Veritas Fundamentos de La Teoría Leninista de La Verdad y Crítica de Las Concepciones Idealistas Modernas
Veritas Fundamentos de La Teoría Leninista de La Verdad y Crítica de Las Concepciones Idealistas Modernas
Veritas Fundamentos de La Teoría Leninista de La Verdad y Crítica de Las Concepciones Idealistas Modernas
idealistas modernas
3 PROLOGO
PRIMERA PARTE
IDEAS Y TESIS PRINCIPALES DE LA TEORÍA LENINISTA DE LA VERDAD
19 [introduction.]
Capítulo I • PREMISAS Y PRINCIPIOS DE LA TEORÍA LENINISTA DE LA VERDAD
21 ***
50 ***
63 Capítulo II • DEFINICIÓN Y ESENCIA DE LA VERDAD
91 Capítulo III • ESTRUCTURA DE LA VERDAD COMO SISTEMA DE CATEGORÍAS
GNOSEOLOGÍCAS
103 Capítulo IV • OBJETIVIDAD DE LA VERDAD. DIALÉCTICA DE LO OBJETIVO Y LO
SUBJETIVO EN EL CONCEPTO “VERDAD”
121 Capítulo V • LO ABSOLUTO Y LO RELATIVO DE LA VERDAD
145 Capítulo VI • LA UNIVERSALIDAD Y LO CONCRETO DE LA VERDAD
169 Capítulo VII • UNIDAD Y MULTILATERALIDAD DE LA VERDAD
Capítulo VIII • PROBLEMA DEL CRITERIO DE LA VERDAD
186 [introduction.]
190 § 1. DEFINICIÓN DE LA PRACTICA COMO CRITERIO DE LA VERDAD
195 § 2. DIALÉCTICA DEL CRITERIO DE LA PRACTICA: SU DEFINICIÓN E
“INDEFINICIÓN”
217 § 3. CRITERIO LÓGICO DE LA VERDAD: SU INDEPENDENCIA Y SU NEXO CON
EL CRITERIO DE LA PRACTICA
SEGUNDA PARTE
INSOLVENCIA CIENTÍFICA DE LAS CONCEPCIONES IDEALISTAS MODERNAS
DE LA VERDAD
226 [introduction.]
228 Capítulo IX • ESENCIA DE LA CRISIS DEL PROBLEMA DE LA VERDAD EN LA
FILOSOFÍA IDEALISTA CONTEMPORÁNEA
249 Capítulo X • LA CONCEPCIÓN PRAGMÁTICA DE LA VEHDAD
Capítulo XI • CONCEPCIÓN DE LA COHERENCIA DE LA VERDAD
266 ***
280 ***
Capítulo XII • TRANSFORMACIÓN DE LA CONCEPCIÓN DE LA
CORRESPONDENCIA DE LA VERDAD
286 [introduction.]
288 I
294 II
308 Capítulo XIII • LA CONCEPCIÓN DE LA VERDAD EN LA FENOMENOLOGÍA DE E.
HUSSERL
Notes
[8•1] Véase: V. I. Lenin. Palabras proféticas, Obras Completas, 5a ed. en ruso, t. 36, pág. 472.
[10•2] V. I. Lenin y A. M. Gorki. Cartas, recuerdos y documentos, Moscú, 1958, pág. 214. (El
subrayado os mío. — G. K.)
[10•3] V. I. Lenin. La política interior y exterior de la República. Injorme sobre la gestión del
CEC de toda Rusia y del Consejo de Comisarios del Pueblo al IX Congreso de los Soviets de toda
Rusia, O. C., t. 44, pág. 303.
[12•4] Véase: P. Ricoeur. Histolre et venté, París, 1968, pp. 185186, 279.
[13•5] The New Republic. 26.XI.1966, p. 9.
[17•6] S. Radjakrishnan. Filosofía hindú, Moscú, 1956, parte I.
PRIMERA PARTE
IDEAS Y TESIS PRINCIPALES
DE LA TEORÍA LENINISTA
DE LA VERDAD
[introduction.]
Capítulo I
PREMISAS Y PRINCIPIOS
DE LA TEORÍA LENINISTA
DE LA VERDAD
***
p ea Xáysiv
p Heráclito
p . . .El genio de Marx estriba, precisa-
mente, en haber dado solución a los
problemas planteados antes por el pensa-
miento avanzado de la humanidad.
p Lenin
p La teoría leninista de la verdad apareció en la arena de la lucha de las ideas filosóficas, no, por
supuesto, wie aus der Pistóle geschossen, como dijera Hegel, no como un destello súbito del genio
en una noche oscura y profunda. Fue el resultado histórico y lógico del desarrollo de todo el
pensamiento filosófico científico y progresista mundial, del análisis creador y la elaboración crítica
de los más cumplidos logros de la cultura espiritual del Globo, la expresión de determinadas
tendencias de la época social y, en fin de cuentas, de su esencia hondamente contradictoria. Al ser el
desarrollo lógico de la cultura filosófica progresista y científica del mundo, la teoría leninista de la
verdad se fundamenta y basa lógicamente en los nuevos principios, en las ideas de la nueva filosofía
del materialismo dialéctico e histórico, en las ideas filosóficas generales y gnoseológicas de
C. Marx 22 y F. Engels, que revolucionaron el desarrollo del pensamiento filosófico mundial. Estas
ideas exigen, ante lodo, examinar las premisas y principios básicos de las correspondientes teorías
filosóficas y científicas.
p En este plano, destacamos las sig’iiienles premisas históricas y teóricas de Ja teoría leninista de la
verdad que, a su vez, determinan sus principios fundamentales.
p Desde el punto de vista histórico y, en gran medida. lógico, el primer elemento lo tenemos en el
nexo genético de la teoría de la verdad del materialismo dialéctico con todo el desarrollo progresivo
del pensamiento filosófico mundial, con todas las concepciones y doctrinas racionales acerca de la
verdad, creadas durante toda la historia de la filosofía.
p Hasta Marx, en el desarrollo tlel pensamiento filosófico se habían expuesto no pocas ideas
profundas y racionales. Ante nosotros aparece una incalculable riqueza de valiosas ideas en la
comprensión de la verdad en general, en el análisis de las vías y métodos del verdadero
conocimiento, en el análisis de la propia categoría de la verdad, en el examen de sus aspectos más
importantes, que encuentran su consiguiente expresión en los diferentes aspectos y definiciones
lógicas. No es necesario ofrecer la enumeración sumaria de todos los elementos racionales en la
comprensión de la verdad que contienen las diferentes doctrinas gnoseológicas del pasado. Creemos
indispensable destacar, en primer lugar, aquellas ideas y postulados, incluso ciertas definiciones,
que conservan un significado imperecedero para el desarrollo de la leoría científica de la verdad,
creada por el marxismo partiendo de las más altas conquistas del pensamiento filosófico y
científico. Los hilos dorados de las ideas racionales, sit venia verbo, (valga la frase), anudados en
muchos siglos pretéritos, atraviesan, no sólo la corte/a de los tiempos, sino también las pesadas y
plomizas nubes de obscuras y falsas concepciones y opiniones lilosólicas y religiosas, y alcanzan su
objetivo y empleo en las teorías y doctrinas verdaderamente científicas.
p Una de las numerosas ideas profundas de Hegel está en sn pensamiento acerca de que la nueva
filosofía tiene siempre como premisa el mundo espiritual existente, la 23 herencia obra de las
generaciones precedentes en el dominio de la ciencia y la actividad espiritual. Al mismo tiempo que
asimila esla herencia la transforma creadoramenl.e y, por ello, "el curso de la historia nos muestra,
no el devenir de cosas ajenas a nosotros, sino nuestro devenir, el devenir de nuestra
ciencia" [23•1 . Si esto no fuera así, toda la historia de la filosofía sería un "campo de batalla lodo
él sembrado de cadáveres, reino, no sólo de los muertos, de personas corporalmente desaparecidas,
sino también de sistemas refutados, espiriüíalmente extinguidos, cada uno de los cuales mató y
enterró a otro" [23•2 . En realidad, Ja historia de las ideas filosóficas no es ningún campo muerto,
recorrido y abandonado para siempre por el hombre ni la simple contemplación de cuadros de la
linterna mágica, sino el desarrollo contradictorio, profundo y rico, de la razón humana en su
incesante empeño por descubrir la esencia y las leyes del mundo infinito que nos circunda. En este
sentido, la historia de las ideas filosóficas es el proceso de desarrollo del verdadero conocimiento de
los fenómenos del mundo que nos rodea, que transcurre en lucha contra las ideas y los criterios
i’alsos y acientíficos; proceso que expresa las tendencias y los intereses de las diferentes fuerzas
sociales.
p Pero no podemos coincidir aquí totalmente con Hegel. Es innegable que la historia de la filosofía
no es ningún "templo de recuerdos" ni la colección de imágenes del pasado desaparecidas. El
contenido de esta historia representa productos del intelecto, y éstos no son nada transitorios. Y si
en la historia de la cultura mundial sus valores materiales —el lienzo, el mármol, el papel, así como
las representaciones y los recursos— son transitorios y, tarde o temprano, se destruyen y
desaparecen, en la historia de la filosofía, por el contrario, reina "el pensamiento, el concepto, la
esencia imperecedera del espíritu, donde no penetran ni la polilla ni los ladrones” [23•3 . De esta
idea general correcta, con gran significación racional en la filosofía de Hegel y precisamente en
consonancia con 24 su lógica, se deduce que, por lo visto, cada aspecto es necesario para el
desarrollo del espíritu, que ningún principio ni sistema de la filosofía están refutados, que cada
elemento no es otra cosa que una adquisición de pensamiento, etc. Por consiguiente, pensaba Hegel,
todos los sistemas y doctrinas filosóficos son igualmente necesarios, lo mismo el materialismo que
el idealismo; las concepciones idealistas religiosas y la doctrina dialéctica, la metafísica, el
racionalismo y el agnosticismo. Todos son aspectos históricamente necesarios del movimiento del
espíritu, y todos ellos "llenan el pensamiento" en una u otra medida.
p Cierto que en la historia real, hondamente contradictoria, de la sociedad de clases fueron
inevitables y ló gicos los más diferentes sistemas y concepciones filosóficos, expresiones de las
tendencias y los intereses de las diversas fuerzas sociales en cada uno de los períodos históricos. En
este sentido, cada momento en el desarrollo de las ideas filosóficas resultaba inevitable y, con ello,
necesario. Sin embargo, esto no es una necesidad histórica del desarrollo progresivo de las ideas
científicas, una necesidad del conocimiento real y racional del mundo. La cosmovisión
anticientífica, religiosa e idealista, por ejemplo, no es, ni con mucho, una necesidad racional del
desarrollo progresivo del conocimiento. Por cierto que el propio Hegel en su Enciclopedia
diferencia con claridad los conceptos Wirklichkeit y Notwendigkeit. Por supuesto, no todo lo que
existe —decía— expresa la necesidad histórica y se refiere a ella. Lo necesario es lo que se
desarrolla conforme a las leyes, el movimiento inmanente hacia un escalón cada vez más alto del
espíritu cognoscente, el movimiento del propio espíritu materializado en el mundo. Si partimos de
esta comprensión de la necesidad, resulta que todo lo que no corresponda a la misma no debe
ocupar un lugar en la escala hegeliana de los momentos necesarios del espíritu en desarrollo
progresivo.
p Por eso es que en la teoría de la verdad del materialismo dialéctico no se trata de la repetición en
sentido sumarial — en calidad de base histórico-filosófica— de todas las doctrinas y concepciones
acerca de la verdad, sino sobre la apreciación de los momentos fundamentales, 25 históricamente
necesarios en el desarrollo de las doclrinas acerca de la verdad, es decir, de aquellas ideas y tesis
que bien expresan un nuevo escalón en la investigación del problema de la verdad, bien revelan uno
u otro aspecto del problema. En tal comprensión de la secuencia histórica retornamos a la imagen
de los "hilos dorados" en el proceso continuo de profundización y desarrollo de las ideas racionales
en las doctrinas de la verdad, que constituyen, precisamente, lo más valioso y notable qu& fue y
sigue siendo históricamente necesario para la elaboración profunda y multilateral de la teoría de la
verdad del materialismo dialéctico.
p Lógicamente, cada escalón de la línea general del desarrollo de las teorías de la verdad en la
historia del pensiamiento filosófico no es, por supuesto, equivalente a los demás. Cada momento
histórico en el desarrollo es individual, tiene su propio contenido concreto y es cualitativamente
distinto a los otros. Como es natural, el análisis de todos estos momentos históricos en el desarrollo
de las doctrinas sobre la verdad exige investigaciones especíales que desbordan el marco del
presente trabajo. Por ello debemos destacar, de forma general, sólo los momentos históricos
esenciales, determinantes, con significado primordial en calidad de premisas histórico-filosóficas
para la teoría de la verdad del materialismo dialéctico.
p El Oriente. Aunque Hegel era muy escéptico valorando la "sabiduría oriental”, nosotros debemos
constatar la presencia, en la filosofía de la antigua India —a nuestro juicio, la más característica de
todo el Oriente—, de valiosas ideas y representaciones sobre la verdad y el conocimiento verdadero.
Allí es donde surgen las primeras concepciones del conocimiento verdadero. Los vedas hablan de
tres vías para alcanzarlo: la percepción del mundo sensorial, la autoconciencia con su análisis de las
formas lógicas, racionales, y la supercoricicncia, encaminada a la comprensión del mundo de la
eternidad, de la “super”–realidad, del mundo divino de Brahma. El sistema nyaya representa el
eslabón gnoseológico superior que, en el conocimiento de la verdad, incluye las demostraciones ló
gicas y reglas del juicio, el empeño por establecer el criterio del conocimiento verdadero,
culminando con la 26 definición de la pram, o verdad, como conocimiento real y corréelo, que
significa el enfoque del propio concepto de la verdad. La penetración de las ideas y
representaciones religiosas en todas las esferas del pensamiento de la antigua India impidió a sus
pensadores elaborar un concepto ló gico de la verdad, no obstante la variedad de sus diferentes
ideas, puntos de vista y concepciones del conocimiento verdadero y de las vías para su logro. Sin
embargo, y a pesar de Hegel, el "destello del pensamiento" brilló con suficiente claridad en Oriente.
p Grecia. En el brillo de Oriente el espíritu, lo mismo que el individuo, sólo desaparece; únicamente
en Occidente fulgura el relámpago del pensamiento, crea su mundo convirtiéndose en principio
auténticamente creador: así versa la conocida Lesis de Hegel que es cierta y no lo es. Acabamos de
convencernos de que no lo es. Pero si Oriente es la cuna de la civilización mundial, Grecia lo es de
la civilización europea. Ocupa un lugar sumamente excepcional en la historia del pensamiento
filosófico mundial, en general, y en el desarrollo de las concepciones ginecológicas y, la doctrina de
la verdad, en particular.
p No sólo en la filosofía, sino también en la mitología griega aparecen ideas y representaciones
acerca del conocimiento racional, sobre la verdad y la previsión: Palas Atenea es la encarnación del
juicio, la sabiduría y la verdad; Casandra, prediciendo siempre la verdad, pero trágicamente
incomprendida por los hombres. Y si la diosa egipcia Isis declaraba con orgullo que nadie había
levantado nunca su manto de la verdad, los mitos griegos, por el contrario, están impregnados de
otra tendencia: el logro de la verdad, el conocimiento de la perfección y la belleza del mundo
circundante.
p La idea de la verdad cala en todas Jas principales escuelas filosóficas de la antigua Grecia,
representada de numerosas formas, mostrando al mismo tiempo una determinada evolución in
crescendo que llega hasta la creación de Ja primera forma histórica de concepción de la
correspondencia de la verdad, enunciada por el gran Aristó teles.
p Los jónicos sentaron los principios de la investigación de las vías para el conocimiento de la
esencia del 27 mundo, el origen de las cosas, la sustancia universal, en una u otra forma;
promovieron una serie de tesis en la comprensión de los diferentes fenómenos naturales, que
pueden contemplarse como verdades analíticas, independientes. Hegel definió con precisión que los
jónicos pensaban, pero no reflexionaban sobre el pensamiento, por eso, en sus concepciones no hay
todavía investigación de la verdad con su significado general como categoría, y, sin embargo, abren
un camino hacia su comprensión, hacia el conocimiento verdadero.
p Heráclito contempla el conocimiento como conocimiento del Xóy&s que expresa la esencia de las
cosas. El verdadero conocimiento es el conocimiento de la esencia única del mundo, y no una
simple suma de conocimientos de la pluralidad de la existencia. En el conocimiento de la verdad
hay que seguir a lo universal, de aquí la necesidad de introducir el concepto general // el término
verdad.
p En el fragmento 112 señala: OO((HT¡ áXr/ha Xáysiv la sabiduría consiste en decir la verdad.
Aproximadamente por este tiempo fue cuando Parménides introdujo el término XT(dsia (en la
primera parle de su obra Sobre la Naturaleza ).
p Demócrito dio el siguiente paso en la elaboración de la concepción de la verdad en la filosofía de
la antigua Grecia. El punto de partida de su doctrina gnoseológica es la distinción entre verdad ;/
opinión general aunque, sin embargo, no tiene carácter absoluto. Esta diferenciación presupone
determinada conexión entre lo verdaderamente real y lo aparente, entre el mundo del noúmeno y el
del fenómeno, el objetivo y el subjetivo. El camino del conocimiento de la verdad es complejo: está
oculta muy lejos, en la profundidad (del mar), en el íondo del pozo. Para alcanzarla hay que emplear
diversos métodos y medios. Sus ideas culminan con el planteamiento de la cuestión sobre los tres
criterios de la verdad, de acuerdo con los diferentes tipos de conocimiento de la naturaleza:
sensaciones, juicio y conceptos.
p La escuela Sócrates-Plalón transmite el análisis del problema de la verdad a la esfera de la lógica,
a la esfera de las categorías teóricas. El camino hacia la 28 verdad es el camino de la síntesis
teórica. Se trata de la necesidad de reducir el conjunto de conocimientos a un único tipo común. La
verdad aparece en su aspecto general, como sabiduría en general; se convierte en el objeto y la
materia de investigación, y precisamente la verdad como conocimiento puro que descubre la
esencia, y no la variedad de la experiencia, dada por vía sensorial, la verdad unida a la belleza, la
bondad y a la justicia se encarna en la compleja imagen de Eros.
p El genio de Aristóteles eleva el problema de la verdad a nivel de su análisis científico. Su sistema
de filosofía no tiene parangón en la historia del mundo antiguo. Su teoría de la verdad, es decir, su
base lógica, era el producto de todo el desarrollo anterior del pensamiento filosófico mundial,
particularmente de las doctrinas gnoseológicas y lógicas, del conocimiento científico del mundo y
de la actividad científica del propio Aristóteles: fundador de una serie de disciplinas científicas y, en
fin de cuentas, producto de la vida sociopolílica desarrollada y contradictoria de su época.
p La comprensión general de la verdad tiene en Aristóteles una profunda base ontológica. La
filosofía o "la primera filosofía”, es la doctrina sobre la esencia del ser,, la ciencia teórica acerca de
"los principios y las causas”; por eso es el conocimiento de la verdad real, la ciencia sobre la
verdad. El conocimiento de la verdad es el conocimiento del mundo objetivo, el movimiento del
pensamiento humano en línea ascendente, hacia formas cada vez más complejas y profundas, hacia
el sentido y el significado universal. El conocimiento verdadero o científico se caracteriza por su (a)
universalidad, (b) necesidad, (c) demostrabilidad lógica.
p El Orgañón de Aristóteles está impregnado del principio de la veracidad objetiva de las formas
del pensamiento humano, su correspondencia con las propiedades y las relaciones reales de las
cosas. Este principio transmite al canon de los conocimientos de la época antigua extraordinaria
fuerza y valor heurístico. Las leyes lógicas del pensamiento, descubiertas por Aristóteles y
consideradas por él los principios generales y más fidedignos del conocimiento, estaban llamadas a
29 proporcionar importantes facetas del pensamiento verdadero: certidumbre y no contradicción.
Esto último también resuelve en principo el problema del criterio lógico de la verdad.
p En Metafísica se formula la definición de la verdad que corona las ideas de Aristóteles y confiere
determinada integridad y perfección a sus concepciones. ”. . .La verdad tiene lugar cuando la
afirmación se refiere a lo unido (la existencia), y la negación, a lo disgregado; en caso de la no-
vcrdad se da una distribución inversa (contradictoria) a lo dicho [29•4 ”. Toda esta concepción es,
históricamente, la primera forma de la teoría de la correspondencia de la verdad que tiene como
base un contenido verdaderamente científico.
p Las concepciones gnoseológicas del tiempo helení stico : el escepticismo, el eclecticismo, las
concepciones de los agnósticos se caracterizan por negar la autenticidad de los conocimientos
humanos, de su objetividad. Esto condujo "lógicamente" a las representaciones irracionales y
místicas sobre la emanación del conocimiento divino. Las ideas y representaciones racionales
acerca de la verdad y el conocimiento verdadero no encontraron digno lugar en estas concepciones.
p La Edad Media. Oriente y Occidente. Fue esta una época de influencia predominante de la
ideología clerical, presente en todas las esferas de la vida espiritual de los hombres. Pero, como
regla, ya entonces comienzan a penetrar y desarrollarse sin cesar, dentro de la propia cosmovisión
religiosa, las ideas racionalistas, ante todo, en la esfera de las concepciones filosóficas y
gnoseológicas. Los teólogos de la Edad Media no se limitan a la proclamación dogmática de la
verdad de sus doctrinas; procuran crear la apariencia de fundamentación de sus dogmas religiosos.
Además, pese a todas las diferencias existentes entre la religión cristiana ( Occidente) y la
musulmana (Oriente) sus principales ideas con relación a la verdad, su interpretación, los objetivos
del conocimiento verdadero e incluso los caminos para lograrlo son, si no idénticos, por lo menos
muy parecidos. En este sentido, la dogmática del Islam no 30 se diferencia lanío de la dogmática
del cristianismo.
p El Corán comienza con ñu capítulo (sura 1) que afirma la presencia de un camino recto y
verdadero hacia Ja salvación y d;> Ja inevitable ira del señor contra los que no marchan por él. Las
ideas que se desarrollan en el libro sagrado de los musulmanes podrían reducirse a tres postulados
esenciales: 1) la afirmación de la fuente divina de la verdad; 2) la proclamación de la verdad divina
universal y absoluta y 3) la afirmación del verdadero camino de la vida y la salvación mostrado por
Alá. Todos los atributos de la verdad absoluta pertenecen a Alá: abarca con su conocimiento a todo
el mundo, "lo sabe todo”, "sabe lo que hay en el cielo y en la tierra”; como encarnación de la verdad
absoluta es "la luz de los cielos y de la tierra”, "ciara luz”, "luz sobre la luz”. Por ello, precisamente
"el camino de Alá es, en realidad, el verdadero camino" [30•5 . En torno a estas ideas básicas se
desarrolla, de hecho, todo el contenido de El Corán, todas sus numerosas sentencias y afirmaciones.
p La cima de la dogmática cristiana de la Edad Media, decisoria de la esencia de las concepciones
teológicas de la verdad es la Summa theologiae, del príncipe de la escolástica Tomás de Aquino.
Pero a diferencia de la negación vertical rio las verdades de la razón, aquí se delimitan con precisión
de las verdades de la revelación. Aunque cada una tiene su específica propia, ambas se subordinan a
un objetivo común y, en fin de cuentas, a una esencia teológica general. Su armonía se concibe
como la subordinación de las verdades de la razón a las de la revelación, como la exaltación de los
dogmas religiosos, de las verdades incuestionables e infalibles.
p La definición de la verdad formulada en la escolá stica medieval: adaequalio reí et inlellectus (la
adecuación de la cosa y la inleligencia) parle formalmente de Aristóteles, pero su esencia se
establece teológicamente : la realidad de las cosas físicas no es la verdadera realidad, sino tan sólo
un reflejo de la realidad “suprema”, 31 la esencia divina de las cosas. La verdad se alcanza cuando
las ideas corresponden a las cosas como encarnación de la "ley divina”, de la "sabiduría suprema”.
El criterio de esa adaequatio es la esencia divina del mundo.
p La lógica escolástica que, en sus fundamentos del’ initorios, se desarrolló por los cauces de la
dogmática religiosa, detalla (y formaliza) la problemática de la justedad lógica del pensamiento.
Primeramente se manifestó en los comentarios a las obras de Aristóteles, Cicerón y Porfirio;
después se creó un sistema de reglas, figuras y modus bastante ramificado (comenzando por Boecio,
siglo VI), mostrándose como sistema formal de nexos de las categorías lógicas, corno "el arte de las
artes" y "la ciencia de las ciencias”. La tendencia predominante hacia la dogmalización y
formalización de la verdad alterna con aspectos racionales en la concretización del criterio formal
de la justedad.
p La concepción de la dualidad de la verdad, surgida en el medievo, se debe a los grandes
pensadores orientales Avicena e Ibn Ruslid. El primero predijo las principales ideas de dicha
concepción y continúa cu gran medida la línea clásica, aristotélica de la comprensión de la
adaequalio. Además, las ideas filosóficas y grioseológicas de Avicena se relacionan estrechamente
con sus búsquedas científicas, lo que halló su expresión en su Danishnamagi o El Libro de la
Ciencia. Ibu Rushd, este gran “lieresiarca” árabe, al desarrollar de forma multilateral la concepción
de la dualidad de la verdad, iguala prácticamente en derechos la verdad científica y la religiosa, y
somete a un análisis crítico la dogmática de El Corán’, declara falsas muchas verdades religiosas
partiendo de la filosofía y la ciencia. Eslas ideas fueron de gran resonancia para los pensadores
progresistas occidentales Dnns Escolo, Guillermo de Oecam, Juan de Urescia. También existe para
ellos una serie de tesis que anlagonizan con los dogmas religiosos y verdaderas necundum ralionem,
pero no secundum fi- dem.
p En este período, el nominalismo, adquiere gran importancia en la comprensión de los problemas
del 32 conocimiento. Se aproxima a la interpretación de los conceptos y las palabras, nominue,
como imágenes de las cosas, lo que puede considerarse corno germen de las representaciones
objetivo-verdaderas. La fórmula clásica adaequatio reí et intellectus logró con el nominalismo una
significación plenamente racional.
p Nuevas ideas en la teoría de la verdad: Leonardo de Vinci, Bacon y Descartes. En el seno de la
escolá stica medieval no sólo surgieron ideas de comprensión racional de la verdad, sino que
comenzaron los métodos experimentales para su investigación (Roger Bacon). Pero sólo la época
del Renacimiento inauguró el desarrollo y el vuelo gigantesco de las nuevas ideas que confirmaban
su importancia y lugar en la continua lucha contra las concepciones religioso-idealistas y contra la
cosinovisión oficial de las fuerzas sociopolíticas dominantes. Los pensadores progresistas de
aquella época conceden importancia central al descubrimiento de la verdad de la naturaleza, la vida
y el hombre. Giordano Bruno proclama la unicidad de la verdad : la verdad do la ciencia y del
intelecto, lo que fue una de las culminaciones en el desarrollo de las nuevas ideas que se
adelantaron al pensamiento humano en muchos decenios.
p Leonardo de Vinci fue enemigo irreductible de la escolástica y el clericalismo, la mística y las
"ciencia? ocultas”, del "arte fraudulento y nefasto de la alquimia y sus fulleros partidarios”, y lo era
en nombre de la verdad, la razón, la ciencia y el humanismo. Le arrastraba hacia la verdad el
insaciable deseo de "ver si había algo milagroso allá, en lo profundo”. Y no sólo brindó al mundo
grandiosos ejemplos de penetración en las secretas honduras de la naturaleza, sino que además
formuló métodos efectivos de alcanzar la verdad. El comienzo del conocimiento es la sensación, la
observación de la naturaleza y la experiencia. "La sabiduría es hija de la experiencia”, y la
autenticidad de los conocimientos se basa en sus indicativos. El desarrollo de los conocimientos es
la experiencia y el intelecto, la unidad del conocimiento empírico y el teórico; la necesidad de
buscar las causas para el conocimiento real de los fenómenos. Asignaba un destacado papel a las
matemáticas, que 33 aseguran gran fiabilidad de los conocimientos, "el concepto verdadero de las
cosas”. "Ninguna investigación humana puede denominarse ciencia verdadera sin antes pasar por la
demostración matemática".
p No sólo Bacon y Descartes "derivaron de Leonardo”, cuyas ideas se anticiparon muchos años al
desarrollo del conocimiento científico, de las vías para alcanzar la verdad real, libre de todo lastre,
de lo escolástico y artificioso. La verdad es oro y "en fin de cuentas no queda oculta" [33•6 .
p Indicaciones verdaderas para la interpretación de la naturaleza de F. Bacon. Este es el segundo
título del famoso Nuevo Organon de Bacon, que proclamó una nueva filosofía y nuevas verdades
para una nueva época histórica, aunque no excluye la presencia de ciertas inconsecuencias en su
concepción de la verdad ( conservación de los elementos de dualidad de la verdad). El
descubrimiento de nuevas verdades —que no son de alquimia ni filosofía naturalista y, menos aún,
de magia— sólo es posible aplicando nuevos medios y métodos. En este sentido hay dos puntos que
tienen importancia decisiva: 1) la inducción científica y la nueva lógica basada en dicha inducción y
2) la "disección" de las cosas y el análisis de los fenómenos complejos que conduce al conocimiento
de la esencia y las causas de todos los fenómenos. Todo esto permite alcanzar el conocimiento
verdadero, crear el sistema de juicios fidedignos y fundamentados acerca de los fenómenos de la
naturaleza o verdades en su elevado y auténtico significado.
p Los principios de Bacon celebraron su triunfo en los grandes resultados de las ciencias naturales
de los siglos XVII y XVIII: la mecánica de Galileo, las creaciones de Newton, los trabajos físicos
de Hooke, los descubrimientos astronómicos de los Herschel y los logros cientí ficos de
Lomonósov. Aquí se evidenció su efectividad en el conocimiento de las propiedades objetivas y las
relaciones en el mundo natural, en el conocimiento de la verdad objetiva.
34
p La Ratio de Descartes sigue avanzando 011 el aná lisis teórico de la naturaleza de la verdad. La
fuer/a do esa ratio (razón) está, no sólo en ella misma, sino laminen, en su vinculación orgánica, en
el pensamiento de Descartes, con profundas investigaciones científicas, especialmente en la esfera
do las ciencias mecánico–matemáticas. Las búsquedas de la verdad o del verdadero método del
conocimiento exige que se despeje radicalmente el camino de todo lo falso y dudoso. La duda en
Descartes es un aspecto indispensable para el logro de la verdad científica con la cual se garantiza el
dominio sobre la naturaleza. Pero alcanzar la verdad es tan difícil como lograr a Diana o Minerva de
un trozo de má rmol sin forma.
p Los caminos del verdadero conocimiento deben basarse en principios firmes que aseguren su
autenticidad. Cuatro exigencias esenciales y veintiuna "reglas de dirección del ingenio”, si se
observan estricta y consecuentemente, deben desembocar inevitablemente en la verdad al realizar
investigaciones científicas. La esencia racionalista de los principios cartesianos lleva a la
comprensión de la verdad como conjunto do tesis claras y evidentes para el raciocinio, cuya
veracidad no deja lugar a dudas. Esto es lo que determina también el aspecto fundamental de la
concepción de la verdad de Descartes: el planteamiento claro y preciso del problema de su criterio.
Así es como opera el raciocinio: establece claridad y concreción en todas las tesis científicas,
certifica su indubitabilidad y autenticidad, y libera el pensamiento de "sentimientos vacilantes" y "
juicios engañosos”. De aquí se deduce, lógicamente, que precisamente las matemáticas se
convierten en la más alta expresión de la veracidad, y cualquier investigación científica debe
orientarse a los métodos matemáticos.
p La dualidad de las ideas de Descartes se debe a su teoría del "ser perfecto" que nos ba inspirado
"la capacidad para distinguir la verdad de la mentira”. Pero esto ya no corresponde a la esfera de las
verdades científicas, donde la razón es el juez supremo.
p Las concepciones de los representantes de la ilustración francesa y los materialistas franceses del
siglo 35 XVIII tuvieron gran importancia en la lucha por las ideas progresistas en la comprensión de
la verdad; desarrollaron en gran medida las ideas de Leonardo de Vinci, Bacon y Descartes. Estas
ideas del pensamiento avanzado francés de la época prerrevolucionaria tuvieron su más profunda
expresión en las concepciones de Didcrot, cabeza de los enciclopedistas, eminentísimo filósofo
materialista francés de aquella época.
p Diderot basaba sus puntos de vista gnoseológicos en premisas materialistas profundamente
correctas. Su objeto del conocimiento es el mundo material que nos circunda, cuyas propiedades y
leyes las refleja el hombre en su conciencia. En una de sus profundas obras filosóficas
Pensamientos sobre la interpretación de la naturaleza, enuncia la siguiente tesis, de significación
programática: "Disponemos de tres medios esenciales de investigación: la observación de la
naturaleza, la reflexión y el experimento. La observación recoge los hechos, la reflexión los
combina y el experimento verifica los resultados de la combinación" [35•7 . Y aquí Diderot
subraya que el reconocimiento de las sensaciones como fuente del conocimiento no es más que la
mitad de la verdad; hay que responder a la pregunta de cuál es la fuente de las sensaciones. A ella
contesta: es el mundo material objetivo.
p Diderot, como otros materialistas franceses — Robinet, La Mcltrie, Helvetins, Holbach,
D’Alembert— concedía importancia excepcional al papel del raciocinio en el conocimiento. So
sometieron al juicio del razonamiento no sólo las diferentes doctrinas y opiniones teó ricas; la
razón, como dijera Engels, devino la única unidad de medida de todo lo existente. Y así mismo el
genio del arto –dijo Luis David, gran pintor francés de la época de la Revolución - debo guiarse por
la antorcha de la razón.
p A la par, Diderot - -y esto es de suma importancia para valorar justamente sus concepciones sobre
la verdad- – impugnaba resueltamente el racionalismo unilateral y la especulación abslracta y, al
mismo tiempo, 36 criticaba los principios del empirismo estrecho. Precisamente "en interés de la
verdad —escribía—, el grupo de filósofos especulativos debía de unirse al de los filósofos
actuantes... [36•8 . Y aquí señaló que el descubrimiento de la verdad es un proceso complejo y
trabajoso, las leyes de su búsqueda son rigurosas, y el nú mero de nuestros medios, limitado.
p El criterio decisivo de la verdad es la experimentación, y no la filosofía racional y menos aún la
especulación. La filosofía racional tiene grandes ventajas sobre el empirismo, sin embargo no es
ella el criterio, sino la experimentación. Diderot lo ilustra con el magnífico razonamiento siguiente:
"... la filosofía racional sopesa las posibilidades, pronuncia su veredicto y calla; manifiesta
autosatisfecha: la luz no puede descomponerse; la filosofía experimental escucha y calla ante la
racional durante siglos, pero después presenta de pronto un prisma y declara: la luz se descompone"
[36•9 . El criterio del experimento también conserva su fuerza con respecto a las ciencias
matemáticas, que sin él tampoco conducen a nada serio. Aunque aquí, en la esfera de las
abstracciones matemáticas, como señalara con precisión Diderot, el criterio de la experimentación
se manifiesta no de forma directa sino indirecta: la veracidad de los conceptos matemáticos se
determina en base a conclusiones que, a su vez, se fundamentan en el experimento.
p V. I. Lenin tenía un alto concepto de estas palabras de Diderot; señalaba que "no bastan sólo
argumentos y silogismos para refutar el idealismo y que no se trata aquí de argumentos
teóricos" [36•10 . De esta manera —decía V. I. Lenin—, Diderot se aproxima de lleno a las
concepciones del materialismo moderno.
p En la famosa Enciclopedia francesa, esta criatura de Diderot y D’Alembert, se da la interpretación
de la verdad desde las posiciones del racionalismo. En el artí culo La venté se dice, en primer lugar:
"si no hubiera pensamiento y conocimiento tampoco habría ninguna 37 verdad" [37•11 . También
la fesis del artículo relativa al carácter fructífero do las verdades científicas, en general, y la verdad
de la ley de Newton, en particular, se encuentra on relación directa con la antedicha comprensión de
la verdad.
p La Enciclopedia hace especial distinción entre los conceptos verdad “externa” y verdad “interna”.
La primera expresa las ideas de la objetividad del conocimiento, por manifestarse como forma
determinada de conformidad, conformité, de nuestros conocimientos con las cosas cuya existencia
se admite fuera de nuestra conciencia. La verdad interna es la verdad lógica, que asegura la
secuencia del pensamiento y se manifiesta como incuestionable y evidente. La expresión más
adecuada de la verdad lógica se obtiene en las verdades de las matemáticas, especialmente en las
tesis de la geometría. Las verdades de la lógica y las matemáticas (y también de la moral) adquieren
aquí el significado de verdades eternas.
p Para las ideas generales de la Enciclopedia, es muy característico el hecho de quo el racionalismo
parece incluir también en su esfera las verdades religiosas. En el artículo citado se dice que "no
puede haber verdad sin pensamiento, pensamiento sin raciocinio ni raciocinio sin el ser pensante
como substancia espiritual" [37•12 . Aquí, el reconocimiento de la substancia espiritual se realiza a
través del pensamiento, del raciocinio, operante en esta esfera corno criterio supremo. Como se
sabe, todo el espíritu de la Enciclopedia está impregnado de las ideas del racionalismo en su sentido
progresista y en estrecha relación con el conocimiento científico del mundo, lo que era propio de la
época prerrevolucionaria de Francia del siglo XVIII, hallando su lógica refracción en las
concepciones de los pensadores avanzados acerca de la verdad y el conocimiento.
p La filosofía clásica alemana. Teoría hegeliana de la 38 verdad. Las ideas del racionalismo
francés, en sn más amplio significado y vistas por el prisma de las condiciones, conlradiclorias en
extremo, del desarrollo histórico de Alemania, tuvieron su expresión en el pensamiento filosófico
alemán.
p En las concepciones de Leibniz, a pesar de sn carácter contradictorio, el papel predominante le
corresponde al raciocinio teórico. Sn famoso complemento a la fórmula de los sensualistas: nisi
ipse inlelleclus habla de la orientación racionalista de sus ideas y concepciones gnoseológieas.
Leibniz liase clara distinción entre las verdades de la razón y las verdades del hecho (en la forma
moderna: verdades L y verdades F ). A pesar de la determinada importancia que dan a las verdades
de los hechos, por su papel en el conocimiento de la inducción, la función decisiva la desempeñan
las verdades de la Tazón. Sólo ellas son necesarias y universales; y estos atributos los establece la
propia razón, no a priori ni subjetivamente, sino sobre una base objetiva en las relaciones entre los
objetos. Lcibniz no se conforma con el criterio cartesiano de la claridad y la precisión e introduce
un criterio eslnetamente lógico: el criterio de la no-contradicción, que desempeña un papel decisivo
en la construcción y desarrollo de los sistemas científicos deductivos. En fin de cuentas, su
malhesis universalis, su ciencia universal integral, como algoritmo lógico–matemático universal, se
basa en el criterio lógico do la noconlradicción. Y por ultimo, Leibniz introduce la cuarta ley
(fundamento suficiente) a la lógica tradicional, mostrando una nueva faceta en el problema del
criterio de la verdad, que tiene tanto significado para toda la concepción científico-racional del
genial filósofo, matemático y lógico alemán.
p El criticismo de Kant y su concepción de la verdad halla expresión en sus cánones de la razón
pura. Dice, en el espíritu de sn criticismo, que la filosofía de la razón pura no sirve para descubrir la
verdad, sino sólo para proteger la razón contra las equivocaciones. Llama problemas supremos de la
razón pura los de la libertad, la inmortalidad y de dios. Ello explica su afán por limitar la esfera del
conocimiento, dejando así lugar para la fe, 39 así como el retorno a la concepción de la dualidad de
la verdad y la afirmación de la infalibilidad de las verdades divinas.
p Otra de las líneas en las concepciones de Kant es ia tendencia a la racionalización de la
comprensión de la verdad. En su arquitectónica de la razón pura se desarrollan ideas del
conocimiento científico, de la comprensión racional de la naturaleza y de la construcdón del sistema
do conocimientos fundado en la función organizadora activa de la razón. Esto explica que destaque
las matemáticas y las ciencias naturales como conocimientos de "elevado valor”. En su genial
Historia natural universal y teoría del cielo Kant habla de los "nexos regulares" de los fenómenos
físicos y, en su consecuencia, la tarca de establecer las verdades científico-naturales. Esto significa
que las ideas científico-racionales del Kant precrítico no tienen menos importancia histórica que su
filosofía crítica.
p En las concepciones de Kant sobre la verdad hay otros dos aspectos que merecen atención. Dentro
de sus ideas racionalistas establece una diferenciación estricta entre los conceptos de opinión, fe y
conocimiento, precisamente desde el punto de vista de los correspondientes criterios de la
veracidad. En cuanto al conocimiento, este criterio tiene carácter de objetividad, lo que asegura la
veracidad de los conocimientos. En su lógica trascendental. Kant, al valorar la definición clásica de
la verdad, la llama nominal y concede importancia decisiva al criterio teórico como "concordancia
del conocimiento con las leyes generales y formales del juicio y la razón”. Mientras subrayaba su
papel como "condición negativa de toda verdad”, en el plano positivo señala su función de
aseguramiento de la no-contradicción del pensamiento verdadero [39•13 . Señalemos también su
reconocimiento del principio de Leibniz, que denomina principio del fundamento determinante.
p La teoría hegeliana de la verdad aparece como la expresión concentrada de las más importantes
ideas racionales de todo el pensamiento filosófico precedente, no 40 sólo aloman, sino también
mundial. Tiene importancia exclusiva como escalón superior inmediatamente anterior al marxismo,
como importantísimo punto del fundamento histórico-filosófico de la teoría de la verdad del
materialismo dialéctico.
p En las doctrinas que precedieron a Hegel se expusieron —como hemos señalado muy en general
— no pocas ideas valiosas relacionadas con la comprensión de la verdad. Corresponde subrayar
especialmente a este respecto que las ideas de Descartes y Kant estaban histórica y lógicamente
muy cerca do las de Hegel. Pero a pesar de la importancia de sus ideas, ni la concepción de
Descartes —por su carácter puramente idealista y racionalista—, ni la concepción de Kant —por su
tendencia dominante hacia la limitación del verdadero conocimiento, llegando a la negación del
conocimiento de la esencia de las cosas— pueden llamarse teoría de la verdad. Conservan su
significado sólo como determinadas concepciones de la verdad. En el plano histórico-filosófico
consideramos posible emplear por primera vez el término "teoría de la verdad" con relación a las
ideas y las tesis de Hegel.
p Sin embargo, la concepción filosófica general de Hegel no permite dar a su teoría de la verdad la
categoría de realmente científica. La esencia idealista de su cosmovisión determinó la confusión de
los aspectos gnoseológico y ontológico hasta su identificación, sin permitir a Hegel hacer el análisis
de la verdad como proceso de reflejo de las leyes objetivas del mundo material, como proceso de
creación de un cuadro científico del mundo por el hombre. La tendencia a constituir un sistema
filosófico perfecto que coronara con el logro de la verdad absoluta conduce a la contradicción con
su comprensión de la verdad como proceso continuo de profundización y enriquecimiento del
conocimiento, con su idea de la infinidad de la verdad.
p Empero, la presencia de todo un complejo de ideas y conceptos racionales permite considerar su
concepción de la verdad una teoría determinada y concreta en su contenido gnoseológico. Primero,
en todo el sistema filosófico de Hegel el problema de la verdad tiene significado 41
excepcionalmente importante. La idea de la verdad está presente en toda su filosofía: desde su
secreto y fuente de la Fenomenología del espíritu hasta los escalones cimeros de su sistema. La
primera condición de la filosofía es creer en la fuerza del espíritu, mirar a la verdad con valentía. La
filosofía es la ciencia objetiva de la verdad, la ciencia de su necesidad [41•14 ; ésta es una de las
excelentes definiciones de Hegel con importancia básica para el problema de la verdad. Por tanto, la
comprensión de la verdad es inseparable de la comprensión de la filosofía como ciencia en su
objetividad. Esta última es la condición indispensable de la teoría científica en general.
p Segundo, a pesar de su idealismo, Hegol llena las formas cognoscitivas y lógicas del contenido
real del mundo circundante, lo que permite penetrar profundamente en su esencia objetiva y
contradictoria. Tenemos pleno derecho a considerar que no sólo en la lógica de Hegel —como
señalara V. I. Lcnin—, sino también en su teoría de la verdad hay mucho menos idealismo que
materialismo. "La verdad es la conformidad del pensamiento con el objeto —escribía Hegel —y
para crear esa conformidad, por cuanto no se da de por sí como algo disponible, el pensamiento
debe subordinarse al objeto, adaptarse a él" [41•15 . Como respuesta a la calificación de nominal
que Kant diera a la definición clásica de la verdad como adaequalio reí el in/ellectus Hegel
subrayaba que, por oí contrario, esa definición de la verdad tiene un valor enorme, inmenso.
p Tercero, en Hegel la concepción de la verdad tiene una base de profundo carácter dialéctico. Por
primera vez en la historia del pensamiento filosófico mundial su concepción de la verdad expresa la
unidad orgánica de la dialéctica y la teoría del conocimiento. La verdad, como conocimiento de la
esencia (la esencia del concepto y de la realidad), se despliega en forma de proceso dialé ctico de
desarrollo incesante de las formas cognoscitivas, ascendiendo a escalones cada voz superiores.
Precisamente la dialéctica de la razón cognoscente conduce en 42 su contradicción interna al
descubrimiento de la esencia del mundo y del concepto, es decir, a la verdad. En tal caso la verdad
actúa como concepto dinámico, como proceso, y no como algo captado do una vez para siempre.
p En este sentido, la concepción de Hegel es la antítesis de la concepción de Kant con su negación
de la veracidad de la razón en el conocimiento de la dialéctica del mundo y del propio pensamiento.
Podríamos afirmar que en este plano las ideas de Hegel son, no tanto la continuación y el desarrollo
de las ideas de sus antecesores, como una nueva palabra que le ha permitido desarrollar
prccisamenle la teoría de la verdad basada en la comprensión dialéctica del proceso cognoscitivo.
p Cuarto, aunque no nos ha legado ningún tratado especial sobre la verdad (lo que, por lo visto, se
explica por el desarrollo inmanente de su sistema filosófico, donde no hay un eslabón lógico
especial para la categoría de la verdad), Hegel desarrolla, sin embargo, todo un complejo de ideas
en la teoría de la verdad que forman un determinado sistema de necesarios conceptos y definiciones,
donde la verdad se muestra en diferentes aspectos y, al mismo tiempo, se analiza el camino
compiojo y contradictorio de su conocimiento. Es lógico que en un tal sistema de conceptos y
definiciones concretos también el concepto general de la verdad recibe un determinado contenido,
lo que siempre constituye la piedra angular de la correspondiente teoría.
p Quinto, la culminación lógica de la concepción de la verdad, de Hegel, consiste en la introducción
del crilo rio de la verdad, profundamente racional por su contenido (aunque expresado en forma no
racional). V. I. Lenin señaló reiterada y especialmente que Hegol llega a la idea como verdad a
través de la actividad práctica y racional del hombro. El paso a la verdad objetiva (como idea
absoluta) se realiza a través de la vida, en la práctica. Veamos, a este respecto, una sola definición
fundamental de Hegel: "La idea absoluta, como la obtenemos aquí, es la identidad de las ideas
teórica y práctica" [42•16 . El mérito de Hegel es precisamente la 43 superación de la
unilaleralidad de los criterios idealistas de la verdad, incluidos los de Descartes y Kant. En la
concepción de Ilegel no se trata sólo de elevarse sobre la citada unilaleralidad, sino también de
sobreponer la idea práctica a la teórica, lo que permite a la primera operar como criterio de las
formas teóricas y criterio de la verdad.
p Por ello, la concepción de la verdad, do Hegel, se eleva, en su eslabón culminante, al nivel de
teoría.
p Los clásicos de la filosofía rusa, desde M. Lomonósov hasta N. Chornyshevski, concedían gran
importancia al problema del verdadero conocimiento, desarrollaban de forma consecuente las ideas
do la objetividad de la verdad y criticaban las diferentes formas de subjetivismo y relativismo.
p M. Lomonósov, fundador de la ciencia rusa y la filosofía clásica rusa, fue un destacado luchador
por la verdad en el conocimiento. Partía totalmente del principio de la objetividad del conocimiento
y la objetividad de la verdad, señalando expresamente que las ideas no son oirá cosa que "la
representación de las cosas o las acciones e 11 nuestro intelecto" [43•17 . Para él, el proceso
cognoscitivo es también el proceso de indagación de la verdad. En este proceso de búsqueda del
conocimiento verdadero, el hombre dispone de medios tales como la experiencia, las percepciones
sensoriales y la actividad pensante. La experiencia y la teoría, la contemplación viva y el
pensamiento en su concatenación permiten conocer objetivamente la naturaleza y desentrañar sus
secretos con mayor profundidad. "El verdadero químico —decía M. Lomonósov— debe ser teórico
y práctico" [43•18 . Precisamente esto es lo que asegura a la química la posibilidad de penetrar en
los más internos cubículos de la naturaleza.
p El conocimiento veraz no puede inclinarse ante las autoridades, ante las opiniones y
representaciones envejecidas y obsoletas. Debe marchar necesariamente por 44 la línea del
progreso. En este avance del conocimiento de la verdad Lomonósov concedía especial importancia
a las hipótesi? en la ciencia. "Son permisibles en las materias filosóficas e incluso son el único
camino por el que los grandes hombres descubrieron las mayores verdades" [44•19 .
p De Lomonósov —como de Leonardo, Descartes y Leibniz — podemos decir que empleaba sus
principios de la metodología del conocimiento de la verdad, con profundidad y eficacia, en sus
investigaciones y descubrimientos científicos, que tuvieron, como se sabe, trascendencia mundial.
p A. Herzen también desarrolló polifacéticamente en sus concepciones gnoseológicas las ideas del
conocimiento objetivo y su capacidad para desentrañar los secretos del mundo real. Considera la
historia del pensamiento como la prolongación de la historia de la naturaleza; pero ni lo uno ni lo
otro —dice— se pueden comprender fuera del desarrollo histórico. Esto significa la promoción de
una nueva tesis en las doctrinas gnoseológicas de aquellos tiempos: la idea del condicionamiento
social del conocimiento humano.
p Las formas cognoscitivas se colman necesariamente del contenido del mundo objetivo, por cuanto
"el desarrollo lógico do la idea pasa por las mismas fases que el desarrollo de la naturaleza y la
historia; repite, como la aberración de las estrellas en e] cielo, el movimiento del planeta
terrestre" [44•20 . Por ello, la propia verdad adquiere una elevada dignidad objetiva.
p En su conocido trabajo El diletantismo en la ciencia A. Herzen mantiene la idea, profundamente
correcta, de la unidad de la verdad y la ciencia. "La Ciencia — dice— es un organismo vivo con el
cual se desarrolla la verdad" [44•21 . La tarea del verdadero conocimiento consiste precisamente
en comprender el objeto en su desarrollo, asumir "las pulsaciones dialécticas universales”. De aquí
se deduce también la magnífica idea de Herzen: toda 45 verdad auténtica debe contener
contraposiciones dialé cticas, "la sustancia tiende hacia forma externa, y lo infinito, a lo finito; son
tan necesarios unos a otros como los dos polos del imán" [45•22 . Por ello mismo, para el
conocimiento de la propia verdad son también necesarios los extremos contrapuestos; el empirismo
y la especulación, que comparaba con los hemisferios de Magdeburgo, imposibles de separar.
p Todas estas tesis del pensador ruso tienen tanta mayor importancia por cuanto —a diferencia de
Hegel— se basan en una cosmovisión materialista. V. I. Lenin tenía plena razón al decir que Herzen
llegó hasta el filo del materialismo dialéctico.
p Es de gran significación teórica la idea de la unidad, la entidad de la verdad, expuesta por Herzen.
Decía que la verdad tiene vida, como todo organismo viviente, sólo como entidad; cuando se
descompone en partes su alma se esfuma, quedando "abstracciones muertas con tufo
cadavérico" [45•23 . La verdad es una, subrayaba más adelante; diversas filosofías la han visto
desde lados diversos, y cada una de estas contemplaciones condiciona el surgimiento de las
correspondientes escuelas y sistemas filosóficos.
p Como es natural, el camino del conocimiento de la verdad tiene también un carácter complejo y
dialéctico. En dicho camino emergen opiniones y representaciones diversas, subjetivas, fantásticas e
imprecisas mediante las cuales el hombre trata de expresar sus pensamientos más recónditos. Pero
este tipo de fantasías, imágenes y representaciones —señala A. Herzen— se van esfumando
gradualmente y el pensamiento llega al correcto e integral conocimiento del objeto. Y este
conocimiento es el logro de la verdad. Véase con qué claridad y expresión figurativa hablaba a este
respecto Herzen, refirié ndose al conocimiento y fuerza de la verdad: "... una vez que la verdad
comienza a desvestirse y nos muestra su torso de asombrosos encantos, ya no se cubrirá nunca con
el manto del falso rubor; ella conoce ya la fuerza, 46 la gloria y la belleza de su desnudez" [46•24 .
El conocimiento del hombre llega inevitable y lógicamenle al descubrimiento de la verdad en I oda
su perfección y carador multifacético.
p Tiene importancia especialmente grande el planteamiento, por los clásicos de la filosofía rusa, del
problema del criterio de la práctica en el conocimiento verdadero. Aunque reconocían el
significado del experimento y las observaciones para el cstablccimienito de la veracidad o la
falsedad de las teorías y concepciones científicas, mostraban la importancia de la práctica, en el
conocimiento, como actividad social de los hombres. En sus concepciones la práctica aparece como
actividad social, como acciones conscientes y activas del hombre social, como práctica de la lucha
de clases, según la definición de N. Chernyshevski.
p Esta palabra es nueva en la teoría del conocimiento, es una nueva comprensión de la práctica,
como criterio decisivo de la verdad, en comparación con todo el materialismo anterior.
Precisamente sólo sobre la base de una tal comprensión de la práctica es posible establecer la
veracidad o la falsedad de las diferentes doctrinas y concepciones científicas, lo que, por supuesto,
no se puede alcanzar en ningún experimento de ciencias naturales. Con ello se abre el camino a una
eficaz verificación de la veracidad de las doctrinas y las teorías sociales que tienen colosal
importancia para toda la vida práctica de los hombres.
p Sin embargo, debe señalarse que las limitaciones históricas de la actividad y la lucha no
permitieron a los filósofos rusos, a los demócratas revolucionarios, formular la verdadera
comprensión científica de la práctica, descubrir todos los aspectos del papel que desempeña en el
conocimiento y su significación para la teoría de la verdad. Esto último fue realizado por el
marxismo.
p C. Marx y F. Engels enfocaron de forma bá sicamente nueva el análisis del papel y significado de
la prá ctica en el proceso del desarrollo del conocimiento cientí fico del mundo como fuente y
fuerza motriz del 47 conocímiento, como su principal objetivo y criterio decisivo de la verdad de
todas las teorías y conceptos científicos. Basándose en los principios del materialismo histórico
formularon una nueva comprensión de la práctica como actividad histórico-social de los hombres,
lo cual constituye un replanteamiento de todos los problemas de la verdad, define una nueva
comprensión de las vías y las regularidades del desarrollo de la propia verdad. Mostraron la
endeblez de la fórmula de contemplación pasiva, propia del viejo materialismo, para el
conocimiento, y criticaron la comprensión de la actividad de la razón en la filosofía idealista, quo
admite —como hace, por ejemplo, Hegel— un solo tipo de actividad: el trabajo espiritual abstracto.
Marx y Engels partieron de la nueva comprensión de la práctica y la actividad dinámica del hombre
en el conocimiento y definieron la esencia de todo el proceso cognoscitivo como reflejo activo y
creador de la realidad, lo que determina directamente también la respectiva comprensión de la
verdad como resultado do la actividad viva del hombro en el conocimiento. Brindaron una
comprensión nueva —en comparación con la filosofía clásica alemana— de la unidad de la teoría
del conocimiento y la dialéctica, basada en la unidad de todo el proceso cognoscitivo como reflejo
creador del mundo, de su profunda dialéctica objetiva interna.
p Después de crear los más importantes principios de la nueva filosofía ya en la década de los años
40 del pasado siglo, Marx y Engels continuaron desarrollando sucesivamente, ahondando y
perfeccionando, su concepción filosófica del mundo, puliéndola como verdadera doctrina de la
lucha contra todos y cada uno de los ideólogos de la burguesía y los pseudosocialistas de toda
calaña. Durante muchos decenios desarrollaron profundamente su doctrina filosófica, dedicando
atención a unos u otros problemas concretos del materialismo dialéctico e histórico en los diferentes
períodos de la lucha. En este sentido desarrollaron también diferentes problemas do la teoría del
conocimiento y la verdad, que siempre contemplaron en base y en relación orgánica con los
problemas filosóficos generales del marxismo. Esto permitió a Marx y Engels acometer el problema
de la 48 verdad desde diversos ángulos, analizar sus diversos aspoclos partiendo de la creciente
práctica de la lucha de clases, ante todo su objetividad, su carácter absoluto y relativo, y enriquecer
la teoría de la verdad con nuevos resultados de la práctica social y con nuevos datos y conclusiones
del conocimiento científico del mundo. Esto expresa la creatividad del marxismo en general, do
todas sus ideas, conceptos, concepciones y teorías.
p En el materialismo dialéctico, la teoría do la verdad es una teoría científica en desarrollo, un
sistema de ideas y conceptos que se desarrolla, recibiendo nuevo contenido; teoría que se enriquece
sin cesar con nuevas tesis y conceptos que expresan con creciente plenitud y profundidad los
principios básicos y determinantes de la gnoseología del materialismo dialéctico.
p Como se sabe, estos principios se conservan; lo que se refuta no es el principio, sino la afirmación
de que cada principio dado es una definición absoluta y definitiva. Pero la conservación y el
significado determinante de los principios de la teoría del conocimiento del materialismo dialéctico
no significa la absolutización de su contenido, de sus “definiciones”, de su sentido concreto y
formas de manifestación. Por el contrario, estos principios, conservándose como tales, como
principios determinantes de partida, se desarrollan sin cesar, toman nuevo contenido, adquieren un
nuevo sentido concreto y significado, se enriquecen formando nuevos conceptos y tesis, en el
proceso continuo de avance del propio conocimiento en cada nueva época histórica. El desarrollo de
la teoría de la verdad del materialismo dialéctico significa, precisamente en este sentido, desarrollo
de sus principios e ideas determinantes y, con ello, de todo su contenido concreto y su estructura
lógica, el desarrollo de todos sus componentes y formas de expresión hasta llegar a la
concretización y la creación de nuevos conceptos y nuevos términos.
p Debemos subrayar que el desarrollo de esta teoría no representa en absoluto un proceso en
desarrollo inmanente, una mera filiación de ideas y conceptos, ni el ritmo inmanente hegeliano de
conceptos. Tampoco debe concebirse el desarrollo de las doctrinas gnoseológicas, 49 entre ollas y
en particular la de la verdad, como un reflejo especular y automático de los nuevos fenómenos
sociales, como una versión mecánica al idioma de las categorías gnoseológicas do los factores
socioeconómicos. Como so sabe, los ideólogos burgueses procuran presentar la doctrina marxista
precisamente en esc plano, vulgarizando y deformando así su esencia.
p El verdadero proceso de desarrollo de la teoría do la verdad del materialismo dialéctico transcurro
en dependencia de todo un conjunto de causas y condiciones socioeconómicas, políticas,
idcoculturales y científicas. En las condiciones do la sociedad moderna, de la histórica lucha entre
el socialismo y el capitalismo, entre la ideología comunista y la burguesa, el desarrollo de toda la
filosofía del materialismo dialéctico e histórico so despliega on lucha irreconciliable contra la
filosofía y la sociología burguesas. Esto os lo que determina también oí carácter general do]
desarrollo de la teoría de la verdad on la filosofía del marxismo-leninismo.
p La tesis, ya citada, de que la teoría de la verdad del materialismo dialéctico so desarrolla dinámica
e ininterrumpidamente, se refiero, por supuesto, no sólo al desarrollo de la teoría do la verdad, como
fuera creada por Marx y Engcls, sino también al de las ideas leninistas en la teoría do la verdad. Es
una ley para todo el proceso del conocimiento científico del mundo, que tiene un carácter
profundamente creador, condicionado por el desarrollo incesante, complejo y contradictorio del
propio mundo material on su infinita diversidad.
Este desarrollo no os una línea que se eleva suave y rítmicamente. La teoría leninista de la verdad es
un salto gigantesco, un veloz despegue en la teoría marxista del conocimiento. Es el gran nudo
gordiano en oí proceso del conocimiento científico, que concentra en sí todo lo más elevado de los
avances del pensamiento filosófico y científico de la época anterior y que, al mismo tiempo,
determina oí sucesivo desarrollo de las ideas gnoseológicas en baso a principios que, conservando
todo su significado determinante, siguen profundizándose y enriqueciéndose.
50
***
***
Notes
[23•1] Hegel. Obras, Moscú-Leningrado, 1939, t. IX, pág. 1
[23•2] Ibíd., pág. 23.
[23•3] Ibíd., pág. 42.
[29•4] Aristóteles. Metafísica, VI, 4, 1027 a 31; IX, 10, 1051 b I.
[30•5] El Corán, suras 2, 5, 24 y otras.
[33•6] Leonardo de Vinci. Obras escogidas sobre ciencias naturales, Moscú, 1955, págs. 407, 408,
11, 14.
[35•7] D. Diderot. Obras filosóficas escogidas, Moscú, 1941, pág. 98.
[36•8] Ibíd, pág. 92.
[36•9] Ibíd., pág. 101.
[36•10] V. I. Lenin. Materialismo y empiriocriticismo, O. C., t. 18, pág. 28.
[37•11] Encyclopédie on Dictionnaire raisonné des sciénces, des arts ct des metiera, M. D. LXV
(1765), Neuohatel, Tome DixSepliérne, p. 68.
[37•12] Ibíd., pág. 69.
[39•13] Véase: I. Kant. Obras, Moscú, 1963, cap. I, pág. 199.
[41•14] Hegel. Obras, t. IX, púgs. 21 y 19.
[41•15] Hegel. Obras, t. V, pág. 21.
[42•16] Hegel. Obras, t. VI, pág. 296.
[43•17] M. Lomonósov. Obras filosóficas escogidas, Moscú, 1940, pág. 259.
[43•18] Ibíd, pág. 20.
[44•19] M. Lomonósov. Obras Completas, t. 3, pág. 231.
[44•20] A. Herzen. Obras filosóficas escogidas, t. I, Moscú, 1948, pág. 120.
[44•21] Ibíd., pág. 61.
[45•22] Ibíd., pág. 23.
[45•23] Ibíd., pág. 23.
[46•24] Ibíd., pág. 27.
***
Notes
[55•25] Hegel. Obras, t. IV, pág. 20.
[55•26] V. I. Lenin. Cuadernos filosóficos, O. C., t. 29, pag. 156.
[56•27] Ibíd.
[57•28] Hegel. Obras, t. IV, pág. 15.
[58•29] Veamos aquí la siguiente tesis de Hegel que expresa el vínculo interno de los conceptos:
conocimiento — verdad — lógica. "Por consiguiente, lo lógico recibo una valoración plena de su
significado —dice en La ciencia de la lógica— sólo gracias a que se ha convertido en un resultado
de la experiencia de las ciencias. Esta experiencia presenta al espíritu lo lógico como una verdad
universal, no lo presenta como gestión especial situada al mismo nivel de otras materias y
realidades, sino como esencia de todo este otro contenido" (Hegel. Obras, t V, pág. 39).
[61•30] Véase V. I. Lenin. Materialismo y empiriocriticismo, O. C., t. 18, pág. 345.
[61•31] Ibíd, pág. 145.
Capítulo II
DEFINICIÓN Y ESENCIA DE LA
VERDAD
Notes
[67•1] –2 Véase Dictionnaire de la langue jranfaise. Par P. Foulquié. Paris, 1962. En el Grand
Dictionnaire universel de P. Larousse la definición principal es la siguiente: "verdad es algo que
está en conformidad con algunas nociones sobre las cosas o con la realidad representada (tomo 15,
pág. 908). En la Encyclopedia Britannica la comprensión aristotélica de la correspondencia se
interpreta como fe, convicción (belicf ) de que la proposición p es verdadera si aceptamos que existe
un hecho que corresponda a dicha proposición (vol. 22, pág. 522). En todas las definiciones
similares so observa un evidente divorcio con IP comprensión materialista de la correspondencia, lo
que priva a estas formulaciones de su valor objetivo científico.
[67•2] –1 [odd: page has one footnote called “1–2”.]
[69•3] E. Cassirer. Formen uncí Formwandlungen des philosophiuchcn Wahrtieitsbegriffs,
Hamburg, 1929, S. 19–20.
[72•4] Gran obra de materialismo militante, Moscú, 1959, págs. 217–218. Llamamos la atención
del lector hacia los siguientes trabajos do los filósofos soviéticos que analizan especialmente el
concepto de la verdad: S. Tsereteli. Contribución al exliidio de la comprensión leninista de la
naturaleza dialéctica de la verdad. "Voprosy Filosofa”, N° 4, 1960; I. Narski, T. Oizcr man. La
verdad, en la Enciclopedia Filosófica (t. ti); D. Gorsld, I. Narski, T. Oizerman. Capítulo do la
verdad en el libro Problemas actuales de la teoría del conocimiento del materialismo dialéctico, t.
II, Moscú, 1970. En la revista Deutsche Zcitschrift für Philo.tophic, a finos de la década del 60 y
comienzos del 70, se publicó una serie do artículos examinando el problema do la verdad desdo
posiciones marxistas-loninistas, incluyendo también algunas cuestiones en discusión. Véase
especialmente Sonderheft, 1968.
[76•5] V. I. Lenin. Cuadernos filosóficos, O. C., t. 29, pág. 322.
[76•6] La definición de la verdad formulada por el académico T. Pávlov en el XV Congreso
Internacional de Filosofía contiene ¡Títeres y profundo sentido. Considera la verdad un proceso
dialéctico que acerca cada día más el pensamiento humano a los objetos reales do la naturaleza y la
sociedad a fin de esclarecerlas y, después, modificarlas en interés del hombre. Su otro pensamiento
es comprender la verdad como la propia ciencia en su unidad y variedad dialéctica. Proceedings o}
the XVth World Congress of Philosophy, Sofía, 1973, I, pp. 99, 103.
[87•7] G. V. Leibniz. Nueras ensayos sobre el entendimiento humano, págs. 349–350.
[87•8] Hegel. Obras, t. VI, pág. 216.
[88•9] Hegel. Obras, t. I, pág. 332.
Capítulo III
ESTRUCTURA DE LA VERDAD
COMO SISTEMA DE CATEGORÍAS
GNOSEOLOGÍCAS
Notes
[93•1] C. Marx. Introducción a los apuntes económicos. 1857–1858. C. Marx y F. Engels. Obras,
t. 12, pág. 727.
[93•2] V. I. Lenin. Cuadernos filosóficos, O. C., t. 29, pág. 252.
[95•3] En nuestra monografía colectiva Historia de la dialéctica marxista. Etapa leninista (Moscú,
1973) hemos expuesto y desarrollado esta posición. Véase A guisa de conclusión. Algunos
problemas de la teoría de la dialéctica materialista.
Capítulo IV
OBJETIVIDAD DE LA VERDAD.
DIALÉCTICA DE LO OBJETIVO
Y LO SUBJETIVO
EN EL CONCEPTO “VERDAD”
Notes
[104•1] –2 Véase V. I. Lenin. Cuadernos filosóficos, O. C., t. 29, pág. 301. Véase también a otro
respecto: "El hombro va de la idea subjetiva a la verdad objetiva a través de la "práctica" (y la
técnica)" (ibíd., pág. 183).
[106•3] V. I. Lenin. Materialismo y empiriocriticismo, O. C., t. 18, pág. 138. (El subrayado es mío.
— G. K.)
[107•4] S. Vavílov. Obras, Moscú, 1956, t. III, pág. 98.
[109•5] D. Hilbert. Fundamenlos de la geometría, Moscú— Leningrado, 1948, págs. 365–366. (El
subrayado es mío. — G. K.)
[110•6] V. I. Lenin. Materialismo y empiriocriticismo, O. C., t. 18, pág. 123.
[112•7] V. I. Lenin. Marxismo y revisionismo, O. C., t. 17, pág. 17.
[116•8] Hegel. Obras, t. IV, pág. 9.
[116•9] V. I. Lenin. Materialismo y empiriocriticismo, O. C., t. 18, pág. 120.
[117•10] R. Garaudy, por ejemplo, al examinar el carácter del conocimiento e introducir el
concepto de “modelo”, toma el importante término “reflejo” (un ’ reflet”) entro comillas
concediendo plena preferencia al término "construcción”, que sustituye con frecuencia por el
término “proyecto” (R. Garaudy. Marxlsme da XX siécle. Paris—Geneir, 1966, p. 49). Aquí se
trasluce una tendencia bien definida de subestimar el principio de la objetividad de la verdad.
Capítulo V
LO ABSOLUTO Y LO RELATIVO
DE LA VERDAD
p "Dos sentimientos se despertaron en mí: el miedo y el deseo. Él miedo ante la cueva tenebrosa y
temible y el deseo de ver si había algo maravilloso en su profundidad".
Leonardo de Vinci
p La sucesiva introducción y análisis de nuevas categorías que caracterizan el concepto general de
la verdad transcurre sobre la base única de los principios determinantes de la objetividad, el
desarrollo y la contradicción. Esto también se refiero íntegramente a las categorías de lo absoluto y
lo relativo de la verdad que, aun estando vinculadas dialécticamente entre sí, conserva cada una do
ellas sus peculiaridades.
p Cuando determinamos lo absoluto de la verdad partimos de la siguiente definición: lo absoluto de
la verdad representa la posibilidad real del conocimiento íntegro, exhaustivo de la esencia y las
leyes del mundo circundante, realizada en el proceso infinito y continuo de su conocimiento como
materia en eterno desarrollo.
p En cuanto a las categorías de lo absoluto y lo relativo es particularmente clara la conveniencia de
sustituir los términos "verdad absoluta" y "verdad relativa" por las correspondientes definiciones
predicativas. En efecto, serían sin duda de doble sentido las expresiones: "la 122 teoría de la
gravitación, de Newton es una verdad absoluta" o "el marxismo es una verdad relativa”. Si
renunciamos a estos términos y aplicamos definiciones predicativas todo será más lógico y no
suscitará ninguna duda. Podemos decir de forma plenamente racional que el marxismo, como
doctrina objetivamente verdadera se caracteriza al mismo tiempo por la veracidad relativa de sus
tesis o, lo que es lo mismo, por la relatividad de la verdad (en su conjunto). En cuanto a la teoría de
Newton, como a cualquier teoría científica concreta, jamás podremos decir que se trata de una
verdad absoluta, pero el rasgo de lo absoluto de la verdad pertenece indudablemente a tales teorías.
Las ideas de los fundadores del marxismo-lcninismo conservan aquí su completo significado, pero
sus formas concretas de expresión deben lógicamente desarrollarse.
p Lo mismo que otras características gnoseológicas de la verdad, lo absoluto y lo relativo expresan
la naturaleza de la propia existencia, su carácter contradictorio y dialéctico, sujeto al
correspondiente análisis en el conocimiento científico, veraz. Esto fue expuesto de forma lacónica y,
al mismo tiempo, clara, por V. T. Lenin en la siguiente definición: "Lo absoluto y lo relativo, lo
finito y lo infinito son escalones de un mismo mundo" [122•1 –2. Aquí se expresa la idea de la base
ontológica de las categorías de lo absoluto y lo relativo y de su vinculación, entre sí y con las
categorías de lo finito y lo infinito, sumamente sustanciales para la comprensión de las
regularidades del proceso cognoscitivo.
p Lo absoluto y lo relativo no sólo están vinculados con el concepto de la objetividad, sino que se
apoyan totalmente en él. Guando exponía su profundo pensamiento de la unidad de la verdad
absoluta y la objetiva en su obra Materialismo y empiriocriticismo, V. I. Lenin habla de su identidad
en cierto sentido. Subraya, por ejemplo, que "reconocer la verdad objetiva, es decir, independiente
del hombre y de la humanidad, significa admitir de una manera o de otra la verdad absoluta”, y más
adelante dice: ”. . .son históricamente 123 condicionales los límites de la aproximación de nuestros
conocimientos a la verdad objetiva, absoluta, pero la existencia de esta verdad, así como el hecho de
que nos aproximamos a ella no obedece a condiciones" [123•3 . Así es. Lo absoluto como
característica de la verdad es su objetividad; más exactamente, el concepto de lo absoluto tiene
sentido racional y real sólo como objetividad de la verdad. Esto determina su unidad y, en este
sentido, sólo en este, como hace V. I. Lenin, se puede hablar de su identidad. Al mismo tiempo,
debe señalarse que la categoría de absoluto, que se determina íntegramente en su esencia por la
objetividad de la verdad, tiene un aspecto gnoseológico determinado, su differentia specifica,
exclusivamente propia.
p Lo absoluto de la verdad es una peculiaridad suya inalienable y, como concepto, actúa de
componente indispensable y lógico de su significado general, de su estructura. Es natural que lo
absoluto de la verdad está indisolublemente ligado al concepto de lo absoluto en la filosofía tomada
en general.
p Debe señalarse que el concepto de absoluto fundamenta los sistemas filosóficos tanto del
idealismo absoluto norteamericano (J. Royce) como del inglés (F. Bradley) o el alemán
(H. Hlokner). Lo absoluto aparece en ellos como el principio superior, la sustancia única que abarca
todo lo existente, todas sus formas y manifestaciones, pero no se reduce a ellas ni depende de ellas
ni de otros principios ni causas, no conoce ninguna frontera en el tiempo, es eterno y constituye la
esencia de todos los fenómenos, de todo el mundo. Lo absoluto, según Bradley, es "la plena
realización de nuestro afán de verdad, de belleza, do expansión espiritual, de sentimientos y de
actividad" [123•4 . Un tal Absoluto determina el objetivo, la esencia y el sentido del conocimiento
y, con ello, la naturaleza de la verdad.
p La verdad, según las opiniones de los representantes del idealismo absoluto, es el objeto definitivo
del conocimiento, la suprema síntesis de los universales que 124 forman el sistema culminado, la
totalidad de "ideas realizadas" como ideal definitivo del conocimiento. La elevación, en esto
sentido, de la verdad hasta el Absoluto significa para los idealistas absolutos su teologización, y su
"filosofía racional" se convierte en teología racionalizada.
p Pero lo absoluto puede muy bien considerarse también un concepto racional, bastante esencial
para la teoría de la verdad del materialismo dialéctico. En el concepto de lo absoluto pueden
distinguirse dos aspectos básicos: 1) lo absoluto es el principio independiente superior, y 2)
determina todos los lados y fenómenos de la vida, todos los aspectos del movimiento y desarrollo
del mundo. Una cosa y la otra no sólo tienen un significado fundamental y filosófico general, sino
que subyace en las ideas y categorías gnoseológicas correspondientes. Aquí, las ideas racionales
están expresadas de la manera más consecuente en las concepciones de Hegel, particularmente en
su Fenomenología del espíritu que, según expresión de C. Marx, es "verdadero manantial y secreto
de la filosofía hegeliana" [124•5 .
p Según esta concepción, el cénit del movimiento del espíritu es el conocimiento absoluto. El
espíritu, en su desarrollo, pasa por todos los momentos complejos de la razón, el espíritu y la
religión, llegando en el "sujeto Absoluto" hasta el conocimiento absoluto. Pese a todo lo abstracto
del esquema de Hegel, aquí tenemos una serie de puntos racionales. Primero, el conocimiento
absoluto se logra durante el "movimiento del conocimiento”, en el desarrollo progresivo de las "
conformaciones del espíritu”; segundo, el conocimiento absoluto es, como la verdad absoluta, la
"última conformación" que encarna el conocimiento superior en su contenido racional; tercero, el
conocimiento absoluto es el contenido completo del objeto expresado en el concepto, y el
conocimiento en "el elemento del concepto" es un conocimiento científico donde se resuelve la
contradicción entre el conocimiento y la verdad, y donde el conocimiento como absoluto se
convierte en verdad. "Esta última 125 conformación dol espíritu —dice Hegel en su
Fenomenología—, espíritu que da a su contenido íntegro y verdadero la forma de entidad, con lo
cual realiza en esta misma medida su concepto, y que queda, sin embargo, en esta realización sin
apartarse de éste, su concepto, es el conocimiento absoluto" [125•6 . Al mismo tiempo, esta última
formación del espíritu es "el conocimiento que se alcanza en el concepto”, es la ciencia como
"conocimiento verdadero del espíritu sobre sí mismo" [125•7 .
p También aquí, por supuesto, el elemento culminante en la lógica del razonamiento de Hegel es
contradictorio, pero en esta contradicción predomina la tendencia a la culminación de su sistema. El
espíritu, en su movimiento, culmina el desarrollo y retorna a sí.
p Pero desarrolla, además, un pensamiento dialéctico correcto: el conocimiento absoluto es
resultado del movimiento y se alcanza en el mismo; el espíritu cognoscente pasa por todas las
formas históricas de su manifestación, todo el reino de los espíritus que constituye una "serie
consecutiva" donde un espíritu sucede al anterior y cada uno toma el reino del mundo del espíritu
precedente [125•8 . Esta fue la idea que condujo al gran dialéctico a pensar que el conocimiento
absoluto es movimiento infinito de los fenómenos del espíritu, al pensamiento, digna cima de su
Fenomenología, que él mismo llamará más tarde viaje hacia los descubrimientos.
p Volviendo a la apreciación que el materialismo dialéctico hace de lo absoluto de la verdad
subrayamos de nuevo que tiene como fundamento ontológico el infinito mundo material, la realidad
en perpetuo movimiento y desarrollo, la materia como realidad objetiva y absoluta, como sustancia
material infinita. Esto determina la posibilidad real del planteamiento del problema acerca del
conocimiento absoluto llamado a reflejar en sus formas el mundo en desarrollo infinito. De aquí
también que el conocimiento absoluto jamás pueda tener fin ni culminación, por cuanto su objeto es
infinito, cambia y 126 se desarrolla sin cesar. El conocimiento absoluto es movimiento, proceso
ininterrumpido de profundizacióu de la conciencia del hombre en la ilimitada esencia de la materia
y en su inagotable multiformidad. En este sentido V. I. Lenin habla de la verdad absoluta como del
conocimiento integral y exhaustivo, de la ilimitada posibilidad humana de penetrar en la
infinitamente compleja y contradictoria naturaleza del mundo circundante. "El conocimiento es
acercamiento eterno e infinito del pensamiento hacia el objeto. El reflejo de la naturaleza en el
pensamiento del hombre no debe entenderse muerto y abstracto, sin movimiento ni
contradicciones, sino en proceso eterno de movimiento, surgimiento de contradicciones y su
solución" [126•9 . La idea de lo eterno e infinito del conocimiento es precisamente la idea de lo
absoluto de la verdad en su sentido profundamente dinámico, es decir, dialéctico, a diferencia de las
representaciones abstractas metafísicas del Absoluto como algo culminado y finito.
p Lo absoluto de la verdad está en cierto sentido vinculado con el concepto de la soberanía del
conocimiento al que se refirió F. Engels en el Anti-Dühring. Esta soberanía no sólo consiste en que
la conciencia del hombre tiene plenos derechos en cuanto a la realidad y autenticidad del reflejo del
mundo material en ella, de su capacidad para el conocimiento auténtico del mundo. Soberanía del
conocimiento significa también su independencia interna en el sentido de que precisamente en ella
se logra el verdadero conocimiento; no se trac de fuera, de la esfera trascendental, de "la razón
divina”, etc. El proceso real del conocimiento es la creación del cuadro científico del mundo por la
razón humana, es decir, la creación y el desarrollo de la propia verdad como proceso, nunca
limitado ni por nadie y que se adentra en el infinito, por cuanto el propio mundo material que
tratamos de conocer también es infinito y se desarrolla eternamente.
p En este sentido F. Engels reveló brillantemente la contradicción en el proceso del conocimiento
infinito del 127 mundo, cuyo sentido es extraordinariamente sustancial para comprender la
dialéctica de lo absoluto y lo relativo de la verdad. Recordemos el razonamiento fundamental de F.
Engels. "Otra vez volvemos a encontrarnos con aquella contradicción con que nos tropezamos más
arriba entre el carácter —que necesariamente hemos de representarnos como absoluto— del
pensamiento humano, y su realidad en una serie de hombres individuales de pensamiento limitado,
contradicción que sólo puede resolverse a lo largo de un progreso infinito, en la sucesión —para
nosotros, al menos, prácticamente inacabable— de las generaciones humanas. En este sentido, el
pensamiento humano es a la par soberano y no soberano, y su capacidad cognoscitiva a la par no
limitada y limitada. Soberano e ilimitado en cuanto al don, la vocación, la posibilidad, la meta
histórica final; no soberano y limitado, en cuanto a la ejecución concreta y a la realidad de cada
caso" [127•10 .
p De hecho aquí, la contradicción se da en un doble plano: 1) el conocimiento es soberano,
indispensable, absoluto y, al mismo tiempo, no soberano, aleatorio y relativo; y 2) el conocimiento
es infinito en sus posibilidades, incesante en el proceso de la prolongación infinita de la vida
humana, pero, también, es finito, se realiza en los distintos actos cognoscitivos de los hombres, y,
además, en esta práctica de las sucesivas generaciones humanas va encontrando su solución. Esta
dialéctica de lo absoluto y lo relativo, lo infinito y lo finito en el conocimiento es, al mismo tiempo,
la dialéctica de la verdad como proceso de creación y desarrollo incesante del cuadro científico del
mundo, tanto en su conjunto como en todos sus momentos esenciales. De esa forma, en el proceso
cognoscitivo real se revela el carácter contradictorio de la verdad.
p En consideración a lo contradictorio de la verdad y la definición de lo absoluto de la verdad que
hemos citado, nos detendremos brevemente en la cuestión de las llamadas "verdades eternas”. De
hecho aquí se trata de 128 ciertos postulados verdaderos quo formula Hegel, por ejemplo "cuando
nació el César”, "cuántos pies medía el estadio”, "el cuadrado de la hipotenusa es igual a la suma de
los cuadrados de los otros dos lados del triángulo rectángulo" [128•11 o el conocido ejemplo de
Engels: " Napoleón murió el 5 de mayo de 1821" [128•12 .
p Todo esto son realmente verdades eternas por cuanto tampoco en el futuro serán refutadas. Pero
nos parece que no merecen ser calificadas de "verdades absolutas" para no confundirlas con el
concepto gnoseológico general de lo absoluto de la verdad (o con la verdad absoluta en su
significado general). Hegel tiene razón cuando dice que considerar que lo verdadero está en ese tipo
de "resultados sólidos" es una forma dogmática de pensar. "En realidad —concluye Hegel— la
naturaleza de esa llamada verdad se distingue de la naturaleza de las verdades
filosóficas" [128•13 . Podemos considerar todas las verdades de semejante tipo momentos aislados
en el conocimiento de la verdad como concepto general, y no hay razón para aplicarles una
definición gnoseológica general como lo “absoluto”.
p Es profundamente dialéctica la tesis de Hegel de que ”sólo lo absoluto es verdadero y sólo lo
verdadero es absoluto" [128•14 , y, a pesar de cierto “gnoseologismo” de su segunda parte, debe
considerarse como un todo inseparable, unida a su comprensión de la verdad como tal, como verdad
objetiva. Además, la unidad de lo objetivo y lo absoluto determina íntegramente la esencia de la
verdad y, en fin de cuentas, todo su contenido revelado en sus diversas definiciones. Esto se refiere
por completo al contenido y el sentido del concepto relatividad de la verdad, que tan importante
lugar ocupa en la teoría leninista (y debe subrayarse especialmente también y seguir examinándose
en lo sucesivo por su enorme significado, tanto teórico como práctico).
129
p Comencemos por su definición señalando con la mayor plenitud los rasgos necesarios y
esenciales. La relatividad de la verdad se basa completamente en el principio de la objetividad y lo
absoluto; expresa los elementos jimios del conocimiento humano como proceso interminable y
significa el conocimiento de determinados aspectos y relaciones de la realidad; caracteriza la
aproximación de los conocimientos, un determinado grado de profundización de nuestra
conciencia en la inextinguible esencia de las cosas, un determinado nivel histórico del
conocimiento científico logrado en la época dada. El significado de esta definición puede
caracterizarse en los puntos fundamentales siguientes.
p Primero. La relatividad de la verdad viene condicionada por la dialéctica del proceso cognoscitivo
en su conjunto. El conocimiento de la verdad objetiva (como verdad absoluta) no se logra do
inmediato, instantá neamente y con integridad: el resplandeciente Ave Fénix de la Verdad no puedo
ser capturada con un solo acto del conocimiento en medio de la "iluminación absoluta”. Del mismo
modo tampoco es un proceso simple de obtención de verdades ya listas y eternas, no es un proceso
de ucuñamiento de verdades como monedas que pueden embolsarse con facilidad. V. 1. Lenin
señala de forma especial que sólo el curso completo del conocimiento conduce a la verdad objetiva,
a la "idea absoluta”. Los diferentes factores del conocimiento son precisamente una serie de
verdades relativas que crean el movimiento general del conocimiento de la verdad absoluta, la cual
representa por su esencia este movimiento, esto proceso que se va alejando hacia lo infinito. El
conocimiento —dice V. I. Lonin— "no es un reflejo simple, directo e íntegro, sino el proceso de una
serie de abstracciones, formaciones y creaciones de conceptos, leyes, etc.; estos conceptos, leyes,
etc. (el pensamiento, la ciencia = "la idea lógica”), abarcan convencionahnente, la regularidad
aproximadamente universal de la naturaleza en su eterno movimiento y desarrollo" [129•15 . El
pensamiento humano, por su naturaleza —sigue ampliando V. I. Lenin 130 su idea– puede darnos la
verdad absoluta formada por una suma cié verdades relativas. Cada nuevo descubrimienlo
científico, nuevo concepto científico o nueva teoría en el complejo proceso cognoscitivo agregan
nuevos granos a esta suma de la verdad absoluta como proceso real de dominio del mundo infinito,
con toda su inextinguibilidad y contradicción, por el hombre como sujeto cognoscente, con su finita
razón. Según V. I. Lenin, el hombre puede irse acercando eternamente al reflejo completo de toda la
naturaleza, "creando abstracciones, conceptos, leyes, el cuadro científico del mundo" [130•16 .
p Estas palabras de Leniíi tienen significado decisivo en el sentido de que el proceso ininterrumpido
de creación y desarrollo del cuadro científico del mundo es prá cticamente un proceso infinito de
conocimiento de la verdad absoluta, pero, además, no como un Ave Fénix infinitamente lejana e
inasequible, sino como un proceso real de conocimiento y logro de la felicidad de dominar el
pájaro azul en cada momento dado del pensamiento y la existencia del hombre. Pero, éste es un
proceso de exclusiva complejidad: un difícil trabajo del "espíritu universal”, un proceso
contradictorio del movimiento del conocimiento del fenómeno a la esencia, de la esencia de primer
orden a la de segundo orden, a la esencia de n orden, cada una de cuyas etapas se distingue
cualitativamente de la anterior sin ser simple adición de un elemento más, del tipo de 1+1+1..., es
decir, del tipo de "boba infinidad".
p Además, a pesar de todos los gigantescos éxitos del conocimiento científico, a pesar de todos los
logros más elevados del intelecto humano en la conquista de la verdad, sigue siendo justa la tesis
expuesta por el magnífico obrero alemán, J. Dietzgen, llegado por sí solo al materialismo dialéctico:
"Por supuesto que el cuadro no agota el objeto, que el artista se rezaga del modelo. .. ¿Cómo puede
un cuadro “coincidir” con el modelo? Aproximadamente, sí" [130•17 .
131
p Segundo. Tanto lo relativo como lo absoluto de la verdad tienen sentido y significado sólo en
relación con su objetividad. Esta es la tesis fundamental en la comprensión del sentido de la
relatividad do la verdad y del correspondiente carácter de sus vínculos con lo absoluto. V. I. Lenin
señalaba que de las ideas y las declaraciones de Engels y de Dietzgen se desprende que "para el
materialismo dialéctico no hay una línea infranqueable de demarcación entre la verdad relativa y la
verdad absoluta" [131•18 .
p Y en efecto: la profunda interconexión que existe entre lo absoluto y lo relativo de la verdad se
revela en el proceso histórico real del conocimiento humano. De una parte, lo absoluto de la verdad
como posibilidad del completo conocimiento del mundo se realiza en una serie ininterrumpida de
tesis relativamente verdaderas, con un grado cada vez mayor de profundidad y exactitud que
reflejan las leyes infinitamente complejas del mundo material en constante desarrollo. Pero, por otro
lado, lo relativo de la verdad es, al mismo tiempo, su absoluto: cada paso relativamente verdadero
en el conocimiento del mundo significa un paso hacia el conocimiento del contenido completo,
absoluto e inagotable de la realidad.
p La relatividad de la verdad no tiene nada de común con el subjetivismo o el ilusionismo, según
definición de N. Chernyshevski. En ello fija V. I. Lenin una especial atención: "Kant interpretó el
carácter finito, pasajero y relativo, el carácter convencional del conocimiento humano (de sus
categorías, causalidad, etc.) como subjetivismo, y no como dialéctica de las ideas (= a la propia
naturaleza), separando el conocimiento del objeto" [131•19 . V. I. Lenin se manifiesta con la misma
decisión contra la análoga posición de A. Bogdánov, para quien el reconocimiento de la relatividad
de los conocimientos excluye cualquier admisión de la verdad absoluta y objetiva, lo que significa
relativismo en el conocimiento, que lleva 132 inevitablemente al escepticismo, al agnosticismo y a
la sofistería. En este sentido V. I. Lenin subraya que la dialéctica incluye sin duda el relativismo (es
decir, el reconocimiento de la relatividad de nuestros conocimientos), pero no se reduce a éste ni
con mucho, es decir, que reconoce la relatividad del conocimiento no en el sentido de la negación
de la verdad objetiva, sino en el del condicionamiento histórico de los límites de aproximación de
nuestros conocimientos a esta verdad. Desde el punto de vista del "relativismo crudo" puede
justificarse cualquier sofistería, puede considerarse " convencional" —ironiza V. I. Lenin—, si
Napoleón murió o no el 5 de mayo de 1821...
p Esta clara demarcación de la verdad relativa y la absoluta, admitiendo su intervinculación, va
dirigida tanto contra el dogmatismo, impidiendo que la ciencia se transforme en dogma en el peor
sentido de esta palabra, como contra cualquier agnosticismo y sofística, que niegan la veracidad
objetiva, es decir, auténtica del conocimiento. También puede decirse, por tanto, que la
absolutización de la relatividad significa relativismo, por ello la relatividad es relativa, por cuanto
contiene su propia negación: lo absoluto. La verdad de lo absoluto y lo relativo se encierra en su
unidad dialéctica y contradictoria.
p Tercero. Entre los conceptos de la relatividad de la verdad y su carácter concreto existe un nexo
no menos estrecho que entre su carácter relativo y absoluto. La " convencionalidad" de los límites
de aproximación de nuestros conocimientos a la verdad objetiva (y la absoluta) no es un
convencionalismo, la convencionalidad de la " conformidad" de nuestra conciencia consigo misma,
una convencionalidad en el sentido de falta y negación de cualquier rasgo concreto y objetividad en
las formas del conocimiento. La verdad se realiza sólo en el conjunto de diferentes aspectos y
relaciones de la realidad, que encuentran su expresión y fijación en el conjunto de las definiciones
gnoseológicas correspondientes. En este conjunto, cada elemento, cada definición expresa
directamente lo concreto de la verdad y, al mismo tiempo, su relatividad, por cuanto la Verdad, con
mayúscula, alias — verdad 133 absoluta, se realiza en toda su integridad sólo en el conjunto de sus
componentes. Cada uno de ellos es el reflejo —directo o indirecto— do ]o concreto de la calidad de
uno u otro aspecto de la realidad, siempre expuesta en la variedad concreta de sus propiedades y
relaciones, conocibles en las formas concretas necesarias. Al mismo tiempo, este conocimiento de
lo concreto de la calidad de los diversos aspectos y relaciones de la realidad en cada momento dado
y con el correspondiente grado de aproximación y exactitud es, precisamente, la expresión de la
relatividad de la verdad, a diferencia de su carácter absoluto, lograble en el infinito proceso del
conocimiento.
p Todas estas características de la relatividad de la verdad, cuyo adecuado sentido se revela sólo en
relación con su objetividad, con su carácter absoluto y concreto, se desprenden de la naturaleza del
proceso cognoscitivo mismo y, en el plano de la "conexión inversa”, se aplican como criterios
lógicos a este proceso. Veamos la apreciación, en este aspecto, de la idea del vínculo que existe
entre las propiedades geométricas del espacio y su naturaleza física, idea sumamente importante
para todo el desarrollo de las ciencias naturales contemporáneas.
p Se trata de una de las ideas más fructíferas de la teoría de la relatividad. Acerca de su significado
tenemos el testimonio histórico del propio Einstein. Para él, la geometría es la ciencia de la
naturaleza; debe considerársela la rama más antigua de la física.
p Históricamente, el primer paso en el conocimiento do las propiedades métricas del espacio fue la
geometría de Euclides, de cuyos principios se desprende la siguiente expresión para el elemento
lineal (en coordenadas de Descartes):
p ds2 == dx2 + dy2 + dz2
p Esta fórmula es la primera aproximación en el conocimiento de Ins relaciones geométricas del
mundo real; expresa, con cierto grado do exactitud, las relaciones de cuerpos espaciales,
abstrayéndose de su diferente naturaleza física. Es una verdad relativa completamente 134 definída,
concreta, el paso correspondiente en el conocimiento do la verdad absoluta.
p La siguiente etapa importanlc fue la expresión obtenida en la teoría de la relatividad, teoría que
utiliza las correlaciones que le son necesarias de las geometrías no euclidianas. Aquí el elemento
lineal se expresa mediante el tensor métrico fundamental:
ds2 == g&uwhatthe;vdxv
donde las funciones gíív , que son componentes del tensor co-variante simétrico, definen tanto las
correlaciones métricas en el conünuum espacial-tcmporal como el campo gravitacional [134•20 .
Esto significa un conocimiento más profundo de las propiedades del espacio físico y un grado más
alto de penetración en la esencia inagotable de las cosas; pero, al mismo tiempo — desde el punto
de vista gnoseológico esto representa un interés especial — , aquí no se suplantan, ni mucho menos,
las correlaciones de la geometría euclidiana, conservan su vigencia en un dominio infinitamente
pequeño y como primera aproximación, primer resultado histórico-concreto esencial en el
conocimiento de las propiedades métricas del espacio real.
p Sin embargo, tampoco osla expresión mediante el tensor métrico fundamental agota toda la
riqueza y variedad de las propiedades y relaciones espaciales reales. Como señalara el académico V.
A. Fok, esta expresión se refiere al movimiento de un punto material no cargado en el campo de
gravitación. Si el punto material estuviera cargado, sufriría inevitablemente la acción del campo
electromagnético exterior. En este caso, la métrica del espacio deviene más compleja y su fórmula
es:
do2 =–
p dxv
p V-
dxv + du)2,
donde el segundo elemento del miembro derecho de la ecuación expresa la acción del potencial del
campo electromagnético exterior.
135
p Aquí es de suma importancia señalar qne el proceso do conocimiento do la esencia del mundo de
2° orden, 3er orden, etc. no transcurre de forma rectilínea, sino por vías complicadas, en zigzag. En
este caso, la profundización y precisión de las ecuaciones de la teoría de la relatividad transcurrió,
además, por otro camino. Estas ecuaciones parten de la distribución uniforme de las masas en el
espacio, lo que es cierta aproximación. V. Fok, al desarrollar las ideas de la teoría de la relatividad,
señala que "la distribución de las masas en el espacio tiene carácter instilar”, es decir, irregular; así
lo testimonian numerosas investigaciones astronómicas [135•21 . En relación con ello ofrece la
siguiente ecuación para el elemento lineal (para el espacio infinito):
ds2 — (gíív)M dxtl dxv — c2 dxl — dx\ — Ax\ — dx\.
p Mas a pesar de la excepcional y profunda importancia do estas ideas, las ecuaciones antes
presentadas no expresan toda la infinita variedad de relaciones espaciales reales; no expresan, entre
otras cosas, el efecto de los campos mesónico, neutrónico y otros campos fí sicos en las propiedades
geométricas del espacio. Por este motivo, dichas ecuaciones no pueden considerarse verdades
terminadas absolutas, sino que expresan cierto grado de nuestra penetración en los infinitamente
complejos y variados vínculos y relaciones del espacio real; demuestran la unidad de lo relativo y lo
absoluto de la verdad, correspondiente a un nivel concreto dado en el desarrollo de los
conocimientos.
p A propósito do lo dicho, expongamos la profunda apreciación que el mismo Einstein dio al lugar y
papel de la teoría de la relatividad: "La teoría general de la relatividad aún está incompleta en el
sentido de que el principio general de la relatividad puede ser aplicado de forma satisfactoria sólo a
campos gravitcionalcs, pero no a todo el campo. Hasta ahora desconocemos qué aparato
matemático debe aplicarse para definir todo el campo en el espacio y cuáles son las leyes
invariantes generales que 136 rigen este campo. Evidentemente podemos estar seguros de una cosa:
el principio general de la relatividad será un instrumento indispensable y eficaz en la solución del
problema del campo único" [136•22 . Este gran pensador planteaba el problema dialécticamente:
señalaba ]a limitación histórica de su teoría y, simultáneamente, subrayaba de hecho su carácter
absoluto, objetividad y eficacia que de aquí dimana.
p Todo eso rechaza resueltamente las afirmaciones relativistas acerca de que en las nuevas teorías
existe una renuncia nihilista a todas las ideas y resultados precedentes del conocimiento, y que en
ellas sólo está presente "la relatividad pura”. Así lo afirma en nuestros días R. Garaudy, quien
proclama que las nuevas hipótesis cambian radicalmente todo nuestro conocimiento y que "así lo
hizo Newton al renunciar a las representaciones de Ptolomeo, o Einstein, abandonando el sistema
físico de Newton y la geometría de Euclides" [136•23 . Garaudy confunde aquí la negación de
ideas y representaciones falsas (sistema de Ptolomeo) con el avance del conocimiento científico, en
el que las nuevas teorías conservan siempre y aplican los resultados objetivamente verdaderos de las
precedentes, determinando sus límites y lugar en el movimiento progresivo general del
conocimiento. Comparemos en este sentido las citadas palabras de Garaudy sobre Einstein y lo que
este científico dice del sistema de Newton. Al caracterizar su nueva teoría do la gravitación y
señalar que la misma "se diferencia esencialmente, en sus tesis básicas, de la de Newton”, Einstein
finaliza sus razonamientos con el siguiente significativo postulado: "No hay que pensar que la gran
obra de Newton puede derribarse, en un sentido algo real de la palabra, por esta o aquella teoría.
Sus ideas claras y universales conservarán para siempre su importancia como base sobre la que se
ha levantado el edificio do la física moderna" [136•24 .
137
p Tal es la diferencia entre los razonamientos de uno de los más eminentes científicos de nuestra
época y el relativista filosófico con su nihilismo superficial y anticientífico que no tiene nada de
común con las leyes del desarrollo del verdadero conocimiento del mundo.
p Todo esto tiene una importancia gnoseológica general, a saber: la dialéctica de la relatividad y de
lo absoluto revela lógicamente su significación metodológica general en el desarrollo no sólo de las
ciencias naturales y matemáticas, sino también de todo el complejo de investigaciones sociales, de
todas las ciencias humanitarias, con todos sus rasgos específicos y diferencias de las ciencias
naturales. Por consiguiente, es lógico que también en el desarrollo del propio marxismo esta
dialéctica conserve toda su fuerza y aparezca, quizá, en su forma más relevante y significativa.
p Los numerosos críticos del marxismo han gastado toneladas de tinta y millones de hojas de papel
para “demostrar” la tesis revisionista burguesa de "la obsolescencia" del marxismo, afirmando que
éste tenía justificación, en el mejor de los casos, en relación con el capitalismo del siglo XIX. En la
época actual todo ha cambiado radicalmente; el capitalismo, dicen, no es ahora "el mismo”, el
marxismo tiene que ser considerado sólo teoría del "capitalismo pasado”, que no corresponde a la
actualidad y que, por ello, ha de archivarse. Es indudable que en más de 100 años transcurridos
desde la aparición del primer tomo de El Capital (1867) en el mundo del capitalismo se han
producido cambios colosales, y esto no puede olvidarse. Pero la esencia del capitalismo como
régimen explotador sigue siendo la misma, explotadora; la ley de la acumulación general
capitalista. descubierta por C. Marx, actúa aún con mayor fuerza; un inmenso abismo separa a los
Morgan, Rockefeller, Hant y Hetti, de un lado, y los que constituyen la "segunda América" —que
cuentan de 40 a 50 millones de personas, según los cálculos de los propios economistas
norteamericanos—, cuyo nivel de vida es inferior al fijado oficialmente. La plusvalía sigue
dominando en la economía del capitalismo y siendo asimilada por los empresarios, y el beneficio,
cuando se reparte también con 138 los obreros accionistas, su parte del león queda en poder do los
propietarios de las empresas; los "demás" reciben como término medio el 1,5%.
p La médula gnoseológica del fenómeno consiste en que la teoría económica de C. Marx que
descubre la esencia y define las leyes del capitalismo no es una simple "verdad relativa”, sino que,
como verdadera teoría científica, se caracteriza ante todo por su objetividad y, en esto sentido, por
lo absoluto de su contenido principal y determinante, y en ello está su fuerza y su innegabilidad. Al
mismo tiempo, también lo es inherente la veracidad relativa, debido a que 1) ninguna teoría puede
proporcionar conocimientos absolutos, exhaustivos acerca de todos los procesos y fenómenos del
mundo y 2) el propio mundo y, en este caso, la economía capitalista cambia y se desarrolla; además,
en direcciones diversas y contradictorias. Por ello, V. I. Lenin señala especialmente que "setenta
eminencias como Marx no bastarían para abarcar la suma de esas modificaciones con todas sus
ramificaciones en la economía capitalista mundial" [138•25 . Pero aquí mismo subraya que el
marxismo descubrió las leyes de estos cambios, mostró en lo principal y básico la lógica objetiva de
los mismos y de su desarrollo histórico, la cadena objetivamente independiente de los
acontecimientos, cadena de desarrollo, independiente de la conciencia social, que ésta abarca por
completo.
p Guando mostró en este sentido la inconsistencia del relativismo, V. I. Lenin dijo que teóricamente
es impermisible equiparar la ideología científica y la religiosa, lo que es plenamente "lógico" desde
el punto de vista del "relativismo crudo”. "Toda ideología es histó ricamente condicional, pero a
toda ideología científica (a diferencia, por ejemplo, de la ideología religiosa) corresponde
incondicionalmente una verdad objetiva, una naturaleza absoluta" [138•26 .
p Estas ideas leninistas resuenan en nuestros días con extraordinaria actualidad. Como se sabe, una
de las 139 tendencias de la ideología burguesa contemporánea es la negación del carácter científico
de las formas y las concepciones ideológicas. Los ideólogos burgueses aprovechan este empeño
ante todo contra el marxismo–leninismo como si también fuera una ideología "acientífica”. Tales
declaraciones abundaron especialmente en los días del 150 aniversario del nacimiento de C. Marx
(1968), en el centenario del natalicio de V. I. Lenin (1970) y en los últimos XIV y XV Congresos
Internacionales de Filosofía. Todas estas declaraciones fueron, por supuesto, muy variadas y, por así
decirlo, “concretas”, pero todas ellas falsas; su esencia se reduce en todos los casos a la negación de
la base científica de la ideología marxisla-lcninisla como de "toda la ideología en general" que
expresa —según ellos— no criterios objetivos, sino únicamente categorías valorativas consonantes
con los estrechos intereses de los diferentes grupos de hombres.
p Es innegable que el marxiismo-lcninismo, como ideología, expresa realmente los intereses de
determinados "grupos de gentes”, precisamente los intereses cardinales de la clase obrera y de todas
las masas trabajadoras y, a fin de cuentas, de toda la humanidad avanzada. Pero es una expresión
científica do dichos intereses, revela vías y perspectivas reales hacia la liberación de las masas,
hacia una vida auténticamente digna del hombre en base al análisis profundamente científico y
objetivamente verdadero de la naturaleza de las relaciones sociales, el conocimiento de las leyes de
la lucha de clases y del proceso revolucionario mundial, del lugar y papel de los diferentes aspectos
y factores del desarrollo social. Por ello, volviendo a la definición que V. I. Lenin hiciera de la
ideología, podemos decir que precisamente lo que corresponde a la ideología cientí fica del
marxisrno-leninismo es la verdad objetiva, la " naturaleza absoluta”, es decir, la propia realidad, su
esencia interna, la lógica de su desarrollo histórico que conduce a la humanidad, de forma regular e
inevitable, hacia el socialismo y el comunismo.
p Nada semejante podemos decir de ninguna forma de ideología burguesa contemporánea o
concepción 140 rcvisionista "de moda" y aún monos de la ideología religiosa, cualquiera que sea el
ropaje modernizado que se vista. Ninguna de estas formas ideológicas tiene fundamento científico,
ni siquiera se plantea en serio la cuestión de su base científica. Por tanto, todas estas formas de
ideología que niegan o eluden la veracidad objetiva de sus fundamentos están de hecho
impregnadas de relativismo, lo que conduce inevitablemente, como prevenía V. I. Lenin, al
escepticismo, al agnosticismo y a la sofistería. Pero los ideólogos burgueses y revisionistas, por lo
visto, están orgánicamente incapacitados para asimilar dicha prevención.
p En cuanto al concepto de la relatividad de la verdad, veamos brevemente la cuestión de lo
paradójico de la verdad, puesta a la orden del día especialmente por la ciencia moderna.
p En efecto, cuando durante el período de las revoluciones científicas so rompen violentamente los
conceptos y representaciones predominantes en el anterior período de desarrollo de la ciencia,
también se produce la sustitución de los viejos conceptos y teorías por otros nuevos, y su
combinación en la nueva etapa del conocimiento se transforma en una nueva síntesis. En principio,
esta regularidad se manifiesta asimismo en todo el proceso del conocimiento que siempre tiene un
carácter contradictorio, aunque no en una forma tan radical como se da durante los momentos de
viraje del desarrollo científico y limitándose, generalmente, a determinados aspectos de dicho
desarrollo.
p Uno de los puntos más importantes de esto fenómeno gnoseológico de lo paradójico de la verdad
es revelado por C. Marx. Dice en El Capital que "las verdades científicas son siempre paradójicas
si se las mide por el rasero de la experiencia cotidiana, que sólo percibe la apariencia engañosa de
las cosas" [140•27 . Con su profundo análisis de la naturaleza de las relaciones capitalistas C.
Marx demostró brillantemente Ja justedad de esa comprensión de las verdades científicas. Tras la
141 apariencia externa de las relaciones mercantiles descubrió las relaciones entre los hombres y las
clases sociales, sus contradicciones y antagonismos; tras las cifras generales del crecimiento de Ja
producción y la riqueza social demostró toda la injusticia de la distribución capitalista y la
polarización de las fuerzas sociales; tras la forma exterior de los fenómenos de la civilización
capitalista reveló su esencia antagónica, su verdadera naturaleza, cuidadosamente oculta por todos
los economistas, sociólogos y filósofos burgueses. Las verdades científicas tan prodigadas por el
genio de Marx son paradójicas en el sentido de que precisamente en ellas se evidencia la verdadera
esencia de todas las contradicciones del capitalismo pese a su ex¡tcrna sensación de “justicia” y "
armonía”. Subrayamos una vez más el significado gnoseológico general de dicho principio.
p En su Fenomenología del espíritu, Hegel habla especialmente de la "percepción contradictoria de
las cosas”; de que lo verdadero, la cosa se descubre por doble medio: ".. . la cosa se revela para la
conciencia cognoscente por un determinado medio, pero, al mismo tiempo, desde ese medio con
que aparece ante la conciencia, se refleja sobre sí o: encierra en sí misma cierta verdad
contraria" [141•28 . En esto tenemos la comprensión paradójica de la cosa, en otras palabras, lo
paradójico de la verdad, expresando a fin de cuentas su dialéctica interna.
p En esto vemos una determinada regularidad del conocimiento verdadero; además, en su historia
real como historia de la ciencia, lo paradójico de la verdad se ha mostrado con frecuencia como
proceso que va liberando la conciencia de los dogmas y cánones establecidos, hasta entonces
tomados por inquebrantables y absolutos; una liberación que significa el hundimiento de tales
dogmas aunque, por supuesto, no niega en el espíritu del relativismo los componentes verdaderos
del conocimiento anterior. Señalemos en este plano algunos aspectos importantísimos en el
desarrollo del conocimiento.
142
p La revolución producida por Copérnico en la astronomía significó la demolición de
inquebrantables dogmas seculares, un cambio cardinal de nociones consagradas en la conciencia de
las gentes; además, lo paradójico de las nuevas verdades se manifestó con toda precisión en su
contradicción con la apariencia del verdadero movimiento de los cuerpos celestes.
p El siglo XVII se lia caracterizado en la historia del conocimiento por la creación de la ciencia
clásica. Hacia fines del siglo XIX se desarrolló el cuadro científico, armónico y consecuente, del
mundo físico, cuyos componentes fueron considerados verdades definitivamente establecidas,
cánones indiscutibles del pensamiento científico en general. Pero a fines del propio siglo se
produjeron famosos descubrimientos y, tras ellos, otras representaciones y concepciones
paradójicas; después, teorías de la física realmente revolucionarias. El primer cuarto del presente
siglo se distingue por la aparición de la física no clásica.
p Sus verdades, respecto a las de la física clásica, operan como su negación aparente, como
verdades paradójicas desde el punto de vista de sus percepciones desde las posiciones de las
verdades tradicionales. No sólo se trata de ciertos conceptos y representaciones, sino también de la
negación de principios y tesis fundamentales. Nos referimos, como se sabe, a las ideas de Planck
sobre la emisión de energía por las mínimas porciones discretas: los cuantos; la idea de Einstein
sobre la naturaleza cuántica de la luz; los postulados de la teoría de la relatividad y la nueva
comprensión del espacio, el tiempo y el movimiento en comparación con lo absoluto de tales
conceptos en la teoría de Newton; la dependencia de la masa del cuerpo respecto a su velocidad y la
deducción de la correlación fundamental E==mc2; la relación de Broglie sobre la interdependencia
entre la frecuencia de oscilación y la longitud de la onda; la importante tesis de la mecánica
cuántica que de aquí se deriva respecto a la unidad de la onda y la partícula; el principio de
complementariedad, de Bohr, y el principio de incertitud, de Heisenberg, que constituyen los
fundamentos de todo el edificio de la mecánica cuántica como teoría del 143 movimiento de las
microparlículas de la materia; la nueva comprensión de la causalidad, que aparece como la negación
del determinismo de Laplace; el descubrimiento de la gran variedad del mundo de las partículas
elementales de la materia; la penetración en la esfera de las velocidades gigantescas próximas a la
de la luz, en los intervalos de tiempo medidos en millonésimas partes de segundo, en los procesos
de las transformaciones instantáneas de unas partículas elementales en otras.
p Todo este proceso contradictorio y complejo no es, por supuesto, un acercamiento gradual y
asintótico a la verdad absoluta, siempre inalcanzable, sino que constituye un movimiento sujeto a
leyes dialécticas que so conecta, en determinadas etapas, en los períodos de los virajes decisivos del
desarrollo del pensamiento, del cambio radical de los viejos conceptos y nociones y su sustitución
por otros nuevos, frecuentemente verdades contrarias y paradójicas. A fin de cuentas, este carácter
paradójico viene determinado por lo paradójico de la propia existencia, por el hecho de que el
mundo, en su esencia oculta, es un mundo "no euclidiano”, sino colmado de escandalosas
antinomias. Estas van encontrando regularmente su reflejo en el proceso mismo del conocimiento,
donde se revela la verdad.
p Al analizar esto proceso, Niels Bohr, uno de los científicos y pensadores más grandes de nuestro
siglo, en su famoso artículo titulado Discusiones con Einstein acerca de los problemas
epistemológicos en la física atómica, escrito con motivo del 70 aniversario del natalicio del creador
de la teoría de la relatividad, culmina el curso de sus razonamientos con la definición de los dos
tipos de verdad. "Un tipo de verdad —dice— son las afirmaciones simples y claras, tales que sus
contrarias son evidentemente equivocadas. El olro tipo, las llamadas " verdades profundas”, son,
por el contrario afirmaciones cuyas antinomias también contienen verdades profundas" [143•29 .
Precisamente en este camino —si se toma 144 estrictamente el aspecto gnoseológico —, se han
conseguido importantísimos éxitos de la física atómica eii la revelación de la naturaleza
contradictoria de los fenó menos del micromundo.
El asunto no está en "ideas desquiciadas" —al gran sabio se le pueden perdonar estas palabras—,
sino en la profunda naturaleza dialéctica de las verdades auté nticas, en la unidad de su carácter
objetivo, absoluto, concreto y relativo, que toman expresión en lo paradó jico suyo como uno de los
momentos culminantes del proceso contradictorio del conocimiento científico, el conocimiento de
la Verdad con toda su multilateralidad y complejidad.
***
Notes
[122•1] V. I. Lenin. Cuadernos filosóficos, O. C., t. 29, pág. 95.
[123•3] V. I. Lenin. Materialismo y empiriocriticismo, O C., t. 18, pág. 134–135.
[123•4] F. H. Bradley. Collected Essays, vol. II, Oxford, 1935, p. 630.
[124•5] C. Marx y F. Engels. De las primeras obras, M., 1956, pág. 624.
[125•6] Hegel. Obras, t. IV, págs. 427–428.
[125•7] Ibíd., pág. 430.
[125•8] Ibíd., pág. 434.
[126•9] V. I. Lenin. Cuadernos filosóficos, O. C., t. 29, pág. 177.
[127•10] F. Engels. Anti-Dühring. C. Marx y F. Engels. Obras, t. 20, pág. 88.
[128•11] Véase: Hegel. Obras, t. IV, pág. 21.
[128•12] F. Engels. Anti-Dühring. C. Marx y F. Engels. Obras, t. 20, pág. 90.
[128•13] Hegel. Obras, t. IV, pág. 21.
[128•14] Ibíd., pág. 42.
[129•15] V. I. Lenin. Cuadernos filosóficos, O. C., t. 29, pág. 164.
[130•16] Ibíd. (El subrayado es mío. — G. K.)
[130•17] J. Dietzgon. Streifziige cines Sozlallsten in das Gebiet der Erkenntnistheorie, 1887, S.
197.
[131•18] V. I. Lenin. Materialismo y empiriocriticismo, O. C., t. 18, pág. 138.
[131•19] V. I. Lenin. Cuadernos filosóficos, O. C., t. 29, pág. 189.
[134•20] A. Einstein. Compunción de trabajos científicos, II Moscú 1960, pág. 49.
[135•21] A. Kotélnikov y V. Fok. Algunas aplicaciones de las ideas de la geometría no euclidiana
de Lobachevskí en mecánica y fínica. Moscú—Leningrado, 1950, pág. 75.
[136•22] A. Einstein. Compilación de trabajos científicos, II, pág. 062.
[136•23] R. Garaudy. Marxismc, du XX? siecle, París, 1966, pág. 58.
[136•24] A. Einstein. Compilación da trabajos científicos, II, pág. 718.
[138•25] V. I. Lenin. Materialismo y empiriocriticismo, O. C., t. 18, pág. 345.
[138•26] Ibíd., pág. 138.
[140•27] C. Marx. Salario, precio y ganancia. C. Marx y F. Engels. Obras, t. 16, pág. 131. (El
subrayado es mío. — G. K.)
[141•28] Hegel. Obras, t. IV, pág. 66.
[143•29] N. Bohr. Discussion with Einstein on cpistemological problcms in atomic physics. In:
Albert Einstein: PhilosopherScicntist, New York, 1951, p. 240.
Capítulo VI
LA UNIVERSALIDAD Y LO CONCRETO
DE LA VERDAD
p ¡Qué justicia más extraña!: A este lado de los Pirineos, la verdad; al otro, la mentira. ..
Pascal
p La idea de la universalidad de la verdad se encierra en su definición como concepto general,
como proceso de creación del cuadro científico del mundo: el mundo en su conjunto, en su
existencia y desarrollo únicos y universales. La universalidad de la verdad caracteriza el
conocimiento en cuanto expresión, en él, de la esencia y la unidad del mundo material, de sus
procesos y fenómenos; en cuanto expresión de las propiedades generales y universales y de las
leyes de su desarrollo.
p El concepto "universalidad de la verdad”, en su vínculo con el concepto de lo concreto, es parte
integral de la estructura de la verdad en función de concepto general y se encuentra unido, cual
elemento inseparable del sistema, con otros conceptos y definiciones. Esta unidad y estos nexps
entre todos los elementos de la verdad como sistema los aseguran los principios determinantes que
subyacen en ella y que están presentes en todo su contenido interno: el principio de la 146
objetividad de la verdad, el principio del desarrollo y el principio de la contradicción de todas las
formas cognoscitivas; en el caso dado, de lodos los conceptos en cuanto elementos del sistema
general de la verdad. El sentido interno y el contenido de la universalidad y lo concreto de la
verdad, como de sus categorías y características más importantes, se revelan íntegramente sobre la
base idco-tcórica de dichos principios fundamentales.
p La idea del carácter universal de la verdad viene de los tiempos antiguos. Como ya se ha mostrado
en breve reseña histórica, la idea de la universalidad de la verdad está presente en los razonamientos
de Heráclito, en quién está relacionada con el reconocimiento de la universalidad del Aóp<;, que
constituye la esencia del mundo, que a su vez tiene también carácter de universalidad. En la escuela
Sócrates-Platón, esta idea aparece en el propio concepto de verdad como tal, en forma gnoseológica
claramente expresada. En la filosofía de Aristóteles, el conocimiento de la verdad real es el
conocimiento de los principios básicos y causas de las cosas, el conocimiento de lo existente en
cuanto existente. Pero esto existente es único y universal, y su verdadero conocimiento no puede
dejar de ser universal; la verdad del conocimiento del mundo en su esencia recibe necesariamente
un carácter general (universal).
p Para la inteligencia estrictamente científica de Aristóteles es sumamente significativo que estas
ideas generales de su "primera filosofía" o "sabiduría" obtienen un desarrollo sucesivo y concreto y
expresión en sus famosas leyes de la lógica, que él define como principios más auténticos y
generales del conocimiento, destinados en todos los casos, es decir, en todos y cada uno de los
pensamientos, a garantizar su veracidad. En esto sentido, el descubrimiento aristotélico de las leyes
de la identidad, la contradicción y la exclusión del tercero deben considerarse invariantes del
pensamiento verdadero precisamente por su universalidad. En ellas podemos ver una do las
primeras, en la historia de la filosofía y el pensamiento científico, expresiones adecuadas del
principio do la universalidad de la verdad. La fuerza y efectividad de las leyes aristotélicas de la
lógica 147 quizá estén condicionadas en medida decisiva por su verdadero significado universal.
p La idea de la universalidad de Ja verdad está implícita en la tesis de Ilegcl —fundamental para
toda la Ciencia de la Lógica— de que la verdad de la existencia es la esencia y la verdad de la
esencia es el concepto. Lo mismo la existencia que la esencia y el concepto tienen verdadera
universalidad, lo que determina el correspondiente carácter del conocimiento verdadero. El
concepto, como expresión aquí del conocimiento generalizado de la esencia y para estar adecuado a
ella debe ser necesariamente una forma universal. Sólo en este caso se manificsla como verdad de
la esencia. Por ello, la universalidad es una característica inseparable de lo verdadero en el
conocimiento, que siempre tiende, por su naturaleza, al logro de la esencia.
p En la teoría del conocimiento del materialismo dialéctico, la unidad existencial del mundo so
presenta en calidad de base de la universalidad do la verdad como característica gnoseológica suya;
unidad que consiste en su materialidad como materia que os única, infinita, eterna y en constante
desarrollo. Esta unidad se manifiesta en la infinita variedad de fenómenos y procesos, pero
precisamente ella, como realidad universal, aparece en calidad de fundamento objetivo de la
universalidad del conocimiento, de la universalidad de la verdad. En esta unidad objetiva de la base
de la universalidad consiste al mismo tiempo la base de la unidad y el ví nculo de la universalidad y
la objetividad de la verdad.
p Sin embargo, el conocimiento no se detiene en el conocimiento de la existencia, del mundo en su
tangible existencia, sino que se encamina a la revelación do la esencia interna del mundo
circundante, la esencia de los procesos y fenómenos multiformes de la realidad en desarrollo.
Exactamente la esencia es, por su naturaleza, algo universal. Conserva su significado de invariante
con relación a la mulliformidad concreta de los cambios que transcurren en el mundo, con respecto
al contenido concreto de los diferentes procesos, objetos, las correspondientes «’lases en que so
dividen dichos objetos y las áreas concretas y cualitativamente determinadas del 148 mundo real.
Podemos hablar de la esencia y su sonlidu universal con respecto, no sólo al inundo en su totalidad,
sino también a todos los conjuntos (o clases) concretos de objetos que implican variedad cualitativa
do sus componentes, unidos por su esencia general y única. En cambio, el conocimiento de la
esencia del mundo, la esencia de la existencia sólo es adecuado al verdadero conocimiento; por
consiguiente, la universalidad de la verdad —lanío en el plano dilatado como en el concreto -
también so determina por la necesidad del conocimiento de la esencia como lo universal respecto a
la variedad concreta en sus diversas manifestaciones.
p La universalidad en el mundo real lambién caracteriza las leyes fundamentales del desarrollo de
dicho mundo, sujetas al verdadero conocimiento con la misma necesidad que el conocimiento de la
unidad y la esencia. La ley -señaló reiteradamente V. 1. Lenin— expresa lo esencia] de los
fenómenos; más aún, las categorías de ley y esencia eran, ¡jara 61, de un mismo orden. Citemos a
este respecto importantes definiciones leninistas expuestas en los Cuadernos filoso jicos: "La ley es
el reflejo de lo esencial en el movimiento del universo”; "La ley es lo idéntico en el fenómeno”;
"Ergo, ley y esencia son conceptos del mismo género (del mismo orden) o, más exactamente, de un
mismo grado, que expresan la profundización del conocimiento de los fenómenos, del mundo, etc.,
por el hombre”; "La ley es una relación... Relación do esencias o entre las esencias" [148•1 –2. En
estas definiciones está presente la idea de la universalidad de las leyes, su carácter suslancial, su
identidad en la variedad de los fenómenos concretos, l’or ello, para que la universalidad de la
verdad pueda realizarse íntegramente debo abarcar la esfera de las leyes, do las leyes como
conceptos que reflejan regularidades, nexos y relaciones reales entro las esencias en la variedad do
los fenómenos do la realidad.
p Esta combinada base real de la universalidad determina su contenido guoseológico, es decir, la
propia 149 categoría de universalidad de la verdad. La verdad, como la contemplamos en el
materialismo dialéctico, es uno do los conceptos más generales de la filosofía como tal. Más aún,
corno ya se lia señalado, la filosofía, al monos desdo los tiempos de Platón y Aristóteles, está
llamada a ser la teoría de la verdad, y no a demostrar simplemente un "amor a la verdad" bastante
indeterminado. Do aquí que sea tan natural el pensamiento hegeliano do que la filosofía os la
ciencia de la verdad y de su necesidad, do la Verdad, con mayúscula, como concepto universal,
cuyo contenido so revela en los sistemas filosóficos que históricamente se van sucediendo,
encarnando determinados límites, aspectos y formas do la verdad como categoría universal, alter
e,<¿o de la filosofía en general. En esto plano, no sólo las teorías y sistemas filosóficos, sino
también todas las teorías y formas del conocimiento verdaderamente objetivas pueden
contemplarse, con pleno derecho, como encarnación concreta — tanto en lo histórico como en lo
lógico— de la verdad universal, de la verdad corno procoso universal que abarca y encarna en sí
toda la profundidad y riqueza del mundo real. Pero, sit venia verbo, esto lagos universal de la
existencia toma expresión no en la variedad cuantitativa de todo tipo posible de formas
cognoscitivas, sino precisamente en el logos del conocimiento, on el conocimiento verdadero corno
proceso de creación del cuadro científico del mundo expresado on formas veraces generalizadas que
revelan la esencia y las regularidades universales del movimiento de la existencia.
p La unidad del mundo material se manifiesta como unidad de su variedad; la esencia es inseparable
de todo el contenido do la realidad material en todo su carácter concreto y precisión; todas las leyes
generales del movimiento del mundo se encarnan en el mundo real en los multiformes procesos y
fenómenos en todo su contenido concreto y especificidad. Todo esto determina que, en el
conocimiento, las categorías de universalidad y do lo concreto do la verdad sean inseparables; la
unidad do ambas sin excluir su relativa independencia durante el análisis. Cuando examinamos la
universalidad de la verdad parece que tenemos ante nosotros su antítesis: lo concreto; al 150
analizar lo concreto de la verdad partirnos do su unida,1 con la universalidad. Pero en cada caso, es
una do tales categorías la que aparece como objeto directo de dicho análisis.
p La universalidad de la verdad se revela con toda claridad y precisión en el propio carácter y
significado de las leyes y categorías de la dialéctica materialista como ciencia. Aquí consideramos
indispensable señalar Iros puntos fundamentales.
p Primero, las principales leyes de la dialéctica tienen valor de categorías gnoseológicas
universales. Son, como se sabe, las leyes más generales del desarrollo de la naturaleza, la sociedad y
el conocimiento humano. Por su universalidad, estas leyes expresan profundas relaciones
sustanciales y gozan de vigor en todas las esferas do la existencia y el conocimiento, en todos los
procesos y fenómenos de mundo circundante, independientemente, por principio, de sus rasgos
específicos y sus mutuas diferencias. Y en esto consiste, ante todo, su significado universal y se
manifiesta la universalidad de su veracidad como leyes de la ciencia de la dialéctica materialista.
Cuando hablamos de las leyes de la dialéctica como "categorías gnoseológicas universales"
partimos de que, en el proceso de su largo desarrollo, el pensamiento filosófico ha llegado a
comprenderlas así mediante la creciente penetración en la esencia objetiva del mundo que nos
rodea, en el carácter de las relaciones esenciales en todas las principales esferas. Pudiéramos decir
que el principio de la universalidad de la verdad halla su expresión más adecuada en el significado
universal de las leyes de la dialéctica.
p Segundo, razonamientos semejantes pueden aplicarse también propiamente a las categorías de la
dialéctica. Al tener menor grado de comunidad que las leyes, las categorías de la dialéctica
caracterizan aspectos y ví nculos diversos, muy generales, pero totalmente definidos, de todos los
fenómenos y procesos del entorno material. Una tal comprensión de las categorías de la dialéctica
tiene profundas raíces en las ideas de Aristóteles, para quien las categorías son los géneros más
generales de la existencia, expresados en las correspondientes formas 151 gnoseológicas y
gramaticales. Baste decir que las categorías aristotélicas de calidad, cantidad y relación, sin hablar
ya de la categoría esencia, tienen realmente un significado general destacado, lo que también
conserva su sentido en cuanto a las categorías de la dialéctica sujetas a especial análisis en la
filosofía del materialismo dialéctico. Entre ellas, figuran, como es sabido, las categorías de esencia
(y fenómeno), cantidad y calidad (y medida) y también una serie de parejas do categorías
interrelacionadas e inseparables. Todas estas categorías tienen una comunidad muy elevada, abarcan
fenómenos multiformes de la realidad y expresan en diferentes aspectos las relaciones esenciales de
las cosas, las diferentes facetas y manifestaciones de la unidad general del mundo circundante. Por
ello, la universalidad de la verdad se revela por ley también en las categorías más importantes de la
dialéctica, que constituye un complejo sistema do variadas formas lógicas, un sistema donde las
categorías ocupan un importante lugar.
p Tercero, oí carácter universal de la veracidad de los principios de la dialéctica, de sus leyes y
categorías, se revela cuando se comparan y se interrelacionan con métodos especiales de la
investigación científica, a lo que ya hemos hecho mención con otro motivo. Aquí deseamos
subrayar una vez más que la universalidad de la verdad halla una de sus formas de expresión más
elevadas en los principios de la universal metodología dialéctica.
p La universalidad de la verdad tiene especial importancia teórica y práctica en relación con el
significado universal de las ideas y los principios del marxismo–leninismo como cosmovisión
científica y revolucionaria. En la moderna literatura marxista-leninista, el término verdad universal
del marxismo ha recibido carta de naturaleza, expresando el significado general de la teoría
revolucionaria de la clase obrera para todos los países, pueblos y continentes del planeta.
Comencemos por decir que no nos referimos, por supuesto, a un esquematismo abstracto ni a la
imposición "desde arriba" de un cierto "modelo único" de desarrollo social a todo el mundo,
despreciando la riqueza y variedad de vías y peculiaridades del vivo movimiento social y la lucha
de los 152 pueblos por un futuro feliz. Las leyes universales del desarrollo histórico progresista
están orgánicamente unidas a la variedad concreta de los movimientos reales de la vida social.
p Veamos en este plano el significado del análisis de las leyes del proceso revolucionario mundial,
que se hace en los documentos programáticos y Icóricos de los partidos comunistas y obreros. El
fundamento de principios de tal análisis son las ideas y tesis principales de la teoría leninista de la
revolución socialista, que constituye una profunda generalización de las leyes de todo el gigantesco
proceso del paso revolucionario del capitalismo al socialismo a escala internacional.
p La teoría leninista tiene significado mundial, universal. El académico B. Ponomariov, en su
informe a la Conferencia teórica internacional "El leninismo y el proceso revolucionario mundial”,
celebrada en Moscú en el año 1970, formuló la siguiente definición científica de la teoría leninista:
”. . . es la teoría íntegra y armónica de la revolución socialista, es la concepción científica del
progreso social de la humanidad, de todos los países y pueblos" [152•3 . Destacaremos
especialmente el significado de las leyes generales del desarrollo revolucionario de la sociedad que
han recibido expresión científica en la teoría leninista de la revolución socialista, que siguen
desarrollando actualmente los partidos comunistas y obreros de los distintos países.
p La teoría leninista de la revolución parte de la experiencia del movimiento obrero de Rusia y el
internacional, revela en ideas y conceptos generalizados las leyes que lo determinan, abarca nuevos
movimientos y procesos de la lucha nacional liberadora y revolucionaria de los pueblos
subyugados, de la lucha contra el imperialismo y el colonialismo desplegada por millones de seres
incorporados actualmente al proceso histórico mundial. 153 Su carácter universal como teoría
verdadera se muestra en todo su contenido.
p La teoría leninista brinda un análisis científico exacto, abre la "anatomía" do las relaciones de
clase, lo que permite establecer con certeza objetiva las fuerzas motrices de la revolución,
fundamentar la importantí sima tesis de la hegemonía de la clase obrera, de significado general para
las revoluciones socialistas de todos los países. En esta teoría so fundamenta la necesidad de la
formación del ejército político de la revolución con la clase obrera y su partido, vanguardia
combativa, a la cabeza, lo que también tiene significado universal en la lucha por la revolución
socialista triunfante, cualquiera que sea el país o las condiciones concretas. En ella se analizan de
forma honda y multilateral los caminos y métodos para lograr la alianza de la clase obrera con el
campesinado y otras masas no proletarias de trabajadores; se expone la multilateral vinculación de
la lucha por la democracia y el socialismo, lo que adquiere especial significado en la época actual
para los países más diversos. Por último, la doctrina leninista acerca de la situación revolucionaria
como unidad dialéctica de los factores objetivos y subjetivos tiene significado excepcional y es
parle inseparable de la teoría leninista de la revolución socialista.
p Todas estas tesis esenciales de la teoría leninista no agotan por supuesto todo su contenido, pero sí
tienen un significado teórico y político básico. Todas ellas se distinguen por su universalidad,
expresan objetivamente la unidad del proceso revolucionario mundial, revelan su esencia interna y
las leyes más generales do su desarrollo. Tienen un profundo significado objetivamente verdadero,
confirmado y fundamentado por toda la práctica del movimiento revolucionario mundial, y este
significado suyo es el de la universalidad do la verdad. Precisamente por ello, las tesis básicas de la
teoría leninista de la revolución socialista sirven de segura brújula para todas las fuerzas
revolucionarias de nuestro tiempo, ayudan a encontrar el camino correcto de la lucha, a no perderse
- como dijera V. I. Lenin— en laberintos y revueltas de la historia, mantener la perspectiva general
154 y ver siempre el trazo rojo fiel movimiento de la humanidad en su marcha del capitalismo al
socialismo.
p El significado universal do la teoría leninista de la revolución socialista mantiene estrecha
vinculación con las ideas del plan leninista de la construcción del socialismo, desarrolladas
multilateralmente en los documentos del movimiento comunista internacional, basándose en la
generalización de la experiencia de la edificación socialista en diferentes países del mundo. Son las
ideas de la industrialización socialista, la cooperación de la agricultura, la revolución cultural, la
dirección política de la sociedad por parle del Estado socialista encabezado por el Partido
Comunista, la alianza de la clase obrera y el campesinado, el florecimiento de todas las naciones y
pueblos; ideas que hallaron su brillante confirmación en la práctica del socialismo real, a pesar do
toda la enorme diferencia de condiciones de la construcción del socialismo, por ejemplo, en la RDA
y en Vietnam, en Polonia y en la RDPC, en Checoslovaquia y en Cuba, en el sentido histórico y
económico, social, cultural y nacional. Por el contrario: precisamente la existencia de distintas
peculiaridades y condiciones concretes en los diferentes países y los diferentes continentes en que
se realiza con éxito la edificación socialista de acuerdo con las ideas básicas y determinantes del
plan leninista no hace más que confirmar su fuerza y efectividad precisamente como ideas y tesis
con significado universal y veracidad objetiva. El principio de la universalidad de la verdad también
aquí sale victorioso.
p Durante los últimos años, en la literatura pseudomarxista so ha extendido de nuevo muy
ampliamente la concepción, básicamente revisionista, de los diferentes "modelos de socialismo”. Su
esencia metodológica consiste en la absolutización de lo particular separado de lo general; la
omisión de las leyes y vías generales y determinantes de la construcción del socialismo. Los
ideólogos del reformismo y oí revisionismo llevan ya varios años —y aún no han cejado—
intentando descubrir diferentes tipos de "modelos de socialismo”. Entre esos modelos se remarcan
las diferencias considerables, y el conjunto de peculiaridades y formas concretas se 155 eleva a lo
absoluto contraponiéndolo a Jos rasgos generales, a las leyes generales, a la esencia general del
socialismo como régimen social. En el plano teórico, en esto consiste lo acicntífico y metafísico del
enfoque metodológico, contrario al verdadero método del conocimiento, que exige revelar las leyes
generales que determinan el avance de la sociedad hacia el socialismo, en su vinculación orgánica
con lo particular, sin contraponerlos entre sí.
p En los últimos tiempos, quién se destaca especialinenlo preconizando tales concepciones es R.
Garaudy, con su defensa de los modelos “checoslovaco” y “chino”, que enfrenta al modelo
“tradicional”, "soviético”, el cual no es para éJ otra cosa que un socialismo deformado (!?). W.
Rochct ]e dio la merecida respuesta subrayando que Garaudy "confunde sistemáticamente la
cuestión de las vías del paso al socialismo con la noción de modelos de socialismo. En realidad,
recurrir a la noción de " modelo" para expresar las vías y métodos de paso del capitalismo al
socialismo es un procedimiento muy discutible, que introduce la confusión, entre otras cosas,
porque vela los rasgos universales que comporta necesariamente toda revolución socialista; por
ejemplo, la necesidad de la conquista y la dirección del poder político por la clase obrera y sus
aliados, la abolición do la gran propiedad capitalista, la socialización de los grandes medios de
producción y cambio, etc." [155•4 . En otra de sus intervenciones W. Rochet dijo con rigor que el
concepto de "modelos de socialismo" es impreciso y acientífico precisamente porque obvia lo
principal, las leyes generales del socialismo [155•5 .
p Si partimos de las exigencias de la teoría de la verdad, los citados conceptos do "modelos de
socialismo" son indiscutiblemente anticientíficos, por cuanto eluden el importantísimo requisito de
la universalidad do la verdad, que los autores de semejantes concepciones rechazan
inlencionalmente. Por ello tales puntos de vista se convierten en concepciones falsas, reñidas con el
estado 156 real do las cosas y antípodas del significado decisivo de las leyes generales de la
revolución socialista y Ja construccióji del socialismo.
p Como se decía al comenzar el capítulo y como el lector ha podido ver en nuestro texto, la
categoría de universalidad de la verdad está estrechamente ligada a su "antípoda”, la categoría do lo
concreto de la verdad. Esta vinculación so debe a la unidad de la verdad en general, que expresa el
carácter único e inquebrantable de todo el proceso del conocimiento humano en su conjunto. Pero
en este proceso general se destacan con precisión y claridad su contenido concreto-determinado, sus
formas y estadios concretos que determinan necesariamente la correspondiente característica de la
verdad, lo concreto suyo.
p El concepto "lo concreto de la verdad" es complejo, y toda unilateralidad en su comprensión, lo
que lamentablemente se da a veces en la literatura marxisla, es totalmente inadmisible desde el
ángulo de las exigencias de la teoría leninista de la verdad. Para comprender el sentido de lo
concreto de la verdad partimos siempre do su citada unidad con la universalidad, por cuanto esta
unidad operante en el propio proceso cognoscitivo es, a fin de cuentas, el reflejo de la esencia y del
carácter contradictorio del propio mundo material, de las complejas leyes de su desarrollo. Aquí es
de fundamental importancia la tesis de V. 1. Lenin que caracteri/.a la base objetiva de la unidad de
lo universal y lo concreto en el conocimiento. En los Cuadernos filosóficos señ ala que "La
naturaleza es concreta y es abstracta; es fenómeno y es esencia; es instante y es relación" [156•6 .
De aquí el correspondiente lugar que ocupan las categorías de lo universal y lo concreto en la
estructura de la verdad como concepto general, donde ambas actúan Í ntervinculadas y se
determinan directamente por la objetividad de la verdad.
p Nosotros vamos a realixar el examen del contenido de lo concreto de la verdad, partiendo de la
siguiente definición, que hemos presentado anteriormente en 157 forma general. Lo concreto de, ¡a
verdad es la expresión de la variedad coiicrcla de la realidad material en su desarrollo, de lo
determinado en las propiedades y relaciones de los diversos conjuntos de objetos y fenómenos del
mundo circundante y, al mismo tiempo, es el resultado determinado, histúrico-concrelo logrado en
cada uno de los estadios del proceso del conocimiento.
p El contenido del concepto "lo concreto de la verdad" os incomparablemente más completo y
profundo de lo (fue so deriva de tal definición. Este contenido puede caracterizarse, a nuestro juicio,
por los siguientes aspectos básicos.
p Primero. Lo concreto en su contenido, lo concreto del pensamiento se encuentra en estrecha
relación con formas determinadas de manifestación do lo universal en sus diferentes relaciones con
la realidad. Las ideas do Hegel sobre lo universal, que conlleva lo particular y lo determinado, a
diferencia de lo universal abstracto tiene un sentido racional sumamente importante. Al valorar
oslas ideas de Hegel, V. 1. Lenin señala: "Excelente fó rmula: "¡¡No sólo os abstracto lo universal,
sino que es lo universal que encarna en sí la riquexa de lo particular, individual, aislado" (¡toda la.
riquexa do lo particular e individual!)!! Tres bien!" [157•7 . Esta idea va ligada con otra, también
valiosa, do Hegel: contempla la filosofía on general como la unidad del principio del desarrollo y de
lo concreto, lo que lleva la luz al propio concepto de lo concreto, lín su Introducción a la Historia
de la Filosojía dice: "Combinando el concepto de lo concreto con el del desarrollo, obtenemos el
movimiento de lo concreto" [157•8 . Esta idea acerca de la esencia de la filosofía la expuso Hegel
con respecto a su comprensión como " ciencia objetiva do la verdad”, la ciencia de la necesidad do
la verdad. Con ello, la verdad en su conjunto como concepto general adquiere su necesario carácter
de concreció)). Aquí es también interesante el hecho de que Hegol contrapone la comprensión do lo
verdadero como movimiento de lo concreto a la representación de la idea abstracta, la cual sería 158
únicamente un ente superior sobre el que no podría decirse nada más. Lo verdadero, según su
apreciación, es movimien lo, proceso, unidad plena concreta.
p Lo concreto de la verdad, en su acepción primaria y más general, refleja la riqueza de las
propiedades, los vínculos, las relaciones de los objetos y los fenómenos del inundo material, opera
como la expresión directa, en el conocimiento, del desarrollo de todo lo concreto del contenido del
mundo. En lo concreto de la verdad halla su expresión lo concreto y lo determinado de la existencia
en su unidad con lo universal do la esencia y do las principales leyes del movimiento del mundo
material, lo cual determina la unidad de lo concreto y lo universal de la verdad como sus más
importantes características gnoseológicas.
p Segundo. Lo concreto de la verdad se manifiesta, además, en forma de relación dialéctica
“inversa” hacia lo universal: como expresión generalizada del conjunto de los aspectos y las
relaciones multif acéticas de la realidad, sus determinados procesos, los fenómenos y áreas
concretas de su manifestación que, en el momento dado, se someten al conocimiento científico.
p V. I. Lenin destaca de manera especial este aspecto en la comprensión de la verdad. Señala: "El
conjunto de todos los aspectos del fenómeno, de la realidad y sus relaciones (mutuas): ésos son los
elementos que forman la verdad" [158•9 . Este es el aspecto fundamental de lo concreto de la
verdad. Lo más rico de todo —dice Lenin más adelante— es lo más concreto: lo más rico en
relaciones y vínculos múltiples, en propiedades con sus correspondientes definiciones necesitadas
de sintetización en los conceptos más generales y, al mismo tiempo, más concretos. De aquí, la otra
definición importantísima de V. I. Lenin: lo general es "el escalón para el conocimiento de lo
concreto...” [158•10 El verdadero camino para la formación de los conceptos y las categorías
científicos es, por tanto, el proceso do 159 síntesis de las definiciones abstractas en un nuevo
concepto único concreto.
p En su Introducción a la crítica de la economía politica, C. Marx demuestra la inconsistencia del
método simplificado de investigación, que parte directamente del todo íntegro, sin su análisis ni
desarticulación, como, por ejemplo, de la población, por cuanto ella —señ ala Marx — , como
abstracción no es nada si se dan de lado las clases que la forman. "Estas clases serán de nuevo un
sonido vacío si desconozco los fundamentos sobre los que descausan, por ejemplo, el trabajo
asalariado, el capital, etc. Estos últimos presuponen intercambio, división del trabajo, precios,
etc.” [159•11 . En el análisis científico hay que pasar de nuevo toda la serie de estas definiciones
abstractas y volver al todo concreto como síntesis de numerosas definiciones. La creación de las
teorías económicas y de los más importantes y concretos conceptos económicos marchó en la
historia de la ciencia precisamente por este camino. Primero se crearon como reflejo de
determinados aspectos de la realidad, definiciones y conceptos abstractos aislados tales como
“trabajo”, "división del trabajo”, “dinero”, “valor”; después, se formaron conceptos generales y, sin
embargo, concretos, tales como “Estado”, "intercambio internacional”, "mercado mundial" y otros
muchos. Lo concreto aparece corno la unidad de la variedad, la unidad de conceptos abstractos
aislados, creada como síntesis histórico-lógica de éstos [159•12 .
p El concepto de lo concreto de la verdad adquiere, por ello, un contenido íntegro, rico y
teóricamente elevado, manifestándose como conjunto de conceptos científicos o de "definiciones
abstractas”, según terminología de Marx.
p Tercero. La cuestión de lo concreto de la verdad se revela, además, en la dialéctica de lo general y
lo particular del conocimiento. Lo general se manifiesta en lo [(articular como su parte principal,
como su esencia. 160 Pero, al mismo tiempo, lo general no agola ni encubre la nuilliformidad do lo
particular como lo concreto que, en el conjunto de sus rasgos específicos, es más rico que lo
general. El pensamiento verdadero, el conocimiento verdadero exige necesariamente el análisis de
la diversidad, de lo específico, de todo lo concreto de lo particular, sin lo cual el conocimiento
puede transformarse fácilmente en un sistema de imperativos abstractos y dogmáticos sin contenido
real y vivo.
p Cuando todavía se encontraba en la aurora de su actividad revolucionaria, V. I. Lenin se
compenetró profundamente con la idea de lo concreto en el análisis científico, lo concreto de la
verdad. Recordemos una tesis suya que más tarde se convirtió en clásica para la bistoria del
pensamiento marxista. En el artículo Nuestro programa (1899) escribió: "Nosotros no
consideramos, en absoluto, la teoría de Marx como algo acabado o intangible ... Creemos que para
los socialistas rusos es particularmente necesario impulsar independientemente la teoría de Marx,
porque esta teoría da solamente los principios rectores generales, que se aplican en particular a
Inglaterra, de un modo distinto que a Francia; a Francia, de un modo distinto que a Alemania; a
Alemania, de un modo distinto que a Rusia" [160•13 . Esta tesis se convirtió, de hecho, en
programática para la actividad de los partidos marxistas-leninistas en todos los países.
p A pesar de las acusaciones, totalmente infundadas y tendenciosas vertidas por los revisionistas
contra los marxistas-leninistas, de ser "dogmáticos”, de hacer " enfoques abstractos" y emplear
"criterios de carril”, V. 1. Lenin llevó a la práctica de manera firme y consecuente ideas
profundamente dialécticas de combinación de los principios generales de la lucha revolucionaria
con la exigencia del análisis multilateral y concreto de las condiciones reales de cada país y en cada
moincnlo histórico concreto. El enfoque concreto de la realidad es característico del leninismo. En
1916, en su obra Sobre la caricatura del marxismo y el "economismo imperialista" Lenin señalaba
de manera especial: "La 161 misma diversidad aparecerá en el camino que ha de recorrer la
humanidad desde el imperialismo de hoy hasta la revolución socialista de mañana. Todas las
naciones llegarán al socialismo, eso es inevitable, pero no llegarán de la misma manera; cada una de
ellas aportará su originalidad en una u otra forma de la democracia, en una u otra variante de la
dictadura del proletariado, en uno u otro ritmo de las transformaciones socialistas de los diversos
aspectos de la vida social" [161•14 . En 1919, en los días de la revolución socialista en Hungría, V.
I. Lenin, en un radiograma a Bola Kun, prevenía a los comunistas húngaros que "la imitación pura
de nuestra táctica rusa con todos sus detalles, en las condiciones particulares de la revolución
húngara sería un error. Debo prevenir contra dicho error. . ." [161•15 En este mismo espíritu de
enfoque concreto que expresa la verdadera comprensión de la dialéctica real de la vida, V. I. Lenin
se dirigió a los comunistas del Oriente, a los dirigentes soviéticos de Azerbaidzhán, Georgia,
Armenia, Daguestán y la República de los Gortsi: no copiar la táctica de los comunistas rusos, sino
meditarla por sí mismos, estudiar todas las peculiaridades de la lucha en sus propias condiciones y
aplicar no la letra, sino el espíritu, el sentido, las lecciones de la experiencia de 1917–1921.
p Estas ideas leninistas constituyeron la base para las resoluciones del III Congreso de la
Internacional Comunista acerca de la táctica de los partidos comunistas en las diferentes
condiciones de la lucha en los distintos países; han guiado y guían actualmente la labor de los
comunistas de todos los países, cuando han crecido considerablemente la complejidad y la
responsabilidad de los partidos comunistas en las presentes condiciones de la lucha revolucionaria
en las diferentes latitudes y, de hecho, en todos los continentes del globo terrestre. En el documento
fundamental de la Conferencia Internacional de los Partidos Comunistas y Obreros (Moscú, 162
1969) se subrayó de forma especia]: "Cada partido, guiándose por los principios del inarxisnio-
loninismo y tomando eu consideración las condiciones nacionales concretas, elabora su propia
polílica con plena independencia; determina la orientación, las formas y los mé todos de su lucha y
elige, según las circunstancias, su vía, pacífica o no pacífica, de paso al socialismo, así como Jas
formas y los métodos de la construcción socialista en su país" [162•16 . Todo esto son ideas claras
y precisas y orientaciones prácticas que proclaman simultáneamente la inconsistencia de lodos y
cada uno de los intentos de acusar al marxismo, particularmente al Partido Comunista de la Unión
Soviética, de empeño dogmático de imponer "desde arriba" los esquemas generales y los “modelos”
a otros partidos y a otros países.
p La solución científica, verdadera de la cuestión de los factores generales y particulares se
determina sobre la base de la unidad dialéctica de lo universal y lo concreto de la verdad como
características gnoseológicas suyas de excepcional importancia. Esta unidad so revela aquí, como
acabamos de señalar, mediante la conexión de lo general y lo particular, lo que constituye uno de los
aspectos más esenciales de la lógica dialéctica y tiene significación gnoseológica general.
p Cuarto. Lo concreto de la verdad significa también la expresión, en el proceso del conocimiento,
de las propiedades y relaciones de conjuntos diversos, concretos y determinados, de objetos y
fenómenos del mundo circundante. Esto quiere decir conocer, mediante un determinado conjunto do
conceptos, juicios y leyes los objetos bien definidos y sus clases, sus correspondientes ví nculos y
relaciones, el conocimiento de lo específico de los objetos y las relaciones como conocimiento de lo
dado, a diferencia de lo otro, cualitativamente definido.
p Con ello se determina la tesis inversa, no menos importante: los conceptos y las leyes, mediante
las cuales se conoce lo concreto en su procisión cualitativa, deben corresponder necesariamente a
esta definición, tener en 163 esto sentido un carácter concreto, lo que condiciona su significación,
precisamente en el sentido dado, como "verdades concretas”. A nuestro juicio, estas últimas no
pueden reducirse a "verdades do un bocho concreto”, constituyendo unos juicios únicos de tipo
común ( conlemplados en la lógica tradicional elemental). Las verdades concretas en el amplio
sentido gnoseológico, se doíorminan en su contenido y, por ello, en su significado para el
conocimiento do la precisión cualitativa de los correspondientes conjuntos do objetos de la realidad,
las es I rúe I uras y niveles de la existencia real, lo que no admite ninguna extrapolación abstracta o
indeterminada a cualquier objeto y nivel con su contenido amorfo y abslraclo-impreciso.
Precisamente en esto plano, a nuestro juicio, debe valorarse el significado de la fórmula de V. I.
Lenin: no hay verdad abstracta, la verdad siempre es concreta.
p Cuando examinamos el sentido y la importancia, por ejemplo, de las categorías económicas en
diferentes é pocas históricas, debemos revelar cu análisis científico su contenido concreto, que
cambia inevitablemente con el desarrollo de las relaciones sociales. El concepto " valor" es una
categoría de la economía mercantil, es la concreción del trabajo humano indistinto; pero el
contenido y el sentido de dicho concepto cambia acorde con los cambios cualitativos de las
relaciones sociales; oí enfoque abstraclo-melafísico, fuera del análisis concreto del nuevo
contenido, resulla básicamente inconsistente. Aunque sigue siendo una categoría de la economía
mercantil, el concepto “valor” en el socialismo expresa en su nuevo contenido concreto no el
antagonismo en el desarrollo de las fuerzas productivas y las relaciones de producción, sino la ley
de su correspondencia; no expresa la apropiación privada capitalista, ni la distribución según el
capital, sino una distribución completamente distinta, la distribución socialista de Jos valores
materiales. El valor eu el socialismo no os una categoría de economía anárquica, sino un
instrumento del plan estatal; la acción de la ley del valor aquí se subordina al plan estatal, a los
intereses de la sociedad en la lucha por el socialismo y el comunismo. En la economía 164 socialista
no existen aquellas contradicciones —entre el trabajo concreto y el abstracto, entre el costo del
producto y la norma de beneficio, etc.— que caracterizan la economía capitalista. El propio trabajo
en el socialismo tiene un carácter básicamente distinto al que porta en las condiciones del
capitalismo.
p Todo esto nos habla de la necesidad de enfocar de manera estrictamente concreta el análisis del
contenido de las categorías económicas que reflejan relaciones socioeconómicas cualitativamente
distintas.
p Esa exigencia de verdad concreta para el análisis tiene, como ya se ha dicho, un significado
gnoseológico general. Este significado aparece con toda claridad y precisión en lo concerniente a
los intentos de construir un algoritmo lógico absoluto que tuvieron lugar en el pasado y se dan en el
presente. Parten de los tiempos del "arte de Lulio”, de la época medieval; después, pensadores tales
como Leibniz y Laplace trataron de elaborar el algoritmo lógico-matemático absoluto con el cual
pudiera resolverse cualquier problema matemático o cientí fico general; en nuestros días, los
gnoseólogos semánticos Morris, Korzybski, Carnap han propuesto diversas soluciones a la
construcción de "tablas de la ciencia" universales y sistemas de "metalógica”, “metaidioma”, "
metagramática”, queriendo imbuirles un carácter universal y absoluto. En cuanto al desarrollo de las
ideas de la formalización lógica, surgió un problema con gran significado básico para la teoría del
conocimiento y la teoría de la verdad: el problema de la universalidad del área material de la lógica.
p En las ideas filosóficas y gnoseológicas de Occidente, debido al gran papel de la formalización
lógica en el conocimiento, tuvieron lugar reiterados empeños en absolutizar sus métodos y
procedimientos, lo que condujo "lógicamente" a introducir la llamada esfera absolutamente
universal de los objetos, destinada a la computación lógica. Esto tuvo lugar ya en uno de los
fundadores de la lógica matemática, G. Boole, que llamó "universum de razonamientos" al ámbito
universal de los objetos como objeto de la construcción de las teorías lógicas. G. Frege, otra
conocida figura de la lógica 165 matemática, también consideró posible conservar el carácter
universal de la esfera de objetos, intentando eliminar artificialmente las contradicciones y paradojas
lógicas que surgían en tal caso.
p Pero la historia de la ciencia mostró la inconsistencia de esas extrapolaciones abstracto-
metafísicas. Desde los trabajos de E. Scbroder, B. Russell y una serie de otros lógicos y
matemáticos quedó establecido que la aceptación de la esfera universal de objetos conduce a
excluyentes paradojas y antinomias, irresolubles con un tal supuesto, arbitrario y abstracto. La
formalización lógica tiene sentido racional cuando abarca, con los medios del análisis lógico, un
determinado contenido de los consiguientes objetos que se reflejan en el pensamiento humano. La
gran variedad de los cómputos lógicos y ló gicomatemáticos, con los cuales se realiza la
formalización lógica, es la expresión de las diversas propiedades y características de las esferas del
conocimiento que esperan su formalización. Señalar esto es tanto más esencial por cuanto el análisis
lógico moderno está muy vinculado a la solución de las tareas concretas prácticas planteadas por la
técnica, la actividad ingenieril, la práctica computacional. Es natural que el método abstracto-
metafísico y su absolutización de la esfera material de las investigaciones sufre aquí pleno fracaso.
El principio de lo concreto de la verdad, por el contrario, resulta profundamente justo y adquiere un
gran valor heurístico, encaminando la investigación lógica por la vía del análisis concreto de áreas
determinadas del conocimiento [165•17 .
p Quinto. Con relación al problema de lo concreto de la verdad consideramos necesario incluir un
rasgo que hasta el momento no se ha citado deliberadamente en las definiciones de la verdad
presentadas en la literatura marxista. La verdad es un proceso y, sin embargo, en cada momento
dado del conocimiento aparece siempre como su resultado histórico-concreto determinado, cuando
PC trata realmente de la verdad. La negación o el 166 olvido de este momento conduce a
contemplar la verdad como mi proceso abstracto sin contenido, desprovisto do carácter definido y
sentido real. Una tal interpretación priva al concepto do la verdad de su verdadero sentido, por
cuanto donde no hay ningún resultado determinado y fidedigno en el conocimiento no puede haber
tampoco verdad.
p Todo el complejo y contradictorio proceso del conocimiento incluyo orgánieamenle un sistema
completo de tesis verdaderas concretas, de resultados históricos determinados, sin lo cual no tiene
sentido hablar siquiera do un conocimiento verdadero. Estos resultados históricos concretos so
expresan en toda la variedad do formas cognoscitivas: on las categorías y conceptos científicos, en
las concepciones y teorías científicas y en las ideas y principios. El valor do los resultados
históricos concretos del conocimiento se determina por su veracidad objetiva, la existencia de
contenido independiente dol hombre y, por lo tanto, en condiciones de conservarse en el posterior
desarrollo del conocimiento. Por ello, oí resultado concreto logrado on el conocimiento expresa el
carácter real, objetivo, veraz del conocimiento on general que constituye el máximo ex ponente del
poder y la eficiencia dol intelecto humano.
p En principio, esto se refiere a todas las etapas históricas y resultados concretos del proceso
cognoscitivo, independientemente do su grado de complejidad, profundidad y los aspectos que
abarca on oí fenómeno estudiado. Esto lo aplicamos con pleno derecho tanto a la "regla de oro ’ de
Arquímedes como a la ecuación de la función de ondas de Schrodingor on la mecánica cuá ntica;
tanto a los teoremas elementales de la geometría de Euclides como a las geometrías de los espacios
«dimensionales y oo-dimensionales; a las ideas de la estructura atomística de la materia de
Dcmócrito y Epicnro como a las concepciones do la compleja estructura de los nuciónos; tanto al
sistema heliocéntrico de Copérnico como a las modernas concepciones de la estructura de la
Metagalaxia; tanto a las leyes básicas de la lógica aristotélica como a los sistemas de las lógicas
polivalentes dol siglo XX, etc,
167
p Todas estas razones se refieren también a los resultados del conocimiento do los fenómenos
sociales. Aquí, una peculiaridad importante consiste; en que el conocimiento aulénl¡camenle
científico do la sociedad comienza con el surgimiento dol marxismo, que descubre la naturaleza
verdadera, real, do los fenómenos sociales. Al mismo tiempo sería un error negar la existencia de
una serie do ideas y postulados con significado objetivamente correcto y científico on su base,
formulados por eminentes pensadores que procedieron al marxismo. J. Plejánov, primor marxisla
ruso, dio en su obra magistral En torno al desarrollo de la concepción monista de la historia un
brillante análisis do las loorías socio-histó ricas de los historiadores franceses de la época de la
Restauración, los materialistas franceses del siglo XVIll y los socialistas utopistas del siglo XIX.
Mostró que en sus teorías hubo no pocas tesis materialistas correctas relacionadas con la
comprensión de la historia: acerca del papel del medio social on la vida del hombre, en la formación
do su conciencia y las normas morales; la influencia de los factores económicos on las relaciones
sociales; el significado dol "oslado civil" do las personas (l’élat de personne) para toda su vida en la
sociedad, etc. Cada una do esas tesis puede considerarse justamente determinado resultado en el
conocimiento científico de las relaciones sociales, con un significado determinado verdadero-
concreto.
p No examinamos aquí la cuestión de la profundidad y el grado do conocimiento de los fenómenos
sociales comprendidos mediante unas u otras tesis; esto es cuestión do intervinculación entre lo
relativo y lo absoluto dol conocimiento. Subrayamos el significado do esos postulados como formas
del conocimiento vordadero-eoncrolo que constituyen en su conjunto un contenido real del proceso
cognoscitivo.
p Tanto más justo —a forliori— os esto con relación a todas las tesis más importantes del
marxismo-leninismo, cada una de las cuales demuestra directamente la fuerza y la profundidad de la
comprensión verdaderamente científica de la naturaleza de la sociedad humana. La esencia y las
leyes do la formación socioeconómica capitalista, 168 descubiertas por C. Marx en El Capital, se
expresan formando un estricto sistema de concepciones y leyes científicas que constituyen
resultados histérico-concretos del conocimiento científico de indeleble importancia histórica. El
contenido y carácter del imperialismo como etapa superior y última del capitalismo ha encontrado
su expresión, en las obras escritas por V. I. Lenin, en forma de conceptos y leyes científicas que
constituyen la teoría leninista del imperialismo, de profundo sentido y significado hasta nuestros
días, que cristaliza todas las exigencias del conocimiento verdadero. Lo concreto de la verdad
aparece aquí en forma de teoría integral y consecuente como importantísimo resultado histórico del
conocimiento científico.
Toda la cosmovisión científica del marxismo–leninismo se presenta como doctrina entera y
armónica, como sistema dinámico de conceptos, leyes científicas, concepciones y teorías, en su
unidad orgánica interna, en toda la riqueza y variedad de todas sus partes integrantes. Todos los
componentes de esta doctrina son conquistas verdaderamente científicas del pensamiento humano,
resultados objetivamente verdaderos e históricamente concretos del conocimiento científico que
revelan con plenitud y profundidad crecientes el cuadro científico del mundo o la Verdad, con
mayúscula, en su desarrollo.
***
Notes
[148•1] –2 V. I. Lenin. Cuadernos filosóficos, O. C., t. 29, págs. 136–138.
[152•3] El leninismo y el proceso revolucionario mundial. Documentos de la Conferencia teórica
internacional dedicada al cenlenario del natalicio de V. I. Lenin, Moscú, 1970, pág. 23.
[155•4] Cahiers du Communisme, 1969, N° 11, p. 138.
[155•5] Véaise L’Humanlté, 12.III.1969, y también la obra del filósofo soviético J. Momdzhián El
marxismo y el renegado Garaudy, Moscú. 1973.
[156•6] V. I. Lenin. Cuadernos filosóficos, O. C., t. 29, pág. 190.
[157•7] Ibíd., pág. 90.
[157•8] Hegel. Obras, t. IX, pág. 30.
[158•9] V. I. Lenin. Cuadernos filosóficos, O. C., t. 29, pág. 178.
[158•10] Ibíd., pág. 252.
[159•11] C. Marx y F. Engels. Obras, t. 12, pág. 726.
[159•12] El significado etimológico del término “concreto” se encuentra en este caso muy cerca de
su comprensión actual ( concresco: agregación, concreción), lo que, como se sabe, está lejos do
ocurrir siempre.
[160•13] V. I. Lenin. Nuestro programa, O. C., t. 4, pág. 184.
[161•14] V. I. Lenin. Sobre la caricatura del marxismo y el " economismo imperialista”, O. C., t.
30, pág. 123.
[161•15] V. I. Lenin. Telegrama a Béla Kun, O. C., t. 38, pág. 217.
[162•16] Conferencia Internacional de los Partidos Comunistas y Obreros, Moscú, 1969; ed. en
Praga, 1969, pág. 41.
[165•17] Recomendamos al lector el interesante trabajo del científico soviético B. Ririukov que
lleva el característico título do Hundimiento de la concepción metafísica de la universalidad de la
esfera material en la lógica, Moscú, 1963,
Capítulo VII
UNIDAD Y MULTILATERALIDAD
DE LA VERDAD
Notes
[174•1] Véase P. Bergman. Introducción a la teoría de la relatividad, Moscú, 1947, págs. 325, 336,
355 y 301.
[174•2] V. Fok. Observaciones y la autobiografía creadora de Alberto Einstein. En oí libro:
Einstein y la física moderna, Moscú, 1956, págs. 84–85.
[175•3] A. Einstein. Compilación de trabajos científicos, II, pág. 790.
[176•4] Véase: Die Nalurwissenschaften. 45. Jg. N° 10, 1958, S. 227–234.
[178•5] Akten des XIV. Internationalen Kongresses für Philosophie. Wien, 2–9 Seplember, 1968,
Bd. II, S. 140.
[182•6] Enciclopedia Filosófica, Moscú, t. 3, pág. 472.
[185•7] Véase las obras, muy importantes en este sentirlo, de M. Strogóvich, La verdad material y
las pruebas judiciales en el proceso penal soviético, Moscú, 1955, y, del mismo autor, Curso del
proceso penal, t. 1, Moscú, 1968, cap. X.
Capítulo VIII
PROBLEMA DEL CRITERIO
DE LA VERDAD
[introduction.]
Notes
[187•1] –2 V. I. Lenin. Cuadernos filosófiro.t, O. C., i. 29, pág. 184.
[187•3] Hegel. Obras, t. I, pág. 325. Más adelanto dice: "La idea absoluta es, ¡míe lodo, la unidad
de la idea práctica y la teórica y, por lanío, la unidad lainbién de la idea de la vida y la idea del
ronoeimienlo" (§ 236, pág. 340).
[188•4] V. I. Lenin. Cuadernos filosóficos, O. C., t. 29, pág. 173.
[188•5] Ibíd, págs. 199–200.
[189•6] Ibíd., pág. 195.
[190•7] K. R. Popper. Objectiue Knowledge. An Evolutionary Approach, Oxford, 1972, pp. 46,
317–318.
§ 1. DEFINICIÓN DE LA PRACTICA COMO CRITERIO
DE LA VERDAD
p En la definición del concepto "práctica" como criterio de la verdad tienen especial importancia las
siguientes tesis leninistas: 1) considerar la práctica e u extenso plano social; como proceso de
actividad histórica de los hombres, de acciones y lucha de masas de millones, como curso de
acontecimientos mundiales, de "desarrollo de todos los países capitalistas”, etc.; 2) incluir en la
práctica diferentes aspectos de la actividad material del hombre: la técnica, la "práctica de las
observaciones astronómicas" y los descubrimientos en ciencias naturales; 3) analizar los hechos que
actúan como componentes de la práctica en su conexión, en su coiijunto, como condición de su
significado demostrativo, interpretando que los hechos "no sólo son “tozudos” sino 191
absolutamente demostrativos" [191•8 . En numerosos trabajos de V. I. Lenin —y no sólo en los
dedicados a la filosofía y la sociología— aparecen otros muchos enunciados contemplando la
práctica como criterio de la veracidad de las distintas teorías, puntos de vista, ideas y doctrinas
políticas, pero en genera! se los puede correlacionar con una u otra de las tesis ya mencionadas.
p También es necesario señalar que V. I. Lenin criticaba las diversas nociones idealistas y
metafísicas de la práctica (por ejemplo, de Jos hegelianos, pragmá ticos, positivistas y kantianos),
fundándose í ntegramente en su comprensión general como actividad social de los hombres, que
aparece en toda la multiformidad de sus aspectos y manifestaciones.
p Partiendo de las importantísimas ideas leninistas podemos dar la siguiente definición de la
práctica en la teoría del conocimiento del materialismo dialéctico:
p Práctica es la actividad histórico-social de los hombres: la actividad en la esfera de la
producción material, de la lucha de clases y las relaciones sociales, de las observaciones
científicas y el experimento cientí fico, condicionadas por el correspondiente nivel de la té cnica
material.
p Como puede ver el lector esla definición es bastante extensa por su contenido y, al mismo tiempo,
suficientemente estricta y determinada en el plano gnoseoló gico: abarca los aspectos más
importantes, determinantes de la actividad social del hombre, pero precisamente como actividad
práctico-material. Con este contenido, la práctica puede servir de crilerio objetivo de la veracidad
de las formas ideales como categorías del conocimiento que constituyen la esfera teórica [191•9 .
p Con una tal comprensión de la práctica devienen inaceptables los intentos de ciertos autores de
incluir en la 192 práctica toda la actividad del hombre en general, abarcadas todas Jas íorrnas de
actividad espiritual y, por tanto, el propio conocimiento teórico. En este caso resulta que el
conocimionio teórico opera como criterio de sí mismo, lo que de hecho elimina la posibilidad de
criterio o, en el mejor de los casos, constituye una variante del criterio lógico. Pero éste también es
infundado aquí, por cuanto -como se mostrará a continuación– lo ideal, lo teórico se entrelaza con
diferentes elementos de lo material, y resulta imposible destacar estrictamente ninguna premisa y
efecto, como exige necesariamente el criterio lógico de la veracidad.
p Por supuesto que la actividad del hombre en el plano general abarca todas las formas do su
existencia y funcionamiento sociales, incluidas la literatura, el arte, la religión, etc. En la teoría del
conocimiento, sin embargo, se trata del significado gnoseológico y el contenido de la práctica, que
tiene un sentido real precisamente en relación con las formas cognoscitivas, de las cuales debe ser
criterio (la práctica) y realmente lo es como actividad material del hombre en las esferas concretas
que hemos definido. Por ello, cuando se le atribuyen también las formas espirituales queda
imposibilitada para cumplir la importantísima función guoseológica de criterio de la verdad en el
conocimiento.
p Aunque Hegel expresó el pensamiento de que para lograr la verdad absoluta era necesario unir la
idea teórica con la idea práctica, no pudo, sin embargo, resolver adecuadamente el problema del
criterio de la verdad. En última instancia, todas las formas de la actividad humana se diluyen en su
principio ideal, en el espíritu que constituye la esencia de todo lo existente, cada uno de cuyos
aspectos’, no es más la manifestación de ese principio. Por ello Hcgcl, de hecho, reconoce sólo un
tipo de trabajo: el abstracto espiritual. Pero éste, como so sabe, no puede ser criterio real: el
“trabajo” espiritual no está facultado para verificar la “actividad” espiritual, es decir, a sí mismo, y
menos aún, estar por encima del conocimiento teórico, es decir, por encima de sí mismo.
193
p Para algunos sociólogos y filósofos, la práctica se reduce, por ejemplo, a experimentar y observar
la naturaleza, Jo que, por supuesto, lieue su importancia. Pero una laJ Jimilación no permite a la
práctica cumplir la función de criterio general de la verdad: queda fuera de su control y alcance toda
Ja esfera de las ideas y las doctrinas sociales, cuya veracidad no puede establecerse con ningún
experimento.
p En relación con la moderna revolución científico-té cnica y la divulgación de diferentes
concepciones de " sociedad industrial”, entre Jos sociólogos y filósofos burgueses deslaca el mito
de la omnipotencia de la técnica (y la ciencia), cuyo nivel de desarrollo y eficiencia reciben el
significado de nuevo criterio que determina la superioridad de uno u otro sistema social. Claro que
esto no es un criterio estrictamente guoseológico, pero sí contiene determinado aspecto
gnoseológico si este criterio de la técnica se relaciona con diferentes doctrinas sociales. Sin
embargo, incluso en este caso, dicho criterio no puede ser admitido como criterio adecuado de la
veracidad: expresa el enfoque unilateral, tecnológico a los complejos procesos socioeconómicos y a
los procesos cientí fico-técnicos, orgánicamente vinculados y entrelazados. TaJ enfoque, de hecho,
prescinde del antagonismo de los sistemas socioeconómicos del capitalismo y el socialismo;
absoluliza algunos aspectos generales de su desarrollo en el plano del progreso científico-técnico,
cuyas leyes, contenido y orientación social se determinan, ante todo, por este antagonismo entre los
dos sistemas. Por ello, los factores tecnológicos propiamente dichos no son los decisivos en el
desarrollo social, sino los derivados, a pesar de su enorme significado en la época de la moderna
revolución científico-técnica, y, por consiguiente, en ej terreno ontológico y gnoseológico no
pueden servir de criterio de superioridad o de veracidad de determinadas organizaciones o doctrinas
sociales.
p A esto pudiéramos agregar que Ja inconsistencia o no veracidad de diferentes tipos de
concepciones de " sociedad industrial" y, con conectado a oslo, de " convergencia de sistemas
sociales" se debe desde el punto de vista metodológico, a su unilaferalidad, a la 194 absolutización
del aspee lo tecnológieo de los procesos sociales, elevado al rango de criterio determinante, que no
puede ser por su parcialidad y su dependencia respecto a otros factores socioeconómicos más
esenciales.
p En ese mismo sentido razonan, metodológicamente, los positivistas, aunque tienen sus diferencias
en cuanto al contenido concreto: absolutizan el aspecto sensorialdirecto de la experiencia en que
descansan las ideas de la verificación. Aquí la práctica se reduce a dos momentos: 1) a la
experiencia sensorial del sujeto y, 2) a las operaciones del sujeto en el proceso mismo de la
verificación. Tanto lo uno como lo otro van incluidos, como momentos parciales y plenamente
determinados, en el concepto general de la práctica, pero si la práctica se reduce a esto, su contenido
se restringe en extremo y queda incapacitada para cumplir el papel de verdadero criterio, más aún
con respecto a las teorías sociales, donde una tal interpretación de la práctica como criterio es
completamente “inoperante”.
p Entre las representaciones anticientíficas de la prá ctica como criterio de la verdad figuran los
juicios de diferentes teóricos revestidos de frases marxistas, que incluyen también en la práctica las
actividades correspondientes a los campos de la ciencia y el arte, la lucha ideológica, etc. Esto es
una directa concesión al idealismo e impide que la práctica pueda cumplir su función de criterio de
la verdad. Algunos de tales teóricos afirman incluso que todas las teorías científicas, incluido el
marxismo, implican "por ley natural" tanto la verdad como la mentira, las cuales —según dicen—
están siempre pasando de la una a la otra. De ahí que los mandamientos de las "sagradas escrituras"
o de los evangelios y otras citas semejantes se conviertan en criterios de la veracidad.
p Por último, como colofón a la definición de la prá ctica, señalemos la pluriformidad de su función
como criterio de la verdad. Aquí destacan por su significación dos aspectos.
p Primero, la práctica como actividad histórico-social de los hombres en las importantes esferas
indicadas en la definición, actúa precisamente como criterio general de la 195 verdad, válido tanto
para las ciencias naturales, como las sociales y las matemáticas. Es natural que eti cada esfera del
conocimiento, el papel principal de criterio directo lo desempeñen los correspondientes aspectos
concretos de la práctica.
p Esta comunidad del criterio práctico se manifiesta también en otras esferas de la producción
espiritual — en el arte, la moral y la religión—, en la medida en que en estas últimas pueda
destacarse su aspecto propiamente gnoscológico (por ejemplo, en la valoración de la veracidad de
los juicios morales, los conceptos de bondad, justicia, etc.).
Segundo, la práctica así concebida realiza la función de criterio en su significado gnoseológico
general y, al mismo tiempo, en su sentido concreto. La práctica fundamenta y afirma
gnoseológicameiite la universalidad y la unidad, la objetividad y lo absoluto de la verdad, al misino
tiempo, su relatividad, multiformidad, concreción y lo subjetivo en su conexión y dependencia de la
objetividad. En esto se manifiesta lo dialéctico de la práctica como criterio, lo que resulta
indispensable para que cumpla esta función respecto a la verdad en su profundo contenido
dialéctico.
***
Notes
[191•8] V. I. Lenin. Estadística y sociología, O. C., t. 30, pág. 350. Véase también Materialismo y
empiriocriticismo, t. 18, pág. 146 y otras.
[191•9] De las obras marxistas que tratan de la práctica señ alaremos dos que tiene determinado
interés en cuanto al análisis del propio concepto de la práctica: B. Voronóvich. Análisis filosófico de
la estructura de la práctica, Moscú, 1972, y G. Koch. Gesetzmassigheit und Praxis, Berlín, 1968.
Notes
[195•10] V. I. Lenin. Materialismo y empiriocriticismo, O. C., t. 18, págs. 145–146.
[197•11] D. Hilbert. Problemas de la juiídnmeníación de las matemáticos, En el libro
Fundamentos de la geometría, Moscú–Lenin–grado, 1948, pág. 399.
[199•12] Véase: A. Einstein. Sobre la teoría especial y general de la relatividad, § 16, Anexo III.
En la Compilación de obras cientí ficas, t. I; A. Einstein. El tiempo, el espacio y la gravitación. Kn
la Compilación de obras científicas, t. II, y también S. Vavílov. Fundamentos experimentales de la
teoría de la relatividad, Moscú, 1956, Obras, t. 4.
[201•13] Véase N. Burbaki. Ensayos sobre la historia de las matemáticas, Moscú, 1963, pág. 258.
[201•14] N. Mouloude. Estructnrallsmo moderno. Reflexiónes sobre el método y la filosofía de las
ciencias exactas, Moscú, 1973, pág. 47, 71.
[202•15] A. Einstein. Compilación de obras científicas, II, pág. 83.
[202•16] N. Burbaki. Ensayos sobre la historia de las matemáticas, Moscú, 1963, pág. 259.
[203•17] A. Einstein. Compilación de obras científicas, II, pág. 85.
[204•18] Ibid. (El subrayado os del autor. — G. K.)
[204•19] Ibíd., pág. 87. Véase también ct artículo especial de Einstein. La geometría no euclidiana
y la física. (Compilación de obras científicas, 11, págs. 178–182.)
[206•20] V. I. Lenin. Vicisitudes históricas de la doctrina de Carlos Marx, O. C., t. 23, pág. 1.
[206•21] Ibíd., pág. 2.
[207•22] Ibíd, pág. 3.
[207•23] Ibíd., pág. 4.
[207•24] Ibíd.
[208•25] V. I. Lenin. La enfermedad infantil del "izquií’rdismo" en i’L comunismo, U. (.’., 1, \\
p;ígs O 8 ’*<
[208•26] Ibíd., pág. 9.
[213•27] V. I. Lenin. Materialismo y empiriocriticismo, O. C., t. 18, pág. 277.
[214•28] K. Popper. Objective knowledge, p. 335.
p La práctica, con toda su importancia decisiva, no es, desde luego, el único criterio de la verdad,
como lo demuestra el proceso real del conocimiento. Aquí tropezamos directamente con las
diferentes formas y manifestaciones del criterio de lo verdadero, las cuales, sin embargo, en última
instancia reciben su valor adecuado como tal criterio sólo en una u otra conexión con el criterio de
la práctica. Por ello, todos estos criterios tienen carácter relativo, y su absolutización conduce
inevitablemente a privarles de esta función, a su " autonegación”. Pudiéramos enunciar los
siguientes tipos de tales criterios: criterio lógico, criterio lingüístico, criterio de sencillez, criterio de
claridad (evidencia), criterio ad hominem. De todos ellos, el rnás importante desde el punto de visla
gnoseológico y científico general es el criterio lógico de la verdad, en cuyo análisis nos
detendremos en primer lugar.
p El criterio lógico tiene una difusión excepcionalmente extensa y multilateral en el proceso real del
conocimiento científico, por lo cual, en la teoría general de la verdad le pertenece un puesto muy
destacado. Su idea consiste en lo siguiente: la veracidad do las formas cognoscitivas se determina
por su interconexión lógica, por su mutua correspondencia, sin dependencia alguna respecto al
referente externo.
p Las raíces históricas de esta idea se hallan en la lógica de Aristóteles, donde las reglas do
silogismo recibieron valor testimonial para con la veracidad de los juicios y la ley de la
contradicción se manifestó como condición de la veracidad del pensamiento. Después deben
señalarse las reglas del cuadrado lógico, formuladas en la lógica medieval, con sus formas
racionales asentadas sobre Ja lógica do Aristóteles. En los nuevos liernpos estas ideas tienen su más
clara y lípica expresión en los conceptos "verdades de la razón" en Leibniz y, "verdades formales”,
en la lógica de Kant.
218
p Pero el criterio lógico adquirió una importancia especial en la ciencia y la lógica, lo que se
expresa, ante lodo, en sus numerosas formulaciones correspondientes.
p En su obra principal Introducción a la lógica y a la metodología de las ciencias deductivas, el
conocido lógico polaco A. Tarski introduce el concepto de funciones de la veracidad y dice a este
respecto: "La veracidad o la falsedad de cualquier enunciación obtenida de estas funciones mediante
la sustitución de las variables con cualesquiera otros enunciados depende exclusivamente de la
veracidad o la falsedad de los enunciados suplentes" [218•29 . En esta definición no existe el
concepto de referente externo. D. Hilbert y V. Ackormann, en su conocida obra Fundamentos de la
lógica teórica, hacen una formulación análoga que cnfatiza aún más el carácter puramente lógico,
mejor dicho, lógico-formal de este criterio: "la veracidad o falsedad de un enunciado complejo sólo
depende de la veracidad o falsedad de los componentes del enunciado, y no de su
contenido" [218•30 . Dejamos a un lado formulaciones muy análogas, que abundan especialmente
en la literatura neopositivista, pero citaremos definiciones muy características de R. Garnap.
p Carnap sigue en cierta forma tras las ideas de Leibniz y delimita con bastante precisión los
conceptos de F-vcrdad y L-verdad (o veracidad). Considerando que elimina de este último todo
contenido propio de las verdades del hecho, el concepto de L-veracidad puede considerarse idéntico
por su sentido al concepto de criterio lógico. En su obra Introducción a la semántica escribe:
"Subrayo la diferencia entre la verdad fáctica, dependiente de la casualidad de los hechos, y la
verdad ló gica, que no depende de los hechos, sino exclusivamente de los significados determinados
por las reglas semán- ticas" [218•31 . En su obra El significado y la necesidad Carnap concretiza
esta definición considerando el concepto 219 L-veracidad en dependencia de las reglas semánticas
en el sistema dado. Su definición de las condiciones de la L-veracidad estimamos que corresponde
rígidamente al concepto del criterio lógico: "la proposición a/ es Lverdadera en el sistema
semántico S, si y sólo si o¿ es verdadera en S de manera que su veracidad puede establecerse sobre
la base de las solas reglas semánticas del sistema S, sin ninguna referencia a hechos
( extralingüísticos)" [219•32 . Es evidente que en esta formulación se introduce implícitamente
también el criterio lingüístico, que está ligado orgánicamente con el criterio lógico y puede
interpretarse como su expresión verbal.
p El proceso real del conocimiento científico ha mostrado la necesidad de introducción del criterio
lógico de la verdad en determinadas condiciones y formas edecuadas. En una serie de casos, en
determinados momentos concretos del avance del conocimiento, el criterio de la práctica no puede
manifestarse directamente, y, en ciertas situaciones, en relación con algunas formas y fenómenos
cognoscitivos especiales, resulta imposible remitirse a la práctica como criterio. El carácter relativo
del criterio de la práctica, ligado a su limitación histórica en cada momento dado del desarrollo del
conocimiento, no permite establecer con la precisión necesaria la veracidad (o falsedad) de las
hipótesis y previsiones más importantes, por ejemplo, con respecto al problema de la vida en otros
planetas, la existencia de sistemas planetarios en unas u otras estrellas, en relación con el pasado del
desarrollo de la Tierra, la Galaxia, el Cosmos. Es claro que aquí, se van acumulando a disposición
del hombre cada vez mayor número de resultados de las observaciones, progresa sin cesar el
experimento científico, pero lo frecuente es que no sea posible lograr ningún experimentum crucis
y, entonces, tomando sólo como fundamento datos prácticos directos o indirectos, generalmente
para argumentar algunas tesis iniciales, nos vemos obligados a introducir el poderoso aparato de la
lógica, de las reglas y relaciones lógicas, 220 las exigencias lógicas al pensamiento verdadero. En
esto precisamente consiste la introducción del necesario criterio lógico de la veracidad; sin ól, el
ulterior progreso del conocimiento no sólo choca con obstáculos gigantescos, sino también resulta
prácticamente imposible.
p El criterio lógico obtiene su verdadera aplicación y desarrollo en el pensamiento teórico, en la
esfera del pensamiento puro, como dirían Hegel o Husserl. El pensamiento abstracto, teórico, carece
de "sustancia sensitiva”, sus categorías se han logrado mediante abstracción respecto a todos los
componentes prácticosensoriales, su eliminación del contenido directo de las formas lógicas. Al
mismo tiempo, las categorías lógicas no son hueras abstracciones, no son "abstracciones
cadáveres”, sino formas del contenido vivo y real. Este contenido se determina mediante el reflejo,
en abstracciones científicas, de las propiedades y relaciones internas, substanciales de las cosas, que
se manifiestan en las categorías propiamente lógicas como resultado de la transformación mediata y
compleja en el pensamiento humano. Precisamente por ello, las categorías y leyes lógicas tienen un
significado profundo y objetivamente verdadero.
p Sin embargo, para determinar el papel del criterio lógico de la verdad no es menor la importancia
que tienen los vínculos y las relaciones de las formas lógicas, las leyes lógicas del pensamiento, las
reglas de los efectos lógicos que expresan y determinan la conformidad de los pensamientos como
formas cognoscitivas. Esta área de las relaciones lógicas es autónoma en el sentido de que todas las
conexiones de las categorías lógicas no dependen directamente de la práctica y el mundo exterior y
se subordinan a sus propias leyes y reglas. En tanto estas últimas son. a fin de cuentas, el reflojo de
las leyes, vínculos y relaciones del mundo objetivo, adquieren sentido y significado objetivo, lo que
los permite cumplir la función de criterio lógico de la veracidad.
p El "núcleo" dol criterio lógico de la verdad os el principio de nú contradicción del ponsamionto,
quo tiene importancia fundamental ou la lógica, comenzando por las leyes aristotélicas de la
contradicción y del 221 tercio excluido. Este principio sirvió de guía durante siglos oji lodo el
pensamiento humano determinó las vías y los métodos del desarrollo y argumentación de las teorías
científicas, previno contra la marcha y los giros equivocados del pensamiento en el complejo
proceso cognoscitivo. Y esto Je aseguró un lugar y un papel destacados como uno de los factores
más fuertes del progreso científico.
p El principio de no contradicción es de extraordinario valor en el proceso de la estructuración y
desarrollo do los sistemas dol conocimiento en general y de los deductivos en particular, para los
cuales constituye una condición indispensable, conditio sine qua non. La estricta observación de no
contradicción en el pensamiento deductivo es, al mismo tiempo, la realización (el empleo) del
criterio lógico que asegura la veracidad de las construcciones científicas y del proceso mismo del
pensamiento científico.
p Los científicos más connotados del mundo, en particular los maternal icos y los físicos,
concedieron una importancia primordial al principio de no contradicción y al criterio lógico de la
veracidad. Los principios, de Euclides, nos brindan un modelo clásico de la construcción del
sistema deductivo do acuerdo con dicho principio, donde la veracidad de todos los efectos y
teoremas se determina íntegramente por el criterio lógico. Los autores de las geometrías no
euclidianas realizaron sus construcciones basándose en el principio de no contradicción, y la
veracidad de los nuevos sistemas era para ellos, ante todo, la no contradicción lógica. Los poderosos
métodos modernos de construcción de sistemas y teorías científicos, sobre todo el método de la
axiomatización y la ¡ormalización, se basan, igualmente, en dicho principio, lo que no significa, por
supuesto, esquematismo abstracto, como a veces aparenta a simple vista. Burbaki escribe, con
relación al significado del método do axiomatización en la construcción de todo el edificio de las
matemáticas como acumulación de estructuras matemáticas, los siguientes y significativos
renglones: "La unidad que imparte a Jas matemáticas no es el armazón de la lógica, formal, no es la
unidad que da 222 el esqueleto privado de vida. Es la savia nutritiva del organismo en pleno
desarrollo, es un instrumento flexible y fructífero de investigación, que aplican conscientemente en
su trabajo, desde Gauss, todos los pensadores matemáticos más eminentes..." [222•33 Con esto
tenemos que eslar de acuerdo. Pero de aquí se deduce precisamente la racionalidad del criterio
lógico que no es reducible, como se deriva de su naturaleza lógico–conceptual, a coordinaciones
puramente formales y menos aún a acuerdos en el espíritu del convencionalismo.
p Einstein desarrolla sus ideas en esta misma dirección, remitiéndose con frecuencia a la cuestión
del criterio lógico de la veracidad de las teorías. En su famoso artículo En torno a la
electrodinámica de los cuerpos en movimiento, que sentó el comienzo oficial de la teoría de la
relatividad, Einstein señala especialmente la necesidad de "construir una electrodinámica de los
cuerpos en movimiento simple, libre de contradicciones, tomando como base la teoría de Maxwell
para los cuerpos en reposo" [222•34 . Esta importantísima premisa lógica fue realizada aquí
brillantemente por el creador de la teoría de la relatividad.
p En el ocaso de su vida, resumiendo sus meditaciones acerca de la esencia de las teorías físicas,
Einstein traza en sus Apuntes autobiográficos una precisa delimitación de dos tipos de criterio de
las teorías científicas. El primer criterio es evidente: la teoría no debe contradecir los datos del
experimento: este criterio —dice—, se refiero a su "justificación externa”. Sin embargo, pese a todo
lo evidente de dicho criterio, su aplicación resulta con frecuencia compleja y sutil. Sólo por esto
surge ya la necesidad de otro criterio, el criterio de ”perfección interna" de la teoría. Su sentido es
análogo al significado del criterio lógico de la veracidad, que exige la exclusión de la contradicción
interna en la estructura de la teoría. En este segundo criterio se trata de las premisas de la propia
teoría, de lo que puede 223 llamarse “naturalidad” o "sencillez lógica" de las premisas: conceptos
principales y correlaciones básicas entre ellos [223•35 .
p Las apreciaciones de Einstein dirigidas contra el formalismo y el apriorismo en la interpretación
del criterio lógico son de excepcional valor. Considera que a la " perfección interna" de la teoría
pertenece el siguiente rasgo: "La teoría nos parece más valiosa cuando no es una selección
lógicamente arbitraria entre teorías aproximadamente equivalentes y análogas por su
construcción”. Y aquí Einstein subraya que debe preferirse aquella teoría que ulimita con mayor
fuerza las posibles cualidades a priori de los sistemas (es decir, contiene las afirmaciones más
determinadas)" [223•36 . Al mismo tiempo, habla de la deseable “sencillez” de las premisas de la
teoría, lo que, por lo común, es para él sinónimo de claridad y evidencia.
p El gran físico de nuestro tiempo examina de forma consecuente la exigencia de perfección lógica
de la teoría en plano profundamente conceptual y, en definitiva, considera que el criterio decisivo de
la veracidad os la correspondencia de la teoría a la experiencia, su " justificación externa”. En uno
de sus trabajos más importantes dedicados al sucesivo desarrollo de la teoría general de la
relatividad, en su artículo Generalización de la teoría de la gravitación dice que el objetivo de la
teoría física es "dar una descripción objetiva (en principio, completa) de los sistemas físicos y
establecer la estructura de las leyes que ligan los conceptos inscritos en esta descripción
objetiva" [223•37 . Tenemos ante nosotros una comprensión profundamente dialéctica de la unidad
de los criterios lógico y físico-conceptual de la veracidad de las teorías, donde estas últimas -como
mostrara Einstein reiteradamente — se determinan por la experiencia, por cuanto ella es la única
que puede "decidir dónde se oculta la verdad" [223•38 .
224
p Todo esto permite formular las siguientes conclusiones grioseológicas genéralos.
p 1. El criterio lógico de- la verdad opera como componente indispensable del proceso
cognoscitivo; su alma es el principio de no contradicción que cumple el papel de condición
sumamente importante del proceso correcto, lógicamente fundamentado de la construcción de los
sistemas científicos; ello determina el significado general del criterio lógico de la verdad como uno
de los fac tores necesarios del desarrollo progresivo de los conocimientos humanos.
p 2. El criterio lógico de la verdad tiene un carácter gnoseológicamenle relativo: su eficiencia y
efectividad dependen de la substaucialidad de las hipótesis de partida (axiomas, postulados, leyes y
principios) que constituyen los elementos objetivamente verdaderos de la too ría y determinan
lógicamente su estructura. Naturalmente, su veracidad objetiva se establece por el criterio decisivo
de la práctica.
p 3. El criterio lógico de la verdad no tiene por sí mismo valor conceptual verdadero. Recibe este
valor en relación y en base al criterio de la práctica, lo que, en el proceso cognoscitivo real, se
determina generalmente po;r vía compleja y mediata. Si falta dicha relación, el criterio lógico pierde
su valor como criterio, y entonces, su absolutizacióii conduce inevitablemente al formalismo estéril.
Este valor del criterio lógico de la verdad tiene, como ya se ha dicho, un sentido gnoscológico
general y, por tanto, conserva en principio su fuerza con respecto a las ciencias naturales,
matemáticas y sociales. Las diferentes formas concretas de su expresión poseen un carácter
especial, pero no determinante.
***
Las principales ideas y tesis de la teoría leninista de la verdad examinadas muestran, por
consiguiente, que dicha teoría constituye una doctrina armoniosa y lógicamente integral. Pero rio es
algo creado y terminado para siempre. La teoría leninista de la verdad es una 225 doctrina en
desarrollo; se enriquece sin cesar y se va haciendo más concreta mediante la generalización de
nuevos fenómenos de la práctica histórico-social, en base al progresivo conocimiento del mundo en
la época contemporánea de la revolución científico-técnica. Al mismo tiempo, la doctrina leninista
sirve de brújula segura, que permite orientarse en el complejo y complicado laberinto de la
gnoseología idealista, valorar correctamente el sentido y la significación de las diferentes
concepciones de la verdad y analizar un fenómeno tan característico para la filosofía idealista
contemporánea como la crisis del propio problema de la verdad en dicha filosofía.
***
Notes
[218•29] A. Tarski. Introducción a la lógica y a la metodología de las ciencias deductivas, Moscú,
1948, pág. 73.
[218•30] D. Ililbert y V. Ackermann. Fundamento* de la lógica Leorica, Moscú, 1947, pág. 21.
[218•31] R. Carnap. Inirodnrtion to semantics, Cambridge—Mass., 1948, p. VII.
[219•32] R. Carnap. El significado y la necesidad, Moscú, 1959, pág. 40.
[222•33] N.Burbaki. Ensayos sobre la historia de las matemáticas, pág. 259.
[222•34] A. Einstein. Compilación de obras científicas, I, pág. 8. (El subrayado es mío. — G. K.)
[223•35] Véase A. Einstüin. Compilación de obras científicas, IV, pág. 266.
[223•36] Ibíd., pág. 266, 267. (El subrayado es mío. — G. K.)
[223•37] A. Einstein. Compilación de obras científicas, II, pág. 787.
[223•38] Ibíd., pág. 731.
SEGUNDA PARTE
INSOLVENCIA CIENTÍFICA
DE LAS CONCEPCIONES IDEALISTAS
MODERNAS DE LA VERDAD
[introduction.]
p La metodología leninista tiene una destacada significación científica en la apreciación de las
tendencias y procesos que se operan en el pensamiento filosófico burgués contemporáneo. Esto
incluyo también í ntegramente el análisis del problema de la verdad, que ocupa un lugar tan
importante en las diferentes corrientes y escuelas de la filosofía burguesa del siglo XX.
p La metodología leninista se caracteriza por una serie de exigencias para el análisis de las
concepciones filosóficas burguesas. En primer lugar, es preciso determinar la cosmovisión
filosófica general implícita en cada doctrina o corriente del pensamiento filosófico.
En segundo lugar, mostrar la insolvencia científica y hacer una apreciación omnilateral de las
diferentes corrientes y escuelas filosóficas, lo que incluye la necesidad del análisis objetivo crítico,
comprendido el examen de los elementos racionales de cada doctrina, aunque en su conjunto sean
básicamente inaceptables por sus posiciones determinantes; esto último se debe a que, como
227 más de una vez señalara V. I. Lenin, el idealismo filosófico no es ninguna tontería, cada una de
sus manifestaciones tiene sus raíces gnoseológicas y está relacionada correspondientemente con uno
u otro aspecto del contradictorio procoso cognoscitivo.
p En tercer lugar, hay que mostrar la lucha de los partidos en la filosofía, de las principales ideas
filosóficas y, con ello, revelar su significado ideológico y su papel en la lucha actual de las
diferentes fuerzas sociales, de clase.
Si partimos de estas premisas metodológicas de principio al valorar las diferentes concepciones do
la verdad que se dan en la filosofía burguesa moderna podremos destacar tres puntos
fundamentales: 1) las concepciones de la verdad en su conjunto se determinan por el carácter
general do las correspondientes doctrinas y corrientes filosóficas; 2) esta vinculación permite
establecer el significado social de las ideas y principios de las concepciones de la verdad, su lugar
en la lucha general de las concepciones filosóficas y 3) la inconsistencia de las concepciones de la
verdad en la filosofía burguesa contemporánea se revela, ante todo, a la luz de las leyes reales del
conocimiento científico y de la práctica social, lo que permite mostrar la superioridad y la diferencia
radical de la teoría leninista de la verdad respecto a todos los puntos de vista y concepciones de la
misma en la filosofía burguesa.
***
Capítulo IX
ESENCIA DE LA CRISIS
DEL PROBLEMA DE LA VERDAD
EN LA FILOSOFÍA IDEALISTA CONTEMPORÁNEA
Notes
[235•1] C. Marx. El Capital. C. Marx y F. Engels. Obras, t. 23, pág. 17.
[236•2] V. I. Lenin. Materialismo y empiriocriticismo, O. C., t. 18, págs. 124, 127.
[239•3] J.-P. Sartre. Critique de la raison dialectique, París, 1960, p. 28.
[239•4] Véase: J.-P. Sartre. Op. cit., págs. 123, 156 y 161.
[239•5] Véase: J. Lacroix. Histoire et mystére. París, 1962, págs. 101, 102.
[240•6] Véase: R. Aron. Les désillnsions du progrés. Essai sur la dialectlque de la modernité,
París, 1969, p. 294.
[240•7] Véase: R. Aron. La latte des classes, París, 1964, p. 355.
[241•8] Véase: Akten des XIV. Internaüonalen Kongresses Jür Philosophle, Wien, 1968, Bd. I, S. 5,
6.
[242•9] Véase: Proceedings of the XVth World Congress of Philosophy, Sofía, 1973, I, pp. 25, 26.
[242•10] Abstraéis of Communications. Presentid on the XVth World Congress of Philosophy,
Varna, 1973, Com. 209.
[244•11] Proceedings of the XVth World Congress of the Philosophy, Sofia, 1973, I, pp. 99–103.
[247•12] La Vérité. Actes du XIIe Congres des Soc.iétés de philosophie de langue franjáis?.
Louvain—París, 1964, p. 228–230.
[247•13] La Vérité. Message de Noel 24 Décembre 1960 de So. Sointété Jean XXIII.
Capítulo X
LA CONCEPCIÓN PRAGMÁTICA
DE LA VEHDAD
Notes
[250•1] –2 Véase: H. K. Wells. Pragmatism–Philosophy of Imperialism, New York, 1954 pp. 187–
195.
[251•3] W. James. Pragmatism. A New Ñame jor Some Oíd Ways of Tliiiilcing, New York, 1907,
pp. 171–172.
[251•4] Ilml., pp. líl), 194.
[251•5] Ilml., p. 207.
[251•6] II IbícL, pp. 75–76.
[251•7] Jbíd., pp. 255–250.
[252•8] F. Dewey. Experlenre and Nalnrc, New York, 1925, pp. 1, 4, 8–9.
[252•9] F. Dewey. Reconstruction in Phüosophy, New York, 1937, p. 145.
[253•10] Ibíd.
[254•11] F. Dewey. Logic: Theory of Inquiry, New York, 1938, p. 104.
[255•12] Véase: Studies in the Philosophy of Charles Sanders Peirce, Camb.—Mass, 1952, pp. 4, 5
y 11.
[257•13] El filósofo soviético Yu. Melville ha desentrañado profundamente esta tesis en su artículo
El problema de la verdad e,n el pragmatismo. Art.: La gnoseología idealista moderna. Redacción
general de G. Kursánov. M., 1968.
[258•14] V. I. Lenin. Materialismo y empiriocriticismo, O. C., t. 18, pág. 142.
[258•15] V. I. Lenin. Carta a N. Vilónov, O. C., t. 47, pág. 240.
[259•16] W. James. The Meaning of Truth. London, 1909, p. 215.
[260•17] Véase Dewey. The Influence of Darwin on Philosophy, Ncw York, 1910.
[261•18] F. Mayor. A History of American Thought. An Introduclion.Vmv. of Radl. Calif., 1951, p.
304.
[261•19] Ph. Wienor. Evolutlon and thc: Foundcrs o¡ Pragmatism. Gamb., 104!), pp. 2-8.
[263•20] J. Linliort. Pragmatismo norteamericano, Moscú, 1954, pág. 48.
[264•21] Véaso W. Gallie. Pairee and Pragmatism, p. 34.
Capítulo XI
CONCEPCIÓN DE LA COHERENCIA
DE LA VERDAD
***
Notes
[268•1] –2 N. Bohir. La física atómica y el conocimiento humano. Moscú, 1961, pág. 112. (El
subrayado es mío. — G. K.)
[269•3] F. Bradley. Essays on Truth and Reality. Oxford, 1914, p. 113.
[270•4] F. Bradley. Appearence and Reality. Oxford, 1930, p. 363.
[270•5] F. Bradley. Essays on Truth and Reality, pp. 223 y 114.
[271•6] B. Blanshard. The Nature of Thought. N. Y., 1941, II. pp. 265–266.
[271•7] Ibíd., p. 262.
[272•8] F. Bradley. Appearence and Realily, p. 821.
[274•9] N. Bolir. Discussion wllh Einsteln ore epistomological problems in atomic phisics. Albert
Einstein: Pkilosopher-Scientist. New York, 1951, p. 211.
[274•10] N. Bohr. La física atómica y el conocimiento humano, pág. 130.
[274•11] Ibíd., pág. 104.
[275•12] N. Bohr. Discnssion with Einstein..., pág, 204.
[277•13] F. Rradlcy. The Principies of Logic, New York, 1928, II
[279•14] N. Bohr. La /¿’sica atómica y el conocimiento humano, pág. 141. (El subrayado es mío.
— G. K.)
[279•15] T. Hill. Las teorías modernas del conocimiento, Moscú, 1965, pág. 93.
***
Notes
[281•16] R. Carnap. Der logische Anfban, dcr Welt, Berlín, 1928, S. 249.
[281•17] R. Carnap. Logische Sijntnx cíer Sprnche, Wien, 1934, S. III.
[282•18] La inconsistencia científica do este principo la ha mostrado, por ejemplo, el filósofo
soviético V. Sheviriov en el compendio La gnoseología idealista contemporánea, tercer capitulo del
primer apartado, Moscú, 1968.
[283•19] W. Quine. Truth by Canuention. Rcadings in Philosophical Analysis, New York, 1948, p.
133.
[283•20] Ibíd., p. 124. (El subrayado es mío. — G. K.)
[285•21] Todas estas tesis se analizan con detenimiento en la monografía de I. Narski El
positivismo moderno (Moscú, 1961). Señ alamos también el trabajo del filósofo georgiano V.
Erkomaishvili El positivismo lógico (Tbilisi, 1974). En él se ofrece una argumentada crítica do la
concepción de la verdad sostenida por los positivistas lógicos.
Capítulo XII
TRANSFORMACIÓN DE LA CONCEPCIÓN
DE LA CORRESPONDENCIA
DE LA VERDAD
[introduction.]
p Tú no eres blanco porque nosotros te consideramos con razón blanco, sino, al contrario, al ser tú
blanco, nosotros; tenemos razón cuando afirmamos esto.
Aristóteles.
p La verdad en ideal ilusorio.
Austin
p Como ya hemos señalado, en la gnoseología moderna a la concepción de la coherencia de la
verdad como coordinación interna se contrapone la concepción de la correspondencia de la verdad,
según la cual la veracidad de las formas cognoscitivas se determina por una u otra conformidad al
referente externo. Esta contraposición tiene un sentido plenamente determinado, pero, como
veremos más adelante, no es absoluta ni interexcluyente.
p La clásica definición de la verdad, que constituye el núcleo de la concepción de la
correspondencia, dice: la verdad es la correspondencia entre las cosas y los pensamientos:
adaequatio reí et intellectus. En la literatura del positivismo moderno, especialmente en el análisis
lingüístico, el juicio (o convicción del sujeto cognoscente) se reconoce como verdadero si en la
realidad se tiene un hecho a que corresponda y, por el contrario, se considerará falso si no existe tal
hecho. En todas estas definiciones y otras análogas las condiciones 287 imprescindibles de la
veracidad son dos momentos: 1) reconocimiento de la presencia del referente (el hecho) con el que
se confronta el juicio, y, 2) esta confrontación se manifiesta como la necesaria correspondencia
entre el juicio y el referente.
p Las raíces históricas de la concepción de la correspondencia se adentran en la definición clásica
de la veracidad de las tesis enunciadas, ofrecida por Aristóteles. Esta definición se asienta en el
reconocimiento de la correspondencia entre las formas del pensamiento y la realidad objetiva; por
ello, constituyó la base para la comprensión científica de la verdad, desarrollada por la filosofía
material isla, recibiendo en el materialismo dialéctico significación de teoría científica de la verdad.
p En el avance de las concepciones idealistas del siglo XX, la evolución de la teoría de la verdad
como correspondencia tomó otras direcciones. Aquí pueden destacarse dos líneas principales: 1) la
evolución de la comprensión clásica de la verdad en dirección a su interpretación teológica, lo que
toma su origen por lo menos en Tomás de Aquino, y, 2) su desarrollo por la vía de la formalización
y la logización, que parten de Kant y de su interpretación de la definición aristotélica como
nominal.
p La primera tendencia conduce a las diversas concepciones teológicas de la verdad, donde la
comprensión de la correspondencia tiene un carácter muy particular con un significado que se
subordina a oirás ideas de dichas concepciones. La segunda línea de la citada evolución se relaciona
con diferentes interpretaciones de la verdad expuestas por las escuelas positivistas contemporáneas,
demostrando el proceso de transformación de la comprensión clásica, tradicional do la verdad como
la adecuación a las cosas reales, en la concepción moderna de la correspondencia, con todo su
contenido complejo y contradictorio.
p La concepción de la correspondencia en todas sus formas y expresiones concretas, hasta incluso
las más formales y abstractas (como ocurre en las variantes del análisis lingüístico moderno), está
siempre vinculada a determinados aspectos del proceso real del conocimiento, 288 con sus lácelas y
relaciones mulliformes que evidencian, a su vez, el complejo y contradiclorio carácter del reflejo,
en el conocimiento de los objetos, sus propiedades y conexiones. En las formas variadas del reflejo
surgen y se enlrelazan sus diferenles relaciones, donde aparecen, desde distintos lados, las
correspondencias de sus elementos, tanto entre sí como con respecto a los objetos y sus cualidades.
Esta variedad de adecuaciones y de relaciones halla su expresión lógica en las diforenles formas de
la concepción de la correspondencia. Al mismo tiempo, la absolutización o hipóstasis, propias de
tales concepciones, de alguno de estos elementos de relaciones conduce a olvidar toda la
complejidad del proceso del conocimiento de la verdad, determinando la unilateralidad y, por tanto,
la insolvencia de las concepciones basadas en tal hipóstasis.
Veamos las más importantes etapas de la transformación de la concepción de la correspondencia de
la verdad, dedicando especial atención a las formas adoptadas en las concepciones gnoseológicas
modernas.
***
p Para establecer las correspondientes conexiones históricas señalemos previamente los momentos
básicos de la pasada evolución de las ideas de la concepción de la correspondencia, comenzando
por sus primeras definiciones.
p Definición e ideas de la verdad en Aristóteles. Como se sabe, la gnoseología de Aristóteles tiene
sólida base ontológica. "Cada esfera del conocimiento, cada ciencia —dice en Metafísica— tiene
relación con una u otra existencia (especial), y, tomando algún sector ( separado), se dedican a este
sector..." [288•1 La filosofía como ciencia general (o "filosofía primera”) es la doctrina sobre la
esencia de la existencia, la ciencia teórica sobre "los principios y las causas”; por ello, es el
conocimiento de la verdad. Los principios y las causas de "las cosas que existen eternamente deben
siempre ser los 289 más verdaderos" y, por consiguiente, "en la medida en que la cosa se relaciona
con la existencia, en esa misma medida lo hace con la verdad" [289•2 . Y partiendo í ntegraJiienle
de lal comprensión de la naturaleza del verdadero conocimiento, Aristóteles formula en los libros
VI y IX de Metafísica sus definiciones de la verdad, que se han ganado con todo derecho el
reconocimiento de clásicas precisamente en la concepción de la correspondencia. Esas definiciones
fueron citadas más arriba.
p De ellas se desprende que los enunciados pueden ser verdaderos sólo cuando corresponden a la
existencia real, a las propiedades y relaciones de los objetos (“unido” y "por separado”) de la
existencia. En su significado primario las definiciones de Aristóteles son ajenas a cualquier doble
sentido y confusión. Su comprensión de la correspondencia significa el reconocimiento del reflejo
en las enunciaciones verdaderas de las propiedades de la existencia realmente objetiva, y no dan
pábulo a ninguna interpretación ni teológica ni positivista tanto de Ja propia correspondencia como
del referente (la existencia).
p Las principales ideas de esta definición, las ideas del reflejo y la objetividad de los conocimientos
verdaderos, pasan como hilo rojo por todo el posterior desarrollo de la teoría do la correspondencia
de la verdad en las doctrinas filosóficas materialistas. Al mismo tiempo, la transformación histórica
de esta teoría, especialmen1o por la vía de sus interpretaciones formalistas significa un alejamiento
cada vez mayor respecto a las ideas aristotélicas.
p Ideas de Kant. Comienzo de la interpretación nominalista de la definición clásica de la verdad.
Una de las importantes ideas de Kant fue la de la verdad formal, que tiene como punto de partida
del concepto de la Lverdad sustentado por Leibniz. Aquí, la correspondencia aparece como la
conexión no contradictoria del pensamiento con algunos principios ideales (de la razón). Partiendo
de las ideas de la lógica trascendental, en cuya esfera se examina de manera especial el problema de
la 290 verdad, Kant afronta la valoración de la definición clá sica. "La definición nominal de la
verdad según la cual es la correspondencia del conocimiento con su objeto aquí se admite y
presupone por anticipado. Pero toda la cuestión reside en hallar un criterio universal y correcto de la
verdad para todo conocimiento" [290•3 . En esta tesis de Kant hay dos puntos significativos que
determinan en gran medida la posterior evolución de la comprensión clásica de la verdad como
correspondencia. Primero, la calificación precisamente de nominal que Kant da a la definición
aristotélica a la que, por lo tanto, puede atribuírsele diferente contenido, y, segundo, el contenido de
dicha definición depende del criterio, que debe ser universal y fiable. En esto último reside
precisamente la esencia de la comprensión kantiana de la verdad.
p El propio juicio es el que determina el criterio de la verdad. La doctrina pura acerca de la razón o
la lógica general "se abstrae de todo contenido" del conocimiento y "para ella todo debe ser
fidedigno totalmente a priori" [290•4 . En Kant, esto es justamente lo que determina el criterio
propiamente lógico de la verdad, lo que, en esencia, significa la negación del referente objetivado
como criterio inherente por necesidad a la definición clásica.
p Pero cuando caracteriza su criterio, el propio Kant señala, con sagacidad, su significado negativo
para la comprensión de la verdad. Dice que "el solo criterio lógico de la verdad, concretamente la
correspondencia del conocimiento con las leyes universales y formales del razonamiento y el juicio
es... la condición negativa do toda verdad" [290•5 . La presencia de la función negativa del criterio
kantiano, consistente en proteger el conocimiento contra los equívocos, no excluye, sin embargo, su
determinada función positiva: asegurar la secuencia del pensamiento en base a la correspondencia
con los principios lógicos de la razón como universales e indispensables.
291
p Al desarrollar sus ideas, Kant expone una tesis de suma importancia que ayuda a contemplar
desde otro ángulo su concepción de la verdad. En Crítica de la razón pura dice que la lógica no
puede aportar ningún criterio para descubrir un error referente, no a la forma de la verdad, sino al
contenido. Aquí son necesarios otros criterios, enunciados por él cuando caracteriza la
arquitectónica de la razón pura. Esta arquitectónica es la doctrina sobre el aspecto científico de los
conocimientos que deben constituir no una rapsodia, sino un sistema, es decir "la unidad de
conocimientos mult i f acéticos agrupados por una idea" [291•6 . Precisamente en la esfera cientí
fica se logran verdaderos conocimientos libres de mixtificaciones. Las matemáticas, las ciencias
naturales y el conocimiento empírico, todo esto constituye "un valor elevado".
p Cuando caracteriza el propio concepto del conocimiento —a diferencia de la fe y las opiniones—,
Kant señala de forma particular que los conocimientos son, tanto subjetiva como objetivamente, un
reconocimiento suficiente de la veracidad del juicio. Por consiguiente aquí podemos hablar de la
idea de la objetividad en la comprensión que él tiene de la veracidad de los juicios científicos.
p Por último, hay un punto esencial más en la apreciación de las ideas de Kant que debe señalarse.
En su obra Nueva visión de los principios primeros del conocimiento metafísica (1755) no sólo
desarrolla las ideas del significado de los principios lógicos para asegurar las tesis verdaderas, sino
que también eufatiza en este plano la significación del principio del fundamento determinante. No
hay nada verdadero sin un fundamento determinante: ésa es su tesis. "Y por cuanto toda verdad —
dice Kant— proviene de la definición del sujeto por el predicado, el fundamento determinante es no
sólo criterio (de la verdad), sino también (su) fuente, renunciando a la cual se puede, en efecto,
hallar no poco probable, pero resueltamente nada verdadero" [291•7 .
292
p Todo esto muestra el carácter profundamente contradictorio de las ideas de Kant en su doctrina
sobre la verdad. Las ideas y los planteamientos racionales se entrelazan con las tendencias al
formalismo y al agnosticismo. Estas tendencias sentaron el comienzo de la formalización de la
definición clásica do la verdad, el comienzo de su interpretación nominalista, lo que condujo a la
transformación de las concepciones de la correspondencia en el espíritu del subjetivismo y el
formalismo.
p Los punios de visla de F. Brentano pueden considerarse en la evolución de la concepción de la
correspondencia hacia el estado actual como un momento ló gicamente transitorio que parte de la
definición aristotélica, pero atribuyéndola un sentido muy lejano del dado por Aristóteles.
p En su tratado En torno al concepto de la verdad Brentano comienza señalando la polivalencia de
los té rminos “verdadero” y “falso”. Esta polivalencia se debe a la variedad de relaciones hacia los
objetos a que se refieren. De la multiplicidad conceptual de "lo verdadero” y "lo falso" Brentano
deduce la desaparición paulatina de un determinado referente, cuya representación va haciéndose
cada vez más amplia y amorfa. Por ello, cu el concepto general de lo verdadero también incluye "el
corazón verdadero" y "la felicidad verdadera”, habla hasta de las alucinaciones, dándoles asimismo
una apreciación gnoseológica. Si en Aristóteles, al que se remite Brentano, se trata de un referente
plenamente concreto (los objetos de la existencia y sus propiedades), para Brentano, la polivalencia
del término “verdadero” significa de hecho la negación de un tal criterio determinado.
p Brentano también se desvía de la comprensión clá sica de la verdad cuando traslada los atributos "
verdadero" y “falso” íntegramente a la esfera del razonamienlo. "En el propio sentido de la palabra,
la verdad y la mentira se encuentran en el juicio" [292•8 . Si partimos de las ideas de Aristóteles, la
expresión directa do lo 293 verdadero (o lo falso) se halla realmente en el juicio. Pero considerando
la "disipación" y la desaparición del referente objetivo en Brentano, dicha representación significa
el traslado del problema de lo verdadero a la esfera propiamente lingüística, lo que es característico
precisamente para las formas modernas del análisis lingüístico, donde los criterios objetivos de
verdadero y falso se pierden. El camino hacia la transformación moderna de la concepción de la
correspondencia está ahora trazado ya de forma totalmente determinada.
p La esencia de dicha transformación se determina, ante todo, por los principios filosóficos
generales y gnoseológicos del positivismo moderno. Consiste en lo siguiente:
p Primero, la línea de renuncia al conocimiento objetivo de la realidad, de renuncia al significado y
al contenido objetivo verdadero de las formas cognoscitivas se hace cada vez más definida.
p Segundo, esta línea constituye la renuncia a las ideas de la teoría del reflejo, base general de la
comprensión clásica de la verdad como correspondencia y de todo el proceso del conocimiento
científico del mundo.
p Tercero, si la comprensión clásica de la verdad incluye necesariamente el reconocimiento del
referente real con relación al cual se establece la veracidad de las tesis, entonces en la concepción
moderna de la correspondencia transcurre el proceso de formalización del referente, de su
interpretación subjetivo-empírica, lo que lógicamente conduce a renunciar a cualquier referente, a
sustituirlo por la palabra, el término y la convención, y, en definitiva, a negar la propia idea de la
correspondenica en general. Este último factor de la evolución de la concepción de la
correspondencia significa de hecho su autoliquidación; y eso es lo que ocurre, como veremos a
continuación, en los analíticos contemporáneos del idioma cotidiano.
Veamos ahora los elementos más esenciales de la evolución moderna de las ideas de la concepción
de la correspondencia.
***
Notes
[288•1] Aristóteles. Metafísica, VI, I, 1025, v. 1–26.
[289•2] Ibíd., II, t, 933, v. 31.
[290•3] I. Kant. Obras en seis lomos, t. 3, Moscú, 1964, pág. 159.
[290•4] Ibíd., págs. 156, 157.
[290•5] Ibíd., pág. 160.
[291•6] Ibíd., pág. 680.
[291•7] I. Kant. Obras en seis tomos, t. I, Moscú, 1963, págs. 273–274.
[292•8] F. Brentano. Über den Begriff der Wahrheit. Wahrhelt und Euidenz, Lpz., 1930, S. 6.
II
Notes
[294•9] B. Russell. An Inquiru into Meaning and Truth. London, 1951, p. 289.
[295•10] B. Russell. El conocimiento humano. Su esfera ij sus lí mites, Moscú, 1957, pág. 147.
[295•11] Ibíd, págs. 152, 146.
[295•12] Ibíd., págs. 177 y 178.
[297•13] Ibíd., pág. 540. (El subrayado es mío. — G. K.)
[298•14] A. Einstein. Compilación de obras científicas, t. IV, Moscú, 1967, pág. 250.
[298•15] L. Wittgenstein. Tractatus Logico-Philosophícas, London, 1958, I; 1. I; I. II.
[298•16] Ibíd., 4. 22. II.
[299•17] Ibíd., 2.10; 2.15.14; 2.19.
[299•18] Ibíd., 2.222; 2.223; 4.062; 4.063.
[300•19] Ibíd, 6.3; 6.13.
[301•20] Ibíd, 5.12.
[302•21] Ibíd, 5.62.
[302•22] Ibíd.
[303•23] L. Auslin. Truth. In.: Truth. Englewood Cliffs, 1964, p. 19.
[304•24] Véase: Ibíd., pp. 22, 23, 24.
[304•25] Ibíd., p. 29.
[305•26] P. F. Strawson. Truth. In Truth, p. 32.
[306•27] Ibíd., pp. 42, 43.
[306•28] Véase: ibícl., pp. 33, 37, 43.
[307•29] T. Hill. Teorías modernas del conocimiento, M., 1965, pág. 519.
Capítulo XIII
LA CONCEPCIÓN DE LA VERDAD
EN LA FENOMENOLOGÍA DE E. HUSSERL
p Cada verdad ex la unidad del significado en el reino de la verdad por encima de los tiempos.
Husserl
p La fenomenología husserliana sigue influenciando seriamente toda la filosofía burguesa moderna.
Y esta influencia es particularmente considerable respecto al existencialismo, incluida la esfera de
los problemas gnoseológicos. Se siente en gran medida también en las tendencias y doctrinas
antropológicas, psicológicas y anticientísticas, particularmente en las necesitadas de un
encuadramiento exterior seudoacadémico de sus principios y su contenido.
p La fenomenología de Husserl pretende investigar todo el área del pensamiento teórico, cuyo
análisis puede realizarse, supuestamente, sólo mediante un método fenomenológico especial. Para
ello actúa de determinada alternativa a las concepciones idealistas tradicionales.
p Primero. La fenomenología husserliana niega la veracidad del idealismo en la comprensión de la
naturaleza del pensamiento, contemplando éste como la realización de las capacidades del sujeto
que le son inmanentes 309 como a homo sapiens. Se sobreenlionde, que dicha fenomenología no
opera aquí contra oí idealismo en general, sino tan sólo contra sus formas subjctivistas.
p Segundo. Esta actitud general negativa hacia el subjetivismo apareció en la primera fase del
desarrollo de las ideas husserlianas como estricta alternativa al psicologismo en lógica y
gnoseología. En este punto Hussorl se declara enfáticamenle contra la "hipóstasis psicológica" de lo
universal, que no se determina, ni con mucho, por su "existencia real" en el pensamiento del sujeto.
p Tercero. La hipóstasis metafísica de lo universal, que significa reconocer su existencia fuera del
pensamiento, tampoco la admite la fenomenología de Husserl. Ni el mundo platónico de las ideas,
ni los universales de los realistas, ni los fenómenos del espíritu hegeliano (por cuanto ellos en su
sustancia primaria son fenómenos del espíritu trascendental para el hombre) son categorías reales
do la conciencia, de sus formas realmente existentes. Aquí, la fenomenología se manifiesta muy
claramente como alternativa a las formas mistificadas del idealismo objetivo.
p Cuarto. La fenomenología de Husserl se opone a todas las demás formas de empirismo,
incluyendo la concepción de Mach-Avenarius-Cornelius acerca del mínimo gasto de energía o el
principio de "economía de pensamiento”, lo que constituye una variante de la comprensión
naturalista del conocimiento. Estas concepciones, como señala Husserl, pueden esclarecer la
doctrina prá ctica sobre el conocimiento, pero no la doctrina pura del conocimiento, no las leyes
ideales de la lógica pura, lo que determina inicialmente la base de la fenomenología.
p Quinto. La fenomenología husserliana, como doctrina “pura” sobre el conocimiento, no es al
mismo tiempo una teoría formalmente apriorística. Las formas superiores del pensamiento, las más
abstractas tienen como objeto algo diferente dnl ponsnmiento. Este es siempre intencional, lo cual
constituyo una cierta alternativa al formalismo y al apriorismo.
p Toda osla mullifarética alternativa de la fenomenología husserliana ante diversas teorías
gnoseológicas es 310 al mismo tiempo alternativa a las correspondientes concepciones de la verdad
o a los principios que las sustentan. El sentido racional de dicha alternativa, para nosotros, está en la
revelación de la unilateralidad metafísica do las consiguientes teorías gnoseológicas y las
concepciones de la verdad basadas en ellas. Esta alternativa muestra on este sentido la insolvencia
metodológica de los principios de dichas concepciones y teorías.
p La solución positiva, por la fenomenología husserliana, del problema de la verdad se determina
por su objetivo general de investigación de la esfera del pensamiento teórico. Se trata de la esfera
del conocimiento trascendental. En consonancia con determinada evolución de las ideas
fenomenologías -desde las Investigaciones ló gicas de Husserl hasta el movimiento fenomenológico
moderno [310•1 –2—, los problemas del pensamiento teórico aparecen en la fenomenología en tres
dimensiones fundamentales: 1) como problemas de "lógica pura" y de " gnoseología pura”, libres de
todo empirismo y psicologisrao; 2) como problemas de filosofía trascendental conducentes a la
creación del Organon del conocimiento trascendental, del sistema del "subjetivismo trascendental”;
3) como problemas de la psicología trascendental resueltos desde las posiciones metodológicas de
la “psicognosis” (variante del enfoque psicológico al conocimiento) .
p El punto de partida del programa fenomenológico fue la tarea de crear la "teoría pura del
conocimiento" y la "lógica pura”, libres de cualquier psicologismo y empirismo. Esta disciplina
tiene el valor de fundamento gnoseológico general para todo el conocimiento, tanto filosófico como
científico especial. En ella —dice Husserl— hay que ver la disciplina que "precede a la metafísica,
lo mismo que a la psicología y a todas las 311 demás ciencias" [311•3 . Husserl considera que para
construir una tal disciplina teórica universal se precisa el cumplimiento de tres tareas: 1) la fijación
de categorías puras del significado, de teorías puras de materias y de sus combinaciones naturales;
2) el análisis de las leyes relacionadas no sólo con las combinaciones ( complicaciones) de los
conceptos, sino con el significado objetivo de las unidades teóricas creadas con ellos, y, 3) la
conslrucción de la teoría do la posibilidad de las formas de las teorías o la doctrina pura acerca de la
variedad, que estudie los tipos de posibles teorías y sus interrelaciones regidas por leyes [311•4 .
p En esta primera construcción del programa que conserva su significado general en la posterior
evolución de la fenomenología se contienen ya importantes ideas respecto a la comprensión de la
verdad: la idea de su universalidad, de la conceptualidad gnoscológica y la independencia respecto a
sus formas y manifestaciones subjetivas concretas, es decir, en cierto sentido, la idea de su
significación objetiva.
p Después, el programa busserliano se transforma en la tarea de la construcción de la
fenomenología como filosofía trascendental con todo el complejo de sus conceptos y categorías,
desarrollados en las obras de Husserl Ideas de la fenomenología e Ideas de la fenomenología,
pura, ]¡ ia filosofía de la fenomenología.
p La realización del programa renovado se logra mediante un método fenomenológico muy
concreta y detalladamente elaborado. A este respecto, el fenomenólogo norteamericano M. Farber,
en su libro Los objetivos de la fenomenología, señala las siguientes tareas, que deben resolverse con
dicho método: asegurar una teoría única de la ciencia y el conocimiento; esclarecer la baso del
pensamiento y los fundamentos de la lógica; determinar el papel del intelecto y el experimento en el
conocimiento (estos últimos en calidad de "psicología puramente eidética”); determinar el "campo
universal de las 312 investigaciones filosóficas" y ayudar a realizar "el ideal de la filosofía
descriptiva completa" [312•5 .
p Husserl planteó, sobre la baso de los principios de su método fenomonológico —y realizó en el
sistema de su filosofía— la tarea de construir el Organon del conocimiento trascendental. En el
tercer libro do Ideas de la fenomenología pura. . . determina con bastante precisión la esencia de
dicho Organon. "VA gran Organon del conocimiento trascendental" - dice— es la fenomenología
misma "como ciencia acerca de la conciencia trascendental en el marco de la intuición esencial
directa" [312•6 . Este Organon debe garantizar la unidad teórica, trascendental de todo el proceso
cognoscitivo.
p Las ideas del Organnn hussorliano determinan la esencia de la concepción fenomenológica de la
verdad. Pero precisamente la esencia, y no todo su contenido. Este, en la compleja y contradictoria
filosofía de Husserl, se caracteriza por diferentes momentos que adquieren más o menos relieve en
los correspondientes estadios de la evolución de las ideas hussorlianas. Nos parece oportuno
examinar la lógica de dicha evolución para valorar el contenido de la concepción fenomenológica
de la verdad.
p El primer punto en el desarrollo de la concepción fenomenológica de la verdad es, lógicamente, la
teoría de loa “eidos” de Husserl. Hiena teoría está orgá nicamente vinculada y se deriva de sus
ideas sobre las tareas de la "lógica pura”, donde el término “pura” se entiende en sentido formal
generalizado. Husserl contempla la "lógica pura" como una disciplina apriorística; por ello también
los “eidos” reciben significado de categorías ideales apriorísticas.
p El principio de la idealidad de los “eidos” como conceptos universales y formas conceptuales en
general determina en gran medida la esencia de la verdad en la concepción de la fenomenología
hussorliana, a pesar de que dichas ideas fueron desarrolladas por Husserl en el primer estadio de su
evolución.
313
p En ese estadio del desarrollo de las ideas fenó menológicas la comprensión de la verdad se
caracteriza ya por ciertos rasgos fundamentales que no perdieron ni podían perder su significado
posteriormente, pese a su modificación sustancial. Los fundamentales son:
p Idealidad de la verdad. Si tomamos en consideración que la verdad constituye una categoría
gnoseológica, está claro que tanto en general como en este sentido es ideal. El materialismo
dialéctico está lejos de reducir el principio do la unidad de lo gnoseológico y lo ontológico a su
identidad. Esta tiene tan sólo un sentido relativo: puede hablarse de la identidad del contenido de la
existencia y las formas del conocimiento, lo cual no elimina la diferencia de principio entre la
materialidad del sor y la idealidad de las formas cognoscitivas. En cierta medida este elemento se
señala y subraya también en la fenomenología. Pero aquí, lo específicamente fenomcnológico es el
hecho de interpretar esta idealidad como idealidad pura, libre de todo elemento de empirismo,
psicologismo, antropologismo en general y de toda forma lingüística. La idealidad de la verdad,
según Husserl, es producto y manifestación de los fenómenos " puros" de la conciencia, al margen
de todo factor externo, ontológico o gnoseológico material. Habla incluso de las verdades como
posibilidades ideales. Pero además, aunque las posibilidades ideales no se realicen nunca ni en
ningún sitio (en el sentido de su percepción o de "conocimiento do la verdad”), "cada verdad sigue
siendo de por sí tal verdad y conservando su existencia ideal" [313•7 .
p La idealidad de la verdad en la fenomenología determina también su subslancialidad como
categoría ideal, como una cierta esencia ideal, con su existencia y conlonido internos ideales e
independientes. En este sentido, la verdad no es oí producto ni oí correlato de la pluriformidad
material do la realidad. "Cada verdad —dice Husserl—, en su existencia ideal, es la unidad del
significado en el reino de la verdad por encima de los tiempos".
314
p El carácter substancial de la verdad se determina también por la comprensión fenomenológica de
la cosa como objeto del análisis lógico, donde se establecen los conceptos de verdad, ley, teoría, etc.
Desde el punto de vista lógico —dice Husserl—, la tesis acerca del paralelogramo de fuerzas puede
ser tan “objeto” como la ciudad de París. Por consiguiente, las formas ideales, incluida la verdad
como categoría ideal, tienen la importancia de principios independientes y, en este sentido, se
transforman en "esencias cosificadas" con su propio contenido.
p La substancialidad y obligatoriedad de la verdad conduce lógica y directamente a la comprensión
fenomenológica de su objetividad. La idea de la "objetividad de la verdad" se determina en
fenomenología ante todo como alternativa a todos los tipos de antropologismo y subjetivismo, que
siempre llevan a determinada forma do relatividad de la verdad. Situado en esta clave, el
surgimiento de la idea de la objetividad en la concepción fenomenológica de la verdad resulta
lógico. Pero esta idea se hace imprescindible sólo desde el momento en que se promueve el
"programa positivo" de la fenomenología. Se entrelaza orgánicamente con este programa,
cualesquiera que sean sus materializaciones concretas.
p El logro de la idealidad pura y la objetividad del significado de los “cidos” se realiza mediante
una actividad abslractora de tipo superior —la ideación — , que permite elevarse por encima de la
universalidad común, concreta y realizar una generalización más elevada, basada únicamente en la
"semejanza pura”, reveladora de la necesidad apriorística en las relaciones de los objetos
generalizados. Esta aprioridad se manifiesta como " sustancia universal”, "forma universal
necesaria”, y ello determina su significación general, su independencia de toda unicidad.
Precisamente en esto ve Husserl la " verdadera objetividad basada en la idealidad superempí
rica" [314•8 .
315
p "La objetividad de las verdades" también resalta claramente allí donde Husserl subraya su
existencia substancial independiente de toda percepción. Las verdades en sí "son lo que son —dice
— , tanto si las percibimos como si no”. Precisamente por tener su significado interno "deben
considerarse condiciones objetivas o ideales de la posibilidad de su conocimiento" [315•9 .
p Por último, el punto en cierto modo lógicamente culminante de dichas ideas es el hecho de
considerar las verdades estáticas y eternas. A diferencia del profundo dinamismo de las categorías
lógicas de Hegel, el cuadro de las categorías de Husserl nos presenta un mundo estático e inmóvil
de verdades ya hechas y eternas, verdades por sí mismas.
p La tesis de la sempiternidad de la verdad significa también el reconocimiento de su carácter
absoluto, en la concepción fenomenológica, por supuesto. Las verdades y, ante todo, las verdades de
la ciencia estricta, tienen, según Husserl, significación eterna para la humanidad, constituyendo
formaciones claras y racionales. En este mismo plano contempla también la veracidad de los
conceptos como formas estables de valor universal que constituyen la esfera del "conocimiento
absoluto”. Además, el conocimiento de tales formas absolutamente verdaderas como esencias
ideales, se logra en la contemplación intuitiva.
p También es natural que, en la concepción fenó menológica, la eternidad y el carácter absoluto de
las verdades signifiquen la confirmación de su carácter estático e inmutable. Operan como formas
ya listas; en la fenomenología ni se menciona que tengan génesis. En realidad, existe una
vinculación entre la génesis de las verdades y el momento do su historicidad, surgimiento y
desarrollo hasta el nivel de formas absolutas de valor universal. Pero, la fenomenología niega
precisamente la historicidad do las verdades. Por lógica, esto determina de forma inevitable la
ruptura entre la génesis y la esencia de la verdad, lo que resulta muy propio de la fenomenología
husserliana. Este antidialectismo de la 316 fenomenología do Husserl prueba a todas luces su
anfieiontifismo en la interpretación general do la naturaleza do la verdad.
p El ulterior desarrollo do las ideas fenomenológicas y, ante todo en Husserl. aportó nuevos
momentos en la concepción de la verdad. Pero este desarrollo fue en grau medida producto de la
insatisfacción interna del fundador de la fenomenología con sus propias ideas, insatisfacción que
tenía un fundamento más profundo: la inadecuación de las ideas y principios fenomenológicos a
las leyes reales del proceso del conocimiento del mundo. Por ello, en el desarrollo de la concepción
fenomenológica de la verdad debemos constatar dos tendencias entrelazadas: 1) la tendencia a la
renovación y a la adaptación de las ideas fenomenológicas a las exigencias reales del proceso del
conocimiento, y 2) el empeño de modificar y, al mismo tiempo, conservar los principios
fenomenológicos esenciales en esto inevitable proceso de su renovación.
p Husserl caracteriza el paso a las nuevas ideas en su manuscrito inédito que precedió a su famosa
obra Las ideas de la fenomenología. La idea central do ese manuscrito consiste en el planteamiento
do la tarea de crearla fenomenología trascendental como fenomenología de la conciencia
constituida. Dicha fenomenología resuelve el problema de la constitución del "objeto en la
conciencia" o de la "existencia en la conciencia".
p En el desarrollo de sus nuevas ideas y en su afán de superar las contradicciones existentes entre la
fenomenología y el proceso real del conocimiento, pero conservando a la vez los principios
fenomenológicos esenciales, Husserl, en la segunda fase do su evolución, presenta una
comprensión, en gran medida nueva, de la verdad, muy diferente a sus anteriores ideas, pero sin
abandonar la esfera do los principios fenomenológicos generales.
p El concepto de intencionalidad, que aporta una serio de ideas origínalos a la concepción
fenomenológica do la verdad, está en e] centro del nuovo enfoque do los problemas gnoseológicos.
Al introducir este concepto Hussorl subraya su sentido alternativo respecto al 317 enfoque
puramente lógico, inmanente, do la comprensión de la esencia del conocimiento. Ya en sus
conferencias La idea de la fenomenología dice: "No se trata de la inmanencia pura, sino del sentido
intencional de lo inmanente. Los fenómenos de la conciencia —y esto pertenece a su esencia—
tienen determinada intención, presuponen algo y se refieren a una determinada
materialidad" [317•10 .
p Con esto entramos en el punto central de las nuevas ideas de Husserl en la interpretación de la
verdad. La conciencia se manifiesta como conciencia objetivada, en la cual se incluye
orgánicamente la existencia. La tesis "la existencia en la conciencia" pasa a ser determinante en la
comprensión de la verdad y, en dependencia de su sentido, la idea de la correspondencia adquiere
un nuevo significado. Al desarrollarse en base a los principios del Organon de Husserl, esta idea
alcanza toda una serie de encarnaciones concretas con diferentes formas de correlato : la
dependencia correlativa de los componentes ontológicos y gnoseológicos de los fenó menos de la
conciencia.
p Husserl comienza el análisis lógico del concepto del correlato esclareciendo el significado del
propio concepto do fenómeno. El término fenómeno —señala— tiene doblo sentido, lo que se
determina precisamente por la relación correlativa entre el fenómeno y la apariencia. dJouvou,evov
significa ser visible, aparecer, aunque por lo común se aplica para denominar la propia apariencia
como fenómeno subjetivo" [317•11 . En la comprensión del concepto dado, inicial para toda la
fenomenología destaca con relieve la idea de la unidad singular de la objetividad y la subjetividad,
que determina lo esencial en la concepción fenomenológica de la verdad en su evolución desde que
aparecieran las Investigaciones ló gicas.
p Todo el conjunto de razonamientos de Husserl es, en esencia, un conjunto de ideas
fenomenológicas en la comprensión do la esencia del verdadero conocimiento, 318 es decir, en la
comprensión de la verdad misma. Ló gicameiile aquí pueden destacarse dos ideas esenciales.
p 1. La idoa de la nueva objetividad (neuartige Objektivilat), en su aplicación a la comprensión del
sentido del conocimiento verdadero, constituye una determinada transformación de la idea de la
"objetividad de la verdad”, desarrollada por Husserl en la primera fase de la evolución de su
filosofía fenomenológica. Esta transformación se produce claramente por la vía de la renuncia a la
comprensión de la objetividad como principio independiente del sujeto, lo que cambia
cualitativamente el sentido do la objetividad de la verdad. "El valor objetivo" no es para 61 algo
absoluto, independiente de la actividad del sujeto, ni menos aún el resultado del reflejo de la esencia
objetiva del mundo material. La objetividad casi se funde con la subjetividad. Más tarde, en el
estadio de esta fenomenología posterior a las Investigaciones lógicas, la transformación de la idea
de la objetividad del verdadero conocimiento se presenta como proceso contradictorio; la renuncia a
la independencia de la "objetividad de la verdad" respecto al sujeto significa, al mismo tiempo, el
reconocimiento de la "cosificación" en las formas subjetivas de] conocimiento.
p 2. La subjetividad como principio ocupa en la fenomenología de Husserl un lugar especial. La
alternativa fenomenológica a la gnoseología materialista significa la negación del mundo objetivo
real, trasladando toda la problemática gnoseológica a la esfera de la conciencia humana
propiamente dicha y, en este sentido, a la esfera de la subjetividad. Desde este momento, todos los
problemas del conocimiento, incluido el de la verdad, pasan a ser solucionados por la
fenomenología precisamente en esta esfera, lo que la conduce lógicamente a su contradicción con el
conocimiento científico, objetivamente verdadero del mundo.
p La idea de la subjetividad pasa por toda la fenomenología trascendental: desde el reconocimiento
de la prioridad do la "conciencia pura" y el "yo puro" hasta la introducción del concepto "sujeto
universal" y la subjetivación del concepto "mundo vital”. Este mundo, como mundo de]
conocimiento verdadero es el mundo de 319 lo subjetivo y relativo. Esto "reino de la subjetividad"
significa renunciar a la idea de la objetividad del conocimiento auténtico, lo que debe considerarse
clara y concretamente un desplazamiento del pensamiento fenomenológico en línea descendente en
la esfera de los problemas gnoseológicos.
p 3. Por último, a la luz de la fenomenología trascendental también la cuestión de la veracidad de
las tesis científicas adquiere nuevo aspecto y, ante todo, los conceptos de las ciencias naturales.
Aquí aparecen claramente dos ideas fundamentales de la fenomenología: 1) el reconocimiento de la
objetividad del objeto de las ciencias naturales y, por ello, de la objetividad de sus categorías, y 2) la
interpretación de esta objetividad como directa y externa; por esta razón, también las verdades de
las ciencias naturales tienen de por sí en la fenomenología un carácter no profundo, sino externo, ú
nicamente superficial. De aquí surge la necesidad de fundamentar el sentido y el significado de
estas verdades.
p Esta "fundamentacióu" consiste en que, a diferencia de tales verdades superficiales, la verdad
“profunda”, “interna” se revela en la fenomenología de Husserl mediante el análisis de la
subjetividad, el análisis de la vida espiritual (como actividad) de un organismo que funciona
dinámicamente. Este mundo relativo y subjetivo de dicho organismo, su "mundo vital" resulta ser el
fundamento precientífico de toda la actividad cognoscitiva del hombre. La existencia del
organismo, su vida espiritual es, en última instancia, la base primaria tanto de la propia verdad
como de todas las verdades científicas en general.
p Precisamente esta línea es la que adquiere desarrollo en las concepciones de los fenomenólogos
contemporáneos, como fue mostrado con particular claridad en el coloquium especial del XIV
Congreso Internacional de Filosofía, celebrado en Viena. Señalemos de entrada que en dicho
Congreso los fenomenólogos modernos no brindaron ninguna concepción integral de la verdad o de
la nueva variante de su concepción fenomenológica. Pero sus posiciones son smnamenle definidas y
características para la evolución general de las ideas fenomenológicas, cada vez 320 más distantes
de la comprensión científica de los problemas del verdadero conocimiento.
p El subjetivismo en la interpretación de la verdad adquiero en ellos un colorido psicológico
evidente. L. Landgrebe, R. Chisholm, K. Fiscber, D. Sanford y otros partieron íntegramente de las
ideas de la " psicognosis”, proveniente de Breiitano. Estas ideas sostienen la primacía de la
fundamentación psicológica de todos los problemas del conocimiento e incluyen la exigencia de
que se describan los actos del conocimiento con los cuales se logra el saber. En este caso se subraya
la idea de que en el acto cognoscitivo la evidencia se descubre de improviso, "de golpe”, sin
"inducción alguna proveniente de casos particulares”. El objeto en un tal acto cognoscitivo asiste
inteucionalmeiite, estando como incluido en dicho acto.
p El fenomenólogo norteamericano D. Sanford, en su informe acerca de los juicios intencionales,
examina varios criterios de su veracidad llegando a la conclusión de que ni el criterio "de la
existencia independiente" ni el de la "significación indiferente" o el de la " relación indirecta" son
satisfactorios. Su idea se reduce a que sin premisas psicológicas no resulta posible determinar los
criterios necesarios de la veracidad de los juicios. En este misino plano K. Fiscber enfatizó que la
metafísica como disciplina teórica está incomparablemente más alta que la ciencia, y la psicología
descriptiva es precisamente la que debe desempeñar el papel de tal teoría metafísica. Por ello, la
"psicología descriptiva tiene un valor superior al de todas las otras ciencias" [320•12 . En este
sentido de la psicología descriptiva recibe su expresión adecuada la unidad de "la verdad”, "la
bondad" y "la belleza" abriendo paso a los criterios axiológicos de la verdad.
p En su conjunto, este regreso al psicologismo brentaniano en el desarrollo de las ideas
fenomenológicas modernas evidencia el fortalecimiento de las tendencias subjutivislas en ellas.
321
p Con respecto al sentido general de la idea fcnomenológica de la subjetividad debemos decir que la
insolvencia teórica de la fenomenología no consiste en que destaca y analiza el aspecto subjetivo
del concepto de la verdad, sino en la prioridad que le confiere. En definitiva, precisamente este
subjetivismo predetermina la inconsistencia de los principios generales de la concepción de la
verdad de la fenomenología husserliana. La insolvencia científica de dicha concepción se
manifiesta, ante todo, en que, en todo el sistema de sus ideas, no existe fundamento científico-
metodológico de la comprensión correcta tanto de la subjetividad corno del acto cognoscitivo y la
unidad do la objetividad y la subjetividad. Mas adelante, la fenomenología de Husserl menosprecia
la actividad histórica real del hombre como base de todos sus actos cognoscitivos; subordina la
realidad objetiva a la actividad subjetiva, donde la primera actúa como algo dado; construye el
Organon del conocimiento trascendental, de hecho, hasta el análisis del propio conocimiento,
repitiendo y empeorando el equivocado procedimiento de Kant, calificado correctamente por Hegel
como inadecuado a la propia esencia del proceso cognoscitivo; entra en franca contradicción con las
leyes reales del conocimiento científico, exige la eliminación de las verdades científicas acerca del
mundo objetivo, comparada con las cuales la verdad de la fenomenología trascendental es algo
básicamente distinto. En consecuencia, la fenomenología sustituye el verdadero criterio de la verdad
—la práctica socio-histórica de los hombres, tomada on toda la variedad de sus aspectos y
manifestaciones— por una variante de la "intuición intelectual”, la "visión de la esencia”,
retrotrayendo el pensamiento gnoseológico a las ideas de la contemplación schellinguiana y
“abarcando” verdades ya hechas, es decir, tornando a los arcaicos principios prehegelianos,
superados por el gran dialéctico alemán ya al comienzo del siglo pasado.
Por todo ello, las pretensiones do la fenomenología husserliana a una "palabra nueva" por principio
en la gnoseología y, particularmente, en la doctrina de la verdad, carecen de fundamento.
***
Notes
[310•1] –2 En el libro Principios y contradicciones de la filosofía fenomenológica, de N.
Motroshílova (Moscú, 1968) se hace un aná lisis crítico de las principales etapas de la evolución de
las ideas fenomenológicas de Husserl. La crítica de las concepciones husscrlianas, especialmente en
torno a la verdad, puede verse en el trabajo de K. Bakradze Ensayos de historia de la filosofía
burguesa moderna y contemporánea (Tbilisi, 1960, cap. VI).
[311•3] E. Husserl. Investigaciones lógicas, parte T, San Petersburgo, 1009, pág. 195.
[311•4] Ibíd., págs. 213–218.
[312•5] M. Fnrbcr. The Aims of Phr-nome.nology, Now Yorlc, p. 14.
[312•6] E. Husserl. Ideen ?.n einc.r reinen Phñnomenologte nnd phñnomennlogische Philosophle.
Dr. Bnch Haad, S. 78.
[313•7] E. Hiisserl, Investigadorin; lógicas, parto I, pág. 112.
[314•8] Ibíd., pág. 110. (El subrayado es mío. — G. K.)
[315•9] Ibíd., pág. 200.
[317•10] E. Husserl. Die Idee der Phánomenologle. Eínleitung des Heraasgebers, Haag, 1950, S.
IX-X.
[317•11] Ibíd., S. 14.
[320•12] Akten des XIV Internationalen Kongresse für Philosophie. Wien, 1968, Bd. II, S. 217–
221.
Capítulo XIV
NATURALEZA ANTICIENTÍFICA
DE LAS CONCEPCIONES TEOLÓGICAS
DE LA VERDAD
p La profecía milagrosa no es más que una fábula. En cambio, la profecía científica es un hecho.
Lenin
p La lógica interna de la evolución de las ideas grioseológicas en la filosofía burguesa invalida
claramente de principio todas las concepciones fundamentales de la verdad que determinan el
cuadro general de la gnoseología idealista contemporánea. En tal situación, la vigorización do las
ideas religiosas dentro de las teorías tradicionales y las doctrinas gnoscológicas constituye un
fenómeno completamente natural. Es asimismo lógica la divulgación de las concepciones
propiamente teoló gicas de la verdad y, además, en una serie de casos, la esencia religiosa de tales
concepciones subordina las ideas “laicas” de ciertas escuelas filosóficas que se diluyen en las
concepciones teológicas y pierden su significado independiente. Pero esto, lejos de ser un signo de
fuerza de las concepciones e ideas religiosas, denuncia la debilidad de las escuelas y concepciones
filosóficas y gnoseológicas tradicionales.
323
p En este plano es sumamente característica la pluralidad de las concepciones teológicas de la
verdad, la variedad de formas y métodos de penetración y manifeslación de las ideas y
representaciones religiosas acerca de la verdad. Esta pluriformidad expresa objetivamente el
tesonero empeño del clericalismo filosófico de hallar su propia solución al problema de la verdad,
ponerla a su servicio y presentarla como adecuada precisamente a la filosofía religiosa y no a
cualquiera otra. Al mismo tiempo, esta diversidad testimonia la falta de una teoría única,
consecuente y profunda de la verdad, imposible de crear partiendo de las concepciones filosóficas
de la religión.
p La premisa determinante en las concepciones teológicas de la verdad es la idea de la existencia
creada por Dios, en su significado universal, y que se hace comprensible debido a la capacidad de la
raxón divina de revelar su esencia. El conocimiento humano no es más que la manifestación de
dicha capacidad de la razón divina.
p La solución del problema de la correlación entre el conocimiento y la existencia tiene aquí un
sentido y un carácter íntegramente teológicos. La existencia, por su propia esencia, es divina, su
conocimiento es obra del hombre –en su marco y posibilidades humanas— en forma de proceso de
la revelación de la fuerza y el poder divinos, de su inmanente correspondencia a la naluraleza del
mundo creado por Dios.
p Esta interpretación de la “correspondencia” expresada en la fórmula adaequalio intellectum
divinurn el reí creandae —la adecuación entre la razón divina y las cosas creadas (por Dios)—
determina el enfoque general del problema de la verdad en ¡odas las concepciones teológicas, pese a
todas sus diferencias y particularidades. Comencemos señalando que esta fórmula recuerda tan sólo
exteriormente a la definición clásica de la verdad como correspondencia entre las ideas y las cosas:
adaequatio reí el intellectus. En las concepciones teológicas no se trata de la adecuación de la razón
(ideas, teorías y conceptos) a las cosas reales, sino de la adecuación de Ja razón divina a la
naturaleza interna del mundo 324 creado por ella, do su esencia divina. Esa correspondencia se
postula a priori y la esencia de las cosas se declara divina, por cuanto el mundo es —según la
teología — obra de Dios de acuerdo con las leyes de su razón. La tautología interna de estas
disquisiciones evidencia así la inconsistencia básica de las concepciones teológicas ya desde sus
posiciones de partida.
p Los teólogos contemporáneos se valen de todas las formas y métodos en su empeño por lograr el
reconocimiento de sus ideas en las representaciones de la verdad. En este sentido pueden destacarse
las siguientes variantes de concepciones teológicas de la verdad, determinadas por las principales
tendencias en el desarrollo de las concepciones religiosas contemporáneas.
p I. Tomismo tradicional: concepciones de la verdad y el conocimiento verdadero, sostenidas por E.
Gilson y J. Maritain. Las teorías filosóficas de estos patriarcas del tomismo actual suelen calificarse
de ¿sistema de sí ntesis tomista donde adquieren un desarrollo muy consecuente los principipalcs
problemas gnoseológicos, incluido el problema de la verdad.
p A juicio de Gilson, el conocimiento verdadero no puede lograrse mediante el realismo directo, no
muy distante de la ingenuidad del sentido común. Del mismo modo es inasequible en la perspectiva
agnosticista de la filosofía de Kant, por cuanto la crítica trascendental gira en la esfera abstracta del
pensamiento puro y está incapacitada para comprender la realidad.
p El sujeto cognoscente llega a la verdad remitiéndose al objeto real. Cuenta con la capacidad del
alma bumana "que sufre, percibe y razona" [324•1 –2. Gilson parte totalmente de la tesis de Tomás
de Aquino acerca de la debilidad de la razón del hombre, que cae inevitablemente en grandes
errores al quedar a su propio albedrío, privado de la fe y el vínculo con la razón divina. La salida
está en que el alma del hombre acoja "la grandeza de las verdades divinas”, prestando con ello
ayuda 325 decisiva al intelecto humano. La verdad se consigue tan sólo en los caminos de la fe
cristiana "que brilla sobre las ondas de los equívocos y las desorientaciones como estrella amiga"
que guía los pasos hacia ella [325•3 .
p En estas ideas de Gilson pueden destacarse los tres aspectos importantes siguientes: primero, la
verdad suprema y auténtica es la verdad de Dios, la verdad de la razón divina y de la
bienaventuranza divina; segundo, el intelecto del filósofo, el pensamiento del científico y la
inspiración del artista deben ser puestos al servicio de Cristo-Rey, del cual reciben la luz de su
verdad; tercero, la filosofía, la ciencia y el arle deben con ello reconocer las verdades de la iglesia,
la plenitud y justicia de los valores cristianos, reveladores de la sabiduría de la palabra divina
llamada a salvar al mundo.
p Desde el punto de vista teórico aquí no hay nada básicamente nuevo comparado con el
dogmatismo religioso en general. Están presentes: la declaración de verdad suprema la verdad de
Dios, la subordinación a la misma de las verdades de las demás esferas espirituales, también una
orientación bien definida de sus ideas: la debida interpretación de la verdad deberá servir para
enaltecer y fundamentar los dogmas religiosos y, con ello, toda la línea de acción de la Iglesia
cristiana.
p En la interpretación por Maritain del problema de la verdad, tiene importancia decisiva su análisis
de las vías del verdadero conocimiento conducente al óptimo resultado, a la verdad absoluta. Parte
de las "cinco vías del conocimiento" formuladas por Tomás de Aquino, a las que se esfuerza por
imprimir un significado filosófico racional, subordinándolo a los principios supremos de la teología.
p En virtud de la lógica interna del movimiento del pensamiento mismo, las "cinco vías del
conocimiento" deben conducir respectivamente a las siguientes conclusiones: 1) reconocimiento del
principio (o agente) absolutamente inmóvil que pone en movimiento todos los 326 fenómenos del
mundo y el propio mundo; 2) la causa primaria que, a su vez, no tiene causa alguna; 3) el
reronocimicnto de la necesidad que condiciona todo lo aleatorio, no necesario; 4) la diferenciación
de escalones o graduación en todo: en la existencia, en la vida, en la belleza, en la bienaventuranza,
en el conocimiento y, por tanto, en la verdad; 5) la racionalidad inlerna del mundo determinada por
la razón suprema y el amor supremo de Dios [326•4 . La culminación lógica de las cinco vías y de
cada una de ellas es el principio superior, la causa suprema, la necesidad suprema, es decir, alguno
de los atributos divinos.
p Marilain considera que la forma primaria y primitiva de la verdad es la pragmática. La denomina
" concepción bárbara" [326•5 por su naturaleza utilitario-empírica. En el escalón pragmático del
conocimiento no hay todavía actividad abstrayente.
p Las verdades metafísicas se encuentran en un escalón más elevado que las verdades científicas.
En la esfera de la metafísica —dice Maritain — , se desarrolla extensamente la actividad de la
razón, no cargada con la materialización físico-empírica de las cosas naturales. Empero, la
metafísica también se distingue por su debilidad e incluso por su indigencia, condicionada, según
decía, por el hecho de ser una "ciencia humaría”. Afirma que la auténtica verdad se revela en el
conocimiento superracional. Precisamente este último permite alcanzar las grandes verdades,
demasiado “pesadas” para la razón propiamente humana [326•6 .
p La culminación lógica de la concepción de Maritain es el propio concepto de la verdad suprema o
la verdad en su sentido y significación teológicos. Se caracteriza por los siguientes rasgos.
p 1. La verdad suprema no es una copia directa de la realidad, no expresa la simple identidad de los
pensamientos y las cosas. La correspondencia comprendida de 327 esta manera se da en el mejor de
los casos en las verdades del conocimiento físico-matemático.
p 2. La verdad puede definirse, partiendo de la fó rmula de Tomás de Aquino, como adecuación del
"espí ritu y la existencia”. Esta última no se reduce al propio hecho de la presencia de cosas físicas:
la esencia de la existencia consiste en su inmaterialidad, en su naturaleza espiritual divina. De aquí
que la verdad, según Maritain, es la "estricta correspondencia con la inmaterialidad" [327•7 .
p 3. Las verdades supremas se logran en el conocimiento superracional que constituye a) la
sabiduría suprema en general, b) la percepción del objeto universal c) el conocimiento de los
principios primeros. El hombre se eleva a la esfera de lo superracional apoyá ndose en la capacidad
superior de su alma determinada por su naturaleza divina. Aquí, la razón del hombre fracasa.
p 4. En la esfera superracional, el conocimiento deviene "conocimiento moral de Dios" y la verdad
es tal en la medida en que "corresponde a los principios morales”, asegurando con ello los
necesarios valores éticos [327•8 .
p Los teólogos declaran a priori la idea básica de la “superioridad” de la verdad religiosa sobre
todas las demás, por cuanto no puede demostrarse ni jundamentarse, dada su incompatibilidad con
el proceso real del conocimiento científico y la misma práctica humana. Los aspedos lógico-
racionales del proceso cognoscitivo se subordinan íntegramente a los principios superracionales y,
de hecho, se diluyen en ellos. Al mismo tiempo, la presencia de dichos aspectos puede considerarse
forma embrionaria de la concepción neotomista moderna de la pluralidad de verdades.
p II. Modernización de las ideas tradicionales del tomismo y concepción de la pluralidad de
verdades. Como se sabe, desde los tiempos de la encíclica del papa León XIII Aeterni Patris la
Iglesia católica busca sin cesar la adecuación de las ideas de Tomás de Aquino 328 a las nuevas
condiciones de su actividad. Esto so expresa en la intensificación de la tendencia a la modernización
de las ideas tomistas tradicionales, tan caracterí stica en nuestros días. Con respecto a las cuestiones
filosóficas y gnoseológicas esta tendencia se manifiesta, ante todo, en la renovación y
“fortalecimiento” del principio de la armonía entre la fe y el conocimiento. En cuanto al problema
de la verdad se convierte en forma de concepción de la pluralidad de verdades, cuyo núcleo interno
consiste en la idea modificada y modernizada de la dualidad de la verdad.
p En su forma ”clásica" más clara esa concepción se desarrolló durante la década del 50 en las obras
de los profesores de la Universidad Católica de Louvain. En su conocida obra colectiva Libertad y
verdad se brinda la siguiente clasificación de las diferentes verdades, con un carácter de esquema
jerárquico determinado; la verdad primera y simple, la empírica; la segunda, la verdad científica; la
tercera, la verdad metafísica o filosófica y, la cuarta, la verdad religiosa [328•9 . Cada una de ellas
ocupa un sitio determinado y cuenta con su significado en la jerarquía general.
p Es innegable que al caracterizar estos tipos de verdad los autores perciben ciertas peculiaridades
reales y diferencias entre el conocimiento empírico, el fí sicomatemático y el filosófico. Pero,
primero, absolutizan estas peculiaridades hasla el extremo de independizar y contraponer los
diferentes tipos de verdades entre sí; segundo, todo el sistema culmina con la verdad religiosa, la
única capaz de penetrar "en el secreto de la existencia humana y del universo": solamente ella puede
llegar a comprender la existencia de Dios y la inmortalidad del alma y, además, precisamente ella es
la que puede hacerlo de manera "resuelta y exhaustiva”, es decir, absoluta [328•10 .
p Es característico que veinte años después, en el XV Congreso Internacional de Filosofía (1973),
se repitiera el mismo cuadro. En el informe de María Luisa 329 Friqueegnon (EE.UU.) se propuso
la siguiente jerarquía de verdades: las verdades del sentido común, las verdades de la ciencia y,
después, las verdades psicoló gicas, las estéticas, las éticas y, sobre todas ellas, se elevan las
verdades de la religión [329•11 .
p Como puede verse, en todos los esquemas semejantes se trata no tanto de la armonía entre la
ciencia y la religión como de negar a la ciencia el derecho al conocimiento verdadero de la esencia
del mundo circundante. Existen numerosos documentos, libros y artículos donde esta tendencia se
manifiesta de diversas maneras, además se hace hincapié en la propia idea de la armonía, pero, en
especial, en la superioridad de la verdad religiosa sobre la científica.
p En su libro intitulado sugestivamente El espacio, Los átomos y Dios. La fe cristiana y el siglo
nuclear, el teólogo norteamericano J. Finegan admite en forma general la importante significación
de las verdades científicas en el conocimiento del mundo de los átomos, los núcleos, etc. Pero a su
juicio, las verdades científicas no desempeñan un papel esencial en la vida de los hombres. "El
destino detinitivo del hombre no depende de si puede o no conocer nuevas verdades y hacer nuevos
descubrimientos o lograr nuevas victorias, sino de si admite las lecciones que le fueron impartidas
hace dos mil años”, es decir, cu el momento del surgimiento del cristianismo [329•12 .
p Para dar visos de objetividad a sus disquisiciones, los teólogos recurren a numerosas referencias a
la ciencia, examinan diversas teorías científicas, descubrimientos y hechos de la ciencia,
atribuyéndoles la correspondiente interpretación. Reconocen incluso un determinado significado en
las verdades de la ciencia: con su ayuda, por ejemplo, se pueden conocer las propiedades empírico-
sensoriales de los objetos materiales; es posible el conocimiento de la estructura del mundo físico
externo; la observación y el experimento permiten establecer el 330 hecho de la existencia y el
desplazamiento de los cuerpos materiales en el espacio y en el tiempo; la ciencia puede formular en
su lenguaje las leyes del mundo íísico y darles una expresión material. Pero esta " esencia" del
inundo resulta inasequible para la ciencia por cuanto se trata ya de una realidad nueva, trascendental
para la razón humana, la realidad do las leyes divinas.
p En su conocido libro Cosmología. Análisis filosófico y científico, el profesor de la Universidad
Católica norteamericana L. A. Foley subraya el aspecto ontológico del problema de la verdad. Para
las verdades de la ciencia, su base ontológica es la realidad física, pero —dice — , "existen también
otras realidades independientes de la materia y de los cambios, tanto por su existencia como por su
cognoscibilidad" [330•13 . Estas realidades contienen en sí categorías sustanciales cuyo
conocimiento continúa siendo, al parecer, inasequible para las verdades de la ciencia. Los conceptos
y las verdades de la ciencia son hipotéticos, en el desarrollo del conocimiento científico una
hipótesis sustituye a la otra, se produce una revisión constante de concepciones y puntos de vista.
Guando pondera desde dichas posiciones la teoría de la relatividad, Foley afirma que se trata sólo
de un "nuevo esquema conceptual" y no de la comprensión de la esencia del mundo. Todo el mundo
físico es —dice— "esfera de la relatividad”; lo absoluto es otra cosa, otra esfera, la trascendental.
Cada concepción científica es una hipótesis, un cierto sistema categorial, pero "ninguna de ellas
tiene una verdadera comprensión de la creación" [330•14 .
p Los teólogos contemporáneos presentan las verdades religiosas como objetivas debido a que
declaran la realidad suprema y trascendental, independiente del sujeto, constituyendo el objeto del
conocimiento en su forma superior. Este conocimiento — dice F. Selvaggi, tomista italiano,
profesor de física de la Universidad Gregoriana de Roma— es "universal, necesario y abstracto,
pero objetivo y absoluto" y forma la "ciencia 331 verdadera" [331•15 . La auténtica ciencia —dice
— está llamada a conocer el "orden objetivo" que reina en el universo”, a revelar "las leyes que
rigen los fenómenos naturales”, las causas de dichos fenómenos, la "esencia y la naturaleza de lo
real" [331•16 . El científico teólogo habla directamente de la "verdad objetiva”, valorando los
resultados do la teoría átomo-molecular y de la física de las partículas elementales.
p Sin embargo, la comprensión tomista de la objetividad de la verdad está lejos de sor científica.
Primero, en ella no se trata del reconocimiento de la objetividad del mundo material, independiente
do todo principio ideal, ni del conocimiento del mundo material en su esencia interna, sino del
conocimiento, cu definitiva, de la naturaleza trascendental del mundo y las leyes de la razón divina,
solamente manifestadas exteriormente, en las cosas materiales y sus relaciones. Segundo, la verdad
objetiva y absoluta del tomismo no es la verdad del conocimiento científico en su comprensión
adecuada. Según las representaciones de los teólogos, el conocimiento científico, sólo permite con
ayuda de sus verdades, alcanzar en cierta medida la realidad física; pero la Verdad, con mayúscula,
surge —dicen— sólo con la ayuda de la teología para la cual se descubre la naturaleza divina de la
realidad trascendental. La humanidad está necesitada del auxilio venido de arriba, y sólo la "Luz
verdadera" (vera Luce) rompe las tinieblas del Universo y puede salvar al hombre ante la amenaza
de perecer bajo el peligro del progreso científico y técnico [331•17 .
p Por consiguiente, la modernización de las representaciones tomistas tradicionales de la verdad,
consistente, ante todo, en introducir la categoría de las verdades científicas en calidad de
componente necesario del conocimiento, no cambia la esencia de las concepciones teológicas de la
verdad. El principio de la superioridad de las verdades religiosas sigue incólume en todos los 332
casos, con cualquier forma de modernización: es un principio profundamente hostil, por su esencia,
precisamente al conocimiento objetivo científico del mundo.
p Con respecto a las ideas modernizadoras del tomismo, las ideas de Teilhard de Chardin merecen
especial atención. El "fenómeno Teilhard" es de sumo interés. En el plano que estamos tratando se
refiere a la alta valoración que hace del papel de la ciencia y la razón, elevada hasta el extremo de
provocar incluso su persecución por parte de la Iglesia moderna “ilustrada”.
p Al estimar en su conjunto el papel do Teilhard, el filósofo marxisla francés L. Séve dice que, bajo
la influencia de las investigaciones científicas, llega en filosofía a ideas muy próximas al marxismo:
"la rehabilitación del intelecto en oposición al intuitivismo irracionalista; la rehabilitación de la
propia ciencia por oposición al esplritualismo; la rehabilitación de la materia por oposición al falso
idealismo etéreo; la rehabilitación de la cooperación entre los investigadores, profeta de la
colaboración universal de los hombres por oposición al individualismo, incapaz de fundamentar una
verdadera libertad, y, por último, la rehabilitación del optimismo, la fe en el futuro del hombre, por
oposición al pesimismo reaccionario...” [332•18 . Basándose en estas ideas filosóficas generales,
Teilhard no sólo eleva considerablemente el valor de la ciencia y las verdades científicas,
pudiéramos decir que hace un canto a la ciencia y a la razón.
p En efecto, al examinar las etapas decisivas de la evolución de la Tierra y del hombre, Teilhard
habla del surgimiento del pensamiento como "receso de la continuidad”, un receso que abre una
gran etapa nueva en la evolución. Ha comenzado la época de la creación y el desarrollo de una
esfera completamente nueva de la vida: la noo-esfera, esfera del pensamiento, de la conciencia y la
razón. "En torno a la chispa de las primeras conciencias reflectoras —dice— comenzó a prender el
fuego. El punto de ignición se amplió. El fuego se fue 333 extendiendo más y más. En definitiva,
abarcó todo el planeta. Sólo una interpretación, sólo un nombre está en condiciones de expresar este
grandioso fenómeno: la noo-esfera" [333•19 .
p Por ello es lógica la importancia exlusiva que Teilhard concede al conocimiento científico,
verdadero. Esto se refiere al reconocimiento del papel que la ciencia desempeñó en el pasado y del
que habrá de jugar en el futuro debido al progreso inmanente de la humanidad y de la razón
humana. En oí futuro —prevé— se realizara la "organización de Jan investigaciones científicas que
se transformará en la organización racional de la Tierra" [333•20 .
p Este es un aspecto nuevo en el tomismo: el papel de la ciencia se magnifica no sólo en el plano
teórico y en el del conocimiento, sino también en toda la vida prá ctica del hombre. El progreso de
la ciencia no conduce a ninguna "catástrofe”, como afirman todos o casi todos los filósofos
tomistas. En cuanto a Teilhard, por el contrario, saluda dicho progreso y cree firmemente en la gran
potencia "noo-esféricn" que el hombre aprovechará para la organización racional de la vida en
nuestro planeta.
p Pero incluso ese radicalismo de Teilhard —y ello es natural— se hace relativo en cuanto se remite
a la cuestión “cardinal”, a la relación entre la ciencia y la religión. Declara que el conflicto entre
ellas debiera resolverse "no mediante la eliminación o la conservación de la dualidad, sino mediante
su síntesis" [333•21 .
p Reveladora tesis. A diferencia de los autores de otras concepciones tomistas Teilhard ve la
solución del dilema en la síntesis de estos principios contrapuestos: la fe y la ciencia. Con olio se
manifiesta no sólo contra los incesantes intentos de una serie de teólogos, encaminados a eliminar la
ciencia (o reducirla a un mínimo de valor significativo), sino también contra la concepción 334 de
la dualidad de la verdad. Esta concepción separa la verdad religiosa y la científica, rebajando el
valor de la primera respecto la segunda. Teilhard no reconoce ni lo nno ni lo otro. "La religión y la
ciencia —dice— son aspectos o fases íntimamente ligados de un mismo acto completo del
conocimiento, que sólo él puede abarcar el pasado y el futuro de ía evolución para examinarlos y
culminarlos" [334•22 .
p Pero también a la religión le corresponde un digno papel, y no sólo en el plano cognoscitivo. En
su libro El futuro del hombre Teilhard dice: "El movimiento cristiano "hacia arriba" se une con el
movimiento humano "hacia adelante" (sin diluirse en él, pero "hacié ndolo
sobrenatural”)" [334•23 . Esto explica lógicamente las reiteradas declaraciones de Teilhard acerca
de que su posición es absolutamente ortodoxa "desde el punto de vista cristiano".
p Sin embargo, no debemos limitarnos a señalar la singularidad del "fenómeno Teilhard" para la
filosofía cristiana, sino valorar también su aparición como expresión del estado de crisis de las
ideas tomistas en general y de las concepciones tomistas de la verdad en particular. Entraron en
profunda contradicción con el verdadero papel del conocimiento científico y con la fuerza de las
verdades científicas, lo que condujo lógicamente a la negación de las concepciones tomistas de la
pluralidad (o la dualidad) do las verdades por Teilhard y al empeño por resolver esta contradicción
en la concepción de la nueva síntesis de la fe religiosa y la verdad científica en el único y "completo
acto del conocimiento".
p Pero la solución de dicha contradicción por Teilhard resultó insatisfactoria. Aunque pondera
altamente el significado de las verdades de la ciencia, no sólo no rechaza las verdades religiosas, lo
que sería lógico y necesario para la solución científica de la cuestión, sino que las ensalza. Además,
la solución de todos los problemas del conocimiento y la existencia la encuentra en el "punto
superior": en el “Dios-Omega”. El racionalismo y el 335 evolucionismo de Teilhard, pese a todo el
significado progresista de sus ideas, conduce en fin de cucnlas a la exaltación del espíritu de la
religión.
p III. Interpretación de la verdad en el protestantismo contemporáneo. La peculiaridad esencial del
protestantismo contemporáneo en su interpretación de las cuestiones gnoseológicas consiste en la
aspiración a unir las ideas y principios científicos y filosóficos con los religiosos. Esta unión se
desprende directamente de la " unidad" de la vida espiritual del hombre, proclamada uno de los
principios fundamentales del protestantismo. Estas ideas de la interpretación del problema de la
verdad tienen una expresión sumamente característica en las concepciones de P. Tillich, uno de los
más destacados representantes del "protestantismo teórico".
p P. Tillich subrayó repetidamente que la decisión dada por él a una serie de problemas religiosos
filosóficos se distingue de las respectivas soluciones de la Iglesia romana. Entre dichos problemas
está el de la verdad, enfocado por él desde diversos aspectos. Su tesis de partida es la negación de
conflicto entre la razón y la fe.
p El hecho de que los resultados reales de la actividad cognoscitiva de la razón humana obligan a
los teólogos más perspicaces y sobrios a racionalizar las representaciones religiosas se manifestó
con especial evidencia en el análisis de Tillich de la correlación entre las verdades de la fe y las
científicas, históricas y filosóficas. Este análisis descansa en las siguientes tesis fundamentales: a) la
negación del antagonismo excluyente entre las verdades de la fe y todos los otros tipos do verdades;
1)) el reconocimiento de una determinada unidad entre ellas; c) el reconocimiento de ciertas
diferencias entre ellas que, sin embargo, no niegan su unidad.
p Al establecer la correlación entre las verdades de la le y las de la ciencia Tillich formula una
característica bastante concreta, pero muy peculiar de las verdades de la ciencia. La ciencia pretende
con sus verdades describir y explicar las estructuras y relaciones que existen en el Universo; estas
verdades pueden perfectamente verificarse por el método experimental y valorarse
cuantitativamente; sin embargo, contienen elementos de 336 imprecisión, por cuanto la ciencia os
ajena a todo dogmatismo y absolutización. Con una tnl comprensión, las ver darles científicas
conservan siempre su sentido y su significado cognoscitivo [336•24 .
p Pero las verdades científicas no deben absolutizarse Y aquí aparece cierta distinción respecto a las
verdades de la fe. Tillieh habla incluso do "otra dimensión do su esencia”. La física —dice— tiene
razón cuando analiza la esfera especial del movimiento do las pequeñísimas partículas do la
materia, pero no debe negar las diferencias cualitativas de la vida y el pensamiento respecto a las
leyes mecánicas de la naturaleza. La esfera de las diferencias cualitativas de lo vivo y lo espiritual
respecto a lo físico-mecánico, esto ya es —arguye— esfera de la fe, no de la ciencia. Del mismo
modo la ciencia tiene toda razón y sus verdades tienen raison d’étre en la descripción del proceso
evolutivo en la naturaleza, pero el establecimiento de las diferencias cualita tivas entre el bombre y
el animal, eso, a su juicio, es cuestión de la fe, no de la ciencia [336•25 .
p Del hecho de tales “diferencias” Tillieh conchiye que las verdades de la ciencia y las de la religión
son autónomas, soberanas y no sólo tienen derecho a la existencia independiente, sino que so
complementan necesariamente entre sí en el proceso único de la vida espiritual del hombre.
p Tillieh sostiene las mismas ideas también en el establecimiento de la correlación entre las
verdades de la fe y las históricas, es decir, en la comparación de las verdades de la fe y las de la
historia. Después de subrayar como inicio la diferencia de las verdades histó ricas, en las cuales so
involucra inevitablemente el sujeto interpretante, mientras que en las verdades de la ciencia este
sujeto "está ausento”, limita también aquí el significado de las verdades históricas al marco del
sentido sumamente estrecho y especial, desde el punto de vista cognoscitivo. La historia presenta la
descripción de los hechos, de diferentes acontecimientos, de sus 337 relaciones, y sólo cu esta baso
establece su consiguiente comprensión.
p Si las verdades de la historia son, ante todo, verdades fácticas —afirma Tillieh—, las verdades de
la fe en cambio no pueden ni garantizar el sentido de las verdades fácticas ni basarse en ellas. Pero
precisamente es la fe la que puede y debe dar una verdadera interpretación de la esencia y el
significado de los hechos, desde el punto de vista de los objetivos últimos del propio hombre. Esta
esfera, por lo visto, es más elevada que la explicación factológica e inasequible a la investigación
histórica misma, y sólo al alcance de la fe [337•26 .
p La independencia de las verdades de la fe respecto a las de la historia libera a la teología del
análisis de la verdadera esencia do los fenómenos históricos, los cuales resultan indefectiblemente
en contradicción con los mitos y leyendas religiosos, y, con ello, se crea la apariencia de su
significación autónoma, independiente de sus criterios objetivos.
p En cuanto a la correlación de las verdades de la fe y las filosóficas, según Tillieh, el acercamiento
de estas verdades es mayor que en las verdades anteriores. Tanto las verdades de la fe como las
filosóficas operan con categorías amplias e incluso universales. Las verdades filosóficas forman las
categorías más generales creadas por el hombre y que expresan la naturaleza propiamente humana
del espíritu que percibe al mundo. Nos revelan "la estructura de la existencia" en categorías
conceptuales, en su totalidad [337•27 .
p De esa misma forma, las verdades de la fe nos ofrecen una visión integral del Universo y del
hombre. Esto deriva de la naturaleza misma de la fe, que Tillieh considera sentido de
“englobamiento” total por una determinada idea, y que orienta la visión del mundo en el
correspondiente aspecto, pero siempre como un todo. La diferencia entre las verdades de la fe y las
filosóficas se reduce en esencia a los medios de dicha visión o percepción. A diferencia de los
medios 338 conceptuales do las verdades filosóficas, las verdades de la fe se valen aquí del arsenal
de los variados símbolos [338•28 .
p Pero esta diferencia de medios y formas de expresión se da sobre la base de su unidad interna,
conceptual. En este plano Tillich habla de la "fe filosófica”, de las "verdades de la fe en las verdades
de la filosofía”, del estrecho vínculo de los propios medios de la fe y la filosofía, expresiones de su
unidad en la percepción del mundo en su totalidad.
p En esta unidad de las ideas que determinan tanto las verdades de la fe como las de la filosofía, no
hay formalmente lugar a superioridad alguna de unas sobre otras. Pero sin embargo, en su conjunto,
en todas las disquisiciones de Tillich, pese a todas sus peculiaridades y diferencias respecto a las
concepciones tomistas, la idea de la superioridad de las verdades religiosas sobre las demás
conserva su valor. Las verdades de la ciencia no están en condiciones de revelar la esencia de la
vida ni la naturaleza del pensamiento, ni tampoco las diferencias cardinales que hay entre el hombre
y el mundo animal: todo esto es competencia de las verdades de la fe. Nos preguntamos, ¿dónde
está aquí su equivalencia, proclamada por los teólogos protestantes? Todas sus tesis, dirigidas contra
la fuer/a y la eficiencia de las verdades científicas, también son declarativas y gratuitas, como todos
los postulados y dogmas religiosos en general, independientemente de la variedad de las doctrinas y
concepciones religiosas.
p Orientación confesional de las concepciones teoló gicas de la verdad. Las diversas
representaciones y puntos de vista de los teólogos sobre la verdad, particularmente los proel amados
en forma de concepciones concretas no licúen, por supuesto, carácter abstracto y sí tienen una
orientación completamente clara. Persiguen objetivos confesionales de la Iglesia: hallar argumentos
que fundamenten la existencia de Dios y todos los dogmas religiosos en general. León XTI1
exhortaba ya a los teólogos a que buscaran las verdades, con las cuales pudiera 339 demostrarse la
existencia de Dios [339•29 . No es casual que los teólogos se manifiesten, por lo común, contra el
subjetivismo y el relativismo, por cuanto su tarea consiste en formular verdades sólidamente
establecidas para la fundamentación "teórica" de las afirmaciones y mitos religiosos.
p El carácter confesional de las concepciones católicas sobre la verdad halló una expresión
altamente elocuente en el libro del conocido teólogo francés P. Bigo La doctrina social de la
Iglesia. Las ideas tomísticas tradicionales y modernizadas acerca del significado de la verdad toman
en él un sentido social-clasista concreto.
p El autor planteó el objetivo de comparar las doctrinas del capitalismo y el socialismo desde el
punto de vista de los "valores verdaderos”, es decir, de los valores de la religión. El capitalismo —
según él— constituye la "primacía de la moral sobre la economía, del consumo sobre la producción
y del trabajo sobre el capital" [339•30 . (?!) El socialismo se caracteriza únicamente por cualidades
negativas. En el socialismo, según sus afirmaciones, no hay criterios objetivos y humanos de la
veracidad [339•31 . Tales, con perdón sea dicho, “tesis” huelen a primitivismo 340 y a propaganda
anl¡comunista verdaderamente antediluviana.
p En su empeño por fundamentar desde el punto de vista de las ideas religiosas el papel de la iglesia
en la época de las revoluciones sociales, Bigo promueve el modelo de una estructura social basada
en los criterios de los valores religiosos, es decir, en las verdades religiosas. Precisamente estos
criterios —dice— son necesarios al hombre; las verdades religiosas muestran las correctas vías de
su vida, la "doctrina social del cristianismo" sienta la base para la estructura de las relaciones
sociales en la que se garantizan "los derechos del hombre, económicos y civiles, sociales y
espirituales”. Todo esto parte de la "luz suprema”, y de la "fuerza suprema" de Jesucristo [340•32 .
p Somos testigos de la completa unidad de la concepción teológica de la verdad y la esencia de la
doctrina social do la Iglesia, lo que desmiente toda afirmación de los teólogos acerca de la
“imparcialidad” y el ’" humanismo universal" de sus concepciones.
p A esto respecto, el mensaje de Pablo VI a los pueblos de Asia, transmitido por la católica Radio-
Veritas, fue sumamenlí? característico. Durante su viaje por los países de Asia a fines de 1970, el
jete de la Tglosia Católica dirigió un llamamiento a los millones de habitantes del continente, "a los
hermanos en Cristo”, no sólo en aras de la prosperidad, la paz y la fraternidad, sino previniendo
también contra el "materialismo y el ateísmo" y sus "consecuencias negativas”, síntoma del
"profundo mal que afecta actualmente a extensas capas de la familia humana —el debilitamiento de
la fe en Dios y el peligro de su pérdida total" [340•33 . La salvación está en el camino de la fe
religiosa y sus verdades eternas y justas, en el camino de la "amplia cooperación y las acciones
conjuntas" bajo la égida de la Iglesia cristiana.
p Las búsquedas, de diverso tipo, de los teólogos de las concepciones de la verdad de alcance
universal, muy de moda hoy, están llamadas a desempeñar, en 341 esencía, ese mismo papel. Estas
búsquedas testimonian obje(ivamenle la debilidad de las doctrinas religiosas, cada una de Jas cuales
su inueslra incapaz de resolver los problemas fundamentales de la existencia, el conocimiento y el
hombre. Pero una suma de conceptos y representaciones falsos no da como producto la verdad, sino
una "falsedad complicada”, no una síntesis, sino un "error sumario”. Las verdades de la religión,
tanto si es cristiana como musulmana, budista, hindú, judía o cualquiera oirá variante, son una
ficción: las postula artificialmente la iglesia en nombre de sus objetivos, en el mundo real no hay
nada que les corresponda; en general no son verdades en el sentido estricto de la palabra; en
definitiva son siempre conlradlcüo in adjecto, conceptos que se excluyen a sí mismos.
Marx dijo que la religión es un sol ilusorio. Por ello, las verdades de la religión jamás pueden ser
para la humanidad antorcha que ilumine el camino hacia un futuro feliz.
***
p Hemos examinado las principales tendencias y las concepciones más esenciales de la verdad de la
filosofía burguesa contemporánea. Su análisis ha mostrado que ninguna de ellas puede brindar
adecuada solución al problema de la verdad. Aunque tengan ciertos aspectos racionales, todas estas
concepciones entran, al fin y al cabo, en contradicción con el proceso real del conocimiento
científico y, con ello, descubren inevitable y lógicamente su insolvencia de principio. Esto se debe
al carácter anticientífico general de la concepción filosófica burguesa de nuestros tiempos, a la
profunda crisis interna de las ideas filosóficas burguesas.
Por oposición a ias concepciones idealistas, la teoría de la verdad del materialismo dialéctico parte í
ntegramente del análisis de las leyes del conocimiento científico, revela su lógica interna, brinda
una generalización teórica de la mulliíaeúlica y compleja práctica humana. Esto permite al
materialismo dialéctico dar una solución verdadera al gran problema eterno, eterno porque el propio
conocimiento humano del infinito mundo material también se desarrolla sin cesar, eternamente.
***
Notes
[324•1] –2 E. Gilson. Réalisms thomiste et critique ds la connaissance, Paris, 1939, p. 188.
[325•3] E. Gilson. Christiatiisme et pkiiosophie, Paris, 1936, p. 130–131.
[326•4] VOasi-: J. Maiitain. Approches de Dicn, París, 1953, pp. 33–76.
[326•5] J. Marilain. Distiiiguer pour unir ou leu degrés da savoír, Paris, 1946, p. 122.
[326•6] Ibíd., t. 3, p. 461.
[327•7] Ibíd., p. 217.
[327•8] J. Maritain. Approches de Dieu, p. 113, 117.
[328•9] Liberté ct Vente, Louvain, 1954, p. 23–26.
[328•10] Véase: Ibíd., p. 26.
[329•11] Abstraéis of Communications. Presenied 011 Ihe XVth World Congress oj Plülosophy,
Varna, 1973, Comm. 727.
[329•12] J. Fineguu. Space, Atoms and God. Christian Faith and the Nuclear-Space Age, St. Louis,
1959, p. 20.
[330•13] L. A. Foley. Cosmology, philosophical and scientific, Milwaukee, 1962, p. 19.
[330•14] Ibíd., p. 269.
[331•15] F. Selvaggi. Scíenza e metodología. Saggí di epistemología, Roma, 1962, p. 260.
[331•16] F. Selvaggi. Orientamenti della física, Roma, 1961, pp. 244246.
[331•17] F. Selvaggi. Scienza e metodología, p. 299.
[332•18] L. Séve. La filosofía francesa contemporánea, Moscú, 1968, pág. 314.
[333•19] P. Tcühard de Chardin. El fenómeno ñd hombre, Moscú, morí. pág. 181.
[333•20] Ibíd., pág. 277. (El subrayado es mío. — G. K.)
[333•21] IbíH, pág. 278.
[334•22] Ibíd., pág. 279.
[334•23] P. Teilhard do Chardin. L’Aventr de l’homme, París, 1959, p. 348.
[336•24] P. Tillieh. Dinamics of Fnith, New York, 1!)5R, p. 81.
[336•25] Ibíd., pp. 82–83.
[337•26] Véase: Ibíd., p. 86.
[337•27] Véase: ibíd., p. 90.
[338•28] Véase: Ibíd., p. 91.
[339•29] Los intentos de algunos teólogos de interpretar tendenciosamente el término “verdad”,
sirviendo a la religión, son extraordinariamente característicos. Veamos un ejemplo típico y
elocuente. En su informe al XII Congreso de sociedades filosóficas de idioma francés, el profesor
teólogo genovés R. Chercr decidió “cortar” el término griego a^deía (verdad) a su albedrío: en su
transcripción latina resulta ale theia, donde la segunda parto debe expresar algo propio de lo divino
( theosDips). Pero este procedimiento es falso por cuanto el “corte” griego es otro: á es una
partícula de negación y, ^vw significa estar oculto, invisible o, lo que es equivalente, ocultación,
encubrimiento, encerrado en sí mismo. De aquí, el consabido sentido del término iXijtieía que es
precisamente no ocultación, es decir, descubrimiento de lo que es. Ahí no hay ningún theos, Dios,
oso sin hablar ya de la introducción artificial de la h en el latino theia que el griego desconoce por
completo (La Vértté. Actas du XIle Congres des Sociétés de philosophíe de langue franyaise,
Louvain et París, 19R5, p. 91). Como se sabe, el pensamiento verdadero no precisa falsificaciones.
[339•30] P. P>igo. La doctrine sacíale de l’églisc, París, 1965, p. 111–113.
[339•31] Ibíd., p. 480.
[340•32] Ibíd., p. 534–537.
[340•33] Le Fígaro, 30.XI.1970.