Carta de Pedido

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Carlos Casares, 1º de marzo de 2011

Sr./ Sra.
De nuestra mayor consideración:
Nos dirigimos a Ud. Para comunicarle el proyecto
“Participá del Recuerdo” en homenaje a dos personalidades que fueron habitantes
y hacedores de la localidad de Carlos Casares y orgullo de todos los casarenses:
Ángel “Pocho” Bustamante y Eduardo “Gordo” Moore.
Esta idea, tiene como único objetivo brindar un
merecido tributo a estos dos personajes que a través del tiempo han adquirido
ribetes casi míticos. Lo haremos a través de múltiples actividades que incluyen a la
ciudadanía en su conjunto: concursos, exposiciones, intervenciones de materiales
(paletas y tacos de polo), charlas, trabajos de investigación y anecdotario, entre
otras.
Pero es un anhelo concretar a través de la
publicación de dos libros, la síntesis de la obra de cada uno de los homenajeados.
Por ello, solicitamos su colaboración monetaria ya que las comisiones ad-honorem
han realizado un trabajo de recopilación y organización del material con un
exclusivo fin didáctico-educativo.
Plasmar en acciones concretas esta propuesta es un
verdadero desafío para toda nuestra sociedad porque brinda la posibilidad de
apelar a la memoria colectiva y a nuestra historia local, abandonando el
conformismo del olvido ya que ésta es una nueva oportunidad de participación
gestionada en forma conjunta por el municipio, el sistema educativo, las
organizaciones intermedias, los familiares de los homenajeados y los particulares.

Agradecemos la gentileza y su colaboración.


¿Por qué este homenaje a Ángel “Pocho” Bustamante?

Este año se cumplen 69 años del nacimiento de uno de los artistas más destacados
de nuestra historia local. Por la magnitud de su labor constante como actor,
director teatral, adaptador, escenógrafo, dibujante, pintor, historietista y cineasta,
entre otras múltiples y polifacéticas actividades desarrolladas y debido a la
importancia capital de su obra para el desarrollo posterior del universo artístico
local y regional, resulta sumamente llamativo el olvido al cual ha sido sometida su
obra y su figura, a quien sus amigos y colegas recuerdan como un ser humano
verdaderamente excepcional.

El imaginario local ha impreso a su figura ribetes casi míticos, portador de una


sensibilidad exquisita que rendía culto a la amistad; su humildad generosa que
brindaba a cada joven novato que traspasaba los muros de su hogar; su dedicación
al trabajo desinteresado; un retiro de la vida social elegido libremente que
consecutivamente mantuvo hasta sus últimos días; su dedicación amorosa a los
temas históricos locales con sus anónimos protagonistas tornan a “Pocho”
Bustamante en un personaje popular con ribetes que se desdibujan en los confines
de la memoria.

Es nuestra intención dar a conocer en profundidad, la obra de un valioso


representante del arte local, desconocido para muchos y olvidado por otros.

¿Por qué este homenaje a Eduardo “Gordo” Moore?

Este mismo año, también se cumplen 70 años del nacimiento de Eduardo Moore y
al mismo tiempo, 25 años de su lamentable deceso. Fue un hombre popular a nivel
mundial, reconocido por su honestidad, la generosidad sin límites y una capacidad
increíble para gestionar y concretar ideas brillantes y novedosas. Sus actividades
benéficas y anónimas se dirigieron a diferentes instituciones locales y de la región.

Aunque fue admirado por la nobleza británica o recibido por sultanes de un


Oriente lejano y milenario, su personalidad nunca cambió; siempre fue un hombre
sencillo y un amigo generoso que unió geografías borrando sus límites precisos ya
que impulsó el comercio internacional de los hoy consagrados y afamados pony-
polos argentinos.

Transformó a Carlos Casares y Pehuajó en una verdadera aldea global cuyo


centro fue la estancia “La Nueva Escocia”, lugar en el cual se inauguró la primera
Escuela de Polo, quizás a nivel mundial y allí se formaron muchos de los jugadores
que hoy representan a la Argentina a nivel internacional.

Su casa con puertas siempre abiertas y su estancia, apenas elegían los huéspedes
porque eran tan generosa como él. Con su risa natural y espontánea fue el
anfitrión de viejos amigos o visitante de sultanes y reyes.
Vivió en el vértigo, viajó a enseñar, a vender caballos de polo o a jugar porque le
gustaba vivir, repartir y popularizar su deporte, jugar, andar, organizar torneos y
armar equipos.

Jugaba en forma individual pero ésa era su forma de divertirse; un tres poco
ortodoxo ya que nunca estaba ocupando su lugar. Sucede que concebía el deporte
como una diversión, jamás con sacrificios.

Vivió entre la aventura y el humor tomando en serio solamente su trabajo de criar,


entrenar, probar y vender caballos de polo por el mundo.

Exportador, docente, organizador, jugador de nivel, abrió el mundo de la


exportación y del profesionalismo. Fue el número uno del mundo por los caballos
vendidos, por los mercados conquistados y por la cantidad y variedad de trofeos
que ganó. Pero esencialmente, fue el campeón absoluto de la generosidad. Siempre
apurado, ansioso, vital, impaciente e intuitivo; nunca dejaba de sonreir, de ayudar,
de encontrarle motivo y destino a su energía.

Un casco negro con una franja blanca fue el sello inconfundible que lo acompañó
en los partidos. Y el viernes 20 de junio, en una mañana invernal, cuando tenía 44
años, decidió, inexplicablemente, legarnos su obra: la exportación de caballos, la
enseñanza del polo, la profesionalización del deporte y los trofeos obtenidos a nivel
nacional e internacional.

Orgullo de todos los casarenses, nos dejó su espíritu vital, sencillo, generoso, cálido,
sincero y por sobre todo, pleno de honestidad. Amaba la vida y la gastó demasiado
pronto y la ofreció demasiado pronto, sin especular, en soledad…

Este trotamundos del polo, que eligió vivir en nuestra ciudad y proyectarla al
mundo, que popularizó este deporte considerado para las “élites”, que habitó su
propio universo signado por la honestidad, la caballerosidad en la práctica de este
deporte, la amistad incondicional y la solidaridad sin límites, es indudablemente,
merecedor de un tributo y un reconocimiento que sume a toda la comunidad.

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