El Hombre de Maiz

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Oralita y cultura la armazn mgica de Hombres de maz Conny Southeast Missori State University Palacios

popular

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Resumen: Hombres de Maz (1949), segn Richard Callan, es una de las mejores novelas de Miguel Angel Asturias menos comprendida. Su ttulo est tomado del Popol Vuh libro sagrado de los antiguos pobladores del Mayab--. La novela gira en torno a un conflicto histrico que se da entre dos tipos de hombres: los que consideran el maz como alimento sagrado y como parte de su esencia; y los que lo utilizan como un producto comercial. La disputa que se origina genera los episodios que constituyen la armazn mgica de Hombres de Maz. Y esta estructura est sostenida por dos grandes pilares: La Oralidad y la Cultura popular. Palabras clave: Hombres de Maz. Literatura centroamericana, Miguel Angel Asturias, novela,

Abstract: Hombres de Maz (1949) according to Richard Callan is one of the best novels of Miguel Angel Asturias, but less comprehended. Its title has been taken from the Popol Vuh a sacred book of ancients inhabitants from the Mayab--. The novel revolves around the historic conflict between two types of men. Those that consider the corn as sacred food and as part of his essence; and those that utilize it as commercial product. The dispute that originate, generates the episodes that constitute the magic frame of Hombres de Maz. And this structure is sustained by two big pillars: Orality and Popular Culture. Keywords : Central American literature, Miguel Angel Asturias, novel, Hombres de Maz. Hombres de Maz (1949) segn Richard Callan es una de las novelas de Miguel Angel Asturias menos comprendida. Se ha realzado su hermetismo y se le ha ubicado bajo el marbete del realismo mgico. Su ttulo est tomado del Popol Vuh libro sagrado de los antiguos pobladores del Mayab-- . De acuerdo con la mitologa maya-quich el hombre fue hecho primero de lodo, despus de madera y por ltimo de maz. Como ha sido destacado ya por la crtica, la novela gira en torno a un conflicto histrico que se da entre dos tipos de hombres: los que consideran el maz como alimento sagrado y como parte de su esencia; y los que lo utilizan como un producto comercial. Estas posiciones se reiteran una y otra vez a lo largo de la novela. La disputa que se origina genera los episodios que constituyen la armazn mgica de Hombres de Maz, cuya estructura est sostenida por dos grandes pilares: La oralidad y la cultura popular. Walter J. Ong en su libro Orality and Literacy al referirse a las culturas orales afirma que stas estn ms cerca al mundo humano, son culturas participatorias y situacionales en vez de abstractas y distanciadas. Aspectos que se relacionan con un estilo de vida verbomotor y con estructuras de personalidades comunales y externalizadas. Todos estos rasgos de las culturas orales encuentran su expresin en

el uso de la oralidad, que en el texto que estudio se manifiesta principalmente por el empleo de los mitos, la maldicin de los brujos, las leyendas y las canciones. El mito es una realidad flotante, siempre dispuesto a encarnar y volver a ser. (El arco y la lira 63). Y su funcin esencial, segn Eliade, es proyectar al ser humano fuera del tiempo histrico y meterlo en el Gran Tiempo (La estructura mtica del Popol Vuh 13). En Hombres de Maz los mitos cobran vida y nosotros los lectores junto con los personajes somos proyectados fuera del tiempo histrico. Richard Callan, uno de los estudiosos de la narrativa de Miguel Angel Asturias, ha destacado el uso de los mitos indgenas y de los mitos occidentales en esta novela. Entre los mitos indgenas que realza Callan se distingue el de Huitzilopochtli, el dios del sol y la fertilidad. En la obra, este dios est representado por Gaspar Ilm y se puede ver como un dios indgena justiciero que a punta de escopeta va matando a los maiceros que siembran el maz por razones de provecho en el orden econmico: El maz empobrece la tierra y no enriquece a ninguno. Ni al patrn ni al mediero. Sembrado para comer es sagrado sustento del hombre que fue hecho de maz. Sembrado por negocio es hambre del hombre que fue hecho de maz... (Hombres de maz 12). La accin de Gaspar Ilm irrita a los ladinos y como consecuencia llega al pueblo de Pisigilito, Gonzalo Godoy, Coronel del Ejrcito y Jefe de la Expedicionaria en Campaa. Este militar se aparece con ciento cincuenta hombres de a caballo y cien de a pie, todos dispuestos a echar plomo y filo contra los indios de la montaa... (Ibid., 14). Pero Gaspar Ilm era invencible y as lo decan los ancianos del pueblo. Los conejos de las orejas de tuza lo protegen al Gaspar, y para los conejos amarillos de las orejas de tuza no hay secreto, ni peligro, ni distancia. (Ibid., 13). Ante tal situacin, el Coronel Godoy decide envenenarlo por medio de Vaca Manuela Machojn. Gaspar Ilm da una fiesta y esta mujer asiste a la celebracin y aprovecha para darle a tomar el veneno. Una vez tomado el tsigo, Gaspar Ilm corre detrs de su compaera, la Piojosa Grande, inducido por Vaca Manuela Machojn. Ella le ha hecho creer que la Piojosa Grande ha escapado con su hijo. La realidad es que ella huye porque ella sabe ya que Gaspar ha sido envenenado. Lo supo a travs de un sueo. Al final ella logra evadirse, y Gaspar Ilm va hasta el ro para despojarse del bebedizo: Se lav las tripas, se lav la sangre, se deshizo de su muerte, se la sac por la cabeza, por los brazos igual que ropa sucia y la dej ir en el ro. Vomitaba, lloraba, escupa al nadar entre las piedras cabeza adentro, bajo del agua, cabeza afuera temerario, sollozante. (Ibid., 23). El cacique Gaspar Ilm no muere y aparece con el alba como un dios solar: superior a la muerte, superior al veneno, pero sus hombres haban sido sorprendidos y aniquilados por la montaa. (Ibid., 23). Gaspar, al verse perdido, se arroja al ro. El agua que le dio la vida contra el veneno, le dara la muerte contra la montada que dispar sin hacer blanco. (Ibid., 24). Otro mito que seala Callan es el de Tlazolteotl, que representa a la Madre Tierra. En la obra este mito est encarnado en la Piojosa Grande, la mujer de Gaspar Ilm. Aqu se nos presenta en su funcin de madre. El da del envenenamiento de Gaspar, ella escapa con su hijo para protegerlo: A la Piojosa Grande le faltaban carcaales para huir ms a prisa, para quebrar los senderos ms a prisa... (Ibid., 23). La Piojosa Grande aparece nuevamente al final de la novela, pero aqu convertida en leyenda, en piedra, en la cumbre de Mara Tecn. El Curandero-Venado de las Sieterozas le cuenta a Nicho Aquino el hombre Coyote, que la piedra es Mara la Lluvia, la Piojosa Grande y que ah fue paralizada entre el cielo, la tierra y el vaco (Ibid., 268) el da que iba huyendo. Y que a sus espaldas de mujer de cuerpo de aire, de

solo aire, y de pelo, mucho pelo, slo pelo, llevaba a su hijo, hijo tambin del Gaspar Ilm, y erguida estar en el tiempo que est por venir, entre el cielo, la tierra y el vaco. (Ibid., 268) Un tercer mito que pone de relieve el crtico ya mencionado, es el de la otra parte de Tlazolteolt, la vieja tierra, aqu en su funcin de abuela. En la novela ste cobra vida a travs de la nana Yaca. Esta vieja mujer est enferma de hipo porque le han metido un grillo en el vientre. Para que se cure es necesario que le traigan las ocho cabezas de los Zacatn: A la enferma se le fue el hipo, santo remedio, al ver entrar a sus hijos con ocho cabezas humanas desfiguradas por las heridas de los machetazos. El hipo que en forma de grillo le metieron los Zacatn por el ombligo. (Ibid., 49). Vemos aqu la idea--parte de las creencias de los mayas y aztecas-- de que los dioses necesitaban sangre para sustentarse. Otro aspecto de la oralidad en Hombres de Maz es la maldicin de los brujos, que en la narracin puede considerarse como un detonante porque es a partir de ah que se desencadenan los acontecimientos. Se podra afirmar que su ubicacin en la obra, casi al comienzo, obedece a un recurso literario muy bien planeado por parte de Asturias para tejer los diferentes episodios que le dan cuerpo a la novela. Los brujos de las lucirnagas una vez desaparecido del mundo fsico Gaspar Iln --al final de la obra aparece como uno de los invencibles en la tierra del maz-- suben al cerro de los sordos y desde ah verbalizan sus maldiciones: Luz de los hijos, luz de las tribus, luz de la prole, ante vuestra faz sea dicho que los conductores del veneno de raz blanca tengan el pixcoy a la izquierda en sus caminos; que su semilla de girasol sea tierra de muerto en las entraas de sus mujeres y de sus hijas; y que sus descendientes y los espineros se abracen. (Ibid., 26). Esta maldicin largusima finaliza haciendo nfasis en la tensin que se suscita entre los dos grupos de hombres que pueblan la novela: porque dieron muerte al que haba logrado echar el lazo de su palabra al incendio que andaba suelto en las montaas de Ilm, llevarlo a su caza y amarrarlo en su casa, para que no acabara con los rboles trabajando a favor de los maiceros negociantes y medieros. (Ibid., 26). Walter J. Ong en su libro ya mencionado, observa que en una cultura oral el conocimiento una vez adquirido tiene que ser constantemente repetido o de lo contrario se pierde, es decir, se conoce lo que se recuerda. Y esa es una de las razones en cuanto a la repeticin de las leyendas en nuestras culturas indgenas,-culturas orales--no perder el conocimiento porque si lo perdemos dejamos de existir como pueblo. Y al hacerlo as afirmamos nuestra existencia en el conglomerado de las naciones. En Hombres de Maz se contraponen tres posiciones en cuanto a la existencia de las leyendas. Para doa Elda, una mujer alemana, slo las leyendas alemanas son verdaderas, pero no las de aquel pobre lugar de indios chuj y ladinos calzados y piojosos. (Ibid., 173). Mientras que don Defric, msico alemn, y marido de doa Elda, cree en las leyendas que corren por el pueblo. Doa Elda representa aqu segn su marido la mentalidad europea. Para los europeos, slo Europa ha existido, y lo que no es Europa, puede ser interesante como planta extica, pero no existe. (Ibid., 173). Otra posicin en cuanto a la existencia de las leyendas que se nota en la novela, es la de Hilario Sacayn. Este hombre no cree en ellas porque una de las leyendas que circula por el pueblo, la de los amores de Neil y la Miguelita de Acatn, l la haba inventado. Hilario sostiene que estando bolo la invent; se me vino de la cabeza a la boca y qued en lo dicho, como una realid... (Ibid., 179). Su interlocutora Ramona Corzantes afirma que esa historia que l dice haber imaginado ella la haba odo contar a su abuela y hasta se tarareaba. Doa

Ramona da una explicacin y as dice: Uno cree inventar muchas veces lo que otros han olvidado. Cuando uno cuenta lo que ya no se cuenta, dice uno, yo lo invent, es mo. Pero lo que uno efectivamente est haciendo es recordar; vos recordaste en tu borrachera lo que la memoria de tus antepasados dej en tu sangre (Ibid., 179) En otras palabras, la mujer aqu est hablando de memoria colectiva, como una de las razones por las cuales aparecen las leyendas. Ms adelante refirindose a ellas, sostiene que su existencia, ficticia o real, forma parte de la vida, de la naturaleza de estos lugares, y la vida no puede perderse, es un riesgo eterno, pero eternamente no se pierde. (Ibid., 180). En los prrafos siguientes descubrimos en la novela que Hilario Sacayn est perplejo, porque l que no cree, ha visto en la cumbre de Mara Tecn, a Nicho Aquino, el correo, transformado en coyote. Esta vision de Hilario corrobora lo ya expresado por doa Ramona: que las leyendas forman parte de la vida. Miguel angel Asturias pone en manos del cura Valentn Urdez, encargado del curato de San Miguel Acatn, el registro de las leyendas y de todo aquello que escape a una explicacin lgica. Y es interesante aqu que sea el cura el que lleve estas notas, pues es una manera de afirmar la veracidad de todos los hechos misteriosos del lugar. El cura es un representante de la iglesia, de Dios, por consecuencia no puede mentir. Entre las leyendas que tiene registradas el cura est la de Mara Tecn. Esta mujer haba sido hechizada con un tizte con andar de arena. Como resultado del maleficio ech a correr por el camino seguida por su esposo, a quien pintan ciego por el amor. Por todas partes le sigue y en parte alguna la encuentra. Por fin, tras registrar el cielo y la tierra, dndose a mil trabajos, yela hablar en el sitio ms desapacible de la creacin y es tal la conmocin que sufren sus facultades mentales, que recobra la vista, slo para ver, infeliz criatura, convertirse en piedra el objeto de sus andares, en el sitio que desde entonces se conoce con el nombre de Cumbre de Mara Tecn. (Ibid., 144). Esta leyenda se generaliza y el pueblo llama tecuna a la mujer que abandona a su marido. Los hechos que suscitan esta leyenda los leemos pginas atrs en la historia del ciego Goyo Yic, abandonado por su mujer Mara Tecn. Asturias primero nos cuenta la historia prolexis de lo que vendry despus la vemos transformada en leyenda, para darnos a entender la transicin de lo real a lo ficticio; y adems, para enfatizar su naturaleza mixta, ya que su carne est hecha de ficcin y realidad. Otra leyenda es la de Machojn, convertido en luminaria en el cielo despus de su muerte. Machojn, hijo de Toms Machojn es una de las primeras vctimas de la maldicin de los brujos. Desapareci misteriosamente el da que fue a pedir la mano de su novia Candelaria Reinosa. Despus aparece convertido en leyenda. La gente del pueblo lo ve en cada monte que se quema para sembrar el maz. De su aparicin una mujer le lleva noticias a Candelaria Reinosa: -S, nia, los que salieron a quemar, quin se lo dice a ust, vieron entre las llamas a don Macho montado; dicen que eba con vestido de oro. El sombrero, la chaqueta, la albarda, hasta las herraduras de las bestias doradas. Una preciosidad. Por lo riendoso dicen que dicen que lo conocieron. Ya seacuerda ust cmo era cuando andaba a caballo. ( Ibid., 31 32) Miguel Angel Asturias destaca el hecho de que las leyendas se nutren del pueblo. Y esta idea la expresa el autor por boca de don Defric, el alemn, casi al trmino de la obra. l cree que las personas se sacrifican para que una leyenda viva, le dan cumplimiento aunque eso equivalga a su muerte. Son impulsados por una fuerza desconocida. Don Defric afirma que hay que aceptarlo porque la leyenda de todas

maneras exige sus vctimas: Desaparecieron los dioses, pero quedaron las leyendas, y stas, cmo aquellos, exigen sacrificios; desaparecieron los cuchillos de obsidiana para arrancar del pecho el corazn al sacrificado, pero quedaron los cuchillos de la ausencia que hiere y enloquece. (Ibid., 175). La idea anterior se comprueba en la obra, en el caso de Toms Machojn. Toda la gente sostiene haber visto a Macho Machojn, su hijo, en los montes donde se va a sembrar el maz, pero l nunca puede verlo. Atormentado por su ausencia y casi enloquecido cede a la gente terrenos para rozarlos, quemarlos y sembrar el maz. Y l mismo participaba de las quemas con la esperanza de ver a su hijo entre las llamas, pero era intil. Un da decidi pegarles fuego a los maizales secos: Y no por mal corazn, sino para pasear entre las llamas montado en el macho y que lo creyeran Macho Machojn. (Ibid., 40). En la novela la descripcin del incendio es impresionante y el fuego arrasa con todo, incluyendo la casa, las caballerizas de Toms Machojn. La muerte de Tomas obedece en la narracin a dos propsitos. El primero es dar cumplimiento a la maldicin de los brujos, y el segundo, es acatar el sacrificio que exige la leyenda. Las canciones son una parte muy importante de la oralidad, y en Hombres de Maz cumplen una doble finalidad. Toms Machojn, despus que se le ha ido su nico hijo, siente nostalgia por l. Su mujer la Vaca Manuela no pudo darle hijos porque era como las mulas. Y en esta circunstancia l ve adems el cumplimiento de la maldicin de los brujos, --todos los que participaron en el envenenamiento de Gaspar Ilm van a morir y adems no podrn tener descendencia--. La cancin en la noche que se escucha en labios de los vaqueros sirve para matizar la pena y la soledad de Toms, la carencia de una ilusin, en este caso, la falta de una mujer que pudiera amarle y darle otro hijo: Hay un ave / que gime noche y da / y hay un angel / que la viene a consolar / T eres el angel / mi bien, amada ma, / yo soy el ave / y vnme a consolar. (Ibid., 27) Las canciones no solamente sirven para puntualizar el estado de nimo de los protagonistas, sino que tambin son portadoras de leyendas. Los pormenores de la fbula que supuestamente haba inventado Hilario Zacayn se dan a conocer en la letra de la cancin que se escucha en el pueblo desde hace mucho tiempo. Segn la letra de la cancin, --y valga la redundanciael seor Neil haba amado con locura a Miguelita de Acatn, una mujer de extraordinaria belleza y parecida a la Virgen del Cepo. Ella nunca le correspondi y un da que fue detenido por la guardia rural le dej a Miguelita una mquina de coser, mquina que suena siempre despus de las doce campanadas del Cabildo: A las doce, / Miguelita, / cose y cose / en Acatn/ Cuando cose / Miguelita, / son las doce / en Acatn Si los mitos nos arrojan fuera del tiempo histrico, la cultura popular el otro gran pilar donde descansa la armazn mgica de Hombres de Maz-- tambin puede considerarse como una zambullida fuera del tiempo y del espacio. Y su funcin al igual que los mitos y las leyendas es la de construirnos un rostro, una identidad. En este apartado he incluido los ageros, los ensalmos, las ceremonias, la sabidura del pueblo, el nahualismo, los hechizos, los animales mticos y las creencias. El uso de los ageros, presagios enraizados en el alma primitiva, abundan en la novela. La lechuza en el mundo indgena era considerada una mensajera, la enviada

del Seor del Mundo de los Muertos. En la narracin, el subteniente Secundino Muss y el Coronel Godoy cuando van por el Tembladero antes de que el Coronel muriera quemado en ese mismo lugar encuentra en el camino una lechuza y un cajn de muerto. Para Muss el encuentro es una desagradable premonicin: Mal agero, trigueo, lechuza y cajn de muerto!, le grit la sangre. (Ibid., 75) Otro agero ocurre en el Tembladero, y tambin se toma como presagio de muerte. Al Coronel Godoy cuando va por l le dan ganas de comer verdolaga. Esta hierba es considerada como un alimento de muertos. Es una suave llama de la tierra que penetra de claridad alimenticia la carne de los que ya van para el suelo a dormer lo eterno (Ibid., 83) Otro componente de la cultura popular son los ensalmos. Obsrvese el siguiente: El curandero o Venado de las Siete-rozas pide hacer un fuego de rboles vivos antes de darle la bebida de averiguar a Calistro, hijo de la nana Yaca. Por medio de ella se sabr quienes hicieron dao a la seora Yaca al meterle por el ombligo un grillo en el estmago. Una vez encendida la hoguera, el curandero recita el siguiente ensalmo: -Aqu la noche. Aqu el fuego. Aqu nosotros, reflejos de gallo con sangre de avispa, con sangre de sierpe coral, de fuego que da las milpas, que da los sueos, que da los buenos y los malos humores (Ibid., 46) Como complememnto de un ensalmo, aparece el empleo de la danza. En la historia de nuestro anlisis, Gaudencio Tecn despus de haber matado al Venado de las Siete-rozas, o sea al Curandero, trata de revivirlo y para tal efecto lo rocea con agua y le da golpes en el vientre, en el cuello, en el testuz. Ms tarde se envuelve todo con hoja de caa morada y as vestido baila alrededor del venado hacindole aspavientos para asustarlo. (Ibid., 58) Durante todo el tiempo que dura la danza, Gaudencio le pide al venado que huya de la muerte, que la engae. Por ltimo enciende una candela de sebo Amarillo y arrodillndose ante el venado reza: -Adis, venadito, aqu me dejaste en lo hondo del pozo desqus que te di el hamaquen de la muerte, slo para ensearte cmo es que le quiten a uno la vida! Me acerqu a tu pecho y o los barrancos y me embroqu para oler tu aliento y era paxte con fro tu nariz! Por qu hueles a azahar, si no eres naranjo? En tus ojos el invierno ve con ojos de lucirnagas. Dnde dejaste tu tienda de venadas vrgenes?. Las ceremonias como parte de la cultura popular no pueden faltar en Hombres de Maz. En la obra, Chigichn Culebro, el herbolario que cura la ceguera de Goyo Yic, antes de practicar la operacin realiza una ceremonia muy especial. Antes del alba lo sac de la casa y le fue diciendo en voz baja que estaban en el pas del aserrn y la viruta (Ibid., 100). El ciego siente temor y pregunta al herbolario que hacia dnde se dirigen. Este le responde que van en busca de la navajuela que limpiar la vista del Goyo Yic, de la planta que da islas verdes para cubrirle con dos islas verdes los ojos despus de la limpia, del rieguito de golondrina para refrescar sus prpados y de la calaguela, la contrayerba y el chicalote, por menester. (Ibid., 100). Despus de caminar un trecho y de decir frases aparentemente sin sentido, el herbolario levanta en vilo a Goyo Yic y lo suelta abandonndolo a su peso e inmediatamente comienza a luchar con l, gritando roncamente: -Somos enemigos, ciegas inmensidades en Guerra como hombres que se matan entre las torres y las fortalezas, perdimos el brillo del pjaro que se rob la luz y nos dej en la noche, esperando el regreso de los ejrcitos del sueo que han de volver derrotados de las ciudades. El moro nos ha dado su alfanje con miel de abeja, el cristiano su espada

con miel de Credo, y el turco se ha cortado las orejas para navegar en ellas y llegar por mares desconocidos a morir a Constantinopla. (Ibid., 101). Otro rito al cual asistimos en Hombres de Maz es el que se efecta cuando un hombre se encuentra con su nahual, su yo-animal protector que se les presenta en vivo, tal y como ellos lo llevan en el fondo tenebroso y hmedo de su pellejo. (Ibid., 244). Para que este encuentro se lleve a cabo hay que bajar a unas cuevas subterrneas y slo descienden a ellas los que tienen ojos con unto de lucirnaga, mitad hombres, mitad animales de monte (Ibid., 244). Permanecen en estas cuevas por espacio de nueve das abstenindose de comer, de beber, de hablar, sin saludar a sus amigos o conocidos para cortar toda relacin humana. (Ibid., 244). A los que logran pasar esta prueba les es permitido entrar a una gruta con poca iluminacin. Ah se acusan en alta voz de ser hechos de barro, estatuas de arcilla que la sed botara en pedazos. (Ibid., 245). Durante cuatro das ejecutan estas vociferaciones en una danza desacompasada. Los brujos de las lucirnagas vienen en su ayuda. Les anuncian que no son hombres de barro, que los muecos de lodo caedizo y tristes fueron destruidos. (Ibid., 245). A los que aguantan la prueba, una luz preciosa los inunda. Esta luz es la que ha estado dentro del hombre, luz que permite ver el nahual separado de la persona, verse la persona tal y como es y al mismo tiempo su imagen en la forma primigenia que se oculta en ella y que de ella salta al cuerpo de un animal, para ser animal, sin dejar de ser persona. (Ibid., 146). Despus viene una tercera prueba, sta consiste en salir hacia lo alto de las selvas fras, hundidas en evaporaciones que forman una oscuridad blanca que lo borra todo, todo, igual que la oscuridad negra de las cuevas. (Ibid., 246). Pasan cuatro das y al ltimo de los cuatro, al morir la tarde, los brujos les anuncian que no son hombres de madera (Ibid., 246) y les permiten pasar a la tierra llana, donde les espera en todas las formas el maz (Ibid., 246), en la carne de sus hijos, de sus mujeres y tambin como alimento. La sabidura del pueblo es otro aspecto de la cultura popular, y dentro de ella encontramos consejos variados dados siempre por ancianos, ya que ellos son los dueos del conocimiento. Entre los consejos que hablan ms al corazn que al entendimiento, se distingue uno, y ste es en cuanto al discernimiento que debe hacer un hombre para saber si lo que siente por una mujer es amor verdadero o es simplemente una atraccin pasajera. En la obra, Nicho Aquino, el hombre correo y coyote a la vez, cuenta su historia su mujer lo haba abandonado y l est desesperado por su ausenciaal Viejo de las manos negras, que lo acompaa en el camino hacia la capital a dejar la correspondencia. El Viejo despus de escucharlo atentamente aconseja a Nicho que lo primero que tiene que poner en claro es que si la gana de juntarse con ella viene del ombligo pa abajo con cualquier mujer que encontrs ser lo mismo. Ahora si es del ombligo pa la cara que te entra el ansia de llenarte con ella lo vaco que sents, entonces es que la tens individualizada, y no hay ms remedio que jallarla. (Ibid., 170) La mesura del pueblo se aplica a diferentes situaciones de la vida. Otra admonicin que se destaca en la novela es la experiencia femenina encaminada a un mejor entendimiento de la naturaleza de las mujeres. Vaca Manuela Machojn al aconsejar a su ahijado e hijastro Machojn el da que se va de la casa para pedir la mano de su futura esposa, Candelaira Reinosa, le dice a ste: que si se casaba fuera buen marido, lo que en pocas palabras quiere decir hombre que no es melcocha ni purga, ni desabrido ni pan dulce. (Ibid., 25). Otro aviso que da es el siguiente, pero aqu la mujer es vista como una yegua a la que hay que saber montar: ni mucha cincha ni

mucho gusto de rienda, que el rigor las estropea y el demasiado mimo las vuelve pajareras. (Ibid., 25). Otro aspecto de la sabidura del pueblo que aparece en la novela es el de la ligazn que existe entre el hombre y la naturaleza. Aqu no hay consejos, slo conocimiento de ella y aplicado para beneficio del mismo hombre. Goyo Yic, el ciego, cuando andaba buscando a su mujer Mara Tecn, saba del paso del tiempo a travs de los cambios de temperatura que experimentaba la naturaleza: Al medioda, el monte quema. En la maana, moja. Y se enfra, como pelo de animal muerto en la noche. (Ibid., 89) Chigichn Culebro, el herbolario que cura la ceguera de Goyo Yic conoce del efecto perjudicial que puede tener la naturaleza en una persona. Cuando est examinando los ojos de Goyo Yic le explica a ste sobre los distintos tipos de ceguera. Al referirse a la ceguera blanca, sostiene que sta la padecen tarde otemprano, las que estn planchando y salen de repente afuera, pues se quedan con el nublado al darles el aire ( Ibid., 98) La naturaleza es una presencia viva, casi como un ser caprichoso y su conocimiento implica la distincin por parte del hombre de sus humores, del tiempo en que se pueden hacer las cosas. Porque hasta el mal tiene su tiempo (Ibid., 97). As para curar una enfermedad en los ojos, Chigichn Culebro debe saber adonde anda la luna y cmo est el aire. Hay que averiguar si el aire del colmenero est como gato entre los eucaliptos o anda displicente; si lo primero, favorable, si lo segundo, no, porque el aire colmenero suelto enmiela el aire y para esta cura hay que buscar que el aire no est pegajoso. (Ibid., 97). La cordura del pueblo engloba tambin el conocimiento de remedios caseros para todo tipo de males. En la obra la nana Yaca que simboliza la Gran Madre o Abuela aconseja a su comadre cuando sta llega a visitarla, que para la hinchazn en el pie del compadre, utilice la trementina y la ceniza caliente. (Ibid., 55). Adems Sal grande tostada al fuego manso y revolvida con sebo, (Ibid., 55). Lneas ms abajo, a travs de la conversacin entre la nana Yaca y su comadre, nos enteramos de que para la locura que sufre Calistro, el hijo de la nana Yaca, no hay como la piedra de ojo de venado. Esta piedra la llevan los venados que no slo son venados. (Ibid., 60). Y se puede conseguir cuando el venado est en agona y es entonces hasta cuando la escupe. En la obra este remedio se prueba como eficaz, pues Calistro recobra la razn. La piedra junt los pedacitos de alma que se le haban fragmentado. No puede faltar en Hombres de Maz el conocimiento de las plantas medicinales y su aplicacin. El herbolario Chigichn despus de que ha operado los ojos a Goyo Yic, y pasados tres das lo purg con esponjilla, y le coloc bajo la cabeza buen nmero de flores de floribundia para que se durmiera el sueo es el gran remedio-, no sin proporcionarle sus infusiones de guarumo colorado, para mantenerle activo el corazn. (Ibid., 103). Otro ingrediente de la cultura popular es el nahualismo. Entre los ancestros del Mayab se crea que el hombre o el dios tena su destino ligado a otro ser, por lo general era un animal. El padre Valentn Urdez en sus notas tena tambin anotaciones sobre el nahualismo. Al respecto afirmaba: Todo el mundo habla del

nahualismo y nadie sabe lo que es. Tiene su nahual, dicen de cualquier persona, significando que tiene un animal que le protege. Esto se entiende, porque as como los cristianos tenemos el santo ngel de la guarda, el indio cree tener su nahual. Lo que no se explica, sin la ayuda del demonio, es que el indio pueda convertirse en el animal que le protege, que le sirve de nahual. (Ibid., 146). El sacerdote Valentn Urdez en sus notas tiene consignado el caso de nahualismo del seor Nicho Aquino, el correo, del cual se dice que su nahual es un coyote. Sin ir muy lejos, afirma el padre este Nichn dicen que se vuelve coyote, al salir del pueblo, por all por los montes, llevando la correspondencia, y por eso, cuando l va con el correo, parece que las cartas volaran, tal llegan presto a su destino. (Ibid., 146). Otro incidente de nahualismo es el del Curandero cuyo nahual es el Venado de las Siete-rozas. Cuando Gaudencio Tecn, hermano del loco Calistro, le da muerte al Venado de las Siete-rozas para conseguir la piedra de ojo de venado que curar a su hermano, se da cuenta de que el Venado era el Curandero. Y as lo explica a su hermano Uperto: -El Curandero y el venado, para que vos seps, eran nticos. Dispar contra el venado y ultim al Curandero, porque era uno solo los dos, nticos. (Ibid., 50 51). Otro suceso que nos habla de nahualismo en la novela es aqul cuando Goyo Yic, curado de su ceguera, y para encontrar a su mujer Mara Tecn decide volverse achimero ambulante con la esperanza de poder reconocer a Mara Tecn por la voz, ya que a ella slo la conoca de odas. Como achimero recorra ciudades y ferias. Una noche al regresar cansado a la posada, contempl a la luz de la luna su sombra, y era ver la sombra de una tacuatzina. De hombre al hacerse animal a la luz de la luna pasaba a tacuatzina, la hembra del tacuatzn, con una bolsa por delante para cargar sus cras. (Ibid., 110). El Tacuatzn es el santo de los achimeros y lneas ms abajo leemos una invocacin de Goyo Yic al Tacuatzn. Le pide que le lleve por los caminos ms torcidos o por el camino ms derecho, al lugar en que est la Mara Tecn (Ibid., 110) con sus hijos. Despus sin explicacin alguna aparece en la novella Goyo Yic con un tacuatzn acompandole siempre. Los hechizos como parte de la cultura popular tambin rebosan en la novela.. El cura Valentn Urdez tiene anotado uno muy especial, es la causa aparente de las dos historias de dolor, la de Goyo Yic y la de nacho Aquino, abandonados por sus mujeres-- llamado laberinto de arena, y que da origen a la leyenda de Mara Tecn. Este brevaje es provocado por los brujos y se define como un delirio ambulatorio. Y consiste en extender sobre un petate polvo rojo de tizte, negros granites de chin, blancor de harina o azcar de mascabado, miga de pan, miga de tortilla, polvo de rapadura prieta, o de guapinol, (Ibid., 145). Una vez extendido todo esto, sacan de una jcara unas araas de grandes patas y las azuzan soplando sobre ellas, para que stas corran como locas sobre el alimento extendido y despus se da a la vctima la cual es asaltada por el deseo de escapar de su casa, de huir de los suyos, de olvidar y repudiar a sus hijos, (Ibid., 145). Dos de las vctimas de esta locura y que el padre tiene anotados sus nombres son: Isaura Terrn de Aquino, la mujer de Nicho Aquino el hombre Coyote, y Mara Tecn, la mujer de Goyo Yic. Pero el mal de esta locura no termina en esto segn el padre, porque los hombres que son abandonados se descorazonan para el bien, quedan como rboles que pierden la corteza que los defenda de la intemperie y sin la brjula del buen amor, buscan la bebida como Nicho Aquinoo el amancebamiento, (Ibid., 146). Por

ltimo, estos hombres agazajados por la idea de encontrar a su mujer son atrados a la cumbre de Mara Tecn, ven reproducirse a sus ojos, en aquella piedra que fue mujer, la imagen de la mujer que les abandon la casa, la cual empieza a llamarlos, todo para que el enamorado, ciego de amor, se precipite al feliz encuentro y no vea a sus pies el barranco o sigun, que en ese mismo momento se lo traga. (Ibid., 146). En la imaginacin popular queda la idea de que estos hombres han sido embarrancados es decir, se han ido al precipicio buscando a su mujer. Pero al final de la novela aparecen estos dos hombres en otro sitio y nos enteramos de las verdaderas causas por las cuales fueron abandonados por ellas. Mara Tecn abandon al ciego porque no quera tener ms hijos, e Isaura Terrn no abandon a Nicho Aquino, el hombre Coyote, sino que cay en un pozo profundo del cual no pudo salir. Los hechos presentados de esta manera nos hablan del proceso lgico de construccin que siguen las leyendas. Pero Asturias con esto no nos est diciendo categricamente que las leyendas no existen, eso nos lo deja al criterio de cada uno de nosotros como lectores. Nosotros somos los que decidimos en ltima instancia, y para eso se vale del personaje del cura Valentn Urdez. El sacerdote da fe en su cuaderno de notas que la Cumbre de Mara Tecn existe y que l cuando visit el lugar, la gran altura le fatig el corazn y el fro que hay a todas horas le provocaba dolor en la carne y los huesos. En lo moral, continua el cura descuartiza el nimo del ms valiente el silencio, tres slabas de una palabra que adquiere aqu, como en el polo, toda su grandeza: silencio debido a la altura, dejos del mundanal ruido, y ms que todo a que en la niebla, esttica y fugitiva, no se aventuran pjaros ni aves y la vegetacin, por lo empapada, parece muda, espectral, baada siempre por una capa de escarchas o peregrinas lluvias. (Ibid., 145). Adems no hay que olvidar dice el sacerdotelos grandes abismos, y termina la largusima descripcin de este lugar, afirmando que llev todo lo necesario para bendecir la piedra y debo decir aqu bajo juramento que al terminar la bendicin, sin motivo aparente, las cabalgaduras que llevbamos, se patearon entre ellas, relincharon y mostraron los ojos desorbitados, como si hubieran visto al demonio. (Ibid., 144 145). Los animales de apariencia sobrenatural son asimismo parte de la cultura popular y pueden ubicarse en una categora mtica. Entre estos animales est la Sierpe de Castilla. Secundino Muss despus de bajar la cuesta del Tembladero ve una Sierpe de Castilla y le grita al coronel Godoy que le haga la cruz si tiene costras. Muss tiene mucho miedo y se dice asimismo que tal vez sean creencias lo que se afirma de la Sierpe, pero la verdad es que la Sierpe de Castilla tuertea a las bestias, empioja a las criaturas, enturnia a las mujeres, vuelve ms tapia a los sordos y al prjimo que tiene costras, si no le hace la cruz a tiempo, lo abodoca. (Ibid., 71) Otro animal que participa de esta naturaleza prodigiosa es el gusano de fuego. En la novela presenciamos la brama de los gusanos de fuego. Estos gusanos estn en los rboles y son las hembras las que llaman a sus amantes de ojo cclope (Ibid., 73) por la noche. Al acercarse los gusanos que seguan avivando sus faros con su respiracin codiciosa, las hembras encendan ms y ms sus nbiles fulgores, coquetendoles con los mil movimientos de una estrella, luces que despus del encuentro nupcial se iban amortiguando, hasta quedar de toda aquella luminaria una mancha opaca, el resto de una va lacteal, un rbol que se so lucero. (Ibid., 73). Por ltimo, dentro de la Cultura popular se incluye la creencia denominada pacto con el Diablo. En la narracin, Benito Ramos, ms malo que Judas tena pacto con el Diablo. Y este convenio consista en lo siguiente: cada vez que Benito se llevara un cigarro a la boca, ste se le iba a encender solo. Adems sabra las veces que su

mujer lo engaara. Para sellar el compromiso, Benito se trag un pelo del Diablo. Ese fue el pacto. Y se puso seco, seco, el pellejo color ceniza, los ojos negros color carbn. Lo concebido fue que el Diablo le dijo que iba a saber cada vez que lo engaara su mujer. Y no lo supo, porque la mujer lo engaaba con el Diablo. (Ibid., 81) En conclusin, Hombres de Maz es una obra que asevera la plenitud de una cultura, --la indgenaplenitud que se da en el cuerpo de la sociedad como un todo. De ah su armazn mgica, extructura externa levantada en dos grandes pilares: la oralidad y la cultura popular. Dentro de stos, la urdimbre de los mitos, las leyendas, las canciones, la sabidura del pueblo con todas sus manifestaciones: el nahualismo, los hechizos, los animales mticos y las creencias. Todo como parte de un slo cuerpo, un slo espritu, cuyo objetivo es el de afirmar la identidad de una cultura. Adems se puede afirmar que Hombres de Maz conserva su vigencia, porque si en su poca fue un volver los ojos hacia atrs, una inmersin en lo eterno, en busca de un rostro, tambin lo es ahora. Y esa inmersin permite al individuo el conocimiento de que somos parte de una colectividad y que como tal debemos actuar.

Bibliografa Asturias, Miguel Angel. Hombres de Maz. 5a ed. Buenos Aires: Editorial Losada, S.A. , 1967. Callan, Richard. Miguel Angel Asturias . New York : Twayne Publishers, Inc., 1970. Campbell, Joseph. The Hero with a Thousand Faces. Princeton: Princeton University Press, 1968. Paz, Octavio. El arco y la lira. 3a ed. Mxico: Fondo de Cultura Econmica, 1972. Rodrguez, Alfonso. La estructura mtica del Popol Vuh. Miami: Ediciones Universal, 1985

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