Teoria Idealista

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TEORIA IDEALISTA

También se le denomina teoría Teológica o Creacionista. 


Atribuye la existencia del hombre a causas supra-naturales o supra-humanas. 
Las explicaciones sobre el origen del hombre han llegado hasta nosotros oralmente, principalmente en
formas de mitos y leyendas. 
Las ideas sobre el origen del hombre sobrenatural del mundo y de los seres que lo pueblan, toman forma,
principalmente, en las religiones. 
La primera versión sistemática sobre el origen del mundo y del hombre pertenece a los hebreos. 
En el GENESIS de la Biblia se describe la creación del mundo y de los seres por un ser supremo (Dios)
en seis días
I. Definición generalEn filosofía, el i. en sentido lato designa una actitud fundamental teórica, que puede
por de pronto definirse como sigue. 1.
En la consideración de la realidad, que comprende lo semejante y lo dispar, lo igual y lo distinto, la
intención del i. se dirige a lo universal, que es común a muchos objetos particulares, al orden dominante
que abarca a muchos y los incorpora al todo de la realidad, a aquel concepto que permite comprender lo
múltiple. Lo universal es mirado como lo permanente, duradero y esencial, frente a la particular y
accidental, que es pasajero; y por tanto, recibe la primacía lo mismo en cuanto al ser que en cuanto al
conocimiento. 2. Por
analogía con el ser «sensible», lo universal se interpreta como  idea  (eídos, idéa) o forma fundamental
invariable, que es común a muchos particulares, como la visión o el espectáculo constante que se ofrece
a la mirada espiritual (suprasensible) la cual se eleva por encima de lo particular y alcanza lo universal. El
pensar es interpretado primariamente como mirar o ver puro (a diferencia, p. ej., del «oír» bíblico), y el
concepto como el perfil de la esencia espiritualmente vista. Sólo en virtud de la mirada y visión inmediata
del pensamiento es posible y necesaria la referencia constante de lo visto entre sí, y toda esa referencia
tiene a su vez por objeto «evidenciar» el orden de estas formas (ideas) esenciales.
3. Aunque no se da cuenta de ello en todas las etapas de su propia exposición histórica, el i. se funda en
el supuesto especulativo de que lo visto y la mirada, la esencia contemplada teóricamente y el contemplar
espiritual, la idea y el pensamiento, son idénticos en su acto por razón del ser mismo, que es  espiritual
y, como «luz», ilumina tanto la idea como el pensamiento. Del mismo modo que el ser se dispersa y limita
en los múltiples modos fundamentales («esencias») de la realidad, así también, en la contemplación de
éstos (y, por ende, en aquella -> reflexión ontológica que filosóficamente se llama -> «espíritu»), él vuelve
siempre hacia sí mismo, hacia su unidad e infinitud. Aquí no queda aún decidido cuál es el lugar en que
ser y espíritu se hallan en la suprema plenitud de su identidad, ni, por tanto, para quién se muestra la idea
como tal y quién es primariamente el pensante (lo divino, el Dios transcendente, la subjetividad
intramundana, etc.) En este sentido general, el i. es la forma fundamental de la filosofía occidental como
->metafísica, cuya cuestión sobre el ser del ente, en cuanto mirada (a la luz del «ser» o de la «razón»)
más allá del ente en busca de su fundamento, contempla principalmente el contorno esencial del ente y la
ordenación esencial de los entes en el todo. Así entendido, el i. comprende también
ellamado  realismo,  en cuanto éste afirma el ente como  res, como la realización individual,
independizada, de una esencia universal (a quidditate sumitur hoc nomen res:TOMÁS DE AQUINO,
1 Sent.  q. 25 a. 1 ad 4c). El i. determina también aquel contramovimiento, p. ej., el conceptualismo y
nominalismo, para el cual el orden del ser y el orden del pensar humano están escindidos, y lo universal
es un mero concepto del pensar finito o un nombre general para dominar la variedad de la realidad; pero
el concepto y el nombre conservan aún la fuerza vinculante de una ordenación secundaria, que es
necesaria para la existencia humana. La síntesis radical del i. es el -a materialismo, el cual muestra su
dependencia del pensamiento idealista en que, cuando trata de fundarse y comprenderse a sí mismo (en
el -> materialismo dialéctico), niega desde luego que el ser espiritual sea el fundamento de la realidad
material y tenga la primacía sobre ella, pero, en la inversión de esta relación, conserva aún la diferencia
formal y la función mediadora del orden ideal. Las formas fundamentales de lo real y de sus relaciones no
son ya las intuiciones ideales a priori de un principio espiritual «pre y suprarreal», pero sí el reflejo (más o
menos deformado, hasta el adecuado cumplimiento en la verdad dialéctico-material) de la materia misma
que, en el medio del pensar humano, llega a la conciencia de sí misma (-> ideología).

II. Visión histórica 1.


La historia del í. comienza con el i. ontológico de Platón. Según éste, los verdaderos entes no son
las cosas sensibles, variables, del mundo de lo perceptible, que sólo representan imperfectamente
sus ideas, sino, en completa separación de ellas, las ideas mismas; realismo platónico o extremo),
que a la vez reciben su esencia y realidad de la idea suprema del bien y que, en su totalidad,
forman el mundo perenne de la claridad y visibilidad espiritual, reino de la oúsía. En la luz
del ágathon y según el modelo de estas ideas a partir del espacio caótico se formó el mundo
corpóreo. Sólo en esta luz y como recuerdo de las formas o ideas puras primigeniamente
contempladas en la preexistencia del alma, es posible el conocimiento. Conocimiento es,
consiguientemente, purificación (catharsis) de los lazos y de la disipación sensibles para remontarse
a la teoría pura, único lugar donde el alma puede hallar su felicidad. Partiendo de este fin último se
define también todo obrar, señaladamente en la forma social del Estado; éste, en su ordenación
jerárquica (gobernante, guardianes y trabajadores), que responde exactamente a la estructura del
alma (razón, apetito irascible y concupiscible), tiene por objeto el bien común de la totalidad por la
educación de los ciudadanos, que los llevará a la felicidad. Con el esquema de la república
platónica y su constante orientación a un orden ideal, se puso el fundamento de las utopías
filosófico-políticas de occidente.
2. El i. teológico de la patrística griega (Orígenes) y luego de Agustín, al enlazarse en parte con la
doctrina neoplatónica y en parte con  laestoica, transformadas partiendo de la experiencia cristiana
de Dios y de la revelación, interpreta las ideas como los eternos pensamientos originarios  (rationes
aeternae)  del Dios transcendente (idea de las ideas), en que se fundan las cosas temporales y por
razón de los cuales éstas son verdaderamente cognoscibles en aquella luz de la verdad con que
Dios mismo ilumina al hombre. Tomás de Aquino une este i. teológico con el realismo aristotélico o
moderado: El  universale  está ante rem en el pensamiento ejemplar de Dios (cf. ii Sent.  3, 3, 2 ad 1;
ST i q. 44,  3 c), in  re como en la singularidad del ente, post rem como concepto universal logrado
por abstracción en el espíritu humano. En su totalidad, las ideas forman el plan creador y salvador
de Dios (entendido ahora como «providencia»), que creó el mundo y quiere conducir a los hombres
desde el principio de la historia hasta su fin, que consiste en contemplar a él «cara a cara» como la
verdad.
3. La  metafísica moderna  aparece en gran parte como secularización del pensamiento teológico del
cristianismo sobre las ideas y la historia. El i. psicológico, al separar radicalmente el «mundo de la
conciencia» y el «mundo real» allende la conciencia, entiende ahora las ideas como
«representaciones subjetivas» innatas (R. Descartes) o adquiridas por la experiencia (i. empírico de
J. Locke y D. Hume). Por primera vez ahora se hace posible desarrollar la cuestión acerca de los
criterios de certeza, sobre si la idea corresponde y cuándo corresponde rectamente a su objeto
«externo» (i.  epistemológico), o si  hay que negar de plano el llamado «mundo exterior»  (i.
acósmícode G. Berkeley). Ahora es también por vez primera posible en la historia de la filosofía ver
la historia del pensamiento y de la acción humanas, no como ordenada a la realización del plan
divino de salvación, sino como storia delle idee umane  (G. B. Vico).

El i. transcendental o crítico  de Kant trasciende la esfera de la conciencia del sujeto empírico, no
hacia el orden ideal de un «mundo externo» (del ente mismo) previamente dado a la conciencia
humana, ni hacia un mundo superior (las ideas de Dios), sino hacia la estructura de la subjetividad
finita de cada sujeto humano, hacia las condiciones subjetivas preconscíentes de la posibilidad del
conocer y obrar humano. El conocimiento no alcanza el ente en sí como lo que es en sí mismo,
según su esencia e idea, sino que lo alcanza solamente según se presenta como objeto en la
unidad de su forma «categorial» condicionada por el entendimiento. En cambio, la «idea» significa
en Kant aquellas totalidades no objetivas (p. ej., «el mundo») que como tales no son
experimentables y, por tanto, tampoco pueden conocerse teóricamente, pero que, por su función
regulativa, como esquemas ordenadores de la razón teórica, son condiciones necesarias de la
posibilidad de un progresivo conocimiento racional. Pero en el campo del obrar práctico las ideas
son «postulados» de la razón práctica, que, para fundar el sentido de la acción moral, exige la fe en
la libertad, en la inmortalidad y en Dios como garante del «sumo bien», de la unidad entre la
moralidad y la felicidad en el «reino de Dios» merecida por uno mismo. La historia es el progreso
infinito hacia ese fin «ideal».

Continuando las tesis kantianas, el  i. alemán  entiende la subjetividad como el fondo infinito de
unidad, del que brotan el sujeto y el objeto empíricos, el orden ideal y el real, el espíritu y la
naturaleza, el pensar y  el ser. Según el i.  subjetivo  de J. G. Fichte, el «yo», en una primigenia
acción anterior a la dimensión histórica, se pone a sí mismo y a la vez pone su «no-yo», el ser o el
mundo, que es el material hecho sensible del deber, en el cual el obrar moral ha de acreditarse
histórica y libremente. Por este dominio de la esfera sensible el yo ha de volver hacia sí mismo en la
acción, una vez que él, de manera puramente reflexiva, se ha comprendido ya a sí mismo en su
propia intuición intelectual como lo que necesariamente es. El objeto de F.W.J. v. Schelling, a partir
de la absoluta indiferencia de sujeto y objeto, hace brotar ambas cosas: la libertad y la necesidad, la
conciencia y lo inconsciente, el espíritu y la naturaleza. Del mismo modo que la naturaleza en sus
formas es la automanifestación del absoluto, así también el espíritu es el medio de la propia
contemplación intelectual del absoluto como identidad universal; en esa contemplación se superan
todas las formas finitas. El i.  absoluto  de G.W.F. Hegel interpreta este fondo de unidad como la idea
que se realiza en su ser-otro, en la naturaleza, y que desde lo otro retorna a sí misma como espíritu.
El modo supremo de este retorno espiritual es el saber absoluto de la lógica filosófica, donde la idea
absoluta, a través de su manifestación histórica (es decir, a través de la «fenomenología del
espíritu»), se ha comprendido como tal, en su absoluto «estar en sí», redimida de toda enajenación
y de todo esfuerzo histórico de retorno, o sea, como logos.
4. El neoidealismo de fines del siglo xix y primer cuarto del xx buscó una renovación que superara
el positivismo y empirismo, inspirándose en Fichte (la filosofía de la vida absoluta del espíritu como
unidad de conciencia y acción, de R. Eucken), en Hegel (entre otros, en Italia B. Croce, en Inglaterra
F.H. Bradley, B. Bosanquet, E. McTaggart; en Alemania hay que citar especialmente el
universalismo de O. Spann, influido por la doctrina transcendental de Kant, aunque se desatendiera
adrede su fondo y horizonte metafísico y sólo se viera en él al destructor  y superador de la
metafísica. La  escuela neokantiana de  Marburgo,  fundada por H. Cohen y P. Natorp y orientada por
el modelo de las ciencias exactas matemáticas, buscó las condiciones lógicas del verdadero (o,
mejor dicho, recto) conocer y obrar, las cuales preexisten en la estructura de la «pura conciencia» y
son norma de toda experiencia. Si la «razón teórica» ocupaba el centro del interés, esta mirada fue
también decisiva para tratar problemas estéticos, religiosos y morales. Ya Cohen puso de relieve en
la doctrina de Kant la importancia de ciertos elementos sociales. Partiendo de aquí, K. Vorländer
intentó una síntesis entre la ética kantiana y el socialismo marxista. Fundándose en la doctrina de
las condiciones lógicas transcendentales, R. Stammler desarrolló su teoría filosófica sobre el «recto
derecho». III. Características del pensamiento idealista
Para juzgar el pensamiento idealista, pueden destacarse, tomando como base su punto de partida,
los siguientes rasgos característicos.
1. El principio de la «ideación» permite preguntar en todo lo que de algún modo es por su esencia
como su «idea»; no sólo por la idea de las cosas en su orden objetivo y en sus referencias entre sí,
sino también por la idea que ordena en cada caso las relaciones y la conducta del hombre (idea del
derecho, del amor, del estado, del matrimonio, etc.), por la idea del hombre y de lo que en el tiempo
acontece en él, con él y por él (la idea directriz de la historia), por la idea finalmente del todo y de lo
sumo, del ser y de Dios mismo.
2. Si las ideas son las formas y relaciones fundamentales ordenadoras de los ámbitos de la
realidad, ellas por su parte están en una mutua limitación y ordenación esclarecedoras, en un
sistema «ontológico». A la sistemática ontológica corresponde, como su reproducción refleja, la
sistemática lógica del pensamiento idealista; sistemática que se muestra como acción constructiva
de la conciencia que comprende de hecho, que ha de conocer y regirse en su obrar y, por este
conocimiento, construirse a sí misma y regirse en su obrar.
3. En la percepción de la diferencia entre la forma perfecta y la configuración finita, entre la medida
y lo medido, entre el orden y lo ordenado, entre la idea absolutamente pura y su realidad imperfecta,
se enciende el  ethos  idealista, que reconoce la idea conocida como el ideal que obliga, como «lo
que debe ser», como el «valor», y se entrega a éste con todas sus fuerzas para realizarlo  (i.
práctico).  En cuanto la idea pura es desde luego la medida y el principio de ordenación, el cual
señala a lo real su lugar en el todo, pero ella mismo no puede hallarse en ningún lugar accesible a
la experiencia inmediata, sino que «carece de lugar» en el tiempo y el espacio (y puede, por tanto,
ser negada por desconocerse su modo de ser); en consecuencia el pensamiento idealista es en
este sentido esencialmente «utópico»; y el hombre, que, saliéndose de la realidad inmediatamente
experimentable  (mundus sensibilis),  asciende al mundo de sus fundamentos ideales , mantiene la
inteligibilidad de la esencia de lo real; frente a todo ->relativismo, defiende la absoluta necesidad de
un orden claramente cognoscible (en este sentido, todo pensamiento que reconoce normas y
ordenaciones de derecho natural para la sociedad tiene su origen en la historia del i.); frente a todo
positivismo analítico, conserva la fuerza para la visión sintética del todo, para el sentido del
mundo  y de la existencia humana;  y, sobre todo, La tentación del pensamiento idealista consiste en
querer comprender también, en forma idealizante, lo que no puede en absoluto ser idea: el misterio
absoluto e incomprensible del fundamento al que el hombre está esencialmente referido por su
origen y destino, referencia en que él mismo permanece misterio y, como tal, incomprensible. Su
tentación es además presuponer el orden entero de la esencia, que abarca y mide todo lo particular,
y presuponerlo como comprensible en cuanto totalidad envolvente, y así, mirando sólo a ese orden,
pero «ciego» a menudo para la realidad, querer concluir a la fuerza un «sistema cerrado» de lo que,
de suyo, no puede concluirse ni forzarse. Pero el verdadero límite del pensamiento idealista se
percibe al tomar en serio la historia. En efecto, si la historia no puede entenderse ni como la
realización meramente accidental, jamás acabada, de lo que permanece siempre lo mismo, del
eterno orden ideal, ni como el movimiento real y necesario por el que una idea absoluta se
desarrolla y comprende a sí misma, sino que ha de entenderse como el acontecer, oscuro en su
principio y abierto e indeterminado en su futuro, de la libertad humana en su mundo; en tal caso la
historia es el constante cambio y la configuración siempre nueva del hombre y de su mundo, e
incluso del orden mismo de los entes en un todo, que presenta en cada caso una faz distinta. Ahora
bien, ese proceso nunca puede encerrarse en un concepto. Y, por eso, aquí se plantea la cuestión
de cómo sea posible pensar esta historia del hombre y de su mundo sin disolver en la relatividad
histórica la obligatoriedad de un orden que cambia en cada época (-a historicismo); la cuestión de
cómo la exigencia incondicional de lo esencial, de la idea, del orden, de la medida para cada tiempo
pueda conciliarse con la visión del cambio del orden esencial mismo (tanto de las cosas como del
hombre) en lo relativo al mundo y a la historia.
QUÉ ES LA EDUCACIÓN INFANTIL
es el primer tramo del actual sistema educativo.  de caracter no obligatorio va dirigido a los
niños y niñas de edades comprendidas entre cero y seis años. su objetivo primordial es
estimular el desarrollo de todas las capacidades, tanto físicas, como afectivas, intelectuales y
sociales.
actualmente, la educación infantil, está experimentando importantes cambios. tradicionalmente
los primeros años de escolarización eran considerados poco relevantes y se valoraba más
desde un punto de vista asistencial que formativo.
esta etapa se divide en dos ciclos, el primero comprende las edades de cero a tres años y el
segundo de tres a seis.
asegurar que las experiencias vividas en los primeros años de la vida son de una gran
importancia en el posterior desarrollo de la persona, no es una frase vanal, sino un hecho
constatado. es en estos primeros momentos de la existencia cuando se forman las estructuras
neuronales, se suceden los procesos de individualización y socialización, se produce un
crecimiento físico y un desarrollo psicomotor, perceptivo e intelectual, que posibilita el
desarrollo de las relaciones con el medio y con sus iguales. todo ello propiciará una serie de
logros que serán la estructura de las posteriores experiencias. según como se ordenen estas
primeras experiencias, así se desarrollará la formación de la personalidad, estableciéndose las
bases de las interacciónes que se efectúen en el futuro. 
Que es la educadora infantil
Centros de educación infantil, guarderías, ludotecas, bibliotecas o centros de ocio son
algunos de los posibles destinos de aquellos estudiantes que hayan obtenido el título de
Técnico Superior en Educación Infantil. Este ciclo formativo de Grado Superior de
Formación Profesional se encarga de formar a los profesionales que atienden en nuestro
país la educación formal y no formal de los niños hasta los tres años.

el plan Educa3, de impulso a la creación de nuevas plazas escolares para niños de entre 0
y 3 años, puesto en marcha durante el año 2008 por el Ministerio de Educación, Política
Social y Deporte en colaboración con las comunidades autónomas, prevé que 300.000
nuevas plazas amplíen la actual oferta educativa de primer ciclo de educación infantil en
nuestro país en los próximos cuatro años. Esta iniciativa es la respuesta a la creciente
demanda de las familias españolas, para las que la escolarización temprana de sus hijos
constituye una de las mejores maneras de conciliar el ámbito laboral y familiar.

En nuestro país cerca de 3.300 centros educativos imparten el primer


ciclo de educación infantil, un 24% de ellos de titularidad pública

Según el Registro Estatal de Centros Docentes no Universitarios, en la actualidad están


registrados en nuestro país cerca de 3.300 centros educativos que imparten el primer
ciclo de educación infantil, un 24% de ellos de titularidad pública. Pero, ¿quién atiende a
los niños escolarizados en estos centros? Tal como establece la Ley Orgánica de
Educación(LOE), la atención educativa directa a los niños del primer ciclo de educación
infantil debe correr a cargo de profesionales que posean el título de Maestro con la
especialización en Educación Infantil o el título de Grado equivalente y, en su caso, de
otro personal con la debida titulación para la atención a las niñas y niños de esta edad.
Otro profesional, mayoritario en las escuelas infantiles, es el educador infantil, cuya
demanda se verá ampliada en los próximos años, y no sólo gracias al Plan Educa3. Por
una parte, los padres son cada vez más exigentes con estas enseñanzas, de modo que
cada vez se crean más aulas pero con menor número de alumnos, o bien se incorporan
dos docentes para ejercer la enseñanza conjunta en la misma clase. Por otra parte, en
los últimos tiempos se ha registrado un despegue importante en nuestro país de servicios
complementarios de ocio y tiempo libre dedicados a los niños de estas edades, unos
servicios que son atendidos asimismo de forma mayoritaria por educadores infantiles. En
general los puestos de trabajos más relevantes del educador infantil son:

 Educador en el primer ciclo de la educación infantil, bajo la supervisión de un


maestro, ya sea en centros de titularidad pública (estatal, autonómica o local)
como privada.

 Educador, siguiendo las directrices de otros profesionales, en instituciones o


programas específicos de trabajo con menores de hasta seis años en situación de
riesgo social o en medios de apoyo familiar.

 Educador en programas y actividades de ocio y tiempo libre con niños de hasta


seis años en ludotecas, bibliotecas, granjas escuela y otros centros de ocio.

Teoría conductista 

La teoría conductista, desde sus orígenes, se centra en la conducta observable intentando hacer un
estudio totalmente empírico de la misma y queriendo controlar y predecir esta conducta. Su objetivo es
conseguir una conducta determinada para ello analizara el modo de conseguirla. 
De esta teoría se plantaron dos variantes: el condicionamiento clásico y el condicionamiento instrumental
y operante. El primero de ellos describe una asociación entre estimulo y respuesta contigua, de forma que
si sabemos plantear los estímulos adecuados obtendremos la respuesta deseada. Esta variante explica
tan solo comportamientos muy elementales. La segunda variante, el condicionamiento instrumental y
operante persigue la consolidación de la respuesta según el estimulo, buscando los reforzadores
necesarios para implantar esta relación en el individuo. Será esta variante en la que nos vamos a centrar. 

Se plantea la ley del efecto según la cual se consolidan las respuestas deseadas en el individuo a las que
la sigue un estimulo satisfactorio y en la ley del ejercicio según la cual la respuesta se consolida con
relación al número de veces que se conecte con un estimulo satisfactorio. 
Según esta teoría la enseñanza se plantea como un programa de contingencias de refuerzos que
modifiquen la conducta del alumno. Se propone un conocimiento a aprender, se entiende que el
conocimiento se ha adquirido convenientemente si el alumno es capaz de responder convenientemente a
cuestiones planteadas acerca de este conocimiento. Si el alumno responde correctamente se le
proporcionan una serie de estímulos positivos para él, si no lo hace correctamente se le dan estímulos
negativos o no se le proporciona el positivo. Esta secuencia se repite el número de veces que sea
necesario hasta que todas las respuestas estén asimiladas. 

Se programa el aprendizaje como una secuencia de pequeños pasos con un gran número de refuerzos y
con una alta frecuencia en el planteamiento de los mismos. Se divide el conocimiento en tareas o
módulos y el alumno debe superar cada uno de estos módulos para proseguir con el siguiente. Se
definen, así mismo, objetivos operativos y terminales en los que habrá que evaluar al alumno. 
Como aportaciones podemos destacar el intento de predecir y controlar la conducta de forma empírica y
experimental, la planificación y organización de la enseñanza, la búsqueda, utilización y análisis de los
refuerzos para conseguir objetivos, y la subdivisión del conocimiento, la secuenciación de los contenidos y
la evaluación del alumno en función a objetivos. 
En cuanto a las deficiencias de esta teoría podemos destacar que el conductismo prescinde por completo
de los procesos cognoscitivos. Para él el conocimiento es una suma de información que se va
construyendo de forma lineal. Asume que la asimilación de contenidos puede descomponerse en actos
aislados de instrucción. Busca únicamente que los resultados obtenidos sena los deseados
despreocupándose de la actividad creativa y descubridora del alumno. 

Teoría cognitiva 
La teoría conductista no tenia en cuenta procesos internos para comprender la conducta y solo pretendía
predecirla y controlarla. 
El nuevo objetivo de esta teoría es analizar procesos internos como la compresión, la adquisición de
nueva información a través de la percepción, la atención, la memoria, el razonamiento, el lenguaje, etc. 
Surgen una serie de planteamientos según esta teoría que describen y analizan cada uno de estos
procesos internos. 
Esta teoría entiende que si el proceso de aprendizaje conlleva el almacenamiento de la información en la
memoria, no es necesario estudiar los procedimientos de estímulo-respuesta sino atender a los sistemas
de retención y recuperación de datos, a las estructuras mentales donde se alojaran estas informaciones y
a las formas de actualización de estas. 
Diferencia entre estructuras mentales como componentes estáticos del sistema que permanecen estables
a lo largo del tiempo y procesos que describen la actividad del sistema. 
El objetivo del educador, según esta teoría, será el crear o modificar las estructuras mentales del alumno
para introducir en ellas el conocimiento y proporcionar al alumno de una serie de procesos que le
permitan adquirir este conocimiento. 
Por tanto no se estudia como conseguir objetivos proporcionando estímulos, sino que se estudia el
sistema cognitivo en su conjunto: la atención, la memoria, la percepción, la compresión, las habilidades
motrices, etc. Pretendiendo comprender como funciona para promover un mejor aprendizaje por parte del
alumno. 
De cada parte de este sistema cognitivo surgen teorías que analizan, por ejemplo en la memoria, como se
producen los procesos de selección-retención-recuperación de datos; en el aprendizaje los procesos de
reorganizaron, reconstrucción y reconceptualización del conocimiento, etc. 

Como aportaciones podemos destacar el planteamiento de una enseñanza intencional y planificada en


vez de confiar el aprendizaje a la practica y a la repetición de ejercicios. No se pone el énfasis en la
consecución de resultados sino en el proceso seguido. Se busca que los datos que han sido procesados
adquieran sentido integrándose en otras informaciones ya almacenadas. 
En cuanto a deficiencias podemos destacar el método de investigación, ya que es necesario recurrir a
técnicas introspectivas para hacer explícitos los procesos internos. Por tanto no se pueden establecer
correlaciones para obtener resultados específicos según experimentos realizados, no como en la teoría
anterior donde la percepción de un estimulo originaba una respuesta y esto era de directa aplicación
sobre un grupo de alumnos.
El Educador/a Infantil: Actitudes y Aptitudes

El educador infantil debe de desarrollar y adquirir unas cualidades,


destrezas y habilidades que le permitan relacionarse y comunicarse con los
niños y niñas, padres y madres, educadores y otros profesionales
Al mismo tiempo debe adquirir unos conocimientos. unas habilidades e
instrumentos de trabajo apropiados es decir. una formación psicopedagógica
básica que le permita un comportamiento profesional autónomo y
competente. 
No es exclusivo de la profesión del educador tenerque contar con
unas cualidades personales apropiadas, esto también afecta a otras
profesiones. En el caso del educadorestá particularmente justificado por ser
una profesión queconlleva una situación de relación y comunicación intensa
y constante con niños pequeños, en que la estabilidad emocional, el dominio
de sí mismo y la firmeza van a ser elementos imprescindibles para una
intervención educativa adecuada. Igualmente para la relación y
comunicación con las familias deberá contar con sensibilidad, discreción y
madurez personal -lo cual no está reñido con ser una persona joven-. 
.Si el educador infantil cuenta con una madurez personal. además de
profesional. el ejercicio de su profesión le hará desarrollarse. a su vez,
personal y profesionalmente.
Cualidades que favorecen una relación adecuada con los niños: 
· -Estabilidad emocional. 
· -Seguridad en sí mismo. firmeza. autoestima.
· -Paciencia. 
· -Alegres.

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