La Princesa Que Creia en Los Cuentos de Hadas

Descargar como doc, pdf o txt
Descargar como doc, pdf o txt
Está en la página 1de 18

LA PRINCESA QUE CREIA EN LOS CUENTOS DE HADAS

Después de varias horas de camino, nuestros dos estimados protagonistas


entraron en el maravilloso bosque al que todos llamaban "El bosque de la
pasión", quizás porque en las ramas de sus árboles colgaban suculentas
manzanas rojas símbolo de este sentimiento, o tal vez porque en sus
parajes se desataban extraños y profundos anhelos.
Sea como fuere, ambos personajes cabalgaron durante horas, entre ráfagas
de silencio alternadas con breves conversaciones.
A la hora de comer, cuando el estómago empezaba a quejarse, ataron los
bellos corceles a la rama de un robusto árbol y se sentaron bajo la suave
hierba del mismo a devorar insaciables los brillantes y jugosos frutos del
lugar.
-Estoy cansado- dijo Alaron bostezando y recostando la espalda en el suelo-
es mejor que durmamos un poco antes de seguir.
-Me parece buena idea. Además...se está tan bien aquí...- dijo M.Go
sonriendo y tumbándose a su lado.
Al cabo de unos pocos minutos ambos se durmieron en un sueño profundo;
pero ninguno de los dos sabía que era un sueño compartido... Un sueño de
dos mentes enlazadas...
"Alaron soñaba con la piel suave de la princesa, con sus labios y su suave y
perfumado pelo pelirrojo. Soñaba que allí mismo, bajo aquel manzano
robusto extendía la mano y acariciaba la de ella.
Solo en aquel momento, por primera vez en su vida... se sentía capaz de
abrirle su corazón y mostrarle todo lo que sentía por ella. De hecho,
anhelaba poder hacerlo. Deseaba sucumbir a la tentación y a la pasión de
tan bello escenario.
Pero entonces, de repente... veía algo en los ojos de su amiga. No lo podía
creer, pero su mirada, sus rasgos... reflejaban la imagen del caballero
misterioso, de un hombre sin rostro que parecía ocupar todos los anhelos de
la dama.
Y cierto era, pues de su parte puso la princesa para que en este sueño
mágico apareciera aquel caballero de negras vestimentas, aquel príncipe
cruelmente destronado. Ángelus, un nombre que le provocaba algo en su
interior que jamás había sentido."
Así pues este sueño desveló lo que ambos corazones albergaban, y cuando
los dos amigos se despertaron sobresaltados, la amistad ya no lo era tanto,
las miradas se volvieron huidizas y el resto del camino se convirtió en un
incómodo silencio que les resquebrajaba el alma.
Cuando M.Go despertó al día siguiente, lo primero que hizo fue levantarse y
abrir la ventana. Fue entonces cuando notó la frescura que la lluvia
nocturna había dejado en el ambiente y cuando vió, fascinada, como en el
horizonte se dibujaban dos relucientes arco iris. Y con una sonrisa
dibujándose en su cara pensó: "Hoy va a ser un gran día, estoy segura".

Aprobechó que Alaron no estaba para salir a pasear por las calles de la
ciudad. Era un lugar hermoso, y la gente parecía amable.
Se paró en una tienda, a contemplar los vestidos del escaparate y entonces
recordó los bellos trajes que guardaba en su armario, allí en su Reino.
Se sorprendió al darse cuenta de que apenas sentía nostalgia, y si lo hacía
era por todo menos por su príncipe antaño adorado. Lo imaginó en la
lejanía, y se dió cuenta de que su corazón se entristecía ante el recuerdo de
lo sucedido.
De repente, una conversación entre dos mujeres, la sacó de sus
cavilaciones.
-"Dicen que vive que vive con Snyder, que se ha unido al Rey de la
Oscuridad llevado por su desesperación".- decía una.
-"Pero ese caballero tenía un corazón noble... No me explico lo sucedido".-
se asombraba otra.
M.Go no pudo aguantar la curiosidad, y se dió la vuelta para preguntar:
-"Perdonen, no he podido evitar escuchar su conversación. ¿De quién
hablan?".

Las dos mujeres se miraron, y con impetuosidad empezaron a contar


interrumpiéndose de vez en cuando la una a la otra:
-" Se trata del joven príncipe Angelus...".
-"Era el legítimo heredero al trono del Reino de Calandria, pero le fue
arrebatado por su hermano el día antes de su coronación...".
-"Todo Calandria está disgustado, pues Angelus hubiera sido un buen Rey,
ya que tiene un corazón muy noble. En cambio su hermano, se deja llevar
por la codicia y por las malas artes de su consejero real."-
-"¿Y decís que ahora se ha unido al poder oscuro de Snyder?"- preguntó
M.Go con curiosidad.
-"Sí, eso escuché anoche cuando servía jarras de vino a cuatro hombres en
la taberna. Estaban diciendo que su desesperación lo había llevado hasta
esas Tierras Oscuras".
-"¡¡Pero esta noticia resulta asombrosa!!- exclamó la otra- pués hace tan
solo unos pocos días llegó el rumor de que Angelus había rescatado de las
malas artes de una bruja, a una bella princesa de brillantes cabellos
pelirrojos ...".
Las dos mujeres miraron el pelo de M.Go, y cruzaron miradas entre ellas...
Hubo un instante de silencio, y tras una despedida rápida se marcharon
entre cuchicheos.

La princesa se llevó las manos al pelo... "¿Angelus?"- pensó- "el caballero de


la noche de Hallowen...¿un príncipe?.

Volvió a la cantina apurando el paso mientras montones de pensamientos


se agolpaban en su mente. "Estaría ese príncipe destronado realmente con
Snyder?".
Alaron la estaba esperando, y emprendieron el viaje de nuevo. M.Go no le
contó nada... quizás porque no le parecía oportuno, quizás por algo más...
Pero a veces, somos nosotros mismos quienes desvelamos nuestros mas
íntimos secretos...
El sol brillaba con toda su furia aquella mañana en la que M.Go y Alaron
emprendieron su marcha. Y aquella atmósfera veraniega predecía en los
corazones de nuestros protagonistas que aquella historia, la que es hoy
nuestra historia, sin duda acabaría bien.

Los dos galopaban sobre los lomos del caballo de Alaron, un corcel negro de
indomable frescura. Había decidido que no necesitaban dos caballos pues
cuando la princesa saliera de aquel lugar al que se dirigía (si es que lo
hacía), sería ya a lomos de su resplandeciente y poderoso dragón.

Pero antes de todo esto, debían atravesar un pueblo cercano en el que


pasarían la primera noche del viaje, ya que llegar hasta él les llevaría todo
el día si las cosas iban bien. Y, además, Alaron, aprobecharía para arreglar
algunos de sus asuntos allí, en la Ladera del Arco Iris, un lugar con un
nombre que a M.Go le encantaba.
En busca de una solución... La estancia en el Reino de Alkaria volvió a ser
cómoda y tranquilizadora, pués allí la princesa se sentía como en su propia
casa y podia descansar y pensar en retomar su camino con energias.
Pero esta vez, M.Go decidió que debía buscar consejo en los sabios mas
ancianos de la Corte de Alkaria para poder resolver sus problemas de una
vez por todas.
Así pues, se celebró una reunión a la que asistieron los 7 sabios, el Rey y la
Reina, el consejero real y los caballeros del Rey.
Durante dos largas horas se expusieron los problemas y se plantearon
diferentes soluciones para que la princesa no volviera a topar con seres
malignos contra los que se viera indefensa.

-"Esto no puede volver a pasar. Ese huevo de dragón es una carga


demasiado pesada, y muy codiciada- dijo el rey- No podemos arriesgarnos a
que vuelvas a ser capturada y te despojen de tu gran tesoro... pues no
siempre aparecerán caballeros misteriosos para ayudarte...".

Los sabios se reunieron a parte, y deliberaron durante lago rato. Al final,


aparecieron y uno de ellos dijo solemnemente:
-"Estimada princesa, creemos que solo una persona tiene el suficiente poder
y conocimiento sobre dragones como para ayudaros cuando nazca el
vuestro..."
-"Bien, ¿de quien se trata?"- preguntó M.Go.
-" Se trata de Snyder , el Rey de la Oscuridad...- contestó muy serio otro de
los ancianos. Y agregó con calma:- "Snyder se encuentra recluido en su
castillo, al otro lado del Bosque del Deseo. Lleva allí desde hace mucho
años... Pero nadie sabe mas de dragones que él, pues fue el mejor de los
jinetes hace muchos, muchos años...
Su corazón aún es puro, y jamás se dejó llevar por la maldad del Jinete
Malvado; por eso se recluyó en su castillo."
-"Bien, pues iré en su busca".- Exclamó la princesa decidida.

-"¡Un momento! -exclamó Alaron levantándose- "¿No se os olvida algo?...


¡¡estais hablando de un vampiro!!!. M.Go no puede ir allí sola...".
-"Exactamente,- repuso el Rey- por eso deberás ir con ella."

La sala quedó en silencio. M.Go no parecía amedrentarse ante la idea de


visitar a un vampiro, pues si los sabios la enviaban allí era por una buena
causa. Pero Alaron, palidecía por momentos ante tal idea...

-"¿Yo?... ¿Cómo voy a ir yo?... Estamos en un mal momento, todos lo


sabeis... No podeis pretender que abandone el reino..."
-"Joven Alaron, hay muchos mas caballeros en este reino y bien es cierto
que podría enviar a cualquiera... pero seguro que M.Go no estará mas
segura con otro que contigo. Eres uno de mis mejores caballeros, apesar de
tu edad, y confio en ti. -Dijo el Rey con serenidad.- De todas formas, tu
misión tan solo es acompañarla a través del bosque de la pasión, llevarla
hasta el castillo de Snyder y volverte... Mañana mismo emprendereis el
camino, no hay más que hablar."

Y así, en silencio, cada uno se retiró a sus aposentos sumergido en el barullo


de sus cavilaciones...
-"Princesa,- dijo Alaron con un suspiro mientras ella iba sentada detrás de él
agarrada a su cintura- no se como lo haceis pero siempre acabais
metiéndome en vuestros líos...".
La princesa soltó una carcajada y repuso: "Eso no es verdad Alaron!!"
-"Si, si lo es. Desde pequeños siempre acabo metido en problemas por
vuestra culpa!"
La princesa sonrió, quizás fuera cierto.... Se le venían a la mente imagenes
de aquellos momentos que ya parecían tan lejanos... Recordaba una tarde
de verano, en el molino que había junto al río en el Reino de M.Go, ella se
había empeñado en que quería aprender a usar la espada y al final había
conseguido que Alaron le enseñara... había acabado echa un asco, pués no
podía apenas sostener su peso y las risas la había echo acabar en el suelo
una y otra vez. Mas tarde, Alaron se llevaría una fuerte reprimenda y un
gran castigo por no saber tratar a la princesa como tal...

-"Lo siento"- dijo ella suavemente volviendo en sí de sus recuerdos.


Él sonrió. Daba igual, pués quizás los mejores momentos de su vida los
había pasado estando con ella. No era una princesa normal, al principio lo
había pensado, pero no era así. Ella sabía divertirse, sabía reirse de si
misma, era lista, un poco torpe, pero con valor. Tenía tanto valor, que en
lugar de pasar su tiempo con otras princesas, prefería pasarlo con un chico
normal.

El camino se hizo eterno bajo la luz sofocante de aquel sol, pero poco a poco
el día fue refresacndo y entre risas y recuerdos casi olvidados., llegaron a la
Ladera. Ambos se apearon del caballo y reservaron habitaciones en una
cantina. Mientras M.Go se dió un baño, Alaron fue al centro del pueblo a
solventar sus quehaceres.

Aquella noche cenaron juntos en la terraza de la vivienda. El tiempo era


hermoso y la contemplación en el cielo de dos lunas fucsias hacían que la
noche fuera realmente mágica. Y... para alguno de los dos, realmente lo era.

Pero el día acabó con los labios de Alaron rozando suavemente la cara de
M.Go, y ella susurrándole al oído con voz cansada un sincero : "buenas
noches, querido amigo".

Pasaron días y días, incluso semanas, desde que la princesa fue convertida
en una estatua de piedra.

M.Go, podía sentir el paso del tiempo, y una gran desdicha llenaba su
corazón a medida que se iba dando cuenta de que le sería muy dificil salir
por si misma de aquella situación. Porque, a pesar de que su exterior era de
piedra, su interior bondadoso y noble seguía intacto.

-"¿Como voy a encontar el verdadero amor siendo de piedra?- pensaba cada


instante.- "Si ya ni siquiera se si es amor lo que sentía por mi
príncipe..."
El paso del tiempo volvía loca a la princesa ya que tan solo podía dar y dar
mas vueltas a sus problemas. Pero su mayor preocupación era: "Si nadie
sabe que estoy aquí...nadie podrá salvarme"

Pero la fortuna, o quizás el destino, quiso que de repente las cosas


cambiaran su ritmo y la noche de Halloween todo se tornó mas mágico y
raro que de costumbre.

Aquella noche, a lomos de un caballo negro apareció un joven alto y bien


formado. Sus ropajes oscuros estaban formados por unas botas, un pantalón
y una chaqueta con capucha que se ceñían a su cuerpo bien proporcionado.
A la cintura, el caballero llevaba una bonita daga con la empuñadura de
plata, y a la espalda un arco como el que poseía la princesa, regalo de los
elfos.

-"Eso es buena señal".- Pensó ella prestando atención a tan raros


acontecimientos.

El joven bajó del caballo de un salto. La princesa no pudo verle la cara


debajo de la capucha oscura, pero intuyó rasgos finos y bellos en su cara. El
caballero abrió la valla y entró con decisión en el jardín, echó un vistazo a
su alrededor, sin dejar nunca su rostro al descubierto y entró en la casita
cerrando la puerta con un portazo.

Dentro empezaron a oirse gritos, discusiones, malas palabras. Pero al final


los ánimos parecieron calmarse, y la princesa, afinando el oído, pudo
escuchar la voz firme y sensual del caballero diciendole a la bruja:

-"He venido para que liberes a la princesa M.Go. Así pués, te propongo que
hagas un trato. Tú la devuelves a su estado normal y le das todas sus cosas,
incluído el huevo de dragón, y yo te doy El corazón púrpura", la joya de los
elfos para la eterna juventud."

La bruja rió estrepitosamente y dijo:

-"Me tientas, valiente caballero. Pero ni toda la juventud del mundo merece
un huevo de dragón a cambio. Además, puedo convertirte en piedra y tener
ambas cosas!!".

De repente se escuchó un gran estruendo. Gritos, risas. El desemvainar de


una espada y su sonido cortando el aire. Algo calló al suelo, otro algo rodó.
La casita se llenó con un chispazo de luz que duró apenas unos segundos
y... todos los hechizos de la bruja se desvanecieron.

M.Go comenzó a moverse lentamente. Se miró las manos, volvía a ser


normal; aunque apenas podía moverse con soltura, pués tenía los músculos
entumecidos.

El joven salió de la casa con las cosas de la princesa en la mano. Subió a su


caballo y le tendió la mano para que ella también subiera. Cabalgaron
desandando el camino andado por M.Go hacía días, hasta que llegaron a las
puertas del Castillo de Alkaria. Allí el caballero ayudó a apearse a la joven.

-"¿Quién eres amable joven? Por favor, dime tu nombre y si volveremos a


vernos". -dijo la princesa intentando verle la cara entre la oscuridad.

-"El nombre no importa, y volveremos a vernos solo si el destino así lo


desea".

-"Gracias".- Gritó la princesa, pero el caballero ya se alejaba galopando por


entre la oscuridad del bosque.

M.Go sonrió y se dió la vuelta para entrar en el Castillo de Alkaria y pasar la


noche entre amigos.

Volver a retomar el camino, resultó una tarea árdua y pesada. Tan solo
quedaba el consuelo de que el sendero le conduciría a la verdadera
felicidad.
Cuando llevaba unas dos horas de camino, la princesa topó con unos
maravillosos rosales enredados en la reluciente valla marrón de una
pequeña, pero preciosa casita.
Miró a su alrededor, buscando a los posibles habitantes de aquel bonito
hogar, pero no vió a nadie. Así que se paró frente a la valla a oler las bonitas
rosas de colores. Pero, cuando su mano tocó una de las preciosas y
fragantes flores, estas se tornaron sin color y con las hojas y el tallo negros
como el carbón.
La princesa soltó la flor, y dió una paso atrás asustada... ¿Que estaba
pasando?. Se quedó mirando con los ojos muy abiertos el cambio repentino
que se había producido. Y se descubrió pensando que, aún así, las rosas no
habían perdido su belleza. Y cuando volvió a sostener una en su mano para
ver si aún mantenían su perfume, volvió a sorprenderse porque estas
tornaron de nuevo a su color original, llenando la valla de rojos, rosas,
blancos y amarillos brillantes y bonitos.

Al instante, una mujer de cabellos morenos y brillantes salió de la casa


moviendo con dulzura su delicada figura esbelta. Se paró en el umbral y
saludó a M.Go con una bonita aunque quizás demasiado amplia sonrisa;
mientras que con un ademán la invitaba a traspasar la valla y entrar en su
cuidado jardín.
La princesa avanzó por el estrecho camino empedrado del jardín y cuando
llegó junto a la bella mujer, está la invitó a entrar. La casa era pequeña,
pero acogedora, con las paredes pintadas de colores cremosos, muebles
delicadamente labrados, y muchas, muchas flores...

Pero había algo raro en el salón de la casa. Libros y libros gordos, viejos y
polvorientos, apilados en estanterías y en mesas. La princesa dejó con
cuidado su huevo de dragón encima de la mesa, junto al resto de sus
pertenencias, y se dispuso a coger uno de esos libros para echarle un
vistazo, cuando la bella mujer entró en la habitación con dos tazas de té y,
con ojos desorbitados exclamó:
-¡¡No los toques!!.
La princesa dió un respingo y se alejó instantaneamente de los antiguos
ejemplares, pero aumentando a cada paso su curiosidad por ellos.
-Los siento, pero no me gusta que la gente toque mis libros...- se disculpó la
mujer.
-No pasa nada, lo entiendo.- Dijo la princesa mirando de reojo los estantes
repletos.
De repente los ojos de la mujer, que se hacía llamar Casandra, se posaron
asombrados sobre el huevo de dragón, y bombardeó a M.Go con multitud de
preguntas, hasta que esta le contó toda la historia...
-Bien,-dijo Casandra muy seria pero a la vez amigable- Te ofrezco estancia
en mi casa todo el tiempo que quieras, ya que las flores te han elegido...
Pero a cambio, cuando te marches, debes dejar aquí tu huevo de dragón.

No, no. Lo siento.- Contestó M.Go muy seria.- No me desaré de mi huevo por
nada del mundo. Hace unos días quizás si... Pero ahora me he dado cuenta
de que si el dragón me ha elegido será por algo...
Casandra frunció el ceño y volvió a insistir, pero la princesa negó una y otra
vez con la cabeza. Así pues, la mujer acompañó a M.Go a la puerta, con
caracter desagradable y le negó alojamiento en su adorable casita.
Pero cuando la princesa se encontraba en la mitad del jardín, Casandra
levantó las manos y pronunció las siguientes palabras:
"Quiero el huevo de dragón para hacer mis pociones; como no me lo das
sufrirás mi hechizo. De piedra te tornarás en un instante, hasta que el
verdadero amor consiga salvarte."
Y, así, en menos de un minuto, la princesa se convirtió en una estatua de la
mas bella piedra jamás vista. y, Casandra, descubriendo sus poderes de
bruja, soltó una carcajada y, con tan solo un movimiento de zapato movió a
la princesa convertida en piedra hasta el centro de su jardín, en medio de
sus rosas. Le quitó el huevo de la mano y se metió en casa satisfecha.
Aquel día resultó mentalmente agotador, pues las conversaciones con unos
y con otros evolucionaban en distintas ideas, todas ellas diferentes.

El caballero Kyliam mostró su disconformidad con algunos sucesos. No


podía creer el consejo del hada. "No entiendo porqué os dejais aconsejar tan
a la ligera, princesa", había dicho. También añadió, después de escuchar el
principio de la historia: "Una cosa es imperdonable de vuestra parte: dejar la
música. ¿Cómo se le ocurre hacer algo semejante? Si el Príncipe cree que le
va a dejar de lado al tener éxitos propios... ¿Acaso no confía en usted, Bella
Princesa? Muy mal de parte del Príncipe por pedirle algo así, y de la tuya por
aceptar, o acaso le indicais vos lo que tiene o no tiene que hacer él? ".
Tampocó se fió de las palabras del hada, y frunció el ceño cuando la
princesa le narró el encuentro con los elfos. Pero lo que mas lo intrigaba era,
sin duda, que haría la joven princesa con el huevo de dragón...
De todas formas, el amable Kyliam se mostró siempre dispuesto a ayudar a
M.Go siempre que ella lo necesitara: "...Sabéis que podeis contar conmigo
para cualquier empresa que querais llevar a cabo, dejaría cualquier batalla
por vos, pero creo que el viaje que habeis emprendido es un camino
solitario."
Al margen de esta historia, el valiente caballero le habló a la princesa de los
problemas que acontecían en su Reino. Y le contó, en susurros, la historia
de un caballero oscuro que rondaba aquellas tierras. "Pero esto no debe
salir de estos muros", dijo muy serio. Y así es, quien quiera saber mas. Que
visite las Tierras del Reino de Alkaria....
Al contrario, el Rey de Alkaria, no quiso entrometerse en los asuntos de la
princesa. "Tan solo me permito daros un consejo, estimada princesa: haced
caso a vuestro corazón, solo él podrá guiaros. No hagais demasiado caso a
mis caballeros, pues aunque tienen un corazón noble... Estarían encantados
de tener una princesa como vos en el Reino."
Por supuesto no faltó una última conversación con el caballero Alaron.
Cuando la princesa estaba cepillando su pelirrojo cabello sentada frente al
espejo de la habitación de invitados, Alaron traspasó el umbral en silencio.
-Mi querida princesa, es una lástima que tengáis que partir, pero como ya
imaginaba, era algo inevitable que ambos sabíamos que tenía que pasar.-
dijo Alaron apesadumbradamente.
-No te preocupes, mi querido Alaron.- dijo la princesa mirándolo con ternura-
quizá vuelva por aqui mucho antes de lo que imaginas...
Alaron se sentó junto a la princesa y la tomó de la mano. MAntuvo el
silencio un segundo que pareció eterno y, al fin, se atrevió a decir: - Te
deseo mucha suerte en tu viaje, M.Go. Y a no ser que algo malo me pasase,
te estaré esperando...
Ella lo abrazó y le dijo al oído:
-Ya lo sé, ya lo sé, Alaron...
Así, entre lágrimas por dejar un reino en el que se sentía tan agusto, la
princesa emprendió su camino abaneando la mano para despedirse de sus
amigos, hasta que su frágil figura se perdió en el horizonte.
-Bueno,- pensó- sigamos...
La cama era mullida y cómoda, pero el calor no dejaba dormir. A M.Go le
costó más de mil vueltas en el lecho coger sueño, pero al final lo consiguió...
Y el hada de los sueños la visitó...
Era un sueño tranquilo. En un escenario de sobras conocido: estaba en su
cama. Con su muñeca preferida. Y el camisón azul que tanto le gustaba. A
su lado, tan solo un resquicio de esta época posado sobre la colcha: el
huevo de dragón.
Se sentía joven. Miró sus manos. Tocó su pelo sedoso. Había vuelto a su
infancia. Volvía a sentir la paz de los 10 años...
-Buenas noches, princesa.- Dijo un hada inmensamente bella y tan diminuta
que se sentó, balanceando los pies en el hombro de la princesa.- Es un
placer visitar tus sueños.
-¿Eres el hada de los sueños?. He oído hablar de ti mil y una veces... Dicen
que cuando apareces es para aclarar el futuro de los que duermen. ¿Me
ayudarás a mi en mi camino?.
-A eso vengo dispuesta, mi querida princesa- contestó el hada con una
sonrisa, y prosiguió diciendo: - Pero no debes preocuparte tanto, estás
haciendo grandes progresos, aunque no te des cuenta de ello. Tan solo
debes seguir a tu corazón, es el mejor de los mapas. Conforme
vayas aprendiendo, tu viaje se tornará mucho mas fácil y
agradable.
Sé que has estado pensando en terminar tu camino aqui, en el Reino de los
caballeros Olvidados. Pero no creo que eso sea una buena idea, piénsalo,
debes seguir hasta el final; y cuando acabes, quizás puedas volver aqui si
de verdad es eso lo que deseas.
-Tienes razón- asintió la princesa- no he comenzado este camino para
dejarlo ahora aqui. Pero, dime, hada de los sueños, ¿que debo hacer con el
huevo de dragón? Creo que es mucha responsabilidad para mi, quizás
debería dejarlo en este reino para que uno de los caballeros cuide de él.
- Princesa, no dudo de la bondad de estos caballeros, pero es muy
importante tener un huvo de dragón porque un poder tan grande
conlleva una responsabilidad aún mayor. Además, debeis pensar que
el dragón os ha elegido a vos, y esa elección debe ser tomada en cuenta.
De todas formas, quizá sea ese mismo ser mágico y poderoso el que os
haga volver aqui... -contestó el hada con cierto misterio.
-No entiendo... pero seguiré vuestro consejo. Gracias. Pero decidme antes
de iros: ¿Volveré a veros en mis sueños?- preguntó la princesa.
-Siempre que lo necesites de verdad...- contestó el hada desapareciendo
con un destello.
El resto de la noche se consumió en un sueño placentero. Y cuando la luz
del sol entró por la alcoba de la princesa, esta abrió los ojos y miró a su
alrededor con la pena en el corazón propia de alguien que sabe que tiene
que partir y seguir su camino.
Llega inesperado a un reino conocido. Para la pobre princesa cada vez se
hacía mas dificil caminar sosteniendo el pesado huevo de dragón; ya que
cuanto más avanzaba, menos fuerzas tenía.
-"Ojalá este camino me llevara a algún Reino conocido donde pudiera
descansar..."- pensaba mientras se llevaba a la boca una de las suculentas
galletas élficas.
De repente, como si de magia se tratara (cosa que ya no resultaba extraña),
apareció ante ella un enorme y magestuoso castillo de piedra labrada que
se le antojaba conocido. Y mientras andaba embobada intentando ver a
alguien en sus alrededores, tropezó con una piedra y se golpeó con un viejo
cartel de madera.
"BIENVENIDOS a las Lejanas Tierras de TERITH". La princesa dió un respingo
de alegría. No podía creer que no hubiera conocido el castillo, pues a pesar
de los años que llevaba sin visitarlo, era uno de los pocos luegares en los
que se sentía como en casa. Estaba en el Reino de Alkaria, la tierra de los
caballeros olvidados.
Ávanzó, ahora más rápido y con mas empeño, hasta que por fin alcanzó el
enorme puente de entrada al Castillo. Allí encontró a dos soldados
custodiando la entrada, que la reconocieron en seguida y uno de ellos la
acompañó amablemente hasta el interior del Castillo.
Estaba esperando en la entrada cuando, de repente vió a un caballero alto y
bien formado que se le hizo conocido. Dió un brinco de su asiento y dijo
caminando hacia él:
-¡¡Alaron!!, ¿eres tú?.
El caballero se giró sobresaltado y, al ver a la princesa una sonrisa se
acomodó en su cara.
-Princesa M.Go- dijo abrazándola- no esperaba verte por aqui...
La princesa le contó toda la historia, y el caballero asentía concentrado en
sus palabras.
Alaron era un gran amigo de la princesa. Se conocían desde la infancia y
habían compartido juegos, historias y todo tipo de travesuras. El caballero
aún visitaba a M.Go de vez en cuando, porque cuando sus quehaceres de
caballero le hacía pasar cerca de su reino él siempre encontraba una excusa
para desviarse y visitarla. Eran unas visitas que a veces se alargaban varios
días.
Cuando la princesa acabó de contar sus peripecias, Alaron la llevó a junto
del Rey d eAlkaria, que se hallaba hablando con el noble Caballero Kyliam.
Cuando la vieron, ambos mostraron un gran asombro, pero la princesa les
resumió el motivo de su viaje.
-Que gran alegría que esteis aqui- dijo Kyliam- Vuestra visita alegrá este
reino.
La princesa sonrió. Conocía a este caballero también desde hacía bastante
tiempo, y siempre era amable y exquisito en sus modales; preocupándose
hasta la saciedad por la felicidad de la princesa.
Así pues, el día pasó entre risas y recuerdos inolvidables. Todo se le
antojaba fantástico siempre que visitaba aquel Reino.
Por la tarde, M.Go y el joven caballero Alaron dieron un paseo por los
jardines traseros del castillo y, como siempre hacía de pequeños, se
sentaron a la orilla de un pequeño lago a hablar.
-No puedo creer que estes aquí, M.Go- dijo Alaron tendido en la mullida
hierba mirando al cielo.- Te echaba mucho de menos.
-Yo a ti tambien, Alaron. Pero siento que mi visita sea por motivos tan
desgraciados...
-Siempre te dije que ese príncipe no te convenía... Estando con él te
empeñabas en ser perfecta, sin darte cuenta de que tal como eres... ya
posees esa perfección que tanto ansías...
La princesa no dijo nada durante un rato que a a Alaron se le antojó una
eternidad. Y de repente, divagando en voz alta, como solía hacer años atrás,
dijo:
-Quizá debería quedarme aquí. Quizá este sea el final de mi camino...
Alaron volvió a mirar al cielo. No sabía que decir. Por un lado, deseaba que
M.Go se quedar, pero por otro... quizá debíera seguir su camino, pues
siempre estaba a tiempo de volver.
-No sé,- dijo tomando a la princesa de la mano y sonriendo- pero lo que si sé
es que hasta mañana como mínimo estarás aquí.
Cuando llegaron al Castillo el Caballero Kyliam y el Rey de Alkaria habían
ordenado un gran banquete para esa noche. Y así, entre comida, risas y
vino, se mantuvieron despiertos hasta el amanecer.
Cuando decidieron irse a dormir, a M.Go la cabeza ya le daba vueltas; así
que se dijo a sí misma: "Esta noche dormiré tranquila. Mañana será otro día
y la luz del sol me ayudará a decidir que hacer".
Los elfos narran historias de dragones. Durante esa tarde, cada vez hizo
mas calor y la princesa caminaba despacio, pero prestando poca atención al
desconfiado camino. Poco después de la media tarde escuchó el monótono
ruído de la corriente de las Cataratas de la Ilusión y al cabo de un rato el
sendero la condujo hasta el valle donde estas cataratas formaban un
precioso lago.

M.Go se sentó con los pies dentro del agua fresquita y, en cuanto hubo
descansado del sofocante camino, comió otra pieza de fruta de su cesta.
Pero, en ningún momento, apartaba la vista de su preciado regalo.

Permaneció largo rato allí sentada, jugando con los pies dentro del agua y
preguntándose si su príncipe la estaría echando en falta; hasta que, de
repente, un crjuido continuo interrumpió sus pensamientos. La princesa
agarró el huevo de dragón sobresaltada y miró en todas direcciones, pero
no veía nada. Pero cuando se daba por vencida y se cansaba de mirara
volvía a escuchar lo mismo cada vez mas cerca...
De pronto, divisó una figura esbelta y maravillosamente bella entra la
maleza. Era una persona... o no, era algo mejor que eso... ¡Un elfo!!. La
princesa sabía que los elfos habitaban cerca de las Cataratas de la Ilusión,
pero nunca pensó que ninguno se fuera a acercar a ella.
-¡Hola!- dijo la princesa timidamente- ¿Eres un elfo?.
-Sí, así es- dijo el elfo con la voz más melodiosa que la princesa hubiera
escuchado jamás.- Pero no vengo solo, uno de mis amigo viene comnigo,
pero no saldrá de entre los arbustos si no te escucha prometer que no nos
harás daño...
-Por supesto,- dijo la princesa- no debeis temer de mi... Jamás sería capaz
de haceros nada.
Al instante de pronunciar estas palabras, la otra bella criatura salió de entre
la maleza. Este era de cabellos liso y pelirrojos, mientras que el otro era
rubio como la cara más brillante de la luna. Pero ambos compartían una
belleza singular.
Se sentaron al lado de la princesa, dejando en el suelo sus arcos y flechas, y
hablaron con ella de la belleza del lugar.
-¡Tienes un huevo de dragón!- dijo el pelirrojo, de repente, muy
sorprendido- ¿Cómo lo has conseguido?. ¿Eres una bruja?.
-La princesa sonrió ante tal comentario y les contó su historia. Así pues, los
elfos, encantas le obsequiaron con la leyenda de los dragones:
"Hace muchísmos años, se crearon los Jinetes de dragones", cuya misión
durante miles de años era la de proteger y vigilar los reinos. Estos jinetes
tenían una fuerza sobrenatural que le traspasaban sus dragones, pero tan
solo la utilizaban para el bien. Nadie era capaz de destruirlos, pero no
fueron capaces de protegerse de sus propios defectos; y un día nació un
Jinete impuro y a partir de ahi los Jinetes se volvieron arrogantes por su
poder. Pero un día, subestimando su poder, los Jinetes fueron presa de una
emboscada y murieron, junto con sus dragones. Pero el Jinete malvado, el
peor de todos, se escondió durante años en parajes asolados; y con los años
se dejó de buscarlo. Así que este apobechó para, una fría noche, robar un
dragón recién nacido.
Juntos, mataron a todos los nuevos jinetes bondadosos y aumentaron su
fuerza uniendose a otros malvados.
Así, logró hacerse con La ladera de la torre oscura, a poca distancia de aquí.
Un lugar por el que quizas debereis pasar en vuestra busqueda."
-De todas formas- prosiguió el elfo rubio- veo que sois afortunada. Pues
poseeis un huevo de dragón, y eso es muy extraño ya que estos huevos solo
aparecen ante gente digna de poseerlo. Además he observado un pequeño
detalle... ¿Tú no?- preguntó a su compañero.
-Sí, yo también.
-Bien. hemos visto que una mancha plateada empieza a notarse en la palma
de tu mano derecha y... según el Sagrado libro de Eragon; eso implica que
sois elegida por el dragón para alguna acción.
-Que tengais suerte- dijeron los dos elfos al unísono, y desaparecieron
dejando en su lugar un arco y unas flechas plateadas y azules con
una forma exquisita y una cajita de madera con una M tallada a
mano, llena de deliciosas galletas.
La princesa estaba cada vez mas desconcertada, pero tras probar una de
las galletas comprendió que no debía demorarse más y volvió a emprender
su camino.
Después de la tormenta un regalo. Cuando por fin la princesa logró llegar a
la playa sin peligro, se tumbó sobre la arena y durmió tranquilamente,
despejando su mente y su cuerpo para lo que estaba por venir.
Despierta ya, respiraba la fresca brisa marina y escuchaba como se
adentraba en la arena, salpicándola a intervalos.
Miró a su alrededor y vió una cesta con deliciosas frutas. En ella había una
nota: "Tu hada vela por tu seguridad". Se sintió bien al leerlo, y se llevó una
de las piezas a la boca, saboreándo su jugoso néctar.
Tenía un largo camino por recorrer, así que no se entretuvo demasiado.
Cogió las frutas, se colocó el vestido y se adentró en la espesura siguiendo
un estrecho camino.
De repente, los ojos verdosos de la princesa toparon con algo
estraordinariamente bello. Cualquiera hubiera imaginado que era algún tipo
de gema preciosa; pues su superficie era de un color azul maravilloso, salvo
por los finos nervios plateados que la recorrían simulando una laboriosa
telaraña. Medía unos 35 centímetros, estaba fría y era pesada. Pero M.Go la
recogió del suelo sin pensarselo. Sabía que era lo que tenía entre sus
manos, y también conocía su gran valor.
- ¡¡Un huevo de dragón!!- pensó- Nunca imaginé encontrar uno... No voy a
dejarlo aquí por nada del mundo.

El mar de la sirena: La princesa caminaba despacio por el sendero


tropezando de vez en cuando con raíces de arbustos y con piedras que
hacían que estuviera a punto de acabar en el suelo.
-Parece el sitio perfecto para ser rescatada- pensaba -pero supongo que mi
príncipe no vendrá a salvarme justo en el último momento...
De repente, mientras andaba presa de sus cavilaciones, unas nubes oscuras
taparon por completo el sol, y un viento frío comenzó a soplar con fuerza.
Acto seguido empezó a llover tan fuerte que el agua formó charcos que
pronto se convirtieron en ríos, y todo se transformó en un torrente de agua
que se llevaba todo a su paso. Fue tan rápido que M.Go no tuvo tiempo de
reaccionar y fue arrastrada por una gran ola.
No sabía nadar, así que chapoteó y chapoteó para no hundirse, hasta que
vió una gran roca en medio de la nada y, a duras penas, fue hasta ella y se
sentó fatigada y asustada. Pronto empezó a anochecer y la princesa notaba
como el agua subí apor momentos.
-Tengo que salir de aqui. Pero no sé nadar y si bajo de la roca me ahogaré-
pensaba nerviosa.
-Parece que estás en problemas- escuchó que le decía una voz de repente.
-¿Quién eres? ¿dónde estás? ¡¡ayúdame!!- gritó la princesa desesperada.
- ¡Encantada!- exclamó una bella sirena de largos cabellos, saliendo del
agua.- Me llamo Lilith; y lo siento pero nadie puede rescatarte porque
debes aprender a nadar; sino si te saco de aqui la próxima vez que
te encuentres con una tormenta estarás en la misma sutacion.
Pero, no sé nadar...- repetía M.Go una y otra vez.
-Debes aprender. Piensa que si te quedas ahí si que es seguro que
te ahogarás.- decía la sirena con voz pausada- Comenzaste este
viaje para no hundirte con un barco que se iba a pique, ¿no querrás
ahora ahogarte agarrada a una piedra?.
-Es cierto- pensó la princesa- renuncié a quedarme y comencé a andar.
Debo hacer lo mismo ahora.
-Esta bien.- dijo- Aprenderé a nadar.
Y, así, con mucha paciencia, la sirena Lilith enseñó a nadar a
nuestra princesa, mostrándole como trabajar en armonía con las
fuerzas de la naturaleza. Y asegurándole que la única seguridad
que existe es la de saber que uno puede cuidar de sí mismo.
A medida que la princesa nadaba, cada vez con más soltura, la tormenta
cesaba y el cielo volvía adespejarse.
- Bien- dijo la bella sirena- ya podeis continuar vuestro camino, princesa. Yo
debo quedarme. tened cuidado con todo lo que os espera en tierra firme y
luchad siempre valientemente como habéis hecho hoy.
-Gracias Lilith- dijo M.Go agradecida- pensé que no se podía confiar
en las sirenas, pero tu me has demostrado que estaba
equivocada...
-No lo estabas, -dijo Lilith muy seria.- No todas son como yo... quizá
lo compruebes; aunque espero que no si no quieres acabar convirtiéndote
en una de nosotras. Pero bueno, ahora... debes seguir tu camino.
M.Go partió nadadando hacia el arco iris con una sensación de poder y de
paz en su inetrior al ver que era capaz de llegar a tierra ella sola.
Miro atrás y ya solo vio la cola de Lilith sumergiéndose, había conocido a
una sirena... y por lo visto había tenido suerte de que fuera Lilith, aunque no
sabía porque....
Con su Guía para ser siempre feliz bajo el brazo la princesa decidió que ya
podía volver a palacio, junto a su amado. Comenzó a leer en el carruaje y
cuando llegó a su casa, era incapaz de apartar la vista de las páginas que
leía.
Todo el palacio estaba adornado con fragantes rosas, pero M.Go
desconfiaba de si todo ese ambiente estupendo duraría mucho. De todas
formas no tenía de que preocuparse pues el príncipe no estaba.
Durante los días siguientes, el no hacer nada con respecto al príncipe
resultó mucho más duro que hacer algo.
Aunque no hiciera nada, su mente se llenaba de pensamientos negativos y
el resto de su cuerpo parecía vacío. De hecho, en su vida y en ella misma
había un gran vacío que cada vez pesaba más.
Recurrió de nuevo al libro, y este afirmaba que era normal que alguien que
cambiaba de trabajo se sintiera completo, pero a la vez vacío, y sugería
sustituir el trabajo anterior de atender al príncipe por nuevas actividades
que despertaran su propio interés.
Se dedicó a recoger recetas de cocina y a trabajar en el jardín con sus
queridas rosas desde el alba hasta el amanecer, pero todo la deprimía más
aun. Incluso decidió permanecer en la cama durante varios días.
Luego decidió que no podía seguir así y elaboró una lista de cosas que había
descuidado por el príncipe y volvió a realizarlas con esmero. Así, poco a
poco, comenzó a dedicarse más a ella misma; pero entonces más se
enfadaba él.
-Ya no me amas- le gritó una noche- ni siquiera discutes conmigo porque
tienes miedo a perder, señorita perfecta.
-No se como hemos llegado a esto...- dijo la princesa- ¿desde cuando me he
convertido yo en tu enemiga?.
- Desde el día en que comenzaste a ayudarme.
-Pero, tú me lo pediste.
- Yo nunca he pedido tu ayuda.- gritó él- Dices que has estado ayudándome.
¿A qué?, a cambiar, porque no soy lo suficiente para ti. No me amas, es
posible que nunca lo hayas hecho, pués el príncipe que tu amas está en tus
sueños y no es el que tienes. Mira con atención, lo que ves es lo que tienes
y es obvio que no me quieres. Pues bien, ¡¡¡yo tampoco te soporto!!!.
A la princesa empezó a darle vueltas la cabeza. Necesitaba salir de alli. Se
marcho de la habitación y cruzó corriendo el gran vestíbulo dirigiéndose a la
puerta principal, mientras el príncipe gritaba a sus espaldas:
-Tú y tus grandes sueños. ¡No mereces vivir siempre feliz, ¿me oyes?, no te
lo mereces.
La princesa fue en busca del hada. Le explicó que lo que ella le había
aconsejado no funcionaba, que se estaba volviendo loca con lo que estaba
pasando. ¿Que podía hacer?.
-Puedes elegir no estar en el mismo sitio que esté el príncipe- dijo. Y ante la
mirada atónita de la princesa prosiguió:- Has demostrado una gran entereza
al pasar por todo esto, pero ahora llega el momento de decidir. El amor
debe hacer que uno se sienta bien, sino no es amor.
Cuanto más pensaba la princesa en irse, más poderosa era la fuerza que le
empujaba hacia el príncipe. Sin embargo, sabía que, sintiera amor o no, si le
seguía dando tanto poder se vería de nuevo presa en la cárcel de su propio
dolor.
Pensó y pensó y al final dijo con voz temblorosa:
-Me doy cuenta de que debo irme, pero no se a dónde.
- Seguirás el Camino de la Certeza. En el aprenderás que los
cuentos de hadas ciertamente se hacen realidad, pero muchas
veces, son diferentes de lo que nos habíamos imaginado. De todas
formas ve tranquila, pues en el camino te aguarda tu final feliz.
-¿De verdad?- preguntó la princesa-, ¿un cuento de hadas diferente?.

El hada le dió unas últimas instrucciones: "Hay unos indicadores, debes


mirarlos con atención. Necesitarás hacer muchas cosas en este camino...
serás exploradora, navegante... además conoceras a todo tipo de seres y de
personajes, incluso puede que topes con algún dragón. Encontrarás mucho
obstáculos, y también novedades buenas y malas. Pero debes seguir el
camino pase lo que pase; no puedes dejar que nada te impida encontrar la
verdad sanadora."
Y así, sin mirar atrás, la bella princesa ed cabellos rojizos, comenzó su viaje.
Lo solucionaremos juntos... sea como sea", pensaba la princesa.
El príncipe, encargó la investigación de lo que estaba pasando a la princesa,
pués decía que él estaba demasiado ocupado. Así que ella recorrió pasillos y
pasillos de bibliotecas con libros de magia, y acudió a pedir ayuda a grandes
maestros en Poderes Sobrenaturales, pero todos resultaban estar de viaje o
muy ocupados.
Así pasaron los días. Al principio el hechizo se apoderaba de su amado sólo
una vez, permanecía en él unos minutos y luego todo volvía a la
normalidad. Pero, conforme pasaba el tiempo, se manifestaba con mucha
más frecuencia y tardaba días enteros en desaparecer.
La princesa sentí mucho miedo, pues no sabía con quien compartiría los
despertares o quien volvería a casa por la noches, si su "príncipe
encantador" o su "príncipe encantado". Además, cuando estas
transformaciones ocurrían él sabía todo lo que la princesa le había contado
en la intimidad, sus pensamientos mas secretos, sus miedos y sueños y los
utilizaba en su contra para herirla.
- Siempre has sido muy valiente, mi querido príncipe. Estoy segura de que
no vas a dejar que ningún espíritu maligno te domine.
-No podré hacerlo sin tu ayuda. Eres mucho mejor que yo. Si me amas de
verdad, encontrarás la forma de que desaparezca el hechizo.
Pero un día, la pelea fue demasiado dura. La princesa no pudo soportarlo
más, las palabras que escuchaba de boca de su amado príncipe le hacía
demasiado daño.
-El hechizo sólo se apodera de mi cuando estoy contigo, así que la culpa es
tuya, ¡solo tuya!!- gritó el príncipe fuera de sí- ¡Mírame cuando te hablo,
M.Go!!, no lloriquees, no te servirá de nada, sé que esto me lo estás
haciendo tú, princesa tiquismiquis.
Cuando la princesa se quedó sola un pensamiento rondaba su mente: "Y si
tiene razón, y si todo es culpa mía". Así que cogió su bolsa de mano, metió
unas cuantas cosas, y entre lágrimas se marchó a casa de sus padres a
aclarar las ideas.
Cuando llegó les explicó todo a los Reyes: "Cada día me esfuerzo por ser
más perfecta de muy diversas formas para evitar que vuelva el espíritu
maligno, pero cada día es una tarea más árdua. Necesito pasar aquí unos
días". Sus padres, aunque un tanto atónitos, la acogieron con los brazos
abiertos, pues era su princesita. Aquella noche durmió de un tiró por
primera vez en mucho tiempo.
Aquella mañana, al mirar por la ventana de su antiguo dormitorio, sus ojos
se detuvieron ante el único árbol que se divisaba en lo alto de la pequeña
colina justo al otro lado de los jardines de palacio. Seguía teniendo el mismo
aspecto triste y solitario que años atrás. Pero ahora, aquel árbol, ejercía un
gran influjo sobre ella, notaba que debía ir hasta él, y así lo hizo al
atardecer.
Cuando llegó allí se sentó en la espesa y verde hierba, con la espalda
apoyada en el tronco rugoso, cerró los ojos y deseó con fuerza que todo
aquello acabara.

De repente una fina y melodiosa voz dijo:


"Oí que al triste árbol se lo pedías,
y de lejos vine a ver que querías.
Cuando tus deseos liberas,
por arte de magia los recuperas."
- ¿Quién eres tú?- preguntó la princesa sobresaltada- ¿Eres un hada de
verdad?.
- Sí, mi querida princesa, así es. Siempre he estado contigo, pero hoy me
ves porque me has buscado con tu corazón.
- ¿Vienes a ayudarme a librarme del spíritu maligno de mi príncipe?
- Quizá... tengo entendido que ya has probado muchas cosas y no ha
funcionado nada. yo conozco algo que deberías hacer, y es "nada".
- ¿Nada?- preguntó la princesa.
- Sí, princesa. El no hacer nada es algo que todavía no has intentado.
Debes dejar de actuar y no decir nada en absoluto; no defenderte,
no poner las cosas en orden, no protestar, no pedir
perdón...Cuando no hagas nada, estarás haciendo algo... algo que
ayudará al príncipe si te alejas de su lado. Con esto no quiero decir que tu le
perjudiques, sino que se preocupa tanto por lo que te pasa a ti que no
puede ver cuál es su problema´.
-Pero, él me pidió ayuda...
-Sólo porque alguien te pida ayuda no es razón para que se la des.
Muchas veces la ayuda acaba perjudicándonos porque necesitamos
hacer algunas cosas solos. La única persona que puede hacer magia
en el príncipe es el príncipe mismo.
-Si tu me dices esto te creeré. Estoy demasiado cansada y enferma, no
puedo hacer otra cosa... Mecesito curarme, pero no se cuál es la medicina
adecuada- dijo la princesa cabizbaja.
-La verdad es la mejor medicina- contestó el hada- Para encontarla
comienza con esto.
Y le tendió un viejo libro de tapas azules que decía: "Guía para princesas
que quieran vivir siempre felices". Y diciendo: "este libro es tan solo el
comienzo, pues para que cambien las cosas debes cambiar tu
misma", desapareció en la nada igual que había llegado.
M.Go poseía un verdadero talento para la música. Cantaba tan
melodiosamente, que hasta los pájaros se unían a su canto.
Un día el príncipe, mientras hojeaba la sección de espectáculos le dijo:
- Aquí hay algo que te iría muy bien, princesa. Una compañía de teatro local
busca aspirantes para el papel de Cenicienta. La representarán en todo el
Reino.
Ella dudaba, pero él la convenció:
- Deberías ir, princesa. Para ti es coser y cantar. Tu voz hace que los pájaros
se unan a tu canto y, con toda seguridad, no hay otra más bella que tú.
- Me da la impresión de que te equivocas de cuento, mi príncipe,
Blancanieves es la más bella, y no Cenicienta...- puntualizó la princesa.
- No, princesa. Tú eres la más bonita.

El príncipe tenía razón, y M.Go consiguió el papel y triunfó la noche del


estreno y todas las siguientes; encandilando con su canto a toda la gente
del reino. Pero para la princesa lo más importante eracómo le brillaban los
ojos al príncipe, que se sentía orgulloso de ella. El mundo, era perfecto.

Una tarde, sin embargo, el príncipe le dijo:


- "solo es cuestión de tiempo que te conviertas en una estrella, te ofrecerán
papeles cada vez más importantes y la gente llenará las salas solo por
verte. - hizo una pausa, tragó saliva y prosiguió con voz triste:- "desde ese
mismo momento estarás tan ocupada que no tendrás tiempo para mí y te
relacionarás con esa gente del teatro con la que no tengo nada en común...
Probablemente será el fin de nuestro matrimonio.
La princesa se quedó perpleja ante tal divagación. Y el príncipe siguió
diciendo:
- Te conozco, princesa mía. Sé que puedes conseguir todo lo que te
propones. Y te amo demasiado para arriesgarme a perderte, no quiero que
lo hagas... Sé que es injusto pedirtelo, pero hazlo por nosotros, por nuestro
amor...
A M.Go no le hizo falta pensarselo, no quería hacer nada que le hiciera
perder al príncipe. Así que dejó de cantar por él.

El invierno siguiente fue muy frío y la princesa lo pasó casi todo en la cama
por culpa de las epidemias de gripe. Pero su valiente príncipe siempre le
llevaba la comida a la cama y salía antes del trabajo para estar con ella y
cuidarla.
Fue pasando el tiempo y el príncipe comenzó a quejarse del mucho trabajo
que tenía en la embajada. Se lamentaba de haber nacido príncipe y no ser
un simple herrero. Pronto el joven se cansó de cualquier responsabilidad y
las relegaba todas en los demás.
Aún así el seguía encantador y amable con todos. La princesa lo amaba en
cuerpo y alma y se esforzaba por demostrarselo; pero él decía que no era
suficiente y la acusaba de no amerle tanto como él a ella. Era curioso,
cuanto más amor le daba, más parecía necesitar el príncipe....

De repente el príncipe comenzó a tenr cambios repentinos de personalidad.


Catalogaba los actos de la princesa que antes adoraba como indecorosos e
impropios de una princesa, gritaba y le repetía una y otra vez que prestaba
más atención a cualquier otra cosa antes que a él.
La princesa M.Go le decía intentando serenarse:
- Estoy a tu lado siempre y te amo en cuerpo y alma. Siempre tengo tiempo
para ti, ya lo sabes. Hago todo lo que puedo por ti y te digo miles de veces
lo encantador, apuesto y maravilloso que eres...
- ¡Ya basta, M.Go!! Odio tus interminables explicaciones.- decía él y se
marchaba furioso.

Pero por la noche, mientras la princesa lloraba en su habitación, el príncipe


le traía una rosa roja y le prometía que nunca más volvería a repetirse eso,
que la amaba y que no quería hacerla llorar por nada del mundo. Le
explicaba a la luz de los candiles, que no sabía que le ocurría, que una
fuerza extraña parecía dominarle y se escuchaba a sí mismo diciendo cosas
horribles que de ninguna manera sentía.
-No puedo creer que salgan de mi boca- juraba consternado.- Es como si
estuviera bajo un fuerte encantamiento.
Me decepcionana los pocos comentarios de ayer; parece que alguno de mis
caballeros, y también algunas damas han desaparecido de mi reino...Espero
y deseo que no demoren en volver pues se hace extraña su ausencia.
Todo el mundo que conocía al príncipe lo amaba; de echo, las chicas de la
Corte se referían a él como: "el príncipe azul". Y la verdad es que la princesa
nunca se había relacionado con nadie que mereciera esta reputación mejor
que él. No en vano, muchas damas había intentado ganarse el favor del
príncipe pero este sólo sentía amor por M.Go, ya que admiraba su ingenio y
le encantaba sentirse retado por su inteligencia. Y la princesa, cuando
estaba a su lado se sentía hermosa, especial, segura de sí misma y
protegida.
Con la presentación en la Corte no hubo problema, sus brillantes ojos y su
cálida sonrisa inundaron el palacio, y todos lo encontraron simpatiquísimo.
El príncipe y la princesa jugaban, reían, hablaban y se amaban sin
desatender, por ello, sus obligaciones. Siempre que estaban separados los
días parecían interminables, pero una vez juntos las horas pasaban
demasiado pronto. Todo el mundo que ha amado conoce esa sensación...
Una tarde, a principios de Julio, la princesa aceptó casarse con su amado
joven. Y el día 27 de ese mismo mes se celebró la boda más magnífica y
maravillosa que nadie pueda imaginar. Quizá este hecho a la princesa le
incomodó un poco pues en su interior deseaba que, como en sus cuentos,
aparecieran brujas y dragones que hicieran al principe demostrar su valor y
su amor... Pero, una vez más, su vida se alejaba tristemente del sendero de
los cuentos.
Así pués, una vez casados, la feliz pareja comenzó su nueva vida en un
hermoso palacio a poca distancia del anterior hogar de la princesa. Era un
placio de mármol rosado con un gran jardín de rosas, dónde los príncipes
iban a renovar sus votos de amor eterno.
Muy pronto el muchacho demostró también habilidad, fuerza e inteligencia;
ya que se ocupaba de todos los asuntos de palacio. Pero, a pesar de esto,
siempre encontraba tiempo para traerle a su amada rosas rojas del jardín
que ella colocaba por todo el palacio.
Ella también se comportaba como la esposa ideal. Por las mañanas se
levantaba temprano para desayunar con él y, luego, escribia en secreto "te
quiero" con tinta roja en la servilleta que llevaba el príncipe en su bolsa
junto a su almuerzo. Con un beso, un cálido abrazo y un "que tengas un
buen día, cariño", lo enviaba a trabajar a la Embajada Real.
La vida con el príncipe era tal y como M.Go la había imaginado e incluso
mejor. Todo era tan maravillosos que parecía que no se estropearía por
nada del mundo...
Y así, soñando y soñando con cuentos de hadas, el tiempo pasó, y como de
costumbre no lo hizo en valde.
Al invierno le siguió la primavera y el verano dió paso al otoño. En ese
tiempo, M.Go se fue convirtiendo en una joven encantadora, elegante,
educada, es decir, en todo lo que debía ser una princesa.
Pero seguía soñando que un día llegaría su valiente y apuesto príncipe y la
rescataría de la realidad, esa realidad que ella vivía cada día y que se
parecía muy poco a la de sus maravillosos cuentos de hadas.

Y al final, un lluvioso día de verano, la magia hizo su labor . La princesa


estuvo en la biblioteca de la ciudad estudiando el "Código Real de
Sentimientos y conducta de Princesas". Cuando salió, se vió sorprendida por
una inesperada pero incesante tormenta de verano que mojaba cada
resquicio de las calles de la pequeña ciudad.
Cuando ya estaba a punto de volver sobre sus pasos al interior de la
biblioteca, una voz dulce y melodiosa la sacó de sus cavilaciones.
- He venido a rescatarte de la lluvia... si es que aceptas compartir mi
humilde paraguas, claro.
- ¿Rescate?, ¿alguien ha dicho rescate?,- se pregunto M.Go lavantando la
vista para encontrarse con la mirada más dulce que había visto jamás.
- Disculpa, ¿me estabas diciendo algo?.
- Sí, princesa- contestó el apuesto joven con una cordial reverencia-, así es.
-¿Cómo sabes que soy una princesa?.

-Porque un príncipe siempre lo sabe. Además, recuerdo los días en que yo


también estudiaba el "Código Real de príncipes". Solo saqué de él una idea
provechosa.- le contestó.
- Y, ¿cuál es esa idea?- le preguntó la princesa coquetamente.
- El amor; solo él hace que la tierra dé vueltas, -respondió mostrando una
cálida sonrisa capaz de fundir una avalancha de nieve antes de que pudiera
tocar el suelo.
El chico parecía cumplir todos sus requisitos: era príncipe, había
demostrado coraje al acercarse a ella, era encantador, muy apuesto y,
aunque ser rescatada de mojarse bajo la lluvia no era precisamente lo que
se había imaginado, era un rescate al fin y al cabo.

Cuando regresó a casa M.Go tenía la sensación de que algo mágico había
sucedido. M.Go y el príncipe volvieron a quedar, debajo del gran roble del
parque que había junto al castillo. Parecía que los años que la joven había
pasado soñando con su príncipe ideal habían llegado a su fin, su príncipe
azul había venido a rescatarla...

También podría gustarte