Cálculo de Cargas Térmicas
Cálculo de Cargas Térmicas
Cálculo de Cargas Térmicas
POTENCIA FRIGORÍFICA
8.- CUBICACIÓN
10.- CONCLUSIÓN
Entiendo que el mercado está encaminado a vender el aparato sea como sea en la mayoría de
los casos, pero un buen profesional, debe asesorar a la persona de la forma más eficiente. Es
conveniente hacer un cálculo lo más aproximado posible de la cantidad de calor que hay en esa
habitación que probablemente, sea casi la única en muchos kilómetros a la redonda con esas
características. Y, como sabemos, en función de las kilocalorías resultantes sabremos las
frigorías necesarias (1 Kcal. = 1 Frig.).
Como es sabido, todo cuerpo, incluido el aire, tiende al equilibrio térmico, es decir, un cuerpo
con más calor tiende a ceder este calor a otro cuerpo con menos calor. La cesión de calor
provoca la bajada de temperatura y por tanto, en ello nos basaremos. Puesto que no podemos
medir el frío, mediremos la ausencia de calor.
El objeto de este trabajo es conseguir un acercamiento a la realidad en el cálculo de cargas
térmicas antes de instalar o adquirir un aparato de aire acondicionado.
Por supuesto, para hacer un balance térmico fiable, es recomendable visitar el sitio, es
decir, realizarlo in situ. Tomar los datos necesarios del recinto que vamos a acondicionar y en
función de ello, recomendaremos el equipo necesario de uno o varios fabricantes con uno o
varios presupuestos.
Podríamos comenzar por analizar las ventanas o ventanales de vidrio sobre los que incide
el Sol en algún momento del día. Anotaremos la orientación de éstas, el tipo de protección de
que dispone (toldo exterior, persiana exterior, cortina interior,…) e incluso si dispone de doble
acristalamiento en cuyo caso se clasificará como protección exterior. Para ello, podemos
valernos de la siguiente tabla:
Como podemos observar, el factor multiplicador es bastante más pequeño que en los casos
anteriores. No obstante, aunque la incidencia directa de los rayos solares sobre un cristal
incrementa sensiblemente la temperatura de una habitación, no debemos dejar de tener en cuenta
la aportación a través de las ventanas que dan al exterior aunque no reciban dicha radiación
directa.
Las personas que deciden instalar un aparato de aire acondicionado, no tienen que saber todo
esto necesariamente, por tanto, deberemos basar nuestra información en el citado reglamento y
en determinadas instalaciones, también en el Reglamento de Seguridad para Plantas e
Instalaciones Frigoríficas. Por supuesto, a la hora de instalar podremos encontrar la información
necesaria en cuanto a líneas de alimentación y condicionantes en el Reglamento Electrotécnico
para Baja Tensión y sus instrucciones técnicas complementarias.
Continuando con nuestro cálculo, otro coeficiente a tener en cuenta puesto que almacena calor
podría ser, las paredes. Sabemos que constituyen la mayor parte de superficie en contacto con el
exterior. En los meses de verano, la superficie terrestre no es capaz de ceder durante la noche
todo el calor que ha acumulado durante el día. A los edificios les ocurre igual. A medida que nos
vamos adentrando en el verano, el calor se acumula en los edificios a pesar de los nuevos
métodos de construcción. No hace mucho tiempo, las construcciones en zonas calurosas se
llevaban a cabo mediante muros, incluso interiores de 40 a 60 centímetros de espesor, incluso
más. Posteriormente, se disminuyó este grosor añadiendo un tabique con un hueco relleno de
material aislante entre ambos. Recientemente se ha aprobado un nuevo reglamento de edificación
en el que las condiciones para la construcción son bastante más severas, no sólo encaminadas a
la protección térmica, sino también fijando como objetivo el aislamiento acústico. Básicamente,
encontraremos dos tipos de paredes, los muros y los tabiques interiores. En ellos centraremos
nuestro balance térmico de la habitación operando de la misma forma antes descrita.
No es de extrañar que en la visita necesaria para el actual balance térmico, ante tantas medidas,
el cliente o el interesado se quede perplejo. Ya hemos comentado que lo habitual es vender el
equipo en el mismo establecimiento y teniendo en cuenta el precio más que su potencia
frigorífica. Lo cierto es que esto es lo que hay que hacer y si lo explicamos convenientemente,
estaremos poniendo de manifiesto nuestra profesionalidad.
Básicamente nos encontraremos con tres tipos de techos, los exteriores, los interiores y los que
tienen una cámara de aire. Los exteriores serán aquellos techos que sobre ellos tienen una azotea.
Los de cámara de aire serán los que disponen de un tejado con inclinación puesto que esta
inclinación la da una cámara de aire. También podemos encontrar techos con cámara de aire
interior, es decir, un falso techo de escayola constituye un aislante térmico. Quedará pues a
nuestra interpretación en el conjunto de la habitación, contemplar éste de una u otra forma
teniendo en cuenta su factor multiplicador. Por último, podemos encontrarnos con techos
interiores. Éstos serán los más habituales en edificios de pisos. Tendrán esta clasificación
siempre y cuando en su parte superior tengan construida otra vivienda o planta cerrada en obra.
Observemos los factores multiplicadores. Como la lógica nos dirá, una azotea recibe toda la
radiación solar directa durante todo el día, por lo tanto, es el tipo de techo que más influirá en la
temperatura interior de nuestra habitación.
No debemos menospreciar este apartado, sobre todo en grandes estancias, a pesar de su baja
influencia en el resultado final. Ya hemos visto que la temperatura, de manera natural, no se
pierde con la facilidad que se gana. Las muchas horas de Sol en verano y la perpendicularidad de
los rayos facilitan el calentamiento. En una habitación de 12 m2 necesitaríamos 72 frigorías/hora
de nuestro equipo sólo para extraer el calor que desprendería este suelo.
Tomaremos aquí anotaciones de los watios de potencia de cada uno de los aparatos eléctricos
que se encuentren en el interior de la habitación así como de los distintos tipos de iluminación.
Sabemos que nuestra temperatura corporal está en torno a los 36 º C. Esto no es más que la
medida de nuestro calor interno, el calor que llevamos con nosotros allí donde vamos.
Esto no lleva al razonamiento de que si entramos en una habitación, llevaremos con nosotros
nuestra calor e inmediatamente comenzaremos a influir en la temperatura del ambiente interior.
Pero, ¿qué ocurre si venimos corriendo o si venimos con una considerable carga de estrés?
Pues que nuestra temperatura no será la misma, será mayor. Es por esto por lo que
distinguiremos el tipo de habitación o estancia donde entramos y también el tipo de actividad que
se realizará en dicho lugar. Observemos que en función de la actividad a realizar desprenderemos
más o menos calor. Cederemos más o menos calor al ambiente que comparten otras personas que
pueden o no estar en las mismas circunstancias que nosotros/as.
Para instalaciones como la que no ocupa, la más simple y menos complicada, nos ceñiremos a
la primera línea que sólo se ocupa de la infiltración en viviendas o lugares que no requieran una
ventilación forzada.
En este apartado obtendremos la cantidad de calor que vendrá con el aire proveniente de las
infiltraciones que se produzcan por huecos de puertas, ventanas, etc para lo cual sólo tendremos
que cubicar la habitación a acondicionar. En este cálculo se da por supuesto que las ventanas y
puertas están cerradas o con una pequeña abertura. Con puertas o ventanas abiertas, no tiene
sentido realizar muchos cálculos puesto que el equipo no va a parar nunca.
También podremos utilizar este formato para el cálculo de instalaciones centralizadas que
conllevan muchas más especificaciones aparte de las cargas térmicas.