Cómo Se Analiza Una Novela
Cómo Se Analiza Una Novela
Cómo Se Analiza Una Novela
INTRODUCCIN
A
pesar de que en nuestro da a da apenas lo percibamos, el hombre es por ex-
celencia un animal narrativo. Desde la infancia, el nio entra en contacto con
una galaxia plagada de narraciones que tendr que aprender a descifrar: lo que en
principio es slo una mera sucesin de ilustraciones o palabras ( las de las canciones
infantiles, los cuentos, los dibujos animados) se hilvana y convierte en historias con
planteamiento, nudo y desenlace. Y ello gracias a la competencia narrativa de nues-
tra cultura, es decir, a esa capacidad de comprender y crear narraciones que los ha-
blantes vamos adquiriendo con nuestro aprendizaje cultural ( Valles Calatrava, :cc:,
p. :oo).
Afrma el escritor italiano Claudio Magris que quien narra una historia, cuenta el
mundo. La narracin es un vehculo para entender la realidad y para comunicarnos
con los dems. Sin conciencia de ello, la utilizamos diariamente en nuestras relaciones
familiares y laborales ( porque contamos qu tal nos ha ido en el dentista o nuestro fn
de semana), y absorbemos a su vez las narraciones de los anuncios publicitarios, de
las noticias y reportajes de la prensa y televisin, de las pelculas, de los chistes, de la
msica de moda y hasta de los videojuegos.
No nos puede extraar, pues, que muchas de las manifestaciones artsticas del ser
humano se materialicen en el relato, y que el narrativo se haya convertido en uno de
los tres grandes gneros de la trada, junto al lrico y al dramtico. Ya antes de que la
Literatura se tornara littera ( se plasmara en letra, por tanto), la oralidad sostena un
gran cauce de narraciones, a menudo de carcter mtico o religioso. Leyendas, fbu-
: . I nt r oducci n
:. El pact o nar r at i vo: aut or, aut o r i mpl c i t o , nar r ador
, . Hi s t o r i a y di s c ur s o , de Ar i s t t el es a l a nar r at ol og a
. El di s cur s o nar r at i vo ( i ) : a) La voz
, . Bi bl i og r af a bs i ca
CMO SE ANALIZA UNA NOVELA.
TEORA Y PRCTICA DEL RELATO, I
CAROLINA MOLINA FERNNDEZ*
IES Augustbriga. Navalmoral de la Mata
* Car ol i na Mol i na es doct or a por l a Uni ver s i dad de Ext r emadur a. Reci ent ement e
ha publ i cado Gabr i e l Gar c a Mr que z: c r ni c a y no v e l a , Ccer es : Uni ver s i dad, :cco.
PER ABBAT
o
las, mitos y poemas picos cedieron su lugar en la historia a otras manifestaciones
narrativas como la novela o el cuento, pero a pesar de su diferente transmisin ( oral,
escrita), de su modo de presentacin ( verso, prosa) o de su procedencia, todas tienen
en comn el hecho de contar una historia.
Pero, por qu es narrativo un texto? Cules son los rasgos que nos permiten
afrmar que una obra como Don Quijote de La Mancha es una novela? La Teora Li-
teraria, como disciplina encargada de refexionar acerca del carcter literario de los
discursos, ha intentado responder a preguntas semejantes. A este respecto, el siglo xx
nos ha deparado un importante volumen de estudios que han alumbrado el camino,
hasta el punto de que hoy podemos hablar de una ciencia de los relatos a la que se le ha
bautizado con el nombre de Narratologa.
En las siguientes pginas intentaremos, pues, ofrecer un compendio de aquellos
aspectos de la teora del relato que nos permitan acercarnos a la narracin literaria
con una perspectiva un tanto ms crtica. Se trata de profundizar un poco ms en lo
que Garca Mrquez ha llamado, con una metfora muy ilustradora, los tornillos del
relato, es decir, en aquellos elementos que ayudan a armar una novela. Para ello, se
ha recurrido con frecuencia a textos narrativos que ilustran las refexiones tericas.
Con el anlisis no se pretende ejercitar una mera diseccin entomolgica: estas pgi-
nas son un ejercicio de lectura que se vale de instrumentos de precisin retricos. Sin
lugar a dudas, profundizar en los textos narrativos puede ayudarnos en esa labor de
ensear a descodifcar mensajes que realizamos los profesores en las horas de Lengua
y Literatura.
:. EL PACTO NARRATIVO: AUTOR, AUTOR I MPL CI TO Y NARRADOR
Abrir un libro, aceptar un trato
Hay un breve relato de Julio Cortzar, La continuidad de los parques ( recogido en
Juegos. Ritos. Azares ), que como otros muchos del escritor argentino refere un hecho
imposible, que se ha aderezado esta vez con ecos cervantinos y reminiscencias de
novela negra. El protagonista de este cuento se sienta en un silln, mirando a su jar-
dn, y comienza a leer la novela por la que se siente fascinado en los ltimos tiempos.
Inmerso por completo en la trama, no es consciente de que en ese libro se planea su
propio asesinato. Los personajes de la narracin preparan un homicidio, que resulta
ser el del lector personaje: ste contempla absolutamente inconsciente su propio fn.
El ttulo del cuento alude a la imposible fusin entre la vida novelesca y la vida real:
el parque que contempla desde su ventana el protagonista se solapa al otro bosque, al
de los seres de papel. Dicho espacio fsico, tan recurrente en la literatura y en el folklo- seres de papel seres de papel
re, se torna mgico pasadizo entre la novela y la vida, y de ah ese ttulo tan misterioso
que recalca la continuidad. El protagonista del cuento no ha sabido o no ha podido
diferenciar entre la fccin y el mundo real, de la misma manera que Don Quijote
tampoco pudo discernir entre un yelmo y una baca de barbero.
CMO SE ANALI ZA UNA NOVELA
;
El cuento de Julio Cortzar resalta un aspecto que es comn a toda literatura: en
el acto de leer, nos abandonamos por completo al autor del libro, aceptamos aquello
que nos cuenta como si fuera verdad, y tales condiciones duran hasta el momento de como si como si
cerrarlo. Cuando abrimos un relato literario ( novela, cuento, poema pico... ), hemos
de admitir como real aquello que se nos cuenta. Es decir, como lectores nos entrega-
mos por completo al mundo que nos ofrece el autor, y de ninguna manera podemos
cuestionar las verdades que contiene dicha obra. A nadie se le ocurre, por ejemplo,
poner en duda que el padre del nio que concibe Fortunata sea Juan Santa Cruz ( en
Fortunata y Jacinta), o que una jovencita se vea obligada a casarse con un monstruo
en el cuento La Bella y la Bestia, o que los extraterrestres invadan la tierra como
detalla George Orwell en La guerra de los mundos. No importa lo apegado a la reali-
dad, lo fantstico o lo descabellado de aquello que se nos refera: abrimos el libro,
y mientras no lo cerremos y nos olvidemos de l, hemos de suscribir todo lo que se
nos relata.
Ese contrato tcito que establece el receptor con cada una de las obras que des-
cifra ha recibido diversas denominaciones. El poeta ingls W. S. Colerigde lo llam
la willing suspension of disbelief, la voluntaria suspensin del descreimiento. Daro
Villanueva denomina a esto mismo la epoj literaria, utilizando un trmino procedente
de la flosofa griega clsica. Segn Villanueva, la epoj ( que se podra traducir como
suspensin del juicio) se produce cuando leemos un texto artstico y aceptamos
como aserciones o juicios autnticos los que se nos cuenta ( Villanueva, :,,:, p. ;;).
Jos Mara Pozuelo Yvancos habla del pacto narrativo, y es quiz esta expresin la
ms extendida entre los tericos espaoles:
En ef ect o, el di s cur s o del un r el at o es s i empr e una or g ani zaci n con-
venci onal que s e pr opone como ver dader a. En el mundo de l a f i cci n [ ]
per manecen en s us pens o l as condi ci ones de ver dad r ef er i das al mundo r eal
en que s e encuent r a el l ect or ant es de abr i r el l i br o. [ ] Es e pact o es el que
def i ne el obj et o l a novel a, el cuent o, et c. como ver dad y en vi r t ud del
mi s mo el l ect or apr ehende l as condi ci ones de Enunci aci n- Rece pci n que s e
dan en l a mi s ma [ ] . No hay novel a que no i nvi t e al l ect or a ace pt ar una r e-
t r i ca, una or denaci n convenci onal por l a que el aut or, que nunca es t pr o-
pi ament e como per s ona [ ] , acaba di s f r azndos e cons t ant ement e, cedi endo
s u papel a per s onaj es que a veces s on muy di s t i nt os de s . Ent r ar en el pact o
nar r at i vo es ace pt ar una r et r i ca por l a que l a s i t uaci n enunci aci n- r ece p-
ci n que s e of r ece dent r o de l a novel a es di s t i ngui bl e de l a s i t uaci n f uer a
de l a novel a ( Pozuel o Yvancos, : ,,, p. ::) .
Las palabras de Pozuelo profundizan en uno de los aspectos ms estudiados por
los tericos de la fccin literaria. Si por una parte est la literatura, con sus personajes
de papel, y por otro la vida, tendremos que afrmar que el autor nunca est propia-
mente como persona, que acaba disfrazndose constantemente, cediendo su papel
a personajes que a veces son muy distintos de s. As, por poner un ejemplo extremo,
el hecho de que Rasklnikov asesine a una vieja usurera en Crimen y castigo no quiere
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decir en absoluto que Dostoievski haya precisado probar tal experiencia para repre-
sentarla, de la misma forma que no hace falta haber estado en la Tierra Media para
describir a un hobbit como lo hace Tolkien ( aunque en ciertas pocas esto se olvida,
recordemos las acusaciones a Flaubert tras la publicacin de Madame Bovar y, y el
famoso aserto Madame Bovary, cest moi).
Sucede que los escritores, conscientes de la efectividad del pacto narrativo, a me-
nudo favorecen la exhibicin y relevancia de algn aspecto biogrfco ( aunque slo
sea el nombre) en sus propios relatos. Con ello se logra un efecto de gran verosimi-
litud: por ejemplo, en Pabelln de reposo ( :,,), de Camilo Jos Cela, un tal C.J.C.
frma muchas de las cartas que conforman esta obra, y el protagonista de El castillo
( :,:o) de Kafka aparece nombrado siempre como K; inevitablemente, pensamos
que alguna relacin tienen ambas siglas con estos dos escritores. Hay incluso algunos
autores que se convierten en verdaderos seres de papel: recordemos que Miguel de
Unamuno es un personaje de Niebla ( :,:), o que en La vida exagerada de Martn
Romaa ( :,: ), novela de Bryce Echenique, un tal Alfredo Bryce Echenique llama
a la puerta de la habitacin parisina de Martn y mantiene una larga conversacin con
el joven.
El juego llega hasta tal punto que ciertos autores han bautizado con sus propios
nombres a los personajes narradores de sus novelas. En El filo de la navaja ( :,),
novela del escritor ingls William Somerset Maugham, el narrador dice llamarse So-
merset Maugham, y con frecuencia se hace alusin a su ofcio de escritor. Lo mismo
sucede en La piel ( :,,), del italiano Curzio Malaparte: el narrador, llamado Curzio
Malaparte, acompaa a las tropas americanas en su viaje por Italia, y detalla la cruel-
dad de los ltimos das de la Segunda Guerra Mundial. La ms reciente Soldados de
Salamina ( :cc: ), de Javier Cercas, est narrada por un periodista que curiosamente
se llama Javier Cercas, y que investiga un episodio confuso de la vida del falangista
Rafael Snchez Mazas.
Es verdad que el autor puede servirse de sus vivencias para su material narrativo,
pero en absoluto podemos afrmar que ese ser de papel, fccionalizado, sea el escritor
real, el de fuera de las pginas.
Quien escribe es quien existe?
Para salvar tal escollo, esa lnea que separa la vida y la novela, la teora literaria acu
los trminos tcnicos de autor y narrador. A pesar de que el lector comn tien-
da a manejarlos como sinnimos, conviene diferenciar ambos vocablos: autor es la
persona de carne y hueso, ser emprico que escribe la obra, su nombre suele aparecer
en la portada y con suerte frma ejemplares en las ferias del libro; el narrador, sin em- narrador narrador
bargo, es aquella instancia de la propia narracin que nos cuenta el relato, se trata de
un ente fcticio ms o menos personalizado ya lo veremos ms adelante, que en
ocasiones es bautizado con el mismo nombre que su creador. As, por ejemplo, Lza-
ro de Tormes es el narrador del Lazarillo, pero la crtica todava no se ha puesto de
CMO SE ANALI ZA UNA NOVELA
,
acuerdo en ponerle nombre a su annimo autor. La diferencia autor/narrador resulta
tan vieja como la propia literatura, y conviene tenerla en cuenta porque llamar autor
a quien narra ( por mucho que coincidan nombres y hechos biogrfcos) es hacer un
faco favor a los escritores, es tragar el anzuelo del pacto narrativo hasta en el propio
ejercicio de interpretar un texto.
Ahora bien, s que es cierto que en ocasiones los autores pueden exponer su ideo-
loga en las obras, y servirse de sus narradores para explicar su propia concepcin de
mundo. Por ejemplo, a juzgar por lo expuesto en La cabaa del To Tom ( :,:), tende-
remos a pensar que su autora, Harriet B. Stowe, se muestra a favor de la abolicin de
la esclavitud, de la misma manera que tras leer Germinal ( :,) de mile Zola nadie
creer que el naturalista francs considera justas las formas de vida de los mineros
en el siglo xix: en ambos casos, percibimos la denuncia de las condiciones de miseria
en dos continentes y en dos pocas. Ello sucede tambin en otras disciplinas artsticas
como el cine: despus de haber visto, por ejemplo, La lista de Schindler ( :,,,) de
Steven Spielberg o El pianista ( :cc:) de Roman Polanski es difcil que un especta-
dor considere que ambos cineastas se muestran a favor, o siquiera son indiferentes,
a la barbarie del nazismo. En estos casos, podramos afrmar que las ideas del autor
real, ser de carne y hueso, coinciden con lo expuesto en las novelas o en las pelculas.
Pero, qu sucede, por ejemplo, en las obras por encargo?, qu ocurre cuando nada
sabemos del autor? Pensemos que durante los Siglos de Oro espaoles muchos dra-
maturgos escribieron textos dramticos donde se ensalzaba el sistema monrquico
y la fgura del rey: era sta la verdadera opinin de sus autores, o tan slo cumplan
con su deber de asalariados?
Precisamente porque no siempre las ideas del autor real han de coincidir con las
del narrador, la teora del relato emplea otro vocablo al aludir a la representacin del
autor en la novela. En :,o:, el crtico ingls Wayne Booth utiliz en su libro La ret-
rica de la ficcin el sintagma autor implcito para referirse a la imagen del autor, a la
idea del autor que nos queda despus de la lectura:
Segn s u def i ni dor [ s e r ef i er e a Boot h] , el aut or i mpl ci t o es l a i mag en
que el aut or r eal pr oyect a de s mi s mo dent r o del t ext o. Se t r at a, pues, de
una r eal i dad i nt r at ext ual aunque no s i empr e expl ci t ament e r e pr es en-
t ada el abor ada por el l ect or a t r avs del pr oces o de l ect ur a, que puede
ent r ar en abi er t a cont r adi cci n con el nar r ador. Es un hecho es peci al ment e
evi dent e cuando el nar r ador l evant a s os pechas s obr e s u s i ncer i dad o ver da-
der o conoci mi ent o de l os hechos. Lo i mpor t ant e es que el aut or i mpl ci t o
s i ent a l as bas es, l a nor mas s egn Boot h, de car ct er mor al que r i g en el
f unci onami ent o del r el at o y, cons i gui ent ement e, s u i nt er pr et aci n ( Gar r i do
Dom nguez, : ,,o, p. : : o) .
Por tanto, y de modo general, las ideas del autor implcito suelen coincidir con
las del autor real, aunque hay numerosos ejemplos donde no slo no armonizan sino
que son plenamente contradictorias. El caso de Fernn Caballero es ilustrativo a este
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o
respecto: Cecilia Bhl de Faber, autora absolutamente liberal en su vida real, defendi
siempre posturas reaccionarias en sus novelas ( y as lo demostr Montes Doncel, en
una monografa de :cc: ).
No todos los tericos del relato se muestran a favor de esta nocin de autor impl-
cito ( es un ejemplo relevante el de Grard Genette, de l hablaremos ms adelante),
pero lo cierto es que se trata de un concepto que ayuda a entender de qu forma la
vida y la literatura tienen nexos en comn, a pesar de que los separe la frontera del
papel:
Afrma Roland Barthes, y es un aserto que se repite mucho entre los tericos de
la fccin, que quien escribe no es quien existe: como acabamos de ver, el narrador
puede llegar a ser una entidad muy diferente al autor, aunque tambin es posible que
las lneas del relato se conviertan en resquicios de la ideologa de este ltimo. He aqu
una de las grandezas del pacto narrativo.
,. HI STORI A Y DI SCURSO, DE ARISTTELES A LA NARRATOLOGA
Un breve paseo por la reflexin sobre el relato
Como puede suponerse, existen mltiples y muy diferentes acepciones de relato,
casi tantas como escuelas y autores se han acercado a l, de forma que resulta muy
difcil conformar una defnicin que satisfaga plenamente ( un intento loable es la
entrada narracin del Diccionario de trminos literarios de D. Estbanez Caldern).
Ahora bien, en Occidente la primera refexin sobre el hecho de narrar corresponde
a los clsicos, en concreto a Aristteles. Tanto en la Potica como en la Retrica, el
flsofo griego formul algunas propuestas que han cimentado las deliberaciones
posteriores sobre el texto narrativo.
AUTOR LECTOR
NOVELA:
AUTOR I MPL CI TO
( i deol og a del aut or )
NARRADOR
PACTO NARRATI VO
CMO SE ANALI ZA UNA NOVELA
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Esa larga cadena de refexin sobre la narratio ( que continuaron Quintiliano, Cice-
rn, las retricas y poticas medievales y renacentistas... ) es recogida por las distintas
escuelas del siglo xx; especial relevancia han adquirido para el anlisis narrativo las
propuestas del Formalismo Ruso.
Movidos por la pretensin de buscar la literariedad ( es decir, aquello que ms
all del tema dota a un texto de carcter literario), los formalistas rusos inauguraron
un modelo de anlisis inmanente, ajeno por tanto a todo aquello que no estuviera
en el texto. A los formalistas rusos les preocupaba la forma del relato y no tanto
el contenido o los aspectos biogrfcos que se cuelan tras la palabra artstica, y con ello
se alejaron enormemente de los modos de la crtica decimonnica. Son un resultado
de tales planteamientos la famosa Morfologa del cuento del folclorista Vladimir Propp,
as como las investigaciones de Tomachevki, Tinianov, Sklovski, Eichenbaum... Todos
estos estudios se consideran hoy un referente para los narratlogos.
A pesar de que el Formalismo Ruso se consolida como escuela terico-literaria
en la dcada de los veinte, sus aportaciones se conocieron muy tarde en Europa,
en torno a los aos sesenta. Resultaron determinantes el tratado de Vctor Erlich
( El formalismo ruso, de :,o,) y la recopilacin y traduccin que hizo Tzvetan Todorov
de algunos de estos estudios ( Teora de la literatura de los formalistas rusos, de :,;c).
Sucede que la difusin de tales ideas no es ajena al auge del Estructuralismo, y que
esta corriente lingstica, bajo el magisterio de Jakobson ( quien ya haba pronunciado
su famosa conferencia Lingstica y Potica), absorber muchos de los fundamentos
de los formalistas rusos.
El Estructuralismo, especialmente en su rama francesa, se afana en confgurar
una gramtica del relato, un modelo descriptivo y terico de validez general: ha
nacido la Narratologa. Autores como Greimas, Brmond, Barthes, Todorov, Genette
publicarn a lo largo de los setenta estudios donde se combinaban las propuestas te-
ricas y su aplicacin prctica en obras como el Decamern, Las amistades peligrosas,
En busca del tiempo perdido, el noveau roman... Hoy en da, muchos de estos estudios
han sido criticados porque su excesivo apego al texto y su estructura impedira ver
la complejidad de ese fenmeno comunicativo que es la literatura, pero lo cierto es
que abrieron una brecha en las investigaciones sobre la narrativa. Tampoco podemos
olvidar que el mundo anglosajn, con los escritores Henry James y E. M. Forster
en la vanguardia, ha originado una interesante produccin de la mano de Wayne
Booth, Norman Friedman, Seymour Chatman, cuyas monografas se han conver-
tido ya en clsicos del relato. En el mbito hispnico, cabe destacar trabajos como
los de Mario Baquero Goyanes ( Estructuras de la novela actual ) y M. del Carmen Estructuras de la novela actual Estructuras de la novela actual
Bobes Naves ( Teora general de la novela), ambos con una perspectiva semitica muy
enriquecedora.
Tras la explosin estructuralista de los aos oc y ;c, no podemos olvidar la im-
portancia que para los estudios del relato posee la refexin de otras escuelas terico-
literarias como la Esttica de la Recepcin, la Lingstica del Texto o la Pragmtica
Literaria. Y todava falta por ver, en los prximos aos, las aportaciones de las teoras
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:
feministas, del postcolonialismo o de los estudios del canon ( para una explicacin de
todas estas corrientes, es muy recomendable la monografa coordinada por D. Villa-
nueva, Curso de Teora de la Literatura, :,,).
El qu y el cmo: historia y discurso
En su Potica, Aristteles estableci una distincin que ha cimentado gran parte de
las especulaciones posteriores sobre el hecho narrativo: el flsofo griego adverta ya
de que una cosa son los hechos, los sucesos de una historia, y otra un tanto diferente
el modo en que se organizan tales acciones, la estructuracin, la composicin de
los hechos ( Potica: :,ca y ss). Dicho de otra forma, para Aristteles convena dis-
tinguir entre qu se cuenta y cmo se cuenta, entre el suceso en s y la fbula ( myths
es el vocablo que emplea). Por ejemplo, la conocidsima Caperucita Roja resultara
un tanto divergente si convertimos en narradora de su aventura a la propia nia, si
se cuenta desde la perspectiva de un lobo hambriento que se topa con un exquisito
manjar, o si comenzamos la historia por el fnal. En cualquiera de los tres casos, el ar-
gumento la historia es el mismo, pero variara notablemente el discurso, la forma
en que se exponen y organizan las acciones del cuento.
Esta divergencia entre el qu ( historia) y el cmo ( discurso) ha sido mantenida
por quienes se han ocupado de la narracin a lo largo del siglo xx. Es cierto que los
narratlogos han recurrido a diferentes designaciones a veces con esquemas un
poco ms complicados, es el caso del de G. Genette ( :,,), pero todas fomentan
una dicotoma que recuerda a la del signifcante/signifcado, enunciacin/enunciado,
verba/res empleada por la Lingstica ( vid. Chatman, :,,c, pp. :,:;). La siguiente
tabla recoge las denominaciones ms empleadas; como se observa, algunas de ellas se
citan en sus lenguas de origen pues as se las encontrar el lector en las monografas
especializadas. En cualquier caso, utilizaremos para estas pginas la ltima de ellas,
perteneciente a la Narratologa estructural (recogida por Bal, :,,, y Chatman, :,,c):
Resulta muy interesante comprobar cules son los procedimientos que tornan
una historia ms o menos conocida, ms o menos previsible, en discurso novelesco.
Por ejemplo, un tema muy recurrente en el siglo xix, el adulterio femenino, propi-
ci varias novelas varios discursos bastante disparejos entre s ( Madame Bovar y
de Flaubert, Ana Karenina de Tolstoi, La Regenta de Clarn, El primo Basilio de Ea
QU CMO
Ar i s t t el es s uces o f bul a ( my t h s )
For mal i s mo t r ama ar gument o ( sjuzet )
Cr t i ca angl os aj ona s t o r y pl o t
Nouvel l e cr i t i que r c i t r ac o nt r c i t r ac o nt ant
Nar r at ol og a hi s t or i a di s cur s o
CMO SE ANALI ZA UNA NOVELA
de Queirs), y as lo ha advertido la crtica. Los escritores son muy conscientes de
que la literatura se hace, sobre todo, cincelando la forma, convirtiendo una historia en
una estructuracin, en una composicin nica y peculiar. El principio de Crnica
de una muerte anunciada de Garca Mrquez nos ofrece una sencilla muestra de qu
tipo de operaciones puede realizar un novelista para transformar la materia narrativa
( las cursivas son nuestras):
El d a que l o i ban a mat ar, Sant i ag o Nas ar s e l e v ant a l as 5. 30 de l a maana
par a es per ar el buque en que l l eg aba el obi s po. Hab a s o ado que at r aves aba
un bos que de hi guer ones donde ca a una l l ovi zna t i er na, y por un i ns t ant e
f ue f el i z en el s ueo, pe r o al de s pe r t ar s e s i nt i por compl et o s al pi cado de
cag adas de pj ar os. Si empr e s oaba con r bol es , me di j o Pl c i da Li ne r o, s u
madr e , e v o c ando ao s de s pu s l os por menor es de aquel l unes i ng r at o. La
s e mana ant e r i o r hab a s o ado que i ba s ol o en un avi n de papel de es t ao que
vol aba s i n t r opezar por ent r e l os al mendr os , me di j o. Ten a una r e put aci n
muy bi en g anada de i nt r pr et e de l os s ueos aj enos, s i empr e que s e l os con-
t ar an en ayunas, per o no hab a adver t i do ni ngn augur i o aci ag o de es os dos
s ueos de s u hi j o, ni en l os ot r os s ueos con r bol es que l l e hab a cont ado
en l as maanas que pr ecedi er on a s u muer t e.
Tampoco Sant i ag o Nas ar r econoci el pr es agi o. Hab a dor mi do poco y
mal , s i n qui t ar s e l a r opa, y de s pe r t c o n do l o r de c abe za y con un s edi ment o
de es t r i bo de cobr e en el pal adar, y l os i nt er pr et como es t r ag os nat ur al es
de l a par r anda de bodas que s e hab a pr ol ong ado has t a de s pu s de l a me di a no -
c he . Ms an: l as muchas per s onas que encont r des de que s al i de s u cas a a
l as o. c, has t a que f ue de s t azado c o mo un c e r do una ho r a de s pu s , l o r ecor daban un
poco s ool i ent o per o de buen humor, y a t odos l es coment de un modo ca-
s ual que er a un d a muy her mos o ( Cr ni c a de una mue r t e anunc i ada , pp. ;) .
El fragmento refere las ltimas horas de vida de Santiago Nasar: el asesinado
haba tenido diferentes sueos a lo largo de la semana que precedi a su fn, ha asis-
tido a una boda la noche anterior, suea con un bosque de higuerones, se despierta
con dolor de cabeza, se levanta a las ,.,c de la maana, sale de su casa a las o.c,,
y es asesinado como un cerdo una hora despus. Toda esta informacin, adems, es
recogida por el narrador veintisiete aos despus en boca de su madre. El resumen
que se acaba de esbozar ( es decir, la historia) nada tiene que ver con la forma en que
se ha dispuesto, con el discurso fnal.
Se podr comprobar por los subrayados que tales referencias no aparecen en el or-
den en que han sido enunciadas: el narrador se ha encargado de romper por completo
la linealidad cronolgica, de modo que el pasaje transmite un absoluto caos temporal.
Evidentemente, esta operacin sobre la historia posee una intencin, significa algo:
un poco ms adelante averiguaremos que quien narra pretende reconstruir el crimen
de este amigo de la juventud bastantes aos despus, y para ello ha regresado al pue-
blo con el propsito de entrevistar a todos aquellos que lo vivieron. Como sabrn
quienes hayan ledo la obra, el trasfondo policaco de la novela no est descubrir la
identidad del asesino ( la muerte se nos anuncia desde el ttulo), sino en la difcultosa
PER ABBAT
cuenta sola y que no hay un entramado discursivo sustentado por la instancia vocal.
Es el narrador invisible del naturalismo, pero tambin el de grandes novelas del siglo
xx como Manhattan Transfer ( :,:,) de John Dos Passos, La peste ( :,;) de Albert
Camus ( en la que la objetividad narrativa permite un interesante juego de heterodi-
gesis y homodigesis), o La cancin del verdugo ( :,;,) de Norman Mailer.
El relato homodiegtico
Un tanto diferentes a lo hasta ahora visto son los narradores homodiegticos, aquellos
que participan ( bien como protagonistas, bien como meros espectadores) de la histo-
ria que cuentan. El principio de otra gran novela francesa, El extranjero ( :,:) del ya
citado Albert Camus, constituye uno de los ejemplos ms llamativos de las mltiples
homodigesis que podamos encontrar en la novela del siglo xx:
Hoy, mam ha muer t o. O t al vez ayer, no s . He r eci bi do un t el eg r ama
del as i l o: Madr e f al l eci da. Ent i er r o maana. Sent i do ps ame . Nada qui er e
deci r. Tal vez f ue ayer.
El as i l o de anci anos es t en Mar eng o, a ochent a ki l met r os de Ar g el . To-
mar el aut obs de l as dos y l l eg ar por l a t ar de, as podr vel ar l a y r eg r es ar
maana por l a noche. He pedi do a mi pat r n dos d as de per mi s o que no me
pod a neg ar con una excus a s emej ant e. Per o no par ec a s at i s f echo. Ll egu
i ncl us o a deci r l e: No es cul pa m a . No r es pondi . Pens ent onces que no
deb a habr s el o di cho. Por s upues t o, no t en a por qu di s cul par me. Er a a
l , ms bi en, a qui en cor r es pond a dar me el ps ame. Per o l o har s i n duda
pas ado maana, cuando me vea de l ut o. Por el moment o, es un poco como
s i mam no hubi es e muer t o. Des pus del ent i er r o, por el cont r ar i o, s er un
as unt o r es uel t o y t odo habr r eves t i do un ai r e ms of i ci al .
Sal en el aut obs de l as dos. Hac a mucho cal or. Com en el r es t aur ant e
de Cel es t e, como de cos t umbr e. Todos es t aban muy apenados por m , y Ce-
l es t e me di j o: Sl o hay una madr e . Cuando s al me acompaar on haci a l a
puer t a. Yo es t aba un poco at ur di do, por que f ue neces ar i o que s ubi er a a cas a
de Emmanuel par a que me pr es t as e una cor bat a neg r a y un br azal et e. Per di
a s u t o hace al gunos mes es.
Hube de cor r er par a no per der el aut obs. Es a pr i s a, es a car r er a, t odo
el l o s i n duda, aadi do al t r aquet eo, al ol or de l a g as ol i na, a l a r ever ber a-
ci n de l a car r et er a y el ci el o, hi zo que me ador meci er a. Dor m dur ant e cas i
t odo el t r ayect o. Cuando des per t , es t aba echado cont r a un mi l i t ar, que me
s onr i y me pr egunt s i ven a de l ej os. Cont es t s par a no habl ar ms
( El e xt r anj e r o , pp. ,: c) .
El extranjero de Albert Camus es una muestra de relato homodiegtico cuyo na-
rrador es protagonista, y no slo mero espectador, de los hechos. Estamos, pues, ante
lo que Grard Genette ha bautizado como relato autodiegtico. Los verbos en 1. per-
sona del singular apuntan a dicha digesis: tomar, llegar, he pedido, llegu,
pens, sal. Adems de este signo tan notorio, hay otros indicios de la coherente
construccin homodiegtica: por un lado, el personaje-narrador no puede acceder a
lo que piensan los personajes, de modo que ha de utilizar verbos que refejan esa per-
CMO SE ANALI ZA UNA NOVELA
cepcin semnticamente. As, al comentar la reaccin de su jefe respecto a la noticia
de la muerte de la madre, precisa: Pero no pareca satisfecho, efectivamente tan slo
puede anotar sus impresiones ( pareca), porque al contrario de los omniscientes una
voz homodiegtica posee limitaciones cognitivas y perceptivas.
Estas restricciones tambin se observan en la pequea elipsis originada por el sue-
o del personaje. Al estudiar el tiempo veremos que la narratologa denomina elipsis a
los frecuentsimos saltos en el tiempo de la historia, muchas veces con gran relevancia
en el discurso. Esta elipsis a la que nos referimos ahora apuntala la coherencia de esta
voz: Dorm durante casi todo el trayecto. Cuando despert, estaba echado contra
un militar. Evidentemente, quien narra no puede contar qu ha sucedido mientras
est durmiendo, de modo que el discurso ha de prescindir de ese perodo de tiempo
inaccesible al narrador.
Ahora bien, cmo es este personaje-narrador que descubrimos los lectores al
comienzo de El extranjero? Indudablemente, estamos ante un inicio in medias res
verdaderamente llamativo. Parece claro que Camus ha pretendido epatarnos ( perm-
tasenos el galicismo) con un principio sorprendente, que revalida la teora del extra-
amiento expresada por los formalistas rusos, para quienes la principal caracterstica
de la literatura era extraar al receptor. Se trata de un comienzo inquietante, que en
alguna medida anuncia la cierta sensacin de zozobra que puede llegar a tener un re-
ceptor durante la lectura de esta novela.
Porque ya desde aqu llaman la atencin los signos de duda ( O tal vez ayer, no s,
tal vez) que manifesta el narrador. El personaje parece estar desorientado respecto
a la cronologa, y ello se refeja en la mezcla de tiempos verbales ( pasados, presentes y
futuros) que condensan estas pocas lneas: he recibido, tomar el autobs, lo har
sin duda pasado maana, es un poco como si mam no hubiese muerto, sal en sal sal
el autobs, hube de correr, hube de correr hube de correr hizo que me adormeciera, dorm. En qu momento dorm dorm
se sita el tiempo de la enunciacin respecto a lo enunciado, es decir, cunto lapso
ha transcurrido desde que suceden los hechos ( la historia) hasta que el narrador los
plasma en el discurso? En un principio, tendemos a atribuir estas manifestaciones de
incertidumbre cronolgica al estado de conmocin por la noticia recibida ( yo estaba
un poco aturdido, dir ms adelante), pero lo curioso es que este tipo de exhibicio-
nes se perpetan a lo largo de la novela. Meursault, que as se llama el narrador y pro-
tagonista de El extranjero, es un ser desubicado; quien se halle interesado puede com-
probar que sintagmas del tipo yo no comprenda, yo no saba son muy frecuentes
a lo largo de sus pginas ( as, en las veinticinco primeras: Como yo no entenda; Sin
embargo, no los oa; De vez en cuando solamente, oa un ruido singular y no poda
comprender de qu se trataba; No o el nombre de la seora y comprend tan slo
que era la enfermera delegada).
Advirtase adems que el narrador no muestra en ningn momento signos de
dolor, y de hecho un poco despus del fragmento reproducido reconocer el escaso
contacto con su madre: durante el ltimo ao apenas vine aqu [ se refere al asilo]. Y
tambin porque venir anulaba mi domingo, sin contar con el esfuerzo de ir al autobs,
PER ABBAT
o
de tomar los billetes y de hacer dos horas de viaje. Es sorprendente la crudeza con
que se nos manifesta el poco apego a la progenitora, pero es que pensemos que en
el segundo prrafo de la novela nos percatamos de que la mujer est en un asilo ( con
todo lo que puede signifcar un asilo de ancianos en una colonia francesa de los aos
cuarenta), que su intencin es velarla y regresar pronto, califca de excusa el viaje,
habla de asunto resuelto despus del entierro, y parece preocuparle tan slo el aire
ofcial que revista todo.
Por otra parte, este narrador no parece asumir en ningn momento las palabras
de los otros, hasta el punto de que recoge siempre en estilo directo las intervenciones
de los dems, y las suyas propias. Se nos reproducen literalmente el telegrama, sus
respuestas al patrn y al soldado del autobs ( Llegu incluso a decirle: no es culpa
ma; Contest s para no hablar ms), y el psame de la mujer del restaurante
( Celeste me dijo: Slo hay una madre). Veremos al analizar el modo que la vero-
similitud determina, en muchos casos, la fel reproduccin de las conversaciones; sin
embargo, parece que en este caso el narrador ha buscado a su vez el alejamiento de
todo y todos, como si el personaje no quisiera implicarse en aquello que est diciendo,
como si quisiera permanecer ajeno a su propia historia. Reproducir en estilo directo
los dilogos de los dems personajes es establecer una separacin tambin tipogr-
fca entre las palabras del narrador y las de los interlocutores.
De todo lo expuesto hasta aqu, podemos refexionar acerca de cul es la impre-
sin que tiene el lector del personaje tras la lectura de estas lneas. Pensemos que no
se ha dudado en determinar todos aquellos aspectos que dibujan a Meursault como
un ser egosta, que vive ajeno a la propia madre, y al que de su muerte slo parecen
preocuparle las incomodidades que le acarrea. Desde luego, al menos hasta este punto
parece claro que este autor implcito no se muestra muy de acuerdo con la actitud de
su narrador.
( Contina en el nm. de Per Abbat )
,. BIBLIOGRAFA BSICA
Estudios
ARISTTELES, Potica, ed. de V. Garca Yebra, Madrid: Gredos, :,;.
La l ect ur a de Ar i s t t el es puede s er un excel ent e modo de i ni ci ar s e en l a t eor a
s obr e l a nar r at i va, pues t o que el f i l s of o g r i eg o es el punt o de par t i da de mu-
chas de l as r ef l exi ones que l l enan l os t r at ados del s i gl o xx.
BAJTIN, Mijail, Teora y esttica de la novela, Madrid: Taurus, :,,.
Es t e l i br o del t er i co r us o Mi j ai l Baj t i n es una de l as monog r af as que ms
i nf l uj o ha t eni do en aquel l os que s e han acer cado a l a novel a des de l os ms
di ver s os mbi t os. En l podemos encont r ar noci ones como l as de cr onot opo ,
di al ogi s mo y pl ur i l i ngi s mo , comunes hoy en l os es t udi os s obr e l a nar r a-
t i va, adems de un i l umi nador anl i s i s de l os di s t i nt os t i pos de novel a ( g r i eg a,
cabal l er es ca, pi car es ca) .
CMO SE ANALI ZA UNA NOVELA
;
BAQUERO GOYANES, Mario, Estructuras de la novela actual, Madrid: Estructuras de la novela actual Estructuras de la novela actual
Castalia, :,,,.
En cons onanci a con el Es t r uct ur al i s mo de l os aos s et ent a, Baquer o Goyanes
hi zo en es t a monog r af a un r ecor r i do por l as f or mas de l a novel a y s i s t emat i z
al gunos de s us cauces es t r uct ur al es, como el vi aj e, el di l og o o l a conj unci n
de punt os de vi s t a. Su l ect ur a, a pes ar del t t ul o, per mi t e ent ender l a evol uci n
de l a novel a a l o l ar g o de l os s i gl os.
BAL, Mieke, Teora de la narrativa, Madrid: Ctedra, :,,.
Es t e br eve l i br i t o de Mi eke Bal cons t i t uye, j unt o con l a monog r af a de Seymour
Chat man ci t ada ms abaj o, un buen pr i nci pi o par a el apr endi z de nar r at l og o.
Se hace un r ecor r i do exhaus t i vo por t odas l as cat eg or as nar r at ol gi cas que s e
t r at an en l as dos par t es de es t e i nf or me.
BOBES NAVES, Mara del Carmen, Teora general de la novela. Semiologa de La Re-
genta, Madrid: Gredos, :,,.
La monog r af a s upus o un hi t o en l a hi s t or i a de l a cr t i ca en Es paa. Apl i cando
l as her r ami ent as de l a s emi ol og a, Bobes Naves r eal i za un anl i s i s de La Re -
g e nt a que es un excel ent e ej empl o de cmo combi nar l a t eor a l i t er ar i a con l a
cr t i ca.
BOBES NAVES, Mara del Carmen, La novela, Madrid: Sntesis, :,,.
En La no v e l a Bobes Naves hace un r ecor r i do di acr ni co y s i ncr ni co por es t e
gner o l i t er ar i o, r evel ando as pect os s obr e l a s i nt axi s, l a s emnt i ca y l a pr agm-
t i ca de s t a. La aut or a s uper a el es quema de l a nar r at ol og a es t r uct ur al y abor da
el t ext o nar r at i vo des de l as di f er ent es es cuel as t er i co- l i t er ar i as del s i gl o xx.
BOOTH, Wayne, Retrica de la ficcin, Barcelona: Bosch, :,;.
El l i br o de Wayne Boot h es ya un cl s i co par a l a t eor a de l a novel a. Es peci al
i mpor t anci a t i ene el hecho de que en es t a monog r af a apar ece el conce pt o au-
t or i mpl ci t o , que s i gue vi g ent e en l a act ual t eor a nar r at i va, ms de t r ei nt a
aos des pus de que Boot h l o acuar a.
CHATMAN, Seymour, Historia y discurso. La estructura narrativa en la novela y en el
cine, Madrid: Taurus, :,,c.
El l i br o de Seymour Chat man es qui z el t r at ado de nar r at ol og a ms ameno y
de ms f ci l l ect ur a par a aquel l os que qui er an acer car s e a es t a di s ci pl i na. Chat -
man apel a cont i nuament e a l os ej empl os, muchos de el l os de or i g en ci nemat o-
g r f i co, l o que f aci l i t a s u as i mi l aci n y compr ens i n.
ESTBANEZ CALDERN, Demetrio, Diccionario de trminos literarios, Madrid:
Alianza Editorial, :,,,.
Se t r at a de un di cci onar i o muy r ecomendabl e, t ambi n par a l as ace pci ones r e-
l aci onadas con l a nar r at ol og a. Res pect o a di cci onar i os es pec f i cos s obr e t eor a
de l a nar r at i va, s on excel ent es l os de Car l os Rei s y el de Jos Val l es Cal at r ava,
ci t ados t ambi n en es t a bi bl i og r af a.
FORSTER, Edward Morgan, Aspectos de la novela, Madrid: Debate, :,,.
En es t e es t udi o de pr i nci pi os de s i gl o, qui z uno de l os pi oner os en el anl i s i s
de l a novel a, el f amos o es cr i t or i ngl s acuar noci ones como l as de per s onaj e
r edondo y per s onaj e pl ano , comunes hoy en l os manual es de Secundar i a. Se
t r at a de un ens ayo y como t al , For s t er des dea cual qui er vocabl o demas i ado
ci ent f i co o es pec f i co, l o que hace que s u l ect ur a r es ul t e s enci l l a.
PER ABBAT
8
GARRIDO DOMNGUEZ, Antonio, El texto narrativo, Madrid: Arco-Libros, :,,o.
El l i br o de Gar r i do Dom nguez r eal i za un exhaus t i vo r ecor r i do por t odos l os
as pect os t er i cos de l a nar r aci n. Puede s er muy t i l par a qui en bus que un
manual s obr e el t ext o nar r at i vo con una mi r ada s i s t emt i ca a l a t eor a de l a
l i t er at ur a del s i gl o xx.
GENETTE, Grard, Figuras III, Barcelona: Lumen, :,,.
Fi g ur as I I I es el l i br o de Genet t e donde apar ece r ecogi do s u f amos o Di s cur s o
del r el at o , l a monog r af a en l a que expl i car , a par t i r del anl i s i s de En bus c a
de l t i e mpo pe r di do de Mar cel Pr ous t , noci ones como l as de nar r ador het er odi eg-
t i co y homodi egt i co, f ocal i zaci n i nt er na o ext er na, pr ol e ps i s y anal e ps i s, et c. ,
conce pt os muy empl eados por l a cr t i ca y que en r eal i dad s e han conver t i do en
pat r i moni o de t odos l os nar r at l og os.
GENETTE, Grard, Nuevo discurso del relato, Madrid: Ctedra, :,,.
En el Nue v o di s c ur s o de l r e l at o Genet t e pr eci s a al gunos conce pt os de s u t eor a
nar r at ol gi ca expues t os en l i br os ant er i or es ( es peci al ment e en Fi g ur as I I I ) , y
r ebat e al gunas de l as cons i der aci ones que l a cr t i ca l e ha i do haci endo a l o l ar -
g o de l os aos. Es peci al i nt er s t i ene el as unt o del aut or i mpl ci t o, i ns t anci a
neg ada s i empr e por el nar r at l og o f r ancs.
GULLN, Germn y GULLN, Agnes, Teora de la novela, Madrid: Taurus, :,;.
En es t e l i br o l os compi l ador es r ecogi er on var i os t ext os en l os que g r andes
es cr i t or es hi s pni cos de di ver s as pocas ( Pr ez Gal ds, Or t eg a y Gas s et , P o
Bar oj a, Er nes t o Sbat o, Var g as Ll os a) r ef l exi onan acer ca del gner o que cul t i -
van. Son t odas pgi nas memor abl es y con g r an i nf l uenci a en l a t eor a l i t er ar i a
pos t er i or, y per mi t en ver cmo t ambi n l os cr eador es han r ef l exi onado muy
cer t er ament e s obr e l as car act er s t i cas de l a nar r at i va.
HAMON, Philippe, Introduccin al anlisis de lo descriptivo, Buenos Aires: Edicial, :,,:.
De f ci l l ect ur a, Hamon s e ha conver t i do en el aut or ms ci t ado en cues t i ones
r ef er i das al t ext o des cr i pt i vo ( s obr e t odo des de que es t a t i pol og a t ext ual es t
r ecogi da en el pr og r ama de bachi l l er at o) . El l i br o ot or g a muchas pi s t as acer ca
de cmo af r ont ar el anl i s i s y compr ens i n de un t ext o des cr i pt i vo, y ut i l i za
es peci al ment e par a el l o f r agment os de novel a f r ances a deci monni ca.
JAKOBSON, Roman, Lingstica y potica, Madrid: Ctedra, :,.
El l i br o r ecog e l a f amos s i ma conf er enci a de Jakobs on donde s e expl i can l as
f unci ones del l enguaj e, y l as r el aci ones ent r e el ej e par adi gmt i co y s i nt agm-
t i co en l i t er at ur a. En r eal i dad, r es ul t a de obl i g ada l ect ur a par a cual qui er f i l -
l og o.
MAINER, Jos Carlos, La escritura desatada. El mundo de las novelas, Madrid: Temas
de Hoy, :ccc.
Se t r at a de un ens ayo muy ameno acer ca de es a es cr i t ur a des at ada , gner o
i ncl as i f i cabl e, que es l a novel a. Muchas de l as cues t i ones que coment a Mai ner
a l o l ar g o de s us pgi nas han s i do t r at adas en es t e i nf or me de f or ma un t ant o
ms t er i ca.
MONTES DONCEL, Rosa Eugenia, Del estilo a la estructura en la novela de Fernn
Caballero, Sevilla: Diputacin, :cc:.
A pes ar de que l a monog r af a es un es t udi o s obr e l a novel a de Fer nn Caba-
l l er o, es t e l i br o puede s er vi r de excel ent e ej empl o de cmo apl i car el mt odo
CMO SE ANALI ZA UNA NOVELA
,
nar r at ol gi co al es t udi o de un aut or concr et o. Cont i ene abundant e t eor a de l a
nar r aci n, cl ar ament e expl i cada y coment ada.
POZUELO YVANCOS, Jos Mara, Teora de la narracin, en Villanueva, Curso,
:,,, pp. ::,:c.
Es t e ar t cul o cons t i t uye un excel ent e manual par a pr i nci pi ant es, por que expl i ca
l os as pect os ms i mpor t ant es de l a t eor a de l a nar r aci n, i ncl ui da l a nar r a-
t ol og a de l a hi s t or i a que aqu no hemos i ncl ui do. La bi bl i og r af a es s el ect a y
opor t una.
PROPP, Vladimir, Morfologa del cuento, Madrid: Fundamentos, :,;.
Es t e l i br o de Pr opp es un cl s i co en l os es t udi os del r el at o, y puede r es ul t ar
muy s ug es t i vo par a aquel l os i nt er es ados es peci al ment e en el cuent o popul ar.
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SENABRE, Ricardo, Literatura y pblico, Madrid: Paraninfo, :,o.
Es t e l i br o f ue uno de l os pr i mer os que, en el mbi t o hi s pni co, anal i z l a i m-
por t anci a de l a r ece pci n y el modo en que l a l i t er at ur a s e ve condi ci onada por
el pbl i co. Ri car do Senabr e des gl os a, des de l a cr t i ca, as unt os ver dader ament e
r el evant es par a l a t eor a de l a novel a, como l a exi s t enci a de l a novel a en cl ave,
l a coar t ada aut obi og r f i ca, o el or i g en del gner o des de l a per s pect i va de l a
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El l i br o de Enr i c Sul l es una pr eci s a r ecopi l aci n de f r agment os s obr e el cor -
pus exi s t ent e en t eor a de l a nar r aci n, y per mi t e el acces o en es paol a t ext os
de di f ci l cons ul t a en nues t r as bi bl i ot ecas, como el f amos o ar t cul o de Nor man
Fr i edman donde expl i ci t a l os di s t i nt os t i pos de nar r ador es, de l os que hemos
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Se t r at a de una compi l aci n de ar t cul os i mpr es ci ndi bl es par a conocer l as
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ci n o ext r aami ent o . Des t acan l os cer t er os anl i s i s nar r at i vos de Bor i s
Ei chenbaum: s us pgi nas s e han t or nado i mpr es ci ndi bl es par a l a nar r at ol og a.
VARGAS LLOSA, Mario, La orga per petua. Flaubert y Madame Bovar y, Barcelona:
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Es t e ens ayo es un es t upendo ej empl o del buen hacer cr t i co del es cr i t or per ua-
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l os mi s t er i os de Madame Bo v ar y y evi denci a por qu es t a novel a es uno de l os
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Te o r as de l r e al i s mo l i t e r ar i o es una monog r af a i mpr es ci ndi bl e par a aquel l os que
qui er an acer car s e a l a novel a de f or ma un poco ms pr of unda, pues t o que aun-
PER ABBAT
oo
que s e cent r a en el r eal i s mo, s e expl i ci t an muchos de l os mecani s mos que ha
i do des ar r ol l ando es t e gner o a l o l ar g o de s u hi s t or i a. Se t r at a de un es t udi o
t er i co- l i t er ar i o que manej a abundant es conce pt os t er i cos, as que s e r equi e-
r en unas m ni mas noci ones en t eor a l i t er ar i a par a poder abor dar l o con xi t o.
Hay una ver s i n ms r eci ent e de es t e l i br o, con el mi s mo t t ul o, publ i cado en
Madr i d: Bi bl i ot eca Nueva, :cc.
VILLANUEVA. Daro ( coord. ), Curso de Teora de la Literatura, Madrid: Taurus, :,,.
El l i br o r ecog e ar t cul os de g r andes cr t i cos y t er i cos es paol es ( Ri car do Se-
nabr e, Jos Mar a Pozuel o, Dar o Vi l l anueva) acer ca de l os pr i nci pal es as unt os
que s e t r at an en l os pl anes de es t udi o act ual es de l a as i gnat ur a Teor a de l a
Li t er at ur a de l a l i cenci at ur a en Fi l ol og a.
Ediciones de las obras literarias citadas
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Alianza, :,,,.
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MAHFUZ, Naguib, El callejn de los milagros, traduccin de Helena Valent, Madrid:
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