Importancia de La Biblia
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LECTURA INICIAL
DESARROLLO,
1 . 1 . - S e n t i d o g lobal de la Revelación
Dios quiere entrar en contacto con las hombres, desea entablar un diálogo con
nosotros a fin de realizar la historia de la salvación, comunicándonos así su vida divina. A esta
iniciativa la llamamos Revelación, ya que por medio de ella Dios se nos ha manifestado, se nos
ha abierto indicándonos quién es El, y quiénes somos nosotros, y cuál es su plan y proyecto
sobre toda la humanidad y la creación entera.
Esta revelación se lleva a cabo a través de obras y palabras íntimamente ligadas. Por
una parte las obras que Dios realiza en la historia manifiestan v confirman lo que las pala-
bras anuncian; y a su vez las palabras proclaman las obras y explican su sentido
profundo. Por ejemplo, Dios en el Antiguo Testamento (AT) no sólo anunció a los israelitas su
proyecto de liberarlos de la esclavitud egipcia (Ex. 3), sino cine también de hecho los liberó y
sacó de Egipto (Ex. 12-15). En el Nuevo Testamento (NT), por ejemplo, Jesús multiplica los
panes v luego se nos revela como el Pan de Vida explicando así el signo que había
realizado Un. 6). Declara también que él es la resurrección y la vida, y de hecho resucita a
Lázaro (J n. 11 ). De esta forma captamos mejor que Dios se revela a través de obras y
palabras íntimamente ligadas.
Esta revelación que se fue realizando paulatinamente por diversos mediadores, y que tie-
ne su plenitud y perfección en Cristo Jesús, está consignada por escrito en los libros de la Bibia.
Allí se nos narra esa historia de salvación, se nos cuentan las obras maravillosas que Dios ha
realizado y la respuesta que los hombres hemos ido dando a Dios. En la Biblia, pues,
encontramos esta Palabra que Dios, a lo largo de la historia, ha comunicado a la humanidad.
Jesús, Palabra de Dios hecha carne (Jn 1,14), vino a llevar a plenitud y perfección la
revelación iniciada en el AT. Por eso con Jesús termina el tiempo del Antiguo Testamento, es
decir, el tiempo de la preparación. Se da ahora ya la realización, el cumplimiento y la realidad
(cfr. Lc 16,16). Ha llegado "la plenitud de los tiempos" (Gál. 4,4). Estamos va en la nueva v
definitiva Alianza. No hubo ni habrá una comunicación más extraordinaria que la llevada a cabo
con la encarnación del Hijo de Dios en quien se cumplen y se realizan todas las promesas del AT.
Esta revelación a salvación Jesús la llevó a cabo a través de toda su persona: con su
presencia y manifestación, con sus palabras y obras, signos y milagros, y sobre todo con su
muerte y gloriosa resurrección, con el envío del Espíritu de la verdad. En cada una de esta ,,
realidades enunciadas podemos descubrir la revelación plena que Dios nos ha querido hacer.
Por ejemplo sus parábolas del Reino nos van manifestando la naturaleza del Reino de Dios: su
actitud con los pecadores nos revela la misericordia de nuestro Padre Dios; sus denuncias a
los poderosos y su actítud hacia los marginados nos manifiestan a un Dios que toma partido por
el débil y explotado, etc..
Esta revelación que es plena en Cristo Jesús y que está consignada en los libros del
NT, no es comprendida plena y exhaustivamente por nosotros. Por eso, a través de los
siglos, va creciendo su comprensión con la ayuda de todo el pueblo de Dios guiado por el
Espíritu Santo. "La Iglesia camina a través de los siglos hacia la plenitud de la verdad, hasta
que se cumplan en ella plenamente las palabras de Dios" (Dei Verbum -DV- 8).
2.1. La palabra en la Biblia . Hemos visto cómo Dios se fue revelando paulatinamente, y
cómo su revelación ha quedado consignada por escrito en los libros de la Biblia. Pero la Biblia
no es un mensaje del pasado, sino que es una palabra viva y eficaz, más cortante que
espada alguna de dos filos (Heb. 4,12-13). Aunque fue escrita hace mucho tiempo, sin
embargo su mensaje sigue siendo válido en nuestro tiempo va que contiene la Palabra viva de
Dios. Por eso Dios sigue conversando hoy con su Esposa amada la Iglesia (DV 8). Por eso
también cuando en la Iglesia se lee la Sagrada Escritura, es Cristo mismo quien nos habla. El
se hace presente en su Palabra (Sacrosanctum Concilium -SC7).
2.2. La palabra en los acontecimientos . Dios nos habla también a través de los
acontecimientos de nuestra vida personal (alegrías, penas, enfermedades, éxitos, etc.), y de
nuestra vida colectiva (campañas de alfabetización, aumento de salarios y de precios,
guerras, desempleo, etc.), y a través de los fenómenos de la naturaleza que afectan a la
humanidad (terremotos, sequías, lluvia necesaria, etc..). Todos estos acontecimientos son
palabra interpelante de Dios, palabra que exige una respuesta nuestra. Muchos de ellos no
son voluntad de Dios, pues son contrarios a su plan de salvación, o son parte de nuestra
limitación y fragilidad, pero siempre son una palabra divina que nos pide una respuesta
concreta. Por ejemplo, las injusticias en sus múltiples manifestaciones, como son: el hambre, el
desempleo y subempleo, la violación de los derechos humanos, la creciente brecha entre
ricos y pobres, etc.., no son voluntad de Dios, pues son contrarios a su plan de salvación
-que todos seamos hermanos-, pero sí son palabra de Dios en cuanto nos interpelan a no
permanecer indiferentes y pasivos ante ellas, sino a denunciarlas y a luchar contra la raíz v las
manifestaciones de esas injusticias. La enfermedad, la muerte etc., son parte de nuestra
fragilidad y limitación, pero su proceso se acelera por unas estructuras injustas: falta de
nutrición, vivienda, descanso, recursos sanitarios adecuados, etc. Son palabra de Dios en
cuanto nos interpelan a luchar por la vida, por la dignidad humana, a enfrentarnos a esas
situaciones, a quitar los procesos que aceleran la enfermedad y la muerte, etc. En una
palabra, todos los acontecimientos, positivas y negativos, leídos a la luz del Evangelio, nos
dejan un mensaje interpelante de Dios. Es la Palabra de Dios en los signos de los tiempos (cfr.
Mt. 16,1-4; Lc. 12,54-56).
2.3. La palabra en el hermano . Dios también nos comunica su mensaje a través de nues-
tros semejantes. Aun cuando este aspecto de alguna forma está implícito en lo que hemos se-
ñalado anteriormente, preferimos ahora explicitarlo por razón de su importancia. Las palabras,
las actitudes, las carencias, la vida entera de nuestros hermanos es una auténtica palabra del
Señor cuando sabemos discernirla a la luz del Evangelio, y somos capaces de salir de
nuestro egoísmo para ir al encuentro del hermano, sobre todo del más necesitado e
indefenso (Mt 25,31-46: Lc. 10,29-37). "Se los aseguro: cada vez que lo hicieron con uno de
estos hermanos míos tan pequeños, lo hicieron conmigo" (Mt 25,40).
Cuando alguien le habla a otra persona, siempre espera que se le preste atención, que se
le escuche y que luego se le responda. Así sucede con Dios que nos habla. Espera nuestra res-
puesta de fe que abarca la totalidad de nuestras dimensiones y aspectos personales y comunita-
rios. Sólo así se instaura el verdadero diálogo de salvación. La Palabra de Dios, escrita y acon-
tecida, no nos puede dejar neutrales e indiferentes: la aceptamos o la rechazamos.
Teniendo en cuenta esto podemos examinar las diversas actitudes que tomamos ante la
Palabra de Dios:
3.1. No atender a la voz de Dios, como el pueblo que no quiso escuchar la voz de los
profetas (Jer 7,23-28).
3.2. Escuchar la Palabra de Dios, pero no cumplir lo que allí se nos pide, como la gente que
acudía en tropel a Ezequiel por simple curiosidad, lo escuchaban, pero no ponían en práctica el
mensaje de Dios (Ez 33,30-33), o como el hijo que dice "sí" a su padre, pero luego no cumple
con su palabra (Mt 21,28-32).
3.3. Escuchar la Palabra y ponerla en práctica, como el hombre que edifica sobre buenos
cimientos (Lc. 6,47-49), o como María que es la Madre de Jesús no sólo porque lo engendró a
la vida, sino principalmente porque escucha y pone en práctica la Palabra de Dios (Lc. 8,19-21;
11,27-28; 2,19.51). Quien actúa así está difundiendo también la palabra del Señor
como lo realizaron los tesalonicenses con su ejemplo de acogida de esa palabra (1 Tes. l,6-
10; 2,13), o como lo hicieron los apóstoles quienes con gran libertad y valentía predicaron la
palabra del Señor (Hch 4,18-20.29-31).
Los tres pasos anteriores nos han llevado a descubrir la importancia que tiene el
conocer la Biblia para que podamos escuchar, poner en práctica y difundir la palabra divina.
Así surgirá un verdadero diálogo entre Dios y nosotros. Así seremos capaces de descubrir
en los acontecimientos, leídos a la luz del Evangelio, lo que Dios nos quiere comunicar. Por
eso la Iglesia recomienda vivamente la lectura de la Biblia (DV 21.25-26).
-"La Iglesia siempre ha venerado la Sagrada Escritura, como lo ha hecho con el Cuerpo de
Cristo, pues, sobre todo en la sagrada liturgia nunca ha cesado de tomar y repartir a sus
fieles el pan de vida que ofrece la mesa de la Palabra de Dios y del Cuerpo de Cristo"
(DV 21).
-"Desconocer la Escritura es desconocer a Cristo" (San Jerónimo, citado en DV 25).
-Cristo "está presente en su palabra, pues cuando se lee en la Iglesia la Sagrada
Importancia de la Biblia para nuestra vida 4
Escritura, es El quien habla" (SC 7).
REFLEXIONES
LECTURA FINAL
Lc 8,4-15: Parábola del sembrador. Descubrir las diversas actitudes que tenemos frente a la
Palabra de Dios
ACTIVIDADES EN CASA
Preguntas:
Lecturas selectas
-hablando: Gén. 12,1-3; Ex. 6,2-13; Dt. 4, 9-14; 5,1-5; Jer. 7,21-28; Am. 3,7-8; 7,10-17.
-actuando: Ex. 12,37-42; 14,15-31; 19,1-8; Jer. 31,31-34; Ez. 16,59-63; 36,16-32.
2.-Dios nos ha hablado en la plenitud de los tiempos a través de su Hijo, la Palabra hecha
carne: Jn. 1,1-18; Hebr. 1,1-4; Gál. 4,4-7.
3.-Dios nos habla también a través de los acontecimientos y de los hermanas: Mt. 16, 1-4; Lc.
12,54-56; Mt. 25,31-46; Lc. 10,29-37.
4.-Diversas actitudes ante la Palabra de Dios: Ez. 33,30-33; Mt. 21,28-32; Lc. 2,19.51; 6,46-49;
8,19-21; 10,38-42; 11,27-28; Jn. 8,47; 14, 23-24; 1 Tes. 2,13-16; St. 1,21-25.
5.-DEI VERBUM 1-10: La Revelación y su transmisión.