La Tradición Racional-Utilitarista
La Tradición Racional-Utilitarista
La Tradición Racional-Utilitarista
En la medida en que la bsqueda de la racionalidad implica estudio, reflexin y clculo, y todo eso pueden ser doloroso (y a menudo lo es), la bsqueda de racionalidad es irracional en s misma si no se toman en cuenta sus costos en el balance general. Los costos de la racionalidad pueden hacer que sta sea irracional. George Homans, 1961 La segunda tradicin que estudiaremos es tambin muy antigua. Sin embargo su importancia en el pensamiento social ha variado mucho en el curso de los aos, y su identidad ha cambiado, as como los nombres que se le han dado. Al principio, en los siglos XVIII y XIX, se le conoci como utilitarismo y sus partidarios eran filsofos sociales britnicos. En esa poca estaba muy relacionada con la economa, una disciplina que se encontraba en sus inicios. A fines del siglo XIX, el utilitarismo dej de estar de moda en filosofa y la economa se volvi ms profesional y se liber de sus viejos nexos con la filosofa. Todo estuvo tranquilo hasta la dcada de 1950, cuando los socilogos propusieron una posicin conocida como "la teora del intercambio". Tambin en otras disciplinas haba cosas nuevas: en ciencias polticas, en filosofa y entre los economistas convencidos de que su enfoque tena aplicaciones fuera de su especialidad. En las dcadas de 1970 y 1980 hubo un vasto movimiento que se conoci en general como "la eleccin racional", aunque algunos lo llamaron "la accin racional" y uno de sus sectores, orientado a las polticas, design su posicin como teora "de la eleccin pblica". Usar el trmino "racional/utilitarista" para referirme a esta tradicin en conjunto. A veces, por comodidad, emplear la expresin abreviada "utilitarismo". La tradicin racional/utilitarista no es de ndole sociolgica en sentido estricto. Se le han superpuesto ciertas partes de la sociologa y ha sido ferozmente combatida por otras. Particip en la formacin de las ciencias sociales como disciplinas especializadas, pero ha estado de moda y ha dejado de estarlo varias veces a travs de los siglos. Podemos imaginar la tradicin racional/utilitarista como un ro sinuoso que discurre por una llanura baja pantanosa. Al principio fue un caudaloso torrente que cre el lecho del ro; despus se estrech y fue slo un canal secundario de otros ros ms caudalosos; despus, en nuestros tiempos, ha empezado a crecer una vez ms, anegando las praderas y deslavando las riberas que separaban a los ros
que se constituyeron en el siglo pasado como disciplinas sociales autnomas. Hoy, los partidarios de la eleccin racional ven su movimiento como una fuerza que unificar a todas las ciencias sociales en un poderoso ro que fluye hacia el mar. Sus opositores lo interpretan tan slo como otro periodo de borrasca, y algunos trabajan con renovado bro para contenerlo mediante diques. Tal vez las dos posiciones extremas se equivocan, pero no se puede negar que el cauce racional/utilitarista se ha vuelto a ensanchar y est modificando la fisonoma de importantes porciones de nuestro paisaje intelectual. Dejando de lado la metfora, es preciso decir que la tradicin racional/utilitarista ha adoptado varias formas. Uno de los aspectos del utilitarismo tiene mucho en comn con la teora del conflicto: es un modo forma bastante crudo de observar al individuo que defiende sus intereses y calcula sus ventajas; el mundo material, las ganancias monetarias y los costos en trminos de recursos fsicos son rasgos relevantes de ese panorama. Desde luego que a la gente le interesa algo ms que el dinero, pero se tiende a interpretar todos los intereses humanos como algo anlogo a los clculos monetarios. Esta versin del utilitarismo tiene resonancias marxistas, lo cual no nos debe sorprender si recordamos que ambas tradiciones intelectuales, en u origen, estaban vinculadas con la economa. Por otra parte, un aspecto de la teora moderna de la eleccin racional o el intercambio es muy distinto de la teora del conflicto; aqulla no le presta mucha atencin ni a la estratificacin ni a la desigualdad entre las personas, pues tiende a describir un mundo donde stas realizan cambios racionales entre s, por lo cual todo lo que se hace es para mejorar. Este ltimo tipo de teora trata de mostrar cmo se crean las normas y cmo se realizan los intercambios bajo normas de justicia y equidad, para que la gente pueda salir beneficiada. Esta parte de la tradicin, muy alejad, del tono crtico y rebelde del marxismo, tiene resonancias de los ideales utpicos de los economistas de antao, con su creencia de que la "Mano Invisible" del mercado intervena para que todo saliera bien. As pues, descubriremos que la tradicin racional/utilitarista no slo ha invadido diversos temas de la ciencia social, sino que tambin ha habido tensas disputas en sus propias filas. Una de sus variantes ha sido muy crtica hacia las instituciones sociales compara a los polticos con empresas, vidas de obtener ganancias a expensas de sus electores, y ve en el sistema de educacin el equivalente de un sistema monetario durante una inflacin
galopante. A diferencia del marxismo, su crtica no siempre proviene de la izquierda; algunos movimientos, como la teora de la eleccin pblica, son fruto de crticos conservadores apegados a la idea de que es preciso controlar los gastos de los polticos para proteger al pblico; otros tratan de sealar los incentivos que se requieren para combatir el crimen o para que las familias se responsabilicen de la crianza de sus hijos. No importa cules sean sus posiciones polticas, lo que ese tipo de tericos de la eleccin racional tienen en comn es que aportan un punto de vista realista, sin sentimentalismos, para analzalas cuestiones de polticas. A otro tipo de tericos racional/utilitaristas modernos no les preocupan mucho las cuestiones del conflicto de polticas, pues tratan de demostrar que es tcnicamente posible explicar la sociedad en funcin de las motivaciones racionales de los individuos. Ellos se enfrascan en pugnas con lneas tericas no utilitaristas, sobre todo con la que llamaremos en los siguientes captulos la tradicin durkheimiana (que hace nfasis en los valores y emociones no racionales o transracionales), y con las teoras microinteraccionistas (para las cuales la cognicin humana es interpretativa y simblica, no un clculo racional), Los utilitaristas crearon la controversia conocida como la cuestin micro-macro; es decir, afirmaron que la sociedad est formada por los actos de individuos en el nivel micro, y se opo nen a la imagen de la sociedad concebida como una macroentidad o macroestructura que existe al margen y por encima de los individuos. Los utilitaristas han rechazado tambin las explica i iones basadas en conceptos, tales como que la cultura determina el quehacer de la gente; en lugar de eso, se proponen explicar que los individuos son motivados en todos sus actos por el inters propio. Tambin en este caso ha habido controversias en las filas de los utilitaristas. Desde la dcada de 1950 se ha descubierto una serie de paradojas: puede el individuo maximizar realmente sus intereses o slo "satisfacerlos"?; cmo puede haber cooperacin social si todos los individuos racionales estn motivados para "viajar sin pagar pasaje"?; el "dilema del prisionero", que opone el inters propio de un individuo a los de los dems; o bien la evidencia de que, en la vida real, la gente no hace clculos muy racionales que digamos. La tradicin utilitaria moderna no se ha derrumbado al hacer frente a esos problemas; por el contrario, ha adquirido mayor riqueza y complejidad para resolverlos.
Para ver esos progresos en perspectiva, volvamos sobre nuestros pasos en el tiempo hasta el comienzo de la tradicin militarista, hace tres siglos, en Inglaterra. El ascenso original y la cada de la filosofa utilitarista En su primera encarnacin, la tradicin utilitarista fue esencialmente el ala liberal de la filosofa pblica. El trmino " utilitarista " fue acuado despus, hacia 1800, pero este modo de pensar ya era muy importante para los intelectuales britnicos de la Revolucin Gloriosa de 1688-1689, por la cual se limit el I poder del rey e Inglaterra se encauz por el camino de la democracia parlamentaria. John Locke propuso muchas ideas bsicas de la filosofa utilitarista1 y fue el idelogo de la Revolucin gloriosa. Locke fue exiliado por su oposicin al antiguo rey; cuando regres de Holanda, ya bajo el reinado el monarca constitucional Guillermo de Orange, llev consigo los manuscritos de sus libros, en los que ciment la filosofa del nuevo orden social. Para Locke, el punto de partida es siempre el individuo razonable. El individuo tiene derechos bsicos que no le puede .n rebatar el gobierno, pues ste no es ms que el producto de un contrato social entre los individuos. Entre esos derechos bsicos figura el de poseer propiedades privadas como fruto del trabajo propio. La funcin del Estado es mnima: proteger los derechos y la propiedad de los individuos. Podemos ver cmo el nfasis de Locke en el trabajo y la propiedad individual dio lugar a una posicin para la cual la economa es la ciencia bsica de los seres humanos. Todo lo dems, incluso el gobierno y la religin, desempea un papel bastante secundario. Locke vivi en un periodo de intensos conflictos polticos en torno al poder del Estado para imponer la religin catlica o la protestante, y eso lo hizo interesarse de modo particular en restablecer la paz social, haciendo a un lado la cuestin religiosa. La tolerancia a las creencias personales es lo ms importante; la fe es individual y no se la puede imponer a otras personas desde el exterior. De esta manera, Locke se opone a cualquier filosofa que postule el carcter innato de las ideas, o diga que stas provienen de algo ajeno a la experiencia individual. Al principio, la mente del individuo es como una hoja de papel en blanco; todo lo que se escriba en ella ser fruto de su experiencia personal. Locke es empirista por conviccin poltica. Cada persona forja sus
ideas como resultado de sus propias sensaciones; cada cual experimenta a su modo el mundo material y asocia sus diversas sensaciones para formarse una imagen de todo lo que existe. Locke describe al individuo como un ser que vive en un mundo cotidiano, prctico y material; con esa descripcin pudo abstenerse de otorgar una posicin privilegiada a las tradiciones impuestas mediante la presin social. As las ideas religiosas, las teologas que haban causado tanta violencia entre protestantes y catlicos, carecan de autoridad real; Locke crey que la nica religin que el individuo puede aceptar racionalmente consiste en unas cuantas ideas bsicas, sobre un creador del mundo y una moralidad humana, que la razn puede deducir a partir de la experiencia. Se podra decir que Locke no acept la tesis de que la fuerza de la tradicin cultural modela las creencias del individuo. Como veremos despus, la tradicin utilitarista siempre ha tenido dificultades a este respecto. El individuo racional forja sus ideas nicamente a partir de la experiencia y, sin duda, debera rechazar las ideas que no provengan de dicha experiencia. Entonces, cmo es posible tan a menudo se le imponen a la gente ideas y tradiciones? Y por qu ha habido guerras religiosas, por principio de cuentas? En la misma tnica, por qu fue menester que los individuos hicieran una revolucin para derrocar el poder desptico del rey, si el gobierno fue creado por el pueblo, despus de todo? En otras palabras, cmo pueden explicar los utilitaristas eso que ellos mismos tachan de ideas falsas y comportamiento no provechoso? Los utilitaristas son ambiguos al explicar lo que, a su juicio, debera hacer el individuo racional y la forma en que la gente acta en realidad. Su teora trata de lo ideal o de lo real? La historia de la tradicin racional/utilitarista se ha caracterizado por sus intentos de resolver estos problemas. El empirismo de Locke fue seguido por los pensadores ingleses durante ms de un siglo. Sin embargo, algunos de sus primeros seguidores teman que hubiera llegado demasiado lejos en su rechazo a las ideas innatas. Si todo individuo acta de acuerdo con sus sensaciones fsicas, cmo es que tiene la gente un sentimiento de moralidad, un sentido de obligacin sobre lo que es correcto para otras personas? Con miras a evitar esta imagen del individuo egosta, Shaftesbury y Hutcheson afirmaron que el individuo debe poseer un sentido moral innato, del mismo modo que el sentimiento innato de la belleza nos permite distinguir entre lo bello y lo feo. Otros empiristas pensaron que el
hecho de admitir un sentido moral innato equivala a abrir la puerta para el retorno del dogmatismo religioso; deseaban proteger la mente contra la supersticin y el control externo, demostrando que todas las creencias se forman a partir de la experiencia. David Hume defendi el principio de que todas nuestras creencias estn formadas por asociaciones de ideas, basadas en el orden en el cual se han producido nuestras sensaciones, y que eso es aplicable a todo tipo de ideas, ya sea acerca del mundo fsico o del mundo social. La nica razn por la cual creemos que el Sol saldr maana es porque lo hemos visto salir muchas veces; sin embargo, salvo nuestra creencia habitual, no hay garanta de que vaya a salir de nuevo. Para Hume, el hbito y la costumbre rigen la mente, y como todo proviene de la mente del individuo, la asociacin habitual de las ideas es "el cemento del universo". Es fcil percibir que Hume intentaba resolver la ambigedad que existe en la filosofa de Locke, entre la descripcin de lo que d individuo racional debe hacer y lo que hace en realidad. Hume se ubica del lado de lo real: si el individuo acta de cier-lo modo es a causa de su experiencia habitual, no porque sus creencias sean, a la postre, el producto de su propia racionalidad. Hume prepara el camino para explicar por qu puede apo yar la gente a las instituciones sociales, incluso cuando stas no la benefician o no encajan en sus intereses racionales. El hecho es que si las instituciones se vuelven habituales por largo tiempo, el individuo las acepta como parte natural de su experiencia cotidiana. Hume nunca respondi la pregunta de cmo fue posible que surgieran instituciones desfavorables, por principio de cuentas, ni cmo se rompe la costra endurecida de la costumbre y surge el cambio social. Se trata otra vez de los problemas que tambin los utilitaristas modernos han tenido que afrontar. Al limitarse a describir por qu son las cosas como son, en lugar de criticarlas y reformarlas de acuerdo con los derechos del individuo, como lo hizo Locke, Hume se convierte en un conservador. Sin embargo, no es un reaccionario; lo que pasa es que vivi cuando la revolucin de Locke ya haba triunfado, y no vio razn alguna para hacer ms cambios. Slo es radical en un punto: no encuentra ninguna base racional para la religin y gustosamente prescinde de ella. El principio de Hume sobre la asociacin de ideas pronto dio lugar a lo que se conoce hoy como la posicin utilitarista clsica. En 1749, David Hartley dijo que seleccionamos todas nuestras ideas por su asociacin con el placer o el
dolor, y que eso se aplica tambin a las ideas estticas y morales. En otras palabras, que no existen ideas innatas de belleza o moralidad, pues stas tambin se aprenden por experiencia. Diez aos despus, un joven llamado Adam Smith, amigo de Hume, escribi su primer libro: Theory of Moral Sentiments (Teora de los sentimientos morales). Smith se propuso demostrar que solemos llamar bueno a lo que nos causa placer y consideramos malo lo que nos produce dolor. Cmo puede existir entonces una moralidad que vaya ms all de la experiencia egosta del individuo aislado? La explicacin es que cada uno de nosotros posee la capacidad de colocarse con la imaginacin en el lugar de otras personas; sentimos simpata por sus dolores y placeres y eso nos permite concebir lo que es bueno o malo para ellas. Como la mayora de los utilitaristas, Smith no vio conflictos graves entre los individuos: el inters egosta de una persona frente a sus placeres y dolores no suele entrar en conflicto con el egosmo de los dems. Claro que Smith estaba en lo cierto al decir que a veces hay comprensin entre las personas, pero no se detuvo a reflexionar que esa comprensin tiene una gama de variaciones, y que a veces los individuos son comprensivos con un grupo muy reducido, mientras que en otras ocasiones abarcan un grupo mucho ms amplio que incluye una clase social, un pas o todos los habitantes de mundo. Estas son preguntas sociolgicas que no se habran de plantear sino hasta mucho tiempo despus, a partir de Durkheim, al margen de la tradicin utilitarista. Tambin por otra razn Smith no se preocup mucho de los posibles conflictos entre intereses individuales. La fama de ese autor se debe sobre todo a su sistema de economa, publicado en 1776, en el cual afirm que cuando los individuos trabajan por su propio inters, a la postre todos resultan beneficiados. Este elemento econmico estuvo presente en la tradicin militarista desde el principio (p. ej., cuando Locke defendi el derecho a la propiedad privada) y tambin Hume fue un economista famoso en su poca. Los utilitaristas se oponan a la intromisin del gobierno y defendan la libertad del mercado. Agregaban que no slo era cuestin de derechos individuales, sino que todo el mundo estara mejor a causa de esto, pues se incrementara la riqueza econmica total. El tema ya haba sido expuesto en 1723 por un mdico de Londres, Bernard de Mandeville, bajo el lema "los vicios privados son los beneficios pblicos". l escandaliz a sus contemporneos al afirmar que los vanos y voltiles consumidores de artculos de lujo estimulan la
produccin y el pleno empleo; aun los ladrones son tiles porque favorecen el negocio de los cerrajeros. Todo da buen resultado mientras no se entorpezca el libre flujo del comercio. Adam Smith sistematiz la doctrina del laissez-faire en un conjunto de principios econmicos. Los placeres y dolores del individuo se transforman en bienes y costos econmicos; el individuo racional trata de maximizar el rendimiento en relacin con los costos (dicho de otro modo, busca una ganancia a cambio de su inversin de bienes y trabajo). Tanto los individuos como la sociedad obtienen mayor provecho si esta bsqueda de ganancias se realiza en un mercado abierto. As es porque, en un mercado competitivo, las leyes de la oferta y la demanda aseguran que los bienes sean de la ms alta calidad y se ofrezcan al menor precio; quien trate de vender bienes de calidad inferior o a precio demasiado alto ser superado por alguien ms. La competencia econmica eleva la produccin, de modo que la sociedad dotada de un mercado abierto se vuelve cada da ms rica. No es necesario interferir con los individuos que buscan su propia ganancia, pues el mercado es una enorme "Mano Invisible" que todo lo dispone para el mayor bien. Smith no lleg al extremo de creer que nadie poda interferir jams en el comportamiento de los individuos. Supo reconocer que los comerciantes pueden tratar de engaar y que los vendedores de bienes o mano de obra son capaces de coludirse para crear monopolios y mantener precios ms altos de lo que cabra esperar en un mercado competitivo. Smith recomendaba un mnimo de regulacin, para prohibir los monopolios y garantizar la rectitud en las operaciones del mercado abierto; el gobierno tendra que ser como un arbitro neutral, y en ningn caso deba usar su poder poltico para crear sus propios monopolios. Aqu vemos de nuevo que, como otros utilitaristas, Smith pensaba en una especie de individualismo ideal que sera capaz de engendrar la mejor sociedad; al mismo tiempo, crea que las leyes del comportamiento individual racional en este caso las leyes del mercado explicaban cmo sucedan las cosas en realidad. No obstante, sostena tambin el conocimiento implcito de que esas leyes slo pueden funcionar si la sociedad lo permite; para eso era necesario dejarles un espacio libre y suprimir ciertos patrones irracionales de las instituciones sociales, que inhiben el funcionamiento del mercado. La economa de laissez-faire de Smith naci en tiempos del despegue de la Revolucin Industrial en Inglaterra. El propsito de su teora parece ser explicar
la transformacin econmica y brindar una gua para transitarla. El pensamiento utilitarista adquiri enorme popularidad. En esa poca se empez a usar explcitamente el trmino "utilitarismo" como nombre de un movimiento de reforma social. El abogado Jeremy Bentham encabez una cruzada a favor de la reforma jurdica, sobre todo del derecho penal. Su objetivo era erradicar los crueles castigos que, a la sazn, seguan siendo habituales en la ley inglesa (y en casi todos los dems estados). Bentham afirmaba que era irracional aplicar castigos tan severos como: enviar a la horca a gente pauprrima que roba un pan; la mutilacin, como el cercenamiento de las orejas de delincuentes menores; o el encarcelamiento de quien no paga una deuda. Mientras el deudor est en la crcel del deudor, por ejemplo, no puede hacer el trabajo que le permitira pagar sus deudas o crear otros bienes para el resto de la sociedad. No deba haber castigo por actos que no perjudican a otros, p. ej., el comportamiento sexual visto como un tab; y en el caso de delitos como el robo, que s perjudican a una vctima, el castigo no debera ser mayor de lo estrictamente necesario para disuadir la comisin de dichos actos, sin infligir dolor en forma gratuita. Bentham trat de sustituir esas prcticas por un cdigo legal basado en un clculo de recompensas y castigos. Su objetivo general era alentar el bien y suprimir el mal; esto se lograra encontrando la mezcla adecuada de incentivos y sanciones que produjera los mejores resultados en trminos globales. Dicho clculo se aplicara a los individuos y despus se generalizara a toda la sociedad. El criterio era lograr "el mayor bien para el mayor nmero [de personas]". La consideracin bsica del utilitarismo son los actos racionales de los individuos, basados en el inters propio de cada uno. Sin embargo, es importante sealar que el utilitarismo no comienza y termina con el individuo egosta: tambin pretende hallar el punto de equilibrio entre los intereses de todos los individuos del grupo. Esto no implica necesariamente una contradiccin. Detrs del pensamiento de Bentham estaba la bien establecida tradicin de que el individuo es capaz de sentir compasin, ponerse en el lugar de otros y tomar en cuenta sus placeres y dolores, adems de los suyos propios. As mismo, el utilitarismo de Bentham supo aprovechar la popularidad de la economa de Smith, la cual demostr que el inters egosta de los individuos poda reconciliarse con el bien comn. En efecto, Bentham buscaba
el equivalente de la "Mano Invisible" del mercado y crea que sta se poda crear en forma de un cdigo legal racional. Desde la dcada de 1800 hasta la de 1860, el utilitarismo fue la punta de lanza de la reforma liberal en Inglaterra. Sus partidarios luchaban por ampliar la franquicia poltica y reducir los privilegios tradicionales de la aristocracia y de la Iglesia Angli-cana patrocinada por el Estado. John Stuart Mili, quien adems de economista era un filsofo utilitarista, sent el principio de la libertad de expresin sin restricciones y defendi los derechos de la mujer. Sin embargo, hacia el final del siglo, el utilitarismo ya se haba desvanecido. Esto ocurri por varias razones. En parte, muri por su propio xito: muchas de las reformas polticas y legales por las cuales luchaba ya haban sido conquistadas y las nuevas cuestiones sociales que entonces surgieron, sobre todo con el ascenso del movimiento laboral, eran contrarias a la tradicin de la economa del laissez-faire y la armona social. El antiguo movimiento de reforma se dividi en lo que se lleg a conocer como los "Liberales con "L" mayscula defensores del individualismo y el mercado abierto y los "liberales" con "l" minscula, que eran partidarios de la accin colectiva y la regulacin a cargo del gobierno. Otra causa de la extincin del utilitarismo fue que su vastago, la disciplina de la economa, ya haba crecido y abandonado el hogar. Como dije en el Prlogo de este libro, la economa se estableci con firmeza como disciplina acadmica en la dcada de 1870; al mismo tiempo, se empez a transformar en una discusin tcnica basada en las matemticas. La utilidad marginal, un concepto tcnico que se prestaba a la formalizacin mediante el clculo diferencial, sustituy a la teora del valor del trabajo que empleaban los economistas hasta la poca de Mili. La economa se divorciaba de los conceptos basados en el sentido comn que hicieron accesible el utilitarismo para el pblico en general; as desapareci uno de los principales soportes de la popularidad del utilitarismo. Ms o menos en la misma poca, la sociologa se separ de la economa y se convirti tambin en una disciplina acadmica. Algunos de los primeros socilogos, como Herbert Spencer en Inglaterra y William Graham Sumner en los Estados Unidos, estaban a favor del anticuado Liberalismo del laissez-faire. Sin embargo, eran ms comunes los socilogos liberales con "l" minscula y aun los socialistas moderados. Algunos socialistas, como mile Durkheim, buscaban una reforma colectiva contra los conflictos sociales y el individualismo anmico, en los cuales vean los rasgos esenciales
del capitalismo industrial. Durkheim construy sus principios de sociologa en una nueva direccin: la crtica a la pretensin utilitarista de que el individuo est antes que la sociedad, y trat de demostrar que los vnculos morales entre las personas son algo ms fundamental que los intercambios en el mercado. Dejemos esto por el momento, pues ser el tema del captulo 3 de este libro. Lo que qued del utilitarismo fue una doctrina sobre la filosofa de la tica: la identificacin del bien con el placer y el mal con el dolor. Esta doctrina fue criticada y rechazada por filsofos como RH. Bradley y G.E. Moore. Ellos argumentaron que al decir que algo es bueno no nos referimos al placer; lo bueno es un fin en s mismo y sigue siendo bueno sin importar que alguien lo desee o no. De qu otro modo se podra afirmar que algunas personas tienen deseos malos?, o que algo es doloroso, pero bueno? Los utilitaristas habran dicho que algo doloroso slo puede ser bueno si forma parte de un conjunto en el cual los placeres sobrepasan a los dolores, pero no es verdad que la gente considera como un bien supremo el hecho de que alguien se sacrifique por los dems o por un ideal, p. ej., defender la verdad, no importa cul sea el precio? Ni la religin ni el arte son buenos porque nos produzcan placer: son buenos por derecho propio y si alguien dice que su nica bondad es que nos brindan placer, podemos estar seguros de que quien lo dice no valora en realidad ni la religin ni el arte. Esta crtica de la tica utilitarista fue devastadora. Los filsofos de la tica abandonaron el intento de calcular los placeres y dolores individuales, y se propusieron explicar cmo se aplican los conceptos ticos y cmo se expresa el significado en el lxico de la tica. Desde el punto de vista de los filsofos, el utilitarismo no era sino un mal ejemplo del error que implica tratar de deducir lo que "debera ser" a partir de "lo que es". En la dcada de 1930, los positivistas lgicos decan que los trminos de la tica no tienen significado porque no es posible comprobarlos mediante la evidencia emprica. El hecho de decir que algo es bueno o malo es slo un imperativo disfrazado, una forma de ordenar "haz esto!" o "no hagas eso!". No se trata de declaraciones lgicas, sino emocionales; no tienen mayor valor de verdad que una interjeccin, como "bravo!". Hemos avanzado mucho desde la poca de los reformadores, como Locke o Bentham, que crean necesario dotar a la moralidad de una base firme, asentada en los intereses del individuo, para tener un criterio que les permitiera
criticar y enmendar las injusticias sociales. Un utilitarista a la antigua no habra aceptado el argumento de que la religin en s misma es un bien; para Hume y Mili, la religin no era un bien si oprima al individuo y no tena como base la realidad emprica. En cambio, ahora los pensadores estaban convencidos de que no era posible calcular los valores, pues stos existen en un dominio distinto al de los hechos y no hay un denominador comn para comparar valores diferentes. Los valores no son ms que premisas que nos sirven como punto de partida. En el nivel intelectual, el siglo XX se haba vuelto relativista en cuestin de valores; de hecho, lo nico que se poda hacer era creer en nuestros valores personales y obrar conforme a ellos. Por supuesto, las batallas polticas seguan su curso: ya sea a favor o en contra del socialismo y el comunismo; la lucha contra el fascismo, el antisemitismo y el racismo; la batalla por las libertades civiles y, de modo intermitente, por los derechos de la mujer. Sin embargo, el utilitarismo ya no figuraba en esos debates; haban ocupado su lugar otras filosofas sociales, ms dispuestas a abogar por los derechos de los grupos que por los placeres de los individuos, o a proclamar que ciertos principios son buenos en s mismos. A esas alturas, el utilitarismo ya haba muerto. Lo que tenemos que descubrir ahora es cmo volvi a la vida.
Se logra el retorno del individuo Vayamos ahora directamente hasta la dcada de 1950. En la sociologa empez a cristalizar entonces una versin de lo que pareca ser la teora utilitarista, pero con races e intereses muy distintos de los que suscriban los antiguos filsofos utilitaristas y sus seguidores en el terreno de la economa. De hecho, la sociologa nunca tuvo mucha relacin con el utilitarismo, por lo menos desde el periodo inicial en que se estableci claramente como disciplina por separado. Spencer y Sumner se ocuparon hasta cierto punto de la base de los contratos sociales y los mercados, pero los tericos ms importantes de la sociologa Durkheim, Weber, Mead y Parsons se encauzaron por un rumbo muy diferente y a menudo partieron de lo que, decan, haban dejado al margen los utilitaristas.
No obstante, en la dcada de 1950 George Homans lanz un ataque contra la forma en que la teora sociolgica se haba desarrollado. Su objetivo era el funcionalismo estructural de Talcott Parsons, de quien se deca que haba sintetizado los conocimientos esenciales de Durkheim y Weber. En la teora de Parsons, los individuos hacen en general lo que les exigen sus respectivos papeles en el sistema social circundante. Las normas que rigen el comportamiento de los individuos estn determinadas por la cultura, y sus motivaciones surgen de un proceso de socializacin; algunos pueden desviarse de ellas, pero la sociedad que los rodea no tarda en tacharlos de anormales y los obliga a rectificar. Homans replic que este sistema social era un mito, un artificio terico fabricado por la mente de Parsons. Los individuos son las entidades que viven y respiran en el mundo social, y todo lo que en l ocurre tiene que ser provocado por las motivaciones de hombres y mujeres individuales. dijo que la sociologa no tena que depender de conceptos ideados para sistemas sociales abstractos que nadie haba visto en realidad, puesto que ya haba acumulado una base slida de. estudios de investigacin sobre el modo en que los seres humanos interactan. Los investigadores ya haban ido a las fbricas y descubrieron que los trabajadores se organizan en grupos informales y que son esos grupos, no las rdenes del jefe, lo que determina la intensidad con la que hacen su trabajo. Otros investigadores convivieron con pandillas callejeras en los barrios bajos de las grandes ciudades; los antroplogos haban vivido en aldeas tribales y all observaron quin interacta con quin, y quines eluden el contacto con los dems. Mediante la revisin y sntesis de esos estudios, Homans formul una serie de principios sobre el comportamiento real de las personas. El ms importante de sus principios, conocido como la Ley de Homans, indica que cuanto ms interactan los individuos, tanto ms llegan a agradarse unos a otros, ms similares se vuelven entre s y ms tienden a adaptarse a una norma comn. En otras palabras, si un grupo de personas llega a convivir y a inter-actuar porque todos trabajan en el mismo lugar o viven en el mismo barrio o aldea empiezan a formar un grupo cohesivo; desarrollan una cultura de grupo que antes no exista y vigilan mutuamente el acatamiento de sus normas. El grupo de obreros en la fbrica hace que los individuos disminuyan su ritmo de trabajo para adaptarse a una cadencia colectiva; la pandilla
callejera hace que sus miembros peleen para proteger su territorio. La Ley de Homans explica cmo surgen las presiones de grupo a partir de la interaccin. Sin embargo este principio tiene una salvedad crucial: el proceso de grupo se produce solamente cuando sus miembros parten de un plano de igualdad. El jefe que entra al taller de la fbrica y da rdenes no es un miembro del grupo; de hecho, el grupo procura alternar con el jefe slo en el grado mnimo necesario y se abstiene de interactuar con l. As, la interaccin a travs de las lneas de autoridad no se ajusta a la Ley de Homans; sta slo se cumple cuando la interaccin tiene lugar en un mismo nivel de autoridad. Cmo explicar las condiciones tericas ms profundas por las que esto se produce? Homans dijo que los procesos de grupo surgen a causa de algo que deben hacer los individuos en relacin con los dems. La razn por la cual los individuos llegan a agradarse mutuamente y, de ese modo, a tener influencia recproca, debe ser el hecho de que se aportan unos a otros algo que les resulta satisfactorio. Se trata de la satisfaccin bsica de la aprobacin social. El grupo se mantendr unido mientras los individuos intercambien esas satisfacciones. El lder del grupo, la persona ms popular del mismo, tambin es quien ms inter-acta con los dems miembros; l o ella es quien provee mayores satisfacciones a las dems personas y, a su vez, recibe el prestigio del liderazgo como una retribucin adicional. Este argumento explica tambin por qu no puede existir este proceso entre personas desiguales en trminos de autoridad. Cuando un individuo tiene poder para darnos rdenes, la experiencia de interactuar con l es insatisfactoria; por eso los dems tienden a evitar cualquier interaccin con personas de esa ndole. Ambos tipos de evidencia encajan en el mismo principio: la gente establece el patrn de sus interacciones, orientndose hacia las que les producen mayor satisfaccin. Es fcil observar que Homans no slo volvi a encauzar la teora sociolgica hacia el individuo, sino tambin coloc el acento en los procesos por los cuales los individuos hacen intercambios entre s. Por eso, esta lnea de pensamiento se lleg a conocer como "la teora del intercambio". Si se sigue avanzando por esta direccin, se tendr que retroceder a una forma econmica de analizar las cosas, pues los intercambios se realizan en un mercado. Sin embargo, esta inferencia tard en aflorar porque Homans hizo ms nfasis en la motivacin individual que en los intercambios de tipo mercantil. l inici lo que ms tarde se llamara "el debate micro-macro", al decir que las cosas
jams son obra de los sistemas sino exclusivamente de los actores humanos. Homan hizo furor al afirmar que los principios bsicos de la sociologa son, en realidad, aplicaciones de la psicologa. En el otro bando del debate no slo haba funcionalistas parsonianos que defendan la existencia de un sistema social de orden ms alto, sino tambin muchos otros socilogos convencidos de que los principios psicolgicos no explican lo suficiente. Aun si se acepta que toda accin social debe estar motivada por las recompensas que reciben los individuos, no es verdad que todava no hemos respondido la pregunta de por qu se distribuyen en cierta forma esas satisfacciones entre la gente, por principio de cuentas? Tanto en una jerarqua dictatorial como en un pequeo grupo igualitario, la gente est motivada por las recompensas, pero por qu hay diferencias en esos patrones sociales? Lo mismo se puede aplicar a todas las dems formas de organizacin social. En la siguiente etapa de la teora del intercambio, los socilogos se interesaron menos por reducir la sociologa a una forma de psicologa, y ms por la formacin de patrones sociales de intercambio. En esto tom la iniciativa Peter Blau. l empez por demostrar que los intercambios se realizan en muchos lugares diferentes, en las relaciones sociales. Veamos, por ejemplo, lo que pasa en una conversacin cuando dos personas acaban de ser presentadas. Comnmente empezamos tratando de subrayar nuestra importancia, alardeando de nuestro trabajo, de nuestros conocidos y de los lugares donde hemos estado. Segn el anlisis de Blau, esto es un intento de elevar nuestro valor en el mercado de la conversacin o la amistad; nos esforzamos por ser una persona con quien resulte atractivo conversar. A continuacin empezamos a tratar de moderar la presentacin y hacemos comentarios autocrticos para mostrar que somos una persona sencilla con quien es fcil llevarse bien. Esta es la fase de ajuste en la negociacin conversacional: si nos proyectamos a un nivel demasiado alto, la otra persona no podr igualar el precio; por eso es necesario descender a un nivel ms bajo, para que la negociacin se realice en un plano de igualdad. Este tipo de interaccin social es un mercado de intercambio entre iguales. Qu pasa si el intercambio no es entre iguales? El resultado ser que las dos personas se darn cuenta de que no pueden alternan y se alejarn de esa relacin; o bien, si persisten en ella, sta se basar en el dominio de una de ellas sobre la otra. En el anlisis de Blau, las relaciones amorosas encajan con
frecuencia en este segundo tipo. Supongamos que un miembro de la pareja est ms enamorado que el otro, quin llevar la voz cantante en la relacin? La persona que est menos enamorada, pues ser la ms dispuesta a hacer algo que perjudique a la relacin, mientras que la ms enamorada ceder con ms facilidad para que la relacin se conserve. Esto se conoce como "el principio del menor inters". En realidad este conocimiento no se debe a Blau: ya lo haban descubierto un siglo antes los novelistas, como Stendahl, y tambin lo haban postulado otros socilogos que estudiaron los mecanismos de las citas romnticas y el matrimonio. Sin embargo, Blau lo us como parte de la evidencia para crear un modelo de amplia aplicacin que per mite explicar el comportamiento social, es decir, una teora explcita del intercambio. Ahora los tericos del intercambio sociolgico empezaron a estudiar extensivamente el fenmeno del poder. Se realizaron experimentos de laboratorio donde se permita a los individuos hacer intercambios con algunas personas, mas no con otras (esto se logra de ordinario enlazndolas por medio de computadoras, para que puedan hacer ofertas recprocas para el intercambio de diversos tipos de elementos satisfactorios). As hemos acumulado muchos conocimientos sobre cmo se negocia el poder en los intercambios sociales; es decir, el grado exacto de poder que alguien puede ganar con lo que tiene para ofrecer a la otra parte, y cmo influye en esto el grado en que haya opciones alternativas de intercambio con otras personas de la red. Estas formulaciones se han desarrollado en varios programas de investigacin en marcha, entre los que destacan la Teora Elemental de David Willer y la teora de la red de intercambio de Karen Cook. Es preciso sealar que la teora sociolgica del intercambio, aunque se asemeja a la teora utilitarista, ha avanzado por su propio camino. A la teora utilitarista no le interesaban mucho las cuestiones de la desigualdad y el poder, pues se concentraba en averiguar cmo se podra producir el mayor bien para el mximo nmero de personas. Por otra parte, la sociologa ha considerado que la cuestin ms interesante es justamente cmo se gestan el poder y la desigualdad. Esto no significa que la teora del intercambio del poder sea una explicacin acabada y completa de todas las formas en que ste se presenta. El anlisis del intercambio ms tpico en relacin con el poder supone que uno de los individuos est en condiciones de ofrecer algo que la otra parte realmente necesita; si sta no puede ofrecer en reciprocidad algo de igual
valor, slo le ser posible mantener la relacin otorgando poder al individuo que posee ms recursos. Segn un clebre anlisis de Blau, la forma en que alguien se convierte en el lder informal de un grupo de trabajo consiste en actuar como un experto a cargo de asesorar a los recin llegados; de ese modo el lder obtiene poder a cambio de compartir su pericia. Es extrao que la teora del intercambio haya exaltado hasta hoy un modelo de poder teocrtico bastante benigno. A diferencia de los economistas, a los tericos del intercambio sociolgico no les agrada hablar de dinero: prefieren dar la impresin de que el jefe de una fbrica tiene poder sobre los trabajadores porque posee ms pericia que ellos; en realidad sera ms directo decir que el jefe tiene poder porque controla el dinero con el cual se paga a los trabajadores. Adems, la teora del intercambio ha centrado casi toda su atencin en los aspectos satisfactorios del intercambio, y se ha hecho poca investigacin sobre las fuentes coercitivas de poder, como cuando un ejrcito impone su mando o un movimiento revolucionario llega al poder por medio de un levantamiento armado. Esto no quiere decir que esos tipos de situaciones coercitivas no puedan analizarse con un modelo en el cual individuos racionales negocian sus propios intereses. El economista Thomas Schelling analiz las situaciones coercitivas como un juego de coordinacin donde a cualquiera le resulta peligroso ser excluido de la coalicin dominante; en esas condiciones, un individuo slo podr resistirse a la coercin si se constituye al mismo tiempo una gran coalicin alternativa. De aqu se desprende una teora de los as llamados "efectos de adhesin a la mayora" o "fenmenos de inclinacin", que muestra cmo los periodos de estabilidad coercitiva estn salpicados de rupturas repentinas y saltos, en los que la lealtad favorece al otro bando. La teora del "alquiler de proteccin" es otra aplicacin de la teora econmica al poder coercitivo, como veremos a continuacin. Lo que observamos aqu es una enseanza que se ha repetido muchas veces en la historia de la tradicin racional/utilitarista: en nuestras explicaciones no slo tendremos que tomar en cuenta los clculos del individuo, sino tambin el tipo de situacin estructural donde los individuos negocian entre s. Los mercados son un tipo de situacin de intercambio; otros son las redes ms restringidas que se han estudiado en experimentos sociolgicos de laboratorio, pues en ellos slo son posibles unos cuantos eslabones de intercambio; un
tercer tipo de estructura de negociacin social se presenta cuando el poder se impone por la va coercitiva. Se podra decir que gran parte de la tarea de construir una teora de la accin racional consiste en establecer las diversas situaciones estructurales, y el tipo de negociacin que se produce en cada una de ellas. De la teora del intercambio sociolgico han surgido ramas que avanzan en direcciones muy diferentes. Hemos visto que una de esas ramas avanz hacia el anlisis del poder tal como ste surge de los intercambios positivos. Otra direccin, que exploraremos un poco ms en los siguientes prrafos, sigue concentrada en buscar los lugares donde se forman mercados en los fenmenos sociales. Otro cauce de investigacin se ha enfocado en lo que ahora se conoce como la teora de la equidad o la justicia social. Esto parte de una observacin de Homans y Blau en relacin con el intercambio social. ste se produce de acuerdo con un principio fundamental: si te doy algo, tu obligacin es darme a cambio otra cosa de igual valor. Homans incorpora este principio de reciprocidad en su sistema explicativo bsico: la gente se indigna cuando se viola la reciprocidad, y siente que se le trata injustamente si alguien no le retribuye con algo de igual valor. De esto ha surgido una subrea entera de investigacin sobre los sentimientos de las personas acerca de la justicia social, cmo valoran el grado de justicia en intercambios especficos y cmo reaccionan cuando se infringen esos principios. Vale la pena sealar que este tipo de argumentacin lleva los lmites de la teora del intercambio hasta un metanivel donde el tema ya no es el intercambio mismo, sino las reglas bsicas que lo gobiernan. Pero, cmo se establece el principio fundamental?; surge como resultado del intercambio? Blau intent demostrar que los principios del libre intercambio surgen cuando el intercambio se ha producido por largo tiempo, pero reconoce que debe haber cierta reciprocidad inicial para que el proceso se ponga en marcha. Es irnico que la teora del intercambio, nacida de la crtica de Homans al enfoque normativo de Parsons sobre el orden social, recaiga en el mismo tipo de principio normativo como condicin para que el sistema de intercambio pueda funcionar. La sociologa descubre los mercados del gnero y el matrimonio
El aspecto de la teora del intercambio que ha conducido a una creciente expansin del enfoque racional o econmico en el estudio de los fenmenos sociales ha sido, tal vez, la tendencia a encontrar muchos tipos de mercados sociales. Los economistas abordaron los temas sociolgicos en un momento bastante tardo del juego: ya haca mucho tiempo que los socilogos haban descubierto en la sociedad ciertos sistemas semejantes al mercado. Como veremos, el nfasis que han dado los socilogos a esos mercados sociales ha sido un tanto diferente del que les dan los economistas. Uno de los primeros descubrimientos de ese tipo fue realizado por el socilogo Willard Waller all en la dcada de 1930. Cuando realizaba investigaciones en escuelas preparatorias, l analiz un proceso que denomin "el complejo de jerarquiza-ciones y citas". Observ que los adolescentes de uno y otro sexo prestaban mucha atencin a quin sala con quin, en un complicado proceso de invitaciones a fiestas, bailes y citas. Las muchachas ms populares reciban muchas invitaciones, y los muchachos populares podan estar seguros de que cualquier chica aceptara su invitacin; a los adolescentes menos populares les angustiaba si podran conseguir la pareja que deseaban o si se quedaran sin pareja. Waller observ que la estructura es una especie de mercado, donde los chicos son estratificados de acuerdo con sus recursos (atractivo fsico, personalidad, dinero para pagar ropa y diversiones, extraccin social, etc.) y pueden usar dichos recursos para conseguir pareja. Sin embargo todos ellos, cualquiera que sea su nivel y sin importar que sean muy populares o no, tienen que hacer ciertas elecciones estratgicas: los que disponen de demasiadas opciones tienen que suprimir algunas; otros con muy pocas opciones deben esforzarse para encontrar una pareja aceptable. Como seal Waller, este mercado de citas es una versin preliminar del mercado de matrimonios, el cual genera, a la postre, intercambios permanentes o a largo plazo. El sistema de negociacin es un proceso por el cual cada muchacho o muchacha se percata de cul es su posicin en comparacin con los dems miembros del grupo. Por eso el periodo en que se vive esta situacin puede ser uno de los de mayor tensin emocional en toda la vida de una persona. Ms tarde otros socilogos recogieron la idea del mercado de matrimonios y la usaron para explicar por qu las personas suelen casarse con individuos de su misma clase social (y a menudo de su mismo grupo tnico, nivel
educacional, etc.). Esto sigue sucediendo en la sociedad individualista moderna, aunque los padres ya no intervienen en la eleccin de pareja o en la con-certacin del matrimonio de sus hijos. Sin embargo, la distribucin de los recursos sociales, entre ellos la identidad de clase y el prestigio tnico o racial, da por resultado una endogamia de clases. Aqu podemos ver cmo interviene la "Mano Invisible" del mercado para reproducir una sociedad estratificada. Los socilogos del matrimonio y la familia previeron otra versin de la teora del intercambio. Desde antes que Blau planteara su principio del poder, resultante del intercambio de recursos desiguales, los especialistas en sociologa ya haban hallado evidencias de que el equilibrio de poder entre marido y mujer depende de ciertos factores, como la superioridad econmica relativa de uno de los cnyuges sobre el otro. Una mujer tendr menos poder frente a su esposo si es ama de casa, que si tiene un empleo remunerado e ingresos propios; el grado de su poder depender de la comparacin entre sus ingresos personales y los de su cnyuge. Adems, lo ms comn es que disminuya el poder de la mujer que tiene ms hijos, porque stos reducen an ms sus posibilidades de allegarse recursos autnomos fuera del hogar. Pese a que esta teora del poder familiar se desarroll antes del movimiento feminista, iniciado en la dcada de 1970, ha conservado toda su relevancia para explicar lo sucedido a partir de entonces. Si el poder de una mujer depende de su carrera exterior, en comparacin con la carrera de su esposo, entonces es lgico decir que la movilizacin del movimiento feminista debe llevar aparejada una mayor exigencia de las mujeres para que se les permita emprender su propia carrera; al mismo tiempo, el hecho de casarse ha perdido valor, por lo cual el ndice de matrimonios ha descendido, la gente tiende a aplazar el matrimonio hasta una poca ms tarda y, cuando se casa, suele tener menos hijos. Algunos socilogos que se identifican con el movimiento feminista se han pronunciado en contra de la teora del intercambio, aduciendo que va en detrimento de la mujer. Se dice que hablar en trminos de intercambio equivale a deshumanizar a las personas; que la mujer no debe ser considerada como una propiedad desde el punto de vista econmico; y que, de hecho, toda la mentalidad del fro clculo racional es una actitud masculina que no se aplica a la perspectiva femenina. Un terico del intercambio podra replicar que la teora no es ms que un punto de partida para analizar lo que pasa en las relaciones
entre hombres y mujeres; no se trata de tomar partido, sino de mostrar qu pasara si los recursos se acumularan en una forma determinada. La teora del intercambio no predica que el matrimonio deba estar siempre bajo el dominio del hombre, ni tampoco que l tenga que iniciar siempre el proceso de encontrar pareja en el amor y el sexo. Lo que afirma la teora es que el poder proviene de la desigualdad de los recursos incluidos en el intercambio, y que cada uno de los bandos modela su propio estilo de negociacin segn el tipo de recursos con los que cuenta. La teora del intercambio prev con mucha claridad que quien tenga mayores recursos econmicos podr dominar el mercado matrimonial y detentar ms poder en el hogar. Los varones han dominado cuando han contado con esa superioridad de recursos. En la misma forma, las mujeres que ahora poseen ms recursos econmicos tendrn un nivel ms alto de poder si deciden casarse. Los cambios en los patrones profesionales de las mujeres han influido tambin en la forma en que se realizan las negociaciones de gnero. La imagen que presenta Waller del "complejo de jerarquizacin y citas" en las dcadas de 1930 y 1940 puede parecer muy anticuada en los decenios de 1980 y 1990; la costumbre de que los varones invitaran a las muchachas al cine (y que ellos pagaran la entrada) se basaba en una situacin donde el varn gozaba de la mayor parte de las oportunidades de ganar dinero. Si hoy esas negociaciones romnticas son ms igualitarias es porque los jvenes de uno y otro sexo tienden a aspirar al mismo tipo de carrera, y la iniciativa proviene de ambas partes en forma ms nivelada. El patrn de los recursos de negociacin ha producido incluso un cambio en las actitudes ante el sexo. En la primera parte del siglo XX, la conducta sexual se consideraba en esencia como el dominio del hombre; los varones hablaban de sexo entre ellos mismos, se jactaban de sus conquistas sexuales y, por si fuera poco, frecuentaban prostitutas (los ms acomodados tenan amantes). Las mujeres respetables eran las que no hablaban abiertamente de sexo y acataban (por lo menos en pblico) el principio de que el sexo deba esperar hasta despus del matrimonio. En realidad, las diferencias en la conducta sexual de hombres y mujeres no eran tan extremas como la ideologa respetable; la investigacin de la actividad sexual muestra que, de hecho, cierta proporcin de las mujeres tenan relaciones sexuales antes del matrimonio, aunque menos frecuentemente que los varones y con un nmero mucho menor de personas.
En trminos de la teora del intercambio, las mujeres conservaban su sexualidad como un recurso que podan usar en la negociacin del matrimonio; en virtud de que los hombres posean casi todos los dems recursos, sobre todo ocupaciones mejor remuneradas y la mayor parte de la riqueza, las mujeres hacan de la modestia sexual un recurso compensatorio para tratar de controlar a los hombres. Desde esta perspectiva, la razn por la cual las costumbres sexuales empezaron a relajarse a partir de la dcada de 1960 fue que las mujeres adquirieron ms recursos de orden econmico y ocupacional. Hablar en pblico sobre sexo dej de ser un tab; tener relaciones sexuales antes del matrimonio fue un hecho mucho ms comn e incluso goz de aceptacin expresa; adems, la conducta sexual de hombres y mujeres empez a convergir hacia un mismo patrn. Tal patrn todava no es enteramente el mismo, pero la teora del intercambio ha hecho un claro vaticinio a este respecto: cuando el poder ocupacional y la riqueza de hombres y mujeres sean idnticos, cabr esperar que su conducta sexual tambin sea similar. El hecho de que las mujeres y los hombres no hayan alcanzado an la igualdad econmica, de acuerdo con un promedio estadstico, es congruente con la realidad actual, donde el comportamiento sexual de unas y otros sigue siendo un tanto diferente. Al dividir la evidencia en subgrupos, vemos que las mujeres cuyas ocupaciones les aportan recursos iguales a los de los hombres, tienden a adoptar patrones de conducta sexual ms similares a los de aqullos; en cambio, las mujeres que siguen estando en posiciones de escaso poder econmico, sobre todo las que desempean los roles tradicionales del ama de casa, tienden a ser tambin ms tradicionales en su comportamiento sexual. Algunos crticos acusan a la teora del intercambio de suscribir un punto de vista masculino; sin embargo, la teora ha tenido ms xito al explicar la causa por la cual pueden existir un punto de vista masculino y uno femenino, en determinados momentos de la historia. Vale la pena recalcar que la teora del intercambio no propone que las culturas de los grupos de personas sean persistentes a travs de la historia e independientes de las circunstancias sociales. Por el contrario, la teora muestra cmo surgen las culturas a partir de los tipos de situaciones de intercambio que se presentan en un periodo especfico. Cuando varan esas estructuras de intercambio, la teora prev una
modificacin correspondiente en las culturas. La teora del intercambio no cree que haya absolutos ni en la biologa ni en la cultura. Examinemos el periodo de la historia reciente, en el que los hombres tuvieron generalmente la mayor parte de los recursos econmicos en el mercado del matrimonio. Significa esto que los hombres sean especialmente calculadores? Arlie Hochschild afirma lo contrario: los hombres que cuentan con recursos eco nmicos no tienen que buscar una esposa rica; pueden actuar de acuerdo con sus emociones y enamorarse por la personalidad o el atractivo fsico de su pareja. Como lo acota Hochschild, la evidencia muestra que en realidad los hombres tienden a ser la parte ms emotiva en los asuntos amorosos, por cuanto se enamoran ms rpidamente que las mujeres y siguen enamorados despus que sus compaeras se han "desenamorado" de ellos. Por otra parte, el matrimonio tena muchas ms consecuencias para una mujer que para un hombre, pues todo su futuro econmico y su posicin especial de clase dependan de dicha institucin, lo cual no ocurra con los varones. Hochschild dice que las mujeres son "expertas en el amor", por el hecho de que hablan de sus asuntos amorosos y sus posibles parejas mucho ms a menudo que los hombres. Sin embargo, toda esa conversacin sobre el amor no flota pasivamente sobre las mareas del sentimiento; revela, ms bien, el intento racional de mantener las emociones bajo control para poder decidir qu hombre resulta ms conveniente como pareja, desde el punto de vista de cada mujer. De este modo, Hochschild afirma que la fama de que la mujer es ms emotiva que el hombre refleja una forma superficial de expresar la verdad. Las mujeres hablan ms que los hombres acerca de sus emociones, y las expresan con mayor facilidad; sin embargo, esto se debe a que ellas han tenido incentivos sociales para tratar de dar forma a sus emociones a fin de administrarlas de un modo racional. En cambio, los hombres se dejan llevar por sus emociones, sobre todo en cuestiones de amor, orgullo o ira. Mientras el hombre sea la figura socialmente dominante, tendr mucho menos incentivos para controlar sus emociones mediante la reflexin. Puesto que las emociones no son racionales ni irracionales en s mismas, lo que es racional es la forma en que las personas reaccionan ante las emociones que sienten. As pues, las culturas masculina y femenina de la emocin han sido forjadas por el repertorio de recursos de cada uno, sobre todo en la negociacin sexual y en los mercados matrimoniales, en un momento particular de la historia. Una vez ms,
la teora del intercambio pronostica que si esos recursos fundamentales de mercado cambian en el futuro, entonces lo que conocemos como las culturas masculina y femenina se modificarn tambin.
TRES APLICACIONES DE LOS MERCADOS SOCIOLGICOS: INFLACIN EDUCACIONAL, MERCADOS DE TRABAJO DIVIDIDOS Y BIENES ILEGALES Aqu debemos hacer una pausa para sealar que los socilogos han desarrollado sus teoras del mercado en una forma muy diferente de los modelos econmicos del mismo. Los economistas han desarrollado un aparato matemtico enfocado en el precio de los bienes en sus relaciones recprocas y los volmenes que van a producirse de cada uno; en otro nivel, conocido como macroeconoma, la teora trata de explicar el ciclo de los negocios y el crecimiento a largo plazo del sistema econmico. Por otra parte, las teoras sociolgicas del mercado no se han ocupado comnmente de los precios y la produccin, los puntos de equilibrio o el crecimiento de la economa. Cuando Blau analiza el poder que obtiene el lder de un grupo de trabajo a cambio de asesorar a los dems, no analiza el precio de la asesora en toda la sociedad en general; de hecho, tal precio no existe y la cuota que se obtiene en trminos de poder y deferencia en un grupo de trabajo es producto de una negociacin especfica local. En general, la teora econmica no se ocupa de las cuestiones del poder; todo su inters se centra en los movimientos en gran escala de la oferta y la demanda a travs del mercado, que arrasan con las diferenciaciones locales y hacen imposibles los fenmenos del poder. En este sentido, los modelos de los economistas y los socilogos estn en los extremos opuestos del continuum que los incluye. En forma similar, un anlisis estilo Waller para encontrar la pareja adecuada, en un mercado sexual o de matrimonios, logra algo que los economistas no intentan siquiera: explica quin har un intercambio con quin, ms no los resultados globales de la suma total de todos los intercambios. De hecho, es muy difcil imaginar cul sera el equivalente social del precio de equilibrio general en el caso de los matrimonios, o el nivel total de la productividad matrimonial.2
Esta es otra forma de expresar tal diferencia: la economa se ocupa de sumarios cuantitativos de las cosas que se producen a fin de ser intercambiadas, mientras que los modelos del mercado sociolgico se refieren al patrn de la estructura social constituida por los propios intercambios. Adems, mientras la teora econmica tiende a presentar la imagen idealizada de un sistema de intercambio igualitario, la sociologa se ocupa de las desigualdades que surgen o se sostienen por esos intercambios. Hagamos un breve bosquejo de tres ejemplos de los sistemas de mercado sociales que han estudiado los socilogos. En la sociedad actual, la educacin ha llegado a ser el centro del sistema de estratificacin. La posicin de clase social que uno llegue a ocupar depende en gran medida del grado de educacin que posea. Sin embargo, aqu surge una paradoja: el acceso a las escuelas se ha expandido durante todo el siglo XX, pero nuestra sociedad no se ha vuelto ms igualitaria. A principios del siglo, slo un pequeo porcentaje de la poblacin completaba su educacin preparatoria; hoy la inmensa mayora de la gente la termina con xito y casi la mitad de la poblacin ingresa a la escuela superior. Los estudios de postgrado, la capacitacin profesional, los ttulos avanzados en administracin de empresas y otros por el estilo han llegado a ser tan comunes como antes lo era la escuela preparatoria. A pesar de eso, la brecha entre ricos y pobres no se ha estrechado (en realidad se ha ampliado desde la dcada de 1970) y a duras penas han cambiado nuestras probabilidades de ascender ms que nuestros padres en la escala social: las tasas de movilidad social siguen estando ms o menos en el mismo nivel moderado que ocupan desde hace mucho tiempo. Cmo explicar la paradoja de que la educacin se haya expandido hasta formar un gigantesco sistema y que, al mismo tiempo, el grado de estratificacin se haya mantenido igual, en el mejor de los casos? Una explicacin sociolgica se basa en que la educacin es como un enorme mercado. La gente invierte su tiempo y su esfuerzo en su propia educacin y la de sus hijos. A cambio de esta inversin, los estudiantes esperan como recompensa un buen empleo. Sin embargo, lo que se "compra" en las escuelas no son los empleos mismos, sino la posibilidad de obtenerlos; como dicen algunos socilogos, se adquiere un capital cultural, o bien, segn otra terminologa: la educacin nos provee de credenciales.
El valor de la cultura o las credenciales educacionales es como el dinero. Cuanto ms dinero hay en circulacin, tanto menos se puede comprar con una suma determinada, pues el incremento de la oferta monetaria hace que suban los precios. Un certificado de educacin preparatoria era muy valioso en la dcada de 1920, porque slo un pequeo porcentaje de la poblacin lo posea. Con l se poda "comprar" un buen empleo administrativo en esa poca. En cambio, en los aos sesenta creci tanto el nmero de personas que tenan certificado de preparatoria, que con ste slo se poda adquirir un empleo modesto de oficina o plazas propias de la clase trabajadora; su valor se erosion a causa de la inflacin de la moneda educacional En los ltimos aos ha ocurrido lo mismo con los ttulos universitarios; cuando casi la mitad de los jvenes que ingresan a la fuerza laboral poseen un ttulo universitario, ste ya no tiene mucho .valor en el mercado del trabajo. Los estudiantes que desean prosperar se ven obligados a regresar a la escuela por periodos ms prolongados, para obtener ttulos avanzados y especializaciones profesionales. Se puede augurar que este proceso se seguir repitiendo en el nivel ms avanzado. Si en el futuro todos tienen un doctorado, un postgrado en derecho, una maestra u otros ttulos por el estilo, stos slo tendrn valor suficiente para asegurarles un empleo de dependientes en un restaurante de comida rpida, y la competencia ascender a ttulos acadmicos an ms altos. He aqu una teora del mercado que explica por qu sigue existiendo la estratificacin aunque se expandan las instituciones sociales que supuestamente deberan reducir la desigualdad, de acuerdo con las ideologas o los ideales culturales ms difundidos. Una vez ms, debemos observar que los socilogos usan un modelo de mercado en forma muy distinta que la mayora de los economistas convencionales. Para stos, el mercado es un sistema ideal de competencia y su resultado es el mejor de los mundos posibles para todos. Por supuesto, esto es parte del programa utilitarista original que condujo al desarrollo inicial de la economa. Sin embargo, los socilogos han extrado del anlisis de mercado una inferencia muy diferente, una modificacin de la teora, que les permite explicar cmo se crean y reproducen la desigualdad y la estratificacin. Un punto clave a este respecto es que, como lo implica la economa de mercado clsica, si existiera una competencia perfecta no habra desigualdad. A la larga nadie podra obtener ganancias (segn dira un economista, se
llegara al punto de equilibrio) porque si alguien cobrara un precio ms alto por lo que vende, otro vera la oportunidad de obtener ganancias y entrara al mercado como competidor; a su vez, ese aumento de la competencia abatira los precios. Esto se aplica tanto a los mercados de trabajo como a los mercados de productos. Si algu nas ocupaciones reditan un salario ms alto que otras, entonces la gente dejar las ocupaciones de menor paga y optar por los puestos mejor remunerados. A la postre, puesto que la gente no cesara de pasar de una ocupacin a otra de mayor paga, llegara el momento en que todas las ocupaciones tendran la misma remuneracin. Esto nos parece tan diferente de nuestra realidad normal, que se necesita hacer un esfuerzo para despojarnos de nuestros prejuicios habituales. Acaso no es normal que los mdicos ganen ms que los recolectores de basura? Sin embargo, si no hubiera barreras que impidieran a la gente pasar de una ocupacin a otra y este es un punto clave de la teora entonces ms personas ingresaran a la profesin mdica y, al saturarla, haran que los ingresos de los mdicos bajaran hasta un nivel promedio. En verdad, si un enorme nmero de personas llegaran a ser mdicos, rebasaran con creces la demanda de esos servicios y, en promedio, los doctores en medicina ganaran menos que muchos otros trabajadores. Esto no pasa en nuestra sociedad porque hay muchas barreras que impiden el ingreso a ese crculo. La profesin mdica est organizada de tal modo, que a la mayora de la gente le es difcil tener acceso a dicha carrera y las barreras (que incluyen la inflacin de los ttulos acadmicos en la educacin mdica) se elevan ms a medida que ingresan ms personas a la profesin. En un mundo imaginario donde no hubiera barreras entre las ocupaciones, el mercado del trabajo sera competitivo en todos los frentes, y cualquiera que ganara ms que los otros no tardara en verse abrumado por competidores que lo obligaran a bajar de nuevo sus ingresos hasta el nivel normal.3 En esa sociedad, los empleos que tendran salarios ms altos que el promedio no seran las profesiones ms atractivas a causa de sus condiciones de trabajo y su prestigio; de hecho, esas ocupaciones tendran un supervit de proveedores, por lo cual sus ingresos se reduciran. Las ocupaciones menos atractivas seran las que tendran que estar mejor pagadas, para lograr que alguien estuviera dispuesto a realizarlas. En este mundo de mercados ocupacionales totalmente abiertos y competitivos, los recolectores de basura figuraran entre los empleados mejor remunerados.
Todo esto nos parece paradjico porque es muy distinto de la forma en que nuestro mundo est construido en realidad. Sin embargo podemos usar directamente este tipo de teora de mercado tomando en cuenta este punto crucial: los obstculos que mantienen a la gente en ocupaciones diferentes para que no compitan por los mismos empleos, es decir, las barreras, son la causa de la desigualdad. Si un mercado laboral realmente abierto significa igualdad, entonces un mercado cerrado y dividido de acuerdo con barreras ocupacionales es la fuente de la desigualdad. Una de las teoras ms importantes desarrollada sobre esos lineamientos es la teora del mercado laboral dividido. Existe un mercado laboral de este tipo cuando algunos empleos ofrecen condiciones de trabajo desfavorables, horarios prolongados, poca seguridad en el empleo y, encima de todo esto, estn mal pagados. Al mismo tiempo, otro tipo de empleos ofrecen condiciones buenas y seguras, horarios cmodos y disposiciones para el pago de horas extraordinarias, seguridad en el trabajo protegida por disposiciones de titularidad o sindicales y, por si esto fuera poco, la paga es alta. Por qu se acumulan todas las desventajas en un sector y todas las ventajas en otro? El primer tipo de empleo est totalmente abierto a las presiones de la competencia; el hecho de que no haya sindicatos o asociaciones profesionales en ese sector significa que no existen dificultades para acceder al mismo, as pues, es fcil que se presenten trabajadores adicionales para ocupar las plazas de ese sector, lo cual permite que los empleadores paguen salarios bajos e impongan condiciones laborales penosas. Ejemplos de ese tipo de empleos son las plazas en pequeos restaurantes o en tiendas modestas de conveniencia que permanecen abiertas toda la noche, la conduccin de taxis, o plazas de trabajadores domsticos y mozos de hotel. En el otro sector, p. ej., los empleos en las grandes corporaciones manufactureras, las plazas tienden a estar sindicalizadas o burocratizadas y gozan de la proteccin de un reglamento, A este sector se le conoce a veces como la porcin monopolizada de la economa (en rigor, se debera decir que este sector es un oligopolio, donde unas cuantas firmas poderosas controlan casi todo el negocio); en este caso, los empleadores gozan de una posicin relativamente protegida y se pueden dar el lujo de contratar trabajadores que tambin estn protegidos por sus respectivos sindicatos y asociaciones profesionales. As pues, por una parte, existen las pequeas empresas competitivas que operan con bajos
mrgenes de ganancias y contratan empleados que reciben tambin un nivel mnimo de paga; por la otra estn las grandes empresas, bien financiadas y organizadas, con posiciones de mercado protegidas y con trabajadores tambin muy protegidos y relativamente bien pagados. Cmo es posible que haya trabajadores dispuestos a laborar en el sector competitivo y de bajos salarios, dentro del mercado de trabajo dividido? Edna Bonacich observa que la lnea divisoria entre los dos sectores es con frecuencia de carcter tnico. En los Estados Unidos de hoy, el sector competitivo de baja paga tiende a ser aqul donde los trabajadores son negros o hispanoamericanos y, cada da ms, en los ltimos aos, emigrantes del Medio Oriente o el sudeste de Asia. Los mercados de trabajo protegidos y de altos ingresos estn ocupados predominantemente por blancos descendientes de europeos. Se podra decir que se trata de una discriminacin tnica, pero la pregunta es: cul fue el origen de esa discriminacin? La teora de Bonacich es que las poblaciones tnicas slo adquieren su identidad social cuando se produce la migracin. Algunos emigrantes llegan de pases donde el nivel econmico es inferior al de la sociedad a la cual emigran. Esto significa que si alguien viene de un pas pobre, estar dispuesto a aceptar un salario relativamente ms bajo que quien est acostumbrado a un nivel de vida ms alto. Trabajar toda la noche en una tienda de conveniencia por un salario bajo se considerar como un descenso real en el nivel de vida de alguien que ha crecido en un pas industrial rico, pero puede ser un ascenso del nivel de vida para un emigrado de un pas pobre del Tercer Mundo. Por lo tanto, tiene sentido decir que esos patrones han cambiado a travs de la historia segn los grupos tnicos que ocupan el sector de bajos salarios en el mercado de trabajo dividido; a comienzos del siglo XX, los ocuparon inmigrantes recientes de Italia o Europa oriental, procedentes de lugares donde el nivel de vida relativo era mucho ms bajo que en los Estados Unidos y, por lo tanto, estaban dispuestos a trabajar en los empleos ms sucios y peor remunerados. La teora de Bonacich sobre el mercado de trabajo dividido es tambin una teora del antagonismo tnico. Los trabajadores dispuestos a aceptar salarios bajos y condiciones de trabajo desfavorables son considerados como una amenaza por los trabajadores que exigen un nivel de vida ms alto y que, tal vez, han participado en luchas sindicales para conquistar el control de sus mercados laborales. Bonacich agrega que la discriminacin tnica no slo
depende del color de la piel o de un acento diferente al hablar, sino que bsicamente es un conflicto econmico por los niveles salariales en el mercado laboral. El mercado de trabajo dividido comienza con diferencias en las demandas econmicas de diversos grupos; en l se perpetan tambin las diferentes tcnicas, porque el antagonismo entre los dos mercados laborales refuerza la identificacin tnica a ambos lados de la lnea divisoria. Se podra decir que los grupos tnicos vctimas de discriminacin son los que en un principio estuvieron dispuestos a aceptar trabajos mal pagados e indeseables; una vez instalados en ese sector laboral, son vctimas de un antagonismo que les impide salir de ese sector. Una teora como la del mercado de trabajo dividido no parece muy a tono con el optimismo de los pensadores utilitaristas clsicos. Tiene resonancias ms propias de la teora del conflicto y, de hecho, los tericos del mercado de trabajo dividido tienden a identificarse con esa tradicin terica. Sin embargo, volver de cabeza el optimismo de la tradicin utilitarista coincide con la tendencia de los anlisis racionales y orientados al mercado, de la sociologa de los ltimos decenios. En lugar de exaltar las virtudes del mercado abierto, stos se concentran en mostrar cmo se crean y mantienen las desigualdades sociales a causa de las barreras que aslan a los sectores, de la competencia directa del mercado. El tercer ejemplo de este tipo de condiciones sociales indeseables ocasionadas por un mercado distorsionado se percibe en el mbito de la delincuencia. Aqu se trata de la teora de los mercados de bienes y servicios ilegales. Consideremos en qu condiciones ha surgido el crimen organizado. En el periodo de la Prohibicin, cuando el alcohol era ilcito en los Estados Unidos, aparecieron organizaciones criminales para hacerse cargo de su distribucin. Cuando el juego se declara ilegal, surgen mafias criminales de la misma ndole. Esta situacin se ha vuelto a repetir en los ltimos aos. A raz de la guerra contra las drogas, la distribucin de la cocana y otros estupefacientes ha cado, cada da ms, bajo el control de mafias en gran escala, que operan con un alto grado de violencia. En todos esos casos, la fuerza con que se hace cumplir una ley prohibitiva trae consigo un creciente nivel de actividad criminal y la violencia en gran escala. Cmo se explica esto? Los cientficos sociales que utilizan conceptos econmicos observan que el precio de un producto ilegal est determinado,
como cualquier otro, por la oferta y la demanda. El estricto cumplimiento de la ley tiende a restringir la oferta, pero tal parece que la demanda de los productos ilegales es relativamente inelstica.4 Al contraerse la oferta, el precio del producto ilegal se eleva. Las drogas o el alcohol, que podran ser relativamente baratos en un mercado abierto y competitivo, se encarecen. Esto tiene varias consecuencias adicionales. Una de ellas es que los vendedores de productos ilegales obtienen mayores ganancias, por lo menos mientras no son atrapados. Esto, a su vez, hace que ms vendedores potenciales se incorporen al mercado; no importa que algunos sean capturados y encarcelados, pues eso slo deja espacio libre para que otros ocupen su lugar. El negocio ilegal se convierte as en un gran negocio. Observe que aqu existe una simbiosis oculta entre el cumplimiento de la ley y el nivel de rentabilidad de un negocio ilegal. Si no se hiciera cumplir la ley, el mercado permanecera abierto, muchos competidores accederan a l y eso abatira los precios y las ganancias a un nivel bajo. As pues, el cumplimiento de la ley, aunque es un peligro para el contrabandista o el traficante de drogas individual, constituye tambin la fuerza estructural que tiende a restringir la competencia y, por ende, asegura la obtencin de altas ganancias. El hecho de que las organizaciones criminales que trafican con bienes ilegales suelan ser muy violentas se puede explicar con el mismo modelo. La dcada de 1920 fue el apogeo de los asesinatos entre pandillas de contrabandistas; en medio de ellas, la Mafia ascendi poco a poco hasta la cumbre. Los asesinatos se producan sobre todo entre pandillas rivales que luchaban por el control de un territorio; en otras palabras, se hacan la guerra para establecer un monopolio. Lo mismo sucede en el mundo de hoy con los actos de violencia entre pandillas rivales que tratan de controlar el negocio de las drogas. En el mbito de los negocios ordinarios legales, rara vez sucede que una empresa recurra a la fuerza para excluir del mercado a sus competidores; por ejemplo, una cadena de comida rpida no sale a dinamitar los establecimientos de sus cadenas rivales. Esto se debe a que los negocios legales estn protegidos y controlados por el Estado; para su proteccin, pueden recurrir a la polica y a los tribunales. No obstante, por su propia naturaleza, un negocio ilegal no puede aspirar a que el gobierno proteja sus derechos de propiedad. As pues, las pandillas criminales surgen como una especie de gobierno ilegal. Por supuesto que las pandillas ilegales cometen
tambin robos y asaltos descarados; en el trfico de drogas, es muy comn que ladrones armados descubran dnde se va a realizar una transaccin de frmacos o dnde se almacenan stos, y perpetren un asalto. El ambiente, libre de control, de los negocios ilegales est abierto para todos. Las grandes pandillas, que comenzaban a veces como cuadrillas de ladrones independientes, acabaron por introducir cierta regularidad en su negocio ilegal; al controlar un territorio, hicieron posible que proveedores y distribuidores operaran en forma bastante rutinaria. Por supuesto, tienen que pagar el costo: la pandilla se hace cargo del negocio o tiene que pagar parte de sus ganancias a cambio de proteccin. (Lo mismo ocurri en el pasado con otros negocios ilegales, como los de apuestas, donde la mafia se presentaba y exiga dinero por su proteccin.) El crimen organizado aporta lo que los tericos de orientacin econmica han llamado "alquiler de proteccin", un concepto que examinaremos despus con mayor detalle, cuando nos ocupemos de la teora racional del Estado. As pues, la violencia de las pandillas no es slo un fenmeno emocional o irracional: proviene directamente de los intereses racionales involucrados en el establecimiento y la proteccin de un mercado de productos ilegales. La consecuencia de este mercado restringido se refleja en el consumidor de bienes ilegales. Al elevarse los precios, el consumidor tiene que pagar ms. Puesto que esos productos tienden a crear adiccin, los consumidores no se esfuerzan tanto por reducir su consumo, cuanto por hallar la forma de obtener ms dinero para comprarlos. Esto produce lo que se conoce como "desviacin secundaria": los drogadictos cometen otros delitos, como robos y asaltos, para conseguir el dinero necesario para pagar sus drogas. La asociacin de las drogas con los delitos violentos, que surgi por principio de cuentas a causa del alto costo de los productos ilegales, ahora se recicla y hace que en la sociedad decente se intensifique el deseo de reprimir las drogas. Este es un ciclo que se refuerza a s mismo: los intentos de suprimir el problema slo consiguen hacerlo ms grave. En los tres casos presentados la inflacin educacional, el mercado de trabajo dividido y los productos ilegales los intereses racionales de los individuos han dado lugar a desigualdades sociales y consecuencias no deseadas. Todo esto sugiere que algo tiene de paradjico el modelo de mercado de la sociedad. El hecho de que la gente no vea las consecuencias de
sus actos induce a pensar que la teora tiene un punto dbil. La gente emprende una guerra contra las drogas, del mismo modo que antao lanz una cruzada contra el alcohol, sin ver que con eso agrava el problema que desea resolver. Culpan a las minoras tnicas de debilitar las condiciones de trabajo y los salarios, y las desprecian tachndolas de sucias y carentes de normas civilizadas, sin ver que el mercado de trabajo dividido, del cual se beneficia la mayora dominante, es la causa de esas diferencias. Como individuos, todos presionamos por que las oportunidades educacionales se amplen lo ms posible, sin reparar en que, a consecuencia de eso, se exigir un nivel de educacin cada vez ms alto para desempear los mismos empleos. En todos estos casos, las acciones racionales en el nivel individual conducen a consecuencias irracionales en el nivel colectivo. Por lo tanto, no es de sorprender que la atencin terica de la tradicin racionalista haya cambiado en los ltimos aos hacia el estudio de las paradojas. Las paradojas y los lmites de la racionalidad Todo este estudio de la racionalidad en la sociedad surgi frente a un profundo problema terico. Tanto en el modelo donde los individuos calculan su inters propio como en el anlisis de su forma de hacer intercambios sociales, las paradojas y los lmites de la racionalidad empezaron a proliferar. El estudio de las paradojas ha llegado a ser una parte importante de la tradicin de la eleccin racional. Esa situacin no apag el entusiasmo por este modo de anlisis. Por lo contrario, ha estimulado el inters, dando a los tericos un verdadero acertijo para que le hinquen el diente. Se podra decir que ese estudio ha conducido al desarrollo de una teora pura de los fundamentos de la accin racional. Las paradojas que han surgido son de dos tipos. En el nivel del individuo, hay lmites en la capacidad de procesar informacin y tomar decisiones racionales. En otro nivel, existe la cuestin de cmo pueden formar grupos los individuos racionales y, de hecho, cmo es posible que exista la accin colectiva. El primer conjunto de paradojas se conoce a veces como la racionalidad atada, y la posicin resultante recibe el nombre de neo-racionalista. Lo que est a discusin en este caso son los lmites de la capacidad del individuo a ser racional. El problema surgi por vez primera en el rea de la investigacin de
las organizaciones formales, que tambin se podra denominar la ciencia administrativa o gerencial. En un estudio sobre el comportamiento de los gerentes en las organizaciones, Herbert Simn observ que un problema clave consiste en manejar toda la informacin que se recibe y seleccionar la ms adecuada para tomar decisiones. El gerente racional trata de maximizar las recompensas y minimizar los costos; la diferencia entre estos dos conceptos es lo que constituye la ganancia de la organizacin. Todo est muy bien, pero qu es lo que se intenta maximizar y minimizar? Cabe suponer que la organizacin p. ej., una fbrica en el sector manufacturero tiene que maximizar la produccin. Sin embargo, si hay demasiados accidentes y un nmero excesivo de trabajadores resultan lesionados, eso retrasar las operaciones y elevar los costos, lo cual demuestra que tambin la seguridad se debe maximizar. Ms an, se debe tratar de producir a la mayor velocidad posible, aunque eso implique un desperdicio de materiales? Supuestamente, el control de costos debe ser parte del objetivo racional. La lista puede prolongarse con facilidad. Es importante contener el costo de los salarios, pero tambin lo es mantener en alto la moral de los trabajadores. La calidad, la cantidad, la puntualidad en las operaciones, el manejo adecuado de las interrupciones, la planificacin para el futuro... todo eso forma parte del paquete que un gerente racional necesita maximizar. En sus estudios sobre lo que hacen en realidad los gerentes, Simn lleg a la conclusin de que nadie lo puede hacer todo a la vez y que ni siquiera intenta hacerlo. En el planteamiento clsico que escribi Simn con la colaboracin de James March, el gerente racional no maximiza, sino satisface. Definiremos a continuacin el significado de este ltimo trmino. El gerente debe ocuparse de una serie de cosas: produccin, cantidad, calidad, rapidez, seguridad, etc. Establece un nivel satisfactorio para cada una de esas reas; si las operaciones se desarrollan dentro de esos niveles, no es necesario que preste mucha atencin a esa rea y deja que siga la rutina establecida. En realidad, concentra su atencin en una sola rea a la vez, la que parezca requerir mayores cambios. Por lo comn en esa rea se localizan los problemas ms graves y las operaciones han cado por debajo del nivel satisfactorio. As pues, el gerente racional no trata de maximizar todo a la vez; satisface (es decir, acepta un nivel apenas satisfactorio) en cada una de las
reas que puede administrar en forma rutinaria por el momento, y se concentra en localizar las fallas en las reas menos satisfactorias. La idea de que es imposible maximizar, pero es racional satisfacer, se conoce como el principio de la racionalidad atada. La racionalidad no puede ser universal pues existen lmites en cuanto a lo que los individuos pueden hacer. No es racional tratar de actuar como el actor econmico ideal, ponderando todas las opciones posibles en el mercado antes de tomar una decisin. El costo de procesar toda la informacin sobre las distintas alternativas sobrepasa muy pronto los beneficios; es mejor tomar una decisin relativamente pronto y dejar para ms tarde los ajustes si las cosas no funcionan en un nivel satisfactorio. A esto se le llama la posicin neo-racionalista. March y Simn plantearon su principio de la satisfaccin a fines de la dcada de 1950. Desde entonces se han descubierto muchos otros problemas de lmites en la eleccin racional. Consideremos el principio bsico de Blau sobre la teora del intercambio: el actor elige la ganancia o rdito ms alto, el cual se calcula multiplicando los beneficios (menos los costos) por la probabilidad de lograr cada uno de ellos. Sin embargo, cmo se hace esto en la vida real? por principio de cuentas, cmo se mide la probabilidad de obtener una recompensa (p. ej., divertirse en la playa si se toma un da libre en el trabajo), en comparacin con otra recompensa (privarse de la playa y realizar la carga de trabajo de un da)? El problema estriba en que los seres humanos reales, a diferencia de las distribuciones matemticas idealizadas en las ecuaciones de un economista, no suelen tener informacin clara o fidedigna sobre los diversos hechos que se les presentan. Un problema conexo es que la mayora de las cosas sobre las cuales toma decisiones la gente no se miden en dinero y, por lo tanto, no se prestan a comparaciones estrictas. Cmo comparar el valor de un da en la playa, con la tranquilidad mental de haber realizado la tarea de un da de trabajo? Este es el problema de encontrar un comn denominador con el cual sea posible comparar diversas situaciones. Incluso cuando algunas de ellas se traducen en dinero (la paga de un da de trabajo), cmo compararlas con los valores no monetarios (la diversin en la playa)? La situacin es an peor si se aplica estrictamente el modelo de Blau: cul es el comn denominador que nos permite multiplicar la recompensa por la probabilidad de alcanzarla? Recompensas y probabilidades no son el mismo tipo de cosas; cuando se
multiplican unas por otras, en qu unidades est expresado el resultado obtenido? Adems, las unidades de "recompensa por probabilidad7' en una rea (divertirse en la playa) son el mismo tipo de unidades que la "recompensa por probabilidad" en otra rea (realizar el trabajo del da)? El corolario de este anlisis nos induce a poner en duda si es posible que los seres humanos realicen en verdad esos clculos en la vida social, por muy racionales que sean. stas pueden ser las causas fundamentales por las que los investigadores, cuando se han puesto a estudiar cmo hace en realidad la gente sus clculos y toma sus decisiones, descubren que no aplica en absoluto las reglas clsicas de la racionalidad. Esta investigacin se conoce como el estudio de las "anomalas" o la "heurstica" de la eleccin. Algunos de sus ms clebres hallazgos fueron resumidos por los psiclogos Tversky y Kahneman. Por ejemplo, cuando se le pide a alguien que escoja entre diferentes situaciones que presentan un conjunto equilibrado de recompensas y riesgos, en trminos de costos, es ms probable que elija una opcin de riesgo si el dilema se le plantea como la oportunidad de obtener algo, que si se le presenta como la posibilidad de sufrir una prdida. La gente considera ms aceptable una poltica pblica cuando se le dice que resultar en un nivel de empleo de 90%, que si se les dice que provocar un 10% de desempleo. Existen muchos patrones heursticos de eleccin de ese tipo. La gente tiende a sentir que los costos son ms altos cuando los tienen que sustraer de algo que ya poseen, que si se sustraen de algo que podran llegar a tener en el futuro. Cuando se presentan opciones hipotticas a los individuos, es ms probable que stos juzguen inaceptable un costo si implica un riesgo para alguien que ellos conocen personalmente, que si es un riesgo para cualquier persona. En general, la gente no presta mucha atencin a la informacin estadstica que se le ofrece; prefiere actuar de acuerdo con la informacin que encaje en su estereotipo habitual de lo que puede ocurrir. Los corredores de acciones y los jugadores, cuyo trabajo se basa en las probabilidades, prefieren usar estereotipos culturales en lugar del clculo de probabilidades en forma pura. Hasta la memoria resulta afectada por esas estrategias heursticas: la gente tiende a recordar los casos que encajan en su estereotipo y olvida los que lo desmienten. En suma, la gente no busca una gama completa de informacin ni realiza clculos rigurosos
a partir de ella. Esto no es sorprendente desde el punto de vista del modelo cuya meta es satisfacer y no maximizar. La gente elegir una opcin mdica mucho ms a menudo si se le presenta el nmero de muertes, que si se le mencionan las vidas salvadas. Nos preocupamos ms por evitar prdidas que por obtener ganancias. As pues, en la vida real, no es extrao que la gente acepte las rutinas mientras no sean demasiado desagradables y que pase la vida resolviendo problemas, en lugar de tratar de maximizar sus ganancias. El otro conjunto de paradojas del comportamiento racional no se localiza en el nivel de cmo piensa el individuo, sino en el de cmo logran coordinar los individuos sus acciones en un grupo. Esto se puede interpretar como los problemas de la coordinacin social, y nos hace dudar si era racionalmente posible que los individuos formaran una sociedad. El ms famoso de estos predicamentos se conoce como el problema del "viajero que no paga pasaje". Mancur Olson plante esta cuestin en 1965. Pensemos en esas cosas que son "bienes pblicos", es decir, que se proveen para todos y no es posible consumirlas en forma individual sin que otros tambin puedan disfrutarlas. Algunos ejemplos de bienes pblicos son la campaa para limpiar el aire, la recoleccin de basura en las calles o el control de la delincuencia. La paradoja de Olson sobre el viajero que no paga pasaje es sta: el individuo racional no contribuir a pagar el costo de los bienes pblicos, pero eso no le impedir disfrutarlos. Puesto que son bienes pblicos, se impartirn sin importar que l contribuya a pagarlos o no. Son algo as como un servicio gratuito de autobs, financiado con aportaciones voluntarias de la comunidad. (Un ejemplo real de esto son las estaciones de televisin o radio pblicas, patrocinadas por los contribuyentes.) Si puedo viajar gratis en el autobs, para qu molestarme en hacer aportaciones voluntarias para sostenerlo? Por supuesto, alguien tiene que hacer contribuciones, pero mi propio inters racional es que otras personas hagan los gastos y yo me abstenga de hacerlos. Cmo puede entonces haber alguien dispuesto a hacer aportaciones para los bienes pblicos? Olson concluye que eso no se puede lograr apelando al inters propio del individuo. En lugar de eso, los bienes pblicos deben ser suministrados bajo una decisin arbitraria o incluso coercitiva; para que podamos tener transporte pblico o aire limpio es necesario aprobar leyes que autoricen la aplicacin de impuestos especiales o prohban a los individuos realizar actividades contaminantes. Esto nunca se podra lograr si slo se apelara a los intereses privados.
Obsrvese, de paso, que el anlisis del viajero que no paga pasaje no se puede responder diciendo simplemente que a la gente le preocupa el inters del grupo; es decir, que alienta un sentimiento de solidaridad con los dems. Esa respuesta lleva implcita otra pregunta: lo que queremos averiguar es cmo puede ser que los individuos, ocupados tan slo en proteger su propio inters, en realidad llegan a colocar el inters del grupo por encima de su inters egosta inmediato. Si decimos que la gente es altruista (en honor a la verdad, debemos decir que algunas personas son altruistas, pero no todas), nos salimos del marco terico segn el cual el individuo racional busca su propio inters. Adems el problema terico consiste en averiguar si los intereses del grupo se pueden explicar a partir de los intereses individuales, sin recurrir a otros factores ajenos al inters egosta, como el altruismo o la solidaridad. Una variante del problema del viajero que no paga pasaje se conoce como "el dilema del prisionero". Fue tomado de la teora de juegos, un mtodo creado en la Segunda Guerra Mundial para analizar decisiones estratgicas. En esa teora, cada uno de los actores dispone de dos opciones para actuar y cada uno sabe que el otro puede elegir tambin entre las mismas opciones. Lo que cada uno gana o pierde depende de cmo se acoplan sus respectivas elecciones. En el dilema del prisionero, imaginemos a dos presuntos delincuentes encarcelados como sospechosos de la comisin de un robo. La polica le plantea a cada sospechoso la misma opcin: si confiesas y el otro prisionero no lo hace, te dictaremos una sentencia leve y el otro recibir una condena severa. Si no confiesas y el otro s lo hace, la situacin ser la inversa: l saldr bien librado y t recibirs la peor parte. Por supuesto, si ninguno de los dos confiesa, entonces no podremos comprobar el delito y ambos quedarn libres. A fin de presionar a ambos para que confiesen, la polica les oculta una cuarta opcin: si ambos confiesan, sus confesiones no tendrn mucho peso y a los dos se les impondr una sentencia moderada, entre la ms leve y la ms severa. Es obvio que el mejor resultado sera que los dos prisioneros tuvieran confianza, uno en el otro, y se negaran a confesar. Entonces ambos quedaran en libertad. Este es el mejor de los mundos posibles y se presenta si los dos individuos tienen una solidaridad social recproca. Sin embargo, qu pasa si no confan uno en el otro? En vista de los incentivos que se ofrecen a cada uno de ellos, y el conocimiento de que el otro tambin los tiene, lo ms apropiado
para el inters propio es confesar, hundir a la otra persona y aceptar una sentencia ligera. Adems, cada uno se siente presionado a arruinar al otro lo antes posible, pues si ste se adelanta y confiesa primero, entonces la propia confesin ya no tendr valor. Los intereses estratgicos de los dos individuos son antitticos y les impiden actuar con la solidaridad social que les permitira obtener el mejor resultado para ambos. El dilema del prisionero es anlogo a un mundo social donde sera muy valioso gozar de bienes pblicos, pero los individuos que contribuyeran a pagarlos saldran perdiendo porque otras personas no contribuiran en forma alguna. Se debe tener la seguridad de que el otro cumplir su parte en el trato, pero no hay forma de saber que lo har y, de hecho, es lcito suponer que los dems actuarn igual que uno mismo. Ya sea que pensemos que la otra persona es egosta o slo desconfiada, el resultado ser el mismo. Los individuos egostas racionales que tratan con otros individuos tambin racionales y egostas nunca sacrificarn algo por el bien pblico, pues eso sera un desperdicio. Esto hace que la situacin sea un predicamento. SOLUCIONES RACIONALES PROPUESTAS PARA CREAR LA SOLIDARIDAD SOCIAL En los ltimos aos se han hecho esfuerzos cada da ms refinados para superar estos problemas. Despus de todo, la coordinacin social existe a veces; por lo tanto, tiene que ser posible. Sin embargo, es factible que surja desde el punto de vista del individuo racional? Los juegos iterados son una de las formas que se han propuesto para resolver el problema de la coordinacin social. Es decir, se aplica la teora de juegos, pero se supone que los individuos no participan nicamente en un juego aislado, sino en una serie de juegos, con los mismos compaeros. Esto genera patrones a largo plazo que pueden ser muy distintos de los que se presentan en un solo juego. No obstante, el enfoque del juego iterado no ha conducido a un consenso claro en cuanto a que sta sea una solucin general para la creacin racional de la coordinacin social. Por una parte, se trata en verdad de un modelo de situaciones de la vida real? En el caso del dilema del prisionero, lo que crea el predicamento es el hecho de que los prisioneros slo tengan una oportunidad; en efecto, se les impide hacer un primer intento como ensayo y despus probar de nuevo. Adems, surge un segundo tipo de pregunta: cmo se determinan los rditos que se obtienen en un juego en particular? Adems, por qu se han
establecido precisamente esas reglas del juego y qu reglas obligan a la gente a participar en una serie de juegos? Es fcil ajustar esto en un laboratorio de acuerdo con los deseos del experimentador; pero, la gente que acta en el mundo real puede crear determinados tipos de juegos en particular? Tal vez exista un nivel ms alto donde las personas tengan que intervenir en un juego para decidir en qu tipo de juegos van a participar. Esta tendencia a distinguir entre juegos de primer orden y de segundo orden es una corriente muy persistente en la teorizacin actual. Nos hemos acostumbrado a distinguir entre el primero y el segundo orden en todo tipo de cosas; por ejemplo, pocos prrafos ms adelante veremos una clasificacin de primer y segundo orden aplicada a los viajeros que no pagan pasaje. Por aadidura, tambin puede haber efectos de tercero o cuarto orden, lo cual aumenta la posibilidad de caer en una regresin infinita de metaniveles. Este es otro de los problemas que la sofisticacin terica actual intenta resolver. Dicho problema encierra dificultades especiales porque las soluciones de ese tipo (los juegos iterados y los metaniveles) fueron hechas para resolver el problema de cmo crean los individuos la coordinacin de grupo, no para lidiar con el otro conjunto de paradojas sobre la racionalidad atada de los individuos. Acaso los individuos, que operan bajo limitaciones cognoscitivas y no de acuerdo con una racionalidad matemtica plena, son capaces de calcular series de juegos que se prolongan en el futuro distante, o de tomar en cuenta diversos metajuegos? An est por verse si la racionalidad atada no har que todos esos juegos y metaniveles se derrumben como un castillo de naipes cuando se le agregan demasiadas cartas. A fines de la dcada de 1980, varios socilogos propusieron una aproximacin diferente a la creacin racional de la solidaridad social. Michael Hechter y James Coleman, trabajando en forma independiente, elaboraron teoras que resuelven este problema por caminos bastante similares. Ambos partieron del hecho de que, en muchos casos, los individuos se necesitan entre s: hay cosas que la gente slo puede hacer mediante la cooperacin (p. ej., la seguridad pblica, la defensa contra la delincuencia, la elevacin de la produccin econmica mediante la divisin del trabajo, y as sucesivamente). La dificultad estriba en averiguar si son capaces de superar la desconfianza mutua. En ciertas ocasiones hay demanda para las normas o la solidaridad.
Pero, cundo logran superar las personas el problema del viajero que no paga pasaje, y producen un bien colectivo para satisfacer esa demanda? Segn Hechter, la condicin clave para que no haya viajeros que no pagan pasaje es que todos los miembros del grupo puedan vigilar y sancionar a los dems. Por ejemplo, para que un partido poltico sea capaz de actuar como grupo, sus miembros deben estar en condiciones de comprobar que todos votan realmente por l, participan en sus reuniones y combaten juntos a su enemigo comn. As pues, la solidaridad depende de las comunicaciones. La solidaridad se puede generar ms fcilmente en grupos pequeos, donde la conducta de todos los miembros es muy visible para los dems. Cuando crece el grupo, la solidaridad se torna ms difcil y, de ordinario, depende de que algunos de sus miembros se vuelvan especialistas en vigilar la conducta de los dems. A su vez, esto entraa un segundo peligro: la posibilidad de que tales especialistas abusen de su poder y lo usen para alcanzar sus propios fines. Y surge la vieja interrogante: quin vigila a los vigilantes? La solidaridad requiere algo ms que vigilancia: tambin es necesario que los miembros individuales del grupo tengan recursos para controlarse unos a otros. Deben poseer algn medio para recompensar a los que colaboran y castigar a los que no lo hacen. Hechter sostiene que, en general, las recompensas positivas generan mucha ms solidaridad que las negativas (castigos). La amenaza de castigo tiende a crear desconfianza y es un incentivo para burlar la vigilancia. Por eso en los grupos que se basan en recompensas positivas suele haber ms solidaridad. Sin embargo, no es fcil mantenerla, pues un grupo que recompensa a sus miembros con los bienes materiales que produce (p. ej., una granja colectiva donde hay ms comida para todos si el grupo trabaja con ahnco) crea la posibilidad de que algunos individuos busquen en otro lugar la misma recompensa con menos trabajo (p. ej., abandonando la granja para ir a trabajar a un lugar donde el salario sea ms alto). Hechter demuestra que, en general, la solidaridad es mayor cuando las recompensas consisten en algo intrnseco, como la aprobacin social o la proteccin ante un enemigo, que cuando son extrnsecas, como un pago material. Es as porque las recompensas intrnsecas tienen ms probabilidades de estar vinculadas con un grupo en particular, mientras que las recompensas extrnsecas se prestan ms a las negociaciones de mercado, y eso motiva a los individuos a buscar por su cuenta el mejor arreglo posible.
Coleman recalca, adems, que las recompensas positivas (premios por el buen cumplimiento) son ms eficaces que las negativas (castigos por el incumplimiento). Cuando hay un gran nmero de recompensas negativas, se eleva el costo de sancionar a las personas. En ese caso puede requerirse un esfuerzo extra para detectar las desviaciones que algunos individuos ocultan de la vista del grupo. A veces los individuos incumplidos se oponen al control e incluso contraatacan; entonces los encargados de vigilar el cumplimiento de las normas deben poseer facultades punitivas adicionales y tal vez hasta armas. Todo esto conduce a la creacin de una organizacin formal dentro de la comunidad cooperativa, una organizacin especializada en la aplicacin de controles. Esa organizacin requiere recursos y defiende sus propios intereses, As se genera un problema de segundo orden, derivado de los intentos de primer orden para controlar a los viajeros que no pagan pasaje. Lo mejor es optar por la posibilidad de evitar o minimizar el problema de los controles formales especializados. Coleman seala que esto es ms fcil si la comunidad consiste en una red de interacciones densas, cerrada al exterior. En ese caso los controles formales pueden ser sustituidos por controles informales. stos son menos costosos que los controles formales y se prestan ms a la aplicacin de recompensas positivas. La gente se adap- ta con mayor naturalidad a un grupo denso y pequeo, donde el propio sentimiento de pertenencia es una recompensa por su conformidad; en cambio, si los controles se ejercen de manera ms impersonal, casi siempre con la inclusin de castigos, la integracin del conjunto se basa menos en el sentimiento positivo de obtener beneficios y ms en el temor de ser sancionado. Esta teora de la solidaridad, basada en la eleccin racional, todava no se ha examinado ni puesto a prueba en forma extensiva. No sabemos si ser capaz de pronosticar empricamente las diversas situaciones en que se presenta la solidaridad: los lugares en que es ms intensa y aquellos donde slo es tibia, los entornos en que se desintegra y los medios donde, por principio de cuentas, no puede existir. Uno de los problemas que implica la demostracin de esta teora es que muchas de las condiciones especificadas pueden tener diferente significado a la luz de una aproximacin terica distinta. La teora de Hechter-Coleman pronostica que la solidaridad ser mayor en grupos pequeos, con interaccin densa y cerrados al exterior, donde los individuos se vigilan de cerca unos a otros e intercambian recompensas
positivas, como el aprecio personal. La dificultad estriba en que esas variables se encuentran tambin en la teora ritual de la solidaridad, derivada de la tradicin durkheimiana. En la teora del ritual (como lo veremos en el captulo 3), los ingredientes clave para generar sentimientos de solidaridad son: una alta densidad de interaccin, el debido enfoque de la atencin del grupo y las emociones compartidas. Ser posible encontrar un mtodo para averiguar cul es la teora acertada, extrayendo medidas distintivas de los factores que estn en operacin segn cada teora? O acaso nos daremos cuenta de que ambos tipos de teora han convergido a los mismos procesos bsicos? Si esto ltimo es cierto, veremos la irona de que las tradiciones utilitarista y durkheimiana, que tanto han polemizado a travs de los aos en plan de rivales Durkheim contra Spencer, Homans contra Parsons terminaron por convivir en el mismo mbito. Si esto ha sucedido en efecto o no, slo lo podremos corroborar en el futuro. La economa invade la sociologa y viceversa Un resultado inusitado de toda la atencin prestada a las paradojas de la racionalidad, y de los intentos de superarlas, es que el modelo de mercado ya no nos parece tan importante. Los pensadores que recomiendan un enfoque apegado a la accin racional dedican ms tiempo a demostrar cmo funcionan las relaciones "no de mercado", que a emular a los economistas. Adems, el actor racional parece alejarse del centro del escenario; ahora es, ms bien, una silueta vaga que enmarca al tema objeto de nuestro inters; pero prestamos ms atencin a la forma en que qued eclipsado por los lmites de su racionalidad y acorralado por las restricciones de las estructuras sociales. Por supuesto que los cientficos sociales de esta escuela de pensamiento siguen considerando al individuo como un ser egosta. Sin embargo, el actor racional actualizado no hace las cosas que maximizaran sus propios intereses, y slo en forma intermitente es capaz de ser realmente egosta.. Esto es similar al problema de la mentira: sin duda alguna, la gente carente de principios miente siempre que se le presenta la oportunidad, pero a la postre dice la verdad la mayora de las veces, por el simple hecho de que cuesta demasiado trabajo mentir continuamente sin caer en contradicciones. As pues, aunque se habla de la invasin de la economa sobre las ciencias sociales en los ltimos aos y la dispersin de la teora de la eleccin racional,
estos trminos no proyectan con precisin lo que pasa en el mundo intelectual de hoy. No es slo que la teora econmica se use hoy en todas partes, sino que para poder usarla ha sido necesario modificarla. Adems, el hecho de decir en trminos generales que la teora de la eleccin racional ha llegado a ser uno de los movimientos intelectuales populares no significa que consideremos demostrado el hecho de que todo se basa en el clculo racional de los individuos. Todo lo contrario: lo que hemos descubierto es el alto grado de complejidad y sutileza que requerirn nuestros modelos de racionalidad para lidiar con el problema de explicar las interacciones y organizaciones sociales. Sera ms exacto referirnos a los "acertijos" o "controversias de la racionalidad", porque el atractivo intelectual de este mtodo reside ms en sus interrogantes y enfoques, que en sus soluciones. Es verdad que, en los ltimos aos, los economistas se han ocupado de temas tales como la familia, el delito, la educacin y la poltica, que por tradicin han sido ajenos a los intereses estrictamente econmicos, basados en los precios y la produccin. Por otra parte, muchos socilogos y cientficos polticos han adoptado varios elementos propios del modo de pensar de los economistas. Sin embargo, han sido tantas las modificaciones introducidas a lo largo de esta discusin social y econmica, que ya no hablamos de una economa muy tradicional. El ncleo terico de la economa moderna es un modelo matemtico, altamente refinado, que se conoce como la teora general del equilibrio. Representa un intento de demostrar en forma rigurosa que existe (por lo menos en principio) un equilibrio general de precios para todos los bienes y servicios; una situacin que despeja el mercado (pues todo se vende y nadie queda desempleado); y que ese equilibrio es estable y nico (slo hay un modo en que esto puede ocurrir). Este es un ideal extremadamente abstracto del mercado; muchos tericos de la economa creen que el equilibrio general no existe en realidad, ni siquiera en plan hipottico; en todo caso, afirman que ste no ayuda a resolver problemas prcticos, como pronosticar el nivel de la inflacin o el precio de los servicios mdicos el ao prximo. A pesar de todo, los economistas tericos siguen trabajando en el problema del equilibrio general porque les propone un hermoso ideal sobre cmo debera funcionar el sistema de mercado, en una encarnacin ideal, y les plantea un desafiante acertijo matemtico que exige mucho ingenio, tanto para elaborar las diversas soluciones propuestas como
para detectar las lagunas que contiene. De hecho, esto es un rasgo caracterstico de la forma en que funciona el mundo intelectual: los rompecabezas atractivos ejercen una fascinacin sobre las personas inteligentes y llegan a cobrar vida propia, no importa que estn relacionados o no con otros problemas que deseamos resolver. El resultado final es que, cuando los economistas incursionan en un terreno como el de la sociologa, los instrumentos que llevan consigo no incluyen todo el instrumental matemtico del anlisis del equilibrio general (y ni siquiera del equilibrio parcial); a menudo llegan provistos de ideas mucho ms sencillas, que nos aportan ciertos conocimientos, pero no son ms avanzadas que las ideas rivales propuestas por los socilogos en servicio activo. En otras palabras, los economistas que se salen de su propia parcela viajan ligeros de equipaje; aunque pueden aportar ideas frescas, stas no tienen mayor refinamiento que las teoras de los socilogos: slo son diferentes. Es interesante observar que, al mismo tiempo que los economistas empezaron a invadir la sociologa, algunos socilogos lanzaron una especie de invasin conceptual en direccin contraria. A medida que el nexo entre economa y sociologa atrae mayor atencin, los socilogos se preguntan cmo funcionan en realidad los mercados y si el enfoque centrado en las tendencias generales de las condiciones competitivas es el camino ms fructfero para entender cmo realiza la gente sus intercambios econmicos. La mayora de la gente compra o vende una y otra vez acudiendo a las mismas tiendas, empleadores u otras unidades econmicas; no hace comparaciones de una a otra tienda ni cambia de empleo muy a menudo o de modo extensivo; por lo tanto, no ensaya ni siquiera una fraccin de las oportunidades competitivas que tericamente estn a su alcance. Algunos socilogos han especulado que la mejor forma de examinar las situaciones consiste en rastrear sus conexiones como redes sociales, pues se asemejan ms a nexos locales que a mercados de amplio alcance. Una de las ideas ms vastas a este respecto fue propuesta por Harrison White; segn l, lo que llamamos mercado es normalmente una red de productores que vigilan mutuamente todos sus actos. Por ejemplo, los fabricantes de ropa se observan entre s con mucha atencin para saber qu estilos se vendern mejor en la temporada. Los productores no slo se imitan unos a otros, sino tambin tratan de distinguirse de los dems para vender
productos relativamente nicos. Si un productor tiene xito en la bsqueda de un nicho distintivo en el mercado, ya no tiene que competir con todos los dems productores y sus precios de venta no se abaten a causa de la competencia, como ocurrira si todos vendieran el mismo producto. As pues, el mercado no consiste tan slo en un acoplamiento de la oferta y la demanda; su mecanismo consiste ms bien en que los proveedores (productores) buscan la forma de vender bienes parecidos a los que ya han tenido xito, pero sin que la similitud sea tal que se establezca una competencia directa entre ellos. La versin del mercado que presenta White es ms dinmica y novedosa que la del mercado tradicional del economista, y a ese respecto se adapta mejor al mundo moderno. Otro elemento de realismo del mercado de White, basado en una red social, es que explica por qu el sector ms avanzado del mercado tiende usualmente hacia los bienes ms caros y lujosos, es decir, hacia la actual sociedad de consumo, tan preocupada por el estilo. Esto ayuda a explicar tambin algo que siempre ha sido un punto neurlgico de la teora econmica tradicional: por qu hay tanta desigualdad, en trminos de riqueza, en el sistema capitalista. Mientras en la teora tradicional la competencia deba abatir las ganancias hasta el nivel ms bajo posible, en el modelo de red los productores que tienen xito son los que encuentran un nicho, cuando menos por un tiempo, donde sus productos son nicos y estn al abrigo de la competencia. Despus, cuando sta llega hasta ese nicho, la mayor riqueza le corresponde a quien realiza con mayor rapidez la transicin a otro producto. La desigualdad y la innovacin estn vinculadas entre s. Por eso es vlido suponer que nuestro capitalismo de hoy, innovador, de alta tecnologa y orientado al consumidor, no est en vas de volverse ms igualitario. Este tipo de conocimientos son los que ofrecen los socilogos para esclarecer algunas cuestiones econmicas, y tal vez lo estn haciendo mejor que los economistas. Harrison White nos muestra cmo se debe organizar un mercado para que la competencia se minimice y el intercambio se encauce por circuitos relativamente estrechos. Su modelo se asemeja en este aspecto a la teora del mercado laboral dividido, que examinamos con anterioridad, y ambos tipos de teora ayudan a explicar cmo pueden dar lugar a la desigualdad los procesos del mercado. Otra modificacin de la economa de mercado se conoce como el
dilema "mercado versus jerarqua". Oliver Williamson (un economista que ha tenido ms influencia fuera de su propia disciplina) declar que a veces es racional salirse del mercado abierto. Desde el punto de vista de la teora de mercado pura, los compradores y vendedores de mano de obra (es decir, los empleadores y los empleados) siempre deben gozar de libertad para iniciar o suspender sus intercambios particulares si se les presenta una mejor oportunidad; as, los empleadores pueden estar en condiciones de comprar la fuerza de trabajo ms barata y, a la inversa, los trabajadores pueden trasladarse a donde el salario sea ms alto. Sin embargo, en realidad, la mayora de los mercados no hacen negociaciones por un da, sino firman contratos de empleo a largo plazo. En lugar de negociar continuamente en el mercado abierto, los trabajadores y sus empleadores instituyen una jerarqua relativamente permanente. Los trabajadores solicitan empleo en una organizacin, hacen negociaciones sobre su salario cuando se les contrata, pero apartir de ese momento obedecen rdenes en lugar de negociar el precio de cada una de las tareas que realizan. Williamson teoriza que es racional salirse del mercado y entrar en una jerarqua, cuando los costos de transaccin asociados a la negociacin son altos. Ante la opcin de dedicar mucho tiempo y esfuerzo a la tarea de encontrar trabajadores capaces y dispuestos a hacer una tarea, es ms racional contratarlos por largos periodos. Los costos de transaccin son ms altos cuando el potencial de desconfianza es grande, pues entonces se requiere mucho esfuerzo para prevenir los posibles abusos de la otra parte. Tambin es racional salirse del mercado cuando los servicios que deseamos comprar son relativamente nicos y slo unas cuantas personas los pueden proveer, o cuando es necesario impartir mucha capacitacin y crear un alto grado de cooperacin laboral para que los trabajadores sean productivos. Si no existen esas condiciones como cuando se contrata a trabajadores eventuales en una obra de construccin los empleos permanecen en el mercado de la negociacin diaria. En cambio, cuando se cumplen dichas condiciones, los empleos salen del mercado y se integran a una jerarqua organizacional. En su gran sntesis The Foundations of Social Theory (Los fundamentos de la teora social), James Coleman seala que no todos los patrones racionales de intercambio son mercados. Si la teora de la eleccin racional es correcta, toda institucin social se configura por los intereses racionales de los actores
que la integran. Esto se aplica a la familia, al comportamiento colectivo de las multitudes, al gobierno y a cualquier otro tipo de organizacin, lo mismo que al mercado econmico. La teora de la eleccin racional es mucho ms amplia que la teora econmica; esta ltima es una rama de aqulla. En realidad esto constituye un retorno a la posicin de los utilitaristas de antao; aun cuando la economa era obviamente una de sus instituciones favoritas, no representaba ms que una aplicacin del enfoque utilitarista. Coleman afirma que, en realidad, el aspecto ms dominante de nuestra sociedad no es el mercado, sino la presencia de enormes organizaciones. Las agencias gubernamentales, las fuerzas militares, las escuelas y universidades, y las grandes empresas son otras tantas burocracias en gran escala. En esas organizaciones trabajan individuos, pero la organizacin misma es mucho ms poderosa que cualquiera de ellos. La nica forma en que los individuos pueden imponerse a una organizacin es constituyndose como otra organizacin. Los grupos de consumidores, los movimientos sociales y los miembros de cualquier agrupacin basada en el gnero, la etnia o cualquier otra cosa, slo pueden ser eficaces si se convierten tambin en organizaciones. Vivimos en un mundo de organizaciones. Gran parte de la economa moderna est formada por organizaciones que compran y venden, prestan o piden prstamos en forma recproca, del mismo modo que la poltica moderna se compone de organizaciones que tratan de influir unas sobre otras y se demandan entre s en las cortes judiciales. Coleman muestra por qu es racional el hecho de que los individuos formen organizaciones. (En este caso el argumento no es muy distinto del que emple Williams para explicar la formacin de jerarquas a partir de los mercados.) Al formar una organizacin, los individuos delegan en ella una parte de sus derechos personales de accin; se incorporan a la accin de la corporacin y siguen los patrones e instrucciones de sta, no sus metas individuales inmediatas. Sin embargo, aqu surge una nueva forma de racionalidad. Las organizaciones se convierten en lo que Coleman llama "actores corporativos". La corporacin misma se transforma en un mecanismo para la toma de decisiones racionales, que persigue sus propios intereses tratando de maximizar las ganancias y minimizar los costos. Nada hay de misterioso en esto; el actor corporativo es gobernado por los altos funcionarios ejecutivos o la junta de directores, pero stos ya no actan slo como
individuos que defienden sus intereses privados; en general, los altos ejecutivos o el grupo dirigente se presionan mutuamente a fin de hacer lo que a su juicio es ms adecuado para los intereses de la organizacin. La ley occidental moderna alienta esta identidad corporativa y reconoce a la corporacin como persona jurdica, una especie de individuo ficticio dotado del derecho de poseer propiedades y hacer transacciones con otros individuos de la sociedad. Aqu surge esta pregunta: esos grandes actores racionales, los actores corporativos, son benficos para nuestra sociedad? Un utilitarista de antao habra respondido naturalmente que s, en cuanto aceptara que una corporacin constituida por encima del individuo humano tambin es un individuo y debe actuar en forma racional. Sin embargo, Coleman vive en una poca en que hemos explorado muchas paradojas del compor- tamiento racional, y pregunta si ese tipo de paradoja no se presenta tambin en el nivel de los actores corporativos y, de hecho, incluso si puede haber nuevos problemas asociados a ese tipo de individuo corporativo. Como veremos despus, el sentir de Coleman concuerda con la tendencia de los utilitaristas modernos que perciben problemas graves en las organizaciones en gran escala del mundo actual. Primero ser necesario dar un vistazo a la ms poderosa de esas grandes organizaciones: el Estado moderno. La teora racional del Estado El filsofo John Rawls propone la teora ms benigna sobre el Estado, desde el punto de vista de la eleccin racional. l desea demostrar que es racional instaurar una poltica liberal para ayudar a los menos favorecidos; si ha habido discriminaciones raciales o de gnero en el pasado, o si las ventajas y desventajas de las clases sociales se transmiten de padres a hijos, el Estado debe hacer algo para compensar esas desventajas. Tiene que haber programas de accin afirmativa en trminos de educacin y contratacin, o bien, polticas similares que coloquen a los miembros de los grupos menos favorecidos al frente de la fila, en mejor posicin que las personas pertenecientes a los grupos que han sido privilegiados a travs de la historia. Esta no es una idea nueva desde el punto de vista de la ideologa poltica, pero plantea un acertijo a los pensadores de la tradicin utilitarista. Los utilitaristas siempre han presentado sus argumentos tomando como punto de partida al
individuo; ellos han afirmado que la igualdad de oportunidades para los individuos slo podr existir si el mercado competitivo se abre efectivamente para todos. El papel del gobierno no consiste en privilegiar a los miembros de ningn grupo, interfiriendo as con la competencia abierta, sino en actuar como un arbitro neutral. La posicin utilitarista ha consistido en depositar su confianza en el mercado abierto y en el Estado no intervencionista. A pesar de todo, Rawls considera racional que los individuos apoyen la intervencin del gobierno en auxilio de los menos favorecidos, y que esta posicin es racional en cualquier persona que la sustente, no importa que sea menesterosa o no. Veamos cul es su razonamiento. Imagine que usted va a fundar un estado y debe elegir qu tipo de constitucin le conviene. Esto debe hacerlo tras un "velo de ignorancia", suponiendo que no tiene la menor idea de cul ser su posicin en esa sociedad futura, si ser rico o pobre, negro o blanco, hombre o mujer. Desde esa posicin neutral, es racional que elija usted la constitucin donde se otorguen ventajas extra a los menos favorecidos, para as compensarlos y colocarlos en un plano de igualdad con respecto a todos los dems. En realidad usted podra ser una de esas personas menesterosas; por eso es racional que prefiera ese tipo de constitucin, para estar protegido contra esa eventualidad. La teora de Rawls ha suscitado muchas controversias y no hay un acuerdo general de que su argumentacin sea correcta. Una de sus mayores fallas es que pasa por alto los modelos neo-racionalistas sobre la forma en que funciona en realidad el raciocinio humano. Si es verdad que el ser humano acta bajo una racionalidad atada que tiende a satisfacer antes que maximizar, no se puede esperar que la gente razone en trminos globales e hipotticos sobre el tipo de constitucin que debe preferir entre todas las opciones posibles. El modelo de la satisfaccin indica que las personas aceptan cualquier arreglo vigente, siempre que rena un nivel mnimo de aceptabilidad, y que slo se concentran en una cosa a la vez; no construyen grandes modelos filosficos a partir de la nada, pero modifican los ya existentes para lidiar con el problema ms apremiante. Se podra decir que eso es lo que ocurri en realidad en el periodo posterior al movimiento de los Derechos Civiles de los aos 60; slo cuando las desigualdades a causa de la raza, el gnero y otros factores llegaron a constituir perturbaciones suficientemente grandes, esos problemas ocuparon el centro de la atencin y la gente se sinti motivada para buscar la
forma de enmendar la situacin. Si no hacemos bien el trabajo de encontrar soluciones a esos problemas sin generar dificultades y controversias adicionales, eso nada tendr de raro desde el punto de vista de la teora neoracionalista; jams volveremos a cero ni haremos cambios fundamentales: tan slo ajustes locales, en respuesta a situaciones de emergencia, con la esperanza de que las cosas vuelvan al nivel satisfactorio normal. El enfoque de Rawls describe una racionalidad ideal que no corresponde al modo como acta la gente en la vida real. Esto no quiere decir que, en algn momento de la historia, no pueda haber mucha gente apoye el fruto del programa de Rawls, es decir, la accin afirmativa a favor de las minoras u otra compensacin para quienes estn en desventaja. Sin embargo no es probable que esa actitud sea producto del tipo de razonamiento descrito por Rawls. Algunas personas apoyan un programa compensatorio porque favorece directamente su propio inters como miembros de un grupo desposedo. Si son miembros de la mayora privilegiada los que apoyan a dicho programa, quiz hayan sido arrastrados por un movimiento social que exalta el altruismo, no el inters propio. Los movimientos sociales exitosos predican la justicia, vista como un ideal emocionalmente atractivo en s mismo, pero no apelan al clculo racional del inters personal de cada individuo. El hecho de que algunos estn a favor de las polticas liberales altruistas y otros se opongan a ellas indica que la explicacin de Rawls, basada en una racionalidad humana universal, no puede explicar por qu eligen las personas sus respectivas posiciones al respecto. Lo ms probable es que debamos buscar una explicacin de por qu apoya la gente ciertos movimientos sociales y se opone a otros. En general, Rawls es una excepcin con su benvola teora del Estado. La mayora de las teoras de la eleccin racional en el terreno de la poltica no presentan un cuadro muy agradable. Una de ellas afirma que el Estado surgi para ofrecer "proteccin en alquiler"; es decir, que el activo clave del Estado es su control de las fuerzas armadas. La gente paga impuestos al gobierno (en toda la historia, siempre ha habido algn tipo de tributo) como una especie de alquiler para vivir en un lugar seguro; el Estado se asemeja a un propietario, no tanto de la tierra en s misma, sino de la paz en el sitio donde uno vive. Pagar al Estado equivale a comprar proteccin contra la delincuencia interna y las invasiones del exterior. En realidad, el Estado puede cobrar muy cara esa
proteccin porque es un monopolista (o sin duda trata de serlo, expulsando de su territorio a cualquier grupo armado rival). Los monopolios estn libres de la restriccin de la competencia de precios con entidades rivales; comnmente, los ciudadanos de un Estado no pueden elegir al estado proveedor cuya proteccin desean pagar. Conviene sealar que esta teora es similar a la teora de conflicto de Weber aplicada al Estado, la cual establece tambin que ste tiene el monopolio de las fuerzas armadas sobre el territorio, con la salvedad de que Weber aade el argumento no econmico de que el uso de la fuerza por el Estado tiene pretensiones de legitimidad.) En esta tnica, los socilogos recientes de la historia han desarrollado un anlisis de cmo surgen y se expanden los estados en realidad. Por ejemplo, Charles Tilly y otros demostraron que el estado medieval estaba formado en esencia por el ejrcito, junto con algn sistema de tributacin ideado para extraer bienes de la economa a fin de sostener al ejrcito. No entrar aqu en las complejidades de esas teoras; en general, son obra Je tericos que provienen ms a menudo de la tradicin de la teora del conflicto que de la tradicin racional/utilitarista. Si menciono aqu esa investigacin es para mostrar que hay mu-c has evidencias de su congruencia general con el argumento racional/utilitarista segn el cual el Estado provee "proteccin en alquiler". Ms an, la sociologa histrica sirve para demostrar la razn por la cual el estado monopolista no siempre exprime a su poblacin hasta la ltima gota al cobrar por su proteccin. En la teora del alquiler de proteccin por el Estado, el inters propio de ste se presenta como una amenaza para los intereses econmicos del ciudadano ordinario. Sin embargo, si el Estado se dedica al negocio militar, por as decirlo, puede caer en bancarrota si maneja sus asuntos con descuido o dispendio. Por ejemplo, la teora geopoltica moderna revela que los estados pierden las guerras cuando expanden exageradamente sus recursos para combatir a un nmero excesivo de enemigos, en demasiadas direcciones diferentes o demasiado lejos de la patria, y un estado que pierde una guerra no est en la mejor posicin para exigir el pago de alquiler por su proteccin. En forma similar, el costo de las guerras y los gastos del gobierno en general pueden provocar una crisis fiscal del presupuesto estatal, y la mayora de las grandes revoluciones se han producido (como lo vimos en la teora del conflicto) cuando el Estado no es capaz de pagar su propio personal. As, los estados que vivieron del alquiler de
proteccin murieron tambin, por decirlo as, porque no fueron arrendadores eficaces de la paz. Esta conclusin es reconfortante en cierto sentido. Aun cuando el Estado es un monopolista militar, hay un lmite en la cantidad de recursos que puede extraer de la sociedad. Los estados que violan ese lmite pierden su poder. Hemos visto tambin que las crisis del Estado son una oportunidad para la reforma. La historia nos ha enseado que sta es una de las principales formas en que surgen las democracias y se institucionalizan los derechos de los ciudadanos para no ser absorbidos por el Estado. Todo esto concuerda con el modelo neo-racionalista del comportamiento de las personas: buscan la satisfaccin y no la maximizacin; se aferran a la normalidad mientras sta pueda sostenerse, aunque haya una forma hipotticamente mejor de hacer las cosas; y slo atienden los problemas cuando stos se desbocan. El modelo de democratizacin del Estado basado en la crisis y la desintegracin encaja muy bien con la imagen del individuo neo-racional que no toma medidas drsticas sino hasta que se presenta una emergencia. La imagen realista de la poltica que surge de esto es que slo en forma intermitente hace la gente cambios estructurales en el Estado; de vez en cuando, en casos de emergencia, esos cambios pueden avanzar rumbo a la democratizacin. La mayora de las veces, la poltica se desarrolla de acuerdo con una rutina donde el inters propio de los polticos y los ciudadanos, por igual, produce resultados que favorecen los intereses de una sola parte de la poblacin. La as llamada teora econmica de la democracia sostiene que los polticos son como las empresas: invierten en sus promesas de accin poltica para atraer votantes y ser elegidos. Los polticos vencedores son los que lograr atraer con sus promesas a un nmero mayor de electores, que sus rivales polticos con las suyas. De esta teora se podra inferir que la mayora de la poblacin obtendr beneficios del nuevo gobierno. Sin embargo, un corolario de esta teora indica que dicha mayora se reducir hasta el tamao mnimo indispensable para ganar las elecciones. Esta es la teora de la "coalicin ganadora mnima". Por ejemplo, supongamos que un partido poltico gana una eleccin en forma arrolladora. En ese caso cuenta con la mayora de los votos, digamos el 80%. No obstante, eso significa que los polticos y sus partidarios debern compartir el botn de la victoria con un grupo relativamente grande de personas. Si la coalicin ganadora fuera ms pequea, digamos del 51%, el
partido todava obtendra la victoria, y tendra que compartir sus beneficios con menos personas. As pues, la teora de la coalicin ganadora mnima indica que la situacin no es armoniosa cuando un partido logra una gran victoria y aplasta a sus opositores. Entonces los ganadores se empiezan a dividir tras la victoria y luchan entre s hasta formar una coalicin ganadora ms pequea. El inters racional egosta de los polticos reduce as el nivel de armona social, aunque habra sido posible una mayor armona de intereses. La nueva ciencia poltica utilitarista Al plantear la posicin conocida como "teora de la eleccin pblica", James Buchanan ha ido an ms lejos en el sealamiento de las consecuencias negativas de la visin utilitarista de l<i poltica. l observa que, como a los polticos les interesa ser elegidos, gastan el presupuesto del gobierno en cosas que agradan a los votantes, ya se trate de seguridad social, servicios mdicos, educacin, empleos en la defensa u obras de construcc ion en la comunidad. Al mismo tiempo, los ciudadanos no consideran que el hecho de pagar impuestos sea favorable para sus propios intereses. El poltico racional, movido por el inters propio, resuelve este conflicto con gastos gubernamentales, pero no los financia con impuestos ms altos sino por medio de prstamos (en otras palabras, incurriendo en un dficit presupuestario). sta es una solucin racional para todos los interesados, pero slo a corto plazo. En el futuro, la deuda se tendr que pagar con intereses acumulados, y cuanto ms persista el dficit, tanto mayor ser. Para la mentalidad del poltico racional del presente, eso quiz no tenga mucha importancia: lograr ser elegido al hacer felices a los votantes hoy, y alguien ms tendr que pagar el dficit en el futuro. En suma, se protege el inters propio de la generacin actual, sacrificando el inters propio de la generacin futura. Buchanan sostiene que los intereses racionales de polticos y votantes no permiten resolver este problema. La nica forma de incluir los intereses de las generaciones futuras a los clculos de hoy consiste en cambiar las reglas del juego. De este modo, Buchanan es partidario de una enmienda constitucional que imponga el equilibrio del presupuesto y prohba el gasto deficitario. Ahora bien, hay varias controversias en torno a los efectos secundarios de tal poltica (p. ej., cmo afecta la flexibilidad inmediata del gobierno en caso de emergencia). Dejando esto de lado, podemos observar que Buchanan lleva la posicin utilitarista hasta un lmite y luego salta a otro nivel. Los utilitaristas han
considerado tradicionalmente al gobierno como un rbitro neutral, a cargo de vigilar el cumplimiento de las reglas del juego en el mercado de la economa. Sin embargo, ya tenemos una teora segn la cual el gobierno mismo es una especie de mercado competitivo donde los polticos compiten por ganar votos. As pues el rbitro neutral, a juicio de Buchanan, tiene que ubicarse un poco ms arriba; necesitamos un metanivel superior a la poltica, en el formato de una enmienda constitucional, que sea capaz de controlar las reglas del juego poltico. Podemos ver que Buchanan, desde su ptica caracterstica, vuelve a incidir en un problema que ha existido en toda la tradicin utilitarista. Me refiero al problema de quin vigila a los vigilantes, o cmo encontrar al arbitro adecuado. Este es el problema que mencionamos antes, es decir, cmo es posible que los individuos dispuestos a defender su inters propio generen la solidaridad social o normas para proteger su inters colectivo. En trminos de la enmienda constitucional que propone Buchanan, qu podra movilizar a la gente para que vote por una enmienda de ese tipo? Acaso el votante racional no se sentir tentado a "viajar sin pagar pasaje", es decir, a mantener el statu quo del gasto deficitario mientras logre as que el gobierno cubra los gastos sin que l tenga que pagar ms impuestos? Buchanan deseara que los votantes se despojaran de su piel de racionalistas utilitaristas, en el nivel individual, y se elevaran a un metanivel donde se preocuparan por la racionalidad en el plano colectivo. Sin embargo, cundo se ven las personas a s mismas como defensoras de sus intereses en el nivel individual y cundo empiezan a sentirse miembros de una colectividad, que comparten intereses con todos los dems? Hay algn clculo racional que las personas puedan hacer para comparar sus intereses como individuos con sus intereses como miembros de la colectividad? As llegamos de nuevo al mismo problema que surge en la teora de la justicia de Rawls, aunque a ste lo hemos identificado como liberal y a Buchanan como conservador. Para motivar a la gente a que tome una decisin idealista ms all de su inters propio inmediato, tal parece que sera necesario trascender el marco de referencia utilitarista y apelar a un movimiento social altruista, cargado de emocin. Segn la teora de James Coleman, los problemas ms generalizados de la sociedad actual dimanan siempre de uno solo: el problema de la responsabilidad individual frente a las instituciones colectivas. El problema se
presenta en dos niveles, pero el tema fundamental es el mismo. En un nivel estn las cuestiones referentes a la falta de responsabilidad de los individuos para con los dems miembros del grupo; p. ej., los padres que estn tan preocupados por su carrera o su felicidad personal, que no cuidan la estabilidad de su familia ni atienden a sus hijos. En otro nivel est el problema de las organizaciones corporativas: empresas que, en su afn de lucro, ignoran los daos que ocasionan al medio ambiente o al pblico; agencias de gobierno que slo se ocupan de proteger sus presupuestos y sus empleos, sin tomar en cuenta lo que la sociedad necesita o puede pagar. Desde el punto de vista analtico hay casos especficos del mismo problema: un actor que, en aras de su inters propio, impone externalidades a otros (es decir, consecuencias que tendrn que soportar quienes le rodean), haciendo caso omiso de los intereses de los dems. El primer caso es una situacin en pequea escala donde intervienen individuos naturales, como los padres y los hijos en una familia; en el otro, operamos en un nivel ms amplio donde los propios actores corporativos actan como individuos racionales. La estrategia de Coleman para encarar estos problemas es ms o menos similar en ambos casos. l no propone una ruta como la de Rawls y Buchanan, que consistira en la creacin de un nuevo inters colectivo o un conjunto de reglas ms all de los intereses individuales y por encima de ellos. l no insiste en que la gente y las corporaciones se deban volver ms altruistas. En lugar de eso, desea encontrar la forma de apelar a los intereses utilitaristas para motivar a los actores sociales a hacer cosas ms benficas para los dems. Coleman parece sentir que es ms realista aceptar las motivaciones del inters propio y colaborar con ellas, que aspirar a un movimiento idealista envuelto en el ropaje de un inters propio ms elevado. En el caso de la familia, Coleman razona en esta forma: En algunos periodos histricos del pasado, el inters de los padres consista en invertir gran parte de su energa y su atencin para asegurarse de dar a sus hijos una formacin que los convirtiera en miembros disciplinados y productivos de la sociedad. Los padres necesitaban a sus hijos para que los cuidaran en la vejez; su comodidad vitalicia y su prestigio social dependan de que sus hijos fueran capaces de administrar la granja o la empresa familiar, o bien, de que tuvieran suficiente xito en su carrera para llevarse a sus padres ancianos a vivir con ellos. Sin embargo, en nuestra sociedad, el mayor individualismo en las
profesiones, aunado a las pensiones de vejez y los seguros, ha hecho que los padres tengan mucho menos que ganar a travs de sus hijos. Hay pocos incentivos reales para que los padres se aseguren de que sus hijos no tengan problemas con la justicia o hagan bien sus labores escolares; para algunos padres no existe ni siquiera un incentivo mnimo para quedarse en casa con sus hijos, en lugar de dejarlos solos. El resultado es que las familias no hacen muy bien la tarea de socializar a sus hijos, y esto impone externalidades a todo el resto de la sociedad: p. ej., la ineficiencia general de la educacin y los costos derivados de las pandillas y la delincuencia. En un famoso estudio de investigacin, Coleman demostr que la participacin de los padres en la educacin de los hijos tiene un efecto mucho ms poderoso sobre el buen desempeo escolar de stos, que todos los esfuerzos que las escuelas puedan hacer. Todos estos son costos externos que alguien ms tiene que pagar: la delincuencia, la mala educacin y una poblacin joven alienada son males que la comunidad en general debe soportar, mientras que la madre y el padre de cada uno de esos jvenes tienen sus propios intereses inmediatos por los cuales les resulta racional ignorar a sus hijos. Coleman considera poco realista esperar que volvamos a tener familias al estilo antiguo. De nada sirve predicar que necesitamos retornar a los valores tradicionales, ya que los valores no son lo que determina la forma de actuar de la gente. El nico camino realista para resolver el problema consiste en apelar a los intereses en nuevas formas. En consecuencia, Coleman sostiene que necesitamos nuevos planes de incentivos para que la gente vea que vale la pena esforzarse por la buena crianza de sus hijos. Por ejemplo, l dice que un inters racional del gobierno sera calcular cunto le cuesta al contribuyente combatir las pandillas y la delincuencia, as como los gastos de previsin social que implican los desertores de las escuelas y el monto de los ingresos que se pierden por esa merma de la productividad econmica. Esa es la suma que nos convendra ahorrar para invertirla en la formacin de los nios. A su vez, ese capital se considerara como un fondo destinado a incentivos destinados a la gente dispuesta a invertir ms tiempo para dar a sus hijos una crianza de mayor calidad. Coleman agrega que los socilogos podran estimar cules son los nios que, en virtud de su situacin familiar, estn en mayor peligro de terminar como miembros de pandillas o de fracasar en la escuela, de modo que el monto de los incentivos pudiera elevarse en forma proporcional al nivel de riesgo. l especula que esos
incentivos econmicos se podran ofrecer a cualquiera que se comprometiera, bajo contrato, a cuidar de esos nios ya sea los padres u otra familia u organizacin dispuesta a hacer el esfuerzo y se pagaran segn el grado en que los nios se mantuvieran al margen de problemas, tuvieran un buen desempeo escolar, y as por el estilo. Coleman propone ideas similares en el nivel de los actores corporativos. Por ejemplo, si las grandes compaas no tienen responsabilidad social, pueden ser reestructuradas de modo que los incentivos se enfoquen directamente en las personas que estn a cargo del control de las actividades nocivas. Coleman sugiere, como ejemplo, la cancelacin de la inmunidad legal para que los miembros de las juntas de directores corporativas sean personalmente responsables de las demandas presentadas por los actos perniciosos de sus compaas. Otra posibilidad sera incorporar a la empresa a las personas expuestas a las externalidades: la junta directiva podra incluir a los vecinos de la corporacin que sufren los efectos ecolgicos nocivos de sta, as como a los consumidores e incluso a representantes de los nios a quienes se priva de la debida atencin familiar porque la vida de sus padres ha sido absorbida por su carrera dentro de la empresa. Por el momento, todas esas propuestas de Coleman son de carcter bastante general e hipottico; ser necesario hacer muchas investigaciones para determinar, en detalle, cmo pueden ponerse en prctica (cules seran sus efectos secundarios, los problemas conexos que podran surgir, cmo se aplicaran en realidad los incentivos, etc.). An est por verse si esos planes de incentivos en particular producirn los beneficios esperados y compensarn sus costos. La importancia del enfoque de Coleman tal vez no estribe tanto en sus propuestas especficas, sino en su forma general de concebir las cuestiones sociales. l intenta adoptar una posicin realista. Muy bien, nos dice, admitamos que la gente tiene intereses egostas, que no calcula muy a fondo las consecuencias y que, en muchos casos, no tiene razones de peso para prestar atencin a los efectos de sus actos sobre otras personas. Si queremos hacer cambios de poltica que en verdad tengan sentido, debemos calcular cules sern sus efectos sobre los incentivos, los costos y beneficios, para los individuos directamente involucrados en cada situacin. Este es un cambio con respecto a la posicin utilitarista tradicional, segn la cual el mercado libre era el mejor mecanismo posible de optimizacin para lograr el mximo bien para el
mayor nmero posible de personas. Al mismo tiempo, el enfoque de Coleman no es una simple repeticin de la antigua tradicin de la izquierda liberal, segn la cual la intervencin directa del gobierno puede resolver los problemas mediante la simple transferencia de los bienes, de un grupo a otro. El mercado no hace realidad una utopa, pero tampoco funciona la sustitucin del mercado por un estado benefactor. Lo que debemos tener presente es que los individuos siguen teniendo intereses egostas, no importa en qu circunstancias los coloquemos; por eso tenemos que estructurar sus intereses propios de modo que los resultados produzcan el tipo de beneficios que esperamos. Entre todas las teoras sociales de hoy, la tradicin racional/utilitarista en su encarnacin moderna es la que est mejor ajustada para hacer que funcionen las polticas sociales. La tradicin del conflicto, con su historial de movimientos antagnicos e insurrecciones revolucionarias, tiene la tendencia a enfocarse en los males que ya existen y en las condiciones que pueden propiciar un levantamiento contra ellos. El punto dbil de la teora del conflicto es que no puede explicar lo que pasar una vez que la revolucin, o un movimiento exitoso, haya conquistado cierto poder. Su actitud tiende a ser sta: entrguese el poder a los pueblos oprimidos y todo saldr bien. En este punto es donde la teora del conflicto deja de ser realista. Las otras lneas de la teora social tambin tienden a divagar, a su propio estilo, en torno a la misma. La tradicin durkheimiana, con su nfasis en las condiciones que producen la solidaridad y sus ideales, no admite que la gente sea muy capaz de generar resultados sociales especficos, pues sus victorias son simblicas y de ndole ms emocional que prctica. Las teoras de la microinteraccin, que colocan el acento en las cambiantes interpretaciones cognoscitivas de la realidad social, tampoco son muy adecuadas para la determinacin de polticas sociales especficas. Todas ellas suponen que de algn modo se crear una creencia social satisfactoria para la gente, o bien, que las personas viven en sus respectivos y reducidos mundos de construccin de la realidad cognoscitiva, como burbujas separadas que arrastra un ro. A pesar de todas sus fallas, los racionales/utilitaristas modernos estn en primer plano en su intento de aplicar los conocimientos sociolgicos para proponer polticas que tengan una posibilidad realista de xito. Esto no quiere decir que la base terica de la teora racional/utilitarista, en su forma actual, sea necesariamente adecuada para semejante tarea. Hemos
visto un problema sistemtico en la tradicin utilitarista, en el nivel de cmo motivar a la gente para la accin colectiva. Es posible que la simple apelacin a los intereses propios motive a la gente a adoptar grandes reformas, ya sea que tal apelacin est contenida en los cdigos jurdicos que recomienda Bentham, en la libertad del mercado que preconiza Adam Smith o en planes de nuevas reglas para el juego social, como los propuestos por Rawls, Buchanan o Coleman? Hay un elemento de esterilidad en todas estas propuestas, mientras su punto de partida sea el individuo aislado que slo se preocupa por sus propios intereses. Todava tendremos que recurrir a la teora del conflicto como una alternativa, la cual sugiere que la gente lucha por sus intereses casi ciegamente y para resolver un problema crea nuevas dificultades. La otra alternativa es la tradicin durkheimiana de la solidaridad social, que explica justamente los vnculos emocionales que existen entre las personas y que la teora racional/utilitarista excluye por completo. De esta opcin nos ocuparemos a continuacin. NOTAS
1 En rigor, podramos rastrear algunas ideas utilitaristas bsicas medio siglo ms atrs, hasta Thomas Hobbes, quien fue un pensador ms complejo que Locke. El argumento de Hobbes de que los individuos racionales deban colocar su soberana en manos de un gobernante para evitar una guerra de todos contra todos, se asemeja ms a las paradojas del "viajero que no paga pasaje" de la dcada de 1960, que a la benvola armona social descrita por los utilitaristas seguidores de Locke. Por eso comenzamos con esta ltima. 2 Desde el punto de vista econmico, el matrimonio mismo no es un producto, sino un intercambio por medio del cual algo que se ha producido se entrega a cambio de otra cosa. 3 A veces se ha argumentado que las ocupaciones mejor pagadas requieren un talento especialmente alto, y que por eso es bastante reducido el nmero de personas que las pueden desempear. Esta objecin pasa por alto lo principal: no se trata de afirmar que toda la gente del mundo puede llegar a ser mdico, sino que el nmero de personas que tienen talento suficiente para serlo es notablemente mayor que el nmero de mdicos que se considera suficiente para satisfacer la demanda de servicios se salud. Si en la realidad la oferta potencial de mdicos superara por amplio margen a la demanda, y no hubiera barreras para el ingreso a esta profesin, en- tonces sera factible que las presiones competitivas redujeran los ingresos de esos profesionales. En forma similar, si los mdicos no monopolizaran el poder de recetar antibiticos y otros frmacos, mediante las leyes actuales que rigen el otorgaamento de licencias, la competencia por la venta de esos productos abatira tambin sus precios y habra menos demanda para los servicios de los mdicos.
4 Todos los productos de este tipo tienden a crear adiccin, o por lo menos la gente est dispuesta a seguirlos consumiendo aunque su costo alcance niveles bastante elevados. Por eso cuando se legaliza la venta de tales productos se les aplican de ordinario altos "impuestos de pecado", como los que se imponen en la actualidad al tabaco y al alcohol. Se podra aadir que todos esos productos ilegales el alcohol en los aos 20, el juego en todas las pocas y las drogas desde los aos 60, han estado asociados en las subculturas de sus usuarios con la excitacin, un escape de la rutina y un sentimiento de rebelda contra el imperio de la sociedad ordinaria. Por eso el rgido cumplimiento de la ley no abate forzosamente la demanda; de hecho, acenta la sensacin de excitacin y rebelda y, por ende, el atractivo de esos pro ductos ilegales.