El Sr. de Los Milagros
El Sr. de Los Milagros
El Sr. de Los Milagros
Hacia 1670 un buen hombre llamado Antonio de León tornó a su cargo el cuidado
de la imagen; arregló el cobertizo y la devoción al Cristo fue tomando incremento. La
noticia de que el propio León había sido curado al parecer milagrosamente un tumor
maligno, atrajo el interés del público por la imagen de Pachacamilla. Pero no todas las
reuniones que se verificaban en el lugar eran de naturaleza edificante, lo cual movió a la
autoridad eclesiástica a intervenir. El conde de Lemos decidió apoyar el acuerdo del
Provisor del Arzobispado. Para cortar los excesos, se dispuso que se borrase la efigie del
Cristo y de los demás Santos que hubiese y se demoliese la peana que habíase
construido a manera de altar. Entre el 6 y el 12 de setiembre de 1671 debió de ejecutarse
la orden de quitar la imagen. Llegados al pie del muro, ordenó el Promotor Fiscal al
pintor que colocase la escalera y procediese a borrar la imagen. Pero el indígena
señalado no pudo hacerlo porque le sobrevino un desmayo. El oficial nombrado para
sustituirlo fue acometido de un temblor inusitado. El Promotor Fiscal ofreció buena
paga a un tercero, pero éste se retrajo después de un intento, aduciendo que el Cristo se
transfiguraba ante sus ojos y que se avivaban los colores de la pintura. El Promotor
Fiscal hubo de retirarse contrariado, y fue a dar parte de lo sucedido al virrey.
Uno de los hombres que hizo más por asegurar la prosperidad del culto fue el
vizcaíno Sebastián de Antuñano. Adquirió en propiedad los terrenos del antiguo
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Rubén Vargas Ugarte. Historia del Santo Cristo de los Milagros. 34 ed. Lima, 1958, p. 8.
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Vargas Ugarte. Ibíd., p. 27.
cobertizo, inició los trabajos de construcción de una capilla decente, v él mismo vivía
allí con sumo recogimiento.
El terremoto del 20 de octubre de 1687 fue peor de los que azotaron Lima en el
siglo XVII. La circunstancia de que la fortísima sacudida ocurriera a las cuatro de la
mañana fue causa del elevado número de víctimas. Más de 600 muertos en Lima y 500
en el Callao, y daños materiales de consideración, fueron el saldo de este sismo. La
capilla del Señor de los Milagros no sufrió destrozos irreparables. Antuñano se valió del
sentimiento popular a raíz del terremoto para sacar una copia de la imagen y pasearla
por las calles en peregrina misión de penitencia, como dijeron los cabildantes. Fue esta
procesión la primera de esa serie interminable —que constituye el aspecto más conocido
y espectacular de la devoción limeña. Se fijó el 20 de octubre como día de la procesión.
En cuanto a la imagen movible, no es la misma que la que hoy existe, y cuyo origen
más bien arranca del terremoto de 1746.
El culto se ha extendido más allá de Lima. No sólo en las provincias del Perú —
donde raramente falta una efigie del Señor— sino en países como México, Panamá,
Ecuador, Chile y Argentina, existen devotos y testigos de favores atribuidos a
intervención celestial. Los obispos y prelados han beneficiado con indulgencias la
devoción nazarena. La imagen misma fue restaurada en 1955 gracias a la esmerada
intervención de los técnicos italianos Francisco Pelessoni y Luigi Pigazzini. El templo
de las Nazarenas fue remozado —habíalo dañado el terremoto del 24 de mayo de 1940
— con apoyo del gobierno de Odría. Puede decirse que durante el mes de octubre,
ninguna otra iglesia registra ni con mucho la multitudinaria afluencia de público que en
las Nazarenas llena la iglesia y sus alrededores con el fin de venerar la imagen,
presenciar la salida y regreso de las andas de plata maciza el 18 y el 28 de octubre de
cada año.
(“La Iglesia Católica en el Perú”. Armando Nieto Vélez S. J.. Historia del Perú.
Tomo XI. Editorial Juan Mejía Baca. 1980)
HIMNO AL SEÑOR DE LOS MILAGROS