El Libro de La Sabiduría, Los Siete Puntos Del Entrenamiento Mental de Atisha (Osho)
El Libro de La Sabiduría, Los Siete Puntos Del Entrenamiento Mental de Atisha (Osho)
El Libro de La Sabiduría, Los Siete Puntos Del Entrenamiento Mental de Atisha (Osho)
OSHO
PREFACIO EDITORIAL
INTRODUCCIÓN
ACERCA DE OSHO
Prefacio Editorial
INTRODUCCIÓN
EL ÚNICO PAÍS del mundo que ha dedicado todo su genio a la exploración interna es
Tíbet. Pero, desgraciadamente, Tíbet ha entrado en un período de oscuridad. En Tíbet han
cerrado los monasterios y han forzado a los buscadores de la verdad a trabajar en campos
de concentración. Tíbet, el único país del mundo que dirigía su genio a un solo objetivo,
que aplicaba toda su inteligencia a la búsqueda de la interioridad de la persona y de sus
tesoros, ha sido detenido en su proceso por la invasión comunista.
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Y el mundo en que vivimos es tan indigno que nadie ha hecho la menor objeción. Al
contrario, al ser China grande y poderosa, incluso países que son más poderosos de lo que
pueda serlo jamás China, como Estados Unidos, han aceptado que Tíbet pase a
pertenecerle. Esto es inadmisible... y tan sólo porque China es poderosa y todo el mundo
quiere tenerla a su lado. ¡Ni siquiera India ha objetado! Tíbet era un experimento tan
hermoso... y no tenía armas con las que luchar, no tenía ejército, nunca había pensado en
tenerlo. El país entero era un peregrinaje de introversión.
En ningún otro lugar se ha llevado a cabo un esfuerzo tan concentrado para descubrir
el ser del hombre. Las familias en Tíbet solían entregar su hijo mayor a un monasterio
donde se dedicaba a meditar y a crecer hacia el despertar. Para las familias tibetanas era
una alegría saber que al menos uno de ellos estaba trabajando con todas sus fuerzas,
veinticuatro horas al día, en su ser interno. Las familias también trabajaban en el mismo
sentido pero no podían emplear todo su tiempo; tenían que proveer alimento y ropas y
cobijo. Y en Tíbet esto es difícil. El clima no ayuda mucho; vivir en Tíbet es una lucha
tremenda. Pero aun así, todas las familias entregaban su primogénito al monasterio.
Había cientos de monasterios... y estos monasterios no se pueden comparar con
ningún monasterio católico; los monasterios tibetanos no tienen parangón en el mundo
entero. Esos monasterios se preocupaban sólo de una cosa: de hacer que te vuelvas
consciente de ti mismo. A lo largo de los siglos se han creado miles de métodos para que
las personas puedan florecer y encontrar el tesoro supremo.
Pero la destrucción de Tíbet tendrá que conocerse en la Historia, particularmente
cuando el hombre se vuelva un poco más consciente y la humanidad se vuelva un poco más
humana... El que Tíbet haya caído en manos de materialistas, que no creen que haya nada
dentro del ser humano, es la calamidad más grande del siglo XX. Los materialistas creen
que eres sólo materia y que tu consciencia es sólo un producto derivado de la materia. Y
llegan a esta conclusión sin tener ninguna experiencia de lo interno... tan sólo filosofando
lógicamente, racionalmente.
En el mundo no hay ni un solo comunista que haya meditado; pero es extraño, todos
niegan lo interno. Nadie piensa en cómo podría existir lo externo si no existiera lo interno.
Lo interno y lo externo existen juntos, son inseparables. Lo externo es sólo la protección de
lo interno, porque lo interno es muy delicado y tierno. Pero se acepta lo externo y se
rechaza lo interno. E incluso si algunas veces se acepta lo interno, el mundo está dominado
por políticos tan corruptos, que hasta las experiencias internas las usan para fines
repugnantes.
Estados Unidos adiestra ahora a sus soldados en la meditación para que puedan
luchar sin ataques de nervios, sin volverse locos, sin sentir ningún miedo; para que puedan
tenderse en las trincheras silenciosamente, serenos, tranquilos, centrados. Ningún
meditador habría pensado jamás que la meditación puede usarse también para luchar en la
guerra; pero en manos de los políticos todo se envilece, incluso la meditación. Ahora en los
campamentos del ejército de Estados Unidos se enseña la meditación para que los soldados
puedan estar más tranquilos y serenos mientras matan a la gente.
Pero quiero advertir a Estados Unidos: estáis jugando con fuego. No entendéis
exactamente lo que es la meditación. Vuestros soldados se volverán tan tranquilos y
serenos que arrojarán sus armas y se negarán a matar. Un meditador no puede matar; un
meditador no puede ser destructivo. Así que un día se sorprenderán de que sus soldados
no vayan a estar interesados en luchar. Guerra, violencia, asesinatos, masacre de millones
de seres humanos... Esto no es posible si un hombre conoce algo de la meditación. El
hombre de meditación no se conoce sólo a sí mismo, sino que conoce también al que va a
matar. El otro es su hermano, todo el mundo pertenece a la misma existencia oceánica.
En otros países también existe interés por la meditación. Pero la razón es la misma;
no se trata de que llegues a conocerte, sino de que te hagas más fuerte para que puedas
matar y bombardear y usar armas nucleares y misiles para aniquilar naciones enteras.
Pero todos ellos van por un peligroso camino, sin saberlo. Eso es bueno. ¡Hay que
ayudarles! Una vez que la meditación se extienda entre sus soldados, esos soldados se
harán místicos. Así que estoy muy contento de que tengan otra idea, de que no sepan nada
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acerca de la meditación. Tan sólo han oído que la meditación vuelve a las personas
tranquilas y serenas para así poder luchar sin miedo, sin mirar hacia atrás. La meditación
crea un sentimiento de inmortalidad, por eso el miedo desaparece.
Pero la meditación no sólo les traerá la experiencia de la propia inmortalidad, sino que
también les traerá la experiencia de que todo el mundo es inmortal. La muerte es una
ficción. ¿Por qué acosar a la gente inútilmente? La gente vivirá, no puedes matarla. Ni
siquiera vuestras armas nucleares pueden matarla.
Krishna, en el Gita, hace una bella declaración: Nainam chhindanti shastrani; naham
dahati pavakahr. «No me puede destruir ningún arma, ni me puede quemar ningún fuego.»
Sí, el cuerpo se quemará, pero yo no soy el cuerpo...
La meditación te da la comprensión, por vez primera, de tu verdadera realidad.
Si la humanidad fuera un poco más consciente tendría que liberar a Tíbet, porque
Tíbet es el único país que ha dedicado casi dos mil años tan sólo a profundizar en la
meditación. Y puede enseñar al mundo entero algo que se necesita absolutamente.
Pero la China comunista está intentando destruir todo lo que ha sido creado en Tíbet
en estos dos mil años.
Están contaminando, están envenenando todas sus prácticas, todos sus métodos,
todo su clima espiritual. Y los tibetanos son gente sencilla; no se pueden defender. No
tienen nada con lo que defenderse... ni tanques, ni bombas, ni aviones, ni ejército. Una
raza inocente, que ha vivido sin guerras durante dos mil años... Tíbet no molesta a nadie,
está tan lejos de todo el mundo... Incluso llegar hasta allí es tarea difícil. Los tibetanos
viven en el techo del mundo. Las montañas más altas, las nieves eternas, son su casa.
¡Dejadlos en paz! China no perdería nada, pero el mundo entero se beneficiaría de su
experiencia.
Y el mundo va a necesitar su experiencia. El mundo se está cansando del dinero, del
poder, del prestigio, de todo lo que la tecnología científica ha creado... La gente se está
cansando. La gente ya no quiere estas cosas. La gente, en los países adelantados, ya no
está interesada en el sexo, ya no está interesada en las drogas. Hay cosas que están
perdiendo su atractivo, y una desesperación extraña, una nube oscura está descendiendo
en los países avanzados... una nube oscura de profunda frustración, de falta de sentido, de
angustia. La gente necesita un clima diferente, un clima de meditación que disperse todas
estas nubes y traiga un nuevo día a sus vidas, un nuevo amanecer, una nueva experiencia
de sí misma, un descubrimiento de su ser original.
A Tíbet hay que permitirle que siga como laboratorio experimental de la búsqueda
interna del hombre. Pero ni una sola nación en el mundo ha levantado la voz oponiéndose
a este vil ataque contra Tíbet. Y China no sólo ha atacado Tíbet, sino que lo ha incluido en
su mapa. Ahora, en el mapa moderno de China, Tíbet es su territorio.
Y pensamos que este mundo es civilizado... Un mundo donde se destruye a seres
humanos inocentes que no están haciendo mal a nadie. Y con ellos también se destruye
algo de gran importancia para toda la humanidad. Si existiera algo civilizado en el hombre,
todas las naciones se habrían levantado contra la invasión china de Tíbet. Es la invasión de
la materia contra la consciencia; es la invasión del materialismo contra las alturas
espirituales.
Puede que tengas todos los placeres, todas las comodidades y lujos del mundo, pero a
no ser que te conozcas a ti mismo, a no ser que tu loto interno se abra, seguirás echando
algo de menos. Quizá no sepas con certeza lo que echas de menos, pero tendrás un
sentimiento de que algo te falta, de que «no estoy completo», de que «no estoy entero»,
de que «no soy lo que la existencia quería que fuese». Este sentimiento de «echar algo de
menos» es una molestia continua en todo el mundo. Solamente la expansión de tu
consciencia te ayudará a liberarte de ese sentimiento, de esa molestia, de esa angustia, de
esa ansiedad.
Jaspers, Kierkegaard, Heidegger, Marcel, Jean-Paul Sartre, los genios más grandes de
Occidente, están de acuerdo en unas pocas cosas. Todos ellos dicen que la vida no es sino
aburrimiento, que la vida no es sino ansiedad, angustia; que la vida es accidental, que no
tiene sentido, que la búsqueda de cualquier estado de dicha es absolutamente inútil, que
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esos estados no existen. Y cuando grandes filósofos como éstos están de acuerdo en
cuestiones tales, las masas simplemente les siguen.
Lo que están diciendo está absolutamente equivocado, porque ninguno de ellos ha
meditado nunca; ninguno de ellos ha entrado en su propia subjetividad. Son personas que
están en la cabeza. Ni tan siquiera han ido a su corazón, así que ¿cómo van a ir hasta su
ser?, y ¿cómo van a desaparecer en lo universal?
A no ser que desaparezcas como una gota de rocío en el océano universal, no
encontrarás ningún sentido. No encontrarás tu verdadera dignidad. No verás que la
existencia vierte sobre ti tanta alegría y tanta celebración que no puedes contenerlas, que
tienes que compartirlas.
Cuando desapareces en lo universal te conviertes en una nube rebosante, una nube tan
cargada de lluvia que tiene que rociar. El hombre de profunda comprensión, el hombre de
intuición, el hombre que ha llegado a su ser, se convierte en una nube rebosante. Este
hombre no es sólo una bendición para sí mismo, es bendición para el mundo entero.
CAPÍTULO 1
¿Cuáles son los preliminares? Estos son los preliminares. Primero: la verdad es. A la
verdad no hay que crearla, la verdad no es algo que esté muy lejos. La verdad está aquí y
ahora, la verdad te envuelve como el océano envuelve al pez. Quizá el pez no sea
consciente. Una vez que el pez se hace consciente del océano se ilumina. El pez no es
consciente, no puede tener conciencia, porque el pez nace en el océano, ha vivido siempre
en el océano; el pez es parte del océano como lo es la ola. El pez es también una ola. Una
ola más sólida, pero nacida del océano. El pez vive en el océano y un día desaparecerá en
el océano. El quizá nunca llegue a saber nada del océano. Para saber algo se necesita un
poco de distancia. Para saber algo se necesita perspectiva. Y el océano está tan cerca...
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Quizá por eso el pez no tenga conciencia de él.
Y así es con la verdad —o si lo prefieres, puedes usar la palabra Dios—, así es con
Dios. No sabemos de él, pero no porque esté lejos; no sabemos de él porque está muy
cerca. Incluso decir que está cerca no es correcto, porque tú eres Él. Dios está dentro y
fuera de ti: Dios es todo. Esto es lo primero. Deja que cale profundo en tu corazón: la
verdad ya es, nosotros existimos en ella. Esto es lo más fundamental para empezar. No
tienes que descubrirlo. No está cubierto. Lo único que se necesita es un nuevo tipo de
conciencia. Un tipo de conciencia que no tienes. La verdad está ahí, pero tú no eres
consciente, no estás atento, no estás alerta. No sabes cómo contemplar, cómo observar,
no sabes cómo mirar y ver. Tienes ojos, pero todavía estás ciego, tienes oídos pero estás
sordo. El primer preliminar es: la verdad es.
El segundo preliminar es: la mente es la barrera. Ninguna otra cosa te impide el
acceso a la verdad, sólo tu propia mente. La mente te envuelve como un filme, como una
película que se proyecta una y otra vez. Y tú estás absorto en ella, fascinado por ella. Se
trata de una fantasía que te envuelve, una historia continua que sigue y sigue. Y al estar
tan fascinado por ella, te pierdes aquello que es. Y la mente no es. La mente es sólo
fantasía, es la facultad de soñar.
La mente no es sino sueños y sueños. Sueños del pasado, sueños del futuro, sueños
acerca de cómo deberían ser las cosas, sueños de grandes ambiciones, grandes logros.
Sueños y deseos, ése es el material del que está hecha la mente. Pero la mente te rodea
como una muralla china. Y por eso el pez no tiene conciencia del océano.
Así que el segundo preliminar es: la mente es la única barrera.
Y el tercero: la no-mente es la puerta. Atisha llama a la no-mente bodhichitta; ésa es
su palabra para la no-mente. Se puede traducir también como mente búdica, como
consciencia búdica. O si quieres, puedes llamarle consciencia crística, o consciencia
kríshnica. No importa qué nombre se use, pero la cualidad básica de bodhichitta es ser no-
mente. Parece paradójico: la mente en el estado de no-mente. Pero el significado es muy
claro: mente sin contenido, mente sin pensamientos. Eso es lo que se quiere decir, lo que
se quiere indicar.
Recuerda la palabra bodhichitta, porque Atisha dice que el empeño de la Religión, el
todo de la ciencia de la Religión, no es otra cosa que la tarea de crear bodhichitta, la
consciencia búdica. Crear una mente que funcione como no-mente, una mente que haya
dejado de soñar, de pensar. Una mente que sea sólo conciencia, conciencia pura.
Estos son los preliminares.
El segundo sutra:
Ahora empieza el trabajo. Los sutras de Atisha son muy condensados, como semillas.
Un sutra es eso: sólo un hilo, sólo una pista. Y tienes que descifrarlo.
«Fenómenos» significa todo lo que ves, todo lo que experimentas. Todo lo que se
puede experimentar son fenómenos. Recuerda, no sólo los objetos del mundo son
fenómenos y sueños, sino también los objetos de la conciencia.
Los fenómenos pueden ser objetos del mundo o pueden ser objetos de la mente.
Pueden ser fabulosas experiencias espirituales. Quizá observes cómo la kundalini se eleva
dentro de ti: eso también es un fenómeno. Un sueño hermoso, un sueño muy dulce, pero
no deja de ser un sueño. Quizá veas una luz extraordinaria inundando tu cuerpo, pero esa
luz es también un fenómeno. Quizá veas lotos floreciendo en tu interior y percibas una
deliciosa fragancia emanando de tu ser. Esos son también fenómenos. Porque tú siempre
eres el que ve y no lo visto, siempre eres el experimentador y nunca lo experimentado,
siempre el testigo y nunca lo observado. Todo lo que se puede observar, ver, mirar, son
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fenómenos. Fenómenos materiales, fenómenos psicológicos, fenómenos espirituales. Todo
es lo mismo.
No hay necesidad de hacer distinciones. Recuerda lo básico: aquello que pueda ser
visto es un sueño.
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Examina la naturaleza de la conciencia nonata
Una vez trajeron hasta mí a un místico sufí. Continuamente, durante treinta años,
había estado utilizando el método zikr de los sufíes y había llegado a tener elevadas
experiencias. Se le notaba, incluso la gente corriente se daba cuenta de que este hombre
vivía en un mundo completamente diferente. Lo podías apreciar en sus ojos. Le brillaban de
dicha. Su ser mismo vibraba con algo del más allá.
Sus discípulos le trajeron a mí y dijeron:
—Nuestro maestro es un alma iluminada, ¿cuál es tu opinión sobre él?
Yo dije:
—Dejadle conmigo durante tres días y después volved.
El maestro permaneció conmigo durante tres días. Al tercer día estaba lleno de ira y
dijo:
—¡Has destrozado mis treinta años de trabajo!
Porque le propuse algo muy simple... tan sólo este sutra de Atisha: Deja incluso que
el remedio se vaya...
Le dije:
—Durante treinta años has estado recordando una cosa: que todo es divino. El árbol
es Dios, la roca es Dios, las personas son Dios, el perro es Dios, todo es Dios. Durante
treinta años has estado recordándolo continuamente.
Y realmente había hecho un esfuerzo sincero.
El dijo:
—Así es.
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Le dije:
—Deja ya de recordar. ¿Cuánto tiempo vas a recordar? Si la iluminación ha sucedido,
entonces deja de recordar y veamos lo que pasa. Si de verdad ha sucedido, entonces,
hasta dejando de recordar, permanecerá.
El argumento era tan lógico que estuvo de acuerdo.
Dijo:
—¡Ha sucedido!
Y le respondí:
—Entonces, hagamos la prueba. Durante tres días deja de recordar, ¡para de
recordar!
Él me contestó:
—No puedo parar, se ha vuelto algo automático.
Yo le dije:
—Inténtalo y espera.
Le llevó al menos dos días conseguir parar, cuarenta y ocho horas. Resultaba difícil, se
había vuelto algo automático. Sucedía por sí solo. Durante treinta años había estado
recordando y el recuerdo seguía ahí, como una corriente subterránea. Pero después de
cuarenta y ocho horas paró.
Y a la mañana del tercer día el sufí estaba lleno de ira.
Dijo:
—¿Qué es lo que has hecho? Toda mi dicha ha desaparecido. Me siento muy normal.
Me siento igual que cuando emprendí mi camino hace treinta años.
Empezó a gritar de rabia y de tristeza; se le saltaban las lágrimas.
Y me dijo:
—¡Devuélveme mi método, por favor, no me lo arrebates!
Yo le contesté:
—Si la iluminación es tan dependiente del método, entonces es que no ha sucedido
nada. Se trata tan sólo de una ilusión creada por el continuo recordar. Eso es tan sólo auto-
hipnosis.
Todos los grandes maestros dicen esto, que un día tendrás que dejar el método. Y
cuanto antes lo dejes, mejor.
Cuando llegues a lo supremo, cuando se libere la conciencia, deja el método
inmediatamente.
Mira, éste es sólo el cuarto sutra. En el tercero Atisha dice:
Y en el cuarto, inmediatamente:
Esto sucede porque todas las mentes son idiotas. La mente como tal es idiota.
Es bueno recordar el origen de la palabra idiota. Idiotez significa algo privado, algo
especial, algo que te es propio, algo excéntrico. Ése es el significado básico de la idiotez:
funcionar de una manera excéntrica.
La mente siempre funciona de una manera excéntrica, la mente siempre es idiota. La
persona verdaderamente inteligente no tiene mente. La inteligencia surge de la no-mente,
la idiotez surge de la mente. La mente es idiota, la no-mente es sabia. La no-mente es
saber, inteligencia.
La mente necesita los conocimientos, los métodos, el dinero, la experiencia, esto y lo
de más allá. Siempre necesita apoyos, soportes; no puede existir por sí misma. Por sí
misma, se desploma.
Así que, cuando consigas cierto grado de conciencia, la mente hará el esfuerzo
supremo. Te dirá: «¡Mira!, ¡hemos llegado!»
Cuando algo dentro de ti diga: «Hemos llegado», ¡ten cuidado!» A partir de ahora sé
muy cauto. Ahora cada paso debe ser dado con extrema precaución.
El quinto sutra:
Y cuando te asientas, hay conciencia pura, sin esfuerzo, sin método. Si la conciencia
necesita un método es que todavía no es verdadera conciencia, todavía no es la conciencia
esencial, no es la conciencia natural y espontánea. Todavía es un producto derivado.
Todavía es cultivada, creada. Es un producto derivado de la mente. Todavía no es la
verdad.
Ahora ya no hay que hacer nada. Abre los ojos y ve, sé, disfruta: sólo existe este
momento. Este ahora, este aquí, este graznar de los cuervos... ¡Y todo es silencio!
Experimentar esta serenidad es saber quién eres, saber qué es la existencia entera.
Esto es samadhi, en palabras de Patanjali. Esto es sambodhi, en palabras de Gautama el
Buda. Esto es bodhichitta, en palabras de Atisha.
Ahora Atisha es verdaderamente consciente del discípulo. El sabe que, al principio, las
experiencias de asentarse en el ser serán sólo momentáneas.
Por un momento te encontrarás relajado en tu ser, y después ya no lo estarás. Al
principio va a ser así: por un momento te verás inundado por lo desconocido, por lo
misterioso, y después ya no lo estarás. Por un momento todo es fragancia, y después la
buscas y no puedes saber dónde se ha ido.
Al principio sólo sucederán destellos. Poco a poco, esos destellos se vuelven más y
más sólidos, se afirman más y más. Poco a poco, lentamente, muy lentamente, se asientan
para siempre. Hasta que eso suceda, no puedes darlo por seguro. Sería un error. Por eso
Atisha dice: «Entre sesiones...»
Cuando estés en meditación, en una sesión de meditación, el asentamiento sucederá.
Pero desaparecerá. Entonces, ¿qué hacer entre sesiones?
Entre sesiones, continúa usando el método. Deja el método cuando estés en profunda
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meditación. Cuando la conciencia se vuelve más y más pura, llega el momento en que, de
repente, es absolutamente pura. Entonces deja el método, abandona el método, olvídate
completamente del método; asiéntate y sé.
Pero eso, al principio, sólo sucederá por momentos. A veces sucede aquí, mientras me
estás escuchando. Por un momento, como una brisa, te transportas a otro mundo, el
mundo de la no-mente. Sólo por un momento. Y de nuevo la oscuridad se acumula, y la
mente vuelve con todos sus sueños, con todos sus deseos y todas sus estupideces.
Por un momento se separaron las nubes y viste el sol. Ahora las nubes han vuelto,
todo está oscuro y el sol ha desaparecido. Ahora, incluso creer que el sol existe resultará
difícil. Ahora, incluso creer que lo que acabas de experimentar fue verdadero será difícil.
Quizá fuera una fantasía. La mente puede decir que tal vez fue tu imaginación.
Lo sucedido es tan increíble, parece tan imposible que haya podido ocurrirte a ti... con
todas esas estupideces en la mente, con todas esas nubes y oscuridades... ¡Te ha sucedido
a ti! ¡Viste el sol por un momento! No parece probable. Lo debes haber imaginado; quizá te
quedaste dormido y lo has soñado.
Entre sesiones empieza de nuevo, entra en la barca, usa la barca de nuevo.
Atisha es muy considerado con los discípulos. Si no, el cuarto hubiera sido el último
sutra, o como máximo, el quinto:
Si Atisha hubiera sido una persona como Bodhidharma, el tratado hubiera acabado en
el quinto sutra, o incluso en el cuarto:
Hay tres objetos, que pueden operar como venenos o que pueden convertirse en
pilares de infinita virtud. Atisha está hablando de la alquimia interna. El veneno puede
convertirse en néctar, el metal básico puede transformarse en oro.
¿Cuáles son estos tres objetos? El primero es la aversión, el segundo el apego y el
tercero la indiferencia. Así es cómo funciona la mente: sientes aversión por aquello que no
te gusta, sientes apego por aquello que te gusta, y sientes indiferencia por las cosas que ni
te gustan ni te disgustan. Éstos son los tres objetos. La mente está entre ellos tres. Éstas
son las tres patas del trípode llamado mente: aversión, apego e indiferencia. Y si vives en
estos tres objetos tal y como son, estás viviendo en el veneno.
Así es como hemos hecho de la vida un infierno. Aversión, rechazo, odio, repulsión;
eso crea un tercio de tu infierno. Apego, atracción, aferramiento, posesión; eso crea el
segundo tercio de tu infierno. Y la indiferencia a todo aquello que ni te atrae ni te repele
crea el tercero.
Tan sólo observa tu mente; así es como la mente funciona, siempre está diciendo:
«Me gusta esto, no me gusta lo otro, y soy indiferente a aquello.» Estas son las tres
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maneras de operar de la mente. Éste es el hábito, la rutina.
Atisha dice: ésos son los tres venenos; pero pueden convertirse en tres pilares de
virtud. ¿Cómo pueden convertirse en tres pilares de extraordinaria virtud?
Si aportas la cualidad de la compasión, si aprendes el arte de absorber el sufrimiento
—de absorber todo el sufrimiento del mundo— imaginando que entra como a caballo sobre
la respiración, entonces, ¿cómo vas a repudiar?, ¿cómo vas a rechazar algo?, ¿cómo vas a
ser indiferente a algo? Y, ¿cómo vas a apegarte a algo?
Recibe de manera incondicional todo el sufrimiento del mundo, bébelo, absórbelo en
tu corazón, y después vierte bendiciones sobre la existencia entera, incondicionalmente. No
a alguien en particular, recuerda. No sólo a la humanidad, sino a la existencia entera, a lo
material, a lo inmaterial... cuando viertes bendiciones incondicionalmente, ¿cómo vas a
apegarte?
Apego, aversión, indiferencia, todo desaparece con esta pequeña técnica. Y con su
desaparición, el veneno se transforma en néctar, y la esclavitud se convierte en libertad y
el infierno deja de ser infierno; se vuelve cielo.
En esos momentos llegas a saber: «Este cuerpo es el buda; esta tierra es el paraíso
del loto.»
Y el último sutra:
CAPÍTULO 2
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Cuando el mal llene los universos animados e inanimados,
transforma las malas circunstancias en Camino Bodhi.
El primer sutra:
En lugar de empezar por tomar toda la miseria del mundo y absorberla en el corazón,
empieza con tu propia miseria. No te metas en la mar profunda tan aprisa. Aprende
primero a nadar en aguas poco profundas. Y si empiezas inmediatamente a tomar la
miseria de la existencia entera será un simple experimento especulativo. No será real, no
puede ser real. Será sólo verbal.
Puedes decirte a ti mismo: «Sí, estoy tomando la miseria del mundo entero», pero,
¿conoces la miseria del mundo entero? No has experimentado ni siquiera tu propia miseria.
Evitamos nuestra miseria de continuo. Si te sientes miserable, pones la radio o la
televisión para estar entretenido. Empiezas a leer el periódico para poder olvidar tu miseria,
o te vas al cine, o buscas a tu mujer o a tu hombre. Te vas a la asociación, te vas de
compras. De alguna manera te mantienes lejos de ti mismo, para no tener que ver la
herida, para no tener que mirar cuánto duele dentro.
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La gente se evita a sí misma de continuo. ¿Qué sabe la gente de la miseria? ¿Cómo
puede pensar la gente en la miseria del mundo entero?
Primero tienes que empezar contigo mismo. Si te sientes miserable, deja que ello se
convierta en una meditación. Siéntate en silencio, cierra las puertas. Primero siente la
miseria con tanta intensidad como te sea posible. Siente la herida. Alguien te ha insultado.
Ahora, la mejor manera de evitar la herida es ir e insultarle a él, así te mantienes ocupado
con él. Eso no es meditación.
Si alguien te ha insultado, estate agradecido porque te ha dado la oportunidad de
sentir una profunda herida. Ha abierto una herida en ti. La herida quizá haya sido creada
por muchísimos insultos sufridos a lo largo de la vida; quizá él no sea la causa de todo el
sufrimiento, pero ha disparado el proceso.
Enciérrate en tu habitación, siéntate en silencio, sin ira hacia la persona, pero con una
conciencia total sobre el sentimiento que está apareciendo en ti: el dolor de haber sido
rechazado, de haber sido insultado. Y te sorprenderás de que no sólo está ese hombre ahí:
todos los hombres y todas las mujeres y todo el mundo que te haya insultado alguna vez
empezarán a pasar por tu memoria.
No sólo comenzarás a recordarlos, sino que comenzarás a revivirlos. Pasarás por una
especie de situación primal. Siente la herida, siente el dolor, no lo evites. Por eso en muchas
terapias se le dice al paciente que no debe tomar ninguna droga antes de empezar, por la
sencilla razón de que las drogas son una manera de escapar de la miseria interna. Las
drogas no te permiten ver las heridas, las drogas las reprimen. Las drogas no te dejan
entrar en el sufrir. Y a no ser que penetres en él, no puedes liberarte de su prisión.
Es científicamente correcto el dejar todas las drogas antes de hacer un grupo de
terapia. Si es posible, deja incluso drogas como el café, el té, el tabaco; porque todas ellas
son modos de escapar.
¿Lo has observado? Cuando te sientes nervioso, inmediatamente empiezas a fumar.
Fumar es una forma de evitar el nerviosismo; te mantienes ocupado con el fumar. En
realidad se trata de una regresión. El fumar hace que te sientas de nuevo como un niño.
Sin preocupaciones, sin responsabilidades. Porque el fumar no es otra cosa que un pecho
simbólico. El humo caliente, al ir hacia dentro, te devuelve a aquellos días en que te
amamantabas del pecho de tu madre y la leche cálida iba dentro de ti. El pezón ahora se
ha convertido en el cigarrillo. El cigarrillo es un pezón simbólico.
Con la regresión evitas las responsabilidades y el dolor de ser adulto. Y esto es lo que
sucede con muchas drogas. El hombre moderno está drogado como jamás lo ha estado,
porque el hombre moderno vive en gran sufrimiento. Sin drogas sería imposible soportarlo.
Esas drogas crean una barrera, te mantienen dopado, no te permiten la sensibilidad
suficiente para conocer tu dolor.
Lo primero que hay que hacer es cerrar las puertas y dejar cualquier clase de
ocupación: mirar la televisión, escuchar la radio, leer un libro. Deja toda ocupación, porque
eso también es una droga sutil. Estate en silencio, completamente solo. Ni siquiera reces,
porque eso también es una droga: te mantienes ocupado, empiezas a hablarle a Dios,
empiezas a suplicar; te escapas de ti mismo.
Atisha dice: Sé tú mismo. Cueste el dolor que cueste, cueste el sufrimiento que
cueste, déjalo ser. Primero experiméntalo en su total intensidad. Va a ser difícil. Te va a
partir el corazón. Quizá empieces a llorar como un niño, quizá empieces a rodar por el
suelo de dolor, quizá te contorsiones. Quizá, de repente, te des cuenta de que el dolor no
es sólo en el corazón, que es en todo el cuerpo, que te duele todo, que tienes dolor por
todas partes, que tu cuerpo no es sino dolor.
Si puedes experimentarlo —esto es de tremenda importancia—, entonces comienza a
absorberlo. No la arrojes. Se trata de una energía muy valiosa, no la arrojes. Bébela,
acéptala, dale la bienvenida, muéstrate agradecido con ella. Y di para ti: «Esta vez no la
voy a evitar, esta vez no la voy a rechazar, esta vez no la voy a arrojar: esta vez la beberé
y la recibiré como a un invitado. Esta vez la digeriré. »
Puede que pasen algunos días hasta que seas capaz de digerirlo, pero el día que
suceda habrás encontrado una puerta que te conducirá verdaderamente muy lejos. Habrás
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emprendido un nuevo periplo en tu vida, irás hacia un nuevo tipo de ser. Porque, en el
momento en que aceptas el dolor, sin rechazar nada, inmediatamente su energía y sus
cualidades cambian. Ya no es dolor. De hecho uno queda sorprendido, uno no puede
creerlo, es tan increíble... uno no puede creer que el sufrimiento pueda transformarse en
éxtasis, que el dolor pueda convertirse en alegría.
Pero en la vida normal eres consciente de que los opuestos están siempre conectados,
que no son opuestos, sino complementarios. Sabes perfectamente bien que tu amor puede
convertirse en odio en cualquier momento y que tú odio puede convertirse en cualquier
momento en amor.
De hecho, si odias demasiado, intensamente y totalmente, el odio se convertirá en
amor.
Eso es lo que le pasó a Saúl, que después se convirtió en Pablo y fundó ese
desagradable fenómeno, la Iglesia cristiana. Jesús no es el fundador de la Iglesia cristiana,
el fundador de la Iglesia cristiana es san Pablo. Y merece la pena recordar la historia.
Cuando Pablo nació, le pusieron de nombre Saúl. Y él estaba tan en contra de Cristo
que toda su vida la dedicó a destruir a los cristianos y al cristianismo. A lo único que se
dedicaba era a perseguir cristianos, a destruir cualquier posibilidad de futuro para el
cristianismo, a hacer desaparecer el nombre de Cristo.
Pablo debe haber odiado tremendamente, su odio no puede haber sido un odio
normal. Cuando dedicas tu vida al objeto de tu odio, éste tiene que ser total. Si no, ¿quién
se toma la molestia? Si le tienes odio a algo, no le dedicas toda tu vida. Pero si odias
totalmente, entonces se convierte en una cuestión de vida o muerte.
Un día, mientras Pablo perseguía a los cristianos, mientras les destruía; mientras
destruía sus áreas de influencia, argumentaba con ellos, les convencía de que aquello era
una estupidez, de que ese hombre, Jesús, estaba loco, de que era un neurótico, un farsante,
un hipócrita... ¡Sucedió! ¡El milagro sucedió!
Pablo se dirigía a otra ciudad a perseguir más cristianos. En el camino estaba solo, y
de repente vio cómo Jesús se le aparecía y le preguntaba: «¿Por qué me persigues?»
De la conmoción, del terror, cayó al suelo, suplicando, llorando lágrimas de
arrepentimiento. Para recordar este hecho cambió su nombre por el de Pablo. El viejo
hombre murió y un hombre nuevo nació. Y Pablo se convirtió en el fundador de la Iglesia
cristiana. Se convirtió en gran amante de Jesús, el más grande que el mundo haya
conocido.
El odio puede convertirse en amor.
Jesús no se le apareció; fue tan sólo la intensidad de su odio la que proyectó a Jesús.
No fue Jesús el que le preguntó: «¿Por qué me persigues?» Fue su propio inconsciente que
estaba sufriendo de manera extrema por el odio a Jesús. Fue su propio inconsciente el que
le preguntó: «¿Por qué me persigues?» Fue su propio inconsciente el que se personificó en
la visión de Jesús. El milagro sucedió porque el odio era total.
Cuando una cosa es total se torna en su opuesto. Éste es un gran secreto a recordar.
Cuando algo es total se convierte en su opuesto, porque no hay manera de ir más lejos, se
ha llegado a un callejón sin salida.
Observa un viejo reloj de péndulo. El péndulo sigue y sigue: va hacia la izquierda,
hasta su extremo, hasta el punto donde no puede ir más allá, entonces se dirige hacia la
derecha.
Los opuestos son complementarios. Si puedes sufrir tus padecimientos con gran
intensidad, te sorprenderás. Saúl se convierte en Pablo. No podrás creerlo cuando suceda
por primera vez: tu propio sufrimiento, absorbido voluntariamente, acogido, se convierte
en gran bendición.
La misma energía que se vuelve odio se transforma en amor; la misma energía que se
vuelve dolor se transforma en placer; la misma energía que se vuelve sufrimiento se
transforma en dicha.
Pero empieza contigo mismo.
Haz un pequeño experimento con tus propios dolores, con tus propios sufrimientos,
con tu propia miseria. Y una vez que hayas encontrado la clave, entonces puedes compartir
23
tu energía con toda la existencia. Entonces puedes tomar todo el sufrimiento del mundo, o
de los mundos.
Cabalga sobre la inspiración, y tu pequeño corazón será más grande que el universo
entero, si sabes de los milagros que puede hacer. Y luego vierte tus bendiciones —se trata
de la misma energía, que una vez que ha pasado por tu corazón se convierte en dicha, se
hace bendición—, luego deja que las bendiciones cabalguen en tu expiración hacia todos los
rincones de la existencia.
Atisha dice: Esto es compasión. Compasión es convertirse en una fuerza
transformadora en la existencia: transformar lo feo en hermoso, besar la rana y
transformarla en príncipe, transformar la oscuridad en luz. El convertirse en un medio tal
de transformación es compasión.
¿Te has fijado alguna vez en la palabra mal *? Leído al revés es vida. La vida puede
convertirse en mal, el mal puede convertirse en vida; todo depende de cómo lo leas.
En este sutra hay que comprender tres cosas para poder transformar las condiciones
adversas en Camino Bodhi y poder alcanzar bodhichitta, la mente, la no-mente de un buda.
La primera es: no opongas resistencia al mal. Este es un proverbio de Jesús. Jesús,
con toda probabilidad, lo debió tomar de fuentes budistas. Jesús viajó a India, vivió en
India antes de comenzar su misión en Israel.
Por eso en la Biblia no se dan pormenores de su vida. Sólo se menciona que una vez
fue al gran templo con sus padres y argumentó allí con los rabinos. Debía tener doce años
por aquel entonces. Después de ese incidente la historia de su vida no aparece en la Biblia.
Durante dieciocho años Jesús desapareció de Israel, y después, de repente, a la edad
de treinta, aparece de nuevo. Su ministerio duró sólo tres años. A la edad de treinta y tres
fue crucificado.
¿Dónde ha estado Jesús durante dieciocho años? Es un largo período de tiempo. Y
¿por qué la Biblia no menciona nada de él?
En Tíbet todavía se encuentran libros que relatan todo lo ocurrido en esos dieciocho
años. Jesús estuvo en Oriente. De hecho, ésa fue una de las razones por las que los judíos
no le aceptaban, porque él les trajo algo muy extraño y ajeno. Aunque Jesús citaba a los
profetas del Antiguo Testamento, a los viejos proverbios les otorgaba significados nuevos,
que nunca se habían oído antes. Jesús traía algo extraño al mundo judío.
Por ejemplo, este proverbio: no opongas resistencia al mal. Esto no es judío en absoluto.
El dios judío está muy en contra del mal; está tan en contra, que incluso hay historias como el
caso de la destrucción de Sodoma y Gomorra. El dios judío destruyó ciudades enteras
porque habían caído en el mal. También existía allí buena gente, pero para destruir a la
mala gente incluso la buena fue destruida.
El dios judío dice: «Soy un dios muy celoso; si no me obedeces, te destruiré.» Es un
dios muy despótico. Y el viejo testamento dice que el mal tiene que ser castigado, ojo por
ojo.
Jesús repite una y otra vez: «Habréis oído que se dijo: si alguien te arroja un ladrillo,
arrójale un pedrusco o una roca; pero yo os digo, si alguien te golpea en una mejilla,
ofrécele la otra también.»
24
Esto es extraño, es ajeno al pensamiento judío. Pero no es ajeno al pensamiento
budista; se trata de puro budismo. No opongas resistencia al mal. Esto es lo primero si
quieres absorber el mal en tu corazón y transformarlo. Si resistes, ¿cómo vas a
transformarlo?, acéptalo.
Jesús dice: «Ama a tus enemigos.» El dios judío no puede amar a sus enemigos, así
que ¿por qué va a hacerlo el hombre? Si Dios es incapaz de amar a sus enemigos, ¿cómo
puedes esperar que el pobre hombre lo haga?
«Y ama a tus enemigos», dice Jesús, «como a ti mismo.» De nuevo esto lo toma de
fuentes desconocidas para los judíos. Este es un enfoque budista, ésta es la contribución de
Buda al mundo —una de las contribuciones más grandes de todos los tiempos—, porque
ésta es la alquimia interna. Acepta el mal, no le opongas resistencia, no luches contra él,
no te enojes con él; absórbelo, porque el mal puede ser transformado en bien.
* Mal, en inglés, evil. Leído al revés se convierte en Live, que significa «vida». (N. del T.)
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El tercer sutra. La mente común siempre hace a algún otro responsable. Es siempre el
otro el que te está haciendo sufrir. Tu mujer te hace sufrir, tu marido te hace sufrir, tus
padres te hacen sufrir, tus hijos te hacen sufrir, o el sistema financiero, o la sociedad, el
capitalismo, el comunismo, el fascismo, la ideología política dominante, la estructura social;
o el destino, el karma, Dios... Cualquier cosa.
La gente elude la responsabilidad de millones de formas. Pero en el momento en que
dices que otra persona —x, y, z— es la que te hace sufrir, no puedes hacer nada para
cambiarlo. ¿Qué puedes hacer? Cuando la sociedad cambie y venga el comunismo y haya
un mundo sin clases, entonces todo el mundo será feliz. Antes de que eso suceda, la
felicidad es imposible. ¿Cómo vas a ser feliz en una sociedad que es pobre? Y ¿cómo vas a
ser feliz en una sociedad que está dominada por los capitalistas? ¿Cómo vas a ser feliz en
una sociedad que es burocrática? ¿Cómo vas a ser feliz en una sociedad que no permite la
libertad?
Excusas y excusas y excusas. Excusas sólo para evitar la simple percepción intuitiva
de que: «Soy responsable de mí mismo. Ningún otro es responsable por mí; es mi
responsabilidad, es absolutamente mi responsabilidad. Lo que yo soy, es mi propia
creación.» Éste es el significado del tercer sutra:
Y ese uno eres tú. Una vez que se asienta esta percepción: «Soy el responsable de mi
vida, de todos mis sufrimientos, de mi dolor, de todo lo que me ha sucedido y de todo lo
que me está sucediendo. Lo he escogido así. Éstas son las semillas que sembré y ahora
recojo la cosecha; soy responsable»... Una vez que esta percepción se convierte en una
comprensión natural, todo lo demás es simple. Entonces la vida empieza a dar un giro
nuevo, empieza a cobrar una nueva dimensión. Esa dimensión es conversión, revolución,
mutación. Porque una vez que sé que soy responsable, sé también que puedo dejar lo que
quiera, en cualquier momento, si así lo decido. Nadie puede impedirme que lo deje.
¿Puede alguien impedirme que deje mi miseria? ¿Puede alguien impedirme que
transforme mi miseria en dicha? Nadie. Incluso si estás en la cárcel, encadenado, preso,
nadie puede aprisionarte; tu alma permanece todavía libre.
Por supuesto, tienes una situación con muchas limitaciones, pero incluso en esa
limitada situación puedes entonar una canción. Puedes escoger entre derramar lágrimas de
impotencia o entonar una canción. Incluso con cadenas en los pies puedes bailar, así hasta
el sonido de las cadenas tendrá una melodía.
El cuarto sutra:
En una ocasión, un hombre vino a Buda y le escupió a la cara. Sus discípulos, por
supuesto, estaban enfurecidos. Ananda, el discípulo más cercano, dirigiéndose a Buda,
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dijo:
—¡Esto pasa de la raya! —Ananda estaba rojo de ira.
Y prosiguió:
—¡Dame permiso para que le enseñe a este hombre lo que acaba de hacer!
Buda se limpió la cara y dijo al hombre:
—Gracias. Has creado un contexto en el que he podido comprobar si todavía puede
invadirme la ira o no. Y no puede. Y te estoy tremendamente agradecido. Y también has
creado un contexto para Ananda: esto le permite ver que todavía puede invadirle la ira.
¡Muchas gracias! ¡Te estamos muy agradecidos! Y de vez en cuando, estás invitado a venir.
Por favor, siempre que sientas el imperioso deseo de escupirle a alguien, puedes venir a
nosotros.
Fue una conmoción tal para aquel hombre... No podía dar crédito a sus oídos. No
podía creer lo que estaba sucediendo. Había venido para provocar la ira en Buda. Y había
fracasado.
Aquella noche no pudo dormir, estuvo dando vueltas en la cama y no pudo conciliar el
sueño. Los pensamientos le perseguían continuamente: el escupir a Buda —una de las
cosas más insultantes—, y el que Buda permaneciese tan sereno, tan en calma como lo
había estado antes, como si no hubiera sucedido nada... el que Buda se limpiase la cara y
dijera: «Gracias, y cuando sientas el imperioso deseo de escupir a alguien, por favor, ven a
nosotros.»
Se acordaba una y otra vez... aquella cara, aquella cara tranquila, serena, aquellos
ojos compasivos. Y cuando Buda le dio las gracias, no fue una formalidad, le estaba
verdaderamente agradecido. Todo su ser decía que estaba agradecido, Buda desprendía
una atmósfera de agradecimiento.
De la misma manera que pudo ver que Ananda estaba rojo de ira... Buda estaba tan
sereno, con tanto amor, tan compasivo... ahora él no se lo podía perdonar a sí mismo,
¿qué había hecho? Escupirle a este hombre; un hombre como Buda...
A la mañana siguiente, muy temprano, volvió precipitado, se postró a los pies de Buda
y dijo:
—Por favor, perdóname. No he podido dormir en toda la noche.
Buda respondió:
—No tiene la menor importancia. No necesitas pedir perdón por algo que ya no tiene
existencia. ¡Ha pasado tanta agua por el Ganges!
Buda estaba sentado a la orilla del Ganges, bajo un árbol. Y le mostró al hombre:
—Mira: ¡discurre tanta agua a cada momento! Han pasado veinticuatro horas; ¿por
qué cargas con algo que ya no existe? No pienses más en ello. Y además, yo no te puedo
perdonar, porque, en primer lugar, no llegué a enojarme contigo. Si me hubiera enojado,
te podría perdonar. Si necesitas perdón, pídeselo a Ananda. Échate a sus pies. Él lo
disfrutará.
Con aquellos que te han ayudado, con aquellos que te han puesto obstáculos, con
aquellos que han sido indiferentes contigo. Sé agradecido con todos, porque todos juntos
están creando el contexto en el que nacen los budas, en el que tú puedes convertirte en un
buda.
Atisha habla de los cuatro cuerpos. Es importarte entender estos cuatro cuerpos. El
primero se llama dharmakaya, el cuerpo de la ley última. Y ¿cuál es la ley última? El vacío
es la ley última: todo está vacío.
Si de verdad quieres crecer, tendrás que dejar que esta comprensión cale dentro de
ti: todo está vacío. La vida está vacía, la muerte está vacía, todos los fenómenos están
27
vacíos. Porque nada pervive, todo pasa, todo es material onírico. El entender esto te
protegerá. ¿Cómo te pueden insultar si todo está vacío? ¿Cómo vas a ser miserable si todo
está vacío? ¿Cómo puede haber dolor si todo está vacío? Tú estás vacío, el otro está vacío,
así que debes haber visto un sueño, el sueño de que el otro te insultó, de que el otro te
escupió.
Si de verdad quieres proteger tu comprensión, éste es el primer cuerpo a desarrollar
en torno a ti, el cuerpo del vacío, el clima del vacío. Todo está vacío.
Buda solía mandar a sus discípulos a las piras funerarias para que meditaran. Los
recién llegados tenían que estar donde se queman los cuerpos, durante tres meses al
principio. Simplemente, se sentaban y observaban, día tras día.
Allí llevaban a gente, la quemaban; y después los amigos abandonaban el lugar. ¿Qué
clase de vida es ésta? ¿Dónde está su sustancia?
Unos días atrás, aquel hombre era tan altanero, tan orgulloso, tan egoísta, que si
hubieras dicho algo inapropiado hubiera saltado sobre ti. Y ahora ¿dónde está?
Desaparecido entre las llamas. La vida es esto: «Tarde o temprano, yo también voy a estar
en la pira funeraria y todo se quemará. Así que ¿para qué preocuparse?, ¿para qué armar
tanto alboroto? Se trata de un sueño que dura unos pocos días. Y esos días no son mucho
en la eternidad del tiempo, son tan sólo algo fugaz.»
¿Cómo conseguir estos cuatro cuerpos? Éstas son las cuatro provisiones. La primera
es: observa. Observa sin evaluar, obsérvalo todo, no pierdas ninguna oportunidad de
observar, porque la cuestión no es qué observas; se trata de que la observación crezca.
Obsérvalo todo, los árboles, los pájaros, los animales, la gente, el tráfico, tu mente y su
tráfico, tus reacciones, las reacciones de los demás... Usa todas las situaciones para
observar, para que la observación se enraíce profundamente en ti.
Y la segunda es: analiza, pero sólo después de que hayas observado, no las mezcles.
Al principio, la observación tiene que ser simple observación, sin análisis, sin juicio, sin
evaluación. Una vez que hayas observado, entonces analiza, entonces ve a los detalles,
entonces examina minuciosamente. Entonces mira sus partes, mira de qué se compone,
porque toda experiencia es muy compleja. Si quieres de verdad entenderla tendrás que
separar y examinar sus partes.
Y la tercera es: escoge aquello que te aporte más y más dicha, más y más silencio,
serenidad y calma.
Y la cuarta es: desecha todo lo que te traiga tensión, ansiedad, angustia e infierno.
Éstas son las cuatro provisiones. Si sigues estas cuatro provisiones, surgirán en ti
cuatro cuerpos.
Y recuerda, cada situación tiene que convertirse en una oportunidad para meditar.
¿Qué es la meditación? Volverse consciente de lo que estás haciendo, volverse consciente
de lo que te sucede.
Alguien te insulta, vuélvete consciente. ¿Qué te sucede cuando llega el insulto? Medita
sobre ello; hacerlo es cambiar por completo la situación.
Cuando alguien te insulta te concentras en la persona: «¿Por qué me insulta? ¿Qué
piensa de mí? ¿Quién se ha creído que es? ¿Cómo puedo vengarme?» Si el otro es fuerte,
te rindes, empiezas a menear el rabo. Si no es fuerte, si ves que es débil, saltas sobre él.
Pero con todo esto, te olvidas de ti completamente; el otro se convierte en el foco.
Así desperdicias una oportunidad para la meditación. Cuando alguien te insulte,
medita.
Pase lo que pase —bueno, malo, éxito, fracaso—, hazte inmediatamente consciente de
lo que sucede. No desperdicies ni un solo segundo. No te quedes atrás, permanece
presente; y te sorprenderás: los errores empiezan a desaparecer de tu vida. Y entonces,
hagas lo que hagas, será correcto.
La gente me pregunta qué es lo correcto y qué es lo incorrecto, y mi respuesta es: si
algo surge de la conciencia, es correcto. Si algo surge de la inconsciencia es incorrecto. El
que algo sea correcto o incorrecto depende de cómo lo haces no de qué haces. No es una
cuestión del qué sino del cómo: meditativamente o sin meditación; alerta, despierto; o
haciendo las cosas como un sonámbulo.
Todas estas fuerzas pueden tener transcendencia sólo si te comportas de acuerdo con
ellas, si actúas en concordancia con ellas. Si nada más las contemplas, son
intranscendentes, serán impotentes. Hazlas realidad en tu vida.
Y el último sutra:
Ese punto es el ego. El ego es falso. Si vives de acuerdo al falso ego, tu vida entera
será falsa. Si vives sin ego, tu vida entera tendrá el sabor de la realidad, de la verdad y de
la autenticidad.
Piensa, medita, practica.
Por hoy es suficiente.
CAPÍTULO 3
Observando al observador
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Capta el principio de los dos testigos.
No discutas defectos.
El primer sutra:
Este es uno de los sutras más importantes, uno muy fundamental en la alquimia
interna. Deja que cale profundo en tu corazón. Puede transformarte, puede traerte un
nuevo nacimiento, una nueva visión, un nuevo universo. Este sutra tiene dos significados.
Ambos hay que entenderlos.
El primer significado: hay dos clases de testigos. Una clase es la gente que te rodea.
Eres constantemente consciente de que te observan, de que hay testigos. Esto te crea una
autoconsciencia. De ahí el miedo cuando estás en un escenario, enfrentado a un gran
número de público. Ese miedo lo sienten los actores, lo sienten los poetas, lo sienten los
oradores. Y no sólo los principiantes, sino incluso aquellos que han consumido toda su vida
actuando. Cuando suben al estrado les surge un gran temblor, un gran miedo, ¿saldrán
airosos del trance o no?
Con tantos ojos observándote, quedas reducido a un objeto. Ya no eres una
subjetividad, te has convertido en una cosa. Y tienes miedo porque puede que no te aprecien.
Puede que no alimenten tu ego, puede que no les gustes, puede que te rechacen. Ahora
estás en sus manos. Quedas reducido a esclavo dependiente. Ahora tienes que actuar de tal
manera que obtengas su aprecio. Tienes que reforzar sus egos con la esperanza de que ellos
en respuesta refuercen el tuyo.
Cuando estás con amigos no tienes tanto miedo. Los conoces, son predecibles, ellos
confían en ti y tú confías en ellos. Pero cuando te enfrentas a un público anónimo, surge un
miedo mayor. Todo tu ser empieza a temblar, tu ego entero está en juego. Puedes
fracasar. ¿Quién sabe? El éxito no está garantizado.
Esta es la primera clase de testigo. Los otros son testigos, y tú eres tan sólo un
mendigo. Esta es la situación en la que viven millones de personas. Viven para los demás,
por eso viven sólo en apariencia; en realidad no viven. Están siempre ajustándose a los
demás, porque sólo son felices si los demás están contentos con ellos. Hacen concesiones
de continuo, venden sus almas, con un sencillo propósito: que sus egos salgan fortalecidos,
que puedan hacerse famosos, conocidos.
¿Has observado algo de inmenso valor? ¿Has observado que inmediatamente después
de que un poeta, un novelista o un científico obtiene el Premio Nobel su creatividad
declina? Ningún laureado con el Nobel ha sido capaz de producir algo tan valioso como lo
que creaba antes de recibirlo. ¿Qué es lo que sucede?
Ahora has alcanzado la meta del ego, ya no puedes ir más allá, así que ya no hay
32
necesidad de que te ajustes a la gente. Una vez que el libro se hace famoso, el autor
muere.
Eso es lo que pasó con El profeta de Jalil Gibran. Eso es lo que pasó con Gitanjali de
Rabindranath. Y esa es casi siempre la regla, no la excepción. Una vez que eres famoso
dejas de hacer concesiones. ¿Para qué? Ya eres famoso. Y cuando dejas de hacer
concesiones, la gente empieza a rechazarte, a no hacerte caso. Tu creatividad entera
estaba enraizada en el deseo del ego; ahora el ego se siente tranquilo y toda la creatividad
desaparece.
Esta es la situación en la que vive el 99,9 por 100 de la gente. Conoces sólo una clase
de testigo: el otro. Y el otro siempre te crea ansiedad.
Jean-Paul Sartre dice correctamente: «El otro es el infierno.» El otro no te deja
relajarte. ¿Por qué te sientes tan relajado en el cuarto de baño, en tu bañera? Porque el
otro no está ahí. Pero si cuando estás relajado en la bañera, de repente ves que alguien te
mira por el ojo de la cerradura, en un instante toda la relajación desaparece. De nuevo
estás tenso. ¡Te están observando!
Para crear miedo en la gente, los sacerdotes a lo largo de los tiempos han dicho que
Dios te vigila constantemente. Dios está constantemente vigilándote, día tras día. Quizá tú
duermas, pero él no duerme; él sigue sentado en tu cama y vigila. No sólo te vigila a ti,
sino que vigila tus sueños y tus pensamientos. Así que no sólo serás castigado por tus
actos, sino también por tus sueños, por tus pensamientos. Por tus deseos y sentimientos.
Los sacerdotes han creado mucho miedo en la gente. Sólo tienes que imaginarte a
Dios vigilándote continuamente. Ni un momento, no se te permite ni un solo momento en
el que puedas ser tú. Esta ha sido una gran estrategia para reducir las personas a cosas.
¿Por qué ansiamos la atención de los demás? Porque tal y como somos nos
encontramos vacíos. Tal y como somos, no somos. Tal y como somos no tenemos el centro
del ser. Sólo somos ruido, multitud. Una casa llena de sirvientes discutiendo uno con el
otro, porque el dueño no está, o se ha quedado dormido.
Ansiamos la atención de los otros para, al menos, poder crear un seudocentro. Si el
centro verdadero no está, al menos podemos valemos de un seudocentro. Con él podemos
aparentar que estamos centrados, él te hará una persona.
No eres un individuo. La individualidad es la fragancia de un ser verdaderamente
centrado, de uno que sabe quién es.
Pero si no eres un individuo, al menos puedes ser una persona, puedes conseguir una
personalidad. Y la personalidad hay que mendigarla. La individualidad es tu crecimiento más
íntimo, es un crecimiento; no necesitas mendigarlo de nadie, y nadie puede dártelo. La
individualidad es tu desarrollo. Pero la personalidad se puede mendigar, la gente puede
dártela. De hecho, sólo los otros pueden dártela.
Si te encuentras solo en el bosque no tendrás ninguna personalidad, recuerda. Tendrás
individualidad pero ninguna personalidad en absoluto. Si te encuentras solo en el Himalaya,
¿quién eres tú?, ¿un santo o un pecador? No hay nadie para apreciarte o para condenarte, no
hay nadie para hacerte famoso, notorio. No hay nadie excepto tú mismo. En tu soledad total,
¿quién eres?, ¿un santo o un pecador? ¿Una persona muy importante, un vip? ¿o
simplemente un don nadie?
No eres ninguna de las dos cosas. No eres ni una persona muy importante, ni un don
nadie, porque para ser cualquiera de las dos cosas se necesita al otro. Se necesitan los ojos
del otro para reflejar tu personalidad. Tú no eres una cosa ni la otra. Tú eres, pero tú eres
en tu realidad; a ti no te crean los otros. Eres como eres, en tu completa desnudez, en tu
autenticidad.
Esta es una de las razones por las que mucha gente pensó que es sabio escapar de la
sociedad. En realidad no era escapar de la sociedad, en realidad no era contra la sociedad,
era solamente un esfuerzo de renuncia a la personalidad.
Buda dejó su palacio. Buda no es un cobarde ni tampoco un escapista, así que ¿por
qué deja el palacio?
Rabindranath ha escrito un hermoso poema sobre ello; durante doce años Buda vagó
33
por los bosques, haciendo diferentes prácticas y meditando. Y al final llegó el día del regocijo
supremo, se iluminó.
Naturalmente, lo primero que recordó fue que tenía que volver a palacio para
comunicar la buena noticia a la mujer que había amado, al hijo que había dejado atrás y al
anciano padre que todavía esperaba que volviera.
Estas son cosas tan humanas que se llevan en el corazón.
Después de doce años Buda regresó. Su padre estaba enojado, como cualquier padre
lo estaría. No pudo ver quién era Buda, no pudo ver aquello en lo que Buda se había
convertido, no pudo ver su individualidad, que era tan patente y tan clara.
El mundo entero se daba cuenta de ello, pero su padre no podía verlo. Su padre le
recordaba con la personalidad. Y esa personalidad ya no estaba ahí. Buda había renunciado
a ella el día en que dejó el palacio.
De hecho Buda tuvo que dejar el palacio precisamente para renunciar a su
personalidad. Quería conocerse a sí mismo tal y como era. No estaba interesado en saber
lo que los otros pensaban de él. Pero su padre le miraba ahora a la cara con los ojos de
hace doce años. Y le dijo:
—Soy tu padre, aunque me hayas hecho mucho daño, aunque me hayas herido
profundamente, te quiero. Soy un anciano y estos doce años han sido una tortura. Tú eres
mi único hijo, y he intentado seguir vivo hasta que regresaras. Ahora estás aquí, ¡toma el
cargo de palacio, sé el rey! Ahora déjame descansar. Ha llegado el momento de que
descanse. Has cometido un pecado contra mí, casi me has asesinado, pero te perdono y te
abro las puertas.
Buda se rió y dijo:
—Padre, date cuenta con quién estás hablando. El hombre que dejó el palacio ya no
está aquí. Murió hace mucho tiempo. Yo soy otra persona. ¡Mírame!
Y su padre se enojó todavía más. Dijo:
—¿Quieres engañarme? ¿Es que no te conozco? ¡Te conozco mejor de lo que tú te
puedas conocer! Soy tu padre, te he traído al mundo; en tu sangre circula mi sangre y ¿no
te voy a conocer?
Buda dijo:
—Aun así, padre, por favor... Ciertamente me has traído al mundo. He venido por
medio de ti, es verdad, pero tú has sido tan sólo un vehículo. Y sólo porque alguien haya
venido montado en un caballo no significa que el caballo conozca al jinete. He pasado por
las puertas de tu cuerpo, pero eso no significa que me conozcas. De hecho, hace doce
años, ni siquiera yo sabía quién era. ¡Ahora lo sé! Mírame a los ojos. Por favor, olvida el
pasado, estate aquí y ahora.
Pero el padre era incapaz. Con sus viejos ojos, llenos de lágrimas de ira y de alegría,
no podía ver lo que le había sucedido a Buda. «¿Qué tonterías está diciendo?, ¿que ha
muerto y que ha renacido?, ¿qué es una individualidad totalmente diferente?, ¿que ya no
es la personalidad?, ¿qué es una individualidad?»
Y cuando Buda fue a ver a su mujer, ella estaba todavía más enojada. Su mujer le
hizo sólo una pregunta, una pregunta muy importante. Dijo:
—Sólo tengo una pregunta que hacerte. He esperado durante todos estos años y sólo
quiero hacerte una pregunta. La pregunta es simple, pero sé sincero —ella todavía piensa
que Buda puede ser insincero—. Sé sincero, di la verdad y respóndeme tan sólo a una cosa.
Lo que hayas alcanzado en el bosque ¿no hubiera sido posible alcanzarlo aquí, en palacio?
¿Sólo se encuentra a Dios en el bosque y no aquí donde está la gente?
Su pregunta es de tremenda importancia.
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Buda dijo:
—Sí, la verdad está tanto aquí como allí. Pero hubiera sido muy difícil para mí llegar a
conocerla aquí, porque me encontraba perdido en la personalidad. La personalidad de un
príncipe, la personalidad de un marido, la personalidad de un padre, la personalidad de un
hijo. La personalidad era algo desbordante. En realidad no fue el palacio lo que abandoné,
sólo estaba dejando atrás mi personalidad, para que no hubiera nadie que me recordara
quién era yo. Para poder responder a la pregunta «¿quién soy yo?» por mí mismo. Quería
confrontarme conmigo mismo. No estaba interesado en las respuestas de los demás.
Pero todo el mundo está interesado en las respuestas de los demás. ¡Cuánto te gusta
el que alguien te diga: «Eres muy hermoso»!
Sarvesh le decía a Mukta: «Me siento un poco perdido.» Por supuesto. Sarvesh es uno
de los mejores ventrílocuos que ha dado el mundo. Vive la vida del artista, siempre en el
escenario, luces enfocándole desde todas partes, miles de personas absolutamente alerta,
mirando lo que él hace con gran reconocimiento. Sarvesh tiene talento, tiene genio, y ha
vivido inundado por la atención de los demás.
Naturalmente, en esta comuna nadie va a decirle: «Sarvesh, eres magnífico. Sarvesh
eres esto, eres lo otro.» El debe sentirse un poco perdido. Este es un problema para las
personas que son figuras públicas. Les resulta muy difícil dejar la personalidad.
Pero Sarvesh lo está intentando, y estoy seguro de que tendrá éxito. Lo conseguirá.
Por un lado, Sarvesh ha ansiado la atención de los demás; por otro, tarde o temprano uno
se cansa de eso también, porque se trata de comida artificial. Quizá tenga buen sabor,
quizá tenga un agradable aroma, pero no nutre, no te da vitalidad.
La personalidad es una obra modelo. Puede engañar a los demás, pero no puede
engañarte a ti, al menos no por mucho tiempo. Por eso Sarvesh ha venido aquí, cansado,
exhausto de toda esa atención. Pero los viejos hábitos persisten un poco más. Tarde o
temprano empezará a sentirse bien, tarde o temprano empezará a disfrutar de su
individualidad.
Y el día en que disfrutas de tu individualidad, eres libre. Libre de tu dependencia de
los demás. Si les pides su atención tienes que corresponderles pagando por ello. Es una
dependencia. Cuanta más atención pides a la gente, más te conviertes en una cosa, en un
bien en el mercado que se puede comprar y vender.
Eso es lo que les sucede a todas las figuras públicas, a los políticos, a la gente del
espectáculo.
Esta es una clase de testigo; quieres que te dirijan atención. Eso te da respetabilidad,
y para tener respetabilidad tendrás que crear carácter y moralidad. Pero todo ese carácter
y toda esa moralidad es sólo hipocresía. Lo creas con un motivo: el que los otros sientan
atracción por ti.
Si quieres respetabilidad tendrás que ser un conformista; tendrás que ser obediente
con la sociedad y sus demandas. Tendrás que vivir de acuerdo a los falsos valores, porque
la sociedad está formada por gente profundamente dormida... Sus valores no pueden ser
verdaderos.
Sí, una cosa es posible: puedes convertirte en un santo. Eso es lo que han hecho miles
de personas a las que respetas, lo han sacrificado todo en el altar de la respetabilidad. Se
han torturado, se han comportado de manera suicida, pero han ganado algo: se han
convertido en santos; la gente les adora.
Si lo que quieres es esa clase de adoración, respetabilidad, santidad, entonces te
volverás más y más falso, más y más seudo, más y más de plástico. Nunca serás una rosa
de verdad. Y esa es la mayor calamidad que le pueda suceder a un hombre: ser una rosa
de plástico, no ser una rosa de verdad.
Deja que esto se convierta en una de las leyes fundamentales de tu vida. Incluso si te
tropiezas con lo negativo, encuentra algo positivo en ello. Siempre serás capaz de
encontrar algo. Y el día en que aprendas el arte de encontrar lo positivo en lo negativo
danzarás de alegría.
Inténtalo, prueba esta nueva forma de ver la vida. Piensa en términos optimistas, no
seas pesimista. El pesimista crea el infierno a su alrededor y vive en él. Vives en el mundo
que creas.
Recuerda, no hay solamente un mundo. En el mundo hay tantos mundos como
mentes. Yo vivo en mi mundo. Tú vives en tu mundo. Los mundos no sólo son diferentes,
sino que no coinciden ni tan siquiera parcialmente. Son absolutamente diferentes, existen
en planos diferentes.
Atisha hace regla fundamental para sus discípulos vivir en un estado mental dichoso.
Entonces comienzas a transformar toda oportunidad en un desafío para el crecimiento. Por
ejemplo, alguien te insulta, está tan claro que te han insultado, y ahora, ¿cómo vas a
practicar un estado mental dichoso? Sí, se puede practicar. Insulta a un buda y lo sabrás.
A Gautama Buda le insultaron en una ocasión. Él pasaba por un pueblo, y la gente del
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lugar estaba muy en su contra. Les era imposible comprender lo que Buda estaba
enseñando. Comparado con los budas, el mundo entero es siempre muy primitivo, muy
burdo, muy estúpido. La gente se juntó y le insultó a placer.
Buda escuchó muy en silencio y después dijo:
—Si habéis terminado, ¿puedo marcharme? Porque tengo que ir a otro pueblo y me
deben estar esperando. Si no habéis acabado, cuando venga mañana, podéis volver y
terminar el trabajo.
Un hombre entre la multitud dijo:
—¿No nos has oído? Te hemos estado insultando, injuriando. Hemos usado todo tipo
de palabras groseras, todo lo que nos ha venido a la cabeza.
Buda se rió. Dijo:
—Habéis llegado un poco tarde. Teníais que haber venido diez años antes. Entonces
yo estaba en el mismo estado mental que estáis vosotros. Entonces os hubiera contestado,
y os hubiera contestado bien. Pero ahora esto es para mí una oportunidad de ser
compasivo, de ser meditativo. Os estoy agradecido por concederme esta oportunidad. Esto
es una prueba. Una prueba para ver si tengo oculto algo negativo en algún lugar de mi
mente inconsciente. Y, queridos amigos, me alegra poder deciros que ni tan siquiera una
sombra de lo negativo ha pasado por mi mente. He seguido siendo absolutamente dichoso;
no me habéis afectado en absoluto. Me alegro tremendamente de que me hayáis brindado
esta extraordinaria oportunidad. Muy poca gente es tan complaciente como vosotros.
Así es como uno debería usar las situaciones, así es como un sannyasin debería usar
las oportunidades negativas para el crecimiento interno, para la comprensión interna, para
la meditación, para el amor, para la compasión. Y una vez que has aprendido este estado
dichoso de la mente, esta forma de ver la vida positivamente, te sorprenderás de que toda
la existencia empieza a funcionar de una forma totalmente diferente. La existencia empieza
a cuidarte como lo hace una madre. Empieza a ayudarte de todas las maneras posibles. La
existencia se convierte en gran amiga.
Y conocer esto es conocer a Dios. Conocer esto: que la existencia te cuida como una
madre, es conocer a Dios. No existe otro Dios. Sólo este sentimiento, este tremendo
sentimiento, este sentimiento penetrante de que la existencia te ama, te protege, te ayuda
y vierte innumerables bendiciones sobre ti. El sentimiento de que la existencia muestra su
gracia para contigo, de que no te encuentras separado, de que no eres un extraño, de que
ésta es tu casa.
El sentir que «está existencia es mi casa» es conocer a Dios.
El tercer sutra:
Sí; algunas veces estarás distraído. Todavía no sois todos budas. Habrá veces en las
que estéis distraídos, habrá veces en las que te veas arrastrado por lo negativo, aspirado
por los viejos hábitos. Y cuando quieras darte cuenta, ya habrá sucedido: eres infeliz. La
sombra ha caído sobre ti, la cima soleada ha desaparecido, has caído en el oscuro valle.
Entonces, ¿qué hacer en esos momentos? Atisha dice:
¿Qué quiere decir Atisha con «si puedes hacerlo»? Esto es de gran importancia. Si
puedes estar atento a esa falta de atención. Si puedes ser consciente de que has caído en
la trampa de lo negativo, eso es todavía meditación, eso es todavía adiestramiento de la
mente, todavía estás creciendo.
Sí, muchas veces caerás, es natural. Y muchas veces te olvidarás, es natural. Y muchas
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veces estarás atrapado y te llevará tiempo el recordar. Pero en el momento en que te
acuerdes, ¡recuerda totalmente! Despierta totalmente y di: «He caído.»
Y ve la diferencia.
Si preguntas al tipo normal de persona religiosa te dirá: «Arrepiéntete, castígate.»
Pero Atisha dice: Si estás atento, eso es suficiente. Estate atento a tu falta de atención; sé
consciente de que no has sido consciente, eso es todo. No se necesita ningún
arrepentimiento. No te sientas culpable; olvidarse es natural, olvidarse es humano. No
tienes por qué sentirte culpable, aunque hayas caído muchas veces. El cometer errores, el
extraviarse, es parte de nuestra fragilidad humana y sus limitaciones. Así que no hay
necesidad de arrepentirse.
El arrepentimiento es algo feo. Es como jugar con tu herida, es meter el dedo en tu
llaga. No hay necesidad de hacerlo, y no sólo no hay necesidad de hacerlo, sino que el
hacerlo es dañino: la herida puede infectarse; y el meter el dedo en la llaga tampoco
ayudará a la curación.
Si has caído, simplemente sabe que has caído, sin culpa, sin arrepentimiento. No hay
necesidad de ir a ninguna parte a confesarlo. El saberlo es suficiente. Y al saberlo, estás
ayudando a tu conciencia a crecer. Caerás cada vez menos, porque ese saber se hará cada
vez más fuerte en ti.
El cuarto sutra:
¿Cuáles son estos tres puntos generales? El primero es: regularidad en la meditación.
Recuerda, es muy difícil crear la meditación, es muy fácil perderla. Crear cualquier cosa
que sea superior cuesta un esfuerzo arduo, pero lo creado puede desaparecer en un
momento. Perder contacto con la meditación es muy fácil.
Esa es una de las cualidades de lo superior. Es como cuidar del crecimiento de una
flor: un viento un poco fuerte y la rosa se marchita, y los pétalos se caen; o entra algún
animal en el jardín y se la come. La meditación se pierde muy fácilmente y ¡fue un camino
tan largo el crearla...!
Y cuando haya un conflicto entre lo superior y lo inferior, recuérdalo siempre, "lo
inferior gana fácilmente. Si provocas un choque entre la rosa y la roca, la rosa es la que va
a morir, no la roca. La roca puede que ni siquiera se dé cuenta de que ha habido un
choque.
Todo tu pasado está lleno de rocas, y cuando empiezas a cultivar dentro de ti la rosa
de la conciencia hay mil y una posibilidades de que tus antiguas rocas la destrocen: hábitos,
hábitos mecánicos. Tendrás que estar muy alerta, tendrás que ser muy cuidadoso. Tendrás
que andar como una mujer embarazada. Por eso el hombre de conciencia anda
cuidadosamente, vive cuidadosamente.
Y esto tiene que ser un fenómeno regular. No se trata de meditar un día un poco,
después por unos días olvidarse de ello, y después otro día volver a meditar... La
meditación tiene que ser tan regular como el sueño, como el alimento, como el ejercicio,
como el respirar. Sólo entonces la gloria infinita de Dios te abrirá sus puertas.
Así que el primer punto general es: sé regular.
El segundo punto general es: no desperdicies tu tiempo con lo que no sea esencial. No
pierdas el tiempo. Millones de personas desperdician el tiempo con cosas que no son
esenciales, y la ironía es que saben que no son esenciales. Pero dicen: «¿Qué otra cosa
vamos a hacer?» No tienen conciencia de nada más significativo.
La gente juega a las cartas, y si les preguntas que qué están haciendo, dicen que
están matando el tiempo. ¿Matando el tiempo? ¡El tiempo es vida! Así que estás matando
la vida. Y el tiempo que estás matando ya no lo puedes recuperar. Una vez que se ha ido, se
ha ido para siempre.
El hombre que quiere convertirse en un buda tiene que dejar lo que no es esencial,
para que haya más energía disponible para lo esencial. Fíjate en tu vida: ¿cuántas cosas
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haces que no son esenciales, y para qué? Y ¿cuánto tiempo las has estado haciendo?, y
¿qué es lo que has sacado de provecho? ¿Vas a repetir el mismo estúpido patrón de
conducta durante toda tu vida? ¡Basta ya!
Míralo, medita sobre ello. Habla sólo lo que sea esencial, haz sólo lo que sea esencial,
lee sólo lo que sea esencial. Y ahorrarás mucho tiempo, ahorrarás mucha energía; y toda
esa energía y todo ese tiempo pueden canalizarse fácilmente hacia la meditación, hacia el
crecimiento interno, hacia la observación.
Jamás he visto a un hombre que fuera tan pobre que no pudiera meditar. Pero la
gente está ocupada en cosas tontas, completamente tontas. No parecen tontas, porque los
demás están también haciendo lo mismo.
Pero el que busca tiene que estar alerta. Fíjate más en lo que estás haciendo, en qué
estás haciendo con tu vida, porque para cultivar las rosas de la conciencia se necesitará
mucha energía, se necesitará un depósito de energía. Y todo lo que es importante viene
sólo cuando tienes energía de más. Si desperdicias toda tu energía con lo mundano, no
entrarás en contacto con lo sagrado.
Y el tercer punto general es: no racionalices tus errores y equivocaciones.
La mente tiende a racionalizar. Si cometes algún error, la mente dice: «Tenía que ser
así. Es así por alguna razón. No soy responsable, la situación misma lo ha provocado.» Y la
mente tiene gran habilidad para racionalizar cualquier cosa.
Evita racionalizar tus errores y equivocaciones, porque al racionalizar los proteges. Y
entonces los repetirás. Evita racionalizar los errores. Para de racionalizar completamente.
Razonar es una cosa, racionalizar es otra totalmente diferente. El razonar podemos
utilizarlo para algunos propósitos positivos, pero el racionalizar nunca puede ser usado para
ningún propósito positivo.
Y cuando racionalices verás que puedes engañar a los demás pero que no puedes
engañarte a ti mismo. Sabes que has caído. En lugar de malgastar el tiempo en racionalizar
y en convencerte de que no ha pasado nada malo, pon toda la energía en ser consciente.
Todos estos puntos generales son para ayudarte a tapar los escapes de energía.
Porque si no los tapas, Dios vierte energía en ti, y tú tienes tantos escapes que nunca estás
lleno. La energía viene, pero se escapa.
El quinto sutra:
El sexto sutra:
No discutas defectos
La mente tiende a discutir los defectos de los demás. Eso ayuda al ego a sentirse
bien. Todo el mundo es un gran pecador. Si todo el mundo es un gran pecador,
comparativamente uno se siente como un santo. Si todo el mundo está haciendo el mal,
uno se consuela con que: «Al menos yo no estoy haciendo tanto mal.»
Por eso la gente habla de los defectos de los demás, no sólo hablan de ellos, sino que
los magnifican. Por eso se disfruta tanto al murmurar. Cuando la murmuración pasa de uno
a otro se enriquece. Y cuando venga de vuelta traerá algo añadido. Por la tarde, si llega a
tus oídos el chisme que iniciaste por la mañana, te sorprenderás. Por la mañana era tan
sólo un montoncito de tierra, ahora es una montaña.
La gente es muy creativa, verdaderamente creativa e inventiva.
¿Por qué la gente tiene tanto interés en murmurar sobre los demás, en encontrar
faltas en los demás, en mirar a las imperfecciones y defectos de los demás? ¿Por qué la
gente está constantemente intentando mirar por el ojo de la cerradura de los demás? La
razón es: el hacerlo les ayuda a sentirse mejor con ellos mismos. Se vuelven fisgones, sólo
para sentirse bien: «Yo soy mucho mejor.» Hay un motivo, y el motivo no es ayudar a los
demás. No es eso. Digan lo que digan y a pesar de lo que digan. La razón básica es: «Si los
otros son muy feos, entonces yo soy hermoso.» Siguen la ley de la relatividad de Albert
Einstein.
Y eso es en lo que tú piensas continuamente. El 99 por 100 de las cosas que piensas
es asunto de los demás. ¡Déjalos!, ¡déjalos inmediatamente!
Tu vida es corta, se te está escapando entre los dedos. Cada momento eres menos,
cada día eres menos, y cada día estás menos vivo y más muerto.
Con cada cumpleaños te acercas un año más a la muerte; un año más se te ha ido de
las manos. Sé un poco más inteligente.
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No pienses en nada que sea asunto de los demás
Gurdjieff solía decir a sus discípulos: lo primero, la primerísima cosa es: «Averigua
cuál es tu característica más significativa, tu mayor extravío, tu característica central de
inconsciencia.»
Para cada uno es diferente. Hay quien está obsesionado con el sexo. En un país como
India, donde durante siglos se ha reprimido el sexo, esto se ha convertido casi en la
característica universal; todo el mundo está obsesionado con el sexo. Hay quien está
obsesionado con la ira, hay quien está obsesionado con la avaricia. Tienes que observar
cuál es tu obsesión básica.
Así que primero averigua la característica fundamental sobre la que el edificio entero
de tu ego descansa. Y después sé constantemente consciente de ella, porque sólo puede
existir si eres inconsciente. Con el fuego de la conciencia la quemas.
Y recuerda, recuérdalo siempre, que no tienes que cultivar su opuesto. Si no, lo que
sucede es que, si una persona se vuelve consciente de que «mi obsesión es la ira», dice:
«¿Qué tengo que hacer?, ¡tengo que cultivar la compasión!» o, «mi obsesión es el sexo,
¿qué tengo que hacer?, ¡Tengo que practicar brahmacharya, el celibato!»
La gente va de una cosa a su opuesto. Así no es como sucede la transformación. Es el
mismo péndulo el que se mueve de la izquierda a la derecha, de la derecha a la izquierda.
Y así es como tu vida ha estado moviéndose durante siglos; se trata del mismo péndulo.
Hay que detener el péndulo en el medio. Y ése es el milagro de la conciencia.
Simplemente sé consciente de que «este es mi mayor escollo, aquí es donde tropiezo una y
otra vez, esta es la raíz de mi inconsciencia».
No intentes cultivar su opuesto; en lugar de ello, vierte ahí toda tu conciencia. Crea
una gran hoguera de conciencia y ese escollo será abrasado. Y entonces el péndulo se
detiene en el medio.
Y al detenerse el péndulo, se detiene el tiempo. De repente entras en un mundo sin
tiempo, sin muerte, entras en la eternidad.
Y el último sutra:
El ego está orientado hacia los resultados, la mente siempre ansia resultados. La
mente nunca está interesada en el acto en sí mismo, su interés es en el resultado. «¿Qué
es lo que voy a ganar con ello?» Si la mente puede obtener ganancia, sin pasar por la
acción, entonces elegirá el atajo.
Por eso la gente que ha recibido una educación se hace muy astuta, porque son
capaces de encontrar atajos. Si ganas dinero de una manera legal, puede que te lleve toda
tu vida. Pero puedes ganar dinero con el contrabando, con el juego, o de otra manera —
convirtiéndote en líder político, en primer ministro, en presidente—, entonces todos los
atajos están a tu disposición. La persona educada se hace astuta. No se hace sabia,
simplemente se vuelve lista. Se hace tan astuta que quiere tenerlo todo sin tener que hacer
nada por ello.
La mente, el ego, están orientados hacia los resultados. El ser no está orientado hacia
los resultados. Y ¿cómo puede jamás el no-ser estar orientado hacia los resultados? En
primer lugar, no es.
La meditación les sucede sólo a aquellos que no están orientados hacia los resultados.
Hay una antigua historia:
Y entonces no hay necesidad de ir a ninguna parte, Dios vendrá a ti. Exclama desde
muy dentro: «Me rindo.» Y el silencio descenderá, la bendición te rociará.
Estos sutras son sólo para meditadores, medita sobre ellos. Atisha no es un filósofo,
Atisha es un siddha, un buda. Lo que está diciendo no son especulaciones. Son
instrucciones concretas dadas sólo a aquellos que están dispuestos a viajar, a emprender
un peregrinaje hacia lo desconocido.
Por hoy es suficiente.
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CAPÍTULO 4
No seas coherente.
No golpees al corazón.
No apoyes al favorito.
El primer sutra:
Para las tradiciones místicas orientales, todo lo que tú crees que eres, no es sino
alimento. Tu cuerpo es alimento, tu mente es alimento, tu alma es alimento. Más allá del
alma hay ciertamente algo que no es alimento. A ese algo se le conoce como anatta, el no-
yo. Anatta es el vacío absoluto. Buda lo llama shunya, el vacío. Ese vacío es puro espacio.
No contiene nada, sólo se contiene a sí mismo. Ese vacío es consciencia sin contenidos.
Mientras el contenido persista, el alimento persiste. «Alimento» quiere decir aquello
que se toma del exterior. El cuerpo necesita alimento físico; sin él, empezaría a decaer. Así
es como sobrevive; el cuerpo no contiene otra cosa que alimento físico.
Tu mente contiene recuerdos, pensamientos, deseos, envidias, ansias de poder y mil
y una cosas. Todo eso es también alimento. Todo eso, en un plano un poco más sutil, es
alimento. El pensamiento es alimento. Por eso, cuando tienes pensamientos
reconfortantes, tu pecho se expande. Cuando tienes pensamientos que te aportan energía
te sientes bien. Alguien dice algo bueno de ti, un cumplido... Y comprueba lo que te
sucede: te sientes pletórico. Alguien dice algo malo de ti y observa: es como si te hubieran
arrebatado algo; te quedas más débil.
La mente es alimento en forma sutil. La mente no es sino la parte interna del cuerpo;
por eso lo que comes afecta a la mente. Si ingieres comida no vegetariana tendrás un tipo
particular de mente; si ingieres comida vegetariana tendrás ciertamente otro tipo de mente
diferente.
Hay un hecho inmensamente importante en la historia de India. ¿Sabías que este país
nunca ha atacado a ningún otro en sus diez mil años de existencia? ¡Nunca! No ha
cometido ni siquiera un solo acto agresivo. ¿Cómo es esto posible? ¿Por qué? Aquí existe el
mismo género humano que en cualquier otra parte. La razón es: un tipo de cuerpo
diferente crea una mente diferente.
Puedes observarlo tú mismo. Come una cosa y observa, come otra y observa. Toma
notas y te sorprenderás, te darás cuenta de que lo que digieres no es sólo físico, sino que
tiene también un componente psicológico. Esto hace que tu mente sea vulnerable a ciertas
ideas, a ciertos deseos.
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Por eso a lo largo de los tiempos ha existido la búsqueda de un tipo de alimento que
no fortalezca la mente sino que ayude a disolverla definitivamente; un tipo de alimento
que, en lugar de fortalecer la mente, fortalezca la meditación, fortalezca la no-mente. No
se pueden dar reglas fijas y ciertas, porque cada persona es diferente y cada uno tiene que
decidir por sí mismo.
Y vigila qué admites en tu mente. La gente es completamente inconsciente; lo lee
todo, no importa lo que sea. La gente mira constantemente la televisión, mira cualquier
cosa ridícula y estúpida; escucha constantemente la radio, parlotea constantemente, habla
por los codos con otra gente, y unos a otros se llenan la cabeza con tonterías. Tonterías es
lo único que poseen.
Evita las situaciones en las que, sin tener por qué, te llenas de tonterías. Tú ya tienes
demasiado con lo que tienes, lo que necesitas es quitártelo de encima. Y por el contrario lo
vas recolectando como si se tratara de algo precioso.
Habla menos, escucha sólo lo esencial, sé telegráfico al hablar y al escuchar. Si hablas
menos, si escuchas menos, poco a poco verás que algo empieza a surgir en ti, una cierta
sensación de limpieza, una cierta pureza, como si acabaras de tomar un baño. Ese el
terreno necesario para el surgir de la meditación. Deja de leer todo tipo de tonterías.
Durante un tiempo tuve por vecino a un loco que estaba muy interesado en los
periódicos. Venía a mi casa todas las tardes a recoger el diario. Cuando él estaba enfermo
o yo no estaba en casa volvía en otra ocasión.
Y una vez me ausenté durante diez días y cuando volví vino para recoger todos los
periódicos. Le dije:
—Pero esos diarios son todos atrasados.
El dijo:
—¡Qué importa! Contienen las mismas tonterías. Sólo la fecha cambia.
Debe haber sido un momento muy cuerdo en la vida de aquel loco. Sí, hay momentos
de locura en la vida de la gente que llamamos cuerda, y viceversa. Dijo la verdad:
—Contienen las mismas tonterías de siempre. ¡Qué importa! A mí me sobra el tiempo,
tengo que ocuparme en algo.
Y le pregunté:
—¿Qué has hecho durante estos diez días?
El respondió:
—Estuve leyendo los periódicos atrasados. Los leí una y otra vez.
Físico, psicológico, espiritual. Deja que tu cuerpo fisiológico se purifique de todos los
venenos y toxinas, y deja que tu mente se libere de todo tipo de tonterías y porquerías. Y
deja que el alma se libere de la idea del yo. Cuando el alma se libera de la idea del «yo»
has llegado al estado interno llamado no-yo, anatta. Eso es libertad, eso es nirvana, eso es
iluminación. Has llegado a casa. Ahora ya no hay que ir a ninguna parte; ahora puedes
radicarte, descansar y relajarte. Ahora puedes disfrutar de la alegría a raudales que la
existencia rocía sobre ti.
Cuando se dejan estos tres tipos de comida tóxica te vuelves vacío. Pero este vacío no
es una forma negativa de vacío. Estás vacío en el sentido de que todos los venenos, todos
los contenidos, se han ido. Pero estás lleno, lleno de algo que no puedes nombrar, lleno de
algo que los devotos llaman Dios.
Atisha no puede usar esa palabra, Atisha no es un devoto, él es un bhakta. Atisha no
puede usar ninguna palabra para designarlo, él guarda completo silencio al respecto. Atisha
dice: deja esto, deja eso, deja aquello, y entonces lo que queda eres tú, el verdadero tú.
Y el segundo sutra es realmente significativo.
No seas coherente
¿Has oído alguna vez algo parecido? «No seas coherente.» Cuando lo oigas por
primera vez, o cuando lo leas por primera vez, pensarás que ha habido una equivocación,
quizá un error de imprenta, una errata. Porque los que tú llamas santos te han dicho justo
lo opuesto. «No seas incoherente», dicen, «sé coherente.»
Aquí es donde Atisha es soberbio. El dice:
No seas coherente
¿Por qué? ¿Qué es ser coherente? Ser coherente significa vivir de acuerdo al pasado.
¿Con qué vas a ser coherente? Si quieres ser coherente sólo puedes tener una referencia, y
ésa es el pasado. El ser coherente significa vivir de acuerdo al pasado, y vivir de acuerdo al
pasado es no vivir en absoluto. Vivir de acuerdo al pasado es estar muerto. Entonces tu
vida será tan sólo una repetición.
El ser coherente significa que has decidido que ya no hay más vida, que has llegado a
un punto final. No le permites a la vida que tenga nada nuevo que ofrecerte. Has cerrado
tus puertas. El sol saldrá, pero no permitirás que sus rayos entren en tu habitación. Y las
flores se abrirán, pero tú no advertirás su fragancia. Las lunas pasarán pero tú
permanecerás estancado. Has dejado de ser un río.
El río no puede ser un fenómeno coherente. Sólo una charca puede ser coherente,
porque no fluye. El flujo por su propia naturaleza tiene que ser incoherente, porque tiene
que afrontar nuevas situaciones, nuevos desafíos. Nuevas situaciones se acercan
constantemente; el río tiene que responder con espontaneidad, no de acuerdo al pasado.
El hombre coherente es un hombre lógico, su vida es unidimensional. El hombre
coherente vive en la aritmética, sigue la lógica. Si algo va en contra de la lógica, él
simplemente evita el verlo; actúa como si eso no estuviera ahí, porque de lo contrario su
lógica se ve perturbada.
Y el hombre lógico es el hombre más pobre del mundo, porque la vida no consiste sólo
en lógica. También hay amor. Y el amor es ilógico. Sólo una pequeña parte de la vida es
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lógica, la parte superficial. Cuanto más profundo vas, más avanzas hacia lo ilógico, o para
ser más exacto, hacia lo supra-lógico.
La lógica es buena en el mercado, pero no en el templo, no en la mezquita, no en la
iglesia. La lógica es buena en la oficina, en la tienda, en la fábrica. La lógica no es buena
cuando estás con amigos, cuando estás con la persona amada, cuando estás con tus hijos.
La lógica es buena cuando tratas cosas de negocios. Pero la vida no es sólo negocios; hay
algo en la vida que tiene más valor que cualquier negocio. Deja que haya cabida para ese
algo también.
Un profesor de filosofía fue al médico a pedirle consejo para mejorar su vida sexual.
—Usted parece gozar de buena condición física —dice el doctor después de
examinarle—. Corra diez kilómetros diarios durante una semana y después llámeme por
teléfono.
Una semana más tarde llama el profesor.
—¿Y bien? —dice el médico—, ¿ha mejorado su vida sexual con el correr?
—No lo sé —responde el profesor—, ¡ahora estoy a setenta kilómetros de casa!
¿Qué es un chiste malicioso? Primero tendré que contaros tres de ellos para explicarlo.
Y tres, porque es un número muy esotérico.
El primero:
El segundo:
Un hombre va al médico porque no se siente bien. Éste le hace las preguntas de rigor:
—¿Ha comido o bebido demasiado?
—No —dice el paciente.
—¡Bien!, ¿se ha estado usted acostando muy tarde últimamente?
—No —responde el paciente.
El médico piensa sobre el problema por un momento y finalmente dice:
—¿Y las relaciones sexuales?
—Raras... —musita el hombre con resignación.
—¡Aja! —dice el doctor— así que, ¡raras...! ¡Pues, amigo mío, tendrá usted que dejar
esas perversiones si quiere mejorar!
Y el tercero:
No sé si son chistes maliciosos o no, pero una cosa es cierta, Atisha hubiera disfrutado
con ellos.
De hecho, con «chistes maliciosos» Atisha quiere decir algo totalmente diferente. Él se
refiere a: no digas nada contra nadie, no hagas daño a nadie cuando no esté presente, no
hagas daño a nadie a sus espaldas.
La traducción no es exacta. El significado de Atisha completo es: no murmures sobre la
gente con la intención deliberada de hacerles daño, porque eso no es un chiste, eso no es
divertido, eso no tiene humor. Atisha no puede estar en contra del sentido del humor. Es
imposible. Ningún hombre de su inteligencia y de su conciencia puede estar en contra del
sentido del humor. De hecho, personas como Atisha son las que han aportado el mejor
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humor religioso al mundo. Atisha viene de la tradición de Gautama Buda, del mismo linaje
de la gente del zen. Y el zen es la única religión que ha aceptado el humor como oración.
No es posible, es absolutamente imposible que Atisha no tuviera sentido del humor.
Entonces, el sutra no puede ir de verdad en contra de los chistes. El sutra está en
contra de herir a la gente. Lo que Atisha hace es ir profundo a la psicología del chiste, a la
razón que subyace bajo el chiste. Es lo que Sigmund Freud hizo mil años más tarde.
Sigmund Freud piensa que cuando haces un chiste acerca de alguien hay muchas
posibilidades de que seas agresivo, de que sientas ira, de que —de una forma indirecta,
simulando humor— lo que verdaderamente quieres hacer es ofender.
Pero eso no puede decidirlo ningún otro desde fuera; sólo tú puedes ser el juez.
Si hay una intención deliberada de ofender a alguien en tu mente, de hacer daño a
alguien, si se trata de violencia disfrazada de humor, evítalo.
Pero si no es violencia, si es tan sólo puro sentido del humor, sentido de la diversión,
sentido de no tomarse la vida en serio, de no tomarse la vida demasiado en serio, entonces
no hay problema.
Si me encuentro algún día con Atisha le voy a enseñar unos cuantos chistes. Y tengo
la impresión de que disfrutará con ellos.
Los chistes pueden ser tan sólo puro humor, sin que contengan violencia alguna. A
veces desde la superficie uno puede pensar que hay algo de violencia, pero no se trata de
lo que los otros piensen, la cuestión es cuál ha sido tu intención. Es una cuestión de
intención. Puedes sonreír con la intención de ofender; entonces sonreír se convierte en
pecado. Cualquier cosa puede convertirse en pecado si en lo profundo el deseo es de
ejercer violencia. Y cualquier cosa puede convertirse en virtud si en lo profundo existe el
deseo de crear más alegría en la vida, más risa.
Mi propia comprensión es que no hay nada más valioso que la risa. La risa es lo que
más te acerca a la oración. De hecho cuando eres total, lo único que queda en ti es la risa.
En cualquier otra cosa eres parcial; incluso en la relación sexual amorosa, eres
parcial. Pero cuando una risa verdaderamente sincera te sale del vientre, todas las partes
de tu ser —la fisiológica, la psicológica, la espiritual— vibran en un solo tono, todas vibran
en armonía.
Por eso la risa relaja. Y la relajación es espiritual. La risa te trae a la tierra, te baja de
tus estúpidas ideas de ser mejor que los demás. La risa te trae a la realidad tal y como es.
El mundo es el juego de Dios, un chiste cósmico. Y a no ser que lo tomes como un chiste
cósmico nunca serás capaz de entender el misterio último.
Estoy totalmente a favor de los chistes, estoy totalmente a favor de la risa.
A Atisha le han traducido mal. Lo que él quiere decir en realidad es: No seas violento,
ni siquiera con las palabras. Incluso en las bromas, no seas violento, porque la violencia
engendra más violencia, la ira trae más ira, y crea un círculo vicioso que no tiene fin.
El cuarto:
No digas: «Mañana voy a meditar, mañana voy a amar, mañana voy a bailar con la
existencia.» ¿Por qué mañana? Mañana no viene nunca. ¿Por qué no ahora? ¿Por qué
posponer? El posponer es un truco de la mente; posponer te deja a la espera, y mientras
tanto, la oportunidad se escapa. Y al final llegarás al callejón sin salida: la muerte. Y ya no
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habrá oportunidad alguna.
Y esto ha sucedido muchas veces anteriormente. Tú no eres nuevo aquí, tú has nacido
y has muerto muchísimas veces. Y en cada ocasión la mente te ha jugado la misma treta y
todavía no has aprendido nada.
Atisha dice:
No golpees al corazón
Atisha está diciendo: critica la opinión de la gente, critica sus ideologías, critica sus
sistemas de pensamiento, critícalo todo, pero nunca critiques el amor de nadie, nunca
critiques la confianza de nadie. ¿Por qué? Porque el amor es tan valioso, la confianza es tan
inmensamente valiosa... el destruirlos, el criticarlos, el hacerlos pedazos por el método que
sea, es el mayor daño que se le puede hacer a cualquiera.
Puedes criticar la opinión —la opinión debe ser criticada—, pero no el corazón. Cuando
veas algo que pertenece al corazón, evita la tentación de criticarlo.
La gente hace justo lo contrario. Pueden tolerar tu ideología, pueden tolerar tu
opinión, pero en el momento en que ven tu amor, tu confianza, saltan sobre ti. No pueden
tolerar tu confianza; no la pueden soportar.
Te dirán que eso es hipnosis, que te han hipnotizado, que te han engañado, que vives
en una ilusión; que el amor es locura, que el amor es ciego; que la lógica tiene ojos y el
amor es ciego.
La verdad es justamente lo opuesto. La lógica es ciega, ¡critícala! El amor tiene ojos,
sólo el amor tiene ojos, porque sólo el amor puede ver a Dios. Critica las creencias, porque
las creencias no son nada excepto dudas escondidas detrás de bellas palabras. Critica las
creencias, pero no critiques la confianza de nadie.
Y ¿cuál es la diferencia? La confianza tiene la cualidad del amor. La creencia es una
forma de acercamiento racional. Si alguien dice: «Creo en Dios porque hay pruebas de su
existencia», entonces critícale, porque las pruebas sólo demuestran la creencia. Pero no
critiques a alguien que diga: «Amo a Dios. No sé por qué, sencillamente le amo. El amor
me invade. No tengo pruebas; de hecho, todas las pruebas están en su contra, pero aun
así le amo.»
Recuerda la famosa frase de Tertuliano, un gran místico cristiano: credo quia
absurdum...
Alguien preguntó a Tertuliano: —¿Por qué crees en Dios?
Y él dijo:
—Porque Dios es absurdo. Porque no se puede creer en él, por eso creo en Dios.
Se puede creer en cualquier cosa, pero en Dios no se puede creer. Pero creyendo en
aquello en lo que no se puede creer, uno crece. Eso es intentar alcanzar lo imposible.
Así que cuando veas a alguien que tenga amor, alguien que tenga confianza, evita la
tentación de criticarle. Criticarlo es fácil, lanzar veneno a la historia de amor de alguien es
fácil. Pero no sabes que así eres destructivo; no sabes que así destruyes algo de inmensa
belleza. Has lanzado una roca contra una rosa.
Hay una historia de Mulla Nasruddin. Mulla se encontraba en la corte de un gran rey.
Era el bufón de la corte. Y dijo algo muy gracioso, pero el rey se sintió ofendido y le dio
una bofetada. Ahora Mulla quería devolvérsela, pero hacerlo era arriesgado, hacerlo era
peligroso, así que abofeteó al hombre que estaba de pie a su lado.
El hombre se quedó sorprendido y dijo:
—¿Qué haces? Yo no te he hecho nada.
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Y Mulla respondió:
—¿Por qué discutes conmigo? Puedes sacudir al que está a tu lado. El mundo es
grande, cuando la bofetada venga de vuelta, ya veremos. Ahora déjala fluir: pásasela al
siguiente.
Eso es lo que hace la gente, eso es en realidad lo que hace la gente. No es tan sólo
una historia. El jefe humilla al marido y cuando éste llega a casa le lanza su ira a la mujer
sin razón ninguna. O quizá encuentre una razón, siempre puedes encontrar una razón, es
muy fácil encontrarla. Las verduras tienen demasiada sal o el chapatti está quemado, o
cualquier otra cosa. ¡Cualquier cosa! El marido encontrará una razón y estará convencido
de que su enojo se debe a esa razón.
La verdad es que está enojado con su jefe. Pero el jefe es un hombre poderoso. Si el
empleado dice cualquier cosa, puede ser peligroso, puede costarle el puesto. Así que
mientras el jefe le insultaba, él sonreía; se puso a menear el rabo. Ahora proyecta al jefe en
su mujer.
Si la historia sucede en los países de Occidente, la mujer puede también saltar sobre
el marido. Pero si sucede en Oriente, la mujer no puede hacer nada. En Oriente, los
maridos les han inculcado a las mujeres que ellos tienen que ser tratados como dioses. La
mujer no puede decir nada; tendrá que esperar a que el hijo venga del colegio para
entonces hacer con él lo que quiso hacer con el marido. La madre golpeará al niño. El niño
ha llegado tarde, ha vuelto a romper la ropa, ha vuelto a hacer esto y lo otro, ha vuelto a
juntarse con malas compañías.
Y ¿qué puede hacer el niño? Se meterá en su habitación y golpeará o destrozará sus
juguetes. Y así sigue la bola.
Atisha dice: por favor, no transfieras cosas; si lo haces, estarás toda la vida
transfiriendo y transfiriendo. Responsabilízate, arriésgate. Responde a la situación, cueste
lo que cueste. No traslades la carga de la vaca al toro.
No apoyes al favorito
Todos los puntos de vistan está equivocados. La vida tiene que vivirse sin puntos de
vista, la vida hay que vivirla en contacto inmediato con la realidad. Pero si esto no es
posible, entonces por lo menos no mantengas puntos de vista equivocados. ¿Cuáles son los
puntos de vista equivocados? Puntos de vista que se basan en prejuicios, odio, ira,
avaricia, ambición, violencia.
Lo primero es: no mantengas puntos de vista. Vive la vida sin filosofías. No se
necesita ninguna filosofía para vivir la vida; de hecho, la mejor vida y la más gloriosa es la
que se vive sin filosofías. Una vida simple, inocente, espontánea.
Pero si eso ahora mismo no es posible, entonces, empieza al menos abandonando los
puntos de vista equivocados. No vivas con prejuicios, no vivas con ira, no vivas en un
estado de odio, no vivas con avaricia y ambición, no vivas de sueños. Sé más real, sé más
realista. Estate un poco más alerta, más atento, observando cada acto cuidadosamente,
porque cada acto crea una cadena de acciones. Lo que hagas quedará en el mundo incluso
después de que te hayas ido, porque la cadena continuará. Si no puedes hacer algo
hermoso en el mundo, por lo menos no hagas algo feo. La posibilidad más elevada es vivir
sin puntos de vista, simplemente vivir, simplemente ser. La segunda mejor es: por lo
menos deja la parte negativa y sigue la positiva. Y poco a poco verás que si puedes dejar la
parte negativa también la positiva se puede dejar. De hecho dejar la negativa es más difícil
que dejar la positiva.
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La persona que puede dejar el no, puede dejar el sí fácilmente, porque él no fortalece
al ego más que el sí. La persona que puede dejar la ira, el odio y la avaricia puede dejar
fácilmente los sentimientos positivos. Y la trascendencia de todas las dualidades es la meta
última de Atisha y de todos los grandes maestros.
Y el último sutra:
CAPITULO 5
Despierta al esclavo
UNA ANTIGUA HISTORIA... Jesús, el hijo de María, se encontró en una ocasión con un
anciano que vivía en las montañas al aire libre, sin cobijo del frío o del calor, y le preguntó
que por qué no se había construido una casa.
—¡Ah, espíritu de Dios! —dijo el anciano—. Profetas antes de tu venida predijeron que
yo viviría sólo setecientos años. No merece la pena el esfuerzo de asentarse.
La vida es un vagar, no es un hogar. La vida es la búsqueda del hogar, pero en sí
misma no es el hogar. La vida es una exploración, una aventura. No está garantizado que
vayas a tener éxito. El éxito es muy raro, porque la búsqueda es muy compleja y hay mil y
una dificultades en el camino.
Deja que esta sea la primera comprensión sobre los sutras de hoy. Son sutras de gran
valor. Cuando medites y te internes más y más en ellos, te sorprenderás: estos sutras son
como océanos contenidos en gotas de rocío.
Mahoma dice: «Soy como un jinete que se cobija bajo un árbol y después sigue su
camino.» Sí; esta vida es estancia para una noche, es un caravasar. No te asientes. Usa la
oportunidad para llegar más y más alto, y mucho más alto; porque no hay límite para las
alturas, para las profundidades. Pero siempre recuerda, no pienses que el estar aquí ya es
suficiente: la vida es sólo una oportunidad... Con inmenso potencial e inmensas
posibilidades.
Pero, si piensas que, puesto que has venido a la vida, ya has llegado, te equivocas
absolutamente.
Jesús dice una y otra vez: «Este mundo es como un puente. No es un lugar para
detenerse.» Úsalo como puente, puede llevarte hacia Dios. Cuando la vida se convierte en
un puente hacia Dios, la vida es divina. Pero si no la usas como puente hacia Dios, se
queda en algo mundano, espurio, ilusorio, imaginario, ficticio.
El primer sutra:
Todo el mundo busca la dicha, persigue la dicha; y casi todo el mundo consigue
encontrar justo lo opuesto. Digo «casi», porque hay que dejar a algunas personas fuera de
este recuento: Buda, Zaratustra, Lao Tzu, Atisha... Pero éstos son tan escasos... son
excepciones; tan sólo confirman la regla. Así que digo que casi todo el mundo que busca la
dicha encuentra la miseria y el sufrimiento. La gente intenta entrar en el Cielo pero cuando
consiguen llegar allí, de repente se dan cuenta de que se trata del Infierno.
En alguna parte debe haber un gran malentendido.
El malentendido es que aquellos que buscan placer encontrarán dolor; porque el placer
es sólo un camuflaje, se trata del dolor mismo escondido detrás de una cortina. El placer es
una máscara: lágrimas escondidas en sonrisas, espinas aguardándote en flores. Todo el
mundo puede verlo, porque es muy obvio, todo el mundo lo experimenta una y otra vez.
Pero el hombre es un animal que no aprende nunca.
Aristóteles ha definido al hombre como animal racional. ¡Esto es una solemne
tontería! El hombre es el ser más irracional que puedas encontrar. El hombre podría ser
racional, pero no lo es. Así que ésa no es la definición del hombre tal y como es; ésa es la
definición del hombre tal y como debería ser. Buda, sí; Mahoma, sí; ellos son seres
racionales. Racionales en el sentido de que viven inteligentemente, de que viven
sabiamente; en el sentido de que usan toda oportunidad para crecer, para madurar, para
ser.
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Pero millones de seres humanos —el 99,9 por 100 de la gente— no son seres
racionales, son seres absolutamente irracionales.
La primera irracionalidad es que la gente repite la misma experiencia una y otra vez y
no aprende nada, sigue igual. ¿Cuántas veces te has enojado y qué has aprendido de ello?
¿Cuántas veces has sentido celos y qué experiencia has ganado? Vas pasando por
experiencias pero no te afectan en nada. Sigues siendo inmaduro. Tu modo de vida es muy
irracional, muy ininteligente.
La persona inteligente será capaz de ver fácilmente que al buscar placer lo único que
encuentras es dolor. Y ¿cuáles son en realidad esos placeres? Unos muy espurios. Alguien
quiere hacer una gran casa, ¿y con cuántos problemas tiene que enfrentarse?, y ¿cuánto
tiene que sufrir?, y ¿cuántas ansiedades?, y ¿cuántos ataques de nervios?
Dicen que si de verdad eres una persona con éxito tendrás un ataque al corazón entre
los cuarenta y dos y los cuarenta y ocho años. Si no tienes un ataque al corazón antes de los
cincuenta, has malgastado tu vida, eres un fracaso. No has intentado tener éxito, no has
tenido la suficiente ambición.
La gente ambiciosa está condenada a tener ataques al corazón; los más ambiciosos
tendrán ataques de nervios.
Si no necesitas un psiquiatra, eso significa simplemente que no has usado tu mente
de manera ambiciosa. Y la sociedad entera tiene sus engranajes ajustados a la ambición; el
sistema educativo produce sólo mentes ambiciosas. Es decir, pacientes potenciales del
psicoterapeuta. Parece que hubiera una conspiración. El sistema educativo sólo crea gente
para los médicos, los sacerdotes y los psicoterapeutas.
El sistema entero parece estar enfermo; enfermo de muerte. No está creando un ser
humano saludable, vivo, radiante; no está creando un ser alegre, celebrante, festivo. El
sistema no te enseña cómo hacer de tu vida un festival. Aquello que te enseña te mete
más y más adentro del Infierno. Y tú lo sabes... porque no estoy hablando de sistemas de
pensamiento especulativos, estoy hablando simplemente de tu psicología, de tu estado de
ser.
Atisha tiene razón. Dice:
Atisha dice:
Entonces, ¿qué es lo que hay que hacer? ¡Piensa en algo más elevado!, algo que esté
más allá de la muerte, algo que no pueda ser destruido, algo que sea indestructible, algo
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que trascienda el tiempo... Y no se creará el dolor.
Si buscas lo supremo, cada momento de tu vida tendrá más y más paz, más y más
calma, serenidad, frescor, fragancia. Si buscas lo supremo, si buscas la Verdad, o buscas a
Dios, o el nirvana, o como quieras llamarlo... si vas en busca de lo más profundo y de lo
más elevado de la vida, y no persigues cosas espurias, entonces la misma búsqueda traerá
una nueva cualidad a tu ser. Te sentirás enraizado, integrado; te sentirás centrado. Y verás
que una nueva alegría surge en tu corazón, una alegría que no viene de fuera.
La verdadera alegría nunca viene de fuera, es la alegría espuria la que viene de fuera.
La muerte puede llevarse sólo lo que viene de fuera.
La muerte sucede fuera, nunca sucede dentro. La muerte sucede en el exterior, nunca
sucede en el interior; el interior es eterno. Tu interioridad está más allá de la muerte.
Siempre ha estado ahí, siempre estará ahí; pero tú no eres consciente de ello. Tú sigues
persiguiendo sombras, mientras que lo verdadero espera a que mires dentro, a que te
vuelvas hacia dentro, a que te sintonices con lo de dentro.
Así que, primero: busca aquello que es inmortal; y tarde o temprano llamarás a las
puertas del Cielo.
Lo segundo es: ¿por qué, en primer lugar, persigues placeres espurios? ...una mujer,
un hombre, ¿por qué persigues placeres espurios?, ¿cuál es la razón subyacente?
La razón es que ya vives con dolor. Quieres olvidar completamente ese dolor; quieres
ahogar tus penas en el alcohol, en el sexo, en el dinero, en la política de fuerza... Quieres
ahogar tus penas en algo.
Los políticos pueden decir tranquilamente que la prohibición es necesaria, porque ellos
tienen a su disposición una droga mucho más peligrosa. Morarji Desai puede insistir en la
prohibición, porque está bebiendo política de fuerza, él está ahogando sus penas en una
droga muy sutil. De hecho, ningún alcohol es tan peligroso como la política.
Si algo tiene que prohibirse en el mundo no es el alcohol, sino la política. ¿Y cuántas
personas beben alcohol en India? No más del siete por ciento. ¿Y no hay muchas más
personas que son políticas? No creo que puedas encontrar ninguna persona que no sea
política; muy difícil.
Tú quizá no te dediques a la política, pero la política es algo muy sutil. El marido trata
de dominar a la mujer: eso es política. La esposa intenta, a su manera, manipular al
marido: eso es política. El niño estalla en una rabieta, quiere el juguete inmediatamente:
eso es política. Política significa un esfuerzo para dominar al otro. Y la política es muy
embriagadora; es la peor clase de alcohol disponible en el mundo.
Unos pocos se drogan con política de fuerza, otros pocos buscan cobijo en la
sexualidad, otros pocos van al bar; pero los más buscan continuamente nuevos deleites
espurios, van de uno a otro. Cuando han obtenido uno, y se dan cuenta de que no les
aporta nada, de que no les nutre, inmediatamente empiezan a buscar otra cosa. Su vida se
convierte en una ocupación constante, para no tener que mirar la pena interna que se está
acumulando como una nube, como una nube oscura.
Así que el segundo significado del sutra es: en lugar de buscar deleites espurios, entra
en la pena. Medita, entra profundo en ella. No te evadas de tu miseria, porque
evadiéndote, nunca aprenderás lo que es; y nunca aprenderás a transcenderla. Y lo
maravilloso es que si realmente sabes la causa de tu miseria, en ese mismo saber la
transciendes; porque la causa es siempre y siempre, ignorancia y nada más.
Jesús dice: la Verdad libera. Esta es una de las declaraciones más importantes que
jamás se hayan hecho; algo muy fundamental a entender por todo aquel que busca. La
Verdad libera. No la verdad que tomas de las escrituras, sino la verdad que encuentras
experimentando tú mismo.
Estás triste. Entra en tu tristeza. En lugar de evadirte en alguna actividad, en alguna
ocupación; en lugar de ir a ver a un amigo, o a ver una película, o encender la radio, o el
televisor... en lugar de escapar de la tristeza volviéndole la espalda, deja toda actividad,
cierra los ojos, entra en ella, ve lo que es, por qué es. Ve la tristeza, sin condenarla;
porque si la condenas, no serás capaz de verla en todos sus aspectos. Mira sin juzgar, mira
sin condenar, sin evaluar. Obsérvala, observa qué es. Mírala, como si se tratara de una flor:
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triste; una nube: oscura; pero mira sin emitir juicios, para que puedas ver todas sus
facetas.
Y te sorprenderás: cuanto más te internas en la tristeza, más se dispersa ésta. Si una
persona puede internarse profundamente en su pena encontrará que todas las penas se
evaporan. En esa evaporación de la pena está la alegría, está la dicha.
A la dicha no se la encuentra afuera, yendo contra la pena. A la dicha hay que
encontrarla en lo profundo, escondida bajo la pena misma. Tienes que cavar en tus estados
de aflicción; y así encontrarás un manantial de alegría.
El segundo sutra:
Atisha dice: No hay necesidad de tener muchas metas; una meta es suficiente.
Inquiere sobre la verdad de tu vida. Tan sólo una búsqueda es suficiente para liberarte de
todas las miserias, sufrimientos, infiernos. Inquiere sobre la verdad de tu ser, ve todas sus
facetas: la ira, la avaricia, la lujuria. Entra en cada una de ellas. Y entrando en cada una de
ellas, siempre y siempre, encontrarás la misma fuente de alegría, el mismo manantial de
alegría. Poco a poco, te convertirás en un festival. Desde fuera no se ha añadido nada, pero
te has descubierto a ti mismo. Has entrado en el reino de Dios.
El tercer sutra:
Ese método es la conciencia. Existen muchas enfermedades pero sólo existe una salud.
La cualidad de la salud es una, siempre la misma. El bienestar que produce la salud es el
mismo en todas las personas. Las enfermedades son millones, las cosas incorrectas
muchas; pero la llave que abre todas las puertas, la llave maestra, es sólo una. Y en lugar
de podar las ramas, en lugar de cortar las hojas, ¿por qué no cortar la raíz misma? Hay
mucha gente que poda las ramas y corta las hojas constantemente; a éstos se les conoce
como moralistas.
La persona moral es una persona un poco estúpida; estúpida en el sentido de que
piensa que con cortar las hojas va a destruir el árbol. De esta manera no lo va a destruir.
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Cortas una hoja y el árbol te responde con tres hojas en su lugar; el follaje se hará más
espeso. Cortas una rama y el árbol llevará su sabia y sus jugos a otra rama, y esa otra
rama se hará más grande y más gruesa. Esto es lo que sucede en tu vida.
Alguien está en contra del sexo, alguien reprime el sexo, corta esa rama. Ahora toda
la energía se convierte en ira. Puedes encontrar historias en las escrituras indias, como la
de Durvasa, un llamado gran mahatma, que reprimió totalmente su energía sexual, y todo
él se convirtió en ira, se volvió rojo de ira.
Y tiene que suceder así. No puedes destruir ninguna energía. Nunca. No es posible,
por la naturaleza misma de las cosas. Las energías sólo se pueden transformar, nunca
destruir. Si tapas una salida, la energía empezará a fluir por otra. Si cierras la puerta de
delante, entonces sale por la de atrás... y por la puerta de atrás la energía es más
peligrosa, porque hace de tu vida una vida hipócrita, hace que tu vida sea doble. Empiezas
a vivir de una forma dual: dices una cosa y haces otra, muestras una cosa y eres otra.
Cada vez estás más dividido.
Mi énfasis es exactamente el mismo que el de Atisha. Vienes a mí con mil y un
problemas, pero mi respuesta es siempre la misma. Si vienes con ira digo: sé consciente
de ella; si vienes con avaricia digo: sé consciente de ella; si vienes con lujuria digo: sé
consciente de ella; porque la conciencia corta la raíz misma. Y ¿cuál es la raíz? La
inconsciencia es la raíz.
Uno puede enojarse sólo si es inconsciente. Intenta estar enojado y ser consciente al
mismo tiempo y verás que es imposible. O eres consciente, y a la ira ya no se la encuentra,
o estás enojado, y la conciencia ha desaparecido. Hasta ahora nadie ha sido capaz de hacer
coincidir las dos cosas al mismo tiempo; y no creo que tú vayas a ser la excepción.
Inténtalo. Es posible que creas que están sucediendo las dos cosas simultáneamente, pero
si observas minuciosamente, lo verás: cuando la conciencia está ahí, la ira no está; cuando
la irá está ahí, la conciencia no está. La falta de conciencia es la raíz de toda enfermedad,
por eso la conciencia es la única medicina.
Buda dice: «Soy un médico.» Y en una ocasión alguien le preguntó: «Dices una y otra
vez que eres un médico, pero no veo ninguna medicina por aquí, ¿qué medicinas aplicas?»
El dijo: «Mi medicina es solamente una: ser consciente. Prescribo conciencia.»
Y la conciencia no la puedes encargar en la farmacia; tienes que cambiar tu química
interna para crearla.
Tienes que cambiar tu química interna. Ahora mismo tu química interna funciona de
tal manera que produce ignorancia, inconsciencia. Pero esto puede cambiarse, puede
desautomatizarse. En los sutras siguientes encontrarás cómo hacerlo.
Pero recuerda, un método es suficiente para corregir todo el mal. Ese método es ser
consciente. ¿Y cómo sabrás que lo has conseguido? La conciencia es algo interno, está tan
profunda que nadie puede verla. Aun así, si te haces consciente, todo el mundo que tenga
un poco de inteligencia, que tenga ojos para ver, se dará cuenta de ello... porque cuando la
conciencia sucede en el núcleo interno, la compasión empieza a irradiar, el amor empieza a
irradiar.
Buda dice: enciende la vela de la conciencia en tu corazón, y todo tu ser irradiará
compasión. La compasión es la prueba. Recuerda: a no ser que suceda la compasión,
debes estar engañándote, debes estar haciendo alguna otra cosa en lugar de ser
consciente.
Por ejemplo, puedes probar con la concentración. La concentración no es conciencia y
la persona que la practica nunca mostrará compasión. La compasión no es consecuencia de
la concentración. Concentración significa enfocar la mente, reducir su atención a un solo
punto. La mente concentrada se vuelve muy poderosa. Pero recuerda: la mente
concentrada es mente, y muy poderosa; por eso es más peligrosa que nunca. La
concentración es el método de la ciencia.
La conciencia es totalmente diferente; la conciencia no es enfocar. La conciencia es un
estado de alerta sin foco. Por ejemplo, ahora mismo me estás escuchando; puedes
escucharme de una manera concentrada, puedes enfocarte en mí; entonces no escucharás a
los pájaros y su canción, entonces no escucharás el ruido de la calle. Entonces no eres
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consciente, entonces tu mente se ha estrechado mucho. La conciencia no es el
estrechamiento de la mente sino la desaparición de la mente. El estrechamiento de la
mente hace que la mente sea más mente; por eso la mente hindú es más mente, la mente
mahometana es más mente, la mente comunista es más mente; porque todas ellas son
estrechamientos. Unos están enfocados en El Capital, o en El Manifiesto Comunista; otros
están enfocados en el Corán, o en El Dhammapada, otros en el Gita, otros en la Biblia.
¡Gente enfocada! Esta gente crea mentes estrechas en el mundo. Crea conflicto. Esta gente
no aporta compasión.
Las religiones han existido durante miles de años, pero la compasión es todavía un
sueño. No hemos sido capaces de crear un mundo que sepa lo que es el amor, que sepa lo
que es la amistad, la hermandad. Sí, hablamos de ello, hablamos demasiado acerca de
esas bellas cosas. De hecho, la charla se ha vuelto nauseabunda. Esa charla le pone a uno
enfermo. Tendría que parar. ¡Basta de charlas sobre la hermandad y el amor y esto y lo
otro...! Hemos hablado de ello durante miles de años sin que haya servido de nada.
La razón es que la mente concentrada se vuelve una mente estrecha, se vuelve más
mente. Y el amor no es una función de la mente, el amor es una función de la no-mente; o
llámalo corazón, que significa lo mismo. No-mente y corazón son sinónimos.
Ser consciente significa escucharme sin enfocarse; alerta, por supuesto, sin dormirse;
pero alerta a estos pájaros, a su canto; alerta al viento que corre entre los árboles, alerta a
todo lo que está sucediendo. La concentración excluye mucho, incluye poco. La conciencia
no excluye nada, lo incluye todo.
La conciencia es un estado de no-mente. Eres, pero no estás enfocado. Eres tan sólo
un espejo que lo refleja todo, que devuelve la vibración de todo, como un eco. Ve su
belleza y su silencio y su quietud. De repente, eres pero no eres; y el milagro comienza a
suceder. En este silencio, sentirás compasión; compasión por todos los seres que sufren. Y
esto no es necesario practicarlo; viene por sí mismo.
Atisha dice: conciencia en el interior, compasión en el exterior. La compasión es la
cara externa de la conciencia, lo exterior de la conciencia. La conciencia es tu interioridad,
tu subjetividad. La compasión es el relacionarte con los demás, el compartir con los demás.
El cuarto sutra:
Con «principio» se quiere indicar la mañana; con «final», la noche. Por la mañana
recuerda una cosa —dice Atisha—: que un nuevo día, una nueva oportunidad, te ha sido
concedida de nuevo. Siéntete agradecido. La existencia es tan generosa... Has
desperdiciado tantos días... Y se te ha concedido un día de nuevo. ¡La existencia tiene
puestas en ti tantas esperanzas...! has estado desperdiciando y desperdiciando, sin hacer
nada. Has desperdiciado tantas valiosas oportunidades... y tiempo y energía; pero la
existencia todavía tiene esperanzas. Se te concede un día más.
Atisha dice: por la mañana recuerda, es un nuevo día, un nuevo comienzo. En lo
profundo de tu corazón toma la decisión de que «hoy no voy a malgastar esta oportunidad.
¡Basta ya! Hoy voy a ser consciente, hoy voy a estar alerta, hoy voy a dedicar tanta
energía como sea posible a una sola causa, la causa de la meditación. Meditaré en todos mis
actos. Realizaré mis actividades, las actividades normales diarias, pero con una nueva
cualidad: les aportaré la cualidad de la conciencia». Da la bienvenida al nuevo día. Siéntete
agradecido, feliz de que la existencia todavía confíe en ti. Todavía hay una posibilidad, la
transformación puede suceder todavía. Empieza el día completamente decidido.
Y por la noche siéntete de nuevo agradecido de que se te haya concedido este día. Y
siente gratitud por todo lo que ha sucedido, por lo bueno y por lo malo, por la felicidad y por
la infelicidad; porque todos esos acontecimientos son tus maestros. Todo es una
oportunidad. Tomado correctamente, todo momento es una ayuda en el camino. El fracaso
ayuda a crear conciencia tanto como el éxito; a veces, de hecho, el fracaso ayuda a crear
más conciencia que él éxito. El éxito hace que te duermas. Con la felicidad la gente se
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olvida; con la felicidad nadie se acuerda de Dios. Con la infelicidad, de repente, viene el
recuerdo.
El hombre que es capaz de recordar, incluso cuando es feliz, es un hombre
afortunado. ¡Afortunado el hombre que es capaz de recordar cuando todo va bien y sin
problemas! Cuando la mar está brava, todo el mundo se acuerda de Dios; eso no tiene
nada de particular, eso es simplemente a causa del miedo.
En una ocasión sucedió que un barco con muchos peregrinos surcaba los mares en
dirección a La Meca. Iban de peregrinaje. Y estaban sorprendidos por una cosa: todos eran
peregrinos que se dirigían al lugar más sagrado, todos rezaban cada día las cinco oraciones
prescritas para los mahometanos; todos, excepto un místico sufí. Pero el místico irradiaba
tanta alegría, que nadie se atrevía a preguntarle el porqué de su conducta.
Y un día que la mar estaba muy embravecida el capitán dijo:
—Todo parece indicar que no hay posibilidad de salvarse; así que, por favor, rezad
vuestra última oración, el barco se hunde.
Y todo el mundo se puso a rezar, excepto el místico sufí. Esto ahora ya no se podía
transigir. Entre todos le rodearon. Estaban llenos de ira y dijeron:
—Tú eres un hombre de Dios. Te hemos observado y nunca has rezado. Pero por
respeto, porque te tenemos por hombre santo, no hemos dicho nada. Sin embargo, ahora
esto es intolerable. El barco se está hundiendo y tú eres un hombre de Dios; si rezas, tu
plegaria será escuchada. ¿Por qué no rezas?
El místico dijo:
—Si rezas por miedo, es que no has comprendido nada; por eso yo no rezo.
Y la gente le respondió:
—Entonces, ¿por qué no rezabas cuando no había razón para tener miedo?
El místico dijo:
—Yo vivo en oración, así que no puedo orar. Sólo aquellos que no viven en oración
pueden orar. Pero ¿qué sentido tiene su plegaria? ¡Rituales vacíos! Yo vivo en oración; de
hecho, yo soy oración. Cada momento es una oración.
Oración es la palabra sufí que designa la misma cualidad que Atisha llama conciencia.
Así que por la noche da gracias de nuevo, dale las gracias a la existencia entera. Para
Atisha no existe Dios, recuerda. Aunque yo use la palabra Dios, ésta no es una palabra de
Atisha. Para Atisha la existencia entera es divina, no existe Dios como algo personal. Esta
ha sido siempre la actitud del meditador.
Si eres un hombre de oración, la existencia toma la apariencia de Dios, de algo
personal. Si eres un hombre de meditación, la existencia es impersonal, la existencia es
algo que tiene que ver con el todo, con la divinidad. Para el hombre de oración existe Dios;
para el hombre de conciencia existe la divinidad, pero no existe Dios.
Se cuenta que H. G. Wells dijo que Gautama Buda fue el hombre más ateo y a la vez
el más divino. Eso es verdad. El más ateo, porque Buda nunca creyó en ningún Dios, y a la
vez el más divino, porque él mismo era divino. El mismo fue tan divino como jamás se
pueda ser, o tener la esperanza de llegar a ser.
Así que a la noche, siéntete agradecido por todo lo que ha sucedido durante el día. Y
dos cosas más: recuerda cuándo fracasaste durante el día en ser consciente y en ser
compasivo; simplemente, recuerda. Atisha no dice que te arrepientas; simplemente,
recuerda. Y ten en cuenta: en la Biblia Jesús dice una y otra vez «arrepiéntete». Esta
palabra es una falsa traducción del arameo. En inglés ha cobrado un significado totalmente
diferente, un significado diametralmente opuesto. Se ha convertido en «arrepentimiento».
Se ha convertido en «sentirse culpable».
En arameo, arrepentirse significa sencillamente volver, mirar hacia atrás; eso es todo.
Haz recuento de lo ocurrido: el día ha terminado, mira hacia atrás. Simplemente, mira de
nuevo, toma nota de cuándo dejaste de tener conciencia, eso te ayudará mañana, eso
acrecentará tu conciencia. Y toma nota de cuándo no lograste ser compasivo, eso te
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ayudará mañana a ser más compasivo. Y también toma nota de cuándo lograste ser
consciente y compasivo. No te sientas orgulloso por ninguna de las dos cosas. Sin culpa y
sin orgullo. No es una cuestión de orgullo o de culpa; se trata simplemente de tener en
cuenta el día que ha terminado antes de irte a dormir; simplemente, mirar hacia atrás, sin
evaluar: ni condenarse como pecador, ni sentirse muy orgulloso de que: «Hoy he estado
tan consciente, he sido tan compasivo, he hecho tantas buenas obras...» Nada de eso.
Simplemente, repasar lo que sucedió desde la mañana hasta la noche. Éste es también un
método para volverse más consciente.
Estos dos preceptos de la conciencia y la compasión son tan valiosos, que incluso si en
alguna ocasión tienes que sacrificar tu vida por ellos merece la pena. La vida no es sino
una oportunidad para lograr la conciencia y la compasión. Si no alcanzas la conciencia y la
compasión, ¿para qué seguir viviendo? No tiene sentido.
Tan sólo medita sobre ello. Si uno está tan decidido, tan determinado, tan
profundamente comprometido a ser consciente y compasivo, que está dispuesto a sacrificar
su vida, ¿permanecerá mucho tiempo inconsciente? ¡Imposible! En este mismo momento,
si existe esa intensidad, la conciencia surgirá; surgirá de esa intensidad. Esa intensidad
estallará en una luz interna; y de esa luz, el resplandor de la compasión.
La vida en sí misma no tiene sentido. Sólo tiene sentido si puedes cantar la canción de
lo eterno, si puedes liberar algo de la fragancia divina, de la fragancia de Dios; si puedes
convertirte en una flor de loto que no conoce la muerte ni el tiempo. Si puedes convertirte
en puro amor, si puedes embellecer esta existencia, si puedes llegar a ser una bendición
para esta existencia; sólo entonces es significativa la vida. De lo contrario, no tiene
sentido. Es como un lienzo en blanco. Puedes acarrearlo toda la vida y puedes morir
aplastado por su peso, pero ¿qué sentido tiene? ¡Pinta algo en él! El sentido de la vida hay
que crearlo; el sentido no viene dado. Se te entrega la libertad, se te entrega la
creatividad, se te entrega la vida. Se te entrega todo lo que se necesita para darle sentido.
Se te entregan todos los ingredientes esenciales para darle sentido; pero el sentido no se
te da, el sentido tienes que crearlo tú. Tienes que convertirte en un creador por derecho
propio.
Y cuando te conviertes en un creador por derecho propio, puedes participar en Dios,
te conviertes en parte de Dios.
Hay tres dificultadas en hacerse consciente. Entenderlas es esencial para todo el que
busca. De hecho, todo el mundo se hace consciente, pero sólo cuando el acto ha
terminado. Te enojaste, le diste una bofetada a tu mujer o le tiraste una almohada a tu
marido. Después, cuando el acaloramiento ha pasado, cuando el momento ha pasado, te
vuelves consciente. Pero ahora ya no tiene sentido, ahora ya no se puede hacer nada. Lo
que se ha hecho ya no se puede deshacer, ahora es demasiado tarde.
Tres cosas hay que recordar, dice Atisha. Una es: hacerse consciente cuando el acto
está sucediendo. Esa es la primera dificultad para la persona que quiere hacerse
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consciente: tomar conciencia en el acto mismo.
La ira se encuentra ahí, como humo dentro de ti. El hacerse consciente en su
espesura es la primera dificultad, pero no es imposible. Sólo un poco de esfuerzo y lo
lograrás.
Al principio, comprobarás: te haces consciente cuando la ira se ha ido y todo se ha
calmado, te vuelves consciente a los quince minutos.
Sigue intentando... Te harás consciente a los cinco minutos. Sigue intentando... Y te
harás consciente justo cuando la ira se está evaporando. Inténtalo un poco más... Y te
harás consciente exactamente en la mitad del suceso. Y ése es el primer paso: sé
consciente en el acto.
A continuación, el segundo paso, que es incluso más difícil, porque ahora te metes en
aguas más profundas... el segundo paso, o la segunda dificultad, es lo que Atisha llama:
recordar antes del acto. Cuando el acto todavía no ha sucedido pero es ya un pensamiento
en tu interior; el acto todavía no se ha llevado a cabo, pero ya se ha convertido en un
pensamiento en tu mente. Está ahí, potencialmente, como una semilla; se puede convertir
en acto en cualquier momento.
Ahora vas a necesitar una conciencia un poco más sutil. El acto es una cosa tosca:
golpeaste a la mujer. Puedes hacerte consciente cuando estás golpeando; pero la idea de
golpear es mucho más sutil. Miles de ideas pasan continuamente por la mente, ¿quién les
presta atención? Las ideas siguen y siguen, el tráfico continúa. Pero la mayoría de esas
ideas nunca llegan a ser actos.
Esta es la diferencia entre el pecado y el crimen. Crimen es cuando algo se convierte
en acto. Ningún tribunal puede castigarte por un pensamiento. Puedes pensar en asesinar
a alguien pero ninguna ley te puede castigar por ello. Puedes disfrutar, puedes soñar; pero
sólo estás bajo ley cuando actúas, cuando haces algo y el pensamiento se transforma en
acto; entonces ese acto se convierte en crimen.
Pero la Religión profundiza más. La Religión dice que una vez que piensas algo malo,
ya es pecado. El que lo lleves a la práctica o no, no importa. Tú ya lo has llevado a cabo en
tu fuero interno, y eso te afecta, eso te contamina, eso te mancilla.
La segunda dificultad, dice Atisha, es atrapar al pensamiento cuando está surgiendo
en ti. Esto puede hacerse, y sólo puede hacerse cuando has cruzado la primera barrera,
porque el pensamiento no es muy sólido. Pero aun así, es lo suficientemente sólido como
para que lo veas; sólo tienes que practicar un poco. Sentado, en silencio, simplemente
observa tus pensamientos. Mira todos los matices del pensamiento: cómo surge, cómo
toma forma, cómo permanece, cómo se anida y cómo te abandona después.
El pensamiento se convierte en huésped, y después, llegado el momento, te
abandona. Y muchos pensamientos vienen y van; tú eres el posadero en un lugar donde
muchos pensamientos vienen y van. Observa nada más.
Al principio mismo no lo intentes con pensamientos difíciles, inténtalo con
pensamientos simples. Eso lo hará más sencillo; porque el proceso es el mismo. Siéntate
en el jardín, cierra los ojos y ve todo pensamiento que pase. Y los pensamientos siempre
están pasando.
Un perro ladra en la vecindad, e inmediatamente un proceso de pensamientos sucede
en tu interior. De repente, recuerdas un perro que tuviste cuando eras pequeño y ¡cuánto
quisiste a aquel perro!, y después el perro murió, y ¡cuánto sufriste!
Entonces llega la idea de la muerte y olvidas al perro, pero recuerdas la muerte de tu
madre. Y con la idea de la madre, de repente, recuerdas a tu padre. Y las cosas siguen y
siguen.
Y todo el proceso lo desencadenó un perro estúpido que ni siquiera sabe que tú estás
sentado en el jardín, que sencillamente ladra, porque no sabe qué otra cosa hacer para
mantenerse ocupado. Su ladrar es una forma de hacer política: su política, su política de
fuerza.
Por eso los perros están muy en contra de los uniformes. Un policía, un cartero, un
sannyasin... Y el perro se pone muy furioso. Los perros no toleran los uniformes. ¿Cómo te
atreves a andar con uniforme? ¿Estás intentando dominarlos? Los perros se ponen muy
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furiosos con los policías y la gente por el estilo.
El perro no sabía nada de ti, no te ha ladrado especialmente a ti; pero una cadena se
ha disparado. Observa estas cadenas simples y después, poco a poco, inténtalo con cosas
más conectadas con las emociones.
Estás enojado, sientes avaricia, sientes celos... Atrápate en el medio del pensamiento.
Esa es la segunda dificultad.
Y la tercera dificultad es atrapar el proceso que finalmente trae como resultado el acto
antes de que se convierta en pensamiento. Esto es lo más difícil; ahora mismo ni siquiera
puedes concebirlo.
Antes de que algo se convierta en pensamiento es un sentimiento. Estas son las tres
cosas: el sentimiento viene primero, después viene el pensamiento y después viene el
acto.
Quizá no seas consciente de que todo pensamiento es producido por un cierto
sentimiento. Si no hay sentimiento, el pensamiento no aparece. El sentimiento toma
cuerpo en pensamiento, el pensamiento toma cuerpo en acto.
Ahora tienes que hacer casi lo imposible: atrapar a un cierto sentimiento. ¿No lo has
observado algunas veces? No sabes por qué te sientes molesto, no hay realmente ningún
pensamiento que lo cause, pero te sientes molesto. Algo se está preparando de manera
subterránea, algún sentimiento está ganando fuerza.
A veces te sientes triste. No hay razón para que te sientas así, y tampoco hay
pensamiento que lo provoque; aun así, la tristeza está ahí, como una sensación
generalizada. Eso significa que un sentimiento está tratando de emerger a la superficie, la
semilla del sentimiento está enviando sus hojas desde el suelo.
Si eres capaz de hacerte consciente del pensamiento, entonces, tarde o temprano,
serás consciente de los sutiles matices del sentimiento. Estas son las tres dificultades.
Atisha dice:
Y si puedes hacer estas tres cosas, de repente entrarás en el núcleo más profundo de
tu ser.
La acción es lo más lejano del ser, después viene el pensamiento, después viene el
sentimiento. Y en el sentimiento, escondido en el sentimiento, está tu ser. Ese ser es
universal. Ese ser es la meta de todos los meditadores, la meta de todos aquellos que
rezan. A ese ser puedes llamarle Dios, atman, yo, no-yo; llámalo como quieras, pero ésa es
la meta. Y hay que pasar estas tres barreras. Estas tres barreras son como tres círculos
concéntricos alrededor del centro de tu ser.
Ahora un sutra muy importante. Los tres últimos sutras son sencillamente oro.
Guárdalos en tu corazón: te van a nutrir, te van a fortalecer, te van a transformar.
Particularmente para mis sannyasins esos sutras son de un valor inmenso.
¿Cuáles son esas tres partes de la causa principal? En la tradición de Buda hay tres
cobijos famosos. Buddham sharanam gachchhami: me postro a los pies del buda, me
entrego al buda. Sangham sharanam gachchhami: me postro a los pies de la comuna, me
entrego al campo de energía del buda. Dhammam sharanam gachchhami: me entrego a la
ley última; ley que está personificada por el buda y que es lo que la comuna persigue. Es la
ley que se ha hecho manifiesta en el buda y es la indagación de la comuna. Estas tres
cosas son las más importantes para el que busca: el maestro, la comuna y el dhamma o
Tao, logos, ley última.
A no ser que estés en contacto con alguien que ha llegado es casi imposible que
crezcas. Los obstáculos son millones, los peligros muchos; muchas son las puertas falsas,
muchas las tentaciones. Con toda probabilidad te vas a extraviar. A no ser que estés en
compañía de alguien que conoce el camino, que ha viajado por el camino, que ha llegado; es
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casi imposible que alcances la meta. A no ser que tus manos estén en las manos de alguien
en quien confías, al que te puedas entregar, acabarás extraviándote. La mente crea tantas
tentaciones... y son tan seductoras, su poder es tan magnético, que a no ser que estés en el
campo de energía de alguien cuyo magnetismo es más poderoso que cualquier tipo de
tentación, es imposible alcanzar la meta. Ese es el porqué de hacerse discípulo.
Buddham sharanam gachchhami: me postro a los pies del maestro.
El maestro es una fuerza magnética tal, que el entregarte a él se convierte en tu
protección; por eso se le llama cobijo. Entonces estás seguro, entonces estás bajo
custodia, entonces estás protegido. Entonces tu mano está en manos que saben dónde
llevarte, qué dirección indicarte...
Lo segundo es la comuna. Todos los budas crean una comuna. Porque sin la comuna,
un buda no puede funcionar. Una comuna significa su campo de energía; una comuna
significa la gente que se ha unido a él; una comuna significa una sociedad que sustituya a
la sociedad mundana común y corriente que persigue deleites espurios. Una comuna que
está abierta a todo el mundo.
Un pequeño oasis en el desierto del mundo, eso es la comuna creada por un buda. Un
pequeño oasis donde la vida se vive con una sensibilidad totalmente diferente, con una
visión totalmente diferente, con una meta totalmente diferente. Donde la vida se vive con
propósito, con significado; donde la vida se vive con método, aunque para los de afuera
pueda parecer locura, pero esa locura lleva dentro su método. Donde la vida se vive con
devoción, con alerta, con conciencia, despierto; donde la vida no es accidental, donde la
vida empieza a ser más y más un crecimiento en una cierta dirección, hacia un cierto
destino; donde la vida ya no es una madera a la deriva.
Y lo tercero es el dhamma. Dhamma significa verdad. Buda representa el dhamma de
dos maneras: una, mediante su comunicación verbal, y otra, mediante su presencia,
mediante su silencio, mediante su comunión: no-verbal.
La comunicación verbal es sólo una introducción a la no-verbal. La no-verbal es una
comunicación de energía. La verbal es sólo preparatoria; te prepara para que puedas
permitir que el maestro se comunique contigo por medio de la energía, porque con este
tipo de comunicación se entra ciertamente en lo desconocido.
La comunicación por medio de la energía necesita gran confianza, porque no sabrás en
absoluto adónde vas; serás consciente de que vas a alguna parte, serás consciente de que
te están conduciendo a alguna parte, serás consciente de que algo de tremenda importancia
está sucediendo; pero todavía no tienes el código para saber exactamente qué es, no
tienes ninguna experiencia para reconocerlo. Viajarás a territorios que no figuran en el
mapa.
El buda representa el dhamma, la Verdad, de dos maneras. Verbalmente se comunica
con los estudiantes; no-verbalmente, mediante el silencio, mediante la energía, se
comunica con los discípulos. Y después viene la unidad suprema, donde ni la comunicación
ni la comunión se necesitan, porque se ha conseguido la unidad. Allí es donde el maestro y
el discípulo se han vuelto uno, donde el discípulo es tan sólo una sombra, donde no hay
separación. Estas son las tres etapas del crecimiento: estudiante, discípulo, devoto.
El buda, la sangha, el dhamma. Medita sobre estas tres cosas que no deben ser
destruidas. El mundo estará muy en contra de estas tres cosas; el mundo tenderá a
destruirlas. Aquellos que aman la Verdad, aquellos que realmente la buscan, que exploran,
harán todo lo posible por proteger estas tres cosas.
Primero, el buda. ¿Por qué crea el mundo tantas dificultades para el buda? No importa
dónde aparezca, no importa en qué forma aparezca: Krishna, Cristo, Atisha, Tilopa,
Saraha.
El buda puede aparecer en cualquier forma. Con buda, con estado búdico, quiero
decir, conciencia, despertar. Siempre que sucede el despertar, el mundo entero se
convierte en su antagonista. ¿Por qué...? Porque el mundo entero está dormido.
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Hay un proverbio árabe: No despiertes al esclavo, porque quizá esté soñando que es
libre. No despiertes al esclavo; quizá esté soñando que es libre, que ya no es esclavo.
Pero el buda dirá: ¡Despierta al esclavo! Aunque esté teniendo sueños hermosos de
libertad. Despiértale y hazle ver que es esclavo; porque sólo mediante esa conciencia
puede de verdad liberarse.
El mundo está completamente dormido y la gente está disfrutando sus sueños. Está
decorando sus sueños, está haciendo que sus sueños tengan más y más colorido, está
haciendo que sus sueños sean psicodélicos. Entonces viene un hombre que empieza a
gritar desde los tejados: «Despertad», y los dormidos se sienten ofendidos. No quieren
despertar, porque saben que cuando el sueño desaparece se quedan solos con su miseria y
su sufrimiento. Todavía no son conscientes de que, escondida en su miseria, hay una
fuente de alegría; una fuente que se puede hallar. Siempre que les ha sucedido algo
parecido a un despertar se han encontrado con la más absoluta de las miserias. Así que
quieren permanecer metidos hasta el cuello en algo; lo que sea. Quieren permanecer
ocupados.
La enseñanza de los budas es: encuentra tiempo y lugar para mantenerte
desocupado. Eso es la meditación.
Encuentra al menos una hora cada día para sentarte en silencio y no hacer nada.
Completamente desocupado, tan sólo mirando lo que pasa por tu interior. Al principio,
mirando las cosas que hay dentro de ti, te pondrás muy triste; sentirás sólo oscuridad y
nada más... y aparecerán cosas desagradables y todo tipo de agujeros negros. Sentirás
angustia. Ningún tipo de éxtasis en absoluto. Pero si persistes, si perseveras, el día llega
en que todas esas angustias desaparecen y debajo de la angustia encuentras el éxtasis.
Así que lo primero: cuando el buda aparece, el mundo está en su contra. El mundo
está completamente dormido, soñando; y el buda intenta despertar a la gente. Hay mil y
una razones por las que el mundo quiere destruir al buda y por eso Atisha dice:
Atisha dice:
Y el último sutra:
Deja que esto sea tu virtud, tu religión: servir al buda, servir a la comuna, servir a la
Verdad. Deja que esto sea tu única virtud, tu única religión.
CAPÍTULO 6
No vaciles.
El primer sutra:
Lo primero es imparcialidad: uno no debe tener prejuicios; y todo el mundo los tiene.
Y el no tener prejuicios es un requerimiento básico para llegar a tener una visión más
grande.
Para salir de las prisiones, lo primero es dejar los prejuicios... prejuicios que se llaman
hinduismo, prejuicios que se llaman islamismo, prejuicios que se llaman cristianismo. Uno
tiene que dejar todos los prejuicios. ¿Cómo vas a saber jamás qué es la Verdad si ya has
decidido lo que es?
Si operas desde una conclusión, nunca llegarás a la Verdad. ¡Nunca! Es imposible.
No empieces aceptando a priori que algo sea verdad, no empieces con una creencia.
Sólo así emprenderás una búsqueda sincera. Pero todo el mundo empieza con una
creencia... unos creen en la Biblia, otros en el Corán; unos creen en el Gita, otros en el
Dhammapada. Y todos empiezan con la creencia.
Creencia significa que no sabes, pero no obstante, aceptas algo como verdad. Ahora
tu único esfuerzo será demostrar que ese algo es verdad. Eso se convertirá en tu manía
personal. Toda creencia se convierte en manía personal. Tienes que demostrar que aquello
en lo que crees es verdad. Si no lo es, vives en el error; si lo es, estás en el buen camino.
Y todo el mundo es un cúmulo de creencias y nada más.
Recuerda, todas las creencias son estúpidas. No estoy diciendo que esas creencias
sean básicamente falsas; puede que no lo sean, puede que lo sean, pero creer es estúpido.
Saber es inteligente. Quizá cuando llegues a saber, descubras que se trata de lo mismo que
te habían dicho que creyeras; pero aun así, creer en ello es incorrecto, y saberlo es
correcto. Porque una vez que crees en algo que no sabes, ya has empezado a acumular
cierta oscuridad a tu alrededor que no te ayudará a saber, a ver. Ya has empezado a
convertirte en alguien «bien informado». Y el saber no les sucede a aquellos que están
«bien informados», sino a los inocentes. El saber sucede en aquellos ojos que están
absolutamente limpios del polvo de la erudición.
Lo primero es, dice Atisha: sé imparcial, empieza sin ninguna conclusión, empieza sin
ninguna creencia a priori. Empieza existencialmente, no intelectualmente; estas dos
dimensiones son totalmente diferentes, no sólo diferentes, sino diametralmente opuestas.
Alguien puede empezar su camino en el amor estudiando sobre ello, yendo a la
biblioteca, consultando la Enciclopedia Británica para aprender qué es el amor. Esta es una
búsqueda intelectual.
Esa persona quizá reúna mucha información, quizá escriba un tratado, y quizá alguna
universidad insensata le dé el título de doctor en Filosofía; pero ese doctor no sabrá nada del
amor. Todo lo que escriba será intelectual, no vendrá de la experiencia. Y si no viene de la
experiencia, no es verdadero.
La Verdad es una experiencia, no una creencia. A la Verdad nunca se la encuentra
estudiándola: a la Verdad hay que confrontarla, a la verdad hay que encararla. La persona
que estudia el amor es lo mismo que la persona que estudia el Himalaya mirando los
mapas de las montañas. ¡El mapa no es la montaña! Si te obsesionas demasiado con el
mapa, puede que la montaña esté justo enfrente de ti y que no seas capaz de verla.
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Y así es en realidad. La montaña está enfrente de ti; pero tus ojos están llenos de
mapas... mapas de la misma montaña, mapas acerca de la misma montaña, trazados por
diferentes exploradores. Unos han escalado la montaña por la cara norte, otros por la cara
este. Han trazado mapas diferentes: El Corán, la Biblia, el Gita... Mapas diferentes de la
misma verdad. Pero tú estás demasiado lleno de mapas, demasiado cargado con su peso;
no puedes avanzar ni una sola pulgada. No puedes ver la montaña que se eleva justo
enfrente de ti, no puedes ver sus nevadas cimas virginales, su relucir dorado al sol de la
mañana... No tienes los ojos para verlo.
El ojo con prejuicios es ciego, el corazón lleno de conclusiones está muerto.
Demasiadas conclusiones a priori hacen que tu inteligencia pierda su agudeza, su
belleza, su intensidad. Tu inteligencia se embota. Y a la inteligencia embotada se le llama
intelecto.
La denominada inteligencia no es realmente inteligente, es tan sólo intelectual. El
intelecto es un cadáver. Puedes decorarlo. Puedes adornarlo con maravillosas perlas, con
diamantes, con esmeraldas; pero aun así, un cadáver es un cadáver.
El estar vivo es una cuestión totalmente diferente. La inteligencia es la cualidad de
estar vivo; la inteligencia es espontaneidad, es permanecer abierto, es vulnerabilidad, es
imparcialidad, es la valentía de operar sin conclusiones. Y ¿por qué digo que es valentía?
¡Porque es valentía!, porque cuando operas basándote en conclusiones, la conclusión te
protege, la conclusión te ofrece seguridad, garantía. Tú la conoces bien, sabes cómo llegar a
ella, eres muy eficiente con ella. El operar sin conclusiones es operar con inocencia. Ahí no hay
seguridad, te puedes equivocar, te puedes extraviar.
El que esté dispuesto a emprender la exploración llamada Verdad tiene también que
estar preparado para cometer muchos errores, muchos fallos; tiene que ser capaz de
arriesgar. Uno puede perderse; pero así es como se llega. Perdiéndose muchas veces, uno
aprende a cómo no extraviarse. Cometiendo muchos errores, uno llega a saber lo que es un
error y cómo no cometerlo. Sabiendo lo que es un error uno se acerca más y más a lo que
es la Verdad. Se trata de una exploración individual; no puedes partir de las conclusiones
de los demás.
Lo segundo que él dice es: vive la vida de forma tan multidimensional como te sea
posible, no vivas unidimensionalmente. Los monjes, las monjas y los llamados sacerdotes
han vivido desde siempre unidimensionalmente. Viven una vida muy estrecha, marchan al
igual que los trenes: sobre raíles fijos. Continuamente realizan el mismo ritual,
continuamente rezan la misma oración, día tras días, año tras año, vida tras vida.
Continúan repitiendo. Su vida entera se mueve en círculos. Y no son personas florecientes,
no lo pueden ser. El florecimiento viene de vivir la vida en todas sus dimensiones.
La persona religiosa tiene que explorar de todas las maneras posibles, tiene que
experimentar la vida en todos sus sabores: dulce y amargo, bueno y malo. La persona
verdaderamente religiosa será muy experimentadora. Experimentará con la música,
experimentará con el baile, experimentará con la poesía, con la pintura, con la escultura, con
la arquitectura... la persona religiosa irá experimentando con todo, con lo que esté a su
alcance; será un niño que lo explora todo. Y ese explorar hace que tu vida interna se
enriquezca.
¿Sabías que todos los grandes descubrimientos los hace gente que no es
unidimensional? La gente unidimensional no podrá nunca hacer descubrimientos, es
imposible; porque el descubrimiento sucede sólo por hibridación. Un matemático comienza
a escribir poesía: ahora puedes estar seguro de que algo va a suceder. Su formación es la
de un matemático, su enfoque es el de un matemático, y empieza a escribir poesía...
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Ningún poeta podrá escribir poesía como la que él escriba. Su poesía será algo nuevo,
porque en ella se filtrará algo de las matemáticas. Y el que las matemáticas y la poesía se
encuentren es hibridación.
Los científicos dicen que los niños nacidos de padres de diferentes razas son más
fuertes, más hermosos, más inteligentes. Pero el hombre es tan estúpido que nunca
aprende. Todo el mundo sabe que es bueno cruzar un toro inglés con una vaca india; eso
está perfectamente bien, y se lleva a cabo. Pero en lo que respecta al hombre seguimos
siendo estúpidos. Sería hermoso que la gente de diferentes razas se casara entre sí; gente
con diferentes orígenes, gente de diferentes culturas. Un siberiano que se case con alguien
de África... ahí va a suceder algo, algún milagro.
Mi sugerencia es... como dentro de pocos años vamos a descubrir otros planetas,
planetas donde la evolución habrá llegado casi hasta el punto en el que nos hallamos en la
tierra, o donde la evolución haya superado la de la tierra... mi sugerencia es que se
celebren matrimonios interplanetarios. Entonces empezarán a suceder milagros. Un
marciano que se case con una persona de Puna: ahí va a suceder algo; algo
verdaderamente nuevo, algo que jamás había sucedido.
Atisha dice: experimenta; experimenta en todas las dimensiones que estén a tu
disposición.
Hazte jardinero, hazte zapatero, hazte carpintero... Eso es lo que va a suceder en mi
comuna. Todas las dimensiones tienen que estar disponibles; y la gente tiene que
experimentar y disfrutar y explorar.
Cuando haces un trabajo científico, no solamente sucede algo en el mundo exterior.
Cuando haces un trabajo científico, sucede algo dentro de tu consciencia: tu consciencia
empieza a tomar forma, una forma científica. Si el científico empieza a pintar, entonces la
pintura llevará algo de la ciencia. Y si el pintor se hace físico, ciertamente su visión
alumbrará nuevas cosas.
Todos los grandes descubrimientos hasta ahora los ha hecho gente que había recibido
una formación para otra cosa. Pero esa gente tuvo el suficiente coraje como para entrar en
territorios nuevos, territorios donde no eran profesionales. Aquellos con menos coraje
permanecen aferrados a las cosas que mejor saben hacer. Y siguen haciéndolas toda su vida.
Y cuanto más las hacen, más eficientes se vuelven, y cuanto más eficientes se vuelven,
menos capaces son de intentar algo nuevo.
Un país se mantiene vivo sólo si la gente es multidimensional. Estados Unidos es
ahora el país más vivo del mundo, por la sencilla razón de que la gente lo intenta todo.
Desde las matemáticas a la meditación; todo se intenta. Estados Unidos está a punto de
dar un gran paso; si en alguna parte va a suceder un gran paso, va a ser en Estados
Unidos. No puede ser en India. No puede ser, porque Morarji Desai y otros como él no van
a permitir que suceda... gente rígida, mentes caducas; sin ninguna visión de futuro, sin
tener ni idea de lo que realmente sucede hoy en día.
En Estados Unidos la gente cambia de trabajo. Cada tres años, por término medio, la
gente cambia de trabajo. También cada tres años, por término medio, la gente cambia de
ciudad. Y también cada tres años, por término medio, la gente cambia de pareja. El
número tres es muy esotérico.
Cuando un hombre ha vivido con muchas mujeres, ha realizado muchos tipos de
trabajo... ha sido zapatero, ha sido carpintero, ha sido ingeniero, ha sido pintor, músico...
Naturalmente, se ha enriquecido. Cada mujer con la que ha vivido le ha aportado un color
diferente, y cada trabajo que ha hecho le ha abierto una nueva puerta hacia su ser. Poco a
poco, muchas puertas de su ser se abren: su consciencia se expande, ese hombre se hace
inmenso, enorme.
Eres tu experiencia. Así que experimenta más. Antes de asentarte, experimenta tanto
como te sea posible. La persona de verdad nunca se asienta, vive siempre sin hogar; la
persona de verdad es siempre un viajero, un vagabundo, un vagabundo del alma. La
persona de verdad está continuamente a la búsqueda, sigue inquiriendo, aprendiendo.
Nunca llega a ser alguien-que-ya-ha-aprendido. No tengas prisa por terminar de aprender,
sigue aprendiendo. Ser alguien-que-ya-ha-aprendido es feo, seguir aprendiendo posee
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tremenda gracia y belleza, porque seguir aprendiendo es la vida misma.
El segundo sutra:
¿Qué quiere decir Atisha con «objetos específicos»? La tristeza, la ira, la avaricia, la
lujuria... son los negativos; el amor, la belleza, la alegría, la libertad... Son los positivos.
Empieza con lo negativo, porque tú vives en lo negativo. Cuando estés triste, medita
sobre la tristeza. No tengas prisa en librarte de ella, no tengas prisa en ocuparte con alguna
otra cosa para poder olvidarla. Eso sería desaprovechar una oportunidad, porque la tristeza
tiene su propia profundidad, la tristeza tiene su propia belleza, la tristeza tiene su propio
sabor. Vívela, relájate en ella, sé ella... y no hagas ningún esfuerzo para escapar, no hagas
ningún esfuerzo para ocuparte con alguna otra cosa. Déjala que esté ahí. ¡Disfruta! Se
trata de un florecer de tu ser. La tristeza es también un florecer de tu ser.
Y te sorprenderás: si puedes meditar sobre la tristeza, la tristeza te revelará sus
secretos... Y sus secretos son de tremendo valor. La tristeza desaparecerá una vez que te
los haya revelado. Su trabajo está acabado, su mensaje ha sido entregado. Y cuando la
tristeza desaparece, aparece la alegría.
La alegría sólo aparece cuando, mediante la meditación, la tristeza desaparece. No
puede suceder otra cosa. La alegría brota cuando rompes el hielo que la rodea. De hecho,
la tristeza es como la cápsula que rodea a la semilla. La cápsula le sirve de protección, la
cápsula no es el enemigo. Sólo cuando la semilla ha dejado su protección, cuando se ha
entregado a la tierra y la cápsula ha muerto puede nacer el brote.
En tu interior sucede exactamente lo mismo. Medita sobre cualquier cosa negativa y
te sorprenderás de ver que poco a poco, la tristeza se torna alegría, la ira se torna
compasión, la avaricia se torna compartir, y así sucesivamente. Esta es la ciencia de la
alquimia interna: cómo transformar lo negativo en positivo, cómo transformar el metal
básico en oro.
Pero recuerda, nunca empieces con lo positivo, porque no sabes nada de lo positivo. Y
muchos van enseñando por el mundo lo contrario... «pensadores positivos», les llaman.
Ellos no saben nada de la alquimia interna. No se empieza con oro. Si ya tienes oro,
entonces, ¿qué sentido tiene el empezar? No necesitas la alquimia.
Tienes que empezar con el metal básico; el metal básico tiene que transformarse en
oro. Y el metal básico es lo que tú tienes, es lo que tú eres. Infierno es lo que eres; hay que
transformarlo en cielo. Veneno es lo que hay disponible; hay que transformarlo en néctar.
Empieza con lo negativo.
Todos los budas han insistido: Ve vía negativa, porque lo negativo trae lo positivo; y lo
negativo trae lo positivo muy fácilmente. No necesitas forzarlo, no tienes que imponértelo.
Si empiezas con lo positivo, como los denominados pensadores positivos enseñan, te
volverás falso. ¿Qué vas a hacer? ¿Cómo vas a empezar con la alegría? Quizá comiences a
sonreír, pero esa sonrisa será pintada: estará tan sólo en los labios, ni tan siquiera será
superficial.
Empieza con lo negativo y no necesitarás pensar en lo positivo en absoluto. Si
meditas en lo negativo, si entras profundamente en lo negativo, si vas hasta su raíz más
profunda, de repente sucederá una explosión: lo negativo desaparece y lo positivo llega.
De hecho siempre ha estado ahí, escondido detrás de lo negativo. Lo negativo era una
protección. Lo negativo era necesario porque no habías hecho méritos suficientes; lo
negativo era necesario para que hicieras los méritos suficientes para recibir lo positivo.
El mundo es el polo negativo de Dios. No necesitas renunciar al mundo, sólo tienes
que estar en él de manera meditativa. Y un día verás que el mundo ha desaparecido y que
en su lugar está Dios y sólo Dios.
Bayazid de Bistam, un místico sufí, solía contar en sus últimos años: «Al principio
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preguntaba a la gente, ¿dónde está Dios? Y un día el milagro sucedió y empecé a
preguntar, ¿dónde no está Dios? Un día no existía Dios y yo iba preguntado que dónde se
hallaba; al día siguiente sólo existía Dios y yo preguntaba ¿hay algún lugar donde Dios no
esté?»
El mismo mundo, pero tus ojos son ahora diferentes; tú no eres el mismo.
El tercer sutra:
Atisha dice: Cuando estés meditando sobre cualquier tema específico —la tristeza, por
ejemplo— entonces sé tristeza, y no te preocupes de nada más, como si nada más
existiera. Estate totalmente triste. Saborea la tristeza, pruébala, déjala calar en ti, deja que
te empape. Sé tan sólo una esponja.
En eso consiste la meditación: sé una esponja. Y cuando un determinado estado
emocional esté ahí, empápate de él al máximo, de manera óptima. Cuando medites sobre
la tristeza, sé tristeza. Meditar significa sencillamente abandonar la distinción entre el
observador y lo observado; deja que el observador pase a ser lo observado. Abandona la
vieja dicotomía de objeto y sujeto; desaparece en el objeto de tu meditación. No te
mantengas distante, no seas espectador. Los secretos no se revelan a los espectadores, los
secretos se revelan sólo a los que dan el salto, a los que bucean profundamente en algo, a
la gente que no se frena a sí misma.
Y si te encuentras completamente triste estás justo al borde de un descubrimiento: la
tristeza se evaporará. Al llegar a cierta intensidad, al llegar a cierto punto, la tristeza se
evapora como lo hacen las gotas de rocío al sol de la mañana. Una vez que el calor ha
alcanzado una cierta intensidad, las gotas de rocío desaparecen. Exactamente de la misma
manera, la tristeza desaparecerá. Y de repente, salida de ninguna parte, llega la alegría; la
invitada ha llegado. Ahora recíbela en tu casa. Ahora medita sobre ella, hazte otra vez uno
con ella. Ahora sé alegría. De nuevo, no te mantengas distante. No empieces a pensar:
«Qué bella experiencia está sucediendo, estoy teniendo una experiencia de alegría.» No
empieces a crear distancia entre la alegría y tú. Dánzala, cántala, manifiéstala, ¡sé alegría!
La vida es corta, y la energía limitada, muy limitada. Y con esta limitada energía
tenemos que hallar lo ilimitado; con esta corta vida tenemos que encontrar lo eterno. Una
gran tarea, ¡un gran desafío! Así que, por favor, no te ocupes de asuntos sin importancia.
¿Qué es importante y qué no es importante? De acuerdo a la definición de Atisha, o a
la definición de todos los budas, aquello que la muerte te puede quitar carece de
importancia y aquello que la muerte no te puede quitar es importante. Recuerda esta
definición, deja que ésta sea la piedra de toque. Puedes enjuiciar cualquier cosa al instante
con esta piedra de toque. ¿Has visto la piedra de toque donde se comprueba la calidad del
oro? Deja que esto sea la piedra de toque para determinar lo que es importante: ¿te lo va
quitar la muerte...? Entonces no es importante. El dinero entonces no es importante. Es
útil, pero no importante; no tiene transcendencia. El poder, el prestigio, la respetabilidad...
la muerte vendrá y hará desaparecer todo eso; así que, ¿para qué armar tanto jaleo por
ello?, para los pocos días que vas a estar por aquí... esto es un caravasar, es estancia para
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una noche, y al llegar la mañana emprendemos viaje.
Recuerda, sólo es importante aquello que puedas llevarte cuando dejes el cuerpo.
Esto significa, excepto la meditación, nada es importante. Excepto la conciencia, nada es
importante; porque la conciencia es la única cosa que la muerte no te puede quitar. Todo lo
demás te será arrebatado, porque todo lo demás viene del exterior. Sólo la conciencia nace
de dentro; ésa no se te puede quitar. Y lo que acompaña a la conciencia... la compasión, el
amor, no se te pueden quitar, son partes intrínsecas de la conciencia.
La conciencia que hayas logrado alcanzar es lo único que te llevaras contigo; ésa es tu
única y verdadera riqueza. Todo lo demás es lo opuesto a la riqueza.
Este es un sutra muy significativo. Te decía al principio que la gente está al revés,
practicando la postura cabeza abajo de manera permanente. La gente vive hacia atrás.
La vida avanza hacia adelante y la gente vive hacia atrás de muchísimas maneras.
El primer significado es: el corazón tiene que ser el amo y la cabeza el sirviente. Pero
la gente está al revés: la cabeza se ha convertido en el amo y el corazón se ha convertido
en el sirviente. La lógica rige. Al corazón ni siquiera se le tiene en cuenta. La personalidad
se ha vuelto más importante que la individualidad. La personalidad es una concesión formal
que te hacen los demás; la individualidad es lo que Dios te ha entregado.
La personalidad es tan sólo una máscara, una persona; la individualidad es la cualidad
de ser único.
La sociedad quiere que tengáis hermosas personalidades. Personalidades gratas para
la sociedad, cómodas para la sociedad. Pero la verdadera cuestión no es la persona; el
individuo es la verdadera cuestión.
El individuo no es necesariamente grato para la sociedad. De hecho, el individuo es
muy incómodo para la sociedad.
Jesús debe haberles sido muy incómodo; si no, la gente no mata, no asesina, no
crucifica. Si Jesús hubiera sido una personalidad, no hubiera habido problema alguno.
Habría sido un rabino respetado; las masas le habrían adorado, habría quedado en la
memoria de los judíos como un gran santo. Pero Jesús era un individuo. Los individuos no
encajan fácilmente con los demás, los individuos se armonizan sólo con otros individuos...
y aun así, esa armonía no es impuesta, no es forzada; esa armonía es natural. Pero los
individuos no encajan con las personalidades. La luz no puede avenirse con la oscuridad,
ése es el problema.
Jesús debió ser un alborotador extremo, porque hizo su labor durante sólo tres años y
en ese tiempo creó tanta ofensa en la gente que tuvieron que matarlo. Y los judíos no son
gente peligrosa, los judíos son gente orientada a los negocios. De hecho, durante estos dos
mil años han estado llorando y lamentándose en su fuero más interno; porque mataron a
Jesús y perdieron la oportunidad de montar el mayor negocio posible. ¡El cristianismo es la
empresa más grande de la Tierra! Los judíos deben haber sentido mucha envidia.
Pero ahora, antes de que sucediera de nuevo, han aprovechado la oportunidad.
Sigmund Freud era judío y empezó otro negocio: el psicoanálisis. Esta vez han
aprovechado la oportunidad... Todos los psicoanalistas importantes son judíos. Ahora el
psicoanálisis es un gran negocio.
Jesús debió provocar terrible ofensa en la gente; no pudieron tolerarlo ni siquiera por
un día. Lo mismo sucedió con Sócrates, con Buda y con Mahavira. Todos los individuos han
sufrido a causa de la sociedad hipócrita. La verdad se vuelve intolerable. Pero aunque quizá
hayan sufrido en lo externo, en lo interno han vivido una vida llena de dicha; vivieron una
vida orgásmica. Cada momento de su vida fue un orgasmo, una profunda historia de amor
con la existencia.
A no ser que empieces a vivir siguiendo el orden correcto, no lograrás ser un individuo,
nunca llegarás a ser auténtico. La cabeza es buena, pero sólo como sirviente, no como amo.
El corazón tiene que ser el amo, los sentimientos deben dominar a los pensamientos. Y una
vez que esto ha sucedido entonces se puede dar otro paso: el ser debe dominar a los
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sentimientos.
Estas son las tres capas: los pensamientos, la capa más externa; el ser, la más
interna; y el sentir, entre medias, el puente. Ve de los pensamientos a los sentimientos, y
de los sentimientos al ser, y empieza a vivir desde el ser. Eso no quiere decir que no vayas
a tener sentimientos; tendrás sentimientos, pero esos sentimientos seguirán al ser,
tendrán el sabor del ser, el latido del ser. Eso no quiere decir que no vayas a poder pensar,
podrás pensar mucho más inteligentemente, pero ahora tu pensar tendrá la savia de tus
sentimientos y la luz de tu ser; tus pensamientos serán luminosos.
Ahora mismo es justo al revés: los pensamientos dominan a los sentimientos. Y a
causa de este dominio, todo se ha desordenado; a causa de este domino no puedes llegar
al ser, porque el pensamiento no tiene potencia para llegar al ser. Lo interior es capaz de
llegar a lo exterior, pero no al revés. El centro puede tocar la circunferencia, pero no al
contrario.
El futuro se ha vuelto para ti más importante que el presente. El presente debe ser lo
central y todo debe girar a su alrededor. «Eso» se ha vuelto más importante que «esto»,
«después» se ha vuelto más importante que «ahora». Cambiad los valores. A no ser que
cambiéis esos valores no sois sannyasins. Deja que «ahora» sea más importante, deja que
«aquí» sea más importante, deja que «esto» sea más importante.
Los Upanishads dicen: «Tú eres eso.» Yo te digo: «Tú eres esto.» Porque «eso» significa
lejos, como si Dios estuviese lejos. «Tú eres eso», ¡no!
«Tú eres esto»: este mismo momento, este aire que te rodea, estos pájaros que
cantan, este tren que pasa, estos árboles, este sol, esta gente, tú y yo; este silencio donde
ni yo soy, ni tú eres. Tú eres esto. Deja que «esto» se vuelva más importante que «eso», y
tu vida tendrá una cualidad totalmente diferente.
La vida va hacia adelante, y tu mente está orientada hacia el pasado, así que mente y
vida nunca se encuentran. La mente va hacia atrás, la vida hacia adelante. La mente es un
espejo retrovisor. Úsala cuando sea necesario. Sí, el espejo retrovisor en un coche realiza
una función importante. Pero si te obsesionas con el espejo retrovisor y sólo miras ahí y
conduces el coche con los ojos fijos constantemente en él, entonces habrá peligro.
Entonces ocurrirán accidentes y accidentes y nada más.
Y eso es lo que le ha sucedido a la humanidad. Echa un vistazo a los tres mil años de
historia y sólo encontrarás accidentes, accidentes y más accidentes.
En tres mil años hemos hecho cinco mil guerras. ¿No son suficientes accidentes? Y en
estos tres mil años, ¿qué hemos hecho con la Tierra, con la naturaleza? Hemos destrozado
la ecología.
Ahora, si no se hace algo inmediatamente, la Tierra puede volverse inhabitable.
Hemos envenenado la Tierra; la estamos matando. Y tenemos que vivir en ella, ¡y la
hemos convertido en un cadáver! En muchos lugares ya empieza a oler muy mal. Hemos
hecho que la naturaleza y la Tierra contraigan cáncer: la naturaleza nos ha dado la vida y
nosotros en pago le estamos dando la muerte. Y la razón básica, la causa básica, es el
haber escuchado a la mente, que va hacia atrás.
Mente quiere decir pasado. La mente no conoce el presente, la mente no puede
conocer el presente. Mente quiere decir tan sólo aquello que se ha vivido, conocido,
experimentado: el pasado acumulado. La mente no puede tener ningún contacto con el
presente; sólo tendrá contacto cuando el presente ya no lo sea, cuando se haya convertido
en pasado. Y la vida va hacia adelante. Vivimos en el presente y vamos hacia al futuro, y la
mente nunca vive en el presente y siempre se aferra al pasado. Ésta es la dicotomía, ésta
es la más grande de las calamidades, éste es el nudo que hay que cortar.
Atisha dice:
Otro significado de este sutra es: recuerda que la vida sólo se puede vivir si la vives
naturalmente. Si le impones mandamientos artificiales, la destrozarás.
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Por ejemplo, te decía: a menos que te ames a ti mismo, no puedes amar a ningún
otro. Por eso, sé egoísta, porque el altruismo nace sólo del egoísmo. Pero te han repetido
miles de veces que no vales nada. Te han dicho que no tienes ningún valor, que tal y como
eres sólo mereces que se te condene, que si no cambias, acabarás en el Infierno.
Tienes que ser digno, tienes que cambiar, tienes que convertirte en un santo, y tienes
que llegar a ser esto y lo otro. Una cosa es segura: que tal y como eres no tienes ningún
valor. ¿Así que cómo vas a amarte a ti mismo?
Y cuando alguien no puede amarse a sí mismo, cuando se odia a sí mismo, odia a
todos los demás, odia al mundo entero. Mediante el odio a uno mismo se adquiere una
actitud negativa ante la vida; y la persona que tiene una actitud negativa ante la vida
destruirá la vida.
Tus monjes y monjas han tenido todos una actitud negativa ante la vida; no le han
dado un sí a la vida, no han contribuido al desarrollo de la vida, no han embellecido la vida,
no han sido una bendición para el mundo. ¡Han sido una maldición! Tus monasterios
deberían desaparecer; no necesitamos monasterios. Naturalmente que necesitamos
sannyasins, pero éstos deben vivir en el mundo, ser parte del mundo. Los sannyasins
deben transformar el mundo, pero la transformación básica que tiene que suceder es que
se amen a sí mismos.
El que no se ama a sí mismo se convierte en masoquista, empieza a torturarse. Y a
esos masoquistas se les ha venerado, se les ha considerado como santos a lo largo de los
siglos. Y el que es masoquista no puede ser otra cosa que sádico también, porque como se
tortura a sí mismo, le gustaría que se torturase a todo el mundo. La tortura se convierte en
su sacrificio a Dios.
Así que ha habido masoquistas y ha habido sádicos. Y como en la vida no puedes
encontrar ninguna condición pura no podrás encontrar a masoquistas y a sádicos por
separado. Casi siempre sucede que la misma persona es las dos cosas: sadomasoquista.
Todo el mundo es así. Has sido condicionado por tus religiones de tal modo que estás en
contra de ti mismo y en contra de los demás. Por un lado te torturas con bellas
racionalizaciones y por otro, torturas a los demás con bellas racionalizaciones también.
La vida se ha convertido en una cámara de tortura, en un campo de concentración; ya
no es una celebración. La vida debería ser una celebración. Si a la naturaleza se le
permitiera seguir su curso, la vida sería una celebración.
Así que lo último a recordar es:
No vaciles
Atisha dice:
CAPITULO 7
83
Encuentra la libertad mediante el examen y la investigación.
No alardees.
No actúes caprichosamente.
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El primer sutra:
La libertad puede ser de tres clases, y esas tres clases hay que entenderlas bien. La
primera es libertad de, la segunda es libertad para y la tercera es simplemente libertad; ni
de, ni para. La primera, libertad de, es una reacción. Está orientada hacia el pasado; estás
luchando contra el pasado, quieres librarte de él, estás obsesionado con él.
El psicoanálisis intenta darte esta libertad, libertad de... de los traumas pasados, de
las heridas de la niñez. La terapia primal se basa fundamentalmente en el pasado. Tienes
que ir hacia atrás para liberarte del pasado, tienes que llegar al primer grito original,
entonces serás libre. Así que libertad —para la terapia primal, para el psicoanálisis y para
otras terapias— significa que hay que dejar el pasado. Tienes que luchar con el pasado;
tienes que desenmarañarte del pasado de alguna manera, entonces serás libre.
En lo que se refiere a la libertad, Carlos Marx y Sigmund Freud no son opuestos, los
dos están de acuerdo. Carlos Marx dice que uno tiene que liberarse del pasado, de todas las
estructuras sociales y de todas las estructuras económicas del pasado. Su enfoque es
político. El enfoque de Freud es psicológico, pero los dos están enraizados en la idea de la
libertad de.
Todas las reformas políticas son reacciones, y cuando reaccionas nunca eres libre. Esto
hay que entenderlo. La reacción te da tan sólo la apariencia de libertad, pero no es nunca
verdadera libertad. Con la reacción no es posible una libertad total. Con la reacción no es
posible la verdadera libertad. Y sólo la libertad total es verdadera libertad.
Puedes ir en contra del pasado, pero al estar en contra del pasado, éste te atrapa por
la puerta de atrás. Por eso ha sucedido una y otra vez: te vuelves igual que aquel contra el
que estás luchando. Escoge a tus enemigos muy cuidadosamente, ¡porque ellos van a
determinar cómo eres! Al luchar contra ellos, obviamente, tendrás que aprender sus
estrategias. Tendrás que aprender sus tácticas, tendrás que aprender sus modos. Poco a
poco, dos que son enemigos terminan siendo muy parecidos el uno al otro, más parecidos
entre sí, que los que son amigos.
Eso es lo que sucedió en la Rusia soviética. Cuando llegó la revolución y los
comunistas cambiaron la estructura social por completo y mataron al zar se creó un
fenómeno muy extraño: los que le mataron resultaron ser zares más grandes que los
propios zares. Josef Stalin demostró ser mucho más terrible que Iván el Terrible. Iván no
fue nada en comparación con Josef Stalin.
Y es un fenómeno natural. No estoy culpando en absoluto a Josef Stalin; puedo
entender lo que en realidad sucedió. Si luchas contra el zar, tienes que aprender sus
modos, y cuando quieres proclamarte vencedor ya has aprendido esos modos tan
perfectamente, tan eficientemente, que se han convertido en tus modos. Lo que han hecho
contigo lo haces ahora con tus enemigos. Por eso han fracasado todas las revoluciones. Las
personas cambian, pero las estructuras siguen siendo las mismas, porque la libertad de es
una idea básicamente errónea.
La segunda idea es libertad para, es una idea orientada hacia el futuro. La primera es
una idea política; la segunda es más poética, más visionaria, más utópica. Muchos han
intentado esto también, pero tampoco es posible, porque cuando te orientas hacia el futuro
no puedes vivir en el presente. ¡Y tienes que vivir en el presente! No vives en el pasado, ni
vives en el futuro, tienes que vivir en el presente.
Los visionarios únicamente se dan a la imaginación. Se han imaginado bellas utopías,
pero esas utopías nunca se hacen realidad, no pueden hacerse realidad.
Si reaccionas contra el pasado estás determinado por el pasado. Si te olvidas del
pasado y miras al futuro todavía sigues gobernado por el pasado, sólo que no eres
consciente de ello.
Mirando al futuro tienes hermosos sueños, pero esos sueños no pueden cambiar la
realidad. La realidad sigue siendo la misma; los sueños son muy ineficaces, son
impotentes.
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La primera libertad, libertad de, es reacción. La segunda, libertad para, es revolución.
La tercera, sencillamente libertad, es rebelión, está orientada al presente. La primera es
política, la segunda es poética y la tercera es mística, religiosa.
¿Qué quiero decir con «sencillamente libertad»? Ni a favor ni en contra; ni pasado ni
futuro, sólo estar aquí y ahora, sólo vivir momento a momento, sin ideología, sin utopía.
El sannyasin verdadero, el místico verdadero, ni está en contra del pasado ni está a
favor del futuro. Está tan absolutamente absorbido en el presente que no tiene tiempo ni
energía, ni para el pasado ni para el futuro. Así es como nace el rebelde.
El rebelde es el fenómeno más hermoso del mundo. Buda es un rebelde, y también lo es
Jesús; Atisha es un rebelde, y también lo es Kabir. Ellos son rebeldes. Te equivocas si piensas
que fueron revolucionarios; no lo fueron. Ni tampoco fueron reaccionarios. Su orientación es
totalmente diferente, su orientación es hacia el ahora, hacia el aquí. Ellos no viven por un
ideal, ni tampoco viven contra un ideal. No tienen ideas; en su consciencia no existe ninguna
ideología.
La absoluta pureza de este momento... ellos la viven, ellos la disfrutan, ellos la
cantan, ellos la danzan. Y cuando viene el siguiente momento, lo viven con la misma
alegría, con el mismo júbilo. Ellos viven momento a momento, no planean por adelantado.
Por eso en Oriente, donde los místicos han sido una gran fuerza, no ha sucedido nada
parecido al comunismo. La idea del comunismo es occidental, no se puede concebir que esa
idea suceda en la consciencia oriental. Ni tampoco la idea de las utopías futuras, la utopía
de Moro u otras utopías; hay tantos socialistas utópicos... En Oriente tampoco ha sucedido
nada similar a eso.
Pero algo totalmente diferente ha sucedido: un Buda, un Atisha... individuos viviendo
momento a momento, con una alegría tan pura que es contagiosa. Todo el que entra en
contacto con ellos se siente profundamente conmovido, empieza a mirar a la realidad con
nuevos ojos. Los budas te ofrecen una nueva forma de captar el aquí-ahora. Esto es
sencillamente libertad. Medita sobre ello.
Tampoco se hace necesaria ninguna psicología, y por eso la psicología no ha surgido
en Oriente. No hay necesidad de adentrarse en traumas pasados; de hecho, incluso aunque
te adentres en los traumas pasados, nunca te liberas de ellos. Quizá llegues a ser más
capaz de aceptar, más capaz de comprender, pero nunca te liberas de ellos.
Diga lo que diga Arthur Janov, el fundador de la terapia primal, acerca del hombre
postprimal, él no ha sido capaz de crear un solo hombre postprimal. El mismo Janov no es
un hombre postprimal, un hombre totalmente liberado del pasado, totalmente libre de las
heridas pasadas... Eso no es posible. De la forma en que lo hacen el psicoanálisis y otras
terapias similares, eso no es posible. El pasado no está ahí, ¿de qué intentas liberarte?
De hecho, bajo el impacto de un psicoterapeuta carismático, empiezas a crear un
pasado a su medida. Esto sucede: si vas a un freudiano, creas un pasado freudiano, y si
vas a un jungiano creas un pasado jungiano. Ahora es un hecho bien sabido, que los
pacientes comienzan a crear, a fantasear el pasado que el terapeuta requiere de ellos. El
paciente jungiano entra en vidas pasadas muy fácilmente y aporta misterios maravillosos,
esotéricos, ocultos. Eso nunca le sucedió a ningún paciente de Freud. El paciente freudiano
aporta lo que Freud requiere: libido, fantasías sexuales, extrañas fantasías sexuales,
incesto y todo tipo de heridas sexuales. Estas cosas nunca salen a la superficie en la
terapia jungiana. El paciente de primal empieza a producir gritos que puede que no tengan
ninguna base real.
Pero la gente es muy complaciente: si le das una idea, te complace llevándola a cabo.
De hecho, los pacientes empiezan a sentir gran compasión hacia el terapeuta. Él hace un
trabajo tan duro... Pobre hombre. Así que, tarde o temprano, los pacientes empiezan a
complacerle. Ahora hay cientos de psicoterapias en Occidente, y todo psicoterapeuta se
convence de que él está en lo cierto. Sus pacientes le engañan. Y esos mismos pacientes
van a otro psicoterapeuta y le engañan también. Los pacientes fabrican una estupenda
trama... Y esto sucede de manera inconsciente.
La mente es tan vasta que siempre puedes escoger algunos fragmentos que satisfarán
una filosofía particular, una psicología particular, una terapia particular. El hombre es un
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continente vasto, no es un fenómeno pequeño. El hombre puede contener muchos Freuds,
muchos Jungs, muchos Adlers. Y siempre puedes escoger... hay tanto dentro de ti, que
siempre encuentras modos para escoger ciertos fragmentos que se ajusten a la terapia que
estás realizando.
Oriente no ha creado nada similar al comunismo, y tampoco ha creado nada similar al
psicoanálisis, por una cierta razón. La razón es que el místico no intenta liberarse del
pasado, ni intenta ser libre para algo en el futuro. El esfuerzo del místico por la libertad —a
la que llama moksha, libertad total— no tiene nada que ver con aquello que ya no es, ni
tiene que ver con aquello que todavía no es. Su interés está en este momento, este
pequeño momento, este momento claro, cristalino.
Y estar en este momento es estar en meditación.
Estar absolutamente en este momento es estar en meditación.
Y cuando la meditación sucede, crecen en ti dos alas: una es el amor —Atisha le llama
compasión—, otra es la libertad. Y las dos comenzarán a crecer juntas. Esto trae felicidad
completa. Entonces no hay resentimiento, ni pesar. Atisha tiene razón, dice:
¿Cómo encontrar esta libertad? ¿Cómo encontrar este núcleo esencial de tu ser? Se
encuentra con la meditación. Atisha llama a la meditación «consciencia». Y la consciencia
hay que desarrollarla; la consciencia es sólo una semilla dentro de ti, puede convertirse en
un árbol. Y Atisha sugiere dos cosas que servirán de ayuda: una es el examen y la otra la
investigación.
Examen significa nunca permitas que pase nada por tu mente sin observarlo
minuciosamente. Se le atribuye a Sócrates el haber dicho: «La vida no tiene valor si no la
has vivido mediante el examen.» Una vida sin examinar es una vida sin valor.
El examen es el primer paso: estar alerta a lo que pasa por tu mente. Y ahí existe un
tráfico continuo, por ahí pasan muchos pensamientos, muchos deseos, muchos sueños.
Tienes que estar alerta; tienes que examinar todas y cada una de las cosas que pasan por
la mente. Ni siquiera un simple pensamiento debe pasar sin que te des cuenta, porque eso
significa que estabas dormido. Hazte cada vez más observador.
Y el segundo paso es la investigación. Primero observa, examina; y después empieza
a mirar en las raíces. ¿Por qué una determinada cosa sucede una y otra vez? Te llenas de
ira una y otra vez: el examen mostrará simplemente que la ira viene y se va. La
investigación mostrará las raíces de la ira, de dónde viene. Porque puede ser —casi
siempre es así— que la ira sea sólo un síntoma de otra cosa que está escondida. Quizá tu
ego se sienta herido y te llenes de ira; pero el ego se mantiene escondido secretamente. Es
como las raíces de los árboles: ves el follaje pero no ves las raíces.
Mediante el examen verás el árbol, mediante la investigación verás las raíces. Y sólo
viendo las raíces es posible la transformación. Trae las raíces a la luz y el árbol empezará a
morir. Si puedes encontrar la raíz de tu ira, verás con sorpresa que la ira comienza a
desaparecer. Si puedes encontrar la raíz de tu tristeza de nuevo te sorprenderás.
Primero examina y ve qué es lo que está constantemente en tu mente, qué es lo que
se repite una y otra vez. No tienes muchos pensamientos. Si lo examinas minuciosamente
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verás que sólo tienes unos pocos pensamientos que se repiten una y otra vez; quizá de
formas nuevas, con nuevos colores, nuevos vestidos, nuevas máscaras, pero sólo tienes
unos pocos pensamientos.
Y si lo examinas minuciosamente te sorprenderás: sólo tienes un pensamiento básico.
Gurdjieff solía decir a sus discípulos: «Primero averigua tu característica
fundamental.» Y cada persona tiene una característica fundamental. Puede ser la avaricia,
puede ser la ira, puede ser el sexo, la envidia; puede ser alguna otra cosa. Averigua cuál es
la característica fundamental, el centro alrededor del cual todos tus pensamientos y estados
de ánimo giran. Si puedes encontrar el centro, has encontrado las raíces.
Y el milagro es que una vez que encuentras la raíz no necesitas cortarla, al
encontrarla automáticamente queda cortada. Este es el secreto de la transformación
interna.
Observa: te entristeces una y otra vez. De repente, sin motivo alguno... todo estaba
yendo perfectamente bien, y algún dispositivo se dispara y te entristeces. Y de nuevo la
tristeza desaparece, y por la noche vuelve a estar ahí, y así sucesivamente. ¿Por qué
sucede esto?
Primero examina, luego investiga. Mediante el examen y la investigación nacerá en ti
la cualidad llamada consciencia. Una vez que la consciencia está ahí, posees la espada que
puede cortar todas las raíces y todas las enfermedades. Y una vez que nace la consciencia,
poco a poco, te sales del pasado y del futuro y entras en el presente. Estás más presente
en el presente. Alcanzas una especie de presencia hasta ahora desconocida; te vuelves
luminoso. Y en esa presencia, cuando percibes cómo está pasando el momento, todos tus
sentidos se vuelven tan puros, tan sensibles, tan sensitivos, tan despiertos y tan vivos, que
tu vida entera cobra una nueva intensidad.
Estarás lleno de entusiasmo. El mundo será el mismo, pero a la vez será diferente: los
árboles te parecerán más verdes, las rosas más de color de rosa, la gente más viva, más
hermosa... el mismo mundo, pero los guijarros de la orilla te parecen diamantes y
esmeraldas.
Cuando la consciencia está muy profundamente enraizada, cuando estás presente en
el momento presente, alcanzas una visión psicodélica de la vida. Por eso los místicos hablan
de tanta belleza; pero tú no la encuentras. Los místicos hablan de que está sucediendo una
inmensa celebración y tú no ves la celebración por ninguna parte. Los místicos hablan de
música maravillosa, pero tú no oyes música alguna.
Y los místicos tienen razón; está sonando una música maravillosa, pero tú estás
sordo. Hay enorme belleza por todas partes, pero tú estás ciego. La existencia entera está
celebrando este momento tanto como lo celebraba cuando Atisha estaba vivo. La existencia
es una celebración.
Pero tu corazón está muerto. Únicamente late tu corazón físico, tu corazón espiritual
no funciona en absoluto. Y sin él no serás capaz de ver la celebración de la vida. ¿Cómo
vas a sentir gratitud hacia Dios si no ves la celebración? ¿Cómo vas a sentir gratitud hacia
Dios si no ves el regalo? ¿Gratitud de qué? Sólo tendrás montones de quejas, de pesares,
de resentimientos. Sólo sentirás enojo hacia la existencia. ¿Por qué has sido creado, por
qué este sufrimiento? Ves tan sólo sufrimiento, porque tus ojos sólo pueden ver
sufrimiento. Pero la existencia es dicha, es bendición.
El segundo sutra:
No alardees
Atisha es realmente hermoso; muy telegráfico. Parece que en sus sutras esté dando
saltos cuánticos, parece como si no estuvieran relacionados. Pero no es así, existe una
relación interna entre ellos; porque cuando esta visión psicodélica te suceda, empezarás a
alardear. Cuando esta conciencia te suceda, vas a sufrir también el penúltimo de los
asaltos del ego. Es inevitable. Empezarás a creerte mejor que los demás. Empezarás a
comportarte como un santo, empezarás a sentir, empezarás a exhibir, que no eres un
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mortal común y corriente, que eres extraordinario, que no eres de este mundo, que eres
transcendental.
Y aunque todas estas cosas son ciertas, Atisha dice: por favor, no alardees. No dice que
estés mintiendo. Todas esas cosas son verdad; cuando la conciencia sucede, los milagros
empiezan a ocurrir. Cada momento se convierte en un milagro tal... y empiezas a volar
alto, empiezas a alcanzar nuevas cimas en todo. Todo lo que haces se convierte en gran
deleite y la vida adquiere un aspecto divino por dondequiera que vayas. Y comprobarás
también que allí donde vas, aportas algo de lo sagrado. No es que estas cosas sean
mentira, estas cosas te suceden. Pero si empiezas a alardear, todo eso desaparecerá,
porque el ego habrá entrado de una manera sutil, sin que hayas podido examinarlo ni
investigarlo.
Ahora el ego cabalgará sobre tus experiencias espirituales. Ahora uno tiene que ser
muy cuidadoso. El que no medita puede descuidarse, se lo puede permitir, porque no tiene
nada que perder. Pero el meditador no puede ser descuidado, tiene mucho que perder.
Ahora hay tesoros y pueden perderse en un segundo.
Cuando empiezas a entrar en los reinos superiores puedes caer muy fácilmente, y la
caída será espectacular. Si te caes andando por M. G. Road no hay mucho peligro, pero
caerse desde el Everest es muy peligroso, quizá no logres sobrevivir.
Así que aquellos que empiezan a entrar en el mundo de la meditación tienen que
aprender a ser muy cuidadosos. El camino es angosto, y justo a su orilla hay un gran
abismo. Un simple paso en falso y caerás; y caerás de mala manera. Puede llevarte años, o
incluso vidas, el alcanzar de nuevo la misma altura. Y si caes desde un cierto punto, la
tendencia es a caer de nuevo desde el mismo punto; caer desde ahí se convierte en hábito.
Mi observación es ésta: que los meditadores crean hábitos para caer siempre desde
una determinada etapa, de tal manera que cuando ese estado viene de nuevo, caen. Se
necesita gran esfuerzo para llegar hasta ahí otra vez, pero ahora ese punto es el lugar
donde la mente de repente da el paso en falso, de manera habitual, mecánica. Así que es
mejor ser consciente cuando por primera vez te dirijas hacia arriba, para que no se cree en
ti ningún hábito de caída.
No alardees
Uno no debe hablar de las experiencias espirituales. Si te surge una gran necesidad de
hablar de ellas puedes dirigirte a tu maestro, puedes contárselo a tu maestro. En eso no
hay peligro, porque contárselo al maestro siempre te ayudará. En primer lugar, el maestro
te hará sentir que lo que le cuentas no tiene ningún valor, sea lo que sea: «No seas
estúpido, eso son sólo tonterías. No les prestes atención.» Incluso si le cuentas que has
experimentado el nirvana, él te dirá: «Eso no es nada, ¡deshazte de ello! Déjalo donde has
dejado los zapatos», ¡incluso el nirvana!
Ese es uno de los secretos del maestro en su trabajo con el discípulo. El maestro
nunca te da palmaditas en la espalda, nunca dirá: «¡Maravilloso! ¡Eres maravilloso, has
llegado!»
En segundo lugar, el maestro siempre te hará ver que esas experiencias, por muy
hermosas que sean, son tan sólo experiencias. Lo importante no es lo que se experimenta,
sino el que lo experimenta. El énfasis del maestro siempre irá hacia el testigo, hacia la
subjetividad interna, no hacia el objeto.
Alguien ve luces maravillosas... y verdaderamente es un gran gozo el ver la luz
interna; no andas sobre la tierra, es tal el deleite que todo el peso desaparece, la gravedad
ya no te afecta. Sientes, que si quisieras, serías capaz de volar.
Pero si vas al maestro te dirá: «¿Y qué? Eso le sucede a todo el mundo. Eso no es
nada especial, otros están haciendo mayores progresos. Eso es sólo una experiencia, y
experiencia significa algo de afuera. Recuerda al que experimenta, recuerda al que está
experimentando la luz. Tú no eres la luz: tú eres el testigo de ella. Sí, la luz está ahí, pero
tú no eres la luz. Tú eres el que ha visto la luz. Recuerda al que ve.»
Los maestros son grandes expertos en el arte de tomarte el pelo. Quizá estés de pie,
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tan derecho, y ellos te tiran de una pierna y te caes redondo al suelo. Y la próxima vez,
cuando te suceda otra experiencia espiritual maravillosa, tendrás miedo incluso de ir a
contárselo al maestro. Esto es algo muy esencial.
Y lo tercero: hay cosas, que si hablas de ellas, si empiezas a exhibirlas... La energía
que se necesita para alimentarlas empieza a dirigirse hacia su exhibición.
La semilla necesita estar escondida en el suelo. No se la debe sacar una y otra vez; si
la sacas, la matarás. Y estas experiencias espirituales son como semillas maravillosas. El
discípulo tiene que aprender el arte de mantener secretos. Esta es una de las partes
esenciales de estar con un maestro: el ser capaz de mantener secretos.
No alardees
Si entras en el mundo de la meditación, éstas son las pequeñas cosas que empiezan a
suceder. Evítalas, nunca las uses, nunca te exhibas; y no hables de ellas, porque si lo
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haces, la gente te dirá: «Ahora ofrécenos una prueba.» Si hablas de estas cosas te pedirán
pruebas. Entonces empezarás a practicarlas y pronto perderás la energía.
La energía se necesita para la nutrición interna. Cuando algo crece en tu interior, toda
la energía tiene que convertirse en abono. No la uses en el exterior de ninguna manera. La
mejor forma de empezar es: No alardees.
El tercer sutra:
Ahora no sabrás cómo encontrar la relación. Pero la relación está ahí. Atisha dice que
quizá tú no alardees, pero los otros puede que alardeen; entonces surgirá la envidia. Puede
que otros empiecen a mostrar sus poderes espirituales, y mostrándolos quizá obtengan la
adoración de la gente, el respeto de la gente; quizá logren que se les considere santos.
Tú mantienes un secreto en tu corazón y sabes que puedes hacer milagros más
grandes que los que ellos puedan hacer. A ellos les venera la gente y de ti nadie sabe nada,
tú eres un don nadie. La envidia puede surgir, y si la envidia surge, se trata de la parte
negativa del alardeo. Entonces, tarde o temprano, empezarás a alardear.
Y hay que entender todavía una cuestión más... sucede que cuando por primera vez
un meditador alcanza cierta energía psíquica, cierto poder psíquico, la tendencia, una
tendencia natural, es el exhibirlo. Y si lo exhibe, tarde o temprano perderá el poder.
Entonces surge un gran problema: ahora no tiene el poder, pero tiene respetabilidad. La
gente le venera y espera que haga milagros. ¿Qué va a hacer ahora? Tendrá que desviarse
hacia la magia, tendrá que empezar a aprender trucos para mantener su prestigio.
Eso es lo que le ha pasado a Satya Sai Baba y a gente como él. Las primeras cosas
que hicieron eran verdaderas, los primeros experimentos que hicieron no eran falsos. Pero
luego la energía desaparece. Y mientras tanto ha pasado el tiempo y ya eres famoso, y la
gente se reúne a tu alrededor; gente necia, gente estúpida. Y esperan de ti milagros, y
todo tu ego depende de la exhibición.
Ahora la única alternativa posible es aprender trucos de magia para que puedas
mantener tu prestigio. Si alardeas, tarde o temprano serás víctima de los trucos de magia.
Tendrás que aprenderlos y engañar a la gente.
No seas envidioso, porque si eres envidioso te será imposible mantener el secreto por
largo tiempo.
Y el cuarto:
No actúes caprichosamente
No irrites a las personas sin necesidad; no pretendas ser mejor que ellos, no
pretendas ser un santo, no pretendas ser especial. No irrites a la gente. No actúes de esa
manera. ¿Por qué? Porque las dificultades van a venir por sí solas; así que por favor, no las
incrementes.
Tu mera presencia te creará problemas, así que al menos evita tanto como sea posible
el irritar a la gente. Si pretendes ser mejor que los demás, entonces crearás competidores.
Si pretendes ser especial, entonces habrá otros que no lo admitan. Surgirán discusiones,
innecesarias controversias, enemistades.
Atisha dice esto por una razón muy especial. La razón especial es que la mera
presencia de una persona que tiene alguna cualidad espiritual va a crearle problemas.
Porque a la gente ciega no le gustan aquellos que tienen ojos.
A aquellos que han vivido siempre en la oscuridad no les gustan las personas que les
traen la luz; las odian. Porque la presencia de un hombre de luz es insultante; les hace
sentirse inferiores.
Y esto sucede por sí solo. Así que por favor, no hagas nada que pueda intensificarlo.
Incluso si lo mantienes todo en secreto, unos pocos llegarán a saberlo. La presencia de la
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luz es tal, que unos pocos te van a encontrar. Incluso si escapas al Himalaya. Unos pocos
te buscarán y te encontrarán, porque son buscadores de la verdad. Hay gente que es muy
sensible, hay gente que ha estado intentando durante vidas enteras que suceda algo en su
vida. Llegarás a ser conocido. No hay necesidad de alardear, no hay necesidad de ser
envidioso. Intenta esconderte lo mejor que puedas; aun así llegarás a ser conocido.
No puedes esconder una luz debajo de un arbusto; se dejará ver. No puedes esconder
una luz, irradiará. Y cuando lleguen los que buscan y se reúnan a tu alrededor, y vengan
discípulos y vengan devotos, la sociedad entera se irritará mucho contigo, la sociedad se
enfurecerá contigo. La sociedad intentará destruirte y destruir completamente tu trabajo y
tu comuna.
¿Por qué? Porque estás socavando la sociedad, estás cortando las raíces mismas. La
sociedad vive de la ambición, y tú estás enseñando cómo vivir una vida sin ambición. La
sociedad vive de manera maquiavélica, y tú estás enseñando la manera de Buda. La
sociedad vive mediante envidia, violencia, posesión; y tú estás enseñando el amor. Estás
socavando sus cimientos, estás destruyendo sus raíces. La sociedad no puede perdonarte,
se vengará. Así que es mejor ser muy cauto.
Es natural, cuando te acercas más y más a Dios, es muy natural pensar que la gente
te mostrará gratitud. Tú les estás llevando un regalo, el regalo más grande que existe, el
regalo de Dios. Es muy natural pensar que la gente te va a mostrar gratitud. No cuentes
con ello, cuenta con lo contrario, cuenta con que la gente nunca será capaz de perdonarte.
Cuanto mayor sea el regalo que les lleves, más grande será su ira. Te van a crucificar, te
van a envenenar. Cuenta con cosas como éstas.
Incluso Jesús no contaba con que le fueran a torturar tanto, con que fueran a causarle
tanto sufrimiento. Desde la cruz le gritó a Dios: «¿Me has abandonado? ¿Por qué? ¿Por qué
me sucede esto? ¿Qué mal he hecho?» En alguna parte de su fuero interno no contaba con
que le fueran a crucificar.
Atisha es muy claro en su consejo a los discípulos:
«El néctar que he vertido en los sutras previos no tiene nada que ver conmigo. Yo no
soy el autor de esos sutras. Esos sutras han sido transmitidos por mi maestro, y fueron
transmitidos a mi maestro por su maestro. Originalmente vienen de Gautama el Buda.»
«Esos sutras no son míos», dice Atisha, «esos sutras no llevan firma, yo soy tan sólo
un vehículo, un medio, transmitiendo lo que me ha sido dado. Sirvo de instrumento.»
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Ve la ausencia de ego de la persona, y recuérdalo. Y ¿cuál es el elixir de quintaesencia
de todos estos consejos? El elixir es cómo transformar los cinco procesos de
descomposición en Camino Bodhi. ¿Cuáles son esos cinco procesos de descomposición?
Medita sobre dos estados. Uno es el estado de sueño, en el que se encuentra la mayor
parte de la humanidad. La gente vive como sonámbula; su vida es mecánica, su conducta
es inconsciente. Las personas no son conscientes de quiénes son, no son conscientes de lo
que están haciendo, no son conscientes de adonde van. Su vida es accidental; una madera
a la deriva.
En este estado también existe bodhichitta, la conciencia búdica, o la conciencia
crística, o la conciencia kríshnica; no importa el nombre que elijas, puedes elegir. Incluso
en aquellos que están completamente dormidos, sin tan siquiera haber vislumbrado la
conciencia, también existe bodhichitta, también existe la consciencia del buda; pero se
encuentra cubierta de basura. Y la basura viene de los cinco sentidos: los ojos, los oídos y
los demás sentidos.
Los sentidos vierten constantemente dentro de ti todo tipo de impresiones del
exterior. Todo lo que ves llega inmediatamente adentro; todo lo que lees llega adentro;
todo lo que oyes llega adentro. Y tu bodhichitta es como un diamante cubierto con capas y
capas de impresiones. Este es un estado.
Lo que estos sentidos te traigan, la muerte se lo llevará; porque la muerte te
desconectará de todo lo que venga de afuera. Lo que venga de afuera nunca puede
convertirse en parte de ti, permanece separado. Se queda dentro de ti como un elemento
extraño, nunca se convierte en tu naturaleza.
El segundo estado es el estado del despierto, del buda, del iluminado, del que está
absolutamente alerta. En el ser humano despierto ha sucedido una transformación. El
también tiene cinco sentidos, pero ahora estos cinco sentidos funcionan de una manera
totalmente diferente. Estos cinco sentidos comienzan a verter su compasión al mundo
exterior.
A la persona que está dormida, los cinco sentidos le traen sólo impresiones del
exterior. En la persona que está despierta, esos mismos sentidos operan vertiendo al
mundo su amor, su energía, su compasión.
Cuando descubres bodhichitta, cuando llegas a conocer la consciencia interna, dejas
de ser un mendigo. No tomas nada del exterior. Al contrario, te conviertes en un
emperador, empiezas a verter tu ser hacia el mundo exterior; lo embelleces, te conviertes
en una bendición para el mundo. Esta es la transformación.
Si estás alerta, le darás algo al mundo, serás dador. Recuerda, cuanto más des, más
tienes; porque cuanto más viertas en el mundo, más y más sigue fluyendo a ti de
desconocidas fuentes de la existencia. Estás conectado con lo oceánico. Bodhichitta es la
puerta de lo oceánico.
Ese océano es Dios, de ese océano fluyen continuamente manantiales a ti. Tú
simplemente compartes.
Jesús dice: «Aquellos que guarden, perderán; y aquellos que pierdan, guardarán.»
Comparte y tendrás más. Da y recibirás del más allá. La persona transformada está
dando continuamente. Tiene tanto que dar... Está rebosando.
Atisha está diciendo: «Pude encontrar a Dharmakirti sólo como consecuencia de mis
búsquedas pasadas. He estado buscando durante vidas.»
Y yo te digo lo mismo: vosotros no sois nuevos, sois buscadores de la verdad
antiguos. Porque hay gente que vive en la vecindad que ni tan siquiera me ha visto;
personas que nunca verán y que nunca oirán, y que nunca sabrán lo que está sucediendo
aquí. Viven a unos cuantos metros de este lugar, y nunca sabrán que algo de inmenso
valor está sucediendo aquí.
Y vosotros habéis venido desde lejos, desde distantes rincones del mundo. Debéis
haber estado buscando durante muchas vidas. Habéis acumulado una cierta energía que
sabe dónde se encuentra el campo búdico, y os sentís atraídos hacia él. Sabéis donde está
el imán.
Atisha dice: «El haber acumulado una cierta energía kármica, el haber podido
encontrar al maestro, el haber sido lo suficientemente afortunado para encontrar al
maestro, debe ser como consecuencia de haberme estado disciplinando de muchas
maneras en vidas pasadas.»
...Mi apasionado deseo de conocer la verdad. Sólo se necesitan dos cosas: energía
para buscar y un interés apasionado para aplicar esa energía en una cierta dirección.
«Debe haber sido por mi energía kármica del pasado; debe haber sido porque durante
muchas vidas he estado buscando y buscando.»
Todo el mundo es un peregrino antiguo.
Acerca de su propio trabajo, Osho ha dicho que está contribuyendo a crear las condiciones
para el nacimiento de un nuevo tipo de ser humano.
Él ha caracterizado a menudo a este ser humano como "Zorba el Buda": capaz de disfrutar
de los placeres de Zorba el Griego y de la silenciosa serenidad de Gautama el Buda. Como
un hilo conductor a través de todos los aspectos del trabajo de Osho se encuentra una
visión que conjuga la sabiduría intemporal de Oriente con el potencial más elevado de la
ciencia y tecnología occidentales.
También es conocido por su revolucionaria contribución a la ciencia de la transformación
interna, con una perspectiva de la meditación que reconoce el ritmo acelerado de la vida
contemporánea. Sus singulares "Meditaciones Activas" están diseñadas para liberar primero
el estrés acumulado del cuerpo y la mente, y así facilitar la experiencia de la meditación, un
estado meditativo relajado y libre de pensamientos.
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