Pensamiento Salvaje. Escritos Desde El Piedemonte.
Pensamiento Salvaje. Escritos Desde El Piedemonte.
Pensamiento Salvaje. Escritos Desde El Piedemonte.
ju an l pez
zarzaVilla | imagen
tirada
Q uedan rigur osamente prohi bidas, sin la autorizaci n esc rita de los titulares del copyrig ht, bajo las san ciones establecidas en las leyes, la reprodu ccin total o parcial de esta obra por cualQuier m edio o pr ocedim iento, com prendido s la reprog rafa y el tratam iento inform tico, y la distribuci n de ejem plar es de ella mediante alQuiler o prstam o pbli cos.
Los textos de este volumen fueron seleccionados de las columnas semanales que el autor escribe en el portal MDZ online y han sido corregidos y adaptados para la presente publicacin.
a mi abuela isabel
La persona ms sabia, apenas con segundo grado de primaria. Exquisita en sus silencios, gestos y carios. De ella aprend el peronismo sentimental.
agradecimientos
A Ulises Naranjo, primer director del portal MDZ online, quien me convoc a escribir las columnas con la ms absoluta de las libertades. A Ricardo Montacuto, actual director de MDZ online, quien cuando asumi, me dijo: "Tens total impunidad para escribir como lo hacs". A Juan Lpez, por sus sugerencias y correcciones atinadas de los textos. A Javier Zarzavilla, por embalarme en el proyecto de publicar. A Gonzalo Llanes por su bravura editorial, y al riesgo adrenalnico de Anne-Caroline Biancheri, la mujer caviar. A la memoria de mi padre simblico Mario Franco, el ltimo maldito del desierto. A Cecilia, mi compaera de la vida y madre de mis hijos. A Chiquita, mi madre, colchn de todas mis batallas. A Julin, Valeriano, Isabel y Santino, mis mejores obras.
Esto debera ser un prlogo como miles de prlogos que hay en miles de libros que hay. Tal como me lo pidi el autor, mi gran amigo Marmat, uno de los tipos ms lcidos y bellos que he conocido; alguien que a veces es bueno y a veces no. El tema es que desde que me lo solicit pasaron varios meses para que lo escribiera: no es fcil presentar a quien uno quiere, sin caer en esos sentimentalismos baratos y obvios, algo con lo que tanto el autor de esta obra como yo no comulgamos (por suerte). As fue que cuando me pas los textos rescatados de su columna semanal del diario digital en el que trabaja, me di cuenta de que un prlogo convencional no iba a surtir efecto porque sencillamente no se trata de una obra convencional. Es curioso: este libro est dulcemente condenado a ser puteado o amado o ignorado, porque se caga en todo pero no de una manera "punk". Hay, ac, algo ms que eso. Como lo conozco a Marmat, puedo entender todos los escritos. A m, en lo personal, me agrada el hecho de que se muestre tan desafiantemente peronista y tan al margen de los convencionalismos -aun de los convencionalismos polticamente correctos- del modo en que lo hace en el noventa por ciento de lo que van a leer.
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El libro es una radiografa del estado de nimo del autor. Podrn leer palabras que salen del estmago: lo que se parece a un resentimiento, lo que es resentimiento o lo que provoca risa como el mejor remedio para no llorar. Textos salidos de momentos de gran imaginacin que rozan el delirio y la reflexin desde un lado del camino en el que pocos autores se apoyan a la hora de dar a conocer lo que pasa en sus cabezas y que no es otra cosa que sacarse la ropa delante de desconocidos, tal como lo haca el autor en sus momentos de cantante de rock. Lo recuerdo: se sacaba la ropa y nada le importaba. Estos textos son eso. Son desnudez sin pensar en qu van a pensar los que presencian esa desnudez.
Rolando Lpez
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egn pasan los aos, nos vamos formando una idea, construimos un relato de nuestro pasado. Ancdotas, recuerdos imborrables, retazos de charlas de nuestros mayores que por casualidad escuchamos de nios. Mitos que reconstruimos. Necesitamos imperiosamente de nuestro pasado y por ello nos reinventamos para darle ubicuidad al presente. Estamos hechos de dolor, alegras y tristezas. Como la patria misma. Siempre partir ser morir un poco.
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Cuando vine a vivir a Mendoza, hacia fines del ao 76, apenas con siete aos, sent profundamente la pena del desapego. Por eso a veces pienso que uno, de grande, no se pone triste sino que ms bien "es triste". Es que all en San Juan, en mi barriecito de casitas blancas e igualitas, todos ramos del mismo equipo. Las veredas anchas de cemento, los parasos que nos camuflaban por las noches para desatar la imaginacin con cuentos de miedo, las siestas en ronda en el sifn de la esquina matando gusarapos, jugando a las chapitas o a la payana. Todo ello constitua el circuito fantstico de la infancia, nuestra patria. Por entonces hubo algunos imposibles: conseguir la figurita de "la tarntula" y la chapita de "Garca Cambn". Siempre dudamos que alguien las tuviera, pero la esperanza, en la niez, es lo ltimo que se pierde. Algunas noches, con mi abuela y mi vieja, bamos al "Cine Luxor", a cinco cuadras de casa, en la avenida Mendoza. Era un cine al aire libre de los de antes, con piso de piedritas desparramadas, bancos largos de hierro pintados de azul y, de techo, un inmenso cielo plagado de estrellas rutilantes. Al Luxor, las familias del barrio bamos con el bolso repleto de snguches y gaseosas, algn paquete de galletas dulces y unos caramelitos para el postre.
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En las funciones de viernes y sbados, podan verse hasta tres pelculas en plena noche de verano. No ramos meros espectadores pasivos. La gente hablaba durante el transcurso de la pelcula, discuta, rea y aplauda. Haba dilogo social recreado por la pantalla que pareca incluirnos en la trama del film. Se sala feliz del cine, se notaba en los rostros y en las muecas de las viejas y los viejos, que regresaban a sus casas acompaados por una luna guardiana. Y los nios ramos los mismos: los del cine, los que nos juntbamos a jugar a la pelota en el campito de la esquina -siempre imagin ser Morete con la nueve en la espalda. Recuerdo gritar los goles igual al delantero de River, con los brazos estirados, medio agachado, corriendo con la boca llena de gol-. Yo era Morete con 5 aos. La Escuela 14 de Febrero quedaba a ocho cuadras de casa. All hice el jardn de cinco (recuerdo que el primer da de clase me cagu literalmente encima, de los nervios, por lo que tuvieron que avisarle a mi vieja para que me fuera a buscar). Luego hice primero y segundo grado. Fuimos los mismos: los del cine al aire libre, los que matbamos a los gusarapos en el sifn de la esquina, los que jugbamos a las chapitas y a la payana. Los mismos de siempre nos encontrbamos en la escuela, en el grado o en el recreo. La leche que repartan por curso a media maana era la ms rica del mundo, y a veces podas repetirte, si te animabas a pedirle a la seora de delantal celeste que trabajaba en la cocina. Hubo noches de astronoma. Con el Pimpo y el Guillermito, ponamos en el piso una palangana gigante de chapa enlozada blanca, de esas que se usaban para lavar la ropa, llena de agua clara. No s como lo hacamos, pero la ubicbamos en el patio de mi casa de tal manera que podamos ver reflejada la luna sobre el agua, la luna llena con sus accidentes. Ese rito astronmico infantil nos llevaba horas calmas de contemplacin y silencio cmplice. El agua deba quedar inmvil y estanca, y nosotros casi sin respirar. Y cuando la brisa haca una pausa prolongada, all apareca la luna en el espejo, amplificada por el efecto. Claro que haba vida en la luna, si nosotros la veamos por las noches con los pibes! Era maravilloso. Si hasta podan distinguirse unos tipines que caminaban por grietas grises, saliendo de poros oscuros, como hormiguitas.
La luna de San Juan, la noche de San Juan, mi vieja joven y la abuela Isabel que caminaba y nos haca las semitas en el horno de barro. Todo era cierto, verosmil. El pescadero, el lechero y el borracho que asustaba. La vinera de la vuelta (vinos Maravilla), la uva moscatel que todos tenamos en el fondo de la casa en parrales caseros. S, eso fue de veras, pas. Las tortugas pintadas con los colores de Boca o de River. Mi honda para bajar pjaros, el trompo y las bolitas de acero de los rulemanes. El yoy Taka, ese s que era el mejor, mucho mejor que los que tenan luces. Yo tuve uno entre mis manos, y vivo para contarlo. Cuando se desplomaba el aguacero, el cielo explotaba por los truenos, y los relmpagos y rayos simulaban el fin del mundo. Mi abuela corra a tapar los espejos con frazadas. No s por qu lo haca, pero era sistemtico. Mi abuela haca esas cosas. Dejbamos la puerta abierta con la cortina de tiras plsticas para las moscas, la bici siempre afuera apoyada en el porche, al lado de la maceta del gomero. Haba confianza, la gente se cuidaba y protega a los vecinos. Nos conocamos. Los pobres eran otros pobres, muchos menos que en estas pocas, y la conciencia de la pobreza estaba asociada a valores nobles: dignidad, honradez, solidaridad, cario. En realidad ramos todos pobres en mi barrio, o por lo menos no haba ricos. O todos ramos ricos porque tenamos todo eso que nos haca felices. Sin embargo, una maana de noviembre, un camin repleto de muebles y macetas esperaba zarpar desde la puerta de mi casa en la calle Boulevard Sarmiento en Rawson, San Juan, hacia Mendoza. La casa vaca, all donde en blanco y negro la vida era lenta y suave, quedaba plagada de ecos de las voces que golpeaban de pared a pared, como si de dilogos de fantasmas se tratara. En filita se pusieron mis amigos en la vereda, pendejos carasucias con la pelota de goma bajo el brazo, esperando mi partida. El Dani, los mellizos de la equina, el Gustavo chico y el Gustavo grande, la Bettina, el Pimpo y el Josecito. Alineados, en silencio, miraban cmo suban los trastos de la casa a un camin gigante. Yo daba vueltas por las piezas de una casa semivaca. Corra ansioso al patio de los limoneros y mandarinos -quiz para rescatar sus ltimos perfumes-, llegaba
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a la medianera del vecino y me quedaba pateando hormigas negras que trepaban por los bloques de cemento. Con el puntn de mis sacachispas, aplastaba miles de hormigas. El tiempo no pasaba y las mariposas revoloteaban incmodas. El gato viejo no estaba dispuesto a partir y se esconda en un aparador para no ser descubierto, porque claro, los animales saben mucho ms de lo que nos imaginamos. El gato viejo, seguramente muri de pena vaya a saber en qu penumbra del descampado. Yo era consciente: dejaba atrs siestas de agosto con volantines trepando el sol del campito, desafos futboleros con los de la Villa Gin, tardes de chaya en carnaval y esas noches imborrables en el Cine Luxor. Los perfumes de las maestras de mi escuela, las navidades familiares con mi primos, el viejito Valeriano, un pariente valenciano que me cantaba "Marcelino pan y vino, perdi un jarro en el camino". El corzo en la Fiesta del Sol, los disfraces, la tonada sentida tocada por mi to Antonio luego de unos buenos tintos. Era mucho lo que se dejaba al partir, an con siete aos. Partir es morir un poco. Doa Coca y don Sal, nuestros vecinos de enfrente, lloraban en su casa, agazapados en su fondo plagado de rosales y jazmines, para no presenciar la lenta despedida. Don Sal era un viejo gordo que me llevaba a las carreras de karting a motor al veldromo del Zonda, los domingos por la maana, en su camioneta Ranchera amarillo clarito. Qued triste el viejo Sal. Y doa Coca, la madre de mi amigo, "el Gustavo grande" del grupo, no poda soportarlo. Las calles, nuestro barrio, esas siestas, los cuentos de terror en noches de luna llena, el juego al doctor con mi vecinita Bettina, pasaron como suspiros, pero estn filmados, grabados a fuego, listos para editarlos, prestos a guionarlos y volver a mi barrio, a escondidas, sin aviso, y montar una pantalla gigante en la esquina del sifn de los gusarapos, e invitar a la funcin en mi Cine Luxor ambulante.
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ombatientes de Malvinas, bataclanas, cirujas. Parte del enjambre de los olvidados de siempre. Un poema de Bukowsky y algunas postales de la soledad del flaneur.
El viento sopla fuerte esta noche/ Y es viento fro/ Y pienso en los chicos/ De la calle/Espero que algunos tengan/ Una botella de tinto/Cuando ests en la calle/ Es cuando te das cuenta de que todo / Tiene dueo/ Y de que hay cerrojos/ en Todo. As es como funciona la democracia: Coges lo que puedes/ Intentas conservarlo/ Y aadir algo, si es posible. As es tambin como funciona/ La dictadura/ Slo que una esclaviza/ Y la otra destruye a sus Desheredados/ Nosotros simplemente nos olvidamos/ De los nuestros. En cualquier caso/ Es un viento/ Fuerte / Y fro.
("Vivir en cubos de basura". Charles Bukowsky)
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La guerra de Malvinas todava resuena en el imaginario social. Aquella ltima y beoda jugada del rgimen militar termin con la vida de miles de jvenes argentinos que fueron los nicos que creyeron en la triste guerra. Carnes de can frente al profesionalismo ingls, pobres en sus provincias y abandonados en el fin del mundo, los pibes de la guerra fueron para no volver. Fue el ltimo genocidio de la dictadura que mand a matar, luego de los 30.000 desaparecidos, a unos 700 chicos argentinos.
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Muertos de hambre y fro, con escasos pertrechos, dispararon de bronca sin blanco fijo pero ofrecieron, aguerridos, resistencia. Muchos fueron torturados por los propios jefes militares, una guerra dentro de la guerra. Mientras, el rgimen se deslegitimaba, la central obrera movilizaba a cientos de miles de trabajadores, las juventudes polticas entraban en la historia pujando por democracia. Malvinas signific una bisagra en la historia del rgimen militar, un antes y un despus que cost mucho dinero, miles de vctimas y un reforzamiento del podero ingls sobre la zona antrtica para la explotacin pesquera. A la fecha, ya son 450 los suicidios de veteranos de guerra. Ms all de algunas pensiones recibidas, todava no son reconocidos en la dimensin que merecen. La sociedad mendocina parece atragantada. Es que no le resulta fcil digerir los cambios a los que est sometida desde hace poco ms de una dcada. No hace mucho uno caminaba por las calles de la conservadora provincia y visaba todo como predecible. La vuelta del tonto por la calle San Martn, de noche, las galeras de siempre que nunca cambiaban, la calle de los cines y los tpicos cafecitos donde uno se desparramaba para arreglar el mundo entre el humo denso y pocillos de caf. La Tonsa de los "arbolitos", tnel del tiempo vaco que invitaba, como canto de sirenas, a la aventura de pispear esas casas de compra de oro y plata, de camperas de cuero, en el srdido primer piso. La calle de las santeras, por San Juan, vade retro, sigue all. Silbando bajo, entre la oscuridad de la Cuarta Seccin, poda uno respirar cierto arrabal. Y all las chicas, de fumata corrida con tacones, smil extras almodovarianas, pegadas al tachito de querosn, calentndose a la espera del cliente. Esos pendejos de "autos preparados" o viejos en Valiant, de bigotes apretaditos, prestos al goce por media hora de una "francesa". Hoy las pibas tienen su sindicato de meretrices alineado a la CTA, a travs del cual reclaman por sus derechos, para evitar al menos ser patoteadas en comisaras o estafadas por cafishos o matones de ocasin. Mientras, por la vieja alameda, uno mermaba
el paso y chequeaba que los cirujas que all dorman estuvieran vivos, siempre desparramados y duros en el piso, tal vez hoy debajo de alguna alfombra, porque volvi la limpieza.
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orra el ao 1983 y la esperanza democrtica atravesaba a todo el cuerpo social de la patria. El peronismo decadente, con talo Argentino Lder a la cabeza, intentaba competir en las primeras elecciones luego de una larga noche oscura. La sociedad no se equivoc por aquel entonces. Ral Alfonsn supo canalizar con carisma y liderazgo las ansias de la juventud argentina y de buena parte del electorado deseoso por el cambio, por la recuperacin de las libertades democrticas, pisoteadas, bastardeadas, en los aos del silencio. La muerte de Alfonsn evoca los inicios de un perodo que aunque no resolvi los resortes estructurales del poder econmico en el pas, supo insuflar oxgeno genuino y libertario: el uso social de los espacios pblicos, la libertad de expresin, el animarse a decir lo que se piensa.
Yo tena por entonces 15 aos. Cursaba tercer ao en el Colegio Don Bosco, y justamente por llevar una escarapela roja y blanca y armar en una plancha de cartn un collage con recortes periodsticos sobre la recuperacin democrtica, el director Miranda llam a mis viejos en privado y les dijo "ustedes saben que su hijo Marcelo anda en poltica?". Mis viejos no eran justamente personas dedicadas a la lectura o al inters por la poltica. Ms bien eran laburantes con miedo que quebraron su pequeo comercio y quedaron ya en los 90 en pelotas, luego se separaron y terminaron solos, cada uno por su lado, soportando la angustia. Con un amigo del colegio siempre hablbamos de poltica, pero no nos fue bien en el religioso Colegio Don Bosco. "Seor Padilla -le dijo el director del Don Bosco a mi viejo-, deber cambiar a su hijo de colegio el ao que viene". El ao siguiente, 1984, hice cuarto ao en el Colegio Nacional Agustn lvarez y luego termin quinto a fines del 85 all mismo. En el recordado Agustn lvarez pudimos
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recrear el "primer centro de estudiantes en democracia". La participacin estudiantil fue voraz. El colegio era una fiesta de carteles y pintadas y cantitos. Sin embargo, el 85 ser un ao de quiebre, cuando el rumbo del alfonsinismo vir sus objetivo populares, cediendo a la presin de los denominados "capitanes de la industria" con aquel recordado discurso en Parque Norte, donde columnas de jvenes de la Franja Morada y la Juventud Radical le daban la espalda a la concesin. Pero mi recuerdo aqu tiene que ver con lo que gener Alfonsn en el 83. En campaa electoral, cuando el hombre de Chascoms recorra las provincias convocando multitudes, yo estuve all, en ese hormiguero humano que se junt en la esquina de Las Heras y San Martn. No era radical ni peronista, slo era un joven ansioso. Desde aquella tribuna compartida por momentos con el "loco Juan", nos habl Alfonsn a las ms de 20 mil personas que se apilaban hasta la calle Patricias Mendocinas. Cuatro cuadras de esperanzas. Alfonsn subi al escenario a las seis de la tarde ms o menos. Antes, nos habamos congregado un grupo de amigos del secundario de distintos colegios para acudir a la cita, amigos que solamos encontrarnos en fiestitas de quince, chicos y chicas atrados por la idea de meterse entre la gente. El punto de encuentro fue ni ms ni menos en la casa de don ngel Bustelo, en calle Tiburcio Benegas de Ciudad. Yo era amigo de su hija Nerina y nos haban invitado a brindar despus del almuerzo por el motivo: la democracia estaba en nuestras mesas, en forma de gaseosas y sidras, turrones y sanguchitos. El viejo Bustelo nos habl a los siete u ocho adolescentes. Tranquilo y manso, educndonos con amor ciudadano. l no era alfonsinista porque perteneca al Partido Comunista en ese entonces. Pero nos comprenda como jvenes que anidbamos la esperanza de caminar por las calles sonriendo, gritando, corriendo, viviendo. Salimos de la casa de quien fue encarcelado y torturado en dictadura, con una sensacin de paz y amor inigualable. Con su hija y sus amigos. l nos despidi con la frase "vayan, chicos, que no se les haga tarde, disfruten del acto". Y all fuimos, a meternos en la masa annima, popular y democrtica. La misma que tal vez hoy haya perdido las referencias.
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l diablo es muy mal pagador con los noctmbulos y sobrevivientes. Cuando decidimos venderle el alma al diablo, nunca imagin que nos pagara de tal forma. Despus de recorrer por ms de veinte aos bares y tugurios, camos pesadamente en la realidad. La militancia de la noche, esa que se parece a la poltica pero que no lo es, constitua toda una entrega al sacrificado arte de la seduccin.
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Las armas del diablo fueron incorporadas para desplegar en cada ocasin que ameritaba. Socialismo de bohemia, hedonismo y rock. El cctel perfecto para el individualismo. La reaccin teraputica contra la desdicha. Noches y noches atrincherados en bvedas abandonadas al desencanto posmoderno. Un mito de la libertad a oscuras, frente a mesas despatarradas, con amigos transpirando por una raya que estiraba la partida. Luego el sol, ese gran enemigo, se encargara de nosotros. Privatizado el espacio pblico, atomizados en la guantera del horror del final, el diablo pagaba con el astro fulminante. Para el noctmbulo, siempre los inviernos son mejores, las noches ms largas y las nubes del da omnipotentes. El pesimismo fue bandera y el escepticismo religin de cuerpos vitales para destruir a destajo. Sobraban nimo y cuerpo. Un Soriano mezclado con Bukowsky con una gotas de Ass por favor! Cuando mercadeamos el alma, el diablo toma la cotizacin en bolsa pero le baja unos dgitos. "Riesgo infierno" le llaman. En fin, paga poco y mal, en negro y tarde. Son muchos aos que uno emplea en buscar al padre que se perdi alguna noche de la infancia y no vio jams. Es entonces cuando uno
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busca y busca, bucea por la noche, inconscientemente, tratando de encontrarlo y encontrarse. Estridencias y explosivos de guerrilla urbana pequeoburguesa. Estertores, poses y oralidad para el regocijo de la mscara. Porque vivimos, lo contamos. Una generacin shockeada por el hasto. Y de golpe, la trama cotidiana de familia y de hijos y de escuelas y de autos y de casas y de cunta cosa. Si la bala hubiera penetrado como debi, tal vez hubiramos evitado la crcel. Nos aprestamos a vivir lo que resta, no quedar otra que inventarnos un sentido. Algo parecido a un hbito religioso que entretenga y demore el da. De noche se duerme bien ahora. Ni los mosquitos ni los truenos podrn molestarnos. Somos lo que quisimos ser sin quererlo y sin lograrlo. Pero tambin somos lo que no hicimos. Ya vomitamos demasiado. Ahora la puteada es teraputica. La muerte se luce, asedia, y los enfermos ya son conocidos. Los amigos se separaron un par de veces y la msica no es la misma. Andan algunos lejos por el mundo y otros demasiado cerca para quererlos. Reina un silencio cmodo que brinda cierta autonoma. El vino cae mal en los hgados devastados y fumar es un objetivo a eliminar vaya a saber cundo. Se mueren los padres y los amigos, los vecinos y los enemigos. La vida es "muerte que anda luciendo", dir el payador. Sin mstica y desahuciados, los noctmbulos corren el ltimo tren, que parte siempre antes de la hora sealada, en un rapto de iracunda eficiencia. Nunca llegan. Siempre de a pie, patalarrastra eterno. De da Bomarzo y de noche Pequis. Si queras ms furia, Vangelis. Aos despus, de da el ACA y de noche La Bveda. Aos despus, de noche Treintaypico y Saudades de resaca. Aos despus, de da la cama, de noche el Papito y la Reserva. Por estos das, pastillas y amargo Tacconi con soda fra. Por aquellas noches, hoy canto "calles rotas y humedad, pienso no mirar atrs. Tu ventana oscureci, se despuebla la ciudad. Y all no ests, donde hay fuego".
pjaros de la guarda
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ada ms maravilloso: levantarse a las cinco de la maana en pleno campo piedemontano, luego del canto del gallo, y respirar hondo para despedir las ltimas estrellas. La hora exacta del ms absoluto de los silencios. La soledad ms pura, la ms real de las soledades. Luego, lo cotidiano.
Incorpor el hbito de madrugar desde muy joven, cuando estudiaba en la facultad. Desde la casa de mi vieja, en Godoy Cruz, me tomaba tempranito el 40 en San Martn y Rivadavia hacia el centro. Siempre me baj en la misma parada -San Juan y Vicente Zapata- y de all, a paso firme, le pona cuatro cuadras por mano derecha, subiendo hacia Coln hasta llegar a Patricias. En el edificio pegado a la esquina, por Patricias, viva el Gonzalo, mi compaero de estudios, con su abuela Mimina: una viejita con clase, muy discreta, que siempre nos tuvo la bandejita con el termo y el mate preparada, y la misma servilleta de tela azul bordada con un pajarito, limpiecita, doblada en tringulo. Aunque por aquellos aos pensbamos distinto, con Gonzalo cultivamos una amistad duradera. l, ms cerca del liberalismo democrtico y yo del neomarxismo nacional y popular. Qu ser eso, dirn ustedes? Lo mismo me pregunto, aunque ensaye algunas respuestas pa mis adentros. Estudiamos juntos casi toda la carrera de Sociologa. Meta mate, lecturas en voz alta y discusiones -por momentos fuertes- sobre la interpretacin de algn texto de coyuntura. Por entonces apareci el Pgina 12, bajo la direccin del joven Jorge Lanata (tena 27 aos por aquel entonces el gordo, aunque lo de gordo le vino despus). Las distracciones en la lectura venan por el lado de los diarios. Comparbamos las noticias de los matutinos locales y a veces las de los diarios nacionales.
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Siempre nos interes el tndem Pgina 12-La Nacin. Sin hacerlo explcito, practicbamos un buen ejercicio de anlisis sobre la coyuntura social y poltica en los noventa. Adems, tenamos a mano los textos de los tericos de la Ciencia Poltica y de la Sociologa para fundamentar nuestras posturas. Se disfrutaba la partida, y nos pisbamos en los relatos, por la pasin de la discusin. Fumbamos como animales mientras cruzbamos espadas discursivas. Vivamos en pleno menemismo. Los das previos a cada examen, se sumaba Emiliano, un adrenalnico ariano al que le sobraba energa. Le decamos "el fresco", apodo que le endilgamos por una ancdota de su viaje a Colombia. Aunque, ideolgicamente, le cargamos la etiqueta "el facho", por su pasado en la Escuela Militar de Buenos Aires. Conformbamos un cctel ideolgico que result, por cierto, muy interesante. Podamos convivir, comer asados con mucho vino y cagarnos de risa en la finca de Gonzalo en los retiros espirituales, tres das antes de cada examen. A m me decan "el zurdo" y a Gonzalo "el liberal". La cuestin es que con el tiempo ni yo fui tan zurdo ni Gonzalo tan liberal ni Emiliano tan facho. Lo ms importante es que fuimos amigos, bsicamente, apasionados por la sociologa. "El fresco", pura sangre caliente, muy generoso, muri joven, producto de un aneurisma cerebral a los 40 pirulos. Se desvaneci en el centro de Rivadavia, luego de dar un curso, y parti sin aviso. Ocurri un sbado por la maana y me enter por el diario del lunes. Por esas cuestiones de la vida, haca un tiempo que no nos juntbamos. Fue duro el golpe. Sus ltimos oficios terrestres los dedic a la gestin de posgrados en FLACSO Argentina, cuando Daniel Filmus fue secretario acadmico de la institucin. Con l trab una amistad particular y termin asesorndolo en el Ministerio de Educacin de la Nacin, en los primeros aos de la presidencia de Nstor Kirchner. En la poca de estudiantes, yo tena apenas 19 aos y el hbito de anticipar al sol lo incorpor con gusto. La maana tempranera siempre me inspir bien para leer y estudiar, y en invierno, mucho mejor. Me cautiva la oscuridad alumbrada por un foquito de 40, un termo y el mate compaero. Aos despus, cuando culmin la carrera, viv noctmbulo, entremezclado en la
fauna del rock vernculo, cazando fantasas, haciendo msica y bebiendo elixires baratos que te rompan la bocha. Ya laburaba en la profesin, pero el cuero me daba para llevar una doble vida. Se sabe, el cuerpo en la juventud todo lo resiste. Recalaba en mis sbanas cuando el sol amagaba con sus primeras luces y las viejas baldeaban las veredas. Esa imagen, "viejas baldeando las veredas", por cierto, me deprima un poco. El da arrancaba y yo mora con el parto del da, como los vampiros. Quise comerme la vida, entre el trabajo, la msica, la familia y la noche. Pero las facturas llegaron y tuve que pagarlas de a una. Y aqu estamos, casi sin deudas, por suerte. Hace varios aos volv a la prctica inicial, la de madrugar, pero en mi propia casa, aqu en el campo, en pleno piedemonte. Tengo muchas responsabilidades por estos aos. De entrada noms, cuando me levanto con el canto del gallo-despertador, mi primer acto casi sonmbulo consiste en darles de comer a los gatos. Los "siete magnficos" hacen guardia al pie de la cama y me persiguen hasta la cocina, pegotendose a mis piernas, ronroneando. A coro solicitan el morfi. Y para frenar la maullada ensordecedora y evitar que se despierten los cros, me los saco de encima con el alimento y un poco de leche, y recin ah me voy a lavar la cara al bao. Pongo la pava, y mientras hierve el agua (aqu el agua se hierve porque no es potable) me voy al parque de la casa a respirar profundo y escuchar a los pjaros, los cientos de pjaros que cantan para m, en la ms absoluta libertad y soledad del alba, sin vecinos ni autos ni micros. Son recitales, conciertos que la naturaleza ofrece a los tipos que andan solos por la madrugada. Pjaros de la guarda que te invitan a seguir el da con sus gorjeos.
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Mi pago, la quimera ms hermosa que haya visto, virgen y fresca, como el cfiro despus de la lluvia. El sol, recndito, todava no se anima a revelar del todo su presencia, pero hace seas por entre las nubes, aro de miel entre los eucaliptos y pimientos. Una oscuridad con ambages permite divisar la noble chipica hmeda, muy hmeda por el roco, y convoca a recorrer el patio y revisar que todo est en orden: el gallinero con sus aves (gallinas y patos conviven en armona) y mi cabrita "Dorita", la ltima adquisicin en mi zoo
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familiar. Luego de unos minutos, mis pulmones gratificados por el aire fresco del monte, vuelvo a la cocina, y la pava ya escupe vapor, como un trencito, pidiendo termo. Preparo mis enseres, subo a mi estudio de madera, prendo la compu y escucho, muy suave, alguno de mis discos pirateados en la web. Por estos das disfruto a Marc Antoine, un guitarrista francs de origen gitano que ejecuta un jazz muy particular, dctil y apacible. Una buena msica para arrancar las primeras horas de la maana. Todos duermen en casa: nios, esposa, perros y, luego de manyar, tambin los gatos. En mi paraso, la soledad dura un par de horas pero parece una eternidad suficiente. Mi cabeza es puro oxigeno y mi cuerpo relajado acepta muy bien el mate y el pucho tempraneros. Cierta nostalgia se apodera por esas horas de silencio absoluto, donde el viento es amigo y la gara de verano obliga al abrigo en pleno enero. El monte, siempre callado, bello, calmo, sedante, va mutando de color y de formas, y lento, muy lento, descubre las montaas y el verde opaco de los jarillales perennes. Repaso los diarios y a veces me cuelgo con alguna columna que deslumbra, o me dispongo a escribir abstrado del mundo que no se siente, ni el tiempo avanza. El verano es acogedor por aqu, y por ms que el sol acuchille a las 12 del medioda, es comn que una brisita amortige la jornada. El "gato Mario", rey felino de la casa, duerme arriba de la impresora, estirado, cubrindola, inmutable a los tenues hilos de agua humeantes que resbalan del termo, en cascada hacia el mate. La msica nos domestica, al menos, por unas horas.
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ay tipos que viven lento, suave, sin prisa. Como tortugas que saben que el tiempo no se mide. Hombres topo que se organizan con el sol, las nubes, las lluvias, la noche, el fro. Gente que vive tan cerca y tan lejos de uno.
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Naspi no vive apurado. Inclume, las gallinas revolotean a su alrededor cada vez que sus chocos las persiguen, como los defensores a Lio Messi, sin siquiera rozarlas. El predio que habita es extrao. Mont su casa en el interior de unos jarillales y algarrobos, donde se divisa la montaa con sus picos nevados, y la nada, all, es el todo, y la lejana produce vrtigo. Cuando algo cambia, es producto de la tenacidad del viento y se nota en los lamos arqueados o en los eucaliptos mechudos que desperdigan trompitos a sacudones. Bolas de cardos rusos, torbellinos de tierra, la niebla que lo tapa todo. Naspi vive con su madre hace ms de mil aos. La seora, pituca, no se priva de fabricar su pan casero y se ocupa de domesticar los objetos de la casa. Plantas muy cuidadas en lavarropas herrumbrados y en gomas viejas que se riegan econmicamente. El agua no sobra, y su administracin constituye un oficio terrestre de gran vala. Naspi, en cambio, slo fuma a la intemperie y mira el accidentado horizonte que lo lleva hasta las primeras montaas tras el piedemonte, intentando descifrar algo oculto entre las nubes? En la curva, all donde todos van a toparse con l, siempre suenan las bocinas de los autos para saludarlo. Parece una estatua que fuma a la intemperie. Como "El prncipe feliz" de Oscar Wilde, Naspi, tiene posado un pjaro en la cabeza, inmutable, sin percatarse que el revuelto de pelos no es un nido, aunque lo parezca. El ademn es el mismo, en invierno y verano. Lento, previsible.
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Naspi slo vende tres productos en su kiosco-living-cocina-comedor: cigarrillos, alfajores y gaseosas. Nada ms. En su patiecito techado con chapa espera por sus clientes, con el pjaro hospedado en su cabeza, protegido del viento por su campera puesta como capa. A pesar de los aires de invierno y el fro calador de huesos, l est siempre bajo el tinglado. Naspi no tiene auto ni moto ni bicicleta. No se mueve. No los necesita. No denuncia estrs, no tiene aspiraciones de movilidad social. Naspi es un criollo producido por el silencio del campo. l es el silencio, y se le siente. Tiene la mejor salamandra que haya visto en el barrio, cargada de cortezas y carozos de duraznos. Su casa es una gran salamandra que ilumina la noche de naranja fuego. Su casa da calor a la soledad del campo. Por da lo visitan a su junglita ms de dos mil pjaros cantores. Lo acompaan con sus gorjeos, mientras Naspi fuma a la intemperie. El hombre se parece al Topo Gigio, pero con pelo revuelto, medio canoso y amarillo. Reitero: vive con lo puesto y no pasa sobresaltos. Conoce la noche profunda, el merodeo de los zorritos, el batifondo de los perros noctmbulos abandonados, las cuevas de los conejos del monte. Los tiene a todos identificados, y l, como buen topo, sabe comunicarse con ellos desde su guarida. Es amigo de las lechuzas de los postes y de las lagartijas verdes y rojizas que se le cruzan ms rpido que el correcaminos, sin perturbarlo. Naspi es el hombre que est solo y no espera. Ni a Godot, ni al colectivo, ni al cobrador de seguros. No tiene deudas, no adquiere objetos, no tiene hijos, no tiene esposa, no tiene prisa. Pasar por su casa es escuchar el silencio, al menos, una vez al da. Y eso, por estos das, cotiza en bolsa.
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a heladita de la madrugada se filtr por las sbanas y no pude seguir durmiendo. Eran cerca de las cuatro, no llegaba el minutero a las cuatro. Un silencio suave se col por la ventana y me invit a levantarme de la cama, sin tedio. Quise disfrutar el momento. En mi barrio todava no llega el gas natural y se hace muy pesado bancar en invierno esos tubos gigantes que parados parecen tipos haciendo guardia, de verde, inmutables. Cuando te queds sin gas por la noche, no tens tiempo de reaccionar.
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En fin, no pods salir a comprar un tubo ni una garrafita de parche pa' pasar la noche. No es que me ocurra seguido, casi nunca dira. Pero me qued sin gas a las doce de la noche, y esta vez, transform la necesidad en un ritual para el recuerdo y me fui como a las cuatro de la matina al patio a prender mucho fuego. Arm una enorme montaa de lea y la hice arder. Fue un momento maravilloso contemplar el fuego a esa hora. Pareca calentarse el patio, la casa, el monte, el alma. Me qued una media hora pegado a las lenguas, mirando estrellas, acariciando a mi perro y fumando un faso. Pensaba en la vida, la muerte, los amigos, mis hijos, mi esposa. Pensaba en los rboles, la montaa, los chaares, los algarrobos, los cactus. Respiraba. Senta. Viva. Pegado a mi casa vive hace aares un eucalipto gigantesco que explota de hojas y trompitos, y no se me ocurri mejor idea que podarle algunas ramas sequitas de las puntas y tirarlas al fuego. El barrio empez a perfumarse y mi ropa
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resplandeca. Busque unos mates en la cocina y volv al santuario. No quera que ese fuego quedara ah, solo. Pens, en Vctor Hugo Cneo y en Vicente Huidobro. En Jacques Prvert y en Alejandra Pizarnik. No s por qu pensaba en ellos. Pero tambin pens en mi to de San Juan y sus guitarras de madrugadas beodas. Pens en las serenatas de los enamorados y en mi amigo Juan, el marinero que falleci aquella noche calurosa en Portugal luego de cruzar el Atlntico en su velero loco junto a su esposa brasilera y su hija beba. Pens y pens. Voy al fuego, pens, a pensar. Pens de golpe en el discurso de Salvador Allende, su ltimo discurso, apasionado, declarando que no se entregara y que dara su vida en la resistencia. Pens en el dolor de un amigo con su hijo agonizando, y si bien no soy religioso, el pensamiento era una plegaria para l y su familia. Pens en mi hermano a miles de kilmetros que hace aos no veo. Pens. En la tierra pens. Pero en la tierra de mi casa, salada por el agua, maltratada por los fros, y pens en la chipica noble y estoica. Pens en agosto del 87, en agosto del 88 y agosto del 89, recordando momentos de amores furtivos de militancia poltica. Sexo joven. Fuegos. Pens hacia atrs y adelante. Hacia los costados, hacia abajo y hacia arriba. Pens en los que dejaron de ser amigos y los que no veo ms. Pens en la soledad que te viene encima con los aos. Esa soledad ntima rodeada de muchedumbre. Pens en los supuestos logros y los supuestos fracasos. En el amor y el desamor. En la traicin y la lealtad. Pens en Corazn satnico, de Alan Parker. Pens tambin en las noches de domingo en familia, en las carcajadas con Olmedo, Porcel y Portales. En los sifones de soda Drago y en los pinginos con vino tinto que usaba mi viejo. Pens en mis viejos perros envenenados. Mis viejos gatos desterrados. En las noches de San Pedro y San Juan. En la quema de gomas en el campito de la esquina. En las Fallas de Valencia. En el Corso por la plaza 25 de Mayo en San Juan. Pens en no pensar y no pude ms que pensar.
Y el tiempo pasaba, y el fuego se alentaba y mi pensar se tornaba ms lento an. Cmo pensar sin fuego?, me pregunt Cmo vivir sin fuego? Pens, entonces, en La guerra del fuego, de Jean-Jacques Annaud. Tres horas de film sin dilogos articulados, tribus peleando por la conquista del fuego, una fuerza productiva motora del desarrollo. Pens lento, pero pens. Y como el fuego mora de fuego, pensaba alternativas. Y pens en el viejo brasero que no tena. Improvis uno con una chapa desvencijada del baldo contiguo, en la penumbra fantasmal del piedemonte. Lo cargu de brasas naranjas fosforescentes y lo traslad desde la churrasquera del jardn a mi casa, precisamente al living. Y puse la pava all. Y puse la tostadora con panes caseros all. Y levant a mis hijos para ir al colegio. Y mi casa estaba calentita, muy calentita. Tir unas cascaritas de naranja como se haca antes en lo de mi abuela, y mi casa ola bien. Y mis nios hicieron una rondita en derredor de las brasas y desayunamos en crculo sentaditos en sillas, despegando los ojos. Y dej de pensar. Y dej el pasado por un buen rato. Mate, tostadas y caf con leche para todos. Fue una madrugada feliz, con un nudito en la garganta.
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er directo. Voy a hablar bien de un delincuente. Por esta vez, interpelo a los lectores a considerar la siguiente situacin. Luego, si quieren, pidan pena de muerte para el "Rengo Aguilera" y para m, esa que a muchos les ha copado la conciencia primitiva.
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Lo que pasar a relatar no es ms que un "acontecimiento" significante en plan de cdigo futbolero. Algo as como una vivencia que te deja pensando oblicuo. Se sabe, en el barrio La Gloria viven los culpables, hasta que demuestren lo contrario. Esto es as tambin en otros barrios de similares caractersticas: Olivares, 26 de Enero, Pablo VI, La Estanzuela, Campo Pappa, la "Isla del Diamante" en San Rafael, entre otros. Son los barrios que mantienen en vilo "el estilo de vida del mendocino". Por algo all va Gendarmera, a guasquear pa' que tengan, a llenar la gayola de bicho raro. Son sus habitantes los portadores del "dengue cultural"; y el sida, en ellos, se parece ms a un castigo divino bien merecido. Son pobres por castigo divino, pero en la tierra, su infierno no est encantador. La sociedad ha decidido que no irn al cielo ni tendrn paz en la tierra. Del barrio La Gloria sali tambin Diego Pozo, del pozo a la seleccin de Maradona. No todos pueden ser Diego Pozo y salir del pozo. A los manoduramens debera consolarlos por un rato. De a 60 por da es un buen numero. Igual, no hay cama pa' tanta gente. Pero el pescado se vendi, y para la poltica estuvo. Godoy Cruz-Gimnasia y Esgrima de Jujuy. Resultado final: 2 a 2. S, ese empate se festeja, como contra Boca en la Bombonera (el Tomba es un club humilde y sus hinchas festejamos todo lo que suma, lloramos en las malas,
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pero alentamos). Salgo de la cancha con mis dos pibes y celebramos con unos choris, apenas nos expulsa la marea humana de la popular sur del estadio. "Haceme precio que somos tres, papi", "dale, son quince mangos", me dice el chabn con tres cuerpos de Cristo ya listos en servilletas. Rumbeamos hacia el carro aparcado en la puerta del Club Hpico, all donde los caballos se atropellan las vallas. Nunca vi que las saltaran, limpiamente. Caballos cansados. Subimos con prisa para evitar pagarles a los apretadores que "cuidan" los autos por 10 pesos!, y lo logro. Esos diez pesos bien valen una gaseosa y un paquete de fasos en una estacin de servicio cuando cae la tarde un domingo. As es la jungla, en el parque, cuando hay ftbol. Inevitable prender la radio, escuchar la crnica del partido y la repe de los goles. Escucho del Plata, porque los gritan mejor. Volumen al mximo. Mucho calor, en cueros y suspirando por el punto que suma. Seguimos la caravana a paso de hombre. Todo es azul y blanco. Parque copado, locales en rodeo ajeno. Interseccin Museo Cornelio Moyano y calle ? que desemboca en Boulogne Sur Mer. Giro a la derecha hacia el Crculo Policial para luego encarar tambin a la derecha hacia el Corredor del Oeste. Pero ah nos atoramos. Quedo pegado al primer micro de los cinco que trasladan a la hinchada del Tomba, liderada por el "Rengo Aguilera". Los guasos imputables de 14 a 18 aos piden por las ventanillas abrir el paso, a lo barra brava, puteando y amenazando. El Rengo se asoma por el estribo y mira a sus lugartenientes y les dice: "Che, boludos, nada de escupir ni insultar a la gente". Todos acatan la orden. Mi ventanilla baja me pone en contacto directo con la puerta de entrada al micro, justo frente al Rengo. Lo miro, me mira. Me sale un "Rengooo!" y le prodigo una sea con el puo cerrado golpeando tres veces mi pecho, precisamente a la altura del cuore. El Rengo me seala y levante el pulgar. Instintivamente agarro mi remera negra transpirada que llevaba en mi falda y se la tiro como ofrenda. Sus lugartenientes observan, con sospecha, mi actitud. Gracias!, gritan varios.
La escena dur 20 segundos. El Rengo redobla la apuesta. Como puede, se saca su lujosa Athix azul Francia, la que usan los jugadores para el entrenamiento, la original, la de 190 mangos. La hace un bollo con sus manos y me la tira. Con mi mano izquierda, ya andando, atrapo en el aire la camiseta y se la doy a mis pibes. Cdigo 100%. La camiseta hmeda era nuestra. "No hay que lavarla", me dice mi hijo mayor. Y ah est, en mi guardarropa, testimonio del aliento. A la semana, por la crnica policial, me entero que el Rengo cae preso por circular con una Explorer robada con pedido de captura, luego de un operativo vial en la puerta de su barrio. Y la noticia es epidemia, como el dengue, en los policiales y suplementos deportivos de una treintena de diarios del pas. Sin embargo, la camiseta no se mancha ni se lava. El atuendo no va a parar a la cana. Queda en casa, para siempre, en libertad.
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uien no haya visto la pelcula Verano del 42, dirigida por Robert Mulligan, 1971, con la guapsima Jennifer O'Neill y el pibe Gary Grimes, basada en la novela homnima de Herman Raucher y exquisitamente musicalizada por Michel Legrand, que no juzgue a la profesora y al chico enamorados. -Es una linda historia de amor -dijo mi vieja mientras me cebaba el quinto mate amargo con la menta que saqu de mi jardn. -S, mam, es cierto -afirm. -Es que no tiene nada que ver la edad. Adems, viste que por las circunstancias, el amor se inventa a cualquier precio? El amor es as, aparece cuando se necesita. -S, mam, es cierto. -Adems, fijate si el pibe no encontraba a la profesora, vaya a saber, no?, hoy la noticia tal vez sera otra. Quin te dice si ese chico, con todo lo que le pas, hoy no sera un chorro? Mejor as, enamorado a su manera. - Tens razn, mam, es cierto. -Mir, Marcelo, cuando alguien se enamora, es para celebrar, tanta gente hay sin amor, sola, abandonada de s misma, aun con pareja, que vive sin amor. -S, mam, es cierto. -Al final al pibe lo van a llevar al mdico y a ella la van a condenar los vecinos y los compaeros de trabajo, la gente, sabes por qu? Porque es mujer! Mir si fuera al revs? Un hombre de 39 aos con una piba de 15, hay miles de casos, pero las mujeres corremos con todos los gastos siempre, viste vos? -S, mam, es cierto.
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-A las mujeres nos cuesta todo el doble, no sabes lo que es ser mujer! -La verdad, mam, no lo s. -Todos sacan provecho de nosotras, hasta los polticos se nos hacen los lindos en la tele para que vayamos a votarlos. Estoy segura que varios de los tipos que salen a pedir el voto en las elecciones perdieron el amor o, mejor dicho, estn enamorados de s mismos. -S, mama, tambin es cierto. -Vos sabes que antes, en mi poca, y en la de tu abuela, esto era lo ms normal y nadie deca nada, se rumoreaba noms, pero no estaba mal visto. No s, en esos casos, yo siempre pienso que por algo uno busca a una mujer mayor o una piba a un hombre mayor. Hay que ver qu vivieron en la casa, si tienen padres o pasan miseria. Y el amor nace tambin de la miseria, de la pobreza, de la indiferencia, nace siempre del dolor y cuando se va, se va con dolor. -S, mam, es cierto. -Mir!, desde que se muri tu pap no me han faltado propuestas, y lo sabs muy bien han sido unos viejos decrpitos que me buscaban como enfermera o pibes ms jvenes que me buscaban como madre. Al final, nunca me decid por nadie, y aqu estoy, sola, pero tranquila, aunque viste vos cmo es la vida?, a la vuelta de la esquina no sabes lo que te puede pasar. Creo que hay que ser abierto, y si no hay cosas raras, por qu no enamorarse? La edad es una tontera. -S, mam, es cierto. -Hay que ver a ms de una mujer que ahora juzga a la chica, a la profesora, qu hacen con sus vidas, o les ponen los cuernos a los maridos o los maridos les ponen los cuernos a ellas. Y lo saben, pero se hacen los sotas, Mir los vecinos! Tienen todo, tres autos y una casa tremenda, y viste cmo se tratan? Qu s yo, a m me da cosa condenar a esa chica y a ese pibe. Ellos se buscaron, se encontraron, y si se quieren, quin te va a quitar el sentimiento? -S, mam, es cierto. -Mir, uno cuando entra en aos y ve lo que est pasando con los curas, por ejemplo, se te viene el alma al piso, por eso a m la Difunta Correa no me falla, ella muri por amor, buscando a su marido, reclutado a la fuerza por
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las huestes de Facundo Quiroga, por el monte seco, con su beb a cuestas, cay en el desierto. Y all est su leyenda de amor que recogieron los humildes, en los miles de fieles que la visitamos por lo menos una vez al ao. Viste cmo se muere por amor y se nace por amor? Naci, con su muerte, el amor de un pueblo que pasaba y pasa necesidades. Por eso ella no te traiciona. -S, mam, qu brbaro! Es cierto. -Como Jess, que muri en la cruz, apedreado por los ignorantes. Pero quin estaba all, abajo, llorndolo? Su madre y Magdalena, la condenada por todos menos por l. -Eso es cierto, mam. -Vos, que siempre criticaste a la religin, tens razn, pero viste que yo nunca fui a misa? Eso s, la vela a la Difunta siempre se la prendo, hasta en Semana Santa, porque vos naciste un 9 de abril. Feliz cumpleaos, hijo! -Gracias, mam. -Hasta vos me pediste una vez que le prendiera una vela a la Difunta Correa cuando jug Godoy Cruz all en Misiones. Te acords, cuando salieron campeones y el Tomba subi al Nacional B? Bueno, la Difuntita ayud, le puso amor a los jugadores. -Muchas gracias, mam, es cierto, fue en el 94. -S, y vos porque no te enteraste!, pero yo le puse velas a la Difunta cuando tenas que rendir en la facultad o cuando tenas problemas y andabas mal, o cuando la abuela se enfermaba, y siempre nos ayud. Por eso, hijo, no hay que juzgar a nadie, la vida es muy corta y somos pocos, siempre somos pocos. -S, mam, es cierto, somos muy pocos. -Siempre me acuerdo de esa pelcula tan pero tan linda! Esa de la mujer en la isla que se enamora del chico, tan jovencito l, como se llamaba?, pucha, che -Verano del 42, mam? -S! esa, menos mal que tens memoria. Qu linda pelcula! Bueno, ah est, esa es la historia
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l viernes pasado nos juntamos a tomar un caf con Mauricio, un amigo que hace por lo menos 10 aos que no vea. Fue en la calle 9 de Julio casi Espejo, en un cafezucho de tercera, esos que tienen las patas de la mesa enclenques y nunca sosiegan, donde las piernas entran pegadas, incmodas. Tomar un caf en el centro es un hbito que perd hace diez aos. Ya no me interesa "la vida en el centro" y le esquivo a esa fauna que lo habita, profusa de gritones, sonidos de tacos, batidores de parches y pirmanos en movilizacin. Mientras, en los cafs, la plaga de asesores de polticos y empleados estatales que se escapan del laburo lengetea la espuma del cortado humeante. No hay nada ms desagradable que un asesor en un caf. Demasiado argento pa' mi gusto. Cuando murieron los bohemios, a los cafs los invadieron los entongados. El caf, hoy, es una oficina ambulante del alcahuete de turno. Para m ya no hay "Bomarzo" ni "Dal" y mucho menos "Caf Baha" ni "Virrey". Es tiempo para otros. Son muchos los monos.
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En Mendoza no se puede caminar tranquilo, porque siempre te encontrs a un conocido que seguro te demorar entre cinco o diez minutos hablando boludeces, y nunca faltar el tpico "Che, a ver si nos juntamos a comer un asadito, pasame tu celular y te llamo". Mentiras. Nunca nos llamamos, casi nadie se llama. Por lo general, cuando no me queda otra, anoto el telfono del "conocido", pero luego, apenas nos despedimos, lo borro de mis contactos a la cuadra siguiente. Ya fue. Si no nos hemos juntado ms, es porque la vida nos arras. Hay tipos que nunca se juntaron a nada y se viven pasando los telfonos cada vez que se encuentran. Increble. A mi modo, ejerzo un sinceramiento contra esa fantasa de la amistad a medias. No se puede, ni quiero, tener un
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milln de amigos. Con tres o cuatro me conformo. Y al que quiere ser un millonario en amistad, que vaya a Facebook a perder su vida en ese mar de annimos que convidan amistad. La soledad ms pattica que se haya conocido. Si a un amigo no pods tocarlo, no es un amigo. La mano, el abrazo, el beso qu s yo, el cuerpo que anda solo desespera. Hay que tocarse. "El otro" nos dice que estamos vivos. Ahora lo que vale es el inters, en el mejor de los sentidos. Te junts con alguien porque necesits algo o necesitan algo de vos. Y eso, a partir de los cuarenta, ya se blanquea sin tanta culpa. Es un signo de "madurez cnica" en la jungla en que vivimos. Una especie de pacto hipodrmico que transan los caminadores y se hace efectivo en cada semforo en rojo. Del centro, siempre, se vuelve cansado. Ni mirar vidrieras se puede porque no hay vidrieras. Mauricio me cuenta que vive ermitao y sale de su escondite solo por obligacin o por evasin. Hablamos de viajes, remos con un par de cdigos y me suelta una gran verdad: "La gente que tiene power aqu en Mendoza, la que toma decisiones, no tiene onda". Coincidimos. "Habra que mandar al mendocino al menos un ao a vivir afuera, a otro sitio, a Misiones o Uruguay, a Brasil, al sur", enfatiza. "Esta todo muy boludo por aqu, es cierto, y las relaciones sociales, laborales o amistosas caminan por la cornisa. Todos andan con los nimos crispados, hay mucha mala onda y envidia", le digo. Nos alegr muchsimo encontrarnos despus de tantas noches y madrugadas compartidas. En la mesa tenamos puchos, un par de celulares, una gaseosa y un t de hierbas. Charlamos una hora y media bajo el sol, entre bocinazos y gritos de peatones italianos, sobre su vida en Brasil, hace un par de aos. Como autmatas, miramos un par de minas que pasaron frente a la mesita, siguiendo la parla, como si le hablramos cada uno por su lado a los tipos de una mesa pegada a la nuestra. Los tipos hacan lo mismo. Me cont las diferencias enormes entre San Pablo y Baha, las distancias, las mujeres perdidas, la religin negra, la experiencia del "movimiento antropofagia". "Desde que llegu, hace un tiempo, slo me comunico por
messenger con brasileros y porteos, casi ningn mendocino". Se le nota a Mauricio su desapego, su cabeza est siempre en otro sitio, en un mejor sitio. La ltima vez que nos vimos hace diez aos, nos haban echado de un bar del centro, a las cinco de la maana, y en la esquina de 9 de Julio y Gutirrez nos despedimos para no vernos hasta este ltimo viernes. A los dos nos han echado de muchos lugares y, creo, nos seguirn echando. Por qu habra de cambiar nuestra actitud? A esta altura es un prestigio ganado y no una vergenza social. La supervivencia nos hace vivir ms intensamente las jornadas. Con el discurrir de la charla, nos damos cuenta de que somos dos antroplogos habitando un lugar desconocido al que slo observamos sin mimetizarnos con sus nativos. Mauricio escribe y escribe, y nadie sabe lo que escribe porque nadie se lo publica. "Esa gestin no la s hacer", me dice resignado. "No hay nada peor que cumplir 41 aos, no alcanzs a elaborar la crisis de los cuarenta y ya entrs en la crisis de los 41. Pura crisis. Ser as hasta el final?", digo, sin corresponder a su comentario. "Vamos?", me dice. "Vamos", le digo. Nos prodigamos el mismo gran abrazo en la esquina de Gutirrez y 9 de Julio, como aquella noche. "Nos vemos en diez aos". Nos vemos.
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ada vez que llegan las celebraciones de fin de ao, nos encontramos solos frente al espejo. Ms all de los ornamentos sociales que nos unen a los nuestros, peregrina dentro de nuestras conciencias un particular estado de melancola. Pesebres y pinos, mesas abarrotadas de comida y una maratn de reuniones con amigos y compaeros de trabajo consiguen tapar el bosque por unos das. Luego estaremos como siempre, pensando sobre la almohada, en la oscuridad de la vigilia, en la soledad ms pura, en el silencio que gotea horas de pasado.
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Encallamos en las fiestas de fin de ao y todo se demora tras los rituales sociales del 24 y el 31. Un parate social que desplaza las preocupaciones cotidianas por unos das, le da tregua a la supervivencia diaria que baja en tensin y da paso a los balances personales. Como en toda fiesta, el tiempo que parece detenerse "mistifica" las relaciones sociales. Lo sagrado y lo profano constituyen los condimentos esenciales del cierre del calendario que desata euforias y depresiones. "Todo lo que perdimos ya es nuestro", nos dira un Borges fantasma, en la soledad de las siestas de verano. Las cosas perdidas son los nutrientes para los comensales que visten las mesas de color, en un intento por amortiguar las angustias y las nostalgias, inevitables. Toda fiesta confirma el lazo social y cultural que cohesiona a las comunidades, a las familias y a los amigos. Son das de nudos en la garganta que se aflojan con las copas, y tienden el puente hacia rituales de paganismo, donde jvenes y viejos se sueltan en ancdotas esperando el amanecer caliente del verano. El pesebre se arma con los animalitos que tienen los pibes en la pieza, con los juguetes que se parecen a un burro y a una vaca. Y no faltar el nio travieso que meter un Power Ranger remplazando a Jos, el carpintero. Ovejas y
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soldaditos, pasto, piedritas y una jirafa desubicada de plstico decorarn el pesebre que finalmente armaron los nios de la casa. La navidad, ms que celebracin religiosa, se ha convertido en la actualidad en un "ritual de consumo", un espacio temporal ansioltico para enfrentar el nuevo ao. En las fiestas, se condensa el estrs y nos inventamos la alegra. Lechn con mucho vino y cerveza en la previa. Helado en balde para rematar en la sobremesa y descorches de sidra y champn como para reventarse la cabeza y caer duro e inconsciente en cualquier cama, a veces, acompaado de insospechadas personas. Nios pasados de vuelta que revolotean como moscas y sudando, alrededor del pino desvencijado por los manotazos. Y a la maana siguiente, las moscas reales sobre los restos de la parrilla, los platos y las ensaladas, olvidadas en las mesas, con aureolas tintas. Los panes duros, con magullones, servirn de refuerzo para los perros, mientras los gatos, lamiendo el piso, colaboran con la limpieza. El ao se va, y cobran vida las cosas que han pasado, porque nada ms que el pasado existe, construido como relato, hecho con retazos de recuerdos. Estamos solos en este mundo, entramados en una urdimbre complejsima que nos constituye de antemano a travs del lenguaje y la cultura, pero al fin de cuentas solos para el porvenir que, como dira Althusser, siempre es largo, inalcanzable, lejano y ficcional. Vivimos en la ms profunda soledad de la sociedad, que obliga a reunirnos y nos impone las reglas de la cultura, neutralizando al "salvaje", hecho de pura ira y emocin, de adrenalina y deseo. La sociedad normativizada y vigilada nos interpela con su proceso de individuacin, para que seamos ms individuos y ms solos, menos colectivos, menos solidarios. Estamos "atados" y "sujetados", reproduciendo papeles teatrales en la familia, el trabajo, en la educacin y en el barrio. Sin ftbol y con la msica al palo, se pasa la siesta para los jvenes en alguna pileta, tomando anan fizz tibio. Los mayores, doblegados por el sol, dormirn para reponer energas. En los barrios, unos porros con porrn helado harn flotar a los atorrantes de la esquina. Y las mujeres seguirn cortando papas en dados para la ensalada rusa, picando fruta en pedacitos, para estirar el cleric, o amasando unas empanaditas para la entrada en la noche. Algunos lavarn el
auto y sonar a full "Calle 13", retumbando en la ventanas de los viejos que se tiraron un rato. Uno que otro desubicado empezar a tirar unas bombitas contra las chicas que pasan con falda corta a comprar al kiosco. Y la locura de las bombas que simulan una invasin tocar la msica ms sacada, "las 24 horas del da y de la noche tambin", como rezaba el insuperable Herminio.
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ordito, el asadito es para vos. Cuando vengas a Mendoza te voy a hacer uno de estos". Para Sergio Loberza. Calle Fernn Gonzlez 54. Cdigo Postal 28001. Barrio Salamanca. Madrid. Espaa. Remitente: Francisco Abdala. Calle Rivadavia 923. Godoy Cruz. Cdigo Postal 5501. Mendoza. Argentina. Certificada.
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Hola, Gordo! Te cuento que aqu en Argentina parece que pas el terremoto, la gente qued muy atemorizada y las rplicas no hacen ms que traumar por las noches. Algunos ya no duermen en sus casas, por miedo, jajaja. Slo un menduco podra llevarles a los porteos un terremoto de tal magnitud. La gran Cobos!, viste? Despus de "mi voto no es positivo", Cobos se fue a la montaa con su familia, dej la cagada en Buenos Aires y desapareci en los medios. Claro, l en persona hablando, porque hay toda una movida, tpica nuestra, de agrandar las cosas, as que ya hay remeras, ringtones, pintadas, varios sitios web y afiches, entre otras cosillas, que alaban al Cleto. Hasta al primer toro que entr a La Rural le pusieron "Cleto" los garcas! S, as como te lo cuento, no te lo vas a creer, pero es as. Aqu en Mendoza le hicieron una recepcin 500 personas cuando lleg de Baires, para vitorearlo, pero los medios, que todo lo pueden, la hicieron parecer ms grande. Se amontonaban las viejitas en la casa y le llevaban regalos, los turistas se sacaban fotos en la puerta y esas cosas. Bueno. Pero hay quienes lo quieren matar, del otro lado, viste? Unos cien tipos le hicieron un escrache en su casa de la Sexta, y el Cleto pir para la montaa, de retiro espiritual, a buscarlo a Silo tal vez, que se llama igual que l, jajaja! Lo acusan de traidor, de oportunista, de jugar con los garcas, eso. Lo mismo de siempre. Aqu siempre estuvimos igual. El problema
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es que Cobos, ms all que se la midan -segn las encuestas, la tendra mucho ms larga que antes, jajaja!- se est quedando sin gente en el gobierno nacional. Ya le han echado a varios amigotes de esos que huyeron de Mendoza cuando perdieron en octubre, y estn buscando curro. Y en Mendoza, difcil que el chancho chifle! A Cobos le sali bien, para l, pero para sus amigos parece que no, porque en Mendoza sigue gobernando el petiso Jaque, s Jaque, no el petiso Cornejo. El petiso Cornejo gan en Godoy Cruz, s, pero no en el Tomba, en la intendencia, s? Y ah ya ubic a todos lo que poda, pero "no hay cama pa' tanta gente", como deca el Guerra, que peda que lloviera caf en el campo. Dlares van a llover, jajaja! Y Biffi, qu se yo de Biffi!, seguro va a ir a la cancha contra San Lorenzo, a ver si festeja algo por lo menos. Es en la segunda fecha, en la segunda semana de agosto. Vamos a ver cmo nos va en esta, gordo! Te sigo.vos no sabs, los de la Federacin Agraria, te acords?, la del De Angeli y del Buzzi, quedaron medio tecleando. Lo que pasa es que ahora lloran porque dicen que no hay segmentacin de los pequeos y medianos productores, y que las retenciones al 35% son muy altas. Te acords, no, que todo volvi al 10 de marzo? Bueno, resulta que los tipos le hicieron el laburo de carne de can cortando rutas a los que se la embolsan en pala, y el proyecto del gobierno, ese 125, con tantas modificaciones que tuvo en diputados, al final, les convena a los campesinos, porque iban a pagar menos retenciones, y adems los iban a subsidiar en el flete y los fertilizantes, al tiempo que segmentarlos y gravar a los pooles de siembra, a los ms grandes, que se los comen con los arrendamientos a los ratones. Bueno, de no creer, sabs? Los de la Sociedad Rural Argentina, el Miguens y el Llambas y dems, estn chochos los vagos, haciendo nmeros, porque van a facturar mucho ms y ya no se quejan de nada. El De Angeli no aparece por ningn lado y Buzzi lagrimea en cuanto reportaje le dan, que ya no son como antes, slo de vez en cuando, no son ningunos giles los medios!! Ahora el gobierno mand al horno al amargo del Alberto Fernndez, lo echaron y lo pusieron a Massa, el pibe de Tigre. No juega en Tigre, boludo, no te cres, es el intendente del partido de Tigre, cachs? Se le dan todas al pendejo, che, tiene 36 pirulos, pas por la ANSES, fue diputado, ascendi con su equipo a primera, gan la
intendencia de su pago. Y ahora?, miralo vos!, es el "jefe de gabinete de ministros" de la Cris. Ese s que la hizo bien y tiene un orto que ni te cuento. Bueno, en cuanto a los precios aqu la cosa se pone fulera. Entrs al supermercado con 100 mangos y te dan dos bolsitas a la mitad. Es un garrn. Y el sueldo igual, che, lo poco que subi se lo comi la inflacin hija de puta, es un cncer esa guacha. Bueno Dentro de todo, los pibes bien, hinchando las pelotas en las vacaciones como siempre, se matan por la tele y esas boludeces. Con la bruja, una de cal y una de arena, pero vamos, la llevamos, dentro de todo. Bueno, che, te la termino aqu. Contestame, borrado! Vos cmo ands all?, qu se dice? El laburo bien? Segus pensando en volverte? Esper un cacho, mir que la cosa no es como la pintan. No s para dnde vamos a agarrar ahora! Bueno, saludos. Cuidate y mandame esas fotitos que me prometiste, s! esa donde ests abrazado con Sabina y Serrat, en el restorn donde laburs, dale!, no seas garca. Aflojale a la litrona y a la marcha. Te quiero mucho. Estamos en contacto. Un abrazo. Pancho.
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a no se trata de buscar sexo en internet. Uno est navegando y las ventanas que ofrecen chat con terribles guachas se abren sin ms, en pleno preparativo de un mate. As se torna imposible concentrase en el trabajo. Encima pareciera que salen de la PC para sentarse en tu falda.
Estimados lectores, soy un tipo que vive en concubinato hace 16 aos, tengo hijos y una variada gama de "animales hasta en la sopa", como titula su cuento el maestro Charles Bukowsky. Llevo una vida ms bien tranquila desde hace unos aos, y debo reconocer que con hijos y gatos hasta en la cama por las noches, se hace difcil intimar seguido. S que no me sucede slo a m, porque es una preocupacin que est instalada en las parejas que tienen nios chicos y varios animales. Cmo se sobrevive sexualmente con la cama repleta de perros y gatos y tres nios cruzados entre sus padres? Ser por eso que apelamos a las pelculas y nos dormimos en los crditos? Uno siempre se las arregla, por supuesto, a cualquier edad y perteneciendo a diversas sexualidades. Por ltimo, masturbarse sigue siendo el territorio por excelencia del individualismo perfecto y del hedonismo primitivo ms puro. No obstante, creo, es mejor el coito. Ahora bien, este rodeo sobre mi vida privada viene a cuento de la oferta sexual en internet, que no para de invadirnos, sin permiso. Reconozco que de vez en cuando visito pginas porno porque son muy estimulantes, pero todo tiene un lmite virtual, en definitiva, que no hace ms que construir simulacin y fantasas. Porque, reitero, cuando llega la noche, nios, perros y gatos han tomado el "territorio real" de una cama extensa.
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El problema se presenta cuando ingreso a Google para realizar una bsqueda de msica, e irrumpen en mi mquina ventanas de video con espaolas de veintipico que me hablan, a m, a la cara, y me piden que les llame o escriba. Empiezo a olvidarme del motivo de la bsqueda y quedo extasiado mirando cmo Carmencita, suavemente, se desprende el bretel de su corpio y me muestra sus hermosas y grandes tetas a las siete de la matina. Acto seguido, con movimientos sigilosos, se da vuelta y me muestra su culo, lo tambalea y empieza a bajar su tanga haciendo movimientos extraos en primer plano a la cmara, usando sus dedos para estimularse. Uno se quiere poner a trabajar y acompaarse con una musiquita de ambiente para tirar las primeras palabras sobre la hoja en blanco, y ya te pones al palo, a esa hora. Esto me est pasando seguido, muchachos y muchachas. No voy a negar que me resulta por dems excitante, pero uno no puede estar as, caliente, cuando todava nos estamos sacando las lagaas secas que quedaron de la noche, y ponerse a laburar como si no hubiera pasado nada. Y convengamos que no es justamente Mercedes Sosa la que aparece en la PC (aunque la negra haya sido del PC). Por el contrario, precisamente, son minas que tienen un imn feroz. Y encima te tiran besos a vos, es decir, yo creo que me los tiran slo a m, en ese preciso momento. Llego a pensar, como un estpido, por qu me habr elegido esa chica para mostrarse as, "in puribus", en mi monitor? Pero lo resuelvo rpido, generalmente la mando a la puta que la pari y cliqueo la X del ngulo superior derecho de esa ventana abierta a la lujuria. Entonces s, con el disco de Miles Davis Ballads Blues penetrando mis odos, me dispongo a escribir y trato de olvidarme de las espaolas hermosas para concentrarme en el texto. No es para justificarme, pero muchos errores de tipeo que pueden apreciar en mis columnas se los atribuyo exclusivamente a esas espaolas infames que aparecen sin permiso y sin que las busque. Despus de un termo de mate, un par de tazas de caf y un atado de fasos, quedo "en otra" y conecto con el texto, seguro ya de lo que escribo, aunque a veces para contrarrestar el recuerdo de las chicas,
me quedo pensando en qu le voy a dar de comer a mi nica gallina. Ojo, no piensen mal, mi gallina es mi gallina y no mi amante. A pesar de vivir en el campo, la respeto y slo espero de ella grandes huevos para la tortilla de mis chicos.
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Suban al metro; elijan un culo joven, ceido y respingn, uno de esos culos radiantes que abundan en cualquier ciudad; salgan del metro con la propietaria del culo y sganla por la calle a prudente distancia: observarn que ni uno solo de los hombres que se cruzan con ella es capaz de sobrepasarla sin volverse a mirarle el culo. Aunque las mujeres no se chupan el dedo y tambin adoran los culos, no sigan un culo masculino, porque el experimento no funciona. Qu conclusiones podemos sacar de todo esto? Que hemos pasado de la civilizacin del piropo a la civilizacin del culo? Que la civilizacin del culo nos ha vuelto a todos locos por el culo? Que siempre hemos estado todos locos por los culos -verdaderamente locos-, pero slo al llegar la civilizacin del culo nos hemos atrevido a reconocerlo? (...) (Javier Cercas). El heterodoxo escritor polaco Witold Gombrowicz proclam en los sesenta el advenimiento de "la civilizacin del culo", y el cataln Josep Pla dijo que la admiracin al trasero marcaba una poca de decadencia de la sociedad, porque "cuanto ms cerca se estaba del culo, ms lejos se estaba de la cabeza", segn narra el escritor extremeo Javier Cercas, en su "Teora del culo", desarrollada en un artculo del diario El Pas de Madrid.
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Si la tendencia que anuncia este 2009 se confirma durante el ao, podemos llegar a diciembre con cara de culo. La reina de la Vendimia de Lujn no para de mostrar el traste, los diarios no paran de reproducirlo, los blogs suben las noticias con las fotos y los mails reenvan el book de culos a su carpeta de contactos. Un espiralado y meditico mundo cir-cular se recicla por medio de
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las tecnologas y aquellos calendarios con minas en culo free, esos que caracterizaron por dcadas a los talleres mecnicos, no hacen ms que palidecer ante tamaa amplificacin multimedia. Antes, comos se sabe, bamos a los talleres mecnicos a ver culos y no a arreglar el auto. De la iglesia al taller mecnico, peregrinaje de todo mortal de esta civilizacin cristianaprofana y occidental. La reina del culo en Mar del plata -el mejor culo del mundo, por cierto, ms redondo que el mismo mundo. Los culos de las modelos en las revistas de culos. S, as deberan llamarse: "revistas de culos". El culo es nuestra obsesin. La tele es un gran culo y a falta de bailes del cao en enero, se repasan los mejores momentos del baile de los culos en programas hechos para no olvidar que la vida es un culo. Soamos culos y no ovejitas. Culos que brincan, culos saltimbanquis, iconoclastas. La cobertura de los medios en las playas argentinas o chilenas, qu muestran? Culos, excelentes culos. No sabs con cul quedarte, todos son los mejores, bronceados y arenosos. Tantos son los culos que vemos, que las crisis polticas y econmicas ya no responden a factores estructurales o a malas gestiones. Perdn, Jaque. El humor social por la crisis, se supone, transforma los rostros en caras de culo, "para el caballero como para la dama". Pero no, la cara de culo de la gente no responde ms a ello. La explicacin causal es la sobreexposicin de culos, toda una iconsfera, un humus cultural ha instalado al culo en la vida meditica: internet, televisin, diarios impresos, diarios online, revistas de culos, calendarios de culos, publicidades de culos y blogs de culos. Por su condicin, se salva la radio, aunque cuando el locutor nos comenta una declaracin de alguna mueca del espectculo, inmediatamente nos imaginamos su culo, porque ya se lo conocemos. Por tanto, en nuestra mente est el culo y la voz del locutor. La teora de "tener cara de culo", entonces, partir del supuesto siguiente:
"A medida que la gente mire ms culos, su cara ms se trasformar, ms se le parecer a lo que ve: culos". Pensemos un momento en la cola de un banco o de un cajero o de un rapipago (dije cola y no culo, habrn notado). Todos esperamos con cara de culo, nadie tiene, digamos, paciencia y buena onda. La cara de culo se impone en el pas y en la provincia. La noche anterior hemos soado con los culos que vimos en la tele. Y la mala onda por esperar es, justamente eso, esperar, perder tiempo en el banco, cuando podramos estar conectados a internet mirando culos en lugar de pagar impuestos. Dejemos de lado las insinuaciones triple XXX de fines de los 50 y los 60, las tetas de Coca Sarli o las piernas que admiraba la poca. Vamos a establecer la primera fundacin del "mito del culo" en Argentina hacia mediados de los 70, perodo que se extiende, bajo el dominio de la tele, hasta fines de los 80, cuando ya internet profundiza su incursin en los hbitos sociales. En esta etapa explotan, de la mano de Sofovich entre otros, los culos de Nannim Timoyko, Susana Gimnez, Graciela Alfano, Moria Casn, Luisa Albinoni, Camila Peris, Adriana Brodsky, Susana Romero, Mnica Gonzaga, Beatriz Salomn, Susana Traverso, Eda Bustamante, Yuyito Gonzles, Noem Alan, Silvia Prez, y, cmo no recordarlo, el trasero de Katja Aleman (seguro me olvido de varios). Todos ellos fueron los culos fundadores de "la cultura del culo" que deambularon en los programas de Olmedo y Porcel, Matrimonios y algo ms, La Peluquera de Don Mateo, Operacin Ja Ja, Las gatitas y ratones de Porcel, Hupumorpo, entre otros. En paralelo, se podan apreciar esos culos en el cine bizarro masivo. Desde all empezaron a bajar y a rodar culos por todos lados, en dictadura y democracia. Como lnea de continuidad, los culos se hicieron del mundo. La segunda fundacin se produce en los 90, con la aparicin de la tele por cable e internet. Frivolidad en la poltica y en la vida cotidiana, modelos muy flacas que muestran su fuerte: el culo. Culitos con tanga, lolitas y el destape de
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las revistas exhibidas en primera fila de los kioscos. Esas que antes se ocultaban en escaparates detrs del kiosquero y, casi en cdigo, deban solicitarse. Dolores Barreiro, tal vez, haya sido el smbolo de este periodo junto a cientos de culos menos ranqueados. La caracterstica principal: la delgadez, la proliferacin de las dietas de la mano de la explosin de los gimnasios para fortalecer el culo. Anorxicas con culo, bulmicas con culo. Una cultura de la enfermedad, pero con culos firmes, era lo importante. La tercera refundacin, etapa actual, marca la masividad de You Tube y los diarios online, sumado la produccin tinellesca de programas que buscan rating con horas de culos en pantalla. Todos los culos del mundo meditico pasan por Tinelli, luego por las revistas y diarios online. Cada una de la propietarias de los culos hacen su book y, finalmente, los culos terminan reproducindose, como el milagro de los peces, en You Tube, a travs de producciones multimedia. Revistas multimedia, blogs multimedia. El mejor culo de la actual etapa se lo disputan Pampita y Luciana Salazar, sin dudas. Sin embargo, la TV manda y bailando por un culo es el tribunal.
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i tu cabeza est llena de ratas y ests pasando un mal momento en el campeonato de la vida, mejor es que te asesores bien antes de caer en las garras de un profesional. Suele ocurrir que por buscar la solucin a tus problemas, termins por aumentarlos.
Cuando ests desquiciado y los amigos ya no pueden contigo, es probable que termins por recurrir a un profesional. La decisin nunca es fcil ni mecnica; al menos, la negacin se apodera de la reaccin inmediata. Siempre se necesita un golpe de efecto, un shock o un suceso que llame la atencin sobre tu conducta, el clic que te transporte a levantar el telfono para iniciar la bsqueda. Claro, siempre que descartemos un cuadro de mxima tensin y algn corajudo te traslade al Pereyra.
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El cuerpo habla con sntomas y, a veces, grita. Te salen huevos inexplicables en la frente, la cara es una alergia florecida, te tirita el cuerpo, sents mareos y fobias, los resfros se hacen crnicos, la espalda se pone como piedra. La ansiedad carcome y la noche conspira contra el descanso. Te desperts dos o tres veces de madrugada, mirs tele, toms leche o agua y, por fin, dorms un par de horas. El da no podr ser peor para afrontarlo. Y el humor ya no ser tu fuerte en las relaciones pblicas. Otro de los sntomas es la cosecha de enemigos. Ese es el lenguaje del cuerpo. As expresa su semitica primitiva. Llamados de atencin, alertas, jeroglficos en la carne. En esos casos, somos inescrutables como especie.
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Si el camino lo empezs por el clnico, como corresponde, ste te solicitar unos estudios de rutina. Respirs hondo y aliviado porque no tens nada grave -cncer, sida, hepatitis B- y cres que zafaste. Sin embargo, el mismo tipo que te dice que ests perfecto te recomienda hacer terapia. S, un psiclogo o psiquiatra que te medique y analice. Justo contra lo que puteaste toda la vida y a lo que nunca apelaras, porque con tus amigos, creas, era suficiente para reponerse de las heridas del corazn, de la angustia o de la ira. El problema es encontrar al profesional adecuado, "el ideal" que, de entrada noms, te entienda, comprenda y adems cobre barato. Fracass en varios intentos. Y segus probando. Te tocan tipos que no hablan por semanas y slo te escuchan, y penss "pero este hombre debe estar divagando sobre qu va a morfar esta noche" o "seguro le parezco un pedazo de boludo con lo que le cuento". Intima con su mirada fra, aunque uno crea que lo que le pasa es lo peor del mundo, y percibe que al psiclogo le chupa todo un huevo. Pero de eso se trata, pues. No pods pretender que el tipo se tire encima tuyo y llore desconsoladamente con tu drama, aunque para uno debera hacerlo. Bueno, hay situaciones peores. Como la de encontrarse en la sesin con una verdadera perra hermosa. Perfumada y muy bien vestida, pisando los cuarenta, en su mejor momento femenino. El obstculo mayor a superar es el inevitable enamoramiento. Es la mujer ideal. Y, por supuesto, te la querrs coger ah mismo, en el sof, y que se pudra todo. Diga lo que diga, te parecer perfecto su anlisis, asentirs como un idiota y te mostrars atento, como un caballero, para impresionarla. Si le tirs alguna indirecta, encima, no te sacar cagando, al contrario, con las armas de su arte, se evadir con otra pregunta, y vos te creers envuelto en un juego ertico que imagins seguro termina en el sof, con dos copas de champn, fumando abrazados despus del coito, mientras la seora demacrada que sigue en la lista de espera de la prxima sesin transpira la gota gorda y ley las colecciones completas de Caras y de Rumbos.
Esa fantasa salaz te lleva a garpar dos sesiones semanales durante dos aos o ms. Le dijiste de todo, le contaste tu vida y tus deseos, lloraste, reste y te enojaste. Ella siempre estar hermosa y perfumada, te demorar en la salita de espera y atender con una sonrisa fresca, encantadora. No es tu madre ni tu hermana ni la esposa de tu amigo, es otra mujer. Te confunde la situacin y hasta le habls bien de ella a tu esposa. De mirarte de afuera, no dudaras en cavilar que sos un perfecto papanata, un gil de dcima. En fin, pags y te enamors, no cogs, se te arma quilombo en tu casa por los celos de tu mujer y no resolvs tus problemas. Por el contrario, los auments. Ahora, qu lindo es enamorarse de la persona equivocada! Sin deseo no hay vida.
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enemos incorporado a fuego en el inconsciente el noveno mandamiento. Cristianos, musulmanes, judos y ateos en un pas catlico. Es una de las reglas de prohibicin cultural ms fuerte. Casi ni se habla de ella en tono de cuestionamiento. Slo el humor se le anima. Cuando el cdigo tico se va al carajo y la culpa impide la reflexin.
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El noveno mandamiento cristiano es muy claro, seores. A no confundir: "No desears a la mujer de tu prjimo", reza la prohibicin. Si lo interpretamos literalmente, "no desears" no significa "no te la cogers". Por ello muchos cristianos siguen al pie de la letra el mandamiento, y aprovechan la omisin: se cogen a la mujer del prjimo (en algunas capas sociales el swinger est muy de moda). Dejan el "deseo imaginario" a un lado y van por la "resolucin real del deseo". Si no preguntale a Eduardo Tuzzio, el ex defensor de River, quien "supuestamente" fue engaado por su mujer con el central Horacio Ameli, amigo y compaero de su equipo, hace unos aos. Habra que modificar el mandamiento, si lo que se busca es la eliminacin del coito antirreproductivo. El mandamiento renovado, entonces, debera decir: "Desears a la mujer de tu prjimo y nunca realizars tu deseo, no te la cogers". Sera ms claro, no? Cmo no vas a desear a la mujer de tu prjimo, si es algo absolutamente natural a la sexualidad? Digo, desear es parte de la estructura psquica moldeada por la sociedad occidental, como simbolizar, atributo que pertenece nicamente a nuestra especie. El deseo es de alguna manera una simbolizacin y, por tanto, se desarrolla como condicin humana, ms all de su resolucin real. El obstculo para realizar el deseo siempre es la regla -Lvi-Strauss dixit-, la prohibicin cultural que impide la ejecucin de tal deseo.
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Pero veamos la prohibicin al pie de la letra con un ejemplo. Imaginemos una situacin bastante cotidiana: dos parejas de amigos se juntan a cenar, bien vestidos y perfumados los cuatro, comida preparada, buenos vinos y champn de sobremesa. Cuando las mujeres se paran para ir al bao o a la cocina o algo por el estilo, qu es lo primero que hacen los tipos?: le miran el culo sin el menor pudor, delante de su prjimo, a las mujeres. Lo mismo sucede con los escotes de las chicas. El ojo se posa all, para mirar las tetas ms que a los ojos de las ninfas, cuando encaran una charla. Y son las mujeres de los prjimos! La mujer es ms sutil, mira a los ojos y no separa la vista ni pestaea, te est deseando y te lo est diciendo en su lenguaje abstracto. Luego se brinda, y cuando se hacen las tres de la matina, se saludan los cuatro, entre abrazos extendidos en el tiempo y besos en la comisura de los labios, como si no hubiera pasado nada. Es en esta escena por dems comn en nuestra cultura donde circula el deseo de la mujer, o del hombre, del prjimo. El deseo se mantiene como desplazamiento, reprimido, por ser adultos. Un nio busca resolver rpidamente el deseo, no quiere convivir con el deseo. Por el contrario, los adultos debemos convivir con l, protegerlo, cultivarlo. En este caso, si lo realizamos, muere el deseo y por tanto, con l, el objeto del deseo. Necesitamos desear. Alguno quedar en la almohada pensando en el otro, probablemente excitado con la pareja del otro. La realizacin del deseo se desplaza al coito con su propia pareja y el deseo se mantiene inclume, en el plano imaginario, y su realizacin se produce mediante el desplazamiento. Entonces, por qu no desear la mujer de tu prjimo? Regla represiva, prohibitiva, en fin, productiva para violar la regla cultural, obsesin compulsiva y traumtica. Sigamos deseando, que no pasa nada. Y si pasa, por algo ser. Regla vieja si las hay, no permitirnos desear se constituye en el smum de la castracin imaginaria del pene del marido o del novio. La mujer, en la regla represiva, aparece como propiedad del macho, poseda tras las nupcias como tambin antes, en el noviazgo, por el varn-novio. En fin, el mandamiento debera expresar que las mujeres tampoco deseen al hombre de su prjima,
como ocurre en el caso del varn con la mujer del prjimo. Regla machista, toma a la mujer como objeto de posesin. La violacin de la regla se produce siempre entre dos. No obstante, la culpa cristiana tiene un doble juego: a la vez que condena al hombre por violar la regla, lo exculpa por una supuesta compulsin natural a su condicin animal. La trada hombre-animal-deseo, en sntesis, es propensa a ser redimida. Mientras, a la mujer, por el contrario, la mandan a la hoguera social por desear. Ella no puede tener deseo. Ella vino a este mundo para proyectarse en familia con hijos, velar por su educacin y, a lo sumo, desplazar "el gusto por los otros" a la ficcin de la telenovela. De all que chanzas populares como "el sodero", "el plomero" o "el jardinero" hayan tenido tanta circulacin y se les permita ingresar, como compensacin y excomulgacin, en reuniones entre amigos, luego de unos cuantos porrones. Para recordar, a propsito del deseo incontrolable, las imperdibles escenas que protagonizaron Jude Law y Natalie Portman en la pelcula Closer (atrapados por el deseo). Un film insolente y descarnado sobre las relaciones amorosas entre parejas, del veterano director Mike Nichols.
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usto en la comuna que gobiernan hace aos los gansos, se les viene a desnudar la reina vendimial. El furor que caus Daniela por sus fotos puso incmodo al intendente Omar Parisi. La Dani calent la eleccin vendimial, y a ms de un funcionario, quienes debern elegir entre todas las reinas departamentales con las fotos hot en la mente. Se pronostican 50 grados para el acto central.
Daniela se arrastra sobre la cama como una serpiente, remueve las sbanas blancas y posa, empina sus nalgas orladas por un culote en encaje negro y el fotgrafo Gabriel Colombrero dispara, una y otra vez. Daniela se desprende de su ropa interior, desnuda, recoge la sbana medio arrugada, se tapa y anuncia su desnudez con una pierna larga que asoma, y el fotgrafo dispara, una y otra vez. Daniela se sienta en las escaleras del edificio y abre las piernas, explcita, para que el fotgrafo dispare, una y otra vez, haciendo foco en sus bragas caladitas blancas, justo, exacto, donde todo voyeur fijar la mirada. Daniela contorsiona su cuerpo y lo da vuelta, y re. Luego se agarra el empeine y realiza un estiramiento en paos menores. A Daniela, se nota, le gusta posar, semidesnuda para nosotros, desnuda para el fotgrafo y para nuestro inconsciente. Daniela es reina de Lujn de Cuyo pero quiere ser reina nacional de la Vendimia, y posa, como el diablo la trajo a este mundo. Ella est caliente con los medios al menos, porque le publicaron las fotos y las titularon "Hot". Daniela gener un huracn que barri con el Dakar, la inseguridad y la enfermedad de Cristina, por lo menos aqu en Mendoza, con el cambio de quincena.
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Su novio Luis, estudiante de kinesiologa, disfrutar el momento? -Che, Lucho, la Dani est en boca de todos! -le dice su mejor amigo, preocupado. -Y? -Ta bien, si vos no tens drama, todo bien. Vos sabes que a m me gusta la foto donde est como perrito agarrada de la cabecera de la cama? Qu mirada que tiene, Lucho, qu ojos! -No te hags el vivo que te calzo -responde Luis, encendido en llamas. -Pap, te gustaron las fotos? -pregunta Daniela en el asadito familiar. -Claro, hija, si sos una belleza -le responde pap Antonio, agricultor de 49 aos, presto al bypass desde el 15 de enero. -Y a vos, mam? -Por supuesto, hija -afirma mam Remedios, sonrojada. Daniela es reina, es joven, hermosa, provocativa. Daniela recorre los medios del pas y es comidilla en las fotogaleras online. Posa en un departamento medio extrao -no es una casa de familia-, ms parecido a un departamento de alquiler. (Pap Antonio, usted lo saba?). Demasiado casero, el fotgrafo parece alguien de confianza? La reina est desnuda. Lo ha logrado. Est en las retinas y en la baba de todos. Ms bien parece la entrada a un videochat casero, de poca monta, donde lo nico que descolla es Daniela. Made in Vendimia, made in Baco, made in Trucholandia. No tiene capa ni cetro ni corona. Ha dejado sus atributos simblicos y exhibe otro poder, su cuerpo bello. Daniela quiere ser modeloreina. Daniela ambiciona, desea. Ella le llama book, as se dice ahora, a la serie de fotos que recorren la web. El fotgrafo, le habr sugeridos esas poses? A m me gustan, son naturales, espontneas, propias de una chica amateur que juega a seducir al espejo. No la condenen, por favor. Parisi est recaliente con Daniela.
El intendente de Lujn, el demcrata Omar Parisi, la tendr en ms de una oportunidad a su lado, claro que vestida de reina, pero ella siempre estar desnuda. La esposa del intendente Parisi, Marisa Garnica, no deber estar muy conforme con la situacin, imagino. Intentar anular protocolos y dems recorridos institucionales de su marido junto a Daniela. Es que Daniela est desnuda y ya todos lo saben, la vimos y cmo no mirarla!, si sus atuendos vendimiales estarn slo en el imaginario, aunque los lleve puestos porque, repito, Daniela ya est desnuda frente al gobernador Celso Jaque, frente a Julio Cobos, frente a la fila de intendentes que coquetearn para lograr, al menos, un beso. -Gobernador, le presento a la reina de Lujn, Daniela Maldonado -esboza un Parisi incmodo. -Ohhh, mucho gusto -Qu va a decir Jaque? Y "mucho gusto, usted es muy bella". -Licenciado Luis Bhm, quiero presentarle a Daniela, nuestra reina -dir babeando Parisi. Atragantado y tosiendo, el secretario de Turismo le besar la mano, desnuda, a Daniela. ("Yo a vos te voto y hago fraude" -pensar el gringo con una copa de champn). -Seor vicepresidente, le presento a Daniela, nuestra reina -prosigue Parisi. -Que la historia me juzgue. Pido perdn si me equivoco. Mi voto no es positivo -esgrime Julio, como si estuviera votando. El turco Fayad, pcaro, querr acercarse, y Parisi se le adelantar: No, seor intendente!, para usted no hay saludo, usted tiene que florearse con la reina de Capital. En todo caso, que pose desnuda y me pasa las fotos. El presentador del acto central dir: "Y ahora recibimos a Daniela Maldonado, representa al departamento de Lujan de Cuyo, tiene 19 aos, ojos color miel, estudia derecho, le gusta el malbec y su mascota es un labrador que se llama Len, y adems, tiene un pan dulce que ni les cuento".
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En ese momento, el presentador ser abucheado y las botellas de agua, de vino y unos cuantos racimos caern sobre el escenario del Frank Romero Day. Pero hay alguien que salvar la jornada. Ser el mtico Sergio Embrioni, quien con su guitarra le cantar a Daniela Hamaca de plata, y ella, extasiada, se desnudar y bailar para el mundo. El acto se suspender, Jaque presentar su renuncia y asumir Racconto, quien organizar para el lunes siguiente una misa en la Legislatura provincial. Mientras, un turista gringo, absolutamente en pedo, gritar con la botella en la mano: "Ouuu, qu coupado es Latinouamerica".
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n el "hotel encantado" pasan cosas. Los estados de nimo se van alterando y descompensando con el paso de los das. Hay reinas demacradas que intentan huir por las ventanas, olvidando su condicin y clausura obligatorias. El encierro no las pone mimosas.
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La tradicin establece que en la previa del acto vendimial, las 17 reinas departamentales que pugnan por el cetro debern convivir 15 das en un hotel. All se las insta a dejar rencores y hacer buenas migas entre ellas, y as, entrar de lleno en clima de competencia sana en la corte de nuestras "amazonas mendocinas". Como agregado, desde hace unos aos, se las instruye a travs de cursos de historia, geografa, catacin de vinos y turismo. Dicen que les ensearn posturas o imposturas, segn cmo se las vea. Hacer la araa es una postura o una impostura?, el helicptero, el perrito bueno, paremos ah. La condicin es que deben aislarse de su vida cotidiana: no ver a sus familias, mascotas, amigos, ni a sus novios. Encerradas, se menearn siguiendo un plan protocolar cuasi victoriano que mide cada uno de sus movimientos. Tambin se les ensea a comer como reinas, a posar como reinas y a sonrer como reinas. Ninguna de ellas podr expresar en su rostro alguna desavenencia. Fingidas las chicas, lo que practican es una especie de reallity de la realeza en el Imperio del Vino. En la mazmorra, se les ensear a "ser reinas" o a "parecer reinas", a comer bien los fideos con tuco, a no arrebatar el pan de la canasta, a no limpiarse los labios con el mantel, a no tomar de la botella en las noches de ansiedad, a no corretear por los pasillos del hotel en paos menores, ni hacer guerrita de
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almohadas a las tres de la maana. Comern como reinas, irn al bao como reinas y, ms all de la intimidad, una camarita las vigilar para corregirles la pose cuando se sienten en el inodoro. Una voz en off les estar diciendo: "No, nena, as no, con la piernitas cerraditas por favor". Las reinas en cautiverio debern hacerse amigas, no cuchichear contra la que se perfila mejor para ganar, ni gastarle bromas a la ms tmida. Es decir, por quince das debern dejar de ser como son para impostar lo que no son: chicas lindas de barrio en un castillo encantado, interpeladas como sujetos de la monarqua, eso s, en un hotel de tres estrellitas. El Ministerio de Seguridad dispuso custodios para cada una de las pibas con coronita, luego del asalto a la reina de San Rafael. Diecisiete gfaros guardianes no podrn relojearlas y mucho menos encarar una parla, sino mirar a los costados, atentos, pero nunca de frente, a los ojos de su reina. Quin garantiza que no se produzca el Sndrome de Estocolmo y alguna reina se enamore del polica que la cuida en el encierro? Una historia de amor entre el agente y la cautiva podra ser motivo de un gran escndalo nacional, aunque, por qu no, disparador de una telenovela mendocina. Esa que nos hace falta hace rato en la televisin local para despertarnos de la modorra. "La reina cautiva" o algo por el estilo. "Es un gusto que empiecen a vivir estas ltimas semanas llenas de desafos. Nosotros les vamos a brindar todo el apoyo para que puedan crecer en esta etapa, que adems de desafos es de competencia. Pero, ms all de eso, ustedes tienen que lograr una amistad. No se olviden que todas comparten aquello con lo que tanto soaron: representar a su pueblo. Esto es un festejo que habla del trabajo y de todo lo que es Mendoza. Ms all de que estamos buscando a una representante, todas juntas conforman la cultura de nuestra provincia, hganse amigas y resuelvan las cosas ac adentro". Estas fueron las palabras del secretario de Cultura, Ricardo Scollo, "pour la gallerie", en la bienvenida a las reinas al Hotel Alcor de calle General Paz.
Las palabras Scollo invitan a interrogarnos, sobre todo su frase final en la recepcin "hganse amigas y resuelvan las cosas ac adentro". Qu cosas podran resolver las reinas en cautiverio? Acaso existe algn problema? Es obligacin que traben una amistad cuando no se conocen ms que por las fotos y encima tendrn que competir en medio de rumores de arreglos, como todos los aos? Difcil la veo, benteveo. -Ven, ahora que el conserje se qued dormido, metete rpido a la pieza, dale! -dijo la 11. -Es que majestad, no puedo, me pueden echar del trabajo. -Ven te digo, entr. -Quers tomar algo?, mir, me afan un champn del buffet, est medio caliente pero dale, tommoslo. -Majestad, le siento el perfume hace diez das, y estar aqu, en su habitacin, usted as, con esa ropita, no puedo aguantarlo, soy un hombre que se tienta -Haceme sentir una reina de verdad, ven, besame, sos el nico hombre que he tenido cerca en diez das -Pero y su novio, majestad, el prncipe Claudio? -Que se la banque, nunca sabr nada, dale, sacame la ropa con los dientes, tom champn, estoy ansiosa por la eleccin, no seas cagn, o no te gusto? -Peromi reina -Escuchame, los custodios tiene ltigos? -No, mi 11, digo, mi reina. -Entonces and al bao, agarr el toalln blanco, el ms grande que est en el cajn del vanitory, mojalo con agua tibia y enrollalo, dale, apurate, quiero que me fajs mi custodio. Estamos en el Imperio del Vino. Cuales ninfas-Calipso en la "Isla de Ogigia", las chicas viven la clausura en su nacin femenina. Un hotel exclusivo y modesto para reinas que no deliberan ni gobiernan, aunque s representan. Como el artculo 22 de la Constitucin pero al revs. Las chicas viven all sus sueos dorados en la vigilia. Peluqueros, matronas y actores harn de sus vidas una quincena plena de imposturas.
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-Seora, seora, la 14 est gritando y llorando en su habitacin! -avisa desesperada una empleada de limpieza. -Ay! esa 14 cmo nos la hace difcil, debe ser por el peluche que ya le dije que no poda traer. Esta niita las quiere todas en bandeja? -No, seora, es que el novio le dijo por telfono que se iba con sus amigos a un boliche y ella quiere ir porque si no lo deja para siempre, est muy nerviosa. -Ya encontrar otro, Emilia con las posibilidades que tendr siendo reina, por favor!, vamos a verla. -A ver, 14, qu me le anda pasando m' hijita? -No aguanto ms, doa, quiero irme de aqu, extrao a mi novio, djenme solamente por esta noche salir, prometo que vuelvo antes de las tres de la maana. Vamos a Homero y vuelvo, quiero conocer Homero, porfi...! -No se puede m' hijita! ya lo explicamos a la entrada del cautiverio. Ustedes son reinas y no pueden andar por ah con la plebe as como si nada. -Qu reina ni qu plebe, es mi novio con mis amigos, son de mi barrio y quiero verlos necesito distenderme dele, doa, no sea tan dura! -No, no y no, y a la cucha!, que maana las visita el gobernador para ensayar los valsecitos. -Nooo por favor! Yo no bailo con el gobernador Fayad. -Cmo Fayad!, Jaque!, el gobernador es Jaque. -Ah, perdn, no lo conoca, Jaque? -S, Jaque -Qu, gan Jaque? -S, 14, gan Jaque. Fayad es el Intendente de la Municipalidad de la Capital. -Ahhh, es que no leo los diarios menos mal que me lo dijo. -Bueno, chiquita, tmese esta pastillita y duerma, maana tendr mucho trabajo. En el hotel encantado pasan cosas. Los estados de nimo se van alterando y descompensando con el paso de los das, hay reinas demacradas que intentan huir por las ventanas, olvidando su condicin y clausura obligatorias. -La 5, la 5, se quiere tirar por la ventana!, llamen al custodio por favor -gritan desde conserjera.
La 5 es una chica que viene de un departamento lejano y quiere comer un pancho en la calle Las Heras, tomarse un helado en Chini, caminar de noche y sentarse a mirar las estrellas en una plaza. No conoce la ciudad, y tal vez sea esta su nica posibilidad. Como se lo prohben, amenaza con tirarse, con la capa puesta, tipo mujer binica sacada. -Pero cincooo!, ya le dije que se duerma, hasta cundo vamos a estar aguantando estos desplantes? No prob bocado en la cena y me parece que se le pas la mano en el curso de catacin. Esperem y le preparo un cafecito caliente para que le baje la mona. Por favor, custodio, agrrela de las piernas mientras voy a la cocina, no vaya a ser que esta demente se nos tire noms indic la matrona. El custodio Oscar Guajardo transpiraba. La 5 estaba obsesionada con saltar a lo wonder woman. "Quiero un pancho, quiero un pancho!", gritaba enloquecida asomando la cabeza por la ventana que da a la calle General Paz.
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-Soltame, soltame, vigilante!, no me toqus que le digo a mi novio, dejame salir, no te digo que quiero un pancho, imbcil? -Seorita, por favor, es mi trabajo, no me la haga ms difcil. -And a cagar con tu trabajo!, yo quiero un pancho. Y la reina salt, con tal tino, que su capa qued maniatada al rbol de la puerta del hotel, y ella, colgada en el aire, por suerte, a pocos metros del piso, como una ahorcada frustrada. Un papeln que presenciaron unos franceses ebrios, que por la gracia de la providencia para la provincia, ni saban que all se alocaban, perdn, se dice alojaban, las reinas vendimiales. La escalera que puso Guajardo facilit el rescate. La 5, maniatada con una camisa de fuerza, ya dorma plcidamente en su habitacin. El secretario de Cultura se hizo presente y habl con la encargada de protocolo y los custodios. Hicieron un balance de la situacin.
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-Las chicas estn como locas -dijo la encargada-, este ao han venido falladas o no s qu les pasa, pero son inmanejables, seor Ricardo. -Qu raro!, si en el da se comportan muy bien las chicas -comentaba Scollo, intentando dar otra visin, ms tranquilizadora, negando lo sucedido. -No, seor -dijo el custodio Guajardo-, no sabe lo que son algunas. La 16, por ejemplo, no para de hacer contorsiones en la cama en plena noche con la msica fuerte, como si estuviera en el baile del cao. Nadie puede dormir. Sin ir ms lejos, anoche tuvimos que entrar rompiendo la puerta de su habitacin, y sabe lo que nos dijo? Que estaba ensayando para Tinelli! y que la Fiesta de la Vendimia le importaba un bueno, no puedo reproducrselo, seor Scollo. -Qu macana, muchachos! bueno, cualquier cosa me llaman, yo me voy a Malarge a una reunin y vuelvo en dos meses, despus me cuentan. Y suerte, eh? Ya van a ver que todo va a salir bien. No han probado traer a un sacerdote? -Y la verdad, no es mala idea, pero tendra que ser alguno que haga "trabajitos", esto parece un gualicho. -Bien, me parece bien -dijo Scollo-, en el gobierno hay varios que podran asesorarme sobre el tema, consulto y les llamo. Igual, no pierdan la calma. Dios proveer.
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n par de noches atrs, me colgu con Taxi Driver. La genial obra de Scorsese que catapult a De Niro al Olimpo. Como si se tratara de una anticipacin, anoche tom un taxi en el centro. Sorprendentemente, los dilogos de la pelcula se recrearon con el conductor. La inseguridad, el pasado del tachero, putas y cocana, en 25 minutos de viaje.
No podra negar bajo ningn punto de vista que, anoche, el escozor y la impavidez se apoderaron de m en los 25 minutos que viaj en el taxi. Primero, porque uno ya sube a los coches pensando que es un sospechoso para el conductor. Luego, porque en el trayecto, cualquier movimiento que uno haga predispone a la paranoia de propios y extraos, genera dudas. Si llevamos un bolso o una valija, o si cambiamos los brazos de posicin, cunde cierto temor por la estocada. En qu momento el tipo llama a la polica porque cree que lo vamos a asaltar? Es una cavilacin constante en el traslado. Par con una sea el taxi en Rioja y Catamarca. Una flamante Meriva, libre.
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-Buenas noches -le dije a nuestro Travis Bickle local-; pegale derecho por la Panamericana y frente al Desert Pub, tens que entrar por el asfalto y, de ah, cinco kilmetros hacia la montaa. -Cmo no -respondi. Me gusta conversar con los tacheros. Cuando voy en taxi, nunca leo ni hablo por telfono. La sabidura del taxista es nica, un ojo privilegiado que flirtea y digita el zoom sobre la fauna que emerge de las alcantarillas de la ciudad cuando muere el sol. Son tipos con historias, en varias de las cuales fueron protagonistas de acontecimientos inslitos. Eso los lleva a realizar
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generalizaciones basadas en casos. En fin, el taxi puede que sea el confesionario ambulante entre el hormigueo urbano. Siempre pregunto cmo anda el laburo por estos das, si el trabajo ha mermado y esas cosas. No s, desde el vamos mi pregunta presupone que ha mermado, a la vez que ejerce un atractivo gancho solidario para con el seor del volante. Es una forma de entrar en confianza, hablar de los males que nos aquejan con la gente que uno no conoce. La sensacin de anonimato en el viaje puede dar para confesar hasta un crimen o un engao amoroso, un amor no correspondido, una pena inmensa. No tena un peso en el bolsillo, no obstante, mi cuenta en el cajero me tena reservado 80 mangos para este tipo de circunstancias. Me sent seguro y sub al auto convencido. -Paremos en el cajero de Palmares -dije. -Bueno -contest Pedro. Si bien el camino sera largo y el destino peligroso para el tipo, no fue para nada despreciable un laburo de 34 pesos. No s cmo carajo empezamos a parlamentar de la inseguridad. De qu otra cosa podramos hablar con un taxista a las once de la noche? -El otro da, a un compaero lo puntearon cinco veces y se salv de pedo -dijo Pedro, consternado-. Todo por 70 pesos. Lo peor fue que iban dos pendejos adolescentes con una mujer, y la mina, che! le deca a uno de ellos, al que tena un arma, que le quemara la cabeza de un tiro, cuando ya estaban fuera del auto y mi compaero sangraba. La escala en el cajero no admiti problemas y fue expeditiva. Tena el dinero en mis manos. Volv al coche con serenidad.
Para Pedro, las mujeres son mas fras que los hombres a la hora de asaltar. -Sabs que a m me asalt una mina con dos niitos? La levant en el Wall Mart y a mitad de camino me sac el chumbo. Dame la guita y no hags bardo con los nios que te meto un balazo en la nuca! -cuenta Pedro-. Son peores las minas, no necesitan drogarse para chorear, son ms fras que los hombres. -Claro -asent-, los hombres necesitan estar ms puestos con algo para animarse. Mi aseveracin signific un clic en el relato de Pedro. Pas de hablar de los "otros" a contarme su cadalso, en el que estuvo por aos. -Y s, qu s yo la droga es terrible. Yo estuve siete aos con la cocana y anduve en la peor, laburaba de noche y desde que prob esa mierda me cagu la vida. Me separ de mi primera mujer y de la segunda. Adems, tengo un hermano preso hace once aos y a mi cuado lo metieron en cana hace siete, todo por la merca y el choreo. Un da dije basta. -Y laburar de noche es duro -complet. -Es una tentacin, si te mets en la fulera, te sobran minas y joda, pero perds todo. -Cmo hiciste para cortar con el tema? -pregunt, con absoluta confianza. -Cuando me internaron, por la mezcla. Me tomaba de a un gramo por saque, y en la maana, para bajar, una caja de vino con ansiolticos. Lleg un da que explot y casi me muero. -Ahhh (no me sali otra expresin). -Es que yo andaba en la brava, me tiroteaba con la polica y esas cosas. Ahora, gracias a Dios lo puedo contar, pero ya estoy limpito. La ultima vez que tom, de boludo noms, fue en la casa de mi vieja una tarde que abrimos una sidra, hace como dos aos. Me com un pollo con mi vieja, y a la hora, se me tap la respiracin, pero haca mucho que no tomaba. Adems, mi nueva jermu, con la que tengo un beb de meses, me vigila un montn. Lanc algunos comentarios, para no quedar como un buchn que slo registra lo que escucha. Intent "naturalizar" la charla, desdramatizarla con un ida y vuelta.
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Sobre el final del viaje, me relaj. Pedro no vena de la guerra de Vietnam como el personaje de De Niro en Taxi Driver, aunque s de una dura batalla, la de los que pretenden sobrevivir a la muerte social. Llegamos a destino y percib que para Pedro fue un viaje reconfortante. Las estrellas nos cubran en la inmensidad del campo. El silencio aturda. -Mir, cumpa, te dejo el telfono, est en esta tarjetita, cualquier cosa llamame si necesits un viaje. -Ok, Pedro, gracias. Cunto es? -34 noms. Cerr la puerta. A mis espaldas escuch la bocina del saludo final.
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ntre el cielo y el infierno, la provincia libra microbatallas. El cielo escupe bolas de hielo y en el infierno terrenal la temperatura exaspera a los mortales. Una panormica virtual nos demora en el punto exacto donde se cruzan trompadas y misiles.
Por estos das, Mendoza est en pie de guerra con el cielo. Una batera de misiles antigranizo y bengalas se despliegan hacia el firmamento para proteger cultivos, en las zonas ms vulnerables a la naturaleza. Por las tardes y las noches, puedo escuchar los estruendos. Parece una guerra contra el cielo cuando a las cuatro de la tarde oscurece sorpresivamente y detonan las bombas. Como dicen los nios, "se hizo de noche de da" o "se apag el sol". Desde las alturas, aguerridos, los ngeles malditos responden con piedras de hielo, como si fuera una Intifada celestial de hombrecitos alados descargando su ira contra techos y autos, plantaciones y flores, transentes y animales. En superceldas heladas estn los ngeles, en trincheras de nubes, ocultos, y de a miles. No apuntan, sino ms bien dejan caer con violencia los huevos congelados y los chaparrones diluvianos. "Castigo divino", dicen las seoras que te golpean la puerta para convencerte con El Atalaya. "Esto nos pasa porque hemos pecado, demasiado". La furia glida contraataca poblaciones y viviendas precarias, se ahogan perros sin pedigr abandonados en los puentes. La correntada arrastra a ms de un albail que regresa en bici de la obra. Simplemente sern desaparecidos sin prosapia ni nobleza. "Los desaparecidos son eso, desaparecidos; no estn ni vivos ni muertos; estn desaparecidos", dira Videla en su clebre conferencia de prensa en diciembre del 79.
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El agricultor de tierra adentro llora junto a su familia con sus hijitos prendidos a sus piernas, como garrapatas, con pnico. La "manga de piedra" es un escarmiento sobrenatural? Dios est enfurecido con nosotros, si es que existe. Y adems injusto? Por qu pierden ms los que siempre pierden? Vaya uno a saber, la naturaleza nada natural del capitalismo ser as entonces. Habr que aceptarlo? Los sobreadaptados a la biosfera social se recuperan de a poco o ms rpido. Como en los programas de Discovery Channel. Los que viven al lmite, retroceden varios casilleros. La sociedad es un gran Juego de la Oca que hace trampas. Los ngeles, resentidos sociales de un munido ejrcito apocalptico. 39 de mxima. 13 hs. El trnsito hormigueante desde el Google Earth en vivo ofrece la dimensin exacta del colapso urbano mendocino. Esquina de Patricias Mendocinas y Rivadavia. Semforo en rojo. El audio es excelente en mi Google, y desde mi computadora sigo con atencin los dilogos en el estado de la barbarie, en nuestro terrenal infierno. -Dale, la concha de tu madre -grita un tipo con la bocina al palo. -Qu te pasa, pelotudo, no ves que todava est en rojo? -responde el que tiene la delantera. -Pero apurate, pedazo de boludo -insiste el conductor asomado por la ventana de su coche, literalmente sacado. -A quin le dijiste boludo, la puta que te pari? -retruca el primero de la fila de autos. -A vos, conchudo. Qu! Te hacs el malo encima? -hecho sopa se baja del vehculo. -A ver, ven, decimelo ac -redobla el acosado. Todas las bocinas de la ciudad chillan a la vez. El sol extiende sus brazos y quema neuronas ciudadanas. No habra que salir de las casas tras 39. Algunos no pueden respirar y mucho menos pensar. La alta temperatura en el infierno es proclive a la guerra.
El semforo cambi tres veces de color y los tipos se matan a trompadas en la senda peatonal ante el asombro de los nios que ocupan los dos coches en escaramuza. Los dos hombres sangran y sudan, como gallos en plena ria. El acosador del inicio del conflicto tiene fracturado el tabique nasal y su ropa es pura sangre pegoteada en su remera. Al otro le creci una bola enorme en su ojo derecho y escupe un par de dientes. La gente, como si nada, mira gratis un reality show local sin codificar. El da vali la pena para el morbo urbano. Podrn contarlo. Es hora de almorzar, y los autos del atolladero no pueden pasar por los costados de los brbaros. Mientras, los ngeles, replegados por el sol, preparan su ejrcito para atacar por la tarde.
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iciembre es un gran encuentro social. Cada evento es parte del trabajo empresario y la chicas RRPP trabajan como si no trabajaran. O mejor, su trabajo es entretener y orientar, dar charla y sugerir, sin explicitar. Todos simulan divertirse, pero estn trabajando a full, tal vez, ms que en el ao. Las tetas operadas y doradas se ostentan en la mesa del lunch. Una agachadita y el visor del varn-lince ya escane la imagen, la imprimi y la enmarc. Ahora van por la carne, el plato principal.
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Preparadas para seducir y orientar a ejecutivos y empresarios. Tienen entre 25 y 35 aos. Son hermosas, visten bien y se menean con delicada sugerencia. Pelo planchado. Tentadoras para cualquier invitado. Relaciones pblicas de eventos empresariales de alto target social. Saben idiomas y tienen ttulos de posgrado o universitarios; las menos, tecnicaturas. Conocen los cdigos de los negocios y las armas del arte de la pltica con poderosos. Azafatas de tierra que planean sobre el perfume y el glamour. Todo huele bien en Dinamarca. El alabastro y el mrmol, las alfombras y plantas. El poder en el escenario, entre pares. Crujen copas por aqu y por all. Ellas van y vienen. Despiertan fantasas erticas a la medida del champn y del vino. No hay uno que no piense en arrebatarlas y huir por unos das en plan hedonista. Es diciembre y los eventos sociales disimulan -aunque todos hablen por lo bajo- la crisis. Las sonrisas estn pegadas en las caras de los invitados. En la entrada instalan la prtesis de la mscara. La gente mastica y bebe con la mscara puesta -se me viene a la mente Abre los ojos, de Alejandro Amenbar149
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y la sonrisa, a veces, no les permite retener en su totalidad el canap entre los dientes. Son cosas que pasan en las relaciones pblicas para privados. Por supuesto que hay lugar para los recienvenidos -se me viene a la mente Papeles de Recienvenido, del genial Macedonio Fernndez- quienes simulan ser parte. Son los que ms transpiran. Telfonos Blackberry para agendarse, porque quin dijo que todo est tranquilo en cada puesto gerencial? Negocios de la etiqueta y la tecnologa. Quin la tiene ms larga en la fiesta? Cul es el pavo ms apetecible? -Una copa de champn, seorita? -Oh! Muy amable. -Ha venido muy hermosa a la fiesta. -Se agradece, seor. -Dara cualquier cosa por acompaarla. -Cinco mil, gracias. -Entonces la acerco, no puedo desprenderme de su perfume tan fcilmente. Quiere ver las estrellas? -No, quiero tener las estrellas. -Cuntas quiere? -Todas. -Son suyas. -Mmm. -Lo duda? -Y, si no dudara. -No tiene fro? -Un poco. -Entonces vamos a la barra y tomemos un whisky. -Ay s, me encantara! -Su sonrisa es una muestra de diamantes -arremeti con elegancia. -No me hable as, seor por favor, me da vergenza. La noche escupe agua y la ciudad es un gran lago. Una especie de Atlntida sumergida en pleno desierto inundado. Las mascaritas asoman sus narices por
los ventanales del saln del hotel -Bioy lo retratara mejor apelando a su inolvidable cuento Mscaras venecianas-. El paisaje es apocalptico. Sin embargo, la msica sin pausa sigue en el Titanic, negando el afuera. -Estamos en Venecia? -Por qu me lo pregunta? -Me siento un gondolero presto a pasear una reina, mire qu aguacero se desat! -Salud por el piropo. -La llevo entonces? -Cmo no gondolero diluviano. -Por favor, deme su brazo. En la puerta esperan pequeos submarinos, especies de taxis flotantes que se sumergen para emprender el viaje. Diseados para catstrofes acuticas, slo algunos privilegiados pueden acceder a ellos (no puedo dejar de recomedar Vida acutica, de Wes Anderson). -Vio qu hermosa se ve la ciudad bajo el agua? Mire, ah! Esa es la Heladera Soppelsa, quiere recorrer el parque? -S, s, qu emocin! - Aqu estn los portones -seala posando su ndice en la claraboya-, quiere pasar por arriba de ellos? -No, mejor atravesmoslos. - Bien, chofer por favor! sigamos bajo el agua hasta los caballitos de Marly. - Ay! mire, esos animales ahogados, sern del zoolgico? - Y deben serlo, no es comn ver osos y tigres flotando, cuidado con el elefante, chofer! - Y eso qu es? -No se preocupe, es gente buscando de qu agarrarse, no pasa nada. En tanto, la ciudad anegada acumul el agua suficiente para no divisar las referencias. Algunos edificios de gran altura asoman sus cpulas o uno que otro departamento de los ltimos pisos, insuficientes para orientar a los
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nufragos que bracean hacia las copas de los pinos de la Plaza Independencia. Otros han muerto, miles han muerto. Se los trag la tierra o deambulan como fantasmas hinchados bajo el agua. En el hotel, la fiesta contina en el piso quince. Un gentleman de copa en mano realiza, entusiasta, una llamada telefnica: -Celso, mandame una guardia de Albatros, somos 300 y apurate, el agua lleg al dcimo piso. Queremos salir a pasear por la ciudad perdida. No te aflijas, ya fundaremos otra. -Cmo no, mi capitn!
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e ha tocado ir a algunos casorios donde tiran la casa por la ventana. Al ao, me entero que los platos vuelan por las ventanas. Tipos que creyeron cambiar de vida y no pudieron dejar la parranda con los amigos. Mujeres que ya no se bancan que el tipo est de bajn tras bajn porque no pega un buen laburo, y de golpe, patada en el orto y vamo' de juerga con las amigas que te aguantan la caravana.
No paran las noticias de amigos y conocidos que han roto con sus parejas, esposos y concubinos. De un tiempo a esta parte -digamos en los ltimos cinco aos-, ms de la mitad de mis relaciones cercanas se han separado de su media naranja. Un fenmeno que se articula, como evolucin, con familias ensambladas, las cuales ganan terreno en el mosaico social. Adems, no son pocos quienes, tras la ruptura, han decidido vivir solos, directamente. Es muy difcil la convivencia, seoras y seores. Hay menos tolerancia, la vida aprieta, el estrs te come el mate y las explosiones familiares se tornan cotidianas. No est bien ni mal. Est. Es la pura realidad. A algunos pobres hombres no les dejan ver a sus hijos porque no ponen la moneda correspondiente, y a trmino, en la cuenta del banco. Tambin, casos contrarios: la jermu que se pira con un chabn y les deja los pendejos a la madre para que los cre, literalmente.
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Vamos a decir una gran verdad, con disculpas de las lectoras: en las separaciones, el tipo pierde ms. Si no es un potentado, quedar en Pampa y la va, con su auto o bicicleta noms, y sin su casa o sin parte de su casa. Y est, no s si bien o mal, pero est. La vida sigue siendo un carnaval y cada vez somos ms latinoamericanos en ese sentido. En Colombia, Cuba, Venezuela, por nombrar algunos pases, los divorcios/separaciones de hecho superan los matrimonios. Y meta vivir noms. Por caso, en Venezuela, el 62% de las familias est en manos de mujeres solas, segn relata la abogada lida Aponte Snchez, especialista en derechos de la mujer, en una entrevista online del 20 de junio de 2008. En Brasil, cada cuatro casorios se registra una disolucin. En tanto, el porcentaje de divorcios en Cuba es del 64 por ciento. Las estadsticas del Poder judicial en Mendoza hablan de 21,74% de divorcios sobre 7.393 casamientos concretados anualmente. Ocho demandas de divorcio por da se producen en nuestra provincia. Qu se le va a hacer, muchachos y muchachas de Pompeya. Muy linda la licuadora y el juego de cubiertos, los platos y las copas de champn, el juego de sbanas y la tabla de planchar. Pero eso ya no cuenta a la hora de la "guerra de los Roses". En las peleas de pareja -y nadie lo dice-, se produce un verdadero maltrato a los electrodomsticos y a la vajilla. Nadie repara en el juego de platos que te regalaron Mara de los ngeles y Santiago. A quin le importa la multiprocesadora de la ta Modesta? Planchas que vuelan y planean por el firmamento matrimonial. -Mir lo que hago con los platitos de postre que nos regal tu hermana, hijo de puta! -Tom!, metete el batidor en el culo y and hactela plantar por un burro. -Y vos and que te la pongan tu amigos solteros, que bien putos son. As no, muchachos!, un poco de civilidad inglesa. -Has cometido un agravio, Estela, con mi amigo no! -Est bien, fue una noche de alcohol. -Ok, llamemos al abogado.
-Dale, Francisco, me parece perfecto. As se hace, muchachos! Tranquilos, clonazepaneados, reflexivos. -Ya te uniste de hecho, Graciela? - S, Roberto, encontr a la persona de mi vida. -Me alegro, Graciela. -Y vos? -Yo no. Estoy introspectivo sabes?, leo mucho a Chopra. -Qu bueno, Roberto. Quers que nos juntemos a cenar los tres? -Dale, me encantara! -Qu comemos? -Y estara un buen chivito a las brasas! -Lo decs por los cuernos? -Nooo, corazn, no seas paranoico. -Ok, chivito a las brasas. - Te siguen doliendo los cachitos, Roberto? -Y un poco, pero el mdico me dijo que se cura. -Con qu? -Ponindome un buen gorro. -Qu bueno, Roberto! -Dale, Gra, te llamo la semana que viene y combinamos. -Ay!, justo la semana que viene no podemos, nos juntamos con un matrimonio amigo, tendr que ser la otra, igual te llamo y vemos, dale? -Ok. Chau, Graciela, suerte! -Chau chau
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igo, si de lo que se trata es de comprobar el carcter nocivo del consumo de drogas, pues no sera una mala idea, se me ocurre, organizar un debate legislativo en el cual cada uno de los legisladores se fume un porrito antes de la sesin. Adems, podramos ah corroborar si los tipos atinan con alguna idea, tal vez ms lcida, sobre la problemtica. Un experimento mdico-poltico televisado por los canales locales.
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-Seor presidente, pido la palabra. Presidente: -Pero cmo nooooo, mi herrrrmano!, es toda suya. Usted, desde este preciso momento tiene la palabra lo escuchamos -Cmo! dnde esta la palabra?, Juajuajuajuajuajuajua -explota a carcajada pelada el diputado opositor, quien no entendi que tena que empezar su argumentacin. "Jejejejejejejejejejeje", se escucha el murmullo a coro de los presentes. -Yo la encontr!, dijo uno con cara de tigre, muy sonriente-, ahora la tengo yo. Presidente: -Muy bien, diputado, ahora es usted el que puede hacer uso de la palabra que perdi el diputado anterior por favor, les pido no perder la compostura, ni la palabra... jajaja -Gracias, presi (tose tres veces, se traga el gorgojo y arranca). -Hermanos y hermanas, compaeros y compaeras, correligionarios y correligionarias:
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estamos aqu, en este recinto, en la Honorable Cmara de Diputados de nuestra provincia, Mendoza, Argentina, ubicada al oeste de la republica, a 1.200 kilmetros. de la Capital Federal; que limita con las provincias de Neuqun, San Luis, y San Juan, donde la produccin ms importante que nos distingue ante el mundo es la vitivincola, s, vitivincola. (cric, cric, cric). Pasan tres minutos y el diputado qued en un cuelgue absoluto mirando la araa lumnica del recinto, extasiado por su ornamentacin, pensando en vaya a saber qu carajo Retoma el diputado: -Gracias, seor presidente, enseguida pido la palabra de nuevo, tengo que encontrar los papeles con la informacin de lo que iba a decir. Creo que se me cayeron al piso, juajuajuajuajuajua -estalla el tipo con los ojos rojos.
"Jejejejejejejejejejejejeje", se escucha nuevamente el murmullo de los presentes. Presidente: -Como presidente de este cuerpo, legislativo aclaro, les solicito a los miembros de este honorable cuerpo, s, cuerpo, el mismo que mencion hace unos segundos, el legislativo, o sea, ustedes, les pido, a quien pueda hilvanar un argumento, pida la palabra o calle para siempre no, perdn; mejor, si nadie puede pedir la palabra, hacemos un cuarto intermedio, nos fumamos otro charuto y enseguida volvemos... qu talca?, les parece? Alguien tiene algo dulce, un caramelito o un chicle que me facilite, muchachos. -Yo!, Yo!, dijo un diputado demcrata levantando y moviendo la mano con un encendedor prendido como si estuviera en un recital de Piero. Presidente: -Bueeeenooo, gracias, me lo tira de ah noms? Yo lo atajo, no se moleste en venir hasta aqu, mi amigo -No, no, yo quiero pedir la palabra -aclar el ganso hippie-, pero si quiere me cruzo al kiosco de enfrente y le compro unos Sugus, son muy copados. O si no traigo los palitos de la selva, compro una bocha y vuelvo, quieren? -dice mirando a todos los presentes con cara de nada. Presidente: -Bueno, seores, el diputado demcrata ha hecho una propuesta concreta, se ofrece ir a comprar un paquete de Sugus al kiosco de enfrente o
una bocha de palitos de la selva. Propongo entonces que votemos as avanzamos. Levanten la mano por la afirmativa. Todos los diputados levantan la mano con sus encendedores. -Ahora pasemos a votar en particular: Sugus o palitos de la selva? Levanten la mano quienes quieres Sugus. Todos los diputados levantan la mano con sus encendedores. -Bueno, seores diputados, la propuesta ha sido aprobada por unanimidad, pase a su resolucin, regstrese y publquese en el Boletn Oficial. Ahora vaya noms, amigo ganso, compre para todos. Ah! y unos Alca de menta fuerte, por favor digo ya que va de paso, es que producen ms saliva pa estos casos, ajajajajajajaja -dijo el presidente despatarrado de risa con la corbata floja. "Jejejejejejejejejejejejejejejeje", se escucha el murmullo generalizado. -En ese momento empiezan a sonar todos los celulares. Algunos atienden, otros los dejan que suene sin mosquearse porque se colgaron con la msica que tienen grabada para recibir sus llamadas. Un verdadero combo musical de Rapap con Chayanne, ACDC, "la marchita" y la cancin de Bartney y sus amigos, muy descolgada por cierto. -Hooolaaa, s, quin viveee? -atina con su telfono un diputado radical muy despreocupado. -Roberto, soy yo, Dbora, tu mujer! -Ahhh, hola, mi amor, qu pas, todo bien, los chicos bien, vos bien? Qu morfamos hoy? Te parece un asadito para esta noche? Yo lo hago, de paso invitate al Walter con su familia y decile que se lleve esos champuces que se afana en la bodega donde trabaja jejejejeje -No, pelotudo!, todo mal, estn haciendo un papeln terrible, todo sale en televisin y se les nota que no pueden atinar a nada. Se volvieron todos locos? -No os preocupis, Deborita, est todo muy bien aqu, la estamos pasando
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brbaro. Adems, esto da para rato, viste cmo es esto!pero, papeln? Naaaaaaaa, somos tipos abiertos que estamos debatiendo un tema trascendental para la juventud mendocina. Qu, el debate no tiene vuelo? Jejeje, Hola?, hooola? Bue, me cort la muy guacha. Ah no!, ah ests, Deborita, que pas entonces?, es que apret cualquier tecla del celu, jejejejeje -Pero no te das cuenta, salame? La gente se los va a comer vivos a todos estpido! -retruca Dbora encendida en llamas. -Vivos?, qu asco!, jajajajajaja. No, mi amor, es un chiste, bueno, ahora nos ponemos las pilas te cortoooo, chauuuu. Ajujujujujujuju -el tipo no poda parar de rerse. -Che! -le dice un diputado de la bancada justicialista a otro-, me parece que no hay qurum pa' seguir. Y si nos vamos a tomar un feca a la vuelta y nos borramos al joraca?, porque como viene la mano, de aqu nos vamos todos en cana -En canabis!, completa de atrs un diputado jovencito que nadie conoca, hacindose el gracioso -Y s, que se cague la bandera as no se puede laburar, rajemos ahora. En eso vuelve el presidente de la cmara. Con el pelo mojado y en remera, agarra el micrfono y parado les dice a los presentes: -Seores y seoras, diputados y diputadas, debemos reconocer que el debate se fue de las manos, hace cinco horas que estamos aqu y nadie ha presentado un argumento vlido a favor o en contra de la despenalizacin. Por tanto, propongo levantar la sesin para otro momento. Adems, se acabaron los caramelos. As no se puede seguir. Los diputados, sin entender lo que les propona el presidente, vuelven a levantar la mano con sus encendedores. "Jejejejejejeje", se escucha en "el saln de los fasos perdidos", que a esa altura era una nube o una nave.
Sin embargo, la sesin, desnaturalizada por completo, se levanta sola. Todos los diputados se van colgaditos de la palmera con una carpetita bajo el brazo. Se atropellan para salir del recinto, algunos caen al piso y se quedan ah, despatarrados, cagndose de risa por el blooper. El bloque demcrata sali ordenadito, uno tras otro, como los gansos, vio?, peinados a la gomina, como cuando entraron, pero todos de la nuca. Los peronistas se fueron hace rato y los radicales, en la puerta, se quedaron "malpegados" discutiendo una interna. Mientras, la gente en sus casas cambiaba de canal, a la televisin pblica. Como si volvieran al pasado, Juan Alberto Bada los entretuvo por un rato.
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l viajero, en algn momento, tiene que morir. Dilapidar una muerte. Si al fin de cuentas la meta a cumplir era volver para recordar, porque todo presente es ms poderoso, y es de ese presente del que hay que zafar para no quedarse pegado en la instantnea. El clic de la foto, como dijo Barthes, es en algn modo "el clic de la muerte". Somos lo que dejamos atrs. El pasado se construye hacia adelante.
Muri en Salvador de Baha "una" de las muertes, de las que se descuentan para el viajero, despus de cada arribo a su morada. El viaje ha concluido, al menos, en una de sus formas: la del traslado fsico-mental. Y se vuelve con el cadver a cuestas, como en la pelcula La gente finalmente vuelve a casa, realizada por el genial director chino Zhang Yang, donde el amigo carga con el peso de su compaero fallecido en un bar, iniciando el periplo del regreso con el fin de enterrarlo junto a sus familiares, promesa de lealtad hecha y cumplida. Todo viajero muere con las canciones de despedida que le brindan los mares, los ruidosos bares, las muchedumbres de las ciudades, las sonrisas de las personas que entraron en su vida de recuerdos, pero tambin en los intersticios inexplicables de la soledad que brindan camas ajenas. Entonces, ya ni las fotos cuentan, mucho menos las filmaciones, los mensajes y correos electrnicos. Ahora talla la evocacin en la vigilia en su lecho, a las 4 de la maana, sobre la almohada fresca por la helada. Anoche he visto una hermosa pelcula sobre Brasil. Un film que registraron mis ojos, slo mis ojos y mi cuerpo. Traje miles de kilmetros el cadver del viajero a mis espaldas, camino a casa. Y era necesario acarrearlo para confiarlo
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en el fondo de la cabaa junto a mis animales, en el piedemonte, a fro seco y bajo tierra. Gast un viaje ms en la vida, todos lo hacemos cuando viajamos y regresamos. Las vueltas, los regresos, siempre se tornan ms pesados. Todo a cuestas duele ms de vuelta que de ida. La liviandad de la ida es tal vez proporcionalmente equivalente a la pesadez del retorno. El recuerdo incorporado har vivo aquel presente para deleitar otro presente enriquecido y entristecido, pero ms enrgico. Como cuando uno deja un gato o un perro lejos para desprenderse de l, y al tiempo el animalito vuelve. Vaya uno a saber por qu camino, pero vuelve. Vaya a saber cuntos das demorar la repatriacin, pero regresa. Y uno ver luego al gato o al perro, maullando o meneando la cola, dormido en el mismo rinconcito sobre el almohadn o el silln, como si nada hubiese ocurrido. El animal nos ha perdonado una vez ms. Y, por supuesto, lo primero que hacemos es ofrecerle un soberbio plato de comida. En este caso, un bruto asado junto a mis amigos.
Marcelo Padilla naci el 9 de abril de 1968 en la provincia de San Juan, Argentina. Sin embargo, su fecha legal de nacimiento result ser el 15 de abril. Tampoco su nombre original es Marcelo Padilla sino otro, que no se revelar en este caso. Tiene en su haber dos partidas de nacimiento "originales". Vivi en la vecina provincia hasta los 7 aos y recal en Mendoza en 1977. Se hizo hincha del Tomba, al cual fue a alentar desde los ocho aos con su padre, y ahora lleva a sus hijos, sin escalas, desde la Liga Mendocina a la primera divisin. Dedic sus aos a no saber nunca qu iba a ocurrir la maana siguiente. As es que tras una mujer emigr a Holanda, Espaa y Egipto durante un ao. A su regreso, dedic buena parte de su vida a la msica. Fue cantante de la mtica banda Salvages Unitarios (1991-2005) y desde 2007 afina la gola en Elegante Sport. A todo esto, se licenci en Sociologa en la UNCuyo (1995) y egres de FLACSO como Magister en Sociologa y Ciencia Poltica (2008). Es docente de Antropologa Social y Cultural y de Sociologa Sistemtica en la Facultad de Ciencias Polticas y Sociales. Ha dirigido la serie de la revista Confluencia, de la Carrera de Sociologa de la Facultad de Ciencias Polticas y Sociales de la UNCuyo, de 2004 a 2006. Ha publicado en coautora los libros Extramuros: la historia del movimiento social del rock mendocino (2002), FCPYS reeditado por EDIUNC (2009) y Voces de los jvenes desde la vulnerabilidad (2001) FIDIPS. Fue colaborador en distintos medios de la provincia y desde 2007 es columnista del diario digital MDZ online.
Partir es morir un poco Dej vu 1982: Fuckland El ao de la esperanza El diablo es mal pagador con el noctmbulo Pjaros de la guarda El hombre que est solo y no espera Con un nudito en la garganta La ltima camiseta del rengo aguilera est en mi guardarropa Las infelices pascuas de la profesora enamorada No quiero tener un milln de amigos Pesebres antidepresivos Postal desde las brasas El sexo virtual te pone al palo a las 7 de la maana La era del culo La psicloga es una perra hermosa Cmo no vas a desear a la mujer de tu prjimo La reina desnuda Reinas en cautiverio en el hotel embrujado Taxi driver a la mendocina Mendoza en guerra desde Google Earth Azafatas de tierra y caprichos diluvianos Muy linda la licuadora El saln de los fasos perdidos Con el cadver a cuestas
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se termi n de impri mir en los talleres grfi cos corsino p roVinci a de m endoza | arg entina | d iciembr e | 2010.