Un Hogar Sólido

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UN HOGAR S6LIDO

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Personajes:

Don Clemente ............... (60 anos)


Dona Gertrudis . . . . . . . . . . . . .. (40 anos)
Mama Jesusita . . . . . . . . . . . . . .. (80 anos)
Catita ...................... (5 anos)
Vicente Mejia . .............. (23 anos)
A!uni ..................... : (28 anos)
Eva, extranjera . . . . . . . . . . . . .. (20 anos)
Lidia ..... .. . . . . . . . . . .. . . . .. (32 anos)
(Interior de un cuarto pequeno, can los muros y el techo
de piedra. No hay' ventanas ni puertas. A ta izquierda, em­
potradas en el muro y tambien de piedra, unas literas. En
una de elias, iiIama J esusita en camison y cotia. de dormir
de encajes. La escena esta 'fnuy oscura.)

j:' ozde dona Gertrudis.-j Clemente, Clemente! i ~igo


pasos!
170z de Clemente.-j Tu siempre estiis oyendo pasos! l Por
que sentn tan impacientes las mujeres? i Siempre anti­
cipandose a 10 que no va a suceder, vaticinando cala­
midades!
Voz de dona Gertru4is.- Pues los oigo.
Voz de Clemente.-No mujer, siempre te equivocas, te
dejas llevar por tu nostalgia de catiistrofes ...
Voz de dona Gertrudis.-Es cierto ... pero esta vez no me
equivoco.
Voz de Catita.-I Son muchos pies, Gertrudis! (Sale Catita
vestida can un traje bianco antigua, hotitas negras y un
collar de corales al cuello. Lleva 13'1 pelo atado en la nuca
can un lazo raja) i Que bueno! i Que bueno! i Tralala!
iTralala! (da salt as y hate las pal1nas).
DaM Gertrudis.-(Apareciendo con un traje rosa de 1930)

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Los ninos no se equivocan. l Verdad, tia Catalina, que
alguien yiene?
Catita.-j Si, yo 10 se! i Lo supe desde la primera vez que
vinieron' i Tenia tanto miedo aqui solita !
Clemente.-(Apareciendo en traje negro y punos blan­
cos) Creo que tienen raz,:m. j Gertrudis! i Gertrudis!
Ayudame a buscar mis metacarpos, siempre los pierdo
y sin ellos no puedo dar la mana.
Vicente Mejia.-(Apareciendo en traje de oficial jUM'is­
fa) Csted ieyo mucha, don Clemente, de ahi Ie viene
el mai habito de olvidar Ias caSas. j 1Iirame ami, com­
pletito en mi uni forme, siempre listo para cualquier
advenimiento !
iVlama Jesztsita.-(Enderezandose en su litera y ensenan­
do La cahe::;a cubierta con La eofia de encajes) i Catita
tiene razon! Los pasos yiel1en hacia aca (se coloca
una nwno detnis de una oreia, en actitud de escuchar),
se han detenido los primeros... a no ser que a los
Ramirez les haya sucedido una desgracia ... i esta ve­
cindad ya nos ha hecho Ilevar muchos chascos!
Catita.-(Saltando) j Tu duermete, Jesusita! A ti no te
gusta sino dormir:
Dormir, dormir
que cal1tan los gallos
de San Agustin:
~ ya esta el pan?
Jesusita.-( Y que quieres que haga? Si me dejaron en ca­
mison ...
Clemente.-No se queje, dona Jesus. Pensamos que por
respeto ...
Mama J esu,si la. - j Por respeto! ~ Y por respeto una tal
fa Ita de respeto?
Gertrudis.-Si hubiera estado yo, mama ... , peru que

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querias que hicieran las niiias y Clemente. (Arriba se
J oyen muehos pasos q1~e se detienen y despues au­
mentan.)
.\1am4 ] esusita.-j Catita! Ven acf:t y puleme la frente;
quiero que brille como la estrella polar. Dichoso el tiem­
po en que yo corria por la casa como una centella,
barriendo, sacudiendo el polvo que cata sobre el piano,
en engaiiosos torrentes de oro, para luego, cuando ya
cada cosa reluda como un cometa, romper el hielo de
mis cubetas dejadas at sereno, y baiiarme con el agua
cuajada de estrellas de invierno. l Te acuerdas, Ger­
trudis? j Eso era vivir! Rodeada de mis niiios tiesos y
Iimpios como pizarrines.
Gertrudis.-Si, mama. Y me acuerdo tambien de tu cor­
chito quemado para hacerte ojeras; y de los limones
que comfas para que la sangre se te hiciera agua. Y
de aquellas noches en que te ibas con papa al Teatro
de los Heroes. j Que bonita te veias con tu abanico y
las dormilonas en las orejas!
]esusita.-l Ya ves, hija, la vida es un soplo! Cada vez
que Ilegaba al palco ...
Clemente.-{lnterrumpiendo) j Por piedad, ahora no en­
cuentro mi femur!
]esusita.-i Que £alta de consideraci6n! ! Interrumpir a
una seiiora! (Catita, mientras tanto, ha estado ayudan­
do a ] esusita a arreglarse la eolia.)
Vieente.- Yo vi a Catita jugar con el a la trompeta.
Gertrudis.-Tia Catita, ~ d6nde 0lvid6 usted el femur de
Oemente?
Catita.--j Jesusita, Jesusita ! j Me quieren quitar mi corneta !
Mam4 ]esusita.-j Gertrudis, deja en paz a esta nina! Yen
cuanto a ti, te dire: no es tan malo que mi nifia enfer­
mara, como la mafia que Ie quedara ...

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\ "

Gertrudis.-i Pero mama, no seas in justa!: j es el futuro de


Clemente!
Catita·-i Fea! i Mala! i Te pego! i Ko es su femur, es mi
cometita de azucar!
Clemente.-(A Gertrudis} ~ No se la habra comido? T1.\ tia
es insoportable.
Gertrudis.-No 10 se, Clemente. A mt me perdi6 mi clavi­
cula rota. Le gustaban mucho los caminitos de cal de­
jados por la cicatriz. i Y era mi hueso favorito! Me
recordaba las tapias de mi casa llena de he1iotropos. (fe
conte como me cai, verdad? La vispera habiamos ido
al circa. Todo Chihuahua estaba en las gradas para ver
a Ricardo Bel!, pero, de pronto, salin una equilibrista,
que parecia una mariposa y a la que no he olvidado
nunca. " (Arriba se oye un golPe, Gertrudis se inte­
rntmpe.)
Gertrudis.-(Continuando} Por la manana me fui a las
bardas a bailar sobre un pie, pues toda la noche habia
sonado que era ella ...
(Arriba se aye un golPe 1ntl..) fuerte.}
Gertrudis.-. .. Claro, no sabia que tenia huesos. Una de
nina no sabe nada. Porque me 10 rompi, digo siempre
que fue el primer huesito que tuve. i Se lleva una cada
sorpresa!
(Los golpes se suceden can mas rapidez.)
Vicente.-(Atusandose el bigote} No cabe duda, alguien
lIega. Tenemos huespedes. (Cunta)
Cuando en tinieblas
Riela la luna
Y en la laguna
Canta el alci6n ...

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Mama Jesusita.-i Cillate, Vicente! No es hora de cantar.
i ]'vIira a estos inoportunos ! En mis tiempos la gente se
anw1ciaba antes de caerle a uno de visita. Habia mas
respeto. i Aver ahora a quien nos traen, a cualquier
extrano de esos que casaron con las ninas ! i Abate Dios
a los sumildes! como decia el pobre Ramon, a quien
Dios tenga en su santa gloria ...
Vicente.-i Tti no cambiaste para bien, Jesusita! A todo Ie
pones pero. Antes tan risuefia que eras. i La tinico que
te gustaba era bailar polkas I (Tararea Jesusita en Chi­
huahua y haee U110S pasos.) d Te acuerdas cuando baiIa­
mos en aquel Carnaval ? (Sigue bailando.) Tu traje rosa
giraba, giraba, y tu cuello esfaba muy cerca de mi
boca ...
lesusita.-j Par Dios, primo Vicente! Ko me recuerdes esas
tonterias.
Vicente.-(Riendose) ~ Que dira ahora Ramon? Itl tan ce­
loso. Y t6 y yo aqui juntos, mientras el se pudre solo
alii en Dolores.
Gertrudis.-Tio Vicente, i d.llese, va a provocar un dis­
gusto!
Clemente.-(Alarmado) Ya Ie explique, dona J estis, que
en el momento, no tuvimos dinero para transportarlo.
lesusita.-l Y las nifias que esperan para traerlo? No me
de explicaciones, a usted siempre Ie falt6 delicadeza.
(Se oye un golpe mas f~,erte.)

Catita.-i Vi luz! (entra un rayo de luz) I Vi un sable!


i Otra vez San Miguel que viene a visitarnos! i Miren
su lanza!
Vicente.-d Estamos completos? Pues ahora, i orden y nos
amanecemos !
Clemente.-Faltan Muni y mi cunada.

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Ma'l1U.i Jesusita.-j Los extranjeros siempre apartandose!
Gertrudis.-i Muni, Muni!, alguien viene, a 10 mejor es
una de tus primas . .: No te da gusto, hijo? Podras jugar
y reirte con ellas otra vez, aver si se te quita esa tris­
teza.
( Aparece Eva, rubia, alta, triste, muy joven, en traje de
viaje de 1920.)
Eva.-Muni estaba por ahi hace un momento. j Muni, hiji­
to! lOyes ese golpe? Asi golpea e1 mar contra las rocas
de mi casa ... ninguno de ustedes la conodo ... estaba
sobre una roca, alta, como una ola. Batida por los vien­
tos que nos arrullaban en 1a noche, remolinos de sal
cubrian sus vidrios de estre1Ias marinas; la cal de la
cocina, se doraba con las manos solares de mi padre ...
por las noches las criaturas del viento, del agua, del fue­
go, de la sal, entraban por la chimenea, se acurrucaban
en las llamas, cantaban en 1a gota de los lavaderos ...
j Tin! i tan! i tin! j tin! j tin! j tin! i tan! . " Y el yodo
se esparda por la casa como el sueno ... La cola de
un delfin resplandeciente, nos anundaba el dia. j Asi,
con esta luz de escamas y corales !

(Eva, al decir la 4ltima frase, levanta el brazo y senala


el raudal de luz que entra ala enpla, cuando separan arriba
la primera losa. El cunrto se inunda de sol. Los trajes lu­
josos de todos estan polvorientos y los rostros palidos. La
nina Catalina salta de gusto.)

Catita.-j Mira, Jesusita! j Viene alguien I ~ Quien Ie trae,


J esusita? .: Dona Difteria 0 San Miguel?
lYlama Jesusita.-Espera, nina, vamos aver.
Catalina.-A mt me trajo dona Difteria. ~ Te acuerdas de

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ella? Tenia los dedos de algod6n y no me dejaba respi­
rar. ~ A ti te dio miedo, Jesusita?
Mama lesusita.--Sl, hermanita, me acuerdo que te llevaron
y el patio de la casa qued6 sembrado de petalos mora­
dos. Mama Hora mucho y nosotras las niiias tambien.
Catalina.-i Tontita!, ~ que no sabias que ibas a venir a ju­
gar aqui conmigo? Ese dia San Miguel se sent6 junto a
mt y con su lanza de fuego 10 escribi6 en el cielo de mi
casa. Yo no sabia leer ... y 10 lei. d Y era bonita la es­
cuela de las seiioritas Simson,?
llfanui lesusita.-Muy bonita, Catita. Mi mama nos mand6
con laws negros ...
Catalina.-i. Y aprendiste el silabario? Para eso me iba a
mandar mi mama ...
Muni.-(Entra en pija1na, con el rostro azul y el pelo rubio)
l Qui en sera?

(Arriba, por el trozo de b6veda abierta al cielo, se ven


los pies de una mujer suspendidos en un c!rcuJo de luz.)
Gertrudis.-j Clemente, Clemente! Son los pies de Lidia:
i Que gusto, hijita, que gusto que hayas muerto tan
pronto!

(Todos callan. Empieza el descenso de Lidia, suspen­


dida con cuerdas. " Viene tiesa, con un fraje blanco, los
brazos cruzados al pecho. Los dedos en cruz, y la cabeza
inclinada.. Los ojos cermdos.)
Catita.-d Quien es Lidia?
Jfuni.-.! Lidia? Es la hija de mi tio Clemente y de mi tia
Gertrudis, Catita. (Acarici.a a la nilia.)
Afama lesusita.-Ya tenemos aqul a toda la serie de los
nietos. i Cmlnto mocoso ! ~ Pues que el homo crematorio

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no es mas moderno? Am!, cuando menos, me pa!"e.~
mas higienico.
Catita.-d Verdad, Jesusita, que Lidia es de mentirita5 ~
Mama lesusita.-l Fuera bueno, mi nina! I Aqui hay b:g-.c::­
para todo el mundo, menos para e1 pobre RamOn ~
Eva.-i Como credo! Cuando me vine era tan chiquita o::cx:.
Muni.
(Lidia qued6 de pie, en media de todos, que la min:..
Luego abre los o;os y los ve,)
Lidia,-l Papa! (le abraza) i Mama! i Muni! (In abrllZlJ.I_
Gertrudis.-Te veo muy bien, hija.
Lidia.-l Y la abuela?
Clemente.-No puede levantarse. ~Te acuerdas que CO!::ot:­
timos e1 error de enterrarla en camison?
AIama I eSftsita.-Si, Lili, aqui me tienes acostada por s.e­
cula seculOrum.
Gertrudis,-Cosas de mi mama; ya sabes, Lili, 10 COIIIpUc-;;.­
ta que fue siempre.
Mama lesusita.-Lo peor sera, hijita, presentarse asi 2Il:e
Dios Nuestro Senor. t ~ 0 te parece una infamia? ~ CO­
mo 110 se te ocurrio traerme un vestido? Aquel gris_
can las vueltas de brocado y el ramito de violetas en
el cnello. d Te acuerdas de el? Me 10 ponia para i:- a
las visitas de cumplido ... pero de los 'dejos nadie 51!
acuerda... '
Catita.-Cuando San Miguel nos visita, ella se esconde.

Lidia.-t Y til quien eres, preciosa?

Catalina.-l Catita!

Lidia,-i Claro! i Si la teniamos sabre el piano! Ahor.! esti

en casa de Evita. I Que tristeza cuando la veiamos. tlIII!


melanc6lica, pintada en su traje blanco! Se me habia
olvidado que estaba aqui.

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Vicente.-l Y no te da gusto conocerme ami, sobrina?
Lidia.-j Tio Vicente! Tambien a ti te teniamos en la sala,
con tu uniforme y en una cajita de terciopelo rajo, tu
medalla.
Eva.-l Y de tu tia Eva no te acuerdas?
Lidia.-j Tia Eva! SI, te recuerdo apenas, con tu pe10 rubio
tendido al sol ... y recuerdo tu sombrilla morada y tu
rostra desvanecido debajo de sus luces, como el de una
hermosa ahogada... y tu si110n vacio meciendose al
compas de tu canto, despues que ya te habias ida.
(Del drculo de lwo surge una .vos.)
Voz.-La generosa tierra de nuestro Mexico abre sus bra­
zos para darte amoroso cobijo. Virtuosa dama, madre
ejemplarlsima, esposa mode1o, dejas\un hueco irrepa­
rable. .. J
Aiama I esusita.-l Quien te habla can tanta confianza?
Lidia.-Es don Gregorio de la Huerta y Ramirez Puente,
Presidente de la Asociacion de Ciegos.
Vicente.-i Que locura ! l Y que hacen tantos ciegos juntos?
Mama lesusita.-i.Pero por que te tutea?
Certrudis.-Es la moda, mama, hablarle de tu a los muertos.
Voz.-Perdida crudeHsima, cnya ausencia habremos de ca­
librar con e1 tiempo, nos dejas para siempre privados
de. t~ arrollad?:a ~impatiaf ydejas, ta;nbien.a u~ h?gar
CrIstiano y sohdo en la orfandad mas terrIble. \Tlem­
bIen los hogares ante la inexorable parca . . . .
Clemente.-i Val game Dios!, lpero todavia anda par ana
ese botarate?
1tfama lesusita.-Lo que no sirve, abunda.
Lidia.-Si, y ahara es el Presidente de la Banca, de los
caballeros de Co16n, de la Ceguera, de la Bandera y del
Dia de la Madre ...

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Voz.-S610 la Ie inquebrantab1e,1 la resignaci6n cristiana y
la piedad ...
Catita.-Siempre dice 10 mismo don Hilario.
]'vlama iesusita.-"Yio es don Hilario, Catita, don Hilario
haee la friolera de sesenta y siete anos que muri6.
Catita.-(Sin oirla} Cuando a mt me trajeron, dijo: i Volo
un angelito! Y no era cierto. Yo estaba aqui abajo, so­
lita, muy asustada. d. Verdad, Vicente? l Verdad que yo
no digo mentiras?
Vicente.-i Dimelo a mi! Figiirense, yo Uego aqui, todavia
atarantado pOl' los fogonazos, con mis heridas abier­
tas ... d. Y que veo? A Catita llorando: i quiero ver a mi
mama!, i quiero ver a mt mama! j Que guerra me dio
esta nina!, con decirles que echaba de menos a los fran­
ceses ...
Voz.-j Requiescat in pace!
(Empiezan a poner las losas. La escena se oscurece pau­
latinamente.)
Catifa.-Estuvimos mucho tiempo solitos, lverdad, Vicen­
te:- :\0 sablamos que pasaba, pero nadie vino nunea
mas.
I es't£sita.-Ya te he dicho, Catita, nos fuimos a Mexico,
luego vino la Revolucion ...
Catl:ta.-Hasta que un dia l1ego Eva. Tii dijiste, Vicente,
que era extranjera ...
Vicente.-La situaci6n era un poco tirante y Eva no nos
decia ni una palabra.
Eva.-Tambien yo estaba cohibida. " y ademas pensaba
en Muni ... y en mi casa ... aqui estaba todo tan ca­
11 ado.

(SillM1.cio. Ponen la ultima losa.)

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Lidia.-Y ahora, dque hacemos?

Clemente.-Esperar.

Lidia.-l Esperar todavia?

Gertrudis.-Si, hija, ya iras viendo.

E1!a.-Veras todo 10 que quieras ver, menos tu casa, con


su mesa de pino blanco, yen las ventanas las olas y las
ve1as de los barcos.
Muni.-d No estas contenta, Lili?
Lidia.--Si, .Muni, sobre todo de verte a ti. Cuando te vi,
tirado aquella noche en el patio de la Comisaria, con
aquel olor a orines que vel1ia de las losas rotas, y tu
dunniendo en la camilla, entre los pies de los gendar­
mes, con tu pijama arrugado, y tu cara azul, me pre­
gunte: d Por que?, lPor que?
Catita.-Tambien yo, Lili. Tampoco yo habia visto a un
muerto azul. Jesusita me conto despues que el cianuro
tiene muchos pinceles y s610 un tubo de color, i el azul!
JJ ama Jesusita.-i Ya no molesten a este muchacho ! EI azul
le va muy bien a los rubios.
Mltni.-d Por que, prima Lili? ~ No has visto a los perros
callejeros caminar y caminar banquetas, bus cando hue­
sos en las carnicerias llenas de moscas, y el carnicero,
con los dedos remojados en sangre a fuerza de desta­
zar? Pues yo ya no queria caminar banquetas atroces
buscando entre la sangre un hueso, ni ver las esquinas,
apoyo de borrachos, meadores de perros. Yo queria una
ciudad alegre, llena de soles y de lunas. Una ciudad
solida, como la casa que tuvimos de nilios, con un sol
en cada puerta, una luna para cada ventana y estrellas
errantes en los cuartos. ,!Te acuerdas de elias, Lili?
Tenia un laberinto de risas. Su coeina era cruce de ca­
minos; su jardin, cauce de todos los rios; y ella toda e1
nacimiento de los pueblos ...

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Lidia.-j Un hogar solido, Muni! Eso mismo queria yo ...
y ya sabes, me llevaron a una casa extraiia. Y en ella no
halIe sino relojes y unos ojos sin parpados, que me mi­
raron dttrante arios. .. Yo pulia los pisos, para no ver
las miles de palabras muertas que las criadas ban'ian
por las mananas. Lustraba los espejos, para ahuyentar
nuestras miradas hostiles. Esperaba que una manana
surgiera de su azogue la imagen amorosa. Abria libros,
para abrir avenidas a aquel infierno circular. Bordaba
servilletas, con iniciales enlazadas, para hallar el hila
magi co, irrompible, que hace de dos nombres uno ...
M uni.-Lo se, LitC
Lidia.-Pero todo fue inUtil. Los ojos furiosos no dejaron
de miranl1e nunea. Si pudiera encontrar a la arana que
vivio en mi caSa -me decia a mi misma-, con el hilo
invisible que une la flor a la luz, '1a manzana al perfume,
la mujer al hombre, coserfa amorosos parpados que ce­
rrarian los oj os que me miran, y esta casa entrada en el
orden solar. Cada balcon seda una patria diferente: sus
muebles florecerian: de sus copas brotarian surtidores;
de 1as sabanas, alfombras magicas para viajar al sneno;
de las manos de mis ninos, castillos, banderas y bata­
lIas ... pero no encontre el hilo, Muni ...
}vfuni-Me 10 dijiste en la Comisaria. En ese patio a.ieno,
lejos para siempre del otro patio, en euyo cielo un cam­
panario nos contaba las horas que nos iban quedando
para il juego.
Lidia.-Si Muni, y en ti guarde el ultimo dia que fuimos
ninos. Despues s610 qued6 una Lidia sentada de cara
a la pared, esperando ...
Muni.-Tampoco yo pude crecer, vivir en las esquinas, yo
queria mi casa ...
Eva.-Tambien yo, Muni, hijo mio, queria un hogar soli­

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db. Una casa que el mar golpeara todas las noches,
j bum! i bum !, y ella se riera con la risa de mi padre ne­
na de peces y de redes.
Jluni.~No estes triste, Lilt Hallaras el hilo, y hallaras a
la arana.
Clemente.~~ Lili, no estas contenta? Ahora tu casa es el
centro del sol, el corazon de cada estrella, la raiz de
todas las hierbas, el punto mas solido de cada piedra.
jJuni.-Si, Lili, todavia no 10 sabes, pero de pronto no
necesitas casa, ni necesitas rio. No nadaremos en el Mez­
cala, seremos el Mezcala. ,
Gertrudis.-A veces, hijita, tendras mucho frio y seras Ja
nieve cayendo en una ciudad desconocida, sobre tejados
grises y gorros rojos.
Catita,-A mi 10 que mas me gusta es ser bomb6n en la
boca de una nina. i 0 cardillo, para hacer llorar a los
(lue leen cerca de una ventana!
.llltni.--No te aflijas ruando tus ojos empiecen a desapa­
recer, porque entonces seras todos los ojos de los perros
mirando pies absurdos .
.llama Jesusita.-j Ay, hijita! Ojala y nunca te toque ser
ojos de ciegos de pez ciego en 10 mas profundo de los
mares! No sabes la impresion terrible que tuve, era
como ver y no ver cosas jamas pensadas.
Catita.-(Riendose y palmoteando) Tambien te asustaste
mucho ruando eras el gusano que te entraba y salia por
la boca.
T'icente.-i Pues para mi 10 peor ha sido ser el punal del
asesino!
.llama Jesusita.-Ahora volveran las tuzas. No grites cuan­
do tv. misma corras por tu cara.
Clemente.-No Ie cuenten eso, la van a asustar. Da miedo
I aprender a ser todas las casaS.

25
Ge1't1'udis.-Sobre todo que en el mundo apenas si aprende
uno a ser hombre.
Lidia.-l Y podre ser un pino con un nido de aranas y
construir un hogar solido?
Clemente.-j Claro! Y sents el pino y la escalera y el fuego.
Lidia.-d Y luego?
l'Vlama lesusita.-Luego Dios nos 11amad. a su seno.
Clemente.-Despues de haber aprendido a ser todas las
cosas, aparecera la lanza de San Miguel, centro del uni­
verso y a su luz surgiran las huestes divinas de los an­
geles, y entraremos en el orden celestial.
M uni.-Yo quiero ser el pliegue de la tunica de un angeL
.Mama lesusita.-Tu color id. muy bien, dara hermosos re­
flej os. dY yo que hare enfundada en este camison?
Catita--j Yo quiero ser el declo indice de Dios Padre!
Todos a co1'o.-j Nina!
Eva.-j Y yo una ola salpicada de sal, convertida en nube!
Lidia.-Y yo los dedos costureros de la Virgen bordan­
do ... bordando ...
Gert1'udis-Y yo la musica del arpa de Santa Cecilia.
Vicente.-j Y yo el furor de la espada de San Gabriel!
Clemente.-Y yo una partlcula de la piedra de San Pedro.
Catita.-j Y yo la ventana que mire al mundo!
Mama I esusita.- Ya no habra mundo, Catita, porque to do
eso 10 seremos despues del J uicio Final.
Catita.-(Llora) t Ya no habra mundo? dY cuando 10 voy
aver? Yo no vi nada, ni siquiera aprendi el silabario.
Yo quiero que haya mundo.
Vicente.-j Velo ahora, Catita!

(A 10 lejos se oye una t1'ompeta.)

Mama lesusita.-i Jesus, Virgen PUrisima! La trompeta

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del Juicio Final. i Y yo en camison! Perdoname, Dios
mio, esta impudicia!
Lidia.-No, abuelita, es el toque de queda. Hay un cuartel
junto al panteon.
iVlam.a Jesusita.-j Ah si, ya me 10 habian dicho! Y siempre
se me olvida. ~ A quien se Ie ocurre poner un cuartel
tan cerca de nosotros ? i Que gobierno ! j Se presta a tan­
tas confusiones!
Vicente.-j E1 toque de queda! Me voy. Soy el viento que
abre todas las puertas que no abri, que sube en remo­
linn las escaleras que nunca subi, que corre por las ca­
lles nuevas para mi uniforme de oficial y levanta las
faldas de las hermosas desconocidas ... i Ah frescura!
(Desaparece. )
Mama Jesusita.-i Picaro!
Clemente.-i Ah, 'la Ilttvia sobre el agua! (Desaparece.)
Gertrudis.-j Leno en llamas! (Desaparece.)
ill uni.-~ Oyen? Aulla un perro. j Ah, melancolia! (Des­
aparece.)
Catalina.-j La mesa donde cenan nueve ninos! i Soy el
juego! (Desaparece.)
Jesusita.-j EI cogollito fresco de una lechuga! (Desapa­
rece.)
Eva.-j Centella que se hunc1e en e1 mar negro! (Desapa­
rece.)
Lidia.-j Un hogar s6lido! i Eso soy yo! j Las losas de mi
tumba! (Desaparece)

TEL6N

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27

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