cambios tienen un sentido ms constructivo: la construccin y consolidacin de una teora subjetiva sobre el paciente y sus problemas (Krause, 2005). Adicionalmente, cuando rastreamos en el texto estos largos periodos de vocalizacin, encontramos que estos correspondan a intercambios fluidos entre el paciente y el terapeuta o a largas verbalizaciones del paciente, ambas relacionadas con el contenido del cambio (Tomicic et al., 2009).

Esta coordinacin vocal entre los participantes y, entre ellos con el proceso de cambio observado en este tipo de episodios, parece configurar tambin un espacio intersubjetivo. Pero en este caso esta construccin ocurre de una manera diferente a la que describimos en episodios de cambio de nivel inicial. Finalmente, las diferencias entre los patrones de vocalizacin-silencio y el quiebre de estos patrones observados en los episodios de cambio de nivel inicial y de mayor complejidad, nos sugieren una evolucin de stos a lo largo del proceso psicoteraputico: por ejemplo, un periodo inicial deconstructivo y menos regular en trminos de coordinacin, y un periodo final constructivo y ms regular (Tomicic et al., 2009).

PRXImOS PASOS: PROYECtANdO LA VOZ EN LA PSICOtERAPIA


Los resultados que hemos obtenido hasta ahora, lejos de ser conclusivos nos abren mltiples interrogantes y nuevas alternativas de exploracin. Con respecto a la importancia de la voz en psicoterapia, proyectamos en el corto plazo un estudio sobre la visin de pacientes chilenos y terapeutas alemanes sobre el valor y uso de la voz en psicoterapia. De este modo, pretendemos concluir sobre la mirada que ambos participantes, terapeutas y pacientes, tienen de este aspecto no verbal en la psicoterapia, como tambin contrastar estas visiones desde un punto de vista intercultural. En relacin con los Patrones de Cualidad Vocal, hemos proyectado aplicar este sistema de codificacin al anlisis de episodios psicoteraputicos relevantes, estableciendo secuencias de coordinacin de PCV entre paciente y terapeuta y asociando estas secuencias con diferentes variables del proceso psicoteraputico (Alianza Teraputica, Resultados, Estilos de Apego Adulto, etc.). Adems, proyectamos incluir los PCV en estudios multidimensionales del discurso en psicoterapia, integrando el anlisis dialgico del discurso, que ilumina la presencia de mltiples voces en el dilogo teraputico, con el establecimiento de patrones sonoros diferentes asociados a estas voces o posiciones discursivas. Con respecto al estudio de la coordinacin del ritmo vocal paciente-terapeuta, se proyecta un segundo estudio longitudinal para analizar diferentes patrones en una dada a lo largo de la evolucin de un proceso teraputico nico, con ello esperamos iluminar la evolucin de los patrones rtmicos vocalizacin-silencio en una misma pareja teraputica en diferentes momentos del proceso.
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EL SONIDO DE LA PSICOTERAPIA: VISIN GENERAL DE UNA LNEA DE INVESTIGACIN

Finalmente, pensamos que esta lnea de investigacin visibiliza un aspecto hasta ahora olvidado en la enseanza de la psicoterapia. Las escuelas psicoteraputicas tradicionales y sus programas de entrenamiento acadmico no consideran la voz como una herramienta especfica. Investigaciones con resultados como los aqu hemos presentado muestran la importancia de continuar estudiando la voz (y otros canales de comunicacin no verbal) en el espacio psicoteraputico, as como tambin nos ensean la relevancia de incorporar estas reflexiones en la formacin y supervisin de los psicoterapeutas.

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