Libro de Los Jubileos
Libro de Los Jubileos
Libro de Los Jubileos
INTRODUCCION
El Libro de los Jubileos es una de las más importantes obras pseudoepigráficas del Antiguo Testamento, tanto por su
extensión relativa como por su coherente contenido.
El rasgo, muy propio de esta obra, de presentarse como una revelación efectuada por encargo divino y en primera
persona por un ángel «de la faz», o «divina presencia»- a Moisés en el monte Sinaí. Aquél le hace depositario de las
tablas de la Ley y, a la vez, de profecías completas sobre las gracias y desgracias que alcanzarían a Israel.
El Libro de los Jubileos ha recibido también otras denominaciones , fácilmente explicables por su contenido, como la de
«Pequeño Génesis» «Apocalipsis de Moisés», «Testamento de Moisés», «Libro de las Hijas de Adán» y «Vida de
Adán» , a las que hay que añadir, por supuesto, la de la versión etiópica, Mashafa Kufale, «Libro de la distribución (de
los días de la ley... , etc.)>>, que podría muy bien ser la original.
Su autor es anónimo como en todo este tipo de obras.
Entre los manuscritos del Mar Muerto se han encontrado catorce fragmentos hebreos de varias copias de Jub. Jub refleja
el ideario básico de la comunidad
esenia en el puesto supremo y validez eterna de la ley, en el afán por mantener a Israel apartado de la impureza e
idolatría gentiles e incluso en la adopción del calendario solar. Hay que reconocer, sin embargo, que otras ideas básicas
de la comunidad de Qumrán no aparecen en Jub, quizá debido a su propósito de insistir sólo en los dos primeros libros
del Pentateuco.
En resumen, pues, el autor de Jub es probablemente un sacerdote, anónimo, con un ideario básicamente esenio, pero
que no forma parte estrictamente de esa comunidad, por ser un «protoesenio» o un miembro independiente de ella.
Esto nos lleva de la mano a la cuestión de la fecha de redacción y unidad de composición de Jub.
Davenport, quien, basándose en un minucioso análisis del carácter escatológico central de la obra, concluye que no
pertenece a un solo autor, sino a varios, -considerando en su composición tres fases sucesivas: a) el discurso del ángel,
orientado a la enseñanza y legitimación de la Torá, que debe proceder del período inicial macabeo anterior a las guerras
(finales del siglo III o comienzos del II a. C.); b) segunda edición escatológica, que refleja las tribulaciones de la lucha
contra los monarcas seléucidas originadas por las culpas de Israel, pero mitigadas por la fe y esperanza en el triunfo
final, cuyo contexto más apropiado son las guerras macabeas (166-160 a. C.), y c) redacción final, inspirada en la
temática del santuario
como centro de Israel, que se inclina a situar en Qumrán durante los reinados de Simón y Juan Hircano (140-104 a. C.).
Debemos señalar, sin embargo, que el conjunto del libro ofrece una robusta impresión de unidad, sin fisuras ni soluciones
de continuidad. El último editor, por tanto, debió de elaborar y remodelar el conjunto de la obra.
(MASHAFA KUFALE)
Estas son las palabras de la distribución de los días de la ley y el testimonio de los hechos en los años, sus septenarios y
sus jubileos, en todos los años del mundo, tal como lo comunicó el Señor a Moisés en el monte Sinaí, cuando subió a
recibir las tablas de piedra de la ley y los mandamientos por orden del Señor, según le dijo: «Sube a la cima del monte».
1 1 En el año primero del éxodo de los hijos de Israel de Egipto, en el tercer mes, el dieciséis de este mes, habló el
Señor a Moisés:-Sube al monte, donde yo estoy, y te daré dos tablas de piedra con la ley y los mandamientos, que
enseñarás tal como los he escrito.
2 Subió Moisés al monte del Señor, y su gloria se asentó sobre el Sinaí, y una nube lo cubrió por seis días.
3 Al séptimo día, el Señor llamó desde la nube a Moisés, que vio la gloria del Señor como fuego ardiente en la cima del
monte.
4 Moisés permaneció en el monte cuarenta días y cuarenta noches, y el Señor le mostró lo pasado y lo futuro de la
distribución de todos los días de la ley y la revelación.
5Dijo: -Presta atención a todo lo que voy a decirte en este monte y escríbelo en un libro, para que vean sus generaciones
que no les perdonaré el mal que hicieren, descuidando la norma que establezco hoy entre tú y yo, por siempre, en el
monte Sinaí.
6 Ocurrirá, cuando les llegue cualquier castigo, que estas palabras darán testimonio contra ellos, y caerán en la cuenta
de que yo soy más justo que ellos en todas sus leyes y acciones, y que he sido con ellos fiel.
7 Tú copia estas palabras que hoy te comunico, pues conozco su contumacia y dura cerviz desde antes de traerlos a la
tierra que prometí a sus padres, Abrahán, Isaac y Jacob, cuando dije: «A vuestra descendencia daré una tierra que mana
leche y miel; comerán, se hartarán»,
8 y se volverán a dioses falsos, que no los salvarán de ninguna tribulación: óigase esta revelación como testimonio
contra ellos.
9 Olvidarán todos mis mandamientos, todo lo que les ordeno; se irán tras los gentiles, sus abominaciones e ignominias,
darán culto a sus dioses que les servirán de escándalo, tribulación, dolor y añagaza.
10 Muchos perecerán, serán cogidos y caerán en manos del enemigo, pues abandonaron mi ley y mis mandamientos,
las festividades de mi alianza, mis sábados, mis santuarios, que me consagré entre ellos, mi. Tabernáculo y mi templo, el
que me santifiqué en la tierra para poner mi nombre sobre él permanentemente.
11 Se harán túmulos, bosques sagrados e ídolos, adorando vanamente cada cual al suyo, sacrificando sus hijos a los
demonios y a todas las falsas obras de sus corazones.
12 Enviare a ellos testigos para exhortar1os, pero no escucharán e incluso los matarán. Perseguirán a los que estudien la
ley, la abolirán toda y pasarán a obrar mal ante mis ojos. 13 Yo les ocultaré mi rostro, entregándos a manos de los
gentiles para ser esclavizados, presos y devoralos, y los echaré de la tierra de Israel, dispersándolos entre las naciones.
14 Olvidarán toda mi ley, mis mandamientos y mi legislación, equivocando el novilunio, el sábado, la festividad, el
jubileo y la norma.
15 Entonces se volverán a mí de entre las naciones con todo su corazón, todo su espíritu y toda su fuerza; los
congregaré de entre todas ellas, y me rogarán que vaya a su encuentro. Cuando me busquen con todo su corazón y todo
su espíritu, yo les mostraré una salvación plena en la justicia.
16 Los convertiré en vástago recto con todo mi corazón y todo mi espíritu, y vendrán a ser bendición y no maldición,
cabeza y no cola.
17 Construiré mi templo, y moraré entre ellos; seré su Dios, y ellos serán mi pueblo verdadera y justamente. 18 No los
abandonaré ni repudiaré, pues yo soy el Señor, su Dios.
19 Entonces Moisés cayó de bruces y oró así: -Señor y Dios mío, no dejes a tu pueblo y heredad seguir el extravío de sus
corazones, ni los entregues a manos de sus enemigos gentiles, que los sojuzguen y hagan pecar contra ti.
20 Alcese, Señor, tu misericordia sobre tu pueblo, y créales un espíritu recto; no los rija el espíritu de Beliar, para
acusarlos luego ante ti, apartándolos de todo sendero justo de modo que perezcan ante tu faz.
21 Ellos son tu pueblo y heredad que has librado con tu gran poder de manos de los egipcios. Créales un corazón puro y
un espíritu santo, para que no tropiecen en sus pecados desde ahora por siempre.
22 Respondió el Señor a Moisés: -Yo conozco la terquedad de su pensamiento y su dura cerviz: no escucharán para
conocer su pecado y los de sus padres.
23 Pero luego se volverán a mí con toda rectitud, todo corazón y todo espíritu. Cortaré el prepucio de sus corazones y
los de su descendencia, y les crearé un espíritu santo, purificándolos para que no se aparten de mí desde ese día por
siempre.
24 Su alma me seguirá a mí y todos mis mandamientos, que serán restaurados entre ellos: yo seré su padre, y ellos, mis
hijos.
25 Serán llamados todos hijos de Dios vivo, y sabrán todos los ángeles y espíritus que ellos son mis hijos, y yo, su padre
recto y justo y que los amó. 26 Tú escribe todas las palabras que hoy te comunico en este monte, lo pasado y lo
venidero, con la distribución de los días de la ley y la revelación y de los septenarios de los jubileos hasta siempre, hasta
que yo descienda y more con ellos por todos los siglos de los siglos.
27 Dijo entonces al ángel de la faz: -Escribe a Moisés (lo ocurrido) desde el principio de la creación hasta que me
construyan mi templo entre ellos por los siglos de los siglos y se muestre el Señor a los ojos de todos y sepan que yo soy
el Dios de Israel, padre de todos los hijos de Jacob, rey eterno en el monte Sión y sean Sión y Jerusalén santos.
29 Y el ángel de la faz, que marchaba ante los tabernáculos de Israel tomó las tablas de la distribución de los años desde
la creación las de la ley y la revelación por septenarios y jubileos, según cada año, en todo el cómputo anual de los
jubileos, desde el día de la creación hasta que se renueven los cielos y la tierra y toda su estructura de acuerdo con las
potencias celestiales, hasta que se. cree el templo del Señor en Jerusalén, en el monte Sion, y todas las luminarias se
renueven para remedio, salvación y bendición de todos los elegidos de Israel, y sea así desde ese día por siempre en la
tierra.
2 1Dijo el ángel de la faz a Moisés, por orden del Señor: -Escribe toda la narración de la creación: cómo en seis días
terminó el Señor Dios toda su obra y lo que había creado, cómo descansó el día séptimo, santificándolo por toda la
eternidad y estableciéndolo como señal de toda su obra.
2 En el primer día creó el cielo superior, la tierra, las aguas, todos los espiritus que ante el sirven, los ángeles de la faz,
los ángeles santos, los del viento de fuego, los ángeles de la atmósfera respirable, los ángeles del viento de niebla, de
tiniebla, granizo, nieve y escarcha, los ángeles del trueno y los relámpagos, los ángeles de los vientos de hielo y calor, de
invierno, primavera, verano y otoño, y todos los vientos de la obra de cielos y tierra, los abismos, la tiniebla [el atardecer
y la noche], la luz, la aurora y el crepúsculo, que él preparó con la sabiduría de su corazón.
3 Entonces vimos su obra, y lo bendijimos y alabamos en su presencia a causa de toda ella, pues había hecho siete
grandes obras en el primer día.
4 En el segundo día hizo el firmamento entre aguas, dividiéndose éstas en aquel día: la mitad subió a lo alto, y la otra
mitad descendió bajo el firmamento, sobre la superficie de la tierra. Sólo esta obra hizo en el segundo día.
5 En el tercer día dijo a las aguas: -Trasládense de la superficie de toda la tierra a un lugar, y muéstrese la tierra firme.
6 Así lo hicieron, tal como les ordenó. Se retiraron de la faz de la tierra a un lugar, fuera de este firmamento, de modo
que apareció la tierra firme.
7 En aquel día creó todos los mares en cada lugar de confluencia, todos los ríos y cursos de agua en los montes y en
toda la tierra, todos los estanques y todo el rocío, las semillas para la siembra y todo lo que germina, los árboles frutales,
los bosques y el Jardín del Edén de las delicias y todo: estas cuatro grandes obras hizo en el día tercero.
8 En el cuarto día hizo el sol, la luna y las estrellas. Los colocó en la bóveda celeste para que iluminaran toda la tierra,
gobernaran el día y la noche, y separaran la tiniebla y la luz. 9 El Señor puso el sol sobre la tierra como gran señal de días,
semanas, meses, festividades, años, septenarios, jubileos y todas las estaciones.
10 Separa la luz de la tiniebla y es la salud por la que prospera cuanto germina y crece sobre la tierra. Estas tres especies
hizo en el día cuarto.
11 En el día quinto creó los grandes cetáceos en los abismos acuáticos, pues éstos fueron los primeros seres carnales
hechos por sus manos, los peces y cuanto se mueve en el agua y todo lo que vuela: las aves y todas sus especies.
12 El sol salió sobre ellos para su salud y sobre cuanto había en la tierra, cuanto de ella germinaba, todos los árboles
frutales y todo ser carnal. Estas tres especies hizo el quinto día.
13 El día sexto hizo todas las bestias terrestres, todos los animales y reptiles 14 y, después de todo esto, hizo al hombre.
Varón y mujer los hizo, dándoles poder sobre cuánto hay en la tierra y en los mares, sobre los volátiles, sobre toda
bestia, animal y reptil: sobre toda la tierra y sobre todos éstos le dio poder. Estas cuatro especies hizo en el día sexto, 15
alcanzando un total de veintidós especies. 16 Acabó su obra el día sexto, todo lo que hay en los cielos y la tierra, en los
mares y los abismos, en la luz y la tiniebla y en todo.
17 El Señor nos dio como gran señal el día del sábado, para que trabajemos durante seis días y descansemos el séptimo
de todo trabajo. 18 A todos los ángeles de la faz y a todos los ángeles santos, estas dos grandes clases, nos ordenó que
descansáramos con él en el cielo y la tierra, 19 y nos dijo: -Me escogeré un pueblo entre todos los pueblos. También
ellos observarán el sábado, los consagraré como mi pueblo y los bendeciré. Como santifiqué el día del sábado, así me los
santificaré y bendeciré; serán mi pueblo, y yo seré su Dios.
20 He escogido a la estirpe de Jacob de cuantos he visto, y me lo he designado como hijo primogénito, santificándomelo
por toda la eternidad: les enseñaré el sábado, para que en él descansen de todo trabajo.
21 Ese día lo creó el Señor como señal para que también ellos descansen con nosotros en el día séptimo. Que coman,
beban y bendigan al que creó todo, así como bendijo y santificó para sí a un pueblo que sobresale por encima de todos
los pueblos, para que observe el sábado juntamente con nosotros. 22 y su voluntad dispuso que ascendiera buen aroma
aceptable ante él siempre.
23 Veintidós patriarcas hay de Adán a Jacob, y veintidós especies de obras fueron hechas hasta el día séptimo: éste es
bendito y santo, y aquél también es bendito y santo. Uno y otro existen para santidad y bendición,
24 y a éste le fue dado ser santificado y bendito como lo fue el séptimo día en todos los días benditos y santos de la
revelación y ley primera.
25 El Señor creó los cielos y la tierra, y todo lo que creó lo realizó en seis días, e hizo el día séptimo santo para toda su
obra. Por eso ordenó que todo el que en él haga cualquier trabajo muera, y quien lo profane muera ciertamente.
26 Ordena tú a los hijos de Israel que guarden este día, santificándolo y no haciendo en él ningún trabajo; que no lo
profanen, pues es más santo que todos los demás días.
27 Todo el que lo mancille muera sin remedio. Quien haga en él cualquier trabajo muera por siempre, de modo que los
hijos de Israel guarden este día por todas sus generaciones y no sean desarraigados de la tierra, pues es un día santo y
bendito.
28 Todo hombre que lo guarde y descanse en él de todo trabajo será siempre santo y bendito como nosotros.
29 Comunica a los hijos de Israel la sentencia sobre este día: que descansen en él y no lo descuiden por error de sus
corazones no sea que se hagan en él acciones que no deban ser, obrando en él conforme a su propia voluntad. Que no
preparen en él nada que vayan a comer o beber, ni saquen agua, ni metan o saquen cualquier objeto transportable por
sus puertas que ellos no hubiesen dejado preparado para hacer en sus moradas el día sexto.
30 No metan ni saquen nada de casa a casa en ese día, pues es más santo y bendito que todos los días jubilares.
En él descansamos en los cielos desde antes de que se enseñara a todo mortal en la tierra a descansar en él. 31 El
Creador de todo bendijo el sábado, pero no santificó a todo pueblo y nación con su observancia, sino sólo a Israel: sólo a
él lo dio para que coman, beban y descansen sobre la tierra. 32 El Creador de todo dispuso este día para bendición.
santidad y gloria, entre todos los días. 33 Esta ley y revelación fue dada a los hijos de Israel como ley eterna para todas
sus generaciones.
3 1 En los seis días de la segunda semana llevamos a Adán, por orden del Señor, todas las bestias, animales, aves,
reptiles y seres acuáticos, según sus especies y formas. En el primer día, a las bestias; a los animales, en el segundo; a las
aves, en el tercero; a todos los reptiles, en el cuarto a los seres acuáticos, en el quinto.
2 Adán dio nombre a cada uno: tal como los llamó, así fue su nombre.
3 En estos cinco días estuvo viendo Adán que todos ellos, toda especie de la tierra, eran macho y hembra, mientras él
estaba solo y no hallaba compañero semejante a él que le ayudase.
4 El Señor nos dijo: -No es bueno que esté el hombre solo: hagámosle un auxiliar como él.
5 Y el Señor nuestro Dios, le infundió un sopor, de manera que se durmió. Tomó para formar a la mujer uno de sus
huesos. Y así lo hizo: aquella costilla es el origen de la mujer. Y arregló con carne su lugar tras formar a la mujer.
6 El Señor despertó a Adán de su sueño. Este se levantó, en el día sexto, y Dios le trajo su mujer. Adán la vió y exclamó:
-Esto es, pues, hueso de mi hueso y carne de mi carne: ésta será llamada hembra, pues de hombre fue tomada.
7 Por esto serán el hombre y la mujer uno; por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a la mujer, y
serán una sola carne.
8 En la primera semana fue creado Adán y la costilla que habría de ser su mujer; en la segunda semana se la mostró: por
eso se dio orden de guardar una semana por varón, y dos por hembra, en la impureza de ellas.
9 Cuando Adán hubo pasado cuarenta días en la tierra donde fue creado, lo llevamos al Jardín del Edén, para que lo
labrara y guardara, y a su mujer, a los ochenta días, tras los cuales entró en el Jardín del Edén.
10 Por esto se escribió un mandamiento en las tablas celestiales sobre la parturienta: «Si da a luz un varón, permanecerá
en su impureza una semana, los siete días primeros, y treinta y tres días luego en sangre de purificación, sin tocar nada
sagrado, ni entrar en el templo, hasta que se cumplan estos días por varón.
11 Y por hembra, permanecerá en su impureza dos semanas, los catorce primeros días, y sesenta y seis días luego en
sangre de purificación, siendo el total ochenta días».
12 Tras cumplir estos ochenta días la hicimos entrar en el Jardín del Edén, pues es más santo que toda la tierra, y todos
los árboles en él plantados son santos.
13 Por eso se fijó a la que pare varón y hembra su norma de estos días: -«No toque nada sagrado ni entre en el templo
hasta cumplirse estos días por el varón y por la hembra».
14 Esta es la ley y revelación que fue escrita a los hijos de Israel: guárdenla perpetuamente.
15 Durante el primer septenario del primer jubileo estuvieron Adán y su mujer en el Jardín del Edén, labrando y
guardándolo, pues le dimos labor y le enseñábamos a hacer cuanto es propio del trabajo.
16 Estuvo trabajando desnudo, sin darse cuenta ni avergonzarse, guardando el jardín de las aves, las bestias y los
animales, recogiendo sus frutos, comiendo y dejando un resto para él y su mujer: dejaba lo que había de guardarse.
17 Al final de los siete años que pasó allí, siete años exactos, el diecisiete del segundo mes, llegó la serpiente, se acercó a
la mujer y le dijo: -¿El Señor os ha ordenado no comer ningún fruto de los árboles del jardín?
18 Ella respondió: -De todos los frutos de los árboles del jardín nos ha dicho el Señor:
«Comed»; pero del fruto del árbol que está en medio del jardín nos ha dicho: «No comáis, ni lo toquéis, no sea que
muráis».
19 Dijo la serpiente a la mujer: -No es que vayáis a morir, sino que sabe el Señor que, el día en que comáis de él, se os
abrirán los ojos y seréis como dioses, conociendo el bien y el mal.
20 Viendo la mujer que el árbol era placentero y agradable a la vista, y sus frutos buenos de comer, tomó de ellos y
comió.
21 Luego cubrió sus partes verendas con hojas tempranas de higuera y dio a Adán, que comió, abriéndosele los ojos y
viendo que estaba desnudo.
22 Cogió, entonces, hojas de higuera y, cosiéndoselas, se hizo un ceñidor y cubrió sus vergüenzas.
23 El Señor maldijo a la serpiente y se enojó con ella perpetuamente.
También se enojó contra la mujer, pues había escuchado la voz de la serpiente y comido. Le dijo:
24 -Ciertamente multiplicaré tus dolores y congojas: con dolor parirás hijos, de tu marido dependerás, y él te gobernará.
25 y a Adán le dijo: -Porque has escuchado la voz de tu mujer y has comido de este árbol, del que te ordené no comer,
será maldita la tierra por tu causa, produciéndote espinas y abrojos. Y comerás tu pan con el sudor de tu rostro, hasta
que vuelvas a la tierra de donde fuiste tomado, pues tierra eres y a la tierra volverás.
26 Luego les hizo vestidos de piel, se los puso y los echó del Jardín del Edén.
27 Y el día en que salió del Jardín, ofreció Adán un buen aroma, aroma de incienso, gálbano, mirra y nardo, por la
mañana cuando salía el sol, el día en que cubrió sus vergüenzas.
28 En aquel día quedaron mudas las bocas de todas las bestias, animales, pájaros, sabandijas y reptiles, pues hablaban
todos, unos con otros, en un mismo lenguaje e idioma.
29 Dios expulsó del Jardín del Edén a todo mortal que allí había: todos fueron dispersados, según sus especies y
naturaleza, hacia e11ugar que se les había creado.
30 Pero sólo a Adán permitió cubrir sus vergüenzas entre todas las bestias y animales.
31 Por eso fue ordenado en las tablas celestiales a cuantos conocen el temor de la ley que cubran sus vergüenzas y no se
descubran, como hacen los gentiles.
32 A primeros del cuarto mes salieron Adán y su mujer del Jardín del Edén y moraron en la tierra de Elda, su país de
origen. 33 Adán puso a su mujer el nombre de Eva. 34 No tuvieron hijos durante el primer jubileo, tras el cua1 1a
conoció. 35 Y él trabajaba la tierra como había aprendido en el Jardín del Edén.
4 1 En el tercer septenario del segundo jubileo, parió Eva a Caín, y en el cuarto a Abel, y en el quinto a su hija Awan.
2 A comienzos del tercer jubileo, Caín mató a Abel, porque Dios aceptaba la ofrenda de sus manos, pero no su sacrificio.
3 Lo mató en el campo, y su sangre clamó de la tierra al cielo, quejándose por el muerto.
4 El Señor reprendió a Caín a causa de Abel, por haberlo matado. Lo hizo errante sobre la tierra a causa de la sangre de
su hermano y lo maldijo.
5 Por eso se escribió en las tablas celestiales: «Maldito sea quien hiera a otro con maldad». Y dijeron cuántos lo vieron y
oyeron: «Así sea; y el hombre que lo vea y no lo diga, sea también maldito».
6 Por eso vamos a comunicar al Señor, nuestro Dios, todo pecado que haya en el cielo y la tierra, en luz y tiniebla, y en
todo.
7 Adán y su mujer estuvieron en duelo por Abel cuatro septenarios. Pero al cuarto año del quinto septenario se
alegraron, y conoció nuevamente a su mujer, que le parió un hijo al que puso de nombre Set, pues dijo: «Nos ha
suscitado el Señor otra semilla sobre la tierra, en lugar de Abel, ya que lo mató Caín».
8 En el sexto septenario engendro a su hija Azura.
9 Caín tomó por mujer a su hermana Awan, que le parió a Henoc al final del cuarto jubileo. En el año primero del primer
septenario del quinto jubileo se construyeron casas en la tierra, y Caín construyó una ciudad a la que dio el nombre de
su hijo Henoc.
10 Adán conoció a Eva, su mujer, que le parió todavía nueve hijos.
11 En el quinto septenario del quinto jubileo tomó Set a su hermana Azura como mujer, y en el cuarto le parió a Enós.
12 Este fue el primero en invocar el nombre de Dios sobre la tierra.
13 En el séptimo jubileo, en el tercer septenario, tomó Enós a su hermana Noam por mujer, la cual le
parió un hijo en el año tercero del quinto septenario, al que llamó Cainán.
14 Al concluir el octavo jubileo, Cainán tomó por mujer a su hermana Mualet, que le parió un hijo en el noveno jubileo,
en el primer septenario, en el tercer año, al cual llamó Malaleel.
15 En el segundo septenario décimo jubileo, Malaleel tomó por mujer suya a Dina, hija de Baraquiel, prima suya. Esta le
parió un hijo en el tercer septenario, en el año sexto, al que llamó de nombre Jared, pues en sus días bajaron los ángeles
del Señor a la tierra, los llamados «custodios», a enseñar al género humano a hacer leyes y justicia sobre la tierra.
16 En el jubileo undécimo, en el cuarto septenario, Jared tomó por esposa a una mujer llamada Baraca, hija de Rasuel,
prima suya, quien le parió un hijo en el quinto septenario, en el año cuarto, del jubileo, al que puso de nombre Henoc.
17 Este fue el primero del género humano nacido sobre la tierra que aprendió la escritura, la doctrina y la sabiduría, y
escribió en un libro las señales del cielo, según el orden de sus meses, para que conocieran los hombres las estaciones
de los años, según su orden, por sus meses.
18 El fue el primero que escribió una revelación y dio testimonio al género humano en la estirpe terrenal. Narró los
septenarios de los jubileos, dio a conocer los días de los años, estableció los meses y refirió las semanas de años, como
le mostramos.
19 Vio en visión nocturna, en sueño, lo acontecido y lo que sucederá, y qué ocurrirá al género humano en sus
generaciones hasta el día del juicio. Vio y conoció todo, y escribió su testimonio, dejándolo como tal sobre la tierra para
todo el género humano y sus generaciones. 20 Y en el duodécimo jubileo, en su séptimo septenario, tomó por esposa a
una mujer llamada Edni, hija de Daniel, su prima, que en el año sexto, en este septenario, le parió un hijo, al que llamó
Matusalén.
21 Henoc estuvo con los ángeles del Señor seis años jubilares. Ellos le mostraron cuanto hay en la tierra, en los cielos y el
poder del sol, y lo onescribió todo.
22 Exhortó a los «custodios» que habían prevaricado con las hijas de los hombres, pues habían comenzado a unirse con
las hijas de la tierra, cometiendo abominación, y dio testimonio contra todos ellos.
23 Fue elevado de entre los hijos del género humano, y lo enviamos al Jardín del Edén para gloria y honor. Y allí esta,
escribiendo sentencia y juicio eternos y toda la maldad de los hijos de los hombres.
24 Por ello hizo el Señor llegar el agua del diluvio sobre toda la tierra del Edén, pues allí fue puesto él como señal y para
que diera testimonio contra todos los hijos de los hombres, narrando todas sus acciones hasta el día del juicio.
25 Y él quemó aromas del templo, agradables al Señor, en el monte meridional.
26 Pues cuatro sitios en la tierra son del Señor: el Jardín del Edén, el monte oriental, este monte en que estás hoy, el
monte Sinaí, y el monte Sión, que será santificado en la nueva. creación para santidad de la tierra. A causa de éste será
santificada la tierra de toda iniquidad e Impureza para siempre.
27 En el jubileo decimocuarto tomó Matusalén por esposa a Edna, hija de Ezrael, su prima, en el tercer septenario, en el
año primero de aquél, y engendró un hijo al que llamó Lamec. 28 En el Jubileo decimoquinto, en el tercer septenario,
tomó por esposa Lamec, a una mujer llamada Betenos, hija de Baraquiel, su prima. Esta le parió un hijo en este
septenario, al que llamó Noé, pues se dijo: «Este me consolará de todo mi pesar y todo mi trabajo, así como de la tlerra
que maldijo el Señor.
29 Al concluir el jubileo decimonono, en el séptimo septenario, en el año sexto, murió Adán y lo sepultaron todos sus
hijos en la tierra de su origen.
El fue el primero que recibió sepultura en la tierra, 30 faltándole setenta años para los mil, pues mil años son como un
día en la revelación celestial. Por eso se escribió acerca del árbol de la ciencia: «En el día en que comáis de él, moriréis»;
por eso no cumplió los años de este día, pues en él murió.
31 Un año tras él, al concluir este jubileo, murió Caín. Le cayó su casa encima, y pereció en ella muerto por sus piedras,
pues con piedra había asesinado a Abel, y con piedra fue muerto en justa sentencia.
32 Por eso se legisló en las tablas celestiales: «Con el instrumento con que matare un hombre a otro, sea muerto, y
como lo hubiere herido, así harán con él».
33 Y en el jubileo vigésimo quinto, tomó Noé por esposa a una mujer de nombre Emzara, hija de Baraquiel, su prima, en
el año primero del quinto septenario. En el año tercero le parió a Sem, en el quinto a Cam y en el año primero del sexto
septenario le parió a Jafet.
5 1 Cuando los hijos de los hombres comenzaron a multiplicarse sobre la faz de la tierra y tuvieron hijas, vieron los
ángeles del Señor, en un año de este jubileo, que eran hermosas de aspecto. Tomaron por mujeres a las que eligieron
entre ellas, y les parieron hijos, que fueron los gigantes.
2 Creció entonces la iniquidad sobre la tierra, y todos los mortales corrompieron su conducta, desde los hombres hasta
los animales, bestias, aves y reptiles. Todos corrompieron su conducta y norma, empezaron a devorarse mutuamente,
creció la iniquidad sobre la tierra y los pensamientos conscientes de todos los hijos de los hombres eran malvados
siempre.
3 Miró entonces el Señor a la tierra, y he aquí que todo estaba corrompido, que todo mortal había desviado su norma, y
que todos cuantos había en la tierra hacían mal ante sus ojos.
4 Y dijo: -Destruiré al hombre y a todos los mortales sobre la faz de la tierra que creé.
5 Sólo Noé halló gracia ante los ojos del Señor.
6 Se enojó sobremanera con los ángeles que había enviado a la tierra, despojándolos de todo su poder, y nos ordenó
atarlos en los abismos de la tierra, donde están presos y abandonados.
7 Y contra sus hijos emanó sentencia de herirlos con espada y hacerlos desaparecer de bajo el cielo.
8 Dijo: -No permanecerá mi espíritu sobre los hombres eternamente, pues. carne son: sean sus días ciento veinte años.
9 y envió entre ellos su espada para que se matasen unos a otros. Este comenzó a matar a aquél, hasta que todos
cayeron por la espada y desaparecieron de la tierra
10 a la vista de sus padres, quienes fueron encarcelados luego en los abismos de la tierra hasta el gran día del juicio,
para que sea firme la sentencia contra todos los que corrompieron su conducta y sus acciones ante el Señor.
11 A todos los barrió de su lugar, y no quedó uno de ellos a quien no condenara por su maldad.
12 Hizo para toda su obra una nueva y justa creación, para que no prevaricaran nunca y fueran justos, cada uno en su
especie, por siempre.
13 El juicio de todos quedó establecido y escrito en las tablas celestiales, sin injusticia: a cuantos transgredieran la
conducta que les había sido asignado seguir les quedó escrita la sentencia, a cada naturaleza y a cada especie.
14 Nada hay en los cielos y en la tierra, en la luz y en la tiniebla, en el seol, el abismo y lo oscuro, cuyo juicio no esté
establecido, escrito y grabado.
15 Hay sentencia acerca de todo, pequeño y grande; lo grande según su magnitud, y lo pequeño según su pequeñez:
juzgará a cada uno según su conducta.
16 No es él aceptador de personas ni ansioso de regalos: si falla, ejecuta la sentencia a cualquiera. Aunque le ofrezcan
cuanto hay en la tierra, no aceptará cohecho, ni hará acepción de personas, ni recibirá nada de su mano, pues es justo
juez. 17 A los hijos de Israel les ha sido escrito y establecido que, si vuelven a él con justicia, les perdonará toda su culpa
y absolverá de todos sus pecados; 18 escrito y establecido está que tendrá misericordia de cuantos se arrepientan de
todos sus errores una vez al año.
19 De cuantos habían corrompido su conducta y juicio antes del diluvio no aceptó más que a Noé. Lo aceptó por sus
hijos, a los que salvó de las aguas del diluvio por él; justo era aquel corazón en todo su proceder respecto a lo que le fue
ordenado, y nada transgredió que le estuviera establecido. 20 Dijo el Señor que destruiría cuanto había sobre el suelo,
desde el hombre hasta los animales y bestias, aves del cielo y reptiles, 21 y mandó a Noé que se hiciera un arca para
salvarlo de las aguas del diluvio. 22 Noé la construyó según le ordenó, en el jubileo vigésimo séptimo, en el quinto
septenario, en el quinto año. 23 Y entró en ella en el año sexto, en el segundo mes, a primeros de este mes: hasta el
dieciséis estuvieron entrando él y cuanto le hicimos meter en el arca, y el Señor la cerró por fuera el diecisiete por la
tarde. 24 Abrió el Señor las siete cataratas del cielo y las bocas de las fuentes del gran abismo en número de siete bocas.
25 Comenzaron las cataratas a soltar agua desde el cielo,cuarenta días y cuarenta noches, y también las fuentes del
abismo hicieron subir agua desde abajo, hasta llenarse todo el mundo de líquido. 26 El agua creció sobre la tierra,
elevándose quince codos por encima de todos los altos montes. El arca se elevó también sobre la tierra y flotaba sobre la
faz de las aguas.
27 El agua permaneció sobre la faz de la tierra cinco meses, que son ciento cincuenta días, 28 y el arca fue a parar sobre
la cima del Lubar, uno de los montes Ararat. 29 En el cuarto mes se cerraron las fuentes del gran abismo, y las cataratas
del cielo quedaron retenidas; a comienzos del séptimo mes, se abrieron todas las bocas de las simas de la tierra, y el
agua comenzó a descender al abismo inferior. 30 A primeros del décimo mes aparecieron las cimas de los montes, y a
primeros del primer mes apareció la tierra. 31 Las aguas se secaron sobre la tierra en el quinto septenario, en su año
séptimo; el diecisiete del segundo mes se secó la tierra, 32 y en el veintisiete, abrió el arca y sacó de su interior a las
bestias, animales, pájaros y reptiles.
6 1 A primeros del tercer mes, salió del arca y construyó un altar en aquel monte.
2 Mostrándose sobre la tierra, tomó un cabrito y expió con su sangre todo el pecado de la tierra, pues había perecido
cuanto en ella hubo, salvo lo que estaba en el arca con Noé.
3 Ofreció la grasa sobre el altar y, tomando un buey, un cordero, una oveja, cabritos, sal, tórtolas y palominos, ofreció un
holocausto en el altar. Echó sobre ello una ofrenda de masa farinácea con aceite, hizo una libación de vino y derramó
encima de todo incienso, haciendo elevarse un buen aroma, grato ante el Señor.
4 Aspiró el Señor el buen aroma e hizo con él un pacto para que no hubiera sobre la tierra diluvio que la destruyese:
-En todos los días de la tierra no faltará sementera y mies, frío y calor, verano e invierno; el día y la noche no cambiarán
su norma ni faltarán jamás.
5 Creced y multiplicaos en la tierra, aumentad en número y servidle de bendición. Os haré temidos y terribles a cuantos
hay en ella y en el mar.
6 Os otorgo todas las bestias, los animales volátiles, réptiles de la tierra y los peces en las aguas, todos, como alimento.
También os concedo las verduras: comed de todo.
7 Pero no comáis carne con espíritu, con sangre, pues la vida de todo ser carnal está en la sangre, no sea que se os
demande vuestra sangre con vuestra vida. De mano de cualquier hombre, de mano de todos reclamaré la sangre
humana. 8 Todo el que derrame sangre de hombre, por mano de hombre será su sangre derramada, pues a su imagen
hizo el Señor a Adán.
9 Creced vosotros y multiplicaos sobre la tierra.
10 Noé y sus hijos juraron no comer sangre alguna de ningún ser carnal, e hizo pacto eterno ante el Señor Dios para
siempre en este mes.
11 Por eso te ha dicho: «Harás tú también un pacto con los hijos de Israel este mes en el monte, con juramento, y
derramarás sobre ellos sangre por todas las palabras de la alianza que ha concluido el Señor con ellos para siempre.
12 Escrito os queda este testimonio, para que lo guardéis siempre:
No comáis nunca sangre de bestia, animal o ave en todos los días de la tierra. Quien comiere sangre de bestia, animal o
ave en todos los días de la tierra será arrancado de ella, él y su descendencia.
13 Ordena tú a los hijos de Israel que no coman sangre, para que permanezca siempre su nombre y descendencia ante el
Señor vuestro Dios. 14 Esta ley no tiene término de días, pues es perpetua: guárdenla por todas las generaciones, para
que rueguen por sí con sangre, ante el altar, cada día; al tiempo del amanecer y del atardecer implorarán siempre ante
el Señor que la observen y no sean desarraigados».
15 Dio a Noé y sus hijos una señal de que no habría otro diluvio sobre la tierra:
16 puso un arco en las nubes como señal de pacto eterno de que no habría ya nunca más diluvio sobre la tierra para
destruirla.
17 Por eso quedó establecido y escrito en las tablas celestiales que celebrarían la festividad de las Semanas en este mes,
una vez al año, para renovar la alianza todos los años.
18 Toda esta festividad se venía celebrando en los cielos desde el día de la creación hasta los días de Noé, durante
veintiséis jubileos y cinco septenarios, y Noé y sus hijos la guardaron por siete jubileos y un septenario. Cuando murió
Noé, sus hijos la violaron, hasta los días de Abrahán, y comían sangre.
19 Pero Abrahán la guardó, al igual que Isaac y Jacob y sus hijos hasta tus días, en los cuales la descuidaron los hijos de
Israel hasta que se la renové en este monte.
20 Ordena tú también a los hijos de Israel que guarden esta festividad en todas sus generaciones.
Es un mandamiento para ellos: un día al año en este mes celebrarán esta fiesta.
21 Es festividad de semanas y de primicias. Es doble y de dos clases esta fiesta, cuya celebración ha de realizarse según
está escrito y grabado.
22 Pues he dispuesto en el libro de la ley primera que te escribí que la celebres en su fecha, un día al año. También te
especifiqué su ofrenda, para que los hijos de Israel recuerden esta fiesta y la guarden siempre en este mes, un día cada
año.
23 El primero del primer mes, del cuarto, del séptimo y del décimo son días memorables, días de estación en las cuatro
partes del año: escritos y regulados están para testimonio eterno. :24 Noé los adoptó como fiestas para las generaciones
futuras, pues ellos le sirvieron de memorial.
25 A primeros del primer mes, le fue ordenado que hiciera el arca; en él se secó la tierra, abrió el arca y vio tierra.
26 A primeros del cuarto mes se cerró la boca de las profundidades del abismo inferior; a primeros del séptimo se
abrieron todas las bocas de las profundidades de la tierra y comenzaron las aguas a bajar a su interior,
27 y a primeros del décimo se vieron las cimas de los montes, y se alegró Noé.
28 Por eso se los instituyó como fiestas memorables para siempre, y así están establecidas
29 y las registran en las tablas celestiales. Cada trece semanas, una fiesta, y su conmemoración pasa de unas semanas a
otras, de las primeras a las segundas, de las segundas a las terceras y de las terceras a las cuartas;
30 el total de los días de esta regla son cincuenta y dos semanas, todas las cuales hacen un año completo.
31 Así se inscribió y fijó en las tablas celestiales, sin pasarse de un año a otro.
32 Ordena tú a los hijos de Israel que guarden los años por este cómputo: 364 días el año completo, y que no alteren las
fechas de sus días y sus festividades, pues todo les acontece según su testimonio: no pasen un día ni alteren festividad.
33 Si infringen esto y no las celebran según se les ordenó, alterarán todas las fechas, y los años quedarán también
desajustados: tanto estaciones como años se alterarán y transgredirán su norma.
34 Entonces todos los hijos de Israel errarán y no hallarán el curso de los años, descuidarán el novilunio, la estación y el
sábado, y equivocarán la norma de los años.
35 Pues yo sé, y desde ahora te lo hago saber, y no por cuenta propia, pues ante mí está el libro escrito y establecida
está en las tablas celestiales la distribución de los días, que olvidarán las festividades de la alianza y seguirán, con las
fiestas de los gentiles, sus errores y su insipiencia.
36 Habrá quienes observen el aspecto de la luna; pero ésta varía las estaciones y se adelanta a los años, en cada uno
diez días. 37 Por eso tendrán años que estarán alterados y harán infausto el día de revelación e inmundo el de
festividad, y los confundirán todos, los días santos como impuros, y los impuros como santos, pues equivocarán los
meses, las semanas, las festividades y los jubileos. 38 Por eso yo te ordeno y te conjuro que los exhortes, pues tras tu
muerte tus hijos se corromperán, no computando años de sólo 364 días, con lo que equivocarán el novilunio, la
estación, las semanas y las festividades, y comerán la sangre de toda carne.
7 1 En el séptimo septenario de este jubileo, en su primer año, plantó Noé una vid en el monte donde se había posado
el arca, llamado Lubar, uno de los montes Ararat. Dio fruto al cuarto año, lo vendimió ese año en el mes séptimo y lo
guardó. 2 Hizo de ello mosto, lo puso en una vasija y lo conservó hasta el quinto año, hasta el primero del primer mes.
3 Celebró ese día de festividad con regocijo e hizo un holocausto al Señor de una ternera, un carnero, siete ovejas añales
y un cabrito en expiación por sí y por sus hijos. 4 Primero aparejó el cabrito, echando parte de su sangre sobre la carne
del altar que había levantado. Colocó toda la grasa en el altar en el que ofrecía el holocausto al Señor y añadió la carne
de la ternera, el carnero y las ovejas. 5 Puso encima masa con aceite, luego derramó vino en el fuego que había
encendido sobre el altar y echó incienso encima, levantando un buen aroma agradable ante el Señor, su Dios. 6
Regocijóse y bebió de este vino él y sus hijos con gozo.
7 Era por la tarde; entró embriagado en su tienda, se acostó y se durmió, mostrando su desnudez mientras estaba
dormido. 8 Cam vio a su padre, Noé, desnudo y, saliendo, se lo dijo a sus hermanos. 9 Entonces Sem tomó su vestido. Se
levantaron él y Jafet, se pusieron el vestido sobre los hombros, se dieron la vuelta y cubrieron las vergüenzas de su
padre, con el rostro hacia atrás. 10 Noé se despertó del vino, se enteró de cuanto había hecho su hijo menor y lo maldijo
así: -Maldito Canaán, siervo sea, sujeto a sus hermanos.
11 y bendijo a Sem: -Sea bendito el Señor, Dios de Sem, y sea Canaán su siervo.
12 Dé holgura el Señor a Jafet; more el Señor en la morada de Sem, y sea Canaán su siervo.
13 Supo Cam que su padre había maldecido a su hijo menor y se ofendió con él, pues había maldecido a su hijo. Se
separaron de su padre él y sus hijos -Cus, Misraim, Fut y Canaán-, 14 y se construyó una ciudad a la que dio el nombre de
su mujer, Nahlatmehoc.
15 Jafet, al verlo, tuvo celos de su hermano y construyó él también una ciudad a la que dio el nombre de su mujer,
Adatnese.
16 Pero Sem se quedó con su padre, Noé, junto al cual construyó una ciudad en el monte, a la que dio asimismo el
nombre de su mujer, Sedacatlebab.
17 Estas tres ciudades estaban cerca del monte Lubar: Sedacatlebab, ante la falda oriental; Nahlatmehoc, al sur, y
Adatnese, al oeste.
18 Estos son los hijos de Sem: Elam, Asur, Arfaxad, que nació dos años después del diluvio, Lud y Aram.
19 Y los hijos de Jafet son: Gomer, Magog, Madai, Javán, Tubal, Mosoc y Tirás. Estos son los hijos de Noé.
20 En el jubileo vigésimo octavo, Noé comenzó a dar a los hijos de sus hijos normas y mandamientos y toda la legislación
que conocía, exhortando a sus hijos a hacer justicia, cubrir las vergüenzas de su carne, bendecir a su Creador, honrar
padre y madre, amarse unos a otros y preservarse de fornicación, impureza y toda iniquidad.
21 -Por estas tres causas ha ocurrido el diluvio sobre la tierra, por la fornicación que cometieron los custodios con las
hijas de los hombres, contra lo que se les había ordenado. Tomaron por mujeres a cuantas escogieron entre ellas,
cometiendo la primera impureza,
22 y tuvieron hijos gigantes, todos ellos descomunales, que se devoraban unos a otros: un titán mataba a un gigante, un
gigante mataba a un jayán, éste al género humano, y los hombres, unos a otros.
23 Todos pasaron a cometer iniquidad y derramar mucha sangre, llenándose la tierra de maldad.
24 Luego pecaron con todas las bestias, aves, reptiles y sabandijas, derramándose mucha sangre sobre la tierra, pues el
pensamiento y la voluntad de los hombres concebían error y maldad constantemente.
25 El Señor destruyó todo de la faz de la tierra a causa de sus malas acciones y por la sangre derramada en ella,
26 y quedamos nosotros, mis hijos, yo y cuantos entraron con nosotros en el arca. Mas he aquí que veo ante mí vuestras
acciones, que no os conducís justamente, pues habéis comenzado a seguir camino de corrupción, apartándoos uno del
otro teniendo celos mutuos, y que no vais a estar juntos, hijos míos, cada uno con su hermano.
27 Veo que los demonios han comenzado a seduciros, a vosotros y a vuestros hijos, y temo por vosotros que, tras mi
muerte, derraméis sangre humana en la tierra y desaparezcáis también de su faz.
28 Pues todo el que derrame sangre de cualquier hombre y todo el que coma sangre de cualquier carne, desaparecerá
de la tierra.
29 No quedará ningún hombre que coma sangre o la derrame sobre la tierra, ni permanecerá su descendencia y
posteridad viva bajo el cielo, sino que irá al seol y bajará al lugar de castigo; a la tiniebla del abismo serán relegados
todos con mala muerte.
30 No aparezca sobre vosotros nada de sangre en el día que degolléis cualquier bestia, animal o volátil sobre la tierra;
haced expiación por vuestro espíritu cubriendo la sangre derramada sobre la faz de la tierra.
31 No seáis como los que comen con sangre; evitad que se coma sangre en vuestra presencia.
Cubrid la sangre, pues así me ha sido ordenado exhortaros, a vosotros, a vuestros hijos y a todos los hombres.
32 No comáis el espíritu con la carne, no sea que sea reclamada la sangre de vuestra vida y la derrame cualquier ser
carnal sobre la tierra.
33 La tierra no se ha de purificar de la sangre que se derrame sobre ella; sólo se purificará para siempre con la sangre del
que la derramó.
34 Así, pues, hijos míos, oíd y cumplid la ley y la justicia, para que con justicia seáis implantados en toda la tierra y se
eleve vuestra gloria ante mi Dios, que me salvó de las aguas del diluvio.
3S Os iréis y construiréis ciudades, y en ellas cultivaréis toda clase de plantas sobre la tierra y árboles frutales.
36 Los tres primeros años será tal el fruto, que no se cosechará nada comestible. En el cuarto será sagrado el fruto y
ofreceréis sus primicias, agradables al Señor Altísimo, que creó los cielos, la tierra y todo. Haréis igualmente ofrenda
generosa de las primicias de la uva y el olivo, que se recibirán en el altar del Señor. El resto de lo que se reciba, cómanlo
los servidores del templo del Señor ante el altar.
37 En el quinto año, permitidlo en justicia y rectitud, siendo vosotros justos y recto todo vuestro cultivo. 38 Así lo ordenó
Henoc, su padre, a nuestro padre Matusalén, su hijo, y éste al suyo, Lamec, quien me transmitió cuanto a su vez
le ordenaron sus padres. 39 Y yo os ordeno, hijos míos, como ordenó Henoc a su hijo en los primeros jubileos, cuando él
vivía en la séptima generación: ordenó y exhortó a su hijo y a los hijos de sus hijos hasta el día de su muerte.
8 1 En el jubileo vigésimo nono, en el primer septenario, a su comienzo, tomó Arfaxad por esposa una mujer llamada
Rasuaya, hija de Susán, hija de Elam, y le parió un hijo en el tercer año de este septenario, al que puso por nombre
Cainán.
2 El niño creció, su padre le enseñó la escritura, y fue a buscarse lugar donde hacerse una ciudad.
3 Halló antiguas escrituras grabadas en la roca, cuyo contenido leyó y tradujo, y con ellas se extravió, porque allí estaban
las enseñanzas de los custodios, en las que explicaban la adivinación por el sol, la luna y las estrellas de todas las
constelaciones del cielo.
4 Y lo escribió, pero no habló de ello, pues temió mencionarlo a Noé, no se enojara con él por este motivo.
5 En el jubileo trigésimo, en el segundo septenario, en su primer año, tomó una mujer llamada Melca, hija de Madai, hijo
de Jafet, quien en el año cuarto le parió un hijo al que llamó Sela, pues se dijo: «Ciertamente he sido enviado ».
6 Creció Sela y tomó por esposa una mujer de nombre Muak, hija de Kesed, hermano de su padre, en el jubileo
trigésimo primero, en el quinto septenario, en su primer año. 7 Le parió un hijo en el quinto año,
al que puso de nombre Héber, el cual tomó una mujer de nombre Azura, hija de Nemrod, en el jubileo trigésimo
segundo, en el séptimo septenario, en su año tercero.
8 En el sexto año le parió un hijo, al que llamó Fáleg, pues en la época en que nació comenzaron los hijos de Noé a
repartirse la tierra, por lo que le llamó de nombre Fáleg.
9 Se dividieron la tierra malamente entre ellos y se lo dijeron a Noé.
10 Esto fue a comienzos del jubileo trigésimo tercero. Dividieron la tierra en tres partes, para Sem, Cam y Jafet, a cada
uno su heredad, en el año primero del primer septenario, estando presente uno de nosotros, enviado para ello.
11 Llamó Noé a sus hijos, y ellos se le acercaron con los suyos. Distribuyó la tierra a suertes, que sacaron sus tres hijos;
tendieron sus manos y tomaron los escritos del seno de su padre, Noé.
12 Salió en el escrito de la suerte de Sem el centro de la tierra --que habría de tomar como heredad suya y de sus hijos
por siempre-, desde la mitad del monte Rafa, desde la desembocadura del río Tanais, siguiendo su lote por el occidente
por la mitad de este río, hasta acercarse a las aguas del abismo por donde fluye su caudal, el cual vierte sus aguas en la
laguna Meótica, y de ahí al océano: todo lo que quedaba al norte era de Jafet, y lo que quedaba hacia el sur, de Sem.
13 Continuaba luego hasta acercarse a Cerasus, que está en la orilla del golfo que mira al sur,
14 y seguía su lote por el océano, en línea recta hasta acercarse al occidente del golfo que mira al sur, llamado golfo del
Mar de Egipto.
15 Desde aquí se desvía hacia el sur, hacia la boca del océano, en las orillas de sus aguas.
De allí procede hacia occidente, a Afara, y sigue hasta acercarse a las aguas del río Gihón, hasta la ribera sur de este río.
16 Y sigue hacia oriente, hasta acercarse al Jardín del Edén por su parte meridional. Continúa por el este de toda la tierra
del Edén, abarcando todo el oriente, volviéndose luego a occidente y llegando a acercarse al oriente del monte llamado
Rafa, y descendiendo hacia las márgenes de la desembocadura del río Tanais.
17 Este fue el lote que salió en suerte a Sem y sus hijos como propiedad perpetua por generaciones hasta siempre.
18 Y Noé se alegró por haberle tocado este lote a Sem y sus hijos, recordando las palabras proféticas que él mismo
había pronunciado: «Bendito sea el Señor, Dios de Sem, y more el Señor en la morada de Sem».
19 Pues sabía que el Jardín del Edén, santo de los santos y morada del Señor, el monte Sinaí en el desierto y el monte
Sión en el ombligo de la tierra, los tres uno frente al otro, habían sido creados santos.
20 Bendijo al Dios supremo, que había puesto en su boca las palabras del Señor,
21 y supo que le había tocado un lote bendito a Sem y a sus hijos por siempre: toda la tierra del Edén, del mar Eritreo,
todas las regiones de oriente, la India, Bactria y sus montes, toda la tierra de Basor, la del Líbano, las islas de Caftor, todo
el monte de Sennaar, Armenia, el monte Asur septentrional, toda la tierra de Elam, Asur, Babel, Susiana, Media, todos
los montes Ararat, todo el litoral marino al otro lado del monte Asur, hacia el norte: una tierra bendita y extensa, donde
todo es óptimo.
22 A Cam salió el segundo lote, más allá del Gihón hacia el sur, a la derecha del Paraíso. Va al sur, por todos los montes
de fuego, y se dirige a occidente, hacia el mar Atel, y sigue hacia occidente hasta acercarse al mar de Mauk, adonde baja
todo lo que no perece.
23 Alcanza al norte la orilla de Gádir y llega a las orillas del mar, en la ribera del océano, hasta acercarse al río Gihón, y
sigue el río hasta acercarse a la derecha del Jardín del Edén. 24 Esta fue la tierra que salió a Cam en suerte, para poseerla
permanentemente él y sus hijos por sus generaciones hasta siempre.
25 A Jafet le tocó el tercer lote: más allá del río Tanais hacia el norte de su desembocadura y, yendo hacia el nordeste,
toda la región de Gog y toda la región al este.
26 Yendo hacia el norte, se extiende hasta los montes de Qilt y hasta el mar de Mauk y llega, por el oriente de Gádir,
hasta el lado de las aguas del mar.
27 Continúa hasta acercarse al occidente de Fara, vuelve hacia Aferag, y se dirige a oriente hacia las aguas de la laguna
Meótica.
28 Procede luego hacia el lado del río Tanais por el nordeste, hasta acercarse a la orilla de sus aguas, hacia el monte
Rafa, y tuerce al norte.
29 Esta es la tierra que salió en suerte a Jafet y sus hijos como heredad perpetua para él y sus hijos por sus generaciones
hasta siempre: cinco grandes islas y gran tierra en el norte,
30 aunque fría, mientras que la tierra de Cam es tórrida. La de Sem, por el contrario, no es ni tórrida ni gélida, sino
templada en el calor y el frío.
9 1 Cam repartió la tierra entre sus hijos, saliendo el primer lote a Cus en oriente, su occidente a Misraim, el occidente
de éste a Fut, y el de éste a Canaán, al oeste del mar.
2 También Sem repartió entre sus hijos, saliendo el primer lote a Elam y sus hijos, al oriente del río Tigris, hasta
acercarse por el este a toda la tierra de la India y Bactria, las aguas de Dedán, todos los montes de Mabri y Elam, toda la
tierra de Susiana, y todo lo que está en manos de Farnacio hasta el mar Eritreo, y el río Tanais.
3 A Asur le salió el segundo lote: toda la tierra de Asur y Nínive, Sennaar, hasta cerca de la India, subiendo por el Tigris.
4 A Arfaxad le tocó el tercer lote: toda la tierra de la región de los caldeos, al oriente del Eufrates, cerca del mar Eritreo,
y todas las aguas del desierto hasta cerca del golfo que mira a Egipto, toda la tierra del Líbano, Saner y Armenia, hasta
cerca del Eufrates.
5 A Aram le tocó en suerte el cuarto lote: toda la tierra de Mesopotamia, entre el Tigris y el Eufrates, al norte de los
caldeos, hasta cerca del monte de Asur y la tierra de Ararat.
6 Ya Lud le salió el quinto lote: el monte de Asur y todo lo suyo, hasta acercarse al océano y aproximarse al oriente de su
hermano Asur.
7 Y también Jafet dividió la tierra de su heredad entre sus hijos,
8 saliendo el primer lote a Gomer, hacia el nordeste hasta el río Tanais. En el norte correspondió a Magog toda la tierra
interior septentrional hasta acercarse a la laguna Meótica.
9 A Madai le salió en suerte poseer desde el occidente de sus dos hermanos hasta las islas y sus orillas.
10 A Javán le tocó el cuarto lote: toda la isla y las islas que hay hacia la parte de Lud.
11 A Tubal salió el quinto lote: desde el entrante que se aproxima a la parte del lote de Lud, hasta otro entrante que está
al lado de un tercero.
12 A Mosoc le tocó el sexto lote: toda la orilla del tercer entrante hasta acercarse al oriente de Gádir.
13 Y a Tirás le salió el séptimo lote: cuatro grandes islas en medio del mar, que se acercan al lote de Cam y a las islas de
Kamaturi de los hijos de Arfaxad; esto fue lo que el sorteo le deparó como heredad.
14 Así repartieron su tierra los hijos de Noé a sus hijos, ante su padre, Noé, que los conjuró a todos con una maldición;
maldijo a cualquiera de ellos que quisiera poseer lote que no le hubiese salido en el sorteo. 15 Y todos dijeron: «Amén».
Sea para ellos y sus hijos en perpetuidad hasta el día del juicio, en que los juzgará el Señor Dios con espada y fuego por
toda su impureza, por los yerros con los que llenaron la tierra de prevaricación, impureza, fornicación y pecado.
10 1 En el tercer septenario de este jubileo comenzaron los demonios impuros a seducir a los nietos de Noé,
haciéndolos enloquecer y perderse.
2 Se llegaron los hijos a su padre, Noé, y le hablaron de los demonios que seducían, extraviaban y mataban a sus nietos.
3 Oró así Noé ante el Señor, su Dios: -Dios de los espíritus que están en toda carne, que tuviste misericordia de mí, me
salvaste con mis hijos de las aguas del diluvio sin permitir que pereciera, como ocurrió con los hijos de perdición. Grande
es tu compasión por mí, y magnífica tu misericordia sobre mi persona; elévese
tu compasión sobre tus hijos, no tengan potestad sobre ellos los malos espíritus, para que no los extirpen de la tierra.
4 Tú me has bendecido a mí y a mis hijos, para que crezcamos, nos multipliquemos y llenemos la tierra; 5 tú sabes cómo
obraron en mis días tus custodios, padres de estos espíritus. A estos espíritus que están ahora en vida enciérralos
también y sujétalos en lugar de suplicio; no destruyan a los hijos de tu siervo, Dios mío, pues son perversos y para
destruir fueron creados; 6 no tengan poder sobre el espíritu de los vivos, pues sólo tú conoces su sentencia, y no tengan
licencia contra los hijos de los justos, desde ahora para siempre.
7 Entonces el Señor, nuestro Dios, nos ordenó apresar a todos.
8 Pero llegó Mastema, príncipe de los espíritus, y dijo: -Señor Creador, déjame algunos de ellos que me obedezcan y
hagan cuanto les mande, pues si no me quedan algunos de ellos no podré ejercer la autoridad que quiera en los hijos de
los hombres, pues dignos son de destrucción y ruina, a mi arbitrio, ya que es grande su maldad.
9 Ordenó Dios entonces que quedara con Mastema una décima parte, y que las otras nueve descendieran al lugar de
suplicio.
10 A uno de nosotros dijo que enseñáramos a Noé toda su medicina, pues sabía que no se conducirían rectamente ni
procurarían justicia.
11 Obramos según su palabra: a todos los malos que hacían daño los encarcelamos en el lugar de suplicio, pero dejamos
a una décima parte para que sirvieran a Satanás sobre la tierra.
12 Y comunicamos a Noé los remedios de las enfermedades, juntamente con sus engaños, para que curase con las
plantas de la tierra.
13 Noé escribió todo como se lo enseñamos en un libro, con todas las clases de medicina, y los malos espíritus quedaron
sin acceso a los hijos de Noé. 14 Este dio todo lo que había escrito a su hijo mayor, Sem, pues lo amaba más que a todos
sus hijos.
15 Noé se durmió con sus padres y fue sepultado en el monte Lubar, en tierra de Ararat.
16 Había cumplido en su vida novecientos cincuenta años, es decir, diecinueve jubileos, dos septenarios y cinco años.
17 Excedió en vida sobre la tierra, a causa de la plenitud de su justicia, a todos los hijos de los hombres, salvo Henoc,
pues su cometido es dar testimonio a las generaciones del mundo para relatar todas las acciones de cada generación
hasta el día del juicio.
18 En el primer año del segundo septenario del jubileo trigésimo tercero, Fáleg tomó una mujer, llamada Lebana, hija de
Sennaar. Esta le parió un hijo, en el año cuarto de este jubileo, al que puso de nombre Reu, pues se dijo: «Los hijos de
los hombres han sido malos: han concebido el perverso pensamiento de construirse una ciudad y una torre en .la tierra
de Sennaar».
19 En efecto, habían emigrado de la tierra de Ararat a oriente, a Sennaar, y por aquel tiempo construyeron la ciudad y la
torre, mientras decían: «Subamos por ella al cielo».
20 Comenzaron a construir y, en el cuarto septenario, cocían al fuego ladrillos que luego utilizaban como piedras. El
cemento con que las unían era asfalto que brotaba del mar y de unos pozos de agua en la tierra de Sennaar.
21 Los constructores tardaron unos cuarenta y tres años: la altura fue de 5.433 codos y dos palmos; la anchura, unos
doscientos tres ladrillos, cada uno de una altura de un tercio de sí propio, la extensión de un muro, trece estadios, y la
del otro, treinta.
22 y nos dijo el Señor, nuestro Dios: -He aquí que son un solo pueblo y han comenzado a trabajar a una, y ya no cesarán.
Ea, bajemos y confundamos sus lenguas, que no se entiendan unos a otros, y se dispersen por ciudades y naciones, de
manera que no tengan plan común hasta el día del juicio.
23 Descendió el Señor, y nosotros con él, a ver la ciudad y la torre que habían construido los hijos de los hombres.
24 Mezcló todas las voces de su lengua, no entendiéndose ya unos con otros y dejando la construcción de la ciudad y la
torre.
25 Por eso se llamó Babel toda la tierra de Sennaar, pues allí confundió el Señor todas las lenguas de los hijos de los
hombres, y desde allí se dispersaron por todas sus ciudades, según sus lenguas y naciones.
26 El Señor envió un gran viento a la torre, que la tiró por tierra; su emplazamiento estaba entre Asur y Babel, en el país
de Sennaar, al que dio el nombre de «ruina».
27 En el cuarto septenario, en el primer año, a su comienzo, en el jubileo trigésimo cuarto, se dispersaron desde el país
de Sennaar.
28 Cam y sus hijos se fueron a la tierra que tenían asignada, que les había tocado como lote la tierra del sur.
29 Vio Canaán que la tierra desde el Líbano hasta la desembocadura del Nilo era muy buena y no se fue a la tierra de su
heredad, al occidente del mar, sino que permaneció en la franja costera al mar limitada por el Líbano al oriente y al
occidente por el Jordán.
30 Le dijeron Cam, su padre, y sus hermanos, Cus y Misraim: -¿Te quedas en una tierra que no es tuya, que no nos salió
en suerte? No hagas tal, pues si lo haces tú y tus hijos caeréis por tierra, seréis malditos por esta sedición. Por medio de
una sedición os quedasteis, y en una sedición caerán tus hijos: serás desarraigado por siempre.
31 No te quedes en la morada de Sem, pues a él y a sus hijos les tocó en suerte.
32 Maldito eres y serás entre todos los hijos de Noé por la maldición que establecimos con juramento ante el juez santo
y ante Noé, nuestro padre.
33 Pero no los escuchó, y se quedaron en la tierra del Líbano, desde Emat hasta la entrada a Egipto, él y sus hijos hasta
este día.
34 Por eso se llamó esa tierra Canaán.
35 En cambio, ]afet y sus hijos fueron hacia occidente y moraron en la tierra de su lote. Y vio Madai la tierra del mar y
no le agradó. Tras rogar a Elam, Asur y Arfaxad, hermanos de su mujer, se quedó en la tierra de los medos, cerca de sus
cuñados, hasta este día. Llamó a su residencia y a la de sus hijos Media, por el nombre de Madai padre de éstos.
11 1 En el jubileo trigésimo quinto, en el tercer septenario, en el primer año, Reu tomó una mujer de nombre Ora,
hija de Ur, hijo de Kesed, que le parió un hijo, al que llamó Sarug, en el séptimo año de este septenario de este jubileo.
2 Los hijos de Noé comenzaron a combatirse, hacerse prisioneros, matarse entre hermanos y derramar sangre humana
sobre la tierra; a comer sangre, construir ciudades fortificadas, murallas y torres y a erigir a un hombre al frente de la
nación. Instituyeron así la primera monarquía y promovieron la guerra de una nación contra otra, de pueblos contra
pueblos y de ciudad contra ciudad. Todos hacían mal, poseían armas y enseñaban a sus hijos la guerra, comenzaron a
someter ciudades y comerciar con esclavos.
3 Ur, hijo de Kesed, construyó Ur de los caldeos, a la que dio su nombre y el de su padre.
4 Se fabricaron estatuas de fundición, y adoraba cada uno a sus ídolos metálicos. Comenzaron a hacer esculturas e
imágenes Impuras, y los malos espíritus los ayudaban induciéndoles a cometer pecado e impureza.
5 El príncipe Mastema se esforzaba en hacer todo esto y enviaba a los otros espíritus que habían sido puestos bajo su
mano para cometer toda clase de extravío, pecado e iniquidad: destruir, arruinar y derramar sangre sobre la tierra. 6 Por
eso se dio a Sarug su nombre, pues todos se habían puesto a cometer toda clase de pecado.
7 Creció y moró en Ur de los caldeos, cerca del padre de la madre de su mujer, y adoraba ídolos. Tomó una mujer para sí
en el jubileo trigésimo sexto, en el quinto septenario, en su primer año, de nombre Melka, hija de Kaber, hermano de su
padre.
8 Esta le parió a Nacor en el primer año de este septenario, quien creció y moró en Ur de los caldeos, enseñándole su
padre los estudios de los caldeos sobre augurios y adivinación por las constelaciones celestiales. 9 Luego, en el jubileo
trigésimo séptimo, en el sexto septenario, en su primer año, tomó para sí una mujer llamada Jescá, hija de Nestag,
caldea, 10 que le parió a Tare en el año séptimo de este septenario.
11 El príncipe Mastema envió cuervos y aves a comerse la semilla que se plantaba en la tierra, para destruirla, para robar
al género humano su esfuerzo: sin cultivar semilla, la cosechaban los cuervos de la faz de la tierra.
12 Por eso le puso su padre el nombre de Tare, pues los cuervos y las aves los reducían a la miseria, comiéndose su
sementera.
13 Los años comenzaron a ser infructíferos a causa de las aves, que se comían incluso todos los frutos de los árboles en
los bosques: a duras penas pudieron salvar un poco de todo el producto de la tierra en aquel tiempo. 14 En el jubileo
trigésimo nono, en el segundo septenario, en su primer año, tomó Tare por esposa a una mujer, de nombre Edna, hija
de Abrán y de su tía.
15 Y en el año séptimo de este septenario, le parió un hijo, al que puso de nombre Abrán, como el padre de su madre,
pues había muerto antes de de que concibiese su hija.
16 El niño comenzó a conocer el error de la tierra, cómo todos erraban tras esculturas y abominación. Su padre le
enseñó la escritura cuando tenía dos septenarios, y se separó de su padre para no adorar ídolos con él.
17 Comenzó a orar al Creador de todo, para que lo salvase del error de los hombres y no le tocase en suerte errar tras
impureza y abominación.
18 Llegó la época de la sementera en el país, y salieron todos juntos a guardar sus simientes de los cuervos. Abrán salió
con los demás, siendo entonces un niño de catorce años. 19 Una nube de cuervos vino a comerse la simiente, y Abrán
corrió hacia ellos, antes de que bajaran a tierra. Les gritó así antes de que se posaran a comerse la simiente:
-No bajéis, volveos al sitio de donde salisteis. y dieron la vuelta.
20 Aquel día se volvieron setenta nubes de cuervos, no quedando ni uno en todos los campos donde estuvo Abrán.
21 Cuantos estaban con él en los campos, veían que gritaba y que los cuervos se volvían, por lo cual adquirió gran fama
en toda la tierra de Caldea.
22 Fueron a él en este año todos los que sembraban, y los estuvo acompañando hasta terminar la sementera.
Sembraron sus tierras, cosecharon aquel año alimento suficiente y comieron hasta hartarse.
23 En el año primero del quinto septenario, Abrán enseñó a los carpinteros que hacían aperos para el ganado a hacer un
instrumento delante del bastidor sobre la tierra, para echar por él la semilla. Esta bajaba dentro de él a su surco y se
ocultaba en tierra, no teniendo ya que temer a los cuervos.
24 Hicieron así en todos los bastidores de arado por encima de la tierra; sembraron y labraron los campos como les
ordenó Abrán y ya no tuvieron que temer a las aves.
14 1 Después de esto, en el año cuarto de este septenario, al comienzo del tercer mes, habló el Señor a Abrán en sueños:
-No temas, Abrán, porque yo soy tu protector; tu recompensa será muy grande.
2 Respondió: -Señor, Señor, ¿qué me vas a dar, cuando sigo sin hijos? El hijo de Maseq, el hijo de mi esclava, Damasco Eliezer,
me heredará, pues a mí no me has dado descendencia.
3 El Señor añadió: -No te heredará éste, sino que de tus entrañas saldrá el que te herede.
4 Lo sacó afuera y le dijo: -Mira al cielo y contempla las estrellas, si puedes contarlas.
5 Miró al cielo y contempló las estrellas. Le dijo Dios: -Así será tu descendencia.
6 Confió Abrán en Dios, y se le reputó en su haber como acto de justicia.
7 Le habló otra vez: -Yo soy el Señor que te saqué de Ur de los caldeos para darte la tierra de Canaán en posesión perpetua; yo
seré tu Dios y el de tu descendencia.
8 Respondió Abrán: -Señor, Señor, ¿cómo sabré que heredaré?
9 Le dijo: -Toma un becerro de tres años, un cabrito de tres, una oveja de tres, una tórtola y una paloma. . .
10 Tomó todo esto a mediados de mes, mientras estaba en la encina de Mambré que está cerca de Hebrón.
11 Construyó allí un altar y degolló todo aquello derramando la sangre sobre el altar. Dividió todo en mitades, que colocó unas
frente a otras, pero sin despedazar las aves.
12 Descendían aves a las presas, pero Abrán las repelía y no les dejaba tocar nada.
13 Cuando se puso el sol, invadió a Abrán un gran estupor, y lo sobrecogió un oscuro terror. Una voz le dijo: -Has de saber que
tu descendencia emigrará a tierra extraña, y los sojuzgarán y atormentarán cuatrocientos años.
14 Pero yo castigaré al pueblo al que sirvan, y después saldrán de allí con muchas posesiones;
15 tú irás en paz adonde están tus padres y serás sepultado con buena vejez. 16 En la cuarta generación volverán aquí, pues
no habrá acabado el pecado de los amorreos hasta entonces.
17 Se despertó de su sueño y se levantó cuando se había puesto ya el sol. Aparecieron entonces una llamarada y un horno
humeante, y una llama de fuego pasó por las presas.
18 En aquel día hizo el Señor la alianza con Abrán. Le dijo: -Daré a tu descendencia esta tierra, desde el Nilo hasta el gran río
Eufrates, el cineo, el ceneceo, el cadmoneo, el fereceo, Rafaím, el heveo, el amorreo, el cananeo, el gergeseo y el jebuseo.
19 Terminó aquel día, y Abrán hizo el holocausto de las presas, las aves, su ofrenda de frutos y libación, y lo consumió todo el
fuego.
20 En aquel día hicimos alianza con Abrán, como la que habíamos hecho en este mes con Noé: Abrán renovó su festividad y
norma perpetuamente.
21 Abrán se alegró y comunicó esto a su mujer, Sora, confiando en que tendría descendencia; pero ella no paría.
22 Sora aconsejó a su marido, Abrán: -Ve a Agar, mi sierva egipcia, tal vez pueda darte descendencia de ella.
23 Abrán escuchó las palabras de su mujer, Sora, que le dijo: -Hazlo.
Tomó, pues, Sora a Agar, su sierva egipcia, y se la dio como mujer a su marido, Abrán. 24 El fue a ella, que concibió y le parió
un hijo, al que llamó Ismael, en el año quinto de este septenario, que era el año ochenta y seis de la vida de Abrán.
15 1 En el año quinto del cuarto septenario de este jubileo, a mediados del tercer mes, hizo Abrán la fiesta de las primicias
de la recolección del trigo.
2 Hizo una nueva ofrenda además de la ofrenda del grano a1 Señor: un novillo, un carnero y una oveja en el altar como
holocaustos del Señor, e hizo holocausto de la ofrenda y libación sobre el altar, junto con incienso.
3 El Señor se apareció a Abrán y le dijo: -Yo soy Dios omnipotente, seme agradable y sé perfecto; 4 estableceré mi alianza
entre tú y yo y te haré crecer mucho.
5 Abrán cayó de bruces, y el Señor le habló:
-He aquí mi norma contigo: te haré padre de muchos pueblos,
7 y ya no te llamarás Abrán. Desde ahora y por siempre tu nombre será Abrahán, pues te he constituido padre de muchas
naciones,
8 engrandeciéndote mucho y dándote naciones: de ti saldrán reyes.
9 Otorgo ml alianza a ti y a tu posteridad por siempre, como norma perpetua, para ser tu Dios y el de tu descendencia;
10 (a ti y a tu descendencia daré ) la tierra a la que emigraste, el suelo de Canaán, que poseerás perpetuamente, y yo seré
vuestro Dios.
11 Añadió el Señor a Abrahán: -Guardad mi alianza, tú y tu descendencia. Circuncidad a todos vuestros varones cortando
vuestros prepucios; sea señal perpetua de mi ley entre vosotros y yo. 12 A los ocho días de nacido, circuncidad a .todo varón
en vuestra estirpe, hijo de la casa o comprado por oro, también a los hijos de extranjeros que adquiráis que no sean de
vuestra descendencia:
13 sea circuncidado el hijo de tu casa y el adquirido por oro. Quede mi alianza en vuestra carne como norma eterna.
14 Todo varón incircunciso, cuyo prepucio no sea circuncidado al octavo día, sea persona excluida de su estirpe, pues habrá
quebrantado mi alianza.
15 Volvió a hablar el Señor a Abrahán: No llames ya a tu mujer Sora, pues. su nombre será Sara.
16 La bendeciré y te daré de ella un hijo, al que bendeciré. Se convertirá en pueblo, del que saldrán reyes de naciones.
17 Abrahán cayó de bruces, se regocijó y dijo en su corazón: «¿Podrá un centenario engendrar un hijo, y Sara, que tiene
noventa años, parir?».
18 Dijo Abrahán al Señor: -Bueno sería que viviese Ismael ante ti.
19 Respondió el Señor: -Sea; pero también Sara te parirá un hijo, al que llamarás Isaac: con él y con su descendencia haré mi
alianza perpetua.
20 En cuanto a Ismael, también te he escuchado. Lo bendeciré, haré crecer y multiplicaré mucho: engendrará doce príncipes, y
lo pondré al frente de un gran pueblo.
21 Pero haré mi alianza con Isaac, que te parirá Sara por estos días el próximo año.
22 El Señor terminó de hablar con él, y ascendió de su lado.
23 Abrahán hizo como le dijo el Señor: tomó a su hijo Ismael y a todos los nacidos en su casa, así como a los adquiridos por
oro, y circuncidó la carne de los miembros de todos los varones que había en su casa.
24 En aquel mismo día fue circuncidado Abrahán; todos los hombres de su casa tanto los nacidos en ella como los adquiridos
por oro, hijos de extraños fueron circuncidados con él.
25 Esta es ley perpetua para todas las generaciones; no hay circuncisión temporal, ni cabe pasar un solo día de los ocho, pues
es norma establecida eternamente y escrita en las tablas celestiales.
26 Todo nacido a quien no se corte la carne del miembro en el octavo día no será hijo de la ley que el Señor pactó con
Abrahán, sino hijo de corrupción; en él no estará la señal de pertenencia al Señor. Está destinado a la ruina y a desaparecer de
la tierra y a ser desarraigado de ella, pues habrá violado la alianza con el Señor.
27 Todos los ángeles de la faz y todos los ángeles santos tienen esta naturaleza desde el día de su creación; a la vista de los
ángeles de la faz y de los ángeles santos santificó a Israel para que estuviera con él y con sus santos ángeles.
28 Ordena tú a los hijos de Israel que guarden la señal de esta alianza para siempre como norma perpetua,
para que no sean desarraigados de la tierra.
29 Este mandato queda establecido como señal de alianza para que lo observen perpetuamente todos los hijos de Israel.
30 El Señor no ha acercado a sí a Ismael, sus hijos y hermanos, ni a Esaú, ni los ha elegido por ser hijos de Abrahán; los
conoció, pero ha elegido a Israel para que sea su pueblo,
31 lo ha santificado y congregado entre todos los humanos. Muchos son los gentiles y muchas naciones hay, todas suyas,
sobre las cuales dio poder a los espíritus para apartalas de él,
32 pero sobre Israel no dio poder a ningún ángel ni espíritu, pues él solo es su soberano. El los guarda y reclama de manos de
sus ángeles y sus espíritus y de manos de cualquier súbdito suyo; él los guarda y los bendice para que sean suyos y él sea suyo
desde ahora y por siempre.
33 Ahora te diré que los hijos de Israel renegarán de esta norma y sus hijos no se circuncidarán según esta ley. Dejarán parte
de la carne de la circuncisión al circuncidar a sus hijos, y los hijos de Beliar dejarán a sus hijos sin circuncidar, como nacieron.
34 Gran cólera del Señor habrá contra los hijos de Israel, porque dejaron su alianza y se apartaron de su mandato. Le han
irritado, han blasfemado contra él al no cumplir la norma de esta señal, pues se hicieron como gentiles; dignos de ser
apartados y desarraigados de la tierra. No tendrán, pues, perdón ni remisión de este pecado y error eternamente.
16 1 Al principio del cuarto mes nos aparecimos a Abrahán en la encina de Mambré; hablamos con él y le hicimos saber que
se le daría un hijo de su mujer, Sara. 2 Esta se rió, pues oyó que hablábamos de eso con Abrahán y la reprendimos. Entonces,
temerosa, negó que se hubiera reido de tales palabras. 3 Le adelantamos el nombre de su hijo, según lo establecido y escrito
en las tablas celestiales, Isaac, y que, cuando volviéramos a ella en el espacio de algún tiempo habría ya concebido.
Nacimiento de Isaac
10 En este mes emigró Abrahán de Hebrón y fue a morar entre Cades y Sur, en los montes de Gerara. 11 A mediados del
quinto mes, partió de allí y moró en Bersabee. 12 A mediados del sexto mes, visitó el Señor a Sara, cumpliéndole lo que le
había dicho. 13 Ella concibió y parió un hijo en el tercer mes, a mediados del mismo; por los días en que le había dicho el
Señor a Abrahán en la festividad de las primicias de la mies nació Isaac. 14 Abrahán circuncidó a su hijo al octavo día, siendo el
primero en ser circuncidado según la alianza que se había establecido para siempre. 15 En el año sexto del cuarto septenario
llegamos junto a Abrahán en Bersabee
y nos aparecimos a él, según habíamos dicho a Sara que volveríamos a ella cuando ya hubiera concebido un hijo. 16 Volvimos
el séptimo mes y la hallamos encinta. Bendijimos a Abrahán y le dijimos cuanto le había sido ordenado: que no moriría hasta
engendrar todavía seis hijos propios y que los vería antes de morir, pero que en Isaac alcanzaría nombre y descendencia. 17
Toda la descendencia de sus hijos serían naciones, contadas como tales, pero de los hijos de Isaac habría uno que sería
descendencia santa y no sería contado entre las naciones. 18 Suya sería la suerte del Altísimo, habiéndole correspondido estar
entre los poseídos por Dios, para que toda su descendencia sea del Señor, pueblo heredero entre todos los pueblos, reino
sacerdotal y pueblo santo. 19 Y continuamos nuestro camino, informando a Sara de cuanto le habíamos dicho a él:
ambos se regocijaron mucho.
17 1 En el año primero del quinto septenario de este jubileo fue destetado Isaac. Abrahán preparó un gran convite en el
tercer mes, el día en que fue destetado su hijo Isaac. 2 Ismael, hijo de Agar la egipcia, estaba en su sitio ante su padre,
Abrahán, que se alegró y bendijo al Señor porque veía a sus hijos y no había muerto sin ellos. 3 Se acordó de las palabras que
le había dicho Dios el día en que Lot se separó de él. Se alegró mucho, pues el Señor le había dado descendencia sobre la
tierra para heredarla y bendijo a boca llena al Creador de todo.
4 Sara vio a Ismael, que jugaba y bailaba, mientras su padre experimentaba gran regocijo. Tuvo celos de aquél y dijo a
Abrahán:
-Echa a esa esclava y a su hijo, pues el hijo de ésa no ha de heredar con mi hijo Isaac.
5 Estas palabras sobre su esclava y su hijo, para que los apartara de sí, fueron penosas para Abrahán. 6 Pero el Señor le dijo:
-No tengas pesar por el niño y la esclava. Obedece y obra conforme te ha dicho Sara, pues en Isaac te daré nombre y
descendencia. 7 Al hijo de esta esclava lo pondré al frente de un gran pueblo, pues es de tu linaje.
8 Abrahán se levantó de mañana, tomó unos panes y un odre de agua, se los cargó a Agar y al niño, y los despidió. 9
Anduvieron errantes por el desierto de Bersabee; el agua del odre se terminó, el niño tuvo sed y cayó sin fuerzas para andar.
10 Su madre lo cogió entonces, lo tendió bajo un olivo y fue a sentarse frente a él como a un tiro de flecha. Se dijo: «No he de
ver la muerte de mi hijo», y sentándose se echó a llorar. 11 Entonces le dijo el ángel de Dios, uno de los santos:
-¿Por qué lloras, Agar? Levántate, toma al niño y llévalo de la mano, pues el Señor ha escuchado tu palabra y ha mirado al
niño.
12 Le abrió los ojos, y vio un pozo. Fue, llenó el odre de agua, dio de beber a su niño y, poniéndose en marcha, anduvo por el
desierto de Farán.
13 El niño creció y se hizo arquero, y el Señor estuvo con él. Su madre le tomó por esposa a una muchacha de Egipto, 14 que le
parió un hijo, al que llamó Nebayot, pues se dijo: «Cerca estuvo el Señor de mí cuando lo invoqué».
Muerte de Sara
19 I En el año primero del primer septenario del jubileo cuadragésimo segundo volvió Abrahán a morar frente a Hebrón, que
es Cariat Arbé, durante dos septenarios. 2 En el primer año del tercer septenario de este jubileo se cumplieron los días de vida
de Sara, que murió en Hebrón, 3 y Abrahán fue a llorarla y sepultarla. Lo probábamos para ver si se resignaba su espíritu y no
se impacientaba con palabras. Fue hallado paciente también en esto y no se alborotó, 4 pues con resignación de espíritu habló
a los heteos, para que le diesen un lugar donde sepultar a su
difunta. 5 El Señor le concedió gracia ante todos los que le vieron. Abrahán suplicó con mansedumbre a los heteos, que le
dieron el campo de la cueva de Macfela, frente a Mambré ---que es Hebrón-, por cuatrocientas monedas de plata. 6 Aunque
ellos le insistían con ruegos: «Te lo damos gratis», él no lo aceptó, sino que pagó el precio íntegro del lugar en plata.
Se prosternó nuevamente ante ellos, fue y enterró a su difunta en la cueva de Macfela. 7 Los días de vida de Sara totalizaron
ciento veintisiete años, o sea, dos jubileos, cuatro septenarios y un año: ésta fue toda la vida de Sara. 8 Y ésta fue la décima
prueba que pasó Abrahán, siendo
hallado fiel y de paciente espíritu. 9 No dijo una palabra acerca de lo que le había dicho el Señor sobre aquella tierra, que se le
daría a él y su descendencia, sino que pidió un lugar donde poder enterrar a su difunta, pues fue hallado fiel y fue inscrito
como el amigo del Señor en las tablas
celestiales.
20 1En el jubileo cuadragésimo segundo, en el primer año del séptimo septenario, llamó Abrahán a Ismael y sus doce. hijos,
a Isaac y sus dos hijos y a los seis hijos de Cetura y sus descendientes. 2 Les ordeno guardar el camino del Señor, haciendo
Justicia, amandose los unos a los otros y siendo tales entre los hombres que se condujese cada uno de ellos con justicia y
rectitud sobre la tierra. 3 Que circuncidasen a sus hijos, según la alianza hecha con ellos, no apartándose a derecha ni
izquierda de los caminos que nos ordeno el Señor. Que os guardéis de toda fornicación e impureza del mismo modo que
dejamos entre nosotros toda impureza y
fornicación. 4 Si comete fornicación una mujer o hija vuestra, quemadla al fuego; así no fornicarán siguiendo. sus ojos y sus
corazones. Y les ordenó que no tomasen mujer de las hijas de Canaan, pues su descendencia sería desarraigada de la tierra.
5 Les contó el castigo de los gigantes y el de Sodoma, el que sufrieron por su maldad, fornicación, impureza y corrupción
mutua. 6 Guardaos también vosotros de toda fornicación e impureza y de toda contaminación de pecado, para que no deis
vuestro nombre a maldición, vuestras vidas a escarnio, ni vuestros hijos a destrucción por la espada; para que no seais
malditos como Sodoma ni sea vuestro resto como el de los hijos de Gomorra.
7 Yo os exhorto, hijos míos: amad al Dios del cielo y seguid todos sus mandamientos; no vayáis tras sus ídolos ni sus
impurezas; 8 no os hagáis ídolos de fundición ni esculpidos, pues son vanos y no tienen ningún espíritu; son obra de sus
manos, y en nada confían los que a ellos se encomiendan: no los adoréis ni os prosterneis ante ellos. Adorad al Dios Altísimo,
prosternaos ante él siempre y esperad de él en todo momento.
Obrad recta y justamente ante él, para que os dirija, os conceda su misericordia y os haga bajar la lluvia mañana y tarde.
Bendiga el todas las obras que hagáis en la tierra bendiga tu alimento y tus aguas, el fruto de tu vientre y de tu tierra, tus
rebaños de bueyes y de ovejas. 10 Y seréis
bendición sobre la tierra; se deleitarán en vosotros todos los pueblos y bendecirán a vuestros hijos en mi nombre, para que
sean benditos como yo. 11 Repartió dones a Ismael y a sus hijos y a los hijos de Cetura, y los apartó de su hijo Isaac, al que dio
todo. 12 Se fueron juntos Ismael, sus
hijos, y los hijos de Cetura y sus hijos, y habitaron desde Farán hasta la entrada de Babilonia, en toda la tierra de la parte
oriental, frente al desierto. 13 Se mezclaron unos con otros, quedándo1es el nombre de árabes e ismaelitas (hasta este día).
21 I En el año sexto del séptimo septenario de este jubileo llamó Abrahán a su hijo Isaac y le dio órdenes y
recomendaciones:
-He envejecido, no sé qué día voy a morir y estoy harto de días.
2 Tengo ya ciento setenta y cinco años. Durante todos los días de mi vida he recordado al Señor y he procurado con todo mi
corazón hacer su voluntad y seguir rectamente todos sus caminos. 3 Mi alma aborreció los ídolos, (desprecié a los que los
servían y puse todo mi empeño) en guardar y poner por obra la voluntad del que me creó. 4 El es un Dios vivo y santo, más fiel
y justo que todos, en quien no cabe acepción de persona ni cohecho, pues es un Dios justo que hace justicia en todos los que
violan sus mandamientos y rechazan su alianza. 5 Tú, hijo mío, guarda sus
mandamientos, ley y gobierno; no vayas tras las abominaciones ni tras ídolos esculpidos o de fundición. 6 No comáis ninguna
sangre de animal, bestia o volátil sobre la tierra. 7 Si sacrificas una víctima para holocausto saludable y aceptable, degollad1a
derramando su sangre sobre el altar.
Haz holocausto de toda la grasa de la ofrenda en el altar, añade harina amasada con aceite y una libación de vino; harás
holocausto de todo junto sobre el altar de ofrendas, como aroma grato al Señor. 8 Colocarás la grasa de la ofrenda saludable
sobre el fuego en el altar; la grasa de encima del vientre y la de los intestinos y los dos riñones. Apartarás toda la grasa que
hay sobre ellos y sobre los lomos junto con el hígado y los riñones.
9 De todo ello harás holocausto de grato aroma, aceptable ante el Señor, con su ofrenda de frutos y libación, en grato aroma,
como alimento que se ofrece en holocausto al Señor. 10 Comerás la carne ese día y el siguiente antes del atardecer del
segundo día. Que todo sea comido y no quede
nada para el tercero, pues Dios no lo aceptará, ya que no es selecto ni se debe comer. Cuantos lo coman, echan sobre sí una
culpa, pues así lo hallé escrito en el libro de mis primeros padres, en las palabras de Henoc y en las palabras de Noé. 11 En
todas las ofrendas pondrás sal: no se omita la sal de alianza en ninguna de tus ofrendas al Señor.
Muerte de Abrahán
23 1 Y colocó dos dedos de Jacob sobre sus ojos, bendijo al Dios supremo, se cubrió el rostro, estiró los pies y se durmió en
sueño eterno, reuniéndose con sus padres. 2 A todo esto, Jacob yacía en su seno, sin advertir que su abuelo Abrahán había
muerto. 3 Despertó Jacob de su
sueño cuando Abrahán estaba ya frío como el granizo. Le dijo:
-Padre, padre.
Pero él no replicó; entonces se dio cuenta Jacob de que había muerto.
4 Levantándose de su seno, corrió a decírselo a su madre Rebeca. Esta fue a Isaac todavía de noche y se lo dijo. Ambos fueron
juntamente con Jacob, que llevaba una lámpara eh la mano, y encontraron a Abrahán, que yacía muerto.5 Isaac cayó sobre el
rostro de su padre y lo besó entre
lágrimas. 6 Cuando corrió la voz por la casa de Abrahán, su hijo Ismael se puso en marcha, y llegó junto a su padre, Abrahán.
Lloraron por él Ismael y toda la casa de Abrahán con grandes gemidos. 7 Sus hijos, Isaac e Ismael, lo sepultaron en la cueva de
Macfela, junto a su mujer, Sara, haciendo duelo por él cuarenta días todos los hombres de su casa, Isaac, Ismael, todos sus
hijos y todos los hijos de Cetura en sus lugares, hasta cumplirse los días de luto por Abrahán.
Renovación de Israel
16 En esa generación habrá hijos que reprendan a sus padres y mayores por pecados, iniquidades, palabras y grandes faltas.
Les recriminarán por haber abandonado la ley que el Señor pactó con ellos y que habrían de guardar, cumpliendo todos sus
mandamientos, su norma y preceptos, sin apartarse a derecha ni izquierda. 17 Pues todos han obrado mal, toda boca habla
iniquidad, todas sus acciones son inmundas y nefandas, todos sus caminos abominación, impureza y ruina. 18 La tierra
perecerá a causa de todas sus acciones; no habrá simiente, vino ni aceite, pues todo será negado a causa de sus obras, y todos
perecerán juntos: animales, bestias,
aves y todos los peces del mar a causa de la malicia de los hijos de los hombres. 19 Lucharán unos contra otros, el joven contra
el viejo, el viejo contra el joven, el pobre contra el rico, el humilde contra el poderoso, el vasallo contra el señor, a causa de la
ley y la alianza, pues habrán olvidado
los mandamientos, la alianza, la festividad, el mes, el sábado, el jubileo y todo juicio. 20 Se alzarán en combate con arco y
espadas para hacerlos volver al camino, y no volverán hasta derramarse mucha sangre de unos y otros por tierra. 21 Los que
escapen no volverán desde su maldad al camino de la justicia, pues son todos movidos por la avaricia y la riqueza, se quitan
todo mutuamente. Invocan el nombre grande, pero no con verdad y justicia, y profanan el santo de los santos con su
impureza y con la desolación de su abominación.
22 Gran castigo habrá contra las obras de esa generación de parte del Señor, que los entregará a la espada, a juicio, cautiverio,
rapiña y consunción. 23 Suscitará contra ellos a los pecadores de los gentiles, que no les tendrán piedad ni misericordia, ni
respetarán a nadie, ni anciano ni joven,
pues son peores y capaces de más maldad que todos los hijos de los hombres.
Causarán turbación en Israel e iniquidad contra Jacob; mucha sangre será derramada sobre la tierra, sin que haya quien recoja
los cadáveres ni los sepulte. 24 En esos días gritarán, clamarán y orarán para salvarse de manos de los pecadores gentiles,
pero no habrá salvador. 25 Las cabezas de los niños se blanquearán de canas, el niño de tres semanas parecerá anciano de
cien años y se arruinará su constitución con tribulación y dolor.
Bendiciones mesiánicas
26 En esos días, los niños comenzarán a examinar las leyes y a estudiar los mandamientos, volviendo al camino de la justicia.
27 Irán multiplicándose y creciendo las vidas de esos hombres, generación tras generación y día tras día, hasta que se
acerquen sus vidas a los mil años y a muchos años de muchos días. 28 No habrá anciano ni quien se canse de vivir, pues todos
serán niños e infantes; 29 pasarán todos sus días en salud y gozo, y vivirán sin que haya ningún demonio ni ningún mal
destructor, pues todos sus días serán de bendición y salud. 30 Entonces curará el Señor a sus siervos, que se alzarán y verán
gran paz. Se dispersarán sus enemigos, y los justos verán y darán gracias, regocijándose por los siglos de los siglos viendo en el
enemigo todo su castigo y maldición. 31 Sus huesos descansarán en la tierra, su espíritu se alegrará sobremanera, y sabrán
que existe un Señor que cumple sentencia y otorga clemencia a los centenares y miríadas que lo aman. 32 Y tú, Moisés,
escribe estas palabras, pues así está escrito y registrado en las tablas celestiales como testimonio de perpetuas generaciones.
EL LIBRO DE LOS JUBILEOS -Parte III de IV-
LIBRO
DE LOS JUBILEOS (Parte III de IV)
Traducción de la versión etiópica
24 1 Tras la muerte de Abrahán, el Señor bendijo a su hijo Isaac, que partió de Hebr6n y fue a morar junto al pozo de
Agar durante siete años, en el año primero del tercer septenario de este jubileo. 2 En el primer año del cuarto
septenario comenzó a extenderse un hambre por el país distinta de aquella primera que hubo en época de Abrahán. 3
Jacob había preparado un plato de lentejas. Llegó Esaú hambriento del campo
y le dijo:
-Hermano, dame de ese plato rojizo.
Jacob le respondió:
-Entrégame tu primogenitura, y te daré pan y este plato de lentejas.
4 Esaú pensó para sus adentros: «Muriendo estoy: ¿de qué me sirve esta primogenitura?». Dijo a Jacob:
-Te la doy.
s Añadió Jacob:
-Júramelo.
Se lo juró, 6 y Jacob dio a su hermano Esaú pan y el plato. Comió hasta hartarse, renunciando Esaú a su primogenitura,
por lo cual recibió el nombre de Edom, a causa del plato rojizo que Jacob le dio por su primogenitura.
7 Y Jacob crecía mientras Esaú menguaba en grandeza.
25 1 En el año segundo de este septenario, en este jubileo, llamó Rebeca a su hijo Jacob, y le dijo:
-Hijo mío, no tomes mujer de las hijas de Canaán, como tu hermano Esaú, que ha tomado dos mujeres cananeas que
han amargado mi espíritu con sus actos impuros. Todas sus acciones son fornicación y lascivia; no hay en los cananeos
ninguna justicia, pues son malos. 2 Yo, hijo mío, te
amo muchísimo; mi corazón y mis entrañas te bendicen a cada momento del día y en cada vigilia de la noche. 3 Así,
pues, hijo mío, obedéceme y haz la voluntad de tu madre: no tomes mujer de las hijas de esta tierra, sino de la casa de
mi padre, y el Dios Altísimo te bendecirá, y tus hijos
serán generación justa y santa semilla.
4 Respondió Jacob a su madre, Rebeca:
-Aquí me tienes, madre, con nueve septenarios, y no conozco ni he tocado ninguna mujer, ni me he desposado, ni
pienso tomar mujer de las hijas de Canaán. 5 Recuerdo, madre, las palabras de nuestro padre, Abrahán, que me ordenó
no tomar mujer de las hijas de Canaán, ya que de la
descendencia de la casa de mi padre y de mi linaje debo tomar mujer. 6 Hace tiempo he oído que tu hermano Labán
había tenido hijas, y en ellas he puesto mi corazón para tomar mujer. 7 Por eso me he guardado en mi espíritu de pecar
y corromperme en mi conducta todos los días de mi vida, pues mi padre, Abrahán, me dio muchos mandamientos
acerca de la lascivia y la fornicación. 8 Y, con todo lo que me mandó, hace veintidós años que mi hermano discute
conmigo e insiste en decirme: «Hermano, toma una mujer, hermana de mis dos mujeres», pero yo no quiero actuar
como él. 9 Te juro, madre, no tomar en todos los días de mi vida mujer del linaje de Canaán, ni obrar mal como ha hecho
mi hermano.
10 No temas, madre, confía en que haré tu voluntad y procederé rectamente, sin corromper nunca mi conducta.
26 1 En el año séptimo de este septenario llamó Isaac a su hijo mayor, Esaú, y le dijo:
-Hijo mío, ya estoy viejo, me falla la vista, y no sé cuándo moriré.
2 Coge tus armas de caza, tu aljaba y tu arco; sal al campo, cázame alguna presa, hijo mío, hazme una comida como me
gusta y traémela, para que coma y te bendiga antes de morir.
3 Y Rebeca estaba oyendo lo que decía Isaac a Esaú, 4 quien salió de mañana al campo para cazar una presa y traerla a
su padre. 5 Entonces Rebeca llamó a su hijo Jacob y le dijo:
-He oído a tu padre, Isaac, hablar así con tu hermano Esaú: «Cázame algo, prepárame una comida y tráemela, para que
coma y te bendiga ante el Señor antes de morir». 6 Ahora, pues, escucha mis palabras, hijo mío, y mis órdenes: ve a tu
rebaño, cógeme dos buenos cabritos, y yo los prepararé en guiso para tu padre, como le gusta, y se lo llevarás; que
coma y te bendiga ante el Señor antes de morir, y quedes bendito.
7 Respondió Jacob a su madre, Rebeca:
-Madre, no he de escatimar cualquier cosa que coma mi padre y le agrade; pero temo, madre, que reconozca mi voz y
quiera tocarme. 8 Tú sabes que soy lampiño, mientras que mi hermano Esaú es velludo: quedaré ante sus ojos como
malvado y desobediente, se indignará conmigo,
y me atraeré maldición en vez de bendición.
9 Pero su madre, Rebeca, le replicó:
-Sea sobre mí tu maldición, hijo mío; pero hazme caso. 10 Jacob escuchó a su madre, Rebeca. Fue, tomó dos buenos
cabritos gordos y los llevó a su madre, que los preparó en guiso al modo que le gustaba a Isaac. II Rebeca tomó los
vestidos preferidos de su hijo mayor, Esaú, que tenía consigo en casa, se los puso a su hijo menor, Jacob, y le colocó la
piel de los cabritos sobre las manos y el cuello desnudo. 12 Puso el plato y el pan que había hecho en manos de su hijo
Jacob, 13 quien fue a su padre y le habló así:
-Soy tu hijo, que he hecho según me ordenaste: levántate, siéntate y come de lo que te he cazado, padre, para que tu
alma me bendiga.
14 Respondió Isaac a su hijo:
-¿Cómo lo hallaste tan pronto, hijo mío?
15 Dijo Jacob:
-Tu Dios dirigió mis pasos.
16 Añadió Isaac:
-Acércate que te toque, hijo mío, a ver si eres o no mi hijo Esaú.
17 Se acercó Jacob a su padre, Isaac, que lo tocó y dijo:
18 -La voz es de Jacob, pero las manos son de Esaú. y no lo conoció, pues la alteración venía del cielo, para distraer su
espíritu; Isaac no advirtió que lo bendecía, pues sus manos eran como las
de su velludo hermano Esaú.
19 Volvió a decir:
-¿Eres tú mi hijo Esaú?
Replicó:
-Soy tu hijo.
Continuó:
-Acércame, que coma de tu caza, hijo mío, para que mi alma te
bendiga.
:20 Le acercó, y comió; le trajo vino, y bebió. 21 Dijo su padre, Isaac:
-Acércate y bésame, hijo mío.
Se acercó y lo besó, 22 y olió el olor de sus vestidos. Lo bendijo con estas palabras:
-Es el olor de mi hijo, olor de campo repleto que ha bendecido el Señor. 23 El Señor te dé rocío del cielo y bendición de
la tierra; multiplíquete abundancia de trigo y aceite, sírvante las naciones y prostérnense ante ti los pueblos. 24 Sé señor
de tus hermanos, prostérnense ante ti los hijos de tu madre; cuantas bendiciones me concedió el Señor a mí y a mi
padre, Abrahán, sean tuyas y de tu descendencia perpetuamente; quien te maldiga, sea maldito, y quien te bendiga,
bendito.
Bendición de Jacob
25 Al terminar de bendecir Isaac a su hijo Jacob, salió éste de la presencia de su padre y se ocultó, mientras llegaba su
hermano Esaú de la cacería. 26 También él preparó un guiso, lo llevó a su padre y le dijo:
-Levántate, padre mío, y come mi caza, para que tu alma me
bendiga.
27 Díjole su padre, Isaac:
-¿Quién eres?
Respondió:
-Soy tu hijo primogénito, Esaú: he hecho como me ordenaste.
28 Isaac se quedó atónito en extremo y añadió:
-¿Quién era, pues, el que cazó una presa, me la trajo y comí antes de llegar tú? A ése le he bendecido, de manera que él
y su descendencia serán eternamente benditos.
29 Al oír Esaú las palabras de su padre, Isaac, gritó con voz tremenda y amarguísima y suplicó a su padre:
-¡Bendíceme a mí también, padre!
30 Le replicó:
-Tu hermano vino con fraude, y se ha llevado tus bendiciones.
Dijo:
-Ahora sé por qué se le llamó Jacob, pues dos veces me ha suplantado:
primero me quitó la primogenitura y ahora me ha quitado mi bendición.
31 ¿Es que no te queda una bendición para mí, padre?
Isaac replicó a Esaú:
-Lo he instituido señor tuyo y de todos sus hermanos, dándoos a él para ser sus siervos, y lo he confirmado con
abundancia de trigo, vino y aceite: ¿qué puedo hacerte ahora, hijo mío?
32 Dijo Esaú a su padre, Isaac:
-¿Sólo tienes una bendición, padre? Bendíceme también a mí, padre.
Esaú levantó la voz llorando, 33 pero Isaac le respondió:
-Del rocío de la tierra será tu morada, y del rocío del cielo por arriba. 34 Vivirás de tu espada, sirviendo a tu hermano, y
si te niegas y apartas su yugo de tu cuello, cometerás entonces una falta capital, y será desarraigada tu semilla bajo el
cielo.
35 Esaú amenazaba a Jacob a causa de la bendición que su padre le había dado, pensando en su corazón: «Ya vienen los
días de luto por mi padre, y yo mataré a mi hermano Jacob».
27 1 Le fueron reveladas a Rebeca en sueños las palabras de su hijo mayor, Esaú. Mandó entonces llamar a su hijo
menor, Jacob, y le dijo:
2 -Esaú proyecta vengarse matándote. 3 Así, pues, hijo mío, escucha mis palabras: ponte en marcha, huye a casa de mi
hermano Labán, en Harrán, y quédate con él algún tiempo, hasta que ceda la cólera de tu hermano, deje su ira contigo y
olvide cuanto le hiciste. 4 Entonces mandaré
a buscarte allí.
Respondió Jacob:
-No tengo miedo: si quiere matarme, lo mataré yo.
5 Ella replicó:
-No quiero perder mis dos hijos en un día.
6 Objetó entonces Jacob a su madre, Rebeca:
-Ya sabes que mi padre ha envejecido y no ve, pues sus ojos están embotados. Si lo dejo, le parecerá mal que lo
abandone y me marche de vuestro lado; se enojará y me maldecirá. No he de ir: sólo si él me manda, entonces iré.
7 Dijo Rebeca a Jacob:
-Yo entraré a hablarle, y te mandará.
8 Entró Rebeca y dijo a Isaac:
-Estoy harta de vivir a causa de las dos heteas que Esaú tomó por mujeres. Si Jacob toma mujer de entre las hijas del
país, que son como ésas, entonces ¿para qué he de vivir? Pues son malas las hijas de Canaán.
9 Isaac llamó entonces a Jacob, lo bendijo y lo amonestó:
10-No tomes por mujer ninguna hija de Canaán: ponte en camino y ve a Mesopotamia, a casa de Batuel, tu abuelo
materno, y toma mujer allí de entre las hijas de Labán, hermano de tu madre. 11 Dios Todopoderoso te bendiga,
acreciente y multiplique; congréguense en torno a ti los pueblos, y él te dé, a ti y a tu descendencia, las bendiciones de
mi padre, Abrahán, para que heredes la tierra a que emigres y toda la tierra que dio el Señor a Abrahán. Ve, hijo mío, en
paz.
12 Isaac, pues, envió a Jacob, que fue a Mesopotamia, a casa de Labán, hijo del sirio Batuel y hermano de Rebeca, madre
de Jacob. 13 Al disponerse Jacob a ir a Mesopotamia, se contristó el ánimo de Rebeca por su hijo y lloró. 14 Dijo
entonces Isaac a Rebeca:
-Hermana, no llores por mi hijo Jacob, pues en paz va y en paz volverá.
15 El Dios Altísimo lo guardará de todo mal y estará con él, pues no lo dejará nunca. 16 Sé que sus caminos serán
prósperos adondequiera que vaya, hasta que en paz vuelva a nosotros y lo veamos con bien. 17 No temas por él,
hermana, pues recto es en su proceder, hombre perfecto y
fiel, que no se perderá: no llores.
18 E Isaac consolaba a Rebeca por su hijo Jacob y lo bendijo.
28 1 Emprendió su viaje y llegó a tierra de oriente, donde estaba Labán, hermano de Rebeca. Se quedó con él y lo
sirvió por Raquel, su hija, durante un septenario. 2 En el año primero del tercer septenario le dijo:
-Dame mi mujer, por la que te he servido siete años.
Respondió Labán a Jacob:
-Te daré tu mujer.
3 Labán preparó un convite, tomó a su hija mayor, Lía, y se la dio a Jacob por mujer, otorgando a Lía su esclava Zelfa
como sirvienta -sin que Jacob lo advirtiera, pues imaginó que era Raquel-. 4 Jacob fue a ella, y resultó que era Lía. Jacob
se enojó con Labán y le increpó:
-¿Por qué has obrado así conmigo? ¿Acaso no te serví por Raquel y no por Lía? ¿Por qué me has defraudado? Toma tu
hija, que yo me voy, pues has obrado mal conmigo.
5 Jacob prefería Raquel a Lía, cuyos ojos estaban enfermos, aunque era muy hermosa, al tiempo que Raquel tenía bellos
ojos, buen aspecto y era muy hermosa. 6 Respondió Labán a Jacob:
-No puede ser así en nuestra tierra, casar a la menor antes que a la mayor. No estaría bien hacerlo, pues está establecido
y escrito en las tablas celestiales que «no se dará la hija menor antes que la mayor, sino a ésta primero y luego a la
menor. Al hombre que hiciere tal, le anotarán
a su cuenta la falta en el cielo, no siendo justo el que hace tal cosa, pues es mala acción ante el Señor». 7 Y tú ordena a
los hijos de Israel que no hagan eso, y no tomen ni den a la hija menor sin anteponer la mayor, pues es muy malo.
8 Dijo Labán a Jacob:
-Que pasen los siete días de la boda de ésta, y yo te daré a Raquel, para que me sirvas otros siete años apacentando mis
ovejas como hiciste el primer septenario.
9 Cuando pasaron siete días de la boda de Lía, Labán dio a Raquel a Jacob, para que le sirviese otros siete años,
otorgando a Raquel como sirvienta a Bala, hermana de Zelfa. 10 y sirvió de nuevo siete años por Raquel, pues Lía le fue
dada sin más.
Hijos de Jacob
11 El Señor abrió el seno de Lía, que concibió y parió a Jacob un hijo, al que llamó Rubén, el catorce del mes noveno del
tercer septenario.
12 Pero el seno de Raquel estaba cerrado, pues el Señor vio que aborrecía a Lía, mientras que ella era amada. 13 Jacob
fue de nuevo a Lía que concibió y le parió otro hijo, al que puso de nombre Simeón, el veintiuno del mes décimo del año
tercero de este septenario. 14 Jacob fue de nuevo a Lía, .que concibió y le parió un tercer hijo, al que puso por nombre
Leví, a primeros del primer mes del año sexto de este septenario. 15 Volvió Jacob a ir a ella, y concibió y le parió un
cuarto hijo, al que puso de nombre Judá, el quince del tercer mes del año primero del cuarto septenario.
15 A todo esto, Raquel tenía celos de Lía porque no paría, y decía a Jacob:
-Dame hijos.
Jacob le respondía:
-¿Soy yo quien te priva del fruto de tu vientre? ¿Soy yo quien te ha abandonado?
17 Cuando vio Raquel que Lía había parido cuatro hijos a Jacob: Rubén, Simeón, Leví y Judá, le dijo:
-Ve a mi esclava Bala, que conciba y me para un hijo. 18 (Y le dio a su esclava Bala como mujer). Fue a ella, concibió y le
parió un hijo, al que llamó Dan, el nueve del mes sexto del año sexto del
tercer septenario. 19 Jacob volvió a ir a Bala, que concibió y parió otro hijo a Jacob, al que Raquel dio el nombre de
Neftalí el cinco del mes séptimo del año segundo del cuarto septenario.
20 Cuando vio Lía que ya no paría, tomó a su esclava Zelfa y se la dio a Jacob por mujer. Esta concibió y parió un hijo, al
que Lía puso el nombre de Gad, el doce del mes octavo del año tercero del cuarto septenario. 21 El volvió a Ze1fa, quien
concibió y le parió un segundo hijo, al que Lia llamó Aser, el dos del mes once del quinto año del cuarto septenario.
22 Jacob fue a Lía, que concibió y le parió un hijo, al que llamó Isacar, el cuatro del mes quinto del año cuarto del cuarto
septenario y lo dio a una nodriza. 23.Fue Jacob de nuevo a ella, que concibió y parió a dos, hijo. e hija, poniendo al hijo
Zabulón y a la hija Dina, el siete del mes séptimo del año sexto del cuarto septenario. 24 Y el Señor se compadeció de
Raquel y le abrió el seno. Concibió y parió un hijo, al que llamó José, a primeros del cuarto mes del año sexto de este
cuarto septenario.
25 Por los días en que nació José, dijo Jacob a Labán:
-Dame mis mujeres e hijos para ir con mi padre, Isaac, a hacermeuna casa. He cumplido los años en que te he servido
por tus dos hijas y me voy a casa de mi padre.
26 Respondió Labán a Jacob:
-Quédate conmigo por tu salario; sigue apacentando mi rebaño y toma tu salario.
27 Pactaron entre ellos que le daría como paga tanto los corderos como los cabritos moteados o manchados que
nacieran, sirviéndole esto de recompensa. 28 Todas las ovejas parían crías moteadas, o con marcas o manchas
abigarradas, y volvían a parir de la misma forma, siendo toda cría señalada de Jacob y las no señaladas de Labán. 29 Se
multiplicó sobremanera la propiedad de Jacob, que adquirió vacas, ovejas, asnos, camellos, siervos y siervas. 30 Labán y
sus hijos tuvieron envidia de Jacob y, quitando sus propias ovejas de su cuidado, lo acechaban con mal propósito.
Huida de Jacob
29 1 Cuando Raquel parió a José, Labán fue a esquilar sus ovejas, que estaban lejos de él, a una distancia de tres
jornadas. 2 Viendo Jacob que Labán se iba a esquilar sus ovejas, llamó a Lía y Raquel y les dijo sinceramente que se
fueran con él a la tierra de Canaán. 3 Les contó todo lo que había visto en sueños y todo lo que le había dicho el Señor
de que volvería a casa de su padre. Ellas le dijeron:
-Iremos contigo adondequiera que vayas.
4 Entonces Jacob bendijo al Dios de su padre, Isaac, y de su abuelo
Abrahán y se puso en marcha llevando sus mujeres e hijos y toda su propiedad.
Cruzó el río y llegó a la tierra de Galaad, habiendo ocultado sus intenciones a Labán, a quien nada dijo. 5 Era el año
séptimo del cuarto septenario cuando volvió Jacob a Galaad, el veintiuno del primer mes. Labán corrió tras él y lo
encontró en el monte Galaad, el trece del tercer mes, 6 pero el Señor no permitió que ofendiera a Jacob, pues se le
apareció de noche en sueños. Labán habló a Jacob, 7 y éste preparó el día quince un convite para Labán y todos los que
habían venido con él. Jacob y Labán se juraron mutuamente aquel día no pasar ninguno de los dos con mal fin el monte
Galaad. 8 Hicieron allí un monumento como testimonio, por lo que se dio a este lugar el nombre de Galaad, como este
monumento.
9 Antiguamente llamaban Refaím al país de Galaad, pues es la tierra de los gigantes, que produjo titanes de diez, nueve,
ocho y hasta siete codos de talla: 10 habitaban desde la tierra de los hijos de Amón hasta el monte Hermón, y su sede
real era Carnaim, Astarot, Dara, Maser y Beón. 11 Pero el Señor los exterminó por la maldad de sus acciones, pues eran
sobremanera perversos. Puso en su lugar a los amorreos, pecadores y malvados cual no hay ahora pueblo en la tierra
que alcance todos sus pecados, por lo que no han de ser longevos sobre la tierra.
3O I En el año primero del sexto septenario subió Jacob pacíficamente a Salén, que está al oriente de Siquén, en el
cuarto mes. 2 Allí raptaron a Dina, hija de Jacob. La llevaron a casa de Siquén, hijo de Emor, el heveo, señor del país, el
cual yació con ella, profanándola, siendo ella una niña pequeña de doce años. 3 Suplicó Siquén a su padre y hermanos
que le fuese dada por mujer, pero Jacob y sus hijos se indignaron con los hombres de Siquén, que habían profanado a su
hermana Dina, y hablando con ellos con malicia, los engañaron y burlaron. 4 Entraron Simeón y Leví repentinamente en
Siquén y castigaron a todos sus hombres. Mataron a todo varón que hallaron allí, sin dejar uno: ejecutaron a todos
legítimamente, pues habían mancillado a su hermana Dina.
Jacob en Betel
32 1 Aquella noche se quedaron en Betel, y Leví soñó que lo habían instituido y hecho sacerdote del Dios Altísimo, a él
y a sus hijos perpetuamente. Se despertó de su sueño y bendijo al Señor. 2 El catorce de este mes, Jacob se levantó de
mañana, tomó el diezmo de cuanto había traído, desde hombres a animales, tanto oro como especie y vestidos: de todo
hizo el diezmo.
Los diezmos
9 Leví fue ordenado sacerdote en Betel ante su padre, Jacob, entre sus diez hermanos. Allí ofició como sacerdote, y
Jacob cumplió su voto así:
nuevamente tomó los diezmos del Señor y lo santificó y fue santo. 10 Por eso está establecido en las tablas celestiales la
ley de dar diezmos doblemente, para comer ante el Señor_en el lugar escogido a fin.de que permanezca allí su nombre
año tras año; esta ley no tiene termino de días: es perpetua. 11 Está escrito de esta ley que se cumpla año tras año,
comiendo los diezmos segundos ante el Señor, en el lugar elegido, sin dejar nada de este año para el próximo. 12 En su
año debe comerse la semilla, hasta cumplir los días de la siguiente recolección, y el vino hasta los días del vino, y el
aceite hasta los días de su época. 13 Lo que de ello qmede y se ponga viejo considérese contaminado y quémese al
fuego, pues es impuro.
14 Coman así juntos en la casa santa y no lo dejen envejecer. 15 Todos los diezmos de vacuno y ovino sean santos para
el Señor y sus sacerdotes; cómanlos ante él año tras año, pues así está establecido y grabado acerca de los diezmos en
las tablas celestiales.
Visión de Jacob
16 A la noche siguiente, el veintidós de este mes, resolvió Jacob construir aquel lugar, vallar una finca y consagrarla,
haciéndola perpetuamente santa para él y sus hijos. 17 Pero el Señor se le apareció de noche, lo bendijo y le dijo:
-No te llamarán Jacob, sino que te darán por nombre Israel.
18 Añadió luego:
-Yo soy el Señor que creó cielos y tierra; te haré crecer y multiplicarte muchísimo; de ti saldrán reyes que regirán
cualquier lugar que haya hollado planta humana. 19 Daré a tu descendencia toda la tierra que hay bajo el cielo;
gobernarán a todos los pueblos según su voluntad, y luego
reunirán toda la tierra y la heredarán perpetuamente.
20 Al terminar de hablar con él, ascendió desde su lado, y Jacob lo estuvo viendo hasta que subió al cielo. 21 Tuvo otra
visión nocturna: un ángel descendía del cielo con siete tablas en la mano y se las dio a Jacob. Este las leyó y conoció
cuanto está escrito en ellas: lo que le habría de ocurrir a él y a sus hijos por todos los siglos. Z2 Le enseñó todo lo que
está escrito en las tablas y le dijo:
-No construyas este lugar, ni lo hagas templo eterno, ni mores aquí, pues no es éste el sitio; ve a la casa de tu padre,
Abrahán, mora donde tu padre, Isaac, hasta el día de su muerte. 23 En Egipto morirás en paz, pero en esta tierra serás
sepultado con honor, en las tumbas de tus padres, con Abrahán e Isaac. 24 No temas, pues tal como has visto y leído
será todo; escribe tú todo como lo has visto y leído.
25 Dijo Jacob:
-Señor, ¿cómo recordaré todo lo que he leído y visto?
Le respondió:
-Yo te recordaré todo.
26 Ascendió el ángel de su lado, despertó Jacob de su sueño, recordó cuanto había leído y visto, y lo escribió todo.
Nacimiento de Benjamín
30 En la noche del veintitrés de este mes murió Débora, nodriza deRebeca, y la enterraron bajo la ciudad, al pie de la
encina del río. Llamaron a aquel lugar «río de Débora», y a la encina, «encina del duelo de Débora». 31 Rebeca volvió a
su casa, donde moraba Isaac, padre de Jacob,
y éste mandó con ella carneros, ovejas y machos cabríos para que hiciera a su padre comida, según le gustaba. 32 Fue
tras su madre hasta acercarse a la tierra de Cabrata y se quedó allí. 33 Raquel parió de noche un hijo, al que dio el
nombre de «hijo de mi dolor», pues tuvo dificultad de parto; pero su padre le dio el nombre de Benjamín, el once del
mes octavo del primer año del sexto septenario de este jubileo. 34 Allí murió Raquel y fue sepultada en tierra de Efratá,
que es Belén. Jacob construyó en latumba de Raquel un cipo en el camino, sobre tu tumba.
Incesto de Rubén
33 1 Jacob fue a morar al sur de Magdaléder, y fueron a ver a su padre, Isaac, él y su mujer Lía, a primeros del mes
décimo. 2 Rubén vio a Bala, sirvienta de Raquel y concubina de su padre, mientras se bañaba en el agua en sitio oculto, y
le gustó. 3 Escondiéndose de noche, entró en casa de Bala, la encontró durmiendo sola en su lecho, en su casa, 4 y yació
con ella. Al despertarse, vio que Rubén yacía con ella en la cama; al advertir que era Rubén, levantó su orla, lo sujetó y
gritó. 5 Avergonzándose de él, lo soltó de la mano, y él huyó. 6 Por esta causa estuvo muy apenada, pero no lo contó a
nadie. 7 Cuando vino Jacob a buscarla, le dijo:
-No soy pura para ti. Estoy profanada, ya que me mancilló Rubén, yaciendo conmigo de noche, cuando dormía, sin que
yo lo supiera: alzó mi orla y yació conmigo.
8 Entonces Jacob se enojó muchísimo con Rubén, pues había yacido con Bala, poniendo al descubierto la intimidad de su
padre. 9 Y Jacob no se acercó a ella, pues Rubén la había mancillado. Todo hombre que franquee la intimidad de su
padre, cosa malísima hace, pues es abominable ante el Señor.
34 1 En el año sexto de este septenario de este jubileo cuadragésimo cuarto, Jacob envió a sus hijos, con sus siervos,
a apacentar sus rebaños a los pastos de Siquén. 2 Se reunieron contra ellos los siete reyes y se ocultaron en el bosque
con la intención de matarlos y apoderarse de sus
animales. 3 Jacob, Leví, Judá y José estaban en casa con su padre, Isaac, pues se hallaba triste de ánimo y no podían
dejarlo, así como Benjamín, que era menor, por lo que se quedaba con su padre. 4 Llegaron los reyes Tafo, Ares,
Saragán, Silo, Gaas, Betorón, Manisacer, junto con los que
habitan en este monte y los que viven en los bosques de la tierra de Canaán. 5 A Jacob le informaron con estas palabras:
«Los reyes amorreos han cercado a tus hijos y saqueado sus rebaños». 6 Saliendo de su casa él, sus tres hijos y todos los
siervos de su padre y suyos fueron contra ellos con seis mil hombres armados con espadas. 7 Los mató en los pastos de
Siquén, persiguiendo a los fugitivos y exterminándolos a punta de espada: mató a Ares, Tafo, Saragán, Silo, Manisacer y
Gaas. 8 Volvió a reunir Jacob sus ganados, prevaleciendo sobre ellos e imponiéndoles tributo, por el que darían un
quinto del producto de sus tierras. Construyó Rabel y Tamnat Saré, 9 y volvió sano y salvo, habiendo hecho con ellos la
paz.Y fueron sus siervos hasta el día en que bajaron él y sus hijos a Egipto.
35 1 En el año primero del primer septenario del jubileo cuadragésimo quinto llamó Rebeca a su hijo Jacob y le
encomendó acerca de su padre y hermano que los honrase mientras viviese. 2 Dijo Jacob:
-Haré todo como me has mandado, pues honroso y grande es para mí este mandato y justo ante el Señor que los honre.
3 Tú conoces, madre, desde el día en que nací hasta hoy, todos mis actos y cuanto hay en mi corazón y que siempre
procuro lo bueno a todos. 4 ¿Cómo no he de cumplir
este mandato que me ordenas de honrar a mi padre y hermano?
5 Dime, madre: ¿qué extravío has visto en mí, que me aparte de él y se me tenga misericordia?
6 Respondióle:
-Hijo mío, en todos mis días no he visto en ti ninguna acción torcida, sino recta. Pero te diré la verdad, hijo mío: yo
moriré este año, no pasaré de este año de mi vida, pues he visto en sueños el día de mi muerte y que no viviré más de
ciento cincuenta y cinco años: he cumplido ya todos los días de mi vida.
7 Jacob se rió de las palabras de su madre, pues le decía que iba a morir mientras estaba ante él con energía, sin haber
perdido su fuerza, siendo que entraba y salía, veía bien, tenía dientes sanos, y no la había afligido ninguna enfermedad
en todos los días de su vida. 8 Le replicó
Jacob:
-Bienaventurado sería yo si se aproximara el número de mis días a los tuyos y si tuviera energía tal como la tuya: no vas
a morir, pues vano delirio es lo que me dices acerca de tu muerte.
Juramento de Esaú
18 Entonces Rebeca mandó llamar a Esaú. Este vino a ella, y Rebeca
le dijo:
-Hijo mío, tengo que hacerte un ruego: dime que me lo concederás, hijo mío.
19 Respondió:
-Haré cuanto me digas y no rechazaré tu ruego.
20 Añadió Rebeca:
-Te pido que, el día en que muera, me lleves a enterrar junto a Sara, madre de tu padre. Que os améis tú y Jacob
mutuamente, y no procure el uno mal al otro, sino sólo mutuo amor, para que prosperéis, hijosmíos, crezcáis sobre la
tierra y no se regocije por vosotros ningún enemigo; seréis así bendición y misericordia ante los ojos de todos los que os
aman.
21 Respondió Esaú:
-Haré cuanto me ordenas: te enterraré cuando mueras cerca de Sara, madre de mi padre; del mismo modo que amaste
sus huesos, estarán cerca los tuyos. 22 En cuanto a mi hermano Jacob, lo amo más que a cualquier mortal, pues no
tengo en toda la tierra otro hermano más que él. No es para mí gran cosa amarlo, pues es mi hermano: juntos fuimos
sembrados en tu vientre y juntos salimos de tus entrañas; si no amo a mi hermano, ¿a quién he de amar? 23
Unicamente te ruego que amonestes a Jacob acerca de mí y mis hijos, pues sé que ha de reinar sobre nosotros: el día en
que lo bendijo mi padre, lo hizo alto, y a mí, bajo. 24 Yo te juro que lo amo y que no le procuraré mal en todos los días
de mi vida, sino sólo bien.
Y le juró todo esto. 25 Ella llamó a Jacob ante los ojos de Esaú y lemandó según lo que había hablado con éste. 216 Dijo
Jacob:
-Yo haré tu gusto, y ten la certeza de que no saldrá de mí ni de mis hijos mal contra Esaú, ni emprenderé nada que no
sea mutuo amor.
Muerte de Rebeca
27 Comieron y bebieron ella y sus hijos aquella noche. Murió Rebeca a la edad de tres jubileos, un septenario y un año
aquella misma noche.
La sepultaron sus dos hijos, Esaú y Jacob, en la cueva de Macfe1a, junto a Sara, madre del padre de ambos.
36 1 En el año sexto de este jubileo llamó Isaac a sus dos hijos, Esaú y Jacob. Se presentaron ante él, y les dijo:
-Hijos míos, voy a emprender el camino de mis padres, voy a la casa eterna donde están mis padres. 2 Enterradme cerca
de mi padre, Abrahán, en la cueva de Macfela, en el campo del heteo Efrón, que adquirió Abrahán como panteón
fúnebre: allí, en la tumba que excavé para mí, enterradme. tierra, para que el Señor os cumpla cuanto dijo que haría a
Abrahán y su descendencia. 4 Hijos míos, sed entre vosotros tales que améis a vuestros hermanos como uno se ama a sí
mismo, procurando el uno al otro lo que sea bueno para él, obrando juntos en la tierra y amándoos mutuamente cada
uno como a sí mismo. 5 Acerca de los ídolos, os ordeno y os exhorto
a rechazarlos, combatirlos y no amarlos, pues están llenos de perdición para los que los adoran y los que se prosternan
ante ellos. 6 Recordad, hijos míos, al Señor, Dios de vuestro padre Abrahán, al que también yo he adorado y servido
justa y gozosamente, para que os multiplique y haga crecer vuestra descendencia como los astros del cielo en
abundancia y os plante en la tierra como vástago justo que no será desarraigado en todas las generaciones futuras.
7 Yo ahora os conjuro con juramento tan grande que no lo hay mayor, en nombre del Glorioso, Honrado, Grande,
Magnífico, Maravilloso y Fuerte, que hizo los cielos, la tierra y todo junto, a que os contéis entre los que lo temen y
adoran. 8 Amad cada uno a su hermano con compasión
y justicia, no queriendo mal ninguno a su hermano desde ahora hasta siempre, todos los días de vuestra vida, para que
prosperéis en todas vuestras acciones y no perezcáis. 9 Si de vosotros hubiera quien procurase mal a su hermano, sepa
desde ahora que el que así obra con su hermano
caerá en su mano y será exterminado de la tierra de los vivos y perecerá su descendencia bajo el cielo. 10 En día de
turbación, maldición, ira e indignación, con fuego ardiente devorador como el que quemó a Sodoma, así arderá su tierra,
su ciudad y cuanto sea suyo. Será borrado del libro de
la disciplina de los hijos de los hombres y no será registrado en el libro de la vida, sino en el de la destrucción, perdición
y maldición eterna, para que cada día se renueve su sentencia a injuria, maldición, ira, tormento, indignación, plaga y
enfermedad eternas. 11 Yo digo y testifico, hijos
míos, que tal castigo será el que alcanzará a cualquiera que quiera hacer oprobio a su hermano.
-Caps. XXXVII al L-
Muerte de Esaú
38 1 Entonces habló Judá a su padre, Jacob:
-Tiende tu arco, padre, lanza tus flechas, hiere al enemigo, mata al adversario, y sea tuya la fuerza. Nosotros
no podemos matar a tu hermano estando en tu casa y contigo, pues hemos de honrarlo.
2 Entonces Jacob tendió su arco, disparó una flecha, hirió a su hermano Esaú en la tetilla derecha y lo mató. 3
Volvió a disparar una flecha y alcanzó a Adoram, el arameo, en la tetilla izquierda y lo derribó muerto.
4 Entonces salieron los hijos de Jacob con sus siervos, en grupos, por los cuatro lados de la torre. 5 Judá salió
por delante, por la parte sur de la torre, con Neftalí, Gad y cincuenta siervos, y mataron a cuantos hallaron
ante ellos, sin que escapara uno solo. 6 Leví, Dan y Aser salieron por el lado oriental de la torre con cincuenta y
mataron a los guerreros de Moab y Amón. 7 Rubén, Isacar y Zabulón salieron por la parte norte de la torre con
cincuenta y mataron a los guerreros filisteos, 8 y Simeón, Benjamín y Henoc, hijo de Rubén, salieron por el
lado occidental de la torre con cincuenta hombres. Mataron a cuatrocientos de los edomitas y carios, recios
combatientes, huyendo seiscientos, entre ellos los cuatro hijos de Esaú, que abandonaron a su padre muerto,
tal como había caído, en la colina que hay en Adoram.
9 Los hijos de Jacob los persiguieron hasta el monte Seír. Jacob enterró a su hermano en la colina que hay en
Adoram y volvió a casa. 10 Sus hijos rodearon a los hijos de Esaú en el monte Seír y humillaron su cerviz hasta
convertirlos en sus siervos. 11 Mandaron recado a su padre preguntando si hacian la paz con ellos o los
mataban. 12 Jacob respondió a sus hijos que hicieran la paz, y la hicieron, colocando sobre ellos el yugo del
servicio: darían tributo a Jacob y sus hijos perpetuamente. 13 Estuvieron pagando tributo a Jacob hasta el día
en que bajó a Egipto: 14 hasta ese día los hijos de Edom no se sustrajeron al yugo de servicio que les habían
impuesto los doce hijos de Jacob.
Caudillos de Edom
15 Estos son los reyes que reinaron en Edom, antes de que reinase rey entre los hijos de Israel: [hasta este día,
en el país de Edom]. 16 Reinó en Edom Bela, hijo de Beor, el nombre de cuya ciudad es Denaba; 17 al morir
Bela, reinó en su lugar Jobab, hijo de Zara, de Bosrá; 18 al morir
Jobab, reinó en su lugar Husam, del monte Temán; 19 al morir Husam, reinó en su lugar Adad, hijo de Badad,
que mató a Madián en el campo de Moab, siendo el nombre de su ciudad Avit; 20 al morir Adad, reinó en su
lugar Sem1a, de Masreca; 21 al morir Semla, reinó en su lugar Saúl de
Rohobot, del río; 22 al morir Saúl, reinó en su lugar Ba1anán, hijo de Acabar, 23 y al morir Ba1anán, reinó en
su lugar Adad, cuya mujer se llamaba Metabeel, hija de Matred, hija de Mezaab. 24 Estos fueron los reyes que
reinaron en la tierra de Edom.
José y Putifar
39 1 Jacob vivió en la tierra adoptiva de su padre, la tierra de Canaán.
2 Este es el linaje de Jacob. José tenía diecisiete años cuando lo llevaron a Egipto, y lo compró Putifar, eunuco
del faraón y jefe de la guardia.
3 Este puso a José a cargo de toda su casa, y la bendición del Señor estaba en casa del egipcio a causa de José,
pues el Señor hacía prosperar cuanto obraba. 4 El egipcio dejó todo en manos de José, pues vio que el Señor
estaba con él y hacía prosperar todo lo que obraba.
La seductora
5 Era José de hermoso aspecto y muy apuesto, y la mujer de su señor puso los ojos en él. José le agradó y le
pidió que yaciera con ella. 6 Pero él no se entregó, recordando al Señor y los mandamientos que recitaba su
padre, Jacob, de entre los de Abrahán: «Si algún hombre fornica con mujer que tenga marido, tenga castigo
capital, asignado en los cielos ante el Señor Altísimo, y regístresele el pecado perennemente ante el Señor en
los libros eternos». 7 José recordó estas palabras y no quiso yacer con ella.
8 Ella le suplicó durante un año, pero él se negó a oírla. 9 Entonces lo agarró estrechándolo entre sus brazos
en su casa para forzarlo a yacer con ella, cerrando las puertas de la casa y sujetándolo, pero él dejó el vestido
en sus manos, rompió la puerta y huyó fuera.
José en la cárcel
10 Al ver aquella mujer que no yacía con ella, lo calumnió ante su señor:
-Tu siervo hebreo, al que amas, ha querido forzarme a yacer con él.
Cuando levanté la voz y lo sujeté, huyó dejando el vestido en mis manos y rompiendo la puerta.
11 El egipcio vio el vestido de José y la puerta rota y, creyendo a su mujer, arrojó a José a la prisión, el lugar
donde estaban los presos de la cárcel real. 12 Allí estuvo en la cárcel, pero el Señor concedió gracia y
clemencia a José ante el alcaide, pues vió que el Señor estaba con él y que hacía prosperar cuanto obraba. 13
Dejó todo en sus manos, sin que el alcaide tuvíera mas que ver con ello, porque José hacía todo y el Señor le
otorgaba la perfección. 14 Allí permaneció dos años, en el curso de los cuales el faraón, rey de Egipto, se enojó
contra dos de sus eunucos: el
copero mayor y el panadero mayor. Los arrojó a prisión, a la del alcaide donde estaba preso José. 15 Este fue
encargado por el alcaide que los sirviera: él así lo hacía. 16 Tuvieron un sueño ambos, el copero mayor y el
panadero mayor, y se lo contaron a José. 17 Y tal como se lo interpretó, así les ocurrió, pues el faraón
restituyó al copero mayor a su puesto e hizo morir al panadero, como les había explicado José. 18 Pero el
copero olvidó a José en la prisión, aunque le había hecho saber lo que le ocurriría, y no se acordó de contar al
faraón cómo le había hablado José, pues se olvidó.
Historia de Tamar
41 1 En el jubileo cuadragésimo quinto, en el segundo septenario, en el año segundo, tomó Judá para su
primogénito Her una mujer de las hijas de Aram, de nombre Tamar. 2 Pero él la aborreció y no yació con ella,
pues su madre era cananea. Quiso tomar una mujer de la nación de
su madre, pero no se lo permitió su padre. 3 Fue perverso este Her, primogénito de Judá, y el Señor lo hizo
morir. 4 Dijo entonces Judá a su hermano Onán:
-Ve a la mujer de tu hermano, hazla esposa por levirato y da descendencia a tu hermano.
5 Pero sabiendo Onán que la descendencia no seria suya, sino de su hermano, iba a casa de la mujer de su
hermano, pero eyaculaba en tierra, lo cual fue malo ante los ojos del Señor, que lo hizo morir.
6 Dijo entonces Judá a su nuera Tamar:
-Quédate en casa de tu padre, guardando viudedad, hasta que crezca mi hijo Sela y te dé a él por esposa.
7 Creció Sela, pero Batsua, mujer de Judá, no permitía que su hijo se casase con ella. Y murió Batsua, mujer de
Judá, el año quinto de este septenario. g Al año sexto subió Judá a esquilar sus ovejas a Tamna, y dijeron a
Tamar: «Tu suegro sube a esquilar sus ovejas a Tamna».
9 Ella se quitó las ropas de viuda, se puso un tocado, se embelleció y se colocó a la puerta del camino de
Tamna. 10 Judá pasaba por allí, la encontró, la creyó una prostituta y le dijo:
-Me voy contigo.
Ella respondió:
-Ven.
y se fue. 11 Díjole ella:
-Dame mi pago.
El le respondió:
-No llevo más que el anillo de mi dedo, mi brazalete y el báculo de mi mano.
12 Díjole ella:
-Déjamelos, hasta que me mandes mi pago.
El aseguró:
-Te mandaré un cabrito.
Se los dejó, la conoció y ella concibió de él. 13 Judá se fue a sus ovejas, y ella, a casa de su padre. 14 Luego,
Judá le mandó el cabrito por mano de un pastor odolamita. Pero éste no la encontró y preguntó a los hombres
del lugar:
-¿Dónde está la prostituta que había aquí?
Le respondieron:
-Aquí no tenemos ninguna prostituta.
15 Volvió, pues, y se lo comunicó a Judá:
-No pude hallarla; incluso pregunté a los hombres del lugar, y me dijeron que allí no hay ninguna prostituta.
Dijo Judá:
-Que se los quede, no vayamos a servir de escarnio.
16 Al cumplir tres meses, se supo que estaba embarazada, y dijeron a Judá: «Tu nuera Tamar ha concebido
por fornicación». 17 Judá fue entonces a casa de su padre y dijo a éste y sus hermanos:
-Sacadla y quemadla, pues ha cometido impureza en Israel.
18 Pero, cuando la sacaron para quemarla, mandó a su suegro el anillo, el brazalete y el báculo con estas
palabras: «¿Sabes de quién es esto? Pues de él he concebido». 19 Judá los reconoció y dijo: «Lleva más razón
Tamar que yo; que no la quemen». 20 Por eso no fue dada a Sela, ni él
volvió a acercarse a ella. 21 Parió luego Tamar dos hijos, Fares y Zara, en el año séptimo de este segundo
septenario, 22 cuando se cumplieron los siete años de abundancia que había pronosticado José al faraón. 23
Judá supo que había obrado mal, pues había yacido con su nuera. Se avergonzó ante sus propios ojos, admitió
que había pecado y errado al franquear la intimidad de su hijo y comenzó a hacer duelo y a rogar al Señor por
su falta. 24 Le comunicamos en sueños que le sería perdonada, pues había rogado mucho y hecho duelo, y no
lo hizo más. 25 Obtuvo perdón por arrepentirse de su pecado y a causa de su ignorancia, aunque había
cometido gran culpa ante Dios. A todo el que hace tal, yacer con su nuera, quémenlo con fuego ardiente, pues
impureza y abominación hubo en ellos; con fuego quémenlos. 2ó Y tú ordena a los hijos de Israel que no haya
impureza entre ellos, pues todo el que yazca con su nuera o su suegra ha cometido impureza. Con fuego
quemen al hombre que haya yacido con ellas, y a la mujer también, y se apartará la indignación y la plaga de
Israel. 27 A Judá le dijimos que sus dos hijos no habían yacido con ella y que por eso había permanecido la
semilla para otra prole y no fue desarraigada.
28 Con integridad de sus ojos había ido Tamar y procurado sentencia, pues a causa de la ley dictada por
Abrahán a sus hijos quiso Judá quemarla con fuego.
15 Cuando vio Israel que el hambre arreciaba en el país y no había salvación, dijo a sus hijos:
-Id, volved, traednos alimento para que no muramos.
16 Respondieron:
-No iremos; si no viene nuestro hermano menor con nosotros, no iremos.
17 Vio Israel que, si no lo mandaba con ellos, perecerían todos de hambre. 18 Dijo Rubén:
-Ponlo en mis manos, y si no te lo traigo, mata a mis dos hijos por su vida.
Le replicó Jacob:
-No irá contigo.
19 Se acercó Judá y dijo:
-Mándalo conmigo, y si no te lo traigo, sea yo réprobo ante ti todos los días de mi vida.
20 Y lo mandó con ellos, el año segundo de este septenario, a primeros de mes. Llegaron a tierras de Egipto
con otros que alli iban, llevando dones de mirra, almendras, terebinto y miel pura.
21 Llegaron y se presentaron ante José, que vio y reconoció a su hermano Benjamín. Les dijo:
-¿Es éste vuestro hermano menor?
Le respondieron:
-El es.
Añadió:
-El Señor te sea clemente, hijo mío.
22 Lo mandó a su casa, liberó a Simeón y les preparó un convite; ellos le ofrecieron los dones que habían
traído consigo. 23 Comieron ante él, y dio porciones a todos, pero la de Benjamín era siete veces mayor que la
de los demás. 24 Comieron, bebieron, se levantaron y se quedaron donde
estaban sus asnos. 25 José tuvo una idea para conocer si sus pensamientos eran de paz entre sí. Dijo al
hombre que estaba a cargo de su casa:
-Llénales todos sus sacos de grano y vuelve a poner su oro en sus recipientes, pon también la copa de plata, mi
copa con la que bebo, en el saco del menor y despídelos.
Estratagema de José
43 1 El hombre hizo como lo ordenó José: les llenó totalmente los sacos de alimento, les puso también su
oro en ellos y ocultó la copa en el saco de Benjamín. 2 Despertándose de mañana, partieron y, cuando salieron
de allí, dijo José a su mayordomo:
-Persíguelos, corre y préndelos. Diles: «Hacéis mal por bien: habéis robado la copa de plata con que bebe mi
señor», y hazme volver a su hermano menor, trayéndolo rápidamente, antes de que vaya a mi tribunal.
3 Corrió, pues, tras ellos y les habló según esta orden. 4 Le respondieron:
-Lejos de tus siervos hacer tal cosa: ningún efecto hemos robado de casa de tu señor, e incluso el oro que
encontramos la primera vez en nuestros sacos lo devolvimos desde la tierra de Canaán. 5 ¿Cómo, pues,
íbamos a robar efecto alguno? Aquí estamos, registra nuestros sacos, muera aquel de nosotros en cuyo saco
encuentres la copa, y nosotros y nuestros asnos sirvamos a tu señor.
6 Les replicó:
-No será así: tomaré como esclavo únicamente a quien se la encuentre, y los demás podréis ir en paz a vuestra
casa. 7 Registró sus enseres empezando por el mayor y acabando por el menor, hallando la copa en el saco de
Benjamín. 8 Rasgaron entonces sus vestiduras, cargaron sus asnos, volvieron a la ciudad, llegaron a casa de
José y se prosternaron todos ante él con el rostro por tierra. 9 Díjoles
José:
-Habéis obrado mal.
Respondieron:
-¿Qué hemos de decir, qué hemos de replicar? Nuestro señor ha hallado la culpa de sus siervos: aquí estamos,
somos siervos de nuestro señor, así como nuestros asnos.
10 Añadió José:
-Yo soy temeroso de Dios: id vosotros a vuestras casas, y quede vuestro hermano como esclavo, puesto que
habéis obrado mal. ¿No sabéis que nadie adivina con su copa como yo con ésta, y me la habéis robado?
11 Dijo Judá:
-Señor, tengo que decir algo al oído de mi señor. Su madre parió dos hermanos a tu siervo, nuestro padre. Uno
de ellos salió, se perdió y no fue hallado; de su madre queda él solo, y tu siervo, nuestro padre, lo ama hasta el
punto de que su espíritu está pendiente de él. 12 Si regresáramos a tu siervo, nuestro padre, y no viniera el
muchacho con nosotros, moriría: abatiríamos a nuestro padre de tristeza hasta morir. 13 Quede yo solo, tu
siervo, en lugar del joven, como siervo de mi señor, y vaya el muchacho con sus hermanos, pues yo lo
garanticé a tu siervo, nuestro padre, y si no lo hago volver, tu siervo será culpable ante nuestro padre por
siempre.
LIBRO DE NOE
Este es el libro de los remedios que copiaron los sabios antiguos a partir del libro de Sem, hijo de Noé, que
había sido entregado a Noé en Lubar, el monte de la región de Ararat, después del diluvio.
Por aquel tiempo comenzaron los espíritus bastardos a provocar a los hijos de Noé, a burlarse, ofender,
engañar y herir con enfermedades, dolores y toda clase de plagas de asesinos y exterminadores de seres
humanos.
Vinieron a una todos los hijos de Noé y sus hijos y relataron sus desgracias a Noé, su padre, y le informaron de
las circunstancias dolorosas vistas por sus hijos. Noé se espantó cuando supo que por culpa del hombre y por
su conducta pecaminosa eran afligidos con toda clase de enfermedades y dolencias, y santificó a sus hijos y a
los hijos de su casa y a toda su casa. Se acercó al altar y ofreció holocaustos y suplicó a Dios y le rogó.
Y Dios envió del lugar de los santos a uno de los ángeles de la Presencia, cuyo nombre era Rafael, para acabar
con los espíritus bastardos de debajo de los cielos, para que no se exterminara ya a los hijos del hombre.
Así lo hizo el ángel y los encadenó en el lugar de condenación. Sólo una décima parte (de los espíritus
bastardos) quedó para vagar por la tierra delante del príncipe Mastema (1), para oprimir (a los hombres) por
medio de malhechores y golpearlos y devolverles toda clase de dolencia y enfermedad y para producir
dolores. Pero el ángel comunicó los remedios para las calamidades de los seres humanos y todo tipo de
medicinas para curar por medio de los árboles de la tierra y los vegetales del suelo y las raíces.
y envió Dios al resto de los jefes de los espíritus para mostrar a Noé e informarle de los árboles medicinales
con todas sus hierbas, sus plantas, sus raíces y sus semillas y del fin para que fueron creados y para enseñarle
todo lo referente a sus medicamentos para la curación y la vida.
y Noé escribió estas cosas en un libro que entregó a Sem, su hijo mayor, y de aquel libro copiaron los sabios
antiguos y escribieron muchos libros, cada uno en su lengua...
Los sabios de Macedonia comenzaron los primeros a curar en la tierra, y los sabios de Egipto fueron los
primeros en hacer conjuros y adivinaciones por medio de las constelaciones y de las estrellas y en aprender el
libro de la ciencia de los caldeos, que copió Qengar ben Ur ben Kesed, referente a todas las acciones de los
adivinos.
(1) Mastema: O Mastemah (Os 9,7-8), sustantivo de la raíz stm, «odiar, enemistarse»; está emparentado con
stn, «Satán, demonio». Aparece aquí personificando al
jefe de los ángeles caídos.
MIDRAS WAYYISAU
Está escrito: Y se marchó a un país lejos de la presencia de Jacob, su hermano , por causa del compromiso de
venta, y hay quien dice (que se fue) por causa de la vergüenza a la que se refieren nuestros rabinos; lo cierto
es que se dirigió todo Esaú lejos de la presencia de Jacob y se marchó.
No es que se apartara el odio de su corazón, sino que su ira se revolvió todavía más y conservó por siempre su
pecado. A pesar de que en aquel momento se marchó, más tarde vino a guerrear
contra él. Fue el año en que Lía murió. Jacob y sus hijos se encontraban en el duelo por ella y sus otros hijos
los consolaban. Vino (Esaú) contra ellos con un gran ejército de hombres preparados para la guerra equipados
con coraza de hierro y de bronce, y todos ellos armados con escudos, arcos y dardos. Eran cuatro mil
guerreros que rodearon una torre donde estaban acampados Jacob y sus hijos y sus criados con sus hijos y con
todas sus pertenencias, pues se habían reunido todos allí para consolar a Jacob en el luto por Lía.
Reposaban allí con tranquilidad, y no se les ocurrió pensar que pudiera venir contra ellos nadie para
combatirlos, y no se dieron cuenta hasta tanto que llegó todo el ejército a aquella torre. Sólo estaban allí
Jacob y sus hijos y doscientos siervos suyos.
Cuando Jacob vio que Esaú se insolentaba viniendo contra él en son de guerra con la intención de matarlos en
el interior de la torre, y que lanzaba contra ellos dardos, se puso en pie sobre la muralla de la torre y comenzó
a hablar con su hermano Esaú palabras de paz, de amistad v fraternidad; pero Esaú no las aceptó. .
Al punto dijo Judá a Jacob, su padre: «¿Hasta cuándo vas a prolongar con él las palabras buenas y cariñosas,
mientras que él viene contra nosotros como enemigo vestido de coraza para matarnos?».
Tan pronto como Jacob oyó esto tensó su arco y mató a Adoram , el edomita, y volvió a tensar su arco e hirió a
Esaú en el peto derecho quien se debilitó a causa de la flecha. Lo levantaron sus hijos y lo condujeron en carro
hasta la ciudad y allí murió, en Arudín . Pero hay quien dice que no murió allí.
Entonces salió Judá en primer lugar y Neftalí y Gad con él por el flanco sur de la torre y con ellos cincuenta
siervos de los de su padre, Jacob. Leví, Dan y Aser salieron hacia el este de la torre y cincuenta siervos con
ellos. Salieron Rubén, Isacar y Zabulón hacia el flanco norte de la torre
y con ellos cincuenta siervos. Simeón, Benjamín y Hanok ben Rubén salieron hacia el oeste de la torre y con
ellos cincuenta siervos. José no estaba allí porque ya había sido vendido.
Entonces se fortaleció Judá para la guerra. El, Neftalí y Gad se introdujeron en el ejército y lo empujaron hacia
la fortaleza de hierro, y recibieron en sus escudos los cascotes que lanzaban contra ellos. Hasta el sol se
oscureció sobre ellos por las piedras lanzadas y las flechas disparadas y las catapultas que lanzaban contra
ellos.
Judá se introdujo el primero en medio del ejército y mató a seis guerreros. Neftalí y Gad fueron con él, uno a la
derecha y otro a la izquierda, mientras lo guardaban para que no lo matara el ejército. También ellos mataron
a cuatro guerreros, dos cada uno, y los cincuenta siervos que estaban con ellos les ayudaron y se aprestaron a
combatir, y mató cada uno un hombre, un total de cincuenta guerreros.
Y, a pesar de esto, no consiguieron Judá, Neftalí y Gad expulsar al ejército del flanco sur de la torre ni alejarlos
de donde estaban. Entonces se reforzaron para el combate y se reunieron todos ellos y combatieron, y cada
uno mató un hombre. A pesar de todo no los obligaron a huir del
lugar que ocupaban, sino que se mantuvo el ejército frente a ellos, dispuesto para la batalla en sus posiciones.
Se confortaron entonces Judá y sus hermanos y sus siervos, se apiñaron y combatieron contra ellos, y cada
uno mató dos hombres del ejército. Pero comprendió Judá que, si medían al ejército quedándose donde
estaban, no conseguirían alejarlos, se armaron de valor y de resolución para avergonzarlo. Judá, Neftalí y Gad
se esforzaron a una y se introdujeron entre los guerreros. Judá mató a diez de ellos, y Neftalí y Gad mataron a
ocho guerreros.
Cuando vieron los siervos que Judá y sus hermanos se esforzaban y que se habían introducido en el mismísimo
centro de la batalla, se esforzaron también ellos para estar a su lado combatiendo. Judá hirió a su derecha y a
su izquierda cien guerreros, y Neftalí y Gad los iban matando tras él, hasta que expulsaron a todo el ejército
del flanco sur de la torre, aproximadamente la medida de un estadio.
Al ver el ejército que estaba frente a Judá que se desmoronaba ante Judá y sus hermanos, se asustó y
reagrupó todas sus fuerzas para la lucha y preparó la batalla contra Judá y sus hermanos y se aseguró en sus
posiciones para combatir contra ellos con gritos de guerra. Tanto Leví y los que con él estaban, Rubén y los
suyos, y Simeón y los que le acompañaban, como los que estaban frente a ellos, tomaron posiciones para la
batalla y se entregaron de corazón a luchar con gran fuerza.
Cuando vio Judá que todo el ejército se reforzaba y se agrupaba aprestándose para la lucha, que tomaban un
solo camino para combatir contra ellos y que se aseguraban en sus posiciones preparando la batalla levantó
sus ojos al Santo, bendito sea, para que les ayudara cuando estuvieran cansados por la dureza de la batalla y
para que no pudieran vencerlos.
Aceptó entonces el Santo, bendito sea, la súplica y se fijó en su angustia y los ayudó. Hizo salir de sus reservas
un viento tempestuoso que sopló frente a ellos y llenó sus ojos de oscuridad y de tiniebla, de forma que no
veían para combatir. Pero los ojos de Judá y sus hermanos estaban daros porque el viento venía por detrás de
ellos. Comenzaron Judá y sus hermanos a matarlos, e Iban cayendo los muertos en tierra tal como tira el
segador la mies y las gavillas de su recolección. Se formaron montones, porque mataron a todo el ejército que
venía hacia ellos por el flanco sur de la torre.
Rubén y Simeón, y Leví con ellos, se aprestaron a la batalla al encuentro del ejército que estaba ante ellos.
Judá y sus hermanos, después que mataron a todos los soldados que estaban por su lado, se dirigieron hacia
sus otros hermanos para ayudarlos. El viento tempestuoso llenó de
tinieblas los ojos de sus enemigos.
Rubén, Simeón, Leví y todos los que los acompañaban cayeron sobre ellos y los mataron y derribaron en tierra
montones y montones, hasta que mataron a todos los soldados que había frente a Judá. Rubén y Leví, que
estaban delante de Simeon, mataron cuatrocientos guerreros avezados a guerrear, y los seiscientos restantes
huyeron junto con los cuatro hijos de Esaú: Reuel, Yeus, Yalam y Qorah. Elifaz no corrió huyendo con ellos,
porque Jacob, nuestro padre, era su señor.
Siguieron los hijos de Jacob tras ellos hasta Arudín, y dejaron a su padre Esaú muerto, tendido en Arudín. Ellos
huyeron a la montaña de Seír, al alto de los escorpiones. Los hijos de Jacob entraron y descansaron allí aquella
noche y encontraron a Esaú muerto, tendido, y lo enterraron por respeto a su padre. Hay quien dice que Esaú
no murió allí, sino que salió de Arudín herido y huyó con sus hijos a la montaña de Seír.
Al día siguiente despojaron sus cadáveres los hijos de Jacob y los persiguieron y los cercaron en la montaña de
Seír, en el alto de los escorpiones.
Salieron los hijos de Esaú y todos aquellos hombres que habían huido y, cayendo ante los hijos de Jacob, se
prosternaron ante ellos y les suplicaron hasta que les concedieron la paz. Y les impusieron un tributo de
sumisión.
24 1 Tras la muerte de Abrahán, el Señor bendijo a su hijo Isaac, que partió de Hebr6n y fue a morar junto al
pozo de Agar durante siete años, en el año primero del tercer septenario de este jubileo. 2 En el primer año
del cuarto septenario comenzó a extenderse un hambre por el país distinta de aquella primera que hubo en
época de Abrahán. 3 Jacob había preparado un plato de lentejas. Llegó Esaú hambriento del campo
y le dijo:
-Hermano, dame de ese plato rojizo.
Jacob le respondió:
-Entrégame tu primogenitura, y te daré pan y este plato de lentejas.
4 Esaú pensó para sus adentros: «Muriendo estoy: ¿de qué me sirve esta primogenitura?». Dijo a Jacob:
-Te la doy.
s Añadió Jacob:
-Júramelo.
Se lo juró, 6 y Jacob dio a su hermano Esaú pan y el plato. Comió hasta hartarse, renunciando Esaú a su
primogenitura, por lo cual recibió el nombre de Edom, a causa del plato rojizo que Jacob le dio por su
primogenitura.
7 Y Jacob crecía mientras Esaú menguaba en grandeza.
Bendición de Jacob
25 Al terminar de bendecir Isaac a su hijo Jacob, salió éste de la presencia de su padre y se ocultó, mientras
llegaba su hermano Esaú de la cacería. 26 También él preparó un guiso, lo llevó a su padre y le dijo:
-Levántate, padre mío, y come mi caza, para que tu alma me
bendiga.
27 Díjole su padre, Isaac:
-¿Quién eres?
Respondió:
-Soy tu hijo primogénito, Esaú: he hecho como me ordenaste.
28 Isaac se quedó atónito en extremo y añadió:
-¿Quién era, pues, el que cazó una presa, me la trajo y comí antes de llegar tú? A ése le he bendecido, de
manera que él y su descendencia serán eternamente benditos.
29 Al oír Esaú las palabras de su padre, Isaac, gritó con voz tremenda y amarguísima y suplicó a su padre:
-¡Bendíceme a mí también, padre!
30 Le replicó:
-Tu hermano vino con fraude, y se ha llevado tus bendiciones.
Dijo:
-Ahora sé por qué se le llamó Jacob, pues dos veces me ha suplantado:
primero me quitó la primogenitura y ahora me ha quitado mi bendición.
31 ¿Es que no te queda una bendición para mí, padre?
Isaac replicó a Esaú:
-Lo he instituido señor tuyo y de todos sus hermanos, dándoos a él para ser sus siervos, y lo he confirmado con
abundancia de trigo, vino y aceite: ¿qué puedo hacerte ahora, hijo mío?
32 Dijo Esaú a su padre, Isaac:
-¿Sólo tienes una bendición, padre? Bendíceme también a mí, padre.
Esaú levantó la voz llorando, 33 pero Isaac le respondió:
-Del rocío de la tierra será tu morada, y del rocío del cielo por arriba. 34 Vivirás de tu espada, sirviendo a tu
hermano, y si te niegas y apartas su yugo de tu cuello, cometerás entonces una falta capital, y será
desarraigada tu semilla bajo el cielo.
35 Esaú amenazaba a Jacob a causa de la bendición que su padre le había dado, pensando en su corazón: «Ya
vienen los días de luto por mi padre, y yo mataré a mi hermano Jacob».
27 1 Le fueron reveladas a Rebeca en sueños las palabras de su hijo mayor, Esaú. Mandó entonces llamar a
su hijo menor, Jacob, y le dijo:
2 -Esaú proyecta vengarse matándote. 3 Así, pues, hijo mío, escucha mis palabras: ponte en marcha, huye a
casa de mi hermano Labán, en Harrán, y quédate con él algún tiempo, hasta que ceda la cólera de tu hermano,
deje su ira contigo y olvide cuanto le hiciste. 4 Entonces mandaré
a buscarte allí.
Respondió Jacob:
-No tengo miedo: si quiere matarme, lo mataré yo.
5 Ella replicó:
-No quiero perder mis dos hijos en un día.
6 Objetó entonces Jacob a su madre, Rebeca:
-Ya sabes que mi padre ha envejecido y no ve, pues sus ojos están embotados. Si lo dejo, le parecerá mal que
lo abandone y me marche de vuestro lado; se enojará y me maldecirá. No he de ir: sólo si él me manda,
entonces iré.
7 Dijo Rebeca a Jacob:
-Yo entraré a hablarle, y te mandará.
8 Entró Rebeca y dijo a Isaac:
-Estoy harta de vivir a causa de las dos heteas que Esaú tomó por mujeres. Si Jacob toma mujer de entre las
hijas del país, que son como ésas, entonces ¿para qué he de vivir? Pues son malas las hijas de Canaán.
9 Isaac llamó entonces a Jacob, lo bendijo y lo amonestó:
10-No tomes por mujer ninguna hija de Canaán: ponte en camino y ve a Mesopotamia, a casa de Batuel, tu
abuelo materno, y toma mujer allí de entre las hijas de Labán, hermano de tu madre. 11 Dios Todopoderoso te
bendiga, acreciente y multiplique; congréguense en torno a ti los pueblos, y él te dé, a ti y a tu descendencia,
las bendiciones de mi padre, Abrahán, para que heredes la tierra a que emigres y toda la tierra que dio el
Señor a Abrahán. Ve, hijo mío, en paz.
12 Isaac, pues, envió a Jacob, que fue a Mesopotamia, a casa de Labán, hijo del sirio Batuel y hermano de
Rebeca, madre de Jacob. 13 Al disponerse Jacob a ir a Mesopotamia, se contristó el ánimo de Rebeca por su
hijo y lloró. 14 Dijo entonces Isaac a Rebeca:
-Hermana, no llores por mi hijo Jacob, pues en paz va y en paz volverá.
15 El Dios Altísimo lo guardará de todo mal y estará con él, pues no lo dejará nunca. 16 Sé que sus caminos
serán prósperos adondequiera que vaya, hasta que en paz vuelva a nosotros y lo veamos con bien. 17 No
temas por él, hermana, pues recto es en su proceder, hombre perfecto y
fiel, que no se perderá: no llores.
18 E Isaac consolaba a Rebeca por su hijo Jacob y lo bendijo.
19 Jacob salió de Bersabee para ir a Harrán el año primero del segundo septenario del jubileo cuadragésimo
cuarto y llegó a Lidia, en el monte que es Betel, a primeros del primer mes de este septenario. Llegó allí al
atardecer, se apartó del camino aquella noche a poniente del sendero y
durmió allí, pues se había puesto el sol. 20 Tomó una piedra de aquel lugar, la puso (bajo su cabeza), bajo un
árbol, y se durmió, solo como iba.
Aquella noche tuvo un sueño. Había una escalera puesta en el suelo, cuyo extremo tocaba el cielo, y los
ángeles del Señor subían y bajaban por ella, y en ella se alzaba el Señor, 22 quien habló a Jacob:
-Yo soy el Señor, Dios de tu padre Abrahán y Dios de Isaac. La tierra sobre la que duermes te la daré a ti y a tu
descendencia. 23 Tu descendencia será como la arena de la tierra, extendiéndose a occidente, oriente, sur y
norte. Por ti y tu descendencia serán benditas todas las naciones
de la tierra. 24 Yo estaré contigo, te guardaré adondequiera que vayas y te haré volver con bien a esta tierra,
pues no te dejaré hasta cumplir cuanto te digo.
25 Despertándose Jacob de su sueño, se dijo: «De seguro que este lugar es casa del Señor, y yo no lo sabía». Y
añadió temeroso: «Imponente es este lugar: es casa del Señor y puerta del cielo». 26 Levantándose de
mañana, tomó la piedra que había puesto bajo su cabeza, la colocó erecta como señal y derramó aceite
encima, dando a aquel lugar el nombre de Betel, aunque anteriormente esta tierra se llamaba Luza. 27 Y Jacob
oró así al Señor:
-Si el Señor está conmigo y me guarda en este camino por el que voy, me da pan que comer y vestido que
ponerme, y vuelvo con bien a casa de mi padre, sea el Señor mi Dios, y esta piedra que he colocado erecta
como señal en este lugar sea casa del Señor y de cuanto me des Dios mío, te daré diezmo.
28 1 Emprendió su viaje y llegó a tierra de oriente, donde estaba Labán, hermano de Rebeca. Se quedó con
él y lo sirvió por Raquel, su hija, durante un septenario. 2 En el año primero del tercer septenario le dijo:
-Dame mi mujer, por la que te he servido siete años.
Respondió Labán a Jacob:
-Te daré tu mujer.
3 Labán preparó un convite, tomó a su hija mayor, Lía, y se la dio a Jacob por mujer, otorgando a Lía su esclava
Zelfa como sirvienta -sin que Jacob lo advirtiera, pues imaginó que era Raquel-. 4 Jacob fue a ella, y resultó
que era Lía. Jacob se enojó con Labán y le increpó:
-¿Por qué has obrado así conmigo? ¿Acaso no te serví por Raquel y no por Lía? ¿Por qué me has defraudado?
Toma tu hija, que yo me voy, pues has obrado mal conmigo.
5 Jacob prefería Raquel a Lía, cuyos ojos estaban enfermos, aunque era muy hermosa, al tiempo que Raquel
tenía bellos ojos, buen aspecto y era muy hermosa. 6 Respondió Labán a Jacob:
-No puede ser así en nuestra tierra, casar a la menor antes que a la mayor. No estaría bien hacerlo, pues está
establecido y escrito en las tablas celestiales que «no se dará la hija menor antes que la mayor, sino a ésta
primero y luego a la menor. Al hombre que hiciere tal, le anotarán
a su cuenta la falta en el cielo, no siendo justo el que hace tal cosa, pues es mala acción ante el Señor». 7 Y tú
ordena a los hijos de Israel que no hagan eso, y no tomen ni den a la hija menor sin anteponer la mayor, pues
es muy malo.
8 Dijo Labán a Jacob:
-Que pasen los siete días de la boda de ésta, y yo te daré a Raquel, para que me sirvas otros siete años
apacentando mis ovejas como hiciste el primer septenario.
9 Cuando pasaron siete días de la boda de Lía, Labán dio a Raquel a Jacob, para que le sirviese otros siete
años, otorgando a Raquel como sirvienta a Bala, hermana de Zelfa. 10 y sirvió de nuevo siete años por Raquel,
pues Lía le fue dada sin más.
11 El Señor abrió el seno de Lía, que concibió y parió a Jacob un hijo, al que llamó Rubén, el catorce del mes
noveno del tercer septenario.
12 Pero el seno de Raquel estaba cerrado, pues el Señor vio que aborrecía a Lía, mientras que ella era amada.
13 Jacob fue de nuevo a Lía que concibió y le parió otro hijo, al que puso de nombre Simeón, el veintiuno del
mes décimo del año tercero de este septenario. 14 Jacob fue de nuevo a Lía, .que concibió y le parió un tercer
hijo, al que puso por nombre Leví, a primeros del primer mes del año sexto de este septenario. 15 Volvió Jacob
a ir a ella, y concibió y le parió un cuarto hijo, al que puso de nombre Judá, el quince del tercer mes del año
primero del cuarto septenario.
15 A todo esto, Raquel tenía celos de Lía porque no paría, y decía a Jacob:
-Dame hijos.
Jacob le respondía:
-¿Soy yo quien te priva del fruto de tu vientre? ¿Soy yo quien te ha abandonado?
17 Cuando vio Raquel que Lía había parido cuatro hijos a Jacob: Rubén, Simeón, Leví y Judá, le dijo:
-Ve a mi esclava Bala, que conciba y me para un hijo. 18 (Y le dio a su esclava Bala como mujer). Fue a ella,
concibió y le parió un hijo, al que llamó Dan, el nueve del mes sexto del año sexto del
tercer septenario. 19 Jacob volvió a ir a Bala, que concibió y parió otro hijo a Jacob, al que Raquel dio el
nombre de Neftalí el cinco del mes séptimo del año segundo del cuarto septenario.
20 Cuando vio Lía que ya no paría, tomó a su esclava Zelfa y se la dio a Jacob por mujer. Esta concibió y parió
un hijo, al que Lía puso el nombre de Gad, el doce del mes octavo del año tercero del cuarto septenario. 21 El
volvió a Ze1fa, quien concibió y le parió un segundo hijo, al que Lia llamó Aser, el dos del mes once del quinto
año del cuarto septenario.
22 Jacob fue a Lía, que concibió y le parió un hijo, al que llamó Isacar, el cuatro del mes quinto del año cuarto
del cuarto septenario y lo dio a una nodriza. 23.Fue Jacob de nuevo a ella, que concibió y parió a dos, hijo. e
hija, poniendo al hijo Zabulón y a la hija Dina, el siete del mes séptimo del año sexto del cuarto septenario. 24
Y el Señor se compadeció de Raquel y le abrió el seno. Concibió y parió un hijo, al que llamó José, a primeros
del cuarto mes del año sexto de este cuarto septenario.
25 Por los días en que nació José, dijo Jacob a Labán:
-Dame mis mujeres e hijos para ir con mi padre, Isaac, a hacermeuna casa. He cumplido los años en que te he
servido por tus dos hijas y me voy a casa de mi padre.
26 Respondió Labán a Jacob:
-Quédate conmigo por tu salario; sigue apacentando mi rebaño y toma tu salario.
27 Pactaron entre ellos que le daría como paga tanto los corderos como los cabritos moteados o manchados
que nacieran, sirviéndole esto de recompensa. 28 Todas las ovejas parían crías moteadas, o con marcas o
manchas abigarradas, y volvían a parir de la misma forma, siendo toda cría señalada de Jacob y las no
señaladas de Labán. 29 Se multiplicó sobremanera la propiedad de Jacob, que adquirió vacas, ovejas, asnos,
camellos, siervos y siervas. 30 Labán y sus hijos tuvieron envidia de Jacob y, quitando sus propias ovejas de su
cuidado, lo acechaban con mal propósito.
29 1 Cuando Raquel parió a José, Labán fue a esquilar sus ovejas, que estaban lejos de él, a una distancia de
tres jornadas. 2 Viendo Jacob que Labán se iba a esquilar sus ovejas, llamó a Lía y Raquel y les dijo
sinceramente que se fueran con él a la tierra de Canaán. 3 Les contó todo lo que había visto en sueños y todo
lo que le había dicho el Señor de que volvería a casa de su padre. Ellas le dijeron:
-Iremos contigo adondequiera que vayas.
4 Entonces Jacob bendijo al Dios de su padre, Isaac, y de su abuelo
Abrahán y se puso en marcha llevando sus mujeres e hijos y toda su propiedad.
Cruzó el río y llegó a la tierra de Galaad, habiendo ocultado sus intenciones a Labán, a quien nada dijo. 5 Era el
año séptimo del cuarto septenario cuando volvió Jacob a Galaad, el veintiuno del primer mes. Labán corrió
tras él y lo encontró en el monte Galaad, el trece del tercer mes, 6 pero el Señor no permitió que ofendiera a
Jacob, pues se le apareció de noche en sueños. Labán habló a Jacob, 7 y éste preparó el día quince un convite
para Labán y todos los que habían venido con él. Jacob y Labán se juraron mutuamente aquel día no pasar
ninguno de los dos con mal fin el monte Galaad. 8 Hicieron allí un monumento como testimonio, por lo que se
dio a este lugar el nombre de Galaad, como este monumento.
9 Antiguamente llamaban Refaím al país de Galaad, pues es la tierra de los gigantes, que produjo titanes de
diez, nueve, ocho y hasta siete codos de talla: 10 habitaban desde la tierra de los hijos de Amón hasta el
monte Hermón, y su sede real era Carnaim, Astarot, Dara, Maser y Beón. 11 Pero el Señor los exterminó por la
maldad de sus acciones, pues eran sobremanera perversos. Puso en su lugar a los amorreos, pecadores y
malvados cual no hay ahora pueblo en la tierra que alcance todos sus pecados, por lo que no han de ser
longevos sobre la tierra.
12 Jacob despidió a Labán, que se fue a Mesopotamia, la tierra de oriente, y él se volvió al país de Galaad, 13
pasando Jacob el once del mes noveno. En ese día llegó a él su hermano Esaú, que se reconcilió con él y partió
de su lado hacia la tierra de Seír, mientras Jacob estuvo acampando en tiendas. 14 El año primero del quinto
septenario de este jubileo pasó Jacob el Jordán y moró al otro lado, apacentando sus ovejas desde el Mar
Muerto hasta Betsán, Dotaín y el bosque de Acrabim. 15 De todas sus propiedades enviaba a su padre, Isaac,
vestido, alimento, carne, bebida, leche, manteca, queso y dátiles del valle, 16 así como a su madre, Rebeca.
Lo enviaba a la torre de Abrahán cuatro veces al año entre las estaciones: entre las épocas de arar y cosechar,
el otoño y las lluvias, y el invierno y la primavera. 17 Isaac había vuelto de Bersabee y subió a la torre de su
padre, morando allí, lejos de su hijo Esaú. 18 Cuando Jacob marchó a Mesopotamia, Esaú tomó por mujer a
Maelet, hija de Ismael, recogió todo el ganado de su padre y sus mujeres y subió a morar al monte Seír
dejando a su padre, Isaac, solo en Bersabee. 19 Este subió entonces de Bersabee y habitó en la torre de su
padre, Abrahán en el monte Hebrón ~ 20 Allí enviaba Jacob cuanto mandaba a su padre y su madre, todo lo
que
necesitaban según cada estación, y bendecían a Jacob con todo su corazón y toda su alma.
3O I En el año primero del sexto septenario subió Jacob pacíficamente a Salén, que está al oriente de
Siquén, en el cuarto mes. 2 Allí raptaron a Dina, hija de Jacob. La llevaron a casa de Siquén, hijo de Emor, el
heveo, señor del país, el cual yació con ella, profanándola, siendo ella una niña pequeña de doce años. 3
Suplicó Siquén a su padre y hermanos que le fuese dada por mujer, pero Jacob y sus hijos se indignaron con
los hombres de Siquén, que habían profanado a su hermana Dina, y hablando con ellos con malicia, los
engañaron y burlaron. 4 Entraron Simeón y Leví repentinamente en Siquén y castigaron a todos sus hombres.
Mataron a todo varón que hallaron allí, sin dejar uno: ejecutaron a todos legítimamente, pues habían
mancillado a su hermana Dina.
5 Tal cosa no se hará ya a una hija de Israel, pues establecido está en el cielo el castigo de exterminio por la
espada de todos los hombres de Siquén, porque hicieron oprobio a Israel. 6 El Señor los puso en manos de los
hijos de Jacob, para aniquilarlos por la espada y hacer en ellos justicia, para que no ocurra en Israel que se
viole a doncella israelita. 7 Sí algún hombre en Israel quisiera dar a su hija o hermana a otro hombre de linaje
gentil, muera sin remisión apedreado, pues habrá traído oprobio a Israel; a la mujer quémenla con fuego, pues
habrá mancillado el nombre de la casa de su padre: sea exterminada de Israel. 8 No haya nunca jamás
fornicación ni impureza en Israel, pues santo es Israel para el Señor: todo hombre que lo profane muera
apedreado sin remisión. 9 Así está establecido y escrito en las tablas celestiales acerca de la descendencia de
Israel: quien la profane, muera apedreado. 10 Esta ley no tiene término de días, ni perdón ni remisión, sino
que se extermine al hombre que hubiera profanado a su hija en Israel, pues dio su linaje a extranjero y pecó,
contaminándolo. 11 Y tú, Moisés, ordena y exhorta a los hijos de Israel que no den sus hijas a los gentiles ni
tomen para sus hijos las hijas de aquéllos, pues es algo abominable ante el Señor. 12 Por eso te escribí en las
palabras de la ley toda la acción de Siquén cometida contra Dina y lo que dijeron los hijos de Jacob: «No
daremos nuestra hija a hombre con prepucio, pues es vergüenza para nosotros».
13 Vergüenza son para Israel los que dan sus hijas a los gentiles o las toman de ellos, pues es cosa impura y
abominable para Israel. 14 No será limpio de esta impureza si tiene mujer de las hijas de los gentiles o si hay
quien dé una de sus hijas a un hombre de cualquier nación. 15 Plaga tras
plaga, maldición tras maldición, todo castigo, plaga y maldición alcanzaran al que haga .tal cosa. Si se tolerase
a los que cometen impureza, profanan el santuario del Señor y manchan su santo nombre, será castigado todo
el pueblo por esta impureza y abominación. 16 No se hará acepción
de su persona ni se aceptará de su mano fruto, sacrificio, holocausto, grasa ni sahumerio agradable. Así
ocurrirá a todo hombre y mujer en Israel que mancille su santuario. 17 Por eso te ordené así: «Haz oír este
testimonio a Israel, mira lo que ocurrió a Siquén y sus hijos, cómo fueron puestos. en manos de los dos hijos
de Jacob, que los mataron legítimamente, acción Justa y que como talles fue inscrita».
18 La descendencia de Leví fue escogida para el sacerdocio, y los levitas para servir ante el Señor como
nosotros perpetuamente. Sean benditos Leví y sus hijos eternamente, pues fue celoso de hacer justicia,
castigo y venganza contra cuantos se alzaron frente a Israel. 19 Tal testimonio lo
asientan en las tablas celestiales: bendición y justicia ante el Dios de todo. 20 Nosotros recordamos la justicia
que obró tal hombre en su vida, en todos los momentos del año: hasta mil generaciones la registran,
alcanzándole a él y a su linaje tras él, pues inscrito fue como amigo y justo en las tablas del cielo. 21 Te escribí
todas estas cosas y te ordené contarlas a los hijos de Israel para que no cometan culpa ni violen la ley ni
rompan la alianza establecida con ellos, de manera que la cumplan y sean inscritos como amigos.22 Pero si la
violaran, cometiendo impureza en todos sus caminos, seran inscritos en las tablas celestiales como enemigos.
Quedarán, borrados del libro de la vida e inscritos en el de los que perecerán y seran desarraigados de la.
tierra. 23 El día en que mataron los hijos de Jacob a Slquen, les fue registrado en el cielo el haber obrado
justicia, rectitud y venganza contra los pecadores, siéndoles inscrito este acto como bendición. 24 Sacaron a su
hermana Dina de casa de Siquén, hicieron cautivos a cuantos habla en Siquén, se apoderaron de sus ovejas,
vacas, asnos, de todos sus rebaños y posesiones, y llevaron todo a su padre, Jacob:
Pero éste les reprocho haber exterminado a la ciudad, pues temió a los que moraban en, el país, cananeos y
fereceos. 26 Sin embargo, el terror del Señor sobrecogió a todas las ciudades en torno a Siquén y no se
levantaron para perseguir a los hijos de Jacob, pues quedaron turbados.
8 Jacob entró a ver a su padre, Isaac, a la cámara donde yacía, con sus dos hijos. Tomó la mano de su padre e,
inclinándose, la besó. Isaac se colgó del cuello de su hijo Jacob y lloró sobre él. 9 Desapareció entonces la
ceguera de los ojos de Isaac, vio a los dos hijos de Jacob: Leví y Judá,
y dijo:
-¿Son éstos tus hijos, hijo mío? Se te parecen.
10 Le respondió que, efectivamente, eran sus hijos:
-Bien has visto, que en verdad son mis hijos.
11 Se acercaron a él y, volviéndose, besó y abrazó a los dos juntos.
12 Descendió a su boca el espíritu profético y tomó a Leví en su mano diestra y a Judá en la siniestra. 13 Se
dirigió primero a Leví y comenzó a bendecirle:
-El Dios de todos, Señor de toda la eternidad, te bendiga a ti y a tus hijos por toda la eternidad. 14 El Señor te
dé, a ti y tu descendencia, gran inteligencia de su gloria y te acerque, a ti y a tu posteridad entre todos los
mortales, para servir en su templo. Como los ángeles de la faz y como
los santos, tal será la descendencia de tus hijos, para gloria, grandeza y santidad; engrandézcalos por toda la
eternidad. 15 Serán jueces príncipes y señores de toda la descendencia de los hijos de Jacob; dirán con justicia
la palabra del Señor, juzgarán justamente todos sus juicios, expondrán
mis caminos a Jacob y mi senda a Israel; la bendición del Señor será puesta en su boca para bendecir a toda la
descendencia del amado. 16 Tu madre te dio el nombre de Leví, y con verdad te puso este nombre, pues
próximo al Señor estarás y serás socio de todos los hijos de Jacob. Su mesa sea la tuya. Comed de ella tú y tus
hijos; por todas las generaciones esté tu mesa llena y no falte tu sustento eternamente. 17 Caigan ante ti
cuantos te odien; sean desarraigados todos tus enemigos y perezcan: bendito sea quien te bendiga, y todo
pueblo que te maldiga, maldito sea.
18 y a Judá le dijo:
-El Señor te dé fuerza y reciedumbre para hollar a cuantos te odien; sé tú soberano, y uno de tus
descendientes de los hijos de Jacob. Que tu nombre y el de tus hijos se extienda por toda la tierra y sus
ciudades.
Entonces temerán los gentiles ante tu faz, se turbarán todas las naciones, y todo pueblo se conmoverá. 19 Por
ti será socorrido Jacob, y en ti se hallará la redención de Israel. 20 El día en que te sientes en tu trono justo y
glorioso, tendrá gran salvación toda la descendencia de los hijos del amado. Bendito quien te bendiga, y todos
los que te odien, atormenten y maldigan, sean desarraigados, perezcan de la tierra y sean malditos. 21
Volviéndose, lo besó nuevamente y abrazó, y se regocijó grandemente, pues había visto a los hijos de Jacob,
sus hijos verdaderos. 22 Saliendo Judá de su regazo, cayó prosternándose ante él, y los bendijo otra vez. Su
padre descansó allí aquella noche, cerca de Isaac, y comieron y bebieron con gozo. 23 Hizo dormir Isaac a los
dos hijos de Jacob, uno a su diestra y otro a su siniestra, lo que le fue computado como acto justo.
24 Jacob contó a su padre por la noche cómo el Señor había obrado con él gran misericordia, cómo había
hecho prosperar todos sus caminos y lo había protegido de todo mal, 25 e Isaac bendijo al Dios de su padre
Abrahán, que no había apartado su clemencia y justicia del hijo de su
siervo Isaac. 26 Por la mañana, habló Jacob a su padre del voto que había hecho al Señor y de la visión que
tuvo: cómo había construido un altar y estaba todo dispuesto para hacer la ofrenda ante el Señor, según el
voto que había hecho, y que había venido a llevarlo sobre un asno. 27 Dijo
Isaac a su hijo Jacob:
-No puedo ir contigo, pues estoy viejo y no puedo soportar la marcha: ve en paz, hijo mío. Ya tengo ciento
sesenta y cinco años y no puedo caminar; pero lleva a tu madre, que vaya contigo. 28 Sé, hijo mío, .que has
venido por mi causa: sea bendito este día en que me has visto vivo y yo
también te he visto, hijo mío. 29 Que tengas éxito y cumple el voto que hiciste, no retrases tu voto, pues éste
es reclamado. Apresúrate a cumplirlo y sea grato el voto que hiciste al Creador de todo.
30 Dijo a Rebeca:
-Ve con tu hijo Jacob.
Rebeca fue con su hijo Jacob junto con Débora, y llegaron a Betel.
31 Jacob recordó la bendición que su padre le había dado a él y a sus dos hijos: Leví y Judá; se alegró y bendijo
al Dios de sus padres, Abrahán e Isaac. 32 Dijo así:
-Ahora he conocido que yo y mis hijos tenemos esperanza eterna ante el Dios de todo.
Y así está establecido para los dos y quedó anotado como testimonioeterno en las tablas celestiales, tal como
los bendijo Isaac.
32 1 Aquella noche se quedaron en Betel, y Leví soñó que lo habían instituido y hecho sacerdote del Dios
Altísimo, a él y a sus hijos perpetuamente. Se despertó de su sueño y bendijo al Señor. 2 El catorce de este
mes, Jacob se levantó de mañana, tomó el diezmo de cuanto había traído, desde hombres a animales, tanto
oro como especie y vestidos: de todo hizo el diezmo.
3 En aquellos días había concebido Raquel a su hijo Benjamín, con el que Jacob cerró el cómputo de sus hijos.
Subió Jacob, y tocó a Leví la suerte del Señor: su padre lo invistió con la vestimenta del sacerdocio y le llenó las
manos. 4 El quince de este mes llevó al altar catorce toros, veintiocho carneros, cuarenta y nueve ovejas, siete
corderos y veimtiun cabritos como holocausto en el altar de sacrificios agradables a Dios por su buen aroma. 5
Este fue su cumplimiento del voto que había hecho de dar diezmo con su ofrenda de frutos y libación. 6
Cuando lo consumió el fuego, puso incienso en él por encima del fuego. Hizo .además una ofrenda pacífica de
dos toros, cuatro carneros, cuatro ovejas, cuatro machos cabríos, dos corderos añojos y dos cabritos: así
estuvo haciendo a diario siete días. 7 Comían él, todos sus hijos y sus hombres con gozo los siete días;
bendecía y alababa al Señor al que había cumplido su voto, que lo había salvado de todas sus tribulaciones. 8
Tomó el diezmo de todos los animales puros e hizo un holocausto; animales impuros no dio a su hijo Leví, pero
le dio todos los esclavos.
9 Leví fue ordenado sacerdote en Betel ante su padre, Jacob, entre sus diez hermanos. Allí ofició como
sacerdote, y Jacob cumplió su voto así:
nuevamente tomó los diezmos del Señor y lo santificó y fue santo. 10 Por eso está establecido en las tablas
celestiales la ley de dar diezmos doblemente, para comer ante el Señor_en el lugar escogido a fin.de que
permanezca allí su nombre año tras año; esta ley no tiene termino de días: es perpetua. 11 Está escrito de esta
ley que se cumpla año tras año, comiendo los diezmos segundos ante el Señor, en el lugar elegido, sin dejar
nada de este año para el próximo. 12 En su año debe comerse la semilla, hasta cumplir los días de la siguiente
recolección, y el vino hasta los días del vino, y el aceite hasta los días de su época. 13 Lo que de ello qmede y
se ponga viejo considérese contaminado y quémese al fuego, pues es impuro.
14 Coman así juntos en la casa santa y no lo dejen envejecer. 15 Todos los diezmos de vacuno y ovino sean
santos para el Señor y sus sacerdotes; cómanlos ante él año tras año, pues así está establecido y grabado
acerca de los diezmos en las tablas celestiales.
16 A la noche siguiente, el veintidós de este mes, resolvió Jacob construir aquel lugar, vallar una finca y
consagrarla, haciéndola perpetuamente santa para él y sus hijos. 17 Pero el Señor se le apareció de noche, lo
bendijo y le dijo:
-No te llamarán Jacob, sino que te darán por nombre Israel.
18 Añadió luego:
-Yo soy el Señor que creó cielos y tierra; te haré crecer y multiplicarte muchísimo; de ti saldrán reyes que
regirán cualquier lugar que haya hollado planta humana. 19 Daré a tu descendencia toda la tierra que hay bajo
el cielo; gobernarán a todos los pueblos según su voluntad, y luego
reunirán toda la tierra y la heredarán perpetuamente.
20 Al terminar de hablar con él, ascendió desde su lado, y Jacob lo estuvo viendo hasta que subió al cielo. 21
Tuvo otra visión nocturna: un ángel descendía del cielo con siete tablas en la mano y se las dio a Jacob. Este las
leyó y conoció cuanto está escrito en ellas: lo que le habría de ocurrir a él y a sus hijos por todos los siglos. Z2
Le enseñó todo lo que está escrito en las tablas y le dijo:
-No construyas este lugar, ni lo hagas templo eterno, ni mores aquí, pues no es éste el sitio; ve a la casa de tu
padre, Abrahán, mora donde tu padre, Isaac, hasta el día de su muerte. 23 En Egipto morirás en paz, pero en
esta tierra serás sepultado con honor, en las tumbas de tus padres, con Abrahán e Isaac. 24 No temas, pues tal
como has visto y leído será todo; escribe tú todo como lo has visto y leído.
25 Dijo Jacob:
-Señor, ¿cómo recordaré todo lo que he leído y visto?
Le respondió:
-Yo te recordaré todo.
26 Ascendió el ángel de su lado, despertó Jacob de su sueño, recordó cuanto había leído y visto, y lo escribió
todo.
27 Pasó allí un día más, en el que sacrificó según lo había hecho en los días anteriores. Lo llamó «adición»,
pues este día había sido añadido, y a los anteriores los llamó «fiesta». 2S Así convenía que fuera y así está
escrito en las tablas celestiales; por eso le fue revelado que lo hiciera y lo
añadiera a los siete días de fiesta. 29 Y se le dio el nombre de adición, porque se adscribe a los días de fiesta
según el número de días del año.
30 En la noche del veintitrés de este mes murió Débora, nodriza deRebeca, y la enterraron bajo la ciudad, al
pie de la encina del río. Llamaron a aquel lugar «río de Débora», y a la encina, «encina del duelo de Débora».
31 Rebeca volvió a su casa, donde moraba Isaac, padre de Jacob,
y éste mandó con ella carneros, ovejas y machos cabríos para que hiciera a su padre comida, según le gustaba.
32 Fue tras su madre hasta acercarse a la tierra de Cabrata y se quedó allí. 33 Raquel parió de noche un hijo, al
que dio el nombre de «hijo de mi dolor», pues tuvo dificultad de parto; pero su padre le dio el nombre de
Benjamín, el once del mes octavo del primer año del sexto septenario de este jubileo. 34 Allí murió Raquel y
fue sepultada en tierra de Efratá, que es Belén. Jacob construyó en latumba de Raquel un cipo en el camino,
sobre tu tumba.
33 1 Jacob fue a morar al sur de Magdaléder, y fueron a ver a su padre, Isaac, él y su mujer Lía, a primeros
del mes décimo. 2 Rubén vio a Bala, sirvienta de Raquel y concubina de su padre, mientras se bañaba en el
agua en sitio oculto, y le gustó. 3 Escondiéndose de noche, entró en casa de Bala, la encontró durmiendo sola
en su lecho, en su casa, 4 y yació con ella. Al despertarse, vio que Rubén yacía con ella en la cama; al advertir
que era Rubén, levantó su orla, lo sujetó y gritó. 5 Avergonzándose de él, lo soltó de la mano, y él huyó. 6 Por
esta causa estuvo muy apenada, pero no lo contó a nadie. 7 Cuando vino Jacob a buscarla, le dijo:
-No soy pura para ti. Estoy profanada, ya que me mancilló Rubén, yaciendo conmigo de noche, cuando
dormía, sin que yo lo supiera: alzó mi orla y yació conmigo.
8 Entonces Jacob se enojó muchísimo con Rubén, pues había yacido con Bala, poniendo al descubierto la
intimidad de su padre. 9 Y Jacob no se acercó a ella, pues Rubén la había mancillado. Todo hombre que
franquee la intimidad de su padre, cosa malísima hace, pues es abominable ante el Señor.
10 Por eso está escrito y determinado en las tablas celestiales que no yazca hombre con mujer de su padre, ni
franquee su intimidad, pues es impuro. Mueran sin remedio juntos el hombre que yazca con mujer de su
padre y la mujer también, pues obraron impureza sobre la tierra. 11 No
haya impureza ante nuestro Dios en el pueblo que se eligió para reinar. 12 Escrito está también: «Maldito sea
quien yazca con la mujer de su padre, pues franqueó la intimidad de su padre». Y dijeron todos los santos del
Señor: «Amén, amén».
13 Y tú, Moisés, ordena a los hijos de Israel que guarden este mandato, pues es sentencia capital e impureza, y
no hay remisión posible para el hombre que hiciere esto, sino muerte: mátenlo por lapidación y extírpenlo del
pueblo de nuestro Dios. 14 No debe vivir ni un día en la tierra
cualquier hombre que lo hiciera en Israel, pues abominable e impuro es. 15 No digan: «Rubén tuvo vida y
remisión tras yacer con la concubina de su padre cuando ésta tenía marido, cuando aún vivía su marido, su
padre, Jacob», 16 pues no se había revelado hasta entonces la norma, sentencia y ley completa en todo. En
tus días hay leyes de término y plazo y leyes eternas para siempre. 17 Esta ley no tiene término de días, ni hay
remisión alguna de ella, sino que se extirpe a ambos del pueblo: en el mismo día en que lo hagan, que los
maten.
18 Tú, Moisés, escribe a Israel que la guarden y no hagan semejante cosa, no caigan en culpa capital, pues el
Señor, nuestro Dios, es juez que no hace acepción de persona ni acepta cohecho. 19 Diles estas palabras de su
ley; que oigan y la guarden y observen, para que no perezcan y sean exterminados de la tierra, pues impureza,
abominación, mancha y horror son todos los que hacen tal en la tierra ante nuestro Dios. 20 No hay pecado
mayor que la fornicación que se comete sobre la tierra, pues pueblo santo es Israel para el Señor, su Dios,
pueblo de su heredad, pueblo sacerdotal, real y de su posesión; no debe aparecer tal impureza entre el pueblo
santo.
21 En el año tercero de este sexto septenario sucedió que marcharon Jacob y todos sus hijos y moraron en la
casa de Abrahán, cerca de su padre, Isaac, y su madre, Rebeca. 22 Estos son los nombres de los hijos de Jacob:
Rubén, su primogénito, Simeón, Leví, Judá, Isacar, Zebulón, hijos
de Lía. Hijos de Raquel: José y Benjamín. Hijos de Bala: Dan y Neftalí.
Hijos de Zelfa: Gad y Aser; y Dina, hija de Lía, hija única de Jacob.
23 Cuando llegaron se prosternaron ante Rebeca e Isaac. Este, al verlos, bendijo a Jacob y a todos sus hijos. 24
Isaac se alegró mucho, pues vio a los hijos de su hijo menor Jacob, y los bendijo.
34 1 En el año sexto de este septenario de este jubileo cuadragésimo cuarto, Jacob envió a sus hijos, con sus
siervos, a apacentar sus rebaños a los pastos de Siquén. 2 Se reunieron contra ellos los siete reyes y se
ocultaron en el bosque con la intención de matarlos y apoderarse de sus
animales. 3 Jacob, Leví, Judá y José estaban en casa con su padre, Isaac, pues se hallaba triste de ánimo y no
podían dejarlo, así como Benjamín, que era menor, por lo que se quedaba con su padre. 4 Llegaron los reyes
Tafo, Ares, Saragán, Silo, Gaas, Betorón, Manisacer, junto con los que
habitan en este monte y los que viven en los bosques de la tierra de Canaán. 5 A Jacob le informaron con estas
palabras: «Los reyes amorreos han cercado a tus hijos y saqueado sus rebaños». 6 Saliendo de su casa él, sus
tres hijos y todos los siervos de su padre y suyos fueron contra ellos con seis mil hombres armados con
espadas. 7 Los mató en los pastos de
Siquén, persiguiendo a los fugitivos y exterminándolos a punta de espada: mató a Ares, Tafo, Saragán, Silo,
Manisacer y Gaas. 8 Volvió a reunir Jacob sus ganados, prevaleciendo sobre ellos e imponiéndoles tributo, por
el que darían un quinto del producto de sus tierras. Construyó Rabel y Tamnat Saré, 9 y volvió sano y salvo,
habiendo hecho con ellos la paz.Y fueron sus siervos hasta el día en que bajaron él y sus hijos a Egipto.
10 En el año séptimo de este septenario envió a José desde su casa a tierra de Siquén a averiguar cómo
estaban sus hermanos, y los encontró en el país de Dotain. 11 Lo engañaron y tramaron contra él el designio
de matarlo. Pero, cambiando de opinión, lo vendieron a unos nómadas ismaelitas, que lo llevaron a Egipto y lo
vendieron a Putifar, eunuco del faraón, jefe de la guardia y sacrificador de la ciudad de Heliópolis. 12 Los hijos
de Jacob degollaron un cabrito, mancharon la ropa de José con su sangre y la mandaron a su padre, Jacob, el
diez del mes séptimo. 13 Hizo
duelo Jacob toda aquella noche, pues se la trajeron por la tarde. Le entró fiebre por el duelo de su muerte,
pues se dijo: «Una alimaña ha devorado a José». Hicieron duelo con él todos los hombres de su casa aquel día
y estuvieron lamentándose y haciendo duelo con él todo aquel día.
14 Sus hijos e hija iban a consolarlo, pero no se consoló por su hijo.
15 Aquel día oyó Bala que había perecido José y murió de pesar: vivía en Cafratef. También Dina, hija de Jacob,
murió tras la pérdida de José, teniendo lugar en Israel estos tres duelos en un solo mes. 16 Sepultaron a Bala
frente a la tumba de Raquel, y también a Dina, hija de Jacob, la sepultaron allí. 17 Estuvieron de luto por José
un año, pero Jacob no se consoló, pues se decía: «Bajaré a la tumba guardando luto por mi hijo».
18 Por eso se estableció a los hijos de Israel que guardasen luto el diez del séptimo mes, día en que llegó la
luctuosa nueva de José a Jacob, su padre, y que en él expíen por su pecado con un cabrito, el diez del mes
séptimo, una vez al año, pues apenaron las entrañas de su padre a causa
de su hijo José. 19 Se estableció este día para que en él se entristezcan por su pecado, por todas sus culpas y
errores, para que se purifiquen en este día, una vez al año.
20 Tras la pérdida de José, los hijos de Jacob tomaron para sí mujeres: la mujer de Rubén se llamaba Ada; la de
Simeón, Adiba, la cananea; la de Leví, Melca, de las hijas de Arán, descendiente de los hijos de Tare; la de Judá,
Betasuel, la cananea; la de Isacar, Hezaqa; la de Zabulón: Niimán; la de Dan, Egla; la de Neftalí, Rasuel, de
Mesopotamia; la de Gad, Maka; la de Aser, Yoná; la de José, Asenet, la egipcia, y la de Benjamín, Jescá. 21
Simeón volvió a tomar una segunda mujer de Mesopotamia, como sus hermanos.
35 1 En el año primero del primer septenario del jubileo cuadragésimo quinto llamó Rebeca a su hijo Jacob y
le encomendó acerca de su padre y hermano que los honrase mientras viviese. 2 Dijo Jacob:
-Haré todo como me has mandado, pues honroso y grande es para mí este mandato y justo ante el Señor que
los honre. 3 Tú conoces, madre, desde el día en que nací hasta hoy, todos mis actos y cuanto hay en mi
corazón y que siempre procuro lo bueno a todos. 4 ¿Cómo no he de cumplir
este mandato que me ordenas de honrar a mi padre y hermano?
5 Dime, madre: ¿qué extravío has visto en mí, que me aparte de él y se me tenga misericordia?
6 Respondióle:
-Hijo mío, en todos mis días no he visto en ti ninguna acción torcida, sino recta. Pero te diré la verdad, hijo
mío: yo moriré este año, no pasaré de este año de mi vida, pues he visto en sueños el día de mi muerte y que
no viviré más de ciento cincuenta y cinco años: he cumplido ya todos los días de mi vida.
7 Jacob se rió de las palabras de su madre, pues le decía que iba a morir mientras estaba ante él con energía,
sin haber perdido su fuerza, siendo que entraba y salía, veía bien, tenía dientes sanos, y no la había afligido
ninguna enfermedad en todos los días de su vida. 8 Le replicó
Jacob:
-Bienaventurado sería yo si se aproximara el número de mis días a los tuyos y si tuviera energía tal como la
tuya: no vas a morir, pues vano delirio es lo que me dices acerca de tu muerte.
18 Entonces Rebeca mandó llamar a Esaú. Este vino a ella, y Rebeca le dijo:
-Hijo mío, tengo que hacerte un ruego: dime que me lo concederás, hijo mío.
19 Respondió: -Haré cuanto me digas y no rechazaré tu ruego.
20 Añadió Rebeca: -Te pido que, el día en que muera, me lleves a enterrar junto a Sara, madre de tu padre.
Que os améis tú y Jacob mutuamente, y no procure el uno mal al otro, sino sólo mutuo amor, para que
prosperéis, hijosmíos, crezcáis sobre la tierra y no se regocije por vosotros ningún enemigo; seréis así
bendición y misericordia ante los ojos de todos los que os aman.
21 Respondió Esaú:
-Haré cuanto me ordenas: te enterraré cuando mueras cerca de Sara, madre de mi padre; del mismo modo
que amaste sus huesos, estarán cerca los tuyos. 22 En cuanto a mi hermano Jacob, lo amo más que a cualquier
mortal, pues no tengo en toda la tierra otro hermano más que él. No es para mí gran cosa amarlo, pues es mi
hermano: juntos fuimos sembrados en tu vientre y juntos salimos de tus entrañas; si no amo a mi hermano, ¿a
quién he de amar? 23 Unicamente te ruego que amonestes a Jacob acerca de mí y mis hijos, pues sé que ha de
reinar sobre nosotros: el día en que lo bendijo mi padre, lo hizo alto, y a mí, bajo. 24 Yo te juro que lo amo y
que no le procuraré mal en todos los días de mi vida, sino sólo bien.
Y le juró todo esto. 25 Ella llamó a Jacob ante los ojos de Esaú y lemandó según lo que había hablado con éste.
216 Dijo Jacob:
-Yo haré tu gusto, y ten la certeza de que no saldrá de mí ni de mis hijos mal contra Esaú, ni emprenderé nada
que no sea mutuo amor.
27 Comieron y bebieron ella y sus hijos aquella noche. Murió Rebeca a la edad de tres jubileos, un septenario
y un año aquella misma noche.
La sepultaron sus dos hijos, Esaú y Jacob, en la cueva de Macfe1a, junto a Sara, madre del padre de ambos.
36 1 En el año sexto de este jubileo llamó Isaac a sus dos hijos, Esaú y Jacob. Se presentaron ante él, y les
dijo:
-Hijos míos, voy a emprender el camino de mis padres, voy a la casa eterna donde están mis padres. 2
Enterradme cerca de mi padre, Abrahán, en la cueva de Macfela, en el campo del heteo Efrón, que adquirió
Abrahán como panteón fúnebre: allí, en la tumba que excavé para mí, enterradme. tierra, para que el Señor os
cumpla cuanto dijo que haría a Abrahán y su descendencia. 4 Hijos míos, sed entre vosotros tales que améis a
vuestros hermanos como uno se ama a sí mismo, procurando el uno al otro lo que sea bueno para él, obrando
juntos en la tierra y amándoos mutuamente cada uno como a sí mismo. 5 Acerca de los ídolos, os ordeno y os
exhorto
a rechazarlos, combatirlos y no amarlos, pues están llenos de perdición para los que los adoran y los que se
prosternan ante ellos. 6 Recordad, hijos míos, al Señor, Dios de vuestro padre Abrahán, al que también yo he
adorado y servido justa y gozosamente, para que os multiplique y haga crecer vuestra descendencia como los
astros del cielo en abundancia y os plante en la tierra como vástago justo que no será desarraigado en todas
las generaciones futuras.
7 Yo ahora os conjuro con juramento tan grande que no lo hay mayor, en nombre del Glorioso, Honrado,
Grande, Magnífico, Maravilloso y Fuerte, que hizo los cielos, la tierra y todo junto, a que os contéis entre los
que lo temen y adoran. 8 Amad cada uno a su hermano con compasión
y justicia, no queriendo mal ninguno a su hermano desde ahora hasta siempre, todos los días de vuestra vida,
para que prosperéis en todas vuestras acciones y no perezcáis. 9 Si de vosotros hubiera quien procurase mal a
su hermano, sepa desde ahora que el que así obra con su hermano
caerá en su mano y será exterminado de la tierra de los vivos y perecerá su descendencia bajo el cielo. 10 En
día de turbación, maldición, ira e indignación, con fuego ardiente devorador como el que quemó a Sodoma,
así arderá su tierra, su ciudad y cuanto sea suyo. Será borrado del libro de
la disciplina de los hijos de los hombres y no será registrado en el libro de la vida, sino en el de la destrucción,
perdición y maldición eterna, para que cada día se renueve su sentencia a injuria, maldición, ira, tormento,
indignación, plaga y enfermedad eternas. 11 Yo digo y testifico, hijos
míos, que tal castigo será el que alcanzará a cualquiera que quiera hacer oprobio a su hermano.
12 Aquel día dividió todas sus posesiones entre los dos, concediendo la mejor parte al que había nacido
primero, con la torre, cuanto había a su alrededor y cuanto adquirió Abrahán en Bersabee. 13 Dijo Isaac:
-Esta parte mayor doy al que nació primero.
14 Respondió Esaú:
-Se la vendí a Jacob y le di mi primogenitura: séa1e concedida. No tengo nada que decir sobre eso, pues es
suya.
15 Añadió Isaac:
-Repose en vosotros la bendición, hijos míos, y en vuestro linaje, en este día porque me habéis dado descanso,
y no atormenta mi corazón el temor de que por la primogenitura tú cometas maldad. 16 El Señor Altísimo
bendiga al que hace justicia, a él y a su linaje eternamente.
17 Y acabó de darles órdenes y bendecirles. Comieron y bebieron ante él juntos, y se alegró, pues había
concordia entre ellos. Salieron de su lado, descansaron aquel día y durmieron allí.
18 Isaac se durmió en su lecho aquel día, contento, y durmió el sueño eterno. Murió a los ciento ochenta años,
habiendo cumplido veinticinco septenarios y cinco años, y lo sepultaron sus dos hijos, Esaú y Jacob.
19 Luego Esaú fue a la tierra de Edom, al monte Seír, y moró allí. 20 Jacob, por su parte, moró en el monte
Hebrón, en la torre de la tierra a la que había emigrado su padre Abrahán, y adoró al Señor con todo su
corazón, según los preceptos revelados, de acuerdo con la división de los días de su generación. 21 Murió su
mujer, Lía, el año cuarto del segundo septenario del jubileo cuadragésimo quinto, y la sepultó en la cueva de
Macfela, junto a su madre, Rebeca, a la izquierda de la tumba de Sara, madre de su padre. 22 Vinieron los
hijos de ambos a llorar con él a Lía, su mujer, y a consolarlo, pues estaba en duelo por ella, 23 porque la
amaba muchísimo desde que murió su hermana Raquel. Era perfecta y recta en toda su conducta y honraba a
Jacob: en todos los días que vivió con él no oyó nunca de su boca palabra áspera, pues tenía mansedumbre,
paz, rectitud y honradez. 24 Se acordaba Jacob de todas sus acciones que había hecho en vida, y hacia gran
duelo por ella, pues la amaba con todo su corazón y con toda su alma.