Aurelio González Ovies: El Poeta Que Viene Del Norte

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Aurelio Gonzlez Ovies

EL POETA QUE VIENE DEL NORTE

Buenas tardes, gracias por venir. Estamos aqu para hablar de poesa y particularmente de un poeta. Un poeta contemporneo, nacido en Asturias en 1964 y cuya palabra profunda y sencilla me ha interpelado tan profundamente que como escritora y principalmente como ser humano, me he hecho el propsito de darla a conocer, de transmitirla como una buena nueva. Porque la palabra de Aurelio Gonzlez Ovies, el poeta que viene del Norte, es una buena nueva, un Evangelio en sentido etimolgico, una voz y una mirada sobre las cosas tan originales, que nos sitan de inmediato en una fuente, en el origen. Tendemos a buscar el origen en el pasado. Y el origen est aqu, hoy, en este S que han dado ustedes a nuestra invitacin, de Jess Rodrguez y ma, para hablar de un poeta, para hablar de poesa. Hoy, aqu, en la Biblioteca Municipal, nos hemos convertido en nuestro propio origen, porque vamos a asomarnos a una fuente de palabras que porque tocan el alma y hacen sentir, porque revelan aspectos del ser que para la mayora pasan inadvertidos, son sagradas. Dijo Jorge Luis Borges en un poema memorable: Felices los que guardan en la memoria palabras de Virgilio o de Cristo porque stas darn luz a sus das. As, las palabras de los poetas que nos tocan como a m las del poeta que presento, se alojan en la memoria y en ella con su luz nos inundan, nos transforman, nos hacen felices. Felices por conocer, por sentir, por convertirnos, como dijo otro poeta, el argentino Alejandro Schmidt, en instrumentos sagrados. Instrumentos sagrados. En eso nos convierte la poesa. Instrumentos para entonar los mltiples rumbos de esas entidades llamadas poemas. A travs de ellos, de los poemas, de esas realidades emanadas de la conciencia de un ser humano, es la realidad misma la que se abre paso para manifestarse ante nuestros ojos en toda su magnificencia, en toda su divinidad, en todos sus alfabetos. Porque todo est lleno de dioses en esta experiencia de ORIGEN en la que estamos transcurriendo, hoy, esta tarde, en esta biblioteca, todo es oportunidad de asombro. Desde esta perspectiva de origen y de asombro por todo lo que es, van en ofrenda los primeros versos del poeta asturiano que diremos esta tarde, procedentes de un poema llamado Panormica:

1.- PANORMICA

Asmate a las slabas ms altas de la palabra hombre lo ms al norte de la geografa carne, lo ms al borde de su abismal esencia. Escuchars el trino de un pjaro muy viejo, la perpetua agona de una mujer parida, los secos araazos de los muertos. El vaco y su brisa, el silencio, sus caas. Muy hondo, el ro. Y un rumor como de avispas y de despedida.

Dicen los filsofos que hay dos maneras de hablar de las cosas. Una es acerca de ellas. La otra es desde ellas. Y aqu est la poesa. El poeta siente la soledad y desde ella habla. Y la soledad habla por l. Y el amor habla por l. Y la muerte habla por l. Y en el misterio infinito del poema, soledad, muerte y amor se funden y se revelan como una sola realidad humana, como en este poema infinito y misterioso, titulado Cancin y utopa para Goethe

2.- PERMANECE TODAVA UN MOMENTO: ERES TAN BELLA Cancin y utopa para Goethe

Olvidarte es decir que no a la vida, porque ests en los rboles si los miro despacio, y en la hierba que piso rozo tu superficie y te siento en la lluvia cuando cae de pronto 2

y te oigo en la tierra al girarse callada y te abrazo en el aire de cada movimiento y te veo en la noche aunque vengas oscura y te pronuncio en todos los objetos que nombro y me mojas los labios al contacto del agua. Olvidarte es negarme a seguir adelante, porque con tu pasado ando yo mi futuro y de tu lejana resulta mi distancia y a menudo te toco cuando muevo las manos y cada da me llegas primero t que el alba y contigo respiro mejor que con un soplo y t eres mi vspera de cualquier da, a diario y si no espero en ti Y es que t ests en todo.

El poeta que viene del Norte no quiere, no ha querido parecer poeta. Quiere asomarse a las ms altas slabas de la palabra hombre como lemos en el primer poema, pero nunca desde la superioridad sino desde la humildad. Desde el apego a la tierra y al mar de su nacimiento, a las personas sencillas que lo rodearon y de las que quiere seguir rodeado, a su familia y amigos. Ha explorado su infancia entregando un universo de nostlgica hermosura en que el nio habla por la boca del hombre y el hombre se hace nio y entra, como en la expresin evanglica, en el reino de los cielos de ese tiempo infantil que se ha ido pero que en virtud del poema se convierte en el tiempo inagotable y presente del Entonces:

3.- Entonces la inocencia. Entonces yo meta la soledad en botes y bajaba rodando por los prados en cuesta y disecaba insectos en cajas de cerillas y entenda la muerte como el final de un cuento y esperaba la lluvia con las botas de goma y me haca feliz estrenar las libretas. Entonces me escapaba muchas tardes de casa y suba a los pinos y venda las pias y nunca haba visto de verdad girasoles y me pareca lejos lo que estaba muy cerca. Entonces me saba entero el Catecismo, pero no me gustaba tener que entrar a misa y estrenaba por Pascua sandalias y bombachos y estrenaba en Difuntos pantalones de felpa. Entonces ya admiraba qu libres son los pjaros y no quera ir siempre por los mismos caminos. Entonces no me daban respingo las noticias ni asco los gusanos, ni miedo las culebras ni angustia ningn peso. Entonces, la inocencia.

En nuestros das vivimos una consecuencia del racionalismo: el conocimiento potico ha sido exiliado hacia la periferia. Y hace ms de dos mil aos, un griego que con justicia puede llamarse el padre de la filosofa, escribi precisamente un poema. Hablo de Parmnides de Elea y de su clebre poema, misterioso, oscuro y bello. De qu habla el poema de Parmnides? Habla de nosotros, habla del ser, de eso misterioso y oscuro y bello e indescrifrable que somos los seres humanos. Y el poeta asturiano en este breve poema titulado Libro de los muertos, nos asoma a ese manantial del misterio que somos.

4.- El libro de los muertos. Llamo al extrao ser que habita en m: Hombre, levedad, agua de los aljibes del silencio, bruma de la palabra norte, guitarra del vagabundo de la muerte, ceniza de la forma, yo en ascuas en tentacin, desertor incandescente de la noche.

Fragua antigua de la vida. Libro de los muertos.

Nadie responde.

Yo les he dicho al principio que la palabra de Aurelio Gonzlez Ovies es tan profunda como sencilla. Esta cualidad, la sencillez, se aprecia en muchos de los poemas en que habla de su infancia en la localidad asturiana de Baugues, al norte, muy al norte de Espaa, de cara al mar y a los acantilados y a una vida rural los pueblos, dicen los espaoles- de la que emana precisamente esa sencillez expresiva que es su gran cualidad. El poema se llama Junio y dice as:

5.- Junio (Para Marta, Trucha) Junio era azul y alto como los cielos de los sueos. Chirriaban los grillos, los brezos crepitaban. Calor a media tarde Y mi madre deca: no quites la visera. Recuerdo que Ramn y Quico, con sus ponchos de jipis, tocaban la guitarra, debajo de la higuera cantando a Mocedades y a Agua Viva, y mi hermana pegaba en los brazos y piernas calcamonas de lunas y de Camilo Sesto. Ser feliz da a da era un corto trayecto: rastrear las camadas de las gatas paridas, ser el mejor tirando con gomero.. Un verano pasaba ms despacio que ahora toda mi vida. Y mi madre deca: divirtete y s bueno. Y yo amaba a mi madre por encima de todo, por encima de dios, sobre todas las cosas y quera abrocharle al cuello un arco iris y ella me prometa comprarme una laguna con juncos y liblulas y renacuajos grandes para detrs de casa. Yo soaba con nidos y regatos. Y Marta, mi reina en nuestro reino, siempre estaba conmigo, tanto si era viviendo como si era soando. Y mi madre deca: la mitad para ti y la mitad para Marta. Recuerdo el eucalipto y un bullicio de pegas y la mar a lo lejos y su luz poderosa entre verdad y plata y a Juana que pelaba patatas a la puerta y escuchaba seriales en la radio. Por esos das, un da,

anunciaron la muerte de Cecilia y Nino Bravo. Y mi madre deca: qu vida ms ingrata. Muchos aos despus, o nada o la nostalgia.

Deca Jorge Luis Borges que la misin del poeta es lograr que las palabras vuelvan a ser un mito, vuelvan a sonar como mitos, esto es, como esas verdades profundas que nos toman el alma por completo y se la llevan en vuelo a ese lugar donde resplandecen los sentidos. El poeta asturiano tiene esa capacidad para encontrar en lo cotidiano y sencillo el sentido profundo y convertirlo en palabras que suenan como mitos hermosos, como verdades fragantes, a veces dolorosas, pero siempre bellas, melanclicas, e intensas, como en uno de los poemas que le inspirara su madre, una mujer del pueblo asturiano, que como l dice, no fue mucho a la escuela, pero estaba dotada de una gran humanidad y en medio de la pobreza y la escasez supo crear para sus hijos, entre ellos nuestro poeta, una atmsfera rica, desbordante de cario. El poema se llama Los panes y los peces y as dice:

6.- LOS PANES Y LOS PECES Algo tenan sus manos como de brote o pozo; y aunque faltara el agua, nos mojaban la sed. Y aunque el sol no saliera, tocarla, iluminaba. Y aunque hubiera muy poco y los das muy duros y los meses muy largos y nuestras bocas todas, se restaba a s misma tuvo que ser ascon tal de que a nosotros ilusiones y fruta, sueos y ropa nuevase nos multiplicaran.

Qu es lo que nos mueve a pesar de las tristezas, de las dificultades de la vida diaria? Qu es lo que nos pone el brillo en la mirada, la sonrisa en los labios, la ilusin por las cosas hermosas que pueden suceder? Qu fuerza es esa que nos hace levantarnos en la maana, la que nos ha trado 7

aqu, hoy, 7 de marzo del ao 2012 a hablar de poesa desde el corazn de la poesa? No es nuestra conveniencia, ni nuestro inters monetario, ni el deseo de ganar puntos para algn concurso, no, no es eso Es el poder enorme de nuestro ser emocional, es eso que algunos llaman anhelo y otros amor. Esa fuerza impresa en el corazn de los seres, la que lleva a migrar a las aves y a los peces, la que hace que los hombres abandonen su origen en busca de su destino. Vengo del Norte, el libro con que Aurelio Gonzlez Ovies obtuvo el accsit del muy importante premio espaol Adonais en 1992, es la entonacin deslumbrante de esa fuerza de la que les hablo. En un sentido, el poeta canta las mltiples facetas de las mltiples migraciones asturianas hacia varios pases del nuevo mundo durante la primera mitad del siglo XX, dejando atrs el hambre y la guerra para embarcarse hacia la incertidumbre. Pero eso, que es muy grande y digno de convertirse en epopeya, no es solamente Vengo del Norte. Es la entonacin de que toda la vida humana es la jornada esencial de un herosmo, que aun la vida aparentemente ms sencilla y annima es el magnfico despliegue de toda la humanidad. Vengo del Norte consta de 20 poemas de belleza para m que se los he trado, sobrenatural. Aqu el poema II, que comienza con un epgrafe de Neruda:

7.- VENGO DEL NORTE I De dnde soy, me pregunto a veces, de dnde diablos vengo, qu da es hoy, qu pasa. PABLO NERUDA

Vengo del Norte, de donde la tristeza tiene forma de alga, de donde los siglos son muy anfibios todava, de donde las grosellas son un veneno puro para beber un trago cada noche. Vengo de all a conquistar paisajes malheridos, a dar voz a los ecos de estos valles que nunca se han hablado ms que con seas de humo. Ella viene conmigo, con todos los caminos enroscados al cuello y una perla de hambre colgada de su frente. Quiero vallar aqu la eternidad para todos los mos, para todos los hombres que desciendan de un padre carpintero, 8

para todos los muertos condenados a girar esas aspas del eterno retorno. Mirad aquellas tierras, aquellas plantaciones de pjaros mojados, mirad aquellas granjas donde todos los das el sol devora el pan. Mirad, y por ltima vez, podis llorar al borde del maz que encorva y agoniza. Porque vengo del Norte, de donde nunca anidan las cigeas porque las torres tienen que apuntalar el cielo; de donde el fro habita el carbn de los lpices y hay una flor gitana que cura el desencanto. Vengo de all, de un paseo martimo alumbrado con gas de calaveras y estrellas de carburo. Ella viene conmigo porque lleva en el vientre ms de doscientas conchas y un hijo sin edad como los faros. Ahora la prisa est bajando su marea, ahora las caracolas tienen un rey de ncar, ahora cada ola desemboca un destino y yo os vomitar un mar para que nunca ms os encontris solos, para que los auspicios os lleguen en botellas y podis escribir al horizonte. Vengo del Norte, y s un poco del trayecto de la muerte porque all desembarcan sus galeras. Escuchadme y seguidme, os traigo grana verde de la palabra que sangran los manzanos y dentro de unos aos nuestra felicidad podr estar muy madura.

Quien toca un libro toca un hombre, dijo el gran poeta norteamericano Walt Whitman. Expresin perfecta para describir la obra de Aurelio Gonzlez Ovies, el poeta que no quiere parecer poeta, ni 9

por ser un hombre de letras dejar de ser un hombre de tierra. Y para terminar uno de sus poemas, ms conocidos en toda Espaa, que no leer yo, sino ustedes para que en nuestras voces y en nuestro espaol de Mxico el poema viva y se haga viaje hacia Asturias y regrese a San Miguel, gracias a la tecnologa pero sobre todo gracias al entusiasmo de ustedes, de Jess Rodrguez, de la Direccin de Educacin y Cultura, porque entre todos nosotros hemos convertido eso que se llama poesa, en una reunin en sentido original: re-unirnos con nuestros sentimientos, con nuestras verdades, con nuestro corazn. Muchas gracias.

USTED
Usted seguro que ha sentido vergenza alguna vez al decir que en su cuarto caa una gotera o que su pobre madre le haca el bocadillo siempre de natas con azcar -son cosas de la vida-. Confieso que en mi casa el olor a humedad era casi entraable y todos los domingos se coman garbanzos, salvo en alguna fecha sealada. Que llor muchas veces por no querer llevar los jerseys con coderas o no tener un lpiz con enanito arriba. Confieso que la ropa nos la daban los primos que ahora son albailes y que nuestra familia se rompi por la herencia de unos metros cuadrados de baldosas con taras -son cosas de la vida-. Que, a escondidas de todos y hasta los siete aos, tuve el chupete debajo de la almohada. Confieso que los mos son personas sencillas: usted sospecha que hablo de un padre que no sabe lavarse bien los dientes,

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de una mujer que escribe con mala ortografa, de unos hermanos fieles como la misma sangre y una casa que huele, cada vez que entro en ella, a las hmedas manos de la melancola. Confieso que he nacido donde hubiera elegido por encima de todo cada vez que naciera.

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